Sistemas electorales y partidos políticos
 9681651413, 9789681651411

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DIETER NOHLEN

SISTEMAS ELECTORALES Y PARTIDOS POLÍTICOS

QD

60 AHimSAHO

UNIVERSIDAD N A C IO N A L A U T O N O M A DE M EX IC O F O N D O DE CU LTU RA E C O N Ó M IC A MÉXICO

Primera edición, 1994

Este libro forma parte del proyecto editorial del Instituto de Investigaciones Jurídicas d e l a

unam

D. R. © 1994, U n i v e r s i d a d N a c i o n a l A u t ó n o m a d e M éxico Instituto de Investigaciones Jurídicas, D epartam ento de Publicaciones Circuito M aestro M ario de la Cueva, C iudad Universitaria; 04510 México, D. F. D . R. © 1994, F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a , S. A . d e C arretera Picacho-Ajusco, 227; 14200 México, D. F.

ISBN 968-16-4307-0 Im preso en México

C . V.

ÍN D IC E

I.

Prólogo...............................................................................................

7

Concepto, importancia y función de las elecciones.............. Concepto de elecciones............................................................... Im portancia de las e le c c io n e s....................................................

9 10 12

Elecciones en las democracias occidentales, 12; Elecciones en dictaduras totalitarias, 13; Elecciones en sistemas autoritarios, 14

Funciones de las e le c c io n e s .......................................................

15

Funciones de las elecciones competitivas, 15; Funciones de las elecciones no competitivas, 17; Funciones de las elecciones se mi competitivas, 17

II. Derecho electoral: requisitos, desarrollo y consecuencias de la exten­ sión del sufragio democrático........................................................... Sociedades industriales o c c id en ta les........................................

19 19

Principios del derecho electoral, 20; Proceso de imposición del sufragio democrático, 23; Causas y consecuencias de la ampliación del derecho de sufragio, 27

América L atina............................................................................... III. Sistemas electorales y sistemas de partidos políticos: una introduc­ ción al problema con carácter orientador........................................ Conceptos b á s ic o s ....................................................................... Aspectos fundam entales y enfoques de investigación de los sistemas electorales.......................................................................

29 34 34 35

¿Qué importancia tienen los sistemas electorales?, 35; ¿En qué sentido operan los sistemas electorales?, 36; ¿Cómo han de valorarse los efectos de los sistemas electorales?, 37

Sistemas de p a r t i d o s ...................................................................

38

Concepto e importancia, 38; Enfoques de investigación y tipologías, 39; Valoración, 43

Análisis comparativo de sistemas electorales: objetivos ge­ nerales y enfoques del presente e s t u d i o ................................

45

IV. Sistema electoral: elementos particulares y efectos de los sistemas elec­ torales ............................................................................................... Distribución de circunscripciones electorales . . . . . . .

47 47

405

406

ÍNDICE

Representación igual o desigual, 48; Gmynuindering, 50; Tamaño de las circunscripciones electorales y efecto proporcional, 52; Distribución re­ gional de las circunscripciones con tamaños diferentes, 58

C a n d id a tu ra ................................................................................... Procedim ientos de v o ta ció n ....................................................... Conversión de votos en e s c a ñ o s ................................................

61 62 64

Barreras legales, 65; Fórmulas para convertir votos en escaños, 66; Pro­ cedimientos del divisor, 67; Procedimientos del cociente electoral, 69; El sistema de proporciones matemáticas (Hare/Niemeyer), 73; Niveles de conversión de votos en escaños, 76

Glosario de otros conceptos de sistemática electoral y de análisis e le c to r a l...........................................................................

78

Voto doble, 78; Votesplitting(voto cruzado), 79; Voto simultáneo, 79; Ballotagg, 80; Exceso de escaños, 80; Sesgo (bias). 80; Swing, 81; Volatility, 82

Resumen y conclusiones para el análisis de sistemas elec­ torales y sus efecto s.......................................................................

84

V. Representación por mayaría y representación proporcional . . . . 86 Problemas de definición y clasificación.................................... 87 Fórmulas decisorias y principios de representación . . . . 92 ¿Qué significa representación por mayoría y representación p ro p o rc io n a l? ............................................................................... 94 Consecuencias para la valoración y el análisis de los sistemas electo rales....................................................................................... 99 Tipos de sistemas de representación proporcional................102 Efectos políticos de las fórmulas de d e c i s i ó n ........................105 Efectos políticos de la fórmula mayoritaria, 105; Efectos políticos de la fórmula proporcional, 106; Comparación de los efectos políticos de “ma­ yoría" y “proporción” como fórmulas de decisión, 107

Efectos de la representación por mayoría y la representación proporcional com o principios de re p re s e n ta c ió n ................110 Com paración de los efectos políticos de la representación por mayoría y la representación p ro p o rcio n al........................111 Ventajas teóricas de la representación por mayoría y de la proporcional, 112; Comparación empírica de los sistemas electorales, 115

Condiciones de éxito de la representación po r mayoría . . 117 VI. Comparación de los sistemas electorales.............................................122 Los países occidentales in d u s tria liz a d o s ................................122 Sistemas de representación por mayoría, 123; Sistemas de representa­ ción proporcional, 124

América L atina............................................................................... 129

407

ÍNDICE

Elecciones presidenciales y parlamentarias: su interrelación, 131; Siste­ mas electorales presidenciales, 132; Sistemas electorales parlamentarios,

137 *

VII. Sistemas electorales individuales (porpaíses)................................ 150 Im portancia del análisis de sistemas electorales individuales 150 G ran Bretaña (el sistema de pluralidad o anglosajón) . . . 154 Distribución de las circunscripciones electorales, 155; La extensión del derecho de sufragio y sus efectos políticos, 157; Relevo de los liberales por el Labour Party y el desarrollo de un bipartidismo, 162; Competencia de partidos en un sistema bipartidista, 167; ¿Ruptura del sistema bipar­ tidista?, 168; Debate y perspectivas sobre reforma, 171

Francia (sistema de representación por mayoría absoluta) . 174 Sistema de representación por mayoría absoluta bajo la III República, 178; El sistema electoral: fórmula para el poder. 179; El sistema de ma­ yoría absoluta en la V República, 183; Las reformas electorales de 1985 y 1986: ¿flexibilización del sistema bipolar de partidos?, 188

Alemania: República de Weimar (representación pro p o r­ cional p u r a ) ................................................................................... 195 El sistema proporcional del método automático, 196; Efectos de la re­ presentación proporcional pura, 196; Tesis sobre la culpabilidad de la representación proporcional en la caída de la República de Weimar, 199

República Federal de Alemania (representación proporcio­ nal p e rs o n a liz a d a )................................................................. 200 La representación proporcional personalizada y las reformas electorales 1949-1985, 200; Desarrollo del sistema de partidos y el factor sistema electoral, 203; Barrera legal, 207; Voto doble, 211; Exceso de escaños, 215; Validez y valoración de la representación proporcional persona­ lizada, 217; Clasificación del sistema electoral alemán, 218; Debate e ini­ ciativas de reforma, 219; La unificación de Alemania: cambios y perma­ nencias ‘222

España (sistema de representación proporcional en circuns­ cripciones plurinom inales v ariab les)..................................224 Descripción del sistema electoral, 224; Efectos de la representación pro­ porcional en circunscripciones plurinominales variables, 225; Valo­ ración y debate sobre la reforma del sistema electoral, 227

Irlanda: Single Transferable Vote(voto único transferible) .

. 230

Procedimiento de votación y de cómputo de votos, 230; Efectos de la distribución de las circunscripciones, 232; Efectos del procedimiento de votación como consecuencia de acuerdos electorales, 235; Iniciativas de reforma, 236

Chile (sistema b inom inal)................................................... „

. 238

Los sistemas electorales tradicionales, 239; Fragmentación y polarización en el sistema de partidos, 240; Los sistemas electorales de la redemocratización, 241

408

ÍNDICE

México (sistema segm entado m a y o rita rio )............................242 Las reformas del sistema electoral en el contexto mexicano, 243; La evo­ lución del sistema electoral, 244; El sistema electoral según la reforma de 1989/1990, 247; El sistema mexicano en comparación, 248

Uruguay (sistema de voto sim ultáneo o de le m a s)............... 249 Los rasgos fundamentales, 249; Origen y evolución del sistema electoral, 251; La clave del funcionamiento del sistema electoral, 254; Resultados y efectos del sistema de votos simultáneo. Ventajas y desventajas, 255; El debate sobre la reforma electoral, 260; ¿Es ‘ exportable” el sistema elec­ toral uruguayo?, 263

Costa Rica (sistema proporcional de circunscripciones plurinom inales v a r i a b l e s ) ............................................................... 265 Los sistemas electorales para presidente y parlamento, 265; El split-voting (voto cruzado), 266; El debate sobre la refonna electoral, 267

Brasil (sistema proporcional de circunscripciones plurinominales variables y voto n o m i n a l ) ................................................267 Los sistemas electorales para presidente y parlamento, 267; Evaluando la representación política, 271

Perú (sistema proporcional y voto de preferencia)

. . . .

273

El sistema electoral presidencial, 273; Elecciones parlamentarias, 275; El voto preferencial, 276; Alternancia y crisis política, 280

Venezuela (sistema proporcional p e rs o n a liz a d o )................281 Los sistemas electorales tradicionales, 281; El split-voting (voto cruzado), 282; El sistema proporcional personalizado, 284

República Dominicana (sistema proporcional y voto de arra stre )........................................................................................... 286 Los sistemas electorales vigentes, 287; El debate sobre la reforma elec­ toral, 288

Sistemas electorales nacionales para las elecciones al Parla­ m ento Europeo (hacia la unificación del sistema electoral) 289 Condiciones legales v desarrollo, 289; Sistemas electorales para la elec­ ción del Parlamento Europeo en los países miembros, 290

Perspectivas de refo rm a............................................................... 293 VIII. Condiciones constitutivas de los sistemas electorales y las reformas electorales........................................................................................... 301 Surgimiento de los sistemas electorales....................................301 Reforma de los sistemas electorales en los países industria­ lizados............................................................................................... 304 Las reformas electorales en Italia y Nueva Zelanda . . . . 309 Italia: del sistema proporcional al sistema personalizado, 310; Nueva Ze­

ÍNDICE

409

landa: del sistema de pluralidad a la representación proporcional perso­ nalizada, 316; Resumen y conclusiones, 320

Reforma de los sistemas electorales en América Latina. . . 322 La reform a electoral en algunos países latinoam ericanos . . 324 Argentina, 324; Brasil, 324; Bolivia, 326; Venezuela, 328; Colombia, 330; Resumen y conclusiones, 331

IX. ¿Tienen los sistemas electorales efectos que se pueden formular como leyes?. . ........................................................................................... 334 “Leyes sociológicas” de D u v e r g e r ............................................334 Rae: confirm ación estadístico-empírica de Duverger. . . . 336 Nueva form ulación de leyes de Duverger por Sartori . . . 337 Posición contraria a la idea de que los sistemas electorales tienen efectos con carácter de l e y ............................................341 X. Sistemas electorales y sistemas de partidos........................................343 Posición de la teoría de la dem ocracia y la discusión sobre el sistema e le c to ra l....................................................................... 343 Criterios de valoración de los sistemas ele c to ra le s................345 Sistemas electorales y m odelos de dem ocracia........................347 Condiciones constitutivas de los sistemas electorales y su im portancia en los efectos de estos sistemas............................349 Desarrollos sociopolíticos y efectos de los sistemas electorales 350 Im portancia del factor “sistema electoral” en la estructura del sistema de p a r ti d o s ............................................................... 352 Sistema electoral y formación de m a y o ría s ............................357 Sistema electoral y cambio en el ejercicio del gobierno . . 360 Sistema electoral y participación e l e c t o r a l ............................364 Apéndice........................................................................................... 367 Sistema electoral y representación de m ujeres........................367 Formas de participación dem ocrática d ir e c ta ........................371 Bibliografía

377

Esta edición, cuya tipografía y form a­ ción realizó José Luis A costa en el Taller de Com posición Electrónica del Fon­ do de Cultura Económ ica, y cuyo d u ­ dado estuvo a cargo de Ricardo Rubio, se term inó de im prim ir en diciem bre de 1994 en Im presora y E ncuaderna­ d ora Progreso, S. A. de C. V. (iepsa), Calz. de San Lorenzo, 244; 09830 Mé­ xico, D. F. Se tiraron 2 000 ejem plares.

PRÓ LO G O

La presente obra trata sobre la relación, siem pre problem ática, entre las norm as legales institucionales del proceso electoral, po r un lado, y, por otro, la com petencia entre los partidos políticos y los resultados electorales. ¿En qué m edida influyen el derecho y ei sistema electoral sobre el sistema de partidos? ¿Se p u eden com probar relaciones con carácter de ley? Para el análisis de estas interrogantes, se presentan puntos de vista teórico-m etódicos y se valoran distintas experiencias históricas, de m anera sistemática y comparativa. Esta obra presenta una introducción a la investigación sobre los sistemas electorales y, al mismo tiem po, presenta u n a nueva base teórica para este cam po de investigación. Las elecciones en los Estados liberales pluralistas constituyen la base em pírica para nuestras observaciones. Por ello, en prim er lugar, se ex­ ponen la im portancia y la función de las elecciones en las dem ocra­ cias pluralistas, distinguiéndolas de las concepciones electorales en otros tipos de regím enes. Posteriorm ente describiremos el desarrollo del derecho electoral; observarem os los requisitos, el desarrollo y las consecuencias de la extensión del sufragio dem ocrático. El punto cen­ tral de la obra es el sistema electoral, que constituye hoy, tras la intro­ ducción del sufragio universal, el elem ento institucional decisivo para la estructuración de las preferencias del electorado y de los sistemas de partidos políticos. Después de aclarar los aspectos fundam entales de los sistemas electorales (¿qué im portancia tienen los sistemas elec­ torales? ¿En qué sentido operan? ¿Cómo se p u eden valorar los efectos posibles de ios sistemas electorales?), y tras exponer las pautas de inves­ tigación, las tipologías y las valoraciones de los sistemas de partidos, tratarem os los elem entos constituyentes de los sistemas electorales y su conform ación así como los problem as de clasificación y valoración de los sistemas electorales. ¿En qué se diferencian los sistemas mayoritarios o de pluralidad de los sistemas de representación proporcio­ nal?, y ¿cuáles son los criterios para valorar sus posibles efectos? De estas explicaciones que tienen gran im portancia para el análisis comparativo de los sistemas electorales, pasarem os al inventario de los sistemas electorales en las democracias pluralistas occidentales en for­ ma comparativa y destacaremos algunos casos im portantes (República Federal de Alemania, Francia, Gran Bretaña) en form a monográfica. 7

8

PRÓLOGO

En este contexto, se estudiarán las condiciones constitutivas y las ten­ dencias de reform a de los distintos sistemas electorales. Los resultados de la presente investigación vinculan, po r un lado, los procesos de desarrollo sociopolítico de diferentes países con la al­ ternativa “elección p o r mayoría o elección proporcional” y, por otro, rem iten la alternativa m encionada al ám bito de controversias acadé­ micas. La opción p o r un sistema electoral, que depende de intereses y con­ diciones sociales (y de su estabilidad a lo largo del tiem p o ), constituye una variable esencial en el análisis de los efectos políticos de los sis­ temas electorales: ¿tuvo razón Maurice Duverger en sus “leyes so­ ciológicas” respecto a los efectos de los sistemas de pluralidad y de re­ presentación proporcional? Giovanni Sartori ha intentado confirm ar lo expuesto por Duverger. ¿Cómo se puede evaluar el intento de for­ m ular los efectos de los sistemas electorales como “leyes sociológicas”? Después de criticar las nuevas leyes de Sartori, se expone lo que científicam ente puede ser afirm ado sobre los efectos de los sistemas electorales, partiendo de u n a am plia base de casos empíricos. El presente estudio recurre a investigaciones realizadas a lo largo de dos décadas. Algunos capítulos incluyen inform aciones básicas y re­ sum en conocim ientos científicos; otros contribuyen a profundizar la discusión científica y esclarecer, prom over o refutar posiciones teórico-metodológicas. En suma, el enfoque histórico-empírico no sólo se precisa en las partes metodológicas del libro que se refieren explícita­ m ente a temas de este o rden, sino asimismo en la m anera de indagar la relación entre sistemas electorales y partidos políticos. Para la edición en castellano se ha ampliado la parte sobre América Latina, correspondiendo a la dem anda de políticos y científicos res­ pecto a mayores conocim ientos sistemáticos sobre esta m ateria en los países de reciente reinstalación de la dem ocracia pluralista. Mis agra­ decim ientos a Michael K rennerich y a Christiane Sonsalla po r su co­ laboración en la segunda versión alemana, a Petra Bendel y Xiomara Navas por la traducción del libro al castellano, apoyadas po r Marta León Rósch y Victoria Suárez. Quisiera agradecer tam bién a Mario F ernández Baeza por la colaboración respecto a los estudios sobre América Latina y, finalm ente, a Martín Lauga por la revisión del texto en la últim a fase de la im presión del libro.

I. C O N C E P T O , IM PO R TA N CIA Y F U N C IÓ N DE LAS E L E C C IO N E S E n l o s Estados m odernos ningún fenóm eno es tan com ún como el de las elecciones, es decir, la designación de representantes a través del voto del electorado. Asimismo, no hay fenóm eno cuya significación real varíe tanto como el de las elecciones. La idea general de la im portancia de las elecciones se refleja, apro­ xim adam ente, en la definición siguiente: las elecciones representan el método democrático para designar a los representantes del pueblo. Las elecciones “tal vez sean lo más aproxim ado al control del gobierno por el pueblo que se pueda alcanzar en la m o d ern a sociedad industria­ lizada de masas móviles” (Milbrath, 1972, p. 154). Si esto es cierto, ¿entonces po r qué se celebran elecciones en todos los países, incluso en aquellos que no son democráticos? He aquí la respuesta: las elecciones representan u n a técnica de designación de representantes. Según esta definición, las elecciones p ueden ser utilizadas en lugar de otras técnicas (designación de representantes m ediante sucesión, por oficio o por nom bram iento), sin tener contenido dem ocrático al­ guno. En consecuencia, las elecciones no son exclusivas de las dem o­ cracias. Recordem os que en las dem ocracias actualm ente existentes, las elecciones se celebraron m ucho antes de que se im pusiera el sufragio universal. Es decir que el uso de las elecciones com o técnica precedió la evolución de las dem ocracias m odernas. Son bien conocidos los sistemas políticos en los que se celebran elecciones y cuyas estructuras no son dem ocráticas. Ese fue, por ejem­ plo, el caso hasta hace poco —en los países de socialismo real, cuyas constituciones consagraban al partido único. Las asambleas representativas de la U nión Soviéti­ ca, H ungría, Rumania, etc., se renovaban con exactitud periódica, m ediante elecciones; —en los países con gobierno autoritario, en los que no se cuestiona la exclusividad del poder en manos de los grupos dominantes. En este contexto podem os citar los casos de Portugal bajo Salazar, Paraguay bajo Stroessner, el sistema autoritario de México o las Filipinas bajo 9

10

CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

Marcos, el régim en militar brasileño hasta mediados de los años ochenta, etcétera. De la realización de elecciones en sistemas políticos democráticos, autoritarios y totalitarios, podem os concluir que a) el concepto de elecciones varía según los sistemas políticos; b) la im portancia de las elecciones difiere de un sistema político a otro, y c) las funciones de las elecciones cambian de sistema a sistema.

C

o n c e p t o d e e l e c c io n e s

La prim era distinción conceptual entre las elecciones en sistemas políticos diferentes está im plícita en el térm ino mismo, pues m ientras en un sistema el elector puede elegir entre varios partidos y tom ar su decisión librem ente, en otro sistema tiene que votar por un partido único, ya que no se perm ite la participación de otros. Para poder ejercer realm ente el sufragio, el elector debe tener oportunidad de elegir y gozar de la libertad de elección. Sólo quien tiene la opción entre dos alternativas, por lo menos, puede ejercer ver­ daderam ente el sufragio. Además, debe tener libertad para decidirse por cualquiera de ellas; de lo contrario, no tendría opción. La oportunidad y libertad de elegir deben estar am paradas por la ley. C uando estas condiciones están dadas, hablamos de elecciones competitivas. Cuando se niegan la oportunidad y libertad de elegir, ha­ blamos de elecciones no competitivas. C uando se limitan, de alguna m anera, la oportunidad y libertad, hablamos de elecciones semicompetitivas. Las elecciones competitivas, en las democracias occidentales, se efectúan siguiendo diferentes principios (procedim ientos) formaliza­ dos. La garantía de esos principios constituye el presupuesto esencial para que se reconozcan las decisiones sobre personas postulantes y con­ tenidos políticos a través de las elecciones, que son vinculantes para el electorado, por parte de los propios electores. Entre estos principios que procuran la capacidad legitim adora de las elecciones, y que gozan al mismo tiem po de u n a im portancia norm ativa para las dem ocracias liberales-pluralistas, podem os citar: 1) la propuesta electoral, que, por un lado, está som etida a los mismos requisitos de la elección (debe ser libre, competitiva) y p o r otro, no puede sustituir a la decisión selectiva del electorado; 2) la com petencia entre candidatos, los cuales se vincu­

CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

11

lan en una com petencia entre posiciones y program as políticos; 3) la igualdad de oportunidades en el ám bito de la candidatura (candida­ tura y cam paña electoral); 4) la libertad de elección que se asegura por la emisión secreta del voto; 5) el sistema electoral (reglas para la conversión de votos en escaños) no debe provocar resultados electora­ les peligrosos para la dem ocracia o que obstaculicen la dinám ica po­ lítica (por ejemplo, producir una sob re r re presentación de la mayo­ ría); 6) la decisión electoral limitada en el tiem po sólo para un periodo electoral. Las decisiones previas no restringen la selección ni la liber­ tad de elección en elecciones posteriores. Este catálogo de principios contiene los rasgos normativos de una concepción liberal pluralista de la democracia. Estos rasgos no corres­ ponden necesariam ente a la realidad, pero deberían servirle de medi­ da. Cabe preguntar, por ejemplo, si el carácter competitivo de la elec­ ción en las dem ocracias pluralistas y la igualdad real de oportunidades de las posiciones políticas básicas en la com petición, hacen justicia a estos postulados. No se debería cerrar los ojos ante la situación em ­ pírica de un pluralismo limitado, de grupos de presión vinculados con el poder, de u n a reducida publicidad, de un contenido política y so­ cialm ente lim itado en las elecciones competitivas formalizadas. Sin em bargo, ante esta problem ática, tam poco se debería p erd er de vista la diferencia de categorías entre elecciones competitivas en las dem ocracias occidentales y las no competitivas en sistemas dictatoria­ les, en los que no se disputa el poder político. Al tipificar las elecciones según el grado de com petitividad que per­ miten, podem os extraer conclusiones acerca de la estructura de un sistema político partiendo de las elecciones. A grandes rasgos pode­ mos establecer: elecciones competitivas — sistemas dem ocráticos elecciones semicompetitivas — sistemas autoritarios elecciones no competitivas — sistemas totalitarios En el fondo, esta diferenciación sólo refleja en form a sistemática lo que quienes están bajo dom inación autoritaria o totalitaria m antienen presente en todos los contextos históricos, a saber: el cambio funda­ mental de un sistema político dictatorial comienza con la celebración de elecciones competitivas. En consecuencia, no se exigen simplemen­ te elecciones, sino elecciones libres. (Véase Sternberger, 1962.)

]2

CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES I m p o r t a n c ia

d e la s e l e c c io n e s

¿Qué im portancia tienen las elecciones en los diferentes sistemas po­ líticos? Elecciones en las democracias occidentales Las elecciones constituyen la base del concepto dem ocrático liberal. Según la teoría dem ocrática liberal, los líderes políticos de un país de­ ben ser designados m ediante elecciones. Este enfoque parte de la es­ trecha relación definitoria en tre elecciones y democracia: sin eleccio­ nes, sin la abierta com petencia po r el po d er entre fuerzas sociales y agrupaciones políticas, no hay dem ocracia. Las elecciones com petidvas constituyen el rasgo distintivo de la dem ocracia y el que nos perm ite distinguirla de otros m étodos políticos (V erb a/N ie/K im 1978: 4).

