Los Procedimientos De Citas

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Graciela Reves /

Los procedimientos de cita: estilo directo y estilo indirecto

SI

ARCO/LIBROS,S.L

CUADERNOS DE

Lengua Española Dirección: L. G óm ez Torrego

1.* edición, 1993. 2.* edición, 1995.

© by Arco Libros, S.L., 1995 Juan Bautista de T oled o, 28. 28002 Madrid I.S.B.N.: 84-7635-129-1 D epósito legal: M-34037-1995 Printed in Spain - Impreso por Ibérica Gráfic, S. A. (Madrid)

ÍNDICE PágINTRODUCCIÓN ...........................................................................................................

C a p í t u l o I: L a r e c o n s t r u c c i ó n d e d i s c u r s o : e l e s t i l o d i r e c t o .

7

11

1.

La cita com o re p r esen ta ció n ........................................................

11

2.

D istinción entre ED y El ..................................................................

12

3.

La d eíxis ................. .............................................................................

13

4.

C om ponentes sintácticos del ed ..................................................

15

5.

U so ele los verbos de com unicación ....... ..................................

16

6.

Interpretación de re y de d ic to ........................................................

19

7.

Literalidad e im plicatura ........................................ .......................

21

8.

Literalidad y desplazam iento contextual .................................

22

9.

Las citas directas en la conversación ........................................

24

C a p í t u l o II : L a n a r r a c i ó n d e d i s c u r s o : e l e s t i l o i n d i r e c t o ......

31

1.

Estructura sintáctica del El .............................................................

31

2.

Reglas d e transposición d e d e íc tic o s ..........................................

34

3.

A utonom ía del El y del ED ............................................................

41

4.

A m bigüedad del El ................... ........................................................

42

5.

Funciones d el El .................................................................................

45

6.

Narración y reconstrucción simultáneas: el EIL .....................

46

Ej e r c i c i o s

........................................................................................................................................

50

S o l u c i o n e s a l o s e j e r c i c i o s ..........................................................................................

52

B i b l i o g r a f í a ..................................................................................................................................

53

INTRODUCCIÓN 1. En este cuaderno se van a estudiar los procedim ientos de cita tradicionalm ente llamados estilo directo y estilo indirecto. En u n cu aderno futuro, que servirá de com plem ento a este, analizarem os otros tipos de citas, las conexiones, repeticiones y ecos *. Nuestro análisis del estilo directo ( e d ) y del estilo indirecto ( e i ) incluirá u n a descripción de las articulaciones sintácticas y de los significados básicos de estas, y tam bién u n a descripción pragm ática. El estudio pragm ático de la cita carece de tradición tanto en tratados de lingüística cuanto en gramáticas, de m odo que nuestro análisis quedará expuesto a rectificaciones futuras, adem ás de ser muy lim itado, debido a las restricciones de espa­ cio. El nivel pragm ático de nuestra descripción consistirá, fu n ­ dam entalm ente, en establecer el valor comunicativo de los tipos de cita tratados, y en esbozar sus funciones en la conversación. Citar es rep ro d u cir otro discurso, o u n aspecto o parte de otro discurso, en el propio. Supóngase que u n a p erso n a A le cuenta a otra lo siguiente: La profesora dijo que el examen va a ser muy fácil. La persona A está citando lo que dijo la profesora, es decir, A está representando el contenido (y, quizá, las palabras mismas) del com entario de la profesora. El texto citado ha sido cambia­ do de lugar: pasó del contexto en el que lo dijo la profesora al contexto en el que lo dice A. Citar es, pues, construir u n a re­ presentación de palabras ajenas, transponiéndolas de u n sitio a otro (de un discurso a otro). Las gramáticas han venido distinguiendo tres m ecanism os de cita: el ED, el El, y una variante de este, el estilo indirecto libre * Parte de este trabajo se ha realizado en el Instituto de Filología del Conse­ jo Superior de Investigaciones Científicas, con una ayuda del Ministerio de Edu­ cación y Ciencia de España (SAB. 93-0141).

8

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

( e i l ) , que se en cuentra casi exclusivamente en la literatura. La distinción entre cita directa y cita indirecta es básicam ente sin­ táctica. El e d , del tipo ilustrado po r

La profesora dijo: “El examen va a ser muy fácil”, presenta yuxtapuestos el texto citador y el texto citado; el cambio, ilustrado por

El,

en

La profesora dijo que el examen va a ser muy fá á l, se construye con u n a oración subord inada introducida p o r la conjunción que. Tam bién se puede citar m ezclando ambos estilos, com o por ejem plo si A dijera: La profesora dijo que el examen va a ser “muy fácil”. En este caso, las palabras entrecom illadas tendrían, en la lengua oral, otra entonación. Parte de la cita es literal com o en el ED, pero la construcción, en su conjunto, es de El. Tam bién se puede citar a la profesora sin indicar que se lo está haciendo y sin siquiera nom brarla, im itando, po r ejem plo, su entonación y reproduciendo alguna de sus frases, que A y su interlocutor conocen muy bien: El examen va a ser “muy fácil”, por supuesto. En este últim o caso la cita es implícita, pues el hablante no in­ dica expresam ente que está citando a la profesora. 2. Citar palabras de otro, o propias, de form a directa o in­ directa, o m ediante alusiones, entonaciones, el uso de léxico aje­ no, etc., es un fenóm eno constante en todo tipo de discurso. Es tan frecuente y tan im portante, que m erece más atención que la que habitualm ente recibe. A delantaré aquí las características generales de la cita, que se irán viendo con más p o rm e n o r a lo largo de este librito. M ediante la cita, un hablante atribuye a otro ciertas palabras: ya sea las palabras exactas, ya sea su contenido, ya sea u n a mez­ cla variable de ambas cosas. Estas palabras quedan, así, atribui­ das: citar es siem pre atribuir intencionalm ente. La atribución puede ser falsa (si hacem os decir a una persona algo que n u n ­

INTRODUCCIÓN

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ca dijo o que nunca dijo de esa m anera), puede ser aproxim ativa (cuando no citam os literalm ente, sino resum iendo o re­ construyendo el discurso del otro), o puede ser ficticia (com o las palabras de los personajes literarios). Tam bién pu ed e respe­ tar el discurso original, reproduciendo exactam ente su conteni­ do y su estilo, aunque no, claro, su contexto, que es irrepetible. Desde el p u n to de vista de su valor referencial, toda cita es una representación de palabras: es la im agen de un discurso o de u n aspecto de un discurso (por ejem plo, su vocabulario, su contenido, etc.). Este discurso representado puede ser la verbalización de un pensam iento propio o atribuido, jam ás escucha­ do ni leído por nadie, y que sin em bargo se puede citar como si fuera discurso: Pensé: “De esta no salgo viva”. Pensó: “Este tipo me está mintiendo”. La cita pone en contacto el texto presente con otro anterior (que a su vez pu ed e contener otros anteriores; los textos son, en eso, como cajas chinas o m uñecas rusas). Al interpretar tex­ tos, distinguim os, o tratam os de distinguir, quién dice qué: se­ param os lo que alguien dice de lo que atribuye a otros. Pero no basta esa distinción: debem os in terpretar tam bién la relación en­ tre la voz que cita y la voz citada. Ciertos discursos, p o r ejem plo el discurso cotidiano, espontáneo, se caracterizan p o r em plear frecuentem ente las diversas form as de cita y construir entram a­ dos de voces. Im porta tanto distinguir las voces cuanto asignar u n valor a la relación entre ellas. No todas las citas se m anifiestan o “caben” en u n a oración; además, para descifrar algunas citas necesitam os conocer el tex­ to íntegro y su contexto. La cita es un fenóm eno discursivo, no oracional. Si bien la mayor parte de los ejem plos que utilizare­ mos serán oraciones sueltas, para simplificar la exposición, cada vez que hablem os de los valores comunicativos del e d y del e i analizarem os fragm entos más amplios de texto, para que p u e­ dan distinguirse m ejor estos valores. Es mi deseo que las descripciones y observaciones que siguen inciten al lector a proseguir el análisis de la cita po r su cuenta, ya fuera del libro. Nuestros discursos contienen citas con enor­ m e frecuencia; u n texto sin alguna cita es u n a rareza. Se trata, sim plem ente, de reflexionar sobre esas operaciones de in terpre­ tación que llevamos a cabo diariam ente, sin m ucho esfuerzo y, para mejor, con bastante éxito.

C a p ítu lo

I

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO: EL ESTILO DIRECTO

1.

