The detailed Government Account of the Socialist-led armed insurrection against the legitimately elected Republican Gove
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Spanish Pages 113 Year 1935
EN SERVICIO DE LA REPUBLICA
La revolución de octubre en aña LA REBELION DEL GOBIERNO DE LA GEN ERAL IDAD I
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3.a Edición oficial con 119 fotografías.
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OCTUBRE 1934
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MADRID BOLAÑOS Y AGUILAR • TALLERES GRÁFICOS
Altamirano, 50 1935
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Parque se han tirado al mar 3.048 escopetas y rifles y 670 pistolas y revól veres. -- Artillería de Gijón Z.‘‘- y en el Parque de (3) El material que figura en el Depósito de creado estos Centros Artillería de Oviedo es todo él cogido a los rebeldes por haberse eredurante la revolución. Oviedo, 2 de enero de *935.
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El lector ha tenido ocasión, acaso por primera vez, de contemplar en panorama y en detalle la verdad histórica, desnuda y pura, con la crudeza de la estadística, de la evi dencia de los documentos y la elo cuencia de la fotografía y del cine matógrafo, de lo ocurrido en Espa ña durante la revolución de octubre. Los fines de la revolución, los me dios empleados por los revoluciona rios, su designio demostrado de des truir hasta su raíz las bases de una civilización y de una sociedad,.. se deducen de la contemplación de los hechos que acabamos de exponer con un implacable rigor histórico. Al conocer el mundo civilizado es ta realidad, a la que condujeron pro pagandas y actitudes que nos limi tamos a calificar de insensatas, se sobrecogerá de angustia. Los espíri tus liberales de todo el mundo ha brán de reconocer que, gracias al Gobierno español, asistido heroica mente por el Ejército y la fuerza pública, se han salvado en Occiden te las esencias democráticas y la ci vilización latina. Todo esto ha ocu rrido, además, en un alarde de ge nerosidad y de humanitarismo que es necesario proclamar y resaltar para que todo el mundo sepa que el Gobierno de España, Gobierno repu blicano, constitucional, democrático
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y parlamentario, con todos los cau ces de la legalidad abiertos, a ple na luz de la crítica universal, acaba de dar, al reprimir una revolución armada poderosamente, un ejemplo jamás igualado de tolerancia, de hu manidad y generosa aplicación de las leyes. Ahí queda Ja espantosa 'estadísti ca de los soldados españoles muer tos por los revolucionarlos, de los puestos de la Guardia civil aniqui lados por la dinamita, de los camio nes de guardias de Asalto pulveri zados con sus hombres por la ex plosión. Ahí queda la contemplación angustiosa de una hermosísima ciu dad, ejemplo de hispanidad, cuna de la nacionalidad española, bárbara mente. destruida por el incendio y las voladuras. Obras de arte, únicas | en el mundo, patrimonio y tesoro no ! ya de la cultura hispánica, sino de 1 la cultura universal, han sido des- ¡ trozadas con una saña de horda por • los revolucionarios. Ciudadanos pa cíficos, trabajadores de España, téc nicos y magistrados que aportaron ■ su esfuerzo y su inteligencia a su patria y a la sociedad fueron eje cutados bárbaramente al pie de su propia fosa por el solo delito de amar a su patria y trabajar por ella. Frente a eso, el Estado español ha sancionado solamente dos penas
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de muerte entre el medio centenar que los Tribunales habían propues to. Los delitos que las justificaban hubieran sido sancionados con la última pena en cualquier país de Europa. (Porque no necesita España justificar su conducta humanitaria con conductas ajenas no detallamos las represiones bien recientes que se han realizado en Europa, en paí ses de régimen democrático y en países de régimen marxista, donde las ejecuciones por motivos de me nor gravedad y aun por simples in. dicios se han contado por docenas.) Los dos desventurados a quienes el Gobierno no pudo salvar de la última pena eran dos individuos cu ya criminalidad rebasaba su delin cuencia política. Uno de ellos era un simple bandido, que aprovechó la confusión revolucionaria para come ter odiosos crímenes para robar. El otro, revolucionario, pero, indepen dientemente de esto, un vulgar cri minal, demostró en su delito tal crueldad e