Moral e Imperio (siglos II-I a.C.): La tradición romana sobre el estado
 9781841713670, 9781407326719

Table of contents :
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Epigraph and Dedication
Indice
Prólogo
Prefacio
1. Introducción
2. Roma y los Tiempos Primitivos
3. La Roma Primitiva y los Modelos Griegos
4. Roma y los "Otros"
5. Ayer y Hoy, la Corrupción
6. Los Magistrados y el Poder Político
7. El Oro, la Diplomacia y el Tributo
8. Los Partes y las Provincias
9. El Senado, las Leyes y la Justicia
10. Clientela y Poder de Clase. Algunos Casos del Siglo II a.C.
11. El Historiador y los Textos. Unas Reflexiones Finales
Bibliografía General
Indice General

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Moral e lmperio (siglos 11-1 a. C.) La tradici6n romana sobre el estado

J. Mufiiz Coello

BAR International Series 1254 2004

Published in 2019 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 1254 Moral e Imperio (siglos II-I a.C.) © J. Muñiz Coello and the Publisher 2004 The author’s moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in any form digitally, without the written permission of the Publisher. ISBN 9781841713670 paperback ISBN 9781407326719 e-book DOI https://doi.org/10.30861/9781841713670 A catalogue record for this book is available from the British Library This book is available at www.barpublishing.com BAR Publishing is the trading name of British Archaeological Reports (Oxford) Ltd. British Archaeological Reports was first incorporated in 1974 to publish the BAR Series, International and British. In 1992 Hadrian Books Ltd became part of the BAR group. This volume was originally published by John and Erica Hedges in conjunction with British Archaeological Reports (Oxford) Ltd / Hadrian Books Ltd, the Series principal publisher, in 2004. This present volume is published by BAR Publishing, 2019.

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"moribus antiquis res stat romana virisque" (Enio, Anna/es , 467)

A Ana, esposa y companera

INDICE

IV VI

Prologo , Prefacio, . J. I ntroduccion.

1. Livio y su noci6n del estado , 2. E l escritor y su obra, 3. Los sucesos y su entomo . Nuestro objeti vo, 4. Roma y la violencia . Una reflexion previa , 5. Roma , la riqueza y el oro de las provincias ,

.1 . 2 2 . 3 .4

2.Roma y Lostiempos primitivos. 1. Las fuentes de informaci6n de Livio , 2. La naturaleza de los datos , 3. Dionisio y Livio en la Roma august ea, 4. Livio y la elaboraci6n de su obra . El ideario republicano , 5. Los romanos y el pasado de la ciudad , 6. La tradici6n y los argumentos actuales . Unas notas criticas , 3. Roma Primitiva y Losmodelos griegos. 1. Roma y la poli s griega , 2. La publicaci6n de las leyes Las Doce Tablas , 3. Roma y las asambleas , 4. El relato . de Livio . Cuestiones criticas , 5. Leyes y legisladores . Las elites republicanas y la cultura griega , 6. Roma y los griegos antes del 300 a.C . Analogias y sincronias . 7. Livio y las instituciones : ritmo y adecuaci6n narrativa ,

I

.5 6 6 7

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8.

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Pirro , Cineas y los romanos . Tradicion y ley,

4. Romay Los "otros". 1. Cicer6n y las griegos. Las fuentes literarias ,

2. Politica y xenofobia : Oriente , .Africa, Etolia y Esparta , 3. Los barbaros occidentales . Roma y "lo" punico. La noble Tracia, 4. Un "despreciable " asiatico ante los patres , 5. Ayer y hoy, la corrupcion. I.Un caso actual : Argentina . El panorama en los estados modemos , 2. Roma : corrupcion y viejos paradigmas . La actitud de las escritores , 3. La riqueza y las origenes de la corrupcion , 4. Riqueza licita e ilicita . Ciceron y los viejos valores , 5. La "buena " economia 6. Rusticidad y ' viejos " republicanos , . 7. Moral y riqueza primiti va , 8. Corrupcion y actitudes eticas, . 9. Caton de Utica y el erario , , . 10. Proscripciones y recetas politicas , , 11. Las tierras publicas , un viejo probl ema,

. 22 24 25

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. 30

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6. Los magistrados y el poder politico.

1. Los Claudii Pulchri y la noci6n del poder. Cetego y la "provechosa " Cilicia, . 2. Atico y la deuda de Sycion . El asunto de Butroto , . 3. Las competencias provinciales , . 4. Lucro y etica social. El rigor de las costumbres . 5. Etica e imperium . Algunos casos , . 6. Elecciones y provincias . La vision de Ciceron 7. Apia Pulcro y "su" provincia . El escandalo del 54 a.C. . 8. La Roma de mediados el siglo I a.C. Farnilias y control senatorial , 120, 9. Familias y corrupcion electoral 7. El oro y la conquista. 1. El oro y la milicia . Pleminio , Mitridates y las tectosagos , . 2. El oro motor de la historia . De Grecia al oro de las Indias . E . Burke y las "otras " lndias , 3. Ciceron y el saqueo de Oriente . El oro y la diplomacia 4. Del premio al tributo . El oro de la corona , 5. Livia , las coronas y el erario , 6. El "oro de la corona " en el siglo I a.C. Apia Pulera y la tasa edilicia 7. El oro y las magistrados . Guerra y expolio , .

8. Los patres y las provincias. 1. El senado y las queja s de los aliados , . 2. E l reparto de las provincias . Los protocolos legales , 3. Las ganancias de Caton el Censor. Recaudadores y prestamistas , 4. Dos publicanos , 5. La guerra y la rique za, 6 .Ciceron , Hybrida y las provincias , 7. Estado , poder personal y poder familiar , 8. Pompe yo y el dinero , . 9. El oro de las Tolomeos y la cuest ion egipcia, 10. Caton de Utica y Chipre . Craso y las partos , 9. El senado, las leyes y la justicia. 1. Los proc esos de Pison y Flaco . Los "provechosos " barcos 2. La politizaci6n de lajusticia. E l caso de Rutilio ,. 3. Senadores equite y provincias . Los nuevos tribunales ,. 4. La " sacra lizac i6n ' de las leyes . Derecho , noble za y esta do , .

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5. Justicia privada , . 6. El consilium domestico , . 7. Patria potestas y politica, . 8. Corrupci6n y dictadura . Justicia y politica cotidiana. Las llamadas quaestiones perpetuae , 9. J6venes "abogados " y procesos , . 10. Quiritatio , lajusticia de los indoeuropeos , . 11. La solidaridad de los quirites, . 12. Las victirnas de la furia colectiva , .

. 108 111 . 112. 114 . 117 119 122 124

10. Clientelay poder de clase. Algunos casos del siglo II a.C. 1. El cliente Cayo Mario y algunos habitos de la nobleza , . 2. Los cuestores: sorteos y tradici6n , . 3. Patronos , clientes y procesos. Los canales del agradecimiento , . 4. Los negocios provincial es, . 5. La economia y la ley: formulas de coexistencia , . 6. El estado y las provincias en el siglo II. La etica de los Popi/ii , . 7. El "filohelenisrno " de Longino . Los Aquillii y su noci6n del estado , . 8. Otros casos: Craso , Lucrecio y Hortensio, .

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11. El historiador y Lostextos. Unas reflexiones finales. 1. M.I. Finley , un modo de escribir la historia , . 2. Economia "literaria " y economia real , . 3. Sohre equites y publicanos , . 4. Epigrafiados y epigrafistas : deseos y realidades. R.C. Weaver y sus esclavos , 5. Leyes y justicia efectiva . El poder , el pueblo y el senado . La vision de R. Syme , 6. M.I . Finley y las elecciones ,

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149.

Bibliografia General.

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los textos , . los grupos familiares , . las leyes , . las provincias , .

. 157 . 159

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Indice General

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III

sources . Concentrating primaril y on the last days of the Republic or the age of Augustus , when pax romana and concordia ordinum had been already achieved after the bloodshed of two Civil Wars, Mufuz has wisely learnt how to read between the lines of those writers , who were often too compromised themselves with their own recent Republican past to see beyond it.

Pr6logo As Gary Forsythe has masterl y put it, " in ss. 4-12 of his praefatio Livy expresses his preferences for early Roman history on the grounds that the Roman people in early times had not yet been corrupted by wealth , greed , luxury, and various pleasures " , (Livy and Early Rome. A study in historical method and judgment , Stuttgart , 1999, p.65) . Taking this in mind but in striking contrast with the mythical period of Rome ' s early history , Joaquin Mufuz Coello , a Fulbright Visiting Scholar and A lumnus at the University of California Berkeley who currently teaches Ancient History at the University of Huelva (Spain) , has decided to focus his incisive historical view on other more "corruptive " times , such as the two final centuries of the Republic. The author carefully analyzes the Roman perspectiv e of what might have been the ' behind the scenes ' development of the Republican constituti on, using Greek and Latin literature as his main historical evidence. This conscious choice obviously depicts a view which offers anotl1er major historical contrast to the time period of his

In this well-balanced and measured volume , J.Mufi.iz has used an accurate methodological approach , dissecting , layer by layer , the agonizing political body of the Republican political framework . But, as this book ' s title , Ethics and empire, the Roman tradition of the state clearl y emphasizes , it should not be read simply as another handbook on Roman political thought , which it certainly is not. What tl1e reader will find here is a valuable , scholarly study of the social economic , and moral dimensions of Rome ' s complex political system , as well as some of its vices and illnesses at a unique point of historical stress. Created long befor the City enjoyed an unimaginable period of imperial gloria , but also fully developed at the edge of an equally unimaginable crisis , the old political system (composed of elected magistrates , a powerful aristocratic Senate and several people ' s assemblies) had worked efficiently with few changes for several centuries . What Mufu z explain s so thoroughly and elegantly in this study is how the combined forces and influences that were weakening tl1e Republic itself profoundly challenged this system . By offering us a closer look the how the institutions really worked on a daily basis , he sheds new light on the debate about the existence and strengt11 of the Republic ' s "democratic " institutions .

IV

When Rome faced "the other ", in the author ' s own words, and especially after realising that her armies were able to conquer even a broadly speaking "superior' ' culture , the Hellenistic World (Graecia capta) , some traditional Roman values (mores maiorum) seen as the ultimate defense line of the state by the Roman aristocracy , were challenged by a new gathering storm. "Wealth , greed and luxury", in Livy ' s words , were among the personal attitudes to public life that nobiles developed at this new stage of Roman politics . Although the aristocrats saw their political role as concerning primarily their social group , their increasingly compulsive individualism soon infected their social partners (the equites) and eventually their clients.

am sure that many archaeologists will find it interesting , suggestive and useful. And last but not least, I am deeply honoured to introduce a friend ' s and devoted colleague ' s book.

Toni Naco del Hoya . Fulbright Visiting Scholar (2004 ). University of California Berkeley .

The creation of a Mediterranean empire , the gold rush and new frontiers , was going to shake the Roman social body from top to bottom . Every Roman citizen , despite his social position , was eager to profit from "the other ' s" still warm corpse , whether by ruling a province or taking a share of the soldier ' s loot. Simultaneously , the Republican political system suffered a parallel shake-up , because the nobiles, whose increasing power was moulded by their leading position in Rome ' s new imperial race , hijacked the dominant mores maiorum . Electoral and judicial corruption , provincial mal administration , long-distance patronage relationships , massive proscriptions , privately conscripted annies , and even organised violence led by smart demagogues dominated the political arena in the last period of the Republican regime until its final collapse. Also, it is true that the common citizens ' call for a share of the spoils was never heeded by those who had been appointed , theoretically , for public service as magistrates and Senators . In that fatally injured political system, the Res Publica was increasingly controlled by those who had always held the real power . They plotted to defend their own position , not Rome' s. I am particularly glad , for several reasons , tl1at this modest, magnificent book has been published in the B.A.R. collection . First , because thanks to tl1e usual distribution efforts made by the publishers , it will be spread in university and research libraries throughout the world where many scholars and students will have the opportunity to read a monograph which addresses a fascinating period of Roman History . Secondly , my happiness follows because this book on Ancient History which does not deal with archaeological evidence , will now appear in a prominent archaeological collection . I

V

elementos , que permiten, y permitian antafio, dar este calificativo a los sistemas politicos que estudiamos . Perelli era optimista y pese a la gravedad de sus denuncias , suavizaba la inquietante conclusion que uno deducia a la vista de los hechos y el maestro salvaba la situacion con la supuesta armonia constitucional de la Roma de aquellos tiempos. Al fin y al cabo, 6que pais de los alineados en las democracias actuales no ha padecido y padece esos vicios y otros similares a los constatados para la antigua Roma , y no por ello se duda de su sistema? , se cuestionaba el profesor italiano .

Prefacio No es comienzo halagi.iefio el de un discurso que siembra la duda y el desconcierto desde sus primeras lineas , cuando necesitamos advertir que este praefatio , siguiendo el latin, debiera llamarse postpositum , o epilogo , del griego , pues aunque se ofrece colocado al comienzo del libro en realidad se ha escrito al final de su elaboracion. Son las gabelas de un oficio, el de historiador de la Antigiiedad, al que escepticismo y autocritica permanente, en las dosis que cada situacion, cada texto aconseja son los instrumentos mas necesarios de una labor , la de la investigacion , que cada dia se renueva .

Para los escritores del siglo I a.C., que son de los unicos que nos ha llegado opinion sobre el regimen politico en el que vivian, los escritores , decimos , tras conocer las formulas de otros modelos constitucionales , no se identificaban con ninguno de ellos al completo y, tomando de aqui y alla, formulaban uno propio cuya originalidad residia en ser mixto, por tomar de todos una parte, logicamente la que habia devenido como la mas perfecta de cada caso. 0 directamente afioraban y no ocultaban sus simpatias por el que aplicara el aisymnetes Solon en la Atenas de comienzos del siglo VI a.C. De esta forma, la oligarquia romana y sus acolitos intelectuales - que es casi una redundancia -, se sentian reflejados en aquella plutocracia , que indudablemente daba al ciudadano una participacion en las tareas de gobiemo de la polis, superior a la que pudiera uno imaginarse para los miticos tiempos de la ciudad gentilicia. No cabe duda que en la Atenas de Solon habia mas democracia que en los tiempos en que Dracon elaboro sus leyes, pongamos por caso, pero tambien menos que despues de la reforma de Clistenes , a fines del siglo de Solon, e infinitamente menos que con Pericles , a mediados del siglo V.

El Profesor Luciano Perelli indicaba en su conocido trabajo sobre la corrupcion en la Roma republicana, al iniciar el capitulo que versa sobre los procesos electorales y las votaciones en general, que a poco que uno interpretara los textos con un rigor no mas que mediano , se hallaban al menos seis grandes vicios o defectos , carencias diriamos nosotros , que daban pie para negar cualquier validez a la imagen de una Constitucion Romana inserta en los moldes que se aplicaban para las democracias . Naturalmente , se presta esto a una grave y compleja controversia que no tenemos aqui intencion de abrir , pero que de hacerse deberia plantear como cuestion previa al debate, la definicion de cuales fuesen las caracteristicas de los regimenes democraticos , y por supuesto, los grados , niveles, fases y

Era el de Roma un sistema politico que pese a las formalidades democraticas que su regimen manifestaba , salvando las distancias de todo tipo, a nosotros nos evoca la interpretacion de la democracia de un joven pais como es los Estados Unidos de America, frente a la vieja Europa encamada en el papel de Atenas . Alli, al otro lado del Atlantico , es viejo y extendido el popular aforismo , especie de autocritica mezclada con no poco humor e ironia, que, a la pregunta de cual es el nivel de democracia de aquel pais, de cuanta democracia disfrutan sus ciudadanos , ellos mismos responden que muy alto, se difruta de mucha democracia , de toda aquella cuanta puedas pagar , y lo aplican a la ensefianza, a la sanidad, a la justicia , etc ...

VI

En Roma, salvo en periodos de conflicto declarado, tan numerosos a lo largo de la ultima centuria, en los que el estado revestia de legitimidad lo que no era mas que la pura acci6n militar contra sus propios ciudadanos , las fuentes no dan mucha informaci6n sabre miembros de la oligarquia, de las clases mas ricas, los primor es, primi , bani y demas terminologia para designar a los mejores, que sufrieran el rigor de las leyes, y menos, que se les aplicara el ultimo castigo. Por su parte, y sin ignorar la relatividad de cualquier simplificaci6n , un profesor de Derecho de la Universidad de Yale , Sthepen Carter, experto al parecer en historia penal de su pais, afirmaba que, pese a que la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley pasaba por ser uno de los tesoros de la Carta Basica de todos los norteamericanos , tenia que reconocer que no recordaba en la historia reciente de su pais que ningun rico hubiese pasado por la silla electrica .

La descripci6n del estado te6rico e ideali zado que se daba como vigente , ha dejado bellas imagenes en la literatura grecolatina . En realidad solo conservamos lo que Cicer6n teoriz6 al respecto, junto con las no menos interesantes reflexiones de Polibio , un siglo antes, y algunos comentarios posteriores de epitomistas y lexic6grafos , que se limitaron a repetir lo que ya consagrara el arpinate . De modo que asi como hablamos de constituci6n aristotelica para Atenas, podriamos hablar de constituci6n ciceroniana para el caso que de la romana, lo que no es mas que puro reflejo de nuestras carencias . Veamos algunas de ellas .

Cuando decimos que conocemos mejor la Roma de los dos ultimos siglos de la Republica que la de los cinco siglos anteriores , estamos diciendo algo parcialmente incorrecto . Seria masadecuado afinnar que en realidad, para esas dos ultimas cen~ y maspara la segunda que para la prim~ tenemos masinfonnaci6nque para el

resto pero ello no comportanecesariamenteque sean masamplios nuestros conocimientos . Por principio damos la bienvenida a cualquier clase de informaci6n , sin entrar en lo que finalmente resulte tras su analisis y depuraci6n . Sobretodo si miramos el escualido panorama de los siglos precedentes ·'no hay datos para antes de! siglo 111a.C "., decia con raz6n W.V. Harris' -, pero nuestra experiencia es que ni la cantidad ni la calidad de la informaci6n que poseemos nos permite , hoy por hoy, afinnar que sabemos mas cosas de las que ignoramos sobre la sociedad de esa fase madura de la Roma republicana . Los artifices y al tiempo , protagonistas del gobierno de la Ciudad en los dos ultimos siglos , como antes los griegos , creyeron util escribir sobre su pasado y afiadir ademas una definici6n del modelo de estado quc regia sus destinos , para ensefianza de sus coetaneos y provecho de la posteridad . Creian con ello hacer un buen servicio a los suyos y a cuantos se sentian reflejados en los ideates que la oligarquia sustentaba desde hacia generaciones .

"La salud de! pueblo ha de ser suprema fey ", proclamaba pomposo el brillante orador , y continuabasentenciando, "que el orden senatorial este exento de vicios y que sea modelo para los demas ... que la elecci6n de magistrados, los juicio s de/ pueblo , las 6rdenes las prohibicion es y todo lo que se resuelva en comim se decida con el voto a la vista de la aristocracia, ye n condiciones de libertad para la plebe", y "que se destierre la violencia de las reuniones popular es ". Polibio , menos ret6rico pero en la misma linea desde un siglo antes, escribia algo tan conveniente como que "en la Constituci6n s6lo el pu eblo es el arbitr o de los honores y Los castigos, el unico puntal de dinastias y constitu ciones, en una palabra , de toda la vida human a ... ademas el pu eblo es quien entrega los cargos a Los que los merecen, lo que es la mas hermosa recompensa en la vida politica". Y concluia que "no es un error decir que el pu eblo goza de grand es atribuciones en la constituci6n romana y que esta es democratica "2 . Y jun to a estas notables aspiraciones te6ricas , que no realidades practicas , al lado de la enumeraci6n de nociones y formulas sabre el estado romano, aparecen los inestimables arranques esporadicos de sinceridad , las espontaneas confesiones de politicos "quemados " o simplemente , obligados al otium por la edad o la contienda politica. Las manifestaciones cargadas de veracidad sobre el acontecer cotidiano , los avatar es sociales y politicos o la vida real en la Ciudad , en Italia o en las provincias , expresion es despojadas de la ampulosa y no poco maquillada intencionalidad del tratado que se elabora, pausado y artistico , en el sosiego de la vi Ila o a la sombra del deversorium apropiado . Junto a la frialdad del texto enjundioso y documentado , la memoria viva que nos refiere a decisiones , actos politicos , situaciones y sucesos de toda indole , llenas de intensidad , vivacidad y realismo , que poco o nada

W.V. Harris, War and Imp eriali sm in Rep ublican R ome, 32 770 B. C., Oxford 1979, 7. 2

VII

Cic. leg . III.3.8; IO; 4. 10; Po l. VI. 14.9 ; 11.

de Utica en el siglo I a .C. se derrumba , y se pliega la etica a la utilidad cuando da por bueno que se comprara el voto de las centurias que habrian de dar el consulado a M . Calpumio Bibulo , el colega de Cesar en el 59, "pu es era conveniente para el estado". Elecciones que Cesar seguira preservando en su aspecto formal , como recuerda Lucano , aunque vacias y no mas alla de sus aspectos rituales 5 . Veamos un ultimo caso .

tuvieron que ver con el pausado panorama descrito en aquellas otras declaraciones . Tras honrar con elogios el gobiemo de las leyes , y resaltar la destacada mision del senado , el veterano orador y antiguo consul del 63 a. C., M . Tulio Ciceron escribia sin rubor que "si este (el senado) toma un rumba equivocado, entonces resulta util ocupar todo el dia ", en alusion a una tactica de obstruccionismo parlamentario que llevaba a consumir toda la jomada en el uso del tumo de intervencion . Un senado que pres entaba, discutia y aprobaba los decretos que luego pasaba a las distintas asambleas para su ratificacion como leyes. Aunque en el afio 46 a.C. todo el mundo la oligarqui a, se entiende - sabia que los decreto s del senado "se cocinaban " en casa de Cornelio Balbo , con ayuda de Cayo Opio , los do s colaborador es ma s proximos de Cesar , y qu e los senadoconsultos "prefabricados " incluian las lista de los senadores testigos que supuestamente habian estado presente en la sesion en que el acuerdo se tomo, tras su discusion y votacion . Y junto al bochorno y espanto que tal impudicia suponia para los mas honestos , un toque comico a todo el asunto , como el que comenta con burla Ciceron , cuando le comentan de un decreto que anda por tierras de Siria y Armenia , en el que el orador aparece entre los testigos firmantes . Lo que no puede ser mas chusco , pues confiesa el " involuntario " testigo ignorar totalmente su contenido , ademas de no conocer a nadie de aquellas tierras , en las que , por lo demas , jamas estuvo 3 .

Ciceron escribe a un tal Manio Curio y le cuenta pormenorizada la ignonimia en que han resultado las ultimas elecciones , un autentica mascarada que al arpinat e, ya sexagenario , le resulta dificil soportar , por muchas dosis de humor con que las anali za, aun transcurrido s ya alguno s dias de los hecho s. Es el ultimo dia del aiio 44 y se han convocado a las tribus para elegir cuestor es . E sta ya preparada la silla especial desde donde el consul , que en este acto se trata de Q. Fabio Maximo , presidira todo el proceso . Pero al punto se anuncia por todo el foro la noticia de su muerte , y entonces Cesar ordena que en ve z de celebrarse la votacion para elegir cuestores , se vote y elija un consul. Gran estupor. En el foro y no en el Campo de Marte , con auspicios y tribus alli reunidas para elegir cuestores , a las nueve de la mafiana, de pronto , a la una de la tarde se ha elegido un consul , sin que las centurias hubiesen sido convocadas ni sus correspondientes auspicios tomados. Y este consul electo que resulto ser C. Caninio Rebilo , solo lo seria por el resto del dia, pues en las kalendas de enero , o sea , el primer dia de ese mes , dejaria de serlo . Consul por unas horas . No cabe mayor desafuero. Y Cic eron se burla y apostilla socarron , "siendo consul Caninio nadi e almorz6", pues en efecto el prandium era ante s de la una -, y "no se cometi6 delito alg uno bajo su consulado", o

No estaba mejor la Justicia, y vaya solo este ejemplo , el del afamado y prestigioso Q . Hortensia Hortalo , consul del 69 y excel ente rival del arpinate en el ejercicio de la abogacia , que se aseguraba el voto de los jueces que previamente habia comprado con su dinero - mejor , el de su cliente - marcando las tablillas de quienes debian apuntar la 'A" de abso/vo . Por esos mismos afios el personaj e Esta yeno , del proc eso contra Cluencio Habito , exclamaba provocador "no vamos a servir a la republica gratis.I", al interpelar a uno de los jueces venales del proceso 4 .

"tan pendi ente estaba el consul de Los asuntos publi cos, que no p eg6 oj o en todo su mandato". En fin . Acaba el maduro senador su carta . "S i lo hubieras vista, te hubiera sido diflcil contener las lagrimas. Y de este tipo de cosas, innumerables" 6 .

Pero tanta ignonimia quedaba superada por el lamentable panorama de las elecciones . Hasta el estandarte de la moralidad que encamara un Caton 3

Cic. Jam. IX.15.4 . En el 45 Cic. Jam Vl.1 8. l , ya se ha adaptado "a los nu evos tiempo s" y escrib e a su antigua praefec tus fab rum Q. Paconio Lepta, "q ue ya ha enviado nota a Balbo, acons ejh 80 , 1985 , 20/32 ; Granet J., Etr e electeur a Rom e a I' epoqu e de Ciceron , Palla s 46. 1997 , 327 /339 .

61

MORALE IMPERIO

todos los decretos del senado estan iendo redactados en casa de nuestro comim amigo (Balbo ?) .. . y se esta poniendo mi nombr e en ellos, coma testigo de la redacci6n y me dicen que algunos de esos que tienen mi firma como testigo se han encontrado en Siria y Armenia. Quiero que no pienses que es una broma por mi part e. He recibido cartas de los lugares mas remotos en las que unos reyes, a los que nunca he vista, me agradecen el que /es haya votado para conceder/es el titulo de rey, no sabiendo yo nada del asunto ni que ellos existieran "-, entre la soma y el estupor , al conocer que el y otros como el figuraban como testigos en documentos de los que jamas habian tenido noticias Los multiples decretos que, segun Marco Antonio , estaban solo esperando su publicacion y que se encontraban entre los papeles particulares del difunto Cesar - "estamos aprobando medidas que sabemos que el tirano nunca habria aprobado en vida, y las aprobamos coma suyas - de nuevo Ciceron -. No veo el fin de esta situaci6n : se .firman decretos, se conceden exenciones , se pagan altas sumas de dinero, se llaman a exi /ado y se registran fa/sos decretos de/ senado "-, y en los que se asignaban provincias , se concedian exenciones tributarias o desaparecian deudas , de lo que incluso el propio Ciceron se beneficiaba , no era pese a todo una situacion comparable con la surgida con la desaparicion de los fondos que el dictador con muy buen criterio - el solia hacer lo mismo con lo ajeno -, guardaba en el Templo de Ops para la campafia contra los partos 122 . La corrupcion en las votaciones no era un fenomeno exclusivo de las asambleas electorales sino que era prolongacion del clima existente en el 122

Plut. A nt. 15. Asi se despr ende de algunos comentarios qu e hace agrad ec ido sobre lo s acto s qu e como co nsul su stituto hi zo su ex-y emo Publio Dolabela , a la muert e de Cesar y en rela cion a sus pape les . Como otro mi embro de esc c lan, Luc io Piso n, qu e pr etendia irse de legado a una provincia en el 44, con un senadoconsulto fat so , Cic . A lt . XV.26.1 ; sobr e e l signifi cado d el termino provincia , vid. Bertrand, J.-M ., A propo s du mot "provincia" : etud e sur !es mod es d · elaboration du lan guaj e politiqu e, Jo urnal des Sava nts. I 989, 427 /460: C ic. Jam. IX. 15.4: asi se despr end e de alguno s co m entario s qu e ha ce agra dec ido so br e los acto s qu e co mo consul sustituto hi zo su exye mo Pub! io Dolabela , a la muerte de Cesar y en relacion a sus pap eles, Polignano , M ., Publio Co rn elio Dolabela , uomo politi co, RendLincei , VIII. l , 1946, 240/275 ; 444 /50 1; en rea lidad , entr e la s maldad es con qu e Liv io III.36.8 desc rib e la actividad de! segundo dece mvirado , afio 449 , autenti cos di ctadore s que se rodeaban de ciento veinte lictores , estaba la completa privati zac i6n de la justicia , que ello s impartian a su albedri o, "a manand o las sentencias en su casa y dic tandolas en el fo ra", con lo qu e la tradici6n qu edab a ase nt ada ; Gabba , E., Cicero ne e la falsificazion e del se nat oco nsulti , SCO 10, 196 I, 89/96; Ferrill , A., Caesa r ' s privat e fo rtun e. W ea lth and politic s in th e Lat e Roman Republi c. Indiana Socia l Studies Quarterly

senado , la asamblea emblematica del estado republicano . Se mantenia en el un inestable equilibrio entre los lideres que representaban a las familias , la fuer:za de las cuales venia dada por el m:Unero de magistraturas desempefiadas y los escafios ocupados , a cuyo fin se aplicaban todos los agnati , clientes y amigos . Un cierto nivel de potencia economica era necesario para que los mecanismos de actuaci6n pudieran desplegarse 123 . El senado era el organo de expresion publica de las ge ntes o grandes familias , de las cuales las mas influyentes copaban alrededor de un tercio del total de asientos y eran quienes en realidad controlaban los debates y las votaciones sobre los asuntos tratados . Los dos tercios restantes , los pedari i de algunos textos, secundaban a unos y otros en funcion de los avatares del momento . Pero no se aprobaba ningun senadoconsulto que no contara con el asentimiento de los principales lideres de las facciones . En el siglo I a.C. solo una cuarta parte de los senadores eran homines novi, hombres nuevos, pues como tales se consideraban quienes no podian argumentar haber tenido padre o abuelo senadores . En cualquier caso , fueran patres o conscripti, el total de los nobile s no suponia mas 124 del 0 '05% del total de la poblacion de la ciudad . 9. Familias y control senatorial. Fue R. Syme quien , como mas arriba aludiamos. supo describir con acierto el verdadero caracter de la politica romana, en relacion al nexo privado que tuvieron todas las decisiones publicas de aquellos gobernantes y de sus instituciones. Creemos significativos algunos de los datos que pueden deducirse , del estudio del valor, papel y peso del senado como organo de poder , y de sus relaciones cotidianas con la nobleza a los largo de la Republica . Los historiadores de la Ciudad y las listas de magistrados que disponemos - los fa s ti -, informan sobre todos los consules desde el primer afio de la Rcpublica , y un amilisis de los apellidos

123 Pro ce de rec ordar a Cae~. BG VI.12 .2, "p onian - lo ga los - La maxi ma dilig encia en atraerse un circuLo de seguidores, pu esto que entre ellos era mas temido y pod eroso aquel que muestra pos ee r el mayor num ero de servidores ", cf Pol. Il.17.12.

Cuando en la votacion de una ley qu e favorecia el pr ecio de lo arri endo s de los public a nos, el prim er ciudadan o llam ado a depositar su voto , de gra n influencia co mo pr esag io qu e se tenia para e l resto de la votaci6n , result6 ser un co nocido publicano , Cn eo Plancio , padr e del client e de Cice ron , a este no le result 6 sospecho so, lo que no sabemo si se trataba de ingenuidad o puro cini sm o, Cic . Plane . 35. 124 Nicolet , C.. L s class es diri gea nt es romaines sous la republiqu e : ordr e se natori al et ordre equ e tr e, A nna/es 32 , 4, 1977, 732 ; vid. idem. Le ce n se natorial so u s la republiqu c et so us Augu st e, JRS 66, 1976, 20/38 .

30, 1977 , 101/l ll.

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LOS MAGISTRADOS Y EL PODER POLITICO

que alli se enumeran , sin entrar en valoraciones de fondo , revela tendencias importantes 125.

que una sola familia , con sus derivaciones , asumi6 el 12·2 % de los consulados entre el 509 y el 390 .

Hemos analizado los apellidos trasmitidos y, sin entrar en detalle , una mera sistematizaci6n de los trianomina documentados aporta hechos significativos . En primer lugar , nuestro metodo ha sido dividir la etapa republicana en dos segmentos temporales , siendo la_ existencia o no de fuentes documentales , segun la confesi6n de nuestros informantes , el criterio que ha delimitado cada uno de los dos segmentos . Asi, el hito diferenciador sera el de la entrada de los galos en Roma , el mismo suceso que sirve tambien de hito crono16gico a nuestros narradores , con el incendio de los edificios que almacenaban los documentos y la consecuente perdida de la memoria documental sobre los primeros tiempos. Todo ello segun el comentario del propio Livio . El primer segmento propuesto cubre los afi.os que van desde el 509 , primer afio oficial de la magistratura consular , y el 390 , con un total de 119 afios, de los queen treinta y tres no hubo magistratura consular ordinaria , pues fue esta asumida por los tribunos militares con poder consular . Restan por tanto ochenta y seis afios, lo que supone un total de 172 cansulados .

La otra familia es la de los Fabii Vibulani con miembros en oficios durante al menos veintinueve afios. Once de los quince consulados que se les documenta pertenecen tambien a la primera mitad del siglo V, y siete de ellos son ocupados de forma continuada entre el 485 y 479 . Desde esa primera fecha y el 407 , afio del ultimo cargo ejercido por un miembro de esta familia, transcurren 78 afios, de los que en diecisiete no hubo c6nsules . Quedan 61 afios, en quince de los cuales uno de los 127 consul es fue siempre de esta familia .

Segun los textas , un total de quince familias acapararon mas de la mitad de esos 172 puestos , lo que supone una media de mas de seis consulados por familia, a lo largo de los 86 afias , y dos de estas familias tienen algo mas de la cuarta parte del conjunto de puestos ocupados por las quince , con una media de trece puestos para cada una de ellas 126. Las dos familias documentan hasta veintiseis cansuladas ocupados , el 15 · 1 % del total y el 27 % de los consulados acaparadas por las quince . Se trata de los Verginii Tricosti y los Fabii Vibulani . Los primeros documentan individuos en magistraturas importantes, incluido el consulado , durante diecisiete afi.os, con incidencia alta en la primera mitad del siglo V y estan presentes a lo largo de mas de una centuria . Los Tricosti ejercieron once cansuladas , y si los sumamos a otras ramas de la misma farnilia , los Tricosti Caeliomontani , Tricosti Esquilini y Tricosti Rutili el total de consulados copados llega a veintiuno , de modo 125

La revoluci6n romana , (O xford 1939 ), trad . A.Blanco, Barcelona 1968, 24 -25 . 126 Las quin ce familias fueron las de los c6n sul es, Corn elio Malu ginen se, Emilio Mam erco y Mam ercino , Fabio Vibulan o, Furio Medulino , Horacio Pulvilo , Lar cio Flavo o Rufo , Lucr ecia Tri cipitino , Menenio Lanato , Nautio Rutilo , Quincio Cincinato , Sempronio Atratino , Sulpicio Camerino , Valerio Potito , Val erio Publi cola y Verginio Tricosto , con los Tri costo Celiomontan o, Esquilino y Rutilo . Ostentaron 96 con sulado s, el 55 '8 % del total, a 6 ·4 c6n sul es por apell ido .

No queremos omitir que , detras esas cifras , extraidas de la informaci6n disponible , puede haber otros significados , que apunten a situacianes distintas a la de constatar un fuerte monopolio del poder ejecutivo por parte de algunos apellidos . Por ejemplo , una ausencia de nombres puede ser evidencia de la simple y contundente carencia de datos por parte de nuestros informantes . Al desconocer la identidad de tados los individuas que obtuvieron consulados , y dadas las dificultades para reconstruir los hechos a partir de los archivos privados , en las que segun nuestras fuentes , todos falsificaban y mentian , se pudo optar por reconstruir el conjunto con los apellidos disponibles . Algo parecido a la forma en que se manej6 la lista real, que solo se disponia de siete nombres para un total de 24 3 afios, lo que daba una media de 34 ·7 an.as par monarca . En su tratado dedicada a su amigo Bruto , el tiranicida , Cicer6n habla sobre las falsas genealogias . Entre el afi.o 389 y el 3 la . de C. transcurren 358 afios, de los que en dieciocho no huba c6nsules , sino tribunas con poder consular . Restan por tanto 340 afios que suponen 680 consulados . Para todo ese periodo veintc familias ocuparon casi una tercera parte del total de los puestos , y de ellas nueve se adjudicaron casi la quinta parte de todos los puestos . Veinte familias desempefi.an 208 consulados, el 30 ·5 % del total de 680 consulados . Nueve de ellas tienen 132 puestos , el 19 '4 %, a una media de 14'6 consulados por familia . Del 264 , afio de inicio de la Segunda Guerra Punica , al 31, las dieciseis familias acapararan 169 consulados, el 36 %, a una media de 10'5 por apellido128.

127 Sobr e las falsa s genealo gias, com enta Cicer6n , B rut. XV I.62. Nicolet. C., Les classes , op .cit. 73 l. 128 Veintc familia s desempefian 208 consulados, el 30 '5 % del total de 680 con sulado s. Nu eve de ella s ti enen 132 pu estos, el 19'4 %, a una media de 14'6 consulado s por familia . Del 26 4, afio de ini cio de la Segunda Gu erra Ptini ca, al 31 . las dieciseis familia s acapararon 169 consulado s, cl 36 %, a una media de

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MORAL E ItvfPERIO

El inicio de las conquistas consolid6 y at'.m aument6 esta tendencia a la concentraci6n del poder en pocas familias , fruto sin duda de un mayor peso de lo militar por encima de lo politico , del ejercito frente a las asambleas . Asi entre el afio 264 y el 31, mas de una tercera parte de todos los consulados pertenecieron a dieciseis familias , de las que nueve desempefiaron la cuarta parte del total. En suma, si aceptamos los datos suministrados por los Jasti y los historiadores de la Ciudad , no Hegan a tres docenas de apellidos los que tuvieron una mayoria regular en el poder a lo largo de los casi cinco siglos de la republica, debiendo subrayar que ninguna de las familias citadas para la primera fase - antes del 3 90 - vuelv e a aparecer despues de esa fecha , lo que supone una renovaci6n tan inusual como completa , que alerta sobre la cautela con que deben tomarse las conclusiones anteriores.

10·5 por apellido . Las dieciseis familias fueron los Ae milii Lepidi, Aure lii Cottae , Caec ilii Me telli, Calpurnii Pisones , laudii Marcelli , Claudii Pulchri , Cassi Lon g ini, Co rnelii Lentuli, Cornelii Scipiones , Domitii A henobarbi , Fabii Max imi, Fluvii Flacci, Licinii Crassi, Postumii A lbini, Valerii F lac ci y Valerii Messa llae. La vei nte resultan de ai'iadir a las citadas las de los A ttilii Reguli , Co rnelii Do labellae, Manlii Torqua ti y Popi/ii Laenates.

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EL ORO , LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

7 EL ORO, LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO I. El oro y la milicia. Pleminio, Mitridates y Los tectosagos. "Pleminio - legado del consul del 205, Cornelio Escipi6n el Africano , destinado a Sicilia - sobrepas6 a Ami /car, comandant e de la guarnici6n , y de igual forma , Los so/dados romanos sobrepa saron a Los cartagineses en villania y codicia scelere atque avaritia -, de modo que parecian competir no con las armas sino con sus vicios ... intolerables vejaciones afhgieron a todos Los ciudadanos , inc/uidas mujeres y ninos , y la avaricia nose re.fren6 ni siquiera ante Los objetos sagrados, que igualment e fueron expoliados ". Este es uno de los pasajes que Livio escribe , y que dice haber tornado de su contemporaneo Clodio Licino, consul su.ffectus del afio 4 d. C., en la larga narraci6n que hace del suceso de Quinto Pleminio , los tribunos militares Marco Sergio y Publio Matieno y las vergonzosas refriegas que tuvieron lugar en la ciudad de Locrios, en los Bruttios , al sur de Italia , en la actual Calabria . Mientras Escipi6n navegaba a Messana , en Sicilia , quedaba al mando de la ciudad de Locrios , recien tomada , el legado consular Pleminio , con una parte de las tropas, y los dos tribunos citados , con el resto del ejercito .

Cuenta el historiador que un soldado de Pleminio era perseguido por unos locrios , de cuya casa acababa de robar una copa de plata , y en su huida se encontr6 de frente con los tribunos. Estos le ordenaron entregarles la copa , el soldado se neg6 y de ahi se deriv6 facilmente al forcejeo y a las armas finalmente , participando en la pelea los soldados de Pleminio , que acudieron a auxiliar a su compafiero y las cohortes que acompafiaban a los tribunos. Enterado Pleminio del asunto , ordena la detenci6n de los tribunos y los castiga a ser azotados ferozmente . Cuando estos regresaron a sus filas , se desat6 la furia de los soldados y ya todo fue una locura . Atacaron al Iegado , su superioridad numerica les dio la ventaja , acabaron por apresarle y como si se tratase de un enemigo , le aplicaron tonnento , mutilandole la nariz y las 129 orejas .

129 Livio XX IX.9;2; 8.7/ 10; XXIX.6 .9; 16/22 ; Diod . XXV IJ.4, indi ca que el conflicto sobrevino porque Plemini o supu estamente expoli6 los tesoro de la diosa Persefon e, lo que le hacia impio , y el altercado con los tribunos sobrevino cuando se pro cedi6 al reparto de) botin ; Val. Max . I.l .21 ; Ap. Hann . 55; Dio Cass . fr . 57; 62 ; en Locrios se di 6, por parte de los romanos , scelere, iniuria s, avari tia, vitia, infanda e contum eliae, Livio XX IX.8 .6/9.

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MORAL E IMPERIO

Mas tarde los locrios viajaron a Roma y denunciaron ante el senado la cruel conducta que Pleminio habia mostrado durante la captura de la ciudad . 'Tados lo crim enes que el mas cruel y desp6tica de Los tirana pueda cameter sabre lo desamparados ciudadan as locrias , Ple mini o Los ha cometida sabre nuestras mujeres, nuestra hi.Jo y nosotros mismos ", denuncio en su discurso el mas viejo de los embajadores . E l corrupto legado no se habia detenido siquiera en los tesoros religiosos y se habia apoderado de todo el oro y la plata que se custodiaba en el santuario de Proserpina que se veneraba en la ciudad . No estamos seguros de cuales fueron los aspectos de aquel execrable crimen que mas estupor provocaron a Livio , si el expolio y masacre de los aliados , o el escandaloso enfrentamiento entre romanos por la pose sion de una copa de plata I3 0 . Como no podia ser de otra forma se exigieron responsabilidades al consul , que desde Messana habia sido informado de los sucesos . y se le acuso de haber abandonado la provincia sin permiso y de haber adoptado costumbres antirromanas , como paginas mas arriba aludiamos , que en testimonios de sus acusadores , ya habian contaminado al ejercito que acampaba en Siracusa . Banales acusaciones para quien ostentaba toda la responsabilidad y poder de todo cuanto ocurriera en aquella provincia . En el proceso de Q. Pleminio y los tribunos militares del 205 , el desgraciado legado iba a ser ju zgado bajo la acusacion de alta traici6n o p erduellio, que englobaba el amplio contenido de los delitos contra los interes es publicos , lo que abarcaba cualquier actuacion que se estimara contraria a los interes es del estado . Parece que solia este ser el ultimo recurso que se aplicaba cuando otras acusaciones se sustanciaban sin la condena del acusado , como el caso de Auto Gabinio nos recuerda, el consul del 58 que escapo a las acusaciones de corrupcion en las elecciones od e ambitu y por extorsion a los provinciales od e repetundis , pero no a la de mai estate, igualmente alta traicion, o el de Apio Pulera , consul del 54, acusado en el 50 de repetundi . de maies tate y de ambitu , aunque de todo sali6 absuelto .

130 Livio XX IX.17 .15/20 ; XXX l.1.12 ; lo soldados de Plemini o rap 1unt, spoliant , verberan t, volnerant , occ1dunt, cons tuprant ; Pavon , el poenae exemplum de Q. Pleminio , legado de Cornelio Esc ipion , A thenaeum 89.1 , 200 l. 203 /211 ; Grosso. F., II ca o di Pleminio , G/F 5, 1952 , 119/ 135 ; 234 /253 ; Brur ck, E., Pleminiu s und Sci pio bei Liv ius (L iv. 29 .6-9 und 29 , 16, 4-22 , 12), Pali nginesia 4, 1969 , 302 ss.; Z iolkowski , A., The case of Lokro i Epizephyri oi in th e year 205 /204 B.C ., Eos 70, 1982, 3 19/329 (en polaco) .

En el caso de Pleminio se juzg6 el enfrentamiento entre el legado y los dos tribunos militares . La satisfacci6n de los locrios expoliados y asesinados se busc6 a traves de medidas mas formales y ret6ricas que contundentes , reparadoras y efectivas . Se envio a un pretor para que recuperas e cuanto le fuera posible de lo robado , lo apilase en el centro de la plaza publica y los locrios afectados desfilasen ant e el abigarrado cumulo de objetos y recogieran los que reconoc iesen como suyos 13 I . Se decreto devolver al Templo de Proserpina el doble de lo expoliado , y quien pese a todos esto, siguiera sintiendose agraviado , se le permitia qu e presen-tara una demanda en Regio, sede del tribunal del consul en la provincia . El final del asunto fue de lo ma s conveni ente para las instituciones . Pleminio muri6 antes de escuchar sentencia alguna y Escipion sali6 sin cargos, de la sospecha de extravagancia y costumbres pocos ortodo xas de las que fue acusado , y que nada tenian qu e ver con los sucesos ocurridos . Pero era la oportunidad de sus adversarios y asi lo entendi6 su acusador Q. Fabio , . l , . 132 M axnno , que a a sazon era pnnceps senatu s . Se presentaron cargos contra Escipion por vestir como un extranjero , llevar manto y sandalias griegas , ir al gym nasium a practicar ejercicios y por leer libros en griego , asi como porque tanto el como sus tropas disfrutaban de la indolencia e inacc1on n los campamentos de Siracusa , olvidandose de que habian ido alli a luchar contra Cartago y Anibal. Por el contrario su descendient e, Escipion Emiliano , conquistador de Numancia , es arquetipo de la austeridad , tipica de los buenos soldados segun el modelo literario al uso . Decia de el 131 Este mi smo pro edimi ent o, de api lar la plat.1. o lo qu e sc estim e de valor, pero en este caso para co n um ar el expolio, es el qu e desc ribe como infam e y de ultraj e ana dido Ciccro n, al refe rir sc a la actua ion de C. Verrc s en la villa de Haluncio , Cic. Verr. 11.5 .52 . 132 "Es acusado de concus16n - repetund am m - el qu e se apodera de Los bienes de Los ahados . E n es te tipo de juicio. s1 ant es de su conclusion se produj era la muert e de/ reo , el ; u1c10 se din ge contra sus b1enes ", I id . E tym . V.26.23 ; ohr c los pro cesos de Gab ini o, Cic. QF 1.2 . 15; Ill .2.3; 4.1: Ses t. 18: A tt. IV.18.1; Rah . 30: Dio C ass. XXX IX.55 .5; 63 .1: Api o Pulcro , ic. fa m. lll. 6. 3; 10.3: I I .1/3; 12 . l ; Vir. !llustr. 82.4 : Plut. Cat. Ma . lll .5: Livio XX IX. 19.12/13 ; vid. Grima!, P ., L e s1ecle des Sc1p1ons. Rom e et l 'hellem sme au temps des g uerres pumqu es. Paris 1975 ; Magde lain , A. , Remarqu es sur la perdu ellio, Hi storia 23 , 1973, 405 /423 ; De regibu s, L., JI censore e l 'Africano, Genova 1959 ; Sc ull ar d, H. 1-1 ., Scipi o Afri canu s: soldier and politi cian, Oxford 1970; Decia del Numantino V. Max. IV.3. 13, que preferia que la glori a recayera obr e el y el botin sobre su patria , pu es no admirab a el oro y la plata que tran sportaba , sino el prestigio de sus gesta . Livio XXX IX. 6.7/9; Grai nger, J .D ., Th e camp aign of Cn. Man liu s Vulso in Asia Minor , AS 4 5, 1995 , 23 /42 ; Lintott. A.W .. Imp erial expan ion and moral declin e in th e Roman Republi c, His toria 21 , 1972, 626 /638 .

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EL ORO , LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

Valerio Maximo que preferia disfrutar de la gloria y que el botin , antes de quedarselo el, deseaba que beneficiara a su patria , pues no adrniraba el oro y la plata que transportaba , sino el prestigio de sus gestas. Se pensaba que las execrables formas del lujo y la corrupcion habian entrado en los ejercito romanos desde Oriente , con ocasion de las campaiias de Cn. Manlio Vulson , en cuyos campamentos se decia que abundaban los lechos de bronce , preciosas colchas y tapices y tejidos finos, mesas de un solo pie, aparadores , enseres suntuosos , y con ellos , los tafiedores de citara y sambuca en los banquetes , esclavos cocineros refinados - el oficio servil hasta ahora mas despreciado -, y otros elementos habituates entre los helenos , en la lista de bienes exoticos que se citaban como compaiieros de viaje de la crisis de las costumbres. Muchos afios mas tarde los textos vuelven a recoger otro episodio en el que es de nuevo la codicia y el vicio lo que frustra unas importantes operaciones . Lucio Luculo administra como proconsul la provincia de Cilicia y su imperium que engloba enormes areas limitrofes , recoge el mandato de dirigir la guerra contra Mitridates . Es el afio 72 , y el rey, incapaz de presentar batalla se retira desde Cabira, en Ponto , y las tropas romanas de Luculo le persiguen para intentar asestarle el golpe definitivo que ponga fin a la guerra. Pero el monarca conocia de la debilidad de los soldados y oficiales por el oro y actua de forma que se aseguraba la huida . Dice Cicer6n (Man. IX.22) que el monarca en su retirada fue dejando cada cierto trecho una cierta cantidad de oro y plata , cargado en acemilas segun otros, que habia ido acumulando de sus saqueos por toda Asia . "Los nuestros, con mas celo que el necesario, se entretenian en recoger todo aquel botin, - e incluso se enzarzaban en peleas , segun Plutarco - y la distancia del rey iba aumentando, por lo que flnalmente se les escap6 de las manos " 133. Realmente las fuentes abundan sobre este tipo de testimonios de los que resaltan los efectos corruptores que el oro o la plata generaba en las mentes turbias e inmorales , aprovechando para establecer las correspondientes ensefianzas. Todo

cuanto rodea al oro y su abundancia provoca las leyendas mas retorcidas y exuberantes , de las que todos los autores suelen dar cuenta , pues nada hay que despierte mas interes a lectores y escritores en particular que la elucubracion sobre la ingente riqueza y el brillo de los metales preciosos. Suele este pasaje incluirse dentro de los episodios que glosan y caracterizan la controvertida personalidad de Mitridates . Y era asunto que el paso del tiempo iba cristalizando con aureolas miticas , como el oro de los tectosagos , que ocupaba mucho mas espacio que cualquier otro tema de contenido crucial, en autores como Estrabon , Justino o el propio arpinate . En sintesis , a fines del siglo III los tect6sagos , pueblo proximo a Tolosa , en Galia , sufrieron una enfermedad de la que se recuperaron , tras consultas a los adivinos , con la ofrenda de una importante cantidad de oro y plata , que la imaginaci6n de unos situa en 110.000 libras de plata y un mil16n y medio de libras de oro! , y otros en 15.000 talentos , los cuales sumergieron en un lago sagrado proximo . Un siglo despues , Q. Servilio Cepi6n esta en la zona , supuestamente saca el tesoro y se lo apropia , por lo cual recibe su castigo en forma de una clamorosa derrota que su ejercito sufre ante el enemigo , los cimbrios en Arausio , en el aiio 105. En otra version el oro procedia de Delfos , fue robado por los galos tect6sagos y llevado a Tolosa , de cuyas lagunas lo robaria el perfido Cepi6n , pero no hay mucho acuerdo sobre el episodio y son varios los autores que escribieron su parecer con finales distintos 134 .

2. El oro, motor de la historia. De Grecia al oro de las lndias. E. Burkey las "otras" Indias. La pasion por el oro y la plata es una constante presente en todas las actuaciones humanas y ha sido y es m6vil de imperialismos y del deseo de dominio de unos hombres sobre otros . La codicia por el metal amarillo no tiene barreras temporales y plantea un siniestro piano de igualdad en el que todos los protagonistas , verdugos y victimas , aparecen homologados por la indignidad de los crimenes , unos , como artifices , los otros como sus victimas. De nuevo Pindaro , en el siglo V, a. C. desnudaba, conciso , la misera condicion humana , cuando sentenciaba que "el oro es una criatura de

133 "De l misrno modo que Los que buscan oro no tienen escrupulos, asi tambi en cuand o buscamos la jus ticia, cosa mas valiosa que todo el oro. no debemos en verdad rehuir ningu n esfae rzo", Cic. rep . IIl.5 .8. A no sotro s los espanoles , de entr e las leyenda s que la imaginaci6n alim enta en relaci6n a riqu ezas ingentes , fue notoria la que se elabor6 so brc el oro que los republicanos sacaron en su huida , durant e la contienda civil de 1936-1939 , "e l Oro de Moscu", y que lleva ron a la antigua Union Sovietica , siendo fructif ero instrumento de la propaganda del regimen vencedor , como manifestaci6n de la proverbial perfidia republicana .

134 Plut. Luc. 17, suel e este pa saje incluir se d entro de los episodio s de la propaganda de Mitridat es, vid . M c Ging , B.C. , The foreign policy of M ithridat es VJ E upator , king of Po ntu s, Le idem 1986 , 104/1 08 . El asunto del oro de los tect6sago s ocupa mucho ma s espacio que cualquier otro asunto ma s fundamental , en autores como Str. 1V .1.13 o Ju st. XXX ll.3 .9 ; Cic . dear. III.30 .74 ; Dion fr . 90 ; Gell. IIl .9; V. Max . VI. I . 13; Badian, E., Caepio and Norbanus , Historia 1957 , 318 ss. Vid. Mickwitz , G ., Le problem e de 1· or dan s le mond e antiqu1::, A nnal es, 35 , 5, 1980 , 235 /247.

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MORALE IMPERIO

gobernadores de la Corona y sus comitivas, decia, "van llegando en oleadas sucesivas, animados por la avari cia de la edad y con toda la impetuosidad de la juventud , y a los ojos de los indigenas no hay sino la perspectiva desesperada e inacabable de nuevos vuelos de est as aves de presa y de paso , poseidas de un apetito continuamente renovado par un alimento que se esta gastando continuamente ".

Zeus, ni el 6xido ni la po/ilia lo devoran , pero el alma de/ hombre es devorada por su suprema posesi6n ". En el siglo IV, Anaximenes de Lampsaco , fil6sofo y preceptor de Alejandro , advertia que la pasi6n del oro tenia que ver con su rareza y escasez en Grecia . Los amigos que agasajaban a Alejandro , el hijo de Filipo , cubrian de oro los postres que se disponian a servir , y al ir a tomarlos, lo retiraban junta con los demas restos, tirandolos como desperdicios, para que todos fueran espectadores de tamafia magni135 ficencia , escribe Ateneo .

3. Ciceron y el saqueo de Oriente . El oro y la diplomacia. Era aquel un panorama de gobemadores y gobernados que suponia un caso mas a sumar al inventario de conductas execrables de las que el ser hwnano es capaz de manifestar , y de las que ha hecho gala en toda epoca y situaci6n , cuando las circunstancias han sido propicias y desde que de ello tenemos constancia escrita . Sin ser el unico en esta linea de denuncias , que por otro lado no dejan de responder a concretos intereses forenses de quien las expone , Cicer6n hace publico lo que todos ya saben , "lloran todas las provincias , se quejan todos los pueblos fibres ; en fin , todos los reinos piden una satisfacci6n a nuestras ambiciones e injusticias . No hay ya lugar alguno dentro de los limites de/ oceano ni tan lejano y rec6ndito donde no haya llegado el desenfreno y la iniquidad de nuestros hombres ... provincias saqueadas, maltratadas , asoladas hasta sus cimientos , aliados y tributarios de/ pueblo romano arruinados , sumidos en la miseria , piden no ya una esperanza de salvaci6n , Sino un consuelo para su ruina " ... 1,que puede haber tan distinto coma el hecho de que bajo su gobierno Apio Pulera , Cilicia, 53/51 - la provincia haya sido arruinada por gastos y di pendio s, mientra s que durant e mi mandato no haya habido ni un centimo de gasto privado u ojicial? , y 1,que dire de sus prefe ctos, acompanantes y legados ?, (,Y de sus robo , de sus capricho , de sus insul tos? ... ''llegamos en media de la maxima expectaci6n a esta provincia desgraciada y arruinada para siempr e, el 31 de Julio ... 1,que quieres que te diga ?, lo ciudadano estan totalment e hastiado s de la vida ' , "1,hay alguien que ignor e las grandes ca/amidades que siembran nuestros ejercitos por dond e quieran que pasan , por culpa de esa avaricia de quienes los mandan ? ".

