Los comunistas y la lucha activa por la paz y el frente antiimperialista mundial

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Los comunistas la lucha activa por la paz y el frente antiimperialista mundial 3 de diciembre de 2014 Por: Carlos Ojeda Falcón Miembro del Comité Central del Partido Comunista de Venezuela (PCV) Director General del instituto de Altos Estudios Bolívar-Marx

El carácter militar-belicista del imperialismo. El 28 de julio 2014 se cumplirán cien años del inicio de la Primera Guerra Mundial (PGM), primera confrontación bélica caracterizada por Lenin en el prólogo a las ediciones francesa y alemana de su esclarecida obra “El Imperialismo, fase superior del capitalismo”, como una guerra: imperialista (esto es, una guerra por el reparto del mundo, por la partición y el nuevo reparto de las colonias, de las “esferas de influencia” del capital financiero, etc.). Para agregar más adelante: “El capitalismo se ha transformado en un sistema universal de sojuzgamiento colonial y de estrangulación financiera de la inmensa mayoría de la población del planeta por un puñado de países “adelantados”. El reparto de este “botín” se efectúa entre dos o tres potencias rapaces, y armadas hasta los dientes (Norteamérica, Inglaterra, Japón), que dominan en el mundo y arrastran a su guerra, por el reparto de su botín, a todo el planeta”.

Los marxistas – leninistas al estudiar el fenómeno de la guerra, partimos del concepto esbozado por Karl Marie von Clausewitz (1780-1831), en su célebre obra “De la guerra”, en la que conceptualiza: “La guerra es la mera continuación de la política por otros medios... Vemos, por lo tanto, que la guerra no es simplemente un acto político, sino un verdadero instrumento político, una continuación de la actividad política, una realización de la misma por otros medios”. A esta definición, se agrega la necesidad de estudiar el fenómeno de la guerra en estrecha vinculación con la época histórica en que ésta madura y se materializa; al respecto nos dice Lenin: “Es imposible comprender una guerra sin comprender la época, y por eso hay que determinar en cada caso concreto el contenido político de cada guerra, establecer “cuál es el carácter de clase de una guerra, por qué se ha desencadenado, qué clases la sostienen, qué condiciones históricas e histórico – económicas la han originado”.

Por su parte Engels, concluye que cualesquiera que sean las causas de la guerra, su raíz se encuentra en la economía; en su célebre obra Anti-Dühring, donde desarrolla la Teoría de la Violencia y el Poder, destaca que: “(...) La violencia no es más que medio y (...), en cambio, el fin reside en el provecho económico”, subrayando que la violencia militar es en sí un acto político. De estas tesis, el marxismo concluye que las guerras son producto de la sociedad de clases antagónicas, se desencadenan y se llevan a cabo en aras de los objetivos económicos y políticos de determinada clase.

Otro aspecto relevante trabajado por Lenin, tiene que ver con el carácter social de la guerra, el cual, expresa los aspectos más notables de su contenido político, su orientación socio-clasista, la concordancia o no de los objetivos políticos de cada parte beligerante con la orientación fundamental del progreso social. Afirmando que, si los objetivos políticos de la guerra se encuentran en el cauce del progreso social, es decir, parten de la afirmación de la justicia social, la liberación de los trabajadores de la opresión social y de la explotación, esa guerra es justa. Y viceversa, si el objetivo es subyugar a otros pueblos, conquistar tierras ajenas, expoliar las riquezas de otro país, afirmar la dominación de una clase explotadora sobre otra, esa guerra es injusta. De allí que revelando la esencia y el carácter de clases que tienen las guerras, es que abordamos el problema de su caracterización y clasificación, para lo cual, insistimos, tiene una importancia primordial el hecho de determinar su contenido político, o sea, los objetivos políticos de las partes beligerantes y las contradicciones de clase, Estados y coaliciones que subyacen en éstos, ya que éste contenido político de la guerra determina su papel progresista o reaccionario en la historia del desarrollo de la sociedad humana y de allí su carácter justo o injusto, atendiendo siempre a los intereses o no de las masas trabajadoras. De allí que Lenin concluye que la legitimidad y la justeza de la guerra se puede establecer “solo desde el punto de vista del proletariado y de su lucha por la emancipación; nosotros no admitimos ningún otro punto de vista”.

Apoyado en el materialismo dialéctico e histórico, Lenin revela la interconexión de la política del imperialismo y la violencia armada, mostrando que ésta es el instrumento que emplea el imperialismo para reforzar y ampliar el dominio de clase de la burguesía monopolista.