Las elecciones son la fuente de legitimación del sistema político. Un gobierno surgido de elecciones libres y universales se reconoce como legítimo y dem ocrático. Sin em bargo, la fuerza legitim atoria de las elecciones es más extensa. Las elecciones competitivas son la fuente de legitimación del sistema político. En síntesis, las elecciones son de capital im portancia para las dem o­ cracias occidentales. Como ya indicamos, la im portancia de las elecciones deriva de la teo­ ría dem ocrática liberal. Según ésta, la dem ocracia no acaba con la dom inación política, pero in ten ta controlarla m ediante la división de poderes, la vigencia de los derechos hum anos, el derecho a la oposi­ ción y la oportunidad de la oposición de llegar al poder. El enfoque dem ocrático-liberal se opone al concepto radical de la dem ocracia, que preten d e superar la dom inación del hom bre po r el hom bre. Dado que las elecciones no pueden lograr este objetivo se les atribuye una m enor im portancia. A hora bien, m ientras la viabilidad histórica de la dem ocracia radical queda por dem ostrarse, el concepto liberal se ha realizado am pliam ente en las sociedades industrializadas de Occidente. Las elecciones representan el elem ento central de participación dem ocrática en las dem ocracias occidentales. A unque las elecciones no son sino una form a de participación política entre tantas otras, com o p o r ejem plo la afiliación partidaria, sindical o la participación en manifestaciones, su im portancia es muy especial, pues para la gran

CONCEPTO, IMPORTANCIA YFUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

13

mayoría de la población representan el único instrum ento de partici­ pación en el proceso político. Sólo en algunas dem ocracias liberales existen formas de dem ocracia directa (referéndum o plebiscito) con diferentes alcances (véase A péndice). Según investigaciones empíricas, es cierto que sólo una m inoría ejerce siem pre el derecho —en principio igual para todos— de parti­ cipar activamente en los procesos políticos de selección y decisión. Salvo en situaciones especiales, la gran mayoría de la población per­ m anece políticam ente apática. Y las minorías que sí participan perte­ necen principalm ente a los sectores privilegiados. Pero en las elec­ ciones “la desventaja de los sectores socioeconómicos inferiores es m ucho m enor que en las formas más complicadas de participación ac­ tiva” (Scharpf, 1975, p. 45), por ejemplo, la participación a través de la afiliación a partidos políticos y a grupos de presión, la contienda elec­ toral, los movimientos de iniciativa cívica, etcétera. A unque las elecciones constituyen solam ente u n a de las formas de participación política, su im portancia es indiscutible. Puesto que ofre­ cen a la mayoría de la población la oportunidad de participar, resul­ taría lógico “fortalecer el papel de las elecciones en el proceso políti­ co” (Scharpf, 1975, p. 45).

Elecciones en dictaduras totalitarias Vale recordar, para efectos sistemáticos, la situación política y elec­ toral en los llam ados países del socialismo real, la cual se d erru m b ó a finales de los años ochenta en los países de Europa oriental. En el marxismo-leninismo, el concepto de dem ocracia tiene raíces total­ m ente distintas. Ni la dom inación del partido com unista ni su preten­ sión de liderazgo derivan de las elecciones. Éstas no tienen la función de legitim ar el poder. Tanto la legitimidad del sistema político com o el ejercicio del p o d er p o r un partido único derivan, según la ideología marxista-leninista, de la misión histórica que tiene la clase obrera y su partido, de acuerdo con las leyes objetivas del desarrollo social. En tales condiciones, las elecciones son instrum ento del ejercicio del poder y no su criterio de legitimación. Ellas están sujetas al control absoluto del partido y de los órganos estatales. La oposición no p uede articularse.

14

CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

Elecciones en sistemas autoritarios En los sistemas autoritarios, las elecciones sirven tam bién para reafir­ m ar las relaciones de poder existente. Hasta entrados los años ochenta era inim aginable que el hegem ónico partido mexicano, el Partido Re­ volucionario Institucional ( p r i ) , pudiera p erd er las elecciones presi­ denciales o parlam entarias. A diferencia de las democracias, en los sis­ temas autoritarios el p o d er político no está en ju eg o . Pero a diferencia de las elecciones en sistemas totalitarios, la oposición se puede articular parcialm ente. Puede h ab er partidos de oposición legalizados. La disidencia política se puede manifestar, además, m ediante la absten­ ción electoral. En general, el control sobre el proceso electoral no es perfecto. A unque los resultados electorales no p o n en en d u d a la do­ minación del partido oficial (o de los partidarios oficiales), pueden surtir efecto en la cúpula del p o d er político que, en m uchos casos, se m uestra muy sensible a la variación en el apoyo o rechazo popular. Tam poco hay que olvidar que las elecciones en sistemas autoritarios están m ucho más expuestas a la com petencia de los ideales dem ocráücos, de elecciones libres, que en los sistemas totalitarios. Este hecho se refleja en las frecuentes reform as de las leyes electorales, destinadas a convencer al pueblo de que está avanzando hacia el establecim iento o restablecim iento de la dem ocracia. El México de las décadas pasadas es un buen ejemplo de ello. C uadro 1.

Importancia y función de las elecciones Elecciones semicompetitivas

Elecciones no competitivas

grande

reducida

m ínim a

alta

limitada

ninguna

garantizada

limitada

anulada



no

no



n o se intenta casi nunca

casi nunca o nunca

dem ocrático

autoritario

totalitario

Elecciones competitivas Im portancia en el proceso político Posibilidad de elegir Libertad de elegir Posibilidad de cambiar el gobierno Legitim ación del sistema político Tipo de sistema político

CONCEPTO, IMPORTANCIA YFUNCIÓN DE IAS ELECCIONES F u n c io n e s

15

d e las e l e c c io n e s

Las elecciones cum plen u n a gran diversidad de funciones. En prim er lugar, éstas se distinguen según los tres tipos fundam entales de sis­ temas políticos. Pero en los sistemas dem ocráticos las elecciones tam­ poco cum plen siem pre la misma función.

Funciones de las elecciones competitivas Los enfoques específicos de la teoría dem ocrática determ inan las fun­ ciones principales de las elecciones competitivas, las mismas pueden ser interpretadas com o instrum ento para — expresar la confianza del electorado en los candidatos electos; — constituir cuerpos representativos funcionales; — controlar el gobierno; o como un acto de funciones para simular u n a com petencia entre personas y disimular antagonismos sociales (Agnoli, 1968), y para otor­ gar un po d er pleno a determ inadas personas en la tom a de decisio­ nes, independientem ente del consenso (Offe, 1972). Premisas metateóricas sobre el Estado y la sociedad fundam entan esta asignación de funciones bastante diversas. Las m encionadas posiciones de crítica al sistema representativo tienen el m érito de h ab er vinculado nueva­ m ente la discusión sobre problem as institucionales con los in terro ­ gantes sobre el desarrollo global de la sociedad. Es probable que, en la práctica, se pretenda que las elecciones cum ­ plan no una sola función, sino varias funciones simultáneas, com bina­ das entre sí históricam ente en form a diversa; es decir, tanto la expre­ sión de confianza com o la constitución de cuerpos representativos y el ejercicio de control político, aunque en grado variado. Las funciones específicas de las elecciones d ep en d en de las condi­ ciones sociales, institucionales y políticas. En países socialmente frag­ m entados, las elecciones pueden tener la función de posibilitar la re­ presentación justa de los diferentes grupos socioculturales o de superar políticam ente las divisiones form ando mayorías parlam entarias. En Malasia, por ejemplo, las elecciones deben facilitar la representación de todos los grupos etno-religiosos, garantizando, al mismo tiem po, la form ación de un gobierno mayoritario. Para lograrlo, se intenta limi­ tar la com petencia en tre los partidos. En sociedades más hom ogéneas, las elecciones cum plirían, más

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CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

bien, la función de estim ular la com petencia po r el p o d er entre los partidos políticos. Sin em bargo, po r regla general, éstos sólo podrán com petir para obtener la mayoría si el núm ero de partidos es reduci­ do. En sistemas pluripartidistas, los partidos com petirán para maximizar sus porcentajes de votos respectivos. En principio, hay tres factores estructurales que determ in an las fun­ ciones concretas de las elecciones, a saber: a) La estructura del sistema social: clases; estratificación social, etnias, religión, grupos de presión, y profundidad de los antagonism os sociales. b) La estructura del sistema político: sistema parlam entario o presidencial; si se trata de un sistema parlam entario: predom inio del parlam ento o del gobierno o del jefe de gobierno; organización de Estado: unitaria o federal, compe­ tencia o concordancia com o pauta de conciliación de conflictos. c) La estructura del sistema de partidos: núm ero de partidos políticos, tam año de los partidos, distancia ideológica entre los partidos (véase “Sistemas de partidos”, p. 38). En sociedades relativamente hom ogéneas sin clivajes profundos, con sistema parlam entario y con pocos partidos, las elecciones pue­ den tener las funciones siguientes: — legitimación del sistema político y del gobierno de un partido o coalición de partidos; —-«■expresión de confianza en personas y partidos; — reclutam iento de las elites políticas; — representación de opiniones e intereses del electorado; — ajuste de las instituciones políticas a las preferencias del electo­ rado; — movilización del electorado en torno a valores sociales, metas y program as políticos e intereses político-partidistas; — concientización política de la población m ediante la d eterm ina­ ción de problem as y exposición de alternativas; — canalización de conflictos políticos m ediante procedim ientos pa­ cíficos; — integración de la pluralidad social y form ación de u n a voluntad com ún políticam ente viable; — estím ulo de la com petencia p o r el p o d er con base en alternativas programáticas; — designación del gobierno m ediante form ación de mayorías par­ lamentarias;

CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

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— establecim iento de u n a oposición capaz de ejercer control, y — oportunidad de cambio de gobierno. En sociedades m enos hom ogéneas con sistemas multipartidistas, las elecciones sólo pueden cum plir algunas de estas funciones. Por ejem­ plo, la cuestión del ejercicio del p o d er no se resuelve en las eleccio­ nes, sino posteriorm ente en las negociaciones sobre coaliciones. Sin em bargo, las elecciones competitivas servirán siempre como ins­ trum ento de legitimación dem ocrática del poder.

Fundones de las elecciones no competitivas Las elecciones en los sistemas marxista-leninistas carecen de toda fun­ ción relacionada con la posibilidad de elegir entre candidatos y par­ tidos diferentes. En consecuencia, no p reten d en legitimar o controlar el poder. Pero esto no significa que no tengan función alguna. Como instrum ento de ejercicio del poder, las elecciones no competitivas sir­ ven en la interpretación m arxista-leninista para perfeccionar al socia­ lismo m ediante: — — — —

la movilización de todas las fuerzas sociales; la aclaración de los criterios de la política comunista; la consolidación de la unidad político-moral del pueblo; la m anifestación de la unidad en tre trabajadores y partido, me­ diante participación y aprobación de las listas únicas.

En consecuencia, las funciones de las elecciones no competitivas, en los países sujetos al marxismo-leninismo, están enm arcadas en el concepto que éste tiene de ellas.

Funciones de las elecciones semicompetitivas Las elecciones semicompetitivas abarcan diferentes situaciones his­ tóricas de elecciones que no son com pletam ente liberal-occidentales ni absolutamente represivas del disenso político. Sus funciones se orien­ tan más hacia las elecciones competitivas que hacia las no com petiti­ vas y, además, están más expuestas al ideal democrático de com petencia política. A unque en las elecciones semicompetitivas no se cuestiona el poder, las elites gobernantes las interpretan com o fuentes de legiti­ mación. Se pretende crear la apariencia de condiciones democráticas,

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CONCEPTO, IMPORTANCIA Y FUNCIÓN DE LAS ELECCIONES

no tanto hacia adentro, donde la oposición suele conocer perfecta­ m ente los límites de su acción polídca, sino más bien hacia afuera, ante la opinión pública internacional. Estas elecciones pueden relajar las tensiones internas, m ostrar la existencia de una oposición y, en ciertos casos, generar reajustes en el aparato de poder. En consecuen­ cia, las elecciones semicompetitivas sirven para estabilizar los regí­ m enes autoritarios. Esta función principal se apoya en las funciones específicas ya m encionadas, a saber: — — — — —

el la el la el

intento de legitim ar las relaciones de poder existentes; distensión política hacia adentro; m ejoram iento de la im agen hacia afuera; manifestación (e interpretación parcial) de fuerzas opositoras; reajuste estructural del poder a fin de afianzar el sistema.

D ebido a las grandes diferencias entre los casos, las funciones de las elecciones semicompetitivas deben ser estudiadas según los países y los regím enes respectivos.

II. D E R E C H O ELECTO RA L: R E Q U ISIT O S , D ESA RR O LLO Y C O N SEC U EN C IA S D E LA E X T E N S IÓ N D EL SU FRA G IO D E M O C R Á T IC O

S o c ie d a d e s

in d u s t r ia l e s o c c id e n t a l *

La d e m o c r a c i a liberal y pluralista en los Estados occidentales indus­ trializados se basa en el reconocim iento del sufragio universal, igual, directo y secreto. La designación dem ocrática de las autoridades políticas, constitucionalm ente establecidas — en particular del parla­ m ento, y en sistemas presidenciales tam bién del presidente— consti­ tuye, junto con los derechos de expresión, de reunión, de asociación y de libertad de prensa, el principio fundam ental de las democracias m odernas. Los derechos de participación política del ciudadano son hoy —desde el punto de vista normativo— irrefutables, pero tuvieron que im ponerse a lo largo de un extenso proceso histórico. El hecho de que se ejerza periódicam ente el sufragio, con el fin de una renovación política de los órganos representativos en los diferen­ tes niveles, no implica el ejercicio de todos los derechos de participa­ ción política. Sin em bargo, las elecciones — com o ya se ha indicado— constituyen la form a más im portante de participación instituciona­ lizada y, a la vez., la form a de participación en la que se manifiestan en m enor grado las distorsiones socioestructurales. A continuación nos interesa, ante todo, el proceso de extensión del derecho de sufragio universal e igual, en cuya evolución ha aum enta­ do continuam ente el nivel de participación política de la población. Este proceso de difusión no sólo tiene im portancia desde el punto de vista histórico. Los actuales sistemas de partidos en la mayoría de los países surgieron duran te la expansión del derecho de sufragio, el cual pasó de un electorado num érica y socioes truc tu ral m ente pequeño y limitado a un electorado integrado potencialm ente por la totalidad de la población adulta. A partir de las im portantes investigaciones realizadas p o r S te i n Rokkan, se considera indispensable estudiar a fondo los diferentes proce­ sos de interrelación com pleja para explicar la estructura de los actua­ les partidos competitivos en los países occidentales industrializados. 19

20

DERECHO ELECTORAL

Por un lado, la extensión del derecho de sufragio es u n a variable dependiente y sus causas están vinculadas con dos procesos: prim ero, el proceso de la revolución industrial, del desarrollo de fuerzas pro­ ductivas, de la m arcada diferenciación social (clase media, clase obre­ ra) y de la reivindicación de un movimiento obrero que vio en la lucha por el derecho de sufragio la clave para alcanzar u n a sociedad nueva e igualitaria (Lipset, 1983, p. 6): segundo, el proceso de la de­ nom inada “revolución nacional” a través del nation-building m ediante la inclusión de grupos de población cada vez más amplios en la uni­ ficación del Estado nacional, o com o fruto del canje del d eb er de de­ fensa nacional de la población contra la am enaza externa. Por otro lado, la difusión del derecho de sufragio (como variable in­ dependiente) influye sobre la estructura de los sistemas de partidos, que fueron concebidos bajo las condiciones históricas específicas de cada país; sus factores explicativos fundam entales e interrelacionados son: el m om ento de avance de la extensión del derecho de sufragio, los cambios socioeconómicos y la flexibilidad de las elites, com o res­ puesta a la creciente exigencia de participación de las clases bajas.

Principios del derecho electoral Los principios del derecho electoral han sufrido un cambio concep­ tual e histórico-jurídico. Se debe considerar, por consiguiente, no sólo si el sufragio era universal, sino tam bién lo que se enten d ía por “uni­ versal”. En el siglo xix, el concepto de sufragio universal com prendía sólo el derecho de sufragio masculino. Hoy existen para las elecciones dem ocráticas cuatro principios básicos, los cuales están claram ente definidos y pueden ser confrontados con las norm as históricas del de­ recho de sufragio. Los principios fundam entales del derecho de sufra­ gio universal, igual, directo y secreto tienen po r lo general rango cons­ titucional. Sufragio universal Esta form a jurídica significa que, en principio, todo ciudadano tiene el derecho de elegir y ser elegido independientem ente de sexo, raza, lengua, ingresos o propiedad, profesión, estam ento o clase social, edu­ cación, religión o convicción política. Este principio no es incom pati­ ble con la exigencia de otros requisitos com o una determ inada edad, ejercicio de la ciudadanía (nacionalidad), residencia, posesión de las

DERECHO ELECTORAL

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facultades m entales y de los derechos civiles así com o de la plena ca­ pacidad jurídica. Desde una perspectiva histórica se pueden distinguir, en lo esencial, tres modos de restricción del derecho de sufragio: 1. Por medio de la exclusión directa de determ inados grupos de la población, por ejem plo de minorías étnicas o religiosas, de per­ sonas que se encuentran en situación de dependencia, mujeres, etcétera. 2. Por limitación o imposición de un censo (sufragio censitario) te­ niendo que probar una cierta propiedad, o el pago de determ i­ nados impuestos, o tener determ inados ingresos. 3. La exigencia de una cierta educación (censo de educación) bajo la form a de un a educación prim aria form al o de ejercicio de una profesión (sufragio capacitario). Como m ínim o, estas restriccio­ nes significaron la exclusión de los analfabetos. El principio del sufragio universal puede verse afectado tangencial­ m ente a través del límite de edad para sufragar, por ejem plo cuando es excesiva la diferencia entre la mayoría de edad y la edad para ejercer el sufragio.

Sufragio igual Este principio implica que la influencia del voto de todos los electores es igual, y no debe ser diferenciada en razón de propiedad, ingresos, capacidad impositiva, educación, religión, raza, sexo, u orientación po­ lítica. Se postula bajo este principio de igualdad de sufragio, la igual­ dad cuantitativa de los votos de los electores. El principio de sufragio igual es incom patible con todas las formas de voto plural, de clase, o de casta: i) en el voto de clase o de casta se subdivide el electorado en grupos de m arcada diferenciación num érica, que eligen un núm ero fijo de diputados. 2) En el voto plural, se diferencia la cantidad de vo­ tos de que dispone cada elector m ediante el otorgam iento de votos adicionales a determ inados grupos de personas (terratenientes, jefes de familia, etcétera). El principio de sufragio igual es relevante tam bién para la organi­ zación de las elecciones, especialm ente en el ám bito de la distribución de las circunscripciones electorales. Para que la igualdad cuantitativa de los votos perm anezca garantizada, se debe tener cuidado en la distri­ bución de las circunscripciones electorales con el fin de lograr, por

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DERECHO ELECTORAL

ejemplo, una relación igual entre la población (o el electorado) y el núm ero de diputados que deben ser elegidos en relación con la pro­ porción nacional (clave de la representación). Como ha sostenido co­ rrectam ente K. H. Seifert (1976, p. 50). el postulado de la igualdad del voto es “hoy (en las dem ocracias occidentales), prácticam ente el más im portante de todos los principios del derecho electoral”.

Sufragio secreto Este principio exige que la decisión del elector, en form a de emisión del voto (hoy por lo general m ediante u n a boleta electoral), no sea conocida por otros. El principio de voto secreto se opone a todas las formas de emisión abierta (voto po r escrito) o emisión pública (por m ano alzada o aclamación). Con el fin de garantizar el voto secreto, se han introducido hoy en la organización electoral la cabina electoral, las boletas oficiales opacas, las urnas electorales selladas, etcétera. Sufragio directo En elecciones directas o inm ediatas, el elector mismo determ ina a los titulares de los escaños; p o r el contrario, en las elecciones indirectas o mediatas, el cuerpo interm edio (colegio electoral) es previam ente elegido y se encuentra entre el elector y tos diputados. Se debe distin­ guir entre elección indirecta formal (el colegio electoral está obligado a respetar el voto del elector prim ario) y elección m aterialm ente indi­ recta (el colegio electoral no tiene ese com prom iso y elige a los titu­ lares de escaños según propio ju ic io ).

Sufragio libre También se encuen tra en las constituciones, aunque esporádicam en­ te, el principio de la libertad de elección. Como se ha expresado más arriba, la libertad de elección es u n a exigencia fundam ental de la elección misma; sin ella no existiría en absoluto u n a elección. Es dis­ cutible, si el principio im plica más de lo que los otros principios ya im­ plican. De todas m aneras, si se le da valor propio al principio de liber­ tad de elección, éste significa “que el acto de la emisión del voto debe ser ejercido sin coerción y sin presión ilícita” (BVerfGP 44, 125). Por otra parte, vale reconocer la alta im portancia del concepto de elec­

DERECHO ELECTORAL

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ciones libres en los procesos de dem ocratizacón o redem ocratización de los sistemas políticos. Proceso de imposición del sufragio democrático La difusión del sufragio universal e igual (one man/person, one vote, one valué) se desarrolló de form a muy diferenciada en los distintos países industriales occidentales. El proceso tuvo lugar a lo largo de un siglo: antes de 1848 no existía en ningún país el sufragio universal masculi­ no. El sufragio dem ocrático se estableció inm ediatam ente después de la segunda G uerra M undial en todos los países con pocas excepciones (en Suiza, las mujeres perm anecieron excluidas del derecho electoral C u a d ro 2.

Democratización del sufragio en 22 países de la o c .d e a Sufragio universal ■masculino

A lem an ia ( r f a ) A ustralia A ustria Bélgica C an ad á D in am arca E sp añ a F in lan d ia F ran cia G ran B retañ a G recia Irla n d a Islan d ia Italia Japón L u x em b u rg o N o ru e g a N ueva Z elanda Países bajos P o rtu g al Suecia Suiza

1869/1871 1903 1907 1919 1920 1915/1918 186 9 /1 9 0 7 1906 1848 1918 1877 191 8 /1 9 2 2 1915 191 2 /1 9 1 8 1925 191 8 /1 9 1 9 1897 1889 1917 1911 1921 184 8 /1 8 7 9

Sufragio universal femenino 1919 1908 1918 1948 1920 1918 1869/1931 1906 1946 1928 1952 1918/1922 1915 1946 1947 1919 1913 1893 1919 1974 1921 1971

:i Prim era introducción; no se consideran derogaciones posteriores del sufragio universal {como en España 1936-1976) y restos del sufragio lim itado (com o en Australia respecto de los aborígenes, quienes apenas en 1962 lograron el derecho de sufragio). Fuente: S tern b erg er/V o g el/N o h len , 1969, N olilen, 1978.

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DERECHO ELECTORAL F i g u r a 1. 1848

Evolución del sufragio en algunos países industrializados 1860

1872

1884

1896

1908

H20

i----- 1------1------1------1____I___ i ■y///////a

Bélgica

voto secreto hombres mayores de 30

hombres sufragio obligatorio

i

1944

1976

_I_

»_

mujer sufragio limitado sufragio universa]

voto secreto plural sufragio universal

hombres

Dinamarca

1932

abierto, igual hombres Alemania (imperio)

sufragio universa]

voto abierto hombres

sufragio masculino

sufragio universa]

Francia

Gran Bretaña

Italia

Suecia

voto secreto, plural, para Cámara Alta hombres

TOW plural para Cámara Alta

hombres

igual

S. U.

S. U.

España

Canadá

EL'A

sufragio univ. masculino

sufragio . universal

abierto abierto secreto secreto plural igual plural igual desigual Barra más amplia = extensión del sufragio. S. U. = sufragio universal G.C. = Guerra Civil

Fuente: Rokkan-Svásand, 1978, p. 40, en N ohlen, 1984, p. 26.

