Marxismo y política: la dualidad de poderes y otros ensayos
 9789560002648

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Marxismo y política

PALABRA OE LA LENGUA

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La dualidad de poderes y otros ensayos Coutinho, Carlos Nelson poderes y otros Marxismo y política: La dualidad de de poderes e ensayos = Marxismo e política: A dualidade Coutinho; Nelson Carlos impreso]/ [texto outrás "ns.ios Santiago: LOM Paula Vidal Molina (Traductora) '- l'ed' -

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Ediciones;

Carlos Nelson Coutinho raeoucctó¡¡

oP Paula Vidal

Molina

zoll.

Humanas) r38p.: 14x21,5 cm. (Colección Ciencias -026 4-8 lsBN: 978-956-oo RPI:206.304

l. Marxismo

l.

Titulo. ll. Serie ltl' Molina Vidal'

Paula

(Traductora). DeweY :335.4- cdd zt cuBer: c871m Fuente: Agencia Catalográñca Chilena

@ LOM

Ediciones

Primera edición,

zoll

Título original: Marxismo e política' A rsBN: 978-956-Oo

duatídade de poderes e outros ensaios'

-0264-8

RPr:206.3o4

¡¡rctór.¡

Y COt

tpostctoN

LOM Ediciones. Concha y Toro 23, Santiago (s6-z) 696 6388 rerÉro¡ro: (56-z) 688 5273 | rnx:

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att: [email protected] I weel. www'lom'cl

orssño os cor-sccrów Estudio Navaia

Filosofia Política I ctrr'¡ctes HUMANAs

IMPRESO EN LOS TALLERES DE LOM

Miguel de Atero 2888, Quinta Normal 'rrLÉro¡ros: 716 9684 - 716 9695 I FAx: 716 8304 !mpreso en Santíago de Chíle

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Marxismo y política

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Para Andréa,

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La dualidad de poderes y otros ensayos

Carlos Nelson Coutinho rneoucc¡óts pe Paula Vidal Molina

Índice Prefacio I 9

cepÍturo t La dualidad de Poderes: Estado y revoiución en el pensamiento marxista I r3 r. Aigunas cuestiones de método I rg

z.Teona"restricta" del Estado y concepción "explosiva" de la revolución I lo 3. La ampliación de la teoría del Estado y la concepción de la revolución como proceso | 37

c¿pírulo z Los marxistas y la "cuestión democrática" | 6r

cepírulo

3

Gramsci, el marxismo y las ciencias sociales I 7z r. El punto de vista de la totalidad y las ciencias sociales particulares | 77 z. La recuperación gramsciana de la crítica ontológica de Marx I ao 3. La

contribución de Gramsci

cnpítulo

a las

ciencias sociales I 94

¿

Voluntad general y democracia en Rousseau, Hegel y Gramsci I

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r. La prioridad de 1o público I toz z. Rousseau y la voluntad general I ro4 a. Hegel y las determinaciones de la voiuntad I tog 4. Gramsci y la hegemonía como contrato I tt6

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Lukács, la ontología y la política I rzg

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_ con":: los Patttn'* del moclo por er cual ]_r"ri.run o t" El primer ensavo " :tl;;;; t'olucionaron en Iareflexion lucro*§c ;.,ái"ton, y ceptos de Estado revo combina inseparabiemente :'- :;;";;"e proceso que'c( de acuerdo con un

incorporados a su

i.'iol*rr*i"as,

que Hegel es áecir, según ro

busco

conservación,

"ri*i"".i;;;;;;""r.io^, con ra famosa

rrl ,lT.:H": '-"''J¿til;"J';;ryr::[1;i'.t t"^1t?^1;Ti;"on como *"t "" ll.rott revolucionaria" (y' Por 1o tanto' de, "üa" servlra' marxistas' i.l^ *po""ntes teóricos

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combarido' principar ntttnti"''"io-iJrá*áut-t":tlt*'ón a' l a to talidad' inoy tan p' n-*' u¡ ¿ti i" Úempo' e*prit n ció mismo at "o Ia actop ui''"'ost-*odernos"' Pero' rtt especialment"

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este punto o rechacen explícitamente

centrada t" J'u g"*tti^na está ""^o*;;;; r^ *-taia^ tn q" in globat'**' cle vista en el espíritu general este ensayo.s. .n.uuár" pririro, a una aru enra críúca título- et de contribuir tl1:: -t;*" de esta recopitaciónl;;t marxismo y política'

particulares,

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reflexión sobre las

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u" tt*átitt' tn'o¡o"oa'"a"'iiii')¡"''*'^i'^'''^""'r"'á"i"'''toa'especialmentepp'1e-48'

Volví a abordar

-10-

Gramsci también aparece como protagonista del cuarto ensayo, que tiene como obietivo discutir el modo por el cual, al recoger críticamente la discusión promovida por Rousseau y Hegel acerca de las nociones de contrato y de voluntad general, el autor d,e los Cuadernos de la córcel se tornó capaz - mediante Ia elaboración del concepto de hegemonía - de y, superar las antinomia§ presentes en Ia obra de aquellos dos pensadores en y el proponer indicaciones brillantes actualizadas de tiempo, mismo al sentido d.e una teoría marxista de la democracia, en la cual una dimensión

contractualista claramente ocupa un lugar destacado. Finalmente, el último ensayo está dedicado a la ontología de Georg Lukács: en é1, después de argumentar a favor de la idea de que ia reflexión ontológico-social del Lukács tardío es el más fecundo y abarcador modo de rescarar frlosóñcamente el punto de vista marxiano de la totalidad, sugiero que la ausencia de un tratamiento autónomo de Ia política en cuanto esfera específ,ca del ser social, es el principal vacío de esta reflexión; vacío que, a mi modo de ver, puede ser suprimido a través de una integración entre la ontología general Iukacsiana y la crítica ontológica de la política elaborada por Gramsci. Además de eso, en estos dos últimos ensayos, busco rescatar- un rescate - una dimensión fundamental política, de Ia sobre todo en la obra de marxista explicitado del tratamiento

que pretendo desarrollar en trabafos luturos

G¡amsci, es decir, la concepción de la política como esfera privilegiada de la interacción intersubjetiva consensual. Formulada en los marcos de un enfoque histórico-materialista, como el de Gramsci, esta concepción puede recibir un tratamiento más concreto (o menos utópico) de aquel presente en los conceptos análogos de "acción" y de "acción comunicativa", elaborados

respeüivamente por Hannah Arendt y Jürgen Habermas. Así, el objetivo de este libro es el de contribuir a resaitar, por un lado, la actualidad del método dialéctico-materialista de Marx (particuiarmente en el abordaje de los problemas de la política), y, por otro, la ineludible necesidad -impuesta por la naturaleza misma de este método- de que el investigador marxista esté siempre atento no solo a las nuevas determinaciones generadas en los objetos a investigar -aunque ellas no fueran registradas por Marx y por los marxistas, o cuando contradicen afi.rmaciones literales de los mismos-, sino también a los resultados teóricos de otras corrientes de pensamiento. Como toda manifestación de la creatividad humana, también el marxismo es una obra abierta, algo en pennanente construcción; el revisionismo, de este modo, lejos de ser un "desvío" (como piensan los "marxistas-leninistas"), es un momento constitutivo esencial del métoclo marxista, c¡ue tiene como principicr básico el empeño por reproducir conceptualmente el propio movimiento de

si estos ensayos dinámica y contradictoria. lo rear, en roda su compreiidad del marxismo meditar sobre esa actualidad fueran capace' ¿t r'""t' "i'üt*r esencialmente revisionista' de cuhivar este su momento v sobre la necesidad el objetivo que se propone' rr"tra.u*prido prenamente

".r,on..,

er

CAPÍTULO

1

dualidad de poderes: Estado y revolución en el pensamiento marxista La

libro

I

C.N.C. 1994' Río de ]aneiro, iunio de

Este ensayo pretende exponer - ciertamente de modo sumario, a través de pocos ejemplos, pero que me parecen particularmente signifrcativos - el modo por el cual los conceptos de Estado y fevolución se articularon y evolucionaron en la reflexión marxista. Es una característica común a las varias vertientes de la tradición marxista, de Marx y Engels a Poulanzas, la

idea de que la transición al socialismo (la "revolución socialista") resulta de la lucha política de clases e implica Ia construcción de un nuevo tipo de Estado. Tomando como supuesto ese aspecto común, en el cual se encarna el momento dela contínuidad,inte¡taft mostrar cómo una definición diferente de la naturaleza del Estado - el momento dela renovación - también lleva a una evaluación diferente del papel de la dualidad de poderes en la transición al socialismo. De modo más concreto: indicaré cómo, dependiendo del modo "restricto" o "amplio" de concebir el Estado, resulta - en la historia de la teoría política marxista

-

la elaboración de dos paradigmas

diferentes de la revolución socialista, que deñniría esquemáticamente como

"explosivo" y "procesual". 1.

Algunas cuestiones de método

Antes de entrar en el análisis de los ejemplos que escogí, me gustaría explicitar el sentido en que aquí empleo las expresiones "restricta" y "amplia" para indicar diferentes abordajes marxistas del Estado.'Iales expresiones pueden ser identificadas, con las especiflcaciones que a continuación presentaré, a las categorías dialécticas de "abstracto" y "concreto". Como se sabe, Marx (en la senda de Hegel) concibe la dialéctica como un método de

articulación categorial que procede a través de la elevación de lo abstracto a lo concreto, de lo menos complejo a lo más complejo; esa elevación tiene como meta la construcción progresiva de una "totalidad coucrcta", de utta "síntesis de múltiples determinaciones", en la que varias determinaciones

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il Estado es una dictadura de clase"- Ilevó a Ia fascistas y anulación de las diferencias concretas entre Estados

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abstracta del Estado

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Estado (definido

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Estados liberal-democráticos'

""-il.t urí.n

consisre, pt^.ro gnoseológico, Ia,.ampliación,, del concepto de Esrado absr.racros obcenidos en el momenros los dialécticamente ,r,i.ufár más concreras del modo de producción con las determinaciones

,"irro

ou.resultandelexamendelaformacióneconómico-socialcomonivelmás punto de vista más ;;ror.i" de la totalidad societaria'a La elección de este no determinaciones, nuevas de introducción la implica .on..., a. "uordale modos de diferenres (articulación ierarquizada ,áro .n ru .rr.ra económica

y los conflicros proaucción) y social (compleiización de Ia estructura de del (nuevas características poiítico de 1o á..f.r.1, sino rambién en la esfera

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;:fi r Hi:**;:::'.'J::'.*1':::[Hiif:l*i:**:i*::f Jl;'" *i;i i; * :::tT o, ,,. o' "

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todos reconocen del Estado; pero no

investigació" f i'totito-**erialista determinactones t"'*ttit"tO" de las múltiples concretas' oue es insu!c""""'" estatal en sus manifestaciones

fenómenoestatalymayorespecificacióndesupapelenlareproducción .,restricto,,y

abordaje global de las relaciones de producción). Ejemplos de pueden ser encontrados gnoseológico, sentido d.el Estado, en ese del las formulaciones comparar para eso, en lá obra del propio Marx;ba§ta, de abstracción, alto reiativamente nivel a un Monítrrrto ro*unista, situadas mucho más concretos presentes en El ¡B Brumario's Esa

;amplio"

con l,os análisis pensamiento marxista dualidad de abordaies se reproduce también en el Ios resultados de la comparar ver al podemos que contemporáneo; es lo y sus funciones di"deriva" (que el Estado llamada.,escuela derivacionista"

las investigaciones recramenre de la lógica de la acumulación capitalista) con de Estado teniendo concepto el de origen gramsciano (que siempre elaboran económico-social).6 la formación de en visia las complejas articulaciones

ta

."ru.tt'i'"t' tr r*á*t* ''*ioá,i'*o"""'0"'iü""'1;ü:!:l:::T',',T¡1§:','"*:'.át:;:: n.r.

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de la deduccton el momento decir, cuando los resultados de la realid'ad social-' r'"i;;;Jt""tttt"' mediaciones' tr'

4

Sereni et al'' tobre tales conceptos, cf., por ejemplo, los debates contenidos en Emilio

5 -

base esía y el pioletariado, Marx en El ú Brumario se refr ere - como posterior a la francés por el Estado asumidas las conñguraciones dá para el análisis y de clase: Revolución de r848 - a un número mucho más amplio de clases fracciones

asumida Por la Inter-

la¡osición t";:;:;;Ji"' la deftnicion tu""¿o la hipóstasis de nacional comu""tj"t'"tit'ü' "'i' de Ia " mles para lo crítica ' '. aElementost'u,nda.!,"!",u..,,.,rr.,,rr.r-33.sobre ¿; ;-;;,-,,,rnrroducción"[der857l

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másalládelproletariado,habladeburguesíaindustrial,comercialyfinanciera,de

resultado pequeña burguesía, campesinado, lumpen-proletariado' etc' Esto da como unanálisismuchomásricoyconcretodelEstado,quizáselmásricoyconcretopresente en toda la obra de Marx.

6 .

Pafaunaexposicióncríticainteresantedela"escueladeladerivación",cf.,Bobiessop,

"escuela de la derivación" The capitaliststare, cit., caps.3 y 4. lmportantes trabajos de la A Marxist Debate' están recogidos en |. Holloway y S. Picciotto (eds ), 5 tate and Capiral'

Londres,EdwardRrnold,lgTS.AlgUnasdelasprinci¡ralesformtllacionesdeloque

j*l*5mn;i::[:::,üÍ,-,',i*i",ii',i]i"'lo 11,,.^",,i,,,,-;r'::r:Tif Estad.c Estaoo'u'".r!rr, del el análisis marxista

e

opíar,or,,, l, brrgu

il:?1": parcial,"ú"'tt"'"'i"olt;t;;;;i;t.*tt:n:r';"u:t::;.x[tf:ttfi como eiemp mencionar' al error- Bastaría aquí poritit"'l' (de catastróñc^'

Ls¡ampa' t974' formaqdo econímico'social, Lísboa, que la "época de la Por ejemplo: mientras Marx y Engels inician el Mantfiesto diciendo en "dos campos y la sociedad dividió de clase" antagonismos los brrgúesíi rimplificó

Modo de produgdo

l

213-22Cpp.28-31 28-3l y 213-220oo.

podríamos llamar de "escuela gramsciana"(como las de Palmiro Togliani, ciuseppe Vacca y del

último Nicos Poulantzas) están

reseñadas en la parte ñnal de este ensayo'

para

no se reduce' entre abstracto y concreto Sin embargo, la relación niveles .t"..ton gnoseorógica entre diferentes er marxismo, t" ,r*pt" abstrac1o desde El recorriclo " sincrónicos de"U't"ttiOn-o-toT "ii'"tiOtt' del pensamiento' slno movimiento t'o to a io concreto 'olo "" real' sesún Marx' las lo de

"p'oat'it

también ia propia di"';;;;;árico-ouietiva de la existencia";7 en otras Atttt"inaciones ¿t categorías son "formas '"t'son apropiacionesmentales de) un movimiento (o palabras, ellas reproducen nos obiero' Por consiguiente' que tiene lugar primart;;t"t; "iptopio pensadores en Estado de ampliación áel concepto parece válido decir que ta o Trotsky' con Marx' Engels' Lenin marxistas más recientes' "itá*n"'nos más rico angulo de aproximación at no resultó solamente de'ü'Jttián "n desarrollo propio t'*ii¿"' y especialmente' del (menos abstracto);resrrrti

obietívorantoderT:d;';J"io";i-1-"-1:5:T;Hil#il"#i::; nuevas determln Al introducir particular'

,".t.i .rrn.ttstas' social (y, en

uinámica del desarrollo

eil;;;¡:il'"111'-:ll'^

díaléctica de una concepnecesariala supe tación histórico-ontológico tornó **1:^'-:-ox ción "restricta" ¿a ur,--, "" "superaclon (;1fl".',,t:"::t"*1;a'.1T.',J: que áti.,iu**"",t; y cabe recordar unproceso de ¿t i'¡t ebung'esdecir' de aproximada d" iu"otiO"-titgtfi-rr" y elevq a un o'pero que tambi ét elimina desarrollo que ciertamen'*icon"'u diacronía la d'e en el sentido

"

ruivelsuperior''

St'á

J;;;t'"g*nao '"t"ido' que emplearé de i^ sincronía gnoseoló gica'

hiscórico-ontoló gica, ;

;;;;

ahoraenadelante"lto"ttptode"ampliación"delEstado' de la y concepción "explosiva" z.Teoría "restricta" del Estado revolución 2.1. El

sería el reino cie los individuos atomizados de las relaciones económicas) en la esfera de la universalización. Estado consistiría el v oarricularizados,

áin u*Uutgo, al contrario de Hegel, Marx muestra el carácte.puramente formal de esa universalidad: si el Estado puede'aparecer como el reino de

pura particularidad, lo universal, en contraste con la esfera económica de la que de la sociedad moderna está dividido el hombre de hecho del resuita eso el individuo concreto en su propia vida real. Por un lado, él es el bourgeois, que lucha por sus intereses meramente particulares; por otro, aparece como

iiroyrr,el hombre abstracto de la esfera pública, que guiaría

en 1843-185o punto de partida: Marx y Engels

la ftIosoffa de la naturaieza de doctorado sobre delamos de iado su tesis primeros estudios sisteque,los podremos decir de Demócrito y fpitu'o' del Esmdo examen de la problemática máticos d. Marx se el postulado "l partid'a de punto Marx toma como moclerno. En tales estudios'e civil" (la esfera el mund'o de la "sociedad de Hegel según el

cJ;;#;;;;

intereses generales o universales. Incluso antes de tornarse "marxista", Marx ya indicaba ei hecho de que esra división - imponiendo urla alienacíón de la esfera politico-estatal en relación al hombre real y concreto - impide que el Estado pueda representar efectivamente una voluntad general. si el hombre que vive en el mundo real y de la,.sociedad civil" (elbourgeois) conoce solamente intereses privados

particulares, entonces la noción del Estado en cuanto representante del inrerés general, afirmada por Hegel, no pasa de una apariencia que oculta la dominación de una casta burocrática que deñende solo, corno todas Ias ,.corporaciones" de la sociedad civil, sus propios intereses particulares. otras Marx critica así, en un mismo movimiento, por un lado, la teoría hegeliana

8

e

del Estado, cf. C u'

t^l"lll"lll

co't¡nito'intlá"ltii"c"^tci'

particular' ata Críúca de to fitosofia "" cuesdóniudía§8qql v to

ción deteoría,.ampliada" particular México' Era' 1986' en

tlyi

de't

burocracia como "clase general", por el otro, su concepción del Estaclo como encarnación de la razón universal: el citoyen universal no pasará de una abstracción mientras no sea eliminada la particularidad objetiva del bourgeois'o . Criticando Ia concepción alienada de la esfera política, el ioven Marx -retomando de cierto modo la problemática de los contrlctualistasmuestra que el Estado tiene su gánesis en las relaciones sociales concretas,

descubrirla importancia ontológico-social de la economía política," él busca analizar los fundamentos materiales de esa división de la "sociedad civil" enintereseS particuiares y reCíprocamente antagónicos. En sus Manuscri¿os económico-filosófcos de 1844," Marx ya muestra cómo la constitución de K.Marx, CríticadelafitosofiadelEstadodeHegel,

(r8¿¡)' Sobre la E*ad'o de Heqet

"í'¡'i)i';'t""¡i"t"i'á'ihi"cho

'l.l

l' :o

deHeqet-tntto¿u66ión

I

de Ia

J;;;;

p' Marx, "lntroducción", cit" el sentido en que empleo sobre prr, .ryor", d"talles

por

y así;nno puede ser comprendido como una entidad en sí' El avance decisivo de Marx en el sentido del "marxismo" ocurre cuando, al

Si

7

su acción

(r844)'

México,6rijalbo,1968;yld',"La

cuestión judía", en K. Marx y F. Engels, La sagrada familia g otros escriros flosófcos de la primera época, México, Crijalbo ,1960, pp.16-44. Ese descubrimiento se debe esencialmente a Engels, cuyo trabaio Esbozo tle crítica

delaeconomíapolítica(cf.K.MarxyF.Engels, Escritoseconómicosvaríos, Barcelona, Crijalbo, 1975, pe.:-24), publicado en 1844 en los Anais franco-ale¡¡aes, sirvió como estímulo para que Marx iniciase sus propios esludios de econonlí¿t2

Cf. K. Marx y

F.

Engels, Escritos económicos varios,cit., pp. 25-125. I

iti én clases división de la sociedad que esta esfera particular y trabaiadores át *tJt"t de producción ptopi"t*?iJt antagónicas: "tt burgueses y proletarios' de trabalo' esto e§' en poseen solo su capacidad solamente como Ia encarnaclon El Estado defa entonce'*al-up"táttle

la es causa y efecto de

t,

y fo rmat atienadad.r

J;;;i;

t^,"'¿'

T::11i'#:1;ti:il|,;1ffi :

que eierce una tunctontP;;,.;l;;i; sociedad u,r,o .o*o un organismo y reproduce er Escado asegura modo' ese de nr"nt.á"int'vadá' r^ "'otitaad civil") v' producción de en clases (en otras n";;;';;;;'á medios t;;;;;;;;*rios de los garantiza Ia dominaciórl; El Estado' así' es ;;;"i"t;abaildSres directos' pero sí una sobre los no-propietarr;;' universal' i" tn""tnación de la razón

urtEstado de clase:n" t' qut' t" entidad particutu'

de

"ombre una clase los intereses comuflesde Esta ntteva ert

general' deñende un supuesto interés

partícular'

conttrttárri"ittiaáo "p"tttt

1845' .ñéñre Formulada formulada en r84r tl"tamente

La id e olo gí a alem ana:

la comunidad' el se emancioó de Ia propiedad privada En la med ida en que Ia sociedad civil; de v ruera

tit:t#;;;lit'üi¡n"¿" '* sinembargo,éit"t,*;;;;;'larormadeort:i';,T'r".:ffi

Estado alcanzó

ar."r, p.'u ti, tanto de garantizar

en

relación al exterior cuanto

rttrr;;;;;

Marx y Engels no se limitan I

::"tt5'f;ffi :

iilereses''! su' ptopit¿'aes v sus

a

de clase del Estado; mostrar la naturaleza

una sociedad indicantodavi".o*o-.,.u¿.fensad'elosinteresesdeunaclaseparticularse de que el Estado' en

preci"*t"ttli'*¿' a"t tt"tt'ode la reoresentación de todo 1o que tt mo"opotio ciividida en cI*"'' *'ul" en Ia cual los individuos

procesa

l'*'ou^J'!áu" ti ri

común (o u^"t"uü' 11tma ["']' de eso se valer sus intereses comunes n"ttrr dominarrt," clase una de de la mediación comuneslasan a través i"'tit"io"t' las todas que deriva eI modo por porititu'''1 En otras palabras: ut'lát*" en Estado V del ae clase'consiste precisamente "tiutt' t;it;;;'oÁ''uooo Estau" el eI cual en forma monopo'" sociedad'apropiándose (o universal)' el hecho ot q" a"iI-i-ttzan común es qt" tá dttñ;;;to"tt*i""*' t" todas " lica de Marx y Engets' es del Estado' para los ióvenes fu"ti*"*i*o de Condición civil" en cuant'o "restricta" y que la "sociedad l'fttu política la que '"" "t'^ "átt'"'ni'"ua"' puramente privada' tal, sea una esfera

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Puebros unidos' 1es8'

'u"'^l'o*l'o'rrrontevideo'

lbid.

18

p76'

del Estado será claramente Esta nueva'concepción marx-engeisiana teoría de la revolución socialista et el Manifiesto del la con relacionada partído Comunísta, publicado en 1848. Después de mostrar la originalidad que se refiere a la estructura de clases -es decir, el del capitalismo en lo de la burguesía se caracteriza por haber simpliñcado "la época que hecho de Marx y Engels af,rman: "El poder político clase"-,'s de los antagonismos que un comité para gestionar los negocios es más no del Esrado moderno burguesía la [...] El poder político es poder organizado de comunes de toda de otra" opresión '6. Marx y Engels no son suflcientemente una clase para la el modo (o los modos) mediante el cuai el sobre Manifiesto, explÍcitos en el Pero, al hablar de "podet organizado de ciase. naturaleza su valer Esrado hace del personal del y la naturalezaburocrática insistir en al parala opresión" Estado, indican que la materialidad

institucional del Estado

se

limita -

o se

expresa preponderantemente - en los aparatos represivos y burocráticoejecutivos. Está así formulada la esencia de la concepción "restricta" del Estado: este sería la expresión directa e inmediata del dominio de clase ("comité ejecutivo"), ejercido a través dela coerción ("poder de opresión"). La afirmación de que el poder del Estado se impone esencialmente por la coerción, aparece más o menos explícita en la idea de que Ia sociedad burguesa, al contrario de las sociedades de clase que la precedieron, no es capaz de "ejercer su dominio porque no puede asegurar la existencia de su esclavo"r, es decir, del trabaiador asalariado. La ley del movimiento del capital conduciría el proletariado a la pauperización absoluta. (Como se sabe, Marx abandonaría más tarde, particularmente en El capital, esa teoría de la pauperización absoluta, la cual tal vez ha prevalecido en una etapa primitiva del capitalismo, concentrada en Ia explotación a través de la creaci6n de plusvalía absoluta, pero que ya no tiene validez en Ia época del predominio de la piusvalía relativa. Esa alteración en Ia forma de explotación, posibilitando una política de conquistas parciales y de "concesiones" a 1os trabajadores, modiftca también el propio modo de actuación del Estado, un hecho que -como veremos más adelante- será tenido en cuenta por el último Engels, cuando se reflere al carácter "contractual" del Estado moderno)' Debido a la tendencia a 1a pauperización absoluta, que llevaría a 1a necesidad de una coerción permanente, la lucha de clases asumiría inmediatamente la forma de guerra civil: "Esbozando en Iíneas generales las fases de desarrollo

15

K. Marx y F. Engels, Manifiesto del Partido Comunista, en Archivo Marx-Engels (www.marxists.o rgl espanol/ m-eh 84os/48-manif.htm), passim.

16

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17

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"comité eiecutivo" el hecho de que' sin emuargo' destacar Quizás más importa;;;"t;" tt valen por primera vez de la orecisamente en esre t#';;;;;r"gtrt

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;.o* 1".,á* o" "u"¡r' po¿"" p"''" deben hacer en :lil',::t::il¿liii:[X proletarios en la fJrcrnao lo que los para tornarla "permanente"

(y como medio democrático-burguesa nuevos gobiernos *;; t;;;;á:'At'lado de los gobiemos dirección del sociatismJi' obreros inmediatamente atu't'-anástituir o¡"'o' los ofrciales, de modo tal ¿t clubes o de comités obreros' f"'*' la en el revolucionarios, [...l.pierdan inmediatamenre que los gobiernos o.*;;;;"'_u*gu.r., sobre el carácter depoder apoyo de los

obreros"''5;';;;t ;

haYa dud'as

y Engels insisten en el n^ráletos' Marx "gouie'n"l deesos efectivo "'*t"t" estu' " armadosy organizados"''6 hecho de que etlos ¿tUtn rcórico-poiitico período inicial del desarrollo si resumimos b"";;;;;; más o menos articulación podemo' detir qut existe una cte Marx y fngels, formulaciones: ,iguroto ."ttá 1as siguientes especie de según la cual este seríauna . tjna noción "'"'*"t"]áti usrado' e inmediata)' directa ,.comité elecutivo,, ¿e rá ctase dominante(su expresión de t"tn*u civii y se vale esencialmente un organismo qtr" ut',"ttt'"i^ sus funciones' la coeición para eiercer bipolar y "simpliclases como conflicto . Una concepción de la lucha de que puede y proletarios'como una confrontación necefi.cado" entre burgueses llevará que civil más o menos ocuha"'

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25

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25

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85os/so-circ'htm)'

"revolución . una visión de la revolución socialista proletaria como que tiene su momento resolutivo en la constitución de un

Dermanente,,'

ion,rrpod.r,

es

decir, en la creación -al iado y en confrontación con el poder material armado delaclase obrera, que debe "derribar el poder burgués y ponerse en su lugar (una formulación

burgués- de un poder

,iol-.nrr*.n,.,,

idea de que la máquina estatal que sería posteriormente completada con la "quebrada" no solamente apropiada- por eI ser debe -y áe 1a burguesía

proletariado). Una percepción de doble poder como algo transitorio, de corta duración, contendores, sino que no solo implica la eliminaciónviolentadeuno de 1os dos .

parte vencedora.'7 también ia construcción de un gobierno dictatorial por la

z.z. Digresión sobre el último Engels Pronto veremos cómo las concepciones de Lenin y de Trotsky (y de los bolcheviques en general) sobre el Estado y la revolución -así como sobre la dualidad de poderes como elemento necesario de esa revolución- son una continuación más o meno§ directa de esas ideas de Marx y Engels, formuladas entre 1848 Y 1850. Por otra parte, como consecuencia de la codificación dogmática y empobrecedora que las ideas de Lenin sufrieran en manos de sus presuntos herederos, tanto de orientación estalinista como trotskista, ese cuerpo de ideas - bajo la infeliz denominación de "marxismo-leninismo" - pasó a ser considerado por muchos, adeptos o adversarios, como la "última palabra" de los marxistas sobre Estado y revolución. A causa de esto, me parece importante llamar la atención sobre el hecho de que la concepción "restricta" del Est¡tdo y el paradigma "explosivo" del proceso revolucionario fueron superados, por lo menos parcialmente, en las obras más tardías de Marx y, especialmente, de Engels (que vivió doce años más que su amigo).

27

De eso resultaría la convicción, que Marx explicitaría después, de que la lucha de clases conduce necesariamente a la "dictadura del proletariado". En su célebre carta a J. Weydemeyer, del S de marzo de 1852, Marx - como haciendo un balance de su producción teórico-política en el período que estamos analizando - observa: "No me cabe el mérito de haber descubierto la existencia de las cl¿ses, ni la lucha entre ellas. Mucho antes de m í, historiadores burgueses ya hab ían descrito el desarro llo h istórico de esa lucha entre las clases y economistas burgueses habían indicado su anatomia económica. Lo queyo traje de nuevo fue demostrar: t) que la existencia de las clases está ligada solamente a determinadas fases de des¿rrollo de la producción; z) que l¿ lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del proletariado;3) que esa dictadura es nada más que la transición a la abolición de todas Ias clases y a una sociedad sin clases" (cl Archivo Marx-Engels [www.marxists.org/espanollm-elcar¡-¿sl

ms-¡¡¡-s2.html).

que Engels escribió ia famosa "lntroducción" Tomaré aquí solo un eiemplo: i' reedirión de Lastuchas de ctase ut antes poco 18es, en

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postctones enFrancia,textopublicadoJr-tñui**'eporMarx:itt?";tlj^t^1^l1tjl. una autocrítica de las

e"pñtit'*""tt período ton t't*-*l ;'d"';;;- en el

d,ucción, Engels emprende

que antes analizamos' algunas nuevas formula él to"stt'.r"t'ci"' ;" reS;' 1848 v entre decir, es las cuales se encamtnan p""'a el movimiento obrero' propuestas est'*tegit"' de la transición al socialismo que tffiá;;";;epción necesidad en el sentido de io

eue, iuntamentt

en la

de insistir proceso;;;;' ^sí' después ra rucha de la clase ..revisar la viera ,á.,i;i"; ;l;r.tñ:", y defender de Engels afirma: ert ttrt

base

con

obrera dentro a. ro,

*ar'J.ri.JJiri.g"rta"d

cambia¡on en Si las condiciones

democrática,

no han la guerra entre los pueblos'

de

golpes ut^**t' Pasó el dempo de losconscientes cambiado *t"o' r"'u"'""itn" por pequeñas minorías sorpresa, de las frente a

,uuolu.ion.' "iecutadas

intente ltansformar

á11t*'qu" se *""' inton"itnit'' 'o"a" las propras es necesario que t"otltatd' ¿t r' o'g^"átián trata ["']

completamentt masas cooperen ..,

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qu. t,ayan ya comprendido

sin embargo, n"u out""i''J*t'át

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de 1o que se

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que esa nueva Es interesante observar

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se apoya en una

'* ;;;í;r,i;,:,*,:,::dilili**'m,mll'T,1TJil::""J"i1T5 un pacto; ::Hor.xll:::::":;::,:;iHñ;;,'*:;i".T1,1f,".1:";,ffi "'J*J' ii rti"a"t modernos ' es producto de ;;:-

t" gtt"'"t'

prínsí y, después , delos pacto de los príncipes-entre un de orimeramente, todo es anulado y la 'cipes partes viola el pactl' las de una pueblo'Si el

Estado

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Marx sobre la nu,u.uü)""uJ.ür. F. Enqels, M

"lntroducción" a

arx-Ensels (www

descubrimiento está ciertatnente entre 1as mayores co.tridel Estado, cuyo a la teoría política, sigue teniendo un papel decisivo marxismo del buciones formulaciones del Engels tardío. Sin embargo, él ahora ve que nuevas las en

(como la dominación de clase no se maniñesta solo a través de la coerción ,,poder opresivo"), sino que resulta también de mecanismos de legitimación

que aseguran el consenso de los gobernados (es decir, también resulta de un "pacto" o "contrato"). Por otro lado, esos mecanismos de Iegitimación y

obtención de consenso se encatnan en las nuevas instituciones que, gracias en gran parte a las luchas de la propia clase obrera, se inscriben er-r el seno de los modernos aparatos del Estado (parlamento electo por si-rfragio universal, partidos políticos legales y de masa etc.). Y, al percibir la emergencia de esas nuevas determinaciones del Estaclo, Engels puede dar una formulación más concreta a la cuestión de la forma polídca de la llamada "dictadura del proletariado": "Una cosa absoiutamente cierta -dice é1, en 1891- es que nuestro partido y la clase obrera solo pueden llegar al poder b ajolaforma delarepública demoercitica.Esta última es, incluso, la forma especíñca de la dictadura del proletariado"3'. De esre modo, si la lucha de la clase obrera por el poder, así como el elercicio de su propio poder deben ocurrir en los marcos de una república democrática, se modifica de manera más o menos substancial la idea de que la transición para el socialismo -la revolución- implica la creación de un contrapoder armado de los proletarios y Ia "destrucción violenta" de toda Ia vieja máquina estatal. De ese modo, se puede afirmar que, ai introclucir (aunque solo embrionariamente) esa nueva determinación "consensual" o "contractualista" en la determinación del Estado, el Engels tardÍo fue el primer marxista en emprender el proceso de "ampliación" de ia teoría del Estado. Y es importante resaltar que esa "ampliación" conceptual se dio como respuesta a la ampliación efectiva que se procesó en la esfera política en el último tercio del siglo XIX. Puedo aquí dejar de lado, mencionando solo de pasada, la posición de los pensadores llamados "revisionistas", en particular las de Eduard Bernstein y del último Kautsky, que han pretendido desarrollar de modo sistemático

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na su antigua : i1.'-":' l ]:' 1: estatal.3o Esa determinacton poder a. ,oao

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1850' en Archivo

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marxists'o;ti::;';;ñ:;irasos/francia/rranciar'htm)'

(de relativamente tardía en una de sus obras constalar cl¿ramente enArchivoMarx-Engels 3r reaq\,Etorigendetofo^¡t¡o'a'ipio'iiÁai"*o"oelEs¿ado Este libro aún contiene

29

rbid.

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Es lo que podemos

(www.marxists'o

'nt"t 'no"l!"ilitá'iít'éttl'iotx'htm)'

mencionando de pasada, trazos significativos de una concepción "restricta" del Estado, aunque las experiencias de Luis Bonaparte, en Francia, y de Eismarck, en Alemania, han hecho a Engels dar más atención de lo que hacía en 1848 a Ia áutonomía relativa del Estado capital¡sta en relación a la clase burquesa. F.

