Partidos políticos chilenos

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I Existe entre nosotros u n mal que .la opinion pitblica lianin acaso equivocadamente la desorganiza.cion d e los partidos, pero que, hablando con exactit u d , debcria Ilevar otro non\hre. Las agrripaciones politicas qrie s e dispiitan el gobierno de nuestro pais timen a1 menos esteriormente u n a organizacion en cierto modo completa. i , coil escepcion del partido liboral d e centro, todas reconoceii una direccion com u n i se siijet;ati a cierta disciplina; 10s cotiservadores, 10s r;tdic:iles, 10s democratas, 10s nacionales, 10s doctrinarios i !os balniacedistas constituyen agrupaciorics m:>s o menos poderosas i coherentes en que pueden distinguirse 10s jetl-s i 10s so:dailos cun toda !a disciplina que et; posible esperar d e las opiniones i 10s intereses hrimacio.;. Esto no quiere decir que no esista el mal d e que la opinion s e lamenta, sin0 que para conocerlo 5ien es preciso caracterizarlo mejor. Lo que nos hace falta n o son tanto los partidos orgaiiizados coma ',os partidos poderosos, para la formacion d e 10s cuaIes seiia necesario. o !a defiiiitiva disolucion d e 10s que ahora existen, o la fusion d e varios d e ellos en dos o tres grandes agrupaciones. Ehte 6ltimo resul-

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-stado es el que han perseguido por diferentes caminos 10s hombres mejor intencionadds del pais, i 10s tropiezos i dificultades practicas que lian malogrado tan patriotic0 empeiio tienen una naturaleza complej a i especial d e que es necesario darse exacta cuenta, antes d e acometer nuevamente la tarea. Casi es superfluo decir en nuestro tiempo que 10s partidos politicos no s e forman segun el deseo i las aspiraciones d e uno o algunos pensadores, con sujecion a u n prograina mas o menos artificioso, forjado por 10s estudios i 10s conocimientos d e 10s filosofos politicos o d e 10s jefes d e campamento. Son por el contrario agrupaciones espontaneas, hijas d e 10s acontecimientos, del tiempo, d e l a s necesidades nacionales, d e las viscisitudes politicas 1 del movimiento d e las ideas. Eiicuadrar en uii momento dado aquellos elenientos complejos en u n plan sencillo i concebido d e antemano, en el cual s e haga cas0 omiso d e 10s intereses, d e las tradiciones. d e la historia misma, es una empresa superior a las fuerzas humanas, i no es necesario ser profeta para augurar u n mal resultado a 10s que la empreridan. Si s e pregunta, por ejemplo, n la p a n mayoria d e nuestros conciudadanos cual seria para eilos el phic d e partidos mas aproposito para dar fuerza i cohesion a 10s gobiernos i a las m a y o r i a , contestarkn, sin duda alguna, que son el conservador i el liberal, a 10s cuales no pocos agregaraii el radicalismo como avaiizada del segundo d e estos dos grandes partidos. A q u l cesa e! acuerdo, pues mientras 10s unos consideran el liberalismo i el radicalismo como un solo grupo opuesto a1 conservador, 10s otros creen que este filtimo partido i el radical son las dos verdade-

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ras tendencias antagonicae. i el liberalismo el centra o fie1 d e la balanza, encargado d e moderar a 10s u n o s i a 10s otros, inclinaiidose d e la parte que las circunstancias i el interes nacional le dicten. A primera vista s e comprende que estas nociones, t a n sencillas i razonables en teoria. estan sujetas en la practicn a u n inevitable fracaso. Para que ellas pudieran tener verdadera aplicacioti seria necesario el concwso d e un conjunto de circunstancias que desgraciadamente n o se realizan entre nosotros. Nada es inas facil que acordar Ias palabras i las fhrmulas: nada mas dificil que inanejar 10s liotnbres i 10s intereses reales. El secreto d e I;\ mayor parte d e 10s fracasos est5 en el olvido de esta lei fundamental; las palabras sonoras i vacias ocupan fncilmente, para el valyo, e! lugar d e 10s hechos; se Cree ver uti partido donde no hai sino U I I nombre, uti conjunto de intcreses 1ium;lnos en lo que es una f6rmula ea d 11c ;I. Se quiere que el liheralismo sea u n o d e 10s dos p i t i d e s partidos del futuro, i en verdad es mui 16j j c o q u e asi sea; pero, antes d e llevar a la practica este pensaniiento es indispensable saber lo que debernos entender par liberalismo, cuales son 10s acontecimientos que lo justifican, ciia!es 10s problemas nacionales a que su esistencia’esti viticulada, c o d e s 10s intereses presentes i efectivos que uiie i que concuerda, cuales son las causas d e s u division actual i cual es el lazo poderoso que iios ofrece para poner freno a las ambiciones individudes d e sus inietnbros en obsequio d e 10s intereses i d e 10s ideales comunes. Porque si esos intereses i esos ideales no son suficientetnetite poderosos, si, por el contrario. las cau-

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sas d e division i perturbacion s o n mas fuertes que ellos, nos equivocariarnos si pensaramos que 10s hombres vai; a sacrificar sus necesidades i sus aspiraciones efectivas, ante la majia d e una vana formula o 3e un recuerdo querido. Se ve pues conlo la simple enunciacion d e estas d i fic u I I a cl e s coni p 1i ca 11o t a b I em en t e el pro b le I i 1a. 7.?.!I [ a s palabras el asunto parecia ser sencilio, pero hahi;i:nos olvidado investigar 10s hechos que s e ocultan d e t r a s de esas palabras. Esta es ia verdadera cuestion i n o I:+ otra. Si quercm;s pues coiiocer a fundo la verdadera causa del mal qlie s e deplorn, serri necesario salir d e estas vagas jwcralidades que no sirven siiio para perturbar !os mtjores criterios, i profundizar en el estudio de la i i x t u v l e m misma de lie acrupacioiies que entre iiosotros sc c i a t i el iiombre de partidos. En esta iiivestigacioii d e P G C O nos serviria la lect u r ~d e 10s programas que eshiben corno baiider;ts, pues, corn0 todos Iieiiios podido observar, la tnayoria d e 10s ciudadanos, aun e n la clase ilustrada. n i 10s conoce ni les atribuye la metior iniportancia. El carkcter, 1:is tendeiiciris. el espiritu d e las agrupaciolies politicas, tienen vida ~ n o c h omas real i espoiitaIlea que es as afir inacio lies dog ni vecnncebido; quisiera. aunque ello no es posible, !iin:Y;1rrlle it la simple enuticiacion d e hechos que n o p ~ f i i : : x ! ser i por iiadie negados, dejaiido a1 lector deti ti c i r 1as c o n s e c u en cias . Ten go co n vi cc i c; ties a r r :I i gadas i !)ien definidas. pero quisiera olvidar que LIS tengo.

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LOSelementos politicos de Chile en l a epoca de la I n dep endenci a Conocidas scn las circunstancias en que tuco lugar la revolucicn de 1810, orijinada mas por 10s

trastoriios que sufrio la Espafia a principios del siglo XIX, que por el desarrollo d e l a s ideas i los progresos d e la civilizacion. Chile se encontro separado del poder politico d e 10s reyes d e Espaiia cuando por s u constitucion social no habia dejado d e ser todavia lo que r u e durante la colonia: una aristocracia respetahle i unida por la nacionalidad i el parentesco, pero inesperta en el manejo d e loa negocios publicos d e que se hahia visto sistematicarnerite alejada i un pueblo del t o d o incapaz d e comprender i practicar 10s derechos i deheres d e 10s ciudadanos de uti pais libre tal era en s u conjunto, el aspect0 que presentaha la sociedad chilena en la epoca d e la Independencia. l’reciso es reconocer, sin emhargo, que ya entonces existian en Chile elehentos capaces d e formar una sociedad organizada. Efectivamente, In civilizacion espafiola por incompleta que pueda parecernos, Ilevaba en si el jermen d e t o d o lo que constituyeun puc hlo r ego la rmen te cons tit II id o : pro pi eda d , FAni i li a, leyes d e union, sentirnientos d e cirden i tradiciones d e gobierno. Ademas, por SIIS condiciones jeogrificas, Chile tenia una cabeza politica i social, esto es Santiago, donde s e encontraban reconcentradns todas las fuerzas vivas de la uacion, pudiendo decirse que entonces era el pais a sc, capital lo que 10s campos d e una hacienda son a sus c a w s d e administracion. Es itiiposible desconocer el ininenso valor d e esta, feliz circunstaiicia cuando s e trata d e organizar un pais nuevo, que s e ve d e improviso en la precision d e sacar d e si mismo sus elementos d e gobierno; basta considerar lo que las rivalidades proviticiales h a n perturbado la constitucion d e la America Latina para penetrarse d e esta verdad.

En Chile mismo tenianios en el S u r otro centro que pudo pretender rivalizar con la capital i fue Concepcion, unico pueblo d e Chile que, fuera d e Santiago, era ya entonces algo inas que una aldea. Las guerras d e Arauco habian formado alli una sociedad semi-aristocratica, semi-militar, inas o mknos indeperidiente d e la in Auencia santiaguina, que tenia para sostener sus pretenciones el apoyo del eiercito que la defensa d e las fronteras hacia indispensable mantener en el territorio d e esa provincia. Pero en todo caso, el unico elemento d e gobierno capaz d e doniinar i d e imponerse al pais, era la aristocracia d e la capital, que n o solo forrnzba la parte mas culta e ilustrada d e la poblacion, sin0 que por sus riquezas i sus vastas propiedades territoriales, estendia s u iiifluencin tiasta 10s mas remotos rincoties del reino. Carecia, corno ya hemos dicho, esta aristocracia d e preparacion politica, porque 10s reyes d e I’spaiia cuidaron siempre d e gobernarnos por medio d e autoridades venidas d e la peninsula; pero, por otra parte, no era dificil que personas que tenian intereses que delender i que estabau acostiimbradas por lo menos a la jestion de sus iiegocios individuales llegaraii pronto a adquirir la preparacion i esperiencia que les laltaba. Sin embargo, como la independencia se consumo entre el fragor d e las hatalias, era natural que, sobre aquellos eiementos sociales que aun no habian adquirido orgaiiizacion politica, fueran 10s militares taiunfadoaes quienes domiliaran primeramente no solo por la fuerza d e las armas sin0 tarnbien en virtud del prestijio que siempre acompana a la gloria i a la fortuna. Asi fue como don Herliardo O’Higginsjefe militar

d e las campaiias d e la independe:icia file nornbradc en 1817 Director Supremo con poderes ilimitados, ejercio el gobierno del pais durante seis aiios hast 1823. Durante todo ese tiempo el unico f u n d a m e n del poder era la voluntad del Director, i la9 instit:: ciones con que fuC dotada la Republica c o n s a g r a b r legalmente el rejimen autocratic0 i militar. La O V A nion publica no tenia medios eficaces para ejercitat, influencia alguna sobre el gobierno, que estaba e I tregado esclusivamente a1 mismo O Higgins i : ' circulo d e sus ininediatas afecciones. Pkte rejirnen orijino serias resistencias. Por I ' P I parte la aristocracia santiaguina que se creia con recho para tomar la direccion politica del pais, nc vio suficientemente considerada por el Ihrector, c ' J escoji6 una o s r t e d e sus hombres d e qobierno ei sus paisanos d e Chillan, algunos d e 10s cualcs co Kodaiquez Xldea, habian stdo decididas adversar:r .. d e la independeficia. Esta circunstancia qur aleja'>?el poder a una parte inflnyente e ilustrada de :Cociedad, le privaba de 1111 apoyo sin ei c u d EA del bando dominante, la influencia creciente de Mont:. Esto basto para que la mayoria d e la juventud letrada i liberal s e le mostrara adicta, i, este continjentc unido a muchos pelucones que por rivahdades d c familia o intereses d e circulo no simpatizaban con :i escuela d e Rlontt, llego a h a w r peligrar seriamelit : la causa d e este hombre publico. 1,as elecciones parlamentarias d e I 849 se hiciers 9 bajo el dominio d e estas tendencias, i, aunque e ' grueso del partido conservador, alarmado por la propaganda d e 10s principios liberales que se hacia a! amparo del Gobierno, organtzo una vigorosa oposicion electoral, 10s partidarios del ministerio q u edaron triunfantes por una mayoria que distaba mucho de ser halagadora en tiempos en que !a influencia del gobierno era decisiva en Ias elecciones. Per0 esa mayoria no tenia propositos fijos ni sig-

nificaba el triunfo d e determinada escuela polltica. ,4si f u e que cuando el Presidente retiro el poder d e manos d e Vial para devolverlo a 10s pelucones puros (Xayo d e 1849), una gran parte d e 10s sostenedores del ministerio caido fueron adhiriendose paulatinamente a1 iiuevo ministerio. Los qiie permanecieroii fieles s e organizaron en violenta oposicion parlamentaria i, fue en esta lucha, cuando 10s conservadores levantaron 12. candidatura Presidencial de Montt como ensena de coinbate i d e victorias ante el peligro d e las instituciones que habian cimentado. Tal fue el orijen d e l o que se h a llamado el nuevo partido liberal, creado con 10s elementos pelucones afectos a Vial, ;I 10s que fueroii ngregaodose algunos restos dispersos del antiguo liberalisn-io. Este partido se cJmponia d e tres clases d e elementos, unidos por e l comuii deseo d e derribar I;t supremach d e Montt, pero que n o profesaban identicos principios. Por una parte, para 10s arnigos personales d e Vial la cuestion no era d e doctrinas sino d e preponderancia. Desconfiaban d e Ilontt i le temian, no porque fuese conservador Dues ellos mismos tambien lo eran, sin0 porque pertenecia a otro circulo que el d e sus inmediatas afecciones. Los mas jovenes, a SLI turno, n o liacian cuestion d e personas siiio d e principios; suspiraban por el establecimiento d e las libertades politicas ideadas en el viejo mundo. i si detestaban a Montt. era porque lo consideraban uii eneniigo declarado d e semejantes innovaciolies. Por ultimo, para 10s pipiolos recalcitrantes Io principal era vengar el desastre d e 1830, i, todos 10s gobiernos qiie durante veinte aiios se habian jetierado de aquel acontecimiento, les parecian igualmente ilegales e ilejitimos.

