Más Allá de la Ciencia y de la Fantasía [34]

EMILLAS ESTERILES (editorial) ANTE la rutilante fantasía científica que invade con su brillantez multicolor los rincones

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Más Allá de la Ciencia y de la Fantasía [34]

Table of contents :
MAS ALLA DE LA CIENCIA Y DE LA FANTASIA Vol. 3 Nro. 34 MARZO de 1956
Revista mensual de aventuras apasionantes en el mundo de la magia científica
SUMARIO
NUESTRA PORTADA: Dureza metálica del cohete: calor arrasador del chorro: vibración supersónica de la atmósfera: la nueva técnica anula
las distancias.
novelas cortas:
LEJOS DEL CALIDO SOL, por R. D. NIcHOLSON
Bajo el cielo ya casi negro, en un mundo donde la esperanza no era desconocida, allí verían crecer a sus hijos..4
LA SUERTE DE IGNATZ, por LEsTER DEL REY
Quizá fuera por superstici6n, pero Ignatz sabía que era él la causa de todo..69
¿QUIEN?, por THEODORE STURGEON
En el largo Viaje, el hombre iba solo; pero alguien lo acompañaba..96
cuentos:
PUNTO CIEGO, por BAscOM JoNES
Ahora sabía donde había estado su punto ciego. Por eso se alejó..24
ALGO POR NADA, por RoBERT SHECKLEY
Ser inmortal era su deseo, pero no eterno..41
su VIDA POR LAMIA, por FREDERICK POHL
Era su verdadero amigo...y lo mató a sangre fría..52
aventuras de la mente:
EL REGRESO, por WERNER VoN BRAUN
La conclusión de LA CoNQUISTA DE LA LUNA, ilustrado por CHESLEY BONESTELL..30
novedades cósmicas:
JUSTICIA PARA LOS SATELITES, por WILLY LEY..57
SEMILLAS ESTERILES (editorial)..4
ESPACIO TEST..66
CORRESPONDENCIA: Proyectiles dirigidos y respuestas cientificas..126

Citation preview

Las declaraciones norteamericanas y rusas que anunciaron hace poco tiempo sendos proyectos es· paciales han hec1io s1l'rgi1· uno tras otro, diverso> mo· delos de estacion c s espaciales ~randes y peque· fws, lu.josas y ba·

ratas Este pro·1 yecto · es de V0 · se Braun y co!no ue ve no es mas q • l . de un co a nariz a/" 111111 s hete co11 . · ~ 11 es m e d i j i eaei q i1 e convenientes e•pe• 11 • inchtJ1e11 11 ,.0 acttjo solar ~·gía .

mular ell

,

.Aí'IO 3 - N~ 34

mas allá

MARZO 1956

DE LA CIENCIA Y DE LA FANTASJA

,&EVISTA MENSUAL . DE AVENTURAS 'APASIONANTES EN EL MUNDO DE U. MAGIA CIENTIFICA

novelas cortas: LEJOS DEL CALTDO SOL, por R.

D.

N1cHOLSON

Bajo el cie'lo ya casi negro, en un mundo donde la esperanza no era desconocida, allí verían crecer a sus hijos . . . . . . • • . • • . . • • .

4

LA SUERTE DE IGNATZ, por LEsTER DEL RBY Quizá fuera por superstici6n, pero Ignatz sabía que era él la causa de todo . . . . . . . . . . . .

69

¿QUIEN?,

por

THEODORB STURGEON

En el largo Viaje, el hombre iba solo; pero alguien lo acompañaba . . . . . . . . . . . . . . . . .

96

cuentos: PUNTO CIEGO, por BAscoM JoNBS NU.ESTRA PO ITA DA por ALVARÁ

Dureza metálica del cohete: calor arrasador del chorro: vibrac:16n supersónica de la atmósfera: la nueva técnica anula las dJatanctu.

Ahora sabía d6nde había estado su punto ciego. Por eso se alej6 . . . . . . . • • . . . . . • • • •

24

ALGO POR NADA, por RoBBRT SHEcKLBY Ser inmortal era su deseo, pero no eterno . . •

41

su VIDA

POR LAMIA, por FRBDBRICK PoHL Era su verdadero amigo. . . y lo mat6 a sangre fría . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . • .

52

aventuras de la mente: por WERNER VoN BRAUN La conclusión de LA CoNQUISTA DE LA LUNA, ilustrado por CHBSLBY BoNBSTELL • • • • • • • • 30 EL REGRESO,

novedades cósmicas: JUSTICIA PARA LOS SATELITES, WrLLY LEY •••••.•••••••••••••••

57

SEMILLAS ESTERILES (editorial) ........... .

4

por RedJcción y Admtnist.: Ediroriol Abril S. R. L., Av. Alem 884 A~ .• Rcp. Argentin~

e,

ESPACIO TEST CORRESPON~EN~l.A:

66

Proyectiles dirigidos y respuestas cientificas . . . . • • . • . . • . • . • • . . . . 126

NTE la rutilante fantasía cie~ tífica que invade con su brillantez multicolor los rincones más oscuros de lo desconocido, como un fuego artificial que relampaguea Y alumbra el cielo nocturno, algunos i,ectores se preguntan de dónde saca:r.z, sus ideas estos escritores. La f. c. es, en su síntesis, profecía, y los profetas son hombres que saben pensar y saben ver más allá de la realidad que los rodea. Cuando uno lee los escritos de personas que vivieron hace algunos o muchos años inevitablemente encuentra proÚcías. Todas ellas son semillas de f . c. que nunca echaron su brote. A veces, lo destartalado y absurdo de las ideas resulta decididament€ humorístico; a veces, su adherencia a la realidad de los años futuros es sorprendente. Recientemente, he tropezado con una de las más impresionantes de estas profecías ocasionales y espontáneas, nacida de u.na reflexión profunda y audaz sobre la realidad que rodea al pensador. Es aquella contenida en una carta escrita en 1862 por Henry Adams a su hermano. Henry Adams, literato e historiador, era nieto y bisnieto de dos presidentes de los Estados Unidos de América. Sus libros más importantes son Mont-Saint-Michel y Chartres Y La educación de Henry Adams. El primero es una reconstrucción de la mentalidad de la Edad Media, un himno a la unidad del espíritu mP.dieval y al poderío que sobre este espíritu tenía la virgen María; el segundo, una pintura del ambiente artístico y social en el que Adams vivió. Adams no era hombre de ciencia ni tenía pretensiones de profeta; pero los acontecimientos a los cuales pudo asistir le dieron una oportunidad ae proyectar la agudeza de su

A

mirada hacia el futuro, con un acierto que tiene pocos paralelos en la historia del mundo. DAMS, en 1862, se encontraba

A en Londres cuando llegó noticia. del resultado de un encuentro la

naval en el cual quedó demostradfl. la superioridad de los buques de construcción metálica sobre los buques de madera. En una carta que dirigió en ese entonces a su hermano, oficial del ejército de la Unión, Adams escribió: "Hace sólo 15 días " que los ingleses han descubierto " que su entera armada de madera " ya es inútil. . . La gente comienza " a hablar vagamente del fin de las " guerras y de la paz eterna, como " si la naturaleza humana se hubie" ra modificado por el hecho de que "el poderío marítimo de Gran Bre" taña ha recibido un golpe en la "cabeza. Por mi parte, yo creo ver "una o dos cosas. . . Para Inglaterra " todavía puede haber grandeza y "seguridad, si rodeada por sus co"lonias, trasformara su Imperio he"gemónico en una confederación de "naciones británicas.

semillas " Tú podrás pensar que todas és" tas son tonterías, pero te aseguro " que los nuestros son grandes tiem" pos. El hombre se ha adueñado de u la ciencia y ha comenzado a co" rrer con ella. Y creo firmemente "que, antes de muchos sigl.os, la " ciencia se habrá adueñado del " hombre. El hombre habrá inven" tado máquinas cuyo poder le reMAS ALLA

