Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias: Del Neolítico Final a época ibérica 9781407315706, 9781407344515

Este libro analiza los resultados de las excavaciones en el yacimiento de Mas Gusó, cercano a la antigua colonia focea d

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Spanish; Castilian Pages [382] Year 2016

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias: Del Neolítico Final a época ibérica
 9781407315706, 9781407344515

Table of contents :
Cover
Copyright
ÍNDICE
Lista de ilustraciones
ABSTRACT
Agradecimientos
INTRODUCCIÓN
I. MAS GUSÓ Y EL TERRITORIO
II. ORÍGENES INCIERTOS: EL NEOLÍTICOFINAL Y EL BRONCE INICIAL
III. LA OCUPACIÓN DEL BRONCE INICIAL
IV. EL BRONCE FINAL Y LA PRIMERAEDAD DEL HIERRO
V. EL HÁBITAT DE LA PRIMERAEDAD DEL HIERRO
VI. EL ASENTAMIENTO DE ÉPOCA IBÉRICA
VII. LA CULTURA MATERIAL
VIII. CONSIDERACIONES FINALES

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Victòria Soler-Fusté ha participado, gestionado y llevado a cabo excavaciones arqueológicas en yacimientos ibéricos y romanos en el N.E. de Cataluña desde 1980. Coautora de numerosas publicaciones especializadas, libros y artículos sobre arqueología, estudios de yacimientos, cerámicas ibéricas y romanas, historia local y patrimonio.

MAS GUSÓ. EVOLUCIÓN DE UN ASENTAMIENTO RURAL

Josep Casas-Genover es miembro del Laboratorio de Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Girona. Desde 1980 ha centrado sus investigaciones en el periodo ibérico y romano en el noreste de Cataluña, dirigiendo excavaciones en yacimientos de diversa índole. Autor y coautor de numerosas publicaciones sobre temas específicos de arqueologia.

CASAS & SOLER

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2016

The present book analyses the results of the excavation of the settlement of Mas Gusó, located nearby the ancient Phocean colony of Emporion, focusing on the oldest periods, from the first small occupations during the Late Neolithic and Early Bronze Age, to the larger and more relevant farmer settlement during the Early Iron Age, which in turn gave way to the Iberian establishment that arose as a result of the foundation of Emporion. The domains and structures of each period are analysed in detail, as well as the different kinds of material culture remains found at the settlement: local and imported pottery, other tools and utensils of the daily life, as well as the most significant faunal remains. Decades after the decay of the Iberian settlement, a new Roman complex arose, an official public construction (a statio), built during the late second century AD, which will be the object of an upcoming monographical study.

BAR S2824

Este libro analiza los resultados de las excavaciones en el yacimiento de Mas Gusó, cercano a la antigua colonia focea de Emporion, centrándose en el periodo más antiguo, el cual abarca desde las primeras y pequeñas ocupaciones pertenecientes al Neolítico Final y bronce Inicial, para continuar con el principal y más importante asentamiento agrícola de la primera Edad del Hierro, que, a su vez, dará paso al establecimiento ibérico surgido como consecuencia de la fundación de Emporion. Se analizan con detalle los diferentes ámbitos y estructuras de cada época, así como los distintos restos de la cultura material del yacimiento: cerámica local y de importación, otros instrumentos de la vida cotidiana, así como los restos de fauna más significativos. Abandonado el hábitat ibérico, décadas más tarde surgirá un nuevo complejo de época romana, de carácter público u oficial (una statio), edificado a finales del siglo II aC, el cual será objeto de un próximo estudio monográfico.

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Del Neolítico Final a época ibérica

Josep Casas Victòria Soler

BAR International Series 2824 B A R

2016

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Del Neolítico Final a época ibérica

Josep Casas Victòria Soler

BAR International Series 2824 2016

Published in 2016 by BAR Publishing, Oxford BAR International Series 2824 Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias © Josep Casas and Victòria Soler 2016 Cover image Copa de cerámica massaliota procedente de un estrato de finales del siglo VI a.C. de Mas Gusó. The Authors’ moral rights under the 1988 UK Copyright, Designs and Patents Act are hereby expressly asserted. All rights reserved. No part of this work may be copied, reproduced, stored, sold, distributed, scanned, saved in any form of digital format or transmitted in  any form digitally, without the written permission of the Publisher.

ISBN 9781407315706 paperback ISBN 9781407344515 e-format DOI https://doi.org/10.30861/9781407315706 A catalogue record for this book is available from the British Library

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ÍNDICE Lista de ilustraciones

vi

Abstract

xiii

Agradecimientos

xiv

INTRODUCCIÓN

1

I.

3 3 5 6

MAS GUSÓ Y EL TERRITORIO Entorno natural Breve historia de la identificación y excavación del yacimiento La secuencia cronológica

II. ORÍGENES INCIERTOS: EL NEOLÍTICO FINAL Y EL BRONCE INICIAL El asentamiento neolítico Catálogo Conclusiones

11 11 13 16

III. LA OCUPACIÓN DEL BRONCE INICIAL Formas y decoraciones Sepultura en fosa Catálogo Anexo: Informe antropológico Mas Gusó Consideraciones generales

19 22 23 24 25 26

IV. EL BRONCE FINAL Y LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO La ocupación del Bronce Final Catálogo Conclusiones

27 27 31 33

V. EL HÁBITAT DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Sector Central UE 3035 UE 3036 UE 3116 UE 3117 UE 3118 Sector Sur UE 3163 UE 3164 UE 3165 UE 3166 UE 3176 Consideraciones finales sobre el sector sur Sector Oeste Silo 2090/2091 Silo 2097/2098 Silo 2107 Silo 2139 Las viviendas de la primera Edad del Hierro Técnica y materiales de construcción Decoración La estructura de las viviendas Algunas cuestiones sobre las viviendas de la primera Edad del Hierro Actividades artesanales La explotación de los depósitos de limos y arcillas La extracción de arcilla iii

35 37 38 40 48 49 56 60 62 67 72 75 77 79 79 83 85 91 94 96 97 99 103 105 110 110 110

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Los hornos Anexo: Análisis petrológico de fragmentos cerámicos La cultura material. Recapitulación Producciones y tipología cerámica Formas Bases Decoración Cerámica a torno Bronces Material lítico Otros aspectos de la economía doméstica Conclusiones VI. EL ASENTAMIENTO DE ÉPOCA IBÉRICA Introducción Fase IIIa (575-500/475 a.C.) Sector noroeste Zona exterior UE 2065 UE 2174 UE 2177 UE 2178 UE 2181 Silo 2063 La zona interior UE 2022/2024 UE 2045 UE 2046 UE 2053 UE 2055 Sector central UE 2085 UE 2096 Silo 2117/2118 UE 2117 UE 2118 Sector suroeste Fosa 2125 Fosa 2131 Fosa 2134-b Silo 2144 Sector nordeste Fosa 3099 Sector sureste Fosa 3050/3051 UE 3163-b Silo 3168 Fosa 3171/72 Fosa 3175 Silo 3182 Conclusiones. Una visión general de la fase IIIa Fase IIIb (500-400/380 a.C.) Silo 3063 Silo 3072 Fosa 3076-b Conclusiones sobre la fase IIIb Fase IIIc (siglo IV a.C.) Fosa 3060-b/3062 UE 3060/3061

114 118 119 120 121 128 129 132 133 134 136 139 141 141 142 142 142 144 149 157 159 162 162 166 167 179 180 191 194 195 195 200 208 209 211 218 220 221 223 228 231 232 243 243 245 247 251 252 255 257 258 259 261 263 266 266 267 269

iv

Índice UE 3064 Silo 3078 UE 3079 UE 3080 Consideraciones finales sobre la fase IIIc La fase IIId y el final del asentamiento ibérico (siglo III a.C.) Silo 3066 Silo 3067 UE 3057-c Silo 3075 Fosa 3119 Silo 3140-3141 Otros ámbitos y hallazgos marginales Fosa 3092 El conjunto 2049-2052 del sector occidental Algunas observaciones sobre el final del asentamiento ibérico

278 280 285 288 290 290 292 296 298 299 299 301 305 307 308 310

VII. LA CULTURA MATERIAL Análisis de los materiales de la fase III Cerámica corintia Copas de tradición jonia Cerámica griega oriental Cerámica de pasta clara Cerámica ática Cerámica gris monocroma Ánforas Cerámica ibérica a torno La cerámica gris de la costa catalana Cerámica ibérica a mano Otras producciones de cerámica común Cerámica común etrusca Morteros massaliotas e ibéricos Instrumentos líticos Estelas

313 313 313 314 316 316 317 320 332 338 342 345 349 349 350 351 351

VIII. CONSIDERACIONES FINALES

353

BIBLIOGRAFÍA

357

v

Lista de ilustraciones Fig. 1. Situación de Mas Gusó en el N.E. de la Península Ibérica. Fig. 2. Reconstrucción del paleopaisaje de la zona de Ampurias-Mas Gusó (Montaner et alli 2014). Fig. 3. El entorno actual, con el Montgrí al fondo, desde el centro del yacimiento. Fig. 4. Nivel de agua en la zona este del yacimiento como consecuencia de las lluvias habituales en primavera. Fig. 5. Plano catastral de 1742 en el que aparecen señalados los restos de Mas Gusó (A) y una villa romana al sur (B). Fig. 6. Planta general del yacimiento con todas las estructuras de diferentes épocas. Fig. 7. Planta de detalle de la zona sur. En gris, los restos del Neolítico y Bronce Inicial. Fig. 8. Cerámica a mano del estrato neolítico 3033b. Fig. 9. Cerámica del estrato 3033/3033b, del Neolítico Final. Fig. 10. Hachas y utensilios del Neolítico Final procedentes de diversos estratos. Fig. 11. Cerámica del Neolítico Final (veraciense) de diversos estratos. Fig. 12. Fosa/depresión de la Edad del Bronce, bajo el umbral de la puerta del edificio romano. Fig. 13. Planta de detalle de la zona sur en la que se conservaron restos del Bronce Inicial. La parte señalada con trazo más tenue corresponde a épocas posteriores. Fig. 14. Sección norte-sur bajo la entrada del edificio de época romana, con localización de los niveles del Bronce Inicial. Fig. 15. Alineación de piedras asociadas a un estrato del Bronce Inicial. Restos de una posible cabaña. Fig. 16. Estrato 3156. Cerámica y concha de la Edad del Bronce. Fig. 17. Cerámicas de la Edad del Bronce procedentes de los estratos 3157/3157b. Fig. 18. Cerámicas de la Edad del Bronce procedentes de diversos estratos. Fig. 19. Sepultura en fosa del Bronce Inicial. Fig. 20. Planta de la sepultura en fosa del Bronce Inicial. Fig. 21. Localización de una pequeña fosa del Bronce Final bajo los muros del siglo III d.C. Fig. 22. Materiales del Bronce Final IIIb de la fosa 2145. 1 a 5: cerámica. 6: elemento de un horno. Fig. 23. Fragmento de vaso decorado con doble incisión. Estrato 2145. Fig. 24. Fragmentos de cerámica decorados con la técnica de doble incisión procedentes de diversos estratos. Fig. 25. Urnas de cerámica a mano del estrato 2019. Fig. 26. Localización de los restos de la primera Edad del Hierro en relación con el edificio de época romana. Fig. 27. Planta y secciones del silo y fosa de la primera Edad del Hierro situados en la parte central del yacimiento. Fig. 28. Situación de la fosa 3117/3118 junto a los restos de un muro de época ibérica tardía. Fig. 29. UE 3035. Primer estrato del silo de la primera Edad del Hierro. Cerámica a mano, excepto el nº 8, que es una intrusión del siglo II a.C. Fig. 30. Cerámica a mano del estrato de relleno principal del silo 3036. Fig. 31. Urnas de cerámica a mano de diversa tipología, del silo 3036, de la primera Edad del Hierro. Fig. 32. Cerámica a mano del silo 3036. Platos/tapadera, urnas y fusayola. Fig. 33. Cerámica a mano del silo 3036. Fig. 34. Cerámica a mano de la primera Edad del Hierro del estrato 3116, afectado en época romana. Fig. 35. Cerámica a mano del grupo ampurdanés del estrato 3117. Fig. 36. Cerámica a mano del estrato 3117. Fig. 37. Muestra de restos de fauna procedentes del estrato 3117. Fig. 38. Platos/tapadera del estrato 3117. Fig. 39. Bases de urnas de la primera Edad del Hierro procedentes del estrato 3117. vi

Lista de ilustraciones Fig. 40. Fragmentos de vasos del estrato 3117. 1 a 24 (excepto 16): cerámica a mano. 16: punzón tallado en hueso; 25: fragmento de pithos a torno decorado con pintura roja. Fig. 41. Molino barquiforme del estrato 3117. Fig. 42. Repertorio de vasos a mano del estrato 3118. Fig. 43. Platos/tapadera, cuencos y concha del estrato 3118. Fig. 44. Planta de detalle del conjunto de fosas de la primera Edad del Hierro del sector sur. Fig. 45. Vista general del sector sur, con diversas fosas amortizadas durante la 1ª Edad del Hierro. Fig. 46. Secciones estratigráficas del sector sur, referidas a la planta de la figura 44. Fig. 47. Material de los estratos que recubrían el conjunto de fosas del sector sur, con mezclas de la primera Edad del Hierro, ibérica y romana (siglos VII a.C. a III d.C.). Fig. 48. Parte central de las fosas del sector sur y elementos relacionados. En el centro, el silo ibérico del siglo VI a.C. (3168), que perforó los estratos de la primera Edad del Hierro. Fig. 49. Fosas del sector sur. Repertorio de vasos a mano del estrato 3163. Fig. 50. Sector sur. Vasos a mano y fusayola del estrato 3163. Fig. 51. Sector sur. Vasos a mano del estrato 3164. Fig. 52. Sector sur. Urnas, tazas y plato/tapadera del estrato 3164. Fig. 53. Fíbula de bronce de resorte bilateral, del estrato 3164. Fig. 54. Selección de fragmentos de revestimiento de muro de una vivienda de la 1ª Edad del Hierro, con decoración. Fig. 55. Urnas y vasos a mano del estrato 3165. Fig. 56. Urnas y plato de cerámica a mano del estrato 3166. Fig. 57. UE 3176. Urnas y vasos de cerámica a mano de la 1ª Edad del Hierro. Fig. 58. Planta general del sector oeste, con localización de los restos de la 1ª Edad del Hierro bajo los muros del edificio de época romana. Fig. 59. Vivienda o casa 1 de la primera Edad del Hierro. A: planta. B: situación en el yacimiento y proyección vertical de los agujeros de poste localizados. Fig. 60. Sección general oeste-este del silo 2090/2091 y entorno. Fig. 61. Urnas de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro del estrato 2090. Fig. 62. Fragmentos de revestimiento de muro, de arcilla, con marcas vegetales y de postes. Silo 2090. Fig. 63. Bloque de piedra caliza con la superficie rebajada. Posible estela. Los orificios son naturales. Fig. 64. Sector del ábside de la casa 1 a la izquierda del silo 2097/2098. Fig. 65. Urnas y plato/tapadera del estrato 2098 del silo. Fig. 66. Silo. Estrato 2098. Vasos de cerámica a mano. Fig. 67. Silo. Estrato 2098. 1 a 3: cerámica a mano. 4: placa de piedra pulimentada. 5 y 6: fusayolas. 7: lámina de bronce. 8 a 10: instrumentos líticos. 11 a 13: bivalvos de diversas familias. Fig. 68. Estrato 2098 del silo anexo a la casa 1. Restos malacológicos e instrumentos líticos. Fig. 69. Silo 2107 al inicio de su excavación. Fig. 70. Materiales del silo 2107. 1 a 12: cerámica a mano de la primera Edad del Hierro. 13: pulidor de piedra. 14: molino de vaivén. Fig. 71. Muestras de fauna del silo 2107, con mandíbulas de bovino y ovicáprido. Fig. 72. Malacológicos del silo 2107: Cerastoderma edule y pecten jacobaeus. Fig. 73. Silo 2107. Pieza de terracota en forma de moldura o revestimiento del extremo de una columna de madera, y posible restitución del elemento. Fig. 74. Estrato 2139. Cerámica a mano de la primera Edad del Hierro y molino barquiforme. Fig. 75. Selección de fragmentos de revestimiento de arcilla aparecidos en las fosas del sector sur, indicando las impresiones producidas por tablas de madera y haces vegetales en su parte posterior. Fig. 76. Repertorio de decoraciones sobre fragmentos de arcilla de revestimiento de muro. Fig. 77. Estructura de los muros de una vivienda reconstruida a partir de las marcas impresas en los fragmentos de vii

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias revestimiento de arcilla. Fig. 78. Restitución de dos paneles decorados y una posible composición general a partir de los restos de revestimiento. Fig. 79. Restitución de un tercer panel de muro decorado a partir de diversos fragmentos del estrato 3164. Fig. 80. Aspecto que pudo tener una de las casas de Mas Gusó, combinando la planta de la casa 1 y los elementos decorativos del estrato 3164. Fig. 81. Diversos ejemplos de casas de la primera Edad del Hierro de esta zona, con planta rectangular absidiada o ligeramente curva. A: Mas Gusó; B: Piscina de Camallera (Pons 1984, 108); C: Sant Martí d’Empúries (Aquilué et alii 1999). Fig. 82. Extremo suroeste del yacimiento, con restos del ábside de la casa 3 rodeando un pequeño silo en el interior de la vivienda. Fig. 83. Localización de las principales fosas de extracción de arcilla en el yacimiento. No se han tenido en cuenta otras de menor entidad. La estructura del edificio de época romana se superpone a dichas fosas para facilitar su localización. Fig. 84. Secciones estratigráficas de diversos sectores del yacimiento, en las que se observan los recortes, fosas y frentes de extracción de arcilla en el suelo natural. Fig. 85. Frente de extracción de arcilla bajo las estructuras de época tardorrepublicana en el sector noroeste del yacimiento. Fig. 86. Fosas de extracción de arcilla en el sector sur de Mas Gusó, perforadas por un silo ibérico del siglo VI a.C. Fig. 87. Restos de arcilla cocida a altas temperaturas, algunos con la superficie ligeramente vitrificada, procedentes de estratos de la primera Edad del Hierro. Fig. 88. Repertorio tipológico de vasos de la primera Edad del Hierro. Formas 1 a 20. Fig. 89. Repertorio tipológico de vasos de la primera Edad del Hierro. Platos/tapadera y cuencos. Fig. 90. Tipología y variedades de bordes de urna de la Fase II. Fig. 91. Tipos de bases en urnas y cuencos/escudillas. Fig. 92. Repertorio de decoraciones sobre vasos de la primera Edad del Hierro. Fig. 93. Fragmentos de molinos de vaivén tallados en distintos tipos de piedra. Fig. 94. Instrumentos líticos tallados en piedra volcánica y caliza. Fig. 95. Muestras de cereal procedentes de dos silos de la primera Edad del Hierro. Fig. 96. Gráfico con la representación de las especies presentes en el yacimiento durante la fase II. Fig. 97. Planta del sector noroeste, con los restos y estructuras de época ibérica bajo los muros de los siglos II a.C. – III d.C. Fig. 98. Sector noroeste. Fosas de extracción de arcilla rellenadas en la segunda mitad del siglo VI a.C. Fig. 99. Sección norte al exterior del complejo de época romana, con el estrato 2065 de la fase IIIa. Fig. 100. UE 2065. 1 a 3: cerámica jonia; 4 a 11: cerámica gris monocroma. Fig. 101. UE. 2065. 1: ánfora etrusca; 2, 6 y 7: cerámica ibérica a mano tardía; 3 a 5 y 8 a 14: cerámica a mano ibérica y de la primera Edad del Hierro. Fig. 102. Secciones estratigráficas de las fosas del sector noroeste del yacimiento. Fig. 103. UE 2174. 1 a 3: cerámica jonia; 4: posible fragmento corintio; 5 a 13: ánfora etrusca; 14 y 16: ánfora ibérica; 15 y 17: ánfora fenicia. Fig. 104. UE 2174. 1 a 17: cerámica gris monocroma; 18 a 33: cerámica a mano; 35 y 16: cerámica ibérica a torno. Fig. 105. Fragmentos de crátera corintia decorada. Fig. 106. UE 2174. 1: cerámica ibérica o protoibérica a torno; 2 y 3: instrumentos líticos (pulidor y molino). Fig. 107. UE 2174. Escarabeo de Naucratis. Fig. 108. UE 2177. 1: lámina de hierro; 2: cerámica de pasta clara massaliota; 3 a 5: cerámica gris monocroma; 6 y 7: cerámica ibérica oxidada; 8 y 10: cerámica a mano; 9: común ibérica gris. Fig. 109. UE 2178. 1 y 2: cerámica jonia; 3 a 13: gris monocroma; 14 a 23: cerámica a mano; 24: bronce; 25: molusco. Fig. 110. Copa jonia del estrato 2178. Fig. 111. UE 2181. 1 y 2: ánfora etrusca; 3 y 4: cerámica campaniense; 5, 8 y 23: cerámica común ibérica; 6: TS sudgálica; 7 y 28-30: cerámicas africanas altoimperiales; 9 a 14: cerámica a mano; 15 a 22: gris monocroma; 24 a 26: ánforas ibéricas e indeterminada; 31: disco de piedra; 32: cerámica común romana. viii

Lista de ilustraciones Fig. 112. Secciones estratigráficas exterior e interior del sector noroeste. Fig. 113. Situación del silo 2063 al exterior del muro norte del complejo de época romana. Fig. 114. UE 2063. 1: objeto tallado en un asta de ciervo; 2 y 8-11: cerámica ibérica a torno, oxidada; 3 y 6: gris monocroma; 4, 5 y 7: cerámica ibérica a mano. Fig. 115. UE 2063. Objeto o instrumento tallado en un fragmento de asta de cérvido. Fig. 116. UE 2063. Molino de vaivén e instrumentos líticos. Fig. 117. Secciones estratigráficas del silo y niveles ibéricos bajo las termas romanas. Fig. 118. Sector interior noroeste, con silos afectados por los trabajos de época romana. Fig. 119. Fosa/silo de época ibérica bajo los cimientos de las termas de época romana. Fig. 120. UE 2022/2024. Cerámica de la primera Edad del Hierro e ibérica. 15: instrumento lítico. Fig. 121. UE 2022/2024. 1: ánfora fenicia; 2: pithos fenicio; 3 a 8: cerámica ibérica decorada con pintura roja; 9: ánfora etrusca. Fig. 122. UE 2022/2024. 1 a 4: cerámica a mano del Bronce Final y 1ª Edad del Hierro; 5: cerámica oxidada de tradición fenicia; 6: cerámica ibérica a mano; 7: ánfora griega oriental. Fig. 123. UE 2022/2024. 1 a 9: cerámica a mano; 10 y 13: cerámica ibérica oxidada; 11 y 12: cerámica ática. Fig. 124. UE 2022/2024. 1 y 2: cerámica jonia; 3 a 12: gris monocroma. Fig. 125. Secciones estratigráficas de la zona noroeste interior. Fig. 126. Restos de silos ibéricos localizados bajo el ángulo N.O. de la primera fase del edificio de época romana. Fig. 127. UE 2045. 1 a 7: cerámica ibérica a mano; 8: gris monocroma; 9 y 10: cerámica ibérica a torno. Fig. 128. UE 2046. 1: ánfora púnica; 2 y 3: cerámica gris y oxidada de la costa catalana; 4: fusayola; 5: gris monocroma. Fig. 129. UE 2046. 1: cerámica de pasta clara de tipo massaliota; 2 a 5: cerámica jonia; 6 a 9: gris monocroma. Fig. 130. UE. 2046. Cerámica gris monocroma. Fig. 131. UE 2046. Cerámica gris monocroma. Fig. 132. UE 2046. 1 a 7: ánfora etrusca; 8: mortero etrusco; 9: ánfora de la Grecia del Este. Fig. 133. UE 2046. 1 a 14: cerámica ibérica a mano; 15 y 16: objetos de hierro. Fig. 134. UE 2053. Cerámica ibérica a torno, decorada. Fig. 135. UE 2053. 1 a 5: cerámica a mano; 6: ánfora de la Grecia del Este; 7 y 8: ánfora ibérica; 9 y 10: gris monocroma. Fig. 136. UE 2055. 1 a 6: cerámica a mano; 7: gris monocroma; 8: ánfora ibérica; 9: cerámica ibérica a torno. Fig. 137. Planta general del sector central y suroeste, con indicación de los ámbitos de la fase IIIa bajo los muros de época romana. Fig. 138. A) Vista general del sector central de la vertiente oeste del yacimiento. Todos los muros visibles pertenecen a época romana. B) Detalle de algunos ámbitos ibéricos bajo los muros tardorrepublicanos. Fig. 139. Sección estratigráfica del silo 2085 con las afectaciones posteriores. Fig. 140. Vista de detalle de la situación del silo 2085 bajo los cimientos de época romana. Fig. 141. UE 2085. 1: gris monocroma; 2: gris ampuritana tardía (intrusión); 3, 6-18: cerámica ibérica a mano; 4: esfera de granito; 18: cerámica ibérica oxidada, decorada; 20 a 22: cerámica ática. Fig. 142. UE 2070 y 2085. Diversos fragmentos de cerámica ática de figura negras y figuras rojas. Fig. 143. UE 2096. 1: cerámica común etrusca; 2 a 7: cerámica ibérica a mano; 8 a 10: discos tallados sobre fragmentos de cerámica a mano. Fig. 144. UE 2096. 1 a 8: urnas de cerámica a mano; 9: extremo de morillo de terracota. Fig. 145. UE 2096. Diversos fragmentos de jarra de cerámica ibérica a torno, decorada. Fig. 146. UE 2096. 1 a 8: cerámica gris monocroma; 9: cerámica de pasta clara massaliota; 10 a 12: cerámica jonia; 13: anilla de bronce. Fig. 147. Sección estratigráfica del silo 2117/2118. Fig. 148. Silo 2117/2118 junto al camino que cruza longitudinalmente el yacimiento. Fig. 149. Conjunto de bivalvos aparecidos en el estrato 2118. ix

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Fig. 150. UE 2117. 1 a 3: cerámica gris monocroma; 4: cerámica ibérica a torno; 5 a 12: cerámica ibérica a mano; 13 a 16: cerámica campaniense (intrusiones); 17: objeto de bronce. Fig. 151. UE 2118. 1 y 2: cerámica ática de barniz negro; 3 y 4: ánfora etrusca; ánfora griega occidental, imitación tipo corintio; 6 y 7: ánfora ibérica; 8: mortero ibérico; 9 a 11: gris monocroma; 12: objeto de terracota. Fig. 152. UE 2118. Ánfora etrusca. Fig. 153. UE 2118. Fragmentos de adobe. Fig. 154. UE 2118. Jarra de cerámica ibérica a torno con decoración de pintura roja. Fig. 155. UE 2118. 1 a 3: cerámica ibérica a torno; 4 a 21: cerámica a mano. Fig. 156. UE 2118. Cerámica ibérica a mano y disco de terracota. Fig. 157. Planta de detalle y secciones del sector suroeste del yacimiento. En gris, los restos de la fase IIIa bajo los muros de época romana. Fig. 158. Fosa 2125/2126 afectada por las construcciones de época romana. Fig. 159. UE 2125. 1: ánfora etrusca; 2: cerámica gris ibérica (intrusión); 3: mortero ibérico. Fig. 160. UE 2131. 1: cerámica a mano (1ª Edad del Hierro), 2: disco tallado en un fragmento de cerámica a mano; 3: gris monocroma; 4 y 5; ánfora ibérica; 6 y 7: instrumento lítico y molino barquiforme. Fig. 161. Aspecto de la fosa 2134/2134-b afectada por el muro perimetral oeste del edificio de época romana. Fig. 162. Sección estratigráfica de la fosa 2134/2134-b. Fig. 163. UE 2134-b. 1: revestimiento de arcilla con restos de pintura blanca; 2 a 14: cerámica ibérica a mano; 15: disco tallado sobre un fragmento de cerámica a mano; 16: cerámica común etrusca; 17: cerámica de pasta clara massaliota; 18; cuenta de pasta vítrea; 19 y 20: gris monocroma. Fig. 164. UE 2134-b. Fragmentos de arcilla de revestimiento de muro con una capa de pintura blanca. Fig. 165. UE 2134-b. 1 y 2: ánfora ibérica; 3: ánfora etrusca; 4: ánfora magnogriega. Fig. 166. Situación de los restos del silo 2144 afectado por la fosa augustal 2142, al lado de los agujeros de poste de la casa 2 de la 1ª Edad del Hierro. Fig. 167. Secciones estratigráficas del silo 2144. Fig. 168. UE 2144. 1 y 2: cerámica ibérica a torno; 3 y 4: ánfora ibérica; 5: ánfora etrusca; 6: cerámica de pasta clara massaliota; 7 y 9: gris monocroma; 8, 10, 11 y 12: cerámica ibérica a mano; 13: bronce; 14: instrumento lítico: 15: cerámica de paredes finas (intrusión de 2142); 16: conchas marinas. Fig. 169. Planta detallada del sector nordeste, con los restos de diversas épocas, que permiten apreciar la complejidad y afectaciones de los niveles más antiguos (en gris). Fig. 170. La fosa 3099 vista desde diferentes ángulos, con las estructuras de época romana superpuestas. Fig. 171. Planta y sección de la fosa 3099. Fig. 172. UE 3102. Cerámica a mano de la 1ª Edad del Hierro. Fig. 173. UE 3099. 1 a 6: intrusiones del siglo II a.C. 7 a 9: ánfora ibérica; 10: ánfora massaliota; 11: cerámica ibérica a torno; 12: objeto de hueso; 13: bronce; 14: concha marina; 15 y 16: instrumentos líticos. Fig. 174. UE 3099. 1 a 3: cerámica de pasta clara massaliota; 4 y 5: cerámica jonia; 6: mortero ibérico. Fig. 175. UE 3099. Fragmento de ánfora ática de figuras negras. Un sátiro del mismo estilo aparece en un vaso del Agora de Atenas (Moore/Philippides 1986, 57). Fig. 176. UE 3099. Vasos de cerámica de pasta clara massaliota y gris monocroma. Esta última, con un grafito en caracteres griegos. Fig. 177. UE 3099. 1 a 7: gris monocroma; 8 a 10: cerámica ibérica a torno. Fig. 178. UE 3099. Cerámica a mano. Fig. 179. Restos malacológicos procedentes del estrato 3099. Fig. 180. Planta de detalle y secciones estratigráficas del sector sureste, con los restos de la fase IIIa (en gris). Fig. 181. Aspecto general de las fosas del sector sureste, con la fosa 3163 y el silo 3168 en el centro. Fig. 182. Cerámica ibérica a mano de la depresión 3050. Fig. 183. UE 3051. 1: cerámica ibérica a torno; 2: cerámica ática; 3: gris monocroma. Fig. 184. UE 3163. 1 a 3 y 5: cerámica ibérica a mano; 4: Cerámica decorada, posiblemente de la Grecia del Este; 6 a 10: x

Lista de ilustraciones cerámica ibérica a torno. Fig. 185. Sección estratigráfica del silo 3168. Fig. 186. UE 3168. 1, 6-10 y 14: cerámica a mano; 2: fíbula de bronce; 3 a 5, 13 y 15: gris monocroma; 11: ánfora ibérica; 12: cerámica ibérica oxidada; 16: fusayola; 17: mortero ibérico. Fig. 187. UE 3172. Cerámica gris monocroma. Fig. 188. UE 3175. 1: mortero etrusco; 2: mortero ibérico; 3: fusayola; 4 a 10: cerámica a mano; 11: ánfora etrusca; 12 a 14: ánfora ibérica; 15: cerámica ibérica a torno; 16 a 23: cerámica a mano del Bronce Final y 1ª Edad del Hierro. Fig. 189. Fíbulas de bronce de los estratos 3168 y 3175-a. Fig. 190. UE 3182. 1: gris monocroma; 2: cerámica ibérica a torno, decorada; 3 a 9: cerámica ibérica a mano. Fig. 191. Fragmento de plato à marli de gris monocroma, procedente del estrato 3182. Fig. 192. Los silos 3063 y 3072 en el sector nordeste del yacimiento. Fig. 193. Secciones estratigráficas del sector nordeste. Fig. 194. Silo 3063. 1: mortero ibérico; 2, 4 y 5: cerámica ibérica a torno; 3: ánfora ibérica. Fig. 195. Silo 3072. Jarra de cerámica ibérica a torno, decorada con pintura roja. Fig. 196. Silo 3072. 1: cerámica ibérica a torno, decorada; 2: base de copa de pasta clara massaliota. Fig. 197. Sección estratigráfica de la fosa 3076-b en la parte central del yacimiento. Fig. 198. La fosa 3076-b, encajada entre afloramientos de roca natural y cortada por un muro de época romana. Fig. 199. UE 3076-b. 1 y 5: cerámica de pasta clara massaliota; 2 a 6: gris monocroma; 7 a 14: cerámica a mano de diversas épocas; 15 y 16: intrusiones de cerámica campaniense; 17: mortero massaliota; 18: ánfora ibérica. Fig. 200. UE 3060b/3062. 1 a 3: cerámica oxidada de la costa catalana; 4: cerámica corintia. Fig. 201. UE 3060/3061. 1 y 2: gris monocroma; 3: taller de Ullastret; 4 a 6: pasta clara massaliota; 7 a 12: cerámica ática; 13: disco de hueso tallado; 14 a 27: gris de la costa catalana. Fig. 202. UE 3060/3061. Cerámica ibérica a torno. Fig. 203. UE 3060/3061. 1 a 5: ánforas; 6: mortero. Fig. 204. UE 3060/3061. Cerámica ibérica a mano. Fig. 205. UE 3060/3061. Cerámica ibérica a mano. Fig. 206. UE 3064. 1 y 2: cerámica ática; 3 a 6: cerámica ibérica a torno; 8: ánfora ibérica; 9: cerámica a mano. Fig. 207. Sección estratigráfica de los silos 3075 y 3078. Fig. 208. UE 3078. Cerámica ibérica a torno, decorada. Fig. 209. UE 3078. Cerámica ibérica a torno, gris y oxidada. Fig. 210. UE 3078. 1 a 6: cerámica ibérica a torno; 7: gris monocroma; 8: fusayola; 9 a 12: cerámica ática; 13 a 15: ibérica a mano. Fig. 211. UE 3078. Cerámica ibérica a mano. Fig. 212. Sección estratigráfica de la vertiente nororiental. Fig. 213. UE 3079. 1: cerámica ática; 2: ánfora massaliota; 3: copa jonia; 4: ibérica a torno decorada; 5 a 10: ibérica a mano; 11: gris de la costa catalana. Fig. 214. UE 3080. 1 y 2: cerámica a mano; 3: gris monocroma; 4: gris de la costa catalana; 5: griega oriental; 6: copa jonia; 7 y 8: ática; 9: cerámica común ibérica; 10: hacha de piedra. Fig. 215. Sección estratigráfica de los silos 3066 y 3067. Fig. 216. Silos 3066 y 3067 en el sector nororiental. Fig. 217. UE 3066. 1 a 5: gris monocroma; 6 y 7: cerámica ibérica a torno; 8: ánfora grecoitálica; 9 a 11: cerámica de barniz negro; 12 a 18: cerámica ibérica a mano. Fig. 218. UE 3066. Cerámicas grises y oxidadas de la costa catalana. Fig. 219. UE 3067- 1: ánfora grecoitálica; 2: cerámica ibérica a mano. Fig. 220. Ánfora grecoitálica del silo 3067. Fig. 221. Depósito de ofrendas 3057c. 1: barniz negro del taller de las pequeñas estampillas; 2: gris de la costa catalana; 3: cerámica ibérica a mano; 4: ánfora grecoitálica. xi

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Fig. 222. UE 3075. 1, 3, 4 y 5: cerámica ibérica reducida, a mano y a torno; 2: gris de la costa catalana. Fig. 223. UE 3119. 1 y 4: ánfora ibérica; 2 y 3: cerámica a mano de la 1ª Edad del Hierro. Fig. 224. Sección estratigráfica del silo 3140/3141 y el fondo de cabaña anexo 3189. Fig. 225. Silo 3140. 1: ibérica a torno con una ligera capa de engobe blanco; 2 a 5: ibérica a mano; 6: ánfora massaliota. Fig. 226. UE 3141. 1 y 2: ánfora ibérica; 3: cerámica ibérica oxidada. Fig. 227. Ánfora ibérica del estrato 3141. Fig. 228. Fragmentos de una jarra ibérica decorada con pintura roja, del silo 3141. Fig. 229. UE 3141. 1 a 4: gris de la costa catalana; 5: cerámica ibérica con pintura blanca; 6: barniz negro del taller de las pequeñas estampillas; 7, 8 y 12: ibérica a torno. 9: ática; 10: pasta clara massaliota; 11: cuerno de bovino; 13 a 15: ibérica a mano. Fig. 230. UE 3092. 1 y 2: ánfora ibérica; 3, 14, 16, 17 y 18: ibérica a torno; 4: mortero ibérico; 5: gris de la costa catalana; 6: gris monocroma; 7 a 13: ática; 15: ánfora massaliota. Fig. 231. Sector noroccidental. Restos del muro ibérico 2052 bajo las estructuras de época romana. Fig. 232. UE 2050. 1: ánfora ibérica; 2 y 3: gris monocroma; 4: barniz negro; 5: mortero ibérico. Fig. 233. UE 2051. 1 y 2: gris monocroma; 3: pasta clara massaliota; 4 a 8: gris de la costa catalana; 9: barniz negro; 10: ibérica a mano; 11: ibérica a torno; 12 a 15: ánforas púnica, grecoitálica, ibérica y etrusca. Fig. 234. Cuadro resumen de las importaciones y producciones coloniales de la fase III. Fig. 235. Fragmento de vaso stamnoide de la Grecia del Este. Fig. 236. Repertorio de fragmentos de cerámica ática de figuras rojas del yacimiento. Fig. 237. Cuadro tipológico de la cerámica gris monocroma del yacimiento. Fig. 238. Repertorio tipológico de las ánforas presentes en Mas Gusó durante la fase III. Fig. 239. Repertorio tipológico de las principales formas de vasos ibéricos a torno en Mas Gusó. Fig. 240. Variantes en el cuello/borde de las jarras de cerámica ibérica del yacimiento. Fig. 241. Repertorio tipológico de la gris de la costa catalana del yacimiento. Fig. 242. Tipología de la cerámica ibérica a mano de los distintos períodos de la fase III. Fig. 243. Cerámica común etrusca, morteros etruscos, ibéricos y massaliotas. Fig. 244. Fragmentos de las tres estelas aparecidas en el yacimiento.

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ABSTRACT Mas Gusó is an archaeological site located at north-western Iberia, near the Mediterranean, between the villages of Bellcaire d’Empordà and Albons, and about 5 km south of Empúries, the ancient Phocean colony, funded around 580 BC, which was the entry point of the Roman Empire into the Iberian Peninsula, and which later on became episcopal see at Late Antiquity.

very well documented distinctive phases. It prevailed until about mid to late third century BC, when it disappeared rapidly. Each of the phases is revealed in all its plenitude by numerous artefacts that mostly proceed from silos, which testify to the relationship with the neighbour colony and the intense exchange taking place between the rural settlement and Empúries, from where they obtained products manufactured in other colonies and eastern Greece.

Mas Gusó constitutes an exceptional site, in spite of its reduced area, because its location and extended occupation makes it an ideal example of the evolution of the peopling of the plain surrounding Empúries, and by extension, of north-western Catalonia. Indeed, the oldest levels present at the site correspond to the Late Neolithic period, with artefacts that identify it as belonging to the Veraza group and relate it to a coetaneous site located at Les Corts of Empúries. The later evolution, with periods that cannot be clearly apperceived, leads to a second occupation during the Early Bronze Age, which can be roughly dated during the second millennia BC. A few occupation remains and a burial pit have reached our days.

About a century after the decay of the Iberian settlement, around 130 BC, the Roman administration built a new building above the already forgotten Iberian remains. This building has been identified as a temporary praesidium, which was demolished and rebuilt anew just before 100 BC and expanded about 70/80 BC, now probably acting as statio as well. The new construction prevailed nearly unchanged until 270/280 AD, when it was completely abandoned and dismantled. The thirteen excavation campaigns finalized in 2014 provided, in addition, an ample repertory of all kinds of artefacts, although mostly pottery. This has allowed the compilation of a complete and comprehensive catalogue of the local and imported production found at the settlement as well as within a wide area covering the north-west of the peninsula for a period of about 1200 years. This provides a highly valuable baseline information source for the study and dating of the different typical productions, and a tool to validate chronologies, put other chronologies in context, and elaborate clay ware studies to complement those obtained in the past.

Nonetheless, the best documented periods are those taking place afterwards. That is, from Late Bronze IIIb and on —especially those belonging to the Iron Age, the Greek colonisation and the Iberians— showing absolute continuity from the beginning of the first millennia BC. In that sense, the Early Iron Age is the best documented period and the one that has provided more remains of all kinds. Three housings have been precariously preserved, as well as construction materials dumped into pits that have allowed the reconstruction of the structure and wall decorations, a wide collection of pottery items, and numerous clay extraction pits, used both in construction and pottery production.

In this volume we present the oldest remains and artefacts, those predating the Roman settlement, since the Roman complex is worth a complete study of its own to analyse the entirety of its characteristics, evolution, structure, chronology and interpretations, placing the praesidium/ statio in a very special historical and geographic context, set completely apart from the housings dating back to the Iron Age and Iberian occupations.

The end of this settlement and the creation of a new one by 580/570 BC, at the time Emporion was founded. The new inhabitants can be considered Iberian nearly from the second quarter of the sixth century BC. This Iberian settlement, with a farming-stockbreeding economy such as in prior settlements, evolves in a very fast way and in

Translation: Neus Isern (Universitat de Girona)

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

Agradecimientos La colaboración y consejos de varias personas e instituciones han hecho posible la excavación del yacimiento, el estudio de sus diversos materiales y, finalmente, la publicación de los resultados obtenidos. Es justo y necesario manifestar nuestro agradecimiento a todas ellas. En primer lugar, a los propietarios de las fincas afectadas por la excavación, señores Juan Gusó y Jordi Ponjoan, por las facilidades prestadas en todo momento. A los colaboradores en los trabajos de campo, Joan Colomer y Jordi Turón, que han soportado un parte importante del peso de la excavación. A los amigos y colegas del Museo de Arqueología de Cataluña - Empúries, Marta Santos, Pere Castanyer, Joaquim Tremoleda y demás personal de ese centro, por los consejos, informaciones y acceso a su biblioteca para elaborar este libro. A Aurora Martín, que desde su cargo como anterior directora del MAC-Girona y del conjunto de Ullastret, propició la realización de las primeras campañas de excavación y ha seguido con interés todo su desarrollo hasta el final. A especialistas vinculados a la Universidad de Girona, que de manera desinteresada han realizado análisis de materiales específicos y que se incluyen en diferentes capítulos de la publicación. Silvia Albizuri para la fauna; Neus Coromina para el estudio antropológico; Carles Roqué para los análisis pretrológicos de arcillas y pastas. A Neus Isern, que ha tenido la amabilidad de traducir del español el resumen de la página anterior. Sea extensivo nuestro agradecimiento al Laboratori d’Arqueología i Prehistòria de la Universidat de Girona y al Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya por la gestión de los pertinentes permisos de excavación en Mas Gusó.

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INTRODUCCIÓN

cualquier época. Pero Mas Gusó los abarca todos y, de hecho, no podría incluir ninguno más antiguo, debido a la evolución geológica y formación del territorio en el que se ubica, que condicionaron el primer poblamiento posible. De ahí, insistimos, el enorme interés del yacimiento.

Mas Gusó es un yacimiento excepcional en muchos aspectos. Tanto su ubicación sobre un pequeño promontorio rocoso rodeado de una llanura inundable (con la capa freática que en determinadas épocas del año se encuentra a una cota superior a la del nivel arqueológico más profundo), como el hecho de ser un yacimiento hasta cierto punto aislado de su entorno inmediato, así como su larga ocupación, lo convierten en un asentamiento que permite documentar arqueológicamente la evolución de la ocupación humana en la llanura ampuritana en el transcurso de más de dos milenios. Todo ello concentrado en un área de menos 4.000 m2 de superficie.

¿Son aplicables al resto del territorio los datos obtenidos en Mas Gusó? La respuesta sólo puede ser afirmativa, aunque matizable, si nos referimos al territorio que se extiende al abrigo de Emporion. Lógicamente, a medida que nos apartamos del yacimiento, algunas conclusiones deben ir modificándose. Pero, sin embargo, observamos que el comportamiento de Mas Gusó, en cualquier período, no es demasiado diferente al que observamos en una región mucho más amplia, que se extiende desde el nordeste de la Península Ibérica hasta el Golfo de León. Desde el punto de vista de la cultura material, las producciones del Bronce Final y primera Edad del Hierro no son diferentes a las de otros yacimientos de esta gran zona, con matices locales a medida que nos alejamos de los centros principales (Mailhac al norte, Agullana, el grupo ampurdanés, las peculiaridades de la zona del sur gerundense y la Selva, etc.). Es una situación que también puede observarse en el largo período precedente, el Neolítico Final, que se inscribe en el grupo de Veraza, extendido en una amplia zona de las dos vertientes del Pirineo.

En muchos aspectos refleja a pequeña escala lo que sucedió en la vecina Ampurias, ya que experimentó una evolución paralela, sobre todo a partir de la primera Edad del Hierro, especialmente durante el período colonial y la formación de la cultura ibérica y, finalmente, con su desaparición y transformación a partir de la presencia de Roma en este territorio. Un hecho, este último, que se vio inmediatamente reflejado, una vez más, en Mas Gusó, con la construcción de un edificio de carácter militar, que podemos interpretar como un praesidium en un primer estadio, a finales del siglo II a.C., transformado más probablemente en una statio a partir de las fases siguientes. Su desaparición un par de décadas antes del 300 d.C. es casi contemporánea al abandono de la ciudad romana de Ampurias situada en la parte alta del conjunto monumental.

Huelga decir que los primeros contactos coloniales y sus precedentes a partir de los últimos años del siglo VII a.C. –pero sobre todo a partir del segundo cuarto del siglo VI a.C., con la fundación de Emporion–, tuvieron un impacto inmediato en este pequeño asentamiento rural situado a tan sólo 4 km de la colonia focea. El comportamiento de Mas Gusó, en este aspecto, tampoco es diferente al de la mayor parte de yacimientos situados en la extensa región a la que nos hemos referido. Llegan los mismos productos que a cualquier comunidad accesible del resto de la zona costera de Cataluña (y de la Península Ibérica), o del Languedoc y Provenza, con una penetración hacia el interior relativamente profunda. La cultura material, por tanto, muestra una homogeneidad enorme en todo este amplio sector del Mediterráneo occidental. El resultado será la formación de la cultura ibérica en un lapso de tiempo muy corto; aparentemente, en el yacimiento, en el transcurso de una generación. En el primer cuarto del siglo VI a.C. todavía encontramos todos los elementos materiales de una sociedad de la primera Edad del Hierro, y en el segundo cuarto del siglo observamos una comunidad casi ibérica que se consolidará definitivamente hacia el 550 a.C. y perdurará hasta mediados siglo III a.C. o poco más.

Estamos seguros que Mas Gusó no es un caso aislado, ni un yacimiento desconectado del resto del territorio. Ni siquiera debe de ser un caso singular o excepcional. Pero, de momento, no se conoce ningún otro en el hinterland ampuritano inmediato que pueda reflejar tan bien como este la evolución del poblamiento humano en la zona. Aunque el territorio se puede considerar relativamente bien explorado, el resto de yacimientos se encuentran algo más alejados o bien corresponden a períodos concretos o con ocupaciones más cortas. Algunos se fechan en el Neolítico Final (Les Corts en Ampurias), mientras que otros pertenecen a la Edad del Bronce (Puig Mascaró, La Fonollera), a la primera Edad del Hierro (Vilanera), o a época ibérica y romana; estos últimos muy numerosos en esta restringida zona. Pero ninguno de ellos reúne, como Mas Gusó, una secuencia cronológica que abarque todos estos períodos sucesivos. No tendría ninguna otra trascendencia si afectara sólo uno o dos períodos concretos de esta lista, a pesar del interés que tiene cualquier yacimiento, pequeño o grande, de 1

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Hasta ese momento, el yacimiento va reuniendo todos los elementos característicos de las sucesivas etapas históricas que han aparecido dispersas y parciales en otros del entorno, correspondiente cada uno de ellos a momentos diferentes. Nada, por tanto, hace suponer que lo que vemos en Mas Gusó, no se pueda extrapolar y aplicar a un área más extensa. No se trata de tomar este asentamiento como modelo de la evolución del poblamiento humano en la región (de momento, es único y, por tanto, no puede ser modelo de algo que no se repite), sino el lugar que reúne evidencias materiales de todo este largo período, que hallamos dispersas de manera puntual en otros yacimientos, cada uno de ellos perteneciente a una época concreta y más restringida.

es otra cuestión que se aparta del ámbito de este estudio. Nuestra intención, con esta publicación, es dar a conocer los resultados definitivos de las campañas de excavación llevadas a cabo en Mas Gusó durante dos períodos: 19952000 y 2008 hasta 2014. Dado que el yacimiento se ha excavado en su totalidad, excepto una franja central ocupada por un camino público que de momento no puede ser desplazado, los resultados pueden considerarse definitivos. Pocas o ninguna modificación de las conclusiones a las que podamos llegar supondría la excavación de aquella estrecha franja de terreno, si no fuera la aparición de nuevos niveles pertenecientes a cualquiera de las fases de ocupación documentadas, los cuales constituirían sólo un complemento a lo que ya se conoce.

Las informaciones y datos no se limitan sólo a un simple repertorio de producciones cerámicas, locales o importadas, u otros instrumentos de uso cotidiano, sino que van más allá. Permiten reconstruir los sucesivos asentamientos en todas sus vertientes, empezando por la evolución de la técnica constructiva hasta llegar a un conocimiento más profundo de los diversos aspectos económicos de las diferentes comunidades y generaciones que habitaron el lugar, ya sea por medio de los restos carpológicos o de la fauna, que documentan la evolución de una población agrícola-ganadera que esporádicamente aprovechaba otros recursos naturales, como la arcilla, para actividades artesanales en el marco estricto del propio asentamiento.

Por otra parte, los resultados de las campañas 1995-2000 ya se dieron a conocer extensamente en una publicación anterior (Casas/Soler 2004). Por tanto, no repetiremos lo que ya quedó escrito en aquél volumen, ni los materiales o estratigrafías que se expusieron. Recuperaremos algunos en casos puntuales, ya que, o bien complementan aquello que forma parte indisociable de los nuevos descubrimientos (sobre todo relacionados con el hábitat de la primera Edad del Hierro), o bien matizan, corrigen y cambian absolutamente algunas interpretaciones erróneas que habíamos consignado en la anterior publicación debido al estudio de datos y estructuras descubiertas sólo parcialmente. En este sentido, ya hemos señalado que lo que considerábamos uilla romana es un edificio de carácter militar.

El cambio que se producirá en época romana, después de casi tres cuartos de siglo abandonado el hábitat ibérico por causas difíciles de determinar, también constituirá una novedad; un hecho inédito en el territorio, que hemos de atribuir, una vez más, a la presencia de Ampurias.

Sin embargo, sí que expondremos todos los nuevos datos obtenidos durante las campañas del siglo XXI. Primero, porque son estratigrafías y materiales inéditos, que ayudan a clarificar el yacimiento y ponen las cosas en su lugar. En segundo lugar, porque consideramos que al tratarse de un yacimiento cerrado y excavado casi por completo, sin perspectivas de nuevas intervenciones a corto o medio plazo, vale la pena publicar una selección amplia de todo el material arqueológico recuperado, el cual constituye un corpus de referencia que muestra la cultura material habitual en el territorio durante un largo período que abarca más de dos milenios.

Acostumbrados como estamos en identificar cualquier construcción romana situada en el campo como villa rústica (de hecho, así interpretábamos hasta ahora el complejo que se construyó hacia el 130 a.C. en Mas Gusó), la correcta identificación de un edificio público que adopta la planta clásica de un praesidium constituye una novedad de gran trascendencia, sin paralelos en el nordeste de Cataluña (Casas et alii 2015). Su ubicación en este lugar se puede explicar por varias causas, pero en origen debemos suponer que obedecía a una necesidad de control militar, de seguridad y fiscal, en un lugar de paso natural situado al pie de la doble colina de Bellcaire, ocupada por un poblado ibérico de extensión e importancia desconocidas, dado que nunca se han podido hacer excavaciones ni exploraciones sistemáticas en lo que suponemos que es un gran yacimiento. La parcial exploración superficial en el cerro norte (Puig Moragues) y varias intervenciones puntuales dentro del actual núcleo urbano de Bellcaire d’Empordà han permitido localizar materiales y estructuras de época ibérica tardía y romana tardorrepublicana, en general poco explícitas. Pero esa ya

El presente volumen se centrará únicamente en el período más antiguo del yacimiento; el que abarca desde el Neolítico Final hasta el fin del período ibérico. Dejaremos para un segundo volumen el conjunto de época romana, absolutamente diferente del anterior, mucho más complejo, hasta cierto punto desligado de él (no existe nexo entre ambos, a parte de su situación física sobre los restos precedentes), constituyendo una fundación ex novo con una función totalmente diferente. Por otro lado, la cantidad de información relativa al edificio romano requiere un estudio específico y monográfico que analice con detalle su evolución y los diversos aspectos que abarca.

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I. MAS GUSÓ Y EL TERRITORIO

ENTORNO NATURAL

zonas se consideraban humedales. El razonamiento, por tanto, era que si ochenta años atrás la zona presentaba este aspecto, en época ibérica y romana no debería ser diferente, olvidando que la configuración de los campos depende de la actividad humana y de la existencia y mantenimiento de una buena red de canales de drenaje, que podía existir en una época y desaparecer en un período posterior.

Mas Gusó está situado en la llanura ampurdanesa, entre las actuales poblaciones de Albons y Bellcaire d’Empordà, sobre una pequeña elevación rocosa aislada y rodeada de fértiles campos de cultivo. A poco más de 5 km hacia el nordeste se halla el complejo de Ampurias, la antigua Emporion griega, fundación focea de inicios del siglo VI a.C., sobre una pequeña península que con anterioridad había estado ocupada por una población del Bronce Final y primera Edad del Hierro (fig. 1).

