La herencia medieval de México [2 ed.]
 9681202422, 9681640691

Table of contents :
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W-1-2 1994 F-181770

LUIS WECKMANN (DE LA ACADEMIA MEXICANA DE LA HISTORIA)

LA HERENCIA MEDIEVAL DE MÉXICO

EL COLEGIO DE MÉXICO FONDO DE CULTURA ECONÓMICA MÉXICO

Primer a edición {El Colegi o de Méxic o), 1984 Segun da edición {El Colegi o de México/FCE), 1994 Primer a reimpr esión, 1996

© 1983, Luis Weckm ann Calzad a del Cardo, 4; 37700 San Migue l Allend e, Gto. © 1984, El Colegi o de México Camin o al Ajusco, 20; 10740 Méxic o, D. F. ISBN 968-12-0242-2 {prime ra edició n)

c b CREATIVE COMMONS D. R.© 1994, FONDO DE CULTU RA ECONÓMICA. S. A. DE C. V. D. R.© 1996, FONDO DE CULTU RA ECONÓMICA Carret era Picacho-Ajusco 227; 14200 México , D. F.

ISBN 968-16-4069-1 (segu nda edición) Impres o en México

PRE SEN TAC IÓN CHAR LES VERL INDEN *

Hace más de trein ta años, en agost o de 1950 , prese nté en el IX Cong reso Inter nacio nal de Cienc ias Histó ricas , reuni do en París en la Sorb ona, un texto sobre "Las influ encia s medi evale s en la colon izaci ón de Amér ica". Silvio Zavala, que estab a prese nte y partic ipó en la discu sión de las ideas que acaba ba yo de expo ner, me ofrec ió publi car mi traba jo en la Revis ta de Historia de América de la Comi sión Pana meric ana de Histo ria y Geog rafía, donde en efect o apare ció antes del fin de aquel año. Al año sigui ente, un joven histo riado r mexi cano, cuyo nomb re ya me era cono cido, 1 me envió un sobre tiro de París , dond e poco antes había come nzad o una carre ra diplo mátic a que lo llevar ía a ser emba jador de Méxi co en Roma , despu és de habe rlo sido en Tehe rán y en las Nacio nes Unid as. Se trata ba la revis ta Spec ulum , de la Medi aeval Acad emy de un estud io publi cado en of Amer ica, intitu lado "The Midd le Ages in the Conq uest of Amer ica". Luis Weck mann , pues se trata ba de él, expo nía allí de mane ra absol utam ente indep endie nte y perso nal varia s consi derac iones , entre las cuale s much as coinc idían con las mías. Parec ía enton ces mani festa rse entre cierto s histo riado res una toma de conci encia de la conti nuida d entre la Edad Medi a euro pea y la colon ización del Nuev o Mund o. Dos profe sores de la Univ ersid ad de Wisc onsin , de Madi son, Merr il Jense n, espec ialist a en histo ria de la revol ución estad ouniden se, y el medi evali sta Robe rt Reyn olds, había n publi cado recie ntem ente en Studi, en hono r del gran histo riado r-eco nomi sta Gino Luzz atto, un estudio intitu lado "Euro pean Colon ial Expe rienc e. A dies" .2 Tales estud ios comp arativ os come nzaro Plea for Com parat ive Stun a inter esarm e sobre mane ra tamb ién a mí, y ya desde enton ces esboc é un plan publi cado algun os años despu és, en la serie "Prog rama de Histo ria de Silvio Zava la y con el título de Précédents médi Amér ica", por inicia tiva de évau x de la colon ie en Amé3 rique. Entre tanto me había n invit ado a dar unos curso s en Madi son y a dirigi r semi nario s duran te un seme stre. En este perio do, Jense n y Reyn olds, conve rtidos en mis buen os amig os pero desg racia dame nte ya desap areci dos, me alent aron a solic itar la ayud a de la Fund ación Rock efelle r para llevar a cabo mi proye cto, para el cual mien tras tanto había yo obten ido * Miemb ro de la Acade mia Real de Bélgic a, de la Real

Acade mia Españ ola de la Histor ia, Consej ero Europ eo de la Comis ión Panam erican a de Histor ia . La traduc ción de esta Presen tación es de Robert o Gómez Ciriza. 1 Sin conoce r al autor, había yo reseña do la notabl e obra de L. Weckm ann, Las /,u/as alejand rinas de 1493 y la lema política del papado mediev al Estudio de la suprem ada papal soiTre las islas. 1091-1 493 (México, Insútu to de Histori a, 1949). Cf mi reseña en la Reuue Beige de Philologie et d 'Histoir l. XXIX, 1951, pp. 588-596. e, 2 Studi in onore di Gino Luzz.atto, t. !V (Milán , 1950), pp. 75-90. 3 lnsútut o Panam erican o de Geogra fía e Histori a, núm. 177 (Méxic o, 1954). 7