Al revisar estas formulaciones no deja de sorprender la temprana pre-claridad de las mismas, toda vez que la historia reciente de los EE.UU., testimonia que la injerencia militar en los asuntos de otros países se ha convertido en la norma de la clase dominante que rige los destinos del principal enclave del imperialismo a nivel mundial. De acuerdo con datos del libro: “La estrategia norteamericana”, de E. Krippendorff, (ideólogo pro imperialista), las fuerzas armadas estadounidenses intervinieron en los asuntos de otros Estados y pueblos 161 veces entre 1798 y 1945, y 55 veces entre 1945 y 1969. A partir de 1969 y hasta la década de los años 90, los EE.UU., empleó más de diez veces sus fuerzas armadas contra otros países y regímenes soberanos, siendo la mayoría de estas invasiones armadas, guerras “no declaradas”; infiriéndose de esta forma el incremento vertiginoso que ha ido sufriendo este fenómeno en el transcurso del tiempo que va desde fines del siglo XVIII hasta finales del siglo XX.

Hoy constatamos de manera alarmante, como la agudización de la competencia capitalista en el mercado económico internacional y las contradicciones políticas entre los principales Estados imperialistas; el acrecentamiento de la desigualdad en su desarrollo económico y político; la creciente agudización de las contradicciones entre los monopolios; su cada vez mayor fusión con el Estado; y la supeditación de éste a los intereses de aquellos, confirma cada día, que la política del imperialismo es la expresión concentrada de la economía y ésta integra las causas y los factores que suscitan la guerra, la cual imponen a los pueblos en cualquier parte del mundo. Al analizar las

actividades del imperialismo norteamericano en el medio oriente, vemos como éstas crecieron después de la PGM. Los monopolios estadounidenses se empeñaron en conseguir allí concesiones petroleras, pese a la resuelta oposición de Inglaterra y Francia que dominaban en la región. Como resultado de una enconada lucha con los competidores ingleses, las poderosas compañías petroleras norteamericanas con gran ayuda del aparato estatal de EE.UU., poco a poco penetraron en la industria de extracción de petróleo de los países del medio oriente. Sin embargo, aun en 1940 las firmas inglesas controlaban allí el 72% de todas las reservas de petróleo exploradas, en tanto que a los norteamericanos les correspondía sólo el 9,8%. Pero los Estados Unidos lograron crear en vísperas de la Segunda Guerra Mundial (SGM) en el medio oriente una base para la futura expansión.

Las concesiones norteamericanas en Arabia Saudita constituyeron su principal puesto de avanzada.

Paralelamente a este desarrollo, las tendencias intervencionistas de la política de EE.UU. en el Medio Oriente, se manifestaron marcadamente después de terminada la SGM. Durante los años post bélicos el Medio Oriente pasó a ocupar uno de los primeros lugares en el sistema de prioridades de la política exterior norteamericana, lo cual se explica por el hecho de que, paralelamente a la expansión económica de EE.UU. en la región, crecía indeclinablemente su significación estratégicomilitar y política en los planes globales de EE.UU., con importantes despliegues de fuerzas militares en la región y las diferentes modalidades de guerra que en la actualidad se desarrollan en esa parte del mundo, con el claro propósito de establecer un despliegue de fuerzas capaz de controlar los principales corredores comerciales de la amplia zona fronteriza que abarcan e integran los territorios de Rusia y China.

Durante décadas, se ha venido consolidando la alianza entre los monopolios más importantes y los personeros del aparato militar imperialista incrustados en la estructura estatal estadounidense. Esta alianza de carácter profundamente reaccionario, influye cada vez más sobre la política de varios Estados imperialistas y se hace cada vez más agresiva; toda vez que del carácter de su programa, planes y objetivos se desprende que: 1) El programa para alcanzar la hegemonía mundial proclamado por el capital monopolista de los EE.UU., después de la SGM derivó en una militarización jamás vista en la historia estadounidense, acompañada de una carrera armamentista y la sujeción de todas las actividades del país a las exigencias de la política “desde posiciones de fuerza”; 2) Los avances y desarrollo de la revolución científico-técnica durante el siglo XX, transformó la producción militar y contribuyó, con la aparición de nuevos consorcios, con nuevas y poderosas ramas industriales del capital monopolista, apoyadas por enormes inversiones, las cuales trabajan principalmente para las necesidades de la guerra; y 3) La influencia creciente y el poder real de la Secretaría de Defensa en las decisiones relativas a la dirección y al carácter del desarrollo de la vida económica de los EE.UU., está determinado por los enunciados anteriores; lo cual confirma la relación entre el aparato militar imperialista y los monopolios.