c ::ni o era na t ura I , h a k~i ;I 11 13et ni a 11e ci t l 'J i t i d i f e r e I I tes : : las cuestiones po!iticas clesde ins tienipos de la i n depend en ci ;I. Se Tui i d a r o i i so c i e d :id e s c !!n e I p r et e+ t o d e iiustrar a las inasas, pero q u e en realid;!(! tei i i n n por objeto preparnrhs para I n setlicioii i i0.c

'rastornos. S e predicaba constanteniente e! uclici ?. I T S ricos i l a s masimxs d e uila ig-ilaidaki descr,!x;:r:.fa e imposible. Se presentaha 21 ios pe!ac.cliies conic esplotadores del pueblo, conculcadores tie siis lihertades e ii),iustos atrope!l;idores d e sus derechos; i se incitaba a! populacho a recobraries i a hacer incliiaar 12 Snlanza poiitica con el peso d e todas las pa.siones: cue fornenta la igiioraticia i la niiseria. --___

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_.L ~ i ~ ide! o Presideiite Hiilnes. ; h t e 1. P

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la discusiaii

f:ue reinaiia en la capital, 10s penquistas creyercii

iiegada la liora de dar uti iiuevo Presitfente a la Rep< . !A tradition pelucona s e habi;i t r a ! i i ; f o r r n x d .,.;iulatinainerite i a1 sistemn de represion poIitic;i sux d i o durante el gobierno d e f3li:cies i ( ~simple tent r ;I 1i:c a c i o I 1 i auto r i t a r i s I 11 o ad I 11i I I is t I' a t i v o s q e v or su ii1ism.a naturalem, conservaha eilkrjico i podergso 31 gobierno entre s u s subordinados, sin !ierir n i mor,.i.icar ias espansiones individuales d e !a gran rna;.-oria d e 10s ciudadatios. ,kostu.mbrados a ser estos rejidos silt que se les consultara, sintiendose la mzyoria salvaguardiada bajo un poder fuerte, pero honorable i justo, las pa, I

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- -1.5 siones partidaristas habian llegado a perder gran parte d e s; imperio, cuando las circunstancias que ya hemos referido, formaroii alrededor d e don Xanuel Nontt el circulo d e resisteiicias doctrinarias i d e odios personales, que, auxiliados por 10s d t i m o s restos d e las rivalidades provincianas, provocaron la guerra civil. Esos mismos odios, empapados en sangrientos recuerdos, venian a entrar ahora en el juego d e la poIitica, en 10s precisos inomentos en que u t i hombre d e hierro, d e opiniones decisivas e inquiebrantables, subia con s u avasalladora personalidad, a1 elevada puesto que, el caracter suave i accecible del Presidente Bulnes, habia logrado colocar por encima d e las tetnpestades d e la opinion. La tradicion autoritaria encarnada en don Manuet Montt, corria pues riesgo d e quebrarse. antes que contemporizar en lo tnenor con ]as exijencias d e Ics tiempos. Con Cruz el antiguo peluconismo s e hi~bria acaso perpetuado en la forma conciliadora, moderada i progresiva que soiiaba don Manuel Antonio Tocoraial; con hlontt no cabia sino dos sistemas: el d e P w tales con toda s u pureza, o la defiiiitiva disolucion del peluconisrno. Esta es la gloria i el escollo d e todos 10s doctriiiarios que poseen UII gran corazon i u n gran caracter que poner a1 servicio d e su creencia. Sin duda 10s elementos conservadores eran en Chile lo bastante fuertes para seguir dominando largo tiempo todavia; ( I ) per0 para esto era necesario dos. ( T ) D o n 3Ianuel 3Iontt crey6 hasta SLI inrierte que sin su r-eeleccion e n 1856, el mtiguo partido pelucon hahria gobel-nado trcinta nfios inns con iodo SLI prextijio i h;icicndo grandes hieties a1 pais.

- 43 circunstancias; la primera, una politica sin0 d e debilidad por lo menos d e olvido que fuera atrayendo a1 campo conservador 10s disidentes que habia apartado la lucha en parte personal d e 1851; la segunda, que el Presidente d e la Republica hubiera cuidado con ateticion tan escrupulosa como la que presto a1 biien Gobierno de s u pais, el no desatender el eje principal de la politica conservadora, esto es, el apoyo d e las clases dirijentes rodeando al ejecutivo. La autocracia por s~ sola i sin este apoyo, no puede ser sino u i i gobierno d e accidente; una simple voluntad por poderosa que sea 110 puede pretender otra cosa. Desgraciadamente una personalidad tan acentuada cotno la de Montt no podia restgnarse a semejarite interpretacion practica d e la carta de 1833. EAsu concepto, Loncomilla era u t i nuevo Lircai, i transijir con 10s vencidos le habria parecido lo mismo que autorizar la anarquia. Dentro d e s u propio partido, como todo hombre d e opiniones decisivas huscaba el apoyo d e 10s mas dbciles i no d e 10s mas fuertes. Asi, durante s u Gobierno sin conciliarse a ninguno d e sus anliguos enemigos, acabo por minar s u prestijio. por debilitar la adhesion que le proiesaban 10s pelucones d e Santiago, que s e senttan con derecho para influir en 10s destinos del pais, i ser algo mas que simples instrumentos en manos d e un gobierno personal. El enfriamiento d e relaciones entre Xontt i 10s circulos d e la clase dirijente f u t asi acentuandose poco a poco, sin que esto proporcionara a1 go'Jierno mayores fuerzas en el liberalismo, a quien una actitud severa, habia llegado a convertir en irreconciliable. Dificil habria sido no obstante la ruptura con una aristocracia acostumbrada a ver durante tantos aiios

en el ejecutivo la ejida protectora del orden i el principal instrumento del progreso i de la tranquilidad. Pero el escaso acuerdo que existia entre el gobierno i s u principal apoyo social, fue causa siificiente para que un incidente vulgar en si mismo pero trascendental en sus consecuencias, disolviese repentiriamente el antiguo partido conservador i trasformarse por largos afios la fisonomfa politica de la Republica. Hasta el afio 1857, las pasiones relijiosas no habian perturbado felizmente todavia el criterio politico, ni desernpefiado u n papel de iinportancia e n el movimiento de 10s partidos. La unidad catolica del pais se mantenia casi inalterable, i, el libre pensamiento, si Sien tenia ya algunos seciiaces, no tendia a formar escuela politica; precis0 es afiadir que tampoco la relijiosidad formaba partido. Los pocos que por una u otra parte intentaron servirse de las creencias o d e la irrelijion como instrumentos d e poderio no enconron eco, i mucho menos pens6 estadista alguno formar agrupaciones politicas en nombre de las opiniolies relijiosas d e la nacion. Sentabase en la silla metropolitana d e Santiago, un prelado por muchos titulos ilustre, a quieti cup0 no obstante desempefiar en nuestra historia, la triste inision d e introducir en el juego d e 10s partidos, la cuestion relijiosa, que tan pocos bienes i tantas perturbaciones ha traido para la Republica. Dotado d e g r a d e s virtudes personales i d e eminentes cualidades de gobierno el seiior Valdivieso poseia una alma de hierro, una enerjia incontrastable, un caracter dominador, casi altanero, orgulloso d e su poder a o r a l , con la conciencia d e que tenia en sus manxs una arma formidable, en la influencia casi omtifmoda

que el espiritu relijioso ejercia sobre las conciencias. El poder d e \a lglesia como el poder civil se hallaban pues personalizados en dos hombres apercibidos para la lucha, igualmente autoritarios i convencidos d e su omnipotencia, entre quienes el melior incidente podia, en cualquier instante, encender u n a lucha implacable. I en efecto, las enerjicas sombras d e Moiitt i d e Valdivieso s e pasean todavin, despues d e iriedio siglo, sobre la arena d e nuestrcs partidos, entre 10s cuales dejaron huellas indelebles. L a coiistitucion d e la Republica. ias tradiciones del partido coiiservador, el asentimiento casi unaiiim e d e 10s chilenos i d e una gran parte del misrno clero, habian respetado hasta entonces el sisterha d e patronato en las relaciones entre la Iglesia i el Estado. Estas regalias, que el gobierno d e la Rephiblica estiniaba lejitimamente heredadas d e \os 1110narcas espaiioles, colocaban a l clero bajo la tutela i soberariia del gobierno civil. No entra en nuestto objeto discutir la lejitimidad i la conveniencia d e esta doctrina, per0 es necesario reconocer que antes d e 1857 la tendencia ultrarnontana no contaba pattidarios sino en una parte del clero i entre 10s redactores d e {(La Revista Catolica)). SI algun seglar hubiera sostenido la independencia absoluta d e la Iglesia dentro del Estado, sus opiniones habrian sido consideradas anti-republicanas. El mismo selior Valdivieso habia reconocido el patronato al sentarse en la silla metropolitana d e Santiago. Sin embargo, el clero se sentia fuerte i aspdraba a la libertad, acaso tambien a la supremacia. Acercibaiise 10s tiempos d e organizar bajo nuevas bases la lejislacioti del pais i era importante para el elementc eclesiastico que en la constitucioii civil del Estado

s u lugar fuera ventajoso. Los problemas que necesariamente habian d e presentarse, la libertad d e cu!tos, el patronato, el fuero eclesiastico, no podian escaparse a la previsora sagacidad del enerjico prelado que gobernaba la iglesia chilena, i buscando el h e n exito, en la lucha que veia venir, opt6 por e! peor d e 10s caminos, el de hacer pesar s u poder relijioso en las contiendas politicas coadyuvando a la formacion d e un partido afecto a 10s ititereses del clero; cuyo lamentable resultado seria quebrantar la f e i perturbar o destruir 10s partidos meramente civiles, en nombre de las cuestiones teolojicas. Las tendencias del prelado no tardaron en encontrar uti pretest0 para revelarse i hacerse pJblicas. Suscitose un litijio d e cornpetencia entre el Arzobispo i el cabildo eclesiastico sobre la destitucioii d e un sacristan d e la Catedral d e Santiago (1856) perdida la causa de 10s canonigos ante 10s tribunales eclesiasticos, hicieran us0 del recurso d e fuerza, especie d e apelacion a 10s tribunales civiles, reconocida por :a lejislacion patronatista; el Arzobispo s e nzgo a someterse a esta jurisdiccion, resistiendose abiertamente contra la autoridad civil, cuyas decisiones creia no le alcanzaban; el gobierno considero esta actitud subverstva, p e s tendia a sustraer d e la soberania nacional a1 clero, que s e encontraba formado d e ciudadanos i habitantes d e la Kephblica. Inmenso f u e el escandalo producido por este confiicto en la catolica pohlacion de Chile. Con razon o sin ella, el senor Valdivieso ertl presentado como una victima, como un perseguido. i el clero i la jente devota miraba ya a Montt como un sucesor de 10s emperadores romanos que martirizaban a 10s cristianos. Comparaciones tan exajeradas i grotescas comc

Tal fue el triste fin del antiquo partido conservador. Ahora nuevas pasiones van a entrar en lucha. Un accidente relijioso con que no habia contado a1 constituirse, lo mataha en plena salud. Pero sea que se considere o no como una fatalidad necesaria la introduccion d e las cuestiones teolojicas en el organisrno politico chileno, era una necesidad deplorable como lo veremos mui luego.

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El Monttvarismo i la Fusion El conflict0 de 1857 dejaba deslindados a 10s partidos bajo un aspect0 enteramente nuevo. Los antiguos pelucones habian pasado a la historia, por la separacion d e sus elementos clericales i sus eleme7tos laicos. Los primeros, entonces 10s mas n c r ~ i ~ rosos, sin duda alguna, formaron el nuevo part;?:

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conservador cuya actitud clerical f u i poco a poco acentuandose, a medida que perdia el antiguo criterio d e Portales; 10s conservadores laicos a s u vez formaron el partido nacional, apellidado mo~zftonrzstn del nombre d e sus dos principales jefes: don Manuel Montt, Presidente d e la Republica, i don Antonio Varas, su ministro. En cuanto a 10s conservadores, las pasiones i 10s intereses relijiosos 10s absorvieron desde el primer momento, hasta el punto d e que la venerable tradicion de gobierno, que con tanta gloria i fortuna habian contribuido a cimentar, fue relegada a segundo termino, i olvidada definitivainente en plazo no lejano, para adoptar por ultimo tendencias enteramente opuestas en politica. Los conservadores a1 perder s u antiguo i noble espiritu, s e convirtieron en simples aliados del clero, el cual en s u gran mayoria i siguiendo Ias inspiraciones d e s u arzobispo quedo enrolado en el !iuevo partido. Esta circunstancia debia traer para 10s intereses relijiosos dafios gravisimos. como lo comprendieron desde luego 10s 2spjritus previsores, i en !os partidos una perturbacion que aun ahora parece incurable. "Jamos a permitirnos algunas observaciones sobre estos dos puiitos importantisirnos. Lndudablernente el clero, afiiado en masa o como csrporacion dentro d e una fraccion politica, predicando desde 10s piilpitos qce no hai salvacion para slis adversarios, interviniend:, en las luchas agrias, personales i ardientes d e 10s co:uicios electorales, ne solo re5aja la dignidac? d e s u santo ministerio, sin0 G U q~ u e h n t a a F U S Fropias creencias suscitinddes eiiemic;oc, 1 reduciendo a la relijion a las me7quinas

lazo d e union entre todos ios ciudadanos. L a fe ilustrada i convencida, no es tampoco, por desgracia, un privilejio que alcance a la mayorfa d e 10s hombres. Los mas deben su creencia mas que a estudios i reflecciones profundas, a las tradiciones d e la sociedad en que viven i a las santas per0 no siempre solidas i duraderas enseiianzas de la niiiez. No puede esijirse al pueblo, sobre todo, mucho mas que esto. Rhora bien, si la fe se lleva a 10s clubs electorales i a las luchas d e la politica, es natura! suponer que junto a sus apostoles se levanten otros apostoles, a quienes 10s intereses d e partido impulsen a destruir la obra con que se les combate. La relijion poco tiene que ganar i mucho que perder en semejante guerra. Pongase delante d e un hombre ignorante, a uii sacerdote que le predica verdades austeras que no es capaz d e alcanzar a comprender en toda su sublimidad, pero cuya grandeza siente; que habla un lenguaje sever0 i sentencioso, i cuyos habitos i cuya vida forman contraste con la vida i las pasiones hurnanas. i, probablemente la obra evanjelica alcanzara sus frutos d e morijeracion i salvacion. Per0 si se suscita a1 lado d e ese sacerdote, un hombre del siglo, que conace el lenguaje d e las pasiones, que maneja :a satira i el escarnio, que posee el arte demasiado facil d e convertir en ridiculo lo sublime, entonces el catec6meno correrB peligro, i, acaso se burle mui pront o de lo que un momento antes respetaba. Esta clase d e apostoles les ha suscitado a millares la intervencion de! clero en la politica. El libre-pensamiento se h i h propagandista. demasiado eficaz

pondio la formacion del partido nacional con 10s elexnentos que liabian permanecido adictos a1 Presidente Montt. No eran estos elementos por cierto bastantes --