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PRESENTA CIÓN

entusiast as promesa s de colabora ción en el mundo académic o. Desafortunadam ente, la concienc ia de la continuid ad entre la Edad Media y la América colonial no había penetrad o hasta los órganos directivo s de aquella poderosa fundació n, y no se obtuvo nada. Mas esto fue una fortuna para mí, ya que de otra manera no habría publicad o mis dos volúmene s y mis sesenta artículos sobre la esclavitu d en la Europa medieval , ni los cinco volúmen es de Documen tos sobre la historia de precios y salarios en Flandes y Brabante en los siglos Xlll-XIX, ni tampoco los numeros os estudios separado s acerca de diversos aspectos de esta continuid ad, que sin duda el mundo administ rativo no consider aba conforme a la moda de.los tiempos. No me desanimé , ni tampoco Luis Weckma nn, pues fue precisam ente hacia entonces cuando él empezó a acumula r la enorme cantidad de datos utilizado s en los volúmen es que aquí tengo la alegría de presenta r al lector, trátese del erudito o de la persona dotada de lo que a veces todavía se llama una cultura media. Respecto a esta última, el embajad or Weckma nn habría podido caer en la tentación de escribir de manera impresio nista, para un público poco dotado de espíritu crítico y amante de lo sensacion al, como hacen hoy en día tantos que habrían podido ser historiad ores si no se hubieran convertido en cazadore s de grandes tirajes. Pero en él no hay impresion ismo vago, sino ciencia bien documen tada y sólida. Esto no quiere decir que no pueda impresio nar, sino que lo hace con excelente razón y sin el disfraz de la documenta ción. Lo que Weckma nn trata de subrayar es la continua ción de la Edad Media en todas las formas de actuar y de sentir de los conquista dores, guerreros , frailes o sacerdote s de la América española y por supuesto de la Nueva España, de México en especial. Después de ellos, busca la misma herencia en los colonos de diversas clases y de distintos antecede ntes sociales y culturale s. La Nueva España fue en un principio un archipiél ago asiático, nos dice al principio de su segundo capítulo. Es éste un título sintético que en dos palabras reúne la miríada de islas, heredada s de la Edad Media, de la Biblia y de la Antigüed ad, buscadas por los descubrid ores y conquista dores a veces hasta bien entrado el siglo XVII. Toda la fantasma goría existente tanto en Europa en todos los espíritus como en la misma América es descrita _magnífic amente, pero también documen tada, en las páginas y notas de los capítulos m, IV y v, relativos a la búsqueda de reinos y sitios maravillo sos, a la geografía teratológ ica de las amazona s, gigantes, pigmeos, monstruo s y quimeras . Aunque el arte indígena amerindi o había creado monstruo s, especialme nte en las represent aciones escultóri cas de las divínidad es, a ellos la Edad Media agregó su propia herencia teratológ ica que, a través de la antigüed ad clásica, se remonta a la pre o protohist oria oriental. En el caso de las amazona s, por ejemplo, las tradicion es caribes y nahuas se mezclan con la herencia llegada del otro lado del Atlántico . En el capítulo VI entramos a! domino de las institucio nes ya analizada s por el autor, desde el punto de vista que todavía hoy conserva , en su libro La sociedad feudal. Esencia y supervive ncias, de 1944. Volvió a ocuparse del

PRESENTA CIÓN

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asunto en 1950, en Pensamie nto político medieval, pero aquí pone su atención más bien en los símbolos feudales que en los aspectos estrictam ente jurídicos . Es interesan te el capítulo VII, sobre las obligacio nes militares de los encomen deros. Se ha hablado de milicias de lanzas casi feudales. ¿Por qué "casi"?, se pregunta Weckman n, subrayan do claramen te la herencia y la continuid ad originada s en la Edad Media. Y esto dura siempre cuando se instaura la policía estatal. la Santa Hermand ad, como en la España anterior a los Reyes Católicos . En Oaxaca y Michoac án se emplean contra los rebeldes las fuerzas de a caballo de los encomen deros. Se trata de un servicio milita1.- con un séquito, como en plena Edad Media, pero la diferenci a en los tiempos y el cambio de medio son señalado s por la colaborac ión de auxiliares indios y por el empleo de tales fuerzas combina das contra los bucanero s. El capítulo x atribuye a la mayor duración del florecimi ento de la caballería en España el paso espontán eo del espíritu y de la manera de ser de ésta a América. Los conquista dores se considera ban paladines en lucha contra los malandri nes y nigroman tes. Éste fue un estímulo formidab le de la Conquist a. El mismo Berna! Díaz del Castillo, que era uno de aquellos paladines, se -daba cuenta de ello. Los conquist adores se calificab an de "caballeros andantes ". Cortés armó caballero s entre sus soldados, según los ritos feudales. A los ojos de sus contempo ráneos, parecía un nuevo Rolando. Es también sorprend ente que los aliados tlaxcaltec as muy pronto asimilaron los ideales d e los caballero s, y hubo algunos que fueron armados caballero s según las reglas por Cortés mismo. Todos los conquista dores eran lectores de Amadís de Gaula. Un magnífic o retrato y un bello análisis en verdad. La intervenc ión de lo sobrenatu ral en la Conquist a es materia del capítulo XI, donde aparecen Santiago y los ángeles, pero también el Diablo y los demonios , evidentem ente del lado de los indígena s. Los francisca nos son soldados de la fe, armados con la espada de la divina palabra. La conversión del reino nazarí de Granada es una prefigura ción, con sólo 30 años de anteriorid ad, de la conversió n de México, y el paralelism o se prolonga hasta m~iados de siglo. Todo esto está muy bien dicho y explicado , y lo mismo puede decirse de la persisten cia de las esperanz as milenaris tas, de las experienc ias místicas, de las mortifica ciones de los flagelante s, de los milagros y de los prodigios . En los capítulos sobre el Estado y la economí a se siente que el autor es también jurista y que ha estudiado la historia del derecho público. Todas las institucio nes descritas en el capítulo XXI , relativo al Sacro Imperio y a la, :nstituciones imperiale s españolas , son netament e de filiación medieval . En el capítulo XXIV Weckma nn ve muy bien que la discusión sobre la existenci a de la feudalida d ·colonial, sostenida por algunos autores, es vana, pues para negarla se ha recurrido a las palabras mientras las funciones la hacen evidente. Por el contrario , quienes como Miranda han calificado de institución feudal la Mesta mexicana se han dejado hipnotiza r por el hecho de que llegó a convertir se en una asociació n de grandes propietar ios , cuyo origen no sólo no era feudal sino ni siquiera patrimon ial.

