Venezuela, los obreros petroleros y la lucha por la democracia
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Venezuela, LOS OBREROS PETROLEROS y la lucha por la democracia

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(0 E. F. I. P. Principal a Sta. Capilla Edif. Sperandio, piso 1, ofic. 1 Teléf. 81 08 86. CARACAS 101. Vcncz.uela

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EDITORIAL POPULAR, S. A. Bola, 3, bajo. Teléf. 248 27 88 I.S.B.N.: 84-85016-16-5 Depósito legal: M. 25.406- 1979 MADRID-13. España Madrid y Caracas, julio de 1979 Impreso en Gráfica La Torre.—Pedro Barreda, 10 - Madrid-20

... A la memoria de los mártires petroleros asesinados en junio de 1936: Pedro Pérez Jesús García Jesús Oropeza José Ornar Pérez José del Carmen Mendoza

A mi esposa, Luz Maritza y a mis dos hijos, Frantz Ernesto y Luz Marjorie, ambos nacidos en Caracas

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PRESENTACION

El libro: «Venezuela, los obreros petroleros y la lu­ cha por la democracia» constituye una obra realizada por el autor Paul Nehru Tennassee, un investigador de la his­ toria de la clase trabajadora, desde la perspectiva de los intereses de clase.

El EF1P realizó un gran esfuerzo para editar este li­ bro, por considerarlo un aporte serio y riguroso, pero de fácil comprensión para la clase obrera. En sus páginas se recogen treinta años de historia, llenos de vida, donde la fuente fundamental de información es la tradición oral, las correspondencias, los periódicos de la época y algu­ nos protagonistas de esa historia que aún viven. \ Este libro es un aporte valiosísimo a la historiografía para el estudio de la clase obrera en Venezuela. Es parte de esa biografía política del Movimiento Obrero Venezo­ lano, necesaria de desarrollar, para así ir avanzando en el conocimiento de nuestra clase. Constituye un reto para los estudiosos del Movimien­ to Obrero el contribuir a llenar las deficiencias teóricas que, a su juicio, esta publicación pueda tener.

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Es tarea de todos los que luchamos por la organiza­ ción de los sectores explotados de la sociedad aprovechar esta investigación en la reconstrucción crítica de nuestro pasado como pueblo. Identificando en esa historia el pro­ fundo sentido democrático, con vinculación partidista e independencia política de clase, que llegaron a tener las organizaciones obreras en ese entonces, de donde tenemos mucho que aprender. EQUIPO DE FORMACION, INFORMACION y PUBLICACIONES (EFIP)

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PROLOGO

Los informes presentados y disentidos en el Primer Simposio de Historia Económica de América Latina, or­ ganizado por la Comisión de Historia Económica del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) en Lima, a comienzos de esta década, subrayaron con claridad meridiana el estadio embrionario en que para esa fecha se encontraban esos estudios en nuestro sub­ continente. A partir de aquel diagnóstico hemos asistido a un importante esfuerzo de los historiadores económi­ cos por iniciar la revisión de los problemas más urgen­ tes, cuya valoración e interpretación histórica reclaman lodos los científicos sociales. Y prueba de ese esfuerzo es la copiosa investigación que desde México, Cuba, Bra­ sil y otros países ya comienza a mostrar sus resultados. En Venezuela, quizá habrá que reconocer que la his­ toria económica, entendida en el sentido de historia eco­ nómica y social, tiene raíces muy anteriores a la preocu­ pación de CLACSO y del Comité Preparador del XXXIX Congreso de Americanistas de 1970, pero también hay que advertir un accidentado y hasta «espasmódico» desarrollo, en el que fácilmente se pueden detectar por igual el uso de una rigurosa metodología y el de una fer­ til y creadora imaginación. Desde luego, no hay en ia historiografía económica venezolana tema que pudiera considerarse agotado, aunque sí hay temas que, inexpli-

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cablemente, nunca estuvieron en el interés de los histo­ riadores. El proletariado y los trabajadores en general constituye uno de esos lamentables olvidos. Paul Nehru Tennassee, guyanés comprometido en el activismo sindical caribeño y quien vino a Caracas atraí­ do por la posibilidad de adelantar un estudio relativo al proletariado venezolano, nos entrega el fruto de su in­ vestigación, realizada en poco menos de tres años, bajo los auspicios de la Maestría en Historia Contemporánea de Venezuela, que se desarrolla en la Universidad Cen­ tral de Venezuela desde 1976. De manera que Tennassee, historiador de oficio y activista por las luchas obreras de convicción, ha querido abrazar uno de esos interesan­ tísimos temas que, no habiendo podido obtener lugar en las prioridades académicas, se quedaba en el sesudo pero superficial tratamiento del ensayista político o del redador de diarios y revistas. Con su investigación, Tennassee ha demostrado las ex­ celencias del método histórico para abordar los proble­ mas de la contemporaneidad, que un cierto género de las ciencias sociales pretende desconocer. Armado de re­ cursos y de técnicas que apenas comienzan a aparecer en las ciencias históricas, ha concluido una afortunada investigación que reinicia entre nosotros la vocación por la historia social sin atisbos de mitos ni de dogmas, y otorgándole al proletariado petrolero el lugar que real­ mente ocupa en el cuadro de las luchas sociales venezo­ lanas. Montado sobre una percepción muy particular de la sociedad global venezolana en el período 1918-1948 —co­ lonialismo informal y de neocolonialismo —, Tennassee estudia el proceso de formación del proletariado petro­ lero, haciéndole luego un riguroso seguimiento, hacien­ do aparecer ante el lector las primeras manifestaciones de éste como clase y, desde luego, demostrando su de­ clive a partir de la postguerra. Del examen que este acusioso historiador hace del proletariado venezolano, desde la perspectiva de la his­ toria como totalidad, se destacan en primer lugar su par­ ticular caracterización de la sociedad venezolana 19181948, en la que encuentra dos períodos separados «apro­ ximadamente en los años treinta», y que denomina el colonialismo informal y los inicios del neocolonialismo. En ambos casos, y sin que compartamos los razonamien-

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los que aduce Tennassee para fundamentar su proposi­ ción, abundan los detalles destinados a caracterizar —en los términos en que se los ha propuesto el autor— cada uno de esos subperiodos.

Cuando se propone estudiar el proletariado, se ini­ cia con una acertada interpretación de la valoración que la historiografía ha hecho de esta clase en el llamado Tercer Mundo, y de ahí pasa a demostrar —más de se­ tenta cuartillas— la existencia concreta de un proleta­ riado petrolero en la sociedad venezolana de la tercera y cuarta década de este siglo. Avanza Tennassee en auda­ ces descripciones e interpretaciones relativas a la aris­ tocracia obrera, a las condiciones materiales en las que se desenvolvía la vida en los campos petroleros, a la participación de los obreros petroleros en las luchas po­ líticas contra la dictadura ele Gómez y, por supuesto, hace un detallado examen de las huelgas petroleras de 1936 y 1937. Creo con sinceridad que Paul Nehru Tennassee está ofreciendo un importante aporte a la historiografía eco­ nómico-social venezolana. Y creo firmemente que, junto a él, un significativo grupo de historiadores están en­ frentando el reto que hasta hace muy poco tiempo entre nosotros era labor de dos o tres titanes.

Arístides Medin/\ Rubio Junio 1979

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RECONOCIMIENTOS

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Deseamos dar nuestro más cálido reconocimiento al doctor Federico Brito Figueroa por la invitación que gen­ tilmente nos extendió en el año 1974 para venir a Vene­ zuela a cursar estudios en el Programa de la Maestría de Historia Contemporánea de Venezuela en la perspectiva de Latinoamérica y el mundo, y por habernos brindado su amistad sincera y su apoyo moral y científico durante el transcurso del programa y la realización de la investiga­ ción del tema que ocupa nuestra tesis de grado. Igual­ mente, agradecemos a todos los profesores de la Maestría y, muy especialmente, a los profesores Arístides Medina, Alberto Pía, Nikita Harwich, Pérez Vila y Elíseo López, de la Universidad Central de Venezuela, y al profesor Gentil da Silva, de la Universidad de Nice. Por otra parte, deseo manifestar mi gratitud a la Cen­ tral Latinoamericana de Trabajadores, por haberme con­ tratado como subdirector del Instituto de Formación So­ cial del Caribe en el año 1976, ya que debido al desem­ peño de las labores correspondientes al cargo pude adqui­ rir invalorables conocimientos sobre la clase obrera en toda el área del Caribe, que me han sido de gran utilidad para el desarrollo de la presente tesis. De la misma for­ ma, deseo hacer llegar al profesor Rodríguez Campo mis plácemes más sinceros, por haberme recomendado para obtener el cargo de profesor en las Cátedras de Historia Económica General y El Proceso de Integración Econó-

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¡nica de América Latina en la Escuela de Administración de la Universidad Central de Venezuela, sin lo cual hubie­ se sido imposible el fmandamiento de mis estudios y de la investigación sobre los obreros petroleros. Asimismo, agradezco al Ontario Student Assistance Programme de Canadá por el préstamo que me otorgara para culminar la presente investigación. Nuestro reconocimiento también para el doctor Ro­ dolfo Quintero, para el señor Taborda —y a su prodigiosa memoria—, para los señores Espartaco González, Lino Taborda, Martín Pozo y Luis Beltrán Hernández y a todas aquellas personas que desean que sus nombres sean guar­ dados en el anonimato, que amablemente me concedieron entrevistas y me hicieron revivir la historia venezolana, proporcionándome aportes de inmenso valor para el des­ arrollo de mi investigación. Nuestro agradecimiento, tam­ bién, al señor Jesús González, ex obrero petrolero y ex sindicalista, por haberme servido de guía en la búsqueda de testigos de los acontecimientos de 1918-1948, a través de los campos petroleros. Hacemos llegar también nuestras gracias a todas aque­ llas familias que nos acogieron y brindaron hospitalidad durante nuestra permanencia en el Estado Zulia, cuando realizábamos trabajo de campo. Finalmente, agradecemos al señor Rafael Méndez por habernos ayudado en la revi­ sión ortográfica del presente trabajo; igualmente, a la señora Soledad Araya, quien por su condición de ex diri­ gente sindical prestó mayor atención y cuidado en la pre­ sentación de la presente tesis. 1

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RESUMEN

La presente tesis es un estudio sobre los obreros pe­ troleros venezolanos durante el período correspondiente a 1918-1948. Nuestro objetivo es demostrar que los obre­ ros petroleros jugaron un papel relevante en los aconteci­ mientos económicos, sociales y políticos de la sociedad venezolana de la época. En el primer capítulo, que sirve de introducción, ex­ ponemos los motivos que nos llevaron a realizar esta investigación, los objetivos, la metodología y la revisión bibliográfica que realizamos sobre las principales obras, estudios o ensayos que sobre el tema se han realizado. En el segundo capítulo, con la finalidad de poder exa­ minar adecuadamente la información recopilada, bosque­ jamos el contexto histórico. Dividimos la época estudiada en dos períodos: El primero, entre 1918 y 1937, que de­ finimos como la fase del colonialismo informal, y el se­ gundo, entre 1938 y 1948, que llamamos período de inicios del neocolonialismo. En el tercer capítulo estudiamos la estructura econó­ mica de la época del colonialismo informal para funda­ mentar la definición de esa categoría. En el cuarto capítulo realizamos también el estudio de la estructura económica durante los inicios del neocolonialismo para dar un basamento a esta otra categoría. Tuvimos que realizar este análisis de la estructura econó-

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mica porque el capital monopólico generó el proletariado petrolero venezolano. En el quinto capítulo entramos de lleno al tema de la tesis, realizando el estudio de la formación de los obre­ ros petroleros como clase social y de su transformación, a través de su desarrollo y concientización, de una «clase en sí» en una «clase para sí». En el capítulo sexto realizamos el análisis de las huel­ gas petroleras de diciembre de 1936 a enero de 1937, con lo cual subrayamos el proceso de politización obrera. Se­ ñalamos esas huelgas como la culminación de la lucha de clases originada en Venezuela con el comienzo de la in­ dustria petrolera nacional y el posterior impacto sobre la sociedad y, más específicamente, sobre la superestructura venezolana. De igual manera, en el capítulo siete eviden­ ciamos cómo el neocolonialismo impacta, a su vez, sobre los obreros petroleros y examinamos la interacción entre partidos, Estado y sindicatos y sus consecuencias sobre los trabajadores del petróleo, las cuales llevan, en un sentido amplio, y como consecuencia final al descenso de esta clase, que había llevado el papel de vanguardia den­ tro de los acontecimientos nacionales de la época. El capítulo octavo presenta el resumen, resultado y conclusiones a que hemos llegado al desarrollar esta in­ vestigación. La evidencia empírica presentada coloca en tela de juicio cuestiones teóricas sostenidas por algunos investigadores y, además, revela el importante papel que en los aspectos económicos, sociales, políticos e ideoló­ gicos jugó el obrero petrolero. Asimismo, se muestra el aporte de este sector de clase como parte integral de las clases trabajadoras a la lucha por la democracia vene­ zolana. Para la realización de una investigación científica en el campo histórico, se hace necesaria la utilización de las más variadas técnicas referentes a las diferentes disci­ plinas. El estudio de los obreros petroleros es difícil, ya que ellos son un factor de producción, además de ser entes sociales y personajes políticos. Ellos formaban parte de las clases regionales trabaja­ doras del Zulia y del oriente venezolano, de las clases trabajadoras en general y de la sociedad venezolana, en sentido más amplio; asimismo, su contexto debe verse dentro del contexto de las clases trabajadoras latinoame­ ricanas, dentro de las sociedades americanas en general

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y aun dentro del acontecer mundial, porque lo que evi­ dentemente debimos realizar fue un estudio que partiera del micro hasta llegar al macro. Nuestra primera hipótesis general fue: «Los obreros petroleros venezolanos jugaron un papel importante den­ tro de los acontecimientos de orden social, político, eco­ nómico e ideológico entre 1918 y 1948.» Asimismo, plan­ teamos una hipótesis más particular, que fue la existen­ cia de un contexto histórico entre 1918 y 1948, que puede ser dividido en dos subperíodos: Colonialismo informal e inicios del ncocolonialismo. Pero además tuvimos que realizar el estudio de la estructura económica, dentro de las dimensiones espacio-tiempo establecidas, por dos ra­ zones específicas: no se podía trabajar en el vacío y, además, esta estructura económica había originado la aparición del proletariado petrolero. Había, también, que observar los posibles cambios estructurales que hubiesen podido incidir sobre los obreros petroleros. Tuvimos que trabajar con el concepto teórico de clase en sí, clase para sí, que pertenece a una disciplina humana, la sociología, y que nos permitió observar la transición de la clase obrera petrolera y su posterior transformación. De igual manera, nos vimos en la necesidad de utilizar la Teoría de Huelgas, de Partidos, Sindicatos y Estado, que forman parle de las Ciencias Políticas. De cualquier manera, y de una forma más concreta, la metodología utilizada se observará con la lectura de la tesis, aunque bien podríamos decir que ella se encuentra perfectamente definida en las palabras de Lukács (Concept of Dialectic, London, The Merlin Press, 1972) cuan­ do dice:

«Me dirijo ahora hacia otro problema ontológico de base del desarrollo social, que se encuentra ligado con el hecho de que una sociedad es un complejo de complejos extra­ ordinariamente complicado, en el cual existen dos polos opuestos. Por una parte está la totalidad de la sociedad, la cual determina en última instancia las interacciones de los complejos individuales y, por otra parte, está el hom­ bre como complejo individual, que constituye una unidad mínima dentro del proceso global.»

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«... El declive del absolutismo no es más que un signo exterior de la evolución interna de las clases en la socie­ dad ruda.»

Rosa Luxemburgo.

«¡Democracia! Treinta años de gomecismo esperándola. Treinta años de trescientos sesenta y cinco largos días aguardando tu advenimiento. Durante todo esc tiempo fuis­ te la sola esperanza del obrero, la única luz que iluminó la noche negra del trabajador. Recuerdo que a orillas de todos los caminos, a la sombra de todas las casas, al calor de todos los soles, hablábamos de ti y te llamábamos "cuan­ do esto cambie". Es por eso que el obrero te defiende en Caracas y se muere por ti en Barquisimeto. Para nos­ otros, los obreros de Venezuela, democracia significa la li­ quidación del hambre y de los sin trabajo... Antes la muer­ te que una nueva dictadura.» Manuel Taborda

«... los gobernantes venezolanos de 1946 estábamos y es­ tamos convencidos de que nuestro país no puede saltar la etapa de desarrollo capitalista de su economía. El estadio que atravesamos reclamaba una transformación nacionalrevolucionaria y no una ajustada a modelos socialistas o comunistas...».

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Róinulo Betaucourt

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INTRODUCCION

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El tema de esta tesis se originó durante el transcurso de las clases, discusiones y lecturas que cubrió la maes­ tría de la Historia Contemporánea de Venezuela en la perspectiva de Latinoamérica y el mundo. La clase trabajadora en general, y los obreros petro­ leros en particular, han sido muy poco estudiados, y, como consecuencia, la política y la historia contemporá­ nea de Venezuela han sido interpretadas frecuentemente desde el punto de vista de la perspectiva de la clase me­ dia y/o alta. Por ejemplo, el hecho de que la generación de 1928 estuviera ligada con los acontecimientos de la se­ mana del estudiante de aquel año, cuestión más bien re­ lacionada con la clase media, permitió que este suceso haya pasado a ser considerado como el hecho históricopolítico más significativo de la Venezuela del siglo xx. Además, los protagonistas de estos sucesos han sido ele­ vados hasta el sitial de padres de la democracia venezo­ lana y, en síntesis, la clase media ha sido acreditada con el rol más importante dentro de las luchas de la Vene­ zuela moderna. Esta tesis pretende hacer un análisis político-histórico de los obreros petroleros en el período correspondiente a 1918/1948, para que de esta manera sea presentada la

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evidencia empírica que nos llevará a dilucidar importantes aspectos de la historia y política venezolana que hasta ahora han sido minimizados. Esperanza que a través de nuestros argumentos podamos demostrar que los obre­ ros petroleros, como sector clave dentro de las clases tra­ bajadoras, jugaron un papel igual o quizá más importante en las luchas por la obtención de una sociedad democrá­ tica, moderna y más justa, que el que jugaron los miem­ bros de la clase media nacional. Esta ha sido, indiscuti­ blemente, nuestra principal motivación para la escogencia de este tema; el hecho de que una de las clases moto­ ras más importante dentro del proceso de cambio social y político ocurrido en Venezuela durante el presente siglo no haya recibido el lugar de preponderancia que merece y, por otra parte, la ausencia de un estudio de esos acon­ tecimientos desde el punto de vista del movimiento obre­ ro y, particularmente, del movimiento obrero petrolero. Para poder probar la hipótesis sobre la cual vamos a trabajar, es decir, que los obreros petroleros venezola­ nos desempeñaron un rol de vital importancia en el des­ arrollo de los acontecimientos del período al que nos referimos, propusimos el siguiente método de estudio:

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1. Un examen de la sociedad venezolana en ese perío­ do, valiéndonos de las obras publicadas en los campos de la historia, la antropología, la economía, la política y sobre el movimiento obrero en general, para que de esta manera pudiésemos obtener una visión global y generali­ zada que nos ubicara dentro del período de estudio. Por otra parte, dar más importancia a las referencias directas sobre el obrero petrolero que hacen los autores. 2. En segundo término, revisar los periódicos nacio­ nales de la época para de esta forma lograr hacernos de una información práctica y detallada de los aconteci­ mientos ocurridos, de la vida venezolana en general y, por supuesto, de los obreros petroleros en particular. 3. En tercer lugar, el estudio de las informaciones y publicaciones oficiales (memorias) que tuviesen relación directa con los campos e industria petrolera. 4. El análisis de documentos publicados e inéditos contenidos en los archivos de algunos partidos políticos y 20

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sindicatos, con la finalidad de recoger datos primarios de testigos de los sucesos de aquel período. 5. Finalmente, la realización de entrevistas y charlas con obreros petroleros, testigos de aquellos sucesos, para así reafirmar o completar los datos obtenidos de las fuen­ tes secundarias y obtener un panorama más real del lapso a estudiar. Pensamos que mediante la utilización de este método se nos facilitaría la tarea de demostrar cómo los obreros petroleros venezolanos se transformaron de una clase «en sí» en un clase «para sí», y de esta manera, a través de su desarrollo, organización y concientización, lograron im­ pactar en la superestructura nacional, de una manera tal que alcanzaron la extinción del colonialismo informal y permitieron la democratización del país, a través de elec­ ciones libres y populares, directas y secretas, dentro de los inicios de un nuevo orden: «el neocolonialismo». En términos de bibliografía y luego de haber realizado una revisión de las bibliotecas más importantes del país y, aun más, después de haber consultado con un sin­ número de académicos y estudiosos, hemos podido cons­ tatar la existencia de apenas dos trabajos de cierta rele­ vancia sobre los obreros petroleros. El primero de ellos es un libro de Jesús Prieto Soto, intitulado «Luchas por nuestro petróleo». Esta publicación es un compendio de fechas y nombres, que señala quién es quién dentro del movimiento petrolero y que destaca los lugares y mo­ mentos de los acontecimientos más importantes ocurri­ dos, y se complementa con algunos datos y entrevistas con dirigentes obreros petroleros. Sin embargo, y a pesar de ser una excelente guía para el investigador que se ini­ cia en el estudio de este tema, por cuanto le sitúa dentro de las dimensiones espacio-tiempo, apenas si se puede considerar como una obra descriptiva, carente de un ver­ dadero análisis de los hechos ocurridos. La segunda obra a que hacemos referencia es un en­ sayo no publicado y realizado por Enriqueta Peñalver, sobre la huelga petrolera de diciembre de 1936, y que fue presentado como uno de los requisitos (curso de amplia­ ción) para la admisión en la Maestría de Historia Con­ temporánea de Venezuela en la perspectiva latinoameri-

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cana y del mundo. Este trabajo está conformado casi ex­ clusivamente por trozos de publicaciones de los diarios, y muy particularmente del diario Ahora. Posee un carácter meramente descriptivo, y su aportación reside en que nos entrega, al menos, el punto de vista de un periódico con respecto a dicha huelga. El examen de una de las obras de historiografía de Venezuela más reciente, «El petróleo en la historiografía venezolana», de Irene Rodríguez, confirma nuestra apre­ ciación: luego de haber revisado las publicaciones de his­ toriadores, economistas, políticos, antropólogos, etc., no logró conseguir ninguna que se refiriera específicamente a obreros petroleros. Queremos hacer hincapié en que la ausencia de publi­ caciones no se reduce solamente al estudio de los obreros petroleros, sino a la clase obrera en general. Apenas si pueden ser citadas las obras de Federico Brito Figueroa, que han tratado a las clases trabajadoras de Venezuela, pero sólo como parte general dentro del contexto de las clases sociales venezolanas; las obras de Rodolfo Quin­ tero, dentro de las cuales dcstacéi «Sindicalismo y cambio social en Venezuela», que es un trabajo general sobre las clases trabajadoras venezolanas; la obra del sindicalista Hemmy Croes, «El movimiento obrero venezolano», que es un intento de compendiar toda la historia obrera vene­ zolana, pero de una manera absolutamente descriptiva y que, por otra parte, no hace sino defender las actitudes del partido comunista dentro del movimiento obrero, y las otras obras existentes, de autores como Eloy Torres y Américo Martín, que tratan del período post 1936 y se reducen al estudio del aspecto ideológico de la clase obrera. La razón expuesta anteriormente y la imposibilidad de revisar los archivos de las compañías petroleras, del Pa­ lacio de Miraflores, de la Gobernación del Estado Zulia y del Ministerio de Relaciones Interiores nos limitaron en la obtención de datos e informaciones que hubiesen per­ mitido la realización de un trabajo más profundo y con mayor autoridad. Sin embargo, y a pesar de que sabemos que presentamos una tesis de carácter tentativo, podemos afirmar que el presente trabajo es un inicio para el estu22

dio de los obreros petroleros. Esperamos que esta tesis sea acogida no solamente por los académicos, sino tam­ bién por los propios obreros petroleros con el espíritu con que se ha hecho: el de principiar un estudio verda­ dero de su historia.

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II.

CONTEXTO HISTORICO

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La complejidad de la formación económica y social de Venezuela hace difícil definir claramente el contexto histórico. Según algunos economistas, coexisten cinco di­ ferentes formaciones: 1.a Un sistema económico de orden comunal primitivo. 2. a Un sistema de pequeña producción mercantil. 3. a Un sistema que domina en la producción agropecuaria, precapital isla cn lo fundamental, en el que destacan elementos de orden feudal y, de modo limitado, hasta reminiscencias esclavistas. 4.a Un sistema capitalista nacional, con desarrollo he­ terogéneo. 5.a Un sistema capitalista dominado por los monopo­ lios de los países imperialistas o metropolitanos (1). Sin embargo, es necesario aproximarse a una concep­ ción que permita la discusión racional y el análisis de la evidencia histórica en la historia contemporánea del país. Para mantener esta posición hemos dividido el período comprendido entre 1918 y 1948 en dos subperíodos. El

(1) Colegio de Economistas: Diagnóstico de la economía ve­ nezolana, U. C. V., Caracas, 1964. Pág. 15.

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primero, entre 1918 hasta aproximadamente los años treinta, es descrito como la era del colonialismo informal; el segundo, desde aproximadamente mediados los años treinta hasta 1948, es considerado la era de «los inicios del neocolonialismo». Esta división está basada en una reflexión hecha durante cierto período de tiempo, sobre los términos colonialismo y neocolonialismo aplicados al Africa del siglo xx, Asia y el Caribe, y quizá también so­ bre la perspectiva obtenida después de examinar la his­ toria contemporánea de Venezuela bajo el punto de vista de la clase trabajadora.

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2.1.

Colonialismo informal

Kwame Nkrumah definió el colonialismo como:

«una política por medio de la cual un poder extranjero une territorios para sí, por lazos políticos, con el objeto primario de promover su propia ventaja económica» (2).

El se expande sobre este tema, cuando sostiene que:

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«la posesión de las colonias da una garantía a la oligar­ quía financiera del país monopolista de las fuentes reales y potenciales de materias primas y la salida de los pro­ ductos manufacturados» (3).

La historia contemporánea de Venezuela ha sido des­ crita por los historiadores y economistas más calificados, (2) Nkrumah, Kwame: Axioms of Kwame Nkrumah, Panaf Books, 1969. Pag. 34. (3) Ibid., pág. 39. 28

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como la era del colonialismo, sem¡colonialismo o neocolonialismo. Federico Brito Figueroa argumenta: «en sentido histórico, neocolonial o colonial son los únicos términos con los que se puede definir y caracterizar el proceso de dependencia que domina a lodos los niveles sociales de la Venezuela contemporánea. Subsiste, es cier­ to, la soberanía político-jurídica, pero la dinámica de nues­ tra vida política, precisamente como nación independiente, está determinada por intereses extra-nacionales» (4).

En otra ocasión afirmó: «la estructura económica de Venezuela contemporánea es la de un país semi-colonial, dependiente o subdesarrolla­ do...» (5).

Más adelante, refuerza esta concepción cuando discute la base de clase sobre la cual la dictadura petrolera de Gómez fue establecida, al citar: «El imperialismo encontró bien aceitadas las puertas de Venezuela y listas a ceder a la menor presión, y tam­ bién hombres dóciles que con la mano abierta para la dádiva estaban dispuestos a traspasar a todos los límites de la dignidad. Para el pueblo sometido por la violencia, hambriento y analfabeto, resultaba tarea imposible hacer­ les frente a los colonizadores de la civilización contempo­ ránea... Así le fue posible al imperialismo, silenciosamente, sin obstáculos, adueñarse de Venezuela y convertirla en una semi-colonia suya» (6).

Héctor Malavé Mata describió a la Venezuela del si­ glo xx de la manera siguiente: «La Venezuela de comienzo del actual siglo era todavía una formación definida por los mismos rasgos y relacio­ nes que caracterizaban a la Venezuela del siglo precedente. Cipriano Castro poco había hecho por impulsar el desa­ rrollo de las fuerzas productivas y librar al país del ma-

(4) Brito Figueroa, Federico: Historia Económica y Social de Venezuela, tomo II, Caracas, 1974. Pág. IX. (5) Ibid., pág. 429. (6) Ibid., pág. 373.

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rasmo en que se encontraba por las continuas guerras. Vestigios coloniales perduraban aún en la morfología de su atraso; nuevos factores se añadían a su situación de dependencia. Consorcios petroleros extranjeros realizaban sus primeras inversiones en actividades de exploración y prospección. Antes de culminar la primera década de este siglo, Juan Vicente Gómez ya había sucedido en la Presi­ dencia de la República a Cipriano Castro: continuaba con aquél la danza de las concesiones petroleras, después que el trato preferencial del Gobierno de Castro al capital inglés había provocado recelos y reacciones en los inver­ sionistas norteamericanos. El capital monopolista de los Estados Unidos, con estrategia de renovada conquista, ad­ quirió luego con Gómez los privilegios y las ventajas eco­ nómicas que no obtuvo con Cipriano Castro. El país no había dejado de ser colonial y ya comenzaba a ser mo­ derno...» (7).

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I Consideramos que el término «colonial» ha sido usado por diversas razones. Uno, el «Bloqueo de Venezuela» por los países imperialistas europeos a principios del pre­ sente siglo con la aprobación de los Estados Unidos, evi­ denció que desde ese momento a Venezuela no le estaría permitido escoger el camino que deseara. El hecho de que Gómez ascendiera al poder con la ayuda abierta de los Estados Unidos y de países europeos, también eviden­ ció que el país sería ocupado siempre que fuera necesario. Como muchos han señalado, la dependencia, asociada con la industria del petróleo, ha sido mucho más severa que la del siglo xix. Porque en el siglo xix, los venezolanos eran dueños de tierras, un factor importante de produc­ ción, y los nacionales eran los dueños de los «instrumen­ tos de trabajo». Era a nivel de mercado y de movilización de capital que se veían envueltos en la explotación extran­ jera. El siglo xx-, sin embargo, vio la introducción del petróleo bajo circunstancias totalmente diferentes. En primer lugar, el subsuelo venezolano, un factor funda­ mental en la producción del petróleo, fue transferido y se convirtió en propiedad británica, holandesa y especial­ mente norteamericana, en las formas más astutas y mal­ intencionadas. Segundo, la tecnología usada, o más bien, (7) Malavé Mata, Héctor; Maza Zavala, D. F., y Silva Michelena, Héctor: Venezuela, una economía dependiente. Fondo Edi­ torial Caracas, 1973. Págs. 44 y 45. 30

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los instrumentos de trabajo, eran extranjeros y total­ mente poseídos por extranjeros; las fuerza laboral era in­ ternacional y mejor remunerada que la nacional; tanto el capital como los mercados monopolistas extranjeros esta­ ban a la orden del día. Para los venezolanos, la reforma de la legislación de 1922 de las Leyes de Minas, bajo la presión de las compañías petroleras, no fue meramente un acto simbó­ lico. El Código de Minas databa de 1784 y estipulaba que el Estado metropolitano tenía la propiedad de minas y «semiminerales, como líquidos de la tierra». Este prin­ cipio fue ratificado por un decreto presidencial el 24 de octubre de 1829 por Simón Bolívar. Así, el Estado vene­ zolano era el dueño de su subsuelo. El hecho de que los británicos, holandeses y americanos fueran capaces de restablecer la propiedad metropolitana del subsuelo ve­ nezolano, por vía de sus multinacionales, aparece como una vuelta al colonialismo español, y viola un principio que fue fundamental para la declaración de la indepen­ dencia de Venezuela como un Estado-nación soberano. En otras palabras, hasta las galas políticas y judiciales que usualmente acompañan a un Estado soberano, fueron ma­ ñosamente eliminadas y su control parecía estar en manos de fuerzas externas. Finalmente, las compañías petroleras extranjeras lograron influenciar al gobierno para que eli­ minara todos los impuestos sobre importación de maqui­ naria, productos, etc. Estos factores, ciertamente, hacen pensar que durante el período de Gómez, Venezuela era una colonia. Pero, aunque entendemos la fuerza de estos argumentos, somos de la opinión que la categoría más adecuada para el período comprendido entre 1918 y me­ diados de los años treinta es colonialismo informal.

El colonialismo español era un hecho, y la liberación nacional por el establecimiento de un Estado-nación inde­ pendiente es también un hecho histórico. Hay uno o dos elementos que pueden ser usados para comparar el im­ perialismo norteamericano del siglo xx con el colonialis­ mo español, pero ellos son etapas con una formación eco­ nómica y social fundamentalmente diferentes que no per­ mitirían una exitosa comparación al ser sometidas a un análisis riguroso. De admitir que Venezuela a principios del siglo xx fue simplemente una colonia, habría que ex31

plicar en que punto de la historia hubo una regresión al status de colonia e ignorar el hecho de que jurídica y po­ líticamente, por lo menos en su forma, el país era una nación. Desde nuestro punto de vista, la razón por la cual los economistas e historiadores han usado cómodamente el término «colonial» para describir la historia contempo­ ránea de Venezuela, es que la historiografía existente casi ha ignorado el estudio de la clase trabajadora venezolana en general, y los obreros del petróleo en particular, como un factor de producción. La mayoría de los trabajos he­ chos trata del tipo de propiedad de los medios de produc­ ción y las relaciones de distribución, pero ignora la natu­ raleza de los grupos que intervienen en la producción, sus interrelaciones y, en general, su rol en la sociedad. El hecho que el capital monopolista creara un considerable proletariado que con el tiempo se le enfrentó e inspiró un movimiento en contra del orden establecido, es, en sí mismo, evidencia de progreso en la sociedad. El hecho de que la industria del petróleo, indirectamente, contri­ buyó al crecimiento de la clase media, que hasta la tercera década exhibió el nacionalismo, el radicalismo e hizo alianza con la clase trabajadora contra el sistema, es tam­ bién evidencia del avance de la sociedad. De manera que si bien es cierto que el petróleo hizo a la sociedad más dependiente de lo que era, es igualmente cierto que creó clases más avanzadas, más capaces y con mayor poten­ cial para transformar la sociedad en un moderno Estadonación independiente. Así, cuando hablamos de colonia­ lismo informal, nos referimos al panorama de una socie­ dad que avanza, contrastando con el colonialismo o semicolonialismo que se insinúa como un movimiento de atra­ so. Opinamos que, en esencia, el semi-colonialismo y el colonialismo recalcan la importancia de los mismos ras­ gos de la formación económica y social que el colonialis­ mo informal, con la diferencia de que este último consi­ dera el período como un movimiento de avance, mientras que el primero, al enfatizar el papel del capital monopo­ lista, sugiere regresión.

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2.2.

Los inicios del neo-colonialismo

El segundo subperíodo, que va desde mediados de 1930 hasta 1948, es descrito como los inicios del neocolonia­ lismo. Nkruman indicó que el

«colonialismo ha adquirido un nuevo disfraz. Se ha con­ vertido en neo-colonialismo, la última etapa del imperia­ lismo» (8).

Para él: «la esencia del neo-colonialismo es que el Estado sujeto a él es, en teoría, independiente y tiene todas las galas aparentes de soberanía internacional. En realidad, su siste­ ma económico y, por lo tanto, su sistema político están dirigidos desde afuera... Un Estado en las garras del neocolonialismo no es amo de su propio destino...» (9).

Cuando Nkrumah definió el neocolonialismo tenía en mente la reciente experiencia de la independencia política de los países africanos. El quería decir que los países afri­ canos que habían buscado la independencia política por la conquista del Estado, estableciendo una nación sobe­ rana, encontraron que la dominación económica persistía después de la independencia y que esta dominación ejer­ cía un alto grado de influencia sobre el Estado. Era casi una formalidad que los nacionales reemplazaran a los ex­ tranjeros en el parlamento, el poder judicial y la burocra­ cia. El nuevo Estado tenía apariencia de independiente, pero, en esencia, era controlado por intereses económicos extranjeros. El Estado independiente legalizó, protegió, perpetuó y hasta invitó al capital monopolista extranjero a entrar en la nación bajo condiciones antinacionales. En esencia, la condición antes mencionada puede ser aplicada a Venezuela, con la salvedad de que el proceso y tiempo históricos son diferentes. (8) Nkrumah, Kwame: Op. cit., pág. 39. (9) Ibid., pág. 90. 33

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El neocolonialismo, en el caso venezolano, es mucho más complejo. Venezuela se convirtió en un Estado-nación desde el siglo pasado. A partir de entonces, el sistema político fue dominado por dictadores o caudillos que ac­ tuaban como si fueran la nación y el Estado. El poder absoluto lo ejercía un caudillo hasta que era derrocado por otro. Este fenómeno político continuó hasta la muer­ te de Gómez en 1935. Durante el gobierno de éste, como ha sido mencionado antes, existió un sistema colonial in­ formal. A excepción de este poder absoluto que estaba bajo la presión e influencia de las compañías petroleras extranjeras, durante el período 1918-1935, el Estado pa­ recía estar «dormido». No representaba una expresión del nacionalismo venezolano. El dictador y las compañías pe­ troleras lo domesticaron y desnacionalizaron. Sin embar­ go, con las repercusiones de la crisis económica mundial y la muerte de Gómez, se dio un gradual despertar del Estado en respuesta a las protestas y a la oposición de las clases sociales en maduración. Durante el período de Gómez, la oposición fundamental al Estado y a las com­ pañías petroleras vino de una coalición de la clase traba­ jadora y de la clase media radical. Sin embargo, en el período comprendido entre 1936 y 1948, una burguesía in­ dustrial incipiente hizo su aparición y cambió cualitativa­ mente la naturaleza de las alianzas interclasistas. Mien­ tras que durante el período de Gómez, la oposición buscó cambios revolucionarios en la sociedad, en el período postgomecista, la oposición buscó reformas. Así, a partir de mediados los años treinta, comenzó un proceso de re­ forma. Las clases sociales que más influenciaron sus cam­ bios fueron la burguesía nacional incipiente y un sector significativo de la clase media reformista que había logra­ do domesticar y controlar a la clase trabajadora. Se vio, por lo tanto, un proceso de modernización y democratiza­ ción del Estado en el sentido burgués liberal. El Estado, por primera vez, comenzó a aparecer como independiente, aunque en esencia legalizó y consolidó la propiedad ex­ tranjera del subsuelo venezolano, y, en la última parte del período, entró a formar una alianza abierta con el ca­ pital monopolista extranjero dueño de la industria petro­ lera. Esa alianza frustró a la burguesía nacional incipien­ te, penetró el sector agrícola y estableció la base para 34

los inicios ele una nueva era: el neocolonialismo. De esta manera, la crisis mundial y la muerte de Gómez vieron el final del colonialismo informal y los inicios del neocolonialismo. El neocolonialismo es más que el simple hecho de que un Estado es el instrumento de los intereses económicos externos. El caso del período postgomecista demuestra que aunque el Estado permaneció en esencia como el ins­ trumento de intereses extranjeros, sufrió las severas pre­ siones de parte de la clase trabajadora, la pequeña bur­ guesía y la burguesía nacional incipiente. Así, el Estado legisló leyes laborales, permitió un grado de libertad nun­ ca vista bajo el gobierno de Gómez e inicialmente dio in­ centivos y protección a la burguesía nacional. Durante este período, sin embargo, el imperialismo comenzó a penetrar varias clases ideológicamente. La burguesía na­ cional, por ejemplo, que estaba lentamente entrando al sector manufacturero, tenía su interés atrincherado pre­ dominantemente en el sector de servicio que estaba ínti­ mamente relacionado con la industria petrolera. De tal manera, sus intereses y miras eran capitalistas. No esta­ ban interesados en la lucha contra el imperialismo; lo que ellos querían era una porción más grande del «pastel» económico. Estas circunstancias los empujaron a la adop­ ción de la vía capitalista hacia el desarrollo, la moder­ nización y al avance. Esta clase era fundamentalmente neocolonial, porque no buscaba desarrollo independiente, sino una relación asociada que, desde su punto de vista, permitiera avanzar dentro del orden económico y el mar­ co ideológico de la metrópolis. Para esta época, el movimiento de la clase trabajadora había perdido su autonomía y estaba bajo el control de los partidos de la clase media pequeño-burguesa. Los diri­ gentes de la pequeña burguesía, de la izquierda revolucio­ naria y reformista, se vieron envueltos en una intensa lucha por el poder del Estado. Durante el período de Medina, la izquierda marxista respaldó al gobierno y cre­ ció. Luego, con el golpe militar de Acción Democrática en 1945, este partido reformista se convirtió en parte del Estado y usó el aparato entero para fortalecerse, ganar control de un gran sector del movimiento de trabajado­ res y establecer una alianza con la burguesía nacional in35

cipiente. El sector pequeño burgués reformista de la clase media se volvió pragmático acerca de la manera de al­ canzar el poder político. Decidieron conscientemente bus­ car este poder dentro del orden económico e ideológico de las metrópolis. Así, la lucha por el sufragio universal fue intensificada, y uno de los elementos más conservadores de ese sector, Rómulo Gallegos, fue electo presidente. La pequeña burguesía, reformista, conscientemente adoptó el capitalismo dependiente reformado como el ca­ mino al desarrollo, modernización y avance. Al mismo tiempo se lanzó por todos los medios a obtener el poder político; primero un golpe, y luego elecciones bajo el sistema del sufragio universal. De esta manera, este sector de la clase media que se había adherido al anti-imperialismo, a la independencia nacional y al socialismo, cambió y adoptó un convenio de reformismo y se satisfizo con una relación asociada con las compañías petroleras extranjeras. Este sector de la clase media que había dominado exitosamente el movi­ miento de los trabajadores, se volvió neocolonial en su filosofía económica y política. Por lo tanto, no fue sor­ presivo que el período comprendido entre 1938 y 1948 viera una aproximación progresiva y una alianza entre la burguesía nacional incipiente y este sector de la clase media. La izquierda marxisla también experimentó cambios. En primer lugar, desde el período pregomecista los ele­ mentos marxistas pequeño burgueses no lograban ponerse de acuerdo en cuanto a si debían organizar un partido de una clase o un partido multiclase. Estaban divididos en cuanto a si la principal contradicción del período era dependencia versus liberación o capitalismo versus socia­ lismo. Una de las principales razones de esta contradic­ ción era la compleja formación social y económica de la sociedad. La cuestión a menudo planteada era si había un proletariado nacional suficiente en número como para permitir la organización de un partido de trabajadores. Por supuesto, estos marxistas eran demasiado apegados a lo urbano, por lo tanto, no buscaron la organización del campesinado para así establecer un partido de los traba­ jadores y de los campesinos. Finalmente, después de mu­ chas divisiones causadas en ocasiones por su afiliación al 36

Partido Comunista Soviético, cayeron víctimas de una po­ sición muy reformista de colaboración de clase y coexis­ tencia con la metrópolis en pro de la paz mundial, adop­ tada por Browder, el dirigente del Partido Comunista Americano. Debe, por lo tanto, concluirse que aunque este sector de la pequeña burguesía no adoptó conscien­ temente una posición neocolonial, su ineptitud para esta­ blecer un movimiento autónomo, ponerse de acuerdo so­ bre la contradicción principal del período y organizar un partido de la clase trabajadora, condujo finalmente a la adopción de una línea política que encajaba muy bien dentro del marco de los intereses de la metrópolis, cual era el establecimietno de un orden neocolonial. En el contexto venezolano, el neo-colonialismo tuvo sus comienzos durante los últimos años de la década de los treinta hasta la elección de Gallegos. El concepto, por lo tanto, no es meramente el de un Estado independiente actuando como instrumento de poder de una metrópolis; requirió el respaldo consciente e inconsciente de las clases dentro de la sociedad, que tenían opción de buscar el desarrollo independiente, pero que escogieron por sus in­ tereses de clase, a corlo plazo, el desarrollo-asociado con el capitalismo del mundo, lo cual en el análisis final, con­ dujo a la profundización de la dependencia y subdesarro­ llo de la nación. El neocolonialismo tiene una dinámica tanto externa como interna.

2.3.

La importancia del proceso histórico

Se puede muy bien preguntar la razón por la cual es importante clarificar el significado de los términos colo­ nialismo, colonialismo informal y neocolonialismo. ¿Has­ ta qué punto es relevante el estudio del papel de los tra­ bajadores del petróleo en la sociedad venezolana? Es muy

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relevante, de hecho, es crucial para la realización de un análisis adecuado de la información recogida sobre los trabajadores del petróleo. Los trabajadores del petróleo son un factor de producción, pero son seres humanos, y como tales, son sociales, políticos e ideológicos. Son un sector de la clase trabajadora, y como tales han estable­ cido lazos e interactúan con el movimiento de trabaja­ dores en su totalidad, con los partidos políticos y con el Estado. Entonces, es importante analizar lo que ellos pen­ saban, cómo actuaban, y los obstáculos que tuvieron que enfrentar en sus esfuerzos para mejorar su bienestar ma­ terial y espiritual. Son también importantes sus sindica­ tos o partidos políticos, con los cuales estaban asociados y conceptualizaron los períodos pre y postgomecista. Si ellos hubesen visualizado su realidad como una lucha entre capitalismo versus socialismo o independencia ver­ sus liberación nacional, significaría que se habrían orga­ nizado y luchado para lograr sus objetivos de acuerdo a la concepción particular de su realidad. Si nuestra hipó­ tesis concerniente al colonialismo informal y los inicios del neocolonialismo es correcta, significa entonces que en­ tre 1918 y 1937 la principal contradicción fue la depen­ dencia versus la liberación nacional; mientras que alre­ dedor del período 1938-1948 fue el capitalismo dependien­ te reformado versus el socialismo. ¿Veían los trabajadores del petróleo su realidad de esta manera? ¿Actuaban sus sindicatos y partidos políticos de acuerdo a esta concep­ ción? De acuerdo al criterio que hemos establecido, ¿exis­ tía un análisis, correcto o incorrecto, de la época? ¿Por qué las estrategias fracasaban o tenían éxito? Todas estas son preguntas que el historiador debe formular y tratar de responder. La clarificación del contexto histórico es una necesi­ dad absoluta. El examen del proceso político, social y económico en tiempo y espacio exige la conceptualización de la era en la cual los hombres actúan y los hechos su­ ceden.

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III.

LA ESTRUCTURA ECONOMICA COLONIAL INFORMAL

L.

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El café era el producto económico más importante an­ tes de 1918, habiéndose desarrollado durante el siglo xix, o período republicano, en las regiones centrales, andinas y orientales de Venezuela. Durante este período se creó un conflicto entre los productores de café en la región de los Andes y el resto del país, siendo finalmente resuelto con el ascenso al poder de Cipriano Castro y los andinos. Castro adoptó una política económica de «laissez-faire», enfatizando las relaciones con el extranjero, lo que pro­ vocó una dependencia económica progresiva. Se aprove­ chó de la nueva fuente de ingresos que era la extracción de asfalto, iniciada a comienzos de este siglo, para entre­ garle concesiones a sus amigos personales, quienes las vendían a compañías foráneas. De esta forma, a pesar de este nuevo recurso nacional, su gobierno se encontró con graves problemas económi­ cos, no pudiendo en 1902 pagar sus deudas externas, por lo que fue víctima de un bloqueo europeo. Para solucio­ nar estas dificultades, Castro se apoderó de las propie­ dades de la General Asphalt’s Guanoco Lake Company, negándose a reconocer las elevadas sumas de dinero de­ mandadas por los Estados Unidos, Italia, Francia, Gran Bretaña y Alemania. 41

Esta crisis fue analizada por el profesor Manuel Ro­ dríguez Campos de la siguiente manera: «... la depresión económica, cuyos principales síntomas se hicieron evidentes en 1901 y avanzaron en forma decisiva en 1902, abatieron la economía nacional y su capacidad tributaria hasta determinar una dramática contracción de los ingresos fiscales, de lo cual devino grave la precarie­ dad hacendística del Estado venezolano. A estas dificulta­ des se añadió la calamidad de la guerra civil. La llamada "Revolución Libertadora", a cuyo mando se puso el banquero Antonio Matos, era un esfuerzo de la oligarquía caraqueña, en colusión comprobada con inte­ reses extranjeros, por derrocar al gobierno de Cipriano Castro para instalarse directamente en el poder y atar el país de una manera más franca y complaciente con aquellos intereses. Esta guerra agravó los fenómenos que otras de menor intensidad habían comportado durante el gobierno de Cipriano Castro, como eran la parálisis parcial del aparato productivo nacional y la desarticulación del gasto público, al desviar hacia las actividades bélicas una cantidad de los recursos fiscales de hasta aproximadamen­ te el cincuenta por cierto de los egresos. Todo ello pro­ dujo la incapacidad total del Tesoro Público para atender a los compromisos de pago de la deuda pública exterior y de la suspensión de hecho ocurrida desde mediados de 1901, se pasó al anuncio oficial en el mismo sentido a co­ mienzos de 1902. Esto vino a complicar las relaciones de Venezuela con las potencias europeas, entre las que Inglaterra y Alema­ nia representaban acreencias por 255,3 millones de bolíva­ res y presionaban además, junto con Estados Unidos y otras naciones del Viejo Continente, por la satisfacción de reclamaciones de guerra y diplomáticas en su propio be­ neficio o de súbditos suyos, en una suma total cuyo mon­ to, fijado unilateralmente por ellas, era de 191,3 millones de bolívares, luego reducido y aceptado en la cifra defi­ nitiva de 40,3 millones de bolívares, como resultado de los acuerdos celebrados por Comisiones Mixtas nombradas ad hoc* (10).

Así, en 1902, Gran Bretaña, Italia y Alemania, enviaron sus barcos de guerra para demandar el pago, siendo Es­ tados Unidos erróneamente solicitado como intermedia­ rio. Posteriormente, surgieron problemas con Holanda,

(10) Rodríguez Campos, Manuel: Venezuela 1902, la crisis fiscal y el bloqueo. Caracas, 1977. Págs. 10 y 11.

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siendo destituido el embajador 1holandés y cortadas las relaciones comerciales con Curazao, por lo quei un un cscua escuadrón de ese país tomó acciones militares contra Venezue­ la. En una editorial del New York Times, del 15 de di­ ciembre de 1908, se comentó: «La doctrina de Monroe no está envuelta en el caso. Sus Castros y sus revoluciones son obstáculo para el pro­ greso comercial de su país (...). Lo mejor que podría ocu­ rrir sería la llegada al poder de un Díaz venezolano lo suficientemente fuerte para mantener el orden civil y lo suficientemente sabio para dar a los venezolanos el sincero deseo de perpetuarlo» (11). Por lo que no fue inesperado que en 1908 Castro fuese reemplazado por Gómez, un dictador fuertemente arma­ do; tampoco fue sorpresivo que este cambio fuese super­ visado por la marina norteamericana, que bajo las órde­ nes del almirante Buchanan permaneció durante tres meses en la Guaira. Finalmente, Buchanan y Gómez llegaron a un acuerdo en el que el país renunciaría a la posición tomada por Castro a cambio de las deudas externas nacionales. Esta­ dos Unidos cuidó sus intereses, llegándose a acuerdos en­ tre Venezuela y las compañías como la Orinoco Steamship Corporation. Gómez fue más allá y devolvió las propie­ dades de la compañía General Asphalt's Guanoco Lake y le garantizó concesiones por cincuenta años. Era obvio que los países occidentales estaban de acuerdo en querer explotar los recursos venezolanos y no iban a tolerar obs­ táculos establecidos por un gobierno nacionalista, aunque significara el fomentar la insurrección o la ocupación foránea.

(11) Brito Figueroa, F.: Op. cil., pág. 367.

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3.1.

La penetración anglo-holandesa

Antes de 1900 se habían establecido dos principios im­ portantes de política concernientes a concesiones. La más importante expresaba que los depósitos del subsuelo eran propiedad de la nación y no del propietario de la superficie. El otro le daba exclusivamente al presidente el poder de conceder petroleros. Luego, con los derechos de propiedad, poderes para alquilar; la autoridad admi­ nistrativa, definida claramente antes de ceder concesio­ nes, se redujo al campo de futuras disputas legales (12). En 1904 se emitió una nueva ley minera que regulaba la explotación del asfalto, petróleo y alquitrán, aumentó en cuatro bolívares por tonelada los impuestos mineros vigentes y el royalty mínimo se estableció en un 25 por ciento. Luego, en 1906, se añadió al código minero de 1905 un decreto especial donde se especificaban más los términos. Los concesionarios tuvieron que pagar, ade­ más, dos bolívares por hectárea de concesión, cuatro bolívares por tonelada como royalty en lugar del 25 por ciento, la explotación tenía que iniciarse a los cuatro años y no al primero, los contratos duraban cincuenta años, no se limitaba el área de la concesión ni se preveía parte de las tierras como reserva nacional. Establa claro que el corrupto liderazgo venezolano preparaba el terreno legal para la venta del subsuelo na­ cional. Mientras tanto, en 1907, a nivel internacional, se integraron la Shell Transport, la Trading Company, de Inglaterra, y la Royal Dutch Shell Company formando una sola compañía: la Shell. Por tanto, en 1907, uno de los carteles petroleros más grande del mundo estaba ca­ pacitado para realizar enormes inversiones en la explota­ ción petrolera en Venezuela. Rápidamente la Shell adquirió grandes concesiones para la explotación y exploración. Castro dio a sus ami-

(12) Lieuwen, Edwin: Petróleo en Venezuela. 44

gos seis concesiones, de las cuales cuatro fueron trans­ feridas a las compañías British y Dutch Shell. Uno de los contratos acreditaba a Andrés J. Vegas, quien el 31 de enero de 1907 cedía los derechos petrole­ ros (por dos millones de hectáreas) en todo el distrito Colón de Zulia. La concesión fue vendida más tarde a la Colon Development Company, subsidiaria de la Shell. Otra concesión fue cedida a F. Jiménez Arraiz, el 3 de julio de 1907, por medio millón de hectáreas en Falcón y Lara, desarrollándola otra subsidiaria, la North Venezuelan Petroleum Company. Bernabé Planas recibió otra el 22 de julio de 1907, que posteriormente fue vendida a la British Controlled Oil Fields (13). A las compañías se les permitía importar maquinaria libre de impuestos, y los títulos, conforme la reforma de la ley, podían ser vendidos sin el consentimiento del presidente, especifi­ cando solamente que no podían ser transferidas a go­ biernos extranjeros. Los dueños individuales o compa­ ñías de estas concesiones se consideraban venezolanos y estaban sujetos a las leyes de Venezuela, por lo que todas las disputas debían ser resueltas internamente. A pesar de haber recibido todas estas magníficas con­ diciones, la Shell realizó sólo pequeñas inversiones en el país ya que no confiaba en Castro, y sólo cuando Gó­ mez subió al poder comenzaron realmente a invertir en exploraciones y explotaciones. En 1913 la Shell adquirió concesiones al este del lago Maracaibo con la compra de la Caribean Petroleum, subsidiaria de la General Asphalt, y ya por 1914 encontró petróleo con potenciales comerciales, por lo que en 1917 se instalaron tanques para almacenaje, tuberías y terminales de carga para hacer de Venezuela el primer país exportador de petró­ leo. Para entonces la producción ascendía a 121.000 ba­ rriles, y un año más tarde, a 320.000 barriles. Posteriormente, las compañías británico-holandesas compraron lo que restaba de la General Asphalt y conti­ nuaron la explotación de petróleo hasta 1943 bajo los contratos que les fueron prácticamente regalados en los años 1907 y 1913. (13)

Ibid., pág. 16.

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Aprovechándose de la reducción del 50 por 100 de impuesto sobre los productos del petróleo hechos y ven­ didos en Venezuela, la Shell instaló una refinería en San Lorenzo para satisfacer el mercado nacional. Aun así, la compañía decidió empezar a refinar el grueso de sus crudos en la colonia holandesa de Curazao, instalando allí una enorme refinería en el año 1917 y, a la vez, ro­ bándole a Venezuela la oportunidad de industrializarse. Sobre esta política antivenezolana de establecerse en Cu­ razao hay tres puntos de vista: 1. Algunos alegan que Gómez no insistió lo suficien­ te para forzarlos a establecer las refinerías en Maracaibo, porque él no estaba interesado en incentivar la in­ dustrialización de esa área por miedo a que se convirtie­ ra en demasiado poderosa económicamente y, por tanto, difícil de controlar políticamente.

2. Por otro lado, se ha señalado que las compañías temían exponer sus costosas refinerías a un posible de­ rrocamiento político de Gómez. 3. Finalmente, se ha discutido que a las compañías les convenía moverse a Curazao por la facilidad de en­ contrar fuerza laboral y por la calidad de sus costas.

Para un observador independiente, es obvio que las razones sugeridas por las compañías no son genuinas, ya que es sabido que la gran parte de la fuerza laboral exis­ tente en Curazao estaba constituida por venezolanos. Las compañías extranjeras multinacionales tenían la política de explotar los recursos naturales de América Latina enviándolos a otros países para su proceso de refinación, como una manera de asegurar la dependen­ cia estructural de nuestros países. Durante la Primera Guerra Mundial, 1914-1918, Ho­ landa e Inglaterra se establecieron firmemente en la in­ dustria petrolera, manteniendo así un monopolio casi total. Triunfaron en apoderarse del subsuelo venezolano y obtuvieron privilegios en exención de impuestos que no hubieran tenido en sus propios países. Por otro lado, instalaron sus refinerías fuera del territorio venezolano. Aun así el monopolio de la Shell quebró durante la se-

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gunda y tercera década, a causa de la intensa competen­ cia de las compañías petroleras norteamericanas. Estas últimas se introdujeron en forma tal que la Shell fue desplazada a segundo lugar en la industria del petróleo. De esta forma, empezaba una nueva era en la historia para los dos millones de habitantes venezolanos de aquella época. El petróleo iba a pautar de este modo a un país co­ rroído por las dictaduras, estancado en la miseria, que se mantenía exclusivamente de las exportaciones de café, cacao y otros productos netamente agrícolas que enri­ quecían a un reducido grupo de familias propietarias de las tierras productivas. El capital británico no sólo penetró en la industria petrolera durante las dos primeras décadas de este siglo, sino que controló los tranvías de Caracas, La Guaira, Va­ lencia y la casi totalidad de las inversiones correspon­ dientes a los ferrocarriles. Durante la tercera y la cuarta década se vio la penetración del capital norteamericano y su establecimiento hegemónico en la economía na­ cional.

3.2.

La penetración hegemónica norteamericana

La Primera Guerra Mundial tuvo un importante efec­ to en la industria petrolera, ya que aumentó la demanda de combustible para tanques, barcos de guerra y avio­ nes. Los petroleros norteamericanos hasta ese entonces estaban más interesados en el desarrollo interno de la industria petrolera norteamericana y en el control de los mercados que en la explotación y producción del pe­ tróleo extranjero, empezando sólo a mostrar interés en 47

los campos petroleros venezolanos al comenzar sus difi­ cultades internas, creándose una competencia entre la Shell y las compañías norteamericanas, especialmente la Standard Oil. Ya por 1919 el conflicto meramente inter­ compañías pasó a ser una lucha entre naciones, ya que las compañías buscaron el asesoramiento de sus respec­ tivos gobiernos. Las compañías norteamericanas basaron su entrada en la práctica de las concesiones corruptas, logrando que en 1920 se les vendiera ciento setenta y seis concesiones de los venezolanos. Gómez le había cedido diecisiete con­ cesiones, que abarcaban un total de 15.000 hectáreas, a su yerno favorito, Julio F. Méndez, las que finalmente fueron adquiridas por estas compañías. El presidente aún fue más allá al poner en venta las reservas naciona­ les. El mismo formó una compañía, la Compañía Vene­ zolana de Petróleo, que se incorporó como una compañía privada el 22 de junio de 1923. La cabeza de ésta fue Lucio Baldo Gómez, amigo personal del presidente, y los dos vicepresidentes fueron Roberto Ramírez, gerente de sus negocios, y Rafael González Rincones, amigo per­ sonal. Estos tres hombres, sin colocar los 5.000.000 de bolívares especificados en los estatutos de la compañía, monopolizaron la totalidad de las acciones. Se nombró como representante de la compañía a un geólogo norte­ americano, E. B. Hopkins, el cual estableció sucursales en Nueva York y Londres para negociar las concesiones de la Compañía Venezolana de Petróleo. La Standard Oil de New Jersey no tardó mucho en adquirir el grueso de éstas, con lo cual la compañía desapareció al poco tiempo. Sin embargo, no todos los venezolanos estaban ansio­ sos de ceder el subsuelo nacional. El ministro de Fo­ mento, Gumersindo Torres, estaba lo suficientemente preparado para vigilar que las compañías cumplieran con las leyes de la nación; como fue el caso de la cancela­ ción de la concesión de la Shell adquirida a través de Vigas.

«El problema de esta compañía consistió en que en el año 1915 venció el período de explotación. Para esta fecha, la Colon Development (subsidiaria de la Shell) sólo había

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escogido tres parcelas de explotación, por lo cinc debía devolver la extensión restante; pero la compañía preten­ día quedarse con todo, pagando el impuesto superficial correspondiente a los tres lotes mencionados y no sobre el total de la concesión, equivalente a Bs. 1.200 anuales. Por su parte, el Ministerio de Fomento estimó que la Colon Devclopmcnt debía pagar a la nación la suma de bolíva­ res 3.800.000 anuales, en forma retroactiva, desde 1915. Posteriormente, la concesión Vigas fue declarada nula pol­ la Corle Federal y de Casación, en sentencia de 12 de junio de 1920, reconociéndosele a la Colon Development solamente los tres lotes que había seleccionado» (14).

Las compañías triunfaron presionando a Gómez para ignorar la decisión de la Corte Suprema y garantizarse las concesiones hasta 1965. Torres deseaba reformar la ley petrolera venezolana según el modelo de la reforma legislativa mejicana con el fin de incluir el derecho a quitar concesiones, imponer un impuesto sustancial so­ bre la superficie de la concesión, darle preferencias a los propietarios del terreno, fijar una retribución sobre tie­ rras públicas y un impuesto del 20 por 100 de las ganan­ cias en exceso sobre ingresos mayores del 12 por 100. El 30 de junio de 1920 el Congreso venezolano aprobó la primera Ley del Petróleo. Las compañías norteamericanas se quejaron alegando que no tenían garantías después del trabajo de exploraración, que el Congreso debería aprobar contratos de explotación, que las parcelas de 200 hectáreas eran de­ masiado pequeñas y el mínimo de 60.000 hectáreas esta­ ba muy restringido; que los impuestos territoriales y los royalties eran muy altos; que las limitaciones de las transferencias eran muy severas; que la lista de las im­ portaciones libres de impuestos eran muy restringidas, y, finalmente, que el artículo 50 los obligaba a seleccio­ nar las parcelas e iniciar la explotación sólo en tres años. Sugirieron que esta Ley era imposible, tanto física como financieramente. Producto de todo esto surgió una reacción o presión a todos los niveles sociales. Aquellos venezolanos que (14) Vallenilla, Luis: Auge, declinación y porvenir del pe­ tróleo venezolano. Caracas, 1973. Pág. 85. 49

tenían concesiones y pretendían vender sus contratos se encontraron con que las compañías petroleras no las ad­ quirían bajo la presente Ley, por lo que, ansiosos de hacer dinero fácilmente, presionaron a los personeros del gobierno, amigos y familias de importancia política. Las compañías y el embajador norteamericano, míster Goodwin, también presionaron directamente a los perso­ neros gubernamentales y al presidente, de modo que, en 1921, el Congreso aprobó una nueva Ley Petrolera que incluía la mayoría de las modificaciones sugeridas por las compañías norteamericanas, desconociendo la autoridad de Torres. El máximo del área de explotación fue doblado a la cantidad de 120.000 hectáreas; el im­ puesto inicial de explotación fue reducido a siete bolíva­ res; los impuestos territoriales fueron disminuidos en tierras del interior y se abolieron las restricciones de las transferencias; se sustituyó la obligación de explotar todas las parcelas seleccionadas por el solo pago del im­ puesto territorial sobre el área fijada y el impuesto ini­ cial de explotación.

En 1921, período de la posguerra mundial, cayeron bruscamente la demanda y los precios del petróleo, por lo que se pararon las inversiones. Aprovechándose de las circunstancias, las compañías informaron al gobierno que la Ley vigente era la causa del estancamiento de las inversiones. Como resultado, Torres fue destituido y se les solicitó a las tres compañías norteamericanas que formularan la nueva Ley. Así, el 13 de junio de 1922, el Congreso aprobó una nueva legislación que se convirtió en la Ley Básica del Petróleo, completamente independiente del código mine­ ro, en la cual se declaró que la exploración, explotación, refinamiento y transporte eran de utilidad pública. Sólo el presidente y sus ministros fueron autorizados a ceder concesiones sin necesitar la aprobación del Congreso. Esta Ley reguló la industria petrolera venezolana duran­ te los veintiún años siguientes. Las compañías elogiaban esta Ley por sus bajos royalties, alquileres de bajo mon­ to, por no tener regulaciones de perforación, por el de­ recho de poder expropiar territorio nacional, por las am­ plias exenciones de derechos aduaneros y por no tener

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impuestos adicionales. Estas compañías norteamerica­ nas, que pagaban 12,5 por 100 de royalties en su país, pero sólo del 7 al 17 por 100 en Venezuela, establecie­ ron sus propias reglas de juego para la industria petrolera venezolana, redactando ellos mismos las leyes de acuer­ do a sus conveniencias, que les permitían apoderarse de todas las reservas nacionales. Era imposible establecer condiciones similares en su propio país ni en ningún otro país del mundo. De este modo, el incremento de la producción petro­ lera y el comienzo de las enormes inversiones se inicia­ ron alrededor de 1922. Ese año, en el campo petrolero La Rosa, reventó el pozo Los Barrozos núm. 2, lanzando petróleo en cantidad calculada en más de 100.000 barri­ les diarios. En los años siguientes al descubrimiento del pozo Los Barrozos núm. 2, se establecieron en el país 73 compañías, provocando con ello una de las más es­ candalosas especulaciones sobre las acciones de las Bol­ sas de Valores de Londres y Wall Street (15). Hendrik A. Deterding, presidente de la Royal Dutch Shell, consi­ deraba sus inversiones en Venezuela como uno de los mejores negocios no sólo por las riquezas naturales del país, sino fundamentalmente por la «política limpia» que el dictador Gómez mantenía frente a ellos. Es 1917 el primer año de gran producción petrolera. Esta se inicia con 19.256 m3, con lo cual Venezuela alcan­ za el puesto número 17 dentro de la escala mundial de la producción. Al año siguiente se producen 50.914 m3, y el puesto alcanzado mundialmente es el número 16. Y así sucesivamente año tras año; en 1922 el volumen de pro­ ducción llega a los 355.374 m3, habiéndose ascendido ya tres puestos más dentro de la escala mundial. Ya en 1928 llega a los 16.845.872 m3, convirtiéndose así en el segun­ do país en el orden de la producción petrolera mundial; es decir, que Venezuela se coloca inmediatamente detrás de los Estados Unidos, con el 8 por 100 de la produc­ ción mundial. Las compañías encargadas de la explota­ ción del petróleo en Venezuela y de su tremendo des­ arrollo fueron tres: la Shell, la Gulf y la Standard de

(15) Brito Figueroa, F.: Op. cit., pág. 457.

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I 1 Indiana. Para ese entonces, Venezuela producía la mitad de la Standard Indiana (16). A pesar de las excelentes condiciones garantizadas a las compañías petroleras, ellas persistían en engañar al gobierno en el pago de impuestos. Mientras comenzaba la crisis económica mundial, se reincorporó en calidad de ministro a Gumersindo Torres, quien, en 1931, volvió a entrar en conflicto con las compañías. La Comisión de Tarifas del Senado de los Estados Unidos designada en 1931 para investigar y conocer el costo de producción del petróleo venezolano, envió un cuestionario a las prin­ cipales compañías que operaban en Venezuela, a saber: Lago Petroleum Corporation, Venezuela Gulf Company, Venezuela Oil Concessions, The Caribbean Petroleum Company y Colon Development Company. Estas compañías, al contestar el cuestionario, dieron datos diferentes a los que habían suministrado al gobier­ no de Venezuela. La Standard Oil de Venezuela informó a la Comisión Senatorial de Estados Unidos como costos de transporte 0,33 dólares por barril, mientras que al gobierno de Venezuela le habían indicado 0,68 dóla­ res (17). Por esta razón, Gumersindo Torres estimó que, du­ rante 1917 y 1931, la Standard Oil Company había ro­ bado 26 millones de bolívares al Estado venezolano, y la Gulf, otros 30 millones de bolívares. Las compañías fueron demandadas por el procurador general de la na­ ción, repitiéndose la historia al ser Torres nuevamente destituido. Ese mismo año, Torres había señalado a las compañías que la gasolina estaba siendo vendida a un precio más alto que si fuese importada, por lo que éstas reaccionaron hostilmente, pero redujeron el precio en cinco céntimos. Era claro que durante 1918 y mediados de 1930 el gobierno de Venezuela había permitido que estas compañías explotaran los recursos petroleros na­ cionales casi libres de cargos, como había señalado Gu­ mersindo Torres:

(16) Leguizamón, Hugo: Venezuela, petróleo y cambios so­ ciales. Maracaibo, 1977. Págs. 1 y 2. (17) Vallenilla, Luis: Op. cit., pág. 87. 52

«Lo cierto es que nuestra legislación sobre petróleo es única en el mundo, por ser la mejor para los intereses de las compañías. Y mucho más importante que la bon­ dad de la Ley ha sido la manera cómo se aplicó esa legis­ lación, no sólo con justicia, sino con excepcional equidad y lealtad y la más larga benevolencia hacia las compañías, de lo cual no hay parecido ejemplo en otros países. En el hecho, Venezuela sólo participa de su riqueza petrolera con los impuestos superficiales y de explotación, reduci­ dos éstos a lo mínimo en muchos casos, y en cambio, ha favorecido en modo excepcionalísimo a la industria (pe­ trolera) por la exoneración de los derechos de importación de las maquinarias, útiles de la industria, por toda la vida de las concesiones (...). En Venezuela no sólo se exonera hoy las maquinarias, sino multitud de efectos de todo género. El monto de las exoneraciones asciende en diez años a la cantidad de bolí­ vares 233.259.462,06, y los impuestos recaudados en igual período montan a la cantidad de bolívares 171.952.126,10. De la comparación de estos guarismos resulta el cálculo desconsolador de que habría sido preferible no cobrar im­ puesto alguno de explotación en cambio del pago de los derechos de aduana exonerados» (18).

Mientras que a un nivel nacional se desarrollaba la industria petrolera de manera antivenezolana, las com­ pañías estaban logrando a nivel internacional acuerdos sobre el control de la industria, como los Firmados en 1928 por la Royal Dutch Shell y la Standard Oil de Nueva Jersey. Estos convenios que afectaban zonas de interés y mercado fueron descritos por un economista de la siguiente manera: «Con estos acuerdos sobre la producción, mercados, precios y patentes, el cartel petrolero internacional logra­ ba objetivos concretos de control del negocio petrolero en todas sus fases. El futuro previsible en materia de ade­ lantos tecnológicos y nuevos procesos estaba dentro de su control, ya que lo relativo a patentes y futuros inven­ tos había sido objeto de convenios. Todos estos arreglos situaban a las grandes empresas integrantes del cartel pe­ trolero en una posición de verdadera primacía, ya que le permitían dirigir en escala internacional una política co­ mún que les proporcionaría mayores oportunidades para mejorar las tasas de beneficio» (19).

(18) (19)

Brito Figueroa, F.: Op. cit., pág. 435. Ibid., pág. 433.

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1 Estas medidas fueron también tomadas a raíz de las crisis de la economía mundial. En el caso de Venezuela, permitían a las compañías controlar la producción e in­ fluir en los precios. Las actividades internas y externas de estas compa­ ñías significaron en América Latina, a principios del si­ glo xx, una de las primeras experiencias en el campo de las inversiones de capital monopólico.

3.3.

El impacto del petróleo sobre la estructura económica

Durante la segunda y tercera década, Venezuela su­ frió cambios fundamentales en su estructura económica al ser reemplazado el café por el petróleo como su pro­ ducto económico más importante. El mayor mercado para este nuevo producto era Estados Unidos de Amé­ rica y no los tradicionales mercados europeos, por lo que este recurso introdujo un nuevo enfoque económico externo. En 1912 el capital invertido por los anglo-holandeses era de 41.350.000 dólares, mientras que los norte­ americanos habían invertido 161.565.000 dólares; este incremento de las inversiones norteamericanas continuó hasta 1938, en que los anglo-holandeses llegaron a in­ vertir 125.000.000 millones de dólares y los norteameri­ canos 247.238.000 dólares (20). Esta dependencia del mer­ cado norteamericano significó que la economía fuese a menudo víctima de los ciclos de depresión sufridos por la economía metropolitana. Así, tenemos que a comien­ zos de 1927 la industria tuvo que encarar el problema de sobreproducción, siendo un agravante la depresión de 1929 que redujo mundialmente el uso industrial de (20) Ibid., pág. 434.

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maquinarias y la demanda de petróleo, de manera que las grandes compañías se unieron para controlar la pro­ ducción, reduciéndola en un 15 por 100. En el año 1931 los precios llegaron a ser el 40 por 100 de lo que habían sido en 1926, y las reservas petroleras perdieron aproxi­ madamente un tercio de su valor. Al mismo tiempo, Estados Unidos, que era el principal mercado del crudo de Maracaibo, amenazó con establecer altas tarifas para el petróleo. Así, la industria petrolera mundial llegó a su nivel más bajo en 1933, recuperándose después lenta­ mente. Pese a estas circunstancias, Gómez fue capaz de cancelar todas las deudas externas debido al ingreso pro­ ducido por el petróleo, producto que entonces represen­ taba el 80 por 100 del valor total de las exportaciones nacionales. El impacto de esta crisis en la economía venezolana es resumido por Sergio Aranda de la siguiente manera: «La explotación petrolera se desarrolla vertiginosamen­ te durante la década de los veinte. Las exportaciones cre­ cen sin cesar, y ya en 1926 habían sobrepasado en tér­ minos de valor al conjunto de las exportaciones agrope­ cuarias, aunque su significado era mucho menor en tér­ minos de la economía interna. El monto de las remunera­ ciones que pagan las compañías petroleras a los trabaja­ dores se multiplica varias veces en el curso de esos años y en 1929 equivalen ya al valor de las exportaciones de café de ese mismo año. Aunque muy importante, la explo­ tación petrolera no se compara todavía con la agricultu­ ra... No obstante, la política seguida por las petroleras durante la crisis descargó las consecuencias de ésta sobre los trabajadores venezolanos. En efecto, entre 1929 y 1932 reducen en más de 2/3 el número de trabajadores ocupa­ dos y disminuyen el total de las remuneraciones pagadas en más del 65 por 100... La revolución del bolívar en 1934, todavía en la dicta­ dura gomecista, es un expediente para transferir a la na­ ción una parte de las fabulosas utilidades de las petro­ leras. En virtud de la revaluación, las compañías petro­ leras debían pagar más del doble de dólares para cancelar las remuneraciones de los trabajadores y los impuestos y regalías al Estado. La medida, aunque perjudicaba gra­ vemente a la agricultura de exportación, beneficiaba a los sectores de la burguesía comercial, importadora; a la bur­ guesía financiera vinculada a la construcción y, eventual­ mente, a sectores medios y de trabajadores. Es la primera

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vez que la burguesía enfrenta a las empresas petroleras para lograr una mayor cuota en las utilidades del petróleo» (21).