La

c it a c o m o r e p r e s e n t a c ió n

Por m edio del discurso se puede rep resen tar u n objeto o u n estado de cosas de la realidad, com o en los ejem plos si­ guientes: (1) La m adrina llevaba un vestido de encaje negro. (2) A las 7 de la m añana había 10 grados bajo cero. Supongam os que (1) y (2) son verdaderos enunciados, es de­ cir, oraciones realm ente pronunciadas o escritas po r alguien que quiere com unicarse con otra persona: en ambos casos el locutor está dando a su interlocutor ciertas inform aciones (cóm o era el vesüdo de la m adrina, la tem peratura de una m añana), es decir, en ambos casos está afirm ando algo sobre la realidad. El discurso tam bién puede usarse para reproducir u n objeto de la misma naturaleza: otro discurso. Así sucede en los casos si­ guientes: (3) Y entonces Cecilia gritó: “Yo no te creo”. (4) Me dijo Pedro que el otro día te vio desde el autobús. En (3) el hablante que cita reproduce exactam ente, o finge que reproduce exactam ente, lo que dijo Cecilia, la hablante ci­ tada. En (4), quien cita cuenta lo que dijo Pedro, sin im itar sus palabras exactas. (3) es un ejem plo de estilo directo ( e d ) , y (4) de estilo indirecto ( e i ) . El e d y el El son los procedim ientos de cita más frecuentes en toda clase de textos. Como se ha dicho en la Introducción, hay otras m aneras de citar, tanto explícita com o im plícitam ente.

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Pero todas las citas tienen com o rasgo com ún el hecho de ser representaciones de discurso. Esto quiere decir que entre el tex­ to citado y el texto citador hay siem pre alguna relación de se­ mejanza, en todos o en algunos de los rasgos del texto; puede haber, po r ejem plo, semejanza en la form a, o en el contenido, o en el tipo de im plicaciones producidas. U n texto citado es, pues, u n a im agen de otro: lo representa com o si fuera u n a fotografía, un dibujo, o u n a grabación. Pero esa im agen, com o verem os, no es nu n ca com pleta, y rara vez es fiel. 2.

D

is t in c ió n

entre

ED

y El

La diferencia más notable entre el ED y el El, ilustrados po r los ejem plos (3) y (4), es que en el e d se reproducen las pala­ bras de otra persona (o las propias) m anteniéndolas aparente­ m ente idénticas a com o fueron pronunciadas o escritas, m ien­ tras que en el estilo indirecto las palabras n arradas sufren algunos cambios, porque quien cita las acom oda a su situación comunicativa. Los pronom bres m uestran claram ente esta diferencia. El pro­ nom bre yo se refiere norm alm ente a la persona que habla, pero en el ejem plo (3) yo no se refiere a la persona que habla, sino a Cecilia, la persona citada, pues es Cecilia, en la ficción del e d , la que dice ^ o " . De la misma m anera, el pronom bre de segun­ da persona te se refiere al in terlo cu to r o interlocutora de Cecilia, no al in terlo cu to r de la persona que está citando a Cecilia. En el ejem plo (4), en cambio, el pro nom bre de segunda per­ sona te que está dentro de la cita se refiere al interlocutor de la persona que está hablando. En la cita indirecta, en efecto, las palabras originales son adaptadas a la nueva situación de com u­ nicación en que se las reproduce. El discurso original, en el caso de la cita indirecta, no pue­ de recuperarse. Esto no quiere decir que la cita indirecta sea m enos fiel que la directa, ya que ambas pueden ser o no ser fie­ les; solo quiere decir que no se puede reconstruir, a partir de una cita indirecta, el discurso original que esta cita representa, en sus exactas palabras. En (4), podem os im aginar que el dis­ curso original citado podría haber sido algo com o (4a), o bien (4b), o bien (4c), o bien (4d), e infinitas posibilidades más, en­

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO

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tre las que no podem os elegir si solam ente tenem os los datos que nos da el El: (4) a. El otro día vi a Luis desde el autobús. (4) b. Esta m añana vi a tu herm ana m enor desde el autobús. (4) c. La sem ana pasada vi, desde el autobús, a María, que iba muy am artelada con un chico. (4) d. ¿Sabes a quién vi ayer, desde el autobús, cuando iba a la facultad? A ese idiota que estudia lingüística, el na­ rigón. Com o puede verse com parando (3) y (4) con el grupo (4ad), el e d es u n a reconstrucción de un discurso, y el El es u n a paráfrasis, a veces muy libre, a veces m enos, de u n discurso. Se trata, en efecto, de dos procedim ientos distintos, tanto po r su estructura sintáctica y sem ántica cuanto po r su valor com unica­ tivo y sus funciones en el discurso. Lim itándonos p o r ah o ra a las estructuras gramaticales, podem os ver que en el e d se m an­ tienen las referencias deícticas — expresadas por los pronom bres personales, los verbos y los adverbios de tiem po y de lugar— del hablante citado y que en el e i , en cambio, estas referencias se acom odan a la situación de com unicación del que cita, que no “hace hablar” a nadie, con su propio “yo”, d entro de su discur­ so. Desde este punto de vista, pu ed e definirse el ED com o la re­ producción de palabras ajenas o propias en las que se m antiene el sistema deíctico del hablante original, y el El com o la rep ro ­ ducción de palabras ajenas o propias en que el sistema deíctico pertenece al hablante que cita! 3.

La

d e íx is

Se llam an deícticas las expresiones que se refieren al ha­ blante, a su interlocutor, y al tiem po y al espacio en que se pro­ duce la enunciación. Son deícticos los pronom bres personales (por ejem plo yo), los demostrativos (por ejem plo este), los tiem ­ pos verbales, y adverbios com o aquí, ahora, ayer. Los sistemas deícticos de tiem po, espacio y persona tien en com o p u n to de referencia o centro deíctico el m om ento de hablar: el m om en­ to presente (tiem po), el lugar presente (espacio), y el hablante y el oyente (persona). (Harem os u n a lista de deícticos en el ca­ pítulo ii.)

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Com o los referentes de los deícticos están fuera del texto, estos solo p u ed en interpretarse si se conoce la situación extralingüistica. La palabra tú, aislada de contexto, no sabem os a q u ién se refiere, y lo m ism o sucede con las expresiones hoy, esta casa, nuestro padre, etc. Esto indica que el significado de los deícticos varía según quién hable, cuándo y dónde. El hablante es el centro de su propio sistem a deíctico, y su discurso está organizado a p artir de ese centro form ado po r yo, aquí, ahora. La peculiaridad del ED es m an te n er intacto ese sistema, lo que da lugar a la situación, sin du d a curiosa, de que un ha­ blante pueda decir “yo” sin referirse a sí mismo: (5)

Me dijo: “Yo te q u iero ”.

El hablante citador de este ejem plo está com portándose co­ m o un actor: repite, sin asum irlas, palabras dichas por otro. Q uien dice “yo” en este ejem plo es un ausente. El mismo análi­ sis vale para te y para el presente quiero: te se refiere al interlo­ cutor del hablante citado, que en este caso coincide con el que repite las palabras, y el presente verbal se refiere al tiem po de la enunciación original. Es, pues, posible (y muy frecuente) decir “yo” sin referirse a un o mismo, jugando, de m aneras socialm ente aceptadas, con las verdaderas referencias de los deícticos. El ED es la reconstruc­ ción de u n a situación de enunciación con sus propios yo, tú, aquí, ahora. Si trasladamos (5) a El, verem os cóm o los deícticos cam bian p o r com pleto su centro de referencia: (6)

Me dijo que me quería.

Ahora lodos los pronom bres de prim era persona se refieren a la persona que está hablando y que hace la cita. El presente original del hablante citado se ha convertido en pasado {que­ ría): el q u erer del otro se presenta com o coexistente con el m o­ m ento en que lo expresó (lo que no significa que tal q u erer no haya em pezado antes, o que no se extienda hasta el presente del que cita: esas posibilidades quedan en suspenso, no se ex­ presan en esta versión del E l) . Además del tratam iento de los deícticos, que considerarem os

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO

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u n rasgo definitorio para distinguir e d y E l, debe tenerse en cuenta que el e d pu ed e im itar tam bién el m odo de hablar, vo­ cabulario, entonación, acento, etc., propios de la persona cita­ da. En el El tal im itación, aunque posible, es m enos frecuente. El e d in te n ta ser u n rem edo, u n a im itación (seria o jocosa, exacta o aproxim ada) de las palabras de otra persona. Pero aun­ que no se im iten m odos de hablar, el ED es siem pre histriónico, pues el yo que dice “yo” no es el mismo que está hablando, ni su aquí es el que llam a “aquí”, ni su ahora su “a h o ra ”. El ha­ blante que cita en e d se ha apropiado de un sistema de refe­ rencias ajeno, valiéndose de una licencia explotada sobre todo en el lenguaje de la conversación, p o r razones que verem os más abajo. 4.