Dos milenios despues del poeta griego las cosas no habian cambiado demasiado . "La causa porqu e han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito numero de 6.nima Los cristiano s - decia Fray Bartolome de las Casas en diciembre de 1542, en su "Brevisima relacion de la destruicion de las Indias " - ha sido por tener por fin ultimo el oro y henchirse de riquezas en muy breves dias ... por la insaciable codicia y ambici6n que han tenido , que ha sido la mayor en el mun do pudo se ... y por esta causa - concluia en otro pasaje - desde el ano de mil y cuatro cientos y noventa y ocho hasta hoy otra cosa no han hecho Los infinitos tiranos espanoles sino ir a el/a - provincia de Santa Marta - con navios y saltear y robar y matar a aquellas gentes para roballes el oro, ...e hicieron grandes estragos y matanzas y senaladas crueldades ". El oro o la plata, como objeto literal de la ambici6n humana, o como valor sin6nimo y abstracto de la riqueza, de los bienes ajenos , que da siniestro sentido a W1arealidad , aquella que no tiene limites de espacio o tiempo , y que consiste en el dominio de unos hombres sobre otros , alimentados por el inagotable combustible de la codicia . En 1783 el escritor y politico irlandes EdrnW1d Burke calificaba al Gobiemo de la Compafiia de lndia Oriental , otra muestra fehaciente del imperialismo de los estados , de ser "el mas corrupto y de las tirania . mas destructivas que probablemente hubiera existido ", y al criticar el Proyecto de Ley que presentaba en la camara el Secretario de Estado Charles J. Fox , trazaba W1 funesto panorama de lo que a su juicio , habia sido hasta ahora la relaci6n entre gobernadores y gobernados en aquellos territorios asiaticos . Refiriendose a la actuaci6n de los habituales 135

Pindaro , / rag. 222 , en Sir . J . Sand ys , Pi ndar . Loeb Class . Library , Harvard /London 1989 , 6 13. En el siglo IV , Anaximenes de Lampsaco , fil6 sofo y pr ecep tor de Alejandro , advertia que la pa si6n del oro tenia que ver co n su rareza y escasez en Gr ec ia, Athen. Deipn . VI.231 C; IV. 155 D; el historiador Duris , n el libro VIII de su Hi storia de As ia cuenla que Alejandro l nia un vaso de oros de 50 dra cma s de p so, que lleva ba siempr e consigo y al ir a dormir , co locaba bajo la almohada , Ja coby, F., FGrH 86 , fr.2 .

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Unos afios antes, el panorama sc habia repetido en Asia. Cuando el nuevo gobemador Quinto Cicer6n desembarc6 en Efeso solo vio ciudades arruinadas y desiertas - Samas y Halicamasos -, bandidaje , asesinatos , des6rdenes , robos en campos ciudades y templos , calumnias , delaciones, tribut.os mal distribuidos y desprecio de la

EL ORO, LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

autoridad ante cualquier demanda de soluciones136_ En las fuentes literarias que informan sobre la Republica hay coincidencia generalizada en las causas y circunstancias que llevaron a la sociedad romana a los comportamientos constatados desde finales del siglo III, y la responsabilidad de estos en la crisis final de aquel sistema de gobiemo. Salvo pequefios matices , todos los autores indican que la riqueza, y de ella sus muestras sobresalientes, el oro y la plata, el dinero en general y la avaricia y la codicia que suscitan , el desprecio y sustitucion de los valores tradicionales , fueron todos ellos elementos generadores de la cormpci6n y la crisis del sistema , que acabaron por quebrar la estructura de las instituciones del estado republicano , sin que el regimen que le sucedi6 lo recompusiera . Mas adelante veremos el papel que el oro, en forma de coronas , asumi6 dentro de la maquinaria militar, durante la conquista y su justificacion como exigencia posbelica. Oro, plata, objetos preciosos , mercancias lujosas o de gustos refinados estaban presentes en las relaciones de los dinastas orientates desde los tiempos mas remotos , y fueron habituates en los primeros contactos de estos con los magistrados romanos desde finales del siglo III a.de C. Asi lo recordaba el baron de Montesquieu , en "De l espiritu de las Leyes ", cuando afirmaba que "es costumbre en los paises desp6ti cos que no se aborde a un superior sin hacerl e un presente ... asi debe ser donde domina la idea de que un supe rior no debe nada a un inferior... y /os monarcas orientates a nadie co nsideran par naturaleza ni amigo ni enemigo , sino que miden, en el calculo de lo conveniente , sus enemistades y amistades ".

Una primera alusion a este papel ya adelantabamos al principio de este trabajo. Los metales preciosos acompaftaban en las negociaciones de paz , en los acuerdos temporales y armisticios y llegaban a jugar tal papel en los contactos diplomaticos que llegaron a ser imprescindibles para limar asperezas , disipar recelos o ablandar intransigencias . El oro y la plata iban de un lado a otro de las partes que contactaban ,

compraban voluntades, sumaban apoyos y financiaban traiciones y lealtades. Eran los verdaderos embajadores y en ellos se solia depositar la mayor esperanza de exito en las misiones exteriores , y si los romanos no manifestaron antes de su proyeccion politica por el Mediterraneo su pasion por el oro fue simplemente porque no lo poseian , no porque no lo 137 ambicionaran . Como acabamos de indicar , antes de entrar en los antiguos territorios helenisticos los romanos habian mantenido una relacion con estos metales poco mas que modesta y esporadica, pero con las conquistas y anexiones en Anatolia institucionalizaron y acomodaron a sus costumbres a los protocolos de recepcion y trato de los embajadores extranjeros , ya que por razones obvias los encuentros y entrevistas comenzaban a ser muy frecuentes tras la firma de los primeros armisticios. En el siglo II los embajadores extranjeros tenian asignado el mes de febrero , que al parecer era de poca actividad politica en el senado , para presentar sus demandas ante los patres . Llegados a Roma, recibian alojamiento - en la villa publi ca, area vecina al Campo de Marte , dotada de algunos edificios, si no eran soc ii - y una cantidad de dinero que oscilaba entre los 2.000 y 3.000 asses por cabeza , en concepto de regalos o lautia , y en casos muy especiales ademas regalos y dones , y escolta hasta el puerto de embarque . Todos estos actos, de cuya organizaci6n y mantenimiento se ocupaban los cuestores , eran un modo de perpetuacion de los antiguos habitos en el hospitium, sobre cuyas caracteristicas se extiende Livio para el afio 172 a. C. Asi, el consul L. Postumio Albino, antes de salir de viaje, mando carta a Preneste para que un magistrado de la ciudad saliera a recibirle , le prepararan un lugar de alojamiento y le pusieran animaJes a su disposicion, para el momento de la partida . Postumio fue el primero que impuso esta costumbre , pues antes de el, dice Livio , "nadie suponia una carga o un gasto en nada para lo a/iados . Para evita rlo, el senado ponia mu/os , tiendas y cualquier otro material a disposici6n de sus comisionados , para que no tuvieran que pedirlo a las aliados . Tenian sus re/acione s particulares de

136 Casas , Bartolome de las, Brevisima relacion de la destruicion de las !ndias, A. Saint-Lu , ed., Madrid 1999, 48 , 57, 79 , 133; Burke , Ed., Discursos politico s, Mexico 1942, reim 1984, 353 /358 ; Jolliffe, R.O ., op.cit. 63; Cic. Verr. ll.3.89 .207 ; Cic. div. Q. Caec . 7;2; Art. VI.1.2 ; V.16.2; Man . Xlll .37; Cic . QF 1.8.24; Mamoojee , A.H ., Le proconsulat de Q. Ciceron en Asie, EM C/C V, 38 , n.s.13, 1994 , 23/50; una cierta prco cupa ci6n por el bienestar de las provin cias comienza a verse a partir de! 170, Plut. Cato Ma . 10.5: mor. 201A ; Pol.fr . 76 B-WW ; V. Max. IV.3.13.

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Ch. L. de Secondat , Montesquieu , Del espi ritu de las !eyes. V. 17, Madrid 1985, 50. Pero Pol. I 1.47.5 indicaba la cscasa fiabilidad que. de todas formas , los monarca s orientales inspiraban ; Marco Simon , F., El regalo como distribu ci6n exterior del exce dente en las socie dade s asiaticas del Pr6ximo Oriente Antiguo (siglo XIV a. C.), MHA, 3, 1979, 189/ 198, analiza el asunto a traves de la correspo nd encia fara6nica de El A.mama .

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hospitalidad , las cultivaban afectuosa y cortesment e, y us cas as en Roma e taban abiertas a Los huespe des, en las cuales a su vez tenian por costumbr e alojars e. Los embajadores que eran enviado s de improvi o a alguna parte pedian un animal de carga en las ciudad e por las que tenian que pasar , y era el imico gasto que soportaban Los aliados para con Los magi strado romano s" .

Unos afios mas tarde , Apiano de Alejandria amplia la informaci6n sabre un aspecto de la hospitalidad romana cuando , aludiendo a las pueblos celtibericos , "lo ernbajadores de la facc i6n enemiga penetraron en la ciudad - belos y titos - y f ueron alojados coma huespedes suponemos que en la villa publica -; en cambi o, los def bando enemigo , coma era la co tumbr e, acamparon fuera de las murallas hospitium 138.

4. Del premio al tributo. El oro de la corona. Si la conexi6n oro/ejercito era susceptible de generar episodios como el de Pleminio o el citado de Mitridates y las soldados de Luculo , se debia en parte - y no es ello justificaci6n - a la atracci6n que este metal , escaso , reluciente e inalterable , ejercia en las tropas desde los tiempos primitivos de la Ciudad . Hablamos de ello al referimos a la austeridad y a las formas graves y adustas que se atribuian a los usos arcaicos , y conviene que nos extendamos ahora sabre el significado de los pra emia en oro , que constituyeron el modo de reconocimiento habitual del valor de los soldados , lo que requiere un analisis de los datos .

La ninfa Dafoe , perseguida por un apasionado Apolo, en su huida se convierte en un arbol de laurel , y el dios fabrica con una de sus ramas una corona , de modo que asi pudiera poseer a quien de otra forma se le escabullera. La corona de laurel , o de myrto , encina o apio , pasa a ser premio de los esforzados , sean atletas , sean soldados valerosos en combate . La corona de encina , recompensa de las juegos olimpicos , o las diversas coronas militares que se otorgaban como recompensas en funci6n del media en que se habia demostrado el valor : ob idionalis, civica, navali s, rnuralis, castr ensis, o/eaginea. La efimera duraci6n del vegetal se corrige cuando las coronas empiezan a fabricarse en metal, imitando el modelo original , y lo simb6lico pasa a convertirse en un fehaciente obsequio material . Asi, comienzan a fabricarse en oro, plata y bronce , y con ello, a la gloria que ahora puede conservarse de forma prolongada y atesorable , ese nuevo elemento de valor crematistico lo hace a partir de ahora mas deseado. La humanizaci6n que se imprime al reconocimiento que otrora se vinculaba a lo divino , abre perspectivas de un 139 interes que rebasa el espacio religioso . En los territorios de las griegos de la peninsula helenica y de Asia Menor habia cientos de templos que contenian imagenes y eran sedes de cultos y ceremonias que rendian homenaje cotidiano a los dioses asi reconocidos . Igualmente , otras regiones de civilizaci6n menos avanzada , como Hispania y Galias , pero con desarrollos del sentimiento religioso igualmente complejos. rendian votos a divinidades a las que se veneraba con w1a expresi6n material no menos rica y simb6lica que la desplegada en la parte opuesta del Mediterraneo . En los santuarios y templos de todos ellos a su servicio y como instrumentos de la liturgia y ceremonial de los ritos que les eran propios s fabricaban coronas en metalcs preciosos , cuyo numero era una manifestaci6n material de la implantaci6n. la piedad y la devoci6n que inspiraban los cultos practicados en el ambito geografico y social en que se realizaban .

Laurel , pino , hidra , rob le, etc .., eran las arboles que proporcionaban las materias con las que se confeccionaban las coronas de las vencedores en las diversos juegos que se celebraban en Grecia. La recepci6n de una de estas coronas elevaba a su beneficiario por encima de la condici6n humana y a nada mas valioso podia aspirar quien hubies e destacado en cualquier acci6n hwnana . Pero ademas las coronas estaban tambien vinculadas a las acontecimientos religiosos , estaban presentes en las sacrificios - las portaban los oficiantes -, en los integrantes de los sequitos de las funerales , se cefiian en las sienes de las difuntos , o las llevaba puesta el pueblo implicado en las suppli cation es o ceremonias de acci6n de gracias decretadas en la Ciudad . Dioses y humanos encontraba asi una fonna de comuni6n a traves del simbolo vegetal.

Durante las guerras contra Filipo V de Macedonia y Antioco III de Siria, Roma comprob6 que junta al numerario en oro y plata , las lingotes y enscres fabricados en estos metales y capturados aJ enemigo , las ciudades helenisticas tenian enormes

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De hecho los legado s romanos llevaban ani llo de oro , como di tinti vos de su alta mi si6n , Plin NH . XXX IIl.4 .11; Livio , XLII. l. 7 /12 , del ano 173, se ell.ti en de sobr e las caracteristicas de la hospitalidad y sus limit es. Ap . !b er. 49 ; Livio, XXX.2 1.12 ; XXX IIl .24.5.

Livio XL.37 .3; XL III.13 .7/8; Marc. IX.3 .7 : la corona de encina, reco mp cnsa de los j uegos olimpi cos ; Ap. Pun. 66 ; Gell. V.6.5/8, cik'l las div ersas coro na s militar es qu e se otorgaban como reco mp ensas en fun ci6n de l medio en qu e sc habi a dcmostrado el va lor .

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EL ORO, LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

cantidades de oro convertido en coronas , que estaban depositadas en los templos. Salvo que en algun caso concreto las guerras terminasen con la destruccion y arrasamiento de la ciudad enemiga en cuestion , en cuyo caso todo el oro, sagrado o profano, pasaba a las legiones como botin tornado al enemigo , en el resto de los casos, los armisticios y posteriores tratados contaban con clausulas que regulaban las obligaciones econ6micas que los vencidos habian contraido con el senado y dejaban al margen los bienes religiosos. Los pactos obligaban a reyes y principes, a ciudades y senados , pero no a sus dioses ni a los bienes que ellos poseyeran en la tierra. No quiere ello decir que tal espacio sagrado fuera respetado en el tiempo por los nuevos propietarios de los territorios ; simplemente se busc6 el camino por el cual el oro del enemigo, ya de sus lideres , ya de sus dioses, pasara a engrosar la cuentas publicas o los peculios privados , al margen del apenas esbozado o embrionario derecho de gentes que la situacion demandaba para los dominados. Se utiliz6 la via del regalo. Una vez que las poblaciones rendidas o dediticiae eran multadas y obligadas a contribuir con cantidades de pago aplazado durante Wl numero de afios, segun las clausulas de los tratados impuestos , la formula de las exacciones no quedaba agotada , simplemente cambiaba la justificacion de otras nuevas . Modalidad de lo mas sofisticado era aquella que "sugeria " a los provinciales administrados la oportunidad de agradecer al gobernador saliente los desvelos y sacrificios realizados durante el tiempo de oficio en la provincia . Asegurado el deseo de agradecer y honrar la memoria de su ilustre gobemador , solo quedaba buscar la via mas adecuada para canalizar tal manifestaci6n de gozo, justificativa del obsequio - obsequio ''arrancado con ruegos ", como mas abajo recogemos de Tacito -, y a ello se ofrecia como ocasi6n adecuada el momento en que el magistrado solicitara al senado la celebraci6n de su triunfo .

extranjeros e incluso Les adulamos - ellos, que antes sentian inquietud ante esa inspecci6n -, y mientras que antes a cualquier indicaci6n suya se decretaban ''supplicationes "- accion de gracias -, ahora se decide de inmediato el procesamiento . Que este ultimo se inicie si es Justo y se defienda el derecho de Losprovinciales a ejercer el poder de ta/ modo, pero que la falsa alabanza y la arrancada con ruegos se castigue al igual que al malicia y la crueldad "-, los particulares que habia ido en el sequito del gobemador , ya como simples viajeros, ya como amigos o acompa:fiantes, y que cumpliendo directrices del senado , se documentaban sobre la gestion de gobierno del magistrado en aquellas tierras . De los informes laudatorios de los miembros del sequito, la cohors praetoria que constituian todos sus colaboradores y oficiales subordinados , que le habia acompa:fiado, era de especial relevancia , sobre todo el informe de los legados y el informe financiero del cuestor. De modo que entre gobemador y plantilla de colaboradores se establecia una relaci6n de intereses mutuos , cercano a un velado chantaje que a todos implicaba , pues el primero podia supeditar los repartos de los beneficios , frutos de la labor de gobierno , a la emision de buenos informes . En este sentido hay veladas amenazas en el proconsul de Cilicia del 51, Marco Cicer6n a su meticuloso cuestor , Mescinio Rufo, cuando este le solicita aclaraci6n de las cuentas presentadas por aquel en el erario y el orador apenas disimula el enfado y la engorrosa contrariedad que aquello le supone. En suma, la obtenci6n de un decreto de triunfo no era asunto baladi, suponia varias instancias de consulta y como todas las cuestiones que se llevaban al pleno, era precedido de una notoria lucha de intereses, presiones , recomendaciones , favores , venganzas y enfrentarnientos entre bastidores . En todo ello estaba presente el dinero. El gobernador saliente por tanto , necesitaba dinero en abundancia para lubricar , comprar y simplificar todos esos mecanismos en su favor, y para el buen fin de esta cuesti6n se hacian votar en las ciudades unas cantidades destinadas a las embajadas que irian a Roma a postular la concesi6n de su triunfo . Aunque existian otras justificaciones no menos extravagantes , como la que se razonaba como contribuci6n necesaria para sufragar los grandes gastos que en Roma suponia el desempefio de la edilidad , y sobre la que mas adelante volveremos 140 .

Este era asunto que otorgaba aquella institucion tras el estudio , discusi6n y votacion del informe de la gesti6n que presentaba el propio gobemador , los informes de los legados, el balance contable del cuestor , y suponemos que los informes mas o menos oficiales que daban los particulares que habian estado en la provincia , - como escribe Tacito , "antiguamente se mandaban a inspeccionar a particulares el estado de las provincias , no solo al pretor y al consul, y estos al volver daban cuenta de sus impresione s a cerca de la sumisi6n de cada una. En cambio, ahora honramos a Los

140 Ta c. A nn. 15.2 I · Cic . fam . V. I 9/21 ; Tullio, R., Cohor s praetoria e cohors amicorum , Rivi sta di Filo logia e d, lstruzione Classica 20 , 1942, 54/61 ; vid. Tomul escu, C.S.,

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MORAL E IMPERIO

El dinero exigido para el triunfo guardaba la conexi6n formal entre los medios y su destino , de modo que se solia entregar en coronas de oro , pues al fin y al cabo de una coronaci6n como heroe militar se trataba . Aderruis se aco gia positivamente una segunda justificaci6n que a modo de sanci6n de la primera , contemplaba la entrega de coronas de oro por parte de los dioses venerados en la provincia sometida a los dioses romanos , en simb6lica comuni6n entre dioses subditos y los dios es dominador es. Esta formul a sagrada de sum1S1on contaba ademas con precedentes y tradici6n en la Roma de los prim eros tiempo s, y asi en el 49 5 a los latino s se les habia permitido depositar una corona de oro en el Templo de Jupiter Capitolino , en agradecimiento por la liberaci6n de 6.000 cauti vos decretada por los romano s. De esta form a, los analista s contabil izan las cantidad es de corona s de oro ingresadas en el erario de la republica a lo largo del siglo II a. de C. por las ciudades provinciales , y en la misma relaci6n el numerario de todo tipo , las vasijas metalicas , lingotes y las cantidades del cereal capturado al enernigo 14 1 . La exigencia continuada y regular de coronas de oro deriv6 en impuesto no declarado , sometido a la periodicidad del relevo de los gobernadores , y conectado siempre a la necesaria manifestaci6n de amistad y ayuda que , peri6dicamente , todo cliente debia demostrar hacia su patrono . En algunos casos la amistad y consideraci6n de amici del pueblo romano solo se conseguia mediante una compra real de tal status, a traves de su valor estimado en coronas de oro o aurum coronarium , denominaci6n con la que en el siglo I se designaba a todas las coronas de ese metal , o en su defecto , el oro equivalente entregado para el mismo fin , aunque finalmente este fuera a discreci6n del senado que lo recibia .

sobre el peso de cada una de las piezas y entendemos que cuando se habla de piezas singulares y unicas de un peso o valor alto , tomamos las cifras en un sentido de valor de cuenta, y as i, una corona de 65 kilos de peso , por ejemplo , pensamos que se trata en realidad de un conjunto de coronas que dan un peso o valor total de esa cifra . T.Quincio Flaminino en el triunfo sobr e los griegos del 194, adema s de 18.270 libra s de plata, vasos de plata , objetos de bronce , 10 escudos de plata , 84 .000 monedas aticas de plata o tetradracmas , a 3 denario s cada una , 3.7 14 libras de oro, un escudo de oro maci zo, 14.500 filipo s, ganado , rehenes y cautivo s, llev6 114 corona s de oro. Los embajador es macedonio s de Filipo pidieron penniso al senado en el 19 1 para hac er un sacrificio en el Capitolio y depositar en el Templo de Jupiter una ofrenda de oro, en conmemoraci6n de la victoria de Roma sobre Antioco . Se les autori z6 a que depositaran una corona de 100 libras - 32'4 kilos -, obteniendo en compensaci6n la liberaci6n de Demetria , el hijo de Filipo , que era rehen de los romanos , y poniendo de esta forma al descubierto la 142 verdadera intenci6n de aquel oro .

5. Livio, las coronas y el erario. Ante s de ver algunos ejemplos deb emos indicar que , examinadas las cantidades citadas como ingresos en el erario , estas se refieren a numero de piezas, peso total de las rnismas y evaluaci6n o estimaci6n monetaria del conjunto . No hay detalle

Marco Fulvio , vencedor de los etolios en Ambracia , afio 189, recibi6 una corona de oro de 150 talentos de valor o, en nuestra opinion , coronas por un valor total de 900 .000 denarios mas plausibl e que transcribir por una pieza de un peso de 4.118'4 kilos - . En este mismo afio, que fue pr6digo en victorias , L. Emilio Regilo celebr6 triunfo naval sobre Antioco y desfil6 con 49 coronas de oro en el botin capturado . L. Cornelio Escipi6n Asiatico por su pa.rte ingres6 otras 234 coronas de un botin ciertamente copioso ; en el afio 186, Cn Manlio Vulso recibi6 de los sagalasios a cambio de entrar en la amistad con el pueblo romano , coronas de oro por valor de cincu enta talentos, unos 300 .000 denarios . En el 188 muchas legaciones de las ciudades de Asia le habian entregado coronas a.ureas para su triunfo sabr e los galatas , cada una segun sus posibilidades , en un 143 total de 212 libras de peso - 68'6 kilos - .

L' existence du droit intern ational publi c chez les romains; ses origines, R!DA 24 , 1977 , 423 /437 . 14 1 Livio 11.22.5/6, una formul a a caballo entr e la sumi si6n y el agra decimiento, qu e elimin aba rece los, pu es tat funci6n tenia el regalo. De hecho esta quasi obligada gratitud era formul a muy corrient e en la manera de entend er los deberes de la amicitia. T iberi o casti gaba la "ingratitud " de qui enes se enteraba que le habian excl uid os de los lega dos de su testa mentos, Suet. Tib. 49; Tac . An n. 11.48; Serv. Ad aened. Vlll. 72 1; Ap. Af r. 66 ; Daremb erg, Ch. et Saglio, Ed., Dictio nnaire des A ntiquites g recq ues et romaines, (Paris 1878)Graz 1969 , I, 2, 1534b; VI.19.

142 Vid. Matth aei , L.A. , On t he clas ificati on of the roman allies, CQ 1, 1907 , 182 ss. Livio XXXIV. 52 .4/9; XXXV I. 35 .12; Klauser, Th., Aurum coronarium , MDA l (R) 59, 1944 , 129/ 153; Laco mbrade, Chr., Not es sur I' aurum coronarium , REA 1949, 54/59. 143 Ademas de 83 .000 libras y 118.000 tetradrac mas en plata, 12.322 filipos , 785 estatuas de bro nce, 230 de marm ot, arma de todas clases y rehenes, Pol. XXXI.30.1 1; XXX IX.5.14/16 : Livio XXXV ll .58.4; 49.3;58.3, ademas de 224 .000 insignias militares, qu c representaban a 1.034 ciudad es, 1.23 1 colmillos de marfil , 137.42 0 libras de plata, 224 .400 tetradracmas aticas, 32 1.700 cist6foros , 140.000 moneda s de oro de Filipo,

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EL ORO , LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

En el triunfo de L. Emilio Paulo sobre Perseo , entre la variada gama de objetos preciosos capturados - estatuas, pinturas , vasos , laminas de oro y plata, bronce , marfil , - habia 400 coronas de oro entregadas por las ciudades como precio por la paz. Los rodios se apresuraron a pedir la alianza con tan poderoso enemigo , una vez disipados los temores de la guerra, y sus embajadores llevaron a Roma una corona que , textualmente se componia de 20.000 aureos 144 . Las guerras mantenidas contra Anibal y contra los hispanos produjo acopio de coronas de oro, pero su cuantia es significativamente inferior , como corresponde a un contexto en el que en el primer caso, el sentimiento y piedad religiosas no alcanzaba el grado de expresi6n material y antropom6rfica del mundo helenico , y en el segundo , ademas de lo dicho , el oro y la plata no tenian una estimaci6n y valor similar en los patrones de riqueza y relaci6n de aquellas sociedades . En los despojos galas y celtas en general habia torques , brazaletes y pectorales de plata y oro , pero no coronas . Asi , de los despojos tomados al derrotado Asdrubal , aiio 205, se envi6 a Delfos un regalo de 200 libras de oro en coronas - una corona de ese peso , 64'8 kilos , ademas de muestras del botin por un peso de otras mil libras de plata. En Hispania, C. Calpurnio Pis6n , aiio 184, y Q . Fulvio Flaco , llevaron en sus t.riunfos 83 y 124 coronas de oro , y L. Manlio Acidino y A. Terencio Varron , 52 y 67 respectivamente , en las ovationes que se les decretaron , por su labor en los a.nos 185 y 18i1 45 . En el 170 los de Lampsaco , aliados dignos de toda consideraci6n como se deduce de lo que sigue , reforzaban su petici6n de entrar en la amicitia con

Roma entregando una corona de oro de 80 libras de peso , 25'9 kilos , lo que les vali6 ser inscritos como tales , y recibir cada w10 de sus embajadores los /autia correspondientes . lgual conducta observaron aiio despues los panfilios , cuando pidieron penniso para depositar en el Templo de Jupiter una corona confeccionada con 20.000 filipos , moneda de oro que acufiara el rey Filipo II de Macedonia , cuyo valor rondaba los 20 dracmas por pieza , y que el propio traductor del texto corrige por mil o dos mil, sin mas datos que la prudencia , lo que es innecesario si se interpreta como su valor en dinero. Finalmente , en el 159, Menocares , el embajador del rey Demetria llegaba a Roma con 10.000 estateras de oro para coronas , unos dos millones cien mil dracmas , pues no resulta 16gico hablar de un peso de mas de nueve toneladas de oro, aceptando el senado el regalo de buen grado.

un

6. El "oro de la corona" en el siglo I a.C. Apio Pulcro y la tasa edilicia. Nuestras fuentes de informaci6n cambian para el siglo I a.de C. pero contienen mas datos que las frias enumeraciones de la centwia previa . Se sigue documentando la exacci6n en oro mas o menos velada, en forma de coronas , que se entregan tanto para garantizar la paz y la amistad con los dominadores , como para asegurar una contribuci6n regular en pro del triunfo de los magistrados . Macares , el hijo de Mitridates , y rey del B6sforo , compr6 la amistad del proconsul Luculo en el 69 con una corona de 1.000 aureos , unas 25.000 dracmas , lo que constituia un regalo personal , que acaso no liberaba a sus subditos de una contribuci6n similar con ocasi6n de su triunfo en Roma 146 .

vasos por un total de 1.423 libras de plata y 1.023 libra s de vasos de oro ; Pol. XXl.36.4 , adema s de 20.000 medida s de trigo y otras tantas de cebada , 220 .000 libras de plata. 2.103 de oro , 127 .000 tetradracma s, 250 .000 cist6foro s, 17.320 filipos, carro s, armas, despojo s galos y reh enes; pero se le acus6 de ha cer la guerra a los galatas sin permi so del enado, de man era que los diez comisionados que fueron a Asia a investigar sus hecho s le tildaron de consul mercennarius , Livio XXXVlll.45.4 /9 ; 37.4 ;XXX IX.7. I: Pol. XX I.41 .1. 144 Livio XL V.33 .5, un total de 300 mill ones de seste rcios segun Plin . NH XXX IIl .17.56 Plut. Ae m. 34.4 ; ya antes , en el I 8 I, cuando triunf6 sobre los ligur es ingauno s llev6 25 corona s de oro, Livio XL.34.8 ; 25 .7 . Athen , deiph . V 194CI 95C , se extie nde con todo lujo de detalle s en los juegos que , para emular a los que Paulo organiz6 en Macedonia , celebr6 Antioco IV Epifanes en Dafoe , y aun mucho mas en el desfile organi za do por Tolomeo II Filadelfo (285-245 a.C.) en Alejandria , 197D-203A. En ambos el oro y la plata eran los protagonista s. 145 Livio XXXVIIl.45 . 12; XXXIX.42.3 ; XL.43 .6; XXX IX. 29 .6; XL.16 .11; los germanos no valoraban el oro , Tac . Germ . 5; al igual que los celtiberos , Ap. Jber. 48 ; 54; Livio , XXIV.41.8 .

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Sobre los lautia , Plut. mor . 275C ; 43; Livio XLIII .6.7/8; era un buen aga ajo a un embajador darle vasos de oro y plata , una toga de purpura . una tuni ca palmeada , cetro de marfil y una toga pretext.'l con silla curul , Livio XXXI.11 .11; los embajadores de los galos que en el 170 se fueron a quejar de! consul C. Casio Longino , fueron agasajado s especialmente : los embajadores de los carno s. ya pide s e istrios recibi ero n 2.000 ases cada un o y el herma no de! regu lo Concibilio , dos torques de cinco libra s de oro , cinco vasos de plata de veinte libras, dos ca ballo s enjaezado s con faleras y con sus palafrenero s correspo ndi entes, arma s, capotes de caballeria , y prenda s de vestir para todos los acompafiantes , permiti endoles que camo s, ya pide e istrio s recibieron 2.000 ases cada uno y el hermano de! regulo Concibilio , dos torques de cinco libras de oro , cinco vasos de plata de veinte libra s, do caballos enja eza do s con faleras y con su s palafr eneros correspondientes , armas , capotes de cabal leria , y prendas de vestir para to dos los acompafiante , pem1itiendol es que compraran cada uno ha sta diez caballos, Livio XLIII . 5. 3/ 10; XLIV . 14.3; Pol. XXXII .2 . 1; Plut. Luc . 24 .

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MORALE IMPERIO

En el afio 63, el aurum coronarium era una contribucion consolidada ya en el tiempo , que al no tener consideracion oficial de pago tributario o impuesto provincial - estos eran la decuma o diezmo de las cosechas , la scriptura o canon sobre los pastos, el portorium o peaje, ademas del stipendium cuando procediera , impuesto en metalico segun las zonas - en suma , aquella contribucion no tenia una recaudacionsu ni regulada ni dirigida por el senado . Se exigia , se recaudaba y se ingresaba sin que nada se pudiera hacer sobre la ecuanimidad de las cuantias recabadas , la equidad en su cobro o la justicia entre lo reunido y lo ingresado finalmente en el erario. En realidad el aurum coronarium era un ingreso legalmente poco justificable , reprochable por su persistencia en el tiempo, propicio a la corrupci6n , pero que beneficiaba a los magistrados y en consecuencia , a los integrantes de la instituci6n senatorial , por lo que no hubo voces que exigieran su prohibicion , salvo en los casos en que tal estrategia sirviera para minar las fuerzas del adversario politico . El aurum coronarium era una tasa cuyo significado se asimilaba a los despojos tomados al enemigo . En su discurso contra el programa agrario del tribuno Servilio Rulo, Ciceron lo cita junto a los manubiae o dinero sacado de la venta del botin, y la praeda o botin mismo , la fuentes economicas que serviran para financiar los, para el orador, desatinados proyectos del tribuno . La lex Julia de pecuniis repetundi del 59 prohibia la recaudacion de nuevos impuestos en las provincias , puesto que su creac1on era competencia del senado, y este nunca lo decreto , por lo que en principio la exigencia del aurum coronarium, hasta ahora al margen de las leyes, a partir de esta nonna pasaba a estar tipificado como delito, si seguia adoptando la regularidad y las formas de recaudacion que lo hacian semejantc a cualquier otro impuesto . Pero el oro de la corona no era un impuesto , sino un pago que se presentaba como voluntario , que las ciudades hacian votar a sus ciudadanos , y que se justificaba como muestra fehaciente de la lealtad del provincial hacia su gobernador , en el momento de su partida. De hecho se sigui6 recaudando con posterioridad al 59 aunque con una mayor fiscalizacion desde el senado en sus procesos 147 formal es .

Ya antes hablamos de Apio Claudio Pulcro , consul del 54, que gobern6 Cilicia en los afios 53 y 52, y fue antecesor de Ciceron en esa provincia . Durante su administracion la colecta del aurum coro-narium adopt6 formulas sofisticadas . Apio obligaba a las ciudades cilicias a votar "libremente " unas ciertas cantidades para que unas embajadas , en representacion del conjunto de todas las ciudades, viajaran a Roma y pagaran los castes del proceso que se requeria para la aprobacion en el senado de su triunfo . Al menos estas eran las razones esgrimidas por Apio, de modo que tales dineros no podian ser conta bilizados en las rationes o cuentas del cuestor de la provincia como procedente de impuesto alguno , ya que no estaba entre los legalmente establecidos , no habia sido exigido formalmente exigido ni recaudado con el habitual concurso de los publicanos . Parece ser que Cicer6n , cuando Apio ya habia abandonado la provincia , orden6 la suspension de las gestiones , que aun se hallaban en curso a su llegada , y esto provoc6 la ira del Claudio , manifestada en las cartas que ambos proc6nsules se intercambian , exigiendo este explicaciones por la medida , y aportando el arpinate mas retorica que argumentos a su decision. De hecho se trataba de c6mo aprovechar los resquicios de un acto de cuyo caracter fraudulento no se tenia duda, para intentar neutralizarlo desde la mas estricta aplicacion formal de la ley Julia . La hostilidad y colera apenas contenida con la que Apio, al saberse intervenido y corregido en sus anteriores decisiones de gobierno , respondi6 al ataque, deja poca duda sobre la impunidad con la que esta situaci6n se venia desarrollando 148 . Las cartas que Ciceron dirige a su antecesor Apio Pulcro son trece, la mayoria desde Cilicia, salvo las de los meses previos a su marcha. De su lectura , se deduce que Apio exigi6 , mas que pidi6 , explicaciones sobre varias de las medidas de gobiemo de Cicer6n , que segun sus agentes , Gell. XIII.2 5.6 confirma los punto s de vista del arpinate ; pra eda, era el termino para el botin , y manuhw e. el dinero obtenido de su venta ; Bona , F. Osserva z.ioni sull 'acquisto delle res hostium, SDI-fl 24 , 1958, 237 ss.; idem, Preda di guerra e occupazione pri vata di res hos tium , SDHJ 25, 1959, 309/370 . En Sinesio de Cirene, Cartas. 79, del 403 , se cit.an dos tribut os vigentes, el "s trati otik on chry sion", acaso el aurum tiromcum, que debian pagar qui enes no pudi esen propor cionar los recluta s a lo que estuvi era obligado, y unos " aulanai a", posiblemente el aum m coro narium, tradu cido como el "tribut o de pala cio ". Co d. Th eo d . XII .13.2. 148 Vid. Schri cht, R., op.c it., y Muni z Coe llo. J., Cicer6 n y Cilicia. D iario de un gobe rnador romano del siglo 1 a.de C., Huelva 1998 , citadas en nota 87; Fallu , E., La premiere lettr e de Ci ceron a Quintu s, et la lex .Julia de repe tundis, REL 48 , 197 0, 180/204 .

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Serv. A d Ae ned. VIII.72 1: dona recognosci t pop ulorum aurum coro narium dicit. Quod lriump hantibus hodieque a victis gentibus da tur. fmpo ne au tem hoc imperatores p ropter concessam immun itatem. !deo ergo dix it dona : nam si hoc non esset, sp olia diceret ": Rostov zefT, M. op .cit. 44 6; C ic. Ag r. II.12 ; en este tiemp o, las ciudad es ya no daban coron as, sino una aes timatio de su va lor en dinero al co nta do; II .59;

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habian anulado a su vez las suyas del bienio anterior. En definitiva , Apio se sentia traicionado por su sucesor , queria explicaciones y las pedia con contundencia. Del tono de las respuestas , la extension de las mismas y las actitudes teatrales y compungidas que manifiesta el arpinate , se infiere que las cuestiones planteadas por Apio lo fueron sobre todo con dureza, 1naneras bruscas y violentas , tipico del caracter desabrido y soberbio que identificaba a la familia . Hay en las cartas , que son extensas y a veces , farragosas y evasivas , alardes de diplomacia , no poco de halago y lisonja, adulacion sin medida y mucho rendimiento, que el retorico reviste como muestras de admiracion y aprecio , cuando la impresion que transmiten al lector desapasionado no era masque de una paciente resignacion mezclada con autentico miedo a la colera de Apio . Ciceron temia ser victima de la animadversion y el poder de los Claudii , uno de los cuales , Publio , aquel que devino en plebeyo , ya le habia proporcionado los momentos mas amargos de su vida . En realidad la exigencia a los provinciales de cantidades votadas "libremente " era costumbre extendida a toda la region y se constataba igualmente durante el gobierno de Quinto Ciceron en la provincia de Asia, entre el 61 y 59. En la correspondencia que mantienen ambos hermanos , el orador se extiende sobre el merito de Quinto por haber acabado , durante su administracion en Asia, con el llamado vectigal aedilicium , dinero que, siempre voluntariamente , votaban las ciudades para costear los juegos que debian celebrar los ediles en Roma - "que grande es tu beneficio al liberar a Asia de/ inicuo y gravoso tributo edilicio, aim cuando nos ha reportado tamaifos enemistades ", escribia Marco a su hermano Quinto Ciceron , gobemador de Asia -, segun la interpretacion tradicional que se viene dando a este concepto.

recaudando aunque a traves de nuevas denominaciones . De hecho tampoco esto importo demasiado y con el aumento de las necesidades financiera al inicio de las luchas civiles , se obviaron los formalismos y cuantas cortapisas obstaculizaban el flujo de caudales para uno y otro de los bandos contendientes. Por otro lado, existia en Oriente una tradici6n de siglos en la entrega de dinero y riquezas por parte de los subditos a sus gobemantes , sin necesitar de mas justificaciones que el de manifestar la sumision y reverencia para gloria de sus monarcas . 7. El oro y Losmagistrados. Guerra y expolio. Por su parte, las ciudades orientales estaban acostumbradas a ofrecer coronas de oro a los reyes por las circunstancias mas diversas reconocimientos , aniversarios , donaciones convirtiendose pronto en impuestos regulares . Los ingresos de las monarquias helenisticas eran enom1es a causa de la explotaci6n de territorios y poblaciones y causaban asombro y soterrada envidia a cuantos entraban en relaciones con ellos . Esto casaba plenamente con la actitud y costumbres de una clase dirigente escasamente concienciada con aquellos problemas de gobierno , alguno de cuyos miembros no se arredraba en ver y calificar a las provincias como praedia populi romani .

El Africano se admiraba de las riquezas que vio en la corte de Tolomeo , de los que se presumian ingresos anuales de entre los diez y quince mil talentos , y la riqueza de los Atalidas era asunto proverbial en los argumentos de los poetas. Las estatuas conmemorativas eran de los pocos regalos legales que un gobernador podia recibir de sus administrados , aunque para evitar abusos Sila habia ordenado la distribuci6n del gasto a lo largo de cinco afios. El lacayo de Verres , Timarquides , liberto al que se nombra como accen sufi, actor y administer, segun los pasajes , exigi6 a cada uno de los l 30 censores que nombro para Sicilia - dos por cada ciudad -, la cantidad de 300 denarios por cabeza , para erigir estatuas al pretor, que naturalmente , nunca se erigieron . Era legal el gasto en la ereccion de templos en memoria del gobernador , por partc de los provinciales , pese a lo cual Ciceron , durante su consulado del 63, prohibi6 este tipo de gasto que empobrecia at'.m mas a las poblaciones . Estaba extendida la idea de un poder sin responsabilidad , de un provecho o beneficio sin servicio , sobre todo en la administraci6n exterior . No era tanto peor la corrupcion existente como la facil tolerancia que habia hacia ella . R.O. Jolliffe resumia que "las que iban a provincias tenian un

Durante la administraci6n de Quinto la tasa se elevo a los 200.000 sestercios , y acaso no debamos ver en su supresi6n el resultado de una medida general sino el puntual resultado de la voluntad del gobemador de Asia , que quiso aplicar de forma estricta alguno de los capitulos de la Ley Julia, que entraba en vigor precisamente el ultimo afio de su gestion. La justificacion del vectigal o tasa era puro sarcasmo, pues significaba la financiaci6n de un tramo de la carrera politica de alguien , a quien posiblemente jamas llegaran los provinciales a conocer. La ley Julia no fue mas que un breve parentesis que dificult6 durante un tiempo el cobro de algunas exacciones , pero el dinero sc sigui6

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MORAL E IMPERIO

p oder que reunia el de todas las mag istraturas romanas, incluso el del senado y el propio pueblo . Eran magistrados desp6tico s que convenian a la lejania de/ /ugar donde e /es enviaba . Eje rcian las tres podere s - j udicial, legislativo y ejecutivo y eran lo bajas de la Republica , si se me permite , . ,, 149 empIear este termmo . Se atribuye a Filipo V de Macedonia la frase de que ninguna ciudad era inexpugnable con un borrico cargado de oro . Mitridates VI Eupator sobomo a M . Esca uro, consul del 115,- ''hombre noble, activo, intrigante, avido de poder , de honores, de riquezas, que sabia ocultar astutamente sus vicios ", segun Salustio - durante la embajada a Asia o legatio asiatica de este, y ni los mismos Escipiones estuvieron ajenos a las sospechas de corrupcion durant e sus actuaciones en las provincias . Segun Salustio , pese a que todo el mundo sabia que Escauro habia aceptado sobomo de Yugurta , en medio del regocijo de la plebe y el panico de los suyos este logro convencer al senado para ser nombrado como uno de los tres miembros que , a propuesta de C. Mamilio Limetano , tribuno de la plebe del 109, debian de dirigir la investigacion senatorial sobre esos sobomos. Sobomaron Nicomedes de Bitinia , Ariobarzanes de Capadocia y casi todos los Tolomeos de Egipto . En 161 un tal Timarco de Mileto repartio dinero en el senado para que le reconocieran como rey de la Media , e incluso un oscuro dinasta llamado Carope del Epiro se jactaba de haber comprado al senado para obtener una convalidacion legal de ciertas atrocidades que habia cometido contra su pueblo . Y recibieron sobomos Sita - " 1, Como pu edes tu - pregunta un ciudadano a Sila, recien llegado de Africa - ser hombr e de bien si no habiendot e dejado nada tu padr e, tienes ahora tanta hacienda ?, segun recoge Plutarco -, Cesar, que tambien los dio, Pompeyo , Luculo , Bruto, Apio Pulera , Lucio Bestia , del que el pretor Cayo Mcmio , con motivo de su regreso de Africa dijo: "en Los ultim as a110s habeL devorado en silencio vuestra indignaci6n al ver que era saqueado el tesoro publico , que reyes y pueblos

fibres pag aban contribuciones a unos po cos nobles, las mismos que han monopolizado lo mas altos cargos y las prin cipales riquezas de la republica ' ,y Mario , Antonio , Cetego , etc ..,. De todo ello ·es simbolica la penosa actuaci6n de los maximos representantes de la republica ante el rey numida Yugurta , criatura que asesinaba y robaba a italicos y aliados no lejos del territorio de la perfida Cartago 150 . Tras veneer a Famaces del Ponto , aiio 47, Cesar regresa a Roma desde Bitinia , y a su paso por tierras griegas exige a las poblaciones por las que pasa dinero , coronas , estatuas y otros bienes , exigencias que el definia globalmente como "regalos " y "prestamos " ofrecidos voluntariamente por las ciudades , como si de una monarca helenistico se tratara . Las requisas realiz.adas en Asia por los conjurados Q. Casio Longino y M. Junia Bruto , tras la muerte del tirano , solo fueron equiparables a las realiz.adas unos afios antes por Q. Metelo Escipion en Siria y no fue diferente el modo de financiacion de las guerras que los triunviros emprendieron hasta la sustitucion del regimen republicano. Juntos o por separado , los asesinos de Cesar expoliaron todo el oro y la plata , publico y privado , de las ciudades de Patara y Janto , en Licia , Esmima , Tarso , Laodicea , y otras de Rodas , Capadocia , Beocia y Siria, citando cantidades que sumadas se acercaban a los 20. 000 talentos , y empleando procedimientos inauditos para su acopio , desde las amenazas de muerte a toda la poblacion , a la destruccion de las ciudades , venta de todo objeto de valor , esclavizaci6n de toda la poblacion , peticion de adelantos fiscales de dicz aiios, etc. '' Y tampoco las provin cias ponian mala cara a aquel estado de cosas, toda vez que desconfiaban de/ go bierno dei senado y el pueblo 150

M. Emili o Escauro , consul del 108. de ilu str e familia , Sal. Jug. XV.4 : Cic . Font. 24; orat. I.214 , que lo elo gia. Ante la acusac ion de Vario Severo de hab er rec ibido din ero de Mitridates en el 9 1, Esca uro realizo el tip o de defe nsa que ya era trad icio nal : tA qw en vais a creer.- exc lam o -. a mi, o a Vario?, y ant e tanta obv ieda d el pu ebl o obligo a Vario a retractar e. V.Ma x. III.7 .8: Floro. 11.5 .5; Asco n . in Sca uro 21 C; la acusacion la hizo Servilio Cepion, el hijo del consul del I 06, sobr e la base de p ecuniae cap tae; Plin. NH XXXV l.1 5. 116 lo califi ca de prin cep s civitati s y " bol sillo " sinus - de las rapina s de los compi nches de Mari o; Alexa nd er, M .C., The legatio asiati ca of Sca uru s. Did it tak e plac e?, TAPhA 111, 1981, 1/9; Sal. lug . XX IX. 1;2; XL.4 ; otros se nador es sobornad os por Yugurta, Sal. lug. XIIl .5/7 ;15/16 ;XX.l ;XXVII.2 ;XX VIII.l ; XX IX ; XXXI ; XXXII ; XXX IIl. 2 ; XL.I ;2;Pol. XXX Il. 5; 6.3 ; Plut. Sul/. 1. La combin acion de ambitiol avaritia l sup erbi al luxuria , e frecuente en la obra de Salusti o: Jug . XIII .5; XXV III.5; XX IX. 1; XXX II.4; XLI.9 · Hist. l.2 . Vid. Braund , 0 ., Rom e and the fr iendly king. The character of the Client Kings hip. London- ew York 1984 .

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Cic.Qf l.1.26 .Ta mbi en le alaba el hab er acabado co n los "regalo " de esta tu as, vaso s, cuadros o esclavo s al pre tor , "que no te han apartad o de la integridad y de la contin encia mas perfec ta ", QF. 1.1.8; vid. Diod . XXXIII . I 8, Hor. Od. I. 1.1 1713 ; Il .18.5/6, Preaux , C., El mundo helenistico . Grecia yO riente (323- 146 a. de C.), Barcelona 1984 , 161/ 174 y 223 ; Cic. Agr. III.4. 11; Verr. III .72 . 169 , el lacayo de Verre , Timarquid es ; Cic. QF I. J .26 , pes e a lo cual Cice ron prohibi o este tipo de gasto que empob recia aun mas a las pobla cion es, Cic. Att. V.21.7 ; Verr. II.2 .7; Ro to vzeff, M., op.ci t. 1128 ; Cic. Clu. 71 ; Jolliffe , R.O., op .cit. XI; Montesquieu , Del espiritu de las leye s, I I.I 9, (Ma drid 1985) , 127 .

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EL ORO, LA DIPLOMACIA Y EL TRIBUTO

a causa de las rencillas entre Los poderosos y la codicia de los magistrados sin que de mucho Les va/iera el apoyo de unas /eyes obstaculizadas por la violencia, las intrigas y , en fin, el dinero ", nos recuerda Tacito.

decidiendo lo que creian Justo sin hostilidad ni Javor a nadie •·152 .

Por su parte Marco Antonio no les fue a la zaga en el saqueo de Asia, de la que se dice que sac6 200.000 talentos para la financiaci6n de la gue~ ademas de el mantenimiento de un ejercito de 170.000 soldados. El principado consolid6 el oro de la corona como una fuente de ingresos vinculada a la entronizaci6n y triunfo de los emperadores, como no podia ser menos de un regimen de poder personalizado , suponiendo una importante fuente de ingresos para el fisco, y un instrumento de emulaci6n entre las provincias en su pugna por el favor imperial. El triunfo de Claudio sobre Britania le report6 coronas por un peso total de 7.000 libras 2.268 kilos, dadas por la provincia Citerior, y 9.000 mas, 2.916 kilos, procedentes de la Galia Cabelluda 151 . El asunto de los saqueos de las provincias precisamente por aquellos a quienes se habin entragado su custodia, mejor6 en relaci6n al menos a los castigos de los culpables si creemos a una fuente que describe una de estas situaciones durante el reinado de Tiberio, emperador que por otra parte encuentra en Tacito eco de cierta meticulosodad en reprimir conductas ilicitas en sus gobernadores . Merece la pena aportar el texto. ''Alguno de Los que tuvieron gobiernos en tiempos de Tiberio y su padre Cesar, pervirtieron en tirania y dominaci6n su ojicio de guardian y protector , y extendieron con su venalidad por todo el territorio la miseria sin esperanza, con corrupci6n, sentencias injustas , expulsiones y violencias sabre inocentes , llegando a ejecutar a magnates sin juicio. Al acabar su oficio , de regreso a Roma , el emperador !es llam6 a rendir cuentas y a hacer minucioso escrutinio de sus actos, sabre todo cuando las ciudades enviaban embajadores ofendidos. En estas ocasiones los emperadores se mostraron jueces imparciales, encuestaron por igual a acusadores y defensores y como norma no condenaron a nadie sin juicio ,

151 Dio Cass. XLII.50 ; 49.1 /3; Caes. BC III.31/32 · Malitz. J.. Caesars partherkrieg , Historia 33, I 984 , 21/59; Plut . Brut ., 30; 32; 35 ; Ap . BC. IV.62 /64 ; 73: 75:76 ; 80/82 Ioseph . AJ XIV. 11.272; Dio Cass. XL VII.33;34; XVII.30 .7;3 I .3; Str. XVI.2 .9; Rostovzeff , M ., op.cit . 1075; 1115; Tac. Ann. I.2; Ap. BC V.6/7 ; Plut. A nton. 24 . el triunfo de Claudio sob re Brita.nia, Plin. NH XXX III.16 .54, ano 43 d. C.; Judeich , M., Caesar im Orient, Lipsiae 1885.

152

A vilio Fiacco , prefecto de Alejan dria y Egipto , en el 32 d. C., Phil. in Flac cum, XII.105-106 . Fil6n, el autor es coetaneo a los hechos .

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MORAL E IMPERIO

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LOS PATRES Y LAS PROVINCIAS atribuia el derecho a saquearlo y sus magistrados , el de extraer de poblaciones y territorios el maxi.mo beneficio del que fueran capaces de obtener , sin contrapartida de servicio alguno. No hay autor griego o romano que no dedique paginas a ilustrar la codicia de los magistrados apenas 154 pisaban el suelo provincial .

1. El senado y las quejas de Losaliados. Siendo dificil calibrar el erdadero sentido de la ferocidad humana - "en l s- a/mas nacen algunas veces tales negruras y p o redumbres que ningim ser viviente llega a ser m s impio y cruel que el hombre ", avisaba Polibio - escribia W.V. Harris que el imperialismo romano fue en gran medida el resultado de un comportamiento bastante racional por parte de sus protagonistas , los romanos, pero que tuvo tambien sus raices oscuras e irracio153 . d ora de un unpeno, . . se nales . Roma , dorruna 153

Las personas necesitan convencerse de que el mundo es un lugar justo y de que ellas mismas son seres decentes y razonables. Las situacio nes injustas , de violencia y crueldad , producen en el observ ador lo que los sic61ogos llaman disonancias cognitivas , entre los sentimientos intimos que se dan por hech o, y la realidad. Esta tension entre dos situaciones incompatibles , lo justo que intuyo y lo injusto que observo , se resuelve reduciendo una de las propuestas . Asi, en una situaci6 n de violencia y crueldad , se anula la disonancia culpando a la victima de ser causante de su propio destino . Mediante falsedades , rumores , prejuicio s, etc , organizo un entorno por el cual justifico que las victimas recibian el trato que merecian . Si vamos hiriendo , robando , asesinando , etc .., a criatura s inocentes , es porque se han merecido todas y cada una de mis maldades . De esta forma , si estamos convencidos de que un grup o es poco valioso, infrahumano , estupido o inmoral, esta justificaci6n nos ayuda a no sentimos inmorales si matamos , esclavizamos o robamos . Finalmente, se desprecia mas a las victimas civiles, que no pueden vengarse - acaso porque su misma indefensi6n nos enfrenta a nuestra violencia -, que a las militares , que si pueden vengarse . Aronson, E., El

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Desde Livio a Tacito , que dedica capitulos enteros a los procesos contra los gobemadores saqueadores, hasta comienzos del siglo IV d.C. , tiempo de donde extraemos un testimonio , consistente en una carta fechada en el aiio 404 , en la que el remitente , Sinesio de Cirene, escribe a su hermano sobre algunos asuntos de interes publico: "Oirian hablar def "carterista "- en griego, "ballantan " -: no hered6 de su padre este respetable mote , sino que el mismo se lo busc6 . Y es que, tras ser nombrado , creo, gobernador de Lidia en tiempos de Rufino - prefecto de Oriente entre 392 y 395 d.C.- estaba llevandose y arramblando con todo lo que los lidios poseian , y Rufino , indignado , lo castig6 con una mu/ta de quince libras de oro y animal social , Madrid 2000 , 178, 213 , 215, 306 ; Lerner, M., The Justice Motive , ew York 1980; Pol. 1.81.7; Harris , W.V., War and Imperialism in Republican Rome , 32 7- 70 B.C., Oxford 1979, 50-53 . 154 Sinesio de Cirene (Car ias, 127), trad . de F.A. Garcia Romero , Edicio nes Gredos , Madrid 1995 .

LOS PATRES Y LAS PROVINCIAS

encarg 6 a unos so/dados a su serv1c10, Los considerados mas valient es y lea/es, que le sacaran el dinero a la fu erza y puntualm ente lo devolvieran a las areas def go bierno ".

Con un pueblo que Polibio calificaba como esencialmente violento - "para cualquier fin , los romanos utilizan la fuerza "-, las provincias , con sus bienes materiales, solo podian ser motivo de confrontacion de los intereses materiales que a diario se dirimian en el senado. De ahi que todos ambicionasen los mejores destinos proconsulares , y que la carrera por los oficios publicos apenas fuese una tapadera de la codicia por un buen imperium en el exterior. En un contexto temporal mas cercano, contra las duras acusaciones del memorial de De las Casas, que mas arriba exponiamos , salieron a la palestra varios contradictores espafioles de distintos estados y condiciones . Pero no se sabe que fue peor si los hechos denunciados o las excusas argiiidas que pretendian disculparlos . Veamos algunas de ellas. Muy representativa de la reaccion de los conquistadores fue la conocida "refutacion ' del capitan Vargas Machuca., escrita a fines del XVI, para "volver - dice el prologo al lector - por mi particular honor y por el comim de nuestra naci6n ". Sin negar totalmente la realidad de las violencias, el autor contradice punto por punto las denuncias de De las Casas, invirtiendo su vision antitetica de los indios y los espafioles. Estos eran militares y cumplian sin excederse con sus obligaciones: aquellos, naturalmente falsos y feroces, no eran ovejas mas que por miedo. .. El citado militar no negaba los des6rdenes de las conquistas, pero los explicaba por la necesidad e emplear la fuerza con "unos id6latras mas fi eros que las mismas fie ras ". No cabe mejor ejemplo para lo que exponiamos en la nota nfunero expuesto en la nota 154155 .

tribunos cuestor, en suma una eohors pra etoria, una comitiva de servidores y amigos que facilmente podia reunir el medio centenar de personas, y todos con la aspiraci6n de conseguir los bienes que, a su vuelta , mejoraran sustancialmente sus vidas en la Urbe. Contaban con la confianza en una gestion tranquila y sin muchos sobresaltos militares - los necesarios para acceder con holgura a un buen botin -, el sacrificio y sumisa resignaci6n de la poblaci6n indigena., la paciencia de los aliados y el respeto y colaboracion de los cives romani , fuesen los arrendadores de tributos, o los hombres de negocios alli afincados. "1,Que ciudad hay en As ia que pu eda saciar la rapaeidad y los humos - preguntaba Ciceron a los senadores -, no dire de! general o def legad o, sino de solo uno de sus tribunos mi/itare s?. Por tanto, aunque teng ais un gen eral que par ezca capaz de veneer en batallas a los ej ercitos real es, si no sabe tambien apartar sus mano s, sus ojos y su concupiscencia de Los bienes de Los aliad os, de sus mujeres y de sus hijos, de las obras de arte que adornan sus santuario s y ciudades, de! oro y de los tesoros de sus palaci os, no sera apto para ser enviado a la g uerra de As ia contra esos reyes ". Finalmente , se esperaba una mezcla de condescendencia , mano izquierda y apoyo decidido en caso de conflicto, de parte de la maxima autoridad de la provincia 156 .

