Obras completas de Amado Nervo. [Texto al cuidado de Alfonso Reyes; ilustraciones de Marco]

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OBRAS COMPLETAS DE

AMADO NER VO

TOMOS PUBLICADOS l.-PERLAS NEGRAS.-^MISTICAS II.-POEMAS IIL-LAS VOCES, LIRA HEROICA Y OTROS

POEMAS

ÉXODO Y LAS FLORES DEL CAMINO V.-ALMAS QUE PASAN VL PASCUAL AGUILERA. -bL DONADOR DE

IV.-EL

ALMAS

^

VIL~LOS JARDINES INTERIORES.~EN VOZ BAJA VIII. -JUANA DE ASBAJE IX.-ELLOS X,- MIS FILOSOFÍAS XI.-SERENIDAD XII.-LA AMADA INMÓVIL XIII. -EL BACHILLER. -UN SUEÑO. -AMNESIA.^ EL SEXTO SEMIDO XIV. -EL DIAMANTE DE LA INQUIETUD. -EL DIA-

BLO DESINTERESADO.-UNA MENTIRA XV.-ELEVACIÓN XVI.-LOS BALCONES XVII.-PLENITUD

ESTANQUE DE LOS LOTOS. XIX.-LAS IDEAS DE lELLO TÉLLEZ.-COMO EL CRISTAL DE CADA TOMO SE HAh IM-

XVIII.-EL

PRESO CIEN EJEMPLARES EN PAPEL DE HILO ^ /• /t

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TEXTO AL CUIDADO DE ALFONSO REYES rLUSTRAOONES DE MARCO

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OBRAS COMPLETAS DE ^ AMADO NEK^O^Wamen xix Wí

LAS IDEAS DE Ó^o TELLO TÉLLEZ (f^U COMO EL CRISTAL

BBPÍ^OPlEDAD DE LOS HEREDEROS DEL AUTOR

TODA EDICIÓN

FRAUDULENTA SERÁ PERSEGUIDA POR LA LEY ;t

fQ OS O.-

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^2/}

CN

1915,

Amado

Ñervo, transitoriamente alejado

de sus funciones diplomáticas por los azares de la política, entregó esta colección de artículos

a don

Claudio Santos González^ para la Colección Mercurio que éste proyectaba

por entonces. El señor

González, respetuoso para la memoria del amigo muerto, nos ha cedido bondadosamente sus derechos.

En Las te

ideas de Tello Téllez reúne

Ñervo— apar-

de los artículos que, bajo este misw.o nombre,

aparecieron en la Revista de América, publicada en

París por los hermanos García Calderón— varias otras páginas que aparecieron en revistas

y periódicos de Europa y América, cambiándoles— según era 9

m

.:\

a

d

costumbre—ya

su

texto

Ñervo

o

ya algunos pasajes

el titulo,

mismo, a fin de lograr

la

del

unidad del conjunto.

Así, el conterddo actual de la colección— en la for-

ma te

definitiva

que

el

Garda

de

la

que su autor

le

dio— es más abundan-

publicada en Montevideo por Claudio

en 1919, bajo

el

nombre de Ideas y Obser-

vaciones filosóficas de TelloTéllez,/7a£s/í} que ésta se limita

a

los artículos

publicados en la Revista de

América, y completa las 61 páginas añadiendo al-

gunos

artículos aislados: cuatro

que pasan

(El

miedo a

rrafos suprimidos)

y

la

otro

tomados de Almas

muerte, con muchos pá-

tomado de Plenitud.

10

PALABRAS DE RUBÉN DA.RÍO

C^UANDO acaba de bierno de S.

vo

libro

M.

ascender en

la

de poesías viene a demostrar que

del uniforme

Go-

carrera y el

C. acaba de condecorarle, un nue-

no impide

el

el

vuelo. Indico a

peso

Amado

Ñervo. Este

hombre dulce de cabeza

cristiana, porta

espada decorativa. En nada se opone a

dad de

las

la

una

normali-

cosas que quien ha nacido para monje

concluya sus pacíficos días en

el

noble y ceremo-

nioso cargo de introductor de embajadores, y substituyan a los ágapes conventuales los áulicos bañil

m

A

d

a

N

o

v

r

e

quetes, y al untoso Mientras esto sucede, es absurdo, es idiota decir:

jNo comprendo, luego no creo!

»¡Como do de

la

si

una

fe cualquiera

pudiese ser resulta-

comprensión!

>El racionalismo es el

mas. Pues, ¿y

el

más

estulto

de

los siste-

positivismo spenceriano?

jEI

toma-

sismo elevado casi a religión!

>Por

lo

demás, Bergson ha matado a los mecanis-

tas y a los finalistas.

Ya eso no

resucitará.

Jam

faetet.,.

»La inteligencia ha surgido, pues, en un momento

determinado de

la

evolución, porque a 40

la

Vida

Obras Vompletas convenía que surgiera.

le

Y

ha surgido en una ra-

mificación de los vertebrados, en la bestia vertical,

en

el »

hombre.

Pedir por lo tanto

el

hombre a

Vida que re-

la

vele a su inteligencia la razón de los grandes

como

vimientos instintivos, fe

y

de

la alegría,

lo >

el

odio y

el

mo-

amor y

la

es querer meter lo absoluto dentro

contingente y relativo.

¡Imaginemos a un botón queriéndonos explicar

por los datos extraídos de su modesta sustancia córnea, los orígenes y

la

existencia del sastre

cosiéndolo en un

lo utiliza

»Por eso

el instinto,

vence y desdeña a

Amor, padre de

trajel

avasallador en tantos casos,

la inteligencia,

los

que

sobre todo en el

hombres: Le emir a des ráisons

que la raison ne comprend guére.., »

Advierto

al lector

que Tello Téllez era un

fante incorregible, y fatalmente tenía

en estas

filosofías...

dialéctica,

Yo

filoso-

que meternos

padecí muchas veces su

con una paciencia que

el

Hacedor de

todas las cosas (inclusive de los filósofos) ha de

tenerme en cuenta.

Hoy, vosotros, a vuestra vez, res

abnegados y

discretos; pero 41

lo padecéis, lecto-

con

la

circunstan-

m cia

N

de que, a

lo

menos, podéis dejar estas páginas

y poneros a leer otra cosa.

Os favorece libro,

algo;

de

y

si

la

la

muda

revista,

nada

y paciente serenidad del

que hablan

si

les preguntáis

les preguntáis, callan...

42

II

7 ELLO

TÉLLEZ OPINA SOBRE LA MUERTE

1 ELLO Téllez era un tanafófilo—y ya observado, notando

de rondón en

la

la facilidad

zona de

habréis

lo

con que se cuela

las filosofías

mortuorias.

Estas cuartillas nos revelan sus lecturas predilec-

William James, Novalis, Maeterlinck,

tas:

Oliver

Lodge, Miers, Eucken, Boutroux, Emerson, y tantos otros soñadores de sueños... o, quizá, brujos las

máximas perlas

mos

espirituales

que hay en

de

los abis

-

del ánima!...

«Es original— dice Abel Bonnard en su comento al

admirable libro La Mort, de Maeterlinck— el ver

cómo

se conduce cida

hombre ante 43

la

idea de la

Amado Ñervo muerte. sin

A todos

esta idea nos inspira horror (1), y,

embargo, nos damos cuenta de

la

majestad que

otorga a nuestro destino. Sea cual fuere cia

que haya entre

de

los destinos

mientras que algunos son

la diferen-

hombres,

los

como caminos

triunfales,

y otros apenas se parecen a los senderos de los campos, todos,

sin

embargo, tienen,

al

acabar, este

negro arco de triunfo. Algunas existencias son tan viles

y tan

fútiles,

que

muerte constituye su única

la

solemnidad, y hay vivientes tan vanos y tan vacíos,

que

casi se sorprende

uno de que sean admitidos

al

honor de morir. La idea de

el

valor de los que viven, y basta

midamos para que tice

la

testifique su

muerte nos enseña

que con

.ella

los

grandeza o paten-

anticipadamente su nada...»

«Difícilmente

y más nobleza

>Yo que

la

puede

el

sintetizarse

con más claridad

valor de la muerte.

amo como

a una mujer misteriosa,

lle-

na de seducción, cuyos besos se han anhelado muchos años; yo que vivo esperándola con romántico del que por

da una

cita,

puedo

la

noche, en

el

temblor

el jardín,

aguar-

afirmar la gallarda verdad de

esas palabras. (1)

Falso, mi querido Bonnard.

A



me inspira cariño.

La muerte y yo somos buenos amigos. (Nota de 44

T. T.)

Obras Completas >La muerte es para cada uno de nosotros

como

esa esfinge inviolada del soneto de Heredia:

— «N'approchepas.— Ma lévre a fait frémir ta bouche. — Viens doncl Entre mes bras tes os vont se briser; ...

Mes si j'ai

—Tu

ongles dans ta chair...— Qu'iraporte le supplice, conquis la gloire et ravi le baiser? triomphes en vain, car tu meurs.—- O delice!

>Sí, ¡oh delicia

cia

de ese abrazo supremol ¡Oh

deli-

de esas uñas heladas que se hincan en nuestras

carnes perecederas! ¡Oh delicia de ese ímpetu invisible

que derriba

delicia

los

muros de nuestra

cárcell

jOh

de esa transmutación portentosa que de va-

rones de dolor nos trueca en dioses!»

B Lector: este

amigo Téllez es

otra vez cabalgando en

Su himno a

la

incorregible. ¡Cátalo

una nube!

muerte (con

citas

Heredia) nos mete nuevamente

de Bonnard y de en

la

grandilo-

cuencia!

|Y estar obligado— como lo

estoy— a publicar

es-

tas cosas!

Lector, únete a mí para arrojar sobre la Téllez, a paletadas, nuestra ironía... 45

tumba de

Amado Ñervo ¡La muertel ¡Qué sabía él de la muertel La muer-

único que no existe; y lo que no entendió

te es lo

que entendemos

Téllez, y lo



y yo,

lector, es el in-

enarrable horror de nuestro destino, porque no po-

demos

morir!

Cada una de nuestras

células sigue viviendo

que

teligentemente, y así resulta

que se llama vida

el

hombre

zación molesta de yoes, en

muerte

si

en este estado

sufre de el

una

plurali-

estado que se llama

multiplicidad es vertiginosa, de

la

//z-

manera

que vivimos en todas partes y en todas partes estamos conscientemente... Pero, iqué horror!

¿No me he metido yo también

a filosofar? ¡Y con qué objeto!...

Francamente,

de

lo

tú, lector,

¿crees una sola palabra

que acabo de decir?

¡Claro

que no! Ni yo tampoco.

Lo terrible— o

lo

admirable— de

no se deja arrancar su

rrogan a

Hace

la

muerte, es que

secreto.

Hace miles de años que la esfinge.

la

la

Humanidad ronda a

miles de años que los sabios inte-

sombra, y

la

sombra no dice

esta

boca

es mía.

Lo mismo

le

da que los ateos 46

le

nieguen toda

o

h

a

s

Completa

realidad y que los creyentes la imploren hasta el fastidio. Ella

calla,

y en su impenetrable silencio

están su nobleza y su dignidad. Si el

abismo se pusiese a dialogar con nosotros,

como una comadre con

otra, ¡qué restaría

mética y formidable grandeza del abismo!

47

de

la

her-

III

TELLO TÉLLEZ OPINA SOBRE EL AMOR

La

inteligencia

ha echado a perder

el

amor,

como

echa a perder tantas cosas... »Ei «te conviene> o «no te conviene» el

destructor encarnizado de toda felicidad entre

los

hombres que viven socialmente.

»— Pero— objetáis— tal

ha sido

,

¿si

de hecho vemos que

o cual amor no conviene, sino que por

el

con-

trario frustra el porvenir?...

»—Y

eso,

teligencia

¡cómo

lo veis!

Lo

veis

con vuestra

atiborrada de prejuicios,

in-

con vuestra

imaginación, la comadre de siempre, que quiere intervenir en todas las cosas. 49

Tomo XIX

4

m

A

d

a

»Cuando

N

ó

el instinto

e

r,-

v

o

genésico nos empuja violen-

tamente a los brazos de determinada mujer, es

porque esa mujer nos y perspectivas que

la

conviene... dentro

de zonas

razón no puede abarcar por-

que no están en su plano. »Las trabas puestas por

hombres, por

no

le

el

la inteligencia

común pensar de que se mete en

lo

los

que

atañe, desvían o alteran o modifican este im-

pulso seguro, y

el

hombre, que iba

tras

de su ver-

dadera mitad, cae en los brazos de otra mujer; de la

que

el

sabio y lúcido pero misterioso mandato de la

le

conviene^ según \qs sensatos,

y entorpece

Vida...

»¿Por qué se entromete

la

inteligencia en las

cosas del instinto, de los instintos supremos que la

Vida ha puesto como

sillares

de

la

individua-

lleva consigo su luz:

no

lo

alumbréis

lidad? »El

Amor

con vuestra

ridicula cerilla intelectual...

»La inteligencia— judía eminentemente práctica



,

se hartará, por ejemplo, de decir al instinto,

con respecto a los seres desaparecidos: «¡Olvida

amor que

se te murió!

Un muerto

ya no es nada,

ya no es nadie, ya no sirve para nada: darlo!»

so

el

¡a

qué recor-

Obras Completas »Pero

amando

instinto

el

al

ni

que aparentemente se fué para siempre.

El sabe

que un muerto es alguien

cheado

la

voz que viene desde

a

la inteligencia,

como

ha cuchi-

(se lo

y que amor, an-

los orígenes)

conviene recordarlo y amarlo; porque terior

Sigue

siquiera responde.

la

el

Vida misma, tiene

por fuerza que sobrevivir a esa inteligencia, linter-

alimentada por combustión de fós-

nita eventual,

foro

en un momento dado de nuestro período

evolutivo.

amor

>¡Por algo había dicho la sabiduría que el

más

es

fuerte

»— jLe tos

la

muerte!

perdió una mujer!— exclaman los timora-

cuando un hombre opta en amor por dejando

to,

que

la

razón a un lado -

.

el

instin-

¡Le perdió

una

mujer! »

¡Mentira! Si la

amaba y

táculos, por el libérrimo

fué tras ella sin obs-

ímpetu

instintivo,

no

le

perdió. ¡Se hallaron los dos!

»La mujer encontrada por a nadie jamás. >E1

Lo gana

el instinto,

amor nunca ha dejado de

»Pero bien sabemos que ser la sinrazón del sentido flicto, el

no pierde

siempre...

la

tener razón.

razón del amor suele

común, y de

eterno conflicto social, y de 53

allí el

allí

con-

que a

la

Amado Amada la

sustituya

N

una mercadería con

que en suma no es otra cosa ga a un hombre

$

la

sin quererle, a

r

o

it

faldas; por-

mujer que se entre-

cambio de todas

las

garantías, sin ningún riesgo, adquiriendo libertad,

membrete mundano,

editor responsable, casa, cria-

dos, alimentación y a veces hasta coche y palco en el Real.

>Los grandes amores hicieron grandes ¡ayl,

los]

cosas...

en otros tiempos, «cuando Dios quería...» Hoy,

contubernios legales suelen ya no saber hacer

nada... ¡nihijosl»

B (Conven conmigo,

lector sufrido, en

que Tello

Téllez no ha inventado la pólvora. Sus ideas sobre el

amor no son nuevas. Aunque cabe

disculpar a

quien no dice algo nuevo en achaques de amor,

pues que

,tan

dicho y redicho está todo. Continúa

mi amigo declamando contra

la

insensatez de los

matrimonios actuales, y como detesto

las decla-

maciones, corto aquí por lo sano. Cuando T. T. vivía,

invitábale

yo con frecuencia a comer; pero

en cuanto empezaba con declamaciones sociológicas, lo

amenazaba con suprimirle 54

los postres

y

el

o café.

as

b

Hoy, como

que ya no

le

C el

p

importan mis amenazas

mar... [Paciencia!

tas

I

pobre se ha muerto, se conoce

promesa de publicar sus

funtos, a

m

o

y, fiado

Algo debemos perdonar a

cambio de su impasible y docto

tan preñado de arcanos

en mi

ideas, se lanza a decla-

como de

55

los di-

silencio,

discreción.)

IV

TELLO lÉLlEZ OPINA SOBRE LA PIEDAD DE DIOS

A

medida que

más

el

alta idea tiene

»iEs claro!

hombre de

Todo

el

la

se vuelve

más piadoso,

piedad de Dios

mundo

sabe que

(1). el

hombre

ha hecho a Dios a su imagen y semejanza. »Dios es del tamaño de quien lo «busca»

gún

la

magnitud y

copian en

él,

la claridad del

mejor o peor,

las

y, se-

espejo interno, se

grandezas del uni-

verso.

(1)

...

y puesto que, en

fin, el

cristiano parte de este

eterno principio, que no teniendo límites la clemencia de

muy osado seria aquel que (pobre sombra obscura, mañana desvanecida y olvidada de todos) pretendiera en el tiempo, en nombre de su razón de un día, fijar un límite a la Bondad Libertadora. Villiers de VIsíe Adam, Dios,

57

Amado Ñervo »Un hombre piadoso no

hubiera sido nunca se-

cuaz de Jansenio.

>Los seres egoístas, suspicaces, rencorosos, no quisieran que Dios tuviese piedad. ^

Ellos han inventado las gehenas y las han po-

blado de todas

de aplicar

al

que se sentían capaces

las torturas

prójimo.

»Para conocer

de un hombre hay que

la alteza

procurar medir su egoísmo.

»A mayor egoísmo corresponde siempre mayor inferioridad.