"sultará imposible de controlar. Al" gún día la ciencia tendrá en sus '' manos la existencia de ta hu.maní" dad, y la raza humana podrá co" meter suicidio haciendo explotar "todo el mundo. No solamente sere" mos capaces de navegar en el es" pacio, si.no que yo no veo razón "para .q ue alguna generación futura " '!to pueff.a intentar dar al mun" do un movimiento de rotación di" ferente, de manera que cualquier ~zona de la Tierra pueda recibir "por turno su debida cantidad de "calor y de luz". Es cierto que Gran Bretaña ha podido sobrevivir sólo gracias a una modificación de su política, muy de acuerdo con la previsión de Adams; es cierto que el hombre, en su frenética carrera tecnológica, ha llegado muy cerca de desintegrar todo el mundo en una explosión atómica; 11 es cierto también que se está acercando al momento en que el hombre podrá variar a su gusto el clima de todos los rincones de la. Tierra.

estériles editorial

E

N el carácter de Henry Adams . hay una singularidad interesante: mientras que, alrededor suyo, se hacían los pronósticos más variados troerca del progreso acelerado del hombr€ -pronósticos que, en la mayoría de los casos, eran puerilmente optimistas o exageradamente fantásticos- Henry Adams se mantenía dentro de los límites de lo posible. Sus previsiones están impregnadas de Tealismo y de iTonía. Es él que dijo: "Después de nosotros el diluvio -o quizás antes-,,. Es él que identificó la fe del nuevo siglo XX con los grandes dtnamos presentados en la Exposici6n Internacional de París de 1900: "Este es el nuevo siglo y la electrieidad es su Dios . .. ¡Y cómo corre! Se romperá el cuello. Y o me quedo horas mirando a estos enc.rmes dínamos preguntándoles (con coTtesía infinita) hacia dónde diablos nos conducirán". De haber existido la f. c. en 1862, a Henry Adams, refinado estudioso de la Edad Media y crítico de su propia sociedad, le hubiera encantado, y no le hubieran faltado ideas.

por R. D. NICHOLSON

LEJOS DEL CALIDO

SOL Lejos de los turbulentos planetas interiores, en el celestial refugio de las heladas colonias saturnales, allí culminó la fogosa aventura.

URANTE las últimas quinientas horas de retardación los anillos eran claramente perceptibles a simple vista. Cuando miramos por las ventanillas v vimos a Saturno, suspendido en su· fase de tres cuartos contra la oscuridad, tuvimos por primera vez la clara sensación de que nos -aproximábamos a la residencia más apartada del hombre: su conquista más cercana al borde del vacío interestelar. Grenville estaba de excelente humor ante la perspectiva de finalizar el largo e incómodo viaje y, aun antes lo que usted cree-. A: medida que la· po1'lad6n amnem:e, podremos hacer nnls y m-::fs, y 13 vid'ia se-· rá mejor para· rod'os. Puede o1'~r~ lb· en· la actitud de lbs cofonos. Por ejemplo: a· n'aásrico y se lo arrojó, logrando akainzarlO' en un hombro a pesar del ma:rrn• que hizo Cárter por esquivarlo. L&egt') se volvió hacia mí. Saltó como un tigre. l..a sujeté por las muñecas paira salvar mi cara de sus uñas. Me pateÓt las piernas. Cárter seguía rien~as Pefotzi se· mantenía apartarlo,. terriblemente incómodo ante la

cm,

~na:.

Yo no1 esta'ba realmente enojado. En l~ últimos meses había pasado por nmchas- e~riendas difíciles, y creo qtre ctmtn"bu~ron a librarme de una bt:rema parre de mi capacidad de r.en~

cor. Lr sujeté las _dos _pequeñas muñeras con la mano izqmerda, eché atrás et Ol'J'o brazo y la golpeé discretamente en: }Ql cara. Gtrit6 y pateó con desarachr furia, duranne· anos instantes, y luego cedió y cooien;ió ai ~lloza:r. Le hablé con suavidad.. -Estás rompletamente equivocada, qnerida. Te olvidas de la chusma con demasiada facilidad. Te habrían ttatadn· con tanta violencia como a mí, si hubieran podid.O pescarte~ Acuérdate de ]a propaganda de Gréllet. Todos los- males de la época se dcbfan a un

LEJOS DEL CALIDO SOL

amh~ioso € inesponsable dictador ... ,

ést era yo ••. , que se dedicaba a empobrecer tres planetas para cubrir de joyas a su amante. . . y ésa eras tú. ~GMAR

estaba

ya más· tranquila.

