La cortesía en el mundo hispánico : nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos 9783865278975, 3865278973, 386527224X

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La cortesía en el mundo hispánico : nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos
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Martina Schrader-Kniffki (ed.) La cortesía en el mundo hispánico Nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos

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Lengua y Sociedad en el Mundo Hispánico Language and Society in the Hispanic World Editado por / Edited by Julio Calvo Pérez (Universitat de València) Luis Fernando Lara (El Colegio de México) Matthias Perl (Universität Mainz) Armin Schwegler (University of California, Irvine) Klaus Zimmermann (Universität Bremen)

Vol. 15

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La cortesía en el mundo hispánico Nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos

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Iberoamericana



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Bibliographic information published by Die Deutsche Bibliothek Die Deutsche Bibliothek lists this publication in the Deutsche Nationalbibliografie; detailed bibliographic data are available on the Internet at .

Publicación financiada con ayuda del Programa de Cooperacion Cultural “ProSpanien”

© Iberoamericana, 2006 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2006 Wielandstr. 40 – D-60318 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 84-8489-213-1 (Iberoamericana) ISBN 3-86527-224-X (Vervuert)

Diseño de la cubierta: Michael Ackermann Fotografía: Martina Schrader-Kniffki Impreso en España The paper on which this book is printed meets the requirements of ISO 9706

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ÍNDICE

Martina Schrader-Kniffki Presentación ..............................................................................................

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Alf Monjour “Pasad, pasad” – “Kommen Sie bitte rein”. Pedro Almodóvar, los actos de habla y la comparación intercultural ...........................................

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Eva Bernhardt Intensificación y atenuación en relación con cortesía y descortesía en un talk show de la televisión española ....................................................

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Sabine Hofmann Cortesía lingüística y medialidad: reflexiones en torno a un caso de la televisión argentina ...................................................................................

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Eva Stoll La fórmula de tratamiento señorita en el español peninsular comparada con el Fräulein alemán. Modificaciones de significado y empleo .....

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Karolin Moser La variación entre formas ustedeantes y voseantes a nivel del discurso familiar en la clase media y alta de San José - Costa Rica: ¿una estrategia de cortesía? .....................................................................

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Alexandra Álvarez Muro / Micaela Carrera de la Red El usted de solidaridad en el habla de Mérida .......................................

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Michael von Büchau Las formas de tratamiento en el español cubano del siglo XIX .............

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María Eugenia Vázquez Laslop La cortesía parlamentaria en la transición de México a la democracia: ejemplo de racionalidad ............................................................................

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Andreas P. Müller La cortesía conversacional: análisis secuenciales ..................................

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/ Wiaczeslaw Nowikow Sobre algunos conceptos básicos de la lingüística etológica ..................

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Los autores .................................................................................................

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1. PRESENTACIÓN MARTINA SCHRADER-KNIFFKI Bremen

Desde que la lingüística se ocupa de las funciones pragmáticas de la lengua, el interés en la expresión verbal de la cortesía ha aumentado de manera considerable. Esto se expresa en el número creciente de publicaciones sobre este tema que se puede constatar en general1, pero también en el mundo hispánico2. En estos últimos, sin embargo, se echa en falta investigaciones particulares como, por ejemplo, estudios que contrasten los diferentes sistemas y subsistemas de cortesía correspondientes a las diferentes culturas –y subculturas– hispanófonas o bien los sistemas de cortesía en el mundo hispánico con los de otras lenguas y culturas3. Al trazar la línea de investigación cortesiológica, que se deriva del pragmatic turn4, se observan cambios en los enfoques de análisis que grosso modo se adscriben a la influencia de la teoría de Brown/Levinson (1987). Los estudios subsiguientes a ella, a los cuales sirve de modelo o de punto de partida, se han dedicado a interpretarla, modificarla o –en un número considerable– refutarla, indicando la inconveniencia o incompatibilidad de sus conceptos particulares o de las pretensiones de universalidad que reclama. Especialmente esto último ha

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Para publicaciones recientes véase, por ejemplo, Felderer/Macho (2002); Nixdorf (2002); Beeching (2003); Held (2003); Hickey/Stewart (2004); Locher (2004). Véase, por ejemplo, Iglesias (2001), donde se da una caracterización de los estudios sobre la cortesía en el mundo hispánico y Espejo (2001) para una bibliografía al respecto. Para trabajos más recientes véase Placencia/Bravo (2002); Schrader-Kniffki (2003); Bravo/Briz (2004); Márquez Reiter/Placencia (2004); Placencia/García Fernández (2005). Véase Placencia/Bravo (2002); Monjour (en este volumen). Véase Held (1995: 33 ss.) que revisa la investigación cortesiológica desde la época de la investigación lingüística “prepragmática” y, de esta manera, desarolla una “historia” de la investigación de la cortesía que permite observar los cambios y las modificaciones y relacionarlos con la historia de la investigación lingüística.

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generado un buen número de trabajos5 que se proponen demostrar, al contrario, la diversidad de formas de cortesía culturalmente especificadas y distintas a las anglosajonas y a los conceptos que Brown/Levinson (1987) –según las críticas al respecto– han derivado de ellas. No obstante puede afirmarse que los términos principales acuñados por Brown/Levinson (1987), como son el de la “persona modelo” con su “imagen positiva” y “negativa”, y el del “acto amenazante al face” (FTA), tanto como los de la “cortesía positiva” y la “cortesía negativa” perduran y, de alguna manera, siguen vigentes o hasta prevalecientes en muchos de los estudios al respecto. Junto a esto se observa la predominancia de los trabajos con enfoque en las formas de cortesía estratégica, concepto de cortesía que corresponde también con el de Brown/Levinson (1987). Las formas no-estratégicas de la cortesía, la cortesía tradicional, convencional, las normas y reglas de los buenos modales –objeto de estudio, por ejemplo, de la sociología6– no forman parte de la teoría de Brown/Levinson (1987) y, por lo tanto, parecen haber pasado a segundo plano (cf. Ide 1989; Beetz 2002)7. Estudios que parten de un concepto más complejo de cortesía8 han demostrado, sin embargo, que los sistemas de cortesía de diferentes sociedades se componen de las dos formas de cortesía, tanto la cortesía convencional y tradicional expresada verbalmente, por ejemplo en las formas de tratamiento, el saludo u otras formas del uso de fórmulas rutinarias, como la cortesía estratégica expresada de las más distintas maneras (cf. Held 1995; SchraderKniffki 2003) y que los dos aspectos se deben incluir en su análisis y descripción (cf. Werkhofer 1992: 157). Por otro lado, son justamente los cambios en las formas de la cortesía convencional y ritualizada como, por ejemplo, en las formas de tratamiento, los que pueden indicar cambios profundos en las sociedades al respecto (cf. Stoll en este tomo). Igualmente, son los casos en los que se rompen las reglas de la cortesía convencional los que determinan el fenómeno complementario al de la cortesía, la descortesía, objeto de estudio que también se ha establecido en la investigación cortesiológica (cf. Hofmann y Bernhard en este tomo). Los análisis de la cortesía verbal se basan en un buen número en bancos de datos de procedencia parecida, tales como lo son, por ejemplo, la entrevista o la interacción simulada. Esta “delimitación” conduce a la exigencia de estudiar la cortesía en contextos nuevos, tanto en lo que concierne a la base de datos como también –tal como destaca Müller (en este volumen)– respecto a los métodos de 5

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Véase por ejemplo Matsumoto (1988); Blum-Kulka et al. (1989); Gu (1990); Lee-Wong (1994); Placencia (2001); Wierzbicka (1985); Wierzbicka (1991), para mencionar sólo algunos de ellos. Véase p. e. los trabajos de Elias (1969) y Kumrey (1984). Véase al contrário Vázquez (en este tomo). Cf. Held (1995); Schrader-Kniffki (2003) y las propuestas de Müller (en este tomo).

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análisis. Las contribuciones de este libro demuestran de manera ejemplar que esto puede revelar nuevas formas y funciones del fenómeno en cuestión. “La cortesía en el mundo hispánico: Nuevos contextos, nuevos enfoques metodológicos” representa el resultado del trabajo –tanto en forma de ponencias como también de discusión– de la Seccion 12, “Estructuras de la cortesía en español y portugués”, dirigida por Alexandra Álvarez, Matthias Perl y Martina SchraderKniffki, que formó parte del XIII Congreso de Hispanistas Alemanes celebrado del 6 al 9 de marzo de 2003 en Ratisbona, Alemania. Los estudios reunidos en este volumen se caracterizan por la integración de algunos de los temas “clásicos” de la expresión verbal de la cortesía –tales como, por ejemplo, formas de tratamiento, actos verbales, atenuaciones– en nuevos contextos empíricos y/o teóricos y, de esta manera, reflejan una parte del “estado de arte” de los estudios que se ocupan del fenómeno en el mundo hispánico. En su conjunto representan la complejidad del fenómeno de cortesía que incluye – formas de cortesía pública como p. e. en los medios de masas (Monjour, Bernhardt, Hofman) y –temáticamente mas especializado– el contexto político (Hofman, Vázquez Laslop), – formas de cortesía actuales (Monjour, Bernhardt, Hofman, Stoll, Vázquez ) y formas de cortesía históricas (Álvarez/Carrera de la Red, Büchau), – la dinámica de las formas de cortesía sujetas a modificaciones y cambios (Stoll, Moser, Álvarez/Carrera de la Red, Büchau), – cortesía comparativa y aspectos de traducción (Monjour, Stoll, Nowikow), – cortesía en el español europeo (Monjour, Bernhardt, Stoll, Müller, Nowikow) y cortesía en el contexto americano (Moser, Álvarez/Carrera de la Red, Büchau, Hofman, Vázquez Laslop), – consideraciones metodológicas y teóricas (Monjour, Müller, Nowikow). Una reflexión metodológica forma el punto de partida del análisis que presenta Alf Monjour en su trabajo “‘Pasad, pasad’ – ‘Kommen Sie bitte rein’. Pedro Almodóvar, los actos de habla y la comparación intercultural”, donde explora una nueva fuente de datos para los análisis comparativos de los actos de habla exhortativos y su realización cortés. En su estudio presenta dichos actos de habla comparando cómo se realizan en el español peninsular y en el idioma alemán, tal como se presentan en un corpus cuidadosamente constituido por fragmentos discursivos de la versión española original y la versión doblada al alemán de la película Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar. Para su comparación distingue, como unidades de análisis, tipos de oraciones, formas de tratamiento, el uso de

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verbos modales y del condicional, marcadores de discurso, fórmulas de cortesía e introductores exhortativos, todos extraídos de las dos versiones de dicha película. Aparte de llegar a conclusiones que grosso modo versan sobre las diferencias interculturales entre los sistemas de cortesía alemanes y españoles caracterizadas por los términos de lo “directo” vs. lo “indirecto”, propone con su trabajo una posibilidad de resolver el problema de la escasez de “datos paralelos” para llevar a cabo análisis comparativos. El análisis demuestra que, bajo la condición de la adecuación situacional de los enunciados de una película, las dos versiones de la misma, la original y la doblada, pueden proporcionar un nuevo contexto también para análisis futuros. La contribución “Intensificación y atenuación en relación con cortesía y descortesía en un talk show de la televisión española” de Eva Bernhardt explora al igual una base de datos proporcionados por un medio de masas, en este caso el de la televisión. El corpus de análisis de este trabajo está compuesto por fragmentos de discurso de un talk show de la televisión española donde se observan con frecuencia las atenuaciones y las intensificaciones verbales, las cuales, como expresión de cortesía y/o descortesía, conforman el objeto de estudio. Tal como lo demuestra la autora, el talk show representa una situación comunicativa especial y compleja tanto respecto a la composición de los participantes involucrados de manera directa o indirecta en la interacción como también respecto al tipo de evento comunicativo que oscila entre lo formal y lo informal. Esto, como lo demuestra la autora, genera tipos especiales del trato interpersonal que requieren formas específicas de cortesía y también de descortesía. El trabajo de Sabine Hofman, “Cortesía lingüística y medialidad: reflexiones en torno a un caso de la televisión argentina”, demuestra no sólo las nuevas perspectivas que puede abrir la ocupación con otro tipo de datos como por ejemplo la televisión, sino la interacción que se observa entre (des-)cortesía y las particularidades de la base de datos específica de la que puede resultar una nueva determinación de la función de la (des-)cortesía: Su trabajo se basa en un corpus y el análisis cualitativo de fragmentos de un discurso periodístico de la televisión argentina caracterizado por el uso intencional de descortesía. Esta misma, sin embargo, no se interpreta siguiendo al esquema de Brown/Levinson (1987) sino que se relaciona directamente con el contexto de su producción, es decir, con las características de la televisión como uno de los medios de masas. Eva Stoll se ocupa de una de las formas rutinarias de la cortesía: su trabajo “La fórmula de tratamiento señorita en el español peninsular comparada con el Fräulein alemán – modificaciones de significado y empleo” enfoca los cambios que se generan en el tratamiento nominal español y alemán desde una perspectiva

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comparativa. Comparando las diferencias que se han generado en los últimos decenios en el uso de las fórmulas de tratamiento señorita en España y Fräulein en Alemania, investiga las razones del mantenimiento de la forma en España y la paulatina extinción de la misma en Alemania. Su trabajo se basa en las entradas al respecto en los diferentes diccionarios monolingües del español y del alemán. Un complejo sistema de formas de tratamiento de la segunda persona singular y la alternancia de su uso en una y la misma situación comunicativa forma el punto de partida del trabajo “La variación entre formas ustedeantes y voseantes a nivel del discurso familiar en la clase media y alta de San José – Costa Rica: ¿una estrategia de cortesía?” de Karolin Moser. Se enfoca el uso de dichas formas tal como se presentan en un corpus de conversaciones informales que se analizan según el método del análisis conversacional. El uso alternante del ustedeo y del voseo se relaciona con el concepto de la cortesía positiva. Variedades, continuidades y cambios en el uso de las formas de tratamiento son tratadas también en el estudio “El usted de solidaridad en el habla de Mérida” de Alexandra Álvarez y Micaela Carrera de la Red, que se sitúa en el área del español venezolano y abarca tanto aspectos históricos como actuales y los relaciona para explicar las particularidades del uso del usted en el español venezolano de hoy. Su estudio demuestra que el uso de formas de tratamiento puede no sólo depender del tipo de relación social sino variar según factores pragmáticos como por ejemplo el de la emotividad, forma de cortesía afectiva, con la que el hablante intenta lograr algún beneficio por parte del destinatario de su enunciado. Entre los trabajos que se ocupan de las formas de tratamiento cuenta el de Michael von Büchau con un enfoque en las formas de tratamiento pronominales cubanas del siglo XIX y su importancia para la caracterización del español cubano: “Las formas de tratamiento en el español cubano del siglo XIX”. En base a un corpus de fragmentos de textos del siglo XIX analiza el uso de los pronombres de tratamiento vosotros, ustedes y vos en Cuba. María Eugenia Vázquez Laslop enfoca en su contribución “La cortesía parlamentaria en la transición de México a la democracia: ejemplo de racionalidad” la faceta convencional del fenómeno de la cortesía desatendida por la teoría de Brown/Levinson (1987) y reintroducida por el trabajo de Ide (1989) como comportamiento cortés no-racional. A partir de una base de datos que proceden del discurso parlamentario mexicano y una selección de fragmentos de este discurso, en los que se tematizan la cortesía y la descortesía, demuestra el entrelazamiento entre un comportamiento que rompe con las convenciones de cortesía caracterizado por ser “descortés” y los cambios en proceso que experimenta el sistema socio-político de México. A la vez demuestra –contrariamente a las afir-

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maciones de Ide y basándose en la teoría de Habermas– que este aspecto de la cortesía, considerado como “automático”, obedece también a las reglas de un actuar racional. Andreas P. Müller aboga por un enfoque metodológico integrativo para el análisis lingüístico de la cortesía verbal: “La cortesía conversacional: análisis secuenciales” y reclama la falta de estudios al respecto que integren especialmente el nivel de la interacción social. Por la importancia superordinada que adscribe al aspecto del contexto conversacional y del entorno interaccional en los cuales la manifestación de cortesía se encuentra siempre incrustada y en los cuales debe ser estudiada, propone hablar de “cortesía conversacional” en vez de “cortesía verbal”. En sus reflexiones sobre la relación que existe entre las normas socioculturales y el uso de la lengua, realizadas en el artículo “Sobre algunos conceptos básicos de / la lingüística etológica“ Wiaczeslaw Nowikow vislumbra el concepto de la “lingüística etológica”. Como punto de partida le sirve la observación de factores extralingüísticos (socioculturales) que influyen y determinan el comportamiento lingüístico. Son dos conceptos básicos, el del “modelo etológico-lingüístico” y el de las “entidades de cultura lingüísticamente operacionales” sobre los que versa la lingüística etológica y que son vistos como operacionables para explicar las diferencias interculturales que se generan en la comunicación. En este trabajo resultan también de interés las diferencias entre la cortesía verbal del español peninsular y la del polaco que el autor presenta para mostrar la actualización de los modelo etológico-lingüísticos.

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“PASAD, PASAD” – “KOMMEN SIE BITTE REIN”. PEDRO ALMODÓVAR, LOS ACTOS DE HABLA Y LA COMPARACIÓN INTERCULTURAL ALF MONJOUR Duisburg-Essen

1. Introducción La monja dominicana, ya un poco mayor, está hablando con Agrado, un prostituto travesti “embutida en un tailleur de falso Chanel” (Almodóvar 1999a: 46), y Manuela, una argentina que vive en España y de la que la monja debe suponer que se dedica a la misma profesión. “Pasad, pasad”, les dice en un momento, para ponerlas (¿o ponerlos?) en contacto con la joven monja Hermana Rosa; “Kommen Sie bitte rein”, como dice en la versión alemana. Todos los que conozcan un poco el cine español, sabrán que la monja joven es Penélope Cruz, y que se trata de una escena de Todo sobre mi madre de Pedro Almodóvar. Todos los que entiendan un poco de pragmalingüística, sabrán que se trata de un ejemplo que ilustra las diferencias interlingüísticas –o más bien interculturales– en el campo del tratamiento y de las fórmulas de cortesía. Después de la lectura de los clásicos de la “cortesiología” –Lakoff, Leech, Brown/Gilman, Goffman, Brown/Levinson, Haverkate– se sabe que la “cortesía verbal” es uno de los dominios predilectos de la pragmática1, y que dentro de la cortesía verbal los actos de habla exhortativos son uno de los problemas centrales, ya que –según la cultura y el contexto– pueden constituir una amenaza particularmente peligrosa para la imagen negativa del interlocutor2: [...] los actos exhortativos constituyen el prototipo de los actos de habla que amenazan el derecho del individuo para actuar autónomamente (Haverkate 1994: 21).

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Cf. los resúmenes de Escandell Vidal (1995) y (1996: 135-154). Cf. Haverkate (1994: 147 s.).

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Desde que la pragmática y la “cortesiología” dejaron de orientarse exclusivamente según las pautas anglosajonas3, es conocido por todos también, el fenómeno de la diferencia intercultural a la hora de realizar un acto de habla cortés, y siempre se suelen citar ejemplos como la petición, formulada mediante una estructura interrogativa del tipo ¿Puedes pasarme la sal?, que, en otras culturas, deja perplejo al interlocutor que interpretará el “enunciado como una pregunta real” o que “resulta abiertamente descortés” (Escandell Vidal 1995: 40 s.); un estudio como el de Martina SchraderKniffki (2003), que analiza los actos exhortativos dentro de una cultura indígena, ilustra –de manera sorprendente para el lector acostumbrado a una perspectiva eurocéntrica– la amplia variedad de diferencias interculturales en este dominio. No obstante, se nota, no sin sorpresa, que la comparación “cortesiológica” del español con otros idiomas no está tan avanzada como se podría pensar: “Este tipo de investigación no ha alcanzado en el español el grado de interés y de difusión que ha tenido en otras lenguas, como es el caso del inglés, el hebreo, y el japonés, por nombrar algunas”, para citar a María Placencia y Diana Bravo (2002: III), las editoras de un volumen, recientemente aparecido y consagrado a los Actos de habla y cortesía en español. Sin embargo, cabe tomar en consideración volúmenes con estudios correspondientes, como el editado por Shoshana Blum-Kulka (BlumKulka/House/Kasper 1989a) sobre Cross-Cultural Pragmatics: Requests and Apologies o el de Heinz-Helmut Lüger (2001) sobre “estilos de cortesía”, incluido en la serie Cross-Cultural Communication. Tampoco se deben olvidar trabajos monográficos como el de Rosina Márquez Reiter (2000) sobre cortesía verbal en Gran Bretaña y en Uruguay, concebido como estudio comparado de ruegos y excusas. Ante esta panoplia de estudios ya existentes, mi propósito no puede ser el de hacer descubrimientos revolucionarios sobre las diferencias interculturales hispano-alemanas a nivel de la realización cortés de los actos de habla exhortativos, aunque análisis completos y estudios que tomen en consideración también diferencias cuantitativas sigan siendo desiderata de la “cortesiología” comparada; se trata más bien de reflexionar acerca de la metodología de la pragmática intercultural, y de intentar explotar otra fuente para este tipo de estudio comparado.

2. Metodología El primer problema metodológico que se plantea a la hora de comparar actos de habla e interacciones lingüísticas en lenguas y/o culturas distintas es el de saber

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Wierzbicka (1991: 454), por ejemplo, “rejects ‘universal maxims’ of human behaviour based on mainstream British or American English, and [...] refuses to treat descriptive categories based on academic English as a ‘culture-free’ and language-independent analytical framework”.

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qué tipo de materiales se pueden utilizar como base del análisis. El método que se suele utilizar actualmente en la pragmática intercultural –y podría servir como ejemplo una multitud de estudios que proceden de esta manera4– es el del cuestionario, con descripciones de situaciones y variables sociolingüísticas, al que el locutor entrevistado debe reaccionar, oralmente o por escrito, describiendo el comportamiento lingüístico que le parezca más adecuado en una y otra situación; el ejemplo prototípico de esta especie de cuestionarios es el que utilizan Shoshana Blum-Kulka y su equipo en su Cross-Cultural Speech Act Realization Project (CCSARP), llamado Discours-Completion test (DCT): The test consists of scripted dialogues that represent socially differentiated situations. Each dialogue is preceded by a short description of the situation, specifying the setting, and the social distance between the participants and their status relative to each other, followed by an incomplete dialogue. Respondents were asked to complete the dialogue, thereby providing the speech act aimed at (Blum-Kulka/House/Kasper 1989b: 14 s.).

Un método más elaborado de este tipo –que sustituye la respuesta fuera del contexto vivido y obligatoriamente artificial por la actuación teatral de los entrevistados– consiste en organizar escenificaciones, como lo hizo, por ejemplo5, Rosina Márquez Reiter en su análisis de la cortesía verbal en Gran Bretaña y Uruguay: Las situaciones del role-play describen escenarios en los cuales hay dos participantes, el hablante y el oyente. [...] Ambos participantes reciben una tarjeta donde (in)directamente se describe la distancia social, el poder social relativo, el contexto en el cual la conversación tiene lugar y cierta información sobre los actores (Márquez Reiter 2002: 91 s.)6.

Ambas estrategias tienen en común el carácter no espontáneo de la reacción del entrevistado que en lugar de producir reproduce, por escrito o con su actuación dramatizada, un comportamiento lingüístico sobre el que está reflexionando metalingüísticamente7. Estos métodos que proporcionan al investigador “repre-

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Cf., entre muchos otros, Held (1995: 203-415), sobre peticiones y agradecimientos en francés e italiano, Hurley (1995: 233-235), sobre actos de habla exhortativos en el español de Ecuador y en quechua, Koike (1994: 516), sobre ciertos aspectos de las peticiones en el español mexicano y en inglés, Trenchs (1995: 163-165), sobre quejas y reclamaciones en catalán e inglés, Le Pair (1996: 656 s.), sobre actos de habla exhortativos de hispanohablantes y de neerlandeses hablando español, Curcó (1998: 139 s.), y Curcó/De Fina (2002: 111-113), sobre actos de habla exhortativos en España y en México. Cf. también García (1989: 304 s.) y (1993: 130 s.). Cf. más detalles en Márquez Reiter (2000: 67-82). Cf. también Fant (1996), basado en un corpus de “negociaciones simuladas”. Cf. también las reflexiones de Jucker (1997: 263 ss.); ya hace 25 años, Walters (1979: 279-281), había organizado escenificaciones con niños estadounidenses e hispanos, sometiendo sus actos de habla exhortativos después al juicio metalingüístico de adultos.

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sentaciones de los hablantes sobre lo que dirían en tales situaciones [...] no son la mejor forma de obtener datos naturales” (Bolívar 2002: 37), como lo admite incluso una lingüista que trabaja precisamente con estos métodos. En la búsqueda de enunciados más naturales, más espontáneos y de corpus también más idóneos, el pragmalingüista se siente frustrado al no encontrar textos paralelos, es decir, transcripciones o grabaciones de conversaciones originales con una cantidad suficiente de actos de habla comparables en situaciones idénticas. Sólo corpus bilingües de este tipo permitirían la aplicación de los métodos del análisis conversacional, bastante fructuoso en la descripción, por ejemplo, de los mecanismos de atenuación empleados en las peticiones dentro de una sola lengua, “sin olvidar los recursos fónicos de carácter suprasegmental, como la entonación, la intensidad y el tono” (Briz 22001: 144), recursos que constituyen el objeto del interés de ciertos representantes de la pragmalingüística actual, pero cuyo carácter difícilmente esquematizable no facilita la comparación interlingüística e intercultural. Tampoco parece fácil aplicar a la comparación interlingüística el análisis etnometodológico que describe “macrounidades” de comunicación, con todos los preparativos, gestos y argumentos que sirven para introducir la petición, y con todos los ritos que interesan no sólo al lingüista, sino también al etnólogo8. En culturas relativamente cercanas, como la española o la alemana, las diferencias no se situarán tanto a este nivel, sino se limitarán, en su mayoría, a los mecanismos propiamente lingüísticos, accesibles para el análisis propiamente lingüístico, con la condición de que el pragmalingüista disponga de materiales comparables. En esta situación, ¿por qué no recurrir a textos literarios? –“literary language [...] is no longer seen as artificial and unworthy of a pragmatist’s attention, but it is seen as one particular type of communication between a sender and a receiver” (Jucker 1997: 264)9; además, la investigación moderna en el dominio del análisis conversacional pone de relieve el hecho de que “oralidad” y “escrituridad” se solapan constantemente10. Es evidente que el texto literario analizado debería ser de carácter oral y lo suficientemente “abierto”, es decir, no demasiado fijo en la formulación de su enunciado literal, para permitir la existencia de versiones extranjeras que no sean meras traducciones, sino “re-creaciones” libres (en la teoría de la traducción, se distingue entre “micro-equivalencia semántica” y “macro-equivalencia pragmática”)11; además, el éxito comercial de estas obras

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Cf., por ejemplo, las reflexiones metodológicas en Schrader-Kniffki (2003: 43-54). Maria Sifianou reúne en su comparación de la cortesía verbal en inglés y en griego los dos métodos del “discours completion test” y del análisis del teatro contemporáneo griego e inglés; cf. Sifianou (1992: 3-11). Cf., por ejemplo, Briz (22001, 19-24). Cf. Jiménez Hurtado (2000: 181-186).

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depende, de cierta forma, de la adaptación pragmáticamente adecuada al entorno cultural de otros países. Estoy pensando en guiones de películas, un tipo de texto que –sin la finalidad comparatista y sin el recurso a las versiones extranjeras– es utilizado dentro del ámbito pragmático por Gijs Mulder, y justamente para el análisis de actos de habla exhortativos: A pesar de su forma escrita y su carácter no espontáneo, estos tipos de texto [= los guiones de cine y las obras de teatro] son, en mi opinión, muy apropiados para el análisis de los actos de habla reales. Los guiones y las obras de teatro se escriben con la intención de ser lenguaje hablado y ofrecen la posibilidad de investigar el uso de la lengua por parte de personas de diferentes entornos y relaciones, en situaciones diversas (Mulder 1998: 245)12.

Y a la hora de buscar películas concretas, idóneas para el estudio pragmalingüístico en el estilo esbozado por Gijs Mulder, parece natural recurrir a las últimas películas de Pedro Almodóvar, como, por ejemplo, Todo sobre mi madre, una película que un crítico cinematográfico alaba por la naturalidad de su lenguaje: Otra característica estilística del director [...] que recorrerá todo el filme es el uso de un lenguaje natural, lenguaje de calle: ‘Para hacer la carrera no hacen falta kilos, sino un buen rabo’. Las películas de Almodóvar siempre se han caracterizado por su lenguaje poco convencional, a veces tachado de soez, pero innegablemente más coloquial que ese al que el cine nos tiene acostumbrados. También en su última película recurre a la jerga más usual, a las palabras que están en la calle, en lugar de a los eufemismos: puta, polla, maricón, bollera son algunos ejemplos de los vocablos empleados en el filme y que nos acercan mucho más a la realidad, el reconocimiento en ellos es más sencillo que si hubiesen sido rebajados de su carga popular (Colmenero Salgado 2001: 45 s.).

Evidentemente, incluso detrás del guión más realista se esconde siempre una ficción artística; no se reproduce el mundo, sino que se hace una transformación mimética de él. Pero mientras que no existan bancos de datos con reproducciones objetivas de actos de habla espontáneos, ¿no vale la pena verificar si la mimesis cinematográfica merece la misma confianza que la introspección metadiscursiva de los testigos tradicionales de la encuesta pragmalingüística? Lo que vale para la versión original de una película, sin embargo, no vale automáticamente para las versiones en lenguas extranjeras que podrían constituir meras traducciones literales, más o menos correctas, y faltar de cuidado en cuanto a la adecuación pragmática. En la respuesta a una carta mía en la que le pedí al director de la versión alemana de Hable con ella explicaciones con respecto a la elaboración de una versión doblada, éste me hizo comprender amablemente la diferencia entre la

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Cf. también Mulder (1991: 72).

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versión extranjera, barata y rapidísima, de un capítulo de una telenovela y la versión extranjera de una película de Almodóvar13; este director alemán confirma el principio metodológico que se formula también en los análisis lingüísticos del doblaje cinematográfico, según el que la “adecuación situacional” es una de las metas principales del doblaje: Eine der wesentlichsten Komponenten in Hinblick auf die äquivalente Wiedergabe des Textsinns ist dabei eine zieltextorientierte Übersetzung, d.h. daß der Zieltext als Text in derselben Weise akzeptabel sein muß wie der Ausgangstext, was sich nicht nur auf die grammatische Akzeptabilität bezieht, sondern auch auf situationelle Adäquatheit der Äußerungen, Kohärenz und stilistische Konsistenz (Herbst 1994: 250). [Una de las finalidades imprescindibles de la traducción es, desde la perspectiva de equivalencia del significado, que ésta se oriente según las necesidades de la lengua meta, es decir, que el texto en la lengua meta, debe ser tan aceptable como en la lengua de origen. Esto no sólo se refiere a la aceptabilidad gramatical, sino también a la adecuación situacional del enunciado, a su coherencia y a su consistencia estilística].

El director de esta versión alemana de Almodóvar subraya también la prioridad del sentido frente a las exigencias fonético-articulatorias del sincronismo labial14 –un principio metodológico que se confirmará a la hora de comparar las dos versiones, española y alemana– de Todo sobre mi madre15. El trabajo de Gijs Mulder (1998), ya citado algunas veces, también merece interés por otro motivo que está relacionado con el segundo problema metodológico levantado por el análisis de actos exhortativos: la clasificación de los actos de habla analizados que constituye una condición necesaria para abordar la comparación interlingüística o intercultural. En la investigación existen varios modelos de subdivisión de los actos exhortativos, guiados –según las preferencias del autor– más bien por el criterio psico-pragmático de la intención directa o indirecta subyacente al enunciado, o bien por el criterio propiamente lingüístico de los elementos formales utilizados por el hablante. Un modelo orientado según la intención del hablante es el que utiliza Shoshana Blum-Kulka (cf. BlumKulka/House/Kasper 1989a) en su “Cross-Cultural Speech Act Realization Project” (CCSARP), ya mencionado, y que ha sido perfeccionado recientemente por Rosina Márquez Reiter16; Blum-Kulka da un listado de nueve tipos de actos

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Cf. Joachim Kunzendorf, carta del 22 de agosto de 2002. “Im Zweifelsfall geht Sprachsinn vor Synchronität” [En caso de duda el significado lingüístico prevalece sobre el sincronismo]; carta citada. Utilizo para mi análisis las versiones definitivas de la película en sus ediciones DVD –Almodóvar (1999b, 2000)– que divergen bastante del texto del guión: Almodóvar (1999a). Cf., sobre todo, Márquez Reiter (2000: 82-94).

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exhortativos, empezando por “estrategias directas”, por definición peligrosas bajo la perspectiva de la cortesía, pasando por “estrategias convencionalmente indirectas” y terminando con “estrategias no-convencionalmente indirectas” (cf. Blum-Kulka/House/Kasper 1989b: 17 s.). Dentro de este esquema, se analiza también la presencia o no de modificadores sintácticos o de marcadores del discurso17, pero a la hora de caracterizar los actos exhortativos de tal y tal idioma, no se toma en consideración tales modificadores, sino que se recurre exclusivamente al grado más o menos directo de la estrategia del hablante. La crítica de Gijs Mulder (1998: 243: “A mí me interesan las diferencias exactas entre las categorías y la clasificación en cuestión no las pone claras en cada caso”) no me parece injustificada; efectivamente no se comprende muy bien porque las autoras “consideran como directo un enunciado que expresa el deseo del hablante [...] [‘Quisiera que me ayudaras’] y como convencionalmente indirecto un enunciado en el que el hablante se refiere a la voluntad del oyente [‘¿Querrías ayudarme?’]” (Mulder 1998: 243). La clasificación de Mulder que “está basada exclusivamente en la estructura lingüística del enunciado” (Mulder 1998: 244) podría revelarse más eficaz a la hora de comparar las particularidades de varios idiomas en la realización de los mismos actos de habla –si no faltaran en el esquema factores tan importantes como los modificadores sintácticos y léxicos que acabamos justo de mencionar. A continuación, intentaré clasificar los actos exhortativos basándome en criterios puramente lingüísticos, es decir morfosintácticos y léxicos (aunque prescindiendo del análisis de los elementos suprasegmentales), criterios que Márquez Reiter (2000: 134-139) resume bajo el lema “internal modifications”; después utilizaré sólo estos criterios para extraer conclusiones en cuanto al carácter más o menos directo de la petición que caracteriza las dos lenguas o culturas. Tendré que hacer abstracción de los actos indirectos no-convencionales, cuya frecuencia en el corpus es suficientemente baja como para considerarlos como una quantité négligeable que no contribuye a la caracterización interlingüística o intercultural. Los únicos ejemplos son los actos siguientes: ¡Está en el coche!/Dort, das Auto! (secuencia 63, con un ademán que implica la invitación de subir al coche); ¡Mamá! ¡La película va a empezar! (secuencia 1, con un acto de habla explícito en la versión alemana:): Mama, der Film fängt an, komm, schnell! [literalmente: ¡Mamá! ¡La película va a empezar, ven, rápido!];

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Cf., bajo el lema “internal modifications (downgraders and upgraders)”, o “syntactic”/“lexical and phrasal downgraders/upgraders”, Blum-Kulka/House/Kasper (1989b: 19), (1989c: 281-286).

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inversamente al acto de habla explícito español Tú me tienes que enseñar a ladrar (secuencia 90),

le corresponde un acto de habla indirecto en la versión alemana: Das Bellen will ich auch lernen.

Otros actos de habla, más directos en su forma, son ambiguos en cuanto a la intención del hablante. Una pregunta como ¿Por qué no ingresas a Nina en una clínica? (secuencia 85; en alemán:); Wieso bringst Du Nina nicht in eine entsprechende Klinik?

puede ser entendida como recomendación, pero como en este caso le falta al hablante (Manuela) todo tipo de autoridad frente a la interlocutora (Huma), puede tratarse igualmente de una forma –poco directiva– de manifestar su interés humano para solucionar el problema; en casos dudosos como éste, he renunciado a aceptar el acto de habla en mi corpus. Tampoco he tomado en consideración fórmulas rutinarias que todavía implican cierto carácter exhortativo, pero que ya están lexicalizadas y por lo tanto son invariables: díga(me) al teléfono, cuídate como fórmula de despedida. Para la clasificación de los actos de habla exhortativos me limito a los casos “indudables” y tomo en consideración, pues, los criterios siguientes, dejándome inspirar por Mulder, pero amplificando su esquema: (1.) Tipo de oración utilizado (imperativo, oración interrogativa, declarativa, etc.). (2.) Forma de tratamiento (forma de distancia vs. forma de cercanía). (3.) Empleo de verbos modales (“deber”, “poder”, “querer”, etc.). (4.) Empleo del condicional. (5.) Empleo de marcadores del discurso. (6.) Empleo de formas de cortesía (partícula “por favor”, verbos performativos, etcétera.). (7.) Empleo de “introductores exhortativos” (“hombre”, “mira”, “venga”, etc.).