»E1

hombre

bestial

siquiera amarse a

»

mismo. Tiene

que procura

tintos bajos,

con esta



no ama a nadie. tres

satisfacer,

No

sabe ni

o cuatro ins-

y se contenta

satisfacción.

Subamos algunos

remos con

escalones, y nos encontra-

hombre que sabe amarse a

el

el ególatra, el



mismo;

petulante, el simplemente vanidoso,

el sibarita.

»En

el sibarita

namiento en

de que

el

la

hay ya nobleza, porque hay

refi-

educación de los sentidos, además

sibaritismo

no está reñido con

ciertos al-

truismos secundarios.

>Algunos escalones más, y encontraremos

hombre capaz de amar a una 58

mujer.

al

Obras Completas »Sigamos ascendiendo, y tropezaremos con

hombre que sabe querer a sus amigos, que

el

está

dispuesto a servirles. »

Claro que entre cada escalón

iiay

innumerables,

de evolución.

infinitos matices

¡Ascendamos... ascendamos! y encontraremos



en esferas aire

de

muy

en que se respira apenas

altas

hombre que ama a

la tierra, al

dad, que trabaja por

que por

ella,

la

el

humani-

se sacrifi-

ella

caría...

•Estamos ya en planos

muy

altos...

muy

Pero ascendamos más. ¿Quién es esa figura

altos...

fúlgida,

toda estremecida de piedad, no ya sólo para los

hombres, sino para sas? ¿Esa figura

las

bestias y

aun para

que querría abrasar a

entera en el fuego de su caridad? Es

de

la

las

co-

naturaleza

San Francisco

Asís...

•¿Todavía os atrevéis a ascender? Mirad que aire se

rarifica,

porta? Pues,

que

jea!,

la

cima da

vértigo...

el

¿No im-

un ímpetu extrahumano para

sal-

var las tres montañas superpuestas: •¡Estáis delante

de Cristo!

«...Pero ¡bajad! ¡bajad! al ras

de

la tierra,

No

quiero asfixiaros. Aquí,

hay una piedad que casi no es 59

Amado Ñervo humana a

piedad de

las veces: la

madres, de

las

la

cual se ha dicho que es el gran secreto de la Vida

y que acaso conoce el misterio de la vida misma... »Según cierta balada, creo que catalana (y que recuerda todo

el

mundo), un atolondrado y cálido

amante quiere en vano obtener mujer

caprichosa, cruel,

fría,

»—-Note amaré— le

de una

los favores

como una

dice ella— si no

Salomé...

me

traes el

corazón de tu madre. »E1 mísero lucha, se debate; pero es débil...

Cede

al fin.

Va por la noche

»

me;

Ama-

le

abre

arranca

el

el

lecho de su madre, que duer-

pecho blanco y misericordioso, y

le

corazón.

«Febril, loco,

pitante

al

aún en

echa a correr con

la diestra.

la

jVa a buscar

>Pero su avidez y su desconcierto

entraña palel

le

premio!

hacen tro-

pezar. Cae... se levanta turbado... y entonces el co-

razón de su madre adquiere voz,

si,

adquiere voz,

sólo para preguntarle: »

—¿Te has hecho daño, hijo mío?

»0h, vosotros, los débiles, los temerosos, los creyentes angustiados, que dudáis, que hacéis a

Dios

un

la

fiscal

suprema

injuria

de tenerle miedo, como a

o a un gendarme, ¿creéis, por ventura, que 60

Obras Completas quien ha creado a

que

las

madres tenga menos piedad

ellas?» (1).

B Como la

ven ustedes, Telio Téllez

casi llega aquí a

grandilocuencia...

Se conoce que

el

día en

que escribió

lo anterior

se había despertado optimista.

Quizá comió bien y

tal

vez su dispepsia (porque

también tenía dispepsia) no

dijo:

«Este estómago

es mío.»

Pero hace más Tello Téllez en nas.

Me

las citadas pági-

reproduce cinco versos que están penetra-

dos, saturados de la fe ciega... de mi fe ciega en la

piedad de Dios. Helos aquí: «Dios es mejor de

Hay más piedad de

lo la

que opina el cura. que espera él mismo,

en las entrañas de la Esfinge obscura. Hay más luz de la que él mira, en la Hondura; más amor del que él piensa, en el Abismo!»

Y

ustedes

me

dispensen

la

ya digo que Tello Téllez los (1)

¿No se ha

reproducción. ¡Pero

cita!

dicho, por ventura,

tout pardonner?

61

que tout savoir

c'esí

Amado Ñervo Tello Téllez leía pocos versos. Casi, en asunto de poetas, no

me

había leído sino a

mí...

Es

decir,

no

había leído a nadie; porque yo no soy precisamente

un

poeta... ¡a

menos que pueda haber un poeta

sin literatura!

Si por casualidad ratura, ecce

puede haber un poeta

homo, o para decirlo más

voici/.,.



sin lite-

claro,

me

TEILO TÉLLEZ OPINA SOBRE LA ^PIEDAD» DE LOS HOMBRES

Renán, en

su libro Los Apóstoles— que

me

place

releer—, hablando del triunfo del cristianismo en

Roma, dice

estas palabras sintéticas:

«La aristocracia romana se

irritará,

encontrará

mal que aquella canalla tenga sus dioses, sus tuciones. Pero El sirio, el tes,

la victoria está escrita

pobre hombre que ama a sus semejan-

que comparte

asocia, dominará.

por

falta

insti-

de antemano*

lo

suyo con

ellos,

que a

ellos se

La aristocracia romana perecerá

de piedad.»

«Perecerá por

falta

de piedad...» ¡Cuánto he re-

flexionado acerca de estas palabras! 63

En

efecto, la

Amado Ñervo piedad,

el

retoño más exquisito de las civilizacio-

nes, faltó siempre en el corpulento árbol

cuyas raíces se extendían por todo

el

romano,

universo co-

nocido.

«Los griegos, en levantado un

la

altar

a

mejor época de Atenas, habían la

Piedad, y cuando los ate-

nienses, por emular a los corintios, deliberaron en cierta ocasión imitar los juegos bárbaros

manos (sobre todo circo),

un

los ro-

luchas de gladiadores en

el

filósofo, según cuenta Luciano, se levan-

tó y presentó

derrumbase »

las

de

una moción para que previamente se

el altar

de

la

Piedad

I

Antes del dulce y sabio emperador Nerva, que

desarrolló las instituciones de asistencia pública,

fundadas sobre

el principio

de que

el

Estado tiene

deberes paternales para con sus miembros, nadie o casi nadie

pensaba en Roma en

>A1 esclavo enfermo se auxilio alguno en

le

tales cosas.

dejaba agonizar sin

medio del camino.

•Grecia, en su edad clásica, enunció las máxi-

mas más

exquisitas de piedad, de beneficencia, de

humanidad, sin mezclar en

ellas

ningún secreto pen-

samiento de inquietud social o de melancolía. El

hombre, en aquella época, estaba aún sano y era feliz.

Na se

tenía en cuenta el mal.

e4

Con

respecto a

Tomo XIX

Obras Complet.as las instituciones

de socorros mutuos, los griegos

mucho

precedieron en

a los romanos.

Nunca

sur-

gió una disposición liberal, benévola, de esa cruel la

República un poder

En aquel tiempo,

las fortunas colosa-

nobleza que ejerció durante tan opresivo.

de

les

la aristocracia, el lujo, las

grandes aglomera-

ciones de hombres en ciertos puntos, habían hecho

nacer >

el

pauperismo.

¡Quién sabe,

ditar

me

he dicho algunas veces

sobre estas hondas palabras,

degenera por eso, por

>Hümáno si

fuese

pecie,

la

se

falta

llama al

piedad

la

al

me-

nuestra raza

si

de piedad!

hombre piadoso, como

esencia

misma de

la

es-

y nosotros los españoles e hispanoameri-

canos somos menos humanos que los hombres del Norte.

>Mientras en

la familia latina se

sucedían los ase-

sinatos políticos y religiosos, y un Felipe el

so

(el

Hermo-

de Francia) atormentaba horriblemente a

los

templarios, haciéndoles confesar en el potro torpe-

zas que no cometieron jamás, en Inglaterra se vivía, se evangelizaba, sin torturas, y fué precisa la de-

manda expresa

del

Papa Clemente V,

casi obligado

por Felipe de Francia, para que se emplease

el tor-

mentó, que, dice Salomón Reinach en su síntesis 67

Amado Ñervo sobre las religiones, «ha repugnado siempre píritu libre

al es-

de ese país».

>En nuestra

ha

raza, el celeste jugo cristiano se

más que una

ido secando y no nos queda

liturgia

complicada y pomposa, una disciplina árida, a

las

que llamamos Religión. La devota que jamás deja de persignarse

al

pasar frente a una iglesia, va

después en sus comadreos a desollar prójimo, y

el

la

hombre que nunca pierde

honra del la

misa de

precepto, suele dedicarse al agio con una edificante habilidad.

»Sí, nuestra raza

va perdiendo

la

piedad, La no-

ble y triste casta indígena salvada de la peste y de la

destrucción total por

misericordia de algunos

la

santos misioneros, los que en ocasiones solemnes

osaron enfrentarse con

el

poder

real

en defensa de

los aborígenes, no ha ganado, sin embargo, hasta

hoy gran cosa en América con civilizadora». Léase, para

formidable libro

no

Un pueblo

Arguedas, y se caerá en

la

el «triunfo

citar

de

la fe

cosas de casa,

el

enfermo, del boliviano

cuenta de cuáles son

todavía en nuestro Continente las condiciones de

vida de los indígenas. »Sí, nuestra raza la mujer,

decae por

falta

de piedad. Hasta

nido de todas las delicadezas y todas las 68

Obras Completas ternuras,

según

buen don Severo

el

Catalina, se

nos vuelve despiadada. Claro que hablo sólo de mujer latina educada en cierto medio

la

Basta

social.

observar a nuestras aristócratas de hoy. Las hay

que en

el tiro

de pichón se complacen en esa ma-

tanza metódica de pobres aves sin defensa,

la

ma-

yor parte de las cuales perecen con espasmos terribles entre las fauces

de

los perros

amor

gen. Si les afeáis este

que

al suplicio,

a

la

reco-

la tortura,

se os reirán resueltamente en las barbas y os llamarán cursi. Es cursi

el

sentimentalismo. Es cursi

compasión. ¿Que un caballo corre por

la

la

arena pi-

sándose los intestinos? La señorita moderna no

debe pestañear. Es •

cursi

conmoverse por

eso.

Tales son, oh inenarrables gomosos, amigos

míos, algunas de las compañeras que os depara la

sociedad snob para fundar una familia. Esas han de ser las

madres de vuestros

hijos.

Vale que,

como

también es cursi amamantarlos, cuidarlos, acariciarlos,

ya

la

nurse se los llevará lo

de vuestra

vista,

a

fin

más

lejos posible

de que no os interrumpan

vuestro bridge.

>La Emperatriz de Alemania, sin miedo a

lo cursi,

ha amamantado «a todos sus hijos» y se jacta de ello,

no de otra suerte que 69

Isabel la Católica,

que

Amado Ñervo se envanecía de haber hilado todas las camisas que

usó su marido. »

Gracias a estas y a otras «cursilerías», la España

de entonces y

Alemania de hoy han sido dos

la

grandes pueblos y se han impuesto

mundo.»

al

PERECERÁ POR FALTA DE PIEDAD «Cuando os hayáis impregnado bien

del arte que

hay en una corrida de toros, por ejemplo, daos un paseíto por los pueblos del Norte. Por Holanda,

donde por

florecen todas las piedades, hasta la piedad

las flores;

truena en

el

por Alemania, donde un diputado

Reichstag contra los que destruyen a

los pájaros; por Inglaterra,

donde

las

Sociedades

protectoras han llegado a un auge maravilloso y

donde además de efectiva,

más

real:

la

Majestad Real hay otra más

His Majesty the baby; por los

Estados Unidos, donde un presidente ca

la dulzura, la

nobleza, la gloria de

ilustre predila

materni-

dad, y donde hay asilos y hospitales para las bes-

y palacios floridos, tan admirables como los de Alemania, que se llaman kindergartens (cosas

tias,

todas que compensan por lo 70

menos

el

odioso box).

Obras Completas >Veci

un poco

el

concepto del amor, del

hogar, que tiene un sajón.

ideal, del

Leed a Emerson o a

William James, para que comprendáis

la

elevación

óe ideas de esos pueblos, y tornad después a la aridez creciente

de nuestras almas

latinas,

vez más frivolas y cada vez más distantes de

dad

seráfica

cada

la pie-

de un Francisco de Asísl>

B «Cuidemos, amigos, de no perecer por

falta

de

piedad. Llevemos sobre la frente este joyel por excelencia del Cristianismo. Si el cristianismo triunfó

de Roma, fué porque derramó sobre aquel enorme

mundo de

desheredados, de esclavos, sobre

la

reciedumbre de aquel dolor perenne, de aquella

perenne angustia de siervos,

el

rocío divino de su

piedad. »Si

queremos

triunfar nosotros,

empecemos por

tener piedad de los débiles. Robustezcamos los

hombros te

del pueblo,

que

al fin

sobre ellos ha de sustentarse

Patria futural>

71

y

al

la

cabo solamen-

grandeza de

la

Amado Ñervo T. T. es en estas páginas casi un predicador.

La raza no miente nunca, y mi pobre amigo, de ascendencia española, tenía

el

mal de

como

la

orato-

ria: la oratoritis.

Se imaginaba,

líticos parlantes

y logomáquicos, que con definir o

todos los po-

diagnosticar un mal moral, lo curaba.

«Cuidemos, amigos, de no perecer por

falta

de

piedad...» Pobre Tello Téllez. Después de es/a ex-

muy satisfecho,

clamación de seguro que se quedó y esa noche se acostó con

la

convicción de que

había añadido un quilate al valor intrínseco del

mundo...

Pero

si

a alguien se

le

hubiese ocurrido pre-

guntar:

—Bien, Tello

Téllez,

pero, ¿y

cómo vamos

hacer para volvernos piadosos? Tello Téllez hubiera respondido:

— iQué sé yol

72

a

VI

TELLO TÉtXEZ DISCURRE ACERCA DE LO QUE ÉL LLAMA "LA PUPILA INTERIOR"

tuvieras el temblor del misterio

Si

vaguedad

veces, en la la

noche,

que

late

te dieses

en

la

late, solitario,

en

lunar,

la

como

si

a

calma plena de

cuenta de que hay un corazón

sombra, un corazón sin cuerpo, que

en

la

sombra...

»¿De quién? ¿cómo? ¿por qué? ¡Quién

>Un corazón que >Si percibieras

late

que

en

el aire

la

sabe!

sombra.

en redor tuyo está lleno

de ojos, de ojos intensamente abiertos que »'Si te dieras

impalpables,

yo;

cuenta de que existen,

como

ven...

corolas

muchos oídos que escuchan, para

los

cuales no se pierde un solo eco de nuestra voz... 73

Amado Ñervo >Si percibieras estas cosas,

dio ni estarías nunca »

no tendrías nunca

te-

triste.

— «Yo no creo sino lo que puedo

comprobar»,

dices.

>Pero

si

nada, absolutamente nada, puedes

com-

probar.

»Poincaré expresó una vez que ción: «La tierra gira>,

nate que un te

en

proposi-

puede comprobarse. Imagí-

hombre posee ojos incomparablemen-

mejores que los tuyos y que te dice: «Mira, el límite del

»Tú no do

ni esta

allá

horizonte, vuela una cigüeña.»

pensarás: «Este ve lo que yo ho pue-

ver.» »

Pensarás más bien (porque todo

orgullo te lo dicte):

el

ímpetu de tu

«¡Este cree ver algo

que no

existe!»

»Te imaginas que concederle a otro que «ve más» es concederle

»Y

una superioridad muy grande.

tienes razón, ¡pardiez!

superioridad en

como

Newton

la vida.

había visto

más

Pero urge conceder esta «vio más» que tú,

Galileo.»

Q Maeterlinck se asoma

muy más hondamente que

74

Obras Completas océano del

tú al

que



en

Bergson se adentra más

misterio...

los arcanos del instinto...

»Hay sentidos

interiores

que no a todos es dado

poseer. >E1 fantasma es tan tenue... itan tenue! Es tan su¡tan sutill

til...

Pero quien

lo

ve exclamará con pro-

funda convicción:

>— lAllí está!— Y

el

burgués panzudo que digiere «Imaginaciones. [No

su capón y sus trufas, dirá:

hay nada! ¡nada! ¡Yo no veo nada!» >El

ateísmo no arranca más que de

la

triste

vanidad humana. Pero créeme, hay resquicios de

sombra por donde se asoma

el

espectro del

mun-

do... »

Aguza

tus oídos, ejercita tus ojos.

contigo

tar »

mismo y a

escrutar

Aprende a es-

el silencio.

Aprende a hablar a quien se emboza en

la

sombra.

»La sombra

te

escuchará y dialogará contigo.

Les ténébres ont des oreilles des

et les

profondeurs ont

cris.

>Que

te llene

estás solo y

que

la

solas,

de consuelo

de que

el

la

idea de que nunca

aislamiento es

más compañía

sociedad de los hombres: nunquam minas

qaam cum

solas. 75

Amado Ñervo >Que

nocido no te es >Sólo

el

desco-

muerte, no constituye sino

la línea

hostil.

hombre

»En cuanto a

pensamiento de que

lo

te alivie el

la

es hostil al hombre.

imaginaria, convencional, colocada en el ecuador de

humanos, entre

los destinos

lo

conocido y

lo

desco-

nocido,*

B «Morimos todos

los días

un poco, y en determi-

nados momentos acabamos de morir. Estamos siempre en

el

regazo de

la

'Lívida mujer...» (¿Lívida?