La sociedad romana asimilo correctamente estos valores en cuanto que eran los de su clase dominante y consideraba irrelevantes las consecuencias que, en los capitulos de las actitudes y las conductas mas radicales de sus magistrados , ocasionaban en las vidas y haciendas de los provinciales. Al ser toda esta proyecci6n militar en tierras distantes algo novedosa en las instituciones politicas de la Ciudad que seguia manteniendo las estructuras juridicas de una ciudad estado, la cobertura juridica que envolvi6 todo el proceso de anexion fue notoriamente inapropiada, lenta en su aplicaci6n y claramente insuficiente y discordante con las realidades a tratar, pero por contra, muy atractiva y provechosa para la entidad conquistadora, cuyos miembros eran poco dados a recortar privilegios como clase dirigente a traves de nuevas !eyes.

Las provincias, sobre todo las que resultaron de la organizaci6n del mundo helenistico, pasaron a ser sin6nimo de fuente segura de enriquecimiento , de modo que el termino por extension , comenzo a identificarse como instrumento de la codicia y como fortuna en si misma, perpetua tentacion de la que el abogado de Arpino consideraba que era arduo desprenderse. A la peninsula anatolica, territorio que en la republica albergo las provincias de Asia, Bitinia y Cilicia y regiones como Capadocia, Galatia., Ponto, Frigia.,Licaonia y Panfilia., entre otras, iban los gobemadores con sus legados, prefectos, l .'i

Estaban la mayoria de los habitantes de las provincias incluidos en la consideracion de 156 Pol. 1.37.7; W. V. Harris, War and Imperial ism, op.cit. 52; Raschke, M.G., ew Studi es in roman comm erce with th e east, ANR W II. 9. 2, 1978, 60 4/136 1; Cic. M an . XX III.66 : sobre la cohors amicorum y la cohor s pra ecoria, Hellego uarc ' h, J ., op.cit. 159/ 161.

Bartolom e de las Casa , Fr., o cit. 48 .

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MORAL E IMPERIO

dediticii , que en palabras de alguien no excesivamente rigido en sus convicciones como era Ciceron, formaban el "rebafio" que la maxima autoridad de una provincia debia saber pastorear y mantener bajo control , segun su propia terminologia, ya citada mas arriba. Sigue con ello el pensamiento aristotelico , cuando el estagirita definia como inmensos rebaiios de ganado las poblaciones asiaticas que desgastaban sus vidas bajo la despotica autoridad de las monarquias orientales , en contraposicion al mas adecuado y deseable modelo ciudadano de la polis .

Salvando a la poblacion minoritaria constituida por los cives, presentes en todas las provincias y a los cuales el gobernador debia esmerarse en cuidar y defender hasta el desvelo , solo restaban las pautas a seguir en relacion con los socii. Estos , en virtud de los pactos suscritos , se hallaban en un marco de relaciones afines a las que regulaban los vinculos entre patrones y clientes 157 . Pero sucedia que las clausulas f mnales o sobreentendidas y pronunciadas , o esc tas en su dia, que constituian la esencia del pact !ntre Roma , como patrono , y los aliados, como l 1entes, solian chocar con los intereses de lucro e los magistrados , reacios a cualquier traba que entorpeciese lo que constituia la ocasion de su vida . De modo que , primando el beneficio de estos , todo acuerdo podia devenir en papel mojado. El comienzo de la quejas y las protestas de las provincias fue el ( ecto inmediato de este orden de cosas. Las fuem s escritas hablan de la llegada de embajadas extr a ljeras a Roma que, entre otros asuntos , incluian las denuncias contra los gobernadores salientes por los abusos cometidos , convirtiendose en poco tiempo en el unico asunto que motivaba su presencia en la ciudad .

en el tiempo del numero de legaciones y de la firmeza en la exigencia de reparaciones , sirvio para alimentar la percepcion de que este tipo de cuestiones no se resolvian desde un enfoque meramente privado , como asunto entre particulares , y que la necesidad de respuestas mas adecuadas solo podia venir desde un tratamiento de estado. Pese a todo, los cambios no fueron dirigidos a la raiz de los problemas y las medidas tomadas contra las denuncias solo eran respuestas que tenian mucho de politicas y buscaban la reparacion economica , sin que se pretendiera la incriminacion de las conductas descritas y comprobadas . La inaccion y la indiferencia del senado en relacion con las motivaciones de las quejas , se compensaba con el examen minuciosos de otros aspectos secundarios y aledafios presentes en las denuncias , de modo que a veces se votaban culpabilidades y penas que dejaban intacto el 158 meollo de las acusaciones . 2. El reparto de las provincias. Los protocolos legales. Las provinciae , esferas de competencias de los magistrados eran decididas y asignadas cada afio por el senado a los candidatos correspondientes , tal como Livio nos transmite y asigna a los tiempos primitivos de la Republica . Las formulas de reparto eran el sorteo entre los candidatos a ocuparlas y de manera extraordinaria extra ordinem , por directa designacion a cargo del senado. del magistrado que debia ir a desempefiarla . El sorteo fue el sistema mas empleado como puede verse del numero de casos recogidos , y aun este no era definitivo, por cuanto podia prescindirse de su realizacion si los candidatos llegaban a un acuerdo previo, compa rati o, que hacia innecesario el arbitrio posterior del sorteo 159 .

En el siglo II las protestas y las quejas por los expolios y vejac iones sufridas no encontraban comprension en el gobiemo de los patres , al no existir conciencia de los efectos derivados del unilateral incumplimiento de pactos . El aumento

158

Sobre gobe mad ores deshon estos , Plut. mor .. 4340 ; 604B ;

Arr . Epict . )(XXVII.10 / 13; Plin . ep. 1.7.2; III.4 .6; 111.3.9;

III.4.9; Ta lbert , R.J.A. , The Sena te of Imperial Rome. Princeton 1984 , 506/550, da una rela ci6n de gobemador es juzgados por malversaci6n ; asi lo expone Livio , XXX IX.46 .6/8, v1d. nota 151. 159 Livio 111.57.9; lV.43.1 ; V.24.2; VII.7.8; 19.7 ; 38.8 ; VIII.29.7 ; X.11.1 ; 24 . 10; 45 .8; 45 . 11; :XXJ.17.l; 63 . 1; XXII .35 .5; XXIII.30 . 19; XX IV.44 .2; XXV.3.2 ; XXV l.29 . l ; XXVIl.7.8 ; 36 . 11; se emplean terminos como eve nit, obv emt , y obtinult para expresar la asig naci6n ; comparare inter se, es la formula utili za da, no muy frecuente mente, Livio VIII .20 .3; 22.9, o partiti inter se, X.12 .3. Para las otras formulas recogidas , extra ordinem decretum , Livio VI.22 .6; VII.23.2 ; X.24 .3: sine sorte, sine comparation e, ex tra ordinem , VI.30.3 ; ex tra sortem, VIII . 16.5; X.24 . 18; XXV Ill .38.12 ; decreta est ambobus , X.32 .2. Tai fue el procedimiento generalizado que se constata hasta final es de) sig lo II a .C.; Stewart , R.L., Sors et prov incia . Praetors and quaestor s in republican Rome , diss. Duke niversit y. Durham 1987.

157

En el 190 los rodios se declaraban in fidem con los romanos , de los que se sentian clientes , Livio XXXV II.54 .3; 15/17; Cic. orat. 1.39. 177; off 1.11.35; , cf Sherwin-White , A ., The Roman Ciuzen sh1p, Oxford 1973. 188; Ste. Croix , G.E.M. La lucha de clases en el mundo griego antiguo , Barcelona 1988,399 ; en este conte>..1.o , adema s planea la acertada reflexion de Cristofori , A., II giu dizio della societa provinciale sugli amministratori ro mani in eta repubblicana : consi derazioni sulla documentazione , Politics . administration and soci ety ,n the hellenistic and Roman World, Mooren, L., ed., Lovaina 2000 62. "es dificil determinar si el cuadro que emerge de las fuentes refleja la opinion de los pro vinc1ales sabre sus admin istradore s, o mas bien la idea que los autores griego s y Latinos tenian de la opinion de Los pro vinc1ales sabre su adrninisrrac1on •·.

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LOS PA TRES Y LAS PROVINCIAS

Desde el 122 una Ley propuesta por el tribuno de la plebe Cayo Sempronio Graco a cerca de la administraci6n de las provincias consulares , introdujo un ligero cambio respecto del momenta a celebrar el sorteo y la adjudicaci6n , con el fin de evitar los vicios y negativos efectos que la practica en el tiempo habia generado en las asignaciones de mandos provinciales. El hecho era que las provincias venian siendo adjudicadas cuando expiraban los oficios desempefiados en la ciudad, por lo cual los magistrados estaban durante ese afio, planificando su futuro inmediato y mas pendientes de agradar a los senadores , que eran quienes debian sortearle la provincia de destino, que de desempefiar sus obligaciones para provecho de las instituciones y el pueblo . Graco propuso en su ley que, para soslayar este vasallaje efectivo , una vez salieron designados los candidatos electos para los cargos urbanos y antes de que tomaran posesi6n del mismo, se procediera sin mayor dilaci6n a sortear y asignar las provincias a donde irian tras el ejercicio de su oficio. De esta manera un consul o un pretor podrian ejercer sus deberes mas libremente , al saber que su destino provincial no iba a depender de la satisfacci6n o desprecio que su gesti6n previa hubiese suscitado entre los patres. Las provincias ultramarinas distaban de ser homogeneas en sus caracteristicas , como distintos eran los pueblos y culturas que las ocupaban . La practica de gobiemo creaba una jerarquia infonnal que distinguia y clasificaba las provincias en infructiferas , pacificas o tranquilas , laboriosas o asperas y lucrativas , calificativos sin ninguna transcendencia administrativa pero de plena operatividad a la hora de las asignaciones . Huelga decir cuales eran los destinos preferidos y que, al ser estos deseados por todos los candidatos , rara vez se resolvia sin acuerdo previo. En realidad tal clasificaci6n de provincias solo tiene testimonio en algunos discursos de Ciceron , y, pertenecia al mundo cotidiano de las realidades no escritas , estableciendo preferencias y rechazos de hecho sobre los destinos tocados en los sorteos .

- que aprovisionan esta ciudad ", advertia Juvenal en el siglo II d.C.

La asignaci6n concreta de la provincia al magistrado era objeto de un decreto del senado , que le conferia el imperium y que contenia el protocolo de los antiguos comicios curiados , recogiendo los aspectos militares , econ6micos y diplomaticos que expresamente se le encomendaban . La lex curiata de imperio venia a ser una reliquia del pasado en cuanto a documento politico que facultaba a los magistrados el ejercicio de sus funciones provinciales , y que era el resultado de la reunion te6rica. de los treinta representantes de las curias, los curiones . Desde fechas muy tempranas , esa arcaica asamblea ya ni se reunia y en su lugar actuaba un lictor curiatius , un auxiliar de la administraci6n , que hacia de intermediario entre el senado y quienes se encargaban de extender el documento que otorgaba el imperium. En el escandalo electoral del 54, por el que Apia queria ir a Cilicia a toda costa, aun sin ley curiada , se citaban augures que habian actuado de complices y testigos de sus desprop6si tos. En el decreto del senado se indicaba el nurnero de legiones y auxilia que se le asignaban y que por tanto , el nuevo gobernador podia mandar reclutar , y la suma de dinero concedida para los gastos de la administraci6n y viajes - cibaria , vasarium y viati cum -, asi como el procedimientos concreto para hacerlo efectivo , que dependia de la situaci6n econ6mica del erario en ese momenta concreto . Cualquier actividad militar que el nucvo gobernador debiera llevar a cabo, venia claramente especificada respecto al enemigo de que se tratase , fuese una expedici6n de castigo o una anexi6n estrategica . El gobernador , finalmente , podia mantener negociaciones y gestiones especificas con los dinastas y pueblos de la zona, por encargo del senado y en colaboraci6n con los planes quc este hubicse disefiado para la region 160 . 160 El vasa rium , de los gast os de despla zami ento s y el din ero para el mant enimi ento de la casa del gobemador . qu c compr endia toda la cohors que le ac ompaiiaba . ibari a, alimcnto s en general. tambi en se su ele nombrar com o fr um entum in ce llam, pues asi se de signaba al din ero qu e Verr es dcbia utili zar para este in dur ante su gobi erno de Sicilia . En realidad tat clasift caci6n de provin cias solo ti cne testimoni o en Ci c. M ur. 18, ''hahu1t hie Lege Titia (lribun o pl ebeyo del 99 ?) Provinciam tacitam et quietam, tu illam cui, cum qu aes tores sortiuntur , ....ostiense m, no cam g rati osam et inlu strem quam negotiosam et moles tam ", pert enecia al mundo cotidiano de las realidade s no escrita s, y establ ecian prefer encia s y recha zos de hecho . Livio XLII.52.2 habla de la qui eta Ma cedonia, y T ac. Agr. XL .3, de la pro vincia qui eta. Juv . VIII .117/ 119. Sohr e la s levas y as igna cion es militar es a provincia s, durant e la Republi ca, sigu e siendo e l estudio ma s compl eto el del Brunt , A., Italian M anp ower,

Livia y Tacito hablaban de la tranquila Macedonia, como quieta provincia . Eran ''tediosas y asperas", la Citerior a la que entre el 154 y 150 costo verdaderos esfuerzos enviar a un candidato para su gobiemo Cilicia, Liguria e !stria y cualquiera de las galas, aunque estas dependieron de las epocas . Betica , Asia y Macedonia eran "provechosas " y las dos primeras ademas , "quietas". "Guardate de las montanas de Espana , def cielo de la Galia y de! litoral de lliria . Deja tambi en tranquilo s a las segador es - los africanos

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MORALE IMPERIO

Antes de su partida, era habitual que el nuevo gobemador hubiese preparado las lineas generates de lo que iba a constituir su afio de gobiemo en la region su edicto provincial , que solia recoger buena parte de los puntos del edicto de su antecesor , y otros que resultasen de utilidad en edictos anteriores . Existia a este efecto un cierto trasiego o mercado de memorias o informes , suerte de escritos o commentarii elaborados por los proconsules y propretores , en los que se recogian sus experiencias de gobiemo , y que solian ser consultados por los nuevos gobemadores . Era un material valioso y se pagaba cara su obtencion . A este efecto , se citan varias veces las memorias de Rutilio Rufo y de su superior Q. Mucio Escevola, que estuvieron en el gobiemo de Asia en el 96 (?), y de hecho no estaban lejos de este cometido los comm entarii de Cesar sabre su estancia en Galias . Licino Larcio , legado en Citerior en el 73 d.C., pag6 a Plinio el Viejo , procurador en esa misma provincia 400 .000 sestercios por 160 cuademos de notas suyos. Caton de Utica , pretor del 54, tambien prefirio documentarse sabre los modos de gestionar las cuentas publicas del estado y antes de iniciar su oficio como cuestor para el 64, adquiri6 libros por valor de cinco talentos . Las cartas de Cicer6n a Atico hasta el afio 55 aproximadamente contienen numerosas referencias al tra:fico de manuscritos , volumenes y obras de arte que el orador mantenia con Asia, tanto para decorar sus vi/lae como para engrosar su biblioteca . Luculo tenia una que era accesible a todo el mundo , segun escribe su bi6grafo Plutarco . Pero sabre el terreno la situaci6n real era bien distinta a la de los pronunciamientos te6ricos y oficiales 16 1. La lex provinciae , el mandato del senado y el edicto del magistrado eran suficientes para el gobiemo de la provincia correspondiente , sin que ello anulara el despliegue libre y extenso de la autoridad del magistrado en todos los territorios a su cargo. De hecho , la cobertura institucional y la propia iniciativa del gobemador configuraban una clase de poder pr6xima a la autocracia . En la centuria que transcurre desde el final de la Primera Guerra Pu.nica, con la creacion de las primeras provincias y la primera ley sabr e las extorsiones o de rep etundis que conocemos , solo conocemos una norma que afectara y pusiera los limites al modo de enriquecimiento de los

senadores , la lex Claudia del 218, y aun esta, de cometidos y efectos poco esclarecidos . Esta ley fijaba en trescientas anforas la capacidad maxima de carga en los barcos que un senador , o su hijo, podia fletar , y que correspondia a unas ocho toneladas , lo que podia representar una cosecha normal de cereales de una finca de ta.mafia medio dentro de las magnitudes que eran habituates entre los senadores . Se supone que por encima de ese volumen cualquier mercancia que se transportase se juzgaba como ilicita o al menos indecorosa al cotejarla con el rendimiento agrario media , segu.n la evaluaci6n habitual que podia presumirse de los frutos de las posesiones de un senador 162 . Esta ley - ley "antig ua y muerta '', como tantas otras, decia Cicer6n -, fue sobrepasada cuantas veces fue necesario por los magistrados que ejercian labores de gobiemo en las provincias ultramarinas . Era habitual que , al regreso o incluso durante el mandato , fletaran barcos con destino a Italia, cargados con los objetos procedentes de sus expolios - estatuas , vasos, objetos metalicos , pinturas , etc .., - realizados habitualmente en Grecia y Asia , que finalmente decoraban sus vi llae de Roma o Campania . "De alli Dolabela , de alli Antonio , de aqui Verres, el sacrilego , se traian de vuelta en las altas naves su botin clandestino y ma triunfos de la paz que de la g uerra ", escribia Juvenal. Los envios eran hechos, bien directamente por los propios magistrados , bien a traves de intermediarios , ya que este fue un comercio muy en boga en toda epoca. Los fundamentos de la ley eran claros. Como los senadores incluidos los magistrados con mando en provincia , no podian poseer ni adquirir nada en sus provincias , lQUCrazon habia para poseer barcos que no podian transportar nada legalmente ? 163

162

Cic. Verr. 11.5 .45 alud e a la nav e qu e Verr es tenia de su propi edad y qu e quebraba la Ley laudi a del 218. 163 La lex Claud ia, Livio , XX l.63.3: Plaut. mere. 73/7 8; el anfora , m edida de capacidad de uno s 26' 26 litro s; Pelletier, Guarino , A.. Qu aestus omni patribu s ind ec oru s, La beo 28 , 1982 , 7 /1 6; Pavis d · Escura c, H., Aristo crati e senatoriales et profit s comm erciaux, K tema 2, 1977, 339 /355 ; A., A propos de la lex Claudi a de 2 18 av. J.C., RELig ., 35, 1969 , 7/ 14, opin a que en realid ad la ley no iba dirigida a atajar el lujo de los enador es, sino a pro curar se bar cos par a tran sportar trop as a Hispani a; record em os el tras iego d e pi ezas arti sti cas entr e C icer6n y tico a fines de los sese nta , o los encar gos que los gobernad ores recibian de adquirir pi ezas arti sticas en sus pr ovin cias, o incluso animal es salvaj es , como pant eras, creo qu e Ce lio Rufo le encarg6 unas a Ci cer6n; piezas sc llevar on, Ven-es, Cic. Verr. II. 1.17.4 6; 19 .4 9/50 ; 20 .53: 54; Juv. Sa t. Vil!. I 05 ; Mum io, Lucul o y Api o Pul cro , cntr c otro s.

215 B.C. - 14 A.D ., O xfo rd 1971 , 391/5 09; la lex Sempro nia de provi nciis co nsularibus, de! 123, Cic. Do m. IX.24 ; pr ov. co ns. 7; 8; 17; Ba lb. XXV II.6 1; Ja m. 1.7. 1O; Sal. lu.g. XXV II.3; R tondi , G ., op.c it. 3 11. 161 Plin. Ep. III .5.7; Plut. Cat. Mi. 18, Luc .XU I. 1.

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LOS PATRES Y LAS PROVINCIAS

3. Las ganancias de Caton el Censor. Recaudadores y prestamistas. La figura del Censor se alza en la literatura como crisol de cuantas virtudes y meritos debian constituir paradigma de conducta a los jovenes nobles de cualquier tiempo . Pero la mitica semblanza del personaje se humani za con aspectos ciertamente inelegantes que, por lo demas le hacen mas verosimil. En consonancia con la austeridad que imprimia a su regimen de vida, Caton el Censor se abstenia de participar en los negocios de prestamos y arriendos de publica , y en efecto no figuraba en ninguno de ellos personalmente . Pero lo hacia a traves de su liberto Quintion . El gobemador que en el 198 expulso a los usureros que asolaban la isla de Cerdefia que a la sazon administraba , que sometia a toda su cohors a los rigores de Wla intendencia mezquina y recortaba las ganancias de los publicanos que obtenian las adjudicaciones de los ultra tributa. El mismo que como cuestor investigo minuciosamente las rationes de los Escipiones , buscando los indicios de la malversacion , para finalmente espiar sus costumbres supuestamente helenizantes, como mas arriba vimos, aporto su capital a una societas de cincuenta miembros que fletaron cincuenta barcos para obtener beneficios con el transporte de suministros .

No correspondia a la conducta que debia esperarse de un senador el que se dedicara al prestamo , usura o arriendo de tributos y adjudicaciones de contratas , pero la mayor parte de la fortWla de Marco Craso procedia de la usura y de otros reditos siempre conectados con el infortW1io ajeno, como eran la compra/venta de inmuebles afectados por los incendios . La fortW1a de Luculo fue mucha mas grande cuando regreso de sus campafias por Asia y eran conocidas las actividades de Cesar y Pompeyo , este ademas como prestamista a usura , ambos como compradores de las voluntades ajenas por todos los procedimientos , dinero regalos o prestamos tipo mutuum - prestamo sin interes -, venta de paces, tronos, amistades , tratados y ciudadanias por Italia y Asia, aW1que a veces los aludidos no respondieran a las exigencias , como fuera el caso de morosidad de Cesar y la deuda que mantenia con Cicer6n y que administraba su secretario Faberio , y Pompeyo y el dinero prestado a Ariobarzanes III de Capadocia y que este no devolvia 164 .

"Alli dond e hay un publicano los derechos de/ estado no son e.fectivos, o bien la libertad de Los aliados queda anulada ", decia Livio en relacion a la organizacion de Macedonia tras la derrota de Perseo . El senado suprimi6 en esa provincia los arriendos de las minas de oro y plata que , jW1to con las fincas nisticas , estaban explotadas por los publicanos . Quedaron en suspenso y solo se siguieron trabajando las minas de hierro y cobre , que se dieron para su explotaci6n a los nativos por una renta que suponia la mitad de lo que venian pagando a Perseo . La realidad era que en las provincias orientales las sociedades de publicanos esquilmaban a las ciudades con tasas fiscales que se fijaban en Roma y no guardaban relacion con las cosechas efectivas . Asi ocurria cuando la faccion de Mario , apoyada por los equites era mayoria en las principales instituciones de la ciudad , y los apoyos a las medidas agrarias por parte de ese ordo de ciudadanos encontraban sus contrapartidas en las adjudicaciones de las rentas publicas provinciales .

El regreso de los optimat es al poder suponia la revision de la politica hacia Oriente y una nueva regulacion de las recaudaciones provinciales , que sin prescindir de las societates, revisaba a la baja el nivel de sus operacioncs y beneficios , favoreciendo los intereses particulares de los magistrados . Estos, al marchar a ejercer sus gobiemos , encontraban sus provincias endeudadas y sumidas en la penuria , incapaces de afrontar nuevos pagos y clamando una solucion a sus miserias . Intervenian entonces los prestamistas , senadores o equites, indislintamente , o sus agentes que con plena connivencia con la autoridad provincial , prestaban a las ciudades el dinero que necesitaban para responder a sus deudas , y ello pese a las leyes que prohibian estas operaciones e invalidaban los prestamos realizados por romanos a provinciales , lo que lejos de disipar las angustias financieras multiplicaba el endeudamiento y conducia a las comunidades a la quiebra mas absoluta . Recordemos c6mo los 20 .000 talentos que Asia dcbia en concepto de atrasos a los publicanos , en liempos de Sila, se convirtieron en 120.000 ncgocios en Cili cia ; Q . Mar cio Rex, gobemador de Cili cia en el 67, sac6 dinero a Filipo , din asta sirio , con pr etexto de ayud ar a Pomp ey o contra los pirata s, Malala s, 22 5. 7 /12, Down ey, G., Q. Mar cius Rex at Anti och, CPh 32 1937 , 144 ss.; RostovzefT, M., op.c l(. 1099: a Ti granes de Armenia Pomp eyo le ofr eci6 mant ener sus dominio s y con seguir la Sofene para su hijo, a cambio de 6.000 tal ento s, Plut. Po rn XXX III.4 ; Ferrill , A. Th e wealth of Cra sus and th e ori gins ofth e firsttriumvirat e,AW I , 1978 , 169/ 177; Lintott , A.W., Mithridatica , Hi storia 25 , 1976, 489 /49 1.

164

Plut. Cat. Ma. 3; 21 .5/7 ; Livio XL V.29 . 11; Baron owski, D.W .. Gree ce aft er 146 B.C .: provin cial statu s and roman tribut e, Sineisfo ra, Pap ers ed. in memoriam of CD .Gordon, by Fo ssey , J.M ., Am sterdam 1987 , 125/1 38 ; Manio Aquilio " entr ego" Frigia a Mitridat es V Evergetes por din ero , y el tirani cida Mar co Bruto se enrique ci6 con su poc o sobrio s

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MORALE IMPERIO

cuando el proconsul Luculo llego a la reg10n veinte aiios despues , gracias a los intereses acumulados en los prestamos firmados con tasas usureras . Entre los aiios 76 y 66 estos intereses se situaban en Asia en el 48% , de ahi el pavoroso crecimiento de la deuda . Luculo los volvio a rebajar al 12% y establecio un sistema de pago por el cual se obligaba a destinar cl 25% de los ingresos constatados de los deudores para saldar la deuda, de modo que esta pudiera quedar liquidada en un plazo de cuatro aiios. Luc io Aufidio pedia a la ciudad de Te nos un interes del 24% , y los banqueros Cloatii, el 48 % en Gythion . Ciudades con importantes deudas eran Sycion , Messene y Gythion , en Peloponeso ; Tenos , en Cicladas, Esmirna, Lampsaco y Tralles , en Asia , cinco villas de Caria, mas otras en Bitinia 165 . Que las leyes no eran obstaculo en los objetivos de los prestamistas influyentes , se constata de las circunstancias de la actuaci6n del propio Marco Bruto , a cuyos negocios hemos aludido ya anteriormente . Cuando fim10 el contrato de prestamo con los salaminenses corria el aiio 56, seis afios antes de que los acontecimientos se precipitaran . Que sepamos , este hijo de Servilia quebrant6 al menos dos leyes : la ley Gabinia , fechada en el tribunado del 67 o en el consulado de! 58 de Aulo Gabinio , que como supra avanzamos , prohibia los prestamos estipulados entre romanos y provinciales , y ya antes la ley Pompeya unciaria , del 88, que renovaba la fijaci6n del interes maxima en el 1% mensual . Bruto salvo estas trabas ''consiguiendo ' a traves de sus influencias , dos decretos : uno , por el cual se excluia su contrato de la ley Gabinia , de modo que su fim1a en pactos con extranjeros fuese valida, y otro por el quc su contrato quedaba exento de adecuarse a las tasas de intcrcs que en cada momenta fijara el gobernador correspondi nte. De esta forma , los agentcs de Bruto , Publio Matinio y Marco Escaptio , exigian el 4% mensual, o 48% anual , sin que los gobernadores de Cilicia del 55 y 54 , Lentulo Espinther y del 53 y 52, Afiio Claudio , su suegro , se opusieran a sus manejos 66 .

Asia era la espina dorsal que mantenia las finanzas de la urbe, y ello no era solo un recurso retorico usado por Cicer6n para sacar adelante su proyecto de asignar a Pompeyo poderes especiales sobre toda la region . Los textos indican que en las ciudades anatolicas vivian miles de italicos que obtenian beneficios de sus actividades economicas, a los que se hacia directos responsables de las desdichas de la poblaci6n de la zona . Ninguna otra explicaci6n puede encontrarse a que, a una orden de Mitridates VI Eupator Dyonisio , rey del Ponto , 80 .000 de aquellos , incluidas sus familias , fueran masacrados en el 88. Varios centenares de italicos v1v1an en las ciudade s de Africa , dedicado s a los negocios , al comercio y a la banc a y constituian la primera preocupacion d los gobernadore s de la provincia , que se esmeraban en atender por encima del resto de la poblaci6n . Yugurta los masacr6 durante la guerra desencadenada en aquella provincia . Son los cives romani que sufrian la morosidad de los galos transalpinos , en tiempos del gobemador Marco Fonteyo , aiios 74/72 , - "se dice que durant e su pr etura Galia estuvo oprimida por las deudas ... pero estas deuda eran hechas por los ciudadano s romanos que alli tenian sus negocios ", escribia Cicer6n - , o el eques Fufidio , que tras lograr recuperar un prestamo de doscientos talentos que habia concertado con los apoloniatas , en Macedonia . vio como el gobernador Lucio Pis6n, aiios 57/55 , se quedaba con el dinero . Eran estos ciudadanos cuyos intereses debian ser protegidos como si fucran los nu estros, segun recomienda Marco Ciceron a su hermano Quinto , propretor en Asia en 61/58 . Agentes . colaboradores, libertos y familiar es en general que actuaban en nombre de senadores y equites, cuyos capitales invertian y multiplicaban , mientras en Roma peroraban sobre grandes principios y nobles enunciados desde sus escafios y contendian por ser protagonistas en la defcnsa de las leyes y los etemos val ores republicanos 167 .

167

Ha y Apolonia en Tra cia. Etolia e lliri a, p ro toda s bajo la sup ervi sion del gobe rn ador de Mace donia Cic . prov . cons. 7; in Pis . :"nonn e, cum cc talenta tihi appollomatae Romae dedissent, ne pecunias credita s solve renc, ultra Fufldium , eq uit em romanum , homin em ornatissiumum , credi torem debitoribus sus add1xis1() ··. Mar co Fonteyo , lega do de Cayo Anio en Hi spania en 8 1, y de Apio Pulcro en Ma cedonia en 77 , acaso hasta el 76, a cusa do de exto rsi6n por su gobierno en Ga lia, despu es del 70, C ic. Font . 6; 11; 13; 16; I 7/23 : sc le ac usa de hab er creado portona nu evos obre vinos italico qu e llega ban a la pro vincia, y C icer6n trat a de exc ulp arl c diciendo qu e ya ex istian precc dentes d e ello en los gobierno s de Titurio , qu c re caudaba en To losa 4 den ario s por anfora , de Porcio y Muoio , en Cro dunum , 1'5 denari os , y de Serveo ,

165

Roye r, J., Le probl eme de dett es a la fin de la republiqu e romain e, RD 45 , 1967, 417 y 427 ; Hatzfe ld, J., Les traflquant s italiens dan s /'Orient helleniqu e, Pari s 19 19; Plut. Luc . IV. I ; XX.3/5; C ic. Fiacco 32 ; QF 1.1.33 ; Ap . Mi th. 83; Ro stovzeff , M., op.ci t. I 071 ; para tiempo s ant eri ores y en Roma , vid . bibliograiia final. Sohre politi ca fiscal en occi dent e, pero con intere sante apendic e so br e As ia, Naco del Ho yo , T ., Vec tigal incertum . Eco nomia de guer ra y flscalidad repuhl,cana en el occ ident e romano : su 1mpacto hist6rico en el territorio (218133 a.C.), Oxford 2003 . 166 Cic. A tt. V.2 1. l l / 12. Gruen , E.S. The last Ge nerati on of the Roma n Republi c, Berkele y 1974 , 25 1/252 , la fec ha en cl consulado del 58.

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LOS P ATRES Y LAS PRO VIN CI AS

De todas formas , todo esto no obstaba para que detras de un apasionado discurso patri6tico , pronunciado bastantes a.nos despues del suceso , Cicer6n siguiera hablando por boca de algunos amigos de su mismo ordo en relaci6n con la politica que debia seguirse con Asia. "Porque los tributos que percibimo s de las demas pro vincias son tan escasos, quirites, que apenas llegan para def ender/as, en cambio As ia es tan rica y tan fertil por la Jeracidad de sus suelos, por la variedad de sus frut os, por la extensi on de sus pastizales y p or la multitud de generos que se pu eden exportar , que supera sin duda a todos los pais es ", proclamaba el arpinate ante el senado . Cuando decia defender los intereses de la Republica estaba en realidad defendiendo las inversiones de los publicanos en la aquellas provincias , y tenia que convencer a una asamblea de privilegiados que en su vida privada disputaban , debatian y rivalizaban por los mismos clientes , en las mismas ciudades y con negocios analogos a los de los equi tes mas influyentes . Aulo Gabinio y Lucio Pis6n perjudicaron a los publicanos durante sus gobiernos en Siria y Macedonia, al suplantarles con sus propios servidores en las labores recaudatorias impedirles directam ente el acceso a las ciudades o expulsarles de ellas . Y si los publicanos contaron con la mejor def ensa en Ciceron no fue asi en tiempos anteriores , donde otras fuentes por el contrario se ocupan de describir sus desmanes , hasta igualarlos a los enum erados para los magistrados . 4. Dos publicanos. En el 212 el publicano M . Postumio de Pyrgi estafaba al erario al declarar un naufra gio que en realidad no habia ocurrido , y cuya carga ademas estaba cubierta contra ese riesgo . No solo declaraba un falso naufragio sino quc incluso los provocaba con cargas insignificantes . Llevado a juicio por los tribunos de la plebe - los patr es eran cautelosos con los miembros influyentes del ordo equester - qued6 clara que el etrusco no tenia rival en fraud e y avarici a, nemo par fraud e et avaritia . Cont6 con el apoyo de su ordo y solo se le mult6 con 200 .000 ases, pero antes provoc6 un gran alboroto , en colaboraci6n del tribuno Servilio Casca , a su servicio , al tratar de violentar las umas que guardaban los votos que le condenaban.

region de los brutios , para sus intereses particulares desdc las facilidades que le permitia el ser pra ef ectu , comandante de uno de, los destacamentos de los aliados , del ejercito consular de Ti . Sempronio Graco que era quien tenia a SU cargo aquella pro vincia . Basta que fue capturado por los cartagineses que ocupaban la zona . Se utilizaba un puesto publico para disfrutar de las ventajas que las armas suponian en la intimidacion de los morosos y contribu yentes . Recordemos que a Gabinio , el gobemador de Siria desde el 5 7 al 54 a.C., se le acusaba de haber retirado las guardias o custodia e de las que los publicanos se servian en aquella y otras provincias , y los pra ef ecti que Bruto dispuso por voluntad de su suegro Apio Pulcro , que llegaron a utilizar la caballeria contra los deudores del tiranicida . En el 171 a.C. los hispanos aliados pedian al senado que no se les enviaran pra efecti a sus ciudades con intenciones tan negativas para ellos como era las de hacer acopio de bienes, ad cogenda p ecunias, al margen de los pactos suscritos como aliados del pueblo romano , segun relata Livio para el a.no 171 a.C16s_ Al etrusco Pomponio se le calificaba de ser traidor y un verdad ero peligro por su conducta tanto para

el estado como para cualqui er negocio privado infidus damn osusque omnibu ma/is artibu et reipublicae et societatibu -, por lo que fue entregado a las autoridades romanas , marchando al cxilio voluntario tras ser sus bienes confiscados y vcndidos . Ambos publicanos , Postumio y Pomponio , pusieron en evidencia la languide z y recato con que el senado trataba estos casos y la verdad era localizacion de los poderes cotidianos 169. Los problemas de la administraci6n de las provincias fueron muy similarcs en los dos siglos que tratamos , aunqu e la informacion varia de uno a otro. Para el siglo I no obstante , disponemos de 168 Sobre los publi canos. Arias Bonet, J.A. , Soc ietas publi can orum , AHDE 19, 1948 , 2 18/303 ; Vigneron ,. R., Socie ta s publi canorum . Laheo 30, 1984 , 80/89; Badian, E., P ublicans and sinn ers. Oxford 1972 ; Nico l t, C., Censeu.rs er p u.blica ,ns. Economie et fis cal1te don s la Roma An tiqu e. Paris 2000 . La form a socium cs un ap 6co pc y contra cc i6n de soc iorum , de uso arcaico en escritores co mo Pacuvi o, hryses , 80/82, y tenid a en cuenta por C ic. Or. 153/ 154. 169 Cic. Ma n. 14; 19; Livio XXV .3.8/13 ; el ap oyo de Cicer6n al ordo ecuestre, Cic. Phil. V.5; Verr . 1.35; IIl.1 30; tusc. 11.27 ; At t. XV.4 . 1; orat. 11.9 1; IIl .80: Man . 11; 16 ; 17 ; Mur . 42 , nos tn ho mines; Livio XXV .3.13/ 19; 1.3. e le cita como praef ec rus soc,um(sic). Finalm ente. los hispanos alia dos, Livio X LIII. 2. 12, qu e cita nombrami ento de patro nos. comi si6n de recuperad ores, amp liation es o aplazami entos y decreto fin al sobre el asunto , Serrao , F., lassi, p ar titi e Legge nella repubblica roma na, Pisa 1980 , 209 /2 I I ; 270 , con un capitul o sobr e res repe tundae y la bibli ogra fia mas co mpl eta para ese momento.

En el a.no 2 13 a. C. otro financiero tambien perteneciente al rango ccuestre , el publicano Tito Pomponio de Veyes , superaba la perfidia de Postumio . Expoliaba el territorio de Lucania y la en Vulch alo, un denario; 26 ; 44; 45;49 ; prctor en 76 y propr etor de Transalpina en 75/73 , Sal. Hi st. IIl .46M .

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MORALE I.MPERIO

material documental , abundante y pormenorizado , que entra mas en el detalle , contando con las ventajas - y tambien los vicios - de los relatos de autores coetaneos , cuando no incluso protagonistas de los hechos , que sin duda aportan una vivacidad y riqueza expresiva de la que carecemos para la centuria precedente. Anales de sucesos y experiencias de gobierno que sirven coma boceto del desolador panorama que , al margen de retoricas optimistas , supuso la adrninistracion del Imperio . 5. La guerra y La riqueza.

En la Roma del siglo III a .C. por encima de la soberania de las asambleas y el poder ejecutivo de las magistraturas , la verdadera autoridad y el control de los asunto s publicos residia en una asamblea consuJtiva coma era el senado . Al margen de los ' democrati zante s" relatos de analistas y epitomistas oficiales , quienes gobernaban la nacion y su imperio eran los patr es, y ni siquiera todos los patr es, sino solo los lideres de las familias patricias y plebeyas mas influyentes . Aquellas que acaparaban los oficios publicos , se repartian obligaciones y asumian con mayor o menos eficacia las tareas cotidianas de la Republica . Tal coma habian venido hacienda sus antepasados , aquellos cuyas imagines conservaban , y era propio de los mores que nadie en Roma cuestionaba. Estaban lejos aun los tiempos en que otras asambleas distintas al senado y lideres ajenos a los circulos familiares del poder perturbaran la libre voluntad de los patre s en sus decisiones sabre cualquier asunto que afectara al pueblo romano .

y de ellas , los Cornelii Scipiones , ocupan catorce consulados , mas del die z por ciento . Los cuarenta dos grupos restantes se reparten el resto , a una media de 2'4 oficios por familia . Esto era posible a traves de dos vias . En primera instancia , el incremento en el seno de la domu s correspondiente de la capacidad economica , manifestada por el mayor numero de esclavos , propiedades agrarias y ganados - desde mediados del siglo II, tambien los bienes muebles producidos por el din ero -, lo que traia consigo el incremento paralelo del numero de clientes su capacidad de nuevas relaciones , de compra y de gasto en interes del prestigio de la propia gens, en definitiva la potencia de la hacienda familiar . El incremento de riquezas se lograba por w1 sistema habitual como era la guerra , escenario apropiado para el ejercicio de la virtus, como ya supra establecimos , configurado a lo largo del tiempo como el mas rentable , casi unico posible , enraizado con el comun proceder que se suponia para los tiempos heroicos , y el camino m:is adecuado y consustancial a la dignidad de quienes declaraban pertenecer a la mas alta clase. La guerra era actividad que el .noble monopoli zaba para a traves de ella , reflejarse coma paradigma de comportamiento ante el resto de los ciudadanos . A traves de la guerra los senadores obtenian los bienes necesarios para la materiali zacion de su ideario y legitimaban el enriquecimiento privado de sus fortunas , respondiendo al desempefio de una actividad que . desde que se conservaba memoria , habia sido monopolio de los aristocratas .

En la Roma anterior a la expansion mediterranea las decisiones de las otras asambleas no eran obstaculo para el desarrollo del ideal aristocratico que regia los destinos de la Ciudad . La emulacion , rivalidad , competencia y antagonismo eran los elementos a traves de los cuales patricios y ple beyos, configuraban sus relaciones politicas cotidianas y disefiaban las lineas fundamentales de funcionamiento de las instituciones. A fines del siglo III , de las g enies quc ocupaban asientos en la curia , solo algunas disfrutaban de una cuota de poder e influencia superior al resto , y eran quienes realmente desempefiaban y sacaban adelant e sus intereses en las votaciones . En los 109 afios que transcurren desde el comien zo de la Segunda Guerra Punica y la caida de Numancia 242 y 133 - cincuenta y una familias Began a tener algun miembro en el consulado . Pero de todas ellas , los Claudii , Fu/vii, ornelii, Postumii, Sempronii , Valerii, Fabii, Man/ii y Ae milii , nueve en total , acaparan 112 puestos , casi la mitad del total ,

La guerra tenia ventajas politicas para el aristocrata y ayudaba a la obtencion de los cargos , daba el dinero que propiciaba la fama , a traves de las obras materiales que podian realizarse con ese dinero . Como ya observase W .V . Harris , ningun senador tuvo que convencer a otros senadores de que por lo general , las victorias producian rique zas . Desarrollo no distante al que en las pol ei griegas los eupatrida s mantuvieron en relacion con los ejercitos preopli ti cos 170 . Que en Roma la guerra era asunto de los nobles se constata desde la monarquia y es reflejo de su consolidacion la organizacion centuriada , estructura que en lo fundamental seguia vigente a

170

W . V. Harri s. War and Imp eriali sm , op .cit. 30 ; 55 ; Nilsson, M .. T he intr odu ction of hoplit e ta cti cs at Rom e : its dat e and its con sequ ences. JRS 18, I 92 8, \ / 11, qu e habl a de mediados del siglo V, com o m omento en qu e se cre6 cl ej ercito hopliti co en Roma , coin cidi end o con la creac i6n de la censura y el tribunad o co nsular , vid. Erskin e, /\.. Mon ey -lovin g Romans, Cairn s, F., Heath , M., eds., Papers of the Leeds int ernational Latin Se minar, 9. 199 6, I /1 1.

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LOS PA TRES Y LAS PROVINCIAS

comienzos de la Primera Guerra Punica. Anteriormente, en el siglo IV Arist6teles habia escrito que la guerra era un instrumento necesario para restaurar el orden material de las cosas, "pues de la misma Jorma que se caza un animal bravio, asl los griegos estan obligados a someter al pueblo que nacido para obedecer, se niega a aceptar su destino ". La idea de que la naturaleza habia querido que el barbaro fuera doblegado por el griego, solo venia a recoger el modelo de relaci6n vigente entre helenos y extranjeros en la epoca arcaica, y se encontraba plenamente asumido en la literatura greco-romana , que lo aplicaban aJ modelo aristocratico romano desde los primeros tiempos de la historia de la ciudad . Polibio consideraba licita toda ganancia que era resultado de la victoria militar, pues no solo era honrada y justa , sino que contribuia a la gloria de sus artifices y a la del estado a cuyo servicio se suponia que estos actuaban . Por el contrario , era despreciable el lucro obtenido a partir de lo venal , algo deshonroso , que a los cartagineses servia para comprar los oficios publicos y corromper las instituciones , situaci6n que, decia Polibio , en la Roma de su tiempo - mediados el siglo II a. C. apenas se daba , pero que desde luego estaba castigado con la muerte . Los bienes obtenidos a traves de la guerra proporcionaban mas poder a los generates , que tertian derecho aJ disfrute de una parte considerable del botin . Juvenal, critico con todas las instituciones de su tiempo, tambien distinguia entre la fortuna adquirida en tiempos de paz, poco digna y producto de la corrupci6n y la usura las mas de las veces, de la fortuna quc resultaba del ejercicio de la virtus, demostrada en los campos de batalla . La fortuna resultante de la victoria , era premio al valor y sacrificio ante el enemigo , mientras que en el primer caso, la riqueza privada constituida como fin ultimo de la actividad publica , resultaba del todo reprochable 17 1.

6. Ciceron, Hyhrida y las provincias. Un magistrado con mando en una provincia era una fuente de riqueza para su familia , tenia la oportunidad de incrementar fama y prestigio en proporci6n similar a los exitos belicos alcanzados , renovaba la fidelidad entre amigos y clientes y aumentaba su numero, ya que todos deseaban descansar bajo el patrocinio y la potencia de un personaje influyente . Guerra y clientela eran pues, instituciones conectadas y complementarias.

Cicer6n mantenia posturas muy similares a las aristotelicas en relaci6n a la posici6n del romano ante la guerra. Escribia que los asiaticos preferian ser si1bditos antes que mandar , y que para esto ultimo los dioses habian reservado tal papel aJ pueblo romano , lo que era hablar de Roma como pueblo elegido . De todo esto se derivaba que las provincias , las tierras que desde el Epiro al Tauro , de Sicilia a los conios, por uno u otro camino se habian incorporado bajo la soberania del senado romano , en un proceso que comenzaba en la segunda mitad del siglo Ill y se consolidaba a lo largo de la centuria siguiente , aquel Imperio repetimos , se ofrecia como soporte y suministrador de cuanto precisaba el ideario etico , el c6digo de conducta y de proyecci6n al exterior de cuantas familias ocupaban plaza en el senado. Las provincias eran la ocasi6n , primero del despliegue de la virtus , en la guerra para su conquista, y en segundo lugar , la ofrenda de unas riquezas que eran oportunidad unica de la mejora de los patrimonios privados , de la consolidaci6n de la domus , preservando el sistema de influencias que facilitaban el control del aparato del estado . En realidad estos ideates son un lugar comun en el c6digo de conducta de algunos pueblos indoeuropeos. Similares comportarnientos se observan entre los celtas , ya sean gaJos o celtiberos , como transmiten las fuentes escritas 172 .

por causa de/ amor . que siempre despi erta en vosotros una predispos1ci6n a la codic ia p or la facilidad que os ofrece para ac tuar ", Ap. Afr . 86 ; Juv . Sat. VI. 292 /295 : Alfold y, A., II dominio della cava lleria dopo la caduta dci re in Gr ec ia ed a Roma , R end,cnti dell 'Accad emia d, A rcha eo logia. lettere e belle arti di Napoli, 40 , 1965, 21 /34 . 172 En realidad esto s ideates son un lugar comun en el ideario del modo de scr de algunos pueblos indoeuropeo s. Similare s conducta s sc observan entr e los ce ltas, ya sean ga los o celtiberos , como tran smit en las fucntes esc rita s, vid . Muniz Coello , J ., Guerra y paz en la Espana ccltica. Clientes y hospit es a la luz de la fuentes litera ria s, HA 19, 1995 , 15/36; Rich , J., Fear , greed and glory : the causes of roman warmaking in the middle Republi c, Rich , J., & Shipley , G ., eds .. War and society in the roman world, London and New York 1993 , 38 /63 .

17 1

El relat o de Livio. que es el (mico que aborda con cKtensi6n la histor ia de la Ci udad y del que no s ha llegado en partc signifi cativ a, con las inaprc ciables adicio ne s que pueden cotcjarse en el relato pr evio de Polibio , y las curio sidadc s complementaria s de Dionisio de Halicarnasos , no s pr ese nt.'\ una imagen de la Republica que aporta un material que en su mayor part e es ma s liviano y futil que provechoso . El mi smo a comienzos del libro VI indicaba la cscasa fiabilidad de las fuentes que habia tenido que utilizar para lo s cinco libro s anteriores , que engloba lo s hecho s acaecidos hasta la invasion gala del 390 , pero la critica actual suele alargar este dudo so period o un siglo ma s, ha sta la ll ega da de Pirro al sur de Italia . Arist. Pol . 1.3; 11; Pol. VI. 56.2/4; 56 . I 5; la fe del megalopolitano en la honrad ez de lo gobernate s romano s, Erskine , A., Mon ey- lovin g Roman s. op .cit . 4 : egun Censorin o. en discurso a los embajador es de Ca rt.ago, en la Tercera Guerra Punica , "as / que tamb ,en p erdi steis Cerdena

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MORAL E IMPERJO

Ya vimos anteriormente que la asignacion de una provincia coma Cilicia podia suponer competencias en las regiones adyacentes, que solo venian delimitadas por los territorios de las provincias anejas . En el caso de Macedonia , su atribucion suponia el camino abierto contra pueblos vecinos como tracios y dardanos , al norte , que no dieron el juego economico que algunos magistrados esperaban . Siria era la aventura de la inmensa Partia , la posibilidad para un general afortunado de desembarcar en Brindis y entrar en Roma como un nuevo Alejandro , pero sobre todo ahi estaba Egipto , o para hablar con mas propiedad , ahi estaba la fastuosa carte de sus reyes y las incalculables riquezas de los Lagidas . En tales condiciones los ex-consules y ex-pretores aspiraban a las provincias vehementemente y se usaban cuantos medios estaban al alcance para obtenerlas , sin desdefiar sobomos , presiones y cohechos . Veamos algun caso concreto . A comien zos de su consulado en el 63 Marco Ciceron se planteaba el dilema de como neutralizar la sospechosa actitud de su colega C. Antonio Hybrida, que desde afios antes habia mostrado , como tantos otros nobles en situacion economica desesperada, sus simpatias y apoyos al diletante y agitador Lucio Sergio Catilina , del que ya se esperaba una segunda intentona contra la republica, tras fracasar en su carrera por el consulado . Hybrida, antiguo silano que habia hecho fortuna en Macedonia durante su estancia en Acaya con el dictador , hacia el aiio 86/85 , habia gastado toda su fortuna anteriormente en la carrera por la edilidad , en la que se escribe que llego a dar ludi en un escenario de plata , y se endeudo totalmentc para la pretura - en la quc gasto "dos fortunas ", nos dice Asconio -. Su eleccion para el consulado habia sido una estrategia de contrapeso del senado , y una apuesta de riesgo , pues no se ocultaban sus sinceras simpatias por los catilinarios . Pero sobre todo , Hybrida necesitaba dinero desesp~radamente 173 .

militares que Hybrida coma consul disponia . Las provincias consulares que se sortearon en el 63, para el 62, fueron Macedonia y la Galia Cisalpina . Parece ser que el sorteo dio a Ciceron la Macedonia y a Antonio la Cisalpina. Pero Ciceron no podia permitir que la cercana Cisalpina, en donde Catilina tenia importantes apoyos , incluidos los al6broges , aunque solo en un primer momento , pasara a manos de Antonio , pues ello significaria entregarla a Catilina, con todos sus recursos de dinero y levas , y por tanto la forma mas rapida de entregar Roma al conspirador. Por su parte Antonio queria Macedonia , de la que veintitres aiios antes habia obtenido riquezas , expoliando a los griegos , siendo comandante de la caballeria de Sita. La capacidad de maniobra politica e influencia de Ciceron era muy alta en los afios que siguieron al consulado , y en el asunto de la asignaci6n de provincias , pocos cabos eran dejados al albur . "Nunca permiti que el consul Pis6n- consul del 67, recordemos de nuevo esta firme declaraci6n pisara firme ningim terreno; lo prive de Siria, que y a le habia sido adjudicada ; hice volver al senado a su antigua rectitud y lo levante de su humillaci6n ". Cicer6n pennut6 su provincia con la de Antonio , a cambio de su pasividad en los actos que se avecinaban , pues desde el principio conocia que no iba a contar con su colaboraci6n decidida para luchar contra los conspiradores .174 Por otro lado, el orador no deseaba marchar a provincia alguna su deseo era permanecer en Roma a toda costa, no solo por la intensidad de los momentos que se vivian , sino por una cuesti6n de principios , y asi lo habia expresado afios antes . Al regresar de Sicilia en el 7 5 tras ejercer de cuestor en Lilybaeum , comprobo que en la ciudad nadie sabia de su excelente administraci6n en la isla, su gestion habia quedado en el anonimato , por lo que se prometi6 no volver a aceptar provincia alguna que le obligara a salir de Roma . A Cisal pina finalmente march6 uno de los pretores del afio anterior , Q. Cecilio Metelo Celer . Mas no debe interpretarse esta actitud del arpinate coma una clara expresi6n del ideal del buen republicano , que sacrifica cualquier licito mejoramiento patrimonial por la total y gratuita dedicaci6n a los intereses de la republica. Si bien su ambici6n de poder politico siempre super6 con creces a su codicia , no es altruista en sus decisiones y sabe compaginar ambas esferas , mostrandos e sobradamente explicito cuando

Ciceron traza un plan para "comprar " a su colega , o al menos , si no ganarlo para la causa - tampoco era ni buen militar ni politico influyente -, para asegurar que Catilina no obtendria los medias

173

Plin. NH 33 . 16.53 ; acos ad o par toda clase de difi cultad e , die!.! al. Cat. 2 1; la conjura cion de Catilin a, vid. biblio grafia al final. Sobr e las r ela cion es de Roma con la s parto s, des de Luculo , Keaven ey , A. , Th e kin g and th e war-lord . Romano parthian relation s circ a 64/53 B.C., AJP h 103, 1982, 412 /418 ; un resum en de es as re lac ion es durant e el siglo I a. de C., en Muni z Coe llo, J., Cicer6n, op .cit. 155/ 176; Muni z Coello, J. , La carr era politi ca de C . Antonio Hybrid a, con sul del 63 a.C., HA 24, 2000 , 319 /338 .

174

Cic. A te. 1.16.8, j ulio del 6 1. Se trat a de M . Pupi o Pi on Fru gi, consul del 67.