La realidad, sin embargo, era otra. El hinterland ampuritano está formado por una llanura holocena resultante de la colmatación de los deltas del Muga/Fluvià, al norte, y del Ter, al sur. Es justamente por el lado sur, donde se sitúa Mas Gusó, donde se localizan varios brazos fósiles del antiguo Ter, totalmente colmatados por lo menos desde hace unos 6.000 años, aunque subsistiendo algunos espacios de humedales en zonas laterales, como la antigua laguna de Bellcaire/Sobrestany. Esta zona constituye una especie de cubeta rodeada por la Muntanya Gran y el Montgrí, al este y al sureste, y por la sierra de Viladamat-Albons al oeste, quedando protegida e invisible desde la costa. Se abre hacia el sur en el corredor de Albons, por donde algunos

Aunque no lo parezca, es difícil describir el paisaje que rodea Mas Gusó, de modo que el lector pueda hacerse una imagen fiel de la realidad. Más lo es, aún, si lo que se pretende es describir lo que suponemos que fue el entorno en la antigüedad. Y debemos utilizar forzosamente el verbo suponer debido a que los estudios geológicos, palinológicos y ambientales llevados a cabo en la zona, centrados sobre todo en el entorno de Ampurias, pero sin excluir Mas Gusó, no han proporcionado todos los elementos que nos gustaría tener para reconstruir de manera fidedigna y segura el aspecto que tenía la zona hace entre 4000 y 2000 años. De hecho, no todas las restituciones de la línea de costa y de la llanura deltaica publicados hace más de 10 años coinciden exactamente; cosa comprensible teniendo en cuenta los pocos sondeos que se habían realizado hasta entonces (Bach 2005; Blech et alii 1994; Blech/Marzoli 2005; Rambaud 2005). Más precisos son los resultados de las prospecciones recientes, que aportan datos concretos y actualizados para conocer la antigua configuración de la zona (Julià et alii 2015). En este sentido, un profundo y documentado estudio del hinterland ampuritano, publicado hace un par de años, constituye la mejor referencia para comprender el entorno natural en el que se sitúa Mas Gusó (Montaner et alii 2014).

* Agullana Peralada Rhode

La Devesa (Besalú)

Pontós R. F luv iá Bàscara

Emporion

Saus

Mas Gusó St. Julià de Ramis

Los resultados de las prospecciones más recientes, que son absolutamente fiables, aunque a veces recogen aspectos puntuales, se enfrentan a algunos lugares comunes que han sido ‘verdades’ asumidas durante muchos años; ya sea por una interpretación amplia de algunos textos clásicos (recordemos el ιουνχαριον πεδιον de Estrabón), que permitían considerar toda la llanura ampuritana como un humedal insalubre, así como por el aspecto que ha presentado la zona hasta época reciente. La memoria popular, que no va más atrás de la edad que tiene quien cuenta los hechos, recuerda que todavía en los años 40 y 50 del siglo pasado parte de la zona que rodea Ampurias y donde se ubica Mas Gusó estaba anegada periódicamente por las avenidas del Ter y Fluvià y, por tanto, amplias

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Fig. 1. Situación de Mas Gusó en el N.E. de la Península Ibérica.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias El Montgrí

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Mas Gusó

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Fig. 2. Reconstrucción del paleopaisaje de la zona de Ampurias-Mas Gusó (Montaner et alii 2014).

estaba moldeado tanto por estos arroyos y riachuelos como por la actuación humana que fue configurándolo a partir, sobre todo, del segundo milenio antes de nuestra era. El resultado fue un paisaje humanizado, con partes de las zonas bajas dedicada a la agricultura cerealista y a la ganadería (en cualquier época hay evidencias de la tríada formada por ovicápridos, suidos y bovinos), y las elevaciones que conforman este anfiteatro natural pobladas de vegetación mediterránea típica, mientras que en los márgenes de los diversos cursos de agua de la llanura proliferaba una típica vegetación de ribera.

de los antiguos brazos del Ter llegaban al mar cerca de Ampurias. Es precisamente en medio del corredor de Albons donde se sitúa Mas Gusó, sobre un afloramiento de roca de poca altura (actualmente el punto más alto se eleva sólo 2m sobre los campos que rodean la colina), que es la continuación del extremo norte del Puig Moragues. Tanto la loma donde se halla el pueblo de Albons, como Mas Gusó, Puig Moragues y la colina del pueblo de Bellcaire, son las cumbres de una baja cadena rocosa del Pleistoceno que se descuelga del macizo del Montgrí, cuyos espacios intermedios, más bajos, fueron recubiertos por los depósitos de la llanura holocena (fig. 2).

Los estudios de paleobotánica que se han llevado a cabo en los últimos años, sobre todo a partir de los resultados del sondeo de Sobrestany, permiten reconstruir con fiabilidad la cobertura vegetal de los últimos 6.000 años en el Alt Empordà, y su evolución como consecuencia de la actuación humana en distintos períodos (Parra et alii 2005). En resumen, se ha documentado, a partir de los análisis de polen, la presencia de un robledal en toda la llanura, que fue sustituido por bosque de encinas y alcornoques hacia comienzos del tercer milenio a.C., más resistente a las sequías estivales; unos bosques en los que a partir de finales del segundo milenio aumenta la presencia del pino. Aproximadamente en la misma época o poco antes, la extensa cobertura de bosque fue rota debido a una actividad agrícola; primero esporádica y aislada, y más intensa a partir de época ibérica. También se detecta, por las muestras, la presencia de cereal (no puede determinarse si silvestre o cultivado), que no sabemos hasta qué punto puede relacionarse con la ocupación humana de la región.

La situación del yacimiento en este punto descartaría la existencia de humedales y marismas en su entorno inmediato, aunque es cierto que estos no se hallaban demasiado lejos, sobretodo por el lado oriental y septentrional, como señalan los más recientes estudios geológicos citados. De hecho, para el período grecorromano se ha puesto de manifiesto la existencia de una zona húmeda, casi laguna de agua dulce, que prácticamente rodea el promontorio por su extremo norte (Montaner et alii 2014, 45 y fig. 13-14). Sin embargo, si tenemos en cuenta que desde prácticamente la primera ocupación documentada, y sobre todo a partir del Bronce Final, la actividad del asentamiento era estrictamente agrícola y ganadera, debemos considerar que las tierras de cultivo se encontraban al pie mismo de la colina, limitando físicamente con el hábitat. Por otra parte, la localización de niveles de ocupación y silos excavados en el subsuelo, cuya parte inferior se sitúa a una cota más baja que la capa freática actual, demuestra claramente que la zona inmediata al yacimiento se encontraba en terreno seco o, como mínimo, bien drenado y que, en cualquier caso, el nivel de la capa freática en la antigüedad era sensiblemente más bajo que el actual (fig. 3 y 4).

Este panorama general, que puede ser aplicado a todo el Alt Empordà, es también especialmente aplicable a la zona de Mas Gusó, la más cercana al lugar de recogida de las muestras polínicas. En general la transformación sufrida en el transcurso de los últimos 6.000 años se ha debido a causas antrópicas, y sería posible atribuir los aclareos del bosque primigenio y la aparición de Olea y Pistacia, así como de

No cabe duda de que el lugar se encontraba sometido a las esporádicas crecidas del Ter o de cualquiera de sus cursos menores que desembocaban cerca de Ampurias, y el paisaje 4

Mas Gusó y el territorio

Fig. 3. El entorno actual, con el Montgrí al fondo, desde el centro del yacimiento.

Fig. 4. Nivel de agua en la zona este del yacimiento como consecuencia de las lluvias habituales en primavera.

Cerealia, al establecimiento y desarrollo de las primeras comunidades estables en el territorio a partir del Neolítico Final y especialmente durante las edades del Bronce y del Hierro, ya en un estadio mucho más avanzado y con una ocupación y explotación mucho más intensa del territorio. Mas Gusó sería uno de estos pequeños asentamientos que, con altibajos, siguió todas las etapas evolutivas en este entorno natural que poco a poco irá transformándose.

ese documento. A unos 600 m hacia el sur, en los campos de la vertiente este del actual Puig Moragues, aparece otro plano esquemático de un edificio con la leyenda “vestigis del mas Cantallops”, coincidiendo con los restos de una villa romana localizada durante las prospecciones de las primeras campañas en Mas Gusó y su entorno, a principios de los años noventa del siglo pasado, explorada en superficie pero no excavada (fig. 5-B). Este documento, de hecho, no llegó a nuestras manos hasta que hubo finalizado la última campaña de excavaciones de 2014 y, por tanto, no tuvo

BREVE HISTORIA DE LA IDENTIFICACIÓN Y EXCAVACIÓN DEL YACIMIENTO

El descubrimiento de Mas Gusó se produjo, como la de la mayor parte de los yacimientos, de forma casual y como consecuencia de la apertura de una zanja de desagüe al inicio de la finca que delimita el pequeño cerro por el lado este, a principios de los años 70 del siglo pasado. Diez años después de esta actuación, en una visita casual del lugar, nosotros mismos pudimos constatar que había evidencias de un yacimiento que, de entrada, no podíamos calificar, dado que los únicos vestigios eran la cerámica esparcida superficialmente por la finca y piedras arrancadas de algún muro. Esta fecha puede considerarse como la de su descubrimiento oficial y su incorporación a la Carta Arqueológica de Girona (Nolla/Casas 1984, 121).

A

De hecho, el yacimiento no era tan desconocido algunos siglos atrás, a pesar de que se había ido destruyendo y se había perdido su memoria en épocas muy recientes. El caso es que en un capbreu (plano catastral) del año 1742, aparece claramente el topónimo Puig Moragues, Cap de Puig o Pilas, señalando el yacimiento (al parecer, actualmente el topónimo se ha desplazado hacia la loma situada hacia el sur) y, en el centro de la colina, se ve el plano esquemático de un edificio con la leyenda “edifici o casa en lo mig del puig” (edificio o casa en el centro de la colina), (fig. 5-A). Se refiere a los restos del edificio de época romana, que, por las informaciones que hemos recogido, aún conservaba algunos muros en pie hasta muy avanzado el siglo XX.

B Fig. 5. Plano catastral de 1742 en el que aparecen señalados los restos de Mas Gusó (A) y una villa romana al sur (B).

No es el único yacimiento de época romana que aparece en 5

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias ninguna relación con el redescubrimiento y excavación de Mas Gusó.

la fundación colonial de Emporion (Casas 2001; Casas/De Hoz 2011; Casas/Soler 2000, 2004, 2011, 2012, 2014 y 2015).

La primera actuación arqueológica en el yacimiento la llevamos a cabo en el año 1987, gracias al permiso del propietario de la mitad de la finca donde se sitúa, Sr. Joan Gusó, y del Sr. Ponsjoan, propietario de la otra mitad; los cuales facilitaron en todo momento los trabajos hasta la excavación completa del cerro. En aquella primera campaña nos limitamos a la apertura de dos catas en el campo de la parte baja del sector oeste del yacimiento. Nuestra intención era tan sólo obtener una secuencia estratigráfica que nos ayudara a fechar lo que suponíamos que era una villa romana y comprobar si existía un paralelismo cronológico y evolutivo con otros yacimientos de la misma zona, especialmente Tolegassos (Viladamat).

Nuevas circunstancias propiciaron el inicio de sucesivas campañas de excavación a partir del mes de abril de 2008, aunque sin financiación pública, asumiendo nosotros el gasto (de sua pecunia fecit). Con un equipo reducido, pudimos finalizar la excavación de toda la parte privada del yacimiento (cruza la finca un camino público inalienable e inalterable), en el transcurso de 7 campañas, que acabaron el verano de 2014. Salvo esta franja afectada por el camino y alguna zona marginal que continua hacia los campos de alrededor, fuera del recinto edificado y en la que únicamente se desplazó material cerámico procedente de la parte alta del yacimiento como consecuencia de la erosión y degradación de años, consideramos que éste se excavó en su totalidad. Incluso es previsible lo que puede quedar enterrado bajo el camino central, ya que la planimetría de la excavación, los muros, estructuras y estratigrafías colindantes, permiten restituir la parte no visible con poco o ningún margen de error (fig. 6).

Aparte de constatar que en líneas generales era coincidente (al menos, había una sucesión de fases desde el siglo II a.C. hasta el siglo III d.C.), se localizó parte de un pequeño edificio termal que, en un primer momento no pudimos interpretar adecuadamente, observando tan sólo que se trataba del balneum de una villa. Nada excepcional para la época. Observamos, eso sí, vestigios de cerámica ibérica que consideramos anteriores al siglo III a.C. y que nos hacían suponer un origen más antiguo para el yacimiento, y más teniendo en cuenta que en superficie también habíamos recuperado algún fragmento de cerámica ática (Casas 1988-89).

Los resultados se expondrán en las páginas siguientes, aunque los hemos avanzado a grandes rasgos; de la misma manera que en un próximo apartado haremos un esbozo muy general de las sucesivas fases de ocupación del yacimiento, a modo de resumen y para situar, de entrada, al lector en el marco general de lo que se irá exponiendo con detalle en los capítulos oportunos.

Después de un largo paréntesis casi obligado, mientras excavábamos la villa romana de Tolegassos, en Viladamat, no volvimos a reemprender los trabajos hasta el año 1995; esta vez, ya en una campaña programada, enmarcada en el proyecto de intervenciones en el conjunto de Ullastret debido al encuadre de las fases más antiguas de Mas Gusó en el período ibérico y presumiblemente dentro de la zona de influencia de aquel importante poblado. A partir de ese año, se llevaron a cabo campañas anuales de forma continuada hasta comienzos del 2000, año en que tuvieron que ser interrumpidas por circunstancias ajenas a nuestra voluntad.

LA SECUENCIA CRONOLÓGICA

La primera ocupación del cerro puede situarse claramente en el Neolítico Final. Ya a partir de las campañas de excavación de la década de los noventa del siglo pasado, se identificó un estrato bajo la parte más profunda de las estructuras más recientes (de época romana), que atribuimos al grupo de Veraza (Casas/Soler 2004, 15-21). En aquellos momentos se consideró un hallazgo aislado, producto de una frecuentación esporádica y puntual. Excavado casi todo el yacimiento, no podemos saber si se extendió más ni si tuvo continuidad, aunque todo parece señalar que sí, ya que en las últimas campañas de excavación se han descubierto nuevos materiales de la misma época, en general descontextualizados y mezclados con materiales de época romana. Deberíamos considerarlos, por tanto, pertenecientes a la fase Ia del yacimiento.

Durante aquellas seis campañas se excavó buena parte de la mitad este y noroeste del yacimiento, obteniendo una secuencia estratigráfica que ponía de manifiesto una primera ocupación muy limitada durante el Neolítico Final y ya de mayor intensidad a partir del Bronce Final y primera Edad el Hierro, desarrollándose un hábitat ibérico de carácter rural a partir del siglo VI a.C., el cual fue evolucionando y se transformó en lo que creíamos que era una villa romana fundada en el último cuarto del siglo II a.C., para desaparecer a finales del siglo III de nuestra era. Los resultados, con las interpretaciones que permitía la excavación incompleta del yacimiento (erróneas para la fase romana), fueron publicados exhaustivamente (Casas/ Soler 2004), y dieron lugar a varios trabajos sobre aspectos puntuales y poco conocidos en la época sobre el período de la primera Edad del Hierro y la fase contemporánea a

En una segunda fase (o subfase Ib), que probablemente es la continuación de la anterior, el promontorio estuvo habitado o frecuentado por una comunidad reducida perteneciente al horizonte del Bronce Inicial. Se trata de niveles de ocupación bastante alterados por actividades posteriores, asociados a lo que parecen hogares y también con una sepultura; siempre, sin embargo, con material escaso. Probablemente, a partir de ese momento se podría considerar la existencia de una continuidad hasta el 6

Mas Gusó y el territorio

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Fig. 6. Planta general del yacimiento con todas las estructuras de diferentes épocas.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Bronce Final, que perduró de forma irregular hasta la transición Bronce-Hierro (fase II). Aunque identificamos prácticamente todos los tipos cerámicos comunes en el territorio y presentes en la necrópolis de Agullana a partir del siglo IX a.C. (Toledo/Palol 2006) y en la mayor parte de los yacimientos contemporáneos de la zona, los niveles, depósitos, estructuras y evidencias de un hábitat permanente con una construcción muy elaborada, pertenecen sobre todo a la transición entre los siglos VII y VI a.C., aunque con una cantidad notable de fragmentos cerámicos residuales correspondientes a los siglos anteriores. En todo caso, a partir de estos años no apreciaremos vacío alguno en su ocupación posterior.

hecho circunstancial, como es la conservación de silos pertenecientes al período que abarca básicamente el siglo IV a.C. (sobre todo a partir del segundo cuarto). De hecho, la mayor parte de las fases del asentamiento ibérico se conocen gracias al contenido de silos, depósitos y fosas que escaparon a la destrucción más generalizada de los restos con motivo de la construcción del gran edificio de época romana. El asentamiento ibérico desaparece en un momento impreciso que situamos poco después de mediados del siglo III a.C. Esta primera mitad de siglo es la que hemos llamado fase IIId, y corresponde al hábitat más reciente y al momento de abandono del yacimiento. No queda claro en qué fecha exacta se produjo este abandono. Pero, a partir del material arqueológico, apreciamos un vacío que se extiende por lo menos desde la segunda mitad avanzada del siglo III hasta el tercer cuarto del siglo II a.C. No hallamos materiales que puedan asociarse claramente a este período (y menos aún ningún ámbito o estrato). Un hecho significativo: en todo el yacimiento sólo hay un pequeño fragmento rodado de plato de pescado de barniz negro (Lamb. 23), forma propia del siglo III a.C. y que prácticamente desaparece hacia el 200 a.C.

Es posible seguir con detalle las diferentes etapas, desde los primeros contactos coloniales durante el siglo VI a.C., la formación de la cultura ibérica y su evolución entre los siglos V a III a.C. La hemos definido como la fase III, que hemos podido dividir en diferentes subfases gracias a conjuntos homogéneos pertenecientes a cada una de ellas. La fase IIIa es la correspondiente al inicio de la cultura ibérica, surgida como consecuencia de la fundación de la Palaia Polis de Emporion a principios del segundo cuarto del siglo VI a.C. Un hecho determinante en toda la zona y especialmente reflejado en Mas Gusó, que sufre un cambio profundo y rapidísimo; se transforma el antiguo asentamiento de la primera Edad del Hierro y surge uno nuevo, sin solución de continuidad, que adopta técnicas constructivas importadas, recibe de manera generosa productos de la fundación focea y del otro extremo del Mediterráneo y ve surgir una nueva sociedad que, en este primer estadio, no sería inadecuado calificar de protoibérica. Esta fase se extiende desde el segundo cuarto del siglo VI a.C. hasta los últimos años de la centuria o primeros del siglo V a.C., alrededor del 500 a.C., ya en plena consolidación de la cultura ibérica.

A partir del último tercio del siglo II a.C. entramos en una nueva etapa, la de época romana, con la implantación de un edificio complejo, de planta sensiblemente cuadrangular, que se fecha hacia el último cuarto del siglo II a.C. (probablemente en torno al 130 a.C.), reformado apenas unos años más tarde. En esta primera fase, es un edificio muy mal conservado; los muros fueron reaprovechados en la construcción del edificio de planta regular que sustituyó al primero, que tiene aspecto de ser algo provisional. Aquellos muros que no se adaptaban o no podían ser incorporados al nuevo edificio, sencillamente se desmantelaron para aprovechar los bloques irregulares de piedra, o sólo quedó la parte correspondiente a los cimientos.

La fase IIIb corresponde, básicamente, al siglo V a.C., enmarcado en lo que se ha denominado Ibérico Antiguo. Hay pocos restos de este período en el yacimiento. No sabemos si debido a una disminución del número de habitantes (en cualquier caso, era poco más que un núcleo familiar), o a la poca actividad y limitadas transformaciones que apenas dejaron rastros materiales en la estratigrafía. En realidad, los grandes estratos se forman sobre todo en períodos de cambios y transformaciones y, por tanto, consideramos hasta cierto punto lógica su casi ausencia si no existieron motivos para su formación. Aparentemente, es un período de paz y tranquilidad, en el que no se documentan nuevas construcciones o remodelaciones. La degradación y destrucción de algunos niveles durante las siguientes fases también podía haber influido en esta situación. Ahora bien. Casi en cualquier estrato posterior aparecen esporádicamente materiales del siglo V a.C., documentando un hábitat del que no podemos conocer la importancia.

Inicialmente considerado como una villa rústica, los indicios proporcionados por las últimas campañas de excavación, la disposición de la planta completa del conjunto en sus diferentes fases, así como otros elementos adicionales que expondremos extensamente en un segundo volumen, señalan que se trata de un edificio público, con toda seguridad de carácter militar, ya que adopta la planta clásica y canónica de los praesidia, si bien no centrado en un campamento, sino aislado en medio del campo a modo de cuartel, cerca del camino que comunicaba Ampurias con el sur del territorio y la zona de la futura Gerunda. Es probable que se hubiera convertido en una statio en un momento más avanzado, en el siglo I a.C., con funciones más fiscales y de control de caminos. Ignoramos qué relación puede tener el hecho de que en los años 881 y 889 Bellcaire d’Empordà aparezca en la expresión de Quartu que vocant Bedenga. Cuatro millas es la distancia que le separan de Ampurias.

La fase IIIc está mejor identificada; quizás por un

La fase 2-a del edificio romano se fecha muy pocos años 8

Mas Gusó y el territorio después de la primera construcción; lo situamos algo antes del 100 a.C. Es totalmente diferente al primero. Aunque cuando le conviene aprovecha los cimientos de algún muro de la fase 1 (sobre todo el de la fachada este), puede considerarse de nueva planta. Esta vez, muy regular y con la unión de los muros formando ángulos rectos, cuadrado y distribuido en varias dependencias dispuestas simétricamente en torno a un patio central, con la puerta a mediodía.

y reparaciones. Detectamos alguna de estas reformas ya en el conjunto inicial, con la adición de algún muro y la supresión de otros, que podemos interpretar como remodelaciones internas de las diversas dependencias. También detectamos cierta actividad edilicia en época augustea, probablemente correspondiente a reparaciones de pavimentos o de algún muro interno. Pero ninguna de ellas parece que pueda considerarse como una nueva fase o subfase, si por ello entendemos una reforma más o menos amplia del conjunto.

Problemas estructurales debidos a su situación sobre una colina que se allanó artificialmente con la construcción de una plataforma sobre muros de piedra seca, causaron su destrucción pocos años después de su fundación. Las paredes perimetrales cedieron debido a la presión interna de las tierras de relleno y, por lo que podemos deducir, los constructores optaron por reconstruirlo de nuevo, sobre la misma cimentación que marcaba la planta original, que constituyó el zócalo y guía; pero esta vez levantando sólidos muros de piedra unida con argamasa. Esta reconstrucción supuso la ampliación hacia el sur con una nueva ala –en la que se dispuso una puerta hasta cierto punto monumental, con una larga fauces–, y la consolidación de la estructura definitiva del edificio. La reconstrucción, que identificamos con la fase 2-b, se fecha hacia los años 80-70 a.C.

El abandono definitivo del edificio tuvo lugar a finales del siglo III de nuestra era. Aparte de numerosos niveles de destrucción conservados de forma irregular en diferentes zonas de la colina, el ámbito más explícito para documentar este abandono es una gran fosa de escombros formada hacia los años 270/280, de manera muy rápida. Entre un repertorio ingente de producciones cerámicas que nos permiten fechar con precisión el depósito, aparecieron restos constructivos vertidos y quemados expresamente dentro de la fosa, junto a lo que interpretamos como parte de la estructura del tejado (vigas, clavos de hierro para fijarlas, etc.), y restos del mismo tejado, bloques de argamasa con las huellas impresas por las tejas, revestimientos de muros con decoración pictórica sencilla de tipo geométrico, etc.

No se registrarán modificaciones sustanciales hasta finales del siglo II o principios del siglo III de nuestra era, con la construcción de un balneum en el ángulo exterior noroeste y un horno de gran tamaño al lado mismo del edificio termal. Sin embargo, entre ambas fases, ya desde la fundación del edificio, detectamos pequeñas reformas o modificaciones, no siempre fáciles de interpretar y atribuir a una fase concreta (la destrucción en algunas zonas es considerable), pero que nos permiten ver que era un edificio vivo, que requería reformas, readaptaciones

Es probable que la destrucción fuera intencionada, para que nadie pudiera aprovechar un edificio de carácter público. Pero en varios lugares dentro del recinto se detectan indicios de expoliaciones posteriores al abandono, que no podemos datar con seguridad. Es posible que los restos de la statio hubieran servido de cantera para la construcción de alguna casa de los pueblos de alrededor. El caso es que en 1742 todavía se conservaban bastante bien las ruinas como para que aparezcan anotadas en el catastro de aquel año.

9

II. ORÍGENES INCIERTOS: EL NEOLÍTICO FINAL Y EL BRONCE INICIAL EL ASENTAMIENTO NEOLÍTICO

exponer con más detalle los materiales y ámbitos asociados al Neolítico, algunos de los cuales ya tuvimos ocasión de analizar en una publicación anterior (Casas/Soler 2004, 15-21), por lo que consideramos innecesario repetir una vez más algunas de las consideraciones que ya expusimos en su momento.

La particular configuración del yacimiento, su larga pervivencia y las alteraciones sufridas a lo largo de casi cuatro milenios desde la primera ocupación documentada, hasta la fecha actual, con las sucesivas destrucciones y remodelaciones provocadas por sus ocupantes durante las distintas fases, han alterado considerablemente los restos pertenecientes al primer hábitat claramente identificado en Mas Gusó. Sin duda, los escasos niveles y materiales dispersos hallados a lo largo de las trece campañas de excavación son sólo una parte de los que se depositaron originalmente, si bien es cierto que no podemos saber, ni siquiera intuir, la extensión del área ocupada por el hábitat original, perteneciente al Neolítico Final.

El único nivel inalterado del Neolítico Final se localizó en la vertiente este del promontorio rocoso de Mas Gusó, sobre una superficie relativamente plana formando un escalón respecto a la roca, cuya pared natural quizá se aprovechó para adosar una estructura simple. De hecho, en el extremo norte se identificó un agujero para un poste, que podía haber constituido uno de los elementos de soporte de la estructura o de la techumbre. La degradación de la roca hacia la parte contraria y las alteraciones que aquella sufrió en períodos posteriores y sobre todo con la cimentación del edificio de época romana, pudo ser la causa de la desaparición de otros agujeros similares. En cualquier caso, será imposible confirmar esta suposición.

¿Hasta qué punto, podemos preguntarnos, los escasos restos localizados pertenecen a un hábitat estable y no a una simple frecuentación esporádica? Teniendo en cuenta su situación en un sector concreto y delimitado, podríamos pensar que la segunda opción sería la correcta. Sin embargo, otros fragmentos cerámicos dispersos hallados en niveles de época ibérica o romana y algunas hachas de basalto (aunque nada impide atribuirlas a la Edad del Bronce), parecen indicar que la ocupación del período Neolítico fue más amplia de lo que se deduce a partir de los pobres restos que han llegado hasta nosotros. En todo caso, no cabe duda de que existió, en esa época, una sencilla estructura de habitación; quizás una simple cabaña, suficiente para albergar un grupo familiar que habría originado el nivel de ocupación que se localizó bajo los cimientos del edificio de época romana (UE 3033b), en este caso, inalterado, con un conjunto de material cerámico y lítico notable.

El resto de la zona presenta un rebaje intencionado, con la finalidad de obtener un espacio llano, formando aquel escalón con respecto al margen rocoso que comentábamos antes. El estrato que se depositó en dicha área ocupa una superficie de unos 4m de longitud norte-sur y 2m esteoeste, si bien ignoramos cual sería su anchura original, puesto que ha desaparecido la parte oriental, como hemos señalado anteriormente (fig. 7: 3033b). Lo mismo cabe decir en relación con su prolongación hacia el sur, también interrumpida y afectada por las construcciones posteriores, o hacia el norte, no sólo alterada por los muros del siglo II a.C., sino que además por una gran fosa rellenada con escombros durante la primera mitad del siglo III d.C. En cualquier caso, la zona rebajada y que presumiblemente había constituido el suelo de la habitación duplica la superficie de la ocupada por el estrato neolítico hallado in situ.

La presencia de este primer hábitat pudo ser el origen de los sucesivos, aunque es muy probable que transcurriera un lapso de tiempo más o menos largo entre este y la ocupación del Bronce Inicial, cuyos restos y niveles se localizan a pocos metros al sur de los primeros y que por hallarse al exterior del área ocupada por las construcciones de época ibérica y romana han aparecido relativamente intactos (fig. 7). En esta ocasión tampoco resulta fácil interpretar de forma segura y adecuada los restos. Si por un lado hallamos un delgado estrato con material cerámico, que sin duda podemos asociar a un hábitat (a veces conservado sólo por el hecho de encontrarse dentro de zanjas y pequeñas depresiones de la roca natural), a escasos metros apareció una sepultura en fosa del mismo período.

El material aparecido en dicho estrato (UE 3033 y 3033b), es homogéneo y con un origen común, en lo que se refiere a las arcillas con las que se modelaron los diferentes vasos. Predominan los recipientes lisos, a menudo con las superficies externas pulidas, con la pasta de color oscuro, casi negro, pero con zonas en las que la cocción oxidante/ reductora ha dado lugar a manchas de color marrón. En ocasiones llevan pequeñas asas de sección casi rectangular, o mamelones cónicos cuya función parece más bien decorativa y no funcional.

Tendremos ocasión de analizarla con más detalle en las páginas sucesivas. De momento, nos centraremos en 11

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

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Cam ino

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3181 3180

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3192

Fig. 7. Planta de detalle de la zona sur. En gris, los restos del Neolítico y Bronce Inicial.

12

El Neolítico Final y el Bronce Inicial marrón y negro según las zonas (fig. 9: 4).

Catálogo UE. 3033/3033b - Fragmento de olla o cuenco de pequeñas dimensiones, decorado con cuatro mamelones distribuidos simétricamente. Pasta con nódulos de cuarzo de diversos tamaños, de color gris oscuro en el exterior y marrón rojizo en el interior (fig. 8: 1).

- Borde de cuenco; pasta micácea, cocción mixta, de color gris oscuro y marrón (fig. 9: 5). - Borde de cuento de paredes ligeramente inclinadas hacia el exterior. Pasta bastante micácea, de color negro y pulida en ambas superficies (fig. 9: 6).

- Fragmento superior de un cuenco de tamaño mediano; pasta color marrón oscuro, más o menos alisada en el exterior, negra en el interior y con desgrasante o impurezas de cuarzo (fig. 8: 2).

- Pequeño cuenco del mismo tipo, pero de tamaño menor, con las mismas características que el resto del conjunto (fig. 9: 7). - Fragmento de un gran cuenco de perfil troncocónico, elaborado con el mismo tipo de arcilla que los descritos anteriormente (fig. 9: 8).

- Mitad superior de un cuenco de tamaño mediano-grande, decorado con mamelones cónicos por debajo del borde exterior. Pasta de color negro, ligeramente pulida en la superficie externa y con un componente de mica de color dorado o broncíneo muy característico de las cerámicas de Mas Gusó de períodos posteriores (fig. 8: 3).

- Fragmento de cuenco, el cual, a pesar de su altura, no tiene la suficiente anchura para determinar su exacta orientación. En una publicación anterior lo habíamos

- Fragmento de cuenco o contenedor semiesférico de gran tamaño, decorado con mamelones en la parte más ancha del cuerpo. Pasta de color marrón oscuro, superficie exterior pulida, con nódulos de cuarzo de hasta 5mm. De color negro en el interior (fig. 8: 4).

2

1 0

5c.

- Borde o mitad superior de un recipiente de pared recta y algo sinuosa, dotado con dos pequeñas asas que en realidad son dos mamelones alargados y perforados horizontalmente. Pasta de color entre gris oscuro y negro, con los acabados poco depurados (fig. 8: 5). - Borde de cuenco de forma parecida al anterior, de pared ligeramente sinuosa y dotado de un asa ancha y con una pequeña perforación. Pasta de color gris en el interior y marrón rojizo en el exterior (fig. 8: 6).

3

- Otra variante de la misma forma, de pared más recta y provista de un asa de sección rectangular. Color marrón en el exterior y negro en la superficie interna. Nódulos de cuarzo de 3-4 mm (fig. 8: 7). - Fragmento de borde de cuenco con apertura inclinada hacia el exterior y decorado con un mamelón cónico algo irregular. Pasta entre gris oscuro y negro (fig. 8: 8).

4

- Borde de cuenco cerrado o vuelto hacia el interior. Diámetro desconocido. Pasta de color rojo oscuro o marrón, con la superficie pulida (fig. 9: 1). 5

- Borde de la misma forma que el anterior; pasta de color gris oscuro y negro, con la superficie rugosa (fig. 9: 2). - Fragmento de borde de recipiente de la misma forma que los anteriores, pero de mayor tamaño, a juzgar por el grosor de la pared. Pasta de color marrón oscuro, con la superficie pulida o alisada (fig. 9: 3).

6

- Fragmento de borde del mismo tipo; cocción mixta, color

7

Fig. 8. Cerámica a mano del estrato Neolítico 3033b.

13

8

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias 3000/3033b

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7 6

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9

12 13

0

5c.

Fig. 9. Cerámica del estrato 3033/3033b, del Neolítico Final.

dentro del grupo de Veraza, por la forma algo sinuosa o de perfil en ‘S’ del cuello. Pasta de color rojo oscuro y gris en el interior del núcleo (fig. 9: 12).

considerado una tapadera (Casas/Soler 2004, fig. 12: 1). Sin embargo, sería una forma hasta ahora inédita en este contexto y, por otro lado, los dos mamelones dispuestos en línea vertical son propios de los cuencos semiesféricos veracienses, por lo que ante la duda, consideramos más apropiado representarlo como tal (fig. 9: 9). - Borde de un pequeño cuenco troncocónico similar al nº 8 de la misma figura, con las características propias del conjunto (fig. 9: 10).

- Fragmento algo extraño, perteneciente a un cuenco de paredes gruesas y forma ligeramente globular, con un mamelón alargado junto al borde. En realidad, se trata de un recipiente de barro sin cocer o con una cocción deficiente que seguramente no pudo ser usado, puesto que la arcilla aún se deshace en el agua (fig. 9: 13).

- Borde o labio de un recipiente exvasado, de forma difícil de identificar, aunque parece tratarse de un cuenco troncocónico. Pasta de color negro (fig. 9: 11).

- Hacha fragmentada y con el talón erosionado, tallada en basalto, con la superficie rugosa y sin que se haya conservado el filo (fig. 10: 1).

- Borde ligeramente exvasado de una urna o cuenco de medianas dimensiones, aunque de forma algo atípica

- Instrumento lítico de difícil interpretación. Se trata de un disco de basalto, más bien elíptico, con cuatro muescas 14

El Neolítico Final y el Bronce Inicial practicadas en cada uno de sus lados, probablemente para facilitar su fijación a un asta (fig. 10: 2). UE. 2094 - Hacha tallada en basalto o similar, pulida en el filo y más rugosa en el resto de la pieza. Talón casi plano. El filo denota un uso prolongado y su rebaje a lo largo de los años a causa de sucesivos retoques por frotación para afilar la zona de corte. Procede de un contexto de época romana y su atribución al Neolítico no es segura, puesto que instrumentos de este tipo continuaron usándose durante la Edad del Bronce (fig. 10: 3).

3 (2094)

1 (3033b)

UE. 3135 - Tercio superior muy fragmentado de un hacha de basalto de gran dureza, pulida y superficie rugosa. Material residual en un estrato del último cuarto del siglo II a.C., en el que se mezclaban otros materiales ibéricos y de la primera Edad del Hierro (fig. 10: 4).

2 (3033b) 4 3135)

UE. 3080 - Hacha de basalto pulido, fragmentada, del mismo tipo que la descrita en primer lugar. En este caso, procede de un estrato reciente, en el que se mezclan materiales del siglo VI hasta el siglo III a.C., por lo que debe considerarse fuera de contexto. Sin embargo, presenta las características formales y técnicas que la primera de la misma figura y podemos atribuirla al mismo período (fig. 10: 5).

5 (3080) 0

6 (3098) 5c.

Fig. 10. Hachas y utensilios del Neolítico Final procedentes de diversos estratos.

UE. 3098 - Fragmento de una gran hacha de basalto pulido, de extrema dureza y con marcas o posibles estrías de uso en la superficie. Procede de un estrato del último cuarto del siglo II a.C., como material residual (fig. 10: 6).

del Bronce Inicial. Pasta de color marrón en la superficie externa y negro en la interna. Bastante micácea, con cuarzo y granos de cal. Decorada con dos cordones lisos más o menos verticales (fig. 11: 2).

UE. 3157 - Fragmento de borde procedente de un estrato del Bronce Inicial, por lo que podría considerarse un residual del período anterior, aunque tampoco es desconocida la forma y decoración en este contexto. Sin embargo, muestra las características de los otros materiales veracienses: pasta de color marrón rojizo, depurada y pulida, con una decoración de cordón liso que recorre horizontalmente la pared (fig. 11: 4).

UE. 3186a - Borde de cuenco ligeramente vuelto hacia el interior. Factura muy irregular, someramente pulido, de color entre marrón y negro, con grandes nódulos de cuarzo, mica fina y puntos blanquecinos. Procede de un contexto del Bronce Final-Hierro, por lo que su atribución al grupo de Veraza se basa únicamente en el aspecto técnico y formal y, por lo tanto, no es segura (fig. 11: 3).

UE. 3178 - Mitad superior y borde de un gran cuenco-contenedor de paredes gruesas, algo irregulares. Conserva el cordón liso que recorre la parte inferior del borde a modo de decoración, adoptando, en general, la misma forma que otro recipiente de menor tamaño que citaremos más adelante (fig. 11: 3). Pasta de color marrón en la superficie externa y negro en la interna. Nódulos de cuarzo blanco de distintos tamaños y bastante micácea. Era el único material de una pequeña fosa circular rodeada y recubierta por niveles del Bronce Inicial mezclados con otros más tardíos (fig. 11: 1).

UE. 3192 - Fragmento de la pared de un gran contenedor, cuyo diámetro máximo no puede calcularse con precisión, pero que sin duda es superior a los 40 cm. Procede del fondo de un vertedero de época romana (275-285 d.C.), mezclado con otros materiales residuales. Pasta de color marrón oscuro en la superficie externa, alisada y pulida, y gris-negro en la interna. Está decorado con los grandes cordones lisos, dispuestos de forma que se adivina una decoración compleja, formando motivos geométricos en forma de ‘V’, ‘Z’ o similar (fig. 11: 5).

UE. 3184 - Fragmento de pared, sin forma, procedente de un contexto

- Fragmento de pared de un gran recipiente decorado con 15

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias (Martín/Mestres 2002, 91-92). Para la cultura veraciense en Cataluña se consideraba un período situado entre el 2875 y el 2210 a.C. (Martín 1986-89, 95-96), y para el sur de Francia la fecha clásica del veraciense se situaba entre el 2400-2300 y el 2100-2000 a.C. (Guilaine 1980, 87), distinguiéndose diversos períodos (antiguo, clásico o reciente). Recientes estudios corroboran y en parte matizan las cronologías establecidas, sugiriendo el período más probable de actividad del grupo veraciense entre el 3200 y el 2200 a.C. (Barceló 2008, 76 y fig. 11)

1 (3178)

Los paralelos para los yacimientos con cerámica Veraza más próximos a Mas Gusó, en esta vertiente sur del Pirineo, se sitúan en cronologías similares: 4490 +/- 90 BP para Ca n’Isach (Palau Savardera) según datación radiocarbónica, o 3400-2700 a.C. para su fase C (Tarrús et alii 1996, 434); 3900 +/- 150 BP en Riera Masarachs (Pont de Molins), 4020 +/- 100 BP en la Balma del Serrat del Pont (Tortellà), o 4290 +/- 120 BP para la Cova d’en Pau (Serinyà) (Martín/Mestres, 2002, 116-121, con las respectivas referencias bibliográficas); 2690-2130 a.C. y 2930-1860 a.C. según dataciones radiocarbónicas en la cueva de Les Pixarelles (Álvarez/Rauret 1996, 443). Mas próximo aún, aunque sin dataciones radiocarbónicas, el yacimiento de Les Corts, cerca de Ampurias y a tan sólo 4 km de Mas Gusó, es el paralelo más claro en todos los aspectos, para los materiales que analizamos (Tarrús 1980, fig. 2).

2 (3184)

3 (3186a)

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6 (3144)

5 (3192)

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5c.

7 (3132)

Fig. 11. Cerámica del Neolítico Final (verazinse) de diversos estratos.

un cordón en relieve, aparecido mezclado con diversos materiales de finales del siglo II a.C. Pasta oxidada/ reducida, de color entre gris oscuro y marrón, con desgrasante o impurezas de grano grueso, entre 3 y 5 mm (fig. 11: 6).

El panorama no es diferente en la vertiente norte de los Pirineos, donde el Veraciense antiguo se inicia hacia los últimos años del IV milenio e inicios del tercero y perdura, en sus fases clásica o reciente, más o menos hasta el 2300 a.C. (Claustre et alii 2002, 324-325).

- Fragmento de pared con asa tubular horizontal. Procede de un estrato tardío, de época augustal. Pasta con las mismas características que el fragmento anterior (fig. 11: 7)

CONCLUSIONES

Como podemos ver, en el conjunto cerámico predominan los recipientes de pequeño y mediano tamaño: cuencos y ollas semiesféricas y raramente platos o recipientes troncocónicos, aunque no sean del todo desconocidos (fig. 8: 8). Se trata de tipos característicos del Neolítico FinalCalcolítico, con toda seguridad asociados al denominado grupo de Veraza, también documentado en zonas próximas a Mas Gusó, como en la colina de Les Corts de la cercana Ampurias (Tarrús 1980), con una cronología amplia, que inicialmente se había situado grosso modo entre el 2500 y el 2000 a.C., coexistiendo con el Campaniforme y precediendo inmediatamente al Bronce Inicial, con el que enlazaría cronológicamente, puesto que éste se sitúa dentro de un amplio e impreciso margen entre el 2100 y el 1300 a.C. aproximadamente.

La adscripción del conjunto al grupo de Veraza no parece ofrecer dudas, a pesar del limitado repertorio de formas y vasos procedentes del estrato 3033b y los aún más escasos procedentes de otros estratos y contextos desiguales que hemos incluido en la relación anterior. No obstante, es precisamente este mobiliario cerámico con un escaso repertorio tipológico y monótono, el propio del grupo. Se caracteriza, además, por unos vasos de perfiles curvos o sinuosos, sin carenas o crestas, apenas decorados. La decoración, en todo caso, puede consistir en simples cordones lisos en la pared del recipiente, por debajo del borde, y guirnaldas de botones o mamelones cónicos distribuidos regularmente alrededor del vaso. El repertorio de formas es hasta cierto punto limitado. Abundan los cuencos semiesféricos de distintos tamaños (fig. 8 y 9), casi siempre con los botones cónicos adheridos a modo de decoración. En otras ocasiones, los cuencos tienen una forma algo más elaborada en su parte superior, con el cuello y borde ligeramente sinuoso o bien claramente recto (fig. 8: 5 a 7). En estos casos, los mamelones cónicos son substituidos por asas perforadas por pequeños orificios que facilitarían su suspensión mediante un simple cordel. En el grupo veraciense, la

Sin embargo, los estudios más recientes y sobre todo las dataciones radiocarbónicas realizadas los últimos años en conjuntos cerámicos, tanto del Neolítico Final general y en contextos con cerámica del grupo de Veraza en particular, en ambas vertientes del Pirineo, muestran una situación algo más compleja y unas cronologías más amplias que, atendiendo a este método de datación, abarcarían aproximadamente el período 4765-3690 BP 16

El Neolítico Final y el Bronce Inicial ocasión, lo único que permite proponer su adscripción al grupo de Veraza son los dos cordones lisos que decoran su pared externa, puesto que no se conservan elementos que permitan identificar la forma del vaso (fig. 11: 2).

presencia de asas es más rara, aunque no desconocida en otros yacimientos contemporáneos, en principio no relacionados con la cerámica de Veraza (Guilaine dir. 1980). Citemos, a modo de ejemplo, algunos paralelos similares que pueden ilustrar la presencia de pequeñas asas, a veces como simples mamelones perforados horizontalmente. Un ejemplar parecido, no idéntico, lo hallamos en Pérairol (Aude, Francia) (Guilaine/Rigaud 1968, fig. 13: 1); en el yacimiento de Broum (Hérault, Francia), en el marco de un grupo cronológico contemporáneo al de Veraza (Claustre et alii 2002, fig. 3), o en el de la Gare à Cruzy (Hérault), perteneciente al final de la llamada etapa clásica del veraciense, hacia mediados del tercer milenio (Montécinos 2004, 100-102 y fig. 8: 24-25).

En cuanto al tercer fragmento, se trata de parte de la pared de un gran recipiente, cuyas dimensiones no podemos calcular con precisión, pero al que suponemos un diámetro superior a los 30 cm teniendo en cuenta su grosor y el arco que describe la parte conservada (fig. 11: 5). En este caso, procede del fondo de un vertedero de época romana, formado hacia el 270/280, como tendremos ocasión de exponer en su momento (UE 3192). Como en el caso anterior, conserva la decoración de cordones en relieve adheridos a la pared externa (uno horizontal y el otro oblicuo), característicos del grupo veraciense.

Tampoco son desconocidos en este estrato los cuencos de borde cerrado o vuelto hacia el interior (fig. 8: 1 y fig. 9: 1 a 5), de factura, acabado y tamaños diversos y, en una ocasión, con la consabida decoración en el mismo borde, a base de una protuberancia alargada, más o menos rectangular. La forma se distribuye por toda el área en la que se halla presente la cerámica del grupo de Veraza; en Cataluña, en el yacimiento de Canal dels Avellaners (Berga) (Martín 1976, fig. 3: 4); en Les Corts d’Empúries (Tarrús 1980, fig. 1: 6); en el sur de Francia, en la Molinasse (Vaquer 2002, fig. 3: 11); y en las distintas fases de los yacimientos veracienses de Mailhac (Montécinos 2002).

La aparición de estos fragmentos durante las campañas de 2008 a 2014, aunque pobres, completan las informaciones obtenidas en las excavaciones más antiguas y, a pesar de la modestia de estos hallazgos, permiten confirmar aquello que ya expusimos en la anterior monografía sobre el yacimiento, en relación con la ocupación neolítica de Mas Gusó, su cronología, su extensión, la adscripción al grupo veraciense (Casas/Soler 2004, 20). Sin embargo, aquellas discordancias que apuntábamos en nuestro anterior trabajo, ahora se han visto resueltas y explicadas gracias a los fragmentos aparecidos recientemente. Con ellos podemos completar el repertorio de características de los recipientes del grupo de Veraza y que echábamos en falta: los grandes contenedores decorados con cordones lisos, cuyos restos han aparecido en los estratos 3178, 3184 y 3192 y que no se hallaron en el estrato 3033/3033b.

El conjunto del estrato 3033b se completaba con dos instrumentos líticos: una pieza elíptica de basalto pulido a la que practicaron unas muescas quizás para fijarla a un mango de madera, y un hacha fragmentada, de pequeño tamaño, también de basalto. No son los únicos del yacimiento. Aunque aisladas y en contextos más modernos, aparecieron otras cuatro hachas del mismo material, sin duda procedentes de la ocupación más antigua (fig. 10).

La ausencia de recipientes decorados con cordones lisos en este estrato que proporcionó un número relativamente alto de fragmentos, quizá se explique por una diferencia cronológica respecto a los demás, aunque sea mínima, pero suficiente para explicar dicho fenómeno. O bien quizás nos muestra la frecuentación del lugar por parte de distintos grupos durante períodos diversos a lo largo de la segunda mitad del III milenio.

A ello debemos añadir los otros fragmentos cerámicos procedentes de distintos ámbitos; los primeros relacionados con un estrato algo más reciente, del Bronce Inicial, mientras que el último apareció en una fosa de escombrera del siglo III d.C. y, por lo tanto, como material residual. Los tres presentan las mismas características y se emparentan claramente con los descritos antes.

Persisten aún otras discrepancias en el conjunto, en el que se mezclan algunas formas poco habituales, como los vasos con pequeñas asas, cuyas características parecen ser ajenas al grupo de Veraza (aunque ya hemos señalado la presencia de paralelos lejanos que muestran mamelones perforados) y sí, en cambio, propias de un Neolítico Final próximo a la fase media de la cultura dolménica del Empordà (Tarrús 2002). Teniendo en cuenta que nos hallamos en una zona geográfica de confluencia y contacto de ambas culturas o grupos, no debemos rechazar, sino todo lo contrario, el papel que jugaron las peculiaridades locales producto de esta ubicación en el territorio.

Del estrato 3178 procede parte de la mitad superior de un gran recipiente en forma de cuenco o gran contenedor, quizás de altura superior a la que se intuye a partir de lo conservado, elaborado con el mismo tipo de arcilla que los anteriores, el cual conserva una decoración en forma de banda adherida alrededor del cuerpo, algo por debajo del borde (fig. 11: 1). Un segundo fragmento apareció en un estrato junto a otros escasos fragmentos del Bronce Inicial (UE 3184). En esta

17

III. LA OCUPACIÓN DEL BRONCE INICIAL

Durante la campaña de 2010 se amplió la excavación hacia el extremo sur del yacimiento, al exterior de las estructuras de época romana, objeto de las excavaciones anteriores. Con ello se pretendía localizar ámbitos y niveles más antiguos, presumiblemente no afectados por las construcciones más recientes. Es decir, estratos y restos pertenecientes básicamente al período comprendido entre el Neolítico y la primera Edad del Hierro e incluso a época ibérica.

mitad o mediados del siglo III, mezclados con otros de carácter residual, pero todos del Alto Imperio (Casas/Soler 2004, 188-196). Además, en aquella ocasión se consideró adecuado volver a excavar el umbral de la puerta romana, para poder ver su cimentación, dado que en las campañas del siglo pasado sólo se había visto el zócalo pero no la zanja de fundación y los posibles niveles inferiores. Este conjunto y los estratos asociados documentan la fase más reciente del yacimiento, la remodelación, ampliación y función del edificio, que comentaremos en el volumen correspondiente y que fue abandonado hacia el último cuarto del siglo III. Pero en el mismo lugar documentamos las primeras ocupaciones del pequeño promontorio, que es lo que en estos momentos interesa analizar (fig. 12).

Se actuó, por lo tanto, en la fachada sur del complejo de época romana, junto a un sector que se había excavado muy parcialmente durante los años 1997 y 1998 y que en aquella ocasión había coincidido con un pequeño vertedero de época romana, seguramente formado con la intención de nivelar las irregularidades y depresiones situadas junto a los muros del edificio, y que contenía un conjunto bastante notable de materiales que se pueden situar en la primera

La excavación de los niveles situados bajo el umbral de la puerta (UE 3042), proporcionó nuevos elementos que ayudan a precisar la ocupación antigua del yacimiento, posterior al Neolítico Final identificado durante las anteriores campañas, y que corresponde al Bronce Inicial; un período largo, que con poca precisión debe situarse aproximadamente entre el 2100 y el 1300 a.C. al no disponer de dataciones absolutas para este yacimiento. Es por ello que preferimos optar por la periodización propuesta por J.L. Maya y M.A. Petit hace más de veinte años (Maya/ Petit 1995, 329-330), y utilizada por la mayor parte de los especialistas en las publicaciones más recientes sobre yacimientos del mismo horizonte cultural que esta fase de Mas Gusó (Martín/Mestres 2002; Palomo/Rodríguez 2002, etc.). En las campañas de 1996/97 ya se había localizado, bajo las habitaciones del edificio de época romana, el estrato del Neolítico que hemos analizado anteriormente. A partir de los resultados de la campaña de 2010 hasta 2014, se pudo constatar la existencia de otros puntos que conservaban registros o materiales de la misma época, aunque mezclados con otros más recientes. Todo parecía indicar, por otra parte, que el asentamiento del Bronce Inicial ocupaba una superficie mayor que la del Neolítico y que su presencia se habría alargado durante más años, con una continuidad que casi la enlazaría con los períodos posteriores (fig. 13). Una de las evidencias la encontramos precisamente bajo el umbral de la puerta romana, que se construyó encima de una depresión natural que se había rellenado con piedras y tierra en un momento indeterminado de la primera mitad del segundo milenio y que, por tanto, ya estaba nivelada

Fig. 12. Fosa/depresión de la Edad del Bronce, bajo el umbral de la puerta del edificio romano.

19

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Sección br-1 3158

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3157

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3155

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3156

+ 6m +

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3175 +

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+ 8

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3171 72

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3184a

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3173

3184b +

3183

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3178 +

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3182

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3177

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3163b

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3163

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3162

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3179 3181 3185

3180 +

+

Fig. 13. Planta de detalle de la zona sur en la que se conservaron restos del Bronce Inicial. La parte señalada con trazo más tenue corresponde a épocas posteriores.

20

La ocupación del Bronce Inicial N

S

Sección br-1

0m. +

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3158

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3126 3157

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8m. +

3001

3024

3155

3156

3157

Fig. 14. Sección norte-sur bajo la entrada del edificio de época romana, con localización de los niveles del Bronce Inicial.

en época ibérica y romana y pasó desapercibida a los constructores, quedando afectada sólo por la zanja de cimentación del muro romano (UE 3157). El estrato no sólo se hallaba situado bajo los cimientos del edificio más moderno, rellenando una depresión más o menos elíptica, sino que apareció sellado por los niveles de circulación posteriores (UE 3155), que perduraron hasta el siglo III de nuestra era (fig. 14).

en mayor o menor grado algunas de las estructuras que pudieran estar situadas fuera de la zona de conglomerado calcáreo, estéril para la extracción de arcilla. Sí se conservó, en cambio, una sepultura del mismo período, situada en el extremo meridional del sector (fig. 19 y 20). En todos los casos, los pocos fragmentos de cerámica recuperados se caracterizan por presentar unos cuellos casi verticales o ligeramente inclinados hacia el interior, con la parte superior del labio decorada con impresiones y, a veces, con un asidero o pezón plano, horizontal, situado a nivel del labio (fig. 16 a 18), como vemos, por ejemplo, en algunos materiales de Olopte, que constituyen un paralelo excelente para los materiales de Mas Gusó (Toledo 1998, fig. 3 y 6) y, geográficamente más próximos, los de Bordils, del mismo período y con las mismas características (Toledo 1993).

Hacia el sur, a 4 m en línea recta de esta fosa, una segunda depresión formada en parte por el recorte intencionado de la roca natural (lo que nos hace suponer que se trata de los restos de una cabaña), de poco más de 20 cm por debajo del nivel de circulación de época romana, contenía restos de una urna también del Bronce Inicial, de tamaño bastante grande, cuello casi vertical, borde plano y decorado con impresiones romboidales, y un asidero de botón plano a ras del labio (fig. 16: 1), así como una concha perforada intencionadamente (fig. 16: 2), (UE 3156).

Normalmente se trata, en Mas Gusó, de materiales cocidos en ambiente oxidante/reductor, que les da una tonalidad de color marrón más o menos oscuro y, a menudo, de un gris oscuro o negro en el interior de los vasos, como consecuencia de la manipulación de las piezas o las variaciones de la atmósfera sin demasiado control durante la cocción. En realidad, es lo que suele ocurrir al cocer piezas de cerámica en hornos sencillos de fosa recubierta de leña.

Más hacia el sur aún, siguiendo esta misma línea recta y como continuación de la depresión anterior, una zanja bastante regular abierta expresamente en el suelo geológico, contenía un relleno de piedras y dos manchas circulares formadas con tierras más rojas y claramente quemadas (UE 3184, 3184 y 3184b), que rellenaban sendas depresiones cóncavas, que quizás deberían interpretarse como los restos muy deteriorados de un hogar, confirmándose, en general, su identificación con una sencilla estructura de habitación (fig. 15). Una tercera mancha de tierras rojizas, alteradas por el fuego, también de forma circular y sección cóncava, parece relacionarse con el conjunto anterior (UE 3178).