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PRESENTACIÓN

Las galeras del capítulo XXI también son de tradición muy medieval, aunque vigilen las costas de Campeche. En el capítulo XXVIJI, sobre la administración urbana, la continuidad medieval es explorada hasta llegar a los cabildos abiertos que proclamaron la independencia a principios del siglo XIX. He aquí una prueba más de que mirar al pasado a menudo ayuda a explicar e implicar el porvenir. ¡Hay tantas anotaciones pintorescas y reveladoras acerca de la sociedad y la cultura, de la poesía popular, del goliardismo, del español arcaizante propio de México, del teatro y la danza con sus matachines y las danzas macabras semijocosas de las fiestas populares! La riqueza de la información es densa, extraordinaria por su intensidad y su vida. Me alegro de que el autor haya terminado esta obra que tardó 30 años en preparar, en documentar y en imaginar. Servirá de prototipo para realizaciones análogas , en otros países latinoamericanos. En efecto, esta continuidad puede observarse en todas las zonas colonizadas por españoles y portugueses, pero con modalidades particulares, diversas una de otra. Hasta en las regiones de la colonización anglosajona o francesa de la América del Norte las influencias medievales son numerosas, a pesar de las fechas posteriores en que se crearon allí las colonias. Jensen y Reynolds, que cité al .principio de esta Presentación, lo señalaron y demostraron con ejemplos que así lo comprueban. Ya al iniciarse el siglo, Cheyney dio el título de "European Background of American History. 1300-1600" al primer tomo de la serie The American Nation: A History, dirigida por A. B. Hart. En el prólogo, el autor declaraba que los antecedentes europeos, es decir medievales o cuando menos del siglo XVI, atraerían más y más la atención de los investigadores a medida que se fuera aclarando su percepción de las perspectivas reales de la historia. La obra de Luis Weclunann está entre las que contribuirán a alcanzar este resultado. ¿Cuándo aparecerán otros volúmenes de la misma especie, relativos al Perú , al Brasil, a los Estados Unidos o al Canadá? Constituirían una base para las investigaciones comparativas que recomiendo con especial entusiasmo en mi pequeño volumen de 1954 sobre Les précédents médiévaux de la Colonie en Amérique. Me interesaba entonces en la comparación de las técnicas de colonización de la Edad Media con las de la época moderna, que yo quería preparar reuniendo colecciones de documentos, para lo cual proyectaba una operación de colaboración internacional. Este proyecto era entonces muy nuevo y demasiado ambicioso, pero creo que libros como éste, del sabio embajador Luis Weckmann, podrían permitir a otros emprenderlo de nuevo, ya que gracias al análisis de los precedentes medievales de todos los aspectos de la civilización de los países nacidos de la expansión europea, iluminan con una luz más intensa y penetrante la importancia de los movimientos migratorios de hombres e ideas que cambiaron el mundo en la época de los Grandes Descubrimientos. . Bruselas, julio de 1982

PRÓLOGO SILVIO ZAVALA

Cum:d_o el doc_tor Luis :N_eckmann presentó sus exámenes de ingreso en el Servicm Extenor de Mex1co, ya contaba con una preparación universitaria excelente que encaminaba sus estudios hacia los campos del derecho internacional y de la historia. Como otros notables diplomáticos mexicanos, ha sabido unir en :su carrera el desempeño fiel de sus deberes de funcionario con el mantenimiento de su act~vidad inte~e~!ual. Prueba de ello fue, en el periodo de sus labores en F~nc1a, la apancmn de los tres volúmenes que dedicó al inventario y estud1? de lo_s documentos de la misión de México en ese país, los cuales han s_1do obJeto de un reconocimiento por la Secretaría de Relaciones ~xtenores de nu;,stro país en ocasión del traslado de ese archivo al general Genaro Estrada de la propia Secretaría.* Ahora, teniendo a su cargo la Embajada de México en Italia el doctor Weckmann da cima a una obra magna que había atraído su int~rés desde hace muchos años: me refiero a la herencia medieval de México. Como antecedente~ pr?,metedores ~e di~ha labor, podemos recordar, por el orden de su pubI1cac~on, la~ cc1dente . Esta afirmación descansa sobre los pilares siguientes: los conqmstado res y misioneros (en capítulos amplísimos) , cuyo avance está impregnado del espíritu de cruzada; la cosmovisión de la tierra s1;1spen?ida entre el ,cielo y el infierno, mientras que las esferas celestes son 1mpehdas por los angeles (puede añadirse el espectacular paso de Lucifer al Nuevo Mundo, con sus múltiples efectos, como se apunta en el capítulo XI, y que yo deseaba ~esde hace tiempo encomendar a un diligente autor de tesis); el enfrentamie nto entre cristianos e infieles, el milenarismo de los religiosos (capítulo XIII), las disputas entre nominalistas y realistas; la magia, la astrología, la dicina y las ciencias naturales (capítulo XXXVII); las formas del arte ~ot1co, mudéjar y aun románico (aunque bien señala el autor, en el capitulo XXXVIII la falta de concordanci a cronológica que a veces existe en la recepción o 'en la persistencia de los estilos, por ejemplo, cuando siguen ap'.1reciendo las construccion es góticas en Nueva España en la segunda mitad del siglo XVI en tanto que en Europa florecía el manierismo y ya se gestaba el barroco); en suma, el "arcaísmo" de la vida en España y en la temprana Hispanoamé rica con instituciones , valores, creencias, costumbres, de la Edad Media todavía en vigencia, lo cual alcanza, entre otros campos, al del idioma (capítulo XXXIV), los romances y la literatura caballeresca; el teatro popular, las danzas de moros y cristianos y las macabras (capítulo XXXV); Y la música (capítulo XXXVI). La sociedad se organiza sobre la base de municipios, gremios de artesanos, encomienda s, ·señorío, repartimient os, esclavitud, comercio regulado por las autoridades metropolitan as y locales. . . . . La cultura histórica y jurídica del doctor Weckmann le pem11te distmgmr no sólo el legado medieval procedente de las varias regiones de Esp_a11:a, sino también el que -a través de ésta- llega de otras partes de la Cnstlan?ad europea, principalme nte de Portugal, Italia (en _lo que toca al c0II1erc1.? y la navegación, capítulo XXVI) y Flandes (las begumas, tratadas en el capitulo XXXII). Por lo que respecta al marco cronológico, queda comprendido fundamentalment e entre 1517 y mediados del siglo XVII. Trazado este amplio cuadro, el autor penetra con maduro conocimient o y documentac ión suficiente, pri_maria y sec1;1nda,ria, en_el aná~isis de c'.1da aspecto o.capítulo corr.probato nos de su ~es1s (ve_ase l~ 1?1pres10nan te lista de títulos de los 40 capítulos, de lectura mstruct1va, fac1l y agradable, con toques de humor, no obstante la extensión de la obra) . Esta tarea nos re~ cuerda la caudalosa labor de Fray Bartolomé de las Casas cuando redacto