instintos tan depravados, que hizo imposible toda clemencia. Por lo demás, ni un solo revolucio nario ha sido ‘ejecutado hasta hoy, ¡ni uno solo! ¿Hay algún Gobierno de Europa o del mundo que en un - caso semejante pueda presentar igual ejecutoria de clemencia? Un militar que desobedece las ór denes de sus superiores y que hace que la tropa facciosa bajo su mando dispare sin previo aviso sobre un grupo de tropas leales que van a parlamentar y que ocasiona la nuerte de un jefe y varios soldados ha sido indultado. Un marinero que inutilizó las piezas de artillería de su barco cuando éste se disponía a sofocar la revolución y que se pasa con sus armas a las filas rebeldes ha sido indultado. Los jefes de la revolución, cuya responsabilidad di recta aparece documentalmente en este escrito, han sido tratados con la máxima consideración y ninguno
de ellos ha sido condenado a muer te. Los asesinos, convictos y confe sos, de ciudadanos inermes; los ani quiladores por el fuego y la dina mita de los puestos de la fuerza pú blica han sido indultados. Mayor ejemplo de benignidad no ha sido dado jamás en el mundo. Hemos escrito estas páginas como réplica a una campaña de iniquida des y para que quede registrada la verdad histórica. Van dirigidas es tas líneas a todos los hombres libe rales del mundo. Queremos que ellos, a la simple contemplación de esa verdad, sepan que en el extremo occidental de Europa, un Gobierno liberal y democrático, defiende la ci vilización y la democracia misma con valor y entereza, pero sin cruel dad. Ni siquiera con severidad. Porque la máxima severidad la ha empleado el Gobierno con sus agen tes directos. Tan pronto como ha no tado por parte de la fuerza (aun en el pleno fragor de la batalla, cuan do los treinta mil sublevados de As turias aniquilaban destacamentos enteros) la más ligera inobservan cia de las órdenes de benignidad circuladas, se ha lanzado a sancio narlas inexorablemente. Cuando los ’ Tribunales de justi cia, legalmente constituidos y que actuaban con una escrupulosa su jeción a las leyes, enviaron al Go bierno las sentencias de muerte, que en número de más de cincuenta se habían dictado, el Gobierno deli beró durante sesiones permanentes, que no interrumpió en varias horas, para agotar todas las posibilidades de clemencia. Tal vez esta conducta benigna ha acarreado al Gobierno momentos de impopularidad. Porque la nación en tera, en un movimiento de exalta ción patriótica y de recuperación nacional, que hubiera avalado cual quier decisión extrema del Gobierno, le pedía castigos irreparables para 43
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los crímenes de la revolución. El Gobierno del Sr. Lerroux, sereno y humanitario, ha sido inatacable a los clamores vindicatorios de la opi nión española unánime. Ante esta conducta, todos los libe rales del mundo han reaccionado admirativamente. A la minoría de inconformes, anti liberales en el fondo, esta conducta les ha parecido reprobable. Tal vez porque, resentidos contra la propia humanidad y contra la democracia, hubieran querido que se derrumba ra una República ante la impasibili dad de su Gobierno. ¿Para dar paso a qué? A una dictadura. Llamamos a la conciencia liberal
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de todo el mundo para mostrarle la verdad. España, resuelta a recuperar den tro de la democracia y de la Repú blica el rango que le pertenece en tre los pueblos civilizados como creadora de mundos, como incorpo rada a la cultura universal de me dio planeta, declara no estar dis puesta nunca más a ser objeto de agresiones escritas o agresiones ora les de los aventureros, en cuyos la bios se mancha los nombres augus tos de libertad y democracia. En España hay una exaltación de la ciudadanía. ■
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Arriba: Restos de un camión-cisterna, en Valencia, atacado por los revoluciona rios. Abajo: El avión militar que tuvo que aterrizar en la playa de Gijón por haber recibido un impacto de los rebeldes. (Fotos “Ahora”.)
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Arriba: Los habitantes de Oviedo que han tenido la suerte de que la dinamita respete su hogar saludan con alborozo el paso de las tropas libertadoras.—Abajo: El pueblo de Oviedo recibe triunfalmente a las fuerzas del Ejército que libraron la ciudad de la pesadilla revolucionaria. (Fotos Alfonso y Contreras y Vilaseca.)
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