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LOS P ATRES Y LAS PROVINCIAS

arriesga en el foro , y oportunamente discreto cuando contabiliz.a sus provechos . Macedonia era para Hybrida la posibilidad de pagar todas las deudas que le acosaban y distanciarse de una causa como la catilinaria que, al cabo, presentaba en su segunda intentona tan pocas certidumbres como uno afio antes. Tampoco era el senador de Arpino hombre de annas y de hecho apenas se conoce de su actividad en la milicia. Dice Plinio que de joven trabaj6 en el servicio de la panaderia militar, desde un puesto similar al de mozo de mulas, lo que unido a su escasamente heroica campafia militar en el Monte Amano, durante su proconsulado en Cilicia , queda dibujada una personalidad que desde luego no se confunde con la ..1rema avidez de riquezas que mostraba su padre Cneo Pompeyo Estrabon , ambicion tambien presente en el hijo, consul del 70, que dividia entre el poder y las facultates. "Mu erto el padr e, u hijo Jue acusado de peculado par un pr esunto delito de su padr e, cuy os libros de contabilidad decia el M agno que habian sido robados" escribe su biografo Plutarco . Pero el Magno sabia delegar en sus colaboradores aquellos proyectos cuya indole material y especulativa puclieran ensombrecer la altura de miras y la nobleza de sus servicios a la republica . De su influencia y capacidad de maniobra , solo un par de casos. "Pompeyo y Craso promovieron a sus amigos a la pretura , con dinero y presionando con su presencia a lo votantes " escribe Plutarco , y Ciceron afiadia ··que Pompeyo pensaba "controlar " el consulado para el 60, colocando en el a uno de sus ac6litos , Lucio AJranio, coma asi Jue, pues no dudaba de que el dinero lo compraba todo" . Este Afranio es citado como "el hijo de Auto' , acaso por tener Afranio conexion fuerte con Aulo Gabinio , el consul del 58, y otro 192

Cic. Verr. 11.1.4. 11; 11.1.13.34 ; D ,v. ,n Q. Caec . 6· 38; Il.1.19 .49; Il . 1.17.44 ; 11. 1.34.86; 38.95. lo que le supu so a Dolabela una multa de trcs millon s de estercios, una vez que regre s6 a Roma ; JollifTc, R.O. op .cit. 14; Dolab ela, tribuno militar hacia el 89 , pretor en 81, Cic. Pro Quince. 30 : Ascon. 26; 74C ; Ps. Ascon . 194; 206 ; 208 ; 234; 236 ; 240 ; 242 : 245 ; Juv . Sat. 8. 105; Schol. Gron . 325 Stan gl; Cic. Verr. Il . 1.41/ 102 passi m; II.2. 109; 1.4. 11· cuderi , R., Lo sfondo politico del proc eso a Verre , ontributi dell ·;stituto di Storia A ntica. Processi e politi co nel mondo anti co, Milano 1996 , 169/ 187; Atkinson , J.E .. Ci cero and th e trial of Verre s, Ak roterion 37 .1992, 9 1/97 ; " jque h1zo Ne ron, hombre exce lente y benevolo, p ero 1rreso luco en alg unos asp ectos! ", se pregunta Cic. Verr. 11.1.71/7 6; 83 : 50, respe cto de Cayo Claudio Neron , quc era cntonce s gobernador de Asia provin cia en dond e se encontraba Llmpsa co. Alli perpetr 6 Verres alguno s de sus crim enes mas repugn antes. aparentemente cuand o viajab a a la corte de icom edes de Bitinia , por orden de Dolabela . su gobernador en Cili cia. Ca yo Maleolo, cuestor de C ilicia con Cn. Cornelio Dolab ela, vendi6 todo lo que de valor tenia en Roma y lo invirti6 en Asia, pec um as apud pop ulos et syng rapha s fece rta, arge nt, opt1mi caela ti g rande po ndus sec um tulerat.Tras su muerte, Ca yo Verres asumi 6 su pu esto y la fortun a que habi a logrado amasar alli, consistente en obra de arte. plata y un bu en nurn ero de esclavos, Cic. Verr. II 1.91/92

de los principales agentes de Pompeyo , o por asimilarle a la misma ralea a la que pertenecia Gabinio, segun el orador. Sabia eluclir cualquier acusac1on de indole economica y nada pudo probarse sobre la desaparicion de dos mil libras de oro que el dictador Camilo habia depositado en el Templo de Jupiter , mas de tres siglos antes , tras la expulsion de los galos en el 390. Se noto su falta en el aiio 52 cuando Pompeyo fue consul unico al menos durante medio afio y todas las sospechas apuntaban a su entorno . Su enorrne prestigio , fruto de los servicios prestados a la Republica durante muchos afios, le hacian impermeable a cualquier procesamiento . De hecho , el Magno se atribuia haber proporcionado rentas nuevas de los paises conquistados por valor de ochenta millones de denarios , ingresando en moneda, joyas de oro y plata un total de veinte mil talentos , y habiendo dado mil quinientos denarios a cada uno de los soldados de su ejercito . Pompeyo esta detras de casi todas los grandes asuntos economicos de los sesenta y cincuenta , pero los dirige desde un segundo piano y encomienda la gestion de los mismos a cualquiera de sus agentes incondicionales. De la misma forma que administraria las Hispanias desde la Urbe, no dedica mas tiempo que el preciso a las tareas marginales del quehacer politico . Tacito , en sus A nna/es, hace w1 frio pero agudo analisis de este heroe de la nobleza cuando escribe que "al encargarse de la reJorma de las costumbres e convirti6 en autor y al tiempo destructor de su propia s /ey es... y lueg o hubo una continua discordia a lo largo de veinte anos - del 52 al 32 a.C. - sin co tumbre ni derecho, quedaron impunes las peores crimen e y muchos rasgos de honestidad upusieron la destrucci6n de sus autore ". De hecho era notoria la dignidad y justicia con que se decia que presidia las causas judiciales , siempre claro esta, que no afectaran a sus intereses. Asi, cuando su suegro Q . Cecilio Metelo Escipion , consul desde julio del 52, fue llarnado a juicio por corrupcion , mando Pompeyo Harnar a los 360 jueces a su casa y les pidio su apoyo para exculpar al acusado . Cayo Memio , que era quien habia presentado los cargos , abandono el caso al ver que el Magno se inclinaba por la absolucion , asw1to este a partir del cual le valio una cierta reputacion de parcialidad. Pero siendo la riqueza la pasi6n oculta de Pompeyo fue el asunto del trono egipcio el que mas tiempo le retuvo 193. 193

Orosio, V. 18. 1O; Livio, per . 74 : Cic. Fon t. 43; Ap. BC 1.40; Plin. NH IIJ.138; Oio Ca ·s. XXXV II.9.3; Plut. Ca t. Min . 42 :

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LOS PA TRES Y LAS PROVINCIAS

9. El oro de Los Tolomeos y la cuestion egi,pcia. Desde su victorioso regreso de Oriente en el 63, tras reorganizar reinos y provincias , Pompeyo evaluaba los pormenores de la cuestion planteada por la situacion politica de Egipto, sobre la que ya desde hacia al menos dos afios habia mantenido contactos con Cesar y Craso. Los tres sopesaban la posibilidad de convertir aquel reino en una nueva provincia del senado, como la mejor salida a la azarosa evolucion que desde hacia veinte afios venia sufriendo la dinastia de los Tolomeos , los reyes de Egipto .

En realidad , para los futuros triunviros lo que animaba a la intervencion no eran las supuestas necesidades estrategicas y de equilibrio diplomatico en la zona, sino la contundente y lapidaria realidad del oro y la plata que, desde hacia afios, los Tolomeos venian gastando y aireando en todos los escenarios de la vida publica de Roma . Pruebas de esta riqueza habian ido llegando a la clase politica romana durante los ultimos afios y la cuestion concitaba una inusual coincidencia y consenso entre quienes por lo demas, no ocultaban ser adversarios cotidianos . Lucio Luculo habia estado en la carte de los Tolomeos cuando , durante su cuestura en Asia bajo el mando de Lucio Sila, navego hasta el delta para solicitar barcos con los que armar una flota y enfrentarla a Mitridates . Fue recibido y agasajado por el entonces monarca, Tolomeo IX Soter II, afio 87/86, con obsequios que se estimaban en un valor de ochenta talentos y que, dice la fuente, Luculo renuncio aceptar . En realidad la monarquia egipcia pasaba por afios de total inestabilidad a causa de una crisis de autoridad que se manifestaba en la apertura de constantes periodos de luchas civiles de cada vez mas inciertos resultados . La situacion empeoro en tiempos de Sila, cuando en el 81 instalo en el trono alejandrino a Tolomeo XI Alejandro II, el cual apenas sobrepaso los veinte dias de gobiemo .

pertenecia a aquella corona , gobernaba un hermano de este Auletes, del que solo conocemos su nombre dinastico , por lo que la cuestion de la sucesion quedaba asi zanjada para la familia egipcia ,·pero no para los dirigentes del senado . Y fue el supuesto testamento de Tolomeo XI Alejandro II el expediente a traves del cual se podia justificar cualquier decision anexionista . Durante los afios 67/63 la expedicion contra los piratas , la guerra contra Mitridates y la final reorganizacion de los territorios orientales , que entre otros beneficios supuso la concertacion de tratados con los numerosos dinastas de la zona, mantuvo la cuestion de Egipto en un segundo piano. En el 59 Tolomeo Auletes pagaba al consul Cesar y a Pompeyo 6.000 talentos a cambio del titulo de aliado y amigo del pueblo romano , y es posible que una venta similar al Tolomeo de Chipre no proveyera los frutos economicos esperados . En cualquier caso, despues del 59, Cesar y Pompeyo , los dos hombres fuertes de la ciudad , conscientes de la paridad de sus poderes, se reparten los ambitos geograficos donde extender sus influencias en la seguridad de que el botin a tomar era suficiente para ambos . Como mas arriba dijimos Cesar asurnio la Cisalpina pese a que parece que despues de dejar la edilidad intento, antes de la pretura , que los tribunos de la plebe le otorgaran Egipto como provincia , sin conseguirlo - y el resto de la Galia, indomita, a conquistar , mas el Ilirico. Pompeyo pensaba llevar a cabo su antiguo proyecto sobre Egipto , pero a traves de uno de sus fieles colaboradores , mientras el velaba por el control de los asuntos en una Roma cada vez mas conflictiva . El personaje elegido para sus planes egipcios era Aulo Gabinio, el consul del 58, al que mediante permuta consiguio ·que se le asignara la provincia de Siria, mientras que su colega en el consulado L. Calpumio Pison Cesonino marchaba a Macedonia 194 . Siria era la region que se extendia al este de la isla de Chipre , habitada por una minoria de griegos que ocupaban la Hamada Tetrapolis , "las cuatro ciudades ", al oeste del territorio , una Dodecapolis , "doce ciudades ", al sur, y las ciudades-estado de

Pese a un supuesto testamento dejado en el que el difunto monarca daba su reino a Roma, en el pais se instalo otro miembro de la dinastia , Tolomeo IX Dionisos o Auletes, el flautista , que con algl'.m breve intervalo , llego a gobernar durante los treinta afios siguientes . En Chipre, que tambien

194

Ap. M ith. 114 ; Sy r. 5l ;loseph . AJ. X JV.35 ; Su et. Caes. 13;54; de hecho Cesar intent o tra s su edilidad y ant e de la pr etura qu e los tribuno s de la pl ebe le otor garan Egipt o como provin cia; A. Gabinio , C ic. Prov. cons. 9112 ; domo, 60 ; Ses t. 93 ; Pis. 48/50; QF. 11.13.2 ; III. l.24 ; III.2.2; III.4 . 1; Dio Ca ss. XXX IX.6 2. l ;55 .5; 56 .3; Plut. A nt. 3.2 ; Rab. Pos t. 21 ; Sartr e, M., Romain s et italicn s en Syri e: contribution a I ' histoir e de la pr emi ere provin ce romain e de Syri e, Proce edings of a Colloquium org anized by the fi nnish Jnstituts at A thens, Helsinki 2001 , 127/ 140.

"(el y Craso) pr omovieron a sus amigos a la pr etura, con dinero y pr esenciado las votaciones "; Pom l.4 ; Cic. Att.1.16 .12/13, Plin . NH XXX III .5.14; Malvolta , M., La carri era di L. Afrani o (cos . 60 a.C.), MGR 5, 1977 , 251 /303; William s, R.S. & William s, B., Cn. Pomp eius Magnu s and L. Afraniu s, failur e to sec ure the eastern ettlem ent, CJ 83 , 1988, 198/206 ; Plut. Pam 4 5; L V.4.

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MORALE IMPERIO

la costa fenicia , ademas de una serie de estados vasallos al interior. Pero sabre todo Siria era una administracion que, de saber mover los hilos precisos en el senado , podia llevar aparejada la competencia de actuar contra los partos y de marchar hacia Egipto , lo que equivalia a la posibilidad de entrar en contacto con el mitico oro de los Tolomeos . La decision de Pompeyo sabre Egipto venia condicionada por las nuevas circunstancias creadas en la zona. El rey Tolomeo Auletes acababa de ser destronado y expulsado del pais , afto 58, por lo que habia llegado a Roma en busca de la proteccion y ayuda de sus amigos , que le permitiera recuperar el trono perdido . De nuevo se distribuyo oro entre los senadores , para favorecer un decreto que le diera una fuerza militar con la que regresara Egipto . Tolomeo fue acogido por Pompeyo pero la llegada a Roma de una fuerte embajada egipcia con la intenci6n de pedir la entrega del exiliado e incluso de asesinarlo si no lo conseguian - coma demuestra el asesinato del filosofo Dion- , obligo a poner a salvo al monarca destronado y el Magno tuvo que sacarle de Roma y enviarle a Efeso , a la espera de tiempos mejores . Estos solo podian llegar desde el control de Egipto desde Siria, donde iba a gobernar Gabinio cuando saliera del consulado en el afto 5i 95 . I 0. Caton de Utica y Chipre. Craso y Lospartos. En Roma los planes de Pompeyo encontraban fuerte oposicion en la faccion liderada por M. Porcio Caton, el de Utica Ciceron y otros personajes cuyos intereses se identificaban con los de los publicanos . Todos entendian las verdaderas intenciones personales del Magno por encima de la ret6rica sabre los deberes de Roma hacia sus aliados. Los magistri o altos responsables de las compafi.ias arrendatarias de impuestos que actuaban en Siria, comenzaron a recibir las noticias de sus agentes en relacion con las dificultades que se estaban encontrando en su labor en la provincia , y aquellos clamaban en el senado contra la actuacion de Gabinio , que era similar a la que Lucio Pison mantenia en Macedonia . Los publicanos sabian que trabajar en regiones que estuvieran bajo el control de los hombres de Pompcyo era poner en constante peligro la solvencia de sus negocios. Gabinio y Pison eran el

gobiemo de los optimates , afines a sus exclusivos intereses , que en lo financiero eran el comercio y el prestamo , pero ello no excluia inmiscuirse en otras esferas de negocios si de ello se derivaba un lucro efectivo 196 . En la oposici6n a Pompeyo habia intereses dispares , pues Caton de Utica no estuvo alineado con Pompeyo al menos hasta el 52, pero tampoco era valedor de los arrendatarios , sino al contrario , era el tormento de los publicanos , segun Ciceron , que siendo afecto al Magno , era al tiempo uno de los hombres con quienes esos financieros contaban en el senado para la defensa de sus intereses. La actitud de Caton de Utica era continuacion de la de su bisabuelo Caton el Censor, en relacion con los arrendatarios . Este, siendo censor , adjudico los impuestos y los restantes arriendos al precio mas bajo, pero el senado se hizo eco de las protestas de los publicanos y orden6 repetir la subasta . El Censor entonces volvio a sacar los contratos , pero excluyo de estos a los publicanos que no habian querido los primeros , y los adjudico por un precio solo alga superior al de los anteriores . En el senado , coma acababamos de decir , el mejor valedor de los publicanos era Ciceron, que pronunci6 un critico discurso sabre la asignaci6n de las provincias consulares a los consules del 58, mientras que mostraba su apoyo abierto al consul del 57, L. Cornelio Lentulo , que gobernaria Cilicia desde el 56, coma el candidato mas id6neo para hacerse cargo del asunto de Egipto. La posici6n del orador era ciert:amente compleja . A su regreso dcl cxilio en el 57, Cicer6n pronuncia un discurso en el que agradece su retorno a Lentulo y recuerda la poca ayuda recibida de Gabinio y Pison , los dos consules que nada hicieron el afto anterior para evitar su cxtrafiamiento . Por ello sus pronunciamientos resultaban a veces confusos y ambiguos , aunque en otras ocasiones no ofrecen dudas . Era dificil no atacar a unos sin ofender a otros, y el asunto llegaria a ser todavia mas insidioso cuando Pompeyo , con quien le unia una estrecha devocion

196 Habia en la opo sicion a Pomp eyo int ereses dispar es, pues Caton era el tormento de los publi canos, segu n Cic. Mur. 62 ; Att. 1.18.7, como ya lo habia sido su bisabuelo el Censor, qui en durant e el gobi erno de Sardinia en el 197, suprimi o todo los gasto s que los aliado s solian ha cer para aga sajar al pretor , Livio XXX II .27 .3/4; Plut. Cat. Ma i. 6. Siendo censor, adjudi co el arri cndo de los impu estos y los ultro tributa al precio mas baj o, pero el senado se hizo eco de la s prot estas de los publicano s y ord eno repetir la suba sta . Caton entonce s volvi6 a sacar los contrato s. pero ex cluy o de estos a los publicano s que no habian qu erido los prim eros, y los adjudi co por un prec io solo algo sup erior al de los ant erior es, Livi o XXX IX. 44.4 /8; Gruen, E.S .. Pomp ey and th e Pisones, CSCA I , 1968 , 155/170 .

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Las intrigas de Tolomeo , de stronado , en Roma , Ci c. Cael. 23/24 ; 51/55; Dio Cass. XXX IX. 12/ 14. La "mi sion " de Eg ipto era asunt o disputado entr c las f actiones se natoriale s. Ciceron, Hortensio y Luculo apo stab an por Lentulo , gob ernador de Cilicia, a cuya provin cia debi a ad scribir se tal gestion . Pompe yo hablaba de una embajada de tr es miembro s, e inclu so habi a quien hablab a de encar garse lo a Pomp ey o dir ectam ente, vid. Cic.fa m. 1.1.1-4.

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LOS PA TRES Y LAS PROVINCIAS

y fidelidad, le encargara la defensa de Gabinio en los tribunales , que a su regreso de Egipto en el 54 era acusado de todos los delitos imaginabl es. En el 58 Pompeyo y Cesar preparaban sus planes para cuando los consules abandonaran el poder y procedian primero a anular la oposicion efectiva de Caton mediante una ley, firmada por el tribuno de la plebe Publio Clodio , agente de los asuntos de Cesar en Roma , por la que se conferia al de Utica, de forma extraordinaria, el mando de la provincia de Chipre , con objeto de realizar las acciones necesarias que condujeran a la anexion de la isla, dando por finalizado el gobiemo del Tolomeo que la administraba hasta ese momento . Es probable que con Chipre, residencia de un miembro de la familia real egipcia , y por tanto supuestamente llena de tesoros, se pretendiera comprar la voluntad de Caton al poner en sus manos una parte del botin de los Tolom eos. Pero el asunto fue por otros derroteros. Los textos recogen el regreso del comisionado con todo detalle y subrayan no tanto la magnificencia y cuantia de los tesoros traidos de la isla, como el hecho de que de el de Utica no hubiera sido dominado por el brillo del oro y trajera intactas las riquezas - excepcion hecha de lo que su sobrino Bruto pudiera "administrar " y algun extravio por naufragio - y las cuentas con todo el inventario . A su regreso en el 56 transportaba desde la isla barcos cargados de oro y plata, por valor de siete mil talentos , que pasaron a engrosar los fondos del erario, y su desembarco reunio a una muchedumbre siempre expectante y avida de este tipo de sucesos . Sus adversarios siguieron sin contar con su silencio . El senado pag6 sus excelentes servicios dandole una plaza de pretor, que desempefio en el ambito de los delitos de repetundis , y la oposicion en el senado a los planes de Pompeyo sigui6 activa 197 . En esta situacion Pompeyo decidi6 al menos asegurarse la conformidad con sus planes del otro hombre poderoso de la ciudad , Marco Craso, quien tambien aspiraba desde hacia afios a disfrutar de los beneficios que el control de regiones como Parthia o Egipto pudiera depararles. Craso era ya muy rico, pero estaba dispuesto a serlo aun mas a la primera oportunidad que se le diera de marchar a cualquiera de aquellas dos regiones , y a esta

desmedida avar1c1a se sumaba el hecho de no haber perdido la esperanza de ver alcanzada su ansia de gloria militar. Es dato de su biografo Plutarco el que su fortuna ascendiese a los 7 .100 talentos antes de ir a Partia, y este consul del afio 70 habia demostrado saber conjugar ambas ambiciones , la de la gloria y el dinero . Durante la guerra civil fue acusado de haberse quedado con el botin de la ciudad de Tuder , Umbria , donde Sila le habia enviado , y en el camino a Partia, cuando cruzaba Siria, las paradas de la expedicion militar de Craso no eran aprovechadas para ejercitar a la tropa , sino para hacerse con cuanto de valor pudiese acopiar , como la riqueza de la diosa que se veneraba en Hierapolis , o como para vender exenciones del servicio militar a cuantas ciudades y aldeas encontraba a su paso. Para ello escribia a sus autoridades indicandoles el niunero de soldados que debian aportar a su ejercito , y a continuacion les relevaba del servicio por una cantidad de dinero , incurriendo con ello en el descredito y en el desprecio . Camino a los partos , se burlaba de el Cicer6n cuando le adjudicaba el estereotipo del avaro , "pero si se atribuye se a Mar co Craso esta misma posibilidad de lograr, cho cando los dedos, ser designad o heredero, no dig o que los chocaria, sino que si fu era pr eciso, bailaria en la pla za con ta/ de serlo. El poeta Lucrecio retrata un arquetipo del hombr e afectado por la codicia que parece hecho a la medida de Craso. 'En fin , la codicia y ciega ambi ci6n de honores, que fu erzan a Los miseros hombr es a violar las fr onteras de/ derecho y a veces , haciendose comp/ices y servid ores de/ crim en, a esforzarse dia y noche con empenado trabaj o para escalar el pod er. Tales llag as de la vida en no p equena part e son alim entada s p or el temor de la muerte ... asi, Los hombr es, en su afan de escapar de estos males - la p obreza y el despr ecio infamant e, impelidos por un vano terror, amasan riquezas con sang re ciudadana y multipli can con avidez su caudal , acumuland o crim en sabre crimen: goza n, cruel es, con el triste fun eral de un hermano y odian y temen a la vez la hospitalidad de los pari entes (por temor a ser envenenados) ... a algunos les cuesta la vida su ambi ci6n de estatua s y renombr e ". Estaba ya entrado en afios y no sin envidia , se veia cada vez mas lejos de desfilar en triunfo por la ciudad, como ya habian hecho Pompeyo, Luculo y otros. Contra el primero de estos alimentaba Craso ciertos resentimientos, no injustificados , por sentir que era quien le habia escamoteado el triunfo , en ocasion de la victoria sobre Espartaco y sus

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Cic. A d se n. 8/9, agradece su retomo a Lentul o y recuerda la poca ayud a recibida de Gabinio y Pis6n . Por ello sus pronun ciami ento s resultaban a veces confu sos y ambiguo s, aunqu e en otras ocas ion es no ofrecen dudas ; Plut. Cat. M in. 35 ;45; V. Max . IV.3.2.

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MORALE lMPERIO

seguidores . Para Craso por tanto, era esta la ultima posibilidad de aspirar a victorias militares que le reportase la gloria de entrar en Roma como un heroe, complemento a sus inmensas riquezas , y parecia politicamente abierto a cualquier trato . En ese afio 56 Pompeyo convoc6 a Craso a Luca , villa cercana al limite de Italia con la Cisalpina y elegida como lugar de reunion para que pudiera asistir Cesar desde aquella provincia , el tercer invitado a la conferencia . De aquel encuentro sali6 como acuerdo el reparto del Imperio. Cesar prorrogaba su mando en Galias por otros cinco afios, antes de que expirara el que venia disfrutando desde el 58, Craso recibia Siria, o lo que era lo mismo , la aventura de Partia, una vez regresara Gabinio , y Pompeyo administraria las Hispanias , a traves de legados. En el 55 Craso y Pompeyo repiten consulado y este ordena a Gabinio que , a punto de iniciar su tercer afio de mandato consecutivo en Siria, antes de tener que regresar para ceder su provincia a Craso, emprenda. la expedici6n a Egipto , al objeto de devolver el trono al rey expulsado 198. Tolomeo fue repuesto en Alejandria y Gabinio regres6 a Roma , donde los lideres de las compafiias de publicanos preparaban hasta tres acusaciones para asegurarse por una u otra su condena. Se le imput6 haber recibido del rey egipcio para el y por tanto, para Pompeyo , diez mil talentos como precio de su reposici6n en el poder de Egipto, que un banquero , C. Rabirio P6stumo, les habria adelantado , y que luego este intent6 recuperar desde su puesto de ec6nomo del rey entronizado. Se le imput6 haber abandonado su provincia - de maiestat e o alta traici6n -, dejando a los sirios a su suerte , y de haber causado dafios a estos estimados en cien millones de sestercios - de repetundis o extorsi6n -, y finalmente , de haber obstruido a los publicanos en sus labores, expulsandoles de algunos lugares , anulando pactiones o acuerdos , asumiendo militarmente recaudaciones , y retirandoles la protecci6n cuando estos ejercian . Y aun se le preparaba una actio de ambitu o corrupci6n electoral en relaci6n al modo de obtenci6n de su consulado , que no hizo falta iniciar, pues Gabinio fue condenado 199 • 198

Antonelli , G ., rasso, il banchiere di Roma . Roma 1986 ; Plut. Craso , 2 ; 6 ; I 7; Ooteghem , J. Van , Le "brigandage syrien", LEC 21 , 1953 , 396 /397 , asi moteja Cic . Att. IV .13.1 ; off 111.19; Stanton , G .R., & Marshall , B.A., The coaliti on betw een Pompeius and Cra ssus 60 /59 B.C ., Hist oria 24 , 1975, 205 /219 ; Lucr ec ia , de rerum natura , III, 59/89. 199 Cesar , co mo uno s aifos ante s hi ciera su agente Clodio , cuando compr6 su absoluci6n en su pro ceso por sac rile gio, Sen. E XCV II .2 ; Plut. .ic. 28: Caes. 9/ 10; Cic. A ll . 1.16.5 , compr 6 asi mismo la condena d1.: Rabirio , so bornand o a un

profe sional de las denuncias para que le acusara , el mi smo que el senado habia utili zado para reprimir al turbulento tribuno Satumino , afio 100 . Designado "por sort eo" jue z del reo, le conden 6 con tant a safia que al apelar al pueblo, el rigor de Cesa r le favoreci6, Suet. Caes. 12.

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EL SENADO, LAS LEYES Y LA JUSTICIA

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EL SENADO, LAS LEYES Y LA JUSTICIA Los procesos de Pi,son y Flaco. Los ''provechosos" barcos. A su regreso de Macedonia el gobemador Lucio Calpumio Pis6n Cesonino fue acusado de crimenes tipificados como de rep etundis , llevando la representaci6n de los provinciales el abogado Marco Cicer6n. Este , que en su dia habia apoyado la candidatura al consulado de Pis6n para el 58, encontraba ahora buenos motivos para desquitarse de la falta de apoyo que habia recibido del ahora procesado , para hacer que el senado acortara su exilio y facilitara su regreso desde Tesal6nica . Se presentaron pruebas que ponian de manifiesto las felonias supuestamente cometidas a lo largo de los treinta meses que dur6 su administraci6n (57junio 55). En el discurso que conservamos se enumeran las execrables actividades de Cesonino en el ejercicio de su cargo.

J.

Obtuvo - previo pago al tribuno Clodio - una ley por la que se le conferia el derecho a administrar justicia en las ciudades libres de la provincia en asuntos relacionados con las deudas, ius p ecuniis crediti s, en contra de la ley Julia de pecunii s repetundis del 59. Pis6n vendi6 tratados a los aliados , guerre6 contra los pueblos dardanos y denteletas , fieles aliados de Roma en el pasado, cre6 nuevos impuestos sobre las ventas y requis6 trigo a las ciudades de Acaya, que ya le daban

cien talentos en concepto de aurum coronarium . Saco reditos de los dieciocho millones de sestercios que tomara del erario para su gobiemo provincial. Cobr6 rescate a rehenes, abus6 hasta el limite del hospitium militar e, alojamiento de las tropas, asunto que ya tenia detras de si una tradici6n de des6rdenes , desde que Sila intentara su regulaci6n durante sus campafias en Asia. Tras la derrota de Mitridates , en efecto, Sila, el futuro dictador, aloj6 a todo el ejercito en las ciudades , ordenando que cada soldado recibiera de su anfitri6n 16 dracmas diarias y comida gratis para el y para sus acompafiantes, sin limite. Los centuriones , 50 dracmas y ademas todos recibirian un vestido para salir y otro para usar en la casa mientras durara su hospedaje . Se conservan inscripciones que detallan las requisas de comida, pienso , medios de transporte , cuarteles, material y trabajo para la construcci6n de maquinas militares, vestidos , zapatos, annas y armaduras y soldados, que Sila exigi6 a los griegos de Asia . Pis6n por su parte tambien requis6 todo tipo de bienes , expoli6 y embarc6 para Italia numerosas obras de arte, y sobre todo, maltrat6 , rob6,

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MORAL E IMPERIO

desalojo y expulso a los publicanos que ejercian licitamente sus actividades 200 . Esta ultima era en realidad la verdadera causa de la acusacion y alrededor de la cual , y para subrayar el caracter delictivo de su conducta en general , es por lo que se hace inventario del resto de sus actividades . Pese a la contundencia de las imputaciones y la enumeracion de delitos atribuidos a Pison , el resultado del juicio no afecto a su carrera politica y en el 50 ejerce la censura con Apio Pulcro , no menos corrupto que el mismo. Por otro lado en el discurso no se menciona a su cuestor o a sus legados , que debieron tener su responsabilidad en la comision de tanta perfidia. Precisamente uno de sus legados del afio 57 fue L. Valerio Flaco , al que Ciceron habia defendido de repetundis por su gobierno de la provincia de Asia en el 62. En el discurso pro Fiacco la linea de la defensa presentada por el orador era tan debit , inconsistente y poco argumentada que , a poco que se analice con rigor , practicamente la culpabilidad de Flaco parecia fuera de toda duda . Todas las imputaciones hechas a Flaco son justificadas , que no negadas , por Ciceron , que llega admitir lo obvio , "que la funci6n de gobe rnador es lucrativa ", y da por sentado que la labor de gobierno reporta un beneficio economico personal. En la defensa de Flaco todo se resume en distraer los argumentos , abusar de los subterfugios retoricos y desviar la atencion de los temas principales hacia los detalles irrelevantes , algo que advertiamos supra en el capitulo sobre xenofobia. En general , la integridad de la gestion provincial de los defendidos por Ciceron es un topico repetido: todos son inocentes , incluidos Hybrida , el depredador de los griegos , o Publio Sestio, que consiguio prorrogar su cuestura en Macedonia junto al anterior , no tanto para seguir en el asunto de los pactos con Hybrida como para eludir una acusacion de peculado que le esperaba en Roma 20 1. 200

Naco del Hoyo , T. , Mili tes in oppidis hibernabant . El hospllium militar e invemal en ciudad es peregrinas y los abusos de la hospit.alidad sub teclis durant e la Republica , Dialog ues d'HistoireAncienne , 27.2 , 2001 , 63 /90 . 20 1 Cic. prov. cons. IV.7; Ses t. 71 ; 94 ; Pis. 86 ; 88 ; 90; 92 ; Rostovzeff , M., op.cit . vol. 2, 1103 ; Harmand , J., L 'Armee et le soldat a Rome de 10 7 a 50 avant notre ere, Pari 1967, 248, not.a 27 ; el asunto de los alojami ento milit.ares con tituy6 otra via abierta de forma permanente a los abusos ; Plut. Sull. 25; Luc. XIV . l ; 20 ; Ap. Mith. 62 /63 ; Rostovzeff , M., op.cit. 1058 , sobre las requi sas de Sila a los griegos , 1063, y not.a 17 de) cap . 7; Selecjij , B., Sulla 's financial resources at the time of the war with Mithridate s, VDJ I 60 , 1982, 63/75 (en ruso) ; Cic . fam. Ill . 10.3; 11.5; 13.3; VIII.17.J; XIV .14.8; Att . VII.13. 1; Tac . A nn. VI.10 ; Oro s. VI. 15. 11; Plut. Pam 58 .4; Dio Cass . XL. 63/64 ; Cae s. BC. 1.3.6; vision distinta de) per sonaj e, Scuotto . E., Reali.a umana

De esta forma , el oro que exigio a los ciudadanos de Asia y el que robo a los judios su padre , Lucio Valerio Flaco , el consul que sustituyo a Mario a su muerte en el 86, su hijo y cliente de Cicer6n se lo quedo para si mismo , aunque este indica que lo ingreso en el erario de Roma . De nuevo se exonera de cualquier sospecha de pecu/atu o malversaci6n y apropiacion de fondos publicos , quien destina el producto de su robo al interes publico . Se viene a sentar como doctrina que no hay robo si lo tornado se ingresa en el erario. Algo que por otro lado , las victimas dificilmente podian comprobar y que no modificaba la comision previa del expolio . Respecto a las exige ncias de dinero a ciudadanos privados , parece referirse a la recuperacion de prestamos , pues Cicer6n lo conecta con las actividades que se desarrollaban a traves de las liberae legationes, cuyo abuso trato de evitar cuando fue consul en el 63 con una ley al respecto . De esta forma , habla de los 50 talentos , 1.200.000 sestercios , dados por Falcidio , publicano que arrendo los diezmos de la ciudad asiatica de Trales en 900. 000 sestercios , o sea , 37'5 talentos. El pacto estaba firmado en tiempos del gobernador Globulo , afio 63, y se fijaba en esos 900.000 sestercios o 37'5 talentos , por lo que al tener que entregar 50, se rompia el pacto y el publicano debia darlo de sus propias ganancias. Es probable que para minimizar la cuantia material del robo el orador prefiera manejarse en talentos , de impacto sicologico menor que las cifras expresadas en sestercios , de uso comun , que es licencia nuestra para significar la importancia efectiva de las cantidades manejadas . La argumentacion de Ciceron roza el ridiculo : practicamente acusa al publicano de quejarse de v1c10 e ironiza sobre su eventual ruina , comentando con sarcasmo si va a tener que vender alguna de las propiedades que tiene en el campo albano - ya que como , a los ojos del pueblo, una victima rica es "menos " victima , se disipa asi cualquier atisbo de compasion y sc predispone a la trivializacion de la culpa - para compensar la perdida. Se quejan a su vez los de Trales de que Flaco habia sustraido unos fondos que la ciudad habia depositado a nombre de su padre , el consul sustituto del 86, de igual nombre . Por fin, Flaco , e attegiamenti politici e culturali di Lucio Calpurnio Pison e Cesoni no, RAAN 47 , 1972, 149/166 ; Cic. Fiacco, 7; Marshall , A.J., Flaccu s and the jew s of Asia (Cicero , pro Fiacco, 28 , 67/69) ,P hoenix, 29, 1975, 139/154 ; Cic.fam . V.6; Grossi, L. & Rossi, R., Vitia , commoditas , integritas . Cicerone e i fundamcnti dell'imp erium ; de republica , rI, cap . 4/5, Au.fidius 19, 1993 , 127/1 41.

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entre algunos sectores de la nobleza integrados por senadores y publicanos , ambos con grandes apoyos repartidos en la camara y consagrados a sacar el mayor provecho de la explotaci6n de las provincias . La coincidencia de estos intereses hacia saltar el dificil y fragil equilibrio que sostenia la paz en la camara y, desde magistraturas y asambleas , surgian los conflictos que por una mayor y mas continuada presencia de las familias senatoriales en el control de las instituciones , solian inclinar la balanza del lado de los patres . Todos los tribunales que se nombraron para investigar los supuestos delitos cometidos por magistrados , en el ejercicio de sus oficios en provincia estuvieron al principio formados por senadores , y senadores eran igualmente los patronos a los que tenian derecho nombrar las victimas que exigian reparaciones.

desde el gobiemo de la provincia, reclamo deudas privadas , pidio dinero para barcos que nunca existieron y otras actividades que no son negadas sino justificadas con mayor o menor fortuna en cada caso. La requisa de barcos para trasladar tropas , o para simples "necesidades " de viaje y transporte, se justificaban por las necesidades de guerra , pero no cesaban , como era de esperar , en tiempos de paz . A. Terencio Varron, legado de Lucio Murena en el 82 en Asia, tras la partida de Sila, organizo la primera flota contra los piratas a base de barcos suministrados por distintas ciudades griegas . Se citan diez barcos milesios y se conservan inscripciones honorificas en Delos y Rodas , dedicadas a Varron , pese a lo cual Varron fue acusado de repetundis y absuelto como resultado de un vergonzoso cohecho.

El caso de P. Rutilio Rufo , consul del 105, es presentado como exponente de esa guerra de intereses , por unas fuentes que transmiten los datos que defienden las prerogativas senatoriales , aunque la parquedad con que Cicer6n toma el asunto es ya en si misma toda una confesi6n . Rutilio era un eminente jurista , seguidor de las doctrinas estoicas de Panecio , que realiz6 una brillante carrera senatorial antes de ser procesado y condenado de manera ignominiosa , segun la tradici6n , al final de su vida publica . Fue tribuno militar con Escipi6n en Numancia - a el le debemos la narraci6n de aquel episodio -, legado en Numidia con Metelo , y finalmente alcanza el consulado en el 105.

Marco Fonteyo , gobernador de Transalpina en 74/72 fue acusado de pedir dinero para armar una flota, entre otros delitos . "Las ciudades de la costa... veian que los pretores, a excepci6n de unos pocos , se enriquecian cada ano con los dineros publicos y que con una apariencia de jlota , solo conseguiamos aparecer con la ignonimia de los desastres sufridos ", decia Ciceron en su discurso de defensa de aquel gobernador . En el 49 el pompeyano Lucio Enobarbo , consul del 54, requiso igualmente siete barcos en la isla de Igilio - en el Tirreno - y en Cosa , comarca costera de Etruria , punto de embarque para Corsica y Sardinia , al objeto de ocupar Massalia . Publio Dolabela , proconsul en Asia , afio 42, cruzo hacia Arados con la intencion de obtener dinero y barcos del pueblo de esa isla . De esta y de las demas acusaciones fue absuelto Flaco y en el 57 estaba en el sequito de Pison en Macedonia, pero esta presencia , su actuaci6n y posibles conexiones y responsabilidades con las imputaciones de Pis6n son completamente omitidas 202_ 2. La politizacion

de la justicia. El caso de Rutilio. En el trasfondo de los procesos contra Gabinio y Pison estuvo el duro y ya largo enfrentamiento 202

Ta c. Hist. V. l ; VIIJ.l ; XII.l ; Ci c. Fiacco, 31 /33 ; 55; 56; 59; 68; 86 ; 90 ; Suolahti , J., Legatio libera , Arctos 6, 1970 , l 13/ 119; Rost ovze ff, M., op.cit. 1080 ; Oio Ca ss. XLVII .30 .2 ; Ca es. BC 1.34.2 : "navibu s actuariis ... a privati s coactas "; Mar co Fonte yo, gobernador de Tran salpina en 74/7 2, Cic . Font. 27 ;Cic . Man. 67 ; Polignano , M,, Publio Cornelio Dolabella , uomo politico , R end. Lin c. 81 , 1946, 240 /275 ; 444 /501 ; Venturini , C. , Studi sul "crimen rep etundarnm " nell'eta repubbli cana, Milano 1979 , 324 ; Cic . Verr. ll .1.34 .87 ; 35 .89 , Rostov zeff, M., op .cit. 1067 .

En el 92 fue acusado por M. Escauro , a traves de un tal Apicio, "el mas mentirosos de todos Los hombres ", segun la fuente , de haber recibido sobornos de la provincia de Asia , donde ejercia como legado del propretor Q . Mucio Escevola , consul en el 95, y que por tanto hacia el 97 o 96 ejercia tal gobiemo como expretor . Rutilio , brillante fil6sofo y escritor , del que transciende la imagen casi heroica de hombre excepcional , modelo de integridad y justicia , en realidad se habria opuesto a las habituales rapifias que , al amparo de los gobiemos populares , los publicanos venian cometiendo en aquella provincia , tras el ordenamiento que de ella estableciera la ley Sempronia 203.

203 El pro ces o, en Dio Cas s. XXVIII .96 ; Ci c. Verr.Il .2.51; Plane . 33 ; Jam. 1.9.26 ; de orat . I. 229 -230 ; Font. 38 ; Diod .

XXXVIl .5.1; Veil. Il.13.2 ; Ps. Ascon . 202 Stan gl; Jacoby , F.,

FGrH, 2A.77 , 233 . Vid. Amiotti , G., A propo sito dell'imagin e di Rutilio Rufo , L 'immag ine dell 'uom o p olitico: vita publica e moral e nell 'Antichita, Milano 1991 , 159/16 7; Kallet-Mar x, R.M ., Th e trial of Rutiliu s Rufu s, Ph oenix 44 , 1990 , 122/1 39 .

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Esta ley del 123 fijaba el tributo de Asia sobre la decuma o diezmo , un porcentaje de la cosecha . Que el sistema era injusto se evidencia de las numerosas protestas que gener6 y en la ruina inmensa que asol6 a toda la region . La desesperaci6n de los asiaticos hace comprensible la matanza de italicos del afio 88 y el apoyo dado a los planes de Mitridates VI Eupator , rey del Ponto . Tras este largo periodo de casi ochenta afios de abusos e intentos de remedios fallidos , por fin Cesar en el 45 reorganiz6 la situaci6n , devolviendo a sus propietarios un tercio de lo que habian contribuido en los ultimos afios, ademas de la facultad de poder asumir ellos mismos las recaudaciones . El programa de Rutilio para canalizar desde las leyes las actividades de las compafiias arrendatarias debi6 tener exito, a juzgar por las quejas que se levantaron en ese ordo , y de regreso a Roma tuvo que afrontar todo un meditado plan de venganza en su contra . Se le acus6 de repetundis , y por si ello fuera insuficiente y no co~cluyera en condena, ya se tenia preparado un procesamiento de peculatu, por irregularidades en la recaudaci6n de impuestos , y aun mas, se contaba con unos supuestos documentos que hablaban de un pacto ente Rutilio y Mitridates (j) , para acabar con los negotiatores que habia en la provincia , pruebas en realidad confeccionadas posteriorrnente , a raiz de la matanza del 88, para justificar el oprobio y manchar la memoria de un senador al que los tribunales no habian sido capaces de hundir con las leyes. El control de los votos condenaron a Rutilio y este march6 al exilio , con gran escandalo de otras fuerzas del senado . Vivi6 primero en Mitilene de Lesbos y tras sufrir la isla dafios por las campafias de Mitridates , se retir6 a Esmima , donde pas6 el resto de sus dias , acogido por el agradecimiento de la ciudad - lo que no conciliaria con un perfil de expoliador -, recibiendo regalos de su superior el consul Mucio y de muchos pueblos y dinastas de toda la provincia , en recuerdo a su gesti6n 204 .

204

Se gun Athen eo, deipn. IV. 168, qu e ya acusara a Mario de haber obtenido su sex1o consulad o mediant c sobomo y de llevar mas como lacayo que como col ga a L. Flaco , Plut. M ar. 28; la lex Se mpr onia de vectig ali bus de pr ovin cia As ia, del 123 fue la que fijo el tributo de Asia sobr e la ba e de un porcentaj e de la cose cha. Sobre la politica de C esar al respe cto, Ap. BC II.94 ; V.4; en Esmirna Cicer6n , qu e por enton ces aprendia del estoicismo, visit6 a Rutilio , afio 78 , Cic. rep . 1.13; Front . S trat. IV. l.!2 ; V. Max. II.3.2; Ci c. oral. 1.54.23 I ; off 11.47; Bruto, 114; Ap. Jber. 88 ; Sal. Jug . Ll.l ; Livi o, pe r. 70 : Quint. Inst. Or. Xl.1 .12; Veil. ll . 10.5: Dio Cass. XXVIII .97.2/4; Plut. Ma r. 28 ; Ta c. A nn. III.66.

3. Senadores, cquites y provincias. Los nuevos trihunales. Ya anteriormente sefialamos que desde el siglo II se constataban demandas y protestas , acusaciones y denuncias , pero en todos los casos que se nos documentan las resoluciones senatoriales se limitan a dictar norrnas para el futuro , y en ultima instancia , prever medios para intentar la restituci6n de los bienes expoliados en la medida en que se estos se estimasen . En algunas ocasiones en que los escritores exponen sucesos de cierta gravedad , no sabemos si por propia convicci6n del narrador final o la de sus fuentes , se cita alguna multa impuesta al magistrado acusado o se le facilita su exilio, que le exime de otras consecuencias .

Como advertiamos en pagmas anteriores , no se valoran aspectos morales , delictivos o punibles en los actos denunciados , ni el caracter de transgresi6n de ley que pudieran suponer las conductas concretas , porque se partia de la conciencia de que los hechos denunciados saqueos , pillaje , expolios , violencias -, forrnaban parte de los derechos que la guerra conferia al vencedor y los procedimientos que su ejercicio implicaba. "Se pid e que los castigos sean proporcionales a los crimenes y que cada cual reciba la pena correspondiente a su vicios: la muerte para la violencia , la mu/ta para la avaricia y la infamia para la ambici6n ", escribe Cicer6n en su Tratado sobre las Leyes. Cualquier magistrado , en el curso de operaciones militares, podia realizar este tipo de actos en el ambito de su provincia , cumpliendo con el mandato senatorial y dentro de la mas estricta impunidad que derivaba de su poder sabre las poblaciones sometidas . Ni siquiera la condici6n de soci i de los denunciantes parecia activar mecanismo alguno de respuesta en los denunciados , pese a que la existencia de un pacto previo que debia excluir la ambigtiedad en las interpretaciones 205 . El monopolio de las grandes familias senatoriales en la explotaci6n de las provincias no tuvo competencia hasta el ultimo tercio del siglo II. Como ya hoy acuerdan los estudiosos del mundo romano , el Imperio Romano solo sirvi6 para que la aristocracia gobemante concentrara incesantemente una gran cantidad de tierras , a expensas de la mayoria de la poblaci6n , lo que en boca de Cicer6n , resulta la edulcorada reflexion de que los romanos se aduefiaron de todas las tierras para def ender a sus aliados y aun , cuando escribe a su hermano Quinto, aprovecha para entonar un lamento sobre la desvalida suerte que sufren los 205

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Cic. leg. IIl .20.

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sacrificados gobemadores en sus provincias . Contribuy6 a ello el hecho de que las provincias incorporadas hasta ese momento - Sicilia, C6rcega y Cerdefia, Hispanias y otras mas en tramite -, fueran acaparadas en su conjunto por los sectores tradicionales mas relevantes de la nobleza. Por otra parte , dados los sistemas econ6micos preexistentes en esas regiones , salvo en Sicilia, estas provincias no resultaban propicias a las intereses de los sectores financieros de la clase ecuestre. Tenian estos a su cargo las suministros militares, pero cuando la dureza de la region era manifiesta el asunto se gestionaba minimizando la presencia efectiva en la misma . En zonas donde las legiones eran la unica forma de presencia segura y estable , cualqui er actividad econ6mica iba ligada a ellas, y con ellas iban cuantos se ocupaban del abasto y venta de los beneficios de la guerra. Distinto fue en Oriente , donde tras las anexiones territoriales que sobrevinieron a las victorias sobre Antioco y Perseo , los senadores tenian ante si unos vastos territorios que eran la herencia de los antiguos reinos helenisticos . Se crearon las provincias de Macedonia y Asia, y qued6 abierto el camino a la anexi6n de los reinos limitrofes. Pero las cambios mas radical es se produjeron en los tribunales , donde desde el ultimo cuarto del siglo II nuevas leyes modificaron la composici6n tradicional para dar cabida a miembros iudices o jueces de otros estamentos. Desde el 122 estos tribunales incluyeron mayoria de iudices extraidos de los paneles del censo ecuestr e, pero disminuyendo la cualificaci6n econ6mic a exigida hasta la de los tribuni aerarii , de modo que la primaci a del nivel superior , el de los senadores , quedaba contrapesada y neutralizada por la incorporaci6n masiva de muchos nuevos candidatos de menores ingresos. Era el fin del control de los juicios por parte del ordo mas elevado de la sociedad . Cicer6n expone que cuando los jueces de esos tribunales fueron equit es, nunca bubo sospecha de sobomo - el era de ese ordo -, lo que ocurri6 entre el 123 y el 80. Con las reformas silanas los tribunales se llenaron de senador es y hubo fraudes multiples durante diez afios, tiempo que transcurri6 hasta los nuevos cambios. Ilustra nuestro orador ese negro periodo con los casos de Quinto Calidio , pretor del 79, y Publio Septimio , senador condenado en el 72 de repetundis . Estos tribunales eran los que debian atender las quejas presentadas por los aliados en relaci6n a los gobernadores de las provincias . A partir de ese momento , el control efectivo de los mismos va a ser uno de los objetivos politicos de una y otra

clase, de optimat es y popular es, y oscilara de uno a otro lado a lo largo del siglo siguiente en la medida del monopolio efectivo que senadores y caballeros consigan mantener en las magistraturas , 206 senado y asambleas . 4. La "sacralizacion " de las /eyes. Derecho , nobleza y estado. La relaci6n cotidiana entre el ciudadano y la ley es otro factor de discordancia respecto del modelo evolutivo transmitido en las narraciones literarias. Aunque la tradici6n analistica adjudica a las decenviros de mediados del siglo V la recopilaci6n y publicaci6n de las leyes, bajo la forma sacralizada y populari zada posteriormente como Ley de las Doce Tablas , este hecho no debi6 suponer cambio alguno en la situaci6n social y politica en R'oma, pues a fines del IV, ciento cuarenta y seis afios despues de aquella presunta materializaci6n , la divulgaci6n del ius civile a cargo del edit curul Cn. Flavio , del ordo scribarum, causaba fuerte indignaci6n entre las patricios . Segun esto, hasta el 304 el conocimiento de las leyes habia seguido siendo monopolio del sector mas privilegiado de la sociedad - "era misi6n de los patr onos expli car a sus clientes las leyes , pu es ellos las desconocian ", decia Dionisio de Halicarnaso -, y la actividad de las comision es decenvirales de aquellos afios no actuaron en ese sentido 207 . En realidad , el acto de la codificaci6n y publicaci6n de las Doce Tablas no traspasa el nivel de ser solo un elemento narrativo , un recurso literario , por lo demas muy comun en las formula s clasicas que ayudan a explicar los hechos en otras sociedad es coma son las poleis griegas. Se condensa y personaliza en un solo acto , individuo y espacio temporal , lo que en realidad debi6 ser 200 Jones. A.H.M ., The Roman Eco nomy . Study in A ncient Eco nomy and A dmin istrative His tory, Oxford 197 4, 135. lo que en boca de Ciceron, rep . III. 23/25 , result a la edulcorad a reflex ion de qu e los ro manos se adueiiaro n de todas las tierras para defe nder a sus aliados, en Ste. Croi x, G.E. M., L a lucha de clases en el mundo g riego antig u.o , Barcelona 1988 . 384 ; Cic. Fiac co 87; QF 1.1; sobre los comp ortami entos concretos. Hofmann -Lo b!, I., D ie Calp urnii : p olitisc hes wirken und fa miliare ko ntinu itat Frankfurt 1996 ; C ic. Verr.1 .13.37/39 : I.38 : Clu. 115/1 I 6; dear . lll .30.74 enum era Ios pro cesos famosos de la centuria ant erior . Ta i era la situac ion en la Hispania del siglo II, como vemos co n Caton en Citerior y Escipion en Num ancia; la form ac ion de Ia ari stocra cia romana, Mitchell, R.E., The Aristocracy of the Roman Republi c, The R ich, the wellbo rn. and the pow erf ul: elites and upp er cla sses in history , Jah er, C., ed., Univ ersity of Illin ois Press, I 974, 27/63 . Sohre famili as y facc ion es, vid. bibli ogr afia al final. 207 Cn. Flavio, hij o de un liberto, esc rib a edili cio, Livio IX .46.1; 5 : evolg abit ius civile, que Ios pontifi ces mantenian in p enetralibus; Plin . NH. 33 .1.17/ 19: Gelio VII.6 .9; V. Max. 11.5 .2 . Wi eacker, F., !us e lex in Roma arcaica, So dali tas. Sc ritti on onore do A ntonio Guari no, 7 , Napoli, 1984 , 1283/13 00.

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producto de muchos sucesos , colectivos e individuos, a lo largo de generaciones. Recordemos a Zaleuco , Licurgo , Carondas y otros legisladores conocidos . No esta de mas antes de seguir , que recordemos algunas reflexiones sobre el significado que los romanos dieron al derecho y a la politica. Sohre esta ultima , Paul Veyne advertia que ese pueblo no vio en ella la via de imponer un orden moral en la sociedad , ni mictio los actos del poder segun ese orden . Y en relacion al derecho mas que a las leyes, el propio Ciceron afirmaba que nada podia sostenerse , nada habia que diera mas consistencia a una sociedad que el derecho civil. Algo que no puede ser doblegado por la influencia ni quebrado por el poder ni corrompido por el ctinero208 . Era opinion comun en ciertos sectores de la nobleza que las leyes se habian creado para defender al debil , cuando este no hallaba al hombre justo y bueno bajo el cual acogerse ; ·'debemos fomentar las buenas costumbres sin aspirar a regir todas las cosas mediante /eyes escritas, la raiz de/ derecho esta en la naturaleza ", decia Ciceron, para concluir que, "sin embargo, se piensa que el derecho por costumbre es aque/ que su vejez ha aprobado con la voluntad de todos, sin fey ". En consecuencia, la ley natural era medida de la justicia y la convencional , la emanada de las asambleas , injusticia. En realidad todas las opiniones apuntan a que Roma se rigio desde la epoca real por la costumbre , la cual fue recogida y compendiada por escrito por un miembro de la gens Papiria , constituyendo lo que vino en llamarse ius papirianum, derecho papiriano , usos y tradiciones reafirmadas en el ambito de los grupos precivicos singulares , y al menos hasta la epoca clasica , de acuerdo con el vocabulario empleado por los romanistas , en la que en convivencia con las leyes, seguia la costumbre teniendo una importancia practica . Se cita otro cuerpo de leyes , las leges regiae , costumbres e instituciones de tiempos prerepublicanos , que oscilaban entre el mundo de lo religiosos y la sociedad laica, por lo que se considera que procedian del ambito de los sacerdotes o al menos , del rey en su papel religioso, aunque su transcendencia fue escasa . Respecto de los more , - contenidos de la moral tracticional - se piensa que en la epoca clasica ya 208

Veyne, P., La soc iedad romana , Madrid 1991, 420 ; Cic. Caec. 73 : "si (el derecho) es destruid o o dejado de [ado, u obse rvado con neglige ncia, nada habra que uno crea tener seguro que ha de recibir en herencia de su padr e o pod er dejar a sus hiJos" .

no eran expresion de la autoridad de la ley romana , y que su inclusion como fuente de derecho fue una licencia de la epoca posterior. Pero debemos recordar que la epoca clasica entre los romanistas comprende el periodo que va del 130 a.C. al 230 d.C. y que tal conclusion no deja 209 de tener los defectos de las generalizaciones . Cuando a partir del 133 a. C. con los Gracos se inicia la contestacion social y politica , la nobleza se repliega en si misma y, ante el empuje de las asambleas , monta la defensa de sus intereses enarbolando la vigencia de los codigos ances trales , el respeto a los contenidos de las Doce Tablas que , a semejanza de las viejas codificaciones griegas - a las que por otro lado aquellas se vinculaban - y aun , al recuerdo de los codigos orientales , pasan a sacralizarse y a vincular los contenidos con la voluntad y el quehacer de la divinidad. Se trata, frente a las nuevas leyes que el pueblo aprueba en su beneficio , de garantizar que los usos, costumbres , procedimientos judiciales y multitud de actos que afectaban al ciudadano , como individuo y privado , en todas las esferas de su vida cotidiana , se conservaran y siguieran siendo respetados , incluso venerados y asumidos como normas de derecho comun , y fueran pauta de las futuras leyes. Asumido este objetivo por la nobleza , el tiempo se encarga de conferir a este legado de normas los caracteres que las sacralizan , y la vinculacion durante generaciones de su defensa a ese sector de la sociedad , promueve la nocion de que aquel repertorio de leyes no era sino el compenctio de los privilegios del grupo que lo sustentaba. En el siglo I a.C. ,con independencia del gobierno de cada momenta , aquellas leyes ya eran las sefias de identidad de toda una nacion . Por su parte , la constataci6n del papel secundario que en muchas ocasiones tenia la ley escrita entre quienes precisamente tenian que ser ejemplo de acatamiento , se explicaba como una resistencia activa a la asuncion de esa "realidad " que era la ley, que se interiorizaba como algo cuya validez natural era similar a la que un noble otorgaba a algunas asambleas .

209

Serrao , F., Cla ssi, op .cit. 17; 20; Cic. off 2: las )eyes se crearon para defender al debil , cuando este no hallaba al hombr e justo y bueno bajo el cual acoger se: leg. l.6 ; Gaud emet, J., Institution s de l'A ntiquite. Paris 1967, 97/98 ; Cic. m v. 67; Wisniew ski , 8 ., Le probl eme de la loi naturelle dans le de legibu s de Ciceron , LEC 60, 1992, 129/138 , en dond e la ley natural era medida de la justicia y la convencional , la emanada de las a sambl eas, injusticia . Vid. Lind , L.R. , Th e tradition of roman moral con servati sm, Studies in Latin Li terature and Ro man H istory , 1979/ 1980, Bru xelles, 7/ 58.