~ "medieval" al comienzo que a medida que avanzaban los años Y se con.:mhdaba la administración regia), se escribían a uno y otro la~o d~l mar oceano nuevas páginas pertenecientes, al menos en parte, a la h1stona de l~ Edad Moderna, que sucedía, aunque llevándolo en su seno, ~ pasado _med~~val.,, No creemos por eso que la Edad Media europea do~me y explique todo nuestro pasado desde el descubrimiento hasta 16?0 m en lo :estante de los siglos coloniales. No parece ser tampoco la _tesis que sost1e1;~ el do;tor Weckmann (creo que se conformaría con decir que impregna mucho de ese pasado), pues entre otros lugares advierte, en su capítulo XI, que frente a los caballeros (en sentido medieval) existe "el avance arrollador del Absolutismo, con su secuela de burócratas y letrados". Lo que ~ebemo_s a este autor es un lúcido análisis que pone de relieve esa herencia medieval e~ nuestra historia, con sus abundantes valores, tradiciones, cargas Y servidumbres. México, D. F., diciembre de 1982

NOTA PRELIMINAR La presente obra es producto de un examen sumamente extenso de las fuentes primarias y secundarias de la historia de la Nueva España, entendida en su ámbito geográfico más amplio, relativas al periodo que va desde la expedición de Hernández de Córdoba (1517) hasta mediados del siglo XVII. Ese marco cronológico obedece a una simple exigencia de método, ya que es evidente que muchas vivencias medievales, recogidas del Viejo Mundo por algunos de nuestros ancestros (o impuestas por sus gobernantes, espirituales o temporales) tienen hoy día una vigencia -aunque hayan sufrido adaptaciones o transformaciones- casi igual á la que tenían cuando el europeo puso sus plantas por primera vez en tierra americana. He utilizado también para este estudio la literatura histórica moderna sobre la Nueva España .que cubre el mismo periodo 1517-1650. Por ello la bibliografía aparece al fin del presente volumen en dos secciones distintas: Fuentes y Obras Modernas. Evidentemente este libro se fundamenta sobre todo en las primeras. Para subrayar esta jerarquía de la documentación de base, en las notas al pie aparecen señaladas las fuentes con VERSALITAS, y con Altas y bajas las obras modernas. En la primera edición de esta obra figuraba una tercera bibliografía consistente en trabajos históricos que no me había sido posible consultar, en parte debido a mis continuos desplazamientos en el Servicio Exterior mexicano. Afortunadamente, a partir de 1984 he logrado localizar la gran mayoría de esas obras (fuentes, en buena parte), que han servido de base para nueVC>s análisis que a su vez han hecho aconsejable esta segunda edición. Para ahorrar espacio, en las notas sólo se citan los nombres de los autores, pero cuando a uno de ellos corresponde más de una obra en la bibliografía, a ese nombre sigue una síntesis del título del libro o del artículo utilizado (entrecomillado, en este último caso). En el texto principal, los términos que describen ideas, instituciones, objetos, locuciones o mitos de la Edad Media europea que pasaron a formar parte del legado medieval de México aparecen en r e d o n d i l l a s , tanto para atraer la atención del lector hacia el concepto en cuestión como por razones de estética en la impresión de la obra. Debo dar las gracias más sinceras a quienes me han brindado su auxilio en esta investigación, que me ha llevado, con algunos paréntesis obligatorios, más de 30 años. En primer término, a los bibliotecarios de El Colegio de México, de la Biblioteca Central de la Universidad de California en Berkeley, de la Biblioteca Pública de Nueva York, de las Bibliotecas Nacional dt Madrid y de México y de la Biblioteca Ibero-Americana de Berlín, así como a los archivistas de México, Sevilla y El Escorial. También, con igual calor, a mis alumnos de cursos o de seminarios de la Facultad de Filosofía 15