DERECHO ELECTORAL

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hasta 1971; en la España franquista dom inó hasta 1975 la idea del sufragio orgánico; en Portugal no se elegía dem ocráticam ente). En com paración (ver cuadro 2), se pueden distinguir los países que intro­ dujeron muy tem prano el sufragio universal masculino (Francia, Ale­ mania, Suiza, en determ inadas épocas España, Nueva Zelanda). Algunos países (Australia, Finlandia, Austria) no introdujeron el su­ fragio universal masculino sino hasta inicios de la prim era G uerra Mun­ dial, los otros aun du ran te o inm ediatam ente después de ella, tanto es así que en 1920 el sufragio universal masculino ya existía en todos los países industrializados occidentales. Antes de 1900, sólo en Nueva Ze­ landa gozaban del derecho de voto las mujeres; al com ienzo de este siglo también en Finlandia y Noruega. Después de la prim era G uerra Mundial la mayoría de los Estados introdujeron tam bién el sufragio fem enino (algunos al mismo tiempo el sufragio universal masculino). Sólo en una serie de países latinos predom inantem ente católicos, se concedió el sufragio a la m ujer recién después de la segunda G uerra Mundial (Francia, Italia, Bélgica, Portugal, España; el ya m encionado caso particular de Suiza). La gradual supresión de las limitaciones del derecho de sufragio in­ cluyó, por lo general, todos sus principios a la vez hasta alcanzar fi­ nalm ente el nivel de sufragio dem ocrático. Se destacan los casos diver­ gentes de Prusia y Bélgica. En Prusia se mantuvo el sufragio desigual, indirecto y público a través del sufragio de tres clases ju n to con el sufragio universal prevaleciente en el Im perio. En Bélgica se forta­ leció la desigualdad del valor del voto con la am pliación del sufragio. Excepto en Prusia, hasta la prim era G uerra M undial, el sufragio direc­ to y secreto pudo im ponerse en todos los países. Si se presta atención al m odelo de desarrollo del sufragio dem o­ crático elaborado po r Rokkan (1970), no sorprende que finalm ente fuera Gran Bretaña el último país que, con la supresión del electorado universitario (1948), elim inara el sufragio desigual: “El m odelo inglés, lentam ente, paso a paso, amplió el derecho de sufragio sin retornos, pero con largos periodos de reconocim iento formal de desigualdades, y el m odelo francés tem prana y rápidam ente introdujo el derecho de ciudadanía universal e igual, pero con frecuentes retrocesos y con una tendencia hacia el aprovecham iento plebiscitario para lograr apoyo de las masas” (Kohl, 1982, p. 487). Los distintos países p u eden ubi­ carse entre estos dos extremos. Por lo general, fueron los partidos obreros los que exigieron y lo­ graron el sufragio universal. No obstante, no se deberían ignorar ex­ cepciones com o la de Bélgica, donde du ran te largo tiem po los socia­ listas votaron contra el sufragio fem enino, va que temían el voto

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DERECHO ELECTORAL

conservador de las mujeres. La dem ocratización del sufragio a través del referéndum ha dem ostrado ser poco funcional. En este contexto, no sólo se considera el ejem plo de Suiza, donde se negó repetidam ente el sufragio fem enino, sino tam bién el de Dina­ marca, donde en 1969 el electorado se expresó contra la disminución de la edad electoral a 18 años, la cual sólo fue aceptada diez años más tarde por u n segundo referéndum . C u a d r o 3.

Participación política en 20 países de la o c d k , en elecciones entre 1850-1989

hasta 1869

1870 1890

1891 1913

1918 1930

J931 !940

1945 1959

1960 1969

1970 1979

1980 1989

Bélgica

1.7a

D inam arca Finlandia Francia Grecia G ran Bretaña Irlanda Islandia Italia C anadá L uxem burgo Países Bajos Noruega •\ustria Portugal R. F. de Alemania Suecia Suiza España Estados U nidos

5.3

1.8 10.1

22.1 12.2

28.5 50.9

22.4 15.0

1.0

4.9

53.4 61.4 54.8 46.7 54.0 43.9 45.8 51.9 62.2 43.2 53.4 56.0 54.2 61.2 62.1 61.7 62.8 31.5 49.8 37.1

66.7 65.4

21.5 18.0 12.1

58.6 51.5 48.0 49.1 47.1 57.2 45.4 47.5 60.3 42.6 56.7 53.3 54.4 62.6 11.6 58.4 53.2 20.4

57.3 58.7

21.2 10.0 5.5

27.8 40.4 32.8 23.3 16.4 47.6 39.6 32.1 17.7 33.2 47.8 41.9 42.6

2.0 2.4 0. 5.Ü 15.7 1.0 5.0 16.5h

5.3 47 1.0 5.0 18.3 2.2 12.7 3.9

12.1 10.2 5.3 19.6 12.7 20.2 17.7 6.2 53.7 10.9 12.1 15.8 18.5b

55.0 6.4 54.0 38.8 21.2 13.4 25.5

:s5.2 23.8 i 7.2 47.2 45.1 50.2 40.0 47.2 M).i 8.6 58.1 46.4 22.1 ?6.7 £5.6

39.1

53.9 45.2 54.0 51.2 45.1 50.4 60.5 42.0 58.6 54.6 56.1 62.5 13.1 60.9 16.8 38.1

63.8 51.9 66.8 57.2 47.4 62.4 72.3 51.8 51.8 63.0 62.8 65.6 56.1 62.4 65.1 26.5 56.9 34.5

* Votos em itidos en % de población; se tom a la cifra más alta en el periodo indicado. b 1873. Fuente: S te rn b erg e r/ V ogel/ NoUlen, 1969; V anhancn, 1976, N ohlen, 1978, 1981.

Los pasos reales hacia la ampliación del sufragio se pueden com­ probar m ejor com parativam ente m ediante datos em píricos cuantita­ tivos, ya que las norm as legales cualitativas pueden representar pro­ gresos de participación muy distintos, dep en d ien d o de las diferentes estructuras sociales en los respectivos países. (Asimismo el proceso de

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industrialización podía tener efectos reductores sobre el cuerpo electo­ ral si se m antenían norm as censitarias económicas invariables.) Ade­ más del núm ero de los electores potenciales en porcentaje de la po­ blación adulta, el núm ero de votos en porcentaje de la población total (el llam ado gross ratio of voting participation y reproducido en el cua­ dro 3) sirve com o otro indicador im portante, que sin em bargo tam­ bién m uestra la participación electoral. De este modo, en la com pa­ ración de datos se debe tener en cuenta que en algunos países existe (o existió) una form a de sufragio obligatorio (Bélgica, Italia; hasta 1970: Países Bajos). Por otra parte se debe considerar que —según el grado de movi­ lización social y política de las clases a las que se otorgó el derecho de sufragio— el derecho de sufragio y la participación electoral evolucio­ nan en contrasentido; esto significa que, frente a un núm ero poten­ cialm ente más alto de electores, la participación electoral disminuye. Sin em bargo, el indicador aquí considerado es el que m ejor dem ues­ tra la “participación electoral com o un acto de participación política”. A la vez, dem uestra el “grado de movilización política, condicionado por las realidades institucionales y las costumbres individuales” de la población (Kohl, 1982, p. 480).

Causas y consecuencias de la ampliación del derecho de sufragio El núm ero de variables que deben ser consideradas para un análisis causal sistemático de la am pliación del derecho de sufragio es muy alto, com o ya se ha dicho más arriba. Entre los factores relevantes de­ ben contarse: grado y tiempo de industrialización, cambios de la estruc­ tura social, procesos migratorios, diferenciaciones en las relaciones socioculturales (etnias, religiones), tradiciones políticas (más repre­ sentativa o más absolutista), cambios constitucionales (parlam entarización, capacidad de adaptación de las elites), como tam bién pro­ cesos de secesión y guerras. Ya la relación entre industrialización y am pliación del derecho de sufragio varía en alto grado según cada país; sobre todo los desplazam ientos de secuencia entre los dos proce­ sos son de gran im portancia para la form a de integración de las clases sociales a las que se extendió el derecho de sufragio. Ya que no se puede com probar ninguna vinculación directa entre el grado de industrialización y la fuerza del movimiento obrero o del Partido Socialista, no se puede desarrollar ningún m odelo general para ese ám bito limitado de factores causales relevantes en la exten­ sión del sufragio. La fuerza de los socialistas finlandeses, que llegaron

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DERECHO ELECTORAL

al gobierno en 1916, no resultó, por ejemplo, del grado o de la rapi­ dez de la industrialización, ni de la introducción relativamente tem ­ prana del sufragio universal, sino de la continuidad de la form ación de conflictos en la sociedad del siglo xix, dividida en cuatro clases. Tam poco es unívoca la relación entre dem ocratización del sufragio y la parí am en tarización del régim en político, las dos corrientes decisi­ vas de los cambios constitucionales en Europa a partir de la Revolu­ ción francesa. En Gran Bretaña, donde existía un derecho electoral limitado y, por lo tanto, una representación relativam ente hom ogénea de los intereses sociales, se logró la responsabilidad parlam entaria del gobierno. A partándose de esta regla, la parlam entarización del régi­ m en político en Suecia y Alemania, sólo pudo im ponerse después de la dem ocratización del derecho electoral La intervención específica e histórica de esos factores en el proceso de cambios sociales y político-constitucionales (sim ultánea o no simul­ tánea, o como secuencias desplazadas) tuvo consecuencias duraderas para: 1) la capacidad de integración del sistema político y el recono­ cim iento de las decisiones allí tomadas, 2) la estructura de la com ­ petencia política entre partidos, 3) la distancia ideológica entre los ac­ tores políticos y las pautas de resolución de conflictos políticos. Allí donde un fuerte movimiento obrero ya existente tuvo que lu­ char por el derecho al sufragio universal, los partidos obreros se carac­ terizaron por su orientación radical hacia la lucha de clases, m ientras que en aquellos otros lugares, donde los movimientos obreros tenían un acceso más factible a los derechos de participación política, se m ostraron más bien reformistas y más dispuestos a colaborar con los partidos burgueses. Lipset (1983, p. 9) dem uestra la segunda línea de desarrollo sobre todo con el ejem plo de los países escandinavos (Di­ nam arca, N oruega, Suecia). Un proceso similar de integración se puede observar también en Gran Bretaña. D entro de un contexto cíe am pliación paulatina del derecho de sufragio (véase “La extensión del derecho de sufragio y sus efectos políticos”, pp. 15755; y del sistema de pluralidad, los libe­ rales estaban dispuestos a establecer acuerdos electorales con el movi­ m iento obrero (Labour Representation Committee), esto resulta com pren­ sible sobre todo si se considera que, de c ualquier forma, parte de la clase obrera (denom inada working class conservatives) votaba desde un principio a favor del partido burgués-conservador. En el Im perio Alemán, por el contrario, se com binó el derecho de sufragio universal con una rigurosa represión contra los socialistas, y el derecho de su­ fragio fue funcionalizado bajo el gobierno de Bismarck, a favor de los intereses conservadores agrarios, “esperando p o d er movilizar al elec­

DERECHO ELECTORAL

29

tor en el cam po —que se consideraba incapaz o m anipulabie pero, de todas formas, dependiente— contra la oposición burguesa (en el sen­ tido del desarrollo industrial, y si se quiere tam bién progresista)” (Schultze, en Büsch, 1980, p. 129). Una consecuencia sustancial de la extensión del derecho de sufra­ gio fue el ascenso de los partidos obreros, algo que sin em bargo no cuestionó los fundam entos del rule of capital (comp. T herborn, 1977). Por el contrario, el conflicto básico en la sociedad se transfirió al sis­ tema político, apaciguándose consecuentem ente. Ju n to a la línea de conflicto socioestructural también se tornó signi­ ficativa para la representación política la línea de conflicto sociocultural, ya que para reflejar la estructura social del electorado los par­ tidos políticos optaron po r la representación proporcional. Como la integración del movimiento obrero en los países anglosajones se de­ sarrolló en form a diferente, allí no surgió en un inicio la exigencia de un cambio del sistema electoral. Bajo las condiciones del sufragio universal y de un principio de re­ presentación estable, pudieron “congelarse” (Lipset/Rokkan) duran­ te varias décadas las estructuras del sistema de partidos siguiendo los clivajes sociales al final de la prim era G uerra Mundial.

A

m é r ic a

L a t in a

En la historia política de América Latina, las elecciones no han tenido el mismo significado que en Europa. Con el com ienzo de la indepen­ dencia, en el prim er tercio del siglo xix, se discutieron y aprobaron, por cierto, constituciones que estipulaban la designación de los órga­ nos superiores por medio de elecciones. Solam ente Brasil siguió sien­ do una m onarquía hasta finales del siglo. Pero el gobierno constitu­ cional tuvo que im poner prim ero, contra el ejercicio dictatorial del poder, el procedim iento de la elección contra m étodos violentos de alcanzar el poder político. Hasta el presente, ha seguido siendo la in­ estabilidad política, que se expresa en la constante alternancia entre dictadura y democracia, la característica más saliente de la historia po­ lítica de América Latina. De allí que las pocas excepciones hayan podido sobresalir especialmente: Chile y Uruguay, antes del derrum be de la dem ocracia al com ienzo de los años setenta; Costa Rica y Vene­ zuela (desde 1958). Frente a ellos se encuentra una serie de países en los cuales la dem ocracia apenas ha tenido alguna oportunidad: los países de Centroam érica (fuera de Costa Rica) y Paraguay. Pese a esto, por lo general los regím enes autoritarios no han renunciado a las

30

DERECHO ELECTORAL

elecciones. Por esto, u n a segunda característica de la región reside en que las elecciones tengan diversas funciones y significados, que cam­ bian según sea el tipo de régim en y la fase de desarrollo político en que se encuentre. En otra parte hem os tratado más de cerca la políti­ ca electoral: la adjudicación de funciones determ inadas a elecciones que no son de naturaleza liberal-pluralista y que se dan en el contexto de sistemas sem iautoritarios y autoritarios (véase “Elecciones en sis­ temas autoritarios”, p. 14). El m enor significado de las elecciones en la historia política global de América Latina, y su diferenciada ejecución con fines de creación de seguridad y legitim idad para los regím enes autoritarios, ha conducido a que los problem as de la organización de las elecciones para asegurar los principios constitucionales y jurídicos del derecho a voto universal, igual y secreto, no se hayan solucionado sino muy tarde y, en algunos países, no hayan sido resueltos satisfactoriamente hasta ahora. Estos problem as en la organización de las elecciones (una tercera caracte­ rística de las elecciones latinoam ericanas), han contribuido, así, a dis­ m inuir su capacidad legitim adora y a que sus resultados hayan podido ser puestos en duda, justa o injustam ente. A m enudo los resultados electorales has sido falsificados verdaderam ente. Asimismo, suele cues­ tionarse su resultado con el argum ento no com probado de abuso po­ lítico. La diferencia categórica entre po d er legítimo, aquí poder de­ m ocráticam ente legitimado, y el po d er de facto, ha sido muy poco valorada com o para motivar reformas que podrían haber limpiado el proceso electoral de posibilidades y prácticas de m anipulación. U na gran parte de los problem as de la representación política que hoy existen en países latinoam ericanos en proceso de re dem ocratización, se refieren a la organización electoral. Sólo recientem ente se ha co­ m enzado a realizar investigaciones comparativas en esta área proble­ mática (véase Jaram illo /L eó n Roesch, 1989). Cuando preguntem os sobre los efectos de los sistemas electorales volveremos con frecuencia al otro rasgo. /\jnérica Latina es g obernada presidencialm ente y a las elecciones presidenciales se les asigna clara­ m ente un mayor significado. La m entalidad política en estos países se orienta por com pleto al ejecutivo y su elección. Las elecciones parla­ mentarias son secundarias y en algunos países son organizadas de ma­ nera tal que a veces ni siquiera se inform a sobre ellas, o, a lo menos, se inform a sólo de m anera incompleta. La investigación comparativa, para p o d er analizar todos sus aspectos, requiere en todo caso de datos cronológicos en serie seguros (time-series-dates). Sólo recién se ha reunido la estadística electoral de América Latina (N ohlen, 1993) y ya pode­ mos recurrir en este libro a los resultados de este muy costoso proyecto.

DERECHO ELECTORAL

31

En algunos países de A mérica Latina, el derecho a sufragio univer­ sal masculino se introdujo en el último tercio del siglo xix. No obs­ tante, hay que considerar que, a m enudo, este derecho sólo figuró en la letra de las constituciones, sin que las elecciones desem peñaran al­ gún papel im portante en el proceso de la conquista del poder. Al res­ pecto, podría m encionarse aquí com o ejemplo el caso de Venezuela, donde existe desde 1864 el derecho a sufragio universal masculino. A pesar de ello, sólo a partir de la segunda mitad de este siglo pudo de­ cidirse a través de elecciones sobre las relaciones de poder. Las m u­ jeres obtuvieron el derecho a sufragio a partir de los años treinta, en algunos países sólo a partir de los años cincuenta y sesenta. En países con altas tasas de analfabetos, el reconocim iento del derecho a voto de este sector constituyó, tam bién, una fecha histórica im portante. En Ecuador, Brasil y Perú, el reconocim iento del derecho a voto de los analfabetos se hizo recién en el marco del proceso de dem ocratización de los años setenta y ochenta. Los datos reunidos en el cuadro 4 se re­ fieren al establecim iento jurídico-legal de los principios del derecho a C u a d r o 4.

Desarrollo del derecho electoral en América Latina

Derecho electoral, de acuerdo con su introducción Voto universal Hombres

Mujeres

País A rg en tin a Boíivia 1952 Brasil 1932 Chile 1925 C olom bia 1853/1936 Costa Rica 1913 E cu ad o r 1861 El Salvador 1883 G uatem ala 1865 H o n d u ra s 1894 M éxico N icaragua 1893 Paraguay 1870 P erú 1931 R. D o m in ican a 1865 L' ruguay 1918 1894 V enezuela

Analfa­ betos

Voto se­ creto

Voto obli­ gato­ rio

1912 1952 1932 1949 1957 1949 1929 1939 1945 1954 1958 1957 1967 1955 1932 1946

1952 1988 1925

1978

1979

Introducción de la repre­ sentación proporcional 1912

1956 1932

1932 1925 1853 1925 1861 1950 1956 1894

1932 1893 1945 1961 1946 1960

1932 1925 1853 1925 1861 1950 1956 1894

1962 1967 1931 1962 1918 1946

1984 1990 1931 1924 1915 1958

1962 1967 1931 1962 1918 1946

32

DERECHO ELECTORAL

sufragio universal para hombres, mujeres, analfabetos, voto secreto, obligatorio o no, y sistema de representación proporcional. No se toma­ ron en cuenta las interrupciones producidas po r regím enes de facto. Debe llamarse la atención de que casi todos los países latinoam eri­ canos han introducido el voto obligatorio. Pese a ello, su violación por lo general no tiene consecuencias de im portancia. Sin em bargo, esto no ha m odificado m ucho el hecho de que la participación electoral sea en América Latina más bien baja. El cuadro 5 ofrece la participa­ ción electoral, esto es, la cantidad de votos em itidos en relación con la población total; se eligió en cada caso el valor más alto por década. Considerando los problem as de rupturas dem ocráticas y de estadística electoral, las cifras sólo pueden m ostrar tendencias. C om parada con E uropa o los países industrializados, la dem ocrati­ zación del sufragio en América Latina no estuvo vinculada con la in­ dustrialización y el cambio social. Por u n lado, no hubo procesos de industrialización similares, o, en todo caso, se iniciaron m ucho des­ pués, sin que —salvo pocas excepciones— hayan podido dejar atrás la fase de subindustrialización. El surgim iento de estructuras económ i­ cas heterogéneas contribuyó a petrificar las estructuras sociales, las cuales m odificaron la im portancia del sufragio universal y de las elec­ ciones. En síntesis, el sufragio universal no era el instrum ento para rom per las relaciones de poder reales. Con la redem ocratización de los años ochenta, América Latina intenta o tra vez, con el voto com o instrum ento, un desarrollo dem ocrático y social que mejore las con­ diciones de convivencia, de gobernabilidad y de pleno respeto a los derechos hum anos en la región.

C u a d ro 5.

Participación política en Ammca Latina 1910-1990

País

1910 1920

1920 1930

1930 1940

1940 1950

1950 1960

1960 1970

1970 19S0

1980 1990

A rgentina Bolivia Brasil Chile C olom bia Costa Rica C uba E cu ad o r El Salvador G uatem ala H aití H o n d u ra s M éxico N icaragua P an am á Paraguay Perú R epública D o m in ican a U ruguay V enezuela

9.0 n.d.

8.5 n.d.

12.3 n .d .

13.6 n.d.

43.0 4.1

44.5 27.4

52.3 37.2

52.8 26.6

8.5 6.9 10.9 13.0 n.d. n.d. n.d.

5.2 11.1 14.8 10.5 n.d. n.d. n.d.

7.0 5.9 14.5 24.9 3.0 16.0 n.d .

8.9 9.5 17.6 37.1 3.3 18.0 12.5

12.9 17.8 22.7 15.9 8.6 34.9 14.7

17.9 16.4 32.0 n.d. 17.8 17.1 11.5

36.8 19.1 33.2 n.d. 24.9 22.0 12.3

25.0 47.4 n.d. 22.0 33.2 24.9

11.8

13.1

n.d.

19.1

15.6

27.7

22.4

37.5

n.d. n.d. n.d. n.d.

12.7 n.d. 8.5 n.d.

18.6 n.d. 11.0 n.d.

17.3 23.6 n.d. n.d.

19.2 27.6 15.8 14.9

29.4 24.0 32.9 18.8

36.4 43.3 32.6 25.4

39.8 32.1

12.1 n.d.

13.8 n.d.

19.7 n .d .

28.5 n.d.

38.3 40.1

44.8 38.1

61.0 40.5

69.8 39.2

1 Votos válidos Porcentajes de los votantes en elec ciones nacionales en relación con la población. N om enclatura: Las cifras corresponden a los años dentro de u n decenio; es decir a=01, b=02, c=03, etcétera. Fuente: Nolilen, 1993.

35.2

III. SISTEM AS ELEC TO RA LES Y SISTEM AS DE PA R TID O S P O L ÍT IC O S : U N A IN T R O D U C C IÓ N AL PRO BLEM A C O N CARÁCTER O R IE N T A D O R

C

o n c e p t o s b á s ic o s

Los s is t e m a s electorales contienen, desde el pu n to de vista técnico, el m odo según el cual el elector manifiesta a través del voto el partido o el candidato de su preferencia, y según el cual esos votos se convierten en escaños. Los sistemas electorales regulan ese proceso m ediante el establecim iento de la distribución de las circunscripciones, de la for­ m a de la candidatura, de los procesos de votación y de los m étodos de conversión de votos en escaños. Los sistemas electorales constituyen u n a parte del más extenso con­ cepto del derecho electoral, el que, sin em bargo, en sentido estricto puede ser entendid o sólo como el requisito legal del derecho de ele­ gir y de ser elegido. Básicamente, los sistemas electorales pueden clasificarse según dos principios: el principio de la elección mayoritaria y el principio de la elección proporcional. Pero esa distinción no está sujeta a las reglas técnicas, sino a las funciones y a las intenciones políticas de los sis­ temas electorales m ediante los cuales se transform a, de m odo específi­ co, la cantidad de votos (data of votes) en escaños parlam entarios (parliamentary seats). Esta distinción no ha perdido vigencia alguna, aun cuando las afirma­ ciones —entre otros de Hermens, 1941; Duverger, 1959— sobre los efec­ tos que ejercen los tipos básicos de sistemas electorales en la estructu­ ración del sistema de partidos ya no pueden ser sostenidas hoy en día. Los sistemas de partidos se analizan según su estructura “consi­ derando características tales com o núm ero de partidos, su tamaño, fuerza política, posición y la constelación estratégica que form an en­ tre ellos. Tal análisis no excluye la posibilidad de estudiar, desde un punto de vista dinám ico, los cambios de estas características que se producen a lo largo del tiempo, ya sea individualm ente o resaltando la relación en tre ellas; y, de ser posible, explicarlas desde u n a perspec­ tiva estructural” (E. W iesendahl, Parteiensystem, en: N ohlen/Schultze, 1985, p. 667). El sistema electoral representa u n a variable para ex34

SISTEMAS ELECTORALES Y SISTEMAS DE PARTIDOS POLÍTICOS

35

plicar las características de la organización y del funcionam iento de los sistemas de partidos.

A specto s

f u n d a m e n t a l e s y e n f o q u e s d e in v e s t ig a c ió n

DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

En el debate político y científico sobre los sistemas electorales y su relación con los sistemas de partidos, los aspectos más im portantes y controvertidos son: la im portancia de los sistemas electorales, sus efec­ tos políticos y su valoración. Estos aspectos representan las tres dim en­ siones del debate, siem pre actual a nivel internacional, en torno a los sistemas electorales y a los sistemas de partidos políticos.

¿Qué importancia timen los sistemas electorales ? La im portancia del sistema electoral para el sistema de partidos y el sistema y desarrollo político de un país es un tema sobre el cual discre­ pan tanto los politólogos como los políticos. ¿Tiene el sistema electo­ ral mayor im portancia que otros factores institucionales tales como el sistema de gobierno (por ejem plo ia relación entre los poderes le­ gislativo y ejecutivo)? ¿Es el sistema electoral más im portante que los factores sociopolíticos tales como la estructura social o los patrones dom inantes de canalización de conflictos? Para algunos estudiosos de la materia, el destino de la dem ocracia depende del sistema electoral aplicado. Así, atribuyeron el hu n d i­ m iento de la República de Weimar en Alem ania al sistema de repre­ sentación proporcional (H erinens, 1941). Tal interpretación es, sin duda, exagerada, pues pasa po r alto el hecho de que, por lo general, los factores determ inantes del desarrollo político son múltiples y de origen muy variado. En consecuencia, los intentos de establecer rela­ ciones m onocausales conducen casi siem pre al error. Pero tam poco es sostenible la posición opuesta, defendida con frecuencia, según la cual los sistemas electorales tienen poca im portancia. Esta es invalida­ da por un sinnúm ero de pruebas empíricas. El efecto de los sistemas electorales sobre el proceso de form ación de voluntad política se puede com probar fácilm ente en los resultados electorales. Analicemos, po r ejemplo, la constitución de mayorías par­ lamentarias. Con m ucha frecuencia las mayorías parlam entarias de un partido se deben al efecto desproporcional de los sistemas electorales al convertir votos en escaños.