¡Otra mentira!) »

A

los cien

años de edad, Fontenelle galanteaba

ingeniosamente a una dama de ochenta años.

»— La muerte

nos ha olvidado

sin

duda>— díjo-

le ella.

>Y Fontenelle, poniéndose

el

índice en

la

boca,

respondióle: >-¡Chitón!...

»lPero »

tal

la

muerte

lo

había oído y sonreía!

Vivamos confiados en sus brazos. cual es su obra, exclamaríamos

Escrituras:

76

Si

viéramos

como en

las

Obras Completas »— Oh, »

muerte, ¿dónde está tu aguijón?

Porque

lo

que

ella realiza

en nosotros es de una

celeste misericordia. Lenta, insensible, suavemente,

va desnudándonos de esas leves capas superpuestas

que constituyen nuestra materialidad,

donos el

así,

poco a poco, hasta arrancar

la

sutilizán-

última en

supremo momento. >Esta última capa era

y desvestidos de

vemos

al fin

«de

la

que aprisionaba

las alas,

ella,

diáfanos, ingrávidos, nos vol-

la

propia sustancia de nuestros

sueños».

77

VII

OPINA TELLO TÉLLEZ SOBRE LA REALIDAD

DEL SUEÑO

Yo

no sé cuántos

jándose de

siglos

ha pasado

la irrealidad del

la

poesía que-

sueño.

«Es decir, quejándose de una de

las

pocas

dades que poseemos. «Estamos hechos de tancia de nuestros sueños»

había penetrado

,

la

reali-

subs-

dijo Shakespeare,

muy hondo en

que

todos los abismos

espirituales.

>E1 sueño es

Es

la

uno de

los hemisferios

de

la vida.

vida misma continuada en otro plano.

»La Naturaleza no nos adormece inútilmente

seis,

ocho o diez horas. AI contrario; nos compensa con

una vida superior, que habemos menester para nuestra evolución de

la

vida forzosamente 79

trivial

Amado Ñervo que

mayor parte de

la

la

humanidad vive durante

el día.

»Más aún, versa de

la

la

cantidad de sueño está en razón in-

cantidad de pensamiento y

la

cerebra-

ción del individuo. »

En

casi todas las biografías

de

los

grandes hom-

bres leemos que dormían poco...

>¿Es que necesitaban fisiológicamente menos horas de

sueño que

>No,

la lógica

>Si el

los

demás?

nos lleva a

la

afirmación contraria.

sueño fuera sólo reposo,

hombres, harto más fatigosa que los mortales, hubiese requerido

la

labor de estos

la del

común de

más horas de des-

canso. »Si estos

porque su

hombres necesitaban poco sueño, era

vigilia,

de mayor calidad que

las

de los

demás, requería menos compensación mental en

el

otro hemisferio...

>E1

hombre que gasta

casi todas sus horas

en

ta-

reas elevadas, necesita poca tregua de ensueño.

>E1 rial,

hombre que vive una vida puramente mate-

ha menester muchas horas de esa otra vida

compensadora que se

desliza callada y misterio-

samente mientras dormimos.» 80

Obras Completas «¡Cómo, pues, llamar

a lo que vemos du-

irreal

rante el sueño! >

Poetas, las mujeres que soñáis son verdad!, tan

verdad como

con quien

aquellas

en

tropezáis

el día!

»El estado actual de la ciencia no permite ya afir-

mar, so pena de mostrarnos necios, que sólo existe lo

que percibimos con

tiva

mísera limitación percep-

la

de nuestros sentidos.

>Hay muchas cosas en

los cielos

que no comprende nuestra

más acá y más

allá

de

y en

filosofía»,

las vibraciones

y

la tierra

así

como

musicales o

luminosas que caen bajo nuestro dominio sensorial,

de

hay música y hay color;

la

vida que se llama

el

así

de ese otro lado

sueño, hay seres y cosas

de una sustantividad y de una realidad perfectas. >

Cierto que a veces lo

gico;

más

> 1 .°

ello

Que

que vemos nos parece

iló-

depende de dos poderosas causas:

nuestro cuerpo no ha tocado

subsconsciente en que se

mueve

el

plano

nuestra psiquis, y

es por tanto infiel cronista de lo

que vagamente

sospecha. >Las imágenes, las sensaciones, los hechos, entre-

chócanse y confúndense, a veces bárbaramente, en la

zona

física

en que se mueve

el

cerebro.

81

Tomo XIX

6

Amado Ñervo >E1 cuerpo falsea las

como

bellas y puras nociones,

suele hacerlo la multitud con las excelsas

teorías >2.°

es lo

más

de los iluminados que pasan por

Porque

lo

la tierra;

y

que nosotros llamamos ilógico

que no entra dentro del causalismo mezquino

de nuestra existencia. >

Pasando de

cierto nivel cerebral

aquí mismo, en

la

todo es ilógico,

vida, para los seres llamados

normales.

»Los genios obran siempre de una manera que parece ilógica a

la

multitud, cuya sola aspiración

es que no se retarde la hcrct de la sopa

»¿Se ha visto algo más ilógico que

.

la

conducta de

Tolstoi, repartiendo tierras entre los labriegos

yéndose con »

ellos a

y

comer verdura mal guisada?

Nuestra lógica excluye toda perspectiva mental

vasta.

>Si hubiese

Hinton, y con

una cuarta dimensión, como quiere él

tantos sabios, en esta dimensión

todo tendría que ser no sólo ilógico, sino absurdo para nuestros cinco sentidos.

Prescindamos, pues, de esta palabra ilogismo

que no el

y pensemos que, puesto que inconsciencia, ya que está pro-

significa nada,

sueño no es

la

bado que dentro de

él

se resuelven situaciones y 82

o

C

b

m

o

p

tas

I

problemas contra los cuales fué impotente lia,

debemos considerarlo como una en

la

quizá

la

te

cual nos

más

movemos

pura, la

más

realidades!»

8S

la vigi-

realidad apar-

a diario muchas horas:

bella, la

más

alta

de

las

VIII

TELLO TÉLLEZ HACE UNA BREVE PSICOLOGÍA

DEL AHORRO

Por

qué no ahorran

los meridionales?

>Voy a dar a ustedes una respuesta mía. >Los meridionales no ahorran porque no son

tí-

midos.

»La timidez— una loable timidez, a decirlo—es >

la

me

apresuraré

causa por excelencia del ahorro.

Dividamos para mayor comodidad a

los

hom-

bres y a las mujeres en dos grandes clases:

>Los que saben pedir y los que no saben pedir. »Los que repiten

como

el

marqués aquel de Flor

de un día (delicia cursilona de otros tiempos): 85

Amado Ñervo > «

Para dar un buen sablazo, no se necesita

mucho.»

»Y

los

que prefieren todos

los horrores del

ayuno

a una petición de dinero.

»Los primeros— conozco muchísimos— se ríen del mañana. >¡E1

mañana— se dicen— está en

el bolsillo

de

los

demás! >Es cosa averiguada y hasta axiomática, que

cuando nueve puertas se

cierran, la

décima se abre.

>Los que no tienen vergüenza de pedir, llaman impertérritos a las diez puertas.

>Usan en Narran

las

los diez casos procedimiento idéntico.

mismas

historias,

gestos maquinalmente, cosa: ¡Ya les abrirán la »

Estos industriales de

hasta

hacen

los

mismos

pensando en

otra

décima puerta! la

compasión, estos pianis-

tas del teclado del sentimentalismo, fiados en su

digitación experta y en la seguridad admirable de

su procedimiento, duermen tranquilos.

»Han borrado de su

diccionario la palabra pre-

visión.

»|Que prevean ¡Mío es

el

los

demás!

mundo como el coma

otros trabajan por que

86

aire libre,

yo!

Obras Completas »Les consta que todo hombre a quien se

o da, o se enoja cuando

»Y saben que »En cuanto a

«Ya será >

insisten.

que se enoja acaba por

el

ellos,

le pide,

dar.

no se impacientan jamás.

otra vez...», dicen resignados.

Porque uno de sus mandamientos es no perder

nunca

el cliente

(«Soignez

le client...»).

Todo hom-

bre es una posibilidad cultivable. >E1

>Y

que boca tiene a Roma éstos llegan siempre a

va...

Roma.

»¿Para qué queréis que ahorre quien sabe tamaña gramática parda?

B »Pero hay gente incapaz de pedir. >Para honra de sólo que,

la

más que en

humanidad,

diré

que abunda;

los países latinos, vive en los

del Norte.

»La gente del Norte suele tener una adorable timidez.

>Le gustaría que adivinasen sus dificultades, sus zozobras, y viniesen en su auxilio.

>Pero sabe por una angustiosa experiencia que el

hombre

es

muy

necio, y prefiere dar al industrial

87

Amado Ñervo del llanto

que

lo

importuna durante dos

que se queja perennemente de que el

le

calles,

aun-

mentira pedigüeña

la

rodea, de la mendicidad andante; sabe que

hombre no posee un átomo de

perspicacia y

la

al

verdadero

Saben esto y tienen miedo: un miedo

horrible de

delicadeza necesarias para descubrir necesitado. >

encontrarse en situación de pedir.

»Su imaginación asustadiza reconstruye previa-

mente y con plasticidades crueles voz ronca que niega, miradas,

el

las

los portazos, la

malas caras,

las

hoscas

gesto desdeñoso...

>Y cuando pueden

ahorrar,

aun con privación»

aun con sacriñcio, ahorran,

desesperadamente,

para no caer en ese infierno de

la inopial

»E1 ahorro es un signo de gran dignidad de carácter.

>Desconñad

del

gasta alegremente »

Dentro de

sino de

él

hombre que lo'

se ríe del

mañana y

ganado hoy.

hay acero, pero no de voluntad,

sable,

>Si bien se mira, pedir es tan gran mal en esta so-

ciedad eminentemente altruista, en que a todos asusta la perspectiva de un peso sillo,

menos en

que no sé cómo hay gente—y 88

la

el

bol-

hay a porri-

Obras Completas lio,

Dios lo sabe

— que se gaste aturdida

mañana y el después. >Tan enorme mal es dado de

lo

que

le

pedir,

que

>— Pues, lo

¿y

el

el

que os ha ayu-

sobra, os cree acreedores de por

vida y de por eternidad aunque

»A

el

hoy,

el

le

paguéis.

gran favor?— dirá.

que parece,

gran favor está en

el

el

hecho

de haberos prestado. >Si le pagáis le debéis

menda usura moral que

aún

la gratitud, la

más

tre-

se ha inventado. Si no le

podéis pagar, se os aplica

el

más odioso

califi-

cativo.

>Bien hayan, por tanto, los tímidos que ignoran el pedir.

Bien haya

la

santa altivez de los tímidos.

»Y ahorrad, amigos míos, en nombre de

la digni-

dad humana. »

Pensad que

la

hormiga es dura,

de despectivamente a

agria,

las cigarras líricas, lujo del

estío.

La fourmie c'est lá

y respon-

tVest point préteuse: son moindre défaut,y>

IX

EL PATRIOTISMO

muy

1 ú eres

DE TELLO TÉLltZ

patriota— me dijo en cierta ocasión

mi amigo.

»Y había en su voz un metal de

»— Sí— le la

respondí— soy muy

manera con que >

A moderno

ironía piadosa.

patriota,

pero no a

tú entiendes esta palabra.

nadie

me

gana. Vivo con las plantas

bien asentadas en mi siglo y los ojos bien engolfa-

dos en

el

»Todas llan

porvenir. las

esperanzas de los hombres cultos ha-

un eco de amor en mi

espíritu.

»Deseo que desaparezcan

una sola lengua se entiendan bres;

que

las

las

fronteras;

los hijos

que en

de los hom-

armas ultramodernas se orinezcan en 91

Amado Ñervo los

museos de

las

ciudades futuras; que pronto no

pueda creerse ya necesario para

mundo que o de

río

los seres racionales

la

de este lado del

montaña, maten a sus hermanos del

otro lado de la >

el equilibrio del

montaña o

del río.

Anhelo con todo mi corazón estas cosas, y su

advenimiento iluminaría de gloria mi vejez.»

B

«Pero aún no estamos preparados para tamañas venturas.

>Y »

mientras...

Mientras, las patrias es preciso que existan, subs-

tantivas, diferenciadas;

que vivan como entidades

internacionales perfectas; que se robustezcan y per-

feccionen, a fin de que sean partes excelentes de

ese gran todo mundial que soñamos. »

Mientras,

mente y

la

debemos

boca y

las

trabajar

con

manos para que

alma y

la

la estatura

de

el

México se agrande más y más. ^Vosotros, los intelectuales impacientes, que os quejáis,

como Unamuno, de que

nuestros países

hispano-americanos no sean aún pedestal suficien92

Obras Completas temente alto para que os vean todas

las naciones...

¡agrandad ese pedestall

»En vez de

a pedir consagraciones a París,

ir

procurad que México crezca, pues por concomitancia

inmediata creceréis vosotros y París os verá, y

os verá Nueva York, y os verán Berlín y Londres y

Roma! >La Naturaleza, sitio,

al

hacernos nacer en determinado

nos ha indicado de una manera precisa que

ese sitio es el

que debemos escoger como objetivo

de nuestro trabajo. »

Aprendamos en Europa a disciplinar nuestro

píritu,

sorbamos a Europa todo

el

jugo que

esella

puede aún darnos, pero ha de ser para acendrar miel americana.

>Vosotros, los que preferís

ir

a

la

zaga de

los

grandes nombres europeos, sois unos pobres de espíritu. >

Cualquier pintor de París, por ejemplo, ha de

pintar mejor pintores!

que vosotros

Su ojo

las

cosas de París, ¡oh

se formó en Francia. Generaciones

de antepasados, con adaptación lenta y progresiva contribuyeron a construirle

la retina

apreciación del ambiente que char! Vosotros,

idónea para

le rodea...

la

¡A qué lu-

apoderaos de vuestro ambiente. 93

Amado Ñervo ¡Llevadlo, fijado en lienzos, al otro lado del marl »

Rubén Darío decíame en

«Aun-

cierta ocasión:

que después de tenaces esfuerzos llegásemos usted y yo a

escribir

tomos de versos en

francés, cual-

que

quier cancionero de Montmartre cantará mejor nosotros...

¡Nos llevan una ventaja

infinita!...»

B «Yo

prefiero los pueblos

megalómanos a los pue-

blos desalentados, que empiezan por creerse pe-'

queños y voluntariamente buscan su de

las

sitio

a

la

cola

grandes potencias.

»S¡ la Argentina comienza a culminar, es porque

sus hijos han creído en su grandeza,

nado,

la

la

han prego-

han predicado dondequiera altivamente.

»No hay

razas superiores ni inferiores: esas son

puerilidades de sociólogos rubios y megalómanos.

No hay más que de acuerdo con le

razas cuyas aptitudes están o el

momento

histórico.

A

no

cada país

toca su turno de preeminencia. »

Las naciones son

como un

terrestre

Zodiaco,

por cada uno de cuyos signos va pasando

>Hoy

el sol está

>Cuando

el

en

mundo

el asterisco

el sol.

anglosajón.

pedía luchas con lo descono94

Obras Completas cido e inexplorado, resistencia física heroica, audacia sin límites, fe ciega,

>Hoy

mundo

ese

España poseyó

el

mundo.

pide otras cosas y se las dan

determinados pueblos.

»Mañana pedirá cosas »|Se las >

nuevas...

daremos nosotros!

Cuando una

raza parece

muy

débil y decaída,

quiere esto decir que le faltan componentes deter-

minados. Estos componentes se los va dando

la in-

migración.

>Un

instinto misterioso

y seguro lleva de un país

a otro justamente aquellos hombres necesarios, así

como

el aire

adivinativo y preciso lleva a una pal-

mera determinada na,

el

germen de

otra palmera leja-

que estaba esperándolo...»

B «Ninguna

raza, pues, tiene

derecho a considerar-

se vencida.

>lQué sabe

»Su turno >¡El sol

ella!

llegará.

no olvida ninguno de

los

doce signos

divinos! »

Empecemos por

creer en nosotros mismos. 95

Amado Ñervo ^Afirmemos nuestra personalidad mexicana,

sin

garbo, pero sin timidez, serenamente, sosegada-

mente.

>No seamos como esos pobres y

triste

seres cuya única

ambición es pasar por parisienses en París,

por londinenses en Londres, por neoyorquinos en

Nueva York. >Los cubos de los pantalones volteados no constituyen superioridad de raza.

>Se puede hablar

el inglés

o

el

francés sin acento

y ser un pobre diablo.

»Lo esencial es educación y de

la

calidad del pensamiento, de la

las energías

todas del individuo.

B «¡He aquí, por tanto, amigo mío, :ómo entiendo

yo

el

patriotismo!

>De seguro ya no

sonreirás

más

coi;

ironía al

oirme.

»Yo quiero que Méxi.o sea grande, por altruismo y por egoísmo; por él y po" mí. ¿No ves que cuanto más grande sea México más grande seré yo?

»Un

infatuado europc

un hispanoamericano

dijo

ilustre:

96

en

cierta

ocasión a

Obras Completas »--Mi >Y

país es superior al suyo.

respondió:

él le

»~Es

posible, pero

yo soy superior a usted.»

B «Decir que un país es superior a otro, tampoco es decir nada. » Habría

que preguntar: ¿En qué?

•Porque puede muy bien acontecer que bre que no escribe un libro cultivar la *'.erra

de un

modo

como

el

hom-

vosotros, sepa

eminente, y ese

hom-

bre valdrá, por tanto, lo que vosotros con vuestro libro.