Ya en 1917, Lenin escribía que los Estados Unidos “cayeron por completo en el pantano sucio y sangriento paneuropeo de las instituciones de carácter burocrático-militares que todo lo subordinan y ahogan bajo su peso”. El Militarismo estadounidense heredó del pasado la codicia, el estar siempre presto a inmiscuirse en forma grosera y sin miramientos en los asuntos de los demás pueblos.

Después de la PGM, la militarización de los EE.UU., siguió un camino ascendente y firme. La descripción leninista del militarismo sigue siendo válida para el militarismo estadounidense que actúa “como una fuerza militar de la que se sirven los países capitalistas en sus confrontaciones internacionales. El carácter altamente reaccionario del imperialismo data de los tiempos fundacionales de los EE.UU., como nación, tal y como lo expresara el periodista John L. O’Sullivan, en 1845, en la revista Democratic Review de Nueva York. En su artículo, O’Sullivan explicaba las razones de la necesaria expansión territorial de los Estados Unidos y apoyaba la anexión de Texas. Decía: “el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”. Luego en 1853 el senador “demócrata” Stephen Arnold Douglas, aseguró que los “Estados Unidos están destinados a ejercer la hegemonía en el continente por medio de acorazados y cañones”. Como se sabe, en este período, la naturaleza expansionista de Estados Unidos alcanzó particular esplendor en el siglo XIX con la usurpación de más de la mitad del territorio de México, que con el tratado de Paz (imperialista) Guadalupe – Hidalgo, aseguraba la anexión de un vasto territorio de más de 2 millones de kilómetros cuadrados ubicados al norte del Río Grande. Más tarde, la victoria norteña en la Guerra de Secesión estadounidense afianzó definitivamente la preponderancia del ideario conservador pro imperialista de la ya próspera burguesía industrial – financiera, sobre la ideología arcaica y conservadora de la aristocracia del sur, limitada a la producción agrícola dependiente de la fuerza de trabajo esclava.

Por último, como constancia de lo más retrógrado de la ideología del imperialismo en el presente período, tomamos del libro: “La diplomacia”, de Henry Kissinger, lo que en él formula el autor, en el capítulo introductorio denominado -El Nuevo Orden Mundial-, lo cual constituye sin duda una clara expresión de la esencia ideológica ultrarreaccionaria de uno de sus principales ideólogos durante el siglo XX, la misma dice: “Casi como por efecto de alguna ley natural, en cada siglo parece surgir un país con el poderío, la voluntad y el ímpetu intelectual y moral necesarios para modificar todo el sistema internacional, de acuerdo con sus propios valores”; con esta afirmación, el autor pretende dar fundamento ideológico a la política intervencionista y guerrerista del imperialismo norteamericano; como si se tratase de un hecho predeterminado o previamente preconcebido por un poder supra terrenal. Esta idea anti histórica de la predestinación apoya las tesis de varios ideólogos del imperialismo, a las que se les adiciona el culto a la fuerza y el militarismo; la teoría racial, el malthusianismo y finalmente ascender hasta el más feroz anticomunismo; a través de lasbases conceptuales ideológicas del imperialismo, expresadas por A.T. Mahan; Moltke y Schlieffen;, H. Morgenthau y A. Schlesinger;, C. Woodruff, Mackinder; y N. Spykman; quienes entre

otros, fundamentan la concepción de que en el mundo existen naciones “civilizadas” y “subdesarrolladas políticamente”. Las primeras tienen que asumir la dirección del mundo, independientemente del modo a que deben recurrir para conseguirlo: mediante el exterminio de las razas y pueblos inferiores o la supeditación por la fuerza de aquellos a quienes no se logre exterminar. Estas tesis, son pues, las que continúan hoy sirviendo de soporte y justificación a las acciones que desarrollan por ejemplo, el estado sionista de Israel contra el pueblo palestino; o el Estado imperialista francés contra el pueblo libio o las organizaciones mercenarias que actúan con apoyo abierto de los norteamericanos y las fuerzas combinadas de los Estados que integran la OTAN, contra el sirio, donde en la actualidad se desarrolla la agresión imperialista bajo diferentes modalidades en su concreción operativa, pero con los mismo objetivos de expoliación, control económico y territorial que sirvan al expansionismo de los límites de su política y afianzamiento de su poder en el medio oriente.