36

SISTEMAS ELECTORALES Y SISTEMAS I)E PARTIDOS POLÍTICOS

Tam bién podríam os p reguntar qué partidos con representación parlam entaria se hacen cargo del gobierno. Observamos que, con fre­ cuencia, no es el partido que obtuvo más votos el que form a el gobier­ no (solo o aliado con otros partid o s). Hay sistemas electorales capaces de perm itir que el segundo y tercer partidos superen al prim ero en fuerza parlam entaria y que form en el gobierno en contra de éste. Por otra parte, hay sistemas electorales cuyo efecto es que el segundo par­ tido —según votos obtenidos— form e el gobierno porque supera al prim ero en escaños parlam entarios (véase “Sesgo”, p. 80). Podemos afirm ar entonces que los sistemas electorales son im portantes para el proceso de form ación de voluntad política y para la transferencia de p oder (típicam ente m ediante escaños parlam entarios). Los sistemas electorales orientan las actitudes y los resultados electorales.

¿En qué sentido operan los sistemas electorales ? Los efectos concretos de los sistemas electorales son un tem a aún más incierto y controvertido que el de su im portancia. ¿Cuáles son los efec­ tos de los sistemas mayoritarios o de pluralidad? ¿Cuáles, los de la repre­ sentación proporcional? ¿Es cierto que los sistemas electorales fom en­ tan y /u obstaculizan la integración del electorado, la concentración del sistema de partidos, la estabilidad política, el cam bio de gobierno, etcétera? Los autores funcionalistas, fijándose en el parlam entarism o británico, atribuyen tales efectos únicam ente al sistema de pluralidad, es decir, al sistema de mayoría relativa con circunscripciones uninom inales. En cambio, los sistemas de representación proporcional se aso­ ciaron con tales efectos políticos com o la desintegración, atomización partidista, la inestabilidad política, etcétera. De los efectos políticos de los sistemas electorales hay más supuestos que conocim ientos científicam ente fundados. Generalizaciones com o las arriba citadas, que no tienen fundam entos empíricos, son cuestio­ nadas a m enudo. Em píricam ente se puede com probar que los sistemas de repre­ sentación de mayorías no facilitan siem pre la integración ni el cambio de gobierno. M ucho depende de la consideración de las condiciones sociales y políticas concretas de cada caso. Incluso, b2

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DI. LOS SISTEMAS ELECTORALES

No obstante, podem os afirm ar lo siguiente: Existen dos estrategias de gerrymanderingdestinadas a neutralizar el caudal electoral del adversario, a saber: la mezcla del electorado o de la form ación de “bastiones”. Ambas estrategias se aplicaron en la fase inicial de la V República en Francia, cuando De Gaulle quería reducir al mínimo la represen­ tación política de los comunistas. D onde la mezcla de zonas urbanas y rurales no prom etía éxito en la neutralización de los votos com unis­ tas, se mantuvo el m étodo de form ación de bastiones, ya tradicional en Francia, para limitar las posibilidades electorales de los com unis­ tas. La representación desigual de las áreas urbanas y rurales y el m é­ todo del gerrymandering produjeron la mayoría gaullista. En 1986 se le im putó, nuevam ente, a la coalición gubernam ental la arbitraria distribución de las circunscripciones, cuando al introducir otra vez la mayoría absoluta reform ó la distribución de 1958 (Le Monde, 30.10.1986). Sin em bargo, esta vez la reform a poco éxito (ver resulta­ dos electorales del 5 y 12 de ju n io de 1988). El gerrymandering apunta conscientem ente a la m anipulación del resultado electoral. Cierto que la form a en que lo aplicó mister Gerxy es objetable políticamente, pero el m étodo se usa ahora como en el pasado aunque de m anera más sutil, a fin de aprovechar la distribución geográfica del electorado en favor de un partido político. Tamaño de las circunscripciones electorales y efecto proporcional Por tam año de la circunscripción electoral no entendem os la exten­ sión geográfica de la misma, sino la cantidad de escaños que le corres­ ponden. En ciertos casos, la proporción de diputados po r circunscrip­ ción electoral puede d eterm in ar de m odo decisivo los efectos de un sistema electoral. El tam año de las circunscripciones electorales determ ina el efecto proporcional de un sistema electoral. Según el criterio del tamaño, podem os distinguir dos tipos de circunscripciones: la circunscripción uninom inal y la circunscripción plurinom inal. En las circunscripcio­ nes uninom inales sólo es posible aplicar el principio de decisión por mayoría (absoluta o relativa), m ientras que las plurinom inales tam­ bién perm iten la aplicación del principio de decisión proporcional. Ahora bien, la categoría “circunscripción plurinom inal” es poco precisa, pues abarca todas las circunscripciones con más de un dipu­ tado por elegir. En la práctica encontram os circunscripciones plurino­ minales de todos los tamaños. En la mayoría de los casos, la división

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

53

del electorado en circunscripciones plurinom inales lleva a un núm ero variable de escaños po r circunscripción (circunscripción plurinominal variable). En algunos casos el núm ero de escaños es siempre igual (circunscripción plurinom inal uniform e). La uniform idad de las cir­ cunscripciones plurinom inales puede llevar a definir los sistemas elec­ torales según el tipo de circunscripción, com o es el caso del sistema uninom inal, del sistema binom inal o del sistema trinom inal. El ta­ m año invariable de la circunscripción es la característica básica del sis­ tema electoral y determ ina en buena m edida el efecto que tenga so­ bre la representación. Esto queda dem ostrado en el caso del sistema binom inal por su efecto inverso al del sistema uninom inal: el binominalismo invariable no favorece a la mayoría, sino a la minoría, o me­ jor dicho a la segunda mayoría. Sólo cuentan los votos de las dos ma­ yorías más altas. El segundo partido en votación puede igualar al par­ tido mayoritario en cuanto a escaños, siem pre y cuando obtenga más de la mitad de los votos del partido más votado. Es decir: un partido que obtenga en una circunscripción más del tercio de la votación, ob­ tendrá un escaño al igual que el partido que obtenga casi dos tercios de la votación. El sistema binom inal tiene efectos mayoritarios (o reductivos respecto a los demás partidos) y distorsionadores al mismo tiempo, en detrim ento del partido mayor. En com paración con el bi­ nominal, el trinom inal restituye la ventaja “n atu ral” del partido ma­ yor. Su efecto tam bién es mayoritario (o reductivo), como veremos más adelante. Para determ inar los efectos de las circunscripciones plurinom inales variables, es necesario definir subtipos, a saber: circunscripciones pe­ queñas, medianas y grandes, con las características siguientes: N ú m. de escaños por circunscripción

2-5 6-10 10 y más

Subtipos de drcunscripciones p lu rinom inales

circunscripción pequeña circunscripción m ediana circunscripción grande

Podemos establecer la regla siguiente: Cuanto más pequeña es la circunscripción electoral, m enor es el efecto proporcional del sistema electoral; esto significa que dism inu­ yen las posibilidades electorales de los partidos pequeños. En las circunscripciones de tres escaños (trinom inales), el porcen­ taje m ínim o de votación para obtener un escaño es del 18 por ciento. En una circunscripción de nueve escaños, un partido tiene la oportu-

54

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

nidad de ganar u n o de ellos con m enos del 9 por ciento de los votos. El gráfico reproducido abajo muestra la relación directa en tre el ta­ m año de la circunscripción y el efecto proporcional. FIGURA 2. Umbral de representaáón y tamaño de las circunscripciones electorales

número de escaños por circunscripción (m)

El área rayada, producto del cálculo según fórm ulas diferentes, re­ presenta el porcentaje m ínim o de los votos en u n a circunscripción que necesita un partido para obtener un escaño. De hecho, esta p ro ­ porción m ínim a funciona com o “um bral” de representación, que se reduce al aum entar el núm ero de escaños disponibles en una circuns­ cripción. Entre el tam año de la circunscripción electoral, el “um bral” de representación y el efecto proporcional existe la relación siguiente: Tamaño de la circunscripción pequeña m ediana grande

Umbral de representación

Efecto proporcional

alto medio-alto bajo

bajo medio-alto alto

Figura 3. Distribuáó n de escaños según la fórm ula proporcional D'Hondt , en circuns cripciones electorales de tamaños diferentes Partido A, 450 votos (= 45%)

Partido B, 350 votos (= 35%)

Partido C, 200 votos (= 20%)

N úm ero de candidatos electorales (% de escaños) C ircunscripción 1 escaño C ircunscripción 2 escaños Circunscripción 3 escaños C ircunscripción 4 escaños

i II Ü

ii

C ircunscripción 5 escaños

H

Circunscripción 7 escaños

iii ti Di iii

Circunscripción 9 escaños

C ircunscripción 15 escaños

«ii

100%

50%

66.6%

50%

40%

42.8%

44.4%

46.6%

i

C ircunscripción 32 escaños

illlt

iiiii iiiii

46.8%



i i i ii iii ii i ii iii







50%

-----



33.3%





0

i

25%

40%

I

20%

42.8%

i

14.3%

25%



33.3%

33.3%

Ü

ii i

Iiiii iiiii i iiiii i 34.4%

22%

20%

15%

56

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

Al reducir el tam año de las circunscripciones electorales, se aum en­ ta la desproporción entre votos y escaños. Inversam ente, se refuerza el efecto proporcional de un sistema electoral al aum entar el tam año de las circunscripciones electorales. Lo anterior perm ite cam biar radicalm ente los efectos de un sistema electoral dentro de la misma fórm ula proporcional. Incluso es posible que la m era variación del tam año de las circunscripciones convierta un tipo básico de sistema electoral en otro: La elección en circunscripciones trinom inales equivale a la repre­ sentación por mayoría. Ejemplos: a) Elecciones en circunscripciones pequeñas El caso más ilustrativo de elecciones en circunscripciones pequeñas es el sistema electoral irlandés, frecuentem ente citado, desde otro punto de vista, como el sistema de voto único transferible (single transferable vote) y denom inado “representación proporcional en circuns­ cripciones pequeñas”. La distribución de circunscripciones evolucio­ nó como sigue: Ley electoral

Distribución de circunscripciones (a y b)

a 9 8 7 1923 1935 1947 1961 1969 1974 1980

b b b b b b b

1 3 5 3

-



-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

Súm . total de circunscrip.

5

4

3

9 8 9 9 2 6 15

4 8 9 12 14 10 13

8 15 22 17 26 26 13

Núm. total de escaños

30 34 40 38 42 42 41

153 138 147 144 144 148 166

a = n úm ero de escaños p or circunscripción (= tam año le las circunscripciones) b = n úm ero de las circunscripciones electorales

A través de las reform as electorales a partir de 1923 y hasta 1969, se aum entó el núm ero de circunscripciones electorales, reduciendo así su tam año. En el grupo de las circunscripciones pequeñas, se incre­ m entó la cantidad de las trinom inales (tres escaños disputados). Aun­

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

que el sistema de voto único transferible facilita la elección de inde­ pendientes, la distribución de las circunscripciones electorales im pide la atomización de partidos. En las circunscripciones pequeñas, no hay más que tres partidos con posibilidad de ganar escaños. La estabilidad del sistema de partidos de Irlanda, com puesto por F ia n tm Fail, F ine G aely el Partido Laborista, confirm a esta regla. En es­ tas condiciones, el partido más fuerte puede obtener la mayoría parla­ m entaria con menos de 46 po r ciento de los votos. El sistema electoral favorece entonces la formación de mayorías parlamentarias, efecto que, por supuesto, puede ser contrarrestado m ediante acuerdos electora­ les entre los partidos (véase “Irlanda [single transferable vote ]'\ p. 230). b) Elecciones en circunscripciones de diferentes tamaños

La mayoría de los países donde las elecciones se realizan en circuns­ cripciones plurinom inales, se caracteriza por la variación de su tama­ ño. En otras palabras, encontram os a la vez circunscripciones peque­ ñas, medianas y grandes. La variación del tam año puede ser enorm e, com o lo dem uestra el cuadro siguiente: C u a d r o 7. Variación del ta m a ñ o de las circunscripcionesa

País

A rg en tin a A ustria Bélgica Costa Rica D inam arca E spaña F in lan d ia Italia P ortugal R epública D om inicana Suecia V enezuela

Escaños en la circunscripción más pequeña

Escaños en la circunscripción más grande

9 6 2 4 2 1 1 1 1 2 2 1

70 35 33 21 19 33 22 55 55 31 28 37i:

Dalos de los años ochenta. b Antes de la reform a de 1989.

La com binación de circunscripciones electorales de diferentes tamaños produce un efecto de representación proporcional limitada

58

ELEMENTOS CONFIGURADOS V EFECTOS DL LOS SISTEMAS ELECTORALES

a nivel nacional. En otras palabras, el efecto no es muy proporcional debido a las circunscripciones pequeñas y m edianas, ni es tam poco exageradam ente concentrador de partidos, puesto que las circuns­ cripciones grandes no perjudican prácticam ente a los partidos pe­ queños. Ahora bien, la diferencia en el tam año de las circunscripciones d en ­ tro de un sistema electoral establece condiciones diferentes para la representación de los grupos políticos. Los partidos pequeños tienen pocas posibilidades de conquistar escaños en las circunscripciones pe­ queñas y m edianas. En consecuencia, centrarán sus esfuerzos en las circunscripciones grandes, salvo en los casos donde se practica un se­ gundo cóm puto de votos con asignación de escaños a nivel nacional. Pero es aún más im portante recordar que, tam bién en estos casos, la distribución regional de los votos de un partido puede tener influen­ cia decisiva en el resultado electoral.

Distribución regional de las circunscripciones con tamaños diferentes Aun cuando la proporcionalidad se aplique de m anera correcta, pue­ den presentarse distorsiones significativas de la representación políti­ ca que resultan de la distribución de las circunscripciones electorales. Tales distorsiones son productos accidentales de la distribución de los diferentes tam años de las circunscripciones en el territorio nacional. Este fenóm eno es consecuencia de la variación de la densidad poblacional que encontram os en casi todos los países y que es reforzada por los procesos m igratorios de las zonas rurales a las urbanas. Si el tam año de las circunscripciones electorales varía — como es norm al en los casos en que no se establecen circunscripciones u n in o ­ minales— definiéndose ios límites con arreglo a la división adm inis­ trativa (por ejem plo, cada provincia representa u n a circunscripción electoral), las grandes aglom eraciones se convierten en circunscrip­ ciones grandes, m ientras que en las zonas rurales prevalecen las cir­ cunscripciones pequeñas y medianas. Esto tiene las consecuencias si­ guientes: En las aglom eraciones, la aplicación de la fórm ula proporcional se traduce en representación casi proporcional (los segundos, terceros y cuartos partidos obtienen u n a proporción de escaños que corres­ ponde a la proporción de sus votos), m ientras que en las circunscrip­ ciones pequeñas y m edianas de las zonas rurales no se produce una representación proporcional, sino que sale favorecido el partido ma­ yoritario.

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

59

P artiendo del supuesto — realista— de que los partidos progresistas tienen sus bastiones en las áreas urbano-industriales, m ientras que los partidos conservadores son fuertes en las zonas rurales —situación que podem os observar en m uchos países— , com probam os u n a clara ventaja para los conservadores. Estos se benefician en sus bastiones de las circunscripciones electorales pequeñas y medianas, donde sacan proporcionalm ente más escaños que votos, m ientras que aprovechan, al mismo tiempo, la distribución proporcional de los escaños en los bastiones del partido contrario, donde las circunscripciones elec­ torales son grandes. El esquem a que presentam os a continuación resum e dos secuen­ cias de argum entos que parten de la densidad poblacional: Estructura demográfica

Circuns­ cripciones

Efecto propüráonal

Bastiones

Ventaja relativa

Aglomeraciones urbanas

grandes

alto

Partido conservador

Zonas rurales

pequeñas y media­ nas

bajo

Partido progre­ sista Partido conserva­ dor

-

Partido conservador

Las aglom eraciones urbanas, donde se establecen circunscripciones electorales grandes y se produce un efecto proporcional alto, son gene­ ralmente bastiones de los partidos progresistas, lo cual favorece a los par­ tidos conservadores tanto como su fuerza relativa en las zonas rurales. En térm inos del resultado electoral, la distorsión se refleja en el he­ cho de que el partido dom inante en las áreas urbanas requiere más votos para la misma cantidad de escaños que el partido dom inante en las zonas rurales. El efecto de la distribución desigual de los tam años de las circuns­ cripciones —producto casual que, desde luego, podría ser contra­ rrestado— hace que, con la misma cantidad de votos, un partido —el conservador— obtenga más escaños que el otro, el progresista, como se desprende de las tablas siguientes: Partido

Votos

Escaños

Partido

Votos

Escaños

A B

37% 32%

40% 40%

A B

34.5% 34.5%

43% 37%

60

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DF. LOS SISTEMAS ELECTORALES

Ejemplos: a) Islandia. En 1915 se introdujeron circunscripciones plurinom i­ nales en los centros urbanos, dom inados po r el Partido Independien­ te ( p i ) , m ientras que en las zonas rurales, dom inadas po r el Partido Progresista ( p p ) , de orientación agrariocooperativista, se conservaron las circunscripciones uninom inales. Como consecuencia de este cam­ bio, el p p ganó casi todas las circunscripciones uninom inales partici­ pando tam bién proporcionalm ente de los escaños disputados en la ca­ pital, Reykjavik. El efecto político de tal situación se desprende de la relación entre votos y escaños: A ño electoral

Votos (%) Escaños (%)

1931

1934

1937

pp

pi

pp

pi

35 54

45 35

22 30

42 41

pp

pi

25 39

41 34

El pi salió gravem ente perjudicado, pues en 1931 y 1937, el p p lo aventajó con creces en escaños, aunque conquistó menos votos. Se intro­ dujeron varias reform as destinadas a elim inar la distorsión, entre ellas una com pensación de escaños, pero sólo el ajuste de los tamaños de las circunscripciones acabó con las fallas t n la representación política. b) España. La ley electoral de 1977 estableció circunscripciones elec­ torales idénticas a las provincias. En las aglom eraciones de M adrid y Barcelona se establecieron más de treinta escaños, m ientras que algu­ nas circunscripciones rurales no pasaron del tam año pequeño o me­ diano. Además, las circunscripciones pequeñas fueron favorecidas por la norm a según la cual cada circunscripción debía abarcar un mínimo de tres escaños y que la distribución de los escaños adicionales a esta cantidad m ínim a se debía hacer con arreglo a la proporción de habi­ tantes en las circunscripciones. Ambas norm as tienen el mismo efecto de beneficiar al partido que saca mayor cantidad relativa de votos en 1\s zonas rurales. El efecto se acumula. La representación desigual favorece a las zonas rurales y, en A ño electoral

1977 UCD

Votos (%) Escaños (%)

34.8 47.1

1979 PSOE

29.4 33.7

UCD

PSOE

35.5 47.7

30.8 34.6

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

61

consecuencia, al partido conservador, quien tam bién saca provecho de las circunscripciones electorales rurales más pequeñas que las ur­ banas. (véase España, p. 223). De este modo, la U nión del Centro De­ mocrático (uco) logró una relación entre votos y escaños m ucho más favorable que el Partido Socialista O brero Español ( p s o l ) . * C a n d id a t u r a

En el ám bito de !a candidatura tenem os la distinción básica entre la candidatura unipersonal y la lista o plancha.1 Pero, contrariam ente a lo que m uchos suponen, la personalidad del candidato puede dom i­ n ar más en la lista que en la candidatura individual. Las diferentes for­ mas de lista y de votación otorgan al elector mayor o m enor influencia en la selección de los candidatos. Según la form a de la lista, el votante puede escoger su candidato preferido entre los aspirantes de su par­ tido preferido, o tam bién entre los de otros partidos . La lista cerrada y bloqueada sólo perm ite al elector votar en bloque por un partido. El orden de los candidatos es establecido p o r los gre­ mios de los partidos. La lista cerrada y bloqueada hace a los diputados más dependientes de sus partidos. Por otra parte, perm ite a los par­ tidos planificar la composición de sus grupos parlam entarios: exper­ tos, representantes de grupos de presión, o mujeres. La lista cerrada y no bloqueada perm ite que el elector decida quién (es) debe(n) representar al partido. Los organismos partidistas se li­ m itan a estructurar la decisión. El diputado sabe que no tiene sólo el respaldo de su partido, sino tam bién el apoyo personal y político de los electores que m arcaron con una cruz su nom bre en la lista del partido. En consecuencia, se siente m enos dependiente de su partido. La lista abierta perm ite al elector pasar po r encim a de las fronteras partidistas y configurar su propia lista. La lista elaborada p o r el parti­ do representa solam ente una propuesta. Del breve análisis anterior se desprende claram ente que las formas de la lista afectan básicamente la relación entre el elector y el candida­ to /d ip u ta d o y la relación entre éste y su partido. En cambio, la form a de la candidatura tiene m enor significado para las relaciones de fuerza en tre los partidos. Beneficios y desventa­ jas se distribuyen entre los partidos de form a igual e in d ep en d ien te­ m ente de su tamaño. *Estos efectos se producen sólo en coincidencia con ciertas condiciones estructurales del sis­ tem a de partidos políticos. F.n los años ochenta, estas condiciones no se daban en España. 1 Esta d enom inación se da en algunos países com o Venezuela, Colombia, etcétera.

62

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

La evaluación de las formas de la lista po r los partidos varía y, en lo esencial, está condicionada po r el contexto histórico: los partidos de integración de masas tienden más bien a la lista cerrada y bloqueada, mientras que los partidos identificados con las asociaciones de nota­ bles del siglo xix favorecen más bien la lista cerrada y no bloqueada. En m uchos países, donde se utiliza la lista cerrada o bloqueada, exis­ te una discusión casi perm anente sobre la form a de lista y su reforma. En España y en América Latina, se aboga po r la lista no bloqueada en función de m ejorar las relaciones entre elector y elegidos, el grado de conocim iento de su representante p o r parte del votante, y la respon­ sabilidad del representante frente a sus electores (accountability). Sin em bargo, la lista no bloqueada, en los pocos países donde funciona a nivel nacional, recibe críticas igualm ente num erosas y a veces muy se­ veras (cuando se la vincula como factor causante, por ejem plo en Uruguay, del fracción al ismo interno de los partidos, o en Brasil del al­ to núm ero de votos en blanco o nulos debido a la com plejidad del voto nom inal, o en Perú, con el alto gasto de los candidatos en com­ petencia intrapartido en la cam paña electoral, y finalm ente con la co­ rrupción política, com o en los casos de Italia, Jap ó n y P erú ). (Véase también “C om paración de los efectos polídcos”, p. 111.)

P r o c e d im ie n t o s

d e v o t a c ió n

Los procedim ientos de votación con gran frecuencia están relaciona­ dos estrecham ente con la form a de la lista. El cuadro 8 com prueba esta vinculación. En la página siguiente se presentan los distintos procedim ientos de votación. En los procedim ientos que divergen de la form a más simple, el voto único, se trata, en últim a instancia, de un voto ponderado del elector — objetivo inicial en la teoría de la representación proporcional. Esta intención se ha hecho realidad más notoriam ente en la repre­ sentación proporcional sin lista con voto único transferible, el llama­ do single transferable vote, utilizado en Irlanda (véase “Irlanda [single transferable vote] ”, p. 230). En este caso sí aparecen efectos del proce­ dim iento de votación sobre el sistema de partidos y las relaciones de fuerza. Los partidos de segundo y tercer rango p ueden influir en la votación preferencial m ediante recom endaciones a los electores, de tal form a que ju n to s logran superar al partido mayoritario en núm ero de escaños.

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES C

uadro

8.

63

Combinaciones de formas de lista y procedimientos de votación

Formas de lista

Procedimiento de votación

— Lista c e rra d a y blo q u ead a: ei o r­ d e n d e los can d id ato s es fijo.

— El elector tien e u n voto y vota p o r la lista en co n ju n to .

— Lista c e rra d a y n o b lo q u ead a: el o rd e n d e los can d id ato s p u e d e ser m odificado, ya sea m e d ia n te votos p referen ciales o m e d ia n te re u b ic a ­ ción e n la lista.

— El electo r tien e u n voto p o r un c an d id ato . C on éste p u e d e variar el o rd e n de postulación d e la lista.

— Lista abierta: lib re reu b icació n d e los ca n d id a to s d e n tro d e la lista y e n ­ tre ellas.

— El electo r tiene dos votos com o m ín im o (u n o p o r la lista y u n o p o r el ca n d id a to ), o tan to s votos com o candidatos p o r elegir. El electo r p u e ­ d e acu m u lar varios votos en favor de u n can d id ato (acumulación). —El electo r tiene varios votos y p u e ­ d e c o n fig u rar “su ” lista a p a rtir de los candidatos propuestos p o r los par­ tidos (panachage).