E1 desarrollo de la industria petrolera, los ciclos de depresión y la política agraria gubernamental se combi­ naron para destruir la agricultura nacional. Durante la Primera Guerra Mundial, cuando las economías europeas estaban siendo afectadas seriamente, había gran deman­ da de los productos agrícolas venezolanos y los precios eran buenos. Pero la demanda disminuyó drásticamente a medida que esos países comenzaron a reconstruirse en el período de posguerra. Esta situación empeoró en 1921 por la depresión, estancándose la agricultura a mediados de los años 20 y cayendo nuevamente en la depresión de 1929. Gómez seguía la tradición de caudillos militares in­ dependientes y compartía la gran riqueza agraria con sus favoritos, parientes y antiguos terratenientes. Cuando murió, «... sus bienes ascendían a 126.562.042,62 bolíva­ res, valor representado preferentemente en haciendas y hatos» (22). Fue el primer latifundista del país en términos de ri­ queza agrícola. Sólo su familia monopolizaba 1/3 de la tierra cultivable nacional, casándose muchos de sus hi­ jos y parientes con antiguas familias de varias regiones y amasando sus amigos grandes sumas de dinero en la corrupta repartición de reservas que gastaban en viajes a Europa. Como ejemplo, el profesor Brito Figueroa cita el caso de Antonio Pimentel de Carabobo, el cual siendo analfabeto llegó a ser ministro de Hacienda. Sus herede­ ros vendieron las tierras que él logró acumular por la suma de 50.000.000 de bolívares (23). Para 1920, el 80 por 100 de las tierras estaba en manos del 8 por 100 de la población. Y el café, que era el producto principal de la agricultura rural, sufrió severas recesiones, redu-

(21) Aranda, Sergio: La economía venezolana. Bogotá, 1977. Págs. 77 y 79. (22) Brito Figueroa, F.: Op. cit., pág. 483. (23) Ibid., pág. 472. 56

ciándose sus ingresos a la mitad en 1920, por lo que los plantadores tuvieron que endeudarse. El Gobierno había establecido un Banco Agrícola con el fin de ayudar a los agricultores, pero éste, finalmente, tuvo que impedir las hipotecas para recobrar su capital. Aun la región andina, que tenía la mayor clase latifun­ dista de café del país, comenzó a decaer. Finalmente, la crisis económica mundial de 1928-1933 aceleró la crisis de la agricultura. El proceso de concen­ tración de tierras se intensificó, ya que las compañías petroleras se convirtieron en propietarios a través de la corrupta práctica de las concesiones, y, más tarde, el mismo dictador vendió a precios muy bajos grandes partes de las reservas territoriales de la nación. Finalmente, las mismas leyes autorizaron a las com­ pañías a confiscar tierras de los habitantes. Muchos ha­ cendados de la región oriental de Venezuela, que se ha­ llaba bajo el auge petrolero, perdieron así sus tierras y se arruinaron, sufriendo el sector agrícola las peores desventajas. Pero no fue la confiscación de tierras el único factor negativo del petróleo sobre la agricultura. También influyó en la fuerza laboral. Muchos peones fueron atraídos hacia las zonas mineras donde recibían un salario y a la vez escapaban a las duras condiciones de las haciendas. Esta competencia afectó seriamente los costos de producción y también contribuyó a la crisis de la agricultura. Otro desarrollo adverso en las áreas rurales fue la destrucción de las economías comunales y las comunida­ des de indígenas. La penetración de las compañías pe­ troleras en áreas vírgenes del Zulia puso en contacto a los extranjeros con indígenas que objetaron violentamen­ te la confiscación de sus tierras. Este antagonismo au­ mentó ante las tentativas de obligarlos a trabajar en los campos mineros. La industria petrolera contribuyó al aumento de la circulación del dinero, lo que significó una mayor de­ manda de bienes de consumo. Como la producción agrí­ cola había decaído, la mayoría de estos bienes debían ser importados en las áreas mineras, controlado por las 57

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mismas compañías, prosperando la burguesía comer­ ciante. Esta situación impidió el desarrollo industrial nacional. Sólo estimuló a la burguesía financiera cre­ ciendo la clase media y, sobre todo, se creó un proleta­ riado asalariado contrastando con su previa condición de peones, convirtiéndose tanto en productores como en consumidores. Todos estos factores contribuyeron a la transformación de la estructura económica y a un nuevo desarrollo socio-político. La evidencia hasta ahora presentada es suficiente para caracterizar la estructura económica de Venezuela, entre 1918 hasta mediados de 1930, como de tipo de co­ lonialismo informal. Si bien durante ese período el país es reconocido como una nación independiente, se obser­ va que naciones foráneas intervinieron a través de las compañías para asegurarse la pertenencia del subsuelo venezolano y las reservas nacionales. Así, las áreas vene­ zolanas económicamente estratégicas se convirtieron en posesiones extranjeras. Las compañías no sólo redactaron la ley bajo la cual se regían; también obtuvieron el derecho de desposeer a los habitantes y comunidades de sus tierras, prerro­ gativa que no tenían en sus propios países. Las compa­ ñías tenían la influencia política suficiente como para tener a su favor las decisiones de la Corte Suprema —la mayor autoridad legal del país—, y su influencia llega­ ba incluso a destituir los ministros que no eran de su agrado. La Ley de 1922 colocaba la jurisdicción del Congreso —supuestamente el Cuerpo que aprobaba las leyes de la nación— por encima de las compañías. Sin embargo, como se verá en la evidencia mostrada a lo largo de esta tesis, los campos petroleros estaban controlados casi en su totalidad por las mismas compañías. En otras pala­ bras, el Estado venezolano ignoraba las áreas de estas compañías que se encontraban bajo su jurisdicción, sien­ do solicitado sólo para ayuda militar. El país se convir­ tió así en un área o territorio en el cual las compañías petroleras establecieron posesiones estratégicas y tuvie­ ron influencia política suficiente como para mantenerse por encima de la Corte Suprema y el Congreso.

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Esto no constituía un colonialismo formal, ya que por entonces Venezuela no pertenecía en su totalidad a las compañías ni a nación alguna, aun cuando la estructura económica fuera reducida a un modelo de tipo colonial. La estructura emergida a causa de este saqueo des­ truyó las bases agrícolas del país e impidió deliberada­ mente la industrialización; las refinerías fueron instala­ das en el extranjero y los mercados locales fueron mo­ nopolizados con bienes importados. Así se llegó a tener una economía colonial en su esencia pero no en su tota­ lidad, ya que los venezolanos controlaban la superestruc­ tura política. A pesar de esto, un grupo o cíase privile­ giada —influido por las compañías petrolíferas de acuer­ do a sus propios intereses y a expensas de la nación— permitió que la superestructura se convirtiera en un ins­ trumento antinacional; por esta razón, consideramos que la caracterización de colonialismo es informal y no for­ mal. Lo importante de esta estructura económica fue el surgimiento de un proletariado considerable, una clase social avanzada, potencialmente capaz de enfrentar al capital monopólico y en busca de transformaciones ra­ dicales de la sociedad hacia a una formación económica y social superior. Durante 1918 y 1937 los obreros petroleros se rebe­ laron periódicamente. A pesar de tratarse de una estruc­ tura económica colonial en muchos sentidos, ésta fue una estructura diferente a cualquier otra previa. En otras palabras, fue un avance respecto de la estructura colo­ nial española, ya que el capital monopólico no sólo creó el proletariado, sino que también contribuyó directamen­ te al desarrollo de una significativa clase media, la cual se radicalizó a causa del papel antinacional de las com­ pañías petroleras. Existía, además, una débil burguesía nacional que participaba en el comercio, finanzas e in­ dustrias, deseando una oportunidad para hacer posible un cierto desarrollo capitalista bajo la protección estatal. La dependencia se profundizó y la estructura econó­ mica, que en esencia era colonial, dio a luz un proleta­ riado y ayudó a madurar una clase media antagónica. Ambas clases no sólo se organizaron para enfrentar al capitalismo monopólico, sino que también desarrollaron 59

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estrategias para influir en la superestructura con el fin de transformar la estructura económica. Probablemente este es el punto de diferencia en el período de lucha entre el colonialismo español, ya que las clases que luchaban por la independencia respecto de España no aspiraban a controlar la superestructura con el objetivo de transformar la estructura económica. Pertenece a otra materia el estudio de aquellas clases y grupos que se desviaron de este objetivo en el período posterior al año 1937. Sin embargo, perdura el hecho de que durante los años 1918 y mediados de 1930 existie­ se una alianza entre las clases obrera y media con el fin de nacionalizar y controlar la superestructura, para así poder transformar la base económica de la sociedad.

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IV.

LA ESTRUCTURA ECONOMICA DURANTE LOS INICIOS DEL NEOCOLONIALISMO

Desde mediados del año 1930 hasta 1948 continuó el crecimiento de las inversiones norteamericanas en la in­ dustria petrolera. Esta fue la época de la confirmación y consolidación de las inversiones petroleras en el país, por lo cual es denominada por algunos como la era de la institucionalización de la industria petrolera. Durante el desarrollo de esta industria se distinguen dos pe­ ríodos: Primera etapa: En la que se explotaron principalmente las regiones del Zulia y Falcón. Segunda etapa: Emerge el Oriente como un área impor­ tante de producción petrolera, aunque ya en 1926 la Standard Oil Company había comenzado la explota­ ción en esta región.

En 1936 se produjeron 23.332.181 barriles en las áreas de Monagas, Sucre y Delta Amacuro, mientras que Zulia y Falcón produjeron 131.307.313 barriles (24), por lo que en esta nueva etapa hubo un nuevo aumento regional de

(24) Vallenilla, Luis: Auge, declinación y porvenir del petró­ leo venezolano. Caracas, 1973. Pág. 128.

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la producción, aunque la región oriental nunca llegó a producir al nivel de la región occidental. Durante el período de Gómez, las compañías extran­ jeras gozaron de muchos privilegios y un poder casi ili­ mitado. Las compañías petroleras trataban sólo con el dictador, convirtiendo en una farsa las leyes emanadas de la nación. El sistema político totalmente centralizado que había creado el régimen, fue capaz de detener la rebelión de caudillos locales, fenómeno político dominan­ te en el siglo xix. Por ser el objeto primordial de Gómez y del Estado lograr la estabilidad política, se gastaron grandes sumas de dinero en crear un ejército profesio­ nal y construir carreteras que permitieran el desplaza­ miento de las tropas rápida y eficientemente. Al mismo tiempo se crearon aparatos civiles de represión, como la policía secreta, para reprimir las organizaciones políti­ cas de oposición que comenzaron a desarrollarse.

«Cabe señalar que el gobierno de Gómez recibió todo el apoyo del capital extranjero, y éste, a su vez, exigió de dicho régimen la creación y mantenimiento de condi­ ciones favorables para operar en territorio venezolano Estas condiciones no se remitieron sólo a la estabilidad política, sino a la interferencia del Estado en la actividad económica propiamente dicha de las empresas; lo que es uno de los factores principales que explica la ausencia de políticas que tendieron a lograr una mejor participación fiscal en los beneficios de la industria y, como conse­ cuencia, los bajos ingresos fiscales provenientes de tal ac­ tividad durante casi todo el período que abarca este go­ bierno» (25).

El Estado no existía para las compañías petroleras; sólo el dictador tenía el poder, por lo que influenciar en él significaba compartirlo. Por tanto, a pesar de que la superestructura estaba en manos de los venezolanos, como logro de la lucha por la independencia en el siglo pasado, la clase dominante no fue capaz de representar un interés nacionalista. A mediados de 1930 comenzaron a surgir una serie de factores que propiciaron varios cambios graduales en (25) Aranda, Sergio: Op. cit., pág. 93.

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el Estado y, por tanto, en la sociedad venezolana: 1) La crisis económica mundial de 1930. 2) La muerte de Gó­ mez en 1935. En esta época se inició la desintegración del colonia­ lismo y el comienzo del neocolonialismo. Finalmente, durante el comienzo de la tercera década de este siglo, se derrumbó la tradicional base agrícola de la economía venezolana, debido principalmente a la cri­ sis económica mundial de 1929, desarrollándose luego un nuevo modelo económico. El impacto de esta crisis se propagó a lodos los niveles de la sociedad, ya que la baja de precios en el mercado mundial no afectó sola­ mente a la agricultura, sino que también hubo una re­ ducción de la exportación petrolera. Debido a esto, las compañías que no estaban preparadas para soportar también las presiones de esos tiempos redujeron drásti­ camente la fuerza laboral. Estos factores repercutieron en forma severa en el ingreso nacional y en el desembol­ so público, llegando a una estricta reducción de las im­ portaciones.

«En efecto, en los cuatro años que van de 1929-30 hasta 1933-34, el gasto público se reduce en más del 40 por 100, y las importaciones bajan de 401,3 millones de bolívares a apenas 126,8 millones de bolívares en ese mismo lapso, o sea, que redujeron en casi el 70 por 100» (26). Por primera vez, el Estado tuvo que afrontar una si­ tuación de muy bajos ingresos, por lo que el dictador y la clase gobernante tuvieron que movilizar recursos financieros de la manera que fuera posible. Había sólo una fuente: la industria petrolera; pero como muestra el primer período, el dictador y el Estado tenían una política de no intervenir ni interferir en las industrias de este campo. Aun así, en esta ocasión se vieron forza­ dos a idear una política que los mantuviera a flote, ra­ zón por la cual se revaluó el bolívar. Esta medida incre­ mentó los ingresos gubernamentales, pero el pueblo tuvo que soportar el aumento de los costos de importación.

(26) Ibid., pág. 77.

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Lo significativo de esta acción fue la evidencia de que los tiempos cambiaban, a pesar de que la revaluación fue una medida económica extremadamente conservado­ ra que no tenía serios logros a largo plazo; fue el inicio de una redefinición de las relaciones existentes entre el Estado y las compañías petroleras. Esta continuó duran­ te todo el segundo período hasta 1948. La presión in­ terna creada por los sindicatos obreros, los partidos po­ líticos y la incipiente burguesía industrial nacional for­ zaron al Estado a intervenir en las industrias petroleras con el fin de obtener una mayor participación en los be­ neficios, apoyar a los trabajadores en sus demandas eco­ nómicas contra estas compañías y canalizar los recursos existentes en el desarrollo de industrias nacionales.

4.1.

Las reformas de López Contreras

Durante el gobierno de López Contreras, entre los años 1936-1941, se implementaron una serie de medidas innovadoras que indicaban que el Estado se encontraba sometido a serias reformas. Dos leyes de cierta impor­ tancia fueron aprobadas con respecto a la industria petrolera: 1) Ley del Trabajo, de 1936; 2) Ley de Hidrocar­ buros, de 1938. La primera se analizará con mayores detalles en otro capítulo. Durante 1937 hasta fines de la Segunda Guerra Mun­ dial la producción petrolera nacional se encontraba en un 99 por 100 en manos de tres compañías; entre el 48 al 53 por 100 pertenecía a subsidiarias de la Standard Oil de Nueva Jersey; la Shell tenía entre el 35 y el 38 por 100, y del 10 al 14 por 100 restante estaba en manos de la Gulf. 66

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Entre julio de 1919 a junio de 1936 el Fisco nacional percibió, por todos los conceptos, la suma de 612 millo­ nes de bolívares, mientras que las compañías obtuvieron como ingresos brutos un monto de 8.644 millones de bolívares; o sea el Fisco recibió sólo el 7 por 100 de las ganancias totales. La Ley de Hidrocarburos pretendía modificar este desbalance cubriendo una serie de ítems que incluía concesiones, creación de organismos nacio­ nales para la explotación y refinación, impuestos sobre las importaciones y un aumento en los impuestos sobre exploración y explotación. En la Ley de Hidrocarburos de 1936, supuestamente reformada, las compañías petroleras recibieron conce­ siones por más de un millón de hectáreas, de las cuales 411.315 hectáreas fueron para la Standard Oil y el resto fue distribuido entre la Socony Vacuum Oil Company, la Ultramar Exploration Company Ltd., la Compañía Consolidada de Petróleo y la Texas Petroleum Company. Con la muerte de Gómez crecieron las esperanzas en­ tre los venezolanos en el sentido de que el nuevo Go­ bierno trataría lo que era fundamental para los intereses del país: la entrega del subsuelo de la nación. La opinión pública se oponía a estas concesiones, como lo señala El Universal, un periódico conservador, el 10 de noviem­ bre de 1936:

«Las vastas concesiones solicitadas por las empresas pe­ troleras citadas no podrán ser perforadas en conjunto ni en los próximos cincuenta años. Así es que, como buenos comerciantes, sólo les mueve el afán de monopolio y de dominio absoluto. Compran hoy por cinco lo que mañana les reportará mil» (27).

Las compañías petroleras, obviamente, observaron que el movimiento popular podría intentar acabar con la corrupción política de las concesiones, por lo que, aprovechándose de un gobierno débil, presionaron para obtener más tierras y asegurarse el monopolio de la in­ dustria. El Estado sucumbió ante la presión extranjera; (27) Betancourt, Rómulo: Venezuela, política y petróleo. Bo­ gotá, 1969. Pag. 139.

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las masas continuaron aumentando la presión sobre el Gobierno. Por esto no sorprende que después de la fiera represión gubernamental de 1937 se haya aprobado una nueva legislación que se podría describir como suma­ mente progresiva. En 1937 la Comisión de Hidrocarbu­ ros de la Cámara de Diputados pidió al Gobierno que paralizara el otorgamiento de nuevas concesiones. En una Conferencia de Inspectores de Hidrocarburos —fun­ cionarios a los cuales corresponde fiscalizar la produc­ ción de la industria—, ocurrida el 18 de diciembre de 1938, se acordó tomar la siguiente posición, que se envió al Ministerio de Fomento para su consideración:

«No otorgar concesiones de explotación sobre las re­ servas nacionales, esto es, las parcelas y sobrantes devuel­ tos por los concesionarios que conserven, aunque todavía no la exploten, las parcelas que les tocaron al dividir los primitivos lotes de exploración para negociarlas en el fu­ turo en condiciones más ventajosas» (28). No sorprende que M. R. Egaña, ministro de Fomen­ to, haya expresado en la memoria presentada al Congre­ so Nacional en 1940 que él había seguido la política de abstención de otorgamiento de concesiones desde 1938. La Ley de Hidrocarburos de 1938 incluía disposicio­ nes referentes a la creación de empresas o institutos au­ tónomos destinados a la explotación directa de los hi­ drocarburos.

«El Ejecutivo federal puede ejercer directamente el de­ recho de explorar, explotar, manufacturar, refinar y trans­ portar.» Se ha considerado que la facultad conferida al Eje­ cutivo Federal era una innovación y un aporte de la Ley de 1938. La Comisión Permanente de Fomento de la Cá­ mara del Senado, al estudiar el proyecto, se pronunció en los siguientes términos: «el derecho del concesionario, como ningún derecho, no es un derecho absoluto, porque no tiene ese carácter, ni si-

(28) Vallenilla, Luis: Op. cit., pág. 135. 68

quiera la propiedad, considerado como el más sagrado de todos los derechos, pues su titular, el propietario, no puede ejercerlo arbitraria o caprichosamente sin someterlo a li­ mitación y reglamentaciones. Mucho menos debe el ex­ plotador de petróleo considerarse enteramente libre en el uso y abuso de un derecho como el suyo, en el cual está interesada, como participante y como Estado, la Nación. El ejercicio de su derecho exclusivo de extracción debe estar sujeto tanto a las prescripciones de la Ley como de la técnica industrial, y es por eso por lo que, en todos los países productores por una u otra razón, reglamenta el Estado las operaciones de la industria... De modo, pues, que el Ejecutivo debe estar facultado para oponerse, por ejemplo, a la perforación de un pozo determinado como pudiera ser el caso en que mera competencia, como suele ocurrir en las explotaciones y ya ocurrió alguna vez en Venezuela, las compañías abusen de su ejercicio de per­ forar con perjuicio de los intereses del Estado, poniendo mayor número de taladros tan próximos unos de otros, que arruinen o perjudiquen, por contrariar las reglas técnicas, algún campo petrolífero» (29).

Se acredita a la reforma de López Contreras en 1938 la armonización del régimen de otorgamiento de conce­ siones de exploración. Con las leyes de hidrocarburos de 1922, 1925, 1928, 1935 y 1936, en el numeral 2 del ar­ tículo 6.° se permitía el otorgamiento de concesiones para la explotación de parcelas determinadas en el propio título de concesión, con una superficie hasta de 500 hec­ táreas cada una. Estos resultados iban en contra de las previsiones de la Ley y de los intereses de la nación.

«Por estas razones —opina un escritor—, forzoso es con­ cluir que con la eliminación que hizo el legislador de 1938 del numeral 2 del artículo 6 de la Ley de Hidrocarburos, el régimen de otorgamiento de concesiones volvía a armo­ nizarse con las disposiciones de la Ley concernientes a las reservas nacionales, a los impuestos de exploración, al principio de que nadie puede explorar el territorio nacio­ nal sin obtener antes permiso del Estado» (30).

Esta Ley también trató sobre la exoneración del pago de impuestos de importaciones. Según la Ley de 1922, ar(29) (30)

Ibid., págs. 122-123. Ibid., págs. 138-139.

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tículo 48, todos los efectos y útiles que las compañías petroleras introducían en el país para los trabajos de exploración, explotación, manufactura, refinación y trans­ porte estaban exonerados del pago de impuestos de im­ portación. En la Ley de 1936 existió una provisión para la importación de aquellos productos no producidos en el país y para las actividades de la industria. Pero en la Ley de 1938, el artículo 50 modificó la naturaleza y alcance de esa exoneración, que de norma obligatoria pasa ahora a ser una facultad del Ejecutivo Federal, una concesión graciosa que el Estado acuerda cuando así lo considera conveniente, extensible a la totalidad o a una parte de los bienes. Finalmente, la Ley de 1938 aumentó los impuestos de exploración y explotación, modificando la fecha inicial para calcular el impuesto superficial. De 0,10 bolívares que se pagaba por hectárea, el impues­ to subió a cuatro bolívares; mientras que el impuesto por hectárea para la explotación subió de dos a cuatro bolívares. Aunque esta Ley fue duramente criticada por algu­ nos, reconocen que esta nueva legislación sobre petró­ leos incluyó tres disposiciones desagradables para los in­ versionistas extranjeros: «la de que el Estado podía asociarse con particulares para la explotación de concesiones petrolíferas, por el sistema de empresas mixtas; 2) »la obligación para el Estado de una planta refinado­ ra, con recursos fiscales y administración nacional; 3) »la facultad optativa para el Estado de percibir los impuestos en oro o en moneda nacional» (31). 1)

4.2.

Las reformas de Medina Angarita

Entre la crisis económica mundial y el fin de la Se-

(31) Ibid., pág. 137.

70 i

gunda Guerra Mundial emergió en Venezuela una inci­ piente burguesía nacional, se legalizó el Partido Acción Democrática y el Partido Comunista. A Finales de 1941 terminó el período de López Contreras, sucediéndole el general Medina, el cual gobernó con el apoyo de un sec­ tor significativo de la burguesía nacional incipiente y el Partido Comunista, con la oposición del Partido Acción Democrática. Bajo las presiones de variadas clases socia­ les y movimientos, este Gobierno tomó medidas para mejorar la labor realizada por el Gobierno precedente. Dos de las más importantes leyes de este período fueron: 1) La Ley de Impuestos sobre la Renta, de 1942; 2) La Ley de Hidrocarburos, de 1943. Ambas fueron duramen­ te criticadas por la oposición, a pesar de que aumenta­ ron los ingresos del Estado. La Ley de Impuestos sobre la Renta fue la primera de este tipo en el país. Antes de 1943 la renta petrolera provenía fundamentalmente de los impuestos especia­ les, contemplados en la Ley de Hidrocarburos, siendo el de mayor significación el de explotación o regalía, que representaba aproximadamente el 60 por 100 de esa renta. «Para 1942 la producción petrolera reportaba al Fisco Nacional ingresos del orden de Bs. 87.755.000, equivalentes al 30,18 por 100 del Presupuesto de Ingresos Nacionales. Promulgada la Ley de Impuestos sobre la Renta, el ingre­ so petrolero sube en el primer año de su vigencia (recau­ dado en 1944) a la cantidad de Bs. 269.388.000, de los cuales 19 millones corresponden al Impuesto sobre la Renta. El Impuesto sobre la Renta aplicable a los hidrocarbu­ ros estaba contemplado en la Cuarta Cédula de la Ley de 1942; su liquidación se hacía conforme a las categorías siguientes: a) Impuesto Cedular... es un impuesto fijo del 2,5 por 100 aplicables estos últimos porcentajes a los enrique­ cimientos netos anuales iguales y superiores a dos millo­ nes de bolívares (artículo 17)» (32).

Esta Ley de Impuesto sobre la Renta es anterior a la reforma petrolera del general Medina con la Ley de Hi-

(32)

Ibid., págs. 147-148.

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1 i

drocarburos de 1943. Aun así, el incremento de los ingre­ sos fiscales provenientes del petróleo comenzó de 1943 en adelante con la aplicación conjunta de ambas leyes. El establecimiento del impuesto sobre la renta tiene la importancia de representar un cambio profundo en la organización del régimen tributario, porque con ella se incorporó al país la tributación directa. Antes de 1942 los ingresos del Estado provenían de impuestos indirec­ tos que recaían sobre la gran masa de consumidores; los impuestos directos que existían eran el 20 por 100 sobre utilidades bancarias y el impuesto sobre sucesio­ nes y donaciones, siendo este último de escasa rentabi­ lidad. La Ley de Hidrocarburos presentada por el ministro Eugenio Mendoza era criticada por sectores que presio­ naban para acciones más radicales, a pesar de incremen­ tar los ingresos del Estado. Las leyes del período 1920-1938 representaron pro­ greso en el aspecto normativo de la estructura, pero pres­ taron poca atención a los intereses económicos de la na­ ción. Fallaron en establecer un conjunto de leyes para todos los concesionarios. En cambio, la nueva Ley eli­ minó todas las reducciones de impuestos que había con respecto a la localización geográfica. El impuesto sobre exploración, que era de cuatro bolívares por hectárea, pasó a ser de seis bolívares en un período exploratorio de tres años. El impuesto de explotación o royalty, que era del 15 por 100, se eleva al 16,2/3 por 100. El impuesto superficial de explotación fue aumentado en relación a los impuestos de 1936. La Ley de 1936 (artículo 36) exi­ gió los siguientes impuestos: 1. En los tres primeros años, dos bolívares anuales por hectárea. 2. Los veinti­ siete años siguientes, cuatro bolívares anuales por hec­ tárea. 3. En los últimos diez años, cinco bolívares anua­ les por hectárea. Mientras la Ley de 1943 (artículo 40) exigió los si­ guientes impuestos: 1. En los primeros diez años, cinco bolívares anuales por hectárea. 2. En los cinco años si­ guientes, diez bolívares anuales por hectárea. 3. En los cinco años siguientes, 15 bolívares anuales. 4. En los próximos cinco años siguientes, 20 bolívares anuales. 5. 72

En los próximos años siguientes, 25 bolívares anuales. 6. En los últimos diez años, 30 bolívares anuales por hectárea (33). Aparte de estos impuestos, la Ley prohibió que per­ sonaros oficiales adquirieran concesiones y extendió a cuarenta años las concesiones de explotación, prorrogables por cincuenta años más; además, dio concesiones especiales de transporte. El Gobierno justificó esta me­ dida como una acción para los intereses públicos, ya que el objetivo era promover las industrias, las refinerías y el transporte. Aquellos que la apoyaban afirmaban que «su valor más destacado es el haber implementado un ré­ gimen uniforme aplicable a todas las concesiones de hi­ drocarburos anteriores o posteriores a ella, dando así uni­ dad a nuestro ordenamiento jurídico al poner término a la multiplicidad legislativa que entonces imperaba y a la desigualdad de derechos y obligaciones que existían entre los concesionarios» (34). Poi otro lado, la prensa y los miembros del Congre­ so criticaban la Ley por las siguientes razones: 1. El sis­ tema previsto para la escogencia de las parcelas de ex­ plotación no era en interés de la nación. 2. Las normas referentes a la rehabilitación de las concesiones consti­ tuyó una entrega de los intereses nacionales. 3. El monto de impuesto de explotación o «royalty» no era suficien­ te. 4. Bajo el imperio de la nueva Ley no sería mayor la participación del Estado que la de la industria. 5. La renovación de concesiones por un nuevo plazo de cua­ renta años tampoco estaba en el interés de la nación. Las críticas más severas estaban dirigidas al artículo que dice:

«los contratos o concesiones de exploración y explotación solamente otorgados bajo el imperio de leyes anteriores podrán ser convertidos en concesiones en las que establece la presente Ley, aunque adolezca de defectos o vicios de cualquier naturaleza». (33) Ibid., págs. 157-158. (34) Ibid., pág. 153. 73

Refiriéndose a esto, el diputado Pérez Alfonso expresó que

«transformado en Ley el Proyecto, la nación habría renun­ ciado a los innumerables reclamos a que tenía derecho, por vicios en el otorgamiento de los títulos, fraudes al Fisco y utilidades no justificables obtenidas por las em­ presas en los veinte o más años que llevaban de explotar el subsuelo del país» (35).

El mismo diputado, sin embargo, reconoció los aspectos positivos de la Ley, cuando señalaba

«dos grandes grupos de ventajas en el Proyecto: ventajas de orden técnico y ventajas de orden económico».

Entre las principales destacó la unificación de las re­ laciones de los concesionarios con el Estado y el recono­ cimiento de una más refinada y clara intervención esta­ tal en el funcionamiento de la industria. Entre las de orden económico, hacía énfasis en el au­ mento de los impuestos, tomados en conjunto, y, no obs­ tante, la desaparición de tributos que antes pagaban los concesionarios (como el impuesto de boyas y faros). La aclaratoria de que las exoneraciones aduaneras eran otorgables o no por el Estado, a criterio suyo. La obligación para las empresas de llevar en Vene­ zuela su contabilidad industrial. La supresión de diferencias injustificadas de los im­ puestos cobrados a los concesionarios por razón de es­ tar ubicadas las parcelas en tierra o cubiertas por agua. Y los convenios respecto a refinerías celebrados en relación con el proyecto (36). No hay duda que esta Ley representó una valiosa re­ forma en la legislación petrolera, pero el presidente per­ mitió el artículo 80 a pesar de que una Comisión del Congreso a la que encargó de investigar la legalidad de (35) Ibid., págs. 184-185. (36) Ib id., pág. 184.

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las antiguas concesiones recomendó la anulación de los contratos que afectaban a la Shell y Standard Oil de Nueva Jersey. Pero si el artículo 80 de la Ley de 1938 era una contradicción que legalizó, confirmó y consolidó la entrega del subsuelo venezolano, no se puede dejar de condenar las tremendas concesiones dadas a las com­ pañías petroleras entre 1944 y 1945. Permitió nuevas concesiones de exploración y de ex­ plotación que totalizaron 6.561.769 hectáreas, cantidad mucho mayor de la que ya tenían en su poder las com­ pañías petroleras que actuaban en el país. Ninguna mo­ tivación técnica o fiscal gravitaba para llevar al Gobier­ no a otorgar nuevas concesiones (37). La idea general de la reforma se entendió como una medida necesaria para la determinación y limitación del número de hectáreas, de los lotes y parcelas de exploración y explotación, como en el número de hectáreas que una sola persona puede recibir y detentar, por lo que las concesiones fue­ ron una contradicción del grueso de la reforma. Una vez más, la propiedad del subsuelo venezolano se extendió y consolidó en manos extranjeras.

4.3.

Las reformas de Acción Democrática

El período del general Medina terminó bruscamente con un golpe cívico-militar en octubre de 1945. El golpe, dado por el Partido de Acción Democrática y un sector militar que se oponía al Gobierno del general Medina, colocó a Rómulo Betancourt en la presidencia provisio­ nalmente, hasta que Rómulo Gallegos fue elegido demo­ cráticamente en 1947. En diciembre de 1945, dos meses después de asumir (37) Ibid., pág. 163.

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el poder, se dictó el Decreto Ejecutivo número 112, que aplicaba un impuesto extraordinario y adicional a rentas mayores de 800.000 bolívares. El Decreto establecía una tasa fija del 20 por 100 a las rentas superiores a 2.000.000 de bolívares, y su apli­ cación afectó a las compañías, las únicas que en el país obtenían utilidades superiores al límite indicado. Este Decreto tuvo la significación de haber sido el anteceden­ te inmediato a las reformas de la Ley de Impuesto sobre la Renta de 1946 y 1948. El Decreto de 1945, como las leyes promulgadas en los regímenes anteriores, aumentaron los ingresos esta­ tales. Al año siguiente fue promulgada una nueva Ley que reformaba la Ley de Impuesto sobre la Renta, siendo usada la legislación de Medina como base para la inter­ vención estatal intensificada dentro de la industria pe­ trolera. En 1943 se sostenía que toda situación desfavorable para la nación en su participación en los beneficios de la industria petrolera podría ser corregida mediante la reforma de la Ley de Impuesto sobre la Renta. Los dos extranjeros que asistieron en la formulación de la Ley, Hoover y Curtís, señalaron: «La aplicación de la nueva Ley de Impuesto sobre la Renta no ha entrado a formar parte de los cálculos que determinan el costo de funcionamiento de la industria pe­ trolera. Este tipo de Impuesto, tal como se aplica en nues­ tro país, se emplea como control sobre el exceso de las ganancias obtenidas por organismos individuales y comer­ ciales. De ser usado sabiamente, este Impuesto puede llegar a constituir otra garantía para la nación, en concepto de justa participación en los beneficios de la industria vene­ zolana» (38).

La Asamblea Constituyente Nacional decretó el 28 de diciembre de 1946 la reforma de la Ley, debido a que el Gobierno consideraba (38) Ibid., pág. 198. 76

«que ha llegado el momento de que una reforma a la Ley de Impuesto sobre la Renta permita alcanzar el deseado equilibrio entre las ganancias de las compañías y la par­ ticipación de la nación» (39).

La reforma modificó parcialmente la legislación del general Medina, ya que sólo se tocaron los artículos 18, 20 y 28, y cubrió las siguientes áreas (aunque en la prác­ tica sólo afectó a las compañías petroleras): — Beneficios provenientes del ejercicio de profesiones no comerciales; sueldos, pensiones y otras remune­ raciones c impuesto complementario. — Un 9,5 por 100 fue aplicado uniformemente desde los 2.000.000 de bolívares en adelante, según lo estable­ cido en 1944; se elevó progresivamente al 26 por 100 con la reforma de 1946. Así, la tarifa aplicable fue modificada en toda su escala a partir de los enrique­ cimientos netos anuales de 800.001 bolívares.

— El Gobierno provisional del Partido Acción Democrá­ tica y los militares mantuvo su promesa y permitió las elecciones bajo el sistema de sufragio universal para adultos en 1947. Ganó el candidato de Acción Democrática Rómulos Gallegos, y fue declarado Pre­ sidente el 14 de diciembre de 1947. El Gobierno de Acción Democrática introdujo una nueva reforma sobre la Ley de Impuesto sobre la Renta en noviembre de 1948, conocida como la 50/50. El en­ tonces ministro de Hacienda, Manuel Pérez Guerrero, al presentar esta reforma, declaró:

«La aplicación de la reforma de 1946 a las ganancias de ese año llegó a demostrar lo impráctico de la enmienda efectuada en la escala de Impuestos, que debía ser man­ tenido cónsona con el fin perseguido de obtener para la nación una participación del 50 por 100 de las ganancias. Los cambios sufridos por el precio del petróleo, por el costo de los materiales que la industria requiere, por los salarios y remuneraciones de los trabajadores, impiden que una tarifa permanente, basada en el conjunto de estos

(39)

Ibid., pág. 198. 77

f

factores, produzca el resultado perseguido... Dicha solu­ ción consiste en la imposición adicional de un 50 por 100 sobre el exceso de las ganancias que obtengan las empre­ sas por encima de los impuestos pagados a la nación. De esta manera quedará consagrado en la Ley el principio de que la participación de la nación no podrá ser menor que la de las empresas» (40). Durante el período de 1945-1948 se incrementaron los ingresos del país y se expandió la industria; la demanda europea aumentó, ya que necesitaban petróleo para re­ construir sus economías, y aunque el carbón aún se uti­ lizaba, el petróleo lo estaba sustituyendo rápidamente. La participación porcentual de la renta petrolera en el presupuesto nacional aumentó del 53,6 por 100 en 1945 al 65,2 por 100 en 1948. Esta década entre 1938-1948 pone de manifiesto el despertar del Estado venezolano. Desde López Contreras hasta Rómulos Gallegos, los gobiernos fueron forzados por la sociedad a intervenir en la industria petrolera, pilar de la economía venezolana, implementando, gra­ dual pero progresivamente, reformas que beneficiaron a la nación. A pesar de esto, excepto durante el período entre 1945-1948, los gobiernos cedieron a las compañías petroleras extranjeras grandes porciones del subsuelo ve­ nezolano; no hubo ningún gobierno que realmente se enfrentara al capital imperialista. Aun aquellos que es­ tando en la oposición defendían las reformas radicales nacionalistas y antiimperialistas, al estar en el poder sólo buscaron asociarse con los capitales extranjeros. El Es­ tado mismo se hizo más eficiente y equipado, expandién­ dose la burocracia a medida que aumentaban los ingre­ sos, para llevar adelante las complejas relaciones que las reformas crearon entre el Estado y las industrias.

(40) IbicL, pág. 206.

78

I

4.4.

La emergencia de la burguesía nacional incipiente

A pesar de no haber cambios fundamentales en la es­ tructura económica del país desde mediados de 1930 has­ ta mediados de 1948, cabe señalar que se llevaron a cabo importantes reformas que cambiaron la relación entre el Estado y las compañías, y que, por lo menos, no se dejó de lado totalmente el interés nacional como en la época de Gómez. Los cambios de esta década no fueron sólo en el aspecto petrolero; el nacimiento de una burguesía nacional, que con el tiempo también co­ menzó a hacer demandas al Estado, influyó en el des­ arrollo de la nueva estructura económica venezolana. El nivel de desarrollo industrial en Venezuela, antes de la crisis económica mundial, era bastante bajo y esta­ ba íntimamente relacionado al sector agrícola. Según Carrillo Batalla, el informe de más autoridad sobre la materia indica que hasta 1920 la industria más importante era la textil, la cual se dedicaba al procesa­ miento de algodón nacional. Existían siete telares de mayores proporciones, ubicados en: Caracas (tres tela­ res), Valencia (dos telares), Maracaibo (un telar) y Cumaná (un telar). Estos establecimientos producían, aproximadamente, el 50 por 100 de la tela consumida en el país. La inver­ sión ascendía a dos millones de dólares. Los demás establecimientos industriales que empleaban procesos fabriles y sobre los cuales tiene información sumamente generalizada, eran los siguientes: Tres fábricas tabaca­ leras; tres cervecerías ubicadas en Caracas, La Guaira y Maracaibo, con una capacidad de 30.000 hectolitros anua­ les; dos fábricas que producían papel de envolver, si­ tuadas en Maracay y Caracas; una fábrica de fósforo en Caracas; un establecimiento dedicado a la manufactura de artículos de vidrio y loza; una fábrica mayor de Cho­ colate en Caracas, con una producción de 25.000 kilo-

79

gramos; un establecimiento de cordel y mecates en Ca­ racas, con una producción mensual de 13,8 toneladas métricas; varias industrias menores dedicadas a la pro­ ducción de jabón y velas; la industria dedicada a la fa­ bricación de coches y carreteras pertenecía a las mayores actividades industriales. La producción de cemento alcanzaba 12.500 toneladas anuales en 1916. Esta actividad industrial era una de las de mayor envergadura. La empresa más importante era la Fábrica Nacional de Cemento, C. A. El resto de la producción se originaba en los nume­ rosos pequeños talleres artesanales mencionados ante­ riormente (41). Este bajo nivel de desarrollo industrial duró hasta finales de la crisis económica mundial, ya que la clase gobernante venezolana no estaba interesada en el creci­ miento de este sector porque sus ingresos provenían del área agrícola, del sector de servicio asociado a la indus­ tria petrolera y, por supuesto, de las rentas gubernamen­ tales. De todos modos, se vieron obligados a modificar sus pautas de acumulación de capital a finales de la crisis mundial, ya que el sector agrícola entró en crisis, teniendo que ser subsidiado para no desaparecer. Por esta razón, la clase gobernante tuvo que buscar otras posibilidades de inversión, especialmente el bur­ gués consumidor, al cual se le redujeron considerable­ mente las ganancias durante la crisis por la reducción de importaciones. Posteriormente, la decadencia de la agricultura y la reducción de importaciones los empu­ jaron a invertir en el sector manufacturero. Durante 1929-1930 el valor de las exportaciones al­ canzó a 742,8 millones de bolívares, pero descendió en tres años a 584,9 millones de bolívares. Mientras tanto, el valor de las importaciones bajó en forma más drástica, puesto que de 401,3 millones de bo­ lívares en 1929-1930, se descendió a 126,8 millones en 1933-1934, es decir, un 68,4 por 100. Además, los ingresos

(41) Carrillo Batalla, Tomás Enrique: El desarrollo del Sec­ tor Manufacturero Industrial de la economía venezolana. Cara­ cas, 1962. Pag. 12. 80

públicos disminuyeron en lies años en un 32,5 por 100, y el gasto público, que había alcanzado 263,8 millones de bolívares en 1929-1930, se redujo en 1933-1934 a 153,9 millones de bolívares, es decir, un 41,7 por 100. El país tardó siete años en superar este nivel (42). Debido a todos estos hechos, la burguesía se vio forzada a presionar al Estado para que canalizara sus fondos hacia el sector industrial. Al mismo tiempo aumentaban los problemas sociales. Cuando López Contreras asumió la presidencia tuvo que abrir comedores de «sopa popular» para aliviar la mise­ ria de la población. La ruina del sector agrícola empujó a cientos de tra­ bajadores cesantes hacia las áreas urbanas donde había un nivel muy bajo de desarrollo industrial, y aquellos otros que fueron hacia los campos petrolíficos se encon­ traron con que las compañías habían despedido a 2/3 de su fuerza laboral. De este modo, el Gobierno de López Contreras se vio obligado a establecer un Banco Industrial que fomentara el desarrollo de este sector. El 2 de marzo de 1937 se emitió un decreto ejecutivo según el cual el Estado ga­ rantizaba el 50 por 100 de los préstamos que otorgaban los bancos particulares a industrias establecidas o por establecerse, previo el dictamen favorable de una Comi­ sión Consultiva designada al efecto. Según algunas opiniones, el Banco Industrial no fun­ cionó eficientemente, lo que creó un alto grado de frus­ tración entre la burguesía. «Algún tiempo después, esa Comisión recomendó dos­ cientas siete peticiones de crédito; y a pesar de que ellas recibieron un certificado de que el gobierno respaldaba el 50 por 100 de sus montantes, sólo cuatro puderon obtener préstamo en los bancos particulares, por la irrisoria suma global de 75.000 bolívares» (43).

Aparentemente, el Banco no llegó a lograr sus obje­ tivos, según el entonces ministro de Fomento, debido a (42) Aranda, Sergio: Op. cit., pág. 105. (43) Betancourt, Rómulo: Op. cit., pág. 147. 81

i

la presencia influyente, aun siendo minoría, de capitales privados en la institución. El mismo señaló: «Las condiciones que establece el Banco Industrial para la concesión de préstamos ha dado por resultado el con­ cepto, bastante generalizado por cierto, de que dicho Ins­ tituto no está cumpliendo la función para la cual fue crea­ do... Y el capital privado (grupo de inversionistas particu­ lares habían aportado cuatro millones de bolívares a la formación del capital) gusta moverse en el estrecho sector de las seguridades reales, y son éstas las que perfiere, ac­ tualmente, el Banco Industrial» (44). La burguesía presionaba al Estado para que financia­ ra parcialmente el desarrollo industrial, pero no arries­ gaba capital en estas inversiones. La nueva burguesía in­ dustrial se vio obligada a ocupar un rol más agresivo y hacer mayores demandas al Estado. La Segunda Guerra Mundial se presentaba con gran­ des dificultades para la economía venezolana; escasea­ ban los consumidores y el capital, el sector agrícola, en ruinas, no era capaz de satisfacer el mercado interno; apareció el mercado negro local y especuladores que co­ braban precios exhorbitantes. Por ejemplo, las tarifas eléctricas llegaron a ser más altas que las de Wash­ ington. Se creó la Junta Reguladora de Precios bajo el Go­ bierno del general Medina, con el fin de controlar el alza de precios. Al mismo tiempo, se tomaron medidas para ayudar a la industria nacional que se estaba desanclan­ do, como la Junta para el Fomento de la Producción Nacional instituida en 1944 por el Poder Ejecutivo, con capital de 60.000.000 de bolívares. Se establecieron medidas de protección para eliminar la competencia injusta con productos extranjeros. Se prestó especial atención a la industria textil, la cual fue capaz de establecerse en base a:

1.

Un alto arancel para el algodón importado para faci­ litar el cultivo de esta materia prima en el país. (44) Ibid., pág. 147.

82

2.

Un alto arancel a los productos textiles importados para propiciar el desarrollo de ese sector de la in­ dustria.

«Esas medidas proteccionistas, sólo de modo aparente estabilizaron la industria manufacturera venezolana; cier­ to, por otra parte, que aceleraron el proceso de transfor­ mación del sistema de talleres artesanales en núcleos ca­ pitalistas urbanos, y en lo concreto, debido a las dificul­ tades ocasionadas por la guerra, facilitaron el surgimiento de factorías industriales; pero incidieron en el aumento de los costos de producción y en los precios de venta, dieron una falsa sensación de progreso, progreso ficticio dependiente de los créditos suministrados por el Estado, dependiente este a su vez de la Renta» (45). Aun así se mantiene el hecho de que el Estado adelan­ tó un paso más hacia la intervención en la economía na­ cional. Se consideraba al Gobierno del general Medina como progresista, liberal y burgués, ya que hizo grandes esfuerzos para fomentar el interés de la burguesía na­ cional y llevó a cabo la reforma petrolera que ya men­ cionamos. Este Gobierno fue derrocado a finales de 1945, subiendo Acción Democrática y algunos militares al po­ der, dándole una nueva dirección al Gobierno. Luego, cuando se llevaron a cabo las elecciones libres a finales de 1947, volvió nuevamente Acción Democrá­ tica al poder. En el período entre 1945-1948 se permitió a inversionistas extranjeros asociados a la industria pe­ trolera que realizaran inversiones en la industria nacio­ nal junto con el capital local, tanto en el sector agrícola como en el de servicios. Se acostumbra a referirse a los años 1945-1948 como el período del Partido Acción Democrática, por ser éste la fuerza política dominante en esa época. A pesar de haber estado tratando de organizar la transición de un gobierno semimilitar a uno cívico durante los años 19451947, se implementaron ciertas políticas económicas que reflejan la ideología que al respecto tenía este movi­ miento.

(45) Brito Figueroa, F.: Op. cit., págs. 507-508. 83

Como ya se mencionó anteriormente, el Gobierno provisional y el de Rómulo Gallegos efectuaron refor­ mas petroleras que culminaron con una participación del 50 por 100 en las ganancias de la industria petro­ lera. A un nivel nacional, el Gobierno intensificó la ayuda a la burguesía incipiente; en 1945 decretó sustanciales aumentos en las sumas de dinero para incrementar la capacidad de crédito de los bancos estatales ya estable­ cidos: Banco Agrícola y Pecuario y Banco Industrial; en 1946 se constituyó la Corporación Venezolana de Fo­ mento, otorgándose en 1948 la cantidad de 372 millones de bolívares con el objeto de fomentar el desarrollo in­ dustrial. El decreto que creó la Corporación estipulaba que el Estado debía entregarle aportaciones anuales del 2 al 10 por 100 de los presupuestos de gastos de la nación. Su directiva, de cinco miembros, era dirigida por un de­ legado elegido por el Presidente de la República, dos por el Congreso Nacional y dos de una lista de candidatos presentada por la Federación de Cámaras de Comercio y Producción. Esta Corporación fue organizada no sólo para inter­ venir en el sector industrial, sino también en el agrario, desarrollando más tarde industrias mixtas con inversio­ nistas norteamericanos. La International Basic Industry Corporation se aprovechó de muchos de los proyectos y penetró como monopolio en el campo agrícola y en el de servicios. Este desarrollo de los hechos mezcló los in­ tereses de la burguesía nacional con los intereses de ca­ pitales extranjeros monopólicos, frustrando el crecimien­ to autónomo de éstos. Lo expresa claramente Brito Figueroa al decir: «Este fue el signo de los nuevos tiem­ pos.» Pero no fue sorpresiva esta estrategia de desarrollo económico, implementada por Acción Democrática, de asociarse con capital monopólico, ya que desde 1938 este Partido comenzó a redefinir su línea nacionalista, anti­ imperialista, por una posición más reformista. Su interés principal era el poder político, por lo que aun durante el Gobierno del general Medina en que conformaba fuer­ za de oposición, su accionar era meramente retórico. 84

Hizo alianzas bastante convenientes: primero con los co­ munistas y la clase obrera; después, con los militares, la burguesía, y, finalmente, con los monopolios capitalistas. Respecto a su filosofía económica y política, sus lí­ deres eran considerablemente claros, como se observa en la declaración hecha por Rómulo Betancourt al refe­ rirse a la formación de la Corporación de Fomento:

«Nació con fisonomía muy suya esc instrumento del Estado para impulsar y planificar la producción. Los go­ bernantes venezolanos de 1946 estábamos —y estamos— convencidos de que nuestro país no puede saltar la etapa de desarrollo capitalista de su economía. El estado que atravesamos reclamaba una transformación nacional, re­ volucionaria y no una ajustada a modelos socialistas o co­ munistas... En Venezuela, ese "salto”, en el sentido hegeliano, de lo colonial a lo moderno en la estructura eco­ nómica de la sociedad, iba a ser planificado, regulado, por un gobierno leal a la emoción social de nuestro tiempo y consecuente con los intereses y aspiraciones de los es­ tratos que le aportaban al país su más sólida base de sustentación: clases medias, profesionales y técnico, obre­ ros, artesanos y campesinos y grupos industriales de men­ talidad moderna» (46).

Ya en 1945 era evidente que el Partido de mayor im­ portancia en el ámbito venezolano había optado abier­ tamente por una estrategia de reformas, influencia esta­ tal y capitalismo dependiente como ruta hacia el des­ arrollo. Conscientemente abandonó toda posibilidad de desarrollo independiente basado en los principios so­ cialistas.

El hecho de que el Estado emergiera gradualmente como una entidad independiente dentro de la sociedad no significaba necesariamente que el monopolio capita­ lista fuese atacado. Por el contrario, la evidencia señala que las clases sociales, que finalmente controlaban el Es­ tado, buscaron conscientemente la participación asocia­ da con el imperialismo. Es en este sentido que debe ob­ servarse la confirmación, consolidación y avance del mo­ nopolio capitalista extranjero en el período entre 1938-

(46)

Ibid., págs. 378-379.

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1948. Fueron, sin duda, los inicios del neocolonialismo en el proceso histórico de Venezuela. La evidencia examinada muestra claramente que la estructura económica venezolana entre 1918-1948 se ca­ racteriza por dos fenómenos: — colonialismo informal y — los inicios del neocolonialismo. El primer período fue testigo de la penetración del monopolio capitalista extranjero en la industria petrole­ ra; la entrega del subsuelo venezolano, una alianza abier­ ta del dictador Gómez con el capital extranjero; la do­ mesticación del Estado para servir los intereses de inversionistas foráneos; el impacto negativo de varias cri­ sis mundiales en la economía; la ruina del sector agrí­ cola; la sustitución del café por el petróleo como el producto más importante de la economía nacional; una redefinición conservadora de las relaciones entre el Es­ tado y las compañías petroleras con la revaluación del bolívar en 1934; el nacimiento del proletariado; el creci­ miento de la clase media; el fortalecimiento de una bur­ guesía heterogénea pero dependiente que invadía el co­ mercio, finanzas, construcciones, servicios en general y propietarios de tierras; la decadencia de la economía y el desplazamiento político de la clase terrateniente. Era la época en que el Estado nacional servía a los intereses foráneos, y, por tanto, significó que la lucha tenía que ser definida en términos de la dependencia versus la li­ beración nacional. El Estado estaba en manos de una clase débil, antinacionalista y servil. Se tenía que remo­ ver esa influencia y control con el fin de lograr que los intereses de la nación fuesen asegurados bajo un desarro­ llo independiente. Los trabajadores del petróleo, instinti­ vamente al comienzo y luego conscientemente, se rebe­ laron contra ese orden. Por varias razones sus logros fueron limitados, pero sus actividades hicieron historia. En capítulos posterio­ res se analizarán los años de formación de estos traba­ jadores y la huelga de diciembre de 1936 para demostrar su heroica lucha contra el orden del colonialismo in­ formal. 86 A_

Durante el segundo período, entre mediados de 1930 y 1948, se produjo el impacto de los inicios del neocolonialismo en los obreros; se observa un tibio intento del Estado para controlar los inversionistas foráneos; el desarrollo de la clase obrera en general, la maduración de una pequeña burguesía de clase media, el surgimiento de una burguesía nacional, alianzas intra-clases y la con­ quista del poder político de un gobierno parcialmente cívico en 1945 y, más tarde, en 1947, de un partido polí­ tico popular elegido democráticamente; fue el período de la modernización del Estado y la expansión de la bu­ rocracia. Fue un período esencialmente reformista, co­ menzando gradualmente con López Contreras y culmi­ nado con el gobierno de Rómulo Gallegos. Los partidos políticos que en el período gomecista habían sido definidos como revolucionarios, implementaron en la práctica estrategias reformistas. El Estado intervino en la economía en varios nive­ les: para compartir las ganancias con los capitales ex­ tranjeros en la industria petrolera; controlar la fuerza laboral con leyes y contratos colectivos, al principio para apoyar el crecimiento de la burguesía, pero luego para fomentar al capital foráneo a asociarse en las inversio­ nes. Fue el período que Rómulo Betancourt definió como la elección entre un capitalismo dependiente, reformado y estatal, versus una alternativa socialista independiente. Resumiendo, fue una era de capitalismo versus socia­ lismo, el comienzo de un nuevo día en la historia de Venezuela. El Estado aparecía independiente, pero en su esencia y práctica reforzó un orden neocolonial que res­ pondía constantemente a los intereses extranjeros. Fue el período de promesas rotas, estrategias incorrectas, confusión ideológica, división y lucha intensa entre la pequeña burguesía por el poder político, pero sobre todo fue el período que marcó la traición a la clase obrera venezolana. Sostuvo un espíritu antinacionalista, anti­ obrero y proimperialista, caracterizado por el decreto de López Contreras que acabó con la heroica huelga de los obreros petroleros en diciembre de 1936-enero 1937. Este período sentó las bases para la creación del or-

87

den neocolonial que ha gobernado a Venezuela en los últimos treinta años. Se analizará luego, en un capítulo posterior, el impacto que produjo en los obreros petro­ leros los inicios del neocolonialismo, para demostrar el descenso de la clase obrera combatiente y la domestica­ ción y asimilación de estos obreros por los partidos po­ líticos y el Estado.

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I V.

LOS AÑOS FORMAT1VOS DE LOS OBREROS PETROLEROS

La vida de los obreros petroleros, entre los años 1918-1937, es la historia de la lucha heroica de un grupo de seres humanos contra la explotación, el racismo y el orden del colonialismo informal. Su lucha por la sobre­ vivencia económica, después de tres décadas que les de­ moró madurar en una clase social y políticamente cons­ ciente, fue inicialmente la base de sus conflictivas rela­ ciones con las compañías petroleras extranjeras y el Es­ tado venezolano. Este capítulo pretende explicar el complejo proceso de desarrollo y transformación de este grupo de obreros explotados, desorganizados y sin con­ ciencia de clase, en una avanzada sección de la clase obrera venezolana. En síntesis, la transición de una clase «en sí» a una clase «para sí». Ya en 1937 los obreros de las regiones del Zulia y Falcón estaban al frente de la lucha por los derechos de los obreros petroleros, y sólo a finales de esa década los obreros de la región oriental se empezaron a organizar y a contribuir en la lucha por la reinvindicación económica y política, por lo que has­ ta 1937 nos referiremos mayormente a los obreros del Occidente. Muchos han descrito el surgimiento de los obreros petroleros como el nacimiento del proletariado industrial venezolano, considerándolo como un nuevo y complejo ingrediente de la formación económica y social del siglo xx en Venezuela. 91

5.1.

La ubicación geográfica

Fue en las regiones del Zulia y Falcón donde los tra­ bajadores petroleros desarrollaron sus actividades socia­ les y políticas. Sólo a mediados de 1930 el Oriente se convirtió en una importante región no sólo en la pro­ ducción petrolera, sino también en las actividades obre­ ras. La cuenca de Maracaibo se extiende hacia el Este y el Noroeste a través de los Estados Zulia y Falcón. Tiene una longitud aproximada de 525 kilómetros y una anchura de 300 kilómetros. Su superficie total es de unos 167.500 kilómetros cuadrados, lo que equivale a unos 16.750.000 hectáreas. «La cuenca de Maracaibo, representada actualmente por una extensa bahía de aguas salobres, poco profunda y ro­ deada de tierras bajas, constituye una depresión estruc­ tural profunda, teniendo al norte la región fronteriza de la Guajira; al sur, la sierra de Mérida; al este, las serranías de Falcón y Trujillo, y al oeste, la sierra de Pcrijá y la cordillera Oriental de Colombia. La cuenca de Falcón, si­ tuada al norte de la serranía de Trujillo y al noreste de la costa, e inmediatamente al este de la cuenca de Mara­ caibo, representa una provincia de rocas terciarias. Actual­ mente, la región está expuesta a la erosión con la conse­ cuente deposición de conos aluvionales y terrazas en las llanuras y pie de las montañas y sedimentos litorales y lagunales a lo largo de zonas costaneras. En esta cuenca están localizados los más importantes campos productores del país, especialmente en la costa oriental del lago de Maracaibo, en el área del distrito Bolívar.» «La otra área de importancia es la cuenca Oriental de Venezuela. Esta cubre parte de los Estados Guárico, Anzoátegui, Monagas y Delta Amacuro. Teniendo una direc­ ción general Este-Oeste, con unos 700 kilómetros de ancho. Tiene una superficie total de 153.000 kilómetros cuadrados, o sea, unos 15,3 millones de hectáreas. Es la segunda en importancia entre las áreas de donde proviene la produc­ ción de petróleo en Venezuela» (47).

(47) Mejía A., Pedro Esteban: La industria del petróleo en Venezuela. Caracas, 1972. Pag. 70.

92

5.2.

Procedencia de los obreros petroleros y condiciones de vida pre-petrolera

A comienzos de las primeras dos décadas de este siglo los obreros petroleros emigraron de varias partes de Venezuela y del mundo, siendo el mayor porcentaje de éstos provenientes de varias partes del país, tanto de comunidades indígenas como de áreas rurales y urba­ nas. El 31 de julio de 1914, el pozo Zumaque número 1, de Mene Grande, comenzó a producir petróleo en consi­ derables cantidades, estableciéndose que Venezuela te­ nía proyectos de explotar comercial mente el petróleo. El 14 de diciembre de 1922 se produjo el reventón de El Barroso número 2, siendo producidos durante diez días consecutivos un millón de barriles de petróleo. Es­ tas novedades alcanzaron los extremos de Venezuela tan rápido como llegaron a Europa, Norteamérica y el Ca­ ribe. Así, aquellos venezolanos que como campesinos no tenían futuro en el sistema latifundista, se vieron tentados de buscarlo en la industria petrolera pensando que serían libres y bien pagados. Por otro lado, las com­ pañías petroleras enviaron contratistas a variadas regio­ nes para conseguir fuerza laboral, trayendo incluso obreros de Norteamérica, Europa y el Caribe. Este pro­ ceso de migración interna y la llegada de obreros ex­ tranjeros creó un nuevo proceso socio-político, inicián­ dose por primera vez en Venezuela la formación social de un importante proletariado industrial. Para poder en­ tender este fascinante proceso de cambio, discutiremos los orígenes petroleros de esta clase. Manuel Taborda, ex obrero petrolero y líder sindical, describe a la Venezuela prepetrolera de la siguiente ma­ nera:

«La economía venezolana para la segunda década del presente siglo, se caracterizaba por ser predominantemen­ te agropecuaria, con una población que escasamente alcan­ zaba los dos millones y medio de habitantes. El desarrollo industrial era muy lento. La población económicamente 93

activa era entre el 70 y el 80 por 100 ocupada por la agri­ cultura, la ganadería y la pesca. Los renglones señalados eran café, cacao, algodón, copra y ganado en pie. El sector manufacturero se limitaba a cuestiones artesanales, vesti­ dos, calzado, alimentos y tabacos. El único central azucare­ ro era el Central Venezuela, en las costas del sur del lago de Maracaibo, propiedad del general Juan París, ministro de Agricultura y Cría de Juan Vicente Gómez, donde los trabajadores eran sometidos a condiciones de vida escla­ vistas. Había otro centro industrial, las minas de carbón de Naricual, en el este de Anzoátegui, propiedad del go­ bierno y donde existían las mismas condiciones esclavis­ tas de explotación. Esta es a grandes rasgos la situación que vivió nuestro país hasta la llegada de los monopolios petroleros» (48).

Otro dirigente sindical del Zulia, Jesús Correa, en un discurso sobre los «cuarenta años del Partido Comunis­ ta», describió la vida del trabajador de aquel entonces de la siguiente manera: «Hace más de cuarenta —aún existe—, el Central Vene­ zuela, "El Batey", instalado en Bobures de la Costa del Lago, era la más fiel expresión de la explotación feudalista de la mano de obra, compuesta generalmente por indíge­ nas reclutados mediante la caza por indieros enriquecidos, en las sabanas de la Guajira, y vendidos como esclavos o bestias, para morir prematuramente, exprimidos como la caña que se procesa allí, sin saber jamás sus familiares de ellos ni éstos de aquéllos. Hace cuarenta años, los cam­ pesinos se conocían, como los peones en las haciendas, con una deuda contraída de por vida, que al morir pasaba como herencia maldita a sus descendientes, quienes iban al ma­ tadero de la explotación inicua a pagarla en un intermina­ ble trabajar, acumulando las deudas de sus antecesores como las suyas propias. Eran castigados con látigos y con cepos, aplicados por el terrateniente, por intermedio de ca­ porales, que hacían las veces de verdugos. Comían peor que los marranos de cría en las haciendas; se les pagaba por el sistema de fichas, que eran canjeadas por comidas malas, ropa, tabaco y aguardiente de la peor calidad, a pre­ cios de la mejor, y que el hacendado suministraba en sus bodegas semanalmente para ser descontado su valor de los salarios miserables estipulados por el patrón, de dos bolí­ vares diarios, que nunca veían, porque siempre quedaban

(48) Taborda, Manuel: Rasgos históricos del movimiento obrero y sindical en Venezuela. Pág. 1. Caracas, 1976. Documento no publicado.

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al deber, según el sistema de cuentas llevadas en esas bo­ degas, en Jas cuales se hacían por partidas triples las si­ guientes anotaciones: "Un par de alpargatas que llevastes, o una que te di y otra que anoté a la cuenta, son tres”; así sucesivamente se hacía con lodos los artículos que pe­ dían los confundidos, ingenuos y analfabetos hombres de la peonada, condenados a vivir para trabajarle solamente al hacendado durante un horario corrido desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde, horas que se calcu­ laban por las posiciones del sol al salir o ponerse debajo del horizonte. El trabajo se realizaba por tareas agotado­ ras, medidas por el caporal por una varilla que no tenía dimensión conocida, y caprichosamente señalaba la exten­ sión que el trabajador tenia que sacar todos los días. Y al que se le "pasmara” la tarea, sin reparar el caporal en el desgaste físico del trabajador por el trabajo forzado im­ puesto, se les marcaba la varilla sin medida determinada, correspondiente al día siguiente, más la cantidad de la ta­ rea anterior dejada de sacar, cuya reincidencia era tomada como haraganería y daba lugar al castigo del cepo con sed y el látigo» (49).

El profesor Brito Figueroa confirma las descripcio­ nes de la vida rural explicada por estos dos líderes sin­ dicales. Era la costumbre de los hacendados del área del Zulia reclutar sus obreros de centros importantes de variadas partes del país. Los contratistas generalmente ofrecían una suma de 150 bolívares mensuales, dándoles entre 50 y 100 bolívares de adelanto, con promesa de ropa y habitación. Al llegar al Zulia, los obreros descu­ brían que la situación era totalmente diferente a los tér­ minos que habían acordado cuando fueron contratados; los cinco bolívares diarios prometidos se reducían a dos bolívares diarios, por lo que ya al empezar su trabajo se hallaban endeudados con los hacendados. Estas deu­ das se multiplicaban porque los amos de la plantación consideraban esta fórmula como la más eficaz para man­ tener a los jornaleros encadenados como siervos, casi esclavos, al dominio de la tierra. En 1917, de 129 jorna­ leros enganchados en Caracas, regresaron apenas 28 en 1920 y cinco en 1921. Desaparecidos o muertos lenta­ mente debido a la malaria e insalubridad quedaron los

(49) Correa, Jesús: Cuarenta años en la vida del PCV. Cara­ cas, 1971. Págs. 9 y 10. Multigrafiado.

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restantes enterrados en la selva verde; en el año 1918 fueron reclutados 185 jornaleros en Caracas, Valencia, Puerto Cabello, y de ellos solamente regresaron 72 (50). Pero no sólo se recluían obreros de la ciudad, ya que también había un tráfico comercial de indígenas. Se tra­ taba de guajiros, comprados desde niños generalmente por 40 bolívares, y en algunos casos secuestrados o roba­ dos a sus padres. En total, las relaciones de trabajo men­ cionan 250 guajiros, denominados «chinos» en las listas de «apuntes». Un 28 por 100 recibía salarios de 12 bolí­ vares mensuales, pagados en alimentación y «lienzo para el vestido y vicio». El resto de los indígenas no recibió salarios de ningún tipo y los caporales estaban autoriza­ dos a utilizar el látigo cuando consideraran que «no cumplían con sus obligaciones» (51). En la práctica, la vasta mayoría de los rurales no recibía salarios; por ejemplo, en 1912 el salario de los peones o jornaleros del Estado Zulia equivalía a 1,25 y 1,50 bolívares para hombres mayores de dieciocho años; 0,75 y 0,50 bolíva­ res para las mujeres y niños. Pero los campesinos ni si­ quiera recibían estos sueldos en efectivo porque, gene­ ralmente, después de un tiempo se hallaban tan endeu­ dados con los hacendados —por la comida, ropa y otros utensilios que compraban en las tiendas de los mismos patronos— que la mayoría de las veces tenían que hacer su pago no sólo en trabajo, sino también en especies. Muchos recibían sus salarios en forma de fichas, siendo las fichas usadas para hacer cambalache en las tiendas de los hacendados. En 1921, en una plantación en el Estado Zulia, se había deteriorado tanto la situación que el 93 por 100 de los jornaleros recibió su salario en for­ ma de especies, mientras que más de la mitad de los obreros de la plantación estaban endeudados. El siguien­ te cuadro clarifica este fenómeno:

(50) Brito Figueroa, F.: Op. cit., pág. 412. (51) Ibid., pág. 411.

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CUADRO 1 Las relaciones ele trabajo en tina plantación de caña de azúcar en el Estado Zulia en 1917-1921 TIPO DE SALARIO

Años

Jornaleros

1917 1918 1919 1920 1921

945 725 1.922 2.750 3.854

10.226

En especies

65% 78% 82% 92% 93%

En fichas

35% 22% 18% 8% 7%

Endeudados 728 1.222 1.756 2.125 2.834 8.665

PUENTE: Federico Brito Figueroa, «Historia económica y social de Venezuela», tomo II, pág. 413. Ediciones de la Biblioteca U. C. V. Caracas, 1974. Este sistema feudal no solamente existió en el Estado Zulia. En toda Venezuela el latifundio fue una realidad. Con ligeras variantes ¡ocales, predominaban en las plan­ taciones de café de los Andes, en los valles centrales, en las tierras bajas occidentales y en las comarcas orien­ tales.

«En las haciendas de café del valle de Aragua, por ejem­ plo, los propietarios controlaban dos tipos de jornaleros: un grupo numeroso de hombres, mujeres y niños que tra­ bajaban en las épocas de cosechas, y otro, más reducido, que trabajaba de modo permanente. El salario era siempre a destajo o por piezas, pagado en víveres, vestidos, fichas y vales, que solamente tenían capacidad adquisitiva dentro de los centros urbanos situados en las inmediaciones de sus posesiones, en tanto que en éstas el trabajo marchaba bajo la dirección de los mayordomos y caporales. La renta en especie se calculaba sobre la base de pagar de dos fa­ negadas por cada tablón sembrado de maíz, o de uno cual­ quiera de los granos básicos en la alimentación popular; la renta-dinero, relativamente escasa en este período, se estimaba a razón de Bs. 40 por tablón. Finalmente, para completar el cuadro de la situación social de la población rural, es conveniente informar que en los hatos, "los peones de caballo" y los ayudantes ganaban, respectivamente, un salario mensual de Bs. 80 y 60, en tanto que los vegueros 97

recibían una remuneración de Bs. 15 mensuales. Estos peones habitaban en las lincas ganaderas, y la duración de la jornada de trabajo dependía del tipo de actividad que estuvieran realizando» (52).

Estas condiciones feudales y semiesclavistas fueron la causa para el empobrecimiento material y espiritual de la gran mayoría de venezolanos que para ese enton­ ces se ganaban la existencia principalmente en la agri­ cultura. La explotación y represión era tan intensa, que cuando se presentó la oportunidad de escapar hacia los campos petroleros la mayoría de la juventud abandonó las haciendas, ya que no había futuro en las plantacio­ nes mientras los hijos heredaran las deudas de los pa­ dres. Fue en este círculo vicioso que la Venezuela rural sintió el impacto del desarrollo de la industria petrolera. No sólo en la región del Zulia los obreros abandonaron las haciendas; también en Margarita, Lara, Mérida, etc. Aunque las condiciones en estos campos eran bastante malas, muchos, con las mejores intenciones, al compa­ rar las condiciones de la industria petrolera y las de las haciendas, concluían que se estaba mejor en las plan­ taciones. Hay una tendencia en la antigua élite de argumentar que su modo de producción ofrecía una mejor vida a la población; por ejemplo, el periódico Panorama, en su artículo titulado «Aplicación del programa de Gobier­ no», hizo la siguiente comparación:

«en el Estado Monagas, zona esencialmente agropecuaria, ne se habían presentado grandes problemas entre patronos y obreros antes del establecimiento de las compañías ex­ plotadoras de hidrocarburos. Si existía una situación de­ terminada entre el trabajador y el dueño de una hacienda de café o caña y entre el peonaje y el dueño de un hato, ello no llegó a constituir verdaderamente un problema orginario de conflictos sociales. El peón que no debe en la hacienda, si no le gusta el trabajo allí, se muda para otra y santas pascuas. El que debe una cuenta, trabaja en la hacienda. Es verdad que lleva siempre consigo el signo de la pobreza, de la enfermedad y del analfabetismo. Con (52)

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Ibid., págs. 413-416.

el brote del petróleo en el Estado Monagas, especialmente en las regiones de Quiriquire y Garapito, distrito Piar, en las cercanías de Maturín, las cuestiones cambiaron to­ talmente. La primera influencia que determina el petróleo fue el abandono de la agricultura por los peones de las haciendas, que emigraron hacia las tierras de Jas compa­ ñías, deslumbrados por los elevados salarios que pagan los americanos. Esta influencia se hizo sentir en las haciendas cercanas a los campos petroleros, que en realidad han desaparecido por la imposibilidad en que se encuentra el agricultor para sostener una competencia de salarios con las compañías. Los trabajadores, que emigraron alucinados por los salarios de Bs. 5 a Bs. 10 que pagaba la Standard en Quiriquire y Garapito, al cabo de cierto tiempo regre­ saban a la montaña, contaminados de paludismo, cuando se habían ido llenos de salud, y el alma matada por el hierro y embadurnada de una triste capa de aceite ameri­ cano, cuando habían partido alegres, esperanzados; y para colmo, limpio el bolsillo, que habían pensado colmar de dólares, pero que a medida que se llenaba se vaciaba con la compra de la quinina para aliviar la fiebre, las enfer­ medades y lo caro de la vida en los campamentos petro­ leros» (53). En otro artículo del mismo periódico, titulado «Los obreros-trabajadores venezolanos», se mencionaba que en la región agropecuaria del sur del lago Oparaperijá un hacendado o conuquero tenía facilidades para tras­ ladar a su familia a reunirse con él, tenía un rancho para vivir y un jornal que se podía estimar de 2,5 bolívares al día o dos bolívares por tarea. Dado el poder adqui­ sitivo de los bolívares de entonces, un obrero podía vi­ vir con ese salario, puesto que se defendía recibiendo en calidad de dinero queso, plátanos, carne o pescado salado y otras menudencias estimadas en un bolívar.

«El jornal no es cuestión de cantidad mayor o menor de una moneda; el jornal se traduce en todas partes en un montante suficiente a cubrir la necesidad del trabaja­ dor» (54).

Como ya se ha descrito, los campesinos vivían en con­ diciones extremadamente duras en las haciendas y no

(53) Diario Panorama: Aplicación del Programa de Gobierno. Abril, 25, 1936. Págs. 1 y 2. (54) Diario Panorama: Los obreros o trabajadores venezola­ nos. Febrero, 4, 1936. Pag. 1.

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podían manifestar su descontento, ya que los hacenda­ dos tenían un poder absoluto sobre ellos. Por otro lado, el Gobierno bajo el dictador Gómez enviaba a trabajar en sus proyectos de construcción de carreteras a todo obrero insatisfecho, esclavizándolo hasta la muerte. De este modo, se veía una aparente tranquilidad entre el patrono y el jornalero, pero, evidentemente, éste no re­ cibía habitación, atención médica, ni la comida era sufi­ ciente para su subsistencia. La mortalidad en esta etapa prepetrolera era elevada debido al paludismo y una serie de otras enfermedades que incluían la mala nutrición. Probablemente la única ventaja del sistema de haciendas era que los obreros estaban junto a sus familias, lo que no era del todo cierto en el caso de los campesinos re­ cluidos de las ciudades. Por otro lado, las familias, tan­ to la esposa como los hijos, también tenían que trabajar en la plantación. Pero aun así, esto no implica que las condiciones en los campos petroleros fuesen superiores, lo que se analizará posteriormente en el contexto de este mismo capítulo. Lo que se pretende hacer resaltar es el hecho de que la Venezuela prepetrolera era explotadora, represiva, inhumana, y no ofrecía alternativa alguna a la gran mayoría de los ciudadanos, por lo que se vieron empujados, por razones económicas, hacia la industria petrolera con la esperanza de poder trabajar como obre­ ros libres asalariados. Aunque las condiciones en los campos petroleros fuesen duras, también es cierto que la situación en las plantaciones nunca fue superior a la de las industrias. Esta transición del capitalismo al feu­ dalismo está aclarada por Marx en el Manifiesto comu­ nista:

«... para crearse simpatías era menester que la aristocracia aparentase no tener en cuenta sus propios intereses y que formulara su acta de acusación contra la burguesía, sólo en interés de la clase obrera explotada..., cuando los cam­ peones del feudalismo aseveran que su modo de explota­ ción era distinto al de la burguesía, olvidan una cosa, y es que ellos explotaban en condiciones y circunstancias com­ pletamente diferentes y/o anticuadas...» (55).

(55) Mendel, A. P.: Essential Works of Marxism. Bantan Matrix Editions, 1965. 100

El impacto en la Venezuela rural de las primeras eta­ pas del desarrollo de la industria petrolera fue bastante significativo. Según los datos de un estudio hecho en 1916, hubo una emigración de 1.135 campesinos, de los cuales el 15 por 100 entró en la industria petrolera como trabajadores y el 37 por 100 ingresó en actividades suplementarias a la industria, mientras que un 18 por ciento emigró a las ciudades establecidas, volviendo el 30 por 100 a su residencia primitiva. En 1921 emigraron 3.360 campesinos; el 40 por 100 ingresó en la industria petrolera, el 30 por 100 en actividades suplementarias, el 18 por 100 emigró a ciudades establecidas y sólo el 12 por 100 regresó a sus residencias primitivas. El cua­ dro II informa de este proceso para cada año entre 19161921. Aunque es cierto que la mayoría de los obreros pe­ troleros era de áreas rurales, hubo muchos que, entre 1916-1921, provenían de zonas urbanas. En las primeras dos décadas de este siglo, Venezuela no tenían ningún desarrollo industrial importante, no existía una gran cla­ se obrera asalariada y los pocos obreros que había ocu­ paban áreas de servicio, como tranviarios, telegrafistas, etcétera. Ya en 1884 funcionaban en el país 757 empre­ sas que producían parcial o totalmente con maquina­ rias; carpinterías, 1.310; alfarerías, 1.290; herrerías, 991; hornos de cal, 516; alpargaterías, 115; sombrerías, 56. Además, durante esa época se realizaron algunas obras de construcción de importancia: el Capitolio Nacional, el templo de San Francisco, el Teatro Nacional y el Arco de la Federación. Así, durante 1916-1921, entre los que emigraron de las ciudades hacia los campos petroleros había zapateros, albañiles, carpinteros, panaderos, em­ prendedores de calles y caminos, linotipistas, etc. El cua­ dro III muestra la emigración que hubo desde estas áreas.

101

CUADRO II Las repercusiones de las primeras explotaciones petroleras en la población rural CAMPESINOS (%)

AÑOS

1916 1917 1918 1919 1920 1921

Núm. de campesi­ nos que emigraron

1.135 1.237 1.424 1.582 1.687 3.360

Ingresa­ ron al mercado de traba­ jos petro­ leros

Ingresa­ ron a act. supiement. en los campos petroleros

Ingresa­ ron ciu­ dades es­ tablecidas

Regresa­ ron a sus primitivas residen­ cias

15 20 28 32 36 40

34 40 32 38 34 30

18 15 18 15 15 18

30 25 42 15 15 12

10.425 FUENTE: Federico Brito Figueroa, «Historia económica y social de Venezuela», tomo II. Edic. Biblioteca U. C. V. Cara­ cas, 1974, pág. 418.

CUADRO III

La estructura del proletariado petrolero entre 1916-1921 Obreros petroleros que ingresaron al mercado petrolero del trabajo Trabaja­ dores ac­ cidentales

Migración total

3.245 4.215 4.800 5.210 5.435 8.425

7.802 5.600 6.200 6.521 6.890 11.125

11.077 9.815 10.000 11.735 12.425 19.825

31.660

44.138

75.798

AÑOS

Origen rural

Origen urbano

TOTAL

1916 1917 1918 1919 1920 1921

1.135

1.237 1.427 1.582 1.684 3.360

2.140 3.038 3.373 3.628 3.751 5.355

10.426

21.285

FUENTE: Federico Brito Figueroa, «Historia económica y social de Venezuela», lomo 11. Edic. Biblioteca U. C. V. Cara­ cas, 1974, pág. 420.

102

A principios de las dos primeras décadas de este si­ glo, la dicotomía urbana-rural no tenía la importancia que tiene hoy día. Venezuela era un país con una desarro­ llada conciencia regional, siendo este regionalismo no sólo un instrumento de los ambiciosos caudillos políti­ cos, sino que también llegó a penetrar en la conciencia de las clases trabajadoras. Debido a esto, cuando los tra­ bajadores de una región en particular llegaban a Zulia o Falcón, no se consideraban a sí mismos como urbanos o rurales, ya que sus propias identidades se hallaban mejor definidas por la región de donde provenían, sim­ bolizándose en sus acentos, comida, manera de actuar, etcétera. Así, en 1921, era la conciencia regionalista y no la conciencia de clase la que existía. El cronista Jesús Prieto Soto resumió el impacto de la industrialización en las regiones de la siguiente ma­ nera: «Petróleo en Mene Grande... es un grito que repercute como un profundo eco en el interior de Venezuela...; el eco petrolero levanta la ambición en los afiebrados palú­ dicos llaneros, en los arriesgados margariteños, entusiasma a los parsimoniosos andinos, pone en pie a los falconianos como resistentes cactus, a los campesinos sisaleros larenses, a los laboriosos cultivadores yaracuyanos. Todos, hom­ bres, mujeres y niños de la ignorada Venezuela. Por tor­ tuosos, diferentes caminos y medios llegan a las riberas del lago del oro negro. Hermanos de una misma patria que se odiaban por el calentar de las orejas por efectos del ron con pólvora repartido alevosamente por los caudi­ llos regionales... La Venezuela humana rural, agotada y diezmada por el paludismo y flagelada por el látigo cruel y temerario del latifundismo gomecista, ilusionadamente se deja arrastrar por el reventar petrolero del Zulia. Así, como los margariteños, los coreanos, los andinos, caraqueños, lla­ neros, larenses, secrenses, zulianos, todos hijos de Venezue­ la, son como almohadas comunes, los rieles de "la máqui­ na", con los pies y las manos roídas por las asquerosas llagas, ingresan como las primeras fuerzas de trabajo en la industria petrolera» (56).