La estrategia de la confrontación indirecta, la guerra fría, la nueva concepción corporativoimperialista de la guerra y el pretendido Nuevo Orden Mundial Imperialista. Al analizar el desenlace definitivo alcanzado por las potencias aliadas durante la SGM, los EEUU y la URSS, con base a los acuerdos de Yalta, Posdam, Teheran, entre otros, pactaron una nueva división del mundo, quedando establecidas sus fronteras y límites de sus zonas u áreas geopolítica y militar. A partir de la finalización de la SGM en 1945, el 9 de mayo de 1945 y hasta la caída del muro de Berlín, la estrategia política y militar del imperialismo estaba orientada a la contención del avance de la revolución proletaria, antimperialista y socialista, y la derrota del campo socialista. Del otro lado, el objetivo del campo socialista liderizado por la URSS, era la derrota del Imperialismo, al tiempo de avanzar en el desarrollo y consolidación del modelo socialista como condición previa, para la edificación del comunismo. La forma como finalmente se resolvió la gran contienda militar de la SGM, dio origen al llamado mundo bipolar, en el que durante décadas todos los conflictos regionales se explicaran en el contexto de la confrontación Este-Oeste: La Guerra Fría, expresión de una nueva forma de confrontación imperialista, determinada por la aparición previa a la finalización de la SGM de la bomba atómica y la posibilidad de una guerra con empleo de este tipo de armamento de destrucción masiva (los bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki fueron ataques nucleares ordenados por Harry Truman, Presidente de los Estados Unidos. Los mismos, fueron efectuados por el imperialismo el 6 y el 9 de agosto de 1945); dio paso a la política de disuasión entre las dos potencias principales, EE.UU. y la URSS, y determinó el curso de la confrontación por décadas. Hoy, solo la República Democrática de Corea emplea la disuasión atómica como factor que impide hasta ahora al imperialismo posesionarse del control total de la estratégica península del sudoeste asiático.

El conflicto armado, se convirtió entonces en una Estrategia de Confrontación Indirecta. Ejemplos: Irán, Guatemala, Hungría, Corea, Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Honduras, Vietnam, Afganistán, Centro América, Camboya, Laos, Checoeslovaquia, Chile, etc.

La Estrategia de Confrontación Indirecta desencadenó la especialización de secciones de operaciones encubiertas donde las formas de lucha utilizadas, logran los objetivos de control de sociedades completas, sin tener que movilizar ejércitos para ejecutar las tradicionales invasiones de la infantería de marina norteamericana, que constituían y constituyen “el tipo de actividad rutinaria en el extranjero del Cuerpo de Infantería de Marina”[1].

Las Operaciones Encubiertas, yel tipo de actividad, que ahora son clasificadas dentro del Rango de Operaciones Militares no Propiamente de Guerra,[2] fueron utilizadas en Irán y Guatemala en la década del 50, en Chile 1973 para nombrar sólo algunos casos. Estas actividades no propiamente de guerra, están constituidas por el uso sistemático de la guerra psicológica, en todas sus formas. La violencia y el despliegue de agentes para operar en el país a desestabilizar, para el apoyo y entrenamiento de efectivos de las organizaciones pro imperialistas del país objetivo.

La construcción de realidades favorables para la desestabilización, utilizando las empresas privadas para la información de carácter masivo (televisión, prensa, radio, internet, etc.) con el objetivo de desinformar, confundir, estigmatizar e instalar dentro de la subjetividad de las masas mecanismos de exacerbación para lograr explosiones sociales insurreccionales, constituyen uno de los ejes fundamentales de este tipo o modalidad imperialista de confrontación. Otro componente que acompañan esas operaciones, es la aplicación de acciones militares ejecutadas por mercenarios o paramilitares como sucedió el 11 de abril del 2002 durante el golpe de Estado contra la Revolución Bolivariana y lograr el poder por la vía armada utilizando a la población civil y componentes del ejército. Dentro de estas actividades, no propiamente de guerra, con el mismo objetivo se utiliza el financiamiento de organizaciones políticas pro imperialistas, ONGs, para participar en elecciones y a través de la vía electoral, tomar el control de las sociedades. En ambos casos, estos objetivos solo podrían alcanzarse con un ejército, el cual se utilizaría en el caso de fracaso de los demás métodos que comprenden las Operaciones Militares no Propiamente de Guerra.