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1)on Pedro 3Iontt, l l i n i w o del Tnterior. .\fro 1 8 ~ 3 .

poderosos para perpetuar durante largo tiempo s u dominacion. Se componian d e algunos pelucones menos devotos o mas d6ciles que 10s que tan bruscamente se habian separado, de 10s funcionarios administrativos, i decierto numero d e hombres nuevos ititelijentes, activos i laboriosos que hlontt habia levantado e introducido en la politica, como auxiliares d e su fecunda obra administrativa. E n tales condiciones el partido month-arista debia ser mas que una agrupacion d e principios, una agrupacion personal, cuyo sentimiento dominante era su adhesion sin limites a1 Presidente d e la Republica. Ademas d e eso, i por d e pronto continuo las tradiciones politicas i administrativas d e 10s pelucones, siendo d e notar que, como carecia d e la fuerza que daba a 10s anteriores gobiernos el apoyo de una oligarquia influyente i poderosa, se vi6 obligado a estremar el sistema restrictivo para mantenerse en el poder. Es un hecho historico que despues de 1857 el Gobierno de Montt no contaba ni con rnucho con la adhesion d e la mayoria del pais. E n principios relijiosos 10s nacionales se encontraban divididos, pues contaban entre sus filas a cat& licos fervorosos i a libre-pensadores declarados; per0 10s accidentes d e la lucha teolojica entablada colocaha a1 partido bajo un aspecto que para las conciencias timuratas tenia poco d e ortodoxo. E n cuanto a ios liberales vencidos en Loncomilla, conocemos y a 10s principios d e que habian hechp profesion d e fe, principios que por otra parte no eran mui definidos en la mayoria d e ellos. Como 10s asuntos teolojicos no formaban aun parte d e su programa, el liberalism0 no se creyo en el cas0 d e hacer cuestion doctrinaria del conflict0 de la autoridad civil

con la eclesiastica, mientras que, por otra parte, su situacion d e enemigo irreconciliable del Gobierno, le inclino a buscar la alianza del clero i a simpatizar con la causa del xzobispo. Tal fue el orijen del famoso movirniento llamado la fusion: esto es el pacto d e todos 10s opositores contra el enemigo comun. Los que combatieron a Montt desde antes d e Loncomilla i sus adversarios nuevos tenian intereses analogos i no estaban separados por verdaderas cuestiones d e doctrina. E n efecto, como ya hemos tenido ocasion d e ver, para la mayoria d e 10s llamados liberales d e 1845 en el gran duelo a que dio orijen la candidatura de Montt, mas que un verdadero antagonism0 d e opiniones, habia existido una guerra d e predominio; enemigos encarnizados de s u gobierno estaban en el cas0 d e entenderse con la traccion pelucona dicidente en 18j7, cuyo autoritarismo estaba considerablemente relajado desde que d e gobiernista se habia convertido en opositora. Firmose pues la fiisioiz ~ i ~ c 7 ~ r t . l - c o ~ ~ ssec~~~rt.~ gun se dice en 10s salones del palacio arzohispal. Nos equivocariarnos si viesemos en esta alianza algo parecido a las coaliciones i pactos del dia; 10s intereses i 10s propositos d e 10s opositores d e 1849 eran identicos a 10s d e 10s opositores de 1856 i 1857; separabalos una cuestion d e nombre i ambos solo querian derribar a Montt i poner en lugar d e su gobierno, otro que, sin chocar con las formas antiguas consagradas en I 830,iniciara una politica conciliadora. Asi no es estrano que liberales i conservadores se confundieran en 10s afios que siguieron, hasta el punto de que no era posible en la mayoria de 10s casos saber si un fusionista pertenecia a uno u otrs

d e 10s partidos fusionados sino acudiendo a la fecha d e su antagonismo contra Montt. 1-0s dos grupos pelucones separados en 1849 i 1857 formaban p e s un solo partido. No todos 10s liberales aceptaron la fusion. Habia muchos de ellos que sinceramente profesaban 10s principios d e exaltado republicanismo, i d e reforma constitucional adoptados por la juventud liberal en el segundo period0 de la administracion Bulnes. Repugnaba a estos hombres la alianza con 10s conservadores, en la cual solo veian un retraso para la aplicacion d e 10s principios con que creian rejenerar a la Xepitblica. Estos liberales que despues formaron lo que se llamo el radicalismo, sin poner obstaculos serios a la nueva conibinacioii politica, la siguieron sin entusiasmo o se separwon con disgusto. Deslindados asi 10s campos d e 10s partidos la oposicion contra el gobierno d e Montt se vi6 bastante poderosa para abrir contra el una campaiia d e resistencia constitucional que debia convertirse mui luego en revolucion armada. El senado, en el cual dominaban 10s conservadores disidentes, nego a1 ministerio la lei que autoriza el cobro d e las contribuciones; esto equivalia a poner a1 Presidente en el cas0 d e salirse d e las fornias legales o d e someterse a las exijencias d e sus adversarios. Don Manuel Montt, a cuya incontrastnble enerjia se aunaba un sincero i relijioso respeto por el orden contitucional de cuya veneracion habia hecho el objeto principal d e su vida politica, no desmintio en tan dificiles circunstancias las doctrinas que siempre habia profesado, adoptando una noble actitud que desgraciadamente no siempre encontro imitadores en el porvenir.

vencedor Gallo en la batalla d e 10s Loros, 10s magnates d e Santiago s e sintieron sobrecojidos ante la perspectiva del triunfo d e un caudillo cuyos avanzados principios politicos i relijiosos temian mas aun que la supremacia d e Montt. L a revolucion fue, pues. vencida, no sin que la sangre derramada, i las enerjicas medidas adoptadas por el Gobierno en contra d e sus adversarios, hubieran IIevado a1 estremo la exacerbacion d e 10s animos i el odio encendido en una gran parte del pais contra el Presidente i sus partidarios. L a Repdblica-se encontraba, pues, en una situacion

d e las mas falsas i todo hacia esperar nuevas esplosiones. El Gobierno, sostenido por una minoria evidente, se mantenia solo por obra d e las medidas de rigor, ya que tenia en su contra no solo a sus antiguos adversarios sino tarnbien a sus antiguos amigos, a1 clero, a la jente devota, a la aristocracia i a1 ltberalismo. Solo la fuerza de las instituciones conservadoras le permitia mantenerse en pie en tnedio d e aquella deshecha ternpestad.

IX

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Abdicacion del Monttvarismo.-Presidencia de Perez.-El Reformismo Dados 10s habitos electorales del pais, que colocaban a las urnas bajo la esclusiva voluntad del Poder Ejecutivo, el gobierno no podia ser reemplazado por 10s medios legales, sino. o por una abdicacioti voluntaria, o por una revolucion. El candidato natural d e 10s nacionales para la Presidencia de la Republica, era don Antonio Varas, ministro i principal cooperador de Montt, con quien le unian 10s lazos d e una antigua amistad i de una noble gratitud. Vencedor el gobierno d e la revolucion d e 1859, no se divisaban mayores obstkculos para que esa candidatura triunfase, consagrkndose asi por mayor tiempo la supremacia d e s u partido. Sin embargo, la tirante situacion del pais no permitia esperar en tales circunstancias uti gobierno fecundo, sino por el contrario, una era d e odios i d e represiones violentas.

El ilustre Varas acepto con patriotic0 desprendi. miento el triste deber que le senalaban las circunstancias; su personalidad demasiado acentuada i decisiva en las asperas luchas d e la administracion que terminaba, lejos d e aplacar la tormenta hubiera redoblado sus iras. Renuncio, pues, una candidatura d e seguro exito que le habria llevado a un puesto mui elevado per0 lleno d e peligros i d e amargas responsabilidades. A la continuacion de la guerra contra una gran parte delpais, prefirio s u abdicacion que llevaba envuelta la de s u propio partido. El triunfo contra la revolucion f u e asi la ultima salva d e honor, disparada en pro del orden i de la solidez d e las instttuciones; llegaba la hora d e abandonar con gloria t segun las formas d e las leyes, una dominacion cast imposible. Ante la renuncia de Varas, el partido naciona! design6 como candidato a la Presidencia a don Josit Joaquin Perez, aiitiguo pelucon que se habia conservado fie1 a1 gobierno en el conflict0 de 1857. Hombre de buen sentido i conciliador, Perez no habia retrocedido, sin embargo, ante la severidad de las medidas que la politica del decenio s e vi6 obligada a adoptar para mantenerse en el poder. Per0 su personalidad algo opaca i la conocida bondad d e s u caracter no permitia temer para s u candidatura resistencias demasiado enerjicas. L a circular en que se hizo la proclarnacion del nuevo candidato, puede decirse que f u e el 6ltimo docurnento historico, que reproducia el lenguaje del antiguo conservantisrno; la necesidad d e rnantener el orden p6blico i la pureza del rejimen constitucional d e 1833, resistiendo a las pretenciones d e reformas prematuras, es el proposito que se refleja en

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. aquella pieza que tenia ya

!os caractires d e un testamento. La eleccion d e Perez f u e acojida por el pais con evidentes muestras de etitusiasta simpatia. Desde el primer momento. 10s politicos d e oposicion rodearon a1 nuevo Presidente, halagando sus propositns conciliatorios, con la fundada esperanza de que ante semejantes manifestaciones d e la opinion, introdujera en 10s rumbos politicos un cambio desfavorable a 10s honibres del anterior decenio. Hasta que punto est a s manifestaciones auxiliaron propositos que bien pudieron ser preconcebidos en el sefior Perez, es cosa que no puede afirmarse con seguridad. El hecho es que desde el primer dia pudo verse claramente que el nuevo gobierno adoptaria tendencias mui opuestas a las d e su predecesor. Ello estaba mas en la Iojica d e las cosas que en la voluntad del primer majistrado, i, es tiempo ya d e que la justicia historica, dando a cada cual lo que le pertenece, borre de la memoria d e Perez, el estiqma d e traicion que le arrojaron entonces 10s que si bien le haSian elevado a1 poder, debieran estar resignados d e antemano a las consecuencias d e una abdicacion que el estado d e 10s animos hacia inevitable. Despues del opaco e incoloro Ministerio d e don Manuel Alcalde, que no quiso o no pudocontentar a las facciones encontradas, el Presidente Perez, incapaz d e conciliar 10s enconados odios abiertos por la guerra civil d e 1859,i por las asperas represiones del decenio, se vi6 en el cas0 d e decidirse francamente o por la politica i 10s hombres del gobierno de Montt o por la fusion opositora. Lo primero no era posible por las mismas razones que habian acon-