»No hay actividad humana todo,

inferior a otra y,

sobre

no hay actividad mental que valga menos que

otra actividad mental.

de calidad

inferior

Por

lo

mismo, no hay nación

a otra nación. Todas son las

piezas admirables del todo actual del

•Sostiene una cuña

mueble.

No

mundo.

la estabilidad

de un rico

despreciéis la cuña. El mueble se rom-

pería, sin ella,

en diez pedazos.

>Hay naciones que son cuñas antes de convertirse

en mosaicos de madera maravillosos.

•¡Pero se convertirán! 07

Tomo XIX

7

Amado Ñervo »Lo esencial es creer en



mismo y

»México empieza a creer en io preferiría altivo

trabajar.

mismo, y yo más que descorazonado. sí

»E1 pueblo que sinceramente cree en sus destinos, acaba por conquistarlos, y sabemos, por la bella estrofa del poeta alemán, existido.

ante

el

Dios

la

que

si

América no hubiera

hubiera hecho surgir de las olas

genial imperativo de Colón.»

«Decía mi amigo (l)--en uno de esos departi-

mientos vespertinos tan gratos, mientras en

la corte

afluye la vida a todas las arterias y se encienden

todas las luces:

»--Se necesita mucho más valor y más esfuerzo para ser grande hombre en Francia, por ejemplo,

que en México.

»— Muy

al

contrario— le respondí

mostrárselo: para que un mexicano

— Y voy a de.

pueda ponerse

simplemente en igualdad de condiciones con un francés, a fin de luchar a par la vida, necesita

andar

muy

de

él

en

la

lucha por

largo camino.

Conste que este amigo a quien se refiere Tello Téel capítulo anterior, y en el que vais a leer, no soy yo. Yo nunca he dicho tales cosas a Tello Téllez. (1)

Uez en

Obras Completas »

Un hombre,

por

el

mero hecho de haber nacido

en Francia, en Alemania, en Inglaterra, aun cuando

no estudie nada, tales

que un

Sierra

criollo nuestro

men-

o un pobre indio de

la

Madre. Aquél tiene algo precioso en rede-

dor suyo: tura.

está en mejores condiciones

el

ambiente refinado por siglos de cul-

Aprende, sin estudiar, todo lo que

las cosas

que

le

calle sin adquirir,

le

rodean. Casi no puede

enseñan salir

la

aun a pesar suyo, algún valioso

conocimiento. Lleva, además, en su espíritu, tilidad atávica, la

a

la

duc-

adaptación hereditaria, esa adap-

tación que es la calidad por excelencia de la especie,

puesto que merced a

ella subsiste

y se perfec-

ciona.

»E1 indio, en cambio, no ha tenido

que

la

vias...

más enseñanza

de sus cactus ásperos y de sus peñas braPara llegar solamente a querer pensar, a dar-

se cuenta de que dentro de su cerebro «hay algo», necesita

un persistente esfuerzo de voluntad.

»De qué Ímpetu gigantesco punto de partida), hubo menester

(dado, pues, este el

pobre indito de

Guelatao para llegar a ser Benito Juárez, y descollar entre las cimas (americanas o europeas),

donde

radia la nieve pura de las excelsitudes humanas!»

99

Amado Ñervo «Al europeo,

el

medio ambiente

lo

ampara desde

cuna, lo envuelve en suavidades y en refina-

la

mientos, lo aguijonea con ocultos estímulos que palpitan en el íntimo misterio de las células.

»En cuanto abre

los ojos, el espectáculo exterior

espolea su espíritu. El vasto panorama en que por fuerza se engolfa su mirada, lo incita a volar.

»¡Qué gracia hicieron

cuando tenían detrás

la

los revolucionarios del 93,

maravillosa obra de los en-

ciclopedistas!

»Para

ellos había

reía Voltaire,

pensado Juan Jacobo; para

desquiciando con

el

poderoso

ellos

ariete

del ridículo las murallas de prejuicios y clisés seculares;

para ellos d'Alembert, en su discurso preli-

minar, expuso su pura y noble filosofía; para ellos

Diderot sintetizó, en su Correspondencia,

el

movi-

miento intelectual del mundo!

»En cambio, a

la

Nueva España con qué

retardo

llegaban esas ideas formidables, demoledoras del

pasado, y

cómo nos subyugan un

licenciado Ver-

dad, hablando tan soberanamente de soberanía popular;

un Talamantes, vertiendo ampliamente sus

ideas luminosas acerca de la necesaria celebración

de un Congreso y de una Representación Naciona^ les;

un Quintana Roo, dando nobilísimas armas mo100

Obras Completas rales a la Insurrección,

y después calentando entre

sus alas de águila nuestra nacionalidad!

cómo

»¡Y

pensamos en

humedecen nuestros ojos cuando

se el

esfuerzo de aquella nevada cabeza

de Hidalgo para empollar

las capitales ideas

programa, o bien cuando contemplamos

al

de su

pobre

de Michoacán, que, como su maestro Jesús,

arriero

como

era hijo de carpintero, y

él

a los treinta años

empezaba apenas su misión milagrosal»

B

«¡Ah! amigo mío,a

bres

Napoleón

las

cosas y los

hom-

habían enseñado todo a los veinticuatro

le

años. Los siglos lo esperaban... Al pobre conductor

de recuas que iba de México o Acapulco, quizás llevando ya en

la

morena cabeza un informe ensue-

ño de redención, nadie

le

había enseñado nada.

»Las piedras del camino y salvajes, eran sus únicas

las

púas de los cactus

maestras y antes de los

veinte años aún no sabía leer!

»Si

por

el

lo

llama

genio debe medirse,

como

las

montañas,

que levanta del nivel de ese mar que se

la

masa,

la turba,

Morelos y Juárez son mu101

Amado Ñervo cho más grandes que todas

las

eminencias aná-

logas de Europa.

»E1 pedestal sobre

el

que

hombres eminentes

los

de Francia, Inglaterra o Alemania se yerguen, es ya

muy

alto; está edificado

por dos mil años de cultu-

mientras que nuestras figuras mexicanas arran-

ra,

can casi siempre del abismo en que yace

incons-

la

ciencia de la raza, y por eso el vulo de sus alas ha

sido doble...

»Para

montañas se superponían... Sin

ellos las

embargo, supieron

llegar a las

cimas donde brillan

serenamente los hielos eternos! »

cas,

Pensemos en

estas cosas reconfortantes

y

tóni-

en los actuales momentos trágicos, y siempre

que padezca eclipses nuestra

fe

en

la

raza de Ana-

huac; «vuestra» fe debiera decir: porque

potente e indestructible,

¡a

de todos!»

102

la

pesar de todol

mía es ¡a

pesar

TELLO TÉLLtZ OPINA SOBRE LA LITERATURA

La pensée

la plus vivante

se glacera dans la formule

qui l'exprime. Le

mot se

re-

tourne contre Tidée.

Bergson.

Dice Lickefest: falta

«Nadie sabe

para no parecer

la literatura

literato, ni lo

que hace

que hay que sa-

ber de dibujo para desdibujar. Para ocultar todo arte

hay que ser un supremo

»...Pero esto

no

lo

artista. >

entienden así los temperamen-

tos nuevos, las almas «feraces >

de nuestra zona tó-

rrida.

»¿Esconde usted

la literatura?

¿Escatima

po? Pues pierde usted su reputación. 103

el tro-

Amado Ñervo »Yo, Tello Téllez, empecé,

con mucha

bir

literatura.

Y

como

cuando

todos, a escrileía

a mis ami-

gos algunas páginas de mis trabajos, se entusias-

maban

sin remedio.

>Pero

el

tiempo trajo

la

me

evolución natural, y

simplifiqué.

Rompí todo aquel

>

más

luz

que

fárrago literario, que no vio

la discreta

de mi estudio, y seguí rom-

piendo ensayos sucesivos, hasta que, en mi concepto,

hube llegado a »Hoy, soy un

la nitidez.

Estas «Ideas>, que una

nítido.

mano piadosa (1)— si no más

tarde,

son

nítidas:

la

mía— ha de

¡son agua

publicar

filtrada...

y no

más!

»Pero mis amigos los tórridos a quienes he osa-

do

leérselas...

no aplauden. Falta

literatura visible,

el

que es a sus ojos

tropo; falta la lo

que

la

gre-

quita que, en cuanto os descuidáis, el impresor

candoroso de provincia pone en

la

carátulas de

vuestros libros. >¡Ah!

Yo

bien sé que a

la

simplicidad se llega

tarde o no se llega nunca. Esto de la mano piadosa

(1) mí...

lo escribió Tello Téllez

por

por halagarme y comprometerme a publicar sus pá-

ginas.

104

Obras Completas »Yo bien

que se empieza por



el

Churriguera

en nuestras ciudades de América,- y suele no acabarse por

Luis

el

XVL

»Esa ser enidad del

estilo Luis

XVI decepciona a

nuestros hermanos los viajeros tropicales.

»Estoy

cansado—yo,

corregible en este

Tello Téllez, francófilo in-

asunto— de

oir decir

a amigos

míos:

>— ¡Conque

éste es París!

¡No tiene

creía mejor.

Pues,

la

verdad, lo

chiste!...

»Las maravillosas avenidas de

la Estrella,

en que

se alinean sobrios, severos, con una noble austeri-

dad de

línea tantos palacios, ¡no tienen chiste!..,

»¿Sabéis qué es eso de «no tener chiste»? Pues os lo voy a decir.

No

tener chiste es

no tener cor-

nisas de azúcar candi, columnitas a diestra y siniestra, relieves,

res

y

promiscuidad pintoresca de colo-

El París

estilos...

«con chiste» sería un París

ideado por un pastelero sentimental y servido final

de un banquete

cursi...

»Volviendo ahora a los France, con

la

al

libros, diré

que Anatole

formidable e irónica sencillez de los

suyos, no tiene

literatura...

es decir, «no tiene chis-

te». Flaubert,

muy

hasta a Zola,

«como psicólogo y

literato,

105

es inferior a Balzac y filósofo»...

Pero

Amado Ñervo «tiene chiste», hiere

rizada,

más

porque sobra

la

en

imaginación literatuél

el

procedimiento.

D'Annunzio gustará siempre más y tendrá siempre «más chiste» que el hondo Maeterlinck, porque D'Annunzio es todo »...

Pero creo

literatura.

inútil

apurar

la

cuestión.

extraño es que los grandes espíritus, Tolstoi,

¿Qué

como un

acaben por despreciar profundamente

literaturismo, la insinceridad, el lujo, la

el

opulencia

rastacuera de ciertos estilos, la frondosidad de la retórica, el

snobismo del

metiera del procedimiento,

y que asimismo acaben por otra cosa, por no tener chistey como una columnata dórica, como un sere-

no

frontis clásico,

como una suave y

guirnalda Luis XVI?...»

106

aristocrática

XI

Lk ERUDICIÓN, SEGÚN TELLO lÉLLEZ

No de

(D

sé quién dijo que la erudición es una forma

la pereza: evita,

en efecto,

la fatiga

de pensar.

»Con un poco de método y de laboriosidad, se es erudito.

Con un poco de

Lo que no se puede cuidado es

lo

ser ni

cuidado, se es castizo.

con laboriosidad

con

ni

que Salamantica non prestat: pen-

sador.

>Una tendencia que ya va siendo ahora hasta

las

vieja (porque

tendencias envejecen con

Yo pretendo

suma

fa-

un erudito en mis ratos perdidos... mayor imparcialidad que la mía al publicar esta especie de diatriba de T. T. contra la erudición? Sea juez el lector. (1)

¿Puede darse por

ser

lo tanto

107

Amado Ñervo ciudad) es

la

que consiste en

sacrificarlo

todo a

la

erudición.

>Se escribe un

libro sobre cualquier cosa, y es

preciso haberse leído, para escribirlo, una biblioteca

cuando menos medio Larousse, diez almana-

(o

ques Hachette y diez diccionarios de esos prácticos y manuales de Armand

Colin...).

»E1 público, en cambio, suele

porque con su seguro sobre todas >

no

leer el libro,

instinto, el público

quiere,

las cosas, interesarse.

Eternamente cierto es

lo

que fué evangelio de

muchos hombres ingeniosos de

generación pa-

la

sada: «El único género que debe evitarse es el gé-

nero fastidioso.> Lo esencial en un

sea cien-

es interesar. Si pretende enseñar

tífico

o

algo,

ha de cautivar primero

literario,

libro,

la

atención. Si

pretende enseñar, sino deleitar tan

que ha de cautivar también

la

sólo...

no

¡claro

atención! Esto, en

absoluto, sobre todas las cosas. »

Preguntaron en una ocasión a

»

—¿Cómo se

escribir

las arregló

Dumas

hijo:

vuestro padre para no

jamás una página fastidiosa?

»Y respondió:

»— ¡Porque

una de

las

cosas que no sabía era

fastidiar!

108

Obras Completas » Imitemos

a Dumas, cumpliendo

undécimo

el

mandamiento...

»Es tarea decorosa

cuanto se ha escrito

citar

con respecto a un asunto. ¡Pero es aún más decorosa tarea pensar algo propio acerca de

él!

> Santa

Teresa de Jesús (escribió en días pasados

Armando

Palacio Valdés) no tenía conocimiento

del lenguaje,

no había

leído

más que algunos libros

piadosos y otros cuantos de caballería,

y, sin

em-

bargo, es la mejor escritora de nuestra literatura.

»No

es,

pues,

la

erudición

la

nuestros libros. Pero tampoco

»E1 procedimiento...

\uí\

que ha de avalorar

el

procedimiento.

(esta interjección

¡uf!

era peculiar de T. T.)

»Hay mucha gente que cree encontrar nalidad en una fórmula, en una receta »

la

origi-

literaria.

Debiera pensar esta gente, que, siguiendo

el

cauce sereno del propio temperamento, se encuentra

siempre

la originalidad.

>La sinceridad es

porque merced a

la

ella

originalidad por excelencia,

nos parecemos siempre a

nosotros mismos, que es a quien

debemos

parecer-

nos, y pareciéndonos a nosotros mismos, seremos

siempre varios en al espejo

el estilo,

ya que nos asomamos

en que se copia todos los días análoga, 109

Amado Ñervo pero todos los días



distinta, la

fisonomía de nues-

propia vida.

tra

¿Habéis visto mayor originalidad que

déla

la

naturaleza? »

Contemplad un

paisaje: el

que sea más familiar

para vosotros, aquel que veis todos los días desde vuestros balcones, y lo veréis a diario diferente. sólo se diversificará según las estaciones, sino será

uno en

la

mañana y

No

que

otro en la tarde, para ser

otro bajo la blanda y misteriosa plata de la luna...

»¡Pero qué digo! [Cambiará cada hora, cada minuto, cada segundol >Y, sin embargo, la perspectiva es fundamental-

mente >

la

misma.

/o recuerdo haber

leído lo difícil

jar los detalles lunares.

A

que es dibu-

cada instante

la luz los

transforma, variando su tonalidad de tan singular

modo, que cansan y desesperan

el

pincel del as-

trónomo. »

Imitemos por tanto a

ella sinceros,

como

ella

la naturaleza,

ingenuos,

siendo

como

ella

como

move-

dizos y cambiantes. »

Huyamos

del procedimiento.

>E1 procedimiento es el recurso de los

tienen recurso mental ninguno. lio

Merced a

que no él,

los

Obras Completas que carecen de personalidad se embozan en

la

personalidad ajena; los que no tienen camino propio,

van a

camino de

la vera, al

los

margen

del amplio o estrecho

demás.

>Los espíritus subalternos se enamoran del procedimiento. Es en general lo único que ven y lo

único que los seduce.

No

advierten que quien lo

usa posee una individualidad poderosa, de este procedimiento deriva, sin

No

nentemente suyo: de que

»Más

les

vendrá

aún, de las

aristas, los perfiles

premo don de les

él

se dé cuenta.

el traje

ajeno que van a

muy largo... modas

literarias pillan sólo las

exagerados; llevan en

caricatura.

vuelve un trapo



ridículo...

Uno

>Tengamos

valor de nuestra pequenez.

el

un su-

La casaca de Brummel se

»¿E1 remedio?

*Mon vene

que

que ese procedimiento es emi-

se percatan de

ponerse

que

la

solo, ya lo dije: iSinceridad!

est petit,

verre.„>

111

maís Je bois dans mon

XII

NUESTRO PORVENIR, SEGÚN 7ELL0 lÉLLEZ

plACE muy pocos

años se hubiera considerado

atentatorio eso de impedirle a

uno que se case por-

que está enfermo. Al contrario, cuando ya no vale

uno nada, cuando es uno un bagazo debe sentar

cabeza y buscar una muchacha bo-

como una

que

lo cuide a

uno,

ponga emplastos y linimentos, y

le lleve el

des-

muchas mujeres de nuestra

raza.

nita, le

la

fisiológico,

sana

ayuno a »

la

rosa, para

cama.

Asi se casaron

Del ensueño de

la

adolescencia en

flor,

pasaron

al

tálamo de un valetudinario, a calentar sus miembros ateridos y gotosos... Así, según un cuento de lid

Tomo XIX

B

Amado Ñervo Unamuno, don Juan Tenorio, ya sobrina de

la

Don

viejo, pretendió

nado: «Hubiera preferido que

la

sedujese un don

Juan joven, a que pusiera cataplasmas a

éste...»

»E1 matrimonio, se ha dicho recientemente, es

amor de

último

la

a

Quijote, quien exclamó indig-

mujer y

el

el

primer reumatismo

del hombre.

Estas abominaciones, bendecidas por todas las

>

iglesias

sirven

y sancionadas por todos los jueces, servían,

aún maravillosamente, para perpetuar todo

género de enfermedades hereditarias.