Este rediseño operacional para la agresión de pueblos y gobiernos produjo a la larga la destrucción de los países del llamado bloque socialista. La Unión Soviética es de esta manera derrotada, en la Guerra Fría. Esta derrota, de la URSS y el campo socialista, dejó al imperialismo norteamericano, sin una justificación para continuar la política de agresión y de esta forma contener y derrotar los procesos revolucionarios en sus áreas de influencia. La estrategia de confrontación indirecta, que había sido diseñada en el marco de la bipolaridad, donde existía una amenaza real de conflicto bélico con una potencia de un poder de destrucción masiva, quedó sin efecto, pero la fuerza militar de características globales del imperialismo norteamericano, y sus comandos operacionales y bases regionales desplegadas en el mundo quedaron intactos. Pero lo más importante para el Estado Corporativo Imperialista norteamericano, son los presupuestos militares que venían en ascenso creciente para cubrir los contratos del complejo militar industrial, de las transnacionales productoras de armas y del resto de toda la compleja red de producción, educación y adiestramiento de las tropas.

Todo este intrincado andamiaje militar-corporativo quedó sin la justificación necesaria para continuar con la elaboración de los presupuestos anuales. Por otro lado, derrotada la Unión Soviética y desmembrado el Bloque Socialista, los planes de avance del Capital Monopolista Financiero Internacional hacia el Asia y los países que formaban parte del Bloque Socialista, obligó a los Estados Corporativos Imperialistas, a elaborar una política exterior acorde con las metas de expansión del Gran Capital Monopolista Internacional, dentro del proceso de Globalización Neoliberal que ya había comenzado. Se trata ahora, de concretar la explotación de los pueblos del mundo y el despojo de sus materias primas, energía, agua y biodiversidad, sin un enemigo que pudiera haber contenido su expansión. Se trata pues de la ofensiva final del imperialismo, por imponer al mundo el gobierno de las Corporaciones Imperialista y someter a los pueblos a escala planetaria a una nueva forma de esclavitud.

La nueva concepción estratégica de la guerra, basada en las supuestas amenazas a la seguridad nacional, está dirigida a los países del Sur, neocoloniales y dependientes de la economía imperialista. De esta forma, el Estado Corporativo Imperialista Norteamericano protege las ganancias del Complejo Militar Industrial y la sanidad de la propia economía norteamericana en el largo período de recesión económica. La nueva política militar de agresión post guerra fría busca proteger los intereses del Estado Corporativo Imperialista y las ganancias del Gran Capital Monopolista Internacional, al cual representa, y consolidar la hegemonía militar norteamericana, base de la política internacional en el actual período.

De allí que, en la última década el imperialismo viene operando cambios en las formas de conducción de los conflictos armados y guerras. Del análisis de éstos, se constata el hecho de que al lado de los ejércitos estatales surgen cada vez más compañías militares privadas (CMP), compañías de seguridad privadas (CSP), organizaciones paramilitares, ejércitos privados y mercenarios como nuevos actores de guerra. Estos nuevos actores o empresas privadas desarrollan labores en las áreas de reclutamiento de personal cualificado para ofrecerlo en servicio a misiones bélicas, en asesoramiento militar, labores de reconocimiento e inteligencia y formación militar. La expansión creciente de este negocio mundial, alcanza hoy según estimaciones, unos 200 millardos de dólares anuales. Irak es hoy el ejemplo más avanzado de privatización de la guerra con 180.000 contratistas trabajando en tareas militares o de seguridad.

De esta forma se “desdibuja” la participación de los estados en las guerras, pierde importancia la ONU y el derecho internacional. Se trata de negocios y leyes extraterritoriales. Languidecen los factores de regulación de la guerra, las responsabilidades de gobiernos y naciones. En casos, extremos participan los ejércitos pro-imperialistas (OTAN) con la anuencia de la ONU para forzar la “paz” y sojuzgar a los pueblos con legitimidad internacional.

Entre 1994 y 2004, solamente el gobierno de Estados Unidos firmó más de tres mil contratos con CMP para servicios a sus tropas en misiones en el exterior. En 2003 el Pentágono estimó que de los

87.000 millones de dólares para la guerra de Irak, 30.000 millones serían destinados en pagar a las CMP. De allí que ese mismo año, mucho de los sistemas de armamento altamente desarrollados de los buques de guerra en el Golfo fueron manejados por especialistas de cuatro CMP diferentes, así como también los sistemas de armas de los vehículos aéreos no tripulados Predator, de los Global Hawks y de los aviones de bombardeo B-2 Stealth. En Irak, son los empleados de las CMP los que realizan las labores de patrullaje, vigilancia de edificaciones e infraestructura, así como servicios de escolta y seguridad para personalidades iraquíes y estadounidenses. Estos cuerpos de elite están conformados entre otros, por mercenarios sudafricanos provenientes en su mayoría de los servicios de seguridad y unidades especiales del ejército del ex régimen de apartheid (Batallón 32, Vlakplaas y Koevoet).

