Los ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808: genealogía de una comunidad de interpretación / [1. ed.]
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Los Ilustrados de Nueva Granada, 1760-1808. Genealogía de una comunidad de interpretación

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Sobre las transformaciones inducidas en la industria editorial europea por la suspensión de las actividades de enseñanza de los jesuitas, cf. Lescaze. Bernard. "Commerce d'assotiment et livres interdits: Genéve", en Histoire de /'édition frani;aise (sous la direction de R. Chartier y H-J. MartinJ, Le fivre triomphant, 1660-1830. Paris, 1990, p.419. En términos generales, los resultados puramente cuantitativos del examen de una biblioteca como la del clérigo Castro y Vargas y la de los jesuitas no arrojan grandes diferencias con 10 encontrado para el caso de Venezuela por lldefonso Leal, en cuanto al dominio de los títulos de teología, pero las cantidades que este autor indica son superiores, ya que él habla de 80% contra sólo un 20% para las materias restantes. Cf. Leal, lldefonso, libros v bibliotecas en la Venezuela colonial, 1633-1767. Caracas, 1978, T.1 Estudio preliminar. pp.Xllll-XLIV.

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Sobre todo esto nos informa con amplitud el inventario de los bienes de un mercader de Santafé, hacia 1760, cuando, antes de emprender un viaje para Cartagena, realizó su testamento, "por no saber los contratiempos que me puedan sobrevenir, temiéndome de la muerte que es cosa natural". 35 El mercader, quien exactamente debía ser un tendero enriquecido y no un miembro del cuerpo de comerciantes de Santafé, era propietario de dos casas en un lugar central de la ciudad (la Calle del Colegio), de algunos esclavos y de su tienda, la que parecía ser un lugar de venta de bienes diversos, pues en el inventario semenciona toda clase de utensilios: telas, braseros, candados, rosarios, medallas, puntillas, botones, etc.; al lado de lo cual se encontraba la cantidad no despreciable de 700 docenas de estampas (seguramente religiosas o de cuadros de costumbres y paisajes), entre grandes y chicas, además de 67 resmas de papel, 408 docenas de cartillas, y 120 docenas de libros de doctrina. 36 Es casi seguro, en atención a las cantidades y a lo que podían ser las necesidades escolares de Santafé en ese momento, que este mercader distribuía y vendía sus libritos a comercios de ciudades más pequeñas o a mercaderes ambulantes, pues de otra manera no se explica la presencia tan grande de cartillas y libros de doctrina. El inventario continuaba, describiendo no ya los simples impresos baratos y las láminas, sino los libros existentes en bodega, que sumaban más o menos 110 títulos, para una cifra superior a los 700 "cuerpos", lo que conformaba un acumulado de importancia, o dicho más claramente, una gran librería dentro de una tienda. Por fortuna nuestro tendero, miedoso ante la muerte y meticuloso en el conteo, hizo incluir uno por uno los títulos aproximados de las obras, lo que nos permite saber que disponía, entre muchos otros libros, de 8 Vocabularios de Nebrija, de más de un centenar libros de explicación de la gramática latina y de 46 ejemplares de Ovidio. También, al parecer, él o sus compradores se interesaban por la teología y la 35

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A.G.N., Col., Notarla 1, Año 1765, "Inventario y avalúo de bienes de Francisco Gonzá!ez Pinilla, vecino mercader de Santafé", ff. 495-547. La imagen (todo tipo de estampas religiosas y algunos paisajes y cuadros de costumbres) parece ser lo dominante dentro del Impreso corriente, sobre todo durante e! siglo XVII, si se tiene en cuenta e! inmenso comercio de que era objeto y su influencia sobre la pintura, !a escultura y las llamadas artes menores. La Imagen parece ser et instrumento central que catequiza, instruye, Ilustra, divierte y consuela, y funciona como modelo de Inspiración de los artistas locales. Los delegados de la lnqulslcíón interrogaban a los viajeros no sólo sobre libros, sino también sobre "estampas". Cf. Giralda Jaramlllo, Gabriel, El grabado en Colombia, Bogotá, 1960, p.78 y SS.