3. Resultados Una primera observación se refiere a los reproches ya citados al que el método aplicado aquí teóricamente podría verse expuesto: que las “obligaciones extra-

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pragmáticas” del traductor –como, por ejemplo, la de respetar la duración del enunciado español y el sincronismo labial con los movimientos articulatorios visibles– no le permiten formular un acto de habla pragmáticamente adecuado en alemán. El análisis demuestra que tales “obligaciones extrapragmáticas” tienen mucho menos importancia de lo que se podría suponer: la duración del enunciado español y de su correspondiente alemán pueden variar considerablemente, como lo demuestran, por ejemplo, equivalencias como: Me gustaría hablar con Huma/Ich würde gerne mit Huma einen Moment reden, bitte (secuencia 77); Miren qué cuerpo/Man sehe sich bloß mal diesen Körper an (secuencia 103); Aprende, bruta/Da kannst Du was lernen, Dummerchen (secuencia 121).

La duración del enunciado español es más larga en: Así que me gustaría que en los análisis me hicieran también la prueba del sida/Deswegen möchte ich gerne einen Aidstest machen (secuencia 72).

A conclusiones análogas llega el autor de un estudio sobre el doblaje alemán de una película rusa que constata la duración más larga de los enunciados alemanes18. Los casos de una imitación fonético-articulatoria son bastante escasos; además, incluso en estos casos el enunciado alemán es pragmáticamente adecuado: Come/Komm, iß (secuencia 1); Que no me toques, tía/Rühr mich nicht an, ja (secuencia 63).

En un caso, el número de sílabas mayor del imperativo propiamente dicho, introducido por el introductor venga: Venga, levántate, ponte de pie (secuencia 32)

podría explicar la reduplicación alemana, bastante rara, de este introductor: Komm schon, komm, steh auf.

A primera vista entonces, los resultados del análisis de las dos versiones de Todo sobre mi madre parecen merecer nuestra confianza. Fueron analizados los 163 actos de habla exhortativos de la película que surgen con una frecuencia bastante alta –uno cada 35 segundos. Cada acto de habla fue analizado según los siete criterios lingüísticos mencionados, lo que significa que las diferencias o los paralelismos pueden darse en más de mil elementos contenidos en la formulación de

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Cf. Biedermann (1987: 61 s.).

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estos actos de habla. Efectivamente, un 15 % de estos elementos resulta estructuralmente diferente entre la versión original y la versión alemana, lo que afecta a 99 actos de habla, o sea, un 61 % de todos los actos analizados:

Número total de actos de habla analizados, en cada versión (= N) Número de elementos comparados entre las dos versiones (= N × 7) Número de elementos que presentan diferencias interlingüísticas/ interculturales Número de actos de habla en los que se encuentran tales diferencias

163 (=100 %) 1141 (=100 %) 168 (= 15 %) 99 (= 61 %)

A continuación, se tratará de describir brevemente algunas de las tendencias más marcadas que caracterizan estas diferencias, procediendo según el orden de los criterios lingüísticos utilizados a la hora de comparar las dos versiones de la película.

3.1. Tipo de oración En 80 casos, en casi la mitad de todos los actos de habla estudiados, a un imperativo español le corresponde otro en la versión alemana, y en una veintena de casos, a una oración declarativa española, muchas veces con un verbo modal, le corresponde una oración declarativa alemana, muchas veces, también con un verbo modal. Las oraciones interrogativas son más raras: aparecen siete veces en la versión española, y trece veces en la versión alemana. Se notará que a la hora de contabilizar los imperativos, hay que tener en cuenta la doble función de vamos que puede constituir un imperativo en el sentido literal, del verbo ir (considero vamos como imperativo aunque morfológicamente se trate de un indicativo): Vámonos [= no esperemos más bajo la lluvia] (secuencia 17);

como también puede pertenecer a la categoría, tratada más abajo, de los “introductores exhortativos”: Vamos, levántese (secuencia 11).

El mismo problema se plantea en el caso de komm que puede ser un imperativo en el sentido literal: Komm essen (secuencia 39),

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o bien uno de estos “introductores” cuya función exacta habrá que determinar más tarde: Kommen Sie, stehen Sie auf (secuencia 11).

Diferencias interlingüísticas o interculturales surgen sobre todo cuando un imperativo español se ve frecuentemente traducido por una oración declarativa con verbo modal: No piense en eso/Daran dürfen Sie nicht denken (secuencia 115),

o por una oración interrogativa: Acompáñame al estudio/Kommst Du mit mir ins Atelier? (secuencia 45)

o incluso por una combinación de ambas estructuras: Siéntate, Huma/Willst Du Dich setzen, Huma? (secuencia 85);

se puede extraer la conclusión de que el carácter exhortativo más directo del imperativo, empleado con más frecuencia en español que en alemán (119 veces vs. 90 veces), constituye un problema menos grave para los conceptos de la cortesía dentro de la cultura española que dentro de la cultura alemana. La constelación inversa es extremamente rara: a una sola oración interrogativa en español, le corresponde un imperativo en alemán: ¿Por qué no la acompañas a coger un taxi?/Geh doch mit ihr hinunter und ruf ein Taxi (secuencia 90).

Se nota que el carácter demasiado directo de esta petición en alemán se ve inmediatamente amortiguado por un modulador del discurso, ausente en español, pero implícitamente sustituido por la interrogación negativa19. (Pseudo-) equivalencias entre una oración (pseudo-) declarativa española y un imperativo alemán resultan del empleo de una estructura formalmente declarativa, pero funcionalmente imperativa: Me lo traería, por favor/Würden Sie’s mir bitte bringen? (secuencia 112); Me firma aquí, por favor/Unterschreiben Sie bitte hier (secuencia 117)

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El ejemplo contradice claramente Koike (1994: 525), que, basándose en un corpus mexicano, había concluido que “negation in Spanish and English suggestions and requests is not used to soften or mitigate the proposition”, sino para enterarse de las razones “why an action should not be done”; según Garrido Medina (1999: 3920), la interpretación como acto de habla exhortativo “debe estar favorecida contextualmente”, para excluir “la interpretación limitada a la pregunta acerca del motivo”.

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–una estructura que parece necesitar la presencia de la partícula de cortesía para marcar el carácter exhortativo y desambigüizar la oración20. En muchas ocasiones, se observa la correspondencia entre el imperativo español y una fórmula lexicalizada en alemán, sin que esta variación tenga relevancia funcional a la hora de diferenciar un grado más o menos indirecto de la petición: Entrad/Herein (secuencia 44); Descuide/Ja, natürlich (secuencia 102).

La utilización de la oración interrogativa en español (como en alemán) puede tener también un matiz ligeramente irónico, cuando sirve, por ejemplo, para formular una petición cuyo carácter más bien insolente contrasta con la forma artificialmente indirecta. En alemán, además, esta construcción se ve amortiguada por un verbo modal: ¿Tú no me harías una mamada?/Könntest Du mir einen blasen? (secuencia 97).

Un rasgo típico del español es la reduplicación del imperativo; en la versión alemana, le corresponde generalmente, o bien un imperativo simple: Pasad, pasad/Kommen Sie bitte rein (secuencia 41),

o bien la combinación de un imperativo simple más una expresión impersonal lexicalizada: Pare, pare/Halt, bleiben Sie stehen (secuencia 32); Pare, pare aquí/Halt, halten Sie bitte (secuencia 106);

existen también ejemplos de una casi-reduplicación en alemán, con una pequeña variación del segundo imperativo: No te vayas, por favor, no te vayas/Geh’ bitte jetzt nicht fort, geh’ nicht weg (secuencia 79); Sigue, sigue leyendo/Lies, lies weiter (secuencia 114).

El único ejemplo de un doble imperativo español fielmente reduplicado en alemán es: Ven aquí, ven aquí, chiquitín/Komm her, komm her, mein Kleiner (secuencia 107).

En el contexto de un doble imperativo español se produce también el único error de traducción grave que he encontrado en la versión alemana. Durante los ensa-

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Para marcar el carácter exhortativo de la oración declarativa puede ser suficiente también –lo que parece menos seguro en los contextos citados– “la relación jerárquica entre interlocutores”; Garrido Medina (1999: 3919).

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yos para una representación de Haciendo Lorca, de Lluís Pascual, Huma, la gran actriz, está arrodillada delante de una artesa de madera amasando harina. Los responsables de la versión alemana no comprendieron los gestos de la actriz y tradujeron la indicación del director: Amasa, tú sigue amasando (secuencia 116)

como si Huma estuviera lavando ropa: Wasch dabei die Wäsche,

pero evitaron –pragmáticamente correctos– la reduplicación del imperativo (en los subtítulos alemanes, amasar se traduce correctamente por kneten –lo que prueba la independencia de los subtítulos y del doblaje). Otro rasgo típico del español, aunque bastante raro en el corpus, es el “optativo”, o sea, la estructura que + verbo en el subjuntivo o, con verbos modales, en el indicativo: Que no me toques, tía/Rühr mich nicht an, ja (secuencia 63); Que tienes que hacer unos kilitos/Du mußt ein paar Kilo zulegen (secuencia 1); Venga, que tienes que salir/Hier, gleich geht’s los (secuencia 95);

parece ser que la función pragmática que la versión alemana no consigue expresar es la de intensificar o modular la petición, según la entonación y el contexto21.

3.2. Tratamiento Las diferencias hispano-alemanas más llamativas en el dominio del tratamiento se remontan a la aplicación distinta de la oposición entre tratamiento formal y tratamiento informal; desde el llanto fúnebre de Dámaso Alonso (1962) –“La muerte del usted”– se registran los progresos de la forma informal en un sinnúmero de actos de habla22, y no se sorprenderá nadie de que las diferencias entre la versión española y alemana de la película en este dominio (¡en ocho actos de habla!), únicamente se presentan bajo el contraste español tú, alemán Sie, nunca al revés. De esta forma, parece lógico que la monja, ya citada en la introducción

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“The imperative and optative variants are pragmatically [...] distinct, though native speakers of Spanish strongly judge their semantic content to be identical”; Harris (1998: 36); según Garrido Medina (1999: 3909), la forma del optativo “puede ser usada para dar una orden, si el interlocutor no ha prestado atención a una mención anterior”. Para más bibliografía, cf. Monjour (2002).

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de estas líneas, trate al prostituto travesti Agrado y a su supuesta compañera Manuela de tú: Pasad, pasad/Kommen Sie bitte rein (secuencia 41),

y también entre dos enfermeras que hablan por teléfono, se emplea automáticamente el tratamiento informal, menos habitual en el mundo laboral de Alemania: Dáme los datos/Geben Sie mir bitte die Daten (secuencia 0); ¿Me das los datos?/Geben Sie mir die Daten durch? (secuencia 21).

El efecto pragmático de esta variación consiste en que el tratamiento formal crea más distancia, lo que en el caso de los actos exhortativos puede interpretarse como amortiguación de una petición demasiado directa. Un caso típico es el comportamiento de Huma que trata a Manuela de tú casi en la primera secuencia en la que se encuentran (secuencia 59), considerándola a la vez como compañera y como asistente sobre la que evidentemente ejerce su autoridad; en la versión alemana, la relación profesional sigue imponiendo, durante más tiempo, el tratamiento más formal que atenúa las peticiones consideradas como poco corteses sin esta medida de precaución: Por favor, abróchame/Können Sie mir das zumachen? (secuencia 69).

Manuela –que al principio había utilizado la forma de distancia– le devuelve rápidamente este tú: Quédate aquí (secuencia 62),

que los responsables de la versión alemana no llegan a aceptar en este momento: Bleiben Sie hier (secuencia 62);

el tuteo no se lo conceden hasta más tarde, si bien amortiguándolo con un verbo modal: Deja las bolsas aquí, Huma/Du kannst sie hier abstellen, Huma (secuencia 85).

Otra relación compleja, no sólo lingüísticamente, es la que hay entre Manuela y la madre de su joven amiga Rosa. Al principio, la madre trata a Manuela, creyendo que se trata de una prostituta, de un usted conscientemente distante; después, cuando se da cuenta, no sin celos, del cariño maternal que Manuela manifiesta, cuidando de Rosa y más tarde de su bebé, la trata del tú que corresponde al carácter familiar de la situación –contrariamente a la versión alemana que refleja una mayor distancia: Si necesitáis dinero, me lo pides/Wenn Sie Geld brauchen, sagen Sie’s (secuencia 102);

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Y por favor, tenme informada/Und wenn Sie mich bitte auf dem Laufenden halten (ibíd.); No le digas a nadie lo de los anticuerpos/Sagen Sie keinem etwas von den Antikörpern (secuencia 112).

Manuela, a su vez, no le devuelve a la madre este tú, sino, expresando sutilmente un rechazo profundo del comportamiento y de las actitudes de la madre, conserva el tratamiento formal: No piense en eso, Rosa (secuencia 115);

la versión alemana, esta vez, es coherente: Daran dürfen Sie nicht denken,

pero pierde –con el empleo uniforme del tratamiento formal en todos los casos– un matiz importante para la caracterización de los actos de habla y de los personajes. En el dominio del tratamiento se notan también diferencias en cuanto al empleo de formas impersonales que pueden contribuir a la formulación de peticiones menos directas: Hay que tomar una decisión (secuencia 23);

el equivalente alemán, aparentemente más directo: Wir müssen eine Entscheidung treffen,

podría explicarse por ciertas circunstancias específicas: el médico que pide a la madre la decisión de consentir la donación del corazón de su hijo, muerto en un accidente, puede estar acostumbrado al empleo, típico en su entorno socio-profesional, de la primera persona del plural que conlleva la pseudo-implicación del médico en la vida y el destino del paciente. En otros casos, la variación entre el tratamiento y una estructura equivalente impersonal no parece ser relevante a nivel pragmático que se trate de las fórmulas lexicalizadas ya mencionadas: Entrad/Herein (secuencia 44)

o que se trate de formas más bien individuales, en general de tipo elíptico: No lo comentes, pero Nina [...]/Im Vertrauen gesagt: Nina [...] (secuencia 60).

3.3. Verbos modales Una estrategia clásica que sirve para atenuar el carácter exhortativo fuerte del imperativo es el empleo de verbos modales –y ya se ha notado dentro del contex-

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to de los tipos de oraciones, que es una estrategia mucho más común en la versión alemana que en la versión española: en la versión española, un verbo modal sustituye al imperativo en 26 actos de habla, en la versión alemana en 38 actos de habla, así que observamos, en un cierto número de casos, una equivalencia funcional entre un imperativo español y un verbo modal alemán: Llévame al hospital, por favor/Du mußt mich ins Krankenhaus bringen, bitte (secuencia 79); Apóyese en mi brazo/Sie können sich auf meinen Arm stützen (secuencia 11).

La constelación contraria –verbo modal español/imperativo alemán– es inexistente; cuando al verbo modal español le corresponde un verbo no-modal alemán, se utiliza una construcción declarativa o interrogativa que ofrece otras posibilidades de modulación del carácter exhortativo: Tú debes descansar un ratito/Du legst Dich jetzt ein bißchen hin (secuencia 85) [diminutivo + marcador del discurso]; Hoy no debes ir a trabajar/Heute gehst Du lieber nicht arbeiten (secuencia 39) [marcador del discurso]; Si pudieras conseguir un ansiolítico/Würdest Du ein Beruhigungsmittel besorgen? (secuencia 69) [oración interrogativa + condicional].

La constatación de una superioridad numérica del empleo de verbos modales en alemán frente al español, coincide con las observaciones (intuitivas) que se hicieron a propósito de la comparación del español con otras lenguas germánicas: “Es notable la frecuencia proporcionalmente baja de la modificación facultativa (¿puedes/podrías...?) y la modificación volitiva orientada al hablante (¿quieres...?), construcciones que parecen usarse mucho en inglés y en holandés, por ejemplo” (Mulder 1998: 261 s.). La selección de los verbos modales entre ellos se hace según preferencias bastante claras: los verbos modales más utilizados son “deber” (12 actos de habla en español, 17 en alemán), “querer” (6 actos de habla en español, 9 en alemán)23 y “poder” (3 actos de habla en español, 10 en alemán); se nota la preponderancia de “deber” en ambos idiomas, mientras que en el caso de “poder” el alemán se muestra mucho más productivo que el español. Otros verbos modales surgen con una frecuencia muy limitada. En el caso de:

23

Gómez Torrego (1999: 3362-3364) considera querer como “perífrasis con infinitivo y significado modal” siempre y cuando se cumplen ciertas condiciones, como la no-pronominalización: Quiere comprarse varios coches –Lo quiere vs. Quieres cantar– Sí, quiero/*Si, lo quiero.

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¿Te importa que vayamos a tu casa? (secuencia 50); ¿Te importa dejarme sola? (secuencia 93),

los responsables de la versión alemana prefirieron evitar la equivalencia literal: *Würde es Dir etwas ausmachen...?,

con un carácter exhortativo demasiado indirecto, y optaron por soluciones en las que los moduladores del discurso ya amortiguan suficientemente la petición: Könnte ich vielleicht mit zu Dir gehen? (secuencia 50); Läßt Du mich mal einen Moment allein? (secuencia 93).

3.4. Condicional El empleo de un verbo modal muchas veces conlleva, como medida de modulación suplementaria, el empleo del condicional: Deberías hacerlo, por si acaso/Solltest Du aber tun, für alle Fälle (secuencia 93); Quisiera verte en las dramatizaciones esas/Ich würde dich gerne mal sehen in so einer gestellten Szene (secuencia 5);

en español el imperfecto del verbo modal puede funcionar como condicional y equivaler a un condicional alemán: No debías haberlo hecho/Das hättest Du wirklich nicht tun dürfen (secuencia 27).

Como el condicional se emplea, en estos contextos, aún con mayor frecuencia en la versión alemana que en la versión española: Debe moverse lo menos posible/Sie sollten sich so wenig wie möglich bewegen (secuencia 72),

el número total de ocurrencias del condicional diverge ligeramente entre las dos versiones: 12 actos de habla en español, 17 actos de habla en alemán. Se notará igualmente el empleo ocasional del condicional con verbos no-modales: Me lo traería, por favor/Würden Sie’s mir bitte bringen? (secuencia 112); Si pudieras conseguir un ansiolítico/Würdest Du ein Beruhigungsmittel besorgen? (secuencia 69).

Globalmente no hay indicios, en el corpus analizado, de diferencias interlingüísticas o interculturales importantes en cuanto a la utilización del condicional en los actos de habla exhortativos.

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3.5. Marcadores del discurso Una de las diferencias interlingüísticas o interculturales más marcadas entre los actos de habla exhortativos en español y en alemán, consiste en la frecuencia de las famosas partículas modales del alemán (“Abtönungspartikel”), una clase que considero aquí como subcategoría de los marcadores del discurso. La definición de Martín Zorraquino y Portolés según la cual los marcadores del discurso tienen la función de “guiar [...] las inferencias que se realizan en la comunicación” (Martín Zorraquino/Portolés: 1999: 4057; Portolés 22001: 25 s.) permite incluir estas partículas alemanas; del mismo modo que los “enfocadores de la alteridad” más específicos, que yo considero aparte bajo el lema de “fórmulas de cortesía”, y de “introductores exhortativos”. Los adverbiales atenuadores también “señalan el enfoque o la posición que el hablante va adoptando con respecto al interlocutor (amigable, por ejemplo [...])” (Martín Zorraquino/Portolés 1999: 4144). En la versión alemana de la película, este tipo de marcadores del discurso se emplea nada menos que en 30 actos de habla, en la mitad de los casos para atenuar el imperativo puro que en alemán se consideraría como demasiado directo: Siéntense/Setzen Sie sich doch (secuencia 72); Espera fuera/Wart’ mal draußen (secuencia 77); Cógelo/Nimm ihn ruhig (secuencia 114).

Además, los adverbiales atenuadores se encuentran incluso en actos exhortativos en los que la petición ya se ve amortiguada por el empleo de un verbo modal en el condicional: Me encantaría verla/Das würde ich gern mal sehen (secuencia 3); No debías haberlo hecho/Das hättest Du wirklich nicht tun dürfen (secuencia 27); ¿Te importa que vayamos a tu casa?/Könnte ich vielleicht mit zu Dir gehen? (secuencia 50).

Se trata, en alemán, de una triple atenuación del carácter exhortativo que se presenta, de todos modos, de forma menos directa que en los actos de habla correspondientes de la versión española24. No hay que olvidar que la misma función moduladora en el contexto del acto exhortativo puede ser cumplida por diminutivos25 y por otros elementos no 24

25

Cf., para las repercusiones de los marcadores del discurso neerlandeses en el español hablado por estudiantes neerlandeses, Le Pair (1996: 661). “Diminutives constitute the most frequent internal modifier employed by the Uruguayans”; Márquez Reiter (2000: 137).

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adverbiales; se pueden distinguir las tres constelaciones, según si hay este tipo de modulación en ambos idiomas: Que tienes que hacer unos kilitos/Du mußt ein paar Kilo zulegen (secuencia 1); Espérate un poquito/Wart’ noch ein bißchen (secuencia 14); Sé un poquito razonable/Sei doch ein bißchen vernünftig (secuencia 27); Tú debes descansar un ratito/Du legst Dich jetzt ein bißchen hin (secuencia 85),

o si hay modulación por un elemento no-adverbial sólo en español (con un marcador del discurso como equivalente en alemán): ¿Quieres echarte en mi cama un rato?/Willst Du Dich vielleicht in mein Bett legen? (secuencia 51),

o si se modula sólo el acto de habla alemán mediante tal tipo de lexema: Me gustaría hablar con Huma/Ich würde gerne mit Huma einen Moment reden, bitte (secuencia 77); Vamos a beber/Kommt, wir trinken was (secuencia 88); ¿Te importa dejarme sola?/Läßt Du mich mal einen Moment allein? (secuencia 93).

Ya que este tipo de atenuación es difícilmente sistematizable –porque evidentemente no existe un inventario cerrado de lexemas idóneos para cumplir esta función–, he renunciado a incluirlo en la categoría de los marcadores del discurso y a contabilizarlo para el análisis de mi corpus26.

3.6. Fórmulas de cortesía Las fórmulas de cortesía stricto sensu pueden ser consideradas como subcategoría de los marcadores del discurso27; las he separado de las partículas modales en vista de su carácter fijo28 y no sustituible por elementos funcionalmente equivalentes, salvo, en raros casos en alemán, por una perífrasis con el verbo performativo correspondiente de la que históricamente procede29. Es difícil responder 26

27 28

29

Cf., para los efectos difícilmente calculables de diminutivos dentro de un acto de habla exhortativo, los estudios comparativos de Curcó (1998: 141-164), y Curcó/De Fina (2002: 126-128), que analizan las diferencias del tipo Denos un café/Denos un cafecito en el español de España y de México. Cf., p. e., Martín Zorraquino/Portolés (1999: 4189 s.). “[La partícula por favor] refleja el resultado de un proceso de gramaticalización”, Martín Zorraquino/Portolés (1999: 4189 s.). Bitte < ich bitte Dich; como curiosidad se notará que la evolución análoga más reciente de por favor, como resultado de fórmulas como hágame el favor de..., es interpretada como anglicismo

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a la pregunta de si existe o no una diferencia funcional entre la partícula de cortesía y esta perífrasis, típica del alemán (bitte vs. ich bitte Dich/Sie, ich flehe Dich/Sie an). Los ejemplos no permiten una diferenciación bajo este punto de vista; a lo mejor permiten constatar una graduación, en el sentido de que expresan más insistencia, por lo cual se nota que el empleo del verbo performativo en alemán puede corresponder a la reduplicación de la simple partícula, típica del español: Dígale que me suelte, por favor, por favor/Sagen Sie ihr, sie soll mich loslassen, bitte, ich flehe Sie an (secuencia 11); No me hagas chantaje, por favor, por favor/Du darfst mich nicht erpressen, ich bitte Dich, ich bitte Dich (secuencia 73).

Se notará que tanto la partícula como la perífrasis, en español y en alemán, pueden tomar otra función que la de cortesía y “reflejar [...] un efecto de sentido de protesta o de desacuerdo” (Martín Zorraquino/Portolés 1999: 4190), incluso de miedo o de susto: Que no entre aquí, por favor/Daß er hier bloß nicht reinkommt (secuencia 112); Manuela, por favor/Manuela, ich bitte Dich (secuencia 110);

evidentemente, estos casos no deben estar tomados en consideración a la hora de describir los actos de habla exhortativos. La diferencia interlingüística o intercultural entre las partículas de cortesía, se sitúa ante todo al nivel de la frecuencia con la que se utilizan por favor y bitte dentro de los actos de habla exhortativos: en la versión española, por favor, simple o reduplicado, se encuentra en 14 actos de habla de este tipo, en la versión alemana en 22, incluidos los casos mencionados de partícula y/o perífrasis30. Hay que constatar entonces que en un número importante de situaciones pragmáticamente equivalentes la petición sin partícula, es decir más directa, en español, y con partícula, es decir menos directa, en alemán, cumplen visiblemente, en cada sociedad, los mismos requisitos de cortesía: Dáme los datos/Geben Sie mir bitte die Daten (secuencia 0); Pasad, pasad/Kommen Sie bitte rein (secuencia 41);

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bajo la influencia de “la industria de doblaje de películas”; Lorenzo (1996: 92); cf. también ibíd.: 637 y Beinhauer (1991: 147 s.). Márquez Reiter (2000: 139) cuenta en su corpus británico-uruguayo cinco ejemplos de por favor y quince de please.

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Me gustaría hablar con Huma/Ich würde gerne mit Huma einen Moment reden, bitte (secuencia 77); Hagan como que roncan/Fangen Sie bitte an zu schnarchen (secuencia 103); Pare, pare aquí/Halt, halten Sie bitte (secuencia 106), etc.

La partícula de cortesía, en los raros casos en los que se encuentra en español y no en alemán, puede corresponder a una construcción con verbo modal que cumple la misma función, la de modular el carácter exhortativo: Al Hospital del Mar, por favor/Ins Hospital del Mar möchten wir (secuencia 105);

la renuncia, por parte de los responsables de la versión alemana, al empleo de la simple partícula alemana puede ser motivada por la necesidad fonético-articulatoria de obtener un equivalente con tres sílabas.

3.7. Introductores exhortativos Otra subcategoría específica de los marcadores conversacionales es la de ciertos “enfocadores de alteridad” que “pueden introducir [...] todo tipo de enunciados –declarativos, directivos, preguntas, etc. [...]– y aparecen frecuentemente con modulación exclamativa” (Martín Zorraquino/Portolés 1999: 4171)31; estos “enfocadores” como hombre/mujer, mira/oye, venga/ven, vamos, anda etc.32 sirven muchas veces para acompañar e introducir la petición, aunque no sea fácil determinar si contribuyen a atenuar o a intensificar el enunciado33. De todos modos, los “introductores exhortativos” –como prefiero llamarlos– parecen crear un ambiente más familiar que facilita la formulación de la petición. Un indicio en este sentido es el hecho de que parecen difícilmente compatibles con el tratamiento formal. En la versión española, Agrado se dirige enérgicamente al mensajero, evitando el tratamiento directo: Venga, venga, que no se puede estar aquí (secuencia 117);

el introductor venga, aunque formalmente un imperativo de distancia, funciona también con el tratamiento familiar, como lo demuestra el empleo de: Venga/Hierher (secuencia 107)

31

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Ya Beinhauer (1991: 60) había mencionado, entre las “formas de iniciar el diálogo”, los “imperativos de percepción sensual para iniciar el diálogo”. Martín Zorraquino/Portolés (1999: 4171) tratan venga en otro capítulo, subrayando la función de “mostrar un tipo de acuerdo” –este acuerdo, sin embargo, implica un acto de habla exhortativo. Haverkate (1994: 200) utiliza el verbo “enfatizar” para describir su función.

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por parte de un señor mayor que se dirige a su perro. La versión alemana del primer acto de habla, sin embargo, que intenta conservar el introductor exhortativo y a la vez el tratamiento formal, no suena muy auténtica: Komm, hier dürfen Sie nicht rein (secuencia 117).

En los ejemplos en los que introductor y tratamiento formal parecen perfectamente compatibles, el introductor conserva todavía una parte de su significado lexical: Vamos, levántese/Kommen Sie, stehen Sie auf (secuencia 11).

Las diferencias interlingüísticas o interculturales en cuanto al empleo de los introductores son bastante limitadas, ya que los responsables de la versión alemana intentan encontrar fórmulas funcionalmente equivalentes, aunque no siempre tan estandarizadas como los introductores españoles: Oye, venga para ‘cá/Na, kommen Sie doch mal her (secuencia 36); Venga, que tienes que salir/Hier, gleich geht’s los (secuencia 95); Anda, ayúdame/Komm, hilf mir (secuencia 94).

El último ejemplo demuestra, sin embargo, que la presencia del introductor es un poco menos frecuente en alemán, ya que el mismo acto de habla surge en otro contexto, textualmente idéntico, pero sin introductor alemán: Anda, ayúdame/Hilf mir (secuencia 32);

existen algunos ejemplos más de una diferencia hispano-alemana del mismo tipo: Ven, échate aquí en el sofá.../Leg’ Dich auf’s Sofa... (secuencia 86); Por favor, venga, come/Ich bitte Dich, iß lieber was (secuencia 1); Pues vente, mujer, y así no voy sola/Wenn Du mitkommen würdest, dann wäre ich nicht so allein (secuencia 42).

Los dos últimos ejemplos parecen confirmar la interpretación del introductor español como elemento más atenuante que intensificante, ya que en la versión alemana se encuentran elementos, como el empleo de la partícula modal (lieber) o del condicional (würdest/wäre), que visiblemente tienen como efecto el de amortiguar el enunciado del acto de habla y de conferirle un carácter menos directo.

3.8. Los actos de habla exhortativos y la cortesía ¿Cómo deben interpretarse todas estas diferencias bajo la perspectiva del análisis “cortesiológico”? Ya que según la hipótesis principal de nuestra comparación, las

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dos versiones pueden ser consideradas pragmáticamente equivalentes, deben reflejar el mismo nivel de cortesía dentro del ambiente lingüístico-cultural del país correspondiente; este nivel de cortesía idéntico se manifiesta, sin embargo, en las dos lenguas o culturas a través de mecanismos lingüísticos que pueden distinguirse considerablemente. Estas diferencias le causan al hablante de la lengua A la impresión subjetiva de que la lengua B es más “cortés” que la suya o menos –una impresión falsa, ya que el nivel de cortesía en las dos lenguas es el mismo, sólo diverge la manera más o menos directa de expresar la petición. En el caso de los actos de habla exhortativos, la finalidad de la comparación interlingüística o intercultural debe consistir entonces en medir el carácter más o menos directo de la petición que todavía se considera como cortés34. En la práctica se trata por lo tanto de traducir las tendencias, de tipo lingüístico, en términos de tipo pragmático y de atribuir a cada diferencia interlingüística un valor más o menos elevado en una clasificación según el criterio de la amenaza “directa” o de la protección “indirecta” del interlocutor por parte del hablante. Para realizar esta comparación, he utilizado todos los elementos analizados que presentan diferencias interlingüísticas o interculturales y he intentado concederles a la versión española o alemana, para cada una de las constelaciones, un punto por cada “comportamiento menos directo”, siempre y cuando una de las lenguas utilice más mecanismos lingüísticos amortiguadores que la otra; evidentemente, admito también la posibilidad de un empate. El resultado es más que claro: en dos tercios de los casos, el acto de habla exhortativo se formula de manera menos directa en alemán, sólo una de cada catorce veces, los locutores españoles utilizan una fórmula menos directa. Número de actos de habla con diferencias interlingüísticas/ interculturales Número de actos de habla diferentes, menos directos en español

99 (=100 %) 7 (= 7 %)

Número de actos de habla diferentes, tan directos en español como en alemán

26 (= 26 %)

Número de actos de habla diferentes, menos directos en alemán

66 (= 67 %)

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Teniendo en cuenta el hecho de que “no todo lo que resulta cortés es indirecto”; Escandell Vidal (1995: 52); sobre todo los actos indirectos no convencionales –que no trato aquí– pueden resultar bastante descorteses.

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4. Conclusión Como ya lo había previsto al inicio de mis reflexiones, aquí no se trataba de hacer descubrimientos revolucionarios en cuanto a las diferencias interculturales hispano-alemanas en el dominio de los actos de habla exhortativos. El resultado de un comportamiento pragmático más directo del español, en comparación con el del alemán, coincide perfectamente con las conclusiones que se pueden sacar de todos los estudios de pragmática intercultural; en estos estudios en los que generalmente se compara el español o variedades del español, raramente con el alemán35, pero con una gama bastante larga de idiomas, se suele destacar como característica de la lengua o de la cultura española o hispanoamericana la forma bastante poco indirecta de muchos actos de habla, y sobre todo de los actos de habla exhortativos. En el ya mencionado “Cross-Cultural Speech Act Realization Project”, Shoshana Blum-Kulka y sus colaboradoras constatan, por lo que se refiere a los actos de habla exhortativos en cinco idiomas, que Argentinian Spanish speakers were found to be the most direct, followed by speakers of Hebrew. The least direct were the Australian English speakers. Speakers of French Canadian and German were concentrated at the mid-point in our continuum of directness (Blum-Kulka/House 1989: 149).

El resultado del análisis de Rosina Márquez Reiter de los actos de habla exhortativos en el inglés británico y el español de Uruguay es análogo: The analysis of the request findings shows there is a general trend in Uruguayan Spanish for higher levels of directness and a general trend in British English for higher levels of indirectness (Márquez Reiter 2000: 171)36.

Rob le Pair resume su comparación de actos de habla exhortativos en el español de hispanohablantes y en el español utilizado por estudiantes neerlandeses, diciendo que Spanish NS [= native speakers] are more direct in their requesting, using about two times more direct strategies than Dutch NNS [= nonnative speakers] (Le Pair 1996: 668).

Sólo en comparación con los actos de habla exhortativos del quechua, se ha constatado que el español no utiliza estrategias más directas que las del otro idioma: Indirect request strategies in Quichua and Spanish have been greatly reduced [...] and replaced with a higher frequency of direct strategies that easily translate from one language to another (Hurley 1995: 254).

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Cf. únicamente Blum-Kulka/House (1989); Büchle (2001) se limita al estudio de cartas comerciales y privadas. Cf. también Márquez Reiter (1997: 165 ss.); (2002: 103).

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Los análisis, sin embargo, del comportamiento exhortativo de hispanos estadounidenses, en inglés y en español, dan resultados contradictorios, difíciles de interpretar37. Junto a las coincidencias substanciales de tantos estudios de pragmática intercultural, me parecen casi más interesantes las conclusiones que se pueden sacar en cuanto a la metodología de este tipo de estudios comparados. Frente a la uniformidad de los estudios citados, basados únicamente en el juicio metalingüístico de locutores que describen o escenifican su propio comportamiento lingüístico en situaciones pragmáticamente definidas, el método de la confrontación de versiones de películas intenta utilizar fuentes relativamente auténticas, siempre y cuando, evidentemente, los guiones de la versión original y de la versión doblada respeten las normas pragmáticas de las lenguas y culturas a cuyo público vayan dirigidos. Aunque nunca se deba olvidar la diferencia insuperable entre la realidad lingüística y su reflejo en una obra de arte, el arte de Pedro Almodóvar parece merecer la confianza del lingüista; la veracidad del comportamiento pragmático de los protagonistas de Todo sobre mi madre forma parte de estos “detalles” que, según un crítico cinematográfico, “otorgan una impecable dosis de naturalismo, casi documental, a la historia” (Quim Casas, cit. en Colmenero Salgado 2001: 152). Habrá que seguir comprobando este valor documental en futuros análisis pragmalingüísticos...

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Cf. Walters (1979), García (1989).