Las experiencias de otros países (Finlandia, Países Bajos, Austria, etc.) dem uestran que los electores tienden a no hacer uso del voto preferencial o que las modificaciones son tan difíciles de lograr que los efectos de las listas cerradas y no bloqueadas o de las listas abiertas sobre la composición partidaria del parlam ento son insignificantes. La lista representa más bien u n a posibilidad para el elector de influir en la selección de candidatos de su partido y con ello influir respecto a las personas que com ponen el parlam ento, m odificando el orden de la lista partidaria m ediante su voto preferencial: influencia teórica­ m ente posible en circunscripciones electorales grandes. Por otra parte, el voto preferencial puede tornarse im portante en la com petencia interna de los partidos. Puede influirla o incluso inten­ sificarla, si se trata de u n a com petencia estructuralm ente establecida, es decir, principalm ente en aquellos partidos en los que el enfrenta­ m iento entre sus grupos internos es fuerte o está casi instituciona­ lizado. Así ocurrió por ejem plo en Italia, donde la Dem ocracia Cristiana (cuyas fracciones frecuentem ente adquirían características de partido d entro del mismo partido) en las elecciones al Parlam ento Europeo de 1984 presentó u n a lista en u n a circunscripción electoral con un

64

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DI , LOS SISTEMAS ELECTORALES

núm ero considerablem ente mayor de candidatos al nú m ero de es­ caños que realm ente podía esperarse obtener. En este caso, se confió al elector, m ediante voto preferencial, la decisión sobre la lucha inter­ na partidaria (Bardi, 1985, p. 309). A continuación vamos a definir sólo los distintos procedim ientos de votación: — Voto único: cada elector tiene un voto. — Voto preferencial: m ediante su voto, el elector puede expresar su preferencia por un candidato determ inado. — Voto múltiple: el elector tiene varios votos o tantos com o los es­ caños disputados en su circunscripción. — Voto múltiple limitado: el núm ero de votos po r elector es infe­ rior al de los escaños disputados en la circunscripción. — Voto alternativo: el elector puede indicar segundas, terceras y cuartas preferencias. — Acumulación: el elector puede acum ular varios votos en favor de un candidato. — Panachage: el elector puede repartir sus votos en tre los candida­ tos de listas diferentes. — Sistema del doble voto: el elector tiene dos votos, uno po r el can­ didato de un partido a nivel de la circunscripción uninom inal, y otro por la lista de un partido a nivel de circunscripción plurinom i­ nal, sea ésta una asociación de circunscripciones correspondiente a un Estado, un departam ento o u n a provincia. — Voto simultáneo: el elector vota con un solo voto en función de dos o más decisiones.

C o n v e r s ió n

de v o t o s ln escaños

Después de la distribución de las circunscripciones electorales, la con­ versión de votos en escaños representa el segundo m ecanism o más im­ portante para la configuración del resultado electoral. Las fórm ulas que se aplican para convertir votos en escaños tienen a m enudo efectos políticos decisivos. Baste recordar las norm as sobre barreras legales que limitan la participación de los partidos en la asig­ nación de escaños, o el cóm puto escalonado de votos en algunos sis­ temas con sus grandes posibilidades para favorecer a ciertos partidos peijudicando a otros. Podem os afirmar, entonces, que el resultado electoral dep en d e de la técnica de conversión de votos en escaños. En este contexto hay que ver un efecto doble:

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

65

1) el efecto de la conversión de votos en escaños, y 2) el efecto sobre el com portam iento electoral. Ejemplo: un partido pequeño expuesto al riesgo de no superar el porcentaje m ínim o necesario de los votos, no sólo es peijudicado de hecho por la barrera legal, sino tam bién en térm inos psicológicos, ya que el elector tem e p erd er su voto y prefiere entonces dárselo a otro partido. Barreras legales Se usa el térm ino “barrera legal” cuando la participación de los par­ tidos, en la asignación de escaños, depende de que éstos obtengan un m ínim o de votos (sea en relación con votos válidos emitidos) o ganen escaños (directos en las circunscripciones). C ontrariam ente a las ba­ rreras fácticas que existen en los diferentes tam años de las circuns­ cripciones, la b arrera legal está determ inada p o r ley. Resulta im portante si la b arrera legal com prende todo el territorio electoral (un partido debe lograr el porcentaje de votos exigido en todo el país) o sólo la circunscripción. Tam bién es im portante en qué fase del procedim iento de asignación de escaños se aplica la barrera legal: en el prim ero, segundo o posteriores procedim ientos de asig­ nación de escaños. De ello d ependen los efectos de la barrera legal. Barrera legal que existía en los siguientes países, en 1994: País

%

A lem ania

5

A rgentin a D inam arca

3 2

E spaña Israel Italia Ja p ó n L icchten stein N ueva Z elanda Sri L anka Suecia

3 1.5 4 4 8 4 12.5 4

Forma de utilización A nivel n acio n al o g a n a r 3 circu n scrip cio n es u n in o m in a le s En la circu n scrip ció n A nivel nacional p a ra p articip ar e n el segundo p ro c e d im ie n to d e asignación d e escaños En la circu n scrip ción A nivel n acio n al A nivel n acio n al A nivel n acio n al —

A nivel n acio n al E n la circu n scrip ción a nivel nacional (o 12% en la circunscripción)

66

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

El porcentaje y la form a de aplicación de la barrera legal tienen im­ portancia para la clasificación de los sistemas electorales d en tro de los subtipos de sistemas de representación proporcional (véase ‘Tipos de sis­ temas de representación proporcional”, p. 102). Acerca de los efectos políticos de la barrera legal en los diferentes países se puede decir que: En la República Federal de Alemania, la existencia de u n a barrera legal ha tenido cierta im portancia, ya que aceleró el proceso de con­ centración en los grandes partidos, redujo las oportunidades de re­ presentación de los partidos pequeños y limitó las posibilidades de partidos nuevos de establecerse políticam ente (sin excluirlos po r com­ pleto, com o se temió antes del éxito electoral de los verdes). La barre­ ra del 5% ha contribuido a consolidar el sistema de partidos existente (véase Alemania: “Barrera legal”, p. 207). El mismo objetivo se persigue en Suecia, es decir, la estabilización del espectro partidario existente. En España, la limitación real de la representación proporcional, a raíz de la distribución de las circunscripciones electorales, es m ucho más significativa que las consecuencias de la barrera legal, cuyos efec­ tos se pueden presentar sólo en las circunscripciones grandes (véase “Efectos de la representación proporcional"). En Israel la barrera le­ gal es muy baja y tiene efectos mínimos. En el debate político, sobre todo en procesos de transición a la de­ mocracia, a m enudo se presenta la alternativa de un sistema de repre­ sentación proporcional sin o con barrera legal. Vale señalar que la constitución portuguesa de 1976 en su artículo 155.2 prohíbe hacer d ep en d er de u n a b arrera legal el ingreso de un partido al parlam ento. Fórmulas para convertir votos en escaños En cuanto a la conversión de votos en escaños, debem os distinguir en prim er lugar entre mayoría y proporción com o principios de decisión (véase “Fórmulas decisorias y principios de representación”). Si las reglas establecen la mayoría absoluta, se presenta la necesidad de rea­ lizar u na segunda vuelta, pues sólo pocos candidatos suelen o b ten er la mayoría absoluta de los votos en la p rim era vuelta. La participación en la segunda vuelta se encuentra a m enudo limitada a los dos candida­ tos con mayor votación. El efecto político de la segunda vuelta de elecciones para órganos colegiados estriba en la im portancia que adquieren los partidos pe­ queños. La segunda vuelta los hace interesantes para los partidos

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EfECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

67

grandes que se disputan la mayoría en las circunscripciones electo­ rales y les perm ite ofrecer su apoyo a los candidatos de éstos a cambio de la cesión de algunas circunscripciones. F ig u r a 4 .

Fórmulas para convertir votos en escaños

Mayoría

Proporción

Mayoría requerida

M étodo de cóm puto

Mayoría relativa

Mayoría absoluta

Procedim ientos del divisor

Procedim ientos del cociente electoral

Procedim iento de escaños restantes

Segunda vuelta

Procedimientos del divisor Si los escaños se reparten según el principio proporcional, se requiere utilizar uno de los m étodos de cóm puto existentes. La mayoría de estos m étodos de cóm puto pertenecen a dos tipos básicos: al procedim iento del divisor (tam bién denom inado procedi­ m iento de cifra mayor) y al procedim iento del cociente electoral. Los procedim ientos del divisor se caracterizan po r la división de los votos obtenidos por los diferentes partidos entre series de divisores, lo cual produce secuencias de cocientes decrecientes para cada partido. Los escaños se asignan entonces a los mayores cocientes (cifras mayores). El m étodo del divisor más conocido es el m étodo D ’H ondt, pro­ puesto por el profesor de m atemáticas belga Víctor D ’H o n d t a fines del siglo pasado. Lo específico de este m étodo es la serie de divisores, que se lee: 1, 2, 3, 4, 5, etcétera. Los votos obtenidos po r cada partido se dividen por estos divisores en operaciones consecutivas. Ejemplo: en u n a circunscripción electoral se disputan 10 escaños. De los 10000 votos, el partido A obtiene 4 160; el partido B, 3380; el partido C, 2 460. Al dividir estos resultados por 1, 2, 3, etcétera, se dan las series siguientes:

68

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DI. LOS SISTEMAS ELECTORALES

Partido A : 1 =4,160 : 2 = 2.080 : 3 = 1.386 : 4 = 1.040 : 5 = 832

(1) (4) (6) (9)

Partido B

Partido C

: 1 = 3.380 (2) : 2 = 1.690 (5) : 3 = 1.126 (8) : 4 = 845 (10) : 5 = 676

: 1= 2.640 (3) :2 = 1.230 (7): : 3 = 820 : 4 = 615 : 5 = 492

Cifras según W. Jellinek, Verfassung urui Verwaltung dss Retchs und der Lander, L eipzig/B erlín, 1925.

La asignación de los escaños se rige según el cociente mayor (la ci­ fra mayor), de m odo que el partido A obtiene los escaños prim ero, cuarto, sexto y noveno; el partido B, el segundo, quinto, octavo y déci­ mo; y el partido C, el tercero y el séptimo (cifras entre paréntesis). El hecho de que nuestro ejem plo no refleje u n a proporcionalidad justa —ya que los partidos A y B obtienen 4 escaños cada uno, aunque A conquistó el 41.6% del voto, frente a sólo 33,8% del partido B— no se debe tanto al m étodo D ’H ondt, sino al núm ero de escaños dispo­ nibles en la circunscripción electoral. El partido B obtuvo el últim o —el décimo— escaño disponible; el partido A se habría llevado el un­ décim o escaño, si hubieran estado disponibles más escaños (v. tam­ bién supra, p. 55). El m étodo D’H o n d t se caracteriza por su serie específica de divi­ sores, pues existen tam bién otras series de divisores, po r ejemplo: 1; 3; 5; 7; 9; etcétera. 1,4; 3; 5; 7; 9; etcétera (m étodo equilibrado). Las series de divisores determ inan la exactitud de la proporción en­ tre votos y escaños. Sin em bargo, las diferencias son mínimas, pues dentro de una cir­ cunscripción electoral es sólo un escaño el que puede pasar de un partido a otro. Además, no es siem pre el mismo partido, po r ejemplo, el mayoritario, el que se beneficia de la posible ventaja. Si com para­ mos los efectos de la serie de divisores de D ’H o n d t con la del m étodo equilibrado, nos dam os cuenta de que la aplicación de la fórm ula D’H ondt puede im plicar que un partido mayor obtenga un escaño más a costa de un partido menor, sin que se pueda predecir a ciencia cierta de cuál partido mayor se trata. Es posible que el escaño adicio­ nal beneficie al segundo partido más pequeño o al más grande, así com o la p érdida del escaño puede afectar al partido más pequeño o al segundo más fuerte.

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

69

Explicamos estos detalles porque en el debate sobre sistemas elec­ torales de algunos países, p o r ejemplo España, se insiste en respon­ sabilizar al m étodo D ’H o n d t por las distorsiones de la representación política. A veces se culpa personalm ente a un tal señor D’H o n d t por­ que un partido no obtuvo escaños. Otras veces se sostiene que el mé­ todo D’H ondt favorece la existencia de partidos grandes. Todo esto no es correcto. Los efectos de este m étodo son m ucho más obvios que los de otros elem entos del sistema electoral. Las matemáticas nos ofre­ cen la respuesta adecuada: las ventajas de las fórm ulas de divisores es­ triban en su sencillez. Especialm ente la serie de divisores de D’H ondt es muy fácil de aplicar. Además, estas fórm ulas perm iten asignar todos los escaños en una sola operación, contrariam ente a las fórm ulas del cociente electoral. El m étodo D ’H ondt es el más com ún para traducir votos en es­ caños. En tres países escandinavos fue sustituido po r el m étodo equili­ brado; en la República Federal de Alemania fue sustituido en 1985 por el sistema H are/N iem eyer. En América Latina hay países que aplican la cifra repartidora, un m étodo que se basa en el m étodo D ’H o n d t y se presta fácilmente para equivocaciones de clasificación, dado que se acerca, en cuanto a la operación final de adjudicación, al m étodo del cociente electoral. Este m étodo consiste en dividir, como con el m étodo D ’H ondt, el to­ tal de los votos obtenidos p o r cada partido, sucesivamente por 1, 2, 3, 4, etc., hasta llegar al núm ero preciso de vacantes, colocando luego los resultados así producidos en orden decreciente. En vez de asignar ahora los escaños según este orden, la últim a de las cifras decrecientes es la “repartidora” que determ ina cuántos representantes obtiene cada lista, para lo cual se divide el núm ero de votos de cada lista por dicha cifra. Así, por el tipo de división del total de los votos de cada partido por una cifra, el m étodo de la cifra repartidora se parece mu­ cho al m étodo de cociente electoral. Sin em bargo, es prácticam ente el m étodo D ’H ondt am pliado a través de un cálculo más. Procedimientos del cociente electoral Los procedim ientos del cociente electoral (tam bién denom inados “de cuota”) se caracterizan po r la determ inación de un cociente electoral o cantidad m ínim a de votos para ob ten er un escaño. Los partidos ob­ tienen tantos escaños com o veces quepa el cociente electoral dentro del núm ero de votos po r ellos recibidos (sin considerar aquí diferen­ cias respecto al concepto “voto válido” que existe en algunos países de América L atina).

70

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DF LOS SISTEMAS ELECTORALES

País

D ’H ondt

A lem ania (RFA) hasta 1985 A rgentina D inam arca España Finlandia G uatem ala Islandia Italia N oruega Perú Portugal Suecia Uruguay Venezuela

Método equilibrado

X X X X X X X X X X X X X X

El cociente (o la cifra repartida) se obtiene m ediante división, donde el dividendo es siem pre igual al total de votos válidos emiddos, m ientras que el divisor cambia según la fórm ula aplicada. Si es idénti­ co al núm ero de escaños disputados, se trata del procedim iento de co­ ciente electoral simple o natural o m étodo de H aré (im pulsado por Thom as H a ré ); si el divisor se com pone de los escaños disputados más uno, hablam os de la fórm ula Hagenbach-Bischoff, establecida p o r el m atem ático suizo del mismo nom bre. Se puede aum entar el divisor aún más, de m odo que tenem os las fórm ulas siguientes: V otos válidos em itid o s N ú m e ro d e escaños en la c ircu n scrip ció n

F ó rm u la del co cien te electoral sim ple o n a tu ra l

V otos válidos em itid o s N ú m ero d e escaños e n la circunscripción + 1

F ó rm u la H agenbach-B ischoff

V otos válidos em itid o s N ú m ero d e escaños e n la circunscripción + 2

F ó rm u la del co cien te electoral m o dificado

¿Qué efectos tienen los diferentes divisores? El prim er efecto es: a mayor divisor, m enor cociente. Dado que las fórm ulas del cociente, com o ya señalamos, se caracterizan p o r el hecho de que, en general, no todos los escaños disponibles se p u eden asignar de u n a sola vez, la variación del divisor perm ite controlar el núm ero de escaños restantes que deben ser asignados en u n a segunda operación.

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

71

Ejemplo: en una circunscripción hay cinco escaños po r asignar, con un total de 1000 votos válidos emitidos, repartidos entre cinco parti­ dos como sigue: A, 350 votos; B, 90 votos; C, 180 votos; D, 220 votos; E, 160 votos. Coáente electoral 1000 5 1000 5+ 1 1000 5+2

Votos por partido

A

D

c

E

B

350

220

180

160

90

200

1

1

166

2

1

1

142

2

1

1

Escaños restantes 3 1

1

0

En nuestro ejemplo, las fórm ulas del cociente electoral simple y el m étodo Hagenbach-Bischoff no perm iten ia asignación de todos los escaños en una sola operación. Ahora bien, los escaños restantes no representan problem a alguno, puesto que se aprovechan, con frecuencia, para m ejorar o lim itar la proporcionalidad de votos y escaños. Si, por ejemplo, el tam año de las circunscripciones electorales representa u n a limitación al principio proporcional (véase el capítulo V, pp. 86 los escaños restantes se pueden sum ar en otros niveles — el nivel de asociaciones de circuns­ cripciones o el nivel nacional— d o n d e se asignan a fin de com pensar la desproporcionalidad en los niveles inferiores. La función de los es­ caños restantes depende de la fórm ula de conversión y tam bién de si todos los parddos participan en la asignación de los mismos, o sólo aquéllos que ya obtuvieron escaños en el prim er cóm puto. Hay una diferencia significativa en tre los m étodos donde en la se­ gunda operación cuentan los núm eros totales de los votos obtenidos por los partidos considerados, y los que sólo tom an en cuenta los vo­ tos restantes luego de la prim era operación. Por otra parte, los escaños restantes pueden asignarse tam bién a nivel de las mismas circunscripciones electorales aplicando uno de los m étodos siguientes: — M étodo del resto mayor. — M étodo del resto menor. — M étodo del reparto de restos (series de divisores similar a D’H ondt).

72

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

— M étodo del m edio (o residuo) mayor (división del resto entre es­ caños ya obtenidos más uno). Ejemplo de cómputo A

D

B

Votos Cociente Votos restantes

350 : 200 150

M étodo del resto mayor Escaños

1

M étodo del resto m enor Escaños

1

1

150 75 50 1

20 10 62 /3

180 90 60 1

160 80 53 Vb 1

90 45 30

150 = 75 1+1

20 = 10 1+ 1

180 = 180 0+1 1

160 = 160 0+1 1

90 = 90 0+1 1

M étodo del reparto de restos Escaños M étodo del m edio mayor m edio Escaños

220 : 200 20

c

180 * 180

160 * 160

1

1

90 * 90

1

* El total de votos es m en o r que el cociente electoral.

Si aplicamos los diferentes m étodos de asignación de escaños res­ tantes al caso anterior, las diferencias quedan claram ente establecidas: ningún partido recibe, en todos los casos, u n o de los tres escaños res­ tantes. Pero cada partido puede lograr uno, según sea el procedim ien­ to usado. En general, podem os afirm ar que los m étodos del resto mayor y del prom edio mayor tienden a favorecer a los partidos pequeños, m ien­ tras que el m étodo del resto m enor favorece más a los grandes. Las fórm ulas del cociente electoral se aplican en sistemas de repre­ sentación proporcional d o n d e se busca perfeccionar la proporcionali­ dad (con excepción de F rancia):

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

Fórmula del cociente electoral

País Brasil Costa Rica Ecuador Francia Israel Licchtenstein Luxem burgo Nicaragua Países Bajos Suiza Turquía

HagenbachBischoff

X X X X X X X X

xi

X X X

73

Escaños restantes medio mayor resto mayor resto mayor medio mayor resto mayor medio mayor reparto del resto resto mayor medio mayor m edio mayor resto mayor

1 Para las circunscripciones binom inales y Lrinominales.

El sistema de proporciones matemáticas (Hare/Niemeyer) El m atem ático alem án Niemeyer trajo nuevam ente al debate el sis­ tem a de proporciones matemáticas. Este m étodo es parecido en sus efectos al procedim iento del inglés Thom as H aré y consiste en lo si­ guiente: La cantidad de votos válidos em itidos que obtiene cada partido es m ultiplicada por el núm ero total de escaños por asignar y el resultado así obtenido se divide po r el núm ero total de votos válidos emitidos. Los partidos obtienen tantos escaños com o núm eros enteros resulten. Los escaños restantes se distribuyen según el valor de núm ero deci­ mal posterior. El sistema de proporciones matemáticas favorece más a los pe­ queños partidos que el m étodo D ’H ondt. El cuadro 9 com prueba esto. Sin em bargo, en un ejem plo num érico se pueden ver claram ente las deficiencias del m étodo H are/N iem eyer. Este tiene la desventaja de incongruencias lógicas (véase Das Parlament del 28 de marzo de 1981, núm . 13, p. 26). Por ejemplo, un partido puede perder un escaño te­ niendo la misma cantidad de votos que otro al aum entarse el n úm ero de m andatos por asignar. En casos límite, el sistema de proporciones m atemáticas puede llevar a “que u n a mayoría absoluta de votos no tenga la mayoría absoluta de escaños”.

C uadro 9.

Comparación del método D ’H ondt y del método de proporciones matemáticas Sistema de proporciones matemáticas (Hare/Niemeyer)

D ’H ondt Número de escaños

cdu/

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

1 1 2 2 3 3 4 5 5 6 6 7 7 7 8 8 9 9 10 10 11 11 12 12

SHD

FDP

\T.RDES

csu

13

C JJu/

SPO

FDP

VERDES

CSU

0 1 1 2 2 3 3 3 4 4 5 5 5 6 6 7 7 7 7 8 8 9 9 10 10

0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1

0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1 1

1 1 2 2 3 3 3 4 4 5 5 6 6 7 7 8 8 9 9 10 10 11 11 12 12

0 1 1 2 2 2 3 3 4 4 4 5 5 5 6 6 7 7 8 8 8 9 9 9 10

0 0 0 0 0 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1! 2 2 2

0 0 0 0 0 0 0 0 0 0 1 o: i i i i i i i i i i i i i

Los cóm putos se han basado en los resultados de las elecciones para el Bundestag de 1983. La tabla m uestra los resultados obtenidos p or la aplicación del m étodo D’H ondt, los cuales favore­ cen, claram ente, a los partidos más grandes. Para u n a m ejor lectura se h an distinguido en una zona pun teada los casos en los que el m étodo D 'H o n d t \ el H a re/N ie m e y e r producen resulta­ dos diferentes. Los saltos lógicos o incongruencias del sistema de proporciones m atem áticas han sido señalados con un signo de exclam ación. Fuente: H übner, 1984, p. 34.

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORAL,ES

75

Ejemplo (según W. Schreiber) de 21 escaños por asignar: Votos po r partido Partido Partido Partido Partido

10000 8 000 4 000 3000

A B C D

25000

Total Partido A

10000 "25000

t> f n P art,d o C

4000 01 25ÓÓ0- X 21

=

Partido D

^00_

=

T

21

x

21

10x21 25

=

4x21 25

otal

=

8.40

=

« 3'3b

« 3

=

2.52 + 1

3

19 (+ 2)

21

Son com putados 19 del total de escaños. Así quedan dos escaños para distribuir, uno de ellos obtiene el partido B con el mayor “resto” (0.72) y el otro el Partido D con el segundo mayor “resto” (0.52). Según el sistema de proporciones m atemáticas se da la siguiente distribución de escaños: Partido Partido Partido Partido T

otal

A B C D

= = = =

8 escaños 7 escaños 3 escaños 3 escaños

= 21 escaños

Fuente: Detttscher BundestagQ. W ahlperiode. Drucksache 9/1983, Suplem ento 1, pp. 16 ss.

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ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

Ejemplo de 496 escaños por asignar: Cantidad de segundos votos de los partidos (supuesto): Partido Partido Partido Partido T

otal

18594670 12950 200 1980006 3 664 459

A B C D

= 38189335

C óm puto para la asignación de escaños según el sistema Niemeyer: Partido A Partido B Partido C Partido D

=

T otal

=

1 8 5 9 4 6 7 0 x 496 : 3 7 1 8 9 3 5 5

-

= 1 2 9 5 0 2 0 0 x 4 9 6 :3 7 1 8 9 3 5 5 =

=

1 9 8 0 0 0 6 x 4 9 6 :3 7 1 8 9 3 5 5 3 664 459 x 496 : 37 189 355

-

248.999 1 7 2 .7 1 8 + 1 26.407 48.873 + 1

248 escaños 173 escaños 26 escaños 49 escaños 496 escaños

En este caso, el partido A no obtiene la mayoría de los escaños par­ lam entarios no obstante haber alcanzado la mayoría absoluta de los votos. Semejante resultado es de lo más criticable. Para elim inarlo, la ley de reform a a la ley electoral de la REA de 1985 prevé una modifi­ cación del sistema de proporciones matemáticas. En prim er lugar, a la lista del Land, a la cual corresponda más de la m itad del total de los se­ gundos votos de todas las listas de Land p o r considerar, se le asigna un escaño más. Los dem ás escaños se distribuyen según el m étodo H are/N iem eyer: Partido Partido Partido Partido T

otal

A B C D

248+ 1 172 26 48+1

249 escaños 172 escaños 26 escaños 49 escaños = 496 escaños

(Ejemplo y cita de: Deutscher Bundestag 9. Wahlpt riode, Drucksache 9/1983, p. 13.)