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sejado la renuncia d e don Antonio Varas; Perez tuva pues que optar por la segunda. Quedaba un tercer camino; la reconstitucion del partido conservador en su forma antigua, per0 para 10s hombres son un abismo demasiado grande, 10s odios del dia d e ayer, abismo que no son capaces d e llenar 10s gloriosos i antiguos recuerdos. Las pasiones relijiosas i las enconadas resistencias constituian un obstaculo demasiado grande para la reaiizacion d e aquel gran pensarniento. Don Manuel A. Tocornal, representante jenuina i ya casi unico del antiguo espiritu d e 10s pelucones, fue llatnado a organizar el hlinisterio fusionista, ante la imposibilidad d e acometer una obra. que 61 persanalinente hubiera deseado realizar, per0 que no intento siquiera por las imperiosas exijencias d e 105 tiempos. El partido nacional quedo asl francaniente en la oposicion. El nuevo gobierno contaba con el apoyo d e gran parte d e la aristocracia conservadora, con el clero i el liberalismo vencido en Loncomilla. Sintiendose fuerte en la opinion, pudo sin tropiezos inaugura: una epoca d e paz i d e conciliacion, acaso no tan fecunda en labor administrntiva como el anterior decenio, per0 sin duda alguna mucho mas popular. Hemos recordado anteriormente la actitud d e un grupo d e liberales que desde 10s prinieros momentos s e habia resistido a la fusion, en nombre d e la pureza d e su credo democrdtico i repub!icano. Aque! grupo, pequefio en numero, per0 notables por la rijidez espzrtana d e sus principios liberales f u l el n6Cleo del partido radical, cuya organizacion definitiva se efectuo e n 10s precisos inornentos en que el fusionismo araibaba 2.1 poder; eran 10s irreconciliables, '

i sus doctrinas no eran sino la aplicacion estrema de 10s principios d e igualdad, de democracia i d e parlamentarismo proclamados por la juventud liberal d e 1849. Este partido nego su apoyo a1 gobierno i se manifesto desde 10s primeros rnomentos en una actitud d e recelo i hostilidad. E n sernejantes condiciones, nada mas natural que la union, o alianza de 10s dos partidos d e oposicion: esto es, d e 10s radicales i nacionales, cualesquiera que fuese el abismo que separaba sus principios, representando 10s unos el rejimen autoritario i 10s otros la exajeracion d e las doctrinas libetales. Per0 por una parte 10s partidos d e oposicion n o se encuentran jamas dernasiado inclinados a sostener con rijidez la omnipotencia d e 10s gobiernos, i por la otra 10s caracteres d e la lucha que iba a entablarse, mucho mas relijiosa que politica, ponia en notable acuerdo 10s inteaeses d e 10s patronatistas d e 1857 i 10s de 10s libre-pensadores del radicalismo. En efecto, para combatir la dominacion del fusionismo, no solo era necesario remover 10s inmensos obstaculos que dentro d e nuestro antiguo sistema politico, suscitaba la incontrastable influencia del gobierno, sino tambien debilitar o neutralizar el poder del clero que con todas sus fuerzas servia erttbnces la misma causa. En L;odos 10s departamentos, la alianza del gobernador i del cura, levatitnba una inespuqnable barricada a 10s propositos electorales d e la oposicion. Un diluvio d e propagandistas anti-clericales se descolg6 sobre la catolica poblacion d e Chile. En libros, en folletos, en periodicos serios o burlescos, e,? ridicaiizaba i atacaba sin piedad a1 arzobispo i a sus secuaces, al gobierno i a1 dogma. La juventud

monttvarista educada en las horas del conflict0 eclesiastico no vacilaba en coadyuvar eficazmentt: a la obra d e 10s radicales. Si falto la moderacion en estos ataques no fue mucho mas prudente la defensa; el clero en su totalidad se declaro enemigo irreconciliable d e 10s opositores, sin distinguir entre ellos a 10s adversarios politicos d e 10s adversarios relijiosos. S e hzcia en el pulpit0 propaganda d e partido, se pretendia aniquilar a la prensa d e oposicion con escomuniones i censuras ectesiasticas, procurando privarla por estos medios d e avisos i suscritores. Sin limitarse a la defensa del dogma i d e las eiisefianzas d e la iglesia, el clero atacaba a las personalidades, i en el calor d e la pelea, no compreiidia como s e iba minando SLI prestijio i aniquilandose su salvadora influencia moral. Estos debates fueron asi subiendo d e tono i creciendo en irritacion con el trascurso del tiempo. Las cuestiones constitucionales que 5ntes dividiati 10s partidos eran ya d e segundo termino. Las disputas relijiosas; las palahras ultramontanismo, jesuitismo, herejia i librepensatniento reernplazaron poco a poco a 10s problemas d e otro tiempo, en un pais avido d e novedades i cuyas creencias se quebrantaban con celeridad pasmosa. Dentro del fusionismo, muchos no miraban con buenos ojos la actitud de! clero, pero casi todos toleraban el concurso que 61 les prestaba en politica. Dificilmente s e reprueba aquello que nos ausilia. En 1868 la lucha relijiosa se encontraba en el period~ d e su mayor irritacion; i causa verdadera sorpresa el inmenso cambio que s e habia operado en 10s :res aiios que mediaban desde 1865, cuando con 3casion de !a reforma que cxxsagro la tolerancia d e

cultos, si alguien ataco la intransijencia que se atribuia al clero, la relijion casi s e habia visto por entero exenta d e ataques. Despues la guerra deEspaiia calm6 casi por entero la exaltacion d e la politica. pero solo para que esta volviera a estallar luego con mas fuerza. E l ostracism0 d e 10s nacionales no fce en un principio acompanado d e represalias violentas; la moderation i la cultura d e Tocornal sup0 conservar con 10s caidos una actitud e n cierto modo respetuosa. M a s tarde el apetito de represalias tom6 mayor fuerza, en forma de destituciones i esclusiones sistematicas en el personal administrativo. Per0 para borrar por entero las huellas del decenio en el gobierno del pais se presentaba conlo un obstaculo la constitucion del poder judicial, que, siendo inamovi ble i gozando de cierta independencia, no estaba a1 alcance de 10,s exoneradores del fusionismo. La Corte Suprema d e Justicia, presidida per don Manuel Montt, se compcnia en casi s u totalidad de miembros caracterizados del partido nacional; sobre ella habia pues d e caer con toda s u fuerza el encong de sus adversarios. Un diputado de la mayoria, don Vicente Sanfuentes, propuso en la Camara la acusacion d e la C o r k Suprema ante el Senado. en virtud de una sirrie de cargos formulados mas que por u t i espiritu justicieao. por las rnalsanas sujestiones d e la pasion. El golpe era tan audaz que el mismo Gobierno s e sititio por u n momento sobrecojido. Los mas exaltados miembros del fusionismo aplai:dieron i empujaron la obra d e la acusacion, 10s de espiritu mas timido o mas sereno, se abstiJvieron 1 manifestaron su franca reprobacion; el Friilustro del

a! Gobierno d e Perez, la mancha d e una atropelladora injusticia. Aquella derrota d e la fraccion intemperante del fusionismo, tuvo por resultado facil d e preveer, un debilitamiento manifiesto d e 10s clericales en la adriii ii i st raci o n . Gabi net e Am uti ,it e g ui, rep res en t a 11 t e d e una politica conciliadora, casi liberal, f u e el primer

eniusiasmo, :-a que eaucaaa Dap el rejii~ienpeiucor? 3esconocia 10s males de la anarquia, 1, en el porveair, ciiyos tristes s e c r e t a escapaban a su inesperencia, irnajinaba une era d e prosperidad i d e gloria, sigaiindose a Ea tealizacion d e tan seductoras quirne-as. .%creia que todos 10s males presentes i futuros serian x r a d o s por el poder riiajico de aquella liher‘ad, ilnaca diosa eiitonces del pensamient5. P o i es ;recis0 no heir ni burlarse d e 10s caiidores de PSOZ :iemp~s:10s jvweries de entotices no ha’xa- tenido 3 o t Cclttuna 5 1) a IC: ocasim d e ver de cerca ;‘3 dio-

demasiado aridas i complejas. 1.31 tener opiniones sobre ellas es un privilejto d e 10s mas cultos. que se h b l e a las masas del sistema parlamentario, d e las nentajas del sufrajio libre, d e las teorias del gobier~2 democratico, I probablemente se perdera el taempo; enseiiesele por el contrario a escasnecer una z7tana o a Surlarse de un dogma i se tieneii gran’PS prohabilidades d e adquirir proselitos. Otro tau:-? sucede con 10s partidos afectos a la re1ijio.i. Cfa conservadox del temple antiguo habria gastado ina:il’:?ente SLI elowencia propagando en el pue5lo las

ventajas d e la estabilidad politicad la necesidad d e fcrtalecer el poder, para evitar 10s desbordes del desquiciamiento i la anarquia; corria riesgo de no ser entendido, o por lo menos de no apasionar a s u auditorio, i lo lograra a1 contrario si muestra ante un pueblo devoto, .a sus adversarios como enemigos d e sus creencias, como herejes reprobados por la Iglesia a quienes es precis0 aniquilar i destruir. El sentimiento i no la doctrina, la facultad agresiva i no la facuitad razonadora, tales son 10s resortes de la popularidad en el sistema democratico. Por eso cuando u t i pais, poco preparado para la prictica d e las institucione: libres, entra por el estkril i peligroso caniino d e las luchas relijiosas, es mui dificultoso hacerle tomar otro mas fecund0 i racional. Por eso tambien el !iberalismo habia encontrado, al fin, el mas seguro catnino para sus futuros i ya cercanos esitos de p s pularidad i predominio.

s Triunfo del Liberalismo. --Ruptura de la Fusion

El odio a1 monttvarismo i a1 sistetna predominante durante el decenio i particularmente en sus {i‘t’ I imos aiios, f u e el principal lazo de union d e la fusion ii:jeral-conservadora. Pero, andando el tiempo, el f.dntasma f u e disipkndose, i el peligro d e su resurreccioo hacilndose cada dia menos probable. Los hombres de tendencias sinceramente liberales, sobre todo :3s libre-pensadores en teolojia, vieron en un principio en ia alianza con 10s conservadores, un instrumento desagrajable pero necesario para destruir 10s restos

tido d e 10s acusados contra 10s acusadores; otros muchos habian ya entonces deseado seguir este ejemplo. i solo se sentian retenidos a1 gobierno fusioiiista por intereses politicos mas que por una verdai c r a afiuidad d e ideas. -11 espirar el period0 presidencial d e don JosC 13aquin Perez, la carididatura d e don Federico Errasarlz, fue una iiueva causa d e defecciones i d e debilidad para el orden politico itnperailte. E n efecto, Errizuriz pasaba, no sin razon, corn0 uti instrumento z'e :as tendencias ciericales. .lunque por s u actitud e!i 1849 i por sus opiniones en materia coiistitucional i politica, el combatido candidato pertetiecia a la fraccion liberal d e la fusion, el estrecho parentesco que le unia con el Arzobispo Valdivieso, la deferencia con que parecia escuchar 10s consejos i servir 10s propositos del prelado, su actltud decidida contra la libertad d e cultos en 1865, i la enerjia con que e n diferentes circunstancias s e mostr6 como u n paladin

congregnciones reltjiasas, que ~ i a u i a niogracio atraer a sus aulas a grari parte d e la ,juventud dirijente del pais. Debido ;\ esta circanstancia la enselianza privada, era causa d e recelos para el naciente liberalismo teolojico, que creia ver en ella la curia d e f u t s r os ad ver sii r io s . Por el contr;irio, i por causxs que seria interesmte esc!arecer, si elio etitrara en 10s lirnites d e este trabajo, la UniversiJad d e Chile i 10s co!ejios que d e elia depe!idiari, tortiaroti casi desde s u fundacion, efectuada en tiempos d e esclusivo predotninio conservador, una marcada xcetituacion laica, casi libera:. Existian. pues, frente a fretite, dos clases de estabiecimieiitos que se disputaban la direcciori intelectrd d e 10s hombres del porvenir; 10s uiios perteneciaa a1 gobierno i 10s otros a 10s particulares; pero, kfi hltimos estaban colocados en virtud d e las leyes vijentes Sajo la tlutela c k 10s primeros, i sujetos a t a . -

d e Jnstruccion Publica don ,%hdon Cifuentes, conservador convencido i defensor entusiasta d e la libertad d e exrimenes, logro hacer predoniinar sus do-t rinas . en 10s consejos d e gobierno. Se dict6, en consecuencia. un decreto sobre colacion de grados, que sustraia d e la vijilancia universitaria 10s exrimenes d e S n d e curso, que antes i despues d e ese tiempo s e han rendido ante comisiones especiales noinbradas por la Universidad oficial. \To es aventurndo decir que esta disposicion no f u l sinceramente aprobada por !os politicos liberales' d e la fusion, a pesar d e 10s s o t o s parlamentarios que entonces la consagraron por inmensa mayoria. For desgracia, a la sombra d e esta niieva lihertad, s e produjeron abusos d e trascendencia que ocasioiiaron gran descantento en la opinion. Znstitutcls d e educacion hubo, estabiecidos con el unico objeto d e traficar con papeletas d e examenes que la Universid a d s e veia obligada a reconocer sin ,garatitia. Si algunos colejios, en realidad serios, aprovecharon d e 10s beneficios d e la libertad, fueron en mayor nutnero 10s que abusaron d e ella escandalosarnente. E s t e fracaso, uiiido a otros muchos incidentes, ~ 0 1 0 ~a 6 Errazuriz en una alternativa analoga a aquella en que se encontro Perez a principios d e s u gobierno. En la descomposicioii i recomposicion

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natural que 10s presidentes nombrados para una sitcacion s e vean obligados a scxtener una mui diferente. S e comete la injusticia d e ape!lidar traiciones a estos cambios, sin recordar que en u n pais en que !a opinion publica n o tenia medios eficaces para dictar sus rumbos a! gobierno en las elecciones, correspondia a1 Poder Ejecutivo, verdadero usufructuario d e la soberania nacional, liacer Ias veces d e esta, i contemporizar con las nuevas ideas para evitar conflictos, i no verse en entredicho con las ten-dencias dominantes en el pais. Ante la dejorganizacion creciente del fusionisnto, Errazuriz para no ver esterilizado s u gobierno debia decidirse por una d e las dos corrientes prununciadas entre 10s hombres que lo elevaron. Los conservadores n o forrnaban sin duda alguna la mayoria del pais, i, por el contrario, S U popularidad s e encontraba s eri am e n te co m p r o nt eti d a. A d em as, p o r s us tend encias politicas i relijiosas, el conservantismo eran incapaz d e amalgarnarse con 10s elementos d e oposicion, por las misinas razones que lo dividinn d e 10s liberales d e gobierno. Es cierto que, en otro tiernpo, 10s conservadores forrnaron con 10s nacionales un solo partido, per0 las ideas i propositos del antiguo peluconismo, s e habian olvidado ante pasiones teoIojicas i problernas i odios mas recientes. Nada mas distante d e la actitud que asunian entonces el partido conservador i el nacional, que la antigua bandera del orden phblico, d e la centralizacion administrativa i d e la omnipotencia gubernamental. El ostracismo d e 10s unos i el clericalisrno d e 10s otros, les habia arrastrado a un terreno mui diverso. Ademas aunque esta cornbiiiacion s e hubiera presentado

como posible. nadie menos que don Federico E r r s zuriz podia apoyarla. El Presidente pertenecia poe enterc a la antigua bandera liberal d e 1849 i . ailnqme sus ideas reformistas s e hallaban amenguadas con el tiempo i la posesion del poder. sus simpatias DG eran por cierto favorables a la reconstituciondel antiguo peluconismo. E n cambio. 10s liberales d e gobierno tenian mas d e uti lazo d e union con 10s reformistas, uacionales i radicales. E n las cuestiones sobre preponderancia del clero, sobre patronato e instruccion, objeto entonces d e ardientisima polemica, las ideas d e linos i otros eran afines. Por la misma iojica d e 10s acontecimieritos 10s liberales se sentiati y a nias en su centro, con 10s secuaces d e aquel IIontt que tanto odiaron en la Cpoca d e su predorninio. que con sus aliades d e 18j9, d e 1863 i d e 1870. La ruptura d e la fusion estaba, pues, ya en !cs Animos, antes de que oficiali-iiente s e declarnra 1: que ya liabia impuesto e! curso natural d e las ccsas; i , cuatido en 1873. la renuncia de: Ministro Ci€uentes dejo a 10s censer\-adores fuera del g o h i e r n c . E r r h x i z no hacia sino consagrar con !a omiiipotencia d e su poder presidenciai lo q;ie ie dictaba l a situacisn del pais. rFu4 esto u n bien o ::I> mal?