Como

*

zo

la

si

no bastase para agotar nuestro esfuer-

aspereza de

la

lucha por la vida, nuestros

buenos progenitores, que solían no dejarnos

fortu-

nos favorecían engendrándonos con

mayor

nas,

cantidad de lacras

la

físicas.

»iQué iban a hacer los buenos señoresl >

Ellos se ajustaban, se ajustan

al ideal

de los

la

juventud es para calaverear. Conviene

llegar al

matrimonio sino conociendo todo. Así

tiempos:

no

aún

ya no hay peligro de infidelidades. Se es un hombre serio. »

¡Claro!

Y qué

otra cosa se va a ser

nas se es hombre!»

114

cuando ape-

Obras Completas «En cual:

los zarzales del

camino deja alguna cosa cada

oveja su blanca lana,

la

hombre su

el

vir-

tud... »

Bendigamos

que deja otros

el

eufemismo del poeta; esta virtud

hombre en

el

de

los zarzales

la vida, tiene

muchos nombres!

»Con

la

aprobación de todas

que han solido ser

sensatas,

sociedad,

el

las

gentes llamadas

más nocivas a

las

la

cuarentón enfermo, después de haber

recogido todo

el

virus posible en los placeres de la

juventud, se consagraba, se consagra aún, a transmitirlo a su mujer,

y a sus al

hijos,

una pobre muchacha inexperta;

unos miseros inocentes que gracias

autor de sus días vienen al

mundo con

este pe-

cado original de nuevo cuño. »

Y

así

pululan en nuestra raza los epilépticos, los

neurasténicos, los dipsómanos, los artríticos, los

irresponsables y lastimosos abúlicos: todos, todos

víctimas del

sima de

la

amor paterno y de

la

sanción sensatí-

sociedad.»

»Sin embargo, los sociólogos no descansan; los sociólogos escriben, predican, enseñan, y los gobiernos empiezan por

fin

a conmoverse. Palpita ya

en muchos pueblos civilizados

la

tendencia a im-

pedir los matrimonios entre enfermos. 115

Amado Ñervo »En Suiza se

exigirá en breve para casarse

médico

certificado

»En varios Estados de ge ya este según

certificado.

leo, tanto los

un

oficial.

la

Unión Americana se

exi-

En Washington, por ejemplo,

hombres como

las mujeres, tie-

nen que sujetarse a un examen concienzudo, hecho por médicos adscritos a los juzgados

civiles,

para

poder casarse. »Cierto que ahora hay

muchos novios que esca-

pan a este examen, casándose en

el

Canadá, que

está cerca.

»Muchos

millonarios franceses escapan también,

salvando fronteras, a ciertas contribuciones nuevas

que tienden a hacer pesar sobre cargas que soportan los

los

que poseen

más pobres, y a

las

mitigar la

milenaria injusticia que hace que tantos míseros

mueran de hambre

al

lado de los opulentos.

«Salvando fronteras arreglan los hombres hoy por

hoy muchas cosas. Pero en breve un convenio de todos los pueblos cultos dificultará tales arreglos, y

una de

las

cosas que no

muy

tarde han de ser im-

posibles es esta infamia de los matrimonios entre

enfermos, que pudre en germen

el

santo retoño de

la vida...

ȣ1

mundo no

es malo, no, 116

tal

cual Dios lo hizo.

Obras Completas La naturaleza nos rio,

renueva piadosamente a dia-

lo

como una madre que

mente res del

las

cunas de sus

mundo vienen

principales: la

limpia y arregla diaria-

hijos.

Casi todos los horro-

del hombre; de dos fuentes

ignorancia y

la

maldad humanas.

»La ignorancia cada día es menor. Cada sol que se levanta nos trae un triunfo de laboratorio contra

una enfermedad, y

el siglo

que viene

maravillado, al aniquilamiento

asistirá quizás,

de todo germen

morboso. Si a esto se añade que, merced a citud de los gobiernos,

un día no lejano se impedi-

rá procrear a todos los enfermos,

no es aventurado

suponer que, mejorándose por una parte gía y

poseyendo por

vos contra

la fisiolo-

otra la ciencia poderes efecti-

las dolencias físicas, el

hombre, por

simple hecho de ser más sano, será mejor,

mejor de lo que

la soli-

el

mucho

es.

»Las cuatro quintas partes de los vencidos en lucha por la existencia, caen

porque una

la

lacra or-

gánica mella más sus armas que los combates so-

hombre sano y normal triunfa siempre. » Cierto que hay un obstáculo para este bello en-

ciales. El

sueño de

la

humanidad,

sin

enfermedades

ni

mise-

afán de población intensa

rias hereditarias,

y es

que aqueja a

gobiernos de algunos países, los

los

el

117

Amado Ñervo cuales quieren, ante todo, grandes efectivos para la guerra.

»¿Pero no ha profetizado acaso ayer Carnegie que

muy en

breve todas

acudirán en sus contiendas jan,

el

admirable

las

naciones

al arbitraje?

¿No

traba-

por fortuna, centenares de hombres de pensa-

miento y de acción, en Europa y América, por

la re-

ducción de los armamentos y de los efectivos de guerra? ¿Seremos tan pesimistas que neguemos a esta sublime semilla el

»¡Yo creo en la

ti,

oh

don de germinar? especie!,

eminencia de mi ensueño,

y cuando subo a

como

a una atalaya

de oro para ver tus destinos, mi espíritu se llena de

sol!»

118

XIII

NUESTRO PENSAMIENTO

1 ODO pensamiento egoísta

del

hombre, toda idea

envilecida por el deseo excesivo de lucro, por el odio, por la avaricia, por la crueldad, atrae inme-

diatamente hacia

y mental correspondientes, y lejos de disolver-

tral

se,

materia de los planos as-

ella la

de perderse, permanece en

que

la

>Es

el

ambiente de aquel

ha creado. decir, que

(según los teósofos)

el

hombre no

sólo es creador cuando esculpe bellas estatuas,

cuando escribe hermosos rios

que elevan

cuando educa

el nivel

libros científicos

o

litera-

mental de sus semejantes;

los sentimientos 119

de quienes

le

ro-

Amado Ñervo deán, cuando edifica sólidos y admirables palacios

de mármol, de caridad o de ensueño. No;

hom-

el

bre no sólo es creador cuando hace estas buenas

y nobles cosas, sino también cuando piensa y ejecuta actos bajos, innobles, bellacos. »Si cede frecuentemente a ideas de este género, si las

ampara y alberga, acaba por crear

lo

que se

llama «formas de pensamiento», intensísimas, que

medran a cada nuevo egoísmo, a cada nueva za, »

Mientras

hombre vive—-ésta es

el

los teósofos—, las invisibles para

él,

no obstante que

samientos propios refieren, se

vuelven

portunas de

las

porque

la

esencia

la

creencia de

«formas de pensamiento» son

tantemente. Pero después de

la

vile-

a cada nueva prevaricación.

como

la

lo influyen

muerte, así los pen-

que a

los ajenos

visibles,

cons-

él

se

tomando formas im-

cuales no puede desembarazarse,

atracción que hacia

misma de su

él

experimentan es

naturaleza.

»En muchos casos, gracias a

estas

« formas >,

hombres comienzan a darse cuenta de

lo

los

odioso y

feo de algunos de sus pensamientos o de lo terrible de los pensamientos agresivos que han hecho nacer, con su mala conducta, en los demás. >

Q 120

Obras Completas «Busquemos dos ejemplos citados por grandes autores de teosofía:

»Un banquero

sin conciencia

ha quebrado de una

manera fraudulenta, arruinando a numerosas familias,

que sienten por

él

llenan de improperios,

una cólera inmensa, que que

lo

lo

maldicen.

»Mientras vive, rodeado de opulencias, lejos de sus víctimas, este odio, estas maldiciones, lejanos,

no

le

molestan. Pero en cuanto muere, se vuelven

visibles

y

lo

rodean como multitud amenazadora.

Además, sus propios

viles

pensamientos, merced a

que en

los cuales arruinó sin piedad a tantos

él

habían puesto su confianza, revisten apariencias repugnantes. »

ral.

Aquí no hay, por supuesto, nada de sobrenatu-

En

el

universo «todo es natural >. Lo único que

sucede es que nada se aniquila, y que pios pensamientos

como

los

así los pro-

pensamientos ajenos,

una vez «pensados» se vuelven

«criaturas», al prin-

cipio vagas e inconsistentes, después robustas,

merced a nuestra

insistencia

en «pensarlas».»

B Giovanni Papini nos cuenta, en 121

estilo

admirable,

Amado

N

9

r

v

de cierto misterioso extranjero que aparece en una aldea...

»Hay en nos

él tal

ambiente de extrafieza, que algu-

preguntan quién

le

es.

»— Soy— responde— el

pensamiento de un hom-

bre que está dormido, lejos de aquí, en una ciudad distante.

>Me

está

soñando hace tiempo; cuando deje de

soñarme desapareceré... »Todos, por tanto, somos creadores. Dios se serva sólo

el

re-

aniquilamiento, pero nos ha dado el

secreto de producir entidades diversas.»

«El

segundo ejemplo que

citan los teósofos es el

de una coqueta. Trátase de una mujer joven y bella, que merced a su talento y a su gracia, fué admitida en un music

hall.

»Era vana, sin corazón, y se complacía en enloquecer a los hombres y en burlarlos después.

Jactábase de haber sido

un

la

causa de dos duelos y

suicidio, sin contar la larga serie

desengañados y

de corazones

tristes.

»Terminó su vida violentamente, trágicamente, y 122

Obras Completas llegó al «plano astral», fué asaltada,

cuando por

la

no sólo

fealdad de los propios pensamientos, sino por

la rabia

y

la ira

de aquellos a quienes había enga-

ñado y arruinado.

»No

se trataba de las personas mismas,

de las cuales vivían aún en

el

muchas

mundo, sino de

los

pensamientos y sentimientos agresivos de estas personas, que enfocados y objetivados unánime-

mente hacia

ella,

acabaron por revestir una forma

espantable, algo hirsuto, negro y bestial

mono antropomorfo, como

como un

un gigantesco gorila,

que parecía querer devorarla. »

pia,

Estas formas de pensamiento no tienen vida pro-

según

los teósofos: viven

de nuestra vida mis-

ma. Son tanto más persistentes cuanto más hemos reincidido en imaginaciones y en deseos viles, y

acaban por desaparecer lentamente, cuando nuestro espíritu se eleva

a planos superiores.»

Q «Veamos ahora

la

parte bella del asunto.

»Los hombres que tienen

el

hábito de pensar co-

sas armoniosas y nobles: los sabios, los artistas, los

poetas, los filántropos, los pastores de pueblos, 123

Amado Ñervo acaban por crear un cortejo de «formas de pensamiento», serenas, sonrientes, amables, llenas de euritmia y hermosura,

»Como su potencia pensante común de los mortales, dada la

es superior a la del

calidad de su espí-

formas de pensamiento go-

ritu privilegiado, estas

zan de excepcional robustez, son fantasmas intensos

y luminosos, que los acompañan por mucho tiem-

po en

plano astral y que no se desvanecen sino

el

cuando su creador,

el

espíritu

desencarnado, as-

ciende a planos superiores. »Si Beatriz, por ejemplo, no hubiese existido,

Dante,

numen,

al

la

pensarla firmemente con su maravilloso

habría «creado» y la

Creatura

'

ella

blanco vestlta

habríale aparecido al morir, toda trémula de luz y

toda extática de serenidad y de sonrisas... »

Pensemos, por

tanto,

hondamente, firme, amoro-

sa y sinceramente, cosas bellas; imaginemos maravillosas creaturas;

plendores de

la

adornémoslas de todos los es-

creación, y estemos seguros de

habremos de encontrarlas » Carlota,

que

al morir...

Margarita, Esmeralda, Lucía, Átala, Vir124

Obras Completas ginia,

en

han salido a

las lindes

«No

de

sonriáis.

teosóficas.

Yo

recibir a sus poetas creadores

la muerte...»

Esto se deriva de las enseñanzas

ni quito ni

pongo

rey.

Deduzco sim-

plemente, y os cuento de tales cosas sin pretender

que

las creáis,

Ahora

simplemente porque son bellas»

(1).

bien: entre esos cientos de miles de per-

sonas, hay muchas, os lo aseguro, que tienen ne-

cesidad de elevar (1)

el espíritu

y de ser reconfortadas.

El artículo original, antes de ser coleccionado entre

de Tello Téllez», terminaba con estas palabras: porque El Imparcial es una tribuna muy alta desde donde se habla a cientos de miles de personas.* las «ideas «...y

125

XIV

VN SUBÑO DE TELLO 7ÉLLEZ

1 O sueño que en México, desierto

mismo

la

montaña,

el valle, el

terregoso y blanquizco, se convier-

ten en colmenas... es decir, en escuelas.

»Que en cada recodo, en cada

garganta, en cada

peñasco, asoma una casita humil(ie, pero luminosa y alegre y limpia. >

Al lado de

abriga una

la casita

mesa

tosca,

un gran cobertizo o tinglado mal tallada en

el

pino del

monte, y circuida de rudimentarios taburetes.

»La casita sirve de escuela. El tinglado, de comedor...

Cincuenta o cien inditos, bajo

techo de

gil liar

la

el

amable y

frá-

primera, dejan oir ese rumor pecu-

que producen

las abejas

que trabajan y

los ni-

ños que estudian, y que es tan precioso para todo oído de soñador y de patriota. »E1 tinglado sirve de comedor.

W

Amado Ñervo »Mientras los párvulos estudian, una india activa les

prepara

la

elemental cocina: frijoles y

tortillas

en

abundancia. »A1 medio día,

tando como

el

la

agua

gárrula

bandada surge, borbo-

clara (el

agua clara de

la niñez,

de que está hecha). »

la

Una

campana (campana

leve

que sacudió Hidalgo

la

tan preciosa

como

noche inmortal) ha so-

nado desde temprano, difundiendo por

los caseríos

apartados su voz que era un llamamiento para

la

restauración del espíritu. »

Ahora vuelve a sonar llamando

al

ágape cordial

y jubiloso. >Los niños, seguidos del maestro, van alegres comedor, y media hora después, satisfecha mordial necesidad, retozan en torno de

para volver

al estudio,

hasta las cuatro de la tarde,

madre

la

da, antes de que caiga nuestro

pomposo

allí

la pri-

la escuela,

y regresar a sus chozas, donde

»He

al

los aguarsol...

todo.

»Y esto no tencia, y sin

tiene pedagogía: casi

no

tiene consis-

embargo, es enormel»

«Esta bendita escuela de la montaña, con unas ist

Obras Completas cuantas estampas, con unos cuantos

cuna de

la Patria futura,

de

la

útiles,

es la

Patria consciente y

lúcida que necesitamos.

»Bien están en

la

metrópoli los jardines de niños,

que seguramente podrán en breve competir con

los

mejores de Europa y de los Estados Unidos; bien están los claros y acondicionados edificios en los

cuales hasta la luz ha de entrar pedagógicamente

por

las ventanas,

y con científico sesgo ha de res-

balar por los pupitres; bien están esas admirables

Normales; bien esas suntuosas escuelas de comer-

muy

cio;

bien las nocturnas de adultos. Dios haga

que crezcan y se

amemos sobre

multipliquen... pero

todas ellas y sobre todas las cosas, a

la

Cándida, a la elemental (y divina,

sí,

de

con

la

montaña;

anexo, donde el

al

amplio

el indito

que r/imenta

jacal,

come

los

hombre y

al

simple, a la

divina) escuela el

cobertizo

dos panes eternos:

el

que alimenta

al

ángel. »

Cierto: la india

men

la lógica

de su hambre. El chico podría ganar

algunos centavos

duda que rán!

Mas,

en su penuria opone a este régi-

allí

¡oh!,

si

no fuese a

la escuela...

almuerza; pero ella y

él,

Sin

¡qué come-

benditos presupuestos futuros de

Instrucción Pública,

cuando

la

serenidad y

la

paz y

129

Tomo XIX

9

do

m

N

V

r

e

riqueza vuelvan a nuestra pobre tierra atormen-

la

¿no alcanzaréis a socorrer a

tada,

quien

el hijo,

priva del

la

indígena a

para aprender, para hacerse hombre,

mínimo

salario?

¡Oh, pedagogos europeos, estas cosas son inusi-

»

tadas para vosotros!

>Vosotros sabéis

de

la

escuela

mucho de

al aire libre,

de

la

escuela-sanatorio,

las hidroterapias toni-

ficadoras de espíritus y cuerpos, de las vacaciones

a

la orilla del

Pero no de

la

riáis,

mar, de las clases bajo los pinares-

por Dios, de nuestra santa escuelita

montaña, de nuestros pobres jacales con su

cobertizo; crestas,

que yo sueño que salpican todas

que se esconden en todas

las

las

hondonadas

y todos los barrancos, que se diseminan por todos los llanos y todas las gándaras!

No

sonriáis de ese

presupuesto de Instrucción Pública que ha previsto los frijoles y las tortillas para el párvulo, y el diario

para

la india inválida...

»Allí está en

embrión toda

la Patria, la Patria

mañana, nuestro México, grande, bueno, sosegado, activo, »

de

fuerte,

feliz...