El siguiente cuadro muestra la cantidad de nativos de las diferentes regiones que, para el año 1921, emigra­ ron hacia los campos petroleros: (56) Prieto Soto: Luchas obreras por nuestro petróleo. Maracaibo, 1970. Págs. 285-286. 103

CUADRO IV

El origen regional del proletariado petrolero 1921 ESTADOS

Zulia Nueva Esparta Falcón Lar a................................. Trujillo Mérida y Táchira

% de nativos

35 25

18 8 8 6 100

FUENTE: Federico Briio Figueroa. «Historia económica y social de Venezuela», lomo II. Edic. Biblioteca U. C. V. Cara­ cas, 1974, pág. 425.

5.5.

Condiciones generales de los campos petroleros

Las etapas iniciales de exploración y explotación de la industria petrolera involucró la penetración y domi­ nación de un terreno virgen y físicamente hostil. Este fue, a pequeña escala, un proceso de conquista compa­ rado al realizado en América por los españoles en el siglo xvi. Se debieron construir caminos en áreas infec­ tadas con reptiles y totalmente abandonadas por la civi­ lización, siendo en medio de este ambiente duro y hostil que los primeros pioneros construyeron los campos que más tarde crecieron como comunidades, destruyendo a la vez varias comunidades indígenas a medida que pe­ netraban en sus tierras. El capital monopólico extran­ jero y la fuerza laboral predominante venezolana fueron 104

los elementos principales del desarrollo de esta industria. Los líderes de esta empresa fueron en un comienzo eu­ ropeos y, posteriormente, norteamericanos. Ambos vinie­ ron con preconcepciones de América Latina y Venezuela en particular, con los prejuicios de sus propias socieda­ des, maneras de vivir, mentalidad de superioridad y aire de conquistadores. Aquí encontraron una sociedad esen­ cialmente feudal, un sistema que sus antepasados eu­ ropeos habían traído al colonizar América en los días del capitalismo mercan ti lista. Cuatrocientos años más larde, como agentes del capitalismo monopólico, lucha­ ron conscientemente para mantener en ésta a «los nati­ vos» en relaciones feudales a medida que ellos los explo­ taban haciéndolos trabajar según los modos de produc­ ción capitalista. En la misma construcción de los campos reflejan sus mentalidades, ya que construyeron barreras físicas para apartarlos de los «nativos» y enfatizar así la supuesta diferencia en las construcciones de sus casas, oficinas y facilidades recreativas. Para asegurarse que estas barreras físicas no fuesen violadas establecieron un sistema de seguridad para reforzar estas separaciones. También desarrollaron barreras sicológicas para garan­ tizar su prestigio y privilegios, demandando así obedien­ cia, lealtad y pasividad de los «nativos». Fue un proceso irónico en que tanto los nativos y los extranjeros se en­ cararon contra la hostilidad y los peligros que se asocia­ ban a los primeros días de explotación y exploración. Pero apenas comenzó a fluir el petróleo se convirtió en propiedad de los extranjeros, y aquellos venezolanos que correctamente pensaron que habían descubierto su pe­ tróleo, se dieron cuenta que no era suyo, sino propiedad de los foráneos. Gradualmente, los venezolanos se alie­ naron en sus propias tierras, fueron explotados, abusa­ dos y engañados. Se convirtieron, al decir de Fanón, en los «condenados de la tierra». Las condiciones subjetivas y objetivas tanto dentro de los campos como en la mis­ ma sociedad existente, en las primeras tres décadas de este siglo, contribuyeron a una lucha intensa entre los inflexibles y explotadores agentes del capitalismo mono­ pólico y la fuerza laboral nacional que pretendía obtener justicia económica y respeto por sus derechos en una 105

lucha integral para el rescate de su dignidad humana y de nacionalidad. La existencia del capitalismo monopólico extranjero para explotar a la fuerza laboral bajo relaciones feudales fue durante cuatro décadas la base para una lucha de clases, algunas veces abierta, otras es­ condida, al comienzo espontánea y posteriormente cons­ ciente. Con el fin de mostrar las condiciones sicológicas, geoeconómicas, sociales, culturales y políticas que exis­ tían en los campos enfocándolas específicamente en la interacción entre capital y fuerza laboral, es necesario presentar una serie de descripciones de la vida en estos campos petroleros. En los años 1918-1928, estos campos petroleros eran construcciones primitivas bien aseguradas por alambres de púas. Posteriormente, desde los inicios de los años 30 en adelante, estas construcciones fueron convertidas en pequeñas chozas habitables; por otro lado, los trabaja­ dores blancos extranjeros categorizados como técnicos fueron enviados a construcciones modernas y bien ven­ tiladas. Los campos estaban completamente aislados unos de otros, por lo que no se permitía el contacto entre sus respectivos trabajadores. A la vez, se hallaban distantes de la ciudad misma de Maracaibo, siendo sólo accesibles las pequeñas comunidades ya existentes, pero aun éstas se hallaban en terrenos prohibidos, con lo cual se con­ trolaba la comunicación. No había servicio de correo, excepto el de las compañías, y aun éste se hallaba estric­ tamente supervisado. En un comienzo, la mayoría de los trabajadores no tenían a sus familiares cerca y les era a la vez imposible crear nuevas familias. En cada campo coexistían dos tipos de vida, siendo cada uno de éstos un mundo aparte del otro. Un observador de entonces describió los campos de la siguiente manera: «Hace cuarenta años, los campos petroleros de Cabimas, Lagunillas, Bachaquero, Mene Grande y San Lorenzo eran verdaderos infiernos dantescos. Semejaban campos de concentración hitleriana, con sus alambradas tendidas por todas partes; guachimanes y policías uniformados en las puertas, armados de revólveres y peimillas, pagados por las compañías, y se requería de un permiso firmado por la Superintendencia y el jefe civil para entrar y salir. Es decir, que los venezolanos, que tienen entre las garan-

106

lías constitucionales el derecho a transitar libremente por el territorio nacional, no podían hacerlo por la geografía de los campos petroleros, porque lo impedían los magna­ tes de Wall Street, allí aposentados sobre nuestras riquezas petroleras. No habían casas para los trabajadores, ni mé­ dicos, ni medicinas, ni agua, ni luz para ellos tampoco» (57).

Manuel Taborda, ex obrero petrolero, nos describió personalmente su propia experiencia durante una en tre­ vista: ce Llegué a Alta Gracia al comienzo de la década de los años 20, proveniente de Margarita, donde encontré un tra­ bajo como cargador de tubos de la compañía British Con­ trol led Petroleum. Eramos un grupo de 122 venezolanos, de los cuales 12 éramos margari teños. Al llegar no había vivienda, por lo que decidimos los margariteños colocar un canal de zinc debajo de una mata de uva, muy cerca de la playa. En esa forma nos protegíamos de la lluvia y almacenábamos nuestros alimentos. Sobre la arena pren­ díamos fuego y allí cocinábamos nuestra comida. Nos ba­ ñábamos en la playa, y en la vegetación hacíamos nuestras evacuaciones. No había ningún tipo de servicio, ni siquiera médico. Un día, mientras trabajábamos, mister Duboy, el superintendente del campamento, vio nuestra vivienda im­ provisada y dio órdenes para que fuera destruida. Al lle­ gar en la noche, no teníamos ningún sitio donde prote­ gernos contra la lluvia, que desafortunadamente esa misma noche cayó. Al día siguiente decidimos no ir a trabajar y exigimos una explicación a la compañía. El resto de los venezolanos se solidarizaron con nosotros y así todos nos pusimos en huelga. La explicación dada por la compañía fue que la apariencia de nuestra casa improvisada era desagradable. Esta respuesta no nos satisfizo, especialmen­ te porque ellos no nos pudieron ofrecer vivienda alterna­ tiva, ya que no había. Así entonces, decidimos no asistir al trabajo. La compañía trajo a la Policía para obligarnos a trabajar, logrando que los trabajadores reiniciaran sus trabajos, excepto los 12 margariteños, que fuimos expulsa­ dos. El caporal del campamento, Luis María Sánchez, quien sentía mucho afecto por mí y quien cariñosamente me llamaba "el muchacho del campamento", me dijo que nues­ tros nombres iban a ser puestos en una lista negra, por lo que al buscar trabajo en otros campamentos teníamos que cambiar nuestros nombres. Así, con los nombres cambiados, decidimos ir en busca de trabajo a Meno Mauroa, teniendo que pagar Bs. 25

(57)

Correa, Jesús: Op. cit., págs. 6 y 7.

107

cada uno por transporte. Al llegar a este campamento en­ contramos que, a pesar de ser más desarrollado, las con­ diciones de vida eran más duras. La distancia entre el campamento y el lugar de trabajo nos obligaba a caminar durante seis horas por ida y regreso. Entre seis de nos­ otros logramos alquilar una casita de la compañía, de tres por cinco metros, por la cual pagábamos Bs. 25 quince­ nales, en la cual colgábamos cuatro hamacas y construi­ mos dos camas. Por cada dos cuadras de viviendas existía solamente una letrina. Nosotros, los margariteños, siempre nos juntábamos y preparábamos nuestra comida a base de pescado, funche y harina. Nunca pudimos disfrutar de un desayuno o almuerzo en nuestra casa, ya que comenzá­ bamos a caminar al trabajo a las cinco de la mañana, des­ pués de haber sido despertados con un pitazo, teniendo que comer por el camino. La actitud despótica de los jefes y el poco dinero ganado me indujeron a buscar trabajo en Mene Grande, donde había oído que los sueldos eran mejores. Mene Grande fue desarrollado en un monte, y estaba constituido por 20 casitas dobles para los negros antillanos y oficinistas, y un campamento aparte, de 50 metros por 50 metros, techado con zinc, sin paredes, donde se aloja­ ban 400 obreros, quienes dormían en hamacas y chincho­ rros, vertical y horizontalmente. Nosotros, los margarite­ ños, hicimos nuestro propio rancho, teniendo que pagar un alquiler por el terreno, que pertenecía al dueño de la tien­ da del campamento, quien a su vez nos daba crédito a todos los trabajadores por comida, ropa, etc...» (58).

Este estilo de vida en que vivían los trabajadores venezolanos contrasta fuertemente con el estilo de vida de los extranjeros europeos y norteamericanos, quienes vivían privilegiadamente al lado de los obreros. Por ejemplo, en la siguiente carta escrita por un ex caporal venezolano, destacan las grandes diferencias de los esti­ los de vida: «Yo fui un caporal de la compañía Standard Oil, en ”E1 Modelo", situado entre Santa Lucía de Ipire y Pariaguan, en el Estado Guárico; trabajaba en el Departamento de Es­ tudios Sismográficos número 2, donde el personal no dis­ frutaba de las leyes, por ser una región apartada de los centros urbanos, donde no había vigilancia o inspección. Devengaba un salario de Bs. 8. El campamento se dividía (58) Taborda, Manuel: Entrevista realizada el 20 de febrero de 1978.

108

en dos secciones: la del personal «yankce» y la del per­ sonal venezolano, separadas por 500 metros; la sección de los «yankees» constaba de cinco metros cuadrados cada uno, con dos camas y sitios para guardar equipajes y de­ más útiles de sus ocupantes. Estas habitaciones las atendía y organizaba esmeradamente un camarero especial, quien conservaba todo en el mayor aseo: cambiaba los mosqui­ teros y ropa de cama dos veces por semana, y empleaba in­ secticidas todas las noches. Disponía de un comedor amplio y provisto de dos mesas, un armario para los periódicos, revistas y libros en ingles, radio, botiquín de campaña con todas las medicinas que pudieran necesitarse, 14 comodísimas sillas de lona, lavandería, baño, lavabo, garaje, de­ pósitos, oficina, pieza especial para el fotógrafo y dos hi­ giénicos "water-closet”, uno que usaban los norteamericanos y otro para los cocineros chinos. La sección del personal venezolano sólo se componía de un dormitorio y cocina de 25 metros por cuatro metros, dividido en siete departamentos, limitados unos de otros por un tirante sostenido fuertemente por dos pilares, a fin que pudiera resistir el peso de 506 chinchorros «moriches» de cada lado; la cocina se dividía en dos partes, una para dormitorios y provisiones, y otra donde distribuían la co­ mida y se colgaba la carne, después de salada, para su conservación. La cocina de los norteamericanos estaba provista de todo lo que en tal sentido puede desear el gusto más exi­ gente: los alimentos eran de primera; disponían de hor­ nos especiales para preparar asados; el pan se preparaba diariamente, y los postres nunca faltaban. La mesa la ser­ vían dos mesoneros con el mayor esmero y prontitud, y los platos eran variadísimos, consumiendo seis gallinas dia­ riamente y una gran variedad de conservas alimenticias. De Ciudad Bolívar traían toda clase de hortalizas y se surtían de hielo con que enfriaban el agua, el coco-malt y preparaban helados. La comida que sobraba la tiraban al hoyo de los desperdicios, así como la que no estaba en perfectas condiciones. El agua la tomaban hervida y co­ lada y la depositaban en bolsas especiales para conservarla fría. Junto con su "lunch”, cada uno llevaba una bolsa por­ tátil al sitio de trabajo. El "lunch” se componía de sand­ wiches de queso amarillo, jamón, salchichas, etc., así como también su provisión de frutas en su jugo, que nunca faltaban. La comida de los venezolanos se componía invariable­ mente de carne, arroz cocido con agua, sin trozo alguno de manteca, y casabe. El desayuno y el almuerzo se ser­ vían juntos, y cuando llegaba la hora de tomarlos esta­ ban fríos, y cada quien lavaba su plato en un recipiente lleno de agua sucia de manteca y desperdicios del día an­ terior y lo presentaba al cocinero para que sirviera. Luego,

109

j

comían aprisa un bocado y el resto lo envolvían en un pedazo de papel para comérselo al mediodía en el trabajo, el cual se componía de verduras y una taza de café. El agua potable era la misma que se usaba para la cara y enjuagarse la boca; era sacada de unos toneles oxidados expuestos al sol y frecuentemente sabía a jabón. La carne que se comía, generalmente era salada, y cuando dismi­ nuía el personal, sobraba siempre carne, que sin embargo había que consumirla aunque estuviese corrompida, bajo amenaza de perder el empleo. Todos recuerdan el caso de Bel monte y Martínez en el departamento número 2: estos dos individuos, cumplidores de su deber, honrados y conscientes, fueron despedidos por el jefe de campa­ mento debido a que se quejaron de que la carne estaba hedionda, recibiendo además por respuesta que "en ningún hogar venezolano se comía mejor que allí”» (59). Estas descripciones narradas por los obreros que par­ ticiparon en el desarrollo inicial de la industria dan una idea amplia e introducen al tipo de vida que, en general, se llevaba en los campamentos. Posteriormente, en este capítulo, la evidencia demostrará que las condiciones de vida no mejoraron en muchos de estos campamentos, aunque ya en 1936 se desarrollaron en comunidades via­ bles. A continuación haremos un análisis de la composi­ ción de la fuerza de trabajo, la situación económica, cultural, política, ideológica y sicológica durante el pe­ ríodo de 1918-1936 en los campamentos. La fuerza laboral estaba constituida por diversas na­ cionalidades, pero principalmente por venezolanos. Lue­ go le seguían los negros antillanos que hablaban inglés y que se utilizaban como grupo intermediario entre los venezolanos y los jefes europeos y norteamericanos, y, por supuesto, existían los técnicos blancos, anglo-holandeses-norteamericanos. Las memorias de los diferentes Ministerios gubernamentales no proveen suficiente infor­ mación de la composición de cada grupo anualmente, pero fue posible recopilar estadísticas de una manera general para dar así una idea bastante clara del número de trabajadores que había durante 1918-1948. El número total de obreros manuales y asalariados venezolanos va-

(59) Diario Panorama: Es necesario hacer cumplir nuestra Ley de Trabajo. Marzo, 2, 1936. Págs. 1 y 6. 110

riaba entre 3.000 a 55.170, y a pesar que se usaban los negros antillanos como grupo intermediario, se les con­ sideraba como «nativos» al igual que a los venezolanos. Esto significó que se les pagara menos, vivieran en con­ diciones similares y fuesen tratados como seres inferio­ res a los euro-norteamericanos. En enero de 1917, la New York and Bermúdez Company empleó 350 obreros durante el mes de enero; este número fue reducido a 250 en el mes de julio, y aumentó a 320 en el mes de diciem­ bre (60). No se ha podido obtener información del nú­ mero de trabajadores extranjeros comparados al núme­ ro de trabajadores locales. La Venezuelan Oil Concessions Limited empleó en enero de 1917 101 obreros; este nú­ mero decayó a 68 en julio y a 40 en diciembre (61). Una vez más, no se obtuvo información de la proporción de trabajadores locales y extranjeros de esta compañía. Por otro lado, en enero del mismo año, la Caribbean Petro­ leum Company empleó 567 trabajadores, de los cuales 509 eran venezolanos y 58 eran extranjeros; en junio es­ te número alcanzó a los 571, de los cuales 511 eran vene­ zolanos y 60 eran extranjeros. En el siguiente cuadro ob­ servamos el número total de obreros venezolanos y ex­ tranjeros de esta compañía, entre enero y diciembre de 1917.

(60) Ministerio de Fomento, Informe de 1918. Pág. 321. (61) iMemoria del Ministerio de Fomento, Informe de 1918. Pág. 318.

111

CUADRO V

Los empleados venezolanos y extranjeros de la Caribbean Petroleum Company-1917 MESES

Enero Febrero ... Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto ... . Septiembre Octubre ... Noviembre Diciembre

Venezo­ lanos

Extranje­ ros

509 455 428 505 544 511

58 59 58 59 58 60 57 57 54 57 57 55

485 536 554 594 517 538

TOTAL

567 544 486 564 602 571 542 593 608 651 574 593

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento». Informe del año 1918. pág. 553.

El número total de obreros en la Industria Petrolera para 1924 era de 8.126. En la Caribbean Petroleum Company se tenían por promedio anual 3.049 obreros vene­ zolanos y un promedio de 228 extranjeros (62). En ese mismo año, 1924, la Urdaneta Exploration Company em­ pleó alrededor de 91 venezolanos mensuales y 18 extran­ jeros (63), y la New England Company empleó 124 vene­ zolanos y 14 extranjeros; este número aumentó en diciem­ bre a 169 venezolanos y 15 extranjeros. En el siguiente cuadro observamos el número total de obreros extran­ jeros y locales de esta última compañía durante el año de 1924.

(62) 1Memoria del Ministerio de Fomento, Informe de 1925. Pág. 204. (63) Ibid., pág. 240.

112

i

CUADRO VI Los empleados venezolanos y extranjeros de la New England Company para el año 1924 MESES

Venezolanos

124 126 129 109 121 145 153 193 181 194 189 169

Enero Febrero ... Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto ... . Septiembre Octubre ... Noviembre Diciembre .

Extranjeros

14

14 14 14 15 15 15

15 15 15 15 15

PUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento». Informe del año 1925. pág. 211.

Durante el mismo año, 1924, la Venezuelan Oil Con­ cessions empleó 302 venezolanos y 28 extranjeros en ene­ ro, llegando a 1.084 venezolanos y 71 extranjeros en el mes de diciembre, como se muestra en el siguiente cua­ dro: CUADRO VII Los empleados venezolanos y extranjeros de la Venezuelan Oil Concessions Lid. para el año 1924 MESES

Enero Febrero ... Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto ... . Septiembre Octubre ... Noviembre Diciembre .

Venezolanos

Extranjeros

302 342 348 424 500 572 647 784 859 1.045 972 1.084

28 29 28 27 32 34 37 43 51 55 52 71

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento». Informe del año 1925. pág. 227.

113

L

La Venezuelan Gulf Oil Company durante el mismo maño empleó 4.943 venezolanos y 867 extranjeros, seña­ lándose en el siguiente cuadro el número mensual de estas contrataciones. CUADRO VIII Los empleados venezolanos y extranjeros de la Venezuelan Gulj OH Company. Año 1924 MESES

Enero Febrero ... Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto ... . Septiembre Octubre ... Noviembre Diciembre .

Venezolanos

Extranjeros

227 283 310 283 336 315 332 374 519 559 699 706

38 46 48 49 59 65 68 75 84 100 155 120

4.943

867

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento». Informe del año 1925, pág. 254.

También en 1924 la British Control led Oil Fields Li­ mited empleó un total de 584 obreros, de los cuales 522 eran venezolanos y 62 extranjeros durante el mes de ene­ ro, reduciéndose este número en diciembre a 509 vene­ zolanos, mientras que los extranjeros aumentaron a 74. El siguiente cuadro demuestra los números exactos de obreros extranjeros y venezolanos empleados por esta compañía durante ese año.

114

CUADRO IX

Los empleados venezolanos y extranjeros de The Briíish Controlled Oilfields Lid. Para el año 1924 MESES

Enero Febrero ... Marzo ... . Abril

Mayo Junio Julio Agosto ... .

Septiembre Octubre ... Noviembre Diciembre .

Venezo­ lanos

Extranje­ ros

TOTAL

522 523 525 526 530 550 559 513 526 531 506 509

62 64 60 60 65 63 69 71 70 70 70 74

584 587 589 586 590 615 622 582 597 600 576 583

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento». Informe del año 1925, pág. 158.

Según estos cuadros de los años 1917 a 1924, pode­ mos observar que la producción de petróleo dependía en más de un 90 por 100 de la fuerza laboral venezolana. También observamos que en cada una de las compañías hay cierta estabilidad de trabajo. De los cuatro cuadros del año 1924, deducimos que el empleo promedio es es­ table y que en la mayoría de los casos éste aumentó. El cuadro de 1918 demuestra un promedio estable. El empleo, en general, en la industria petrolera subió entre 1918 y 1924. Los trabajadores empleados en 1923 aumen­ taron a 5.158, y en 1924, a 8.126 trabajadores. Estos pa­ trones de dependencia de la fuerza laboral venezolana, casi en su totalidad, el aumento de empleo y estabilidad de trabajadores, se mantuvieron hasta 1929. El número de trabajadores en total empleados en 1925 eran 12.148; en 1926 subió a 16.175, en 1927 aumentó a 21.154, en 1928 era de 21.240 y en 1929 llegó a 27.221 trabajadores. Pero con la crisis económica mundial entre 1929 y 1933 115

!

hemos observado que el empleo se reduce y es inestable. Además, los trabajadores venezolanos tuvieron que so­ portar el peso de la crisis, ya que las compañías despi­ dieron a los obreros masivamente. Por ejemplo, en el año 1930 más de 6.000 trabajadores perdieron su traba­ jo, reduciéndose el número de trabajadores a 21.009, mientras que al año siguiente cerca de 10.000 trabajado­ res más perdieron su empleo, partiendo de 1931 con 12.064 empleados. La situación todavía empeoró en 1932, cuando 3.232 trabajadores perdieron su trabajo. La si­ tuación empezó a mejorar cuando la industria, poco a poco, comenzó a salir de la crisis, siendo en 1933 el nú­ mero total de trabajadores empleados 10.855, significan­ do el reclutamiento de 2.023 trabajadores adicionales. Este número siguió aumentando año tras año, pero no llegó al total de 1929 hasta alrededor del año 1945. En 1934 el número de trabajadores subió a 11.546, en 1935 aumentó a 12.333, en 1936 llegó a 13.754. Para el año 1935, el segundo año de recuperación en términos de aumento de empleo, el patrón de dependencia del obrero venezo­ lano en la industria y la estabilidad de empleo vuelve a ser como antes de la crisis. Por ejemplo, la North Vene­ zuela n Petroleum Company Limited empleó 107 trabaja­ dores, de los cuales 91 eran venezolanos (64); la Colon Development Company Limited, en 1935, empleó 120 ve­ nezolanos y 46 extranjeros (65). La Caribbean Petroleum Company empleó un promedio de 1.215 venezolanos y 261 extranjeros, que incluyó los empleos de sus estable­ cimientos y sucursales para la venta de productos en el país (66). El promedio de empleados en la Venezuclan Oil Concessions Limited en 1935 fue de 1.619 venezola­ nos y 301 extranjeros (67). Mientras por el mismo año, la British Controlled Oil Ficlds Limited empleó los nú­ meros de trabajadores según el siguiente cuadro:

(64) Memoria del Ministerio de Fomento, Informe de 1936. Pág. 294. (65) Ibid., pág. 178. (66) Ibid., pág. 190. (67) Ibid., pág. 219. 116

CUADRO X

=

Los empleados venezolanos y extranjeros de la British Controlled Oil Fields Limited. Año 1935 TRIMESTRE

Primer trimestre Segundo trimestre Tercer trimestre Cuarto trimestre

Venezola­ nos

Extmnjcros

TOTAL

371 370 379 362

84 82 80 81

455 452 459 443

FUENTE: «Memoria del Ministerio 1936, pág. 228.

de

Fomento».

Informe

anual

Las condiciones de trabajo eran tan primitivas como en los primeros campamentos. La residencia de los obre­ ros estaba usualmente distante del lugar de trabajo y no se les proveía de ningún tipo de transporte, por lo que tenían que caminar durante horas para ir y venir. No recibían ningún tipo de pago por estas horas perdidas, y si llegaban tarde a causa de la lluvia o por razones de salud, se les descontaba este tiempo de su sueldo. Los obreros venezolanos eran mal pagados, las horas de trabajo eran muchas y no recibían ningún pago por sobretiempo. Tenían que trabajar de domingo a domingo y sin vacaciones pagadas; se les trataba abusiva y des­ póticamente, degradándolos continuamente. Por otra par-, te, a los empleados blancos se les trataba y pagaba mu­ cho mejor discriminando a los venezolanos, quienes rea­ lizaban el mismo trabajo. Gómez había dictado una ley laboral en 1928 para satisfacer los requerimientos burocráticos formales de la Organización Internacional de Trabajadores (OIT), per­ mitiendo que las compañías petroleras hiciesen lo que quisieran con la mano de obra local. Formó con sus ofi­ ciales de la policía un sindicato que representara a Ve­ nezuela ante la OIT; luego, la Ley emitida existía sólo en teoría y no en la práctica. El doctor José Martorano Battisti, inspector de Téc­ nicas de Hidrocarburos del Estado, en un informe al Mi117

nisterio de Fomento fechado en 5 de diciembre de 1931, señaló en base a una denuncia de un grupo de venezola­ nos empleados por la Standard Oil Company la siguien­ te realidad de la industria petrolera:

«Nuestra Ley del Trabajo distingue entre empleados y obreros, según que el individuo devengue por sus servicios estipendio mensual (sueldo) o salario por día (jornal). Asiéndose de esta definición, la compañía ha enrolado en la lista de pago diario a varios oficinistas, quienes conse­ cuentemente reciben igual trato que los obreros (habitan en el mismo campamento, no tienen comida y perciben un mísero jornal). Esta manera de proceder le economiza a la empresa el pago de los domingos y demás días que no sean laborables, las vacaciones y cuantas prerrogativas me­ recían dichos oficinistas si estuviesen bajo la denomina­ ción de empleados. La Standard, a su vez, considera dos categorías de empleados: a) Empleados que perciben sus sueldos en bolívares. b) Empleados que perciben un sueldo en dólares. En la primera categoría están los que las empresas pe­ troleras llaman "nativos” (venezolanos y antillanos). Las condiciones bajo las cuales se enganchan estos empleados son las siguientes: poco sueldo, sin contrato, vacaciones de dos semanas por año sin derecho a gastos de viaje, ne­ cesidad del beneplácito de la directiva para ser miembro del Club, etc...» Esta situación de abandono de los trabajadores venezolanos por parte de su gobierno fue admitida por el Ministerio de Relaciones Interiores, cuando señaló en un Informe:

«la función esencial del gobierno es la de proteger por igual esos derechos, aun cuando en verdad debe decirse que los de la clase obrera han sido hasta hoy los más olvidados». «A la segunda categoría se le dispensa las mejores ven­ tajas, ya que el empleado que a ella pertenece goza de un buen sueldo (a menudo hay de por medio un contra­ to). Cada dos años tiene dos meses de vacaciones, con sus respectivos gastos de viaje, y de hecho es miembro del Club de la Compañía. Si es soltero, se le da comida, habi­ tación y lavado de ropa. El ser casado le da derecho a una casa y sus gastos de mantención. Con excepciones muy contadas, esta categoría de sueldo en dólares la integran elementos extranjeros» (68).

(68) Memoria del Ministerio de Relaciones Interiores, 1933. Págs. 652 a 656. Documento núm. 683.

118

En aquella carta mencionada con anterioridad sobre las condiciones en el campamento «El modelo», el ex caporal había señalado que el sueldo del norteamerica­ no no bajaba de 1.000 a 1.200 bolívares por mes, y el de los cocineros y lavanderos chinos oscilaba entre 300 y 350 bolívares mensuales.

«Los empleados y obreros norteamericanos son: un jefe de Departamento, un calculador, un driller (perfora­ dor "yankee”), dos ingenieros, un cajero, un dinamitero, un encargado para los permisos, un caporal general, dos cocineros chinos, dos mesoneros, un lavandero y un jefe de cocina. Este personal de 14 individuos gana en conjunto al rededor de Bs. 12.000 mensuales, cuyo pago se hace se­ manal.» «Los salarios de los venezolanos no exceden de Bs. 7 a Bs. 8 diarios, y los menores llegan hasta Bs. 4, los que les son pagados diaria o semanalmcnle, según sean em­ pleados u obreros...; se comienza a trabajar a las seis de la mañana y se termina a las cinco de la tarde, empleán­ dose sólo una media hora para almorzar, trabajándose, pol­ lo tanto, diez horas y media diarias, sin cobrar sobre­ tiempo» (69).

El salario promedio entre 1918-1936 en los campos petroleros para un trabajador venezolano era de 5 a 6 bolívares. Para los llamados obreros de cuadrillas el pago era de 5 a 7 bolívares; para los que ejecutaban trabajos de mayor categoría o responsabilidad en com­ paración con los devengados en las haciendas, por ejem­ plo, era más que halagador. Trabajaban de seis a seis, hasta los domingos y demás días feriados, sin días de decanso remunerados (70). Un «tool pusher» extranjero ganaba 45,50 bolívares diarios, mientras que el venezolano ganaba 18 bolívares diarios, resultando una diferencia de 27,50 bolívares, o sea el salario extranjero superaba el del venezolano en un 152 por 100; lo mismo sucedió con el trabajo de perforador: el extranjero ganaba 42,25 bolívares dia­ rios y el venezolano 18 bolívares; el soldador extranjero ganaba 35,75 bolívares y el venezolano 14 bolívares; el

(69) (70)

Diario Panorama: Op. cit., pág. 2. Correa, Jesús: Op. cit., pág. 7.

119

dibujante extranjero ganaba 32,50 bolívares y el venezo­ lano 16 bolívares; el mecánico ganaba 32 bolívares si era extranjero y el venezolano solamente 16 bolívares, y, finalmente, el oficinista extranjero ganaba 22,75 bolíva­ res, mientras el venezolano ganaba 15 bolívares. Todos estos sueldos correspondieron a los años 1932 a 1935. El siguiente cuadro demostrará claramente las dife­ rencias de sueldo entre el trabajador extranjero y el ve­ nezolano. CUADRO XI

Salarios de trabajadores extranjeros y venezolanos en la industria petrolera (1932-1935)

PROFESION

Tool Pusher ... Perforador . ... Soldador Dibujante Encuellador ... Mecánico Oficinista

Salario diario de un ex­ tranjero (1)

Salario diario de un vene­ zolano (2)

45,50 42,25 35,75 32,50 32,50 32,00 22,75

18

18 14 15

16 16

15

Diferen­ cia (3)

Salario ext. supera ven. (%) (1:2)

27,50 24,25 21,75 17,50 16,50 16,00 7,00

152 135 155 1 17 103 100 52

FUENTE: Columnas 1 y 2: Quintero, Rodolfo: «La huelga petro­ lera», Barranquilla, Colombia, 1937, C. Columnas 3 y 4: P. E. M. A. Tomo citado por Pedro Esteban Mejía Alarcón en «La industria del petróleo en Venezuela», Edi­ tora San José, 1972, pág. 274.

Hay muchísimos testimonios de los obreros petrole­ ros de este período sobre el despotismo de sus supervi­ sores, explotación y discriminación, pero no considera­ mos necesario relatarlos todos. Basta añadir, sin em­ bargo, las observaciones de un periodista de El Tiempo, un representante del gobierno y la carta de un obrero. 120 f

El obrero escribió en su carta que Mr. Roberts Mo­ cho, jefe de transportes de la Gulf, obligó a los capita­ nes a que trabajaran sobretiempo sin pagárselo. Habi­ tualmente los obligaba a trabajar una noche cada se­ mana completamente gratis y tiempo corrido, por el mismo salario estipulado para las ocho horas reglamen­ tarias (71). El periodista, en un artículo, hizo énfasis sobre las condiciones en Cumarcbo, señalando las dificultades ex­ tras de los obreros de aquel lugar donde no existía cam­ pamento. «En Cumarcbo... la distancia al trabajo son varios kiló­ metros..., no hay transporte..., la comida se consume fría..., no hay restaurant..., hay constantes enfermedades estoma­ cales...»

Algunos obreros declararon al periodista que se les obligaba a ser mesoneros y otros oficios semejantes, tra­ bajando de esa manera más de diez horas diarias sin serles pagado el exceso sobre nueve horas de labor. Cuando en invierno la lluvia retrasaba a los trabajado­ res debido a la falta de transporte que debía ser pagado por la compañía, no se les permitía trabajar a la hora de su llegada, debiendo esperar el mediodía y perder, sin culpa, medio día de trabajo, que, naturalmente, no se les pagaba. Cuando anteriormente había en el campo menos pozos en producción, se utilizaba un servicio es­ pecial de muías para los «obreros muestreros», encarga­ dos de recoger las muestras de los pozos y también cam­ biar alrededor de 40 discos para los relojes medidores. «Ahora que existen 85 pozos y cuando es necesario el cambio de 68 a 70 discos para relojes, el jefe de produc­ ción hizo una rebaja que lleva casi un año, y aunque se le ha exigido suministrar de nuevo muías a los "obreros muestreros”, no ha atendido a la exigencia. Además, exis­ ten en el monte serpientes, y el cambiador de discos tra­ baja seis horas en la noche y está expuesto a ellas.»

(71) Bi-Semanal. Petróleo de Lagunillas. Julio, 25, 1936. Página 4. 121

El periodista terminó su artículo pidiendo que se dé:

«agua, luz, aire y vivienda amplia al obrero petrolero. Y poner fin al trato despótico y el desprecio hacia el obre­ ro..., llamando la atención a la condición humana del tra­ bajador venezolano» (72). Durante el año 1930 fueron tan flagrantes las viola­ ciones a la Ley del Trabajo por las compañías explota­ doras de petróleo, que a petición de los respectivos ins­ pectores de técnicos de hidrocarburos, por las constantes denuncias que ante ellos hicieron los obreros, que el Mi­ nisterio del Interior se vio obligado a enviar al Zulia y a Monagas sendos comisionados especiales para investigar el cumplimiento de las disposiciones de la Ley del Trabajo en dichas regiones. Las siguientes observaciones corresponden a una de esas comisiones:

«... estudiando la vida que sobrellevan allí los obreros pe­ troleros se observa que el salario es poco en relación a la carestía actual de la vida y el fuerte trabajo que ejecutan, agravándose su situación por el clima demasiado caluroso y generalmente malsano. Muchos se quejan del mal trato que reciben de sus patronos, diciendo no atreverse a formu­ lar su queja en forma legal por temor a ser despedidos de su trabajo; otros encuentran que la Ley de Trabajo es deficiente y que el apoyo que les garantiza es casi nulo De todo esto se deduce que hay un gran descontento entre los obreros, que ocasionan controversias y huelgas, dando por resultado final un perjuicio tanto para ellos como para las compañías. En varias oficinas petroleras de Maracaibo he visto que usan ciertos esqueletos en forma de contratos, en los cuales renuncian a los empleados que aceptan cargos, los dere­ chos que les correspondería por conceptos de alguna re­ clamación, dado el caso, y casi todos se conforman por ne­ cesidad. Los empleados extranjeros, al contrario, son tratados con mucha consideración, viviendo todos bajo contrato, ganan mejores sueldos y les dan mejores viviendas. Res­ pecto a reclamaciones por casos de accidente o por muerte, he tenido noticias de algunas que no han satisfecho las compañías por haber transcurrido el lapso de Ley para hacer el reclamo, debido a que los familiares de la víctima (72) Diario Panorama: El infierno petrolero, por Miguel Acos­ ta S. Pag. 8. Abril, 1, 1936.

122

no habían tenido noticia sino después de pasado dicho lapso...» (73).

Las muertes ocurridas en los campos petroleros se debían a dos razones: una, el paludismo, la tuberculo­ sis, enfermedades venéreas y la disentería; la otra, eran los accidentes. Según lo relatado por un obrero en Mene Grande, en 1923, un trabajador moría diariamente de las enfermedades mencionadas. Otro zuliano, quien descri­ bió los problemas de salud y muerte, explicó que «se trabaja en zonas insalubres, infectadas de paludismo, sin ninguna protección contra la picada de mosquito en las horas nocturnas. Y quien fuera atacado por la fiebre sólo duraba con vida veinticuatro horas, a lo más. Comían los trabajadores lo que podían encontrar. Bebían agua de los ríos cienagosos y lagos; enfermaban y morían, prin­ cipalmente de fiebre palúdica, de enfermedades venéreas y mordeduras de serpientes venenosas. En Mene Grande fue establecida posteriormente "La Mortuoria". Era una pieza grande construida, de 2 x 2,5 me­ tros. El piso tenía un pie de espesor de "cal viva”. Cada día morían, por lo menos, dos obreros y allí eran echados sus cadáveres, completamente desnudos, para los efectos de mantenerlos incorruptos, mientras traían un camión y una caja de madera "pichipen", cuadrada, en donde eran metidos y sin más acompañamiento los transportaban en dicho camión al sitio conocido con el nombre de "Piedrita Blanca", a unos 15 kilómetros del campamento, en donde eran enterrados» (74).

Se observa así que las enfermedades estaban direc­ tamente relacionadas con las condiciones de trabajo, mala habitación, bajos sueldos, mala nutrición y una ca­ rencia total de cuidados médicos. Esta situación sólo afectaba a los obreros venezolanos, ya que los euro-nor­ teamericanos obtenían inmunizaciones, gozaban de me­ jores habitaciones, recibían sueldos superiores, estaban mejor alimentados y tenían atención médica. Las com­ pañías y el Gobierno venezolano estaban advertidos de los problemas de salud, pero los ignoraban totalmente. (73) Memoria del Ministerio de Relaciones Interiores. Infor­ me de 1931. Documento núm. 366. Págs. 392-400. (74) Correa, Jesús: Op. cit., pág. 14. 123

Pero si estas enfermedades y las circunstancias bajo las cuales se desarrollaron eran causas suficientes para la condena, el descuido de las compañías con respecto a la seguridad industrial y la polución del lago de Maracaibo eran deliberadamente perjudiciales. Lino Taborda nos explicó en una entrevista que en la década de los años 20 y 30 la perforación: «estaban en pañales y era entonces muy peligrosa; a nos­ otros, los margariteños, las compañías les gustaba darnos las tareas en agua...». En aquel período:

«la producción petrolera en el lago Maraca i bo se efectua­ ba sobre plataformas colocadas sobre centenares de pi­ lotes de madera, sin ninguna seguridad para el trabaja­ dor...; los pozos eran perforados con aparejos terrestres convencionales de la época; los medios de seguridad indus­ trial no se conocían ni de nombre. Los encuelladorcs, por ejemplo, trabajaban amarrados al copo de la cabría, y fue­ ron miles los que murieron por accidentes de trabajo no remunerando jamás a sus familiares; como otros fueron mutilados c inutilizados por incapacidad total y perma­ nente, víctimas para siempre de esta situación de improvi­ sación, los cuales eran vistos después por las calles vivien­ do de la caridad pública, y así se echaba sobre los hom­ bres de la población activa en las empresas el peso de la gente pasivamente económica por esa desgracia sufrida y de la cual eran culpables sólo las compañías...; los traba­ jadores no tenían ninguna prestación» (75).

La Ley del Trabajo de 1928, a la cual anteriormente nos hemos referido y que fue promulgada para cumplir con un compromiso internacional, contenía previsiones por accidentes, etc., pero nunca fue aplicada. Aquella Ley tenía las siguientes cláusulas: 1.

Estableció jornada máxima de trabajo..., día y no­ che, nueve y ocho horas, en las minas. Las consecuencias de los accidentes o de las enfer­ medades profesionales.que dan derecho a indemni­ zación, se clasificaban así:

2.

(75)

124

Entrevista con Lino Taborda, el 19 de febrero de 1978.

a)

La muerte: La familia recibe salarios de dos años, sin exceder de 15.000 bolívares, no importa la cuantía del salario. b) La incapacidad absoluta y permanente para el trabajo: Víctima... salario de dos años..., sin ex­ ceder de 15.000 bolívares. c) La incapacidad absoluta y temporal: Sueldo por duración de la incapacidad, sin exceder de seis meses. d) La incapacidad parcial o permanente: La vícti­ ma tendrá derecho a una indemnización, que se fijará teniendo en cuenta el salario y la reduc­ ción de la incapacidad de ganancia causada por el accidente, la cual no podrá exceder en ningún caso del salario correspondiente a un año ni de la cantidad de 10.000 bolívares, cualquiera sea la cuantía del salario. c) La incapacidad parcial y temporal en que la víc­ tima tendrá derecho a un indemnización que se fijará teniendo en cuenta el salario, la reducción de la capacidad de ganancia acusada por el ac­ cidente y los días que dure la incapacidad, la cual no podrá exceder del salario completo co­ rrespondiente a seis meses. f) El Derecho ejecutivo que reglamente la Ley del Trabajo establece las reglas para determinar las incapacidades y las indemnizaciones máximas correspondientes.

Las compañías ignoraban esta Ley. Además, muchos trabajadores no conocieron de su existencia. Por otro lado, cuando murieron ni sus familiares fueron infor­ mados. Para que los trabajadores pudieran reclamar sus derechos era necesario que presentaran un certificado medico, pero los médicos, corrompidos por las compa­ ñías, muchas veces se los negaron. A través de la carta de un obrero nos informamos de lo siguiente: José Sán­ chez, obrero de la Gulf, a quien se le infectaron dos ca­ llos en las manos, uno en el dedo pulgar de la mano de­ recha y otro en el anular de la izquierda, fue llevado a la enfermería por el caporal. El doctor Aza Gil empezó a 125



curarle el primero, pero, para descartarlo, le inyectó dos ampolletas de Salvarsan diciéndole que era sífilis. Pero el segundo callo, del que estaba próximo a perder el dedo, el doctor Gil reportó a la compañía que era un panadizo con el objeto de que no lo indemnizaran (76). Considerando los centenares de casos como el de Sánchez, parece inconcebible que el Gobierno nacional felicitara «los logros» de la Gulf en su informe del Mi­ nisterio de Fomento del año 1936. El informe decía: «La compañía ha continuado sus esfuerzos encamina­ dos hacia la previsión de accidentes del trabajo con re­ sultados bastante halagadores, ya que a pesar de haber mantenido en empleo un promedio de 2.400 obreros y em­ pleados de todas clases durante el año, solamente ocurrie­ ron 125 accidentes de trabajo que ocasionaron pérdida de tiempo, o sea, accidentes de suficiente gravedad para obli­ gar a los lesionados a abandonar sus ocupaciones habitua­ les por más de veinticuatro horas en cada caso. Esto so­ lamente representa un 5 por 100 de accidentes sobre el promedio de la nómina del personal. Hablando en térmi­ nos generales, el problema de mayor importancia para los obreros de los campos petroleros siempre lo ha ofrecido el costo de los comestibles, y es de esperarse que con las medidas últimamente tomadas por el gobierno nacional y regional en pro del bienestar del pueblo, que la carestía de la vida continuará en disminución tanto en lo que a ali­ mentación y alojamiento se refiere» (77).

El informe tenía razón en cuanto a haber destacado que el costo de la vida era de gran preocupación por parte de los obreros. Pero era redundancia describir al alto costo de la vida como «de mayor importancia». Los obreros petroleros estaban encontrando la subsistencia económica como un imposible, no solamente por los al­ tos precios en las tiendas de las compañías, sino sobre todo porque los sueldos eran tan miserables que no po­ dían cubrir los más mínimos gastos. El siguiente cuadro señala este dilema del obrero petrolero.

(76) Diario Panorama: Op. cií., pág. 4. (77) Memoria del Ministerio de Fomento, Informe de 1936. Págs. 252 y 256. 126

CUADRO Xll Gasto semanal de un obrero petrolero comparado con su sueldo (1936)

Bolívares Comida Lavado de ropa Alquiler de rancho Luz Agua Transporte Corte de pelo Prensa Cigarrillos Necesidades inaplazables

21,00 3,00 5,00 0,75 0,50 3,00 1,00 0,75 3,50 5,00 43,50

El sueldo del obrero era de 42 bolívares semanales, siete bolívares diarios.

FUENTE: Una carta de un obrero publicada en el peródico «Petró­ leo». 50 de septiembre de 1936, pág. 2.

Las compañías no sólo ignoraban la seguridad indus­ trial al nivel de trabajo, sino también con respecto a la comunidad del Zulia. Muchas familias sobrevivían eco­ nómicamente gracias a la pesca y a la agricultura que estaba directamente asociada al lago de Maracaibo, pero debido a la irresponsabilidad de las compañías este lago se contaminó. En una ocasión, en 1939, hubo un derra­ me de petróleo que cubrió por completo la comunidad de Lagunilla, causando un incendio. Se tuvo como resul­ tado la muerte de centenares de trabajadores y sus fa­ milias y la destrucción de sus míseras propiedades (78). Es obvio que los trabajadores apenas subsistían eco­ nómicamente. Las condiciones de trabajo eran duras y explotadoras; el costo de la vida estaba por encima de (78) Diario El Nacional: Un pueblo bajo un signo trágico. 17 de junio de 1966. Pág. C-4.

127

sus ingresos; la situación ele viviendas era primitiva y antihigiénica, no había facilidades médicas y no tenían posibilidad alguna de ahorrar para casos de accidentes o muertes. Fue casi un milagro que aquellos trabajado­ res sobrevivieran bajo esas inhumanas condiciones. El Gobierno de Venezuela ignoró totalmente su tragedia, y, más aún, el mismo dictador Gómez cooperó a la ex­ plotación y degradación humana que se les hacía. Los factores socio-culturales y políticos que afectaban a los trabajadores obreros en sus comunidades eran tan de­ primentes como los que acabamos de mencionar acerca de las condiciones de vida que tenían. El sistema dentro de los campos se puede describir socialmente como un sistema de castas: no tenían po­ sibilidad de movilidad social, la jerarquía de la sociedad de los campos petroleros estaba constituida principal­ mente por los jefes supervisores y técnicos anglo-holandeses-norteamericanos, luego le seguían los negros anti­ llanos que hablaban inglés y estaban preparados para supervisar o transmitir órdenes de los blancos a los tra­ bajadores venezolanos. Estos últimos eran remunerados con uno o dos bolívares extras, pero tenían que compar­ tir las mismas condiciones en los campos que los vene­ zolanos; no se les permitía mezclarse socialmcnte con los blancos. Se les instruía para que abusaran verbal­ mente de los obreros venezolanos con el fin de que la masa de trabajadores creyera que sus enemigos eran los negros antillanos y no los blancos. Por último, venían los empleados y obreros venezolanos. No había ninguna diferencia entre estas dos categorías de trabajadores. Se discriminaba a los empleados en términos de paga en comparación a los empleados extranjeros que hacían el mismo trabajo, y tenían que compartir las pésimas con­ diciones de los campos como cualquier otro, no tenien­ do ninguna posibilidad de surgir. Tampoco se le perdo­ naba a ningún venezolano el querer aprender la parte técnica de cualquier profesión correspondiente al ramo petrolero; por ejemplo, Marcos Aponte, quien había tra­ bajado en «El Modelo», anteriormente mencionado, fue despedido porque estaba observando cómo perforaba un norteamericano. Hay muchísimos casos de este tipo de

128

actitud consciente por parte de las compañías para man­ tener al venezolano anclado en la ignorancia. Dentro del área residencial de los blancos se cons­ truyeron muchos clubs para la diversión social de los extranjeros, mientras que los venezolanos se dedicaban a los vicios del aguardiente y de la prostitución. Un zuliano describió la vida social de los obreros de la si­ guiente manera:

«existía en los campos petroleros una situación asfixiante, en la que pululaban, al lado de los centros de corrupción creados para arrebatarles de las manos el salario semanal devengado a los trabajadores, los mábiles y casinos, con mujeres depravadas, corrompidas por el sistema, sin hi­ giene en sus cuerpos ni en los tugurios infames que les servían de habitación y pagaban por ellos alquileres de pa­ lacios; borrachas siempre, insolentes, escandalosas, daban el más feo y denigrante espectáculo. Los tahúres profesio­ nales, jugadores de oficio, tenían sus mesas de invite y azar instaladas en plena calle, con dados "compuestos", con jugadores o apostadores convencidos previamente, que eran socios del fraudulento negocio para robar impune y desca­ radamente los salarios de hambre de los trabajadores in­ genuos, a quienes, como sebo, se les dejaba ganar las primeras partidas, con barajas marcadas, para en defini­ tiva hacer caída y mesa limpia, dejando a la víctima pe­ dir prestado a los prestamistas usureros que cobraban por­ centajes crecidos sobre los péstamos, otorgados bajo fianza regitrada ante los jueces prevaricadores» (79).

Comenzaron a surgir prostíbulos: Bar Caracas, Amé­ rica, Majestic, Dorado. Todos eran nombres de los tu­ gurios donde se bebía cerveza y whisky de contrabando en compañía de rubias europeas que habían llegado atraídas por la fábula del petróleo, o de tostadas margari teñas que se pintaban el pelo con agua oxigenada para no deslucir ante las extranjeras. Según el profesor Quintero: «... los centros de prostitución, que forman un anillo de corrupción, eran sitios donde los trabajadores llegan a ex­ presar de forma violenta prejuicios raciales, odios de cla­ se, rivalidades ocupacionales». (79)

Correa, Jesús: Op. cit., págs. 7 y 8. 129

Los blancos también visitaban estos prostíbulos en búsqueda de placeres pasionales y carnales. Luego: «bajo la acción del alcohol, explotadores y explotados en­ tran en contacto y se refieren a cuestiones distintas a los trabajos rutinarios. Se relacionan de un forma que no re­ sultaría en el interior del campo petrolero, donde los crio­ llos no pueden acercarse a las zonas residenciales de los extranjeros, que viven replegados sobre sí mismos, en guardia, afirmando en nuestro territorio estilos de vida propios de su cultura. El jefe extranjero es en el campo un productor de órdenes para el criollo, y éste, un cum­ plidor de esas órdenes; actuar de otra manera disgusta a los «musiues» y puede significar el despido del trabajador y hasta su inclusión en la "lista negra” que descarta toda posibilidad de trabajo en la industria del petróleo. Por su parte, el criollo vive en guardia, acumula temores y odios» (80). Estos odios, a veces, se manifestaron en violencia contra los blancos, como decía un maracucho:

«...el gesto despreciativo hacia los venezolanos, de la supe­ rioridad racial del que ostentaba, sólo se calmó cuando la punta de la criollísima cuchilla marina empezó a encon­ trar, en muchos casos registrados, la trayectoria de las entrañas del rubio despótico e insolente invasor. el típi­ co "gringo”, rubio, corpulento, ataviado con pantalón bom­ badle, cachimba, botas gruesas y sombrero de corcho; con facha de fiera y con la interjección ofensiva a flor de la­ bios: "hijos de perra”, pronunciado en inglés "son-of-abitch”. En los periódicos, muy a menudo había noticias como la siguiente: "de trece puñaladas muere un alemán en Lagunillas”, ...abril, 1, 1936».

Por otro lado, los maifriends (antillanos negros) vi­ vían alejados de los criollos para cumplir instrucciones de los jefes extranjeros, y eso creó desconfianza de los maifriends; los criollos no simpatizaban con trinitarios ni jamaiquinos (81). El orden político del gomecismo en las comunidades petroleras reforzó la degradación socio-cultural y la ex(80) Quintero, Rodolfo: Antropología del petróleo. Siglo XXL 1972. Pág. 85. (81) Ibid., pág. 86. 130

plolación de los obreros venezolanos. A menudo los mis­ mos prostíbulos pertenecían al Presidente del Estado y a los jefes civiles. Por otro lado, los jefes civiles eran responsables por la colección de las deudas que estos trabajadores contraían con jugadores que trabajaban para ellos mismos y con comerciantes, quienes vendían a crédito mercancías a las amas de casa. Más aún, ya que los jefes civiles eran responsables por el «orden y justicia», a menudo imponían multas hasta de 100 bolí­ vares por persona, y si los obreros no las pagaban les informaban a las compañías, por lo que éstas las dedu­ cían de sus sueldos o corrían el riesgo de perder sus trabajos. Había una conspiración entre las compañías, los jefes civiles, el Presidente del Estado, los comercian­ tes y los jugadores para extraer de los obreros petrole­ ros todo lo que pudiesen. La industria del petróleo creó dos culturas. Una, del orden opresor o colonizador informal que era el extran­ jero y representaba los intereses del capital monopólico, y, por otro lado, el oprimido o colonizado informal­ mente, «los de abajo», los «nativos», los obreros vene­ zolanos, los cuales eran explotados en sus lugares de trabajo, en los campos y en sus alrededores. Fue un pro­ ceso desnacionalizante e inhumano en que el Estado ve­ nezolano trabajó mano a mano con el capital monopólico extranjero no sólo para expropiar la plusvalía del petróleo venezolano, sino también para explotar y abusar de los venezolanos tanto en el trabajo como en sus co­ munidades. Fue un proceso que involucró la participa­ ción consciente y sistemática de la tiránica dictadura de Gómez y de los representantes del capital monopólico extranjero; fue una alianza que estaba destruyendo al hombre venezolano, la mujer y su familia, a nivel tanto económico como social, político, cultural y sicológico. Aun así, fallaron en dominar y destruir a estos trabaja­ dores y sus familias o reducirlos a un grupo inferior, temeroso y pasivo. Los obreros, aunque sumergidos en aquel infierno ya descrito, se levantaron en contra del capital monopólico extranjero y su aliado, el Estado ve­ nezolano, en un comienzo espontáneamente, pero luego como una clase organizada para luchar no sólo por su 131

reivindicación económica y su dignidad humana, sino también para rescatar la esencia de la nacionalidad ve­ nezolana que está adecuada y hermosamente sintetizada en una palabra: «bolivarismo». Se sustituyó el cuchillo criollo por el sindicato organizado y la guerra personal por la guerra de clases y el nacionalismo proletario.

5.4.

Los inicios del movimiento huelguístico c intentos para organizarse

Hubo muchos factores objetivos y subjetivos que contribuyeron a que en los campos petroleros se des­ arrollara en los trabajadores la conciencia de clase, ini­ ciándose así una serie de conflictos entre los patrones y la fuerza laboral. Primero, las condiciones de trabajo eran deshumanizantes y duras; segundo, los sueldos no eran suficientes para garantizar la subsistencia econó­ mica de los trabajadores y sus familias, y tercero, el costo de la vida y las condiciones de vida en general eran insoportables. En un comienzo los trabajadores eran hombres jóvenes que estaban escapando de la dura vida de las haciendas, del desempleo en las ciudades y, a me­ nudo, del reclutamiento que estaba haciendo la policía de Gómez en busca de trabajadores para la construc­ ción de carreteras, por lo que se encontraban jóvenes que andaban en búsqueda de aventuras, excitados con la posibilidad de ser trabajadores asalariados, libres de go­ zar los vicios que se asociaban a los campos petroleros. El siguiente análisis tratará acerca de los conflictos más destacados que ocurrieron entre los obreros y las com­ pañías y uno de los primeros intentos de los obreros para organizarse.

132

I-

1

I

a)

El regionalismo y su transformación

En un comienzo, los trabajadores se definían a ellos mismos como regionalistas, eran margariteños, coreanos, zulianos, andinos. Esta conciencia regional fue fortaleci­ da a dos niveles: en la división del trabajo

«como consecuencia de las habilidades de los trabajadores para la realización de labores en determinadas circunstan­ cias: se preferían los margar i teños para las tarcas del lago de Maracaibo, los isleños eran tenidos como personal es­ pecializado en trabajos dentro del agua. En tierra mostra­ ban mayor resistencia y rendían más los maracaiberos, los coreanos y los andinos...»; y a nivel de costumbres que corresponden a las regiones

«... los orientales viven en barrios bulliciosos, donde se oyen canciones marineras y se rinde culto a la Virgen del Valle. Los occidentales se concentraban en barriadas silen­ ciosas, menos alegres, y en ocasiones se crean situaciones conflictivas inter-barrios» (82). Un obrero viejo al explicar un aspecto del regiona­ lismo, nos informó que:

«los obreros, cuando llegábamos a Maracaibo de las dife­ rentes regiones, no conocíamos bien el medio donde tra­ bajábamos; estábamos acostumbrados a comidas diferen­ tes a las de aquí, como arepa en lugar de plátano, queso en vez de carne o pescado, y era corriente que tuviéramos que gastar más para conseguir lo que estábamos acostum­ brados a comer o que por no hacer mayor gasto en esc aspecto conseguíamos una enfermedad...; en un momento hubo centenares de coreanos enfermos porque no sabían cocer ni asar los plátanos, y las arepas de maíz pelado no se conseguían».

Las diferencias en el trabajo y en las costumbres se proyectaron y provocaron fricciones en la vida cotidiana de los grupos. En un principio, entonces, pelearon entre ellos en lugar de unirse contra las compañías. También

(82)

Ibid., pág. 86.

133

fuimos informados por ex-obreros, que entre ellos tenían la costumbre de competir en el trabajo, cada región qui­ so probar que sus originarios eran mejores trabajadores. Pero al pasar del tiempo, los obreros comenzaron a concientizarse al percatarse de las contradicciones den­ tro del sistema. En una ocasión, centenares de coreanos consiguieron trabajos con las compañías para construir canales, después de un tiempo las compañías los despi­ dieron sustituyéndolos por una máquina a la cual llama­ ron ¡coriano! Durante los años 1921, 1922, 1923 y 1924 ya habían estallado algunos conflictos obreros de poca duración. Era la costumbre que en cada conflicto se despidieran y se expulsaran a algunos de los obreros para atemorizar al resto. Sin embargo, los obreros expulsados cambiaban sus nombres y buscaban trabajo en otros campos, di­ fundiendo de esta forma sus experiencias; establecién­ dose así una mayor comunicación entre los obreros de los diferentes campos y disminuyendo el aislamiento de los mismos, al mismo tiempo que tomaban conciencia de su explotación como una clase obrera en general, per­ diendo el concepto de regionalismo. La visión de su mun­ do estaba siendo transformada. Los extranjeros también habían contribuido a este proceso de concientización de los obreros. Muchos de los antillanos de Jamaica y Trinidad habían participado en la Primera Guerra Mundial al lado del imperio inglés, y así habían viajado por varias partes del mundo. En oca­ siones, aunque fueron utilizados por las compañías para parecer ante los obreros como sus enemigos, muchas veces lograron relatar sus experiencias del mundo exte­ rior. En una Venezuela casi incomunicada del mundo de aquel tiempo y especialmente en los campos petroleros, eran muy significativas tales informaciones del mundo ex­ terior. También algunos de los blancos jugaron el papel de animadores entre los obreros. En Mene Mauroa, en 1921, un inglés llamado Mr. Robertson, durante las ho­ ras de comida se acercaba a los trabajadores y les decía que ellos necesitaban un sindicato como los de Londres, donde él era sindicalista. Explicaba que él ganaba en una hora lo que el trabajador venezolano ganaba en ocho 134

L

horas y que el gerente del campo trabaja un minuto y ganaba diez veces más que todos, y que los accionistas en Londres, quienes no trabajaban en los campos ni sabían donde estaba ubicado Maracaibo, ganaban un mi­ llón de veces más que el salario de un venezolano. Este inglés a veces explicaba sobre los acontecimien­ tos de la Revolución Soviética. Esta información ha sido confirmada por otro participante en los acontecimientos de aquel tiempo en la siguiente declaración.

«En Mene Grande habían algunos conflictos... por mejo­ ras en las condiciones de trabajo y por aumentos de sa­ larios. Eran estallidos sin contacto con los sectores estu­ diantiles... Entre los perforadores de las compañías petro­ leras habían obreros norteamericanos, mano de obra cali­ ficada de los Estados Unidos y que tenían formación polí­ tica. Eran veteranos que habían estado en los campos del Medio Oriente y en los Estados Unidos. Aquí eran perfo­ radores que los patronos usaban como capataces para los obreros venezolanos. Nosotros sostuvimos entrevistas con algunos de ellos y algunos nos orientaban en el trabajo sindical y político, pero ante los obreros venezolanos ocul­ tábamos nuestro contacto, pues al fin y al cabo ellos eran presentados como capataces de los obreros venezolanos y nuestra relación habría traído muchos malentendidos. Nos veíamos de noche y nos daban su experiencia, y como ga­ naban mucho dinero como capataces, contribuían con el movimiento. Recuerdo sobre todo a uno que lo llamaban mister Luis, que era sindicalista y nos ayudaba mucho» (83).

b)

La huelga de 1925

Una de las primeras acciones de gran importancia en los años formativos de los obreros petroleros fue la huel­ ga de 1925. En aquel año la producción obrera alcanzó a 54.611 barriles diarios y ocupaba el sexto lugar en la producción mundial. En ese mismo año, el petróleo esta­ ba en el primer lugar entre los productos exportados por Venezuela. En las empresas prestaban servicios 12.148 trabajadores en total, que devengaban un salario pro­ medio de 5 bolívares diarios. No tenía ninguna variación (83) Compañero. Publicación mensual: El Sindicato (I). Mayo 1976. Pag. 4. 135

I

en las condiciones de trabajo y de vida desde los inicios de la explotación petrolera en 1914. La huelga ocurrió en Mene Grande. Unos días antes de la huelga, hubo un paro en el garaje del campamento. El logro de aquel paro fue lo que contribuyó en un sen­ tido al impulso de la huelga. En el mes de julio de 1925, un grupo de 40 trabajadores redactaron una carta pidien­ do un salario mínimo de 10 bolívares, atención médica y medicina y mejores viviendas. La carta fue entregada al jefe del garaje, un inglés que inmediatamente respon­ dió negativamente a las demandas de los mecánicos y chóferes. Los trabajadores, al mismo tiempo, decidieron ir a un paro hasta que fuese resuelto el conflicto. El ga­ raje era estratégico en el funcionamiento de la compañía, ya que el sistema de transporte que era importante para su funcionamiento, había sido paralizado. La com­ pañía decidió llamar a la policía para forzar a los tra­ bajadores para volver a sus oficios. Los trabajadores lo­ graron hablar con la policía planteando las razones y la justicia de sus demandas. La policía simpatizó con los trabajadores y la compañía fue presionada para llegar a un compromiso. Ellos decidieron reducir las horas de trabajo a una hora menos, de diez horas diarias a nue­ ve horas; aumentar el sueldo mínimo de 4 a 5 bolíva­ res; hacer disponible el servicio de un médico sin me­ dicina y prometieron que iban a estudiar cómo podrían mejorar la situación de la vivienda (84). Este fue un gran logro para los trabajadores del garaje. Por supues­ to los demás trabajadores estaban pendientes de lo que estaba sucediendo, ya que la situación de mal sueldo y malas condiciones de vida era igual para todos los tra­ bajadores de la compañía. La policía pudo jugar este papel conciliador debido a dos razones: quizá estaba realmente convencida de que la situación de los traba­ jadores era deplorable o pudo haber sido que le intere­ sara el aumento de sueldo, puesto que los trabajadores gastaban una porción de sus sueldos en los burdeles de los jefes civiles. El interés del jefe civil encargado de la policía, coincidía a veces con el interés de los obre(84) Taborda, Manuel: Entrevista personal el 20 de febrero de 1978.

136

i

I

ros por un aumento de sueldo, especialmente cuando las compañías no veían una justificación para sobornar a los jefes civiles. En este caso del garaje, teniendo en cuenta que eran solamente 40 trabajadores y además tra­ bajadores mecánicos y de confianza como chóferes de la compañía, los gerentes fueron menos intransigentes y concedieron el aumento de salario. Sin embargo, des­ pués de la huelga, algunos trabajadores fueron despedi­ dos y tuvieron que buscar trabajo en otros campos, en el distrito de Bolívar. El impacto de este pequeño triunfo sobre los demás trabajadores fue rápidamente sentido. A los tres días apareció una manifestación de aproximadamente tres­ cientos trabajadores quienes distribuyeron en el cam­ po unos volantes hechos de «Ditto», pidiendo un sueldo mínimo de 10 bolívares, una reducción de las horas de trabajo, atención médica y medicina y mejoramiento de la vivienda. Los mismos planteamientos hechos por los trabajadores del garaje. En esta ocasión intervino el Presidente del Estado y el ejército. La compañía rechazó las demandas de los trabajadores y éstos siguieron con sus manifestaciones diarias; en cada ocasión, el ejército intervino y encarceló un número de trabajadores. Las manifestaciones fueron encabezadas por Luis Augusto Malavé, un fogonero que era orador principal y repre­ sentante de los trabajadores. Algunos días después fue puesto en libertad, pero repentinamente, después de la huelga, desapareció del campamento y hasta hoy no hay ninguna información sobre su persona. Quizá en los ar­ chivos confidenciales de las compañías exista tal infor­ mación. El movimiento huelguístico se extendió y paralizó la industria en toda la zona costera del distrito Bolívar del Estado Zulia. La huelga duró doce días y los obreros no cedieron hasta que la compañía decidió conceder un aumento de 2 bolívares y una promesa para cumplir con las demás demandas en el futuro. Así, entonces, esta huelga de 1925 no fue totalmente espontánea como es costumbre describirla. Es cierto que tuvo un elemento de espontaneidad ya que no existió una organización, pero el incentivo de la misma fue el 137

i

I'

logro de algunos trabajadores en el garaje. Este peque­ ño triunfo les dio el optimismo a los trabajadores y la confianza en el logro de sus demandas. Ellos fueron testigos de un hecho concreto. Además, los volantes de «Ditto» significaba que un empleado venezolano o ex­ tranjero había utilizado los recursos de la compañía. Era claro que previamente un grupo de trabajadores había discutido la decisión de llevar a cabo una huelga. El he­ cho de que en todo el distrito Bolívar la huelga se hu­ biese extendido, implicaba que el aislamiento de los cam­ pamentos estaba perdiéndose, siendo sustituido por un proceso de solidaridad entre los trabajadores. En el caso específico de esta huelga, puede constatarse que hubo varios factores que explican la extensión de la huelga en todo el distrito. Primeramente, existió un proceso cons­ tante de expulsión y dispersión de los trabajadores re­ beldes; cada vez que había un conflicto en un campa­ mento era una práctica de las compañías despedir y ex­ pulsar a los líderes espontáneos de los conflictos, y éstos consecuentemente, cambiaban sus nombres y buscaban trabajo en otros campos, donde ellos muchas veces ac­ tuaban de animadores informales relatando sus experien­ cias anteriores. Segundo, durante la huelga de los doce días habían expulsado a algunos trabajadores, quienes buscaron trabajo en otros campos y supuestamente in­ formaron sobre la huelga del garaje. Quizá la razón más importante fue el hecho de que en todos los campos petroleros existieron condiciones iguales: de largas horas de trabajo, un sueldo de muerte, malas condiciones de viviendas y ningún servicio médi­ co; así entonces, creaban las condiciones para la huelga. La de Mene Grande constituyó el liderazgo para incenti­ var el paro en la industria. Esta huelga tuvo gran importancia, no meramente en el sentido político-social, en el desarrollo de los obreros petroleros, sino también porque por primera vez en toda la industria había ocurrido un paro de obreros a la vez y por tan largo tiempo. Además, el logro económico de 2 bolívares era una gran conquista. Esta huelga signifi­ có que las compañías petroleras no podían explotar el petróleo sin la labor de los trabajadores venezolanos.

138

Las compañías y el gobierno tuvieron que ceder a las demandas económicas de los trabajadores, no solamente porque ellos fueron muy firmes sino también importan­ tes, porque la huelga estaba costando a la compañías y al Gobierno mucho dinero. La producción petrolera fue muy afectada y las compañías estaban perdiendo en tér­ minos de ganancia, mientras que el Estado corrió el ries­ go de perder el ingreso de esta industria que por aquel año era la exportación más importante. Esta huelga ocu­ rrió en un período en que existía además cierta desarmo­ nía entre las compañías Anglo-I-Iolandesas y las Norte­ americanas, debido a la competencia para conseguir con­ cesiones y establecer una hegemonía permanente en la industria. Hubo rumores que tampoco la relación entre la Compañía Shell y el dictador era muy buena, ya que él sospechaba que esa compañía estaba en negociación con su hijo para llevar a cabo un golpe que favorecía a los Anglo-Holandeses. Pero a pesar de los elementos de la política oscura y de maniobras en las altas esferas del Estado, esta huelga dejaba claro que los trabajadores venezolanos tuvieron el poder cuantitativo y cualitativo en la industria petrolera. Era un golpe duro al mito que los extranjeros habían creado y sostuvieron sobre su capacidad y superioridad en el manejo de la industria. Los siguientes cuadros señalan el patrón de la compo­ sición de la fuerza laboral en algunas de las compañías para 1925, destacando el promedio de trabajadores por mes según nacionalidad, y en las cuales destacan los tra­ bajadores venezolanos en la gran mayoría de la indus­ tria. En el siguiente Cuadro XIII, observamos que en la Compañía British Controlled Gil Fields Limited, de un total de 7.111 trabajadores, el 88,9 por 100 (6.320) co­ rrespondía a trabajadores venezolanos y solamente un 11,2 por 100 (792) a trabajadores extranjeros; en forma proporcional, por cada trabajador extranjero, había 8 tra­ bajadores venezolanos.

139

1

CUADRO XIII

Personal empleado en ila Compañía British Controlled OH Fields Limited, según nacionalidad, para el año 1925 MESES

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre . . Octubre Noviembre .. . Diciembre ... . TOTAL ...

Venezolanos

Extranjeros

TOTAL

522 523 525 526 530 550 559 513 526 531 506 509

62 64 64 60 60 65 63 69 71 70 70 74

584 587 589 586 590 615 622 582 597 600 576 583

6.320

792

7.111

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento», 1926, pág. 257.

En el siguiente Cuadro XIV, podemos observar que en la Standard Oil Company of Venezuclan, de un total de 23.351 trabajadores el 73,2 por 100 (17.082) eran tra­ bajadores venezolanos y solamente un 26,8 por 100 (2.269) eran extranjeros, lo que en proporción significa que por cada tres venezolanos había un extranjero.

CUADRO XIV Personal empleado por la Standard Oil Company o/ Venezuelan, según nacionalidad, en el año 1925 MESES

Enero ... Febrero ., Marzo ... Abril .. .. Mayo . ..

140

Venezolanos

912 1.415 1.378 1.712 1.161

Extranjeros

261 299 315 524 399

TOTAL

1.173 1.714 1.693 2.236 1.560

MESES

Junio Julio Agosto Septiembre . . Octubre Noviembre .. . Diciembre ... . TOTAL ...

Venezolanos

Extranjeros

TOTAL

1.235 1.548 1.461 1.869 1.923 1.301 1.167

579 624 611 696 676 649 636

1.814 2.172 2.072 2.565 2.599 1.950 1.803

17.082

6.269

23.351

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento», 1926, pág. 185.

En el siguiente Cuadro XV, observamos que en la Compañía New England Oil Corporation Limited, de un total de 1.207 trabajadores, el 86,8 por 100 (1.048) co­ rrespondió a trabajadores venezolanos y solamente el 13,2 por 100 (159) eran trabajadores extranjeros; pro­ porcionalmente podemos decir que por cada trabajador extranjero había siete venezolanos. CUADRO XV Personal empleado por la New England OH Corpora­ tion Limited, según nacionalidad, en el año 1925 MESES

Venezolanos

Enero Febrero Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre . ... Octubre Noviembre Diciembre

160 .139 108 80 71 76 78 68 60 79 70 49

TOTAL ...

1.048

Extranjeros

TOTAL

16 15 14 14

178 157 124 95 95 90

13

91

12

11 9 9 10

80 71 88 79 59

159

1.027

18

18

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento», 1926, pág. 295.

141

i I d

En el Cuadro XVI podemos observar que en la Venezuelan Gulf Oil Company y Venezuelan Oil Concessions Ltd., de un total de 12.474 trabajadores el 91,5 por 100 (11.412) correspondía a trabajadores venezolanos y sola­ mente un 9,5 por 100 (1.057) a trabajadores extranjeros; es decir, que por cada trabajador extranjero había 10 trabajadores venezolanos.

CUADRO XVI Cuadro demostrativo del movimiento mensual del per­ sonal de las compañías Venezuelan Gulf Oil Company y Venezuelan Oil Concessions Lid. MESES

Enero Febrero .. .. Marzo Abril Mayo Junio Julio Agosto Septiembre Octubre . .. Noviembre Diciembre . TOTAL ... .

Venezolanos

Extranjeros

TOTAL

617 504 699 789 791 934 971 1.074 1.030 1.165 1.357 1.486

49 45 65 63 77 80 84 100 114 109 129 142

666 549 764 852 868 1.014 1.055 1.174 1.144 1.274 1.486 1.628

11.417

1.057

12.474

FUENTE: «Memoria del Ministerio de Fomento», 1926. pág. 550.

En el Cuadro XVII observamos que de un total de 4.976 trabajadores, el 95,2 por 100 (4.737) correspondía a trabajadores venezolanos y solamente un 4,8 por 100 (239) correspondía a trabajadores extranjeros; es decir, que por cada trabajador extranjero habían 20 trabajado­ res venezolanos.

142

CUADRO XVII Nort/i Venezuelan Petroleum Company Limited. Número de empleados de la compañía. Año J925 MESES

Venezolanos

Extranjeros

TOTAL

Mayo Junio Julio Agosto Septiembre . .. Octubre Noviembre .. .. Diciembre

391 535 484 296 371 453 458 418 452 358 289 232

20 20 20 20 17 17 23 23 18 19 21 22

411 555 504 316 388 470 481 441 470 377 310 254

TOTAL ..

4.737

239

4.976

Enero Febrero Marzo Abril

FUENTE: «Memoria de] Ministerio de Fomento», 1926, pág. 558.

c)

La huelga de 1926

En 1926, en Cabimas, estalló otra huelga de menos significación, pero merece la pena mencionarla, ya que permite subrayar los elementos que estaban en el fondo del proceso de los años forma ti vos de los obreros pe­ troleros. Después de la huelga en Mene Grande, los sueldos habían subido en todas partes. Pero las compañías no habían cumplido sus promesas de mejorar el servicio medico, la vivienda y el transporte en áreas donde los trabajadores tenían que caminar muchas horas para lle­ gar a sus lugares de trabajo. Así, en el mes de agosto de 1926, en Cabimas, un grupo de obreros —aproxima­ damente 100—, empezaron una manifestación encabeza­ da por un trabajador llamado Brinez. El grupo dirigido por Brinez estaba por todo el campo y en los montes llamando a los obreros para integrarse a la protesta. Para las tres de la tarde todos los trabajadores estaban

143

■il

en huelga, la que duró pocos días. Cada día los trabaja­ dores se reunían en la plaza para escuchar a Brinez plan­ tear las demandas que enjuiciaban y condenaban la ex­ plotación de los trabajadores. Brinez era un buen ora­ dor y un líder natural. Alrededor del cuarto día apareció un hombre en el mitin llamado Ramón Higuera, quien tomó la palabra y acusó a Brinez de haber recibido dine­ ro de la compañía. La masa creyó lo que dijo Higuera e intentó linchar a Brinez. Luego los trabajadores eli­ gieron a Higuera como jefe de la huelga. Brinez desapa­ reció y hasta la fecha no se ha sabido nada de él. Al quinto día los trabajadores se concentraron en la plaza esperando a su nuevo jefe. El nuevo líder, Ramón Hi­ guera, apareció acompañado de aproximadamente 60 po­ licías con machetes y atacaron a los trabajadores quie­ nes fueron encarcelados, despedidos y expulsados. La compañía concedió un poco de medicinas, pero rechaza­ ron todas las demás demandas. Los trabajadores comen­ zaron a buscar a Brinez, pero éste no apareció y decidie­ ron volver al trabajo. Esta huelga parece tener todas las características de espontaneidad, destaca cierta inmadurez en los trabaja­ dores y el papel del líder, ya que en esta oportunidad no hubo organización de ningún tipo. Después de la huelga la compañía aumentó su trabajo, dando al trabajador la oportunidad de trabajar muchas horas extras. Aparen­ temente la idea era la de dar a los trabajadores tanto trabajo que no tuvieran tiempo para pensar en la huel­ ga; además correspondió a la filosofía de que «el que trabaja más puede ganar más».

d)

La rosa roja

Los margariteños se habían destacado durante este período, no solamente como buenos trabajadores sino también como líderes en la lucha por los intereses de los trabajadores petroleros. En los años del Gomecismo, cuando no existió casi ninguna posibilidad de organizar­ se libremente, ellos organizaron una serie de centros cul­ turales para promover el desarrollo cultural de sus gru-

144

pos. En una entrevista, Facundo López informó sobre esos esfuerzos en la siguiente forma: «como medio de expresar nuestra preocupación por las cosas del progreso, cuando Gómez todavía vivía, los margariteños que habíamos ido a trabajar al Zulia organiza­ mos una serie de centros culturales. El "Pro Nueva Es­ parta", el centro cultural "Tuboris", la "Sociedad Pro-Arismendi", el "Centro Cultural Antonio Díaz", la "Sociedad Pro-La Guardia", etc., etc...; nos proponíamos organizar luego una Federación de Centros Culturales, como medio para extender la cultura entre nosotros e indirectamente hacer un trabajo político» (85).