Los diversos fragmentos identificados, reunidos en las figuras 16 a 18, corresponden a formas y acabados típicos de este período, con una distribución centrada en la zona

Observando la planta general de estos pobres restos, resulta difícil, imposible, proponer una interpretación o una restitución plausible para la estructura habitacional que sólo alcanzamos a intuir. A pesar de su situación en el nivel más profundo del sector, al exterior del edificio de época romana y bajo delgadas capas de circulación originadas en épocas posteriores –lo que supuso una débil protección para los niveles antiguos—, las alteraciones causadas por la ocupación y actividades durante los siglos posteriores degradaron en gran medida los restos más antiguos. Debemos tener en cuenta, además, las actividades de extracción de arcilla en todo el sector, durante la primera Edad del Hierro, que tendremos ocasión de analizar en el capítulo oportuno. Si bien no destruyeron directamente los restos de la Edad del Bronce Inicial, sin duda alteraron

Fig. 15. Alineación de piedras asociadas a un estrato del Bronce inicial. Restos de una posible cabaña.

21

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias variantes dentro de la tipología común en este conjunto. Quizás el tipo más significativo, porqué parece apartarse de los acabados más comunes en Mas Gusó, sea el nº 6 de la figura 17, que pertenece a una urna con el cuello mejor diferenciado, exvasado y con el labio más delgado en su extremo. La última forma, de la que sólo disponemos de un fragmento, puede identificarse como un vaso o cuenco con una marcada carena (fig. 17: 4), difícilmente restituible para conocer su forma exacta, pero que no se aleja de la tipología común del Bronce Inicial, con un repertorio amplio de paralelos que se extienden por una amplia zona a ambos lados de la cordillera pirenaica, desde Can Roqueta II hasta el mediodía francés, por poner sólo algunos ejemplos (Palomo/Rodríguez 2002, fig. 3; Claustre et alii 2002, fig. 8), que pueden ser ampliados con una inacabable relación de paralelos procedentes de zonas aún más alejadas.

1

0

10c.

2

No disponemos de suficientes elementos para analizar otros aspectos morfológicos que este conjunto. A partir de un único fragmento de base (fig. 17: 9), podemos deducir que al menos los grandes vasos de perfil en ‘S’ tenían una base plana casi sin diferenciar respecto a la pared del cuerpo, lo que constituye un elemento habitual en este período. Tampoco podemos extrapolar demasiada información a partir de un único fragmento con un asa (fig. 17: 5), que en todo caso es de tipo tubular con perforación horizontal.

Fig. 16. Estrato 3156. Cerámica y concha de la Edad del Bronce.

pirenaica, en las laderas norte y sur de la cordillera y que llegan hasta el área de la Cerdanya y alcanzan zonas más alejadas, hasta Languedoc, Provenza y valle del Ródano. Un buen ejemplo: los materiales de las cuevas de Olopte, que acabamos de citar, o algunas urnas del Bronce Medio del Languedoc y Rosellón (Guilaine 1972, fig. 52, 58, 59). Pero también tiene paralelos más cercanos, con bordes rectos y decoraciones similares, incluyendo los cordones impresos y la superficie externa expresamente rugosa e irregular como en nuestro estrato 3186 (fig. 18: 5). Aparecen en la cueva de Can Pau, con una dilatada ocupación desde el Neolítico Antiguo hasta el Bronce Final (Tarrús/Bosch 1990, fig. 7 y 8), así como en el yacimiento del Camí dels Banys de la Mercè (Palomo 2006), en el que, además, también hay piezas decoradas con cordones lisos como en algunos fragmentos de Mas Gusó (fig. 17: 3 y fig. 18: 2).

En otra categoría, los cuencos de menores dimensiones, probablemente de forma semiesférica (fig. 17: 2 y fig. 18: 1 y 6), aún suelen presentar las mismas características: cuello liso, borde simple y sin diferenciar, pero habitualmente con la parte superior, casi plana, decorada con pequeñas impresiones de forma más o menos romboidal, al igual que en los grandes recipientes. El segundo ejemplar citado adopta la misma forma que la de un vaso de Can Roqueta II, asociado a un vaso globular de pared reentrante decorado con mamelones en el cuerpo e impresiones en el borde (Bouso et alii 2004, fig. 10). En Mas Gusó tampoco es raro observar estos otros elementos decorativos sencillos, como los botones o mamelones alargados dispuestos de forma regular (dos o cuatro yuxtapuestos), a media altura de la pieza (fig. 16) o directamente en el borde (fig. 18: 1).

Formas y decoraciones

A pesar de la escasez de materiales, con un número de fragmentos realmente reducido, podemos observar algunas características que se repiten en casi todos ellos y que permiten esbozar una primera tipología o clasificación de los distintos grupos de recipientes. De entrada, constatamos la presencia de grandes jarras de almacenamiento, con diámetros notables, cuerpo globular y cuello más estrecho y vertical o bien inclinado hacia el interior; normalmente, con un labio no diferenciado, simple o, como máximo, presentando un ligero bisel (fig. 16 y fig. 17: 1). Este tipo de borde es común a todos los fragmentos recuperados, con pocas variaciones, si bien en otras ocasiones hallamos acabados algo distintos, sin duda porque pertenecen a recipientes de formas menos comunes (fig. 18: 3).

En definitiva, observamos tres tipos distintos de decoración, siendo el más habitual y característico de esta fase la constituida por impresiones de forma más o menos romboidal resiguiendo la parte superior del borde. Se repite tanto en los grandes vasos como en cuencos más pequeños, aunque no todos los ejemplares disponían de este elemento decorativo. El segundo tipo, menos habitual, lo forman las protuberancias y mamelones, ya sea dispuestos en la parte más ancha del vaso o en el mismo borde. En tercer lugar, la decoración de cordones con impresiones romboidales o elípticas, simples o combinando diversas franjas, a veces dispuestas de forma más o menos aleatoria, a juzgar por lo

Otras veces el borde es algo más grueso respecto a la pared del vaso (fig. 17: 8), o más delgado (fig. 18: 6), lo que no conlleva otras consecuencias que la constatación de 22

La ocupación del Bronce Inicial

0

3157

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2

3

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3157-b 8 6 5

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Fig. 17. Cerámicas de la Edad del Bronce procedentes de los estratos 3157/3157b.

que observamos en los fragmentos conservados (fig. 17: 7; fig. 18: 4 y 5).

sobre vasos con los mismos perfiles que en Mas Gusó, junto a cordones impresos del mismo tipo que los que vemos en nuestras figuras 17 y 18 (Gascó 2004, 42 y fig. 11).

Este conjunto de formas y decoraciones son, en realidad, habituales en los recipientes cerámicos de esta época y se distribuyen por una amplia zona, con variaciones más o menos importantes, pero que reúnen las características más comunes de los contenedores y vasos del Bronce Inicial. A los ya mencionados, cabe añadir otros procedentes de áreas más alejadas, que reflejan la homogeneidad de la cultura material del período, con las lógicas variaciones locales. Señalemos, a modo de ejemplo, la presencia de la decoración impresa en el labio de grandes urnas o contenedores como los de la figura 16 y figura 17: 1 y 2, así como los mamelones alargados, horizontales, que también aparecen en yacimientos del valle del Ródano fechados en la fase antigua del Bronce Inicial, en torno el 2150-2100 a.C., y que perduran hasta la fase reciente (Vital 2004, 20-22, fig. 4 y 7). Tampoco son desconocidos, en aquella zona, los vasos de pared recta, inclinada hacia el interior y labio ligeramente biselado como el nº 1 de la figura 17, que ya hemos tenido ocasión de citar anteriormente (Vital 2004, fig. 4).

No olvidemos, finalmente, los ejemplares procedentes de yacimientos situados en la zona catalana, como el tan repetidamente citado Can Roqueta II (Sabadell), y el de Mas d’en Boixos-1, con una larga ocupación que abarca desde el Neolítico hasta la Edad Media. Aunque con perfiles sensiblemente diferentes a los de Mas Gusó, los recipientes con decoración impresa en el labio y los mamelones alargados horizontalmente son habituales en dicho yacimiento (Bouso et alii 2004, fig. 10), e incluso decoraciones de cordones impresos (Bassols et alii 2002, fig. 1; Palomo/Rodríguez 2002, fig. 3).

Sepultura en fosa

Completando el análisis de los ámbitos del Bronce Inicial de esta zona de Mas Gusó, debemos señalar que, justo al lado oeste de estos ámbitos, en el extremo sur de la depresión 3184, apareció un enterramiento en fosa, con el difunto plegado en posición fetal muy forzada (ver recuadro de texto). La manera en que se mantuvieron dobladas las extremidades, con las rodillas bajo la mandíbula, parece señalar que el difunto se depositó atado (fig. 19 y 20). No tenía ofrendas funerarias, pero había algunos fragmentos de cerámica con las mismas características que acabamos

En una zona más próxima como Languedoc y Pirineos Orientales, estrechamente relacionada con nuestra área de estudio, hallamos nuevamente el mismo tipo de decoración 23

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

0

5c.

- Cuenco semiesférico de medianas dimensiones, elaborado con el mismo tipo de arcilla que el anterior; de color entre marrón y gris, con componentes de cuarzo blanquecino y mica. El ángulo externo del borde está decorado con impresiones dispuestas regularmente (fig. 17: 2).

1

(3183)

(3184)

decorado con una serie de impresiones elípticas. Se trata de un recipiente de factura irregular, algo deformado, por lo que es difícil calcular su diámetro exacto (fig. 17: 1).

2

3

- Fragmento de borde de un vaso de paredes verticales, quizás un cuenco, modelado con el mismo tipo de arcilla local, aunque algo más depurada, con el desgrasante más fino. Color marrón rojizo. Decorado externamente con un cordón aplicado horizontalmente. Por sus características, podría tratarse de un fragmento residual del Neolítico Final (fig. 17: 3).

4

- Fragmento informe de la parte mediana de un vaso carenado. Pasta idéntica a la del fragmento anterior. Superficie de color gris oscuro y negro, mientras que la parte interna de la sección es rojiza. Aparecieron otros 2 fragmentos del mismo tipo, aunque más deteriorados (fig. 17: 4). 6

- Asa ancha, casi tubular y dispuesta horizontalmente sobre la pared de un vaso de forma indeterminada. Pasta de la pared de color gris, mientras que el asa adopta una tonalidad rojiza o marrón. Desgrasante de cuarzo blanco y mica, como en el resto de los ejemplares del estrato (fig. 17: 5).

5

Fig. 18. Cerámicas de la edad del Bronce procedentes de diversos estratos.

- Fragmento de borde de urna de forma indeterminada, de perfil sinuoso y ligeramente exvasada. Pasta de color negro, con las mismas características de las precedentes (fig. 17: 6).

de señalar para los niveles anteriores, uno de los cuales ya hemos analizado en páginas precedentes: cuello vertical, labio plano decorado con impresiones y botón o asidero horizontal a nivel del labio (fig. 18: 1), mezclados con la tierra que cubría los restos (UE 3183).

UE. 3157-b - Fragmento de pared de un gran contenedor de dimensiones imprecisas, de factura bastante tosca, pasta de color gris y marrón según las zonas, porosa y con desgrasante de cuarzo. Conserva tres líneas de cordones aplicados y con impresiones ligeramente elípticas (fig. 17: 7).

Catálogo

UE. 3156 - Urna o contenedor elaborado a mano. Pasta de color rojizo-marrón en la superficie externa y negro en la interna. Desgrasante de cuarzo blanco y mica en polvo. Muy buena cocción. Decorada con un mamelón alargado, horizontal, situado a mitad del vaso, y con impresiones lenticulares sobre el labio, combinadas con suaves protuberancias horizontales (fig. 16: 1).

- Borde con el labio ancho y plano de un recipiente de la misma forma que el nº 1 de la figura anterior, aunque sin decoración. Pasta de color marrón oscuro y negro, con desgrasante de cuarzo (fig. 17: 8). - Base de un contenedor de medianas dimensiones, aunque no podemos conocer su diámetro. Aunque elaborada a mano y bastante tosca, la granulometría de la pasta y su desgrasante son de tamaño regular y homogéneo. Color negro (fig. 17: 9).

- Malacológico. Concha de Glycimeris con una perforación hecha a propósito en un extremo (fig. 16: 2). UE. 3157 - Borde de un gran contenedor elaborado a mano. Pasta de color marrón beige con zonas amarillentas e incluso grises. Desgrasante o impurezas de cuarzo blanco y mica. El borde, ligeramente biselado hacia el interior, está

UE. 3183 - Borde de un recipiente que, por su orientación y acabado, consideramos que pertenece al mismo tipo que el nº 2 de la figura anterior, con decoración impresa y una protuberancia 24

La ocupación del Bronce Inicial

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50c.

Fig. 20. Planta de la sepultura en fosa del Bronce Inicial.

algo irregular, de color entre marrón oscuro y negro y con la superficie bastante pulida. Contiene cuarzo de color gris, mica y nódulos blancos (fig. 18: 6).

Informe antropológico Mas Gusó Neus Coromina Bujons (UdG)

Fig. 19. Detalle de la sepultura en fosa del Bronce Inicial.

Los restos analizados en este informe pertenecen a la inhumación de un solo individuo. En principio parece un depósito primario, ya que son huesos depositados en una fosa en posición decúbito lateral izquierdo, aunque las extremidades inferiores parecen haber sido desarti-culadas en el momento del entierro. La incógnita radica en el tipo de sepultura que recibió ya que hay alteraciones tafonómicas de carnívoros en fémur, tibia y pelvis de manera muy clara y más difusa en las extremidades superiores. Esto implica que o bien no se colmató la fosa con tierra, al menos inmediatamente, o bien que la descomposición orgánica del cuerpo tuvo lugar antes de ser depositado en la fosa, lo que hubiera facilitado la manipulación del cadáver en el momento del enterra-miento.

horizontal junto al labio. El color de la pasta varia entre el marrón y el negro; micácea, con nódulos blancos y cuarzo (fig. 18: 1). UE. 3184 - Fragmento de pared de vaso, sin forma, de color negruzco en el interior y marrón en la superficie externa; micácea, con nódulos de cal y desgrasante de cuarzo. Pasta depurada y de grano fino. Decorada con dos cordones aplicados, lisos. Probablemente pertenece al Neolítico Final (fig. 18: 2). - Borde de vaso con el labio engrosado y casi plano. Pasta de color marrón oscuro, bastante depurada y suave al tacto (fig. 18: 3).

En cuanto a la edad de este individuo se ha podido determinar que oscila entre el 24 y los 28 años si nos fijamos en el desgaste dentario, y en términos generales correspondería a un adulto joven, tanto por el poco desgaste articular como por la ausencia de patologías en este mismo ámbito.

- Fragmento de pared de un vaso de tamaño mediano, a juzgar por su grosor. Pasta idéntica a la del fragmento anterior. Decorada con cordones impresos (fig. 18: 4). UE. 3186-a - Fragmento de pared de un gran contenedor de paredes gruesas. Superficie externa de color marrón y gris, intencionadamente rugosa y con grumos adheridos; interior de color negro y alisado. Desgrasante de mica dorada y cuarzo (fig. 18: 5).

En cuanto a la determinación del sexo de este individuo podríamos estimar que se trata de un hombre si observamos el ángulo de la escotadura ciática y la mandíbula. Aunque tenemos que señalar que los marcadores craneales no lo complementan tan claramente. En cuanto al esqueleto post-craneal sólo nos indica que no hay una robustez destacada, aunque ambos húmeros presentan

- Borde de cuenco semiesférico, ligeramente inclinado hacia el interior del vaso. Modelado con poco cuidado, 25

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias cualquier estrato del yacimiento. El área de esta ocupación del promontorio de Mas Gusó se ha localizado básicamente en la mitad sur, aunque es de suponer que tendría una extensión mayor, imposible de reconocer en el resto del yacimiento, puesto que las actividades y construcciones posteriores arrasaron las más antiguas hasta el nivel de la roca natural y, en muchas zonas, incluso ésta fue rebajada.

evidencias de torsión y unas marcadas inserciones musculares. Según el método Pearson la altura del individuo estaría alrededor de los 158 centímetros. Por último, podemos observar alguna patología, sobre todo dental, ya que los incisivos presentan hipoplasia junto con la detección de dos caries localizadas en la M1 inferior izquierda y M1 inferior derecha. En esta última se aprecia una perforación total del esmalte y la dentina. También habría que destacar que la canina inferior derecha no está del todo erupcionada, seguramente debido a que la pieza decidual todavía estaba allí en el momento de la muerte, aunque ahora sólo encontramos el espacio alveolar.

No debe sorprendernos la presencia de un hábitat de este tipo en el promontorio de Mas Gusó, teniendo en cuenta que constituye una de las pocas elevaciones naturales existentes en un entorno llano e inundable en aquel período, sin duda en relación o formando parte de un conjunto de pequeñas estaciones diseminadas por la zona costera, como la de Les Corts en Ampurias u otras, situadas más al sur, o la aún más antigua de Puig Mascaró (Pons 1980), o Mas Asols en Sant Feliu de Guíxols (Esteva 1978, 79) y, en definitiva, por su situación en una zona rodeada por las zonas dolménicas del Empordà, Gavarres al sur y Alberes al norte, cuya zona de contacto parece confluir en la sierra que delimita la llanura costera por el oeste, en la que se han identificado algunos indicios de megalitismo, como el recientemente desaparecido menhir de la Pedra Dreta (Viladamat) o el paradolmen de Ventalló (Bosch et alii 1993).

Tanto en la epífisis proximal del fémur como la del húmero se puede apreciar una incipiente osteoporosis, que también se puede identificar en el cuerpo vertebral de dos de las vértebras cervicales. Cabe destacar que si había alguna patología vertebral más evidente no se puede determinar debido al mal estado de conservación de toda la cintura torácica. Como única evidencia de desgaste articular encontramos la perforación de la fosa olecraniana del húmero derecho y también la aparición de osteofitos en la faceta articular de la epífisis proximal de la ulna derecha.

La adecuada configuración y situación del pequeño promontorio de Mas Gusó para un asentamiento temporal o permanente se traducirá en los siglos posteriores con el establecimiento de un hábitat del Bronce Final y su perduración hasta la primera Edad del Hierro, con unos estrechos contactos con la Ampurias precolonial y colonial, enlazando sin solución de continuidad con el establecimiento del período ibérico antiguo hasta llegar al complejo romano de época tardorrepublicana que perdurará hasta su definitivo abandono hacia el último cuarto del siglo III d.C.

CONSIDERACIONES GENERALES

Todo ello, con los datos de las campañas los años noventa y las más recientes, indica una presencia o una ocupación del Neolítico Final-Calcolítico restringida y del Bronce Inicial quizás más intensa de lo que inicialmente se podía pensar y que hasta ahora sólo se documentaba a partir de pocos fragmentos extraños y sospechosamente antiguos, que a veces se recuperaban como materiales residuales en

26

IV. EL BRONCE FINAL Y LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO LA OCUPACIÓN DEL BRONCE FINAL

forma y una decoración que se repite en Mas Gusó fuera de contexto (fig. 24: 4, 10 y 13). Es el tipo de vaso de perfil bitroncocónico perteneciente a la forma 1 de Agullana (mejor que a la segunda, más carenada y con borde), sin borde diferenciado, que puede tener un fondo plano como el de la figura 22: 2, o bien anular (Toledo/Palol 2006, fig. 190). Casi siempre están decorados con motivos geométricos hechos con doble incisión en la mitad superior del cuerpo, por encima de la carena que separa la parte superior de la inferior de la pared. En Agullana, forman parte de los conjuntos funerarios de la Fase I, fechados en el período 900-800 a.C. (Toledo/Palol 2006, fig. 225a) y, en su función de urnas, suelen estar tapadas por platos troncocónicos con un ligero bisel interior, como el de nuestra figura 22: 3, que podemos asimilar a las formas 1 a 3 de Agullana (Toledo/Palol 2006, fig. 194).

Podemos considerar, por tanto, que el origen del asentamiento definitivo tuvo lugar a principios del primer milenio, con la llegada u ocupación de la colina por una pequeña comunidad que se inscribe en el marco de lo que se conoce como en Bronce Final IIIb típico, asimilable al grupo de Mailhac I (Guilaine 1972). Han quedado pocos rastros de este primer asentamiento en Mas Gusó. No conocemos absolutamente nada de sus viviendas; no quedan restos constructivos de ningún tipo, ni elementos que nos puedan ayudar a reconstruir el modelo de asentamiento. Los agujeros de poste de cabaña localizados hasta ahora en el yacimiento pertenecen a la primera Edad del Hierro o son aún más modernos.

La forma, tanto del vaso como el plato/tapadera, se extendió por una amplia zona en ambas vertientes de los Pirineos, coincidiendo con el área de expansión o influencia de lo que se ha denominado cultura Mailhaciense y sus derivaciones o interpretaciones locales, y es característica del Grupo Mailhac I, del siglo VIII a.C., en el que también se asocia la decoración de doble incisión en el vaso carenado y en ocasiones al plato (Guilaine 1972, fig. 128: 19).

Tras estas primeras ocupaciones, o quizás simples frecuentaciones que tuvieron lugar entre el Neolítico Final y el Bronce Inicial, todo parece señalar que hay un gran lapso de tiempo durante el cual el yacimiento estuvo desierto. No es fácil averiguar cuanto duró este período, pero podemos calcularlo entre quinientos años y un milenio. No será hasta el Bronce Final IIIb, quizás hacia los años 900/850 - 700/650 a.C., cuando se detectará el que será el inicio de la siguiente ocupación que, esta vez sí, dará lugar a una población estable, sin prácticamente cortes, que irá evolucionando sucesivamente hacia la cultura de la primera Edad del Hierro, la ibérica en casi todas sus fases y, finalmente, romana.

El paralelo geográficamente más cercano, que también nos confirma la cronología del fragmento decorado, lo encontramos en la incineración 1 de la necrópolis Parrallí (Ampurias), con un conjunto prácticamente idéntico (Almagro 1955, 345; Aquilué et alii 2012, 77).

Del primer asentamiento, en definitiva, sólo se han recuperado fragmentos de cerámica, la mayor parte de las veces mezclados como materiales residuales en estratos posteriores, incluso en los niveles superficiales (fig. 24). Sólo en una ocasión se localizó un pequeño nivel aparentemente intacto, preservado bajo los cimientos de una construcción del siglo III d.C., que por poco no dañaron los restos de siglos IX-VIII a.C. (UE 2145). Tampoco puede aportarnos informaciones relevantes, más allá de constatar una vez más la presencia de un hábitat del Bronce Final, ya que se trataba de un pequeño depósito o rebaje natural de la roca, en el que se depositaron casualmente varios fragmentos de cerámica y una pieza de arcilla perforada, seguramente procedente de un horno (fig. 21).

Los demás fragmentos de cerámica a mano son más difíciles

El elemento que nos proporciona la datación del estrato es un gran fragmento de vaso casi carenado del Bronce Final IIIb, decorado con motivos geométricos con trazos de doble incisión (fig. 22: 1 y fig. 23). Se trata de una

Fig. 21. Localización de una pequeña fosa del Bronce Final bajo los muros del siglo III d.C.

27

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias 2145

1

2

5

4 0

3

6 5c.

Fig. 22. Materiales del Bronce Final IIIb de la fosa 2145. 1 a 5: cerámica. 6: elemento de un horno.

Fig. 23. Fragmento de vaso decorado con doble incisión. Estrato 2145.

de clasificar, ya que se trata de bases o bordes sin rasgos específicos que se enmarcan en este largo período que comprende el Bronce Final y la primera Edad del Hierro, como el borde de plato/tapadera con un ligero bisel interior (fig. 22: 3), que puede ser perfectamente contemporánea al vaso bitroncocónico, o los pequeños fragmentos de borde de cuenco y urna que no muestran rasgos específicos.

Observando con detalle los ejemplares reunidos en la figura 24, podemos fácilmente distribuirlos en diferentes grupos, tan sólo a partir de los motivos decorativos. También, como es lógico, por la forma a la que parecen pertenecer. Podemos empezar por el motivo de grecas (o quizás cuadrados o rectángulos), que seguramente es el más común en el grupo Mailhac I o en la Fase I de Agullana (Guilaine 1972, fig. 129; Toledo/Palol 2006, fig. 225a y 225B). Para el caso de Mailhac, algunos motivos que se aproximan a los de nuestra figura 24: 7, se han interpretado como representaciones estilizadas de caballos. En Agullana prácticamente no hay. En Mas Gusó no puede saberse debido a la fragmentación de los vasos, pero todo parece señalar que tampoco existen.

No tenemos suficientes elementos para proponer una datación más segura ni precisa basándonos sólo en una docena de fragmentos de cerámica, de entre los cuales sólo el primero es bien claro y aún podría ser absolutamente residual. No sabemos hasta qué punto el estrato 2145 se hallaba intacto y no había sido afectado en épocas posteriores, pero es seguro que los muros de época romana que reposan encima no provocaron ninguna alteración (fig. 21). En todo caso, el resto de ámbitos de su entorno inmediato (fosas y silo), son posteriores y se fechan en la segunda mitad del siglo VI a.C., mientras que el único material datable del estrato 2145 no parece posterior al siglo VIII a.C. y, por tanto, sería casi dos siglos anterior a la formación de los estratos que rellenaban los demás ámbitos.

Lo que queremos señalar, en todo caso, es que absolutamente ningún motivo con grecas o rectángulos de Mas Gusó se repite en los otros yacimientos de referencia (o al revés). Las grecas del fragmento 6 de la figura 24 están hechas con dos pares paralelos de líneas con doble incisión (8 finas líneas); las de los fragmentos 3, 10 y 13 de la misma figura, en realidad no son grecas, sino rectángulos unidos por su base con otra línea de doble incisión; la presencia de rectángulos aparentemente cerrados se adivina en los fragmentos 1, 4 y 16 de la figura 24, que sólo encontramos, por lo que conocemos, en la vecina necrópolis Parrallí (Almagro 1955, fig. 342), pero no en Agullana donde, en cambio, se repite un rasgo característico en el punto de unión de dos trazos, que sobresalen del ángulo formando unas pequeñas púas, como en nuestro fragmento núm. 4, perteneciente a una urna de la forma 2 o 3 (urnas Palol 1958, inc. 142 y 207). Quizás los que más se aproximan son los del yacimiento languedociano de Le Laouret, algo más antiguo (del Bronce Final IIIa), donde coexiste con otros motivos que volveremos a ver en Mas Gusó, como los triángulos (fig. 25: 1), las VV gemelas, las sierras, etc. (Gascó 1998, fig. 6).

Desgraciadamente, los otros fragmentos pertenecientes al mismo período, con rasgos comunes con los que hemos analizado hasta ahora, han ido apareciendo en estratos muy diversos en todo el yacimiento, pero siempre fuera de su contexto cronológico original. Casi siempre se trata de fragmentos de poca entidad, la mayor parte de los cuales no permiten conocer, ni siquiera adivinar, la forma del vaso. Pero la mayor parte de las veces muestran unos rasgos notables, que los hace algo diferentes a los vasos y formas que podríamos llamar estándares –tomando como base y modelo los de Agullana, aunque Mas Gusó ya se encuentra en la periferia–, y que consideramos que responden a una interpretación local o personal de aquellos modelos comunes a la cultura mailhaciense. 28

El Bronce Final y la primera Edad del Hierro

1-2 (2024)

3 (2055)

5 (2123)

4 (2089)

7 (3037-b) 6 (3037)

10 (3076)

9 (3045)

8 (3004)

11 (3076-b)

12 (3093)

16 (3133)

15 (3132)

14 (3111)

13 (3094)

17 (3133)

0

5c.

18 (3164)

Fig. 24. Fragmentos de cerámica decorados con la técnica de doble incisión procedentes de diversos estratos.

No olvidemos, en cualquier caso, que la decoración realizada con doble incisión se distribuye por un espacio pirenaico, desde Mailhac hasta el Alt Empordà, siguiendo por las tierras costeras hasta la Selva, y disminuyendo su presencia a medida que vamos hacia el sur; mientras que en este último territorio es habitual el uso de la triple incisión y otras técnicas y motivos derivados, con un punto de confluencia en el Montgrí y en torno a Ampurias (Pons/Solés 2008, 129-130 y fig. 67). Los acanalados con trazos múltiples son propios de las zonas interiores y meridionales.

Gusó resulta un poco más compleja, más elaborada, con complementos que de momento no hemos visto en otros materiales de la zona, pero sí en lugares más alejados. Las dobles líneas de los recuadros o quizás meandros del fragmento 16, se resaltan con unas pequeñas incisiones oblicuas que parecen querer formar media espina o espiga, al igual que los de las líneas horizontales del fragmento 5. Sólo conocemos un motivo aproximado, pero en ningún caso idéntico, en Agullana, en una urna de la forma 2 (Palol 1958, inc. 96), y tal vez otros dos en la cueva de Els Encantats (Pons 1984, fig. 63: 1 y 2).

Por ello, a veces, la decoración que encontramos en Mas

Este elemento resulta algo más elaborado cuando se 29

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias traslada al interior del doble trazo paralelo (fig. 24: 2, 9, 11 y 16), dividiendo el espacio entre las dos líneas con doble incisión en pequeños rectángulos (en el caso del núm. 11 y 16), o bien rellenando este mismo espacio con puntitos elípticos o circulares (fig. 24: 2, 9 y 14). Esta última variante no la vemos en Can Bech de Baix (Agullana), ni en ninguno de los repertorios que hemos tenido ocasión de consultar, salvo en algunos fragmentos de Le Laouret (Floure, Aude), de un contexto datado grosso modo hacia la año 1000 a.C. o Bronce Final IIIa (Gascó 1998, fig. 6: 8).

poco depurada. La superficie externa es muy fina y alisada, casi bruñida. El rasgo más notable es la franja de decoración situada por encima de la parte más ancha del cuerpo, a base de triángulos hechos con doble incisión, puestos boca abajo (fig. 25: 1). Parece corresponder a la forma 3 de Agullana, y la encontramos en aquella necrópolis sobre urnas de las sepulturas 143 y 403 (Palol 1958, 123; Toledo/ Palol 2006, fig. 177 y fig. 227: 1), que pertenecen a la Fase IIa (800-750 a.C.). En la Fonollera lo volvemos a ver en vasos de la misma forma (Pons 1984, 123). Más cerca, en el conjunto de Ampurias, la reconocemos sobre un vaso de la necrópolis Parrallí (Almagro 1955, 345). En cierto modo, y faltos como estamos del borde, la forma general nos recuerda mucho la de una urna de la necrópolis de la Punta del Pi, cerca del Cap de Creus, casi idéntica a la de Mas Gusó y con una decoración parecida, si bien alternada con acanalados horizontales, sensiblemente más reciente (Pons 1984, 37 y fig. 35: 2). En la Selva, en el yacimiento del Bronce Final de Can Furnaca (Riudarenes), identificamos la misma decoración en un vaso de igual forma que la de Mas Gusó, y en la necrópolis del Pi de la Lliura en combinación con motivos más complejos (Pons/Solés 2002, 88; Pons/Solés 2003, 114).

Otro motivo o conjunto de motivos característicos son las líneas dobles formando sierras o VV enlazadas, que a veces parece que se vuelven más complejas, formando rombos o mallas (fig. 24: 8, 12 y 15). El primer caso, a ras del borde, la sierra está delimitada arriba y abajo por sendas líneas de puntos elípticos. Recuerda el motivo que vemos en las urnas de las sepulturas 119, 150 y 168 de Agullana, siempre en el cuello o bajo el borde de vasos de la forma 2 (Palol 1958, 105, 128 y 141). El segundo, con la V invertida y los extremos sin unirse, delimitada arriba por tres líneas paralelas, se puede asimilar, por ejemplo, a la decoración de los vasos de las incineraciones 31, 46 y 49 de Agullana (Palol 1958, 41, 54 y 57); a algunos de la Fonollera (Pons 1977, lám. 24: 3); al vaso de la necrópolis Parrallí de Ampurias (Almagro 1955, fig. 342); quizás a un ejemplar de la cueva de Bora Tuna (Llorà), (Pons 1984, fig. 60: 5), o a la decoración algo más simple de algunos ejemplares de la necrópolis de Anglès (Pons 1984, fig. 46 y 49), de cronología más avanzada. Paralelos más exactos, una vez más, en Le Laouret, en un contexto ligeramente más antiguo (Gascó 1998, fig. 6: 9 a 11, 18 y 19).

El motivo decorativo, sin embargo, es más antiguo, dado que forma parte del repertorio del grupo Mailhac I, si bien con variantes poco significativas (Guilaine 1972, fig. 129: 27-29); pero en el sur de Francia, en el yacimiento de Le Laouret (Floure, Aude), lo volvemos a ver en fragmentos pertenecientes al Bronce Final IIIa, también considerado pre-mailhaciense o como base de la formación del horizonte Mailhac I, hacia del año 1000 a.C. (Gascó 1998, 149-150, fig. 4: 5 y fig. 6: 2). En aquel yacimiento, el tipo decorativo coexiste con los motivos geométricos, meandros y grecas hechos con doble incisión y que, en conjunto, serán característicos de la etapa siguiente o Bronce Final IIIb.

Debemos añadir los materiales localizados durante las campañas de excavaciones del período 1995-2000, en el sector oeste del yacimiento, donde se excavaron varios niveles situados bajo los cimientos de un pequeño edificio termal de época romana. La construcción de las termas dañó en gran medida los estratos más antiguos que había debajo y se mezclaron los materiales de diversas épocas, desde el Bronce Final hasta el siglo V a.C., produciéndose nuevas intrusiones de fragmentos aún más modernos, del siglo II a.C. En el caso de pequeños fragmentos y producciones sin demasiada personalidad, resulta difícil discernir qué piezas pertenecen a cada período, pero algunos grandes vasos mejor conservados u otros con características inconfundibles permiten una primera clasificación y su atribución a horizontes culturales separados, como tuvimos ocasión de exponer en trabajos anteriores (Casas 2001, fig. 5; Casas/Soler 2004, fig. 15).

El segundo ejemplar del estrato 2019, notable, es el cuerpo de una urna que con algunas dudas asimilamos a la forma 16 de Agullana (fig. 25: 2), aunque la falta de cuello y base nos hace ver rasgos de la forma 16 (Toledo/Palol 2006, 164 y fig. 192), que corresponde a la Fase IIb (750-700 a.C.). Descartamos una identificación con la forma 15, dada la falta de carena a mitad del cuerpo. Un fragmento idéntico, de menor entidad, se encontró en el estrato 3133, fuera de contexto (fig. 24: 17). Se modeló con una arcilla que con la cocción ha adoptado un color rojo oscuro. La superficie interna es bastante rugosa, mientras que el exterior es muy fino, casi bruñido. Su característica principal es la decoración de acanalados, delimitada arriba y abajo por sendas franjas de pequeñas hojas elípticas impresas oblicuamente. Lo más inhabitual es la decoración, casi no documentada en esta zona.

En lo que se refiere a los materiales del Bronce Final, vale la pena tomar en consideración los cuatro ejemplares más representativos de un momento avanzado de la transición Bronce-Hierro (fig. 25). El primero de ellos, incompleto, es una urna procedente del estrato 2019, de pie plano, bien marcado respecto al cuerpo, de color marrón oscuro, elaborada con una arcilla micácea, con nódulos de cal y

El tercer ejemplar del mismo estrato es menos habitual en este período y más propio de los inicios de la Edad del Hierro (fig. 25: 3). Aunque no puede apreciarse bien, la 30

El Bronce Final y la primera Edad del Hierro mayor parte del cuerpo tiene unos acanalados muy finos y la superficie es muy pulida. La decoración se completa con unas franjas de piñones u hojas alargadas muy finas, impresas, ligeramente oblicuas, que volveremos a ver en fragmentos sin forma y en pequeñas urnas de la primera Edad del Hierro (fig. 92: 14).

depurada y de grano mucho más fino (fig. 22: 4).

Corresponde, por la técnica, a la segunda etapa de poblamiento del Empordà, y la encontramos con cierta frecuencia en la necrópolis Parrallí (Almagro 1955, 348 y 353; Pons 1984, 125). Algunas características lo aproximan a la forma 13b de Pons (1984, 195, fig. 72), como el hecho de tener la parte más ancha del cuerpo a media altura y no en la mitad superior. En Agullana, se podría asociar a los conjuntos de la fase III (700-650 a.C.) y, por la anchura y proporciones del cuerpo, podría corresponder a la forma 17, que no suele tener decoración o bien aquella es más sencilla (Toledo/Palol 2006, fig. 234).

- Fragmento de barro cocido de forma irregular, con un orificio circular. Parece pertenecer a la parrilla de un horno doméstico. No es el único elemento de este tipo en el estrato. También se recuperaron varios fragmentos de arcilla muy quemada, de tonalidades verdosas y con burbujas solidificadas en la superficie, sin llegar a ser vitrificadas, pero casi (fig. 22: 6).

- Borde de urna con el cuello abierto, exvasado. Arcilla de color marrón claro y anaranjado según las zonas. Similar al anterior, con desgrasante de cuarzo y bastante micácea (fig. 22: 5).

UEs. diversas - 2024. Fragmento sin forma, decorado con rectángulos hechos con la técnica de doble incisión. Pasta marrón por fuera y gris en la superficie interna. Bien depurada, con cuarzo blanco. Contexto de la segunda mitad del siglo VI a.C. (fig. 24: 1).

Por último, señalamos la presencia de la mitad inferior de una urna que no podemos clasificar con precisión (fig. 25: 4), procedente del estrato 2022, paralelo al 2019. Es de grandes dimensiones, con la base plana y casi sin diferenciar, con la arcilla de color marrón oscuro y zonas negras (cocción oxidante/reductora), que contiene un desgrasante e impurezas de dimensiones más grandes de lo que suele ser habitual. La superficie externa se pulió muy cuidadosamente, mientras que el interior es muy rugoso. Se trata de un contenedor de gran diámetro, difícilmente asociable a ninguna forma concreta, pero que tiene características de la forma 3-2 o de la 11-3 de Agullana, aunque aquella es de menores dimensiones (Toledo/Palol 2006, 158-159). Una base casi idéntica proviene de la necrópolis Parrallí (Almagro 1955, 345; 1).

- 2024. Fragmento sin forma, decorado con líneas de doble incisión paralelas delimitando una serie de puntos alargados oblicuos. Pasta de color marrón rojizo, depurada y con pequeños granos de cuarzo (fig. 24: 2). - 2055. Fragmento decorado con rectángulos o meandros de doble incisión. Color marrón oscuro, depurada y alisada por fuera. Contexto de mediados o segunda mitad del siglo VI a.C. (fig. 24: 3). - 2089. Fragmento de la mitad superior del cuerpo, por debajo del borde, de un vaso o urna hecha a mano; pasta bien depurada, con desgrasante de cuarzo y de color marrón oscuro. Decoración de doble incisión formando tres rectángulos uno dentro del otro. Contexto de finales del siglo II a.C. (fig. 24: 4).

Catálogo

UE. 2145 - Fragmento de la parte media del cuerpo de un vaso de medianas dimensiones, robusto y paredes gruesas. Pasta de muy buena calidad, de color marrón oscuro y manchas casi negras, dura, con puntos de mica y nódulos blancos; pulida por fuera. Decoración de grandes rectángulos (tres, uno dentro del otro), delimitados arriba por dos líneas, todo ello con la técnica de doble incisión (fig. 22: 1).

- 2123. Fragmento sin forma, de características similares al anterior. Decorado con líneas horizontales hechas con la técnica de doble incisión, rematadas por pequeñas hojas oblicuas que cuelgan de cada línea. Procede de un contexto muy alterado, con materiales que llegan hasta el siglo III a.C. (fig. 24: 5).

- Base de un contenedor de grandes dimensiones, si tenemos en cuenta el diámetro y el grosor de la pared. Pasta de color marrón claro, de tacto arenoso debido a la gran cantidad de cuarzo de color blanco y gris (fig. 22: 2).

- 3037. Fragmento de pared de un vaso de gran tamaño. Pasta amarronada, micácea, muy pulida en la pared externa. Decoración compleja, de meandros hechos con la técnica de doble incisión (en realidad, hay al menos cuatro pares de líneas dobles), formando grandes meandros delimitados en la parte inferior por una línea horizontal. Fragmento residual en un estrato del siglo III d.C. (fig. 24: 6).

- Borde de plato/tapadera con un ligero bisel en el interior. Color marrón oscuro y manchas grises; tosca por fuera y muy pulida y alisada por dentro. Desgrasante de cuarzo y puntos blancos (fig. 22: 3).

- 3037-b. Fragmento correspondiente a la pared carenada de un vaso asimilable a la forma 1 o 2 de Agullana. Pasta de color marrón claro, micácea y bien depurada; pared pulida por el exterior, que conserva una decoración de meandros y líneas hechas con doble incisión. Contexto impreciso,

- Borde de un cuenco de diámetro desconocido, pero que podemos considerar de medianas dimensiones a partir del grosor de la pared. Pasta idéntica a la del fragmento anterior; de color gris oscuro o negro, bastante más 31

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias y rojo en la superficie interna. Poco depurada, con cuarzo y puntos de cal. Decoración de doble incisión muy elaborada, con líneas dobles que delimitan puntos alargados discontinuos. Residual en un contexto de finales del siglo II a.C. (fig. 24: 9).

2019

- 3076. Fragmento de vaso similar al anterior, también de pared gruesa. Pasta de color marrón oscuro, alisada por fuera y con una decoración de meandros o rectángulos hechos con doble incisión. Procede de un contexto de finales del siglo II a.C. (fig. 24: 10).

1

- 3076-b. Fragmento similar al anterior, correspondiente a la parte superior del cuerpo de un vaso modelado a mano y decorado con técnica de doble incisión muy elaborada, con franjas horizontales que delimitan una línea de pequeños rombos en la parte de abajo. Lo consideramos residual en un contexto de mediados o segunda mitad del siglo VI a.C. (fig. 24: 11). - 3093. Fragmento de pared. Decoración de doble incisión formando triángulos o una sierra de tres líneas, bajo una franja de rayas horizontales (fig. 24: 12).

2

- 3094. Fragmento correspondiente a la parte superior de un vaso de las formas 1 o 2 de Agullana. Pasta de color gris, compacta y pulida en la superficie externa; decorado con rectángulos o grecas hechas con doble incisión. Un fragmento de plato/tapadera podría ser de la misma época, pero la forma es aún más habitual en Mas Gusó en contextos de la primera Edad del Hierro. Apareció en un contexto del siglo I a.C. con una mezcla de materiales más antiguos considerable (fig. 24: 13). - 3111. Pequeño fragmento sin características especiales, a parte de la decoración de doble incisión y pequeños círculos. Pasta de color marrón oscuro, pulida, de tacto arenoso. Contexto con una gran mezcla de materiales, desde el siglo VI a.C. hasta el siglo I a.C. (fig. 24: 14).

3 10c

0 0

10c

2022

- 3132. Fragmento sin forma, elaborado con la arcilla característica de Mas Gusó, micácea y con granos de cuarzo. Decoración hecha con doble incisión, formando cuadrados o rombos delimitados por una o dos líneas horizontales. Procede de un estrato de época augustal que contiene bastantes materiales residuales del siglo VI a.C. y del período anterior. Un asa tubular horizontal también podría pertenecer a un recipiente del Bronce Final, pero es normal encontrarla en cuencos semiesféricos de la primera Edad del Hierro, por lo que no la incluimos en este apartado (fig. 24: 15).

4

Fig. 25. Urnas de cerámica a mano de los estratos 2019 y 2022.

con una mezcla de materiales del siglo VI a.C. y del II-III d.C. (fig. 24: 7). - 3004. Borde de un bol ligeramente abierto, de forma indeterminada. Pasta marrón oscuro, pulida y depurada. Decoración de doble incisión formando una sierra delimitada arriba y abajo por líneas de puntos alargados discontinuos. Contexto del siglo II-III d.C. (fig. 24: 8).

- 3133. Fragmento de pared de un gran vaso. Pasta de color gris oscuro, con granos de cuarzo y cal, algo porosa y pulida en el exterior. Decoración muy elaborada, con rectángulos aplicados con la técnica de doble incisión y completados con pequeñas incisiones que adoptan la forma de media espiga por fuera, mientras que las franjas delimitadas por dos dobles líneas paralelas se subdividen

- 3045. Pared de un recipiente de grandes dimensiones, teniendo en cuenta su grosor. De color negro por fuera 32

El Bronce Final y la primera Edad del Hierro en rombos oblicuos o ladeados. Contexto de la segunda mitad del siglo VI a.C. con residuales anteriores (fig. 24: 16).

precisa para poder extraer conclusiones más allá de la constatación de la presencia de una población del Bronce Final en Mas Gusó, que sin duda será el embrión de un núcleo estable, perfectamente consolidado desde la primera Edad del Hierro y que dará lugar, a partir de los primeros contactos coloniales desde el mismo momento de la fundación de Emporion, a la etapa más relevante del yacimiento: el siglo VI a.C., época en que se produce el floruit, el período de máxima actividad que dará paso al siguiente establecimiento del Ibérico Antiguo.

- 3133. Fragmento de pared, el comienzo del cuello, de un vaso de perfil en S, probablemente asimilable a la forma 16 o 17 de Agullana. Es idéntico al más completo localizado en el estrato 2019 (ver fig. 25: 2). Pasta de color marrón grisáceo, con granos de cuarzo; superficie externa pulida decorada con acanalados y dos franjas de hojas impresas que los delimitan arriba y abajo. Contexto de la segunda mitad del siglo VI a.C. (fig. 24: 17).

Desconocemos qué tipo de hábitat se construyó sobre el cerro. No ha llegado ningún elemento hasta nuestros días que pueda proporcionar la mínima pista sobre aspectos constructivos o arquitectónicos. Absolutamente nada. En cambio, la etapa que se inició poco después, un poco antes de mediados del siglo VII a.C. –continuación de la anterior–, proporcionará elementos que nos permitirán conocer con mucho detalle estos aspectos ocupacionales y constructivos, a pesar de la enorme destrucción también sufrida por los restos de aquel período.

- 3164. Fragmento de pared carenada de un vaso de la forma 1 o 2 de Agullana. Pasta de color marrón-gris, dura, compacta, depurada, con cristales de cuarzo y un fino polvo de mica. Superficie externa muy pulida y alisada, y decorada con rectángulos o grecas hechas con doble incisión. Un segundo fragmento, insignificante, procede del mismo estrato, que se fecha entre la segunda mitad del siglo VII y primer cuarto del siglo VI a.C. (fig. 24: 18). UE. 2019-2022 - Mitad inferior de un contenedor o urna de notables dimensiones. Pasta de color marrón oscuro con manchas de tonalidades marrón claro y negro, micácea, con nódulos de cal, muy pulida y casi translúcida en el exterior y más tosca en el interior. Decoración incisa muy elaborada, con triángulos invertidos, rellenados con líneas suplementarias y pares de pequeñas líneas que cuelgan del vértice inferior (fig. 25: 1).

El Bronce Final IIIb constituye, pues, el inicio de esta ocupación estable y con vocación de perdurar, y corresponde a un lapso de tiempo que los pobres materiales cerámicos que hemos tenido ocasión de estudiar sitúan hacia los siglos IX-VIII a.C. Quizás se inicia un poco antes y perdura hasta el siglo VII a.C. Por un lado, observamos cerámicas características asociables a la primera fase de la necrópolis de Agullana, referente obligado para el estudio de la cultura material de la época en esta zona, a pesar de encontrarse en la periferia. Incluso podríamos aceptar la presencia de elementos del Bronce Final IIIa de Guilaine, poco después del 1000 a.C., si consideramos como buenos los paralelos de Le Laouret, aunque sólo sea a nivel de los motivos decorativos. El conjunto correspondería, tal vez, a la primera etapa de poblamiento del Empordà y, con toda seguridad, a la segunda etapa definidas por E. Pons en 1984. Este Bronce Final IIIb de Mas Gusó, se situaría, según los especialistas, en un período comprendido aproximadamente entre el 850 y el 700 a.C. (López/Pons 2008, fig. 3).

- Parte correspondiente al cuerpo de un vaso de perfil en S, al que le falta el borde y la base. Pasta de color rojo oscuro, muy pulida en la superficie externa y, en cambio, tosca y muy oscura en el interior. La mitad superior está decorada con acanalados delimitados arriba y abajo por una franja de hojas oblicuas, aparentemente impresas. Es idéntico a un fragmento del estrato 3133, citado (fig. 25: 2). - Cuerpo de una urna o jarra de perfil bitroncocónico o en S. Le falta el borde y la base. Pasta de color marrón y con manchas negras, con la superficie externa ligeramente pulida. En la parte superior de la carena de la pared tiene una decoración impresa, hecha a base de hojas alargadas como piñones, dispuestas en espiga (fig. 25: 3).

A partir de los materiales expuestos, vemos de forma aproximada esta evolución: desde las formas y sobre todo decoraciones más antiguas, casi siempre procedentes de estratos alterados o bien mezclados con materiales claramente más modernos, hasta las formas más recientes, asimilables a la última fase de Agullana (algunos ejemplares procedentes de los estratos 2019 y 2022), y siempre con influencias y estilos propios de la zona situada al sur del Fluvià y la Selva. El número de piezas es demasiado bajo para extraer más conclusiones seguras. Ir más allá no sería otra cosa que elaborar simples especulaciones.

- Base y cuarto inferior de una gran urna o contenedor, de color marrón oscuro y negro. Pasta poco depurada, con cuarzo y mica formando un desgrasante muy grueso. Superficie externa pulida y brillante, pero con unos acabados poco cuidados, seguramente debido a la dificultad en manipular un recipiente de estas dimensiones (fig. 25: 4).

CONCLUSIONES

Por otra parte, no deja der ser hasta cierto punto sorprendente la no coincidencia entre los materiales de esta etapa de Mas Gusó con los más antiguos de Sant Martí d’Empuries (fase I), que corresponde al hábitat del Bronce

Como podemos ver, se trata de un conjunto muy limitado de materiales, casi todos fuera de contexto y extremadamente fragmentados, por lo que no aportan toda la información 33

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias siguiente, Bronce Final IIIb, no había ningún hábitat en la casi isla sobre la que se fundó la Palaia Polis a comienzos del segundo cuarto del siglo VI a.C. Parece ser que existe un lapso de tiempo durante el cual el islote estuvo desocupado, aunque el resultado de unas excavaciones muy limitadas y de poca extensión no debe ser extrapolable a todo el yacimiento. Durante este período, la zona habitada, el poblado del área ampuritana, se situaba hacia el sur y algo más próximo a Mas Gusó, por lo que se deduce de los hallazgos de Vilanera, donde se asocian las sepulturas de una extensa necrópolis en un sector, con posibles cabañas en otro lugar no demasiado alejado (Aquilué et alii 2012; Pons et alii 2014).

Final, teniendo en cuenta el paralelismo que habrá entre ambos yacimientos a partir de la etapa siguiente. Sin duda, aquellos pertenecen a un momento anterior, del Bronce Final II-IIIa pre-mailhaciense (Esteba/Pons 1999, 94-95). En ese yacimiento, las cerámicas decoradas con la técnica de la doble incisión son minoritarias y aún no presentan las características más complejas y elaboradas de la cultura mailhaciense, ausente en Ampurias. Las formas también son desconocidas en Mas Gusó y, en cambio, son frecuentes en la Fonollera, situado en la vertiente sur del macizo del Montgrí (Pons 1977). La conclusión lógica y bien conocida es que en el período

34

V. EL HÁBITAT DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO Las estructuras, niveles y ámbitos de la transición BronceHierro y claramente de la primera Edad del Hierro se localizan muy dispersas en la mitad oeste, centro y sur del yacimiento, abarcando un área algo inconcreta debido a la destrucción que la mayor parte de ellos sufrieron en épocas posteriores. Muchos de los restos correspondientes a ese período los hemos ido encontrando mezclados en estratos que, o bien se originaron más tarde, incorporando fragmentos de cerámica de los siglos VII-VI a.C., al utilizar tierras de escombrera o de otros ámbitos más antiguos a la hora de nivelar el terreno y los espacios de habitación, o bien se trata de niveles antiguos que debido a la apertura de cimentaciones del edificio de época romana se vieron alterados y en ellos se introdujeron materiales más modernos. Es difícil, a veces, averiguar cuál es el caso y las circunstancias concretas en muchos de estos estratos, aunque por la composición, estructura y características de cada estrato en particular podemos deducir su origen y las peculiaridades de su formación.

Por otra parte, debemos tener en cuenta que cuando estas producciones residuales se localizan en estratos del siglo VI a.C. con presencia de producciones coloniales, importaciones o producciones ibéricas antiguas, resulta difícil separarlas de las cerámicas propias de la época, dado que la evolución que sufrirán muchos recipientes de finales del siglo VII o inicios del siglo VI a.C. será a partir de cambios sutiles, conservándose durante décadas características arcaicas que se incorporarán a las producciones ya ibéricas, como el tipo de decoración de cordones impresos, los acabados del cuerpo con cepillado e incluso algunas formas de vasos semiesféricos, contenedores y urnas, con unos cambios en los bordes no siempre demasiado claros. Es habitual, por tanto, en estratos del segundo cuarto o mediados del siglo VI a.C., encontrar recipientes propios de la época que, si no fuera por la presencia de importaciones o materiales coloniales, podríamos atribuir al cuarto de siglo precedente. Como decíamos, la mayor parte de ámbitos de la primera Edad del Hierro se localizan en la mitad sur de la colina, lo que no significa que la mitad norte no estuviera ocupada en la misma época, sino que, sencillamente, no se han conservado. Se trata, en general, de depresiones rellenadas con material de escombrera; a menudo, antiguas fosas de extracción de arcilla para la elaboración de cerámica o para la construcción; otras veces, por algún silo conservado sólo gracias a que no estorbaba la circulación, la construcción o las actividades posteriores y que, por esas circunstancias, fosas y silos pasaron desapercibidos y no sufrieron destrucción al estar situados en el subsuelo.

En este capítulo se analizan especialmente aquellos que no sufrieron ningún tipo de contaminación posterior, así como aquellos que, a pesar de contener intrusiones, su ubicación y composición demuestran claramente que se trata de niveles formados durante la primera Edad del Hierro, a menudo constituyendo la capa superior de rellenos de ámbitos y espacios no alterados, pero que fueron removidos en momentos posteriores. Es fácil, en estos casos, distinguir los materiales originales (normalmente mayoritarios), de las intrusiones, las cuales nos servirán, en el capítulo correspondiente, para analizar y fechar la fundación de las estructuras sucesivas, hasta época romana.