Poetas, cantad esa escuela de la montaña con su

cobertizo, su

panorama vasto y su ruido

de colmenaI> 130

celestial

XV plegaría de TELLO TÉLIEZ (ÚLTIMAS PÁGINAS BORRONEADAS ANTES DE MORIR)

IJanos, Señor, nuestro amor

aire »

que respiramos y

la

cotidiano,

como nos

que vemos y vida toda que vivimos.

das nuestro cotidiano pan y

la luz

el

Danos, Señor, nuestro amor cotidiano, porque

el sol

se acuesta, y sus rayos, a través de las hojas

de nuestro octubre doradas a fuego, son

más pre-

ciados que aquel oro de los rayos locos de la

mañana. >

Danos, Señor, nuestro amor cotidiano, porque

después de haber llevado a nuestros labios todos los vasos,

porque después de haber probado todas

las cosas,

hallamos que

la

mujer es

131

la

única discul-

Amado Ñervo pa de y

la

la

la vida, la

morena,

que

la

ríe, la

razón única para

que engaña y

existir: la

que

la iiel, la

que adora muriendo y

rubia

llora

y que adora

la

matando, que son dos maneras de adorar. »Danos, Señor, nuestro amor cotidiano. Mira que

no

falte el

rayo de un cariño crepuscular, discreto

cordial, íntimo.

Y

no importa que suframos por

rubia y por la morena. Crucifíquenos

el

la

celo y

atorméntenos. ¿Pues has hecho por ventura mejor

cosa que

la

mujer en

las estrellas

>He aquí a un poeta que, proclama aún, oh Eva,

la

oh Eva, que

do en

la

te

al iniciar

suerte

tal

ha amado en

sombra, y

la luz

concibe sin

ni

tigo rehusa purgatorio,

su tarde,

te

óptima creatura!

»He aquí a un poeta de ti,

y en los planetas?

ti

amoroso para y

oh incomparable y

que tienes en tus ojos todas

las

ha ama-

te

éxtasis ni conmúltiple,

medias noches y

todos los medios días, que tienes en tus labios todas

las mieles

y todos

y a sangre, que »

es el

Danos, Señor, a

los

venenos y hueles a carne

santo olor de

la

la vida.

hora de prima, nuestro amor

cotidiano, y dánoslo a la hora de tercia y a la hora

de sexta y a

la

hora de nona; porque, en verdad, es

nuestro único salario en este mundo. •

Danos, Señor, nuestro amor cotidiano, hasta 132

el

Obras Completas postrer temblor de la agonía, y

mos de

que cuando haya-

trasponer las lindes de la Sombra, sintamos

aún en nuestra mano

la

mano

tibia,

larga y piado-

sa de una mujer, y la sintamos también sobre nuestros

ojos,

que se abrirán espantados como dos

ventanas que dan

al

Misterio, y la sintamos sobre

nuestra boca, para que recoja

el

último «te quiero»,

dicho mudamente, con un suspiro,

EPITAFIO Aquí descansa

al morir...»

DE TELLO TÉLLEZ

Tello Téllez, el del castizo

nombre y

vida incoherente. Sufrió, tuvo ideas y murió de un sincope. Viandante piadoso: lee

su libro y complacerás a su ánima ingenua.

133

la

Bajo

este título

comenzó

a reunir Ñervo algunas páginas. Sin duda se propo-

Una mano

nía formar un libro.

nota explicativa^ de

del poeta, dice: "Filosofía

cristalina.— Amor cristali-

no.—

Cristalino ensueño.'*

RESTITUCIÓN

Las

cosechas serán buenas este año en

ínsula, res,

la

Pen-

con gran regocijo de innúmeros agriculto-

castigados tantas veces por las inclemencias

del cielo.

A

este propósito, cierto terrateniente andaluz,

simpático amigo mío, referíame

la otra

tarde que,

hace algún tiempo, en ocasión en que sequías pertinaces le habían

hecho perder un caudal, quejá-

base amargamente, con un viejo labriego arrendatario suyo,

de

la esterilidad

de sus afanes.

El viejo labriego, tras haberle oído en silencio,

moviendo sentenciosamente

la

cabeza, respondió:

—Señorito, cómo se ve que entoavía es usté joven: ya vendrán los buenos tiempos; la tierra no se

queda con naa de naide/ !La tierra

no se queda con naa de 139

naide!

Amado Ñervo Mi amigo perar,

y

año siguiente una copiosa cosecha

al

compensó de todo del

nuevo ánimo; supo es-

sonrió; cobró

lo perdido,

campo generoso, de

manirrota, que,

como en

da siempre más de

lo

que

le

con esa esplendidez naturaleza opulenta,

la la

le

fuente de agua clara,

piden los sedientos y

anhelosos. ¡La tierra

Ni

no se queda con naa de naide!

Vida tampoco, joh buen labriego septuage-

la

nario y sentencioso!

¡Con cuánta largueza nos devuelve óbolo que damos,

un amigo; hasta bimos a

la

el

mínimo

el

humilde

servicio prestado a

sonrisa acogedora con que reci-

los humildes!

¡La vida

tampoco se quedA con naa de naide!

B Yo recuerdo de un amigo mío en pasados tiempos. Era

rico; tenía salud, satisfacciones múltiples.

consideraba

Se

feliz.

Quizá por eso era también egoísta,

muy

egoísta.

Alguna vez, con reiteradas instancias hice que se inscribiera patriar

en

tal

o cual

lista

de donativos para re-

a un mexicano errante y desvalido, de esos 140

Obras Completas que suelen venir de Francia o de paña, buscando

de

las

más avinagrado el

del idioma,

costumbres, del medio ambiente.

Mi amigo soportaba

me

Inglaterra a Es-

el calorcito espiritual

del

mundo. No se

modesto don, pero

bolsillo iba

sablazo con

el

el

humor

el

atrevía a negar-

duro que

salía

de su

siempre enmarcado de gesticulaciones

acidas, displicentes.

Jamás un extraño franqueaba casa.

las puertas

de su

Creo que en muchos años, sólo a un viejo

compañero de profesión

invitó a almorzar

suyos, y eso por consideraciones

Pues

muy

con

los

especiales.

hombre, como para tantos

bien, para este

y tantos mexicanos, vino

el

desastre:

un desastre

total.

Tenía bienes, pero no a París, donde vivía a

la

podían girar un céntimo

le

sazón. El buen peso

me-

xicano, de tan gloriosa memoria, el que en otros tiempos, cuando Dios queríOy fué hasta la circulante en todo el imperio chino; el

espacio de

muchos años

(antes de

después en 1911, 12 y 13) tuvo con cés una equivalencia

fija

moneda que por

1910 y aun el

oro fran-

de dos francos 583 mi-

lésimos, y con la libra esterlina de dos chelines,

cero peniques 5.841

diezmilésimos, llegó en su 141

Amado Ñervo descenso, en su derrumbamiento, mejor dicho, a valer,

como sucede en

mos de

actualidad, algunos cénti-

la

peseta o de franco: alrededor de cuarenta...

Naturalmente, las rentas más cuantiosas (cuando subsitían,

que era

lo

excepcional) reducíanse a

la

quinta parte de su valor.

Mi amigo empezó ...

Ahora

a pasar las de Caín.

bien, ¿pensaréis acaso

que aquel hom-

bre que jamás sembró un germen de amor, de

más

piedad, de altruismo, no recogerla tampoco

que espinas?

Pues no, señor: gentes un poco menos pobres

que

él,

pero llenas de nobleza y de generosidad, lo

ayudaron; amigos afectuosos dijéronle palabras reconfortantes, infundieron en su

y hubo

la

esperanza;

quien, fiando en su honradez, en su

al fin

promesa de que pagaría más se pacificase, le

ánimo

le facilitara

tarde,

mucho

cuando México

dinero, tanto,

puso permanentemente a salvo de

la

que

miseria y le

dio medios de solventar sus compromisos y de vivir

con decoro.

Se

diría

que aquellas limosnas gesticulantes y

desabridas se multiplicaron hasta volver a sus jy esto

el

manos transmutadas en

infinito

para

de

oro...

lluvia

en los tiempos más calamitosos y decisivos 142

Obras Completas por que haya pasado

la

humanidad desde

la

época

glacial!

B La vida, oh buen amigo egoistón, no quiso quede gran señora, con los

darse, en su divina altivez

que

durillos

porque

la

diste

a tus compatriotas desvalidos,

como

Vida,

las tierras

de labranza, no se

QUEDA CON NAA DE NAIDE. ...

Dicen por

allí,

quienes

me

conocen, que mi

optimismo suele ser ridículo y absurdo. Leopardi o Schopenhauer (a quienes intensa-

mente admiro, a pesar de han puesto sobre

el

la

mundo),

masa de sombra que lo

habrían calificado

más duramente aún, a haber yo vivido en su tiempo y sido

lo

suficientemente notorio para que

me

co-

nociesen y leyesen.

Schopenhauer do a

la vida,

dice, entre otras cosas,

calumnian-

según su genial costumbre, en aquella

obra fundamental y estupenda que se llama El

Mundo como

representación

y como voluntad:

«Puesto que nuestra condición es un estado

que hubiera hecho mejor en no rodea muestra otra suerte

las huellas

que en

existir,

tal

cuanto nos

de este carácter, no de

el infierno

143

todo está impregnado

Amado Ñervo de azufre.

No

hay objeto que no sea siempre im-

perfecto y engañador.

Todo

placer está mezclado

de disgusto; todo goce, reducido a no ser jamás sino un goce a medias; todo contento lleva en

un principio de turbación; todo de nuevas rias

fatigas;

nos su

una fuente

todo remedio a nuestras mise-

cotidianas, a nuestras miserias

marra y nos

se

alivio,



de cada hora,

por instante, rehusándo-

falta instante

servicio; el escalón

en que posamos

rompe a cada momento bajo nuestras

el pie,

plantas.

grandes y pequeños, he aquí el elemento de nuestra vida, y, para decirlo en una Sí: los infortunios,

palabra, nos parecemos a Phinea, cuyos alimentos

ensuciaban

las arpías

de

tal suerte,

que no podía

comerlos...»

Ya

bonheur

Voltaire nos había dicho: «Le

qu'un réve,

et la

douleur est

réelle.»

Y en

n'est

su deli-

cioso Candide se burló con una resonancia que será eterna, tan eterna

como

las

desesperanzas del

viejo Eclesiástico, del filósofo Leibniz

y de su con-

cepción azucarada del mundo.

Ya Byron clamaba con su acostumbrado

énfasis

y su bella sonoridad: Our Ufe

is

afalse 144

nature...

&

&.




tro

no se desmintió jamás. «Amaba

tal

cual es»--dice

opúsculo turaly

el

conde de

la

existencia

Navas en su

las

Apuntes del na-

sobre Valera, intitulado

porque, según sus propias palabras, «no co-

nocía personalmente otra mejor..,» ¡Delicioso hu-

morismo de don Juan!

B Ensayemos ocuparnos un poco de vantémonos todos

los días

con

el

los

demás;

le-

deliberado pro-

pósito de no acostarnos sin haber servido en algo

a la

CAUSA DEL MUNDO, ayudando en cuanto poda-

mos

al

progreso colectivo, a

la

obra común, y con

amor a nuestros semejantes, entendido que es caridad: hasta

un apretón de manos o una sonrisa a

tiempo; un buen con3ejo, una palabra que tonifique, una simple carta de recomendación que se

procura hacer

eficaz...

un vaso de agua

en nombre de aquel de quien se

dijo:

fría

dado

transit be-

NEFACIENDO...

Hagamos

esto y

veamos después

si,

más que

el

valerianato de amoníaco, los baños templados, el

bromuro y

el

aire

del

campo, no calman nuestra 148

Obras Completas neurastenia, nuestro tedium cia iiabitual, esa sencilla

a todo requerimiento

vitce,

nuestra displicen-

y franca cordialidad que

humano responde

Aquí estoy; esa simpatía que se

sin

miedo

riega al pasar; esa:

actitud acogedora siempre; ese convencimiento de

que nuestros días son un tesoro demasiado precioso para gastarlos en malevolencias...

Y

habiendo obrado

ciclones, mundiales las tormentas.

rrentes,

de

así,

o nacionales. Se desvanecerán

Después de

la salida

esperemos. Pasarán los

la

devastación de los to-

de madre de los

ríos,

aparece-

rán las tierras de aluvión, propicias, generosas, fecundas...

Se aclarará de nuevo, como

el cristal

más

limpio, la esperanza; y del seno misterioso de las

posibilidades empezará a surgir el ciento por uno

que sembramos y que creímos para siempre perdido... porque la Vida, como la buena tiedel grano

rra,

NO SE QUEDA CON NÁA DE WAIDEI

149

EL HOMBRE

...

*Et

les baisers

MADURO

de moins

et les rieles

de plus!*

VÍCTOR Hugo.

La

malquerida, de Benavente, cinematografiada

ya, irá

en breve, en esta nueva forma, «sintética» y

ultramoderna, por todo

Su

mundo.

éxito ha sido absoluto, a pesar

nes de desagrado que

No

el

eran sólo

el

la

acogieron

tema y

el

al

de los mohiprincipio.

desenlace truculento

los

que molestaban: había quizás algo más, hirien-

te

para los prejuicios españoles, a saber: que un

hombre maduro amase con pasión a una de diez y fuese

seis a diez

y ocho años, y lo que es peor,

amado profundamente por

«Ha

sío el único

chiquilla

ella.

hombre a quien he

queríol»

dice Acacia, cuando su madre, Raimunda, advierte

que

el

abrazo paternal que pedía a Esteban para su 151

Amado Ñervo hijastra se

ha convertido en un beso de amor, boca

con boca.

En España y en nuestra América, el hombre matiene, como en Francia, como en Inglate-

duro no

derecho de amar.

rra, el

El

hombre de cuarenta años ya

es

un señor «de

edad>.

Campoamor

dice en una de sus

más sabidas do-

loras:

En

el cristal

a los cuarenta

de un espejo

me

vi,

y hallándome feo y viejo, de rabia el cristal rompí.

El gran poeta se consideraba, pues, viejo a los

ocho

lustros, es decir,

bre la virilidad,

En

Francia,

la

el

hom-

época por excelencia.

un hombre, no de cuarenta, sino de

cincuenta años, rleux..,,

apenas empezada en

es,

a lo sumo, un Monsieur sé-

pero viejo, jamás. En

el

mercado

del amor,

sus bonos se cotizan de preferencia a los de los

mozos de

treinta

o treinta y cinco años, que son va-

lages y no se dan todavía cuenta exacta de la vida.

La mujer de veinticinco años, en Francia, en glaterra,

In-

en Alemania, se casa con un hombre de

cuarenta. 152

Obras Completas Para

el

amor,

el

hombre de menos edad carece

aún de delicadezas, de «sabor», según de

cierta

inenarrable

«j Veinticinco

En España

años el

mundana,

la

expresión

quien

añadía:

los tiene cualquiera!»

concepto de

lozanía masculina

la

es totalmente distinto.

Los poetas románticos encontraban que a los treinta

años debe tenerse ya Treinta años: ¡quién

el

me

alma seca:

diría

que tuviese al cabo de ellos, si no blancos los cabellos, el alma apagada y fría!

o bien aquello de «treinta años,

funesta edad de amargos desengaños!»

(Cómo hubieran sonreído de

esto un

Lope de

Vega, enamorado con pasión, ya harto maduro, de

«Camila Lucinda»

;

o un Enrique

los cincuenta y tantos por

IV, vuelto loco a

una chiquilla de diez y

ocho; o un Miguel Ángel, adorando, ya septuagenario, a Victoria

Colonna y escribiéndole apasiona-

dos versos, en que

la

llamaba: «vivo reflejo del es-

plendor que, descendiendo de llas,

atrae hacía

sí el

las

más

altas estre-

deseo que se llama Amor»...

Cierto es que hombres

como Miguel 153

Ángel, Enri*

Amado

N

r

^

v

o

que IV y Lope de Vega no se dan muchos en libra)

La mujer española y

la nuestra,

de acuerdo ins-

tintivamente con esta depreciación de la edad se casan por lo

van a

los

sumo

común con muchachos que

Como

achaque peculiar en

muy

les lle-

cuatro o cinco años, cuando no las

igualan en edad.

vejecen

viril,

las

por otra parte, y merced a mujeres de nuestra raza, en-

pronto(o engordan, que es lo mismo),

se ven siempre imponentes y monumentales junto a

mucho

sus maridos, que continúan siendo jóvenes

tiempo después.

En

las

naciones del Norte, esta desproporción de

edades parecería

No

hace

rara.

mucho tiempo que una gran

revista in-

glesa inició cierta encuesta por todo extremo inte-

Unido

resante: preguntaba a las mujeres del Reino

cuál era la edad que preferían en

unanimidad respondieron que de

el

hombre, y por

los treinta

y cinco

para arriba. Ello se explica. Si el

como un es

amor debe considerarse

arte (ars amandi...)

una larga paciencia! y

ya sabemos que

así

como en

el arte

literatura se

estima que las mejores obras se producen de los 154

Obras Completas cuarenta a los sesenta años, en amor

la

obra por

más delicada y propia del hombre madu-

excelencia: la del matrimonio, la de fina táctica, tiene

que

ser

ro y entrenado.

La mujer ya sabemos que es una

un

instru-

mento precioso. Necesítase de una mano

hábil,

lira,

aterciopelada, experta, conocedora de todos los se-

mitonos, para hacerla vibrar armoniosamente. Antes

de los

treinta

y cinco o cuarenta años, es

un hombre sepa pulsar La paciencia,

esta

difícil

que

lira...

la cordialidad, la

apacible y gracio-

hombre joven y matrimonios entre mucha-

sa tolerancia, no son propias del

fogoso.

chos de

De

aquí que los

la

misma edad sean

tan rara vez felices,

por culpa del marido. Si se tratase únicamente del crescite

como

el

y multiplicaminij todo

iría

bien quizá; pero

matrimonio moderno es eso y tantas cosas

más... tantas cosas complicadas

que hay que

El varón de cuarenta años sabe lo

mujer

(¡y lo

rimar...

que vale una

que cuesta!) Los muchachos no

lo sa-

ben. La juventud va en un automóvil de cien caballos,

demasiado vertiginoso para ver y admirar

flores (las a

las

veces maravillosas flores) del camino.