C o m ponentes

s in t á c t ic o s d e l

ED

El e d se presenta com o la yuxtaposición de dos segmentos, el m arco de la cita, y la cita misma; la cita se distingue del m ar­ co po r la entonación o las pausas, y, tipográficam ente, usando comillas o guiones: (7) Ju an preguntó: “¿A qué hora vuelves?” (8 )

— M e g u s t a r ía i r a E s t a m b u l — d ijo e lla .

(9) —Mi ascendente — dijo Clara— es Virgo. (10) —Bueno, a lo m ejor... —le contestamos. El rasgo más im portante de la cita directa es que retiene el sistema deíctico original, como acabamos de ver. Nótese que a veces, com o en (10), lo citado no es u n a oración completa. El m arco de la cita está form ado p o r un verbo de com uni­ cación, al que siguen los dos puntos y las comillas (com o en (7)), o que sigue a los guiones (como en (8)), o que se inter­ cala entre los guiones (como en (9)). El m arco de la cita puede faltar: (11)

Cuando vio que me levantaba se alteró toda. “¿Te vas?” “Claro. Es muy tarde.” “¿No vas a esperar a tu m arido?” “N o.”

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

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En estos casos debe estar claro quién dice qué, para que no se despiste el interlocutor. En la lengua oral hay u n a tendencia a rep etir el m arco. La siguiente versión de (11), que ejemplifi­ ca esta tendencia, es transcripción de parte de u n a conversación grabada: (11) a. C uando vio que m e levantaba se alteró toda. “¿Te vas?”, m e dice. Y yo le digo: “Claro, es muy tard e ”. Entonces m e dice: “¿No vas a esperar a tu m arido?” “N o”, le dije yo. En los relatos literarios es más frecuente que se suprim a el m arco, a veces d u ran te largos fragm entos (si el que habla es siem pre el mismo personaje, esos fragm entos se llaman “m onó­ logo in te rio r”) . O tras veces, en estos textos se utilizan verbos que adem ás de in tro d u cir la cita, hacen u n com entario so­ bre ella: (12)

R em ató el Pollo: “Hay que dar el golpe p ro n to ”. (R am ón del Valle Inclán, Baza de espadas, M adrid, Espasa-Calpe, 1971, p. 147.)

En la lengua coloquial se utilizan tam bién, a veces, verbos comentativos en el m arco de la cita: (13) Y ella saltó: “Y a mí qué me im porta”. En ambos casos estamos en presencia de discurso reproducido, ya que, para interp retar (12) y (13), debem os sobreentender un acto lingüístico cuyo producto es la cita directa delim itada por los guiones o las comillas. Pero conviene tom ar com o p u n to de partida los casos más típicos. En los relatos orales espontáneos y otros tipos de relatos orales y escritos no literarios, los verbos que aparecen en el m ar­ co de la cita directa son los de com unicación verbal. 5. U so

DE LOS VERBOS DE COMUNICACIÓN

Los verbos de com unicación o verba dicendi son los que ex­ presan las actividades verbales de los seres hum anos, p ero no todas, sino las que son específicam ente comunicativas, es decir, las que tienen la intención prioritaria de transm itir algo, u n a in­

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO

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form ación, a o tra persona. Veamos cóm o se com portan estos verbos, siguiendo la descripción de C oncepción M aldonado, Discurso directo y discurso indirecto (M adrid, Taurus, 1991, cap. 2). Son propiam ente comunicativos los verbos com o decir, comu­ nicar, preguntar, asegurar, prometer, manifestar, pedir, etc. Todos ellos son transitivos y tienen sujeto y destinatario hum anos; el destinatario es generalm ente el objeto indirecto de la oración: (14)

Le dije: ‘Váyase de una bu en a vez”, oí

Si la cita es la reproducción de un texto escrito, el sujeto será inanim ado: (15) El cartel dice: “Prohibido pasar”. s Los verbos de decir p u eden construirse tam bién con u n que no es u n a cita (ni directa ni indirecta):

od

(16) Le dijeron la verdad, oí

od

(17) Ya le com unicaron el despido. OI

OD

Hay verbos de com unicación que, adem ás de in tro d u cir la cita, agregan alguna otra inform ación o com entario sobre el ac­ to lingüístico reproducido. Si se com para decir y asegurar, p o r ejem plo, se verá que, m ientras decir sólo anuncia u n discurso, asegurar implica cierto grado de certeza en lo dicho: (18) Me dijo: “No te preocupes, que todo va a salir b ien ”. (19) Me aseguró: “No te preocupes, que todo va a salir b ien ”. Debido a estos matices de significado, algunos verbos de de­ cir son más frecuentes en el ED, y otros en el El. Contar, p o r ejem plo, prefiere El, ya que lo que se cuenta suele ser el conte­ nido de un discurso, y el El se especializa en transm itir ese as­ pecto del discurso. Así, en los textos siguientes la cita directa re­ sulta algo anómala: (20) Me contó: “Llevo un año haciendo este trám ite”. (21) Me contó que llevaba un año haciendo ese trám ite.

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Algunos verbos de decir p u e d e n ser tam bién verbos de vo­ lu n tad , com o pedir, ordenar, y el m ism o decir. Estos verbos se com portan claram ente com o verbos de com unicación en el e d , aunque a veces son ambiguos en el E l, si no se puede recuperar, en el contexto, u n acto verbal: (22) a. “Llévenme con ustedes”, nos pedía la pobre. b. La pobre nos pedía [en voz baja] que la lleváramos con nosotros. c. La pobre nos pedía [con los ojos] que la lleváramos con nosotros. Pero en cualquiera de los casos de El, estamos en presencia de discurso reproducido, ya sea que haya m ención de discurso, co­ m o en (22b), o que lo reproducido sea el “discurso” de la mi­ rada, com o en (22c), pues debem os in terpretar “pedir con los ojos” com o u n a m etáfora del acto verbal de pedir. El verbo decir, cuyo valor de verbo de com unicación es claro en el e d , lleva subjuntivo en la cita indirecta para expresar su uso com o verbo de voluntad: (23) a. “Estudia m ucho”, dijo el profesor. b. El profesor dijo que estudiaba m ucho. (Afirmación.) c. El profesor dijo que estudiara m ucho. (O rden.) Por supuesto, (23a) tiene buenas probabilidades de no ser am­ biguo si se trata de u n a oración realm ente usada, o sea inserta­ da en un contexto donde se encuentre el sujeto de estudia. Algunos verbos de com unicación solam ente p u e d e n usarse con el e d , que es la única form a de traslación que adm ite la re­ producción literal de un texto. Entre estos verbos se encuentran declamar, recitar, cantar, tararear, pronunciar, etc. Con estos verbos no puede introducirse El: (24) a. «Le cantó: “Bésame, bésam e m ucho, como si fuera esta noche la últim a vez”.» b. *Le cantó que lo besara, que lo besara m ucho, co­ mo si fuera esa noche la últim a vez. (25) a. «Recitó: “La princesa está triste... ¿Qué te n d rá la princesa?”.»

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO

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b. *Recitó que la princesa estaba triste y que qué ten­ dría la princesa. (26) a. El gringo pronunció “No quiero g ü era”. b. *E1 gringo pronunció que no quiere güera. Por lo demás, la mayor parte de los verbos de decir puede aparecer tanto en el ED como en el E l. Algunos de estos verbos son los siguientes: verbos declaradvos (decir; comunicar, mencionar, responder, notificar, etc.); verbos de m anera de decir (susurrar; tar­ tamudear, suspirar, gritar, etc.); verbos de opinión (opinar, juzgar, considerar, etc.); verbos de valoración positiva (alabar, elogiar, apro­ bar, etc.); verbos de valoración negaüva (reprochar, criticar, desa­ probar, etc.); verbos de orden o m andato (ordenar, mandar, prohi­ bir, etc.); verbos de pedción (pedir, suplicar, reclamar, etc.). Vamos a incluir tam bién entre los verbos introductores de ci­ ta (apartándonos en esto de C. M aldonado) aquellos verbos de pensam iento y percepción (com o pensar y sentir) que no se cons­ truyen com o los verbos de com unicación (no adm iten, po r ejem plo, oí: *Te pienso que debes ir) pero que sí transm iten, verbalizándolos, los contenidos del pensam iento o la p ercep ­ ción: (27) Pensé: “Ay, Dios, que no m ire para este lado”. (28)

Oí que iban a p reparar “alm óndigas”.

(29) Abrió la p u erta y lo vio. Sí, allí estaba, esperándola. Nótese que en (28) no sólo se verbaliza el contenido de una percepción, sino que se mimetiza parcialm ente el discurso oído. (29), po r su parte, es un caso de estilo indirecto libre ( e i l ) , en el cual se representa verbalm ente la percepción visual del per­ sonaje que entra. Veremos el e i l en el capítulo siguiente.