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religión, pues mantenía dos Biblias, 24 obras de teología (de las que no se indica el título) y cinco tomos de teología moral, al igual que las Meditaciones de San Agustín y 50 ejemplares de una obra de San Ignacio. Igualmente su inventario incluye toda la vasta gama de la literatura espiritual, tanto la de consumo popular como la más elevada. Poseía, por ejemplo, 16 tomitos de ejercicios espirituales, 34 semaneros y 28 ejemplares de un pequeño Hbro de oración y meditación, 7 vocabularios eclesiásticos, 8 ejemplares de los Pensamientos cristianos y 80 más del Provisor de almas, entre otros ejemplos. La "sección" de literatura e historia muestra una bodega bien surtida, que no desentona con las librerías que los clérigos del siglo XVII exhibían con orgullo, ya que por fuera del mencionado Ovidio se encuentra Quinto Curdo, Lope de Vega y Garcilazo de la Vega; también, al parecer, se encontraban otros libros que no figuran en las bibliotecas de nuestros clérigos: así por ejemplo, variados libros de aventuras, novelas y poesía de precio reducido, distintos libros de la nueva "historia profana", un ejemplar del Telémaco -texto que ya anuncia algunas de las lecturas favoritas de los ilustrados-y otro del Siglo pitagórico, además de 28 ejemplares indicados solamente como "varias comedias". Este gran depósito de libros, una verdadera librería enclavada en una tienda, no representa una simple curiosidad ni un caso aislado. Lo que ha venido ocurriendo es que, desde una fecha difícil de precisar, el pequeño comercio de libros adelant_ado por mercaderes y tratantes ha venido en aumento, en la misma medida en que el monopolio de los hombres de la Iglesia sobre el comercio del libro ha ido debilitándose; y bajo las nuevas condiciones los géneros y títulos se han diversificado y ha crecido el número de personas que se interesa por el comercio de otro tipo de libro, de más fácil circulación y de menor precio, pero que algunas ganancias debía dejar. Sin embargo sobre ese comercio y sobre ese tipo de libro es muy poco lo que sabemos, aunque no dejan de ser indicativas las continuas amonestaciones que frente a esa clase de lecturas se hacía por parte de educadores, de clérigos y de funcionarios, sobre todo cuando se trataba de organizar escuelas, de proponer planes de estudio o de recomendar lo que debería ser leído en contra de aquello que debería ser lectura prohibida (aunque el origen escolar de la prohibición no implica que se tratara de lecturas limitadas a los "niños"). Es esto lo que se expresa, por ejemplo, en el Plan de estudios para la escuela de Lenguazaque, escrito en l 785, por el cura José Domingo Duquesne, y en el cual des-

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taca como obligación del maestro el cuidar que los niños no lleven a la escuela sino libros útiles, "sin permitir en ningún caso que lean novelas, comedias ni poesías profanas y otros [libros) que corrompen el juicio 11 •37

Claro que podría pensarse que se trata de una amonestación ritual de un educador regañón, pero lo que extraña es que la queja sea tan constante, que se señale que ese tipo de lecturas son un hecho presente y repetido, y que se mencione aun los títulos de los libros no recomendados. Es esto lo que observamos en el Plan de estudios que, en 1789, escribió Felipe Salgar, doctor del Colegio del Rosario, para la escuela de niños de San Juan de Girón, donde, luego de recomendar las lecturas que se deberían hacer, pasa a señalar aquellas que había que prohibir, para evitar "lo que se observa hoy, por mala elección o descuido de los maestros 11 , cuando los niños se entretienen "con la lectura de Los doce pares de Francia, de los Romances de Enrique Esteban" u otras "comedias igualmente malas por su estilo y composición". 38 Esta ampliación de la esfera del comercio del libro, que tiene mucho de "secularización", no se redujo sólo a Santafé. En otras ciudades y poblaciones, por ejemplo Popayán, constatamos la existencia de "tiendas" en las que, al lado de los objetos más corrientes y de uso diario, se puede observar la oferta de libros y folletos, en la que al parecer sigue predominando el libro de devoción y piedad, pero empieza ya a figurar otra clase de textos que no se limita a los vocabularios latinos ni a las cartillas; tiendas que incluyen además, entre sus ofertas, pequeños instrumentos para el trabajo del naturalista y del experimentador. 39 Podemos citar el ejemplo de un comercio misceláneo en la ciudad de Honda, en el cual se vendían también libros de propiedad de Domingo Nieto, quien a raíz de sus actividades patrióticas vio secuestradas sus pertenencias en 1819, y en cuyo inventario de bienes se mencionan obras de Nebrija, docenas de cartillas y catecismos, textos de Cicerón y de Cornelio, y muchos libros de reflexión cristiana. 40 Podría decirse, desde luego, que el ejemplo es tardío y que lo que recoge el inventario resulta bastante convencional y con pocas diferencias frente a los tex37

Cf. Doc., T.5, p.39.