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INTENSIFICACIÓN Y ATENUACIÓN EN RELACIÓN CON CORTESÍA Y DESCORTESÍA EN UN TALK SHOW DE LA TELEVISIÓN ESPAÑOLA EVA BERNHARDT Heidelberg

1. Introducción En el centro de interés de este artículo están la atenuación e intensificación lingüística –fenómenos que formalmente se sitúan en la morfología, la sintaxis y la fraseología. El material de estudio se toma de un corpus establecido de un talk show de la televisión española. El género talk show se presta para este análisis por su amplia gama de expresiones emotivas ya que se trata de una polémica pública en la que los participantes se encuentran constantemente expuestos a un juicio directo que exige un comportamiento adecuado, no obstante pueden llegar hasta el punto de la agresión verbal que conlleva un comportamiento “sin cortesía”. Los trabajos de A. Briz (1995b, 1996) y de J. Puga Larraín (1997) proporcionan la base para la teoría sobre “atenuantes” e “intensificadores”. Por otra parte, los ejemplos van a demostrar la relación de estos fenómenos con el concepto de “imagen” (face) y por consiguiente con los términos de “cortesía” y “descortesía”, en su principio descritos por Goffman (1967) y Brown/Levinson (1987) y más tarde aplicados, entre otros, por Haverkate (1994), García Gómez (2000). La atenuación se puede relacionar con la cortesía puesto que el punto en común de ambos mecanismos es el deseo de guardar la imagen del otro. La intensificación y la descortesía sin embargo sólo se corresponden parcialmente. Los ataques a la imagen del otro (FTA) pueden verbalizarse mediante la intensificación. Un intensificador no obstante (que se define como tal por su forma) puede también cumplir con la función de aumentar el contenido positivo de la enunciación.

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2. El corpus El tipo de talk show, que es el centro del análisis de este trabajo, es parte de la sección de entretenimiento de la televisión española, por lo que no versa sobre discusiones políticas ni culturales sino sobre temas de la actualidad que se debaten tanto entre los invitados famosos en el mundo de los medios de comunicación como entre el público en el estudio que es “gente normal y corriente”. En este tipo de programas se intenta, en el fondo, discutir sobre comportamientos sociales adecuados y así mantener o construir una teoría social sobre un tema en particular a partir de la discusión (Gregori 2002), para ello se presentan tanto la voz del pueblo como la de ciertos “expertos”. El programa elegido tiene el nombre de “Esta es mi historia” y procede del primer canal de Televisión Española. Se emite los viernes por la noche y está moderado por una presentadora (Ana García Lozano)1. Los temas que las emisiones tienen como objeto suelen ser cotidianos y de interés general así que todo el mundo pueda contribuir con su opinión. Se discuten polémicamente ya que se presentan como una disyuntiva entre pro y contra o suponen –aunque sin decirlo explícitamente en el título– dos bandos opuestos entre los invitados2: “Máquinas expendedoras de preservativos en colegios –¿sí o no?”/“¿A quién le importa el físico?”/“El matrimonio – ¿cielo o infierno?” son títulos de algunos programas. A los participantes se les invita como representantes y defensores de sendas opiniones, se puede decir que defienden un papel ya que son portadores de opiniones. De ahí se puede sacar la conclusión de que la meta es la discusión misma y no el intento de convencerse mutuamente3, en el fondo, se trata de negociar un comportamiento socialmente adecuado4. Por su carácter de espectáculo de diversión y porque los hablantes tienen la función de portadores de opiniones, este tipo de emisiones se puede prácticamente considerar una obra de teatro semi-improvisada.

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El director del programa es Josep Ramón Lluch, la subdirectora Ana Alarcón de la productora “La Granota Groga” con sede en Valencia. La autora ha llevado a cabo varias entrevistas con la dirección, la redacción y la presentación del programa y ha asistido a dos emisiones en directo. De hecho, la redacción del programa prepara la emisión con esta meta: se elige a los panelistas según un perfil determinado, o sea, perteneciendo a una de las dos opiniones enfrentadas. Dentro del género talk show la redacción denomina a este tipo de talk show “debate” en contraposición con los así llamados “testimonios” donde los temas son de índole más personal: “Mi suegra consiguió acabar con mi matrimonio”/“Necesito que me entiendas”/“Quiero que te vayas” (ejemplos de “Cerca de ti” de TVE, un programa realizado bajo la misma dirección). Al principio del programa que procura el material para este artículo, la presentadora introduce el tema del día con el comentario: “No vamos a arreglar el mundo –no es que lo arreglemos habitualmente pero a veces hasta lo intentamos”. Con estas palabras ya se manifiesta que el objetivo del programa está estrechamente ligado con la idea del “mundo harmónico”, de algo moralmente adecuado.

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En contraposición a otros talk shows los invitados no entran uno por uno y se trata cada problema individualmente sino que los participantes están desde el principio sentados tanto en el plató como entre el público. Los invitados “principales” son personas conocidas de la televisión: actores, cantantes, críticos que se encuentran en el plató, algunos entre el público. Participa también el público directo y presente y a su vez el indirecto, este último mediante llamadas telefónicas. Esta distribución de los participantes favorece discusiones entre varias personas y no sólo diálogos entre el presentador y los invitados individualmente. Determino el talk show como un género televisivo que constituye un marco especial y ambiguo de discurso. Según Gregori Signes representa “a quasi conversational type of face-to-face interaction” (Gregori Signes 2000b) ya que oscila entre el género periodístico de la entrevista y la conversación libre y no dirigida: Se encuentra por un lado el elemento “oficial” y formal que procura el foro televisivo y la categoría del presentador que dirige la charla; y por otro el foco temático privado y personal, el cual constituye el objeto de todo el programa, es decir, discutir en público asuntos de la vida personal de los invitados, o por lo menos algo que les concierne personalmente, y su opinión y testimonio. El carácter conversacional y de familiaridad se ve reforzado por el tono de confianza que emplea el presentador. No se trata de una “conversación” en el propio sentido de la palabra, o sea, en el sentido de Sacks et al. (Sacks/Schegloff/Jefferson 1974) ya que algunos puntos que se han establecido como pertinentes para poder denominar un evento de habla “conversación” no se encuentran en este tipo de evento de habla, como por ejemplo el punto sobre el cambio de turno: Según Sacks et al. éste se ha de desarrollar libremente. En el género talk show se puede tanto desarrollar libremente como mediante la intervención del presentador (Gregori Signes 2000b: 199-200), así que se combinan rasgos de conversación con características de eventos de habla más formales. La emisión que presta ejemplos para este trabajo es la del día 15 de marzo de 2002 y trata el tema de “Locos por la tele –cómo y por qué conseguir la fama”. Aquí, más que el carácter general y accesible del tema, destaca el hecho de que los famosos entre los invitados se vean expuestos a un ataque muy personal hacia sus identidades como tales y se encuentren ante la necesidad constante de defenderse. En el centro se encuentra la negociación de valores e identidades ya que chocan opiniones muy opuestas: Por un lado se encuentran los defensores de cualquier medio para conseguir la fama (entre ellos una actriz porno, una cantante que obtuvo su grado de popularidad gracias a un escándalo preparado), en el otro los adversarios que representan una postura moralizante y conservadora que hablan a favor de la fama conseguida por méritos artísticos. Se realizan críticas fuertes hacia la manera de ejercer su profesión algunos de los “artistas” invitados.

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En el estudio de Patricia Priest “‘Gilt by association’: Talk show participants’ televisually enhanced status and self-esteem” (Priest 1996), la autora ha investigado por qué las personas que participan en programas televisivos como talk shows tienen la necesidad de presentarse a sí mismas y sus problemas delante de una cámara y delante de un gran público. En primer lugar destaca el deseo de aumentar la autoestima. Además parece que el hecho de exponer su historia en la televisión le da más credibilidad al asunto personal en cuestión por la sensación de ser tomado en serio. Bastante peso tiene no obstante el hecho de querer conocer al presentador y querer salir en la televisión para ser alguien, para hacerse famoso y para ser reconocido posteriormente. En este programa en concreto donde se trata el tema de la fama y donde los invitados son “pseudo-famosos”5 nos encontramos en un meta-nivel: Se discute sobre lo que se hace para hacerse famoso practicando una de las posibilidades.

3. Los papeles que se constituyen en el talk show Los participantes se pueden clasificar como pertenecientes a una de las siguientes categorías: – el/la presentador/a; – ciudadanos de la calle; – “pseudo-famosos” a los cuales el público conoce por diferentes motivos, tales como escándalos en su vida personal, participación en programas de gran audiencia, etc.; – otros expertos en el tema que se está debatiendo; y, finalmente – la audiencia que se subdivide a la vez entre: la audiencia presente en el estudio y los telespectadores que pueden participar a través de llamadas telefónicas. A continuación se comentarán aspectos relevantes que conciernen, en concreto, al presentador, a la relación entre la audiencia y los invitados y a los papeles que se pueden atribuir a estas categorías diferentes: a) En primer lugar se encuentra el ya mencionado presentador/presentadora que dirige la charla. Su papel es ante todo presentar el tema a los invitados y regular

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Como ya se ha expuesto anteriormente, los panelistas –sobre todo del programa elegido– son conocidos en el mundo televisivo más por escándalos y por la frecuencia de sus apariciones en la pantalla que por su rendimiento artístico.

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el funcionamiento de la interacción, es decir que ejerce como “precepto regulador” en cuanto al desarrollo de la “conversación”: El presentador actúa como regulador en las “secuencias confrontacionales” (Gregori Signes 2000a: 75-83) que se caracterizan por un continuo solapamiento entre los participantes, agresividad verbal, interrupciones, incluso gritos e insultos. Estas secuencias se utilizan a menudo como reclamo para ganar audiencia. Sin embargo, también se puede apreciar que el presentador fomenta la aparición de estas secuencias confrontacionales, puesto que su papel es avivar la discusión utilizando información privilegiada obtenida antes del comienzo del programa, la cual incide en aspectos polémicos bien relacionados con el tema en cuestión, bien con la vida personal de los participantes. Finalmente, y relacionado con el primero, el papel del presentador es también mitigar la falta de cortesía, o sea, censurar a aquellos que cometen dicha falta y volver a restablecer el tono “cortés” de la interacción. Lo expuesto arriba indica que la categoría del presentador tiene la tarea de encargarse de la regulación de la dinámica a lo largo del programa. El presentador, no obstante, no intenta mantener su neutralidad, se observa una gran libertad en su comportamiento, puesto que, como indica Gregori Signes (2002), el presentador no duda en censurar abiertamente cualquier comportamiento que se considere amoral o políticamente incorrecto. Esta situación se ve favorecida por el hecho de que entre los invitados siempre hay dos polos opuestos en cuanto al tema en cuestión. El presentador interviene, además de verbalmente, por medio de gestos y muecas para manifestar su acuerdo o desacuerdo. Esto se transmite gracias al trabajo de las cámaras que lo enfocan casi siempre en estos momentos de “censura”. La moral y la moralización son un factor constitutivo de la escenificación medial de polémicas públicas (Keppler 2000), un hecho que se ve favorecido por la sintonía de la realización verbal, no-verbal y de la puesta en escena por parte de la dirección de cámaras. Esto se realiza de maneras diferentes: Destacan los recursos verbales mediante los cuales se restablece el orden y que se atienen a su vez a reglas de cortesía y de distanciamiento. A lo largo de la emisión del programa analizado la discusión se aviva y conforme a esto se observa un aumento de la frecuencia de las intervenciones “correctivas” y un cambio en el ejercicio de poder de la presentadora. En momentos de confrontaciones que impiden la comprensión por parte del público la presentadora interviene mediante generalizaciones o metáforas: “no se nos6 entien-

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Hay una mitigación aquí mediante la generalización “nos” –la presentadora se incluye para evitar una recriminación directa.

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de/me pongo rottenmeier7 total”. Más concreto es el uso del poder cuando lo explicita: “vamos a ver un segundín yo tengo poder/también tengo poder”8. En otras ocasiones sus advertencias se ven acompañadas por gestos indicando calma con las manos: Después de un desliz hacia el uso disfemístico por parte de un panelista (“me podéis mandar a tomar por culo/aaaa dar una vuelta por Burgos”) ella manifiesta su desacuerdo mediante el encunciado: “noo por favor Manolo” y en ese momento es enfocada por la cámara. En cuanto a la “censura” moral por parte de la presentadora hay que tener en cuenta que se trata de una cadena de televisión pública donde la dirección de los programas tiene la obligación de atenerse a un consenso moral y ético prescrito. Durante la emisión –que es en directo– la presentadora está en contacto constante con el director del programa mediante un intercomunicador, y éste le da instrucciones de índole moral, ético y práctico. b) La audiencia directa, el público en el estudio, tiene un papel decisivo en el proceso de la controversia. Entre la audiencia y los invitados se establece una interacción que es crucial porque lo que es común a las distintas categorías es el deseo de preservar y defender su imagen positiva (positive-face want en términos de Brown/Levinson 1987: 66) durante el desarrollo del conflicto interaccional y la presencia de un público directo que hace las veces de jurado, aumenta ese deseo. Para ello, los participantes dependen, por una parte, de sus propios medios argumentativos y retóricos; así como de sus dotes de persuasión personales. Así por ejemplo pueden ganarse la simpatía y el respaldo del público ya que el que mejor entretiene tiene más apoyo y gana aplomo en la discusión. La reacción directa del público –por ejemplo con la risa– puede por lo tanto influir en el comportamiento extralingüístico y lingüístico del hablante. La risa después de un chiste –aunque sea a costa de los demás– puede ser la señal de acuerdo y aumento de estima. El hablante gana con este apoyo terreno y no pierde la imagen atacando la de los demás. Por otra parte, su imagen se verá favorecida si recibe el apoyo moral y ético del resto de los participantes, incluyendo a la audiencia: El que tiene la opinión pública, la voz del pueblo como respaldo, puede ganar con facilidad una polémica pública en la que defiende una opinión común9.

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Esta metáfora sirve también de atenuación ya que se trata de una alusión a una figura del mundo infantil, a la Srta. Rottenmeier, la niñera severa de Heidi (la serie Heidi tuvo mucho impacto en España). A pesar de la atenuación anticipada “un segundín” la presentadora explicita su ejercicio del poder. La audiencia es como una autoridad que sanciona el comportamiento de los hablantes, cf. García Gómez (2000: 116) donde se explica el papel de la sanción social en un evento de habla que es el talk show.

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4. Intensificación y atenuación Como punto de partida para este capítulo nos sirve el estudio de Briz (1995b: 106) donde se define: La intensificación y la atenuación son dos hechos de discurso derivados de la actividad argumentativa y de la actividad conversacional de negociación por el acuerdo.

Y más detalladamente: […] la intensificación se vincula a la actividad argumentiva, más concretamente, al concepto de fuerza argumentativa. En efecto, el Yo utiliza el intensificador para reforzar la verdad de lo expresado y, en ocasiones para hacer valer su intención del habla. Es un modo de valorar, pero también de persuadir, de recriminar (Briz 1996: 14).

Especialmente la atenuación engloba estrategias conversacionales que regulan la relación interpersonal y social entre los participantes de la enunciación. Briz (1995b) postula que la atenuación es una categoría pragmática basada en general en el principio de la cortesía que mitiga la fuerza ilocutiva. Puga Larraín añade que la atenuación es un gesto de tomar distancia, un recurso que separa el hablante del interlocutor porque se aspira a respetar la imagen y no invadir el territorio del otro (Puga Larraín 1997: 10; 21)10. El punto en común de la atenuación y la cortesía consiste en que “están al servicio del buen funcionamiento de las relaciones sociales” (Puga Larraín 1997: 42). La atenuación verbal sirve para salvaguardar la imagen social y la autoimagen de los interlocutores. Su funcionamiento está sometido a un funcionamiento eufemístico: Para evitar una palabra tabú se suele recurrir a un sustituto eufemístico que sirve para atenuar el contenido. La intensificación se emplea –según Briz (1996)– para aumentar la fuerza argumentativa. Así los intensificadores constituyen una categoría pragmática de la conversación que está en correlación con la actividad retórica del hablante. Su uso, como el de los atenuantes, es una estrategia discursiva que “maximiza y realza las contribuciones del Yo” (Briz 1996: 14). Los intensificadores le dan más hincapié al juicio de valor de un hablante, sirven para señalar el acuerdo o el desacuerdo, muchas veces tienen un valor disfemístico. Ya que lo que se intensifica puede ser parte de la imagen positiva del interlocutor –así en el caso del acuerdo– no se puede identificar por completo la intensificación con la descortesía.

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En palabras de Brown/Levinson (1987: 70) se trata en este caso de negative politeness, ya que se respeta la imagen negativa del otro: “Negative politeness [...] is oriented mainly toward partially satisfying (redressing) H’s negative face, his basic want to maintain claim of territory and selfdetermination. Negative politeness, thus, is essentially avoidance-based, [...]”.

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5. Análisis Los siguientes fragmentos sirven para ilustrar la intensificación y atenuación en el contexto de la cortesía o descortesía verbal. Se han elegido cuatro fragmentos que permiten ver un desarrollo de un hablante en concreto. A lo largo de sus intervenciones se sirve tanto de intensificadores como de atenuantes que se pueden relacionar con la cortesía negativa y positiva o la descortesía. 1) Payasos de la tele11 1 Presentadora: ¿tú qué piensas de todo esto [Manolo e 2 Manolo: bueno yo yo creo que] 3 Presentadora: esa locura por salir/[en la tele? 4 Manolo: aquí hay unnn] hay unnn fff // cómo te lo explico yo sin que la gente se me eche encima/de entrada↓ 5 6 Presentadora: ¿a ver me pongo así? 7 Manolo: sí [ponte así 8 Presentadora: de parapeto 9 Manolo: ponte así 10 Presentadora: por si acaso] 11 Manolo: ponte así porqueee puede ser peligroso en un momento dao // ((...)) decía a mí me parece bien/eh hasta cierto 12 punto toda e’ta hi’toria y que conste que va a haber un 13 momento en el que voy a defender a los personajes que 14 tenemos aquí 15 16 ?: no 17 Manolo: pero yo antes tengo que decir que/si antes teníamos a Gabi Fofo Miliki y Fofito ahora tenemos a lo n lo los nuenuevos 18 payasos de la tele → 19 20 Presentadora: yo creo que no se puede comparar Manolo≠ 21 Manolo: ss de cua mmm§ 22 Presentadora: no se puede comparar son cosas totalmente di[stintas 23 Manolo: vamo’ a ver] 24 Presentadora: eh§ 25 Manolo: yo a este tipo de personajes me parece un tipo [de personajes → 26 Presentadora: la profesión de payaso es la profesión] [de payaso→ 27 Manolo: no] payaso payaso en el buen sentido de la palabra por eso 28 digo que por favor [que no se me tome

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El sistema de transcripción aplicado aquí se adapta al propuesto por el grupo VAL.Es.Co y Antonio Briz (1995a) y se encuentra en el apéndice.

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Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo:

Presentadora: Manolo:

Presentadora. Manolo: Presentadora: Manolo:

Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo:

Presentadora: Manolo:

Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo: Presentadora:

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y muy digna es que [a veces se utiliza la palabra payas [que no se me tome a mal es que no quiero que se me tome a mal por eso digo que a ver si me explico sin que§ a ver pues rebobina meta la pata de entrada/payasos en el buen sentido de la →/cumplen palabra ¿¿no?? cumplen cumplen una función→ una función que es la función de divertir ↑ mm cumplen una función/que e es la de estar en tu casa ver el programa de televisión lo e estamos todos sentados tranquilos y te ríes con su cosa sí con su’ paranoia’ con su’ historia’ con con la cantidad de cosa’ que hacen por por aparecer en televisión hum hum no obstante/por otro lado me parece un poco PELIGROSO este tipo de de de personaje’ porque ocupa quizá un espacio televisivo que no le corresponde sí que le le le le puede corresponder/a a otro tipo de → persona→ tú crees que que ocupan un lugar que si no estuvieran ellos // ocuparía otra gente§ es que [por eso te digo con otro trabajo más profesional vamos] [a decir [por eso te digo que ]hay que tener hay que tener bajo mi punto de vista que hay que tener un poco de cuidado ¿¿no?? mm porque también hay que valer para hacer lo que hacen ellos/yo sería INCAPAZ // de hacer lo que hacen ellos ¿¿no?? por ejemplo§ → [pero a mí a mí lo que me provoca→ estás señalando] estás señalando al frente norte sí pero por ejemplo yo he empezado hablando con Loli tú →/¿qué piensas de Loli?

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El fragmento está tomado del principio de la emisión. El tema es “Locos por la tele –¿cómo y por qué conseguir la fama?” y entre los panelistas reinan dos opiniones: a favor del uso de cualquier medio para conseguir fama y en contra de esto reclamando el rendimiento artístico. La primera panelista defiende la primera postura: su camino ha sido el de conseguir popularidad mediante un escándalo preparado. En este bando se encuentran –sobre todo entre el público– algunos personajes curiosos y estrafalarios. El invitado Manolo, que se sitúa en el bando contrario, es el segundo de los panelistas al que la presentadora le da la palabra con la pregunta “tú ¿qué piensas de todo esto?”. La presentadora es una autoridad “intocable” ya que tiene el poder de conseguir y distribuir el turno en cada momento. Gracias a ella el invitado Manolo obtiene el derecho a juzgar sobre el tema, cosa que le incita a adoptar el papel de experto. Lingüísticamente se observa que adopta un lenguaje elevado, rebuscado, con un vocabulario específico: “que conste que” (13)/“no obstante” (44)/“espacio televisivo” (46)/“bajo mi punto de vista” (56-57). A la vez se puede apreciar una actitud “profiláctica” (Haverkate 1994: 19) para evitar un conflicto –cosa a primera vista paradójica ya que la meta del marco televisivo talk show es un conflicto– no expresando directamente su opinión. No aborda el tema de su desacuerdo, sino que lo evita, correspondiendo con esta estrategia a la cortesía negativa12. Mediante un “acto indirecto” (Haverkate 1994: 23): “pero yo antes tengo que decir que/si antes teníamos a Gabi Fofo Miliki y →” (17-19) muesFofito ahora tenemos a lo n lo los nuenuevos payasos de la tele→ tra –sin hacer referencia directa a las personas presentes– que para él “los personajes que tenemos aquí” (14-15) son “payasos”, no se les puede tomar en serio. La presentadora que como “precepto regulador” vigila sobre la cortesía se lo recrimina valorando la profesión de payaso. El discurso del panelista Manolo deviene más retórico, más redundante, se caracteriza por una búsqueda de palabra escenificada (31: “a ver si me explico”; además en: 33-35, 48, 56-58). Ateniéndose a las reglas de la cortesía positiva intenta mostrar su capacidad de consenso : “no quiero que se me tome a mal” (30-31) “a ver si me explico sin que [...] meta la pata de entrada” (31, 33) y emplea correctivos: “payasos en el buen sentido de la palabra” (33-34). Destacan estrategias de mitigación: “[...] me parece un poco PELIGROSO este tipo de personaje porque ocupa quizá un espacio televisivo que no le corresponde [...]” (44-46) donde los atenuantes “un poco” y “quizá” le restan fuerza a la crítica. Lo mismo ocurre en “hay que tener un poco de cuidado” (57) en el que además la forma impersonal le distancia al hablante del contenido de su enunciación. Ade-

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“Negative politeness is essentially avoidance-based” (Brown/Levinson 1987: 70).

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más del aumento de formas atenuantes a lo largo del fragmento analizado se observa que el fragmento concluye con la frase “porque también hay que valer para hacer lo que hacen ellos/yo sería INCAPAZ // de hacer lo que hacen ellos ¿¿no??” (60-62) antes de que la conversación cambie de foco (cf. fragmento 2). Esta afirmación que parece ser un halago al rendimiento de los personajes presentes se puede interpretar como un acto indirecto que solapa la crítica ya señalada en 4446. Anteriormente el panelista ha manifestado su desacuerdo con “este tipo de personaje”, privándolos del derecho de hacer lo que hacen porque según él ocupan con esto “un espacio televisivo que no les corresponde” y comparándolos con payasos. Tanto el correctivo “payaso en el buen sentido de la palabra” (27) como el aparente halago sobre su valor (60-62) forman parte de su estrategia de mitigación. No puede criticar abiertamente por el riesgo de perder su imagen. El hablante Manolo tiene obviamente la intención –para no perder su credibilidad y así su imagen– de no romper con las reglas de cortesía. Expresa su desacuerdo de manera indirecta. El desarrollo está marcado a nivel formal por un aumento de atenuantes y a nivel de contenido por un aumento de críticas hacia sus adversarios.

2) Tú qué piensas de Loli 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19

Presentadora: Manolo: Presentadora:

Manolo:: Presentadora: Manolo:

Presentadora: Manolo:

Presentadora:

tú →/¿qué piensas de Loli? mira Loli // yo la he conocido hoy [no nos conocíamos] → eh no [y y una cosa] y hago esta pregunta sabiendo que→ os tengo que volver a repetir que siempre vamos a hablar durante toda la noche con todo el respeto del mundo hacia todo ‘l [hacia todas las personas y todos los invitados que hay aquí] [indudablemente indudablemente indudablemente] ¿de acuerdo? Loli a mí ya te digo yo la acabo de conocer ahora hay una cosa con la que no estoy de acuerdo con ella/en el sentido en que →/esos codazos que se dan de vez en cuando u una tienen buena intención y otros tienen mala intención↓ mhm pero bueno eso forma parte del juego estamos aquí nadie nos ha puesto una pistola para estar aquí y y y tenemos que ace’tarlo↓ el caso de Loli a mí personalmente // quizá →/ en el saco tenga que meterla y discúlpame→ sí

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Eva Bernhardt

Manolo:

Presentadora: Manolo: Presentadora: Manolo: Loli:

→ que por sus paranoia’ por su’ historia’ de los personajes→ por su forma de hacer la historia por su forma/de inventar→ se en un momento da’o→ ¿montajes?↑ montajes por por decir voy a ganar un dinero fácil que me parece mmuy lógico que lo hagan por otro lao ¿no? mhm pero claro a mí me gustaría hacer una pregunta a Loli tú nn ¿qué eres hija? ¿cómo que qué soy? ¿tú qué eres?

Con una forma de deixis personal (“tú”) la presentadora le otorga de nuevo al invitado Manolo el juicio, ahora incluso sobre una persona presente. No obstante vuelve a ganar el turno de habla para establecer una regla de conversación, anticipando la posibilidad de que no se atengan los participantes a los modales debi→/ en el saco” (17-18) el hablandos. Con “quizá tenga que meterla y discúlpame→ te Manolo recurre a una disculpa anticipada, una atenuación del ataque mediante el subjuntivo “tenga” y la disculpa. Aquí también se puede observar un aumento que culmina en un FTA13: “Loli tú nn ¿qué eres hija?” (27-28). El vocativo “hija” tiene la función de un intensificador con valor disfemístico ya que se emplea para dirigirse a una persona que el hablante acaba de conocer.

3) Romper escaparate En este fragmento, tras otra intervención espontánea por parte del siguiente panelista, José María Arinzana, un crítico y periodista, se forma una nueva situación. Después de haber sido presentado, él también se dirige a la primera panelista, Loli, explicándole mediante una metáfora que hay artistas excéntricos con mérito y por otro lado gente que sólo pretende ser “excéntrica” pero en cambio no aporta nada más. Como ejemplo explica una anécdota relacionada con Dalí que lanzó una piedra contra un escaparate en Nueva York pero que además de estas excentricidades su fama estaba justificada por su arte. Entonces se dirige directamente a ella con una pregunta que por la entonación se reconoce como retórica: 1 2 3 4

13

José María: Loli:

[...] lo tuyo/¿¿va algún sitio o es romper escaparate’ y punto?? no no lo mío no es romper escaparate’ ademá’ los cristales rotos me dan mucha fobia/o sea que lo mío no es romper

Face threating act, Brown/Levinson (1987: 65).

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5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

José María: Loli: José María: Manolo: Loli:

Manolo: Loli: Manolo:

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escaparate lo nuestro es hacemos un tipo de música que no es que digamos que somos cantantes ni que cantemos bien [pero espérate] [vamos vamos] a ver POR PARTE pero espérate un momentito [pero] [ha salido] un tipo de música como puede ser el “NO → como en su época fue su época fue “la RamoCAMBIÉ”→ → o fue “Tengo una vaca lechera” na pechugona”→ [pero Loli] [y nadie lo criticó] [pero Loli] tú canta’ mu MALAMENTE

Después del reto del invitado y crítico José María (“lo tuyo/¿¿va algún sitio o es romper escaparate’ y punto??” (1-2)), que también es un FTA, se forma una nueva constelación, se alían el segundo panelista y el tercero, formando una coalición de “Sartre”, dos contra uno. La adversaria de los dos es la invitada Loli que se ve en la situación de tener que defenderse. El punto más interesante es aquí el aumento de los ataques hacia la invitada Loli cuando se la ofende por primera vez directamente: “[pero Loli] tú canta’ mu MALAMENTE (16)”. Este ejemplo sirve para ilustrar una intensificación a nivel léxico mediante el adverbio malamente que es un sinónimo de “mal” o “de mala manera”, y que se clasifica como “coloquial” y “restringido”14. Parece que está utilizado por el hablante para darle más énfasis a su afirmación ya que tiene más fuerza que su sinónimo “mal” que no está ni diastrática ni diatópicamente marcado. Según hablantes nativos del español el adjetivo “malamente” está diatópicamente marcado como andalucismo. Incluso afirman que puede ser una forma atenuada de “mal” que a modo de sustituto eufemístico evita el tabú del ataque concreto con “mal” al estar utilizado diafásicamente en un ambiente no-andaluz para marcar informalidad. Lamentablemente la autora no ha encontrado prueba escrita de este hecho en ninguna obra de referencia ni en otros corpus. No obstante, se parte aquí de una función intensificadora vista la evolución del comportamiento del hablante Manolo.

4) Setecientas academias 1 2

14

Manolo:

[Josmar Josmar una preguntita] hijo una preguntita es que sino no me quedo tranquilo cada noche

Gutiérrez Cuadrado (2002: 974).

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Josmar: Manolo: Josmar: Manolo: Josmar: Manolo: Josmar: Manolo: Josmar: Manolo: Josmar: Manolo: Josmar: Manolo:

dime Manolo no te quedes tranquilo↓ tú/lo que tú acabas de ver // en la televisió’ ‘n coló eran mis principios eh no meno ma’ he estao en [no] [otros sitios] → quiero decirte quiero decir lo que tú acabas escúchame→ de ver ahora mismo en televisió’ ‘n coló lo que tú [sí] → consideras dime la verdad por la salú [acabas de] ve/tú→ deee mi madre↑ vale ¿que lo haces bien? hombre puedo mejorar (RISAS) no me considero a ver un momento [academias setecientas academias]

En el fragmento 4 se puede ver que el invitado Manolo se gana el turno de palabra interrumpiendo y diciendo “una preguntita hijo una preguntita ” (1) A la atenuación (“preguntita”) mediante el sufijo en diminutivo -ita sigue inmediatamente un elemento de reto: “hijo”, una invasión en su territorio, o sea un ataque a la imagen negativa que respeta la autodeterminación deseada por cada individuo. También son llamativas las repeticiones “quiero decirte quiero decir” (10) que tienen un valor atenuante ya que una vez más se trata de una búsqueda de palabras escenificada. Más adelante dice dos veces “televisió’ ‘n coló” (4; 11), que es una intensificación al nivel de la ironía. La expresión, hoy en día redundante, sirve para darle más hincapié al discurso y para provocar risa. También encontramos –a nivel fraseológico– un intensificador con la expresión “por la salú deee mi madre” (13-14). En los fragmentos analizados el hablante Manolo es el centro del interés ya que es el panelista que más interactúa con los demás panelistas. Se nota que está acostumbrado a hablar en público, sabe jugar con el lenguaje y con las categorías sociales. Al hablar con la presentadora que le pide su opinión se muestra como un experto y adopta un lenguaje más elevado. Al hablar con Loli o Josmar utiliza más marcadamente rasgos del andaluz (sobre todo en la caída de la -s final) y recurre frecuentemente a la fraseología. Socialmente el acento andaluz se relaciona con el entretenimiento y puede ser diastráticamente marcado. El hablante Manolo se caracteriza –según el interlocutor– por un mayor grado de utilización de unidades fraseológicas. Sobre todo en las secuencias en las que se

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dirige a los hablantes Loli y Josmar se puede observar un aumento de expresiones fijas (“hijo de mi alma”/“por la salud de mi madre”). Estas frases tienen sobre todo un valor expresivo, de intensificación, pero también “optimizan el procesamiento de la información por tratarse de estructuras prefabricadas y ya conocidas por la comunidad hablante” (Ruiz 1998: 82). Junto con el dialecto andaluz más pronunciado que remite a una categoría social determinada, al que cuenta chistes15, estas expresiones tipo “decoraciones movibles” le hacen acercarse más al público presente para ganárselo. Las frases hechas aquí utilizadas pertenecen más bien al registro informal: [...] constituyen herramientas ideales para manifestar la expresividad del diálogo coloquial, debido a sus rasgos intensificadores, disfemísticos, irónicos (Ruiz 1998: 83).

Adquieren un valor sociocultural ya que el hablante adopta otro papel diferente al de antes: en el primer ejemplo se muestra como experto, recurriendo a un léxico y a una sintaxis más elaborados y sin utilizar actos directos, acudiendo a recursos de mitigación. En otras situaciones adopta otro papel, un papel en el que se toma la libertad de atacar a los demás participantes con ataques directos (v. Loli, Josmar), realizados mediante intensificadores. Consigue hacerlo sin perder la “imagen” por el respaldo y el apoyo del público que se gana a lo largo del programa16. Este apoyo se debe a un acercamiento entre el hablante y el público: El hablante actualiza hechos sociales con los que se puede identificar mucha gente, así se hace “primus inter pares” y se puede tomar muchas libertades. En el contexto aquí presentado, la atenuación tiene el papel de apoyar la cortesía negativa mediante estrategias de mitigación (avoidance) que preceden la expresión directa de desacuerdo, espacio donde no se respeta la cortesía. La intensificación está al servicio de esa descortesía en el sentido de que subraya actos que no muestran cortesía (Haverkate 1994: 22), en concreto crítica personal e insultos. Con esto el hablante corre el riesgo de perder su “imagen” ya que los ataques a la imagen de los demás tienen como consecuencia la pérdida de la propia. No obstante, hay que tomar en cuenta el marco en el que se desarrolla la interacción: desempeña un papel decisivo la presencia del público ya que influye la dinámica de la interacción. Con su apoyo el hablante aquí analizado tiene libertad en cuanto a la producción de FTAs.

15

16

Se puede observar que en programas de la televisión española que tienen como meta la de contar chistes abundan los hablantes de dialecto andaluz. El dialecto andaluz tiene como marca la de ser gracioso, hecho que se actualiza frecuentemente en la lengua española. La métafora de teatro para las interacciones sociales, introducida por Goffman, se ofrece especialmente en este contexto ya que realmente hay un público presente que influye en el comportamiento de los hablantes.

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Apéndice Signos de transcripción17 : A: ?: § [ ] / // /// ↑ ↓ → PESADO pe sa do (( )) (en)tonces h (RISAS, TOSES, GRITOS...) aa aaa nn ¿¡ ¿

?! ?

¡

!

17

Cambio de hablante. Intervención de un hablante identificado como A. Interlocutor no reconocido. Sucesión inmediata, sin pausa apreciable, entre dos emisiones de distintos hablantes. Lugar donde se inicia un solapamiento o superposición. Final de habla simultánea. Pausa corta, inferior al medio segundo. Pausa entre medio segundo y un segundo. Pausa de un segundo o más. Entonación ascendente. Entonación descendente. Entonación mantenida o suspendida. Pronunciación marcada e enfática. Pronunciación silabeada. Fragmento indescifrable. Reconstrucción de una unidad léxica que se ha pronunciado incompleta, cuando pueda perturbar la comprensión. Aspiración de «s» implosiva. Cuando aparecen al margen de los enunciados. En el caso de las risas, si acompañan a lo dicho, se transcribe el enunciado y en nota al pie se indica «entre risas». Alargamientos vocálicos. Alargamientos prolongados. Alargamientos consonánticos. Interrogaciones exclamativas. Interrogaciones. También para los apéndices del tipo «¿no?, ¿eh?, ¿sabes?». Exclamaciones.

Briz et al. (2000: 15-16). Aquí se indican los signos pertinentes para los fragmentos mostrados. No se incluyen las convenciones que para este análisis no venían al caso.

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CORTESÍA LINGÜÍSTICA Y MEDIALIDAD: REFLEXIONES EN TORNO A UN CASO DE LA TELEVISIÓN ARGENTINA SABINE HOFMANN Frankfurt

1. Introducción “¿Senador, su discurso se monta sobre un hecho? ¿O es un discurso paranoico? ¿Me entiende, Genoud? ¿Es un discurso paranoico?“ Así se dirige el periodista Jorge Lanata a uno de los políticos que entrevista en su programa Día D, a un senador argentino bajo sospecha de estar involucrado en un caso de soborno. El programa, que se emite en la Argentina desde mediados de los años noventa, cuenta con mucha celebridad y notoriedad en el país porque desvela casos de corrupción en los ámbitos político y jurídico. El enunciado de Lanata carece de cortesía, o más aún, es muy descortés. Pero no parece de ninguna manera un patinazo que se le haya escapado al periodista, ni uno de estos face threatening acts que su productor habría realizado a secas y sin rodeos, de haber estimado que el riesgo de face loss por parte del interlocutor sería menor –tal como sugiere el esquema que ofrecen Penelope Brown y Stephen Levinson en su ensayo sobre la cortesía lingüística1. Al contrario, la descortesía se comete aquí no sólo aceptando el riesgo de poner en peligro la imagen positiva del interlocutor, sino con el propósito de hacerlo, y este hecho –esta es la hipotésis de la que parte el presente artículo– está vinculado estrechamente a las particularidades que caracterizan el medio masivo que es la televisión.