6.

I n te r p r e ta c ió n d e r e y d e d ic to

Considérense los siguientes ejemplos: (30) a. Juanita dijo: “Mi suegra siem pre m e critica”. b. Ju an ita dijo que la m adre del m a rid o /C a rm e n Luisa/esa vieja p esada/etc. siem pre la criticaba.

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Las expresiones mi suegra y la madre del marido/Carmen L uisa/ esa vieja pesada se refieren a la misma persona del m undo real: son correferenciales. El hablante que cita pu ed e usarlas indistinta­ m ente —m ejor dicho, según sus intenciones comunicativas— en el El, pero no en el ED, pues se supone que en el ED debe m an­ ten er la expresión que usó el hablante original. Obsérvese que las oraciones (31) y (32) no tienen el mismo valor de verdad: (31) es cierta, y (32) es falsa: (31) Ju an ita dijo: “Mi suegra siem pre me critica”. (32) Ju an ita dijo: “Esa vieja pesada siem pre m e critica”. El El, donde el hablante reform ula textos, suele ten er u n a lectura de re, lo que significa que las expresiones referenciales se in terp retan dando prioridad a su contenido, a su referencia al m undo, sin atender, al m enos de m anera explícita, al m odo en que fueron enunciadas originalm ente. La cita directa, en cam­ bio, exige una lectura atributiva, llam ada lectura de dicto, según la cual se atiende a la referencia al m undo p ero tam bién a la codificación lingüística misma, que, en estas construcciones citativas, debe coincidir con la original. En la lectura de dicto, la responsabilidad de la expresión (y con ella del punto de vista, valoración, etc.) se atribuye al hablante citado. Esto quiere decir que en e d podem os “rep e tir” expresiones referenciales que no asumimos. Si alguien llama a otro “im bé­ cil”, podem os citarlo en e d , repitiendo la palabra, sin arriesgar n in g u n a opinión nuestra, com o en (33a). Pero en el El p o d e­ mos elegir la expresión; si decim os otra vez “im bécil”, como en (33b), la responsabilidad de la calificación pasa a ser nuestra: (33) a. Mi herm ana dijo: “El imbécil de Pepe com ió tantas m oras que se indigestó”. b. Mi h erm ana dijo que el imbécil de Pepe había co­ m ido tantas m oras que se había indigestado. En principio, pues, el e i es un contexto transparente, ya que sus expresiones referenciales apuntan directam ente al m undo, y en cam bio el e d es un contexto opaco, es decir, un contexto que exige u n a interpretación de dicto. El e d es mimético: es una im agen del discurso de otro. Esta im agen puede ser más o m enos fiel. Suele decirse que el e d es

LA RECONSTRUCCIÓN DE DISCURSO

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la “reproducción literal” de un texto, y, en efecto, a veces lo es. Pero estas veces son las m enos, porque es muy difícil rete n er en la m em oria, sin deform ación alguna, lo que alguien dijo. Los hablantes citan “literalm ente” textos que en realidad no recuer­ dan bien, y tanto el que cita com o su interlocutor saben que el texto ha sufrido cambios. O tras veces los hablantes, sobre todo en la conversación, inventan citas directas, palabras que nunca nadie dijo, o que nadie dijo así. Esto está perm itido en ciertos textos y no en otros, pues el respeto a la literalidad d ep en d e del género de discurso, com o veremos. A hora bien, por más literal que sea, la cita en ED puede re­ sultar, sin em bargo, engañosa: rep ro d u cir exactam ente lo que alguien dijo no garantiza, en efecto, que la transmisión sea fiel, y eso es lo que veremos inm ediatam ente. 7.

L it e r a l id a d

e im p l ic a t u r a

Cuando decim os algo, implicamos m uchas cosas (más de las que decim os, gen eralm en te), de m odo que las palabras pro ­ nunciadas son una parte, a veces m ínim a, del m ensaje que que­ rem os comunicar. Como la cita directa recoge solam ente las pa­ labras, pu ed e dejar de lado las implicaturas, especialm ente las llamadas “conversacionales”, que son las im plicaciones pragm á­ ticas que pueden inferirse solo dentro de u n determ inado con­ texto. Im aginem os que la esposa, preocupada porque el m arido es­ tá bebiendo m ucho en la fiesta, y no atreviéndose a hacérselo n o tar en público, le dice sin que parezca venir a cuento: (34) Voy a ap ren d er a conducir. Lo que la hablante intenta con esa declaración es, quizá, ha­ cerle notar al m arido que está preocupada porque él, que es el que conduce, bebe; posiblem ente el m arido entienda (si no es­ tá muy ebrio) que la m ujer desea que deje de beber. R eproducir esas palabras literalm ente (La m ujer dijo: “Voy a a p ren d er a con­ ducir”) no rescata la implicatura,'salvo que se añada algo así co­ m o “lo dijo porqu e...”. Lo mismo pasa con las ironías. Si alguien alaba despropor­ cionadam ente un plato con intención irónica, la reproducción de la alabanza no incluye necesariam ente la ironía:

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

(35) Ju an dijo: “Este es el m ejor pescado que he com ido en mi vida”. Para rescatar la ironía, hay que agregar “p ero lo dijo con iro­ n ía ”, o “quiso decir que el pescado estaba incom ible”, etc. Por supuesto, los hablantes rara vez citan en e d palabras cuyo valor literal es escaso, palabras que quieren suscitar im plicaturas y no ser tom adas al pie de la letra. A hora bien, si las palabras citadas sirven para calificar a la persona que las emite, entonces sí se rep ro d u cen en e d , que sirve com o caracterizador: (36) Ju a n siem pre se burla de María. Fíjate que ella nos sir­ vió u n pescado que estaba incom ible, y él dijo: “Este es el m ejor pescado que he com ido en mi vida”, así, con estas palabras. ¡Y la pobre se lo creyó! D ebem os desechar la idea ingenua de que la repetición lite­ ral de un texto garantiza que podam os recuperar todo el signifi­ cado de ese texto. El e d p u ed e ser muy engañoso. R epetir lo que alguien dice no entraña reproducir la intención con que lo dice. Adem ás, las palabras citadas q u ed an siem pre am putadas de su contexto, que les daba sentido, y el contexto no puede ci­ tarse. U n texto (consista en u n a expresión, una oración, o una secuencia de oraciones de cualquier longitud) es solo u n a par­ te del acto de com unicación verbal, y este es, p o r naturaleza, irrepetible.

8.

L it e r a l id a d

y d e s p l a z a m ie n t o c o n t e x t u a l

El ED debe respetar el principio de literalidad en ciertos tex­ tos escritos, po r ejem plo en los ensayos o en los trabajos cientí­ ficos, y (con ciertas limitaciones) en los textos periodísticos. En los escritos académicos, la cita directa se aduce com o au­ toridad, o para apoyar la opinión propia, o bien com o opinión que se quiere contradecir o, en general, analizar. Im porta m u­ cho que esta cita, procedente casi siem pre de otro texto escrito, esté escrupulosam ente respetada; cualquier cam bio, p o r m íni­ mo que sea, indicaría descuido, o, lo que es peor, mala fe. De ahí que se llegue al extrem o de respetar tam bién erratas, gra­ fías caprichosas, o palabras desconocidas (cuando se cita algo que es evidentem ente u n e rro r del autor original, o que parece

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incom prensible, se añade la palabra sic, para dejar a salvo la res­ ponsabilidad del copista). En la prensa, se usa el ED para inform ar sobre lo que alguien dijo. Com o las palabras citadas son el objeto de la inform ación, deberían citarse siem pre literalm ente. Esto no es fácil, a veces, sobre todo si se citan palabras pronunciadas y no escritas. Todos hem os oído quejas de personas entrevistadas p o r periodistas, que aseguran no haber dicho algo que el periodista, sin em bar­ go, reproduce entre comillas. G eneralm ente el hablante así mal citado se queja de que sus palabras quedan desvirtuadas p o r es­ tar, en la cita, “fuera de contexto”. Este problem a no es exclusivo de la prensa: sucede en todo tipo de texto y en todo tipo de cita. El texto que u n o rep ro d u ­ ce al citar es solo u n aspecto del acto de habla, que incluye un en to rn o form ado p o r elem entos lingüísticos y extralingüísticos. E ntre los elem entos lingüísticos hay que contar tanto los que rodean al texto citado cuanto fragm entos de textos anteriores, alusiones, palabras recordadas que dan sentido cabal a las n u e­ vas: toda u n a historia textual com partida p o r los participantes en el acto de habla. Los elem entos extralingüísticos, tam bién com partidos po r los locutores originales, son todos los organi­ zados en torno al aquí y ahora de la enunciación. Al p o n er en contacto dos textos, el discurso citativo vincula dos aconteci­ m ientos lingüísticos independientes e “intraducibies” u n o p o r el otro en form a com pleta. El texto original aparece en el texto citador com o u n a im agen desprovista de gran parte de su en­ torno, po r lo cual su significado puede ser diferente e incluso opuesto al que tenía originalm ente. Supongam os que el novio ingrato, que se ha enam orado de otra y ha desaparecido, siente un ram alazo de culpa y llama a la abandonada. Le cuenta que está muy ocupado y algo deprim i­ do, en una etapa difícil de la vida... Y en un m om ento dado le dice: “Yo a ti te quiero m ucho, ¿sabes?”, frasesita am bigua, con la que quiere restañar un poco las heridas, de ningún m odo ha­ cer u n a declaración de amor. Pero a la novia esa frase le pare­ ce resplandecer de significados prom etedores. Si la repite a sus amigas (Me llamó y me dijo “Yo a ti te quiero mucho, ¿sabes?”, así, tal cual.) su cita será escrupulosam ente literal, pero, desplazada de la charla telefónica com pleta y de la intención de su enunciador, y teñida de lo que la citadora quiso oír en ella, la frase dice, ahora, lo que su enunciador no quiso de nin g u n a m anera decir.