Engels , "Crit¡que du Programme d'Erfurt", en Marx-Engels, Cri ilque des prot¡ronrnrcs Gothaetd'Erfurr, París, Éditlons Sociales, 1966, p. ro3.

de

I

rasobservacionesderEnge[11'*:iIllHXl[;l,TX."jlit":i!'i:*f con argucia Ia emergenc.taJ;-

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el parlamento papet asumiao por

::lil'"'i'j:"iHrilittlh*i:i'rH:'#"#"Hl'ff "H; (una ¿* fenómeno estatal

de esta Pc-tucv' iffi diante Ia combinaciÓn ,,

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",r"-*. :;;;;'';;"""'.^.,:;:.".""T'JIilJJ'::':lTffi ;;i,g"i,¡,n.,n*.i.,v

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concebir lo que Engels mo v d,emocracia, a

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comoargoror*"ao'oroi'oi;;;Ñ;;t:i::::'#i*'k1:::ff'[H: to que haría o:,tt" ,".i.,*"..,"

1t^lTl.-*'.t.*."ios

"neurras",

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"r*'.irt*'"te ,."^, á.t inrerés de-muchas

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pretendran' lli*;:*x:::ffi i[1li::l':.jilll?i]'iu;;;;;;'vacíónvp'r marxismo'

lo tanto, en vez de ';;;;;;u"*tt"t f''e adherir lo que realme"tt t'ititián social' fa. t" ttu"trormación

el

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como

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poderes en Lenin y Trotsky z3.Ladualidad de que' por de febrero de 1917 de la Revolución rusa estallido el Fue ante

j13;:il*:'::Li!j1,t-Iiii.':";""'1i,igr ,,*;;":''"11-::'tri tt:"^::;:"rl teorta Lerun su el centro de 1" ,"" texbsnc'**irü't'".* ."*,or de Marx y Engels, de los un profundo conocedor ,-, formula sus proplas ;;;;;; a estos autores cuando t"it'*"i" no hace ninguna

observacione""u'"liá"ure

;r*ffi ,.:y

[rn^*':i'Jiir,1]i"".;ff ::l;"p*""á'^rasituación jru: t:}'i'

y''

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Jualidad ,,et p.outema del poder del Estado, [...] fundamental entodarevolucíón".3a .s doble poder, no es difícil con todo, aunque Lenin subraye este..inédito,, que su posición que al respecto, escribió n"r.ibir, cuando leemos los textos y Engels en Marx de las formulaciones I..r.u ¿. la cuestión sigue de cerca del cuestión la en que todo' se revela, antes ,g¿S-rSSo." Esa semeianza un emprende Lenin febrero' gri"¿o. Tan pronto estalla ia Revolución de de específico obietivo el ,iguroro .r,udlo de la teoría marxista del Estado; y revolución, la Estado El en .i"c. .rtu¿io -cuyos resultados están reunidos agosto-septiembre de q,.r. ,uuo su redacción definitiva en los meses de "tergiversaciones del marxismo" por los rgrZ- es combatir lo que él llama de por los de Ia Segunda Internacional, en Rusia representados

"áportrnist"s"

hacer eso es"TestaLlrar mencheviques. Y Lenin cree que el meior modo de E§tado"':ó sobre el Marx de doctrina la verdadera por lo tanro, Lenin no contempla 1a posibilidad (o Ia eventual necesidad) al concepto de renovar esadoctrina, incorporando nuevas determinaciones la para enfrentar histórico-materialista de Estado. Le parece suflciente, sentido el de doble poder con que se encara y encaminarla en

siruación

modo de la revolución socialista, concebir el Estado del mismo

ili::i{i:*

I;,,;;lr: ::

l t'"0:: lltliSlt.l :l?ili "'-;:# 2ss-33s.Para una zst-zs8y , ,;. t'"'''Y;.;':;;rá.eocutt'ftto¡;Marxismo Terra' Pa7 e i"

orrodoxia y revisionismo",

"restricto"

manera como Marx y Engels lo habían hecho en 1848-1850 y aceplar Ia parece Me revolución' de Ia noción formularon ellos "explosiva" como 1a producción de e§pecíñca "fidelidad" a etapa una que esa piausible admirir preocupación marx-engelsiana tiene una razón que trasciende una posible en su raramente muy por que, maniñesta cierto, él (preocupación de Lenin tipo un con "ortodoxia": enfrentaba se ruso el líder de obrá) con cuestiones de Estad.o y con una situación revolucionaria que se asemejaba enormemente

prusiano de 1848 y al tipo de revolución ("permanen[e") que Marx y Engels suponían que ocurriría en Ia Alemania de ese entonces'37 al Estado

:::l*? ;[tTHi". i:]::i!l

y del último ión teórica de Bernstein bibliografía sobre la Prodltr.rr¿o tor.nsayos de_lring l-etscher, Existe una extensa

2'u 32 3

prcder'':'

de ia Rusia de entonces: "Un aparticularidad extraordiespecíf,ca concreta en que elia engendró una irrtu*..r,. notable de nuestra revolución consiste y de poderes".33 Lo que, según Lenin, puede debe ser generalizado

33

V. l. Lenin, "La

dualidad de poderes", enld.,Obrasescogidas,Moscú, Proqreso' s d ' v'

2'P' 4o'

34 35 '

lbid. Ieninista Una ¡mportante diferenciación se manifiesta, ciertamente, en la concepción pesar de la del "partido de vanguardia" como sujeto revolucionario; sin embargo, a importancia de estaioncepción para la teoría de la revolución en Lenin, el examen de esta problemática escapa a los obietivos de este ensayo'

36 V.l.Lenin,ElEstadoyl¿revolución, enld.,Obrasescogidas,c\t,v 2,p'299' i)orr¡t*",Río de t¿neiro' mayorprofundrzación'cf'lasexc:tt*::':::':':;r 4suspremisashístórico'ldeolóqicaselo 37 ciertamente hay, en las posiciones de Lenin, más allá de la cuestión del partido, bernsteiniana del marx.tsmooí, Kautskg u

revisionismo. La crítico bo' 1e75' especiarmente

ir;..i;;;;¿;'i' "'ii''"'^''i

, o'a'ü. a. t.', adori, pl-'liiiá;á,.'r;.i,r"n" pp'2s6 v ss'

Feltrrnet' t"i¡aista 88o/1e38' Milán' 1

-26

otra característica distintiva de gran importancia: mientras Marx y Engels , en el Manrfesro,

gobierno? El proletaríado clase de ese ótro

y los campesinos (en uniforme tal y como Marx Engels en 1848, también Lenin inclica ia de soldado)".4'Y, por conservarse de mucho tiempo esa situación de doble imposibilidad 'entrelazamiento' la menor que duda "No hay de ese [de poderes] poder: de mantenerse por mucho condiciones tiempo. En un Estado, no está en no pueden exístir dos poderes. Uno de ellos debe redttcirse a la nada [...) La dualidad de poderes no expresa más que un momento transitorio en el

en un momento entender la razón por la cttal Solamente así podremos "contrac' Estado de tipo un occidental y central Ya conocían de consenso de legitimación y de búsqueda rual", en el cual los tp*t*o' el caracterizar en insiste aún - Lenin desempeñaba., '"' puptt i*po"uttit Marx más restricto de lo que hacían "restrictolli"t u"' Esrado de modo "'itt 1o que se da el nombre de "la'fuerza'a p"^ y Engels en 1848-1850' especiales de ["'] en d'estacamentos Estado [...] consiste fut'o"*tt"ut*ente t" árcposición cáicettt y otto.t-'tl:1:::-1: hombres armados, que tit"trr " apararos coercitivos y represru* Estado, así, reside para éi en sus

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curso de una revolución".a' Ciertamente, incluso aquí en concordancia con Marx y Engels en 1850, Lenin resalta el papel del consenso en el proceso de superación de la dualidad de poderes. Mientras Marx y Engels mostraban en la Circular que una de las tareas de los contra-gobiernos obreros era "la destrucción de la influencia de los demócratas burgueses sobre los proletarios",c t.r'n afirma -en un sentido algo diverso- que los obreros y campesinos, representados en los soviets, deben ser convencidos de la necesidad de asumir tqdo el poder,

fundamentales ioticía sonlos instrumentos tan restrictiva def,nición una de estat;I"'i' Delante cle la fuerza del poder (deflnición *t',+"i:t^"-":U:'1: dtt f't"do de la estructur" it"titt"ion"t Estado ruso de entonces' s1n0 específrco al solo aplica irr"Or,t."* no tttado capitalista)' no es de sorprender generaliza para todo , t'^ü-lt' contrario de Marx observaciones en sentido que, d'eiando de lado varias de explícitamente - y umbién aquí

vos: "El eiército

r"'**nt*tl

la

derribando al gobierno provisorio de la burgugsía:

tL y Engels después At Estado "nrme 'uso'ia substitución del Estado burgués por el "qlt modo generalir^¿o 4o' revolución violenta" ;t"d; es imposible sinátuna el marco de poderes se inserta en dualidad ta El concepto t.niniu"o de la "explosiva" visión "'"t;t*;;;;irstaao y ie esta de esta concepción los y de lado' por un gobierno provisorio' revolución. El doble poder del había Marx como modo p"t ttnin -del mismo soviets, por otro' t' "i'' l¡"ional y la Corona en la Revolución visto la oposicion tn*t iu 'i''"*ii"" bipolaride un conflicto de clases alemana d'e 1848 -como manifestación que' En iunto poderes? qt" t""ti""¡" g"alidad de zado y exacerb'¿o' "¿u" otro gobierno formó delaburguesía'se al gobierno p'o'i'o'io' 9obierno de y soldados' ¿Cuál es la composición el soviet ae aiputaáás obreros

[El Gobierno Provisorio] -dice él- debe ser derribado, ya que es un gobierno oligárquico, un gobierno burgués [...]; pero no puede ser derribado inmediatamente, pues se mantiene gracias a un acuerdo directo e indirecto, formal y efectivo, con los soviets [...] Para convenirse en poder, los obreros concientes deben conquistar la mayoríal. mientras no exista violencia contra las masas, no habrá otro camino para llegar al poder. No somos blanquistas, somos marxistas.aa

Esta colocación podría hacer suponer que Lenin se acercó a las posicionts de Engels en r89s: la violencia de la clase obrera solo se lustifica (y solo es eficaz) cuando se presenta como respuesta a la violencia de la clase

[...]:

;;; " ;;;;i';; ;;;;:';';;;;; ;; "' "i'' d.:l,TÍ:::::i1"1T11"",11; ;i:ilh:: ;::i:::::il::;'TH',i:"T:';'#il;;:l¡ili,:l1f :::,i:'f :::::'J:*llli.l: á; ffi:'i::T::1íi:i:T: ilH; ;.'. ., "i,i"' :*"j,T::iJ ;::1""#:ffi1; -' ::T-il::.T¿'"[:::;:;ffi unconcepto,ademásleJt9l1nparteoe5uóuLvr¡q'\1'|''r::láÍi:ffi E:ü{":lli.:r:,,:'ii1[,ii;[lf :,élfuecapazdepercibir r7'{/' Ar' x:x!1111::.ljt"^TLol""o'*o )rqru "id¡tor¡alsislo L0ltOrlal ,'simplificado", PueblO?, l,,Zi'' sonlosamígosdel

:ánflicto "simplificado",

^,íiá,a,tpueaioz, sob"detlerminaciones.ql,"#,li'j,.-"",os absolutistas:"J.,ilil;;;úitiples :: l,iJ 1$"'J:'::I',:J:: :,:HT.¡,ü i;::-.::,.::: * :.:l:::H,::;::,':i'j"T; pruurErIra ue ¡qJ -- - -

el ' ;xH:;ñ;''";;;'"Ít"_1,':*':":,,ilTf parte ;:ii:,:l:il:i:ffi feudales, cuestión campeslna' n'I;n:T explica en gran io¿aui'' lo0avla' esd rrrdvur svr r!' '' -

la

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) del imperio ruso etc')'

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38 3s 40

explique también vez exorioue ":''"'v:l-:"^i:1"^*lÍi11T,", de

v

Lenin, El Estado gla revolucíón'cit'

lbid. lbid., p.315.

sus

3o8'

ra la

dominante, es decir, cuando esa clase, rompiendo el "pacto" sobre el cual se funda la legitimidad del Estado, intenta impedir por la fuerza el acceso de Ia clase obrera al poder por las vías legales y constitucionales. En verdad, no es este el caso. En primer lugar, mientras para Engels la "dictadura del proletariado" solo puede tener como formapolírica 1a república democrática (en 1o que él revela concebir Ia "dictadura del proletariado" no

41 ' Lenin, "La dualidad de poderes", cit., p.4o.

42

V,

l. Lenin, "Las tareas del proletariado en nuestr¿ revolución", en ld., Obras escogidas,

cit., vol. z, p.43.

43 44

Marx y Engels, Circular del Comité Central a le LiEa Cornunista, cit. Lenin, "La dualidad de poderes", cif.-, p.42.

I

Estado)' como el contenido social del nuevo como un tipo de régimen, sino con la consecuente toma de laáualidad de poderes en Lenin' implica la destrucción completa del pod,er ciei Estado portt p'oitt^riado' "tiene (u"o de los dos poderes' como é1 dice' cle la vieia máquina.statul enteray la constructigl d: un tipo de Estado ü-" ,., t.¿".iáo a la nada") pa'a el líder bolchevique' la posibilidad mente nuevo. O. ert" fo'má áo hay' formas por el último Engels - de que determinadas -claramente admitida que se ma..vieio,, aparat,o del Estado (precisamente ias e instituciones del seanrecogidasy superadas e'nla nifiestan en una "repúblicaiemocrática" ) lugar' el consenso que Lenin tiene nueva conf,guración estatal' Y, en segundo por las y Ápecíñco: implicala aceptación en vista, es un consenso f"ci'o "partido de gratias a la acción educadora del masas obreras y ."*pt'inus, por medio la dualid'ad de poderes vanguardia", de Ia necesidad áe superar ,á,,r.* "a la nada" el poder contrario' Y' de una revolución violenta,qu. gtn""lización inequivocamente abusiva' si sobre esto, Lenin promueut utta. y Engels: la producción teórica de Marx tomamos en cuenta el cán;untoie

i"."r.*.ió"

Uánsferir la máquina burocrd,tica-mílitar de una mano a otra, antes, la de y eso es esencial para cualquier revoiución popular en el

j- ,i A"

arrotrrla;

Conúnente"o'' v

por

"máquina burocrático-militar" atento, en 1871, al hecho

MarxLa doble limitación establecida .,en el Continente" - parece indicar que é1 ya estaba

"ampliar" (o ya se amplió): en países Unidos y Holanda, por ejemplo, el Estado no se como Inglaterra, Estados "máquina burocrá¡ico-militar", sino que ha ampliado su gama reduciría a una el desarrollo de aparato§ consensuales (parlamento, de actuación mediante de un "pacto".a8 No hay en el trabaio maduro etc.) que implican y/o resultan de lo que afirma Lenin, ninguna añrmación contrario al y Engels, Marx de

á. qu. et Estado capitalista

se puede

que tales aparatos consensuales deban ser rotos o destruidos. Lo que en pued et cambiar de ello se puede constalar es Ia idea de que tales aparatos c1e

revolttcionario,O.",o*pt'"tu*aq"i"utstatal'Ciertamente'MarxyEngels la Comuna

es el caso de las asambleas electas por sufragio universal) o función(como adquirir nuevas determínaciones (fusión de poder eiecutivo y poder legislativo), como podemos ver en los comentarios de Marx a Ia forma estatal "la forma política al fin asumida por la Comuna de París, que é1 consideraba del trabaio".o'Y la emancipación cabo económica para a llevar descubierta afirmaya permite mencionada que la la entender idea esa precisamente es que es la forma democrática de ia república 1891, en hecha Engels, ción de proletariado". "dictadura del insistía en que llamar éi todavía delo específica Ahora, esta distinción entre lo que debe ser "roto" y lo que puede ser conservado y/o transformado -distinción que ya implica un concepto "ampliado" de Estado- no está presente en las obras de Lenin, lo que me parece explicable: en la medida en que, operando en las condiciones del Estado feudal-absolutista de la Rusia de su tiempo, Lenin deflne el Estado

-rp..l"f.*re

... ..

..Lanecesidaddeeducarlasmasasenesta_yprecisamenteenesta_ideade

larevoluciónviolenta,formalabasedercdaladoctrinadeMarxyEngels"'4s Estado en Ya nos

referimos

't

t'etf'o

Lenin, se liga especialmente dad sociai,

"restricta" del de que la concepción que él trabaia en una reaüde Ia circu"'tancia

' uno de los Estados más Rusia zarista, que posee efectivamente ese condicionamiento de Ia Europa de su iiempo' Y es también

1a

"restrictos" en la base de la interpretación histórico-nacional el q;;;t p"tttt """' sobre la necesidad' en el proceso lenineana de la idea de Marx y Engels Imperio ftancés y durante poder en que ta toma revolucionaria del de París- insistieron frecuentemente de la destrucción la o la ruptura por pafie del proletariado, debería implicar supercenEstado el particularmente' máquina estatal, teniendo en vista' en la época del Segundo

vieia que y refárzado en el período napoleónico tralizaclo creado por el absolutismo subrayar importante es Sin embargo' siguió a la gran Revotuclón fra"tt'á'ou se limita a los aparatos burocráticos "romper" que que, para ellos, lo que tray esa supercentralizació¡r' En y milirares del Estado, en los cuales se expresa de 1871' Marx escribe: "Usted verá una carta a Kugelmann, del I'z de abril francesa no será más' como que [..J ei siguiente inttt'to de la Revolución

4s 46 .

Lenin, El Estado g la revolución'

cit'' p' 3o7'

Escrrliosoobserv¿rque,enestapercepcióndecontinuidaddelproces:9tt"-ltlt]:1T'U' el diagnóstico de Marx se aproxtma del Lstado f, ancés aún despuéi d" ta Revolución'

L'ancien régime etla révolution,Pa¡is' mucho a Ias conc'rr'"r", ál oi"-'s de Tocqueville, Callimard, 1967.

.....f. ..................

4t 48

K.

Marx, en Archivo Marx-Engels (wwwmarxists.org/espanol/m-e/canas/mlz-¿-zl.htm).

máquina burocrática en estos tres países, según Marx, justifrcaria posibilidad en los mismos de un camino pacífico (esencialmente parlamentario)para el socialismo. Fue lo que el admitió explícitamente en un discurso pronunciado en Ámsterdam, el 8 de septiembr€ de 1873, por ocasión de un congreso de la Asociación lnternacional de los Trabajadores (citado en M¿ximiiien Rubel, Crónica de Marx, Barcelona, Anagrama, r963, p. 134). El escaso peso de la

la

49

K.Marx, La guerra clvil en Francia, en Archivos Marx-Engels (www.marxists.org/ espanoUm-e/t87os/gcfran/index.htm). En este mismo texto, Marx dice claramente que "nada podía ser mas ajeno al espíritu de la Comuna [de Paris] que substituir el .sufragio universal por una investidura jerárquica". Si tenemos en cuenta el movimiento que va desde la disolución de la Asamblea Constituyente y de la supresión del sufragio universal para la elección de los soviets, en la época de Lenin, hasta I¿ clara "investidura jerárquica" de los cjirigentes, en el período stalineano-brejneviano, podemos ver cómo la experiencia de l¿ ex Unión Soviética se apartaba de la letra y del espíritu de las proposiciones de Marx y Engels sobre el gobierno de los trabajadores.

modo.,restricto" -es decir, como algo cuyos "instrumentos fundamenparezca tales [son] el eiército permanente y Ia policía"-, es natural que Ie casual no es Así estatal. necesaria }a destrucción de todala vieia máquina como presenta que "socialista", Lenin que Ia "democracia proletaria" o radicalmente algo como aparezca ia forma política del nuevo poder, le diverso del coniunto de las instituciones democráticas de tipo consensual

en particuiar, de las revoluciones proietarias Lenin en 1912 que insistía en lo "inédito" del áoble poder surgido en Ia Revolución rusa, Trotsky af,rma que "la dualidad de poderes es una condición peculiar a crisis sociales, característica no exclusivamente de la Revolución rusa de t9t7".s' En seguida, con su habitual talenro historiográfico y de modo convincente, Trotsky analiza tanto las revoluciones inglesas del siglo XVII como Ia gran Revolución francesa a la luz de la problemática de Ia dualidad de poderes. Sus análisis, tales cor"ro los de Marx, Engels y Lenin, se apoyan en la idea de que el fundamento social los procesos

de

y socialistas.s'Al

(siempre despectivamente) o contractual, que caracterizan lo que él llama "democracia burguesa", pero que Engels prefeiía llamar, sin reducciones ,,república d.emocrática". Para Lenin, leios de ser fruto de un clasistas, "pacto" o la "forma especíñca de la dictadura del proletariado"' como para ,.la república democrática es el meior envoltorio político el último Engels, d.e

intereses últimos son radicalmente antagónicos entre sí.

Más allá de la explícita generalización de la situaciórr del doble poder para toda revolución, otra novedad en la formulación de Trotsky consiste en una definición más matizada (o menos "restricta") de la naturaleza del Estado; éi ya percibe que la correlación de las fuerzas sociales en lucha tiene

"burguesa" Esra radical contraposición entre dos tipos de democracia, y .,proletaria,', me parece que es eI resultado de la concepción lenineana resuelta por la áe ia dualidad de poderes: si esta dualidad solo puede ser

,,reducción a ia nada" de uno de los dos poderes, la revolución socialista lapso debe ser un momento explosivo y violento, concentrado en un breve (ya materializado formación en proletario poder el cual el en de tiempo, poder de las clases en organizaciones situadas enteramente fuera del vieio

una influencia, aunque relativa, en la política ejecutada por el Estado. Dice él: "En la sociedad, existen siempre clases antagónicas; y la clase desprovista de poder se esfuerza, inevitablemente, para inclinar a su lado, hasra

cierto punto, el curso del Estado [...] El carácter de un régimen político es directamente determinado por la relación de las clases oprimidas con las

que este último dominantes) destruye completamente las instituciones en punto estas conqué hasta para examinar el lugar este se encarna. No es por "restricto", y' otro' de Estado un de por lado, un cepciones d.e Lenin de lapso un corto en "explosivo" y concentrado algo como laievolución de la concretas condiciones las a efectivamente correspondían tiempo sociedad rusa de la época. La eficacia (por lo menos inmediata) de la táctica

clases dominantes"

esta correspondencia realmente existía. matices También escapa a los obletivos de este ensayo recordar varios de los

de heterodoxia:

que, en los primeros años de la Internacional Comunista (r9r9-1923)' Lenin introdujo progresivamente en sus concepciones, relativizando explícitamente sobre los y el valor de la experiencia de la revolución soviética advirtiendo occidentales.s' países para los generalización su equívocos contenidos en pára rales ob jerivos, riene mayor importancia recordar el modo por el cual, generalizar la trece años después de Ia Revolución de rgrz Trotsky buscó

¿Estaría el fenómeno del doble poder, hasta hoy insuficientemenre estudiado, en contradicción con la teoría marxista del Estado, que,considera el gobierno como el comité ejecutivo de la ciase dominante? Es lo mismo que preguntar: la oscilación de precios, baio Ia influencia de Ia ley de Ia ofena y de la demanda, ¿contradice 1a teoría del valor-rrabajo?.s5

problemáticadeldoblepoder,convirtiéndoloenuna..leygeneral,'detodos

El Estado y la revolucíón,

vol.3, p.353 ss.

Cf., en particular, L. Trotsky, 'A dualidade de poderes", en ld., A história da revolugdo .russa, Río deJaneiro, Saga, r96Z vol. t, pp. 184-t9t (versión al español,'La dualidad de poderes", en Historia de la Revolución ruso, Veintis¡ete Letras, 2oo7).

cil., p.306'

5rEstas"correcciones"estánexpresadasespecialmente(peronosolo)enV'lLenin"'La Obras escogidas' cil enfermedad infantil del 'izqúierdismo'en el comunismo"' en ld '

s4.

Esta deñnición del poder del Estado cotno una "relación" (o, mejor, como el equilibrio dinámico de una correlación de fuerzas), posición que iría a ser después explícitamente asumida por Nicos Poulanrzas, es percibida por Trotsky como algo que escapa a la deñnición "restricta" del Estado que era propia de Marx y Engels en 1B4B-185o, y de é1 mismo y de Lenin en 1917. Tanto es así que él mismo se apresura en responder a una posible acusación

ydelaestrategiaqueélinflriódeestasconcepciones,pareceindicarque

Lenin,

conlrario

y,

de

del doble poder reside en la oposición entre ciases o bloques de clases, cuyos

que se puede cubrir el capitalismo".so

so

revolucionarios

53

lbid., p. r84.

54

rbid.

55

lb¡d., p. 190.

'

I

la teoría del valor y la ley de la En la medida en que la relación entre de ta dialéctica marxiana' oferta y la demanda, en el esquema metodológico (a través' naLuralmente' de la paso de lo abstracto a 1o concreto ñi;;

""

conversiónpreviadelvalorenpreciodeproducción),esposibledecirquey

irotsty

clases dominantes i.rtroducir la correlación de fuerzas entre

*f

l

repone pero al mismo tiempo "comité eiecutivo de la i'ron¡or*ola caracterización del Estado como de pa§ar de una teoría "restricta" clase dominante"- apunta a la necesidad Estado' (abstracta) a una teoría "ampliada" (concreta) del más concreta del fenómeno Por otro lado, en el tran,tu"o de esa visión como veremos- una c:nc:f estatal, Trotsky esboza -solamente esboza'

clases dominadas como determinació

qure

que se aproxima a la caracterización ción del movimiento revolucionario percibe' por eiemplo' que' ya antes Él "procesual"' que ciesignamos como molecular de la del poder, to;ittt'* a ocurrir una infiltración cl.e

la toma

aparatos del Estado' determinando clase revolucionaria en el seno de los de poderes: los gérmenes de ut proceso de dualidad conduce' en ei

TrotskyLa preparación histórica de la revolución -d'ice clase destinada pre-revolucionario, a una situación en la cual la

período

a pesar de que aún no dominando a impiantar el nuevo sistema social' manos una pane importante del el país, concentra efectivamente en sus permanece en poder de sus oflcial que el aparato páer del Estado, al punto en tales condiciones' Inrigro, prr..ao,es ["'] ra patte det poder obtenido' de fuerzas y por correlación .trr., lucha, Ls diterminada por la

fo. iu,

"n

las fases de la lucha's6 del poder de Estado" yapuede Trotsky no especiñca que "pane importante de la completa transferencia estar en manos de la clase ascendente antes "el mecanismo político de la como clel poder, transferencia que él designa

pero el hecúo es que éiinsinúa aquí, todavía baio la limitación revolución,,.s7 no bien identiñcado' la posid.e la idea de un "periodo pre-rávolucionario"

del poder' posibitldjd una transfer..r.i" p.ogr.riva o grad'ual 1: su famosa estrategla para elaborar lu qrr" G."*r.i se valdrá, como veremos' de la "guerra de Posiciones"' queda solamente eso: un esbozo' Aún, del esbozo de esta nueva concepción Trotsky minimiza los elementos de En la secuencia de su argumentación' sobre el (tat u., ináncientemenre) introduce en la reflexión

bilidad

d,e

;;;;;;;

I

I

s6 57

I

i ]

IJ I

lbid.,

P.185.

lbid., p.184.

él no solo retoma, en io esencial, una concepción Estado y la revolución; ,,resrricra" del Estado, pero sobre todo subsume la problemática del doble "explosiva" de la revolución. Por eiemplo: después de poder a una teoría terreno de una "correlación de fuerzas", Trotsky como rrarar el Estado "En la sociedad, no reina de ninguna manera una observar: a se apresura poderes La unidad de poder, condición absoluta para la [..J de dualidad cualquier régimen, de subsiste mientras ia clase dominante es esrabilidad la sociedad a sus formas económicas y políticas imponer entera capaz d,e

como las únicas Posibles.se

Ciertamente, ningún marxista, ni ios defensores de una teoría "ampliada" del Estado, neg aúa que - en últím a in stancia - s e verift ca u na r el ativ a unidad del poder del Estado; pero ne es casual que haya sido necesario subrayar las

expresiones "última instancia" y "relativa". Si el Estado está compuesto por múlriples aparatos y, al mismo riempo, es influenciado por una cambiable y dinámica correlación de fuerzas enrre clases y fracciones de clases, de eso deriva que, en su acción efectiva y en diversos momenros históricos, diferentes aparatos podrán ser más o menos influenciados por diferentes clases; y que muchas políticas específlcas del Esrado (de cualquier Estado concreto) podrán reflexionar sobre intereses entre sí conflictivos. EI hecho de que, "en última instancia", rerminen por predominar las políticas que aseguran la reproducción de la sociedad de acuerdo con los intereses dei conjunto de las clases dominanres (muchas veces en oposición a sectores o fracciones de tales clases), este hecho resulta de un proceso bastante complejo: la unídad relatíva del poder del Estado es fruto de un movimienro contradictorio, cuyo vector no está de ningún modo establ ecid,o a priori.se Al contrario de Io que piensa Ia "escuela de la derivación", no se puede deducir el conjunto de las políricas estatales, de manera funcionalista, a partir de las leyes abstractas de la acumulación del capital. Si hay unidad del Estado, ella puede ser deftnida según la conocida fórmula hegeliana: una unidad de la unidad y de la no unidad.6o 58

lbid., pp. r84-185.

s9

Este aspecto no siempre

"funcional" del Estado (,'funcional,, en relación

a

los intereses de

las clases domin¿ ntes) fue resaltado por John urry, A natomia das sociedades capitalistas,

Río de Janeíro, Zahar,1982, pp. 85-140.

Marx, en i 864, ya estaba plenamente conciente de este hecho. Así, en vez de considera r la restricción legal de la jornada de trabajo en lnglaterra como algo simplemente funcional al capital, en la ¡s¿¡¿¿ en que garantizaría la sobrevivencia fisica de la fuerza de trabajo y posibilitaría así la permanencia de la explotación posición que muchos marxistas estrechos adoptan hasta hoy cuando analizan las políticas sociales en general -, él observó: "La lucha sobre la restricción legal de la jornada de trabajo [...] afectaba de hecho la gran lucha entre el dom¡nio ciego de las leyes de la oferta y

Por ocro lado, cuando Trotsky indica como condición de la unidad del poder, el hecho de que la clase dominante sea capaz de imponer al coniunto de la sociedad sus formas económicasy ltolíticas como las únicas posibles, él parece presuponer esta unidad como característica solo de un Estado despótico, es decir, de un Estado "restricto" en el sentido más literal de la palabra. En los Estados capitalistas contemporáneos, esta

condición de unidad no

verificable ni siquiera para las formas económicas: hay ciertas formas de socialización de la propiedad (nacionalizaciones, cooperativas, etc') que son conquistadas, muchas veces , contralos intereses de las clases dominantes. Sin embargo, también en el plano específicamente político, es evidente que, en la forma democrático-republicana del Estado capitalista modemo, pudieron y pueden coexistir (incluso en una relación de integración/contradicción) instituciones liberales, derivados de las revoluciones burguesas, con formas políticas democráticas creadas por las clases subalternas en su proceso de autodefensa, de lucha contra los intereses de las clases dominan(una tes. Basta recordar aquí, más allá de la conquista del sufragio universal presupuestos teóricos bandera de lucha de la clase trabajadora contra los y prácticos del liberalismo originario)' Ia creación de organismos como los sindicatos (prohibidos por los primeros regímenes liberales) y como

es

los partidos políticos de masas (una invención de las clases trabajadoras), organismos que son hoy parte integrante de la vida estatal de cualquier país

capitalista desarrollado.6' Esta concepción "restricta" de la unidad del poder estatal, como era de prever, se refleia en la concepción trotskiana de la revolución. Después de admitir la posibilidad de transferencias parciales del poder del Estado (las cuales, si efectivamente ocurren, implican una concepción de la esfera estatal como terreno de una perTnanente ymudable correlación de fuerzas), Trotsky retroced.e, afirmando que estas transferencias se orientan rápidamente en el sentid.o del choque frontal y de Ia "explosión" revolucionaria. Cuando, en lugar de ser una condición "normal" de funcionamiento de un Estado ampliado, "el fraccionamiento del poder - dice Trotsky - prefigura Ia guerra

61

de la demanda, contenido de la economía politica burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la economía política de la clase obrera. por consiguiente, la ley de la iornada de diez horas no fue solo un gran éxito práctico; fue la victoria de un principio. Por primera vez, en plena luzdel día,la economía política burguesa sucumbió ante la economía política de la clase obrera" (K. Marx, "Manifiesto de linzamiento de la Asociación lnternacional de Ios Trabaiadores", en Archivo MarxEngel s (www.marxists.orglespanol / m-e| 186os/ 186cfait.htm). La relación entre partido político moderno y movimiento obrero fue fuertemente subrayada, entre otros, por umberto cerroni, Teorío do partido político, san Paulo, Ciencias Humanas, 1.982.

-JO-

civil [...] [el sistema de Ia dualidad de poderes] tiene que explotar inevimblefienrc[...lLa insurrección, violenta por sí misma, se realiza habitualmente

corto esPacio de tiemPo".6' Volviendo a la comparación del propio Trotsky, podríamos decir que es como si la ley de la oferta y de la demanda (en el caso, el Esrado como resultado de una correlación de fuerzas) funcionase solo en momentos excepcionales, mientras que el funcionamiento "normal" de la economía implicaría la venta de las mercancías por su valor-trabafo (en el caso, la forma "normal" de actuación del Estado sería la de "comiré ejecutivo cle las clases dominantes"). Este modo equivocado de concebir la relación entre Io abstracto y lo concreto -1o abstracto como lo "normal" y lo concieto como lo en un

I

"excepcional"-, no resulta solo de un eventual error metodo[ógico de Trotsky, sino que es expresión del hecho que, aunque su aguda sensibiliciad histórica le haya hecho entrever (trece años después de la Revolución bolchevique) la necesidad de "ampliar" la teoría marxista del Esrado, el aut or de La revohLción

permanentecontinuó esencialmente atado a la visión restricta que dominó en los escritos de Marx y Engels en 1848-1850, visión de la cual Lenin y los bolcheviques jamás se liberaron compler.amenre.6r

ampliación de la teoría del Estado y la concepción de la revolución como proceso.

3. La

3.1.

Crandezas y límites del austromarxismo

Las intensas polémicas suscitadas en el seno del pensamiento marxista por la teoría y la práctica de los bolcheviques, se pueden leer, por Io menos en pe¡rte, como polémicas en torno a la necesidad de (ylo la tbrma por la

62 63

Trotsky,'A dualidade de poderes", cit., p.

184.

Tampoco Mao Tsé Tung superó esta v¡sión "restricta,,del Estado: basta recordar que, para é1, "el poder está en el cañón del fusil". En Mao, sin embargo, esta visión se articula con una concepción original del proceso revolucionario, lo que ciertamente revela su profunda vinculación con las condiciones específi cas de su pa ís. seg ú n Mao, la conquista del poder en China exigía una "guerra popular prolongada,', una serie de

enfrentam¡entos, en Ia cual el establecimiento de la.dualidad de poderes requería la conquista armada de espacios territoriales (las "zonas rojas,,), en una lucha militar de largo plazo. Por lo tanto, se trata de una concepción revolucionaria al mismo tiempo -"violenta" y "procesual". Pero sería ridículo - y, no obstante, es lo que hace María Antonietta Macciochi (Pour 6ramsci, París, Seull, r974) - ver en eso una similltud entre 6ramsciy Mao; en verdad, mientras que el primero el¿bora su estrategia revolucion.¡ria en función de sociedades "occidentales" más complejas que la Rusia zarista, Mao opera en condiclones c¡ertamente aúrr más or¡enr¿les" de las enfre¡rtadas por los bolcheviques en r9t7.

I

y de la revolución' Eso se maniñesta' cual) "ampliar" la teoría del Estado

Ia "escuela gramsciana", como .,onarecerámás'explícitamente en ias obras de forma propuesta de imegración entre orgala de una ,.r'.*o, ^¿.trnte, baio representativa. y aa democracia directá mecanismos de democracia ",.*o, "ampliación" del aún más explícitas en el sentido de una

e¡¡

e¡ ir;".' .omo crítica a la tendencia de Lenin v de los bolcheviques' ;;;"; presen'ei características de la Revolución de rgrz senti¿o ae generalizar las

lndicaciones

tándolacomomodelouniversaldetransiciónalsocialismo.(Noesellugat

de Estado, e§tán presentes en la obra de Ono Bauer, otro concepto marxista del austromarxismo. En su anáüsis de Ia revolución auStriaca imponanre teórico que llevó al poder a una coalición de socialistas y partidos burgueses

menos en Lenin' se maniñesta al para mostrar cómo esta [endencia' por lo de otras tendencias en el sentido contrario)' iado ^.. comba*o *.n".ulización de ia experienciabolchevique fue duramente época la de socialdemócrata "derecha" üda no solo por el "centro" y ior ta representante importante más por la in^u,tty, Beinstein), sino también Luxemburg' En su famoso ensayo occidenial de Ia "izquierda" marxista' Rosa

:1

:l

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deigrg,

a Ia república (con preponderancia socialista), Bauer se refiere claramente

como expresión de una "correlación de fuerzas". democrática emergente y es de la dinámica de esta correlación de fuerzas - la cual, en el nivel de la en un grado mayor o menor de articulación enCre los forma política, se expresa "democracia funcioy institutos parlamentarios los nacientes organismos de que dependerá, nal" (expresión que él usa para deflnir democracia directa) por restaurar el que una termine república democrática autor, nuestro según proletariado al control del al o, contrario, por al llevar burguesía la de dominio

sobretarevoluciónrusa,escritoenlglS,aunquereveletodosuentusias. y apunta

I I

eila percibe peligros los mo delante de la revolución victoriosa' en que' haciendo de-las momento claramente: "El peligro comienza en el crearon unateoría.a y bolcheviques] los necesidades virtudes, ellos [Lenin fatales llas de la Rusia por estas condiciones fartir de la tácdca impuesta internacional"6a' proletariado al de entonces], pretendiendo recomendarla 1919' por el austromarxista de en adoptada' fue similar posicÚn Una

i I I

poder político. Así, la república democrática instituye una situación dinámien ca, donde el contenido social del poder del Estado aparece determinado, última instancia, por la relación de fuerzas entre las clases, por un conflicto

izqr,rierda Max Adler:

7 1

aunque cenga su escenario fundamental en las esferas económica y social - repercute también en el propio seno del Estado.ou Es interesante constatar el modo por el cual, ante la crítica del famoso iurisra Hans Kelsen, Bauer iustiñca la "ortodoxia" marxista de estas posiciones. que

1

t I

en la medida en que existe el riesgo Soio vemos 'peligro del bolchevismo' y comunismo; es decir' el

I

I

de confusión

enrr.lo' t*ttptos

de

bolchevismo

más que un medio de llegar al ,i"rgo a. p."r.ntar albolchevismo' que no es

{

i

Kelsen añrma que Bauer, al defender la idea del Estado como "correlación de fuerzas", se apartó de Marx y se aproximó a la concepción del propio Kelsen (compartida, además, no solo por Bernstein y por el último Kautsky,

porque fue aplicado exclusivamente comunismo (un medio que tuvo éxito y sociales determinadas)' como en Rusia, dentro de conáiciones históricas espíritu revolucionario del del siendo la única y .*tit"iu" encarnación

I I I

sino mmbién por el socialdemócrata austriaco de derecha Karl Renner),

socialismo,comoutgouni""utmenteválidoyaplicableencualquierpane'65

i I

una concepción que presenta al Estado democrático como un conjunto de

Max Adler indican como ef emplo Uno de Ios puntos que tant'o Rosa como bolchevique' es el modo de concebir de la no-universalidad de la experiencia (o soviédca) y democracia reprela relación entre democracia conseiista se trataría de "destruir" las antiguas sentativa (o formal); para ambos' no Lenin en su combate democracia formal, como pretendía

i"riii*.i"*.,

de la

nuevas formas de democracia parlamentarismo, sino de articularlas con las conseios o soviets' Esta posición directa, encarnada en la experiencia de los

al

64

O:",t::::1:::'^M.aspero' t97t' vol' z' p' Luxemburg. "La révolution russe'' en ld'' 1e75)' i;;it; .; .;p, ñol, La revolucíón rusa, Editorial Castellote'

8s

R.