1

Me refiero aquí al esquema de Brown/Levinson (1987: 60, 69), con el que los autores británicos muestran que los locutores calculan el riesgo de un face loss del interlocutor: cuanto mayor les parece este riesgo, con más cautela y más estrategias de cortesía se procede. Si el riesgo es muy grande, se puede decidir no llevar a cabo el acto o atenuarlo con estrategias de cortesía positiva o negativa. En cambio, cuando el riesgo se tasa de bajo el face threatening act se comete directamente (“baldly, without redress”).

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Durante los últimos años el modelo de cortesía lingüística elaborado por Brown y Levinson (1987), que ha tenido una influencia en la pragmática lingüística que difícilmente se podría subestimar, ha sido sometido a varias críticas dirigidas sobre todo al universalismo de los conceptos desarrollados por los autores británicos (para una visión de conjunto, Fraser 2001). Por un lado, se ha puesto en duda el universalismo del modelo respecto a la variedad de culturas2. Parece cuestionable que en todas las culturas se encuentren formas de cortesía positiva y negativa, que la valoración de lo que se considera como negative o positive face no sea diferente de cultura a cultura y que el esquema jerárquico de las estrategias destinadas a evitar amenazas de imagen que proponen Brown/Levinson sea válido en todas las culturas3. Otra corriente crítica se dirigió contra la adopción sin reservas del principio de cooperación. En esta línea, diversos trabajos (Kasper 1990; Kienpointner 1997) se dedican a la cuestión del grado de importancia que cabe atribuir a la grosería (rudeness), que, según Kienpointner, no se puede concebir únicamente como ausencia de cortesía o cortesía fallida4. Una tercera perspectiva fue la desarrollada por Robin Lakoff, al relacionar politeness y cooperation con distintos géneros comunicativos. La autora norteamericana argumenta que la universalidad de la cortesía tiene sus límites, también desde un punto de vista intracultural, ya que en algunos géneros comunicativos –Lakoff se refiere concretamente a la forma de conversación propia de la terapia psicoanalítica y a los interrogatorios en tribunales– la descortesía y la grosería pueden ser la norma (Lakoff 1989). El objetivo de esta contribución es proponer la elaboración de otro tipo de diferenciación que no resida en áreas culturales o géneros comunicativos, sino en las particularidades y características del medio en el que se desarrolla y por el que se difunde la conversación. Por consiguiente, la cuestión que este artículo se va a plantear es cuáles son las formas que adopta la cortesía en la televisión y en qué medida las especifidades mediáticas repercuten en las estrategias de cortesía. El punto de partida del modelo de Brown y Levinson es, como es bien sabido, la comunicación cotidiana (everyday communication); el respeto y la preservación de los face wants propios y ajenos se conciben como parte de la interacción entre

2

3 4

Crítica que plantearon también los organizadores de la sección sobre cortesía verbal en el congreso de la Asociación Alemana de Hispanistas en Ratisbona (2003), donde pronuncié la conferencia que sirvió de punto de partida para este artículo. Para el área hispanohablante véase también la antología publicada por Bravo (2002). Véase Fraser (2001: 1417 ss.). Para la función de la descortesía en la construcción de identidades véase Zimmermann (2002).

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dos locutores que se encuentran cara a cara. Pero, cuando los medios entran en juego, las cosas cambian. Ya Andreas Jucker, en un trabajo sobre entrevistas en la radio británica (1988), tituló un capítulo sobre estrategias de cortesía “13 ways to threat the interviewees face“ –“trece maneras de amenazar la imagen del entrevistado“– obviamente la cortesía no es lo que predomina en las entrevistas, sino que en este género mediático se constata toda una gama de face threatening acts5. En este tipo de conversación mediática el face work que tiene por objeto proteger la imagen del otro queda suspendido; la tendencia a evitar o, por lo menos, a atenuar FTAs, que Brown y Levinson constatan en la comunicación cotidiana, no parece ser dominante. Las reflexiones que siguen se centran en un caso recogido de un programa televisivo argentino. En un análisis cualitativo intentaremos describir las particularidades que caracterizan el face work en una entrevista en la que se pronuncia la pregunta citada al principio. Se eligió una entrevista entera porque permite examinar estrategias y procesos que se manifiestan a lo largo de todo su desarrollo, tales como procesos de clímax y referencias a enunciados posteriores. Para este análisis se procederá de la manera siguiente: empezaremos con algunas reflexiones acerca de la conversación en la televisión (2), los capítulos siguientes, que representan el análisis propiamente dicho, se dedicarán a la relación entre imagen pública y face work en conversaciones televisivas (3), y finalmente, en (4), a las formas de descortesía marcada en la entrevista y a las funciones que tienen tanto en la interacción verbal como en la creación de efectos destinados al público.

2. Conversación y televisión En los últimos años, varios estudios han puesto de relieve que las conversaciónes en la televisión y en la radio tienen como rasgo distintivo el hecho de que se dirigen a dos tipos diferentes de destinatarios: los interlocutores en el estudio y el público ante la pantalla (cf. Burger 2001); lo que los hablantes se dicen en las conversaciones ante la cámara está también destinado al público que observa la emisión, sin participar en ella, fuera del estudio, relación que se puede visualizar en el esquema siguiente:

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Jucker, en este trabajo, se limita a describir las estrategias sin plantear la cuestión de en qué medida éstas se deben al hecho de que se trata de un medio masivo.

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Estudio

Interlocutor 1

Interlocutor 2

Audiencia

Es obvio que las dos dimensiones de interacción no son idénticas, ya que la audiencia no tiene la posibilidad de intervenir directamente, como indica la línea de puntos. Sin embargo, la presencia del público tiene sus consecuencias, pues los locutores en el estudio saben que sus conversaciones se escuchan en buen número de casas en el país y, aún más, conocen los efectos que pueden conllevar las reacciones de ese público silencioso. La única respuesta que éste suele dar es la de seguir consumiendo el programa o cambiar de canal –acción que no afecta inmediatamente a los que actúan en el estudio, pero que trae, por supuesto, consecuencias para los que trabajan en los canales o participan en los programas como invitados (expertos, políticos, etc.). Los profesionales de la televisión saben perfectamente que sus ingresos y sus carreras dependen del índice de audiencia –o del rating como se dice en la Argentina– que alcanza su programa; los políticos, por su parte, suelen ser conscientes de que su actuación en la televisión y la imagen que ofrecen de sí mismos son decisivos para los éxitos electorales y las carreras políticas6. En tiempos en que la televisión domina como medio principal de emisión y difusión de noticias y posiciones políticas, las formas dialógicas de comunicación –la entrevista, la mesa redonda, pero también tipos más informales de conversación– han adquirido gran peso en la presentación de temas políticos. El lingüista británico Norman Fairclough ha denominado “conversationalization of public discourse“ (1992: 204 ss.; 1995: 10 ss.) a este proceso en el que la conversación ha ido ganando más terreno en la presentación y negociación de asuntos públicos –y donde la conversación ha devenido, por lo menos en las pantallas televisivas, casi omnipresente.

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Marshall McLuhan (1995) ya señaló que la televisión determina en gran medida la forma en que se lleva a cabo la política, y presentó, a modo de ejemplo, el caso de la victoria electoral de Kennedy sobre Nixon, que, según el teórico canadiense, se debió a la personalidad de Kennedy y a su aspecto de hombre corriente. En el caso de la Argentina, una parte del éxito electoral del entonces presidente Carlos Menem se ha atribuido al hecho de que Menem supo construirse una personalidad mediática atractiva que correspondía a las expectativas del público (Landi 1992: 84 ss.).

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Por tanto, también el face work se mueve en este contexto en dos direcciones: tenemos, por un lado, el face work en la interacción entre los locutores en el estudio; por otro, tenemos una dimensión de face que concierne a la relación con el público. En esta relación, lo que Brown y Levinson llaman la positive face, no se limita al “desire to be approved of” (1987: 13) en una conversación, sino que se prolonga en una imagen que circula por una sociedad entera y se convierte así en un asunto público. Los ataques, las amenazas y también las protecciones que afectan a la positive face del interlocutor se hacen también por y para el público delante de las pantallas y consiguen así un alcance mucho mayor. Los face wants de los protagonistas no se refieren únicamente a los interlocutores –no sólo se pide su estima, sino también la del público– y estos dos deseos no siempre se conjugan sin conflictos. En cuanto a la negative face, es evidente que no tiene tanta importancia en la comunicación con el público, dado que el público no interviene y no dispone de la posibilidad de poner en peligro la imagen negativa de los que actúan en pantalla, impidiendo o limitando las acciones de los que hablan en la televisión. Pero –y esto será también tema de los análisis siguientes– atacar o salvar la negative face del otro puede ser también una manera de construirse una propia face positiva.

3. Imagen pública y face work La entrevista que vamos a examinar con detalle ha sido tomada de una emisión del programa televisivo argentino Día D, difundida en septiembre de 2000. El programa es popular en el país porque revela casos de corrupción y su protagonista principal es Jorge Lanata, que lo conduce desde sus principios en los años noventa. Tanto el tema de esta emisión como el de la entrevista es un caso de corrupción que en su tiempo causó gran escándalo en la república sudamericana: el entonces ministro de trabajo fue sospechoso de haber sobornado a varios senadores de la oposición peronista, así como a algunos de su propio partido, para que facilitaran la aprobación de una ley de flexibilización laboral por el senado, la segunda cámara en el sistema legislativo argentino. El caso se hizo público cuando un senador peronista declaró que algunos de sus colegas habían recibido sobornos, a esa declaración se unió una carta anónima así como algunas declaraciones de distintos senadores. En el programa se entrevista a un senador de la Unión Cívica Radical, uno de los dos partidos entonces gobernantes. Con una duración de veinte minutos, es una entrevista bastante larga y está dividida en tres partes que se diferencian entre ellas por cambios en la configuración de participantes: comienza con una introducción,

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hecha por un periodista, que se dirige al público para presentar al entrevistado (líneas 5-21), a esto sigue una parte extensa donde el conductor del programa hace sus preguntas –preguntas que se van haciendo progresivamente más asediantes (líneas 26-157). Después entran en escena otros dos periodistas que se unen al conductor para dirigir al entrevistado sus comentarios y preguntas (líneas 158-310). La entrevista empieza, como se acaba de mencionar, con una presentación del senador entrevistado –presentación que daña la imagen positiva del entrevistado al introducirlo como una persona sospechosa de estar involucrada en un caso de corrupción. Pero ya las palabras del periodista indican que en este contexto la noción de imagen puede adquirir una significación más amplia, se refiere a la imagen pública del entrevistado que, según las palabras del periodista “resulta afectada por todo lo que se ha hablado...” (líneas 10-11)7 . (1) 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

PER 1: la persona que tengo al lado mío, es la tercera autoridad del país, y se toma en cuenta, en el orden de sucesión presidencial. primero viene Fernando de la RÚA, después el vicepresidente Chacho Álvarez, y después el presidente provisional del senado que es José Genoud. (.) esa es la parte formal. después, como presidente provisional del senado, obviamente su imagen resulta afectAda por todo lo que se ha hablado que ocurre en el senado. pero además es uno de los radicales ((pantalla dividida en dos: CON y PER)) mencionados en el famoso anónimo, que Chacho Álvarez leyó en voz alta, en una reunión de presidentes del bloque. y es también mencionado en la declaración de Pardo que yo leí recién en la cual Pardo, y atribuye a Antonio Cafiero de haber dicho, que Genoud recibió un millÓn y medio de dólares. además, Genoud es una persona que obviamente, según fuentes nuestras, está MUY enojada con el vicepresidente de la nación, Carlos Chacho Álvarez, a quién le atribuye una obvía responsabilidá (.) en la (.) mancha que recibe su imagen personal y la imagen del senado en este momento.

Con otras palabras, visto desde una perspectiva conversacional, se ataca la positive face, como muestra también la reacción del senador entrevistado, que, por su parte, intenta defenderse declarando su inocencia y retoma ese tema en otra constelación conversacional, dirigiéndose al conductor: (2) 25 26

7

ENT:

((pantalla dividida en dos, CON y ENT)) bien. yo: (.) quisiera explicarle porque estoy ante su cámera.

Para las marcas y abreviaciones que se utilizan en la transcripción véase 6.

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27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40

CON: ENT:

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dígame. yo estoy en mi despacho hace un instante, cua:ndo (.) escuché a Tenembaum leer partes de una declaración (.) judicial, creo, eh, del senador Pardo que a su vez hace referencia a una conversación que habría tenido con Cafiero hace algunos meses, también reitero, eso es una se/ se/ sentencia que hace cosas juzgadas. pero yo me arrimé acá, y le pedí a Tenembaum, para que me dieron, aunque sea cuatro o cinco minutos para decir que eso es (.) una INFAMIA.

Este extracto de la entrevista es de gran interés porque presenta una forma de interacción mediática particular: El entrevistado explica su presencia en el estudio como reacción a una parte anterior de la emisión, es decir su recepción del programa tiene su continuación en el estudio, lo que fue comunicación massmediática –mirar la televisión en su despacho– se convierte en una participación en el programa donde retoma lo que los periodistas han dicho antes y que él ha recibido por los altoparlantes de su televisor. El tema –la imagen pública lesionada– es el mismo a través de distintas constelaciones comunicativas: de la recepción del programa televisivo en casa, pasando por la presentación del periodista, hasta su diálogo con el conductor del programa, las acusaciones y sospechas contra el senador. (A lo largo de la entrevista se sigue tratando el escándalo de corrupción y el papel que desempeña el senador en éste). Así los hablantes verbalizan otra dimensión de la imagen: al hablar de la imagen que se ve afectada, de la mancha que había recibido, como lo formula el periodista, o de la condena social en las palabras del senador, se refieren a una imagen pública que se tematiza de manera explícita en la entrevista. Esta imagen tiene, en cierto modo, una dimensión histórica, dado que traspasa el contexto temporal y situacional de la conversación: ambas contribuciones –la del periodista y la del senador– citan declaraciones ya hechas, artículos escritos, cartas anónimas leídas en lugares públicos que añaden nuevos rasgos a la imagen, que refuerzan o borran otros ya existentes; de reportaje a reportaje, de entrevista a entrevista, de declaración a declaración, de artículo de prensa a artículo de prensa esta imagen recoge elementos y gana o pierde estabilidad. Lo que se trata abiertamente en el caso del senador es igualmente aplicable en el caso de los periodistas. Ellos también tienen su imagen pública que a menudo funciona como una marca comercial en un mercado televisivo en el que circulan pro-

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ductos que son muy personificados8. Así el centro y el representante de Día D es el conductor del programa, Jorge Lanata; ver Día D significa ver a Lanata; con su foto se anuncia el programa en los materiales de prensa y en el sitio web del canal, su persona suele estar en primer plano cuando se habla del programa en otros medios y en el programa, finalmente, no sólo dirige las conversaciones, sino que su personalidad representa de cierto modo el eje en el que se centra el programa. Y, como vamos a ver con más de detalle a continuación, la descortesía es uno de los elementos que componen esta personalidad mediática y determina su imagen pública. 4 . Descortesía marcada Al mirar el programa salta a la vista la ausencia de estrategias de cortesía por parte del presentador. Faltan por completo los recursos lingüísticos –tales como el uso de diminutivos, de verbos performativos atenuadores de la fuerza ilocutoria, formas de impersonalización (cf. Briz 1995)– que sirven para mitigar el acto amenazante. Más aún, contiene elementos que no sólo apuntan a la imagen positiva, sino que convierten una crítica en denigración e insulto, de manera que se puede hablar de una descortesía marcada que parece ser un rasgo particular de sus enunciaciones. Tambien están presentes estrategias que conciernen a la otra dimensión de face descrita por Brown/Levinson, a la negative face. Se trata de las interrupciones, muy frecuentes en la entrevista, que limitan la libertad de acción del interlocutor, impidiéndole a la fuerza seguir hablando. A continuación vamos a fijar nuestra atención en estas interrupciones y en los efectos que tienen tanto en la conversación entre los protagonistas en el estudio como en la situación comunicativa que es la recepción de un producto massmediático. 4. 1. Lesionar la imagen negativa: las interrupciones Al considerar la serie de interrupciones que se efectúan en el transcurso de la entrevista, se puede constatar un clímax: la primera de ellas se hace con cierta cautela y recurriendo a varias estrategias de cortesía, cosa que no va a ocurrir más a lo largo de la conversación; el presentador del programa, que es quien la lleva a cabo, formula una primera enunciación que se puede entender no como interrupción, sino como una señal que transmite su deseo de efectuar un cambio de turno: su enunciación se solapa con las palabras del entrevistado y termina mientras el otro continúa.

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En cuanto a los programas periodísticos argentinos y al alto grado de personificación véase Alonso/Gassmann/Savoia (1997).

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La segunda intervención, también introducida por un “perdón” que pide disculpas por el acto de interrumpir, se sitúa después de un transition relevance place en el discurso del entrevistado, marcado por la entonación descendente y una pausa. (3) 49 50 51 52 53 54 55 56 57

ENT:

CON: ENT: CON: ENT: CON:

...y que el estado nacional, de un: gobierno de un presidente Fernando de la Rúa haya puesto en marcha una semejante eh, maniObra o trama, [eh que como hoy en día se ha] [perdón perdón, Genoud, una cosa,] instalado lamentablemente en el país. perdón, Genoud, lo [interrumpo] por lo siguiente. usté me decía [lo escucho] que lo que le llamó la atención fue (.) la difusión del panfleto, y no el hecho en sí.

En este caso el cambio de turno no se realiza con una interrupción y la toma de palabra consiguiente, lo que tenemos aquí es más bien la petición de que se haga un cambio de turno y la concesión de la palabra por parte del interlocutor. Las excusas y explicaciones con las que el conductor introduce sus contribuciones sirven, además, para atenuar el acto de pedir un cambio de turno. Pero en la mayoría de los casos se procede de una manera diferente: en el curso de la entrevista se efectúan 34 cambios de turno, sólo tres tienen lugar del modo que se acaba de ejemplificar, es decir que el interlocutor señala su deseo de hablar, pedido al que su interlocutor accede, cediéndole la palabra. Once cambios de turno se efectúan sin que haya interrupción. Veinte de los cambios de turno se hacen por interrupción, es decir que B interrumpe a A y sigue hablando hasta que A deja de hablar, como muestra el ejemplo siguiente: (4) 141 142 143 144 145 146 147 148 149 150 151 152

ENT:

CON:

mire, la clase política está desprestigiada, los legisladores están desprestigiados, es el caldo del cultivo o el terreno fértil donde se siembra cualquier semilla de maldÁ, y/ y/ y rapidamente se reproduce. lo que yo creo que acá hubo rumores, si quiere lo conversamos largamente en su próximo programa, desde el/ que comenzó el tema con la BanElco, con la denuncia que hizo MoyAno contra Walter Ceballo, en una palabra, se instaló la idEa de que aquí, el único modo como pudian salir la ley, era a través (.) de un sistema de soborno. y esto fue: practicamente una situación que atravesó [toda la salida de la ley de reforma laboral] [pero, ¿por qué usted dice que esto fue un plan?] que esto no existió, fue un plan.

De este modo se inician casi todas las intervenciones del conductor, y no sólo las suyas. El entrevistado, por su parte, también recurre a esta estrategia para obtener

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la palabra: interrumpe al conductor del programa, que, a su vez, interrumpe el interruptor. (5) 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93

CON: ENT: CON:

ENT: CON: ENT: CON:

Genoud, eh: yo no conozco/ yo no conozco su caso:, sinceramente no conozco su caso en particular, [pero cuando lo escucho a usté [no, no quiero decir ((incomprensible)) que es realmente grave] decir], cuando le escucho a usté decir, cómo vivImos, dónde vivImos,qué hacEmos, pienso en la casa de Alasino que aparece: en diversos medios, en la= =bueno, piense en la mía, piense en la mía, [piense donde yo vivo [ah bueno, claro] en Buenos Aires], vaya, en la calle Hipólito Irigoyen, treinta y cuarenta [desde hace once años]. [pero usté no está sólo en el senado], no está SÓLO ahí. usté no está SÓLO en el senado.

Al considerar las apariciones de las interrupciones se manifiesta un patrón: los hablantes hacen sus interrupciones en los puntos de la argumentación que quieren poner en duda o contradecir; los periodistas interrumpen para hacer preguntas críticas o poner en evidencia un punto débil de la argumentación, el senador interrumpe para dar su versión de los eventos. Por lo que respecta al público, las interrupciones tienen por lo menos dos efectos: al producir rápidos cambios de turno, dinamizan el curso de la conversación y crean así la impresión de vivacidad y controversia –efecto destinado a los ojos y oídos de los espectadores. El segundo efecto de estos ataques a la imagen negativa concierne a la construcción de imágenes positivas. La cuestión quién-interrumpe-a-quién es, como todas las cuestiones que giran en torno a la realización de FTAs, también una cuestión de poder. De este modo, Brown y Levinson consideraron la relación jerárquica entre los interlocutores como uno de los parámetros que determinan la realización de FTAs (Brown/Levinson 1987: 12). Pero, por otro lado, los FTAs también pueden servir para negociar, modificar o incluso establecer relaciones de poder en una conversación. Si el presentador de un programa televisivo interrumpe a un político sin más, deja claro que se considera ocupante de cierta posición de poder (y tal vez la gana por medio de su interrupción). En la televisión estas interrupciones funcionan como signos que señalan ostentativamente la ocupación de esta posición y que añaden así una pincelada más a la imagen del periodista que se muestra valiente y sin miedo de los poderosos enfrentándolos sin reservas. Poner en peligro o dañar la imagen del otro, por lo tanto, se convierte en un rasgo de la propia imagen, rasgo que en el contexto televisivo puede conllevar una significación positiva.

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4.2. Lesionar la imagen positiva: el discurso en el punto de mira En esta misma dirección van también los ataques a la imagen positiva del entrevistado. La mayoría de ellos apunta a su discurso, en el punto de mira se encuentran dos objetivos: la veracidad y la coherencia argumentativa. Se pone en duda si las afirmaciones y declaraciones del entrevistado corresponden a la realidad, sea porque una aserción se califica rotundamente de falsa, como es el caso que aparece en el extracto siguiente (línea 187-188) o que, como muestra el extracto que le sigue, representa una generalización inadmisible (línea 91-93). (6) 186 187 188 189 190

CON:

((pantalla dividida: CON y ENT)) [el problema es, Genoud] el problema, Genoud, ahí no fue Radio Mitre fue el vicepresidente de la naciÓn leyéndolo. (...) fue el vicepresidente de la nación leyendo eso en frente a los legisladores. no fue cualquier tarAdo que leyó el panfleto.

CON:

Genoud, eh: yo no conozco/ yo no conozco su caso:, sinceramente no conozco su caso en particular, [pero cuando lo escucho a usté [no, no quiero ((incomprensible)) que es realmente grave] decir], cuando le escucho a usté decir, cómo vivImos, dónde vivImos,qué hacEmos, pienso en la casa de Alasino que aparece: en diversos medios, en la= =bueno, piense en la mía, piense en la mía, [piense donde yo vivo [ah, bueno, claro] en Buenos Aires], vaya, en la calle Hipólito Irigoyen, treinta y cuarenta [desde hace once años]. [pero usté no está sólo en el senado, no está SÓLO ahí]. usté no está SÓLO en el senado.

(7) 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90 91 92 93

ENT: CON:

ENT: CON: ENT: CON:

Pero en la mayoría de los casos el objetivo de los ataques que amenazan la imagen es la coherencia de la argumentación; el conductor ve lagunas obvias, presuposiciones dudosas y conclusiones falsas y más que denominar los fallos de argumentación, los demuestra retomando el hilo de la argumentación y señalando sus partes débiles. (8) 54 55 56 57 58

CON: ENT: CON:

perdón Genoud, lo[interrumpo por] lo siguiente. usté me decía, [lo escucho] que lo que le llamó la atención fue, (.) la difusión del panfleto, y no el hecho en sí. cosa, que a mí, me llamó la atención escuchar, porque (.) si el hecho en sí era cierto, el punto más importante, el

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ENT: CON: ENT: CON:

hecho en sí, que la difusión del panfleto. y ahora, eh usted está dando por descontado [que no hubo (...)] [lo que pasa es que el panfleto/] que no hubo ninguna coima. yo le digo= =con lo cual yo tengo que pensar que muchos de los senadores, que están declarando, mienten.

(9) 105 106 107 108 109 110 111 112 113 114 115 116 117 118 119 120

CON: ENT: CON: ENT: CON: ENT: CON: ENT: CON: ENT:

Genoud, supongamos que:, eh: en efecto estamos hablando de buena fe, y que las declaraciones de Pardo son= [sí] =no, porque además le quiero aclarar [que (...) antes] que se vaya/, mire que Pardo en [son/ (.) son mentiras]. esa misma declaración no menciona al presidente. está bien. [ahora, le pregunto a ustÉ, Genoud, por qué Pardo [en esa misma/ no me menciona, Pardo. Pardo di/] querría perjudicarlo a usté?] por qué Pardo mentiría a favor de usté? es que no dice Pardo. dice que/ (.) dice Pardo, por lo que acabo de ver, [que ((incomprensible))] [que Cafiero le dijo/, bueno], porque Cafiero= =que Cafiero lo dijo hace varios meses, y que en esto, había estado en la relata en todo el panfleto, que había estado el presidente, [que había] estado Santivañe,

Mientras que en estos casos el face threating act consiste en exponer las debilidades de la argumentación sin más, en otros casos, sobre todo hacia el final de la entrevista, se encuentran formas abiertas de grosería, que consisten en burlarse del entrevistado o insultarlo abiertamente: (10) 292 293 294 295 296 297 298 299 300 301 302 303

ENT:

Mod:

[El juez] abre la causa y dice, si índicios graves y concordantes que permiten concluir de que hubo soborno, de tal modo comienza la investigación. pero yo no puedo hablar sobre un juez, que, a lo mejor mañana me está citando a/ eh a prestar declaración indigatoria. también tiene mucho que ver, yo creo, este, la fuerte presión pública que ha recibido, por denuncias y por situaciones personales, que de algún modo pueden haber influido en su/ en su ánimo para/ para accelerar [algún pedido de desafuero, ((incom.))] ((pantalla dividida en dos partes)) [estamos entonces, pero entonces, Genoud, si es/(...)] Genoud, si eso es así, va a/ va a pedir el desafuero del virrey Cisneros ¿me entiende? porque, sí es por la

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presión pública, por la casa de Palo y Medio que Liporaci está sobreactuando, va a terminar pidiendo el desafuero de cualquiera.

La mención del virrey Cisneros (línea 303), del último virrey del virreinato del Río de la Plata –que no sólo pone de relieve lo absurdo de la argumentación del senador, sino que es un chiste a costa del entrevistado– representa una grosería marcada. El caso más llamativo y espectacular con el que culmina toda una serie de preguntas, interrupciones y comentarios críticos es la pregunta citada al principio de este artículo: (11) 235 236 237 238 239 240 241 242 243 244 245

ENT:

CON:

ENT:

no, no. después yo plante/ eh que hubo una serie de factores concurrentes, allí apar/ a lo mejor aparecen algunos oportunismos políticos, [algunos deseos de figuración aparecen/] [Genoud, lo que estamos preguntándole es si todo esto se monta sobre un hecho o no, ¿o es un discurso paranoico?] ¿me entiende? ¿este es un discurso paranoico? ¿o se monta sobre un hecho? NO es un discurso paranoico. yo puedo decir, como lo dijo Fernando de la Rúa ayer, el estado argentino y el gobierno, NO pagaron sobornos. y yo creo haber tenido algún rol [y alguna capacitación, (...) para poder decirlo categórico/]

No es sólo que se cuestione la veracidad del discurso del entrevistado, lo que ya representa un ataque bastante grave a la imagen positiva, además al calificar su discurso de paranoico, el conductor pone en duda la salud mental del entrevistado. Finalmente, la repetición de los enunciados, que se debe por una parte al solapamiento de las enunciaciones9, contribuye de manera igual a reforzar la idea de un discurso al que es difícil acceder, en el sentido de que los paranoicos se suelen mostrar intransigentes a palabras de otro o argumentos racionales –se niega así la capacidad general del interlocutor de mantener un discurso racional. Insultos de este tipo suelen acabar con las conversaciones, dado que eliminan todo el fondo de suposiciones mutuas sobre el discurso del otro de las que parten los locutores, que suelen suponer que sus interlocutores hablan de forma sincera, clara y coherente e interpretan sus enunciados a partir de estas presunciones (cf. Grice 1975). Con la imputación de que el discurso del senador es paranoico, el entrevistador rompe con estas atribu-

9

Como se verá más adelante, en la entrevista el cambio de turno se hace en la mayoría de los casos por solapamientos; en estos casos, todos los participantes de la entrevista suelen repetir lo que han dicho mientras otro también hablaba, para asegurar que sus palabras sean oídas y entendidas.

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ciones mutuas. Y el entrevistado reacciona: niega el enunciado del conductor y se retira de la interacción con él formulando un statement destinado a reparar su autoimagen que se dirige más bien al público delante de la pantalla, como indican la fórmula introductoria “yo puedo decir” y la aserción de su competencia y autoridad. Sus palabras abandonan así la interacción cara a cara y se dirigen a la audiencia; con este cambio de direcciones de comunicación –del interlocutor en el estudio al público ante el televisor– se sirve de las posibilidades que ofrece la televisión. Ahora bien: ¿cuáles son los efectos destinados al público que producen estos ataques e intervenciones?

5. Conversación y cortesía en la televisión Este último ataque a la imagen positiva es el punto culminante de toda una serie de ataques que –como mostramos– apuntan a la calidad del discurso del senador atribuyéndole falta de sinceridad, relevancia y claridad. Lo que el conductor argentino postula y tematiza con sus intervenciones es, se podría decir así, la observación de máximas conversacionales como las ha formulado Grice o una racionalidad discursiva en el sentido de Habermas. Pero aquí no se trata de bases subyacentes a conversaciones y discursos que regulan el funcionamiento interno, sino que las carencias y fallos se tematizan abiertamente y adquieren así una significación particular en un discurso mediático. Que el discurso del senador es falso e incoherente, que no contesta a las preguntas, no son sólo características de éste que, según los periodistas, impiden o dificultan la comunicación con el senador. Además, esto parece ser el punto central, las carencias de su discurso se exponen y de este modo se convierten en un mensaje destinado al público. Este mensaje –que el discurso del senador deja mucho que desear con respecto a la coherencia, claridad y veracidad– se integra, a su vez, en un imaginario público. De hecho, los políticos y sus discursos no tienen mucho crédito en la Argentina a principios del año 2000, como lo ponen en evidencia también algunos comentarios en la entrevista que hablan de declaraciones que se hacen y se contradicen con otras, manifestadas por otros políticos. La corrupción es un tema que se viene tratando continuamente en los medios argentinos desde los años ochenta; escándalos de corrupción, de influencias políticas en la persecución penal, de malversaciones de fondos y de enriquecimiento ilícito por parte de políticos, jueces y funcionarios son temas que no desaparecen de las portadas de los diarios y de las pantallas televisivas. Los medios han adquirido en este contexto un papel particular: desde finales de la última dictadura militar ha ido ganando mucho terreno un periodismo de investigación que se esfuerza por desvelar escándalos, sobre todo casos de corrupción en el ámbito político, jurídico y en otros sectores públicos,

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que los organismos estatales no persiguen. El periodismo de investigación asume así funciones que las instituciones estatales, como la policía y la justicia, no logran cumplir. Los delitos y escándalos desvelados comprenden, por una parte, casos famosos como el de María Soledad, una muchacha asesinada en la provincia de Catamarca por un miembro de la oligarquía local, y como los muchos negocios ilícitos y asuntos de corrupción en los que se vieron involucrados miembros de la familia y del entorno personal del entonces presidente Carlos Menem. Por otra parte, los programas periodísticos televisivos y los diarios investigan casos de corrupción de menores dimensiones; así, muestran, por ejemplo, con cámara oculta a los ñoquis, empleados ficticios en el sector público que cobran un sueldo sin trabajar. (veáse Sirvén 1999: 621 ss.; Michael/Mongi 2002: 536 ss.)10. Este rol investigador y desvelador que se atribuyen tanto programas televisivos como revistas y diarios se marca y se pone en escena con los mismos medios: al inventario estilístico de esta corriente mediática pertenecen la cámara oculta, entrevistas con informantes que dan la espalda a la cámara y hablan con una voz desfigurada electrónicamente así como entrevistas inquisitivas con políticos y otros representantes del poder. En este contexto la interacción verbal de la entrevista examinada adquiere otra significación: la carencia de veracidad y lo infundado de la argumentación que se esfuerza en exponer el entrevistador no son sólo obstáculos en la discusión y la busca de la verdad, sino rasgos que se ponen de relieve para caracterizar a un miembro de la clase política argentina. En otras palabras, la exposición de los fallos del discurso del senador construye, de cierto modo por metonimia, una vez más, la imagen de una clase de políticos corruptos. Las groserías del conductor asumen aquí otro significado, ya que con ellas él se constituye en un héroe de la verdad que enfrenta a políticos de manera directa y sin demasiado respeto. Sus ataques a la imagen positiva del entrevistado, sobre todo sus groserías, tienen así el efecto de dotarlo de rasgos positivos y lo hacen aparecer como un luchador por la verdad. Es decir, lo que es descortés y grosero en la interacción de cara a cara y supone el riesgo de romperla se convierte, considerado en sus efectos destinados a un público, en un signo que conforma la imagen pública del entrevistador. En la constelación mediática de la televisión la conversación, el comportamiento de los hablantes, la calidad de sus discursos y también su face work adquieren de

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El conductor del programa Día D es una de las figuras más conocidas en esta corriente de periodismo, fundó el periodico Página 12 [cuando] y la revista Siglo veintiuno y su programa televisivo vio varias entradas y despedidas de la pantalla que se atribuyeron a que algunas desvelaciones provocaron el disgusto de los dueños del canal (Sirvén 1999: 594).