Uno de esos grupos era un Centro Cultural llamado Sociedad de Rosa Roja. Antonio Granado y otros toma­ ron la iniciativa para organizar este centro en Cabimas en 1926. Una biblioteca fue organizada en base a unos libros y periódicos, e información sobre el exterior su­ ministrados por algunos de los extranjeros. En la biblio­ teca existían libros escritos por Víctor Hugo, Emilio Zola, Barbusse y Vargas Villa. Muchos jóvenes asistie­ ron al Centro por ser un lugar sano de encuentro para la conversación, recitales, discusiones sobre problemas en los barrios, etc. Habían aspirado a organizar clases para enseñar a la gente del pueblo a leer y escribir. La Sociedad no duró un año debido a un problema que sur­ gió en la comunidad y en el cual la asociación inter­ vino. Sucedió que en uno de los burdeles cuyo dueño era el jefe civil, una prostituta, María Villalobos, se enfermó y el dueño dio órdenes para echarla a la calle. La orga­ nización pensó que era una injusticia que la mujer que fue explotada por los hombres del pueblo y por el jefe civil como dueño del burdel, fuese tratada de tal ma­ nera. La sociedad pidió que el burdel diera alojamiento a la mujer hasta que muriera ya que estaba muy enfer­ ma. El propietario insistió en echar a la desafortunada mujer, víctima de la cultura petrolera, a la calle para morir como un animal. La organización logró usar una máquina de escribir e hizo una carta de protesta que (85) Prieto Soto: Op. cit., pág. 68.

145

fue mandada a la prensa y al gobierno. El propietario fue presionado para que dejara a la mujer en el burdel hasta que muriera, pero al poco tiempo la directiva fue reunida por invitación del jefe civil y amenazada con la cárcel si no disolvía el Centro. Este caso despertó mucho interés en la comunidad por estar relacionado con una prostituta; sin embargo, los líderes lograron explicar al pueblo que lo que estaban defendiendo no era la prostitución sino el inhumano tra­ tamiento de una persona que había sido explotada fí­ sica, emocional y económicamente tanto por la gente de la comunidad como por el propietario del burdel. Al ser convencidos, el Centro logró la simpatía y respeto de la comunidad (86). Sin embargo, fue disuelto. Este Centro era el tipo de organización existente en aquella época. Fueron las pri­ meras escuelas cívicas del proletariado petrolero donde iniciaron el entrenamiento de los trabajadores para más tarde organizar sus sociedades de bien y, finalmente, sus sindicatos.

5.5.

Los factores externos que influyeron en el avance de los obreros

Hasta mediados de 1920, el desarrollo de la lucha de los obreros petroleros estuvo influenciado fundamental­ mente por factores dentro de los campos petroleros. El clímax de esta lucha fue expresado en la organización de los centros culturales y en la huelga de 1925, ocurrida en Mene Grande. A pesar de esto, desde alrededor de 1925 a 1927, los trabajadores petroleros comenzaron len(86) Taborda, Manuel: Entrevista personal el 20 de febrero de 1978. 146

lamente a establecer contacto con elementos desconten­ tos de la clase media zuliana y posteriormente con la radical clase media caraqueña. Estas primeras relacio­ nes entre los obreros y las clases medias zulianas y cara­ queñas fueron los factores externos que contribuyeron a la sindicalización de los trabajadores. Por otro lado, en la sociedad venezolana se estaban desarrollando una serie de acontecimientos importantes. Caracas estaba siendo centro de las protestas contra la dictadura militar de Juan Vicente Gómez, caracterizadas por invasiones militares de ex-oficiales que trataban de derrocar al dictador en el antiguo estilo del siglo xix. En 1919, se desarrolló la coalición de los jóvenes ofi­ ciales y los elementos de la clase media para organizar­ se y conspirar contra el régimen (87). Estas actividades fallaron y se produjo así el exilio político de varios jó­ venes venezolanos. Estos jóvenes se encontraron con el desarrollo de los conflictos ideológicos causados por la Revolución Rusa y las luchas que llevaban a cabo los Nacionalistas del Caribe y América Central contra la penetración y expansión del imperialismo norteamerica­ no. Se formaron así nuevos centros de conspiración y actividades anti-gomecistas en Nueva York, México, Pa­ namá, Colombia y Costa Rica. Gradualmente con las in­ fluencias recibidas del extranjero, los revolucionarios ve­ nezolanos se convirtieron en un grupo sofisticado que buscaba el derrocamiento del régimen en base a alian­ zas de clases, principalmente entre los trabajadores y la clase media; esto se intensificó después de la bien co­ nocida protesta de los estudiantes en 1928, cuando por primera vez un movimiento de masas en Caracas se pro­ nunció en contra del régimen. No fue sino hasta prin­ cipios de los años treinta que los estudiantes venezola­ nos de clase media exilados hicieron un quiebre decisivo con la invasión de caudillos en el país. Mientras que la mayoría de los más conocidos revolucionarios estaban exilados, en Venezuela eran los elementos de la clase (87) Diario El Nacional: Medio siglo atrás, juventud, comu­ nismo y petróleo. En el complot de abril, por Jesús Sanoja Her­ nández. Abril, 7, de 1978. Pag. C-l. 147 I

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media y especialmente los de la clase trabajadora los que constituían la base de la resistencia. Grupos literarios masónicos y espiritistas fueron las primeras expresiones de organización de la clase media en el área zuliana. Los obreros petroleros no escaparon de sus influencias proselilistas. El antigomecismo se ins­ piró en estos grupos literarios y semirreligiosos, siendo muchos de los líderes de estos grupos los que personal­ mente asistieron en 1930 a organizar a la clase obrera y formar el partido político más importante, el B. N. D., nacionalista y antiimperialista. En una entrevista con Espartaco González, uno de los líderes más destacados en la lucha de los obreros petroleros en los años treinta, nos informó que antes de ser comunista fue espiritista. Que después de unas se­ siones de espiritismo él no sintió ni vio nada y decidió dedicarse a la vida literaria y después al marxismo. Era el editor de dos periódicos espiritistas llamados El Orion y Prismas, y uno literario llamado Simiente; más tarde fue el fundador y editor del periódico Petróleo, que era de los obreros petroleros. Hemos examinado los periódicos espiritistas y lite­ rarios con el fin de averiguar qué tipo de ideas circula­ ban en el Zulia en aquel entonces y conocer las posibles influencias sobre los obreros petroleros. Citaremos al­ gunos artículos del quincenario literario El Simiente y después haremos una evaluación de las ideas promovi­ das. En una poesía titulada «Avance», de Lusar, decía lo siguiente:

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«Vivimos en una época de una evolución espiritual de­ masiado intensa, para continuar somnolientos, bajo la som­ bra del alero rutinario, sin esforzar nuestras miradas hacia los grandes derroteros del siglo, junto al hervor de las ideas que tonifican y que enseñan...» (88).

il

En otro, titulado «Pedagogos», por E. González, dccía lo siguiente: (88) Periódico Simiente. Año I, mes 1, núm. 1; 1 de julio de 1931. Pág. 1. Avance, por Lusal. 148

..

«Oh Bolívar, parece que lodo el que labora por el bien de la Patria muere despreciado...» (89).

Y otro, titulado «Obrero», por J. M. Larraga, decía:

«Pero, sin duda alguna, existe en estas clases obreras una "élite” de obre ritos soñadores emprendedores de rea­ lizables mejoras en la producción y son estos últimos, en mi concepto, los que sufren el peso de la mala interpreta­ ción de sus colegas en primer término, y en segundo lugar, son pasto del arbitrio del «chicf», es decir, han degenerado paulatinamente hasta el punto que, aquello que empezó a realizar como un arle, se le ha tornado de la noche a la mañana en un medio de subsistencia únicamente. Así, este obrero que pudiera alcanzar actitudes superiores para el desarrollo de poderosas industrias, termina agolándose las­ timosamente, sin que pueda pretender estudiar, analizar, investigar teorías que en cualquier otra parte le fuera po­ sible por los medios de que disponen» (90).

En otra, titulada «Gra. Sal», por Manuel Pacheco, dice:

«...la sociedad es una máquina complicada... que para an­ dar requiere continuos empujones; y jamás ha sabido rendir una jornada... sin quebrantar sus piezas con duros tropezones...» (91).

En una editorial titulada «Laboremos por nuestra prosperidad», hizo una crítica de la burguesía en los si­ guientes términos:

«. .deplorablemente en la burguesía de nuestro ambiente existe un número exiguo de estas personas. Muy limitada es la cantidad de las que conocen la necesidad de la lec­ tura de los buenos libros y de la hoja impresa, el resto se encuentra en un completo ayuno de esta manera de ade­ lantar. Estos antes pasan por delante de una exposición

(89) Ibid., pág. 2. (90) Ibid., pág. 3. (91) Ibid., pág. 4. 149

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de libros o periódicos y remotamente les llama la atención las obras o artículos...» (92).

En otros artículos había escritos sobre la decaden­ cia de la agricultura, contra los curas y la Iglesia y, des­ pués de la muerte de Gómez, sobre la libertad. Estos artículos indican claramente que, a pesar que la dictadura era bastante represiva entre los años 19261934, la clase media del Zulia comenzó a expresar su deseo de libertad, de nuevas ideas, y la necesidad de reparar la sociedad existente. La crítica a la burguesía fue, sin lugar a dudas, un ataque a la clase imperante que estaba asociada anteriormente con el dictador Gó­ mez. La crítica a la decadencia de la agricultura fue una expresión del descontento de los hacendados, quienes en el área zuliana sufrieron por la expansión de la industria petrolera. Finalmente, los artículos sobre los trabaja­ dores fue un intento de criticar el reemplazo que se hizo de los artesanos por el sistema de trabajos remunerados de las compañías petroleras y el consecuente subdes­ arrollo de la clase trabajadora. Otro artículo, sutilmente también, trataba de defender a los líderes obreros, quie­ nes eran atacados como elementos conflictivos. El espi­ ritismo no era amigo de la Iglesia católica, que era parte fundamental del orden existente; Gómez permitió la crí­ tica a la Iglesia y, así, los elementos avanzados de la clase media aprovecharon para atacar ese aspecto del sistema que siempre había jugado el papel de pacifica­ dor de los pueblos oprimidos. Los obreros petroleros, en muchos de sus centros culturales, leían estos periódicos y eran temas de discu­ sión. De esta manera, se puede concluir que estas ideas, aunque en otro contexto no parezcan revolucionarias, sí lo eran para aquel entonces en los cambios de conceptos, en la mente de los obreros y en la comunidad zuliana. Otros grupos que jugaron un papel muy importante en los años formativos de los obreros petroleros fueron las logias masónicas. Estas logias eran casi organizacio(92) Ibid., pág. 6.

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ncs secretas dentro de las cuales militaban gentes antigomecistas. Los miembros fueron reclutados no sola­ mente de clase media, de gente que eran o habían sido espiritistas, sino también de la clase trabajadora del Zu­ lia. Manuel Taborda, un ex obrero petrolero y gran diri­ gente sindical de la época, nos informó que en 1927 él fue invitado por un comerciante, Pedro Aguilar, para inscribirse en una logia masónica; así, él asistió a mu­ chas reuniones secretas antigomecistas. Otro destacado luchador de la época y ex empleado de la British Controlled Oil Field, Isidro Valles, admitió en una entrevis­ ta con José Emilio Castellano, del periódico El Nacional, que también era masón. No hemos podido penetrar adecuadamente en las ac­ tividades de aquellas logias para poder evaluar eficaz­ mente su aporte al desarrollo de la clase trabajadora zuliana en general y, en particular, a los obreros petrole­ ros. Hemos podido averiguar que muchos de los dirigen­ tes de los obreros petroleros de la clase trabajadora zu­ liana y de la vida política en la década del treinta esta­ ban asociados con las logias y, además, sostenían muchas reuniones en secreto en las plazas con los obreros. En estas logias se inició la coalición de la clase trabajadora y la clase media contra el orden existente en la década del veinte al treinta. Otro grupo de gran importancia en este período fue el grupo Seremos. Este grupo era parecido al grupo es­ tudiantil de Caracas del año 1928. Formado por algunos intelectuales de clase media, sostuvieron contactos con la clase trabajadora, petroleros y no petroleros, del Zu­ lia, destacándose más tarde como fundadores de sindi­ catos y de partidos políticos. Según el cronista Jesús Prieto Soto, el grupo fue fundado por iniciativa del poe­ ta español Francisco de Rosson. Prieto Soto los defi­ nió de la siguiente manera:

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«... fue, sencilla y naturalmente, un noble brote renovador de aquella urgida inquietud moral y gestativa que expe­ rimentaba el alma nacional en tierra de Zulia, abierto en los febriles años de 1924 y 1928... El Grupo Seremos nació como agrupación de renovación literaria, como un nuevo sentido del deber social e intelectual del poeta y escritor moderno, saturado de copas, bares y mezquindades en la 151

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mayoría; sentido socialista y espiritista por el sano impul­ so de cooperación, americanismo y saneadora orientación de las normas y vida intelectuales de Maracaibo» (93).

Algunos miembros de Seremos escribieron en los pe­ riódicos y hasta fundaron sus propios periódicos. En 1925, en un artículo que publicaron en el Excelsior, ata­ caban el manejo ilícito de las concesiones petroleras. En ese año, 1925, fundaron en Maracaibo la Institu­ ción Bolivariana, asociación protectora de empleados que rendía culto a la patria integral. Isidro Valles era presidente de una de las asociaciones, la Asociación Na­ cional de Empleados, que estaba dedicada, en teoría, a la lucha contra el analfabetismo, siendo en realidad frentes políticos para concientizar al pueblo contra el gomecismo. Un ejemplo de la sutileza empleada para dis­ frazar la crítica antigomecista fue el dado por Valles en una entrevista: «Yo dije, en alta voz, que había que enfrentar la ho­ rrenda satrapía, y luego bajaba la voz para añadir: repre­ sentada por el analfabetismo. Yo decía primero unos pá­ rrafos muy agresivos contra "el tirano más abominable de Venezuela", para completar con tono menor "como lo es el analfabetismo"» (94).

Más tarde, en 1927, un miembro del grupo, Héctor Cuenca, fundó un periódico, El Nivel. Este fue clausu­ rado en 1928 por la policía bajo las órdenes de Pérez Soto, quien representaba al dictador Gómez como Pre­ sidente de Estado. Esta acción fue tomada después del discurso de Isidro Valles en un mitin celebrado en la plaza Urdaneta en solidaridad con los estudiantes de Ca­ racas. Como consecuencia, fueron encarcelados por tres años Valmore Rodríguez, Isidro Valles y otros. Este grupo, definitivamente, fue la escuela de la clase media progresista del Zulia. De esta manera, los obreros petro(93) Prieto Soto: Op. cit., pág. 17. (94) Diario El Nacional: «Isidro Valles, una institución y toda una historia, setenta años en el oficio de vivir», por José Emilio Castellanos. 15-V-78. Pág. C-4.

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leros, como parte de la comunidad zuliana, no escapa­ ron de la influencia de las actividades de estos grupos y en los años siguientes fortalecieron sus relaciones con miembros que ayudaron a la formación de los primeros sindicatos. Pero la influencia sobre los obreros petroleros no tuvo su origen solamente en Maracaibo, sino también en los elementos marxistas de Caracas. El primer inten­ to para organizar un sindicato fue bajo la iniciativa de Rodolfo Quintero, en el año 1933, en Cabimas. En 1931 se fundó un partido comunista en Caracas, siendo en muy poco tiempo encarcelados sus dirigentes, con ex­ cepción de algunos como Quintero. El fue al Zulia y em­ pezó a trabajar en Cabimas como empleado. Estableció con éxito contacto con trabajadores y algunos norte­ americanos que habían tenido experiencia sindical, e in­ tentó lanzar una sociedad de ayuda mutua, pero tenien­ do de fondo objetivos sindicales. Los primeros dirigen­ tes y organizadores de la Sociedad de Auxilio Mutuo de Obreros Petroleros (SAMOP) fueron Rodolfo Quintero, presidente; Víctor Vegas, vicepresidente; Francisco So­ tillo (trinitario), organizador; Rafael Grillet, secretario de actas; Nieves de Bello, secretaria de propaganda, y Colina, secretaria de reclamos. La asamblea constitutiva fue realizada en el Foreign Club, y fue instalada con la asistencia de 5.000 trabajadores. La directiva elegida or­ ganizó inmediatamente comités de empresa y subcomi­ tés de departamentos, elaboró estatutos e hizo un pro­ yecto de pliego de reivindicaciones para someter a las compañías. Las demandas incluyeron el aumento de sueldo, cese de discriminación racial, destitución de los jefes de labores déspotas y mejores viviendas Las com­ pañías reaccionaron despidiendo a la directiva, y Quin­ tero fue encarcelado por dos años. Además, un norte­ americano, Mr. Roberto, quien se dice perteneció al partido comunista de Estados Unidos y fue enviado a Venezuela con una misión política, fue expulsado del país rápidamente. La organización desapareció con la elimi­ nación de la directiva y el pliego de reivindicaciones fue ignorado. En una entrevista, el profesor Quintero nos informó

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que el lúe a Maracaibo enviado por el partido comunis ta de Venezuela con la misión de organizar y sindicalizar a los obreros petroleros. Era significativo que un norte­ americano los ayudara en el esfuerzo de organizar ese movimiento y contribuyera a la toma de conciencia de los trabajadores petroleros como una clase social. Tam­ bién merece atención que un trinitario lograra ser ele­ gido en la directiva de la organización subrayando que los obreros petroleros antillanos, para 1933, estaban su­ perando la barrera que las compañías habían estable­ cido entre los antillanos y los trabajadores venezolanos, a la vez que significa que, para ese año, los trabajadores petroleros habían logrado una madurez suficiente para constituir una asociación para defender sus intereses de clase. La transformación cualitativa de los trabajadores venezolanos como un grupo sin conciencia de clase a una clase social consciente se muestra en la formación de la SAMOP. En 1934, Valmore Rodríguez también contribuyó a la formación de una asociación semejante a la SAMOP. Vol­ vió clandestinamente a Maracaibo para organizar a los trabajadores zulianos e impulsar el movimiento antigomecista. En el exterior, los venezolanos habían sido di­ vididos entre marxistas que apoyaban un plan máximo y otros que apoyaban un plan mínimo para implementar en el país después de la muerte o derrocamiento del dictador. Un grupo fue dirigido por Betancourt, quien en ese tiempo era líder del partido comunista de Costa Rica, siendo el otro dirigido por Salvador de la Plaza y Gustavo Machado, dirigentes del partido revoluciona­ rio de Venezuela ubicado en México. Valmore Rodríguez, según la correspondencia examinada en el Libro Rojo de la policía secreta de Venezuela, aparentemente era del grupo de Betancourt, pero con ciertas reservas e in­ dependencia. Entonces no está muy claro si en 1934 vol­ vió con instrucciones del grupo de Betancourt o por su propia decisión volvió para cumplir con un compromiso adquirido desde los días del grupo Seremos. De todos modos volvió, y en una reunión con Isidro Valles, Rafael Echeverría, Rafael Reyes, Ciro Urdaneta Bravo, Antonio Ocando, Rafael Burgos Finol, Manuelito Estrada y Fe-

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lipe Hernández, decidieron iniciar un trabajo de organi­ zación entre los obreros petroleros. Lograron establecer en Cabimas una Sociedad de Obreros del Bien. Al poco tiempo, en 1935, el dictador Gómez murió, y debido a una serie de acontecimientos en el Zulia y en el resto del país, Valmore fue empujado hacia la formación de un partido político y la actividad política en general, permitiendo a los marxistas bajo el liderazgo de Kotepa Delgado, Juan Bautista Fuenmayor, Elio Montiel, Espartaco González, José Martínez Pozo, Manuel Taborda, Na­ tividad García Salazar, Max García, Antonio Villasmil Luzardo, Angel Emiro Avila y Olga Luzardo aprovechar, en diciembre de 1935, de organizar el partido comunista en el Zulia, paralelamente con la construcción de la mayoría de los sindicatos en los campos petroleros. Pero antes de profundizar cómo los obreros fueron organiza­ dos en sindicatos bajo la influencia y dirección de los marxistas, es útil hacer hincapié en el impacto de la muerte de Gómez sobre los obreros petroleros.

5.6.

La repercusiones inmediatas a la muerte de Gómez

La muerte de Gómez en diciembre de 1935 impactó sobre toda la sociedad venezolana. Cada ciudad de Ve­ nezuela era un escenario de manifestaciones populares de júbilo y gritos para la libertad. En Caracas ocurrie­ ron algunos acontecimientos, en febrero de 1936, que tuvieron repercusiones a nivel nacional. Existió un gru­ po de gomecistas que quisieron mantener el poder en base al terror; este grupo estaba constituido por Eusta­ quio Gómez, Rafael María Velasco, Elias Sayago, Santos Matute Gómez, Pedro Manuel Arcaya, José Ignacio Cár­ denas y los parientes del ex tirano. Al morir el líder del

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grupo, posiblemente asesinado en la Gobernación del Distrito Federal, el resto de los gomecistas huyeron a Las Antillas en el barco «El Zamora». Los ciudadanos venezolanos siguieron atacando a los representantes del viejo régimen en todas las ciudades, así como las propie­ dades que habían sido acumuladas por medio del pecu­ lado y la entrega del país a los europeos y norteameri­ canos. Además de los disturbios, centenares de venezo­ lanos exiliados comenzaron a volver a su patria. Entre éstos figuran los antigomecislas del Partido Revoluciona­ rio Venezolano, el grupo de A. R. D. I., dirigido por Rómulo Betancourt, y miembros de la Federación de Es­ tudiantes venezolanos. El Gobierno, a partir del 24 de diciembre, fue dirigido por el general López Contreras, quien en una reunión extraordinaria del Congreso Na­ cional fue designado Presidente interino «... hasta tanto se convocará a elecciones presidenciales para constitucionalmente elegir un presidente».

López Contreras fue el hombre que había sofocado el intento de derrocar a Gómez en 1929, y había llegado a ser Ministro de Guerra y Marina durante el gomecismo. No fue sorprendente, entonces, que López Contre­ ras, en un intento por consolidar su posición, aprovecha­ ra la reacción de las masas para implemcntar una serie de medidas represivas con el fin de reprimir particular­ mente a los marxistas. El Gobierno tomó medidas a dos niveles. La presidencia decretó la suspensión de las ga­ rantías el 2 de enero de 1936 en los siguientes términos: «...considerando... que desde hace varias semanas han ve­ nido ocurriendo en la República frecuentes y continuos su­ cesos, atentatarios contra las personas, la propiedad, el comercio, las industrias y contra el orden social estable­ cido..., se han mantenido durante estos deplorables aconte­ cimientos en la serena actitud que le corresponde dentro de la órbita legal..., que el Congreso Nacional, en Acuerdo de 15 de mayo de 1934, autoriza al Ejecutivo para tomar las medidas administrativas y policiales que juzgue con­ venientes a fin de evitar la discusión de las doctrinas co­ munistas, cuya propaganda está expresamente prohibida por el núm. 6 del artículo 32 de nuestra Ley Fundamental.

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f El uso de la facultad que me confiere el artículo 36 de la Constitución Nacional..., se declaran en suspenso... las ga­ rantías constitucionales, etc...».

Luego, el 6 de enero de 1936, el ministro de Guerra y Marina y el gobernador del Distrito Federal decidieron aplicar la suspensión de las garantías por las siguientes resoluciones: «... se prohíbe... toda propaganda de carácter comunista, los grupos de más de tres personas, las conferencias y discursos en las plazas, teatros, calles, campos y sitios acce­ sibles al público..., las publicaciones, carteles y avisos sin previa autorización de la autoridad; las manifestaciones, asociaciones y huelgas; así mismo, las autoridades respec­ tivas vigilarán: 1) La circulación en la vía pública. 2) La entrada a la ciudad y salida de ella. 3) Las comunicaciones telefónicas y por radio. 4) El transporte de armas no autorizado legalmente. 5) Los periódicos, a fin de que no se publique ningún escrito de carácter político-social y económico sin la aprobación de la autoridad... ...la infracción de las prohibiciones establecidas en la pre­ sente resolución será castigada con multa, arresto, expul­ sión y confinamiento, según el caso...».

II

En base al decreto y las resoluciones, el gobernador informó a los periódicos que no podían ser publicados libremente. En una circular publicada en el periódico El Universal, fechada el 12 de febrero de 1936, el gober­ nador Félix Galavis del Distrito Federal, entre otras co­ sas señaló:

«... llevo al conocimiento de usted, para su más estricta observancia, que la Dirección de esc periódico será en ade­ lante responsable de lo que se publique, inclusive la co­ laboración firmada por particulares, los remitidos, etc. ...Quedan prohibidas las inserciones que enseguida se ex­ presan: a) Los artículos disociadores con fines de perversidad; b) Artículos o escritos que contengan alusiones perso­ nales que inciten al odio; C) Artículos de tendencias comunistas, sin justificación para ello, exponiendo sus propiedades y aún su vida misma, con manifiesta infracción del principio cons­ titucional que las hace inviolables; 157

II

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d) c)

Hojas volantes de carácter mendoso, erradas por falsas informaciones; Radiodifusiones de discursos, conferencias o char­ las que exalten los ánimos, causando alarma u oca­ sionando intranquilidad pública...».

Estas medidas del gobernador fueron recibidas por la ciudadanía caraqueña con indignación; todavía no se habían organizado los partidos políticos ni sindicatos, pero existía la Federación de Estudiantes y algunas aso­ ciaciones de trabajadores, siendo la más destacada la A. N. D. E.; estos últimos decidieron solidarizarse con los periódicos iniciando una huelga. En La Esfera fue publi­ cada la siguiente carta de la Federación de Estudiantes en protesta a las medidas draconianas del gobernador e informando públicamente sobre sus acciones de soli­ daridad el 14 de febrero de 1936:

«Al Presidente de la República. La Esfera: Febrero, 14. Caracas, 13 de febrero de 1936. Ciudadano General Eleazar López Con t reras.

Señor Presidente: La Federación de Estudiantes de Venezuela, en Asam­ blea Plenaria celebrada a las 5:00 p. m. de hoy, ha tomado el acuerdo de dirigirle a usted esta comunicación. La Federación de Estudiantes de Venezuela no es un Organismo político militante. Pero no implica el que nues­ tra agrupación pueda marginarse a los problemas políti­ cos del país, los cuales en el momento presente de la Re­ pública revisten una importancia incalculable. La Federación de Estudiantes de Venezuela, a pesar de considerar carente de justificación jurídica y política el Decreto suspensorio de las Garantías Constitucionales, pro­ cedimiento inicial que bien pudiera llegar a traducirse en un régimen dictatorial, había mantenido en torno a la cuestión una actitud de espera vigilante. Nos basamos para proceder así en sus repetidas declaraciones en el sentido de que esa medida era sólo de carácter transitorio. El desarrollo de la norma gubernamental en las dispo­ siciones del Ministerio de Fomento y de la Gobernación del Distrito Federal, amordazando la radio y la prensa, nos ha dado un claro toque de alarma. La actitud del estu­ diantado no puede ya más continuar siendo expectante, sino beligerante y responsable.

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11 Además de las Resoluciones Oficiales, entrabando la li­ bre expresión de pensamiento, han sido lomadas por el Gobierno una serie de medidas que mantienen en perma­ nente y justificado descontento a la opinión pública nacional; la tolerante actitud del Gobierno en relación con los más culpables instrumentos sostenedores del Gomcsalato, permitiendo que escapen impunes del país, eludiendo así la justa y necesaria sanción que debió ser ejercida con­ tra ellos, ha provocado una sorda indignación colectiva. Pudieron juzgarse esos grandes culpables llevando consigo los millones acumulados mediante el peculado y el des­ pojo. Los Gómez, los Díaz González, los Velásquez, los Cayamas Martínez y tantos otros, están disfrutando de esc dinero que al país pertenece y que a él ha debido reinte­ grarse. Es otro motivo de lógico descontento la permanencia de altos destinos del Gobierno y de la Administración de casi todos los grandes sostenedores de la reciente tiranía. Félix Galavís, Vicenso Pérez Soto, León Jurado, José María García, José Antonio González, Evencio Luque, Bárrelo Méndez, Francisco J. Parra, Pedro Itriago Chacín, Pedro Manuel Arcaya, Laureano Vellenilla Lanz, Pedro César Dominicci, César Zumeta, forman parte de esa interminable lista de hombres que por sus antecedentes y actuaciones rechaza categóricamente el pueblo venezolano. La conti­ nuación de hombres de esta naturaleza en puestos de sig­ nificación implica la pervivencia de los mismos sistemas autoritarios y explotadores del gomecismo. Alarma igualmente a la ciudadanía la constante práctica de acudir al expediente inventado por Arcaya en el año 1928, de acusar de actividades extremistas a toda persona no grata al Gobierno, con objeto de justificar su secuestro. Navarro González, Valmore Rodríguez, Isidro Valles, Bracho Montiel, Clemente Leoni, Nicando Acosta y muchos otros más, los unos ya reintegrados al goce de la libertad, los otros aún encarcelados, son vivos testimonios de nuestras afirmaciones: No se ha incoanado proceso judicial contra ninguno de los secuestrados, sino que se ha procedido con ellos en forma atentatoria. En consecuencia y acogiéndonos al derecho de petición que nos garantiza como ciudadanos la Carta Política de la República, planteamos ante usted las aspiraciones del estudiantado, que en esta hora concuerdan, más que en ninguna otra, con las del pueblo venezolano.

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Derogatoria del Decreto de Suspensión de Garan­ tías y, como consecuencia directa de ello, la elimi­ nación de la censura que existe en la actualidad sobre la prensa y la radio. 2) Destitución inmediata de todos los elementos del

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gomecismo que aún permanecen asidos a ¡os altos cargos de la nación. 3) Entrega a los Tribunales Ordinarios de todos los que aparezcan culpables de hechos delictuosos en ejer­ cicio de cargos públicos durante la pasada tiranía. 4) La libertad de los ciudadanos actualmente secuestra­ dos por motivos políticos en las cárceles del país, o su sometimiento al juicio respectivo en el caso de que aparezcan culpables en la comisión de algún delito.

Señor general: Los periodistas, como respuesta a la censura que amor­ daza a la prensa, han resuello suspender la publicación de los diarios. Estamos con ellos en la protesta cívica y expresaremos nuestra solidaridad no asistiendo a clases en la Universi­ dad y Colegios de la República, ni a los hospitales, mien­ tras nuestras peticiones no sean atendidas (para no le­ sionar los intereses del pueblo, una Comisión de los estu­ diantes de Medicina atenderá en el Hospital Vargas los casos de urgencia y gravedad). Nos penetramos de la trascendencia de la actitud asu­ mida y estamos resueltos a afrontar todas las consecuen­ cias que para nosotros puedan derivarse de ella. Antes de cerrar esta exposición, donde hemos conden­ sad© el querer y el sentir del estudiantado, queremos de­ cirle que usted tiene asumida con la Patria una grave res­ ponsabilidad que usted no puede ni debe eludirla. De usted depende que su nombre quede escrito como cifra inicial de una era de renovación democrática, o que pase a la historia como un mandatario que no supo o no quiso ser leal a sagrados compromisos contraídos con la nación.»

La huelga fue llamada para el 14 de febrero bajo la organización de la Federación de Estudiantes de Vene­ zuela (F. E. V.), la Asociación Nacional de Empleados (A. N. D. E.), el Gremio de Artes Gráficas y la Asociación de Linotipistas. Las masas caraqueñas se congregaron en la plaza Bolívar para oír los discursos de sus líderes. Al poco tiempo la multitud fue atacada por las fuerzas represi­ vas gubernamentales, asesinando a más de tres docenas de personas. El pueblo reaccionó en forma organizada y disciplinada organizando la Junta Patriótica, y en una manifestación representativa de las diferentes clases so-

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cíales desfilaron ante Miraflores pidiendo la destitución del gobernador Galavis y de Albano Mibelli, el supuesto autor intelectual de las medidas represivas, y la revoca­ ción del Decreto de Suspensión de las Garantías Constitu­ cionales y la Ley de Censura. López Contreras, en una estrategia conciliadora, pro­ metió derogar el decreto y además desarrollar un pro­ grama que incluiría una nueva Ley del Trabajo, la liber­ tad sindical y organizativa, etc. El 22 de febrero de 1936 el Gobierno reestableció las garantías constitucionales, y con ello las agrupaciones políticas y los trabajadores, quienes estaban organizándose desde enero, lograron le­ galizarse. Los obreros petroleros habían empezado a or­ ganizarse desde 1934 y más intensamente en 1935; así, con la nueva actitud del Gobierno, fueron uno de Jos primeros grupos de trabajadores que legalizaron sus sindicatos y plantearon sus reivindicaciones económicosociales dentro del marco de la Ley. Sin embargo, como hemos señalado anteriormente, no solamente en Caracas habían ocurrido reacciones cí­ vicas para la restitución de los derechos civiles; así tam­ bién en el Zulia, donde los obreros petroleros jugaron un papel de gran importancia. Quizá desde un punto de vista podríamos decir que los obreros petroleros ha­ bían reaccionado ante la muerte de Gómez con una pers­ pectiva mucho más revolucionaria que el movimiento de Caracas, que ya desde aquel tiempo había sido diri­ gido por la pequeña burguesía. Los obreros petroleros y la comunidad zuliana estaban esperando la muerte de Gómez desde 1932. Fue Isidro Valles, el gran político zuliano, quien había anunciado la muerte de Gómez por radio y quien pronunció las consignas de los obreros en la plaza Bolívar al gritar en un mitin, el 17 de diciembre de 1935: «Antes la muerte que una nueva dictadura.» Con el anuncio de la muerte del tirano, el pueblo de Maracaibo se lanzó a la calle con júbilo y se congregaron en la plaza Baralt para oír los discursos de varias per­ sonas. Inmediatamente el pueblo pidió públicamente la destitución del tirano gobernador Pérez Soto. Organiza­ ron una manifestación en la cual pidieron la destitución del gobernador, pero la policía intervino matando a un

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joven estudiante, Severano Hernández Rodríguez. El pueblo reaccionó y comenzó a atacar las tiendas y a las autoridades. Las mujeres participaron en la distribución espontánea de los bienes de consumo, que siempre ha­ bían sido carísimos y que muchas veces estaban fuera del alcance de los ingresos pobres de sus esposos. En un reportaje del periódico regional Panorama, un periodista dijo que al llamar a una de las ciudadanas ladrona, ella respondió de la siguiente manera: «Yo ladrona... hijo de... esto no es robo... el pueblo tiene que aprovechar...» Es claro que esta ciudadana estaba consciente de que se encontraba redistribuyendo los bienes de la sociedad y no estaba robando. Más tarde, en el entierro de Her­ nández Rodríguez, el Ejército y la policía tuvieron un choque. Aparentemente, la policía recibió órdenes del ti­ rano gobernador, perteneciente al grupo de Eustaquio Gómez, para atacar al pueblo, mientras que el Ejército, que apoyaba a López Contreras, se puso momentánea­ mente al lado del pueblo. Sin embargo, el pueblo logró dar muerte al coronel Pablo Ramos García, alcalde de Maracaibo. Mientras tanto, en todos los campos petroleros los obreros estaban en pie de guerra. En Cabimas se des­ arrollaron las acciones más revolucionarias. El pueblo designó un comité para pedirle al coronel Mario Maya la entrega del poder. Este se negó y mandó llamar de Maracaibo unos 25 hombres armados con fusiles que fueron destacados en la jefatura. Estos hombres ejecu­ taron a 37 trabajadores indefensos frente a la plaza de Bolívar, un acto similar al que ocurrió en la plaza de Bo­ lívar de Caracas. El pueblo inmediatamente atacó a las autoridades, destruyendo los monumentos, retratos y afi­ ches gomecistas y los prostíbulos. El jefe civil, desafor­ tunadamente, logró escapar. Una Junta fue constituida por los siguientes trabajadores: Régulo Clavel, Enrique Olivares, César Montenegro y Abelardo Rivero. Esta Junta asumió el poder político y militar de Cabimas, nombrando a Marcos T. García y Luis Bermúdez jefe civil y de policía, respectivamente. Este acto del pueblo fue un hecho profundamente revolucionario. Los traba­ jadores decidieron tomar el poder político militar para 162

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sii comunidad. En Cabimas no se estaban pidiendo re­ formas, sino que tomaron el poder político como debía ser. Las noticias de los sucesos de Cabimas atemoriza­ ron a los funcionarios gomecistas de Lagunillas y otros campos, por lo que decidieron abandonar sus puestos y huir despavoridos. Los obreros petroleros estaban deci­ didos y eran consecuentes cuando gritaban «antes la muerte que una nueva dictadura». Es claro que a través de los años lograron madurar: no tuvieron miedo ni fue­ ron indecisos en la toma del poder para el pueblo. Des­ afortunadamente, no lograron inspirar a la pequeña bur­ guesía venezolana de aquella época con su misma confianza, coraje y determinación, o educarla en su con­ signa: «Antes la muerte que una nueva dictadura.»

5.7.

I

Los marxistas y la formación de los sindicatos petroleros

Los obreros petroleros, luego de varios factores que contribuyeron a su desarrollo y madurez, y después de una larga y dificultosa jornada, lograron formar sus sin­ dicatos en 1936. A lo largo del camino recibieron varias influencias, unas internas y otras externas, dentro de las cuales la influencia marxista predominó en la fase formal de la constitución de los sindicatos. Hay una se­ rie de razones que explican el liderazgo e influencia de los marxistas durante este período en los trabajadores, quienes a través de sus líderes tuvieron contactos con los marxistas y su literatura. Hasta 1936 la mayoría de la juventud, tanto dentro y fuera de Venezuela, se defi­ nió a sí misma como izquierdista y se refirieron a Marx como su autoridad, aun aquellos como Betancourt que apoyaban el programa de la reforma mínima en 1932. El único movimiento político, aunque débilmente organiza-

163 ¡

do dentro del país en los últimos años del régimen de Gómez, fue el partido comunista. El desarrollo ideoló­ gico de gran número de trabajadores petroleros permi­ tió que el liderazgo de este movimiento se mantuviera en las manos de los trabajadores. La reconocida habili­ dad de Valmore Rodríguez, Isidro Valles, Fuenmayor y Kotepa Delgado, aunque pequeños burgueses, para orga­ nizar a los trabajadores sin dominarlos y sin subvertir su autonomía fue fundamental para el éxito de la cons­ titución de sus sindicatos y la coalición de los trabaja­ dores y la clase media contra el sistema del colonialismo informal que dominaba durante los años 1918 a 1937. Los trabajadores petroleros habían adquirido bastan­ te experiencia propia para 1925, año en el que organiza­ ron la primera huelga importante. Durante los años 1926 a 1934, elementos avanzados de este grupo establecieron contacto con los movimientos antigomecistas como los grupos masónicos, el grupo Seremos, etc., por lo que en 1933 intentaron tanto los trabajadores como uno de los primeros miembros del partido comunista, Rodolfo Quintero, organizar un sindicato encubierto por una so­ ciedad de asistencia mutua. Posteriormente, en 1934, Valmore Rodríguez organizó la Sociedad de Bien de Cabimas y en algunos otros campos. La concientización de los obreros petroleros fue intensificada por el impacto de la crisis mundial. Durante 1929 a 1933, más de 20.000 trabajadores perdieron sus trabajos; esta situación ra­ dicalizó a los obreros y contribuyó, independientemente de otros factores, a impulsarlos hacia la toma de con­ ciencia y la organización como clase. Se debe acreditar, en términos de literatura marxista, al Partido Revolucionario Venezolano (P. R. V.) como una de las principales influencias en la penetración del antigomecismo a pesar del edicto anticomunista, ya que en 1925, Arcaya, ministro del Interior, declaraba a los marxistas y su literatura prohibidos. A pesar de esto, de acuerdo a muchas entrevistas con ex obreros petroleros, hemos verificado que, frecuentemente, muchos marinos llevaban literatura a Maracaibo, la cual era recibida de miembros del P. R. V. que estaban establecidos en Cura­ zao. Los marinos, generalmente, se la entregaban a Nati-

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vidad y Max García Sal azar, hermanos, que la distri­ buían a los grupos antigomecistas y a los obreros. El Partido Revolucionario Venezolano también enviaba esta literatura a través de correspondencia ordinaria a los trabajadores que eran conocidos como activistas en los grupos antigomecistas. Uno de estos obreros fue Manuel Taborda. Una vez recibió correspondencia a cargo de la compañía petrolera y éstos, sin saberlo, se la entregaron, aunque algo sorprendidos de que un obrero sin educación recibiera correspondencia de un pariente en el exterior. Esto se debía a que ya en 1928 el P. R. V., en su cuarto número de Libertad, publicó la tesis: «El Zulia, la futura cuña de la revolución venezolana». De todas maneras se debe señalar que la contribu­ ción del P. R. V. no fue tan importante como la contri­ bución hecha por los miembros del partido comunista dentro de Venezuela en la organización de los obreros, y la aportada por Valmore Rodríguez e Isidro Valles. Ya en 1928 varios obreros con base en la teoría marxista operaban como grupo sin estar organizados formalmen­ te. Ellos eran: Manuel Taborda, Alhelg, Lourdes Gonzá­ lez, Jesús Flores y Angel Anselm. Sin embargo, no em­ pezaron a operar como una célula de empresa sino has­ ta 1935, con la llegada a Maracaibo de dos miembros fundadores del partido comunista de Venezuela, Fuenmayor y Kotepa Delegado. Al mismo tiempo, dentro de la clase media, había una desarrollo paralelo a medida que miembros de grupos antigomecistas zulianos se ad­ herían al marxismo. En 1929, Antonio Nava, líder del Partido Revolucionario Venezolano, que invadió Vene­ zuela desde Curazao junto a Gustavo Machado, escapó del ejército de Gómez y llegó a Maracaibo, introducién­ dose rápidamente en los grupos antigomecistas. Poste­ riormente, en 1934, Elio Montiel, otro marxista, fue libe­ rado de La Rotunda y partió a Maracaibo, donde también fue a reforzar los grupos antigomecistas. Algunos acreditan a Valmore Rodríguez como el fun­ dador de los sindicatos. Es hecho histórico que Valmore formó gremios y en particular controló el de Cabimas, pero se deben señalar dos puntos a este respecto: du­ rante el tiempo de sus actividades en Zulia, en 1934-

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1935, se le consideraba marxista; era una persona arries­ gada, combatiente e independiente, y fue hasta 1936, sin lugar a dudas, proclase obrera. Aunque fue influenciado posteriormente por Rómulo Betancourt, se deduce de una carta que escribiera a un amigo que no compartía esa posición en 1933, ya que, como hemos mencionado, los venezolanos exilados estaban divididos entre aque­ llos que apoyaban una posición marxista-leninista, los que habían firmado de declaración ARDI y quienes, in­ fluenciados por Rómulo Betancourt, apoyaban un pro­ grama de reforma mínima para ser implementado des­ pués de la muerte de Gómez. Valmore Rodríguez, en esa carta fechada el 14 de abril de 1932, se refirió a la posi­ ción del plan mínimo de Betancourt de Ja siguiente ma­ nera:

«...y aquí lo de Rómulo y su folleto. De acuerdo. Dema­ siado Aprismo y oportunismo, que no debemos dejar con­ fundir con el nuestro. Para nosotros sólo hay un partido y es el P. C., con su línea leninista firmemente establecida, sin filtraciones de ningún género...; queremos trabajar en "Agrupación” porque comprendemos, sabemos, que no es posible en los primeros momentos hacer cosas más efica­ ces. Pero que no se nos hable de darle cuerpo a una doc­ trina de retazos, de crear y echar a rodar un instrumento anti-proletario. Pasar de una agrupación a un partido, cam­ biar un lenguaje un "tantico nebuloso” por la afirmación rotunda cuando las condiciones estén maduras para ello, es algo que no está excluido en ningún buen manual de política; pero crear un partido sobre bases reñidas con la ideología que se profesa, para luego volver al partido que las sustenta, es cosa que está muy cercana a la traición, o mejor, al peor de los oportunismos, al oportunismo de mala ley. Hay que combatir en Rómulo, firmemente, esa desviación Aprista...» (95).

Es debido a esta posición que mantenía Valmore, que él junto con los marxistas formaron gremios que no tu­ vieron serios conflictos. Los obreros petroleros marxis­ tas en el Zulia lo veían como un amigo y como un com­ padre. En la mayoría de los gremios que fueron forma­ dos, los obreros votaban democráticamente por un líder (95) «Documentos robados por espías de la Policía Política». Libro Rojo. Caracas, 1975. Págs. 235-237.

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que fuera promarxista; esto, por supuesto, no significa que estuviesen en total acuerdo con el Partido Comunis­ ta de Venezuela de los años 1934-1936. Como hecho, se tiene que durante este período el Partido Comunista es­ taba apenas organizado dentro del país y había grandes diferencias entre aquellos marxistas que se desarrolla­ ron en Venezuela y aquellos que lo hicieron en el exte­ rior gozando del apoyo del Buró del Caribe, el cual era un aparato del Frente Internacional Comunista de Stalin. Después de la muerte de Gómez, Juan Bautista Fuenmayor y Kopeta Delgado regresaron del exilio y fueron directamente a Maracaibo con dos objetivos: organizar a los obreros en sindicatos y construir el Partido Comu­ nista al mismo tiempo. Fuenmayor utilizó el nombre de Pirela y junto a Kotepa se mantuvo organizando a los obreros. Al momento de llegar se encontraron con obre­ ros que estaban ideológicamente avanzados en los cam­ pos petroleros y otros sectores de la clase trabajadora. La clase media zuliana no estaba tan dividida como la pequeña burguesía caraqueña ni tenía su egocentrismo. La clase trabajadora y la clase media del Zulia habían triunfado en el establecimiento de una genuina coalición nacionalista y antiimperialista. Desde diciembre de 1935 a febrero de 1936 hubiera sido imposible para dos mar­ xistas, a pesar de sus habilidades, organizar tan rápida­ mente aquellos sofisticados sindicatos que fueron capa­ ces de implementar, en menos de un año, una de las huelgas más combativas y tan bien organizada. Fuenma­ yor y Kotepa contribuyeron enormemente asesorando la construcción del Partido Comunista y la formación de los sindicatos, permitiendo a la vez que los líderes obre­ ros de los gremios fuesen los mismos que los del Par­ tido. Este tipo de organización de gremio y Partido no fue logrado en ninguna otra parte de Venezuela. En otras áreas, como el Distrito Federal, era costumbre de la pe­ queña burguesía utilizar la estructura del Partido para controlar y dominar los gremios, e incluso se introdu­ cían a los gremios para dominarlos desde dentro. Este no fue el caso de Zulia, aunque es evidente, por la mis­ ma historia de estos obreros petroleros —en particular 167

desde los años 1918 a 1936-, que había un enorme avan­ ce de la clase trabajadora zuliana, tanto cuantitativa como cualitativamente, que les permitió consolidar la influencia marxista en la formación de sus gremios. Este extraordinario avance de los obreros no se puede i educir mei amente a la contribución de individuos, por importantes que éstos puedan ser, sino también al pro­ ceso histórico habido entre los años 1918 a 1936, en los cuales la experiencia de los obreros fue superior, tanto en sus lugares de trabajo como en su interacciones con las clases sociales. Finalmente, el rol conciliatorio de López Contreras después de los acontecimientos de febrero permitieron la legalización de los sindicatos. Valmorc y otros logra­ ron legalizar el S. O. E. P. de Cabimas el 27 de febrero de 1936, el sindicato de Mene Mauroa fue legalizado el 28 de febrero de 1936, el de Lagunillas en marzo del mismo año, etc. Y así en todos los campos petroleros del Zulia y Falcón se constituyeron los sindicatos en asambleas democráticas para posteriormente ser legali­ zados. Cabe señalarse que no sólo los obreros petrole­ ros se sindicalizaron, sino que casi todos los demás sectores de trabajadores en Zulia y en el resto del país. Entre los primeros miembros del sindicalismo petrole­ ro destacaron los siguientes trabajadores: Manuel y Lino Taborda, Carlos Ramírez París, J. F. Colina Nava, Fran­ cisco Franco, Vicente Gamboa Marcano, Hilario Gómez, Manuel Cabrera, Ramón Ferrer y otros. Uno de estos trabajadores sintentizó en un discurso los pasos de la formación de los sindicatos de la siguiente manera: «Los trabajadores nada sabían de sindicatos ni de or­ ganizaciones, pero aún sin ninguna orientación y carentes de garantías, el 1 de enero, en Maracaibo, un grupo de tra­ bajadores petroleros se reunió y organizó el primer sindi­ cato en forma provisional. Al ser restituidas las garantías constitucionales el 14 de febrero de 1936. los trabajadores ampliaron sus organizaciones, y el 25 de febrero quedó for­ malmente constituido el sindicato con 1.116 miembros. De esta forma empezaron los trabajadores a romper con la tradición mutualista, extendiéndose la organización sindi­ cal a todo el Zulia y Venezuela» (96).

(96) Taborda, Manuel: Op. cit., pág. 4. 168

5.8.

El surgimiento de concepciones nuevas

Los trabajadores petroleros, tanto física como men­ talmente, fueron formados por el ambiente creado por la industria petrolera. Habían llegado como jóvenes pro­ venientes de varias partes de Venezuela. Sus mundos eran parroquiales, miserables y rurales. Para ellos el mundo era un eterno infierno de explotaciones. Al llegar a los campos el mundo era para ellos fundamentalmente regionalista, no tenían una conciencia nacional ni una conciencia de clase. Muchos de ellos no habían visto an­ tes un norteamericano, europeo o antillano, y la mayo­ ría ni siquiera había salido de su propio país. Nunca habían vivido con patriotas de otras regiones desde pro­ bablemente los tiempos de sus progenitores, quienes pe­ learon en las guerras bolivarianas. Posiblemente sus pa­ dres sirvieron como soldados en las guerras de los caudillos, tanto liberales como conservadoras, pero aque­ llas guerras no fomentaron la hermandad y sólo alimen­ taron el chauvinismo y odio regional. Muchos llegaron por unos días a Zulia-Falcón para hacer dinero y regresar a casa. Pero la mayoría de ellos se quedaron para toda la vida, por lo que dentro de unos pocos años comenzaron a cambiar sus concepcio­ nes. Ya lo importante dejó de ser la región de la que provenía el obrero, sino en qué campo petrolero éste se desempeñaba. Así, después de un tiempo, la sociedad dejó de referirse a ellos como zulianos, corianos, andi­ nos, etc., y los comenzó a ver como trabajadores petro­ leros. También contribuyó a la generación de esta nue­ va conciencia dentro de los mismos trabajadores petro­ leros venezolanos las diferencias que existían en los campos petroleros entre los «extranjeros» y los «nati­ vos», la gerencia y la fuerza laboral, los altos ingresos y la mortalidad, la represión y la insurrección. Se per­ cataron de su condición objetiva como trabajadores y de su condición subjetiva como «nativos». Fue el clásico drama entre «colonizadores» y «colonizados».

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Entre los años 1918 a 1926 se estimuló su desarrollo, principalmente por las contradicciones internas dentro de los mismos campos petroleros. Observaron y experi­ mentaron que estaban siendo económicamente explota­ dos y eran víctimas de una discriminación racial; sus intereses de clase y nacionalismo fueron también vícti­ mas del sistema. Al mismo tiempo, comenzaron a tener contactos con el Estado. En sus regiones, los hacenda­ dos eran los dioses y apenas habían tenido contacto con el Gobierno. Ahora, cada vez que había una confrontatación entre el capital extranjero y la fuerza laboral lo­ cal, el Estado intervenía en contra de los trabajadores. Para ellos el gomecismo era algo real y tiránico. Se die­ ron cuenta de la necesidad de confrontar al Estado con el mismo rencor con que confrontarían al capital ex­ tranjero. Hacia finales de 1929 se radicalizaron con el impacto de la crisis económica mundial. Al tratar de entender la razón por la cual no tenían trabajo, se les informó de la crisis económica mundial, por lo que su mundo dejó de ser sólo el campo petrolero. Los antillanos y los extranjeros blancos les habían informado del mundo que existía fuera de Venezuela, pero aquellas historias no eran lo suficientemente pode­ rosas como lo fue el hecho de que perdieran sus traba­ jos debido a la crisis ocurrida en un mundo ajeno a su país. Fue precisamente esta crisis la que incentivó su deseo de conocer y saber. En 1933, bajo el liderazgo de un marxista, miembro del partido comunista de Venezuela, se intentó por pri­ mera vez sindicalizarlos en la SAMOP. Ya antes de ese año muchos elementos de la clase trabajadora habían establecido relaciones con grupos de la clase media que estaban ideológicamente alertas y eran fundamental­ mente antigomecistas. Aquellos primeros encuentros en las plazas entre los trabajadores y elementos de la clase media zuliana establecieron las bases para una futura coalición contra el capital monopólico extranjero y el Estado venezolano. Posteriormente, los marxistas pe­ netraron la vida de la clase obrera petrolera. Todos estos elementos previamente discutidos en

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este capítulo contribuyeron a la transformación de los obreros petroleros de una «clase en sí» a una «clase para sí». Los factores objetivos y subjetivos dentro de los campos, la conciencia generada por las contradiccio­ nes del modo de producción capitalista, las influencias externas de la clase media y la muerte de Gómez con­ tribuyeron al desarrollo cualitativo del proletariado pe­ trolero venezolano. Este desarrollo se expresó no sola­ mente en la formación de organizaciones sindicales, sino también en la avanzada conciencia política alcanzada hasta entonces, lo que contribuyó a su transformación en una clase «para sí». Los líderes de los sindicatos eran al mismo tiempo líderes del Partido Comunista del Zulia y del Bloque Nacional Democrático. Por otro lado, en Cabimas, la madurez y conciencia política había lle­ gado a tal grado que los trabajadores tomaron el poder político y militar al momento en que llegaron las noti­ cias de la muerte del dictador. Ya sabían por experien­ cia de que a menos que tuvieran el poder político-militar no podrían enfrentar el capital monopólico extranjero en la industria petrolera. Fue bajo estas circunstancias y durante estos años formativos de los obreros petroleros, 1918 a 1936, que sus concepciones originales del mundo, de su país y de ellos mismos sufrieron cambios fundamentales. Les tomó dieciocho años madurar y organizarse como una clase y defender eficientemente sus intereses. Pero no sólo de­ fendieron sus intereses, aunque sabían que éstos se ha­ llaban íntimamente ligados con los de la nación entera, sino que establecieron alianzas con la clase media y otros sectores de la clase trabajadora para enfrentar al Estado venezolano y al capital monopólico extranjero. En el año 1936 se ve emerger una clase con concepciones nacionalistas y antiimperialistas. Con su situación estra­ tégica dentro de la industria petrolera —el baluarte del imperialismo y de la tiranía estatal— y su nueva concep­ ción como clase y como venezolanos, proveyeron al país de elementos y base para declarar la guerra al imperia­ lismo y a su aliado local, el Estado.

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i I

J

VI.

EL PROCESO DE POLITIZACION DE LOS OBREROS PETROLEROS: LA HUELGA DE ENERO DE 1936 A FEBRERO DE 1937

6.1.

Los acontecimientos más destacados que precedieron a la huelga de diciembre de 1936 en la sociedad venezolana y en particular en el Zulia

Al formar los obreros petroleros sus sindicatos, a principios del año 1936, comenzaron a organizar una huelga general en la industria petrolera. Esta huelga, que empezó en diciembre, constituyó una extraordinaria batalla para la reivindicación económica, y el rescate de la nacionalidad venezolana y sus objetivos abarcaron las esferas política, social y económica. Al objeto de enten­ der el significado de esta huelga es necesario hacer én­ fasis en los hechos acaecidos en la sociedad venezolana durante el conflictivo año de 1936. Con la muerte de Gómez, como lo señalamos anteriormente, hubo en va­ rias ciudades del país un conjunto de acontecimientos que tenían como objetivo fundamental asegurar el tér­ mino de la tiranía gomecista, conocida y sentida duran­ te veintisiete años. En la mayoría de estos hechos se destacaron como líderes de las grandes movilizaciones de masa —a través de manifestaciones y huelgas— los trabajadores, la pequeña burguesía marxista y reformis­ ta y algunos sectores de la burguesía nacional, como la prensa que tenía su sede en Caracas. La dirección del movimiento contra la reinstauración del gomecismo se centralizó en Caracas hasta noviembre de 1936; tal mo­ vimiento, por cierto muy heterogéneo, en un principio

175

tuvo un carácter espontáneo, para luego organizarse. Du­ rante los primeros once meses ele ese año todo el país concentró su atención sobre Caracas como centro direc­ triz de los pasos que conducirían a la liberación nacio­ nal y democratización del pueblo venezolano; los acto­ res principales, indudablemente, fueron aquellos jóvenes que desde la década del veinte habían estado en el exi­ lio y se habían formado en las luchas de los países del mar Caribe. Sin embargo, como se mencionó anterior­ mente, estos jóvenes obtuvieron en el exterior bases ideológicas distintas y plantearon estrategias también distintas, por lo que no fue extraño que al regresar del exilio constituyeran distintos grupos, tales como: el ORVE, bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt; el PRP, dirigido por Salvador de la Plaza, Miguel Otero Silva y Rodolfo Quintero, y el FEV, convertido en una orga­ nización política dirigida por Jóvito Villalba; también fue organizado el Frente Obrero y el Frente Nacional de Trabajadores y, por supuesto, el famoso ANDE, condu­ cido por Oropeza Castillo y otros. El movimiento nacio­ nal-democrático, con sede en Caracas, estuvo entonces controlado y dirigido por la pequeña burguesía; entre sus miembros hubo marcadas diferencias, pero debido a Ja represión y a la amenaza constante de la restaura­ ción del gomecismo, se unieron en un programa común. Estos movimientos verdaderamente perdieron la lucha contra la represión por una serie de razones que serán tratadas posteriormente. Mientras en Caracas se desarroló un movimiento con características propias, en el Zulia los grupos obreros y la pequeña burguesía evolucionaron en una forma dis­ tinta y autónoma, que con el descenso del movimiento caraqueño alrededor de noviembre de 1936 se convirtie­ ron en el baluarte de la lucha democrática, nacional y antiimperialista. En el Zulia se logró establecer un mo­ vimiento político bastante amplio y netamente antiim­ perialista, influido por la clase trabajadora denomina­ do BND, Bloque Nacional Democrático, conjuntamente con una central regional de trabajadores, UTZ, y la Unión de Sindicatos Petroleros, USP. Aunque los miem­ bros del BND mantuvieron lazos y relaciones con el PRP,

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liS

el ORVE y el FEV, no existió una relación orgánica por razones ideológicas y tácticas. Según Juan Bautista Fuenmayor, el PRP no fue un partido comunista ya que sólo el movimiento marxista del Zulia pudo considerarse como tal. Así, el partido comunista se estaba formando en el Zulia al mismo tiempo que los sindicatos, pero con una dirección dual basada fundamentalmente en cuadros de trabajadores; este Partido participaba con el BND, siempre y cuando ellos pudieran mantener su independencia y el derecho a criticar al BND en caso de no estar de acuerdo con una línea o posición espe­ cífica. Con una fuerte influencia marxista entre los obreros petroleros, con dirigentes que a la vez eran con­ ductores del partido comunista y participantes efectivos en el frente amplio antiimperialista del BND y con el apoyo del UTZ, los obreros petroleros reunieron elemen­ tos formidables para planificar eficazmente la huelga de diciembre de 1936. Este capítulo aspira a hacer un aná­ lisis de esta huelga, con una revisión previa de los acon­ tecimientos que ocurrieron para ese entonces a nivel na­ cional y en particular en el Zulia. Cabe señalar que en todos los acontecimientos nacionales el pueblo zuliano, el BND y especialmente los obreros petroleros manifes­ taron su apoyo y solidaridad con las acciones contra la represión y por la democracia. Pensamos enfatizar en la participación de los obreros petroleros al subrayar los hechos más destacados en la evolución de éstos des­ de el momento de su sindicalización hasta la huelga.

a)

La reacción espontánea del 14 de febrero de 1936

Hemos afirmado en el capítulo anterior que el gene­ ral López Contreras fue designado, provisionalmente, Presidente de la República después de la muerte de Gó­ mez. Como respuesta a un conjunto de desórdenes acae­ cidos en varios puntos del país contra los gomecistas y sus propiedades, el Presidente decretó la suspensión de las garantías constitucionales. Basándose en esto, el gobernador del Distrito Federal promulgó un decreto especificando que todos los escritos de la prensa debían ser sometidos a la consideración de la famosa Junta de 177

Censura, a objeto de que se permitiera o no su publica­ ción; sin embargo, se estableció que para los periodistas que publicaran escritos ya revisados por la censura y que a juicio del Gobernador parecieran delictuosos, se aplicarían penas. Los periódicos El Universal, Ahora, La Religión, La Esfera, El Heraldo, nueve revistas y se­ manarios y cuatro estaciones de radio se opusieron pú­ blicamente al decreto, señalando al Gobernador que en «tales condiciones la misión del periodista quedaba fal­ seada y sin objeto» (97); en consecuencia resolvieron suspender las publicaciones de los diarios hasta que la censura fuera removida. En una manifestación de soli­ daridad, la Federación Estudiantil de Venezuela y los demás grupos nacientes llamaron a una concentración en la plaza Bolívar para denunciar lo que ellos interpre­ taron- como un intento de restablecer la represión al estilo gomecista. La policía intervino matando a tres do­ cenas de personas. Ese mismo día, 14 de febrero, en la tarde, los directores de los periódicos, conjuntamente con las diferentes agrupaciones y las masas caraqueñas, realizaron una manifestación frente a Miraflores pidien­ do la destitución del Gobernador y la revocación de los decretos represivos. En un intento para consolidar su posición, López Contreras decidió revocar la suspensión de las garantías y dio información sobre un amplio pro­ grama de reformas que incluyó la promulgación de una ley del trabajo y el derecho para organizarse. Así, el 14 de febrero de 1936, el pueblo caraqueño, en acción es­ pontánea y con la movilización de todos los sectores, logró ganar la primera batalla contra la represión y la dictadura.

La reunión del Congreso gomecista

b)

López Contreras fue encargado provisionalmente de la presidencia hasta que en una reunión del Congreso fue decidida la elección del Presidente. En aquel enton­ ces el Presidente se elegía por voto del Congreso y no directamente por el pueblo. El 19 de abril fue la fecha

(97) Editorial de El Heraldo, febrero, 13, de 1936. 178

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escogida para la toma de dicha decisión, estando el Con­ greso constituido Fundamentalmente por gomecistas. Sin embargo, el pueblo se había declarado en contra de la perpetuación de un sistema dictatorial y esperaba un cambio en la Constitución que permitiera la elección presidencial por medio del sufragio universal. Para el mes de mayo ya se habían constituido más de una doce­ na de agrupaciones políticas, sindicales y cívicas. En ese momento, los dirigentes políticos estaban influenciados por los hechos ocurridos en muchos países, los cuales estaban sufriendo retrocesos en sus luchas por la liber­ tad. Por ejemplo, Rómulo Betancourt señaló en un dis­ curso que los monarquistas españoles estaban intentan­ do restablecer a Alfonso XIII, mientras que en Perú los Leguistas dispersos estaban tomando el camino del cuar­ telazo al objeto de restaurar la dictadura, y los machadistas intentaban radicarse en Cuba (98). Con estas ex­ periencias, los grupos políticos estaban dispuestos a pro­ hibir el retorno del gomecismo. Aparentemente, consi­ deraban a López Contreras como un gomecista liberal o progresista; por esta razón, los grupos progresistas, a principios de abril, constituyeron un bloque unitario ini­ ciado por el PRP: el Bloque de Abril, en el cual partici­ paron las siguientes agrupaciones: a) Partido Republica­ no Progresista; b) Unión Nacional Republicana; c) Movi­ miento de Organización Venezolana; d) Federación de Estudiantes de Venezuela; e) Unión Boliviana de Turmero; I) Federación de Telegrafistas; g) Gremio de Tacones y Peines; h) Federación Textil de la Casa A. Goiticoa y C. A.; i) Gremio de Mosaiqueros; j) Asociación de Artes Gráficas de Caracas; k) Acción Municipal del Distrito Fe­ deral; m) Junta Patriótica de la Victoria; n) Junta Pa­ triótica de Venezuela; o) Agremación de Artesanos de Puerto Cabello; p) Gremio de Obreros de Puerto Cabe­ llo; q) Asociación de Estudiantes de Artes Plásticas; r) Agrupación Cultural Femenina; s) Bloque Venezolano y Sociedad de Correos; etc. Se eligió un Comité Ejecutivo Provisional constituido por el doctor A. Fuenmayor Rivera, delegado de la UNR;

(98) Betancourt, Rómulo: «El gomecismo pretende restable­ cerse», Panorama, Maracaibo, marzo, 5, de 1936. Pag. 2. 179

Carlos I razaba 1, del PRP; Raúl Leoni, del ORVE, y Eu­ genio Medina, hijo, de Acción Municipal del Distrito Fe­ deral. La función de este Comité era la de celebrar reuniones diariamente y defender la plataforma aproba­ da por el Bloque, la cual fue constituida por los siguien­ tes objetivos: a) b) c) d)

Elecciones presidenciales. Votación del presupuesto. Confiscación de los bienes de Gómez. Convocación de una asamblea constituyente para el 19 de abril (99).

Aunque el pueblo caraqueño no quiso permitir la re­ unión del Congreso gomecista, los dirigentes del Bloque de Abril, preocupados por el mantenimiento del «hilo constitucional», dijeron al pueblo en un mitin: «Acep­ tamos con el pañuelo en la nariz la reunión del Congre­ so gomecista.» Aparentemente hubo, al respecto, divisio­ nes entre los marxistas y los reformistas, culpando la izquierda marxista a Rómulo Betancourt; pero no se han encontrado evidencias de una abierta oposición contra la reunión del Congreso por parte del PRP. Esto nos lleva a concluir que el Bloque permitió esta reunión es­ perando idealmente que los miembros de dicho Congre­ so se asustaran y se autodisolvieran. El Congreso se reunió custodiado por guardias cívi­ cas organizadas por los grupos llamados de izquierda a fin de impedir que las masas lincharan a los gomecistas. El Congreso, por supuesto, nombró a López Contreras Presidente por siete años e iniciaron, al poco tiempo, un conjunto de represiones a través de la promulgación de leyes de carácter fascista que culminaron con la disolu­ ción legal de los movimientos y la expulsión de todos aquellos dirigentes que habían o no protegido a los miembros del Congreso de los ataques del pueblo cara­ queño. El apoyo a la reunión del Congreso gomecista constituyó el principio de una serie de errores y com­ promisos que lentamente destruyeron el gran movimien(99) Panorama: «El Bloque de Abril». 15 de abril de 1936. Pá­ ginas 1 y 2.

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to de masa para la democratización y la liberación na­ cional. Aparentemente, las causas que motivaron el fracaso del movimiento nacional y democrático fueron: la inexperiencia de los líderes políticos, su falta de cla­ ridad y compromiso revolucionario, el reformismo, el miedo, el idealismo de pensar que sus enemigos entre­ garían el poder político en bandeja de plata sin necesi­ dad de una lucha feroz y la ausencia de la participación decisiva del proletariado y campesinado venezolano en la dirección del Bloque. Lo que en febrero el pueblo ha­ bía logrado por acción espontánea, se perdió en abril con la organización, dirección y liderazgo de la pequeña burguesía.

c)

Las huelgas de mayo a junio de 1936

Después de la reunión del Congreso y el fortaleci­ miento del «hilo constitucional» se inició la represión contra los grupos llamados de izquierda. El 25 de abril fueron arrestados los dirigentes del PRP y en mayo el Congreso intentó introducir medidas antidemocráticas para recuperar la conquista obtenida por el pueblo el 14 de febrero de esc año a través de la promulgación de la Ley de Defensa Social. Inmediatamente después, los trabajadores declararon una huelga que paralizó toda la actividad de la comunidad. No había transporte, pro­ ducción, comercio ni actividades bancarias; sólo funcio­ naban los servicios esenciales como el agua, luz y los hospitales. Esta huelga de mayo tuvo corta duración, ya que no logró ser organizada en todo el país. Sin em­ bargo, detuvo la ley antidemocrática. Antes de haber transcurrido un mes, el Gobierno in­ trodujo una nueva legislación llamada Ley para garan­ tizar el orden público y el ejercicio de los derechos in­ dividuales, la cual fue introducida al Congreso por el entonces ministro Alejandro Lara, por lo que, posterior­ mente, fue denominada por el pueblo como la Ley Lara. La razón para esta legislación fue la siguiente: el pro­ grama de reformas ofrecido en febrero por López Contreras había creado muchas expectativas en el pueblo en relación al mejoramiento de las condiciones de vida. 181

Los trabajadores, especialmente, habían esperado de la Ley del Trabajo, la cual todavía no había sido aprobada, resultados concretos de Jas peticiones formuladas sobre reivindicaciones económicas; sin embargo, en muchos casos, las oficinas de trabajo creadas por el Gobierno para responder a esas peticiones no funcionaron puesto que no tenían respaldo legal. Los patronos ignoraban totalmente las demandas de los trabajadores, por lo que consecuencialmente estallaron una serie de huelgas en varias regiones del país. Por su parte, el Gobierno, en lugar de aprobar la Ley de Trabajo y asegurar que las oficinas funcionaran, decidió, al estilo gomecista y arcayaista, que las huelgas eran de agitadores comunistas, por lo que se necesitaba una ley que aboliera la amena­ za comunista del país. Así, en junio, López Contreras pronunció un discurso resumiendo su posición, donde señalaba que el abuso del recurso de la huelga se vol­ vería, a la larga, en contra de los mismos que la emplea­ ban; que estos movimientos entorpecían la economía na­ cional y, por tanto, afectaban el erario de manera negativa, por lo que el Gobierno que él presidía estaba dispuesto a poner cese a este estado de cosas; al mismo tiempo, atribuía a los directores de las diversas agru­ paciones del país, principalmente a los gremios, la res­ ponsabilidad de predicar la disolución de la familia, la destrucción de la religión, de la propiedad y de todo cuanto constituía la felicidad de los pueblos (100). En respuesta a esa actitud del Gobierno y a la Ley Lara, se constituyó un Comité de Defensa Democrática, con las siguientes organizaciones: FOV, ANDE, la Asociación de Linotipistas de Venezuela, la Asociación de Chóferes del Distrito Federal, ANAF, ORVE, PRP y otras. En esa oca­ sión se organizó una huelga general en todo el país para el 13 de junio, la cual duró cuatro días. Una vez más, como el 14 de febrero, se instauró la pugna política en­ tre las fuerzas democráticas y las absolutistas. Según el Comité de Defensa Democrática, las causas de esta huel­ ga fueron muchas, y entre ellas: que la Ley Lara amena­ zaba las libertades ciudadanas; que las Cámaras esta-

(100) Panorama: Discurso de López Contreras. 5 de junio de 1936. Pág. 1. 182

ban discutiendo demasiado lentamente la Constitución, calificada como una maniobra continuista, protegida a retaguardia por la ley ya nombrada, y que los proble­ mas de los obreros estaban pendientes debido a la des­ atención de las oficinas de trabajo (101). La huelga en sí no estuvo bien organizada, aunque fue considerada como un éxito por los miembros del Comité ya que re­ presentaba el primer ensayo de acción política organiza­ do por las agrupaciones gremiales y políticas democrá­ ticas después de la muerte de Juan Vicente Gómez. El 7 de junio se constituyó un comité con varios de­ legados por cada gremio, formándose por elección en el seno de un comité inicial otro más reducido formado por un delegado único por organización, elegido por el Comité de Defensa Democrática. Ante la inminencia de la aprobación, en segunda votación, de la Ley de Orden Público y ante la lentitud continuista para discutir el nuevo proyecto de Constitución, el comité discutió y aprobó un programa de acción conjunta contra dicha ley. Este programa comprendía una campaña periodís­ tica y otra radial, designación de comisiones ante las Cámaras y un mensaje al ciudadano presidente. La cartamanifiesto fue entregada al general López Contreras por una comisión constituida por los presidentes de las or­ ganizaciones firmantes. Como acto final se programó una manifestación cívica. A las 8 pm. del 9 de junio el Presidente respondió el mensaje con un comunicado que apareció en los periódicos el día 10 del mismo mes. La respuesta, llena de vaguedades en la mayoría de los pun­ tos, dejó la responsabilidad de la ley a la estricta com­ petencia del Congreso. El comité decidió esperar para ver si en la práctica se solucionaba el problema. Sin em­ bargo, repentinamente, a las 12 pm. del mismo día fue­ ron llamados a Miraflores los presidentes de los gremios obreros pertenecientes a la Federación Obrera de Vene­ zuela, FOV, donde se les expuso, punto por punto, lo justo y constitucional de muchas de las disposiciones que ellos rechazaban. Los conferencistas aceptaron la explicación del Gobierno completamente satisfechos. De(101) El Popular: «Comité de Defensa Democrática y la huel­ ga». 17 de junio de 1936. Págs. 1 y 2.

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bido a esto el comité decretó la huelga, por lo que in­ mediatamente fueron encarcelados numerosos ciudada­ nos. En una alocución, el gobernador Mibelli prometió mantener el orden público. En varias partes del país los trabajadores decretaron huelga, siendo la petrolera de gran importancia. La prensa, que siempre había repre­ sentado los intereses de la clase dominante, pero cuyos directores se habían lanzado a las calles de Caracas para apoyar la democracia, perdieron su entusiasmo por la lucha cívica y sus periódicos no dieron mayor apoyo a la huelga. Un periódico del país resumió la posición de este sector en un editorial llamado «En defensa del Or­ den Público», donde decía: «El Ejecutivo federal tendrá un instrumento legal que lo facultará para resguardar el orden público en los casos en que los agitadores induzcan a la masa obrera y demás trabajadores a producir disturbios contra las leyes u or­ den público. Todos saben que el obrero venezolano solicita un bienestar a que tiene derecho dentro de las normas establecidas por las nuevas corrientes del Derecho del Tra­ bajo. Pero las reivindicaciones obreras, por justas que sean, no pueden constituir un permanente conflicto para los poderes nacionales ni para la sociedad en general. El proletariado necesita desenvolver sus aspiraciones y recla­ mos dentro de la paz, es decir, en el círculo que le demar­ ca la ley. Otro camino es erróneo y por ende perjudicial para los intereses generales. Mas nuestro elemento obrero debe organizarse no sólo como un grupo de fuerza agresiva e impulsiva, sino como un bloque deliberante, razonante y consciente de sus deberes y procedimientos para lograr la consecución de sus fines de mejoramiento económico e intelectual. Sólo el camino del orden le levantarán al éxito y le suministrarán la autoridad y la libertad necesarias para celebrar como verdaderos patriotas la victoria defi­ nitiva» (102).

Obviamente, esta ley estaba dirigida contra las cla­ ses trabajadoras y el marxismo, teniendo el apoyo de las clases dominantes: esta ley era compleja y reflejaba al gomecismo, era señal de una represión selectiva anti­ obrera y anticomunista. Debido a la huelga nacional el

(102) Panorama: Editorial de "El Heraldo", 9 de junio de 1936. Págs. 1 y 2. 184

Gobierno decidió reformarla. Así, el 16 de junio de 1936 se expresaba en el editorial de El Heraldo:

«Las reformas de la Ley Lara, donde descaradamente se informaba al público que el Senado acaba de aprobar en tercera discusión la nueva Ley de Orden Público, en la cual se han introducido modificaciones que, como dijimos hace poco, desvirtúan su sentido primitivo y la ajustan a nuestra realidad. Las reformas de que ha sido objeto la Ley de Orden Público satisfacen las aspiraciones colectivas porque quitan al proyecto original su tiránica rigidez y la moldean a las necesidades del momento. Dentro de su nuevo articulado, cualquier partido demócrata liberal, por avanzado que sea, tiene amplio campo para desarrollarse y actuar. Sólo permanece cerrado para el comunismo, y esa estrechez particular no es producto de una mentalidad partidaria, sino de un deseo general de clausurar los lin­ deros patrios para las actuaciones disolventes de quienes ignoran nuestra realidad, nuestro pasado, nuestro indeciso presente y las posibilidades de nuestro futuro» (103). Según este editorial, las clases dominantes estaban en contra de la tiranía primitiva, pero en favor del anti­ comunismo y del surgimiento de la clase obrera. Sin em­ bargo, el Comité de Defensa Democrática decidió termi­ nar la huelga en base a las reformas gubernamentales, que fueron resumidas de la siguiente manera:

«Artículo 24. Las agremiaciones de obreros... no están sometidas a las prescripicones de la presente Ley; pero en todo caso se someterán a ella y le serán aplicables sus disposiciones cuando incluyan en su objeto o programa actividades políticas. Artículo 31. Quien no sea trabajador pero incite a la huelga, será encarcelado de seis a diez meses. Artículo 32. Queda prohibida la huelga de solidaridad. Artículo 33. La cárcel, hasta tres años, por palabra, es­ crito o radiodifusión en promoción de la disolución de familia, lucha de clases, dictadura del proletariado o inci­ tación a los obreros, etc...» (104). A pesar de los artículos antidemocráticos de la re(103) Panorama: Editorial de "El Heraldo”, 20 de junio de 1936. (104) Petróleo: «La Ley Lara, reformada». 24 de junio de 1936. Pag. 4.