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Ya en 1942 F . Blatt estudiaba todos los vestigios de las leyes escritas y no escritas y apuntaba que el legislador romano fue enemigo de intervenir en la vida privada de los ciudadanos , le repugnaba la abstracci6n que suponia la formulaci6n de una ley, de modo que dejaba que la vida cotidiana se rigiera por los usos y costumbres , leyes estas no escritas ni garantizadas por la sanci6n de la autoridad publica . Tal conducta suponia el ejercicio practico de nociones de la moral personal , contenidas dentro de los conceptos de pietas , fid es, amicitia , /ibertas, humanitas y aequitas . Pero a nuestro juicio , estando de acuerdo con la base del argumento , no encontramos necesario imaginar tal repugnancia : el elemento extrafio y discordante no eran al1i las costumbres , sino la artificiosa abstracci6n que hacia el estado de ellas, como elemento no natural y de aparici6n posterior en la sociedad en la que este se implantaba 2 10 . De todas formas , el material juridico que se conocia coma las Doce Tablas solo podia referirse a usos y costumbres practicadas por una sociedad en la que el papel decisorio era exclusivo de los grupos dominantes . Por ello, la nobi/ita s de tiempos posteriores encontraba facil ecuacion entre aquel elenco de normas practicas y sus propios usos y privilegios , de modo que lo tomaba como bandera e ideario de lucha contra toda nueva ley que vulnerase sus intereses . Ciceron decia que por encima de todas las leyes habia que respetar los contenidos de las Doce Tablas , que se aprendian de memoria, puesto que "lo recto y lo verdad ero es siempre eterno y no nace ni muere con las /etras de las decisiones legates ... es una necedad inmensa considerar que es Justo todo lo que se encuentra regu/ado en las instituciones y por las /eyes de Los pueblo s ", y ponia como ejemplos contradictorios de leyes injustas las promulgadas por los treinta tiranos de Atenas , y una ley Valeria que legalizaba todas las leyes silanas . Para algunos tratadistas actuates del Derecho Romano , la costumbre cumpli6 una funci6n correctora o subsidiaria de la ley, sin que pudiera abrogarla , pero por nuestra parte no creemos que esa costumbre tuviera vocacion de sustituir o corregir a las leyes, puesto que ni reconocia la 2 10

La imp ortan cia de la idea del estado estu vo pr ese nt e no solo en los hi st oriadores clas icos , sino tambi en en investi gador es del siglo XX , como no podi a ser de otra man era . Asi, la constatac ion del papel sec und ario qu e, en mu chas s itua ciones, tenia la \ey escrita para la sociedad roman a, se explic a com o una res istencia acti va a la asun cion de esa "realidad ", qu e era el ambito cont emplad o en las !eyes emanadas de las asa mbl eas . Blatt, F., Writt en and unwritt en Law in Anc ient Rom e, C & M 1942 , 137/ 158 .

validez de cuantas se oponian a ella ni consideraba que las nuevas normas pudieran cuestionar sus contenidos . lComo podia ninguna ley ensombrecer las decisiones de los dioses en relacion con todo el pueblo ? La ley emanaba de la civitas y descansaba en el acuerdo, pero el ius emanaba de los grupos gentilicios y se perpetuaba en la costumbre 2 11. "Son sagradas las /ey es que conservan Los ritos de las .fami/ias y de Los antepasado s ", decia Ciceron tras haber declarado que las leyes Ticias , Apuleyas y Livias - todas fruto de la perversa actividad de tribunos de la plebe, la institucion mas nefasta de Roma, decia el orador - no eran verdaderas leyes sino pemiciosas decisiones del pueblo, que no distinguen lo justo de lo injusto , de acuerdo con lo establecido en la naturaleza , es decir, lo mas antiguo y esencial de las cosas . Al menos hasta el siglo II a.C. el codigo de usos gentilicios no tuvo altemativa en el piano judicial y legislativo, y es posible que comenzara a ser cuestionado con los nuevos problemas derivados de las relaciones de Roma con aliados y subditos de las nuevas provincias . A finales de la Republica, Cesar ordenaba condensar el derecho civil en pocos libros, conservando solo las "mejores leyes", entresacandolas de una inmensa mezcolanza de toda clase de normas , - ex immensa diffussaque /egum copia optima et necessaria - segun nos recuerda el biografo Suetonio.

De hecho, se acepta que si bien la Republica fue experta en el desarrollo del ius civile, su actividad en el campo de las relaciones con otros pueblos fue tardia e insuficiente, y no menos imprecisa y de escasa altura en el derecho penal. E inepta en el ius gentium, - "el que la raz6n natural establece entre todos Los hombres ", segun define Gayo -, posiblemente por la improvisacion y la escasa reflexion con que la ciudad asumio las conquistas , y en las sanciones, por el escaso interes en desarrollar situaciones que ya estaban reguladas en el ambito privado. Al derecho romano solo le preocupaban los conflictos de intereses, de modo que en asuntos 2 11

Igles ias, J., De recho Romano, Bar ce lona 1965 , 44 ; Cic. leg. 11.59 ; l.14 ;l.4 2: Dioni sio, X.57.5: "redactaron las !eyes a partir de Los griegos y de sus costumbres no escnt a "; 58 .1;Livio IIl .32 .5/7 , obr e las Doce Tabla s, cuyo disperso co nt enid o es presentado en Warmin gton , E.H., Re mains of old La tin, 4 vols. Loeb, Cambrid ge Mass ., 193 5/1 940 , 424 /5 15; Cic. orat. 1.195 ; leg. 11.5; 1.42 ; Ces ar ord eno cond ensar el derecho civil en pocos libro s, conservando so lo las " mejor es !eyes ", entr esaca ndol as Suet. Caes. 44 . Fue L. Valerio Flac o, consul de l 100, quien como p rinceps senatus "entrego " a Sit a la Republi ca.

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en aquellas facetas en las que los mores no se pronunciaban 2 13 .

que. socialmente alcanz.aron una expres10n y relevancia capital, como el suicidio , por ejemplo , las leyes no mostraron tolerancia sino indiferencia, ya que, al menos para la epoca clasica , el suicidio era un hecho muy aceptado , o mas propiamente dicho, algo bien "normalizado " por todos los grupos y no causaba enfrentamientos. En tiempos primitivos , por el contrario , la actitud del poder fue distinta respecto a la muerte voluntaria , y asi, reconociendo la inutilidad de su prohibicion , al menos se denigraba y sancionaba negativamente , como se derivan de algunas notas que para los tiempos arcaicos recoge Livio, y como ya se constataba en el pensamiento platonico . El suicidio fue, al fin y al cabo, otra manifestacion de la fuerza de lo particular frente a lo publico 2 12 .

De hecho esta nobleza se mantenia bastante al margen de las nuevas leyes y vivia e sus tradiciones , lo que a veces, no era del todo conveniente , ya que Ciceron escribia , no sin reproche , que "la mayoria e nuestros gobernantes o magistrados son tan ignorantes acerca de sus derechos que solo conocen de ellos lo que sus propio s escribas tienen a bien revelarles. El desconocimiento de nuestros politicos es de las cosas mas vergonzosas ". En Atenas el codigo nobiliar fue complementado por unas leyes y una justicia que llegaba a todos los ciudadanos , y posteriormente esta convivencia de codigos de conducta se tomo en una progresiva sustitucion de los primeros por los segundos , de modo que el nuevo ideal fuera alcanzar una igualdad efectiva para todos los ciudadanos.

Para la nobleza romana, ya lo venimos diciendo , solo eran validas las normas contenidas en los antiguos codigos que ahora , en el siglo II, habian sido sacralizados para resistir las acometidas de los manipuladores de las decisiones populares . La posicion de Ciceron sobre la validez de la tradicion en el asunto de la primacia de clase, era clara: "los malvados - los tribunos de la plebe intentaron perturbar el orden gentilicio al amparo de la noche en que el estado estaba sumido ". En Atenas los miembros del Areopago habian cristalizado en la themis, la formula que logro mantener a salvo las leyes antiguas que regian los comportamientos de sus miembros , vinculando sus enunciados a la decision y la voluntad de los dioses. Pero en la politica y vida cotidiana , pese a que el modelo griego siempre estuvo presente , aun en las leyes - "los romanos redactaron las /eyes a partir de los griegos y de sus costumbres no escrita ", escribia Dionisio de Halicarnaso -, los senadoconsultos , los edictos de los pretores y otras normas concretas - tambien los commentarii de los magistrados que iban a provincias , por ejemplo, o las acta diurna de la senado -, eran las normas validas y suficientes para marcar la pauta

2 12

5. Justicia privada. La historia de la Ciudad esta llena de episodios que subrayan los escasos y debiles nexos que relacionaban a las grandes familias con las leyes publicas , pero eso no es obice para que la tradicion literaria consagrara como legado imprescindible , autentico soporte del modelo de estado republicano , el conjunto de leyes supuestamente surgidas en las etapas mas gloriosas de la ciudad y recopiladas para ineludible didactica de las generaciones posteriores . En realidad , el examen de ese corpus englobado como Doce Tablas , y ya antes lo advertiamos , impide encuadrarlo en el contexto en que los clasicos lo encuadraron , a menos que reconozcamos nuestra incapacidad para entender los valores por las que aquella sociedad regia su jerarquia de preocupaciones. Este tipo de disonancia es la linea de trabajo que vertebra el presente estudio 2 14 .

Cic. leg. 11.5;8; In st. Gaii, 1.1: "ius ge ntium , el que la raz6n natural establ ece entre todos las hombr es" ; Sta Croix , G . E. M., 384 ; Jolowicz , H.F., Histori cal Introduction to the Study of Roman Law, Cambridge Universit y Press 1952, 404 desde el completo estudio que reali za del der echo y las !eyes en el mund o romano , llega a concluir que en Roma el impcrio de la ley nunca se impu so; la posici6n de C ic. leg. lll .9, sobr e la tradici6n de la supr emacia de clase era clara , Veyne, P., op. cit. 81/ 135, especialmente 83, 87 y 88; Plat6n , La s leyes, 873 C-O ; Ser. ad aen. XII.603 ; D ig. III.2. l J .3; Plin . NH XXXV l. l 07 ; Bayet, J., Le suicid e mutuel dan s la mentalit e des romain s, Croyances et rit es dan la Rome antiqu e, Pari s 1971, 130/ 176; Brul e, & Oulhen , J., La g uerre en Grece a l'ep oque classique, Rennes 1999, 69/84, sobr e las cau sas del sui cidio entr e los griegos.

En el aspecto de los procesos judiciales , hay testimonios de que incluso al final de la Republica seguian siendo frecuentes los llamados juicios domesticos , domi causa, cuando todas las fuentes disponibles abundan sobre la competencia y autoridad que el estado ya desplegaba en materia de las instituciones judiciaJes . En estos juicios privados la autoridad que procesa y condena o absuelve reside, como en las etapas mas antiguas,

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Cic . leg. lll .20. En esta linea, Ehrenber g, V., The Greek State, 2• Ed. London 1969, 21 ; sobr e las mores - standards de conducta - , Astin , A.E. , Roman government and politi cs, 200134 B.C., The Cambridge A ncient History. Rome and the Me diterran ean to 133 B.C., 1993, 181/ 184. 2 14 Volt erra , E., Sui mor es de la familia romana , RAL, &• ser. IV. 1949, 5 16/534 trata sobr e las norma s por la s qu e se regian las familia .

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en el paterfamilias , y se ocupan de cualquier clase de delitos, cometidos por cualquier miembro de la gens, delitos para los que los 6rganos del estado ya contaban con las leyes y tribunales especificos . Toda cuanto sabemos sabre el tema de la patria potestas procede de los datos, noticias y comentarios que vertieron juristas , compiladores y tratadistas que escribieron en los siglos del Imperio, y que supuestamente utilizaron y expurgaron documentos y textos que nos referian a otras epocas. De manera que la nocion que hoy tenemos sobre aquella manifestacion de la autoridad del paterfamilias , de los amplios limites en que tal autoridad se desenvolvia , y de a quienes sometia, pertenece a la ciencia juridica que se elabora en los primeros siglos del lmperio. Es un cuadro que los romanistas tienen bien caracterizado, que se presenta con pocos interrogantes , y que encuentra complemento y confirmacion en algunos escritores romanos ajenos al mundo del derecho, como por ejemplo Valerio Maximo , Quintiliano o el mismo Aulo Gelio. Un concepto por tanto elaborado y consolidado en su forma primitiva en la epoca clasica , que cubre los siglos altoimperiales , segun las divisiones de la metodologia romanistica . Esta reflexion previa supone por tanto, que ignoramos cual fuese el estado y forma de desenvolverse de la institucion en los tiempos anteriores al principado , o sea, en los siglos que precedieron a su formulacion juridica , no siendo aceptable la retroaccion a los siglos republicanos del modelo ya definido y acabado , por la mera carencia de otra informacion que la que nos dieron los juristas y tratadistas altoimperiales . Resulta obvio que en el concepto clasico de patria pot estas se debieron condensar los restos de una tradicion anterior de siglos, pero nuestra incapacidad para identificar , cuantificar y delimitar esas partes de la tradicion , respecto de las novedades del Principado - y aun de la epoca de Constantino y Justiniano -, obliga a una prudente cautela y no dar por hecho lo que es pura conjetura nutrida de ficciones y anacronismos . El examen de los textos disponibles a cerca de una faceta de esa institucion familiar citada, la que af ecta a la jurisdiccion del pater en el seno de la familia, en sentido amplio, nos advierte de enfrentarnos a un asunto, los juicios domesticos, sin informacion coetanea o proxima en el tiempo, tratado en tiempo remoto por los mismos escritores, que en parte lo asumen como reliquia, y sobre todo, con no poca carga de manipulacion y maquillaje para sustentar los arquetipos de un presente que siempre , en los escritores , afioraba el

pasado . Con todas estas reservas analizamos las noticias que sigue . La jurisdiccion domestica se considera una suerte de f6sil institucional , en la medida en que lo era la patria potestas , institucion en la que se inserta, que informa sobre la naturaleza del poder primitivo. Es un ambito de ejercicio de poder privado que se situa al margen y paralelo a las leyes, a las que sustituye, y que responde a un interes privado que se justifica en el mantenimiento de antiguos privilegios de clase2 15 . Cualquier miembro de una familia que incurra en actos que se califiquen de delitos en el marco legal vigente , o que fracture el codigo de normas de obediencia , respeto y fidelidad debidas al pater , puede ser objeto de un juicio privado si asi lo decide este, en el ambito de sus competencias familiares. La tradicion da por valida la mera manifestacion del deseo de llevar a cabo tal proceso , para que las instancias judiciales publicas paralicen cualquier proceso publico y cedan el reo a la iniciativa domestica de los suyos. Es de subrayar que no se trata de una accion que anule a la otra, pues ambas esferas de la justicia coexistian desde siempre, sino simplemente de un parentesis , una suspension de la via ordinaria , en la que sustanciada la domi causa , la instancia publica podia proseguir con sus actuaciones . Aunque la experiencia transmitida indica que las penas dictadas en las causas privadas , dejaban poco margen de accion al ministerio publico . Las fuentes escritas transmiten algunos casos que se consideraron modelicos, tanto por los pormenores del mismo como por su desenlace final. T. Manlio Torcuato , consul en el 165, habia emancipado y dado en adopcion a un hijo a la familia de un tal D. Iunio Silano. En el 140 este hijo regresa despues de haber ejercido como pretor de la provincia de Macedonia. Al poco, embajadores de aquella region presentan ante el Y.Thoma s, Remarqu es sur la juri sdiction dom e tiqu c a Rom e, Parente et strategies f amiliales dons l 'anllquite romain e, Rom a 1990 , 449 . Sobr e lo s jui cios dom esti cos, Su et. Caes. 48 ; Claud. 16; V.Max . V.9.1; Plut. QR. 1.15.2/7 ; Gell. X.23 .3/4; Ci c. Pis. 97 ; Oro s. V.16; Sen. controv. 11.3. 18; Tert. apol. l. l ; trataron el tema, Bechamp , Le droit de vie et de mort et le tribunal d6mestique a Rom e, Rev.cathol. iust. et du droit 18, 1882 , 52 ss.; De Fresquet , Du tribunal de la famill e chez le romain s. RHD 1, 1885 , 125 ss.; Weng er, L. , Hausgewaltund Staat sgewalt , Misc ellanea E hrle II, Roma 1924 , 24 ss.; Dull , R., !udicium dom esticum, abdi catio und apo ceryx is, ZSS 63 , 1943, 54/ 116: Volterra , E., II pr eteso tribunal domestico in diritto romano , RISG 85 , I 948 , 103/ 153; Ruggi ero , A., Nuov e rifles sioni in tema del tribunal e dom esti co, Sodalitas, Scritti A. Guarin o, Napoli , 1984, 1593/ 1600 ; Baldu ccci, A , Intorno al iudicium domesticum, Arch.Giur. 19 l , 1976, 69/97 .

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senado quejas contra su ya exgobemador por supuestas actividades que entraban dentro de la tipificacion del delito de peculado . Torcuato , que ocupa escafio de senador , escucha las acusaciones y entiende que ello afecta a la honra y dignidad de su familia . Torcuato solicita - para Valerio Maximo - o comunica - para Cicer6n - al senado que juzgara a su hijo privadamente . El iudicium domesticum se desarrollo en tres dias, los dos primeros para escuchar a las partes , los legados macedonios y a su propio hijo, y el tercero , para deliberar y sentenciar el caso . Qued6 probado que Manliano habia extorsionado dinero de los aliados, por lo que Torcuato le declaro indigno de formar parte de su casa y at'.m, de pertenecer a la Republica . Le ordena que desapare zca de su vista inmediatamente y el condenado, incapaz de soportar tan dura sentencia , se ahorco al dia siguiente . Y acaba la noticia diciendo que al tiempo de los funeral es, Torcuato no solo no acudio a ellos sino que siguio en su casa desoachando los asuntos como cualqui er otro , 2 16 d Ia . Asi, por encima de la norma vigente, cuando los escritores presentan dilemas en los que instituciones publicas e instituciones privadas se confrontan , la balanza de lo justo y moralmente aceptable se decanta hacia el lado de las primeras , sin que en esa confrontacion se ju zgue que pueda haber situaciones de crueldad , injusticia o abusos . No hay excesos ni desorden si de la salus reipublicae se trata y cualquier resoluci6n es avalada side ella resulta el triunfo de las leyes. Lo que a nosotros nos sugiere una sociedad en la que la autoridad publica necesita continuar reforzandose como pauta moral frente a la privada . La tradicion recoge una accion igual de justiciera con otro senador de trianomina similar, T. Manlio Imperioso Torcuato , consul del 340, que llega a decapitar su hijo, que ejercia como prefecto en su ej ercito, por haberl e desobedecido durante una guerra contra los latinos . Pero puede tratarse de 2 16

Cic . leg. III .17: " las leyes no p ueden evitar la intrig a": V. Max. V.8.3 : p ec unias a soc iis acc ep isse; Livio, p er. 54; quad acepti s p ecuniis pr ovinciam spoli asset; Cic. fi n. 1.2 4.: quad pecunias p raetorem in pr ovincias cepi sse argue rent. No resulta clara la situac i6n juridi ca de Tor cuato con respecto a su hijo natura l. Silano Ma nliano, puesto que al haber sido emancipado y adopta do en el seno de otra familia, la iniciativa desde luego corr espondi a a la famili a adopti va . Lacey, W .K., Patria po testas, The f amily in ancient Ro me. New p erspectives, B. Rawson, ed., London 1992 , 138, trata de conciliar estos interrogantes reinterpr etand o, sin mu cha fortun a. el texto. Los romani tas echan mano de lo que vienen en llamar adop tio minus pl ena, formula de adop ci6n de la que apenas constan datos y qu e aun con Justiniano tenia vigencia, pero no dej a de ser una dud osa salida a nu estra ignorancia, vid. Arj ava, A., Paternal power in late Antiquit y, JRS 78, 1988, 147/ 165 . .

uno de los multiples relatos que se aducen como paradigma moral, en este caso, de la obediencia filial que ademas se combina aqui con el valor de la disciplina militar. De nu~vo la obediencia filial y la disciplina se subrayan en el modelo de accion del dictador del 431 A. Postumio Tuberto, que decapita a su propio hijo, por desobedecerle como padre y superior al mando, al abandonar aquel su puesto, aunque de su accion resultara la derrota del enemigo 2 17 . En el afio 63 a.C. el senador Aulo Fulvio mandaba arrestar a su bijo, que militaba al lado de Catilina , lo ju zgaba y finalment e, condenado por traicion al estado, ordenaba su decapitacion. De forma que cuando se carecen de medios legales para atajar situaciones de becho, para los defensores del estado la autoridad del pat er es instrumento valido si corri ge la anomalia, y se esgrim e en toda situacion en que las leyes resultan insuficientes en la salvaguarda de determinados intereses . La iniciativa privada en los conflictos , de los que las domi causa e son una manifestacion , se convierten asi en instrumentos de ida y vuelta , que son recha:zados o utilizados segun beneficie o no a la clase dirigente . La vigencia de la patria pot estas se nos muestra sin merma en varios momentos a lo largo de la Republica. C. Flaminio Nepote , consul del 223 y censor en 220, gran heroe que dio su vida por Roma en la batalla del Lago Trasimeno , fue un energico y poderoso tribuno de la plebe , afio 23 2, que desafio al senado presentando W1 proyecto agrario que favorecia a los plebe yos . Estando presidiendo el concilium pl ebis, la reW1i6n de los plebeyos , su padre lo saco del lugar sagrado, de templo, donde estaba, y desde el que se dirigia a la plebe. Por ello fue acusado de quebrar el principio de inviolabilidad que se debia hacia el tribuno , pero el padre se defendio y ju stifico argumentando que , antes de ese derecho estaba el de su autoridad como padre que ejercia sobre su hijo . Por encima de lo que las leyes regulaban se sobreponia el libre designio de la costumbre , en un ambito plenamente preservado y ajeno a otras instituciones. Y no debe olvidarse que para no pocos historiadores , la plena asunci6n de las prerrogativas judiciales , el monopolio en definiti va de la j usticia por parte del organo publico competente, era lo que pem1itia hablar

2 17

V.Max . V.8.3; Vl.9. 1/3;11.7.6; Il .7.6; Cic. fin. l.7.24 ; off Ill. 3 1.112; Livio VII.9. 10; Ge ll. IX. 13.3; R.A. Baum an, Famil y law and roman politi cs, Soda litas. Scritti A . Guarino, 3, Na poli 198 4, 1292/ 1294 ; Dum ont, J.Ch., L 'imperium du pa ter f amili as, Parente et strategies fa miliales da ns l'antiquite romain e, Roma 1990, 475/490 .

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dentro de una comunidad , de estado maduro o 2 18 incluso del estado a secas . 6. El consilium domestico. Consustancial al modo de entender la toma de decisiones en el mundo romano, es la costumbre de consultar el parecer de los allegados sobre los negocios y asuntos que debian ser resueltos cada dia. Desde el padre de familia, al gobernador de una provincia , el consul o el mismo emperador , que al fin y al cabo no se consideraba mas que un pater que administraba el Imperio como su domus219. Asesores y consejeros actuan por tanto segun la costumbre alla cuando se les convoca, sin mas regulacion que las propias preferencias del pater o el magistrado , y una vez reunidos constituyen el consilium , cuyo criteria supuestamente mejorara la solucion ultima que se adopte en el proceso .

En el ambito domestico forman el consilium los amici, propinqui , cog nati y necess arii de la familia , no siendo infrecuente en epoca imperial , si el rango del personaje lo permite , que se pida la intercesion del emperador , el cual, de aceptar intervenir , hara muy bien por distinguir que su papel es aqui meramente de un privado rruis220 . Con los amigos y familiares presentes , se da audiencia al acusado y se exponen los hechos que configuran el presunto delito o desorden de conducta del inculpado . Ambas partes presentan sus alegaciones , como en un proceso civil ordinario , y finalmente , oidas las opiniones de los reunidos , deliberan , votan y emiten una opinion 2 18

Sa l. Cac. XXX IX.5 : que rn retrac rum ex itinere parens necan iussit; cf. V. Max . V.8.4/5, su padre, Aut o Ful vio; 5; 9.1; Ba um an, R.A., Famil y law, op.cit. 1290 ; 1295 ; Harris, W.V., Th e roman fath er ' s pow er of life and death , Studies in roman law in memory of A . Arthu r Sc hiller, Leyden, Brill , 1986, 8 I /95; Cic. inv. 11.52 ; V. Max. V.4.5. 2 19 Las institu ciones publi cas reflejaron esta concepcion de las relac ion es de aut orid ad, y llevaron a la esfera publi ca lo qu e era del domini o privado . Un consul era como un p aterfamilias , con su co nsilium, su pa tria p otestas que es su imperiu m, y las restri cc ion es de poder qu e suponi a un co lega y la dura cion limitad a del ofic io. El propi o est.ado era como una famili a, Lacey , W .K., op. cit. 123/ 124 ; 13 1. El emp era dor es un pa ter. Su j uri sdiccion crimin al fu e la elevac ion de un tribun al dom esti co a status publi co . Bauman , R.A., Fa mily law, op .cir. 1300 . As i, Sen. elem . I.14 . 1, su condu cta para con los subdito s es co mo la de un padr e con sus hij os: prim ero am onestan de palabr a, luego con amenazas , en ocas iones con el lati go, y el casti go supr emo solo cuand o se ag otaron todos los rem edi os. 22 Co mpo sicion del consilium, V.Max . III.5. 1; 11.9.2; Cic. Clu. 176 ; Gell. XVII .2 1.44; Ta c. Ann. II.SO; Suet. Tib. 35 . Cuand o el pa ter convo ca al senado , se cnti ende qu e se bu sca aqui refo rzar los nexos cntr e civitas y gens, com o hizo Lucio Ge lio Popli co la, con su hijo , sos pechosos de adult eri o, y deduce Y. Thomas , op.cit. 468 ; Kunk el, W. , Das ko nsilium im hausgeri cht , ZR G 83 , 1966 , 2 19/25 1, pensaba qu e el consilium se reuni a para j uzga r a los escla vo. , pero en realidad su pr esencia era habitu al en estos j uicios.

°

sobre el caso . Pero es al pat er a quien correspond e la decision final , sin que la opinion de los allegados deba obligatoriamente ser tenida en · 22 1. cuenta para la sentencia En los juicios privados , el consilium de amigos y familiares indagaban la vida y la fama de los acusados. Tal hicieron con Pomponia Grecina , esposa de Aulo Plaucio , consul del 29 , que en el 55 fue acusada de supersticion y absuelta. Puntos que Augusto toma en consideracion cuando reiule a su consilium para ju zgar privadamente a un tal Lucio Cina , acusado de preparar un complot contra el, mientras estaba en Galias - tenia Augusto 40 afios -. Era un joven de familia noble, nieto de Cn. Pompeyo . Finalmente , por consejo de Livia , no reunio al consilium que tenia previsto , que con los datos existentes , le habria condenado, y reunido el solo con el acusado , le absolvio tras larga peroracion , y aun le otorgo un consulado. En el siglo I d.C. un individuo de nombr e Tario juzga en consilium privado a su hijo, acusado y convicto de parricidio , pero antes de dictar sentencia somete la causa al Cesar. que para evitar que con su intervencion se pensara que se trataba de un juicio publico, acudio a casa de Ario y participo en su consilium como amigo. La condena fue de lo mas leve, destierro a Marsella sin perdida de la pension que el padre le pasaba antes del crimen.222 La autoridad del pat er sobresal e con autonomia por encima del consilium y aun se refuerza en todo el trayecto procesal, en el que apenas encorsetado por el ambiguo mandato del uso y la costumbr e, son amplios los resquicios y las ocasiones para que su voluntad se manifieste y el juicio no se desarroll e de manera incierta . Puede este decidir si somete aJ inculpado a juicio privado o no, puede Hamar a consilium a quienes desee, presentar el caso de la forma quc mejor conveng a, obviar los datos que ju zgue prcciso , enfocar la causa de manera que induzca a los rniembros del consi lium, y valorar de una forma u otra la calidad , juventud, curriculum y ascendencia del 221

De tod as formas no era conveniente ign orar por cornpl eto al consilium , com o vemos de M. Valeri o Maxim o y C. luni o Brnt o Bubul co, censores del 107, qu e expul saron a Lucio An io, qu e habia repudiad o a su csposa , aun doncella, sin consilium de sus ami gos, V.Max . 11.9 .2. 222 T ac. A nn . XIII.3 2; Sen. elem . 1.9; 15. Se nombra tambi en al disceptat or domesticum, especic de arbitr o qu e busca reso lver litigios en en seno de la famili a, lo qu e segu n Y. Thom as, op.cit. 4 55 , es incompatibl e o choca con el poder del pa terfa milias . Pero parece qu e el discep tator se nombra cuando los liti gios afec tan a int ereses econornico s en los qu e la autoridad del pater parece excc siva o inn ecesaria, vid. Cic. aec. 11.6.

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MORAL E IMPERIO

inculpado, de forma que se favorezca la benevolencia y clemencia hacia el enjuiciado . Finalmente, puede el pater asumir o no el parecer de los consejeros. En realidad, el juicio domestico es un instrumento al servicio del paterfamilias , para hundir o exonerar de culpa ante todos, al miembro de familia que se ju zga223 . De las noticias se desprende que los juicios privados de la Republica solian ser de consecuencias mas severas que los publicos, de manera que era esperado que los pa tres que se veian obligados a intervenir ante un delito de uno de sus hijos, si deseaban evitar un castigo duro para el encausado, se inhibian del tramite y dejaban que actuaran las instancias publicas . Por el contrario , la impresion que se desprende de los datos referidos al Imperio, parece que los juicios domi eran mas benevolos con los acusados , de modo que los familiare s presionaban a los poderes publicos en el sentido de sustraer de la justicia ordinaria los procesos contra jovenes pertenecientes a familias in:fluyentes. Esta es al menos la impresion que deja Seneca, cuando plantea algun juicio que dice haber sido famoso en su epoca. Asi, en un proceso por parricidio que tuvo lugar en su tiempo , el inculpado del delito de haber matado a su hermano, no cejo hasta conseguir que el proceso se sustanciara domi causa , pues asi las esperanz.a.s de salir absuelto eran superiores a las que resultarian ante un tribunal ordinario , pues natura e iura sacra sunt , los lazos naturales son sagrados. Ejemplo de juicio domi suave fue el que Lucio Geho, censor hacia el 70 hizo a su hijo, acusado de incesto con su madrastra , asi coma de intento de parricidio . Convoco a la mayoria de senadores, expuso los hechos, examino el asunto y lo absolvio, pues asi lo decidieron los reunidos ademas de ei224 .

223

En el jui cio dom estico las institu ciones publi cas so lo tien en la informa ci6n que el ju ez o p ater ti ene a bien en co muni car, pues todo s los pasos son reservado s y consititu ye n un asunt o particular, pues opin o quc en la propi a ese ncia del proce dimiento ha y ciert o deseo de lav ar la honr a y pr eservar la fama de la famili a, qu e se con sidera vuln erada por el acu sado . Asi, Cic. Pis. 97 compara el regr eso de Lucio Pis6n desde su provincia a Rom a, tan silencioso como sospecho so, con los j uicios privados, en los que nadie aje no a la famili a conoce los paso s que se den en su desa rr ollo; T homas, Y .• op .cit. 453 , cree que en ese pasaje el termino domesticum es sin6nim o de patrio , por lo que no lo tiene en cuenta . 224 Sen. controv. VII. 1.16; V. Ma x. V.9. 1. Si la pat ria po testas se con idera ilimi ta da y los j uicios domesticos so n expresion de esta pa tria po testas , enton ces nin guna cond ena podria ser tac hada de excesiva o criti cada en general , y ello no es asi, hay cond enas domesti cas que se consideraron abu sivas . Por ello, Thomas, Y., op.cit. 45 1, conclu ye qu e los j ui cios domesti cos eran ajenos a la pa tria po testas, al sup oner esta ultim a como

Pero ya en los tiempos republicanos la autoridad del pater no se entendia ilimitada o incontestable, sino que debia de desenvolverse en los limites de lo que se ju zga socialmente aceptable , lo que a priori resulta inconcreto y no ponderable , pues pertenece al ambito de la sensibilidad popular, alga complejo y que solo percibimos cuando se manifiesta ante los hechos de que se trate. Un eques llamado Trijon fue asesinado por una multitud enfurecida, sin que la autoridad del Cesar le salvara de su destino, por haber azotado a un hijo hasta la muerte, sin que podamos precisar si la reprobacion popular fue por el castigo aplicado, los azotes, o por haber llevado este hasta su extrema irreparable. Se traspaso el limite de lo aceptable y la quiritati o de los conciudadanos marco el nivel de sancion colectiva contra el tragresor. La ej ecucion de un hijo por su padre Q. Fabio Maximo Serviliano, sospechoso de conducta sexual escandalosa - motivo por el cual el mismo hijo ya habia tornado la decision de retirarse al campo - fue considerada excesiva y el padre fue llevado a juicio y condenado por parricidio por Cn. Pompeyo, hacia el 105 a. C. Maximo habia sido censor del 126 a. C., y segun una version el hijo fue asesinado por dos esclavos del ex-censor , que recibieron la libertad coma premio, mientras que segun Valerio Maximo, que omite el juicio posterior contra el padre , el castigo del hijo fue el exilio225 . 7. Patria potestas y politica . Dentro de la patria po stestas se puede aplicar cualquier castigo, desde el minima al maxima, azotes, relegacion temporal o definitiva , abdicatio, que conlleva la perdida de la herencia, y la muerte. Por la abdicatio, un pat er puede tomar la decision en solitario de excluir de la familia a un hijo, como la apok eres is griega, pero en esta debe haber sancion publica - heraldo , fratror es, tribunal, declaracion del hijo como xe nos, se le borra de la fratria, y se le priva de sus derechos de sucesion -. Incluso se refiere el hecho de que la conducta de un miembro de una familia puede ser objeto de repulsa y sancion incluso cuando su conducta no tiene las caracteristicas de delito en las leyes publicas, resaltando que por encima de las nonnas v.igentes estan los mor es y el c6digo etico privado . Asi, la seguridad deriva no de carecer de deudas con la justicia publica, sino de someter los comportamientos a la norma privada. Ya vimos supra las rigurosos medidas que la algo inmut able y objetivamente pura y exac ta . A partir de ahi, acomod a los argum entos a esta premisa ini cial. m Sen. elem. 1.14; Oros io V. 16.8; V.Max. VI.1. 5; vid. Lacey, W.K., Patria potestas, The Fam ily in A ncient Rom e, B.Rawson, ed., London 1986 , 121/ 144.

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EL SENADO , LAS LEYES Y LA ftJSTICIA

familia de L. Cornelio Escipion , pretor del 177, tomo contra este, al juzgar que ni su trayectoria militar previa ni el modo en que habia obtenido el oficio, le hacian digno de recibir el apoyo de los suyos. Fue desprovisto como medida simbolica del anillo que portaba y que llevaba esculpida la cabeza del Africano 226 . En la tradicion referida a los primeros siglos cualquier suceso es ejemplarizante y sirve a los intereses del narrador. Asi, Espureo Casio Vecelino , tres veces consul , la ultima en el 486 , fue ju zgado domi por su padre , por querer ser rey, condenado , azotado y finalmente ejecutado , siendo sus bienes consagrados a la diosa Ceres. Este era el fin que se reservaba a quienes se granjeaban el favor del pueblo y acometian proyectos agrarios , y que la analistica del ultimo siglo amaiiaba como antidoto para eventuales veleidades reformadoras . Casi dos siglos despues , Cesar actua de forma similar cuando pide a un tal Cesecio , padre de un tribuno que habia acusado al dictador de pretender ser rey, que actuara contra su hijo renegando de el (abdicatio), unica forma que veia de castigarle . Querer ser rey es la acusacion que justifica de nuevo la accion del primer consul de la Ciudad , Lucio Bruto , afio 509 . Que mejor adalid del nuevo regimen que alguien que es capa z de apresar , azotar y decapitar a sus propios hijos , como algo privado , cuando se entero de que pretendian repon er a Tarquinio el Soberbio en el trono . Se comporto Bruto como consul antes que como padre , tennina el narrado r227 . En el libro de dote, de M . Caton se dice que los maridos tienen derecho a matar a las esposas cogidas en adulterio , sine iudicio, y si ha bebido vino , debe ser castigada severamente , y el Censor 226

Un pa terfa milias pu ede cond enar a un hijo a trab ajar para las victim as, Tab. IV.2b ; cuand o un hijo ha sido tres veces vendid o de esta forma por el padre - ius mancipii - , deja de estar baj o su juri sdiccion, por lo que se trata de un derecho limitado , Drummond , A , Rom e in th e fifth century I: the ocial and economi c fram ework, en The rise of Ro me to 220 B.C., Cambrid ge Ancient histor y, VII,2, 1994, 126. La resolucion sobre un asunto es la que se indica en Son los mores ma1orum, los que dictan la resolu ci6n de los asunto s, Thom as, Y., op .cit. 45 1; 460; V.Max. IIl .5. 1; IV.5.3, para el afio 175 a.C. Vid. Albertoni , A., L 'apokeryx is. Contnbut o alla storia della fa miglie, Bologne 1923; Polay, E., Das regimen morum des zensors und die soge nante hau sgerichtsbark eit, Studi E. Volterra, 3, Milano , 1971 , 263/317 ; Astin, A.E ., Regimen morum, JRS 78, 1988, 14/34. 227 Si los hijo s persisten en actuar equivo cadam ente, los padr es pued en desheredarlo s, dice Gell. 1.6.8. Y L,C uando un hijo actua equivo cadam ente, y cuanto es mucho tiempo ?.Tai impr ecision entiendo que se trata de una forma de refor zar el der echo del padre qu e es desobedecido reit erad amente, y as i lo puede testimoni ar su entorno familiar , a desheredarl o como castigo ; Thomas, Y., op.ell. 453; Livio II.4 1. 10; V. Max . V.7.2; 8.1/2.

solo se limitaba a recoger una tradicion al parecer bien arraigada. Se habla de mujeres condenadas por sus maridos a muerte por beber vino , como la esposa de Egnacio Maetenno , absuelta por el mismo Romulo . Fabio Pictor cuenta que una matrona fue condenada a muerte por sus parientes por romper los candados de los lugares donde estaban las Baves de las bodegas , y Caton el Censor dice que los besos en los labios no son muestra de carifio sino pesquisa para comprobar si bebieron . Un iudex condeno a una mujer a pagar una multa igual a su dote por ju zgar que habia bebido mas vino del que se precisaba para tratarse de una enfermedad que tenia . A su hija Julia Augusto la desterro a una isla , prohibiendola beber vino . Pero a los cinco afios mitigo su castigo , permitiendole regresar de su destierro 228 . No hay salida digna en la tradicion para la mujer deshonrada. La familia conoce el dafio recibido en las mujeres , reuniendose en consilium . Este puede resolver pidiendo satisfaccion al autor o a su familia , pero por lo que afecta al piano individual , el suicidio parece la salida mas digna y honrosa. La sociedad romana aswne como justo que los delitos de indole sexual sean afrontados con severidad cuando afecta a las mujeres , sea como autoras o como victimas , mientras que aquella se atenua y valora circunstancias y atenuantes cuando de varones se trata . Igual potestad tienen los galos sobre sus mujeres e hijos . Si algun noble muere en circunstancias no habituales , los parientes se reunen y si hay sospechas , se llama a la esposa y se la somet e a tormento corno si fuese esclava , para que confiese . Y si se le halla culpabl e, la quitan la vida con fuego y tormentos muy crueles. Las mujeres halladas culpables en el asunto de las bacanales fueron rernitidas cognatis aut in quorum manu esset, para ser ejecutadas in privato . Decreto cognatorum fueron ju zgadas y condenadas a rnuerte Publilia y Licinia , nobiles f eminae, por haber envenenado a sus rnaridos , los exconsul es Postumio Albino y Claudio Aselo 229 . Las prostitutas ju zgadas por Tiberio , a falta de acusador publico , fueron entregadas a sus allegados para que las castigaran , siguiendo more maiorum . Eran los familiares severisimos jueces , que no podian esperar las largas demoras de un proceso publico .

228

Gell.X.23.4; Dioni sio, Il .25.6; V.Max. 11.1.5; Plin. NH XIV. 89/90 ; Suet. A ug. 65 . La muj er y cl vin o, Tert. apol.6 . 229 Livio , per. 48 ; XXX IX. 18.6; V.Max. VI.3 .8, Aselo, aunqu e no se cita como consul. Hemos escogido alguno s ej empl os significativo s, pues los caso s son relativam ente abundant es, vid. Cantar ella, E., Los supli cios capit a/es en Grecia y R oma. Or/ge nes y f unciones de la pena de muerte en la antig uedad clasica. Madrid 1991, ca XI, p 121/ 142.

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MORALE I~ERIO

En el afio 17 ese mismo emperador rebajo la maxima pena que recaia para Apuleya Varila, nieta de la hermana de Augusto , condenada por adulterio, y siguiendo el ejemplo de los antiguos , se la desterro a doscientas millas 230 . Esto nos lleva a pensar que es muy probable que toda esa literatura de situaciones heroicas , en las que el rigor , la severidad y la firmeza en la aplicacion de las leyes era algo consustancial con la integridad del arquetipo romano, responde a una intencion moralizante y pedagogica de presentar el pasado , en este aspecto, de nuevo como paradigma del presente . De modo que ante una sociedad, aquella en la que escriben los autores, en la que poder, influencia y dinero se sobreponen al cotidiano desenvolvimiento de las normas, se recuerdan aquellas otras epocas preteritas en las que los hombres creadores del Imperio, juzgaban con mayor severidad aim que las mismas leyes, las faltas que cometian cualquiera de sus hijos o parientes . 8. Corrupcion y dictadura .. lusticia y politica cotidiana. Las llamadas quaestiones perpetuae. Son estas consideraciones previas las que deben valorar el alcance de las medidas legales que se ocuparon de los delitos conectados a los abusos de los magistrados en sus provincias . Como ya advertimos supra , desde los Gracos aumento el m:Unerode leyes que se ocupaban de las conductas delictivas de los magistrados durante el ejercicio de sus oficios provinciales . Aunque la primera medida legal de la que tenemos noticia se fecha en el 149, un examen de los datos disponibles nos permite concluir que, de todas las medidas promulgadas y conservadas , la mas eficaz y severa en relacion con los delitos de corrupcion fue la ley Julia, del consul Cesar , afio 59.

la licencia de los abogados dio lugar a la ley Cincia, las intrigas de los candidatos a las leyes Julias y la codicia de los magistrados a los plebiscitos Calpurnios . En el 66 cada pretor presidia una seccion o tribunal de justicia , de modo que Q. Voconio Nason juzgaba a A. Cluentio , de vi, o acaso de ambitu , Marco Pletorio y Cayo Flaminio , juzgaban denuncias de sicariis , Cayo Orquivio , de peculado , y el propio Ciceron decia haber presidido como pretor la seccion de pecuniis repetundi s. Tampoco nos ha llegado la ley de Cesar , pero conocemos de su contenido a traves de las numerosas referencias que dan los autores sobre su alcance , que fue superior al de sus homologas , y sobre las materias tratadas , lo que subraya su transcendencia y repercusiones en el desemp efio cotidiano de la funcione s de gobiemo de los magistrados . La lex Julia de pecuniis repetundi s sobre los bienes que ban de ser recuperados deseaba realmente abordar desde todos los angulos posibles, cualquier situacion de dafio a los aliados o al propio estado que desde el ejercicio de un cargo pudiera plantearse . Era una ley minuciosa , que intervenia en numerosos campos de las actuaciones publicas a traves de mas de un centenar de capitulos , y actualizaba e incorporaba cuantas medidas habian mostrado eficacia en leyes anteriores . Practicamente ninguna eventualidad era ajena a las competencias de la Ley Julia y de su eficacia habla el hecho de que tuvieron que pasar otros cuarenta afios, si como tal interpretamos el argumento ex silentio, para que se promulgara una medida similar 31. 23 1

Lex Calpurn ia de rep etundi s, del 149, Cic . Brut . 106; off: XX l.75 ; orat. I. 225 . Restitu ye los bienes ad simplum ; lex Ac ilia repe tund arum, del 123, o del 111, que ampliaba la respon sabilidad procesa l a lo cuatr o tribuno militar es nombr ados por el pueblo, quedando exe ntos los designados por el magistrad o, adema. del cucstor , censor, mag ister equitum , ediL tribuno de la plebe, dicta dor e inclu so triunviro s encargados d as ignar tierra s, segu n la linea 2, de la ley. La linea 3 da los concepto s qu e constituian delito : abla tum. cap tum, concilia tum y aversum, Venturini , C., Cnm en, op.ci t. 240 , nota 8; 472 ; idem , La repre ss ione degli abusi dei magistrati romani ai damni delle popol azioni sogg ette fino alla Lex Calpumia del 149 a.C., B!DR 72, 1969, 19/87; Pontenay de F ontette , F ., Leg es repetundarum , Pari s, 1954: Perelli, L., op.ci t. 315 /316 , considera la ley de Graco sobr e los j ueces y la ley Julia , los instrumento s mas eficace s contra la com1pci6n ejercid a sobre los aliados. Estos eran alguno s de los contenido s de la ley : prohibici6n a los gobernadores de salir de su provin cia, prohibici6n d arro strar operac iones militar es sin permiso del senado, de interfcrir en la vida politi ca y ad mini strati va de las ciudades libres, de crear nu evos tributo s, abandonar la reg ion antes de la llegada del sucesor, de apropiar se del botin de guerra o de realizar operacione financieras parti culares ni armar nave s con fines comerciale s; debian dejar do s copias de las cuenta s

Es tipico de las dictaduras promulgar leyes que impidan las iniciativas contra la generacion de gobiemos ilegitimos , como el que ellas mismas representan, y asi lo vemos en Sila, Cesar y el mismo Octavio. De modo que las mejores leyes anticorrupcion suelen provenir de gobiemos corruptos, lo que esta muy proximo a la reflexion de Tacito, cuando afirma que las mejores leyes son consecuencia de delitos ajenos, de modo que 230

Los ca os de Lucrecia y Verginia , por citar algun o, V.Max. VI.I.I ; VI.3.7; 8, afio 154 a.C.; Dioni io lV .66 ; Caes . BG VI.19: Livio XXX IX. 18.6; ep . 48 ; esta costumbr e la constata Tac . Germ. XIX.2 , igualmente entre los german os: en presencia de los pari ente s a la adult era se le expulsa del hogar, desnuda y con el pelo corta do. Tac . A nn . ll.50 .3; Suet. Tib. 35 . La represi6n de las baca nales, Liv io XXX IX, passim.

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EL SENADO , LAS LEYES Y LA JUSTICIA

En los noventa afios anteriores a la ley del 59 hubo al menos otras siete medidas dictadas contra el delito de extorsion , de las que seis fueron consecuencia del cotidiano enfrentamiento entre senadores y caballeros , entre los intereses politicos y los del dinero. En esas medidas se trataba de traspasar el poder de los tribunales al estamento politico al que pertenecia el magistrado que ejercia de rogator - el proponente de la ley -, sustrayendolo del bando adversario , que habia venido detentandolo a traves de la ultima ley al respecto. Ser trata. de un conflicto de intereses entre senadores , caballeros y los citados como tribuni aerarii, que ya mas arriba mencionaramos , de modo que quien ostentara el poder y la magistratura viera con tranquilidad y sin sobresaltos la fiscalizacion de sus gobiemos provinciales por los de su clase. Los tribunales configurados por gobiernos de optimates tenian mayoria de senadores y las sanciones pecumanas por los delitos ad repetundi s fueron moderadas , con restituciones ad simplum , mientras que los tribunales organizados a la sombra de los gobiernos populares , incorporaban mayoria de jueces de los otros rangos y sus sanciones , dirigidas contra una mayoria de promagistrados senadores , eran severas , con restituciones ad duplum 232 . De ambas situaciones no parece distinguirse una voluntad institucional de defender los derechos e intereses de los aliados y provinciales en general . Los comportamientos siguieron siendo los mismos, y los robos , saqueos, matanzas , extorsiones y violaciones de acuerdos y pactos, tan numerosos como en la centuria anterior. Solo que al1ora tales conductas constituian un elemento de gran rentabilidad politica. Si en el siglo II las embajadas hacian cola para desfilar durante el de su gestion en dos ciudade s de la provin cia, y limitar el uso de la Libera leg at10, Cic. Rab. V. l 2;f am. 11.17.2; V.20 .2; VIII.8.3; Pis. 21 ; 37 ; 50; 90 ; Dig . XLVIIl . 11.l ; Cod.Theod. VIIl.15 . L Gru en, E.S., Last G eneration , op .cir. 329 , los equites quedaban exe nto s; Nicolet , C., L 'Ordr e equ estre a l 'epoqu e republi ca ine (312143 av . J.-C.), Pari s 1974 , t.l , 471 /475 , 487 /549 . Tac. A nn. XV.20 ; Cic . C lu. 147. 232 Se testimonian una lex A cilia , de M. Acilio Glabrion , padre de! pretor del 70, de igual nombre , que pre sidio el proce so contra Ca yo Verr es. del I 23 o 111, una lex Junia repetundarum, entr e el 149 y el 123, del con sul M. Junio Silano , 109, que la promulgo siendo tribuno de la plebe. una Lex Servilia Glau cia de repetundis , de C . Servilio Glaucia , entr e 104/ 100, acerbissima segun Ciceron . En la Ley de las Doce Tablas , al ladron que no se le pillaba in fr aganti se le cond enaba a devolver el dobl e de los robado , Montesqui eu, De l esp iritu de las /eyes, 29, 13, (Madrid 1985) , trad . de M. Blazqu ez y de Vega , 398 , y tras la ley Porcia , el cuadruplo ; Wikand er, 0 ., Senator s and equite s. V. Anc estral prid e and genealo gical studi es in late republi can Rom e, Orom ., 19, 1993 , 77/90.

mes de febrero y exponer sus quejas ante un senado insensible y ajeno a cualquier sentimiento de culpabilidad o responsabilidad , en el siglo I los comportamientos estaban ya tipificados , homologados a crimenes concretos y llevados por paneles de jueces que entendian de ese tipo de delitos de manera singularizada . Pero ademas eran instrumento con el que se atacaba y se pretendia derrotar al adversario politico , neutralizar su poder y a ser posible relegarle del escenario de las asambleas y los cargos publicos . En el siglo I las fuentes escritas hablan de w1 mayor numero de acusaciones presentadas , porque los procesamientos tenian un efecto real y palpable , a veces nulo para las victimas pero rentable para los oradores , y de hecho cualquier actuacion de un gobemador en provincias era objeto de un minucioso examen , cualquier queja era atendida y las sospechas se extendian a legados, cuestores y tribunos militares , pues todos los miembros del staff iban con la intencion de hacer dinero, desde el tribuno militar al ultimo de 33 los esclavos que servian al gobernador2 . Todos acusaban a todos de cualquier asunto que pudiera homologarse a cualquiera de los delitos descritos en las leyes. Y si el proceso iniciado no consiguia la condena, se probaban otras acusaciones , otros delitos , pues tal encarnizamiento procesal no buscaba la salvaguarda de las vidas y haciendas de los aliados . Estos siguieron siendo expoliados y asesinados , aunque nunca como ahora se vieron tantas demandas y fueron tantos los magistrados condenados 234 . Durante la ultima centuria hubo mas leyes, mas procesos y mas condenados , pero no mas justicia ni mas respeto a los tratados y si una homologacion cada vez mayor entre los antiguos terminos de aliados y subditos , a favor de este ultimo. Algunos testimonios de tiempos posteriores, durante el gobierno de Tiberio , acreditan las diferencias que existian entre los procesos de finales de la republica y los promovidos en su tiempo , pero estas fueron solo en las formas , lo que tampoco es asumido sin recelo por parte de Tacito , el historiador que lo recoge .

233

Al mar gen del contenido an ecdotico y el com etido elogioso que per sigue, anotemo s la noticia de Plut. Ca., Ma . 10, cuand o recuerda que Caton el Censor mando ejecutar a uno de los esclavo s que le acompaiiaban en su sequito en Hispania , durante su con sulado , de nombr e Panco , por haber adquirid o tres cautivos como esclavos para su servi cio. 234 Todo s los miembro s de! staff iba a hacer dinero en las provincia s, desde el tribuno militar al prefecto , G ell. X.3 .5, rccuerda el caso de los abu sos de un j ove n legado en Asia, vid. nota 119.

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MORALE IMPERIO

Los tratadistas actuales han puesto enfasis , excesivo a mi juicio, en la transcendencia de una primera - hasta ahora - ley de repetundis a cargo del tribuno de la plebe del 149 L. Calpurnio Pis6n Frugi. Por esta ley, de la que solo conservamos la noticia de su existencia, se habria creado un primer tribunal permanente que entendia sobre los delitos de concusi6n , implicando en su tratamiento la devoluci6n de los bienes extorsionados . Este es el valor dado a los terminos quaestio perpetua , noci6n que admite ademas otras acepciones sin6nimas , y de las que acaso la de tribunal permanente sea la mas forzada. En esencia, quaestio significa cuesti6n , tema , asunto, y perpetua , cotidiano , perpetuo , de modo que ambos terminos se referirian a "cuesti6n que se presenta siempre", "cuesti6n permanente , etema", o el "asunto de siempre , cotidiano "235 . Una quaestio perpetua puede aludir a una clase de tribunal, pero tambien a ese tema cuya frecuencia obliga a aquel a seguir abierto , al proceso cuya repetici6n lo hace cr6nico o habitual , y esta calificando, aplicando una terminologia comprensiva, que no pretende ir mas alla de la mera constataci6n literaria de un concepto , sin que obligue ello a admitir la existencia formal de un tribunal con tal denominaci6n desde la ley Calpurnia del 149. De la misma forma que hablar de provincia negotiosa o molesta no supone una categoria administrativa ni juridica dentro de un organigrama, ni aquel juez al que se cali.fica de corrupto pretende trasladar la idea de un grado, jerarquia o genero dentro de la carrera judicial. La quaestio perpetua era el proceso que adquiria ya caracter estable , aquel tribunal que entendia de delitos cuya periodicidad le convertian en ordinario en relaci6n con su funcionamiento , y asi era el asunto de los abusos en las provincias , desde la perspectiva de los observadores del siglo I a.de C., que podian constatar la persistencia de este tipo de delitos durante mas de una centuria . De hecho, si la ley del 149 hubiera creado un tribunal especializado y permanente para tal tipo de delitos, se habria conservado algun testimonio o constancia de la existencia de alguna pretura adscrita de manera , igualmente perpetua , a ese tribunal, lo que hoy por hoy no es asi antes de Sila. Tampoco la existencia de esa quaestio supuso, segim lo que hasta ahora sabemos , una ampliaci6n del mimero de preturas , que fueron 235

Vid. sobr e el tema , Muniz Coello , J.M ., El proc eso de Galba , las qua estion es y la justicia ordinaria (Roma , siglo s II-I a. de C.). AC 73 , 2004 , 1/20 .

seis durante el periodo comprendido entre el afio 198 y el 81, en que el dictador Sila las elev6 a ocho. Pero no podemos asegurar que una de las dos nuevas preturas , o cualquiera de las seis antiguas cubriera causas criminales especificas , como la de repetundis , y respecto de las provincias , estas sobrepasaban ya el numero de ocho. Por lo demas , el procedimiento de la distribuci6n de provincias entre ex-pretores y ex-c6nsules , obviaba en principio cualquier problema entre demanda y oferta . Desde el 81 cada aiio dos c6nsules y ocho pretores dejaban el oficio y se convertian en candidatos a gobiernos provinciales para nueve vacantes mas o menos permanentes , por lo que aun sin prorrogar los mandos provinciales mas alla del afio, lo que fue habitual en el siglo I, en cinco afios habia un minimo de cinco posibles candidatos sin provincia . Lo habitual era que la competencia por los puestos fuese muy superior , a juzgar por las estrategias empleadas para obtenerlos . Pese a todo esto, se crearan o no tribunales permanentes para este tipo de delito a partir de la fecha , la ley del 149 supuso para los escritores posteriores un referente fundamental en el procesamiento de esta clase de crimenes. El juicio contra Cayo Silano, proconsul de Asia en el aiio 22 d.C., por concusi6n y crueldad , fue promovido por los aliados y constituye un ejemplo del poder que, segim recoge Tacito en su relato del siglo I d.C., podian estos llegar a movilizar en la defensa de sus intereses . Silano fue acusado por un exc6nsul , Mamerco Escauro , un pretor , Junio Ot6n, y un edil, Brutedio Nigro . Le interrog6 el mismo emperador Tiberio , sin posibilidad de que Silano pudiera refutar, y desfilaron como testigos en la acusaci6n sus propios esclavos , que previamente fueron liberados para no quebrantar la ley que prohibia a los esclavos declarar contra sus amos. Condenado , finalmente Silano fue relegado a la isla de Xiaros. Dos centurias antes, Apiano relata las violencias cometidas por los proc6nsules de Citerior y Ulterior , L. Licinio Luculo y Ser. Sulpicio Galba en los afios 151 y 150, cuando actuaban contra pueblos celtibericos y lusitanos respectivamente . Luculo asesin6 a miles de caucenses , habitantes de la villa de Cauca (Coca , Segovia) , en el interior de la Celtiberia, en su busqueda de oro y plata, y Galba, al afio siguiente hizo lo mismo con algunos pueblos lusitanos , vendiendo a otros miles como esclavos . Al parecer el asunto fue un escandalo en Roma , si nos atenemos a las afinnaciones de los escritores que recogen los sucesos , y abri6 un

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EL SENADO , LAS LEYES Y LA JUSTICIA

proceso que solo afecto a Galba, que sepamos , acaso por contar con menos apoyos que su colega en la provincia , que estaba alli como consul mientras que el habia desempefiado desde la pretura. El hecho es que un tribuno , Lucio Escribonio le acuso ante el pueblo y Galba escribio tres discursos como autodefensa , en los que justificaba su ataque a los lusitanos como accion preventiva al conocer que iba a ser atacado. Escribe Apiano que Galba se quedo con la parte mayor del botin y repartio dos porciones menores entre sus oficiales y los soldados. Se deduce por tanto que no ingreso nada en el erario , por lo que acaso este hecho fuera la base de la acusacion , dentro de la apropiacion indebida o peculado . Pero no deja ello de ser una mera hipotesis. A partir de ahi el escritor alejandrino vincula la promulgacion de la ley Calpurnia al afio siguiente a las consecuencia de estos hechos , pero el caso es que nada de lo que pasara en el proceso impidio que Galba obtuviera el consulado en el 144. Ciceron recuerda que despues de los Gracos aparecieron muchos acusadores profesionales , lo que puede ser un dato para pensar que la "judicializacion " de la vida politica bien pudo ser el resultado de la creaci6n de esas seis u ocho salas distintas , que se especiali:zaron en los diversos tipos de delitos 236. 9. Jovenes abogados y procesos. En el afio 74 el joven Cayo Cesar acusaba de repetundi s a Marco Junco, gobemador que acababa de regresar de Asia y contra el que los bitinios , de la region vecina a su provincia , habian presentado cargos . Marco Junco, pretor en 76 con Marco Luculo , proconsul de Asia en 75, tras la muerte de Nicomedes de Bitinia y el traspaso del reino al senado recibe la orden de organi:zar esa herencia como provincia. Poco sabemos del resultado del proceso , ni siquiera sabre los fundamentos reales de la acusacion , porque los datos aportan indicios que orientan a hipotesis ajenas a un procedimiento limpio 237 .