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esta manera un carácter de signo suplementario, con lo que contribuyen a construir significados en un discurso público. Esto puede considerarse como una particularidad de la televisión, en donde las interacciones verbales cara a cara desempeñan un rol de suma importancia. De ello resulta que el comportamiento en las conversaciones añade rasgos a la imagen pública de los protagonistas televisivos, sean políticos, profesionales de la televisión o bien gente de la farándula, que se distribuyen y reciben en toda el área de emisión. Pero, ya para concluir, hay que constatar que la formación de las imágenes públicas –lo que parece admisible, y lo que no se admite–, difiere de un lugar al otro. Los ataques a la imagen positiva que se permiten los periodistas británicos en las entrevistas analizadas por Jucker, por ejemplo, son mucho menos violentos que los de su colega argentino. Esto se debe a las diferencias entre culturas massmediáticas. En este caso el mayor uso que el conductor argentino hace de la grosería está vinculado a la puesta en escena que lleva a cabo un periodismo de investigación que tiene un papel eminente en el paisaje mediático de la Argentina. 6. Marcas y abreviaciones que se utilizan en la transcripción: CON: Conductor del programa PER: Periodista colaborador ENT: Entrevistado (.) pausa corta (...) pausa larga ( 1 segundo) (1.3) se miden pausas más largas = enlace inmediato [] principio y final de enunciados solapantes / interrupción ? entonación ascendente fuerte , entonación ligeramente ascendente . entonación descente

principio y final del pasaje comentado ((...)) marcas de diferentes aspectos visuales (división de la pantalla, posición de la cámara, gestualidad y mímica)

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7. Referencias ALONSO, Guillermo/GASSMANN, Carlos/SAVOIA, Claudio (1997): “¿Qué relación nos proponen Bernardo, Jorge y Mariano? Los modos de interpelación en los programas periodísticos de opinión”, en: III Jornadas nacionales de investigadores en comunicación (http://www.geocities.com/CollegePark/5052/mesa19f.htm). BRIZ, Antonio (1995): “La atenuación en la conversación coloquial: Una categoría pragmática”, en: CORTÉS RODRÍGUEZ, Luis (ed.): El español coloquial: Actas del I simposio sobre análisis del discurso oral. Almería: Universidad de Almería, 13-35. BRAVO, Diana (2002) (ed.): Primer coloquio del Programa Edice: La perspectiva no etnocentrista de la cortesía: identidad sociocultural de las comunidades hispanohablantes. Stockholm: Libro-e. BROWN, Penelope/LEVINSON, Stephen (1987): Politeness: Some Universals in Language Usage. Cambridge: Cambridge University Press. BURGER, Harald (2001): “Gespräche in Massenmedien”, en: BRINKER, Klaus et al. (eds.): Text- und Gesprächslinguistik: Ein internationales Handbuch zeitgenössischer Forschung. Berlin/New York: de Gruyter, 1492-1505. FAIRCLOUGH, Norman (1992): Discourse and Social Change. Cambridge: Polity Press. — (1995): Media Discourse. London: Arnold. FRASER, Bruce (2001), “The Form and Function of Politeness in Conversation”, en: BRINKER, Klaus et al. (eds.): Text- und Gesprächslinguistik: Ein internationales Handbuch zeitgenössischer Forschung. Berlin/New York: de Gruyter, 1406-1425. GRICE, Paul (1975): “Logic and Conversation”, en: COLE, Peter/MORGAN, Lewis (eds.): Syntax and Semantics. Vol 3: Speech Acts. New York: Academic Press, 41-56. JUCKER, Andreas (1988): News Interviews: A Pragmalinguistic Analysis. Amsterdam/Philadelphia: John Benjamins. KASPER, Gabriele (1990): “Linguistic Politeness: Current Research Issues”, en: Journal of Pragmatics 14, 193-218. KIENPOINTNER, Manfred (1997): “Varieties of Rudeness: Types an Functions of Impolite Utterances”, en: Functions of Language 4/ 2, 251-287. LAKOFF, Robin Tolmach (1989): “The Limits of Politeness: Therapeutic and Courtroom Discourse”, en: Multilingua 8/ 2-3, 101-129. LANDI, Oscar (1992): Devórame otra vez: Lo que hizo la televisión con la gente: Lo que hace la gente con la televisión. Buenos Aires: Planeta (Espejo de la Argentina). MICHAEL, Joachim/Mongi, Mario (2002): “Flimmernde Gegenwart nach 50 Jahren Fernsehen”, en: BODEMER, Klaus/PAGNI, Andrea/WALDMANN, Peter (eds.): Argentinien heute. Frankfurt am Main/Madrid: Vervuert/Iberoamericana, 527-544. SIRVÉN, Pablo (1999): “Del fin de la inocencia a la globalización”, en: ULANOVSKY, Carlos/ITKIN, Silvia/SIRVÉN, Pablo: Estamos en el aire. Buenos Aires: Planeta, 417-635. ZIMMERMANN, Klaus (2002): “Constitución de la identidad y anticortesía verbal entre jóvenes masculinos hablantes de español”, en: BRAVO, Diana (ed.), 47-59.

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LA FÓRMULA DE TRATAMIENTO SEÑORITA EN EL ESPAÑOL PENINSULAR COMPARADA CON EL FRÄULEIN ALEMÁN. MODIFICACIONES DE SIGNIFICADO Y EMPLEO EVA STOLL München

1. Introducción Las fórmulas de tratamiento se suelen considerar como uno de los ámbitos del vocabulario más propicios al cambio lingüístico. En las expresiones de cortesía de muchas lenguas, se puede observar un proceso de modificación de marca que normalmente lleva de la distancia comunicativa a la proximidad comunicativa1. Este proceso, que desde otra perspectiva se ha entendido como empeoramiento, se debe a un mecanismo universal de cortesía, la necesidad de elevar el rango del otro y el consiguiente efecto de desgaste –Rudi Keller habla de un fenómeno de inflación– que, por cierto, puede tener consecuencias diferentes según la lengua histórica específica, su respectivo sistema de cortesía y las estructuras sociales vigentes2. Ya que las fórmulas de tratamiento están estrechamente vinculadas a condiciones determinadas de situaciones específicas, hay que relacionar siempre una posible modificación de su significado y empleo con las coordenadas sociales de fondo. Es decir, las fórmulas de tratamiento tienden a reflejar estructuras sociales y a reaccionar al cambio social. En España, esto se puede comprobar, por ejemplo, en la creciente tendencia hacia el empleo del tú solidario en detri-

1 2

Cf. Oesterreicher (2001: 233). Este fenómeno se da tanto en las formas nominales como en las pronominales. Cf. Keller (1990), Kim-Iwamura (1993) y Blank (1994: 72): “Für den ‘Rangverlust’ von Titeln und Anreden ist die Höflichkeit der Sprecher ausschlaggebend, eigentlich Rangniedere mit dem höheren Titel anzusprechen. Die ‘Abnutzung’ der höflichen Anrede ist in vielen Sprachen zu beobachten (Sir, Mistress, Señor, etc.) und hat wohl universellen Charakter”.

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mento del usted formal, lo que corresponde a una ideología igualitaria en auge3. Por otro lado, no hay que olvidar que no se trata de elementos léxicos sueltos que pueden reaccionar directamente a innovaciones científicas y técnicas, sino de fórmulas de rutina que tienden hacia la fosilización y hacia un empleo casi automático, en el cual ya no se suele reflejar el contenido semántico original4. Por esta razón, los procesos de modificación son poco transparentes y predecibles en un momento dado, lo que no excluye que, desde una perspectiva diacrónica, se pueda intentar aclarar los aspectos implicados. Un ejemplo de la no-predictibilidad del proceso y de la complejidad de los factores interrelacionados es el diferente desarrollo que han tenido Fräulein en alemán y sus equivalentes en las lenguas románicas. Mientras que en alemán el empleo de Fräulein está, por lo general, mal visto y se encuentra en vía de extinción, la fórmula de tratamiento señorita (tanto como mademoiselle y signorina) se utiliza todavía con bastante frecuencia y con sorprendente naturalidad en español5. Y esta diferencia de empleo se da a pesar del considerable cambio en las relaciones entre los sexos que ha tenido lugar en ambos países, por lo que hay que preguntarse por otras posibles razones. A continuación, intento acercarme al problema a través de un análisis de diversos diccionarios monolingües del alemán y del español peninsular de los últimos decenios, de los cuales me interesan los siguientes puntos: – ¿De qué manera se presentan las fórmulas de tratamiento señorita y Fräulein en los diccionarios y cómo se explican su significado y su empleo en la actualidad? – ¿Se pueden encontrar indicios en los diccionarios españoles más actuales de un rechazo parcial de la fórmula de tratamiento señorita, o se precisa su utilización según factores sociales como sexo, edad, nivel escolar, etc.? – ¿Qué tipos de diferencias se pueden constatar con respecto a la entrada de señorita entre las ediciones más recientes y las menos actuales de los diccionarios? Es cierto que los diccionarios suelen reaccionar bastante lentamente a los desarrollos actuales del lenguaje. La ventaja, sin embargo, consiste en el hecho de que

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Cf. Brown/Gilman (1960). Cf. para este aspecto sobre todo Coulmas (1981). Cf. Besch (1996: 46): “[...] der Trend weg von Fräulein ist überall evident. Wir gehen einen Sonderweg, ähnlich wie die Angelsachsen und ganz im Gegensatz zur Romania: Mademoiselle und Signorina sind akzeptiert wie eh und je, obgleich sie dieselbe Bedeutung wie Fräulein haben. Sind die jungen Frauen in Frankreich und Italien weniger selbstbewußt? Oder ist es umgekehrt? Oder liegt es nur am sprachlichen Ausdruck, genauer an der Verkleinerungssilbe Frau-lein? Oder?”.

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una modificación una vez recogida en el diccionario se puede considerar como elemento ya bien establecido en el lenguaje. Pero hay que advertir que este análisis se entiende más bien como punto de partida para una reflexión más amplia, en la cual se consideran también otros aspectos lingüísticos y socioculturales como el sistema de cortesía, las situaciones de uso, la planificación lingüística, etc.6.

2. Algunas reflexiones generales sobre las fórmulas de tratamiento señorita, señora y señor Las fórmulas de tratamiento tienen, según Armin Kohz, sobre todo dos funciones: primero, denominar a una persona y segundo, hacer de la persona designada la persona apelada7. En las formas señorita, señora, señor (y en el mucho menos frecuente señorito) están codificados los factores sexo, edad, estado civil y estatus social, según el contexto, con diferentes acentos. Esta concepción, sin embargo, invita a comprender las variables como criterios absolutos para denominar a la persona apelada, mientras que hay que recordar que en la selección de una fórmula determinada influye no sólo la condición biológica y social del interlocutor, sino también la del hablante y la interrelación entre ambos8. Así que las fórmulas de tratamiento constituyen más bien reflejos de las relaciones sociales vigentes y de la forma de interacción entre los hablantes. A pesar de esta precisión, sí me parece justificado hablar del significado de una fórmula de tratamiento, aunque éste sea difícilmente delimitable y se refleje de manera indirecta en las condiciones de uso. Señorita, señora y señor se suelen utilizar en situaciones de distancia formal, en las que es normal el empleo de usted9, y pueden, en principio, acompañar cualquier acto de habla. Según María Moliner (1966/1998), señor o señora es una persona que no pertenece a las clases populares [..]. Pero, en general, se llama así a cualquier persona cuyo nombre se desconoce o a la que no interesa designar por él.

Estas fórmulas se pueden combinar con el apellido (señor Benítez), para personas de pueblo también con el nombre de pila (Mi vecina la señora María) o con cargos y otros tratamientos (El señor doctor. La señora marquesa)10.

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También he entrevistado a muchas personas, aunque no de manera rigurosa y no a base de un cuestionario fijo, cuyos juicios han corroborado muchas conclusiones mías. Cf. Kohz (1982: 104). En ese sentido se diferencian de los saludos verbales. Pieper (1984) habla de la interrelación de factores biológicos, socioculturales y lingüísticos en el comportamiento apelativo. Braun (1988: 60) tiene razón al constatar que los tratamientos nominales y pronominales no constituyen dos sistemas aislados, sino entrelazados. Todos los ejemplos son de María Moliner (1966).

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En principio, se pueden utilizar de forma directa e indirecta, aunque el empleo como vocativo es más típico. De los tipos de vocativos diferenciados por Antonio Miguel Bañón hay que resaltar los siguientes, por el interés que tienen en nuestro contexto: el vocativo salutatorio u honorativo, el apelativo puro, el exclamativo y el de ruego11. Como vocativo salutatorio, las fórmulas mencionadas constituyen una parte integral del saludo; como vocativo apelativo, sirven para llamar la atención de una persona, desconocida o no; de esa manera pueden servir para iniciar una interacción verbal, para confirmar una relación social ya existente o para evitar tensiones entre los interactantes12. El vocativo exclamativo queda patente en las respuestas afirmativas y negativas, aunque hay que mencionar que sí, señor y no, señor ya se han convertido en fórmulas fijas que se pronuncian sin pausa y que tienen un acento secundario en el adverbio13. El vocativo honorífico, que, en mi opinión, se debería diferenciar del vocativo salutatorio al conllevar una expresión de deferencia para con una persona superior14, queda reducido a un contexto más bien limitado: señorita, señora y señor se utilizan todavía como tratamiento por parte de los criados o subalternos para la persona a que se sirve. En este contexto hay que localizar también señorito, aunque hoy en día ha caído prácticamente en desuso y se utiliza, sobre todo, en sentido irónico y despectivo para denominar a un joven de familia acomodada que lleva una vida ociosa o a alguien que intenta lo segundo sin contar con la primera condición. Señorita, señora y señor son los típicos tratamientos de cortesía ceremoniosa, aquella que encontramos en restaurantes o negocios entre camarero y cliente, entre vendedores y clientes, etc. Estas fórmulas de tratamiento no sólo se utilizan como vocativo que queda aislado del resto de la oración, sino también como parte de la oración, incorporada en la estructura sintáctica, lo que corresponde a una manera indirecta de apelación: “¿Qué desea el señor/la señora?”. Es decir, se dirige en tercera persona al interlocutor: una típica estrategia de cortesía con la que se aumenta la distancia entre hablante y oyente15.

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Bañón (1993: 22-26) distingue siete tipos distintos de vocativo. Además de los mencionados incluye un vocativo axiológico, un vocativo de mandato y un vocativo de delimitación de turno de conversación. Cf. Haverkate (1994: 85) y Lubecka (1993) que también insiste en la multifuncionalidad de las fórmulas de tratamiento. Cf. Bosque/Demonte (1999) y también Beinhauer (1930: 1). Según el contexto, puede tratarse también de una mera función afirmativa. Cf. Albrecht (1971: 366). Bañón (1993) no distingue entre vocativo salutatorio y vocativo honorativo. A mí, sin embargo, me parece importante distinguir si se trata de una relación jerárquica que lleva a la expresión de deferencia hacia la persona superior o de una relación simétrica entre los interlocutores. Este tipo de empleo se ha generalizado en portugués.

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Cabe preguntarse si este empleo se puede considerar más bien como vocativo honorífico, con el que se enaltece el rango del interlocutor en relación con el hablante, ya que en este tipo de situaciones ceremoniosas se juegan los roles básicos de la cortesía, los de servidor y señor16, o si se trata de una mera señal para la apelación del cliente. Ambas realizaciones me parecen probables, con diferentes matices según el contexto, pero sería interesante obtener datos concretos entrevistando a las personas afectadas.

3. Evidencias en los diccionarios monolingües del español Tras una consulta de las entradas de señorita y señora en diferentes ediciones de diccionarios del español actual (el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia; el Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos, y los diccionarios de María Moliner y de las editoriales Planeta y Vox), bajo los aspectos arriba expuestos, y una comparación con las equivalentes en diccionarios del alemán (Trübners Deutsches Wörterbuch y diferentes ediciones del Wahrig y Duden) se puede constatar lo siguiente: 3.1. En los diccionarios españoles se encuentran apenas indicios de una disminución del empleo de señorita. Lo que falta por completo es una factorización de las condiciones de su empleo. Por ejemplo, en la vigésima segunda edición del Diccionario de la Real Academia de 2001, un diccionario no de uso, pero sí atento a las evoluciones actuales de la lengua17, se define el tratamiento señorita sencillamente como la forma normal para dirigirse a mujeres solteras (“Término de cortesía que se aplica a la mujer soltera”) y se añade, como cuarta acepción: tratamiento de cortesía que se da a maestras de escuela, profesoras, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio, etc.

Algo parecido puede constatarse en los diccionarios Vox (1987) y Planeta (1982)18.

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Por supuesto, no es casualidad que éstas sean también las fórmulas tradicionales de cortesía. Cf., por ejemplo, en cartas: “su seguro servidor, que estrecha su mano”. Y tiene que ver con el hecho de que “la cortesía se aumenta en la medida en que es mayor el poder del oyente sobre el hablante”, cf. Haverkate (1994: 40). En el preámbulo se subrayan la atención “a la evolución del uso” y el intento de reflejar “la cambiante realidad del idioma” (2001: IX). Planeta (1982): “Señorita. Tratamiento dado a las mujeres solteras”, y respectivamente se dice de señora: “Mujer casada, en oposición a señorita, mujer soltera”. Otra vez quiero subrayar que no se trata aquí de una crítica de diccionarios, sino más bien de una ‘formación del inventario’ para encontrar pruebas para un posible cambio.

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Más relevantes son las entradas de señorita en las diferentes ediciones del Diccionario de Uso del español de María Moliner. En la primera edición (1966) podemos leer que señorita: “[...] se emplea como tratamiento corriente aplicado a las mujeres solteras, sin ir seguido de ‘doña’”, mientras que en la segunda edición actualizada (1998) se añade a la misma explicación:

o a las mujeres jóvenes, independientemente de su estado civil. Correspondientemente, en la entrada de señora se puede leer en la edición más tardía: Por oposición a “señorita”, se utiliza en el tratamiento para distinguir a la mujer casada de la que no lo es. O para distinguir a la mujer ya no muy joven de la que lo es, independientemente de su estado civil (cursivas de E. S.).

Una explicación parecida encontramos en uno de los diccionarios más recientes, el Diccionario del español actual de Seco, Andrés y Ramos, de 1999: señorita: Tratamiento que se emplea para referirse o dirigirse a una mujer soltera o joven.

No obstante, no se dan explicaciones o comentarios más detallados. 3.2. Según los diccionarios, la fórmula de tratamiento señorita es todavía bastante bien aceptada; pero –y esto es importante– se puede observar una modificación de su significado y de su empleo que se documenta en los diccionarios más atentos al uso actual del español. El rasgo semántico joven, que ya antes estaba vinculado a la palabra –puesto que según el estereotipo social una mujer soltera corresponde a una mujer joven y una mujer madura a una casada19– ha ido ganando más importancia y en muchos contextos ya constituye el rasgo semántico decisivo. Todavía coexisten los dos sistemas de tratamiento, pero el tradicional, en el que el estado civil es el criterio predominante, va perdiendo terreno a favor del sistema renovado y su criterio de la edad. El empleo relacionado con determinadas profesiones como maestras, vendedoras y otras profesiones de servicio, por otra parte, no parece haber cambiado mucho, según los datos de los diccionarios20. En los diccionarios del alemán, sin embargo, el empleo de la fórmula de tratamiento Fräulein se indica como anticuado, un hecho que confirmaría cualquier

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En los ejemplos de los diccionarios se refleja la actitud social para con las mujeres solteras: “La señorita Mercedes se casa por fin”. Estos resultados, en principio, son también válidos para el francés y el italiano, aunque con otros matices.

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hablante del alemán. En el Duden (tanto en la edición de 1993 como en la de 1999) se puede leer bajo Fräulein: titelähnliche, auch als Anrede verwendete (heute allgemein durch ‘Frau’ ersetzte) Bez. für eine unverheiratete weibliche Person [...] (ugs. veraltet) weibliche Angestellte in einem Dienstleistungsberuf od. im Lehramt (meist als Anrede).

Y en el Wahrig de 1997 encontramos en la entrada de Fräulein: (heute veraltet für) unverheiratete Frau; (umg. veraltet als Anrede) Kellnerin, Verkäuferin, Kindermädchen.

4. El trasfondo sociolingüístico Es cierto que el feminismo en Alemania evolucionó más temprano y de una manera distinta que en España, pero dudo que la mayor aceptación de señorita en España se deba a una falta de emancipación. Tampoco me convence el argumento de la mayor confianza de la mujer española en sí misma, confianza que la llevaría a no ocuparse de matices lingüísticos. Sin embargo, me parece importante subrayar que en Alemania en los años setenta y ochenta hubo una discusión pública muy viva acerca del empleo de Fräulein21 que, al menos en esa intensidad, no tuvo lugar en España. Es cierto que esta discusión fue fomentada por la rebelión estudiantil de 1968 que tuvo como efecto también un cambio evidente en el empleo de otras fórmulas de tratamiento: es la fecha, por ejemplo, en la que los estudiantes empezaron a tutearse. En el periódico Süddeutsche Zeitung del 28 de mayo de 1980 se habla de una “Dauerdebatte um die Anrede ‘Frau’ oder ‘Fräulein’” y en las revistas Sprachpflege (Leipzig) y Muttersprache (Wiesbaden; Berlin) se documenta el creciente rechazo de Fräulein que es válido tanto para el este como para el oeste. De fechas muy anteriores datan decretos a nivel tanto federal como regional, en los que se concede a las mujeres el derecho a ser tratadas de Frau sin estar casadas22. Por supuesto, tampoco en España faltan intentos de planificación lingüística, aunque datan de fecha más tardía. Existen, por ejemplo, las recomendaciones de

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Cf. Burmann (2000: 190): “Der Höhepunkt der Diskussion um Titel, Begrüßungsformen und Anrede fällt in die 70er Jahre dieses Jahrhunderts, wo er [...] zu gerichtlichen Auseinandersetzungen führt”. Cf. Besch (1996: 41). Verfügung des Gesetzgebers vom 15.12.1951: “Unverheiratete weibliche Personen dürfen ohne Genehmigung die Bezeichnung Frau führen”. Y ya en un decreto del 13.6.1919 del Ministerio del Interior de Prusia se declara: “Es kann [...] keiner ledigen Frau verwehrt werden, sich Frau zu nennen”. Cf. Knauer (1968). En 1972 el Ministerio del Interior decretó que hay que tratar a todas las mujeres de Frau. Cf. Kasai (2002: 28).

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NOMBRA (= Comisión Asesora sobre Lenguaje del Instituto de la Mujer). En el folleto de 1995 se critica el diferente tratamiento de las mujeres según su estado civil: El tratamiento general utilizado para dirigirse a un hombre es siempre “Señor”, sin embargo, a las mujeres se las nombra, an algunos casos, según su estado civil, “Señora” o “Señorita”. Esta diferencia en el tratamiento se debe a una tradición, que distingue sin que sea pertinente, entre una mujer casada y una soltera. En la sociedad actual no podemos continuar identificando a las mujeres por su estado civil o por su relación con los hombres (Señora de). Por ello debe utilizarse “señora” y “señor” para hacer referencia de forma general a una mujer o a un hombre, con independencia de su estado civil (NOMBRA 1995: 27)23.

¿Es posible que los existentes intentos de planificación y ‘corrección’ sean todavía demasiado recientes para haber podido tener efecto en España? ¿O es más bien su aislamiento de un movimiento político o social más amplio? Hay que recordar que a veces, como sucedió en la Revolución Francesa, se rechazan fórmulas de tratamiento porque se ven como símbolos de un sistema pólitico o social ya no aceptado. Aparentemente, en alemán se rechaza Fräulein porque se entiende como expresión de un sistema patriarcal obsoleto, en el cual las mujeres son clasificadas según su estado civil. También influye el hecho de que en la sociedad burguesa la palabra Fräulein estaba fuertemente asociada con virginidad, honestidad y castidad, valores que hoy en día ya no se consideran como tales, sino como reflejos de un sistema de control patriarcal sobre la sexualidad femenina24. En España, a mi modo de ver, esto no sucede, porque –aunque en la cita de NOMBRA se argumenta de la misma manera– el criterio decisivo para el empleo de señorita ya no es el estado civil –como lo solía ser en la sociedad burguesa anterior– sino la edad. Señorita (como mademoiselle y signorina) significa en primer lugar ‘mujer joven’. Es decir, la fórmula de tratamiento se ha adaptado mejor a las nuevas estructuras sociales. En la sociedad liberalizada y sexualizada de hoy en día ya no interesa tanto el estado civil de una persona. Sin embargo, la edad y el atractivo del cuerpo femenino tienen más importancia que nunca. Por esta misma razón, mujeres jóvenes en España sí quieren ser tratadas de señoritas, precisamente porque no quieren ser clasificadas como mujeres de cierta edad que ya

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El mismo apartado aparece en la edición de 2002. Cf. Burmann (2000: 189): “Bereits gegen Ende des 19. Jahrhunderts wird aus der ehrerbietigen Anrede gegenüber unverheirateten Frauen – mit der das semantische Feld abgesteckt ist, indem es die Assoziation mit dem hohen Gut der Jungfräulichkeit und der weiblichen Tugenden von Scham und Keuschheit evoziert – ein als diskriminierend empfundenes Zeichen für Ungleichheit, sowohl gegenüber verheirateten Damen, als auch jungen Männern”.

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no corresponden al ideal de la juventud. Otra prueba de ese cambio semántico puede verse en el hecho de que señorita se puede utilizar como cumplido con el que se testimonia el atractivo físico, la juventud de una persona casada o ya no tan joven25. Probablemente hay que ver este hecho también en el contexto de una cultura de galantería verbal entre hombres y mujeres que en España está más presente que en Alemania: se manifiesta, por ejemplo, en el empleo de piropos cuyo estilo posiblemente haya cambiado durante los últimos decenios, pero cuya pervivencia está fuera de cuestión. Tampoco me parece casualidad que dentro de la cortesía informal y la proximidad comunicativa existan muchos vocativos españoles que denotan la edad y el aspecto de las personas: nene, nena, joven, niño, niña, chaval, chico, chica, viejo, abuela, abuelito, chata, guapo/-a, bonito/-a etc.26. Aparentemente, en el sistema de cortesía español es más normal incluir factores del aspecto en la forma verbal de dirigirse a la gente. En Alemania, sin embargo, las mujeres jóvenes no quieren ser tratadas de Fräulein, porque entienden una clasificación como expresión del poder patriarcal que amenaza su imagen de autodeterminación. La encuesta llevada a cabo por Werner Besch (1996) confirma esa actitud: de 65 estudiantes (todas mujeres) sólo dos consideraban Fräulein y Frau igualmente aceptable, el resto aceptaba únicamente Frau. Se argumentaba, sobre todo, que Fräulein es anticuado y sexista; que significa ‘mujer no completa’ y expresa la idea de virginidad; que no hay que hacer explícito el estado civil de una persona, y que no existe una denominación masculina parecida27. Se puede concluir que el rechazo de Fräulein en alemán tiene que ver con una mayor fosilización de la fórmula de tratamiento, en la cual probablemente haya influido la discusión temprana acerca de su empleo28.

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Este fenómeno se da también en el francés y el italiano, como me han confirmado prácticamente todos los entrevistados. Acabo de tropezar con una prueba para el inglés en el best-seller Working Mum de Allison Pearson, Hamburg: Rowohlt (2003: 22 s.): “‘Oi, Miss! Könnensenich außenrum gehn wie alle annern?’ Angebrüllt zu werden ist peinlich, aber langsam macht es mir zu schaffen, dass ein kleiner, schändlicher Teil von mir es wirklich genießt, in der Öffentlichkeit Miss genannt zu werden. Mit fünfunddreißig Jahren, der Schwerkraft und zwei kleinen Kindern, die einen runterziehen, muss man die Komplimente nehmen, wie man sie kriegen kann”. Cf. Beinhauer (1930: 1 s.). Edad y sexo se consideran los factores biológicos más importantes reflejados en las fórmulas de tratamiento. Cf. Pieper (1984: 9-24). Cf. Besch (1996: 45 s.). Por cierto, también en alemán se pueden encontrar muchas pruebas de una verbalización asimétrica de la edad de mujeres y hombres: sólo hay que pensar en el hecho de que a las mujeres muchas veces se les llama Mädchen o, por ejemplo, en el ámbito del deporte, Mädels, mientras que a personas masculinas de la misma edad se les suele llamar Männer.

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5. Cambio semántico de señorita, pero no de Fräulein – las situaciones de uso ¿Cómo se puede explicar el hecho de que señorita haya tenido un cambio semántico que no tuvo lugar en alemán? Una modificación de significado siempre está unida a unos contextos específicos que constituyen la base para que un rasgo semántico secundario pueda ganar prioridad –un hecho generalmente válido, pero todavía más obvio para las fórmulas de tratamiento. Si preguntamos por las situaciones típicas en las cuales se utiliza todavía señorita y las comparamos con la última fase de empleo de Fräulein, tropezamos con unas diferencias bien interesantes. Puesto que en España, sobre todo entre la gente joven, la cortesía informal se ha ido extendiendo durante los últimos decenios, se trata a las mujeres jóvenes con las que se tiene un cierto grado de familiaridad normalmente de tú y con el nombre de pila. El típico empleo de señorita queda reducido a situaciones convencionales en lugares públicos, en los que se expresa una cortesía ceremoniosa para con una persona nada o poco conocida. Es decir, se trata de jugar roles estereotípicos, y no de considerar hechos biográficos auténticos29. Este empleo no es posible en alemán, ya que Fräulein tiene que ser combinado con el apellido o, por lo menos, con el nombre de pila –gnädiges Fräulein desde hace mucho tiempo está completamente fuera de uso30. La apelación de una persona por su nombre, no obstante, supone un conocimiento mínimo de su persona, lo que muchas veces implica un saber acerca de su estado civil. Así queda más claro por qué Fräulein ha conservado el significado original de ‘soltera’ y por qué señorita ha podido modificar su significado. El empleo en estas situaciones típicas tiene un efecto más. Ya que en alemán la fórmula de tratamiento Fräulein se basa, por lo general, en hechos socio-biográficos, el empleo se entiende como expresión de una cortesía horizontal, en el que el hablante, que clasifica y controla a la mujer, es interpretado como superior. También en español el hablante clasifica según el aspecto de la mujer, pero puesto que, por un lado, se trata de un tipo de clasificación aceptado por la sociedad, y por otro tiene como margen una cortesía ceremoniosa, en la cual se tiende a jugar los roles de servidor y dueña, la persona apelada se siente enaltecida o, por lo menos, tratada simétricamente. Es decir, la relación jerárquica entre hablante y persona apelada se interpreta de diferente manera, lo que corresponde a un nivel de cortesía diferente.

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Eso es cierto sobre todo para el empleo de señorita en combinación con el apellido a no ser que se trate de personas de un estatus social alto. En algunos casos también era posible la combinación de Fräulein con el pronombre posesivo: “mein Fräulein”. Cf. Albrecht (1971:357).

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Algo distinto es el empleo de Fräulein y señorita para ciertas profesiones específicas, en alemán para camareras31 o telefonistas, en español para maestras, secretarias, vendedoras, etc., todas profesiones de un prestigio social limitado que antaño eran típicas de mujeres solteras. Hoy en día, el criterio para el empleo del tratamiento no es ni la edad ni el estado civil, sino únicamente el trabajo determinado32. Lo que sí difiere es la aceptación de tales fórmulas en España y Alemania que parece ser una consecuencia secundaria de los mecanismos arriba expuestos.

6. El diferente deterioro de señorita y Fräulein 6.1. Tanto señorita como Fräulein no son sólo fórmulas de tratamiento, sino también denominaciones de persona y en ambos niveles forman parte de un sistema más amplio. Si tomamos en consideración también señora y Frau como cohiponimios y comparamos las diferentes acepciones de estas palabras en los diccionarios, nos damos cuenta de que tienen una extensión no sólo muy diversa, sino también diferente valorización. Aunque las estructuras feudales que antaño se reflejaban en las fórmulas de tratamiento han sido sustituidas desde hace tiempo por los roles individualizados de la sociedad actual, en señora y señorita está –por lo menos en su calidad como denominaciones de persona– todavía viva la acepción de “persona de representación”, de buena posición social, lo que les diferencia de sus equivalentes alemanes33. La valorización más alta de señora y señorita queda patente en el hecho de que corresponden, en parte, a Dame en alemán, mientras que Frau significa no sólo ‘señora’, sino también ’mujer’. La asimetría del sistema alemán –Damen und Herren – Herr/Frau – Mann/Frau– tiene su explicación en un empeoramiento más rápido de las denominaciones de la mujer.

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En alemán existe el problema de un sustituto aceptable. La Gesellschaft für Deutsche Sprache (Wiesbaden) lo ha propuesto dos veces como tema de concurso. Mientras el primer concurso no tuvo resultado, después del segundo se recomendó Frau Ober como forma alternativa, lo que era la respuesta más frecuente. Cf. Besch (1996: 49 s.). En esta discusión queda patente hasta qué grado estamos fijados en las estructuras de ciertas formas discursivas, ya que, en principio, la solución más fácil sería renunciar a una forma nominal y emplear algo como Entschuldigung, Hallo, etc. El DRAE (222001) da la explicación más detallada: “Tratamiento de cortesía que se da a maestras de escuela, profesores, o también a otras muchas mujeres que desempeñan algún servicio, como secretarias, empleadas de la administración o del comercio, etc.“. Cf. Albrecht (1971: 361): “Wer die Stichworte ‘Monsieur’, ‘Madame’, ‘signore(a)’, ‘señor(a)’, ‘senhor(a)’, ‘sir’, ‘madam’ in größeren sprachlichen Lexika nachschlägt, erhält erstaunlich einheitliche Auskünfte. Die entsprechenden Titel sind ursprünglich alle eng mit der feudalen Vergangenheit der jeweiligen Länder verbunden, werden auch heute noch in einer echten Bezeichnungsfunktion nicht für jedes Individuum verwendet, können jedoch in der Anrede fast jedermann zuerkannt werden“.

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6.2. De paso chocamos con una diferencia más: el hecho de que en el transcurso de los siglos Fräulein (como tratamiento y denominación de persona) se haya deteriorado mucho más que señorita. Hay que recordar que todo el sistema alemán de denominaciones de personas femeninas se ha degradado: wı¯ p significa en alemán medieval todavía ’mujer’, hoy en día tiene una fuerte connotación negativa. Frau, en cambio, era en el alemán medieval la mujer noble. Fräulein tiene su origen en el alemán medieval vrouwelîn que significaba ’pequeña señora’34. Hasta muy avanzado el siglo XVIII, las hijas de la burgesía no podían ser tratadas de Fräulein. Una evidencia muy conocida se encuentra en Faust I (2605 ss.): “Mein schönes Fräulein, darf ich wagen, Meinen Arm und Geleit Ihr anzutragen” y la respuesta es: “Bin weder Fräulein, weder schön, kann ungeleitet nach Hause gehn”35. Señor y señora, en cambio, que se han utilizado desde la Edad Media como tratamiento de respeto a todo superior, muestran un desgaste mucho menos fuerte. La gama de sentidos que podemos observar hoy se ha mantenido prácticamente idéntica desde el principio36. Señorita es una derivación mucho más tardía, que se ha utilizado desde el siglo XVIII para “las hijas solteras de personas de calidad”37. Más tarde se ha extendido también para dirigirse a la señora de la casa, lo mismo que sucedió con señorito38. No es este lugar para profundizar en la cuestión del porqué del deterioro de las denominaciones de mujer en alemán. Pero, a mi modo de ver, explicarlo como fenómeno universal de desgaste en el ámbito de la cortesía, tal como lo hace Rudi Keller, no es suficiente para aclarar dicho empeoramiento: In unserer Sprache unterliegen Ausdrücke, die dazu dienen auf Frauen zu referieren, immer wieder der Pejorisierung [...]. Vertreter linearen Denkens könnten latente Frauenfeindlichkeit hinter diesem Trend wittern, die die einzelnen Sprecher dazu führt, solch ein Wort mit der Zeit immer ‘ein bißchen pejorativer’ zu verwenden. [...] Die Pejorisierung der Ausdrücke ‘Weib’, ‘Frau’ u.a. wurde jedoch nicht durch die

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Cf. Trübners Deutsches Wörterbuch (1939/49) y Wolff (1969). Cf. Besch (1996:40): “Später wurde es eine Bezeichnung des Standesamtes und der Gesellschaft mit der Markierung ‘unverheiratete Frau’. Ältere unter uns kannten wohl noch alte Damen, insbesondere verdienstvolle Lehrerinnen, die auf der Anrede Fräulein bestanden, weil dies zeitlebens auch ihre offizielle Bezeichnung war”. Cf. la entrada señor en Corominas/Pascual (1980). Terreros y Pando (1788). Beinhauer escribe en 1930 (2-3): “Dienstboten, Kellner usw. gebrauchen Höherstehenden gegenüber die Anrede señorito bezw. señorita, oder, wenn es sich um mehrere Herren oder eine gemischte Gesellschaft handelt, señoritos (‘Herrschaften’). Señorito (señorita), una limosnita para este pobrecito, ruft der Bettler, um das Mitleid des Vorübergehenden zu wecken Eigenartig ist die semantische Entwicklung von señorito ‘junger Herr’ [...] zum Unterschied von señor Alonso”.

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Maxime ‘blame her’, sondern eher durch die Maxime ‘praise her’ hervorgebracht. Es handelt sich abermals um ein Mandevillesches Paradox, bei dem jeder stets das Gute will und die Pejorisierung schafft. In einer Gesellschaft, die, wie die unsere, in höfischer Tradition steht, gibt es ein Galanteriegebot Frauen gegenüber. [...] Teil dieses Galanterieverhaltens ist es, daß die Tendenz besteht, Frauen gegenüber oder beim Reden über Frauen Ausdrücke zu wählen, die eher einer höheren Stil- oder Sozialebene angehören als einer niedrigeren.[...] Fazit: das Motiv der Galanterie auf der Ebene der Individuen führt auf der Ebene der Sprache langfristig wie von unsichtbarer Hand geleitet zur Pejorisierung. Es handelt sich dabei um eine Frage der Inflation39.

Hay que tomar en consideración el hecho de que tienden a empeorar en lenguas como el alemán o el español no sólo las denominaciones de mujer utilizadas como fórmulas de tratamiento, sino cualquier denominación referida a personas femeninas, incluso denominaciones de profesiones. ¿Por qué se siente la necesidad de formar nuevas palabras para profesiones tradicionalmente femeninas ahora ejercidas por hombres, por ejemplo, comisario de a bordo como correspondiente masculino de azafata, cuando sin discusión alguna se forma médica de médico, alcaldesa de alcalde, etc.? En mi opinión, la perspectiva peyorativa sobre la mujer en sociedades patriarcales está muy generalizada e influye decisivamente en el cambio lingüístico, si bien se puede entrecruzar con otros factores lingüísticos y socioculturales, como sucede en el caso concreto de las fórmulas de tratamiento. Lo que me gustaría dejar claro por el momento es el hecho de que en Fräulein se haya manifestado un proceso de desgaste más temprano y más intenso, lo que podría ser aún otra razón para el rechazo más rotundo de la fórmula de tratamiento en alemán. La fórmula señorita, en cambio, es mucho más tardía y hasta hoy no ha experimentado un deterioro tan intenso, lo que corresponde a su mayor aceptación.