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NOTA PRELIMINAR

y Letras de la UNAM, del antiguo México City College, y particularme nte a los alumnos graduados de mi Seminario de Investigación Histórica de El Colegio de México, durante el semestre de invierno 1980-1981. Me siento particularment e reconocido por la ayuda que me dispensaron, en la revisión del texto, la doctora Sara Bolaño (quie n gentilmente reordenó parte del capítulo sobre el español arcaizante de México), la profesora Elisa Vargas Lugo (en el capítulo relativo a la arquitectura novohispana), y muy en particular el culto Roberto Gómez Ciriza, mi primer lector por así decirlo, sin cuyas pertinentes observaciones y comentarios el texto hubiera adolecido de ciertas oscuridades e imprecisiones. Roma, agosto de 1982

SIGLAS AGN

BAE BRAH CDHFSH

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ECM FCE

HAHR HM INAH IPGH

ms. NYCPL RHA SMGE UNAM

Archivo General de la Nación (México). Biblioteca de Autores Españoles. Boletín de la Real Academia de Historia (Madrid). Colección de documentos para la historia de la fonnación social de Hispanoamérica, ed.. por Richard Konetzke, 3 vols., Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1953, vol. I (1493-1592). Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, la conquista y colonización de las antiguas posesiones de América y Oceanía, etc., primera serie, 33 vols., Madrid, 1864-1884. Colección de documentos inéditos para la historia de Iberoamérica, ed. por Santiago Montoto de Sedas, 14 vols., Madrid, Editorial Ibero-Afro-Ameri cana, 1927-1932. Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y colonización de las.antiguas posesiones españolas de ultramar, segunda serie, 25 vals., Madrid, Sucs. de Rivadeneyra, 1885- 1932 . El Colegio de México. Fondo de Cultura Económica . Hispanic American Historical Review. Historia Mexicana. Instituto Nacional de Antropología e Historia (México). Instituto Panamericano de Geografía e Historia. Manuscrito . New York City Public Library. Revista de Historia de América. Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. Universidad Nacional Autónoma de México.

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PRIMERA PARTE

DESCUBRIMI ENTO Y CONQUISTA

l. LA PERSPECTIVA DESCUBRIR las raíces medievales de la cultura mexicana no es una tarea arqueológica ni una encuesta únicamente de interés para anticuarios. El legado que nuestro país ha recibido del Medievo -básicamente de España pero no sólo de ella- forma parte aún de la experiencia diaria deL mexicano. Ha perfilado su idiosincrasia en tal medida que no es exagerado decir que, en múltiples aspectos, somos más "medievales" que buena parte del Occidente, y desde luego más que los propios españoles. 1 Los conquistadores y misioneros del siglo XVI -y también los exploradores, administradores, jueces y obispos- introdujeron en la Nueva España una cultura que era todavía esencialmente medieval. La influencia del Renacimiento Italiano, que por entonces avasallaba a la Europa situada al norte de los Alpes, afectó sólo en forma fragmentaria y tardía al naciente virreinato; e incluso en la península ibérica, como más adelante se explica, ese fenómeno revistió más bien la forma de una reforma católica con efluvios de clasicismo. La historia de la colonización española del Nuevo Mundo confirma esa tesis si la consideramos -desde una perspectiva correcta- como un nuevo capítulo de la expansión medieval de Castilla (con escalas intermedias en el norte de África y en las Canarias), y de las empresas aragonesas de Ultramar, que ya en el siglo XIV habían plantado las barras y las cadenas desde Cerdeña y Sicilia hasta las costas del Asia Menor, pasando por los ducados de Atenas y de Naupatria. 2 Numerosos rasgos jurídicos, políticos, económicos y sobre todo ideológicos de la Nueva España en los siglos XVI y xvrr tiene un origen netamente medieval. Ya Pietschmann ha señalado que en la mentalidad española de principios del siglo XVI lo "medieval" y lo "moderno" están inextricablemente unidos 3 y aunque éste es el tema de los restantes capítulos de esta obra, será útil señalarlo aquí, en forma somera. Nuestro particularismo nacional empezó a desarrollarse dentro de una situación imperial -'---el Sa1 Las supervivencias medievales en América, con especial referencia a México, han sido materia de tres artículos míos sucesivos: "The Middle Ages in the Conquest of America" (Speculum, XXVI: I, enero de 1951, 130-141, con versiones en español y en portugués, publicadas respectivamente en Filosofía y Letras, México, 1954, 291-310; y en Revista de História, Sao Paulo, vm, 18, 1954); "La Edad Media en México", introducción a mi Panorama de la Cultura Medieval (México, UNAM, 1962, 7-19); y con el mismo título original, pero con texto ampliado y revisado, editado por Lewis Hanke en su History of Latín American Cívilization, I (Boston, Little Brown, 1967), 10-22. 2 Véase T. B. Jones, An Introduction to Spanish-American Culture, Nueva York y Londres, 1929, p. 227 y passim; y Antonio Tovar, 833. Kuri Breña, 14, dice: "La cultura (novohispana) fue el renacimiento católico español... fortalecido con la sabiduría recia de la Edad Media y con laetructura gremial de la sociedad." Verlinden, "Continuité", 219,223 ("ce probleme est avant tout un probleme d'histoire économique médiévale"). 3 Barbosa Ramírez, 182. Pietschmann, 174.