Centelha' 1976' pp' 34-35

Cf'

M. Adler, Conselhos operÓrios e revoÍuqáo, Coimbra' (lgzol' "Bolscevisnro o social-democrazia" también, en el mismo sentido, Otto Bauer' le due guerre' sinistra di fra e socialísmo (ed.';, Austromarxismo Ciaao.o Marramao

"n Milán,

La Pietra,1977, PP.143-230

-

66

Sobre este aspecto de la obra de Bauer, cf. C. Marramao, O político e as transformagdes. Belo Hor¡zonte, Oficina do Livro, 199o, pp. r6r-2oo (traducción al español, Lo polítíco glas transformaciones, Editorial Siglo XXl, r98z). Sobre los eustromarxistas en geneial, existen tres antologias con imporlantes presentaciones críticas: G. M¿rramao, Austromarxismo e socialismo di sinistra, cit.; Yvon Bourdet, OEo Bauer etla révolution,Paris, EDl,1968; y Tom Eottomore y Patrick Goode, Austro-Marxísm, Oxford, Clarendon Press, 1978. Más allá de eso, cf., el libro de Norbert Leser, Teoria e prassi dell' austromarxismo. Roma, Avant¡, 1979, y también los ensayos de Perez Mehrav, "social-democracia e austromarx¡smo", de G. Marramao, "Entre bolchevismo e social-democracia: Otto Bauer e a cultura politica do

austro-marxismo" (ambos en Hobsbawm, Hiscória do marxísmo, Río de Janeiro, Paz e Terra, r985, vol.5, respectivamente pp.251-2t6y 277-343 (traducción al español, "Entre el bolchevismo y la socialdemocracia: en Hobsbawm, v. 7,

H

otto

Bauer y la cultura politica del austromarxismo", d e la lll lnte¡ n¿ cio na ¡, N4a d i-id, Bru g u era,

istoria del marxismo. La época

r98o); y de Raimond Loew, "The Politics of Austro-Marxism" en New

n. u8, nov¡embre-diciembre r979, pp.'r5-5r.

Let't Review,

lr-

puramente procedimiefltos formales socialmente neutros, como un aparato

por otra parte, Bauer hará valer en su fecundo intenio la especifrcidad del fenómeno fascistaTo. para é1, no hay duda de comprender fascista por expresar [a dictadura abierra dei capital rermina de que el Estado embargo, Sin eso no anula ei hecho de que, en su génesis, el movimonopolista. ,,carasrrófico', mienro fascista creció y llegó al poder en función de un equitibrio y proletariado, el que permitió 1o que secrores de la pequeña enrre Ia burguesía cuales, anáüsis, de los

iécnico-iurídico. Bauer, en respuesta, no solo rechaza esta idea liberaldela ,.neutralidad técnica" del Estado (la situación de "equilibrio" es, para é1, una más temprano situación eminentemente dinámica, procesal, que se resuelve una de que tarde, aunque no de modo necesariamente "explosivo", a favor de esencia la captado haber d.emuestra también sino las clases fundamentaies), del método marxiano del paso de 1o abstracto a lo concret'o:

burguesía y también del lumpesinado se apoderasen de la máquina esratal; rampoco la evidencia empírica de que, durante la vigencia del régimen fascista,

y este' La crítica corriente -dice Bauer- conoce solo el marxismo vulgar; por lo tanto, es el único obieto de su crítica. El procedimiento de Kelsen precisamente lo queel es un eiemplo típico de eso' Kelsen conoce de Marx organización marxismo vulgar conoce: que Marxpresentó el Estado como una modificaciones d elas nada no conoce de dominio de la burguesía. Kelsen a los hechos' a de este axioma general, de las posterio res aproximaciones

pequeño-burgueses (organizados en los panidos fascistas y en sus [opas de choque) ocuparon directamente el aparato dei Estado, utilizánclolo no solo para reprimir el movimiento organizado de la clase obrera, sino también las fracciones de la burguesía que entraban en conflicto con los intereses del esos sectores

lascualeselpropioMarxilegóensusinvestigacionesparticulares.6T .,método de aproximación,,_u obietivamente, Y Bauer se vale de este para concebir de modo de ese paso de 1o abstracto a lo concreto-, no solo ..ampliado,, el pod.er político en la república democrática, sino también para

evaiuarlasnuevasformas,.deexcepción,asumidasporelEstadocapitalista la república democráúca, otros contextos en los entre las clases cuales -en el cuadro cle un conflictivo equilibrio de fuerzas "equilibrio catastróflco"68)-, (una situación que Gramsci llamaría más tarde de su def,nición el Estado asume un grado de autonomía que torna imposible sería,poreiemplo, como simple..comité ejecutivo de las clases dominantes". delbonaparrismo, al cual Marx y Engel5er yahabían dedicado brillantes d'e

el caso

67

0

(1924), citado por C' Marramao' O. Bauer, "Das Cleichgewicht der Klassenkráfte" "método de aproximación" polítíco e as transformigdes,cit., p.187. El hecho de que el de Hegel (y del propuesto aquí ior Bauer se inspire en Ernst Mach y no en la dialéctica ñlosóficos del los límites de manifestación una ciertamente, propio Mrr*¡ .onstituye, .rrirornrrrir.o, principalmente expresados en las tentativas eclécticas de conlugar (Max Adler);pero eso no Marx con el empiriocriticismo (Bauer) o con el neokantismo los resultados a que Bauer y Adler llegarán en sus fecundos

afecta sustanc¡almente intentos de "ampliación" de la teoría política del marxismo'

.,cesarismo,,,

..equilibrio catastrófico,,está en el origen de las formas del Gramscl designa lo que Marx y Engels llamaron "bonapartismo"' Para cual con el nombre

Para Gramsci, el

por otra parte, el "cesaiismo" puede

seml'

o

"not

reaccionario o progresista' Cl

A. 6¡'amsci, Cuadernos de la cárcel, cit., v. 5, p. 65 ss'

69

socialista. De alguna manera, Bauer se mantiene prisionero cle las posiciones del últirno Engels: la clase obrera debe esforzarse para obtener la mayoría electoral y, de esta manera, por Ios caminos constitucionales, ascender ai poder del Estado. É1 considera inevitable que la burguesía reaccione a la obrención cie esta mayoría a través de la violencia; en ese caso, se hace necesaria y

de su tiempo. Pueden existir, más allá

capital en su coniunto. Sin embargo, esras lúcidas intuiciones, en el.sentido de una ,.arnpliación,, del concepto de Estado, no se hicieron acompañar, en la reoría y en ia práctica austromarxistas, poruna renovación sustancial de la concepción cle la revolución

"Violenza ed economia nella formazione del Cf. K. Marx, E, 78 I rumar¡o, cit.,y F. Engels, Roma, Riunili,1977'pp.45.114. eco¡omia, ld,,Víolenzae nuovo impero tedesco',, en

legítima contra-violenciaproleraria e, inclusive, el establecimienro de una dictadura delamayoríaqtte obligue a la burguesía a aceptar la ransformación socialista. (Esta aceptación de la necesidad de la "dictadura del proletariado,,, por orra la

parte, distingue a los austromarxistas de los socialdemócratas reformistas del período, entonces hegemónicos en la nueva Intemacional Socialista; pero el hectfo de que Bauery Max Adler subrayen que ella debe ser necesariamenre una dictadura de la mayoría, y de carácter eminentemente transitorio,los separa de los bolcheviques).7'

70

o.

7t

Tanto Max Adler como otto Bauer, también de acuerdo en eso con el último Engels, subrayan que no siempre la "dictadura delproletariado" asume la formá de un régimen

Bauer, Tra due guerre mondiali?,rurim, Einaudi, r979 [la edición areman¿ originar es de 1936], pp. ro5-13r.

'dictatorial y que, cuando eso ocurre, la responsabilidad

es de la burquesía y no del

proletariado; esa "dictadura" es por ellos concebida como el .ont.nido social del Estado, pudiéndose expresa r a través de formas política s plenamente democ rática s, en las cuales sea decisiva la presencia de organismos de democracia directa. sobre es1o, cf., especialmente M. Adler, La concezione detlo Stato nel marxismo, Bari, De Donato, pp.l59-t7; y O. Bauer, Tra due guerre mondiali?,cit., pp. i32_155.

1919,

:I I

I

l

iI í

,l

en su concepción de la revolución ul Lo que Bauer introduce de nuevo toma del poder político' la transforma' vez sea la idea de que, después de la con el fln de no desorganizar la ción socialista debe proceáer gradualmente' pierda el consenso proletariado que el y, por lo tanto, de iápedir economía

socialistagradualmente' *uvo¡,"riá,;rebemos -dice él-construirlasociedad concebido' un obietivo claramente procediendo paso a paso en el sentido de

de ser llevarán a la sociedad socialista ha Cada una de las medidas que nos cuidadosamente examinada"'7' sin embargo' no es concebida con La toma del poder propiamente tal' presenta tal como lo hacía el reformismo claridad. Algunas u.ces, B^utt Ia de la obtención de una mlVoria socialdemócrata: como simple resultado otras veces' en una formulación eiectoral y, consecuentemen;, parlamentaria; le aparece como resultado poder del próxima a la de los bolcheviquts, e'tatom' de cierta manera' ',1. expresó' se ,n" ".*plosión" violenta'7r Esta ambigüedad' dirigido por los Austriaco' Socialdemócrata en eimoclo por el cual el Partido de poderes' dualidad la de la cuestión austro-marxistas, guió en la práctica la y conquistar de los campesinos Incapaces de obtener et apoio electoral el media como (obtenían como un todo mayoría parlamentaria tn sustanciai una de valieron austriacos se 4oo/o delos votos), los socialistas transformar Ia capital en una especie para 6o0lo) (cerca del mayoría en Viena

Á't'i"

demodelodesocialismo,aee¡emploaltemativovisibleyconcretoalpoder I

nacional de la burguesía' de de la "Viena Roia' en el terreno No hay duda de que las realizaciones gloria del entre los mayores títulos de la cultura y de la política social, están del movimiento socialista occidengeneral' austromarxismo y, de modo más el esperado consenso electoral tal. pero no fueron suflcientes pira obte.re, momento' fue imposible para el gobierno nacional. Además, a partir de cieno poder' La situación congelada de doble burgués soPortar por más tiempo esta

btrrguesíaaustriaca_aIcon.,*,iodelaposición,.expectat,ivi§ta,'y,enúltima la iniciativa' de la oposición socialista- tomó

instancia, de estancamiento no solo aplastó por la fuerza el en 1934: optand'o por una solución fascista' 72

I

73

t. I I I

-l.i-""

municipio

de Viena, sino que

suprimió completamente el

por parte ¿.*"crático en Austria. El uso de 1a "violencia defensiva" la explosión vienés, se reveló inúril: a pesar de su heroísmo,

l"i "r"r.,"rir¿o por el partido Socialdemócrata concluyó l*áfu.ionr.iu liderada

en una

."",'i.n.uderrota.Lacombinaciónd.elaluchaelectoralconunanoción

"explosiva' de revolución -combinación que se expresaba' i.tJnt,uu y aun "territorial" de en una concepción estática y, de cierto modo, en la prácdca,

¿. poderes-llevó al au§tromarxismo a un impasse' ü '' Ju.ft¿u¿ y Max edler fueron ciertamente responsables por una de las ilo Buu.. reflexiones marxistas en el período situado entre y má, brillurrt., originales gu.art mundiales' Entre otras cosas' esta originalidad se expresa en

ir, ¿o,

elesfuerzopionerolueseríaretomadoenotronivel,enlosaños1970,porel ,,auro"omunismo"-

"tercera vía" entre el reformismo

de encontrar una [r*u¿o (cada vez más subaltemo al capitalismo) y el bolchevismo ,J.i-rta.*O.ru,a teórica del despotismo estaiinista)' rcJ. u., *ar convertido en iustificación

l.ro,up.ruraeeso,elaustromarxismonofuecapazdetornarseunefectivo

política marxista: Ia percepción punio á. inn"*ión en la historia de 1a teoiía "ampliada" del Estado, realidad de la nueva decisivos á. algrnos aspecros y/o poco precisa de Ia "doctrinaria" visión una con ellos en ,..Ábin^ aún de revolución, ellos que al concepto reñere se 1o En socialismo. ¡ransición al y bolchevismo, reformismo de dialéctica taciín supe efectiva una no lograron pendular, oscilación una o a ecléctica, combinación una a solo sino que llegaron obrero y elmovimiento dividía que se entonces, en corrientes entrsestas dos "socialismo integral" (una socialista. Y eso vale incluso para la propuesta de y la tradición demoplaniñcación de soviética enrre Ia experiencia síntesis de crfuica del socialismo occidental), formulada por Bauer en 1936, después

autocrítico de la acción del partido austromarxista durante los eventos que llevaron a la implantación del fascismo en Austria'7a

un

.iu-..,

3.2. El punto de inflexión: el Cramsci de la madurez

o.Bauer,Derwegzumsocialismus(1919),enT.BottomoreyP'Goode'Austro-MArxísm' Ia misma sentido tamb¡én se manifiestan' en pi,itiont' ;;";:.lá;^;;;, "n "tteentonces.era el principal teórico de la Nueva

podemos registrar indicaciones en el sentido de una "ampliación" de la reoría del Estado, tanto en el último Engels, como en pensadores como italiano Rosa Luxemburg y los austromarxistas. Pero fue ciertamente con el más sistemá"ampliación" formulación recibió su Anronio Gramsci que esa

Política Económica (NEP), aplicalt

tica^ Los cuadernos

iplJr,." flt

l.

,,conrrapoder" dei

oura, ¿" auknarin'que t tt Unión so'¡ética entre

1923 y 1928; sobre eso' cf''

Nikolai Bukharim,tev¡eartniiiti)tionetgzs-tgza'aoma'Riuniti'198o'especialmente Ática' l99o; y Stephen Cohen' pp. 35-194; lacob Co"nAtr. to'g'i, e'Ll'"tirn' S:o^paulo' iioí-rr),í-iti* uioqrafa políücá,Río de janeiro' Pazererz'1990'pp'149-3oo' soci¿l lt, es obra de pocas horas [" ] La revolución ,o,,t-nu -o'tu Bauersolo puede tomar el y el.proletariado "r'"'r.,u" proletariado po' presupone la tom. ¿.t po¿u' "l (Der Weg zum Sozíalismus' cit'' p'15o)' poder del Estado por medios revolucionario s"

dela córcel,la obra de madurez de Gramsci, marcan

punto de inflexión en el desarrollo de Ia teoría marxista del Estado y la revolución. Por haber tratado ampliamente el pensamiento de

el verdad.ero

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Gramsci,alcontrario,operaenunaépocahistóricayenunámbitogeográficoenloscualesyaserealizóunamayorconcretización(oampliación¡ por dar teóricamente cuenta de una del fenómeno estatal' El se empeñó entre otras cosas' de la socialización de ta politicato que resultó'

intensa

políticos

la cieación de grandes partidos conquista del sufragio univeisal' de profe' de numerosos y poientes sindicatos c1e masas, de la acción efectiva

sionaiesydeciase.Nosololosliberales'sinoinclusolosconservadoresy que apoyarse

eficacia' tuvierbn entonce§ la nueva derecha, para pretender basta pensar en el caso del fascismo en amplios movimientos de masas; primero en deflnir como un movimiento que Gramsci, por oira parte, fue el ya no se libra áe masas. La lucha política reaccionario con base organizada que monopolizan y político-militares entre, burocracias admiiistrativas y' por otro' e§ca§as sectas conspirativas lado por un el aparato del Estado, ni tienen como escenario que hablan en nombre de las clases subalternas; solo de una escasa minoría de

principal los parlameni* "p'"tttttativos

electores ProPietarios' propia de los Estados oligárquicos' ta esfera política "restricta" que era pública dando rugar a una nueva esfera tanto autoritarios como riberares, va orgaamplias de protagonismo "ampliada", caracterizada por el creciente política la de socialización de masas. Es la percepción de esta

nizaciones

I

marxista ampliadadel Estado'

teoría que permite a Gramsci tlabo'*' una ampliación dialéctíca:los nuevos una de Pero cabe recordar que se trata eliminan el núcleo fundamental de elementos planteados pot C'u*sti "o y Lenin (en otras palabras' el carácter la teoría "restricta" a. itt'*, Engels pod'er del Estado)' pero al mismo cle clasey el momento represividetodo desirrollarlo a través de Ia inclusión tiempo lo conservan y' modi¡can al un aquí, en la reflexión gramsciana' de nuevas determinaciorrar.-Taa,.*o,

movimientoquevadeloabstractoaloconcretoyquereproduceunmovi.

propia realidad histórico-social' miento diacrónico ocurrido en la áeterminaciones recogidas por Gramsci Veamos cuáles son las nuevas

Ia superestructura'-él-distingue en su concepto de Estado' Examinando "sociedad civil" y "sociedad política" dos esferas .rr ru int..i*, que llama a precisamente el coniunto de aparatos esta última expresión, áesigna Con

el*"""p:li"-T:il'

posee y eierce través de los cuales la clase dominante tanto, de los aparatos coercltlvos 1o por de hecho de la violencia; Se trata, a las grupos burocrático-eiecutivos ligados d,el Es¡ad.o, .n.rrrrao, á., los

y policiales y a la imposición de las ieyes. Son los aparatos fl*rzasarmadas Lenin, con,i to, .uut.t Marx y Engels, en 1848-1850, y después de ellos, "ampliación" del su La real de Gramsci, originalidad atención' ..n,rrro, la lo en la de contrario, defrnición Estado, aparece, al de .on..p,O marxista y que siguen "sociedad en eso En Marx Engels, por civil". oue él entiende a Hegel, "sociedad civil" (obiirgerlische Gesellschaft)designa esencialmente

conjunto de las relaciones económicas capitalistas, Io que elios cie "base material" o de "infraesttuctura". En Gramsci, el rambién llaman designa, por ei contrario, un momento o una esfera término "sociedad civil" siempre el

"superestructura".8'Designa, más precisamente, ei conlunto de las inspor la representación de los intereses de diferentes tiruciones responsables por |a elaboración y/o difusión de valores simbócomo así grupos sociales, comprende, de este modo, el sistema escolar, las ella iicos y de ideologías; profesionales, los medios políticos,las partidos organizaciones igt.rirr, los y artístico, etc. carácter científlco instituciones de las de comunicación, de la

distinguen, iustificando así que reciban en Gramsci un traramiento relativamente autónorno, pot la función que eiercen en la organización de la vida social y, más específlcamente, en la articulación y reproducción delas relaciones depoder.Enconjunto, ias dos esferas forman el Estado en sentido amplio, que es deflnido por Gramsci como "sociedad polírica + sociedad civil, esto es, hegemonía acorazada de coerción".8' En e§e sentido, las dos esferas sirven para conservar o transformar una determinada formación económico-social, de acuerdo con los intereses de una clase social fundamental en el modo de producción capitalista. Sin embargo, la manera de dirigir esta conservación o transformación varía en los dos casos. En el ámbito de la "sociedad civil", las clases buscan eiercer Estas dos esferas se

suhégemonía,en otras palabras, buscan ganar aliados para sus proyectos a direccíóny del consenso. Por medio de 1a "sociedad política" -que Gramsci también llama, de modo más preciso, "Estado en sentido estricto" rravés de 1a

o "Estado-coerción"-, al contrario, se ejerce siempre una "dictadura", o, más precisamente, u¡a dominación fundada enla coerción. Pero, además de esta distinción funcional, las dos esferas se distinguen también por una materialidad (social) propia: mientras que la "sociedad

política" tiene sus portadorés materiales en los "aparatos coercitivos del Estado", los portadores materiales de la "sociedad civil" son lo que Gramsci

8T

80Desarrollémásampliamentelacuestióndelasocializacióndelapolíticaenmjlibro pero e socialismo' Sáo Paulo' Cortez' 2ooo; Conúa a corrente' Ensaíos sobre democracia en este volumen' cap z' democrática"" u la'cuestión cf., también "Lo' *'i'i'tt'

-46-

Una rigurosa investigación filológica de esta cuestión (aunque con problemáticos resultados teó ricos) puede ser enco ntrad a en t'l orberto Bohbio, 0 conceir a de sociedadc civil, Río de faneiro, Graal, r982, pp.t9-53. A. Cramsci, Cuadernos de la cárcel, cit., v. 3, p. 76.

,,

gráflco, de valor puramente didáctico, tal vez ayude a visuaUn esquema de Gramsci: concepción la lizar mejor

Mientras los primeros' como el llama "aparatos 'privados' de hegemonía"'

nombr"ioindica,implicanunarestriccióndelacualelgobernadonopuede

esto dene como efecto escapar (si sus determinaciones no §on cumplidas' segundos son organismos sociauna sanción coercitivamente aplicada),1os a los mismos es voluntaria les "privados", lo que signifrca que la adhesión autónomos en relación con f no'.o.r.itiua, hacié.rdolos así relativamente debe observar que Gramsci el Estado en senrid.o estricto; sin embargo, se queriendo con ello signiñcar que pone et aa¡etivo "privado" entre comillas' ,.contractual,,-rienen una indiscutible p.r". de su carácter voluntario o parte integrante de las relaciones diáensión pública, en la medida en que son

ESTADO (supremacía)=

sociedad polirica Funciones

:.

de poder enuna determinada sociedad'

á.rmsci registra así el hecho nuevo

-

históricamente nuevo

-

8a§e

material

etc')' sino también protagonismo político de las clases (partid'os' sindicatos' por la sociedad capitalista (como las frente"a vie¡as insrituciones heredadas La necesidad de

conquisur el consenso como

ciónd.edeterminadasinstitucionessociales,quepasanafuncionarcomo

y legaiidad propias) de las porradores mareriales especíñcos (con estructura esta independencia material -base de reiaciones sociales de heiemonía' Y es por la figura social de la hegemonía- la la autonomía relativa asrimida ahora como una esfera específica' que funda ontológicamente la "sociedad civil" como mediación necesaria entre

funcionando

estricto'8a ia base económica y el Estado en sentido

se alf"ierrc¡an en "orgánicos" decir que los ap¿ratos de hegemonía también

,,trr¿i.¡onrilijl

i

gente de los grupos añnes o aliados".86 En este pasaie

no coincide

-48-

aparece I

domiñación o coerción, existen en cualquier forma de Estado moderno; pero

privados de hegemonía": el concepto althusseriano sugiere una relación umbilical

P' 86) - de que la ideología (o sistema de ideologías) de las clases subalternas pueda obtener la hegemonía antes incluso de que tales clases ocupen el poder del Estado'

en la concepción de la revolución socialista: al contrario de Gramsci' la posición de

aparatos

nriñ's'er' sin embargo' deia claro que su teoría ;;;il;;; iue no hav identidad entre "aparatos ideológicos

,1.a stLpremacír¿

como el momento sintético que uniñca (sin homogeneizar) Ia hegemoníay la dominacíón Las dos funciones estatales, de hegemonía o consenso, y de

Y

TambiénLuisAlthusselpropusounateoría"ampliada-delEstadoensufamosoensayo Éditions Soclales' "ldéologie et apprr"¡f , ¡¿áogiq;es d'Éut' (en ld'' Posítíons'París' 1g76,pp.67-125\.Er p,opio con la de 6ramsc¡, ." l'

de hegernotria

I

social'

84

dirección aparitos "privndos'

dirección, en los cuales fracasa el consenso espontáneo""8s Y, en otro pasaje de los Cuadernos, explicita aun meior la dialéctica de unidacl en la diversidad que existe entre las dos esferas: "La supremacía de un grupo social se maniñesta de dos maneras: como'dominación'y'como dirección intelectual y moral'. Un grupo social es dominan¡e de los adversarios que úende a'liquidar' o a someter también mediante la fuerza armada; y es diri-

sociales i; ;;t; creadas por la

cuyo resultado llevaría ciertos diferentes proyectos de hegemonía, batalla ,.tradicionares,,a arinearse en mayor medida con esta o aquella clase

dominación apamtos coerci!ivos v burocráticos

disciplina de 1os grupos pasivamente, que es constituido para ni activa ni sino que no'consienten', previsión de crisis en el comando en la de los momentos toda la sociedad,

por.t .riit.tiriro d. fo,*"¡onts

rr.*¿r4", los apararos ,utr.lón .o-n anteriores - tendrían una mayor autonomí. "n

con§enso

y en ia

condiciónsinequanondeladominaciónimponelacreacióny/orenova.

d,otada de legalidad propia,

coerción

apararo de coerción estatal que asegura'legalmente' la

verdad,nosolamenteconrelaciónalosnuevosorganismoscreadosporel

83'

civil

hegemonía

Como el propio esquema busca indicar, Gramsci -aunque insista en la diversidad estructural y funcional de las dos esferas- no niega el momento unitario de éstas. Así, al deflnir la "sociedad política" la caracteriza como "el

de que

en las sociedades capitalistas la esfera ideológica o simbólico-axiológica' ganó una autonomíamateriql más avanzadas, que é1 llama "occid'enta1es"' en sentido estricto; y eso es Estado al relación en (y no solo funcional)

Iglesias o el sistema escolar)

sociedad

dictadura

il:::::::,T:iiii::i"':'Ji::1fli'T[: ff:'::']i::::#:il'::i:l;:.:':: entre Gramsci y Althusser, cf. C. N. Coutinho, lntroducción a Gramsci, cit., P.

85 86

Cramsci, Cuadernos, cit., v.4, p.351.

lbid., v.5, p.337.

118

ss. I

& §i

i consensual (o que se y sea menos coercitivo más el hecho cle que un Estad'o o viceversa'

que la tarea fundamental era nacional, es decir, requería un teórico, ya del terreno y una fijación de los elementos de trinchera

rl

po' la dominación y más por la hegemonía)' g'^ao á" autonomía rel**t ut ]i::*::::::l dependerá esp".iur','""tJ a"i pertenecrenles

reconocimiento por los eiementos de ia sociedad civil' En el v forraleza, representados era todo y la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en Estado el brienre, Estado y sociedad civil había una relación equilibrada: a el Occidente, entre inmediatamente se percibía una robusta estructura un desorden del Estado, El Estado era solamente una trinchera avanzada, detrás de la sociedad civil. sólida cadena de fortaiez as y bunkers;la proporción de la cual estaba una como es evidente, pero esto precisamente Estado, a Estado de variaba exigía un cuidadoso reconocimiento de carácter nacionai.s'

i*p""g. *.no,

los aparatos

cuestión de corro del predominio en el Estado en grado vez' no depende solamente del su a predominio' ese Y a una o a otra. correlación la de también §ocied'ad' sino de socialización de 1a poiítica en esa la "supremacía"' que disputan clases las de fuerzas entre Estado está en lá base de la reformulación Esta ampliación del concepto de sociales socialista en Gramsci' En formaciones de la ieorÍa de la revolución la esfera donde y una sociedad civil fuerte autónoma'

'

donde no se desarrolló de lo icleológico permaneció umbilicalmente

ligada' U"'""-1t:1:: 1t^]-' pero isocieclad potí,i."" (es decir, monopolizada por ella) -y en este caso'

soloenestecaso,tienesentidohabtarde"aparatosideológicosdeEstado"-'en

predominante o exclusivamente' teniendo la lucha de clases se entabla, lo que del Estado en sentido estricto; es vista la conquista y .on"'uutión

Cuando el país presenta una sociedad civil rica y pluralista (es decir, cuando es de tipo "occidenral"), la obtención de una amplia hegemonía debe preceder la toma del poder. La clase que se propone una transformación revolucionaria de la sociedad debe ser dirigente(o hegemónica) antes de ser

ocurreenlassociecladesqueGramscillama..orientales,,y,enparticular, sociales

dominante:

zarista' Ya en las formaciones fue este el caso específ,co áe la Rusia relación equilibrada una da de tipo "occidental", aonat '" clases tiene como terreno anterlor de lucha la y "sociedad civil", que esta hegemonía' en la medida en y decisivo los aparatos "privados" de y político-ideorógica del con-

- observa Gram5gi - puede y de hecho debe ser dirigente antes de conquistar el poder gubernamental (esta es una de 1as condiciones principales para la propia toma dei poder); después, cuando ejerce el poder,

,,volunradcolectivanacional-popular",encuantoexpresióndeunnuevo

Y es interesante observar que Gramsci añrma aquí una posibilidad (o mejor, para é1, una necesidad) que fue explícitamente negada por Marx y

Un grupo social

trrt::t::::1Í

;;*"""

obtención de ra dirección de 1o que Gramsci llama también senso (o, en otras p"f'O*t, a Ia formación

lucha se orienra

a ser

dominante,

a ra

bloque social Pluriclasista)' En el

incluso que 1o conserve flrmemente enlas manos, llega pero debe continuar siendo también'dirigenre'.Es e

primer caso, donde el Estado

es

restricto' el movimiento revolucio-

decir' como choque de movimiento"' nario se expresa a través de la "guerra En el segundo tiempo' el en fronral, como algo .*pfo'i'ol concentrado clases está en de lucha la de el centro caso, cuando .f f,t^¿o vl'e amplió' (o procesal) de progresiva ut'" tonquista la "guerra de pori.iOn';, t'to t'' tt' civil' d'elasociedad és y trav a el seno espá.io. en en la célebre frase en que deflposición su ttu'u*""t resume Gramsci a la Estado y revolución' en relación ne la "novectaa" ae tt" "ot"upto'it experiencia de los bolcheviques: es

de un cambio Ilitch [Lenin] había comprendido la necesidad Oriente en el en victoriosamente de la guerra de movimitt'to' apiicada Este me occidente ["'l el en r9rz, hacia Ia gu.,t' át po'iti¿ i'únicaposibte

Me parece que

por Lenin

áe h fórmula del 'frente único' [propuesta irarece es e1 signiñcado fórmula' no tuvo tiempo para profur.rdizar su que Ilitch en lq2lj [ ..] Solo inclusoteniéndose.rr.u..r,"q,.r"élsolopodríaprofundizarlaenelnivel

"restricta" del Estado: plano del poder político, ya sea dirigtnte en el plano ideológico.Es Gramsci diría que, con el surgimiento de la sociedad civil como esfera relativamente autónoma, este monopolio de la propiedad de los medios de producción intelectual por Ia clase dominante Engels, cuando todavía defendían una concepción

la de que una clase aún no dominante en el

cesa: se

crean entidades culturales ligadas

a

las organizaciones de las clases

subalternas (periódicos, revistas culturales, editoriales, etc.); además de esto, la ideología de estas clases encuentra difusión en el propio seno de Ios aparatos hegemónicos "tradicionales" (sisrema escolar, Iglesias separadas del

87

lbid., v.3, p. rs7.

88. lbid., v, s, p. ¡¡a. 89

Marx y Engels, al contrarlo, pensaban lo siguiente: "Las ideas de la clase dominante son, en todas las épocas, las ideas dominantes; es decir, la clase que es potencia material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su porenci; espirirual dominante. L¿ cl¿s€ que dispone de los medios de producción material dispone con eso, al mismo tiempo, de f os medios de producción intelectual" (Marx y Engels, Laideología alemana, ciL.,p.4d.

(en funció¡ Esrado, etc.). Se convierte así, no solo posible, sino hasta necesario yqsea político, dominio al que es candidata de la toma del poder) que la clase

varía entre los pensadores que se sitúan en la línea indicada esta cuestión (o desarrollan) sus nuevas concepciones de Gramsci, o sea, que aceptan

previamentehegemónicaenelplanoideológico, o enlaterminologíagramsciana, ya tenga la "dirección intelectual y moral" de la sociedad' por Io tanto, vale la pena registrar que Gramsci está conciente del hecho teoría de l¡ de que su nuevo concepto de Estado implica también una nueva teoría de la a la vieia explícitamente revólución: reoría esta que é1 contrapone .,revolución perrnanente", ral como esta fue elaboiada por Marx y Engels en

ir,rdo

r85o, y posteriormente defendida por Trotsky. Dice Gramsci:

oor

y revolución. Me voy a detener aquí, en el examen resumido de dos divergentes: la del marxista italiano Giusseppe Vacca, que interpreta

oosiciones el

concepto de doble poder para compatibilizarlo con la concepción procesual

revolución; y la del greco-francés Nicos Poulantzas, que rechaza enfáque él llama dcamenre la posibilidad de concebir 1a estrategia de transición, ,,socialista democrática", como intento de estabiecer una dualidad de poderes. ya que las posiciones de Vacca aparecen en un iibro en que trata de las [ormulaciones de Palmiro Togliatti, buscando mostrar el vínculo de con¡inuidadde [a

.revolución permanente,, surgido antes de Concepto político de la llamada 1848, como expresión científicamente elaborada de las experiencias iacobinas en el de 1789 hasra el Termidor. La fórmula es propia de un período histórico

renovación entre estas concepciones y las de Gramsci,e'me parece oportuno resumir brevemente las concepciones del propio Togliami. partiendo delos Cuadernos de la cárcel (con cuyos manuscritos entra en

cualnoexistíanaúnlosgrandespartidosdemasaylosgrandessindicatos

contacro en 1938, un año d.espués de Ia muerte de Gramsci) y de sus propios análisis sobre el fascismo y la revolución española de t9s6-tgzg," Togliatti elabora - cuando retornó a Italia, en 1944 el concepto de "democracia

'fluidez' económicos, y ia sociedad, por así decir, todavía estaba en estado de relaciones las 1870' bajo muchos aspectos [...] En el período posterior a compleias organizadvas intemas e internacionales del Estado se vuelven más y es elaborada permanente' la' revolución -1848 de tipo y Jensas, y la fórmula ocurre, superadaer.laciencia política, por la fórmuia de la 'hegemonía civil'. se enel ame político, lo gue ocurre en el arte militar: Ia guerra de movimiento vuelve cada vez más guerra de posición'eo

de]la Con eso, Gramsci quiere destacar el carácter procesualy molecular de la expansión la "occidentales": en las sociedades transición revolucionaria progesiva de posiciones hegemonía de las clases subaltemas implica la conquista bloque histórico, que un nuevo de gradual agregación de proceso a través de un la correlación de fuerzas en Ia sociedad civil y rcrmina por

inicialmenre akera

poderdelEstado. imponerla ascen§ión de una nueva clase (o bloque de clases) al

¡.¡.

-

progresiva". La "democracia progresiva", vista como un régimen en constante progreso, en permanente construcción, se le aparece como el terreno institucional adecuado para la explicitación de la guerra de posiciones por la conquista de la hegemonía. En su opinión, al combinar instituciones representativas tradicionales (parlamentos, etc.) con nuevos y cada vez más numerosos organismos de democracia de base (conseios de empresa, de barrio, etc.), la forma político-estatal de la democracia progresiva abre espacio para la superación gradual del capitalismo mediante la realización

"reformas de estructura", tanto políticas como económicas. Togliatti, la oposición entre el poder de las vieias clases dominantes y el nhevo poder de los trabajadores, ya no se encarna, como en Lenin y en de

Para

Trotsky, en una oposición entre diferentes formas institucionales: por eiemplo, de un lado, la democracia parlamentaria representativa (que Lenin llamaba

La dualidad de poderes en la "escuela gramsciana":

de Togliatti a Poulantzas

Giuseppe Yacca, Saggio su Togliani e la tradizíone comunista, Bar¡, De Donato, 1974.

En su obra de madurez, 1os cuader

Con un nuevo enfoque, en el cual busca fundamentar teóricamente los momentos de continuidad que luzga ver en I a reciente ruptura con la "trad ición comun ¡sta" - ru ptura

no s de

la cár c e7, Gt amsci iamás se refi ere

una respuesta a la noción de dualidad de poderes. No existe, en esta obra, la revolución de procesual teoría nueva la explícita a la siguiente cuestión: dualidad de la de la idea con compatible ,o.i"lir,u por é1 formulada, ¿es poderes, aun baio nueva forma, o hay una relación de exclusión recíproca que Ia respuesta a entre aquella teoría y esta idea?. Es interesante observar

que llevó, en un primer momento, a la conversión del Partido Comunista ltaliano (PCl) Vacca volvió al tema de su libro de en Partido Democrático de la lzquierda (PDS) 1974, escrito en plena "fase heroica" de la expansión del eurocomunismo, en un nuevo -trabajo, titulado precisamente 6ramsci eTogliaai,Roma, Riunití, 199r. No es aquí el lugar para analizar hasta qué punto Vacca está en lo correcto al concebir aquella conversión no como una simple ruptura (o abandono), sino como un nuevo movimidnto dialéctico

-,

de conservación-renov¿ción. Cf., en particular,

go

I

Cramsci, Cuadernos, cil, v- 5. p. 22.

1924, pp.255-268.

P.