_L.I Sus puños aún se abrían y cerraban. espasrnódicamente, y su cuerpo temblaba, pero tenía. los ojos cerrados. -Mi destino era seguro si caía en sus manos -contimié-. Pero imagina el deleite de la muchedumbre ante la caída de la amante del tirano. Quizá te .habrían colgado de un poste del alwmbrado; pero lo más probable es qwe primero te sometieran a toda clasé de torturas. Posiblemente te habrían entregado- primero a la turba y luego te habrían ejecutado en alguna fon'J\a esp.ecllaculaai. Con un súbito esfuerzo trató de liberal' sus- manos; pero yo estal>a atellr tt'>:, y no lo logró. · -¡La cu•lpa fué mya! -gritó-. Tú deSl!lTUliste' el poderío de los ú:nicos caf·a'Ces- de gobernar la Tierra y preparaste- el cam:i'rm para los locos corn6 Gré:. llt!r. Las 'i'ejas familias habían tettidr> s~~ de tttperi~ncia en· el gobi~o. j Me hiciste el amor para que te i:tyudat>a a1 apuñalearlos por la espalaai ~¡Un• momenr-0! Tú eras una rebelde inadaptada en la· vieja oligarquía, y no- esperabas más que unirte a un ?.mant~ ambicioso que te llevara al poder.. Reeuerda también que tu título y tu1 paTentesco con las viejas familias proporcion@· a• Gréllet un arma que le permitió· volcar. contra mf el viejo rencor pGpuilir, a la vez que trataba de ohteMI' el apoyo· de los Emindeles y los Gm:dinésters.. Ahora tienes que ele,gir entre (!aminos. Deduzco que Gunrt no- e.menta ya. Puedes volver a comenzar con tus intrigas (todavía eres bastante hermosa para' hacerlo) y tratar de· obte.n(!r todo el poder y los lujos que· este mundo puede ofrecerte. Si }()·haces, lo más probable es que las

«as

19

robustas mujeres de la colonia no te dejen un hueso sano. . . O, si estás dispuesta a tener hijos, podemos adaptarnos a la moralidad provinciana de nuestro nuevo hogar. -¿Qué pretendes ahora? -me grit6 con amargura, aunque un matiz de duda y sorpresa asomó a sus ojos-. ¿Crees que estás en condiciones de retenerme como enfermera gratis, para tus últimos años? ¿De dónde sacas que puedes tener un hijo?

Sus

palabras tenían toda la intención de herirme; sin embargo, carecían de la violencia que correspondía a su significado. La acerqué a mí y le acaricié el cabello. -No soy tan viejo. Y tú tampoco eres una 'tierna adolescente. Es cierto que ya he pasado los cincuenta; pero el tratamiento para rejuvenecer y la a tendón de los mejores médicos del mundo me permitieron conservarme joven. Hasta es probable que te sobreviva, porque soy de carácter más tranquilo. En cambio tú terminarás con un ataque al corazón, si sigues con ese mal genio. Dagmar se estrechó contra mí, levantó la vista y sonri6 entre los rubios rizos humedecidos por las lágrimas. -Quizá la Colonia Morgan no sea una paradisíaca isla tropical, pero tampoco es un establecimiento carcelario ... Luego, dejó caer la cabeza sobre mi pecho y comenzó a llorar otra vez. Cárter cogió a Pelotzi por el brazo y lo empujó fuera de la habitación. -No es más que una exhibici6n expliqué, divertido-. No se preocupen. Algunos lo llaman galanteo irlandés. Freud escribió un par de libros al respecto. Cárter cerró la puerta. Hacía más de trece años que nos conocíamos, pero no hay nada como una violenta perturbación emocional, 20

para develver por una noche la pasión de la lejana juventud.