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formada Ley Lava, el 17 de junio de 1936 el Comité de Defensa Democrática declaró lo que sigue:

«Considerando... l.° Que en la sesión de ayer de la Cá­ mara del Senado se introdujeron reformas sustanciales a la Ley de Orden Público, que con aquellas que deben intro­ ducírsele en la última discusión, la harán compatible con el espíritu democrático y no contraria a fundamentales libertades ciudadanas garantizadas por la Constitución. ...2.° Que el Ejecutivo Nacional ha manifestado su propó­ sito de reorganizar la Oficina Nacional del Trabajo, lo cual abre a perspectivas de solución para varios problemas en­ tre patronos y trabajadores, aún no resueltos por obra de la reconocida posición anti-obrera del director actual de dicha Oficina . 6.u Que no era el objetivo nuestro sino ob­ tener, entre otras, las reivindicaciones a las cuales se ha dado satisfacción en el curso de la huelga, por cuanto no perseguimos fines insurreccionales, sino eminentemente cívicos; se decreta el cese de la huelga desde las 7 de la noche de hoy... 2.° Enviar una palabra de calurosa con­ gratulación a la ciudadanía y muy especialmente a los gremios, etc... 3.° Dirigir una palabra emocionada de soli­ daridad y simpatía a los compañeros encarcelados, etc.. 4.° ..., etc.» (105).

Así terminó este movimiento huelguístico de junio de 1936. Se puede deducir que fue un fracaso, ya que no se lograron los objetivos propuestos a diferencia del mo­ vimiento del 14 de febrero. Además, obreros de varias partes del país estaban presos, mientras la pequeña bur­ guesía de Caracas decretó el cese de la huelga sin si­ quiera haber negociado la liberación de dichos detenidos. No sólo algunos sufrieron en las cárceles, sino que otros perdieron la vida, como los obreros petroleros que fue­ ron asesinados en Mene Grande. Por otro lado, muchos en todo el país no quisieron reincorporarse a sus traba­ jos, ya que la ley no había sido derogada y no entendían el cese de la huelga. En algunos campos petroleros los obreros continuaron la huelga durante unos días más; sobre esto se harán comentarios posteriormente. La huel­ ga de junio estuvo mal organizada, mediocremente eje­ cutada y cobardemente cesada. En nuestra opinión, esta

(105) El Popular: «Suspensión de la huelga general». 17 de junio 1936. Pag. 1. 186 r i

huelga tuvo poco significado ya que no logró influir en los diferentes sectores del país, por lo que no representó un verdadero movimiento nacional. Por supuesto no fue revolucionaria, ya que según el Comité de Defensa De­ mocrática el motivo fue meramente de manifestación cívica. El movimiento tampoco fue democrático, ya que en varias regiones del país no se le consultó a los traba­ jadores acerca de continuar o no la lucha hasta que fue­ se derogada la ley. Fue igualmente importante el hecho de que la huelga no estuviese realmente dirigida contra el enemigo fundamental, el imperialismo, que se hallaba presente silenciosamente. Pero antes de analizar las acti­ vidades de los obreros petroleros y su participación en todos estos acontecimientos del año 1936, es útil y nece­ sario subrayar el último esfuerzo de la pequeña burgue­ sía para recuperar sus pérdidas en una última batalla legal al constituir el Partido Unico de las Izquierdas (PDN).

d)

Los movimientos políticos y la unidad de la pequeña buguesía

El año 1936 vio la formación de muchas agrupacio­ nes políticas en dos líneas generales: las de izquierda y las de derecha. Sin embargo, existieron diferencias entre ellas mismas; por ejemplo, en la supuesta derecha fueron ubicadas la Unión Nacional Republicana, dirigida por Mario García Arocha; el Partido Liberal Amarillo y la Liga de la Defensa. En la supuesta izquierda fueron ubicados el ORVE, el PRP, el BND, el FEV-OP y el FO, el cual aspiraba a dar expresión política a su agrupación de trabajadores, y el FNT, que también deseaba dar expresión política al sindicato ANDE. Pero aunque esta división general fue hecha para distinguir los grupos po­ líticos, ellos, como grupos en sí, no eran homogéneos en términos ideológicos, de organización, tácticas o com­ posición social. Así, por ejemplo, el Partido Liberal (de derecha), que estuvo casi muerto durante el gomecismo y al cual trataron de reactivar algunos miembros de la clase dominante, representó la ultraderecha y la posi­ ción entreguista al imperialismo. Por otra parte, la Unión

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Nacional Republicana representó a la clase dominante progresista y muchas veces se autodefinió social demó­ crata. La Liga de Defensa fue inspirada por López Contreras, y se dedicó a defender cualquier posición del Go­ bierno y a buscar evidencias que probaran que los partidos de izquierda eran comunistas y, por tanto, ile­ gales según la Constitución nacional. En las agrupacio­ nes de izquierda, los movimientos de mayor importan­ cia fueron el ORVE, el PRP y el FEV-OP. Estos grupos, aunque elaboraron programas unitarios durante el año 1936, en el fondo mantuvieron entre sí diferencias tác­ ticas, objetivos propios y además fueron compuestos por clases sociales no siempre iguales. Los líderes de estos grupos fueron formados en el exilio y sostuvieron diferencias ideológicas y estratégicas, inclusive en los días de su encarcelamiento en 1928, cuando en La Ro­ tunda enseñaron el marxismo y el sindicalismo Pío Tamayo y otros dos comunistas. Porteriormente fueron profundizadas estas diferencias en 1931, cuando firma­ ron el Plan de Barranquilla. Un grupo, bajo el liderazgo de Rómulo Betancourt, apoyó la implementación del plan mínimo mientras que los otros firmantes estaban en desacuerdo, acercándose al PRV de Salvador de la Plaza y Gustavo Machado, que a la vez fue influido por el Buró del Caribe, el frente de la Internacional Comu­ nista de Stalin. Los grupos de izquierda fueron, indudablemente, los dirigentes y organizadores de las grandes movilizaciones de masa durante el año 1936. Pero debido a una serie de razones perdieron la batalla para influir en la elección libre del Gobierno según el sufragio universal y llevar a cabo una revolución nacional y democrática. La falta de cohesión interna y divisiones ideológicas, no ayudó en la organización eficaz y adecuada; por ejemplo, al volver todos los exilados, Rómulo Betancourt llegó des­ de Costa Rica, donde era un dirigente de gran importan­ cia del Partido Comunista; Salvador de la Plaza, Otero Silva y otros eran marxistas declarados que trabajaban dentro de la estrategia del Buró del Caribe. Al llegar a Venezuela constituyeron un comité organizador con Ró­ mulo Betancourt, Gustavo Machado, Salvador de la Pía-

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za, Miguel Otero Silva, Rodolfo Quintero y otros, pero Betancourt escasamente asistió a las reuniones. Según Valmore Rodríguez, lo que sucedía era que Betancourt estaba siendo influenciado por el aprismo y, además, el análisis de Venezuela, sobre tierra venezolana, lo había convencido que para poder hacer la transformación po­ lítica era necesario organizar un movimiento policlasista. De esta manera, después de la reunión del Congreso gomecista, el comité organizador del Partido Comunista desapareció y Betancourt formó el ORVE, con el lema: «ORVE NO ES FASCISTA, MUCHO MENOS COMUNIS­ TA.» Al mismo tiempo, el grupo de Salvador de la Plaza organizó el PRP, a pesar de los numerosos problemas existentes entre los mismos marxistas. Aparentemente el grupo del PRP tampoco estaba interesado en organizar un Partido Comunista, sino un Partido Nacional Popu­ lar con una dirección marxista. Debido a esto, un grupo que pensaba que la unidad entre un Partido Comunista y otros grupos debía ser programativa y no orgánica, intentó constituir un Partido Comunista con independendencia del PRP en el Zulia. El movimiento marxista tuvo una gran división a nivel de personalidades y estrategia entre los marxistas formados en el país y los otros for­ mados en el Caribe, Europa y Norteamérica, teniendo es­ tos últimos fuertes lazos con el buró del Caribe y la Unión Soviética. Era obvio que las izquierdas no eran un grupo bastante claro en sus objetivos ni unido a una única organización. Sin embargo, lograron establecer una unidad programática en acciones comunes contra la amenaza de la restauración del gomecismo, y aunque también dieron el apoyo y protección para la reunión del Congreso gomecista, lograron organizar las huelgas de mayo y junio y, por supuesto, participaron en los acontecimientos de febrero, aunque entonces no estaban realmente organizados. Cometieron numerosos errores en estos acontecimientos, lo que culminó con la huelga de junio que no logró derogar la Ley Lara. Al terminar esta huelga el movimiento entró en un descenso y el Gobierno intensificó la represión contra los llamados grupos de izquierda. Para recuperar el terreno perdido y revitalizar el movimiento popular, todos los grupos organizaron un partido único de las izquierdas llamado

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Partido Democrático Nacional, del cual era secretario general Jóvito Villalba. Pero en la Constitución de Ve­ nezuela, en el inciso sexto del artículo 32, «se consideran contrarias a la independencia, a la forma política y la paz social de la nación, la doctrina comunista y anar­ quista, y los que la proclamen, promulguen o practiquen serán considerados como traidores a la patria y castiga­ dos conforme a las leyes»... Así, entonces, según la Cons­ titución y la Ley Lara ante la cual habían claudicado, el PND no podía existir legalmente. El partido PND hizo trámites para la legalización ante la Gobernación del Distrito Federal, pero éste fue negado. Ante esta situación se planteó una defensa de la posición del Partido en el editorial de un diario, en los siguientes términos: «Se nos ha comunicado que el señor gobernador del Distrito Federal se ha abstenido de conceder el permiso para la actuación del Partido Democrático Nacional. Ante esta abstención del Gobernador a la legalización del PND, más conocido como Partido Unico de las Izquierdas, la voz de los hombres y de las organizaciones políticas de orien­ taciones ampliamente democráticas se ha dejado oír para criticar una medida que pone en evidencia la inclinación oficial a impedir la fusión de entidades ya legalizadas y conocidas, acaso porque se tema que de esa unión pueda resultar una decisiva presión organizada, no ya contra el orden social de Venezuela, sino contra intereses particu­ lares de origen viciado, que no resistirían una severa revi­ sión legal propugnada por una corriente sólida y sistemá­ tica de la opinión. Tenemos entendido que el Programa elaborado por el Partido Democrático Nacional y sometido al señor gober­ nador para su legalización no incluye puntos colindantes con la Ley de Orden Público, reglamentaria del artículo constitucional que garantiza el derecho de asociación. Tampoco creemos que algunos de sus enunciados puedan considerarse comprendidos en las previsiones del inciso 6." del artículo 32 de la Constitución. Con lo primero queda explícita nuestra confianza en que un mejor estudio de esas bases programáticas, hecho por el Organo legal llama­ do a conocer de la apelación, que seguramente será inten­ tada sobre la decisión gubernamental, dará por resultado una amplia reivindicación de los principios legales clara­ mente constituidos en las leyes vigentes relativas a este asunto, sentando de este modo un nuevo precedente de rectitud política que sirva de norma a las futuras rela­ ciones sociales de la República y determine en el espíritu

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ciudadano la necesaria confianza en las instituciones na­ cionales, confianza sin la cual no puede esperarse una com­ pleta armonía republicana. Con lo segundo expresamos nuestra duda respecto de que ciertas insinuaciones apriorísticas y evidentemente arbitrales hechas al Gobierno Dis­ trital por asociaciones determinadas, pueden haber influi­ do en la conducta del gobernador para eludir el otorga­ miento de un derecho inalienable. Porque en este último caso la propia ley prevé un procedimiento específico para la punición. Es imposible pasar por alto un acontecimiento como el que nos ocupa. La abstención en referencia entraña motivos de justa alarma sobre el porvenir de nuestra vida político-social, por cuanto hace presentir una juiciosa ac­ titud gubernativa adversa al íntegro ejercicio de las li­ bertades democráticas, actitud tanto más deprimente por cuanto en ella no es exagerado presumir presiones extra­ ñas, análogas en sus síntomas a las que se han manifes­ tado siempre en nuestra historia en vísperas de dictadura. A etas horas, la mirada de los venezolanos, preocupa­ dos por un claro y limpio resurgimiento nacional, está pendiente de la decisión que en última instancia dictará la Corte Federal sobre la del gobernador. Esperamos que esa decisión estará inspirada en una absoluta ecuanimi­ dad legal y en neto sentido de la justicia; libre de preocu­ paciones políticas momentáneas y, sobre todo, de preven­ ciones particularizantes» (106).

Más tarde, Jóvito Villalba, que había dicho que «la ley es el refugio de los reumáticos», informó al gober­ nador sobre la decisión del Partido Nacional Democrá­ tico para refugiarse en la ley con una petición ante la Corte Federal y de Casación en los siguientes términos: «Yo, Jóvito Villalba, estudiante, mayor de edad y de este domicilio, en mi carácter de secretario general del Partido Democrático Nacional, con que aparezco en las ac­ tuaciones relativas a la solicitud de legalización de dicho partido, que cursan ante ese gobierno, y en representación de los demás constituyentes del mismo, a usted me dirijo con motivo de su comunicación número 3388 (Dirección Civil y Política), para manifestar: "De conformidad con el artículo 17 de la Ley para garantizar el Orden Público y los Derechos Individuales", que se invoca en la mencio­ nada comunicación, la facultad conferida a ese gobierno es la de dar o negar su apropación para la constitución de

(106) Ahora: « La no legalización del Partido Nacional Demociático y su trascendencia política Noviembre, 24, de 1936.

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las asociaciones regidas por esa Ley, y no la de abstenerse de impartir la aprobación que se solicita como se consig­ na en la comunicación a que me refiero. Por otra parte, de los términos de la misma disposición se desprende que, en caso de negativa, ésta debe razonarse fundamentándola en que se incluyan actividades ilícitas en el programa o que los estatutos no llenen las condiciones establecidas en el artículo 16 de la misma Ley. Por tal motivo y por­ que además en el caso de que se pretendiera invocar al­ guna causal para la negativa, tal causal carecería de fun­ damento racional y jurídico, apelo de la referida decisión para ante la Corte Federal y de Casación, y pido a usted se sirva remitir a ese Alto Tribunal todas las actuaciones e instrumentos relativos a este asunto, de acuerdo siem­ pre con la Ley a que se ha hecho referencia.—Es justicia.— Caracas, 20 de noviembre de 1936» (107).

Esta petición hecha ante la Corte Federal fue nega­ da el 15 de diciembre de 1936. La Corte y el Congreso gomecista no estaban interesados en la denuncia de al­ gunos de los pequeños burgueses que no fuesen comu­ nistas, ya que se había decidido que esos grupos cons­ tituían una amenaza al orden y a la paz. En la sentencia de negación, el Supremo Organismo Jurídico concluyó que: «Para el fundamento de su fallo le ha bastado la no­ toriedad de la filiación comunista de algunos de los di­ rectores del partido, confirmada por el hecho de no haber desmentido documentos divulgados desde hace meses por la prensa, con el nombre de muchos de ellos» (108).

Con la pérdida de esta última batalla, la pequeña burguesía caraqueña deja de tener la capacidad para di­ rigir el movimiento popular. Afortunadamente, en el Zulia había evolucionado un movimiento político antiimpe­ rialista, con menos división, entre la pequeña burguesía, ya que fue formado por la Central de Trabajadores de la región, la organización dual del Partido Comunista y la mayoría de los sindicatos petroleros. Sería entonces en el Zulia y Falcón donde se libraría la batalla nacio(107) Ahora: « Jóvito Villalba se dirige al gobernador noviembre de 1936. Pág. 1. (108) Ahora. 16 de diciembre de 1936. Pág. 1.

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21 de



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nal, democrática y antiimperialista más significativa de la historia contemporánea de Venezuela, teniendo al pro­ letariado en la vanguardia y dirección de la lucha.

e)

El surgimiento de los movimientos más significativos en el ZuliaFalcón en el año 1936

Debido a los numerosos errores cometidos por los dirigentes del movimiento de la pequeña burguesía cara­ queña, el movimiento popular de Venezuela se hallaba en descenso. Posteriormente, como una autocrítica, mu­ chos han aceptado las aseveraciones de los comentarios de aquel entonces, señalando que existieron demasiadas organizaciones que no permitieron la suficiente unidad, que hicieron demasiadas improvisaciones, que a los di­ rigentes Ies faltaba experiencia política, que hubo de­ masiados defectos en los métodos de organización y de­ masiada confusión ideológica. Rómulo Betancourt, en su libro Venezuela, política y petróleo, señala:

«El movimiento popular, si fuerte por la mística que in­ sufló en vastas capas de la población, tenía la debilidad de su inexperiencia y de la falta de objetivos definidos de lucha.» Afortunadamente, el movimiento popular en los Esta­ dos Zulia-Falcón había aprendido de los errores de la dirección de Caracas. En el Zulia se desarrollaron dos hechos de gran significación (aparte de la organización de los obreros petroleros), que fueron la constitución del Bloque Nacional Democrático (BND) y la Unión de los Trabajadores del Zulia. El BND fue constituido por elementos de la pequeña burguesía avanzada, quienes tenían claro lo que debían ser las bases, la conducción y el papel de un frente unitario antiimperialista. En esos momentos, Valmore Rodríguez e Isidro Valles eran marxistas independientes y lograron unir en el partido re­ gional a los intelectuales, los pequeños comerciantes, los profesionales, los trabajadores no petroleros y los

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obreros petroleros. Aunque Valmore Rodríguez fue fun­ dador del sindicato petrolero en Cabimas, no se opuso a que el Partido Comunista, que estaba en formación clandestina, organizara libremente los sindicatos petro­ leros. Valmore Rodríguez, en un discurso radial titulado «El antiimperialismo», planteó la soberanía y la nacio­ nalización de los recursos económicos del país y exigió una ley de trabajo que protegiera los intereses del obre­ ro y garantizara un sueldo justo. Declaró categórica­ mente que el BND era un Partido donde los trabajadores tenían un lugar de honor, especialmente los obreros pe­ troleros. Señalaba que los obreros poseían una perfecta noción sobre sus intereses de clase y que ellos los defen­ dían bajo sus propias banderas y con sus propios líde­ res. Explicó que las clases populares se habían organi­ zado y mediante sus sindicatos independientes defendían sus intereses políticos (109). De esta manera, el BND y el Partido Comunista en la clandestinidad se unieron para promover la constitución de la Unión de Trabaja­ dores del Zulia (UTZ). Entre los sindicatos zulianos se destacaron el ANDE de Maracaibo, que organizó a los telegrafistas y a los empleados en general e incluso a los oficinistas de las empresas petroleras; la Asociación Mutualista de Chóferes y los Linotipistas, entre otros. En la misma UTZ estaba afiliada la Unión de Sindicatos Petroleros (USP). A menudo los líderes del BND fueron también los líderes de la UTZ, la USP, el ANDE de Ma­ racaibo y el Partido Comunista en la clandestinidad. De este modo, existió en el Zulia y Falcón un movimiento popular integrado orgánica e ideológicamente, que tenía muy claros sus objetivos y también gran experiencia porque contaba con el liderazgo de la clase obrera petro­ lera, que desde 1914 se estaba formando a través de las luchas y de la vida diaria del proletariado venezolano de aquella época. Bajo el liderazgo de Olga Luzardo también se intentó organizar a las mujeres de estas re­ giones, con el planteamiento de que la mujer venezolana también tenía que reivindicarse, como mujer, dentro de la lucha de clases. Señalaba que la mujer venezolana

(109) Panorama: Discurso de Valmore Rodríguez sobre el imperialismo. 8 de junio de 1936. Pag. 1.

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necesitaba mucha preparación, ya que por falta de con­ ciencia podría cometer el mismo error que las mujeres españolas de 1931 y votar por la derecha. Insistió que una lucha económica era perfectamente viable si el obre­ ro se desprendía de ilusiones engañosas y vigilaba cons­ tantemente al Estado. La lucha, según ella, no debía ser dirigida únicamente contra el patrón y el capitalismo, sino también contra el Estado. Subrayó que los altos funcionarios del poder aconsejaban a los obreros «coo­ perar con sus patronos y con el Gobierno por el bien común», por lo que ellos debían callarse y aguantarse y no sustituir la lucha de clases debido a estos conse­ jos (110). Aparte de organizar a las mujeres, y especial­ mente a las de los obreros petroleros, ella logró ser una de los miembros de la dirección del periódico Petróleo de estos mismos obreros. Sin embargo, en la región del Zulia y Falcón estos movimientos fueron opuestos, en lo político, a otras agrupaciones. El gran Partido Liberal Amarillo, la Unión Nacional Republicana, la Agrupación Cívica Bolivariana y la Liga de Defensa intensificaron sus actividades en los campos petroleros a través de mítines públicos, pan­ fletos, etc., siendo la posición fundamental de estos gru­ pos atacar al BND, que, según ellos, estaba promoviendo la lucha de clases entre hermanos de la misma patria y que esa ideología culminaría con la violencia y la gue­ rra civil; planteaban la colaboración de clases, la pa­ ciencia y la esperanza de que el Gobierno, a través de la ley, haría causa justa de las inquietudes de los obre­ ros. También hicieron circular propaganda que decía que el BND recibía dinero de la Unión Soviética, por­ que ese país pretendía sustituir los intereses norteame­ ricanos en Venezuela. Pero a pesar de esta propaganda y ayuda del Gobierno, estos grupos no lograron influir en las masas.

(110) Panorama: Discurso de Olga Luzardo sobre la lucha de clases y la reivindicación de la mujer venezolana. 18 de marzo de 1936. 195

6.2.

La actividades de los obreros petroleros en los meses precedentes a la huelga

En vísperas de la revolución rusa, Lenin comentó so­ bre las huelgas lo siguiente:

«El instrumento primordial que el proletariado utilizó para movilizar a las masas fue la huelga... Ya que la clase explotada se educa sólo a través de la lucha. Sólo a través de la lucha llega a conocer la magnitud de su propio po­ der, le amplía sus horizontes, toma conciencia de sus ha­ bilidades, de sus pensamientos y le forja sus deseos... La lucha económica, la lucha por un mejoramiento directo c inmediato de sus condiciones es capaz por sí misma de atisbar los más recónditos estratos de las masas explota­ das, dándoles una verdadera educación, y transformarlos durante un período revolucionario en un ejército de lu­ chadores políticos en cuestión de meses» (111).

Por su parte, Rosa Luxemburgo, refiriéndose a la lucha contra el absolutismo en Rusia, argumentó que: «... solamente el proletariado podrá terminar con el abso­ lutismo en Rusia. Pero, para ello, el proletariado tiene ne­ cesidad de un alto grado de educación política, de con­ ciencia de clase y de organización. Estas condiciones no se las pueden dar los pasquines ni los volantes; estas con­ diciones sólo se las proporcionará la escuela política viva de la lucha y en la lucha, en el curso de la revolución en marcha. Por otra parte, el absolutismo no puede ser de­ rrocado en ningún momento sin una suficiente dosis de "esfuerzo” y de "perseverancia”. El declive del absolutis­ mo no es más que un signo exterior de la evolución inter­ na de las clases en la sociedad ruda» (112).

Durante los meses antes de la huelga de diciembre de 1936 se observaron avances en el desarrollo de con­ ciencia, militancia y organización de los obreros petrole­ ros en forma extraordinaria. Con la muerte del déspota (111) Lenin: Lectura on the 1905 Revolution (1917). Volu­ men XXIII, 1964. Págs. 239-242. Citado por Richard Hyman en: «Marxism and the Sociology of Trade Unions», pág. 42. (112) Luxemburgo, Rosa: Huelga de masas, partido y sindi­ catos. Pág. 2.

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Gómez, y desde diciembre de 1935 hasta diciembre de 1936, cuando se inició la huelga, los obreros se man tuvieron en pie diariamente y realizaron acciones den­ tro de Jas empresas para la reivindicación económica, solidarizándose con los acontecimientos y hechos ocu­ rridos en el Zulia y en la sociedad venezolana en gene­ ral. A través de estas actividades ellos cambiaron su conciencia meramente economicista a una bastante poli­ tizada, por lo que, conscientemente, se convirtieron en la vanguardia de la lucha contra la restauración del des­ potismo y el imperialismo. Finalmente, con la organiza­ ción de la huelga, tomaron la dirección del movimiento que estaba impulsando el proceso de la revolución de­ mocrática y nacional. En las siguientes páginas se sub­ rayan los hechos más destacados de aquellos meses de 1936, en los cuales los obreros, esforzada y perseverantemente, se convirtieron en un ejército de activistas políticos. En el capítulo anterior se hizo referencia a la reacción de los obreros y el pueblo zuliano ante el anuncio de la muerte de Gómez, ahora queremos hacer mención a dos hechos significantes. En primer lugar, la irrupción popular que incluyó saqueos e incendios de muchos ne­ gocios del Zulia, jugando las mujeres un papel muy des­ tacado en este intento espontáneo para redistribuir los bienes de la sociedad. Una vez saqueados los estableci­ mientos éstos fueron incendiados. El Foreign Club de los extranjeros también fue destruido. En Cabimas, el pueblo destituyó al jefe civil y tomó el comando polí­ tico y militar de la región. En Lagunillos los oficiales huyeron y debido a esto, el gobierno decidió mandar una comisión nacional para intentar arreglar la situación en el Zulia; un hecho resaltante fue que los obreros y el pueblo exigieron la sustitución inmediata del tirano Pé­ rez Soto, gobernador del Zulia. Por otro lado, en Lagun i lias los obreros petroleros se declararon en huelga du­ rante varios días, pero después de una reacción favora­ ble por parte del representante del gobierno y las com­ pañías, reanudaron sus trabajos el 29 de diciembre de 1935. La huelga había sido organizada sin manifestacio­ nes ni incidentes violentos y después de una entrevista

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M

con el general León Jurado en Maracaibo y conversacio­ nes con las compañías, los delegados quedaron satisfe­ chos con la promesa de que sus peticiones serían aten­ didas. Según nuestra investigación, hemos constatado que ésta fue la única huelga en cual no existieron repre­ salias contra los delegados u obreros que participaron en ella, durante todo el período comprendido entre 1918 al 1937 (113). Durante el mes de enero, los cuadros del Partido Co­ munista en la clandestinidad iniciaron formalmente la organización de los sindicatos en los campos petroleros. Estos fueron constituidos, principalmente, por Elio Montiel, Espartaco González, José Martínez Pozo, Manuel Taboda, Natividad García Salazar, Max García, Antonio Villasmil Luzardo, Angel Emiro Avila, Olga Luzardo, Juan Bautista Fuenmayor y Kotepa Delgado. Al mismo tiem­ po, Valmore Rodríguez inició el proceso de convertir a la más importante sociedad de bien ubicada en Cabimas, en sindicato. El sindicato de los obreros petroleros de Cabimas fue legalizado el 27 de febrero de 1936. Los de Maracaibo y Mene Mauroa fueron legalizados posteriormente: el ANDE de Maracaibo, el 9 de febrero del mismo año. Este último organizó a los empleados de las compañías pe­ troleras y asesoró en la formación de los sindicatos pe­ troleros. Más de doscientos dirigentes obreros surgieron al frente de los sindicatos durante el más de febrero; el día 5 de ese mismo mes se supo la noticia que en Cu­ razao más de 2.800 trabajadores de la Caribbean Petro­ leum Company estaban en huelga, ya que pedían un au­ mento de un florín diario en sus sueldos. Estos traba­ jadores se habían reunido y constituían la Unión de Obreros bajo la dirección del Dr. Da Costa Silva. Debi­ do a confrontaciones con la autoridad hubo un muerto y varios heridos (114). Para ese momento en Curazao se encontraban trabajando obreros venezolanos y, por esta razón, tuvo un gran significado e influencia sobre los obreros petroleros venezolanos. Así, el 6 de febrero de (113) Panorama. 29 de diciembre de 1935. Págs. 1 y 8. (114) Panorama: «La gran huelga obrera de Curacao». 5 de febrero de 1936. Pág. 1. 198

1936, circuló un panfleto que destacaba la injusticia co­ metida por las compañías petroleras al forzar a los ve­ nezolanos empleados a firmar un contrato colectivo que contravino la Ley que en aquellos años regía las relacio­ nes entre patronos y obreros. La planilla fue llenada por centenares de empleados venezolanos, renunciando a las indemnizaciones previstas por la Ley venezolana. Vea­ mos a continuación una muestra de la planilla en cues­ tión:

«Consta por la presente que el suscrito empleado... acepta empleo de la Venezuela Oil Company, sujeto a lo siguiente: l.° El empleado declara ser mayor de veintiún años de edad; 2.° Prestará el empleado sus servicios día por día por tiempo indeterminado, con un jornal diario de ... bolívares y ... céntimos; 3.° El empleado puede reti­ rarse de su empleo y la compañía puede despedirlo con o sin causa justificada, en cualquier tiempo, sin previo avi­ so, y sin que la compañía deba pagarle sino hasta el día en que se retire o sea despedido; 4.° El empleado renuncia para todo evento, las disposiciones de los artículos 112 y 113 del Código de Comercio y, de acuerdo con el artícu­ lo 126 de la Ley de Minas, terminantemente escoge él los beneficios del artículo 125 de dicha Ley, reivindicando desde ahora toda indemnización conforme al derecho común, así como las disposiciones del Código Civil que impugna lo convenido arriba.»

Después de los datos necesarios para estampar las firmas de las compañías, del empleado y de los testi­ gos, se lee...

«Al dorso de este documento se copian textualmente los arriba referidos artículos y además lo pertinente del ar­ tículo 51 de la Ley sobre Hidrocarburos y demás Minera­ les Combustibles vigente» (115).

Al publicar este artículo, los obreros iniciaron una campaña pública contra la Compañía para informar so­ bre la verdad de la vida en los campos petroleros. Du­ rante este mismo mes de febrero, los obreros petroleros (115) Panorama: Panfletos contra las compañías extranjeras en el país. 6 de febrero de 1936. Pág. 4.

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participaron en Maracaibo y otras regiones en actos pú­ blicos, solidarizándose con el movimiento cívico de Ca­ racas, que culminó con los acontecimientos del 14 de febrero. El gobierno estableció una Oficina de Trabajo para registrar los conflictos entre patronos y obreros del Es­ tado. La oficina fue dirigida por Mac Gregor, uno de los líderes del Partido Unión Nacional Republicana. El pa­ pel de esta oficina no logró suavizar los conflictos entre las compañías y los obreros petroleros; Mac Gregor do­ cumentó la realidad de los obreros petroleros en sus vi­ sitas a los campos; según él, el gobierno aspiraba uti­ lizar la oficina para terminar con las arbitrariedades cometidas por los jefes civiles y las compañías contra los obreros. Sin embargo, las compañías escasamente la reconocieron, ya que argumentaban que dicha oficina tendría validez cuando la legislación sobre la Ley del Tra­ bajo entrara en vigencia. Esto no era más que una excu­ sa para ignorar al Estado. Los problemas en los campos petroleros se intensifi­ caban en la medida en que los obreros constituían y le­ galizaban sus sindicatos. En una carta a la prensa, el presidente del sindicato de Lagunillas informó sobre los objetivos de su organización, señalando que ellos habían terminado la huelga que pacíficamente había logrado sus objetivos. Informaba también que su sindicato tenía una organización interna, con una junta directiva que de­ mocráticamente había sido elegida por delegados entre los gremios y departamentos. Agregaba, que el sindicato había contratado el servicio de un médico y de un abo­ gado y aseguraba a la opinión pública que los fines que ellos perseguían era el mejoramiento de su salud, edu­ cación y las condiciones generales de vida, finalidades compartidas con los demás sindicatos de los diversos campos petroleros cuyas directivas marchaban en mu­ tuo acuerdo (116). En otra carta, fechada el 17 de mar­ zo de 1936, un delegado del mismo sindicato informaba sobre un conflicto particular que estaba ocurriendo en su campo y que se había constatado, que era represen­ tativo del tipo de problemas que estaba surgiendo en

(116) Panorama: SOP Lagunillas. Marzo, 13, de 1936. Pag. 8 200

otros campos durante esos meses de 1936. Explicó que Jos obreros del Departamento Eléctrico de la Lago Pe­ troleum Corporation, estaban pidiendo la destitución del Jefe del Departamento, el señor J. A. Latt, por haber sido un tirano en toda la extensión de la palabra: «su trato era comparable al que se le da a animales, y las condiciones eran comparables a las del tiempo colo­ nial». Señaló que el señor Latt no permitía a los traba­ jadores la oportunidad para almorzar, ya que exigía el cumplimiento de doce horas de trabajo bajo insultos en inglés. Además, si por alguna causa justificada llegaban tarde eran devueltos a sus hogares. La situación se agra­ vaba porque el jefe no hablaba español, y para los obre­ ros era muy difícil entender sus órdenes. Proponían que este problema podía ser solucionado si se empleaban profesionales venezolanos, quienes eran víctimas de la discriminación y estaban ubicados en categorías secun­ darias. Informaron a la opinión pública que estaban decididos a no seguir trabajando con ese señor (117). A finales de ese mes, la Federación de Trabajadores del Estado Zulia, invitó públicamente a lodos sus afiliados para dar fuerza decidida a las asociaciones gremiales. Según la información dada a la prensa, la UTZ fue... «La culminación del movimiento gremial en el Zulia, condensando la fuerza del grupo y dando unidad funcio­ nal a los grupos, de cuyo valor y fuerza tenemos cons­ tancias por las importantes manifestaciones que han teni­ do lugar últimamente. El Zulia ha dado con la Federa­ ción un paso que no han dado aún los restantes Estados de la Unión» (118). La Unión de los obreros petroleros fue la Federa­ ción más importante dentro de la UTZ. A principios de abril, los obreros petroleros estaban pendientes de la reunión del Congreso prevista para el 19 de abril de 1936. Tenían la impresión de que el Blo­ que de Abril, con la dirección en Caracas, tenía como fin asegurar que ese Congreso se autodisolviese e im-

(117) Panorama: SOP. 17 de marzo de 1936. Pag. 4. (118) Panorama: «La Federación de los Trabajadores del Es­ tado Zulia». 24 de marzo de 1936. Págs. 1 y 2. 201

plementar elecciones bajo el sufragio universal; por esto, tomaron la iniciativa de apoyar la reunión del Congre­ so. El sindicato organizado por Val more Rodríguez, má­ ximo dirigente del BND, y del sindicalismo petrolero, en­ vió la siguiente carta al gobernador señalando la posi­ ción de ese sindicato ante el importante acontecimiento: «Ciudadano gobernador del Distrito Bolívar Respeta­ do señor nuestro y amigo... Compenetrado como se encuen­ tra este sindicato de obreros petroleros de la necesidad urgente que existe de hacer ante todo labor de la patria, a objeto de afianzar una democracia auténtica en la Re­ pública, a fin de evitar probabilidad alguna de una nueva dictadura, nos permitimos llevar a su conocimiento que, en sesión de anoche, fue resuelto el siguiente programa, que se desarrolla en los días 18 y 19 del mes que cursa, al tenor de los subsiguientes preceptos: Programa Pri­ mero: Hacer concurrir a todos los miembros de este sin­ dicato a la plaza Bolívar, el próximo 18 de los corrientes, a las 5 de la tarde, para que allí, frente al pedestal de la estatua de nuestro libertador, se juramenten, de mane­ ra precisa y concluyente, en el sentido de aceptar: Antes la muerte, que una nueva dictadura... Segundo ... invitar a los demás gremios existentes en este municipio a coope­ rar con nosotros en este sentido... Tercero: a todos los miembros que acudieren a esa cita se les hará el llama­ miento directo a respetar formalmente al Gobierno, siem­ pre que comulgue con nuestros ideales patrios; la Junta Directiva de este sindicato organizará un Comité de Afir­ mación Democrática, para poder así abogar en debida forma por los fueros de la susodicha democracia, de que tanto urgimos... Quinto... Constituir en los precipitados días 18 y 19 de abril, guardias cívicas, a objeto de velar por la seguridad pública y adoptar medidas convenientes, en el sentido de la prohibición de expendios de licores en esos días por parte de los comerciantes que hacen su co­ mercio de esos productos, a cuyos efectos les pasaremos la lista de los miembros que han de integrar esa guardia cívica... Sexto ... El Comité de Afirmación Democrática velará por el buen funcionamiento de sus guardias cívicas y excitará por todos los medios a la realización de sus cometidos, a fin de que Venezuela invicta de hoy marche ahora y siempre por el camino de la legalidad y prospe­ ridad en el concierto civilizado del continente... Firmado: Hermos Coello León, presidente» (119).

Lo interesante de este tipo de desarrollo político en(119)

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Panorama: «El 19 de abril en Cabimas». Pag. 1.

tre los obreros petroleros fue que a través de sus sindi­ catos estaban actuando abiertamente en la poli tica na­ cional. Para ellos la democracia era un objetivo legíti­ mo en su lucha. Como parte del programa, arriba men­ cionado, organizaron un mitin llamado Pro-Juramento del 18 de abril, donde hicieron un juramento en masa para defender la democracia y luchar hasta la muerte contra la instalación de cualquier tipo de dictadura. El discurso del obrero Manuel Taborda en aquel mitin sin­ tetiza el concepto de democracia que sostuvieron los obreros petroleros y el verdadero significado del 19 de abril para ellos.

«Entre valiosos candidatos fue preferida mi palabra por­ que sabe lo que pesa un martillo que cae sobre un dedo y lo machuca, porque conoce lo que duele el trato de des­ precio que se recibe en las reglamentarias ocho horas de labor y en las dieciséis restantes que componen el día; porque ha visto lo que es estar sin trabajo, con el fogón apagado, con una mujer que reclama y unos niños que lloran; porque se sabe de memoria lo que es pasar días encerrados en su casa huyéndole al reclutamiento forzado; porque aprendió en la gran escuela del sufrimiento a co­ nocer lo que es democracia y lo que es dictadura, a co­ nocer cómo el obrero anda por las calles sintiéndose un prófugo, un paria, con el alma cargada de hielo y los labios inmóviles, conteniendo buches de reclamos... ¡De­ mocracia! Treinta años de gomecismo esperándote. Trein­ ta siglos de trescientos sesenta y cinco largos días aguar­ dando tu advenimiento. Durante todo ese tiempo fuiste la sola esperanza del obrero, la única luz que iluminó la noche negra del trabajador. Recuerdo que a orillas de lodos los caminos, a la sombra de todas las casas, al calor de todos los soles, hablábamos de ti y te llamábamos "cuando esto cambie". Es por eso, que el obrero te de­ fiende en Caracas y se muere por ti en Barquisimeto. Para nosotros, los obreros de Venezuela, democracia significa la liquidación del hambre y de los sin trabajo, porque, según dice el dicho: Amor con hambre no dura...» (120).

La manifestación de madurez política de la clase tra­ bajadora asombró a todo el país, especialmente a la cla-

(120) Panorama: Discurso de Manuel Taborda, del Sindicato de Obreros Petroleros en el Mitin Pro-Juramento. 18 de abril de 1936. Pag. 2.

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se dominante que eran los dueños de los periódicos; El Panorama, por ejemplo, al introducir la publicación de un discurso de un obrero petrolero en un mitin cele­ brado en San Lorenzo y organizado por c! Comité de Afirmación Democrática, escribió lo siguiente:

«Era como si el alma bolivariana hubiera prendido en cada corazón venezolano la chispa del patriotismo. Parece que el pueblo, en su letargo de tantos años, ensayara en silencio para presentarse y comportarse como se ha com­ portado en estos sensacionales torneos cívicos» (121).

Citaremos otro discurso, de otro obrero, del 18 de abril de 1936, puesto que es en estas movilizaciones y a través de los discursos como se puede entender el contenido de la formación de los obreros petroleros al ser organizados en sindicatos. Además permite subrayar gráficamente las influencias que contribuyeron a la po­ litización de este sector de la clase trabajadora venezo­ lana. Pedro Celestino Mogollón, secretario del Sindicato de Obreros Petroleros, dirigió las siguientes palabras a sus compañeros: «¿En qué piensan? ¿Qué significan gremios? ¿Para qué se han agremiado ustedes los obreros y con cuáles fines? ¿Por las manos del libertador? ¿Por los fueros de la li­ bertad? ¿Por la salud de la República? ¿Por la implanta­ ción del civismo y la democracia? Hemos agremiado to­ dos los venezolanos, cada uno en su esfera de acción, para poner una fuerza múltiple y superior a las vicisitudes que puedan sobrevenir con las negras intenciones de truncar nuestros anhelos de seguir viviendo esta vida que ya esta­ mos palpando apenas iniciadas las garantías y libertades ciudadanas. De conseguir cuanto antes, en toda su pleni­ tud, nuestros derechos ciudadanos y de obreros petroleros de Venezuela. Citando a Bolívar: "De aquí en adelante ha­ brá en Venezuela sólo una clase de hombres: todos serán ciudadanos". Se aproxima el día de mañana, 19 de abril, que todos debemos permanecer congregados y atentos a los acontecimientos de la República. La base de la rique­ za principal del país está en la fuente del petróleo: a ella iremos como hemos ido siempre a extraerla con todas las fuerzas del músculo, pero ahora, compañeros, no so(121) Panorama: «El Mitin de San Lorenzo». 25 de abril de 1936. Pag. 2.

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lamente se harán millonadas la compañías petroleras ex­ tranjeras, las compañías de vapores de transportación, las empresas refinadoras y demás comerciantes mundiales en petróleo, sino que las arcas de esta Patria grande se en­ riquecerán de veras, para satisfacción nuestra, y habiendo ya nosotros conseguido, por ejemplo, como ciudadano y obrero, todo cuanto en justicia nos corresponde, empezan­ do por el buen salario y contando con todo los que nos falta, hablando generalmente hasta el buen trato, eso sí que sería una verdadera vida republicana y democrática. Nosotros, los obreros petroleros, habíamos sostenido por tanto tiempo el arca agujereada de la nación; nosotros, los obreros petroleros, que en años malditos éramos el surtidor de la insaciable fauce de los calabozos, la presa de los grillos, el manejar de la calumnia, el banco de los jefes civiles, el estorbo de los aristócratas, el pasto de los caprichos policiales, el relleno de las carreteras, el potrero de ganados favoritos para el abasto de los reclu­ tas; nosotros, los obreros petroleros, repito, nos hemos agremiado sin miras especulativas ni políticas, sino para presentar un nuevo frente de energías generales al con­ tacto de los honrados orientadores de la opinión pública, y respaldar de manera efectiva y bien dirigida la marcha de los acontecimientos que se desprendan a raíz de la co­ operación de los hombres públicos mejor intencionados y pulcros al implantamiento de la democracia en Vene­ zuela» (122).

Más tarde, como ya fue señalado, se reunió el Con­ greso gomecista, traicionando la esperanza de los obre* ros; pero podemos decir que los obreros petroleros apro­ vecharon la ocasión para, coherente y distinguidamente, participar en un acontecimiento político de gran impor­ tancia. Ellos, corecta y tácticamente, aprovecharon cada acontecimiento para entrenar las masas proletarias en la movilización, organización, conscientización y partici­ pación en la política de aquel año de 1936. Los obreros petroleros no permitieron que la traición del Congreso gomecista los desanimara. En Mene Gran­ de los obreros, en una espontánea y combativa manifes­ tación popular los niños y mujeres de la comunidad, salieron por las calles el 20 de abril por la noche pidien­ do la expulsión del jefe de labor, el señor Canahan, y la

(122) Panorama: Discurso de Mogollón, secretario de SOP. 18 de abril de 1936. Pag. 2.

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anulación de la orden de expulsión del curazoleño Ri­ cardo Rodríguez del campamento. La compañía y las autoridades prometieron retirar la orden contra el cu­ razoleño y destituir al jefe de labor dentro de quince días (123). Durante ese mes, los obreros petroleros del Sindicato de Obreros Petroleros de Maracaibo presenta­ ron a las compañías residenciadas en el distrito un plie­ go de peticiones, en el cual se exigía el reconocimiento de su sindicato, un aumento de sueldo y otras demandas que correspondían al mejoramiento de sus condiciones de trabajo y vida en general (124). Los obreros iniciaron con este pliego de peticiones la lucha para un contrato colectivo a través del reconocimiento y aceptación de su sindicato. Inicialmente, quisieron hacer un pliego único de todos los obreros petroleros y tramitarlo a través de su Federación, la Unión de Sindicatos Petrole­ ros, pero debido a las dificultades para legalizar el mis­ mo, se vieron forzados a hacer las peticiones sindicato por sindicato. Finalmente, cabe mencionar que los obre­ ros petroleros fundaron un periódico llamado Petróleo para ayudar en el desarrollo de sus actividades y en la formación del proletario petrolero. La dirección del pe­ riódico estuvo a cargo de Espartaco González, Elio Montiel, Olga Luzardo y Manuel Taborda, quienes a su vez eran miembros de los sindicatos del Partido Comunista en la clandestinidad y del BND. Podemos concluir que durante el mes de abril se registraron grandes avances en la vida del proletario petrolero en la lucha hacia la conquista de sus objetivos y en su desarrollo sindical y político. Durante el mes de mayo, nuevamente se registraron grandes avances de los obreros petroleros, pero con problemas internos. El 1 de mayo se celebró por primera vez, aprovechando la oportunidad para llevar a la opi­ nión pública, su realidad de explotación y deshumaniza­ ción. Pidieron públicamente, en este día, la promulga­ ción inmediata de una ley de trabajo que protegiera

(123) Petróleo: «Abajo Canajan». 29 de abril de 1936. Pág. 2. (124) Petróleo: Pliego de peticiones que el Sindicato del SOP de Maracaibo presenta a las Compañías. 5 de mayo de 1936. Pá­ gina 3. 206

sus intereses de clase y plantearon su respaldo para una Venezuela democrática, pidiendo la disolución del Con­ greso gomecista y la expulsión de los jesuítas. Las bases de la Unión de Sindicatos Petroleros fueron establecidas en Lagunillas desde el 14 de febrero de 1936, pero no pudieron constituirse formalmente debido a ciertos obs­ táculos por parte de la dirección del sindicato de Cabimas. Sin embargo, los obreros decidieron avanzar con la unión. Sus objetivos y fundamentos fueron publica­ dos en su periódico El Petróleo. Las bases de la plata­ forma de la Unión Sindical Petrolera del Zulia fueron las siguientes: La lucha por los intereses económicos, políticos, morales y culturales de sus afiliados; ni los sindicatos ni la Unión eran partidos políticos, pero ejer­ cían una vigilancia sobre cuestiones políticas; la lucha por la democracia. La Unión funcionaba de la siguiente manera: cada sindicato tenía una representación de cin­ co delegados, electos en asambleas populares, convoca­ das con cinco días de anticipación, los delegados elegían siete miembros para la dirección de la Unión los cua­ les quedaban como secretarios; la asamblea de delega­ dos se reunía cada tres meses para recibir informes de la directiva central, renovarla o confirmarle su con­ fianza; la directiva central se reunía al menos una vez al mes y escuchaba el informe del secretario; quien dis­ tribuía entre sus miembros las funciones de organiza­ ción, finanzas, correspondencias, etc., y se reunía al me­ nos una vez por semana, siendo el encargado de dirigir el cumplimiento de las decisiones de la directiva; la di­ rectiva central vigilaba por la intensificación de la or­ ganización y de su correcta aplicación dentro de los sindicatos, sin inmiscuirse en cuestiones de detalles, ex­ ceptuando lo que respectaba a la marcha democrática; los sindicatos podían entablar sus luchas autónomamen­ te, inclusive irse a la huelga, teniendo cuidado de actuar siempre de acuerdo con el organismo dirigente de la Unión (secretario o directiva central), especialmente en aquellos asuntos trascendentales que pudieran ser exten­ sivos a otros; los sindicatos contribuían para los fondos de la Unión con el 5 por 100 de sus entradas. Los fondos de la Unión estaban destinados a cubrir los gastos que ocasionaba el funcionamiento de los organismos pro207 •

píos de la Unión, pudiendo disponer del sobrante para la ayuda de la lucha de los diversos sindicatos. Los Fondos de la Unión eran administrados por el secretario, obli­ gándose a dar cuenta minuciosa de ellos a la directiva central, a la asamblea de delegados y a los sindicatos; ningún sindicato podía separarse de la Unión sino por la decisión de la asamblea general del sindicato convo­ cada expresamente al menos con cinco días de antici­ pación. El sindicato dejaba de pertenecer a la Unión después de tres meses de haberlo participado, tenien­ do entre tanto que cumplir todas las decisiones de la Unión (125). Estas bases y plataformas para la Unión fueron formalmente establecidas el 17 de mayo de 1936, sin contar con la participación del importante sindicato de Cabimas. Aparentemente, esto se debió a ciertas acu­ saciones hechas contra la directiva, a la que se acusaba de ser anti-democrática e irresponsable con las finan­ zas. Durante la reunión para crear formalmente la Unión, la asamblea censuró al sindicato de Cabimas siendo pu­ blicado el voto de censura en los siguientes términos: «La asamblea de delegados de los sindicatos petroleros de Maracaibo, Lagunillas, San Lorenzo, Mene Grande, Meno Mauroa y el Cubo, reunidas en Lagunillas el 17 de mayo para presentar las bases de la Unión Petrolera del Zulia... Considerando que la unión de esta asamblea es un acto ver­ daderamente trascendental para la unión, la lucha y el engrandecimiento de los trabajadores del Zulia y Occiden­ te... Considerando que la Junta Directiva del Sindicato de Obreros de Cabimas, presidida por el señor Coello León, no atendió a la invitación previa, verbal o escrita que se le hizo, quedando Cabimas sin representación en nuestra asamblea... Considerando que la no asistencia de los dele­ gados del Sindicato de Obreros de Cabimas, junto con otros actos de la Directiva de Cabimas (como su actuación con­ tra una comisión del S. O. P. de Maracaibo, recomendán­ dola mal al sindicato de Mene Grande), significa una obs­ trucción a los ideales de unión de los obreros petroleros... Acuerda levantar un voto de censura a la Directiva del S. O. P. de Cabimas por su actuación nada favorable a los intereses obreros; llevar este voto de censura a conoci­ miento y decisión de los obreros que forman el sindicato de Cabimas, haciendo constatar nuestra simpatía por los obreros, nuestro conocimiento de que ellos desean la unión (125) Petróleo: Unión Sindical Petrolera del Zulia. Platafor­ ma. 20 de mayo de 1936. Pag. 3.

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con los demás sindicatos y que, por lo tanto, este voto de censura no se extiende ni por un momento a ninguno de ellos; publicar el presente acuerdo por la radio y por los periódicos... Fechado el 17 de mayo de 1936. Lagunillas» (126). A pesar del problema interno con Cabimas, que fue resuelto posteriormente, podemos observar que los obre­ ros petroleros establecieron sus organizaciones con gran sentido democrático y una ética elevada. Es igualmente interesante, la forma pública y abierta como resolvían sus problemas y como los obreros informaban a la opi­ nión pública sobre los detalles de cada etapa en el des­ arrollo de sus organizaciones, como si desearan prepa­ rarla para un objetivo específico. Durante el mismo mes de mayo, los obreros de la Martin Engineering, quienes pertenecían a una sección del sindicato de obreros petroleros, se declararon en paro, por lo que tuvo que intervenir el segundo inspec­ tor de trabajo, el señor Hernández Bretón (127). Así, una vez más, los obreros manifestaron su militancia para realizar exitosamente paros de corta duración. Los obreros petroleros tuvieron la oportunidad para protestar contra la Ley de Defensa Social, la cual, como habíamos discutido, trataba de implementar medidas anti-democráticas que el pueblo ya había derrocado en febrero. Debido a esto, contemplaron la posibilidad de construir un comité de huelga para solidarizarse con ese movimiento, pero antes de que pudieran realizarlo, la legislación fue retirada por parte del gobierno. El mes de junio fue de gran conmoción para el país entero y especialmente para los campos petroleros. Pri­ meramente, la compañía Gulf Oil Company respondió a la formación de los sindicatos y sus pliegos de peticio­ nes con un «Plan para comités de Representantes» con los siguientes objetivos y funcionamiento:

«Objeto I... propósito... el plan indicó la forma por la cual representantes electos de los obreros se reunían pe-

(126) Petróleo: «Voto de censura». 20 de mayo de 1936. Pá­ gina 5. (127) Petróleo. 20 de mayo de 1936. Pag. 4. 209

riódicamenle en conferencia con número igual de repre­ sentantes nombrados por la Superintendencia y resolver todos los asuntos de interés mutuo; también el arreglo de causas o hechos injustificados; cuyas resoluciones y arreglo estarán sujetos a la revisión de la gerencia; elec­ ción anual... se efectuará anualmente una votación secre­ ta, los delegados que representarán a los obreros en el año siguiente, o sea hasta que elijan nuevos representan­ tes; y los cuales estarán facultados con los representantes nombrados por la Superintendencia para arreglar y resol­ ver cualquier asunto de interés mutuo, entre las compa­ ñías y los obreros, como se menciona arriba; a menos que tales representantes sean destituidos previa petición del 75 por 100 de la sección de obreros que los han elegido. Todos los obreros activos tendrán derecho a votación, pero únicamente los que tienen un año de servicio continuo po­ drán ser elegidos como representantes. Supervisores, jefes de trabajos y otros que están definidos como parte inte­ grante de la Superintendencia no podrán ser elegidos ni tendrán derecho a votación; reuniones... las reuniones en­ tre los representantes electos y los representantes nombra­ dos por la compañía que asistan a ella no excederán nun­ ca del número de representantes elegidos por los obreros; derecho de apelación... cualquier obrero que se considere tratado injustamente, o que haya sido sometido a una condición desfavorable, debe primero tratar de arreglarlo personalmente, o por medio de sus representantes con su superior inmediato. En caso de que no pueda hacerse un arreglo satisfactorio de esta manera, el obrero o su repre­ sentante pueden solicitar la ayuda de la Oficina de Relacio­ nes Industriales o cualquier otro oficial de la Superinten­ dencia, o el representante puede someter el caso a una conferencia compuesta de todos los representantes de su sección. Si en ésta no hay acuerdo unánime, el represen­ tante puede apelar luego a una conferencia entre lodos los representantes de las varias secciones; y si en ésta tampoco se llegara a un acuerdo unánime, entonces se puede apelar ante el superintendente del distrito y a los oficiales más altos de la compañía por su orden. Está so­ breentendido que ningún representante electo será perju­ dicado en su trabajo por cualquier acción o defensa que tome de buena fe en su carácter de representante. Cual­ quier representante que se considere perjudicado de esa manera, puede apelar directamente a los oficiales de la campañía; perjuicios... la compañía ni ninguno de sus em­ pleados perjudicará en su trabajo a ningún obrero porque sea o no miembro de alguna sociedad o agremiación, o porque pertenezca o no a cualquier secta ti organiza­ ción» (128).

(128)

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Ahora. 28 de juno de 1936. Pag. 1.

Por lo expuesto, se observa que las compañías petro­ leras, representadas por la Venezuelan Gulf Oil Company, elaboraron este plan con el fin de ahogar los gri­ tos de los obreros pidiendo justicia. Fue una burla para los sindicatos y el pueblo venezolano, que pudo llevar­ se a cabo, porque la legislación prometida en febrero por López Contreras, estaba siendo elaborada con una lentitud deliberada. Los obreros petroleros reacciona­ ron con indignación a la actitud de la compañía, recha­ zando inmediatamente cualquier posibilidad de estudiar tal proposición. A la llamada de Caracas para realizar una huelga ge­ neral contra la Ley Lara, los obreros petroleros respon­ dieron inmediatamente llevándola a efecto. Muchos di­ rigentes fueron encarcelados, deteniéndose, al fin de la huelga, a trece personas que incluían a dos miembros de la directiva de la Unión, nueve miembros del comi­ té de huelgas y otros dos obreros. Desde comienzos de junio, el gobierno, anticipándose a la huelga, movilizó centenares de tropas hacia los campos petroleros y, al recibir los obreros la orden desde Caracas de suspender­ la, no lo creyeron, puesto que la Ley no había sido de­ rogada. Sin embargo, al final tuvieron que decidir por reincorporarse al trabajo. Inmediatamente, las compa­ ñías tomaron represalias contra los obreros y especial­ mente contra los dirigentes, siendo un gran número de trabajadores despedidos, y en su caso el superintenden­ te le pidió a un obrero que le mostrara una «carta de recomendación» de López Contreras, antes de ser reen­ ganchado. El periódico de los obreros petroleros analizó la huel­ ga en el artículo titulado «Bajo la Dictadura del Bien», en el cual se afirmaba: «Estamos pagando el pecado de creer en hombres que tienen rabo. De ser ingenuos. El haber creído a pie juntillas en las roncas promesas del hombre que debeló el cuartelazo libertador en que culminara el movimiento es­ tudiantil de 1928. La huelga general en Venezuela y en Maracaibo, especialmente, careció de preparación, y cómo no iba a carecer, si tuvimos que levantarnos de golpe, como el hombre dormido que recibe de súbito el zarpazo de la fiera. Las organizaciones gremiales acudieron fir-

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nies, demostrando sólo la falta de poca preparación orga­ nizativa para crear sus comités de huelga internos, sus piquetes, sus comisiones de abastecimiento, etc., y evitar que la organización del movimiento se redujera a un co­ mité de cinco personas que se vio negro para dar las ins­ trucciones a miles de hombres. Hubo falla de iniciativa por parle de las masas en general, no hubo suficiente re­ probación para con los rompehuelgas, no se incitó con mayor insistencia a ciertos sectores que paralizaran sus actividades, hubo descuidos e inexperiencia en preparar los muchos detalles que pueden asegurar el triunfo. El se­ guir como siempre fielmente a Caracas nos colocaba en el callejón de pararnos al hacerlo la capital. La vanguar­ dia del movimiento en manos de ANDE, compuesto en buena parte por empleados bien comidos, hizo que la de­ serción de ciertos sectores, principalmente de los emplea­ dos petroleros, aflojara la lucha. Los obreros han demos­ trado que ellos son la vanguardia de las fuerzas democrá­ ticas del país y que están templados para las luchas suce­ sivas. Caracas aflojó demasiado pronto; sobre todo, usa del "bluff” al decir que consiguieron modificaciones de la Ley Lara» (129).

A pesar de esa crítica, la huelga tuvo gran significa­ do para los obreros de los campos petroleros por su carácter político, manifestaron una conciencia muy avan­ zada, ya que se incorporaron a la huelga a la primera llamada y fueron los últimos en retirarse. En Laguniílas no volvieron a trabajar hasta que sus dirigentes fueron puestos en libertad aunque el Estado había implementado un «plan de machete» para forzarlos a reincorporar­ se. Ahí mismo, hubo un choque entre las fuerzas guber­ namentales y una manifestación nutrida con la presencia de las mujeres, produciéndose numerosos heridos; in­ clusive, a una mujer le cortaron el pecho con un mache­ te. Con la libertad de los dirigentes se calmó la situa­ ción. Por otro lado, López Contreras pidió a las compa­ ñías que no siguieran con esa actitud, siendo esto total­ mente ignorado. Otro hecho lamentable ocurrió el 24 de junio, cuando en Mene Grande se había organizado una reunión nocturna, en el cine San Felipe, para discutir sobre las medidas a tomar frente las represalias de las compañías, un grupo de soldados dirigido por el tenien-

(129) 212

Petróleo. 20 de junio de 1936. Pag. 1.

te Sánchez Bello, interrumpió la sesión disparando in­ discriminadamente y asesinó a cinco obreros: Pedro Pé­ rez, Jesús García, Jesús Oropeza, José Ornar Pérez y José del Carmen Mendoza, y dejó a otros cinco heridos. Este evento impactó profundamente a la masa obrera y decla­ raron a los cinco muertos como los mártires de su lu­ cha y su causa. En la actualidad se encuentra en el ce­ menterio de aquel campamento un monumento especial, que conmemora las luchas y sacrificios de los obreros petroleros contra el capitalismo monopolista y el impe­ rialismo occidental. Aparentemente, según investigacio­ nes llevadas a cabo más tarde, se mostró que ese tenien­ te fue pagado y emborrachado por el superintendente del campamento, el señor L. Schepers, para que come­ tiera el crimen. Al poco tiempo Schepers fue enviado de vacaciones al exterior, escapando así de la justicia. Los cinco obreros asesinados aquel 24 de junio de 1936 han sido reconocidos como los mártires petroleros y han sim­ bolizado el heroísmo y las luchas del proletariado ve­ nezolano a lo largo de los años. Las compañías intensificaron sus represalias contra los obreros que habían ido a la huelga. El Plan del Co­ mité de Representantes, conocido como el Plan Shaw, fue utilizado como parte de su ofensiva contra los sin­ dicatos. Ese plan fue importado de México, donde había sido implementado por las compañías petroleras. La Unión de Marinos Petroleros y Mercantes hizo un nuevo llamado a todos los marinos para que rechazaran el Plan Shaw y se sujetaran al pliego de peticiones que la Unión había elaborado. Durante este mes, los obreros petroleros apoyaron al Frente Popular Pro-Elecciones para el Estado Zulia, el cual tuvo como objetivos la consolidación y amplia­ ción de las libertades democráticas; el restablecimiento de la autonomía de los Estados y la elección popular y directa de los presidentes y jefes civiles; anulación del «asesino» convenio bancario; revisión de todos los con­ tratos celebrados con las compañías extranjeras; mayor participación del pueblo venezolano en sus riquezas na­ turales; establecimiento de medidas de protección para la industria nacional; protección para los pequeños agri213

cultores y campesinos en forma de préstamos, suminis­ tro de abonos, semillas, etc., y expropiación de los bie­ nes de Gómez, de sus familiares y de los que se enrique­ cieron con él en el gobierno (130). Este frente ganó una victoria en las elecciones con gran mayoría en las áreas donde residían los obreros, pero más tarde, López Contreras anuló las elecciones. Públicamente los dirigentes del sindicato de Lagunillas respaldaron al frente y llamaron a la clase obrera, tra­ bajadores del campo, clase media de profesionales y pe­ queños comerciantes, pequeños industriales e industria­ les nacionales no vendidos al imperialismo, para formar un bloque de las fuerzas productivas en base a una coa­ lición amplia, nacionalista, democrática y anti-imperialista. Los obreros, mediante su propio análisis, se per­ cataban de que estaban bajo un sistema de colonialismo informal y se plantearon la liberación nacional como sa­ lida de ese sistema de opresión y explotación. Finalmente, fue en julio de 1936 cuando se promulgó la nueva Ley de Trabajo, en sustitución de aquella Ley Propatronal del gomecismo de 1928. Esta ley consagró la jornada de ocho horas en el capítulo 2, artículo 43; cuarenta y ocho horas semanales para los obreros y de cuarenta y cuatro para los empleados; estableció el de­ recho de los trabajadores a organizarse sindicalmente, además de muchas otras conquistas que beneficiaban a los obreros y empleados; también exigió que el 75 por ciento del personal de las compañías fuese venezola­ no (131). Los obreros petroleros habían luchado con la clase trabajadora venezolana para lograr una Ley de Trabajo que permitiera la legalización de los sindicatos y estableciera las reglas básicas para regir las relaciones entre obreros y patronos; con esta ley los obreros se armaron legalmente para exigir el reconocimiento de sus sindicatos y para negociar sus peticiones con las compa­ ñías. También se puede considerar esta ley como un in­ tento del Gobierno para poner fin al anarquismo que rei-

(130) Petróleo: «¿Qué es el Frente Popular Pro-Elecciones?». 29 de julio de 1936. Pag. 1. (131) Cros, Hemmy: El movimiento obrero venezolano. Pá­ gina 84.

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naba en las relaciones entre las compañías petroleras y los obreros, ya que las huelgas espontáneas interrumpían el orden y la paz, afectando los ingresos del Gobierno. Además, teniendo a los sindicatos bajo esta ley, se podía frenar la proliferación de huelgas políticas. Con el deceso del movimiento popular dirigido por los pequeños burgueses en Caracas, los obreros petrole­ ros se convirtieron en los dirigentes de la lucha antiim­ perialista. En una carta publicada el 1 de agosto de 1936, en el periódico de los obreros Petróleo, un dirigente del ORVE declaró: «Maracaibo, sin duda alguna, es nuestro más fuerte ba­ luarte en la lucha anti-imperialista, la presencia del extran­ jero invasor, que ordena y somete a los venezolanos a una vida increíble, hace cada vez más fuerte la dependencia de Venezuela al imperialismo, pero en el Zulia el dominio es más evidente y más brutal. En el Zulia, la lucha anti­ imperialista, la lucha en que necesariamente debemos em­ peñarnos todos los venezolanos, está planteada con mayor fuerza que en ninguna otra parte de Venezuela» (132). Esa carta, categóricamente, expresa la dimisión por parte de la pequeña burguesía de Caracas, que ya para el mes de agosto había agotado su capacidad de lucha y es­ peraba que los obreros petroleros y el pueblo zuliano continuaran la lucha antiimperialista, sin haberse dado cuenta que los obreros petroleros estaban luchando aun desde antes de 1920 contra el imperialismo. Las materias en la escuela de la vida de los campos petroleros, en­ tre 1918 y 1937, fueron siempre tres: democracia, nacio­ nalismo y antiimperialismo. En ese mes de agosto las campañías ignoraron la pro­ mulgación de la Ley de Trabajo e intensificaron la implementación del Plan Shavv, pero algunos sindicatos lo­ graron influir en aquellos obreros que no entendían las finalidades antiobreras y antidemocráticas de ese Plan. Un caso concreto de esta confusión se vio en el sindicato de Cumarebo, en Falcón: allí el sindicato, formalmente, rechazó el Plan y expulsó a unos compañeros que intenta(132) Petróleo: «ORVE-Caracas». 1 de agosto de 1936. Pág. 3. 215

ron trabajar en el mismo. Así, en una asamblea extra­ ordinaria realizada el 1 de agosto la Asociación de Obre­ ros de la SOV de Cumarebo tomó una serie de decisiones que fueron publicadas en la prensa en los siguientes tér­ minos:

«Una mayoría de asociados de este gremio dirigieron ante la Junta Directiva de esta asociación su formal pro­ testa contra el Plan Shaw, iniciado en este sector petrole­ ro por el señor J. H. Morris, superintendente interino de este campo... Considerando. . que dicho Plan Shaw esta­ blece caprichosas reglamentaciones, restricciones, imposi­ ciones, etc., conceptuadas carentes de autoridad, ya que la Ley de Trabajo, en vigencia, en su capítulo VIII, artícu­ los 157 al 181, inclusive, señala clara y razonablemente la forma que debería adoptarse en los conflictos colectivos... Considerando. . que el Plan Shaw establece cien por ciento de opresión a la lícita libertad del obrero, dando única­ mente amplia autoridad a los calificados por dicho Plan, como oficiales de la compañía, para que éstos ejerzan pre­ sión contra el trabajador y los retire o separe de sus trabajos sin previo aviso, y ... considerando que los aso­ ciados de este sindicato, señores Vicente Miralles, J. For­ lón Pérez y R. R. Hernández, han aceptado, cooperan de­ cididamente en el desarrollo del Plan Shaw, compulsando a los obreros a aceptar el prenombrado proyecto... acuer­ da... l.° Protestar enérgica y vigorosamente contra el señor J. H. Morris por sus actuaciones, insidias para con los obre­ ros asociados a este gremio, y por las ilegales reglamenta­ ciones que ha pretendido establecer, imponiéndose a lo estipulado por la Ley del Trabajo; 2.°, convocar a una asam­ blea general extraordinaria, con el fin de proponer la in­ mediata expulsión de los asociados: Vicente Miralles, J. Fortino Pérez y R. R. Hernández por las razones ex­ puestas en el aparte 4 de este acuerdo; 3.°, enviar sendas copias de este acuerdo a las hermanas Asociaciones de la localidad y los Sindicatos Obreros Petroleros del Zulia, Mene Mauroa, Mene de Acosta, ANDE-CARACAS, FOV de Caracas, el POPULAR, Oficina de Trabajo, Dr. Pedro M. Hidalgo y Superintendencia de Cumarebo ... Firmado: Pre­ sidente ... S. A. Prince... Sec. Tulio Romero» (133).

Este rechazo del Plan Shaw en Cumarebo se generali­ zó, llegando hasta la prensa conservadora a solidarizarse con los obreros petroleros, ya que consideraron dicho (133)

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Petróleo. 26 de agosto de 1936. Pág. 3.

Plan una violación ele la reciente Ley ele Trabajo. Así, las compañías fracasaron rotundamente al implementarlo, a pesar de las presiones sobre los obreros. El proletariado petrolero había madurado demasiado para caer fácilmen­ te en las trampas de las compañías. Los obreros petroleros consolidaron sus organizacio­ nes contra la ofensiva de las compañías y antes de finali­ zar el mes se solidarizaron con el proletariado interna­ cional a dos niveles: con el proletariado latinoamericano y con el español. En Colombia fue organizado el Primer Congreso Gran Colombiano de Empleados y Obreros. Los obreros petroleros tuvieron representación en ese Con­ greso y participaron en las plenarias, donde se discutie­ ron y aprobaron las bases ideológicas de la Unión Gran Colombiana de Trabajadores. Las siguientes bases fue­ ron aprobadas: organización y fomento de la produc­ ción de tipo nacional; democracia funcional; preparación del valor humano en la escuela de acuerdo con el tipo nacional de producción que se aspira a definir y con las orientaciones de democracia funcional; en base a estos tres primeros puntos, luchar hasta alcanzar una nivela­ ción económica y política en las relaciones de estos pue­ blos con las potencias imperialistas; acercamiento de los pueblos grancolombianos y de éstos con los iberoameri­ canos, y de las libertades democráticas en los países don­ de las haya; defensa y ampliación de las leyes que favore­ cen las clases trabajadoras; adaptación de todos los principios anteriores a las comunidades y colectividades indígenas y un llamamiento para la nacionalización de los recursos naturales (134). A través del BND los obreros petroleros tomaron una posición en una resolución y actos, organizados para solidarizarse con el pueblo es­ pañol. La resolución fue escrita en los siguientes tér­ minos:

«Considerando... que la actual situación caótica que atraviesa la República española que es la obra exclusiva y criminal de las fuerzas reaccionarias de derecha, alenta­ das por el fascismo internacional... Considerando. . que el proletariado español libra en estos momentos, contra esas

(134) Petróleo: «Bases ideológicas aprobadas por el Congre­ so Gran Colombiano». 15 de agosto de 1936. Pag. 3.

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fuerzas y contra el fascismo, un combate desesperado por afirmar su derecho a la vida y al logro de sus justas rei­ vindicaciones... Considerando... que es un deber de solida­ ridad obrera prestar todo el apoyo moral y material a la obra de emancipación económica, social y política del pro­ letariado sin distinción de razas ni nacionalidades..., acuer­ da... solidarizarse con el pueblo español, en su lucha con­ tra las fuerzas coaligadas de monárquicos, fascistas y cle­ ricales, confabulados para derrocar al Gobierno legalmente constituido e implantar un régimen de terror dirigido ex­ clusivamente contra las masas trabajadoras de Espa­ ña» (135). Durante los meses de septiembre, octubre y noviem­ bre los obreros petroleros intensificaron el suministro de información a la prensa sobre las condiciones de vida y problemas en general con las compañías. Pero quizá lo más significativo fue el hecho que las compañías y algu­ nos miembros de la prensa intentaron utilizar la cues­ tión racista para confundir a los obreros sobre sus ver­ daderos enemigos, tratando de evitar el anuncio de la huelga general entre los petroleros. Afortunadamente los obreros petroleros habían madurado mucho, tanto que ellos, categóricamente, fijaron sus posiciones clasistas y antiimperialistas ante la cuestión. En un país cuya his­ toria ha evitado hasta la actualidad esa enfermedad so­ cial llamada «racismo», el imperialismo y sus agentes intentaron como último juego con el fracaso de su in­ famoso Plan Shaw corromper el nacionalismo proleta­ rio con el nacionalismo «hitleriano». En el Panorama, periódico regional del Zulia, publica­ ron dos editoriales titulados «El peligro negro» y «Los venezolanos de nuevo cuño: los negros». En esos edito­ riales plantearon que los centenares de negros antillanos habían desplazado a los venezolanos pobres de posibles empleos con las compañías extranjeras. Además, que esos negros estaban sacando la nacionalidad venezolana para poder conservar sus puestos con las compañías, ya que la nueva Ley de Trabajo exigió que las compañías em­ plearan un determinado número de trabajadores extran-

(135) Panorama: «El B. N. D. se solidariza con el pueblo es­ pañol». 22 de agosto de 1936. Pág. 1. 218

jeros. Las compañías habían informado a los antillanos que si no se nacionalizaban perderían sus empleos, pues­ to que el resto de los extranjeros (ingleses, holandeses y norteamericanos) no pensaban adquirirla. Según Pano­ rama, el hecho que esos negros se convirtieran en vene­ zolanos representaba una gran amenaza a la civilización venezolana, ya que ellos contaminarían al país, a tal pun­ to que Venezuela perdería sus costumbres y su historia. El periódico argumentaba que esos negros habían vivido en Venezuela desde 1914 y no podían ser buenos ciuda­ danos porque habían renunciado a sus patrias por unos puestos con las compañías (136). Los obreros petroleros respondieron a Panorama subrayando el «peligro blan­ co» y fijando su posición ante la cuestión en su perió­ dico, Petróleo, de la siguiente manera: «Si quieren conservar sus puestos, deben naturalizar­ se; así le dice a los antillanos el jefe del depósito de la Lago, en la Salina. Hay que rebajar el tanto por ciento de extranjeros, pero, en este caso, los extranjeros son ustedes, los antillanos, los negros, que han sido tan nial pagados como los venezolanos. Nunca se pensó que eran extranje­ ros para darles casas, club, vacaciones a su tierra y todas las comodidades que disfrutan los descendientes de Wall Street. Aún continuaron las oficinas de Maracaibo reple­ tas de extranjeros blancos, que tienen casa, comida, club, ropa limpia y que ganan de 1.500 o más dólares mensua­ les: éstos no tienen por qué nacionalizarse, pueden con­ tinuar campantes y felices enviando dinero a sus bancos en el extranjero, comiendo bien y bebiendo mejor, mien­ tras que tú, pobre negro, que lo mismo que naciste en una calle de Trinidad hubieras podido nacer en la Quinta Ave­ nida de Nueva York y que sabes tanto o más que ellos porque tus padres procuraron educarte, tienen que despe­ dirte de tu puesto, sin tomar en consideración tus trafi­ cantes blancos que te has casado en esta tierra con una mujer venezolana a quien no desprecias, que tienes hijos y ya hoy, por los años pasados en los campos petroleros, has olvidado otras profesiones, otros quehaceres, ahora es­ tás en la calle sin saber qué hacer; pueden hasta las leyes mismas de tu tierra, cerrarte la entrada, poique tienes mu­ chos años que no vas a ella; compañero negro, yo estoy contigo en tu dolor, en tu desesperación, en tu orfandad; sin saberlo te vendiste a los Rockefellcr, a los Morgan, (136) Panorama: «El peligro negro», editorial. 27 de agosto de 1936.

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por unos anos, y hoy, a ti, que no has hecho otra cosa que trabajar diariamente, se te bota a la calle para que se que­ den los guachimanes de oficinas» (137).

Esa carta no necesita comentarios: representa una expresión de solidaridad clasista y humana del más alto nivel. Ciertamente, los negros fueron utilizados en esos años como intermediarios entre los blancos occidentales y los obreros criollos. Muchas veces en el desarrollo temprano del proletariado los negros aparecieron como los enemigos, y no así los representantes de las compa­ ñías. Pero a lo largo del tiempo el negro fue asimilado en la vida cotidiana del obrero petrolero de los campos. Poco a poco la clase obrera observó que, a pesar de que los antillanos fueron puestos en un lugar aparentemente superior, en el fondo eran sus compañeros de clase. Al­ gunos antillanos habían jugado papeles reaccionarios de­ bido a una conciencia falsa, al igual que algunos miem­ bros del proletariado venezolano también actuaron en ocasiones con una conciencia falsa. Algunos negros antillanos fueron fundadores del mo­ vimiento obrero petrolero, como en el caso del trinitario del SAMOP y el caso del curazaleño, .a quienes las com­ pañías, en Lagunillas, quisieron expulsar, pero los obre­ ros venezolanos lo impidieron con una huelga y movili­ zación de todo el campamento. El Panorama y los verdaderos intereses detrás de ese periódico, indudable­ mente estaban intentando provocar una guerra civil en­ tre los obreros negros y venezolanos. Además, estaban llamando al Estado venezolano a tomar acciones contra los antillanos. Los obreros petroleros habían llegado a un nivel de madurez altísimo y poseían una concepción ideológica claramente nacionalista, clasista, democrática y antiimperialista, por lo que fue imposible hacerles caer en trampas aun tan sofisticadas como el llamado «peligro negro». Decía un pensador socialista refiriéndose a la batalla entre capitalistas y proletariado: los capitalistas juegan todas las cartas imaginables, pero cuando se agotan y (137) Panorama: «Los venezolanos de nuevo cuño. Los ne­ gros». 16 de septiembre de 1936. Pág. 1. 220

toman en cuenta que no pueden engañar o detener al proletariado, entonces utilizan la última carta, el «racis­ mo», el instinto más primitivo del hombre. En el caso de Venezuela las víctimas hubiesen sido los negros, así como en Europa habían empezado a ser los judíos. Sin embargo, nada pudo detener la culminación de este pro­ ceso de las luchas de clases que venían desarrollándose desde comienzos del siglo. La gran batalla de cuarenta y tres días entre el proletariado petrolero y el capital monopólico petrolero fue el hecho más significativo en el mes de diciembre de 1936.

6.3.