También identificamos restos de dos o tres viviendas en el sector oeste, mal conservados y que podemos seguir a partir de agujeros de poste (fig. 26). En realidad, se trata del extremo inferior de algunos agujeros, ya que la parte superior, así como los niveles de habitación, sí fueron destruidos en un momento posterior indeterminado. En estos casos, podemos atribuirlas a la primera Edad del Hierro porque a veces sobre ellas se depositó un nivel de mediados del siglo VI a.C., al tiempo que se relacionan con silos obliterados hacia la transición entre los siglos VII-VI a.C., o bien porque otras veces se han recuperado elementos constructivos en ámbitos y niveles directamente relacionados con las cabañas. La información que estos restos han proporcionado para poder conocer las técnicas y sistemas constructivos de la época, incluso los acabados y decoraciones parietales de las casas, es absolutamente nueva y trascendental (Casas/Soler 2012). Es cierto, sin embargo, que todo es bastante complejo de gestionar e

Por ahora, no tendremos en cuenta los materiales arcaicos que se mezclaron en los estratos de relleno y nivelación más modernos, porque estos se formaron en un momento posterior determinado y no son alteraciones de los antiguos. En su momento, cuando se estudien los respectivos estratos, su formación directamente relacionada con la construcción de los edificios de los siglos II y I a.C. o incluso aquellas remodelaciones de los siglos II-III d.C., señalaremos la presencia de cerámicas de la primera Edad del Hierro (o posteriores, o incluso anteriores, en su caso), no sólo como materiales residuales, sino para dar cuenta del alcance e importancia del establecimiento de aquel período, que originó una cantidad notable de material arqueológico que se esparció por toda el área, hasta el punto de constituir un material residual en depósitos de escombros y tierras del entorno, abundante y ciertamente variado, mostrando un extenso repertorio tipológico. 35

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

Sector central

3117 3118 2156 3036

Sector Oeste 2145

+

+

+

2151 +

Sector Sur

+

N

+

+

+

+

+

+

+

+

+

Agujeros de postes 1ª Edad del Hierro Indeterminado

3162 a 3175

+

0+

+

+

+

+

5+

+

+

+

++

10m +

Fig. 26. Localización de los restos de la primera Edad del Hierro en relación con el edificio de época romana.

36

El hábitat de la primera Edad del Hierro En la campaña de 2008 se continuó la excavación en la misma zona, delimitada al oeste por un camino que cruza el yacimiento de norte a sur y que impide cualquier actuación sobre el espacio que ocupa. Sin embargo, fue posible localizar y excavar otro ámbito directamente relacionado con el silo 3036. Se trata de una depresión o fosa tallada en la roca, de forma más o menos rectangular, paredes oblicuas y sinuosas y con el fondo poco regular y desnivelado. Se había obliterado con tierras que contenían una gran concentración de cenizas vegetales y cerámica, como si se tratara de un vertedero.

interpretar adecuadamente y sin error. Pero el camino está abierto. En último término, el importante conjunto de material, sobre todo cerámico, aparecido en los diferentes ámbitos, nos permite llevar a cabo un estudio amplio y cuidadoso de producciones, formas, variantes y decoraciones que, pese a su aparición en numerosos yacimientos de la zona, no suelen encontrarse reunidas en un número tan elevado como en Mas Gusó, salvo casos excepcionales como Ampurias en su fase precolonial (Aquilué et alii 1999), o en la necrópolis de Mas Vilanera, de la que esperamos ver pronto publicada la monografía con todos los materiales. Ya sólo desde el punto de vista estadístico y cuantitativo, los conjuntos de Mas Gusó son, hoy por hoy, unos de los más notables del nordeste peninsular.

En su fondo se detectaron dos depresiones circulares y poco profundas (una de ellas con algunas piedras alrededor), que en principio se podrían interpretar como hogares. Junto a los supuestas hogares (y en el centro de uno de ellos, por lo que no pueden ser contemporáneos), aparecen dos agujeros de poste que siguen la misma orientación que los límites de la fosa. El extremo sur está ocupado y afectado por un muro de época tardorrepublicana difícil de datar, pero que se sitúa más o menos hacia finales del siglo II a.C., de la primera fase del edificio romano. (fig. 27: 3041).

A los conjuntos cerámicos podemos añadir otros materiales que proporcionan informaciones complementarias, como un par objetos de bronce, utensilios de piedra y, sobre todo, conjuntos notables de fauna y algunas semillas carbonizadas que permiten completar el panorama general de la situación y condiciones de vida durante la primera Edad del Hierro en el yacimiento y, por extensión, en el territorio del entorno.

Por el otro lado de este muro (3041), continúa la depresión, perfectamente recortada en la roca y más estrecha, hasta llegar casi hasta la fosa o silo 3036 de la excavación de 1995, con un conjunto notable de materiales de la primera Edad del Hierro, idénticos a los que rellenaban el otro ámbito. Por el lado oeste, la fosa continúa por debajo del camino, por lo que no ha sido posible delimitarla por aquella zona.

Vamos a analizar con más detalle los diferentes sectores y ámbitos que se relacionan con el período y, en apartados posteriores, expondremos más extensamente aquellas otras cuestiones que hemos esbozado someramente: las viviendas y la técnica constructiva, las actividades artesanales y el aprovechamiento de los recursos naturales (como la arcilla del subsuelo, ligada a la construcción y a la elaboración de cerámica) y, a modo de anexos complementarios, los estudios faunísticos y malacológicos.

Es una estructura de difícil interpretación (inicialmente creíamos que era un fondo de cabaña), pero que debe estar relacionada con una actividad de elaboración de cerámica durante la primera Edad del Hierro, perfectamente detectada en Mas Gusó. Existen muchos indicios en diferentes puntos

SECTOR CENTRAL

En 1995 se excavó, en la parte central del yacimiento, una fosa/silo abierta en el suelo natural arcilloso y rellenada con tierra cenicienta y una cantidad considerable de cerámica hacia los últimos años del siglo VII a.C. o poco después (UE 3036), recubierta por un estrato alterado en época tardorrepublicana, que contenía una mezcla de materiales del siglo II a.C. con otros del siglo VII a.C. Todo parece señalar que se trataba de la nivelación de la zona de circulación original, que quedó afectada con la apertura de la zanja de cimentación y la construcción de un muro de época romana, el cual provocó intrusiones en la parte superior del relleno del silo; el material era absolutamente homogéneo (Casas/Soler 2004, 29-39). En el estrato 3036 contamos 447 fragmentos de cerámica y 129 más en la UE 3035, junto con 60 intrusiones de época ibérica y romana en este último estrato. Son producciones típicas de la primera Edad del Hierro, muy abundantes, y con paralelos idénticos en los niveles más profundos de la Illa d’en Reixac (Martín/Sanmartí, 1977-78, fig. 5-6), así como en otros yacimientos de la comarca que se enmarcan en el mismo contexto histórico (Pons 1984, 314-315; Fuertes 2013, fig. 39 y 40).

3036

+

+

3041

3117 3118

B

hogar 2

hogar 1

A

0 +

1 +

2 +

3 +

4 +

5 +

A

6m +

B 3001 3116 3117

hogar 1

3118

hogar 2

roca natural

Fig. 27. Planta y secciones del silo y fosa de la primera Edad del Hierro situados en la parte central del yacimiento.

37

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias reconstruir vasos con fragmentos procedentes de ambos), estaban recubiertos por un tercer estrato, el 3116, bajo el superficial, que es el equivalente al 2035 del otro lado (de la campaña de 1995), pero que aún quedó más afectado con las remodelaciones y actividades de época romana, por lo que contenía un número elevado de cerámica de los siglos II y III d.C. (fig. 27, sección). Los estratos más antiguos, no contaminados, proporcionaron un total de 959 fragmentos de cerámica a mano, el primero (UE 3117), y 215 el segundo (UE 3118), aparte de algunas intrusiones del siglo VI a.C., una veintena de fragmentos de ánforas protoibéricas muy arcaicas, una cantidad poco significativa de fauna y fragmentos irregulares de barro cocido o quemado, que tanto podría proceder de los restos de un horno doméstico, como de los muros de una construcción afectados por el fuego.

Fig. 28. Situación de la fosa 3117/3118 junto a los restos de un muro de época ibérica tardía.

del yacimiento que, en conjunto, ponen de manifiesto una actividad de tipo doméstico de elaboración de cerámica, de la que formaría parte esta estructura, ya sea como lugar de cocción y vertedero o, inicialmente, como punto de extracción de arcilla, como tantos otros identificados en el promontorio de Mas Gusó (Casas/Soler 2014).

Como hemos observado analizando los inventarios de materiales de cada estrato de este conjunto de ámbitos, incluso en los niveles superiores, contaminados, predominan las producciones indígenas elaboradas a mano, ante las intrusiones debidas a las actividades y construcciones más recientes. Estos materiales más modernos, formados por varios fragmentos de gris ampuritana, ánfora itálica Dressel 1, cerámica ibérica a torno, ánfora púnica o cerámicas africanas de época alto imperial, no serán tenidos en cuenta a la hora de estudiar el material depositado originalmente. Nos serán útiles, sin embargo, cuando tengamos que fechar algunas construcciones de la Baja República o determinar el momento del abandono definitivo del yacimiento en el siglo III d.C.

Por tanto, aunque tiene algunos elementos que pueden recordar los de un fondo de cabaña, su forma es irregular, y las dos depresiones circulares de su fondo (que podríamos interpretar como los restos de dos hogares domésticos), es más probable que fueran el núcleo de sendos hornos excavados en el suelo para la cocción de cerámica sin presencia de oxígeno (fig. 27 y 28). Descartamos definitivamente una interpretación como lugar de habitación porque ahora sabemos, por otros hallazgos que analizaremos con detalle más adelante, que las viviendas en Mas Gusó durante este período estaban mejor estructuradas y respondían a unos modelos más elaborados, con plantas regulares y un sistema constructivo que los aleja de la forma irregular que presenta esta fosa alargada (infra, p. 96-110).

UE 3035

Los 129 ejemplares de la primera Edad del Hierro son un avance de los que encontraremos en el estrato principal de relleno del silo, el 3036, y resumen las formas que serán habituales en el depósito y en el resto de fosa (fig. 29). Destacan tres tipos básicos de vasos: los platos/tapadera, las urnas/contenedores de borde cerrado o inclinado hacia el interior y las urnas de perfil en S, con borde abierto y a menudo con un bisel interior, más o menos pronunciado. Las pastas son homogéneas, de origen local, relativamente bien depuradas y de tonalidades que van desde el marrón rojizo al marrón oscuro. Suelen estar pulidas de manera cuidadosa: las urnas, sobre todo en la parte interna del borde y cuello y, los platos/tapadera, por dentro y por fuera. A veces este pulido excesivo da un aspecto bruñido o casi translúcido.

Sólo otro ámbito, situado al norte de este, podría ser considerado como una cabaña con el centro ligeramente rebajado. Se trata de una depresión rectangular recortada en la arcilla, de unos 4 x 2,5 m, rellenada con dos estratos de tierras cenicientas (fig. 170), el más profundo de los cuales es muy delgado y con materiales de la primera Edad del Hierro, que quizá deberíamos considerar residuales, mientras que el superior y principal se depositó en la segunda mitad del siglo VI a.C. En un trabajo anterior habíamos expresado nuestras dudas a la hora de identificarlo con una cabaña de suelo rebajado (Casas/De Hoz 2011), pero es una posibilidad que no podemos descartar sin analizarla; lo que haremos en un posterior apartado y aún más ampliamente en el capítulo VI dedicado al asentamiento ibérico.

Es habitual que las urnas tengan una decoración más o menos compleja en la unión entre el cuerpo y el cuello. Normalmente se trata de una banda gruesa en la que se han aplicado impresiones con el dedo o con algún objeto romo (fig. 29: 3 y 6), de formas diferentes, pero normalmente como pequeñas hojas lanceoladas y ovas inclinadas. En el segundo ejemplar citado, la decoración está hecha con rombos anchos y adheridos uno al lado del otro. El segundo método decorativo consiste en las impresiones

Los dos estratos que rellenaban la depresión a la que nos referíamos inicialmente (que en la excavación separamos por cuestiones metodológicas, aunque posteriormente se pudo constatar que eran uno solo, por el hecho de poder 38

El hábitat de la primera Edad del Hierro 3035

1 2

3

5 4 0

5c.

6

8

7

9

Fig. 29. UE 3035. Primer estrato del silo de la primera Edad del Hierro. Cerámica a mano, excepto el nº 8, que es una intrusión del siglo II a.C.

de diferente tipo, pero que habitualmente se limitan a las que tienen forma de hoja estrecha (fig. 29: 4), y las más o menos ovaladas o romboidales (fig. 29: 7). Es normal que las urnas tengan la pared externa cepillada o rayada de forma irregular con un peine o un objeto similar.

repertorio (Castanyer et alii 1999, 146 y 186). Constatamos, por ejemplo, la identificación de los bordes de urna 1, 3 y seguramente 7 de nuestra figura 29 con la del estrato 5322 de la Palaia Polis, incluso en el tipo de decoración (Castanyer et alii 1999, fig. 164: 1), Las variantes con el labio con bisel interno nº 4 y 6 de la fig. 29 aparecen en la fase IIa de Sant Martí d’Empúries, también con la base del cuello decorada con cordones e impresiones (Castanyer et alii 1999, fig. 163: 1 y 2 y fig. 165: 7). En casi todos los paralelos es habitual ver el acabado cepillado de la superficie externa.

Sólo un vaso lleva asas (fig. 29: 7). Son pequeñas, de sección plana e irregular, y situadas justo al inicio del cuerpo. Sin duda, podríamos exponer una relación larga de paralelos para estas tres formas básicas, pero no tenemos que ir más allá de Sant Martí d’Empúries, donde se establecerá la futura Palaia Polis, para ver que en la fase IIa, de la segunda mitad del siglo VII a.C., ya se hallan presentes (Castanyer et alii 1999, fig. 163-166), perdurando en la subfase IIb1, precolonial y fechada en torno al 600 a.C. o poco antes, donde aparece abundantemente el mismo

La urna de cuello recto o más bien inclinado hacia el interior la volvemos a ver en la fase IIb1 de Ampurias (Castanyer et alii 1999, fig. 193: 8), mientras que el plato/ tapadera con el bisel interior, de dilatada difusión y con pocos matices, lo encontramos tanto en la fase IIa como la fase IIb1 (Castanyer et alii 1999, fig. 166: 2 y fig. 194: 2). 39

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias habituales en Mas Gusó en este período, y que tienen sus paralelos en toda la comarca, ya que forman parte de un grupo de producciones características y con una marcada personalidad. Hemos reunido en la figura 30 (nº 1 a 6) los más notables y que constituyen el modelo estándar de un vaso semiesférico y de borde engrosado, con bisel marcado en el interior, robusto y habitualmente decorado con un cordón impreso resiguiendo el borde exteriormente. Algunas veces, el cordón se vuelve más complejo, haciendo eses, girando hacia abajo, etc. (fig. 30: 5). En otras ocasiones, la decoración se complementa con mamelones situados en la mitad superior del cuerpo. Pero se trata de una variante de un vaso más alto que el anterior y sin decoración de cordón bajo el borde. Son las formas 20a y 20a1 de Sant Martí d’Empúries, propias del grupo ampurdanés. La primera se documenta en las fases IIa y IIb1 y la segunda variante, al parecer, sólo en la fase IIa (Castanyer et alii 1999, fig. 159 y 178).

Contrastando con los repertorios de la subfase ampuritana IIb1, vemos que el número de equivalencias con los materiales del estrato 3035 de Mas Gusó es aún mayor (Castanyer et alii 1999, fig. 193 a 200), y aumentará cuando los comparemos con los de los estratos inferiores del silo (UE 3036) y los de la fosa vecina (3116 a 3118).

Catálogo

Figura 29 1.- Borde de urna a mano, de superficie muy pulida, con aspecto bruñido por dentro y de color marrón rojizo por fuera. 2.- Borde de urna de cuello cerrado, elaborada a mano, de color marrón oscuro y superficie exterior pulida. Pasta con pequeños granos de cuarzo y mica dorada. 3.- Borde de urna a mano, de color marrón oscuro y superficie pulida. Pasta micácea, sin demasiadas impurezas. Decorada en la parte baja del cuello con un cordón impreso.

Las variantes de este vaso son todavía poco conocidas y, por lo que sabemos de momento, no demasiado significativas. Haría falta un repertorio más amplio para ver su posible evolución. Vemos, a partir de los ejemplares conocidos, pequeñas variaciones en el labio, más o menos ancho, con el bisel más marcado o no, o quizá más inclinado (fig. 90). Pero son variaciones sutiles que podrían ser debidas a quién los modeló o a la comunidad o zona de la que proceden. Nos resulta difícil pensar en una producción estandarizada y única. Más bien debemos considerarla una forma de fuerte arraigo local, pero elaborada en cada casa o en cada comunidad, por un alfarero local. La decoración tampoco varía demasiado en los diferentes ejemplares conocidos.

4.- Borde de urna a mano, con bisel en la parte interna del labio, alisado. Pasta de color marrón-rojo, micácea y depurada. Decoración impresa en la unión cuello-cuerpo. 5.- Plato/tapadera a mano, con un marcado bisel en el interior del borde. Superficie interna muy pulida. Pasta de color marrón oscuro y negro, muy micácea. 6.- Cuello y borde de urna a mano de gran tamaño. Bisel en la parte interna del labio y superficie pulida. Exterior más rugoso. Decorada con un cordón que lleva una sucesión de rombos en relieve inclinados. Pasta de color marrón oscuro, gris y con manchas rojas. Superficie interna alisada y rugosa por fuera.

En el caso de Mas Gusó, la arcilla y los acabados siempre son iguales. Nos encontramos con superficies pulidas en el exterior, finas al tacto, de color castaño oscuro, marrón, negro, gris, etc. El interior suele ser pulido, pero no tan alisado como la otra cara. La pared habitualmente es de color negro o marrón oscuro y se aprecian marcas de pulido que por el aspecto se habrían hecho con un objeto plano, tal vez una espátula, una piedra lisa o un trozo de cuero. La pasta, generalmente bien depurada, contiene muchos cristales de cuarzo y mica visibles en la superficie.

7.- Mitad superior de una urna a mano, de cuello engrosado y con asas de sección plana o en cinta. Pasta de color marrón oscuro por fuera y negro en el interior, que se alisó y pulió cuidadosamente. 8 y 9. Fragmentos de base de cerámica gris ampuritana de comienzos del siglo I a.C. Intrusiones de la excavación de los cimientos del edificio de época romana.

La forma, aparte de Ampurias, aparece casi en toda la comarca. Vale la pena recordar su presencia en los niveles más antiguos de la Illa d’en Reixac de Ullastret (Martín/ Sanmartí 1976-78; Pons 1984, fig. 30), o en la Fonollera (Pons 1977, lám. 31), y forma parte del repertorio de formas cerámicas de la llamada 3ª etapa de poblamiento del Empordà, con cronologías que la sitúan entre mediados del siglo VII y los primeros decenios del siglo VI a.C., momento en que se extingue definitivamente (Casas 2001, 178-179).

UE 3036

Como decíamos antes, el material del estrato 3036 es aún más homogéneo, sin ninguna contaminación. Aparte de los 447 fragmentos de cerámica a mano, había uno a torno, indeterminado (tal vez un ánfora o gran pithos protoibérico), 30 ejemplares de fauna terrestre clasificados y 7 moluscos. Como vemos, el material no cerámico tiene un peso específico insignificante, pero nos aporta datos fundamentales para conocer otros aspectos de la vida cotidiana y alimentación en la época.

A su lado hallamos la urna de medianas dimensiones, con pocas diferencias de tamaño entre los diversos ejemplares, ya sea en su versión más habitual con el labio con bisel interior, o borde simple y perfil en S (fig. 30: 12 a 15; fig.

El repertorio retoma y amplía el del estrato anterior, apareciendo nuevos modelos y nuevas formas que serán 40

El hábitat de la primera Edad del Hierro

3036

1

2

4

3

5c.

0

5

6

7 12

8

9

13

14 10

11

15

Fig. 30. Cerámica a mano del estrato de relleno principal del silo 3036.

41

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias 31: 3 y fig. 32: 8 a 14). Habitualmente están decoradas con un cordón impreso situado en la unión entre el cuerpo y el cuello, pero en una ocasión este cordón es sustituido por una hilera de impresiones en forma de hojas. También es habitual el cuerpo rayado con cepillo, incluso la parte del cuello bajo el borde. Se trata de variantes de la forma 13c del grupo ampurdanés, con una presencia notable en los niveles de las fases IIa y IIb1 de Sant Martí d’Empúries, asociada a vasos de la forma descrita en el párrafo anterior (Castanyer et alii 1999, fig. 164: 7; fig. 165: 7; fig. 200: 4). Esta forma específica parece que tuvo una distribución más amplia, ya que, con pocas variaciones, la encontramos en el yacimiento de la Devesa (Besalú) en la misma época; es decir, entre los años 625 y 575 a.C., según los autores del correspondiente estudio (Borrell et alii 2000, 167 y fig. 4: 5).

ya sea en vasos de la misma forma, con la decoración aún más compleja, o en cuencos semiesféricos que presentan las mismas características de elaboración, acabados y decoración; siempre en contextos bien fechados de entre la segunda mitad del siglo VII o comienzos del siglo VI a.C. Se trata de la forma 15b de Agullana, forma C3 de los enterramientos de la 3ª etapa (Toledo/Palol 2006, 164 y fig. 192), que también encontramos en la necrópolis de Vilanera (Aquilué et alii 2012, fig. 7). Junto a las urnas y contenedores de diverso tipo, aparecen en un número también muy elevado los platos/tapadera, que en el mundo funerario van asociados a los primeros vasos (fig. 32: 1 a 7, fig. 33: 4). En sus aspectos técnicos y morfológicos constituyen un conjunto muy homogéneo, con diferencias absolutamente irrelevantes entre los distintos ejemplares. Salvo un par de excepciones, el labio queda engrosado por debajo del borde mediante un reborde o un bisel más o menos anguloso, pero siempre bien marcado. Los acabados son pulidos, alisados ​​y nada porosos, sobre todo en la pared interna, probablemente por cuestiones de higiene, tratándose de platos. Este tipo de vaso troncocónico, que nunca lleva decoración en Mas Gusó, se puede asimilar a las formas 1 y 2 de Agullana y a la 1 de Sant Martí d’Empúries; en este yacimiento, con cronologías que coinciden con las del conjunto de 3035 y 3036. Pero la forma es mucho más antigua y perdurará todavía decenios, evolucionando hacia otras formas similares dentro del siglo VI a.C.

La variante con el labio sencillo, decoración impresa bajo el cuello y superficie rayada (fig. 30: 7 a 10), coexiste en el yacimiento ampuritano con el mismo tipo de vasos que hemos visto anteriormente (Castanyer et alii 1999, fig. 164: 1 y 8). No la sabemos ver en idéntica variante en la Fonollera, pero la fragmentación del material de aquel yacimiento hace difícil, a veces, identificar claramente las formas. Las más cercanas a las nuestras serían las de Pons 1977, lám. 11 y, para la primera variante, la de la lámina 12 de aquella autora. Seguramente también podemos incluir en la lista de paralelos un fragmento aparecido en la Devesa (Besalú), asociado a platos/tapadera de la misma forma que los de Mas Gusó y al tipo de urna comentado en el párrafo anterior (Borrell et alii 2000, fig. 2 y 3: 3).

Cuestión aparte, complementaria, es la de los cuencos o vasos semiesféricos. Aunque con una representación reducida, se documentan bien en el estrato (fig. 33: 1 a 3 y 5). Normalmente, tienen un borde inclinado hacia el interior y, en una sola ocasión en este estrato, un asa tubular horizontal (fig. 33: 1). En otros estratos veremos ejemplares similares, siempre con la misma forma, pero con diversos tipos de asideros no perforados. En un vaso similar, pero más abierto, el asa está más desarrollada y es de sección elíptica (fig. 33: 5). La forma del último ejemplar se aparta del modelo más común y adopta un perfil en S y dos asas contrapuestas, semejante al de las copas jonias y producciones coloniales que serán habituales a partir del siglo VI a.C. (fig. 33: 7). En todos los casos, las pastas son depuradas, con desgrasante fino de cuarzo y mica, superficies pulidas, de acabado muy fino y suave al tacto.

Aunque estos son los tipos mayoritarios y que, de algún modo, caracterizan el período, observamos otros tipos de urna de formas y acabados diversos, que constituyen ejemplares únicos y aislados, pero que presentan las características técnicas y morfológicas comunes a todo el conjunto: urnas de dimensiones más pequeñas, y tal vez por ello con acabados más pulidos (fig. 30: 11); otras con el extremo del labio más abultado de lo habitual (fig. 30: 8); con el cuello o borde menos sinuoso (fig. 31: 1), etc. Destaca, entre todas ellas, la mitad superior de un gran vaso de borde muy corto, decorado con un cordón impreso y el cuerpo rayado a cepillo (fig. 33: 13), que parece directamente emparentado con los vasos del grupo ampurdanés que hemos descrito en primer lugar, aunque este último ejemplar no tiene el típico bisel pronunciado en el interior del borde y, por otra parte, no parece un vaso bajo o semiesférico como los primeros, sino una urna alta y de tamaño notable (en torno a los 32 cm. de diámetro).

Por último, y con respecto a las bases (hemos representado gráficamente las mejor conservadas), suelen ser siempre de fondo plano, casi sin diferenciar de la pared del vaso o, como máximo, con un engrosamiento que marca la zona externa de reposo (fig. 33: 10 y 11). Sólo en una ocasión la forma es absolutamente diferente y parece pertenecer a una copa de pie alto del tipo encontrado en la necrópolis de la Muralla N.E. de Ampurias o, menos probablemente, a la urna de la misma necrópolis (Pons 1978, fig. 3-1 y 3-2). No es un caso único ni aislado, ya que vasos con pie alto se repiten en la necrópolis de Anglès, en Serinyà, Peralada, etc. (Pons 1978, fig. 4: 1 y fig. 5), en contextos

Es especialmente interesante un tipo de vaso o urna de forma bitroncocónica, de cuello alto y abierto, con el borde más abierto aún o exvasado, elaborado con una pasta depurada y con la superficie externa muy alisada, brillante y translúcida, con la mitad superior decorada con acanalados (fig. 31: 4). Forma parte de una producción que encontraremos otras veces en Mas Gusó (infra, UE 3166), 42

El hábitat de la primera Edad del Hierro cronológicos siempre coincidentes con los de Mas Gusó.

al tacto. Pasta de color marrón oscuro y negro con manchas, micácea y con granos de cuarzo. Decoración impresa en la inflexión del cuello y cuerpo, y rayada a peine o cepillo en la parte más abombada.

Catálogo

Figura 30 1.- Borde de un gran cuenco de cerámica a mano, del llamado grupo ampurdanés. Pasta marrón oscuro, ahumada por fuera y muy pulida en la superficie interna. Labio corto y con un gran bisel en el interior. Decorada con un gran cordón impreso en el exterior del borde.

11.- Cuello de urna a mano, de tamaño mediano/pequeño y boca muy estrecha en relación a la anchura que se adivina del cuerpo. Pasta de color marrón oscuro, con las superficies negras y pulidas. 12.- Cuello y borde de urna a mano de tamaño más bien grande para el estándar de la producción. Pasta de color marrón oscuro, ahumada y bruñida en la superficie. Labio con bisel interior bien marcado y cuello decorado con un cordón impreso de forma regular y de buena calidad.

2.- Borde de un gran cuenco o contenedor de cerámica a mano, perteneciente a las producciones típicas del grupo ampurdanés, pero esta vez sin el cordón impreso en el exterior del recipiente (quizás se colocó a mitad del cuerpo). Pasta muy tosca y de grano grueso, pero con la superficie alisada. Negra en el exterior y marrón-gris en el interior, con evidentes señales de espatulado.

13.- Cuello de urna de tamaño grande, modelada a mano y con la superficie interna muy pulida y fina. Bisel muy marcado en la parte interna del borde. Pasta de color negro en el interior y marrón oscuro por fuera. Cordón impreso en la parte baja del cuello.

3.- Borde de contenedor a mano, de una forma clásica del grupo del Empordà. Labio corto y marcado bisel interno. Pasta de color oscuro, pulida en la superficie. Lleva un mamelón cónico como elemento decorativo.

14.- Cuello de urna del mismo tipo que las anteriores, de perfil algo más sinuoso y decorada con un cordón impreso en el exterior. Pasta de color rojo oscuro.

4.- Parte superior de un contenedor de la misma forma y características que los anteriores, con labio corto y bisel interno muy marcado. Decorado con un cordón impreso que recorre el borde. Pasta de colores negro y marrón según las zonas; micácea y con granos de cuarzo. Muy pulida en la superficie interna.

15.- Borde de urna de tamaño mediano/grande, de color marrón oscuro y superficie interna de aspecto bruñido y reluciente. Rayas o impresiones verticales finas recorriendo el cuello por fuera, pareciendo más una decoración que el acabado a cepillo que vemos habitualmente en otros ejemplares.

5.- Mitad superior de contenedor de cerámica a mano del mismo tipo que los anteriores y también de gran tamaño. Varía la decoración, con zigzags en el cordón impreso, que se desvía hacia abajo. Misma composición de pasta que en los ejemplares anteriores.

Figura 31 1.- Cuello y borde de una gran urna o contenedor de cerámica a mano (28 cm de diámetro), cocida en horno oxidante y de color rojizo. Superficies lisas, muy pulidas.

6.- Cuello y borde de contenedor idéntico a los anteriores, con las mismas características, pastas y acabados, incluyendo el cordón impreso.

2.- Urna de cerámica a mano, de tamaño mediano (forma 13) y borde abierto y bastante inclinado hacia el exterior. Labio fino y pulido. Pasta de color rojo oscuro. Toda la superficie del cuerpo está ahumada, rayada con un peine o cepillo, y lleva una franja de decoración impresa al inicio del cuerpo en forma de hojas bastante separadas entre ellas.

7.- Mitad superior de urna de cerámica a mano de la forma 13 o variante, con sólo la superficie interna pulida, mientras que la del exterior es rugosa. Pasta de color negro, micácea y de grano grueso. Decoración impresa en la parte baja del cuello.

3.- Urna de tamaño mediano, también de la forma 13, con un cuello abierto pero de paredes rectas, si bien con el labio acabado con un marcado bisel interno. La parte del cuello es poco pulida, pero lisa, mientras que el cuerpo está rayado con cepillo o peine. En la parte superior, donde comienza el cuerpo, presenta una faja de decoración impresa.

8.- Borde de urna elaborada a mano, de color negro y marrón, de labio engrosado y abierto. La parte baja presenta una serie de incisiones verticales que podríamos considerar como una decoración o el inicio del rayado que solemos ver en este tipo de vasos. 9.- Borde de urna a mano, sin marcarse el bisel interior que solemos ver habitualmente en esta forma (cf. nº 12 a 15 de la misma figura). Pasta relativamente bien depurada, algo micácea y de grano fino.

4.- Gran urna bitroncocónica de cerámica a mano, con la superficie pulida y acabada con la técnica del translúcido, con decoración de acanalados en la mitad superior. La parte interna también está pulida y alisada, pero no como la externa. Pasta de color rojo/marrón con manchas negras, depurada y con pequeños granos de cuarzo. El cuello y

10.- Mitad superior de urna hecha a mano, de tamaño mediano y bien elaborada. Superficie interna pulida y fina 43

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias de describir pertenecen a un conjunto con tamaños más grandes de lo que suele ser habitual en Mas Gusó, con diámetros en torno a los 25 cm. 1

7.- Plato/tapadera de tamaño mediano (16 cm.), de color negro y con manchas marrones, con las superficies muy pulidas y brillantes. En cambio, la pasta en la fractura se ve muy tosca.

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8.- Borde de urna de la forma clásica, con un marcado bisel en el interior del labio y otro en la inflexión del cuello con el cuerpo por la parte interna. Decorada por fuera con un cordón impreso. Pasta con los mismos rasgos y composición que en todo el conjunto del estrato.

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9.- Borde de urna a mano, de labio estrecho y más delgado que el cuello, acabado con un extremo romo. Pasta de color marrón claro, con la misma composición de cuarzo y mica habituales en Mas Gusó. 10.- Borde y cuello de urna a mano, con bisel interno en el labio, superficie pulida y pasta de color marrón oscuro. Decoración con aplicaciones romboidales en la parte más estrecha del cuello, que no se puede confundir con un cordón impreso. 11.- Cuello y borde de urna a mano, con el labio casi horizontal y un marcado resalte o bisel en el interior. Pasta de color marrón y negro, con desgrasante de cuarzo y mica. Superficie interna muy pulida; externa algo descuidada.

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12.- Cuello y borde de urna a mano, de perfil muy elaborado, labio engrosado y abultado hacia el exterior, pero con el típico bisel en la parte interna. Cordón impreso en la unión de cuerpo y cuello. Superficie de color negro y pulida en el interior del recipiente.

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Fig. 31. Urnas de cerámica a mano de diversa tipología, del silo 3036, de la primera Edad del Hierro.

borde seguramente eran más altos y desarrollados que en nuestro dibujo.

13.- Cuello de una gran urna de cerámica a mano, exageradamente desarrollado y alto respecto a los que hemos visto anteriormente, seguramente debido a sus dimensiones (27 cm de diámetro en la boca). Pasta de color gris oscuro y de buena calidad, depurada y con las superficies alisadas.

Figura 32 1.- Plato/tapadera de la forma 1c, de paredes delgadas y elaborada a mano. Pasta marrón oscuro y de grano fino. Tiene un bisel ancho bien marcado en la parte interna del labio.

14.- Urna a mano de medianas dimensiones, muy bien elaborada, con la pasta depurada y de grano fino, color marrón oscuro y superficies muy pulidas y brillantes.

2.- Plato/tapadera de la misma forma, con el labio más inclinado y bien marcado. Pasta de color rojo oscuro por fuera y negro por dentro. Superficie muy alisada.

15.- Fusayola de terracota en forma de esfera algo aplastada por los polos.

3.- Plato/tapadera de cerámica a mano, con un marcado bisel en la parte interna del borde. Pasta de color marrón rojizo por fuera y negro en el interior, que es pulido.

Figura 33 1.- Bol semiesférico bajo, modelado a mano y de buena calidad. Tiene dos asas horizontales tubulares contrapuestas. Superficie fina y muy pulida. Pasta de color marrón oscuro en el exterior y negro en la superficie interna.

4.- Borde de plato/tapadera de la forma 1c, con las mismas características y forma específica que el nº 1 de la figura. 5.- Borde de plato/tapadera de cerámica a mano, con bisel interno muy marcado, y de color marrón oscuro. Pulida y brillante en el interior. Los ejemplares que acabamos

2.- Variante de la forma anterior, con el borde más abierto y pared más gruesa. Pasta fina y bien depurada, de color 44

El hábitat de la primera Edad del Hierro

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Fig. 32. Cerámica a mano del silo 3036. Platos/tapadera, urnas y fusayola.

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Fig. 33. Cerámica a mano del silo 3036.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro 9.- Urna de cerámica a mano, de perfil simple, pero con un bisel interno poco marcado. Decorada con impresiones ovaladas recorriendo la base del cuello. Pasta color marrón oscuro y con manchas grises. Pulida y brillante en la superficie interna.

negro y con la superficie bastante reluciente. 3.- Bol de la primera variante, con la pared más cerrada. Pasta de color entre marrón y negro según las zonas. Superficie muy alisada, extremadamente fina y reluciente.

10.- Base o mitad inferior de urna a mano, de fondo externo plano y bien diferenciado del cuerpo mediante un engrosamiento. Pasta de color rojo oscuro o amarronado, con mucho cuarzo en su composición. Superficies descuidadas y rugosas.

4.- Borde de plato/tapadera de perfil algo sinuoso. Superficie pulida y reluciente. Pasta de color gris claro con manchas más oscuras. Bien depurada, con granos de cuarzo y nódulos de cal. 5.- Borde de taza de forma poco habitual, con asa. Pasta depurada, con los mismos componentes habituales. Superficie de color negro y marrón, fina y brillante. Recuerda un gran cuenco sin asa de Sant Martí d’Empúries (Castanyer et alii 1999, fig. 161: 7 y 8).

11.- Base de urna de fondo plano y sin diferenciar del cuerpo. Rugosa al tacto por la parte externa y algo más fina en el interior. Pasta de color gris oscuro y con los componentes y desgrasantes habituales. 12.- Base de urna de pie alto elaborada a mano, robusta y de paredes gruesas. Pasta de color rojo/marrón, bien depurada.

6.- Bol de perfil bajo y abierto, de tamaño relativamente grande (20 cm), modelado a mano y con la pasta de color marrón rojizo, bien depurada y la superficie alisada y fina al tacto.

13.- Gran urna o contenedor que por su aspecto la consideramos próxima o emparentada con la forma 20 del grupo ampurdanés, aunque aquel otro cuenco tiene un perfil más bajo. Paredes robustas y algo irregulares; labio corto y vuelto hacia fuera, reseguido exteriormente por un cordón impreso. Todo el cuerpo está acabado exteriormente con un profundo rayado a cepillo, mientras que el interior se pulió someramente.

7.- Bol o copa de perfil en S o carenado, con asas contrapuestas, elaborada a mano. Pasta con cuarzo y bastante micácea. Superficies de color negro, pero marrón en el interior de la fractura. Pulida por ambas caras. 8.- Borde de urna hecha a mano, de perfil simple y labio romo en su extremo. Color marrón oscuro por fuera y negro por dentro. Bien depurada.

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Fig. 34. Cerámica a mano de la primera Edad del Hierro del estrato 3116, afectado en época romana.

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Fig. 35. Cerámica a mano del grupo ampurdanés del estrato 3117.

UE 3116

Como en el caso del estrato 3035, constituye un avance de lo que encontraremos en los estratos 3117 y 3118, intocados desde el momento en que se depositaron. Una vez más, documentamos las cuatro formas básicas que hemos visto antes, por lo que sólo las comentaremos someramente: la urna de perfil en S y decoración de cordón en la unión entre el cuello y el cuerpo, el cuenco semiesférico, el plato/ tapadera y la urna semiesférica de labio corto y bisel interno típica del grupo ampurdanés de la 3ª etapa de poblamiento; en este caso, de 40 cm de diámetro, muy superior a lo que suele ser habitual (fig. 34).

Es el estrato superior del relleno de aquella depresión alargada e irregular que se acaba, al sur, al lado del silo que acabamos de analizar (fig. 27). Consideramos que es el equivalente a la UE 3035, de la que la separa un muro de piedra seca de época ibérica. Aparte, quedó removido y alterado en época romana, mezclándose en él materiales diversos de los siglos I a III d.C. (TS sudgálica, TS africana A y cerámicas africanas de cocina, ánfora, etc.), tal vez debido al desmantelamiento del yacimiento una vez abandonado, hacia el último cuarto del siglo III de nuestra era. No los tendremos en cuenta, de momento, y nos centraremos en el análisis del conjunto antiguo, homogéneo y perfectamente separable del más moderno. Se trata de 34 bordes y bases y 265 fragmentos sin forma.

El fragmento de la primera urna pertenece al cuello y borde del vaso, muy abierto hacia el exterior y con un cordón decorado con impresiones circulares muy regulares (fig. 48

El hábitat de la primera Edad del Hierro lo comparamos con el 3036, con un material absolutamente idéntico. En este caso, sin embargo, un mayor número de fragmentos permite observar más variantes de cada forma y, por otra parte, aparecen algunas formas específicas que no habíamos visto antes. También tendremos ocasión de ver más tipos de bases, con acabados sensiblemente diferentes.

34: 1). El otro fragmento pertenece a una urna de gran tamaño (más de 30 cm de diámetro), con un marcado bisel interno y en la que la parte externa del cuello está decorada o terminada con un profundo rayado vertical (fig. 34: 6). Un tazón de perfil bajo, casi semiesférico, y tres tapaderas también forman parte del conjunto, que se completa con pequeños fragmentos de bordes pertenecientes a las diferentes formas que hemos reseñado antes (fig. 34: 2 a 5).

Las pastas, que análisis de otros materiales idénticos encontrados en las campañas más recientes señalan que son locales, muestran una gran homogeneidad. Las variaciones son debidas al proceso de elaboración de cada pieza, al grosor del grano y desgrasante o a los acabados, pero prácticamente no varía la composición de la arcilla (ver cuadro de texto p. 118-119). A simple vista, son pastas que han adoptado un color que va desde el rojo oscuro y marrón hasta el negro; a veces, mezclándose diferentes colores en la superficie de cada pieza debido a la cocción en ambiente oxidante/reductor o a un mal control de la temperatura durante el proceso. Suelen tener pequeños cristales de cuarzo de color blanco o gris claro, mica blanca o dorada (más bien de color bronce) y, a veces, pequeños puntos negros o algunos nódulos minúsculos de cal (tal vez, pero es poco probable, concha desmenuzada).

Catálogo

Figura 34 1.- Perfil de urna clásica, con el borde abierto y un ligero bisel en el interior. Unión del cuello y cuerpo decorada con un cordón impreso de buena calidad. Pasta de color marrón oscuro, con pequeños granos de cuarzo y con la superficie interna pulida. 2.- Bol de cerámica a mano, de paredes delgadas y de color gris. Todas las superficies pulidas y lisas. 3.- Borde de plato/tapadera, forma 1c, de cerámica a mano, con un marcado bisel interno. Pulida por dentro. Pasta marrón oscuro.

Los acabados de las paredes varían según el tipo de recipiente. Pueden ser totalmente alisados ​​y bruñidos por fuera, con la técnica del translúcido (fig. 35: 1 y fig. 36: 13), simplemente pulidos con poco cuidado, cepillados con un peine (fig. 35: 2 y 4; fig. 39: 5, 7, 8 y 9), incluso en la parte externa del cuello (fig. 36: 1, 4 y 11), o simplemente sin ningún acabado especial que diferencie el interior de la superficie externa.

4.- Plato/tapadera de cerámica a mano, con la superficie pulida y espatulada por fuera. Pasta de color marrón claro. Suave bisel interno. 5.- Borde de plato/tapadera similar al anterior, con las superficies interna y externa pulidas. 6.- Borde de una gran urna a mano (32 cm de diámetro). Paredes gruesas y robustas, con un marcado bisel en el interior del labio. Pasta entre marrón y negra, con desgrasante de cuarzo y mica. Exterior del cuello rayado verticalmente.

Las decoraciones son relativamente simples, pero aplicadas con cuidado y de manera regular. Predominan los cordones colocados en la unión entre el cuello y el cuerpo, tanto si el primero es corto como el de los vasos con bisel interno, como si se trata de urnas de cuello más alto y desarrollado (fig. 36: 1 y 3; fig. 40: 10-11, 14-15 y 17). También son frecuentes las decoraciones impresas, ya sea con hojas alargadas, a veces algo irregulares (fig. 40: 3, 18 y 19), o bien con simples huellas circulares hechas con el dedo, en ocasiones combinadas con los cordones aplicados y el cepillado vertical del cuello (fig. 36: 1).

7.- Contenedor o gran cuenco de la forma 20c del grupo ampurdanés, de grandes dimensiones (40 cm de diámetro), con el borde corto y un bisel interno bien marcado y anguloso. Exterior decorado con un ancho cordón impreso. Pasta de color marrón rojizo, con desgrasante de cuarzo, cal y mica, en general de buena calidad. Superficie alisada.

UE 3117

No insistiremos en el repertorio de formas, que repiten la tipología que hemos ido comentando al analizar los estratos precedentes, pero sí que vale la pena destacar algunos aspectos interesantes o la presencia puntual de tipos que no hemos visto antes, pero que no son desconocidos en el territorio. Sí que debemos insistir en la importancia que tienen conjuntamente como grupo homogéneo, ya que, al igual que el estrato 3036, se trata de un conjunto cerrado y formado de manera rápida en un momento muy preciso. Contiene, por tanto, el repertorio de vasos de uso habitual en una época determinada, y la asociación de las diferentes formas constituye un elemento valioso a la hora de determinar cronologías de otros ámbitos e incluso de otros

Se trata del estrato principal que rellenaba el ámbito, con un total de 956 fragmentos de cerámica a mano (142 formas y 814 informes), además de 4 fragmentos de cerámica ibérica, 1 de gris monocroma y 1 de gris ampuritana, que debemos considerar intrusiones provocadas por la apertura de los cimientos del muro del siglo II a.C. construido sobre la fosa. Aparte, había 11 fragmentos de cerámica preibérica a torno (de jarra pithoide), 75 de fauna terrestre, 19 malacológicos y 1 molino de vaivén (fig. 37). No cambia prácticamente nada respecto al estrato anterior (aparte de la ausencia de contaminaciones), y menos aún si 49

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Fig. 36. Cerámica a mano del estrato 3117.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro Los que consideramos básicamente platos, casi todos tienen un bisel o una suave arista en el interior del borde, y la inclinación de la pared forma un ángulo mayor en relación al plano superior. Sus dimensiones también son mayores. En algunas ocasiones, estos platos/tapadera tienen uno o dos orificios por debajo del borde, hechos después de su cocción, que debieron servir para pasar un cordón que permitía colgarlos de un soporte en la zona de cocina de la vivienda (fig. 38: 9 y 13). La otra forma relativamente numerosa, aunque menos que cualquiera de las precedentes, es el vaso semiesférico, sin base o con el fondo ligeramente cóncavo: el cuenco de paredes más o menos cerradas o, a veces, algo más abiertas (fig. 40: 1, 2, 4, 5 y 6). Ambos son muy parecidos, y sólo se diferencian por su diámetro. Suelen ser objetos bien elaborados, con la arcilla relativamente depurada y modelada cuidadosamente, dando como resultado unos acabados homogéneos y bastante suaves al tacto. Son las dos variantes de la forma 2c de Sant Martí d’Empúries (fase IIb, 650-585 a.C.).

Fig. 37. Muestra de restos de fauna procedentes del estrato 3117.

yacimientos de la región que puedan aparecer aislados o en número más bajo o dentro de un repertorio más limitado. Tenemos dos variantes interesantes del vaso bitroncocónico que habíamos hallado en el silo 3036 y que volveremos a ver en estratos de la misma época situados en la zona sur del yacimiento (fig. 35: 1 y 36: 13). Pertenecen a la forma 15 de Agullana. El primero, con acabado translúcido y decorado con la técnica de acanalados, probablemente es una variante de la 15b; mientras que el segundo, sin ningún tipo de decoración, se asimilaría a la forma 15a. En todo caso, son contemporáneos.

Las bases de los diferentes tipos de vasos (básicamente urnas u ollas), muestran pocas variaciones, aparte de las lógicas debidas a la forma específica del vaso, que muchas veces desconocemos con exactitud. Aunque simples, tienen el pie bien diferenciado, de modo que el final del cuerpo y el inicio de la base no es una curva continua, sino que está marcado por un resalte más o menos pronunciado (fig. 39: 1 a 3, 5 a 7, 9 y 10). Generalmente el fondo externo es plano, pero no debemos considerar raros aquellos ejemplares con la base ligeramente alzada por la parte central del fondo externo (fig. 39: 5, 6 y 9).

En cuanto a las urnas, coexisten las de borde con bisel interno (fig. 36: 1 a 11), con las de borde simple y labio romo, absolutamente minoritarias (fig. 36: 7 y 12). Algún ejemplar mejor elaborado muestra un perfil algo más complejo que el del modelo estándar, sin que ello tenga ninguna otra repercusión en el repertorio tipológico. La urna 3 de la figura 40 entraría dentro de esta categoría de variantes, con un paralelo cercano, pero no idéntico, en la fase IIa de Sant Martí d’Empúries, también decorada con impresiones en forma de pequeñas hojas (Castanyer et alii 1999, fig. 165: 7). En cambio, el borde nº 5 de la figura 40, casi vertical y con labio sin diferenciar, constituye una simplificación extrema de la forma.

Otra característica suele ser el acabado de las paredes exteriores, que no es diferente al que encontramos en el conjunto de vasijas del estrato. Son tan numerosos los acabados cepillados o rayados con un peine como los lisos, más o menos pulidos según los casos. Podríamos considerarlo como una sencilla decoración. Sólo se aparta del repertorio tipológico común un vaso casi cilíndrico, de fondo plano y con el inicio de lo que parece un asidero roto, situado en un lugar tan inapropiado como es la parte inferior (fig. 39: 4). Por la forma, podría pertenecer al tipo 17 del repertorio ampuritano, documentado en la fase IIb (Castanyer et alii 1999, fig. 178), de entre la segunda mitad del siglo VII a.C. y los primeros años del siglo VI a.C.

Los platos/tapadera constituyen otro lote numéricamente importante de piezas de este estrato. Habitualmente los representamos gráficamente como tapaderas, dado que la tradición y su uso como tapadera de urnas cinerarias lo ha querido así, aunque su principal uso cotidiano era el de plato de mesa. A primera vista, todos parecen iguales (fig. 38). Sin embargo, podemos observar sutiles diferencias entre los diversos ejemplares, que no tienen más trascendencia, a no ser que alguna vez sí permiten atribuirles una función de tapadera (fig. 38: 15, 19 y 20). En estos casos, se trata de piezas de pequeño diámetro, de perfil muy bajo y con la pared poco inclinada. Sus dimensiones se apartan claramente de las del resto de platos, y pueden ser entre un tercio y la mitad más pequeñas que aquellos.

Entre las diferentes producciones cerámicas vale la pena destacar especialmente la presencia de once fragmentos de cerámica a torno protoibérica. Poco habitual en nuestro territorio por su arcaísmo, constituyen los ejemplos más antiguos de la utilización del torno por las comunidades indígenas antes del establecimiento del emporion griego en Ampurias. Los diferentes fragmentos parecen pertenecer a un solo vaso pithoide. Algunos restos se esparcieron entre los estratos 3117 y 3118 (fig. 40: 25). La pasta es de color beige-naranja, dispuesta en lo que parecen finas capas que se exfolian en la superficie; contiene mica en polvo 51

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias y pequeños nódulos negros. En el interior la tonalidad es más grisácea. En la superficie se ven los restos de pintura roja, formando un motivo que no se aprecia con demasiado detalle. Por el grosor y la curva de la pared, debería ser un recipiente de notables dimensiones, como un ánfora o un pithos, o una imitación local de formas foráneas de tradición fenicia bien conocidas. En cualquier caso, esta cerámica, también documentada en la fase IIb de Sant Martí d’Empúries (Castanyer et alii 1999, 160-162, con amplia bibliografía), parece el origen de las producciones ibéricas que menudearán a partir del siglo VI a.C., más elaboradas y con una decoración que a veces se vuelve más compleja, como tendremos ocasión de ver en el momento oportuno. No demasiado lejos en este territorio, en los niveles más antiguos de la Illa d’en Reixac, aparecieron algunos fragmentos que también parecen englobarse dentro de esta producción a torno arcaica y mal conocida (Martín/Sanmartí 1976-78, 436 y 442, fig. 6: 2).

color marrón oscuro, casi gris en el interior de la fractura, con desgrasante de cuarzo de tamaños diversos, puntos de cal y polvo de mica. Superficie interior pulida y lisa; exterior con rayados verticales en el cuello y dispuestos más irregularmente en el cuerpo. Doble decoración, con una franja de impresiones ovaladas en la parte superior del borde y cordón impreso en la zona de contacto de cuello y cuerpo. 2.- Borde de urna de menores dimensiones que la anterior pero con las mismas características de pasta y acabados, salvo la decoración de la parte superior. Desgrasante de cuarzo, nódulos blancos y mica dorada. También tiene un marcado bisel en la parte interna del borde. 3.- Borde e inicio del cuerpo de una urna modelada a mano, de tamaño mediano, con un bisel menos marcado en la parte interna del labio. Pasta de color gris oscuro en la superficie y marrón en el interior de la fractura, con cuarzo y mucha mica blanca y dorada. Superficie interna lisa y pulida; exterior rayado con cepillo por debajo del cordón decorativo impreso.

Catálogo

Figura 35 1.- Fragmento de la parte superior del cuerpo de una urna bitroncocónica de grandes dimensiones (anchura máxima del cuerpo superior a 50 cm), modelada a mano con pasta de color naranja oscuro en el interior de la fractura y casi negro en las superficies. Interior pulido y alisado. Exterior con acabado translúcido y decorada con acanalados horizontales.

4.- Borde de urna de tamaño mediano, con el cuello rayado verticalmente con un peine o cepillo y un marcado bisel en el interior del labio. Pasta de color gris marrón, con la superficie interna pulida. 5.- Cuello y borde de urna de grandes dimensiones, según se desprende de la parte conservada. Pasta color marrón claro, fina y con la superficie pulida. Interior de la fractura de color rojizo. Componentes de mica dorada y pequeños cristales de cuarzo.

2.- Urna o contenedor de gran capacidad, con un diámetro en la boca de 36 cm. Pertenece a la forma 20c del grupo ampurdanés. Pasta de color negro, con mica dorada y granos de cuarzo, tosca en el interior de la fractura, pulida por dentro y cepillada por el exterior. En general, pieza de muy buena calidad. Lleva un cordón impreso en el exterior del cuello.

6.- Borde de urna de proporciones similares a la anterior, con el bisel en la parte interna menos pronunciado. La pasta tiene los mismos componentes, pero de aspecto más arenoso debido a la cantidad de cuarzo empleado como desgrasante. Exterior tosco; interior pulido de forma somera.

3.- Borde de urna o taza a mano de pequeño tamaño y perfil sinuoso. Pasta de color gris y negro en la superficie y marrón en el interior de la fractura, con componentes de cuarzo, cal y algo micácea.

7.- Borde de urna de tamaño grande y pared robusta, sin bisel en el interior. Pasta de color marrón claro y gris por fuera, donde la superficie es más rugosa. Interior alisado y pulido. Misma composición de pasta y desgrasante que las anteriores.

4.- Borde de contenedor o urna, próxima a los ejemplares del grupo ampurdanés como la segunda de la misma figura. Labio corto y exvasado; pared gruesa. Pasta de color gris oscuro y negro, con componentes de mica dorada y nódulos blancos, seguramente de cal. Superficie interna pulida y externa rayada con un cepillo. Decoración con un grueso cordón impreso al inicio del cuerpo.

8.- Borde de urna a mano de tamaño mediano/pequeño, con un marcado bisel en la parte interna del labio. Pasta de color negro en la superficie y marrón en el interior de la fractura. Se adivina el inicio de un cordón impreso en la parte inferior.

5.- Fragmento de pared de una urna de cerámica a mano, seguramente de perfil en S o variante de la forma 13, con una pequeña asa. Pasta de color rojo oscuro por fuera y negro en el interior, con las superficies pulidas y espatuladas.

9.- Cuello y borde de urna del mismo tipo, con el bisel interno aún más marcado. Pasta de color marrón oscuro, con los mismos componentes habituales de cuarzo y mica.

Figura 36 1.- Borde de urna de grandes dimensiones (29 cm de diámetro en la boca) y decoración elaborada. Pasta de

10.- Borde de urna a mano de la forma más común, pero 52

El hábitat de la primera Edad del Hierro con dos biseles muy pronunciados en el interior. Pasta de color marrón oscuro y rojo con manchas grises. Sólo se pulió la superficie interna.

Pasta con los componentes habituales, de color negro y pulida en la superficie interna. 11.- Plato/tapadera de paredes muy abiertas y bisel externo. Pasta de color marrón claro en la mayor parte del fragmento y negro con algunas manchas. Desgrasante de cuarzo y polvo de mica dorada. Superficie interna pulida y lisa; exterior más rugoso.