SI Dominacion de 10s LiSerales El partido que subia a! poder, cornpuest; cam; hemos visto d e elernentos !:istbricamente ketersj 3-

mos d e su infancia, i tratar d e justificar su nombre, sus tendencias, su elevacion rnisma con reforinas t m -

lcijicas, que si 113 podian ser d e graii utilidad practica para ei pais, proporcionaban a1 partido una bandera capax d e popularizarlo ante el vulgo, i d e hacer olvidax a1 antiguo reformism0 sus aspiraciones retoricas en Tnateria d e derecho constitucional. F,tlto, pues, a 10s liberales desde el primer momect o un g r n n proposito national, d e utilidad coiiiun q c c les sirviera d e l a m deunion, i sipara Chile fue por (:< pronto iln beneficio el que 10s ajitadores d e la retorma no pusieran en practica sus utopias desquiciadoras. es por demas lamentable clue la ruina de 10s antiguos partidos coi~servadori progresista, no nos coiidujera a otro resuitado que a la dominacion d e u i i band:, popular, ,pero sin doctrina ni criterio definidas eii. materia d e organizacioti politics, cuya bandera tecIojim, fkcil d e ser comprendida por el pais electora!, si le era iitil para afianzar su predominio, no podi?. servirle para dar al partido i a la administracioii aquella uiiidad que tan beneficiosa fue para Chi:? durante In dominacion d e 10s pelucones. Llegaron, pues, 10s tiempos en que sobraraii las pzlabras i faltaran 10s propositos, en que las doctrinrrs no sera13 instrumeiitos d e gobierno, sino armas (3e combate en !as campaiias politicas i en 10s comicics.

No s e organizan 10s pueblos coli una guerra relijiosa, auiique la supongamos mui justificada. Los element o s d e perturbacion en las conciencias, d e division en las almas, en Chile como en Hizancio, pueden desorganizar i dividir pero no producir resultados, grandes i fecundos. Una nacion nueva e n el camino d e la libertad i del progreso, no necesita crear obsticulos a la union d e 10s huenos; 10s encuentra ya cieinasiados en su inesperiencia i en su dehilidad. Los pelucones tuvieron para gobernar u n criterio d e gobierno, i 10s liberales una bandera d e popularidad. Por eso 10s primeros constituyeron un hando poderoso, unido, fecundo para la organizacion del uais, i 10s segundos formaron u n partido, Ileno d e prestijio ante la opinion. per0 inipotente desde el primer dia para organizarse a si mismo, i p w a dotar a': pais d e u n gobierno estable i firme. IJ historia d e s a dominacion ser5. la historia d e inacabables luclias intestinas. en que lns ambiciones d e las personaiidades, r eem pl az a r dn pa u I a t i n a rnen t e lo s an ti g u o s pro pbsitos nacionales. G r m d e i triste destino ei d e 10s partidos teolojicos, tan llenos d e vida i d e poder ante las urnas, como impotentes en el gobierno. Quedaba, sin embargo, en pi6:de la dspera labor d e Io s p elu co nes , a qu el ej e cu tiv o o in n i po te n t e, aq u el 1as viqorosas instituciones politicas, d e que el antiguc conservantismo hizo el eje principal d e s u sistema de gobierno. Los liberales que tanto le habiah coinbatido no repugnaron, sin embargo, recibir esa herencia casi sin beneficio d e inventario. Para mayor bien de Chile, tuvieron el buen sentido d e comprende: que no era posible arrojar, carno cosa inservible i gastada, el uti1 i fecundo instrumento con que sus

eilos mismos liabian iniciado en la iiltirna epoca de

Ia fusion. 11) .\si deslrndados 10s campos politicos, no tardo en proseguir con mayor enerjia aquella esteril lucha en'_re el poderoso partido que se encontraba en el goSierno, por una parte, i 10s aliados del clero, por la otra; lucha en que poco tenian que ganar 10s verdaderos intereses nactonales i mucho que perder la relijion i el buen gohierno. Las reformas teolojicas emprendidas por el Iiberalismo fueroti en u n principio timidas; la supresion del fuero eclesiastico i el Codigo Penal que ponia en iguales condiciones d e respeto ante In lei, a 10s satolicos i a 10s disidentes, fueron las principales. L a resistencia que encontraron, puede atribuirse en gaan parte al celo con que 10s conservadores procuraban mostrarse ante el pais, coino 10s escudos 13, catolicismo. Seria injusto afirmar q u e en esta actitit bubo mala fe; el sentimiento reIijros3 es ha =ado para esplicar tales imprudeincrrs. E n cuanto a reformas polrtica5, las que se reahzaran no alcanzaban a coinprometer el fondo del antrguo rejimen cpbernatrvo. S e redujo el periddo presidencial, prohihiendo la reelecctm !21; se modif ~o la lei electoral, se cambro el voto de ltsta cowpleta por el de lista incompleta, se redujo el pert3110 d e 10s senadores i la estension d e las facultades estraordtnanias i d e estado de sitio, se cmsayra'm en ei -

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I P I aigo ~ e11pro

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~ ISi i C w I r i ~ ~ t i D i i i a ~ a ~ s

parlamentarias, se dib injerencia al Congreso en la jormacion del Consejo d e Estado i se suprimieron algunas d e las trabas que eiitorpecian la reforma de la Gmstitucion. Tal fue la ohra d e la dominacion liberal en sus primeros aiios, i 10s antiguos conservadores lejos d e entorpecerla la hubieran deseado algo mas amplia; pero 10s papeles estaban trocados; 10s antiguos arq m e n t o s sobre la escasa preparacion del pais, i sol-sre la imprudencia de desquiciar las instituciones, estabaii ahora en Iabios liberales. Por otra parte, 110 puede negarse que rue una empress hdbil i patriotica la del iiberalismo en aquel tiempo. Su inconsecuencia politica sirvio mejor a1 pais, que lo hubiera hecho la aplicacion estricta d e sus principios; decorando con cierto barniz las instituciones peluconas logro hacerlas mas aceptables i cmsiguio as! mantenerlas por algitn tiempo todavia. Per0 a1 nuevo orden d e cosas le faltaba solidez, porque no tenia como el antiguo. un partido digno d e este nombre para sostenerlo. Olvidadas sus doctrinas d e relorma, el liberalismo, fuera de las cuestiones relijiosas. carecia d e propositos. Era simplemente una agrupacion d e hombres, cuya discipiina dependia solo d e la voluntad todavia omnipotente del Jefe del Estado. Xientras ella no le faltara, las instituciones podiati sostenerse; pero una vez derri?ado el cirniento Gnico que rnatitenia la cohesion, >quellos elementss agrupados eti nombre de doctri. ~ z s d e tardra i Eejaaa aplicacion, tenian neczsaria, m i t e que dispersarse a todos 10s vientQs x m o !as hQjlIS de L l l l IiirO de%t?flCUi3derPlad9.

Ya en la Administrkion Errazuriz, (1871-76), cuando aun duraba lo que podernos ilamar la alborada d e la dominacion liberal, s e inicio la formacioii d e circulos. que tan fuuesta debio ser a1 liberalistno i al pais. Adernas de 10s radicales, d e 10s reforrnistas, d e 10s antiguos fusionistas i de 10s naAonales. 10s accidentes de la vida politica orijinaron luego dos nuevas agrupaciones; u n a , encabezada por 10s hernianos Arnunategui, estaba formada por 10s letra dos i ios doctrinarios del partido; la otra, mas estrecharnente unida con la persona del Presidente, se cornponia d e 10s hombres d e adrninistracion, del jenuino elemento gobiernistci. Es necesario, sin embargo, reconocer que el prestijio i la enerjla del senor Errazuriz, bastaron por algunos mornentos para mantener !a alianza liberal en condiciones de union bastante satisfactorias, per0 que encerraban el jcrmen d e prbximos conflictos. Otro partido, que se titulo liberal-deniocratico, nacio a la vida publica con rnotivo d e las elecciones presidenciales d e 1876. S u bandera politica era la candidatura del ilustre historiador i propagaiidista don Beiijarnin Vtcuiia Mackenna. Pretendia esta agrupacion el curnplimiento fie1 del programa democratico i reformista d e 10s viejos liberales. Mientras creyo poder contar con la complicidad o la tolerancia del gobierno en las proximas elecciones, se mantuvo en actitud respetuosa dentro de la Alianza Liberal, per0 rnui luego toda ilusion a este respecto qued6 desvanecida, i el nuevo partido se vi6 obligado a iniciar contra el gobierno una c a m p a ~ ad e oposicion, que dejenero mui luego en una ajitacion provincial i democrktica, o h casi esclusiva de .la popularidad d e su candidato, i que por lo tanto no

Uon Htiibal Yinto, hombre modesto i lionorable. carecia sin embargo de una personalidad bastante acentuada para poder nianteiier como s u predecesor la union del partido liberal. Asi, desde 10s primeros niomentos d e su administracion, s e vi6 obligado a contar con 10s antiguos i nuevos circulos q u e trabajaban sordamente a1 liberalismo; entonces se iniciaron aquellas frecuentes crisis ministeriales i evoluciones politicas, que caracterizan el sistema interno del partido liberal en el gobierno. Las querellas intestinas adquirian ya caracteres d e gravedad que podian presajiar una catkstrofe ( I ) , cuando dificultades d e otro jenero hicieron olvidar por el momento las

nombre de la patria, para renscer solo despues de la victoria. P aqui acaba lo que podemos llamar la edad d e or0 d e la dominacion liberal. Ella trajo a! pais como elemento nuevo el empleo d e formulas hdbiles que quitaron a la tradicion autoritaria su antigua aspereza; desgraciadamente si el liberalism0 no queria y a las reformas inconsultas que antes deseara, s e veia en la imposibilidad d e resistirlas por completo. Est0 le colocaba en una situazion indecisa i poco franca. frente a 10s problemas sobre cotistitucion poMica i social; tarnbien esta circunstancia le privaha rlr esa unidad tan necesaria para fundar situaciones duraderas. S u sistema d e transicion entre el rkjimen antiguo i las formas nuevas iba a esperimentar uta iracaso, cuyas consecuencias todavia sufrimos. Va~ Q aS estudiar con alguna deteiicion las causa5 que io prepararon i produjeron.

8anta Maria i Ballazaceda.-Revoluciolr

de I891

Terminada la guerra de! Pacifico, el partido conservador tent6 un nuevo esfuerzo para derribar la dominacion d e sus adversarios, levantando para ello la candidatura del vencedor del Peril don Manuel Baquedano. Algunos liberales apoyaron esta candidatura, ya por razones d e entusiasmo patriotico, Q de afinidad politica. Sin embargo el ilustre jeneral n o Ilego a las urnas i el candidato del Gobierno, don Dorningo Santa Xarra. f u e elejido Presidente d e la Repitblica. El nuevo rnandatario pertenecia por entero a la niieva escuela d e autoritnrismo politico i liberalismo teqlojico que en el fondo, ya que no en las fbrmulas, constituia el programa liberal en aquel tiempo. Hombre enerjico, decisivo i dominador, en s u adrninistracion la omnipotencia del ejecutivo Ilego a terminos que tocaban i zu!i sobrepasabnn 10s limites d e la arbitrariedad. Desde el fallecimiento de! ar;.obispo Valdivieso, Dcurrido en 1878, la jeiatura de la Iglesia Cliilena se encontraba vacante, por causa d e 10s inconvenientes que la. dominacion d e un partido afectado de rndiferentismo relijioso, i de cierro espiritu d e hostilidad a1 clero. poiiia a! correct0 ejercicio d e 10s derechos del patronat? nacisnal. E! candidato de 10s liberales para Arzobispo era el canbnigo Tafor6, lloi1lbre que por 41.13afinidades politicas i convicciolies personales esta5a mui Iejos d e simpatizar csr la actitud de! deal; e n fren!? de b c Rjitsciones del

con el la mayoria aei elernento eciesiasttco no padian aceptarlo i lograron hacex que esta resistencia fuera enerjicamente apoyada Cor la Corte Romana, que s e nego a preconizar ai candidato del gobierno chileno. Santa Maria no era hombre para conteniporizar con 10s obstaculos; habiendo notnbrado el Papa con el caracter de delegado apostolico a monsefior Celestino del Frate, para que arreglara con el Gobierno d e Chile el conflicto. el diplomatico pontificio se vi6 desde el primer momento rodeado por todos ios conservadores del pais, circunstancia que no tardo en presentarlo como un actor en las diferencias d e 10s partidos, mas que como un enviado estranjero. En tales circunstancias todo arreglo se hizo imposible i Santa Maria dio a1 nuncio sus pasaportes. La guerra relijiosa se encendio d e nuevo i con caracteres mas graves que nunca. No tardaron en producirse las sepresalias. Hasta aquella fecha, la constitucion d e la familia i en jeneral todos 10s actos del estado civil. eran consagrados por la relijion, i 10s Ministro del Culto eran a la vez 10s funcionarios encargados d e solemniearlos. E1 liberalism0 creyo inconveniente la continuacion de un orden d e cosas, que potiia en manos de sus adversarios funciones d e gran importancia de cuyos efectos correspondia conocer a 10s tribunales civiles. A la resistencia opuesta a la preconizacion d e Taforia contesto, pues, el gobierno con la promulgacion d e una lei d e matrimonio, i d e rejistro civil, que, encargando a funcionarios especiales i laicos la celebracion i conservacion d e 90s actos del estado civil, sustraia a1 clero. no solo una impoatante fuente d e entradas. I