7. Resumen El diferente desarrollo de Fräulein en alemán y señorita en español es un buen ejemplo del hecho de que no se puede predecir el desarrollo concreto de las fórmulas de tratamiento en una lengua determinada, aunque se conozcan los mecanismos universales, ya que son muchos y muy diversos los factores, tanto lingüísticos como socioculturales, que influyen en dichos procesos. En esta contribución se ha intentado reflexionar sobre las posibles razones de una acepta-

39

Cf. Keller (1990: 103-104).

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ción tan diferente de Fräulein y señorita, tomando como punto de partida las entradas respectivas en diccionarios actuales. El análisis ha demostrado que en los diccionarios españoles actuales no se puede encontrar indicio alguno de un rechazo del empleo de señorita; tampoco se intenta una factorización de su empleo según variables sociales. Una comparación entre las entradas, sin embargo, permite comprobar un cambio semántico desde ‘mujer soltera’ a ‘mujer joven’ que todavía no está concluido. Esta modificación de significado, que a su vez se puede explicar a través de las situaciones típicas de uso (que se caracterizan por una cortesía ceremoniosa hacia mujeres jóvenes nada o poco conocidas) es la razón por la cual señorita constituye todavía un tratamiento bastante aceptado y corriente. ¿O es que la fórmula de tratamiento pudo modificarse porque se había conservado gracias a su connotación positiva? No quiero dar la impresión de insistir en una causalidad unidireccional, donde evidentemente hay que suponer relaciones entrelazadas y efectos recíprocos. Eso sí, los fenómenos esbozados me parecen importantes para entender que señorita se siente todavía como expresión de respeto y valorización, ya que el reconocimiento de juventud agrada, mientras que la fórmula de tratamiento alemán Fräulein se interpreta como una expresión de poder, como símbolo de un sistema social obsoleto.

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LA VARIACIÓN ENTRE FORMAS USTEDEANTES Y VOSEANTES A NIVEL DEL DISCURSO FAMILIAR EN LA CLASE MEDIA Y ALTA DE SAN JOSÉ - COSTA RICA: ¿UNA ESTRATEGIA DE CORTESÍA? KAROLIN MOSER Córdoba, Argentina

1. Introducción No sólo la discusión pública entre lingüistas y hablantes en torno al “nuevo y ajeno” uso del pronombre tú entre los estudiantes universitarios (Leraand 1995), los grupos protestantes (Vega Gonzales 1995) y en la lengua lúdica de los niños (Quesada Díaz 1995) frente al tradicional voseo y ustedeo apunta hacia un posible cambio intraparadigmático a nivel del tratamiento en el español de la capital costarricense (Moser 1999). El mismo paradigma de la 2ª persona singular a nivel del habla coloquial de San José es actualmente bastante complejo, ya que consiste en el empleo del ustedeo, del voseo y de formas verbales tuteantes (Moser 2002). Éstos no sólo se emplean separadamente, sino que también se “entremezclan” a nivel del lenguaje informal. Ello plantea una serie de interrogantes –más allá de la pregunta más vigente, aunque demasiado prematura tal vez, de si el paradigma costarricense está a punto de pasar de un sistema de tratamiento binario (usted, vos) a un sistema ternario (usted, vos, tú), tal cual existe en otros países centroamericanos como Guatemala (Lausberg de Morales 2002) y Honduras (Castro 2000). Una de las preguntas que cabe plantear aquí es la de las funciones pragmáticas de la alternancia de formas ustedeantes y voseantes en una y la misma situación comunicativa entre los mismos hablantes e interlocutores a nivel del lenguaje coloquial (Vigara Tauste 1992: 7-21) josefino –un fenómeno que aún está por investigar (Quesada Pacheco 1996) y que aparentemente tiene pocos años de

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haber surgido. Por consiguiente intentamos brindar una posible explicación pragmática-funcional a la alternancia de las formas de tratamiento en el lenguaje espontáneo entre hablantes de la capital costarricense. Nuestro análisis se basa en un corpus de conversaciones informales, es decir, en diálogos libres que grabamos en el área metropolitana de San José con hablantes de la clase media y alta entre los años 1995 y 1999. Como marco teórico proponemos un enfoque pragmático que se basa en el concepto de la cortesía, tal como lo definen Blum-Kulka et al. (1989) y Held (1995), ampliado, sin embargo, por el método del análisis del discurso.

2. El paradigma coloquial informal de la 2ª persona singular En nuestro corpus de conversaciones informales espontáneas, grabadas de manera magnetofónica en familias de la clase media y alta de San José y en el ámbito de la Universidad de Costa Rica, encontramos conversaciones que se efectúan o en ustedeo o en voseo, es decir, con una forma de tratamiento única, usada de manera recíproca por todos los hablantes que participan en la conversación dada. A continuación damos algunos ejemplos de nuestro corpus que son tomados de conversaciones ustedeantes y voseantes. Cada ejemplo se introduce con las informaciones básicas acerca de los hablantes (véase los paréntesis), su entorno social, el lugar y la fecha de la grabación y la situación comunicativa. (La flecha indica la relación de poder entre los hablantes).

2.1. El ustedeo: 1

Ustedeo: hija (38, secretaria) ↑ madre (69, orientadora) [clase media, Escazú , San José, 1.9.1995, a la hora de acostarse] HIJA: MADRE:

2

Mami, ¿no va ir a ver tele? sí, ahora voy ir a ver

Ustedeo: tía (40, secretaria) ↓ sobrino (7) [clase media, Escazú, San José, 15.3.1997, al planear un paseo] TÍA:

usted va… el miércoles en la noche a comer y a bailar y a beber con su mamá con su abuelita y con su papá y con su tía SOBRINO: ¿a dónde?

3

Ustedeo: abuela (71, orientadora) ↓ nieto (7) [clase media, Escazú, San José, 15.3.1997, al planear un paseo]

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ABUELA: NIETO: 4

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¡cinco mil colones1! ¿cuánta plata tiene usted? usted tiene seis mil no

Ustedeo: novio (34, policía) → novia (26, estudiante) [clase media → clase alta, Alajuela, 28.8.1995, en el camino a la casa después del trabajo] NOVIO:

NOVIA: NOVIO:

éste es suyo, yo le pedí dos, entonces échela ahí, guárdela ahí, ándela siempre, porque no sabe uno (al referirse a un objeto que va guardando en el automóvil) ¿no sabe qué? no sabe una emergencia o algo

Nuestros ejemplos muestran usos informales del ustedeo en el ámbito familiar, tanto asimétricos de abajo hacia arriba ↑ (ejemplo 1) y de arriba hacia abajo ↓ (ejemplos 2 y 3) como también de carácter horizontal → (ejemplo 4). El ustedeo ha adquirido aquí usos y funciones sumamente informales parecidos, por ejemplo, al uso del pronombre personal Du en alemán, el cual, sin embargo, sólo desempeña funciones informales, mientras que el usted en el español de Costa Rica también es una forma de respeto con funciones formales. Desde los primeros trabajos sincrónicos sobre el tratamiento en Costa Rica (Villegas 1963, Vargas 1974) hasta los más recientes estudios (Leraand 1995, Quesada 1997, Hasbún/Hernández 1997, Moser 1999 y Moser 2002) encontramos testimonio de usos informales de la forma usted y sus correspondientes formas gramaticales. A nivel de la lingüística costarricense se habla del “otro usted”, término acuñado por Vargas (1974), para referirse al presente uso gramaticalizado del ustedeo, frente al ustedeo formal –la única forma de tratamiento en el español de Costa Rica que expresa respeto. La diferenciación entre el ustedeo informal y formal sólo es posible a base de una descripción de la situación comunicativa y su contexto.

2.2. El voseo La segunda forma de tratamiento a nivel del lenguaje coloquial documentado en nuestro corpus es el voseo. Mientras que el ustedeo representa una forma que se emplea en situaciones comunicativas desde un alto grado de informalidad hasta en la comunicación formal, el uso del voseo es restringido a funciones informales2.

1 2

El colón es la moneda de Costa Rica. Cf. Villegas (1963); Arroyo (1972); Vargas (1974); Agüero (1984); Quesada (1996).

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Además, es una forma de tratamiento que –a pesar de ser considerada idiosincrática para el costarricense (Láscaris 1994: 187-188)– hasta hace poco no se había integrado en los libros de la escuela y la enseñanza secundaria3: 5

Voseo: prima A (44, ama de casa) → prima B (38, secretaria) [clase alta → clase media, Escazú, San José, 28.8.1995, charla entre mujeres sobre sus peinados] PRIMA B: PRIMA A: PRIMA B: PRIMA A:

6

Voseo: amiga (30, filóloga) → amigo (36, juez) [clase alta, La Uruca, San José, 10.12.1999, saludo al iniciar una conversación telefónica] AMIGO: AMIGA:

7

pero me lo acaba de cortar (se refiere a su pelo) ¿otra vez? no, sólo las puntitas, pero vieras qué mal me lo cortaron yo, yo me corté la pava, ¿no viste?

¿cómo va todo mujer? bien ¿y vos, pura vida4?

Voseo: asistente (30, lingüista) ↓ estudiante universitaria (25) [clase media, Universidad de Costa Rica, San José, 13.12.1999, indicando el camino hacia la biblioteca] ESTUDIANTE: ASISTENTE: ESTUDIANTE: ASISTENTE:

ESTUDIANTE:

¿la biblioteca, es ésta? ¿de acá de la facultad? sí tenés que ir al final del pasillo, tenés que ir al final del pasillo, luego seguís, mano derecha hasta llegar a donde estaban los vestíbulos, los espejos aha

El voseo costarricense presenta, a nivel del sistema, al igual que otras variedades del español americano, un paradigma mixto, tanto a nivel de sus formas pronominales clíticas como también a nivel verbal. Éste último consiste tanto en formas voseantes de origen en la 2ª persona plural (ejemplo 7) como en formas verbales que son idénticas con las formas verbales tuteantes (ejemplo 5). El cuadro 1 da una vista general de la distribución de formas voseantes y tuteantes en los dife-

3

4

Uno de los primeros métodos en integrar el voseo, como forma de tratamiento, en los libros de enseñanza secundaria es el método Sánchez/Rojas/Víquez (1996:166-167). Interjección que pertenece a la jerga juvenil y que equivale a la expresión “todo bien”.

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CUADRO 1 El voseo costarricense (zona metropolitana de San José)5 Presente de indicativo

(vos)6 + verbo 2ª persona singular voseante

llamás, llamas*7

Pretérito indefinido

(vos) + verbo 2ª persona singular voseante (vos) + verbo 2ª persona singular tuteante

llamastes llamaste

Imperfecto de indicativo

(vos) + verbo 2ª persona singular tuteante

llamabas

Pres. de subjuntivo

(vos) + verbo 2ª persona singular voseante

llamés

Imperf. de subjuntivo

(vos) + verbo 2ª persona singular tuteante

llamaras

Condicional

(vos) + verbo 2ª persona singular tuteante

llamarías

Imperativo afirmativo

(vos) + verbo 2ª persona singular voseante

llamá, llama*

Imperativo prohib.

(vos) + verbo 2ª persona singular voseante

no llamés

rentes tiempos y modos a nivel del paradigma voseante costarricense en la zona metropolitana8. Como vemos en el esquema de la página siguiente, mientras que el uso de las formas voseantes solamente se da en el presente indicativo (llamás) y subjuntivo (llamés) y el imperativo afirmativo (llamá) y prohibitivo (no llamés), en el pretérito indefinido se emplean tanto formas voseantes como tuteantes (llamastes, llamaste). En el imperfecto de indicativo y subjuntivo y el condicional, sin embargo, se usan formas tuteantes (véanse las formas: llamabas, llamaras y llamarías). Ahora bien, lo que es nuevo en nuestro corpus de conversaciones informales frente a las investigaciones anteriores de los años 1960 (Villegas 1963) hasta mediados de los años 1980 (Agüero 1984), es la aparición de formas tuteantes que llamamos

5 6 7

8

Agüero (1962), Agüero (1984), Arroyo (1972), Vargas (1974), Villegas (1963). El paréntesis indica el carácter no obligatorio del pronombre vos en función de sujeto. Las formas marcadas con asterisco en el esquema son nuevas formas tuteantes que encontramos en nuestro corpus y a las que llamamos formas–t (Moser 2002). El Valle Central, donde está ubicada la capital de San José, representa una zona lingüística cerrada y diferente a las otras zonas lingüísticas de Costa Rica, ubicadas en el norte, sur, la costa atlántica y pacífica. El voseo en estas otras zonas del país, como por ejemplo en Guanacaste, en el noroeste de Costa Rica, difiere con respecto al uso en el Valle Central.

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formas-t9 (marcadas con asterisco en el esquema) a nivel de conversaciones voseantes, en el presente de indicativo (llamas) y el imperativo afirmativo (llama): 8

Forma-t: presente de indicativo: amiga (30, filóloga) → amigo (36, juez) [clase alta, La Uruca, San José, 10.12.1999, al referirse a una revista en una conversación telefónica] AMIGA: AMIGO:

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y vos no usas esas cosas tan viejas, ¿verdad? no

Forma-t: imperativo afirmativo: amigo (36, juez) → amiga (30, filóloga) [clase alta, La Uruca, San José, 10.12.1999, al explicar por teléfono, cómo se calcula el aguinaldo] AMIGO: AMIGO:

... esperate 12 a 2, ¿cómo era la cosa? esperate no, ah, no, no no sigue contando

Pensando la lengua como sistema autónomo (a nivel de su sistema exclusivamente), las formas-t se pueden explicar simplemente como desarrollo de origen analógico, como proceso analógico hacia las formas tuteantes en el paradigma voseante costarricense, ya documentadas desde los años 1960 en los tiempos del imperfecto indicativo y subjuntivo, del condicional y del pretérito indefinido (compárese los itálicos, cuadro n.º 1). Pensamos la lengua, sin embargo, desde la perspectiva de su usuario y su constante (aunque hasta cierto punto inconsciente) modelador, es decir, desde el hablante, en este sentido cabe plantear la siguiente pregunta: ¿cuál puede ser el estímulo a nivel de la lengua coloquial a usar “de repente” las nuevas formas-t en el presente –un tiempo de alta frecuencia en el uso diario– y en el imperativo, un acto de habla que amenaza a la imagen (face) del oyente? Pero eso no es todo, puesto que las formas-t no sólo se usan en conversaciones voseantes, sino también en conversaciones ustedeantes (como veremos a continuación). Este cambio entre dos tratamientos diferentes subraya todavía más la necesidad de una explicación pragmática-funcional en el presente caso.

2.3. La alternancia entre ustedeo y voseo Las formas-t aparecen en el corpus levantado también en varias conversaciones ustedeantes, produciendo de esta manera una alternancia entre el ustedeo y la forma-t, en el margen de uno o dos turnos, al conversar el hablante siempre con

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Cf. Moser (2002).

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el mismo interlocutor u oyente (ejemplo 10). Igualmente encontramos muchos casos en los que se produce una alternancia en conversaciones ustedeantes hacia formas voseantes tradicionales, produciendo de esta manera un cambio del tipo: ustedeo - voseo (ejemplo 11): 10 Ustedeo – forma-t: imperativo afirmativo: tía (40, secretaria) ↓ sobrino (7) [clase media, Escazú, San José 15.3.1997, al planear un paseo] TÍA:

no no no espera...venga, venga

11 Ustedeo – Voseo: imperativo afirmativo: amiga A (38, secretaria, vendedora) → amiga B (30, vendedora) [clase media, Escazú, San José, 3.9.1995: al conversar por teléfono sobre los nuevos zapatos del hijo de B] AMIGA A: AMIGA B: AMIGA A:

piense positivamente, son cosas... pasos de la chispa del oficio y le... (...)?10 no Mirta, eso no se nota, mirá ¿ahora el montón de gente no compra más bien dos números más en los zapatos?

2.4. Conclusiones acerca del tratamiento verbal-pronominal informal de 2ª persona singular en el habla coloquial de San José El esquema del cuadro 2 resume en síntesis los resultados obtenidos de nuestro corpus, levantado en el área de San José, en el ámbito familiar (y universitario): obviamente existen aparte de los dos tratamientos tradicionales, el ustedeo y el voseo, calificados de a y b, posibilidades de alternancia en el discurso coloquial calificadas de a’ y b’. Éstas se dan, por un lado entre los subparadigmas tradicionales (ustedeo → voseo). Por otro lado observamos alternancias entre los subparadigmas tradicionales y la nueva forma-t (ustedeo → forma-t, voseo → forma-t). Nos proponemos investigar en el presente artículo la posible función pragmática de 1: la alternancia entre el ustedeo y el voseo, es decir, entre dos tratamientos diferentes11. Analizaremos de manera detallada dos ejemplos tomados de conversaciones intrafamiliares. Mientras el primer ejemplo proviene de una conversación telefónica y muestra, por consiguiente, una interacción indirecta, el segundo ejemplo es tomado de una interacción directa, face to face.

10 11

La respuesta de B no se oye bien en la grabación. El análisis de la alternancia ustedeo → forma-t y voseo → forma-t, lo dejamos para otro estudio posterior.

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CUADRO 2 Paradigma de 2ª persona singular informal a

a’

⇐ ustedeo ⇒

⇐ ustedeo ⇒ + alternancia: 1. ustedeo → voseo12 2. ustedeo → forma-t13

b ⇐ voseo ⇒

b’ ⇐ voseo ⇒ + alternancia: 3. voseo → forma-t14

3. La función mitigante del voseo en face-threatening acts 3.1. Ejemplo I Informantes - situación comunicativa (contexto): Como primer ejemplo nos servirá una conversación telefónica que se realiza en ustedeo y que muestra solamente un único caso de cambio hacia el voseo. Se trata de un diálogo entre dos hermanas, grabado el 1 de diciembre de 1999 en La Uruca, un barrio de San José. Este primer ejemplo nos servirá para formular nuestra hipótesis con respecto a la función de la alternancia entre formas ustedeantes y voseantes. La hablante A, es la hermana menor de B, tiene 30 años y es filóloga. La hablante B tiene 36 años y es dentista. Ambas pertenecen a la clase alta de San José, si tomamos como criterio de la clase social el estilo de vida y los recursos mensuales de las informantes. El motivo de la llamada realizada por B es que ella quiere pedirle un favor a su hermana menor: el novio de B está enfermo y necesita unas pastillas, B ya está vestida para una fiesta de matrimonio en la alta sociedad josefina y no quiere salir a la calle en traje formal para ir a comprar la medicina necesaria que se consigue en una farmacia que está a cinco minutos en coche de distancia.

12 13 14 15

Formas voseantes tradicionales a nivel del presente de indicativo e imperativo afirmativo. Formas-t a nivel del presente de indicativo e imperativo afirmativo. Formas-t a nivel del presente de indicativo e imperativo afirmativo. Las formas gramaticales en las cuales se refleja el tratamiento están indicadas en letra cursiva.

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Ejemplo 1 1 2 3 4 5 6 7 8

A: ¿necesita15 que vaya a la farmacia? B: ay ¿usted me haría ese favor? A: ¿cuántas Plasiles encimático? B: sí A: ¿y y qué, cuántas? B: si venden sólo dos, comprame dos A: ¿dos para ya? B: sí, es que está enfermo

[oferta] [A se refiere a las pastillas] [B no entiende] ? [se refiere a su novio]

Análisis: Nuestro ejemplo empieza con la última enunciación de la fase inicial de la llamada (renglón 1). Aunque B no ha pedido explícitamente a su hermana que vaya a la farmacia a traer las pastillas necesarias en este momento de la conversación, B ya ha introducido y justificado su pedido de manera indirecta y ha usado incluso un strong hint (Blum-Kulka et al. 1989: 280-281) para convencer a su hermana de que haga el mandado necesario por ella: aclarando que está consciente de que A no tiene las pastillas en casa. Las estrategias petitivas indirectas aplicadas por B dan resultados, puesto que A le ofrece ir a comprar las pastillas en la farmacia (renglón 1). En el renglón 2 empieza la fase central del presente discurso, en el cual se efectúa por lo general en los discursos petitivos, el acto del pedido en concreto (cf. Held 1995: 245). B cambia del ustedeo al voseo en el renglón 6, empleando una forma de voseo al expresar un imperativo. Después vuelve al ustedeo. A, en cambio, mantiene el tratamiento del ustedeo en toda la conversación. Veamos los turnos anteriores al cambio realizado, antes de analizar en detalle el enunciado en 6: 2

B: ay ¿ usted me haría ese favor ?

B expresa mediante la interjección ay un aire de sorpresa frente a la oferta de A (renglón 1), a pesar de que el único fin de la presente llamada es conseguir persuadir a su hermana menor de que le haga el favor. La expresión de sorpresa muy probablemente forma parte de las estrategias petitivas indirectas, usadas concienzudamente por B. La interjección ay va seguida por la petición de un favor. B evita de nuevo articular el favor en concreto (ir a la farmacia). Sólo el adjetivo demostrativo ese indica a nivel del discurso, por su relación anafórica con el enunciado anterior (renglón 1), que se trata del mandado respectivo. B se expresa además, usando una pregunta retórica en forma condicional –puesto que A ya se ofreció a hacer el mandado. Tanto el empleo de la interrogativa como del condicional son estrategias típicas y universales, usadas en acciones exhortativas o

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petitivas para mitigar un posible ataque a la cara, un face-threatenig act (FTA), inherente a la exhortación, la petición o al imperativo (Blum-Kulka 1989: 275289). Concluimos, por lo tanto, que B se sirve también en la fase central de la llamada de estrategias indirectas para conseguir su fin. La hablante A no contesta la pregunta retórica de B sino que responde con otra pregunta (renglón 3). B no comprende la pregunta de A por la cantidad necesaria de pastillas, como se puede ver en su respuesta (renglón 4). A le vuelve a hacer la misma pregunta (renglón 5). B contesta esta vez, precisando la cantidad requerida de pastillas, después pronuncia un imperativo. Y precisamente aquí se efectúa el ya mencionado cambio en la forma de tratamiento: 6

B: si venden sólo dos, comprame dos

B pasa aquí del ustedeo al voseo, es decir, pasa de una forma ustedeante (renglón 2) a una forma voseante tradicional. Tenemos aquí el único cambio en la forma de tratamiento producido en toda la conversación telefónica. Además llama la atención el hecho de que este cambio ocurra precisamente en la fase central del presente discurso y de que se trate de la única exhortación directa y concreta, pronunciada por B en toda la llamada, es decir: el cambio se produce precisamente en el focus (Held 1995: 245), el pedido en concreto, que exhorta de manera directa a la oyente A el acto de comprar las pastillas. Cabe, por supuesto, preguntar por la función del presente cambio a nivel del discurso. Si aplicamos los parámetros investigativos desarrollados por Held (1995: 472478) a la presente ilocución de pedido (renglón 6), entonces vemos que el focus, es decir el imperativo, no es marcado, en el sentido de que B no hace uso de partículas de cortesía explícitas como lo sería por ejemplo el uso de la fórmula por favor. La condición si venden sólo dos se puede interpretar como una precisión que apoya a la fuerza ilocutiva del presente enunciado. También el uso del imperativo se puede considerar como un elemento que subraya el carácter impositivo para ALTER, es decir para la oyente A. Obviamente dominan las estrategias que intensifican la presente ilocución. El presente pedido resulta, por consiguiente, bastante directo, sobre todo ante las estrategias petitivas indirectas, aplicadas por B antes y después del enunciado respectivo. La pregunta que cabe plantear aquí, en consecuencia, es la siguiente: ¿qué lleva a la hablante B a no usar el ustedeo a la hora de otorgar el imperativo hacia su hermana –a pesar de que ella usa el ustedeo en todas las demás enunciaciones del presente diálogo? O en otras palabras: ¿Cuál es la diferencia funcional-semántica entre la forma de imperativo cómpreme (ustedeo) –evitada por B– y la forma de imperativo comprame (voseo) usada por B? La hablante A nos propone la siguiente respuesta:

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“Cómpreme. Primero, por ser la forma de respeto, puede ser la más fuerte (...) y la más cortés. Las menos dominantes me parecen las demás tú/vos, por la relación de cercanía con el interlocutor...”16

Interpretando la opinión expresada por nuestra informante, el uso de la forma imperativa ustedeante cómpreme “por ser la forma de respeto [...] la más fuerte” no hubiera aportado a mantener el grado indirecto que hemos observado en los turnos anteriores y posteriores al imperativo. Por el contrario, el uso del ustedeo en una forma de imperativo en este momento de la conversación hubiera apoyado aún más el carácter impositivo de la presente ilocución ya mencionado. Es probable que B evita la forma ustedeante para no incrementar más todavía el grado directo de su enunciado en 6. Nuestra informante corrobora además que el uso del voseo, es decir, de la forma de imperativo comprame es “menos dominante” que la forma de imperativo ustedeante, lo cual significaría que el uso del voseo mitiga, “por la relación de cercanía” que evoca, la fuerza ilocutiva dominanteimpositiva del imperativo en el renglón 6. La diferencia funcional-semántica entre las formas de imperativo cómpreme y comprame se puede entender entonces de la siguiente manera: la forma ustedeante es más dominante, “más cortés” y más distante que la forma voseante (la cual es menos dominante y más cercana). B hace uso de la forma voseante, para así poder mitigar el carácter ilocutivodominante de su enunciado, el imperativo expresado hacia su hermana. El uso de la forma de imperativo voseante se puede entender, por consiguiente, como una estrategia mitigadora a nivel del discurso. El siguiente cuadro resume nuestra hipótesis:

CUADRO 3 FTA: hermana → hermana Forma

Determinación

Función

Comprame

Forma voseante

mitigador del imperativo (FTA)

Postulamos que el voseo se usa en el ejemplo 1 para mitigar o atenuar la fuerza ilocutiva impositiva de un imperativo entre dos hablantes que tienen una relación simétrica informal.

16

Respuesta de A, enviada por correo electrónico el 14 de agosto de 2003 al plantearle nuestra pregunta.

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3.2. Ejemplo II Informantes - situación comunicativa (contexto): El ejemplo II es tomado de una conversación de desayuno en una familia de clase media, grabada el 1 de septiembre de 1995 en San Rafael de Escazú, un suburbio de San José. Las tres personas involucradas en la presente interacción son: la madre de la casa de 69 años, nombrada C en la transcripción, y sus nietos de 5 años cada uno, denominados D y E. Además está presente F, la nuera de C, que es la madre de E. Esta última informante, sin embargo, no habla en la secuencia escogida. C, la abuela, está pensionada y fue orientadora, D y E no han entrado a la escuela todavía. La nuera de C tiene 28 años y es filóloga. Ejemplo 2 1

C-D/E: ¿me permiten tomar con ustedes?

[tono amistoso]

2

C-D/E: ay no aquí... de este lado [ay, no aquí (me siento) de este lado (de la mesa)]17

[tono seco]

3

C-D: Guillermo Andrés, ¿me prestás tu tazita?

[tono amistoso] ←

[D le alcanza su taza] 4

C-D: gracias

[tono tranquilizador]

5

C-D: para que yo chiquitita como usted [tono dulce] [para que yo (tome en una taza ) chiquitita como usted]

6

C-E: ¿o tomo en una cafecita, Rafael Paulino? [¿o tomo en una (taza) cafecita, Rafael Paulino?]

[tono amistoso – dirigido]

[E no reacciona] 7

C-E: ¿en una en una cafecita como esa o, o con e? [¿en una (taza) cafecita como esa o, o con el?]

[tono amistoso]

[E no reacciona] Análisis: La conversación de desayuno pertenece a la categoría family dinner (Blum-Kulka 1990: 263), es decir, representa una situación comunicativa muy determinada por

17

Damos una version interlinear de algunos enunciados donde nos parece necesario.

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el simple hecho de que se lleva a cabo casi siempre en la cocina de la casa. Se caracteriza, por consiguiente, sobre todo por su alto grado de informalidad y también por la gran intimidad entre los hablantes, puesto que estos pertenecen, por lo general, a una misma familia: The physical setting [the kitchen] is symbolic of family dinners being, in Goffman’s (1959) terms, ´backstage events`, differing by definition from the frontstage events each member of the family normally engages in during the day, whether at work or at school. […] On an index of formality […] its discourse is located at the outermost informal end of the continuum, due to its backstage setting and the level of intimacy among participants (Blum-Kulka 1990: 263-265).

El ejemplo II pertenece a una secuencia de la conversación de desayuno en un estado ya avanzado: la abuela ya ha servido diferentes tipos de comida a los nietos y viene para sentarse a la mesa a desayunar también. Los nietos ya están comiendo. El enunciado del renglón 1 son las primeras palabras dichas por la abuela a la hora de sentarse a la mesa. Ella se introduce en la mesa con la pregunta retórica de si puede tomar el café con sus nietos: “¿me permiten tomar con ustedes?”. El tópico discutido por la abuela en la presente secuencia no está dirigido a un hecho futuro (como en el ejemplo I) sino que está localizado en el “hic et nunc”: la abuela quiere compartir las tazas que están en la mesa con los nietos (renglón 3). Se trata de pequeñas tazas de porcelana que ella ha sacado este día con el fin de que las usen D y E. Así es que C le pide al nieto D su taza (renglón 3). Mientras que D reacciona y le presta su propia taza, el nieto E no muestra reacción alguna al ser preguntado por su opinión (renglón 6, 7). La secuencia presentada corrobora el alto grado de informalidad del family dinner anteriormente mencionado. Encontramos en el habla de C redundancias a nivel del léxico (tomar: renglón 1, 6) hasta a nivel de sintagmas idénticos (en una cafesita: 6, 7). Constatamos el uso de diminutivos (renglón 3, 5, 6, 7) y el uso de expresiones deícticas cuyo significado está relacionado fuertemente con la situación comunicativa dada (renglón 2: aquí = el otro lado de la mesa, renglón 7: esa = una taza que está en la mesa). Incluso se hallan sintagmas elípticos en los que la abuela “se brinca” el verbo y/o el complemento (reglones 2, 5, 6, 7). En estos casos el arraigo a la situación comunicativa es tan fuerte que la secuencia transcrita resulta incomprensible para quienes no conocen la situación comunicativa18. Otras muestras del alto grado de oralidad son las retardatarias (renglón 7: en una en una.... o, o con e ). Tomando en cuenta el tono de voz empleado por la abuela, constatamos que el registro empleado por C tiene rasgos de baby-talk.

18

Esta es la razón por la cual adjuntamos comentarios interlineares en la transcripción.

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La estructura monóloga de la presente secuencia, en la que la abuela mantiene el turno a pesar de incitar una respuesta por parte de E, muestra la fuerte asimetría que existe entre padres (abuelos) e hijos (nietos), cuyo origen es, en primera instancia, de índole cultural19, y que se manifiesta precisamente a nivel del discurso familiar. Veamos los turnos en los que se produce el cambio de la forma de tratamiento en detalle: 3

C ↓ D: Guillermo Andrés, ¿me prestás tu tazita? [D le alcanza su taza]

[tono amistoso]

4

C ↓ D: gracias

[tono tranquilizador]

5

C ↓ D: para que yo chiquitita como usted [tono dulce] [para que yo (tome en una taza) chiquitita como usted]

Si analizamos el turno 3 en el que la abuela le pide un favor a su nieto D, entonces observamos que C primero hace uso de un alertador que consiste en el empleo de los dos nombres de pila de D. Hemos observado que C siempre se dirige a sus hijos y nietos con los nombres completos. El uso del alertador “doble”, por consiguiente, no se debe interpretar necesariamente como intensificador, pero tampoco desempeña una función mitigadora. El alertador va seguido por la exhortación concreta, expresada mediante una pregunta y el cambio hacia el voseo, realizado con una forma verbal monoptongada y el pronombre posesivo voseante. Siguiendo las categorías (macroestructurales) que Blum-Kulka (1990) establece en base a diferentes tipos de actos controladores entre padres (abuelos) e hijos (nietos) en los discursos familiares investigados por ella20, el presente pedido por un objeto (request for good, Blum-Kulka 1990: 274) se puede localizar entre la categoría del direct mode (explicit naming of the act to be performed, BlumKulka 1990: 266, i.e. prestar la taza) y la categoría del conventionally indirect mode (expressed via questions, Blum-Kulka 1990: 266). Con respecto a su microestructura, el presente pedido es además mitigado a nivel lexical mediante el diminutivo tazita y a nivel prosódico a través del tono de voz amistoso: 3

19

20

C ↓ D: Guillermo Andrés, ¿me prestás tu tazita? alertador interrogativa

[tono amistoso]

Se supone que hay una relación asimétrica entre padres e hijos por la dependencia que existe por parte de los segundos hacia los primeros, sobre todo, cuando los hijos son de poca edad todavía. El estudio de Blum-Kulka (1990) se basa en un corpus de grabaciones magnetofónicas y en videograbaciones de conversaciones de comidas familiares en familias estadounidenses, israelíticas y familias inmigrantes en Israel.

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D obedece y le alcanza su taza a la abuela. La respuesta de C (renglón 4) consiste en dar las gracias a su nieto, por medio de una fórmula rutinaria de cortesía (p.e. Held 1995: 484), seguido por una justificación (renglón 5), expresada a posteriori del pedido, en la cual C vuelve a cambiar al ustedeo. La abuela se sirve nuevamente de un diminutivo mientras que su enunciado es elíptico y su pronunciación enfatiza mediante el “tono dulce” la relación emocional con su nieto: 4

C ↓ D: gracias fórmula de cortesía

5

C ↓ D: para que yo chiquitita como usted [tono dulce] justificación [para que yo (tome en una taza) chiquitita como usted]

[tono tranquilizador]

Cabe señalar que los mismos elementos mitigadores encontrados en la presente exhortación (el uso de la interrogación, los diminutivos, la prosodia especial para manifestar afecto hacia el niño, el empleo de fórmulas rutinarias de cortesía y la estrategia de la justificación) los constata Blum-Kulka (1990) a nivel de su estudio en actos directivos expresados por padres (abuelos) hacia sus hijos (nietos) de manera bald on record (directa) (Brown/Levinson 1987) para suavizar el impacto impositivo (Blum-Kulka (1990: 266-267, 278). Ella crea el término de “mitigated directness” para estos tipos de enunciados. Siempre queda pendiente, sin embargo, la pregunta por la función del voseo en el presente ejemplo (renglón 3). Esta misma pregunta se la hicimos a la abuela, la hablante en el ejemplo 2, en una entrevista no dirigida el 29 de julio de 2003 enseñándole nuestra transcripción de la grabación hecha en el año 1995. Nuestra informante que actualmente tiene 76 años aclaró decididamente que el voseo es “menos fuerte que el ustedeo”, en imperativos. Esta información metalingüística no sólo corrobora la opinión dada por la hablante en el ejemplo 1 (de 34 años actualmente), sino que también indica, que el cambio efectuado hacia el voseo en el pedido otorgado (renglón 3) muy posiblemente tiene la misma función que en el ejemplo 1, es decir, el voseo sirve aquí también como atenuante de la fuerza impositiva de un FTA. La diferencia es que en el presente caso se trata de un pedido (no de un imperativo) entre hablantes que tienen una relación asimétrica, o sea, el voseo está usado aquí de arriba (la abuela) hacia abajo (el nieto). Pero todavía hay un argumento más, a favor de nuestra hipótesis sintetizada en el cuadro número 4: el cambio al ustedeo (renglón 5), la forma más frecuentemente usada por la abuela en la conversación de desayuno, indica que el uso del voseo está relacionado con el pedido en concreto, es decir, con un acto que amenaza a la imagen (cara) del niño. Si no fuera así, la abuela no hubiera necesitado cambiar

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la forma de tratamiento entre los reglones 3 (el FTA) y 5 (la justificación), ya que esta última es una estrategia mitigadora por sí misma21. CUADRO 4 FTA: abuela ↓ nieto Forma

Determinación

Función

Prestás

Forma voseante

mitigador del pedido (FTA)

4. Conclusiones: La variación “ustedeo → voseo”: una estrategia de cortesía positiva en el discurso familiar 1) El análisis cualitativo de dos situaciones comunicativas intrafamiliares y representativas en nuestro corpus para conversaciones ustedeantes en las que se produce el cambio USTEDEO → VOSEO condujo a los siguientes resultados: las hablantes usan las formas voseantes en actos de habla que atacan a la imagen (cara) con el fin perlocutivo de mitigar el FTA para ALTER, es decir, para la o el oyente. Habíamos visto que el ejemplo 2 cumple con las condiciones necesarias para caer en la categoría de la mitigated directness (Blum-Kulka 1990). BlumKulka subraya en base a su estudio de la cultura israelita y norteamericana, que la estrategia de la mitigación desempeña, precisamente a nivel del discurso familiar cortés, un papel central y tal vez hasta más importante que las estrategias indirectas, a las cuales se le ha atribuido hasta el momento un papel decisivo dentro del ámbito de la investigación de la cortesía (Blum-Kulka 1990: 269). Por consiguiente, ella establece un continuo que se define según el grado de la mitigación de los actos directivos en el discurso familiar: CUADRO 522 impolite > neutral > solidarity politeness > hints > conventional indirectness (direct act) (mitigated directness)

Como se puede ver, el presente continuo abarca desde el acto de habla dirigido descortés (impolite), definido por la total ignorancia de los face-needs de ALTER,

21

22

Blum-Kulka (1990: 267) apunta con respecto a la justificación y su función mitigadora para el oyente: “By justifying the need for the act, […], the speaker stresses the hearer’s right to act as an independent agent”. Cf. Blum-Kulka (1990: 271-273).