Actualmente el Departamento de Defensa es el principal contratista de mercenarios, de allí que la nueva concepción doctrinal de la guerra este definida como descentralizada, colocando el énfasis en la utilización de fuerzas militares -no estatales-, o paramilitares; con ello la guerra ha pasado a constituir un gigantesco universo de negocios en expansión.

Entre las CMP que destacan por su participación en guerras imperialistas y conflictos armados promovidos por éste, destacan las siguientes: Blackwater USA, fundada en 1997 por Erik Prince, ex oficial de los Navy Seals, la misma recluta a su personal entre los distintos cuerpos de fuerzas especiales, a saber: Navy Seals, Army Rangers y Delta Force. En Colombia, con la subsidiaria ID Systems Blackwater. Opera en actividades de reclutamiento para la guerra de Irak. Erinys International, fundada por Alastier Morrison, un ex oficial británicoque cuenta con un pequeño ejército privado de 1.500 sudafricanos, mantiene oficinas en Midrand (Sudáfrica) y Dubai; Gran Bretaña y Bagdad. Obtuvo un contrato por 39,5 millones de dólares para el entrenamiento de fuerzas de seguridad iraquíes para vigilar los oleoductos de este país; tarea que también realiza en Colombia para la British Petrol (BP), así como para otras empresas en Angola, en el delta del Niger. Triple Canopy, actualmente con operaciones en El Salvador, Perú, Chile y Honduras, dirigidas al reclutamiento de personal calificado para la guerra en el medio oriente. Red Táctica Consulting Group, con operaciones en Chile y la Neskowin, dirigida por José Miguel Pizarro, un ex oficial del ejército de Pinochet, para la selección y reclutamiento de personal con preparación militar a ser contratado para la guerra en Irak. Your Solutions, 3D Global Solutions y Gesegur SAC (Gestión de Seguridad Sociedad Anónima Cerrada), con operaciones de selección y reclutamiento de personal en Perú y Honduras. EPI & Security, con operaciones en Ecuador, a través del ciudadano norteamericano Jeffrey Shippy, quien estuvo destacado en la Base Militar que los EE.UU., mantuvo en Manta, Ecuador hasta el 2009. TESS e Inveco International Corporation, con operaciones en Brasil con propósitos similares y la Crawford & Company, comandada por Jeffrey Bowman, con sede matriz en Atlanta, USA y bases de operaciones en Chile, Bolivia, Perú y Colombia, para el desarrollo de actividades encubiertas a las órdenes de la CIA para promover operaciones de baja intensidad contra gobiernos considerados hostiles. Bajo la expansión de esta novel actividad altamente lucrativa, se vienen sumando y preparando contingentes completos de ex militares y ex policías provenientes de países latinoamericanos, que en el pasado recibieron entrenamiento e instrucción por parte del Comando Sur de los EE.UU., en métodos criminales de contrainsurgencia. Todo este

personal, engrosa las bases de datos de las CMP que operan por contratación con el Pentágono y constituyen potencialmente un “pequeño” pero muy bien entrenado ejército contrarrevolucionario, presto a operar en cualquier parte del mundo cuando su patrón así le requiera, con amplias garantía de protección que aseguren la impunidad de sus actos, en tal sentido, ya en febrero de 2006, Donald Rumsfeld había clasificado a las CMP como parte del aparato militar de EE.UU., sustrayéndolos, de esta manera, de la justicia civil. Así mismo, el gobernador de Irak, Paul Bremer (impuesto por los EE.UU., después de la invasión), firmó un decreto que le otorgó a las CMP y CSP, inmunidad frente a la justicia iraquí.