Togliatti, Lezioni sul fascismo, en ld-, Opere scelte, Roma, Riuniti,

I

..soviética, .,burguesa',), y, de otro, los organismos de democracia directa o (llarnada .,proletaria"). Esta oposición pasa tambié n por el ínterior clF las tradicionales formas institucionales del Estado democrático; y se eXpreSa no . solamente a través de la implementación de diferentes poiíticas sustan¡iVas,

sino rambién en el modo por el cual se articulanformalmentevatios de los apararos del Estado (mayor peso del Legisiativo, incidencia institucional eiecriva de los organismos de democracia directa, etc.). La añrmación de ,.quebrar" la vieia máquina del Estado, recogida por Lenin la necesidad de Él dice: de algunos textos cle Marx, es concretizada/Superada por Togliatti. Marx y Engels, primero, y después Lenin af,rmaron que el aparato del Este Estado burgués no puede servir para construir la sociedad socialista. y apararo deÚe se¡ quebrado y destruido por la clase obrera sustituido

por el aparato del Estado proletario. ¿Esta posición continúa plenamente veliaa iroyZ En efecto, cuando añrmamos que es posible un camino de sino también avance para el sócialismo, no solo en el terreno democrático, algo de esta que corregimos evidente es parlamentarias, formas utilizando que tuvieron y todavía posición, llevando en cuenta las transformaciones tienen lugar en

e1

mundo.el

de poderes: "Su propia existencia [del partido insrirucionalizar la dualidad legal y de masas] constituye una primera y embrionaria ins,.yelucionario dualismo de poderes de larga duración rirucionalización de aquel peculiar democracia progresiva [...] es una forma institucional caracterizada La [...] por la proyección de una particular forma de dualismo de poderes en el arco de una comPleta fase histórica".e7

Esramos así delante de

un interesante intento de articular el concepto

concepción "procesual" de ia revolución que se origina en Granrsci, una articttlación qr-re transfbmla radicalmente este concepto, retirándole el carácter "explosivo" y de breve duración (que es propio de Marx y Engels en r85o y, especialmente, de Lenin y de Trotsky) y concibiendo el doble poder también como un proceso.e8 No creo que sea de dualidad de poderes con la

insistir en el hecho de que esta concepción del doble poder como que envuelve toda una época histórica, implica una sustancial alproceso teración del concepro "restricto" de Estado: si una situación de doble poder se puede mantener por largo tiempo, esto signif,ca que el Estado ya no es necesario

encarnación directa e inmediata de Ios intereses de la clase dominante simplemente el "comité" de esta o su "poder de opresión"), sino que tqmbién es el resultaclo de un equilibrio dinámico y cambiable entre clases la

(no es

dominantes y clases subaltemas, en el que estas últimas consiguen (o pueden

I

La frase de Togliani parece indicar un explícito rechazo a Ia idea del doble poder. No es ésta, sin embargo, la opinión de Giusseppe Vacca' en su agudo análisis de la obra de Togliani. Él parte del explícito reconocimiento de la novedad de la teoría revolucionaria contenida en las formulaciones para el de Gramsci y de Togliatti: 'Al aceptar la perspectiva [...] del avance soclalismo en la democracia y en la paz, introducimos eI concepto de un desarrollo gradual, en el cual es bastante d.ificil decir precisamente cuándo tiene lugar el cambio de calidad".,a sin embargo, Vacca intenta combinar esta concepción procesual de la transición revolucionaria con un concept6 igualmente procesual de la dualidad de poderes: "Tal movimiento de masas p...nr.r".,. y organizado [como condición para el funcionamiento de la áemocracia progresiva] se puede configurar como aperturade un dualismo depoderes de dl]raciónhistórica".e5\Yacca retoma aunaidea de Max Adler, explícitamente rechazada por Trotsky:eó aquella de que

es

posible y deseable

conseguir) implantarposiciones depoder enel seno de los apararos del Estado.

formulación hasta ahora más incisiva de esta teoría ampliada del transición al socialismo, me parece estar contenida en los últimos trabajos de Nicos Poulantzas. Después de una fase en que fue profundamente influido por el esquematismo La

Estado, y de esta concepción procesual de la

formal-estructuralista de Althusser,ee Poulantzas no solo retomó y desarrolló sus dtígenes gramscianos, sino que también adhirió explícitamente a las propuestas estratégicas del eurocomunismo, inspiradas en gran parte en las

;;";;";;;;;:;;; 97 98

Tog

liatti, "La vía italiana al socialismo", en ld.,

Opere sceke,

cil', p' 758 '

93

P.

94

C. Vacca, Sagqí o su Togl¡ar.í, cit., p. 397.

95

tbid., p. 327. "Max Adler, en Austria, y Hilferding y Kaustky, en Alemania, propusieron'combinar'la democracia con el sistema soviético por medio de la integración de los soviets obreros

96

;,,;, ;,;;;;;;;;;;;;,,a

suerra c¡vi,, de potencia, o dec,arada,

en un componente dei régimen del Estado_ No se podría imaginar utopía más curiosa,, (Trotsky, A históriada Revolugño Russa, cit., p.t9o). Vacca, Saggio su Togliani, cit., p. 3g6.

lgualmente, en el cuadro de una concepción procesual de le revolución, Agnes Heller defendía explícitamente, en tanto todavía marxista, l¿ aaualidad del doble poder: ,.Según -pienso, el 'doble poder'es un óptimo punto de partida para la transformación socialista. Pensemos, por ejemplo, cuan positivo sería, en la Europa de hoy, un sistema de doble poder, en el cual - al lado de la dirección parl¿mentaria - actuase concretamente un sistema de consejos populares" (A. Helle¡ para mudar a vída, Sáo paulc, Br¿sil iense, $82, p.72).

Cl, por ejemplo, 1968.

N. Poulantzas, pouvoir politique et classes sociales, paris, Maspero,

f, t+ t:

Togliani y del Partido Comunista Italiano.'oo Eso Ie permitió de sus brillantes análisis del poder capitalista. en síntesis como formular, concepción del Estado y, especialmente, de Ia formas,'o'una varias de sus que se sitúa entre los puntos más altos de reflexión al socialismo transición contemporánea. marxista quizá5 Es importanre resaltar, en primer lugar, que Poulantzas se revela, que la ampliació¡ de hecho al italianos, que marxisras muchos más arenro del Esrado no se limita a la gestación y difusión de los "aparatos privados

formulaciones de

de hegemonía", sino que se encarna también en la presencia masiva de agenciaS estatales en el área económica: interviniendo directamente en la reproducción de1 capital social global, e1 Estado capitalista contemporáneo obriene de esta intervención -y no solo de los aparatos específicamente

ideológicos- buena parre de sus actuales mecanismos de legitimación

y

decir que Poulantzas de búsqueda de consenso. En este sentido, de la teoría formulaciones de las gramsciana muchas incorpora a la tradición y posiciones las de Estado, del francesa sobre el capitalismo monopólico se puede

de los marxistas alemanes ligados a la "escuela de la derivación", aunque 1o haga de modo expresamente crítico, esto es, sin compartir una cierta unilateralidad "economicista" pre§ente en estas dos corrientes' Y, en segundo lugar, se debe recordar que las sugerencias de Poulantzas son innovadoras también respecto a la relación entre el concepto ampliado de Esrado y la problemática de la transición socialista. En su intento de

deflnir

el Estado, Poulantzas comienza por subrayar el momento de continuidad "Este entre §u reflexión y el núcleo básico del pensamiento marxista. Dice: polírepresentarelinterés Esrad,o [capitalistal,hoy como enelpasado, debe baio (el colectivo) capitalista úco alargo plazo del coniunto de la burguesía poco él después, la hegemonía de una de sus fracciones".'o'Sin embargo, presenra una definición sintética del fenómeno estatal en el cual se expresa claramente el momento de la renovación:

no debe ser considerado como una entidacl en sí, sino -al igual "capital"- como una relación: más como la condensación material de una correlación defuerzas exadamente, El Estado [...]

:

que, por otra parte, se debe hacer con el

l

I

entre clases y fracciones de clases, tal como esta se expresa, siempre cle modo especíñco, en el seno del Estado.'"3 Esta definición poulantziana, que articula el nírcleo de la concepción ,,restricta" (el carácter de clase del Estado) con su manifestación concreta ransfigurada(el Estado como resultado de una "correiación cie fuerzas"),

I

I

inspira directamente en Gramsci.'o4 Sin embargo, cuando "aplica" su teoría del Estado a la estrategia de la ransición al socialismo, Poulantzas revela -así como los teóricos clel euse

rocomunismo italiano- que superó dialécticamente a Gramsci, añadiendo nuevas deteüninaciones a la teoría de la revolución formulada por esre

úlrimo:

mientras Gramsci concibe la lucha por la hegemonía y por la conquisra cle posiciones como algo que se procesa en el seno de la sociedad civil (cle los "aparatos de hegemonía"), Poulantzas va más allá y habla explícitamenre de una lucha "procesual" que se libra también en el propio inrerior de los aparatos estatales en sentido restricto, es decir, en lo que Gramsci llamó "sociedad política". Poulantzas dice: Este proceso a largo plazo de toma del poder en una vía democrática ai socialismo consiste, en lo esencial, en desarroliar, reforzar, coordinar y dirigir los centros de resistencia difusos de que las masas siempre disponen en el seno de las redes estatales, c¡eando y desarrollando nuevos, de tal

I I

modo que estos centros se tom en, en el terreno estratégico qtte es el Estado, lqi centros efectivos del poder real. Por 10 tanto, no se trata de una simple alternativa entre guerra frontal de movimiento y guerra de posiciones, ya que esta última - en el sentido de Gramsci - consiste siempre en un cerco al Estado-fortaleza.'os

ro:

lbid., p. r4r.

ro4 Entre otras afirmaciones análogas, se puede leer en los problematique"' Cf., por eiemplo, la entrev¡sta "Parcours: vers un eurocommunisme e incluida muerte, trágica poco de su antes 1929, de en por Poulantzas concebidl iulio pp' 9-32' la selección póstuma Rep¿res. Textes sur l'État, Paris, Maspero, I98o,

en

classes sociales Cf. N. poulantzas, Fascisme et dictadure, Paris, Maspero, r97o; ld., Les Paris' dictadures, dés crise ld.,La 1974;y Seuil, Paris, auiourd'hui, capitalisme dans le puede ser Maspero,1975. Un ¡nteresante análisis de conjunto de la obra de Poulantzas Londres' leída en Bob jessop, Nicos Poulantzas. MarxistTheory and Political Strategy,

Macmillan, 1985. 102 N. Poulantzas, L' État, le po uvoí r, le soci alisme, París,

PU F,

1978' p' 40' 1

Cuadernos de la cárcel el siguiente pasaje: "La vida estatal debe ser concebida como una cont¡nua formación y superación de equilibrios inestables (en el ámbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los intereses de los grupos subordinados, equilibrios en los cuales los intereses del grupo dominante predominan, pero hasta cierto punto, no hasta el . restricto interés económico-corporativo" (Cramsci, Cuadernos, cit., v.5, p.3B).

to5

Poulantzas, L'Émt, le pouvoir, le socialísme, cit., pp. 285-286. No es este el lugar para discutir hasta qué punto es correcta esta interpretación de la teoría de la revolución

deCramscicomounaestrategia,enúltima¡nstancia,de"cerco'alEstadc;megustrria registrar, con todo, que, aunque ella no me parezca corresponder inlegralmenle a la visión "procesual" de Cramsci, eso no anula el hecho de que poulantzas, al hablar en

-56-

I

poco después, élreafirma: "[Esta vía democrática al socialismo]signiflca : cier[amente un proceso de rupturas efectívas, cuyo punto culminante - y ciertamente habrá uno - reside en el desplazamiento de Ia correlación de :'

y

El

fuerzasafavordelasmasaspopulateseneltetrenoestratégicodelEstad's";x. la medida en l La concepción poulanrziana de la transición al socialismo, en una valorización altamente positiva de la articulación entre y democracia directa, se aproxima bastante a las represenrativa áemocracia y los marxistas italianos recientes.'o'Sin embargo, de Togliani de coloiaciones vacca, examinando 1o que él llama "tradición comunista" italiana,

qu.

r. .pty..n

mienrras poderes a esta inrenra adecuar un concepro transformado de la dualidad de liga una Poulantzas socialismo, al ransición la concepción procesual de explícita a una proceso revolucionario del visión sustancialmente análoga

I

caracteriza negación del papel del doble poder en este proceso. Veamos cómo y la práctica los análisis atraviesa principal "Una Iínea la fosición de Lenin: frontal en por lucha una en bloque destruido cle Lenin: el Estado debe ser poder, por el segundo éxito con y sustituido poder doble una siruación de lo critica: cómo he aquí el d,e los soviets".'"s Y

problema esencial de una vía democrática ai socialismo y de un socialismo

una transformación radical del Estado dehocrático, [consiste en] concebir y la profundización de las la ampliación entre articulación la medianre democracia representativa (que fueron también una la de instituciones populares) y la explicitación de las formas de conquista de las masas por 1a base y la proliferación de focos autogestionados."" democracia

:

Aunque concuerde plenamente con la crítica de Poulantzas a Lenin, me que la nueva concepción de la dualidad de poderes propuesta por Vacca,

oarece

no solo

subrayade modo eficieile el elemento conflictivo y dinámico presente

al socialismo, inclusive (y tal vez especialmente) en su en cualquier transición señala el hecho de que las clases subaltemas también sino procesual, forma

que Gramsci llamó, "occidentales", ya poseen una en las sociedades

porción

efectiva de poder político real, incluso antes de tornarse clases dominantes. pero esta divergencia sobre la actualidad o no de la dualidad de poderes como

momento de la nueva estrategia revoluciónaria, no debe esconder el hecho "radición comunista italiana" (muy bien analizada por esencial: tanto en la Vacca en esta fase de su evolución), como en la obra tardía de Nicos Poulantzas,

transición Es evidente que falta aquí la visión estratégic adetnproceso de las masas del cual a través movimiento largo un de decir, es al socialismo, actuarían para conquistar el poder y transformar los aparatos del Estado. poder, Eso solo podría ocurrir [para Lenin] con la situación de doble que, por definición, y precarias [...] siruación cle equilibrio de fuerzas muy no podría durar. La'situación revolucionaria'es reducida a una crisis del que Estado que solo podría ser una crisis que llevaría al colapso ["'] Lo permanente marca especialmente esta concepción es el escepticismo en el respecro i las posibilidades de intervención de las masas populares propio seno del Estado.'oe

Y, contraponiéndose Poulantzas concluye:

a

este modelo "expiosivo"

vemos que ellos explicitan y desarrollan, a

partir de Gramsci y con resultados

sustancialmente convergentes, una nueva teoría del Estado y una nueva teoría de la revolución, sustancialmente adecuadas a nuestro tiempo.

Intenté mostrar, a lo largo de este ensayo, que esta explicitación y este desarrollo representan, no unasimple negación, sino una superación dialéctica de las teorías formuladas

por los "clásicos" del marxismo. Y, si alguien me

preguntase sobre la "ortodoxia" marxista de esta teoría "ampliada" del Esmdo y de esta noción "procesual" de la revolución socialista, podría responder recordando una célebre observación de Georg Lukács: Suponiendo, sin admitir, que la investigación contemporánea probase la inexactitud 'factual' de todas las añrmaciones particulares de Marx, un marxista onodoxo serio podría reconocer incondicionalmente todos estos nuevos resultados, rechazar todas las tesis particulares de Marx, sin por eso

y a la idea del doble poder'

estar obligado, ni por un instante, a renunciar a su ortodoxia marxista [...] La ortodoxia en materia de marxismo se reduce exclusivamente al método.

UnaguerradeposicionesenelinteriordelEstado,afirmaalgoqueciertamenteno

Ella implica la convicción científ,ca de que, con el marxismo dialéctico, se encontró el método de investigación iusto, que este método no puede se.r desarrollado, perfeccionado y profundizado a no ser en el sentido del

está explícit¿mente presente en la obra del pensador italiano'

r06 I

lbid., p.286. las reflexiones de Pietro lngfao, Masse e potere, Roma' Riun¡ti, r977; ld., Crísi e terza vía, Roma, Riuniti, 1g78i y ld., Trodizione e progetto, Bar¡, De Donato'

107 cr., en particular, 1

982.

08 Pou lantzas, L' État, r09 lbid., p.281. r

le po uv oi r, le socialism e, cit., Q' 27 8'

de sus

fundadores."'

11o lbid., p.28j.

r¡¡

C. Lu kács, H isto ría g consciencia de clase, M éxico, 6 rija lbo, tg6g, p. 1 -2.

Fr "i,

I i

CAPíTULO 2

:,

:

;

Los

marxistas y la "cuestión democrática"

,

I

I

I

objetivo de las presentes notas, que no tienen la menor prerensión de agotar el tema, es indicar brevemente el modo por el cual el marxismo renovó sus instrumentos categoriales con el ñn de darcuenta del nuevo papel y del nuevo valor asumido por la democracia política en las transformaciones sociales de nuestro tiempo. No creo que sea necesario insistir en la centralidad del marxismo para elpensamiento socialista contemporáneo. Pero eso no signiñca, de ningún modo, queyo considere la cuestión del vínculo emre democracia y socialismo como una cuestión exclusiva del marxismo y de los marxistas. Se conftrma cadavez más una observación de Palmiro Togliatti, hecha en 1956, según la cual "la aspiración a una sociedad socialista no solo puede abrir camino en hombres que tienen una fe religiosa, sino que esra aspiración puede encontrar estímulo en la propia fe religiosa cuando esra es colocada delante de loü dramáticos problemas del mundo contemporáneo".',, Para comprobar la justeza de la posición de Togliani, basta pensar en el El

modo por el cual sectores sustanciales del mundo católico, particularmente vienen hoy colocando el problema de la lucha por la democracia

en Brasil, y

por el socialismo; y eso no solamente en el nivel práctico, sino incluso en teórica, como 1o atestiguan las investigaciones ligadas a la

la elaboración

teología de la liberación. Por otro lado, son innumerables los movimientos sociales específicos - de mujeres, ióvenes, negros, de Ias minorías en general - que, a partir de carencias concretas y bajo la influencia de motivaciones

culturales e ideológicas de diferentes orígenes, comienzan a poner, práctica y teóricamente, la necesidad de articular la lucha por la libertad y por Ia

ttz

P.

Togliani, "El destino del hombre", en ld., Escritos políticos, México, Era,

1911,

p.251.

I

--l

t E §,

realizaciónindividual,conlanecesidaddetransformacioneseStructurale§i

t

en la sociedad e ideológicos enlos comEsta convergencia de diferentes suietos políticos y por el socialismo' Y0 { bates por la trásformación social, por la democracia ise plantea hoy Ia cuestión de es un indicador del nuevo modo por el cual

los años enronces

tg7}, a desencadenar el gran movimiento renovador conocido por el nombre genérico de "eurocomunismo"'

i

la

su centralidad social y de vista §ocial, la clase obrera -sin perder

política-

yanoeselúnicosuietoenlaluchaporelsocialismÓ:estaluchaenvuelve

y motivaciones tienen hoy indivicluos y grupos sociales, cuyas carencias

o.g.n.nunterrenobastantediversode1terreno..tradicional,,delac1ase

contra.dic.cióno obrera (y es evidente, supongo, que cliversídadtosigniñca capitalismo y del contradicciones propias las n,'rtogoiis*o). Brotando desde

pene[ranclosegmentossituadosentodoslospuntosdeltejidosocia1,talucha

de la democracia por el socialismo requiere hoy, más que nunca' la expansión democracia de de organismos múltiples con r.p.esentativa, su articulación y pluralista' y abierta cultural política base, la defensa de una vida que Georges Marchais, enEl marxismo se encuentra así, delante de 1o llamó hace años "desafÍo Francés, tonces secretario del Partido comunista en el interior del surgidos democrático"'l3. No solo los nuevos fenómenos sino también la continuación)' capitalismo (sobre los cuales hablaré a

crisisterminaldelmodelovigenteenlospaísesdelllamado..socialismo

vida o muerte' La cuestión real", lornaron este desafio en un problema de "o me descifras o te enigma: democrática coloca al marxismo en el célebre yproclaman resuelto enigmaya devoro". No son pocos los que suponen este que ignoran pocos los son no con alegría la *u".r. del marxismo. También ala respondiendo de modo simplista Ia ra dicalidadylanovedaddeldesaffo' supuestamente o real cuestión democrática con vieias formas dogmáticas,

I

inspiradas en ias enseñanzas de Marx y de Lenin' por mi lado, creo en \.ntertiL]m datur:estoy convencido de que, desde el puntodevistametoclológico,Marxelaborólosinstrumentosnecesariospara 'pensar y resolverla cuesdón democrática' tal como ella es planteada hoy' una respuesta marxista Pero, al mismo tiempo, esta cuestión no encontrará acumulada después plena si no se tiene en cuenta toda Ia rica experiencia que ya se manifiesta en los meiores de la muerte de Marx: una experiencia un gran estímulo en los momentos de la Segunda Internacional, que conoce y de Gramsci, trabajos de Lenin y de Rosa Luxemburg, d'e los austromarxistas especialmente en así como en los pensadores italianos que contribuyeron'

primeros escritos, Marx indicó un aspecto básico dei capitaiismo: creciente de socialización del t¡abaio, de las fuerzas productivas. el proceso una ofrcina artesanal de la Edad Media, o inciuso una manuBaita comparar primeros tiempos del capitaiismo, Con una fábrica moderna; Ios de Desde sus

tranSiCiónaSíunnuevoorde.'socia1,máslibreeigua1itario.Desdee1punto

.

facrura

pensar, aun, en el carácter altamente socializado del sec¡or de ser,i.io, .n el capitalismo de hoy. Marx también indicó la contradicción que producción capitalista, este hecho introducía en la dinámica del mOdo de que el carácter social del trabajo entre se verifica contradicción es clecir, la y basta

socialización de las fuerzas productivas) y la apropiación individual o privada de los frutos de este trabalo social. Mostró, aun' como todos recuerá.r, qu. Ia superación de esta contradicción estaba en la socialización del proceso de apropiación (que, dígase de pasada, Marx nunca confundió con esatización, porque su propuesta comunista impiicaba et ñn del Estado), grandesmedios es decir, en la eliminación de Ia propiedad individual de lo s (o

producción (aquellos que exigen un trabaio efectivamente socializado). Otro aspecto de la dinámica capitalista - orgánicamente relacionado con este - no siempre, sin embargo, fue percibido con la misma agudeza: me refiero a Io que podría ser llamado socialización delapolítica, es decir, a la creciente participación de las masas en la vida política."a La historia del capitalismo, vista desde este ángulo, es la historia de una creciente ampliación del número de personas involucradas directa o indirectamente en actividades políticas. Y aquí surge igualmente una contradicción: aquelia entre esta socialización de la participación política, por un lado, y, por otro, la apropiación privada (individual o grupal) de los apararos de poder. Hasta se puede decir - y el ioven Marx insistió bastante sobre eso - que la esencia de la democracia política, de las promesas contenidas en las grandes revoluciones democráticas, es el ñn del monopolio del poder, de la apropiación individual del poder del Estado, tal como ocurrió, por ejemplo, en las monarquías absolutistas. En la democracia plenamente expiicitada, desaparecería la alienación en Ia esfera política: el Estado democrático sería la expresión del hombre socializado. En este sentido, dice el |oven de

114

1I3

do Livro Brasileiro' t974' C. Marchais, O desafio democrático, Lisboa' Centro

Este tema recibió una especial atención en la obra del m¿rxlst¿ italiano l.lr¡berto Cerroni, sobre todo en el |bro Teoria politica e socialismo, Roma, Riunit¡, 1973, P. 49 y ss., (también en español, Teoría política q socíalismo, Editorial Era, l9z6).

I

_63_

Marx: "La democracia es el enigmaresuelto de todas las Conslituciones [...¡ En ella, la Constitución aparece como lo que es: como libre producto del hombre [...] La democracia es la esencia de toda Constitución política: es el hombre socíalizado enuna particular Constitución Política""s. Es decir: al proclamar la soberanía popular, la igualdad de todos en la formulación de las leyes y en Ia constitución del gobierno, la teoría democrática moderna (particularmente en su versión rousseauniana) proclamaba, en principio,l¿ socialización de la política y del poder. Todos deben ser ciudadanos: y esq signif,ca que todos pueden y deben participar en la formación del poder. La crítica marxista siempre ha estado atenta al catácter formal que esta igualdad asumía en la práctica de los regímenes inspirados en el ideal democrático: ella era limitada, y de cierto modo, anulada por la desigualdad económica. Podemos recordar una brillante observación del ioven Marx, en un texto en que, aunque no explícitamente, toma como obietivo de su crítica la teoría de Rousseau y la práctica de los iacobinos: para Marx, el hombre moderno vive en una situación dicotómica, dividido entre su lado citoyen(por elcual aparece como el hombre universal de la esfera pública)y stlado bourgeois (el hombre particularista inmerso en la esfera económica); en efecto, esta dicotomía torna abstracta e irreal Ia dimensión universal de la ciudadanía propuesta por la democracia, convirtiendo obietivamente los droits del'homme en derechos del individuo burgués"6. Esta crítica de principio a los límites de la democracia puramente formal conserva toda su validez. Pero hay todavía otro aspecto, ahora empírico, que también debe tenerse en cuenta: esta universalización (o sociaiización) de Ia ciudadanía era formalmentenegada en la esfera política. La afirmación de la soberanÍa popular, esto es, de que todos son ciudadanos y deben participar de la formación del gobierno, no tenía lugar en la realidad de los primeros regímenes liberales. Basta pensar, por eiemplo, en el sufragio universal. En Ia Europa del siglo XIX, en la senda del eiemplo inglés, se difunden regímenes

ecutivo está, por lo menos formalmente, sometido al control del parlamento. Pero el parlamento fue por mucho tiempo una especie de soviet de los propietarios, ya que el voto era restringiclo solo a los que eran considerados ciudadanos activos (con derecho a votar y ser votados), vale decir, los detentores de propiedad o, lo que es lo mismo, los que pagaban un cierto montante de impuestos' La gran masa de la población era excluida del derecho a voto. Y los grandes pensadores

Iiberales, en los cuales el poder

r15 r16

ef

Crítica de la ñlosofía del Estado de Hegel, México Grijalbo,1968,p' 46' ,.La cuestión judía", en K. Marx-F. Engels, La sagrada familia y otros escritos K. Maf x, hlosóficos de la primera época, México, Crijalbo, t96o, pp.16-44' K. Marx,

i i fr

la época, de Locke a Benjamin Consranr, no rerrocedieron ante liberales de de teorizar este carácter elitista y oligárquico de1 liberalismo la necesidad por elemplo, aunque defendiese la soberanía popular como Kant, polírico. al mismo ti.empo, paradojalmente, que - como solamenre afrrmaba principio,

propietarios son independientes y, por lo tanto, poseedores de la libertad de juicio, de elegir libremente - todos los no propietarios, en la meclicia en q¡e son dependientes de algún propietario, deberían ser excluidos clel derecho a voto. Eso significa que, para é1, no debían votar o ser votados ni los

los asalariados,

ni las mujeres"T.

por otro lado, tampoco existían los instrumentos coiectivos a través cle los cuales las masas populares tendrían la capacidad de intervenir regularmente en la vida política. Por ejemplo, en nombre del liberalismo, de la libertad de contratación económica, uno de los primeros gobiernos originádos cle la

Revolución francesa, mediante un decreto del 14 d;,ulio d,e t7gt,aparenremente dirigido contra Ias corporaciones y conocido como Ley Le Chapelier,

prohibió la asociación de los trabajadores para defender sus propios interese§, es decir, prohibió en la práctica la formación de sindicaros. También el partido político, tal como hoy Io conocemos, surge en un períod.o bien avanzado del capitalismo. Los partidos políticos de los primeros tiempos del liberalismo eran, en general, simples corrienres de opinión, cuya única organización más o menos permanente eran los grupos parlamentarios. El primer partido en el sentido a«ual de la palabra - es decir, un partido con militantes, organizado, que actúa también fuera del parlamento, en varias instituciones, en los movimientos sociales, etc. - es un partido obrero: el [artido Social-Demócrata alemán, fundado en la segunda mirad del siglo XIX, y que después serviría de modelo para otros partidos obreros europeos.,,8 De este modo, podemos ver que, desde el inicio del capitalismo, la clase obrera aparece en la vanguardia de la lucha por Ia ampliación y profundización de las conquistas liberales y democráticas; el ,,cartismo", el primer gran movimiento de masas de los obreros ingleses, surgido en los años 4o del siglo XIX, tiene como una de sus dos principales banderas de lucha la reivindicación del sufragio universal (la otra era la fijación legal de la lornada de trabajo). La lucha por el sufragio universal, una conquista basranre rardía en muchos de los países europeos más avanzados (pues tiene lugar, en general, a inicios del siglo XX), implicaría rambién, en una etapa posrerior, la constitución de los partidos socialistas de masai que se arriculan bajo la

fi7 ttB

lmmanuel Kaat, La metaJísica

de las costumbres,

Madrid, Tecnos, .1989, pp.144-145.

Sobreeso,cf.,Un¡bertoCerroni,Teori¿dopart¡dopolitico,sáopaulo,CiénciasHunl¿nas, 1982.

égicladelaSegundalnternacional.Noesprecisorecordarquelalegaiización

de los hoy llamadog de los sindicatos y del derecho a hueiga, para no hablar .,derechos sociaies", también es resultado de las luchas de los trabaiadores. (partidos, con 1a mulriplicación de ias organizaciones de los trabajadores fuera organismos crear debe también etc.),la propia burguesía

sindicatos,

por lo tanto' asociaclel Estado, con el fln de competir con los obreros' Crea, que defrenden masas partidos de ciones profesionales, crea o hegemoniza capas medias' Así se va su proyecto d.e clase. Lo mismo ocurre luego con las no existen, de un lado, Ya política. la de volviendo realidacl la socialización ..privados,,, luchando por sus intereses

individuos atomizados, puramente como únicos económicos inmediatos, y, de otro, el Estado y sus aparatos red de orgacompleia una Surge representantes de los intereses "públicos"' de|a de pluralismo El cle masas, de suietos políricos colectivos.

nizaciones cada vez más un ser solamente un pluralismo de individuos, para tornarse de Ia política se espacio pluralismo de organismos colectivos. con eso, el como surgiendo estricto, amptía más atlá del ámbito del Estado en sentido ..ampliada,,,

lo que Gramsci componente d.ecisivo de esta nueva eslera pública fue elaborada Estado del "ampliada" Iiamaría,,sociedad civil".,,e Y esta teoría que la fenómenos nuevos por Gramsci, precisamente para dar cuenta de los vida social' profundización de Ia democracia introduio en la la política -es Me parece importante observar que esta socialización de de las luvimos, decir, esta expansión de la democracia que resulta, como capitalismo' chas de las clases trabaiadoras- es potencialmente opuesta al

pertinente: "si Lenin, en rgrz formuló una observación extremadamente el toclosloshombres parricipasen efectivamente en la gestión del Estado, los crea capitalismo no podría mantenerse. Y el desarrollo del capitalismo p articipar nte p efecrivame ue dan que' todos' pa ra ecesarios p s n u e sto pr-esu entre la áe la lestión del Estado"',o. Hay así una contradicción antagónica poder, sociaiización de la polírica y la apropiación privada o colectiva del y productivas similar a Ia que existe entre Ia socialización de las fuerzas razón la propiedad privada de los medios de producción' Y eso por una en la sociedad, minoritarios son burgueses que intereses los clara: dado por sus cuan[as más personas luchen (y de modo conciente y organizado) peligro. si el correrá burguesa la dominación más tanto propios intereses, dado,la momento un en forma restricta partícipación de fue, liberalísmo

p ara la afirmación de la dominaciónburguesa, la democracía de adecuada se va construyendo a partir de las luchas populares es, a largo que rnasas íncompatible con el capitalísmo.

flazo, 3.

comprensión de este nuevo valor -revolucionario y anticapitalista- de la democratización, impone alteraciones a la estrategia de lucha de la clase obrera y de las masas trabaiadoras. Y hasta se puede decir que es a partir de este "desafio democrático" que se deben analizar las innumerables discusiones ocurridas en el seno del pensamiento marxista después de Marx, así como las profundas revisiones que sevolvieron necesarias para adecuar La

pensamiento a las necesidades.del presente. Las primeras formulaciones de una estrategia sociaiista proleraria, que emergieron a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, eran conspirativas, ,,golpistas". El principal representante de esta fase es el conocido revolucionario francés Auguste Blanqui, seguidorde Babeufy Buonarotti. Blanqui supone que una minoría audaz, organizada en torno de un comité central secreco (inspirado en el modelo de 1os clubes iacobinos), se puede apoderar del poder del Estado mediante un "golpe de mano", dando así inicio a Ia construcción de una nueva sociedad. Blanqui parece haber sido el primero en llamar "dictadura del proletariado" al régimen polírico necesario para promover Ia transición a esta nueva sociedad,,,. La idea podía parecer viable, este

en la medida en que la baja participación política hacía que el Esrado fuese,

por así decir, el único órgano político,

el único cenrro de poder. No es casuai que las propuestas de Blanqui continúen inspirando, aunque muchas veces

incoácientemente, a revolucionarios que operan en sociedades en ias cuales aún no se ha procesado una efectiva socialización de la polírica. En Blanqui y en los blanquistas é1,

- como rambién en Lassalle y, a rravés de en algunos importantes exponentes de Ia Segunda lnternacional, como

primer Kautsky -, hay Ia suposición de que existe una contraposición frontal entre el proletariado y el resto de Ia sociedad, considerada como

el

una "masa reaccionaria". Y eso, en cierio modo, correspondía a la realidad del período en que Blanqui actuó. El proletariado (o, meior, su vanguardia) poseía una organización incipiente, basada en pequeñas sectas, pero real; la burguesía, a su vez, estaba organizada en el (o por el) propio Estado; y,

119

de Acerca de la "ampliación" de la teoría del Estado en Cramsci, cf', "La dualidad poderes: Estaclo y revolución en el pensamiento marx¡sta", supra, pp' 4o-5o de esta recopilación.

p'256' 120 V. l. Lenin, El Estado y la revolución, en ld., Obras escogídas, cit', v' 2,

entre estas dos clases, habÍa una masa amorfa de intereses individuales

tzt

Sobre Blanqui, sus práctic¿s y sus ideas, cf., el amplio estudio de Sámuel Bernstein, Auquste Blanqui, París, Maspero, r97o.

atomizados, de pequeños propietarios apegados a su propiedad y conrrarios ai socialismo, sin ningún tipo de organización política efectiva',". Solo con el proceso de monopolización del capital, y con la consecuente transformación de estas capas medias en trabaiadores asalariados, es que ellas comienzan a organizarse en ei plano político y a entrar frecuentemen¡s en choque con los intereses del capiralismo. En Ia época de Blanqui, por el contrario, había un gran vacío político y organizativo entre el Estado (qug podía ser autoritario o liberal, pero era siempre excluyente y oligárquico) y las aguerridas (aunque frágiles y exiguas) "vanguardias" conspirativas que actuaban en nombre del proletariado.

comba,T polítíca, día a día- De ahí la gran .organizarse, 1n..1 que, en_la época de la llamada Primera Inrer¡¡¡isn¿l y

importancia

después de ella, Marx y Engels atribuyen no solo a la creación de sindicatos, sino tambié, de partidos políticos obreros de masas. De cualquier modo, tenemos que admitir que hay en Marx varias inclica_ ciones sobre la estrategia de la transición al socialismo pero no existe trna , rcoríq elaborada de la transicíón. De modo geteral: esrán cierramenre en Marx los elementosparala construcción de una ¡s6¡¡¿ de la política, pero no hay un tratamiento sistemáticamente elaborado de esa esfera del ser social similar a la teoría der modo de producción, tal como esra nos es presenracra enEl Capital"s. Marx admitía, por ejemplo, que cierios países _en los cuales el peso de la burocracia estatal no.fuera excesivo y por consiguiente, fuera grande er paper der parramento y de otros

Airededor de 1848, Marx y Engels concebían la rransición para el socialismo

-y, consecuentemente, la esfera de lo político- de modo bastante similar a Bianqui: la conquista del poder resultaría de una insurrección proletaria dirigida por una vanguardia de tipo iacobino, por una minoría conspirativa organizada clandestinamente. La cuestión de las alianzas de clase, del modo cómo evitar el aislamiento del proletariado insurrecto, no era aún instalada ciaramente. La Liga de los |ustos (después Liga de los Comunistas), para la cual Marx y Engels escriben el famoso Manífiesto et 1848, era una sociedad de tipo blanquista."3 (En ese sentido, dígase de pasada, me parecen válidas muchas de las observaciones de Eduard Bernstein sobre la presencia de posiciones blanquistas en Marx y Engels;'r el equívoco de Bernstein, a mi parecer, reside no solo en el hecho de haber generalizado este blanquismo para todos los períodos de la producción teórica de Marx y Engels, sino también en el carácter de la alternativa, puramente liberal-reformista, que presentó para la supuesta posición blanquista de sus antiguos maestros). Pero, a pesar del "golpismo" que marca muchas de sus posiciones alrededor de t848, Marx y Engels siempre insistieron -e insisten cada vez más, especialmente a partir de la creación de la Asociación Internacional de los Trabajadores, en 1864- en la idea de que Ia liberación delproletariado es obra del propio proletariado, y no, por 1o tanto, de pequeñas minorías actuando en su nombre. Esto signiñca que el proletariado, para emanciparse, debehacer

-...nirmos a. .onirot ,o.iur ¿.1

Estado- podían conocer una transición pacífica, incluso hasta parlamentaria, hacia el socialismo; y él daba como elemplos los casos de Inglaterra, de los Estados Unidos y, presumiblemente, el de Hola¡¿.,,u. Sin embargo, no elaboró estas observaciones de

modo sistemático. Nu¡ca ffató en detalle, por ejemplo, ra cuestión cie las alianzas del proletariado, es decir, de Ia cuestión (que será puesta por Lenin y, especialmenre, por Gram_ sci) de cómo la clase obrera se puede hacer clase dirigenie al conquistar la hegemonía sobre el conjunto de las capas populares, dirigiendo la lucha de todos ros sectores subalternos y marginados. Esta omisión talvgz resurte de un análisis simplifi.cador, presenre en Marx (y que se volvió un dogm^ en la "ortodoxia" de la Segunda Inremacional), según el cual _co¡ el ar.imerrto de la concentración/centralización del capital- la inmensa mayoría de la sociedad sería reducida a ia condición proleraria. ¡6 quq scurrió, en verdacl, fue qre la mayoría de la población se convirtió e¡ ¿s¿1¿¡iada, pero esre mo_ vimiento, en lugar de generar una homogeneización, produjo una cliferencia -aunque no necesariamente una contradicción-- entre estas nuevas capas medias asarariadas y el obrerismo fabril. por 10 tanto, las relaciones asarariadas, rejos de anularlas,

ra

generarización cle

hizo aún más apremianre la

cuestión de las alianzas de la clase obrera, que _aunque

nunca haya siclo, y sea hoy cada vez menos mayoritaria en la sociedadcontinúa teniencl0

Su modo de unirse era similar, como dice Marx al respecto de los campesinos (cf., El tB Brumario), al de un "saco de papas". Un bello estudio sobre las posiciones de Marx y Engels en este período, con especial atención para la superación, poco después de t848, de posiciones blanquistas, está en Fernando Claudín, Marx, Engels g la revolución de,848, Madrid, Siglo Veintiuno, r976. 124

Bernstein, t presupposti del socialismo e i compíti della social-democrazio,Bari,Lalerza, :974, en particular pp.60-71, (también en español "Las premisas del socíalismo y J¿s tareas de la socialdemocracia" en Problemas del Socialismo, el Revisionismo en la Socialdemocracía, Madrid, Siglo XXl, 1982).