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hasta actos que se sirven de estrategias indirectas de cortesía que son convencionales dentro de una sociedad lingüística (conventional indirectness). La peculiaridad que tiene el continuo de Blum-Kulka (1990) es que el acto de habla directo (direct act) se entiende como un modo no marcado o neutral (unmarked for politeness), lo cual tiene que ver con la situación comunicativa dada: […] directness per se in family discourse should not be taken as indexing either politeness or impoliteness... direct acts in this context represent the mute point of the politeness continuum (Blum-Kulka 1990: 272).

Siguiendo el presente continuo, el ejemplo 2 se califica además de solidarity politeness (cuadro 5), la cual Blum-Kulka considera idéntica a lo que definimos según Brown/Levinson (1987) por cortesía positiva. Blum-Kulka sostiene esta posición por el carácter de orientación hacia el oyente que se observa en los casos de mitigated directness, ya que las necesidades de la imagen positiva (positive face) de ALTER son consideradas y apoyadas (Blum-Kulka 1990: 271). Esto ocurre mediante el uso de las estrategias anteriormente vistas, entre las cuales estaba el cambio hacia una forma de tratamiento voseante. En consecuencia podemos concluir que el voseo en el ejemplo 2 funciona como estrategia de cortesía positiva. 2) El ejemplo 1 consiste en un imperativo, es decir, un acto directivo que se efectúa en una relación familiar simétrica entre EGO (la hablante) y ALTER (la oyente). Este acto de habla también es mitigado a través del empleo de una forma voseante, lo cual significa que también el ejemplo 1 pertenece a la categoría de la mitigated directness, aunque las estrategias de mitigación no son tan abundantes como en el ejemplo 2 entre la abuela y su nieto. Esto se debe probablemente a la falta de asimetría entre las hermanas. No obstante hallamos aquí, por consiguiente, otro caso de solidarity politeness, o bien, cortesía positiva, que se manifiesta en el uso del voseo. 3) En resumen cabe señalar que el cambio USTEDEO → VOSEO en discursos familiares ustedeantes no parece ser de carácter arbitrario, sino que está relacionado con el acto de habla escogido por el hablante. No se trata entonces de una alternancia entre ustedeo y voseo, sino de una variación entre formas ustedeantes y voseantes a nivel del discurso familiar en la clase media y alta de San José. Concluyendo dejamos pendiente la pregunta, de si la alternancia ustedeo - forma-t en discursos ustedeanes (ejemplo 10) y la alternancia voseo - forma-t en discursos voseantes (ejemplo 9 y también 8) tienen funciones pragmáticas parecidas al voseo, aquí investigado. No obstante, cabe mencionar, que la forma-t aparece también y precisamente en enunciados directivos a nivel del discurso familiar y/o coloquial (ejemplos 9 y 10).

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Karolin Moser

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Conversaciones en el ámbito familiar: — Charla entre mujeres (prima-prima), clase alta-clase media, Escazú, San José: 28/8/1995. — Conversación telefónica (amiga-amiga), clase media, Escazú, San José: 3/9/1995. — Conversación de desayuno (abuela-nietos-nuera), clase media, Escazú, San José: 1/9/1995. — Conversación en la noche (hija-madre), clase media, Escazú, San José: 1/9/1995. — Conversación después del trabajo (novio-novia), clase media-clase alta, Alajuela: 28/8/1995. — Conversación consejo familiar (madre-hijos-(nieto)), clase media, Escazú, San José: 15/3/1997. — Conversación telefónica (hermana-hermana), clase alta, La Uruca, San José: 10/12/1999. — Conversación telefónica (amiga-amigo), clase alta, La Uruca, San José: 10/12/1999.

Conversaciones en el ámbito universitario (Universidad de Costa Rica): — Conversación (asistente-estudiante), clase media, San Pedro, San José: 13/12/1999.

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EL USTED DE SOLIDARIDAD EN EL HABLA DE MÉRIDA ALEXANDRA ÁLVAREZ MURO Mérida, Venezuela MICAELA CARRERA DE LA RED Valladolid, España

“Usted es la culpable de todas mis angustias y todos mis quebrantos. Usted llenó mi vida de dulces inquietudes y amargos desencantos […]” José Antonio Zorrilla, Usted.

1. Resumen El presente estudio tiene como finalidad analizar el empleo de usted como pronombre de solidaridad en el habla de Mérida. Se muestra la proximidad de la cortesía y la emotividad, en el sentido de que la cortesía puede señalar emotividad y la emotividad puede señalar cortesía. El uso del usted de solidaridad en Mérida, se considera como una extensión del uso del siglo XVI, cuando el empleo que se daba a este pronombre era a la vez formal y de confianza. Se da entonces una diferenciación funcional, no manifiesta, entre confianza y formalidad, en otras palabras, un usted formal y un usted de confianza. En cuanto al tú, su descenso lo convierte, en algunos sectores de esta comunidad de habla, como el pronombre marcado para la cortesía.

2. Los pronombres de segunda persona La pluralidad de normas en el ámbito español ha sido descrita por casi todos los estudios dedicados al uso pronominal de segunda persona. Fontanella sostiene

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que el sistema pronominal es, por su amplia variación regional, uno de los aspectos más complejos de la morfosintaxis española pues la forma vosotros está ausente tanto de la variedad canaria como de la americana y vos, ajeno a la Península y a Canarias, constituye el rasgo más característico en el nivel morfosintáctico del español de América (1999: 1401). Bello (1972: 74) refiriéndose a la norma del español afirma que, mientras tú es la forma absoluta, el uso cortés se señala con la referencia indirecta al interlocutor. Dice el gramático que tú es uno de los pronombres estrictamente personales, que significa la idea de persona por sí sola. Bello reconoce el uso de la pluralidad en despachos formales explicando que, en estos casos, “la pluralidad es ficticia; multiplícase la persona en señal de autoridad y poder” (1972: 76); en cuanto al uso de vos por tú señala que el individuo se representa como multiplicado en señal de cortesía y respeto (1972: 76) y sobre la forma usted, afirma que A semejanza de la pluralidad figurada de nos y vos, hay una tercera persona ficticia que en señal de cortesía y respeto se sustituye a la verdadera; atribuyéndose, por ejemplo a la majestad del rey, a la alteza del príncipe, a la excelencia del ministro, todos los actos de estos personajes, y todas sus afecciones espirituales y corporales: Su Majestad anda a caza, aun no se ha desayunado Su Alteza, su Excelencia duerme. Y si les dirigimos la palabra, combinamos la cualidad abstracta de tercera persona con la pluralidad ficticia de segundo: Vuestra Majestad, Vuestra Alteza, Vuestra Paternidad. Algunos de estos títulos se han sincopado o abreviado en términos de haberse casi oscurecido su origen, como Vuestra Señoría, que ha venido a parar en Usía, y vuestra merced en usted (Bello 1972: 80)1.

Con respecto a esta estrategia, dice Schachter (1986): Hay lenguas en las que, aunque existan los pronombres personales, éstos se evitan a menudo a favor de ciertos nombres que se consideran más corteses 2 (Schachter 1986: 26).

En relación con el uso, tanto peninsular como americano, Fontanella (1999) contempla cuatro sistemas de tratamiento de segunda persona con la distinción de confianza y formalidad: – El primero que comprende los pronombres tú-usted en singular y vosotros/asustedes en plural y se emplea en la mayor parte de España. Es el sistema más

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2

En algunos sistemas de cortesía no se señala literalmente al oyente. Si bien el hablante pierde la conciencia de este hecho (en otras palabras, el signo se vuelve arbitrario), esto no implica que se pierda la intención de ser cortés (Brown/Levinson 1987:15). “There are languages in which, while personal pronouns do occur, they are often avoided in favor of certain nouns which are considered to be more polite”.

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equilibrado y el único en el que se da la oposición confianza/formalidad en plural, neutralizada en los demás. – El segundo sistema comprende tú-usted para el singular y ustedes para el plural. Se usa en territorios de la Península Ibérica, Canarias y zonas de América. El verbo se emplea con la tercera, pero también con la segunda persona plural, que le corresponde etimológicamente (ustedes caminan, ustedes camináis). – El tercer sistema tiene dos subsistemas: El primero presenta, en singular, para la confianza, la alternancia vos/tú, y usted para la formalidad. El segundo de los subsistemas es el más difundido en el continente, se usa en Chile, Bolivia, sur de Perú, parte de Ecuador, Colombia y Venezuela, la región limítrofe de Panamá y Costa Rica y el estado mexicano de Chiapas. Se usa vos para la intimidad, tú para la confianza y usted para la formalidad, en singular. El plural tiene, en ambos subsistemas, un solo pronombre, ustedes. – El cuarto sistema pronominal se usa en Costa Rica, Nicaragua, Guatemala y Paraguay. En este sistema, en singular, se usa solamente vos para la confianza y usted para la formalidad. En el plural, se usa ustedes. La anterior descripción de Fontanella (1999) es muy completa, pero no permite ver con claridad la función que cumplen los pronombres puesto que no está centrada en los tipos, sino en los tokens, esto es, pone más énfasis en las manifestaciones que en su significado. Si, por el contrario, nos centramos en las funciones de estos pronombres, puede verse más claramente el sistema subyacente. El primer sistema es, en efecto, el más equilibrado puesto que llena las casillas para la confianza y la formalidad, tanto en singular como en plural. Pueden agruparse el segundo y el cuarto sistema de Fontanella, puesto que ambos tienen en común la alternancia de un pronombre para la confianza (tú ó vos) y otro para la formalidad. El tercer sistema presenta la alternancia tú/vos para la confianza, que parece especializarse en el segundo de los subsistemas, marcando también la intimidad3. Cabría imaginar asimismo un cuarto sistema, donde confianza y formalidad estuvieran neutralizados también en singular4. Podrían graficarse estas posibilidades como se muestra en el cuadro de la página siguiente: Ahora bien, ¿cuál de éstos es el uso merideño? Álvarez/Barros (2001), estudian los pronombres de tratamiento en la ciudad de Mérida en una muestra reducida. Llegan a la conclusión, bastante obvia, de que en Venezuela se dan variaciones dialectales en los pronombres de tratamiento en las que difieren los pronombres

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No queda claro si el primero de los subsistemas define estos dominios. Al que probablemente tiendan paulatinamente los subsistemas hispánicos.

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SISTEMAS PRONOMINALES DE SEGUNDA PERSONA, EN ESPAÑOL Singular

Plural

Singular

Confianza

Confianza

Confianza

Formalidad

Formalidad

Formalidad

SISTEMA 1 Singular

Plural

neutro

SISTEMA 2 Plural

Singular

Plural

neutro

neutro

neutro

Intimidad Confianza Formalidad SISTEMA 1

SISTEMA 2

que realizan la dualidad +/- reverencia, esto es, formalidad vs. confianza. Para confianza se usan tú en Caracas y oriente, vos en la región zuliana y parte de los Andes, excluyendo la ciudad de Mérida, donde se emplea usted. Para el uso formal se da usted en todo el país. Los usos de tú entre los jóvenes señalarían, o bien un cambio en progreso, o bien una moda pasajera que desaparecería con la edad. El estudio concluye que el pronombre más común en la ciudad de Mérida es usted, mientras el uso de tú parece una acomodación al uso pronominal de personas de otras regiones del país y la diferencia entre el uso real y el uso reportado indica una cierta inseguridad lingüística hacia la forma de prestigio de la capital. Álvarez/New (2003) estudian el uso de los pronombres personales de segunda persona singular tú y usted, en el corpus sociolingüístico de la ciudad de Mérida5. Encuentran que el empleo de usted casi triplica al de tú en el corpus sociolingüístico de Mérida. El tú se extiende en el grupo alto y medio bajo y entre los jóvenes. Asimismo, observan un uso hipercorrecto en la clase media baja, lo que indica que tú es una variante de prestigio; eso es claramente explicable, dado que se trata del uso dialectal de la capital del país.

5

El Corpus sociolingüístico de Mérida contiene la transcripción de ochenta horas de grabación estratificadas socialmente, tomadas de hombres y mujeres de cinco grupos socioculturales y cuatro grupos de edad. Las transcripciones del corpus están publicadas parcialmente en Domínguez/Mora (1998).

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En un nuevo estudio, Álvarez/New (2003) observan que, en lo lingüístico, el uso de tú se ve favorecido por los marcadores y el se impersonal. Lo singular es que este pronombre parece tomarse como el empleo novedoso y socialmente aceptado: se usa usted entre amigos íntimos, mientras que a los extraños se les tutea. Esto se daría, menos por el hecho de ser tú el pronombre de la región central, que por razones pragmáticas: por ser usted el pronombre de uso más frecuente, es el menos marcado. Por esta razón, se prefiere a menudo el empleo de tú para aquellas situaciones en las que se quiere expresar cortesía. El uso merideño podría entonces interpretarse de una de estas maneras: (a) como la ausencia de diferenciación entre confianza y formalidad, si se toma en cuenta que hay un pronombre único, usted; (b) como la diferenciación funcional, no manifiesta, entre confianza y formalidad, esto es, entre un usted formal y un usted de confianza; (c) como la diferenciación funcional entre confianza, intimidad y formalidad, con tres pronombres: usted de solidaridad, tú de confianza y usted de formalidad. En nuestra opinión, (a) está descartado, no solamente por la presencia del tú en el corpus, sino por los “errores” que cometen los merideños menos escolarizados, que señalan una diferenciación funcional, en todo caso, entre confianza y formalidad. Postular la existencia de un sistema como (c), con una diferenciación de matices de intimidad y confianza, es sólo posible entre la población más escolarizada donde podría sostenerse que usa usted para la intimidad y los miembros de la comunidad de habla, y se incorpora tú para la confianza y los visitantes de otras regiones. Sin embargo, parece más evidente la existencia de un sistema tipo (b) en el que se diferencia la confianza de la formalidad, aún cuando esta diferenciación no se manifieste en la superficie. Por otra parte, el eventual uso de tú correspondería a un cambio de código al pronombre del centro del país y, salvo en casos muy excepcionales en los que se emplea según la norma española, sirve para marcar +distancia. El usted tendría, en este caso, también la connotación de +identidad, que parece importante en la región.

3. Evolución histórica Para explicar el desarrollo de los sistemas pronominales actuales del español, Fontanella (1999: 1411) parte de los usos del siglo XVI, cuando se usan tres formas para la segunda persona: tú, vos y Vuestra Merced. En el estudio realizado en 650 cartas enviadas desde América, entre 1540 y 1616, por emigrantes a parien-

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tes de España (Fontanella 1994) se señala que Vuestra Merced es el único trato posible en las relaciones asimétricas, es decir, en aquellas en las que predominaba el respeto; pero también parece haber sido la forma predominante en las relaciones simétricas. Así, V. M se usaba con exclusividad en la relación entre personas ajenas a la familia y entre parientes lejanos y casi con exclusividad entre cuñados, mientras que predominaba decididamente entre hermanos y entre primos (Fontanella 1999: 1411).

Esto, sin duda, es fundamental para la explicación del usted de solidaridad. El vos, según Fontanella, solo se usaba entre esposos, “lo que parece indicar que esta era la forma que expresaba la intimidad por antonomasia en relaciones simétricas”. Por otra parte, mantenía también su valor de fórmula de respeto, conocida como el “uso antiguo”. Asimismo, se mantenía el uso de vos como plural (vosotros/as), “lo cual planteaba una ambigüedad sobre si el autor se estaba dirigiendo a un destinatario o a más de uno, lo que sin duda debió ser también muy frecuente en la interacción oral” (1999: 1413). Fontanella describe el uso de la siguiente manera (1999: 1412): […] V. M. cubría un espectro muy amplio de usos, aún en este caso en que los destinatarios eran en su casi totalidad miembros de la familia. Vos, en cambio, cubría un espectro pequeño, limitado a relaciones de intimidad (esposos) o poder negativo (hijos, sobrinos). En cuanto a tú, se hallaba reducido a su mínima expresión, pues se lo empleaba prácticamente en una sola relación (padres a hijos) y en ella su uso era minoritario, ya que la fórmula más empleada era vos.

Fontanella se refiere al conocido trabajo de Brown/Gilman (1960), haciendo una adaptación del modelo al español. Como se sabe, estos autores distinguen dos ejes fundamentales en los usos de tratamientos: a) el eje del poder, manifestado en los tratamientos asimétricos en los que el superior recibe vous y el inferior tu, y b) el eje de solidaridad en el que ambos reciben el mismo trato. Los autores postulan además que, históricamente, en las lenguas europeas se ha ido produciendo un cambio desde el predominio de relaciones asimétricas hacia un predominio de relaciones simétricas y, dentro de estas últimas, un paso de las recíprocas formales hacia las relaciones recíprocas más informales. Según Fontanella, este cambio es muy claro a través de los siglos. Así anota que (1999: 1416) Una observación del gráfico nos muestra que aun en estos usos familiares, en los siglos XVI y XVII hay un marcado predominio de V. M. (>usted) que abarca casi todas las relaciones, mientras que en el siglo XIX el dominio de usted se restringe, y se expande el de vos. Por último en la actualidad vos cubre todo el espectro de las relaciones familiares y usted ha quedado totalmente desplazado de este dominio.

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Lo importante de esta cita es que la autora adapta el modelo al sistema rioplatense, traduciendo tú por vos, lo cual no sería de destacar si no se evidenciara que, en América, la casilla del tú se llena, en español, con varias formas de superficie: tú o vos, según la autora; por nuestra parte, agregaríamos usted, como sugerimos anteriormente. Asimismo, según Fontanella (1999), en las comunidades más conservadoras, especialmente en las rurales, perduran usos con mayor predominio de las relaciones asimétricas, mientras que en las más innovadoras habría un avance de las formas solidarias y cercanas. Fontanella cita un trabajo realizado en la localidad de Catamarca (Wainerman 1978) donde, para la relación padre-hijo se da un uso promedio de 39% de usted/vos frente a un 61% de vos/vos. Y para la relación abuelos-nietos, un uso promedio de 55% de usted/vos, con un 45% de vos/vos. Por su parte, Montes (1985a) señala que en Bogotá se observa, en encuestas realizadas por alumnos, un avance del tú, sobre todo entre los jóvenes de clase alta en el ámbito familiar, mientras que en los hablantes de mayor edad predomina el uso de usted. Las mujeres adultas de nivel bajo usarían usted “como pronombre único en toda situación” (Montes 1985a: 304). El autor concluye diciendo: De los datos precedentes se desprende un notorio predominio del tú, sobre todo entre los jóvenes y particularmente en el estrato alto en donde se alcanzan porcentajes del 95%. Esto y el hecho de que el uso de tú sea muy raro en adultos del estrato bajo nos indica el carácter superimpuesto, por presión desde arriba y más o menos reciente del tú (Montes 1985a: 306).

De este modo se desprende, de los anteriores ejemplos, en primer lugar, el mantenimiento de usted en la esfera familiar en regiones como Catamarca, aunque vaya en declive su uso y, como se observa en la cita de Montes, el hecho de que usted parece haberse mantenido con mayor firmeza en las zonas andinas. Esto es, se habría mantenido el uso del siglo XVI, reportado por Fontanella (1999), del pronombre para los dominios del respeto y de la confianza.

4. Razones pragmáticas El origen de usted se ha explicado por el desgaste del vos como pronombre de respeto, debido a su desvaloración sociolingüística, por la concesión generalizada del mismo a individuos de estratos inferiores, surgiendo entonces usted (de vuestra merced) como pronombre de respeto, mientras el tú se reserva a la intimidad familiar y al trato con gente inferior (Obediente 2000: 288). Bello, por ejemplo, lo proscribe en Chile, en el dominio familiar, como “una vulgaridad que debe evitarse, y el construir con el singular de los verbos una corrupción insoportable” (Bello 1972: 76).

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Esta desvalorización no fue homogénea para todas las comunidades, puesto que, en los territorios voseantes de América, se da entre las capas altas (y cultas) de la población. Lo que sí parece haberse producido es una desmarcación pragmática, en la cual la marca de respeto o de cortesía se pierde. En Álvarez/New (2003) puede verse la explicación del complicado uso merideño en la desmarcación pragmática de la distancia, en el usted. Pero igualmente, para marcar distancia, en Mérida se usa el tú que es, en la región, el pronombre marcado, por ser el menos frecuente y el más novedoso. De ahí que veamos en el corpus ejemplos como el de esta informante cuando se dirige a su hijo, presente durante la entrevista; mientras en (1) lo trata de usted y en (2) lo trata de tú. En el primero de los casos la madre invita afectuosamente al niño a que vaya a comer, en el segundo le expresa su molestia, lo cual evidencia una tendencia sistemática pues, en Mérida, los dialectos tuteantes están asociados al regaño (Álvarez/Martínez/ Urdaneta 2001). 1. Sí, vaya pues y coma. 2. ¡Pero viste, ya botaste la colonia, Carlos Luis! García/Otheguy (1983) explican, a partir de razones de marcación, el empleo de los clíticos lo, la y le en el español que está en contacto con el quechua6. Haciendo un paralelo, Alvarez/New (2003) encuentran, en Mérida, una distinción semántico/ pragmática similar con respecto a cortesía, que se convierte en la región en un indicador social. Por ser el rasgo marcado el que se relaciona con la distancia, los merideños interpretan como +marcado al pronombre tú y como marcado al pronombre usted. Esto se produce por una confusión derivada de la generalización del empleo de tú en el país y/o de su connotación como el uso urbano, en contraposición con el uso rural andino, que es el trato de usted. Dado que las formas no marcadas tienen mayor distribución sintáctica y mayor frecuencia de uso, se usan para la alocución respetuosa dando por presupuesta la centralidad deíctica del interlocutor. De esta manera, por ser el pronombre usted el más extendido entre la población merideña, parece haberse convertido éste también en la forma no-marcada para cortesía. Por el contrario, el pronombre tú, más extraño al merideño, por ser

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Los autores explican que en la oposición entre lo y la, del español, como elementos poco activos y le como el menos activo, hace que le, por ser la forma menos activa, sea también la forma de cortesía usada entre los hispanohablantes. Por el contacto con el quechua, ha habido un cambio de la estrategia de cortesía, pues en los hablantes bilingües del Ecuador, por interferencia del quechua, y la pérdida de la oposición de género entre lo y la, se da uso exagerado de le que ocasiona una pérdida del prestigio del clítico. Esto acarrea un aumento del uso de lo y la, no solamente entre los bilingües, sino también en la población que tiene la distinción de género, es decir, entre los monolingües hispánicos.

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importado del centro del país y difundido por los medios de comunicación, se extiende entre la población que no conoce la norma española o la conoce teóricamente pero no la usa, como la forma marcada que, por serlo, se emplea cuando se quiere ser cortés. También Brown/Levinson (1987) explican que la deferencia se codifica a través de las formas motivadas y no a través de las arbitrarias7. Esto puede verse en los textos del siglo XVI en los que merced, tiene aún el significado de ‘favor’’, como es el siguiente ejemplo de un texto del siglo XVI (Carrera/Álvarez 2004): el dho françisco quintero truxo vn yndio ladino que dixo llamarse gasparico y vna yndia llamada juanica a los quales su merced del dho señor alcalde pregunto de adonde hera e dijeron ser vayladores (4ORELLANA).

Ahora bien, además de la marcación pragmática en sí, hay que señalar la connotación afectiva de los pronombres, puesto que se trata de las manifestaciones más evidentes en la definición, en la gramática de las relaciones interpersonales. Por ello, puede observarse cómo, en el uso cotidiano de estas formas, no son excluyentes los campos de la cortesía y la afectividad. La comunicación del afecto es uno de los temas centrales para la cortesía, aún más cuando la cortesía positiva puede generarse a partir de expresiones que expresan afecto, como la citada por Brown/Levinson (1987: 103): ¡Me cuesta imaginar cómo logra usted mantener sus rosas tan exquisitas, Sra. B!8.

Recordemos, sin embargo, que cortesía y afectividad no son campos equivalentes. La expresión del afecto puede ser una estrategia cortés, ciertamente relacionada con la cortesía positiva, dado que el hablante se adelanta a los deseos del oyente, al decirle lo que quiere oír. Janney/Arndt (1992) diferencian, con respecto a la afectividad, la comunicación emocional, en la que las muestras afectivas son simplemente espontáneas, no planificadas y externalización física de estados afectivos y la comunicación emotiva, en la que las muestras de afecto se producen conscientemente, y se usan estratégicamente en una amplia variedad de situaciones sociales para influenciar la percepción de otros y de los eventos conversacionales. La expresión de la afectividad se traduce en términos lingüísticos en la función expresiva, que tiene como centro al emisor de la comunicación. Por otra parte, la comunicación emotiva se dirige hacia el receptor y aquí puede ubicarse la cortesía. Para Trubetzkoy,

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“Deference is not encoded in language by the use of arbitrary forms, but by the use of motivated forms” (Brown/Levinson 1987: 23). “I simply can’t imagine how you manage to keep your roses so exquisite, Mrs B!”.

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Estos sentimientos son a menudo presuntamente experimentados por el hablante mismo, pero lo esencial es que el oyente sea afectado por ellos. El hecho de que el hablante experimente en realidad estos sentimientos o sólo los finja, es indiferente. La intención del hablante no es expresar sus sentimientos personales sino provocar estos sentimientos (u otros correspondientes) en el oyente (Trubetzkoy 1987: 19).

Bentivoglio (2003), en su estudio sobre las formas de tratamiento en las cartas editadas por Enrique Otte (1988), revisa la afirmación de estudios anteriores que sitúan el cambio de vos a vuestra merced en el siglo XV, en textos escritos como obras literarias y los escritos de los cronistas. El estudio de Bentivoglio muestra que el uso de vos era frecuente todavía entre iguales y hacia el fin del XVI y que, en efecto, la forma preferida en las cartas estudiadas es vos, mientras vuestra merced está presente en un 25% de las cartas y se encuentra sobre todo en el saludo. Además de señalar, vuestra merced y vos, formalidad-intimidad y distanciacercanía, Bentivoglio señala un cambio a la forma más íntima de tratamiento por motivos afectivos, ya sea de cariño o de enojo: [...] shifting from one address form to another does not have a constant meaning: Switching from the third to the second person may well correlate with an increase in tenderness but it may also serve a totally opposite function (Bentivoglio 2003: 187).

Los cambios se darían de la formalidad a la intimidad y de la distancia a la familiaridad, de modo que el cambio de vuestra merced a vos o de vos a vuestra merced estaría correlacionado con los cambios de la actitud hacia el receptor. El vos se usa en contextos más íntimos y familiares y vuestra merced en pedidos, recomendaciones o quejas más formales. En un segundo estudio sobre las cartas de Otte, Bentivoglio (en prensa) restringe su objeto de estudio a las cartas dirigidas por los emigrados a sus esposas en España. Se centra en treinta cartas, escritas entre 1556 y 1599, representativas de una variedad de habla semiformal. Indica la autora que, para la época en la que se escriben las cartas, se tenía a disposición cuatro formas de tratamiento que, en orden de menor a mayor familiaridad, eran vuestra merced, él/ella, vos y tú9. Nuevamente afirma la autora, apoyándose en Castillo (1982: 617) que, en el siglo XVI, el tratamiento preferido entre cónyuges de cualquier posición social en América era el vos. En este análisis, Bentivoglio (en prensa) muestra cómo, en las cartas analizadas, y cuando el vos es la forma más usada, se usa vuestra merced para expresar des-

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Según Plá (1923: 248 en Bentivoglio, en prensa) el trato de él/ella estaba entre vos y vuestra merced y era aplicable a “personas de condición social inferior a la del que hablaba, pero superior a la ínfima de criados y peones”.

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contento y enojo, muchas veces en los reclamos de que la esposa había escrito poco, o cuando los maridos expresaban la sospecha de que las mujeres no mostraban deseos de venir a América y por lo tanto demoraban el esperado viaje; esto se da curiosamente en cartas donde, a juicio de la autora, no hay: expresiones afectuosas de los remitentes hacia sus respectivas esposas, lo que podría indicar que la selección del tratamiento más formal se debe al deseo de marcar distancia y no es, por lo tanto, inmotivado (Bentivoglio en prensa).

En otro grupo de cartas, donde hay variación entre las dos formas, vos y vuestra merced, parece darse el uso del vos “familiar e íntimo para las partes menos incisivas del texto” (Bentivoglio, en prensa), mientras que según lo que se desprende del trabajo, se usa vuestra merced para transmitir quejas o bien para otorgar mayor relevancia a las instrucciones necesarias para el viaje (vuenda, dispóngase, uéngase)10. Lo que es significativo en el análisis de Bentivoglio es su convencimiento de que el cambio en la forma de tratamiento se debe a la emotividad, esto es, al deseo del emisor de promover un cambio de actitud en el destinatario de la carta. Así, dice la autora: […] podría plantearse la hipótesis de que el cambio del tratamiento de vos a vm sea motivado por el deseo de dar mayor relieve a ciertas partes del texto (Bentivoglio en prensa).

Bentivoglio ve esta forma de manipulación cuando el marido busca convencer a la mujer de su angustia frente a la indecisión de ella. Sin embargo, la investigadora concluye diciendo que el vos es más apropiado para las relaciones íntimas y familiares, expresando en ocasiones afecto y ternura y el de vm es más formal y establece distancia entre los interlocutores. Carrera/Álvarez (2004) muestran, a partir de textos de distintos momentos del siglo XVI, que la forma pronominal de tratamiento que aparece como fundamental es vos. Señalan, sin embargo, que la cortesía parece desplazarse a diferentes fórmulas honoríficas, fundamentalmente vuestra merced. Aunque todavía no se encuentra en estos textos el sustantivo personal usted, porque corresponden a una etapa de transición de la desmarcación de vos y la cristalización de usted como sustantivo personal marcado para la cortesía, v. m. se encuentra en pasajes donde se busca aumentar la cortesía para lograr algún beneficio del receptor, foco de la

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Como ya señalamos en Carrera/Álvarez (2004), reiteramos la duda de si este “distanciamiento” no se deberá a la interferencia del escribano, dado que se trata de la función “pública” de la carta, es decir, la de servir ésta como documento probatorio del domicilio americano del marido y, por lo tanto, de requisito para obtener el permiso para el viaje.

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situación comunicativa y, por lo tanto, marcada. Las autoras señalan que sus resultados se corresponden con el análisis de García (1994), según el cual las formas no marcadas son las de mayor frecuencia de uso y mayor distribución sintáctica, que cumpliría, en nuestros textos, el vos. En estos materiales la fórmula de tratamiento se consideró una forma metonímica y motivada, donde la palabra merced guarda todavía su significado original. Pero, sobre todo, explican que el funcionamiento de la cortesía y la justificación plena de las formas de tratamiento trasciende lo social y se instala en lo situacional o pragmático. Esto se ve en el bolero arriba citado, cuando se usa usted para comunicar emotividad.

5. Conclusiones Este estudio hace un breve recuento del uso de los pronombres personales en español, se describe el uso merideño y se intenta un esbozo de la evolución histórica de los pronombres de segunda persona. Se analizan las razones pragmáticas que, a nuestro juicio, pesan para que este pronombre además de ejercer su función de pronombre de respeto abarque, en Mérida, también la función de solidaridad. La proximidad de los campos de la cortesía y la emotividad permiten que la cortesía pueda emplearse para señalar emotividad y la emotividad para señalar cortesía, lo que ha ocurrido tradicionalmente en el uso de los pronombres personales en español. Se ha sugerido que el uso de usted de solidaridad en Mérida parece extender el uso del español del XVI, donde este pronombre se empleaba tanto en el estilo formal como en el de confianza , observándose una diferenciación funcional, no manifiesta, entre confianza y formalidad, que se da en el uso de un usted formal y un usted de confianza. El empleo de tú parece funcionar como un cambio de código hacia un pronombre poco usual y extraño a la región. Su baja frecuencia lo convierte en el pronombre marcado para la cortesía.

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1. Introducción En el español actual de Cuba se usan los siguientes pronombres de tratamiento: tú, usted y ustedes. En algunas partes del país, sobre todo en el centro y en la zona de oriente, se puede encontrar el pronombre vos (Blanco 1982: 291-304). Según la clasificación de Rona, el voseo utilizado en Cuba corresponde al tipo I. También es conocido como voseo tipo chileno (Rona 1967: 69-71) y está caracterizado por las formas verbales diptongadas. Normalmente la/s/final no se la pronuncia en la lengua oral. La cuestión central de esta ponencia es el desarrollo de las formas de tratamiento en el español de Cuba en el siglo XIX.

2. Los factores extralingüísticos El español de Cuba se considera, junto con el español de las Antillas y de las regiones caribeñas de Colombia y Venezuela, como una variedad hispanoamericana (Perl 2001a: 655). Debido a la colonización por españoles procedentes de diferentes partes de España se puede suponer que tuvo lugar una koineización. Como ha descrito ya Granda (1996), en este proceso se han mezclado los diferentes rasgos de dialectos y hablas españolas, de manera que no se puede reducirlo a una sola región española (Perl 2001a: 653). Probablemente no se ha producido una koineización hasta principios del siglo XVII, pues en la mitad del siglo XVI vivían sólo unos centenares de españoles en Cuba y el tráfico marítimo entre Sevilla y Cuba era escaso (Perl 2001b: 161). Suponiendo también una koineización, Choy habla de una época de “estabilización y consolidación de la koiné” entre 1600-1762

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(Choy 1999: 47-51), aunque no toma en cuenta la emigración de portugueses y sefardíes. En 1762 La Habana fue ocupada por los ingleses. Un año después, La Paz de París permitió a España recuperar La Habana a cambio de La Florida. Según el historiador alemán Zeuske, la caída de La Habana supuso un trauma para los españoles (Zeuske 2002: 59). La breve estancia de los ingleses conllevó un enorme desarrollo económico a la isla, lo que en los años consecutivos tuvo como consecuencia un incremento de la importación de esclavos negros y una autoconciencia de los criollos, la población blanca nacida en Cuba. A pesar de que, a partir del siglo XVIII, los intelectuales cubanos todavía vacilaban entre la normativa académica y la rica variedad expresiva de Cuba, se pueden considerar los textos de los frailes Pedro Espínola (Memoria sobre los defectos de pronunciación de nuestro idioma y medios de corregirlos) y José María Peñalver (Memoria que promueve la edición de un diccionario de la Isla de Cuba), de principios del siglo XIX, como los primeros indicios de una creciente conciencia lingüística y el comienzo de una discusión sobre el desarrollo de la lengua en Cuba (Perl 2001a: 656). Los textos habían sido publicados ya en el año 1795. Sin embargo, según el investigador literario cubano Salvador Bueno, el siglo XIX empezó “indudablemente” con la publicación de los primeros periódicos, especialmente, con la publicación del Papel Periódico de La Habana ya a partir de octubre de 1790 (Bueno 1985: XII). Si se tiene en consideración que, por una parte, en el Papel Periódico no sólo se encontraban textos políticos y económicos sino también poemas y demás textos literarios, y que, por otra parte, la fundación de la Real Sociedad Patriótica de Amigos del País que tendría lugar tres años más tarde, se convertiría en una institución muy importante para la cultura cubana, la idea de Salvador Bueno parece, al menos en el sentido lingüístico, legítima. Los dos factores más importantes con respecto al desarrollo del español cubano son, sin duda alguna, la emigración masiva de españoles en el siglo XIX y la africanización de la isla debido a la presencia elevada de africanos esclavos y libres. Según historiadores cubanos, más del 50% de la población era de color a principios del siglo XIX (Perl 2001a: 656 y Choy 1999: 55).

3. Las formas de tratamiento en la Cuba del siglo XIX Al desarrollar las variedades lingüísticas hispanoamericanas se produjeron, además de cambios en cuanto a aspectos fonéticos y léxicos, también cambios morfológicos y sintácticos y cambios en las formas de tratamiento.