Un caso que no podemos dejar de tratar en este trabajo, es el que se refiere a las operaciones que adelanta el imperialismo en Colombia, principal enclave geoestrategico de éste en la región, dirigido no solo a contrarrestar el desarrollo del movimiento popular e insurgente del pueblo colombiano, sino a garantizar tempranamente el control de un vasto territorio que le permita consolidar su hegemonía político y militar en la región. Solo para darnos una idea de la magnitud que tienen las Corporaciones Militares Privadas que actúan en Colombia, ofrecemos datos de un reporte que el 2007 el Departamento de Estado de los EE.UU., publicó a solicitud del Congreso de éste país, en el que se enumeran todas las CMP contratadas por el gobierno norteamericano para la realización de trabajos en Colombia durante el año 2006. Según éste listado, el gobierno norteamericano canceló a las CMP un total de 309,6 millones de dólares, distribuidos en unas 25 Corporaciones Militares Privadas (CMP); donde tienen un papel destacado la DynCorp, dedicada a labores de “fumigación” de cultivos de droga, -recolección de inteligencia por medios aéreos y apoyo logístico a operaciones militares encubiertas-, con una plantilla que supera los 30.000 “empleados”, actúa tanto en Irak como en Colombia; y la Northrop Grumman, que se dedica a la operación de estaciones de radares para el control del espacio aéreo y prestación de servicios militares y de inteligencia en el ámbito de las telecomunicaciones.

La recomposición y despliegue de fuerzas militares ha venido modificándose a partir de la derrota de la URSS y la desintegración del llamado bloque socialista; lo cual no solo a acelerado el proceso de concentración de capitales, sino que ha determinado una nueva dinámica en la actividad de los monopolios a nivel mundial, con el surgimiento de nuevos mercados, áreas de inversión y expansión de los mismos; de esta forma, la explotación de los pueblos ha adquirido niveles globales por un puñado de transnacionales, la contradicción fundamental de la relación capitalista entre el capital y el trabajo, que estaba reducido a las fronteras de los países capitalistas, después de su transformación en imperialismo, como lo señaló Lenín, la Inversión Extranjera Directa ha cobrado una importancia creciente en la economía mundial, promovida por el Capital Monopolista Financiero Internacional. La fusiones, adquisiciones y la reinversión en los países neocoloniales y dependientes, así como las economías en transición al capitalismo, han producido un flujo de ingresos crecientes hacia las transnacionales que tienen sus sedes en los países imperialistas. Se ha globalizado y profundizado la explotación y ha cobrado la forma de sobreexplotación de la mano de obra, a través de las maquilas. Esta expansión del imperialismo está generando la confrontación global entre el capital y el trabajo. La época actual sigue siendo, en forma más nítida, la expresión de la era de la revolución proletaria, de la revolución socialista, que fue puesta al descubierto por

Lenin, a principios del siglo pasado. En consecuencia, se han incrementado los conflictos y las guerras de agresión del imperialismo, liderizado por el Estado Corporativo Imperialista de los Estados Unidos; país que ha alcanzado el desarrollo de un poder militar sin precedentes en la historia de la humanidad. Al Gran Capital Monopolista Internacional, en las áreas financieras, comercial, tecnológica, y militar, se le une una gran Red Global Militar (RGM) que se materializa en los diferentes comandos: Comando Norte, USNORTHCOM, en sus siglas en inglés, Comando Central, USCENTCOM, Comando Europeo, USEUCOM, Comando del Pacífico, SPACOM, Comando Sur, USSOUTHCOM, y de más reciente data (2004), la creación de comando para el África.

Esta organización del ejército norteamericano, se ha fortalecido a raíz de la derrota sufrida en la Guerra Fría por la Unión Soviética. Este mapa del globo nos muestra lo que ellos llaman Áreas de Responsabilidad, que cubre toda la tierra. Los EEUU han ubicado sus flotas en regiones jamás pensadas, como, por ejemplo: en el Golfo Pérsico. Flota del Comando Central, USCENTCOM, que posee armamento nuclear y sirve de plataforma de proyección de fuerzas en la guerra de agresión imperialista contra los pueblos de Afganistán e Irak. Toda esta recomposición de la política militar norteamericana dirigida a profundizar la agresión a los pueblos del mundo, comenzó desde el año 1989, con el derrumbe de la URRS, la invasión a Panamá y la primera guerra de agresión contra el pueblo de Irak y le siguen a éstas una lista creciente de guerras y conflictos cuyo dinamismo se viene a acelerar a partir del controvertido ataque a las Torres Gemelas el 11 de septiembre del 2001 y la declaratoria de guerra al terrorismo a escala mundial.