e

ARTER nos visit6 a las diez y media de la mañana siguiente, demostrando esta vez poseer verdadero tacto de político al no aparecer más temprano. Aunque su saludo fué alegremente informal, tenía todo el aspee· t::> del que llega dispuesto a discutir serios asuntos. -Bueno, ¿ya han arreglado sus conflictos domésticos? -preguntó. -Más o menos. Espero familia. - ¡Dios, eso sí que fué rápido! -¡Oh!, puede ser que tarde un par de años. Quiero decir que me he asegurado la oportunidad de seguir intentando. -Ya veo. Me alegro. Pasemos, pues, al motivo de esta visita. Ayer habl6 usted de "ejercer su oficio", como usted dice. Bueno -me indicó que no lo interrumpiera, al ver que me aprestaba a hacerlo-, eso es precisamente lo quo queremos: que ocupe un puesto en el Consejo Federal. No tememos que intente convertirse en dictador de Titán y se dedique a reconquistar su perdido Imperio. Ni estoy en contra de la idea a causa de viejos antagonismos. Hay muchas peculiaridades, en usted y en su manera de juzgar los problemas, que nunca me gustaron ni me gustan. Pero estoy de acuerdo con los demás consejeros en que su habilidad administrativa significaría gran ayuda para nosotros. Las cinco colonias de Titán se gobiernan casi completamente por sí mismas, pero debemos obediencia en ciertos aspectos al Consejo Federal. Los problemas inheren· tes al gobierno de semejante confederación son enormes, como usted podrá imaginar. -Espere un momento -dije-. No sé exactamente en qué consisten esos problemas. -Bueno, aparte de los que surgen MAS ALLÁ

del medio geográfico, están los originados por los habituales antagonismos políticos, el nepotismo, celos intercoloniales, y el hecho de que todo el mundo pretende conseguir más cantidad que la que le corresponde de los escasos materiales de que disponemos. -¿Qué estructura tiene el Consejo? ¿Se elige, se designa, o qué? -Se elige nominalmente. Cada colonia tiene sus representantes. Sin embargo, no tendremos dificultades para que usted ingrese, si decide aceptar nuestra propuesta.

F

RUNCI el ceño como si estuviera sumido en profundas reflexiones, aunque, naturalmente, ya había tomado mi decisión. -Acepto, Cárter. Las e.osas están resultando mucho mejor de lo que yo tenía derecho a esperar. ¿A qué autócrata depuesto, que apenas si ha logrado escapar con vida, se le ha ofrecido un respeta ble cargo político en una civilización que, aunque no materialmente próspera, es sólida y progresista, y se le ha permitido llevar consigo una hermosa mujer para compartir su exilio y fundar una familia rodeado de respetabilidad burguesa? La respuesta de Cárter fué una leve sonrisa. No tuve dificultad en leer lo que estaba detrás de la sonrisa. -¡O~! -dije-, sé muy bien lo que usted piensa de Dagmar; pero es injusto con ella. Imágenes y fragmentarios recuerdos, unos muy claros y otros un poco borrosos, acudieron a mi mente. Estaba por convertirme en un político en pequeña escala, con un sinnúmero de ob1igaciones. . . Pero la vida es algo más que la satisfacción de las propias ambiciones. ¿Qué es un hombre cuya personalidad está totalmente ahogada por la. ambición? Y, en realidad, ¿había sido yo realmente ambicioso? ¿Quién conoce sus propios anhelos? LEJOS DEL CALIDO SOL

Cárter seguía sonriendo. Yo continué: -Cuando nuestro amor comenzó, ella era la belleza más famosa de la nobleza. Sin embargo, aún entonces era enemiga de la alta sociedad. Durante los once años de mi solitario gobierno, fué prácticamente mi única aliada y confidente. Si usted intenta valorarla por el humor, temperamento y coquetería demostrados durante el breve lapso de veinticuatro horas, cometerá un grave error. Ha tenido usted oportunidad de observar su fuerza de voluntad, pero no su carácter e inteligencia. Mientras presidí la República, hablamos muchas veces de casarnos y tener un hijo. Ella ansiaba la posición y el prestigio del matrimonio, sin estar dispuesta a soportar lps incomodidades que trae aparejado. un hijo. Ahora acepta tener hijos, especialmente porque su propia juventud está desapareciendo. Claro que es mucho más joven que yo; pero ... -¡Señor Cárter! ¡Señor Cárter! ¡La torre del campo de aterrizaje ha localizado una nave que se aproxima! ¡Es muy grande! El joven colono que había corrido a traer este mensaje, resoplaba con fuerza tratando de recobrar el aliento. Se me heló la sangre. De pronto me di cuenta del error que significaba sentirme invulnerable. -Parece que se equivocó usted, señor Clemmenceton. Tendrá usted que enfrentarlos -dijo Cárter suavemente. -En efecto, esto parece indicar que he sufrido un grave error -repliqué con voz chata e inexpresiva. Honestamente, nunca pensé que tenían la más remota posibilidad de ID:antener la paz en sus propios domimos, con las fuerzas de que disponían, y menos aún que pudieran enviar un crucero para perseguirme hasta tan lejos. Pero, evidentemente, me había equivocado. . . Bueno, quizá mi vida