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Ídem, pp.180-181

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Caldas, desde Quito, hace a sus amigos en Popayán la Indicación precisa de que se dirijan a "la tienda de Asonlta" para solicitar "cuatro o seis vidrios o lentes, de aquellos que ustedes vieron que yo usaba .. ." Carta del fr-V-1802, Cartas, p.179.

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A.G.N,, Anexo, Secuestros, T.8, ff. 237-327.

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tos que circulaban de manera corriente desde el siglo XVII. Sin embargo, hay que señalar que esta relativa expansión del comercio del libro que constatamos, no significó una sustitución completa ni inmediata del tipo de lecturas más tradicionales, y los textos nuevos que empezac ron a figurar lo fueron haciendo de manera más bien lenta y ocupando su lugar al lado de las lecturas tradicionales, lo que no le resta al suceso su importancia. De otro lado se puede agregar que, en este caso particular, las informaciones permiten comprobar que el Puerto de Honda era desde tiempos atrás centro de difusión de libros y de folletos, hecho relacionado con su importancia económica y cultural: recordemos que era el lugar en que el comercio y los viajeros del interior tomaban el curso del río Magdalena, y sede de dos comunidades religiosas, una de ellas la de los jesuitas, que mantenía una casa, un hospital y un colegio; 41 y esa importancia cultural debió verse incrementada en el último tercio del siglo XVIII por su cercanía con la zona donde adelantaba sus tareas la Expedición Botánica. Por lo menos muchos de los corresponsales de Salvador Rizo, el naturalista que actuaba como mayordomo de la Expedición y mantenía una escuela para niños, le solicitan compras de libros en Honda, desde 1783. Y por su parte Francisco José de Caldas, en por lo menos una de sus cartas desde Popayán para sus compañeros en Santafé, menciona la existencia del comercio de libros en Honda, además del de Cartagena. 42 En el caso de Santafé, debe mencionarse que la nueva dinámica que parece iniciar un pequeño mercado del libro por fuera del control de la Iglesia, no se reducía a un solo frente. Si bien existían los tenderos y pequeños mercaderes que ahora comerciaban más intensamente con el libro y el impreso, al lado de ellos fueron apareciendo comerciantes pudientes, éstos sí pertenecientes al cuerpo del comercio de la ciudad, quienes directamente o a través de sus agentes en Cartagena o en Cádiz hacían sus compras de libros para el mercado local, casi siempre solicitados, y al mismo tiempo mantenían en sus casas ejemplares para la venta. Citemos el caso de Pedro de Ugarte, socio minero de José Celestino Mutis, naturalista aficionado y en algún momento regidor del cabildo, quien aparece nombrado en la correspondencia de los ilustrados como vendedor de libros, o en algunas de sus cartas él mismo intercambiand? 41

Cf. Doc., T.3, P.223 y SS.

42

Cf. Carta del 30-Vl!l-1804 de José Ignacio de Pombo para José Celestino Mutis, Arch. epís., T.4, pp.119-120, y Carta del 20-V!l-1807, ídem, p.174.