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DESCUBRIMIE NTO Y CONQUISTA

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ero Imperio de Carlos V- sin conflicto inicial entre los conceptos de nación y de Estado universal. Remontándo nos al origen de las características de la nacionalidad y de la experiencia política mexicanas, llámense mestizaje, indigenismo , centralizació n administrativ a, el gobierno como regulador de los factores sociales, caciquismo, unipartidism o o supremacía de la ley, puede llegarse hasta los primeros decenios del siglo XVI. Una investigación histórica suficienteme nte acuciosa, comparable como señala vasta gruta cuyos rincones oculGonzález Obregón a la exploración de una 4 tos revelan a cada paso cosas inesperadas, nos permitirá percibir la filiación medieval de modos, costumbres e instituciones casi exclusivame nte nuestras, que van desde el compadrazg o, el abrazo, las "calaveras", el corrido, la charrería, la lírica infantil, los toros, los matachines, la piñata y los "ates", pasando por múltiples locuciones familiares arcaizantes; y desde el serriw rusticus de la provincia mexicana y no pocas picardías, hasta el juicio de amparo y el artículo 27 constitucion al, florón postrero del quinto real y del derecho del señor feudal a los tesoros encontrados en las tierras de sus vasallos. La expansión colonial y guerrera del Occidente medieval se inició centurias antes de las primeras aventuras marítimas de aragoneses, portugueses y castellanos. Es legítimo considerarla una de las últimas consecuencia s de la prédica de la primera cruzada en el año 1095, cuando Europa, tras haber dominado la triple ofensiva de árabes, normandos y eslavos, pudo tornar la contraofensi va llevando la guerra al campo enemigo. Pero la primera cruzada de fines del siglo XI tiene antecedentes tanto en la reconquista del sur de Italia a mediados del mismo siglo por parte de los normandos (abanderado s por el Papa en una guerra "religiosa") como, mucho antes, en los primeros esfuerzos de los cristianos asturoleones es y navarros para arrojar de la Península a los infieles musulmanes . La idea de cruzada -aunque no el concepto- nace realmente en España más de 300 años antes del 5 Concilio de Clennont. Reconquist a- termina, como es ·sabido, el mismo -la La cruzada ibérica año en que Colón realizó su primer viaje en busca de las Especierías. Dado el carácter religioso-pol ítico-comerc ial de las primeras poblaciones fundadas en lo que iba siendo el Nuevo Mundo, el espíritu que desde un principio prevaleció en la conquista española de América fue semejante al que animó al avance peninsular desde el siglo vm hasta las postrimerías del XV. Las luchas entre cristianos e "infieles" se prolongaron allende el Atlántico. Los conquistado res de América se instalaron por fuerza, fortificaron sus casas, ofrecieron o impusieron el bautismo a los indígenas, constniyeron atarazanas y fosos, repitiendo nombres tradicionales tan significativo s 6 como el de Segura de la Frontera. En este sentido es justificado decir, Citado por Monterde, "El primer torneo", 742. s O sea, desde el siglo vm: tal es la tesis que ha expuesto brillantemente Car! Erdrnann en su libro Die Entstehung des Kreuzugsgedankes, recientemente traducido al español y publicado por el FCE. Véase también J. Muldoon, viii. 6 Hoy Tepeaca. Véase Zavalá, Mundo Americano, 361. Florescano, "Colonización y frontera", 43-44, afirma que cuando los españoles emprendieron su "justa guerra de Cristianos con4

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con Zavala, que,, "la conquista española ... viene a cerrar el ciclo medieval · Fombona, que "la conquista de Am,enea de las ~l1!zadas ; con Blanco ... . l d " fue la ult , i1:1a cruza a ; e_ me uso con McAndrew, que la Conquista fue no cruzada smo la primera guerra de expansión imperiali'st sólo la última ª moderna. 7 Entre nue~tros historiadores _del siglo XVI, Baltazar de Obregón, el cronista de la conqmsta de la Nueva Vizcaya, escribiendo hacia 1564 no vacila en comparar retrospectiva m~nte pero "con alabanza, apreciació~ y recuerdo" las ~scaramuzas ~e. Francisco de Ibarra en Sinaloa y Sonora y las hazañ~ del famoso Y ~a_tohco marq1;1és" don Remando Cortés, con las victorias de Alfo~so el Cathco de ~tunas sobre Alboacén y de Alfonso XI de Castilla Y_ ~~on en el r~o. ?alado .. Las ~speranzas milenaristas que implican cierta VISl~n de 1~ mis~o1:1 pro~~enc1al de los conquistado res españoles inspiran a Gom~ a esci:ibir que las conquistas entre los indios comenzaron cuand_o hab1an te~mado las conquistas entre los moros, a fin de que hubiese siempre espanoles en guerra contra los infieles" 9 No sólo l~s P?meros conquistado res de Méxíco describieron a menudo 0 ~ _templ~s 1_ndigenas com'? "mezc_iuitas" e identificaron a los indios como ,,ª ~~bes ~. sm~ que prefenan designarse a sí mismos no "españoles" sino cnst!~?s - ?viedo llama la hueste de Cortés "ejército cristiano"; y "ejército católico las i~placables tropas del cruel Nuño de Guzmán. Dos narraciones de es!a mISII?ª. expedición, una de ellas fuente del relato de este cronista de Indias, anticipan o repiten ambos epítetos: las de Francisco de Arceo Y de Fray Francisco Mariano de Torres. 10 d Los _españoles -y después de ellos, el resto de los europeos que poco espue~ pasaron a ,:\mérica- contemplaro n al Nuevo Mundo, dice Hanke ~on antiparras medievales; y en su equipaje trajeron todas las ideas y leyen~ c:s ~ue con tanta profusión esa é~$>~ había _generado. Colón mismo nunca pto los rasg'?s sm_gulares del paisaJe amencano, cautivo como estaba de 1 ds ~lemen_tos_m vanables del dolce stil nuovo; y cuando compara el tocado e ciertas mdias con el que usan "las dueñas de Castilla", revela más bien