se·a el precio que haya qtie pagar para que los habitantes de los planetas interiotes vuelvan a gozar de paz -murmuré. Me había imaginado a la República désttozada por revueltas, por muchedumbres enloquecidas y batallas incontables. Esto sirve para demostrar hasta qué punto un hombre puede sobreestimar su propia importancia.

H

ABIA entrado Dagmar en la hahitaci6n; pero yo no descubrí su presencia hasta que sentí su mano sobre rr1i btazo. -¡Y ni siquiera hemos empezado a i:dstalarnos! -dijo-. Wólseley, es preciso rio dedr una palabra acerca de Gremmle. A él no lo buscárán, porque nunca se dedicó a construir imperios con nos0tros -Cárter la miraba intensamente-. Probablemente tendremos un viaje de regreso más cómodo que el que hicimos en la cabina del Amo del Eter. -La torre dice que en menos de una hora estarán en contacto con la rlave -dijo él mensajero. Dagmar se di6 vuelta hacia él. .....;.¿Quiete decir que a:ún no han Hablado con ellos? ¿No saben realmente qué quieren?, ¿qué se proponen? ¿Quieten damos un susto a Wólse]ey

y s mí? -Lo siento, señora de Clemtnenceton -"-coiitest6, y yo sonreí al ver que la consideraba mi esposa-; pero hace más de seis meses que no tenernos ningún contacto con Jos planetas interioresJ }' no eran muy frecuentes antes de eso. No puede haber otra razón para que venga una nave ahora. Los ojos de Dagmar se llenaron de léigtimas. Le pasé un brazo por la cintura y la apreté contra mí. CMter mé mir6 y di jo: -'!Es muy lamentable! Usted podría habernos sido utilísimo. Tenemos que gobernar un mundo casi dcspobla-

do> sin maquinarias adecuadas y en un medio hostil. Mi deseo sería eseonderia, C1emmenceton; pero no podemos darnos el lujo de enemistarnos con los vodetosos planetas interiO'Ies. Usted sabe que carecemos totalmente de defensas. En aquel momento, mis sentimientos eran completamente caóticos. Me invadió una especie de fría furia impotente al verme privado de improviso de ese refugio donde me había creído tan seguro> y sentí un airado desprecio por Cárter y los demás colonos de Titán, por su temor a Gréllet. Sabía muy bien que ese desprecio surgía de mi propia posición; pero eso no contribuyó a disminuir el sentimiento. Sentí también una especie de resignación ante lo inevitable ... , y una profunda gratitud hacia Dagmar por la forma en que se comporta ha ante la noticia de) arribo de Ja nave. -Vayamos a la torre -dije. -Sí, supongo que será lo mejor. Sería humillante que nos llevaran a la nave con una guardia armada. Espera que me arregle la cara. -Esa reacción -le dije a Cárter- es típica de Dagmar. Hubo ocasiones en que me ponía furioso; pero ahora me gustá.

D

AGMAR regresó en seguida. Observé su aspecto. Estaba más hermosa que nunca. El ligero traje que habían adoptado las mujeres de la colonia era bastante atractivo y, junto con su suave cabello rubio peinado hacia atrás y el escaso maquillaje, la rejuvenecía sobremanera. El rostro de Cárter expresó cinismo y cierto desasosiego, cuando la besé y partimos hacia la t-0rre. El campo de aterrizaje era un área de hielo arbitrariamente definida; y la torre, una construcción de material plástico, que se elevaba hasta unos sesenta metros del suelo.