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libros con algunos de sus ilustrados compradores, pues también él adelantaba actividades de naturalista y experimentador. Citemos también el caso del clérigo José Luis de Azuola, uno de los fundadores del Correo Curioso en 1801, quien declara en 1782 adeudarle una suma por la compra de objetos varios, entre ellos las btstituciones] urídicas de Amoldo Vinnio, una resma de papel y las obras de Feijoo. 43 El otro nombre que se menciona en la carta, el de Juan Jiménez, personaje sobre el que volveremos en el numeral siguiente, corresponde a otro comerciante santafereño, de relativa especialización en el mercado del libro y quien figura en la lista de los individuos del comercio que enviaban sus caudales a España, lo que indica que disponía de recursos de alguna consideración. 44 Podemos citar, desde ahora, una carta de Eloy Valenzuela para Juan Jiménez, en donde además de comentarios políticos sobre los procesos de 1794 contra los estudiantes, le informa que le pagará las deudas dejadas por un tío recientemente desaparecido, lo mismo que el importe de los 11 tomos de la Historia natural de Buffon, ya recibidos, aunque de la obra de Herman Boherheave no quiere sino la Quí111ica, "por si acaso le viniere", lo mismo que las Instituciones médicas y los Aforismos"." Como se sabe, se trata de obras no sólo voluminosas sino costosas, y que en general no se traían sino por demanda del interesado. Así pues, un comercio del libro incrementado, tanto en la esfera popular del libro de bajo precio como en la esfera del libro especializado y costoso, y una ampliación del número de comerciantes de los que depende esa actividad, son hechos que se constatan y sobre los cuales tendremos que volver para precisar las dimensiones del fenómeno y sobre todo su originalidad. Debe agregarse, además, que este hecho parece de alguna manera coincidir con un fenómeno cultural de gran interés, presente desde los años 70s, y que tiene que ver con las nuevas valoraciones del libro y de la lectura, las que de manera tan particular se expresan en los expedientes sobre fundación de establecimientos escolares, en informes sobre su marcha, o en los exámenes de concurso 4

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A.G.N., Fondo E.0.R., Leg. 160, f. 10380

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Cf. A.G.N., Col., Cons., T.2, f. 1024, en la lista figura tanto Juan Jiménez como José Antonio Ugarte.

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A.G.N., Colección E.O.R .. Leg. 177, Caja 184, f. 12883. Por su parte F. J. de Caldas le pide a su amigo S. Arroyo que averigüe si las matemáticas de Benito Bails se encuentran en donde Jiménez .. en carta del 5-!!-1798, Cartas, pp.41 y 42; y en una carta posterior de! 5-111-1801, ídem, pp.57-59, habla de los llbros que su amigo le pinta en la correspondencia: 6 tomos de Buffon, y le dice que cree que se trata de la Historia de las Aves, "que le conocí la JiménezJ cuando estuve allí".

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para maestros. Aunque el problema lo abordaremos con todo cuidado en otros capítulos, desde ahora podemos adelantar un ejemplo para hacer más comprensible la dinámica que gobierna ese incremento de la circulación del libro, la que sería inútil interpretar como puramente "económica" o dependiendo simplemente de un interés por la ganancia. El hecho se encuentra presente, por ejemplo, en las diligencias que la ciudad de Buga adelaiató contra el cabildo de Popayán, la cabeza de la provincia, en 1772. Esta ciudad se había apropiado, después de 1767, de los libros pertenecientes al colegio que los jesuitas mantenían en Buga desde los años 40s, pero con motivo de la refundación de la casa de estudios, en la que se empeñaban el cabildo y otros pequeños notables, la ciudad de Buga reclama la "librería" que, piensa, le pertenece. 46 De la misma manera podemos considerar la situación en la población de San Juan de Girón, en 1805, cuando el nombramiento del maestro del aula de gramática quien, en la presentación de su Plan de estudios, informa que usará los mismos libros que eran corrientes en Santafé en la enseñanza del latín y humanidades, esto es -según el maestro, quien había realizado sus estudios en la capital- los cinco primeros libros de Nebrija, las Fábulas de Fedro, la Vida de los hombres ilustres de Cornelio Nepote, los Comentarios de César y los Diálogos sobre la amistad y la vejez de Cicerón; y piensa que aún le queda tiempo para explicar las obras de Horado y Virgilio y algunas lecciones de la gramática y ortografía castellanas, según el Diccionario de la Lengua de la Real Academia." El maestro coloca como condición para ejercer su oficio el que los padres sean obligados a adquirir los libros que los jóvenes necesitan para un aprendizaje fructuoso, para lo cual piensa que se podría contar con la ayuda de algunos de los "patriotas" de la ciudad, "para que se encarguen a Santafé o a España los libros cuya lista formaré yo", libros que luego se irán distribuyendo entre los alumnos por su "precio justo", "con que se hará un verdadero servicio al público, con utilidad del que ha anticipado su dinero ... ". 48 Debemos agregar que parece haber sido particularmente importante para este incremento de la circulación del libro, por fuera de las nuevas actividades comerciales que hemos registrado, el mecanismo del préstamo -tan difícil de captar en toda su extensión, pero tan frecuente- y la compra-venta de los libros ya utilizados. Para tener una pri46

Cf. Doc., T.4, p.157.