11.- Borde de urna a mano de gran tamaño (30 cm de diámetro), con un bisel en la parte interna. Pasta de color marrón y gris oscuro, con el desgrasante habitual. 12.- Borde de urna a mano, muy exvasado y de tamaño mediano, de perfil simple y sin bisel interno. Pasta de color casi negro por dentro y en la zona del labio. Desgrasante de cuarzo y mica muy fina.

12.- Borde de plato/tapadera de pared gruesa (probablemente era de gran tamaño). Pasta gris y negra en la superficie y marrón anaranjado en el interior de la fractura. Todas las superficies pulidas.

13.- Pared y mitad superior del cuello de un vaso bitroncocónico de una forma cercana o derivada del primer vaso descrito en este estrato. Paredes de espesor irregular, pero bien elaborada. Pasta de color gris oscuro, con mica dorada y cuarzo de color blanco o transparente. Finamente pulida, reluciente por fuera y espatulada en la superficie interna.

13.- Plato/tapadera con dos orificios bajo el borde. Bisel poco marcado. Pasta de color marrón claro por fuera, gris en el interior y naranja oscuro en la parte interna de la fractura. Desgrasante de cuarzo y mica en polvo. Todas las superficies pulidas. 14.- Plato/tapadera de paredes delgadas y bien elaborado. Pasta depurada, con nódulos de cuarzo y mica en polvo. Superficies de color marrón oscuro y zonas grises. Superficie interna pulida; externa rugosa.

Figura 38 1.- Plato/tapadera de tamaño mediano, con un fino bisel en la parte interna del labio. Pasta depurada, con cuarzo y polvo de mica. Superficies de color marrón y gris.

15.- Por la forma e inclinación parece claramente una tapadera y no un plato. Variante poco habitual en Mas Gusó. Pasta de color marrón, con cuarzo y mica, pulida en ambas superficies.

2.- Borde de plato/tapadera con un marcado bisel interno, bien elaborada y de buena calidad. Color marrón y gris. 3.- Plato/tapadera hecho a mano, de perfil algo sinuoso y sin bisel interno, de tamaño mediano. Pasta bien depurada, con los componentes habituales y superficies pulidas.

16.- Plato/tapadera de cerámica a mano, con el borde más engrosado y separado del cuerpo con un surco rebajado. Pasta de color marrón-gris, con los componentes y desgrasante habituales. Superficie interior pulida, de color marrón y gris.

4.- Borde de plato/tapadera a mano, de paredes delgadas y bien elaborado. Pasta con polvo de mica y cristales de cuarzo. Superficies de color marrón y finas al tacto.

17.- Plato/tapadera a mano, de color marrón-gris, como el anterior.

5.- Plato/tapadera de gran tamaño (32 cm de diámetro), elaborado con una arcilla depurada, con componentes de cuarzo y polvo de mica. Pulida en la superficie interna.

18.- Borde de plato/tapadera con un acabado diferente al que solemos encontrar en el conjunto (podríamos pensar que es un borde de urna), con un engrosamiento en la parte interna. Pasta de color gris oscuro, con el desgrasante habitual.

6.- Plato/tapadera a mano; pasta de color gris y marrón, con desgrasante de cuarzo y mica. 7.- Plato/tapadera de gran tamaño (28 cm de diámetro), de paredes relativamente delgadas y pasta depurada. Color marrón oscuro y manchas ahumadas, micácea, con granos de cuarzo y cal. Pulida sólo en la superficie interna. 8.- Plato/tapadera con un marcado bisel en el interior. Pasta de color gris en la superficie y naranja en el interior del núcleo. Mica en polvo y cuarzo muy fino.

19.- Borde de tapadera tipológicamente próxima al fragmento anterior, con el mismo acabado en el borde. Su fuerte inclinación nos hace descartar su uso como plato, considerando más adecuado clasificarlo como tapadera. Pasta de color marrón rojizo, con manchas ahumadas, componentes de mica dorada y cuarzo. Superficie interna pulida; externa, no.

9.- Borde de plato/tapadera a mano, de color marrón oscuro y manchas grises. Pasta micácea y con granos de cuarzo y cal. Pulida por dentro. Tiene un orificio bajo el labio hecho ante cocturam.

20.- Otra tapadera de cerámica a mano, con un bisel muy marcado después de un borde cóncavo por dentro. Pasta de color marrón, muy micácea, tosca y rugosa en la superficie.

10.- Borde de plato/tapadera con un marcado bisel interno.

21.- Plato/tapadera de pared casi recta y labio acabado en 53

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

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Fig. 38. Platos/tapadera del estrato 3117.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro extremo romo, sin bisel. Pasta de color negro, micácea, con cuarzo. Superficies pulidas sólo en el interior.

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22.- Fragmento de plato/tapadera a mano de gran tamaño (sobrepasa los 30 cm de diámetro). Pasta tosca, de grano grueso, pero bien depurada. Superficie interna pulida y lisa.

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23.- Plato/tapadera a mano, de tamaño mediano/grande (26 cm de diámetro). Pasta de colores naranja y marrón en la superficie externa y gris oscuro/negro en el interior; de grano muy fino, con cuarzo y mica en polvo. Pulida sobre todo por dentro.

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24.- Plato/tapadera a mano, de pared delgada, color amarronado. Pasta con mica y cuarzo. Superficie interna pulida.

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Figura 39 1.- Base de urna de grandes dimensiones. Pie plano y diferenciado del cuerpo con una curva muy marcada. Pasta marrón claro por fuera y gris claro en el interior. Superficie externa pulida y espatulada, mientras que la interna es más descuidada. Desgrasante de cuarzo y mica.

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Fig. 39. Bases de urnas de la primera Edad del Hierro procedentes del estrato 3117.

2.- Base de urna a mano; plana y diferenciada del inicio del cuerpo. Pasta de color gris oscuro y negro, con polvo de mica y cristales de cuarzo. Superficie pulida.

diferenciar del cuerpo, que está surcado por estrías hechas con un peine o cepillo. Pasta entre gris oscuro y marrón, con cuarzo y mica dorada. Sólo la superficie interna es alisada.

3.- Base de urna a mano, de fondo plano y diferenciado del cuerpo con una ligera curva. Pasta de color gris/negro, muy arenosa y rugosa debido a la cantidad de cuarzo de color blanco o transparente del desgrasante, que también contiene mica.

8.- Base de urna muy abierta (o tal vez se trata de un plato/ tapadera), de paredes finas y bien elaborada. Superficie exterior rayada e interior pulida. Pasta de color entre naranja oscuro, marrón y gris. 9.- Base de una gran urna a mano, de fondo casi plano y diferenciado del cuerpo con un marcado abultamiento. Pasta entre gris oscuro y negro, con los componentes y desgrasantes habituales. Pulida por dentro y rayada en el exterior.

4.- Parte inferior de un vaso hecho a mano de forma no documentada hasta ahora en Mas Gusó, de paredes casi verticales o poco abiertas, con indicios de un asa situada casi en la base (que es plana y sin diferenciar). Pasta de color negro en la superficie externa, y naranja o marrón en el interior de la fractura. Muchos granos de cuarzo y mica en polvo como desgrasante. Superficies pulidas en ambas caras.

10.- Base de urna que, por el grosor de las paredes, suponemos de grandes dimensiones. Fondo plano. Pasta de color rojo oscuro por fuera y gris por dentro; muy arenosa, con cuarzo y polvo de mica.

5.- Base de urna de tamaño regular; parte central del pie ligeramente elevada o cóncava y base diferenciada del cuerpo con una incisión muy marcada, a partir de la cual comienza una superficie rayada con peine o cepillo. Pasta de color gris oscuro con manchas rojizas hacia la base. Granos de cuarzo y cal, ligeramente micácea. Superficie interior pulida.

Figura 40 1.- Bol semiesférico de tamaño mediano, paredes robustas y pulidas por ambas caras. Pasta de color gris oscuro, de grano fino, con polvo de mica. 2.- Bol semiesférico de tamaño grande, pared ligeramente vuelta hacia el interior, pulida por ambas caras. Pasta casi negra en las superficies y gris en el interior de la fractura. De grano fino, con polvo de mica.

6.- Base de urna a mano, de medianas dimensiones, algo combada en la parte central o umbilicada. Pasta de color marrón oscuro con manchas ahumadas; de grano grueso y con componente de cuarzo y polvo de mica. Superficies ligeramente alisadas.

3.- Urna a mano, de tamaño mediano y perfil muy elaborado. Paredes delgadas, pulidas por dentro y rugosas en el exterior. Pasta de color negro y gris oscuro, con cuarzo y mica en polvo de color dorado. Decoración impresa al

7.- Base de urna de tamaño mediano y fondo plano, casi sin 55

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias inicio del cuerpo. Recuerda un ejemplar ampuritano de la fase precolonial (Castanyer et alii 1999, fig. 165: 7).

17.- Pared de urna hecha a mano, con un cordón en relieve, impreso, situado en la parte superior del recipiente.

4.- Fragmento de cuenco de perfil algo irregular, hecho a mano. Superficie de color gris oscuro y negro; interior de la fractura de color naranja oscuro.

18.- Pared de urna de tamaño mediano, decorada con una franja de motivos impresos. 19.- Pared de urna a mano, con decoración impresa. Pasta marrón y naranja por dentro y negra en el exterior; poco depurada.

5.- Borde de urna a mano, de cuello estrecho y vertical. Pasta marrón o naranja oscuro, de grano fino, con cuarzo y puntos de cal. Pulida en el exterior y textura más irregular en el interior.

20.- Borde de urna pequeña o taza de perfil sinuoso, modelada a mano. Pasta de color negro, tosca, erosionada por fuera y pulida en el interior.

6.- Bol de cerámica a mano. Pasta micácea, de color rojizo y con las superficies alisadas.

21.- Borde de urna, con bisel interno, a mano. Pasta de color marrón oscuro, bien depurada.

7.- Borde de urna a mano, con bisel interno. Pasta de color naranja-marrón y gris oscuro, con cuarzo blanco y polvo de mica. Todas las superficies pulidas.

22.- Borde de urna hecha a mano, con la superficie interna pulida. Pasta marrón/gris, micácea y con granos de cuarzo.

8.- Borde de urna a mano, sin bisel interno y labio romo en su extremo. Pasta negra en la superficie; marrón en el interior de la sección. Pulida por dentro y rugosa en la superficie externa.

23.- Borde de urna de tamaño mediano y labio adelgazado. Casi no se nota el resalte o bisel interno. Pasta de color marrón y gris, con cuarzo blanco de tamaños diversos y mica dorada. Pulida por dentro y tosca por fuera.

9.- Fragmento difícil de clasificar. Puede ser el borde de un plato/tapadera o de una urna. La inclinación y forma admiten las dos posibilidades. Pasta amarronada, depurada, con los componentes habituales. Pulida por ambas caras.

24.- Urna de grandes proporciones (26 cm de diámetro) y cuello bastante más alto de lo que vemos habitualmente en el yacimiento. Pasta de color marrón claro y de grano fino. Pulida por dentro y por fuera.

10.- Borde de urna a mano, bien elaborada y con un cordón decorativo impreso. Pasta de color marrón y gris por fuera, y rojo en el interior del núcleo, con cuarzo y mica. Más rugosa por fuera y pulida en el interior.

25.- Fragmento de cerámica a torno de la llamada protoibérica. Pasta de color beige/naranja, con polvo de mica y puntos negros, y una tonalidad más grisácea en el interior. Parece dispuesta formando capas, por lo que da la impresión de exfoliarse. Superficie externa decorada con pintura roja muy diluida y mal conservada.

11.- Borde de urna de tamaño indeterminado, muy abierta y elaborada a mano con una pasta bastante depurada, con la superficie externa algo descuidada y rugosa, mientras que el interior se pulió con cuidado. Componentes de cuarzo y polvo de mica. Conserva parte del cordón impreso en la parte baja del cuello.

Figura 41 Mitad de un molino barquiforme o de vaivén, de piedra arenisca de grano duro y fino, labrado en un bloque de buena calidad, con forma canónica y acabados cuidados en su forma y perfil.

12.- Borde de urna a mano, con dos biseles o pliegues bien marcados en la parte interna del cuello. Pasta de color gris oscuro y rojo por fuera, con cuarzo y mica en polvo. Pulida sólo en el interior.

UE 3118

15.- Zona de unión del cuello y el cuerpo de urna a mano, con un ancho cordón decorativo impreso. Superficie interna pulida.

No observamos ningún cambio en este estrato respecto al anterior, que en la excavación separamos por cuestiones metodológicas y por su textura diferente, con más concentración de cenizas. Ocupa una superficie más reducida y, por tanto, tampoco contenía tanta cerámica como el otro. En este caso, 215 fragmentos de cerámica a mano (27 formas y 188 informes), 2 de cerámica protoibérica​​ a torno, algunos fragmentos de revestimiento de muro de arcilla endurecida y varios restos de fauna terrestre y malacológica; entre ellos, una concha de la especie cardium con una perforación practicada expresamente en su extremo (fig. 43: 13).

16.- Colgante hecho con la punta de un asta de ciervo.

Los vasos cerámicos repiten la tipología de los que hemos

13.- Plato/tapadera de la forma convencional. Pasta marrón y gris oscuro, con cuarzo y mucha mica. Pulida en ambas superficies. 14.- Pared de urna a mano con un ancho cordón decorativo impreso. Pasta de color marrón, bien elaborada y con las superficies alisadas.

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Fig. 40. Fragmentos de vasos del estrato 3117. 1 a 24 (excepto 16): cerámica a mano. 16: punzón tallado en hueso; 25: fragmento de pithos a torno decorado con pintura roja.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias como veremos en el estrato 2064 y sus vecinos en el sector sur (fig. 43: 10). En esta ocasión, la superficie es de color negro, muy brillante y pulida, mientras que el interior de la fractura es de color marrón debido al proceso de cocción. Las bases, finalmente, repiten los mismos modelos que hemos ido viendo en el resto de estratos de la misma época descritos hasta ahora (fig. 43: 12).

Catálogo

Figura 42 1.- Contenedor de cerámica a mano, de grandes dimensiones (28 cm de diámetro). Parte superior del cuerpo con el característico borde corto y biselado de la forma 20c del grupo ampurdanés. Pasta de color gris oscuro, con mica blanca o transparente y cuarzo, rugosa y tosca. Superficie externa rayada. 2.- Urna de tamaño mediano y perfil bien modelado, con un marcado bisel en la parte interna del borde. Parte inferior del cuerpo rayada con peine y franja de decoración impresa en su unión con el cuello. Pasta de color negro, bien depurada. Superficie interna pulida.

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3.- Borde de urna de grandes dimensiones. Cuello alto y bisel interno muy marcado. Pasta de color marrón oscuro y gris, con polvo de mica y cuarzo blanco. Pared pulida tanto por dentro como por fuera del vaso.

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4.- Borde de urna a mano de medianas dimensiones. Pasta de color marrón oscuro, micácea y con granos de cuarzo. Superficie interna pulida.

Fig. 41. Molino barquiforme del estrato 3117.

analizado hace poco, con representación de todas las formas hasta ahora documentadas, de las que reproducimos las más significativas en las figuras 42 y 43. Observamos, una vez más, el gran vaso de borde inclinado hacia el interior y labio biselado (forma 20a), típico del grupo ampurdanés, aunque esta vez no tiene el cordón impreso bajo el borde y sí, en cambio, la pared externa rayada con peine o cepillo (fig. 42: 1). Más numerosa, la urna 13b o 13c, según los tamaños, normalmente con el exterior del cuello liso y el cuerpo rayado con cepillo (fig. 42: 2 a 7). Las dimensiones de los diferentes ejemplares son muy diversas.

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La tercera forma más corriente y abundante es el plato/ tapadera, el cual, como en el estrato 3117, tiene tamaños dispares y acabados diferentes en el borde, con bisel más o menos marcado o sin él (fig. 43: 1 a 9). En un ejemplar la pared externa está rayada con un cepillo o una especie de peine, como ocurre en algunas urnas, y otro tiene un orificio bajo el borde. Pertenece a la forma 1 del repertorio de la fase IIb de Sant Martí d’Empúries.

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Por último, dos fragmentos de borde de vaso semiesférico permiten observar que se mantiene la proporción del estrato 3117 entre las diferentes formas. Uno de ellos pertenece a la forma 2c ampuritana (fig. 43: 11), pulida, bien elaborada y con el labio romo. El otro forma parte de las producciones con acabado translúcido en la pared exterior, a veces decorada con acanaladuras más o menos pronunciadas,

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Fig. 42. Repertorio de vasos a mano del estrato 3118.

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Fig. 43. Platos/tapadera, cuencos y concha del estrato 3118.

tosca, con nódulos de cuarzo de hasta 4 o 5 mm.

5.- Borde y cuello de urna a mano de medianas dimensiones. Pasta de color marrón oscuro, con el desgrasante habitual. Pulida en la superficie interna.

4.- Borde de plato/tapadera a mano. Pasta naranja, micácea, con cuarzo y puntos de cal. Interior pulido. Superficie externa rayada con cepillo.

6.- Borde de urna de la misma variante de forma que la segunda de la figura. Pasta de color marrón oscuro, depurada, con cuarzo y polvo de mica. Superficie interna pulida.

5.- Plato/tapadera de factura algo más tosca y rugosa al tacto, con cuarzo y mica en polvo. Color marrón-rojizo. 6.- Plato/tapadera a mano, de color gris oscuro y con la superficie pulida.

7.- Cuello y borde de una gran urna o contenedor (30 cm de diámetro), de perfil simple y sin bisel interno. Pasta de grano fino y depurada, pero con muchos cristales de cuarzo. Color gris oscuro en la superficie y marrón-naranja en el interior de la fractura. Pulida por ambas caras.

7.- Fragmento de plato/tapadera a mano, con una perforación bajo el borde. Pasta roja manchada de gris y con el mismo desgrasante habitual.

Figura 43 1.- Plato/tapadera de perfil clásico, con un suave bisel en la parte interna. Pasta de color gris oscuro y zonas rojizas en el labio, bien depurada y de grano fino. Pulida por ambas superficies.

8.- Borde de plato/tapadera. Pasta marrón oscuro, con la superficie interna pulida. 9.- Borde de plato/tapadera de pared gruesa y pasta marrón oscuro. Pulida por dentro.

2.- Plato/tapadera a mano. Pasta de color marrón claro. Tosca por fuera y pulida en la superficie interna.

10.- Borde de cuenco con la superficie externa acabada con la técnica del translúcido y decorada con acanaladuras horizontales. Pasta de color negro en las superficies y marrón en el interior de la fractura.

3.- Plato/tapadera de cerámica a mano, de paredes más rectas que los anteriores. Pasta marrón oscuro, algo más 59

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

SECTOR SUR

11.- Borde de cuenco bajo y pared abierta, de cerámica a mano. Pasta color gris oscuro en la superficie y marrón oscuro en el núcleo. Pulida por ambas caras.

En la zona sur, en parte mezclados pero no del todo confundidos con los niveles neolíticos y del Bronce Final estudiados en un capítulo anterior, aparecieron los correspondientes al período precolonial, desde la transición Bronce-Hierro o claramente de la primera Edad el Hierro, incluyendo algunos ámbitos ya ibéricos. En general, nos movemos en unas cronologías de entre finales del siglo VII a.C. (sobre todo), hasta los primeros años del siglo V a.C., como máximo. En las plantas de detalle y secciones

12.- Base de urna de medianas dimensiones, con pie plano y diferenciado del cuerpo por medio de un engrosamiento. Pasta gris oscuro y marrón, con cuarzo y mica en polvo. 13.- Concha con una perforación intencionada en el extremo.

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Fig. 44. Planta de detalle del conjunto de fosas de la primera Edad del Hierro del sector sur.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro ibéricas y coloniales del siglo VI a.C., sigillata sudgálica de finales del siglo I d.C. y cerámicas africanas de los siglos II-III d.C. Es la composición lógica en un nivel superficial o de circulación formado con el transcurso de los años y muestra de manera resumida el cuadro de producciones de casi toda la vida del yacimiento (fig. 47). Aparte de una pequeña y delgada mancha situada debajo (UE. 3161), sin apenas material, aquel primer estrato recubría casi todo el resto de niveles antiguos. Por orden cronológico ascendente, los más antiguos son rellenos de fosas de extracción de arcilla que adoptan formas irregulares, ovaladas, redondeadas y sinuosas, siguiendo la cantera original hasta que se agotaba, y quedan interrumpidas por la roca natural caliza y de conglomerados. Son los estratos 3163, 3164, 3165, 3166, 3167 (sin material), 3170 y 3176. Todos se formaron de manera rápida en un solo momento entre los últimos decenios del siglo VII a.C. y los primeros años del siglo VI a.C.

Fig. 45. Vista general del sector sur, con diversas fosas amortizadas durante la 1a Edad del Hierro.

se puede observar la complejidad de los elementos y ámbitos que conforman la excavación del sector (fig. 44, 45 y 46). Se trata de fosas de diversas formas y profundidades, abiertas en el subsuelo formado por limos y arcillas amarillas o conglomerados, según los lugares, que constituyen auténticos vertederos de desechos de ese período, los cuales se vieron afectados por la apertura de algún silo posterior, amortizado a finales del siglo VI a.C. o poco después, y por las actividades y frecuentación en la misma época. En general, sin embargo, se trata de antiguas fosas de extracción de arcilla para la elaboración de cerámica y para la construcción, y silos que, una vez fuera de uso, sirvieron de vertedero (desde la UE 3163 hasta la UE 3176).

Aproximadamente medio siglo después, se abrió un silo en medio de los antiguos estratos, perforando los primeros rellenos (UE. 3168), al tiempo que se produjo una primera alteración de una parte del estrato 3163 (fig. 44: 3163b), y una segunda afectación en época tardorrepublicana; seguramente con motivo de la construcción de un pequeño muro de piedra seca, de función desconocida y sin continuidad (3162 y 3169). En el entorno del sector principal se llevaron a cabo otras actividades, documentadas a partir de silos y hallazgos dispersos fechados hacia la segunda mitad del siglo VI a.C. y que estudiaremos en el apartado correspondiente (UE. 3050, 3051 y 3182). Finalmente, en el lado oeste del ámbito más antiguo, pero sin afectar a los restos, se estableció el camino de acceso al edificio de época romana, del que pudimos identificar las rodadas con el material que en ellas se fue colando hasta el siglo III d.C.

Sin embargo, la configuración estratigráfica del sector es algo más compleja y refleja toda la evolución del yacimiento, a partir de los materiales que encontramos desde los primeros estratos hasta los niveles más profundos. Más aún, si lo completamos con los ámbitos vecinos, situados a poniente, que hemos analizado en el capítulo dedicado al Bronce Inicial.

El aspecto más interesante, en cuanto a la ocupación de la primera Edad del Hierro, es que se trata de una gran área intacta (fig. 45 y 48), alterada sólo a mediados del siglo VI a.C. y de manera parcial, sin que quedaran afectados los estratos originales (sólo alguna intrusión puntual). Aquellos niveles proporcionaron una cantidad notable de material arqueológico, que nos permite conocer la extensión de la zona ocupada durante ese período, completar y/o confirmar el repertorio de formas y producciones cerámicas que ya hemos empezado a ver en los ámbitos estudiados hasta ahora, y obtener nuevas informaciones sobre técnicas constructivas a partir de los restos que se vertieron en unas antiguas fosas de extracción de arcilla que, una vez agotadas, se nivelaron con tierras diversas y restos amortizados.

El primer estrato, superficial, es en realidad un montón de tierras moderno, depositado hacia los años setenta del siglo pasado con motivo de limpiezas de las fincas colindantes y depósito de escombros (UE. 3001, fig. 46). Los materiales son de la época actual y casi no hay restos antiguos. Arqueológicamente, no cuenta. Este montón de escombros recientes recubre un estrato muy delgado, que probablemente era el verdadero estrato superficial o lo que de él quedaba (UE 3160). Con un grosor de entre 15 y 20 cm, recubría casi todos los niveles más antiguos de la zona y sellaba los rellenos de fosas y silos fechados entre la segunda mitad del siglo VII y la segunda mitad del siglo VI a.C. Consideramos que se originó de forma gradual, pero tampoco demasiado lenta, mientras estuvo ocupado el complejo de época romana y hasta que fue abandonado. Reunió material de épocas diversas y, por su situación, ya contiene algunos restos cerámicos de la primera Edad del Hierro, mezcladas con producciones

Por tanto, las tierras que llenaban originalmente la gran fosa procedían de escombreras. Eran desechos vertidos expresamente para nivelar la zona. Su composición es algo heterogénea, con bolsas más cenicientas, otras más claras y arcillosas, muchas piedras de tamaños no muy grandes, 61

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Sección A1 Oeste +

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Fig. 46. Secciones estratigráficas del sector sur, referidas a la planta de la figura 44.

revestimiento de una casa y una cantidad considerable de fragmentos de cerámica. Debido a la afectación que sufrió hacia mediados del siglo VI a.C., no se pueden contabilizar adecuadamente todos los materiales de la primera deposición, en parte mezclados con los más recientes. La textura y composición de las tierras, idénticas en la parte superior, hace difícil establecer los límites. Sin embargo, contamos casi setecientos fragmentos de cerámica indígena a mano que claramente pertenecen al primer período. En la parte que hemos podido delimitar, removida en el siglo VI a.C. (UE. 3163-b), identificamos unos 70 fragmentos que pueden pertenecer a la misma época. Toda la cerámica a torno también corresponde a la segunda fase y la estudiaremos conjuntamente en los capítulos dedicados a la fase ibérica antigua –contemporánea a la fundación y desarrollo de Emporion–, como un elemento más que ayuda a tener una visión de conjunto del siglo VI a.C. en Mas Gusó.

una cantidad considerable de cerámica a mano, dos fíbulas de resorte bilateral en la parte superior del estrato (quizás intrusiones de los siglos VI-V a.C.), y más de un centenar de revestimientos de barro endurecido al sol procedentes del muro de una casa, algunos de los cuales (más de cincuenta), tenían motivos decorativos en la superficie, adoptando formas geométricas sencillas. Todos, tanto los decorados como los lisos, mostraban en la cara posterior las marcas de postes de sección circular, láminas de madera planas o las huellas de ramaje. Eran, en definitiva, parte del forro de las paredes de una casa. No identificamos ninguno que pueda ser atribuido a la cubierta. A pesar de la cantidad de fragmentos, es de suponer que se trata de una ínfima parte del revestimiento de los muros que, por las circunstancias que sea, fueron a parar a la depresión. Los otros restos del edificio, que quizás es uno de los que hemos identificado en el sector oeste del yacimiento, podían haber tenido un destino muy diferente.

Los fragmentos de ánfora itálica Dressel 1 o los de cerámica de barniz negro, que constituyen intrusiones muy posteriores que afectaron tangencialmente el estrato, e incluso aquel de cerámica africana, no tienen ninguna incidencia, dado que se trata de intrusiones perfectamente identificadas y provocadas, o bien por la construcción del muro 3162 (con una zanja de fundación invisible debido a que se rellenó con la misma tierra del estrato antiguo), o bien por el hecho de encontrarnos en un extremo de la colina, con una abrupta pendiente (ver sección fig. 46), en

UE 3163

Ocupa la mitad este de la gran depresión y tiene forma de fosa cóncava, ligeramente elíptica y paredes inclinadas, con el fondo situado a un nivel ligeramente superior al de su vecina colmatada por el estrato 3164. Se rellenó con tierras blandas y esponjosas, algo heterogéneas, con bolsas más o menos cenicientas según los lugares, muchas piedras, restos de placas de arcilla endurecida procedentes del 62

El hábitat de la primera Edad del Hierro cuyo final se confunde y mezcla el estrato superficial de época moderna con los más antiguos. Los inventarios de material son una muestra de la dificultad que existe a la hora de delimitar el alcance de la afectación posterior que, por la textura de la tierra, no puede distinguirse.

El repertorio tipológico retoma las formas que hemos visto en los estratos precedentes y que volveremos a encontrar en los que estudiaremos más adelante, si bien con algunas peculiaridades que comentaremos, en lo referente a formas nuevas o variantes de las ya conocidas. Las pastas, siempre locales, son homogéneas en cuanto a composición, pero con aspectos y acabados variados debido a las diversas manipulaciones de la arcilla, del desgrasante introducido, de la habilidad del artesano que las modeló, seguramente al momento en que fueron hechas (no deberían proceder de una sola hornada, sino que su período la elaboración y utilización sería relativamente dilatado), o del uso específico a las que estaban destinadas.

El material del relleno original, por lo tanto, constituye un conjunto de cerámicas modeladas a mano y no hay ningún fragmento elaborado a torno. Estos, perfectamente identificables, corresponden a la afectación del estrato en un momento avanzado del siglo VI a.C. A este mismo período también pertenecen algunos fragmentos de recipientes modelados a mano, pero con características propias que los distinguen de los más antiguos. Uno de los rasgos principales y diferenciadores de las urnas del siglo VI a.C. es la decoración de cordones, colocada, no en la unión entre el cuerpo y el cuello, como las del siglo VII a.C., sino en un punto más bajo del cuerpo globular. La forma y acabado de los bordes también permite separarlas bien de los materiales arcaicos (fig. 50: 13 y 14).

Por estos motivos, algunas tienen un tacto más arenoso que otras, pero siempre presentan un componente de cuarzo blanco y mica en polvo característica de la zona. Difícilmente encontraremos nódulos de cal u otros componentes visibles a simple vista. En cuanto a los colores, la cocción en ambiente poco controlado, oxidante/ 3160

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Fig. 47. Material de los estratos que recubrían el conjunto de fosas del sector sur, con mezclas de la primera Edad del Hierro, ibérica y romana (siglos VII a.C. a III d.C.).

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias señalaría que se trata de una urna similar a un ejemplar de Mas Castellar de Pontós, procedente de silo 16, fechado grosso modo en el período 625-500 a.C. (Adroher et alii 2002, fig. 10:15: 1). Una forma o tipo de recipiente con una presencia notable es el plato o vaso cóncavo, semiesférico bajo y de base plana o algo umbilicada (fig. 49: 1 a 5 y 7; fig. 50: 17). Observamos varias variantes de la forma genérica, una de ellas completa y con un asa plana o asidero que sobresale horizontalmente del borde. Seguramente es el modelo más habitual en Mas Gusó, que encontraremos en otros estratos de este mismo ámbito y en niveles contemporáneos en otros lugares del yacimiento. Es una forma habitual en Sant Martí d’Empúries, tanto en la fase IIb1, contemporánea a Mas Gusó, como la más reciente fase IIb2 (Castanyer et alii 1999, fig. 193: 4 y 5; 197: 2; 202: 2), y en la Fonollera, a veces con asa tubular horizontal (Pons 1977, lám. 13). Variaciones poco significativas, como el fragmento 7 de la figura 49, las volvemos a observar en contextos de la fase IIa de Ampurias o en un silo de Mas Castellar, del período 625-500 a.C. (Castanyer et alii 1999, fig. 161: 6; Adroher et alii 2002, 279 y fig. 10:15: 5-6), o en Mas Xirgu en la segunda mitad del siglo VII a.C. (Fuertes 2013, fig. 37: 3).

Fig. 48. Parte central de las fosas del sector sur y elementos relacionados. En el centro, el silo ibérico del siglo VI a.C. (3168), que perforó los estratos de la primera Edad del Hierro.

reductor, hace que las superficies tengan colores distintos en la misma pieza; desde el rojo oscuro y marrón, pasando por las diferentes tonalidades de gris y hasta llegar al negro. Las urnas y ollas suelen estar más pulidas y alisadas por dentro y por fuera, donde muestran un acabado tosco con rayas hechas con peine o punzón, a menos que se trate de piezas pertenecientes a las producciones con la superficie bruñida y con la técnica del translúcido (y a menudo decoradas con acanaladuras).

Podemos considerar variantes de la forma más habitual los dos primeros ejemplares de la figura 49. El primero, con el borde inclinado hacia el interior y el labio biselado, muy bien elaborado, alisado y bien cocido. Es la misma forma que también encontramos en la fase IIb1 de Ampurias, aunque de dimensiones más reducidas (Castanyer et alii 1999, fig. 191: 8). El segundo, con borde engrosado y sección amigdaloide, es una variante no documentada.

Casi todas las urnas que hemos podido identificar por la forma –incluyendo los fragmentos sin forma–, conservan una decoración a base de un cordón colocado en la unión entre el cuello y el cuerpo, en el que se practicaron impresiones de forma ovalada con el dedo (en uno de los fragmentos se ven las huellas dactilares de su autor). Es la decoración estándar y predominante, aunque no es raro ver alguna variante, como en el caso de los fragmentos 13 y 17 de la figura 49, en los que el cordón se desarrolla y se desvía hacia la parte inferior del recipiente. No es un hecho nuevo, ya que lo encontramos sobre varios ejemplares contemporáneos, sin apenas variaciones. En Sant Martí d’Empúries lo vemos en un vaso de la fase IIb1, contemporánea a la de Mas Gusó, y en un recipiente de pared vertical (Castanyer et alii 1999, fig. 192: 5 y fig. 198: 5). Esta variante de decoración perdurará en el mundo ibérico hasta, como mínimo, el siglo V a.C. (Casas/Soler 2012, fig. 163), e incluso hasta época tardorrepublicana con soluciones similares y otras más elaboradas.

Los otros pertenecen a la producción con acabado translúcido y decoración de acanalados. De hecho, la decoración de acanalados es propia de los vasos con la superficie externa lisa y translúcida, y la hallamos en piezas que pertenecen a formas diferentes. En este caso, aparte de los dos cuencos, volvemos de verla en una urna bitroncocónica (fig. 49: 4, 5 y 14). Ni los unos ni los otros son raros en contextos de la segunda mitad del siglo VII a.C., ni el tipo de decoración. La del segundo ejemplar es un poco más elaborada, formando cuadros concéntricos bajo el borde que, además, tiene un asidero horizontal y el labio biselado en la parte interna. Los paralelos más cercanos los encontramos, una vez más, en Ampurias. El borde biselado y los acanalados, en un fragmento de pared más vertical de la fase IIb1 y en otro fragmento sin forma de la fase genérica IIb. Los cuadros concéntricos, sobre el hombro de una urna también de la fase IIb1 (Castanyer et alii 1999, fig. 161: 1; 197: 1 y 205: 11).

Esta decoración se puede combinar con el rayado (si es que lo podemos considerar un motivo decorativo y no funcional), o puede ser sustituida por impresiones hechas directamente sobre el vaso y no en un cordón, como la urna 16 de la figura 49, que presenta un perfil bien conocido y documentado en la fase IIa de Sant Martí d’Empúries, aunque con un bisel interior más simple (Castanyer et alii 1999, fig. 165: 6). En otro caso, con un solo ejemplar aislado, la decoración impresa se dispuso dentro del borde (fig. 49: 15). A partir del fragmento conservado, aparentemente se trataría de un plato/tapadera, pero la incipiente curva que parece iniciarse en el extremo inferior

Un tipo específico de cuenco, poco frecuente, adopta la forma que recuerda la de una copa, con borde delgado, labio romo y con una marcada carena a mitad del cuerpo (fig. 50: 12). Se modeló a mano con la arcilla característica del yacimiento. Hemos visto otros semejantes en Mas Gusó 64

El hábitat de la primera Edad del Hierro y en Ampurias, pero no idénticos. Un ejemplar ampuritano tiene el perfil más sinuoso y menos carenado (Castanyer et alii 1999, fig. 165: 2). Este parece una derivación o una evolución del vaso carenado y borde vertical del estrato 5391 de Sant Martí d’Empúries, decorado interiormente con acanalados y atribuido a la fase IIa (Castanyer et alii 1999, fig. 161: 1). Desde el punto de vista morfológico, los ejemplares que más se asemejan son los de la Fonollera, más antiguos, del Bronce Final III (Pons 1977, lám. 7: 1 a 3).

pulida, acabada con la técnica del translúcido. Exterior decorado con acanaladuras formando cuadros concéntricos. Inicio de un asidero exterior vertical a la altura del borde. 6.- Dos fragmentos de cerámica a mano, sin forma, decorados con doble incisión formando cuadros y meandros. Pasta de color marrón en el primero y gris oscuro en el segundo; con cuarzo blanco/transparente y mica. Material residual de la fase anterior. 7.- Borde de cuenco de cerámica a mano, inclinado y abierto. Pasta entre marrón oscuro y gris, de grano fino, depurada, con polvo de mica. Pulida por ambas caras.

Los platos/tapadera constituyen uno de los conjuntos numéricamente más importantes del estrato, con acabados y variaciones interesantes, pero poco trascendentes (fig. 49: 9 y fig. 50: 1 a 8). Observamos el repertorio de perfiles característicos, normalmente con un suave bisel interior, a veces con una perforación bajo el borde y las superficies internas muy lisas, mientras que las exteriores suelen ser más descuidadas. En un caso, esta se terminó con el mismo rayado o cepillado que vemos en la mayor parte de las urnas (fig. 50: 1), y en otro la superficie es más fina y surcada de acanalados horizontales (fig. 50: 7).

8.- Fragmento de urna a mano decorada con impresiones formando espiga. 9.- Plato/tapadera de cerámica a mano. Superficies de color negro, pulidas y con vacuolas. 10.- Base de urna a mano, de pie plano y diferenciado del cuerpo mediante un engrosamiento. Pasta de color marrón-rojo, muy tosca, con arena blanca (cuarzo) y puntos blancos. Superficie rugosa.

Mezclado con los fragmentos de cerámica ibérica pintada que se introdujeron a mediados del siglo sexto, uno de ellos pertenece a las producciones arcaicas de la llamada cerámica protoibérica, que también habíamos encontrado en los estratos 3117 y 3118. Es un simple fragmento sin forma, de pared gruesa, con pasta poco depurada, de color beige oscuro y decorada con franjas de pintura roja muy descolorida y erosionada (fig. 50: 18).

11.- Fragmento de pared de urna decorada con un cordón impreso. Pasta de color rojo oscuro, arenosa y con la superficie rugosa. 12.- Fragmento de pared carenada de urna a mano, decorado con un cordón impreso. Pasta fina y bien depurada, de color entre rojo y naranja.

Catálogo

13.- Fragmento de pared de urna de cerámica a mano, decorado con un cordón impreso complejo. Pasta de color gris oscuro, tosca, con bastante cuarzo transparente.

Figura 49 1.- Bol de perfil bajo, pared casi vertical y labio biselado, modelado a mano. Pasta de color marrón y gris, depurada, con cuarzo blanco y mica. Muy pulida por fuera y no tanto por la parte interna.

14.- Fragmento de cuello y carena de urna elaborada a mano, con pasta de color marrón oscuro y gris; cuarzo blanco y polvo de mica. Pulida sobre todo por fuera, con la superficie muy fina y reluciente. Decorada con acanaladuras y un cordón en relieve que muestra impresiones finas en forma de hoja de sauce.

2.- Bol semiesférico de pared engrosada y labio acabado en extremo romo, a mano. Pasta de color gris oscuro, con los componentes habituales. Superficies pulidas por ambas caras.

15.- Borde de urna a mano. Pasta de color marrón oscuro, de grano fino, con cuarzo, nódulos blancos y mica en polvo. La parte interna es lisa y pulida, con dos franjas de decoración impresa muy fina.

3.- Bol semiesférico de perfil bajo, modelado a mano. Base ligeramente elevada en el centro y con dos asideros anchos y horizontales colocados a ras del borde. Pasta de color marrón oscuro y gris por fuera, compacta pero con algunas vacuolas, con cuarzo blanco/transparente y mica en polvo. Muy pulidas las superficies interna y externa.

16.- Urna del tipo 13 clásico, con un bisel marcado en la parte interna del borde y una franja de impresiones ovaladas recorriendo la parte baja del cuello. Tanto el cuello como el cuerpo están rayados o cepillados por fuera, mientras que la parte interna se pulió. Pasta de color gris y marrón, con el desgrasante habitual.

4.- Bol de cerámica a mano, de borde abierto hacia el exterior, terminado con la técnica del translúcido, reluciente como el cristal y decorado con acanaladuras. Pasta con cuarzo blanco de diversos tamaños. Superficies de color negro e interior de la fractura de color marrón.

17.- Urna de gran tamaño, con el cuello de perfil clásico y un bisel bien marcado en la parte interna. Exterior decorado con un cordón con impresiones que delimita la

5.- Bol a mano, con bisel en la parte interna del borde y de color gris oscuro. Pasta con cuarzo blanco. Superficie muy 65

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Fig. 49. Fosas del sector sur. Repertorio de vasos a mano del estrato 3163.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro parte del cuerpo acabada con líneas incisas a peine. Pasta color marrón oscuro, con cuarzo blanco, mica dorada y blanca. Sólo la pared interna se alisó con cuidado.

marrón oscuro en el interior de la fractura; arenosa, con polvo de mica y cuarzo. Independientemente de la época, toda la cerámica a mano del yacimiento tiene el mismo aspecto y composición, ya que la fuente de arcilla es la misma.

Figura 50 1.- Borde de plato/tapadera a mano. Pasta de color rojo oscuro, con cuarzo de color blanco o transparente. Interior pulido y de color negro. Superficie externa acabada con la técnica del cepillado.

14.- Pared de urna ibérica. Intrusión del siglo VI a.C. Pasta de color rojo oscuro, muy arenosa, con cuarzo y puntos de cal. Superficie rugosa. Cordón impreso en relieve al inicio del cuerpo, más abajo que en las urnas de la I Edad del Hierro.

2.- Aunque con dudas, consideramos que se trata de un borde de urna y no de plato, a mano, de la forma clásica, con bisel en la parte interna del labio. Pasta marrón oscuro, con manchas rojas, desgrasante de cuarzo blanco y algo micácea. Más fina por dentro que por fuera.

15.- Borde de urna a mano. Bisel en la parte interna del labio. Pasta color marrón oscuro y gris en la superficie, con mucho cuarzo blanco y nódulos también blancos, tal vez de cal.

3.- Plato/tapadera a mano, con la pasta de color marrón, desgrasante de cuarzo blanco y polvo de mica. Pulida sólo en el interior. Bisel bien marcado por dentro.

16.- Borde de urna a mano. Bisel interno en el labio. Pasta marrón y gris, con cuarzo y mica. Superficie interior pulida y lisa. Externa más tosca.

4.- Plato/tapadera de cerámica a mano, con un marcado bisel interior. Pasta color marrón, con cuarzo blanco, mica y nódulos de cal. Muy pulida y fina en la parte interna.

17.- Pequeño cuenco de cerámica a mano, de pasta muy depurada y color negro. 18.- Pared de jarra protoibérica, de pasta anaranjada y decorada con pintura color rojo oscuro.

5.- Borde de plato/tapadera con un orificio para colgarlo perforado ante cocturam. Pasta color marrón claro, con el mismo desgrasante. Mejor pulido y fino por dentro que por fuera. Bisel anguloso y marcado con un surco.

19.- Fusayola de terracota, de color gris oscuro y con la misma pasta que vemos en el resto de cerámica a mano.

6.- Plato/tapadera de cerámica a mano. Pasta entre gris oscuro y negro, bien depurada. Superficies alisadas y no demasiado pulidas.

UE 3164

Se halla en la parte central del área y, de hecho, se trata de la continuación del estrato anterior, si bien nivelando y rellenando una parte de la fosa de extracción de arcilla que aquí es más profunda. La única diferencia es que no quedó afectado como el primero, excepto en la parte superior, que formaba el suelo de circulación del siglo VI a.C., aunque la única posible (pero poco probable) intrusión detectada es una fíbula de bronce aparecida entre las piedras que sellaban el estrato. El silo que se abrió en el centro del ámbito destruyó únicamente el espacio estricto que ocupaba, sin tocar absolutamente para nada el resto del estrato 3164.

7.- Plato/tapadera elaborado a mano. Superficie externa con acanalados e interna con un bisel suave. Pasta de color negro, de grano fino y con mica en polvo. 8.- Plato/tapadera con la pared externa un poco irregular y un marcado bisel en la parte interna del borde. Pasta como el anterior, con cuarzo y mica. Muy fina y pulida por dentro y no por fuera. 9.- Borde de urna a mano. Pasta marrón gris, con mica y cuarzo. Labio romo.

El hecho de tratarse de un estrato intacto, sin intrusiones posteriores (en todo caso, el silo y otra fosa más recientes quedan perfectamente delimitados), facilita las cosas a la hora de determinar la cronología del relleno. Si hay materiales un poco extraños que rompen la homogeneidad del conjunto son posiblemente residuales y, por tanto, algo más antiguos, pero no más modernos. En cualquier caso, los residuales más antiguos se enmarcan perfectamente dentro del período del Bronce Final IIIa/IIIb, con posible perduración en la primera Edad del Hierro, y con numerosos paralelos en el mismo Mas Gusó (Casas/Soler 2004, fig. 16), en Sant Martí d’Empúries en contextos de la fase I fechada hacia el (o a partir del) 950/850 a.C. (Esteba/Pons 1999, 89-95; Aquilué et alii 2000, 287), y en la necrópolis de Can Bech de Baix de Agullana, o en la del Pi de la

10.- Borde de urna a mano, de perfil similar al anterior y con el mismo tipo de pasta. 11.- Borde de urna de cerámica a mano, con un suave bisel interno. Pasta de color gris y negro, con cuarzo blanco. Sólo la superficie interna está bien pulida y alisada. 12.- Vaso carenado a mano, con un perfil nada habitual en Mas Gusó. Pasta de color marrón gris, depurada, con cuarzo blanco, micácea y superficies alisadas. 13.- Olla o urna de tipo ibérico, seguramente introducida con la alteración de mediados del siglo VI a.C. en aquella parte del estrato. Pasta de color negro en la superficie y 67

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Fig. 50. Sector sur. Vasos a mano y fusayola del estrato 3163.

material abundantísimo en Mas Gusó. En este apartado, vale la pena destacar la presencia de algunos fragmentos de cerámica a mano, sin forma, con la superficie externa bruñida con la técnica del translúcido, de color marrón oscuro y decorada con acanalados. Veremos un ejemplar excepcional en la UE 3166, que forma parte de este mismo ámbito (fig. 56).

Lliura (Toledo/Palol 2006; Pons/Solés 2008), sobre todo aquellos fragmentos decorados con motivos geométricos de doble y triple incisión (fig. 51: 2 a 4), y no tanto los vasos y urnas bicónicas con acanalados exteriores, algunas con unos motivos complementarios más complejos. Sin embargo, el conjunto principal, unitario y homogéneo, es el que pertenece a la primera Edad del Hierro, con una cronología genérica del período 650-580 a.C.; esta vez, un

El resto de fragmentos pertenecen a tres formas que, con 68

El hábitat de la primera Edad del Hierro pocas variaciones, corresponden, la primera, a las urnas de cuerpo globular decorado con una técnica de rayado o peinado, cuello corto y labio poco abultado, a menudo con un evidente bisel interior y un cordón decorado en la unión entre el cuello y cuerpo (fig. 51: 5 a 10); la segunda, a los cuencos semiesféricos con dos asideros planos a ras del borde (fig. 51: 17 y 23) y, la tercera, al plato/tapadera de fondo plano y paredes rectas pero inclinadas unos 30º respecto al plano horizontal. Son los platos que en el mundo funerario se utilizan para tapar la urna y que, por este motivo, a menudo suelen representarse gráficamente en forma de tapadera (fig. 51: 18, 19, 21 y 22; fig. 52: 7).

presente en prácticamente todas las fases de la necrópolis de Agullana (Toledo/Palol 2006, 246-256).

Para la primera categoría o forma, disponemos de abundantes paralelos en el mismo yacimiento de Mas Gusó (Casas/Soler 2004, fig. 20, 21 y 22, con bibliografía), pero es una forma ampliamente difundida en el territorio en esta misma variante o bien con sutiles modificaciones en el acabado del borde cuando nos alejamos del área central de difusión del grupo ampurdanés. Lo vemos en su extremo sur, en el complejo de Mas Xirgu (Girona), que se fecha entre el 700 y el 625 a.C., mostrando precisamente estas variantes locales (Fuertes 2013, fig. 40 y p. 62). En ese yacimiento es coetánea al vaso de cuerpo semiesférico y borde corto y biselado que tantas veces hemos visto en el conjunto formado por los estratos 3035-3036-3117-3118.

Otras piezas constituyen una novedad en el repertorio tipológico del yacimiento, pero no por ello son totalmente desconocidas en el territorio. Junto a las urnas de tamaños diversos, aparecen dos vasos de tamaño mediano (entre 16 y 18 cm de diámetro), que adoptan la forma de pequeña cazuela y taza con asa, y se apartan claramente de la olla o urna típicas (fig. 52: 5 y 6). Creemos que, a pesar de las diferencias entre ellas, ambas piezas tenían la misma forma general. La primera, con un bisel muy marcado en la base del cuello, tanto en el interior como en el exterior, está decorada con impresiones alargadas formando una espiga horizontal. Por la inclinación de la parte inferior de la pared, creemos que giraría abruptamente para dirigirse a la base, como ocurre con la otra. Un fragmento con el mismo perfil de cuello se encontró en el estrato 3165, del mismo ámbito, pero aquel adopta mejor la forma globular o en S de una urna (fig. 55: 1).

En los estratos 3164 y 3166 (y en el 3163, afectado por una fosa posterior), es una forma especialmente abundante. Pero lo es más todavía en los niveles 3117 y 3118 de la fosa alargada excavada en 2008, asociada al silo 3036, que habíamos analizado en un apartado anterior. Los ejemplares de estos ámbitos de Mas Gusó parecen corresponder a la facies más reciente de la producción y los deberíamos datar claramente dentro de la segunda mitad del siglo VII a.C. y no antes.

El plato o cuenco bajo semiesférico y base plana no diferenciada suele aparecer de forma habitual en Mas Gusó en niveles de la primera Edad del Hierro (por ejemplo, en el silo 3036), y como material residual en diversos estratos. Tanto lo podemos encontrar en la versión más simple como en la que tiene asideros horizontales a ras de borde, como en este caso (fig. 51: 17, 20 y 23). Se trata de un tipo de vasija de mesa ampliamente difundido en ambas vertientes del Pirineo durante este período, con abundantes paralelos en una amplia zona; desde los más próximos de Ampurias, como los de zonas un poco más distantes y que podrían marcar el límite de difusión del grupo ampurdanés, como la Devesa de Besalú o los de Mas Xirgu (Aquilué et alii 2000, fig. 8; Borrell et alii 2000, fig. 3; Fuertes 2013, fig. 37). Probablemente debemos incluir en el mismo repertorio los vasos de ofrenda de la forma 4 de Agullana, que a veces también se utilizaron como tapadera de urna funeraria (Toledo/Palol 2006, fig. 195). La forma evolucionará hacia el cuenco que detectamos en el siglo V a.C. en yacimientos ibéricos de la comarca; estos más recientes, con dos mamelones circulares (a veces perforados), en lugar del botón horizontal que sobresale del labio (Casas/Nolla/Soler 2010, fig. 4: 6 y fig. 9: 12).

La segunda, algo más completa, tiene un borde corto y exvasado, terminado en un labio romo y un asa de sección elíptica. Aunque incompleta, no es probable que tuviera una segunda asa. Conocemos algún ejemplar muy similar en Mas Xirgu (Fuertes 2013, fig. 38: 4), y vasos similares también sirven como pieza de acompañamiento u ofrenda funeraria en las necrópolis de Anglès y Vilanera, pero es poco conocida en lugares de habitación de esta área. Probablemente deriva de la forma 6a de Agullana (Toledo/ Palol 2006, fig. 195). Las bases retoman los modelos y formas habituales y ya conocidas en este contexto cronológico: de fondo plano o ligeramente umbilicado, sobre todo en cuencos y escudillas de tamaño pequeño o mediano (fig. 51: 11 y 14), o totalmente plano, la mayor parte de las veces sin diferenciar ni marcar el inicio del cuerpo del recipiente (fig. 51: 12 y 13, fig. 52: 3 y 4). No es raro que a veces la superficie rayada del cuerpo de la urna quede interrumpida algunos centímetros por encima de la base.

En cuanto a la tercera forma, el plato/tapadera, aparece frecuentemente en contextos del Bronce Final y primera Edad del Hierro. Se trata, en definitiva, de la vasija de cocina utilizada como tapadera de urna en el mundo funerario. Evoluciona a partir de formas que a menudo tienen el interior decorado con doble incisión, o bien con acanalados más o menos marcados, como los de la cueva de Els Encantats, Serinyà (Pons 1984: fig. 56), y está

Por último, también hay que tomar en consideración la presencia de una fíbula de bronce de muelle bilateral y cabeza piramidal, más característica del Ibérico Antiguo (fig. 53). Con un origen no determinado, este tipo de fíbulas no parece que evolucionen de manera significativa en el transcurso del siglo VI a.C. y, con pocas variantes, aún las encontramos en el siglo V a.C. En este caso, sin 69

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias embargo, presenta algunos rasgos significativos y propios de ejemplares arcaicos, como la mayor anchura del arco. En la Cayla II vemos ejemplares en contextos de los siglos VI-V a.C., la mayor parte con el característico botón piramidal (Gailledrat/Taffanel/Taffanel 2002: fig. 78, 112, 159, 162-164). En cambio, no vemos este modelo en la fase más reciente de la necrópolis de Agullana (fase III), que se data aproximadamente entre el 700 y el 650 a.C., por lo que parece lógico concluir que nos movemos en un contexto de, como mínimo, finales del siglo VII a.C., si no más reciente. Recordemos, por último, los ejemplares de Marduel (Gard), que se inscriben en un contexto del período 625-550 a.C. y que, por tanto, coincidiría con la fase II de Mas Gusó (Py/Lebeaupin 1994, 215-217, fig. 18), o la de hierro de la Métairie Grande (Aude), de la primera mitad del siglo VII a.C. (Janin et alii 2002, fig. 6: 2).

8.- Borde y cuello de urna de cerámica a mano, con un bisel marcado bajo el labio y otro más anguloso al comienzo del cuerpo, siempre por la parte interna. Por fuera lleva un cordón impreso. Pasta de color marrón oscuro, con los componentes habituales. 9.- Urna a mano de gran tamaño (24 cm de diámetro en el borde). Pasta de colores gris oscuro y negro, con cuarzo y mica dorada. Acabado exterior bastante tosco, mientras que el interior es pulido y suave al tacto. Decorado con un ancho cordón impreso en la unión entre el cuerpo y el cuello. 10.- Borde de urna de tamaño mediano, muy abierta y con un marcado bisel en el interior, bajo el labio, y otro en la unión con el cuerpo. Pasta negra en el interior y marrón en la superficie externa; con polvo de mica y cuarzo. Ambas superficies pulidas y lisas.

Hay que tener en cuenta que apareció en la parte superior del estrato, en medio de las piedras que se mezclaban con las tierras cenicientas que lo rellenaban. Por lo tanto, no podemos descartar que formara parte, como habíamos apuntado antes, del período de frecuentación de época ibérica. De hecho, los otros ejemplares de Mas Gusó de la misma forma (fig. 186 y 189), proceden de niveles de mediados o segunda mitad del siglo VI a.C.

11.- Base de una pequeña taza o tazón, con pasta de color gris, grano fino y depurada. 12.- Base de urna de fondo plano y sin diferenciar del cuerpo. Pasta color marrón y gris, con cuarzo blanco de tamaños diversos y mica en polvo. Superficies sin pulir. 13.- Base de plato/tapadera a mano. Pasta marrón y gris, con cuarzo blanco y mica. Interior con acanalados horizontales y muy alisado; más que la superficie externa.