!,

· · ) . . . (1 a ) hi c1eron infieles (en Méx.ico ... a la manera corno la habían hecho sus antepasados etra 1 1 h n / uc a contra el Islam". ZavalZa";¡ª· ¡nsayos'. 89, citado por A. M. Salas, 4; y "Conquista de Canarias", 11. Cf también Sánch~z Jjn o Amen~ano, I, 5J; Blanco Fombona, 155; y McAndrew, "Open-Air Churches", 91. Amé . ( ~¡'?z _opma que de entre todas las colonizaciones conocidas ... la de España en heter~~~x::. 1;truca que enlaza, deriva y enraiza en la Edad Media" (ap. Almoina, Rumbos en:UBaltazar de OBREGÓN, 1, c. XXVI, PP- 183-185. La victoria de Alfonso I que está más bien 1 de T~;:. en la leyenda, data del siglo vm. La batalla de Río Salado tuvo l~gar en 1340, cerca

general a Carlos V); Lafaye, 57. 1~ ~:2 DE G~MARA. 156 (en I,a dedicatoria de su Historia les doc te Lerni str~·- 206, n. 4 ( 1es espagnols, au xv1e siecle, en Arnérique se désignent dans FERNANurnents de l epoq~e c?rnrne 'chrétiens' bien plus souvent que co~rne 'espagnols"'). vii· vol DEZ DE ÜV!EDO, Hzstona general y moral, XXXIII, c. iii; vol. IV, 18 (para Cortés) y XXIV c (para NuñC?), ~rancisco de ARcEo (habla del año 1530): "En aquel pueblo·d~ Te~i · IV, e~i teron los _chnsstta?os mas ~e treynta dias" (p. 255); "E dende aquella provincia de se llama Iztuclan" (p . 260) . FraY F ranexerc1to cathohco a otra que M q. paque passo el C . . . . de l cisco anano d To a Sancta Provzncza de Xalisco, 15, 19, 20 ("ejército crisRRES, romea e tiano").

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DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA

su propio horizonte mental. Gallegos Rocafull señala cómo en la Nueva España no se encuentran ni siquiera rastros de "la veneración como mística, de la naturaleza" que distinguía a Giordano Bruno y, anteriormente, a Eneas Silvio Piccolomini: prevalece, por el contrario, impertérrita, la creencia medieval de que la naturaleza es hechura y sierva de Dios.11 La España de los Reyes Católicos --dice Erwin Walter Palm- parece no darse cuenta de que en torno a ella el mundo ha cambiado. En la corte reinan el sosiego y la desenvoltura, gracias al triunfo de las armas en la única empresa, francamente medieval, donde las energías lánguidas de la caballería europea podían aún realizarse. ·Para no hablar de la piadosa Reina Isabel, recordemos que Bisson ha calificado a Fernando el Católico de "primer rey moderno de España" pero al mismo tiempo de "último rey medieval de la Corona de Aragón" . 12 La cosmovisión de la Nueva España, no sólo en el siglo XVI sino después, fue la misma que la ae los Padres de la Iglesia, con la tierra suspendida entre el cielo y el infierno. Lo que se movía, era movido por Dios, causa última de todo movimiento y de todas las estaciones, principio y fin de todas las cosas. Todavía al iniciarse el siglo XVII, en la Nueva España, las esferas celestes eran impelidas por los ángeles, giraban en torno a la tierra, centro inmóvil y eKplicación del universo y producían música celestial. Tales eran las teorías del seudo Dionisia el Areopagita, indiscutidas desde hacía mil años. "Los cielos son redondos y huecos, y muévenlos los ángeles", informa Fray Pedro de Córdoba, cuyo Manual de Doctrina fue impreso en México por órdenes de Zumárraga en 1544. El Padre Acosta, a finales del mismo siglo, confiesa: "no podemos entender que el cielo es redondo, como lo es, y que la Tierra está en medio, sino imaginándolo"; y describe la Tierra como el centro de las estrellas fijas. El autor del último Espejo de Caballeros americano, Vargas Machuca, informa a sus lectores antes del fin de esa misma centuria que "la (esfera) celes!e se divide en once cielos ... A cada uno los mueve una inteligencia que es Angel. El onceno ... (el) Empíreo ... no se mueve ... (y es) fundamento, morada y tabernáculo de la Trinidad"; y en seguida precisa: " .. .las estrellas nos muestran moverse a los cielos circularmente". Más sorprendente, por tratarse de una mente científica, es el concepto del universo de Enrico Martínez, que difería sensiblemente de los de Copérnico y Galileo: lo integran diez cielos y se divide en dos partes, a saber una celeste, desde la Luna hasta el "primer mobil", y otra elemental, desde la Luna hasta el centro de la Tierra. Quizá para evitar más diferencias con la Inquisición, expuso Martínez que la parte más ligera del universo es la décima Sphera (donde se halla el Trono de Dios) y la tierra la más pesada y corpulenta. 13 11 Hanke, Aristotle, 3. Para Colón cf. Palm, Monumentos de La Española, 1, 9, 12, 14; Gerbi, Indias Nuevas, 18. La cita de Gallegos Rocafull es de su Pensamiento Mexicano, 172. 12 Palm, op. cit., 1, 5. Bisson, 161. 13 Úrsula Larnb, 528. Fray Pedro de CóRDOBA, 120 (quien entre 1510 y 1521 vivió en La Española y Tierra Firme). F. José de A,oSTA, 31, 59; y Trabulse, Hisoria de la Ciencia s. XVI, 207, quien cita a Susana Alcántara ·Ptihls, en su "Aparición de un Nuevo Mundo". VARGAS MACHUCA, u, 202, 205 "(los) once cielos (están) entre sí contiguos, corno lo están los cascos de la cebo-