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Toda cita directa, incluso la más literal, es un simulacro, una im agen hecha a semejanza de otra cosa, nu n ca com pletam ente igual a su m odelo. Sólo p o r desplazarse de contexto, el texto ci­ tado se altera irrem ediablem ente.

9.

9.1.

La s

c it a s d ir e c t a s e n l a c o n v e r s a c i ó n

Cita de enunciados imaginarios, posibles, futuros, aproximados

Según constatan los lingüistas que se dedican al estudio de la conversación, el e d es más frecuente que el El en nuestra vi­ da diaria. Si creyéramos a pie junüllas que, com o suelen decir las gramáticas, el e d es la reproducción literal de un texto, de­ beríam os asom brarnos de nuestra propia capacidad para recor­ dar lo que oímos o leimos y repetirlo “literalm ente”. Pero, co­ m o sabemos, rara vez la cita directa es u n a reproducción al pie de la letra. Observemos, en prim er lugar, que el ED de la conversación crea con frecuencia enunciados im aginarios, posibles, futuros, hipotéticos... en suma, enunciados que no tienen autor original alguno, que son creaciones del hablante. Algunos ejem plos sa­ cados de conversaciones grabadas: (37) Al que te preg u n te algo tú le dices: “P erdone, yo he venido a ver a un socio”. (38) Ay, si a mí m e dijeran “Sácate el pasaporte”, no m e lo pienso dos veces. (39)

Uy. [Se me ha hecho tarde...] Va a decirm e: “Mira que te enrollas, m ad re”.

En (37), se le ordena a alguien decir algo, que evidentem ente es u n a creación del que da la orden. En (38) se trata de un tex­ to im aginario (algo que a la hablante le gustaría que le dijeran ). En (39) tenem os un caso de anticipación. N inguno de los tex­ tos citados en estos ejem plos h a sido realm ente enunciado an­ tes; son palabras sin original, palabras Acciónales, com o las de la literatura. Los interlocutores no esperan, en estos casos, fide­ lidad a u n original, pues está claro que no hay original. O tras veces no se trata de textos inventados, p ero sí de ver­ siones aproxim adas de lo que alguien dijo:

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(40) Vino a decirm e algo así com o : “Lo que has escrito es bueno, pero nada del otro m u n d o ”. (41) Me dijo: “Q ué graciosa eres”. No sé si usó la palabra “graciosa”, pero era algo por el estilo. Como vemos, no puede hablarse apropiadam ente del e d co­ m o “reproducción literal de discurso”, pues en casos tan n o r­ males y frecuentes com o estos, no hay tal tipo de reproducción. Es más acertado decir que el e d es la “reco n stru cció n ” de u n discurso: el ED reconstruye (im itándolo perfectam ente, o con di­ versos grados de fidelidad) un discurso realm ente em itido, o bien uno imaginario, deseable, posible, anticipado. 9.2. Análisis de dos fragmentos de conversación Veamos dos fragm entos que ilustran el uso típico de las citas directas en la conversación. El prim er pasaje p ertenece a u n a conversación en que se trataba de las dificultades que se en­ cuentran para ob ten er u n a visa en el Servicio de Inm igración de los Estados Unidos: (42) Y cuando llegué a la ventanilla, te fijas, después de es­ perar diez horas, el em pleado m e dice: “Usted pues no tiene ni este papel ni tal otro papel... ni nada, váyase a su país, pues”. El texto entrecom illado no es u n a reproducción literal de lo que dijo el em pleado, ni la hablante pretendía que lo fuera, ni los participantes de la charla lo esperaban. Todos sabíamos que, en prim er lugar, el em pleado había hablado en inglés; en se­ g und o lugar, había especificado, probablem ente, qué papeles faltaban; en tercer lugar, no había proferido el insulto final (la hablante se habría encargado de hacérnoslo saber, por lo extra­ ordinario). La cita directa de (42) nos transm ite, no las expre­ siones del em pleado, ni siquiera la estructura sem ántica de lo que dijo el em pleado, sino un resum en, u n a versión libérrim a, u n a interp retació n de la actitud del em pleado, de su pensa­ m iento quizá, o del conjunto de su com portam iento (gestos, to­ nos de voz, palabras). El e d de (42) no equivale siquiera a un E l, al que no se le exige, en teoría, fidelidad m imética. Curiosam ente, u n a form a de El, en este contexto, podría suponer mayor fidelidad a un ac­

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

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to de habla original, afirm ando la existencia de unas palabras del em pleado similares a las narradas. Las convenciones de la conversación perm iten construir, inventar en ED incluso diálo­ gos que jam ás tuvieron lugar, p ero no perm iten con tanta fa­ cilidad n arrar diálogos im aginarios en El sin p o n er en peligro el cum plim iento de la m áxim a de verdad que guía nuestras in­ teracciones verbales. Q uizá esto se deba, en parte, a que el El no solo aserta la existencia de u n a fuente, sino que ofrece u n a interpretación de las palabras de la fuente, interpretación q ue p arece co m p ro m eter más al hablante. El e d , en cambio, suele ser tratado com o u n uso figurado del lenguaje, com o una licencia, relativam ente libre de las constricciones de verosimi­ litud habituales, ya que, de todos m odos, no esperam os que nadie m em orice al pie de la letra las palabras de otra persona (sí esperam os, en cam bio, que nuestro in terlo cu to r sea capaz de transm itirnos grosso modo el contenido de u n discurso ajeno, y de ahí que seamos más exigentes con el valor de verdad del E l). Véase otro ejem plo. La hablante está relatando una anécdo­ ta personal que trata de la mala com unicación en tre ella y sus com pañeras de viaje y un grupo de turcos. Los diálogos más im­ p o rtan tes del relato (los de la mala com unicación) se recons­ truyen vividamente en e d : (43)

Entonces ya queríam os viajar más hacia el interior, en­ tonces com o ya te digo que no existen horarios de autobusitos, de autobusitos de estos, pues fuimos a la es­ tación donde salían y la amiga que sabía turco em pezó a hablar con el turco ahí, a preguntarle “¿y a qué ho­ ra sale el autobús?” “A tal hora no sé q u é ”. “¿Seguro?” “Sí, sí, seguro, a tal h o ra ” [...] No daba tiem po de ir a la pensión, coger las m aletas [...] p ero el autobusito este ten ía que pasar p o r delante de la pensión [...] Bueno, y entonces dijo “bueno [...] tú te quedas, te m ontas en el autobús y cuando llegue a la pensión tú le dices que se pare y ya nos ves y nos m ontam os no­ sotras”. Bueno. Muy bien. Pues entonces nada, que me quedé allí con todos los turcos m irándom e porque cla­ ro, u n a chica sola y jovencita y tal en aquellos enton­ ces tam poco era muy habitual. Yo sin maletas, sin pa­ saporte, sin dinero, nada, de la playa, no. Entonces, nada, m e m onto, m onto en el autobusito este y aque-