Catálogo

Figura 51 1.- Pequeña urna o jarra de cerámica a mano, con la pasta negra, fina y bien depurada, de grano fino y con polvo de mica. Exterior decorado con incisiones de línea simple, pero elaboradas, con una sierra de doble trazo delimitada por líneas horizontales arriba y abajo.

14.- Base de urna con el fondo externo ligeramente alzado. Pasta color naranja oscuro, depurada, de grano fino y con los componentes habituales. 15.- Fragmento de pared de urna a mano, de color negro, con mucho cuarzo, rugosa y nada pulida. Decorada con impresiones que afloran al interior debido a la presión del dedo al hacerlas.

2.- Fragmento de urna o vaso del Bronce Final, decorado con la técnica de doble incisión. Pasta color marrón-gris, con cuarzo, polvo de mica, dura y compacta. Superficie exterior pulida.

16.- Borde de urna a mano, de pequeño tamaño, con la pasta de color marrón/gris, bien depurada y de grano muy fino.

3.- Fragmento de urna de cerámica a mano, de color rojonaranja, bien depurada, fina y con una decoración incisa.

17.- Vaso o cuenco bajo, de paredes un poco abiertas, elaborado con una arcilla muy depurada, con desgrasante de cuarzo blanco y mica dorada. Superficies pulidas, con vacuolas. Color gris oscuro y marrón. Tiene dos asideros horizontales contrapuestos a ras de borde.

4.- Fragmento de pared de una vasija del Bronce Final, decorada con triple incisión formando cuadros o meandros. 5.- Cuello y borde de urna de tamaño mediano/grande, a mano, con un suave bisel en la parte interna del labio y decorada con un cordón impreso. Pasta de color marrón oscuro y gris, con cuarzo y mica en polvo como desgrasantes. Superficie interna lisa; externa más rugosa.

18.- Borde de urna de pared muy abierta (es poco probable que sea un plato/tapadera), elaborado a mano. Pasta marrón, de grano fino y depurada. Pulida sólo la superficie interna.

6.- Borde de urna a mano. Pasta color gris oscuro y marrón, según las zonas, con cuarzo blanco de tamaños diversos y mica en polvo. Pulida sólo en la pared interna.

19.- Borde de plato/tapadera de cerámica a mano. Pasta de color marrón y negro, con la superficie interna pulida.

7.- Borde de urna de tamaño pequeño o mediano. Pasta gris y marrón, idéntica a la anterior.

20.- Borde de cuenco semiesférico bajo, de pared recta y modelado con una arcilla poco depurada, con granos de 70

El hábitat de la primera Edad del Hierro

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Fig. 51. Sector sur. Vasos a mano del estrato 3164.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias cuarzo de diversos tamaños. Color negro y con ambas superficies pulidas. 21.- Borde de plato/tapadera a mano. Pasta marrón y gris, con cuarzo de grano fino y mica dorada.

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22.- Borde de plato/tapadera, de pared algo irregular y con ancho surco poco profundo en la parte interna. Misma composición que las anteriores, bastante micácea. 23.- Bol semiesférico bajo, de cerámica a mano, con dos asideros o protuberancias horizontales a ras de borde. Pasta idéntica al vaso 17 de la misma figura.

5c.

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Figura 52 1.- Borde de urna hecha a mano, de paredes muy delgadas y finas. Pasta color gris oscuro y negro, con desgrasante de cuarzo y mica, bastante alisada y pulida. 2.- Borde de urna a mano, de tamaño indeterminado y pared gruesa. Tosca y arenosa al tacto. 4

3.- Base de urna de tamaño mediano/grande y fondo plano, ligeramente diferenciado del cuerpo. Pasta color gris oscuro, tosca, con cuarzo y mica. 4.- Base de urna a mano, de fondo plano y sin diferenciar. Superficie externa rayada con cepillo. Pasta de color negro en las superficies y rojo oscuro en el interior de la fractura. Poco compacta y con grietas. Desgrasante de mica dorada y muchos cristales de cuarzo.

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5.- Urna o taza de tamaño grande, elaborada a mano con una pasta de color marrón-rojizo y manchas grises, poco depurada, con cuarzo y mica en polvo. Superficie interna pulida y decorada en el exterior con una franja impresa en forma de espiga.

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6.- Taza de tamaño mediano, con una sola asa de sección elíptica. Pasta color gris oscuro, fina, depurada y micácea. 7

7.- Plato/tapadera de cerámica a mano. Pasta casi negra, bastante depurada y con el desgrasante habitual. Un segundo fragmento de la misma pieza apareció en el estrato 3163 y un tercero en el 3165.

Fig. 52. Sector sur. Urnas, tazas y plato/tapadera del estrato 3164.

Figura 54 Selección de revestimientos de muro, modelados con arcilla, que muestran las marcas de postes, tablas de madera y ramaje en la parte posterior, y decoración en la parte frontal. La numeración de los fragmentos de la lámina se refiere al inventario general y es la propia de cada pieza. El fragmento nº 33 se ha colocado sobre un poste y dos tablas de madera, siguiendo las marcas impresas en su parte posterior.

UE 3165

Relleno de una pequeña fosa circular que constituye un recorte o perforación dentro del ámbito general que

Fig. 53. Fíbula de bronce de resorte bilateral, del estrato 3164.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro

Fig. 54. Selección de fragmentos de revestimiento de muro de una vivienda de la primera Edad del Hierro, con decoración.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias inicialmente se rellenó con el estrato 3164. Sin embargo, no se aprecian diferencias en la composiciones y contenido del mismo, repitiéndose el repertorio que hemos analizado, tanto en el nivel 3163 como en el 3164, incluyendo los restos constructivos de arcilla endurecida. Los rellenos de las fosas de fondo cóncavo 3166 y 3167 tienen el mismo aspecto y, si bien las tres contenían materiales contemporáneos a los de 3164, deducimos que son ligeramente posteriores sólo por superposición estratigráfica, de lo cual se deduce que debieron transcurrir muy pocos años (o quizás solo meses), entre la formación de unos y otros. En cualquier caso, nos movemos en un contexto de la segunda mitad del siglo VII a.C.

conjunto, constituyen un resumen de las principales formas que ya hemos visto y sólo podemos destacar la buena calidad de la urna típica con un bisel en el interior del labio y la parte externa del cuello y el cuerpo acabados con un raspado hecho con un instrumento fino, decorada con una franja de impresiones algo irregulares en forma de hoja de laurel (fig. 55: 4). Un motivo más complejo, en forma de hojas impresas dispuestas formando espigas, lo hallamos en un fragmento sin forma. Una tercera técnica decorativa consiste en los acanalados en vasos de superficie fina y alisada, de los que vemos dos fragmentos en el estrato (un cuenco y un fragmento sin forma), con decoraciones más o menos sencillas en el primero, y que se adivinan más complejas en el segundo (fig. 55: 7 y 8).

Contenía poco material arqueológico. Aparte de los 18 restos de arcilla de revestimiento de muros, aparecieron 118 fragmentos de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro, 3 de cerámica a torno sin clasificar (quizás protoibérica), 1 molino de vaivén fragmentado y 7 restos faunísticos (fig. 55).

Por lo tanto, documentamos urnas, cuencos y escudillas de forma semiesférica; uno con las paredes más gruesas y con la parte superior del vaso decorada con al menos tres franjas acanaladas, con paralelos en la cueva de Els Encantats, de Serinyà (Pons 1984: fig. 57: 9). El otro es de dimensiones más reducidas y sin ningún tipo de decoración (fig. 55: 6 y 8).

Ninguno de los fragmentos cerámicos presenta rasgos especiales que lo hagan diferente a los materiales que hemos ido analizando en los estratos descritos anteriormente. En

Estas escudillas constituirían la tercera forma de vaso 3165

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Fig. 55. Urnas y vasos a mano del estrato 3165.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro identificada en el estrato, considerando que la segunda sería la de la urna reproducida en la figura 55: 1, aunque sea una variante de los modelos genéricos, si bien con un perfil facetado en la parte del cuello y borde poco convencional en Mas Gusó. Sólo la habíamos observado en la taza con asa del estrato 3164, de dimensiones más pequeñas. Su aspecto general también es un poco diferente al del resto de vasos elaborados a mano. La pasta es de color rojo como la de un ladrillo, con la superficie negra o cenicienta; un elevado componente de arena blanca y mica plateada da una textura rugosa al tacto. La parte exterior del cuello está decorada o acabada con un raspado horizontal muy profundo. De esta pieza se hallaron fragmentos en los estratos 3163 y 3164, que casan con el del 3165. Una muestra más de la proximidad o contemporaneidad en la formación de ambos, a pesar de que este último sea el relleno de un hoyo que había perforado los anteriores.

negra y pulida con la técnica del translúcido. Decorado con acanalados horizontales.

UE 3166

Se trata de un ámbito similar al anterior: una pequeña fosa circular abierta en el subsuelo arcilloso, dentro de la cual aparecieron varios fragmentos de cerámica a mano. En la excavación no quedó claro si se trataba de una fosa previa al gran relleno 3164 o si eran contemporáneos, ya que las tierras que la rellenaban tenían la misma composición que el resto y la cerámica de su interior tampoco era diferente a la que hemos visto hasta ahora. Había 59 fragmentos de cerámica a mano, 8 revestimientos de pared con placa de arcilla y un resto de fauna. Además, tres fragmentos que consideramos intrusiones provocadas por actividades en la superficie durante los años 70 y 80 del siglo pasado: 1 de cerámica ibérica oxidada, 1 de ánfora ibérica y 1 de cerámica africana de cocina.

Catálogo

Entre el material del relleno original identificamos varios fragmentos de urna, la mayor parte sin forma, y ​​algunos correspondientes al borde o mitad superior del vaso (fig. 56: 2 a 4). Se inscriben dentro del repertorio tipológico conocido, aunque aquí no vemos los bordes con bisel interno y sí, en cambio, la característica decoración de cordón impreso colocado en la unión del cuello y el cuerpo.

Figura 55 1.- Urna de borde facetado/biselado, modelada a mano y elaborada con una arcilla poco depurada, con cuarzo o arena blanca, mica plateada, rugosa al tacto debido a la composición de la arcilla. La pasta es roja, pero con una fina capa negra o cenicienta en las superficies. Exterior del cuello con finas rayas horizontales.

Además, aparecen varios fragmentos y parte de la gran urna bitroncocónica, de tamaño considerable (48 cm de anchura máxima del cuerpo), también decorada con acanalados horizontales delimitados, abajo, por rectángulos hechos con la misma técnica del acanalado, con la superficie siempre muy brillante y translúcida (fig. 56: 1). La pared es de color marrón oscuro por fuera, gris oscuro en el interior y rojo oscuro en el interior del núcleo. Pasta depurada, con pequeños granos de cuarzo y polvo de mica. No es un material o una forma extraña en el yacimiento, ya que la hemos identificado en dos ocasiones más: en el silo 3036 excavado en 1995-96 (Casas/Soler 2004, fig. 18: 2), y en la fosa-depósito localizada en 2008, que ya hemos citado (fig. 35: 1). Una forma que podríamos asociar al tipo 15b de Agullana (Palol 1958, fig. 185, 204; Toledo/Palol 2005, 163-164), en incineraciones de la 3ª etapa (finales del siglo VII a inicios del siglo VI a.C.), y que también recuerda otro recipiente casi idéntico aparecido en los estratos de la fase IIa de Sant Martí d’Empúries (Castanyer et alii 1999, fig. 155), y aún más a menudo en la necrópolis contemporánea de Vilanera (Aquilué et alii 2012, fig. 7).

2.- Fragmento de pared de urna a mano, de color gris, depurada y de grano fino. Interior alisado y exterior decorado con impresiones dispuestas formando espigas o sierras. 3.- Base de urna a mano, de fondo plano y sin diferenciar. Interior liso y exterior rayado con cepillo. Pasta de color marrón oscuro y tosca. 4.- Urna de tamaño mediano/grande, hecha a mano, con la superficie de color gris y negro y con el interior del núcleo marrón. Desgrasante de cuarzo blanco y mica. Pulida sólo en el interior. Exterior rayado con cepillo y conserva una franja de decoración impresa resiguiendo el inicio del cuerpo. 5.- Base de urna a mano, plana y con el pie con un engrosamiento que señala el inicio del cuerpo. Pasta entre gris y marrón, con cuarzo blanco y mica, depurada, pero más tosca. Rayada con cepillo por fuera y pulida en el interior.

En último lugar, apareció un plato casi entero, que en el mundo funerario habría constituido la tapadera de la urna anterior, si no fuera porque su diámetro es demasiado pequeño y ambos no coinciden en las dimensiones (fig. 56: 5). Es una pieza elaborada con una arcilla muy depurada, con cuarzo blanco y mica dorada, muy alisado en su interior y suave al tacto, mientras que la pared exterior es un poco más rugosa y tosca. Las características de la pasta son idénticas a las que vemos en los tres fragmentos de

6.- Plato o cuenco de cerámica a mano, de pasta fina y depurada, con las superficies muy alisadas. 7.- Fragmento de pared de cerámica a mano; pasta marrón oscuro, dura, micácea, con cuarzo blanco, pulida, muy fina en las superficies y decorada con acanalados. 8.- Bol semiesférico bajo, de pared robusta, pero elaborado a mano con una arcilla depurada, con la superficie casi 75

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

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Fig. 56. Urnas y plato de cerámica a mano del estrato 3166.

2.- Cuello y borde de urna de medianas dimensiones, modelada a mano. Pasta de color marrón oscuro, fina, pulida y reluciente en la superficie interna, y rugosa en la exterior. Pequeños granos de cuarzo blanco y polvo de mica como desgrasante. Cordón impreso como decoración.

urna del mismo estrato, por lo que podemos deducir un origen común.

Catálogo

Figura 56 1.- Vaso bitroncocónico de grandes dimensiones (48 cm de diámetro en la parte más ancha), elaborado a mano con una técnica depurada. Superficie externa de color marrón oscuro y negro; gris oscuro en el interior; rojo oscuro en el interior del núcleo. Pasta bien depurada, con mica en polvo y cuarzo de grano fino. Interior pulido y alisado. Exterior reluciente y acabado con la técnica del translúcido que proporciona una superficie de aspecto cristalino. Decoración elaborada, con la parte superior surcada de acanaladuras y la parte mediana con grandes rectángulos enmarcando líneas verticales, todo ello hecho con acanalados. El borde que hemos marcado con puntillado era más alto y desarrollado que en nuestra restitución.

3.- Urna hecha a mano, de tamaño mediano y borde simple, sin bisel interno. Pasta un poco tosca, aunque se nota depurada, con algunos cristales de cuarzo y polvo de mica. El acabado de la superficie es de color negro, pulida en la parte del borde y en el interior. Interior de la fractura de color rojo oscuro. 4.- Borde de urna o taza modelada a mano, de pared delgada, fina y pulida en la superficie. Pasta de color gris y marrón, de grano fino. 5.- Plato/tapadera de fondo casi plano (ligeramente 76

El hábitat de la primera Edad del Hierro cóncavo en el centro) y labio redondeado, romo, con un suave encaje o bisel por dentro. Pasta depurada, con cuarzo blanco y mica dorada. Superficie de color gris y negro, excepto el borde, que adopta una tonalidad amarronada. Pulida o espatulada sólo en el interior, mientras que el exterior es más descuidado.

acabado del borde e incluso en su perfil, con paredes que pueden ser tanto o más depuradas, o bien más toscas (fig. 57: 11, 12 y 15). Este último lo encontramos ya en la fase I ampuritana (Esteba/Pons 1999, fig. 136: 6), mientras que la variante con el borde más sinuoso (fig. 57: 12), aparece tanto en la fase IIa de Sant Martí d’Empúries como en la Fonollera (Castanyer et alii 1999, fig. 165: 9; Pons 1984, lám. 14: 5-6). Un tercer tipo, con la pared más cerrada y labio engrosado hacia el interior, no es tan habitual (fig. 57: 11). Recuerda un ejemplar de la necrópolis de La Foradada (Torroella de Montgrí), aunque ese es de menores dimensiones y seguramente más alto (Pons 1984, lám. 50: 2).

UE 3176

Relleno de una fosa periférica, de forma circular, que forma parte del mismo complejo, pero no afectada posteriormente, sin intrusiones de ningún tipo. Contenía tierras oscuras, cenicientas, con varios fragmentos de cerámica (fig. 44 y 46). Se trata de un silo que posiblemente fue cortado por la mitad, desapareciendo su parte superior, en el mismo momento o quizás un poco antes de que se colmatara todo el espacio del entorno.

Los platos/tapadera repiten las pequeñas variantes morfológicas que también hemos visto hasta ahora (fig. 57: 13, 14 y 16), y que tuvieron amplia difusión en todo el territorio desde épocas más antiguas hasta muy avanzado el siglo VI a.C., como podemos ver en la necrópolis de la Muralla N.E. de Ampurias.

Por el tipo de material en su conjunto, parece que cronológicamente coincide con la fase IIa de Sant Martí d’Empúries. La total ausencia de importaciones y producciones a torno, tal como sucede en los otros estratos de su entorno, quizá sitúan el estrato antes de la fase IIb del yacimiento ampuritano. En total, contamos 160 fragmentos de cerámica a mano, 3 placas de barro de revestimiento de pared, 36 restos faunísticos, 4 malacológicos y 1 utensilio de piedra pulida (fig. 57). La mayor parte de los fragmentos no tienen forma ni suficiente entidad para representarlos gráficamente. En cualquier caso, la selección de aquellos más significativos que reproducimos en la figura 57 representa todas las formas y variantes identificadas.

Inevitablemente tenemos que recurrir a la fase precolonial de Ampurias para encontrar los paralelos geográficamente más cercanos, tanto en lo que hace referencia a la forma concreta de los platos como a la decoración de las urnas. El plato/tapadera con este acabado específico del labio lo encontramos en la fase IIa (primera ocupación de la Edad del Hierro), de la segunda mitad avanzada del siglo VII a.C. (Castanyer et alii 1999, 129 y fig. 165: 3). En la misma fase de aquel yacimiento documentamos urnas a mano con los acabados rayados y motivos decorativos que vemos en el estrato 3176, tanto en la fase IIa como la IIb1 (Castanyer et alii 1999, fig. 163: 3; 164: 1, 3 y 8; 165: 7 y 8; 196: 1 y 2), perdurando hasta la sub-fase IIb2, quizás como material residual. En menor cantidad, porque se trata de yacimientos más pequeños o excavados sólo parcialmente, volvemos de encontrar el mismo repertorio de vasos, platos y urnas en la necrópolis de Vilanera (l’Escala), o en los asentamientos de Mas Xirgu y Camp Gran (Bàscara), siempre en el mismo contexto cronológico (Pons et alii 2014; Fuertes/Pons 2014).

Las urnas, una vez más, pertenecen a las dos variantes básicas de la forma 13: aquellas con un bisel más o menos marcado en el interior del borde (fig. 57: 1, 8 y 10), y las de borde simple y recto, aunque exvasado (fig. 57: 3). Siempre tienen una decoración aplicada en el punto de unión entre el cuello y el cuerpo, ya sea con un cordón impreso o con simples impresiones en forma de hojas dispuestas en una franja horizontal resiguiendo el entorno del cuerpo. Se complementa con un acabado rayado en el resto del cuerpo y, a veces, con un cepillado vertical en el cuello por debajo del borde. Deducimos que algunos fragmentos que no han conservado el borde pertenecen a los mismos tipos, los cuales constituyen una variante específica o quizás una nueva forma: las urnas con la decoración hecha directamente en el borde; ya sea en forma de simples impresiones semicirculares o con un cordón adherido a la parte superior externa, sobre el que se practicaron las impresiones con el dedo (fig. 57: 4 y 5). No hemos localizado paralelos para esta forma específica.

Catálogo

Figura 57 1.- Cuello y borde de urna de cerámica a mano, con un bisel interno a ras de labio. Pasta con mica dorada y cuarzo. Superficie negra y pulida por dentro. Cordón impreso en la parte inferior. 2.- Pared de urna a mano. Pasta negra, con polvo de mica y cuarzo. Pulida en la superficie interna y rayada por fuera. Decorada con impresiones, sin cordón en relieve.

Entre los cuencos y escudillas distinguimos dos tipos básicos, diferentes en cuanto a su elaboración. El primero, fue modelado con una arcilla muy depurada, las paredes lisas y pulidas y acabado translúcido, siempre decorado con tres o cuatro acanalados horizontales en la parte externa del borde. La hemos visto en otras ocasiones en este sector (fig. 57: 9). El segundo tipo, no homogéneo, engloba los vasos de perfil similar, pero con varias soluciones en el

3.- Urna de tamaño mediano/grade, labio inclinado, pero recto y acabado romo. Pasta con mucha mica dorada y cuarzo blanco, de color marrón oscuro y algunas manchas negras. Sólo se pulió la superficie interna del borde. El resto, sin pulir en el interior y raspada verticalmente por el exterior. Cordón impreso en la unión del cuello y cuerpo. 77

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Fig. 57. UE 3176. Urnas y vasos de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro 4.- Borde de urna, muy inclinado hacia el exterior y decorado con una serie de impresiones resiguiendo el labio. Pasta color rojo oscuro por fuera y negro por dentro.

y con los mismos componentes que la del vaso 12 de la misma figura. 16.- Plato/tapadera a mano. Es idéntico al nº 14 de la misma figura, y algunos rasgos nos hacen suponer que quizás pertenecen a una misma pieza, aunque los dos fragmentos no casan.

5.- Borde de urna con la pared del cuello engrosada. Pasta de color gris/negro y manchas marrones; arenosa y con polvo de mica. Cordón impreso adherido a la parte externa del labio.

CONSIDERACIONES FINALES SOBRE EL SECTOR SUR Tipológicamente y cronológicamente, los materiales cerámicos de los ámbitos del sector sur se asocian a los de los demás ámbitos y estratos excavados en campañas precedentes, completando un repertorio de formas muy común en el territorio, con una fuerte personalidad y que se engloban en el conjunto perteneciente a la que se ha denominado 3ª etapa de poblamiento del Empordà (Pons 1984: 248-252; López/Pons 2008, fig. 3). Su presencia en los niveles inferiores de la Illa d’en Reixac, en la Fonollera, en Sant Martí d’Empúries, en Mas Xirgu, en la Devesa de Besalú y, algunas de ellas, en las fases más recientes de Agullana, ayuda a delimitar y acotar un área específica en el nordeste de Cataluña, con una cronología poco precisa entre mediados o la segunda mitad del siglo VII y principios del siglo VI a.C.

6.- Pared carenada de urna de cerámica a mano, con la pasta de color negro por fuera y marrón en el interior. Desgrasante de grandes nódulos de cuarzo y mica en polvo. Pulida en la superficie interna y rayada en el exterior. Decoración impresa directamente sobre la pared. 7.- Vaso de pared casi vertical, hecho a mano. Pasta de color negro, con cuarzo blanco y polvo de mica, con las superficies pulidas someramente. 8.- Urna a mano, de labio inclinado, formando un suave bisel en el interior. Pasta marrón por fuera y negra por dentro, con cuarzo, mica y puntos blancos. Lisa y pulida en la superficie interna y raspada en el exterior, verticalmente en la parte del cuello y de forma más irregular en el resto del cuerpo. Decoración impresa directamente sobre la pared al inicio del cuerpo.

Analizando los materiales de todos los estratos podemos establecer que la fecha de esta primera amortización o relleno de toda la zona en la que se incluye el último ámbito estudiado, debe situarse aproximadamente a caballo entre los siglos VII y VI a.C. El repertorio de formas cerámicas es clarísimo y tiene paralelos idénticos en las fases más recientes de la necrópolis de Can Bech de Baix, en Agullana (Toledo/Palol 2006), o en las de Parrallí y Vilanera de Ampurias (Almagro 1955; Aquilué et alii 2012), o en aquellos otros yacimientos del área geográfica más cercana y que hemos ido delimitando.

9.- Bol de perfil bajo, hecho a mano y elaborado con una arcilla que contiene granos de cuarzo blanco y polvo de mica. Superficies de color entre gris oscuro y negro, aunque el interior de la fractura es naranja. Bruñidas y pulidas con la técnica del translúcido, con una decoración de acanalados en la parte superior. 10.- Borde de urna a mano. Paredes color gris oscuro, pulidas por dentro y más rugosas en el exterior, donde se ve el inicio de las estrías hechas con cepillo.

Las asociaciones y paralelos son válidos incluso en cuanto a materiales residuales que deben fecharse claramente en los siglos IX-VIII a.C. (con posible perduración hasta el siglo VII a.C.), como algunos fragmentos que llevan decoración geométrica de doble y triple línea incisa. No sería el caso de las grandes urnas decoradas con acanalados o vasos y cuencos más pequeños, acabados y decorados con la misma técnica, más recientes, pero documentados en la última fase de Agullana y, por tanto, de mediados o segunda mitad del siglo VII a.C. En definitiva, este conjunto principal y más numeroso nos fecha de manera bastante precisa el relleno de las depresiones y fosas más antiguas del sector, con un repertorio que reproduce, completándolos, los conjuntos aparecidos en la zona central de Mas Gusó durante las campañas más recientes o en la fosa 3036 excavada en 1996 (Casas/Soler 2004, 25-39).

11.- Bol de borde vuelto hacia el interior y engrosado. Pasta rugosa, erosionada, de color marrón claro y gris, con cuarzo blanco. 12.- Bol con el borde de perfil más sinuoso, con las superficies muy pulidas, próximas a las de acabado translúcido. Pasta depurada, con nódulos de cuarzo y polvo de mica. 13.- Plato/tapadera a mano. Pasta con desgrasante de cuarzo y puntos blancos, como es habitual. Color marrón oscuro, de tacto bastante rugoso, sin pulir por fuera y con vacuolas. Interior con un acabado más suave. 14.- Plato/tapadera de cerámica a mano. Pasta de color casi negro, depurada y con el desgrasante habitual, con mucha mica en polvo. Poco pulida en la superficie externa, en la que se ven algunas vacuolas, y más alisada y fina en la superficie interna.

SECTOR OESTE

El sector occidental de Mas Gusó es quizás el que tiene una interpretación más difícil. Básicamente debido a las considerables alteraciones –o claramente, destrucciones–

15.- Bol de perfil bajo, modelado a mano. Pasta idéntica 79

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

2097 2090

2096

2102

CASA 1

2107

CASA 2 2156

2145

2134

2139 +

CASA 3 +

+

2151

+

Fig. 58. Planta general del sector oeste, con localización de los restos de la 1a Edad del Hierro bajo los muros del edificio de época romana.

80

El hábitat de la primera Edad del Hierro que sufrieron los restos más antiguos como consecuencia de varios rebajes para la extracción de arcilla en época ibérica, pero también por las sucesivas ocupaciones que sin interrupción registró el lugar hasta el siglo tercero de nuestra era.

La cerámica de los silos asociados a estas estructuras repite y completa el repertorio tipológico de los sectores central y meridional. Un estrato que recubre el extremo de una de las casas (no quedó rastro de los niveles asociados a su ocupación), permite establecer una cronología muy aproximada de su abandono, sin duda anterior a mediados del siglo VI a.C. Los restos constructivos localizados en otro silo vecino, también rellenado hacia mediados del siglo VI a.C., dan fe del cambio de técnica constructiva por parte de los nuevos ocupantes, ya que aparecen los primeros adobes que habían sustituido las estructuras de madera y ramaje recubiertas de barro del período anterior.

Ya hemos tenido ocasión de ver, en un apartado anterior, la mezcla de materiales y las afectaciones que en el ángulo noroeste sufrieron los niveles más antiguos, donde encontramos materiales del Bronce Final IIIb mezclados con otros del siglo VI a.C. y más modernos aún, debido a la inversión de los estratos originarios con motivo de la construcción del pequeño balneum hacia finales del siglo II d.C.

Todo ello, y a pesar de los grandes vacíos de información que aún tenemos, ofrece una visión bastante fiable de lo que fue el hábitat de la primera Edad del Hierro, su desaparición y el surgimiento del hábitat ibérico en un momento que coincide con la fundación de la Palaia Polis de Ampurias. Podemos leer, con elementos materiales en la mano, la transformación rápida de una pequeña comunidad, de una generación a la siguiente, como consecuencia de la fundación y arraigo en el territorio del emporio foceo, cuya influencia se esparció sobre la sociedad indígena como una mancha de aceite, transformando las viejas estructuras y costumbres, sociedad y técnicas, de una manera muy rápida.

Toda la fachada occidental del yacimiento se encuentra en un estado similar o peor, de tal manera que muchas veces bajo el estrato superficial que recubre el promontorio ya encontramos directamente la roca natural, y sólo los ámbitos situados a un nivel inferior o excavados perforando el suelo geológico (fosas, silos, etc.), se han preservado. En otras ocasiones, ha sido la configuración particular del subsuelo la que ha permitido la conservación de los materiales antiguos, pero no la estratigrafía inalterada. Debido a que el cerro tiene un fuerte desnivel en sus vertientes oriental y occidental, al fondo de la parte más baja –que podemos considerar marginal o externa–, fueron acumulándose restos de todas las fases de ocupación, desde las más antiguas, convirtiéndose este entorno en un espacio casi de escombrera, útil sólo para documentar el largo período de ocupación, pero sin conservar una estratigrafía convencional inalterada, ya que normalmente lo que se depositó procedía de la parte alta y se fue acumulando por causas naturales: erosión de la colina y escorrentía de aguas, sin demasiado orden. Además, muchos lugares sufrieron varias alteraciones, ya sea por extracción de tierras y nivelación en época romana o por tareas agrícolas mucho más recientes, como la plantación de frutales que perforaron y revolvieron estratos antiguos, sin que este hecho sea siempre perceptible en la excavación.

2089

2097

2090

2096

2092

2032

2102 0 +

Repetimos, pues, que las evidencias más antiguas de la ocupación de Mas Gusó en esta zona son bastante pobres y de difícil interpretación, salvo casos puntuales que nos permiten una primera aproximación –ciertamente muy parcial– a las estructuras y ámbitos de la primera Edad del Hierro. Sin embargo, algunos de estos restos tienen un interés enorme, ya que completan la información obtenida en los sectores descritos precedentemente, uniendo una serie de datos dispersos que ayudan, en conjunto, a tener una visión más amplia del hábitat en aquel período. Restos que encontrábamos en los estratos que rellenaban la fosa del sector sur, ahora tienen un significado más preciso. Los fragmentos de revestimiento de muro del estrato 3164 y de sus vecinos se completan con otros localizados en un silo contemporáneo de este sector y podemos colocarlos sobre los muros de las dos o quizás tres casas del sector oeste, de las que sólo hemos localizado las huellas de algunos de los agujeros de poste que constituían su esqueleto.

+

+

+

+

5m +

Fig. 59. Vivienda o casa 1 de la primera Edad del Hierro. A: planta. B: situación en el yacimiento y proyección vertical de los agujeros de poste localizados.

81

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Sección 8/12, oeste-este 0 +

A

1m +

+

+

8 +

+

+

2001

2113

2028 2031

2089

+

B

2028 2094 2095

2093 2096

2096

2090 2091

Fig. 60. Sección general oeste-este del silo 2090/2091 y entorno.

La excavación definitiva de este sector, en el que se había actuado en una primera serie de campañas los años 19951999, se completó definitivamente desde 2012 a 2014, época en la que se pusieron al descubierto los restos de la primera Edad del Hierro y se completó la del edificio de época romana que se construyó encima. Para lo que ahora nos interesa, debemos hacer referencia a una serie de ámbitos conservados en el subsuelo y bajo los muros romanos; los primeros, muy afectados por estas construcciones, pero también por el hábitat de época ibérica. Entre las estructuras identificadas, las más interesantes son las que pertenecen a los restos de al menos dos casas o quizás tres (fig. 26 y 58), que vemos gracias a algunos de los agujeros para los postes que constituían su estructura.

a poniente quedaría descentrada. Es posible, por otra parte, que aquellos agujeros situados al otro lado del silo 2102 de la figura 59, hubieran sido un refuerzo externo de la estructura en la parte opuesta al viento dominante, la tramontana, lo que justificaría este refuerzo suplementario. En cualquier caso, esta cuestión queda a nivel de simple hipótesis. La casa se asocia a dos silos situados frente a su fachada norte, en el exterior, que fueron obliterados entre la segunda mitad del siglo VII a.C. y el primer cuarto del siglo VI a.C., y contenían un interesante conjunto cerámico muy homogéneo, una cantidad considerable de fauna (sobre todo bovinos), dos molinos de vaivén fragmentados y, en uno de ellos, fragmentos de revestimiento de arcilla procedentes de una pared, del mismo tipo y estilo que los que en campañas anteriores habíamos hallado en el sector sur, pero esta vez sin restos de ningún tipo de decoración (silos 2090 y 2097/2098 de la fig. 59). Si los materiales de estos silos se pueden asociar al período de actividad de la casa, y tal vez al de su abandono, el estrato 2096 que recubría la parte del ábside se había depositado cuando la vivienda llevaba años abandonada, e incluso el suelo de habitación había desaparecido debido a un rebaje intencionado de la tierra natural en busca de arcilla. Por lo tanto, disponemos de datos firmes para situar la vivienda en un marco cronológico bien acotado.

La primera de ellas, situada más hacia el norte, había sufrido una completa destrucción en un momento indeterminado de la primera mitad del siglo VI a.C., que podemos datar gracias a un estrato depositado en uno de sus extremos (fig. 59, UE 2096). Debido al rebaje que sufrió el terreno después de su destrucción, se han conservado sólo los extremos inferiores de algunos de aquellos agujeros de poste, a profundidades diversas. Otros no se conservaron. Seguramente porque ya de origen no se habían clavado a tanta profundidad, con lo cual desaparecieron cuando se hizo el rebaje del terreno. Los que sí pudimos identificar en la excavación tenían poca profundidad (entre 10 y 20 cm.), y parecía bastante claro que se trataba sólo del extremo inferior de cada uno de ellos. Dibujan una casa de planta rectangular acabada en ábside, de 4,50 x 2,50 m.

Algo más hacia el sur vemos otra alineación de agujeros de poste que dibujan el lateral de una segunda estructura aún mayor (fig. 26 y 58, nº 2156). No parecen relacionarse con ninguna otra cosa (quizá con dos agujeros en la parte este, interior), y no parece que tengan nada que ver con la tercera estructura situada en el extremo suroeste (fig. 26 y 58, 2151). Otro agujero queda más al sur, muy separado, y dos más hacia el oeste, excesivamente alejados para considerarlos como parte de la misma estructura. No se han conservado más agujeros en el entorno que puedan asociarse a la alineación, la cual, por otra parte, no puede fecharse en modo alguno, dado que en el interior de los orificios no había ningún tipo de material. De hecho sucede lo mismo en las otras posibles casas, pero en aquellos casos podemos fecharlas de manera indirecta sin

En la parte anterior, donde situaríamos la entrada, vemos dos agujeros avanzados hacia el exterior, ligeramente en diagonal, que parecen formar parte de un estrecho porche. Los dos centrales tienen un diámetro mayor, delimitando la puerta y formando parte de la estructura que sostenía la fachada y el tejado de ese extremo. No queda claro dónde se situaría el muro sur, ya que hay una serie de agujeros de poste que siguen un trazado curvilíneo y parecen adoptar la forma absidiada del lado nordeste. Un tercero se sitúa por fuera del ángulo suroeste. Pero si los consideramos como parte de la misma estructura, la puerta que situamos 82

El hábitat de la primera Edad del Hierro demasiada dificultad. Esta segunda, por tanto, tendremos que considerarla como una posible casa, sin tener la confirmación.

el subsuelo de arcillas compactas y su forma de olla era regular hasta que en la parte más profunda, en un lateral, los operarios encontraron un bloque de dura caliza que dejaron in situ.

Finalmente, en el extremo sur se puso al descubierto otra estructura absidiada, de la que se conservan los agujeros de poste abiertos dentro de una zanja estrecha que también se había recortado en la roca natural (fig. 58, 2151). Por fuera, a mediodía del ábside, varios postes dispersos parecen constituir la base de un refuerzo externo a la estructura; igual o parecido al que veíamos en la primera casa. En general, no deja de ser un poco extraña esta estructura, justamente situada en un lugar donde la roca tiene una pendiente bastante notable y, tal como se ve ahora, parece poco adecuado para una vivienda. Claro que no habría habido ninguna dificultad en nivelar el suelo del interior de la construcción, levantando entre 40 y 50 cm el extremo más bajo. La erosión de las tierras que recubrían la parte interna hasta llegar a la roca (ocurrida en época reciente, ya que también han desaparecido parte de los restos de época romana), ha hecho imposible la conservación de más indicios que nos pudieran aclarar las dimensiones y forma de la casa. En principio, a partir del ábside, deducimos una anchura de unos 4 m. Su longitud, si estaba en proporción a la de la primera casa, no debería ser inferior a los 6 m y probablemente sería la más grande descubierta en Mas Gusó.

A pocos metros hacia el sur, se encontró una pequeña depresión cóncava, como si se tratara de un leve rebaje del suelo natural cortado por los cimientos del muro de época romana. En su interior había algunos fragmentos de cerámica indígena a mano con las mismas características que la del silo (UE. 2092). Es un hallazgo de poca entidad, tal vez asociado a los silos 2090 y 2097/2098, así como con los restos de la casa 1, ya que se encuentra a pocos pasos ante su puerta. Una vez amortizado, el silo 2090 se rellenó con tierras de color oscuro, cenicientas, que contenían unos setenta fragmentos de cerámica a mano, algunos restos de fauna, un fragmento de cerámica a torno (¿protoibérica?) y otro de ánfora massaliota de forma indeterminada, tal vez como intrusión de los niveles superiores. Es interesante señalar la presencia de 64 fragmentos de barro endurecido, con marcas de palos y ramaje, procedentes de una construcción, y que, por el aspecto y textura, son idénticos a los localizados en el sector sur. En esta ocasión no tienen ningún indicio de decoración, pero son visibles las huellas de algunos postes de pequeño diámetro (4 o 5 cm), en algunos fragmentos, así como de ramas y tallos vegetales de entre 0,5 y 1 cm en una cara de otros, siendo el lado contrario totalmente liso. No podemos determinar si pertenecen al revestimiento de un muro o a una techumbre, ya que no hay suficientes indicios que puedan darnos la respuesta (fig. 62).

Una vez más, su datación debemos establecerla por aproximación y a partir de otros indicios indirectos. Por un lado, por la forma rectangular absidiada, como la primera casa. Por el otro, por el hecho de encontrarse en un sector muy alterado, pero que contiene materiales cerámicos de la primera Edad del Hierro mezclados con otros mucho más modernos. Adicionalmente, por la localización en su interior de una fosa irregular, aparentemente de origen natural, rellenada con materiales de mediados del siglo VI a.C., que contenía residuales del período anterior y algunos fragmentos de barro de revestimiento de muro con una cara recubierta de pintura blanca (UE. 2134 y 2134-b).

El conjunto cerámico repite los repertorios ya conocidos y habituales en niveles del Hierro Inicial de Mas Gusó y alrededores, con representación de las formas básicas, en las que predominan las urnas de borde abierto y bisel en la parte interna del labio, siempre con un cordón aplicado en la inflexión del cuello con el cuerpo (fig. 61: 1 y 3), las urnas de perfil en S y labio poco diferenciado (fig. 61: 4), y los platos/tapadera de borde con bisel interior poco marcado, con la superficie interna pulida y reluciente (fig. 61: 2 y 5). Normalmente, los acabados exteriores son más toscos, rayados con un peine o cepillo desde bajo el cordón impreso en el cuello hasta la base, o bien tan sólo acabados con poco cuidado.

La parte superior de la fosa había sido removida en época romana cuando se construyó el muro perimetral del edificio del siglo II a.C., y quién sabe si en épocas más recientes. Y, finalmente, un pequeño silo en el interior del ámbito, en la parte central del ábside, rellenado con materiales de la primera Edad del Hierro: cerámica a mano de los repertorios típicos y un molino de vaivén, como piezas más significativas (UE. 2139), que analizaremos más adelante con el resto de ámbitos y niveles relacionados con estas estructuras.

Una vez más, las pastas son las comunes en Mas Gusó, de origen local, obtenidas en el mismo afloramiento natural de la colina o en una zona muy cercana, como señalan los análisis llevados a cabo. Adoptan una serie de tonalidades marrones, grises o negras, y siempre vemos el componente de cuarzo blanco o gris claro y mica blanca o dorada.

SILO 2090/2091

Situado al norte de la casa, se conservaba casi completo y no creemos que de su mitad superior hubiera desaparecido una parte excesiva, teniendo en cuenta las proporciones, profundidad y diámetro de la boca. Probablemente faltaban los 20 cm superiores, suprimidos cuando se rebajó el terreno en una fase posterior (fig. 60). Se había abierto en

Por último, también apareció un bloque de piedra caliza en forma de rectángulo irregular de 63 x 30 cm, con orificios causados ​​por la erosión natural, una cara de la cual estaba expresamente alisada con un repicado perfectamente visible en la mayor parte de su superficie (fig. 63). No se 83

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

1

2

3

6

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7

5c.

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Fig. 61. Urnas de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro del estrato 2090.

sirven para constatar que no es un objeto ajeno a la cultura del Bronce Final y Hierro Inicial, a pesar de que persista la duda sobre su correcta identificación, en nuestro caso.

trata de un molino de vaivén, ya que las dimensiones y las marcas de desgaste no se corresponden con este tipo de utensilio doméstico. Podría ser un bloque sobre el que se hacían otras tareas domésticas que no llegamos a adivinar. Pero también podría tratarse de algún tipo de estela con un significado muy diferente. Recordemos que en Mas Gusó han aparecido fragmentos de tres estelas más, reutilizadas como material de construcción en muros de fases más recientes y que, en principio, habíamos considerado las dos primeras de época ibérica, aunque sin disponer de elementos firmes de datación (Casas/Soler 2004, 131-133; infra, p. 351).

Una segunda interpretación posible la encontramos en las estelas funerarias que marcan algunas de las incineraciones de la necrópolis Vilanera, a tan sólo 4 km de Mas Gusó. En ese caso, se trata de bloques monolíticos verticales que en algunas ocasiones señalan la tumba (Aquilué et alii 2012, 80). En una necrópolis más antigua, la del Pi de la Lliura, algunas sepulturas se marcaban con bloques monolíticos similares (Pons/Solés 2008, 81-83). Pero esta interpretación nos llevaría a suponer que en el ámbito de Mas Gusó existió una necrópolis, hecho en principio incompatible con el área de habitación, sin descartar la posibilidad de que se encontrara a poca distancia y fuera de los límites de la pequeña colina habitada. Sin duda, en algún lugar cercano existía una zona reservada a necrópolis en la que se depositaban los restos mortuorios de los habitantes del lugar.

No es un hecho insólito el hallazgo de estelas pertenecientes a esa época (a partir del Bronce Final III, IIIb y posterior), aunque con un aspecto totalmente diferente, ya que todas ellas contienen imágenes más o menos estilizadas. Recordemos las del sur de Francia, atribuidas a este período (Guilaine, 2014, 52-53 y fig. 2), o las del sur de la Península Ibérica. No se trata de buscar paralelos ni analogías. La distancia conceptual que separa unas y otras es enorme. En el bloque monolítico del silo de Mas Gusó no se ven rastros de ningún tipo de representación, al contrario que en las otras tres del mismo yacimiento (dos de ellas ya publicadas y una tercera hasta ahora inédita), o en las peninsulares y del sur de Francia. Por la ausencia de iconografía, se aproximan mejor a otras del Languedoc (Arcelin 2000; Gailledrat/Bessac 2000). Todas ellas nos

En conclusión, basándonos en el conjunto cerámico, que es el único material que puede proporcionarnos una cronología segura, podemos situar la fecha de obliteración del silo en la transición entre los siglos VII y VI a.C. Todo parece indicar que este hecho tuvo lugar en el mismo momento en que se formaron los niveles y rellenos del sector sur y del silo 2097/2098; probablemente poco 84

El hábitat de la primera Edad del Hierro después del depósito de los estratos 3036 y 3117/3118 situados en sector central.

Catálogo

Figura 61 1.- Urna de cerámica a mano, con el cuello bastante abierto. Pasta depurada, con cuarzo blanco y mica dorada. Interior del cuello pulido; exterior un poco descuidado y rugoso. Rayado con peine en el interior. Cordón impreso en la inflexión cuello-cuerpo, de poco relieve y con las impresiones ovaladas poco marcadas. 2.- Fragmento de borde de plato/tapadera a mano. Pasta con cuarzo y puntos blancos. Superficie negra, pero con el interior de la fractura marrón. Pulida en toda su superficie. 3.- Borde de urna de cerámica a mano, con la pasta de color gris oscuro. Labio pulido y liso. Fig. 62. Fragmentos de revestimiento de muro, de arcilla, con marcas vegetales y de postes. Silo 2090.

4.- Borde de urna con el extremo del labio romo. Pasta de color marrón oscuro, con los desgrasantes habituales. Pulida por el interior.

Acanthocardia sp.), y una cantidad elevada de fauna. El estudio realizado por Silvia Albizuri, y que incluimos en un anexo aparte, identifica los restos de una vaca entera, cuyos restos, tras ser descuartizada, fueron depositados en el silo. Junto con este animal también se depositaron los restos de otra especie doméstica (un cerdo), y de varias especies salvajes, como un corzo, además de 17 fragmentos faunísticos de mamíferos de talla mediana. Dentro de las aves salvajes se han distinguido 6 diáfisis de una especie pequeña, indeterminada.

5.- Borde de plato/tapadera con las mismas características que el nº 2. 6.- Base de urna de fondo plano y diferenciado del cuerpo con un suave resalte. Rayada con cepillo en la superficie externa. Cocida en horno oxidante/reductor, de color amarronado en la superficie externa. 7.- Pared de urna decorada con un cordón impreso poco marcado y casi sin relieve. Pasta marrón, con mica dorada y cristales de cuarzo.

En el repertorio tipológico de la cerámica a mano, que en general repite lo que hemos ido viendo hasta ahora, se introducen algunos tipos nuevos en el yacimiento, o bien variantes de los que ya conocíamos, lo que constituye un elemento más para completar el conjunto de vasos presentes en el hábitat de la primera Edad del Hierro del yacimiento y que tal vez, en este caso, nos haría rebajar ligeramente la cronología del estrato. Entre las novedades locales hay que señalar el hallazgo del extremo superior de un gran contenedor que, por la forma, recuerda las ánforas ibéricas, o más bien, de tradición púnica de boca plana (fig. 66: 1), a menos que se trate simplemente de una variante de la forma 3d de la necrópolis de Vilanera (Aquilué et alii 2012, fig. 3), pero de tamaño considerablemente superior. La pasta adopta una tonalidad marrón oscuro por fuera y negra en el interior, de textura tosca, con núcleos de cuarzo de color blanco y gris de diversos tamaños, mica en polvo y grandes vacuolas. El desarrollo de la parte conservada señala que se trata de un contenedor de aproximadamente 40 cm de diámetro en la parte más ancha del cuerpo.

Figura 62 Selección de fragmentos de arcilla cruda procedentes del muro o tejado de una casa, con las huellas de palos y ramas.

SILO 2097/2098

Este silo se encuentra a poca distancia del anterior, hacia el este y al exterior de la fachada norte de la casa 1 (fig. 59 y 64). Estaba recubierto por estratos más recientes, relacionados con la construcción de época romana, pero el contenido de su interior estaba intacto, sin alteraciones de ningún tipo ni intrusiones posteriores a la época de su obliteración, salvo un fragmento de gris monocroma (fig. 66: 4) y otro de cerámica griega de occidente, sin forma, que podemos atribuir a una contaminación de los estratos 2095 y 2096 que se depositaron sobre el ábside de la casa nº 1 una vez abandonada y destruida. El conjunto principal lo constituyen 196 fragmentos de cerámica a mano, dos fusayolas, 10 restos de arcilla de revestimiento de muro, 5 utensilios de piedra pulida o labrada (2 fragmentos de molino de vaivén), una lámina de bronce, algunos restos malacológicos (Glycimeris sp.,

También era desconocida hasta ahora en el yacimiento la gran urna o contenedor de borde corto y casi 30 cm de diámetro en la boca, decorada a mitad de la espalda con un cordón impreso al que se añadieron unas protuberancias 85

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias también por la parte interna (fig. 66: 2, 3 y 5). La decoración de cordón impreso del que cuelgan tramos curvos la encontramos en varias ocasiones y podemos atribuirla a la creatividad del alfarero. Un ejemplar muy similar, incluso con un cuello recto exvasado, procede de un silo del poblado de Castell (Palamós), fechado a principios del siglo VI a.C. (Hernández 2014, lám. 1: 4). Pero también hemos visto estas variantes en otros ejemplares de Mas Gusó, de la primera Edad del Hierro (supra). En definitiva, la decoración más habitual es el cordón con impresiones simples en las urnas y contenedores de tamaños medianos o grandes, siempre combinada con el acabado cepillado de la pared externa del vaso y alisado en el tramo superior de la pared interna, básicamente en la parte del cuello. Los cordones pueden ser diferentes, con motivos más o menos grandes, siempre ovalados, impresos con los dedos, mientras que el cepillado a veces también se ha aplicado sobre el cuello (fig. 66: 13 y 67: 1). En cuanto a las bases, son de fondo plano, ligeramente alzado en la parte central, y sin diferenciar respecto al cuerpo de la vasija (fig. 67: 2 y 3). Las otras formas que más abundan son los platos/tapadera y los cuencos (formas 1c, 2c y 2d), de acabados diversos, pero normalmente de buena calidad (fig. 65: 3 y fig. 66: 6 a 10). En el primer grupo observamos dos variantes con rasgos no demasiado especiales, pero que permiten hacer una distinción en base a sus acabados. En el primer caso, las paredes del plato son algo irregulares en cuanto al espesor, y el labio termina en arista poco pronunciada, pero sin el bisel interno que solemos ver en la mayor parte de estos recipientes (fig. 65: 3). Nos recuerda un ejemplar de la fase IIb1 del hábitat precolonial de Sant Martí d’Empúries (Castanyer et alii 1999, fig. 195: 1). Los otros dos adoptan la forma clásica con un suave bisel en la parte interna del labio (fig. 66: 6 y 7). En uno de ellos se practicaron dos orificios bajo el borde para poder pasar un hilo.

Fig. 63. Bloque de piedra caliza con la superficie rebajada. Posible estela. Los orificios son naturales.

en forma de mamelón horizontal sobre el que también se practicaron impresiones con el dedo. La superficie externa, tanto en el ejemplar más completo como en un fragmento que atribuimos a la misma forma, se había rayado con un cepillo o un peine en la zona situada por debajo del cordón decorado, mientras que la parte superior se alisó con cuidado (fig. 65: 2 y 4). Recuerdan, a cierta distancia, los grandes cuencos y contenedores de borde corto y bisel interno que hemos hallado en abundancia en los estratos 3036 y 3117/3118, típicos del grupo ampurdanés, aunque en aquellos el cordón impreso se sitúa en el exterior del borde (fig. 30 y 35). Cabe señalar, en este caso, que un fragmento de la misma urna apareció en el silo 2107 – con el cordón impreso más deteriorado–, lo que permite conectar cronológicamente ambos depósitos (fig. 67: 1).

Los cuencos de la forma 2 pertenecen a las variantes c y d documentadas en el hábitat de la primera Edad del Hierro de Ampurias. El primero, por el perfil, es un vaso bajo, de base cóncava y elaborado con una pasta bien depurada y de

El resto de recipientes de cerámica a mano ya entran en el repertorio tipológico más común , aunque con algunas variantes que comentaremos, como el caso de la urna de tamaño mediano, de cuello recto y abierto (con labio sin bisel interno), que lleva una decoración de cordón impreso en la inflexión cuello/cuerpo, un poco más elaborada de lo que suele ser habitual (fig. 65: 1). Habitualmente, el cuello y borde adoptan un perfil más complejo, con un bisel más o menos marcado en la parte interna del borde y una curva más pronunciada, casi angulosa, al inicio del cuerpo,

Fig. 64. Sector del ábside de la casa 1 a la izquierda del silo 2097/2098.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro de forma ligeramente rectangular y con señales de uso en ambas caras, que han provocado un ligero rebaje de la superficie. Se trataría de una piedra de afilar y el desgaste de la superficie lo habría producido el roce repetido de un objeto metálico (fig. 67: 4). Una hoja del mismo material, pulida de manera intencionada, tiene un corte fino en un lado, mientras que el otro es romo, adoptando el aspecto de una hoja de cuchillo. No podemos determinar su uso (fig. 67: 10).

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La tercera piedra debe considerarse un percutor. Es una esfera de dura caliza blanca, de grano fino, desgastada en la superficie, donde el uso y los impactos repetidos han hecho que quedara facetada o con varios rebajes que han aplanado zonas continuas de la esfera (fig. 67: 8). No es un objeto raro ni inédito. Lo habíamos localizado en los silos de Saus II en un contexto de la segunda mitad del siglo V a.C., probablemente utilizado para aplastar aceitunas en una actividad de elaboración de aceite de gran envergadura (Casas 2010; Casas/Soler 2012, fig. 182: 7). Tiene la misma forma y características que los localizados en los niveles de la primera Edad del Hierro de Ruscino, también considerados percutores de usos diversos (Marichal et alii 2003, 194-199).

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Finalmente, apareció una piedra circular; un cristal de cuarzo pulido tallado cuidadosamente para obtener una forma y acabado reluciente (fig. 67: 9 y 68). Por el tamaño no parece un utensilio doméstico, sino que más bien sería un objeto de adorno, como una perla de cristal.

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Fig. 65. Urnas y plato/tapadera del estrato 2098 del silo.

A la pequeña placa de bronce, doblada, no se le puede atribuir ninguna función concreta, ya que debería formar parte de un utensilio más grande, o quizás era un simple objeto de adorno (fig. 67: 7). Y, con respecto a los restos malacológicos, son una muestra más del aprovechamiento de los recursos naturales de un mar que se encontraba a 4 km del yacimiento. El número de estos restos en Mas Gusó, en todo tipo de contextos cronológicos, es muy elevado.

grano fino (fig. 66: 8). Es una forma habitual en lugares de habitación y también forma parte del repertorio de vasos de acompañamiento en contextos funerarios como el de Vilanera, al sur de Ampurias (Pons et alii 2014, fig. 1 y 5), pero lo encontramos bien documentado en todo el nordeste de Cataluña y sur de Francia desde períodos anteriores y con variantes y acabados diversos. Los cuencos de la forma 2d tienen un perfil más abierto, casi troncocónico, y parecerían hallarse a medio camino entre el plato/tapadera de la forma 1 y el cuenco semiesférico bajo de la forma 2c (fig. 66: 9 y 10). Esta variante que aparece en el silo de Mas Gusó tiene las paredes proporcionalmente más delgadas en relación a su tamaño, y el borde puede ser un poco engrosado, terminado en extremo romo y con un surco en la parte externa bajo el labio. Una vez más, lo encontramos en la fase IIb1 del hábitat precolonial de Ampurias (Castanyer et alii 1999, fig. 199: 8; Pons et alii 2014, 748 y fig. 1), y en el silo de inicios del siglo VI a.C. del poblado de Castell, en Palamós (Hernández 2014, lám. 4).