Las causas de la huelga de diciembre de 1936

Fueron numerosas las causas o factores que contri­ buyeron a esta huelga petrolera de diciembre de 1936, siendo primordiales aquellos factores objetivos que ya hemos documentado en capítulos anteriores. En éstos habíamos señalado que durante los años 1918 a 1935, Ve­ nezuela vivió bajo un sistema de colonialismo informal dentro del cual el capital monopólico extranjero inició un modo de producción capitalista y hubo un esfuerzo deliberado y consciente para imponer y defender rela­ ciones de producción feudales, habiendo desde el comien­ zo profundas contradicciones en el seno de la fuerza pro­ ductiva, ya que los extranjeros consideraban que durante aquella época lo que dominaba en el país eran las rela­ ciones de producción feudalista y, por tanto, el obrero petrolero no tenía razones para quejarse mientras reci­ biera un sueldo, lo que no ocurría con la mayoría de los trabajadores venezolanos. Así, los representantes del ca­ pital monopólico consideraban a los obreros petroleros privilegiados en comparación con sus compatriotas. Esta concepción ilógica y racionalizada fue la base de la in-

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sensibilidad e intransigencia por parte de los represen­ tantes de las compañías petroleras para escuchar e inter­ pretar correctamente la realidad de los obreros. Además, esa concepción fue fortalecida por el desprecio y sentir de superioridad que los extranjeros tuvieron con respecto a los venezolanos. Por supuesto, todo este fenómeno es­ tuvo en función de la explotación de la mano de obra venezolana para maximizar las ganancias, la ley cardinal del sistema capitalista. La política de las compañías dentro de los campa­ mentos fue mantener al mínimo los sueldos y no respon­ sabilizarse por el bienestar del obrero, por lo que des­ atendieron la salud, vivienda, educación y seguro social para los desempleados, accidentados y ancianos. De este modo, estas contradicciones generaban, como ya hemos documentado anteriormente, conflictos de clases entre patronos y obreros, venezolanos y extranjeros. Poco a poco podemos observar que la mentalidad del obrero petrolero, que en los inicios de la industria fue rural, regional y servil, se transformó a medida que se perca­ taba de su condición de clase como obrero asalariado, explotado y abusado. Porteriormente fueron concientizados por el sistema social de castas que generaba la dis­ criminación racial, de que ellos eran «extranjeros en su propia patria». Así, entonces, con el surgimiento de la conciencia clasista y nacionalista, se rebelaron espontá­ neamente contra la explotación y degradación. El Esta­ do venezolano, a través de sus funcionarios y ejército, era cómplice con los extranjeros para la explotación del país no solamente de su materia prima, «el petróleo», sino también de sus habitantes. Llegaron a despreciar a los jefes civiles, como el gobernador Pérez Soto y al dictador Gómez, con la misma intensidad que odiaron a los extranjeros «rubios», ya que cada vez que la agudiza­ ción de la lucha de clases se expresaba en un paro o en una huelga, se presentaba la policía o el ejército venezo­ lano para defender a los «rubios» y atacar, expulsar, matar o encarcelar a los obreros venezolanos. Debido a esto, ellos planteaban la democracia como salida del des­ potismo gomecista y, así, hicieron una alianza abierta y clandestina, instintiva y consciente, con la clase media,

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para poder llevar a cabo una revolución democrática y nacional en el país. Hemos constatado que en los años formativos de los obreros petroleros, a pesar de las condiciones de vida infrahumanas de los campamentos, éstos se desarrolla­ ron de una manera extraordinaria, logrando constituir organizaciones sindicales basándose en su conciencia clasista y democrática, llegando así a participar, en los meses posteriores a la muerte de Gómez, en grandes ac­ ciones cívicas para democratizar al país. Finalmente, sometieron sus pliegos de peticiones a las compañías a través de sus sindicatos legales, aspirando al reconoci­ miento de sus sindicatos como los representantes com­ petentes para negociar sus reivindicaciones económicas y sociales. Pero las compañías estaban decididas a man­ tener la situación que existía durante el gomecismo, no teniendo en cuenta el desarrollo del proletariado petro­ lero ni los cambios y maduración que habían ocurrido en las clases sociales del país durante estas tres décadas. Así, entonces, con soberbia, las compañías adoptaron una actitud intransigente e inflexible ante estos pliegos de peticiones de los sindicatos. De esta manera, se convir­ tió un movimiento con bases económicas y sociales en una batalla política y nacional contra el imperialismo y para el rescate de la esencia de la nacionalidad venezo­ lana, que tenía en la vanguardia como máximos dirigen­ tes a los obreros petroleros. Esta batalla antiimperialis­ ta, nacional y democrática fue llevada a cabo en base a la huelga de los petroleros de diciembre de 1936. La misma huelga fue la culminación de un proceso de trans­ formación de la lucha contra el colonialismo informal mediante acciones aisladas e inefectivas en un enfrenta­ miento organizado y nacional contra el imperialismo. Resumiendo, las causas que impulsaron a esta huelga de diciembre de 1936 tuvieron sus raíces en la evolución histórica del proletariado y el pueblo venezolano, y no solamente en los pliegos de peticiones para sus reivindi­ caciones económicas y sociales. a)

Los pliegos de peticiones Los sindicatos, una vez constituidos legalmente, some-

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tieron a las compañías unos pliegos de peticiones, des­ de abril de 1936, los cuales fueron rechazados por éstas, negando cualquier posibilidad de negociar con los sindi­ catos. En el transcurso de ese año casi todos los sin­ dicatos hicieron lo mismo, no podiendo someter un solo pliego de toda la industria a través de la Unión de Sin­ dicatos Petroleros debido a que ésta no se logró legali­ zar a tiempo. Las peticiones no variaban sustancial men­ te en su contenido, salvo en las peculiaridades que correspondían a las diferencias de trabajos de los ma­ rineros, obreros de tierra y los empleados de las oficinas; seguidamente haremos hincapié en los pliegos de peti­ ciones de algunos sindicatos. Los primeros dos pliegos fueron los del Sindicato Obrero Petrolero de Maracaibo y la Asociación Nacional de Empleados (ANDE), sección Zulia. El pliego de ANDE fue sometido el 13 de abril de 1936 y cubrió diez puntos. Los gerentes de las compañías Caribbean Petroleum Company, Lago Petroleum Corporation y Venezuelan Gulf Oil Company fueron informados que todos los emplea­ dos del staff local de las compañías petroleras operantes de la localidad habían resuelto en asambleas democrá­ ticas someter el pliego de peticiones con la aspiración de mejorar sus condiciones como empleados del sector petrolero, señalando que los empleados extranjeros go­ zaban de prerrogativas y mucho mejor trato que los mismos venezolanos. También en esta nota previa del pliego señalaban que la totalidad del personal de las compañías petroleras estaba afiliado al Sindicato de Obreros Petroleros, que también funcionaba en el Zulia. Los puntos del pliego fueron los que siguen:

Para el personal venezolano un trato igual, moral y socialmente, al que le dan al empleado extranjero en general, aboliendo de esta manera la diferencia racial que diera validez a la ciudadanía venezolana en el seno de las compañías petroleras. 2. La transferencia al pago mensual de todos aquellos empleados de oficina que en la actualidad se encon­ traban incluidos en la plantilla de jornales diarios, por considerar su condición de oficinista como la de jornalero. 3. Se pidió que todos los empleados que en el futuro contratasen para desempeñar puestos de oficina de-

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vengaran desde la fecha misma de contrato sueldo mensual. Debería quedar en el arreglo del pago mensual el per­ sonal técnico que trabajaba en las oficinas y labora­ torios de las compañías (expertos en reparaciones de máquinas de escribir, sistemas telefónicos y eléctricos, dibujantes, empleados de laboratorios, empleados del hospital, capitanes y patrones de buques). Un aumento del 30 por 100 sobre los sueldos entre Bs. 100 hasta Bs. 800. Aumento del 25 por 100 sobre sueldos de Bs. 800 en adelante. Subrayaban que aspiraban con ese aumento nivelar su sueldo con los de los extranjeros, con los cuales se consideraban iguales en aptitudes y en derechos. Aumentos de sueldo en proporción al ascenso en el trabajo. Acceso al transporte entre el lugar del trabajo y sus casas, ida y vuelta, al igual que los extranjeros. Exigían el aumento de las vacaciones anuales con un mes de sueldo pagado y Bs. 250 extras, considerando que el empleado extranjero contratado gozaba de dos semanas de vacaciones pagadas, más gastos de viaje, y que el personal criollo sólo gozaba de dos semanas anuales sin gastos de ninguna especie. Se exigió a las compañías un servicio gratuito de hos­ pitalización para ios familiares inmediatos de cada empleado local. Se pidió el establecimiento de un sistema de ahorro para el beneficio del personal local, similar al que tenía establecido la Caribbean Petroleum Co., pero con las siguientes condiciones: a) Que para todos los empleados de la Caribbean Pe­ troleum Co., quienes ya tenían el Provident Fund establecido no rigiera ningún límite mínimo de sueldo, como condición indispensable para su ad­ misión, ya que justamente eran los empleados de menor sueldo a quienes la compañía debía tratar de favorecer estimulando en ellos el ahorro. b) Que al establecer el fondo de ahorro las compa­ ñías Venezuelan Gulf Oil Co., Lago Petroleum, Lago Petroleum Co., Je permitieran a los empleados con más años de servicios consecutivos en la compañía, gozar desde el primer año de ingreso un porcentaje anual que devengaran sus ahorros, sin necesidad de esperar cinco años, como el caso de The Caribbean Petroleum Company, haciendo esta salvedad para favorecer en particular a los empleados viejos de estas compañías, tratando de

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alguna forma de compensar lodo el tiempo pasa­ do sin haber gozado de un fondo de ahorros. c) Desacuerdo con el trabajo de sobretiempo sino en aquellos casos en que se viera la absoluta ne­ cesidad para los intereses de la compañía. d) La petición de uniformidad en la forma de pago de todas las compañías; es decir, establecer pa­ gos por quincenas vencidas; se hace especial men­ ción de la Lago Petroleum Corporation, que re­ tardaba el pago de los sueldos vencidos de sus empleados, i rayéndoles así inconvenientes en el buen funcionamiento de su presupuesto regular de vida» (138). Durante este mismo mes de abril de 1936, el Sindica­ to de Obreros Petroleros de Maracaibo sometió sus plie­ gos de peticiones a la Caribbean Petroleum Company, a la Lago Petroleum Corporation, a la Venezuelan Oil Concessions Limited, a la Venezuelan Gulf Oil Co. y a la Martin Engineering Company, con las siguientes deman­ das:

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Reconocimiento del sindicato como el único represen­ tante de los obreros de la ciudad de Maracaibo y sus inmediaciones. Comprometiéndose las compañías a no enganchar obre­ ros que no estuviesen sindicalizados y de hacer la de­ bida participación al sindicato, cada vez que decidie­ ran despedir obreros, con o sin causas justificadas. Reintegro inmediato y sin condiciones de todos los despidos a raíz de las pasadas huelgas como conse­ cuencias de las luchas del sindicato, comprometiéndo­ se las citadas compañías a no tomar represalias con­ tra los obreros que luchan en las filas del sindicato para defender sus derechos. Se pidió el pago de los sueldos a los obreros despe­ didos. Fijación del salario mínimo de Bs. 10 y aumento de Bs. 3 para todos los conocidos como oficiales y ayu­ dantes. Descanso remunerado para todos los días feriados y domingos sin excepción, con pago doble en caso de ser trabajados y el pago del 75 por 100 para todas las horas de labor. Jornada igual para todos los obreros de la marina, estén o no de viaje, lo mismo para los obreros que la

Petróleo. 7 de octubre de 1936. Pag. 1.

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compañía tenía que movilizar del lugar de su trabajo a otro donde no pudiese proveerse de las mismas. Un mes de vacaciones por cada año de trabajo para los obreros, con pago anticipado. Suministrar agua refrigerada o con hielo para lodos los centros de obreros en acción. Reconocimiento que el obrero empiece a ganar desde que llega al lugar de partida hasta su regreso al mismo. Destitución de todo obrero o empleado, nacional o ex­ tranjero, en todas las categorías, que se considere per­ judicial a los intereses de los obreros. Hospitalización, con pago de salario completo, para todos los casos de enfermedades contraídas en el tra­ bajo, aun cuando no sean de carácter endémico en el lugar. Asistencia médica para el padre, madre, cónyuge c hijos de los obreros. Establecimiento de un dispensario con las reglas del caso para la concepción. Lo mismo para los obreros de la marina. Servicio de vehículos con techo y asiento para todos los obreros que trabajan a más de un kilómetro de distancia del lugar de trabajo, para lo cual se le da a las citadas compañías cuarenta días de plazo, a con­ tar desde la presentación del pliego, y transporte có­ modo para ida y regreso de los obreros enfermos al hospital, por razones de accidente o enfermedad par­ ticular. Casas cómodas para los obreros y su familia, consi. dorando como tales los padres, mujer e hijos, fijándo­ se noventa días a contar de la presentación del pliego para la fabricación de ellas. Fabricación de locales amplios para sesionar el sindi­ cato. Techos adecuados para los que trabajan estacionados, como: fogoneros, bomberos, vigilantes, etc., y la exo­ neración de todo alquiler. El pago íntegro a los obreros de los días que durase la huelga, en caso de que las citadas compañías no aceptasen el pliego y los obreros, de acuerdo con la Ley del Trabajo vigente, recurrieran a la misma» (139).

Durante el mes de diciembre, el Sindicato de Obreros Petroleros de San Lorenzo y el Sindicato de Obreros (139) Panorama: «Pliego de peticiones del Sindicato de Obre­ ros Petroleros de Maracaibo». Noviembre, 30, de 1936. Págs. 1 y 4.

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r ■

y Empleados de Cabimas sometieron sus pliegos, el pri­ mero ante la compañía Caribbean Petroleum de San Lorenzo y a la Lago Petroleum Corporation, y el segundo a la Venezuelan Gulf Oil Company y la Venezuelan Oil Concessions LTD, realizándose éstos en términos muy similares a los anteriormente mencionados (140). La Unión de Marinos Petroleros y Mercantes presen­ taron el 1 de diciembre de 1936, ante las compañías Ve­ nezuelan Gulf Oil Company, The Caribbean Petroleum Company y Lago Petroleum Corporation, el siguiente pliego de peticiones:

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«Primeramente, reconocimiento de la Unión de Marinos Petroleros y Mercantes de Venezuela, como organización sindical por las compañías, y aumento de sueldo de la si­ guiente manera: capitán, de Bs. 400 llevarlo a Bs. 550; contramaestre, de Bs. 190 pasar a Bs. 300; bomberos, de Bs. 275 pasar a Bs. 400; cocinero, de Bs. 190 pasar a Bs. 300; timoneles, de Bs. 170 pasar a Bs. 250; aceiteros, de Bs. 170 pasar a Bs. 250; fogonero, de Bs. 150 pasar a Bs. 210; marineros, de Bs. 150 pasar a Bs. 210, y camare­ ros, de Bs. 220 pasar a Bs. 320; se pedía agregar a los buques un cuarto para el ingeniero venezolano, con sueldo de Bs. 425 mensuales y gastos de ropa limpia y comida; un ayudante para la cocina, con sueldo de camarero, quien también se encargará de arreglar las piezas de los tripu­ lantes; dos marineros más para la cubierta; trabajo de ocho horas para los timoneles; un hombre más para la máquina, con sueldo de fogonero; los fogoneros y aceite­ ros ocuparse de sus trabajos específicos en las máquinas; un mes de vacaciones al año con pago completo; delega­ ción de responsabilidades plenas en capitanes venezolanos para decidir sobre sus respectivas funciones a bordo; ca­ mas y dormitorios aseados; cambiar la ropa de cama cada ocho días; elevar de Bs. 2,50 los gastos de comida por ma­ rino a Bs. 3,00; el dinero deberá ser entregado al capitán y éste con el cocinero distribuirlo; la compañía tendrá que pagar la lancha que lleva provisiones a bordo, jabón para el lavado de la ropa y del asco personal; aplicación del Código de Comercio sobre enfermedades que contrai­ gan los trabajadores a bordo; nacionalización de todos los buques-tanques que transportan petróleo venezolano a las islas de Curazao y Aruba, o por lo menos, que la mitad de la tripulación sea venezolana» (141). (140) Panorama: «Peticiones que hace el Sindicato de Obre­ ros Petroleros de San Lorenzo a las Compañías Caribbean Pe­ troleum». 4 de diciembre de 1936. Págs. 1 y 4. (141) Prieto Soto, Jesús: Luchas obreras por nuestro petróleo. Caracas, 1970. Pág. 46.

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Estos pliegos fueron representativos de las demandas de los obreros petroleros. Podemos observar que hubo diferencias cuantitativas entre los empleados, obreros y marineros; sin embargo, las peticiones, claramente, sub­ rayan que a pesar de las diferencias que existieron en las tres divisiones de trabajo en la industria petrolera, las compañías mantuvieron un tratamiento común para los venezolanos. Todos los pliegos plantearon directa o indi­ rectamente la reivindicación de la ciudadanía venezolana, y los trabajadores reiteradamente subrayaban que ellos estaban exigiendo un tratamiento igual al de los extran­ jeros y un respeto a las leyes venezolanas. Dentro del seno de los lugares de trabajo existieron contradiccio­ nes que generaron una conciencia clasista y nacionalista, destacando también en dichas peticiones el aumento de sueldos, y se solicitaba a todos los niveles transporte, vivienda, salud, vacaciones y regulación del horario de trabajo y, de gran importancia, el reconocimiento de los sindicatos como representante legítimo de los obreros petroleros. En un principio las compañías ignoraron es­ tas peticiones, pero posteriormente, bajo presión de la opinión pública y de la Oficina de Trabajo, respondieron negando cualquier posibilidad de reconocer los sindicatos y negociar con ellos.

b)

La respuesta de las compañías a los pliegos de peticiones

En respuesta a la petición del sindicato ANDE, las compañías, descaradamente, respondieron que ellas ja­ más habían hecho diferencias entre los empleados locales y los extranjeros, ni social ni moralmente. Aclararon que las remuneraciones recibidas por los empleados de la industria petrolera eran, en términos de sueldos y vaca­ ciones, muy superiores a las de muchas empresas. Ade­ más, señalaron que no entendían las peticiones, ya que ellos nunca habían recibido quejas de sus empleados. Finalmente, pidieron tiempo para poder estudiarlas de­ talladamente. Por supuesto, nunca respondieron al sin­ dicato ni entraron en negociación con el mismo, puesto 229

que habían decidido no reconocerlos como representan­ tes legales de los empleados. La respuesta de las compañías a los demás pliegos se pueden resumir de la siguiente forma: en cuanto al aumento de salarios y sueldos, coincidieron que ellos estaban pagando el límite de lo racional y eran notable­ mente superiores a los que se pagaban en las demás in­ dustrias del país y en la agricultura. Los salarios y suel­ dos que estaban pagando habían sido motivo de quejas por parte de los otros industriales del país, por lo que no era posible un aumento de sueldo. Las compañías no convenían en fijar el pago de las horas extraordinarias de otra manera a lo establecido en el artículo 60 de la Ley del Trabajo, lo que representaría renunciar a las dispo­ siciones de la ley. En cuanto a servicios prestados los domingos, la compañía pagaba ese día sencillo y en compensación daba un día de descanso sin pago. Lo mis­ mo al trabajo hecho los días feriados del Estado y las municipalidades, porque en cuanto a los días feriados nacionales se pagaba sin trabajarlos; si se trabajaba, se pagaba además del salario otro salario sencillo. Respecto a lo que se refería a la tripulación de lancha, remolcado­ res, gabarras, es de advertir que esta materia era de la exclusiva incumbencia del Ministerio de Guerra y Mari­ na. En cuanto a los obreros vigilantes, etc., la compañía tenía establecida la jornada de ocho horas, con las ex­ cepciones que la ley pautaba de acuerdo a la naturaleza del trabajo. Ninguna obligación legal tenía la compañía de suministrar comidas a ningún marino que se halla­ ra de viaje y esté en su domicilio, aparte de que, como ya se dijo, esta materia corresponde a otra autoridad. La compañía suministraría agua potable a sus trabajadores y hielo de acuerdo con sus posibilidades. En cuanto a la jornada de trabajo, la compañía, para computarlo, lo haría desde el momento en que el trabajador llega al lu­ gar de partida hasta que regresa al mismo lugar. La com­ pañía no puede, bajo ningún respecto, delegar funciones de organización de ella misma. La Ley de Trabajo dice claramente en el título IV de los artículos 101 y siguien­ tes lo que debe entenderse por riesgos profesionales, y a ello se atiende y desde luego hace constar que cum230

pie con estas obligaciones y las pertinentes ele la Ley de Hidrocarburos; no obstante esto, la compañía viene pres­ tando asistencia medica en sus hospitales y dispensarios a las señoras e hijos de los obreros, y cuando son sol­ teros, a sus padres. El transporte lo proporciona la compañía de acuerdo con la Ley de Trabajo, en el artícu­ lo 22. La compañía no reconoce ni reconocerá en ningún caso el pago de salarios por el tiempo que dure cual­ quier huelga y rechaza la petición a este respecto por injusta, puesto que la huelga representa en sí un tras­ torno y perjuicio de consideración. Y, finalmente, la compañía no está obligada ni autorizada al reconoci­ miento oficial de tal o cual sindicato de obreros (142). Las compañías estaban decididas a no ceder ante las peticiones de los obreros, concediendo únicamente el agua y el hielo. Por otro lado, los obreros habían publi­ cado en su periódico El Petróleo los gastos semanales que tenían para su mantenimiento, y demostraron que semanalmente les faltaba un bolívar para poder subsis­ tir; así, tenían a la opinión pública de su lado, ya que ésta concordaba con los obreros en la apreciación de sus derechos. Los obreros petroleros no fueron aventu­ reros; ya habían observado en los meses anteriores el auge y descenso del movimiento popular; no quisieron provocar ninguna confrontación con la autoridad estatal para no dar excusas a las oscuras fuerzas en el Gobierno para empujar al país hacia la restauración de la tiranía. Al mismo tiempo, estaban decididos a enfrentar al im­ perialismo en interés de su patria y sus reivindicaciones económicas y sociales, por lo que prepararon cuidadosa­ mente a la opinión pública en los meses que precedieron a la huelga sobre su realidad y aspiraciones. También habían estudiado detenidamente la ley y estaban prepa­ rados en caso que las compañías adoptaran una actitud tradicional de arrogancia y desprecio con respecto a las leyes venezolanas y sus trabajadores. El 11 de diciembre la situación había llegado a tal punto que el sindicato de Cabimas, liderizado por Hermes Coello León, dirigió un telegrama al general López Contreras informándole que habían agotado todas las posibilidades de concilia(142) Ibid., pág. 48.

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ción y que los sindicatos habían utilizado todos los me­ dios legales. El sindicato llevó al conocimiento del Pre­ sidente que, en las juntas de conciliaciones, las compa­ ñías solamente estuvieron listas para dar agua y hielo. Los obreros consideraron esta actitud como un insulto a su dignidad, por lo cual hacían un llamamiento al Pre­ sidente para que éste considerara la situación, en la cual se violaban sus derechos económicos. Al mismo tiempo, el telegrama informaba al Presidente que esa situación podría culminar en un conflicto huelguístico, y en tal circunstancia esperaban la protección del Gobierno, ya que sus aspiraciones representaban las del pueblo vene­ zolano. En ese mismo mes, el SOV de Cumarebo mandó una copia de su pliego al Presidente, señalando la posi­ bilidad de que ellos se vieran forzados a ir a una huelga con la promesa de no interrumpir el orden público y siempre dentro de la legalidad. El ministro del Interior, en respuesta al telegrama, prometió la garantía de apoyo si los sindicatos se quedaban dentro del trabajo (143). Como no ocurrió nada que motivara un cambio en la actitud de las compañías, los sindicatos petroleros, for­ zadamente, declararon la huelga el sábado 12 de diciem­ bre en una reunión realizada en San Lorenzo, a la cual asistieron representantes de la Unión Sindical de Vene­ zuela. Antes de ser aprobada esa histórica resolución se conoció un informe de los gremios en que garantizaban el éxito del conflicto basándose en la organización ya adelantada, ya que meses antes se habían comprometido los siguientes dirigentes a organizar la huelga por si ésta llegaba a plantearse: los hermanos Taborda, Justo Gon­ zález C., Luis Rafael Luces, Segundo Bohórquez, Dilio Marín, Juan Bautista Fuenmayor, Manuel Mendoza, Luis Gallardo, Domingo Mariani, Vicente Gamboa, Eduardo Cardoza E., Luis Beltrán Hernández, Amílcar Rosales y otros (144).

(143) Ibid., pág. 48. (144) Panorama: «La huelga se aproxima». 10 de diciembre de 1936. Pág. 4.

232

6.4.

La organización y desarrollo de la huelga

El 12 de diciembre de 1936 se declaró la huelga, que había sido iniciada tres días antes en Cumarebo; en ésta participaron todos los obreros petroleros, los marinos y algunos empleados, pero no todos los empleados miem­ bros de ANDE, ya que algunos adoptaron la posición de seguir trabajando para contribuir económicamente, posi­ ción calificada como controversia!. La dirección de la huelga en la clandestinidad fue coordinada por los líde­ res de la Unión de Sindicatos Petroleros, la Unión de Trabajadores del Zulia, el Bloque Nacional Democrático y el Partido Comunista; además, existió un Comité Gene­ ral de Huelga que fue constituido por los delegados de los sindicatos y un Comité de Huelga de cada centro de trabajo, que estaba subordinado al primero. La UTZ, bajo el liderazgo de Martínez Pozo, dirigente del Partido Comunista, fue encargada del Comité de Abastecimiento, el cual fue de gran importancia por la función que cum­ plía: aprovisionamiento de la comida para los huelguis­ tas. Los comités funcionaron como comandos en cons­ tante alerta, siendo Maracaibo el centro directriz y te­ niendo en cada campo sus delegados, quienes informaban continuamente sobre la situación, los problemas y el desarrollo de la misma. Dentro de la organización de la huelga llama la atención los comités que la integraban. En Lagunillas nos informó un huelguista que habían lle­ gado a cambiar la directiva de los comités en quince oportunidades, siendo sorprendente la capacidad de or­ ganización que demostraron los obreros, ya que en los momentos que la policía encarcelaba un comité se cons­ tituía otro. Se organizaron comités de dirección de los desempleados, debido a que en las compañías intentaron reclutar esquiroles entre ellos; por esta razón, se consi­ deró de vital importancia el control y disciplina de estos obreros. Los comités de huelgas locales estaban separa­ dos de las direcciones de los sindicatos, aunque sus ac­ tividades estaban coordinadas por ellas. Otro aspecto 233

relevante fue el de las constantes asambleas de los obre­ ros que llevaban a cabo para mantenerse informados y opinar sobre la organización y desarrollo general del paro, que fue un proceso democrático de primera clase. Esas asambleas ayudaron a los obreros a combatir los rumores que tenían la finalidad de confundir y desani­ marlos; les permitió aprobar y censurar los pasos de la implementación y táctica de la huelga lomados por el Comité General. Durante la huelga, la dirección en Maracaibo recibió telegramas de la situación de ánimo de los huelguistas, teniendo el ejemplo de uno enviado des­ de San Lorenzo el 18 de diciembre, donde se decía: «Estamos en pie como un solo hombre. Aquí todo mar­ cha con la menor oposición. Cincuenta y seis horas de huelga, y la moral del obrero, inmejorable. Actitud de auto­ ridad digna; no hay alarmismo o patrullas, como en otros tiempos» (145).

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El 16 y 17 de diciembre las calles estuvieron desiertas, tanto en Lagunillas como en Cabimas; todos los obreros estaban en sus casas obedeciendo las instrucciones de sus sindicatos de no salir a las calles para evitar cual­ quier confrontación con la autoridad. Los cesantes fue­ ron fieles a la huelga en esos campos y fueron alimenta­ dos por los sindicatos; las mujeres jugaron un papel importante: sirvieron varios comités y ayudaron la vigi­ lancia de los esquiroles. Por ejemplo, se supo de una mujer que abandonó a su esposo por ser un esquirol; prefería pedir comida en la casa de un obrero antes de ser señalada como la mujer de un esquirol que traiciona a sus compañeros. Este caso fue expuesto por el sindi­ cato el 19 de diciembre de ese año (146). Otra mujer despachó a su sobrino de su casa por la misma razón. Los comités de huelga se aseguraron que a ninguna ma­ dre le faltara comida o leche para sus hijos. En otro telegrama de Cabimas, el comité informó que la disci­ plina y organización eran de tal calidad que «parece que sí tuvimos muchos años de entrenamiento». Finalmente,

(145) Panorama: «Informe». 18 de diciembre de 1936. Págiñas 1 y 2. (146) Panorama: «Informe». 19 de diciembre de 1936. Pag. 4.

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un instrumento que también jugó un papel extraordina ­ rio y eficaz lo constituyó el periódico El Petróleo, que llevaba noticias confiables a los obreros referentes al paro. Entre las razones transmitidas a la opinión pública sobre las razones de la huelga, se decía que las compa­ ñías obtenían una producción anual de 20 millones de toneladas, o sea 168 barriles de petróleo, por un valor bruto de 678 millones de bolívares. Según informaciones de las propias compañías, éstas gastaban en administra­ ción —incluyéndose como tal los impuestos pagados al Gobierno y pago de salarios a los trabajadores criollos y extranjeros— unos 110 millones de bolívares, por lo cual el valor bruto de la producción, 678 millones de bolívares, era ganancia neta. Además, la USP hizo pú­ blica también la diferencia entre sueldos de extranjeros y venezolanos (147). También los marinos petroleros desempeñaron un rol muy importante en esta huelga, ya que sin su coopera­ ción no hubiera sido posible llevarla a cabo. Afortunada­ mente, su conciencia era avanzada y tomaron desde el principio una posición muy firme. En la sede del sindi­ cato se mantuvieron más de trescientos marinos durante toda la huelga, estableciendo un sistema de vigilancia contra las violaciones a la Ley de Trabajo y de los Puer­ tos, como fue el caso de un barco de la Gulf que el 15 de diciembre se dirigió a Cabimas sin el permiso de la Ca­ pitanía del Puerto de Maracaibo. Los marinos mercantes que estaban vigilando informaron inmediatamente a las autoridades competentes, y el barco fue detenido y revi­ sado. Asimismo, el 16 del mismo mes fueron anclados en Maracaibo 13 barcos de las compañías, de los cua­ les 11 eran de la Gulf, uno de la Caribbean y otro de la Lago Petroleum Company. Para esa misma fecha llega­ ron siete barcos de Maracaibo de donde desembarcaron 1 12 tripulantes, quienes se incorporaron al paro (148). Así, cada vez que llegaba un barco de Curazao los mari­ neros que desembarcaban también se unían a los huel-

(147) Prieto Soto, Jesús: Op. cit., pág. 53. (148) Panorama: «Oficina Nacional de Prensa». Diciembre, 16, de 1936. 235

guistas. La Gulf trató de crear confusión entre ellos, in­ formando que había vendido sus barcos a otra compa­ ñía ante la cual no habían pliegos de peticiones. Sin embargo, esto no resultó porque la ley había estipulado que, al vender los barcos, las compañías compradoras te­ nían que aceptar las responsabilidades o contratos adqui­ ridos por las compañías anteriores. A pesar de la vigi­ lancia y firmeza de los marinos, las compañías lograron despachar algunos barcos con petróleo con marinos ex­ tranjeros, como la noche del 23 de diciembre en Mene Grande, cuando lograron salir tres barcos. Estos hechos se reportaban permanentemente a los inspectores de Tra­ bajo porque constituían violaciones a la ley (149). En los diferentes campos petroleros, la huelga se llevó a cabo en el mayor orden y disciplina. En Cabimas y Lagunillas se constituyeron comités para la pesca y la producción de pan, para la vigilancia y mantenimiento del orden. Impusieron una estricta restricción al supri­ mir el uso del aguardiente y castigar a los revendedores, consumidores y expendedores. Sin embargo, no todo fue perfecto; las compañías realizaron una alianza con el Estado venezolano en con­ tra de los obreros petroleros. El Estado sostuvo una teoría policíaca según la cual todo el movimiento huel­ guístico y obrero en general era producto artificial y arbitrario de un puñado de agitadores e instigadores co­ munistas e inconscientes. No fue de extrañar que el go­ bernador de Zulia llamara a los delegados de los sindi­ catos y, al estilo gomecista, los amenazara con encar­ celarlos si no retornaban a sus trabajos. A su vez, los jefes civiles fueron a otros Estados a «enganchar» obre­ ros bajo falsos pretextos y también a los guajiros para que trabajasen con las compañías. Muchos de éstos igno­ raban que habían sido reclutados para ser rompehuel­ gas, pero al llegar a los campamentos y darse cuenta de la situación resolvieron no trabajar. Aunque no hubo ningún movimiento callejero, el Estado envió soldados de guerra. Al principio, el Estado y las compañías pen­ saban que se trataba de una huelga similar a la de junio,

(149) Panorama: «Informe núm. 13». 16 de diciembre de 1936. 236

pero esta se prolongaba por mucho más tiempo y hasta el pueblo venezolano se estaba movilizando, poco a poco, en apoyo a los huelguistas; por esta razón se empezaron a gestionar como intermediarios y después iniciaron la persecución hasta terminar con el paro. La Oficina de Trabajo fue utilizada para discutir y llegar a acuerdos, pero las compañías prosiguieron con su intransigencia. El inspector de Trabajo, McGregor, admitió que los sin­ dicatos mantuvieron siempre un espíritu reconciliador, pero no así las compañías. A través de esta oficina el Estado ofreció establecer una comisión de arbitraje, que fue rechazada por las compañías y los sindicatos. Pos­ teriormente empezaron a circular rumores de que el Go­ bierno había logrado convencer a los gremios para que reformularan sus pliegos y aceptasen un sueldo mínimo fijado por él. Pero rápidamente el Comité General de Huelga aclaró que se trataba de otra maniobra para crear confusión entre los obreros (150). Con el fracaso del reclutamiento de esquiroles loca­ les, las compañías decidieron importar un rompehuelgas llamado Mr. Morton para que, mediante una serie de trucos, lograra convencer a los obreros de que retorna­ ran a su labores. La campaña psicológica consistió en la aplicación de una técnica de desmoralización, dando la impresión de que la moral de los huelguistas bajaba, para lo cual ponía a funcionar motores, sirenas y otros artefactos que daban la sensación de actividad. Los huel­ guistas, por su parte, contrarrestaron la maniobra sabo­ teando las instalaciones eléctricas, bombas y tuberías. Las compañías concentraron la campaña en Cabimas, donde reunieron la mayoría de su personal extranjero. La idea, aparentemente, fue romper la moral de un cam­ pamento y que la de los demás cayera automáticamente. Pero Mr. Morton fracasó y tuvo que regresar a los Es­ tados Unidos (151). Al darse cuenta de la seriedad de la huelga y de las

(150) Panorama: «Sindicatos llamaron a asambleas y rechaza­ ron arbitración». 23 de diciembre de 1936. (151) Martínez, Ali: «Hoy se cumplen cuarenta años de la declaración de la gran huelga petrolera». El Nacional. 11 de di­ ciembre de 1976. Pag. D-17. 237

implicaciones económicas de la misma, las compañías decidieron publicar el 14 de diciembre de 1936 el siguien­ te anuncio:

«Las compañías están dispuestas a discutir con sus res­ pectivos trabajadores cualquier diferencia con éstos y bus­ car soluciones, pero después que hayan vuelto al tra­ bajo» (152).

Aparentemente, un sector de la gerencia estaba pre­ ocupado y quería llegar a un pronto acuerdo, aunque las sedes en las metrópolis habían ordenado mantenerse fir­ mes e intransigentes; pero, por supuesto, el aviso no fue tomado en cuenta por parte de los obreros.

La reacción del pueblo venezolano ante la huelga

a)

\

Al estallar la huelga, el pueblo venezolano ya había sido bien informado, a través de los diversos medios de comunicación, sobre las razones de la misma. De esta forma, los obreros recibieron el respaldo nacional: el pueblo estaba convencido que no se trataba del producto de una agitación comunista, sino que era el enfrentamien­ to contra los intereses imperialistas en búsqueda de jus­ ticia. Como ya se ha comentado, la UTZ, movimiento de la clase trabajadora en su totalidad, y el BND, movimiento de la pequeña burguesía progresista zuliana, respaldaron la huelga desde el punto de vista físico, orgánico, econó­ mico y político. Igualmente, el Partido Comunista, que estaba en formación en el Zulia, participó tanto en la preparación como en la organización de la misma. De otros sectores recibieron apoyo moral y material. El im­ pacto fue tal que las personas manifestaron su apoyo en diferentes formas; por ejemplo, el doctor José Esteban, odontólogo, y los señores César Romero y Armando An­ gulo, dueños de la barbería Salón Juan Bimba, ofrecie­ ron sus servicios gratuitamente hasta el final de la huel-

(152) Quintero, Rodolfo: Op. cit., pág. 134.

238

ga (153-154). El señor Jesús Méndez vendió sus muebles a mitad de precio (300 bolívares) para solidarizarse con sus compatriotas. Los campesinos del Estado Zulia en­ viaron 100 cargas de plátanos para las familias de los obreros petroleros. Los zapateros y limpiabotas habían declarado públicamente que ellos harían el trabajo gra­ tis a los obreros hasta el final de la huelga. Los «por puestos» y autobuses del Distrito Bolívar llevaban avisos que informaban «gratis para obreros petroleros en huelga» (155). Pero no solamente en Maracaibo recibieron ayuda y solidaridad; también de otras ciudades como Caracas, de donde el señor Emilio Baralt mandó un te­ legrama informando de su contribución de 100 frascos de vinos potenciales; el señor Joe Silva se comprometió a colaborar con 30 bolívares semanales e informó que su pequeño negocio estaba a la orden de los obreros. La Mueblería Educacional puso sus muebles a la orden de los obreros. La Asociación de Chóferes del Distrito Mi­ randa se comprometió con 300 bolívares para el sindicato de Mene Mauroa. Los comerciantes hicieron ofertas a los obreros petroleros para sostenerlos. En Lagunillas se formó espontáneamente un comité constituido por un grupo de personas para recolectar de las tiendas jugue­ tes para los niños de los obreros para Navidad, mientras que la Cruz Roja hizo lo mismo para las madres y niños de los obreros petroleros. La lista sería interminable, ya que todos los venezolanos, fuesen hacendados, ganade­ ros, campesinos, comerciantes, trabajadores, barberos, chóferes, etc., estaban pendientes de la lucha patriótica de los obreros petroleros. Repentinamente, la nación ve­ nezolana despertó y se identificó con lo que simbolizaba la huelga petrolera: el antiimperialismo, el nacionalismo, la democracia y la justicia. La solidaridad con los obre­ ros no vino solamente por parte de las organizaciones y grupos, a diferencia de todas las luchas que Venezuela había conocido, exceptuando la lucha por la independen(153)

Panorama: «Informe núm. 23». 22 de diciembre de 1936.

Págs. 1 y 2. (154)

Panorama: «Informe núm. 16». 18 de diciembre de 1936.

Págs. 1 y 2. (155)

Panorama: «Informe núm. 21

21 de diciembre de 1936.

Págs. 1 y 2. 239

cia de España, en la que todo el pueblo participó. Pare­ cía como si todos los venezolanos quisieran aprovechar la oportunidad para aportar algo y poder afirmar: «Soy venezolano, patriótico y estoy con la lucha por el rescate de la ciudadanía venezolana.» Varios periódicos no apoyaron la huelga de junio, pero no hubo un periódico de reputación que no se soli­ darizase con los obreros petroleros en la huelga de di­ ciembre de 1936; aprovecharon para atacar la insensibi­ lidad e intransigencia de los intereses imperialistas. Los directores de varios de ellos fueron encarcelados debido al amplio apoyo dado a la huelga; entre éstos estuvo el director de Panorama y dos directores de Caracas. Pa­ norama decía que los huelguistas estaban dentro de la Ley y que sus peticiones merecían consideración, y que se te­ nía una buena impresión por la disciplina y organización como había sido llevada a cabo la huelga. Mantuvo dia­ riamente a sus lectores informados sobre el desarrollo de la misma en una forma detallada. La emisora Ondas del Lago también aportó con su noticiero valiosas infor­ maciones. Los movimientos políticos con sede en Caracas res­ paldaron rotundamente el paro. Rómulo Betancourt, el entonces líder del ORVE, en su libro Venezuela, política y petróleo, describió la huelga en los siguientes térmi­ nos:

«El desarrollo de esta huelga desbordó el marco clásico de los diferentes conflictos obrero-patronales. Fue piedra de toque para revelar cómo Venezuela había comprendido rápidamente que ese movimiento era la primera escara­ muza de una batalla nacional para independizar al país de tutoría foránea. El respaldo de los huelguistas asumió el carácter de una cruzada encendida de patriótico fervor. Industriales y comerciantes, desde todo el país, se unieron a los intelectuales, a los estudiantes, en gesto de solidari­ dad con los obreros del Zulia y Falcón; sobre sábanas de lino de casas ricas durmieron los hijos de los galeotes del petróleo, cuando centenares de ellos fueron traslada­ dos a la capital de la República a fin de protegerlos de las dificultades económicas presentes en sus hogares» (156).

(156)

240

Betancourt, Rómulo: Op. cit., pág. 110.

En enero, bajo la iniciativa del ANDE y debido a lo prolongado de la huelga, la pequeña burguesía decidió solicitar los hogares de los privilegiados de Caracas para los niños de los obreros mientras la huelga continuaba. Una Junta Profamilia de los obreros petroleros de Ca­ racas comisionó a la señora Práxedes Abraham y al se­ ñor Felipe Valderrama para trasladarse a Maracaibo y ofrecer hospitalidad a 200 niños en los hogares de los caraqueños. En el Zulia esa comisión facilitó una movi­ lización de mujeres jamás vista, en Cabimas dialogó con más de 3.000 mujeres en un acto público, en Lagunillas con 4.000 y en Maracaibo sucedió lo mismo. El Gobierno reaccionó contra ese gesto impidiendo su actividad en San Lorenzo. Posteriormente circularon ciertos rumores mal intencionados acerca del traslado de los niños y el interés de los comunistas en ellos, por lo que las preocu­ padas madres tuvieron que ser tranquilizadas sobre la seguridad de sus hijos. El traslado de los niños a Cara­ cas impactó a la nación venezolana; ellos se convirtieron en una quinta columna importante, como los embajado­ res de la causa de sus padres y de la nación. Fue intere­ sante que mientras el proletariado petrolero estaba li­ brando la batalla contra el bastión del imperialismo, la pequeña burguesía caraqueña estuviese cuidando sus ni­ ños. Representando este hecho un cambio cualitativo en la lucha durante los primeros meses del año 1937. El Partido Revolucionario Progresista (PRP) también apoyó rotundamente este paro. Salvador de la Plaza, quien había dicho en 1925: «El Zulia, futura cuna de la revolución venezolana», tuvo la oportunidad de ver que la teoría fuese llevada a la práctica. El PRP mandó a su máximo dirigente sindical, Rodolfo Quintero, fundador de lo que consideramos el primer intento serio para constituir un sindicato (SAMOP), a colaborar con los huelguistas; sin embargo, fue encarcelado apenas llegó a Maracaibo. Posteriormente, en su libro Sindicalismo y cambio social en Venezuela, afirmó sobre la huelga lo que sigue: «La huelga petrolera a fines de 1936, realizada por el destacamento principal de la clase obrera nacional y el mejor organizado sindicalmente para entonces, cuenta con

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la solidaridad amplia y decisiva de la inmensa mayoría de la población de Venezuela, tiene repercusiones en la vida social y política del país, echa las bases de las futuras acciones anti-imperialistas; la huelga agudiza el odio po­ pular contra los monopolios extranjeros que explotan el petróleo, en que alcanza altos niveles de lucha de ma­ sa» (157).

Finalmente, citaremos el respaldo público a la huelga de la entonces destacada Federación de Estudiantes de Venezuela, en la cual hubo un claro y categórico plantea­ miento sobre el contenido de la lucha: «La Federación de Estudiantes de Venezuela, por cuan­ to: los obreros venezolanos han presentado ante las com­ pañías extranjeras que explotan el sub-suelo nacional, un pliego de reivindicaciones, tendientes a las mejoras de sa­ larios y de sus condiciones de vida y en todo apoyados en la Ley del Trabajo vigente. Por cuanto: la presentación de ese pliego reviste un carácter estrictamente nacionalis­ ta, ya que en consecuencia se trata de defender dentro del marco de la legalidad la economía y el trabajo venezolano frente al imperialismo, y por cuanto: es deber del estu­ diantado apoyar al pueblo venezolano en la lucha progre­ siva al mejoramiento y por la liberación nacional... Acuer­ da... l.° Ofrecer el más franco apoyo a las legítimas rei­ vindicaciones de los trabajadores venezolanos formuladas ante las compañías petroleras... 2.° Invitar a todas las Or­ ganizaciones a solidarizarse al igual que nosotros en la defensa del obrero venezolano ante el imperialismo ex­ tranjero... 3.° Hacer un llamado al comercio venezolano dañado por el imperialismo en sus intereses, tanto como el propio trabajador de los campamentos petroleros, a dar su apoyo y simpatía a las demandas de los sindica­ tos... 4." Manifestar públicamente al Gobierno de la Repú­ blica, el cual debe dar fin a la explotación, etc.» (158). A partir del descenso del movimiento popular en el país los meses anteriores a diciembre, las organizaciones obreras habían iniciado los preparativos para un congre­ so nacional con la esperanza de construir la Confedera­ ción de Trabajadores de Venezuela. Con el estímulo ge-

(157) Quintero, Rodolfo: Sindicalismo y cambio social en Ve­ nezuela. Caracas, 1964. Pág. 28. (158) Ahora: «La Federación de Estudiantes de Venezuela y los obreros petroleros». 9 de diciembre de 1936. Págs. 1 y 2.

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nerado por la huelga petrolera, el primer Congreso fue convocado y efectuado el 26 de diciembre en el teatro Bolívar, de Caracas. Este aprobó resoluciones de gran importancia, como la creación de un Ministerio del Tra­ bajo; reglamentación de la Ley de Trabajo c implementación de los Seguros Sociales; participación de los tra­ bajadores en las utilidades de las empresas, vacaciones, semana de trabajo de cuarenta y cuatro horas; la apro­ bación de los estatutos de la Liga Campesina; solicitud de la construcción de la Casa Sindical; la campaña para la alfabetización; etc. (159). Pero lo más destacado fue la prioridad dada a la discusión de la huelga petrolera y las resoluciones adoptadas para manifestar solidaridad con los obreros petroleros. En la vida de la clase traba­ jadora ese Congreso representó un extraordinario avan­ ce, especialmente porque al reunirse los representantes de todos los trabajadores del país con una voz unida, la clase trabajadora pudo, dignamente organizada, solidari­ zarse con la batalla de los petroleros y el pueblo vene­ zolano. El Congreso dictó un acuerdo con respecto a la huelga en los siguientes términos: «l.° Solidarizarse moral y materialmente con la Unión Sindical de Empleados y Obreros Petroleros de Occiden­ te, actualmente en huelga, defendiendo dicha lucha como el acto más trascendental de acción anti-imperialista en defensa de vitales intereses nacionales... 2. ° Exigir al Ejecutivo del Zulia la inmediata libertad de los ciudadanos Manuel Taborda, Kermes Coello, Valmore Rodríguez y otros que se encuentran actualmente detenidos policialmente, con pretexto de huelga, sin orden judicial... 3. ° Reconocer la actitud ecuánime y venezolanista con que han actuado en este conflicto las Fuerzas Armadas. 4. " Manifestar la protesta de este Congreso por la le­ nidad con que han sido tratadas las infracciones a la Ley de Trabajo y a la Ley de Aduanas cometidas por las com­ pañías petroleras y denunciadas a su tiempo ante los fun­ cionarios competentes. 5. " Excitar a los comerciantes progresistas, a los indus­ triales, a los agricultores, a los artesanos y a todas las demás fuerzas económicas del país, lesionadas por la pe­ netración imperialista, a sumarse también a las organi­ zaciones políticas y culturales, ya que debe ser una cruza-

(159)

Prieto Soto: Op. cií., pág. 50.

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da nacionalista en pro de la liberación y el mejoramiento de nuestras clases laborales. 6.° Costear los gastos de traslado de un comisionado especial, que pedimos a cada uno de los Estados Zulia, Falcón, Monagas, para que traigan a este Congreso informa­ ciones precisas del estado actual del conflicto, con objeto de obrar en consecuencia. 7.° Designar comisiones del seno de este Congreso para ante el ministro del Interior, la Oficina Nacional del Tra­ bajo y las gerencias de las compañías de una rápida so­ lución de este conflicto, cuya injustificada prolongación perjudica notablemente la economía venezolana. 8.° Dar un voto de aplauso a las Organizaciones de Caracas por la creación del Comité Pro Huelga de Occi­ dente, cuyas actividades han sido realmente eficaces, y pedir a todas las Organizaciones de cada uno de los lu­ gares del país la inmediata formación de un Comité Pro Huelga Petrolera. 9.° Que todos los trabajadores de todas las Organiza­ ciones representadas en este Congreso dediquen medio sa­ lario el 2 de enero, DIA NACIONAL DEL OBRERO PE­ TROLERO, como un aporte al sostenimiento de los valientes huelguistas; y excitar a los trabajadores no orga­ nizados para que se adhieran a este gesto. Al efecto, todo el dinero recaudado por este concepto debe ser girado al Congreso de Trabajadores, con aviso telegráfico a la Se­ cretaría de Finanzas... 10.° Aplaudir calurosamente la patriótica actitud de la prensa y de la radio, las cuales, con insignificantes ex­ cepciones, han sido eco poderoso del presente movimiento anti-imperialista, pidiendo la mayor publicidad para este acuerdo. 11.° Hacer suya la consigna de los obreros petroleros: ”E1 imperialismo no pasará”» (160).

Muchos escritores destacados han atribuido esta re­ unión del Primer Congreso de Trabajadores Venezola­ nos a la huelga de diciembre de 1936. No tenemos nin­ guna razón para cuestionar tal posición u opinión; quizá el Congreso de diciembre de 1936 fue el único en la his­ toria del movimiento obrero en Venezuela que tuvo una base verdaderamente unida, clasista, representativa, de­ mocrática, nacional y revolucionaria. Este Congreso fue (160) Ahora: «Primer Congreso de Trabajadores Venezolanos. Acuerdo de solidaridad con los obreros del petróleo en el ZuliaFalcón-Monagas». 19 de diciembre de 1936. Pag. 2.

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reunido en el calor de la batalla contra el imperialismo; aunque los obreros petroleros no estuvieron presentes físicamente, fue su espíritu de lucha y combatividad la base de aquel Congreso. Los obreros petroleros habían avanzado cualitativamente de «antes la muerte que una nueva dictadura» a «el imperialismo no pasará». La huelga petrolera puso al desnudo la verdadera na­ turaleza del Estado. Cuando se inició la huelga, el Go­ bierno de López Contreras prometió garantías dentro de la ley y, posteriormente, se ofreció como intermediario. Durante todo este período la política del Estado venezo­ lano, por el contrario, fue de rompehuelgas, encarce­ lando a través del ejército y la policía a los líderes obre­ ros con el objetivo de eliminar totalmente los comités huelguísticos; pero todas estas medidas fueron inútiles porque la huelga continuó y el movimiento se expandió de una huelga de obreros petroleros a un despertar na­ cional acerca de la explotación y rol antinacionalista del capital monopólico. Amparándose en la ley, el Gobierno actuó rápida y decisivamente de lado de las compañías petroleras extranjeras con el objeto de poner fin a la huelga; para la opinión pública el Estado llegó a repre­ sentar el interés del capital extranjero y no el de los pro­ pios trabajadores ni el de la nación. Durante el período de Gómez hubo evidencias para comprobar que los capitalistas monopólicos extranjeros hacían todo lo que deseaban, pero al mismo tiempo Gó­ mez aparecía como el líder absoluto del país. El era el terrateniente más poderoso, la cabeza de la Armada y el Presidente del país, todo en una misma persona. Así apareció el personalismo como la esencia del Estado y, a la vez, su período fue tan represivo que los intereses imperialistas no fueron nunca confrontados seriamente en el país ni atacados, ya que aquellos que se hubiesen atrevido a hacerlo eran asesinados, exilados o encarce­ lados en campos de construcciones de carreteras, excep­ tuando a los obreros petroleros, quienes en sus años formativos sintieron la represión y fuerza del Estado cada vez que hubo una huelga espontánea. La muerte de Gómez coincidió con la evolución de un proletariado maduro y de una clase media de profesio-

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nales, intelectuales, etc. El tiempo y las circunstancias mundiales con las existentes en la sociedad venezolana los habían transformado a ambos; por ello no fue posi­ ble seguir explotando a la fuerza laboral venezolana y a la nación de la manera tan descarada y abierta en que se hacía en las primeras décadas de este siglo. Esto se lo comunicó a López Contreras a través de las continuas rebeliones que se efectuaron en el país al saberse la muerte de Gómez. Durante los meses de diciembre de 1935 a enero de 1936, el Gobierno de López Contreras fue abierto y liberal; en febrero se transformó en extre­ ma derecha hasta que las movilizaciones de masas del 14 de febrero lo empujaron de nuevo a una posición liberal y reformista; pero el Gobierno volvió a tratar de pasar, en mayo, una ley derechista y antidemocrática, con lo que resurgió el movimiento de masas retornando el Gobierno a una posición liberal; pero nuevamente en junio el Gobierno tornó a la extrema derecha y las masas volvieron a levantarse, pero en esta ocasión varió un poco la posición del Gobierno; en noviembre se declara ilegal al partido más representativo e importante de la República, y en diciembre de 1936, sólo con el fin de romper la huelga, prometió, dentro de la ley, garantías a los obreros petroleros. Podemos observar que la polí­ tica del Estado venezolano variaba mensualmente, y la huelga del 36 mostró abiertamente que el Estado repre­ sentaba los intereses y propiedades del capital monopo­ lice extranjero, ya que sus intereses coincidían con la industria petrolera. A comienzos de abril de 1936, el Gobierno de López Contreras delineó la política a seguir respecto de los obreros petroleros y sus accciones huelguísticas. Néstor Luis Pérez, ministro de Fomento, explicó el 13 de abril de 1936, en una cadena radial, que el Gobierno se perca­ taba de que los obreros tenían bases para luchar por sus derechos, pero recalcó que debían considerar que no sólo los obreros deseaban la justicia, sino también la ciudadanía, ya que todos habían sufrido. A pesar de esto, señaló que el deber más importante era la construcción de la nación y que aquello significaba que se debían suprimir los intereses individuales y de clase y no darles 246

mayor prioridad que a los de la nación. Advirtió que «si el obrero desarrolla su personalidad económica sobre las ruinas de la personalidad del ciudadano, le hará un grave perjuicio a los ingresos de la naciente República». Trató de explicar algunos elementos de la evolución del Estado de la siguiente manera: «El proceso debe desarro­ llarse en planos paralelos, y sin perder este gran postu­ lado no haremos sino el tránsito de la tiranía y del egoís­ mo individual de los grupos, que por la mayor fuerza que adquieran en la asociación suelen ser en definitiva más perjudiciales. El Estado ha venido dando muestras elocuentes de una transformación saludable en la evolu­ ción de su anterior condición de simple poder de hecho, ha alcanzado la categoría de una entidad personal que trata por todos los medios de implantar en el orden social el imperio del derecho y la legalidad.» Advirtió a los obreros que deberían luchar para sustituir sus im­ pulsos individuales con la adherencia de las normas cí­ vicas y el respeto por la ley. Según el doctor Luis Pérez, el progreso del Estado debía reflejarse en la cualidad de los ciudadanos. En el mencionado discurso, el ministro se refirió par­ ticularmente a los obreros petroleros, señalando que es­ tos campamentos eran realmente laboratorios sociales donde están en vías de germinación y desarrollo multi­ plicidad de conocimientos morales, económicos y políti­ cos, que luego, a manera de ríos afluentes, irán a pagar tributos generales del proceso y, según el espíritu que les anima, así pueden causar mucho bien o mucho mal a la naciente República. La vía legal para la defensa de los derechos era la vía constructiva, porque es a la vez un gimnasio ciudadano. Y refiriéndose a las condiciones de trabajo y vida de estos obreros, les advirtió que la única manera de remediarlas era a través de la ley, y si no existía una ley que correspondiera a sus realidades, entonces debían presionar al Congreso para que en sus futuras sesiones legislara en favor de los obreros. En sus propias palabras: «Si sus viviendas son insalubres; si no se les remunera equitativamente de acuerdo con las rudas faenas que lle­ van a cabo; si son víctimas de desigualdades en la distri-

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bución de los servicios y en el trato, o el salario que reci­ ben, por el sólo hecho de la diferencia física o psíquica de raza; si en los casos de accidente de trabajo se les niega la debida reparación de los daños que sufrieren en su persona o en sus bienes; si no les presta la asistencia médica o el servicio de hospitales o de sanidad que pres­ criben las leyes, o cualquier otro hecho que constituya una violación directa o una evasiva a las disposiciones de la Ley del Trabajo o de los reglamentos mineros, que dén ejemplo de civismo, ejerciendo y ventilando sus derechos por las vías y trámites legales, en la seguridad que sus demandas serán justamente atendidas, porque en espíritu de legalidad y de justicia demuestran ser hoy los actos del Estado. Si en las experiencias y en las luchas por sus intereses y sus fueros hubieran advertido diferencias, irregularida­ des y omisiones en las leyes actualmente en vigencia, que aprovechen las Cámaras Legislativas próximas a instalar­ se, para que ante ellas introduzcan o hagan válidas sus representaciones, para que ellas igualmente provean, a los principios de justicia que también habrá hoy de presidir las deliberaciones de ese cuerpo» (161). El ministro concluyó su discurso resaltando que el punto principal de los ingresos estatales provenían de los impuestos de la industria petrolera, por lo que toda la nación sufría la consecuencia al declararse una huelga obrera. Por otro lado, argumentaba que las compañías extranjeras no eran los dueños del subsuelo nacional, sino meramente tenían una posesión temporal de ése; o sea, de acuerdo con el ministro, la industria también pertenecía técnicamente a la nación. Advirtió contra ins­ tigadores que no pertenecían al movimiento obrero y que irresponsablemente creaban conflictos y caos entre los trabajadores con el fin de dañar a la nación complicando sus relaciones internacionales. Sus palabras finales fue­ ron aconsejar a los obreros a buscar soluciones a sus problemas a través de la ley. El ministro se expandió sobre estos puntos al explicar:

«La renta principal con que hoy contamos es la renta petrolera. Nuestra balanza de comercio, o sea, la que tiene como base el movimiento de nuestra importación y ex-

(161) Ahora: «Discurso del Dr. Néstor Luis Pérez: "Unas bre­ ves palabras al obrero venezolano y en particular al obrero de los campos petroleros"». 14 de abril de 1936. Págs. 1 y 2.

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portación es más desfavorable a causa de la crisis finan­ ciera, a la cual Venezuela no ha podido substraerse, como parte que es del conglomerado mundial, y de modo es­ pecial por efectos del régimen gubernativo anterior, que llevó a la posternación, la inseguridad y el terror a todas las fuerzas productoras del país, ocasionando este estado de parálisis y de atrofia que hoy se advierte en los órga­ nos principales de la industria y el comercio. No obstante esto, y en contraste con las angustias que para lograr el equilibrio en su presupuesto confronta la casi totalidad de los países del mundo, Venezuela man­ tiene un saldo favorable en su presupuesto general de in­ gresos y egresos. Y esto lo debe en los actuales momentos a la renta de su petróleo, porque las minas de petróleo son del país y no de las compañías extranjeras, como tal vez erróneamente algunos lo suponen. Estas compañías no obtienen del Ejecutivo sino un simple permiso de ex­ ploración y explotación» (162).

La nación al otorgar esas concesiones hace reserva de la propiedad. Este simple permiso temporal es el tí­ tulo de la concesión y por el uso de él las compañías pagan el respectivo impuesto en la nación, que es lo que forma la renta petróleo. Cuando las compañías, forzadas por un paro de obreros, se ven obligadas a suspender sus trabajos, ipso fació se se suspende también el pago de la renta, lo que determina una disminución de ingre­ sos del Tesoro:

«La cuantía de esta disminución, y por consiguiente los perjuicios para nuestra economía nacional, son en razón directa de la frecuencia e intensidad del paro. De modo que los obreros, llevados del designio de infligir castigo o sanciones a las compañías, asuman esa actitud a quien en realidad ocasionan los daños mayores a la nación. Con sus actos y por esas vías proceden como simples indivi­ duos y se olvidan de que también son ciudadanos. Y como todavía de hecho en cualquiera de las formas de paro o de huelga incuba de sí más y más calor para mayores excesos, a la sonda de la compasión del túmulo que sus­ citan manos traídas o espíritus malévolos puedan preva­ lecer de la ocasión para prender chispas de conflagración que lleven el perjuicio de la nación, no a la simple renta, sino al capital mismo de la mina, con las consiguientes complicaciones de relaciones internacionales. Desde luego que la responsabilidad por estos respectos

(162)

Ibid., pág. 2. 249

no pasan especial y exclusivamente sobre los conductores e instigadores directos del movimiento obrero, sino tam­ bién sobre aquellos que por omisión de deber o falta de un espíritu de cooperación, provocan indirectamente estos conflictos. Es, pues, sobre manera urgente, que nuestro obrero, a la vez que consciente de sus derechos como obrero, no lo sea menos de su deber y de su responsabilidad como ciu­ dadano, que en estos momento en que los funcionarios encargados por la Ley de hacerle justicia, están prestos a oír sus justos reclamos, no supediten la vía legal por la vía de hecho, sino que sus fueros y derechos lo ejerzan y ventilen preferentemente en función de sus cualidades ciudadanas» (163).

El discurso del doctor Néstor Luis Pérez fue una cla­ ra muestra de la posición definitiva del Gobierno de Ló­ pez Contreras, la cual se refleja en la exposición del rol y los intereses del Estado. Como fue señalado, las entra­ das estatales provenían de la industria petrolera; por esta razón, si estas compañías eran atacadas lo era tam­ bién el Estado en su línea vital, ya que el Gobierno debía defender fieramente sus intereses. El ministro también recalcó a los trabajadores que los ataques al capital extranjero acarrearían problemas a las relaciones internacionales porque las industrias petroleras podrían apelar a sus países de origen en bus­ ca de asesoramiento, como lo hicieron durante el perío­ do de Gómez. Al mismo tiempo, el Estado aspiraba a jugar un rol decisivo como mediador en la contradicción existente de los intereses de los obreros y los de las compañías; el Estado abiertamente aspiraba realizar la función de atomizar a la clase trabajadora, de designar su unidad política a través de la transformación de los trabajadores en ciudadanos individualizados, mientras que, al mismo tiempo, él representaba a una sociedad integrada como un todo. Así, el Estado, conscientemente, aspiraba a jugar un rol ambivalente asumiendo una po­ sición de autonomía relativa, sirviéndose para esto del sistema legal. La posición del Gobierno de López Contreras fue

(163)

250

Ibid., pág. 2.

comprobada en la huelga de los obreros petroleros de diciembre de 1936. A comienzos de esta huelga los gre­ mios de Cumarebo y Cabimas telegrafiaron al Presidente informándole de que ya ellos habían agotado los medios legales disponibles; por tanto, estaban ya pensando en el próximo paso lógico, que consistía en utilizar el arma de las huelgas. Insistieron como buenos ciudadanos que intentaban implementar la acción huelguística dentro de la ley, en la disciplina y el orden. A esto el Presidente respondió a través de su ministro del Interior a los gre­ mios en Cumarebo y les informó que tenía las garantías gubernamentales dentro de los límites legales y esperaba que no se quebrara la paz. Como se ha visto, la huelga fue implementada con la mejor de la disciplina, orden y organización. Aun así, el gobernador del Estado Zulia amenazó a los líderes obreros con encarcelarlos si con­ tinuaban en el paro, lo cual llevó a efecto. El Gobierno también autorizó a los jefes civiles a enganchar rompe­ huelgas de otros Estados para tratar de finiquitarla. Sólo después que el Gobierno observó que aquellas medidas ilegales no daban resultado y que la nación entera se estaba movilizando en apoyo de los obreros petroleros en varias manifestaciones de solidaridad, el Gobierno decidió asumir el rol de mediador enviando al director de la Oficina Nacional del Trabajo, el 1 de enero de 1937, a tratar de conseguir que las compañías y los gremios llegaran a un acuerdo, lo cual no fue posible, y en lugar de eso, el director de las Oficinas de Trabajo hizo algu­ nas recomendaciones al Presidente, que posteriormente fueron la base para un decreto ejecutivo que acabó con la huelga. Pero estaba claro que el Gobierno prefería que los gremios y el capital extranjero negociaran sus problemas dentro de la Ley de Trabajo. A pesar de esto, con la amenaza de los ingresos gubernamentales y la presión de las compañías y de sus gobiernos, López Contreras decretó el cese de la huelga petrolera el 22 de enero de 1937. El movimiento sindical mostró inconfor­ midad (164). El Estado había ignorado el sentimiento nacionalista que había nacido en el país, ya que él mis­ mo se ubicó del lado del imperialismo aunque eso signi-

(164) Prieto Soto: Op. cit., pág. 56. 251

ficara la guerra civil. Negó el derecho de que los gremios fueran reconocidos por sus patronos de acuerdo con la Ley de Trabajo; se decretó un aumento igual a lo que fue logrado por los obreros en 1925 en su primera huel­ ga. O sea la huelga petrolera les probó concretamente a los obreros venezolanos petroleros y a las masas que su Gobierno era contradictorio, desleal, antinacional y proimperialista porque las máscaras de los programas, leyes, Congreso, Oficina de Trabajo, discursos y decretos fueron desplazados por la posición gubernamental con respecto a la huelga. Ya que la singular intervención del Estado para finiquitarla expuso la verdadera naturaleza de su posición: era un representante del capital monopólico extranjero. Los trabajadores se indignaron al conocer el decreto procompañías y públicamente declararon que era un acto de traición y una venta del territorio nacional; que el Gobierno era un lacayo del imperialismo, traidor de la labor de Bolívar. Argumentaron la injusticia y falta de equidad por parte del Gobierno, mientras que las esposas de los obreros gritaban su rabia ante el anuncio del de­ creto. La primera reacción obrera fue la continuación de la huelga y la posible confrontación física si fuese nece­ saria con el Gobierno. Pero luego, en sus asambleas de­ mocráticas, le pidieron a sus líderes que les explicaran las consecuencias, como la posible masacre de mujeres y niños, que provocaría una acción como ésa; también argumentaron que las mismas organizaciones de los tra­ bajadores podrían ser destruidas. Finalmente, votaron asamblea tras asamblea regresar a las labores, mientras muchos obreros estaban desesperados por no tener las armas suficientes para luchar; gritaban como niños al retornar a sus trabajos. Muchos anarquistas han argu­ mentado que los trabajadores debieron continuar en huelga y enfrentarse a las consecuencias; otros consi­ deran que una posición como esa era muy aventurera. De todos modos, poco importa al análisis histórico lo que hubiese sucedido si los obreros hubieran tomado una línea de acción particular que no siguieron. Probable­ mente lo que es más importante es el punto de vista de aquellos que consideran que la huelga de diciembre de

252

1936 fue un fracaso debido a sus pocos logros económi­ cos, pero aquellos que sostienen aquella opinión, deben recordar que «el hombre no sólo vive de pan». ¿Fue realmente un fracaso esta huelga? Es nuestra opinión que fue una batalla perdida, pero se ganó una guerra.

6.5.

Una perspectiva sobre la huelga

La huelga petrolera de diciembre de 1936-enero de 1937, fue muy bien organizada y efectiva aunque se po­ drían señalar un conjunto de hechos que podrían haber sido evitados y habrían forzado a las compañías a ceder antes de que el Estado hubiera intervenido con el decreto. Fue precario el logro económico obtenido de la huelga, a pesar de esto, los perjuicios en las ganan­ cias de las compañías, ingresos del Estado y de la eco­ nomía nacional, fueron severos. De ninguna manera, se puede considerar la huelga un fracaso ya que contribu­ yó política, social, ideológica y psicológicamente a la sociedad venezolana. La huelga fue organizada solamente en las regiones del Zulia y Falcón. Aunque las localidades del Este de Venezuela no eran en términos de producción petrolera tan importantes como las del occidente, contribuían sig­ nificativamente a la industria petrolera. Y el hecho de que la huelga haya sido organizada solamente en las regiones del Zulia y Falcón y no incluyera a las regio­ nes orientales, significaba que las compañías, especial­ mente la Standard Oil, eran capaces de exportar sufi­ ciente petróleo para satisfacer las necesidades de sus refinerías en Araba, y por otro lado, los trabajadores de esas regiones no se encontraban sindicalizados. Las compañías, exceptuando a la Gulf, estaban capacitadas para exportar diariamente pequeñas cantidades desde 253

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Mene Grande y Lagunillas, para sus depósitos y refinerías en Curazao y Aruba. Esto se debió al hecho que los marinos extranjeros no se encontraban sindicalizados y no se plegaron a la huelga de los marinos venezolanos. Los oficinistas afiliados al ANDE no se plegaron a la huelga bajo el pretexto de que mejor mostrarían soli­ daridad con los obreros y la huelga trabajando, y de esa manera contribuir financieramente con los trabaja­ dores. Por esta razón, la administración de las compa­ ñías continuó funcionando durante el paro. Varios co­ mités huelguísticos hicieron concesiones al enemigo trans­ portando petróleo y gasolina para sus plantas eléctri­ cas lo que permitió que el grupo extranjero continuara viviendo cómodamente. Debido a que no habían lazos de solidaridad con el proletariado, con los trabajadores petroleros de Cartagena (Colombia), las compañías pu­ dieron transportar petróleo desde ese país, para así sa­ tisfacer sus necesidades (165). Estos hechos deberían haber derrumbado totalmente la industria y forzado a las compañías para reconocer a los sindicatos como re­ presentantes de los trabajadores, pero si esos factores contribuyeron al pobre logro económico de la huelga, no impidieron el impacto significativo que tuvo la huel­ ga en sí en la sociedad venezolana. Lo importante del impacto de la huelga en la Na­ ción se debió principalmente a la manera en que los trabajadores la organizaron y ejecutaron. El nivel de conciencia política y capacidad organizativa de éstos, sorprendió a las compañías, al Estado y a las clases reinantes, provocando la admiración, respeto y solida­ ridad de un amplio sector de la Nación. Es difícil enten­ der como los obreros bajo un orden de colonialismo fueron capaces de alcanzar una posición tal de lideraz­ go nacional, y llegar a estar en la vanguardia de la lucha por la democracia y la liberación nacional. En un principio, los trabajadores petroleros fueron simplemen­ te un grupo heterogéneo de venezolanos con una inten­ sa conciencia regionalista. Dentro de esta estructura económica de colonialismo

(165) Petróleo: «Los puntos débiles de la huelga zo de 1937. Pág. 3. 254

2 de mar-

informal, varios factores objetivos y subjetivos influen­ ciaron en la transformación cualitativa de los obreros entre los años 1918 a 1936 en una clase sofisticada de trabajadores organizados con una conciencia profunda­ mente democrática, nacionalista y anti-imperialista. Du­ rante todos estos años los trabajadores fueron entrena­ dos en la lucha por las mismas dificultades de vida den­ tro de los campos petroleros; nunca tuvieron la oportu­ nidad de ir al exilio, eran constantemente encarcelados, torturados y a menudo ejecutados cuando se oponían a las compañías o a sus tiránicos representantes. Final­ mente, se vio la manera en que se organizaron sus sin­ dicatos y se relacionaron con los partidos políticos mos­ trando, en los meses anteriores a la huelga, sus intensas participaciones en el proceso de politización que afecta­ ba a la nación entera. Alrededor de diciembre de 1936, ya estaban entrenados, disciplinados en una clase com­ bativa, la cual era totalmente capaz de organizar una huelga en contra del capital monopólico extranjero. Fue sorprendente la manera en que los trabajadores infor­ maron y prepararon a la opinión pública durante los meses de 1936, ya que esto no lo hacían en secreto, y públicamente se dirigían a ella con el fin de que sus miembros y la sociedad se mantuvieran al tanto del des­ arrollo general de los objetivos, actividades y proble­ mas que se estaban llevando a cabo. Concien tizaron a sus miembros y a la opinión pública sobre la base legal, justa y nacionalista de su causa siendo tan exitosas sus relaciones públicas que los periódicos que no apoyaron la huelga de junio de 1936, lo hicieron en la de diciem­ bre de ese mismo año. La campaña de relaciones públicas —antes y duran­ te la huelga— fue también muy bien organizada y eje­ cutada. La manera en que los trabajadores presentaron sus peticiones dentro de las diferentes fases de la Ley del Trabajo fue envidiable, ya que no cometieron nin­ gún error en la presentación ni negociación de su cau­ sa. Las compañías y el sistema no tenían oportunidad de aprovecharse de su inexperiencia al respecto. La ac­ tual huelga fue en sí misma organizada con una eficien­ cia que asombró a las compañías, al Estado y a la so-

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ciedad nacional. Las provisiones económicas para man­ tener la huelga se hicieron bajo el mayor control y pla­ nificación siendo también sorprendente la manera dis­ ciplinada en que se comportaron a lo largo de este pe­ ríodo. Probablemente, el aspecto más sobresaliente de esta huelga fue la absoluta dependencia que había de las asambleas democráticas, las cuales eran sesiones para evaluar, discutir, criticar, recomendar y dirigir la huel­ ga. No era un grupo de líderes que secretamente en­ viaban instrucciones para ser obedecidas y negociadas por las compañías. Fue una lección de democracia ya que a todo nivel hubo participación de masa. Los tra­ bajadores fueron, al mismo tiempo, lo suficientemente inteligentes para prever la represión y establecer un liderazgo que se mantuviera y no decayera. La huelga fue una escuela para la democracia, nacionalismo, con­ ciencia de clase, organización, disciplina y lucha. La huelga económicamente fue importante a tres ni­ veles. Las compañías petroleras perdieron millones de dólares ya que la producción se redujo en más del 90 por 100. Por tanto, las ganancias del capital monopólico disminuyeron drásticamente. Desde la huelga de 1925, las compañías petroleras no habían sufrido nin­ guna pérdida considerable en sus ingresos debido a huel­ gas. El gobierno de López Contreras también fue seve­ ramente atacado ya que las entradas debidas a las com­ pañías petroleras se redujeron por causa del mismo mo­ tivo. La compañía petrolera comenzó a emerger de la crisis económica mundial sólo dos años antes de la huelga por lo que la fuente de ingresos del gobierno se estaba recuperando en los momentos en que se organizó el paro. Los trabajadores petroleros perdieron millones de bolívares al mantenerse en el paro, pero a pesar de sus grandes pérdidas estaban deseosos de seguir todo el tiempo que fuese necesario. Así, las pérdidas sufridas por el lado del Estado y por el mayor grupo asalariado del país, lógicamente influyeron también en el comercio, causando así severos impactos en los niveles económieos más importantes de la sociedad. Por supuesto, esto era de prever ya que desde 1936 la industria petrolera era la base económica fundamental de la nación. De 256

esta manera, los obreros petroleros pueden haber ga­ nado uno o dos bolívares, pero los grandes perjuicios económicos sufridos por la sociedad debido a la huelga fueron del orden de millones de bolívares. Fueron muchas las implicaciones políticas de este paro. Ya en 1925 se expresó a través de la huelga de obre­ ros petroleros un movimiento hacia una sociedad vene­ zolana democrática, y desde 1928 el movimiento estudian­ til caraqueño alcanzó su clímax en la huelga general de junio de 1936, siendo ésta un fracaso porque no logró modificar la Ley Lara. El movimiento para una Vene­ zolana democrática, y desde 1928 el movimiento estudianga, y fue la huelga petrolera de diciembre de 1936 la que rescató el movimiento popular y le dio un conte­ nido verdaderamente democrático, clasista, nacionalista, revolucionario y anti-imperialista. La huelga petrolera jugó, poi' tanto, un rol vital en el proceso democrático del siglo xx en Venezuela. Pero, probablemente, la contribución política más importante de la huelga fue haber educado la sociedad venezolana, en general, sobre la verdadera naturaleza del Estado. López Contreras, sus ministros y la clase rei­ nante deseaban reconstruir Venezuela dentro de la Ley y Constitución de la Nación, los periódicos criticaban los movimientos de izquierda e insistían en que el país te­ nía que resolver sus problemas legalmente. Pero aunque los movimientos izquierdistas o por lo menos un sector de éstos argumentaban que «el hilo constitucional» se debía mantener, se veía que el gobierno de López Con­ treras permitía a las compañías desobedecer las mismas leyes y, finalmente, este mismo, apoyaba a las compa­ ñías al aprobar el decreto para acabar con la huelga. Fue claro para la ciudadanía que sus problemas no po­ dían ser resueltos a través de las leyes ya que la más­ cara legal del gobierno había demostrado ser una farsa. Pero igualmente importante es el hecho que el gobier­ no mostró lo anti-patriótico que era terminar con la huel­ ga mediante un decreto, lo que favorecía a las compa­ ñías. Así, el gobierno del General López Contreras al acabar con la huelga como lo hizo perdió base moral, legal y psicológica para gobernar, ya que desde los lim257

piabotas hasta los intelectuales o comerciantes sabían que el gobierno había traicionado la nación. La huelga también contribuyó socialmente porque permitió las alianzas de clase dentro de la sociedad ve­ nezolana, lo cual no se había visto desde la guerra de In­ dependencia. Venezolanos de todas clases, exceptuan­ do a una pequeña minoría de elementos anti-nacionalistas, apoyaron completamente a los trabajadores petro­ leros y contribuyeron a su lucha. El hecho que familias de Caracas, de diferentes estratos sociales, estuviesen deseosos de cuidar a los niños de los obreros petroleros, fue un ejemplo del logro de conciencia social que se había alcanzado. La huelga petrolera también ayudó en la realización del primer congreso de trabajadores de Venezuela, el cual representó un gran avance en el des­ arrollo de la clase trabajadora venezolana en la sociedad. La huelga fue un ejemplo y experiencia en la sociedad de un gran nivel de civismo y democracia. Le enseñó a los venezolanos que los sindicatos eran instituciones * democráticas y legítimas, necesarias para la organización civilizada de una sociedad moderna en el siglo xx. La huelga de los obreros petroleros contribuyó ideo­ lógicamente a la sociedad venezolana, ya que el despo­ tismo del régimen de Gómez había reducido a la nación a una sociedad temerosa, individualista y paranoica bajo el poder centralizado del Estado. La huelga demostró a los venezolanos que los gremios democráticos podían ser una base efectiva para un orden democrático y abier­ to. Fue una lección de democracia para la sociedad, en general, y particularmente para los mismos obreros pe­ troleros. Pero éste no fue el único avance ideológico que se logró, porque la huelga representó la expresión más • elevada del nacionalismo proletario y el anti-imperialismo. La conciencia de los obreros petroleros estaba mol­ deada principalmente por las contradicciones existentes en los campos petroleros en el período 1918-1936, y que­ dó claro que ésta fue organizada en contra de los ex­ tranjeros que mantuvieron el poder e influencias duran­ te muchos años. Fue una lucha claramente definida en términos de venezolanos versus extranjeros. La solida­ ridad que se recibió de todos los rincones de la nación. 258

demostró que la huelga contribuyó también ideológica­ mente a la intensificación de los sentimientos de nacio­ nalismo y permitió la movilización de masas anti-imperialistas. Es importante señalar que el nacionalismo de­ finido y propagado por los obreros y su huelga no fue de chauvinismo, sino un nacionalismo en esencia prole­ tario y, por tanto, revolucionario. Estaba dentro del con­ texto de una lucha democrática, nacionalista y antiim­ perialista que aspiraba a acabar con el tipo de sociedad en que se basaba el gomecismo: el colonialismo informal. La huelga también fue revolucionaria, o tuvo un im­ pacto revolucionario en la sociedad por otras razones. Hasta 1936, se sabía que las clases sociales que jugaban un rol importante en la sociedad venezolana eran las militares, la clase media y la clase reinante que estaba constituida principalmente por terratenientes, banqueros y comerciantes. Así, no se les daba ninguna posibilidad a los trabajadores como clase para que desempeñaran un rol en la sociedad. Pero la huelga forzó, tanto a las compañías petroleras como a la clase reinante local, ■ a admitir que los obreros, especialmente los petroleros, eran una clase social poderosa y significativa siendo este cambio en la realidad venezolana, de por sí, un cam. bio revolucionario porque significaba que la conciencia social de la nación estaba experimentando una transfor­ mación. También contribuyó la huelga en otros aspectos a la conSencia revolucionaria adquirida por la sociedad, ya que desde la guerra de Independencia en el siglo xix, la sociedad venezolana se había mantenido como una sociedad netamente regional, y el régimen de Gómez ha• bía forzado esta conciencia regionalista de los venezo­ lanos. Pero la vida de los obreros petroleros demostró la transformación que se estaba llevando a cabo, al ellos cambiar de un grupo conscientemente regional a una cla­ se social consciente y nacionalista. La huelga también había impactado a la sociedad venezolana, en general, con una conciencia similar a ésta. No era por solidari­ dad con los obreros del Zulia y Falcón, sino con los obreros petroleros venezolanos. De hecho, esto sí es re­ volucionario porque claramente muestra que la concien-

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cia regionalista estaba siendo reemplazada por una con­ ciencia nacionalista. Por último, pero menos importante, fue la contribu­ ción psicológica de la huelga. Los venezolanos sufrieron económica y espiritualmente como víctimas de las gue­ rras de los caudillos desde la Declaración de la Indepen­ dencia. La Nación también sufrió debido a las interven­ ciones extranjeras por la ocupación de poderes de la metrópolis y por la política de Gómez de servir a los intereses extranjeros. La penetración de las compañías petroleras extranjeras durante el período 1918-1936 en la sociedad, representó no sólo una penetración econó­ mica, sino una agencia de desnacionalización en casi to­ dos los niveles de la sociedad. Pero probablemente, el aspecto más importante-de ese proceso de desnaciona­ lización fue el hecho de que la dependencia del país de las industrias petroleras implicaba una dependencia casi total de los extranjeros para una sobrevivencia econó­ mica nacional. Por lo que no era sorpresa que los ex­ tranjeros trataran a los obreros petroleros venezolanos con desprecio, como si se trataran de seres inferiores. El hecho de que los venezolanos fueran tratados como extranjeros en su propio país es suficiente para eviden­ ciar hasta qué punto se había reducido la ciudadanía na­ cional. Al mismo tiempo, la Venezuela rural que se ba­ saba en el sistema de haciendas mantenía a cientos de venezolanos en el sistema más explotador y deshumani­ zante, ya que a estos peones se les pagaba míseramente, se les daban pésimas viviendas, se les maltrataba física­ mente, no se les alimentaba adecuadamente y los hacen­ dados se despreocupaban también de su salud. La gran mayoría de los trabajadores vivían a merced de los cau­ dillos regionales y del aparato represivo del Estado, to­ talmente centralizado y despótico; tenían poco entusias­ mo por vivir y perpetuarse ya que sus propias existen­ cias eran un continuo martirio. No se sentían realmente parte de la nación venezolana, más bien se consideraban como apéndices de la organización económica y modo de vida del sistema latifundista. Así, es obvio cómo el pueblo venezolano llegó en el período de 1918-1936 a sufrir de un complejo de infe260

rioridad que sirvió a la ideología de la clase reinante. Por otro lado, la huelga despertó a la nación ante el mito del foráneo ya que desde 1925 la huelga petrolera de los obreros probó a los extranjeros y a los trabaja­ dores, que la industria petrolera no podía existir sin la mano de obra venezolana. Pero esta huelga tuvo lugar a mediados del período gomecista por lo que no tuvo la proyección que se merecía en la sociedad. La huelga petrolera de 1936 mostró claramente a la nación que los obreros eran fundamentales en el desarrollo de la indus­ tria petrolera; que el Estado, comercio, compañías pe­ troleras y la nación completa dependían de la labor de los trabajadores venezolanos. Los extranjeros no eran tan superiores como habían tratado de probar, porque los venezolanos eran la base de la economía de su so­ ciedad. La huelga dio a los venezolanos la oportunidad de definirse a sí mismos dentro de un contexto nacional y de participar en un proceso que trató de rescatar la ciudadanía venezolana. Por último, el venezolano se enorgullecía de ser par­ te de su nación. Dejó de estar sometido o reducido al deseo del extranjero, ya que en alguna parte del camino desde las guerras bolivarianas de la independencia, pa­ recía haberse perdido el nacionalismo venezolano en su contexto, esencia y dinamismo por haber perdido forza­ damente su identidad en la miseria sufrida bajo el or­ den existente: colonialismo informal. Se le dio la opor­ tunidad, tanto al limpiabotas como al trabajador y al estudiante, etc., de contribuir con los obreros petrole­ ros a través de solidaridad, de propagar el eslogan: «El imperialismo no pasará.» El movimiento nacionalista que desarrolló la huelga permitió que se llevará a cabo un proceso que culminó en la redefinición de la identidad venezolana y en el rescate de la nacionalidad. Sobre este aspecto, la huelga petrolera devolvió a la nación la esencia, el dinamismo y el espíritu que había escaseado durante tantos años. Por esta razón, la huelga petrole­ ra puede considerarse como la culminación de un pro­ ceso dentro de una experiencia histórica de una nación en que el proletariado petrolero contribuyó fundamen­ talmente en la destrucción de la ideología del orden co261 i

lonial informal que dominaba en el período 1918-1937. La huelga fue económicamente una batalla perdida, pero psicológica, ideológica, social y políticamente fue el triun­ fo de una guerra. Los venezolanos rompieron la barrera psicológica que los encarcelaba y que les impedía actuar en contra de la dominación del orden anti-nacional que imperaba en Venezuela para esa época. Venezuela ya no sería la misma después del mes de diciembre de 1936 a enero de 1937; los tres años del gobierno represivo del general López Contreras y los diez años de dictadu­ ra de Pérez Jiménez no lograron subyugar el espíritu democrático, nacionalista y revolucionario que se alcan­ zó con la huelga de diciembre de 1936 a enero de 1937.