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lio no iba hacia el mar, iba hacia las m ontañas. “Bue­ no, será que va haciendo un rodeo po r detrás del pue­ b lo ”. Nada. Tam poco. Seguimos u n rato más y yo veo que aquello cada vez se aleja m ás... Se relatan aquí dos diálogos: el que m antienen la amiga “que sabía tu rco ” y el turco del autobús, y el de la misma amiga con la protagonista, dándole instrucciones. Poco después la hablan­ te reproduce en estilo directo (sin ninguna señal sintáctica) lo que pensaba m ientras iba en el autobús. Antes de caracterizar esas citas, observem os que hay tam bién dos o tres expresiones de carácter am biguo, intercaladas entre las citas directas y el dis­ curso narrativo {Bueno. Muy bien y Nada. Tampoco). Estas expre­ siones p u e d e n c o rresp o n d er tanto a lo que pensó la protago­ nista en el pasado del relato (en ese caso serían citas directas) com o lo que nos estaba diciendo a sus oyentes: p u ed en ser in­ terpretadas com o citas o no. Hay u n a tercera posibilidad, y es tratarlas como palabras que la hablante atribuye (al m enos par­ cialm ente) a los oyentes mismos (“Bueno. Muy bien, hubierais pensado vosotros, ¿verdad?, com o pensé yo”); esta indeterm ina­ ción contribuye a crear el efecto de que la n a rra d o ra está vi­ viendo la aventura de nuevo, y no sola, sino con sus oyentes, que son espectadores y participantes. Todo el pasaje reproducido en (43) está muy dram atizado: nótese la abundancia de presentes narrativos y la m orosidad en la descripción, que va creando suspenso, es decir, obligando al oyente a percibir las cosas tal com o las percibió la protagonista del relato. Los dos diálogos, y más claram ente el prim ero, son “recreados”, com o se ve po r las expresiones aproxim adas (“a tal h o ra no sé qué"), la insistencia en la palabra “seguro”, y el hecho de que la narrad o ra presenta todo el diálogo en español. Pero este es el diálogo que la n arradora creyó que habían m antenido la amiga y el turco, no un diálogo verdaderam ente sucedido: los oyentes p u eden sospechar ya, y com probarán inm ediatam ente, que la amiga que sabía turco no entendió una palabra de lo que le dijo el conductor del autobús, ni este le entendió nada a ella, de m odo que el diálogo, estrictam ente, nunca tuvo lugar, al m e­ nos el que recrea la hablante. Tanto este com o el segundo diá­ logo, que no hace sino reforzar el efecto de los m alentendidos del prim ero, son ficticios, y su valor comunicativo no reside en transm itir lo que dijo alguien, sino en dar realce estilístico al te­ m a de la anécdota, que es precisam ente ese diálogo equívoco.

28

9.3.

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

Conclusión: valor comunicativo de las citas directas en la conversación

En los últimos años se han em pezado a estudiar de m anera m etódica los rasgos lingüísticos de la conversación, sus funda­ m entos pragm áticos y la relación entre el lenguaje coloquial y el literario. Solo desde esta perspectiva se pu ed e dar cuenta cum plida de en qué m om ento del relato, según quién hable, y con qué objetivos com unicativos, los hablantes rec u rre n al ED sin ninguna pretensión de reproducir palabras, y los oyentes no exigen que ese discurso directo sea reproducción de u n en u n ­ ciado real. Las citas directas de los relatos orales espontáneos com o los ilustrados en (42) y (43) intentan, entre otras cosas, sim plificar u n a larga conversación, hacer inteligible lo compli­ cado, y provocar ciertos efectos, especialm ente el de m antener la atención del interlocutor, actualizando el relato, dram atizán­ dolo. Com o la cita directa es u n a oración autónom a, no tiene res­ tricciones: puede llevar interjecciones, interrogaciones, exclama­ ciones, vocativos, etc., a diferencia de la cita indirecta, que, co­ m o verem os, no adm ite ciertas construcciones. Esto hace que en ED se p u edan transmitir, adem ás de contenidos preposicio­ nales, significados afectivos, que son de gran im portancia en los relatos espontáneos. La hablante del ejem plo (43) llega al clí­ m ax de su historia cuando se da cuenta de que, por el erro r de su amiga, está m etida en un autobús que va no se sabe adonde, que no tiene docum entos ni dinero, y que nadie la entiende, ni ella a ellos. Tiene que hacer algo: grita. En lugar de decir sola­ m ente “Entonces di un grito terrible”, la hablante reproduce el grito, y no u n a vez, sino varias: (44)

...Y entonces qué hice: grité. Grité: “A aaahhhh”. Y se paró, se paró. Grité: “A aaahhh, aaaaahhh”.

Por supuesto la palabra Aaaahhhh no tiene gran contenido p re ­ posicional. Sí tiene, en cam bio, valor afectivo: transm ite muy bien la desesperación de la protagonista, p o r u n a parte, con lo que crea, p o r otra, solidaridad con los oyentes, que se ríen di­ vertidos y reviven con ella la situación. En los relatos orales, es­ pecialm ente los de anécdotas personales com o (44) (que son las que a los hablantes más les gusta contar), el e d aparece en

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los m om entos climáticos, destacándolos del resto. J u n to con otros recursos, incluidas pausas, cambios de entonación, etc., el ed sirve para configurar la textura de un relato, poniendo cier­ tos acontecim ientos en prim er plano. La cualidad m im édca del ed depende de una serie de facto­ res pragm áticos, em pezando po r las convenciones genéricas que regulan el nivel de reproducción perm iddo, y llegando a las in­ ferencias que hace el oyente gracias a su reconocim iento de las intenciones comunicativas del hablante. El e d , que es histriónico, cum ple ciertas funciones narrativas; el indirecto, que no es histriónico, cum ple otras funciones. No es conveniente ser histriónico si se está escribiendo un libro de historia o u n tratado de sociología o literatura, pero sí se puede ser histriónico en el relato literario, o en la conversación.

C a p ít u l o

II

LA NARRACIÓN DE DISCURSO: EL ESTILO INDIRECTO

1.

E str u c tu r a

s in t á c t ic a d e l

El

Las oraciones que tienen u n a cita indirecta están form adas p o r u n verbo de com unicación verbal y u n a su bordinada sus­ tantiva, encabezada p o r la conjunción que; las interrogativas indirectas totales van encabezadas p o r si (o po r que 5 ¿ ) , y las in­ terrogativas parciales, p o r u n pro n o m b re interrogativo (que tam bién pu ed e estar precedido de que). La cita indirecta fu n ­ ciona como objeto directo del verbo introductor: (1) El m édico me dijo salud.

que el vino tinto es bueno para la od

(2) Me preguntaron mática.

(que) si realm ente m e gustaba la gra­

(3)

(que) cuánto dinero llevaban.

Les preguntaron

OD

OD

El El perm ite im aginar la cita directa de la cual se lo p o d ría hacer derivar; que la im aginem os no significa (com o ya hem os visto en el capítulo anterior) que el e i realm ente reproduzca palabras dichas p o r alguien de m anera siquiera sem ejante a su traslación final en El. Tom ando el ejem plo (1), podem os im a­ ginar las siguientes citas directas, y m uchísim as más: (4) El m édico m e dijo: “El vino tinto es bueno para la sa­ lud”. (5) El m édico m e dijo: “Dos vasos de vino con las comidas activan el funcionam iento cardiovascular”.

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

32

(6)

El m édico m e dijo: “It seem s th at red wine, and n o t white wine, is good for your h ealth ”.

Pero, au nque el e i sea una reform ulación libérrim a de lo que alguien dijo, reform ulación más atenta al contenido que a la form a en que fue dicho, siem pre narra un enunciado verbal (o un pensam iento o percepción verbalizados por la misma ci­ ta), y es p o r eso por lo que podem os im aginar la corresp o n ­ dien te cita directa. No cualquier verbo de lengua seguido de u n a completiva con el subordinante que constituyen un caso de e l En los dos ejem plos que siguen no hay reproducción de dis­ curso, y p o r lo tanto no hay El: (7)

Me parece que a esto le falta sal.

(8) Yo creo que hoy va a llover a cántaros. A veces el texto citado en El no es u n a oración completa: (9) (10) (11)

H an contestado que no. Dice que a lo mejor. P reguntan que cúando, exactam ente.

Estas citas indirectas son fragm entos oracionales que no tienen au to n o m ía sintáctica, ya que carecen de u n verbo conjugado. Pero es fácil contextualizar estos fragm entos, im aginando diálo­ gos en los que la inform ación ausente de la cita form a parte del conocim iento com partido p o r los participantes en la conver­ sación. P uede faltar, tam bién, en la oración, el verbo in tro d u c to r de cita: (12) — ¿Qué han contestado por fin? —Q ue no vienen. O tras veces, en cam bio, la cita indirecta representa varias oraciones de un supuesto discurso directo. En ese caso, cada oración va norm alm ente precedida del subordinante que. (13) Julia m e dijo: “Es una locura. Tú eres un mocoso y yo u n a m ujer hecha y derecha. T ú no has term inado la universidad ni em pezado a vivir. Casarm e contigo es u n disparate”.