Catálogo

Figura 65 1.- Urna de cerámica a mano, forma 13, de borde recto y un poco inclinado hacia el exterior. Bien depurada, no demasiado tosca, con cuarzo y mica de grano más fino de lo que suele ser habitual. Superficie externa gris y con manchas oxidadas; interior casi negro. Restos de hollín en el interior. Decorada con un cordón impreso en la unión de cuello y cuerpo, formando un meandro algo más complejo. 2.- Fragmento de pared de un gran contenedor a mano, semejante al nº 4 de la misma figura. Paredes gruesas y robustas. Pasta oxidada, de color marrón claro por fuera y casi negro en el interior. Poco depurada, tosca, con cuarzo y mica de color dorado-bronce. Decorada con un cordón impreso y un botón alargado colocado posteriormente sobre él. La parte inferior está rayada o cepillada, mientras que por encima del cordón la superficie es lisa.

Los demás objetos de uso doméstico se limitan a dos fusayolas de tamaños diferentes, que evidencian una actividad de tejido en el hábitat (fig. 67: 5 y 6), y varios instrumentos u objetos líticos, empleados en otros usos cotidianos (fig. 67: 4, 8-10). El primero de ellos es una simple placa de esquisto de textura algo arenosa al tacto, 87

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

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Fig. 66. Silo. Estrato 2098. Vasos de cerámica a mano.

inferior. Decoración de cordón con mamelones o asideros suplementarios, también decorados con impresiones hechas con el dedo.

3.- Plato/tapadera de la forma 1c o variante, modelado a mano. Es un vaso muy irregular y con acabado un poco descuidado. Pasta muy bien depurada y de grano fino, de color entre gris oscuro y negro. Contiene pequeños granos de cuarzo y polvo de mica, que es el desgrasante más habitual en Mas Gusó.

Figura 66 1.- Borde de urna o contenedor a mano adoptando la forma del cuello de un ánfora de boca plana de tradición fenicia, pero de diámetro superior en la boca. Pasta de color marrón oscuro por fuera y negro en el labio y en el interior, que se alisó y dejó pulido. Desgrasante de cuarzo blanco y gris de tamaños diversos y mica en polvo; muchas vacuolas que afloran a la superficie.

4.- Contenedor de grandes dimensiones elaborado a mano. Pasta de color negro con algunas manchas marrones cerca del borde. Desgrasante de cuarzo de diversos tamaños y colores, láminas de mica dorada o bronce; dura, pero con muchas vacuolas. Por fuera, sólo se pulió la mitad superior, a partir del cordón impreso, y rayada en la parte 88

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Fig. 67. Silo. Estrato 2098. 1 a 3: cerámica a mano. 4: placa de piedra pulimentada. 5 y 6: fusayolas. 7: lámina de bronce. 8 a 10: instrumentos líticos. 11 a 13: bivalvos de diversas familias.

color gris claro, bien depurada y dura, aunque un poco erosionada. Muestra las características de los productos ampuritanos de mediados del siglo VI a.C.

2.- Borde de urna de labio romo y casi sin bisel marcado. Superficie lisa y reluciente por dentro y rayada verticalmente por fuera. Pasta dura, compacta, bien depurada, con cuarzo y polvo de mica; de color gris oscuro tirando a negro.

5.- Borde de urna a mano, de grandes dimensiones y muy abierta. El bisel queda marcado en la parte superior y hacia el exterior. Pasta de color negro por dentro y marrón oscuro en el exterior; muy pulida y brillante, con desgrasante de cuarzo de tamaños diversos, quizá nódulos de cal y un poco de polvo de mica.

3.- Borde de urna a mano, de cuello abierto y ligeramente biselada en el interior. Cordón impreso en la inflexión del cuello e inicio del cuerpo. Pasta entre gris y marrón oscuro. Superficie interna pulida y exterior rugosa y de tacto arenoso. Contiene cuarzo de diversos tamaños y mica de color bronce o dorado.

6.- Borde de plato/tapadera de cerámica a mano con dos agujeros por debajo del labio. Color negro, pulida y casi

4.- Fragmento de copa de gris monocroma, forma 5. Pasta 89

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias bruñida, reluciente y bien depurada, con algunos granos de cuarzo y un fino polvo de mica. Bisel en el interior del labio, poco marcado. 7.- Borde de plato/tapadera a mano, forma 1c como el anterior, con el extremo más anguloso y un bisel por dentro poco marcado. Pasta de color marrón rojizo, negra en el labio, bien depurada, con cuarzo y mica. Superficies alisadas. 8.- Bol semiesférico bajo de cerámica a mano, de paredes ligeramente abiertas y fondo umbilicado. El labio parece un poco erosionado por el uso. Pasta de color gris claro, dura, compacta, depurada y de grano fino, con pequeños granos de cuarzo y mica dorada de mayor tamaño. Superficie pulida y lisa, tanto en el interior como en el exterior. 9.- Bol o plato de paredes delgadas, modelado a mano. Pasta de color gris claro con manchas marrones y vacuolas en la superficie; bien depurada, con polvo de mica, cuarzo de grano fino y quizás pequeños nódulos de cal. 10.- Bol de la misma forma que el anterior, sin que apenas haya diferencia entre ellos. Pasta color marrón rojizo con manchas grises debido al deficiente control del aire durante la cocción; bastante fina y depurada, con cuarzo y polvo de mica como desgrasantes. Superficies pulidas. 11.- Fragmento de pared de urna a mano, correspondiente a la unión del cuello y el cuerpo, decorada con un cordón impreso. En la parte inferior, superficie rayada con peine. Pasta de color marrón oscuro, con cuarzo y mica. Superficie interna pulida y alisada.

Fig. 68. Estrato 2098 del silo anexo a la casa 1. Restos malacológicos e instrumentos líticos.

12.- Fragmento de pared de vaso a mano, de perfil más sinuoso. Conserva la decoración de cordón impreso. Pasta negra en la superficie y marrón en la fractura. Bastante cuarzo blanco y polvo de mica.

2.- Base de una gran urna hecha a mano. Fondo plano y sin diferenciar del cuerpo. Pasta entre oxidada y reducida, de color rojo y marrón con manchas grises; tosca y rugosa al tacto, con granos de cuarzo y mica en polvo. Fractura irregular y rugosa.

13.- Pared carenada de urna hecha a mano, del mismo tipo que el nº 11. Decorada con un cordón impreso y rayada de manera irregular con peine o cepillo. Pasta muy negra en la superficie y marrón grisáceo en el interior de la fractura. Pulida por dentro. Componente habitual de cuarzo y mica dorada.

3.- Base de urna a mano, de dimensiones medianas. Fondo ligeramente cóncavo en el centro y algo diferenciado respecto al inicio del cuerpo. Pasta como la del ejemplar anterior, oxidada, de color marrón oscuro, muy arenosa, con cuarzo blanco y gris de tamaños diversos. No contiene demasiada mica, pero es en láminas pequeñas y no en polvo.

14.- Borde de urna a mano de diámetro no determinado. Pasta de color gris oscuro por fuera y marrón en el interior de la fractura. Desgrasante de cuarzo y mica.

4.- Lámina de esquisto de tacto algo arenoso, de color verdoso, grano fino, con señales de desgaste en las dos caras planas y un marcado bisel en los dos extremos, como si se hubiera utilizado como afilador.

15.- Fragmento de borde de urna a mano, con las mismas características de pasta que la anterior.

5.- Fusayola de terracota, de color negro en el interior de la fractura y gris en la superficie. Buena calidad y arcilla de grano muy fino y depurada.

Figura 67 1.- Borde de una gran urna de cerámica a mano, de más de 40 cm de diámetro. Pasta dura, compacta, bien depurada, con cuarzo y polvo de mica, de color gris claro y negro. Superficie interna muy lisa y pulida. Exterior rayado verticalmente con un cepillo.

6.- Fusayola de menor tamaño y pasta más tosca que la anterior, con bastantes cristales de cuarzo. 90

El hábitat de la primera Edad del Hierro 7.- Lámina de bronce de forma rectangular, doblada por la mitad. 8.- Esfera de piedra caliza, de color blanco, compacta y de grano fino, pulida y al mismo tiempo facetada en toda la superficie debido al desgaste por su uso como percutor. No es un guijarro reaprovechado, sino que se talló expresamente para obtener la forma. 9.- “Perla” elaborada con un cristal de cuarzo pulido intencionadamente, totalmente circular y sección elíptica. 10.- Hoja de pizarra rectangular, cortada y afilada por un lado, con sección propia de un cuchillo. 11 a 13. Conchas (Glycimeris y Cerastoderma).

SILO 2107

Silo de la primera Edad del Hierro, de forma circular canónica, no demasiado profundo y rellenado con un solo estrato de tierras cenicientas y piedras irregulares. No parece afectado por construcciones o actividades posteriores a su obliteración, ni se ven intrusiones, si exceptuamos un fragmento de ánfora ibérica sin forma (fig. 69). Contenía 82 fragmentos de cerámica a mano, 13 restos de recubrimiento de muro de arcilla y una moldura de barro endurecido con forma de segmento de círculo (fig. 73), 1 molino de vaivén fragmentado, 5 utensilios de piedra pulida, 52 restos de fauna terrestre y 8 malacológicos. Un fragmento de pared de un gran contenedor de cerámica a mano, de pared gruesa y rayada, pertenece a la misma pieza encontrada en el silo 2098. En un procesado posterior de las muestras de tierra recogidas, se localizaron 8 semillas de cereal (fig. 95), que cuantitativamente pueden parecer insignificantes, pero que casan con otras muestras recuperadas en estratos contemporáneos o ligeramente posteriores, las cuales, junto con los restos faunísticos que regularmente aparecen en los niveles de la primera Edad del Hierro, ayudan a dibujar un entorno económico basado en la agricultura y la ganadería y, en definitiva, en el aprovechamiento de los recursos naturales del territorio más inmediato.

Fig. 69. Silo 2107 al inicio de su excavación.

Entre estas formas discordantes, las urnas 2, 4 y 5 de la figura 70 serían los ejemplares más claros; mientras que los fragmentos de cuenco y plato/tapadera de la misma figura todavía están arraigados a la fecha más antigua. Los primeros, aunque conservando la forma genérica del tipo de urna de labio biselado, no siempre muestran esta característica en el interior del borde, o bien esta se ha transformado en un encaje o resalte diferente (fig. 70: 4). En estos mismos recipientes, ha desaparecido el cordón impreso en la unión de cuello y cuerpo, así como el cepillado/rayado de la superficie externa de esta parte de la urna (cuando esta técnica perdura durante todo el siglo VI a.C. en Mas Gusó). Una de ellas, en cambio, muestra una decoración impresa que recorre la parte superior del labio, como en aquellos ejemplares antiguos del Bronce Inicial. No podemos establecer paralelismos claros con los materiales ampuritanos, aunque en alguna ocasión parece haber alguna aproximación con algunos de los ejemplares de la fase IIb1 y IIb2 de Sant Martí d’Empúries.

En el conjunto cerámico, volvemos a encontrar el mismo tipo de material que hemos visto en el silo anterior y, en general en los niveles de la primera Edad del Hierro analizados precedentemente, con pocas diferencias. Sí hemos de anotar que, tanto los de este silo como los del 2098a presentan algunos aspectos que quizás los hacen algo más modernos, y no podemos descartar que su obliteración se hubiera producido a principios del siglo VI a.C., precolonial, y no en la segunda mitad de la centuria anterior. Desgraciadamente, sólo es una impresión basada en el hecho de ver formas de urna no habituales en los estratos más claros de los sectores central y sur, coexistiendo con aquellas otras formas, ciertamente mayoritarias, que sí son propias de mediados y segunda mitad del siglo VII a.C.

Es posible, por tanto, que los dos últimos silos constituyan el documento más próximo a la fecha de desaparición del hábitat de la primera Edad del Hierro. La ausencia de importaciones –el fragmento de ánfora ibérica, aunque arcaica, lo consideramos intrusión–, y los fragmentos de arcilla de un muro nos llevarían a un momento precolonial que, como máximo, podemos situar en los primeros años del siglo VI a.C. o poco antes. 91

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14 Fig. 70. Materiales del silo 2107. 1 a 12: cerámica a mano de la primera Edad del Hierro. 13: pulidor de piedra. 14: molino de vaivén.

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El hábitat de la primera Edad del Hierro El cuenco de la forma 2c se halla presente con al menos dos fragmentos de borde, mientras que el plato/tapadera de la forma 1c es el tipo de recipiente más numeroso, con media docena de individuos bien identificados y otros fragmentos sin forma. Presenta las características habituales; a veces con un suave bisel interno en el borde, y otras con el labio acabado en extremo romo (fig. 70: 8, 9, 11 y 12). No es raro ver un orificio en el borde, como en tantos otros platos de la misma forma aparecidos en diferentes estratos, o un acabado cepillado en la superficie externa, mientras que el interior es pulido y alisado. Uno de los ejemplares, en cambio, tiene la superficie externa alisada y surcada de acanaladuras muy suaves (fig. 70: 8). Además de la cerámica, que constituye el grueso del material arqueológico del estrato, se recuperaron otros objetos y utensilios líticos, que formarían parte de los instrumentos y útiles usuales para la vida doméstica: parte de un molino de vaivén tallado en un bloque de arenisca no demasiado grueso y una pequeña lámina de piedra caliza de forma elíptica, muy pulida en todas sus superficies planas y en los laterales, que podría ser un pulidor o un afilador (fig. 70: 13 y 14).

Fig. 72. Malacológicos del silo 2107: Cerastoderma edule y pecten jacobaeus.

2.- Borde de urna de cerámica a mano cocida en fuego oxidante/reductor, de color entre marrón y negro. Desgrasante de cuarzo de diversos tamaños y abundante mica. Ligeramente pulida en la pared interna.

En este silo se recuperaron pocos restos óseos (52 fragmentos). Entre las especies domésticas destacan los ovicápridos, tanto ovejas como cabras (fig. 71). Los bovinos se han identificado a partir de dos costillas fracturadas. Dentro de las especies salvajes se distinguen dos tipos de aves: tipo grúa o garza y ​​uno parecido a la perdiz. Entre las especies malacológicas vuelven a estar representados dos tipos diferentes (Pectem jacobaeus, Acanthocardia sp.) identificados a partir de 5 restos (fig. 72). También se han recuperado cinco huesos de dos conejos adultos.

3.- Pared de un gran contenedor, de paredes gruesas y robustas, de color oxidado/reducido, aunque predomina el negro. Desgrasante de varios tamaños, con cuarzo y mica. Decorada con un cordón impreso en el exterior, muy deteriorado, y superficie rayada de manera irregular. Fragmentos del mismo recipiente se hallaron en el silo 2098. 4.- Mitad superior de una urna a mano, de borde exvasado, pared de espesor regular y cuello bien diferenciado del cuerpo. Cocida en ambiente oxidante/reductor, de color marrón más o menos oscuro según las zonas. Tosca por fuera y superficie interna pulida, de grano bastante fino, pero con un acabado desigual. La pasta contiene cuarzo y mica en polvo.

Catálogo

Figura 70 1.- Fragmento de pared de urna a mano, decorada con un cordón impreso. Pasta marrón oscuro con cuarzo y mica.

5.- Parte superior de urna a mano, con el borde algo irregular. Aspecto tosco, de color rojo oscuro y marrón; desgrasante de grano grueso, con cal, mica en polvo y cuarzo. Se alisó y pulió la parte interna del borde y cuello y la parte superior externa. 6.- Borde de cuenco de la forma 2c, mal conservado y modelado a mano. Pasta de color marrón oscuro, con desgrasante de cuarzo y mica. 7.- Borde de cuenco con las mismas características pero con la pared más abierta. 8.- Plato/tapadera de cerámica a mano, de color negro, con la superficie muy pulida y brillante, con unos acanalados poco marcados en la pared externa. Pasta con mica dorada y cuarzo de diferentes tonalidades.

Fig. 71. Muestras de fauna del silo 2107, con mandíbulas de bovino y ovicáprido.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Si se desarrolla de manera regular el fragmento, tendría un diámetro de 32 cm en la parte superior del círculo. Está roto por el interior y en el extremo exterior, más delgado, por lo que no pueden conocerse sus dimensiones y acabado original.

SILO 2139

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Relleno de un silo situado en el centro del ábside de la que identificamos como la tercera casa/cabaña del conjunto del sector oeste del yacimiento. Tiene forma circular y no es demasiado profundo, y todo parece señalar que se trataba de un depósito/almacén interno de la vivienda. Contenía un conjunto de materiales algo mezclados debido a alteraciones de época romana, que provocaron que se colaran fragmentos de época colonial e incluso más modernos. Por este motivo, vemos 1 fragmento de cerámica de barniz negro de entre finales del siglo II o inicios del siglo I a.C. y 2 de gris trilobulada de época augustal. El conjunto principal, perfectamente identificable, está formado por 35 fragmentos de cerámica a mano, un fragmento de molino de vaivén de forma elíptica (fig. 74: 8), 1 revestimiento de muro de arcilla y 7 restos faunísticos inclasificables.

5c.

Fig. 73. Silo 2107. Pieza de terracota en forma de moldura o revestimiento del extremo de una columna de madera, y posible restitución del elemento.

9.- Plato/tapadera de cerámica a mano cocida en fuego oxidante/reductor, que ha dado tonalidades marrones y negras en la superficie y marrón en el interior de la fractura. Pasta muy micácea, con cuarzo de grano fino y aspecto rugoso y arenoso en el núcleo. Exterior rayado con peine o cepillo.

Aunque vemos pocas formas identificables, nos llevan hacia un contexto cronológico impreciso de entre mediados del siglo VIII hasta mediados del siglo VII a.C. o a su segunda mitad, con algunos paralelismos no siempre suficientemente claros con los ámbitos de los sectores central y sur de Mas Gusó y en los principales yacimientos de la comarca, que son referencia obligada a la hora de establecer paralelismos.

10.- Borde de urna a mano, con labio biselado por dentro y cuello rayado con cepillo por fuera. Pasta de color negro, de grano fino y bien depurada. Superficie interna alisada.

Algunos aspectos de los fragmentos clasificables muestran un arcaísmo que no hemos visto siempre en los conjuntos de Mas Gusó de la primera Edad del Hierro, aunque este hecho puede ser circunstancial o quizás debido tan sólo a una casualidad, teniendo en cuenta que nos encontramos ante un lote reducido de cerámica que no contiene el repertorio completo que suele ser habitual en los contextos del período que ahora estudiamos.

11.- Borde de plato/tapadera de la forma 1c, a mano, con una perforación para poderlo colgar con un cordel. Pasta de color negro y de grano fino, pero de color marrón en el interior de la fractura. Superficies muy pulidas y lisas, casi relucientes. 12.- Borde de urna con bisel interno. Pasta idéntica y con la misma composición que el fragmento anterior.

Vale la pena destacar, aparte de la base de un gran contenedor elaborado mano (fig. 74: 1), los diversos fragmentos de plato/tapadera, siempre con el labio biselado en el interior; uno de ellos de grandes dimensiones, si tenemos en cuenta el grosor de la pared (no puede calcularse el diámetro debido al reducido tamaño de la parte conservada), el acabado interior con acanalados y superficie alisada muy pulida, al igual que en otro fragmento de urna con las mismas características (fig. 74: 6 y 7).

13.- Instrumento de piedra caliza blanca, de forma elíptica, de color gris claro y muy fina. Pulimentada en todas sus superficies, incluidas las laterales, en las que se aprecian finas estrías horizontales del pulido y rebaje de las caras superior e inferior. 14.- Fragmento de molino de vaivén, tallado en un bloque de arenisca de color gris-morado, de grano muy fino y muy duro. Se aprecia perfectamente el repiqueteado en la superficie superior, tanto para rebajarla y obtener la pieza, como a causa del desgaste por un uso intensivo.

Todo el material tiene un aspecto más arcaico que el resto de cerámica de la primera Edad del Hierro que hemos visto hasta ahora. Pero como se trata de un conjunto muy reducido, no podemos extraer demasiadas conclusiones y no sabemos hasta qué punto los siete fragmentos con forma que reproducimos en la figura 74 representan bien el total de producciones, siendo inclasificables el resto de fragmentos que no tienen forma.

Figura 73 - Fragmento de barro o arcilla endurecida, de color naranja, moldeado en forma de círculo (sólo se conserva un segmento), y moldurado. Da la impresión de ser una moldura que se situaría en torno a un poste o a un elemento cilíndrico, tal vez imitando el basamento de una columna. 94

El hábitat de la primera Edad del Hierro

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Fig. 74. Estrato 2139. Cerámica a mano de la primera Edad del Hierro y molino barquiforme.

nuestra figura 74, pero podría corresponder perfectamente al tipo de urna que encontramos en la sepultura 253 de Agullana. Los platos/tapadera con marcado bisel interno del silo (uno de ellos con perforación bajo el borde), son compatibles con los materiales de la fase IIb de Agullana y, por supuesto, con los de la fase más reciente.

En cualquier caso, los referentes y paralelos más antiguos para el plato/tapadera con acanalados interiores los encontramos en la fase IIb de Agullana (750-700 a.C.), asociados, como en el silo 2139, a urnas decoradas con motivos geométricos (sierras y triángulos), de acanalados estrechos o simplemente con acanalados como los nº 5 y 7 de la figura 74 (Toledo/Palol 2006, E-346, E-353, p. 94 y 101). Por otra parte, en Agullana vemos asociada la decoración de sierras con acanalados en urnas de cuello vertical y bisel interior. Ignoramos la forma exacta del recipiente 4 de

Sin embargo, los mismos tipos o variantes muy cercanas vuelven a aparecer en la necrópolis de Anglès, sobre todo la decoración de sierras impresas o acanaladas (Pons 1984, 95

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias momento final del hábitat y nunca el período de ocupación del yacimiento. Es decir, no se han conservado niveles de habitación, suelos de ocupación, hogares y otras estructuras que permitan conocer mejor cómo eran las casas del período. Tan sólo las podemos identificar a partir de agujeros de poste que nos dibujan unas estructuras de planta sencilla, rectangular y absidiadas. No hay otros elementos in situ.

lám. 46 y 49), y los platos con acanalados en el interior, así como las urnas con acanalados externos, en la cueva de Els Encantats de Serinyà y en la necrópolis Parrallí, donde también encontramos vasos con la decoración de sierras (Pons 1984, lám. 22, lám. 56: 2 y 6, lám. 40: 3). Por tanto, ante las dudas que se plantean a la hora de situar cronológicamente este pequeño conjunto de materiales, no podemos hacer otra cosa que anotar los márgenes superior e inferior que nos señalan los yacimientos del territorio. Se puede defender perfectamente una cronología de la segunda mitad del siglo VIII a.C. o comienzos del siglo siguiente, no siendo incompatibles los materiales con una datación de pleno siglo VII a.C.

No obstante, resulta relativamente fácil reconstruir la técnica constructiva y el aspecto de aquellas casas a partir, precisamente, de los restos constructivos que, una vez abandonadas y destruidas, se vertieron en fosas, silos y otras depresiones del suelo natural. Hemos tenido ocasión de ver varios ejemplos de estos elementos, los cuales, con una lectura atenta de su aspecto y composición, proporcionan informaciones complementarias y muy valiosas para nuestro propósito. Se trata de revestimientos de muros (menos frecuentemente de tejados), hechos con arcilla que se endureció al Sol, los cuales formaban parte del revestimiento de la estructura de la cabaña, levantada con madera y ramaje1. En uno de los silos localizados, algo más reciente (siglo VI a.C.), también los había con un recubrimiento de pintura blanca.

Catálogo

Figura 74 1.- Mitad inferior de urna de cerámica a mano, de color entre gris y marrón, con la superficie muy pulida por dentro y rugosa en la pared externa. Pasta fina, depurada y con desgrasante de cuarzo y mica en polvo. 2.- Borde de plato/tapadera de la forma 1c de cerámica a mano. Bien depurada, rugosa al tacto, alisada por dentro y rugosa en el exterior. Tiene un marcado bisel en la parte interna del borde.

Entre los ámbitos en los que han aparecido restos constructivos, el más notable es la gran depresión situada en la fachada sur del edificio romano, por su parte externa, que contenía un relleno intacto y sin alteraciones modernas (UE 3163, 3164, 3165). Viendo la estructura general de la fosa abierta en el subsuelo formado por limos y arcillas compactas, que adopta formas irregulares y redondeadas, parece formar parte de un conjunto de fosas excavadas para extraer arcilla en la misma época, poco antes de abandonarse o destruirse la casa, posteriormente obliteradas con tierras de desescombro. Los niveles depositados de manera rápida, que ya habíamos analizado con detalle en un apartado anterior, corresponden a la segunda mitad del siglo VII o, como máximo, a principios del siglo VI a.C. Posteriormente, en su centro se abrió un silo y una segunda fosa excavada perforando los niveles más antiguos.

3.- Fragmento de borde de plato/tapadera a mano, pulida por el interior. Pasta de color marrón, con cuarzo blanco. 4.- Borde de urna o vaso de cerámica a mano, de perfil vertical y con un bisel muy marcado en el interior. Pasta de color marrón oscuro, con cuarzo y mica en polvo. 5.- Fragmento de pared de urna a mano, de colores gris oscuro y negro sobre todo en la superficie externa. Desgrasante de cuarzo blanco y nódulos blancos. Decorada por fuera con acanalados muy estrechos formando sierras o V invertidas. 6.- Fragmento de plato/tapadera de pared gruesa, pulida, con acanalados anchos en el interior. Pasta de color marrón oscuro por fuera y gris por dentro, con mica en polvo y pequeños nódulos de cuarzo.

Las tierras que rellenaban originalmente la gran fosa tenían una composición algo heterogénea, con manchas cenicientas, otras más claras y arcillosas, muchas piedras de tamaños no demasiado grandes, una cantidad considerable de cerámica a mano y dos fíbulas de resorte bilateral. Es en este conjunto de estratos donde se recuperó más de un centenar de aquellos revestimientos de barro endurecido al Sol procedentes del muro de una casa, la mitad de los cuales tenían motivos decorativos en la superficie, adoptando formas geométricas sencillas. Todos, tanto los decorados como los lisos, mostraban en la cara posterior las marcas de palos de sección circular, planchas y tablas de madera planas o las huellas de ramaje. Eran, en definitiva, parte del revestimiento de las paredes de una casa. No identificamos

7.- Fragmento de pared de urna decorada con acanalados. Superficie muy pulida y reluciente por fuera. Misma composición en la pasta. 8.- Molino de vaivén tallado en un bloque de arenisca compacta, de color rojo morado, muy duro y de grano fino, al que se dio una forma ligeramente elíptica.

LAS VIVIENDAS DE LA PRIMERA EDAD DEL HIERRO

En el transcurso de las páginas anteriores hemos tenido ocasión de ver que en determinados ámbitos aparecían restos constructivos asociados a niveles de la primera Edad del Hierro. Son niveles que documentan, básicamente, el

1. Este apartado reproduce, corrige y matiza el contenido de un artículo nuestro anterior (Casas/Soler 2012b).

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El hábitat de la primera Edad del Hierro ninguno que pueda ser atribuido a la techumbre. A pesar de la cantidad de fragmentos, es de suponer que se trata de una ínfima parte del revestimiento de los muros que, por las circunstancias que sea, fueron a parar a la fosa. Los demás restos del edificio, que no podemos precisar en qué lugar del yacimiento estaba situado, podían haber tenido un destino muy diferente.

Podemos conocer la estructura y la forma de construir las casas gracias a las marcas sobre los revestimientos de barro endurecido dejadas por los diferentes elementos que formaban parte de ella (fig. 54, 75 y 76). El esqueleto básico estaba constituido por postes circulares de tamaños bastante regulares (en torno a los 20 cm de diámetro), hincados verticalmente a espacios determinados. No podemos conocer exactamente la separación entre ellos (de las plantas parciales conservadas, se deduce la colocación de un poste maestro aproximadamente cada metro y otros más juntos en el tramo del ábside), pero estaría en función de la resistencia y peso que debieran soportar y de la longitud de los otros elementos de madera secundarios. Entre estos, detectamos a veces otros palos impresos en los revestimientos de arcilla, también de sección circular, de diámetro menor y a menudo puestos verticalmente casi al lado de los principales. Quizás eran una especie de refuerzo o quizás postes de sujeción de las láminas de madera horizontales y del ramaje (fig. 77).

En el silo 2090 se produjo un hallazgo similar (fig. 62), pero con restos más pobres y sin que ninguno de los fragmentos conservara ningún tipo de decoración. Ahora bien, la forma y composición de los bloques es la misma y muestran idéntica técnica constructiva: huellas de palo de pequeño diámetro y marcas de haces de ramas dispuestas en paralelo. No vemos, en cambio, impresiones de láminas de madera o de postes de gran diámetro, lo que nos hace suponer que quizás estas procederían de otra parte de la casa, tal vez del tejado. Aunque estos dos ámbitos, situados al sur y al oeste del yacimiento (el segundo, relacionado con la planta de la casa nº 1), sean los que han proporcionado el mayor número de restos constructivos de este tipo, ya hemos visto que en casi todos los estratos relacionados con el hábitat de la primera Edad del Hierro se han producido hallazgos del mismo tipo, aunque numéricamente mucho más modestos. En cualquier caso, conviene resaltar que se hallan presentes en casi todos los estratos del mismo período, siendo un material muy homogéneo en cuanto a sus características morfológicas y técnicas. Vale la pena recordar, también, que en aquella fosa obliterada hacia mediados del siglo VI a.C., en el sector suroeste y dentro del ámbito de la casa 3, aparecieron, entre otros, dos fragmentos de revestimiento de arcilla con la cara lisa recubierta de pintura blanca (UE 2134).

Los postes verticales se unían entre sí con láminas de madera puestas horizontalmente y atadas con un cordel o una cuerda delgada. En este sentido, en varias ocasiones vemos de manera bastante clara la huella dejada por el cordel sobre el revestimiento de arcilla. Las láminas de madera, por su parte, tenían la forma de pequeño tablón de unos 5 cm. de ancho y creemos que de poco espesor, en torno a los 2-3 cm. El relieve que la superficie fibrosa de la madera imprimió sobre el barro, señala que se obtuvieron abriendo longitudinalmente con una cuña vigas o troncos más grandes. Nunca se observa la utilización de sierras ni instrumentos similares, totalmente desconocidas en la época. Estas largas hojas de madera –que a veces se colocaban horizontalmente una sobre otra, hasta tres, formando una plancha de unos 15 cm. de altura–, se ataban directamente tanto a los postes verticales principales como a los de menor diámetro. Distribuidas a espacios regulares de abajo hacia arriba del muro, servían se soporte al que atar el ramaje que rellenaba y tapaba el paramento. Estas ramas también se ataban en haces tanto a los travesaños de madera como, cuando llegaban al punto correspondiente, a los postes verticales. Los restos de cordeles elaborados con fibras vegetales, retorcidas pero no trenzadas, como corresponde a cualquier cuerda, son visibles en varias ocasiones (fig. 54: 9, 32 y 33, fig. 77: 1).

Técnica y materiales de construcción

En una primera lectura, podríamos considerar lógico e incluso cabría esperar que las diferentes casas de Mas Gusó se hubieran levantado sobre un zócalo de piedra, como manda la tradición. Pero no hay ninguna prueba de que así fuera, y más bien parece deducirse lo contrario, si aceptamos que la curva que dibujan al menos dos de los revestimientos de barro de la UE 3164 señala el punto de contacto con el suelo. Quizá ni siquiera habría sido necesario construir una base, cuya función es siempre la de aislar la parte más débil, levantada con adobes o con ramas y barro, de las humedades del suelo que pueden dañar el muro. Mas Gusó, con un subsuelo muy irregular, es una roca caliza y de duro conglomerado con altibajos, que en algunos lugares tiene grandes depresiones rellenadas de manera natural con limos y arcillas muy duras, sobre la cual se puede construir sin necesidad de ninguna otra preparación previa ni el complemento de un zócalo en la base. Teniendo en cuenta que el núcleo de la estructura de la casa estaba formado por postes circulares, era más fácil clavarlos directamente sobre el suelo geológico, tal como definitivamente muestran los agujeros de poste parciales de las tres casas del sector oeste (fig. 58).

A partir de las marcas dejadas en los revestimientos, sobre todo en aquellos casos en los que se ve sobre un mismo fragmento la huella de palo, travesaño de madera atado y ramaje, deducimos que para sostener verticalmente los haces formando un muro de anchura regular era necesaria una segunda tabla dispuesta horizontalmente al otro lado, que inmediatamente estaría revestida de arcilla (fig. 77: 3). Las evidencias de este sistema parece que pueden reconocerse en algunos fragmentos de barro que llevan la marca de la tabla de madera, la del cordel y la del haz de ramas, pero no la de postes verticales. Esta sería la 97

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Fig. 75. Selección de fragmentos de revestimiento de arcilla aparecidos en las fosas del sector sur, indicando las impresiones producidas por tablas de madera y haces vegetales en su parte posterior. (La numeración se refiere al inventario general).

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El hábitat de la primera Edad del Hierro estructura básica y general. En cualquier caso, observamos pequeñas variantes, que quizá corresponden a soluciones puntuales para determinadas partes de la casa.

sin cocer. Ahora bien, es una arcilla muy porosa, aunque dura, y quizás este hecho señala que se había mezclado con paja triturada o hierbas muy desmenuzadas, las cuales, a diferencia de lo que vemos habitualmente en los adobes, con tallos más largos, en ningún caso han dejado rastro.

No podemos saber con toda la seguridad que querríamos cuál era la madera empleada en esta estructura. Las huellas de los postes circulares tienen una superficie muy lisa, con vetas alargadas que parecen pertenecer a pinos o más bien a árboles de ribera. Las tablas muestran mejor la superficie fibrosa, con nervios verticales muy alargados y sin que sea posible apreciar nudos. Tanto el pino como la encina (y el roble), dan una superficie similar cuando se desgarran verticalmente, pero el pino se astilla peor y presenta astillas más angulosas y menos regulares que los demás, o incluso que algunos árboles de ribera de madera más blanda, más homogénea y más fácil de cortar para obtener tablones y hojas de superficies regulares.

La primera capa de barro colocada sobre la estructura de madera y ramaje servía para regularizar la superficie del muro. Su grosor es bastante irregular, en función de la anchura del núcleo de la pared. Varía entre 4 y 8 cm, pero no podríamos dar un tamaño regular y estándar, porque no existe. Es sobre los restos de esta primera capa donde vemos las huellas de postes, maderas y ramas, o las de algunos cordeles que ataban los haces con los palos (fig. 54: 22 y 32). La segunda capa es la que debemos considerar de acabado. No sirve tanto para regularizar ni consolidar la pared, que en este estadio de construcción ya era bastante sólida, sino como una especie de aislante y acabado final y, sobre todo, para soportar una decoración impresa hecha con los dedos o quizás con un punzón de punta roma de unos 15 mm. de grosor.

En cuanto al ramaje que se utilizó para rellenar los espacios intermedios, las huellas muestran haces con tallos muy irregulares y mezclados (fig. 54: 8b y 26). No se trata de juncos ni de mimbres o cañas. Más bien recuerda las ramas de sauces o de cualquier arbusto de ramaje espeso, incluso del brezo. En cualquier caso, no podemos olvidar el contexto del yacimiento, formado por una pequeña elevación rodeada de tierras bajas, humedales, acequias y arroyos, con abundante vegetación de ribera, pero también cercano a las sierras del este y oeste: el Montgrí en el lado de mar, ahora más árido y pobre en especies arbóreas en su parte superior, y la sierra del Puig Segalar a poniente, con una vegetación mediterránea típica, en la que predominan el pino, la encina, el roble y todo tipo de plantas arbustivas. Las materias primas empleadas por los constructores tenían que proceder, forzosamente, del entorno más inmediato.

Decoración

Sólo los fragmentos procedentes del sector sur (UE 31633164-3165 y vecinos), mostraban elementos decorativos, siempre bastante complejos. Los pocos fragmentos del resto del yacimiento no conservan ningún indicio. Esta decoración, que no sabemos si abarcaba todos los lienzos de pared o sólo se limitaba a unos específicos, es de carácter geométrico y se puede reconstruir bastante bien. Aunque con los fragmentos recuperados podríamos proponer diversas alternativas o combinaciones no demasiado diferentes a las de las figuras 78 y 79, en general se compone de líneas rectas que habrían formado rectángulos o cuadrados haciendo la función de grandes marcos en el interior de los cuales habría otros motivos diferentes; en este caso, triángulos, puntos circulares, seguramente rombos y pequeños círculos. En algunos lugares también podemos ver huellas impresas sobre fragmentos formando ángulos o esquinas, los cuales también muestran a veces una o dos líneas impresas horizontalmente. Creemos que se trata (y en la mayoría de los casos lo avala la huella de postes o maderas en su parte posterior), de revestimientos de vigas de sección circular o cuadrada, pero que en todo caso terminan adoptando la forma cuadrada una vez aplicado el revestimiento (fig. 77: 1). En esta ocasión, son básicamente motivos decorativos colocados verticalmente.

Una vez obtenida la estructura, con los tres elementos y forma básica (postes principales, travesaños y ramaje), los paramentos verticales se terminaron con un revestimiento de barro a menudo colocado en dos capas. Era arcilla obtenida y amasada en el mismo yacimiento, procedente de los depósitos de limos y arcillas que aparecen en cualquier lugar, alternando o rellenando de manera natural las depresiones del subsuelo de roca caliza o, quizás de procedencia algo más apartada, de las laderas de la pequeña colina de Puig Moragues. Aunque lo más probable es que procediera de la misma fosa en la que finalmente se vertieron los restos amortizados, o de otras similares y que hemos localizado en distintos puntos del yacimiento.

Inicialmente habíamos supuesto que en algunos otros casos pudieron pertenecer a bancos del interior (por ejemplo, la franja superior de la fig. 79), levantados a partir de una estructura de madera revestida de barro endurecido. Pero aceptar esta suposición significaría asumir la existencia de estas estructuras construidas de una manera no demasiado práctica. Una banqueta puede ser maciza o sólo de madera, pero difícilmente tendría forma de caja revestida de barro crudo, aunque en alguna ocasión se ha podido restituir así un banco de época ibérica (Sanmartí et alii 2000, 149, fig. 6, 51). Por otra parte, no parece que exista duda alguna de

Los diferentes fragmentos de revestimiento de barro pueden reunirse en dos grupos: uno con la arcilla de color amarillento y el otro de color más bien naranja, probablemente debidos al lugar específico del que proceden. Es, de hecho, la misma arcilla que también se utilizó para elaborar la mayor parte de las vasijas de cerámica a mano, en el mismo período y en épocas posteriores. No observamos, a primera vista, ningún tipo de desgrasante, como se ve habitualmente en los adobes. Pero ahora se trata de un revestimiento de un muro hecho con materiales perecederos y no de ladrillos 99

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Fig. 76. Repertorio de decoraciones sobre fragmentos de arcilla de revestimiento de muro. (La numeración se refiere al inventario general).

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El hábitat de la primera Edad del Hierro que el revestimiento decorado de esta forma, la mayor parte de las veces se colocó verticalmente, como señala la forma del palo que forraba. Y, en última instancia, suponer que en este caso podría corresponder a un banquillo sería limitar la decoración al interior de la casa, lo que consideramos poco probable. No obstante, en la figura 79 hemos reconstruido la parte superior del marco decorado con los fragmentos con huellas impresas, que tienen perfil anguloso correspondiente a esquinas (ilógicas y no justificables en la parte superior de un muro, a menos que se trate de una banqueta o un estante), y que, por la huella de su revés, seguramente algunas forraban una plancha de madera. Hemos deducido, a partir del conjunto de fragmentos, que habitualmente las láminas de madera se colocaban horizontalmente. Pero nada excluye que en algunas ocasiones se trate de una viga vertical de sección cuadrada. No podemos saberlo y, por tanto, aquella parte de la restitución de la figura 77 es sólo hipotética. Por otra parte, los dos elementos decorativos de la figura 79 no tienen porqué pertenecer forzosamente al mismo marco (se pueden combinar perfectamente con cualquiera de la figura 78).

tabla de madera cordel

arcilla Frag. 33

Ampliando esta cuestión –y aunque nos avanzamos en el análisis más detallado de los fragmentos decorados–, las restituciones de decoración que dibujamos en las tres figuras que acabamos de citar son sólo hipótesis posibles, que proponemos a partir de los fragmentos, tal como ya habíamos advertido al inicio. Así como los motivos en el interior de cada recuadro son los más probables –ya que hay suficientes elementos para ver cómo coinciden, y las marcas de maderas o ramaje detrás señalan de manera bastante clara su correcta orientación–, su colocación dentro de un marco u otro es absolutamente aleatoria. No podemos saber si el friso con círculos de la figura 78.2 se debe combinar con los triángulos de la misma lámina, con el rombo de la figura 78.1, o con el conjunto de la figura 79; del mismo modo que tampoco podemos saber la anchura y los tamaños de cada marco. Con los vacíos que hay, podían ser considerablemente más anchos y altos, independientemente del tamaño de los motivos decorativos de su interior. También sería perfectamente posible que se tratara de un gran marco dentro del cual irían colocados los triángulos, rombos y otras figuras, una al lado de otra y sin separaciones verticales (fig. 78: 3). Son cuestiones que a partir de los fragmentos localizados no podemos resolver.

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Fig. 77. Estructura de los muros de una vivienda reconstruida a partir de las marcas impresas en los fragmentos de revestimiento de arcilla.

sin duda, el caso más claro y seguramente el más elaborado. Se trata de dos triángulos con los vértices puestos en la parte central, coincidiendo con las aristas de un rombo con los ángulos abiertos, con las caras formadas por líneas que no quedan unidas por sus extremos y rematado, arriba y abajo, por dos VV. Cada uno de los triángulos se compone de líneas dobles, por lo que en realidad están formados por dos triángulos en gradación colocados uno dentro del otro, con un punto circular en el vértice externo. En el interior, una pequeña línea horizontal situada en la arista del triángulo interno lo convertiría en el símbolo femenino que vemos en tantísimas representaciones de la antigüedad, si lo dispusiéramos verticalmente, con el vértice hacia abajo. Pero las marcas de madera por detrás (y la simetría con el triángulo opuesto, que quedaría boca arriba), no aconsejan girar el conjunto formado por el rombo y los dos triángulos.

Por tanto, pues, la mayor parte de los fragmentos de revestimiento tienen unos motivos sencillos, formados por las líneas horizontales y verticales, dobles o triples, que constituirían los grandes paneles enmarcando los demás motivos triangulares o romboidales. La composición y distribución de estos es la que plantea más dificultades de restitución –ya lo hemos visto–, aunque a veces la solución es bien simple y se puede reconstruir el motivo interior con bastante precisión. A partir de tan sólo cuatro fragmentos restituimos uno de los cuadros que consideramos situados en el interior de uno de esos grandes marcos (fig. 79). Es,

En otras ocasiones, a partir de pocos fragmentos podemos proponer otros motivos decorativos, aunque con toda la prudencia y sin tener la seguridad absoluta de haber interpretado bien los restos. En la figura 78.1 restituimos un motivo romboidal en el centro de un marco que dibujamos de forma cuadrada. Debemos insistir una vez más: las dimensiones del marco son absolutamente orientativas, ya que se puede alargar a derecha e izquierda y de arriba 101

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Fig. 78. Restitución de dos paneles decorados y una posible composición general a partir de los restos de revestimiento.

hacia abajo. Los siete fragmentos que lo forman (tres ángulos y cuatro tramos rectos), no se unen entre ellos y pueden corresponder a una figura de mayor tamaño. Sólo una cosa consideramos segura: la orientación (vertical u horizontal), de cada fragmento de revestimiento decorado, que deducimos a partir de las huellas de maderas o ramas en su parte posterior. En cuanto al rombo interno, sabemos que se trata de esta figura por el mismo motivo. Es decir, por la orientación clara de las marcas detrás de los fragmentos 4, 6 y 40. La única duda que podríamos tener es si corresponden al lado izquierdo, como hemos restituido, o al lado derecho, si los giráramos 180º. No es posible, creemos, ninguna otra orientación. 102

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Por último, parece que podemos interpretar otro pequeño grupo de fragmentos como los restos de dos triángulos (fig. 78: 2). Los fragmentos 7 y 17 no pueden corresponder a uno solo y, en este caso, hemos optado por dibujarlos con los vértices enfrentados. También habría sido razonable restituir la figura con los triángulos unidos por la base y formando una especie de rombo; pero no lo habría sido ponerlos horizontalmente, ya que la orientación nos la proporcionan las débiles marcas de la parte trasera. También es aleatorio colocar un marco con los círculos de los fragmentos 2 y 22 arriba o el círculo más grande (nº 19), a cada lado de la figura que forman los triángulos, que nos recuerda una especie de reloj de arena. Quizás ni unos ni otros pertenecen a esta parte de la decoración. Ya hemos señalado antes las dificultades que surgen a la

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Fig. 79. Restitución de un tercer panel de muro decorado a partir de diversos fragmentos del estrato 3164.

hora de formular propuestas de restitución a partir de un número tan bajo de fragmentos. En cualquier caso, hay suficientes argumentos –pero nos gustaría tener más– para defender la solución que proponemos, lo cual no quiere decir que tengamos que rechazar de plano cualquier otra alternativa.

iba proporcionando más y más fragmentos de revestimiento de barro, la tercera parte de los cuales con una muy visible decoración, y que hacen crecer la incertidumbre ante unos materiales mal conocidos, inéditos en este territorio, que plantean más interrogantes que respuestas podemos dar. Porque, en definitiva, ¿qué sabemos de la arquitectura doméstica de los siglos VII-VI a.C. en nuestro país? Muy poco.

Por último, si bien en los revestimientos decorativos sólo hemos observado las huellas de tipo geométrico, no sabemos si, además, tenían un revestimiento pictórico. Lo que sí es seguro es que alguna de las casas tenía uno o más muros recubiertos con pintura blanca, por lo que podemos deducir a partir de los fragmentos del estrato 2134, el cual, si bien se formó hacia mediados del siglo VI a.C., contenía estos materiales residuales que debemos considerar del período precedente, dado que a partir de la fundación de Ampurias se introduce un nuevo elemento constructivo en Mas Gusó: el adobe.

La estructura de las viviendas

Durante los primeros años, la estructura, forma y distribución de la casa de la que provienen los elementos decorativos de las fosas del sector sur fueron uno los aspectos más desconocidos de la investigación. Tratándose de los restos vertidos en una gran fosa amortizada en el umbral entre los siglos VII y VI a.C., desconocíamos absolutamente la forma, planta y organización de la posible casa, porque sólo habían perdurado aquellos elementos que, de alguna manera, habría que suponer secundarios, más duros que los materiales perecederos utilizados como base para sostener la estructura y la carcasa del edificio: la madera.

¿A qué corresponde esta decoración? ¿Como es que se decora una casa con motivos impresos? ¿Hay otros ejemplos? ¿Qué nos aporta de cara al conocimiento de las construcciones del período de transición Bronce-Hierro o de la primera Edad del Hierro? Son cuestiones que surgían espontáneamente a medida que la excavación del ámbito

A partir de las últimas campañas, además de aquel conjunto notable de revestimientos de barro endurecido por el Sol, 103

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias han aparecido otros nuevos, más modestos, en el sector de poniente. Esta vez se relacionan de manera directa o indirecta con las huellas dejadas por los postes de al menos dos cabañas y una tercera posible. Podemos conocer mejor la planta de las casas, que se completa con los datos sobre la técnica constructiva y acabados, combinando las dos informaciones: los restos de agujeros de poste y los fragmentos de arcilla, decorados o no, que constituían la piel que envolvía los muros y, en otras ocasiones, probablemente la cubierta de los edificios. Determinar el número de casas o cabañas en esta etapa de Mas Gusó es prácticamente imposible. Los casi 200 fragmentos de arcilla cruda reunidos en los diferentes ámbitos del yacimiento son una ínfima parte del conjunto, como es lógico. Aparte de tratarse de los restos más perdurables, son los que, fruto de las circunstancias, fueron a parar a las tierras con que se rellenaron depresiones y silos en un momento determinado gracias a una casualidad. Formaban parte de la tierra de desescombro utilizada para obliterar aquellas depresiones y agujeros que estorbaban la circulación y quizás a nuevas construcciones. No procedían de puntos alejados, ya que las casas del sector oeste se encuentran al lado de alguno de los silos o fosas, o a una treintena de metros de la gran fosa del sector sur. Por otra parte, las propias circunstancias del yacimiento han propiciado la identificación parcial de aquellas tres casas en la pendiente occidental del cerro, pero sin duda existieron otras en la parte alta y en la vertiente de levante, que no nos han llegado a causa de las construcciones posteriores. Cabe señalar que agujeros de poste aislados y sin relación entre ellos han aparecido regularmente en todo el yacimiento. Gracias a los hallazgos más recientes, la planta de las casas nos es conocida, así como su estructura. A partir de la lectura e interpretación de los diferentes hallazgos, resulta obvio que en general no se trata de simples cabañas irregulares y pequeñas, como las que obtendríamos si restituyéramos como tal la fosa situada en la parte central del yacimiento (3117- 3118), asociada al silo 3036, y que sin duda tenía otra función. La arquitectura bien elaborada que podemos reconstruir a partir de los restos y las huellas dejadas por la madera y leña en muchos de los fragmentos de barro pertenece a otro tipo de edificación, y hasta parecen señalar que en Mas Gusó, en ese período, se levantaron varias construcciones bien estructuradas, perdurables y muy diferentes a una simple cabaña provisional, poco sólida y de un uso limitado en el tiempo (fig. 80). En contextos mediterráneos de los siglos VII y VI a.C. (y ya desde el siglo IX, claramente), disponemos de ejemplos alejados de este ámbito geográfico, pero no forzosamente desconocidos o, mejor dicho, sin influencia en la costa occidental del Mediterráneo. Los casos de la Península Itálica pueden ser útiles para determinados aspectos y, a pesar de la lejanía, las casas más arcaicas del mundo griego pueden proporcionarnos alguna pista para conocer la estructura y forma de viviendas sencillas. Los ejemplos 104

de Emporio de Quíos, de los siglos VIII-VII a.C., con casas rectangulares con antesala, se repetirán en el mundo ibérico de nuestro territorio y será el modelo que adoptarán, por citar un caso cercano, las casas del oppidum de Puig Castellet en Lloret de Mar, bastante más tardío. Las casas de planta rectangular con un extremo en ábside, por otra parte, son conocidas en el mundo griego y se repiten en el mundo itálico desde al menos el siglo IX a.C. En un amplio territorio que, sin embargo, estaba más comunicado de lo que parece (los antecedentes neolíticos y las culturas materiales de los diferentes períodos de la Edad del Bronce tienen lógicos elementos comunes en el Occidente mediterráneo), la adopción en una amplia zona de un modelo tan sencillo no debería sorprendernos. Incluso en la Galia más alejada se repite, al menos desde el Bronce Final y hasta la primera Edad del Hierro, el mismo modelo de casa absidiada, con diferentes tamaños y proporciones, como por ejemplo el complejo de Vix (Chaume/Mordant, ed. 2011, vol. 2). En la Península Ibérica, lejos de la fachada mediterránea, tenemos un ejemplo espectacular con las dos casas/cabañas de planta biabsidiada de Las Camas (Villaverde, Madrid), fechadas en la transición Bronce-Hierro. En ese caso, se trata de grandes estructuras parecidas a las longhouses centroeuropeas, con dimensiones inhabituales: 26,73 x 8,17 m la primera, y 18,75 x 7,65 m la segunda (Urbina et alii 2007, 51-52), que las aproximan, también, a las grandes casas o edificios de probable función religiosa del mundo griego arcaico, como el templo de Ano Mazaraki, el Daphnéphoreion de Eretria o el heroon de Lefkandi (Hellmann 2002, 132 y 134; Hellmann 2006, 35, 47 y 49). A medida que nos acercamos a este ámbito geográfico encontramos otros ejemplos que podrían servir de modelos más cercanos a los edificios desaparecidos de Mas Gusó, los cuales adoptan, en general, la planta alargada y normalmente absidiada que suele ser común en casi toda la orilla norte del Mediterráneo, sobre todo en el mundo indígena en contacto con el mundo colonial griego (Garcia/ Tréziny 2010), sin excluir la planta rectangular, también documentada en la periferia de alguna colonia griega del Mediterráneo central y occidental en los siglos VII-VI a.C. (Giardino 2010, 357-358). Los ejemplos cada vez más próximos geográficamente y cronológicamente (de hecho,

Fig. 80. Aspecto que pudo tener una de las casas de Mas Gusó, combinando la planta de la casa 1 y los elementos decorativos del estrato 3164.

El hábitat de la primera Edad del Hierro contemporáneos a los de Mas Gusó), los encontramos en la zona de Mailhac (Aude), en el yacimiento de Traversant, donde se han identificado al menos cinco estructuras de planta alargada y ábside en cada extremo, que recuerdan las cabañas itálicas arcaicas (Gailledrat et alii 2006/2007, 42; Garcia/Tréziny 2010, 376-377). En esta ocasión, también se datan en la primera Edad del Hierro, más que en el Bronce Final IIIb y, por tanto, son absolutamente contemporáneas a la de Mas Gusó.

rectilíneas, regulares, en absoluto improvisadas y con una sólida estructura diseñada para perdurar. Se confirma su planta rectangular absidiada, como sus contemporáneas del Rosellón, del Aude o de Ampurias. Al mismo tiempo, podemos descartar definitivamente la interpretación de otros ámbitos que en otras circunstancias habríamos tenido la tentación de clasificar como cabañas con el suelo hundido o en fosa, como otras que supuestamente se han localizado en este territorio. Al menos durante la primera Edad del Hierro y la etapa colonial, las casas de Mas Gusó estaban bien estructuradas, y cualquier fosa más o menos regular con el fondo relativamente plano, relleno de tierras cenicientas, era simplemente una fosa de escombrera, casi con toda seguridad abierta inicialmente para extraer arcilla. Pero nunca fue una cabaña.

Esta planta perdurará en el sur de la Galia hasta mediados del siglo V a.C., para abandonarse definitivamente a favor de las casas de planta cuadrangular, por motivos prácticos que son fácilmente explicables, relacionados, asimismo, con la introducción de nuevas técnicas y materiales. En este período se han documentado los casos de Gailhan (Gard), donde se localizó una gran casa biabsidiada (Dedet 1990), fechada a mediados del siglo V a.C. En La Monédière (Hérault), con parte de al menos dos casas que presentan la misma planta, asociadas a niveles de circulación y habitación que las sitúan hacia finales del siglo VI a.C. (Nickels 1976). Por tanto, son posteriores a la de Mas Gusó, y su técnica constructiva es más elaborada o, al menos, aún más sólida, ya que la cimentación está formada por unos anchos muros de piedra.