Niveles de conversión de votos en escaños Si no se asignan todos los escaños en nivel de las circunscripciones elec­ torales, los escaños restantes se p ueden asignar en segundos y /o terce­ ros niveles. En estos casos, la conversión de votos en escaños se realiza

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

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en un proceso escalonado. Por ejemplo, pueden existir circunscripcio­ nes electorales donde se asignan escaños directos, a la vez que asocia­ ciones de varias circunscripciones y el territorio nacional como nivel máximo de un sistema de circunscripciones dividido en varios niveles. He aquí la representación gráfica de esta estructura: Circunscripción electoral nacional

3er. nivel 2do. nivel

1 2 3

Asociaciones de circunscripciones

ler. nivel

1 2 3 4 5 6 7

Circunscripciones electorales

Se asignan escaños en todos los niveles, aunque la función de los niveles dos y tres puede variar m ucho, ya que perm ite reforzar el prin­ cipio proporcional (m ediante escaños com plementarios, escaños com­ pensatorios) o debilitarlo (m ediante limitación de la participación de los partidos en la distribución de 2do. y 3er. niveles). En térm inos más teóricos, podríam os decir que con la asignación de escaños en segundos y /o terceros niveles se intenta hacer coincidir los resultados obtenidos en el prim er nivel, con el principio de repre­ sentación política, concebida por el legislador. Ejemplos: a) Dinamarca En este país, la representación proporcional im perfecta a nivel de las circunscripciones electorales (135 escaños en circunscripción de 2 a 15 escaños), es perfeccionada m ediante 40 escaños com plem entarios que son asignados a nivel nacional proporcionalm ente al porcentaje de votos obtenidos. Sin em bargo, la participación en la asignación de los escaños com plem entarios depende de que un partido conquiste un es­ caño a nivel de circunscripción u obtenga el dos po r ciento de los vo­ tos a nivel nacional. Se logra establecer relaciones proporcionalm ente exactas entre votos y escaños, de m anera que los escaños com plem en­ tarios cum plen la función de escaños com pensatorios. b) Venezuela La representación proporcional en circunscripciones electorales de diferentes tamaños conduce a favorecer a los partidos grandes y a per­ judicar a los pequeños. La constitución prescribe un sistema electoral

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ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

con representación de minorías. Los escaños com plem entarios son asignados a los partidos (hasta cuatro po r partido) que hayan logrado un derecho a escaños parlam entarios, en el cóm puto nacional de vo­ tos efectuados según el procedim iento del cociente electoral simple. El núm ero de escaños com plem entarios fue aum entando: 6 en 1958, 13 en 1963, 17 en las elecciones siguientes y 18 en 1983. Llegaron a al­ canzar esos escaños el siguiente núm ero de partidos (entre paréntesis está el núm ero de partidos que no conquistaron escaños en la circuns­ cripción): en 1958: 2 (0), en 1963: 6 (2). 1968: 9 (3), en 1973: 8 (4), en 1978: 9 (5), 1983: 7 (5), 1988: 9 (6). La desproporción en favor del partido con mayoría de votos perm anece intacta a causa de los es­ caños com plem entarios. De este m odo, a d ganó en 1973 el 55.7% de los escaños con el 44.4% de los votos (com párese M artello 1987). c) Greda El sistema electoral es el de la “representación proporcional reforza­ d a ”, donde lo que se refuerza no es el principio proporcional, sino la constitución de mayorías. Para lograr esto, se aplica un m étodo de asignación de escaños en tres niveles perm itiendo la pardcipación en el segundo y tercero sólo a aquellos partidos que alcancen el 15 por ciento de los votos a nivel de asociaciones de circunscripciones o el 25 por ciento a nivel nacional. Se produce un efecto desproporcional sig­ nificativo. En 1977, la derecha ganó 57.6% de los escaños con sólo el 41.8% de los votos, en 1985 la izquierda logró el 53.6% de los escaños con el 45.8% de los votos.

G

l o s a r io d e o t r o s c o n c e p t o s d e s is t e m á t ic a e l e c t o r a l

Y DE ANÁLISIS ELECTORAL

Voto doble Bajo este concepto se entiende la posibilidad que tiene el elector, en Alem ania (RFA), desde 1953, en Venezuela, desde 1988 y en Nueva Ze­ landa desde 1993 en el sistema proporcional personalizado, de dispo­ n er de dos votos: uno para el candidato de un partido en la circuns­ cripción electoral e, independientem ente de ello, otro para la lista del Land/E stad o de un partido. El sistema del voto doble perm ite la di­ visión del voto (vote splitting). En Alemania, la posibilidad de com por­ tam ientos electorales tácticos puede confundir al elector y dar paso a

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

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m anipulaciones, dado que se llama al voto uninom inal el prim er voto y al entregado a la lista de partidos el segundo voto. El voto más im­ portante en el sistema electoral para la elección del Bundestag no es, sin em bargo, el prim ero, sino el segundo. Este define las relaciones de fuerza de los partidos en el parlam ento.

Vote splitting (voto cruzado) En relación con el sistema del voto doble en el sistema proporcional personalizado, el concepto señala el cambio de las preferencias par­ tidistas en las elecciones para un mismo órgano: el candidato de un partido recibe el voto uninom inal, el cual no es idéntico al partido por el cual vota el elector en la lista del partido. El concepto se refiere sobre todo a la práctica electoral en sistemas presidenciales com o el de los Estados Unidos. Incluye diferentes com­ portam ientos electorales en las elecciones para distintos órganos (presi­ dente, senado y diputados nacionales, y tam bién de los estados), que tienen lugar el mismo día y que son realizadas eventualm ente por u n a sola papeleta. Es decir, el elector cam bia su preferencia de partido (split ticket) en una, varias o todas las decisiones electorales que puede tom ar en la misma papeleta electoral, en las que unas son indepen­ dientes de las otras (split ticket se contrapone a straight ticket, donde no se cambia la preferencia de p artid o ).

Voto simultáneo Es la situación inversa al voto doble. El elector dispone de un solo voto para elegir diferentes órganos, cargos ejecutivos y legislativos. Esta si­ tuación se produce sobre todo en sistemas presidenciales, d o n d e el efecto del voto sim ultáneo puede resultar en u n a dom inación de la elección presidencial sobre la parlam entaria. El efecto extrem o puede ser un voto de arrastre: la preferencia po r los candidatos a la presi­ dencia d eterm in a la composición partidaria de las cámaras legislativas (véase “Elecciones presidenciales y parlam entarias: su interrelación”, p. 130). El voto sim ultáneo tiene su más conocida práctica en U ru­ guay, en form a del doble voto sim ultáneo. Sin em bargo, en Uruguay, el doble voto sim ultáneo se refiere al voto de una lista de candidatos dentro de un partido (véase cap. VII, p. 248).

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ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

Bailo tage El ballotage es un m étodo para producir mayorías absolutas en eleccio­ nes uninom inales, ya sean de presidente o de diputados en distritos uninom inales, cuando el requisito para ganar el cargo es la mayoría absoluta y ningún candidato la alcanza en la prim era vuelta. Entonces, en la segunda vuelta, se restringe el núm ero de candidatos a dos, a las más altas mayorías de la prim era vuelta. El punto clave de la definición del concepto es la reducción de la com petencia a u n a de sólo dos ban­ das. El ballotage se aplica sobre todo a elecciones de presidente en siste­ mas presidenciales (véase “Sistemas electorales presidenciales”, p. 131).

Exceso de escarias El exceso de escaños existe en el sistema proporcional personalizado en relación con el sistema del voto doble. Los llamados escaños so­ brantes son aquellos escaños que obtiene un partido, en un L a n d /Es­ tado, en forma directa en la circunscripción uninom inal, en un núm ero mayor al que le corresponde a ese partido, a la lista del Land/Estado en virtud del voto po r lista. Los partidos conservan los escaños que exceden este núm ero. El núm ero de m iem bros del parlam ento se ele­ va en una cifra igual a la cantidad de escaños sobrantes (véase “Alema­ nia: exceso de escaños”, p. 215). Sesgo (bias) El sesgo (del inglés bias =plano inclinado, tendencia, inclinación) es un concepto de la investigación electoral de origen británico. Signifi­ ca el favorecimiento de un partido en relación con otro. Como m ero fenóm eno, el sesgo se puede dar de m anera que: 1) para que un par­ tido gane un determ inado núm ero de escaños necesita más votos que otro; 2) el partido que alcanza más votos (la mayoría relativa), puede o b ten er m enos escaños que un partido, que incluso pu ed e lograr la mayoría absoluta de escaños. Se distinguen dos posiciones respecto a los factores que provocan el sesgo: la prim era pone el acento en que los factores no se d eben al sistema electoral, pero sí se reflejan a través del sistema electoral. La segunda posición sostiene que el sesgo sig­ nifica favorecer a un partido m ediante el sistema electoral, exclusiva­ m ente sobre la base de condiciones especiales del sistema electoral. En efecto, la relación con el sistema electoral no se puede negar com­

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

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pletam ente, ya que el sesgo se presenta, en sus dos formas, sólo en ciertos sistemas electorales, especialm ente en sistemas de mayoría re­ lativa y poco en los de representación proporcional. Sin em bargo, la ventaja que un partido logra no está establecida estructuralm ente en el sistema electoral, sino casualm ente (de allí que se le denom ina ses­ go accidental), periódicam ente (a veces se da, otras no) y alternativa­ m ente (entre los partidos). Las causas más im portantes de su origen son la dispersión geográfica del electorado de los partidos (bastiones); el núm ero de votos sobrantes en las circunscripciones electorales que no contribuyen a obtener más escaños; elecciones tripartitas, esto es, la aparición de terceros y cuartos partidos en diversas circunscripcio­ nes electorales y diferente participación electoral regional. Si el sesgo se presenta en la form a de que un partido con m enos vo­ tos que otro obtiene la mayoría de los escaños parlam entarios, se pue­ de definir m atem áticam ente con la ayuda de la regla del cubo (Nohlen, 1978, pp. 88 ss). Dado que la proporción de escaños entre dos partidos corresponde en el sistema de mayoría relativa aproxim ada­ m ente a la tercera potencia (valores cúbicos) de la cantidad de votos de los partidos, el sesgo es, pues, u n a desviación de la regla del cubo, en el sentido de inversión en el ord en de las m agnitudes de los par­ tidos respecto de la relación votos-escaños. En Gran Bretaña, el sesgo se ha presentado hasta ahora tres veces: 1929, 1951 y 1978 (febrero) (véase “Gran Bretaña: com petencia de partidos en un sistema bipartidista”, p. 167). En Nueva Zelanda, el Na­ tional Party (Partido Nacional) logró ia mayoría absoluta de escaños a pesar de haber sido derrotado en los votos en 1978 y 1981. Swing El sxmng es el cambio medio de la diferencia de porcentajes de votos entre (los) dos partidos (mayores). Este concepto señala el valor m e­ dio de la suma del descenso porcentual de un partido y del aum ento (más o m enos correspondiente con el anterior) del otro partido. Por ejemplo, en las elecciones al Bundestagalemán, en 1969, el s p d obtuvo un swing a su favor del 2.45%. Este swing se calcula con los datos siguientes: en 1965, la distancia en votos entre la c d u / c s u y el s p d fue del 8.3% y, en 1969, solam ente del 3.4%. La distancia en votos entre ambos partidos se redujo, por lo tanto, en un 4.9%. La m itad de este valor, esto es, el 2.45%, es el swing puesto que (en corresponden­ cia con la idea de un movimiento directo de electores de un partido a otro, que es la que subyace en el concepto del swing) bastaría con que

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ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

2.45% de los electores de la c d u / c s u se pasaran al s p d para que se igualara la diferencia de 4.9% entre los dos partidos. Se debe distinguir el swing nacional, esto es, el cambio m edio de la diferencia de porcentajes de votos entre dos partidos a escala nacional (federal), y el swing de circunscripción, que es el mismo fenóm eno pero a escala de la circunscripción electoral. Los estudiosos británicos de sistemas electorales (D. E. Butler v el Nuffield College) trabajan desde comienzos de los años cincuenta con el concepto de swing (véase D iederich, 1965, pp. 117 ís.). Sin em ­ bargo, se fueron oponiendo críticas im portantes y justificadas a la validez del concepto de swing para el análisis y el pronóstico de resul­ tados electorales (Rasmussen, 1964-1965). De hecho, el swing es un concepto muy rudim entario. Explica la dirección y la m agnitud de los cambios en los resultados electorales, pero no puede aclarar las rela­ ciones entre los votos de los partidos ni tampoco la orientación real del movimiento de los electores. Un .vwmg'del 3% a favor de un par­ tido no dice nada sobre qué partido haya ganado las elecciones, de for­ ma que, sin duda alguna, otros datos son más im portantes para el análi­ sis de los resultados electorales que el vaior del swing. Este valor refleja únicam ente el equilibrio del movimiento de los votos pero (como swing nacional) no consigue explicar las irregularidades del siringa es­ cala de las circunscripciones electorales. El swing, además, no es válido en absoluto para m ostrar el desplazam iento real de los electores. El swing instituye el m odelo de un cambio directo de los electores entre dos partidos orientándose en el bipartidismo británico; sin em bargo, in­ cluso en la escala de las circunscripciones electorales, el aum ento y la disminución de los porcentajes de los votos de los partidos de una elec­ ción a otra se pueden originar en diferencias en la participación elec­ toral o, también, en la aparición repentina o renovada de un tercer partido. Volatility Una nueva línea de investigación, que estudia la continuidad y el cam­ bio en el sistema de partidos (véase D aalder/M air, 1983; C rew e/D enver, 1985) trabaja con el concepto de volatilidad (volatility). El concepto expresa el cambio del voto del elector en la suma total dentro de un sistema de partidos como resultado de com portam ientos electorales individuales. Se com puta la suma de todas las ganancias de los partidos en la última elección (igual a la suma de las pérdidas de to­ dos los partidos en la misma elección) en porcentajes en el nivel agre­ gado. Con esto se puede observar la im portancia del cambio respecto a

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DE LOS SISTEMAS ELECTORALES

83

la fuerza de los partidos a lo largo del tiempo. Si ese cambio es bajo y per­ manece igual se puede com probar u n a perm anencia predom inante en el sistema de partidos. Entonces, correspondientem ente a este concep­ to, se pueden desarrollar otras afirmaciones o revisar com probaciones individuales sobre la concordancia con afirmaciones generales. Los estudios sobre el desarrollo electoral en las dem ocracias occi­ dentales que han trabajado con el concepto de volatility han revisado la tesis de Seymor M. Lipset y Stein Rokkan (1967, p. 50), según la cual la estructura del sistema de partidos se había form ado, al com ien­ zo de este siglo, en relación con la introducción del sufragio universal, y desde entonces había perm anecido relativamente estable, incluso “congelada”. La tesis de perm anencia fue confirm ada pocos años más tarde por Richard Rose y Derek W. Urwin (1970, p. 295) que reco­ nocieron que “la fuerza de votos de la mayoría de los partidos en las democracias occidentales poco se ha m odificado, desde la segunda G uerra M undial, de elección a elección, de década a década o en el transcurso de una generación”. Por el contrario, las recientes investi­ gaciones han dem ostrado que las tendencias al cambio en los sistemas de partidos han aum entado. Por un lado, se ha diferenciado en pri­ m er lugar distinta volatility entre sistemas de partidos: Suiza, Suecia y Austria m uestran una muy baja volatility; Francia, Bélgica, los Países Bajos y tam bién Alemania (RFA) u n a muy alta volatility (Pedersen, 1983). Por otro lado, se ha com probado en diferentes periodos: entre 1948-1959 poco cambio, sin em bargo en tre 1960-1979 un porcentaje de cambio más alto: “sin duda, la perm anencia en los resultados elec­ torales, que ha determ inado los sistemas de partidos europeos por un largo tiempo, duran te el periodo de la posguerra, ha retrocedido re­ cientem ente hacia u n a situación de gran cambio e inestabilidad” (Maguire, 1983, p. 92). Sin em bargo, el concepto de volatility tiene al­ gunas deficiencias. No perm ite reconocer: 1) la im portancia y dirección de la modificación del com porta­ m iento electoral desde un pu n to de vista político: qué partido y cuánto gana, y qué partido y cuánto pierde; 2) cambios en la estructura del sistema de partidos: si se produce una concentración en pocos partidos o, por el contrario, se da una dispersión de partidos políticos; 3) cambios en la relación de fuerzas políticas en el parlam ento con consecuencias para la form ación del gobierno; 4) causas posibles de los cambios en los resultados electorales: por ejemplo a través de variaciones en la participación electoral o por las modificaciones en el electorado provocadas po r cambios generacio­ nales.

84

ELEMENTOS CONFIGURADOS Y EFECTOS DL LOS SISTEMAS ELECTORALES

De esta crítica se desprende que no s). p. 1(». T om ado de Sternberger/V ogel, 10f>9.T, p. 675.

6.853

232

SISTEMAS ELECTORAI.ES INDIVIDUALES

dato alcanza la cuota sobre la base de las prim eras preferencias, queda elegido. Si un candidato obtiene un núm ero de votos superior a la cuota, el resto se reparte entre las segundas preferencias del m odo si­ guiente: si la cuota fuera de 10000 y el resto fuera de 5 000, el núm ero de segundas preferencias que puede haber en las 15000 papeletas se multiplica p or 5 000 en cada candidato y se divide po r 10 000, añadién­ dose luego el resultado a las prim eras preferencias de los candidatos respectivos. El que alcanza así la cuota queda elegido. Los votos restantes vuelven a repartirse proporcionalm ente en to­ das las papeletas electorales en tre las preferencias siguientes. Si nin­ gún otro candidato tiene votos sobrantes y todavía no se han repar­ tido todos los escaños en la circunscripción, se vuelven a repartir los votos de los candidatos con un núm ero m enor de votos. Este proce­ dim iento se repite tantas veces com o sea necesario, hasta que se pro­ clame electo el núm ero de candidatos p or elegir.2 Efectos de la distribución de las circunscripciones Debido al procedim iento de cóm puto a escala de circunscripción, tan­ to la distribución de las circunscripciones com o el prom edio de es­ caños por circunscripción son de gran im portancia para en ten d er los efectos del sistema electoral. La tendencia histórica a la disminución del núm ero de escaños po r circunscripción, el cual según la Constitu­ ción no puede ser inferior a tres, ha sido in terrum pida p o r prim era vez con la reform a de 1980. Al mismo tiempo, han sido limitadas drás­ ticam ente las posibilidades del gerrymandering m ediante el esta­ blecim iento de una Comisión de Circunscripción Independiente. Las premisas de la comisión dicen: “ninguna circunscripción con menos de tres y más de cinco escaños y considerar los límites del County”. Respecto al principio de representación, el sistema irlandés corres­ ponde —debido al tam año de las circunscripciones— más bien a un sistema de representación po r mayoría. La tesis sostenida po r Douglas Rae (1967) de que pequeñas circunscripciones provocan despropor­ ciones más grandes es, en teoría, com pletam ente correcta: las peque­ ñas circunscripciones electorales en Irlanda constituyen barreras al­ tas; un candidato necesita alrededor de un 17% (en circunscripciones pentanom inales) y alrededor del 25% (en las trinom inales) de los vo­ tos para lograr un escaño. Tendencialm ente, los partidos más fuertes en votos son favorecidos a costa de los partidos con m enos votos (que * U na descripción detallada del sistema electoral irlandés se e n c u e n tra en N ohien (1978) v Mackie (1983).

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES C u a d ro

Ley electoral

1923 1935 1947 1961 1969 1974 1980

233

42. Irlanda: evolución de la distribución en circunscripciones (1923-1980) Núm. total Núm. total Promedio de de en las circuns. escaños drcunscrip.

Distribución de circunscripciones (a y b) a

9

8

7

3

4

3

b b b b b b b

1

3 -

5 3

9 8 9 9 2 6 15

4

-

8 15 22 17 26 26 13

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

8 9 12 14 10 13

30 34 40 38 42 42 41

153 138 147 144 144 148 166

5.1 4.1 3.7 3.4 3.4 3.5 4.0

(a) N úm ero de escaños en las circunscripciones = tam año de las circunscripciones. (b) N úm ero de circunscripciones. Fuente: C hubb, 1974, p. 149; Mackie, 1983, p, 80.

no tienen un electorado concentrado geográficam ente). Además, el procedim iento de cóm puto de votos considera (en caso necesario) las preferencias más bsyas que se encuentran en la papeleta electoral de los candidatos “elim inados”, pero finalm ente siempre queda una con­ siderable cantidad de votos sin ser convertida en escaños: en circuns­ cripciones trinom inales tres candidatos deben alcanzar una cuota de alrededor del 25% de los votos, un cuarto de los votos no se convierte en escaños/* En circunscripciones tetranom inales, ese porcentaje osci­ la alrededor de un quinto; en circunscripciones pentanom inales, alre­ dedor de un sexto de los votos. Sin em bargo, la desproporcionalidad real entre votos y escaños en las elecciones irlandesas es más baja de lo que el tam año de las circunscripciones hace suponer. Por un lado, es cierto que se dio u n a sobrerrepresentación de los dos partidos más fuertes en votos (por lo general a costa de los partidos más pequeños y de los candidatos independientes) en casi todas las elecciones entre 1923 y 1987 (excepción: Fine Gael 1938, 1965 y 1977). Pero, po r otro lado, la distorsión electoral en térm ino m edio, en Irlanda (a pesar de grandes variaciones), la mayoría de las veces perm anece muy por debajo del efecto desproporcional del sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninom inales. La causa radica en que el efecto desEn el ejem plo del cuadro 41 estos son los 5641 votos del candidato Dolan, los 241 votos in­ transferibles y los 970 no necesitados p or el candidato Tully, en total, entonces, 6852 votos.

234

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

proporcional del sistema electoral irlandés dep en d e de diferentes va­ riables, las que, sin duda, se pueden forialecer recíprocam ente, pero tam bién compensar. Gallagher (1975) presenta como variable esencial la irregular dis­ tribución geográfica del electorado que com pensa la más fuerte des­ proporción entre votos y escaños, desproporción que va a la par con las circunscripciones electorales pequeñas, lo que, según Gallagher, se puede com probar en cada circunscripción: los partidos están en algu­ nas circunscripciones sobrerrepresentados y en otras subrepresentados, pero considerando toda Irlanda se da u n a representación pro­ porcional justa. No obstante, en 1975, Gallagher no considera otras variables im portantes para el análisis de los efectos complejos del sis­ tem a electoral irlandés. Se debe tener en cuenta si el respectivo por­ centaje de votos de un partido en una circunscripción está en una relación favorable con su tamaño. El cuadro siguiente aclara esto: C uadro 43. Cantidad mínima de votos en relación con la cantidad

de escaños según el tamaño de la circunscripción electoral Tamaño de la circunscripción

3 4 5

Cuota en %

25 20 16.7

Cantidad mínima de votos en relación con cantidad de escalios 1 2 3 4 5

25 20 16.7

50 40 33.3

75 60 50

80 66.7

83.3

Ñola: Los porcentajes están redondeados después del jun to .

El óptim o matem ático (es decir una conversión eficiente de votos en escaños) es alcanzado por un partido cuando su porcentaje de vo­ tos está apenas po r encim a de la cantidad m ínim a de votos según la cual se reparte el respectivo núm ero de escaños. Intervienen tam bién otras variables com o el núm ero de partidos y de candidatos independientes. Así hay u n a correlación, po r ejemplo desde 1923 hasta 1938, entre el núm ero de candidatos independien­ tes y la desproporción entre votos y escaños en favor del partido más fuerte (véase Sternberger/V ogel, 1969/1. p. 660). El elevado núm ero de candidatos independientes compensaba, por tanto, el bajo efecto de desproporción de la distribución anterior de las circunscripciones electorales. (Recién desde 1947 se elige exclusivamente en pequeñas circunscripciones.) La variable más im portante en el contexto irlandés es la de los votos preferenciales ya que, si en el análisis de proporcionalidad se parte

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

235

siem pre de la prim era preferencia, el reparto de los escaños se decide, en la mayoría de los casos, por m edio de la transferencia de los votos. En las elecciones de 1973 se eligió solam ente a 39 candidatos por medio de las prim eras preferencias, los demás candidatos necesitaron adem ás preferencias más bajas para ob ten er la cuota. El reparto de las segundas, terceras y cuartas preferencias puede cambiar m ucho el re­ sultado de las prim eras preferencias, que son las que subvacen en la base de la relación entre votos y escaños. Así por ejemplo, el Fianna Fail en 1987 perdió, por la transferencia de votos, doce escaños que hubiera podido m antener si las últimas preferencias com putadas no hubieran favorecido a otros partidos (véase Gallagher, 1987, p. 83). El com portam iento electoral respecto a las preferencias más bajas se muestra como variable decisiva en el contexto irlandés que puede men­ guar el efecto desproporcional de las circunscripciones pequeñas. En­ tre 1922 y 1977 cerca de un cuarto de irlandeses dieron su preferencia más allá de los límites de los partidos (véase Gallagher, 1986, p. 257).