MAS ALLÁ

En la habitación hemisférica y trans- Allí seguiría trabajando por algo en lo parente de la cúspide había dos indivi- que creía profundamente, en pequeña duos, uno de los cuales tenía puesto el escala y sin fanfarrias. Fama y honores biauricular y estaba sentado frente a había yo tenido a discreción en mi vila radio. El otro se volvi6 al oírnos en- da, y no los añoraría. Desde mi pritrar, y dijo: mera actuación política, a los dieciocho -Aún no hemos establecido contac- años, antes de la caída del Cuarto Reino, había pertenecido a muchos partito, señor Cárter. - ¡Silencio! ¡Ya oigo algo! -inte- dos y conocido muchos puntos de visrrumpió el hombre que se encargaba ta; había sido un pacifista que odiaba de la radio. el derramamiento de sangre y la vioEstiró el brazo izquierdo y puso en lencia; pero, coincidiendo con la mayofuncionamiento el altoparlante que es- ría, siempre había reconocido la decataba en la pared. A través de una se- dencia de la época, y, cuando se prerie de ruidos y silbidos se oy6 la voz sentó la oportunidad de representar el de un hombre. papel de César, no la dejé pasar. -Morgan. Hola, C.Olonia Morgan. El Imperio estuvo destinado al fraNave espacial República de Paz lla- caso desde el comienzo. Los planetas mando. Solicita permiso para aterrizar comenzaron a involucionar hacia la con ciento veinte refugiados de la Tie- barbarie. Pero aquí, fuera del alcance rra. Solicita ... de los señores de la guerra y los ambiEl grito de Dagmar nos impidi6 oír ciosos piratas, yo podría desempeñar la repetici6n, y fué seguido por una un pequeño papel en una cultura que incoherente serie de "Ya no tenemos lógicamente seguiría siendo lo gue que irnos" y ''Yo sabía que no podía Cárter había soñado para su república ser un crucero de guerra", mientras en Venus: un mundo aislado, cuyos me sacudía frenéticamente el brazo. habitantes tendrían que conservar sus De pronto me serené. Las emociones adelantos científicos, para mantenerse llegaban en sucesi6n demasiado rápi- vivos, y que sobreviviría para dar la das para poder apreciarlas debidamen- bienvenida al eventual contacto final te. #con una nueva cultura de los planetas -Creo que estarán aquí dentro de interiores. Dagmar dej6 de observar los brillandiez o doce horas -dijo el ayudante tes trozos de hielo, resplandecientes del radiooperador. Dagmar y yo nos miramos y comen- bajo el cielo ya casi negro. Nuestras miradas se encontraron. zamos a descender las largas escaleras. Era un mundo demasiado duro pa~ A mitad de camino había un descanso ra engendrar nuevas criaturas a él, pecon una enorme ventana desde donde se contemplaba la interminable blan- ro también un mqndo donde la esperanza y la ambici6n no eran desconocura. Allí nos detuvimos. cidas, y donde se podía experimentar !ENTRAS observaba las espec- la sa tisfacci6n que proviene del logro taculares reverberaciones del de los propios ideales. Aquí realizaría yo mis anhelos. Aquí crepúsculo en un mundo helado, mi vería crecer a mis hijos, en este apartaimaginación repasó una y otra vez los + acontecimientos de la hora anterior. do mundo, lejos del cálido Sol.

M

LEJOS DEL CALIDO SOI..

o



punto • ciego • •

J

UAN Stark, director del departamento de Relaciones Interplanetarias del Establecimiento Marciano Número Uno, volvió a leer el úlúmo párrafo de la nota que había encontrado en su escritorio al regresar de almorzar. ... Nuestra civilización es anterior a la de la Tierra en n:.m.Jws millones de años. Somos una rcc· :..•uturalmente avanzada y pacíficu. · ( · embar· go, desde que el primt::• . -.~te proveniente de la Tieua aterrizó aquí hace trece años, se nos mira como monstr.uos y sabemos que a nuestras espaldas se nos trata de "sabandijas". Este planeta es nuestro. Hemos cedido nuestros conocimientos milenarios y nuestra ciencia sin pedir nada a cambio, para que la Tierra pudiera aprovecharse de ellos. No pedimos nada, pero nos encontramos que se nos agradece imponiéndonos por la fuerza ideas extrañas en política, religión y m~al .

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• • • ••

Nuestras protestas han sido silenciadas por un sistema de policía armada y de represi6n que nunca habíamos c.onocido ni necesitado. Algún día usted desp