Algunas cuestiones sobre las viviendas de la primera Edad del Hierro

En un apartado anterior, cuando describíamos el primero de los ámbitos del sector central, nos hemos referido brevemente a una posible cabaña con suelo interior hundido o rebajado, situada en la zona norte del yacimiento (aunque por su configuración se trata más probablemente de una fosa de almacenamiento o similar), que adopta una forma rectangular y paredes inclinadas, recortada en la arcilla del subsuelo, de 4 x 2,5m, y rellenada con dos estratos. El primero, de poco espesor y poca entidad, contenía algunos fragmentos de cerámica de la primera Edad del Hierro, mientras que el principal y que colmataba la parte superior, contenía un importante conjunto de material de la segunda mitad avanzada o finales del siglo VI a.C. (fig. 174 a 178), por lo que debemos situar en ese período su fecha máxima de ocupación y abandono (Casas/De Hoz 2011). Frente a él, a poca distancia, se conservaban dos agujeros de poste, que no es seguro que estén directamente relacionados. La fecha de su abandono, tres cuartos de siglo posterior al de las cabañas del sector oeste, parece desvincularla de aquel período, aunque en él podría tener su origen.

Otro modelo fechado en torno al 600 a.C., que ha sido restituido en forma de edificio rectangular biabsidial, con el interior distribuido en tres espacios, se localizó en Ruscino y constituye uno de los ejemplos más completos de casas de la primera Edad del Hierro de la región (Marichal et alii 2003, fig. 246), o aquellas tres casas de La Monédière, Bessan (Hérault), de planta absidal y fechadas en el último tercio del siglo VI a.C. (Nickels 1989, 81 y 87; García/ Tréziny 2010, 376-377). Similar, con un extremo quizás absidiado, debemos señalar de cabaña de Camallera (Pons 1984, 108), (fig. 81: B). Por último, no hay que olvidar los cuatro fondos de cabaña de Sant Martí d’Empúries, pertenecientes a la fase IIa (entre el 650 y el 625/600 a.C.), de tamaños diversos, pero con una estructura y planta comunes a todas ellas, en las que se observa claramente la terminación absidiada en uno de sus extremos (Castanyer et alii 1999, 111-113 y fig. 149). Estas cabañas, de unas dimensiones medianas de 5 x 2,80 m, también tenían una estructura de palos, ramas y cañizo que estaría recubierta por barro, probablemente sobre una base de piedras irregulares (fig. 81: D). Todos ellos son, en definitiva, paralelos que avalan la estructura de las viviendas de Mas Gusó, las cuales adoptan un aspecto que deberíamos considerar usual y muy extendido en una amplísima área geográfica con la que comparte otros rasgos de su cultura material.

Otra posibilidad que no descartamos es que se trate de una de las fosas de extracción de arcilla que analizaremos más adelante. En cualquier caso, admitamos provisionalmente la posibilidad de que se tratara de una cabaña con la parte central rehundida y que su origen se situara a finales del siglo VII a.C., aunque no sigue la estructura de las casas del sector oeste. No es un tipo de vivienda desconocido en la zona en esta época. En los niveles más profundos de la Illa d’en Reixac, más o menos contemporáneos a los de Mas Gusó, se han identificado los restos de lo que podrían ser cinco cabañas de suelo rebajado como fosa, que en la literatura arqueológica de esta zona se denominan ‘cabanes enfonsades’ (Martín 1998). Pero su forma es muy irregular, sencilla y, sobre todo, de medidas extremadamente reducidas. El promedio parece situarse en los 2,5 x 1,5 m de longitud y anchura, dando más bien la sensación de ser cabañas de carácter estacional, como refugios improvisados sobre ​​ un suelo irregular de roca, sin vocación de perdurabilidad. En

En cualquier caso, de los restos y huellas dejadas por palos y maderas sobre los fragmentos de barro endurecido podemos concluir que las de Mas Gusó no eran unas cabañas irregulares y pequeñas, como algunas cabañas de carácter estacional, sino que estaban formadas por paredes 105

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias

CASA 1

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C

Fig. 81. Diversos ejemplos de casas de la primera Edad del Hierro de esta zona, con planta rectangular absidiada o ligeramente curva. A: Mas Gusó; B: Piscina de Camallera (Pons 1984, p. 108); C: Sant Martí d’Empúries (Aquilué et alii 1999).

106

El hábitat de la primera Edad del Hierro cualquier caso, resulta difícil entender cómo una unidad familiar podría vivir en un espacio tan reducido, a menos que se trate de la parte central rebajada de una cabaña de mayor perímetro. Cabe señalar que la excavación se llevó a cabo en una superficie muy limitada, por lo que no se conoce la extensión de toda la ocupación ni si hay estructuras diferentes y más elaboradas.

y 16), seguramente contemporánea o, diferente (parece la esquina de una columna), un elemento de la Serra del Calvari (el Segrià), que respondería a la misma tradición (Vázquez et alii 2006-07, fig. 42). Y, con respecto a los elementos decorativos, ¿tan raro es decorar los muros de una casa? De hecho, lo más mínimo. Da la impresión de que es un elemento consustancial a cualquier edificio, sea público o privado, religioso o administrativo, desde el mismo momento en que aparecen las primeras construcciones sólidas. Casi no vale la pena elaborar una lista de ejemplos, por corta que sea, ya que se extienden por una amplísimo territorio. Pero podemos centrarnos en un ámbito cultural y geográfico –y cronológico– más cercano, más conocido, incluso aquel que podía influir en las poblaciones establecidas en la orilla del Mediterráneo de un extremo al otro, con unos contactos evidenciados por maneras de actuar comunes, no tan diferentes a Oriente, en el centro o en Occidente, al menos desde comienzos del primer milenio antes de nuestra era. Por ejemplo, la maqueta de una casa arcaica de Perahora, en Grecia, fechada hacia el siglo IX a.C., de planta rectangular, acabada con ábside y completada con dos columnas que sostienen un porche ante la entrada (también ha sido considerada como un templo; pero un templo es, en definitiva, la casa de la divinidad), muestra una decoración geométrica sencilla que resigue el muro externo (Pesando 1989, fig. 7).

Otro caso sería, por ejemplo, el fondo de cabaña de Camallera, asociado a sepulturas de incineración (Pons 1984, 106-108; Francès/Pons 1998, fig. 3, 6), pequeña y posiblemente de carácter estacional. Podemos añadir unos recortes detectados en los niveles más profundos de Sant Martí d’Empúries (fase IIb1), que más bien habría que considerar como fosas de desechos domésticos y no cabañas de suelo en fosa; pero sobre todo los cuatro fondos de cabaña de la fase IIa, ya citados, que son el ejemplo más claro de arquitectura doméstica en el territorio inmediato (Castanyer et alii 1999: 111-113 y 147). Por último, tampoco podemos olvidar las cabañas de la Fonollera, sensiblemente más antiguas (Pons 1977; Francès/Pons 1998, fig. 3, 1), en general muy sencillas, que probablemente no corresponden a una casa construida y pensada para perdurar, pero que pueden ayudarnos a conocer el tipo de vivienda del período inmediatamente anterior. En cualquier caso, la contemporaneidad de ambos tipos de vivienda parece clara. No deja de ser extraño encontrar siempre casas tan pequeñas y tan modestas en el ámbito indígena costero precolonial, salvo en el caso de Sant Martí d’Empúries. Los conocimientos técnicos y constructivos de la población de la época, con una larguísima tradición que comienza en el Neolítico (recordemos Ca n’Isac en Palau Saverdera), hacen pensar, más bien, que ésta debería ser la excepción y no la norma. Sería tenerlas en muy baja consideración el suponer que aquellas comunidades eran incapaces de levantar construcciones algo más elaboradas, como hacían sus contemporáneos de uno al otro extremo del Mediterráneo o de la Galia septentrional. Sin embargo, la mayor parte de los pocos y mal conservados ejemplos del noreste catalán son de este tipo tan sencillo que vemos en la Illa d’en Reixac, en la Fonollera o en Mas Gusó, si interpretamos como tal el ámbito citado al inicio. Exceptuando el caso ampuritano, para el período de transición o inicios de la primera Edad del Hierro en este territorio no recordamos haber visto casas más o menos grandes, bien estructuradas, construidas para perdurar y acoger una o más unidades familiares durante un período largo de tiempo, levantadas a conciencia y que constituyan buenos ejemplos de arquitectura doméstica como las del sector oeste de Mas Gusó (fig. 80 y 82).

Geográficamente y cronológicamente más próximas, las urnas cabaña del mundo itálico, desde las culturas villanovianas y posteriormente en el mundo funerario etrusco, representan casas con los muros claramente decorados. Tampoco debería ser necesario recordar que la urna que contiene las cenizas del difunto es, de hecho, la casa del fallecido y que, como tal, quiere reproducir en sus detalles la vivienda del vivo. La urna-casa de Vulci, fechada en el siglo IX a.C., con una estructura característica de las casas de planta oval, muestra una cuidada decoración en los muros externos (Martinelli/Paolucci 2009, 6), a base de grandes rectángulos dentro de los cuales pueden verse motivos geométricos, incluso en la hoja que constituye la puerta. La decoración se extiende hacia el tejado. También de Vulci, una urna de bronce del siglo VII a.C., que con toda probabilidad constituye el ejemplar mas notable de la artesanía funeraria etrusca, muestra en la pared externa y tejado una compleja decoración geométrica a base de puntos en relieve (Martinelli/Paolucci 2009, 44). De la necrópolis de Falerii Veteres procede otra urna-casa; esta vez de planta rectangular, pero con las características habituales de las casas etruscas: tejado con los postes cruzados en su vértice y muros exteriores decorados con grandes rectángulos.

Hacia poniente, se conocen los ejemplos de varios asentamientos del Bajo Aragón, de los que proceden revestimientos de muro con huellas de elementos vegetales y, en alguna ocasión, de decoraciones geométricas similares a las de Mas Gusó (Belarte 1999-2000, fig. 15

Podríamos añadir, todavía, otras urnas-cabaña laciales, normalmente de cerámica, que adoptan los mismos modelos y que evidencian la existencia de una sencilla decoración en sus muros externos. De hecho, las restituciones y reconstrucciones de los tuguria arcaicos del Palatino que 107

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias tan clara y contundente en un establecimiento rural del nordeste gerundense que, no lo olvidemos, estuvo ocupado desde el Neolítico Final, durante el Bronce Inicial y, después de un lapso difícil de evaluar, nuevamente durante la transición Bronce-Hierro y más allá, para enlazar con el período ibérico y romano, hasta desaparecer el siglo III de la era actual.

Fig. 82. Extremo suroeste del yacimiento, con restos del ábside de la casa 3 rodeando un pequeño silo en el interior de la vivienda.

se exponen en los museos romanos suelen incorporar una decoración geométrica más o menos sencilla que ocupa parte de los muros externos, así como las restituciones hipotéticas de algún hábitat indígena precolonial del sur de la Península Itálica (Giardino 2010, fig. 244). En cuanto a la costumbre de decorar superficies de arcilla o barro crudo en el mundo occidental, disponemos de ejemplos algo más recientes, bastante posteriores al de Mas Gusó, y con un carácter absolutamente diferente, aunque con rasgos comunes en cuanto a la técnica: los hogares con base de arcilla. En Castelnau-le-lez (Hérault), el suelo de un hogar algo más moderno que los restos de Mas Gusó, tiene una decoración a base de muchos círculos de distintos tamaños, enmarcados por un rectángulo trazado con una línea doble, como los marcos que delimitan la decoración del yacimiento ampurdanés (Roux 2005). Este autor recoge, en el trabajo citado, paralelos de cronologías más modernas, siempre del mundo ibérico, que muestran unas características comunes, aunque siempre se refieran a la decoración de suelos de hogares y para un período que se extiende hasta en el siglo II a.C. Nada que ver, pues, con la decoración parietal de Mas Gusó. Pero se constata la perduración de la técnica y de los motivos concretos empleados (círculos, triángulos, dobles líneas impresas), aplicados en otro contexto, que sin duda tienen un origen y responden a una tradición muy extendida y muy antigua. En Lattes, a mediados del siglo IV a.C., aparecen otras bases de hogar con un suelo de arcilla decorado con huellas e incisiones formando motivos geométricos complejos (Py 2009, 248-249), pero tampoco tienen conexión con la decoración parietal que se utilizó en Mas Gusó tres siglos antes, aunque puede indicar la pervivencia de una antigua costumbre y de unos motivos decorativos que fueron evolucionando. Por lo tanto, decorar una casa en el mundo mediterráneo entre los siglos IX al VII a.C. (y probablemente antes, y con toda seguridad después), no es un hecho insólito. En todo caso, la novedad será encontrar los elementos de forma 108

La observación de los ejemplos foráneos, pero prácticamente contemporáneos, que acabamos de comentar, así como otros indicios que tendremos ocasión de exponer, nos llevan a otra cuestión ineludible y no menor: ¿Decoración interna o del exterior de la casa? Aunque la primera reacción quizás sería la de situar los motivos decorativos dentro de la vivienda, la respuesta no es tan sencilla. ¿Por qué razón se decora una casa con unos motivos que quizá, además, tienen un significado simbólico? Es poco probable que sirvieran como ornamentación restringida al ámbito privado. ¿No será que quien tiene que ver realmente la situación y estatus de sus habitantes, o debe captar el significado de la decoración es aquel que contempla la vivienda desde fuera? ¿Será como signo de prestigio que se decora una casa? ¿Dan alguna información complementaria los motivos que se representan? Si la intención de sus habitantes se orientara en el sentido de estas cuestiones, entonces la respuesta es clara: la decoración corresponde a los muros externos, sin excluir que algunos elementos internos (¿un banco o un estante?), también tuvieran partes decoradas con la misma técnica. Hay suficientes argumentos para defender esta opción (y pocos para defender la contraria). Basta reunir los paralelos en el mundo mediterráneo contemporáneo a Mas Gusó. Poco importa que se trate de casas de la Grecia arcaica, urnas-cabaña villanovianas, etruscas o laciales. Los modelos y las evidencias que nos han llegado suelen mostrar una decoración externa: la que ve el visitante, la que puede llegar a mostrar la riqueza y la categoría del propietario, aunque este no sea otra cosa que un simple campesino o un pastor (de hecho, eso es lo que eran los habitantes de las cabañas arcaicas del Palatino). No obstante, el oficio no significa una categoría social inferior, especialmente en un mundo donde la base de la economía era agrícola y ganadera; del mismo modo que la pobreza de los restos materiales de nuestros yacimientos del Bronce Final o de la primera Edad de Hierro (tanto arquitectónicos como los utensilios cotidianos), no debe reflejar o significar una pobreza cultural y técnica que a veces parecería deducirse del mal estado en que nos han llegado los restos y que sólo se puede atribuir a las circunstancias particulares de cada yacimiento. A favor de considerar la decoración como perteneciente a los muros interiores de la casa sólo hay la posible existencia de un estante o un banco decorado, con todas las reservas que hemos expuesto (y sería un elemento muy concreto). Pero, en definitiva, la existencia de una decoración interna y no en el exterior sólo sería defendible con un solo argumento de que no podemos pasar por alto:

El hábitat de la primera Edad del Hierro el deterioro que habría sufrido la capa de barro expuesta a la intemperie. Ahora bien, ¿podía evitarse? Seguro que sí; con un alero ancho en la cubierta, que volara más allá de la vertical del muro y un mantenimiento constante y adecuado. En realidad, es la condición que hay que respetar si se quiere garantizar la resistencia y buena conservación de cualquier casa edificada con barro, ya sea adobe o tapial, antigua o moderna.

retroceder hasta el Neolítico. Ya hemos señalado que en la franja francesa del Mare Nostrum, el modelo de casa con uno o dos ábsides perdura al menos hasta mediados del siglo V a.C. En el territorio más o menos próximo a Ampurias no conocemos ningún otro ejemplo más allá del de Mas Gusó y el propio de la fase arcaica de la fundación focea. Por lo tanto, no podemos saber si perduró más tiempo en otros lugares, dada la falta de yacimientos localizados.

En todo caso, un sencillo experimento nos ha permitido constatar la resistencia de este revestimiento. Tres fragmentos dejados a la intemperie en el mismo yacimiento, durante un año (mayo de 2010 a abril de 2011), adquirieron la consistencia de un ladrillo, al secarse y haber perdido la humedad que tenían cuando se sacaron del subsuelo. Por lo tanto, su resistencia a la erosión externa parece quedar probada. ¿Cuál era su comportamiento cuando la casa de Mas Gusó estaba en pie? Es poco probable que nunca podamos saberlo con la seguridad que quisiéramos, pero con una conservación adecuada su durabilidad podía ser larguísima.

Lo que sí queda claro y se puede fechar bien es la desaparición de este modelo en nuestro yacimiento. A pesar del margen cronológico demasiado impreciso que nos proporciona el material arqueológico, parece que el modelo se documenta en Mas Gusó al menos desde mediados del siglo VII a.C. y ninguna de sus casas perduraría más allá del primer cuarto del siglo VI a.C. Su desaparición parece relacionada con la fundación de Emporion y el impacto que supuso la consolidación de un asentamiento en la costa, con una nueva técnica constructiva, nuevos modelos, nuevas costumbres y nuevos materiales, lo cual dio lugar a la formación de una nueva sociedad en un tiempo muy breve, en el transcurso de una generación.

En cuanto a la estructura de la casa, y retomando una vez más el ejemplo de las urnas cabaña itálicas, podemos observar otro elemento que es común tanto a aquellos ejemplos como a los restos de Mas Gusó, y que ayuda a reconstruir un concepto de casa de amplia difusión en todos sus elementos. Habíamos comentado que, en el caso de decoraciones de huellas aplicadas sobre piezas angulares, correspondían sobre todo al revestimiento de postes verticales. El fragmento nº 33, el mejor conservado, nos permite reconstruir la forma del muro (fig. 77: 1), con el poste como soporte principal, las tablas detrás (más allá habría una capa de ramas prensadas y más tablas atadas a postes verticales de menor diámetro), y todo ello recubierto con la capa de barro que da al poste el aspecto de un pilar/columna de sección casi cuadrada y con los ángulos decorados con impresiones. Este poste, acabado en esta forma, sobresale del plano del muro. Exactamente como lo hacen de manera muy evidente algunos de los postes maestros de los modelos reducidos de cabañas arcaicas del Palatino. No es, pues, un elemento estructural forzosamente interno por el hecho de estar decorado, ni mucho menos extraño en la fachada exterior del edificio.

Entre las nuevas técnicas desconocidas en el registro arqueológico de Mas Gusó hasta bien entrado el siglo VI a.C., está la aparición del adobe. Si reflexionamos sobre ello, es un elemento para la construcción que supone un gran cambio a todos los niveles y que repercutirá en la forma y estructura de las viviendas. Fijémonos en las técnicas constructivas de cada época y en los cambios registrados. Durante la primera Edad del Hierro (quizás antes también), resultaba muy práctico y seguro construir una cabaña o una casa con una estructura interna de madera revestida con arcilla. Son materiales termoaislantes, duros pero flexibles y, añadiendo un extremo en ábside (que no deja de ser un arco colocado horizontalmente), se consigue una estructura de una sola pieza, en la que sólo hay que añadir el muro frontal de cierre. La solidez y resistencia están garantizadas. Con la introducción del adobe, que en Mas Gusó ya documentamos amortizado y vertido en silos a mediados del siglo VI a.C. (por tanto, de un edificio anterior, quizás contemporáneo a la fundación focea de Ampurias), la estructura de la casa debe cambiar. Son piezas rectangulares, de tamaño y grosor determinados, siempre iguales. Por tanto, no es práctico construir un ábside con este tipo de piezas, aunque Dedet considera que se puede hacer un ábside con piedra y ladrillo crudo (Dedet 1990, 53).

Otro elemento aislado lo constituye una moldura de arcilla endurecida, de forma circular, a semejanza de una base de columna, que tiene el aspecto de ser el revestimiento (seguramente de la base, más que de su parte superior), de un poste/columna de madera (fig. 73).

Creemos que la forma cuadrangular de los adobes determina una planta que aprovecha y se guía por esta forma, con una solidez también bien garantizada, aunque las uniones de dos tramos de pared formando ángulo siempre serán el punto más débil. Por otra parte, la planta rectangular permite adosar una serie de cámaras, dependencias o casas compartiendo paredes medianeras. Este hecho es especialmente práctico en el caso de núcleos urbanos, independientemente de su extensión. No lo sería tanto en

Debemos insistir una vez más sobre el hecho de que las casas absidales de Mas Gusó representan todo un modelo de construcción y concepto de vivienda de la época. No un tipo de hábitat surgido localmente y restringido a un territorio limitado, sino fruto de una tradición y de unas costumbres profundamente arraigados y difundidas por todo el Mediterráneo de un extremo al otro, continuador de una tradición que en algunas regiones podemos hacer 109

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias el caso de pequeños asentamientos familiares como parece que continuó siendo el de Mas Gusó en época ibérica. Pero tiene la ventaja de permitir edificios más complejos, ampliables adosando nuevos cuerpos, y probablemente de más fácil mantenimiento debido a una mayor resistencia a la erosión de los adobes hechos con todos los elementos y materiales que requiere la nueva técnica introducida en el asentamiento por influencias coloniales. Una vez más, existe un gran vacío en cuanto al número, estructura, forma y composición de las casas del período que se inicia aproximadamente a partir del 575 a.C. Los restos se encuentran esparcidos como material de desescombro en silos y fosas, y no disponemos de casi ninguna estructura de habitación in situ. Podemos intuir su forma y conocemos la técnica constructiva a partir de estos hallazgos, pero no podemos avanzar más allá, como tendremos ocasión de exponer con más detalle en un próximo capítulo.

ACTIVIDADES ARTESANALES La explotación de los depósitos de limos y arcillas La extracción de arcilla2 Las primeras evidencias de una actividad relacionada con la producción de cerámica, pero sobre todo con la construcción, las tenemos que buscar en las fosas para la extracción de arcilla y limos que identificamos en casi todo el yacimiento, a lo largo de varias épocas, pero sobre todo en la primera Edad del Hierro (seguramente también en el Bronce Final IIIb), y en el primer asentamiento ibérico contemporáneo a la fundación focea de Ampurias (fig. 83). El yacimiento, con respecto a la estructura geológica de la pequeña colina, está formado por un afloramiento de roca caliza, con partes de conglomerado muy duro, irregular, y grandes huecos que de manera natural fueron rellenados por limos y arcillas de color amarillento o anaranjado, adoptando, en algunos lugares, una textura muy dura, ideal para excavar silos con cierta facilidad y al mismo tiempo garantizar su solidez. Son arcillas limpias, magras, sin impurezas, sin piedras que estorben (quizás a veces con un fino polvo arenoso) y, por tanto, directamente aprovechables tanto para la construcción como para la elaboración de cerámica después de un sencillo tratamiento de depuración para aumentar la plasticidad y la introducción de desgrasante (siempre cuarzo y mica plateada o dorada).

arroyos y brazos, normalmente de poca importancia, pero que debía anegar la llanura en época de fuertes lluvias. El único afloramiento con contenido notable de arcilla en un amplio radio, era este cerro. Aunque no demasiado lejanos, los otros depósitos arcillosos suponían, para los habitantes del asentamiento, un desplazamiento que de este modo se podían ahorrar. Los análisis de arcillas de cerámica común de varias épocas (reducidas las más antiguas y oxidadas las de época romana) señalan claramente que proceden de una fuente local (ver recuadro anexo al final). Un aspecto del yacimiento que había llamado nuestra atención, ya desde las primeras campañas de los años noventa del siglo pasado, como en las más recientes que reiniciamos en 2008, era la existencia en el subsuelo, bajo los cimientos de los muros del siglo II a.C., de recortes anómalos en forma de segmento de círculo o cuarto de esfera, a veces algo inclinados o zigzagueando de manera extraña, o fosas irregulares, multilobuladas y sin demasiado sentido. Suponíamos, al principio, que podría tratarse de antiguos silos que habrían sido destruidos en el momento de construirse el edificio tardorrepublicano, perdiéndose y mezclándose su contenido en los estratos fundacionales de aquel edificio. Poco a poco se puso en evidencia que esta interpretación no podía ser correcta, ni por su forma y disposición, ni por el hecho de que los silos, cuando se han localizado, adoptan la forma canónica y difícilmente se han abierto de esa manera, sino que han aparecido intactos o, como máximo, con la parte superior recortada y rebajada de manera uniforme. En cualquier caso, estos otros recortes, que a menudo adoptan la forma de un frente más o menos regular, son diferentes y, normalmente, terminan donde comienza la roca de conglomerado calcáreo. Es decir, hasta que se ha acabado la arcilla que quería extraerse y efectivamente se extrajo (fig. 84).

No olvidemos, tampoco, que el pequeño cerro sobre el que se asienta el yacimiento está rodeado de campos bajos, inundables, con tierras blandas y muy arenosas como consecuencia de su situación en el curso bajo del Ter, en una zona en la que el río se desplegaba en forma de pequeños

A veces puede reseguirse la evolución de estas fosas y podemos intuir cómo se fueron formando paulatinamente; no de una sola vez, sino con sucesivas ampliaciones a medida que se iba extrayendo la arcilla, en función de las necesidades de los ocupantes del lugar. Así vemos que, a partir de lo que parecería una primera excavación de una determinada profundidad, y que podemos situar en la parte más o menos central de una fosa o en uno de sus extremos, se fueron originando nuevos recortes con los perfiles de las paredes inclinados y fondos cóncavos y a menudo escalonados, según las circunstancias. Acaban de manera repentina en el mismo margen arcilloso, o bien quedan interrumpidos por la aparición de un afloramiento de conglomerado calcáreo, estéril de limos arcillosos. En planta, también dibujan formas irregulares y caprichosas. Tienen el mismo aspecto que las fosas resultantes de la misma actividad identificadas claramente en la zona de Lattes (Daveau 2007, 391-394).

2. Este capítulo retoma y amplia un estudio anterior de los mismos autores (Casas/Soler, 2014).

Aunque los trabajos de extracción han dejado rastro en todo el yacimiento, hay lugares en que son especialmente

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El hábitat de la primera Edad del Hierro

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Fig. 83. Ubicación de las principales fosas de extracción de arcilla en el yacimiento. No se han tenido en cuenta otras de menor entidad. La estructura del edificio de época romana se superpone a dichas fosas para facilitar su localización.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias Sector este

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roca natural

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roca natural

Sector Norte Oeste-Este

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roca natural

Fig. 84. Secciones estratigráficas de diversos sectores del yacimiento, en las que se observan los recortes, fosas y frentes de extracción de arcilla en el suelo natural.

evidentes; sobre todo en la mitad norte del promontorio, donde se concentraban algunos de los más ricos depósitos naturales de arcilla, y en el extremo sureste, en una zona donde el conglomerado es más profundo en una extensión bastante amplia fuera de los límites del edificio de época romana. En el sector nordeste, en 2008 se excavaron las habitaciones del edificio tardorrepublicano, cuyos muros se asientan directamente sobre la roca natural que los constructores de la época localizaron a una profundidad considerable. 112

La solidez que anhelaban para el edificio requirió actuar de esta manera, sobre todo en las estructuras de la remodelación fechada en torno a los años 80/70 a.C., que siempre reposan sobre la roca natural, mientras que los de la fase anterior (en torno al 125 a.C.), a pesar de ser sólidos, a veces no llegan a dicho nivel. La sección estratigráfica de la zona muestra claramente cómo los cimientos, conservados todavía hasta una altura notable, casi llegan al subsuelo (fig. 84). Pero lo más interesante, aún, es la configuración y el perfil del suelo geológico sobre el que se depositaron los estratos 3100 a 3014 y el

El hábitat de la primera Edad del Hierro de las fosas que hemos comentado hasta ahora hacia un momento cercano al 500 a.C., pero no podemos saber, con respecto a este sector norte en concreto, en qué momento se abrieron. Da la impresión de que la actividad extractiva se prolongó durante decenios y que, de forma esporádica, cuando era necesario, se iba extrayendo arcilla del entorno inmediato. Todo parece señalar que en el lado norte se continuó aprovechando este recurso natural durante casi todo el período ibérico. Incluso se prolongó hasta el Alto Imperio, ya que una escombrera originada hacia el último cuarto del siglo III en el extremo sureste, y que señala el abandono definitivo del lugar, se formó rellenando de una sola vez una gran fosa de extracción de arcilla que no podía haber sido abierta demasiados años antes, seguramente para obtener material de construcción.

Fig. 85. Frente de extracción de arcilla bajo las estructuras de época tardorrepublicana en el sector noroeste del yacimiento.

muro 3105. Los recortes y el escalonado que muestra la roca son los causados ​​por la extracción de arcilla.

Por otra parte, durante la campaña de 2010 excavamos aquella amplia zona situada en la parte sur del yacimiento en la que aparecieron los grandes conjuntos de la primera Edad del Hierro con los restos constructivos (revestimientos de arcilla decorados) que hemos expuesto en el capítulo anterior. Es un sector situado fuera del edificio de época romana. Por este motivo, los estratos y estructuras más antiguas se encontraron intactos, y las únicas afectaciones de los niveles de la primera Edad del Hierro se databan dentro de la segunda mitad avanzada o finales del siglo VI a.C.; estaban bien delimitadas y podían separarse sin ningún inconveniente del resto de niveles más antiguos, que hemos situado cronológicamente hacia finales del siglo VII a.C. o muy a principios de la centuria posterior (Casas/Soler 2012, 124).

La mayor parte de los niveles que rellenan el rebaje practicado en el suelo natural se fechan a partir del último cuarto del siglo II a.C. Pero los situados en el escalón más alto, que no se vio afectado por la construcción más reciente (UE 3102 y su equivalente en la habitación vecina, UE 3099), contenían cerámica de la primera Edad del Hierro, el primero, y del último cuarto del siglo VI a.C., el segundo, con un conjunto muy notable de cerámicas coloniales mezcladas con las producciones locales (Casas/De Hoz 2011). Ya hemos señalado, en un apartado anterior, que la configuración del recorte superior también podría ser interpretada como un fondo de cabaña, que personalmente creemos poco probable y en principio descartamos.

En este lugar se podía ver, mejor que en cualquier otro, el conjunto de fosas y recortes originados con la extracción y decantación de arcilla del sector (fig. 86). Su estructura irregular, sin seguir un frente de extracción, sino con hoyos de formas elípticas, circulares y multilobuladas, los unos recortando a los precedentes, señalan que aquel era un lugar al que se recurría esporádicamente, a medida que los habitantes del asentamiento de la primera Edad del Hierro necesitaban la materia prima para su uso cotidiano, ya

Al otro lado, en el sector de poniente del yacimiento, casi en línea con el oriental y bajo un conjunto de habitaciones tardorrepublicanas simétricas a las primeras, volvemos a localizar una limitada área de extracción de arcilla, con características similares (fig. 85). Es la otra vertiente de la pequeña colina, y el subsuelo sobre el que reposan los cimientos del edificio del siglo II a.C. presenta unos rebajes y recortes similares, escalonados, formando fosas y depresiones de formas circulares, ovaladas, multilobuladas, etc. La gran mayoría de las depresiones y fosas causadas por la actividad extractiva fueron niveladas y rellenadas poco antes de construirse el gran edificio, y los estratos más profundos, pertenecientes a la ocupación tardorrepublicana, contienen materiales que no son anteriores a mediados del siglo II a.C., como también ocurre en el lado este (UE 2051). Pero algunos de los niveles más profundos de las mismas fosas, no afectados por las construcciones tardías, proporcionaron un repertorio de material limitado, pero homogéneo, que se fecha en la transición entre los siglos VI y V a.C. y preferiblemente en el último cuarto del siglo VI a.C.: cerámica a mano, ánfora ibérica, jarras de cerámica ibérica pintada, gris monocroma, etc. (UE 2053 y 2055). Todo ello nos permite fechar la obliteración

Fig. 86. Fosas de extracción de arcilla en el sector sur de Mas Gusó, perforadas por un silo ibérico del siglo VI a.C.

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Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias fuera para elaborar vasijas de cerámica o para construir una casa. Tampoco podemos descartar una segunda función, posterior a la extracción, pero ligada a todo el proceso, que es la de depósitos de decantación y depuración de la arcilla previamente extraída en el entorno inmediato. Las fosas circulares de la Incoronata, por ejemplo, tienen el mismo aspecto y se les atribuye esta función (Denti 2008, 116), pero son más regulares, en todos sentidos, que las de Mas Gusó. Todas las del sector sur se rellenaron en un solo y rápido vertido de restos y desechos domésticos, una vez terminada su función. No podemos considerarlas, pues, sólo como fosas abiertas expresamente para depositar los residuos domésticos, ya que este tipo de depósitos se van llenando poco a poco, a medida que se generan los desechos, y presentan una estratigrafía más o menos evidente. En Mas Gusó sólo había un único estrato rellenando cada una de las fosas. En todo caso, en la excavación se diferenció numéricamente y separó el estrato particular de cada ámbito, fosa y depresión por cuestiones metodológicas, aunque los materiales eran idénticos en todas ellas. El contenido general de las fosas del sector sur estaba formado por tierras muy cenicientas, algunas piedras en la parte superior, cerámica a mano muy homogénea, y aquellos restos constructivos de placas de barro endurecido, que quizás antes se había tratado en el mismo lugar. Además, algunos fragmentos de barro cocido y ligeramente vidriado. Todo ello nos induce a concluir que durante años, y probablemente a partir de la transición Bronce-Hierro o primera Edad del Hierro, se extrajo y manipuló la arcilla que se había depositado en diversos lugares, que nivelaba y rellenaba de forma natural las irregularidades del afloramiento calizo de Mas Gusó, utilizándola tanto para la elaboración de cerámica como para la construcción. Ya hemos visto que las casas de la época estaban construidas con una estructura de postes de madera, láminas y tablones más delgados y un entramado de haces de leña delgada formando los muros que, finalmente, eran recubiertos con una capa de barro de espesor variable, en la que se aplicaban unos motivos decorativos geométricos (supra). Y lo sabemos, precisamente, porque entre los materiales vertidos para rellenar las fosas de arcilla se mezcló una cantidad considerable de restos de estas ‘placas’ de barro endurecido y decorado. También sabemos, por los hallazgos de 2013 en otro sector del yacimiento no demasiado alejado de este, que a veces el revestimiento de barro estaba acabado y protegido con una capa de pintura blanca. No insistiremos más sobre esta cuestión expuesta extensamente en el capítulo anterior. No es un hecho aislado ni es desconocido este método de obtención de arcilla durante ese período, aunque tendremos que desplazarnos lejos para ver paralelos que nos puedan ayudar a comprenderlo y documentarlo, corroborando una forma de proceder que observamos en Mas Gusó. 114

Los ejemplos, sin embargo, son escasísimos. No podemos saber si las dos fosas localizadas en los años cincuenta en Mailhac (Boisson 2002), identificadas como estructuras relacionadas, también, con la producción de cerámica, se originaron a causa de una primera extracción de arcilla y más tarde se obliteraron con los desechos domésticos y los procedentes de un horno cercano. Pero, por lo que deducimos de la publicación, tenían una forma, estructura y contenido idéntico a algunos ámbitos contemporáneos de Mas Gusó, que comentaremos más adelante (fosa central, estratos 3117 a 3118). Un paralelo que, con respecto a la estructura, es aún más próximo cronológicamente, aunque alejado geográficamente, es el ya citado de la Incoronata, al sur de la Península Itálica, con una cronología de la primera mitad del siglo VII a.C. (Denti 2008). La forma y aspecto de las fosas para la extracción y decantación de arcilla se pueden considerar idénticas a las de Mas Gusó (Denti 2008, 117; Villette 2013, 14), sobre todo a las localizadas en 2010 en el sector sur del yacimiento, pero también a los frentes de extracción escalonados, situados bajo los muros del sector de levante excavado en los años 2008 y 2009 y del de poniente, que se puso al descubierto entre 2011 y 2012, aunque la estructura escalonada de la Incoronata tiene otra explicación. Independientemente de la distancia geográfica, una actividad determinada sobre unos contextos similares y con unos métodos de trabajo poco diferentes, debe dar como resultado unos restos con notables y numerosos puntos en común, y su aspecto, como en el caso de las fosas de Mas Gusó o de la Incoronata, no puede diferir excesivamente, sino todo lo contrario, como podemos constatar. Esta actividad parece detectarse también en Carsac (Guilaine 2014, 47). El último caso, contemporáneo a Mas Gusó, es el de Port Ariane, próximo a Lattes, ya citado (Daveau 2007), donde las fosas tienen el mismo aspecto, forma y perfiles que en general vemos en Mas Gusó. Creemos que valdría la pena revisar otras fosas similares localizadas en el territorio más cercano a nuestro yacimiento, algunas de las cuales tienen un aspecto similar y que difícilmente pueden ser consideradas como silos, fosas de reserva de alimentos o fondos de cabañas en fosa. No tenemos suficientes elementos para pronunciarnos al respecto, dado que desconocemos con precisión la composición geológica del subsuelo y la existencia o no de depósitos de limos y arcillas en el mismo.

Los hornos

Otra cuestión muy diferente, pero básica, es la relativa a los hornos en los que se cocía la cerámica. Hemos apuntado al principio, que las evidencias de hornos en Mas Gusó son muy indirectas. No se encontró ninguno in situ, ni siquiera un suelo con evidencias de combustión a temperaturas elevadas. Si los hay, sólo se pueden relacionar con hogares domésticos que, por otra parte, en su gran mayoría pertenecen a un momento inicial del posterior establecimiento tardorrepublicano.

El hábitat de la primera Edad del Hierro Disponemos, sin embargo, de pequeños restos localizados siempre en los niveles más antiguos, que pueden servirnos de testimonio y evidencia de la existencia de hornos de diversa categoría; algunos quizás más elaborados que otros. Paralelamente, algunos ámbitos corresponden a vertederos que probablemente tendremos que relacionar con la producción de cerámica, dado su contenido homogéneo y más voluminoso que el que correspondería a simples desechos domésticos. La evidencia de la elaboración de cerámica con arcilla local y, con toda lógica, en el ámbito doméstico del yacimiento, la proporcionan los análisis de pasta (infra, p. 118). En lo alto de la colina, junto al camino central, en 2008 se excavó aquella fosa de forma alargada, irregular, abierta expresamente en la arcilla, cuya mitad inferior apareció rellenada con cenizas y cerámica a mano, siempre fragmentada (fig. 27), que hemos analizado anteriormente. El estrato superior (UE 3117), estaba afectado por otros más modernos y sobre todo por la construcción de un muro de época ibérica, lo que explica la aparición de ocho fragmentos más tardíos, junto al conjunto original formado por 956 fragmentos de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro, con restos de barro cocido y fauna. Debajo, se hallaba el estrato 3118, sin ninguna intrusión, también formado por cenizas y con 215 fragmentos de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro, 2 de ánfora protoibérica o pithoi con restos de pintura roja y, una vez más, algunos fragmentos de barro endurecido por el fuego. También se encontraron 13 fragmentos de barro cocido procedentes de la base o la pared de un hogar o quizá de un horno externo, vertidos junto con los demás desechos.

Fig. 87. Restos de arcilla cocida a altas temperaturas, algunos con la superficie ligeramente vitrificada, procedentes de estratos de la primera Edad del Hierro.

rellenó, en su momento, con un montón de tierra cenicienta y cerámica absolutamente idéntica a la de los estratos 3117 y 3118 y, de hecho, es el extremo de la fosa y forma parte del mismo vertedero de desperdicios. Ya hemos visto páginas atrás que el material contiene un repertorio típico de cerámica a mano de la primera Edad del Hierro, con ejemplares característicos de recipientes pertenecientes al estadio III de poblamiento de la zona (Pons 2012, 67-69), que fechamos entre la segunda mitad del siglo VII y los primeros años del siglo VI a.C. (Casas/Soler 2004; Casas/ Soler 2012b, 122-123). Los materiales son absolutamente idénticos y contemporáneos a los de las fosas excavadas en 2010 en el sector sur, descritos en el apartado precedente.

Casi en cada extremo de la fosa aparecieron unas pequeñas depresiones cóncavas, circulares, donde se concentraban especialmente las cenizas vegetales que en general rellenaban todo el ámbito. Pero aquí eran más espesas y ni siquiera había tierra mezclada. Dedujimos que, o bien eran dos hogares, los restos de dos sencillos hornos domésticos que para cocer cerámica podían cumplir perfectamente su función, o bien se trataba del vertido intencionado y rápido de los desechos y de la cerámica dañada y rechazada de una hornada cocida en un lugar muy cercano, del que quizás también procedían los fragmentos de barro cocido (fig. 27). Tampoco excluimos la posibilidad de que se trate, sencillamente, de desperdicios domésticos procedentes de alguna de las casas que ocupaban el cerro; pero la gran cantidad de cenizas y fragmentos de cerámica lo hacen improbable, ya que se trataría de docenas de vasos rotos de golpe (Casas/Soler 2012b, 124). La cuestión no puede ser resuelta fácilmente ni de manera definitiva, por lo que tenemos que dejar la puerta abierta a cualquier posibilidad de interpretación.

Tanto aquí como en los rellenos de las fosas de 2010, encontramos tres tipos de recipientes básicos, con variantes en su forma y acabado, que permiten elaborar una tipología extensa, pero muy local. Se trata de urnas, escudillas y platos/tapadera. En la primera categoría se incluirán no sólo las urnas sin asas, sino las ollas que llevan, normalmente, dos asas y, a veces, dos asideros sin perforar. Las escudillas adoptan una forma baja, cóncava, con borde de extremo romo y base plana, normalmente con dos asideros opuestos, a ras de labio (fig. 51), mientras que los platos/tapadera tienen el borde recto, inclinado entre 30º y 40º respecto al plano horizontal y, a menudo, con un suave bisel en su parte interna (fig. 56: 5).

Por otra parte, la excavación más reciente también nos permitió ver que la fosa estaba relacionada y conectada con otro hallazgo realizado en 1995-96, que en aquel momento aparecía aislada en un extremo de la cata que no se continuó excavando hasta años después. El silo 3036 se

También encontramos las grandes urnas bitroncocónicas de paredes alisadas y decoradas con acanalados muy marcados. Este tipo de acabado y decoración también 115

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias los vemos en algunos de los ejemplares de escudillas, a menudo con tres canales anchos situados bajo el labio, por la parte externa. La composición de la pasta en este tipo de recipientes parece diferente, a primera vista, a la del resto del conjunto más numeroso. Es muy probable que se hubieran elaborado en talleres foráneos, más especializados, a diferencia de las anteriores. La mayor parte de las demás urnas tienen un cuello corto, muy inclinado hacia fuera y el labio acabado en extremo romo. Habitualmente llevan un cordón impreso en el punto de unión entre el cuello y el cuerpo. Este suele estar decorado o acabado con un rayado irregular hecho con una especie de peine, el cual, a veces, puede extenderse hacia el cuello. El interior, en cambio, suele ser muy pulido y liso. En general, y salvo los vasos acabados con la técnica del translúcido, todo el conjunto tiene las mismas características morfológicas, de composición, pastas, acabados y decoración, que parecen indicar un origen común y sin duda local. Ya hemos señalado que el material de la fosa central (UE 3117 y 3118, fig. 35 a 43), contiene el mismo repertorio, añadiendo las grandes urnas sin cuello y borde ancho, un poco inclinado hacia la interior, que constituye un rasgo característico del grupo ampurdanés, abundantes en Mas Gusó y en cualquier yacimiento contemporáneo de la zona. Las otras urnas, escudillas y platos/tapadera son idénticos a los de las fosas del sector sur, tanto desde el punto de vista tipológico como en la composición de las pastas, siempre muy homogéneas. El modo y proceso de cocción ha dado lugar a superficies de colores variados, entre el naranja más o menos claro hasta el gris oscuro y el negro. La manipulación de las piezas mientras se cocían, descubriéndolas o añadiendo leña al horno, suele ocasionar estos cambios de coloración debido a la introducción de oxígeno. Independientemente del color que finalmente hubieran adoptado sus superficies, el interior del núcleo casi siempre es de color gris oscuro y la pasta tiene unos componentes comunes que se repiten en todos los fragmentos: cuarzo blanco y pequeñas láminas de mica que a veces es blanca o transparente y, en otras ocasiones, de color dorado o cobrizo, especialmente en los ejemplares de los estratos 3117 y 3118 del sector central. Esta composición, debida al desgrasante introducido, les da un aspecto rugoso en la fractura, pero son piezas bastante robustas y bien cocidas, salvo pocas excepciones. Parece poco discutible el origen común de casi todos los recipientes, y no costaría demasiado dar un paso más y considerarlos elaborados en el mismo yacimiento, teniendo en cuenta los indicios expuestos. Si hasta ahora hemos descrito lo que consideramos evidencias indirectas de la producción de cerámica, que siempre se podrían poner en cuestión si no dispusiéramos de otros elementos complementarios, debemos acabar este apartado exponiendo los restos pertenecientes a hornos, localizados en lugares diversos y de manera 116

muy fragmentaria. Lógicamente, podría aducirse que los hornos no tendrían porque ser únicamente para la cocción de cerámica; que podría tratarse de hornos domésticos asociados a viviendas. Está claro que no hay suficientes elementos para sostener de manera preferente ninguna de las dos posibilidades. Sin embargo, hay que recordar todo lo que ha ido exponiéndose hasta ahora: las evidencias de extracción y manipulación de arcilla, los vertidos rápidos y masivos de cerámica rellenando fosas y depresiones de una sola vez, la homogeneidad en la composición de las pastas y repertorio tipológico, etc. Todo ello refuerza la posibilidad de una producción cerámica de carácter doméstico en aquel lugar. Cosa, por otra parte, bien lógica y admitida para los pequeños establecimientos de la antigüedad. La cerámica de uso cotidiano, de cocina, modelada a mano y cocida normalmente en ambiente reductor, solía elaborarse en casa hasta época romana. A todo ello hay que añadir el hallazgo de los restos fragmentarios de hornos o cámaras de cocción, algunos de ellos con un cierto grado de elaboración que no habríamos esperado encontrar en este contexto, pero que tampoco son desconocidos. Entre los materiales que fueron a parar a las tierras de relleno de las fosas del sector sur (UE 3163, 3164, 3165 y 3176), se mezclaron algunos fragmentos de arcilla o barro cocido, requemado, procedentes de una estructura de combustión que había alcanzado temperaturas suficientemente altas como para hacer vitrificar la superficie de algunos de estos fragmentos. Aunque tan sólo se trate de media docena de ejemplares, son suficientes para documentar la estructura de lo que consideramos un horno más o menos simple. Recordemos, además, los fragmentos de barro cocido del estrato 3117 de la fosa del año 2008, situada a poca distancia. En el estrato 2145 del año 2013, junto con un gran fragmento de vaso carenado del Bronce Final IIIb (supra, fig. 22: 1 y fig. 23), decorado con motivos geométricos hechos con doble incisión, y otros pequeños fragmentos de cerámica a mano de más difícil clasificación, se encontraron varios trozos de barro cocido, algunos con perforaciones típicas de la parrilla de un horno. Otros sólo tenían la superficie endurecida, casi vidriada y quemada debido a altas temperaturas alcanzadas en la cámara de combustión (fig. 87). Ya habíamos señalado en el capítulo dedicado al hábitat del Bronce Final que no disponemos de suficiente información para datar con absoluta seguridad la apertura de la fosa y la formación del estrato 2145. Quizás había sido afectado en épocas posteriores y deberíamos fecharlo en la primera Edad del Hierro, momento en que se habría rellenado con tierras que contenían restos más antiguos. En cualquier caso, no sería más reciente. En otros lugares, de cronología algo más reciente, seguimos encontrando materiales (no sabemos si residuales), que

El hábitat de la primera Edad del Hierro ponen en evidencia la elaboración de cerámica. En el estrato 3182 del sector de levante, con poco material, pero también suficiente para datarlo hacia el último tercio del siglo VI a.C. (gris monocroma y cerámica ibérica pintada, 2 fragmentos), aunque con un conjunto residual más que notable y numeroso de fragmentos de la primera Edad del Hierro, aparecieron más restos de arcilla vitrificada y lo que parecerían escorias cerámicas procedentes de la pared de un horno (fig. 87).

Existen algunos hechos, sin embargo, que no pueden ser obviados y que no pueden tener explicaciones demasiado diferentes a las que hemos propuesto en este apartado. Por un lado, no parece que deba cuestionarse el hecho de que las vasijas de cerámica, para el uso y consumo cotidiano, elaboradas a mano siguiendo una técnica simple y antiquísima, se fabricaran en la misma casa, como una actividad complementaria más de las muchas que se llevaban a cabo en una casa de campo. Es un fenómeno que detectamos desde las primeras producciones cerámicas y que perdurará durante la época ibérica y romana: la cerámica común a mano, normalmente tosca y cocida en fuego reductor, no demasiado resistente, de vida corta y fácil de producir, se elaboraba en el propio asentamiento.

¿Son materiales residuales, o tal vez los dos fragmentos más modernos son intrusiones en un conjunto de poco antes del 600 a.C? No lo podemos saber con seguridad. El resto de evidencias apuntan a que la elaboración de cerámica tuvo lugar en un período impreciso de la segunda mitad del siglo VII a.C., pero nada se opone a que la actividad se iniciara bastante antes y continuara durante décadas más tarde.

No se ha documentado, para el período que estudiamos y los siglos siguientes, ningún centro alfarero especializado, aunque las urnas y cuencos de mejor factura, acabados con la técnica del translúcido y decorados con acanalados, seguramente procederían de alguno de estos talleres que podríamos considerar ‘profesionales’. Tendremos que esperar al mundo colonial e ibérico posterior, para encontrar talleres dedicados expresamente a la elaboración de cerámica, pero a torno y, a veces, de la categoría que se ha llamado fina o de lujo, imitando producciones foráneas. Mientras tanto, la cerámica de cocina a mano, en este período, sigue produciéndose en el ámbito doméstico.

El hallazgo de restos de parrilla pertenecientes a un período tan reculado tampoco es ninguna novedad. Sólo tenemos que recurrir a los dos yacimientos foráneos que hemos citado páginas atrás para ver otros idénticos y en la misma época. En Mailhac, Boisson se preguntaba, con toda la prudencia del mundo, si los fragmentos de parrilla podrían ser de un horno doméstico, aunque era poco probable (Boisson 2002, 12 y fig. 9). Otros restos semejantes, del oppidum de Gardies, al oeste de Montpellier, fechados en la segunda mitad del siglo VI a.C., también se han considerado pertenecientes a un horno doméstico (Raynaud/Roux 1983, 41 y fig. 30). En la Incoronata, los fragmentos de parrilla, idénticos a los de Mailhac y Mas Gusó, aparecieron en el relleno de las fosas, datado a mediados del siglo VII a.C. (Denti 2008, 118). En la misma época, el horno de Sant Martí d’Empúries, de planta circular y fechado en la fase IIa del yacimiento (entre el 650 y el 600 a.C., aproximadamente), sería el paralelo más próximo. Aunque es imposible saber a qué se destinaba exactamente, probablemente es de carácter doméstico (Castanyer et alii 1999, 129; Aquilué et alii 1999, 541 y 546).

En segundo lugar, las fosas de extracción de arcilla y algunas depresiones que podríamos identificar con pocas dudas como balsas sencillas de decantación, no pueden responder únicamente a la necesidad de disponer de barro para la construcción. Es cierto que se utilizó para este fin, como ha quedado extensamente documentado por numerosos hallazgos de la primera Edad del Hierro en Mas Gusó, con los restos de revestimiento de las estructuras de madera y ramaje, o los adobes elaborados a partir de mediados del siglo VI a.C. tomando como módulo el pie, con sus múltiples y fracciones. Pero no era el único uso. La homogeneidad en la composición de las arcillas y pastas en las vasijas que de manera tan abundante han aparecido en estratos sellados de la primera Edad del Hierro, con cronologías bien contrastadas, o los que iremos encontrando en niveles posteriores, pero que pertenecen a las mismas producciones, formas y cronologías, señalan unos orígenes comunes. No es probable que los habitantes de Mas Gusó hicieran algo tan poco práctico como adquirir fuera lo que podían producir, o ir a buscar la materia prima fuera de casa, cuando vivían sobre un depósito de arcilla; pequeño, sí, pero suficiente para las necesidades domésticas durante años e intensamente explotado, como señalan los análisis de pastas.

Es difícil llegar a conclusiones seguras y definitivas con tan pocos indicios y tan dispersos. Con cuatro datos y media docena de materiales esparcidos por Mas Gusó querríamos restituir e identificar de manera segura una actividad artesanal, con toda seguridad doméstica, en el ámbito de un asentamiento que habría estado formado por un mínimo de tres casas (y tal vez tres o cuatro más), en un período que situaríamos, grosso modo, entre la segunda mitad del siglo VII a.C. y los primeros decenios del siglo VI a.C. (en todo caso, antes de la fundación de Ampurias), con antecedentes que nos permiten retroceder, al menos, un siglo. Es poca cosa para sostener una hipótesis, y cualquier error de interpretación de los materiales que han aparecido en la excavación –y no hay más–, puede convertir en inútil todo lo expuesto y las conclusiones a las que hayamos podido llegar.

En último lugar, los fragmentos de barro cocido, en parte vitrificado, que hemos localizado en niveles arcaicos (y no hemos citado, por el hecho de tener una datación insegura, los procedentes de niveles tardorrepublicanos, que pueden ser residuales más antiguos), corresponden a estructuras 117

Mas Gusó. Evolución de un asentamiento rural en el territorio de Ampurias de combustión que soportaron temperaturas muy elevadas. No parece demasiado probable que provengan de hogares domésticos, en los que el fuego puede endurecer y cocer la base y pared de arcilla, pero no vitrificarla. La presencia, por otra parte, de fragmentos de parrilla o un disco separador de vasos dentro de la cámara de cocción (en un contexto del siglo VI-V a.C.), sólo puede explicarse si se trata de un horno más complejo. En este caso, también es sorprendente, ya que se considera que habitualmente los hornos para la cocción de cerámica en el ámbito doméstico eran muy sencillos, con un simple agujero en el suelo, más o menos rectangular, dentro del cual se depositaban las

Análisis petrológico de fragmentos cerámicos Carles Roqué Pau (Universitat de Girona)

vasijas recubiertas de leña. Pero el de Mas Gusó, no es un caso único y aislado, como hemos podido ver a partir de los paralelos que hemos citado antes, casi contemporáneos. En definitiva, consideramos que la conclusión más lógica es que durante un largo período los habitantes del asentamiento elaboraron la mayor parte de las vasijas para el consumo particular y cotidiano de la casa, tal vez sólo esporádicamente y en función de las necesidades, aprovechando un recurso que tenían al alcance y que utilizaron también como material de construcción.

tos detríticos incluidos en la pieza son compatibles con una producción local.

El material ha sido estudiado “de visu” bajo una lupa binocular que permite una observación de hasta x50. MG-2174-2. (Primera Edad del Hierro) La pasta es de color pardo rojizo oscuro, porosa y arenosa. El desgrasante es muy abundante en el núcleo de la pieza, mientras que las caras interna y externa están recubiertas de una capa de engobe bastante depurado. Los clastos alcanzan un diámetro máximo de 2 mm, siendo en general de entre 0.5 y 1 mm. Los elementos minerales identificables en la pasta son: • Cuarzo, en clastos subangulosos a subredondeados (ca. 75% del total de clastos), la mayoría opacos y de color blanco a rosado. • Fragmentos de cuarcita, de forma idéntica a los de cuarzo (ca. 5%). • Biotita, en placas (ca. 20%) • Moscovita, en placas (