lo nias profuiido con ta!es reformas. No puede negarse, en efecto, que por las circunstancias en que se promulgaron, no era dificil encontrar en ellas un sistematico espiritu de doctrinnrismo i hostilidad que pudo evitarse, sin que con ello hubieran sufrido, sin0 nias bien ganado 10s principios i LIS necesidades nacionales que se queria satisfacer. S e procuro imitar e n las formulas laicas 10s sacramentos d e la iglesia, suscitando asi obstaculos a la reconciliacioii del clero con el nuevo orden de cosas. circunstancia que habria evitado para 10 futuro males gravisimos. Per0 i.puede alguien esperar que en Ias luchas teolojicas s e sirva otra cosa que las pasiones que 1 x 3 encienden? Por eso precisamente son tan inrecundas, esteriles i perturbadoras. El liberalismo hizo de las leyes civiles s u m,iyor titulo de gloria, i R u n hoi, iiadie pretenderia Ilamarse liberal sin acatarlas i j u r a r su mdnteniiniento. Este es el primero i casi h i c o articulo d e la fe liberal, i no p e d e observarse sin amargura, que aunque consagraran en realidad un principio d e justicia i tolerancia, ( I ) son por otra parte, bien poca cosa para El iiintriiiionio civil h;i sitlo ;icepindo poi- I n Iglesia cliilede 10s pelucones. cuando en is14 sc reglamen10 por el Est;tdn el iiintrinionin de Ins n o cattilicos. Es vcrdnd que 10s pelucones buscaban el arreglo de Ias cuestiones, sin siisa:it;ir doctrims bizantinns q u e pertubnl:in lar conciericins como lo? lihw,ilec i ccrl~eri.nc!ore? c!c Iioi. (I)

n.1.

e n tieinpo

progrania total d e un partido que pretende reunir eii su torno a la mayoria d e 10s e!ementos politicos del pais, unirios i disciplinarlos. Una cuestion d e sacristia asume asi las dimensiones i 10s caracteres del mas importante, del iinico problema nacional. I entre tanto la verdad es que con solo el matrimonio civil n o s e rejeneran 10s pueblos i que bier1 podian rejenerarse, aunque fueran 10s clerigos quienes casarari. Mui prontcr pudo verse espcrimentalmente que no basta Ievantar barideras d e combate i popularidad para organizar partidos fuertes i bien constituidos. i a s leyes civiles eran uti iastre insignificante para el liberaiismo. Las ambiciones personales, adorrnecidas u n instante por 10s ardores d e la lucha doctrinaria, renacierori luego con mayor violencia, produciendo en el partido d e gobierno un quebrantamiento esta v e z definitivo. La actitud del presidente Sai2ta Xaria n c f m estraiia a este fatal resultado. Desde 1830, i aiin pudiera decirse desde la i p o c a d e !a Independencia, la intervencion oficial en l a elecciones habia llegado a ser un instrumento usuaI d e gobierno; todos 10s partidos habiaii usufructuado d e este aboso i t:odas las oposiciones io habian resistido: era una tradicion de i;i vida nacional, que en tiempos d e Santa 3laria estuvo mui lijos d e debiiitarse. E n efecto, en las elecciones parlameritarias d e 1882, ni un solo conservador pudo llegar al Congreso, i si en 1885 h e r o n elejidos ciiico miembros de ese partido fue por la tolerancia del gobierno, i,n3 porque !os abusos hubieran sido menores. Los frai;-

autorldades Ilegaron a su cotino. A ~ i dentro i del liberalismo, 10s puestos politicos no se repartian por la voluntad d e 10s pueblos sino por verdaderos decretos del ejecutivo. Se hacia gala de arbitrariedad, pues Santa Maria n o toleraba ni a sus mas decididos secuaces, que pudieran imajinarse-. elejidos en virtud d e otra lei que su voluntad perso nal. Esta conducta npresuro en gran manera la descornposicion lnteiite del partido liberal, fomentand3 10s circulos personales, i encendiendo incurables odios instestinos, que la politica d e Santa .\Piaria aprovechaba, p e s tendian a asegurarle una preponderaracia irresistible. Aquel partido poderoso que contaba, sin duda. con una gran mayoria e:] el pais, se mantenia pues en una situacion violenta. agrupada una parte d e el en derredor del presidente. que representaba la fuerza i el poder, rnikntras !os nienos dociles o nienos favorecidos por 10s caprichos del amo, recelosos i descontentos solo esperaban una ocasion para la ruptura. P r e s e n t b e esta con tnotivo d e las nuevas elecciolies presidenciaies. En realidad cada uno d e 10s circulos de! iiberalisrno tenia sus particulares preferencias. pero e! unico irbitro en este problema era necesariamente ei Presidente d e la R e p u b l i a , gran elector del pais en aqueilos tiempos. Don JosC Manuel Halmaceda, principal ministro de Santa Alaria, obtuvo la preferencia. Esta candidatura tropezo desde u n principio con enerjicas resistencias, i el gobierno s e vi6 d e pronto abandonado por gran parte d e sus sostenedores; una.

re, 10s radicales i 10s nacionales, trataron d e ponerse d e acuerdo para la eleccion d e otro candidato. Reunida una Convencion con este objeto, no se pudo llegar a ningun resultado; 10s radicales i muchos liberales querian la eleccion d e don Jose Francisco Vergara, entretanto que 10s nacionales sostenian la candidatura d e don Luis Aldunate. Como ninguno d e estos ciudadanos obtuviera, despues d e reiteradas votaciones, la mayoria requerida, 10s nacionales se separaron d e la Convencion adhiriendose a Ralmaceda. Entre tanto, 10s adversarios de la candidatura oficial, organizaron una vigorosa oposicion parlamentaria, con el apoyo de una minoria tan f u e r k como no se habia visto otra desde 1849. Los conservadores aliados naturales de todas las oposiciones, prestaron s u concurso a estx campaiia. q u e pronto adquirio caracteres de inaudita violencia, L a poderosa i disciplinada minoria d e la Camara d e Diputados pretendio obstruir indefinidamente la aprobacion d e 10s presupuestos, para obligar asi a1 Gobierno a adoptar una politica que diem garantias d e prescindencia electoral. Esta conducta llevaba al pais a un conflicto, cuya solucion no era posible dentro de 10s caminos legales; o el gobierno se inclinaba ante una minoria o quebrantaba las formulas sino el fondo d e la lei. El presidente d e la Cdmara d e Diputados, don Pedro Montt, opt6 por este ultimo termino i, en la sesion d e g d e Enero d e 1886, declaro cerrada la discusion d e 10s presupuestos por un golpe d e autoridad. L a oposicion redoblo sus iras ante proceder tan enirjico; acusaba a1 Gobierno por un atropello, cier-

Subio, pues, Halmaceda al poder en medio d e una deshecha teinpestad politica. El personalismo d e Santa Maria i las violentas escetias parlamentarias d e 1885 i 1886, dejaban en 10s animos imperecederos recuerdos. Adeinas el liberalisiuo se hacia mas i mas incapaz d e dotar a1 pais con un rejimen regular, porque habia perdido esa unidad, que es la primera condicion de 10s exitos politicos. Remos visto desarrollarse, paulatinamente, las causas de este deplorable estado de cosas: la falta de propositos i de idealeq definidos capaces d e reunir a 10s hombres en torno d e un programa, era el resultado de la evoluciou operada en Ias doctrinas del liberalism0 en materia adrninistrativa i politica, desde que habia pasado A ser partido de gobierno, i desde que las cuestiones teolojicas ahsorbiendo a las demas llegaron a ser la Snica bandera real i efectiva en el animo del grande i pequeiio publico. Si a esto se agrega el absorbente i desquiciador personalismo d e la ultima adrninistracion, i sobre todo la falta d e adversarios verdaderamente temibles que combatir, no es estraiio que aquella grande pero inconexa personalidad politica llamada al partido liberal, llegara a 10s ultimos estrernos d e s u disolucion.

ciones que constituyen a1 verdadero hombre d e estado, si bien tenia el patriotistno suficiente para procurar el remedio, no acerto a medir la profundidad del mal ni las camas que lo producian. Hombre mas teorico que observador, no podia coriiprender que una miquina que, segun sus principios, de5i;P funciotiar bien se hallara descompuesta, e incurrig en el fgcil error d e considerar efecto d e las arnbiciclnes d e 10s circulos i d e la persersidad. d e 10s honrbrcs, lo que era el resultado triste pero inevitable de In descoinposicion d e las viejas tradiciones politicits del pais, de la perdida d e rurribos en el partido liberid, d e la accion desquiciadora d e las luchas teolojicas, i mas que nada d e la escasa preparacion del pais para el rejimen implantado a medias por e l triunfo del !iberalismo. T o d o se hallaba en contradiccion en aquel estraho orden d e cosas, que ocultaba u n abismo. Los principios pregonados i la realidad, las palabras i 10s hechgs, el personalismo absorbente arriba, i ia coofusion, la anarquia en las ideas i en 10s propositcs d e i;i sociedad. Las bases jznerales d e las iustituciones can qi.ie dotaroti a1 pais 10s pelucones, subsistian aun per3 no como u t i compuesto armonico i homojeneo. 1,as reforrnas d e las leyes i d e las costumbres poiiticas no eran el resultado del gradual desenvolviiniento d e las fuerzas sociales del pais, sino d e acontecimiectos ilojicos que partidos desprosistos de serdaderos prcpositos. hacian jerminar d e las intrigas d e palacio. a a1 calor d e las m6ltiples combinaciones d e 10s bandcs en lucha. Todo se habia reformado asi: el sisterrra electoral, el Poder Ejecutivo, la organizacion pad:?.-

quiia solo en iuerza ae una crauiciuri yur y a se prruia, i por la virtud de una dictadura fundada en el abuso, i que, unico resto d e un pasado impremeditadamente echado por la borda, presentaba un contraste chocarite con la anarquia d e las ieyes i de las ideas. Si por una parte las inconsideradas reformas d e la Constitucion de 1833 llevaban envuelta la disolucion del pais, i si por la otra, el desquiciamiento del partido dominante, la hacia impotente, para conservar en el gobierno cierta unidad de accion, el presidencialismo absorbente que tenia todavin 'en sus manos el poder elector:il i la constitucion efectiva d e 10s poderes p6blicos, habia llegado a ser ei unico dique que mantenia a la Rep6blica en un rejimen ordenado, a1 menos en apariencia. El voto acumulativo, las incompatibilidades, el sufrajio universal, el sistetna parlamentario existia ya en el derecho, per0 falseadas estas instituciones por el absolutistno del presidente que en el hecho, era todavia el uiiiro depositario d e todos 10s poderes, n o era posible que 10s males que tales innovaciones debian producir, se hicieran palpables ante la conciencia publica. El Presidente unico poder real, era ante todos el unico responsable, i, cuando impntente y a para sujetar la indisciplina que se desbordaba, comenzo estn a invadir a la administracion, el pueblo creyo sufrir 10s inales del gobierno personal, cuando en realidad sufria 10s de la anarquia. Pero eso no lo comprendia Balrnaceda; s u ideal politico era la union liberal en torno del poder ejecutivo, i en verdad que semejante remedio bien aplicado. sin0 podia curar males tan hondos acaso hubiera retardado la catastrofe. Per0 d e todos rnodos era un error dernasiado sensible. el sustituir a un sis-

As1 debio fracasar cotno fracas0 un proposi to concebido con Iionradez pero sin altura d e rniras. Es ciertamente inconcebible que un hombre d e estado creyera con sinceridad que bastaria levantar solo la bandera liberal, que no era ya. corn0 h e g o veremos, sin0 una grande i vacia palabra, para q u e 10s hombres depusieran sus ambiciones i sus intereses, a 10s pies de sus suenos de ideologo, i de 10s desvanecimientos d e s u omnipotencia. A1 acercarse el aiio terrible d e I89 I 10s signos d e descompajinacion politica se hacian cada vez mas claros, como en otro tiempo en visperas d e 1830. Pero no eran ya 10s Presidentes 10s que se sucedian impotentes, ni Ias constituciones las que s e desvanecian a 10s golpes desatentados d e la soldadesca. Lircai fundo a1 ejecutivo, i Loncomilla mato a1 militarismo; lo que estaba sellado con sangre, solo caeria envuelto en sangre. Pero si la Republica no despertaba diariamente a[ estruendo d e una sedicion, o d e la caida d e UII h e sidente, o del cambio d e uti rljimen, podia psesenciar uti espectaculo de disolucion, menos trrijico pero no menos deplorable. Los hombres i las facciones amalgamadas en confuso torbeilino, se sucedian e n 10s Consejos d e la Moneda, adonde el Presidente de la Keptiblica, incapaz d e organizar aquel corrfuso caos, barajaba sin orden i sin Iojica 10s acontecimientos i las personalidades, manteniendo su autoridad a costa d e s u prestijio i a favor d e las ambiciones encontradas, cuyo necesario arbitro era el.