,En eso reside la verdad parcial de la conocida

afirmación de Norberto Bobbio, unilateral en su radicalidad, de que..no existe una ciencia política marxista,, (lrl. Bobbio, euale socialismo?, Turín, Einaudi, lgZ6, p.3 y ss.).

E.

I I

I I I I I I

126

Cf., el discurso pronunciado por Marx en Ámstercí¿¡, en .ig73. por ocas,ión fle rrn congreso de la Asociación lnternacional de los Trabaj¿dores, cirado por Maximilien Rubel, Crónica de Marx, Barcelona, Anagrama, lgO¡, p. l¡q.

I

social altemativo ¿¡ un papel central en la constitución del nuevo bloque producción' la y en lugar su capiralismo dado su peso organizativo que el proletariado alq' en momento un en vid.a, Engels, al ñnal d.e su planteó la cuestión de h universal, el sufragio man ya había conquistado

+

predecible,

transición al socialismo de un modo más concreto. Ya no sería por lo menos en los países con un mayor grado de democratización'

que

de las barricadas, una simple insurrección obrera fuese victoriosa: Ia época no solo técnico' por razones superada, deñnitivamente dice Engels, estaría grandes avenidas en las de apertura armas, (invención nuevas de militares ya en tales admitir parece Engels políticas' ciudad.es, etc.), sino sobre todo, golpe un a respuesta de como países, el recurso a la violencia, solamente a favor Cita urnas' de las en ia burguesía contra el proletariado victorioso época, odilo¡ la de burgués su exposición la célebre frase de un político

que no iban más allá de un reformismo "progresisra"

en el escenario Barroi, quien -frente al avance del movimiento socialista reconoció Barrot mata!" de ias insrituciones- exclam ó:"iLalegalidadnos potencialmente podia convertirse "democracia burguesa" que ásí

Ia llamada

comenzó a reconocer en antiburguesa y anticapitalista. Por todo eso, Engels convertido en Ia había se explícitamenre que la "república democrática" y a su posterior socialismo política adecuada a la transición al

I

única forma ediflcación."7 de sus formula' Pero el hecho es que, a pesar del interés y de la novedad permanecía muene), de Su ciones tes[amen[arias (el texto citado es del año se volvería proletariado que el en él un límite de fondo: también presuponía partido de su por eso' rnayoritario en el seno de la población y, precisamente los sufragios'. de mayoría clase obtenclría más o menos automáticamente Ia el asunto de Eso 10 eximía de estudiar a fond.o una cuestión fundamental:

lasalianzas,delatransformacióndelaclaseobreraenclasedirigente'deh

permanecía abierconquista de I ahegemoníaenelpluralísmo' En resumen' nuevo bloque ro el siguiente desaffo: ¿de qué modo es posible agregar un

hisróricodondelacentralidadd.elaclaseobrerasearticuleconlanecesaria emergentes diversidad política y cultural de los nuevos suietos sociales la sociedad? de por transformación la empeñados en Ia lucha

y

il;iáru r.oruesras de tiPo liberal'"' '"il;;;. conrexro, la contribución de Lenin para el avance de la teoria sido el primer marxisla en plantear ..Iüzu. .onsiderable: tal vezdeéllahaya uansición hacia el socialismo y com;;;á. concfero la cuestión del problema de las alianzas de ;;;r r, cenrralidad, en esra transición, porque Lenin formulaba sus posible fue If"*.

al

rrK.Kautskfladoctrinasocialis¡4,BuenosAires,Claridad,l966'Estaobra'quecontiene

''

o en la nota siguiente, la respueita de Kautsky al libro "revisionista" de Bernste¡n citad fue publicado originalmente en 1899.

,r3o

,

.

127

gotha/gothai.htm).

este avance

siruación de un país arrasado. En 1a Rusia de la época, ;;;;;ó minoritaria; y Lenin' repudiando air.*i.l*do era nítidamente una clase que una minoría pudiese conquistar negaba ' .r,pfi.ii.*.nre el blanquismo, Por eso' en Rusia' el lamayoría' de apoyo eloodery mantenerse en él sin con las masas alianza estrecha poder en al ill.tr¡áao solo podía aspirar país' La cuestión de del mayoría , iamp"rinrr, que formaban la abrumadora pensamiento del básicos los ejes ,. ,las alianzas de clases se vuelve así uno de ¡I,político de Lenin,3o. Y esta centralidad de eltas, por otra parte, es ampliada , plano internacional: gracias a la esencial exactitud de su teoría del impede ta

.t¡9

,.fntroducción" a Las luchas de clases en Francia de 1848 a r85O, en Archivo' F. Engels, e ld'tr MarxlEn gels (www.marxists.org/espanoUm-e/t85os/francia/franciat'htm); Prog.rammesdt des Cri tique Marx-Engels, ., 'Critique"Du Piogamme d'Erfrrti hs9l1' (también en español "Crítica del Cotha er d' Erfurí,París, Éditions Sociales, t966, p' ro3, (www'marxists'org/espanol/m-e/187os/ Marx-Engels Programa detotha" en Archivo

,.*¿"irlmente'

: ' .

..

E.

Bernstein ,

I

presupposti del socialismo,

cit.

No es este el luqar para mostrar cómo la teoría leniniana del partido, con sus aspectos fueñemente jacobinos y "elitistas", entra en choque con el pluralismo implícito en

su concepción de la política de alianzas. En verdad, como observaron tanto Tfotsky blanquistas en su teoría del "partido revolucionario de vanguardia", tal como esta fue formuladaentgoz,ensufamosolibro¿Quéhacer?.Para lasposicionesdeLeninypara las críticas de Luxemburg, de Trotsky y de otros rnarxisias de ia época, cl, l¿ excelente antologia organizada por Vinorio.strada e incluida corlo apéndice en su edición cie V' l. Lenin, ¿Quá hacer?,México,Era,1977.

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palabra de orden de Ia Intemacional comunista baio su direccién: Ia funesta ,,bolchevización,, de los partidos comunistas, tanto de su organización com0 universal del de su política, refleia la convicción estalinista de la aplicabilidad en t9Zt, ya maniftesta se *od"io soviético). Ese esfuerzo autocrítico de Lenin Ia

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"frente único", reconociendo cuando él defi.ende para occidente una política de (como los panido5 con eso el papel fundamental de los organismos de masas con todo, ya en reformistas y los sindicatos) en las sociedades democráticas. de la situación rusa' Le1919, revelando su preocupación con la especifrcidad fácil conquistar nin insistía en el hecho de que, mientras en Rusia había sido occidente -a causa de la el poder, pero sería dificil construir el socialismo, en mayor compleiidadde sus estructuras sociales ypoliticas-ocurri¡íaelfenómeno laborioso, mientras inverso: la conquista del poder sería en él más largo, más que sería más fácil construir el socialismo''33 en una teoría Estas indicaciones de Lenin, aunque breves, Se convertirían gran pensador italiano me sistemática en Antonio Gramsci: las reflexiones del al sociaüsmo en países pensar transición Ia para adecuadas parecen las más grado de socialiáesarrollados, o, más precisamente, en países con un elevado la cuesüón precisamente Gramscies panida de de zación de lapolítica. Elpunto

desaberporquélarevoluciónproletaria,victoriosaenlaRusiaatrasada,fraCaSó que aquí la estrategia en el Occidente desarrollad.o. Y llega a la conclusión de no puede bolcheviques; por los utilizada socialista tiene que ser distinta a la más allá En"occidente", Estado. pretender solo y directamente laconquistadel

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I

I

Estacto, hay una sociedad

civil fuerte, una red de organizaciones de masas

posición nítidamente estructuradas y pluralistas. Gramsci asume entonces una en "occidente", debe proletariado, andblanquista, antigolpista: la estrategia del máxitno de espacios del basarse en una "guerra de posiciones", en la conquista de la mayoría, el consenso que con solo en el interior d.e la sociedad civil, ya

esdecir,conhegemonía,esposibleemprendertransformacionessocialesen

los profundidad.'34Con eso, me parece que Gramsci ha colocado con rigor teoría al socialismo, transición 1a functamenros de una teoría d.emocrática de

I

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pCR (b)", su "rnrorme ar Vil consreso der clásico,, (o del carácter..no final percepción su z. Sobre vol. en obras escogidas,cit., no universal) áe la revolución bolchevique, basta recordar la siguiente observación: países "Después de la victoria de la revolución proletaria en por lo menos uno de los

;r,

avanzados,[..'tRusiaseconvertiránoenunpaísmodelo,sinonuevamenteenunpaís "La enfermedad infantil del atrasado (en el sentido'soviético'y soc¡atista)" v. l. Lenin, 'izquierdismo'en el comunismo", errld.,Obrasescogidas,cit',vol3, p'

r34 I

353 ss'

papel en la evolución P¿ra urra exposición más anrplia de las ideas de Cramsci y de su del marxismo, cf. "La dualidad de poderes: Estado y revolución en el pensamiento marxista", supra, p.4o-5o, de esta recopilación.

en cuenta el "desaffo 0ue riene

democrático" enfrentado por el movimiento

y por el pensamiento marxista. socialista el espacio para examinar en de¡alle los desarrollos que la teoeste No es

experimenÚ en manos de sus continuadores, en particular italianos. Solamente quisiera destacar dos conceptos comunistas enrre los inspirados en Gramsci, que me parece resumen 1a respuesta directamente pensamiento que el marxista contemporáneo presentó hasta más lúcida ría de Gramsci

cuestión democrática: el concepto de "democracia progresiva", por Palmiro Togliani, y el cte "democracia de masas", formulado foimulado pietro El concepto togliafiiano concretiza Ia propuesta gramsciana Ingtao. por aquí para la

"guerra de posiciones", de la necesaria lucha previa por Ia hegemonía existe una y por el consenso mayoritario en las formaciones sociales donde concebida progresiva" es y pluralista: "democracia robusta la sociedad civil como un régimen político que, combinando las instituciones representativas de la

gratradicionales'con nuevos órganos de democracia directa, se orienta

duaimente ("progresivamente") en el sentido de la hegemonía de las masas rrabajadoras, de la superación del capitalismo mediante profundas reformas estructurales. Concebida así como un régimen en permanente progreso, la democracia aparece en Togliani -y en los documentos del Partido Comunista Italiano después de t944 y, sobre todo, de 1956- como un momento ineliminable de la lucha por el socialismo y de la propia sociedad socialista. Ya el concepto de "democracia de masas", con el cual Ingrao lieva adelanie las formulaciones de Gramsci y de Togliani, parte de la idea de que, con la socialización de la política, con la gestación de una red de organismos de masas cada vez más difusa y plural, se creó no solo un nuevo terreno para la lucha por el socialismo, como también ya se delinearon, en el seno del propio capitálismo, ciertas formas estatales de la futura democracia socialista. El concepto de hegemonía, de origen gramsciano, gana una dimensión más concreta al articularse con el de pluralismo'. "Hablamos hoy -dice Ingraode hegemonía y pluralismo. Yo diría más precisamente: hegemonía de la clase obrera en el pluralismo. Es una fórmula que no se limita a indicar la dirección de la clase obrera fundada en el consenso; es una fórmula que ya alude a una pre

cisaforma política y estatal del consenso".r3s

principales formulaciones de Marx y marxistas sobre el vínculo entre socialismo y democracia, indica un hecho preciso: que, a partir del patrimonio categorial elaborado por el autor de El Capítal, es posible -quando se supera cualquier espíritu dogmático y cuando se conserva una doble ñdelidad, a saber, al método de Marx y a Ia Esta breve reseña de algunas de las

de los

135

P.

lngrao,

M asse e po

¡.ere, Rom a, Riuniri, 1977, pp. 15.t-t 52.

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;l realidad concreta en permanente devenir- enfrentar de forma adecuada

rl

los desaffos colocados incesantemente al movimiento obrero y socialista: y esta me parece es la gran prueba de la actualidad de Marx, más de un siglo

CAPíTULO 3

Gramsci, el marxismo ylas ciencias sociales

después de su muerte.

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El

tema que pretendo abordar en este ensayo se refiere a la relación entre

Gramsci y las ciencias sociales. Pues bien, el camino para la discusión de este tema exige el reconocimiento previo de que Gramsci es un pensador marxista. Por este motivo, antes de abordar mi obieto especíñco, pretendo recordar algunos trazos esenciales de la relación más general entre el marxismo y las ciencias sociales particulares. En un segundo momento, indicaré cómo

Gramsci, en su tratamiento de las ciencias sociales, recupera plenamente el punto de vista crítico indicado paradigmáticamente por Marx, atribuyéndole nuevas dimensiones. Finalmente, buscaré sugerir algunos tópicos en los cuales Gramsci, sin dejar famás de lado ese punto de visra crítico, brinda al mismo tiempo subsidios para un desarrollo creador de temas específicos de esas ciencias sociales particulares.

t. El punto de vista de la totalidad y las ciencias sociales particulares

prithera y principal característica de la reflexión marxista sobre lo social principio de la totalidad. Es extremadamente pertinente la célebre afirmación del joven Lukács según la cual la distinción básica entre el marxismo y la ciencia burguesa (en su propia expresión) no es el predominio de motivos económicos en la explicación de lo social, sino el principio de la totalidad.'36 Esa decisiva puntualización metodológica, recogida por el marxismo de la herencia dialéctica de Hegel, significa la necesiclad de concebir la sociedad como totalidad, es decir, como una realidad compleja yaniculada, formada por mediaciones, contradicciones y procesos. Por eso, el mé-todo más adecuado para pensarla y comprenderla, en su estructura La

es el

136 -Lo que diferencia decisivamente

al marxismo de la cienci¿ burguesa no es la tesis de un

predominio de los motivos económicos en la explicación de la histori¿, sino el punro de v¡sta de la total¡dad" (G. Lukács, Hisroria g consciencia de clase, Méx¡co, 1969, p. 29).

I

onrológica básica, es precisamente aquél que privilegia la totalidad. Y esa roralidad, en la senda de Hegel, debe ser comprendida como una totalidad. concretcl, o, en otras palabras, no como un todo en el cual las partes ¡6 sean explicitadas y bien deñnidas, sino como una totalidad constituida a partir de la autonomía relativa de sus múltiples momentos parciales. De

I

esta forma, la totalidad en cuestión no es, en Ia feliz expresión de Hegel, "una noche donde todos los gatos son pardos",r37 o sea, no es una totalidad i¡rdeterminacla, como 1o suponía Schelling, contra quien inclusive es dirigida esa observación irónica de Hegel. El autor de la Fenomenología afrrma que la toralidad propuesta por la dialéctica está constituida por diferentes niveles, siendo así una totalidad ierarquizada, con momentos que poseen

un peso ontológico más marcante que otros. Para Marx, que también recoge (entre muchas otras) esa lección de Hegel, la sociedad se presenta como una totalidad en la cual, de cierto modo, sobresale ei momento económico, la llamada "infraestructura", la cual él entiende como siendo ia articulación sintética entre los procesos de dominación de la naturaleza (o "fuerzas productivas") y el modo por el cual los hombres se relacionan entre sí para implementar esa dominación, o sea, con lo que éi llama de "relaciones de producción" o de propiedad, en las cuales tiene su génesis la división social del trabaio, y en consecuencia, la estructuración de Ia sociedad en clases sociales. Así, tal como én Hegel, la totalidad propuesta por el marxismo es una totalidad lerarquizada, con momentos relativainente autónomos, que no tienen necesariamente el mismo peso en la dinámica del coniunto formado por su interacción recíproca. Lo que caracteriza metodológicamente el pensamiento marxiano, por lo tanto, es la insistencia en la necesidad de concebir la vida y las estructuras sociales reconociendo, por un lado, que ellas forman obietivamente una totalidad, aunque también, por otro, que el modo más correcto de comprenderlas subjetivamen¿e es Ia adopción consciente de 1o que el joven Lukács llamó I

I I

el punto de vista de la totalidad. Así, para el autor de El capital,la adopción de ese punto de vista no depencie apenas de la buena intención del investigador social. Según é1, los pensadores que se sitúan en el ángulo de determinadas clases sociales, en determinado contexto histórico, tienen más posibilidades de asumir esa perspectiva globalizante, o sea, de comprender la sociedad como un todo. Eso ocurre, según Marx, cuando el interés concreto de esa clase social se

identif,ca con ei (o 1o más aproximado al) interés universal,

:;, a.; ;

es

decir, cuan-

ujtns,"l toÍi¡ni,or.teinttogiia )e't t^píritu,México, Fondo de Cultura Económica, 1966, p.29.

-78-

cuestión se presenta en el escenario histórico reivindicando interés restricto, de grupo -que, en la rerminología moderna, no solo un sino defendiendo intereses que se articulan llamaríamos "corporativo"-, (o conjunto de la amplia mayoría) de la sociedad. Por del con aquellos momento de la consolidación def,nitiva del capitalismo, el ejemplo: hasta que se presentaba históricamente en la arena una clase la burguesía era de todas las fuerzas progresistas, como representante ideológica polírica e "tercer que comprendía el coniunto llamado estado", enronces de lo que era y la nobleza del clero, los otros dos "estados". excepción de con del pueblo, régime, con la sociedad fundada en "estados" o estael ancien Acabar con política aflrmación económica, y cultural de condición de la la era mentos, pero era también, al mismo tiempo, una condición necesaria la burguesía; política pueblo, para del la aflrmación de los derechos para la emancipación áe rodos a Ia libertad y a la igualdad formales, es decir, para la implantación de 1o que hoy llamamos "derechos civiles". Esa peculiar posición histórica de la burguesía permitió entonces que el pensamiento eiaborado a partir de su punto de vista de clase pudiera, con frecuencia, orientarse para la aprehensión reórica y práctica de la totalidad. Quizás se pueda decir, en esre sentido, que Hegel fue el último gran pensador no marxista (ligado por lo tanto al punto de vista de la burguesía) en poner claramente el princípio de la totalidad en el centro de las reflexiones.'38 Después de Hegel, en la época en que se consolidó definitivamente el capitalismo (cuando por lo tanto se volvió claro que el ñn de la sociedad estamen[al representaba la creación de otra forma no igualitaria de sociedad, una sociedad de clases donde los intereses partículares de una de ellas, Ia burguesía, se tornaron dominantes), la adopción del punto de vista de la rotalidad se volvió algo extremadamente problemático para los pensadores en do la clase

r38

Marx explicitó claramente el modo por el cual un pensador se sitúa en el horizonte de una clase cuando, en El t8 Brumario, refiriéndose a las controversias surgidas en la Revolución

de 1848, generalizó sus observaciones: "No se debe formar la concepción estrecha de que, por principio, la pequeña burguesía procura imponer su interés de clase egoísta. Ella cree, por el contrario, que las condiciones especiales para su emancipación son las condiciones generales sin l¿s cuales la sociedad moderna no puede ser salvada ni evitada la lucha de clases, Tampoco se puede imaginar que los representantes democráticos sean

lodos shopheepers [pequeños comerciantes] o defensores entusiastas de esos últimos. Según su formación y posición individual, pueden estar tan lejos de éstos como et cielo de la tiena. Lo que los torna representantes de la pequeña burguesía es el hecho de que su mentalidad no supera los límites que esa clase no excede en la vida, el hecho de que sean consecuentemente llevados "teóricamente" por los mismos problemas y soluciones para los cuales Ios intereses mater¡ales y la posíción social llevan "en la práctica" la pequeña burguesía. Esa es en general la relación que ex¡ste entre los representantes políticos y literarios de una clase y la clases que representan".

que se situaban en ei horizonte de la burguesía. En ese momento, se co¡56lida una nueva clase, ei proletariado, cuyos intereses particulares - como observaba el joven Marx - se identiñcan con los intereses universales; es¿ clase, en su accionar político, no deñende apenas sus intereses particulares en cuanto ciase, sino que tiene como "misión histórica" la construcción de una sociedad sin clases, efectivamente igualitaria, capaz de producir la verdadera emancipación humana.'3e Por eso Marx entendía que el punto de vista del proletariado era ahora el más favorable a la aprehensión de la I

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1

sociedad como totalidad. Evidentemente, esto no significa que todos los proletarios, o los teóricos que pretenden colocarse en su punto de vista, tengan eo ipso la posibilidad de aprehender la totalidad. Lo que esto quiere decir para Marx y para los marxistas, es que el horizonte -o el punto de vista- de las clases trabajadoras se tornó históricamente el más favorable

captación de la sociedad como totalidad.'4" Pues bien, es precisamente en el momento en que se da ese ocaso de la

a la

visión rotalizante de lo social en el horizonte del pensamiento burgués, que surgen las llamadas "ciencias sociales" particulares. Se crea ahora, en el marco de ese pensamiento, una situación bastante distinta de la que predominaba en el período anterior. Difíciimente podríamos decir, por eiemplo, que un pensador como Rousseau -que incluso en gran medida trasciende el horizonte estrictamente burgués- es un "politólogo", un cientista político, a pesar de que haya contribuido como ninguno de los "politólogos" de hoy, a la comprensión de la dimensión específicamente política del ser social; en realidad, Rousseau reflexionó sobre la totalidad de la vida social (y precisamente de ahí deriva la riqueza de su visión de la polírica),

vale decir, reflexionó sobre temas que hoy pertenecen a los dominios del economista, del cientista político, del antropólogo, del epistemó1ogo, etc. El mismo razonamiento se podría hacer para todos los grandes pensadores propiamente burgueses de esa etapa histórica, de la etapa que antecede la plena consolidación del capitalismo: figuras como Maquiavelo, Hobbes, Locke, Montesquieu, Spinoza, Kant, Hegel y tantos otros, dificilmente se podrían enmarcar en las tantas etiquetas que hoy dan nombre a los varios departamentos universitarios donde se aloian las llamadas "ciencias sociales". Todos ellos reflexionaron sobre la totalidad de lo social, en sus múltiples y complejas determinaciones.

139

K. Marx, "En

torno

a la crítica de la filosofia del derecho, de Hegel. lntroducción", en familia, ed. cit., p. 33 y ss.

K. Marx-F. Engels, La sagrada

Sobre eso, cf., Michael Lówy, Paqsages de la verité. lntroductíon á une sociologie critique de la connaíssance, París, Anthropos, 1985.

distinción actual entre varias ciencias sociales particulaconstituyendo una "especiflcidad" dotada de un pretenclido una res, cada (y ocupando así un departamento universitario), surge en el propio objero momento en que se da ese eclipse de la reflexión totalizante sobre lo social. y ese eclipse tiene lugar, como ya anticipamos, en el momento en que la burguesía deia de ser una clase revolucionaria, o sea, deja de representar los intereses del coniunto de los excluidos por el ancien régime y pasa a clefender estrictamente sus propios intereses de clase, los cuales, a partir de un cierto momento, se revelan contrapuestos a los intereses de otras clases sociales.'o' El hecho es que esa rígida división cienrífica del trabajo, consagrada y reforzada por Ia concepción de la universidad vigente descle entonces hasta hoy, estimula la emergencia de un pensamienro fragmentario, favorable a los intereses particulares de la burguesía; podemos decir que el nacimiento de las "ciencias sociales" es uno de los momentos constitutivos de la actual ideología burguesa, precisamente en la medida en que esa especialización, cuando diflculta o incluso bloquea la reflexión sobre la sociedad en su conjunto, dificulta también, en consecuencia, lacaptación de las contradicciones antagónicas y de las tendencias evolutivas generales de la vida social, que apuntan a la construcción de orro orden social. Independientemente de las posiciones concretas que sus represenrantes puedan asumir, las ciencias sociales particulares tienden al positivismo, al inmediatismo, a la aceptación de la realidad social como un agregado de "datos"insuperables. Lukács tal vez haya sido el pensador marxista que más reflexionó sobre las implicaciones de ese hecho. Para é1, no hay duda de que esa división cienríñca del trabajo, responsable por la creación de las "ciencias sociales" particulares, está ligada a la decadencia del pensamienro social vinculado a la burguesía; una decadencia que se expresaría sobre todo en el abanclono delprincipio de totalidad, el cual, desde Nicolau de Cusa hasra Hegel, habría sido la característica de la cultura burguesa en su fase revolucionaria. Para Lukács, por ejemplo, el nacimiento de la sociología como ciencia sociai particular, se vincula a ese período de decadencia, cuando Ia burguesía evita pensar la sociedad como un todo para evitar así, al mismo tiempo, por lo tanto, ia

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En muchas de sus obras, Lukács sitúa el nacim¡ento decisivo de ese eclipse en 1848, cuando, sobre todo en las jornadas de jul io en París, el proletariado rom pe sus víncul os políticos con la burguesía y se presenta como fuerza polÍtica independiente. Para esa periodización, Lukács se inspira claramente en Marx, el cual, al escribir sobre los eventos

de r848 francés, observó, en El t8 Brumario: "La burguesía tenía [ahora] una exacta noción del hecho de que todas las armas que forjaron contra el feudalismo volvieron su filo contra ella, de que todos los nredlos de cultura que crearon se revelaban co¡¡Lr¿r su propia civilización, de que los dioses que inventaroh la habían abandonado".

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reflexionar sobre el hecho, ahora irrebatible, de que la sociedad capitalis* ineliminablemente contradictoria. ¡,a sociologia, po¡ es estructuralmente como intento de elaborar un análisis de lo constituido habría se lo tanto, económica e histórica, lo que la conducirÍa reflexión d.e la social desligado

por lo tanto, si por un lado Ia división cientíñca del trabaio refleia el dedel punto de vista de la totalidad, por otro, ella corresponde

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nn intenso formaiismo, expresado en el rechazo de pensar Io Social

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esa compleiidad cada vez mayor de ias sociedades contempoiamUién a que, cuando aprehenden efectivamente momentos áneas. Eso signiñca de la realidad, las ciencias sociales particulares presentan

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ro¡alidad y en la preferencia por un análisis reiñcado de lasformas de 1¿ estructuración social''a' Esa formulación de Lukács, a pesar de ser esencialmente correcta, presenta rambién, a mi modo de ver, un aspecto unilateral y problemático. En realidad, además de su componente ideológico (en el sentido del ocultamienro de la realidad), esa división científica del trabaio expresa también la sociedad Lrna necesidad efectiva d.el propio desarrollo del conocimiento:

siqniflcativos positivo§, a pesar de que les falte el punto de ,.lutrrAos indiscutiblemente por consiguiente, de rechazar en bloque se trata, No totalidad. de la

vista

.

.

capitalista en su proceso evoiutivo se fue complejizando de tal modo que sug varios niveles ganaron obietivamente una autonomía y especiflcidad Cada vez mayor, demandando así la profundización de los estudios sectoriales. y, ya que vamos a hablar de Gramsci, cabe recordar que él fue el primero en resalrar, por ejemplo, el hecho de que el Estado capitalista se amplió, de que las realidades del poder se difundieron por el conjunto de Ia sociedad de tal modo que hicieron surgir incluso una nueva esfera del ser social, llamada ,.sociedad civil". De esta forma, tanto la estructura de clases como la por éi esfera tle la política stricto sensu, Se volvieron mucho más compleias. La previsión de que la sociedad capitalista tendería a una simpliflcación en su estructura de clases, generando así una polarización entre un número cada vez menor de explotadoreS burgueses y una creciente masa de proletarios

y aún más -previsión cierramenle presente en Marx, aunque teforzada esa Internacional"-, simpliñcada en el llamado "marxismo de la segunda ciertamente tomó se previsión no se verificó en la realidad: el asalariamiento por un fenómeno cada vez más universal, sin embargo esto fue acompañado particularmente una estratifrcación social también cada vez más compleia, al interior cle las fracciones asalariadas. Ahora bien, para comprender esa nueva estratiñcación, así como las formas de conciencia social y política a ella ligadas, no es suñciente apenas (aunque seá absolutamente necesario)

análisis global del modo de producción, ya que muchos de esos nuevos estratos sociales surgen a partir de la compleiización (ya indicada por Gramsci) de la superestructura. De esta forma, también Se volvieron neCeSariOS los estudios empíricos, "sociológicos" o "politológicos", los cuales, a pesar de que muchas r-rn

veces sean apenas descriptivos, traen a luz hechos imprescindibles para una aclecuatia comprensiórr cle las nuevas determinaciones de Ia totalidad social.

"ideología"- Ios resultados parciales de -{omo simples manifestaciones de particulares. La posición colrecta del marxismo frente ciencias sociales las

ciencias (que, dígase de paso, se han diversifrcado cada vez más inque por eiemplo hoy ya no tengamos apenas una tensamente, al punto de ,,anrropología", sino las antropologías cultural, política, económica etc') a esas

implicar el reconocimiento, aunque crítico, de que tal especialización muchas veces corresporrde también a una exigencia del propio objeto, e1 cual se tornó más compleio y diversif,cado. debe

cuando hablo de punto de vista crítico, llamo Ia atención hacia un aspecto decisivo de ia actividad teórica dei propio Marx. Si observamos sus principales Y

obras, veremos que casi todas contienen el término "crítica" en e1 título o en el subtítulo: es el caso, por eiemplo, de algunos de sus más importantes trabalos juveniles, como las dos Crí¿icas

la relevancia de esos datos, aunque al

mismo tiempo sin perder de vista la

necesidad de someterlos a un tratamiento crítico. Es como si Marx añrmara que, a pesar de que se proponga escribir sobre un objero delimitado por una ciencia particular y do

utiiizar los datos construidos por ella, no está escribien-

-por eiemplo, en el caso de El capiml- un simple texto de economía,

sino una

crítica de la economía política. Lo mismo podríamos decir de

sus

juveniles sobre Hegel, que no son meramente textos de ciencia política o de f,losofia, sino textos que proponen explícitament e una crítica de la política (del Estado moderno) y una crítica de la frlosofía (especuiativa). dos textos

y C. Lukács, El asalto ala razón, B¿rcelon¿-México, Criialbo, 1986,p' 471 ss'

er-

ñiosoffa hegeliana dei derecho

lítica". No estamos aquí frente a una idiosincrasia de Marx, sino de uno de los momentos más característicos de su posición teórico-metodológica: e1 uso de la palabra "crítica" indica que la propuesta de Marx, cuando trabaia con dátos provenientes de un dominio particular del ser social, como e§ el caso de la economía, consiste en reconocer muchas veces la pertinencia y

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oLasagradafamilía(cuyo subtítulo es "Crítica de la crítica crítica"), y inuy particularmente del coniunto de las obras dedicadas a Ia economía, sobre rodo El capital, cuyo subtítulo es precisamente "Crítica de la economía po-

-83-

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Podríamos deÍlnir esa crítica marxiana -la cual, con el último Lukács, llamaríamos crítica "ontológica"'¡3- afirmando que ella se empeña en someter. Ios resultados de las ciencias particulares a dos criterios de evaluación. En primer lugar, al criterio de totalídad, a través del cual se busca relacionar dialécticamente 1os ob jeros elaborados por la ciencia particular con Ia totali-

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ii

dad sociai, mediatizandoy desfetichizando ules obietos, haciendo que deien de ser meros "hechos" y se conviertan en procesos. Y en segundo lugar, la crítica procura someter los resuitados de la ciencia párticular al criterio de

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Iahistoricidad, ya que para el marxismo la totalidad que se tiene en vista no es una totalidad cerrada y def,nitiva, sino un proceso de totalización,'4t srr el cual el todo es comprendido como algo abierto y fuertemente dinámico; con esto los obietos analizados pierden su aparente "naturalidad", convirtiéndose así en estados transitorios de un devenir ininterrumpido. No me parece necesario insistir que los dos momentos de la crítica ontológica - el

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totalidad y el de la historicidad - son dos lados de una misma moneda, ya que Ia totalidad aflrmada por Ia dialéctica marxiana es una totalidad estructuralmente histórica. Por lo tanto, la base de tal critica ontológica es ia comparación de los resuitados particulares de Ia ciencia que está siendo criticada con el coniunto de la vida social; y su obietivo es precisamente el de examinar hasta qué punto esos resultados corresponden o no al movimiento global e histórico del obieto que está siendo elevado a concepto. Tomemos un eiemplo concreto. El centro de la crítica de Marx a Ia economía política consiste en mostrar que sus resultados, particularmente aquellos presentes en las obras clásicas de Smith y Ricardo, no son incorrectos, ya que muchas veces reproducen determinaciones fundamentales del orden económico capitalista. En def,nitiva, el límite básico de esa ciencia económica consiste en atribuir tales determinaciones a cualquier organización social, suponiendo asi que ciertas formas de relación social y económica que ocurren apenas en la especíÍlca formación histórica capitalista, son eternas y "naturales", pudiendo ser generalizadas para cualquier orden económico-social, pasado o futuro. Marx ironiza esa suposición al añrmar, por eiemplo, que considerar el anzuelo del pescador primitivo (que es ciertamente un medio de producción) como capital, es un grosero anacronismo. Ciertamente que, en el marco de la relació.n social

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143 Cf., por ejemplo, C. Lukács, Per l'ontoloqia dell'essere sociale. Roma, Riuniti, v.1, 1976,

pp.261-4o3. 144 En su peculiar lectura del marxismo, uno de los varios méritos de Sartre está en haber insistido en esa ápertura de la totalidad, lo cual lo lleva a preferir siempre el término ''totalización" (Jean-P¿ul Sartre, Critíque de la raison díalectique, París, Callimard, t96o, pp.

r3-ttt).

-84-

capitalista, todo medio de producción, cuando, puesto en movimienro por el rabaio aieno, se convierte en capital; pero eso no signif,ca en modo alguno que rodo medio de producción, sea cual fuera la relación de producción en que esté inserto, pueda ser tratado como capital, ya que -como Marx no se "cosa", sino una relación social: y es cansa de repetir- el capital no es una qoe medio social la convierte al de producción en capital. Esa relación esa ,'naturalización" de fenómenos sociales eminentemente históricos, tiene un resultado claro: para la economía política en tanto ciencia particular, e1 capital - al tornarse algo "natural" - se vuelve hmbién algo eterno, la forma por excelencia de la interrelación humana (para repetir la expresión de Marx anteriormente citada, lo especíalestomado como general). La c¡ítica ontológica marxiana asume de ese modo otra fundamental dimensiór'r: no solo instaura la posibilidad de una correcta reproducción intelectual de Ia realidad, sino que también funciona como un eficienre medio de desmitificación de los componentes ideológicos ocultos en las representaciones aparentemente científicas de la realidad. Ese empeño de Marx en historizar y globalizar los fenómenos del orden económico, puede ser tomado como un paradigma del correcto tratamiento marxista de los resultados de las demás ciencias sociales particuiares. Con frecuencia esos resultados no son equivocados, no son ere sí éxpresiones de ideología o falsa conciencia; son apenas deñnidos de modo unilateral, extrapolados para niveles de lo social donde no están presentes, o entonces, para épocas históricas donde no pueden ser plenamente reconocidos, volviéndose asíinstrumentos para representaciones ideológicas, Distinguir entre la verdad parcial de esos resultados y su uso ideológico, es una de las principales tareas de la crítica ontológica que el marxismo debe permanentemánte eiercer en sus relaciones con Ias ciencias sociales particulares. Por lo tanto, esa crítica no debe ser una crítica aniquiladora, que afirme pura y

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simplemente que las ciencias particulares están globalmente equivocadas. Por el contrario, el obietivo es ei de rescatar ios resultados parciales positivos de

tratamiento crítico-dialéctico capaz con la totalidad y la historicidad. Se trata así de relacionar tales resultados presentan que las ciencias sociales demediatizar Io como aigo inmediato, de "hechos sociales", a través de su vinculación con la praxis. desfetichizarlos Y al hablar de praxis proponemos una primera y fundamental concretización de la noción marxiana de totalidad, ya que el concepto de praxis se sitúa en el corazón de la ontología marxista del ser social. En realidad, la totalidad que el marxismo tiene en vista no es la toralidad del "Espíritrt", como en Hegel, sino la totalidad de la praxis: siendo ex¡rrcsiírn dc lit plcnrt articulación entre suieto y objeto, la praxis es una acción que se obf etiva et.t las mismas, dándoles, sin embargo, un

I

que brinda el estrLrctLtraso instituciones. Y precisamente por eso es ella la "sub. unilateralidades todas las punto de vista totalizante capaz de disolver

ietivistas" u "obietivistas" con las cuales las ciencias sociales particulares acostumbran tratar, tanto las acciones como las estructuras2. La recuperación gramsciana de la crítica ontológ¡ca de Marx

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Gramsci rrabaló con las ciencias sociaies particulares a partir de un paradigma semeiante al adoptado por Marx en su "crítica de la economía política"' Pero descle ya cabe aquí una importante excepción: se puede decir que Gramsci,

en cierto modo, transfiere el tratamiento prioritario dado por Marx a la economÍa (ciertamente la ciencia particular con la cual este último más se confronró), lievánclolo hacia la sociología, y muy particularmente hacia la ciencia política. Y Gramsci hizo esa opción porque partió del presupuesto el cual puede ser fácilmente confirmado con la lectura delos Cuadernos de la cárcel - de que la crítica de la economía política ya había sido hecha: él acepta inregralmente los resultad.os de esa crítica, tanto los producidos por el mismo Marx como, y quizás sobre todo, los existentes en los desarrollos que encuentra en la obra de Lenin, particularmente en El imperialismo, proseguir el trabalo crítico iniciado por fase superior clel capítalismo. Para Marx, se trataba entonces de extenderlo a nuevos ámbitos de la totalidad social, una operación que se tornaba aún más necesaria en la medida en que, en la época de Gramsci, la economía política de!ó de ser el centro de arriculación del pensamiento burgués, como lo fue en su fase de ascensión revolucionaria, siendo sustituida en esa función precisamente por la sociología y por la ciencia polí[ica.'as Ya que da por supuesta la realización de la crítica de la economía, ese fue el rerreno d.e la reoría social para el cual Gramsci menos contribuyó. El historiador ilglés Eric Hobsbawm parece así estar en lo correcto cuando afi.rma que Gramsci hace contribuciones sustantiva§ para todas las ciencias sociales particulares, salvo tal vez para Ia economía.'a6 En realidad, aquel que haya leído los Cuadernossabe que Gramsci trabaió relativamente poco con

los temas de economía stricto sensu, no teniendo muchas contribuciones signif,cativas para una reflexión creativa sobre los fenómenos económicos del mundo contemporáneo. Pero insistiría en la expresión "relativamente", r45

I

Sobre ese pasaje de la "crítica de la economía" a la "crítica de la sociología", y sobre sus razones históric¿s y teóricas, ver las incitantes observaciones de Luis Razeto Migliaro y Pasquale Misurat¿, Socioloqía e marxismo nella critica di Gramscí, Bari, De Donato,

r968, p. r9

ss.