Tacito nos transmite que en la Republica era costumbre arraigada entre los jovenes de buena casa y que se iniciaban en las disciplinas liberales , acudir a las asambleas y sentarse a escuchar las intervenciones de los oradores mas importantes del momento , anotando y asimilando las tacticas del discurso , sus partes , sus figuras retoricas , etc .., y completaban esta informacion practica asistiendo a las ensefianzas que se impartian de manera mas o menos informal , en las casas particulares de los principales teoricos del discurso , los grandes y admirados oradores del momento , en compafiia de otros jovenes y segun las disponibilidades economicas y relaciones de las familias de cada uno. Era esta una de las fases iniciales en la formacion de quienes habian elegido la carrera por las magistraturas como profesion y se trataba en ella de adquirir una practica en la defensa y en el ataque que lo mismo servia para llevar a juicio a un personaje importante , que para sacar adelante en las votaciones cualquier proyecto politico . Lucio Craso . el gran orador de principios de la centuria , consul en el 95, decia que la elocuencia era el arte de "dominar la asamblea de las hombres , cautivar las mentes e impul sar las voluntades a donde se quiera y apartarla s de don de se qui era " y tat premisa justificaba el fervor de los futuros dirigentes de la Republica . Los jovenes aspirantes a los cargos trababan conocimiento con los mejores abogados del momento , deambulaban por el foro y se empapaban de cuantas causas civiles y criminale s tomaban cuerpo en los tribunales . "Pululaban las nuevos oradores , necios jov encitos ", se dice en una obra del poeta Nevio y cuando por fin asumian sus propias causas , relata Tacito que aquello representaba una especie de hibrido entre juicio formal y escuela de aprendizaje , pues ni los jueces ni los demas participantes en la causa se arredraban en corregir, animar o censurar los errores y aciertos de los fiscales noveles durante la celebracion de los procesos.

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Ta c. A nn. III.66/68 ; vid. Philon. in Fiacco XII. I 05/ 106, sobr e la repr esi6n de estas conduct .as por Tib erio ; Bow ersock, G .W .. Tacitu s and the provinc e of Asia, Tacitus and the tacitean tradition . Luce, T.J . & Woodman . A.J. , eds .. Princeton 1993 , 3/ 10; Ap. lb er.59161 relata las violen cias com etida s por los pro c6nsule s de Citerior y Ulterior , L. Licini o Luculo y Ser. Sulpi cio Galba en los afios 15 I y I 50, Cic. orac. I. 227 ; Brue. 89 ; Nep. Cato, 4; Liv . p er. 49 ; V. Max. VIII.l .2; IX.6.2; Ap. lb er. 60 ; Cic. Bru . 106, dice que despues de los Gra cos apar ecieron mu chos acusadore s pro fes ionale s, lo que pued e ser un dato para pensar qu e aca so se debi 6 a la creaci6n de seis u ocho sala s distinta s, especializada s en los diver sos tipo s de delitos, Cloud , D., op .cit. 506 . 237 Sobreviv en dos fragmento s de un discurso de Cesar , pr o bithy nis: Malcovatti , H., Oratorum roman orum fr ag menta liberae re, pu blicae , 2• ed. Turin 1955, 395 /396; Dahlmann ,

Y lo que resultaba de provecho para estos aprendices de las leyes, tenia unos efectos devastadores para la causa de la justicia , pues no consta que los procedimientos viciados por la ignorancia y las defensas ineptas fuesen revisados en sus efectos sabre las sentencias . "C onfiar las querella s de las aliado a un hombr e no incompet ente, asumirlas aquel que par ecia p oder defender sus intereses con lea/tad y energia temen que si esta costumbr e comien za a II., Ca esar 341 /346.

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Rede fur die bithyni er, He nn es 73 , 1938

MORALE IMPERIO

Pero en general y hasta tiempos de Sila no fueron las causas de los aliados las que en principio servian para elevar la popularidad y el prestigio de los oradores consagrados , por lo que estas solian dejarse a los jovenes principiantes , siernpre dispuestos a asurnir cualquier acusacion o defensa que pudiera reportar experiencia , algo de farna y un hueco en la consideracion del votante a los cargos que conformaban la carrera por las magistraturas .

insinuarse y a afianzarse poco a poco , resultara que las /eyes y Los proceso s se gestionaran por personas intachables y hombres valientes, no por Jovencitos inexpertos o por acusadores prof esionales de aquella calafia ", avisaba el arpinat e no sin ironia en uno de sus tratados 238 . Eran tan pemiciosas para los reos las consecuencias de esta costumbre , que resultaria dificil entender la plenitud de su vigencia si no contiramos con otros detalles de los procedirni entos. Los neofitos abogados solo adquirian formacion practicando en causas que se consideraban como no fundamentales . "La imica fo rma en que Losj6venes tenian de alcanzar algun elogio era perjudicar a a/gun ciudadano, consecuencia que habitualment e se sigue de los pro cedimientos judicia les ", decia mucho antes Polibio sobre este asunto . Las conducta s de los rnagistrados que supuestarnente habian ocasionado dafios a sus administrados se resolvian coma una causa civil ante el pretor correspondiente , siempre que todas las partes, acusado y acusadores, fuesen ciudadanos rornanos.

Esta tendencia carnbio tras la rnuerte de Sila. Despues "vinieron las propuestas subversiva de Lepido ... y asi no se legis/6 ya solo para todos, sino tambien contra hombr es particulare y en una republica corrompida a mas no poder se multiplicaron las /eyes ", dice Tacito , y como era de esperar , la reaccion de los enernigos del regimen cristaliz6 en el progresivo desmantelamiento de su obra politica, siendo una muestra de ello la que ofrecio el proceso de Cayo Verres a su regreso de Sicilia, donde habia administrado durante los tres afios anteriores . El juicio contra el ex-pretor del 74 alcanzo gran repercusion , no solo por la entidad del procesado , conspicuo miembro de la facci6n de los optimates, sino por la rapida resolucion del mismo, cuando aun estaba en sus inicios, y el resultado de condena que se derivo, lo que supuso un duro golpe para la oligarquia . El proceso de Verres saco de la politica a un expretor corrupto , pero sabre todo fue la condena de los comportamientos de cierta parte de la oligarquia .

Por ejemplo , en casos de robos a cives con residencia en la provincia . Si los perjudicados eran socii, dediticii o cualquier otra categoria asignada en las leyes a los habitantes de las provincias , entonces el t'.micocarnino viable para los afectados no ciudadanos era el nornbramiento de patronos , entre romanos que fueran de la confianza de los perjudicados , de rnodo que representaran los intereses de quienes no podian hacerlo por si mismos . De la misrna forma , si en el juicio se llegaba a establecer que habia habido robo o propiacion ilicita de bienes, se nombraba la correspondiente comision de recuperatores, en m:Uneroimpar , para proceder a la recuperacion repetere - de los bienes expropiados . Se contaba con unos tribunales , de mayoria con senadores , en principio poco abiertos a condenar a unos magistrados que tenian asiento en los escafios vecinos 239 . 238

Tac . Dial. 34 ; Cic. Sen. 20 ; Cic. in Q. aec . XX I. 67/68 ; orat . 1.30; M ur. XIll.2 9, en su critica a los jurisconsultos dice que "a vuestras form ulas y proc esos hay qu e antepo ner el valor military la oratorio - para obten er una magi stratura - ... vuestra s respu es tas y decisiones , no solo se derriban con la palabra sino que no se sostie nen sin el apoyo de Los orador es", cf rep. Il.47 , aunqu e alababa a su ma estro Q. Mucio Escevo la, el augur , que era juriscon sulto ; riqueza y elocuencia eran los m edios con los que los prin cipales man ejaban al pu eb lo en aqu ellos tiempo s, dice Plut. Mario, 6. 239 Pol. XXX I.29 . l 0; Festus , 342L: " ... recipe ratio est ut ait Ae lius Gallus cum inter populo s et reges nationesque et civitates p eregri nas Lis co nvenit quomodo per reciperatore s redda ntur res recip erenturqu e resque privatas inter se pers equantur "; Serra o, F., op.ci t. 207 ; Livio XL III, 2. 1/ 12 describ e un pro ceso de ese tipo anterior a la Ley Ca lpumi a

A partir de ahL populares y optimates redoblaron sus intervenciones forenses , vista su alta rentabilidad politica, y las asambleas oyeron a los grandes de la oratoria , corno Q. Hortensia Hortalo , el propio Ciceron , Caton de Utica , Celio Rufo Marco Craso, Sulpicio Galo , Marco Bruto, Cesar y tantos otros nombres que dieron gloria al discurso. Vista la alta rentabilidad politica de la acci6n judicial , cualquier actuacion del adversario daba lugar un minucioso analisis de dichos y hechos y el inicio de un proceso que mas que establecer la justicia, buscaba a toda costa la anulaci6n politica del rival. Iniciabamos este capitulo diciendo que en la acusacion que Cesar presento contra Marco Junco habia mas elementos politicos que criminales . Los recaudadores romanos entraron en Bitinia y su actuacion provoc6 la protesta de las ciudades, especialrnente la de Heracleia , que habia sufrido los presuntos abusos siendo de estatuto libre. En el afio 74, con veintiseis a.nos, Cesar buscaba

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def 149. vid. Muniz Coello, J., El proceso de repe tundis de/ 171 a.de C., (Livio, XL!JJ.2), Buelva 1981.

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hacerse un sitio en los foros y ser reconocido entre los lideres de la facci6n de los antiguos seguidores de Cayo Mario. Los hermanos Lucio y Marco Luculo acusaron con exito al augur Cayo Servilio en el 91 , con veintiseis y veinticinco afios respectivamente , Lucio Craso persigui6 judicialmente a Cayo Carbon con diecinueve , Cicer6n hizo su primera defensa , la de Publio Quinctio , estando en los veinticinco , Asinio Polian a Cayo Caton con veintid6s , y con poco mas , C. Licinio Calvo a Publio Vatinio - colaborador este de Cesar, con qui.en esta en Galias desde el 58 al 55, y luego tambien entre el 51 y 4 7, de qui en amenazaba su acusador Cicer6n con hablar de sus "infames y muy s6rdidos robos' -. C. Cesar Estrab6n acus6 a T . Albucio , propretor en Sardinia, pues habia celebrado el triunfo bajo su propia responsabilidad , lo que supuso una condena, trece afios antes de ejercer la edilidad, por lo que estaba en la misma edad que el resto. Aunque mas extremo fue el caso de Marco Caton , que acus6 a Cneo Papirio Carbon , que antes habia llevado a juicio a su padre , el mismo dia que visti6 su toga virilis, esto es, a los diecisiete afios. Cesar ya habia presentado acusaciones contra reconocidos silanos , como Cn . Cornelio Dolabela , gobernador de Macedonia en 80/77 , en el 77, y al afto siguiente contra C. Antonio Hybrida , futuro colega de Ciceron en el consulado del 63, cuando este era oficial de Sila, al mando de un cuerpo de caballeria en Grecia , como vimos mas arriba . Parece que al frente de tal tropa de soldados , Hybrida , como Dolabela un poco antes , habia robado , expoliado y cometido toda suerte de violencias , aquel contra los macedonios y este durante sus correrias por Acaya en el afio 85, nada menos que nueve afios antes de que su caso fuera desempolvado por aquel joven e inquietante pesquisidor. En realidad poco importaba demostrar que Dolabela o Hybrida hubiesen saqueado o ejecutado a sus adrninistrados , pues era un hecho que desde la actuacion de Sila en Grecia todos los gobernadores hicieron la guerra a los pueblos limitrofes con Macedonia , buscando victoria que anunciar y triunfos que reclamar y recibir. Pero a sus probables , que no probados , desmanes , Hybrida sumo afios mas tarde , cuando regreso a la region esta vez como gobernador de la misma , el merito de haber perdido todas las conquistas ganadas por Curion y Luculo . La verdadera acusacion del 77 era la de un marianista que trataba de hacer meritos al llevar ante los tribunales a dos reconocidos silanos , en un contexto de procesos similares - Q.Calidio , M. Luculo , Opianico o A. Terencio Varron - que

ponian de manifiesto el juicio politico de una 240 buena pa.rte de la nobleza sobre toda una epoca . Pero Dolabela e Hybrida salieron absueltos y Cesar salio de Roma , dirigiendose a Rodas , para facilitar con el tiempo el olvido de este reves politico. Fue en la isla donde entro en relaciones con Junco , el gobemador de Asia. Cesar , que estaba alli como cualquier ciudadano privado y sin mas poder que la reconocida osadia de su caracter , habia exigido a Junco ciertas actuaciones. Estando en Rodas el joven abogado habia sido objeto de rapto a cargo de una partida de piratas , que eran nwnerosos por aquellas costas e islas proximas a Cilicia . Tras cuarenta dias retenido , el secuestro se resolvi6 con el pago de un rescate y Cesar se jur6 que los bandidos no quedarian sin su castigo . Esta fue la exigencia que presento a Junco , que simplemente , expidi6 el tema sin hacer nada. Cesar actuo por su cuenta, contrato mercenarios , captur6 a los piratas y les aplico el castigo que , a decir de la misma fuente , les habia vaticinado durante su cautiverio. A continuaci6n , con ayuda del rey Nicomedes de Bitinia , prepar6 una acusaci6n contra el desidioso Junco , en la que se presentaba a este como incurso en la arnplia gama de los delitos de repetundis. 24 1 Nada sabemos del desenlace del asunto .

10. Quiritatio, la justicia de Losindoeuropeos. Decian E. A. Hoebel y Th . Weaver que para que una sociedad reconozca y admita la coercion como instrumento legal de la justicia. aquella debia ser aplicada por un grupo privilegiado en tal derecho - y reconocido , afiadimos nosotros -, y que la causa de la aplicaci6n de esa coercion fisica sea legitima , al igual que la circunstancia en que 240 Despues de la dictadura silana, Tac . Ann . IIl .27 ; C . Porcio Caton , tribuno de la plebe en 56, Livio, p er. 105; Dio Ca ss. XXXIX .27.3 ; Cic. A tt. IV.15.4 ; 16.5; Vatinio , colaborador de Cesar , cuestor en 63 , provincia aquaria, legado en Citerior con Cayo Cosconio en el 62 , tribuno de la plebe en el 59, est.a con el dictador en Galias desde el 58 al 55, y luego tambi en entre el 51 y 47. tras su pretura en el 55 y consulado de) 47. actua co mo go bernador en el Iliria en el 45 . De el Cic . Vat. 12, amenaza con hablar sobre sus fla g it11s tu1s sordidissimisque ji,rtis , lo qu e puede ser solo retorica .Tac . Dial . XXXIV .7 ; Cic . Vat. 3;12 ; Prov . co ns. 15; div . In Q. Caec . 63 ; Brut ., 102; Pi s. 92; off II.SO: tusc. V. 108; Sc aur . 40 ; Lucilio , 88/91 M; Badian , E., Three Non-trials in C icero, Klio 66 . 1984, 306 /307 ; Gruen , E.S., Politic s and the co urt s in 104 B.C ., TAPhA 95, 1964 , 101/106 ; Nicolet. C .. L 'Ordr e, op.cit . 541 /542 ; V.Max.V.4 .3. 24 1 Marco Junco , pretor en 76 con Marco Luculo , procon sul de Asia en 75 , tras la muerte de Nicome des de Bitinia y el traspaso de) reino al senado recibe la orden de organizar esa here ncia como provincia . Los recaudador es romano s entraron en Bitinia y su actuacion provoco la protesta de las ciudade s, espec ialmenl e Heracleia , que era libr e; Vell. Il.41 .3/4; 42 .3; Suet. Jul. 4; Plut. Caes . ll .3/4; Luc.VII.5 ; Ap. Mith. 71 ; Memnon , Fi 1rH, 3B,355 ,38: Gell. V. 13.6; Livio , per. 93 . Ward , AM. , Caesar and the pirate s, II: the elusive M. luniu s lun cus and the year 75/4, AJAH 2, 1977, 26 /36.

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se produce . Y completando el razonamiento , es axioma que cuando alguna de estas dos premisas no se da, la sociedad aplica sus propios sistemas 242 coercitivos .

"M uchas veces los mas debiles se irritan contra los mas podero sos, y estos a su vez no desean un castigo que no espera ". Esta reflexion de Aristot eles, que recoge Seneca (de ira, 1.3), entrafia la idea de que la ira es el deseo de devolver el dafto recibido , lo que nosotro s entendemo s como un a reaccion lici ta a un dafto no justificado o que se ju zga inmerecido . Por consiguiente , la ira popular es una suert e de via de compensacion que el pueblo se reserv a para corre gir los abusos de quiene s administran la coercion y los castigo s. La solicitud de auxilio a los ciudadano s solo se realiza cuando se ha sobrepasado una fase previa de resistencia y tolerancia ante la agresion o injusticia que se espera recibir . Para entonc es la tension es maxima, se produce un fuerte rechazo a la coercion fisica , que puede acompafiarse de reproche oral y sobre todo , existe conciencia de la escasa efectividad de cualquier defensa como individuo. Solo entonces , cuando se comprueba la inutilidad de las propias fuerzas para solventar el yerro , es cuando la proxima victima recurre a la solidaridad de los quirites. De la misma forma que los abogados elevan el tono de sus enfrentamien tos en el foro , pero sin que por ello se piens e que unos y otros vayan a recurrir a los quirites243 . La honda raiz indoeuropea de esta norma consuetudinaria se constata en ambitos bien distantes y diferentes de la geografia del mundo romano , sin que ello suponga especial sorpresa para los escritores latinos . El fuert e protagonismo que se da en los textos al papel del conjunto de los ciudadanos en las sociedades gal a y germana refleja un modelo de estado en el que poder y autoridad se pres entan de forma diluid a, con limit es imprecisos y vagas responsabilidades . Estas notas caracteristicas hipotecan la labor de sus dirigentes , que afrontan una gama de tareas tan cuestionadas y onerosa s, que irremediabl emente chocaban con la vision que del poder y Ia

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A ntropologia y exp eriencia humana, Barcelona 1984 , 476 . Sen. ep . XV .7, compar a esta fase pr evia a la quiritatio con la pasi6n oral que los abo gado s confrontan en el foro , sin que naturalmente se pida el concurso del audi tor io mas alla de la figura ret6rica; N igid. Gram . 33 , gritar prot esta ndo por una acci6n ilegal; Quint. Inst. IIl .8.59; Appul. met. VIII. I 8. Vid. sobre quiritatio, Lintott, A.W., Violence in R epublican Rom e, Oxford 1968 , 11- 16; Schul ze, W ., Beitrag e zur Wort und Sittensgeschichte, II, Kleine Schriften II, Berlin 1933 , 166 s .

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autoridad se tenia en los tiempos del Imperio en que se escribia 244 . En esas sociedades , la jefatura se manifies ta muy fiscali zada y respond e en todo momento ante la colectividad , la cual examin a, ju zga y sentencia libremente la gestion de sus jefes y Jes adjudica el castigo mas severo sin que quepa apelacion a justicia mas benevola . Son sociedades en las que la autoridad pertenec e al conjunto de sus ciudadano s, y ello no es retori ca , de modo que estos no reparan cuando se ju zga necesario , en ponerla en ejercicio . La justici a sigu e regulada por la costumbr e y los rito s ancestrales , sin que esa abstracci6n de la justici a qu e es la justici a artifi cial de los estado s sea rec ono cida poco mas que como sucedaneo . A pesar de los pacto s qu e Seg est es, caudillo germano , habia firmado con los romanos en el afio 15 d.C., su pueblo le obligo a emprender de nuevo la guerra contra ellos . No era mejor el papel de Ambiorig e, rey de los eburones hacia el 54 a.C ., cuya escasa autoridad asmnia con plena normalidad cuando declaraba haber atacado un campamento romano obligado por los suyos, "pues su autoridad era de ta/ clase que la multitud mandaba sobre el tanto como el sabre la multitud" y no poder garantizar n.i la seguridad de los reh enes ni la de cualquier romano que viniera a parlamentar . Por su parte, los aulercos , ebur6vices y lexovios , reunidos en asamblea , deciden acudir a la Hamada de los unelos , tras matar a sus senador es porqu e se oponian a una guerra contra Cesar245 . El pueblo hac e justicia con los reyes impu estos y no elegidos , matandolos o expulsandolos , y los atrebates de Britania encarcelaron y luego liberaron al suyo, Comio , por la misma razon. En Galia , la mera sospecha de optar por la monarqui a, en palabras de Cesar, cuesta la vida a Celtilo , padre del jef e Vercingetorige y en su tiempo el hombr e mas influ yente de la nacion. Jefes como Mandonio y otro s nobles de los ilergetas , o Gutuatro , que lideraba a los camutes , son entregados por sus respectivos pueblos a los romanos , a pesar de que sabian que ellos les costaria ser ejecutados . La acusacion de traicion le supuso al noble eduo Dumnori ge, de los hombr es 244

Estudi o pionero, que no hemo s podid o co nsultar , fue el de Usener, H., ltalische volksjustiz, RhM , 6 1, 1900, 1 ss.; el tema ha sido trata do ademas en Norr , D., D ie fid es im romischen volkrr echt, Heidelberg l 991 , 62 p; Tzamt zis, J.E., J ustice criminelle et j ustice populair e a la fin de rep ubliqu e romaine (149-44 av. J. -C.). Organisation j udiciair e cri min elle et role du peopl e a Rome au dernier siecle de la repub lique, thesis dactyl., Paris 1996 . 245 Ta c. A nn. I. 55 .1/2 Caes. BG. V.27 .1/7 ; 111.17.3.

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mas ricos de la Galia, el verse cargado de cadenas y la posibilidad de sufrir la hoguera 246.

Brachylas y los ciudadanos se lanzan a la calle en 249 busca de los autores .

La autoridad del pueblo atafie tambien al ambito militar donde ninguna jerarquia , disciplina o sacramentum puede anular o paralizar sus decisiones , aunque estas comprometan el desarrol1o de una guerra . Gatos y germanos son antes ciudadanos que soldados y asi lo manifiestan quienes formaban la hueste de los caudillos al6broges Roucilo y Aeco , a los que abandonaron en plena campafia porque consideraban que eran menospreciados, juzgaban arrogante su conducta y se sentian defraudados con el reparto del 247 botin .

El pueblo no soporta indefinidamente la excesiva crueldad de sus gobernantes y llegado a un punto , se subleva , se desborda y todos a una buscan poner fin a los abusos . Se persigue al responsable y ya convertido en reo, sea o no convicto y confeso , se le condena y se le castiga con la pena que resulte de esa mayoria. Cuando la gravedad del delito habla de maximas penas , suele elegirse la hoguera , el fuego, como media de ejecuci6n comunmente aplicado , acaso por la posibilidad que tal sistema presta para que todos se sientan actores de ese castigo , y los reditos morales que la publicidad de ta1 escarmiento supone para toda la ciudadania , aunque cualquier otro metodo si es expeditivo resulta bienvenido.

Advierte Tacito estas formas especificas de entender los conceptos de autoridad y poder y resalta que este ultimo no era en modo alguno ilimitado ni arbitrario. En la practica , carecian de capacidad punitiva . Sus competencias eran referidas a asuntos de entidad menor, mientras que las de mayor trascendencia eran asumidas por el pueblo . La autoridad no les viene dado por rango o nombramiento , sino que el pueblo se la reconoce o se la otorga , en virtud de su nobleza , prestigio como guerrero , edad y elocuencia, que implica capacidad persuasiva . "Se hacen oir mas por su ascendiente para convencer, que por su poder para mandar . Si sus palabras no agradan, son rechazadas con gritos". E iguales limitaciones presentan en relaci6n con la Justicia , ya que esta es asignada a dignatarios electos , que son asesorados a su vez por un centenar de hombres del pueblo , y que recorren el pais impartiendola248. Se habla de quiritatio en los lamentos que el futuro rey Perseo de Macedonia lanza en un discurso que el patavino pone en su boca. Se organiza una quiritatio , en palabras del mismo narrador en la villa de Elatia , Beocia , afio 196, cuando en media de la noche una partida de sicarios etolios e italicos asesina al beotarca 246

Lo s senon es int entan matar a su rey Cavarino . al haber sido impu esto por C esar , en sustitucion de su hermano Morita sg o. pero sal vo la vida hu yendo de su patria. Ca es . B G V.54 .2; 23 .3 ; VII.4 . 1; VIII .38 ;1.4.1/2 ; el prin ceps berg istanu s, de la provincia Citerior , solo pued e regresar a su oppidum, del que habia sido expulsado por su pueblo . con el apo yo militar del con sul Caton , en el 195 a.C .. Livio XXX IV .21 ; XXIX . 3. 1/4, para el 205 a .C . 247 Cae s. BG lll.59 ; trat e el tema del pod er y la autoridad entr e galo s y germano s, en Muni z Co ello , J., lnstitu cion es politi cas celta s e iberica s. Un anali sis de la s fuente s literaria s, Habi s 25. 1994 , 91 / 106: idem, Los mi embro s de la asamblea celta . Notas para su estudio , Iberia 3, 2000 , 227 /244 ; Hinard , F., Sacramentum , Ath enaeum 72, 1993 , 251 /263. 248 Ta c. Germ. VII.1 /2; X l.1 ; 3 ; 5/6; pnn c1pes reg ionum atque pa g orum, dice Cae s. B G Vl.23 .5.

En el afio 80 a. C. una turba enfurecida de ciudadanos se ha acercado en media de la noche a la casa de uno de los ciudadanos mas integros y respetados de la villa de Lampsaco , en Asia. Llevan teas encendidas , y vociferan ansias de venganza , encolerizados por las noticias que les llega del interior de la casa . En ella han cenado el legado romano Cayo Verres , de viaje por la provincia desde Cilicia, donde se adscribe al sequito del gobernador Cneo Dolabela , atendiendo a la esplendida acogida que le ha dispensado el noble Filodamos . Tras la cena se produce el execrable crimen . El legado pretende abusar de la hija del an:fitri6n ya la negativa de este siguen las amenazas , agresiones y golpes . El anciano Filodamos es quemado con agua hirviendo y el alboroto se extiende por toda la ciudad . El pueblo clama venganza y apila sarmiento junta a los muros. Pronto el fuego hace presa de la vivienda y todos aguardan a que el fuego impida que el delito quede impune . Pero el legado romano ha logrado huir y sin pausa se pone a salvo embarcando rumba a su provincia . Compara Cicer6n el suceso con otro muy similar que ocurri6 dos aftos antes en la ciudad de Utica , provincia de Africa, que gobemaba C. Fabio Adriano , del partido de Mario. Aqui las causas no se especifican como en Asia, y esta vez la ira se desencadena en el colectivo de cives romani de la provincia . Llegados a un punto , estos no pueden seguir soportando la crueldad y el continua latrocinio de que eran objetos por parte de la maxima autoridad , y annados de antorchas rodean el palacio donde se refugiaba Adriano con su familia . Esta vez el fuego cumpli6 su cometido y Adriano y los suyos murieron quemados , sin que 249

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Livio XL.9 .7. afio 182; XXX III .38 .3 .

MORAL E IMPERIO

ni el suceso de Lampsaco ni este, de final tan funesto , una vez que fue conocido en el senado , generase represalia alguna contra aquellas villas 250 . En los textos referidos a la Republica quirites es termino que se aplica al pueblo que se convoca para oir discursos , recibir ordenes o actuar en demanda de acciones especificas. Los quirites son sobre todo los cives, en contraposicion a la funcion de estos como milites y asi , cuando en Roma la decima legion se subleva por falta de praemia, Cesar dirige la palabra a los soldados llamandoles quirites, en vez de milites, de modo que al tiempo que les amenazaba con el licenciamiento , devolviendoles a su condici6n civil, les nombraba con el termino mas opuesto a los valores militar es. Quiritare, significa dar gritos de auxilio , implorar a voces la ayuda y proteccion de los quirites, los ciudadanos, que segun los eruditos romanos creian - falsamente , al parecer - procedia del tennino cures, o curenses, los habitantes de una villa sabina que acompaftaron al rey Tito Tacio para aliarse con Romulo . En realidad el vocablo sabino quiris significa venablo , lanza, por tanto , nada que ver con lo que tratamos . Quirites nos refiere a los ciudadanos de los tiempos mas primitivos de la ciudad, se relaciona con el dios ancestral Quirino , y presupone para los romanistas la fase remota del derecho precivico 25 1 . 11. La solidaridad de Los quirites. La quiritatio es un instrumento que la colectividad se reserva para protegerse de la potencial arbitrariedad de los magistrados , y puede actuar en dos pianos distintos , uno como autodefensa y proteccion a partir de un sentimiento de injusticia y otro, desde el sentimiento de legitimidad de esa 2 0 ~

"todos concluye n que es mejor soportar cualqui er cosa que vivir en medio de tal violencia y crueldad ... van todos j unt os y cada cual hab la segu n su sensibilid ad y resentimiento. Golpean la puerta con piedra s, lanzan objetos de hierro , rod ean la casa con lei'ia y sarmiento s ..., Cic.Verr.1.26 .67 ; 68 ; 70 ; 1.31.78. Para el arpinate fue mas grave lo de Ll mpsaco qu e lo de Utica, pese al resultado final de uno y otro , lo que debemos de interpretar como un compr ensible celo profe sio nal , dentro de la actio qu e escribia contra el luego pretor de Sicilia ; Diod . XXXV III/XX IX. l 1.1 ; V.Max . IX 10.2; Oro s. V.20 .3; Liv. per .86; Poma, G., Un appello agli schiavi ad Utica e ii ruolo della provincia d ' Africa negli anni della lotta tra Mario e Silla, AntAfr. 17, 1981 , 21 /35 ; Muniz Coello. J., Los sucesos de Utica del afio 82 a.C., Scripta antiqua in honor em A Monten egro Duqu e et J .M" Blazquerz Mar tinez. Valladolid 2002, 291 /30 l . 251 "el gritara y voc iferani - quiritan s - todo esto desde los rostra, y lo 11.1£iraen voz alta ...", Luci!. Vl.17 3/274 ; "grita quiritat - el orador Ca lvo que los recipientes de cocina son de plata", Plin. NH XXX III.140 ; Suet. Jul. 70 ; lo creia asi Livio I.13.5; Varr. Lin g. VI.68 ; Nonio, XXl.18 ; Gro o, F., !us quiritium . Jura I, 1950 , 265 /271.

colectividad para asumir un papel coercitivo cuando este no se asume desde las instituciones . Un piano de Hamada a la solidaridad para el auxilio y defensa ante el inminente castigo , y un piano de solidaridad para aplicar el castigo que se percibe como justo cuando este no ha sido promovido desde los 6rganos de la Justicia . Ante esa espiral que se desata cuando el pueblo se mueve, no hay excl usiones ni poder que se sobreponga, y asi hasta un Tolomeo Evergetes (133/129 a.C.), odiado por sus subditos por su crueldad insufrible , huye en secreto desde Egipto a Chipre , tras contemplar como su palacio era pasto de las llamas a cargo de la multitud 252 . Gritaban los nifios - infantum quiritatus pidiendo ayuda a los mayores , cuando en el afio 79 d.C. el Vesubio comenz6 a cubrir de cenizas y gases la ciudad de Pompeya , asfixiando a sus habitantes . Pedia auxilio a los transeuntes Lucio Valerio Potito , el hijo del consul del 475 a.C.. cuando el lictor de Apio Claudio se acercaba para arrestarle , o la infeliz joven Verginia, que con su gritos atraia a una multitud y frenaba de momento los impulsos del amenazante y cruel decemviro .Tambores y cimbalos cubrian la vox quiritatium, el gemido colectivo de las victimas arrestadas y encarceladas tras la aprobacion del decreto que abria la quaestio de bacchanalibus , en el 186253 . La quiritatio, como apelacion a la solidaridad , a las fid es de los conciudadanos , genera una respuesta de alcance no previsible y desde luego, poco controlable una vez que la accion se ha desatado . Pero para ello se necesita una motivacion inicial , alguien que encienda la mecha , que se aporten las razones que resulten suficientes para que el pueblo mueva su capacidad justiciera . Como supra deciamos , la accion se inicia cuando entre la justicia publica y la noci6n que de ella arraiga en el pueblo no alcanzan una minima sintonia . Se percibe entonces que la coercion o el castigo aplicado en algun caso ha sido insuficiente , excesivo o simplemente , no ha existido por inhibicion y desidia de quienes debieran administrarlo. De hecho no siempre que se implora a los quirites la respuesta es 252

En el fond o amba s forma s de coerc ion, la del estado y la que en un mom ento dado aplican los ciudadano s, son solo la expresion de la venganza de la co lectividad , aunque la del estado est e ritualizada y regulada en normas respecto de su aplicacion, y la de la ciudad ania actu e fuera de las leye escritas, simplificand o los procedimientos con la hoguera o el linchami ento, Veyne, P., La sociedad romana , Barcelona, 226 y 227 ; Livio , e 59. 253 Plin. ep . Vl.20 .14; Livio 111.41.4; 44 .7, ai'io 449 a.C.; XXXIX.8.8; 10.7.

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EL SENADO, LAS LEYES Y LA WSTICIA

necesariamente activa o a favor del suplicante. La pasividad ante el grito de auxilio es toda una sentencia sobre el asunto que se dirime. En esos casos puede que se considere adecuado el modo de coercion del sistema . El odio que genera la figura de un tal Cominio, viejo delator del siglo I a.C., le promueve como candidato seguro a la colera del pueblo. "Cualquier dla morira ", arbitrio populi , dice el poeta Catulo, con una muerte acorde a sus maldades, y visto que para la justicia su conducta nada representa. Menos afortunado, pues consullllo su credito , fue el eques Trijon (Trichonem equitem) , que en el siglo I d.C., fue cosido a pufialadas en el mismo foro, por una multitud encolerizada , que reparaba asi la excesiva crueldad demostrada por la ahora victima con su propio hijo . Suponemos que como resultado de un juicio privado - causa dom i Trijon azoto a su hijo, pero lo hizo hasta la muerte, de forma que pese a que solo la autoridad del Cesar pudo arrancarlo de las manos de su propia familia, enfurecida contra el, el pueblo al final reparo tal ignonirnia. Por ultimo, el relato de C. Asinio Polion, el literato y gobernador de la Betica en el 44/43 a .C., sobre un horrible suceso que protagonizo su cuestor Balbo, como verdugo , y un antiguo soldado pompeyano, un tal Fadio, como desgraciada victima . En su relato escribe la s6rdida persecucion de que el soldado fue objeto por parte del rnagistrado, al cual tuvo enterrado en el lodo, obligo a luchar como gladiador, y cuando finalmente fue apresado tras intentar la huida, fue quemado vivo sin que de nada le valiera gritar su condicion de civis ni la apelacion a la populi fid em254_ El pueblo protesta y clama acciones reparadoras cuando la vision del lujo y el despilfarro de los poderosos ya le resulta insoportable y cualquier circunstancia accesoria desencadena el tumulto . Mientras la manifestaci6n tiene lugar ninguna de las autoridades esta segura, incluidos el senado, los c6nsules o el emperador , pues nada ni nadie debe interponerse a la voluntad popular255 . 254

Catull. I 08 , "se le arran cara la lengua, le sacaran Los ojos, las tripas y otros miembros y todo ello sera devorado p or buitres, cuervos, p erros y Lobos "; Gnilk a, Ch ., Lynchju sti z bei Ca tull , RhM 116, 1973, 2 56/269 ; Sen. elem. 1.15; C ic. fa m. X.32 .3. m En tiemp os de Cayo , el pueblo se lanz 6 a las call es porqu e el pr ecio de un ga llo ha bia alcan zado el de un ca ball o, aunqu e era la ostentaci6 n de los ric os lo qu e sub yacia en la pr otest.'\, escrib e Plin . NH IX.6 7 . El cmp era dor Claudi o esc ap a con grand es difi cultad es, a lcanzando su palac io por la pu erta trasera , de un a multitud qu e lo llenab a de injuria s y a mena zas por e l alto coste a lcanza do por los alim ento s a ca usa de un a ser ie de malas cosec has , Suet Claud. XV III .2.

Seneca, que ensefio al joven emperador Neron, recoge con notoria precision los motivos que solian desencadenar la ira del pueblo y las fases por las que este proceso pasaba, sin apenas posibilidades de desactivacion o freno, hasta que finalmente todo se disolvia y volatilizaba con la misrna rapidez con que se habia generado. Naturalmente se describe desde la optica del hombre de estado que no puede percibir estos desordenes del populacho mas que como una de las periodicas amenazas con las que la chusma da rienda suelta a sus resentirnientos, por mas que el mismo reconozca la existencia de excesos que lo propicien 256 . Pero retrocedamos un siglo, a esos aftos tan prodigos en excesos y convulsiones y que fueron antesala de la larga lucha civil que acabaria por desangrar a la Republica. El relato es de Ciceron 257 . "El tres de noviembr e - aiio 57 a.C. - un grupo de hombr es armado s saco a /os obreros de mi propiedad y demo/io el Portico de Catulo, que estaba siendo reconstruido por /os consule s ... y que estaba casi terminado hasta el techo; la casa de mi hermano Jue, prim ero apedreada desde mi propi edad y despu es incendiada par orden de C/odio ... As i pu es, el once de noviembre, cuand o iba bajand o p or la Via Sacra, (Clodio) me sig uio con su ge nte. Gritos, pi edras, pa/o s y espada s. Me refu g ie en el vestibu/o de la casa de Tetio Damion . Los que me acompaFtaban no tuvieron dificultad en impedirles que entraran. Podrian hasta haberle matado... el dace de novi embre trat6 de destruir y quemar la casa de M ilon, que esta en el Cermalo ..., a las once de la manana , a al vista de todo el mund o. Iba con una banda de hombr es armad os, unos con e pada s y escudos, otros con teas encendidas". 256 "C uando la tirania extiende su j uror y amenaza a todos en ge neral, de todas p artes salen pu nales que pr etenden clava rse en el corazo n del tirano. Cuando aparece el f uego en una sofa casa, vecinos y fa milia lo p ueden apagar echando agua sabre la llama; si son ya muchas las casas que se queman. esto solo se p uede ata;ar demoliendo pa rce de la c1udad", Sen . elem. 1.25; "Hombres. mu;eres, ancia nos. mnos , p rincipes y pleb e cayero n en la ira y toda la multitud, excitada con muy po cas pa labras , se adelanto al mismo agi tador, llegando mas lejos de lo que se le pedia. En el acto decide tomar las ann as y recurrir a los incendios, o declarar la g uerra a los pu eblos vecinos. o emprenderla contra sus p rop1os conciudada nos. Desa p arece n las casas totalmente quemadas con toda la fa milia dentro, y p oco despues, el orador aquel, tenido en gran estima y habiendo recibido todos Los elogios favo rables, sufre en si mismo las consecuencias de la ira que su discu rso leva nto. Las legiones, ... contra su general, el senado ... escoge improvisa dos jefes y p ersigue a Los varones mas notab les, ordenando su muerte. tomandose la jus ticia po r su mano",

Sen. de ira, IIl .2. Cic. Att.IV.3.2/3; vid. Lint ott, A.W ., Violence in Repu blican Ro me, Oxfo rd 1968: Labruna , L., La violence, in strum ent de lutt e politiqu e a la fin de la Republiqu e, DHA XV II, 199 1, 119/ 137. 257

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Citas de este tipo no son infrecuentes en los documentos escritos del ultimo siglo de la Republica , y creemos que no nos debemos conformar con la impresi6n final de estar ante una escena de violencia , tipica y cotidiana de una gran ciudad como ya era Roma , protagonizada por vulgares delincuentes , sus instigadores y las victimas que lo cuentan. En ese ultimo siglo de la Republica la c6lera de la plebe era manipulada , exacerbada y canalizada por los tribunos de cada facci6n , contra los lideres adversarios y mirando por intereses bien ajenos a los que en principio habian movido a sus electores. La violencia reinante era efecto de un maquinado y artificioso usufructo, de la manipulaci6n en beneficio de grupos, de la ira colectiva que asomaba en las calles. Se trataba de la capitalizaci6n por algunos de la espontanea protesta y exigencia de soluciones, a los graves problemas que la sociedad romana arrastraba desde tiempo atras, a los que se sumaban otros nuevos que el estado imperialista habia venido generando .

por derroteros sin relacion con los detonantes que la originaron 259 . Ideas claras , argumentos sencillos , oratoria experimentada y la contundencia de una muchedumbre tan desesperada como enfurecida, llevaron a las calles los altercados del foro , solo que aqui la palabra dejaba paso a las annas. Es el tiempo de los virulentos Clodio y Milon , de los partidarios de Pompeyo y los de Caesar , Ciceron , Caton, y antes de Mario , Sila, Carbon o Cina . En realidad, era el tiempo en que todos los grandes hombres de la ciudad debian revalidar en la curia y en la calle el poder y el control del que se jactaban sobre las instituciones .

El asesinato de un pretor del 89 a.C., Sempronio Aseli6n, a causa de su resoluci6n sobre las deudas, no pasaria de ser un episodio luctuoso mas dentro del contexto de tensiones que caracterizaban las relaciones entre deudores y acreedores en la Roma de final de la Republica . Sus medidas resolvian a favor de los deudores , por lo que siguiendo la 16gica fueron los acreedores quienes tramaron su desaparici6n. Lo sorprendente es que para ello los perjudicados acreedores movieron a un tribuno, que a su vez soliviant6 al pueblo, el beneficiado con Aseli6n , y sali6 a la calle en busca del pretor. Conoce este de las intenciones del populacho , sale del Templo de Concordia, o del de Castor y P6lux segim otros, donde hacia un sacrificio, corre hacia el Templo de Vesta, pero al ver que la multitud le cortaba el paso, finalmente se refugia en una taberna. Sacado de alli a la fuerza, fue asesinado 258 .

12. Las victimas de la f uria colectiva. A fines de la Republica la venganza personal ya no resulta aceptable como formula de resolver litigios, pues se supone que es acci6n que deben asumir las instituciones publicas corresponctientes . Pese a ello, es habitual que los perjudicados no renuncien a buscar compensaci6n ni deleguen en los 6rganos de justicia el resarcimiento de los daftos de que han sido objeto. Lo que no es mas que una venganza privada se enmascara entonces con la liturgia de la acci6n penal desde las instituciones , o desde la canalizacion de la colera colectiva, si se posee la capacidad y los recursos en ambos casos para manipular en el propio beneficio. Un suceso que nos llega de Herculano parece revestido de estos ingredientes . El morador de la Hamada Casa del Bicentenario se queja de que su puerta ha sido apedreada por hostigamiento de una mujer con la que mantenia un conflicto cuya naturaleza desconocemos. Lo que no parece ser mas que un mero ajuste de cuentas entre particulares , a instancias de una de las partes y en busca de rapido desenlace , se transfiere a la colectividad y se le hace participe , logrando con ello cierta legitimacion , de for.ma que esta ya resuelve y actua en la forma descrita 260 .

Cualquiera de los instigadores de la sedici6n ponia rostro e identidad a los presuntos inicuos . Una protesta por retrasos en los repartos de trigo, la sospecha de una inrninente subida de precios , la tardanza en la ctistribuci6n de donativa, praemia o partes del botin , los rumores sobre la suspension de la asignacion de parcelas agrarias , o cualquier bulo sobre rescision de deudas, llevaba a las masas a las calles y era ocasion de nuevas algaradas, que por lo demas podian ser guiadas

Realidad o falsedad , el hecho es que los escritores reunen los datos mas negativos sabre la conducta desbocada de una muchedumbre engaftada y siempre atenta a quienes se erigen en defensores de sus intereses . No importa tanto la noticia en si misma, como la forma , los porrnenores y los detalles con los que aquella se transmite , de modo que se nos puede estar contando un suceso real, con una base de veracidad , pero que se manipula y adorna para que sirva a los intereses concretos del 259

258

V.Max. IX.7.4 ; AB . l. 54; Livi o, p er.74 .

Se ha ce creer a la plebe qu e la culpa de una carestia del precio del trigo es de Cicer6n , y una turba asalta e inc endia cl Templo de Con cordia , dond e tenia lugar una ses i6n del senado, Cic. dom. 10114, afio 57 . 260 Veyne, P., op .cit. 22 8, recog e el caso.

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EL SENADO, LAS LEYES Y LA JUSTICIA

que nos lo transmite. Se escribe que en las elecciones al tribunado de la plebe del 101 a.C. el pueblo aseguro la eleccion de L. Apuleyo Saturnino, apresando primero y matando luego a su unico rival, un tal Nonio. Un afio despues , cuando Cayo Mario ordeno encarcelar a un tal Lucio Equicio , que se decia hijo de Tiberio Graco y acompafiaba a Saturnino como candidato al tribunado , el populacho , enterado de tat contratiempo , marcho hacla la carcel, libero al preso de su guardianes y lo llevo a hombros en medio del regocijo general 26 1 . Rango , posicion y biografia de los reos no atenuan el rigor punitivo del pueblo , que con su accion escenifica una democracia imposible en sus instituciones . Livio nos describe una situacion social en la Roma de principios del siglo V que sugiere un pronto estallido social. El asunto detonante es el de las deudas y las servidumbres que ellas acarrean. La escena no puede parecerse mas a la que nos ban transmitido para la Atenas de Solon, justo una centuria antes. A la ciudad regresan muchos soldados y se encuentran embargados en sus tierras y sus propias personas , nutriendo un ejercito de siervos o nexi , cada vez mas desesperados . Un viejo soldado, lleno de anclrajos y heridas , tras sufrir prision y tortura, colma la paciencia de cuantos le ven y todos implorant quiritium fidem . Su desolacion contagia al resto de la ciudadania, que ve con temor su futuro , y todos reclaman medidas que acaben con esta situacion insostenible . Entre suplicas y amenazas la multitud se amotina y reivindica a los patres que se reunan . Pero el miedo a la violencia incontenible ha hecho huir a la mayoria de los senadores y no se da el quorum preciso. Los mismos consules parecen desbordados por la masa y a punto estan de ser agredidos por la turba cuando en ese instante aparecen los patres en numero suficiente para mantener una sesion en la curia . De este episodio , que recoge asuntos muy antiguos , aunque descritos con ambientacion de fines del siglo II a.C., destacamos dos hechos: la capacidad que se reconoce al pueblo para superar las situaciones inaceptables , desde el ejercicio de sus derechos ancestrales , y la debilidad de las instituciones publicas ante la firrneza de las reivindicaciones 262 . Esa misma firmeza se 26 1

V. Max. IX.7. 1;3. En el 92 Q. Cecilio Metelo Numidico , consul del 103 y censor del 102, es apedr eado por el popula cho por negar se a registrar como hijo de Tiberio Graco a un tat Lucio Equicio, qu e segun las expli cacion es que dio el agredido los tres hijo s que se le reconocian a aquel tribuno habian ya muerto en Cerd efia, Prenestre y Roma , Cic . Sest. 101. 262 Livio 11.23 .8/ 15, afio 495 . El ambiente del episodio es muy del siglo I a.C ., en el que la integraci6n de los lidere s con sus ej ercitos , venia dando los buenos resultados que todo s

atribuye a los miembros mas conspicuos de la aristocracia de la Roma arcaica, cuando los con:flictos venian de las cuestiones agrarias . A mediados del siglo V miembros de ilustres apellidos como los Cloelios , Sempronios y Postumios , acompafiados de clientes y amigos , boicotean con toda la fuerza de que son capaces la votacion de una ley agraria que proponia repartos de parcelas. Ocupan el foro , empujan a los votantes , los expulsan e incluso roban las urnas. En el afio I 00 la votacion de otra ley similar que proponia asentar soldados en los agri arrebatados a los cimbrios , ocasionaba una batalla campal a palos entre las plebes urbana y rustica, inclinandose la primacia para esta ultima . Finalmente , la ley agraria del afio 59, por la que Cesar pensaba distribuir extensiones de la region de Capua, salio aprobada porque "el pueblo acudi6 a las votaciones con espadas ocu/tas "263 . Una plebe que por causas que desconocemos impide la inhumacion de un centurion hasta que su familia promete dinero para un munus gladiatorium , lo que obliga al emperador a enviar tropas y a encarcelar a cabecillas y autoridades , pero que rechaza la tacita licencia para saquear que los dirigentes del 84 a.C. le otorgan sobre las haciendas de los proscritos por no beneficiarse con el dolor de sus conciudadanos . Alguien tan venerado y respetado como el viejo Cecilio Metelo Macedonico , que acababa de dejar la censura - afio 130 a.C. -, estuvo a punto de ser objeto de la venganza de un tribuno , C. Atinio Labeon , despechado por haber sido expulsado del senado por Macedonico el afio anterior. Cuando este cruzaba el foro el tribuno le detuvo y pretendio arrojarle desde la roca Tarpeya . Pese a que a sus gritos implorando la ayuda de sus conciudadanos congrego a una multitud , dice el texto que nada hubiera podido hacerse de no acudir al lugar otro tribuno que vetase la accion de su colega . En la provincia Ulterior afio 139 a.C., la caballeria romana, encolerizada por los fatales resultados de los ultimos combates con Viriato, encierra a su general Servilio Cepion , y falto poco para que fuera quemado. Senadores del prestigio conoc emo s para Mario , Sila , Pompeyo y Cesar , entre otro s. Es un apo yo qu e no se interrump e con el licen ciami ento sino que continua tra s el con la entre ga de una parc ela de ti erra en la que el veterano pu eda vivir con su familia el resto de su dias. De ahi que la adh esion del lector a la razon es de aqu ella quiritati o, en la que los despojado s eran val ero sos oldad os, estaba ase gurada . i,C6mo iban a luchar para salvar a la Republica de! ataque de volscos o latinos , quien es recibian tal trato de su s mismo s dirigent es?, es el argum ento dida cti co que encontramo s. 263 Dioni sio X.40 .3/5; Ap . B C 1.29/30 ; II. I 0.

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de Lucio Domicio , Publio Lentulo Espinter o Celio Rufo, junto con veteranos equites, decuriones e hijos de los primeros deben ser protegidos por el mismo Cesar, de los insultos y toda suerte de ultrajes a que les sometia la soldadesca , por su adscripci6n a la facci6n pompeyana, poco despues del afio 49 a.C. esa misma provincia, una afio despues, en el 48, su propretor Q.Casio Longino , sufre de nuevo un atentado - cuatro afios antes habia sufrido otro, siendo cuestor - por el odio que su gesti6n generaba entre los provinciales , y sus propios soldados , quienes fueron al1ora los que le hirieron en la ciudad de Corduba 264 . A Manlio Patruito , senador de la villa de Siena, una parte del pueblo le acos6 con cantos fimebres , lamentaciones , invectivas y toda clase de ultrajes e insultos , hasta finalmente pasar a los golpes , sin que las autoridades locales hicieran nada para impedirlo . En este caso la victima sufri6 una forma de justicia popular atenuada e incruenta , en relaci6n al cuerpo aunque ciertamente letal para el orgullo y la dignidad del perseguido. El pueblo pretendia aqui mostrar su desaprobaci6n frente a la conducta de un personaje , haciendole objeto de toda la gama de sarcasmos , cantos macabros , burlas e insultos de los que el ingenio popular era capaz de producir265 .

En el ambito procesal , desde antiguo los testigos que no cumplian con su deber de testificar podian ser amonestados publicamente , a cargo de quienes se sintiesen lesionados , mediante gritos e invectivas delante de su puerta. Las Doce tablas limitaban tal acci6n a tres dias consecutivos como maximo y se conocia como vagulatio , una especie de investigaci6n que se sustanciaba con gritos e insultos . Vagulatio u obvagulatio implica por tanto un modo de queja ritual, que no incluye la entonaci6n del carmen o canto con valor magico, pues este estaba prohibido por las leyes, ya que solian ser de contenido altamente of ensivos y denigrantes para sus destinatarios , de modo que en el caso que nos ocupa se "limitaba" a la destrucci6n al menos temporalmente del buen nombre y fama del sujeto 267 .

Se entona un carmen famosum , y la comitiva de insultadores le sigue por las calles, cubriendole de invectivas y dicterios , yendo con el hasta el lugar donde gestiona sus negocios, y llega a acompaiiarle a su casa , a cuya puerta sientan reales los actores de este ritual, que denominan convicium , se relevan en nuevas e ingeniosas procacidades, acabando con la resistencia de la victima, que creia encontrar la paz finalmente tras los muros de su morada. Tai es el dafio moral que se inflige, que puede prolongarse varios dias , que al asi estigmatizados casi le resulte menos doloroso la huida o la muerte 266 . qui fru ges excantassit ...", Milan 1988 , prohibia la occentatio, suert e de canto o carmen con valor ma.gico , que a 264

Livio , e 54 . Sucedi6 en Polencia , Piamonte , en tiempo s de Tiberio , Suet. Tib. XXXVII .3; V.Max.lV .3 . 14; Plin . NH VIl . 143/1 44 . de la ciega temeridad de la turbamulta sublevada, habla V. Max . IX.7.2 ; Bell. A lex. 48 /53 ; Caes. B C 1.23.3. 265 Ta c. Hist . IV.45 ; Veyn e, P., op.cit. 230 . En Cicico al meno s Tib erio uspendi6 la autonomia a todo s los habitant es por hab er co metid o acto s e viol encia contra los ciudadano s rom ano s qu e vivian en la ciudad , Su et. Tib. XXX VII .3; vid . Birk s, B.H ., Th e earl y history of iniuria , RHD 37 , 1969 , 163/208 ; Huvelin , P., La notion de l'iniuria dan s le tr es an cient droit romain , M elanges Ch. Appl eton, Lyon 1903 , 3/ 107 . 266 Un convicium, insulto , reproch e, parec e simular se en Catul o, 42 , cuando el poeta quier e recuperar las cart.as de amor qu e po s e su antigua amada y qu e no le devue)ve ; Livio . XXX ll.37 . 1; Ovid . rem. 507 ; Ps.Quint. declam . 279 , 139; las Doce Tabla s, VIII .8a; Plin . NH XXVIII.4 .17/ 18; Zuccotti , F.,

modo de conjuro se podia usar para am1inar campo s y cosechas de Ios enemigo s, amenazando con la pena de muert e a los infractores, vid. Cic . rep . IV . 10; 12; Agust. Civ. dei, 11.9 ; Arnobio , adv. ge ntiles, IV.34 ; Plaut. Sticho , 572 : Curcul . 145 ss.; mere. 408 ; pers.569; mil. 164; vid. Hendrick son , G .L., "Occent.are ostium " bei Plautu s, H ermes LXI, 1926 , 79/86 ; Manfr edini , A. D., La diffamazio ne verbale nel diritt o romano. J. Eta republi cana, Milano 1979 ; Hor . sat. 11. 1.82 , si mala

condiderit in quern quis carmina , ius est iudiciumqu e; Huvelin , P., Etudes de droit compar ee romain e, 235 ; Veyne, P., op. cit. 228 .; Lepoint e, G. , L 'occe ntatio de la loi des XII tabl es d 'apr e Saint Augu stin et Ciceron , RIDA 2, 1995, 285 /302 . 267 Festo , 514 ; XII Tab. 11.3; Gernet Grecia A ntig ua, Madrid 1984 , 20 3 .

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L., A ntropol og ia de la

CLIENTELA Y PODER DE CLASE

10 CLIENTELA Y PODER DE CLASE. ALGUNOS CASOS DEL SIGLO II a.C. 1. El cliente Cayo Mario y algunos hdbitos de la

nobleza. La obligaci6n de ayuda y protecci6n que se deriva de la clientela esta muy presente en todos los planos de la vida privada y publica en la Roma republicana. Por mas que la publicidad de las decisiones tomadas por el senado, magistrados y asambleas del pueblo constituya el argumento de todos los relatos, la sociedad romana y la politica en particular esta impregnadas de estos usos, aun vigentes , que desde sus origenes forman parte de conductas cotidianas , de los que no siempre tenemos constataci6n literaria.