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A.G.N., Col., Colgs, T.4, 622v y SS.

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Ídem.

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mera visión de este fenómeno, no hay mejor recurso que la prensa local en 1801, es decir el Correo Curioso, con su sistema de "avisos clasificados", en los cuales lectores deseosos de comprar un libro o de venderlo, informaban a otros lectores sobre sus ofertas. 49 Digamos brevemente, para concluir el numeral, que allí se mencionan por lo menos tres sitios en los que se podían adquirir libros: primero las casas de particulares, siendo este caso el de unos cuadernos de gramática. Segundo el propio despacho del Correo Curioso donde, por consignación de particulares, se encontraban obras para la venta, lo mismo que almanaques y cuadernos de rezo, y el local donde había vuelto a funcionar la Imprenta Patriótica. Y tercero las tiendas donde, sobre todo, se daban informes sobre gentes que querían vender o deseaban comprar ciertos libros. Pero al lado de esto se encuentran los avisos, frecuentes durante el año de existencia del Correo Curioso, de particulares que buscan una obra: por ejemplo alguien que quiere comprar los Ele111e11tos de Química de Lavoisier y alguien más -¿o el mismo?-que se interesa por la obra de Bertholet, o aún otro que quiere el Diccionario de Historia Natural de Monsieur Bomare, "última edición en nueve tomos", aunque también hay quien quiere vender los 16 tomos del Espectáculo de la Naturaleza del Abate Pluche. Si agrupamos en una sola lista las dos más amplias ofertas de venta de libros por particulares que se hicieron en el Correo Curioso tendremos el siguiente resultado: La obra de ]enofonte./ Colección de los cajones del sastre catalán./ Don Quijote./ Trabajos de los apóstoles./ Formulario para escribir./ Colección de los escritos de O/anda./ Décadas de Herrera./ Enrique Wanton./ Lárraga, cuarta vez ilustrado./ Filosofía del corazón sacada de la Sagrada Escritura./ El pensador matritense./ La industria popular del señor Ca111po111anes./ Viaje al estrecho de Magallanes./ Oraciones de Sócrates./ Verdadera alegría./ Vicios de la tertulia./

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En el Papel Periódico de Santafé de Bogotá fueron numerosas las informaciones sobre el movimiento editorial español y en general europeo, y sobre las ediciones locales de libros, pero escasas las que se referían a la compra y venta de libros usando el sistema de "avisos clasiflcadosN, pues el director del periódico rechazaba este género como poco adaptado a la seriedad de la prensa, como lo hizo saber años después cuando la aparición de su nuevo periódico El Redactor Americano (1808). Aun así, algunas de tales noticias se filtraron. Sea el caso por ejemplo de un anuncio sobre la pérdida de un ejemplar de las matemáticas de Benito Bails -tan apreciadas- y el ofrecimiento de gratificación a quien lo encuentre (Cf. Papel Periódico, No 3, 25-11-1791); el informe sobre la búsqueda de un ejemplar de !as Elegías de varones ilustres y de otro de la Conquista del Perú y Nuevo Reino que deseaba comprar, para editar, el Fiscal José A. Ricaurte (Cf. ídem, No.7, 23-111-1791); o la noticia de venta de muestras, impresas en Madrid, para aprender a escribir, y que se vendían en la escueta pública de la ciudad (Cf. ídem); o e! anuncio de la llegada de un barco español que traía tres cajones de libros

vargas, Pedro Fermín, Pensamientos políticos te. 1790l. Op.cit., p.34.

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Ídem, p.64. E! uso repetido de la palabra ·cuerpo" crea problemas de interpretación, pues no siempre se puede deducir de los textos si se trata de "asociaciones modernas", que semencionan con una vieja palabra, o de la noción en su sentido tradicional. Lo que parece ocurrir es que los dos sentidos se encuentren presentes en los ilustrados. Pero de otro lado, ciertos de esos cuerpos, como los cabildos, debían ellos mismos estarse modificando. En las listas de abonados del Semanario aparecen registrados los nombres de cabildos que han apoyado la revista a través de la suscripción. Sobre el problema de los desfases entre el lenguaje y las prácticas, cf. Febvre, Lucien, "Civillsation: Evolut!on d'un mot et d'un groupe d'ldées", en Civ/llsation, le mot et l'idée. Parls, 1930.