146 E. J. Hobsbawm, "Una pietra angolare del marxismo", en Rinascita, 27 maggio, 1975, p. 6'

notas sobre'Americanismo y fordismo", así como re.n algrnas observaciones sobre el fascismo - Gramsci intenta también

va que

- en las famosas

en la economía, flexionar sobre las nuevas formas de intervención del Estado que de su el capitalismo maniiestaban en se determinaciones o sea, sobre por Lenin.'a7 Pero el hecho es que tratadas sido que no habían y aún tiempo está también en esos casos, como siempre en su obra, el foco de ia atención (en las nuevas formas de la hegemopolítica la todo en sobre concentrado nía burguesa) y no en las determinaciones económicas srrícro sensu. De

cualquier modo, inciuso con esa excepción, la economía es ciertamente 1a principal ciencia social particular para la cual Gramsci menos contribuyó. Su del ser dos esferas histórico-ontológica de en la crítica reside conuibución particulares: ia sociología, ciencias sociales preflere, de dos se si social, o y sobre todo, Ia ciencia política. Son esas las dos ciencias sobre las cuales

prioritariamente se ejerce

-

en el sentido marxiano de

lapalabra-la crítica

existente en Ia obra de Gramsci. En lo que respecta a la crítica de la sociología, esta aparece sobre todo en la discusión de Gramsci con Bukharin.'a8 Es curioso observar, por lo tanto, que Gramsci crítica la sociología, no tanto en Ia versión de sus pensadores

"clásicos", sino en aquella que aparece en Ia obra de un autor marxista, precisamente Nicolai Bukharin, con quien Gramsci incluso tenía grandes afinidades políticas. Bukharin publicó er.tg24, en la época de su apogeo político, un libro llama do Tratad o de m ater ialismo histór ico, que recib ió en la raducción francesa el subtítulo de Ensayo popular de sociologíamarxista; fue esta edición francesa que Gramsci consultó en Ia cárcel. Este libro pasó a ser, por lo menos hasta el final de los años r93o, quizás el principal texro de

introducción al marxismo. Optando por su crítica, Gramsci hizo una eiección hábil, ya que, de ese modo, no solo criticaba a la sociología en general (muchas de cuyas formulaciones clásicas eran asumidas acríticamente por Bukharin en su manual), sino que al mismo tiempo criticaba también a un tipo de marxismo vulgar, de clara inspiración positivista, que recogía del pensamiento burgués tardío una visión de la sociedad que, como Gramsci apunta, es insuflcientemente historicista y muy poco dialéctica. El principal tema de la crítica de Gramsci a Bukharin es que éste, en su libro, subestima el papel del suieto en la construcción de Ios procesos sociales: el autor ruso insistía excesivamente en el peso de las estructuras, de la "obietividad", por las cuales los hombres serían rígidamente determinados. De eso resultaba Ia idea, muy repetida en los sucesivos manuales de

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A. Cramsci, Cuaciernos de la cárcel,

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Cuadernos, c¡t., v.4, p.261 ss.

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Toda la reoría gramsciana de la ideología - que es parte esencial de las reflexiones existentes en I os Cuadernos- está marcada por la convicción ¿s que la ideología es una reaiidad práctica. Diferentemente de cierta tradició¡ (en contraste con marxisra, para ia cual ideología es apenas "falsa conciencia" que, indepenüentemenk conciencia verdadera o cientíñca), Gramsci piensa de ser verdadera o no en sentido epistemológico, "la teoría se transforma en poder material después que se apodera de las masas"''52 En esa medida hay cosas que epistemológicamente - o sea, del estricto punto de vista de punto la teoría del conocimiento - pueden no ser verdaderas, pero que del un número cle vista ontológico-social son hechos reales. Por ejemplo: si

sustantivo de miembros de una sociedad cree en la existencia de Dios, Dios pasa a tener existencia social, independientemente de su existencia o no en el plano de Ia ontología de la naturaleza. Los valores sociales, las religiones, ias ideologías, las concepciones del mundo, en la medida en que son fenómenos de masa, en que se vuelven momentos ideales de la acción de sujetos colectivos, son una "verdad" socialmente obietiva, dotados de la plusvaiía (basta misma espesura ontológica de fenómenos como el Estado o la pensar, por ejemplo, en el papel que la religión cristiana y sus instituciones lenían en la Edad Media). Esa constatación es una importante contribución de Gramsci para Ia teoría marxista del momento ideal y de la ideología.'s3

Gramsci leyó ios pragmatistas, y es posible que haya sido influenciado por ellos, en su teoría de Ia ideología, aunque, como ya vimos, también h"yo urr^ explícira y declarada inspiración en el ioven Marx. De cualquier moclo, el hecho es que Gramsci insiste en que las ideologías son realidades "ideología cesocioprácticas. Éi distingue enrre, por un lado, lo que llama rebrina", que resulta de una especulación individual o de algunos pocos y que no se torna un fenómeno de masa; y, por otro lado, lo que deflne como "icleología orgánica", que corresponde a Ia toma de conciencia de grupos o clases, clecisivos en una determinada formación social.'s4 El marxismo, por ejemplo, independientemente de ser o no una verdad científica, se volvió ideología cuando se convirtió en fenómeno social objetivo: no se puede ignorar el papel de los valores foriad.os por el marxismo en la formación de la sociádad contemporánea, cualquiera que sea nuestra posición sobre el 152 cito aquí (como incluso cramsci lo hace con frecuencia) la célebre expresión de Marx existente en "Crítica de la filosofia hegeliana del derecho. lntroducción"' r53

5e trata de una posición que también será adoptada por el último Lukács, como se puede ver en el bello capítulo sobre "ll momento ideale e I'idelogia", en Per ontología cleli'essere sociale, cii, v.2 , 1981, pp.335-555, en donde hay una explícita referenci¿ a

elemplo, de existir o no Iaplusvalía como fenómeno social obf etivo. hecho, por

sentido, la posición de Gramsci refuerza la concepción marxiana de algo formado orgánicamente por la interacción de la totalidad social como y praxis, o -para usar términos propios de la de conciencia eto, y suiero obf y estructura. acción de tradición sociológicala socioiogía desde el ángulo de la política Ahora bien, si Gramsci critica eso signiñca entonces, que ese ángulo crítico se entendida como "catarsi§", relación a Ia economía - en el principio de la de Marx en el basa - ral como ya Como observé, y Ia historicidad. Gramsci está lejos de ser un totalidad de ,,cienrista político": él tiene un concepto amplio de política como "catarsis", lo que signiñca que en su reflexión todas las esferas sociales contienen, por lo menos como posibiiidad, el momento de Ia libertad, de la univesalización. por lo tanto, criticar el pseudo-obletivismo de la sociología desde el ángulo de h política (en sentido amplio), signif,ca criticar una ciencia social particular desde el ángulo de la historia, de la praxis totalizadora. En otras palabras, h crítica gramsciana de la sbciología tiene el mismo senrido metodológico de la crítica marxiana de 1a economía política. Pero Gramsci se vale también de otro concepto de política, que antes llamé de "restricto", y que es esencialmente el mismo utilizado por 1a llamada "ciencia política" en tanto ciencia social particular. Y se puede constatar que él se enfrentará con ese concepto "restricto" también de modo crítico, en el sentido histórico-ontológico ya aludido. La principal tradición del pensamiento político moderno, de Maquiavelo a Gaetano Mosca - y no cito a los dos por azar, sino porque son frecuentemente referidos por Gramsci en los Cuaclernos-, deñne la política como la esfera social donde se manifiesta la existencia de gobernantes y gobernados: existe política cuando existe una reltión de poder, la cual implica esa existencia de gobernantes y gobernados. También Gramsci dice explícitamente que el "primer elemento" de la política, entendida en ese sentido restricto, "es que existan gobernantes y gobernados, dirigentes y dirigidos. Toda ciencia y arte de 1a política se basa En ese

en ese hecho

primordial, irreductible (en ciertas condiciones generales)"

Grantsci.

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Cuadernos, cit, v.3, P. 159

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pertinente el objeto de Ia ciencia política, pero 10 somete a una crítica de inspiración marxiana: ese objeto no es un hecho natural o eterno, no es una situación que caracterice cualquier orden social, ya que no siempre existieron (y nada garanriza que siempre existirán) gobernantes y gobernados. Relacionando Ia esfera política con Ia totalidad y la historia, Gramsci muestra que esa división entre gobernantes y gobernados resulta de la división de la sociedad en clases, lo ciue no En otras palabras, Gramsci reconoce como

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Cuadernos, c¡t., v.5, p. r75.

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siempre existió; y muestra también que, en la medida en que la sociedad llegue a superar esa división en clases antagónicas, habrá una tendencia a la desaparición de esa división entre gobernantes y gobernados. Enlos Cuadernos, hay un momento donde Gramsci indica de modo muy ciaro, cómo ese punto de vista histórico y totalizante es -en sus palabras- "la innovación furrdamental introducida por la ñlosofía de la praxis [es decir, por el marxismo] en la ciencia de la política"; y esta se expresa en Ia "demos-

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tración de que no existe una abstracta 'naturaleza humana', fiia e inmutable (...), sino que la naturaleza humana es el coniunto de las relaciones sociales históricamente determinadas". Por lo tanto, prosigue Gramsci, "la ciencia polírica debe ser concebida, en su contenido y también en su formulación lógica, como un organismo en desarrollo"."'Aquí está expuesta la idea-de origen claramente marxiano- de que es preciso someter al criterio de la rotalidad histórica, o sea, a una crítica ontológica, los conceptos generados por ias ciencias particulares, incluso cuando éstos captan constelaciones

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empíricas efectivamente existentes. La explicación tautológica del poder (o de Ia existencia de gobernantes y gobernados) por la "voluntad de poder" -con su consecuente fundamentación en el hecho de que unos pocos asumen esa voluntad y la llevan hasta

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el ñn, mientras Ia mayoría (formada por débiles y resentidos) fue "hecha" apenas para obedecer-, es una explicación que puede ser frecuentemente encontrada en el tratamiento de la política, por lo meno§ desde Nietzsche, tornándose reiterativo en las diversas teorías "elitistas", tanto conservadoras como liberales. Ese concepto ahistórico de poder aparece, por eiemplo, en la obra de un pensador tan signif,cativo como Max Weber: para é1, el poder

naturaleza humana, derivando del "hecho" (asuque los hombres y las naciones son dotados de una mido acríticamente) de es algo que se enraiza en la

innata y misteriosa "voluntad de prestigio".'r Es a partir de esa abstracción que Weber construye sus famosas tipologías, algunas de las cuales, como veremos, presentan indiscutible interés para la comprensión de fenómenos parciales de la vida política y social, a pesar de que les falte la dimensión de contenido que resultaría de una visión histórico-totalizante de los procesos. Como ya vimos, en Gramsci también aparece la afirmación de que existen gobemantes y gobernados, y de que inclusive éste es el punto de partida de la

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ciencia y de la realidad políticas; además, muchas de sus reflexiones se centran l

en esa polaridad y buscan aclarar, por eiemplo, de qué modo el gobernante

gobierna y por qué el gobernado obedece, lo que le permite desarrollar una

démarcheteíiica que introduce nuevas determinaciones en los conceptos coerción y consenso, Ias cuales ciertamente enriquecen ias reflexiones clásicas sobre el tema. Pero Gramsci no es solo un cientista político, dado que es consciente de que ese punto de partida debe ser criticaclo.Después de reconocer como váiido el obfeto de la ciencia política, él indaga: "¿§e pretende que siempre existan gobernados y gobernantes, o se desea crear las condiciones en las cuaies desaparezca la necesidad de esa división?. Es decir, ¿se parte de la premisa de la eterna división del género humano, o se piensa que ésta sea solo un hecho histórico, correspondiente a ciertas condiciones?"."8 Como Gramsci adopta ciaramente la segund4 alternativa de cada pregunta, se vuelve obvio que para él laexistencia de gobernantes y gobernados -rcbjeto primordial de la ciencia política- tiene su génesis en determinada constelación histórica, es decir, en el surgin.riento de ias clases sociales, no siendo así un hecho "natural". Como mafxista, está convencido de que no siempre existieron clases, y de que su existencia definitiva no es algo fatalmente necesario. Y es por eso que, aun desarrollando los conceptos de la ciencia política (tal como Marx lo hizo con los de la economía), él es capaz al mismo tiempo de someter tales conceptos a una crÍtica históricoontológica, la cual tiene su parámetro en el punto de vista de la totaiidad. Existe un empeño permanente de Gramsci por mostrar que la esfera de lapolítica (en sentido restricto) no puede ser entendida soio en su propÍo nivel, sino que demanda un constante apelo a la totalidad. Tomemos como ejemplo un famoso pasaje de los Cuadernos, intitulado 'Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas",'se en el cual Gramsci intenta indicar la metodología correcta para proceder a un anáiisis de coyuntura. En ese pasaje, él muestra que la condición necesaria para examinar la esfera de 1as relacl¡nes de poder es el examen previo de las bases económicas sobre las cuales se desarrolla ia acción poiítica. Gramsci registra dos niveles principales de manifestaciones de la relación de fuerzas. Hay un primer nivei que, según é1, puede ser tratado a la manera de la ciencia natural, en el cual se busca saber, por ejemplo, cuál es la población económicamente activa de un país, cuál es el peso de las clases trabaiadoras en esa población, de qué modo esta última se distribuye entre la ciudad y el campo,.cuál es el peso relativo de los seccores primario, secundario y terciario etc.; en otras palabras, en ese nivel, el análisis se coloca más allá del universo de la política y busca captar el movimiento de las estructuras económicas, de ias reiaciones sociaies de producción. Pero existe también el nivel donde se hace el análisis especíde

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f,co de la relación palítica de fuerzas, en el cual se procura determinar ¿s qué modo las clases y grupos sociales están organizados, cuál es su grado d.e conciencia, cuáles son sus propuestas concretas para Ia sociedad, qué apoyo tienen en otros grupos etc.'6o Por lo tanto, incluso cuando trabaia con la política stricto sensu, Gramsci no es un "politólogo": él sabe que la esfera de la política está sometida a la totalidad histórica, siendo imposible entender adecuadamenre lo que en ella ocurre Sin una clara referenCia a las demás esferas de |a sociedad, en particular a la e§fera de las relaciones sociales cle producción. De esta forma, é1 recupera plenamente el principio marxiano de la totalidad. 3. La contribución de Cramsci a las ciencias sociales Con todo, a pesar de que plenamente atento a las necesidades de criticar ontológicamente los objetos de las ciencias sociales particulares (y tal vez por eso mismo), Gramsci - con sus instigantes observaciones - ciertamente contribuye al desarrollo específico de muchas de ellas. Además de dedicarse a temas explícitamenre "politológicos", Gramsci analiza también varios otros fenómenos sociales que hoy serían "departamentalmente" clasificados como sociológicos o antropológicos. Hay en lo s Cuadernos,por eiemplo, toda una teoría de Ios intelectuaies que, a pesar de que eStá directamente relacionada a su preocupación por la política, contiene reflexiones y material empírico que no pueden ser ignorados por ningún sociólogo que se ocupe del tema. Lo

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mismo podría ser dicho de sus análisis de la religión y de la cultura popular, los cuales hoy serían probablemente clasifrcados como "antropológicos". Por su parte, estud.iosos de la literatura, de la lingüística y de la pedagogía tanrbién encuentran en los Cuadernos preciosas indicaciones temáticas y nretodológicas para sus investigaciones específi cas. Gramsci puede ser considerado como uno de los marxistas que más conrribuyó al desarrolio concreto de las llamadas ciencias sociales. En un importante libro,'u' el historiador Perry Anderson afirma que una de las principales características de lo que él llama "marxismo occidental", sería

su

concentración en temas fiiosóficos, con la paralela subestimación o

las obras del joven abandono de investigaciones empíricas. Si examinamos

Lukács, de Karl Korsh o de algunos miembros de la Escuela de Frankfurt en primera fase - ias principales expresiones del "marxismo occidental" -, veremos que hay efectivamente una marcada tendencia de esa ver¡iente de1 su

precisamente, marxismo en el sentido de ñiarse a nivel de la ñlosoffa, o más generales de la totalidad, con un cierto desprecio de las conexiones más por las investigaciones empíricas. Entre los autores que Anderson clasifica como "marxistas occidentales", Gramsci fue indudablemente quien más reflexionó sobre los temas hoy hegemonizados por las ciencias sociales parriculares; sin iamás perder de vista la dimensión frlosóflca de la totalidaci,

fue él quien más contribuyó para el desarrollo y enriquecimiento de

los obietos específ,cos de esas ciencias. El autor de los Cuadernos no es un

cientista político, ni un sociólogo, ni un pedagogo, ni un antropólogo, ni un trabaiador social; pero, a pesar de eso (o tal vez por eso mismo), tiene mucho que decir y enseñar a los cientistas políticos, a los sociólogos, a los pedagogos, a los antropólogos y a los trabajadores sociales.

Ciertamente no puedo detenerme aquí en las innumerables contribuciones de Gramsci a las ciencias sociales particulares. En ese sentido, sería tema de una fecunda investigación listar 1o que los mismos representantes de las ciencias sociales dicen, en cada caso concreto, sobre ia de

nuestro autor

a sus

contribución

problemáticas específicas.

Sin la menor pretensión de ser exhaustivo, me gustaría dar algunos eiemplos

concretos. Pienso que un sociólogo que leyó a Karl Mannheim y que trabaia bajo su inspiración, ganaría mucho discutiendo el concepto gramsciano de "intelectual". Como se sabe, Mannheim fue, entre los sociólogos, uno de ios qudmás se empeñó en la comprensión de lo que es el intelectual, llegando incluso -en el desarrollo de la especificidad hoy conocida como "sociología del conocimiento"- a crear una ingeniosa teoría según la cuai la fracción de los intelectuales puede ser prácticamente equiparada a una clase social. Las clases sociales, según Mannheim, crean sus propias visiones de mundo, "ideológicas" o "utópicas". La "ideología" sería la visión del mundo de los grandes grupos conservadores, sobre todo de la burguesía, que se empeñan

Para deñnir esos dos niveles de análisis, Gramsci se inspira explícitamente en Marx: "Es prec¡so distinguir siempre entre los cambios materiales ocurridos en Ias condiciones económicas de producción y que pueden ser apreciados con la exactitud propia de las I

cienci as n aturales, y las formas iuríd icas, políticas, rel igiosas, artisticas o filosóficas, en una palabra, las formas ideológicas por las cuales los hombres adquieren conciencia de ese conflicto y luchan para resolverlo" (Marx, Prefacio [''6Sgl a Contribución a la

crítica dc la econoniía política, cit.l P.

Anderson, Consideracíones sobre el Marxismo Occidental, Siglo XXl. 1978.

en mantener el actuai s¿atus quo;la"utopía", por el contrario, sería el pensamiento de la elase que pretende transformar ese status quo, o sea, en el mundo de hoy, del proletariado. Para Mannheim, existe una fracción social intermediaria, que él designa como la inteiectualidad "libre de vínculos",

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política no Se concentra solo en torno del Estado stricto sensu, en torno del Estado-coerción, sino que se difunde por la sociedad civil -y por lo tanto en donde Ia supremacía d.e una clase debe basarse también en el consenso, en "occidentales", la hegemonía-, en rales formaciones sociales,llamadas por él de legidmilegal-formal tipo de un la necesidad se hace mucho más fuerte momentos en de donde estructural el cuadro clacl. Pero él indica también "equilibrio catastrófico" que de llama io crisis de hegemonía, cuando oCurre

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entre las clases sociales funclamentales, surgen fenómeiros de "cesarismo" (es el término que utiliza para deñnir 1o que Marx llamó "bonapartismo"), durante los cuales la legitimidad asume trazos indudablemente carismáticos. En ese sentido, se puede decir que encontramos en Ia obra de Gramsci las de[erminaciones estrLlcturales -o sea, el punto de vista de 1a totalidad-que permiten construir Ios fundamentos de contenido (u ontológico-sociales)

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formal-descriptiva de Weber.'66 Por Io tanto, si pensamos en la ciencia política contemporánea, en los principales temas que ésta aborda hoy, podremos con§tatar que Gramsci

de la instigante tipología

esbozó respuestas para la mayoría de ellos. Por eiemplo: los fundamentales análisis del Estado contemporáneo elaborados por pensadores como |ürgen Habermas y Claus Offe - influenciados no solo por Marx, sino también y sobre todo por weber - ganarían mucho en densidad si incorporaran expiícitamente las reflexiones gramscianas sobre el Estado "ampliado". Tanto

Habermas como offe, al pensar la actual crisis del welfare state, utilizan el concepto de "déñcit de legitimidad", o sea, la noción de que esa crisis no resulta solo de dif,cultades económicas, sino del hecho de que tales diñcultades conducen a la pérdida de legitimidad; ahora bien, eso es Io que Gramsci llamó "crisis de hegemonía", o "crisis orgánica", constatando que sin hegemonía, es clecir, sin legitimidad, una sociedad de tipo "occidental" no puede funcionar regular y normalmente. Por lo tanto, a partir de su teoría

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"ampliada" del Estado, Gramsci brinda imprescindibles pistas para pensardesde un ángulo rotalizanre y no puramente descriptivo - el tipo especíñco

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histórito-orrtoli,gic.r cie la política, la cual, incorporando las indiscutibles contribuciones p¿rci¿le§ de esos dos autores, fuera capaz al mismo tiempo de recuperaf el cuadro ontológico histórico-totalizante donde ellas puedan asumir su plena signiñcación.

-98-

legitimidad que tiene lugar en el capitalismo contemporáneo. En medida, un cientista político stricto sensuliene mucho que aprender

de crisis de esra

con las reflexiones gramscianas. Por 1o demás, se puede registrar en Ia literatura sobre Gramsci un fenómeno fuentes de nuevo. Hasta hace poco tiempo, en relación a los análisis de las con sus de Gramsci Ia relación todo sobre se investigaba su pensamiento, que ya que esos dos era y lo Marx principales, Lenin, iusto, interlocutores y principales más sus Maquiavelo, con ciertamente, iunto autores fueron explíciCos interlocutores. Con todo, hoy se busca establecel la relación de Gramsci con otras fuentes, revelándose así que también algunos importantes CientiStaS SocialeS eStuvieron entre SuS interlocutores. Ya existen estudios que buscan discutir, por eiemplo, si y cómo Durkheim influenció a Gramsci,

una influencia que, en caso de ser conñrmada, se habría dado a través de Georges Sorel. La importancia que Gramsci atribuye dl universo simbólicoaxiológico tendría algunos puntos en común con ia noción durkheimiana de conciencia colectiva; Durkheim y Gramsci coincidirían en que el orden

social en gran parte es estructurado a partir de valores ideológicos, con la diferencia decisiva de que para Gramsci - que no es funcionaiista, sino dialéctico - tales valores, representando ideológicamen¡e diferentes clases sociales, estarían siempre en contradicción, actuando no solo para conservar un orden social, sino también para transformario. Ya existen también estud.ios dedicados a las relaciones encre Gramsci y Weber, un autor además varias veces citado en 10s Cuadernos.De ese modo, el intento de reexaminar la obra de Gramsci a la luz de un posible o real diálogo con las principales

matrices de las ciencias sociales particulares, es un camino fecundo de la literatura más reciente sobre nuestro autor. Cmcluyendo, me gustaría resaltar los dos momentos que me parecen más importantes en el examen de las relaciones entre GramSCi y ias ciencias sociales particulares. Por un lado, como todo auténtico marxista, Gramsci es un crírico de esas ciencias, en la medida en que, contra el carácter necesariamente parcial y fragmentario de éstas, é1 asume explícitamente el punto de vista de Ia totalidad y de Ia historicidad; por otro lado, con sus múltiples investigaciones empíricas, él contribuye decisivamente a ampliar y/o enriquecer el obieto temático de esas ciencias, promoviendo así con Ias mismas, una fecunda interlocución. Se trata, en deñnitiva, de una relación d.e crítícay de diálogo,la cual, por lo demás, me parece ser Ia relación más correcta y productiva entre el marxismo y las ciencias sociales particulares.

CAPíTULO 4

Voluntad general y democracia en Rousseau, Hegel y Gramsci

relación entre Gramsci y Ia democracia. Cor¡-ro observado muchas veces, la conuibución de Gramsci a Ia teoría de la democracia tiene su expresión mayor en el concepto de hegemonía, que ciertamente es uno de los conceptos centrales de su sistema teórico. Ha sido menos observado, sin embargo, que tal concepro es el principal punto de articulación entre la reflexión del autor delos Cuadernos dela cárcely algunos de los más significativos complejos problemáticos de la f,losoffa moderna, en particular los contenidos en las nociones de voluntad general El tema de este ensayo es la

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Este ensayo adopta, pues, un abordaje no rnuy convencional, ya que no

pretende discutir, como tradicionalmente se hace, la relación del concepto gramsciano de hegemonía con su fuente marxista. Eso no signiñca, evidentemente, que yo no esté de acuerdo con el hecho obvio de que Gramsci es un marxista. No solo Gramsci se consideraba marxista, sino también es considerado así por Ia casi totalidad de sus intérpretes -y no es posible corrprender adecuadamente su pensamiento, si se deja de lado esa ligazón orgánica suya con la tradición iniciada por Marx. Pero, sin negar eso, aquí me propongo hacer otro recorrido: pretendo mostrar que Gramsci -en la construcción de su teoría de Ia hegemonía y, consecuen[emente, erl su problematización de la democracia- no solo dialogó con Marx y Lenin, o con Maquiavelo, lo que hizo de modo explícito, sino también, algunas veces implícitamente, con otros grandes nombres de la frlosofia política mociema, en particular con Rousseau y con Hegel. Ese diálogo, a mi modo de ver, permitió a Gramsci rescatar una dimensión fundamental (no siempre debidamente explicitada en Marx y Engels) del enfoque histórico materialista de la praxis política, o sea, su dimensión como esfera privilegiada de la interacción intersubietiva o consensual. Como se sabe, esa dimensión mereció Ia atención de Ilannah Arendt y de Jiirgctr Habermas, que procuran captarla a través de los conceptos cle "accióu'' y

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de "actuar comunicativo", respectivamente.t6T En la obra de Gramsci, sin embargo, tal dimensión - precisamente por ser formulada en el marco de un abordaie histórico-marerialista - recibió un tratamiento más concreto (o menos utópico) que el presente en los referidos conceptos de Arendt y de Habermas. Y, para que ello ocurriera, me Parece que fue decisiva la interlocución de Gramsci, no solo con Marx, sino también, como pretendo

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Hegel.

La prioridad de lo público

Una caracterísiica básica del concepto gramsciano de hegemonía es ia af,rmación de que, en una relación hegemónica, se expresa siempre una prioridad cle Ia voluntad general sobre la voluntad singular, o, en otras palabras, del interés común sobre el interés privado. Como se sabe, Gramsci deñne Ia polírica como "ca[arsis", como "el paso del momento meramente económico (o egoístico-pasional) al momento ético-po1ítico","'o sea, como el paso a aquel nivel en el cual, efectivamente, tienen lugar relaciones de hegemonía y en el que el inrerés universal (o universalizador) gana una clara prioridad sobre el interés meramente singular o corporativo. Esaprioridad, entendida como criterio para evaluar la esfera política, tiene ya más de dos mil años en la hisroria dei pensamienro. Aristóteles, por eiemplo, distinguía entre buenas y malas formas de gobierno con base en el hecho de que el gobernante se guía, en las primeras, por el interés común, por el interés de la colectividad, en tanto en las segundas, la finalidad sería el interés particular del propio gobernante (o gobernantes). En la edad moderna esta problemática renace, entre otros, en Montesquieu, quien identiflca en la supremacía de lo público sobre lo privado -o sea, en la "virtud"- el "principio de gobierno" que ha proporcionado el fündamento a los regímenes republicanos, aunque para éi, como se sabe, esta lorma de gobierno sea algo que pertenece al pasado y que, por lo tanto, no puede existir ya en el mundo moderno, donde la

forma idónea de gobierno sería la monarquía constitucional o "moderada". Pero es con |ean-|acques Rousseau que esta problemática resulta no solo una cuestión centrai y una tarea orientada al presente, sino también el criterio decisivo para valorar la legitimidad de cualquier ordenpolítico-social. En la obra de Rousseau existe un concepto fundamental, el de "voluntad general",

que no existe del todo en la tradición liberal -ni en ia que antecede, ni en la que sucede a Rousseau-, ya que en esta tradición aparece solo la noción de

"voluntad de todos". Como es sabido, Rousseau deflnía la voluntad general como algo diferente de Ia voluntad de codos, dado que la primera expre§a el interés común, mientras que la segunda es solo la suma de muchos intereses particulares o privados.'6e Además, creo que en la f,losofia política de Hegel -otro pensador situado fuera de ia tradición liberal - el concepto de volunrad general, que aquÍ también implica la prioridad de lo público sobre lo privado, ocupa un lugar central. Si bien Rousseau no está citado muchas veces errlos Cuadernos de lct cdrcel,no creo que sea arbitrario proponer esta relación en¡re él y Gramsci. En efecto, en la obra de este último es posible registrar la presencia, no solo de muchos temas que forman

vínculo entre Gramsci y Hegel, cuyo pensamiento es con frecuencia mencionado y discutido enlos Cttadernos. Tanto en el concepto de "sociedad civil", cuanto en el de "Estado ético", utilizados repetidamente por Gramsci, se pueden encontrar claros trazos de la influencia de Hegei, en algunos casos de modo explícito. Un ejemplo concreto, entre otros, está en Ia nota sobre "Hegel y el asociacionismo",rzt en la que Gramsci expresa,

es proponer un

probablemente por primera vez, aunque todavía de manera embrionaria y sin darle la denominación que después utilizaría, su concepto específico de "sociedad

contiene 1o que Marx llama "estructura", o sea, Ias relaciones económicas, pero (al contrario de Marx) contiene también otras esferas, entre ellas las que Gramsci subsume en el término "asociacionismo". Es el caso, en particular, organismos que Hegel, con unos términos ciertamente recogidos del Ancíen régime, llama "corporaciones", pero intentando caracterizar figuras de los

sociales que, en verdad, están más próximas de los modernos sindicatos que de aquellas viejas

es

precisamente ese

Rousseau, Du contrat social, en oeuvres complétes,Paris, Callimard-Pléiade, v. lll,

Cf., en el "lndice analítico" del aparato crítico de los Cuadernos, ed. cir,v.6, p. 45o, los pasajes en los cuales Cramsci habla de "volunt¿d" y "voluntad colectiv¿".

comunicativa, Madr id, laurus, 2 vs., 1987

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J. J.

instituciones medievales. Ahora bien,

i964, p.371.

H. Arendt, The Human Condition, Chicago, The University ofChicago,1958 (también en esi¡añol Lo Cr,ri tción hunana, editorial P¿idós, 2oo3); ,. Habermas, Teoría de la acción A. Gramsci, Cuadernos, cil., v. 4, p.142.

civil".

Con certeza, ese concepto es diferente del de Hegel (y en mayor grado de lo que parece suponer en esa nota el propio Gramsci), y ambos, a su vez, son diferentes del utilizado con frecuencia por Marx. En Hegel, la sociedad civil

169

r68

parte también de la reflexión de Rousseau,

sino, sobre todo, de un concepto análogo al de "voluntad general", específicamente el de "voluntad colectiva".'?" Todavía menos arbitrario, a mi entender,

111

lbid., v. r, pp.122-123.

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momento "asociativista" del concepto hegeliano, el que Gramsci retoma en su definición de "sociedad civil". Ya el "sistema de las necesidades", o las relaciones económicas, así como la "administración de justicia" y la policía -que para Hegel, también forman parte de subilrgerlische Gesselsha.¡t-, so¡

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situados por Gramsci en otras esferas del ser social: el primero en lo que él ilama "sociedad económica", y las otras dos en la esfera de la "sociedad política" (o del Estado stricto sensu). En consecuencia, ese retomar parcial l

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de Hegel por Gramsci, se refiere sustancialmente a los "aparatos 'privados'

de un

2. Rousseau y la voluntad general

Rousseau ciertamente anticipa a Marx al revelar la naturaleza de clase del Estado, inclusive del Estado fundado por (y con base en) un contrato de tipo

Rousseau, partiendo de un punto de vista no liberal, fue el primer pensador

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úando sobre el gobierno, riene como finalidad precipua la garantía de la propiedad privada. Sin embargo, al contrario del filósofo liberal inglés, que defiende ese ripo de contrato, Rousseau subraya con crudeza su falta de legitimidad: en verdad, precisamente porque se encamina apenas a proteger intereses privados, esa modalidad líberal de contrato termina por beneñciar solo a los que tienen propiedad, consolidando así la desigualdad social y generancto ra opresión política de los "ricos" sobre los "pobres,,. Aunque no disponga

de hegemonía", que son la base fundamental de su noción específica de "sociedad civil".

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civilización, los hombres hacen un contrato. Ese contrato, exactamente como lo que Locke nos describe en el Segundo

moderno que insistió en la idea de que una sociedad solo es legítima, cualquiera que sea su forma de gobiemo, cuando se funda en la voluntad general, en el interés común o en la soberanía popular (tres términos que son, en é1, prácticamente sinónimos). El pensador ginebrino fue un duro crítico del liberalismo. En el Discurso sobreladesigualdad,lean-lacques se opone con aspereza a ia sociedad fundada en la propiedad privada, que él llama "société civíle",pero enla cual podemos distinguir con claridad los trazos esenciales de la sociedad mercantil-burguesa, entonces en ascenso. Rousseau procura demostrar que la raíz de la desigualdad está en la división del trabaio, en la propiedad privada que la acompaña, en los conflictos de intereses y en el egoísmo que emergen necesariamente de la acción del mercado.?'En este su segundo Díscurso, Rousseau denuncia de forma implacable los mitos de la economía política liberal, en particular en la versión que les da Adam Smith, quien añrma que la búsqueda del interés privado llevaría, a través de la acción espontánea del mercado, a la generación del bienestar común. Para Rousseau, por el contrario, si hay una "mano invisible" en el mundo del mercado, ella conduce no al bienestar general, sino a la desenfrenada lucha hobbesiana de todos contra todos, a la alienación y a la desigualdad. Rousseau, sin embargo, va todavía más leios en su crítica: no se limita a combatir los mitos económicos del liberalismo, sino que critica también las ilusiones políticas del contractualismo liberal. En el segundo Discur' so, al describir las vicisitudes del proceso de socialización, ]ean-Jacques demuestra que, en determinado momento de su evolución rumbo a Ia

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Rousseau, Discours sur l'origine et Ies fondements de l'inégalité parmi les hommes, en id., Oeuvres complétes, cit., pp.108-237.

J. J,

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concepto riguroso de clase social, tanto que habla de ,,ricos,, y,.pobres',,

liberal. Es por eso que se puede decir que el segundo Discurso p'rese[ta una crítica demoledora, no solo de la economía po[ífica burguesa, sino también de toda la tradición del contractualismo liberal que se inicia con Locke.