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Vil.

EL IMPACTO DE LOS INICIOS DEL NEO-COLONIALISMO SOBRE LOS OBREROS PETROLEROS: 1938-1948

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La transición del colonialismo informal a los inicios del Neo-colonialismo no involucró cambios en la estruc­ tura económica. Entre 1938-1948 los cambios se produ­ jeron a nivel superestructura!. A inicios de este período, la base de la lucha contra el orden colonial informal fue la alianza entre los trabajadores y la clase media. Esta alianza no sólo existió en las regiones de Zulia-Falcón, sino también en Caracas y otras áreas del país. Se po­ dría decir que existía una alianza nacional de trabaja­ dores y clase media en abierta rebeldía contra el orden colonial informal. Es nuestra opinión que la contribu­ ción más sobresaliente de esta lucha fue dada por el proletariado petrolero nacional. Su desarrollo singular durante los años formativos y la organización de la huel­ ga de los meses de diciembre de 1936 a enero de 1937, les dio la oportunidad de jugar un rol fundamental. Du­ rante el período de 1918 a 1937, los trabajadores petro­ leros eran ideológica y organizacionalmente autónomos. Por tanto, hasta 1937, el Estado, los movimientos polí­ ticos y los movimientos sindicales nacionales no logra­ ban controlar de ninguna manera significativa a los Sin­ dicatos de los Trabajadores Petroleros. En el período de 1938-1948, que se ha definido como

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los inicios del Neo-Colonialismo, íse observó una erosión en la autonomía organizacional e: ideológica de los Trabajadores Petroleros. Los cambios superes tructurales tu­ vieron un efecto negativo en el desarrollo de estos tra­ bajadores. La naturaleza de la alianza de los trabajado­ res y de la clase media del período previo, experimentó cambios. La aparición de una incipiente burguesía na­ cional, redujo, en gran medida, la dependencia absoluta de la clase trabajadora como un aliado en la lucha por el poder político. Consecuentemente, la necesidad de la unidad organizacional de la clase trabajadora no era ter­ minantemente necesaria. El período se caracterizó por alianzas de conveniencia e intensas luchas por el poder político entre marxistas y sectores no marxistas de la clase media. La clase media se hallaba, sin lugar a dudas, en continuo ascenso. Lograron organizar y legalizar mo­ dernos partidos políticos, siendo éstos los medios que uti­ lizaron para atacar la estructura organizacional e ideo­ lógica de los Sindicatos Petroleros. Se observó que en estos diez años hubo un proceso de convergencia entre las estructuras de los sindicatos y los partidos políticos. En la primera mitad de este período, el Partido Demo­ crático Nacional-Acción Democrática y el Partido Comu­ nista de Venezuela iniciaron una intensa lucha por el control de los Sindicatos. Esta lucha fue posteriormente intensificada al obtener el Partido Acción Democrática el poder político durante 1945-1948. Finalmente, los sin­ dicatos fueron totalmente controlados por los partidos políticos, convirtiéndose así en apéndices de los mismos e implementando estrategias de la clase media que mu­ cha veces no servían a sus intereses de clase. Una de estas estrategias fundamentales fue la división de la clase trabajadora y la subversión de su autonomía. La desunión de la clase trabajadora los incapacitó para la acción independiente, disminuyó su potencial revolucio­ nario y facilitó la ascensión de ideologías reformistas o reaccionarias. Pero si uno de los fenómenos fue la domesticación de los sindicatos por los partidos políti­ cos, el otro fue la cooptación de los sindicatos por el Estado. El Estado venezolano experimentó muchos cambios

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después de la muerte de Gómez. Algunos han descrito estos cambios como meramente cuantitativos y no cua­ litativos. En nuestra opinión, los cambios en el período posgomecista fueron cualitativos y no meramente cuan­ titativos. Por ejemplo, durante el período de Gómez, aunque se trató de regular legalmente las relaciones obrero-patronales, al menos en forma teórica, las leyes promulgadas nunca fueron aplicadas. El Estado había permitido que la industria petrolera funcionara como si fuese un Estado dentro del Estado. Por tanto, los tra­ bajadores no estaban, de hecho, afectados por la ley. A pesar de esto, con la llegada de López Contreras a la presidencia, el Estado comenzó a intervenir en la indus­ tria mediante la aplicación de varias leyes laborales. Por otro lado, se observó que el Estado trató de controlar a los trabajadores mediante el uso de la represión hasta finales de los años treinta. Este proceso, en el que el Estado aspiró a controlar a los trabajadores, se inten­ sificó durante el período 1938-1948. Aun así, el Estado no sólo triunfó en el control de los sindicatos, sino que, eventualmente, los absorbió. El proceso de cooptación entre el Estado y los sindicatos fue facilitado por los partidos políticos. El Estado utilizó a los partidos polí­ ticos y a la ley para cooptar a los sindicatos. Por ejem­ plo, durante el período de López Contreras, los partidos políticos eran los puntos de apoyo más inexorables para «aplicar la ley» y mantener «el hilo constitucional». Los trabajadores habían sido advertidos de que debían obe­ decer las leyes, aun cuando éstas fueran antinacionales, antiobreras y antidemocráticas, como el decreto de Ló­ pez Contreras. El Partido Comunista apoyó al Gobierno de Medina Angarita durante 1941-1945 y abogaba por la colabora­ ción de clases y la paz industrial. Por primera vez en su desarrollo, se les dijo a los trabajadores que el Es­ tado ya no era su enemigo. Posteriormente, al asumir el poder Acción Democrática, durante 1945-1948, se les dijo a los trabajadores no sólo que el Estado era su amigo sino que también ellos estaban en el poder, ya que su Partido constituía el Gobierno. Por tanto, durante el período 1938-1948, los líderes de la clase trabajadora se

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convirtieron en miembros del Congreso y directores de agencias gubernamentales. Para la clase trabajadora venezolana en general, y particularmente para los obre­ ros petroleros, la interacción entre el Estado, los parti­ dos políticos y los sindicatos era confusa. En el proceso, la verdadera esencia del Estado, del Partido y del sin­ dicato estaba distorsionada.

7.1.

Los partidos políticos, el Estado y el movimiento sindical: 1938-1948

El Gobierno de López Contreras recurrió a la represión después de la huelga petrolera de diciembre de 1936 a enero de 1937. López Contreras se hallaba totalmente expuesto, ya que la huelga había probado a la opinión pública que «aplicar la ley», que era lo que el Gobierno alegaba respetar, solamente se hacía para defender los intereses de las compañías petroleras. Varios políticos y líderes sindicales fueron despedidos y encarcelados. Los grupos políticos de izquierda, incluyendo a ORVE y PRP, no triunfaron en sus esfuerzos para legalizar el Partido Unico de las Izquierdas, Partido Democrático Nacional. Posteriormente trataron de organizar un fren­ te democrático más amplio apoyando la constitución del Partido Democrático Venezolano (PDV), bajo el lideraz­ go del ex general Gabaldón. A esto, López Contreras res­ pondió personalmente en una carta a Gabaldón, infor­ mándole que el PDV sólo sería legalizado si ciertos elementos de izquierda eran excluidos del Partido. Con­ secuentemente, este movimiento nunca llegó a concre­ tarse. Varios políticos y líderes sindicales lograron escapar de la policía y permanecer en el país para ayudar a or-

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ganizar grupos en ¡a clandestinidad. Uno de estos líde­ res fue Romu o Betancourt, quien organizó clandestina­ mente el PDN En los inicios, las marxistas asociados con el PRP trabajaron dentro de la estructura del PDN. A pesai de esto, los marxistas de las regiones del ZuliaFalcón continuaron en la organización de un partido comunista independiente. Durante los años 1938-1939, los marxistas se dividieron según si debían seguir con el PDN para construir un frente nacional más amplio u organizar un partido comunista más fuerte. Alrededor de 1940 emergieron dos estructuras políticas indepen­ dientes: el PDN, que se hallaba bajo el liderazgo abso­ luto de Rómulo Betancourt, y los marxistas, que logra­ ron el consenso para organizar y estructurar un partido comunista independiente. El Partido Comunista de Ve­ nezuela y el Partido Democrático Nacional fueron enton­ ces los dos movimientos políticos dominantes en el período 1938-1948. Durante los años 1946-1948 se organi­ zaron otros movimiento políticos, como la Unión Repu­ blicana Democrática, bajo el liderazgo del ex líder estu­ diantil Jóvito Villalba, y el Partido COPEI, bajo el lide­ razgo de Rafael Caldera. Estos últimos partidos políticos no jugaron un rol determinante en la vida de los traba­ jadores petroleros ni en la clase trabajadora venezolana en general durante este período. Hasta 1939, el PDN y el Partido Comunista tenían acuerdos tácticos para trabajar juntos y resistir al Go­ bierno de López Contreras. Durante estos años los mar­ xistas argumentaban que el PDN, por su fisonomía de luchadores nacional-revolucionarios, no podían ser ex­ cluidos de un frente nacional contra el régimen. Como consecuencia se formó un comité de coordinación entre el PDN y el Partido Comunista. Los objetivos del comité fueron íos de luchar para conseguir que se agruparan en un frente único nacional todos los sectores, organi­ zaciones y grupos democráticos con el propósito de con­ quistar la República Democrática Popular y antiimperia­ lista,’ ambos partidos movilizaron todas sus fueizas, de común acuerdo para rechazar la ofensiva de la reacción gomecista y la intensificación de la dominación extran­ jera; ambos partidos apoyaron con sus fuerzas combi-

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nadas toda acción antigomecista de agrupaciones o per­ sonalidades democráticas, aun cuando no existiera nin­ gún acuerdo o alianza con dichas agrupaciones o perso­ nalidades (166). Este proyecto para lograr la unidad fue destruido en 1940 con el avance de la Segunda Guerra Mundial. Los marxistas, quienes para entonces estaban influen­ ciados por la Unión Soviética, comenzaron a reaccionar contra la posición del PDN sobre la guerra. En febrero de 1940 el Partido Comunista acusó abiertamente al PDN de ser una organización aprista y de ser un vehículo del trotskismo; abiertamente declaró: «Mientras que nuestro Partido Comunista ha condena­ do la guerra por el reparto del mundo, que sólo sirve para llevar adelante una terrible ofensiva de las burguesías reaccionarias de los países imperialistas, principalmente Francia c Inglaterra, contra las masas laboriosas para pri­ varlas de sus organizaciones, el PDN se ha pronunciado en favor de la guerra imperialista, colocándose abiertamen­ te al lado de los aliados. Debido a esta posición, hemos suspendido las relaciones con los pedenistas. De ahora en adelante, la unidad directa con los trabajadores. El PDN se perfila como un grupo aprista, vehículo del trotskismo y actitudes sectarias en fraseología marxista. La agresivi­ dad del PDN contra la URSS con motivo del pacto sovictico-germánico es de un contenido fascista» (167).

Así, el Partido Comunista permitió que sus relacio­ nes con la Unión Soviética incidieran con la política ve­ nezolana, a tal punto que destruyó una alianza naciona­ lista contra la dictadura de López Contreras. Por otra parte, hay escritores y defensores de la línea del Partido Comunista que plantearon que el PDN tomó esa posi­ ción ante la guerra para provocar desacuerdos con los marxistas y así poder delinear las diferencias entre el PDN y el Partido Comunista. Ellos citaron el hecho que más tarde, cuando los soviéticos entraron a la guerra, el PDN declaró: «Venezuela, primero.» Sin embargo, la

(166) mayo de (167) vehículo

270

El Martillo: «Acuerdo común entre PDN y PCV». 1 de 1938. Editorial. El Martillo: «El PDN es una organización aprista, del trotskysmo». Febrero de 1940. Pag. 1.

historia nos informa que posteriormente los rnarxistas cambiaron su posición ante la guerra cuando la URSS se alió con las «burguesías reaccionarias» de los países imperialistas. Según nuestra manera de ver, en estos acontecimientos hubo contradicciones por parte de am­ bos partidos durante la guerra. Sin embargo, el plantea­ miento del PDN —más tarde asumió el nombre de Ac­ ción Democrática, en la legalidad— ayudó mucho en su avance como un movimiento popular de masas a que los intereses nacionales deberían tener prioridad. Las contradicciones y desacuerdos no impidieron que al final del período constitucional de López Contreras estuviesen ambos, el PDN y el Partido Comunista de Ve­ nezuela, apoyando la candidatura de Rómulo Gallegos para la presidencia de la República . En 1941, Medina Angarita, ministro de Guerra y Ma­ rina, asumió la presidencia de la República. En un co­ mienzo, tanto el PDN como el Partido Comunista vieron en el Gobierno de Medina una continuación del Gobier­ no de López Contreras, pero dentro de un corto período, Medina comenzó a independizarse del control de López Contreras. Su Gobierno respondió a los intereses de la entonces emergente clase burguesa y de las masas, sien­ do a menudo definido por muchos como liberal-democrá tico-burgués. En sus primeros años permitió la legaliza­ ción de Acción Democrática (el nuevo nombre del PDN), no pudiendo legalizarse el Partido Comunista debido a la existencia del inciso 6, artículo 31, de la Constitución nacional, aunque permitió a los rnarxistas que se legali­ zaran en otras organizaciones que ellos habían estable­ cido. Así, el Partido Comunista disfrazado llegó a con­ trolar la mayoría de los sindicatos en el país hasta mar­ zo de 1944. Debido al apoyo popular, el Gobierno de Medina Angarita buscó su cooperación en una alianza con la incipiente burguesía nacional. Con el fin de refor­ zar su Gobierno contra la reacción del ala derecha ex­ tremista de López Contreras y Gómez, Medina Angarita confirmó legalmente los intereses petroleros imperialis­ tas, mientras que, al mismo tiempo, aumentaba los im­ puestos y se aliaba con la clase trabajadora a través del Partido Comunista. Esta alianza, aunque informal, cul271

minó con el Partido Comunista dando «apoyo político» con el slogan «con Medina contra la reacción», abogando así por la colaboración de clases y la paz industrial. El Partido casi abandonó su lucha por las elecciones bajo el sistema del sufragio universal. Acción Democrática, por otro lado, intensificó su oposición contra el régimen de Medina. Señaló que éste había cedido nuevas concesiones a los imperialistas e impulsó la lucha por las elecciones libres, produciendo y organizando huelgas. Alrededor de 1943, el Partido Comunista entró en una nueva fase de conflictos ideológicos y divisiones. El secretario del Partido Comunista de los Estados Unidos, Earl Browder, desarrolló una tesis de colaboración de clases y coexistencia pacífica con el imperialismo en in­ terés de la paz mundial. Browder argumentó que la alianza que se había establecido entre los estados capi­ talistas-imperialistas durante la guerra iba a continuar como medida para prevenir la posibilidad de una tercera guerra mundial. Por tanto, recomendaba que las clases sociales, en una misma nación, colaboraran, y que las fuerzas comunistas mundiales deberían trabajar con el imperialismo pacíficamente. El Partido Comunista de Venezuela adoptó el browderismo como su nueva línea, causando así tres divisiones en el Partido. Esta posición fue adoptada por el Partido, ya que racionalizaba el apoyo que se le estaba dando a Medina. Como conse­ cuencia, se formaron otros dos grupos marxistas. Uno de éstos apoyaba al browderismo y otro estaba en con­ tra; el tercero se encontraba en total desacuerdo con ambos grupos. A medida que la guerra llegaba a su tér­ mino, el Gobierno de Medina y el Partido Comunista estrechaban sus relaciones. Así, el período constitucio­ nal de Medina estaba apoyado por el Partido Comunista con el fin de apoyar un candidato presidencial, bajo el sistema indirecto de ser elegido por el Congreso y no directamente por el pueblo. Para Acción Democrática estaba claro que el Gobier­ no de Medina Angarita no tenía intenciones de permitir elecciones libres bajo el sistema del sufragio universal. Bajo estas circunstancias, su Partido se hallaba estruc-

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tu ral mente bloqueado, por lo que los líderes de Acción Democrática se aliaron con un gran sector de los mili­ tares, derrocando al Gobierno. Organizaron una Junta que implementaba una serie de reformas en el país: or­ ganizó las elecciones libres de 1946 y una Asamblea constituyente que preparó y apoyó la nueva Constitu­ ción. Posteriormente, en 1947, el país por primera vez participaba en el sistema de elecciones libres, ganándo­ las el Partido Acción Democrática. Con A. D. en el Go­ bierno durante los años 1945-1948, la naturaleza del desarrollo político varió. El Partido A. D., en ascenso en la política, utilizó los aparatos estatales para favore­ cer el registro de sus sindicatos, bajo el liderazgo de sus cuadros. De la misma manera fueron capaces de so­ brepasar al Partido Comunista en la lucha por el control de la mayoría de los sindicatos. Acción Democrática no sólo triunfó en el control de la mayoría de los sindicatos o en el establecimiento de una alianza exitosa con un sector de los militares, sino que también ganó el apoyo de la incipiente burguesía nacional, dándole incentivos económicos. En 1948, cuan­ do el Partido se hallaba sólidamente confirmado en el poder político por las elecciones libres, se desvió a la derecha y dio la espalda a la clase trabajadora, alián­ dose con la Rockefeller International Basic Industries. Esta última transnacional era una compañía imperialis­ ta ya asociada con las compañías petroleras. Los inte­ reses de la Rockefeller eran entonces penetrar en la agri­ cultura, ganadería y en el sector de servicios de la eco­ nomía. La incipiente burguesía nacional no se opuso a esta anueva alianza, ya que esperaba que facilitaría las ganancias. A pesar de esto, la burguesía se vio cada vez más sofocada y desnacionalizada a medida que los inte­ reses imperialistas de la Rockefeller penetraban en la economía nacional. El país se movía en una dirección diferente y los movimientos obreros tenían ya poco o ningún control sobre su destino. El Partido Comunista fue legalizado al ser eliminado por Medina Angarita el inciso 6 del artículo 31 de la Constitución nacional, el que prohibía las organizacio­ nes marxistas. El Partido se encontró en desventaja con 273

respecto a Acción Democrática puesto que había subido al poder en 1945, emergiendo en un período de confu­ sión y total división. Su oposición al régimen de A. D. lo debilitó a medida que se intensificaba la represión. En todas las elecciones de los años 1946, 1947 y 1948 el Partido Comunista ocupó el cuarto lugar, después de Acción Democrática, COPEI y URD (168). Fue obvio que entre 1945-1948 el Partido declinó tanto en los sindicatos como a nivel político. Desde abril de 1938, cuando se hizo una reforma par­ cial del decreto de expulsión de López Contreras, la superestructura de la sociedad venezolana experimentó cambios graduales que, finalmente, culminaron en 1947 con las elecciones presidenciales libres, bajo el sistema del sufragio universal. Los venezolanos habían aspirado y luchado por un sistema democrático, la libertad polí­ tica y la igualdad, y estas elecciones eran un logro muy significativo en la historia contemporánea venezolana. Las clases sociales, que tradicionalmente se hallaban fuera del sistema, organizaron sindicatos y partidos po­ líticos como instrumentos legales para poder participar en el proceso político. En el primer período, entre 19181937, los sindicatos y los movimientos políticos eran representativos de las clases, masas e intereses naciona­ les. Sin embargo, entre los años 1938-1948, tanto los sin­ dicatos como los partidos políticos experimentaron cam­ bios ideológicos y organizacionales que los transforma­ ron en frentes conservadores y proimperialistas. Aunque las elecciones de 1947 daban el derecho a votar a todos los venezolanos, fueron realizadas dentro de los inicios de un orden neocolonial, en que los partidos, el Estado y los sindicatos fueron deformados a medida que se les permitía a los intereses imperialistas consolidarse en el país. El movimiento sindical nacional creció cuantitativa­ mente durante el período de 1938-1948, registrándose más de 100 sindicatos en esta época. La estrategia de organizar sindicatos paralelos fue promovida por los partidos políticos, quienes, a la vez, formaron sus cua(168) Betancourt, Rómulo: Op. cit., pág. 264. 274

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dros en los centros de producción con el objetivo de controlar los sindicatos existentes o constituir otros nuevos. Luego, con el ascenso de los partidos políticos, se creó una multiplicidad de sindicatos. No sólo los partidos estaban interesados en controlar los sindicatos, sino también el Estado. López Conlrcras fue el primero en tratar de dividir a los trabajadores con el fin de establecer sindicatos progubernamentales. El 1 de mayo, reconocido mundial mente como el día del trabajador, fue sustituido por el 24 de julio, día del na­ cimiento de El Libertador. El Presidente alegaba que el 1 de mayo era un suceso comunista y que los trabaja­ dores deberían ser nacionalistas y celebrar el día nacio­ nal. La mayoría de los sindicalistas se opusieron a esta medida, pero posteriormente participaron en las cele­ braciones del 24 de julio con el fin de corear slogans an­ tigubernamentales públicamente. En los festejos del 24 de julio de 1941, López Contreras brindó por «una orga­ nización obrera propatria venezolana». Finalmente, en 1945, bajo el Gobierno de Medina Angarita, se celebró el Día del Trabajo el 1 de mayo. El Gobierno de López Contreras, sistemática pero infructuosamente, trató de dividir a los trabajadores y de debilitar su solidaridad internacional de clase. El suceso más importante que ocurrió en el movi­ miento sindical durante los inicios del neocolonialismo y el impacto más negativo de los partidos políticos en los sindicatos fue la Convención Nacional de marzo de 1944. Como fue mencionado previamente, el Partido Comunista controló la mayoría de los sindicatos has­ ta 1943; en marzo de 1944 se organizó la Convención Na­ cional de Sindicatos. En esa Convención se trataron abiertamente las diferencias existentes entre el Partido Acción Democrática y el Partido Comunista de una ma­ nera que resultó perjudicial para la clase trabajadora, ya que debilitó abruptamente la base unitaria del movi­ miento obrero. En los momentos en que se llevó a cabo la Convención aún se encontraba vigente el inciso 6 del artículo 31 de la Constitución nacional, que prohibía la existencia de organizaciones comunistas. Hasta ese en­ tonces, en 1944, el Gobierno de Medina había ignorado

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las actividades comunistas, pero durante la Convención los líderes sindicales de Acción Democrática, que eran una minoría, bajo el liderazgo de Ramón Quijada, acu­ saron abiertamente a los organizadores de la Conferen­ cia por haber organizado un evento comunista. La pren­ sa reaccionaria llevó estas acusaciones a la opinión pú­ blica y, finalmente, las fuerzas a la derecha del Gobierno presionaron a Medina a decretar la suspensión de la Con­ vención y la disolución de 93 organizaciones sindicales bajo el pretexto que eran organizaciones comunistas. Con la disolución de estos sindicatos, Acción Democrá­ tica aprovechó la coyuntura e inició la organización y el registro de sindicatos paralelos. Esta convención marcó el término del control marxista en la mayoría del movi­ miento sindical nacional y el comienzo de una nueva era en la vida de las organizaciones de la clase trabajadora. Posteriormente, durante este mismo año, Medina Angarita promulgó una ley que anuló el inciso 6 del artícu­ lo 31 de la Constitución nacional, pero ya el daño estaba hecho. El Partido de Acción Democrática asumió el po­ der mediante un golpe militar, que se llevó a cabo en 1945, e intensificó el fenómeno del paralelismo de los sindicatos, y posteriormente, con la cooptación estatal de los sindicatos a través de sus líderes, inició el pro­ ceso de la burocracia sindical. La base de las divisiones de los sindicatos fue la lu­ cha que exsitió entre las tendencias ideológicas compe­ titivas que representaban Acción Democrática y el Par­ tido Comunista. Estas diferencias ideológicas se rela­ cionaban con los movimientos ideológicos mundiales dominantes entre finales de la Primera y Segunda Gue­ rra Mundial. Los marxistas venezolanos estaban influen­ ciados por la Unión Soviética desde la segunda y tercera década de este siglo a través del Buró del Caribe, que era parte del Frente Internacional Stalinista, organizado para guiar a las fuerzas comunistas mundiales. La CTAL era el frente soviético de obreros orientados en Latino­ américa, bajo el liderazgo de Vicente Lombardo Toleda­ no. En la Convención de marzo de 1944, el movimiento sindical venezolano aspiraba a afiliar sus sindicatos a la CTAL; al fallar en estos propósitos, muchos líderes 276

sindicales concurrieron al Segundo Congreso de la CTAL .en diciembre de 1944 en Cali, Colombia, con el deseo de desarrollar fuera del territorio venezolano un programa unitario para el movimiento obrero, lo cual se logró al firmar éstos un acuerdo para unificar los sindicatos. Aun así, este acuerdo fue sólo implementado en el Dis­ trito Federal, ya que posteriormente, cuando Acción De­ mocrática subió al poder político en el año 1945, sus líderes sindicales ignoraron este acuerdo y trataron por su parte de controlar el movimiento sindical nacional. Finalmente, en 1947, se organizó la Confederación de Trabajadores Venezolanos (CTV), bajo los auspicios del Movimiento Sindical Americano y el bien conocido agen­ te de la CIA y anticomunista Serafino Romualdi. Luego, en 1948, cuando se organizó la Confederación Interamericana del Trabajo (CIT), Acción Democrática ya dirigía la CTV. Como resultado de esto, los comunistas organi­ zaron su propia central sindical que se asoció con la CTAL. La CIT era el frente regional, procapitalista, orientado a Norteamérica, mientras que la CTAL era el paralelo marxista soviético. Estas dos últimas organiza­ ciones reflejaban las divisiones que se estaban llevando a cabo en el movimiento obrero mundial, ya que los paí­ ses capitalistas apoyaban la formación de la CIOSL y la Unión Soviética continuaba guiando a la FSM. Por tanto, las divisiones de los obreros a nivel mundial, la crisis económica mundial de los años treinta, la Segunda Guerra Mundial y los inicios de la guerra fría en el pe­ ríodo de posguerra, en un tiempo u otro, y de una ma­ nera u otra, tuvieron repercusiones en el movimiento laboral venezolano. Las diferencias internas nacionales y los mismos conflictos eran, a menudo, un reflejo de las diferencias que existían a nivel regional y mundial.

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7.2.

La sindicalización de los obreros en el Oriente y el impacto de la superestructura sobre el movimiento obrero petrolero: 1938-1948

Después de la huelga de los obreros petroleros ocu­ rrida de diciembre de 1936 a enero de 1937, el Gobierno de López Contreras intensificó la represión contra los trabajadores. En marzo de 1937 el Gobierno decretó el cierre del periódico de los obreros petroleros El Petró­ leo, y durante este mismo mes los líderes sindicales fue­ ron despedidos o encarcelados. El Gobierno del Zulia decretó la expulsión de todos los margariteños, bajo el pretexto de que éstos eran los organizadores de los sin­ dicatos y los líderes de la huelga. Ya por abril de 1938 la policía tenía más de 1.500 trabajadores petroleros en­ carcelados dentro de alambres electrificados y había más de 200 trabajadores secuestrados, con los cuales sus fa­ miliares no tenían ningún contacto. Más de 20 líderes sindicalistas fueron arrestados, mantenidos incomunica­ dos y dentro de calabozos durante un mes (169). A pe­ sar de esta salvaje persecución contra los trabajadores, no se logró debilitar la resistencia de éstos y su determi­ nación para continuar la organización de sus sindicatos. Aun así el movimiento sindical logró expandirse en las regiones orientales, las cuales habían sido desatendidas durante 1937. La persecución de los obreros petroleros en las re­ giones de Zulia y Falcón se llevó a cabo con la colabora­ ción de las compañías petroleras. Las compañías se aprovecharon del ataque que llevó a cabo el Estado con­ tra los obreros para insistir en la implementación del Plan Shaw, que ya había sido previamente rechazado. Este Plan promovió la organización interna y la regula­ ción de las relaciones obrero-patronales sin ninguna par­ ticipación sindical. A medida que los trabajadores recha(169) El Martillo: «Salvaje persecución de obreros». Abril de 1938. Págs. 1 y 2.

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zaban el Plan, las compañías entregaban sus nombres a los jefes civiles con el fin de que fuesen encarcelados o despedidos de los campamentos. Las compañías no sólo utilizaban el terror para con­ vencer a los trabajadores, sino también la sutileza de la propaganda a través de la palabra escrita. La Standard Oil Company de Venezuela y la Lago Petroleum Corpo­ ration publicaron una revista, El Farol, con el fin de adoctrinar a los obreros con ideas que no representaban sus intereses. Por ejemplo, en un artículo titulado «La gran alianza», se escribió que: «ni la unión de las corporaciones más acaudaladas del mundo, ni las alianzas internacionales de las más pode­ rosas naciones, son más potentes que la alianza del obre­ ro con el patrono, es decir, del trabajo con el capital. ¿Qué harían las enormes masas de dinero sin los obreros que impulsaran las industrias? ¿Qué se harían los obreros sin capitales que dieran el frente a los problemas de varie­ dad multiforme que se presentan en las empresas y que al mismo tiempo fueran llenando sus apremiantes necesi­ dades?» (170).

En otro artículo dedicado al día de los trabajadores, se decía lo siguiente:

«unido al patrono por indestructibles lazos de verdadera solidaridad, trabajando de acuerdo con él, sin dar oídos a las voces de sirena que tratan de engañarle, aumenta su prestigio y su potencialidad. Esa unión que hoy se está haciendo más sólida llega a ser, por razón de su implícita naturaleza, inacabable, indestructible. En ella está no sólo el secreto de su felicidad, sino también de su gran­ deza» (171).

Aquellos artículos estaban dirigidos a los trabajado ­ res con la esperanza de que los conflictos de clases, que habían caracterizado permanentemente a la industria pe­ trolera, terminaran. Expresaban los puntos de vista de las compañías, de las relaciones obrero-patronales. Pero los obreros prestaron poca atención al contenido de (170) (171)

El Farol: «La gran alianza». Febrero de 1940. Pag. 23. El Farol: «Día del Obrero». Julio de 1940. Pág. 1.

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aquellos artículos y continuaron construyendo sus sin­ dicatos y mecanismos de resistencia. La represión ejercida contra los obreros en las regio­ nes del Zulia-Falcón contribuyeron, en cierta medida, a la formación de sindicatos en las regiones orientales. Los trabajadores que fueron despedidos de las regiones Zulia-Falcón se fueron al Oriente en busca de trabajo y formaron de esta manera nuevos sindicatos. Las compa­ ñías petroleras, por otro lado, comenzaron seriamente a desarrollar la industria en el Oriente a finales de los años treinta, por lo que transfirieron un grupo de traba­ jadores especializados venezolanos a ocupar bajos pues­ tos de supervisión. Aquellos trabajadores ya habían ad­ quirido conciencia de clase y experiencia sindical, por lo que fueron de gran ayuda en la organización de los tra­ bajadores orientales. Así, el movimiento sindical del Zulia tomó la inicia­ tiva y envió a una comisión de sindicalistas especializa­ dos a visitar el Oriente y promover la formación de nue­ vos sindicatos. Ya era claro para el Movimiento Sindical Petrolero del Zulia que una de las debilidades de la huel­ ga había sido la falta de organización de los trabajadores en el Oriente. Entre los líderes miembros de esta comi­ sión estaban: Martín Marval, Juan Valderrama, Eugenio Vicente Moreno, Manuel Taborda, Cándido Ordaz y otros. De este modo, en 1944 se habían establecido sindicatos en Caripito, Quiriquire, Jusepín, Punta de Mata, Tejero, Temblador, Tucupita, Anaco, Santa Ana, Cantaura, El Tigre, El Sombrero, Las Mercedes, Taguay, etc. El creci­ miento de los sindicatos de los trabajadores obreros era impresionante, a pesar de la fiera represión existente en las primeras etapas de su desarrollo. Tanto los go­ biernos de Medina Angarita como el de Acción Democrá­ tica contribuyeron a su avance organizacional. Aun así, el precio que los trabajadores pagaron por la simpatía de esos gobiernos fue la división de su movimiento. El sindicato más importante en el Oriente fue orga­ nizado en El Tigre. El primer intento para sindicalizar a los obreros fue realizado en 1939, cuando se intentaba legalizar la organización a través de las autoridades de Barcelona. La comisión enviada desde el Zulia con la

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tarea de formar sindicatos hizo una gran esfuerzo para realizar su objetivo. Dos miembros de esta comisión se quedaron al frente de la organización: Moreno y Ordaz. La primera organización fue destruida por la policía. La Standard Oil Company utilizó espías para infiltrar e in­ formar sobre los primeros esfuerzos para organizarse. La policía, por otro lado, trabajó en estrecha colabora­ ción con las compañías, y no dudó en encarcelar y des­ pedir a aquellos líderes sindicales que solicitaran las compañías. Bajo el liderazgo de Manuel Taborda se atentó por segunda vez contra la organización y legalización de un sindicato. Durante el Gobierno de Medina Angarita, el ministro Cuenca simpatizó con los obreros y ayudó a la legalización. Sin embargo, el sindicato fue disuelto nue­ vamente en 1944 cuando el Gobierno de Medina Anga­ rita fue intervenido, por lo que se disolvió la Convención nacional y casi todos los sindicatos existentes. Después de 1944 el método de organización de los sindicatos tomó una forma distinta. Anteriormente los cuadros de Acción Democrática y el Partido Comunista convivieron en un sindicato único a pesar de sus dife­ rencias. Pero después de la Convención de 1944, los dos partidos entraron en una competencia para organizar y registrar sindicatos. Así, entonces, los cuadros de Acción Democrática, dirigidos por Julián Valderrama, Gerónimo Silva y otros, formaron su propio sindicato. Mientras que los cuadros comunistas, compuestos por Manuel Ta­ borda, Pedro Ortega Díaz y otros, formaron otro sindi­ cato. Más tarde, con el golpe de 1945, la ruptura entre los cuadros obreros de los dos partidos degeneró en la violencia. La fuerza represiva intervino para respaldar un sector de los obreros progobierno y reprimir a los comunistas. Posteriormente, los cuadros de Acción De­ mocrática expulsaron a Facundo López, Pedro Suoquett y César Millán, quienes pertenecían al Partido Comunis­ ta. De esta manera, el proletariado obrero petrolero en­ traba en una etapa de odio, confrontación y divisiones estructurales e ideológicas. La experiencia del Tigre fue repetida en casi todos los centros de trabajo del país. El sindicato de Bachaquero fue fundado en 1939, y 281

hasta 1941 funcionó como una sección del sindicato de Lagunilas. Desde 1939 la producción petrolera aumentó en grandes cantidades con la explotación del petróleo liviano. Muchos trabajadores fueron trasladados desde Lagunillas, donde ya habían tenido una trayectoria sin­ dical. Fueron éstos los obreros que constituyeron el sin­ dicato y establecieron los lazos con el poderoso sindi­ cato de Lagunillas. En Caripito, entre los años 1937-1941, los obreros in­ tentaron organizarse infructuosamente. Un miembro de la comisión del Zulia, Martín Marval, intentó organizar un sindicato en la clandestinidad, pero fue encarcelado. La compañía Standard Oil triunfó en la infiltración de ese movimiento y con la ayuda de la policía decapitó rápidamente a las directivas. Más tarde, cuando Luis Tovar Ravelo fue transferido como trabajador por la Standard Oil de Venezuela a Caripito como principal or­ ganizador, constituyó exitosamente un sindicato. El sindicato tuvo dos problemas que añadió a la com­ plejidad del movimiento obrero petrolero. Los emplea­ dos venezolanos de cuello duro aspiraban igualar sus condiciones de trabajo y salarios con los extranjeros. Para lograr este objetivo organizaron la Asociación Na­ cional de Empleados Petroleros, y, como consecuencia, los obreros petroleros tuvieron que enfrentar la proble­ mática del sindicato general con el sindicato profesio­ nal. Después del golpe de 1945 surgieron dos partidos políticos nuevos, el URD y COPEL Estos partidos tam­ bién comenzaron a penetrar en el movimiento obrero. En 1946, 32 dirigentes de Acción Democrática fueron ex­ pulsados por los cuadros del partido URD. De este modo, los Adecos constituyeron su propio sindicato. Con el aumento de la demanda del petróleo liviano durante la guerra, la Creóle inició la producción y trans­ firió personal para este proceso desde Salina. Estos obreros inmediatamente construyeron un comité organi­ zador para formar el primer sindicato. En el cine Stand­ ard, el 28 de junio de 1945, se eligió la primera direc­ tiva de este sindicato. En Quiririe, en 1944, los obreros formaron su sindicato. Los cuadros de Acción Democrá­ tica lograron controlar la directiva con una mayoría. Por 282

otro lado, en el Temblador se formó un sindicato du­ rante 1945-1946. Igualmente, en el campo de El Tejero y Punta Gorda se fundaban otros. Hubo más de 50.000 obreros sindicalizados entre 1945-1948. A partir de la firma del primer contrato colectivo, un sector del divi­ dido partido comunista, denominado Machamiquu, cons­ tituyó un sindicato paralelo. En 1945, en Punta de Mata, en los llanos occidenta­ les, de Monagas, la Consolidada del Petróleo, filial de la Sinclair, empleó cerca de 2.000 trabajadores. El sector del partido comunista denominado Machamique logró controlar la mayoría del sindicato. Después del golpe, los Adecos constituyeron su propio sindicato. En Guiria, la Standard construyó un terminal de aguas profundas para cargar tanqueros desde 20.000 barriles en adelante, intentando Plácido Azocar, entre los años 1936-1945, fun­ dar clandestinamente otro sindicato. La Standard logró infiltrarse en este movimiento con espías y destruirlo; sin embargo, volvió a reconstruirse después de 1945. du­ rando hasta 1947, cuando la compañía decidió cerrar e’ puerto. Los trabajadores que laboraban con la Creóle y Richmond, en Pedernales, organizaron el Sindicato de Trabajadores Petroleros del Departamento Pedernales del territorio Delta Amacuro. La Unión de Obreros y Empleados Petroleros de Tucupita se organizó durante ese mismo año. Un sector de este sindicato fue dirigido por Jesús Gil, quien representó a URD. Manuel Taborda. por otro lado, actuó como representante de su Partido para asumir la dirección de la fracción comunista. En noviembre de 1945, el doctor Jiménez Montero jugó un papel importante en la formación del sindicato de Barinas y Alto Apure, que representó a más de 2.000 trabajadores. En representación de los trabajadores, una comisión logró conseguir la ayuda del entonces ministro de Trabajo doctor Leoni para el registro y conocimien­ to de su sindicato. Los trabajadores habían sometido un pliego de peticiones a través del ministro. Telefónica­ mente, éste logró presionar a la compañía para reconocer media hora de viaje, proporcionar transporte y la prohi­ bición de transporte en camiones estacas. Al mismo tiem283

po, logró el compromiso por parte de la compañía de dotar de agua potable las instalaciones, el funcionamien­ to de un hospital con tres médicos, la dotación de imple­ mentos de seguridad industrial, el pago de utilidades, etcétera. El Sindicato de Trabajadores Petroleros de Paraguaná fue fundado por Jesús Farías y Ernesto Tellerías, entre otros. Farías fue dirigente sindical comunista en Lagunillas, y a principios de 1946 fue trasladado a Punto Fijo. Hubo más de 10.000 trabajadores empleados du­ rante 1947; desafortunadamente, el sindicato de Paraguana representó la máxima expresión del fenómeno de división y de sindicalismo paralelo en el movimiento obrero petrolero. Los cuadros de Acción Democrática, COPEI, URD y PCV constituyeron el STP, UTIP, ST1P y el STOP como sindicatos paralelos.

7.3.

Conflictos, acciones reivindicativas y el avance de los obreros petroleros: 1938-1948

Las diferencias que existían en los sindicatos de obre­ ros petroleros no impidieron que los trabajadores parti­ ciparan en actividades de reivindicación económica y que lucharan por una sociedad más democrática y justa. Du­ rante los últimos años del régimen de López Contreras, los cuadros del Partido Comunista y del Partido Demo­ crático Nacional mantuvieron cierta unidad ante la re­ presión del Estado. Durante el Gobierno de Medina Angarita hubo más libertad, siendo ésta facilitada por una coalición que existió informalmente entre Medina y el Partido Comunista. De esta manera, los obreros recibie­ ron las simpatías de los ministros de Trabajo en sus es­ fuerzos para sindicalizarse. Los cuadros de Acción De­ mocrática (el nombre adoptado por los seguidores del

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te.

PND en la legalización) acusaron al Gobierno de Medina de haber favorecido a los comunistas en la organización y registro de sindicatos, permitiendo así que se estable­ cieran como la principal fuerza del movimiento sindical entre los años 1937-1944. En más de una ocasión, el Gobierno de Medina Angarita tuvo conflictos con las compañías petroleras para defender a los obreros. Uno de los problemas más serios que confrontó el Movimiento Sindical Petrolero en este período fue el despido arbitrario e injusto de sus diri­ gentes, logrando así las compañías decapitar el liderazgo de los sindicatos. Por otro lado, se tiene el caso de An­ tonio García, presidente del Sindicato de Jusepín, en el cual intervino el ministro, ya que había sido despedi­ do por la Standard Oil Company en 1943. El ministro Julio Diez viajó expresamente al lugar del conflicto para resolver el problema. Los tiempos habían cambiado, ya que por primera vez un ministro de Gobierno conside­ raba suficientemente importante en la sociedad venezo­ lana a la clase obrera como para ir personalmente a re­ solver sus problemas. Otro conflicto de la misma naturaleza y de más tras­ cendencia para los obreros fue el caso de Diego Palacios y Candelario Molina, presidente y secretario de Organi­ zación, respectivamente, del Sindicato del Tigre. En esta ocasión, el Sindicato aprovechó la oportunidad para in­ troducir un pliego de peticiones a la Mene Grande Oil Company ante la Inspectoría del Trabajo en Barcelona. En éste se pedía el reenganche de Palacios y Molina y un aumento de cinco bolívares diarios. En el transcurso de las veinticuatro horas siguientes, el Gobierno de Me­ dina Angarita dictó un decreto donde se ordenaba el re­ enganche de los dos dirigentes y el reconocimiento de un aumento de dos bolívares. También, reconociendo que el costo de la vida había subido debido a la crisis causada por la Segunda Guerra Mundial, el Gobierno re­ glamentó los precios para los artículos de primera nece­ sidad: queso, café, maíz, arroz, leche, azúcar, mantequi­ lla, etc. Los sindicatos de Caripito y Puerto la Cruz habían introducido sendos pliegos conflictivos que en el fondo respaldaban las demandas iniciadas por el Tigre.

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Los sindicatos orientales lograron una conquista impor­ tante para todo el proletariado petrolero con el aumen­ to de sueldo y la reglamentación de los precios de las necesidades básicas; además, el decreto Fortaleció el sin­ dicalismo venezolano con las provisiones sobre la inmo­ vilidad de directivos sindicales. Más tarde, en 1947, en la reforma parcial a la Ley de Trabajo, fue incorporada esta conquista del proletariado petrolero. Si durante el Gobierno de Medina Angarita los cua­ dros de Acción Democrática fueron los agresivos en la lucha por la reivindicación económica y política, los cuadros del Partido Comunista fueron más conciliato­ rios; a partir del golpe y el establecimiento de la Junta Militar, en octubre de 1945, la situación se revertió. Du­ rante los gobiernos de Acción Democrática entre 19451948, los cuadros comunistas tuvieron que enfrentarse con un Partido en el poder y con toda la organización y fuerza del Estado. Con esta ventaja del poder político, el Partido de Acción Democrática logró sustituir al Par­ tido Comunista como la fuerza mayoritaria en el movi­ miento obrero. Pero los conflictos obreros patronales persistieron a pesar de los esfuerzos de Acción Demo­ crática y la Federación de Obreros Petroleros (FEDEPETROL) para asegurar la paz laboral. En diciembre de 1945, un sindicato influido por el sector comunista Machimique organizó una huelga con­ tra la Socony por no querer pagar dos meses de utilida­ des, mientras que la Compañía alegaba que no estaba extrayendo petróleo. En 1945, en Temblador, hubo un paro en protesta contra el superintendente Campbell. Posteriormente, en 1947, los comunistas organizaron una huelga contra la compañía Socony para un mejora­ miento del transporte. En esta ocasión intervino como ministro del Trabajo el doctor Leoni, dirigente de Ac­ ción Democrática, el cual realizó una reglamentación del transporte poniendo así fin a la huelga. En 1947 el sindicato protestó contra el doctor Ludovic Durán, abogado de la Sinclair, por constituir un obs­ táculo para las relaciones obrero-patronales, por lo cual llegaron desde Caracas «bomberos» de FEDEPETROL, Angel Bravo e Ismael Ordaz. Ellos apoyaban la tesis de

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evitar repercusiones mayores ele los conflictos que ya empezaban a tomar «fuego». Hubo otra huelga en 1947 contra el jefe del Gas Plant, pero esa huelga fue desauto­ rizada por FEDEPETROL y las autoridades del Minis­ terio del Trabajo. Finalmente, en junio de 1948, los ma­ rinos petroleros también se plegaron a la huelga, siendo decretada el fin de ésta por el Presidente Gallegos. Los logros más importantes de los obreros petrole­ ros en el período 1938-1948 fueron la construcción de la Unión de Trabajadores Petroleros, los convenios de 1945 y el primer contrato colectivo de 1946. La Federación y el contrato colectivo fueron conquistas logradas en me­ dio de divisiones e intervenciones del Estado, siendo es­ tos desarrollos considerados, por muchos críticos, como un avance cuantitativo y un cualitativo de los trabaja­ dores. Ya por 1943 los comunistas controlaban los sindica­ tos petroleros y la mayoría de los movimientos sindica­ les. En este mismo año se organizó el Primer Congreso de Obreros Petroleros, bajo el liderazgo de Jesús Farías y Manuel Taborda, ambos militantes del Partido Comu­ nista. De cualquier manera, en 1944 y debido a conflic­ tos ideológicos que se desarrollaron en la Convención Nacional de Trabajadores, el Gobierno de Medina Angarita, apoyándose en el artículo anticomunista de la Cons­ titución nacional, había decretado la disolución de la Convención y de todos los sindicatos bajo el pretexto de que eran organizaciones comunistas, por lo cual los comunistas tuvieron que empezar a competir con el Par­ tido Acción Democrática en la reorganización de los tra­ bajadores y el registro de los sindicatos. El Partido Ac­ ción Democrática se aprovechó del golpe y utilizó su poder en el Estado para reforzar el fenómeno del para­ lelismo sindical, lograr un control mayoritario de los sindicatos de obreros petroleros y de los movimientos sindicales nacionales. Acción Democrática se aprovechó de las etapas iniciales de la organización sindical en la región de Oriente en el período post-1938 para establecer una base y reforzar su penetración a través de Valmore Rodríguez en las regiones de Zulia-Falcón. Así, cuando se realizó el Segundo Congreso de Obreros Petroleros, el 287

Partido Acción Democrática logró controlar la Federa­ ción de Trabajadores Petroleros (FEDEPETROL) bajo el liderazgo de Luis Tovar, líder sindical de Acción De­ mocrática de la región oriental. Fue en este Congreso que se discutió el primer convenio colectivo, se aprobó y, posteriormente, se firmó por las compañías presiona­ das por Raúl Leoni, el entonces ministro de Trabajo. Luego, en 1948, las diferencias ideológicas entre el Par­ tido Acción Democrática y el Partido Comunista llegaron a un clímax. Los comunistas, convencidos de que era imposible que ellos continuaran trabajando dentro de la estructura sindical controlada por Acción Democrática, decidieron organizar el Comité Sindical Unitario de los Trabajadores Petroleros (COSUTRAPET), bajo el lide­ razgo de Jesús Farías. Así, en 1948, el movimiento de los Petroleros estaba ideológica, organizacional y política­ mente dividido. Los obreros petroleros que impulsaron la base unitaria de la primera Confederación de Traba­ jadores Venezolanos (CTV) y de la unidad nacional con­ tra el imperialismo en 1936-1937, se hallaron, asimismo, reducidos a divisiones internas. Ya por 1948 perdieron su autoridad moral, ideológica y organizacional para ju­ gar el rol de liderazgo en el movimiento sindical nacio­ nal y en la misma nación como un todo. En el período 1938-1948 se vio el declive organizacional de los traba­ jadores petroleros. A pesar de esto, el convenio colectivo de 1946 fue considerado por los mismos trabajadores como un lo­ gro. Habían luchado frustradamente en 1936 para que se les reconocieran sus sindicatos, y a través de todo el período de 1938-1948 no disminuyeron su militancia has­ ta lograr su objetivo. El convenio colectivo de 1946 se originó durante el Gobierno de Medina Angarita. El 14 de junio de 1945, los sindicatos y las compañías, bajo la supervisión del ministro de Trabajo, señor Julio Diez, firmaron un convenio por cinco meses. Este acuerdo fue promovido por el Gobierno de Medina, que tenía el apo­ yo informal del Partido Comunista. Las compañías tra­ taban de evitar los conflictos, ya que la demanda de petróleo había aumentado desde la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, los sindicatos prometieron paz in288

dustrial por cinco meses, con la condición de que las compañías aprobaran una serie de demandas: 1) Los sindicatos deberían ser reconocidos legalmente por las compañías como representantes de los trabajadores. 2) Se les deberían garantizar a los sindicatos de los dis­ tintos campos petroleros para que pudieran funcionar eficientemente. 3) Las compañías deberían aumentar el número de artículos en los Comisariatos establecidos de acuerdo con el arreglo celebrado con el Gobierno Fede­ ral (el Gobierno de Medina, en 1944, había emitido un decreto según el cual las compañías debían proveer de alimentos básicos a precios controlados a los trabajado­ res, que encontraban que las necesidades básicas eran tanto escasas como caras). 4) Los marinos petroleros debían ser autorizados para que pudieran desembarcar con el fin de informar a sus sindicatos sobre sus proble­ mas. 5) Los trabajadores debían poder mantener su ca­ tegoría y no debían sufrir pérdidas de sueldo debido a reclasificaciones. 6) Se responsabilizó al ministro de Trabajo para representar a los trabajadores ante las compañías en Caracas para obtener un acuerdo para la deducción de la cuota sindical de los salarios de los trabajadores. 7) Las compañías debían pagar a los tra­ bajadores sus sueldos por los días correspondientes a que ellos tuviesen que concurrir a la Inspectoría del Trabajo por asuntos referentes a los sindicatos. 8) Los trabajadores acordaron no solicitar un aumento de sa­ larios. Posteriormente, el 8 de diciembre de 1945, se firmó otro convenio entre los sindicatos y las compañías, pero en esta ocasión bajo la supervisión del entonces minis­ tro de Trabajo, Raúl Leoni. 1) Los sindicatos demandaron que se mantuvieran intactas sus condiciones de trabajo con la promesa de que habría paz industrial. 2) Que las compañías mantuvieran el aumento de dos bolívares que había sido decretado el 10 de noviem­ bre de 1944, bajo el Gobierno de Medina. 3) Que las compañías deberían deducir a los traba­ jadores sus cuotas sindicales de sus sueldos. 4) Que se les debería pagar el sueldo de quince días

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a aquellos trabajadores o delegaciones que asistieran al Segundo Congreso de Trabajadores Petroleros en Cara­ cas en 1946. 5) Que los marinos continuarían gozando del bono que se les garantiza durante la guerra. 6) Que las compañías no deberían sacar a los traba¡adores de las actividades sindicales y que deberían transferirlos a otros departamentos en caso que fuese necesario despedir trabajadores. 7) Que las compañías deberían asegurar que los campamentos tuviesen la infraestructura básica de luz, agua, etc. 8) Se les solicitó a las compañías que usaran sus in­ fluencias para asegurar que los contratistas privados que mantuvieran los contratos de las compañías respe­ taran la Ley de Trabajo y el nivel de salarios pagados por las compañías. 9) Las compañías deberían reconocer a los jefes de reclamos señalados por los sindicatos para negociar la implementación del acuerdo. 10) Los marinos deberían tener el derecho para de­ sembarcar para exponer sus problemas y quejas ante el sindicato y Oficina de Trabajo. 11) La duración de este acuerdo era de cinco meses. Finalmente, se firmó el primer contrato formal co­ lectivo el 14 de junio de 1946, bajo la supervisión de Raúl Leoni. Este acuerdo, con la exclusión de los líde­ res sindicales comunistas, cubrió los siguientes 31 pun­ tos: Primero: Las compañías convienen en reconocer como salario real de sus respectivos trabajadores el que actualmente devengan, incluyendo los dos bolívares dia­ rios de aumento acordados en la resolución del Minis­ terio de Trabajo y de Comunicaciones número 43, de fecha 10 de noviembre de 1944, así como las asignacio­ nes de que gozan actualmente los empleados en concep­ to de reajuste con motivo del alto costo de la vida. Segundo: Las compañías convienen en aumentar el salario respecto a los empleados; convienen también en hacer los siguientes aumentos: el sueldo básico en la

290

cantidad de dos bolívares diarios para los obreros, y con aumento: para los sueldos mensuales de 600 hasta 1.000 bolívares mensuales, el 15 por 100 sobre los primeros 600 bolívares, 5 por 100 sobre los 400 bolívares siguien­ tes y 3 por 100 sobre el exceso, haciéndose estos aumen­ tos sobre el sueldo básico que hasta el 31 de mayo de este año han devengado los empleados, esto es, sin to­ mar en cuenta lo que se les ha concedido en concepto de reajuste por el alto costo de la vida, ya que éste, junto con el aumento aquí acordado, integrarán el suel­ do básico al entrar en vigencia este contrato. Tercero: Por razón del trabajo nocturno, las compa­ ñías convienen en pagar a sus obreros un bono equiva­ lente al 10 por 100 de la cantidad que, calculada sobre el salario correspondiente al turno, puede corresponder­ les a aquellos por el trabajo que efectúen entre las ocho y las doce de la noche, y un bono equivalente al 20 por 100 de la cantidad que, calculada sobre el salario correspondiente al turno, pueda corresponderles por el trabajo que efectúen entre las doce de la noche y las seis de la mañana. Los bonos a que se refiere esta cláusula son pagos extras y, por tanto, no forman parte integran­ te del salario básico, pero se tomarán en cuenta única­ mente para el cálculo de las utilidades. Cuarto: Es entendido que cuando las compañías ten­ gan que pagar sobretiempo a sus obreros se calculará a la rata del 25 por 100 sobre el salario básico corres­ pondiente al turno. A los empleados que no estén incur­ sos en el artículo 53 de la Ley de Trabajo se les pagará por trabajo efectuado en exceso de la jornada estable­ cida en el artículo 52 de la referida ley, sobretiempo calculado a la rata del 25 por 100 sobre sueldo básico. Quinto: Las compañías convienen en pagar el descan­ so semanal remunerado a los obreros que presten sus servicios durante seis días de la semana ordinaria de trabajo y a aquellos que no hayan podido prestar esos servicios por razón de enfermedad profesional o acciden­ te industrial. Cuando el obrero incapacitado lo sea por enfermedad no profesional o accidente no industrial, sólo se le concederá el derecho al descanso semanal remune­ rado cuando haya trabajado tres días de la semana por

291

lo menos y siempre que los días que haya dejado de trabajar hayan sido por causa de enfermedad o el ac­ cidente, los cuales deben ser debidamente certificados por el médico de la compañía; en todo caso la remune­ ración a que se refiere esta cláusula es el salario o suel­ do básico del respectivo trabajador. Sexto: Las compañías convienen en pagar a sus res­ pectivos obreros el salario básico correspondiente a su turno durante el tiempo, cualquiera que éste sea, que transcurra en ir y venir en los vehículos de la compa­ ñía u otros medios de transporte autorizados por la mis­ ma compañía entre el lugar donde son recogidos y el centro de trabajo o lugar de trabajo, en los casos en que exista la obligación de dar el transporte, en el entendi­ miento de que este tiempo no esté comprendido dentro de las ocho horas de la jornada normal de trabajo; pero si el tiempo viajando de ida y vuelta no excede de quin­ ce minutos, el obrero no tendrá derecho a ninguna re­ muneración. Las partes convienen que el tiempo viajan­ do no se considerará como trabajo ordinario a los efectos de la Ley de Trabajo, y que el tiempo de viaje se calculará por fracciones de quince minutos, siendo en­ tendido que cualquier fracción inferior a este tiempo se computará como una unidad de quince minutos. Séptimo: Los trabajadores que devengan salario fijo a base diaria tendrán derecho a percibir la diferencia de salario cuando desempeñen puestos de categoría su­ perior, por razón de vacaciones o ausencias temporales de los titulares de dichos puestos. Octavo: En los campos donde no rige el Seguro So­ cial y no se estableciere durante la vigencia de este con­ trato, las compañías pagarán en caso de enfermedad no profesional y por el tiempo que establece la vigente Ley de Seguro Social la tercera parte de lo que recibiría en efectivo el trabajador si en dichos campos estuviera en vigencia el Seguro Social en las condiciones en vigor. Pero las compañías garantizan:

a)

292

Un mínimo diario de seis bolívares para los obre­ ros hospitalizados; y

b)

Un mínimo diario de ocho bolívares para los obreros no hospitalizados.

En caso de que la enfermedad no exceda de catorce días, no se pagarán los tres primeros días, pero en caso contrario, sí se pagarán. En caso de que el incapacitado sea hospitalizado desde el primer día, se le pagará desde el primer día inclusive todo el tiempo de la incapacidad a que tenga derecho. En caso de que la necesidad para la hospitalización se presente después de pasados los tres primeros días, y que la incapacidad no dure más de catorce días, no se pagarán los tres primeros días, pero en caso contrario, sí. Se entiende que Lodos los días de que trata esta cláusula son días continuos, que la du­ ración de este beneficio es la indicada en el artículo 65 del Reglamento General de la Ley de Seguro Social Obli­ gatorio, o sea hasta veintiséis semanas según el caso, y que la certificación sobre la duración de la enfermedad o necesidad de hospitalización la dará el médico de la respectiva compañía. Asimismo no tendrá efectos esta cláusula si la compañía estaleciere un sistema de bene­ ficios que supere esos efectos; pero si este sistema fuere establecido sólo por alguna o algunas compañías, los efectos de esta cláusula no se aplicarán a dicha compa­ ñía o compañías; pero tanto en caso de inconformidad del trabajador con la certificación médica como en el de superación que envuelve el sistema de beneficios, se se­ guirá el procedimiento previsto en el punto vigesimosexto de este contrato. Noveno: Las compañías convienen en suplir a sus tra­ bajadores su alimentación y alojamiento o, a la elección de la empresa, pagarles el valor de los mismos, de acuer­ do con la práctica ya establecida por cada una de ellas, cuando tengan que viajar por cuenta de la compañía ocasional o accidentalmente del centro de trabajo regu­ lar a puntos que estén fuera de la zona de trabajo donde presten sus servicios, pero solamente cuando la ausencia sea mayor de una jornada de trabajo. Décimo: Las compañías conceden a sus obreros quin­ ce días hábiles de vacaciones remuneradas cada año de 293

i

b

servicio ininterrumpido, con pago sencillo del sueldo or­ dinario básico. Decimoprimero: Las compañías mantendrán los comi­ sariatos actualmente existentes, los cuales estarán bajo su exclusivo control y administración, y además de los artículos que actualmente se expenden en ellos, se ven­ derán: toddy, lactígeno, leche en latas, sardinas en latas, atún en latas, salchichas en latas, salmonete en latas, carne en latas, harina, galletas dulces y saladas, jamón en latas, chocolate, quaker, garbanzos, cebollas redon­ das, jugos de tomate, manzanas, peras, duraznos y piñas en lata, salsa de tomate, salsa inglesa, aceite de comer, vinagre, sal; pantalones de trabajo, gránelas, medias de algodón, tela para uso diario de mujer, lápices, cuader­ nos escolares, artículos de peltre para cocina, lampazos, escobas, zonite, creolina, jabón de lavar, almidón, papel higiénico, jabón germicida, dentríficos, cepillos para dientes, fósforos, insecticidas y toallas. Estos artículos y los que se expenden actualmente serán vendidos por las compañías a precios de costo y, por ende, ellas no quedan obligadas a vender ningún artículo a base de subsidio. Se entiende por precio de costo el valor del artículo puesto en el respectivo comisariato, más los gastos de venta. Es entendido que las compañías vende­ rán de contado y al costo todos los prenombrados ar­ tículos o sus equivalentes y en cantidad razonable para cada trabajador, siempre que sean obtenibles en canti­ dades suficientes en los mercados de los cuales normal­ mente provienen para el consumo de la localidad respec­ tiva; pero las compañías tratarán de importar aquellos de estos artículos que no sean de producción nacional, a fin de obtener un precio de costo más bajo, siempre que esto fuera posible dentro de las condiciones del mercado mundial. Las compañías tendrán el plazo má­ ximo de cuatro meses a objeto de acondicionar los comi­ sariatos a los fines de este punto. Decimosegundo: Las compañías responden de la ges­ tión de los intermediarios conforme a la ley, siendo en­ tendido que los trabajadores contratados por los inter­ mediarios quedarán sometidos a las estipulaciones del presente contrato. Las compañías convienen: 294

1.

2.

3.

En incluir en todos los contratos que celebren con contratistas, sobre trabajos en campos de explota­ ción y exploración y cuerpos de embarque de dichos campos, una cláusula en la cual los contratistas se obliguen a pagar a sus trabajadores igual remunera­ ción a la que pagan las compañías por trabajos iguales; se obliguen a dar alojamiento a los trabaja­ dores en los lugares donde existe esta obligación o a pagar en defecto de dicho alojamiento un bolívar diario, sea en los días laborales o no; y se obliguen a pagar participación en las utilidades a sus traba­ jadores, de manera que los trabajadores de los con­ tratistas y los de las compañías reciban individual­ mente en igualdad de salarios la misma cantidad, siempre que se trate de trabajadores que hayan pres­ tado sus servicios por lo menos seis meses conse­ cutivos en labores que los contratistas desempeñen para la compañía respectiva. En facilitar a los trabajadores del contratista la mis­ ma atención médica que las compañías prestan a sus propios trabajadores en el respectivo lugar. En permitir a los trabajadores del contratista, en la misma medida que a sus propios trabajadores, el disfrute de los comisariatos ya establecidos.

Para poder gozar de los beneficios establecidos en los números 2 y 3 de este punto, los trabajadores de­ berán identificarse en la forma que convengan al con­ tratista y a la compañía. Esta identificación debe hacer­ se dentro del plazo de treinta días a contar desde esta fecha, sin perjuicio de que antes del vencimiento de este plazo puedan recibir también las prestaciones a que se refiere el número 2 si se identificaren debidamente por un medio suficiente a juicio de la compañía. Se conviene en que los números 1, 2 y 3 serán apli­ cables solamente durante el tiempo en que el contratista ejecute el trabajo para la compañía respectiva y que las compañías responderán de las obligaciones impuestas a los contratistas por la Ley de Trabajo y por este punto, siempre que trabajen para la compañía obligada y por los trabajos que le hagan a ésta. 295

I

Para mayor claridad, se hace constar que esta obli­ gación no se refiere a personas que celebren contratos de transporte con las compañías o que ejecuten trabajos simplemente temporales, esto es, que no excedan de un mes, o de menor cuantía, o sea no mayores de 5.000 bo­ lívares. Se hace constar que las compañías se han obligado a tratar de negociar nuevos contratos con los contratis­ tas a los fines previstos en el número 1 de este pun­ to, y que los nuevos contratos que se celebren a este efecto empezarán a regir a partir del 1 de junio del pre­ sente año. Decimotercero: Las compañías convienen en pagar a sus trabajadores la indemnización que actualmente es­ tablece la Ley de Trabajo por antigüedad en los siguien­ tes casos: a) b)

de que renuncien a sus respectivos cargos; y de que sean despedidos.

No se pagará esta indemnización: 1. 2.

Cuando sean despedidos por las causas contenidas en las letras a, b, e, / y g del artículo 31 de la Ley de Trabajo. Tampoco se pagará esta indemnización cuando el abandono del trabajo, a que se refiere la letra h del mismo artículo, sea en connivencia con otros traba­ jadores.

Es entendido que el goce de este beneficio sólo pue­ den exigirlo aquellos trabajadores que hayan servido a la respectiva empresa cuando menos por tres años con­ secutivos. También gozarán de la indemnización por antigüedad que le correspondía al trabajador fallecido los parientes indicados en el artículo 138 de la misma ley y en las condiciones previstas en el artículo 131. Decimocuarto: La Compañía Creóle Petroleum Cor­ poration y las del Grupo Shell únicamente ofrecen pre­ sentar un programa sobre jubilación al encargado del Ministerio de Trabajo, en el plazo de un año a contar de la fecha de este contrato.

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Decimoquinto: Las compañías concederán permiso al trabajador que debidamente elegido desempeñe el cargo de secretario de reclamos del sindicato para gestionar cuestiones sindicales y reclamaciones de los trabajado­ res, siempre que haya solicitado el previo permiso de su jefe inmediato antes de abandonar su trabajo y su au­ sencia no perjudique las actividades normales de la em­ presa. Cuando la gestión que lleve a cabo durante el per­ miso concedido sea en beneficio de un trabajador de la compañía de la cual sea obrero o empleado, el tiempo utilizado en la gestión será remunerado al tipo de sala­ rio básico del respectivo trabajador. Se entiende de que sólo tendrá derecho a la remuneración a que se ha he­ cho referencia cuando el tiempo empleado en beneficio de un trabajador de la compañía sea parte de las horas normales y ordinarias de su día de trabajo. Decimosexto: Las compañías deducirán por la Caja de sus respectivas empresas las cuotas ordinarias que deben pagar los miembros del sindicato, siempre que se trate de sus propios trabajadores, y asimismo deducirán las cuotas extraordinarias siempre que éstas no pasen de tres al año y que su deducción sea notificada con no menos de siete días de anticipación; pero en ambos ca­ sos las compañías deben tener orden escrita de cada trabajador que desee que se haga esa deducción de su sueldo o salario. Decimoséptimo: Las compañías conceden a sus traba­ jadores para desocupar las viviendas que les han sido o les fueren facilitadas según la ley, los plazos siguien­ tes: dentro de treinta días si han sido separados por la empresa, dentro de quince días si el trabajador a renun­ ciado a su cargo y dentro de siete días si han sido des­ pedidos por causas de escándalos en el campo donde viven o por cualquiera otra causa perjudicial que re­ quiera su más pronta separación de dicho campo. Estos plazos se cuentan a partir de la fecha de renuncia o se­ paración. Además, las compañías se comprometen a faci­ litar gratuitamente un vehículo en un solo viaje para el transporte de los efectos del trabajador separado dentro de un radio de 100 kilómetros y siempre que existan ca297

minos transitables y que la casa sea desocupada dentro de los plazos indicados. Decimooctavo: Las compañías conceden según sus respectivas escalas de salarios igualdad de remuneración para las mujeres cuando desempeñen labores iguales a las de los hombres con la misma aptitud y eficiencia. Decimonoveno: Las compañías convienen en suminis­ trar a precios de costo a sus carpinteros las herramien­ tas más comúnmente usadas en el ramo y siempre que vayan a ser utilizadas en trabajos de las compañías. Las compañías darán cumplimiento a esta cláusula tan pron­ to como lleguen los pedidos del extranjero y que hagan al efecto. Vigésimo: Es convenido que los marinos no ejecuta­ rán trabajos de limpieza de mástiles, chimeneas, de obra muerta de los buques, cuando se encuentren en viaje por las costas de Venezuela y entre éstas y Curazao y Aruba. Pero en el caso de viajes a otros lugares regirán las normas marítimas internacionales. Vigésimo primero: Los buques-tanques serán provis­ tos de las medicinas y equipos de primera cura que sean convenientes a juicio de los respectivos departamentos médicos de las compañías y del Departamento de Higie­ ne y Seguridad Industrial del Ministerio de Trabajo. Vigesimosegundo: Para mayor claridad hacemos constar que se considera que no ha habido avenimiento entre las partes sobre los puntos del pliego que no fi­ guran aceptados en las cláusulas anteriores, así como de la parte de esos puntos enumerados sobre los cuales no consta de manera expresa que se haya concedido la petición en la forma como está redactada en el pliego, por lo que se declararán desechados. Sin embargo, se hace constar que aquellos puntos del pliego de peticio­ nes anexo, referentes a los marinos que formen la tripu­ lación de los buques-tanques, cuya discusión quedó en suspenso, serán discutidos tan pronto como sean cono­ cidos los resultados de la XXVIII Conferencia Interna­ cional de Trabajo (sección marítima) que actualmente se efectúa en la ciudad de Seattle, Estados Unidos de América, y que el acuerdo a que se llegue en dichas dis298

elisiones formará parte del presente contrato de tra­ bajo. Vigésimo tercero: Es convenido que durante la vigen­ cia de este contrato ni la Federación Sindical de Traba­ jadores Petroleros de Venezuela, ni los sindicatos que la integran, ni los miembros de estos últimos, podrán ha­ cer a las compañías nuevas peticiones o demandas con carácter conciliatorio o conflictivo sobre los puntos que han sido desechados en este contrato ni que tengan re­ lación con ellos; pero cualquier nueva cuestión o peti­ ción no comprendida dentro de las que han sido dese­ chadas expresamente por este contrato serán ventiladas según los procedimientos establecidos en el mismo o por ante los Tribunales de Trabajo, de acuerdo con las dis­ posiciones legales pertinentes, según el caso, ya que este contrato tiene por objeto establecer la armonía en las relaciones obrero-patronales durante su vigencia y el propósito de no alterarlas con la presentación de nue­ vas cuestiones con carácter conflictivo. Vigesimocuarto: La Federación Sindical de Trabaja­ dores Petroleros de Venezuela y los sindicatos que la integran manifiestan su adhesión al principio de que a cada jornal devengado debe corresponder una jornada de trabajo efectivo y, en consecuencia, se comprometen a coadyuvar, como lo han venido haciendo, por todos los medios a su alcance, a fin de que sus miembros cum­ plan con las obligaciones que les impone la ley y sus reglamentos; los reglamentos de trabajo que conforme a la ley establezcan las compañías en sus empresas y establecimientos, y el presente contrato colectivo de tra­ bajo. Vigésimo quinto: El presente contrato rige las relacio­ nes de la Federación Sindical de Trabajadores Petrole­ ros de Venezuela, de los sindicatos que la forman y de los miembros componentes de estos sindicatos con las compañías petroleras a quienes les fue dirigido el pliego de peticiones, en el entendimiento de que los sindicatos que integran la Federación Sindical de Trabajadores Pe­ troleros de Venezuela, así como ésta, responden del fiel cumplimiento de las obligaciones contraídas por el pre­ sente contrato, y que entrará a formar parte de este 299

contrato cualquier otro sindicato existente o por existir que se afilie a la Federación Nacional de Trabajadores Petroleros de Venezuela. Vigesimosexto: En el caso de reclamos de los traba­ jadores por supuestas injusticias de las compañías que no provengan de la ejecución o interpretaciones de este contrato, se seguirá el procedimiento siguiente: el secre­ tario de reclamos a quien se encomiende el caso respec­ tivo del trabajador lo planteará verbalmente o por es­ crito a la correspondiente compañía, debiendo ésta con­ testar dentro de las cuarenta y ocho horas de haber reci­ bido el reclamo, más el tiempo prudencial de distancia de idea y vuelta al lugar donde haya ocurrido el caso que motiva la averiguación. Si de esta contestación re­ sultare que no hay entendimiento, cualquiera de las par­ tes tiene el derecho de recurrir al inspector de Trabajo de la jurisdicción y, en su defecto, a la autoridad corres­ pondiente del trabajo. Si tampoco se consigue el enten­ dimiento dentro de cinco días de conocer el caso de dicho funcionario, éste remitirá el expediente al Tribu­ nal Superior de Trabajo a los fines de su decisión, la cual será dictada dentro del lapso establecido por el Código de Procedimiento Civil para sentenciar. Vigésimo séptimo: Para mayor claridad hacemos cons­ tar que para la fijación del monto de las indemnizacio­ nes por accidentes de trabajo ocurridos antes de la vi­ gencia de este contrato, dichas indemnizaciones se calcu­ larán sobre el salario básico que tenía derecho a recibir el accidentado el día del accidente. Asimismo que las vacaciones vencidas antes de la vigencia de este contra­ to se concederán a razón de siete días solamente para los obreros y de acuerdo con el salario básico que de­ vengaban para la fecha en que debieron tomar vacacio­ nes. Igualmente, se pagarán las vacaciones de los em­ pleados, vencidas antes de la vigencia de este contrato, sobre el sueldo básico que devengaban para entonces. Vigesimooctavo: De acuerdo con el artículo 42 de la Ley de Trabajo y el 31 de su Reglamento, se hace cons­ tar que las estipulaciones de este contrato regirán du­ rante su vigencia los contratos individuales de trabajo que se celebren, en el concepto indicado en dicho artícu-

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lo 42, quedando exceptuados de esta disposición las per­ sonas que desempeñen puestos de dirección, adminis­ tración y de vigilancia de labores, así como los emplea­ dos de confianza. Vigesimonoveno: Las compañías manifiestan el deseo de mantener la mayor estabilidad posible en su personal. En el caso de que se vean obligadas a hacer ciertos reajustes de personal por demandarlo las exigencias de las actividades de las empresas, se comprometen hasta donde sus operaciones lo permitan a brindar a los tra­ bajadores afectados por dichas razones la oportunidad que hubiere para ser transferidos a otros departamentos, campamento o región, pagándoles el salario que corres­ ponde al trabajo que fuere ejecutado. Trigésimo: En todo lo no previsto en este contrato las relaciones de las partes se regirán por las disposi­ ciones de la Ley de Trabajo y su Reglamento. Trigesimoprimero: Este contrato entró en vigencia el primero de los corrientes, no obstante lo previsto en el artículo 44 de la Ley de Trabajo, y durará hasta el 31 de diciembre de 1947. Sin embargo, las partes podrán comenzar con treinta días de anticipación por lo menos a discutir las bases para un nuevo contrato, a la prórro­ ga del presente, y mientras duren estas discusiones se mantendrá el régimen establecido por este último (172).