LA NARRACIÓN DE DISCURSO

33

(14) Julia me dijo [...] que era una locura, que yo era un mocoso y ella u n a m ujer hecha y derecha, que yo no h a b ía term in a d o la universidad ni em pezado a vi­ vir [...] y que casarse conm igo era u n disparate. (Mario Vargas Llosa, El pez en el agua. Memorias, Barce­ lona, Seix Barral, 1995, p. 328) En la lengua oral hay u n a tendencia a repetir la conjunción: (15)

Me pidió que, si p o r casualidad llegaba yo antes, que fuera poniendo la com ida en el horno.

Las oraciones interrogativas indirectas presentan la peculiari­ dad de adm itir dos subordinantes juntos: que si, en las in terro ­ gativas totales, y que + interrogativo, en las parciales. Las inte­ rrogativas indirectas son oraciones sustantivas encabezadas p o r u n pronom bre, adverbio o adjetivo interrogativo o p o r la con­ ju n ció n si, que se subordinan al verbo preguntar o sinónim os. Algunos de estos verbos adm iten tam bién la conjunción subor­ dinante que, como, po r ejem plo, preguntar o preguntarse: (16)

(Se) preguntaba (que) quién había llam ado en su au­ sencia.

Tam bién p u ed en ir precedidas de que las interrogativas indi­ rectas con verbos de decir, que p u e d e n o no rep ro d u c ir u n a pregunta; llevan que si cuando la reproducen: (17) Ju a n dice que si p u ed e venir m añ a n a a verte (p re ­ gunta). (18) Ju a n dice que puede venir m añana a verte (aserción). En los verbos de m anera de decir, cuando in tro d u cen u n a pregunta, que es obligatorio: (19)

M urm uró que cuándo term inaría aquella farsa.

(20)

^M urm uró cuándo term inaría aquella farsa.

No adm iten que, en cambio, los verbos cuyo significado los hace incom patibles con preguntas, como asegurar, explicar, confe­ sar, contar, etc. Se trata de verbos de com unicación verbal que p o r lo tanto llevan, norm alm ente, citas directas o indirectas, p e ­ ro no oraciones interrogativas:

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

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(21)

*Contó que p o r qué había llegado tarde.

(22)

*Explicó que cóm o se preparaban los mejillones.

En general, adm iten que (seguido de si o de un interrogati­ vo) aquellos verbos que tam bién adm itan citas directas que sean preguntas. (Véase un análisis porm enorizado de las interrogati­ vas indirectas en el libro de M aldonado, ya citado, pp. 119-23 y en la bibliografía allí indicada.) Finalm ente, la conjunción subordin ante pu ed e faltar, pero esto sucede solam ente cuando el verbo principal, po r su signifi­ cado, da a la subordinada referencia futura, como sucede con rogar, temer, proponer, y, además, el verbo de la subordinada está en subjuntivo: (23) Tem ía lo fueran a arrestar en la frontera. (24) Les rogam os nos envíen el cheque lo antes posible.

2.

R eglas

d e t r a n s p o s ic ió n

d e d e íc t ic o s

H em os visto que en el ED el hablante im ita (o hace como que im ita) las palabras, o, con m enos frecuencia, los pensa­ m ientos o percepciones, de otra persona o de él mismo. En el El, en cambio, las palabras, o la verbalización de pensam ientos y percepciones, se relatan, sin m ím ica o con m ím ica solo parcial. El segm ento citado en ED queda aislado, sintácticam ente, de su | m arco. Lo propio del ei es, en cambio, la fusión de voces y la ! concom itante subordinación sintáctica. Com párense entre sí los siguientes ejemplos: (25) (26)

C elestina le dijo a Calisto: “M elibea p en a p o r ti más que tú por ella”. Celestina le dijo a Calisto que M elibea penaba po r él más que él por ella.

En estos ejemplos, la dem arcación sintáctica es muy clara: (25) es u n enunciado constituido por dos oraciones yuxtapuestas, y (26), en cambio, consta de una oración principal y u n a subor­ dinada objetiva, con su conjunción subordinante que. En (25) se._produce u n a instancia del discurso de Celestina; en (26) el hablante nos cuenta ese discurso. Los centros deícticos, po r lo

LA NARRACIÓN DE DISCURSO

35

tanto, son diferentes: en (25), la deíxis se organiza a partir del yo-ahora de Celestina; en (26), a partir del yo-ahora del locutor. En (25), en tra en escena Celestina hablándole a Calisto, refe­ rente de la segunda persona. En (26), los pronom bres sufren u n a reacom odación: ahora no hay segunda persona (si la h u ­ biera, sería el interlocutor de quien em ite (26)), sino tercera: Calisto no es “tú”, es “él”, etc. El verbo, usado en un feliz pre­ sente en el e d , se convierte en un pasado, el im perfecto, en la n arració n de (26). El im perfecto, gracias a su valor aspectual imperfectivo, que presenta la acción en transcurso, sin prestar atención a su principio o a su fin, es la form a verbal con la que se trasponen al pasado las experiencias presentes: se las desplie­ ga en el pasado, como si se las volviera a experim entar. Hay, com o ya hem os visto, tres tipos de deícticos: de perso­ na, de lugar y de tiem po. Las expresiones deícticas adquieren significado en cada acto de habla, o sea que solo valen en ese acto de habla, y no pueden transponerse a otro intactas. La ci­ ta es, como bien sabemos, u n a superposición de situaciones de enunciación. Hay, por lo menos, dos personas que dicen yo, dos que dicen tú (aunque a veces esas personas pueden coincidir), dos lugares, y dos m om entos (que tam bién pueden, total o par­ cialmente, coincidir). Esto se puede representar con el siguien­ te diagrama:

YO

AQUÍ

TÚ YO



AQUÍ

(AQUÍ)

AHORA

(AHORA)

(AQUÍ)

SIT B AHORA

(AHORA) SITA

Yo y tú pueden com partir aquí y ahora; no com parten el aquí si hablan p o r teléfono o se com unican p o r carta o po r cintas grabadas, o son autor y lector de una novela; en estos últimos casos tam poco com parten el ahora, pues la com unicación, oral o escrita, está diferida. En todo caso, los deícticos se organizan

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

a p artir del yo: yo es quien dice en este momento, aquí, esta casa, etc., y su interlocutor hace las descodificaciones lingüísticas y las inferencias necesarias para recuperar el significado de estas ex­ presiones, que, en el El, a veces son transparentes y a veces son de doble interpretación. Son de doble interpretación, o am bi­ guas, cuando pueden entenderse com o expresiones del hablan­ te que cita (el de la Sit A) o del hablante citado (Sit B), si la procedencia no está aclarada p o r el contexto. Veremos a continuación las reglas generales de transposición de deícticos, precedidas de u n a enum eración de las expresiones deícticas que nos interesan. Las reglas de transposición han si­ do adaptadas de M aldonado, obra citada, cap. 6. A)

D EÍXIS PERSONAL

Expresiones deícticas 1.a persona: Yo/nosotros (y sus posesivos); 2.a persona; tú/vosotros (o bien tú (vos)/ustedes); usted/ustedes. Estas form as son siem pre transparentes, porque se refieren a los participantes del acto de com unicación. Reglas de transposición R e g l a I . — Si

el hablante y el oyente de Sit A no coinciden con el hablante y el oyente de Sit B, los pronom bres personales de prim era y segunda persona se trasladan al El com o pro­ nom bres de tercera persona. Ejemplo: (27) a. Lucía le comunicó: Yo te voy a esperar. 1 .a 2 . a

b. Lucía le com unicó que ella lo iba a esperar. 1.a 2.a

II.—Si el hablante y el oyente de Sit A coinciden con el hablante y el oyente de Sit B, los pronom bres no cambian:

R eg la

(28) a. Yo te advertí:

“No te cases conm igo”. 1.a

2.a

b. Yo te advertí que no te casaras conmigo. 1.a

2.a

LA NARRACIÓN DE DISCURSO

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R e g l a I I I . —Si

el hablante de Sit B es el oyente de Sit A, el pro ­ nom bre de prim era persona pasa a ser de segunda persona: (29) a. Tú dijiste: “Yo no voy”. i.a

b. Tú dijiste que tú no ibas. 2.a

IV.— Si el hablante de Sit A coincide con el oyente de Sit B, el pronom bre de segunda persona pasa a ser de prim era persona:

Reg la

(30) a. T ú me dijiste: “Tú eres para mí la única”. 2.a

b. Tú m e dijiste que yo era para ü la única. 1.a

B)

D e I x IS ESPACIAL

Expresiones deícticas Este, ese, aquel; aquí, acá, allí, allá; verbos de significado loca­ tivo com o traer, llevar, ir, venir, expresiones locativas com o en esta ciudad, etc. Algunas de estas expresiones son transparentes (com o este, ese y aquel, que se refieren a las circunstancias que rodean cada acto de com unicación); otras son ambiguas, y p u ed en atribuirse al hablante original o al que cita, según indique el contexto. Reglas de transposición R e g l a I . —Si

el hablante y el oyente de Sit A están en el mismo pu n to de referencia espacial o aquí que los hablantes de Sit B, los deícticos se transponen al El sin cambios: (31) a. Me dijo: “Aquí, en esta casa, hay fantasm as”. b. Me dijo que aquí, en esta casa, había fantasmas.