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Pero es obvio que, al criticar ese tipo de contrato, Rousseau no abandona paradigma contractualista, tanto es así que escribe, algunos años después el del Discurso, su obra maestra sobre El con¿rato social, dedicado precisamenre al examen de un pacto legítimo. Ese nuevo libro me parece que consriruye la

pars construens del sistema rousseauniano, que tiene en los dos Disc¿¿rsos stJpars destruens: después de criticar con dureza a la .,sociedad civil,, cle su

tiempo en esos dos Díscursos, trayendo a la luz sus dilaceradoras contradicciones y los callejones sin salida que la conducen inevitablemente a la creciente desigualdad y flnalmenre al desporismo, Rousseau irá a proponer en el Contrato otro tipo de sociedad, una sociedadlegírima, adecuada a las potencialidades del hombre social, (y es importante destacar, de pasada, que,el contrario de los liberales, |ean-|acques nos habla de una sociedacl y no solo de un gobierno legítimo). Ese orden legítimo también se funda en un contrato, pero ahora en un tipo de contrato radicalmente diverso de aquel propuesto por Locke y por los otros liberales, o sea, disrinto de aquella modalidad que Rousseau ya había caracterizado, en el segundo Discurso, como responsable de un pacto claramente inicuo. El pacto defendido en el contrato social no tiene en la mira, baio la falsa coberr.ura de la protección de prerendidos "derechos naturales", ia propiedad privada (por el contrario, él somete la propiedad al interés colectivo). En otras palabrasi el contrato rousseauniano no riene como punto de partida y cle ltegacta la protección de los intereses privados de los contratantes. Al contrario, ese contrato social -ahora legítimo- se manifiesta en la creación de una voh,mtad general, que tiene como base cl intcrés cor.núrn, y es el presu¡rueslo srrirjetivo dc lri soberanía popuiar. A través de tal contrato, cl pueblci se coltstiruye comc)

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pueblo, gestándose así como suieto colectivo; y lc que mueve a ese suieto es precisamente la voluntad general, o sea, una voluntad que tiene como móvil. no una suma de intereses particulares o privados, sino el interés común de Ia

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coiectividad. Lo que caracteriza 1a posición democrática de Rou§seau e§ con exactitud esto:la añrmación de que solo es legítima una sociedad fundada en la soberanía popuiar, en la construcción de un suieto colectivo que, con base en la voiuntad generai, actúa según el interés común, subordinando a ese últirno los intereses puramente privados. Me gustaría retener, así, de la reflexión de Rousseau, la idea de que Io tlemocracia está orgánicamente articulada conla idea de contrato. Ahora bien, quien dice contrato dice también consenso, o sea, dice que los individuos se organizan en suietos colectivos con base en el consenso, en la volun¡ad libre. Y aquí ya podemos indicar una primera aproximación entre el contrato legítimo de Rousseau y el concepto gramsciano de hegemonía: como se sabe, ia hegemonía es concebida por Gramsci como una relación que se construye con base en el consenso y no en la coerción. Pero también fundamental retener de la reflexión rousseauniana la idea de que existen diferentes tipos de contrato; ahora bien, para |eanJacques, el contrato que funda Ia democracia no es - para usar las expresiones de Gramsci - aquel que se apoya en los (y legitima los) intereses "económico-corporativos", o "egoístico-pasionales", sino, por el contrario, aquel que crea el espacio de una esfera púbtica centrada en Io "ético-político", en la universalidad, en el interés colectivo. Aun más, el contrato propuesto por Rousseau, fundado en la voluntad general y en la soberanía popular, lleva en última instancia a la idea del atitogobierno; no es otra la posición de Gramsci cuando, al defi.nir el comunismo como "una sociedad regulada", dice que en ella los aparatos coercitivos del Estado serán absorbidos de manera progresiva por los mecanismos consensuales (o contractuales) de Ia sociedad civil. Por otro lado, en ambos pensadores, la democratización radical de Ia sociedad e§ puesta como incompatible con el capitalismo: en tanto Rousseau dice que, en el orden legítimo que éi propone, nadie puede ser tan pobre hasta el punto de ser obligado a venderse (o sea, a convertirse en trabaiador asalariado),'7! Gramsci está convencido de que la "sociedad regulada" solo puede surgir es

después de la extinción d,e las clases sociales. Pero, a pesar de su extraordinaria lucidez y apertura hacia el futuro, el pensamiento de Rousseau no está exento de limitaciones y ambigüedades, que resultan esencialmente de su peculiar condicionamiento histórico. La principal de esas limitaciones, por lo demás ya indicada por Marx en

tll l.l. Rousseau,

Du contrat social, cit, p.39

judía"o (en Ia que se traba una polémica explícita con las La cuestión y de sus discípulos jacobinos), es el hecho de que el Rousseau de ideas auror del Contrato socíal presupone la voluntad general como algo que se contrapone drásticamente a las voluntades particuiares y, en el límite, Ias reprime (los hombres, dice Rousseau, deben ser "obiigados a ser libres", esto es, a actuar según Ia voluntad general). En otras palabras: para Jean-Jacques, la voluntad general no es un potenciamiento o una profundización de las voluntades paniculares, sino su opuesto, de tal modo que Ios individuos deben deiar de lado (o reprimir) su voluntad particular en caso de que quieran actuar efectivamente según la voluntad general. Valiéndome metafóricamente de un conocido concepto de Freud, diría que, en la obra de Rousseau, es como si la

relación entre la voluntad general, entendida como un "super-ego", y

la voluntad particular, tratada como un "inconscienre" rebelde, fuese una relación de represión o refrenamiento del segundo por el primero.

Ahora bien, como también dice Freud, lo "reprimido" retorna, y, cr,rando 1o

hace, ello ocurre por medio de la neurosis, dei quiebre de la personalidad.

Hablando menos metafóricamente, podríamos decir, ahora con términos caros al joven Marx, que -aunque coloque de manera enfática al citoyen por encima delbourgeois- el sistema rousseauniano reconfirma la dilaceración del hombre entre esos dos polos de una diiotomía insuperable. Y esa dicotomía se reproduce en Rousseau porque, aunque él comba¡a al capitalismo y la desigualdadde las propiedades, no fue capaz de trascender el horizonte de la propiedad privada: el punto de vista a partir del cual iean facques condena el capitalismo, no es el punto de vista de la clase trabaiadora moderna, del proletariado, sino el punto de vista del pequeño campesino

y del artesano, que

-en la época

de Rousseau- veían sus condiciones de

vida destrozadas progresivamente por el impetuoso avance del modo de producción capitalista. La base económico-social del orden democrático propuesto por Rousseau, no implica la socialización de la propiedad, sino su divisiónigualitaria (que es para él una condición necesaria, pero también suficiente, para la emergencia de la voluntad general): nadie debería tener propiedad en exceso o ser completamente desprovisto de ella. Pero resta el hecho de que la sociedad legítima propuesta por Rousseau, continúa teniendo su base económico-sociai en la propiedad individual y, de ese modo, en una economía mercantil, que, con Marx, podríamos llamar "economía mercantil simple", o sea, todavía precapitalista.

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en K Marx y F Ensers, La sasrada t'amítía, ed. cir.

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El carácter utópico de ese momento anticapitalista románticorTs presente en Rousseau, no anula ni la grandeza, ni la actualidad de su propuesta democrática, pero introduce en ella las limitaciones y ambigüedades a que me referí: una sociedad mercantil, aunque no capitalista (como Ia que él propo-

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ne), lleva a la conserváción, y, en su extremo, al fortalecimiento del interés privado, o sea, hace que los miembros de la sociedad, en la reproducción de su vida material, sean obligados a actuar según intereses contrapuestos a aquelios que tienen ei deber de poner en práctica en cuanto ciudadanos que

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actúan en la esfera pirblica, (además de eso, no se debe olvidar que, luego de un cierto nivel de generalización de las relaciones de mercado, es imposible impedir la transformación del modo de producción mercantil simple en modo de producción plenamente capitalista). Por más que el "super-ego citoyen", en el orden legítimo de Rousseau, tenga por misión refrenar ese momento bourgeois"inconsciente" del interés privado, el hecho es que ese

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"¡efrenado" tencierá, más tarde o más temprano, a "retornar", bloqueando así la efectiva manifestación de la voluntad general, o sea, para continuar

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con nuestras metáforas freudianas, del sano "ego" colectivo de Ia ciudadanía.

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De ese modo, la propuesta democrática de Rousseau es susceptible de las mismas críticas a que puede ser sometida la ética kantiana del "imperativo categórico", la cual opone radicalmente la razón (universal) al interés (particular). (No me parece casual, pues, que Kant haya sido un admirador de Rousseau, aunque de un Rousseau desprovisto de su dimensión espe-

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cíftcamente clemocrática.).'76 Y es precisamente en ese sentido que Marx, en La cuestíón judía, critrca la utopía de los iacobinos, fieles discípulos de Rousseau, demostrando que la tentativa de poner al citoyen por encima del bourgeois -pero conservando al mismo tiempo las condiciones que reproducen a este último en la vida real- conduce a un calleión sin salida, que termina por lievar al retorno de la sociedad burguesa y al consecuente colapso del ciudadano: un movimiento que, por lo demás, se manifestó con claridad después del triunfo de la reacción termidoriana sobre los iacobinos. Por otro lado, esa radical contraposición entre voluntad particular y voiuntad general, lleva a Rousseau a prestar poca atención -por decir lo mínimo- a ia cuestión del surgimiento del pluralismo en Ia sociedad moderna. |ean-Jacques, como se sabe, condena de manera explícita la presencia de

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Utilizo aquí el concepto de "anticapitalismo romántico" en el sentido que le es atribuido por Ceorg Lukács. Cf., en particular, El asalto a la razón, ed. cit.

Ciertamente, hay una importante diferencia entre Rousseau y Kant, que recuerdo aquí solo de p,:sada: el autor del Conrrata social insiste en que la voluntad general no se opone al interés en cuanto tal, sino solamente al interés particular, basándose, por el contrario, en el interés común.

asociaciones particulares en el seno de la sociedad legítima: él supone que tales asociaciones, en la medida en que crean su propia voluntad "general" (o, con más precisión, su voluntad de grupo, corporativa), bloquean, con eso, la posibilidad de surgimiento de una efectiva voluntad general, "éticopolítica". Ciertamente, Rousseau también advierte que, si tales asociaciones se revelaran inevitables, entonces ellas deben existir en gran número; pero eso tampoco resuelve el problema, ya que él no discute ei modo por el cual esa multiplicidad de voluntades de grupo podrían articularse con 1a voluntad general, razón por la cual se puede suponer que existirían entre ellas los mismos problemas "freudianos", que ya ano[é en la relación entre

voluntades singulares y voluntad general. Permanece así, a lo largo del Contrato, la presuposición de que la voluntad general es, en última instancia, algo incompatible con el pluralismo y con Ia diversidad. A pesar de esas limitaciones, es importante destacar lo que me parece fundamental en la reflexión de Rousseau: la democracia tiene como fundamento un contrato, o un consenso, cuyo presupuesto y cuyo resultado son la volun'tacl general o colectiva, o sea, la prioridad de Io público sobre lo privado. 3. Hegely las determinaciones de la voluntad Una propuesta de superación de esos límites del pensamiento de Rousseau (aunque, como veremos, acoplada al abandono de algunas de sus principales conquistas teóricas) aparece en la obra de Hegel. En su iuventud, el pensador alemán estuvo muy próximo de la problemática de Rousseau: en sus escritos del período de Berna, por e¡'emplo, Hegel propone restaurar, como remedio para las rupturas y alienaciones que también nota en el mundo moclerno, una domunidad no muy distante del modelo griego, que es también, como se sabe, el paradigma adoptado por Rousseau. No obstante, ya en los manuscritos del período de Frankfurt (pero sobre todo en los de |ena), Hegel percibió que el mundo moderno, al contrario del mundo de la Grecia ciásica, se caracterizaba por la posición central que en él ocupa la particularidacl,

por el surgimiento de una esfera social desconocicla Bajo la influencia de la célebre obra de Adam Fergttson, la en antigüedad. Hegel d.io a esa nueva esfera el nombre de "sociedad civil" (o bíirgerlische Gesellshaft), que es para él el verdadero reino de la particularidad' Hegel observa que, en tanto la irrupción de la particularidacl destrozaba la bella eticidad comunltaria del mundo griego, como Platón habÍa percibido con agudeza y temor, la e¡icidad de la época moderna, por el contraúo, contiene o, con más precisión,

como momento constitlrti\/o e ineliminable, la'plena exlllicitación de csa particularidad. Ese mayor ámbito de actuación de Ia particr.rlaridad es, por

lo ciemás, una de las condiciones de aquella libertad subietiva universal que, para Hegel, constituye el atributo característico de la época moderna, que él liamó "geimánica cristiana". Mas Hegel no se limita a esa añrmación del papel positivo de la particularidad en la era moderna, caso en que sería pura y simplemente un liberal. En su ñlosofía política, por el contrario, busca conciliar esa libertad de Io particular con la prioridad de lo público sobre Io privado, o, en otras palabras, busca conciliar (o sintetizar dialécticamente) esa expansión moderna de la particularidad con el ideal comunitario de la polis griega. De modo diferente cle Rousseau y en la línea de los liberales, Hegel se dio cuenta de que la represión de la particuiaridad se había vuelto incompatible con el Zekgeist de Ia modernidad;tzz la conservación de una esfera de libertad indiviclual, tanto en el nivel objetivo del derecho abstracto y de la moralidad subietiva, cllanto en el reino de la "sociedad civil"' le aparece como condición necesaria para el desarrollo pleno de las potencialidades propias de la modernidad. Condición para éI necesaria, pero ciertame nfe to suficiente: yendo más allá de los liberales y en esto convergiendo obietivamente con Rousseau, Hegel propone la creación de instancias universalizadoras que superen dialéc¡icamente (o sea, que conserven, eliminen y eleven a nivel superior) esa esfera de la particularidad, sobre todo la "sociedad civil". Por lo demás, y también aquí en oposición a los liberales, Hegel indicó con

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bastanre agudeza las contradicciones estructurales de esa "sociedad civil".u8 Para é1, sin embargo, esas contradicciones (aunque ineliminables) podrían ser arenuadas mediante la subordinación de |a sociedad civil al Estado, lo que implicaría en él no una represión freudiana, sino una superación (Au' fhebung) de las voluntades particulares, o "social-civiles", en Ia voluntad

universal o "estatal". Para dar expresión conceptual

a esa

superación y, al mismo tiempo, para

legitimar Ia prioridad de lo público (o de lo universal) sobre lo privado (o parricular) - iegitimación que, como vimos, es [a meta esencial de su teoría Hegel, colocándose en el horizonte de la burguesía y viendo en la sociedad capitalista posnapoleónica el "ñn de la historia", fue llevado a identificar de modo abusivo esa esfera de la particularidad y de la expansión de la individualidad con el reino del mercado capitalista. En ese punto, lector atento de Adam Smith (que le proporcionó la base de su específica concepción de la "sbciedad civil"), Hegel ciertamente capituló ante la ideología liberal, lo que, como vimos, no ocurrió con Rousseau. Pero se debe resaltar que, para Hegel, la "sociedad civil", la esfera de la particularidad desarroll¿da, no es tod¿vía el Estado, o sea, la verdadera dimensión de la universalidad. Por esc, él repiueba a "muchos teóricos modernos del Estado" (los litrer-ales) por haLrer promovido esa confusión (C. W. F. H egel,Crundlinien der Philosophie des Rechts, Frankfurt

am Main, Suhrkamp, 1995, p.338).

del Estado -, Hegel elaboró un concepto fundamenral para ei desarrollo de la ñlosofia política moderna, el concepro de Sixlichkeit. que podría ser traducido como "moralidad objetiva", "vida érica" o (1o que me parece más adecuado) "et'c'dad".re Porque viven en comunidad, 1os hombres construyen determinados valores, determinadas normas de conducta, que reguian y organizan su acción interactiva, prestando un contenido concreto a sus elecciones individuales (las cuales, en la esfera de ia moralidad, son todavía formales y abstractas). Manifestándose de modo rodavía natural en la familia, y de forma inconsciente y apenas embrionaria en ia sociedad civi1, la eticidad encuentra en el Estado - y en el Estado entendido no apenas como esfera particular entre otras, no apenas como "gobierno", sino como Ia totalidad orgánica de las varias esferas de la vida social, como manifestación concreta del "espíritu objetivo" - su figura efectivamenre adecuada. Con ese concepto de eticidad, Hegel pretendía determinqr (o, en otras palabras, dar su dimensiór' concreta) a la noción de voluntad general, la cual, en Rousseau, como vimos, permanece todavía abstracta y formal,

precisamente en Ia medida en que excluye de sí, como antinómico, ei momento de las voluntades particulares y de los intereses individuales. En efecto, por tener como presupuesto apenas la decisión subietíva de poner el interés común por encima del interés particular - un movimiento al cual elContrato social, en Ia línea de Montesquieu, llama "virrud"-, lavoluntad general rousseauniana está suieta a las mismas cíticas que Hegel dirige al formalismo abstracto de la moral kantiana del "imperativo caregórico". Con el concepto de eticidad, con la añrmación de que los valores y las normas surgen de manera obietiva de la vida social interactiva, Hegel intenta mostrarnos que la voluntad general (o universal) no es el resultado de la acción de voluntades singulares "virtuosas", sino que es, por el contrario, una realidad que, de cierto modo, antecedey determinalaspropias voluntades singulares. Por tanto, para Hegel, esa voluutad general no resuita de un contrato entre voluntades individuales, sino que es una realidad ontológico-social obieriva, un producto que resulta del desarrollo del propio "Espíritu", o sea, de Ia historia. Por eso, enlafilosofia del derecho, Hegel no titubea en decir: "Contra el principio de la voluntad singular, se debe recordar el concepto

fundamental, o sea, que Ia voluntad obletiva (universal) es 1o racional en sí en su concepto, sea él reconocido o no, por la voluntad singular, y sea o no sea deseado por el querer de esa".'8o

179

Para la

formul¿ción madura del concepto hegeliano de "eticid¿d". cf.,Hegel,Crundlinien,

ed. cit. p. z9z ss.

lbid., p. z6o

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Lo que Hegel pretende decir con eso es que la voluntad universal es en concreto -obietivamente- determinada. Esas determinaciones ya están pianteadas, en gran parte, en el nivel de la propia "sociedad civil,,. Para Hegel, la sociedad civil es el "sistema de la atomística": aunque cada cual busque en ella su interés puramente privado, la división del trabajo que así se establece crea un "sistema", con lo que la satisfacción de ias carencias de cada individuo depende del trabalo del otro. Y más: como el trabaio está dividido por ramas, cada rama desarrolla intereses particulares propios, lo que la lleva a constituirse como corporación,la que tiene por objetivo defender el interés común de sus integrantes. El sistema de las corporaciones es un importante momento de Ia "sociedad civil" hegeliana; y es bastante signiñcativo que él diga que es a través de las corporaciones (o sea, de un suieto colectivo) que la eticidad penetra por primera vez en la sociedad civil.'8' La corporación, así, es una de las principales mediaciones a través de las cuales Hegel busca determinar la relación internaerrtrelavoluntad singular cle los "átomos" de la sociedad civil y la voluntad uníversal que tiene su verdadera realización en el Estado. En otras palabras, entre esos dos niveles de la voluntad surge como mediación consciente la voluntad particular (ya relativamente común) encarnada en las corporaciones. Por tanto, leios de ser un obstáculo al surgimiento de la voluntad general, como en Rousseau, las "asociaciones particulares" -las "corporaciones"- son en é1, un momento fundamental del proceso de uníversalizacirin de la voluntad. En el autor de \a Filosofia del derecho,pues, no hay una relación antinómica entre voluntad singular y voluntad universal, en la cual la segunda reprima o refrene a la primera, sino que existe, por el contrario, un movimiento dialéctico por el cual la voluntad singular de los individuos, a través de la voluntad particular de las corporaciones, es auJheben- esto es, conservada, eliminada y elevada a un nivel superior- en la voluntad general de la colectividad estatal. El individuo, al hacerse miembro de la corporación, se capacita para ser ciudadano del Estado,sin deiar por eso de orientarsetambiénpor suinterés individual, sino reconociendo que la satisfacción de ese interés individual pasa por la articutación de éi con los intereses particulares (de la corporación) y universales (del Estado). No hay aquí, como en Rousseau, un

movimiento

voluntades singulares y particulares, Hegel puede concebir un Estado que, sin dejar de orientarse por Ia toralida d, no tiene nada cle totalitario: en la exacta medida en que es una totalidad. concreta- esto e§, diferenciada -, el Estado hegeliano es necesariamente un Estado pluralista.,s" Forzando ia lerra, pero con f,delidad al espíritu de la reflexión hegeliana, incluso podríamos decir que estamos delante cle una propuesta de Estado en la cual la hegemonía (o predomino de la universalíclad o de lo ptibtico) se artíctLla

orgánicamente con el pluralismo (conla conservación y el clesarrollo cle las particularidades y de las díferencias). Esa tentativa hegeliana de determinar concretamente la voluntad universal -tentativa de la cual he dado aquí, al hablar de las corporaciones, apenas un eiemplo - es no solo un paso al frente en relación cor-r Rousseau, sino también una decisiva conrribución del ñlósofo alemán para una moderna teoría de la democracia y del Esrado democrárico.,si pero, al mismo tiempo, hay importantes puntos en los cuales Hegel, en Io que se reflere a la cuestión de la democracia, retrocedq en relación con Rousseau. No quiero detenerme aquí en los muchos puntos en que Hegel se aparta cle forma explícita de una posición democrática (negación de la soberariía popular, deducción pseudo-dialéctica de la necesidad dá un monarca hereditario, asamblea legislativa bicameral formada por los nobles y por las corporaciones, etc.).'8¿ Me parece más importante llamar la atención hacia un asunto de fondo: en su justo empeño por superar la abstractividad y el moralismo ciertamente presentes en la concepción rousseauniana de la volunrad general, por atribuir a la voluntad universal un espesor concrero y objetivo, Hegel fue llevado a abandonar la dimensión conrracrualista que está en el centro de la propuesta democrática de Rousseau. Es como si, para superar el suUjetivismo que apunta en la reflexión del pensador ginebrino, Hegel Una eficiente crítica de Ias posiciones que atribuyen a Hegel una concepción totalitaria del Estado, puede ser leída en Herbert Marcuse, Reason and revolution. Hegel and the rise ofsocial theory, New York, The Humanities press, 1954. pero t¿mbién confróntese, entre muchos otros, Eric Weil, Hegel et l,État, p¿rís, Vrin, r95o; Shlomo Avineri, Hegel's theory ofmodern State, Cambridge University press, r97z; Domenico Losurdo, Hegel la Germania. Milano, Cuerini, t99Z 183

lncluso h¿sta para uná teoría socialista de la democracia y del Estado. Recordemos, por ejemplo, lo que dijo el gramsciano pietro Ingrao: ,,Hablamos hoy de hegemonía y pluralismo. Más precisamente: hegemonÍa de la clase obrera en el pluralismo: batalla por una hegemonía obrera que se desarrolle en el pluralismo. Es una fórmula que no se limita a indicar una dirección de la clase obrera con base en el consenso: es una fórmula que ya alude a una precisa forma política y estatal del consenso". (p lngrao, Masse e potere. Roma, Riuniti, tgll, l. >4o).

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Eljoven Marx indicó muchos de esos aspectos ant¡democr.iticos de Hegei en de la filosofía del Estado de Hegel, ed. 6¡¡.

de represión de ia voluntad singular por la voluntad universal (o general), sino una potenciación dialéctica, una mediación inmanente en el interior clel campo de una misma y única voluntad. Por 1o demás, al concebir una voluntad universal que conserva (en el mismo momento en que supera) Ias

18r

Para los conceptos hegelianos de "sociedad

civil"

y de "corporación", cfl, ibid, p.339.

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de lado la hubiera caído en un obietivismo igualmente unilateral, dejando dimensión intersubjetivade la acción humana' Como se sabe, Hegel fue un duro crítico de la teOría contractualista instituto de del Estado; para éI, sería un grosero equívoco valerse de un para explicar una contrato, derecho privado, de algo subletivo como es el implicaría Eso l3 realidad pública, obietiva y universal, o sea, el Estado''8s podrían, que individuos ios consecuencia, que a Hegei Ie parece absurda, de más absurda rompiendo el contrato, d.isolver el Estado: consecuencia tánto ely a través en cuanro se sabe que, para Hegel, los individuos solo existen totalidad, cuanto es ¿lel Estad,o, en la exacta medida en que ese último, en con claridad y aparta se e.n eso retoma la lección d.e los griegos para él

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lleva al pensador alemán, por Io demás, a contraponerse expresamente a para é1, la idea de la soberanía popular d.el sufragio universal e igualmente; general, y sí, Io pero no sobre opinar, deberian Estado de un los ciudadanos solamente, sobre las cuestiones particulares que les atañen directamente. por eso, él propone que los ciudadanos sean representados políticamente

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que Io integran. áe tos liberaies- algo anrerior y superior a tos individuos del Estado, Ese rechazo al contrato como medio para explicar la génesis

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no por una asamblea legislativa elegida por todos en tanto individuos con por la Revolución clerechos iguales (un principio que ya había sido aflrmado por los nobles respectivamente formadas por cámaras dos sino francesa),

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y por las corporaciones.'86 Hegel estaría en 1o cierto, me parece, si afirmara que es un equívoco entte consid.erar Ia sociedad en su coniunto como fruto de un contrato de sus teleológicas posiciones las múltiples de individ,uos. Aunque resulre colectiva acción de Ia fruto es no todo inregrantes, la sociedad como un conscientede los hombres -lo que Hegel, además, sabía muy bien, aunque

hubiera atribuid.o a un mítico "Espíritu", que usaría "astutamente" Ias acdel ciones inclividuales en favor de sus metas, el papel de suieto y dB telos esferas que determinadas no signifi.ca proceso histórico global.'e Pero eso .,La

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problemas de esa idéa de contrato y de las relaciones de propiedad privada en los público y en atinentes al Estado produjo las más graves confusiones en el derecho la realidad [...] EI Estado no tiene su fundamento en un contrato, ya que ese último presupone el libre arbitrio". (C. W. F. Hegel, Crundlinien, cit, pp' 157 y 159)'

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principio de la representación De cualquier modo, no se debe olvidar que Hegel defendía el unqua brio form¿s anaci ónicas - en una Prusia absolutista gue lo negaba con énfasis' (-,. E,erieschi, "li pe¡.lsierc polii¡.o e giuridrco", en C' Ces¿ icrg''\, Cuida a Heqel, Roma-Bari, Laler za, 1997.

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187

palabras: la correcta negación del subietivismo individuaiista se convierte en un objetivismo igualmente unilateral, en el cual la libertad no es nada más que "la conciencia de la necesidad", algo en última instancia post fesilun.Y eso implica la negación de una esfera propia de la intersubjetividad, una esfera en la cual los sujetos -aunque en los límites impuestos por sus determinaciones objetivas-pudiesen ser capaces de "inventar" de manera

contractual los contenidos de su eticidad. Ciertamente, el combate de Hegel al contractualismo resulta de su explícim afirmación de la prioridad de Io público sobre lo privado, en lo que él se identifrca conlavertiente democráúca (yno conla vertiente liberal) de la ñlosofia politica modema. Pero ese combate, al mismo tiempo, 1o lleva a abandonar Ia idea, tan brillantemente expresada por Rousseau, de que el espacio público -€n ctranto base fundacional de un otden político democrático- debe ser fruco de

un consenso que sea el resultado de Ia participación libre e igualitaria de todos los ciudadanos. Para Hegel, ia libertad se limita, en última instancia, al reconocimiento de la necesidad y a su aceptación; es como si Ia voluntad singular se tornara efectivamente libte (y no arbitraria), solo cuando reconociera y aceptara una voluntad universal de cuya confección esa voluntad singular no participó, o, por 1o menos, no participó de modo consciente.'88 De esa forma, en última instancia, la fllosofía política c1e Hegel, a pesar de todós sus innegables méritos, me parece contener una invitación a la resignación y al conformismo.

el Estado no es el resultado de un contrato, ni de un contrato de todos

contodos,nideuncontratodetodosconelpríncipeoconelgobierno'Lainserción

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vida social no puedan ser reguladas

a través del consenso, de la acción En la medida en que identif,ca Estado hombres. los consciente de inreractiva y sociedad -o sea, en la medida en que, para é1, el Estado no es un momento de Ia vida social, sino Ia totali dadorgánicaque integratodos los momentos-, Hegel está obligado a negar la posibiiidad de que la específica esfera de 1a política pueda ser contractualmente (o consensualmente) fundada. En otras

de la

C- W. F. Hegel, Lecciones sobre la flosot'ía de ta historia,

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iovenMarxyahabíacriticadocorrectamenteeseaspecto"fatalista"delañlosofia política hegeliana: "¿No es verdad que en el Estado - el cual, según Hegel, es

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presencia suprema de la libertad y la existencia de la razón autoconsciente - lo que gobierna no es la ley, la existencia de la l¡bertad, sino la ciega necesidad natural? (...) Hegel busca siempre presentar el Estado como la realización del espíritu libre; pero, re vera, él disuelve todas las difíciles colisiones por medio de una necesidad natural, que está en oposición a la libertad. Con eso, incluso hasta el paso del interés particular al lnterés general no es una ley consciente del Estado, sino algo nredi¿do por el azar, algo que se realiza contra la conciencia". (K. Marx, Crítica della filosofa del Estado de Hegel, ed.

cit.,p.lz).

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4. Cramsci y la hegemonía como contrato

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problemática de la voluntad general en Rousseau y en Hegel, tiene aquí un objetivo preciso: el de sugerir que, en la obra de Gramsci, ócurre una recepción de lo que hay de más válido y lúcido en la posición de esos dos clásicos de la filosofia política moderna; pero, al mismo tiempo, que hay también en esa obra fecundas indicaciones acerca del mocio mediante el cual superar las limitaciones y las aporías de aquellos, indicaciones que están contenidas, sobre todo, en el concepto gramsciano de hegemonía. Esre rápido y esquemático esbozo de la

No obstanre, antes de hablar de hegemonía, cabe recordar en forma breve -como en Rousseau y en Hegel= también en las reflexiones ñlosóñcopolíricas de Gramsci, la problemática de la "voluntad" tiene un lugar central en la evolución de su pensamiento, desde su iuventud hasta los Cuadernos de la cárcel. En la primera etapa de su itinerario intelectual, la concepción que

gramsciana de "voluntad" presentaba trazos marcadamente idealistas, en la medida en que él contraponía de modo radical la "voluntad" y las "determinaciones obietivas", al dar prioridad unilateralmente a la primera. En 1918, por ejemplo, en el célebre texto en que def,ende la revolución bolchevique, inciuso hasta contra el supuesto "positivismo" de Marx, Gramsci formula del siguiente modo el tema de la "voluntad": máximo factor de ia historia no son los hechos económicos, brutos, sino el hombre, la sociedad de los hombres, que se aproximan unos a los otros,

reflexiones de la madurez, contenidas en los Cuadernos, Gramsci -sin abandonar Ia importancia que atribuye a la voluntad como momento constitutivo de lo que entonces él llama "filosofía de la praxis"- asume, por el contrario, otra posición, mucho más matizada. Veamos, como un eiempio entre otros, la siguiente formulación: Ya en las

Para escapar al mismo tiempo d.el solipsismo y de las .on..p"ro,,., mecanicistas (...) es necesario colocar la cuestión 'de modo histórico', pero sin con eso deiar de coiocar en la base de la ñlosoffa Ia'volunrad' (en última instancia, la actividad práctica o política), pero unavoluntad racional, no arbitraria, que se realiza enla medida en que corresponde a necesidades históricas obietívas,esto es, en la medida en que ella es la propia historia unive¡sal en el momento de su progresiva efectivaciÓn."o

En otro pasaie, en que explicita su proyecto de trabaio, Gramsci dice además:

modemo príncipe debe tener una parte de d\cad'aal iacobinismo ("') para ejemplificar cómo se formó concretamente y actuó una voluntad colectiva que, por lo menos en algunos aspectos, fue creación ex novo, original' Y es preciso hambiénl que sea def,nida la voiuntad política en general en el sentido moderno, o sea, la voluntad como conciencia activa de la necesidad histórica, como protagonista de un real y efectivo drama histórico.''' El

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entienden entre sí, desarrollan a través de esos contactos (civilización) unavoluntad social, colectiva, y comprenden los hechos económicos, y los juzgan, y los adecúan a la voluntad de ellos, hasta que esta se vuelve el motor de la economía, la plasmadora de Ia realidad obf etiva,la cual vive y se mueve, y adquiere carácter de materia telúrica en ebullici6n, que puede ser dírígidahacia donde la voluntad quiera;8e se

Aunque de un modo un poco forzado, podríamos decir que, en ese momerlto de su evolución, Gramsci estaba muy próximo del voluntarismo subietivista que antes criticamos en la reflexión de Rousseau. La "voluntad colectiva o social" todavía le parece capaz de ser el "motor de la economía" y de "plasmar la realidad obietiva".

r89

A. Cramsci, "La revolución contra EI capital", en ld., Antología, organizada por M. Sacristán, Madrid, Siglo Veintuno, 1992, p.35.

Gramsci, como pod.emos ver, efectúa aquí un movimiento de sr'rperación dialéctica no solo en relación con sus formulaciones iuveniles, sino también frente alaposición que Rousseau y Hegel asumen en relación con la deñnición de "volrihtad": en los Cuadernos, él nos dice con claridad que la voluntad

-y, en particular la voluntad colectiva-, aunque sea históricarnente determinada (como en Hegel), ya que "corresponde a las necesidades históricas objetivas", no por eso def a de ser también "creación ex nov o, original" (como en Rousseau), aunque con la justa restricción de que eso se da solamente "en algunos aspectos". Pero volvamos al concepto de "hegemonía" y recordemos brevemente lo que Gramsci pretendía denotar con é1.'e' El autor de los Cuadernos se dio

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Cuadernos,ed. cit., v. 4, p. 331.

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lbid., v.5,pp.16-12.

192

ya f\4e perm¡to aquí exponer apen¿s brevemente los conceptos centrales de Cranrsci' que estos están trat¿dos con mayores detalles en "La dualidad de pooere:; ' su¡rra' y en m\ lntroduccíón a Gramscí, ed.cit.

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cuenta de que, en ei capitalismo más reciente, había surgido una esfera nueva dei ser social, que ét llamó "sociedad civil"; al contrario de Marx, la sociedad civil no designa en é1, el mundo de las relaciones de producción, ni tampoco se identiñca con el Estado Striüo sensu. La sociedad civil gramsciana está formada por el coniunto de 1o que él llamó "aparatos'privados'de hegemo-

para de la violencia al servicio de la clase económicamente clominante, dimensión, nueva de una e importante mmbién d.otado aparece Gramsci, el la dimensión del consenso o de la legitimidad. Con la socialización de Ia participaciónpolítica, con la "occidentalización'de las sociedades, ya no es posible que los gobernantes gobiernen de forma estable sin ei consenso de

nía", y tiene su génesis en los procesos de socialización de la política, que fueron al mismo riempo causa y efecto de una creciente compleiización de los mecanismos de representación de los intereses y del mundo de los valores, complejización que, en última instancia, resultó a su vez de una mayor estratincación social. No me parece casual que, como diie antes' Gramsci alttda por primera vez a lo que después llamaría "sociedad civil", en una referencia a Hegel y al "asociacionismo": si Hegel percibió que el "sistema de la atomística" genera intereses colectivos pailiculares que se expresan en lo que é1 llama "corporaciones", Gramsci se dio cuenta, a su vez, de que los grupos y clases sociaies, en su proceso de auto-organizacióny de defensa de los intereses propios, crean aparatos "privados" de hegemonía. Esos aparatos sooprivadosporque pre§uponen de sus miembros una adhesión voluntaria contractual, por lo que no forman parte de lo que Gramsci llamó Estadocoerción, Estado en sentido estricto, o incluso "sociedad política"; pero son "privados" (entre comillas) porque, con su acción, tienen un innegable papel en las relaciones de poder, en la determinación del modo mediante el cual

los gobernados. El propio Engels, en t9g5,ya se había dado cuenta de que el Estado moderno es fruto de u¡ c ontr ato entre gobemantes y gob e rnados : "El Imperio alemán, como todos los pequeños estados y, en general, todos

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se constituye la esfera pública de la sociedad. Podemos así decir que Gramsci, por una parte, recoge de Hegel la idea de que las voluntades son concretamente determinadas, ya en el nivel de los

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intereses materiales o económicos; tales voluntades, por 1o demás, experimentan un proceso de universalización - de "asociacionismo" - que lleva a la formación de suietos colectivos ("corporaciones" en Hegel, "aparatos de hegemonía" en Gramsci), suietos movidos por una voluntad que se universaliza,

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que tiende a superar los intereses meramente "económico-corporativos" y a

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orientarse así en el sentido de 1a conciencia "ético-política". Pero podemos decir también, por otra parte, que Gramsci -al deñnir como consensual la adhesión a t4les aparatos de hegemonía y al definirlos como momentos d,el Estad,o "ampliado"- introduce una clara dimensión contractual et el corazón de la esfera púbtica, retomando de ese modo una idea básica de Rousseau, que, como vimos, había sido rechazada por Hegel. Al darse cuenta del surgimiento de esa nueva esfera del ser social, de lo qtre él llamó "sociedad civil", Gramsci hizo posible una amplíación del corlcepto marxista cle Estado: en tanto para Marx y Engels, en la época del ttlrtni.fiesto cr¡r¡tunis{a,1, para Lenin }¡ los bolchtrviqttes, en el coniunto de su producción teórica, el Estado es esencialmente coerción, o monopolio

los estados modernos, es ut producto contractual: producto, primero, de un contrato de los príncipes entre sí y, segundo, de ios príncipes con el pueblo".'g: De ese modo, ya con el vieio Engels -pero sobre todo con Gramsci- la problemática contrqüualistq reaparece en el seno de la reJlexión

política marxista. Ahora bien, esa dimensión contractual de la política tiene en Gramsci su expresión conceptual más explícita, precisamente en el concepto de hegemonía. La hegemonía es, para é1, sin lugar a dudas, el momento del consenso. Aun cuando exista una lectura equivocada de Gramsci, inspirada sobre todo en Perry Anderson, que habla de la hegemonía como síntesis de coerción y consenso,'e4 me parece clara Ia distinción que Gramsci hace entre, por un lado, hegemonía / dirección / consenso, y Por otro, dominación / dictadura / coerción: los tres primeros términos tendrían su base material en la sociedad civil, en los aparatos "privados" de hegemonía, en tanto la base material de los segundos sería el Estado en sentido estricto, o sea, ios aparatos burocráticos y represivos. Ahora bien, en la medida en que, para (o Gramsci, en las formaciones capitalistas "occidentales", Ia sociedad civil sea, la base material del consenso) tiene un papel decisivo en la determinación "sociedad d.e las atciones del Estado (y, más que eso, ella llega incluso, en la regulada" o en el comunismo, a absorber en sí y a eliminar ios mecanismos coercitivos estatales), puede decirse, entonces, que el autor delos Cuadernos

introduio la problemática d.el contrato, de Ia intersubietividad, en de su teoría marxistadel Estado y de la política.