B

Amado Se

si

De un do que

Pero no es

largo estudio publicado

el

el

el

mental o fisiológicamente fuese

inferior a los jóvenes.

guerra por

v

r

e

embargo, este desdén por

explicaría, sin

hombre maduro,

N

así.

poco antes de

la

Berliner Tageblatt^ resulta comproba-

súmum

de actividad de una vida humana

debería en realidad colocarse a los cincuenta añosj

y que para indicar que alguien se halla en la plenitud de su fuerza y de sus facultades, convendría decir de

En

el

él:

«Es un hombre de cincuenta años.»

curso de dicho estudio se exponen

argumentos, especialmente por profesor Arturo Kampf,

doctor Leppmann,

el

el

el

muchos

doctor Krauss,

señor Bruno Herbit,

doctor Fritz Denneth,

el

el el

señor

argumentos

Friedrichs, el doctor Zeitlin, etc., etc.;

cuyo conjunto constituye una verdadera defensa, documentadísima, del hombre de diez

La americanización y en

la industria,

lustros.

del personal en el comercio

ha hecho que sean preferidos los

jóvenes, en perjuicio del trabajador experimentado,

cuando, de hecho,

el

mérito profesional de este úl-

timo debería asegurarle en

preponderancia

Según el

el

la

lucha por

la

vida una

seria.

propio estudio del Berliner Tageblati,

hombre de cincuenta años no es fisiológicamen156

Obras Completas te

más

ya

como

viejo

que

artista,

ya

el

de cuarenta,

como

y,

considerado

negociante, presenta un

valor intelectual en pleno rendimiento.

He de

aquí, a propósito de

la

la

creación genial, flor

madurez, algunas palabras que traduzco de

Richard Le Gallien y que llevarán acaso vicción

al

«Nada

con-

la

ánimo más prevenido:

es

más

jores libros del

falso

mundo

que

la

idea de que los

me-

fueron obra de jóvenes. La

muerte prematura de algunos poetas ha dado cuer-

po a

este error: error manifiesto.

Abundan

los

ejem-

plos para refutarlo, en la historia general de la ratura.

Tennyson

poesía

lírica si

¿tendría el sitio

no hubiese

escrito

lite-

que ocupa en

la

Crossing the bar

a los ochenta y un años? ¿Y qué decir de Tristram

of Lyonesse, publicado cuando Swinburn había

lle-

gado a su plena madurez? Las facultades creadoras,

la

juventud perpetua

de grandes hombres como Sócrates, Chateaubriand, Voltaire,

La Fontaine, Lamartine, Hugo, Grimm,

Michelet, Emerson, Whitman, Tolstoi, Bjornson y

Twain, que todos

ellos vivieron

más de

setenta

años, contradicen las ultrasabias teorías de núes157

Amado Ñervo tras

sociedades de investigaciones psíquicas.

Hay

que contar también a Ibsen, cuya obra Cuando

los

muertos despierten fué un magnífico canto del cisne.

Y

Goethe, cuya segunda parte del Fausto se

publicó cuando tenía ochenta años.

Los

grandes poetas dramáticos griegos, Es-

tres

quilo, Sófocles, Eurípides, fueron admirables ancia-

nos. Si la Vita

ventud,

nuova de Dante

es

una obra de

ju-

Infierno fué escrito y vuelto a escribir

el

durante todo

el resto

aún a Laura a

de su vida. Petrarca cantaba

los setenta años,

y Ronsard escribió

hasta los setenta y un años odas inolvidables.

Tempestad de Shakespeare

La

fué escrita a los cin-

cuenta años.

No

hay ninguna razón para creer que Byron,

Burns, Shelley, Keats y tantos otros escritores,

muertos en

la flor

de

la

edad, llegaron a todo su

desarrollo.

Milton,

Beranger, Longfellow,

Kant, Tácito,

Carlyle, Moliere, Rabelais, Montaigne, Cervantes,

Balzac, son todos ejemplos de genios que, a una

edad avanzada, produjeron obras ^imperecederas.

Uno de

los elogios

más elocuentes y 158

justos,

aña-

Obras Completas diré,

que se han hecho del hombre maduro, es

el

páginas de cierto viejo

li-

que se encuentra en bro,

las

Les Armonies Providentielles, de

intitulado

Charles Lévéque, y que traduzco a renglón seguido:

«Un hombre la potente

medio

tiene cincuenta años. Está en toda

madurez de su

siglo

ser.

Con un

trabajo de

ha transformado sus facultades en otros

tantos instrumentos de virtud... Es

centro y el

el

lazo de un conjunto de armonías excelentes. Des-

pués de largas pruebas, comienza en

fin

poco de haber amado invariablemente

a gozar un

el

bien y de

haberlo realizado siempre. Se siente capaz en lo de adelante de realizarlo con

Hablando de de un hombre esta pérdida.

la

asi,

Su

más seguridad

muerte (sin vida

aún...»

ulterior del

añade: «Calculad

alma)

extensión de

la

ser se había engrandecido por

me-

dio de las afecciones nobles, por la inteligencia,

por

la virtud.

Sus riquezas morales tenían tanto más

precio cuanto que las había en parte creado

mo. Este bien si tal,

los

la

lo habría

él

mis-

aumentado de día en

día,

vida se lo hubiese permitido.

era, aquí,

en

el

mundo, para



Un hombre

mismo y para

demás, un órgano admirable de progreso y de

felicidad.

En

el

momento en que va a 159

gustar

la ale-

Amado Ñervo gría soberana

de hacer

el bien,

fácilmente, rápida-

mente, porque para ello se ha formado un hábito;

momento en que va a recoger en abundancia

en

el

los

maduros

frutos

de su hermosa vida, se extingue

de pronto. Si cayese en

Aquel que so

el

do de

la

nada, Aquel que lo creó,

lo hizo elevarse tan alto

y que

deber de hacerlo, sería inferior los padres. Este

hombre

era,

al

le

impu-

más malva-

en efecto,

como

NUNCA, PODEROSO PARA LA VIDA; ESTABA MÁS QUE

NUNCA EN ARMONÍA CON LA

YIDA.

MÁS QUE NUNCA

ASPIRABA A SER Y A PRODUCIR EL SER. Tales poderes y tales armonías,

mente en

él

que se acordaban no sola-

mismo, sino alrededor de

él,

¿preten-

Dios eterna y perfectamente bueno haya decidido que perezcan, justamente en el momendéis

que

el

to EN QUE proclamaban y CLAMABAN a LA VIDA? ¿Hay por ventura sobre la tierra un ingeniero bastante estúpido para

romper en pedazos un mara-

villoso MECANISMO, A LA HORA EN QUE ESE MECA-

NISMO LLEGA PECISAMENTE A LA PERFECCIÓN?

B Por último— y

éste es el

argumento

capital en fa-

vor del hombre maduro, porque se basa en los fueros de la

vida—: en

los matrimonios 160

demasiado

jó-

i

Obras Completas venes abundan

las mujeres.

Los hombres nacen

generalmente después, cuando a

el

padre ha llegado

la virilidad plena.

91»

Los

hijos varones, especialmente los

gentes, los

común,

más

fuertes, los

más

engendrados de los

los

los cincuenta años, siempre

más

inteli-

aptos, son, por lo

y cinco a

treinta

que se

trate, lógica

y lacra de

naturalmente, de personas sanas y sin vicios.

...

Pero, ¿y ciertos signos exteriores de

la

edad?

Algunas canas que entretejen sus hilos de plata en el

caudal de los cabellos negros?

«distinguida>, pero

no

la

Y

calva,

la

tentadora calva?

la

Y hpata

de gallo?

La mujer

inteligente

no cura de estas cosas. La

mujer inteligente necesita, desea, quiere un hombre completo: fuerza

de

espíritu, energía

El

vigor mental, serenidad

blindada por

la lucha.

matrimonio— se ha dicho— es una

versación. El visto

física,

hombre

larga con-

instruido, discreto,

que ha

muchas cosas, que se ha asomado a muchos

corazones, que posee por ende inagotables recur-

sos imaginativos, que ha adquirido

el

don de gen-

161

Tomo XIX

il

Amado Ñervo tes,

tan

difícil

pañero de

y precioso, es un incomparable comaquel con quien una mujer (no

viaje: es

vulgar) se fastidia menos.

Y

fastidiarse

colmo de

el

menos ¿no

la beatitud

constituye, por ventura,

en este

fluir

tedioso de los

minutos, en esta doliente peregrinación de ras,

que hieren todas hasta que mata

este desfilar de las cosas,

que

las

ho-

la última;

llegan,

en

nos hacen

daño y se van? Nota.— Sería se: «el ro,

posible

que algún malintencionado pensacomo es ya un hombre madu-

autor de este artículo,

trabaja pro

domo

sua...»

Acaso este malintencionado tuviese en parte razón; el autor de este artículo es ya, en efecto, un hombre maduro, que se siente, por cierto, más joven que nunca, con la ventaja sobre los muchachos auténticos de darse cuenta exacta de sus aún luminosas horas vespertinas de sol... Pero no trabaja pro domo sua: en primer lugar, porque en achaques del querer tiene cuanto le hace falta, y en segundo, porque sólo desea un reinado más amplio del amor en el mundo... sabiendo que lo demás se le dará por añadidura.— i4. N,

162

LA FUENTE

Imaginaos a Dios como una una

cristalina,

fuente:

una inmensa,

una apacible fuente en que se copia

todo lo creado. Sólo que, en realidad, está afuera. lo

La realidad es

que está dentro de

blar

lo

De

el

copia...

que creemos imagen,

la fuente, lo

en su espejo. Lo de fuera,

se copia, es

la

lo

que parece temque creemos que

universo: la ilusión...

esa fuente surgen innumerables

hilos

de

agua; salen puros, cantarines, alegres, límpidos;

pero poco a poco,

al

ir

rodando por

la

pendiente,

se enturbian... es decir, se enturbian algunos; otros

continúan cristalinos: depende del terreno. 163

Amado Ñervo Estos hilos de agua, después de describir una vasta curva, vuelven a

la

fuente.

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar a la mar, que es el morir...

Sólo que este mar no es este

Mar

es Dios, de

el

morir precisamente:

donde hemos venido y adon-

de volvemos. El retorno se llama

Muerte para

los

hombres.

B Cada

hilo

de agua es una vida, eso

sí;

y

el

amor

nos enciende en deseo de fundir nuestro caudal

con

otro,

que es vida femenina para

los

hombres,

vida masculina para las mujeres: ilusión.

A

veces, el hilo de agua con

el

cual ansiamos

fundir el nuestro, se nos escapa; se quiebra, por parajes

adonde no podemos

seguirle.

Entonces

el

deseo se encrespa, tórnase pasión: por seguir aquella linfa fugitiva,

pasión

nos despeñamos en

escomo una

cascada. 164

el

abismo:

la

Obras Completas Tragedia

el

inútil:

de agua coge por otra

liilo

pendiente...

La cascada espumarajea

rabiosa.

Q Mas he

—No

aquí que una noble filosofía nos dice:

desesperes; en vez de seguir inútilmente ti

mismo a

lo

que bus-

esa agua que huye, vuelve lo mejor de la

fuente de donde ha procedido.

Todo

cas y ansias en ese hilo de agua, está de un

modo

pleno, esencial, perfecto, maravilloso, en la Fuente...

—Pero

—La hilos

la

Fuente no es

el hilo

de agua...

Fuente es ese hilo de agua y es los otros

de agua.

—Este

hilo

Como que

de

ella

emanan

todos...

de agua para mí está individualiza-

do—añades—; no

como

el

agua de

—Ilusión: es en absoluto

la

misma agua. Cuando

es

la

Fuente.

torne a la Fuente, no podrás diferenciarla, ni siquiera

por

el

barro que

la

haya enturbiado en

el

cami-

no; porque al volver a su origen instantáneamente

se aclarará, se diafanizará, se divinizará... Por lo

demás, tú no nes.

te cuidarás

ya de esas diferenciacio-

La magia portentosa de

olvides todo lo que no sea 165

la

ella.

Fuente hará que Quien bebe de su

Amado Ñervo agua jamás vuelve a

tener sed...

El

que se asoma a

esa Fuente, ve en ella todas las posibilidades de ios hilos

de agua que saldrán, todo

los hilos

de agua que ya volvieron. Con respecto a

la

belleza de la mujer, imagínate

poseyese a todas

las

un solo leite

al

encanto de

el

un Don Juan que

mismo tiempo y sumase en

deleite todos estos deleites >

se perpetuase... Pues

que

más que eso

este de-

es la visión

Fuente, que algunos llaman Visión beatifica.

de

la



te

abismas en su diafanidad, en su frescura, en

su gracia, y este abismarse no acaba. Nunca has de encontrar El

el fondo...

enamorado se queda pensativo. Querría

en tan bella

filosofía.

Pero

la ilusión

de

la

creer

indivi-

dualidad lo tiene cogido entre sus redes, finas, inextricables,

que sólo algunos grandes ascetas

tan a romper, y pasa su vida te,

que es paz,

sin

hallar la

manando de

la

acier-

Fuen-

paz nunca, sin com-

prender que lo posee todo y que insensatamente, él,

el

que puede tener

átomo

corre

furtivo; él,

la

Plenitud, va angustiado tras

que puede abismarse en

loca y angustiosamente

rayos...

166

tras

el sol,

uno de sus

TODO ES SEQUN EL COLOR DEL CRISTAL CON QUE SE MIRA

Cuando

Juan dejó

la

aldea natal,

la

naturaleza,

en plenitud de vida, hacía ostentación de su pom-

pa y esplendidez: inundación de luz en

el

espacio,

plétora de perfumes en el ambiente; el boscaje po-

blado de trinos y rumores de

do con voluptuosidad sus estremeciéndose a

alas; el

linfas;

el

arroyo rizan-

césped lacio

las caricias del aura; el coleópte-

ro luciendo su bruñido blindaje a los rayos del sol; el

chupamirto inquieto agitando su plumaje de co-

lores en rededor

de los cálices entreabiertos, y

la

mariposa desplegando sus pétalos de seda, como «flor alada»,

en medio del vergel.

Juan, sintiendo aún sobre sus labios el calor 167

Amado Ñervo bendito del último beso de su madre, emprendió su camino por

poner

el

las lindes

campo mullido y

de

la

fresco,

sitios

donde gozó

amó y esperó ya joven, extendió como para bendecirlos y les dijo ¡adiós!

de niño y

mundo, a

al

al tras-

heredad paterna, volviéndose

por vez postrera hacia aquellos

brazos

y

rompía

el

la lucha, al bullicio; crisálida

los

Iba

vigorosa,

capullo y, sintiéndose dotada de alas»

emprendía

el

vuelo hacia lo porvenir, arcano lumi-

noso y tentador. ¡Génesis halagador de una vida nueva llegaba

para

él!

Había mucha savia en su alma, muchos perfumes en su corazón; sentía dentro de

y

la



arrullos divinos

esperanza, la eterna mentirosa, decía a su oído:

¡ya verás!...

B ¡Veinte años pasados

po de las

Julio;

como

el

como

el

fulgor de

un lam-

esplendor de un meteoro de

noches otoñales!

Y Juan

volvía, en plena primavera también, a la

gentil aldea.

El

mismo campo salpicado de 168

maravillas y gira-

Obras Completas soles dorados. El

mismo frondaje espeso, poblado

de rumores, de trinos de corriente y de

La misma serranía perfilando en sus crestas azules. El

Primero,

luz.

la

mismo

cielo

alas.

horizonte

el

empapado de

aurora abriendo su urna de nácar;

luego, el sol, áurea fuente celeste, desbordándose

en torrentes de fuego; después,

el

crepúsculo vol-

cando sobre montes y oteros su caudal de rojo vivo.

jY

él triste, él lloroso, él

suspirandol

¿Por qué?

— jAhl— dijo al río

apiñado y blanco case-

divisar el

coronado de humo y

la

vega llena de calma in-

finita—. jAhl naturaleza, te dejé

como mi como

espíritu; te

alegre y radiosa

encuentro sombría y desolada

mi corazónl

¿Dónde ¿dónde

están tus fulgores?

¿dónde

tu

tus murmullos, tu frescura, tus

perfume?

panoramas

espléndidos, tus lujuriosas frondas, tu rubio sol?

Y

un

pajarillo

con unos

lirios

que coqueteaba desde una rama

que parecían

flores

de nieve, can-

tó así:

— ¡Necio!

El sol fulgura

como

siempre; en el

frondaje espeso hay arrullos de amor, temblorosos,

y plumajes que pasan zumbando de una a otra 169

Amado Ñervo rama como saetas de sus

linfas, se

colores; el arroyo eriza

mascullando una canción o una queja; flota

aún

encabrita y salta sobre los troncos,

todavía y se eleva

como

el

perfume

invisible incienso

de

no ha olvidado sus trémo-

la tierra al cielo; la brisa

los suaves...

Todo ama y

está alegre...

|el triste

es feliz

eres

como

antes; todo

tú!...

B Ojos cercados de azul por quejéis

en vuestro rededor todo aparece yermo

si

y desolado:

el cristal

que

lleváis, la tristeza,

opaco! Almas heladas por

pa tiene

la

el

es gris

desengaño, ¿qué cul-

primavera cuando no ostenta para vosespléndidas, frescura suave

otros radiaciones

colores de

insomnio, no os

el

iris, si

lleváis por

y dondequiera vuestro

invierno?

cuando

¡La naturaleza es bella

mira a través de su triste,

cristal

rosado;

aparece muerta, cuando

vés de su

cristal

opaco!