xes, sin mas iazo oe union que pasajeras componendas, o alianzas efimeras, sin vinculos d e doctrina, sin p r o p h i t o s determinados, sin poder apelar siquiera P O D el estado d e 10s animns a1 espediente d e las luchas relijiosas, ofrecian vasto campo a la desmoralizacion polttica, i a1 creciente desquiciamiento del cirden administrativo. 231 principio la e!ifermedad parecia curable, i a raiz d e sti victoria de 1886, Ralmaceda pudo gozar d e algunas horas d e paz i d e ternplanza. ultimos momentos de gloria i de progreso, para aquel rejirneu que ya comenzaba a caerse a pedazos. M u i pronto las incontinencias d e 10s favoritos i la creciente division d e las fracciones del partido dominante, hicieron presajiar dias tristes para ia Republica. En s u proposito d e dar unidad a1 partido liberal, el Presidente comenzo a emplear u n sisterna d e hascula que llevaba s u voluntad vacilante 3e una a otra d e las facciones que s e disputaban !a supremacia del liberacon 13%nacionales, sus firmes l i m o . E n 1888rot apoyos en las elecciones d e 1885,i se echaba en brazos d e sus adversarios del g d e Enero, para romper mui pronto con sus nuevoq amigos i volver a 10s hombres de 10s alhores de su gobierno. Asi fueron perdiendo la confiarrza 10s unos i 10s otros; asi se fomentaba la discordla iiatestina i se despaestijiaba el Toder.

don gratuito no contento a nadie, i fue solo un nuevo incentivo para la discordia i la anarquia. A1 aproximarse la epoca d e las elecciones prestdenciales, la cztesfion cnndz'datzuz, comenzo a ajitar 10s animos, introduciendo un nuevo aliment0 a1 desorden politico. L a esperiencia de sesenta aiios mostraba claramente que el unico arbitro del problema era la voluntad del Presidente de la Republica, gran elector del pais; no habia por que esperar que Balmaceda faltara a una tradicion consagrada por el tiempo i 10s acontecimientos. Asi desde mui temprano las intrigas de todo jenero rodearon a1 palacio d e la Moneda, d e donde habia d e salir el futuro dueno d e 10s destinos del pais. Los dos grandes circu10s parlamentarios del liberalismo, 10s nacionales i sus aliados, cuyo jefe era don Agustin Edwards, i 10s independientes o sueltos a cuya cabeza s e encontraba don August0 i don Eduardo Matte, se disputaban con encarnizamiento el derecho d e elejir de su sen0 a1 candidato oficial del liberalismo. E n torno d e esta gran cuestion comenzo a jirar el moviriiiento politico i las multiples intrigas d e 10s partidos. Balmaceda, sea con el proposito d e evitar u n conflicto entre entidades tan poderosas, o arrastrado por sus preferencias personales, cuido d e no inclinarse del lado d e ninguiio d e 10s circulos rivales, antes bien fijo sus miradas en un ciudadano estraiio hasta entonces a las intrigas d e 10s partidos, i sin inas antecedentes politicos que sus relaciones d e amistad i d e negocios con el Presidente d e la Kepliblica. E r a este don Enriqu'e Salvador Sanfuentes. El anuncio d e esta candidatura fue recibida c o n igual irritacion por 10s nacionales, 10s independien-

tes i 10s radicales cuyas pretensiones venia a herir a la vez; 10s conservadores en cambio se regocijaron por el momento d e una eleccion que iba a conducir a la primera majistratura a un ciudadano que tenia mas d e un punto d e afinidad coli ellos por sus ideas i su pasado (2). Pero ese partido alejado por tres largos lustros del ejercicio del poder, habia sufrido una evolucion que acentuando su esplritu relijioso, lo despojo por otra parte d e sus antiguas doctrinas sobre la organizacion del poder, i de las honrosas tradiciones de gobierno con que 10s pelucones fundaron la antigua prosperidad chilena. Los que aun continuaban deniominandose conservadorea, no conocian otra bandera que la defensa d e 10s intereses relijiosos, i'com o rnedio para alcanzar este fin, no trepidaban en afirmar las maximas d e un exaltado liberalismo politico. La desorganizacioo definitiva d e las antiguas bases constitucionales de q u e 10s pelucones hicieroii una fortaleza inespugnable, parecia el hnico carnino para derribar la supremacia del liberalismo encastillado ahora tras d e aquellos forinidables reductos. Un ilustre aristocrata, don Rlalluel Jose IrarrazaVal, pensador especulativo mas que hombre d e Estado, tan versado en 10s libros como poco conocedor d e su pais, era el principal conductor d e las huestes conservadoras por aquel nuevo camino. El estable[ I ) S o pocas veces lie pcnsntlo, si Halinnceda a1 elejir n tin conserrador candidate a In Presidencin. n o lo hizo en vista d ? la iinposibilidnd de introducir c i e r t x disciplinn en el c:unpo i i bel-ai, p:im buscarasi lo que iiiiis tarde se ha llainnds l t z PA';C ~ [ J J I .Acn:~tecii~iientos posteriores !iareceii coiifiriiinr esta F i i pi)tes is. I

cimiento completo del voto acumulativo, la entrega del poder electoral a las Municipalidades, i la absoluta independencia del poder local, eran las maximas, que pregonadas entre hombres irritados por el ostracism0 i victimas eternas i perdurables d e 10s abusos del poder, se Iiallaban admirablemente dispuestos a aceptar con entusiasmo toda idea d e libertad i que no retrocedian por tanto ante la anarquia, en s u guerra implacable i rencorosa con el despotismo. Las mas peligrosas utopias que el liberalismo introdujera en 1849 i pregonara en 1870, eran y a la suprema aspiracion d e 10s que se decian aun 10s herederos d e 10s pelucones. Estos nuevos principios conservadores, por errado2 que se les considere, eran sinceros: provenian mas d e un estravio d e criterio que del calculo i la mala fe. Hsi, el senador Irarrazaval i sus partidarios no se encontraron desde el principio mui dispuestos a apoyar una candidatura que tenia un orjjen viciado por 10s procedimientos que venian combatiendo desde 1874, i si por un momento pudo creerse que s e plegarian a Sanfuentes, exijieron en cambio, no las ventajas positivas que les ofrecia Balmaceda en la proxima representacion nacional, sino la realizacion d e 10s ideates politicos d e su jefe; accion en que no se sabe que admirar iiias: la ceguera Q la honradez ( I ) . Perdida toda esperanza d e arreglo con un partido que llevaba a tales estremos la rijidez de sus principios, Ralmaceda i su candidato se encontraron aisSegun Ins cleclnraciones tie Irarr:iz:it-ai. Fialmacedn ol're10s conserrarlores, e n cambio de su con;iiiso, la initad dcl Senado i I n m i t a t 1 de la Cimara de Diputndos. (1)

ci:i

R

para asegurar el triunfo d e la autoridad que tanto deseara, sin0 tambien, lo que es aun peor, para POder garantizar la seriedad de su gobierno i la consolidacion del orden politico. 1-n lucha con la inmensa mayoria d e 10s hotnbres d e respetabilidad i d e influencia, acompanado solo por la docilidad d e 10s empleados i d e 10s contratistas i por unos pocos amigos personales, era del todo imposible que con tales bases, i con tales elementos pudiera continuar i consolidar la obra d e Portales i d e Montt, ya casi en ruinas. El unico fruto de su temeraria tentativa serla el anonadamiento definitive d e las instituciones que quiso defender, i el desbordamiento total d e

- 1(Q la anarquia parlanientaria casi triunfante ya en 10s filtimos aiios de su gobierno. Tal fue el eterno destino d e aquel desventurado estadista; acertar en 10s fines i errar en 10s medios; desear la unidad del liberalism0 i acabar d e despedazarlo; querer corisolidar la autoridad i chocar con la antigua sociedad chilena, que tenia la tradicion del mando i que habia dado vigor a las viejas instituciones para arrojarse en brazos d e una burocracia docil pero debil, unida per6 irresponsable. Ademas el mejor d e 10s bienes d e que habia gozado el pais desde el advenirniento d e 10s pelucones, esto es la continuidad del rejimen legal; sino en el fondo por lo menos en las formulas, no se habia perdido todavia en el naufrajio de las tradiciones d e 1833,i toc6 a1 desventurado i liiltimo heredero d e la dominacion presidencial, profanar aquel santuario que habian respetado Portales i Montt en 10s mejores tiempos d e su omnipotencia. Chocar abiertamente con las clases dirijentes del pais, derribar sus venerables instituciones constitucionales, arrojarse en brazos d e una minoria debil, oscura e irresponsable, n o eran 10s medios para detener al antiguo rejimen al borde del abismo. El 61timo i mas lamentable d e 10s fracasos del president e Ralrnaceda lo iba a enterrar para siempre. E n efecto, 10s circulos parlamentarios del liberalismo acabaron por coaligarse en contra d e la candidatura oficial, i unidas sus fuerzas con 10s conservadores se presentaron en compacta mayoria i en lucha abierta contra las tendencias del Presidente d e la Repliblica. El aiio d e 1890se pas6 en medio de violentas ajitaciones; suspendido en Junio el pago d e las contribuciones por el Congreso, Balniaceda apa-

rento ceder ante et trastorno del rejimen legal, 1 nombro un Ministerio d e coalicion en que tuvieron abida todos 10s circulos liberales d e oposicion i el artido conservador (Ministerio Prats-Tocornal). Pero junto al gabinete parlamentario existia otro ue era el unico a que obedecian las autoridades rovinciales, i que estaba compuesto d e 10s amigos el Presidente. La situacion se hizo bien pronto inostenible i el Ministerio hubo d e dimitir, siendo eemplazado por otro netamente presidencial. AI iismo tiempo Balmaceda cerro las sesiones lejislawas antes d e que se iniciara la discusion delos preupuestos, colocandose asi en la irnposibilidad d e coninuax gobernandn segun el rejimen constitucional. La ajitacion fue inmensa en todo el pais i ya s e ablaba abiertamente d e revolucion; reunida la Coiision Conservadora, sus miembros tomaron d e su uenta el mantener la efervescencia d e 10s espiritus, amando a sus deliberaciones a todos Ins miembros el Congreso; la catastrofe se veia venir; casi todos 1s antiguos elementos politicos la deseaban; era la quidacion d e la bancarrota politica de 10s ultimos fios que se acercaba ya; iban a cosecharse 10s ulti10s frutos d e la reformn prematura d e las inslituiones, i de la impotencia politica i d e la desunion icurahle del partido liberal. Concluido el rejimen legal el I .() de Enero d e 1891, stall6 al fin la revolucion, i entre inauditos dolores torrentes d e sangre, al estrepito d e 10s caiiones ca6 herido d e muerte nuestro antiguo rejimen politico into con el desventurado estadista cuyos errores tmentables habian acabado d e perderlo. No era 310 una dictadura violenta d e ocho meses, e r a una ictadura legal d e sesenta afios la que caia ensan-

grentada el 28 d e Agosto de 1891 en 10s campos d e la Placilla. S e cumplia el desquite de Lircai.

XI11 La Anarquia Parlamentaria Dos fueron 10s mas inmediatos efectos d e la Revolucion d e 1 8 9 1 ;la prescindencia del poder ejecutivo en las elecciones, i la consagracion del rejimen parlanientario como sistema d e gobierno. El anonadamiento del poder ejecutivo quedo consumado; se establecio la comuna autonoma confiandosele la jeneracion del poder electoral, i se estendio hasta sus ultimos Ifmites el voto acumulativo. Estas reformas, unidas a las ya efectuadas durante la dominacion liberal, cambiaban por entero el rejimen d e gobierno establecido en 1833 i practicado con tanto exito durante sesenta aiios. D e todas las innovaciones la mas capital era aqueI!a que arrancaba a1 ejecutivo el poder electoral; sin ella, todas las d e m i s hubierari sido ilusorias ya q u e ni el rejimen parlamentario, ni la independencia CCBmunal, ni el voto acumulativo, ni [as inconipatibili1 dades podian producir sus resultados practicos, mientras fuera el I’residente de la Republica quien nombrara el Congreso i las Municipalidades; sin In libertad electoral el antiguo rejimen hubiera subsistido en el fondo, comJ antes de r8gr, apesar de t c das las reformas. Cinco eran 10s partidos politicos que se dividian a opinion pGblica a1 terminar la revolucion d e r8gr ;

..... hoi dia una entidad negativa. Dificilmente pudiera enunciarse una cuestion en que esten d e acuerdo todos 10s liberales, salvo acaso el mantenimiento d e las 1eye.s civiles, que algunos No son por cierto 10s liberales d e c//ns coi~zbnticro~i.

As1 se han quedado sin mas bandera que un trapo teolojico a quien muchos hacen ascos cuando no es el tiempo d e las elecciones, i que, sin oportunidad en el terreno del presente, no puede servirles d e solido vinculo d e union. El liberalismo d e centro s e divid e continuamente en diferentes circulos, d e ordinario efimeroa. El mas durable d e estos, aunque no el mas numeroso, es el d e 10s llamados doctrinarios, que se deriva d e 10s antiguos independientes o sueltos d e 1886. Forma un grupo reducido per0 compacta alrededor d e las personalidades d e 10s hermanos Matte ( I ) , i se distingue por un avanzado Iiberalismo teolojico que le acerca a 10s radicales. E s t e liltimo partido, a cuya fundacion hemos asistido en 10s primeros tiempos del fusionismo, se distinguio hasta la revolucion d e 1891, por su sincera adhesion a 10s antiguos principios liberales d e 1849 i 1970, i por cierta honrada rijidez que le sabia imprimir su ilustre jefe el seiior don Manuel A. Matta; esta ultima causa produjo el alejamiento del poder del radicalism0 durante las administraciones d e Santa Maria i Balmaceda. Despues d e la revolucion, aumentadas sus fuerzas parlamentarias en virtud d e la libertad electoral, i d e la creciente desunion e irnpotencia del liberalismo, el partido radical ha olvidado por completo su antigua bandera i se compone solo d e 10s enemigos exaltados del clero, d e 10s libre-pensadores que creen poder hacer d e sus opiniones relijiosas una escuela politica, i d e una gran parte de la :I)

Don Eduardo Matte, el

111a.r

t j inario, ha muerto recienteniente.

activo jefe del p r t j d o doc-

UCI BUlldJlU

UIIIVCIJdl,

U l l d d ~ l U ~ d l , l U lUI U I C l d , I l d l l l d -

da partido democrata, que pretende que el pais debe ser gobernado por las clases inferiores d e la sociedad a despecho de la escasa cultura moral e intelectual que otdinariamente alcanzan. Esta agrupacion, apenas nacida i cuando aun solo tiene uno que otro representante en el parlamento i en las municipalidades, h a comenzado ya a mostrar 10s frutos de sus estraordinarios principi!x, que no son sino la consecnencia Iojica d e 10s que pregono el liberalism0 durante mas d e treinta afios, cuando qderia derribar la dominacion d e 10s pelucones.