Asi, el mitico Lucio Marcio Coriolano, modelo de austeridad y joven aguerrido y de valerosas iniciativas, se hizo acompaiiar en su expulsion de Roma de todos los patricios partidarios, pero mas alla de las puertas solo le acompafiaron tres o cuatro clientes. La clientela de Emilio Paulo era amplisima, y un personaje de habitos frugales por antonomasia como Caton de Utica no se hacia acompaiiar por menos de una docena de esclavos, lo que se consideraba de lo mas modesto. Escribia Dionisio de Halicarnaso que los clientes debian ayudar en las dotes de las hijas casaderas del patrono, prever los rescales de estos, pagar sus

multas y en general, servirles en cuantas situaciones se les ofreciera la oportunidad . Y en efecto, deambular siempre rodeados de clientes, como ya vimos que se decia con admiracion de Apio Claudio el Ciego, pertenecia al modo de vida de los grandes hombres, de los lideres de los clanes , asimilables a la funcion senatorial en el contexto historico que tratamos , y este alarde de sequitos podia considerarse una forma de cuantificar algo tan inaprensible y apetecido como el prestigio o el ascendiente social26 . Patronos y clientes sobreponen sus pautas de comportamiento a las instituciones del estado, cuando este produce leyes que entran en conflicto con los codigos particulares no escritos . Pero no es este el panorama que la historiografia nos transmite , sino un modelo que apuntaba a la idea de que ese ente complejo y abstracto que 268

Ci c . Mil. 4.10; Plut. Coriol. 21 ; Gelln er, E., & Waterbur y, J., eds., Patrons and Clients, London 1977 ; Martino , F. de, Clienti e condizioni mat eriali in Roma arcai ca, M iscellanea E. M anni . 2, 1980 , 681 /7 05; Emilio Paulo , Plut. Ae m. 10; V. Max. IV.3. 12; Dionisio II. I 0.4 , la s obli gacion es de los client es; Kucerenko , L., La senatus lectio d' Appiu s C laudiu s, censeur en 312 av. n.e., VLLJ 14, 1979 , J 11/J 14 (en ru so), dond e plantea el conflicto entr e nobiles y usur ero s.

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MORAL E IMPERIO

llamamos estado , existio plenamente maduro , desarrollado y en funcionamiento desde el primer momenta , en virtud de lo cual, vino en sustituir cuanta norma, uso e institucion existia y usaba los romanos en lo cotidiano . Desde la vision de los autores clasicos , nada podia oponerse a la perfecta y acabada organizacion del estado , y el ciudadano no podia contar con mas ley para regular su relacion con la comunidad que la emanada de las nuevas instituciones . Pero los mismos autores aportan ejemplos sabre la vigencia de las viejas costumbres gentilicias. Los Caeci/ii Mete/Ii son buen ejemplo de ello . Cayo Mario era cliente de esta gens y a ella debia su plaza en el tribunado de la plebe y posteriormente , su pretura, que obtuvo gracias a la fidelidad de las centurias a sus deberes clientelares , tras la cual se sintio liberado de sus obligaciones para con su patrono, en ese momenta Q. Cecilio Metelo Numidico, consul del 109. Su biografo Plutarco escribe que Mario tambien fue cliente de los Herennii, de los que uno, Marco Herenio , alcanzo el consulado en el 93. Siendo tribuno de la plebe , Mario presento una ley que restaba poder a los senadores en los procesos. Se opuso el consul Cotta y J?idio la opinion a Metelo , el patrono de Mario . Este apoyo a Cotta y prohibio , como patrono, que Mario llevara acabo sus intenciones . Con aquel Metelo estuvo Mario de legado en Numidia , en la guerra de Yugurta , y ya alli se manifesto la ruptura entre ambos , al salir este de la provincia sin permiso de su superior y patrono , Metelo, para poder optar al consulado del I 07. Otro de los clientes del clan, Quinto Calidio , que debia a Metelo su tribunado de la plebe del 98, ayudo a facilitar el regreso desde el exilio a otro de los Metelos, que cumplia una condena , y como contraprestacion el hijo de este mismo ayudo a Calidio a obtener la pretura en el 79 . Cuando fue acusado de corrupcion por su apoyo a Sila, el clan pago tres millones de sestercios a los jueces , idonea merces , por su absolucion , lo que ya comenzaba a ser frecuente por aquellos afios, como vemos de Ciceron , cuando defendia a su cliente Cluentio : "1,niegas que Opianico soborn6 al tribunal (con 640.000 HS)? ", y continua: "digo que Estacio A lbia dio al juez Cayo Elio Estayeno una considerable suma de dinero para sobornar al tribuna/" 269 . 269

Plut. Mar. 4; 5; 6; Sal. /ug.XLVI.7 ; Cic. Plane. 69 ; Verr. I.13. 38; Il.3.63 ; V.Max . V.2.7; Ps. Ascon . 219 Stangl ; 145 Orelli; Cic. Clu. 63; 65; la ley que trajo a Numidico del cxilio en el 98, Cic . Domo, 87;fam . 1.9.16; red.in sen. 37/38 ; red.ad quir. Vl.10; Diod . XXXVI.16: Veil. 11.15.4; 45 .3; Plut. Mar . XXXl. 1; Ap. BC 1.33; Auct. Vir.illust 63 . 1; fue procesado en el 76/75, Nicolet. C., L 'Ordre , op.cit. 505 ; Cloud , D., The

Escipion el Africano no se sentia obligado por las leyes sabre las dotes y se regia por su libre albedrio . Asi, dispuso que a sus dos yernos les fueran entregadas las dotes que les correspondia en dos plazas , en vez de los tres que la norma regulaba , pues era su deseo favorecer en lo que pudiera a quienes iban a ser miembros de su familia. Tal era la confianza del expretor y analista C. Licinio Macro en que su patrono el citado Marco Craso, consul del 70, conseguiria comprar su absolucion de un delito de repetundis. hacia el 67, que al recibir por boca del mismo la noticia de que la sentencia no le habia sido favorable , enfermo y al poco murio del disgusto . Durante los dias previos a la conjuracion de Catilina, una embajada de alobroges , pueblo de la Narbonense , confiaba su decision de apoyar o no a los conjurados , a la postura que a este respecto tomara su patrono, un tal Q. Fabio Sanga, del que eran clientes , y que debia aconsejar el mejor camino a seguir por un pueblo cuyos intereses habian sido reiteradamente expoliados y endeudados por otro de los Pisones , C. Calpurnio Pison , consul del 67, durante los afios 66 y 65 en que goberno su provincia 270 . 2. Los cuestores: sorteos y tradicion. Pero si estos fueron casos aislados y de alcance particular , otro peso y efectos tenian las decisiones de estado que se tomaban de acuerdo con las normas que regulaban las relaciones clientelares y afectaban al gobiemo de la Republica . Asi era el caso de la cuestura desempefiada junto a los magistrados provinciales . Tacito indica que la cuestura era una magistratura que antiguamentc se otorgaba como premio al valor y en virtud de la dignidad evidenciada en los candidatos , y Ciceron, en un contexto de similar ambigtiedad , se refiere tambien al modo de nombramiento de los candidatos al oficio . Ambos aluden a la "ant igtiedad y al mos maiorum , sin que podamos de momenta precisar a que tiempos concretos aludian estos autores .

Pero en Livia los cuestores eran designados por el procedimiento tradicional del sorteo , salvo las ocasiones extraordinarias y asi lo escribe a lo largo de su historia, al menos hasta el 167, fecha se sabe que entre el 197 y el 82 hubo diez puestos de cuestor - en la que, periochae aparte , termina lo que conservamos de este historiador . Designacion y sorteo eran dos altemativas complementarias de acceso al puesto, siendo el sorteo el

client-patron relationship : emblem and reality in Juv enal ' s first book , Patronage in Ancient Soc iety, 205/218 . 270 Plut. Cic. 9; Cras. l ; Cic . A tt. 1.4.2; Pol. XXX l.27 .

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modo de acceder al oficio y la designaci6n la manera de repartir a los cuestores en sus destinos . El hecho es que a mediados del siglo I a.C. se aiioraba una costumbre , que no podemos fechar en su origen - lo que tampoco es de excesiva importancia - aunque pudiera estar en relaci6n con el desarrollo de las conquistas , y por la cual entre el pretor y su cuestor debia existir una relaci6n tan estrecha como la que , de manera natural, privaba entre padres e hijos.27 1 . El mismo respeto , deferencia y serv1c10 que cualquier hijo debia mostrar hacia su padre, debia un cuestor manifestar hacia el gobernador que acompaiiaba a su provincia. Tal modelo de conexi6n , existente al parecer desde antiguo , suponia en principio la libertad del pretor para elegir a aquel que debia ocuparse de la administraci6n econ6mica de su gobiemo en la provincia , y para garantizarse la plena reverencia y lealtad absoluta nada mejor que el candidato figurara entre los miembros de su clientela 272 . La relaci6n , llamemosla profesional, quedaba asi garantizada por la fidelidad que debia mediar entre patronos y clientes . Esta jides aseguraba obediencia , discreci6n y respeto, aspectos valiosos para un magistrado cuya memoria de gobierno solia ser examinada minuciosamente a su regreso por sus adversarios politicos . La confidencia y solidaridad con la gesti6n de gobierno era imprescindible para quien iba a tener a su cargo el manejo de la caja provincial , en un contexto en el que el motor y objetivo basico que compensaba al senador a salir uno o mas anos fuera de Roma era la formaci6n o consolidaci6n de su patrimonio . Tai modo de designaci6n fue neutralizado cuando se regul6 el procedimiento del sorteo. Deciamos supra que desconocemos desde cuando se sustituy6 el sistema, pero es licito suponer que al ser la clase senatorial la mas perjudicada por el cambio , al ser de ella de donde salian los 271

Tac . Ann. XI.22; Cic. Div . In Caec. XX.65 ; Verr. 11.1.14 .37 ; 38; 15.40; Thompson , L.A. , The appointment of quaestors extra sortem. PA CA V, 1962, 17/25, piensa que los cuesto res entre el 190 y el aiio 53 fueron nombrado s sin sorteo ; Moreau , Ph., La relation de pseudo-filiation entre questeur et preteur : les vicissitudes d 'un model e politique romain tire des relation s de parent e, Atti del ff Convegno naz. D1 Stdi sul la pace nel Mondo Antico , Torino 1991 , 37/46 ; Harri s, W . V ., The deve lopment of the quae storship , 267- 81 B.C ., CQ 26 , I 976 , 96/ 106, que indica que entre el I 97 y el 82 hubo die z puestos de cuestor ; Rosenstein , N., Sorting Out th e Lot in Republican Rome, AJPh 116, 1, 2000 , 44/76 . 272 De hecho, en tiempos de trai ciones y rece los lo que preva lecia eran los nexos clientelares por encima de la aparente y aseptica profe sionalidad de los militare s. En el aiio 18 Cneo Pis6n, gobernador de Siria , destituia a los antiguos centuriones y tribuno s y colocaba a sus client es en sus puestos , Tac . Ann . II.55 .

gobernadores para las provincias , el cambio se produjo con un gobiemo que contaba con la el apoyo de los sectores financieros ecuestres y el control de las votaciones en las asambleas populares , las unicas que aprobaban leyes, lo que nos lleva al periodo de los Gracos . De hecho cuando Cicer6n se refiere, nostalgico a este asunto, cita algunos casos concretos que se refieren a decadas anteriores al momento en que el escribe, casos en los que se desprende que ya se habian sufrido los efectos de tal reforma . Fuese en el ultimo tercio del siglo II o antes , el hecho era que por encima de la imposici6n legal del sorteo, en la clase senatorial se seguia esperando del cuestor un comportamiento similar al que se podia esperar entre familiares , en el amplio sentido de este termino 273 . El robo que Cayo Verres hizo del dinero que se le confi6 para la administraci6n de la provincia de Galia, bajo el mando de Cn. Carbon, fue un delito de peculado contra la republica , pero sobre todo, y ello caus6 mas malestar entre los senadores , fue un delito de traici6n para con el gobernador , hacia quien, pese a las leyes, debia haber mostrado lealtad y obediencia. Era la traici6n del hijo hacia el padre , el mas execrable de los crimenes en una fami/ia. Cicer6n comenta otros casos similares , pr6ximos a su epoca, en los que la esencia de esta instituci6n clientelar impedia que un pretor fuera acusado por su cuestor , por mucho que ya no fuera ilegal, subrayando el nefando papel que en este mismo sentido asumia Q. Cecilio , como antiguo cuestor de Verres, al que formalmente deseaba acusar. El caso mas antiguo recogido es el del pretor ya citado T. Albucio, de hacia el 105, ya que fue gobernador de Sardinia en el I 04, denunciado de repetundi s por su cuestor Cn. Pompeyo Estrab6n, padre del Magno . Aunque en el proceso lo que en realidad se dirimia era una injuria privada, el hecho es quc fue condenado por su administraci6n provincial y por haber celebrado el triunfo sin los permisos senatoriales correspondientes , retirandose a Atenas , donde frecuentaba los circulos intelectuales epicureos . 273

Lo qu e no obsta para que en el proc eso de elccc i6n la influ encia de los primores sc hici ese notar , como cuando Cicer6n recuerda a Antonio , ha sta que punto su cuestura se la debia a el, o una vez elegidos , la asig nac i6n de dest ino podia ser vulnerada sin castigo alguno , como cuando "eleg1do cuestor (Antonio), corris tes al campamen to de Cesa r sin autori zaci6n . sorteo, ni decreto alguno '', Cic. phil . II. 20-21 . El arpinate no fue ajeno a que su colega en el consulado , Cayo Antonio , recibiera como cuestor a Publio Sestio , clientc de Cicer6n y cuestor suyo en el 63 , nadi e mejor para que le tuvi era al tanto de los "negocios" que Hybrida y Cicer6 n manejaban en Macedonia . No tuvo ademas probl ema en conbsegu irle a sestio una pr6rroga en el oficio , sustraye ndolc del proceso que le esperaba en Roma . Vid. supra , sobr e este tema .

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En el 231 Papirio Mason celebro triunfo sobre los samnitas en el Monte Albano , al no tener los permisos del senado , y en realidad la celebracion de triunfo a propia iniciativa y sin esperar la autorizacion del senado , fue un hecho corriente y refuerza la escasa vinculacion bastantes senadores sentian hacia los organos del estado . Sohre todo si se sospechaba que, dentro de la pugna y competencia cotidiana entre las familias , el adversario iba a utilizar el voto de los senadores para restar gloria y prestigio al su enemigo politico . Asi, Ap. Claudio Pulcro , consul del 143, celebro a sus expensas y sin permiso su triunfo sabre las salasos , de la Cisalpina 274 . La situacion , por encima de la habitual invocacion que solemos encontrar en los espiritus mas criticos con el sistema , era que el sorteo constituia un serio contratiempo en los planes del magistrado a punto de marchar para su provincia . De contar con un colaborador en la laboriosa tarea de explotar la riqueza de sus administrados , se encontraba con un desconocido , de talante e intenciones ignoradas , que podia fiscalizar , intervenir y denunciar ante el senado todos los detalles del manejo de las finanzas de la provincia , a traves de sus rationes. El proconsul Ciceron supo de esos problemas cuando a su regreso de Cilicia tuvo que enfrentarse con su cuestor L. Mescinio Rufo , y lo complejo y engorroso que podia resultar un intendente asi de riguroso y meticuloso con su labor. El sistema solo favorecia al ordo publicanorum , que veia con extremo agrado cualquier limitacion y menoscabo que se pusiera a la, por lo demas , omnipotente autoridad del gobemador en la provincia. Em esta la mejor forma de salvaguardar unos intereses en muchos casos coincidentes con los del mismo gobemador y su cohors de acompaiiantes 275 . 274

Cic. D ivin. Q . Caec. 19.61/63 . Sc citan acusacio nes de uestores como Lucio Filon, Marco Esca uro y Lucio Pison contra sus superiore lo pretores Cayo Servilio. Lucio Flaco. y Aulo Gabinio , Cic . QF l.1.1 l ; Livio XXX.33 .2 cita un nombramiento extraordinario , sin e sorte ; Tac . Ann. XI.22 ; Cic. Plane. X I.28 ;fam. XIII.10 .1; 26 . I ; ora l. 11.49; 200 ; 202 ; Plin. ep . IV .IS ; Cic. Verr. I.2.25 ; 15; 19; prov . cons. IS ; tusc. V.108; Pis.92 : "Albucius, cum in Sa rdinia triumphass et, Romae damnatus est" ; Mari none , N ., I questori e i legati di Verre in Sicilia , A tti Accad. Scienze, cl. Scienze Morali, 100, Torino , 1965/ 1966 , 219 /252 ; Nicol et, C., L' Ordr e. op .cit. 541/542; Richardson , J.S ., The triumph , the pra etor s and th e senate in th e early seco nd centur y B.C ., JRS 65 , 1975 , 50/63 ; Papirio Mason , V. Max . 3.6.5 . 275 Cuando el cuestor le solicita aclaraciones sobrc las ration es provinciales , Cic fam . V.20 .5; Cic. A tt. Xl.1.2. pasa de los argumentos justificativo s a la respuesta dcsabrida y la amenaza velada por lo que cada vez mas co nsidera una invasion de sus facultades . Luego habla de dos millonc s "depositados en un templo a instancias de Pompeyo", al que luego dic e habcrl e

De todas formas , los sorteos fueron simplemente despreciados cuando el poder del magistrado era de hecho superior al del organo que velaba por el cumplimiento de los procedimientos , y asi lo vemos en casos como el de Pompeyo , que en el 52 nombro directamente a su cuestor de entre sus fieles colaboradores , e igualmente hizo Cesar , autor paradojicamente de la ley mas severa contra el delito de repetundis en el 59. Esta ley obligaba a los cuestores provinciales a depositar dos copias de sus rationes en dos ciudades distintas de la provincia donde habian ejercido ademas de los originales en el erario de Roma . Con la remision de este triple balance se evitaban capitulos tan vergonzosos como el que protagonizo Cayo Verres cuando tras su salida de la Galia, dejando a Cn. Papirio Carbon sin dinero en la provincia , dijo haber depositado los balances de su gestion , con un remanente de 600 .000 sestercios , en la ciudad de Rimini ... que al dia siguiente fue saqueada e incendiada . "C uentas del cuestor Verres , de neo Carbon: he recibido 2.235.4 1 7 sestercios. He dado 1.635.417 sestercios para pagas de las so/dados, trigo, legados, procuestor y cohorte pretoriana . He dejado en Ariminum 600. 000 ses tercios. 1,Que es esto , que desverguenza , que osadia es esta? ", se preguntaba retoricamente el arpinate ante los balances presentados . Naturalmente, nada se supo del dinero 276 . Quien mas se preciara de haber acumulado riquezas de todas las provincias y por todos las medias imaginables , C. Julio Cesar , un hiato en el gobiemo basado en la norrna , se cuidaba de anular la eventual complicidad entre el gestor y su contable , y aim, el abuso de autoridad de aquel sobre las obligaciones de su oficial subordinado, conjurando asi la aparicion de emuladores , aJ hacer aprobar la ley mas severa y completa contra los delitos de extorsion cometidos en las provincias par los gobernadores y su ent.omo. La ya citada ley Julia de pecuniis repetundis del afio 59.

3. Patronos, clientes y procesos. Los canales def agradecimiento. Junta a estas obligaciones estaban las de que el patrono protegiera y diera la defensa juridica que necesitara a sus clientes y familiares , sin mas retribucion que la contrapartida de contar con la ayuda del cliente , en caso de angustia economica , la obediencia a sus consejos y la fidelidad aJ juramento realizado. Al estar la defensa juridica prestado todo , mas una cantidad depositada para Scstio , el sucesor, pe ·e a que Rufo pedia cuentas sobre tres y quc el dinero un aiio mas tard e seguia en Efcso, "apud publican os ", Cic. A 11. XI.2 .3 276 Cic. A tt. Vl.6.4 ; Verr. l.2 .15; 1.14.36 .

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dentro de los deberes , el pago de serv1c10s o cualquier modo de gratificaci6n de parte del cliente hacia el patrono estaba expresamente prohibido. Una ley de finales del siglo III - lex Cincia de donis et muneribus del 204 -, sabre regalos y servicios prestados - ratificaba este veto, que de todas formas debia venir siendo conculcada de forma habitual . La medida, que excluia a los parientes hasta el quinto grado , fue irrelevante como obstaculo al desarrollo de las carreras forenses y el siglo I es ante todo una centuria de grandes oradores, en estrecha relaci6n con el alto nivel alcanzado ya en el siglo II. Livio decia , por boca de Caton, que la ley trataba de atajar una situaci6n cada vez mas consolidada por la cual la plebe era tributaria del senado , en alusi6n a que eran de este 6rgano todos los patronos a quienes los clientes entregaban su dinero . Plutarco afirmaba que este no cobr6 nunca salario a sus defendidos y desdefiaba la gloria que este tipo de contiendas pudiera reportarle . "La podr edumbre del foro suponia dinero a los abog ados ", decia Tacito por boca del senador Cayo Silio, en el afio 47 d.C., tras una discusi6n sabre el pago de los servicios de defensa que realizaban los abogados , en la que se finalmente se aprob6 la aceptaci6n de pagos, fijandose estos en un maxima de diez mil sestercios 277 . Los grandes politicos del siglo I eran ante todo grandes oradores , que dedicaban toda su persuasion y recursos ret6ricos en pro de sus objetivos , fueran cuales fuesen , y que, a diferencia de sus maestros de la generaci6n anterior dividian su tiempo a partes iguales entre el senado y los tribunales . De los datos que los textos nos transmiten , salvo excepciones , todos ellos disfrutaron de una posici6n econ6mica que se consideraba desahogada o incluso potente . Los oradores , los politicos por tanto, esquivaron las prohibiciones legates con el tradicional recurso a terceros . El dinamismo de la oratoria judicial e institucional del siglo I no estuvo encorsetado por restricciones legates, pues ante el impedimenta de la norma, se echaba mano de los mecanismos paralelos necesarios para satisfacer los deseos de las partes. El cliente que era defendido en los 277

Livio, XXX IV.4.9; M. Cicio Alim ento, tribun o de la plebe, 204 , Plin. ep.4;9; 13; Cic. sen. 4. 10; oral. 11.71.286; A tt. 1.20 .7; Livio XXX IV.4.9; Tac. A nn . Xl.5 ; XIII .42; XV.2 0; Festus 127L; Riccobono , S., Fo ntes Juris romanae anteiustimanae. Leges, Firenze (1940 / 1943) 1968, 5 19 ss.; Dio Cass. LIV. 18.3; de hecho el asunto qued6 zanjad o en un debat e que se abri6 en el ai'io 47 y que recoge Ta c. A nn .X l.517; Plut. Cat. Ma . 1, obr e el Censor.

tribunales por su patrono no podia pagarle directamente sus servicios, pero podia usar de formulas semejantes con las que ambos vieran realizados sus deseos de pagar y cobrar respectivamente . Una vez libre del peso de los tribunales , el agradecimiento del absuelto podia expresarse a traves de un "regalo". Como tal estaba prohibido por la ley, este lo hacia una tercera persona con la que el patrono no tenia ninguna aparente relaci6n . El cliente hacia entrega de un bien o una cantidad a alguna persona del entomo pr6ximo - los nexos familiares eran amplisimos - que conociera de algun individuo en trance de pr6xima muerte, participando de sus deseos y de las identidades de los beneficiarios a los allegados . Se trataba de introducir una nueva clausula en el testamento . Por su parte, el difunto recibia asi un homenaje p6stumo al verse conectado ante los vivas con alguno de los trianomina mas ilustres del momenta . Nada sabemos sabre los entresijos de este tipo de acuer~o con la familia del testador o con el testador mismo, aunque es probable que al ser operaciones comunes a lo largo de mas de un siglo, los mecanismos estuviesen maduros y consolidados , fuesen de una formali zaci6n y efectividad rapida, de manera que no se presentasen problemas derivados de esa practica entre los familiares del difunto . G. Boissier , en su ya clasico libro sabre Cicer6n y sus amigos 278, habla de raras o imposibles combinaciones de amigos en los testamentos , como Cluvio de Puteoli, que deja legados a Cesar y a Cicer6n , o el arquitecto Cyro, a Clodio y a Cicer6n . Luculo aument6 asi su fortuna , con legados de gente a la que nunca habia vista . Venia a ser tambien una forma de vanidad p6stuma, pues el difunto hacia un ultimo alarde ante los vivas de las supuestas conexiones de las que habia disfrutado en vida. Los patronos recibian asi sus honorarios , aunque sin fecha concreta, y se entiende que en muchos testamentos figuraran bcneiiciarios que, por la condici6n del finado, dificilmente hubiera podido tener una estrecha relacion con algunos de los personajes a los que les hacia llegar su fortuna . Valerio Maximo - y lo sigue tambien Cicer6n aporta ademas otra hip6tesis que explicaria el por que de la presencia de personajes famosos en los testamentos sin aparente relaci6n con el testor. Considera que se hacia para legitimar testamentos falsos . Al incluir beneficiarios influyentes , nadie 278

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Ciceron et ses amis, Paris 1865, 85.

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dudaria de la legalidad de lo dispuesto , pues los mismos beneficiarios lo certificarian , y cita el caso del testamento de L. Minucio Basilo , que incluia a Craso y Hortensio. En la de un tal Babulio , Cesar recibia una treceava parte , y Q . Paconio Lepta , antiguo praefectus fabrum, prefecto de los obreros del orador en el 63 , un tercio . La que dej6 el eques Fufidio tambien fue compartida con el orador y otros , lo que sumando los veinte millones de sestercios que declara Cicer6n haber recibido a lo largo de su vida como legados , supone una media de ingresos para aquel de unos 600.000 sestercios anuales . Ciertamente esta bien pudo ser otra de las funciones de la inclusion de famosos , mas no la unica como creemos . Asi, en la herencia del banquero Marco Cluvio de Puteoli estaban Cicer6n, su esposa Terencia y el propio Cesar , entre otros. La oportunidad que suponia adquirir una casa que estaba en venta en el Palatino , releg6 cualquier escrupulo y el orador "acept6" un "prestamo " de dos millones de su amigo y reciente cliente Publio Sila, que con los enjuagues compartidos con Hybrida de Macedonia, le proporcionaron los tres millones y medios necesarios , como ya expusimos en paginas anteriores . En otra ocasi6n el orador se rie de la posibilidad de que la estricta observancia de la ley - del 204 a.C. - le impida recibir unos Iibros que un tal Lucio Papirio le ha regalado , lo que no le habia impedido ironizar sobre la esfinge de marfil recibida por el abogado Hortensio de los sicilianos , que tambien anteriormente mencionamos219_

4. Los negocios provinciales. La actuaci6n a traves de personas interpuestas era habitual en casi todas las actividades de la clase senatorial y ecuestre. La banca y el prestamo eran las actividades privadas habitualmente desempefiadas por los optimates en el siglo I y ello era asi pese a que al menos una lex Gabinia sobre la prohibici6n de realizar prestamos en Roma con los provinciales - de versura Roma e provin cialibus non facienda -, vetaba los prestamos concertados con los provinciales , como mas arriba citabamos , y otra mas antigua , la lex Claudia del 218, regulaba en sentido restrictivo la actividad mercantil de los senadores , como tambien vimos. La realidad era que los prestamos a las provincias eran la formula habitual de enriquecimiento de los 279

V.Max . IX.4 . 1; Cic. Att . 1.13; 20 .7; Xl.13.3 ; 15.4; XIII .37.4 ; 46 .3; 47 .1; 48 .1; off III.18 . En la de un tal Babuli o, Cesar recibia una tr eceava parte, y Q. Pa conio Lepta , antiguo praefectus fab rum del orador en el 63 , un tercio; la herencvia del eques Fufidio , Cic. phil .Il .4; parad . 49 .

senadores y que la actividad mercantil no encontraba mayor impedimento que el derivado de los riesgos de gesti6n de las operaciones . Se actuaba a traves de agentes o, en caso de recelo , se obtenian los correspondientes salvoconductos legales , falsos o autenticos , que avalaran las actividades . Los manejos de Marco Bruto en este sentido son manifiestos , para sus prestamos en Chipre , y eran notorios los negocios que Pompeyo llevaba en Oriente y que gestionaba a traves de numeroso s agentes . Conocem os de sus prestamos al rey Ariobarzanes III de Capadocia , que por deber al Magno le debia hasta el trono , y del que en el afio 50 parecia imposible recuperar un prestamo , pues estaba en bancarrota , y de cuyos intereses deducimo s que tal presta mo rondaba los 3.300 talentos 280. Junto al prestamo y la actividad mercantil, los senadores tambien participaron en el negocio de los arriendos , los publica , aunque evitando entrar en competici6n con el censo ecuestre , que era al que pertenecian quienes habitualmente los explotaban. En realidad los senadores entraban en el negocio de la recaudaci6n de tributos a traves de las adjudicaciones en Roma , de forma fraudulenta, por medio de la compra de acciones o part es a los publicanos adjudicatarios del arriendo . Cuando el volumen de tributos subastado era importante , se constituian societates en las que la participaci6n de los soc ii suponia el capital necesario para a:frontar los pagos al erario de Roma . Los publicanos , soci i en la adjudicaci6n obtenian w1 beneficio proporcional a la par s que cada uno habia comprado . Todos ellos y el man cep o mag ister ocie tatis, president e o director de la sociedad , a la cabeza , figuraban en una relaci6n que, firmada por los censores adjudicatarios , se depositaba en los archivos del erario.

5. La economia y La Ley: formulas de coexistencia. Ningun senador podia figurar en esta relaci6n , por lo que la participaci6n en cl negocio se hacia a traves de las particula e, acciones de los socii, a su vez distribuidas entre quienes aportaran el capital necesario y cuya relaci6n de beneficiarios no figuraba en el erario. El anonimato quedaba asegurado y con el tiempo, el papel de muchos

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Cic . A tt. V.2 1.8; Royer, J., op .cit. 413 ; 426 ; Perelli, L., op.cit . 132 , habla de 40 millon es de seste rcio s, cifra algo exage rada. Si lo calc ulos, a partir de los intereses deven gados, son correcto s, la cantid ad era esos 3.300 talento s citados , lo que, a 6.000 denarios o dracma por talento, suponian 19.800 .000 de sestercios; vid. Th ebert, Y., Eco nomie, soc ietes et in titutions au Ile siecle av .J.-C .: de la lex C laudia a !'age r exceptu s. A nna/ es 35 , 5, 1980 , 871/894 .

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CLIENTELA Y PODER DE CLASE

socii, libertos, clientes y agentes de los senadores ,

se homologo al de hombres de paja de la oligarquia. Procede traer a colaci6n, sobre las lineas anteriores, los procedimientos similares que en ambito social muy diferente, se siguieron para que la costumbre y los usos cotidianos prevalecieran por encima de los obstaculos legales . En la villa de Nuzi, (Yorghan Tepe, al este del Tigris) , dominio hurrita, tiempos del estado de Mitanni (1500/1400 a.C.), las ventas se presentaban bajo la ficcion juridica de la adopci6n, bien entre padre e hijo, bien entre hermanos. El "adoptado" entregaba un "regalo" al adoptador , que era el precio enmascarado de la compra del bien de que se tratara . El adoptante entregaba a cambio una cuota de la herencia o incluso toda la herencia . En realidad esa donacion o regalo se convertia no en una compra real, sino en un arriendo o alquiler , pues a la muerte del "padre" o adoptador , el objeto o bien transferido revertia a la herencia original. De este modo, conservamos cientos de tablillas que recogian estos contratos , dandose casos como el del terrateniente TekhipTilla , que se hizo adoptar cien veces, llegando a poseer miles de hectareas de tierra. De esta forma se compraba y se vendia en una sociedad con leyes muy estrictas para ese trasiego. Por su parte, en la Atenas de Solon, principios del siglo VI, una ley permitia adoptar como hijo y heredero a quien uno quisiera si no tenia de hijos propios . De esta forma se garantizaba la supervivencia del oikos. Era un primer paso a la liberaci6n de la propiedad, controlada por la familia o clan, de manera que el individuo pudiera transferir sus bienes de manera real. El hijo adoptado no podia a su vez adoptar a otro como hijo, sino que debia de testar en su hijo natural . Dem6stenes pedia a sus oyentes, los atenienses del siglo IV "que el oikos no estuvi era despro visto de heredero s ", y cinco siglos despues Tacito denunciaba que "por aquel tiempo - afio 62 d.C. habia cobrado fuer za cierta costumbr e inmoral : ant e la proximidad de Los comicio s o el sorteo de las provincia s, muchos que no tenian hijos se Los procuraban con fin g idas adop cion es, y tan pronto coma habian obtenido las provincia s y pr eturas por sorteo entr e Los padr es de familia , emancipaban a Los que habian adoptado . - La Ley Papia

Popea daba preferencia en la provision de ciertos cargos a los padres de familia -. Y asi, indignados , plant ean ant e el senado una queja en la que ape/an a Los derechos de la naturale za y a las fatiga s qu e supon e criar hijos, frente al fraud e y las artimafia s de aquellas adopcion es tan brev es; bastante pr emio tenian Los que carecian de hijo s -

decian - en el hecho de que con toda clas e de seguridad es, sin carga alguna, conseguian Javor y honor es, tod o, sin tardan za y sin esfuer zos ... En consecuencia se redact6 un decreto de/ senad o en el sentido de que la adop ci6n simulada no diera dere cho alguno a cargos publicos ni facultara siqui era para conseg uir heren cias ".281

6. El estado y las provincias en el siglo II. La etica de LosPopilii. A lo largo de este trabajo, de cuantas ideas hemos expuesto aparece como denominador comun el hecho de que en el siglo II seguian siendo los lideres de las principales familias de la ciudad los que, desde la centuria anterior, controlaban el poder y las instituciones del estado. Y que el modo de ejercicio del poder y la autoridad suponia una privatizaci6n de los intereses publicos de la ciudad, que solo empez6 a ser cuestionada, cuando desde los sectores sociales que no disfrutaban de estos beneficios surgieron grupos con fuerza econ6mica y redes de intereses suficientes, como para reivindicar el fin del monopolio y su deseo de participaci6n en la gesti6n de aquellas cargas 282 .

Comenz6 entonces la pugna abierta entre los ordin es, y entrado ya el siglo I desde la facci6n adversaria se califico de corrupcion y abuso el modo de gobemar y la conducta de los dirigentes que rentabilizaban privadamente sus esfuerzos desde los resortes del estado. "Porqu e si aqu el comienza invariabl emente a denun ciar que hay un pr oce dimient o tlpicam ente enatorial - avisaba Cicer6n en el proceso contra Verres - y y a casi otorg ado al rang o, con el que se roban g rand es sumas a /os aliado s a traves de la injusticia mas

28 1

Liverani, M., E l antiguo Oriente. Hi storia, soc iedad y eco nomia, Barcelona 1995 , 387; vid. Cassin, E., Ad opt ion a N uzi, Paris 193 8; Morri son, M. & Ow en, 0 ., eds., Studies on the Civilization and Cultur e of Nuzi and hurr ian s, Win ona Lake 1981/ 1987 ; Ma idman, M., A So cio-economic A naly sis of a Nu zi Family A rchive, Filadelfia 1976; Demo st. Contra Lept ines, 102/ 104 ; disc. pr . X LIIl . 14.44 ; 11.76; finalm ente, Tac. A nn. XV .19 ; Pani, M., Gruppi di govemo e cliente: assembl ee, elezioni , Civilta del romani . fl po tere e l ·esercito. Milano 1991 , 46/56. 282 El control del acces o al con sulado por part e de los grupo s es un hecho a prin cipio s del siglo II. En las ele ccion es para el 189, los candid ato s con apoyos eran M. Fulvio N obilior y Cn. Manlio Vuls6n . Pero tambi en comp etian M. Val erio Mesala y M. Emili o Lepido . Fulvio obtuvo plaza y en la segu nda votaci 6n, Lepido fue obligado a abandon ar, baj o la amena za de un pro ceso por hab er abandon ado su provin cia de Sicilia, el afio anterior , y a Mesa la se le prom eti6 plaza par a el ano sigui entc, de modo que Manli o qued6 como tini co candid ato y obtu vo el ofi cio, Livio, XXXV II.47.6/7 ; XXX VIll.3 5 l , el con sulado de Mesa la en el 188.

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MORAL E IMPERIO

grande y no puede censurarse en modo alguno mediant e las juicio de/ senado ... "283 .

Un rango ecuestre con un nivel de pujanza econ6mica que no estaba compensado con su nivel de participaci6n en los poderes publicos , buscaba mayor participaci6n extendiendo sus relaciones y su dinero entre los lideres de las asambleas populares. Y finalmente , se iba configurando un pueblo ajeno a aquellos usufructos pero que comenzaba a mirar esperanzado las demandas de sus lideres y las promesas de mejoras que de uno y otro lado le llegaban, como muestra anticipada del papel que estaba llamado a desempefiar en las instituciones 285 . Parafraseando a Polibio cuando se refiere a la corrupci6n institucional , en el estado romano no podia haber corrupc1on porque solo podia corromperse aquello que tenia carta de naturaleza en el tiempo , y en el siglo II, los unicos valores que todavia tenian verdadero arraigo en la sociedad romana eran los valores eticos ancestrales , aquellos que se personificaban en las conductas de las grandes familias , depositarias de estas tradiciones y de las que ya hablamos anteriormente .

Pero nos interesa aqui la situaci6n politica en la ciudad en el siglo II, con un senado dominado por los clanes influyentes , que reparten los beneficios del Imperio entre cuantos se acogen y sirven al provecho familiar , coma si de patrimonio de clase se tratara . Desde el 366 solo se tiene conocimiento de la existencia de 21 clanes patricios en la ciudad, algunos de ellos sumamente pequefios , y esta idea, la de la concentraci6n y disfrute del poder por parte de muy pocos beneficiarios , esta presente a lo largo de este estudio . Tal hecho tiene abundante soporte documental , como ahora veremos . Ya hemos indicado que la administraci6n de las provincias se entendia como una empresa familiar por parte de los magistrados a los que tocaban en suerte . Asi, desde los diecisiete afios el joven marchaba con su padre o parientes a las provincias , aprovechando cuantas oportunidades y expediciones se le ofrecian , pues necesitaba acumular al menos los diez afios de milicia que la opci6n a los primeros oficios publicos del cursus le obligaban a justificar . Por otro lado la explotaci6n econ6mica de los recursos provin-ciales era una compleja empresa que requeria de la colaboraci6n de todos los miembros adultos de la familia . Son numerosos los casos en que hijos o hermanos acompafiaban al magistrado como legados, cuestores o tribunos militares a la provincia , con testimonios al menos desde el comien zo de la conquista 284 .

283

Cic. Verr. IIl .92 .224 . Vid. Bettini , M ., II siste ma della par entela e la struttura dclla famiglia , ivi lta dei roma ni. fl pot ere e l'ese rcito, Milano 1991 , 66/73 . 284 Asi, Apio y Cayo Claudio , consul y tribuno militar en 264 , Quinto y Cayo Lutacio Catulo , consul y procon sul en Sicilia , Publio y Cneo Esc ipion , en Hispania , 218 , Q.Fabio Maximo Verru coso y su hijo , legado , 213 ; Quinto y Cayo Fulvio Flaco, en Capua 2 11, M . Claudio Marcelo y su hijo , tribuno militar , 196, Escipion el Africano y su hermano Lucio , lcgado con el en Hispania , 190, Tito y Lucio Flaminino , procon sul y Iega do en Macedonia ye n Ia flota , ano 198. M. Lepido y su hijo , prefccto. aiio 187, en Sicilia , Publio y Cayo Craso, en Macedonia , 172, Publi o Escipion Hispano , Publio Escipion Nasica y Publio Escipion Emiliano , tribunos militares en Africa con Manio Manilio , aiio 149, los hermano s Espurio y Aulo AJbino , consul y legado en La guerra de Yugurta , aiio 111, los hermano s Marc o y Quinto Minucio Rufo , en Macedonia , aiio I 09 , Lucio y Marco Luculo, en Asia, afio 83, y aiio 70 , Marco y Cayo Fonteyo, en Transalpina , afio 74 ; Apio Pulcro , yerno de Luculo , en Cilicia , afio 72 Plut. Luc . XIX . I ; Cayo y Lucio Murena , en Tran alpina . Marco y Quinto Cice ron, en Cilicia 51 . Tienen a sus hijos, obrino s y dema s familiare s co nsigo , durant e las campafias militare s, Emili o Paulo en Pydna , vid . Reiter , W ., Ae miliu s Pa ulu s, conqu eror of G reece, London/N ew York/Sydney 1988; E cipion , el de Numancia Tiberio Graco , Lucio Flaco , el pretor del 64, Pompeyo Magno , Balbo el Mayor , Marco Bibulo , Marco

Las conquistas del siglo II fueron consecuencias de un largo proceso belico , del cual result6 la configuraci6n de un imperio territorial y la llegada a Italia de un ingente cumulo de riquezas , toda clase de bienes que, basicamente , enriquecieron a sus protagonistas . Del proceso militar salieron fuertemente consolidados los clanes que capitali zaron las victorias , los ornelii Scipiones con diferencia sabre el resto , y ellos fueron los que encarnaron los vieJos ideales , ahora renovados durante al menos la primera mitad de la centuria . Con ellos, otro grupo de gentes se repartieron los consulados y preturas en altemancia hasta la ascension de los Gracos .

Ciceron, y por supu esto los cmp era dor es Cayo , Neron , y Galba , por aludir a las cita,; textuales de primera man o. alguno s casos . m Brunt , A., Soc ial Confli cts in the Roman Republi c, London 1971 , 47: hemo s repetido en varios lugar es esta idea , que ti ene abund ante soporte docum ental , co mo ahora veremos ; Pol. VI.19 .4 - Emilio Paulo , en Pydna , su s do s hijo s, Plut. Ae m. 12, Cn. Plancio , que de joven sirvi o co n Aulo Torcuato , en Africa, Cic . Pla ne. 27 , Esc ipion , el de Numancia , que tenia consigo a un sobrino , de nombr e Buteon , Ap . /h e r. 84, Tiberio Graco , que esta ha con su cuiiado Escipion el Menor , en Africa, Plut. Tib. 4, Marco Caton de (Jtica milito co n L. Gelio Publicola , Tac . A nn. 1.17; 41 ; 48 ; Plut. Ca t. Min. VIII. I ; Lucio Flaco, pretor del 64, con su padr e en Asia, cuando est e ejercia como proconsul en el 86. Pompeyo Magno con su padre , Pompe yo Estrabon , Plut. Po m 3; Dio Cass. XXXV l.35 ; L. Balbo el Mayor, bajo Quinto Metelo , consul de! 80, en el 79 , y de Ca yo Memio , Cic. Balbo , 5: dos de los hijo s de Marco Bi bul o, en Alejandri a, Egipto, dond c encontraron la muert e, Cic. A tt. V.9.3 ; 20.9 : 18.4; VI.1 . 12: 5.3; el hijo y el sobr ino de Marco Ciceron , en Cilicia con su padr e, pasa nd o luego a la prot ecc ion del rey Deyotaro , y por supu esto los emperadores Neron , con su padr e Lucio Enoharh o, en Orient e, Suet. Ne ro , 5, Ga lba, que milit 6 con Clau dio en Brita nia, Suet. Galba , 7, por citar algunos casos .

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CLIENTELA Y PODER DE CLASE

De las riquezas que las guerras reportaron y los ingresos regulares que originaron, fue el sector de los publicanos el que financio buena parte de la politica del senado , y en consecuencia su gran beneficiario. Pero los favorecidos fueron minoria en el conjunto de la sociedad y las riquezas no fortalecieron al estado , sin que por el contrario , el lucro y la acumulacion de poder de aquellos ordines - Ciceron da tambien esta categoria al grupo de los publicanos - fue en detrimento del estado, siendo la debilidad de las instituciones c1v1cas y la incapacidad de estas para sobreponerse al gobiemo gentilicio, las secuelas de todo el proceso . Un proceso que no es de esta manera presentando en las fuentes. Este precario equilibrio se quiebra a partir del ultimo tercio del siglo II, cuando se acentua la participacion de las asambleas del pueblo en las tareas de gobiemo y se suman a la pugna nuevos sectores sociales que amplian las estrategias de neutralizacion de los adversarios. La incorporaci6n a la contienda politica de otros grupos de la sociedad fue caracteristica de la centuria siguiente, pero lejos de sentar las bases de un nuevo concepto de estado republicano mas solido, completo y participativo , el sentir oligarquico y excluyente de los grupos dirigentes desecho cualquier idea de reparto y claudicacion de sus privilegios . Y el ultimo siglo fue escenario de una larga batalla entre los grupos y sus lideres, faccione s que buscaba la conformacion de un modelo en el que no cabia el adversario, por lo que habia que eliminarlo , y en efecto, caian los adversarios pero con ellos tambien el ideal politico por el que se habian enfrentado . "Asi es que todo en la ciudad se dividi6 en dos bandos y la republica , que siempre habia sido el bien comim, disputada por ambas fa cciones, qued6 destrozada ", auguraba un Salustio esceptico y pesimista sobre el futuro de la Republica 286 . En el siglo II el poder familiar sigue sobreponiendose a cuantas decisiones emanadas del senado y demas asambleas se oponian a sus intereses de grupo . Los textos describen las conductas adoptadas por los individuos y el aplomo y finne za con que estos actuan en su 286

Pol. XVIII.34.7/35 .6; Sal. Jug. 41, premonit orio ; Livio XXX IV.4.6 : "nuestros pa dres recuerdan coma Pirro, par med,o del emisa n o Cineas, trat6 de ga narse a base de reg alos la voluntad no solo de Los hombres sino de las muje res. Y no ha bia Ley Op ia aim para f renar el despi lfarro fe menino, y sin embargo , ninguna acept 6. 1, Por que ?. Porque no habia desp ilfarr o que refrenar ". 0 sea, se pensaba que ma o m enos hasta el periodo 187/ 146, el estado romano habia perman ecido libr e de lux uria y avaritia, cf. Harri s, W.V., War and Imp eriali sm., op .cit. 56;

desprecio a las leyes, y en la seguridad de contar con la tacita solidaridad de buena parte de los sectores dirigentes . Tomamos como paradigma de estos comportamientos el descrito para la ge ns de los Popi Iii, afios 173/172 , que ocupa cierta extension en la narracion de Livio , como muestra acaso de la sorpresa y estupor que estos hechos producian a alguien con una experiencia bien distinta sobre el poder del estado. M. Popilio Lenate , consul del 173, con rnision en Campania , devasta y expolia la ciudad de Estatelate , Liguria , y masacra a sus habitantes . Tal inconcebible proceder - atrox res, segun el senado - provoca la llegada de una embajada de afectados a Roma que presenta una fuerte protesta ante el senado y pide una acci6n contundente y efectiva contra el magistrado , proporcional a la enorrnidad de los hechos denunciados . Se enumeran los oprobios y crimenes sufridos por los estatelates y el senado decide ordenar el regreso del consul. Despues de una deliberaci6n aquel consejo aprueba un decreto por el cual se obliga al consul a devolver todo lo robado por el y su ejercito , asi como a rescatar a todos las habitantes que habian sido vendidos como esclavos y realizar los trabajos necesarios para arreglar los destro zos provocados por la ocupacion , devolviendo a la ciudad su prirnitiva fisonomia . Pues bien , el consul ni siquiera atiende la orden de regresar. Una lex Me mmia de fecha imprecisa. de uno o dos afios antes de estos sucesos - aunqu e tambien se habla de otra similar para el 113 -. excusaba de responder de cualquier acusacion a cuantos se hallaban sirviendo a la patria , lo que fue utilizado por Marco Popilio para rehuir sus responsabilidades y por tanto de la obligacion de dar cuenta de sus actos. Pero ademas Marco emplea todos sus nexos e influencias familiar es y, con un mas que probable y decisivo apoyo de su hennano Cayo Popilio , que habia sido designado consul para el afio 172, sin pisar la ciudad, consigue ser nombrado proconsul para el aiio siguiente con Liguria como provincia 287 .

287

Livia XL. 10. 10/12; 2 1.1/5: mat6 a 6.000 estatelates: 22 . 1; 22.5; po co mas de un siglo antes, tuv o lugar en Regio, un suceso similar. Siend o consul Cayo Fabri cio, deja coma defensa de sus habitant es a un tat Vibelio Decio, al frent e de 1.200 soldados. Los habitant es le gasajan dentro de las estri cta s norm as de la hospita lida d, hasta el punt o de que poco a poco la admir aci6n se torn6 en envidia y de ahi, en codici a, plan eando el saqu co de la ciudad. As i se hizo y tras matar a tod o los dirigent es, Decio se autoproclam 6 tirano, obligando a Fabri cio a librari es de su "protector ", Livio, p er. 12; XLil.8 .7/8; A Sam . 9; Dionisio XX.4.2/5; un a lex Me mmia de fecha desco no cida, aunqu e G. Rotondi , op. cit. 321 , la fecha en el 113, pero qu e pudi era ser de uno o dos afios antes de esto s sucesos , excusaba de respond er de cualqui er acusaci6n a cuant os se hallaban sirviend o a la patri a,

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MORAL E IMPERIO

debio suspenderse y nada a:fiade la fuente sobre los hechos posteriores , silencio que se presume poco favorable a la causa de la justicia. El decreto emitido sobre los ligures fue relegado al olvido , gracias a las influencias de los Popi/ii . En efecto , la carrera de Marco Popilio no sufrio ningun corte brusco o freno en sus ascensos , coma consecuencia de estos para el leves incidentes , y como supra reflexionabamos , el escandalo que todo ello genero debi6 ser mas para el historiador augusteo que para las pautas eticas vigentes en los afios en que se produjeron 289 .

Paco mas de un siglo antes , tuvo lugar en Regio , un suceso que recuerda por sus caracteristicas al que referimos , aunque el desenlace fue ciertamente distinto . Cuenta Livia que siendo consul Cayo Fabricio , dej6 coma defensa de la ciudad de Regio a uno de sus oficiales , un tal Vibelio Decio , al frente de 1.200 soldados . Los habitantes le agasajaron dentro de las estrictas normas de la hospitalidad , hasta el punto de que poco a poco la inicial admiraci6n de Decio se torn6 en envidia y de ahi , se dio paso pronto a la codicia, planeando apoderarse de todas las supuestas riquezas existentes mediante el saqueo de la ciudad . Asi lo hizo y tras matar a todos los dirigentes , Decio se autoproclam6 tirano , obligando a Fabricio a atacar a su subordinado , volver a tomar la ciudad y liberar a sus habitantes de su peligroso "protector " 288 .

En el 169 Marco Popilio figura en la comitiva de Q. Marcia Filipo , coma tribuno militar en Macedonia, rango que habitualmente se reservaba para los jovenes que aspiraba a los honores de la republica . Cuando alguien que ha sido consul ejerce de tribuno militar cuatro afios despues, la interpretaci6n no puede ser la de otro paso obligado para la cumplimentacion del cursus honorum . Sabemos que antes de las reformas de Sila, el orden y prelacion del cursus honorum , estaba lejos de la rigidez con que se observo a partir de aquella norma. Salvo circunstancias militares excepcionales , y como tales poco probables - coma por ejemplo la falta de mandos militares -, una situacion asi solo se explica desde el inequivoco deseo de estar en una provincia de la que se tiene la certeza de que se obtendrian beneficios particulares , se pretende seguir obteniendolos y se han agotado las opciones de estar presente en la region por la via de los votos. Diez afios mas tarde, 159 Marco Popilio ocupa la plaza de censor, coma colof6n a una carrera de 290 gloriosos scrvicios a la Republica .

Pero volvamos al asunto de los Popi/ii. Tras la negativa a presentarse en Roma , decide el senado entonces enviar a su hermano Cayo Popilio y a Publio Ligo, los dos consules del 172, para que obliguen al soberbio proconsul a regresar a Roma y comparecer ante el juicio de los patres. Pero Cayo, el consul , desobedece las ordenes y nada se hace. Mientras , desde su provincia Marco Popilio decide tomar represalias contra los estatelates por sus denuncias y vuelve a entrar en la ciudad, reproduciendose las muertes y todo tipo de excesos, con mas crueldad ahora si cabe . Los estatelates fueron masacrados por segunda vez y por el mismo general en menos de un afio. Finalizada su mision, decide regresar a Roma antes de que su imperium expirara . El senado le comunica todas las acusaciones que pesan sabre el, mas las afiadidas por la desobediencia continuada que ha demostrado durante mas de un afio y le somete a un interrogatorio .

7. EL ''filohelenismo" de Longino. Los Aquillii y su noci6n del estado. La expresi6n de unos valores que chocan con los que son arquetipo del buen romano es situaci6n frecuente , segun se desprende de los textos, por mas que esto no atraiga demasiado la atenci6n del escritor y se aporte una relacion de pormenores y detalles que transmitan imagenes mas completas

Pero el patricio esta tranquilo . Durante el tiempo que transcurre hasta la fecha del juicio su gens trabaja a fondo para defenderle y el pretor que debe presidir la causa recibe las presiones necesarias . Para evitar su procesamiento , Marco Popilio es citado el ultimo dia del oficio del pretor, de modo que este al dia siguiente en que se iniciaran las sesiones , ya no pudiera presidirlas por ser solo un ciudadano particular . El juicio V. Max . 3.7 .9, lo qu e fue utili za do por Mar co Popilio par a rehuir su respon sabilidad es. 288 En realidad el relato de Livio recoge varios suce sos similar es a los que aqui seleccionamos . Oesd e la actua cion de la embajada de siracusano s implorante s. del 210 , qu e a m edio camino entre el mi edo y la ira piden qu e jama s pise su s tierra s ma gistrad o com o M . Claudi o Mar ce lo, o las de lo s de Capu a contra Q. Fulvi o Fla co, ese mi smo afio, ha sta la prote sta de Arnbra cia contra el con sul del 189 Mar co Fulvio , vid . Livi o XX VI.30.12: XXX VIII.43 .7/9 .

289 Livio XLil.10 . 12; 22 .7/8; Westington , M .M ., A trocities in Roman Warf are to 133 B.C., Chicago Univ er ity Library 1938 . Sohre la lex Villia Anna/is, Livio , XL, 44 , 1; C ic. off 11.59; Tac. Ann. XI.2 2. No creemos qu e el tribun ado de Popilio , tras el consulad o, fuesc fruto de una inercia de las costumbr es y uso anterior es . vid . Rotondi , G ., Leges pu blicae populi romani. Hilde sheim ( I 912) 1966, 278/279 . 290 Livio XLIV .1.2; 4.11; 5.10; 8.8; 9. 1/ 10; C ic. B rut. 79; Gell. IV.20 . 11; Festo , 36 0L; Non . Marc. 247 /248 ; como C. Casio Longino , con sul del 171, que es censor con M . Val erio Mesala en el 154, C ic. Do mo, 130; 136. Ant es del 80 , era frecuent e que se ej erciera la pr etura ant es de la cuestura , y el con sulado antes de la pr etura , seg un Ap. BC. l. l 00 .

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CLIENTELA Y PODER DE CLASE

de los sucesos . Acabamos de decir que Marco Popilio no tuvo problema en ir como tribuno militar en la cohors de un gobernador provincial , en este caso a Macedonia, pese a haber desempefiado la maxima magistratura apenas cuatro afios antes. El deseo de estar en la region primo mas que la pureza de un cursus, y acabamos de hablar de las causas de este supuesto filohelenismo. Otros datos sobre otro magistrado coetaneo abundan sobre este hecho. El consul del 171 C. Casio Longino deseaba marchar a Macedonia, provincia en visperas del comienzo de la guerra contra Perseo, y por tanto susceptible de generar cuantiosos beneficios al que la recibiera como mando, pero la suerte le otorgo la "improductiva " Italia. No conforme con tal destino , decidio pese a todo marchar a Macedonia y desde Cisalpina cruza por Iliria, tierra Bena de peligros para cualquier ejercito romano, asaltando y saqueando cuantas ciudades encontraba al paso, para finalmente entrar en Macedonia , la provincia de Licinio Craso , su colega. Concluido su imperium Longino debia regresar y responder de al menos dos delitos , el abandono de la propia provincia , y el acceso a una ajena, sin mandato senatorial en ambos casos . Pero Longino actua como Popilio y esquiva el proceso. Desea seguir en Macedonia por un afio mas y solo puede hacerlo desde un puesto designado , ya que ya ha desempefiado todos los electivos. Emplea su influencia en Roma a traves de la gens para ser designado como tribuno militar en la cohors de A. Hostilio , el nuevo gobernador de la provincia. En Macedonia estuvo Longino hasta el 168 ejerciendo como tribuno militar , pese a haber sido antes consul , sin ningun escrupulo pues no contaban alli los honores sino la eficacia en la rapida consolidacion del patrimonio. No son infrecuentes los testimonios de magistrados que, tras ejercer el consulado , vuelven a las provincias como tribunos militares. Asi, Casio vuelve a desempefiar el puesto que ya ocupara ocho afios antes de tribuno militar, y a su regreso en el 168 no sabemos que respondiera de sus actos en proceso alguno , pese a que se nos informa que hizo la guerra por Macedonia y el Epiro sin motivos aparentes y vendiera como esclavos a miles de galos. Lucio Flaco y Marco Caton, legados consulares (sic) en 191 en Termopilas , de Acilio Glabrion , aunque Ciceron dice que fueron como tribunos militares, o Cayo Pulcro , consul en 177 y tribuno militar en 171, Q. Mucio Escevola , consul en 174 y tribuno militar en 171, o L.