7.4.

El declive del movimiento sindical petrolero

El período 1938-1948 fue una década difícil para los trabajadores petroleros. A pesar de las muchas dificul­ tades, se puede concluir que lograron ciertos avances (172) Mejía Alarcón, Pedro Esteban: La industria del peí ro­ len en Venezuela, págs. 325-339. 301

dentro de las limitaciones existentes. Fue un período en el cual el sistema capitalista mundial sufría una seria crisis debido a la declaración de la Segunda Guerra Mun­ dial, cubriendo también en este período los inicios de la guerra fría. Fue en este contexto internacional en que Venezuela experimentó cambios graduales pero impor­ tantes en la superestructura de su sociedad. La ascen­ sión de partidos políticos como instrumentos de la inci­ piente burguesía nacional y de la pequeña burguesía afectaron negativamente la vida de los obreros petrole­ ros. La relación entre los partidos políticos y el Estado, entre 1941-1948, aumentó los problemas de los trabaja­ dores. A pesar de esta complejidad, los obreros petrole­ ros persistieron en la organización de sus sindicatos y lograron que las compañías los reconocieran. Aun así fue una época difícil en la cual los obreros petroleros se pueden considerar como un elemento fundamental de controversia. Hubo un cambio regional en el desarrollo de la in­ dustria petrolera a medida que las compañías comenza­ ron a explotar sus concesiones en la región oriental. Junto al desarrollo de la industria se vio el desarrollo de la sindicalización de los trabajadores, estando ya a finales de 1948 la totalidad de la industria petrolera sindicalizada. La organización de los sindicatos en la región oriental fue realizada bajo circunstancias distintas a las que habían al sindicalizar los trabajadores de la región occidental. El número de trabajadores, como un todo, aumentó durante este período. En 1938 el número de trabajadores empleados era de 22.496, mientras que en 1978 se llegó a 45.170. A pesar de esto, durante este período aumentaron los cesantes, habiendo gran inesta­ bilidad en la fuerza laboral. Durante los años 1938-1940, aproximadamente 400 trabajadores perdieron sus em­ pleos, aunque en 1941 se recontrataron alrededor de 559. Una vez más, en el año 1942 hubo una disminución de éstos, ya que 2.726 trabajadores perdieron sus empleos; pero luego, entre 1943 a 1945, se añadieron más de 9.000 trabajadores a los ya contratados. Este número aumen­ tó en 1946 cuando se reengancharon 18.000 trabajado­ res. El número total de trabajadores aumentó así a 302

51.788 para el año 1947 y, finalmente, en 1948 llegó a 55.170. Por supuesto, las compañías se aprovecharon de este incremento de fuerza laboral para presionar a los líderes sindicales y, a la vez, convirtió el despido de sin­ dicalistas en importante tema de conflicto. Fue precisa­ mente, en este respecto, que el movimiento sindical lo­ gró un gran avance al triunfar contra la presión que ejercían durante el Gobierno de Medina Angarita, de­ cretando así que los líderes sindicales no podían ser des­ pedidos por mero gusto de las compañías. Con la sindicalización de la totalidad del proletariado petrolero y la ley para proteger a los líderes sindicales, se reforzó la estructura sindical. Los trabajadores también triunfaron al lograr el reconocimiento de sus sindicatos y al ser capaces de fir­ mar dos convenios y un contrato colectivo. En uno de estos convenios los sindicatos lograron incorporar el de­ creto del Gobierno de Medina Angarita en que se aumen­ taban los salarios y, probablemente lo más importante, se regulaban los precios de alimentos básicos aseguran­ do su suministro. La lucha para el reconocimiento de los sindicatos fue uno de los objetivos de la huelga pe­ trolera de 1936; por tanto, fue un logro sobresaliente para los trabajadores el que pudieran firmar su primer contrato colectivo con las compañías. Finalmente, se puede argumentar que el estableció miento de FEDEPETROL fue también otro logro de los trabajadores. En éste podían tener la representación mayoritaria de los trabajadores de Occidente y Oriente unidos y representarlos en una federación. El acuerdo colectivo de 1946 fue discutido y aprobado en el Con­ greso de los Trabajadores Petroleros, presentándose las compañías con una sola representación. Por supuesto, se deben considerar estos avances de los trabajadores tomando en cuenta una serie de otros factores negativos. La represión y persecución de los obreros durante el Gobierno de López Contreras fue se­ vera, a pesar de que se hicieron unas pocas reformas en 1938 al decreto de expulsión de 1937. Se observó que la persecución se llevaba a cabo tanto por parte de las compañías como por parte del Estado. Desde la huelga, 303

las compañías reconocían que los obreros petroleros no eran como ellos habían pensado, percatándose también de los cambios que se estaban llevando a cabo en la so­ ciedad venezolana, por lo que la represión física era una medida inefectiva. Así, si deseaban obtener la paz indus­ trial debían implementar nuevas formas de relaciones obrero-patronales. Ellos presionaron infructuosamente para la implementación del Plan Shaw; también publica­ ron una revista, El Farol, con el fin de competir con las ideologías anticapitalistas que influían en los trabaja­ dores. Posteriormente aprobaron los dos convenios y, finalmente, el acuerdo colectivo. Para ellos el acuerdo de 1946 era parcialmente una victoria, ya que habían lo­ grado excluir de éste a los comunistas. El aspecto más negativo en el desarrollo del movi­ miento obrero petrolero fue el del avance ideológicoestructural. La causa de su desunión fue la relación de los trabajadores con la superestructura de la sociedad existente. En el período post-1938, especialmente entre 1941-1948, los partidos políticos ascendían vertiginosa­ mente y dirigían totalmente la lucha hacia la democra­ cia y la justicia. ¿Cómo se desarrolló este proceso? Los trabajadores petroleros habían apoyado el Blo­ que Nacional Democrático, representando genuinamente este movimiento político a los intereses de los trabaja­ dores y de la nación venezolana. A pesar de ello, durante el Gobierno de López Contreras fue decretado ilegal, no llegando nunca a reagruparse. Los líderes, por tanto, decidieron trabajar dentro del Partido Comunista y el Partido Democrático Nacional (Acción Democrática). De este modo, los trabajadores petroleros perdieron la ex­ presión política independiente que tenían, ya que tanto el Partido Comunista como Acción Democrática estaban dirigidos esencialmente por elementos de la pequeña burguesía. La pequeña burguesía, que se definía a sí misma como marxista, se hallaba dividida por una serie de factores subjetivos. Había aquellos marxistas de la región del Zulia que habían sido formados en el país, y otros que se formaron en el extranjero estableciendo fuertes vínculos con la Unión Soviética. En esta lucha por el poder, dentro del mismo Partido, quedaron en se-

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guindo termino los intereses y objetivos de la clase tra­ bajadora. El problema de individualidad y lucha por el poder se intensificó por la posición contradictoria que tomó el Partido con respecto a la guerra, el apoyo que dio al Gobierno de Medina, que en amplios términos discrepara con el Partido Comunista y los trabajadores, y, finalmente, el browderismo. Por 1948 había tres gru­ pos luchando para influir ideológicamente en los traba­ jadores petroleros, estando asimismo los trabajadores de tendencias marxistas divididos y, por tanto, incapa­ ces de lograr el tipo de liderazgo que llegaron a tener durante la huelga petrolera. Por otro lado, un grupo radical de la pequeña burguesía se desasoció con la iz­ quierda marxista redefiniendo su posición ideológica con respecto a la realidad venezolana y mundial. Este grupo tuvo sus comienzos a finales de los años veinte y durante los treinta cuando se firmó la declaración del ARDI. Rómulo Betancourt fue el líder organizacional e ideológico de este sector de la izquierda. Este grupo planteaba que en orden de obtener poder político era necesario construir un partido multiclases que fuera sen­ sible al poder estructural geográfico dentro de la órbita venezolana; resumiendo, se podría alcanzar un acuerdo de compromiso con el imperialismo. Este sector también argumentaba que era imposible saltarse etapas de desarro­ llo, por lo que era inútil contemplar una revolución so­ cialista y el país debía buscar su desarrollo dentro del capitalismo dependiente. En un comienzo, este grupo trabajó dentro del PDN y, posteriormente, con el Parti­ do de Acción Democrática. Su ideología era básicamente un nacionalismo burgués y su estrategia era la flexibili­ dad para obtener poder político. La construcción de este movimiento reformista y neocolonial se facilitó con la adhesión de la incipiente burguesía nacional, lo que tam­ bién fue compensado con la desunión existente dentro de los trabajadores petroleros en particular, y en gene­ ral, en la clase trabajadora, jugando así los elementos de la pequeña burguesía un rol hegemónico en este mo­ vimiento. El proceso entero convirtió los lugares de tra­ bajo en arenas de lucha entre partidos políticos. Los objetivos del Partido eran obtener todo el apoyo de ma305

sas posible para controlar el máximo de sindicatos, sien­ do el impacto de este proceso desastroso para los tra­ bajadores petroleros. Posteriormente, en el período post-1945, emergieron dos partidos políticos más conservadores. Estos, a pesar de que no jugaron un rol importante en la vida de los trabajadores petroleros de esa época, comenzaron a pe­ netrar en los sindicatos y, por tanto, añadieron divisio­ nes en los trabajadores en más de cuatro diferentes or­ ganizaciones y, por otra parte, incorporaron a la clase trabajadora en la intensa lucha que existía por el poder político. Así, se observó que existía un proceso convergente entre las estructuras de los partidos políticos y las de los sindicatos, teniendo como resultado final que los sindicatos se convirtieron en apéndices de las maquina­ rias de los partidos políticos. Los sindicatos perdieron su independencia ideológica y organizacional, se convir­ tieron en «peones» manipulados por la pequeña burgue­ sía en su lucha por el poder político. De esta manera, los partidos políticos llegaron a dominar, controlar, di­ rigir y, eventualmente, domesticar a los movimientos de trabajadores petroleros. Por tanto, la intervención de los partidos políticos en la vida de los trabajadores pe» troleros creó divisiones y confusiones, al punto que el sector avanzado de la clase trabajadora venezolana se convirtió en incapaz de realizar actividades para la clase trabajadora. Su potencial revolucionario se anuló total­ mente. Este proceso convergente, de partidos y sindica­ tos, dejó la base para el proceso casi simultáneo de co­ optación por parte del Estado de los trabajadores. Durante el régimen de Medina, el Partido Comunista dio su apoyo al Gobierno. En el proceso de negociacio­ nes con las compañías petroleras, que culminaron con el primer convenio entre obreros-patronos, los trabaja­ dores petroleros prometieron colaborar con el Estado y las compañías para alcanzar la paz industrial. La gue­ rra de clases fue reemplazada por la colaboración de clases. Por primera vez los líderes políticos comunicaron a los trabajadores que el Estado no era su enemigo. Este hecho fue una de las etapas iniciales para el proceso de 306

deformación ideológica. Fue el tipo de ideología que exis­ tía en el orden neocolonial. Por otro lado, con las elecciones de 1946, 1947 y 1948, los partidos políticos, especialmente Acción Democráti­ ca, triunfaron al colocar en el Congreso a varios miem­ bros de la clase trabajadora. Por lo que no sólo estaba el Partido de los trabajadores en el Gobierno, sino que también los líderes trabajadores se convirtieron en parte integral de la maquinaria parlamentaria. Por primera vez en la historia de Venezuela se les autorizó a los tra­ bajadores a ocupar un lugar en el Congreso. Esto repre­ sentó un gran avance para la clase trabajadora, convir­ tiéndose luego varios líderes trabajadores en directores de agencias gubernamentales. El partido político Acción Democrática pudo utilizar recursos económicos y estatales para burocratizar los sindicatos, recibiendo considerables salarios, oficinas confortables y comenzar a circular con maletines ejecu­ tivos. Este cambio de los sindicatos y la clase trabaja­ dora inició un nuevo proceso de burocratización en el movimiento sindical de los trabajadores petroleros y los redujo a una existencia más formal y pacífica, a una coexistencia con el capitalismo y el imperialismo. El Estado había iniciado una estrategia para contro­ lar a los trabajadores, aun antes de la ascensión de los partidos políticos. Desde el período gomecista se había promulgado una ley laboral para lograr influir en las actividades de la clase trabajadora en general y en par­ ticular en los obreros petroleros. Posteriormente, el Go­ bierno de López Contreras legisló una nueva ley laboral, pero como fue ya demostrado con la huelga de 1936, él no se adhirió a las implicaciones de esta nueva legisla­ ción. Durante el Gobierno de Medina se incorporaron varios puntos importantes en las leyes laborales refor­ madas y también durante el período de Acción Demo­ crática. Se observó que ya en 1948 los obreros petroleros se hallaban satisfechos con la ley, especialmente desde la firma de los acuerdos colectivos. Por tanto, el Estado, a nivel jurisprudencial, también intervino en las vidas de los trabajadores para formalizar e institucionalizar el proceso de cooptación de los trabajadores.

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El período entre 1938-1948 fue el que definitivamente vio cambios fundamentales en la sociedad venezolana y en particular en la vida de los obreros petroleros. Los intereses económicos de las compañías petroleras fue­ ron legalizados y confirmados con una serie de refor­ mas que aumentaron los ingresos del Estado. Se dio un proceso simultáneo en el que los venezolanos reconquis­ taron su independencia política con las elecciones libres de Gallegos para la presidencia, pero al mismo tiempo, esa misma superestructura confirmó y legalizó los inte­ reses económicos imperialistas. Fue un clásico caso de los inicios del neocolonialismo. En este orden neo-colo­ nial, se vio que la naturaleza de las alianzas de clases cambiaron. Hasta 1937, había existido una alianza entre la clase trabajadora y la clase media contra el orden, pero en el período subsecuente se vio que un sector de la clase trabajadora se alió con los militares, la clase media, la incipiente burguesía nacional y, finalmente, con el imperialismo. La ideología del reformismo, desarrollo dentro del capitalismo, anti-comunismo y colaboración de clases, coincidió con el logro del sistema democráti­ co liberal. El movimiento de trabajadores petroleros fue penetrado por la ideología neo-colonial del período, a medida que perdían su capacidad para generar una ideo­ logía compatible con sus intereses de clase. Fue en este período en que se idealizó «the rule of law». Fueron éstas las circunstancias en que el proletaria­ do petrolero avanzó en los años 1938-1948. Estos fueron los años en que la clase trabajadora fue traicionada y se rompieron promesas para una Venezuela justa, demo­ crática e igualitaria. Los trabajadores petroleros y la clase trabajadora, en general, fueron de este modo divi­ didos ideológica y organizacionalmente, por lo que en noviembre de 1948 fue fácil para las clases reinantes na­ cionales y para el imperialismo, ejecutar un golpe mili­ tar e instalar uno de los regímenes más tiránicos de este siglo en Venezuela. Bajo el liderazgo de Marcos Pérez Jiménez, uno de los oficiales militares que formó la Jun­ ta «revolucionaria» con Acción Democrática, en 1945, fue derrocado el Gobierno democrático de Gallegos. El proceso histórico entre 1918-1948, culminó con la 308

elección de Gallegos y su ascenso a la presidencia, en enero de 1948, y con su derrocamiento en noviembre de ese mismo año. La desunidad de la clase trabajadora para ese entonces, fue el incentivo para las fuerzas reac­ cionarias de la sociedad para ejecutar el golpe y anular los logros de los sectores avanzados de la nación vene­ zolana. El movimiento de la clase trabajadora petrolera, fue incapaz de realizar rápida y efectivamente una huel­ ga como aquella de 1936-1937, para resistir la nueva dic­ tadura de 1948. Sus líderes estaban burocratizados, rei­ naba la confusión ideológica y el paralelismo sindical se encontraba en auge. El golpe de estado de 1948 coin­ cidió con el declive de los trabajadores petroleros como parte integral de la clase trabajadora venezolana.

(173) Panorama: «Discurso de Mosollon, secretario de SOP 12 de abril de 1936. Pag. 2. 309

VIII.

CONCLUSIONES

¡íi;

Uno de los debates más controversiales es el que se refiere a la existencia de un proletariado en los países tercer-mundistas por la propia complejidad existente en su formación socio-económica. El hecho de que muchas de las economías de estos países estén sustentadas por una monoproducción agrícola, el que no exista una in­ dustrialización muy desarrollada, sumada a que el sec­ tor de mayor expansión económica sea el sector de ser­ vicios, ha llevado a muchos estudiosos a concluir en la no existencia de un proletariado en los países del tercer mundo. Y aún, aquellos autores que reconocen la exis­ tencia de un proletariado, señalan que su número es tan reducido que no debe ser tomado en cuenta. Las implicaciones de esta conclusión radican, básica­ mente, en que los revolucionarios y reformistas no pue­ den aspirar, en el sentido clásico marxista-leninista, a la realización de cambios. Marx y luego Lenin argumenta­ ron que la base para una revolución socialista es la or­ ganización política de las clases trabajadoras, que ac­ túan como vanguardia en el proceso de transformación radical de la sociedad capitalista. El caso venezolano durante el período que estudia­ mos nos muestra claramente la existencia en el país de

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un proletariado formado tanto en el aspecto cuantitati­ vo como cualitativo. El número de obreros petroleros osciló entre 3.463 y 55.170 durante el período 1918 y 1948. Existieron, en realidad, trabajadores asalariados cuyas condiciones sociales y económicas se fueron deterioran­ do en la medida que el beneficio de los capitalistas ex­ tranjeros se iba maximizando. Los obreros petroleros se vieron afectados tanto por las condiciones objetivas, como por las subjetivas durante sus primeros dieciocho años de existencia. Lo cual, conjuntamente con la in­ fluencia interna y externa del modo capitalista de pro­ ducción, le ayudó a transformarse de una clase «en sí» en una clase «para sí». La formación de sindicatos y su participación dentro de la política es evidencia sufi­ ciente para indicar que los trabajadores petroleros es.dban conscientes de sus intereses de clase y que, como cualquier otro proletariado industrial, se organizaban para defenderlos. Es nuestra opinión, por consiguiente, que en Venezuela durante el período que estudiamos, exis­ tió un proletariado industrial de verdadera significancia con el potencial suficiente para llevarle a jugar un rol de vanguardia en la transformación del orden de colonia­ lismo informal existente para entonces. Otra cuestión que ha ocupado la atención ha sido la discusión sobre la existencia o no existencia dentro del sector mecanizado de la exportación de la economía de los países del tercer mundo, de un status privilegiado para sus trabajadores que les transforma en una aristo­ cracia obrera y que les lleva a conducirse como una éli­ te. La idea de aplicar el concepto de aristocracia obrera en los países del tercer mundo se originó de los aca­ démicos que utilizaron el concepto leninista de la aris­ tocracia obrera en estos países. Lenin había argumenta­ do que existía una aristocracia obrera inglesa en virtud del hecho de que las clases obreras del Imperio Británi­ co compartían las ventajas psicológicas y materiales de ser ciudadanos de una nación imperialista. De esta ma­ nera, los obreros en ese país no desarrollaron su poten­ cial revolucionario y no se mostraron como una clase solidaria con el resto de las clases trabajadoras del mun­ do, de igual manera, se ha argumentado que los traba-

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jadores asalariados del tercer mundo actúan como una élite y que tampoco se comportan como clase solidaria dentro de su sociedad. En consecuencia, se dice que ellos utilizan su poder dentro de la economía para presionar al Estado para que éste movilice recursos hacia su des­ arrollo particular. El caso de los obreros petroleros du­ rante el período al que hacemos referencia no se com­ pagina en el concepto de aristocracia obrera. Primero que todo, los petroleros tenían que verse a sí mismos dentro de su contexto en la industria del petróleo. Y en este contexto, su realidad era la realidad de «los de aba­ jo». A pesar de que la industria petrolera poseía, funda­ mentalmente, un modo capitalista de producción, las compañías establecieron un orden social similar al de las plantaciones, por lo que podríamos aventurarnos a definir muchos aspectos de ese orden como los de un sistema de castas. Los representantes del capital mono­ police en la industria petrolera intentaron implementar, por cerca de cuatro décadas, relaciones feudales de pro­ ducción en un modo capitalista de producción. En otras palabras, ellos decidieron que como la sociedad venezo­ lana, en general, se hallaba bajo el sistema de haciendas, entonces los obreros petroleros debían ser tratados como peones de hacienda. Por supuesto, las compañías pagagan salarios, pero muy a menudo los trabajadores se encontraban con que apenas si podían subsistir econó­ micamente. La tesis ha provisto enorme evidencia sobre las con­ diciones de los campos petroleros y ha mostrado con­ vincentemente, que los obreros petroleros, en el período de estudio, no fueron un grupo privilegiado dentro de la sociedad. El hecho de que en su desarrollo, organi­ zación y batallas hayan tenido que imprimir un alto grado de presión contra el Estado y el capital monopo­ lice para obtener concesiones como la ley laboral y el mejoramiento de los servicios sociales, no significa que buscasen sólo el beneficio particular, por cuando éste repercutió en las masas venezolanas como un todo. Por otra parte, si aceptamos la afirmación de que los obre­ ros petroleros eran un grupo privilegiado, tendremos que aceptar también, que fueron la élite más perseguida

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y atacada, por cuanto recibieron el ataque frontal y la represión casi absoluta del Estado y del capital monopólico. Es bueno señalar también, que los empleados de las compañías petroleras tampoco fueron un grupo pri­ vilegiado, ya que eran tratados de la misma manera que los trabajadores manuales; eran considerados nativos ve­ nezolanos y, por tanto, diferentes a los trabajadores euronorteamericanos. Debemos observar, también, que los trabajadores petroleros durante el período estudiado se comportaron como los líderes de las clases trabajadoras o, en otras palabras, tuvieron la posición de vanguardia dentro de los movimientos anti-gomecista, pro-democrá­ ticos nacionalistas y anti-imperialistas. La huelga petro­ lera ha sido la demostración más elocuente del rol van­ guardista que jugaron los obreros del petróleo. Desde 1925, el PRV había planteado que el Zulia se­ ría la cuna de la revolución venezolana y en 1936, en una carta citada en la tesis, los líderes reformistas de ORVE admitían públicamente que los trabajadores del petróleo, en virtud de su posición dentro de la indus­ tria petrolera —baluarte de los intereses imperialistas—, poseían el rol mayor que se podía desempeñar en la lucha contra el orden existente y que nosotros hemos descrito como colonialismo informal. Los trabajadores petroleros mostraron en la región zuliana que siempre estuvieron dispuestos a comportarse solidariamente con el resto de los trabajadores y fueron importante ele­ mento en la fundación de la primera federación regional de trabajadores (UTZ) que encontramos en Venezuela. La tesis también proporciona evidencias que nos per­ miten observar cómo los petroleros prestaron su apoyo a todas las movilizaciones políticas de masas, ya fueran de carácter regional o nacional, como la huelga de ju­ nio 1936, por ejemplo. Finalmente, fueron ellos quienes con buen resultado, inspiraron la fundación de la CTV, la cual fue la máxima expresión de la unidad de las cla­ ses trabajadoras en el país. Además, fueron los líderes del más avanzado grupo político venezolano, el BND; así como también, del partido comunista, que actuó en la clandestinidad en la región zuliana. De esta manera, po­ demos concluir que los obreros petroleros representaron 316

durante el lapso que estudiamos, al sector más avanza do de las clases trabajadoras de Venezuela y que fueron la vanguardia de los movimientos nacionalistas, demo­ cráticos y anti-imperialistas. Podemos afirmar que las evidencias que proporciona esta tesis muestran cómo en el período 1918-1936, los tra­ bajadores actuaron con un alto grado de independencia ideológica y organizacional. Durante esos años, los movimientos políticos no es­ taban bien organizados y, por supuesto, tampoco esta­ ban legalizados. La represión gomecista derivó en el exi­ lio de muchos líderes de movimientos políticos, por lo cual, y con la excepción del desorganizado Partido Co­ munista, los mayores grupos políticos existentes funcio­ naron en el exterior. Al mismo tiempo, el Estado permi­ tía a las compañías petroleras operar como si fueran «un estado dentro de otro estado», en otras palabras, los obreros petroleros fueron dejados a la merced de las compañías que negociaban con ellos arbitrariamente. Existía una ley laboral, pero el régimen de Gómez la ha­ bía legislado para satisfacer requerimientos internacio­ nales. La ley existía en la teoría, pero nunca fue llevada a la práctica. Además, la organización sindical no co­ menzaría a funcionar hasta 1936. Los obreros petroleros no estuvieron afectados ideo­ lógica u organizacionalmente por la interacción del Es­ tado, los partidos o el movimiento sindical nacional. Sus actividades fueron, por tanto, autodirigidas, más espon­ táneas y siempre actuaron como una masa. Dos ejem­ plos de esto podrían ser las huelgas de 1925 y 1936. Así entonces, el período más conflictivo de la vida de los trabajadores, petroleros estuvo caracterizado por la poca influencia de los partidos, el Estado o el sindicalismo. Por otro lado, fue el período en el cual el potencial re­ volucionario de los obreros del petróleo estuvo más des­ arrollado. Durante la huelga de 1936 se halló, en alto grado, la presencia de los partidos, Estado y sindicalis­ mo, pero los obreros mantuvieron, todo el tiempo, el control de sus actividades. El hecho de que los obreros petroleros tuviesen du­ rante los primeros años de su desarrollo apenas alguna

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influencia de partidos, el Estado o sindicalismo, no significa que ellos actuasen aisladamente y que no estuvie­ sen afectados por la sociedad en general. Por el contra­ rio, establecieron al principio una alianza informal y, posteriormente, la primera alianza formal con un sector significativo de la clase media zuliana y también con las clases trabajadoras regionales y nacionales. Hasta 1925, podemos observar que los trabajadores se desarrollaron predominantemente dentro de las influencias y contra­ dicciones de los campos petroleros. De cualquier mane­ ra, en el período posterior a la huelga de 1925, podemos ver cómo hubo un acercamiento entre los elementos de la clase media y los de la clase trabajadora. Fue un fe­ nómeno que fue tomando lugar en toda la sociedad ve­ nezolana y que tuvo su mayor significancia en la región zuliana. La base de esta alianza entre la clase media y la clase trabajadora contra el orden de colonialismo in­ formal fue el resultado del desarrollo independiente de dos clases sociales que luego convergieron. La clase me­ dia era bien leída, viajada y muchos elementos pertene­ cían a la clase alta en descenso que se estaba volviendo profesional. Esta clase se vio influenciada por las revo­ luciones rusa y mexicana, por las crisis mundiales y por las luchas que estaban siendo realizadas por los pueblos del Caribe y las naciones centro-americanas contra el imperialismo norteamericano. Esta clase estuvo, estructu­ ralmente, bloqueada por los militares, la clase alta andi­ na dominante y su aliado, el capital monopólico petro­ lero. La clase media aspiraba una sociedad moderna y de­ rrocar el régimen antidemocrático y pro-imperialista. Su deseo por la democracia radicaba en que deseaban cons­ truir un orden nuevo donde ellos fuesen los dueños del control del mismo. Su nacionalismo se fomentó por su conocimiento del mundo exterior y su deseo de crear una nación de la cual pudiesen estar orgullosos. Pero, era obvio para ellos que no formaban parte de la fuerza productiva como generadores de riqueza o bienes, y que tampoco eran dueños de los medios de producción ni de las riquezas y que solamente eran poseedores del monopolio de la cultura y de los conocimientos. Por es318

tos factores, la clase media se dirigió hacia la clase obre­ ra. La clase media sabía que los obreros en general y los obreros petroleros, en particular, anhelaban un sistema democrático y que estaban dentro de las fuerzas pro­ ductivas creando bienes y riquezas. Sabía, también, que los obreros petroleros poseían experiencia en luchas anti­ imperialistas y que se mantenían en un conflicto cons­ tante con el Estado nacional. Así entonces, las clases tra­ bajadoras serían para ella un magnífico aliado en la lu­ cha contra el orden, siempre y cuando sus miembros —los de la clase media— fuesen aceptados como los lí­ deres naturales, en virtud de su educación. Por otra parte, los obreros petroleros se habían for­ mado en la lucha diaria dentro de los campos petroleros. Ellos habían enfrentado el imperialismo desde su naci­ miento cuando lanzaron sus demandas por mejores suel­ dos, por un trabajo más humano y por el establecimien­ to de condiciones sociales básicas (vivienda, educación, salud, etc.). Los obreros petroleros, que eran un grupo heterogéneo y de conciencia regional, se transformaron, con el transcurso de los años, en una clase social cohe­ rente con una conciencia nacionalista muy fuerte. El or­ den bajo el cual habían vivido y del cual no podían es­ capar era esencialmente despótico y explotador. Pero poco a poco, ellos buscaron un nuevo orden que defi­ nieron como democrático. Un sistema donde ellos pu­ diesen hablar y ser escuchados, donde ellos tuviesen de­ rechos y pudiesen organizarse, discutir sus sueldos y ele­ gir sus propios líderes regionales y nacionales. Los obre­ ros petroleros tenían un sentir de la democracia y el nacionalismo propio, auténtico y diferente al de la cla­ se media porque sus experiencias e influencias eran di­ ferentes. Ellos tenían una formación empírica y objetiva de la vida, mientras que la clase media la tenía teórica y subjetiva. Y aún, a pesar de esto, hubo una alianza entre estas dos clases. La clase obrera tenía muy poco acceso a la cultura en los campos petroleros, y por esto se dieron cuenta de la necesidad de acercarse a la clase media y aliarse. Así, podemos concluir que la base del período con­ flictivo en la vida de los obreros petroleros contra el

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capital monopolice y el Estado fue la alianza con la clase media, en el período posterior a 1925. De todos modos, debemos recalcar que la alianza hasta 1939 no debilitó su independencia ideológica y organizacional. Esto motivado a que la naturaleza de esa alianza permi­ tía que los obreros continuaran jugando su rol de van­ guardia dentro de las clases trabajadoras y la sociedad nacional. Además, le permitió batallar exitosamente en la huelga de diciembre de 1936 para destruir el orden de colonialismo informal y consecuentemente, provocar una serie de cambios en la superestructura de la socie­ dad venezolana. La evidencia de la tesis muestra, indudablemente, cómo los obreros petroleros se transformaron en una clase social consciente a través de su desarrollo general y como, con este mismo desarrollo y conjuntamente con su organización y batallas libradas, lograron impactar la superestructura nacional hasta provocar los importan­ tes cambios mencionados anteriormente. Pero, por su­ puesto, no pretendemos afirmar que ellos actuaron so­ los. La clase obrera petrolera formaba parte de las cla­ ses trabajadoras, en general, que habían librado batallas en casi todas las ciudades del país. Los obreros portua­ rios, los trabajadores del telégrafo, los obreros ferroca­ rrileros son algunos de los que podríamos mencionar como trabajadores que se habían mantenido en el fren­ te de batalla. La clase media también había dado su aporte con sus alianzas con los trabajadores que lucha­ ban contra el orden. De cualquier forma, no podemos ignorar la evidencia que nos señala el primordial papel que jugó el obrero petrolero en las batallas de la época. Ellos, como trabajadores de la industria del petróleo, tenían el poder para afectar el bienestar económico del imperialismo y aún de los ingresos del Estado. Los obre­ ros petroleros eran un grupo estratégico para el desarro­ llo de cualquier movimiento que pretendiese luchar con­ tra el orden existente. Su número, su experiencia y su posición estratégica les otorgaban el papel fundamental en los eventos del período. Ellos lograron provocar cam­ bios en la superestructura nacional hasta tal punto, que al final del período que estudiamos, el pueblo venezola-

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no pudo elegir a sus representantes mediante el sistema del sufragio universal, secreto y directo. Pero, si es cierto que nuestra tesis ha demostrado que los obreros petroleros en su desarrollo lograron impac­ tar la superestructura de la sociedad, también es cierto que la tesis ha presentado las pruebas suficientes y ca­ paces de llevarnos a afirmar que los cambios que ocu­ rrieron en la superestructura impactaron, recíprocamen­ te, sobre ellos mismos y de una manera tal que entre 1938 y 1948 se observa un proceso mediante el cual los obreros petroleros fueron domesticados, divididos y con­ fundidos por los partidos políticos y ya para 1948, el Estado comenzó a manipularles en la misma medida en que iba asimilando sus sindicatos e integrándolos al sis­ tema. Cuando el Estado comenzó a liberalizarse, en los años posteriores a la huelga petrolera, los partidos políticos fueron organizados y dirigidos por los individuos avan­ zados o progresistas de la clase media. Para 1941, los partidos políticos se hallaban legalizados y en 1945 Ac­ ción Democrática ya era parte del gobierno nacional. Los elementos de la clase media estuvieron unidos hasta la huelga de 1936, pero, posteriormente, se dividieron en dos grupos claramente definidos, uno marxista y otro reformista. Las divisiones significaron un incremento en los movimientos políticos y una pugna entre los grupos para controlar los sindicatos y, de esta manera, asegu­ rar una base de masas. Durante este proceso, los parti­ dos políticos dividieron, sucesivamente, los sindicatos de los obreros petroleros y así incentivaron la creación de sindicatos paralelos. El resultado final del proceso fue la convergencia de la estructura sindical con la de los partidos políticos. Los sindicatos fueron convertidos en apéndices de los partidos y no tardaron en dirigir su desenvolvimiento ideológico y organizacional. Posteriormente, al final del período y luego de la entrada de A. D. en el Gobierno, el aparato estatal fue usado para asimilar los sindicatos y a sus propios líderes, quienes fueron incorporados al Congreso y a los organismos oficiales. Los intereses del Estado, los de los sindicatos y los de los partidos se 321

hicieron difíciles de diferenciar. Es precisamente en esta etapa cuando podemos ver los inicios de la burocracia dentro del movimiento sindical, con los líderes obreros caminando con sus maletines y dedicados en sus cómo­ das oficinas a evitar cualquier conflicto y a mantener la paz industrial mediante manipulaciones o por la pro­ moción de la colaboración de clases. Resulta irónico que los trabajadores petroleros y los obreros, en general, provocaran con sus luchas cambios superestructurales con la esperanza de establecer un or­ den democrático, nacionalista y anti-imperialista, para luego quedar defraudados de tal manera. La razón, se­ gún nuestra manera de ver las cosas, sobre cuál fue el motivo que llevó a la no realización de una revolución nacionalista, democrática y anti-imperialista, puede ver­ se en el cambio de naturaleza que sufrió la alianza de clases que había caracterizado los años de 1918 a 1937, y que conllevó, por otra parte, dos consecuencias principa­ les: la deformación del potencial revolucionario del obre­ ro petrolero que se había venido desarrollando hasta 1937, y la sustitución del nacionalismo proletario, por el nacionalismo burgués. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial, emer­ gió en el país una incipiente burguesía nacional. El sec­ tor reformista de la clase media rápidamente estableció una alianza con esta incipiente burguesía y con la divi­ sión de las clases trabajadoras, argumentó que en Ve­ nezuela no se podían establecer las bases para un des­ arrollo independiente mediante la utilización de la vía socialista, por cuanto el país carecía de los elementos necesarios. Explicaron que el país debía desarrollarse dentro de un modelo de capitalismo dependiente. En el espíritu de esa filosofía, la incipiente burguesía nacional, un sector de la clase media y el sector asimilado del mo­ vimiento sindical, del cual formaban parte los obreros petroleros, realizaron un compromiso histórico con el imperialismo al pedir a Rockefeller y a las compañías básicas transnacionales que jugasen un papel más im­ portante en el desarrollo del país. Así, y a pesar de que los obreros petroleros habían desempeñado un papel vi­ tal en los acontecimientos que provocaron los cambios 322

superes!ructurales, ellos no lograron culminar la reali­ zación de la revolución que hubiese permitido el desarro­ llo no dependiente del país. El caso de Venezuela durante el período de estudio no es muy diferente al de los demás países tercermundistas en su lucha contra el colonialismo formal. Los pueblos de Africa, de Asia y del Caribe estuvieron ga­ nando, también, poder político y provocando cambios en las superestructuras de sus sociedades, pero al igual que en el caso venezolano, donde se logró el derecho de elegir a los líderes mediante la utilización del sufragio universal y directo, no se logró producir cambios den­ tro de la estructura nacional. Los intereses económicos de las metrópolis se consolidaron, y la clase media de los países del Tercer Mundo se vio satisfecha por habei' obtenido el control de la superestructura de cada una de sus respectivas sociedades. Finalmente, realizaron compromisos con el imperialismo e iniciaron un orden neocolonial, en el cual las clases trabajadoras perdieron la dirección y el control de sus vidas y de sus naciones. A pesar de que Venezuela había logrado su independen­ cia cien años atrás, su experiencia no difería mucho del resto de los países del Tercer Mundo, que estaban lu­ chando contra el colonialismo formal. Por esta razón, preferimos describir el cambio ocurrido en la sociedad venezolana, y del cual fueron partícipes primordiales los obreros petroleros, como una transición del colonialis­ mo informal hacia los inicios del neocolonialismo. Indiscutiblemente, el aporte de los obreros petrole­ ros para con la sociedad venezolana no se redujo sim­ plemente a la sola actuación de luchas y batallas con­ tra el régimen de colonialismo informal existente para aquel entonces. Las consecuencias de sus acciones, de sus actitudes y de su sentir democrático y nacionalista se pueden palpar en muchos aspectos de la vida diaria venezolana. Y, por supuesto, sus alcances se remontan a la misma época que hemos estudiado. La época del general Gómez, cuando el Estado no percibía ingresos verdaderamente significativos por al­ gún concepto, los sueldos de los obreros petroleros re­ presentaban el aporte más destacado dentro de la eco-

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nomía del país, lo cual implicaba derivaciones evidentes. Por una parte, le daban un cariz de movilidad a aquella economía poco vigorosa al activar la circulación mone­ taria; por otro lado, este impulso a la circulación mo­ netaria actuaba en favor de la importación de bienes de consumo e, inclusive, estimulaba a la incipiente burgue­ sía nacional naciente hacia la tarea de dedicarse a la sustitución de bienes de importación. Además, ayudaba a crear las condiciones necesarias para que apareciese un mercado interno. La creación de comisariatos para el uso de los traba­ jadores del petróleo y de sus familias cumplió una im­ portante función social y económica en las regiones don­ de fueron instalados, ya que, además de expender los productos de primera necesidad a bajos precios, introducía nuevos productos en el país para el consumo de las grandes masas nacionales, por lo cual se amplió el potencial mercado interno y, eventualmente, ayudó al establecimiento en el país de industrias destinadas a la producción de esos bienes. Además, los comisariatos in­ trodujeron en el país un sistema de mercadeo mucho más eficiente, sustituyéndose, paso a paso, el sistema an­ terior de detales de mostrador por otro más activo que permitía al comprador aprovisionarse directamente, es decir, por un sistema de autoservicio. De esta manera, Venezuela pasó a ser uno de los primeros países latino­ americanos en disfrutar de las ventajas de los supermer­ cados. La firma del contrato colectivo entre los obreros y empresas petroleras, primero en los anales de la histo­ ria venezolana, proporcionó inobjetables beneficios a las clases trabajadoras venezolanas, en virtud de que no sólo mejoró la situación socio-económica del propio obrero petrolero, sino que promovió la contratación co­ lectiva en otras industrias del país, influyó en la legisla­ ción social y obligó a la implementación de normas de seguridad industrial. El contrato colectivo estableció el tabulador de sueldos y el rango de los cargos. Determinó, por primera vez, los viáticos, las primas especiales por trabajo en el día legal de descanso, los planes de ahorro e inclusive el descuento de la cuota sindical, lo que ayu-

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dó a fortalecer esta estructura. Estableció la igualdad entre el obrero petrolero y el obrero que labora por cuenta de los contratistas que realizan tareas inheren­ tes a la industria petrolera. Implantó el pago de vaca­ ciones anuales y fraccionadas, de las horas extras y de indemnizaciones por incapacidad parcial o permanente. Por otro lado, los dirigentes sindicales petroleros de la época pueden ser considerados como los primeros ex­ pertos en relaciones industriales del país, por los mis­ mos conocimientos que adquirieron en la práctica, cues­ tión de inmenso valor por cuanto fue aprovechada por los demás sindicatos nacionales y porque sentó las ba­ ses de esta disciplina en el país. La implementación en la práctica de la Ley de Tra­ bajo fue, en gran medida, obra de los obreros petrole­ ros. La gran presión que ejercieron sobre el Estado con sus luchas empujó al Gobierno a llevar adelante la eje­ cución de esta ley como medida tendente a mantener la paz laboral y, consecuencialmente, a proteger los intere­ ses económicos del Estado y del capital monopólico. Uno de los aspectos más importantes que conllevó la aproba­ ción de esta ley fue la legalización de los sindicatos y, por ende, el fortalecimiento de la estructura sindical ve­ nezolana. Igualmente, el establecimiento de la norma le­ gal que prohibía la expulsión de los dirigentes sindicales de las empresas donde laboraban, que se hallaba inclui­ do en esta ley, robusteció la actividad sindical, ya que anteriormente la expulsión de los mismos decapitaba constantemente este tipo de movimiento. Por otra parte, esta ley establecía la obligación de las compañías de construir viviendas para los obreros, clubs sociales y deportivos, salones de lectura, mejoramiento de las con­ diciones sanitarias mediante la construcción de médicaturas, etc. Es decir, la ley laboral aportó una gran va­ riedad de mejoras sociales, aunque su propia aplicación constituía, de por sí, una enorme mejora social. Todo este proceso histórico-político del cual hemos hablado, y dentro del cual el obrero petrolero intervino con un rol de importancia vital, culminó con la elección del maestro Rómulo Gallegos como Presidente de la Re­ pública, con lo cual observamos cómo los treinta años

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=

de cruenta lucha que mantuvo el trabajador petrolero venezolano le proporcionó al país la satisfacción de ha­ ber elegido, por vez primera, de una manera directa y democrática, a sus representantes en el Gobierno nacio­ nal. Por esto definimos a los obreros petroleros como padres de la democracia venezolana, aseveración que po­ demos demostrar de una maneja inobjetable. El Estado liberal democrático necesita para su exis­ tencia como tal, en el sentido clásico, de una condición fundamental: la paz laboral. La cual implica la existen­ cia de una ley de trabajo y los sindicatos. En Venezuela la paz laboral se obtuvo, en la época, a través del contrato colectivo, mediante el cual se logró un desenvolvimiento más apacible de la industria petrolera en particular, y de la industria venezolana en general. La ley laboral, como ya hemos demostrado, fue aprobada principalmente para satisfacer las demandas de estos mismos obreros. Finalmente, los sindicatos obreros tuvieron como grandes propulsores a los obre­ ros petroleros, que fueron uno de los grupos de trabaja­ dores que más cooperó en el desarrollo e impulso de esta institución en el país. No pretendemos, como ya he­ mos señalado anteriormente, que la actuación de estos patriotas fue el único motivo que originó la aparición del sistema democrático venezolano, pero sí deseamos recalcar que sus acciones fueron baluarte fundamental para el origen del mismo. Otro de sus aportes de valía fue el hecho de lograr que las masas obreras tuviesen su propia representa­ ción dentro del Estado. Además, en la época anterior a las huelgas petroleras, el obrero venezolano no poseía mayor trascendencia a los ojos del Estado que la de ser el grupo generador de la fuerza de trabajo; pero la acti­ vidad del obrero petrolero dio a conocer la importancia del trabajador asalariado dentro de la sociedad e hizo comprender a los elementos que controlaban el régimen que la masa obrera era una pieza fundamental para el buen funcionamiento del proceso político. Finalmente, vamos a señalar otro importantísimo aporte de estos obreros al país: el cambio ocurrido en las luchas internas venezolanas. Antes de la existencia

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de los sindicatos, de los partidos modernos y de las huel­ gas petroleras, las luchas entre caudillos eran luchas por el poder o simples insurrecciones aventureras; sin em­ bargo, luego de la aparición en la escena nacional de los movimientos obreros, las luchas se tornaron luchas de clases, ya no eran aventuras casuales, sino huelgas por mejoras sociales; ya no eran pugnas caudillistas, sino enfrentamientos entre clases explotadas y clases explo­ tadoras; aquellas luchas vacías de contenido social se mutaron por otras plenas de carácter proletario y social, y, en definitiva, las huelgas sustituyeron a las peleas de las clases dominantes regionales por el poder. El aporte ideológico fue, también, de gran valor. En principio, la ideología democrática tiene sus anteceden­ tes en la actuación del obrero venezolano, y más especí­ ficamente del obrero petrolero, que, como ya hemos vis­ to, en sus asambleas y sindicatos, y aun en su misma organización, mantenían una actitud completamente de­ mocrática y, así, elegían a sus miembros y tomaban sus decisiones por la vía de la votación y la decisión mayoritaria. Además, el nacionalismo obrero era un verdadero nacionalismo, más real y más sincero (como vimos en el caso del «peligro negro») que el nacionalismo burgués; en otras palabras, se trataba de un nacionalismo no chauvinista, con verdadero sentir de patria. Hasta las huelgas petroleras, Venezuela apenas si te­ nía una conciencia regional, una conciencia evidente de lo que significaba la sociedad venezolana en general; pero luego de éstas, la nación alcanzó una verdadera conciencia nacional. Para el país, el obrero petrolero que luchaba contra las compañías trasnacionales y con­ tra el Estado mismo no era un obrero zuliano peleando por su propio bienestar, como se hubiese pensado antes, sino que eran venezolanos luchando por mejorar las condiciones de su clase, eran una parte del pueblo y no un pueblo aparte; sus sufrimientos, sus angustias y la represión que contra ellos estaba dirigida reflejaban sus consecuencias sobre todo el pueblo venezolano. Indiscu­ tiblemente, con la huelga se logra reestructurar la dig­ nidad venezolana, el sentir patriota o, en definitiva, re­ tornó aquel sentimiento nacionalista que no se sentía

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perceptiblemente desde hacía poco más de un siglo, cuando se luchaba por la emancipación nacional, en la magna gesta libertadora. Para finalizar, podemos observar los orígenes de la nacionalización petrolera en aquella época, porque fue­ ron ellos, los obreros petroleros, los primeros en luchar contra el capital monopólico, los primeros en pedir al Estado su intervención para controlar el despojo que de los recursos del país realizaban las compañías foráneas. Fueron ellos los que, luchando, se oponían al deterioro de la dignidad venezolana y de los recursos nacionales. Cada momento, en cada lucha, batalla o escaramuza, en cada ocasión en que podían levantar su voz y hacerse escuchar, pedían siempre lo mismo: el control de la in­ dustria básica del país, el freno a los grandes trusts, el desmembramiento de la alianza caudillo-imperialismo y la implantación de un régimen que protegiese los inte­ reses de la patria e hiciese nacionales las industrias ve­ nezolanas: «Hemos agremiado todos ios venezolanos, cada uno en su esfera de acción, para oponer una fuerza múltiple y superior a las vicisitudes que pueden sobrevenir con las más negras intenciones de truncar nuestros anhelos (...) de conseguir cuanto antes, en toda su plenitud, nuestros derechos de ciudadanos y obreros petroleros (...). La base de la riqueza principal del país está en la fuente del pe­ tróleo: a ella iremos como hemos ido siempre, a extraerla con todas las fuerzas del músculo; pero ahora, compañe­ ros, se harán millonadas no sólo las compañías petrole­ ras extranjeras, las compañías de vapores de transporta­ ción, las empresas refinadoras y demás comerciantes mun­ diales del petróleo, sino que las arcas de esta Patria gran­ de se enriquecerán de veras, para satisfacción nues­ tra» (173).

(173) Panorama: «Discurso de Mosollón, secretario del SOP 12 de abril de 1936. Pág. 2.

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APENDICE

Transcribimos a continuación la entrevista que el EFIP realizó al autor de la presente tesis, Paul Nehru Tennassee, con el fin de clarificar dudas sobre algunos conceptos e interpretaciones sostenidos por él en su investigación: EFIP.—¿Por qué razones dedicas tu tesis a los már­ tires petroleros asesinados el 24 de junio de 1963? P. T.—Esta dedicatoria no constituye un capricho de mi parte; forma parte del reconocimiento a la verdad histórica y política a que he llegado como investigador y como luchador social. Pero lo más importante es lo siguiente:

1) Los obreros petroleros consideran a Pedro Pérez, Jesús García, Jesús Oropeza, José Ornar Pérez y a José del Carmen Mendoza sus mártires, simbolizando en ellos a todos los obreros petroleros que dieron su vida en la lucha contra los monopolios petroleros entre 1918 y 1936. 2) El año 1936 expresa el ápice de las luchas lleva­ das a cabo por los obreros petroleros. 3) Además, y esto es lo más importante, la historia oficial reciente, a través de la prensa, la radio, la televi­ sión y la literatura, sostiene que la «generación de 1928» son los padres de la democracia moderna. Esta tesis es

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apoyada, incluso, por los marxistas. Se hace homenaje a los miembros de esa generación, sin incluir obrero al­ guno. En Venezuela se ha institucionalizado la idea de que los miembros de la «generación de 1928», sin parti­ cipación de la clase obrera —especialmente la petrole­ ra—, son los padres de la democracia venezolana. Una situación similar ocurre con el PRI de México y la revo­ lución mexicana, con la diferencia de que los mexicanos reconocen la participación de los obreros y campesinos. Para finalizar la respuesta a esta pregunta, quiero señalar que la dedicatoria la hago a los mártires de una clase; no hago la dedicatoria a unos individuos, sino a la clase obrera en general, y en particular a la clase obrera petrolera. No hago una dedicatoria como se les hace a la «generación de 1928», es decir, a individuos, a personalidades. EFIP.—¿Qué te indujo a sospechar la situación ele marginación histórica de los obreros en las luchas de 1936?

P. T.—Primeramente me empecé a preguntar si sola­ mente la clase media y el movimiento estudiantil de aquel entonces habían sido los protagonistas de esas sig­ nificativas luchas, descubriendo con la investigación la participación acentuada dé los obreros petroleros del Zulia en el proceso de democratización de Venezuela. Y esto lo digo porque las organizaciones obreras (sindi­ catos, partidos políticos del Zulia), de 1918 a 1936, eran realmente democráticas. Esas organizaciones fueron los lugares donde los obreros petroleros del Zulia comenza­ ron a ejercer la democracia, enfrentados al imperialismo norteamericano y al neogomecismo. EFIP.—¿Hay diferencia entre la lucha de los obreros petroleros en el Zulia y la lucha desarrollada en Caracas? P. T.—Claro que sí hay muchas diferencias. Las lu­ chas obreras en Caracas eran contra el Gobierno de López Contreras (neogomecista), dirigidas por la clase media y sectores estudiantiles, con escasa participación de obreros, porque los núcleos obreros en Caracas eran escasos, constituidos por zapateros, tranviarios, emplea­ dos del Gobierno, etc. En el Zulia, por el contrario, hubo una participación muy importante de los obreros petro-

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teros —trabajadores de la industria más importante del país— luchando en el corazón del imperialismo y en con­ tra de él, por un nacionalismo proletario y democrático.

EFIP.—¿En qué consistían las diferencias de Valmore Rodríguez y Rómulo Betancourt antes de 1936? P. T.—La mejor forma de contestarle eso es con las palabras del mismo Valmore, expresadas en una carta dirigida a un amigo en el año 1933. Parte de la carta es lo siguiente: «...y aquí lo de Rómulo y su folleto. De acuerdo. Demasia­ do aprismo y oportunismo que no debemos dejar confun­ dir con el nuestro. Para nosotros sólo hay un partido y es el P. C., con su línea leninista firmemente establecida, sin filtraciones de ningún género... queremos trabajar en «Agrupación» porque comprendemos, sabemos, que no es posible en los primeros momentos hacer cosas más efica­ ces. Pero que no se nos hable de darle cuerpo a una doc­ trina de retazos, de crear y hechar a rodar un instrumento anti-proletario. Pasar de una agrupación a un partido, cam­ biar un lenguaje un "tantico nebuloso" por la afirmación rotunda cuando las condiciones estén maduras para ello, es algo que no está excluido en ningún buen manual de política; pero crear un partido sobre bases reñidas con la ideología que se profesa, para luego volver ai partido que las sustenta, es cosa que está muy cercana a la traición, o mejor, al peor de los oportunismos, al oportunismo de mala ley. Hay que combatir en Rómulo, firmemente, esa desviación aprista...».

No intento desvalorizar las acciones llevadas a cabo en Caracas por los miembros de la «generación de 1928». Mi intento consiste solamente en concederle la importan­ cia que históricamente tuvo y no conferirle unos méritos desproporcionados, como actualmente se hace. EFIP.—¿Por qué insistes tanto en la democracia pro­ letaria?

P. T.—Insisto en esto porque ella constituía una aspiración de los propios obreros, una muestra de ello lo constituye el texto que sigue:

«¡Democracia! Treinta años de gomecismo esperándo­ te. Treinta años de trescientos sesenta y cinco largos días aguardando tu advenimiento. Durante todo ese tiempo fuis­ te la sola esperanza del obrero, la única luz que iluminó

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la noche negra del trabajador. Recuerdo que a orillas de todos los caminos, a la sombra de todas las casas, al calor de todos los soles, hablábamos de ti y te llamábamos "cuan­ do esto cambie". Es por eso, que el obrero te defiende en Caracas y se muere por ti en Barquisimeto. Para nosotros, los obreros de Venezuela, democracia significa la liquida­ ción del hambre y de los sin trabajo... Antes la muerte que una nueva dictadura.—Manuel Taborda.» EFIP.—Nos parece que los conceptos de colonialismo /orinal-informal presentaron una connotación abstracta. Esto lo decimos por lo siguiente. Primeramente el con­ cepto de «formal» significa relaciones vacías de conte­ nido, superficiales, abstractas, no incluyendo en sí mis­ mo las relaciones reales de dominación político-ideológico-económica que ejerce la metrópoli en las colonias. Y el «informal», en tanto concepto, no toma en cuenta relaciones muy formales, muy reales y objetivas (deci­ siones políticas, leyes, etc.). Siendo el semicolonialismo un concepto que permite considerar una relación entre la metrópoli y la colonia, mediado por el Estado, ¿por qué prefieres utilizar el concepto de colonialismo in­ formal?

P. T.—El colonialismo formal c informal no son con­ ceptos abstractos. El colonialismo es un proceso en la vida de las colonias, de los países, de los pueblos, donde las metrópolis influenciaban a los países subordinados en todos los sentidos (político, económico, social, ideo­ lógico, cultural y psicológico). De 1918 a 1936, las com­ pañías petroleras en el Zulia actuaron como si fueran las máximas autoridades políticas. La policía recibía ór­ denes de las empresas, tenían sus propias cárceles, no pagaban derechos de aduanas. Las empresas petroleras en ese período eran como «un estado dentro de otro es­ tado». Lo que sucedía en el Zulia entre 1918 y 1936 sólo es comparable con la situación colonial de Guyana, Ja­ maica, la India y Africa. Ese período no lo llamo colo­ nialismo formal porque no existía una presencia jurídico-político-administrativa del Estado norteamericano. Ya existía el Estado de Venezuela. Los venezolanos tie­ nen una situación histórica concreta en el siglo xx de sentir muchos aspectos del colonialismo.

EFIP.—En tu tesis sobre «Venezuela, los obreros pe­ troleros y la lucha por la democracia», sostienes que du-

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rame el neocolonialismo el Estado neogomecista tuvo un comportamiento antinacional. No creemos que eso sea del todo cierto desde una perspectiva del nacionalis­ mo burgués; es cierto ese antinacionalismo, en cambio, desde una perspectiva de nacionalismo proletario. f*• T.—El nacionalismo que surge en el siglo pasado en Europa frente al feudalismo estuvo sostenido por una burguesía independiente, teniendo así capacidad de ge­ nerar un nacionalismo. No sucede así en Venezuela, ni mucho menos en el período 1918-1936, al existir una bur­ guesía incipiente, subdesarrollada, carente de capacidad para desarrolar políticas generales independientes. No obstante, la burguesía interna llegó a arreglos con las compañías petroleras, pero eran arreglos y acuerdos personales para enriquecerse y no con perspectivas de independizarse. EFIP.—En definitiva, ¿qué es para ti una nación, el nacionalismo?

P. T.—Hay por lo menos dos maneras de entender la nación. La primera está relacionada con el surgimiento de una burguesía independiente —en el siglo xix en Eu­ ropa—, donde existe como proyecto la defensa de un territorio y el desarrollo del país, según el modelo bur­ gués. Esta es una concepción que no cabe en el surgi­ miento de las naciones del Caribe, Asia y Africa del si­ glo xx. Estas naciones surgen al margen del nacimiento de una burguesía independiente. En el caso de los paí­ ses antes señalados, la nación y el nacionalismo están condicionados por una complejidad de factores. El surgimiento de una clase trabajadora y de una clase media que pasan a ser la vanguardia en la lucha por los intereses de la nación. Durante el período del colonialismo informal, los obreros petroleros, a la van­ guardia del proletariado venezolano, en alianza con sec­ tores radicalizados de la clase media —sobre todo del Zulia—, tuvieron una lucha contra el imperialismo y el nacionalismo proletario. En cambio, la burguesía inci­ piente y los pequeños burgueses planteaban un manejo de la dependencia, tenían un complejo de inferioridad muy profundo. En cambio, los obreros que estaban in­ sertos en las contradicciones generadas por la explota­ ción petrolera, adquirieron la conciencia de poder, de­ mandaban que el petróleo fuera utilizado para el desarro333

lio del país. Tenemos entonces que los obreros petrole­ ros eran los únicos que estaban planteando un naciona­ lismo. Los sectores dominantes no se plantearon un na­ cionalismo, sólo se plantearon un manejo de dependen­ cia, no una independencia como nación, carecían de ca­ pacidad política para formular políticas nacionales, aun en el sentido burgués. EFIP.—¿Cuáles eran algunos rasgos del nacionalis­ mo que planteaban los obreros? P. T.—En relación a esa pregunta existe una respues­ ta que dio el periódico El Petrolero al planteamiento de El Panorama, donde se sostenía que los negros antilla­ nos habían desplazado a los venezolanos pobres de los empleos y que constituían una amenaza a la civilización venezolana. En respuesta a este planteamiento editorial de El Panorama, los obreros petroleros le responden en su periódico El Petrolero de la siguiente manera: «Si quieren conservar sus puestos, deben naturalizarse; así le dice a los antillanos el jete del depósito de la Lago, en La Salina. Hay que rebajar el tanto por ciento de ex­ tranjeros; pero, en este caso, los extranjeros son ustedes, los antillanos, los negros, que han sido tan mal pagados como lo venezolanos. Nunca se pensó que eran extranjeros para darles casas, club, vacaciones a su tierra y todas las comodidades que disfrutan los descendientes de Wall Street. Aún continuaron las oficinas de Maracaibo repletas de ex­ tranjeros blancos, que tienen casa, comida, club, ropa lim­ pia y que ganan de 1.500 o más dólares mensuales: éstos no tienen por qué nacionalizarse, pueden continuar cam­ pantes y felices enviando dinero a sus bancos en el extran­ jero, comiendo bien y bebiendo mejor, mientras que tú, pobre negro, que lo mismo que naciste en una calle de Trinidad hubieras podido nacer en la Quinta Avenida de Nueva York y que sabes tanto o más que ellos porque tus padres procuraron educarte, tienen que despedirte de tu puesto, sin tomar en consideración tus traficantes blancos que te has casado en esta tierra con una mujer venezola­ na, a quien no desprecias, que tienes hijos, y ya hoy, por los años pasados en los campos petroleros, has olvidado otras profesiones, otros quehaceres; ahora estás en la calle sin saber qué hacer; pueden hasta las leyes mismas de tu tierra cerrarte la entrada, porque tienes muchos años que no vas a ella; compañero negro, yo estoy contigo en tu dolor, en tu desesperación, en tu orfandad; sin saberlo te vendiste a los Rockefeller, a los Morgan, por unos años, y hoy, a ti que no has hecho otra cosa que trabajar diaria­ mente, se te bota a la calle para que se queden los guachimanes de oficinas.»

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EP1P.—¿Cuáles eran las bases de sustentación del co­ lonialismo informal y del neocolonialismct?

P. T.—Durante el colonialismo informal estaban, por un lado, el sector militar (vinculados a ios terratenien­ tes), los comerciantes, sectores de la clase media y los intelectuales del positivismo. Estos eran los sectores que apoyaban el colonialismo informal. Enfrentados al blo­ que anterior están los campesinos —que no fueron or­ ganizados—, los trabajadores artesanales, tranviarios, algunos sectores de comerciantes, los obreros petroleros y un sector de la clase media. Las alianzas de clases ocurren a partir de 1930; no las hubo antes. Las razones de esto están en: a) La concepción de la lucha que tenían los sectores radicalizados de la clase media, signada de aventurerismo expresado en las invasiones, en las tentativas de golpe de Estado. h) El poco desarrollo de la clase media, la cual ad­ quirió una cierta consolidación a partir de 1930, conso­ lidándose tanto en el exilio como en el Zulia. En el Zulia se dio una alianza entre distintos sectores sociales, el grupo Seremos, los masones, los espiritistas y los obreros petroleros. En definitiva, durante el período de 1918 a 1936 hubo una alianza de clases entre un sector de la clase media y los obreros petroleros en contra del colonialismo in­ formal, sustentado por los militares, el imperialismo, los comerciantes y los terratenientes.

EFIP.—¿Cómo era la alianza de clases a partir de 1936? P. T.—La alianza de clases después de 1936, y más exactamente en el período entre 1939 y 1948, hubo un cambio en la naturaleza de la alianza de clases debido al mayor desarrollo que adquirió la burguesía incipien­ te durante la crisis económica del capitalismo mundial. La burguesía incipiente busca alianzas de clases con la clase media y la clase obrera. Esta alianza estaba en favor de los intereses de la burguesía. En el período de 1939 a 1948, los obreros petroleros estaban subordinados a la burguesía. Ya Acción Democrática, en ese entonces, no representaba los intereses genuinos del proletariado venezolano, comienza a convertirse en un partido poli-

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clasista, y el proletariado a perder su autonomía, su independencia de clase.

EF1P.—En tu tesis sostienes que los obreros petro­ leros se transformaron de una clase en sí a una clase para si. ¿No crees que lo que hubo fue un importante avance en la conciencia política de los obreros petrole­ ros, unido a una elevada desintegración del regiona­ lismo? P. T.—Los obreros petroleros del Zulia, desde 1918 a 1936, es decir, durante dieciocho años, se fueron cons­ tituyendo en una clase social; con una conciencia de poder, se fueron transformando de una «clase-en-sí» a una «clase-social-para-sí». Las razones de esto son las si­ guientes: 1) Los obreros petroleros fueron adquiriendo cono­ cimiento de la existencia de otros obreros petroleros. En un comienzo, los obreros de los distintos campos petro­ leros no se relacionaban entre sí, y debido a los despi­ dos, fueron recorriendo y conociendo otros campos pe­ troleros que estaban en la misma situación. 2) Se fue perdiendo paulatinamente el sentido de competencia entre los obreros petroleros de las distin­ tas regiones (margariteños, andinos, corianos, etc.). 3) Hubo una convergencia de liderazgos y pertenen­ cia en los distintos tipos de organizaciones, tales como la Unión de Trabajadores del Zulia, BND y el Partido Comunista del Zulia, existiendo en la práctica una uni­ dad en las luchas concretas. Este hecho constituye un gran avance en la pérdida del sentido regionalista y pro­ vinciano. La convergencia expresaba la alianza de clases a que fueron capaces de llegar los obreros y las organi­ zaciones políticas del Zulia. 4) Las organizaciones sindicales fueron lugares don­ de se practicó la democracia. Existían asambleas y re­ uniones profundamente democráticas, donde los trabaja­ dores elegían a sus dirigentes y decidían sus líneas de acción. 5) Constituyeron sus propios órganos de expresión, como lo fue el periódico El Petrolero, que permitió la tarea organizativa de ese gran movimiento divulgando las condiciones de vida y las orientaciones políticas. 6) Llegó a constituirse una organización partidista

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—el Partido Comunista del Zulia— que representaba los intereses de la clase obrera. 7) En síntesis, podemos afirmar que los obreros pe­ troleros, conjuntamente con los sectores radicalizados de la clase media, llegaron a adquirir una conciencia antiimperialista de soberanía nacional y de una demo­ cracia proletaria.

EFIP.—¿Qué pasó después del año 36 que condujo a la pérdida de esas prácticas democráticas e indepen­ dientes que llegaron a alcanzar los obreros petroleros del Zulia? P. T.—La afirmación contenida en la pregunta es muy cierta. Después de ese ápice en las luchas obreras, el pro­ ceso devino en un deterioro profundo que aún no se ha recuperado. Al intentar ver las causas de ese proceso, podemos enumerar las siguientes situaciones: a) Posteriormente a la huelga se desató una repre­ sión —cárceles, expulsión del trabajo, etc.— muy acen­ tuada, lo que provoca un efecto psicológico muy nega­ tivo. b) Los dirigentes obreros políticamente más avanza­ dos son expulsados del Zulia, teniendo que irse a buscar trábajo en el oriente del país, quedando desmantelada la dirigencia genuinamente obrera del Zulia. c) Caracas —con la clase media a la cabeza, de una visión menos clasista, democrática e independiente— re­ surge como la vanguardia del proceso. d) Además, muy unido a lo anterior, está el hecho de que en el centro del país y en el mismo Caracas la presencia de un proletariado más o menos significativo era muy escasa. e) Comienza el proceso de la lucha por el control de las organizaciones sindicales, de parte de los parti­ dos, que terminaron sustituyendo la clase, lo que signi­ fica una pérdida de la autonomía e independencia de las organizaciones sindicales. f) La influencia del browderismo en la concepción de la lucha de clases, al plantear como tesis la colabora­ ción de clases, frente a la lucha de clases, lo que con­ duce, entre otras cosas, al fraccionamiento del Partido Comunista de Venezuela en tres grupos: los que estaban a favor del browderismo, los que estaban en contra y 337

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un tercer grupo que está en desacuerdo con las dos posiciones anteriores. g) Al tener Acción Democrática una posición contra Medina Angarita, impulsó una lucha en favor de las elec­ ciones libres mediante las huelgas, y al aliarse con los militares para el golpe de Estado contra Medina Anga­ rita asumió el control de la mayoría de los sindicatos, perfilando un proyecto claramente burgués-liberal. EFIP.—¿Cómo sintetizarías el apoyo del pueblo na­ cional a la huelga de 1936?

P. T.—La manera más expresiva que tengo de comu­ nicarles el gran apoyo nacional a la huelga es con un pedazo del discurso en el mitin de San Lorenzo, que lúe reproducido por El Panorama: «Era como si el alma bolivariana hubiera prendido en cada corazón venezolano la chispa del patriotismo. Parece que el pueblo en su letargo de tantos años, ensayara en silencio para presentarse y comportarse como se ha com­ portado en estos sensacionales torneos cívicos.»

EFIP.—¿Qué líneas de investigación crees necesarias para completar el estudio de la clase obrera de 1918 a 1948? P. T.—Son muchas las investigaciones necesarias de desarrollar, las cuales serían, por ejemplo, las siguientes:

— La biografía política de Olga Luzardo, Espartaco González y de Valmore Rodríguez. — Hacer un estudio de la prensa de la época. — Estudiar el grupo Seremos, el Bloque Nacional De­ mocrático (BND) y el Partido Comunista del Zulia. — Investigar la Unión de Trabajadores del Zulia (UTZ), la Asociación Nacional de Empleados (ANDE) del Zulia. — El papel de las margariteños y de los antillanos. — La participación de las mujeres. — Evaluar la presencia del anarco-sindicalismo.

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PERIODICOS Y MEMORIAS

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INDICE GENERAL

Dedicatoria Presentación ... Reconocimientos Resumen

I. Introducción II. Contexto histórico 2.1. Colonialismo informal 2.2. Los inicios del neo-colonialismo 2.3. La importancia del proceso histórico III.

IV.

V.

La 3.1. 3.2. 3.3.

estructura económica colonial informal La penetración anglo-holandesa La penetración hegemónica norteamericana ... El impacto del petróleo sobre la estructura eco­ nómica

La estructura económica durante los inicios del neocolonialismo 4.1. Las reformas de López Contreras 4.2. Las reformas de Medina Angarita 4.3. Las reformas de Acción Democrática 4.4. La emergencia de la burguesía nacional inci­ piente

Los años formativos de los obreros petroleros 5.L. La ubicación geográfica 5.2. Procedencia de los obreros petroleros y con­ diciones de vida pre-petrolera 5.3. Condiciones generales de los campos petroleros. 5.4. Los inicios del movimiento huelguístico e in­ tentos para organizarse

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5.5. 5.6. 5.7. 5.8. VI.

a) El regionalismo y su transformación ... . b) La huelga de 1925 c) La huelga de 1926 d) La rosa roja Los factores externos que influyeron en el avance de los obreros Las repercusiones inmediatas a la muerte de Gómez Los marxistas y la formación de los sindica­ tos petroleros El surgimiento de concepciones nuevas

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El proceso de politización de los obreros petrole­ 173 ros: La huelga de enero de 1936 a febrero de 1937. 6.1. Los acontecimientos más destacados que pre­ cedieron a la huelga en diciembre de 1936 en la sociedad venezolana y en particular en el 175 Zulia a) La reacción espontánea del 14 de febrero 177 de 1936 178 b) La reunión del Congreso gomecista 181 c) Las huelgas de mayo a junio de 1936 d) Los movimientos políticos y la unidad de 187 la pequeña burguesía c) El surgimiento de los movimientos más sig­ 193 nificativos en el Zulia-Falcón en el año 1936. 6.2. Las actividades de los obreros petroleros en 196 los meses precedentes a la huelga 6.3. Las causas de la huelga de diciembre de 1936. 221 223 Los pliegos de peticiones ....... a) b) La respuesta de las compañías a los plie­ 229 gos de peticiones 233 6.4. La organización y desarrollo de la huelga a) La reacción del pueblo venezolano ante la 238 huelga 253 6.5. Una perspectiva sobre la huelga

VII. El impacto de los inicios del neo-colonialismo sobre los obreros petroleros: 1938-1948

263

Los partidos políticos, el Estado y el movimien­ to sindical: 1938-1948

268

7.1.

7.2. La sindicación de los obreros en el Oriente y el impacto de la superestructura sobre el mo­ vimiento obrero petrolero: 1938-1948 7.3. Conflictos, acciones reivindicativas y el avance de los obreros petroleros: 1938-1948 7.4. El declive del movimiento sindical petrolero.

350

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l 278 284 301

VIII.

311

Conclusiones

Apéndice

329

Bibliografía

339

INDICE DE CUADROS I.

II. III. IV. V. VI. Vil

VIII.

IX.

X. XI. XII. XIII.

XIV.

XV. XVI.

XVII.

Las relaciones de trabajo en una plantación de caña de azúcar en el Estado de Zulia en 1917-1921 Las repercusiones de las primeras explotaciones petroleras en la población rural La estructura del proletariado petrolero entre 1916 1921 El origen del proletariado petrolero, 1921 Los empleados venezolanos y extranjeros de la Ca ribbean Petroleum Company, 1917 Los empleados venezolanos y extranjeros de la New England Company para el año 1924 Los empleados venezolanos y extranjeros de la Ve nezuelan Oil Concessions Ltd. para el año 1924 .. Los empleados venezolanos y extranjeros de la Ve nezuelan Gulf Oil Company. Año 1924 Los empleados venezolanos y extranjeros de The British Controlled Oil Fields Ltd. para el año 1924 .. Los empleados venezolanos y extranjeros de la Bri tish Controlled Oil Fields Ltd. Año 1935 Salarios de trabajadores extranjeros y venezolanos en la industria petrolera (1932-1935) Gasto semanal de un obrero petrolero comparado con su sueldo (1936) Personal empleado en la Compañía British Con trolled Oil Fields Ltd, según nacionalidad, para e año 1925 Personal empleado por la Standard Oil Company o Venezuelan, según nacionalidad, en el año 1925 .. Personal empleado por la New England Oil Corpo ralion Limited, según nacionalidad, en el año 1925 Cuadro demostrativo del movimiento mensual de personal de las compañías Venezuelan Gulf Oil Com pany y Venezuelan Oil Concessions Ltd North Venezuelan Petroleum Company Ltd. Núme ro de empleados de la compañía. Año 1925

97 102

102 104 112

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PAUL NEHRU TENNAS Guyanés. de treinta y un años, casado, I tes estudios • Estudios Sociales en la Universidad c • licenciatura en ’a Historia del Caribe y la York Umversity, Cañada • Magisler Scientiarum en Historia en la de Venezuela, Caracas. □dios pai Actualmente esta cursando liversity. Ciencias Políticas en la York

Ha realizado los siguientes < • Jumo julio 1969 Instituto L. Organizadores Sindicales Latiriuaincrivanu• Noviembre-diciembre 1969 Seminario sobre la Juventud Tra bajadora Latinoamericana • Abril-mayo 1976 UTAL (Caracas, Venezuela). Seminario sobre Técnicas para la Educación de los Trabajadores de Latino­ américa Cargos que ha desempeñado • Subdirector del Instituto de Formación Social del Caribe durante 1976 y entre 19^7-71B profeso' de Historia Genera» e Integración Económica de América Latina en la Universa dad Central de Venezuela Cara • Actualmente es profesor en a ' >ity. Mun cátedra de Desarrollo y Subde Desarrollo y Subdesarrollo de e Ademas ha sido dirigente sindic idi< bro fundador de la Asociación de la Clase Trabajadora (1978 Guyanese Research & Repres< tuaimente es editor de Guyan,

Este texto es la tesis que Paul * optar a la maestría en Historia Venezuela ante el siguiente Jura Federico Brito Figueroa destac Juan Bautista Fuenmayor rec Mana de Caracas y ex secretar mata de Venezuela Rodolfo Quintero fundador de la p dicaí petrolera en Venezuela (SA K>P