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Vargas Indica que su idea de sociedades económicas es tomada de las que existen en Vizcaya y Madrid, pero que éstas están constituidas a imitación de las de Berna y Oublín. Y sobre el miedo de una pretendida Independencia política escribe: "La Independencia de estos dominios es un fantasma con que los demás pueblos nos asustan continuamente. porque Ignoran el carácter de fidelidad común a todos los españoles de ambos mundos, además !del que bajo un gobierno dulce y humano, no son de temer semejantes revoluc!ones". Vargas, Pedro Fermín, Pensamientos polftlcos, op. cit., 31 y p.144.

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intermedias", que constituían al tiempo organizaciones de intelectuales y de hombres de acción, academias de discusión e instrumentos de reforma social, sin limitar su acción al campo de la economía. 46 En cualquier forma, parece ser que hacia 1808 los ilustrados neogranadinos habían logrado una alta conciencia del significado de su actividad como trabajo y como profesión, y se encontraban en pleno proceso de reconsideración de la tarea de los "hombres de letras", en relación con la sociedad y con el poder. Y es posible que dispusieran ya en ese momento de una solución para el problema de su función, aunque tuvieran dificultad para encontrar una solución práctica al problema correlativo de su lugar, es decir, de esa dimensión específica de lo social constituida por prácticas, instituciones y representaciones, que constituye un campo intelectual. No se trataba desde luego de un problema que pudiera encontrar una solución fácil, voluntaria y bien intencionada por parte de un pequeño grupo de intelectuales, relativamente aislados y viviendo en una sociedad que desconocía los márgenes de libertad social y política, que supone cualquier forma de organización que incluya entre sus postulados el intercambio de ideas y la libertad crítica, según la formulación del Correo Curioso, en su Prospecto inicial. Se puede decir tal vez que, en el caso de los "hombres de letras" neogranadinos, el problema del "lugar", es decir, de la carencia de un campo intelectual y de las dificultades para construirlo, revela el carácter propio de esa sociedad a principios del siglo XIX, y los desfases que iban cobrando relieve entre las aspiraciones de una nueva generación intelectual y las posibilidades que su sociedad les ofrecía.

2. El Príncipe, protector de las ciencias y de las letras Dedicatoria al Rey Nuestro Señor. Entre las regias prendas, que adornan la augusta persona de vuestra nierced, no es la menor, ni la nienos brillante y notoria, la de padre y protector de las letras, y de todos Jos que las cultivan. Es esto lo que me da ánimo para elevar al pie del trono de vuestra merced mis débiles tareas, destinadas a manifestar en láminas exactas las producciones animales de la antigua Cundinamarca, hoy para su fortuna, preciosa joya de la Real Corona de vuestra merced, con el nombre de Nuevo Reino de Grana46

Sobre este punto, cf. Silva, R., NEI correo Curioso de Santafé de Bogotá: formas de sociabllidad y producción de nuevos ideales para la vida social", en Dos estudios de historia cultural. Cali, 1993, especialmente pp.58-63.

EL MODELO CULTURAL DE LOS ILUSTRADOS

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da; seguro de que si logro la dicha de que vuestra merced las mire con indulgencia y permita que se estampe a su frente su Real nombre, esta alta recomendación hará disimulables mis defectos, y facilitará la prosecución de 111i e111presa. 47 Así escribía Jorge Tadeo Lozano, en 1806, al principio de su Fauna cundinamarquesa, dando muestras de fidelidad al modelo de protección