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núcleo

El concepto gramsciano de hegemonía implica, por un lado, un contrato que es hecho en el

propio nivel de la sociedad civil, generando en consecuencia

Engels, "lntrod ucción" a Lasluchas de clasesen Franc¡a de 1848 a 1850, in Archivo MarxEngels (www.marxists.org/espanol/m-e/l8Sos/francia/francial.htm). Es interesante obiervar cómo esa afirmación del vieio Engel s contrasta explícitamente con la posición de Hegel expresada en la cita de la Filosofia del derecho, reproducida en la nota 19. F.

P Anderson: Ambiguitá di Cramsci, Ronra-Bari, Laterz¿, 1978 P¿r¡ un¿ convir'cenle refutación de esas posiciones de Anderson, confróntese Cuido Francioni, L'officina

gramsciana, Napoles, Eibliopolis, 1984, p.-t47 ss.

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suietos colectivos (sindicatos, partidos, movimientos sociales, etc.) que

tienen una clara dimensión pública, "estatal". Pero implica también, por otro lado, la necesidad de formas de contrato entre gobernantes y gobernados (entre Estado y sociedad), con base en el hecho de que, en esas sociedades "occidentales", la obligación política se basa en una aceptación consensual, por gobernantes y gobernados, de un mínimo de reglas de procedimiento y de valores ético-políticos. En este último caso, estamos ciertamente delante de contratos que con frecuencia coexisten (y de modo conflictivo) con la permanencia de formas de coerción.'e5 Tampoco se debe olvidar, por lo demás, que tales "contratos" están suietos a permanentes revisiones y mudanzas, según las variaciones de lo que el propio Gramsci llamó "relacior.es defuerza". En ese sentido, la proposición gramsciana del contrato - o, en sus términos, de una sociedad basada en el consenso - es una idea reguladora en el sentido kantiano, esto es, una meta hacia la cual debemos avanzar (a través de la "guerra de posiciones"), cada vez más, en el rumbo, sin embargo, de una "sociedad regulada" o comunista. Otrosí, del mismo modo como hay en Rousseau un estrecho vínculo entre contrato y voluntad general, también en Gramsci tiene lugar una íntima articulación entre hegemonía y 1o que él llama "voluntad colectiva nacional-popular". La hegemonía gramsciana se materializa precisamente en la creación de esa voluntad colectiva, motor de un "bloque histórico" que articula en una totalidad diferentes grupos sociales, todos ellos capaces de operar, en mayor o menor medida, el movimiento "catártico" de superación de sus intereses meramente "económico-corporativos", en el sentido de 1a creación de una conciencia "ético-política", universalizadorá. Ese paso catártico de lo particular a lo universal, sin embargo, no signifi.ca para Gramsci, diferentemente de lo que ocurre en Rousseau, una represión de las voluntades singulares, sino, tal como en Hegel, signiñca una superación dialéctica, en la cual 1o "ético-político",la voluntad colectiva, conservay al mismo tiempo eleva anivel superior los intereses singulares y particulares de los diversos componentes plurales del "bloque histórico". Por lo tanto, en Gramsci, es como si no solo la política stricto sensu (la relación entre gobernantes y gobernados), sino también Ia eticidad - la esfera axiológica que presta contenido concreto a la voluntad general o colectiva -, fuese ella también resultado de un contrato, de una interacción intersubietiva

r95

Cramsci - es preciso no olvidarlo - tamblén se refi ere al "aparato de coerción estatal que asegura 'legalmente'la disciplina de aquellos grupos que no 'consienten'ni activa ni pasivanrente, pero que está constituido para toda la sociedad en previsión de los momentos de cr¡sis en el mando y en la dirección en los cuales desaparece el consenso". (Cuadernos, ed. cit., v. q.,p.zSl).

cada vez más libre de coerción. Para el pensador italiano, al contrario de Hegel, la "eticiclad" (lo "ético-político") no es fruto del movimiento fatalisra e impersonal de un "Espíritu objetivo"; y tampoco es, como en ios "marxistas vulgares", el mero "reflejo" de "leyes históricas" de base económica, concebidas de modo férreo y fetichizado. Si Gramsci ciertamente recoge

de Hegel la noción de eticidad (que en él gana los nombres de hegemonía y de "ético-político"), recoge de Rousseau, al mismo tiempo, la concepción de Ia política como contrato, como formación incersubjetiva de una volonté générale, que en élgana el nombre de "volunrad coiectiva nacional-popular". Por recoger de Hegel (y de Marx) la noción de que la voluntad es histórica y económicamente determinada, siendo por eso atravesada por las contradicciones sociales, Gramsci tiene plena conciencia de que en la vida social

considerada en su coniunto no todo es fruto de un contrato. Con base en la ontología social de Hegel y de Marx, Gramsci sabe que la sociedad es una síntesis única y específica de causalidad y releología, de determinismo y libertad.'e6 Para é1, en la línea de Marx, los hombres hacen ciertamenre su historia, pero no la hacen en las condiciones que escogieron: al lado de la acción teleológica tibre, hay también un determinismo hisrórico, una causalidad obietiva que -aunque generadapor 1a propia praxis de los hombres- va con frecuencia más allá de la conciencia y de la voluntad de los individuos y de los actores sociales. Pero Gramsci también sabe, nuevamente en la línea de Marx, que, cuanto más se "socializa" el ser social, tanro mayor es el "retroceso de las barreras naturaies", o, en otras palabras, tanto más se amplían los márgenes de Ia libertad y de la auronomía de los "individuos sociales". En ese punto, é1 ciertamente se aparta de Rousseau, para quien el contrato social funda un pueblo en cuamo pueblo, o sea, funda ia propia sociédad. Pero, si no todo en la sociedad es fruto de un contrato, existen amplias esferas sociales -y, en particular, Ia esfera de Ia política-'que pueden resultar cada vez más de un contrato, o sea, de ia acción intersubjetiva de individuos sociales conscientes y libres. Es precisamente esa posibilidad to que está enlaraíz de la propuesta gramsciana de una "sociedad regulada"

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(expresión que él usa para designar el comunismo), en la cual la supresión de Ios antagonismos de clase haría f,nalmente viable la gestación de un espacio público basado en el diálogo y en el consenso de los "individuos sociales". Por lo tanto, tal como en Rousseau, también en Gramsci ese orden social legítimo presupone un contrato que -sin limitarse a la conservación de 1os intereses económico-corporativos- es capaz de construir una voluntad general ético-política, que garantice el ideal republicano de la prioridad

196 Cf.C'.Lukács,Perl'ontoloqíadell'esseresociale,Roma,R¡un¡t¡,3vs.,1976-198r.

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de lo público sobre lo privaclo. Además, es común a ios dos pensadores la convicción de que la construcción plena de ese espacio público democrárico solo es posible en los marcos de un orden social situado más allá de Ios límites del capitalismo. Sin embargo, si Gramsci fue capaz de superar las antinomias de Rousseau, "colocando sobre sus pies" (en un sentido

CAPÍTULO 5

Lukács, la ontología y la política

materialisra) la visión todavía idealisra y abstracta con que el autor del contrc;to social trata de la problemática de la voluntad general y de la democracia, eso resulta en gran parte del hecho de que él supo recoger (a través, sobre todo de la mediación de Marx) lo que había de positivo en la crítica hegeliana del contracrualismo. De ese modo, Gramsci situó su reflexión en la senda abierta por las meiores tradiciones de la modernidad: él no solo se convirtió en uno de los principales interlocutores de la cultura democrática y socialista del siglo XX, sino también -y 1o que es todavía más importanre- nos deió un insustituible legado para la elaboración del

1.

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y c onci encia de cl as e, Lukács afi rmab a enfáticame nte : el marxismo de la ciencia burguesa no es que decisivamente "Lo diferencia económicos en la explicación de predominio de los motivos la tesis de un punto la totalidad".reT pero vista de Fue esta obra luvenil de sí el la historia, a el iniciador del analistas considerarlo que muchos llevó a de Lukács, la "marxismo En efecto, esta insistencia en el papel occidental".'" Ilamado

socialismo del siglo XXI.

Lg23, en His tor ia

central de la categoría de la totalidad, hecha en una época en que ei legaclo de la dialéctica hegeliana estaba en desgracia, tanto entre los teóricos de la Segunda como de la Tercera Internacional, introducía un nuevo modo -a mi ver, el más adecuado- de rescatar el método de Marx. La genial obra juvenil de Lukács contenía ciertamente muchas posiciones probiemáticas, tanto en el plano teórico, como en el plano político, posiciones que el propio Lukács más tarde repudiaría de modo explícito.'ee Pero el hecho es qudlukács iamás abandonaría la inspiración metodológica-el principio de

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la totalidad- que basó su obra de rg23y, en esta medida, toda su producción teórica puede ser considerada como fundadora de una lectura del marxismo bastante apartada de los parámetros positivistas que dominaron el llamado "marxismo soviético". Por Io tanto, si la expresión "marxismo occidental" busca definir una lectura de Marx diferenciada de aquella que fue codificada en el famoso "marxismo-leninismo", entonces toda la obra de Lukács - aunque caracterizada, desde 1923, como veremos, por una ñdelidad acrítica al 197

G. Lukács, Hrsror¡a g conciencia de clase, ed. cir.,

198

M. Merleau-Ponly,

Les aventures de

p.29.

la díalectique, París, Gallimard, 1955, pp. 48-89,

(ta mbién en espa ñol, Las aventuras de la dialéctíca, editorial Leviatá n, r9s7).

P.

Anderson,

Consideracione.s sobre el marxísma occidental, México, S¡glo XXl, 1978; y l. 6. Merquior, Western marxism, Clasgow, Paladin, 1989.

Lukács, op. cit., p. rx-xil.

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I pensamiento político de Lenin - puede ser considerada como expresión de este "marxismo occidental". Esta continuidad de la producción lukacsiana se trasluce claramente, cuando constatamos que es también en el intento de prestar a la totalidad un puesto central en el análisis de la vida humana (y, ahora, con base en una preocupación materialista insuflcientemente presente en su obra luvenil) que se inserta el esfuerzo ftnal de Lukács para reconstruir la ñlosofia de Marx como una "ontología del ser social".'oo Es interesante observar, como prueba de que el vielo Lukács superó ciertos trazos semi-idealistas de su período juvenil, que Ia preocupación con la oncología le sobrevino, en gran parte, de un examen cuidadoso de las nuevas características del capitalismo tardío. Estas características 1o impresionaron a tal punto que é1 llegó incluso a pensar en escribir EI Capital del presente, no habiendo enfrentado el desaffo debido solo a su edad avanzada.'o'En otras palabras: el Lukács tardío se revela así, plenamente conciente de la importancia de la crítica de la economía política en la constitución del método filosóñco de Marx, lo que ciertamente también ocurría en la época de Historiay conciencía de clase, aunque de modo menos profundo (en Io que se refiere a la aprehensión de ias categorías crítico-económicas de Marx, por elemplo, se puede señalar que, mientras en la obra juvenil el concepto de fetichismo de la mercancía ocupa el puesto central, en Ia obra de vejez ese puesto será ocupado por la noción de trabaio y sus determinaciones). Según Lukács, el capitalismo en su fase tardía revelaba una característica nueva de gran importancia: la lucha para evitar las crisis ¡ al mismo tiempo, asegurar la dominación de los monopolios que habría llevado al capitalismo a intentar "racionalizar" -a buscar someter a reglas del cálculo racional-formal- el sector de consumo, creando todo un vasto y diversiñcado sistema destinado amanípularla vida de los individuos. Este sistema de manipulación, generado inicialmente en el nivel de la economía, se habría generalizado después a las esferas de la cultura, de la ideología y de la política. Según el viejo pensador, este sistema encontraría su expresión teórica en las corrientes neopositivistas: a pesar de su gran diversidad, esas corrientes se identificarían en una batalla abierta contra la ontología, contra el análisis de los movimientos esenciales de la realidad, a favor tan solo de un esclarecimiento formalista y logicista de la racionalidad humana (de una

racionalidad. entendida, además, como mera técnica para manipular datos fetichizados y fragmentados). Con eso, el anáiisis ontoiógico de 1o real - cuyos modelos supremos estarían, para Lukács, en las obras de Aristóteles, Hegel

y Marx - habría sido substituido por la elucidación epistemológica de los "discursos". Es como si la tradición kantiana (y de un Kant empobrecido) hubiese triunfado contra el legado ontológico de aquellos tres grandes pensadores que Lukács consideraba los puntos más elevados de la historia de la filosofia. Después de haber promovido un duro combate a las corrientes irracionalistas modernas en su libro El asalto alarazón(escrito en los años r93o-4o y publicado en 1953), el último Lukács se dio cuenta de la importancia creciente que el neopositivismo -con su negación de la ontología, de la historia y de

la totalidad- había asumido en Ia ideología burguesa contemporánea. (Y, para é1, el estalinismo sería responsable de la introducción de elementos neopositivistas y anti-ontológicos también en la reflexión de inspiración marxista). El predominio del epistemologismo neopositivista, ciertamente no excluía Ia permanencia en el pensamiento contemporáneo de corrientes irracionalistas, muchas de Ias cuales -como por ejemplo, la capitaneada por Heidegger-'o'insistían en la importancia de Ia ontología, del análisis de1 ser, pero en una perspectiva en que el ser era despojado de cualquier historicidad concreta y puesto en una esfera situada más allá de la racionalidad. Sin abandonar su vieja crítica contra este tipo de ontología irracionaIista, contra la "destrucción de la razón" (objeto, por otra parte, del primer capítulo de la primera parte de la gran Ontología), el último Lukács escoge ahora como su principal objetivo polémico, las corrientes neopositivistas, aquello que llamé en otro lugar "miseria de Ia razón", corrientes que podrían

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ser cllracterizadas como Ia expresión ideológica del munclo manipulado.'o3 En este sentido, me parece que hay una interesante (aunque tal vez no conciente) aproximación de las preocupaciones del vieio Lukács con los temas más característicos de la fase clásica de la Escuela de Frankfurt, para la cual la "razón instrumental" (y no tanto el irracionalismo) aparecía como el principal enemigo a combatir.'"4

2o2

Para un brillante análisis de las diferencias entre las ontologías de Heidegger y de Lukács, cfr., Nicolás Tertulian, Luhács. La rinascita dell'ontologia, Roma, Riuniti, 1986,

pp.47-83.

zoo G.Lukács, Perl'ontologiadell'esseresociale,Roma,Riuniti,r9T6-198l,zvols.;1d., Prolegomeni a un'ontologia dell' essere sociale,Milan,Guerini,

i99o.

Estas dos obras son

de ahora en adelante cit¿das, respectivamente, como "gran" y "pequeña Ontología".

zor

Cfr. lstván Eórsi, "The history of a posthumous work (Lukács Ontology)", en The New Hungarian Quartelg, XVl, n. SS, summer r925, pp. r06-Io8.

2o3 C.N.Coutinho,Elestructuralismoglamiseriadelarazón,México,Era,lgT3.Laexpresión

I

fue usada por mí, a partir de una analogía con "destrucción de la razón", título oriqinal del conocido libro de Lukács, publicado en español como fl asallo a Ia razón.

zo4 Cf., por ejemplo, Theorjor

W. Adorno y Max Horkheintet, Dialéctica de la iiustrucion, Madrid, Trotta,2oog) y M. Horkheimer, Eclissi dell¿ ragione, Milán, Sugar,1962.

I

y

es este desplazamiento de objetivo, ei que explica, probablemente, Ia

"ontología" adopción por parte de Lukács, con carácter positivo, del término (digo "término" porque creo que coda la obra marxista de Lukács, desde Historíay conciencia de clase,fue marcada, con mayor o menor rigor y coherencia, por preocupaciones fuerLemente ontológicas). Durante el período en que su batalla cultural tenia como obietivo principal el irracionalismo -que, como vimos, se presentaba muchas veces como el representante de la verdadera onrología (que era llamada "existencial" o "fenomenológica")-, el ,,ontología" y sus derivados tuvieron en la obra de Lukács un sentido fuelemente negativo. lncluso en una obra tardía como la Estética, escrita "ontología" aún es a io largo de los años 5o y publicada en 1963, la palabra sinónimo de no como (fundamentalmente negativo esr.e sentido usacla en el rico aparato todo aunque humana), la vida de la historicidad de aceptación

rérmino i'

,

caregorial de I a Estéüca esté claramente ligado a la problemática ontológica, y anricipe los'temas y las soluciones de Ia aún más tardia Ontología del ser socictl.Por 1o tanto, la elección del término "ontología" por elúltimo Lukács de la obra -una elección influenciacla también, tal vez, por la lectura tardía

"gran" Ontologíade Nicolai Hartmann, tratada con extrema simpatía en la del modo pensador en contraponerse vieio parece así d.erivar del empeño dei más explícito posible al epistemologismo de las corrientes neopositivistas,

inclusive de las que se presentaban baio la bandera del marxismo' Esta breve d.igresión filológica me parece útil, en la medida en que sirve

t..l

proyecto ontológico lukacsiano rescata claramente el punto de vista de 1a totalidad, buscando mostrar que el análisis de lo social y de sus reiaciones con la naturaleza, sufre serias limitaciones si es fragmentado en disciplinas sociales particulares e incomunicables. (No es este el lugar para analizar hasta qué punto esa iusta posición de principio, se combinó en Lukács con una actitud excesivamente escéptica ante los resultados obtenidos por las ciencias sociales particulares),'zos Es en este sentido que Lukács interpreta Ia dimensión metodológica contenida en Ia "crítica de la economía política" marxiana, es decir, como un método de crítica ontológico]o' que impiica un permanente recurso a la totalidad y a la historia, con el obietivo de mediatizar los hechos empíricos, el

retirar de ellos Ia apariencia de fetiches aislados o de "cosas" naturales. Así, la ontología lukacsiana es un arma crítica contra 1a reificación, construida con recursos mucho más precisos que los urilizados en Hixoriay concíencia de clase.Y me parece innegable su fecundidad y actualidad en un momento en que, bajo la cobertura de una supuesta "crisis de los paradigmas" (entre los cuales el marxista ocuparía naturalmente el primer plano), se busca defender la fragmentación "pos-modema" contra el principio metodológico de la totalidad. La inspiración metodológica de la obra lukacsiana es un antídoto eñcaz contra la falsa dualidad de formalismo vacío y de empirismo ciego; que - como ya observaba Wright Milis,'o7 un autor muy apreciado por el último Lukács - predomina en la ciencia social contemporánea. de

para recordarnos que no existe una ruptura cualitativa -aunque exiStan diferenciaciones no despreciables- en el interior de la producción teórica de Lukács, posterior a Hístoria y conciencia de clase: el "descubrimiento" cte la ontología torna más nítidas y coherentes sus posiciones fiIosóficas, pero no altera sustancialmente el contenido de su reflexión, ni en relación a la estética, ni tampoco a una obra bastante anterior, escrita en la década del rg3o, Ia excepcional monograña sobte EliovenHegel' Un breve resumen del proyecto ontológico de Lukács apuntaría a dos metas principales e interconectaclas: r) 1a de rescatar, contra el neopositivismo contemporáneo (y, de modo más general, contra una herencia que arranca desde el "criticismo" kantiano), el principio de que el análisis del ser debe anteceder al análisis del conocer, ya que este último es un momento de una totalidad más amplia, ontológica, es decir, de la praxis social global; z) ¡

I

I

.

al rnismo tiempo, la de concebir ese ser no como algo contrapuesto a los "entes", no como una esencia inefable e irracional, como lo hace Heidegger' por c jemplo, sino como una totalidad concreta y dinámica, aprehensible por unl racionaliriaci dialéctica. Eso signiñca que, contra la rígida división del trabajo cientíñco propuesta por el positivismo en sus diferentes vertientes,

2o5 Tratédel asuntoen"Cramsci,el marxismoylascienciassociales",suTa,pp.T4-98de esta recopilación.

zo6 Cf,Lukács. Perl'ontoloqia,cit.,v.r,pp.ue3-3zo.Sot¡reelte¡radelacríticaontológira, cf., también el ya cirado 6ramsc| el marxismo g las ciencias sociales, supra, pp.74-98.

2o7 C.WrightMills,Laimaqinaciónsociológica,México,FondodeCulturaEconómica,t96l.

-'t

a la "ontología de 1a necesidad", o sea, al aspecto causalmente deierminado de Ia praxis humana. Se trataba de acentuar, en el segundo manuscrito, la

2. E1

carácter sustancialmente positivo del proyecto teórico del último Lukács,

no impide, entretanto, que evaluemos críticamente algunos de sus resultados

concretos. No puedo aquí detenerme en la exposición - aun resumidamente de los principales conceptos presentados en la primera y más completa versión de la Ontología del ser social, sea de los presentados en su parre histórica (que trata de ios existencialistas, del neopositivismo, de Hartmann,

-

también de ios abordados en su parte sistemática (que contiene capítu1os dedicados al trabajo, a la reproducción, al momento ideal y a la ideología, así como a la obletivación y a la alienación). Me gustaría solo recordar que el propio Lukács, como testimonian personas que le eran entonces muy próximas,'o8 no estaba plenamente satisfecho con su texto ontológico concluido en 1969 (conocido como la "gran Ontología"), tanto es así que, después del término del mismo, emprendió - a los 84 años, ya víctima del cáncer que lo llevaría a la muerte dos años después -la redacción de un nuevo manuscrito, conocido como "pequeña Ontología" (o Prolegómenos), que no pudo ser concluido. Para Lukács, siempre, según esos testimonios, las deficiencias de la "gran Ontología" se situaban tanto en el nivel del método de exposición (le parecía francamente insatisfactoria la separación entre el tratamiento histórico y el tratamiento sistemático de las cuestiones), como en el nivel de los propios conceptos. El centro de la Ontología consiste en la idea de que Ia especiflcidad del ser social reside en el hecho de que, al contrario de la naturaleza, donde existe solo causalidad, surge con el ser social -y, en particular, a partir del rrabaio como su célula fundamental, como "modelo de Hegel y de Marx), como

de Ia praxis social"-'o'una peculiar y única articulación entre causalidad y teleología, entre determinismo y libertad. La esfera social, según Lukács, solo puede ser correctamente conceptualizada en la medida en que se tengan en cuenta, simultáneamente, la acción creadora de la praxis humana, que fonnula e implementa proyectos, por un lado, y, por otro, la presencia de determinaciones causales, tanto las puestas por la naturaleza externa e

inrerna al hombre, como las repuestasporlos resultados de la propia acción teleológica. Con todo, después de concluir la obra, Lukács parece haber aceptado la crítica de Fehér et alií, de que él habría dado un énfasis excesivo

"ontología de las alternativas" (la concepción del hombre como un ser que "da respuestas" a estímulos de la realidad) y de conced.er a la libertad (visra como algo ya dado innuceenelproceso de trabajo) un ámbito cle acruación aún mayor que el ocupado en la "gran Ontología". No me parece que él haya

tenido buen resultado, en este segundo manuscrito,.,o en el logro de sus intenciones. Por un lado, se acentúan las deficiencias dei método de exposición (el texto llega a ser enervanremente reperirivo, sin que la reanudación del mismo tema presente el surgimiento de nuevas determinaciones en los objetos analizados, como claramente era el caso en la Estética)-, y, por orro, la elaboración de una "ontología de las alternativas" no siempre encuenrra, desde mi punto de vista, una solución adecuada. La correcta preocupación en evitar el énlasis en la "ontología de la necesidad", termina por hacer de este último texto lukacsiano -un elemento ciertamente nuevo en su producción - una ácida y frecuentemente injusta polémica contra Hegel, acusado (mucho más severamente que en la "gran Ontología") de crear una "ontología logicista", que sacriflcaría la heterogeneidad constitutiva de lo real. Lukács acusa a Hegel de "logicismo", entre otras cosas, por concebir como hechos ontológicos la negación y la negación de la negación, categorías que, para el pensador húngaro, serían

I

puramenre

lógicas;"'me parece legítimo preguntar si, con esra posición, Lukács no estará diflcultando la conceptualización adecuad.a de un elemenro absolutamente fundamental del método dialéctico-ontólógico, o sea, Ia categoría de la mediación. No me parece casual que él insista, con un énfasis inexistente en su producción anterior (y, paradojalmente, acercándose en eso a lecturas del marxismo tan opuestas a la suya, como las de Della Volpe y Althusser, que también se rebelan contra Ia categoría de Ia negación de Ia negación), en la afirmación de que habría una radical diversidad entre las dialécticas de Hegel y de Marx."'Además, la excesiva insistencia en la heterogeneidad de Io real, con énfasis en el elemento de que ella es incapaz de una plena aprehensión conceptual, le lleva incluso -una posición que, por cierto, ya está presente en la "gran Ontología"- a elogiar el momento "saludablemente ontológico"

I

I I

2o8

zo9

Cf. l. Eórsi, "The history" , cit.:y F. Feher, A. Hellet C. Markus y M. Vajda, "Premessa" y 'Annotazioni sull'ontologia per il compagno Lukás", in Aut-aut, no 157-158, jan./abr. 1977, pp. 3-37.

C. Lukács, Orttología del ser social: el trabajo, Buenos Aires, Herramienta, 2oo4, pp. 103-153.

2IO Setrata de los Prolegomeni,citado en la nota 4. 21,

I

Cf., por elemplo, Prolegomeni, ed. cit.., p. rt9 y ss.

212 "La contraposición entre Marx y Hegel es una ruptura radical por parte de Marx en relación a los movimientos logicistas de Hegel en el sentido de la nueva ontología" (ibid., p. r¿r).

I

I

del viejo empirismo, en un movimiento que casi llega, a veces, a sacrif,car la clialécrica en el altar del materialismo. Con eso, en el límite, se esboza en la ..pequeña ontologia,,un dualismo que Lukács, hasta entonces, había sabido evirar: por un lado, tenemos una realidad heterogénea y distante a una I

,

comprensión toralizanre (comprensión que, a veces, es identifrcada como ,,1ogicista,,);y,por orro, un individuo humano que da respuestas alternativas parece a los estímulos que provienen de ul realidad, pero que no siempre rener un papel clecisivo etla construccíón concientede esamisma realidad. ciertamenre, se trata solamente de una tendencia, que la sólida formación dialéctica de Lukács no permite que se realice plenamente. Pero la presencia resolver cle tales ambigüedades indica que el segundo manuscrito, leios de acentúa' los veces primero, muchas Ios impasses del "pequeña OnSe debe insistir, sin embargo, en que estos límites de la en el primer indicó propio Lukács que ei problemas tología", así como los tanto del esencial exactitud la modo de ningún manuscrito, no anulan de concretas las explicitaciones de mucha§ de armazón conceptual como la obra. de dos versiones en las expresado tardío, su proyecto ontológico Naciie fue ran le'os como Lukács en la determinación de la especiñcidad del ser social, en Ia deñnición de aquello que lo hace una esfera ontológica distin¡a de la naturaleza orgánica e inorgánica, especiñcidad manifestada en una peculiar síntesis dialéctica de materialidad e idealidad. En este terreno, él no solo reroma, pero sin duda, también enriquece los grandes descubrimientos ontoiógico-sociales de Hegel y de Marx. Además, los capítulos de la.,gran onrología" dedicados a la ideología (concebida como una realidad práctica) y a las diferencias entre exteriorización/obietivación y alienación de esrán enrre los más alros resulrados obtenidos por ia reflexión fllosóñca

i

i

nuestro tiempo.

i

Con todo, me parece que existe, ya en

i

. !

il

estaprimeraversiór.delaOntología

(un texto cieitamente más denso que la segunda versión), algunas formulaciones problemática§ que se maniñestan, sobre todo, en la concepción lukacsiana de la relación entre trabaio y praxis, por un lado, y por otro, en consecuencia, en el tratamiento de Ias cu€stiones de }a reproducción social' Lukács está indudablemente en el camino correcto cuando percibe en el rrabaio - fuente primaria de la articulación entre causalidad y teleología - la célula del ser social, retomando y generalizando el movimiento metodológico dialéctico (de lo abstracto a lo concreto) que llevó a Marx a ver en la mercancía la célula del capital. Además, tal como Habermas, él percibió, por un lat1o, Ia diferencia que Subsiste entre el trabaio como una acc¡ón orientada ;r l;; clollir-iLic:ióll ciC Ia naturalcza, y, llor tltro, ia praxis interactiva en cttanto

con,unto

d.e

posiciones teleológicas que pretenden intervenir sobre ia acción

', de otros hombres. En un pasaie de la "gran Ontología registra explícitamente

esta doble dimensión de la acción humana: y naturaleza: sus actos [El trabaio] es un proceso entre actividad humana propenden a transformar algunos objetos naturales en valores de uso ["'] Ya en las formas más evoiucionadas de Ia praxis social, allado de ese tipo de acción, gana cada vez mayor relevancia la ac ción sobre otroshombres[ ") Ei contenido esencial de

intento de inducir adoptar,

a su vez,

a

1a

posición teleoiógica, en ese §egundo caso, es el a formular y

otra persona (o a un grupo de personas)

determinadas posiciones teleológicas [...] En esa segunda

forma de la posición teleológica, Ia finalidad referida es, de inmediato, la ñnalidad dé otras Personas."r

Lukács, sin embargo, no extraio de esa exacta percepción ontológica la necesaria conclusión de que el segundo tipo de acción teleológica, que es siempre "inter-acción" (o acción sobre la acción), implica una modalidad de conocimiento diversa de aquella que tiene lugar en el rrabaio. Él parece haber intuido esa compleia problemática (pero apenas intuido) cuando analizó las formas de conciencia que se expresan en la ideología, así como ya lo había hecho, etla Estética, al trarar de las obietivaciones artísticas. Pero el tratamiento de la cuestión continúa insuñciente. En otras palabras: falta en la Ontologíaun tratamiento adecuado -materialista y dialécticod,e las especificidades onrológicas y epistemológicas de la intersubietividad o, más genéricamente, de aquello que, para diferenciarla de la acción que tiene lugar en el trabajo, podríamos llamar -entre otros, con Habermas-"4 de interacción Esa insuf,ciencia, como veremos, tiene claras consecuencias negdtivas en el tratamiento lukacsiano de Ia praxis política, terreno por excelencia de la acción interactiva.

z13

C. Lukács, Ontología del ser social: el trabajo, ed. c¡t., p- l03'

Madrid, Tecnos, 1986' No es este el lugar para tratar de los límites de la formulacíón habermasiana, la cual - a pesar de sus indiscutibles méritos - me parece todavía unida a una posición dualista, que, primero en la senda del trascendentalismo de Kant, después en la del pragmatismo lingüístico, busca en presuPuestos ajenos a la praxis, las raíces de los tipos de conciencia y de la acción que se expresan en el trabajo y en la interacción (sobre eso, cfr., sobre todo, J. Habermas, Conocimiento e interés, Madrid, Taurus, 1987). Desde mi perspect¡va, esas raíces residen en las propias diferencíaciones que se explicitan ontológicamente conro result¿do de la compleiización de la praxis humana, sust¡ncialmente unitari¡.. Tampoco me parece que escapa de este dualismo problemático la pionera reflexión

zr4 l. Haberma s, Ciencia g técnica como "ideología",

de Karel Kosik, Dialéctica de lo concreto, Criialbo, México, 1962 cap.

IV.

I I

Con todo, es interesante observar en Lukács y en Gramsci, la presencia de

un concepto común (además, naturalmente, de muchos otros): el concepto de "catarsis". En Lukács, como podemos ver particularmente en la Estética2a, Ia catarsis -operando en las objetivaciones que se dan en las esferas estéüca y ética- hace que el individuo se libere de su mera particularidad, de sus limitaciones singulares, y rome conciencia activa de su d.imensión universal en cuanto parte integrante del género humano. En Gramsci, el momento catártico -que él llega incluso a concebir como sinónimo de praxis política- es el proceso mediante ei cual un grupo social supera sus intereses económicos, meramente corporativos o "egoístas-pasionales", y se eleva a la conciencia "ético-política", a'la condición de clase universal, capaz de tornarse hegemónica por dar respuestas históricamente universales a las cuestiones vividas por el pueblo-nación y por Ia humanidad en una época concreta."4 Tenemos así que, en ambos pensadores, la catarsis aparece -en diferentes esferas del ser social- como un momento privilegiado del paso

1

del concepto de catarsis que abarcase la esfera de la política (de la praxis interactiva) como esfera privitegiada de mediación entre la reproducción material y la reproducción espiritual de ia vida humana; z) la de recuperar el núcleo fecundo de las reflexiones ñlosóflcas de Gramsci, sobre todo cle aquellas referentes a varias ñguras de la conciencia ideológica (sentido común, buen sentido, religión, filosofía, etc.), depurándoias de algunas incrustaciones idealistas, ya señaladas por muchos analistas,'e integrándolas

I

al marco general de la ontología lukacsiana, una ontología que, a pesar de sus puntos problemáticos, me parece que es ia reflexión filosófica global más fiel al espíritu de Marx y, al mismo tiempo, a las exigencias teóricas de nuesrro tiempo. Tal vez resida en esta integración dialéctica de Gramsci y de Lr.rkács -lo que no excluye, ciertamente, el reconocimiento de Ia importancia cle ia contribución de muchos otros pensadores-, el gran desaffo teórico de Ios marxistas contemporáneos, el punto de partida de aquel "renacimiento ciel

marxismo" al cual el viejo maestro húngaro dedicó el mejor de sus esfuerzrts.

de 1o particular a lo universal, de la causalidad hacia la teleología, de la necesidad para la libertad. Como obser.¡é en otro lugar,'¡zs creo que -a partir de este concepto de política como catarsis- Gramsci elaboró una auténrica ontología materialista y dialéctica de la praxis política; tenemos así, en su obra, una crítica ontológica de la política que en sus resultados teóricos cumple las indicaciones

metodológicas de la "crítica de la economía política" marxiana, las mismas que inspiraron la Ontologíade Lukács. El concepto gramsciano de catarsis (y toda su rica elaboración categorial en el nivel de la esfera política y de las modalidades de conocimiento a ella correlacionadas, o sea, en el nivel de la forma de modelar la praxis interactiva) tal vez sea el "eslabón perdido" que parece faltar en la cadena de mediaciones puesta en movimiento en la obra última de Lukács. Si fuese posible promover en este sentido una integración de las reflexiones de Gramsci y de Lukács, los dos más brillantes "marxistas

I

occidentales", estaríamos delante de dos posibilidades convergentes: 1) la de suplir las lagunas dela Ontología lukacsiana, a través de una ampliación 223 G. Lukács, Estétí ca, Barcel ona-México, 6rijalbo, 1 996, v. 2, pp.

491

-s25.

224 Sería interesante recordar el concepto gramsciano de catarsis: "5e puede emplear el término 'catarsis'para indicar el paso del momento meramente económico (o egoístapasional) hacia el momento ético-político, es decir, la elaboración superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres. Esto significa también el paso de lo 'objetivo'a lo'subjetivo'y de la 'necesidad a la libertad'. La estructura, de la fuerza exterior que aplasta al hombre, que lo asimila a sí mismo, que lo hace pasivo, se transfor ma en medio de libertad, en instrumento para crear una nueva forma éticopolílica, en origen de nuevas iniciativas" (Gramsci, Cuadernos, ed. cit., v. 4,p.142). 11t

Cf. C. N. Coutinh o, lntroducción a Gramsci, ed. c¡t., p. 75 ss.

I

-1 ¿AMERICA LATINA MODERNA?

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VOL.2: EL MARXI§MO POSI'ERIO8

A MARX: GRAMSCI Y ALTHUSSER

EL

lviltiam Tobar, Marcelo Briones

toEo[ociA. voL.1: Carlos Mafx.

EL CONCEPTO D€ IDEOTOCIA.

EDtroRtaL Alejandro Millapan, Leonardo Flores, Miguel Ángel Becerra conn¡cc¡ó¡¡ or pnurses Raú[ Cáceres ptsrntauclór.¡ Nikos Matsiordas coltluxtolD DE LECTORES Francisco Miranrla vs¡l¡ns Elba Blamey, Luis Fre, Marcelo Melo, Olga Herrera

Ahamirano senv¡c¡o rr. c¡-lenr¡ Elizardo Aguilera, ]osé Lizana, Ingrid Rivas ots¡Ño v oracuurctó¡l cott¡purnc¡otl¡l Claudio Mateos, Nacor Quiñones, Luis Ugalde, Luis Gátvez, Jessica lbaceta proouccró¡,¡ IMPRENTA Gabriel Muñoz SECREfARIA TMpRENTA fasmin Alfaro tMPREslóN DlclrAL Carlos Aguilera, Efraín Maturana,

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voL.3: ¡RRAc¡oNALtsMo,

Y POSÍT¡VISMO: N¡EESCHE, MÁNNH!IM Y

HISTOR¡CI§MO DURKHEfM

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