Postumio Albino, consul en 173 y tribuno militar en 168291. Al igual que Marco Popilio , Casio Longino consideraba Macedonia el lugar ideal para hacer fortuna , sobre todo despues de las noticias que sobre las riquezas de sus ciudades llegaban a Roma y que posteriormente el inmenso botin tomado al rey Perseo no hizo mas que confirmar. Popilio y Casio Longino, como tantos otros cuyas conductas no se pormenorizan , utilizan todos los resortes a su alcance , no tanto para eludir sus responsabilidades legales ante el organo de sus pares , como para no interrumpir la ejecucion de todos sus proyectos. De hecho la reaccion institucional a estas conductas fue tan timida y formal como inefectivo su castigo. Popilio y Longino daban la medida del poder y autoridad real del estado en relacion con la primera clase de sus ciudadanos. Sus pautas eticas no desentonaban con las del resto de los nobiles , que suavizaron el castigo, y que llenan de casos los libros 41 a 45, referidos a los afios 173 a 168, coincidencia especial en 173/ 170, de la obra de Livio . Livio testimonia una de las vias de obtencion de dinero en la milicia, dentro de la propia institucion militar. En el 170 el consul A. Hostilio Mancino se queja de que los efectivos con los que cuenta se encuentran muy mermados , debido a que se concedian licencias y exenciones a mansalva , para ganar popularidad , dice el patavino , aunque creemos mas probable que mediara el dinero. El consul culpaba de la situaci6n a los tribunos militares y estos, se la echaban al consul. Este tipo de corruptela estaba tan arraigada en la milicia que en el 151, los tribunos de la plebe encarcelaron a los consules Luculo y Aulo Albino por no permitir favoritismos como la exenci6n a los amigos en la rigurosa leva que llevaron a cabo, pues al parecer cada tribuno tenia derecho a conceder 10 exenciones , afio 138/137. Ya lo 29 1

Livio XLII. 31.l ; 32 . 1/5 recibio del pr etor peregrino del 168, C. Anicio Galo , el encargo de la custodia del rey Gentio , Livio XLIV .31.15; el senado le envia una comision de trc s senadores para recordarle que no podian emprender guerras sin permiso del senado , Livio , XLIII. I .4/ l 2. Ya habia sido tribuno militar en el 178, enviado por el pretor urbano Marco Titinio a Ariminum , al mando de una legion , Livio XLI .5.8; de toda s formas , en el 170 provoco graves perjuicio s a pueblos galos , carni, yapides e istrios , entre otros de la zona , ya que todos prese ntaron quejas de su actuacion , incluida s las del galo Cincibilo , Livio XLIII .5. 1/9. Lucio Flaco y Marco Caton , legado s consulares (sic) en 191 en Termopolas , de Acilio Glabrion , Livio XXXVI.17 . 1. aunque Cic . Sen. X.32 dice que fueron como tribunos militar es, cf. Plut. Cat. Ma . 12; A Syr.18; Cayo Pulcro , consul en 177 y tribuno militar en 171; Q . Mucio Escevola, consul en 174 y tribuno militar en 171, Livio XLII.58 . 13; L. Postumio Albino , consul en 173 y tribuno militar en 168, Livio XLIV.41.2 ; XLV .27.4.

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MORAL E IMPERIO

practico el propio Marco Craso , camino de Partia, y Tacito indicaba que este era uno de los motivos frecuentes de enriquecimiento de los centuriones .292 A fines del siglo II la gens de los Aquilii constituye un fuerte entramado de intereses politicos y economicos que tienen en las instituciones del estado , una via eficaz para consolidar una posicion poderosa e influyente en su estamento . En el 129 es consul Manio Aquilio , padre del consul de igual nombre en el 10 l . Pocos datos hay para el consulado del padre y algo mas para su proconsulado en Asia de los dos aiios siguientes . Encargado por el senado de recompensar a Mitridates Evergetes por su papel de aliado durante la revuelta de Aristonico , con la entrega de la soberania sobre la region de Frigia, Aquilio realiza el encargo pero exigiendo al monarca una cantidad de dinero a cambio , que aparentemente fue a sus bolsillos . Cometio ademas otros delitos de esta indole , que no se nos detallan , y que la fuente nos dice que el senado neutralizo inmediatamente , sin que sepamos el alcance de esas medidas. La "venta " de Frigia le supuso ser acusado por Cornelio Lentulo , un princep senatus que en el 128 era ya muy anciano para conducir una actio, por lo que pronto fue sustituido por C. Rutilio Rufo . Aquilio soborno a los jueces y salio absuelto . Al hijo, el consul del 101, le cayo en suerte el gobierno de Sicilia, inmersa en una de sus frecuentes revueltas de esclavos. El hecho es que durante dos afios la isla no cosecho trigo alguno y hubo de pedir abastecimiento exterior . Aquilio vio aqui su oportunidad . Trajo cereal desde fuera y proveyo a los sicilianos , pero en calidad de prestamo. Indica Ciceron que aquello fue un mutuum , prestamo sin intereses que solia concertarse entre Jamili are , pero habla de ello en un contexto interesado y partidista como fue su discurso contra el proyecto agrario del tribuno Publio Rulo, subrayando la accion de Aquilio como forma magnanima y humanitaria de abordar la carestia . No debieron verlo asi los sicilianos , que a su regreso le acusaron de pecuniis

292

Livio XL III.11. IO testimonia una de las vias de obtencion de din ero en la milicia , dentro de la propia institucion militar ; Livio , per . XL VIII .16; L V.3, al par ece r cada tribuno tenia derccho a conceder l O exencio nes, afio 138/ 137 . Ya lo pra ctic6 cl propio Marco Craso , camino de Partia , Plut. Crass. 17, y Ta . A nn. I.17.4 ; 35. l , indica que este era uno de los motivos frecuentc s de enriqu ec imi ento de los centuriones .

repetundis y el pretor fue llevado ante los tribunales 293 . La veracidad de las acusaciones quedan de manifiesto ante la debil e incompetente argumentacion de los defensores de Aquilio. Como las pruebas , mas probablemente de sus usurae, que no por el mutuum , eran irrefutables y palmarias , su defensor , nada menos que el gran orador Marco Antonio , el mejor de su epoca junta con Publio Craso echo mano a la exculpacion/justificacion por la via patriotica contundente argumento que acostumbraba a suplir la carencia de pruebas . Asi, tras un inflamado discurso , Antonio peroro sobre los esclavos vencidos , los combates singulares con los jefes de los sediciosos y las heridas recibidas por el pretor , con el efectista - de nuevo el recurso a la empatia - pero util despojamiento de la tunica del acusado por parte del defensor , ante una sobrecogida audiencia de los patres - y tambien pares -, desde el principio poco propicia a condenar a miembro tan valeroso de familia tan distinguida . Afiade el escritor que incluso Cayo Mario , que estaba entre los presentes , vertio lagrimas llevado por la intensa carga dramatica del mo men to y el ol vido transitorio de los 294 diferentes intereses de su clase . Aquilio , que incluso habia rechaz.ado desde el principio la idea de tener que defenderse , fue absuelto . Esta actitud , la soberbia de quien se siente ajeno al alcance de una ley que no es "su" ley, tiene mas ejemplos en los textos. Asi , Cornelio Lentulo Sura, que fue de cuestor de Sila, tenia que rendir cuentas de una gestion que habia sido denunciada ante el senado . Altanero , por toda respuesta, Lentulo se limita a adelantar la pierna a la vista de todos, en un gesto que parodiaba un desprecio que se hacia en determinados juegos de pelota . El cuestor es procesado y Sura - este apodo 293

A Mi th. 57; Manio Aquili o pretor ha cia el 132, consul en 129, gobemo Asia entre 128/126 . /\p . Mith. 12;57 ; BC 1.22; Cic. Div . In Q. Caec . 63; Rya n, F.X., The qua estor ship and aediliship of M ' . Aquilliu s (co . 129), Hermes 124, 1, 1996, 115/ 116; Suolahti , J.. Prin ceps senatu s, Arctos 7, 1972 , 207 /218 ; Manio Aquilio, hijo , pretor en 104 , lega do de Mario en Ga lia, Plut. Mar . XIV.7; co nsul en IOI , Ath en . de1pn. V.213b ; Cic .deor . 11.214; oral. 11.195; Verr. 11.3.125 ; V.5. 14; Agr . 11.83 : Fiacco , 98; Verr. 11.54.125; Schol. Bob . I 08 ; V. Max. IX. 13. 1; Quint. Inst. Ur. 11.15.7; Diod . XXXVl.1 0 ; Floro 11.7.11/12; Livio , per .69 ; legado en Asia en 90/88, con Cayo Casio, o acaso en Ci licia, con Quinto Opio , ambos derrotados por Mitridates , Livio , per . 77 ; Ap. Mi th. 17; 19; Just. XXXV IIl .3.8; 4.4; Veil. ll . 18.3, mu erto en Pergamo , Plin . NH XXX IIl.48 ; Cic. Man . 11; Scau ro, III.2 ; tusc. V.14; Memnon , FGrH IIIB , 352, 31.7; su acusador por la actua cion en Sicilia fue L. Fufi o Ca leno ; Wille , K., Die versur . Ei ne rechtshistorische Ab handlung iiber die z inskapitalisierung in Allen Rom , Berlin 1984 ; Ballestero s, L., Dos apuntes sobre Manio Aquili o (cos . 101 a.C .), Habi s 30, 1999 , 135/141. 294 Cic . oral . ll.124 ; 188;194/196 ; Livio, per . 70 ; Broughton , T.R .. , op.cit. vol.3 , suppl. 94 .

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significa piema -, compra a los jueces y sale absuelto por dos votos de diferencia . Aun ironiza sobre el despilfarro de ese voto de mas que ha tenido que comprar . Anecdotas aparte , - que en gran numero pasan a ser categorias - si el proceso de Aquilio padre fue obra de un tribunal dominado por los senadores y pudo ser uno de los detonantes de las reformas judiciales posteriores , que dieron la mayoria de escaftos de jueces a equites y tribuni aerarii , el resultado del proceso del hijo, en el 98, fue obra de un tribunal controlado por estos ultimas y de resultado no menos escandaloso que el anterior . Ninguna de las reformas emprendidas en los juicios era garantia de mayor justicia , sino solo del monopolio de sus resoluciones en beneficio de los gobemantes de turno . La carrera de este segundo Aquilio, prosigui6 con normalidad y en el 88 formaba parte de una embajada enviada a Asia a devolver los reinos de Bitinia y Capadocia a sus legitimos propietarios. Cae en manos de Mitridates Eupator , hijo del Evergetes , a quien el padre de Aquilio le habia hecho pagar por recuperar la Frigia, y es ejecutado por media de aquello que ya habia perdido a la familia, el oro. Dice el texto que se le verti6 oro derretido en la boca , como censura , apostilla , a toda la venalidad de los magistrados romanos con los que aquel habia tratado 295 . 8. Otros casos: Craso, Lucrecio y Hortensio. La presencia en Roma de embajadas de damnificados por los modos de gobiemo de los magistrados provinciales fue notoria desde principios del siglo II, a partir de que se tuvo la percepci6n de que no todas las protestas resultaban inutiles . Aunque no se lograba una plena satisfacci6n por los daiios sufridos , los

295

Sohr e las list.as de jue ces, Mattingl y, H., Th e jury-pan el of th e lex rep elundarum , Latomu s 34, 1975, 726 /728 ; Ello fue tras la batalla de Protomachium , Plin . NH XXX IIl .14.48 . De todas forma s convi ene advert.ir de las ultima s opinion es, que convi erten las nuestras en piezas de lo mas conservadora s. Crawford , M.H ., Roman Statutes, London , vol. 1, 1996, 52, consid era que los jueces senadores, equites y tribunos del erario no fueron mas que pura ret6rica ciceroniana y legislaci6n graca . La realidad seria qu e el magistrado cum imperio aplicaria las pena s correspondient es a los que encontrar a culpabl es. Todo lo cual es muy sug erente y defendibl e, siempre que previament e no se hubi era el autor extendido varia s paginas sobre las leges repetundarum , parti endo del fundam ento inicial de la presunta quaestio creada en le 149, dato que , como se sabe , apenas esta document.ado por Ciccr6n y alguna cit.a mas no meno s corta que la del ret6rico , pese a lo cual ha generado una vasti sima bibliografia ; Plut. Cic. 17.

pueblos que personaban sus quejas ante el senado durante el mes de febrero sabian que arrancar cualquier medida legal de apoyo era mejor que afrontar con las manos vacias la desolacion y ruina que a su regreso les esperaba . La continua demanda de medidas justas por parte de los aliados comenzaba a resquebrajar a mediados de siglo la solida y en apariencia inquebrantable actitud de firmeza de los patres , y el dinero bien distribuido y los intereses politicos que se mezclaban con los hechos, ampliaban las fisuras en las unanimidades y propiciaban otras decisiones. En un terreno tan inmaduro y con tantos vacios legates como el de las relaciones con los aliados , el oro y la plata sustituia con celeridad la falta de instrumentos para la elaboracion de compromisos . Entre el 172 y el 168 los (micos acontecimientos de relieve recogidos son los acaecidos durante la guerra de Perseo , el monarca que sucede a Filipo V en Macedonia . Todos los demas sucesos quedaron en un segundo piano en relacion con aquella guerra , que tuvo secuelas economicas ciertamente importantes para la republica . Livio se extiende en la narracion de la contienda y decide completar la informacion sobre esos aftos, aparentemente esteriles con otro tipo de hechos importantes , echando mano de las acta senatoriales . En estos registros se daba la relacion de los temas tratados en cada una de las sesiones del senado mantenidas a lo largo de cada mes, asi como el desarrollo de las mismas. Las de febrero , mes por otro lado bastante gris en actividad politica, guardaban los resumenes de las comparecencias de los embajadores extranjeros y los acuerdos que la camara tomaba. Un material poco glorioso o epico, en comparacion con el habitual relato belico que suponia la linea argumental de Livio, pero que informaba de aspectos de la politica exterior poco habituales y sobre todo, permitia establecer una continuidad en el proceso narrativo . En suma, las quejas de esos aiios no son fenomenos aislados o sintomas de una agudizacion de los problemas , sino que debieron ser habituates en los aftos anteriores y posteriores al citado trienio , siendo ello prueba de la actitud insensible e indolente que el senado mantenia habitualmente en esas situaciones. Con animo de hacer fortuna fueron a Macedonia Marco Popilio , Casio Longino y otros muchos, de los que las fuentes escritas dan testimonio a lo largo de las dos centurias que tratarnos . Tambien fueron acusados de rapacidad y codicia por su actuacion en aquella provincia el citado consul Publio Craso y el pretor C. Lucrecia Galo. Para ambos , como para el resto, la region era la ocasion

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de hacerse con una fortuna y a ello sumaron esfuerzos todos los miembros activos de sus familias296 . Con Publio Craso iba su hermano Cayo, como legado, y con Cayo Lucrecia , su hermano Marco , sin que sepamos desde que puesto en el ejercito. El legado calcidico Micition , paralizado por tener los pies enfermos , es transportado en litera hasta el senado. Denuncia alli la soberbia , codicia y crueldad del pretor Lucrecia , al que abrio las puertas de su ciudad como amigo . El ejercito del pretor expolio los templos y esclavizo a toda la poblacion. Embarco todo el botin en una nave y la envio a Anzio, donde Lucrecia poseia una villa. Alli se construyo una conduccion de agua que iba desde el rio Loracina hasta Anzio , cuya obra costo 130.000 asses297 . En este curioso episodio del embajador calcidico hay un elemento que motivo una ligera afectacion de la respuesta senatorial , sumida en la rutina y el despacho protocolario de quejas y agravios , como vemos de las referencias de Livio sabre otras embajadas. El embajador Micition , princeps eorum, que en otro tiempo habia sido el uni.co baluarte de Roma en la zona, cuando las campaiias de Flaminino del 192, se presenta implorante y semiderrotado por el dolor de su propia ruina fisica . Desde el lecho, pues estaba invalido, clama, se lamenta, enumera los crimenes sufrido por su pueblo, y desde el consciente invoca la justicia , y desde el subconsciente , la misericordia y compasion de la asamblea de poderosos que le escucha. La vision del doliente embajador tuvo su efecto. Lucrecia fue condenado por el pueblo a pagar un millon de ases , cantidad verdaderamente insignificante , pero ejemplar si cotejamos casos anteriores , y la comitiva calcidica fue conducida a Brindis en vehiculos que el erario alquil6 para que todos hicieran el viaje de retomo lo mas c6modo posible 298 .

Tambien los de Haliarto , Beocia , sufrieron la rapacidad de Lucrecia . En union de su hermano Marco, con diez mil soldados tomo la ciudad , mato a viejos y nifios y vendio a todos los varones adultos y jovenes , que eran unos dos mil quinientos . Luego, demolio la villa hasta los cimientos. Por ultimo, junta al consul Publio Craso, Lucrecia pidi6 naves y soldados a los atenienses , que se los sirvieron . Sin llegar utilizarlos , pidio luego cien mil modios de trigo y pese a la carencia de ello, pues en Atenas el trigo consumido era comprado fuera, estaban dispuestos a entregarlo 299 . Publio Craso, consul del 171, proconsul en el 170, devasto numerosas ciudades griegas. Estando en Beocia se le rindio Tebas y la poblacion fue vendida como esclava . "La crue/dad tiene un aspecto espanto so, una apariencia desagradab/e , una voz terrible , una boca //ena siempre de amena zas y de 6rdenes sanguinarias ... " escribe Livia , "puesto que el/a sabe hacerse temer , sepamos odiarla ", y continua Ciceron , ('enviamos a otras provincias a personas investidas de autoridad que, aunqu e defienden a las ciudades a/iadas de sus enemigos, entran en ellas coma si se tratara del enemigo mismo ", lo que dos siglos despues estaba lejos de haberse corregido , como indica Juvenal , "antaflo ... cuando los aliados estaban florecientes y recien vencidos, entonces todas las casas estaban rep/etas con montones de monedas , clamides espartanas , vestidos de purpura de Cos, y amen de pinturas de Parrasio y estatuas de Miron , y el marfil de Fidias cobraba vida, tambi en en todas partes habia trabajos de Po/ic/eto y rara era la mesa sin obra de Mentor ''. En su lugar, el pretor Lucio Hortensia pidi6 cien mil denarios y cincuenta mil modios de trigo a la ciudad aliada de Abdera. Los abderitas marcharon a pedir consejos sabre tales exigencias al consul A. Hostilio Mancino, y en ello estaban cuando

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El libro 43 por ejemplo , es especialment e br eve, en relaci6n con los contiguos. Entre el 159/153 fueron condenados varios pretore s acusados de codicia por los provinciales , Livio , p er. XLV II.16 ; XLI II.4.5 . Son numero sos los caso s en que hijo s o hermano s acompafian al magistrado como legados , cuestores o tribuno militar es a la provinci a. con testimonio s al menos desde el comienzo de la conquista . 297 Las campafias de Flaminino del 192, Livio XXXV.46.9; 50.10. Sobre el saqu eo de ciudad es. Ziolkwski, A., Urbs direpta . or how th e roman s sacked cities , Rich , J . & Shiple y, G., ed.. War and society in the roman world. London and New York 1993, 80 ss. 298 Y debi6 producirse un atisbo de empatia . V eamo s. La observaci6n directa del sufrimi ento ajeno quiebra el prejuicio y suspende la acci6n pemi ciosa del estereotipo , dicen los expertos en Sicologia Social. La victima y el verdugo que entran en contacto , salen d I anonimato , y este, el verdugo , pierd e la cobertura que la irrespo nsabilidad le propor cionaba. El sentimi ento d empati a rebaja o cance la definitivament e la

agres ividad y el ejcrcicio de la violencia se ha ce mas dificil. A la mayoria no cuesta mas causar dafio a alguien pr6ximo . recono cible e individu alizado. Salvo qu e encontr emos el modo de " deshumanizar " a la victima, lo que se logra con el estereotipo , los prejuicio s, los t6pico s y el racismo . 0 con la superaci6n de esa proximidad entre victimas y verdugo s, deficiencia esta que las arma s mod erna s tienen bien superadass , Aronson, E., op .cit. 59 ; 279 . 299 Livio XLII.6 3.3/ 11; Pol. XXV Il .5.3. Craso , co nsul del 171, procon sul en el 170, devast6 numero sas ciudade s griegas , Livio , p er. 43.4 /5. Estando en Beocia se le rindi6 Teba s y la poblaci6n fue vendida como esclava ; Livio, XLIII .7.5/ 1l ;V. Max . IX.2 .1; Quint. Inst. Or. IX.3. 89 ; Cic . Qfr .l.1.25; Cic. Man . VI.13 ; XIII .37; XXll. 65; Livio XLIII.4 .6; 7.5 y 8; 10/ 12; en tiempo s imperiale s lo rememora Juv . Sat. VIIl.97 / 109 habla de cllo: Livio XLII.56 .5; 63 .10/ 11, junio del 171 ; XL III. 6.1/3.

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recibieron la noticia de que su ciudad habia sido asaltada, sus dirigentes decapitados y toda la poblacion restante , vendida como esclava. Este mismo Hortensio asolo de nuevo a los de Calcis, en Eubea, permitiendo que toda la marineria de la flota se alojara en la ciudad durante todo el afio, con las violencias y robos que ello producia . Conocidas todas estas denuncias por el senado , estas fueron sus resoluciones . Se envio una carta a Hortensio mostrando la disconformidad del senado - indigna res, fue su conclusion - con su conducta, pidiendole que hiciera lo posible por devolver la libertad a cuantos ciudadanos esclavizados encontrara y que solo alojara en las viviendas particulares a los oficiales . En el 157 el legado Cayo Fanio se quejaba de no haber recibido alojamiento ni manutencion entre los dalmatas , por lo que el senado encontraba natural declararles la guerra. El alojamiento en casas particulares de soldados y marineros fue una de las pesadillas de las ciudades afectadas por la dominacion romana . La estancia implicaba el vestido y la comida , pero tambien dinero, regalos , lefia y cuanto de valor hubiese a mano. Y ademas , los abusos, violencias , robos y ultrajes de todo tipo que solia acompafiar a la presencia de una tropa ociosa. No menos gravoso era cuando la citada hospitalidad era solicitada por la cohors del gobernador , en sus desplazamientos por la provincia , o la que exigian las liberae legationes que con tanta frecuencia giraban los senadores en visita a sus negocios particulares en Oriente. Los chipriotas preferian estar exentos del hospitium pagando 200 talentos al afio durante el gobierno de Apio Pulcro , 53/52 a.C., y tal conducta respecto de los alojamientos era similar a la que Plinio el Joven atribuia al emperador Domiciano , a su regreso de los sarmatas , doscientos cincuenta afios despues. Por su parte, los tribunos de la plebe lograron que la asamblea multara a Lucrecio con un millon de ases . Los succsos relatados eran una reiteracion de los viejos habitos ya conocidos en los que los unicos cambios se daban en la identidad de sus protagonistas 300 . 300

Livio XLIII.4 .9/13 ; 7. I 0/ 12; en el 157 el legado Cayo Fanio se queja de no haber recibido alojamiento ni manut enci6n entre · los dalmatas, por lo qu e el senado les declar6 la guerra, Pol. XXXI l.13 .2; Plut. C. Graco , 2; Luc. 2; S ert. 6; Cic . Man .XIII.38 ; 39 ; Att . 11.18.3; IV .2 .6; I 8.3; 19.2; V. 10.2; 16.3; 17.2; 21.7; XV. 11.4; Verr .lI.l.6 . 17; QF 1.1.9; lll .8.1 ;2; fam . III.8.2/4; I 0.6; Xll.21 ; Fiac co, 86 ; leg . III.3.9; 8.8; Suet. Tib .31 ; Dig . XL.7.15; Rostovzeff , M., op .cit . 1138/ 1139, nota 17; 1069/ 1070; Livio , XL IIl .8.7/ 10; el senad o envi6 como comisio nados para tratar de devo lver la libertad a los esclavizados , a C. Sempronio Bleso , pretor en 184, y Sexto Julio Cesar, cons ul del 157; Livio XL III.8.7/ 10.

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MORAL E IMPERIO

11 EL HISTORIADOR Y LOS TEXTOS. UNAS REFLEXIONES FINALES. 1. M.I. Finley, un modo de escribir la historia. Leer las obras de alguno de los grandes especialistas de este siglo sobre el Mundo Clasico resulta siempre una experiencia productiva, gratificante y Bena de sugerencias , pero comprobar ademas, de la lectura de sus tesis y conclusiones , que las que uno modestamente su~te~ta, sin haber sabido previamente de aquellas , comc1den en lineas generates con las de un maestro , es reconfortante y el mejor estimulo en la soledad que , en buena parte de su tarea , acompafia la labor del estudioso . Tai es el caso que experimentamos ante la obra escrit~ de Moses I. Finley , autor , a nuestro juicio , de bnllantes reflexiones sobre algunas cuestiones clave referentes a la sociedad y la economia del mundo greco-romano , por mas que casi veinte afios despues de su muerte buena parte de su obra haya sido mejorada , que no superada. Supuso la obra de Finle y una vuelta o recuperaci6n del sentido comim y la 16gica como herrami enta de trabajo , que no debian jamas abandonar al historiador cuando se enfrenta al estudio del pasado. Clarividencia y racionalidad tantas veces perdi~a_s _o relegadas , y que aim determinan el tipo de anal_1s1s ~ue predomina en una parte no pequefia de la h1stonografia contemporanea. Naturalmente ,

las reflexiones de Finley , ha generado posiciones muy criticas entre los historiadores de la Antigiiedad - J.K. Davies , Z .H. Archibald , o K. Greene por citar algunos -, lo cual era de esperar cuando las tesis que se manifiestan rompen tendencias y siembran interrogantes en cuestiones que hasta ese momento eran tenidas por obvias. La polemica , que es amplia y afecta tanto al metodo como al fondo de las cosas , no esta superada, como algunos pretenden , por el contrario , sigue abierta y nos enriquece a todos 30 1 . Pero al tiempo que manifestamos nuestro modesto homenaje , debemos asi mismo aludir a la inquietud que a veces nos produce el vemos referidos entre aquellos a los que Finley engloba , con la madure z y serena vision de las cosas que aquel profesor supo reunir en su persona , como sostenedores , nosotros , de tesis u opiniones err6neas . Errores que se admiten , reconocen y se

30 1

Natur alment e, las reflexione s de Finl ey , generaron po siciones mu y criti cas , co mo las de Davi es, J.K. , H ellenistic Economic s in th e post-Finle y era , Helle nistic Eco nomies, Arc hib ald, Z.H . et alii , eds ., London and New Yo rk 2001 , 11/62 , y ma s moderadas , com o Greene , K., Tec hn ological Innovat ion and Ec onomi c Progr ess in th e Ancient World : M. I. Finle y re-c on sidered , Eco nomic His tory Review, 53 , 1, 2000 , 29/ 59.

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EL HISTORIADOR Y LOS TEXTOS

compensan con largueza tras las ensefianzas con que nos gratifica la amena lectura de sus trabajos. En su impagable magisterio se inspira buena parte de lo bueno que pueda haberse extraido de las paginas anteriores . 2. Economia "literaria" y economia real

A modo de recapitulacion de este trabajo y siguiendo un esquema de analisis paralelo al que Finley aplicaba a sus cuestiones , expondremos a continuacion algunos puntos que convergen con el sentido general del analisis aplicado a los aspectos tratados en nuestro estudio. Recogia M . I. Finley una idea de A.H.M. Jones, el gran historiador de la economia y la sociedad imperial, especialmente bajoimperial , en relacion a las historias economicas que comenzaban a proliferar desde los afios sesenta, relativas a la Roma Antigua . Decia este que cualquier historia economica no solo del mundo clasico , sino referida aun a la Antigtiedad en general , estaba condenada a no ser mas que "un fragil entramado de tenues conjeturas "302 . Cuando se hacen generalizaciones sobre el progreso , el alcance y el desarrollo de la economia romana, es facil, decia Finley , caer en el artificio y las construcciones teoricas , pasar de ahi a las hipotesis y, a partir de ese momenta - el afiadido es nuestro -, "sustentar" en ese volatil entramado cuantas conclusiones y "realidades" precise nuestro prurito investigador. Y ponia el maestro de Cambridge dos ejemplos palmarios sobre la disparidad de conclusiones a las que puede dar lugar la interpretacion de un mismo suceso. segun los ojos y el rigor con que se aborde . Uno de los ejemplos era aportado por el arqueologo Mortimer Wheeler3°3 , cuando citaba el caso de unos restos romanos encontrados en Suecia . Asi, se recuperaron un total de treinta y nueve fragmentos de terra sigi l/ata esparcidos en un area de cuatrocientos metros cuadrados , en la isla sueca de Gotland, que imaginamos dio pie a la elaboracion de las mas variadas hipotesis de colonizacion romana en la region... hasta que se comprobo que los treinta y nueve fragmentos pertenecian al mismo vaso. El segundo ejemplo se situa en el extremo de las tesis que hablan de la pujanza del comercio desarrollado por Roma en los siglos centrales del Imperio, y de la complejidad de las conexiones

mercantiles y el volumen de las mercancias traficadas. Aporta ahora el extracto de una carta, que nosotros hemos leido y aqui ampliamos , que hacia el 405 escribe el obispo Sinesio de Cirene desde Ficunte , antiguo puerto de esa ciudad norteafricana, a su hermano Evoptio , y que dice asi : "se cuenta que ha 1/egado de Atenas el vendedor de calzado a quien me parece que compraste el pasado ano tus zapatillas caladas. A hora dicen que comercia con mayor numero de articulos , que trae vestidos de confecci6n atica , trajes ligeros para el ca/or que te van bien a ti y para mi, capas de verano . Por eso, antes de que lo liquide todo volando o, al menos , lo de me.for hechura (pues quienes se encuentran primero esta claro que no se dignan mirar por los que vienen detras sino solo por sf mismos) , vamos , llama al extranjero y c6mprame tres o cuatro de esas capas . En cualquier caso, el precio que pagues yo te lo restituir e multiplicado " 304 . Naturalmente , no queremos caricaturizar la realidad con noticias de este tipo y negar la existencia de un comercio de peso economico importante , que traficaba todos los objetos de lujo inimaginables , costeados por las familias adineradas de la ciudad , tanto en la Republica como durante el lmperio . De ello se hacen eco con cierta prolijidad Plinio el Viejo, Estrabon y el propio Ciceron , pero era este un comercio elitista, de minorias , de escasas consecuencias generates , en definitiva , poco significativo para la economia del comun de los ciudadanos . Tampoco ignoramos que mer catore s, negotiator es y navicularii durante el Imperio pasaron a ser los instrumentos del principal comerciante del momento , el propio estado romano , y que durante siglos se desembarco trigo , vino y aceite en los puertos de Ostia y Puteoli , procedente de Grecia , Africa, Betica y Egipto . Nada de esto era el trasiego , la compraventa cotidiana de mercancias que afectaba al ciudadano de Italia o las provincias. El comercio romano al que tenia acceso la mayor parte de la poblacion no era el comercio del audaz liberto Trimalcion , de la obra de Petronio , que llego a perder 30 millones de sestercios en una de sus operaciones mercantiles y recuperar en un dia 10 millones, traficando con vinos . Valorar el derroche que frecuentemente realizaba el O'05 % de la poblacion - por tal 304

Finley, M.I., Eco nomia de la antiguedad, Madrid 197 5, 39, 52, aparece , sin decir el autor , como epi stola, aunque en realidad e la edici6n de las Cartas , de Sinesio de Ciren e, Gredos ed., aparece como la 54. Sobre el comercio , Paterson , J., Trad e and trader s in th e roman world : scale, stru ctur e and organization , Trade, traders. and the A ncient City, Parkin s & Smith , eds., London 1998, 149/ 167.

302

Finley, M.l., El nacimiento de la poli tico, Barcelona 1986, 48 . 303 Ro me beyond the imperialfronti ers, London 1955, 109.

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de Tulio , a los 400 .000 sestercios de tiempos republicanos , siempre como referencias minimas. No es mi deseo entrar en fechas ni extenderme sobre estas nociones, pues la ausencia de datos , la compleja interpretaci6n de los disponibles y el caracter aclaratorio que pretendemos con estas lineas , obliga a ser escuetos con este tema, por lo demas aun de tratamiento polemico en la bibliografia. Con el desarrollo de la sociedad y del estado , los grupos integrados en aquel censo que era el mas alto de la ciudad, especializaron sus roles y funciones y configuraron rangos y categorias jerarquizadas , mas por la expresion factica de un prestigio y del ejercicio de un poder cotidiano , que por decision legal alguna.

despilfarro son citados en los textos -, es como explicar el consumo y el gasto de toda una sociedad actual por el consumo de, pongamos por caso, de los ciudadanos que dirigen los bancos. Parafraseando a Rostovzeff , si en el siglo II d. C. "lafuente principal de las grandesfortunas seguia siendo el comercio ", no olvidemos lo que "las grandes fortunas " significaban en porcentaje dentro de la economia de esa misma sociedad . Afinnaba el historiador ruso que "a pesar de todo, el comer cio romano por tierra y por mar era el propio de un siste ma econ6mico poco desarrollada " y en la historiografia actual esta afirmacion es aswnida por buena parte de los autores sin problema : "he ignarada deliberadamente la industria y el comercio porque piensa que su impartan cia era marginaf' . Por mi parte afiado otros ejemplos 305 .

De esta forma , cristalizaron los ordines de senadores y caballeros , asi llamados por lo que en su momenta se consider6 la nota distintiva de su actividad publica, y tambien otros como el de los tribuni aerarii , o el de los publicani , etc .., pues los estudiosos de este fenomeno Began a identificar hasta veintiocho en las fuentes romanas que Hegan al Bajo Imperio. Y esta clasificaci6n intema jerarquiz6 los ingresos de cada uno de estos ordines , de modo que en tiempos de Augusto el ordo equester tenia un censo minimo de un millon de sestercios y el ordo senatorial , politica y socialmente superior , un mill6n doscientos mil. Los tribuni aerarii, de un censo muy elevado en las guerras del siglo II a.C., en la ultima centuria vieron rebajada su cualificaci6n minima hasta los 300.000 sestercios, al mero objeto de incrementar tecnicamente el niunero de sus integrantes , para disponer de candidatos suficientes para los paneles judiciales. Pero sobre el papel , los tres rangos, los tres ardines , debian seguir siendo censo ecuestre , por mas que la practica vino en identificar arda ecuestre con censo ecuestre, y la paulatina voltilizaci6n de este tercer grupo primara el papel monopilizador de aquellos dos ordines 30 7.

3. Sohre equites y publicanos. Un solo texto , verdaderamente tornado al azar, a cerca de la extendida tendencia a las generalizaciones . Son las reflexiones que a modo de introduccion realiza un consagrado romanista antes de analizar las instituciones del Principado . "La penetraci6n de las ideas y def espiritu de la Grecia y de Oriente opera fuertemente sabre la vieja mentalidad ramana . Al ca/or de las guerras, de! arriendo de las impuestos , de las contratas de obras publicas , de los negacios bancarias, surge una patente clase capitalista - los equites -, en tanta que disminuy e la v1e1a aristacracia senatorial y sobreviene la ruina de las clases medias , de aquellos prapietarios rurales que contribuyeran en grada maxima a sostener el equilibria politico ". Y mas adelante continua , "los Gracos tratan de impaner una dictadura personal , con el apoyo del pueblo y de los equites (sic) , para concluir hablando de "la sabiaf6rmula de esar ... que ve la necesidad de acabar con una cabeza hegem6nica distanciada de las provincias "306 . El texto se comenta por si mismo , pero a riesgo de incidir sobre lo obvio , no puedo continuar sin recordar las necesarias nociones que deben tenerse en cuenta sobre el segundo censo de Roma que fueron los equites.

De modo que un censo ecuestre , como clase capitalista y dedicado a los negocios y finanzas en generalen exclusiva , no existio nunca . La mayoria de sus miembros eran terratenientes y vivian de 307

El censo ecuestre suponia una cualificacion economica , la maxima de la sociedad romana , que oscilo desde los hipoteticos 100.000 ases del censo 305

His toria social y eco n6mica del Imperio Romano , (1" ed. 1926) Madrid l 972 , 284. cf Martino , F. de, Historia econ6mica de la Roma Antigua, Madrid 1985, 428 . Jones , A.H .M., Ancient Empire and the Eco nomy: Rome , The Roman Eco nomy, A.Brunt , ed., Lo ndon 1974, 103/ 104. 306 Iglesias , J., Derecho , op.cit, 25/26 . Sin cambio s en la reedici6n de 1999.

Fundamental el trabajo de Cohen , 8 ., La No tion d 'ordo dans la Rom e A ntique, en BAGD (1975) 259 /282 , Idem, The roman ordines in the Republican Period, Th . Dact yl. (Tel Aviv 1972) , que identifica 28 ordines . Nico let, C. , Tributum. Recherches sur la flscalite directe sous la Republique romaine, Bonn 1976 146/ 155; los tribuni aera rii eran del censo ecuestr e, como dice Mommsen , en Nico let, C. , L' ordre equestre a I' epoq ue republicaine (312-43 av .J.-C .), op. cit. en nt. 6, 598, y decimos qu e en el periodo de la con quista debieron ser muy ricos, porqu e a ellos se recurri6 para pagar los stipend,a militar es cuando el esta do no tenia num erario, lo que presupone un status econ6mi co fuerte . Eran sobre tod o plut6 cratas italico s.

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habia salido - "despie zando " sus logros terrenos , en una lapida que contenia dieciseis lineas .

sus tierras . Conviene recordar , pese al peligro de aparecer como pregoneros de lo obvio , que los publicanos eran equites o caballeros , hombres honrados y ricos , segim Quinto y Marco Cicer6n , pero no todos los equites eran publicanos . Estos ultimas , que eran unos pocos en relaci6n al total del censo , vivian de sus negotia, entre los que estaban el comercio o mercatura , el prestamo a usura , el dep6sito bancario , el cambio , el arriendo de servicios , el arriendo de las recaudaciones tributarias y la ejecuci6n de las contratas publicas. Pero este grupo minoritario era de in:fluencia politica inversamente proporcional al numero de sus miembros .

Asi, dice haber militado en una cohorte urbana , en la que fue favorito de los tribunos y en otra ocasi6n , sustituto del asesor de los mismos y del que custodiaba la caja, suponemos que de la cohorte , por enfermedad de su titular . Por la estima de que era objeto de manera particular de parte del tribuno , fue seleccionado para temas de investigaci6n procesal , a quaestionibus, aunque acaso se trate de un simple torturador , y culmina tal carrera de "honores " con los encargos de custodiar las contrasefi.as, llevar los estandartes e insignias militares , sustituir al curator ab actis, encargado de los diarios , y tocar el cuemo . El grado de decuri6n no lo alcanz6 en el ejercito sino en la villa de Benevento , a cuya curia pertenecia cuando sufrag6 la lapida .

No mantuvieron lucha de clases con los senadores , como pudiera entenderse de los textos , sabre todo desde la polarizada e interesada vision que la obra de Cicer6n proporciona, casi nuestra unica fuente literaria para aquella clase en el siglo I a . C. Los intereses politicos de los equites, sus inquietudes sociales , sus c6digos de conducta , eran muy homologables a los de los senadores . En el siglo I pertenecia a la nobilitas cualquier miembros de los dos ordines principales en cuyas familias hubiese habido algun consulado reciente . Pero si es cierto que senadores y caballeros mantenian con:flictos a causas de sus respectivos intereses econ6micos , y que sabre la pugna de estos intereses se fraguaron confrontaciones virulentas , alianzas estrategicas a veces contra natura - y votaciones y apoyos politicos puntuales y de conveniencia 308 .

En ciertas ocasiones a la hora de dar un encargo al lapicida, no se poseen los tres elementos , deseos , dinero y meritos , que deben estar presentes en todo proyecto que pretenda revivir en la posteridad . Pero si pese a ello , se continua adelante con el objetivo de alcanzar un lugar en la posteridad , las situaciones que se crean pueden ser similares a la present e. En el estaban dos de los elementos necesarios , los deseos y el dinero , pero faltaba el tercero , los meritos , o sea , las distinciones que sus parientes y afectos debieran recordar tras su salida de este mundo . Habia un individuo interesado en que su memoria fuera perpetuada entre los vivas , disponia de los medias necesarios para materiali zar esos deseos , pero practicamente carecia de una trayectoria vital relevante , no disponia de un a bagaje de honores por el cual pudiera ser recordado . No tenia en realidad nada digno que mereciera la visita al lapicida .

4. Epigrafiados y epigrafistas: deseos y realidades. R.C. Weaver y sus esclavos . Abordamos ahora otro asunto . El epigrafe CIL IX 1617 es una dedicaci6n entre honorifica y funeraria , que un tal C . Lucio Sabino hace a su mujer , a su hermano y a si mismo en vida , lo que aprovecha para detallar los puestos desempefiados a lo largo de su carrera profesional. Sabino ejerci6 su labor en la milicia , no sabemos durante cuanto tiempo , pero indica que comenz6 su andadura como simple soldado de una cohorte y la tennin6 ... tal parece que como entr6 , de simple soldado de la cohorte . De modo que sus meritos fructificaron en tal media y para no haber ocupado los puestos de ascenso que le hubieran sido propios , denota cierta habilidad y audacia para conmemorar su paso por este mundo - del que ya 308

Pese a ello, los dos elementos citados fueron suficicnt es para emular la gloria de los grandes. Su mediocre trayectoria se maquilla , se in:flan las experi encias mas ambiguas y todo es una beneficiarse de la duda de lo sugerido y lo inconcreto . Y asi , un obscuro miles desgrana sus meritos a base de subra yar sus cercanias a sus superior es, y rellena de leves sinecuras una costosa lapida impensable en las economias de cualqui er gregario .

Los publ icano s eran equites, pero no todo s los equites eran publi canos, podriamo s resumir . Esto s ult imos vivian de sus negotia, entre los que estab an el comercio o merca tura, el prestam o a usura, el dep6sito ban cario, el cambi o, el arri endo de scrvicios, el arriend o de las recaudaciones tribu taria s y la ejecuci6n de las contratas publi cas. Finley, M.I., Eocono mia, op.cit. 63; Nicolet, C., L 'ordre equestre, op.cit . 286 y 288 . Son los viri boni et locupletes, de Q. Cic. comm. p et. 53.6.

El libro de R.C. Weaver Familia Caesaris, Cambridge I 972, fue la esperada monografia que un tcma tan complejo presente y bien documentado , en comparaci6n con otros temas de la sociedad romana imperial coma era el del mundo servil del entomo del poder , estaba

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adiutores , arcarii, dispensatores , nomenclatores pedisequi, praepositi, proximi , tabularii, vilici310 y otras denominaciones , entre los puestos ocupados, con independencia de d6nde se desempefiaban , y luego se suman aquellos puestos que se conocen por la tarea especifica a la que se adscribe , de manera que tenemos , los a rationibus , a cognitionibus , ab epistulis, a copiis militaribus , a commentariis, pero tambien el a veste, a coquo, a manu, a potione o a vinis, entre otras 311 .

necesitando . Se trataba de un estudio pormenorizado, desde la importante documentaci6n epigrafica disponible , de todos los aspectos profesionales , familiares , sociales y econ6micos que pudieran plantearse en relaci6n con toda la servidumbre de los emperadores. Aun hoy, que duda cabe, es un titulo de referencia para cualquier investigaci6n en ese tan atractivo como enrevesado mundo que fue el de los esclavos y libertos, y posiblemente los ulteriores amilisis realizados sobre todos por los franceses - G. Fabre, F. Jacques , I.Ch.Dumont - no puedan explicarse sin ese punto de partida . Quede por tanto constancia de nuestro reconocimiento a esa todavia utilisima obra .

Cualquier esclavo de la Jamili a Caesaris, a poco que medrase podia haber reunido un cierto peculium a lo largo de su vida , o al menos el dinero suficiente para costearse , el o su familia, una lapida que recordara su vinculaci6n a la corte imperial. Sus deseos de ser recordado en la memoria no eran sustancialmente distintos a los del soldado Sabino , del epigrafe anterior, y en consecuencia se abordaba la confecci6n de la lapida conmemorativa con las mismas herramientas con que se trat6 la carrera profesional de aquel caso . Solo que en este caso los oficios a resaltar contaban con la legitima referenda a una augusta persona , o miembro de su entorno . Desde luego , se opta por el silencio cuando el nexo es lejano y difuminado , y se especifica y subraya cuando aquel es pr6ximo y denota cierta jerarquia . Por ultimo , una tarea concreta ejercida de manera pasajera , en ocasi6n precisa y de duraci6n inapreciable , en el contexto de toda una vida, puede merecer ser grabada en la piedra si el esclavo que pago o su familia lo juzgaron elogioso y gratificante para la memoria del difunto 3 12 .

En ese estudio el autor clasifica las ocupaciones o profesiones de los esclavos y libertos y establece un ensayo de jerarquia a partir de los datos que los epigrafes aportan . En nuestra opinion y sin cuestionar la validez del resultado de la investigacion, encontramos que frecuentemente se confunde los conceptos de categoria y funcion . Y en esta confusion , de tomar como una categoria , clase o condicion , lo que en realidad parece ser mas bien una funci6n , tarea circunstancial u ocupac1on coyuntural , parecen haber estado presente las propias ideas actuales que el historiador posee como hombre de su tiempo . Aunque no poseemos datos concretos , el m'.unero de esclavos y libertos adscritos a los servicios imperiales , tanto privados como publicos , se consideraba ya en la Antigtiedad como fuera de toda medida y sigui6 creciendo a lo largo de Alto Imperio hasta cifras verdaderamente poco operativas . Tal abundancia de servidores provoco una multiplicaci6n paralela de eventuales funciones o prestaciones , de forma que la nueva burocracia de los cesares nacia ya hipertrofiada. Ludwig Friedlander , recogia comentarios en obras de Cicer6n sabre nfunero de esclavos en los servicios imperiales ."iQue decir de lo numerosos esclavos que tiene y de lo diversos oficios a que se dedican ?. Ninguna ejemplo mejor que este para constatar que la funci6n cre6 al 6rgano y que las tareas encargos empleos y ocupaciones se multiplicaron para dar acomodo a esta masa de siervos y subalternos 309 .

3 10

En la obra de Weaver se recoge toda la terminologia que designa los niveles profesionales desempefiados, segun se documenta en el material epigrafico utilizado . Asi, se habla de procuratore , 309

Friedlander , L., La sociedad romana , (l I ed. 1862/ 1864), Barcelona 1982, 72 , recoge comentarios so bre numero de esclavos en los servicios imperial cs. Cic . Rose .Am. XL VI. I 33 .

Tenninos traducibles, con matices , por intendentes , ayudante , cajeros, administradores, memorizadore s, pajes . mayordomo s, adjuntos , archiveros y capataces . 311 lgualment e son aproximadas las traducciones de encargados de las cuentas. de la instrucci6n de asuntos capitales , de la corrcspo nd encia imperial , de las tropas , de los registro s, y de la cocina, de la escolta , de la bebida o de los vinos . 3 12 En realidad nada e puedc reprochar respecto de contenido s de las voluntades expre sadas en las lapidas de hace dos milenios . Las esquelas mortuorias y aun las lapida s que seiialan las tumbas de nue tros cementerios recogen muchas vece datos qu e, lejo de ser significativos en la vida globalmente considerada de los enterrados , si lo fueron , en el piano intimo , para ellos o sus allegados . Asi, un individuo que pudo hab er ejercido como medico , o ingeniero , o piloto de aviones , pued e no mandar que se especifique dato alguno sobre esas profes ione s qu e ocuparon a lo mejor treinta o cuarenta aiios de su vida , o lo que es igual , su Familia entiende que no son esas referencias "las que a fulano le hubiera gustado llevar en su epitafio "para recuerdo de los suyos. Por el contrario , pued e subrayar la condici6n de miembro de alguna cofra dia o asociaci6n de caracter religioso , o el emp leo militar que tuvo durant e el aiio en que estuvo en la milicia , o la pertenencia a una obscura por de cono cida asoc iaci6n de aficionados a la fiesta de la tauromaquia en una determinada plaza . Pues no debemo s olvidar qu ninguna otra consideraci6n sino la de sus mas profundo s sentimiento s est.a presente en la voluntad de los afectados , tant o estos de hoy como los que co m entamos .

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Un esclavo que , en un grupo de uno o dos centenares, fue adquirido por los intendentes de la casa imperial, pudo estar adscritos a trabajos poco honrosos e incluso juzgados como indignos , aun para aquel del que no se postula juicio y dignidad alguna. Por ejemplo , limpiar las cuadras , o las cocinas, o hacer desaparecer diariamente las basuras y elementos inservibles que generaba una entidad como era la domus o casa imperial - por cierto, 1,hay epigrafes que recojan estas y otras tareas semejantes? -. Posteriormente , este esclavo an6nimo pudo ser trasladado a la ratio castrensis, administracion de la casa imperial, destino sin duda mas comodo y decoroso que el precedente , en donde ejerceria cualquiera de las tareas que, por decenas todos los dias , se suscitaban en la intendencia general del palacio imperial. Por ejemplo, pudo estar ayudando al esclavo senior o incluso liberto que se ocupaba de asolar las diversas estancias de la domus, un a marmore , lo que era ocupacion circunstancial , con motivo de la reposicion, o de la pavimentacion de habitaciones de nueva obra. Ayudar en el traslado de mobiliario, adomos , piezas omamentales , ab ornamentis, desde los talleres de su fabricacion a las dependencias imperiales y su posterior colocacion . Ocuparse , junto con otros, de auxiliar en lo relativo al encargo, compra, transporte , almacenamiento , lavado, conservacion , etc. , del guardarropa imperial, a veste, o de mantener en modo de uso los diversos carros y carruajes , a vehiculis, pertenecientes a la casa imperial. Cada una de estas funciones , sin alcance especifico pero que intuimos tenue y baladi , pueden citarse como dilatadas en el tiempo y adoptando una titulatura que, a los ojos contemporaneos, nos mueve a difuminar las notas que informan de su exiguo contenido , y a arropar la tarea citada con la gravedad que destila cualquier titulo. En el lenguaje de los textos conmcmorativos , el ultimo criado que sirve a un esclavo experimentado , que esta custodiando registros publicos , es un adiutor, o incluso , mas deslumbrante , un sub-tabularius . El esclavo que se pone bajo las ordenes de otro esclavo mas experimentado , que lleva parte de las tareas agricolas, el mas bajo de los lacayos, es un adiutor actoris. Un dispensator de Tiberio , que ejercio en la provincia Lugdunense , tenia dieciseis vicarii que desempefiaban oficios tan ''eximios " y "primordiales" como el de encargado , lacayo, mayordomo, encargado de la plata labrada , amanuense, encargado del guardarropa , del dormitorio y de la cocina . Todo ello en una lapida de once lineas, en la que no cabe mayor manifestacion de

fatuidad , por supuesto, para el dispensator (CIL VI 5197) . Nosotros nos planteamos si es correcto hablar de "subclerical grades ", como hacia Weaver , cuando citaba al pedisequus a vinis, o mas aun, al adiutor a vinis, o mas bien como al principio deciamos , estamos mezclando los conceptos citados de categoria y funci6n 313 . 5. Leyes y justicia efectiva. El poder y Los ciudadanos. La vision de R. Syme. Recogia Finley una interesante reflexion de otro estudioso, J.M. Kelly, en este caso, sobre la ley y la justicia en Roma. "Pese al ideal de Justicia expresado en las fuentes escritas , desde Cicer6n hasta Justiniano, los procedimientos y el funcionamiento de la Ley reflejaban claramente la dura realidad de la sociedad romana , y no lograron mitigar la diferencia entre ricos y pobres3 14" . Y la primera conclusion a la que llegaba era si no constituia el molde de la ley y su procedimiento , un reflejo de la desigualdad social , lo cual a su vez resultaba un lugar comun, por cuanto en efecto, la ley era siempre un reflejo de la sociedad en la que surge .

En efecto, la sociedad romana no tuvo cambios sensibles, pese a las leyes que se elaboraron , las sucesivas revisiones censuales, y la renovacion de todos los cargos ejecutivos, administrativos y politicos de cada afio. Pese a las "luchas de clase", Los enfrentamientos entre adversarios en los divcrsos faros , las severas soflamas de uno y otro bando, las denuncias reciprocas y los continuos vaivenes de lideres y facciones , la realidad es que la politica del senado y las grandes decisiones de estado no cambiaron tras las elecciones de cada aiio. Los asuntos fueron llevados sensiblemente igual con unos y otros, y las beneficas consecuencias que para los ciudadanos no privilegiados debieran derivarse de la maduracion de las instituciones , nunca llegaron a tener lugar . Pese a ello, el sistema tuvo estabilidad politica durante muchos afios, siglos incluso , y ello debe explicarsc porque cada uno de los grupos sociales , con independencia de su situacion en el entramado econ6mico de la Republica, aceptaba intimamente la legitimidad de su status , y por supuesto el del resto de los grupos. Era el orden natural de las cosas y asi se aswnia, de forma practica desde generaciones . Los ciudadanos desfavorecidos 313

Weaver , R.C., op.cit. 227 , CIL VI 8527 y 9091. de) mi smo individuo , primero esclavo y luego lib erto ; cf Friedlander , L., op.cit. 73 . 314 Kelly, J.M., Roman litiga tion , Oxford 1966 , cita do en Finley, M.I., El nacimiento , op .cit. 18.

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asumian su situaci6n , y no luchaban contra ella, lo que no obstaba para que, puntualmente y en ocasi6n de ciertas coyunturas propicias , se luchara por ventajas concretas , beneficios cercanos y mejoras materiales , que reivindicaban ante los poderes publicos .

"Era un mundo dominado por una tecnologia escasa, - escribia Finley - con pequenas jincas agricolas, pequenos tal/eres y comerciantes callejeros, de ahi que siempre se estuviera en el campo al borde de/ desastre y en las ciudades, rozando la carencia de alimentos. Con estos condicionantes, 1,quepodia importar a la masa de ciudadanos de Atenas que Los arconte fue ran elegido o orteados, y a Los de Roma que el consulado estuviera abierto o no a Loshombres de origen plebeyo , y en ambas ciudades, que tuviera ejicacia la fuerza de su voto en las asambleas , excepto en tanto que los convenios consti tucionales aumentaran la posibilidad de decisiones que fueran de su interes?. La "lucha de clases" fue una lucha por intereses concretos , temporales e inmediatos , protagonizada por ciudadanos que no solo estaban patri6ticamente orgullosos de sus generales , aquellos mismos que luego desde su escafio en el senado vetaban cualquier medida favorable a la ciudadania , sino que manifestaban una solidaridad vertical , de abajo arriba , hacia sus patronos y sefiores en el ambito de su desenvolvimiento cotidiano 315 . Otro de los debates poco clarificados ha sido y es el de la naturale za y limites de la autoridad del senado sobre los magistrados , dando por sentado , al sustraerlo al analisis critico, que ambos elementos eran diferentes en cuanto a c6digos eticos e intereses particulares . En realidad nostors hemos tocado este tema con ejemplos en las paginas anteriores. Pero es axioma recordar que senadores y magistrados eran lo mismo y que , en esencia , lo que unos decidian y otros ejecutaban partian de un consenso mutuo . Senado y magistratura - aquellas que daban derecho al album senatorial - eran dos niveles distintos de una misma actuaci6n politica, pero sus sentimientos e intereses de clase no eran diferentes. Senadores y magistrados eran instancias complementarias , y la autoridad que aquella asamblea ejercia sobre unos y otros era la que se aplicase desde su regimen disciplinario intemo y la presi6n ejercida por las facciones en cada momento.

mismo a lo largo de los dos ultimos siglos de la Republica . Casi pleno y absoluto frente a las otras asambleas , la debilidad que a veces manifiesta el senado, y que con frecuencia es argumento de los escritores contemporaneos , no fue consecuencia de la presi6n de los ciudadanos sino de las luchas intemas de la propia camara y de la rivalidad entre facciones . El papel del pueblo en la crisis del sistema no fue determinante , si bien los bandos en liza, todos ellos inscritos en el album senatorial , desde las filas de los dos primeros ordines, se sirvieron altemativamente de la instituci6n como herramienta con la que medrar por sus intereses particulare s316 • Esto nos lleva a plantear una segun da acepci6n en la cuesti6n inicial. Lo mismo que hablamos de la capacidad del senado para imponer su autoridad a los magistrados , podemo s hablar de su capacidad para imponer sus decisiones al resto del pueblo . Finley no ve probado que tal autoridad tuviera efectos reales en la ciudadania , por lo que deduce que si el pueblo aceptaba y obedecia las decisiones senatoriales , era porque el pueblo consideraba al senado como un 6rgano legitimado en raz6n de su antigtiedad y la vigencia de sus actividades . Se le reconocia autoridad en raz6n de la justificaci6n 7 natural de su existencia 31 . En mi opinion , tal era el tipo de razonamiento con que los escritores imperiales explicaban el origen de las instituciones politicas . Pero del estudio de la sociedad de los siglos 11/1a.C. se puede llegar a explicaciones diferentes . Asi el pueblo romano no se cuestiona el modelo de relaci6n con el senado , no rechaza la autoridad de esta asamblea ni la acepta fehacientemente , simplemente , arnbos estamentos coexisten , se respetan en la medida en que ni uno ni otro se interfieran. El pueblo es objeto de larguezas , sin apenas contrapartida , pues forma parte ello de la etica del noble romano, y recibe trigo parcelas y espectaculos . A cambio, la politica y el estado sera cosa de los patr es e Italia aportara las levas, sin contrapartida por su esfuerzo . Tai esquema se qucbrara a partir del 122 con la herencia politica de los Gracos , y a partir del 90, cuando los italicos exigieron otro papel en los designios politicos del senado . Pero de la crisis no saldra una mayor participaci6n