de las ciencias y de losºsabios por parte del Soberano, que había propuesto el absolutismo Borbón, que en Nueva Granada era tema corriente desde 1760, y generalizado a partir de la década de los 70s por los virreyes ilustrados, al punto de volverlo un tópico, repetido por todos aquellos que se proponían cualquier iniciativa cultural, por grande o pequeña que ésta fuera. 48 Jorge Tadeo Lozano, un hombre de orígenes nobles (hijo de un marqués santafereño, dueño de tierras y de algunos esclavos), educado en Santafé y luego en Madrid, donde inició una carrera militar que abandonó por el cultivo de las ciencias naturales, continúa el Prólogo de su Fauna, indicándole a su Rey que la obra le ha demandado grandes esfuerzos, no sólo por la complejidad de la materia, la falta de libros y de especialistas en zoología, sino también por sus costos, "que talvez no puedan sobrellevar mis facultades'', pero declara que va a proseguir, que no da un paso atrás, pues lo mueve el celo "por la prosperidad de mi patria y fomento de la monarquía, de la que el cielo me hizo miembro" .49 Un poco más adelante, Lozano señala que su trabajo es el producto de sus esfuerzos personales ("Yo solo, rodeado de dificultades, entregado a mis propias fuerzas"), y que para realizarlo no ha contado con otro auxilio económico "que el que puede proporcionarme lo reducido de mi caudal"; pero que se encuentra dispuesto a continuar, porque sabe que el "ilustrado gobierno, que no perdona la ocasión de manifestar cuánto se interesa por la instrucción y por la prosperidad pública ... no mirará con indiferencia los esfuerzos de un vasallo desinte47

Lozano. Jorge Tadeo, Fauna cundinamarquesa 4 55

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Carta del 5-X-1803, A.C.T., Caja No.5. Uno de los Rada al parecer era maestro en un aula de gramática, pero sólo recibía 300 pesos anuales por su trabajo. Carta del 20-IX-1807, A.C.T., Caja No.5. carta del ?-?-1807, A.C.T., Caja No.5. Carta del 5-Xl-1807, A.C.T., Caja No.5. El subrayado es nuestro. Pero Jerónimo no es el profesor de gramática. Es el protector de! joven, a quien suministra libros y a quien colabora en su aprendizaje. Camilo Torres, por su parte, tiene en su casa, en Santafé, un "informal pensionado" de estudiantes, para aquellos que llegan de Popayán, y que le son enviados por su hermano. Cf. Carta del 5-Xll-1805, A.C.T., Caja No.5, en que Jerónimo responde a una sugerencia de Camilo, quien le ha pedido que no le envíe más estudiantes porque su casa es muy estrecha.

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manera nítida la presencia de las ideas más tradicionales sobre la desigualdad entre los miembros de una sociedad. Si con ocasión de la introducción de la vacuna entre los esclavos, los indios y los mestizos, por ejemplo, el lenguaje se hace fuertemente paternal, aunque el esfuerzo se vincule con los nuevos ideales de salud del "género humano"; en el caso de las rebeliones de los esclavos la "mentalidad de señor y de amo" y la consideración de desprecio hacia la población negra hace su aparición con toda su fuerza. Los Torres debieron enfrentar varios "levantamientos" en su mina, según lo muestra la correspondencia. Así por ejemplo, en 1806, Jerónimo informa a Camilo que ha habido intentos de rebelión por parte de la cuadrilla, pero que los indios del lugar "me han asegurado que no hay [ya] ninguna novedad ... y que los negros continúan su trabajo". 57 A pesar del informe de los indios, Jerónimo no se descuidaba y había preparado un plan de control de la rebelión, que consistía en cerrar todas las salidas de la mina para cercarlos por hambre, pues sabía que la falta de víveres acabaría con la intentona. 58 Jerónimo Torres introduce en la misma carta, renglones adelante, un comentario que revela uno de los grandes fantasmas de la población blanca, fuera o no propietaria de esclavos, respecto de los negros, cuando escribe que, "Aseguran que la fermentación de los negros es general en todas las provincias de minas. Sólo de Dios podemos esperar auxilio, según el estado actual en que nos vemos 11 • 59 Un mes después, Jerónimo informará a Camilo que la situación en la mina es normal pero que hay rumores de rebeliones en Caracas, y piensa que existe un gran peligro si tales rumores se extienden y llegan a manos de "imprudentes, que no dejarían de propagarlos, sin reparar

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Carta del 19-111-1806, A.C.T., Caja No.5. Torres parece utilizar de manera corriente el recurso a los indios, que mantenían malas relaciones en la reglón con los negros, para conocer las actividades de estos últimos. Jerónimo no indica en ninguna parte el tamaño de la cuadrilla, la que no debería ser muy grande. El directo responsable de la mina era Ignacio, otro de los hermanos; pero en 1803, Jerónimo andaba en la búsqueda de un "sacerdote, para que vaya a administrar la cuadrilla", lo que era una práctica hab\tual de los esclavistas, que disponían siempre de un administrador civil