Efectos del procedimiento de votación como consecuencia de acuerdos electorales En Irlanda, la formación de mayoría por un partido no está garantiza­ da, pues el efecto de desproporción del sistema electoral es muy bajo. Las 24 elecciones entre 1923 y 1992 produjeron sólo cinco mayorías parlam entarias artificiales, todas para el Fianna Faily todas sobre la ba­ se de un porcentaje alto: 49.7% (1933), 48.9% (1944), 48.3% (1957), 47.7% (1965) y 45.7% (1969). Desde 1932, el Fianna Fail dom ina en el sistema de partidos irlandés com o el partido más fuerte en votos; sólo este partido pudo lograr mayoría absoluta de votos (1938, 1977). Por lo demás, los otros partidos estaban obligados a form ar coaliciones y /o gobernar con una m inoría parlam entaria. La capacidad de coali­ ción entre Fine Gael y el Labm.tr se muestra, hasta hoy, como la condición sine qua non para sustituir en el gobierno al Fianna Fail (1944, 1951, 1973, 1981 y 1982/11). No sólo la pura suma de escaños, sino tam bién los acuerdos prelectorales son decisivos. Con similar lema al utilizado por el Fine Gael en la cam paña electoral: “Vote Fine Gael and continué your preferences jor L abour” (véase Mackie, 1983, p. 175) ambos parti­ dos pueden recom endar a sus electores, dar las últimas preferencias al otro partido integrante de la coalición. Ese acuerdo puede m anejar considerablem ente el efecto desproporcional del sistema electoral y con ello las relaciones de mayoría en el Dail (Cámara de Diputados). Los resultados de 1969 y 1973 clarifican esto: 1969 el Fine Gael y el

236

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

Labour lograron ju n to s el 51.1% de los votos, sin em bargo, sólo el 47.6% de los escaños; ambos partidos no alcanzaron un acuerdo elec­ toral. Por el contrario, el Fianna Fail obtuvo con el 45.7% de los votos la mayoría absoluta de los escaños; el sistema electoral había favoreci­ do, como siem pre, considerablem ente al partido más fuerte en votos. Por el contrario, en 1973 el Fine Gaely el Labour celebraron un acuerdo y ganaron ju n to s el 48.8% de los votos y el 51.1% de los escaños, m ien­ tras que el Fianna Fail, a pesar de que había aum entado levemente su porcentaje de votos, perdió la mayoría de escaños; m ediante los acuer­ dos electorales el Fine Gael aprovecha más del sistema electoral que el Fianna Fail; y el Labour (en 1969 aún considerablem ente subrepresentado) fue perjudicado sólo muy insignificantem ente: los acuerdos electorales com pensan, en favor de los partidos en coalición, la venta­ ja fundada en el sistema electoral que favorece al partido más fuerte (véase O ’Leary, 1979). M ediante la propuesta electoral de las eleccio­ nes de noviembre de 1982, ambos partidos integrantes de la coalición, aprovecharon m ucho más del sistema electoral que el Fianna Fail (véase O ’Leary, 1983). Si la alternancia en el ejercicio del gobierno había dependido decisivamente (como se h a visto) de si el Fine Gael y Labour lograban alcanzar un acuerdo, esta situación se ha modificado básicamente en las elecciones de 1987: el partido Progressive Democrats (dem ócratas progresistas), fundado 14 meses antes de las elecciones, logró de golpe cerca del 12% de los votos y 14 escaños; el porcentaje del Labour se redujo al 6.3%, el del Fine Gael se redujo al 30%. El éxi­ to del Progressive Democrats es haberse establecido en el sistema de par­ tidos irlandés y po r lo tanto se com plican las condiciones para la alter­ nancia en el gobierno. Iniciativas de reforma C uando en los años cincuenta, pudo com probarse p o r prim era vez que es posible desplazar de la responsabilidad del g obierno al parti­ do con mayor nú m ero de votos (elecciones de 1951 y 1954), el Fian­ na Fail, con su gran dirigente De Valera. planeó la im plantación del sistema de mayoría relativa en circunscripciones uninom inales según el m odelo británico. El proyecto de ley de reform a de la constitución fue aprobado po r el D ailen 1959 y rechazado p o r el senado; fue, asi­ mismo, rechazado en referéndum popular en ju n io de 1959 por 543322 votos negativos (el 51.8%) contra 486989 votos afirmativos (el 48.2%). En la controversia provocada por el proyecto de ley, los pros y los contras de ambos sistemas electorales ocuparon el centro del debate público. En favor del sistema irlandés, se argum entó que en las circuns-

C u a d r o 4 4 . Irlanda: elecciones a l D a il 1 9 6 9 -1 9 9 2

Fianna Fail Fine Gael Labour Piog. Democrats O tro s

1977

1982/1

1981

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

45.7 34.1 17.0 1.0

51.7 35,0 12.6 12.6 0.7

46.2 35.1 13.7 13.7 5.0

47.6 37.8 13.3 13.3 1.4

50.6 30.5 11.6 11.6 7.3

51.1 29.3 10.9 10.9 2.7

45.3 36.5 9.9 9.9 8.3

46.7 39.4 9.1 9.1 4.8

47.3 37.3 9.1 9.1 6.3

49.1

3.2

1982/11

Partidos

Fianna Fail Fine Gael Labour Prog. Democrats O tro s

1973

1969

Partidos

1989

1987

38.2 9.1 9.1 3.6

1992

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

votos en %

escaños en %

45.2 39.2 9.4 9.4 6.2

45.5 42.4 9.7 9.7 2.4

44.2 27.2 6.3 11.9 10.5

49.1 30.3 7.3 8.5 4.8

44.1 29.3 9.5 5.0 12.1

46.4 33.1 9.0 3.6 7.9

39.1 24.5 19.3 4.7 12.4

41.0 27.1 19.9 6.0 6.0

Fuentes: O ’Leary, 1979, 1982, 1983; Farcll, 1987; Electoral Shtdies, 1993.

238

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

cripciones pequeñas, donde se aproxim an los resultados del sistema irlandés a los del sistema de mayoría relativa en circunscripciones uni­ nom inales, se conservaban efectos políticos esenciales de la represen­ tación proporcional. La “representación proporcional sin listas en circunscripciones pe­ queñas” garantiza al elector, según esta opinión, una libertad personal mayor en cuanto a la selección, po r un lado, entre una cantidad ma­ yor de partidos con más posibilidades de ganar escaños parlam enta­ rios y, por otro, en tre más candidatos de ana lista abierta. Ya que, por regla general, los partidos mayores suelen presentar un núm ero mayor de candidatos al de pues eos parlam entarios que van a conseguir, el elector tiene con ello posibilidades superiores de de­ cisión personal, incluso dentro del partido al que favorece. En las tres elecciones que se celebraron desde 1948 a 1955, los electores irlande­ ses pudieron elegir, po r térm ino m edio, en tre ocho candidatos, m ien­ tras que los ingleses sólo pudieron hacerlo entre dos o tres candidatos. En 1987 se presentaron en las 41 circunscripciones plurinom inales (de tres hasta cinco escaños) po r térm ino medio 11.4 candidatos, pa­ ra un prom edio de 4 escaños po r circunscripción. Hay, por lo tanto, un porcentaje superior de electores representa­ dos p or diputados elegidos de m odo directo. Por ejemplo, en el año de 1957, aproxim adam ente el 70% de los electores había concedido su prim er voto a un candidato triunfador; en 1973 fue más del 67%. Muy superior es el porcentaje de los llamados votos eficaces, que han con­ tribuido a la elección de un candidato y que, en consecuencia, com­ prenden las segundas, terceras y otras preferencias superiores que se han aplicado; en la m edia nacional, este porcentaje alcanzó, en 1969, el 78.3% y, en 1973, el 79.8% (véase Knight/Baxter-M oore, 1973, pp. 50 y A pesar de lo com plicado del cóm puto de votos, la votación prefe­ rencial es com prensible y fácil de realizar po r parte del elector: en el periodo (1938-1992) el núm ero de votos nulos es sólo apenas del 1% de los votos emitidos (compárese M ackee/Rose, 1991).

C h i l e ( s is t e m a b i n o m i n a l )

La nueva dem ocracia chilena postautoricaria se caracteriza p o r tener reglas electorales que rom pen con la tradición electoral del país, des­ arrollada con base en la Constitución de 1925 que, en la práctica, en­ tró en vigencia en 1932. El caso chileno es especialm ente interesante, porque representa uno de los pocos en los cuales se puede observar

SISTEMAS ELECTORAI .ES INDIVIDUALES

239

un cambio en el principio de representación, del proporcional al ma­ yoritario. Parece incierta la perm anencia del nuevo sistema electoral, el bin o ni i nal. Mientras tanto, es posible estudiar los efectos que tiene esta alteración en el sistema de partidos políticos. Los sistemas electorales tradicionales Según la tradición chilena preautoritaria, al presidente, cuya duración en el cargo era de seis años, se elegía por mayoría absoluta y, en caso de no alcanzar ningún candidato este apoyo, por decisión del congre­ so nacional entre los dos candidatos más votados. Salvo en 1964, cuan­ do Eduardo Frei ganó a Salvador Allende por mayoría absoluta en una elección virtualm ente bipolar, todas las otras veces fue el congre­ so quien decidió la elección, pero siempre eligiendo al candidato más votado de la prim era vuelta. De este modo, cuando en 1970 se cono­ cieron ciertos planes para elegir en el congreso al segundo candidato más votado, esto se in terpretó am pliam ente com o un golpe a la tradi­ ción institucional. Finalm ente salió elegido Salvador Allende, el apoderado de la U nidad Popular. En cuanto a las elecciones parlamentarias, el senado se renovó por mitad cada cuatro años, ju n to con las elecciones de la Cámara de Dipu­ tados. Para la elección del senado, el país estaba dividido en nueve (desde 1967 en diez) circunscripciones, formadas, con excepción de la provincia de Santiago, por la agrupación de dos o tres provincias. Para la Cámara de Diputados, las provincias constituían las circuns­ cripciones, diferenciándose por el núm ero de escaños correspon­ dientes a cada una. O riginalm ente se distribuían 132 diputados en 25 circunscripciones, los que fueron aum entados a 143 en 1931, a 146 en 1937 y a 150 en 1967. Vale destacar que du ran te todo el periodo de 1932 a 1970 no se aplicaron los censos de 1940, 1952 o 1960, respecti­ vamente, para ajustar las circunscripciones al desarrollo demográfico, lo que ocasionó un a distorsión cada vez mayor en la representación en detrim ento de las zonas urbanas. Los partidos políticos podían for­ m ar alianzas electorales a nivel de circunscripción y establecer si la lis­ ta correspondía, adem ás de ser cerrada, al tipo de bloqueada o no bloqueada. El elector tenía un voto para el senado y otro para la Cá­ mara de Diputados. En 1958 se prohibió form ar alianzas electorales a nivel de las circunscripciones y en 1961, alianzas electorales en gene­ ral. Esta disposición apoyó la reducción de la cantidad de partidos en el parlam ento. Para la adjudicación de los escaños se utilizó el sistema

240

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

D 'H ondt en la determ inación de la cifra repartidora. El sistema elec­ toral perm itió un form ato de sistema de partidos fragm entado, aun cuando tendía a favorecer a los partidos mayores. Vale recordar que, en 1965, el Partido D em ócrata Cristiano obtuvo con el 41.6% de los votos el 54.8% de los escaños.

Fragmentación y polarización en d sistema de partidos Chile es un ejem plo de la com plejidad de las relaciones en tre el sis­ tem a institucional, la estructura social, la política de reform as y el sistema presidencial. En el análisis de su interrelación debe conside­ rarse que Chile tiene un sistema presidencial. La influencia de las elec­ ciones presidenciales sobre las parlamentarias, a pesar de no ser simul­ táneas, ha sido de considerable im portancia en la estructura y cambio del sistema de partidos. Los procesos de fragm entación y concen­ tración p u eden observarse de m anera relativamente independiente del sistema electoral, cuya reform a de 1961, po r cierto, redujo conside­ rablem ente a la cantidad de partidos en com petencia, aunque la con­ centración ha sido fuertem ente influida por las decisiones en las elec­ ciones presidenciales. Según su estructura fundam ental, Chile mostraba, hasta muy avan­ zado el régim en militar del general Pinochet, un sistema pluripartidista de cinco partidos (u orientaciones partidarias): nacionales (ex liberales y conservadores), radicales, demócrata-cristianos, socialistas y comunistas. Su cohesión in tern a era diversa (véase H uneeus, 1983). N ingún partido alcanzó para sí la mayoría absoluta de los votos. Sin em bargo, el sistema electoral p udo contribuir a o b ten er la mayoría absoluta por un efecto de desproporción suficientem ente grande del mismo ( p d c , 1965). La ubicación de los partidos se expresa vulgar­ m ente a través del tamiz ideológico derecha, centro e izquierda. Re­ duciendo incluso la com petencia a una situación a tres bandas era im probable una mayoría absoluta de votos para una de las opciones. Pero las elecciones presidenciales conducían naturalm ente a u n a sim­ plificación num érica de las opciones, poique en ellas se entregaba un solo m andato según la mayoría. No obstante, de acuerdo con los votos alcanzados, en Chile sólo pudo ser potencial m ente mayoritaria una opción cuando se produjo u n a nueva reducción de la com petencia, m ediante alternativas que condujeran a dos de las tres opciones del espectro derecha, centro e izquierda, a constituir alianzas formales (1973: c o d e ) o inform arles (elecciones presidenciales de 1964). Ma­ yoría potencial fueron las alternativas marxismo-antimarxism o, dic­

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

241

tadura-antidictadura. Estas simplificaciones del espectro político pro­ dujeron tensiones en ios partidos políticos, con la consecuencia de la separación de algunos sectores y la fundación de nuevos partidos. Este proceso fue observable en el Partido Radical ( d r , p i r ) , en el Partido Demócrata Cristiano ( m a p u , i c ) y, más tarde, en la derecha política (en favor o en contra de Pinochet) y en los socialistas (por la a d o por el m d p ) . Los imperativos de concentración en un sistema m ultipartidista, con el objeto de producir decisiones políticas fundam entales —como podrían ser las elecciones presidenciales— liberan, por consiguiente, las fuerzas de dispersión. Sin em bargo, un punto de vista por consi­ derar reside en que la concentración en el sistema de partidos chileno estuvo, al parecer, vinculada a u n a estructura dualista con un alto gra­ do de polarización. Por lo visto, en el caso chileno, fragm entación y polarización no fueron variables correlacionadas positivamente, como pudo verse en Europa, en la República de Weimar y en la República Ita­ liana después de la prim era G uerra M undial (véase Sartori, 1966). Las lecciones de la historia chilena aconsejan un trato muy cuidadoso del form ato deí sistema de partidos políticos m ediante la palanca de :a sis­ temática electoral. Lo mismo pasó en 1993: definido el periodo elec­ toral esta vez en seis años, el candidato de la Concertación Democrá­ tica, Eduardo Frei Tagle, recibió el 54.77% de los votos.

Los sistemas electorales de la redemocratización La constitución de 1980 prevé un presidente electo para ocho años por mayoría absoluta y segunda vuelta de ballotage entre los dos can­ didatos más votados si ninguno obtiene la mayoría absoluta de los vo­ tos válidos. Para las elecciones presidenciales de 1989, el régim en de fado y la oposición dem ocrática acordaron acortar el prim er periodo presidencial a cuatro años. Patricio Aylwin, el candidato de la Con­ certación Democrática, recibió el 54.0% de la votación, de m odo que resultó elegido sin necesidad de recurrir al novedoso ballotage. Para las elecciones parlam entarias, se rom pió con la tradición de representación proporcional introduciendo, tanto para el senado co­ mo para la Cámara de Diputados, el sistema binom inal. Para el sena­ do, que cuenta con (hasta diez) m iem bros designados, incluyendo los ex presidentes de la República, se establecieron 19 circunscripciones, mientras que para la Cám ara de D iputados se fijaron 60. Existe posibi­ lidad de pactos electorales a nivel de circunscripción. Las listas contie­ nen un máximo de dos candidatos. El elector tiene un voto para elegir e! senado y otro para elegir la Cámara de Diputados. Vota por candida­

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SISTEMAS ELECTORAI.ES INDIVIDUALES

tos, de m odo que la lista es cerrada, pero no bloqueada. O btienen los dos escaños de cada circunscripción las dos listas más votadas (suma de votos personales), resultan elegidos dentro de cada lista los can­ didatos más votados. Si una de las listas consigue más del doble de los votos obtenidos po r la lista que le sigue en núm ero de votos, obtiene los dos escaños. El sistema binom inal es un sistema mayoritario con efectos pecu­ liares, com parados con el sistema uninom inal. C uentan los votos de las dos más altas mayorías. Y aún más: dado que hay dos escaños en disputa, se favorece al segundo partido, porque alcanza el 50% de los escaños sin igualar a la prim era mayoría. Es necesario, eso sí, que ob­ tenga más de la mitad de los votos del partido con mayoría relativa o absoluta, pero el m argen virtual es grande. La lista que obtenga en una circunscripción un poco más del tercio de la votación ob ten d rá un escaño, al igual que la lista que obtenga casi dos tercios de la vota­ ción. En total, los resultados electorales pueden distorsionar po r com­ pleto la relación de fuerzas entre los parí idos políticos. El political engineering de la supuesta segunda fuerza política que está detrás de este sistema, este partido o coalición de partidos, corre sin em bargo el ries­ go de perderlo todo si no logra, al cam biar la correlación de fuerzas, llegar segundo. En las prim eras elecciones postautoritarias, la derecha chilena supo beneficiarse del pinochetism o y restablecer la fuerza electoral que tuvo en los años cincuenta. En estas condiciones, el re­ sultado electoral no mostró la desproporcionalidad pronosticada. De esta form a, no se produjo una fuerte crítica al sistema electoral des­ pués de las elecciones de 1989. La concertación se m antiene, hoy co­ mo ayer, favorable a la representación proporcional en distritos elec­ torales. Sin em bargo, parece difícil conseguir el apoyo de la derecha para una reform a electoral. Estas perspectivas se minimizan en la me­ dida en que este sector político tiende a poder presentarse unido en las elecciones, m ientras que crece la tendencia en la C oncertación de com petir electoralm ente entre sus alas, es decir, el ala demócrata-cristiana y el ala socialdem ócrata/socialista. favorecida po r la nueva asim ultaneidad entre elecciones presidenciales y parlam entarias.

M é x i c o ( s is t e m a s e g m e n t a d o m a y o r it a r io )

Integram os a México en nuestra selección de países cuyos sistemas electorales estudiam os individualm ente — más allá de la dem anda de mis amigos mexicanos— por razones de la sistemática electoral y no por ordenarlo en el grupo de países con sistemas políticos liberal-pluralis­

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tas. El mismo sistema electoral y sus alteraciones en el tiempo constitu­ yen el mejor argum ento para legitimar esta advertencia y precaución. Antes de entrar a la descripción de las reglas del juego electoral en México, esbozaremos el contexto político en el cual se ubican el siste­ m a electoral y sus reformas. Sin referencia a estos aspectos globales, no serían ni inteligibles ni com prensibles el sistema electoral mexica­ no, sus continuas reform as y la creciente com plejidad del mismo. Las reformas del sistema electoral en el contexto mexicano Una evaluación del desarrollo político mexicano de los últimos dece­ nios, a grandes rasgos, debe destacar dos tendencias generales: por un lado, una apertura del sistema de partidos, desde una situación de partido único hacia un multipartidism o. Lentam ente, po r varias refor­ mas de la constitución y de la ley electoral, se han ido reconociendo legalm ente distintos partidos políticos, que han podido, así, en trar en la contienda electoral. Incluso se les ha reconocido un espacio de re­ presentación garantizada a estos partidos, llamados partidos de oposi­ ción, que también han ido am pliándose con el co rrer del tiempo. Asi­ mismo, se realiza un m anejo hábil y cada vez más sofisticado de la representación política m ediante el sistema electoral y reglas adicio­ nales en función de garantizar el dom inio político del Partido Revo­ lucionario Institucional ( p r i ) . E s así com o e i sistema electoral ha sido reform ado continuam ente casi en cada sexenio presidencial desde los años setenta, atendiendo, por un lado, clamores po r mayor dem o­ cracia (es decir, pluralism o político y com petencia real) y adaptando, por otro lado, la legislación electoral al m om ento político, como res­ puesta del partido en el poder a los retos de un pluralismo político creciente que había de ser controlado. Allí está la ambivalencia de las reform as electorales en México. Es obvio que en el discurso político se destaca la tendencia general hacia mayor participación, mayor pluralismo, mayor representación, et­ cétera. La segunda tendencia general, o la otra cara de la reforma, pasa muchas veces inadvertida, incluso sorprende a los observadores, cuan­ do el resultado electoral no confirm a el optim ism o evolucionista. Asi­ mismo, cuando los comicios ofrecen un resultado algo inquietante pa­ ra el p r i , esto es también motivo para una reform a política, en pro de la cual se articula todo un discurso de avance democrático, mientras que sustancialmente la reform a se hace en función de la adaptación de las reglas del juego a los intereses de po d er del partido dom inante. El sistema electoral ha sido uno de los mecanismos de control integrativo del sistema político mexicano.

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La evolución del sisten, a electoral El presidente se elige po r seis años, po r mayoría relativa, sin ninguna posibilidad de reelección. El senado consta de dos senadores po r esta­ do federal, más el Distrito Federal. Las circunscripciones son unino­ minales, dado que la duración del m andato es de seis años y se efectúa renovación por mitad cada tres años. Decide la mayoría relativa. Desde que se reconoció legalm ente a los partidos de oposición y se les concedió representación en el parlam ento, se pueden distinguir —a grandes rasgos— tres etapas en el desarrollo del sistema electoral. La prim era em pieza con la ley electora) de 1963. Con esta reform a, todo partido nacional (es decir, inscrito en el registro) que alcanzara el 2.5% de los votos a escala nacional, tenía derecho a cinco escaños y a un escaño más po r cada 0.5% sucesivo de votos, hasta un total de 20 escaños (se trata de los llamados diputados de partido). Por lo demás, si un partido alcanzaba 20 diputados en las circunscripciones (ios lla­ mados diputados de mayoría), ya no participaba en la distribución de los escaños minoritarios; si conseguía m enos de 20 diputados de ma­ yoría, podía utilizar su porcentaje de votos para llegar hasta un total de 20 diputados. La atribución de los escaños de la m inoría entre los candidatos por separado se hacía según el porcentaje de votos que hu­ bieren obtenido en las circunscripciones, com parando a ios candi­ datos de un partido en tre sí. Esta regulación no tiene, evidentem ente, nada que ver con la im plantación de un sistema proporcional, como parece suponer Moya P alenda (1964, pp. 179 55). Por la reform a se re­ conoció el derecho de representación de las minorías políticas. Esto no se debe confundir con representación proporcional. Y, efectiva­ m ente, la composición de la C ám ara de Diputados com prueba el d o ­ m inio absoluto del p r i y la representación de minorías incluso facilita­ da por la reform a electoral. C uadro 45.

PRI PPS PAN PARM

Total

Representación de minorías en México 1961-1976

1961 votos esc. %

1964 votos esc. %

1967 votos esc. %

90.3 1.0 7.6 0.5

82.3 1.4 11.5 0.7

83.9 2.2 12.4 1.4

172 1 5 0 179

175 10 20 5 210

Fuente: Com isión Federal Electoral.