.

Tales eran 10s partidos encargados d e practicar e! nuevo rejimen parlamentario, consagrado por el triunfo d e la revolucion. E n las elecciones de Octubre d e 18gr, ellos alcanzaron la siguiente representacion, en la Camara d e Diputados: Conservadores .................. 39 Nacionales. ..:. .................. 9 Liberales ......................... 26 Radicales ........................ 20

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Total ...........................

94

Los balmacedistas anonadados por su derrota no hicieron trabajos electorales ni obtuvieron represzntacion. D e coniun acuerdo se elijio Presidente de la Republica al almirante don Jorje Montt que se habia distinguido por su prudencia i SI] criterio como jefe d e la Revolucion. El nuevo inandatario, estrafio por completo a la politica, no llevaba al poder otro proposito que el d e realizar en el gobierno con entera sliiceridad el sistema parlamentario: iba simplemente a ser lo que es el rei en Inglaterra; una representacion casi ideolojica del Poder Ejecutivo. De acuerdo con ello formo u n rninisterio que representaba 10s grupos en que estaba dividido el Parlamento, en proporcion a sus fuerzas respectivas; dos conservadores, un liberal, uti nacional i dos radicales, (Diciembre de I 891). Este camino se imponia a1 dia siguiente d e la lucha civil cuando era oecesaria la concordia d e todos 10s partidos para curar las heridas causadas por la revolucion. Los radicales i una parte considerable d e 10s libe-

Camaras (Junio de I 892), el ministerio netamente liberal del senor don Eduardo Matte que se liabia formado en virtud de la liquidacioii de Marzo, recibio, un voto d e censura i se vi6 obligado a dimitir. Per0 el ministerio d e concordia que se sucedio fw5 irnpoterite para restablecer la confianza i 10s vencedores continuaron dando el espectaculo de esteriles divisiones. Una nueva cuestion d e palpitante actualidad vino a complicar aun Inas el problema politico. En vispera d e la guerra del Pacifico (1878), las dificultades economicas que perturbaron la administracion d e don Anibal Pinto, obligaron a1 gobieriio a declarar el curso forzoso del papel-moneda, en vista d e la imposibilidad en que se encontraba el Fisco i 10s misrnos particulares d e llenar cumplidamente sus obligaciones. Las riquezas coiiquistadas por el pais en la guerra

rl.3 iiacifico, no se emplearon desgraciadamente en :a primera i sagrada obligacion de devolver a1 pais su circulante normal. El desarreglado orden politico d e que y a padecia la nacion, i las necesidades crecientes d e un fiscalismo que pretendia fortalecer el gobierno con el apoyo d e 10s empleados i de 10s contratistas, ya que las divisiones de la antigua clase polftica la hacian mas i mas impotente, fueron causa wficiente para que un rkjimen economico, establecido en vista d e circunstancias accidentales se pro longara mas alla d e todo termino razonable. El tipi monetario que fluctuo entre 45 i 48 peniques ante del gobierno d e Errkzuriz, llego a valer 32 peni ques en 1878, i solo 22 en tiempo d e Santa Maria No parece sino que el cambio fuera marcando 1; paulatina descomposicion d e nuestro rkjjimen politico i ni 10s triunfos d e la guerra del Peru bastaron pari detener su contintlo descenso. Las ajitaciones dc 1890, la revolucion d e r8gr, i las fiitiles divisione! producidas en aras d e un doctrinarisrno ciego cuando aun no se secaba la sangre en 10s campos d e hatalla, llevaron el cambio a rgpeniques en 10s primeros meses d e 1892. Este estado d e cosas que privaba a1 comercio i a la industria d e torla base fija para sus operaciones, comenzo a preocupar mui luego a 10s hombres d e gobierno, i d e alli nacio In idea d e la conversion metalica del billete, idea que luego se tradujo en una lei d e la Rep6blica; segun dicha lei se establecia el monometalismo, se fijaba el valor del peso en 24 peniques or0 i se seiialaban tres aiios d e plazo para efectuar la conversion. Esta lei no restablecio la confianza porque las continuas fluctuaciones del gobierno i d e 10s partidos

sabiati aprovecharse habilmente de circutistanci tan lamentables. Mientras uti grupo d e cotispiradl res oscuros instigados por el hambre, hacia una ii sensata tentativa d e rebelion contra el nuevo orde d e cosas, 10s jefes del partido, encabezados por dc Enrique Salvador Sanfuentes trataban de ganar p' 10s medios legales, una representacion parlament ria que les permitiera actuar como una nueva erit dad politica, dentro del gobierno. L a s elecciones d e 1894 se realizaron asi con ur coneccion honrnsa i con entera lihertad electoral; 11 !,almacedistas aliados con el partido radical descol tento con el rejimen coalicionista alcanzaron 2 asientos, 10s conservadores 29, 10s radicales I 5 , I( nacionales 5 i 10s liberales 2 I . El Ministerio naciona conservador estaba derrotado. Habia que contar en adelante con el liberalisw democratico para constituir un gobierno liberal, i cc 10s conservadores para mantener el gobierno coni titucional. El radicalismo preferia lo primer0 i 10s ni cionales lo segundo. Pero en adelante ya n o habria banderas, fuera dl aparato d e las luchas electorales, o d e 10s discursc pariametitarios de ocasion, la atiarquia se estableci ahora bien d e veras. Para que el sistema parlamentario hubiera tenid exito s e requerian muchas condiciones que desgra ciadamente no se realizaban en Chile. Bin primer lugar el gobierno del Congreso es el gobierno d e 10s partidos, i estas entidades politicas no existian en Chile sino en la forma d e antipatias o d e recuerdos, sin aplicacion a las necesidades actuales de la Rephblica, i teniendo todo lo mas como progrania una manera mas o menos hostil, mas o

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111 -

menos benivola, con que considerar el elemento eclesiastico. Con estas doctrinas, excelentes si s e quiere para despertar las pasiones d e un pueblo ignorantee, ni se organizan partidos serios, ni s e da cohesion a ningun gohierno. I en realidad, despues d e tan varias evoluciones a eso estaba reducido el partido liberal en susabigarrados e incoherentes matices. Desde la organizacion de 10s poderes publicos hasta el rejimen economico, desde el individualismo hasta el colectivismo, desde la aristocracia a la clemocracia, todos 10s criterios, todos 10s principios, auii 10s mas contradictorios son sostenidos por 10s liberales. El partido no tiene opinion en nada d e eso. I sin embargo hai en Chile quien habla de una tradicion liberal, como si existiera alguna, per0 estamos bien cierto de que si cualquiera de 10s que se dicen herederos d e las doctrinas de Pinto, d e Bilhao, de Lastarria o d e Errazuriz, s e pusiera a considerar un momento lo que para desgracia del pais idearon aquellos ilustres per0 mal aconsejados estadistas, casi n o habria ninguno que no rechazara con horror semejante parentesco. Ellos debilitaron el principio d e autoridad; ellos dividieron por dogmatismos d e dudosa utilidad a las clases responsables del pais; ellos fueron 10s padres del parlamentarismo i 10s dbuelos lejitimos d e la anarquia. S i lo que como liberalism0 se alaba es la revolucion moral producida en las creencias, por 10s pensadores libres, no podra menos d e chocar a todo esgiritu culto la lamentab!e confusion que se hace d e m a vieja i fracasada escuela politica, con las ideas selijiosas d e 10s ciudadanos. E n cuanto a las reformas teolojicas introducidas en las leyes, por beneficas que se las considere, han sido pagadas a un pre-

cio bien caro, produciendo mas males que bienes,

no por lo que son en si, sino porque, convertidas en unico criterio d e gobierno para todo un gran partido, han perturbado i dividido sin razon a 10s hornbres d e bien, haciendo preterir i olvidar, en nombre d e cuestiones bizantinas, 10s santos i verdaderos intereses del pais, las necesidades palpitantes d e la nacion, que dividida, anarquizada i sin rurnbos, parece hoi un bajel sin velas ni timon. I entre las ruinas d e todas nuestras serias tradiciones d e gobierno, d e nuestra vieja moralidad politics, del orden mismo, en visperas d e la disolucion total, hai apostoles i tribunos que nos hablan d e decorar con sus dogmatismos aquellos escornbros, en vez d e trabajar seriamente en reconstituir lo que yace derribado, que se empeiian, bajo pretestos doctrinarios, en inventar doginas que dividen a 10s bueiios, en 10s precisos momentos en que el concurse d e toda la intelijencia, d e toda la honradea que hai en Chile, apenas parece suficieute para poner un dique a la corrupcion i a1 desgobierno. Esos apostoles i esos tribunos pertenecen sin duda a la vieja escuela d e aquellos politicos ponderan sus obras mas por su n6mero que por >> s u calidad; que s e apresuran a ofrecer lo que no >) se necesita i no aciertan a dar lo que todo el m m >> do ha menester; i que acaban por aboiiar a la cuen>) ta de su patriotism0 i d e sus meritos, sus fatigosos >> devaneos, sus doctrinas inaplicables, sus novedades > aiiejas, sus ensuefios i sus buenas intenciones>*(I)

- 11:: Tal es el triste espectaculo que dan a la RepSblica hombres bien intencionados, per0 que carecen d e u n conocimiento exacto d e 10s verdaderos males del pais, o que 10s olvidan ofuscados por el eco que se pierde 5.8 d e caducas divisiones. D e seguro que no harkn u n partido liberal con aquellos fragnientos de roto3 recuerdos; de seguro que su impotencia de hoi I de ayer sera su impotencia de maiiana. No poseen, carno aparentan creer, aquel talisman precioso, con que acallaraii las ambiciones individuales i 10s intere . ses d e circulo; ese talisman es una palabra vacia, una bandera apolillada, buena todo lo mas para un Cxito d e chocloii o u n editorial de periodic0 d e guerrilla, per0 no phra ligar intereses humanos ni para dar fuerza i cohesion a uti gobierno. I si no 2quieren todavia mas esperiencia? No es masapto el partido conservador tal como hoi est6 coiistituido para poner termino a1 caos politico, porque le falta la fuerza, primera condicion de1 exito' porque s u bandera clerical de hoi le ha hecho impopillar aun p a r a 10s mejores catolicos i 10s C O X S E ~ ( I dares mas puros, porque lo que el pais necesita no es resolver cuestiones relijiosas sin0 reconstituirse politicameiite, porque su credo i su doctrina no responden a las aspiracioiies ni a las necesid 2des naciod e s , como en otro tiempo respondieran, sin0 a sentimientos individuales mas o menos fuertes anta la conciencia, per0 impotentes para la politica, para el h e n gobierno. Mientras no se busquen otros niedios, que 10s J'R gastados e inservibles, ensayados en 10s Gltimos aiios, el sisterna parlameiitario i el gobierno, continuarh siendo presa de intereses mezquinos, i de dimeras r ~nfecitndnsdominaciones. Las mayorias no podran

disciplinarsr, ni hacet qiquicra lo que s e 1 1 a w ~uti gobierno, i las minorias, seguir;itl esperindoio t'otf~ d e pequefias intrigas i 110 d e las sanciones clr 1;i opinion. Si por una parte 10s partidos llevan una vicln T A quitica, si careceii d e programas nacionales, d e prop6sitos serios, i vinculos solidos d e union, i si por In otra el rkjimen parlameiitario se ha implantado con todas las instituciones que puedan falsearlo i corronrperlo; el voto acumulativo que despedaza i fracciocin Ias mayorias, la comuiia aut6noma que disminuye la fuerza i la eficacia d e la acciou del zobierno hasta sus ultimos limites, el sufrajio universal que eiitrega a las masas venales 10s destinos d e la nacion; si las leyes velan, amparan i consagran el fraude i Lis intrigas, en fuerza d e pretender amparar a las minorias CPuede ilguien esperar que u n trastorno tal de. 10s principios consti :ucionales que dieron seriedad i prestijio a1 Gobierno d e Chile, 110 dt: sus resulLidos io evi t a bles ? Las candidas ilusiones del liberalismo d e r l q y , del refoirnismo d e I 870, i del conservantismo-liberal d e 1890 i 1891, han sido ensayadas, i del Cxito ; I / canzado nadie puede sentirse orgulloso. La destruccioii de la grande obra de 10s pelucones, coioca ai venerable i antiguo partido conservador en un pedestal inas alto, que aquel a que le elevaron sus viejoa i jra pasados exitos. Tal es la, lei d e 10s contrastes. 1 cuando en lo futuro el estremo d e 10s males que sufra la Republica traiga el remedio, cuando pase esta lamentable crisis, no serk levantando la caduca handera d e 10s autores del fracaso, sin0 siguieiido las perdidas huellas d e 10s .fundadores de nuestra

prosperidad, comv sc reaiizara la organizacion definitiva de riuestroa partidos i de nucstras instituciones, Malga-Malga,

20

de Febrero dc 1903.

INDICE 1’i.i.

I1

Los Prograiiia.; i 10s I’aiTitlos .................. 1-0s elementos politicoq de Chile en la Cpoca

111

Era de 10s Pipiolos

I

IT’

3

de la Ttidepentlencia ............................

...............................

l i e r o l u c i o n tic r83o.--T’oi-l ales i 10s Pelucoties 1)omin;tcion de 10s Pclucones ...................

.................................................

El nuern Ixirtido li1)craI. - - Don A~fat~uel 1Iontt ................................. 3.1 (;obiern