170

el

la

la

juventud

la

naturaleza es

tedio la ve a tra-

ESTAMOS DORMIDOS

Cuando

tropecéis en la

temente—con algún sus

vida— que

será frecuen-

necio, y tengáis

que

ya

sufrir,

tosquedades, ya sus impertinencias, ya] los

efectos de su inercia invencible, procurad pacientaros; sino

más bien

no im-

deciros para vuestro

coleto, a guisa

de disculpa amplia, generosa y a

vez exacta, de

la actitud

hombre

está

dormido >.

góricos: «EvSte

de quien os

O

hombre no

Si recorremos

un poco

si

fastidia:

la

«Este

no queréis ser tan cate-

está del todo despierto... > la escala

de

la

vida; si

nos remontamos hacia los orígenes, veremos que todas las formas primordiales han dormido y duer-

men que

durante siglos. El mineral amorfo duerme más el vegetal; el vegetal,

rior; el

animal

inferior,

más que

más que

el

animal infe-

el superior.

tan aventajados en la escala zoológica ofidios,

duermen

las tres cuartas partes 171

Seres

como

de su

los

vida...

Amado Ñervo Mamíferos tan complicados y perfectos como los osos blancos, dormitan inviernos enteros en sus helados refugios boreales. El «rey de la creación», por su parte,

nueve meses que está en

duerme

los primeros

miento; duerme

el

duerme

los

materno;

claustro

años que siguen a su naci-

que

en realidad el septenario

naturaleza emplea para traerlo a

la

la

conciencia del

mundo, y continúa después durmiendo la tercera parte, cuando menos, de sus días sobre la tierra. Pero, aun en las horas de

no

está del todo despierto...

de

la

gente— el pueblo en

vigilia, el ser

humano

La inmensa mayoría especial,

una enorme

cantidad de mujeres y muchísimos hombres de

mediana cerebración,

— pasan

un semisueño, ignorando

más por

simples, las

el

la

vida consciente en

porqué de

asomándose apenas a

la

las

cosas

existencia

ventanas aún estrechas y turbias de sus

sentidos,

moviéndose solamente

al influjo

de un

instinto obscuro.

En

las clases

elevadas también se duerme mucho.

El aristócrata, casi incapaz de pensar, ^úviendo con-

forme a unos cuantos moldes antiguos, a unos cuantos lugares

comunes transmitidos de generación en

generación, a

tal

o cual influencia atávica de irriso172

'^^

Obras Completas procerato, es un ser profundamente dormido.

rio

Sólo hay en

el

hombre dos cosas que

velan: la

inteligencia y la intuición, pero para estar verda-

deramente despierto, se necesitan una inteligencia o una intuición

muy

grandes.

La naturaleza, por su de

ellas;

parte, rara

vez echa

mano

para los fines misteriosos que persigue,

le

basta con el instinto que ha puesto en las especies;

y sólo en ciertos hombres nerados», que son

como

en ciertos «proge-

tipos,

los

más culminantes

jalo-

nes del esfuerzo de la especie, acude a estímulos especiales y produce el brote del genio o de la

santidad.

Todos

los seres yacen, por

tanto,

con rarísimas

excepciones, en los limbos de un sueño profundo

inmenso. Las especies caminan con los ojos cerrados; llévalas de la

entera no es

mano

más que

el instinto. la «bella

La humanidad

del

bosque dur-

miente».

¿Por qué enojarse, pues, por zas del prójimo? El

la ilusión

llamadas flaque-

hombre ávido de ganancia,

que roba y esquilma a todo por

las

el

mundo, estimulado

de poseer, sin darse cuenta de que

en realidad no podemos poseer nada: 173

ni los

mue-

Amado Ñervo bles

que usamos,

los bancos;

que

dinero que atesoramos en

el

que somos simples depositarios de

cosas, las cuales sin que,

ni

las

van pasando de mano en mano,

en suma, pertenezcan a nadie; ese hombre

sacrifica

su dignidad y su conciencia de una

manera tan estúpida, creedlo,

está dormido.

Los que combaten por arrebatarse cosas, que

no han de poseer; vios

los

que toman venganza de agra-

que no existen sino en su imaginación;

que aman

conocen

sin saber por

ni

los

qué a una mujer que

ni

conocerán jamás... están dormidos!

Los sabios han venido a comprender estas cosas con

la lentitud

grandes poetas

que caracteriza a toda sabiduría; las

habían comprendido antes, y

monólogo de Segismundo,

síntesis

prema de

prueba de

la

los

humanidad,

lo

admirable y susobra...

«Sueña el rico en su riqueza que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son,

aunque ninguno

lo entiende...

174

el

Obras Completas —Velad y orad para que no

entréis

ción—decía Jesús a sus discípulos en

en tentala

solemne

noche de Getsemaní.

—¿Cómo,

Maestro, pues qué, se puede caer en

tentación estando dormido?

—Sí— parece

respondernos

el

Cristo desde el

abismo de dos mil años—. En tentación caen los dormidos solamente. Los despiertos, no. Jesús estuvo siempre despierto...

B Cuando

el

hombre ha llegado a una etapa avan-

zada de su evolución, siente que va despertando...

¿En qué se conoce esto? Se conoce en que,

asomado hacia

si

hasta entonces se había

afuera, hacia el espectáculo

de

la

materia en movimiento: hacia las ciudades, hacia

amor, hacia

el

de

la

ambición, hacia

el

contentamiento

los apetitos inferiores, lentamente

empieza a en-

tornar estas ventanas de sus sentidos y a abrir las otras, las

que dan

al

mundo

interior...

Empieza a

asomarse para adentro.

Le veréis horas enteras en reposo, divagando

al

parecer, lleno, sin embargo, de serenidad y de in175

Amado Ñervo dulgencia para vuestros ruidos y superficiales ba-

lumbas.

No

penséis que descansa: no, trabaja con un

trabajo superior a todos; cosecha... pertar, a ver.., lo

Ya no anhela

Empieza a des-

que se ve cuando uno despierta!

viajar;

ya no pretende poseer; bás-

tanle pocas cosas; sus cariños son fríos, pero inte-

nada exigen en cambio... Su

ligentes y abnegados;

alma, que vela mientras las vuestras duermen, es

como un aura maternal que os rodea, os protege; es como una coraza impalpable frente a vuestra vida.

—Ya No

no

le

interesa

nada— decís con despecho.

es cierto. Ahora es cuando empieza a intere-

sarle todo.

Lo que pasa

es

que ya no sueña, y en

su rededor se han desvanecido esos fantasmas que la

noche

trae

y que se lleva

Felices vosotros

sublime estado de

si

la

llegáis

vigilia...

A

mañana. en este planeta a tan

medida que

el

Sueño

vaya alejándose con sus muselinas azules y rosadas, verdes y rojas, irá apareciendo ante vuestros

ojos embelesados la maravillosa desnudez de

Verdad.

176

la

LA

Por

MALDAD

qué se es malo?

Por egoísmo— responde Emile Tardieu; y para dar más valor a su respuesta se apoya en Schopenhauer.

«Cuando un hombre— afirma

este gran filósofo—

en cualquier ocasión o en cuanto deja de haber

una fuerza que meter

la

injusticia,

La fuente de extremo... jante,

lo retenga, se siente inclinado a

la

decimos de

maldad es

Lo que se

el

él

que es

co-

malo...

egoísmo, llevado

revela en

al

un hombre seme-

es cierta voluntad de vivir extraordinaria-

mente violenta y que sobrepasa con mucho la simple afirmación de su propio cuerpo... La voluntad en este estado de exasperación

es,

necesariamente

177

Tomo XIX

12

Amado Ñervo y por naturaleza, un venero inagotable de sufrimientos... Todo hombre muy malo lleva en su rostro los signos

«La

de un íntimo sufrimiento...»

maldad— añade

Tardieu, comentando lo an-

terior—tiene razones psicológicas... Es propia de los débiles,

de los vencidos, que son malos porque

han sido apaleados, y que no tienen más reacción que la cólera. El fuerte, que está seguro de sí mis-

mo;

el

ambicioso que va hacia

malos. Napoleón

I,

que era

el

el

tipo

hecha carne, no fué malo, y aun

le

poder, no son

de

la

ambición

reconocen los

historiadores una positiva bondad.

>Pero los impotentes que no se resignan, los heridos en la existencia, a quienes se ha hecho sentir

su derrota, estarán frecuentemente podridos de malignidad. >

B Los contrahechos, corroborando

esta teoría ex-

puesta por Tardieu, son generalmente malos:

¿Veis esa repugnante criatura: chato, pelón, sin dientes, corcovado?

Pues

lo

mejor que tiene es 178

la figura...

Obras Completas La maldad en cido de

Ha

este caso es disculpable.

na-

de los otros, de su burla

la actitud cruel

despiadada, de un exceso de

hiél.

El contrahecho, tras de irritarse contra la injusticia del destino, llega a creer

radas hay desdén para

él.

que en todas

Su maldad no

es,

las

mi-

en suma

sino una coraza erizada de púas para defenderse.

Pero acercaos a

blandamente; demostradle

él

con vuestra conducta que no os inspira

ni

repug-

nancia ni compasión humillante; portaos con

como amigos, y

veréis

él

qué tesoros maravillosos de

bondad, de gratitud, de ternura, hay escondidos bajo

la

corteza de su deformidad.

B

La

ironía malévola, la

mas muy usuales de

la

mo

el

la

murmuración,

chanza

hiriente,

perversidad.

son for-

Lo son asimis-

chisme. La calumnia es ya

algo más; es un homicidio ¿n

fieríy

un asesinato en

embrión. El cobarde, el pequeño,

difama. Si fuese

más

que no osa mataros, os

fuerte y

laría...

179

más audaz, os apuña-

Amado Ñervo La broma

de violencia,

llena

resulta, pues,

un

derivativo del homicidio.

«La maldad— dice Tardieu— tiene sus razones fisiológicas,

fermedad,

que son: una salud defectuosa, fatiga.

la

Es como

mal humor. Los enfermos se

Cuando

lidad.

dad

la

llega hasta

la

en-

punta aguda del

irritan

con suma

dolencia es incurable,

la

faci-

maligni-

una loca exasperación. En

berculosis, por ejemplo, la

cursor de

la

la

la

tu-

maldad es un signo pre-

meningitis. Las ratas tuberculosas se

vuelven perversas...

Por

lo

demás,

la

vida con sus angustias, sus pro-

blemas, su inquietud, su vibrante movilidad, desgasta los mejores organismos, mella los mejores caracteres, que, a veces, son malos,

mente malos, porque en siempre sobre todas resultante

el fuerte la

momentánea-

bondad

las agitaciones pasionales,

flota

y

la

de sus actos está amasada con benevo-

lencia.

Es imposible de toda imposibilidad que un hombre verdaderamente superior sea malo. Podrá ser triste,

serenamente

triste,

pero malo jamás.

Estar en la cima de la inteligencia es estar en la

cima del bien. Si,

como

es probable (y la ciencia tiende ya a

Obras Completas demostrarlo), hay inteligencias invisibles superiores a las

nuestras— que han pasado o no por

manidad—,

inteligencias

esas

hu-

la

serán por fuerza

buenas.

La maldad no de contraste.

No

mundo sino

existe en el

es

una

realidad.

por efecto

Los seres perver-

sos no son de hecho sino seres inferiores. El alacrán pica porque no sabe;

perro lame y acaricia

el

porque empieza a saber, porque bre frase, un candidato a

la

es,

según

la

céle-

humanidad...

Q

De lo es

la

mujer suele afirmarse que, cuando es mala,

más que

el

hombre.

hombre -dice Lombroso— trata de

«El

su enemigo;

la

mujer trata de hacerlo

destruir a

sufrir.

Y

esta

diferencia sólo nace de la debilidad de la mujer.

La

arma defensiva y ofensiva de un

ser

crueldad es

el

La mujer que es débil y que no puede vengarse aniquilando de un golpe a su enemigo, lo débil.

hiere

como puede,

lo tortura

hundirle en las carnes los

menor

feliz

de

alfileres.

La

y se siente

más agudos

sensibilidad de la mujer es otra causa de su 18i

Amado Ñervo crueldad. Cuanto

más las

menos

se sienten los dolores, con

facilidad se causan a los demás;

porque como

imágenes mentales del sufrimiento son menos

vivas,

no se cree haber hecho

sufrir bastante sino

cuando estos sufrimientos son excesivos.»

B

¿Es

la

maldad una fuerza en

la

lucha por

la

vida?

Muy en

al contrario: la

la existencia es la

Debemos

manera más

fácil

de triunfar

conquista de los demás.

levantarnos diariamente con

el

firme

propósito de conquistar almas.

La maldad forma desconfianza y la simpatía,

la

el

vacío en rededor nuestro;

la

suspicacia son fuerzas repulsivas;

en cambio, hace de cada hombre un

colaborador nuestro, o cuando menos suprime en él la

calidad de obstáculo.

Cuando alargamos

la

mano

a un desconocido,

nuestro propósito debe ser éste: hacer de

él

un

amigo más. Las horas que pasamos en sociedad, deben dedicarse especialmente a conquistar amigos.

Una

sonrisa,

un apretón de manos, 182

franco,

un

Obras Completas saludo afectuoso, un obsequio mínimo hecho opor-

tunamente, un cumplimiento discreto, que no sea

jamás adulación, he aquí

más

las

eficaces redes

para pescar almas sin esfuerzo.

de almas adquiere pronto en su

El pescador ejercicio

una destreza insuperable.

como

Así

los donjuanes, mientras

más mujeres

conquistan, más poder de seducción adquieren para seguir conquistando, así los pescadores de almas, con cada pesca fructuosa, aumentan de un

modo

considerable su simpatía, su don de gentes.

La función crea

Se

órgano...

el

ve, pues, que,

espíritu cordial,

aun dejando aparte

bondadoso,

elemento incontrastable en

Sea dicho esto para

la

la ética,

es

hospitalario,

lucha por

la

como al

vida.

la

ga-

finalidad de toda acción, para los se-

res excelsos, que,

siempre

un

los utilitaristas...

Para los otros, para los que no consideran nancia

un

como

Franklin, se preguntan

llegara cualquier

do yo hacer aquí?>;para

sitio:

«¿Qué bien pue-

los espíritus superiores

que

sólo aspiran a difundirse, a derramarse sobre el

mundo como

el

sol,

compensa mejor que

en oleadas de la delicia

fusión? 183

luz,

misma de

¿qué

re-

esta di-

Amado Ñervo «¿Cómo debe divino

Marco

hacerse

el

bien?»— se pregunta

el

«Hay quienes,

Aurelio, y responde:

después de haber servido a alguien, se apresuran a ponerle en cuenta este favor. Otros no hacen esto;

pero tienen presente siempre en su memoria vicio

que han hecho, y miran a quien

como un deudor.

el ser-

ha recibido

lo

Otros, por último, ni siquiera

piensan que han favorecido a alguien, semejantes

en esto a

la

viña que, después de sustentar los ra-

cimos, no pide ya nada más, contenta de haber

producido

el fruto

que

ha hecho su camino,

le

el

abeja que ha acendrado

es propio. El caballo que

perro que ha cazado, la

miel,

no hacen ruido; pasan a ejecutar de la

la

misma

naturaleza,

y

bienhechor,

otras actuaciones

como hace

nueva estación da nuevos

el

la

la viña,

que en

racimos...

Q El gran error de los ricos es pasarse la vida dan-

do de ricos,

comer... a los ricos; haciendo regalos... a los

y sufriendo

la ingratitud...

de los

ricos.

Cuántas veces, en un salón, después de una co-

mida maravillosa, he oído decir a dos o tos:

tres ingra-

«¡Nos han envenenado estos cursisl> y he pen18i

Obras Completas sado con

tristeza

quedar bien; en nero francés; en

en

el

la

las fatigas del

ama de

casa por

sueldo «presidencial» del cocicostosa vejez de los vinos...

¡Los pobres, en cambio, son tan agradecidos!

Con

la

décima parte de

lo

que gastáis en un ban-

quete, para que

como premio os llamen

ríais la felicidad

de tantas gentes durante una sema-

na,

cursis,

ha-

acaso un mes. \Y esas gentes no os olvidarían

nuncal

Y

el

placer

que

veríais

en su rostro sería

el

mejor remedio para vuestro esplín pertinaz.

Por algo

dijo el Evangelio

que dar es mejor que

recibir.

Dios es infinitamente

feliz

infinitamente.

185

porque puede darnos

índice

Páginas.

Palabras de Rubén Darío

ll

LAS IDEAS DE TELLO TELLEZ I.— Tello Téllez opina sobre

«la vida»

II.— Tello Téllez opina sobre la muerte

IIL—Tello Téllez opina sobre el amor IV.— Tello Téllez opina sobre la piedad de Dios..

V.— Tello

39 43

49 57

Téllez opina sobre la «piedad» de los

hombres

63

VI.— Tello Téllez discurre acerca de lo que él llama «La pupila interior» VIL- Opina Tello Téllez sobre la realidad del sueño VIII.— Tello Téllez hace una breve psicología del

73

79 85

ahorro

IX.— El patriotismo de Tello Téllez 187

91

Páginas.

X.— Tellü XI.— La

Téllez opina sobre la literatura

erudición, según Tello Téllez

XII.— Nuestro porvenir, según Tello Téllez XIII.— Nuestro pensamiento XIV.— Un sueño de Tello Téllez

XV.-Plegaria de Tello Téllez

COMO

127

EL CRISTAL 139

hombre maduro

La fuente Todo es según el color Estamos dormidos La maldad

113 119 131

Restitución El

103

107

151

163 del cristal con

que se mira.

167 171

177

188

.4,^

I

I

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1939

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PQ Ñervo, Amado 7297 Obras completas de Amado N5A1325 Ñervo 1920 V.I9