174 10 20 6 2 12

1973 1970 vo'os esc. votos esc. % c/o

1976 votos esc. %

83.3 1.4 14.1 0.8

79.8 3.0 8.6 2.5

178 10 20 5 213

70.5 3.5 14.4 1.8

188 10 25 7 231

195 12 20 10 237

SISTEMAS ELECTORALES INDIVIDUALES

245

La segunda etapa de desarrollo del sistema electoral se abrió con la reform a electoral de 1977, cuando se introdujo un sistema electoral segm entado, que consta de dos partes: uno mayoritario y otro pro­ porcional. Esta reform a incluyó el sistema de doble voto. En 300 cir­ cunscripciones uninom inales se siguió votando con el sistema de ma­ yoría relativa. En hasta cinco circunscripciones plurinom inaíes, cuyo núm ero total de escaños fue fijado en 100 y posteriorm ente (1985) en 200, se introdujo la representación proporcional, bajando el umbral de representación a 1.5% de la votación válida y estableciendo una barrera de participación tam bién para los partidos políticos que obtu­ vieran 60 o más diputados de mayoría. Esta parte proporcional de la C uadro 46. Representación política en el sistema segmentado

en México 1979-1991 1982

1979

PRJ PAN PPS PRD PARM pc m / PSIJM

PMS fd n /

C oalición PDM PST PRT PMT PEM PFCRN PT

Total

1985

1991

1988

votos %

esc.

votos %

esc.

votos %

esc.

votos %

esc.

votos %

esc.

74.0 10.7 2.7

296 43 11

74.7 12.7 2.5

299 51 10

72.2 10.2 2.7

289 41 11

51.0 18.0 9.2

260 102 37

61.4 17.7 1.5 8.3 2.1

320 89 12 41 15

_

3.0 4.5

-

12 18

-

-

-

-

4.2

17

-

-

6.2

30

-

-

-

-

-

4.5

18 15

-

-

12 12 6 6

1.3

1.1

-

-

-

-

-

-

-

2.5 2.5

10 10

3.0 2.7

12 11

-

-

-

-

-

-

-

-

3.0 3.0 1.5 1.5 -



-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

-

400

-

11 12

-

400

-

2.7 3.0

400

-

-

-



0.5



-

9.4 —

-

38

500

0.6 -

1.5 4.4 1.1

_ -

23 500

i’Ki: Partido Revolucionario Institucional; p a m Partido Acción Nacional; p i \ s : Pan ido Popular Socialista; p r o : Partido de la Revolución Democrática; p a r m : Partido A uténtico de la Revolución Mexicana; p c m / p s i m : Partido C om unista M exicano/P artido Socialista Unificado de México; k d n : com puesto po r ¡’m s , p p s , p a r m , f

233 38

290 10

PARM

-

-

FDN

-

-

-

-

29

-

-

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247

El sistema electoral según la reforma de 1989/1990 Según la reform a electoral constitucional y la ley electoral de 1989 y 1990, la Cám ara de Diputados se com pone de 500 miembros. Trescien­ tos son elegidos en circunscripciones uninom inales. A cada estado fe­ derado le corresponden dos diputados nominales o “diputados de ma­ yoría”. Doscientos diputados son elegidos en cinco circunscripciones plurinom inales mediante listas cerradas y bloqueadas. El elector tiene dos votos: uno para votar por un candidato uninom inal (“diputado de mavoría”) y el otro para votar p o r una lista de partido (“diputado de partido”) . La adjudicación de los escaños en las circunscripciones em pieza con la exclusión de los votos de los partidos que no alcanzaron el 1.5% de los votos. H echo el descuento, queda la “votación efectiva”. La distribución de los escaños se hace m ediante el m étodo del co­ ciente electoral rectificado, que corresponde al cociente que resulta de la votación efectiva por el núm ero de escaños de la circunscripción más dos. Cada partido recibe tantos escaños como veces cabe el co­ ciente electoral rectificado en su votación. Los escaños restantes se ad­ judican en dos pasos. Prim ero se aplica el cociente “de u n id ad ”, que se consigue por la división de los votos aún no utilizados po r el pro­ cedim iento anterior, m ediante el núm ero de escaños restantes. Se­ gundo. si aún sobran escaños, se aplica la regla del resto mayor. En esta últim a distribución participan sólo los partidos que ya obtuvieron escaños en los dos prim eros procedim ientos. Hasta la reform a de 1993, todo el procedim iento de adjudicación de escaños estaba regido por reglas que introducían, ju n to al mayori­ tario y al proporcional en sus respectivas partes, otro principio en fun­ ción de estructurar la composición de la Cám ara de Diputados según criterios mayoritarios. Se procuró la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados para el partido más votado (“cuota de gobernabilidad”), li­ m itando al mismo tiempo el dom inio de representación de la fuerza mayoritaria. La Constitución mexicana, en su artículo 54, iv, decía en resumidas palabras: a) N ingún partido político podrá contar con más de 350 diputados; b) Si ningún partido político obtiene por lo menos el 35% de la votación, la distribución de los escaños se hace tom ando como criterio la proporcionalidad en tre votos y escaños; c) Al partido político que obtiene la mayoría relativa de los diputados de mayoría y por lo m enos 35% de la votación nacional, se le concede la mayoría absoluta de los escaños. Accede, además, a dos escaños po r cada 1% adicional al 35%, hasta el límite, en todo caso, del 60% de la totalidad de los escaños; d) El partido político que obtenga entre el 60% y 70%

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de la votación nacional y su núm ero de diputados de mayoría no al­ cance en porcentaje el de sus votos, participa en la distribución de los diputados de partidos hasta obtener un porcentaje de escaños que corresponda al de sus votos. En las elecciones de 1991, el p r i sacó el 61.5% de los votos válidos. A sus diputados de mayoría (290) se agregaron 30 de asignación según representación proporcional conform e a la votación efectiva del p r i (64.2%). Cuatro de los siete partidos postulantes no alcanzaron el 1.5% de barrera legal. Los demás partidos participaron en la distribu­ ción de los 170 escaños restantes de re presentación proporcional como sigue: p a n 79, p p s 12, p r d 41, p f c r n 23, p a r m 15. En 1993 se abo­ lió la couta de gobernabilidad.

El sistema mexicano en c omparación Es interesante señalar que la term inología electoral en México conoce conceptos como votos efectivos, diputados de mayoría, diputados de partido, cociente de unidad, etcétera, que no se usan en la sistemática electoral, de m odo que su em pleo, sin aclaración del contenido, no sirve ni para el análisis individual ni para com paraciones. Por lo de­ más, el sistema segm entado se ha identificado — e incluso justificado como uno de los más m odernos— con el sistema alemán, tesis que se ha repetido en varios estudios fuera de México (véase po r ejemplo Molina, 1990). Sin em bargo, el sistema electoral m exicano no es pro­ porcional, sino mayoritario, en la versión de 1989/1990 (con cuota de gobernabilidad) se parecía más a sistemas mayoritarios de premios: el partido más votado tenía garantizada por la Constitución la mayoría absoluta en el parlam ento. El hecho de que el sistema mexicano ‘‘se inspire” en el sistema alem án en cuanto a algunos elem entos técnicos (el sistema del doble voto, circunscripciones uninom inales y distribu­ ción proporcional de escaños) es secundario para los efectos de la cla­ sificación del sistema. Sin em bargo, la abolición de la cuota de gober­ nabilidad hizo convertir el sistema electoral en un sistema de orden dem ocrático. Por otra parte, no hay que olvidar u n a distinción funda­ m ental que se desprende del enfoque evolucionista que adopta Ma­ nuel Barquín (1987, p. 58): “U na últim a prueba y quizá la más difícil está aún por presentarse en el futuro, conform e que se aproxim a la úl­ tima fase de la evolución de cualquier sistema político-electoral dem o­ crático y m aduro: aquella en que se presenta la posibilidad de la al­ ternancia de los partidos políticos en el p o d e r”. Ha sido imposible reconocer en la reform a electoral de 1989-1990 un acercam iento a

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esta etapa del sistema electoral, pensada como la última, que establece condiciones de dem ocracia sin atributos, es decir, de com petencia real y posibilidad de alternancia entre los partidos políticos; y si la re­ form a de 1993 abre esta posibilidad, equivale a plantear u n a apuesta que aquí no corresponde apoyar.

U

ruguay

(s is t e m a

d e v o t o s s im u l t á n e o o d e l e m a s )

En la República Oriental del Uruguay se ha desarrollado uno de los sistemas electorales más peculiares del m undo. Se le conoce como “Ley de Lemas”, aunque, com o veremos, se le debiera denom inar por su principal característica: el doble voto simultáneo. Tan especial fue considerado este sistema y tan vinculado con la es­ pecífica realidad uruguaya, que hasta hace muy poco era difícil pensar en su aplicación en otro país. R ecientem ente se estableció el doble voto simultáneo en H onduras para las elecciones de 1985; en la Repú­ blica D om inicana y en A rgentina se llegó a considerarlo com o alterna­ tiva de una reform a electoral; en este últim o país se le aplica ya en al­ gunas provincias para las asambleas legislativas.

Los rasgos fundamentales La prim era característica del sistema electoral uruguayo reside en que los diferentes órganos del Estado son elegidos en un mismo acto elec­ toral y a través de un mismo voto. De m odo que con un solo voto se elige al presidente y al vicepresidente, al senado, a la Cám ara de Re­ presentantes y demás órganos de elección popular (intendentes de­ partam entales, ju n tas departam entales, juntas electorales departa­ mentales). Desde la perspectiva de los tipos de sistemas electorales es preciso distinguir entre dos tipos de órganos (véase Pérez Pérez, 1970): a) Los órganos de integración unipersonal (presidente y vicepresidente, in­ tendentes departam entales) se eligen por un sistema de mayoría sim­ ple con circunscripción uninom inal. Toda la república o el depar­ tam ento, según el caso, son considerados como u n a circunscripción electoral, b) Los órganos de integración pluripersonal son elegidos por un sistema de representación proporcional, con dos variantes de­ pendientes del diseño de las circunscripciones. En el caso de la elec­ ción de senadores rige la circunscripción única nacional (30 senadores). En la elección de diputados la delimitación de las circunscripciones

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tiene como base la división departam ental del país, lo que conduce a fijar 19 circunscripciones plurinom inales de diferente tam año (de 2 a 48). La segunda característica del sistema electoral uruguayo reside en la posibilidad de que el elector vote po r corrientes dentro del partido (presentado com o “lem a”) de su preferencia. Estas corrientes se pre­ sentan com o “sublem as” y listas en form a cerrada y bloqueada. Los vo­ tos entregados a cada sublem a o lista de un lema o partido (o frente de partidos) se suman, acum ulándose en favor de éstos (doble voto si­ m ultáneo). Este proceso de acum ulación de votos es decisivo para ele­ gir al presidente de la república. El lem a con mayoría simple de votos gana la elección presidencial, y, d en tro del lema, la candidatura más votada. En el caso de la Cám ara de Representantes, el proceso de adjudi­ cación de escaños es más com plicado (véase Cocchi, 1986, pp. 43 ss-, Bottinelli, 1990, p. 10): a) La Corte Electoral determ ina el núm ero de escaños por D eparta­ mentos, a través del procedim iento D’H o n d t con correcciones: toda circunscripción tiene asegurados dos escaños; ninguna cir­ cunscripción puede superar en más de un escaño la relación matem ática entre el total de electores habilitados en la circuns­ cripción y el total de electores habilitados en todo el país. b) Realizada la elección se procede al prim er escrutinio. Las juntas electorales departam entales establecen el cociente electoral de­ partam ental (votos válidos de la circunscripción dividido por el núm ero de escaños). Se adjudican las bancas po r cocientes en ­ teros, otorgando a cada lema tantos escaños com o veces cabe el cociente electoral departam ental en el total de sufragios acum u­ lados por ese lema. c) Segundo escrutinio: a escala nacional se adjudican los 99 escaños entre los lemas po r el sistema D’H ondt. Del total de escaños ob­ tenidos por cada lema se restan los escaños ya otorgados en el prim er escrutinio, con los que se obtiene el núm ero de escaños por adjudicar en el tercer escrutinio d) La adjudicación de los escaños en el tercer escrutinio: a través de la tabla de cocientes decrecientes se dividen los votos de cada lema en cada circunscripción po r el núm ero de escaños ya ob­ tenido en dicha circunscripción, más uno. Los cocientes se o rd e­ nan indistintam ente de mayor o menor. La adjudicación de los escaños se efectúa por tres vueltas: 1) Se cum ple el m ínim o cons­ titucional en caso de que el núm ero de escaños haya quedado

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por debajo de dicho mínimo. Se adjudican los escaños reco­ rriendo la Tabla de Cocientes Decrecientes. C uando se com pleta el núm ero de escaños correspondientes a un lema, este lema de­ ja de ser tom ado en cuenta. 2) Luego se com pleta el núm ero de escaños correspondientes a cada lema y a cada circunscripción, se puede llegar a adjudicar los 99 escaños según el núm ero de es­ caños que corresponde a cada circunscripción. 3) Finalm ente, si algún lema en u n a circunscripción en que no obtuvo represen­ tación ofrece un cociente mayor al obtenido en otra circunscrip­ ción donde sí obtuvo un escaño, el escaño se traslada a la cir­ cunscripción donde el lem a obtuvo mayor cociente, siem pre que dicho traspaso no afecte el m ínim o constitucional. Vale añadir que alrededor de cinco escaños son atribuidos po r la disposición constitucional del m ínim o distrital. A lrededor de tres escaños deben ser adjudicados en el tercer escrutinio. Es decir, más allá del 90% de los escaños son distribuidos a partidos y circunscrip­ ciones en los dos prim eros escrutinios. La confluencia de las dos características señaladas form an la di­ mensión múltiple de sim ultaneidad que identifica al sistema urugua­ yo. Es simultáneo, pues no sólo se produce la elección de todos los ór­ ganos en un mismo acto, el mismo día, sino que un mismo voto produce resultado para los diferentes órganos, independientem ente de su ni­ vel y composición; y es simultáneo pues con el voto de u n a lista de can­ didatos a un sublem a se vota po r el lema (doble voto sim ultáneo). Origen y evolución del sistema electoral Institucionalm ente el sistema del doble voto simultáneo fue estableci­ do por la ley 3.640 del 11 de julio de 1910, la que en su artículo 5 señala: ‘‘Todo elector deberá votar sim ultáneam ente po r el partido político perm anente o accidental a que pertenece y po r los candida­ tos. Las listas que no se ajusten a esta exigencia serán nulas y no com­ putarán en ninguna de las operaciones de escrutinio. Los electores podrán agregar al lema de un partido el sublem a o denom inaciones que juzguen convenientes para indicar tendencias dentro de su par­ tido político”. La consagración legal del sistema, sin em bargo, obedeció a un de­ bate que en 1910 ya tenía más de dos décadas de duración en la políti­ ca uruguaya, desde la difundida lectura en círculos académicos y políticos del libro de Borelly Nouveau Systeme Electoral. Representaron

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proportionelle de la majorité et de minorités, publicado en París en 1870. Ya en 1978 fue presentado un proyecto de ao b le voto simultáneo p o r un consejo consultivo, según un texto elaborado po r el constitucionalista Justino Jim énez de Aréchaga, que rech izó el dictador Lorenzo Latorre. Como señala acertadam ente Aldo Solari “[...]20 años antes de la ley de 1910, si había algo en este país que todo el m undo conocía era el doble voto sim ultáneo, y no era p o r casualidad, porque podría haberles interesado algunos de los num erosos sistemas que se pro­ ponían en esa época” (véase N ohlen/R iat, 1986, p. 90). El mismo Aldo Solari explícita la razón fundam ental de la instau­ ración del sistema: “[...]e l doble voto sim ultáneo atrajo tanto, porque tenía que ver con la situación de los partidos. Fue establecido para re­ solver un problem a del Partido Nacional y uno idéntico del Partido Colorado” (Solari, 1986, p. 90) Estos problem as consistían fundam en­ talm ente en la fraccionalización de los partidos y la necesidad de que, a pesar de ella, m antuvieran su unidad com o colectividad política. La ley de 1910 hizo posible “el fraccionam iento partidario sin m engua de su representación: po r prim era vez se legitim aron las luchas intestinas de los partidos y se perm itió dirim ir las diferencias electoralm ente, en el seno de un lem a o sufragando po r lem a p ro p io ” (Franco, 1984, p. 33). El fraccionalismo tradicional de los partidos uruguayos se en ­ cuentra, por lo tanto, en el origen del doble voto simultáneo y no es una consecuencia de su establecimiento, aunque sí es un factor de su regulación. Más adelante volveremos a este tem a al tratar las conse­ cuencias del sistema. El m arco político y socioeconómico en el cual se estableció el sis­ tem a electoral uruguayo a principios de siglo era asimismo peculiar en el contexto latinoam ericano. La regulación del conflicto político a fines del siglo xix se había centrado en los mecanismos institucionales y en modalidades consensúales, gracias a u n bipartidismo muy estable y a una floreciente econom ía exportadora integrada privilegiadamente en el m ercado internacional. Simultáneamente, se produjo un proceso de m odernización social y u n a apertura de los partidos a la diferencia­ ción y la movilidad social producidas por el proceso de m odernización. Este panoram a de la sociedad uruguaya en el cambio de siglo expli­ ca en gran parte el éxito de la aplicación del sistema electoral y, por supuesto, la posibilidad de su establecim iento. Así puede entenderse, por ejemplo, que se pudiera conjugar el bipartidism o y la p ro p o r­ cionalidad. Las transform aciones que el sistema electoral uruguayo experim en­ tó durante el curso del siglo xx son escasísimas, tanto su núm ero co­ mo su profundidad. Incluso, como anota A lberto G uidobono (véase

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Franco, 1986, t. II, p. 157), “...es más fácil cambiar la Constitución que las leyes electorales, ya que éstas se m antienen vigentes con pequeñas alteraciones desde hace varias décadas, m ientras que la Constitución ha sido modificada en 1917, 1934, 1942, 1952 y 1967”. Más que hablar de modificaciones, podem os hablar de “com plem entos” o de norm as interpretativas al sistema electoral, al describir su evolución después de 1910: a) En cuanto al derecho electoral, la Constitución de 1918 estable­ ció el principio del ius sanguinis, el voto secreto y el voto directo para la elección del p o d er ejecutivo (que se mantuvo a pesar de las modificaciones a su composición que tuvieron lugar sucesiva­ m ente). En el mismo texto de 1918 se suprim ieron las limitacio­ nes de la edad m ínim a para votar (18 años). En la Constitución de 1934 se estableció el voto de la m ujer (legalm ente consagrado en 1932) y la obligatoriedad del voto. Todas estas disposiciones contribuyeron a u n a tem prana participación electoral práctica­ m ente universal en el país oriental. b) En cuanto a las circunscripciones electorales, la norm a hoy vi­ gente data de la Constitución de 1934, que estableció la circuns­ cripción única nacional de 30 senadores y 19 circunscripciones departam entales de diferente tamaño, de 99 diputados en total (2 mínim os por departam ento). c) Sobre las formas de candidatura, dentro de cuya temática se in­ serta la característica clave del doble voto sim ultáneo, los princi­ pales hitos de la evolución del sistema se produjeron en las le­ gislaciones de 1924-1925 y en la década de los treinta. Según las prim eras, se definió el partido político con la definición de lema y se definieron las norm as de “operar a nivel de lemas y sublemas para los diferentes cargos” (Cocchi, 1986, p. 39). La legislación de los años treinta (1934, 1935, 1936, 1939) unificó los mandatos, adoptó el principio de la lista cerrada y bloqueada y reguló la pro­ piedad de los lemas, así como los requisitos para form ar un sublema. Las reformas posteriores (1942, 1952 y 1967) se refirieron a los problem as de acum ulación dentro de lemas “p erm anentes” y “accidentales”, así como a la cantidad de hojas de votación. d) Respecto a los m étodos para asignar los escaños, el sistema vigen­ te se consagró en la ley del 22 de octubre de 1925, que reglam en­ tó los procedim ientos, y en la Constitución de 1934, que reguló la elección del senado como directa en u n a sola circunscripción. e) La adm inistración y el control electoral fueron entregados a una serie de órganos creados por la legislación de 1924 (ley 7690): el

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registro cívico nacional, la corte electoral, las ju n tas electorales (ya creadas en 1887), la oficina nacional electoral y las oficinas electorales departam entales. La clave del funcionamiento del sistema electoral El sistema uruguayo funciona orientado a la elección del presidente de la república. Y ello por dos razones. La prim era, obviamente, es el peso que la variable forma de gobierno presidencialista tiene en el con­ ju n to del sistema político, no sólo en Uruguay, sino en toda América Latina. El sistema presidencialista produce, po r lo tanto, un efecto ma­ yor en los partidos políticos que el sistema electoral. La segunda razón de que el sistema electoral uruguayo se mueva en función de la elec­ ción presidencial reside en la unidad bifacial pluralidad-acumulación dentro de los lemas o partidos. N orm alm ente la existencia de sistemas de partidos muy segm enta­ dos o fraccionados tiene como consecuencia una relación directa­ m ente proporcional en tre esa característica y la debilidad electoral. Tanto en sistemas parlam entarios com o presidenciales, se requiere un grado de hom ogeneidad intrapartidaria para o btener más votos, po r lo menos a una cierta altura del proceso electoral. Así, es posible que los partidos am plíen el espectro de sus ofertas de program a y de per­ sonas en la fase inicial de las cam pañas (en los Estados Unidos por ejemplo) con la finalidad de abarcar u n a mayor variedad de preferen­ cias. Pero en la fase decisiva de la cam paña ese proceso tiende a inver­ tirse, concentrándose en u n a línea consensual. En estos casos son los mismos partidos (algunas veces con la ayuda del electorado a través de las primarias) los que producen la selección de sus ofertas, antes de la elección. En el caso uruguayo, la am plitud de ofertas de los partidos llega hasta el día de la elección, y ello porque los votos de los can­ didatos de un mismo partido se sum arán. De este m odo se concede al elector la facultad de reducir las candidaturas en un contexto plura­ lista a nivel de sublemas. La elección del parlam ento, por lo tanto, carece de una im portan­ cia central para los efectos del funcionam iento del sistema electoral. El com plicado sistema de adjudicación de escaños para la Cám ara de Representantes, además, contribuye a restar im portancia a esta elec­ ción, a pesar de la im portancia política que el parlam ento tiene en el sistema institucional uruguayo. Como sostiene Ju an Rial: “El sistema im perante, perm itiendo una fuerte pluralidad de hojas de votación que en los hechos implica un triple voto simultáneo, hace muy difícil para el elector visualizar quiénes serán sus representantes en el parla­

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m entó. La conducta electoral hace que sólo se tenga en cuenta el ni­ vel presidencial y que no se preste atención al parlam ento” (véase Fran­ co 1986, t. II, p. 22). La estrategia de la acumulación, que dom ina el sistema y se pone en movimiento para lograr la elección presidencial, se arm oniza con las características del sistema electoral para producir grandes conglom erados partidarios y sublemas poderosos. Hasta qué punto estas características constituyen efectos o resultados negativos o positivos para el sistema político en su conjunto, ha sido un punto muy controvertido en el debate de los años ochenta.

Resultados y efectos del sistema de voto simultáneo. Ventajas y desventajas Es siem pre difícil designar un fenóm eno de la política como ‘‘negati­ vo” o como “positivo”. D epende de cuáles sean las propias valora­ ciones y de cómo se catalogue el proceso en e! cual ellos están inser­ tos. En el caso de Uruguay, se com plica la valoración p o r la confusión y la am bigüedad que existe respecto al concepto partido. ¿Los par­ tidos tradicionales, los lemas, son verdaderam ente partidos políticos? ¿O son más bien los sublemas com parables en sus funciones a los par­ tidos políticos? La legislación electoral identifica el lem a con el parti­ do político. Sin em bargo, esta misma legislación electoral define al tipo de lista vigente en Uruguay com o cerrada y bloqueada. Esta definición es solamente correcta cuando se refiere a la lista de can­ didatos, pero no a las listas de un lema. Q ueda la sospecha de que al­ gunos tratadistas confunden lista cerrada y bloqueada con la prohibi­ ción del split-voting, que efectivamente no existe. En otros trabajos, se restringe el concepto a que “el elector no tiene la facultad de agregar o suprim ir candidatos a la lista que le viene propuesta” (Bottinelli, 1990, p. 6) y no se toma en cuenta para la clasificación “la variada ga­ ma de posibilidades en la selección de sus candidatos a integrar los distintos órganos” (ibidem). La propia legislación electoral, entonces, no es coherente en el uso del térm ino. Por lo demás, con la aparición del Frente Amplio, entró en la com petencia a nivel de lemas una alianza de partidos que difícilm ente puede ser considerada como par­ tido. Estos partidos integrantes del Frente Amplio tienen un claro per­ fil ideológico; se ju n taro n para ofrecer una alternativa frente a los “partidos tradicionales”. Su carta de entrada fue adaptarse a la legis­ lación electoral vigente, a cuyo poder de definición escapa la nue­ va fuerza electoral. Ahora bien, la evaluación de los efectos del sistema electoral depende de cómo se aplican las categorías básicas.

48. Grupos políticos y conientes ideológicas en el Uruguay (1985 y 1990)

C u a d ro

CORRIENTES IDEOLÓGICAS1 Izquierda .R 90

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Centro-izquierda

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