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La ortodoxia en la vida religiosa novohispánica, si se recuerda que la Iglesia se estructuró en México antes del Concilio de Trento, es un trasunto del orden medieval, en el cual las Sagradas Escrituras tenían hasta cuatro significados distintos, desde el literal hasta el arcano. La función apostólica y civilizadora de los mendicantes fue similar a la que había caracterizado a los frailes y monjes europeos. Al igual que éstos, aquéllos dispensaban justicia, administraban escuelas y hospitales, dirigían trabajos de construcción, de agricultura y de artesanía e iniciaban la cría de ganado. Como en las marcas españolas, devolvieron la vida a los grandes desiertos estratégicos formados entre cristianos por una parte, y moros o indios, por la otra. Los enfrentamientos entre autoridades civiles y eclesiásticas respondía a preocupaciones medievales sobre el origen y las relaciones de equivalencia o subordinación entre lo espiritual y lo temporal, ecos de la teoría de las Dos Espadas, o del conflicto de las Investiduras. Para López Portillo y Weber, las diferencias entre frailes y encomenderos es un último aspecto,. de la lucha entre Feudalismo e Iglesia, que se desarrolla en "una sociedad aún medieval". En ella -añade- sobrevive el espíritu de Canossa, al prevalecer franciscanos sobre feudales en la lucha social en la Nueva España. La cúspide del periodo temporal y espiritual del Papado, encarnada fugazmente en Bonifacio VIII, con quien se asocia la fórmula Papa qui est Deus, está presente iconográficamente en México, para solaz de los medievalistas, en dos pequeñas esculturas coloniales que representan la Trinidad, conservadas una en Santa Prisca de Taxco y otra en Tlacochahuaya, Oaxaca. En ambas aparece Dios Padre revestido de los atributos papales -en la cabeza, la tiara pontificia- y teniendo en sus brazos al Crucificado. Cristo está representado en una relación tal de subordinación respecto a Dios Padre-Papa, que esos grupos escultóricos de modo natural evocan el arrianismo.14 Entronizados poco más tarde en sendas cátedras universitarias, el Nominalismo y el Realismo '--O sea las dos maneras de ver el problema de lo~ universales- transladaron del Medievo europeo a la Nueva España las disputas escolásticas entre los discípulos de Santo Tomás de Aquino y de Duns Escoto, que repercutieron desde un principio en los textos de los primeros colegios y en los métodos de la labor misional: los dominicos tomistas -dice Esquive! Obregón- recurrían a la prédica para ganarse la inteligencia del indio; los franciscanos escotistas buscaban más bien ganarse su Ha ... " F. de la Maza, Enrico Martínez, 74. La influencia de Copémico, Tycho Brahe, Kepler y Galileo en la astronomía y la física sólo se hizo sentir, en la Nueva España, en la cátedra del mercedario Fray Diego Rodríguez hacia 1637: Trabulse, op. cit., 62. 14 Reilly, 72, quien cita a Serafín Moraleja sobre los significados ocultos de los pasajes bíblicos. Otra función civilizadora y al mismo tiempo política de los frailes era, por supuesto, "congregar" a los indios: Zawisza, 113. Gonzalo Menéndez Pidal, 79, establece un interesante paralelismo entre los mendicantes en la Nueva España y las fundaciones monásticas de Bierzo, de Galicia, de León y de Castilla. Sobre la relación entre el poder espiritual y el poder temporal en el México colonial, cf. J. Miranda, Ideas e instituciones, 27-28. López Portillo y Weber, La rebelión.de la Nueva Galicia, 181. La escultura en la iglesia de Santa Prisca en Taxco sen 126); ~ p1:3-ct1~m~nte solo los Reyes Católicos poco después (Algunos documentos, 72; K islas también en sus restantes viajes, algunas reales com9 Martmica (Tavtaru, l Vuzggi,. I, 221) y Guadalupe, y otras imaginarias como Madanina, Antilla, las islas Sancta Y de Gracia, etc., emulando en todo ello a los portugueses (Heers, 165-176, y D. C. West, Int., 12, 86, 87). Todavía en 1544, S. Münster describe únicamente "islas" en el Nuevo Mundo (K. Sale, ~25); Y esa búsqueda de las islas está reflejada, en 1528, en el lsolo.rio de Bordone, en el ~ue figuran tanto algunas verdaderas como otras que no eran realmente islas (Labrador, Brasil, el Anáhuac Y su capital, "Ternistitán") (BoRDONE, 8, 9, 11, 16 y f. X). En 1494 Colón confundió la pequeña bahía de Cortés, en el sur de Cuba, con el golfo de·Siam, y creyó estar en las c:rcanías de los Estrechos de Malaca (Morison, op. cit., 128). Años después -en 150.2- penso de nuevo que Cuba era el sur de China, y de las costas de la perla del Caribe zarpó rumbo al sureste en pos de Ciamba (la actual Indonesia). También creyó que Veragua era Ofir, de donde Salomón obtenía oro, o bien el Quersoneso Áureo de Tolomeo, que hoy se puede identificar con Malasia. Calculó ~ue yendo de ~era~a hacia el sur y atravesando el "reino de Ciguare" se encontraría a diez Jornadas de distancia del rio Ganges (Brebner, 15, 17; Quinn, 287). Al bordear lo que hoy son las costas centroamericanas, "llegué -dice Colón en la Carta de lo. Cuarta f:{avegación, de 1503- en 13 de m3:yo a la provincia de Mago, que parte con aquella de C?tayo (apud F~DEZ DE N~Y_AR~ETE, Vuz