En la actualidad, podemos afirmar que, con la derrota de la URSS, las guerras y los conflictos armados se globalizaron sin mayores limitaciones. Transitaron desde las Guerras entre Estados imperialistas, a la lucha entre las Corporaciones Transnacionales representadas por los Estados Corporativos Imperialistas, y los pueblos de los estados neocoloniales y dependientes. En general, la guerra del despojo a los pueblos del llamado tercer mundo, de sus materias primas, energía, agua y biodiversidad, necesarias para la acumulación capitalista a escala global, se hace cada día más violenta y despiadada. La lucha furiosa por la conquista de territorios, materias primas y zonas de influencias entre los distintos grupos de capitalistas, que se expresaron en la época de las Guerras Mundiales entre los Estados Imperialistas, se ha transformado después de la derrota de URSS. Las fusiones de las Grandes Corporaciones Imperialistas, la OMC y los demás tratados comerciales como los de Libre Comercio, han disipado las guerras entre los Estados Corporativos Imperialistas. Pero al mismo tiempo, la recomposición del poder ha alterado el balance del poder mundial. Es aquí donde se inscribe la Lucha de Clases Internacional y de allí el carácter y necesidad de organización internacional de la clase obrera, los trabajadores y pueblos del mundo, para poder enfrentar en los próximos años las embestidas brutales del Sistema Imperialista a escala mundial.

Los comunistas, la lucha activa por la paz y el frente antiimperialista mundial. Para los comunistas la solución de los problemas asociados a la guerra y la paz presupone en primer lugar una comprensión profunda de los antecedentes, orígenes y esencia de estos fenómenos. Hay que decir, que tanto la guerra como la paz tienen ante todo una naturaleza clasista, de allí que no

toda guerra sea un mal absoluto, ni toda paz sea un bien para todos. Al considerar el análisis clasista de las guerras, Lenin deja absolutamente claro que las guerras imperialistas son injustas, sino que también la paz imperialista lo es, ya que ésta pretende establecer el dominio universal del imperialismo, sustituyendo el orden existente en otros países por el modelo norteamericano, democracia representativa burguesa y libre mercado, desarrollar las relaciones internacionales, subordinadas a sus intereses, al tiempo de asegurarse el derecho de intervenir en los asuntos internos de otros países. Realizar represiones militares contra países que consideren hostiles a sus intereses y establecer las llamadas zonas de intereses vitales a la seguridad nacional de los EE.UU. Como contraparte a esta caracterización clasista de la guerra y la paz injusta, Lenin precisa que la única guerra justa y liberadora, es aquella que establezca una paz basada en la justicia, verdaderamente democrática y que asegure el progreso histórico de la sociedad, sobre la base de la emancipación del hombre de la explotación del yugo del capital, así como su prosperidad socio económica y espiritual.

Al analizar la guerra y la paz desde la concepción del marxismo-leninismo, no solo debemos considerar el carácter clasista, sino también el histórico. La guerra, es un fenómeno que se corresponde con una etapa determinada de la historia humana; de allí que debamos tener en cuenta, que, en la actualidad, las concepciones leninistas sobre la guerra y la paz tienen vigencia, salvo que se trate de una guerra mundial en la cual se coloque a la humanidad ante el riesgo del uso de las armas nucleares, cuyo desenlace presupone la desaparición misma de la vida en la tierra. Dice Lenin, “Acabar con las guerras, instaurar la paz entre los pueblos, lograr que cesen los saqueos y la violencia: es precisamente nuestro ideal...”. El camino hacia este ideal es complejo y contradictorio, pero las fuerzas sociales avanzadas, a cuya vanguardia se encuentran los comunistas, miran con seguridad y optimismo el futuro y hacen todo lo necesario para acercarlo.

En esta lucha los comunistas, consecuentes con los principios del internacionalismo proletario, abogamos por la máxima cohesión de las fuerzas revolucionarias a nivel mundial. Los comunistas no buscamos la unidad abstracta de las fuerzas revolucionarias, es decir, la unidad en nombre de la unidad, sino la unidad en nombre de un objetivo concreto y esto es la lucha contra el imperialismo y ello en razón a que el imperialismo es hoy el enemigo principal de la paz y el progreso nacional y social, de allí que constituya en la presente etapa el enemigo principal del movimiento comunista, progresista y democrático a nivel mundial. Y ello es así, porque los partidos comunistas constituyen el contingente mejor preparado, más consciente y pertrechado con la única teoría científica del desarrollo social, del frente antiimperialista. De allí que justamente el movimiento comunista internacional sea la fuerza capaz de formular de la manera más plena y multifacética el programa de la lucha antiimperialista en el período actual.

[1] “Small War” Manual del Cuerpo de infantería de Marina. Pag. 10 [2] Chairman of the Joint Chieft of Staff, Joint Publication 3 – 07, Joint Doctrine for Military Operations Other Than War.