R

II.— Si los participantes de Sit A no están en el mismo pu n to de referencia espacial que los de Sit B, los deícticos

eg la

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO e s p a c i a l e s t r a n s p a r e n t e s s e t r a s l a d a n a l El c o m o d e í c t i c o s a m ­ b ig u o s :

(32) a. Nos dijo: “Si vienen para acá traigan una pizza”. b. Nos dijo que si íbamos para allá lleváramos u n a pizza. Si el hablante de (32b) hubiera usado, en lugar de íbamos, allá y lleváramos, las form as transparentes correspondientes (venía­ mos, aquí, trajéramos), esto indicaría que tal persona está en el mismo lugar que el hablante citado (o que m aneja los deícticos con cierta torpeza, com o hacen los estudiantes extranjeros en cuya lengua nativa los pares ir/venir, llevar/traer funcionan de otra m anera). Las expresiones de doble interpretación que de­ ben usarse, según estipula la Regla II, necesitan inform ación contextual para tener significado transparente (ser propias del hablante de Sit A ), u opaca (ser propias del hablante de Sit B ). Si falta esa inform ación contextual, p u eden atribuirse indistin­ tam ente a ambos. C)

D e íx is

tem poral

Expresiones deícticas • Verbos: — De referencia transparente: form as del paradigm a cuyo significado tem poral se m ide a p artir del m om ento de la en u n ­ ciación. Estas form as verbales son presente, pretérito perfecto, pretérito indefinido, futuro simple y com puesto, imperativo. — De referencia am bigua: form as verbales cuyo p u n to de referencia deíctica es otra form a verbal o adverbio tem poral que se encuentre en el contexto. Estas formas, llamadas a veces tiem­ pos relativos, son las siguientes: im perfecto, pluscuam perfecto, condicional simple y compuesto. • Adverbios y expresiones tem porales: — De referencia transparente: - Presente: hoy, ahora. - Pasado: ayer, el (día de la semana, mes, año) pasado, hace poco. - Futuro: el (día, mes, año) próximo (que viene), dentro de.

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LA NARRACIÓN DE DISCURSO

— De referencia ambigua: - Presente: aquel día, entonces. - Pasado: el (día, mes, año) anterior, hacía poco. - Futuro: el (día, mes, año) siguiente, al cabo de. Reglas de transposición R e g l a I . — Si

el tiem po de Sit A es sim ultáneo o posterior al de Sit B, los tiempos verbales no cam bian en el ei : (33) a. Siempre me dice: “Eres una ing en u a”. Pres

Pres

b. Siempre me dice que soy una ingenua. P res

P re s

(34) a. Dice: “Yo te voy a ayudar”. Pres

Fut

b. Dice que ella me va a ayudar. Pres

Fut

R eg la II.—Si el tiem po de Sit B es anterior al de Sit A, deben

usarse los tiem pos llamados “relativos”, cuyo significado tem ­ poral no es transparente, sino establecido a partir del verbo principal: indican sim ultaneidad, po sterioridad o an terio ri­ dad respecto del verbo principal. Del mismo m odo, en este caso no se utilizan en el El los adverbios y expresiones tem ­ porales transparentes. (35) a. Pensó: “Hoy la llamó". b. Pensó que ese día la llamaba. (36) a. Me dijo: “Este verano voy a usar pantalones cortos”, b. Me dijo que ese verano iba a usar (usaría)pantalones cortos. (37) a. Anunció: “El lunes no vengo". b. A nunció que ese lunes no iría (iba). Puede suceder, com o verem os enseguida, que lo dicho en esa Sit B anterior esté vigente todavía en el presente de la Sit A, o no se haya producido aún. En esos casos, los hablantes no res-

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PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

petan las reglas de consecución tem poral y usan form as verba­ les y adverbios transparentes. Veamos un caso muy frecuente. A veces, el valor de pasado del im perfecto lo hace parecer inapropiado para el e i , si la ac­ ción de la que se trata está todavía vigente en el presente y es p e rtin en te en la conversación. Así, en el ejem plo siguiente, que es un fragm ento de u n a carta personal, el hablante relata un pensam iento en El, poniendo el verbo en im perfecto, según la regla II; pero com o el estado designado p o r el verbo querer si­ gue siendo efectivo en el m om ento de escribir, agrega, entre pa­ réntesis, el mismo verbo en presente: (38)

M ientras la oía llorar pensaba que yo no qu ería que lloraras p o r mi causa nunca, que yo te quería (te quie­ ro) m uchísimo.

El autor de este texto es consciente de que el im perfecto quería p uede provocar la im plicación ‘ahora no te q uiero’, pues toda conversación está organizada en torno al presente com partido p or los hablantes, de m odo que si algo es válido en el presente resulta por lo m enos sospechoso dejarlo en el pasado, aunque así lo exija la sintaxis. El corresponsal del ejem plo (38), con su repetición del verbo, m uestra que quiere respetar la gram ática (usando el im perfecto) p ero tam bién dejar claros sus senti­ m ientos (agregando el presente). En la conversación predom i­ n a la tendencia a acom odar el discurso trasladado a la situación presente, lo que da lugar a casos com o los siguientes: (39)

Me avisó que llega m añana.

(40)

Me aconsejó que lea bien el contrato.

En (39), las reglas sintácticas de traslación exigirían Me avisó que llegaría al día siguiente, y en (40), Me aconsejó que leyera bien el con­ trato. Pero la persona que enuncia (39) está situada en un mo­ m ento del tiem po anterior a la llegada, po r lo cual usa un pre­ sente con valor de futuro, según la n o rm a coloquial, y el adverbio tran sp aren te mañana, m edido desde su enunciación. En (40) quien habla no ha leído todavía el contrato, probable­ m ente, o bien lo ha leído, pero por alguna razón la lectura tie­ ne pertinencia comunicativa en el presente de la conversación; el uso de leyera neutralizaría esta pertinencia. Pero téngase en cuenta que si está explícito en el contexto

LA NARRACIÓN DE DISCURSO

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que tanto Sit A com o Sit B están situadas en el pasado, la re­ gla II sigue vigente: (41) a. Me dijo: “Lo term ino para fines de abril”, y fíjate, ya estamos en mayo, y ni noticias. b. Me dijo que lo * term in a/ ^ te rm in a rá / term in a b a / term inaría para fines de abril, y fíjate, ya estamos en mayo, y ni noticias. T am bién está vigente la regla II si no hay n in g u n a indica­ ción contextual sobre cuándo tienen lugar las acciones n a rra ­ das, o si esta inform ación no es pertinente.

3.

A u to n o m ía

del

El

y

del

ED

Los ejercicios de transposición del apartado anterior no de­ ben hacernos p e rd e r de vista que, como hem os notado ya más de u n a vez, el estilo directo y el indirecto son sistemas in d e­ pendientes. Lo son en dos sentidos distintos. En prim er lugar, com o m uestran los ejem plos (1) y (^ 6 ), los hablantes, en El, no respetan necesariam ente (casi nu n ca respe­ tan) la form a original del texto que reproducen. Son frecuen­ tes, en ei, reform ulaciones que condensan, o aclaran, o tradu­ cen, o, en general, glosan. En esos casos, no podem os siquiera im aginar el texto original. En segundo lugar, aunque sí se respete en alguna m edida la form a del texto original, ese texto sigue siendo, hasta cierto punto, irrecuperable. Es im posible, en efecto, derivar el discurso directo del dis­ curso indirecto, p o r la dificultad de encontrar los referentes ori­ ginales de los deícticos. Veamos un ejemplo: (42) El le dijo (a ella) que quería que vinieras aquí hoy. Sólo el conocim iento preciso de la situación de enunciación ori­ ginal que (42) reproduce nos perm itirían reconstruir tal e n u n ­ ciación al pie de la letra. Sin ese conocim iento (im probable), las posibilidades, aun las más plausibles, son muchas, e infinitas en el caso de los elem entos referenciales:

PROCEDIMIENTOS DE CITA: ESTILOS DIRECTO E INDIRECTO

42

/

Quiero

\ venga

a la oficina

Es mi voluntad

(43) El le dijo

vaya

Espero

hoy

al bar del M Ritz

>que