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No existen muchos textos del español cubano del siglo XIX. Para la reconstrucción del habla oral se emplean diálogos de textos teatrales o costumbristas. Ambos tipos de textos describen –aunque sea a veces de forma exagerada– escenas de la vida cotidiana de los cubanos en el siglo XIX. Mientras que el teatro bufo cubano se desarrolló en la segunda mitad del siglo con la función de estigmatizar el habla de los negros y de ridiculizar sus esfuerzos de integración (Perl 2000: 348), el género costumbrista se había formado ya un poco antes, entre 1830 y 1840, y había cumplido también ciertas funciones políticas (Bueno 1985: XIV). XIX

Uno de los primeros y probablemente más extraordinarios costumbristas cubanos fue Gaspar Betancourt Cisneros (1803-1866), oriundo de Puerto Príncipe, cuyo nombre fue cambiado por Camagüey (Henríquez 1967: 243). Además de sus esfuerzos en torno al bienestar de la población camagüeyana construyó, entre otros, carreteras, puentes y escuelas. “El Lugareño”, como era conocido también Betancourt Cisneros, se hizo famoso por sus Escenas Cotidianas publicadas entre 1838 y 1840 en la Gaceta de Puerto Príncipe y que serían editadas más de un siglo después en una colección de textos. A pesar de que en los escritos de muchos costumbristas la vida cotidiana cubana aparece descrita sólo superficialmente, Betancourt Cisneros, sin embargo, la trabaja muy detalladamente y con un estilo criollo característico (Bueno 1963: 188 y 1985: XVII). El séptimo capítulo de sus Escenas Cotidianas, titulado Escena de lenguas, es un ejemplo muy típico de su estilo, donde describe la incomparable lengua camagüeyana, en especial, la de las mujeres, a las que él denomina “camagüeyanas regañonas, murmuradoras o chismosas“. Para el análisis de las formas de tratamiento recurriremos al siguiente fragmento de texto. El fragmento es parte de la colección Costumbristas del Siglo XIX escrita por Salvador Bueno. ¿Veis a un hombre de mañana, de tarde y de noche vagando del billar a la casa de juego, de ésta a la gallería y de aquí a la taberna? ¿O no lo veis ejercitar en una profesión o industria, ni concurrir a la academia de jurisprudencia, o a la de matemáticas, o la de idiomas, o a una finca rural, o a un taller público a aprender un arte u oficio? ¿O bien no lo oís jamás hablar de cosa de sustancia, ni tomar en sus labios la palabra patria, derechos, progresos, escuelas públicas, sino solamente hablaros del peinado y vestido romántico, del velorito de Guasiminí y de las carreras de caballos de la Vigía? Pues si tales cosas viereis o no viereis; si tales cosas oyereis o no oyereis, contad sobre seguro, amiga mía desgraciada, con que una sonrisa de vuestros labios será, para un baladí de esta calaña, una victoria, cuando tal vez no ostente su desprecio a vuestra adelantada cita (Bueno 1985: 34).

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De las formas verbales usadas no se puede concluir si el autor se dirige a una persona a quien trata de vos o a más de una a quien trata de vosotros. En este caso las formas serían idénticas, sin embargo, debido al empleo de “amiga mía desgraciada” se pueden identificar las formas verbales como correspondientes a la segunda persona del singular, aunque las formas verbales no vayan acompañadas del pronombre vos. Por la falta de un pronombre personal puede hablarse de un voseo verbal. En el habla oral se pronuncian, habitualmente, estas formas con la/s/y la/d/omitidas. El autor es de Camagüey, ciudad en la que Blanco (1982) ha documentado más de un siglo después la existencia del voseo en Cuba. La supervivencia del voseo en Camagüey se debe al hecho de que no estaba bien comunicada por la red ferroviaria. Las personas encuestadas por Blanco declararon que usaban vos como pronombre de confianza y para el uso más familiar (Blanco 1982: 299). El uso que hace Betancourt aquí del voseo verbal indica que es un tratamiento muy familiar. Por una parte, porque ella también es de Camagüey y, por otra parte, porque recibe un aviso confidencial para el trato con hombres. Además, llama la atención el uso del complemento átono os en hablaros y del posesivo vuestro. Según la investigación de Blanco (1982), la mayoría de las personas encuestadas aplica hoy el complemento te respectivamente el posesivo tuyo, si bien se puede encontrar esporádicamente os y vuestro (Blanco 1982: 300). Al seguir leyendo la Escena de lenguas encontramos el siguiente fragmento: Paréceme que las muchachas me rodean a pedirme remedio contra tantas lenguas… Sí que los tengo, para todas: pero no quiero descubrir mi secreto porque con él pienso hacer fortuna en mi pobreza. Por ahora, y por ser lo más urgente, voy a comunicar dos remedios contra difamadores y calumniadores. Es el primero, muchachas, comportaros de manera que no tengan que difamar de vosotras, no dando lugar ni aun a sospechas: éste es infalible contra difamadores. El mismo remedio es utilísimo, pero no eficaz, contra calumniadores. El que tengo eficaz, no puedo demostrarlo prácticamente, sin que vosotras consigáis que me ahorquen si lo pongo en planta (Bueno 1985: 34).

Aquí resalta el uso del pronombre vosotros. Aparte de en textos religiosos y solemnes, este pronombre no es considerado pertinente en el paradigma del español caribeño desde principios del siglo XIX (Castillo 1982: 2; Noll 2001: 90), cuando fue sustituido –como en el resto de Hispanoamérica– por ustedes, también como pronombre de confianza. También las correspondientes formas verbales han sido sustituidas por formas en tercera persona del plural. El empleo de dichas formas hoy en día indicaría un voseo verbal. En este texto Betancourt Cisneros no se dirige explícitamente a personas procedentes de España, hecho que permite suponer que el autor no recurre a vosotros como medio estilístico. En los textos de Juan Francisco Valerio y Luis Victoriano Betancourt, que forman parte de la segunda generación de costumbristas, es posible encontrar ejemplos

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sobre el uso del pronombre vosotros acompañado de su complemento átono os y su posesivo vuestro y las formas verbales correspondientes. En el año 1865, Juan Francisco Valerio, nacido en 1829 en La Habana, recopiló sus artículos en la colección Cuadros sociales. Dentro de ella se encuentra el cuento Las zacatecas, en el cual se burla de la ropa de los empleados de las funerarias: ¡Probad a aquellos que os contemplan riendo, que vosotros también sois capaces, vestidos de otro modo, de marchar con decoro al lado de un cadáver! ¡Probad que también podéis llevar vuestro grano de arena para aumentar los materiales con que se construye en el siglo XIX el grandioso obelisco del progreso! (Bueno 1985: 433).

Y en su cuento El baile, publicado después del año 1863, Luis Victoriano Betancourt, nacido en 1843 en La Habana, se queja de las costumbres de bailar en aquella época: ¡Oh!, jóvenes que bailáis; ¡oh!, padres que veis bailar; ¡oh!, sociedad que dejas que te bailen, ¿qué hacéis, todos, por Dios, que no subís de una vez a la cumbre de la gloria? Subid, subid bailando, que allá arriba os esperan los cornetines y los timbales. No os asustéis, en la gloria se baila también. ¿No veis? (Bueno 1985: 369).

Pocos años después, en 1868, fue publicada y representada la pieza teatral El negro cheche o veinte años después de Francisco Fernández y Pedro N. Pequeño. Las figuras interpretadas en el teatro bufo eran representadas normalmente por actores blancos. Los protagonistas eran habitualmente miembros de todas las clases sociales. Aparte de un hombre blanco –en la mayoría de los casos un gallego– había siempre una mulata, un negro criollo y un negro bozal. El texto investigado contiene unas 3300 palabras y tiene la siguiente distribución de pronombres de tratamiento: 11 veces tú, 44 veces V./Vd. y 7 veces ustedes. Los pronombres vos y vosotros no se utilizan. Tú ha sustituido a vos y el pronombre ustedes ha sustituido a vosotros, también como pronombre de confianza (Perl 2000: 347; Granda et al. 1996: 73-89). Textos religiosos y solemnes, como por ejemplo oraciones religiosas, se deberían considerar como textos especiales. Una obra muy conocida y traducida a muchos idiomas, es Plegaria a Dios del escritor Gabriel de la Concepción Valdés, nacido en 1809 en La Habana y autodenominado “Plácido”. Escribió la Plegaria en el verano de 1844, poco antes de ser ejecutado como traidor a la patria (Bueno 1963: 97-98). Ser de inmensa bondad, ¡Dios poderoso!, a vos acudo en mi dolor vehemente… ¡extended vuestro brazo omnipotente, rasgad de la calumnia el velo odioso; y arrancad este sello ignominioso

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con que el mundo manchar quiere mi frente! ¡Rey de los Reyes! ¡Dios de mis abuelos! Vos sólo sois mi defensor, ¡Dios mío! Todo lo puede quien al mar sombrío olas y peces dio, luz a los cielos, fuego al Sur, giro al aire, al Norte hielos, vida a las plantas, movimiento al río. Todo lo podéis, vos, todo fenece y reanima a vuestra voz sagrada; fuera de vos, Señor, el todo es nada, que en la insondable eternidad perece; y aun esa misma nada os obedece pues de ella fue la humanidad creada. Yo no os puedo engañar, Dios de clemencia, y pues vuestra eternal sabiduría, ve a través de mi cuerpo el alma mía cual del aire a la clara transparencia, estorbad que humillando la inocencia bata sus palmas la calumnia impía. Estorbadlo, Señor, por la preciosa sangre vertida, que la culpa sella del pecado de Adán, o por aquella madre cándida, dulce y amorosa, cuando envuelta en pesar, mustia y llorosa, siguió tu muerte como heliaca estrella. Mas si cuadra a tu Suma Omnipotencia que yo perezca cual malvado impío y que los hombres mi cadáver frío ultrajen con maligna complacencia… suene tu voz, acabe mi existencia… ¡Cúmplase en mi tu voluntad, Dios mío… (Bueno 1963: 108)

El rasgo más vistoso de la Plegaria es el uso frecuente del pronombre vos acompañado por su posesivo vuestro y las correspondientes formas verbales. Pero también llama nuestra atención el hecho de que “Plácido” cambia los pronombres posesivos en la cuarta parte del texto. Aquí usa tú en lugar de vuestro. Ambos pronombres cumplen la función de expresar respeto, lo que subraya el tratamiento nominal de Dios, Rey o Señor. Debido a estar cara a cara con la muerte, el cambio de pronombres podría ser un indicio de una mayor emotividad. También el catecismo del padre habanero Nicolás Duque de Estrada, publicado en tres ediciones en 1797, 1818 y 1823 bajo el título Doctrina para Negros -

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Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad de los negros bozales, sirve para el análisis del habla oral en la Cuba del siglo XIX. La intención del Duque de Estrada era la cristianización y la cura de almas de los negros bozales. Por la inmensa demanda de azúcar en Europa a finales del siglo XVIII se produjo un gran incremento del número de esclavos africanos para los ingenios. Para que los ingenios pudieran producir económicamente, los esclavos debían trabajar hasta 16 horas diarias (Laviña 1989: 43-59). Esto conllevó una reducción de la enseñanza religiosa y de los servicios. La diferencia más grande entre la posición de la Iglesia y la de los dueños de los ingenios fue, sin embargo, la cuestión de trabajo los domingos y festivos. También el padre Duque de Estrada abogó por que los negros no tuvieran que trabajar en estos días, sino que se les educara. Para el análisis de este catecismo respecto a las formas de tratamiento sirven como ejemplos los dos siguientes fragmentos tomados de la Transcripción e introducción de la Doctrina para Negros por Javier Laviña. Lo segundo q. hable despacio, distinguiendo las silabas, teniendo mucho cuidado de q. no comienzan a repetir antes de q. el acabe enteramente la palabra, y de no decir otra hasta q. todos acaben de repetir la q. dixo, si se le adelantaren (q. spre. lo harán, hasta q. los acostumbren a no hacerlo) se les dice: Ustedes quieren acabar aprisa? Pues esperen a q. yo acabe por q. si no yo vuelvo a decir, y estaran ustedes mas tiempo: y de hecho repetir, q. con esto se acostumbran a esperar y no dan q. hacer (Duque de Estrada 1989: 66).

En este fragmento lo que resulta curioso es el tratamiento de los negros bozales con la forma de ustedes. Como tratamiento a inferiores, el pronombre vosotros ya ha sido sustituido por ustedes. En cambio, cuando Duque de Estrada se dirige a los capellanes utiliza el pronombre vosotros con sus posesivos vuestro/vuestra. Hasta aquí mis venerados PP. Cappns. he puesto a vrâ consideracion todo lo q he juzgado a proposito para q os hagais cargo del modo con q podeis cumplir con vrô deber, ganar mucho cielo, y ser utiles al público, en una materia en q solo vosotros lo podeis ser (Duque de Estrada 1989: 120).

Aquí aparentemente el pronombre vosotros ha sido empleado para el tratamiento de confianza entre iguales o personas de la misma posición social. De la ortografía y del estilo más conservador se puede concluir que el autor quiere caracterizar su texto como un escrito religioso (Perl/Große 1995: 217).

4. Conclusión Al contrario de lo que sucede actualmente con el español en Cuba, se puede demostrar el uso del pronombre vosotros en el siglo XIX. Sin embargo, no se puede determinar exactamente hasta cuándo coexistían las formas vosotros y ustedes. Parece

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que, al menos, hasta la segunda mitad del siglo XIX, el pronombre vosotros pertenecía al paradigma común, acompañado por el complemento átono, los posesivos vuestro/vuestra y las correspondientes formas verbales. En aquel tiempo, tampoco el uso del pronombre vos como pronombre de confianza se reducía a una sola región cubana, sino que había sido común en algunos textos literarios existentes en todo el país. El uso de vos y vosotros en textos religiosos ha de ser investigado por separado, pero también es digno de atención en cuanto al análisis del habla oral. 5. Referencias BLANCO BOTTA, Ivonne (1982): “El voseo en Cuba: Estudio socio-lingüístico de una zona de la isla”, en: Beiträge zur Romanischen Philologie XXI/2, 291-304. BUENO, Salvador (1963): Historia de la literatura cubana. La Habana: Editorial Nacional. — (1985): Costumbristas cubanos del siglo XIX. Barcelona: Biblioteca Ayacucho. CASTILLO MATHIEU, Nicolás del (1982): Testimonios del uso de ’vuestra merced’, ’vos’ y ’tú’ en América (1500-1650). Bogotá: Instituto Caro y Cuervo. CHOY LÓPEZ, Luis Roberto (1999): Periodización y orígenes en la historia del español de Cuba. Valencia: Tirant lo Blanch Libros. DUQUE DE ESTRADA, Nicolás (1989): Doctrina para negros: Explicación de la doctrina cristiana acomodada a la capacidad de los negros bozales. Edición e introducción de Javier Laviña. Barcelona: Sendai Ediciones. GRANDA, Germán de et al. (1996): Antología de textos afro-hispánicos. Germersheim: CELA. HENRÍQUEZ UREÑA, Max (1967): Panorama histórico de la literatura cubana. La Habana: Edición Revolucionaria. LAVIÑA, Javier (1989): Doctrina para negros – Transcripción e introducción. Barcelona: Sendai Ediciones. NOLL, Volker (2001): Das amerikanische Spanisch – Ein regionaler und historischer Überblick. Tübingen: Niemeyer. PERL, Matthias (2000): “Nelle/cunelle – afrohispanische Pronomen in kubanischen Theatertexten im 19. Jahrhundert”, en: STAIB, Bruno (ed.): Festschrift für Wolf Dietrich zum 60. Geburtstag. Tübingen: Narr, 347-355. — (2001a): “Die Sprachsituation in Kuba”, en: ETTE, Ottmar/FRANZBACH, Martin (eds.): Kuba heute. Politik, Wirtschaft, Kultur. Frankfurt am Main/Madrid: Vervuert/Iberoamericana, 653-668. — (2001b): “Luis Roberto Choy López: Periodización y orígenes en la historia del español de Cuba.” – Reseña en: Iberoromania 53, Tübingen: Niemeyer, 160-163. PERL, Matthias/GROßE, Sybille (1995): “Textos afro-hispánicos y criollos del siglo XIX”, en: KONDER Peter P./PERL, Matthias/PÖRTL, Klaus (eds.): Estudios de literatura y cultura colombianas y de lingüística afro-hispánica. Frankfurt am Main : Lang, 205-221. RONA, José Pedro (1967): Geografía y morfología del voseo. Porto Alegre: Pontíficia Universidade Católica do Rio Grande do Sul. ZEUSKE, Michael (2002): Kleine Geschichte Kubas. München: Beck.

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LA CORTESÍA PARLAMENTARIA EN LA TRANSICIÓN DE MÉXICO A LA DEMOCRACIA: EJEMPLO DE RACIONALIDAD MARÍA EUGENIA VÁZQUEZ LASLOP México, D.F.

1. Introducción En una situación de fuertes cambios políticos como la del México actual, las prácticas verbales de la cortesía parlamentaria son un fenómeno idóneo para observar las transformaciones profundas de las relaciones del Poder Legislativo con el Ejecutivo y con la sociedad. Es claro que en el parlamento mexicano se están enfrentando los rituales tradicionales con nuevas reglas o, en su caso, reinterpretando y reconstruyendo las normas jurídicas de las relaciones de poder. Reflexiono en este trabajo acerca de la valoración de los legisladores con respecto a la cortesía de tres sucesos parlamentarios entre 1999 y 2001, que rompieron con el ritual predominante durante más de seis décadas. Estos debates parlamentarios cuyos temas de discusión fueron la cortesía y el respeto a la investidura del legislador, me llevaron a revisar el concepto de racionalidad dentro de la teoría de la cortesía. Como se sabe, el punto de partida de Penelope Brown y Stephen Levinson (1987: 64) para definir la cortesía es la persona modelo, un hablante dotado de cara y racionalidad, es decir, capaz de calcular y diseñar estrategias orientadas a mitigar el peso de la amenaza verbal. Sin embargo, como señala Sachiko Ide (1989), quedan fuera de la teoría de Brown/Levinson las reglas que rigen la cortesía formal, tradicional, convencional y sistémica, no necesariamente estratégica. Distinto es este conocimiento sobrentendido de cómo comportarse según la situación, en los términos de Ide, el wakimae, el sentido del lugar apropiado del hablante en su comportamiento social, que subyace a los actos verbales orientados al entendimiento, cuya base es justamente la convención sociopragmática, no dependiente de la voluntad individual y no racional. Sin embargo, escoge como traducción de wakimae la palabra inglesa discernment

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para designar un comportamiento que, de entrada, difícilmente puede caracterizarse como “no-racional”, sobre todo, si toma como punto de referencia la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas (1981). Propongo en este trabajo algunas pautas para determinar claramente en qué consiste esta facultad del hablante en su actuar comunicativo. El tema de la racionalidad en la cortesía lleva directamente a identificar las condiciones de validez propias de los distintos tipos de actos comunicativos, algo que apenas esbozaron Fraser/Nolen (1981: 96) y Fraser (1990) en otros trabajos, retomados por Culpeper (1996: 351), pero a lo que le faltó el fundamento en una teoría de la acción. Aquí me limitaré a las condiciones de validez del debate parlamentario constituido por actos verbales que apelan a la validez de una normatividad vigente1. Tales condiciones de validez normativa se convierten en tema de discusión cuando la convención deja de ser un acuerdo intersubjetivo entre los participantes comunicativos, tal y como sucedió en los debates que aquí reviso. Las discusiones, con obvia naturalidad, desembocaron en la valoración de la identidad del legislador. Primero explicaré, grosso modo, en qué consiste la transición política mexicana, después caracterizaré el escenario jurídico-comunicativo de los debates parlamentarios, y, por último dejaré que los diputados revisen los conceptos de sentido del lugar apropiado e identidad en sus debates acerca de tres sucesos parlamentarios, cuya cortesía estuvo en entredicho, según las interpretaciones en pugna de las convenciones normativas. Terminaré con una reflexión acerca del concepto de racionalidad para asociarlo con el wakimae en el marco parlamentario.

2. La transición política mexicana Denominar “transición democrática” al proceso político por el que México atraviesa no es un acuerdo entre los propios actores políticos y los estudiosos del tema. De cualquier manera, es innegable que desde hace algunas décadas el sistema político mexicano ha venido cambiando sustancialmente. Podría señalarse como un punto crítico –más que culminante– de este proceso la alternancia del poder registrada en el año 2000. Si bien llegar a ese momento llevó mucho tiem-

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Según las definí en Vázquez (2001: 106), a la luz de la teoría de la acción comunicativa de Habermas (1981), las condiciones de validez de los actos verbales deónticos –actos verbales de deber ser– constituyen “la conexión de la pretensión del hablante con el sustento normativo que justifica con razones la validez de su acto”, pretensión que somete al juicio de su interlocutor para que sea aceptada o, de lo contrario, para entablar con él una argumentación orientada al entendimiento.

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po, en los años inmediatos previos y posteriores a él tuvieron lugar varios cambios en las relaciones políticas que se experimentaron vertiginosamente. Existen opiniones muy diversas en cuanto a la determinación temporal de la transición política en México. Se asume que el sistema político mexicano que funcionó desde los primeros años posrevolucionarios (a partir de la década de 1930) hasta el final del siglo xx ya sufrió profundas transformaciones. Una caracterización y crítica de dicho sistema ya habían sido desarrolladas profusa y elocuentemente por Daniel Cosío Villegas en una serie de cuatro ensayos (1972, 1974, 1975a y 1975b), a los que siguieron múltiples trabajos de diversos analistas que sería imposible enumerar aquí. En ellos quedan patentes los mecanismos del presidencialismo vertical y autoritario, cuyo sustento en un partido altamente hegemónico –el Partido Revolucionario Institucional (PRI)– y, durante más de sesenta años, mayoritario en el Congreso, más el control sobre el Poder Judicial, la institucionalización en fuertes corporaciones ligadas al partido de los diversos sectores sociales y el centralismo de facto de una república federal de dicto, garantizaban la concentración del poder en el presidente de la República2. Algunos analistas (Todd Eisenstadt, Soledad Loaeza y Reynaldo Ortega, todos ellos en Ortega 2001a) resaltan el carácter prolongado de la transición política mexicana. Se trata de un proceso de muchos años, moderado y gradual, a lo largo del cual los gobernantes autoritarios no se muestran dispuestos a ceder el poder a sus opositores de una vez por todas –como podría suceder en transiciones pactadas con elecciones fundacionales de un régimen democrático tras una dictadura–, sino que los avances son resultado de acuerdos parciales entre las fuerzas políticas. De hecho, en México el poder, aunque hegemónico, desde la era posrevolucionaria se instauró institucionalmente. Por lo tanto, algunos prefieren hablar de una evolución de gobernabilidad autoritaria hacia una gobernabilidad democrática (por ejemplo, José Woldenberg 1996, y Diódoro Carrasco 2000, último secretario de Gobernación del régimen de 1994 a 2000). Existe cierto acuerdo en que la transición política mexicana es, precisamente, institucional, que –como lo señala Antonio Camou (2001: 219) forma parte de un “ciclo de transiciones de «baja intensidad» política pero de «alta intensidad» institucional”, precedido por transiciones de otro tipo, como sociales y económicas.

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Teresa Carbó (1987; 1995) demuestra cómo el debate parlamentario en el periodo de 1920 a 1950 fue una herramienta fundamental no sólo para mantener el control de las posibles indisciplinas, tanto al interior del partido oficial como de la incipiente oposición, sino para crear y perfeccionar leyes que de alguna manera restringieran los espacios mínimos para la generación de la pluralidad.

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3. El protocolo parlamentario y las relaciones del Poder Legislativo con el Ejecutivo y con la sociedad (1999-2001) El espacio parlamentario se constituye a partir de las normas constitucionales, según el título tercero de la Constitución política de los Estados Unidos Mexicanos vigente (en adelante, CPEUM). Los organismos del Poder Legislativo3 se rigen por la Ley orgánica del Congreso de los Estados Unidos Mexicanos (LOCEUM), la cual emana de la facultad constitucional del Congreso para autorregularse (Art. 70 de la CPEUM). Las relaciones del Poder Legislativo con el Ejecutivo y con la sociedad están definidas en estos ordenamientos. Muchas de las normas de cortesía se establecen en la ley en capítulos especiales, expuestas como manuales de comportamiento que indican con exactitud los pasos a seguir en un ritual4. Sin embargo, existen rituales parlamentarios no escritos que se practicaron durante décadas y, algunos de ellos, en buena medida, “desacralizados” en el periodo de esta transición política, por lo tanto, en ciertos casos, los cambios se observarán gradualmente. Podría decirse que el wakimae de los parlamentarios corresponde al conocimiento de estas normas escritas y no escritas, las cuales indican la posición que cada uno de ellos y demás participantes deben asumir según la situación jurídico-comunicativa. Todo acto parlamentario que desobedezca estas normas no sólo será considerado inválido, sino que podrá ser juzgado negativamente por el propio cuerpo parlamentario según determinadas valoraciones jurídicas y éticas. En México, la nueva orientación de las relaciones del Poder Legislativo con el presidente de la República y con la sociedad en general ha llevado a la necesidad de reajustar el protocolo parlamentario. Este proceso, sin embargo, no ha sido sencillo, puesto que es común encontrar episodios de enfrentamiento entre la tradición y la innovación. De ello son ejemplo los debates de los diputados generados a raíz de tres conflictos por actitudes consideradas por la tradición legislativa como descorteses: 1) La respuesta del presidente de la Mesa Directiva del Congreso General, el diputado de la entonces oposición conservadora (PAN) Carlos Medina Plascencia, al V Informe de gobierno del presidente de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León, el 1 de septiembre de 1999.

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Desde 1824 el Poder Legislativo mexicano se deposita en un Congreso General bicameral constituido por una Cámara de Diputados y una de Senadores. En algunas ocasiones, como en los dos primeros casos por analizar –el informe de gobierno y la toma de protesta del presidente de la República– el Poder Legislativo sesiona en Congreso General. Por ejemplo, el capítulo denominado “Ceremonial” del Reglamento para el gobierno interior del Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos.

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2) La toma de protesta del presidente electo, Vicente Fox Quesada, ante el Congreso General, el 1 de diciembre de 2000. 3) La solicitud de representantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) de pronunciarse en la tribuna parlamentaria, durante el primer trimestre de 2001. De hecho, no se puede hablar de la simple relación entre el Poder Legislativo con el Poder Ejecutivo, como si el primero fuera homogéneo, particularmente en la etapa en la que México vive con una pluralidad de partidos. Y en otro polo de las relaciones entre los legisladores y la sociedad, la situación también es muy compleja, puesto que muchos sectores de la llamada “sociedad civil” no se sienten representados por quienes ocupan una curul en las Cámaras de Diputados y Senadores, al punto de desconocer por completo –al menos, en el discurso– el sistema político institucional5 que, se esperaría, daría certeza a la gobernabilidad6. Como veremos, habrá legisladores que tolerarán la voz de los ingobernables por decisión propia, pero otros que rechazarán cualquier acto que, a su modo de ver, atente contra la democracia jurídicamente institucionalizada.

4. ¿Actos corteses o descorteses? Lo que observaremos en los siguientes debates es la valoración de los diputados acerca de los tres sucesos mencionados que rompieron con las normas hasta entonces puestas fuera de discusión. En cada caso, los temas debatidos son las propias condiciones de validez normativa de cada formato parlamentario y la definición de la identidad de los legisladores. El corpus analizado consiste en los debates de los diputados acerca de los tres conflictos y se obtuvo –en su mayor

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Así caracteriza esta relación Jacqueline Peschard (1996: 48): “[…] un terreno de enfrentamiento, regido por la lógica de los contrarios, en la que por un lado aparecen el gobierno y los partidos políticos, identificados con la zona de la política institucional, formalizada y convencional, y por otro, y en contraposición, la autodenominada «sociedad civil» que alude a la zona de lo informal […]” Por ejemplo, el “Subcomandante Marcos” (1996: 223s), uno de los líderes y portavoces del movimiento del EZLN, se refiere al “pueblo”, “sociedad civil”, “mayorías”, etc. como “esos nombres con los que se llama a los que no tienen nombre, ni voz, ni rostro y son, apenas, un voto posible, un lugar en el contingente, un grito en la manifestación, una guardia en el plantón, un consumidor, un televidente, un radioescucha, un lector, un número que agregar a la cuenta propia […]”. Al respecto, Carlos Castillo Peraza (1996: 30), uno de los ideólogos del nuevo panismo, escribía: “[…] el peligro ya no es tanto que fallen las leyes o las instituciones […], sino que los hombres y las sociedades que éstos forman para desarrollar las diversas dimensiones de su ser, acaben rechazando la idea misma de gobierno, la idea misma de tener que ser o de querer ser o de deber ser gobernados”.

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parte– de las versiones estenográficas de la Cámara de Diputados de las sesiones correspondientes y, en un solo caso, del Diario de los Debates del Congreso7. El material es amplísimo, así que tomaré apenas unos cuantos ejemplos que, a mi modo de ver, muestran de manera elocuente la relación entre la cortesía parlamentaria y la defensa de la identidad del legislador.

5. El debate acerca de la respuesta del diputado Carlos Medina Plascencia al V informe de gobierno del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León Cada primero de septiembre, el presidente de la República acude al recinto parlamentario en calidad de invitado para rendir su informe anual de gobierno. El formato de este acto considerado altamente solemne está definido en la Constitución, en la LOCEUM y en su Reglamento correspondiente. El quinto informe de gobierno de periodos sexenales suele ser uno de los más importantes, puesto que se presenta una vez que han arrancado las campañas de los candidatos para el siguiente periodo presidencial. Hasta antes de la transición de México a la democracia, el presidente del Congreso, quien invariablemente era un diputado del partido oficial, se encargaba de alabar en forma desmedida, con zalamería y adulaciones excesivas la labor anual del presidente de la República8. El primero de septiembre de 1999, el presidente del Congreso era el diputado Carlos Medina Plascencia, miembro del partido conservador de oposición (PAN), el cual ya tomaba mucha fuerza para las próximas elecciones. El diputado Medina Plascencia empezó de la siguiente manera la respuesta al informe de gobierno del presidente Zedillo: El Honorable Congreso de la Unión, por mi conducto recibe de usted el documento que dice contener el estado que guarda la administración pública federal y el informe de su gestión durante el quinto año de gobierno [010999:43:1-49; el subrayado es mío].

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Las versiones estenográficas fueron tomadas del sitio en Internet de la Cámara de Diputados: http://www.camaradediputados.gob.mx, los días 18 al 21 de noviembre de 2002. La sesión del 22 de marzo de 2001 se tomó del Diario de los Debates (2001). En cada fragmento se especifican los datos de la sesión correspondiente (V. n. 9). Restringiéndonos a la historia reciente, en los años ochenta, las protestas con gritos, pancartas y otros medios simbólicos desde las curules empezaron a hacerse costumbre. En 1997, el presidente del Congreso ya fue un diputado de oposición, Porfirio Muñoz Ledo, quien entonces era miembro del partido de izquierda, PRD, por lo tanto, sin romper con la cortesía propia del acto solemne –aunque no dejó de causar revuelo– dio una respuesta crítica y no aduladora al presidente de la República. El código al final de cada segmento indica día, mes y año de la sesión (ddmmaa): número de página: número de líneas. Conservo las convenciones empleadas en las transcripciones originales.

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El grupo parlamentario del partido oficial presentó moción de sustitución del presidente de la Mesa Directiva. En los debates al respecto, en la sesión del siete de septiembre, a favor de la moción, el diputado Jaime Moreno Garavilla del partido oficial valoró el estilo indirecto del diputado Medina Plascencia como un acto sumamente descortés: [El señor diputado Medina Plascencia] ¿Quiso decirle al Presidente mentiroso? O en el mejor de los casos ¿de palabra poco confiable? ¿Tuvo el diputado, que reconocía actuar en nombre del Congreso, elementos de convicción derivados del conocimiento del documento que acababa de recibir como para poner en tela de duda, frente al mundo entero, a nuestro Jefe de Estado y de Gobierno? [070999:8:14-19].

Volviendo a la respuesta del uno de septiembre, en el cuarto párrafo, Medina Plascencia, antes de empezar a ser interrumpido por el escándalo incontrolable de los diputados del partido oficial, dijo: Al respecto, es momento propicio para recordar a usted, Ciudadano Presidente, su compromiso formal públicamente expresado y hasta hoy incumplido, de mantener con esta Legislatura, una comunicación fluida y permanente para hacer posible la generación de políticas de Estado, que den confianza y estabilidad al país. (APLAUSOS) [010999:43:15-19].

Lo cual también reprobó el diputado Moreno Garavilla en los siguientes términos: Después de advertir que es menester lograr y mantener entre ambos una relación de respeto republicano, el Presidente del Congreso de la Unión en funciones consideró a ese acto de solemnidad republicana como momento propicio para denunciar al Ejecutivo Federal de cara al mundo, como un individuo incumplido, invocando una supuesta falta de comunicación fluida permanente con esta Legislatura [070999:8:14-25]. [...] Pero en cualquier caso, pregunto, ¿es este el tipo de respeto republicano al que se refirió el señor Presidente de la Cámara? No preguntamos ya si es respetuoso hacer propicio el momento para sugerir la pérdida del crédito y la buena fama al principal visitante a nuestra casa frente a nuestros invitados. Eso en derecho se llama difamación, en lo ético es carecer de decencia. (APLAUSOS). ¿Cómo calificar el trato para quien después de haberse manifestado respetuoso frente a los dueños de la casa, escucha una falsa acusación contra su reputación, sin tener ya derecho de réplica? ¿Debería aplaudir la concurrencia toda a tan delicado anfitrión? [...] [090999:8:41-42, 9:1-9].

En defensa del diputado Medina Plascencia, el diputado Pablo Gómez Álvarez del partido de izquierda en la oposición (PRD), argumentó primero, a partir de la inviolabilidad constitucional de los diputados y senadores y segundo, considerando descortés, más bien, el escándalo y las interrupciones de los oficialistas al presidente del Congreso:

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[...] los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiestan en el desempeño de sus cargos. Jamás podrán ser reconvenidos por ella. La petición del PRI, de remover al Presidente de la Cámara por haber expresado opiniones en su carácter de Presidente del Congreso, es en sí mismo, algo completamente contrario al Artículo 61 de la Constitución política. (APLAUSOS). Debería incluso votarse antes si procede o no, semejante ataque a la Constitución [...]. Ésta es una cuestión de principios, no es una cuestión cualquiera. Haya dicho lo que hubiera sido; creo que el Congreso debió haberlo escuchado en la misma forma y aun con las expresiones que se acostumbran en una Asamblea parlamentaria, pero no para tratar de impedir que hablara. Aquí quiero hacer una distinción: Desde 1980 se producen intentos de interpelación del Presidente en los informes que rinde al Congreso. [...] había que quitar ese ritual presidencialista y tratar de hacer de aquél un acto republicano aunque fuera con expresiones que no iban a tener cabida en el acto mismo del informe presidencial [...]. Ahora bien, la cuestión es que esas interpelaciones no pretendían callar al Presidente, sino hacer un diálogo con él [...]. No se puede tampoco decir ridículamente, que el PRI no hizo ni más ni menos que lo que hace la oposición en otros momentos; eso no es cierto, porque la oposición nunca ha tratado de impedir que el Presidente diga lo que trae escrito, nunca. Todas las interpelaciones tenían como propósito hacer un diálogo con el Presidente, esperar una respuesta del Presidente. Aquí no pedía el PRI una respuesta del Presidente del Congreso, lo que pedía era que no dijera lo que traía escrito el Presidente del Congreso [070999:5:25-45, 6:1-34].

La moción de sustitución del presidente del Congreso no prosperó. Lo que discuten los legisladores en estas sesiones subsiguientes al informe presidencial es la osadía del presidente del Congreso de confrontar al presidente de la República en una relación de igual a igual. A los ojos de los legisladores más tradicionales, el presidente del Congreso rompió con las expectativas y ofendió la cara positiva del presidente de la República10. Pero el hecho es justificado por los legisladores que buscan romper con la convención, defendiendo la cara negativa del presidente del Congreso, la cual se define en el artículo 61 constitucional como el derecho de inviolabilidad del legislador. A esto me referiré más adelante. El comportamiento de Medina Plascencia corresponde, por lo tanto, a la viola-

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Según la clasificación de Robin Lakoff (1989: 103), más que un acto verbal no-cortés, es un acto rudo, es decir, un comportamiento “that does not utilize politeness strategies where they would be expected, in such a way that the utterance can only or most plausibly be interpreted as intentionally and negatively confrontational”. Sin embargo, complemento esta postura con la explicación de Ide (1989), acerca de la violación al wakimae.

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ción del wakimae, lo cual no sólo ofendió al presidente de la República, sino a la imagen social de legislador11.

6. El debate acerca de la toma de protesta del presidente electo, Vicente Fox Quesada En el año 2000 Vicente Fox Quesada del partido conservador, PAN, ganó las elecciones presidenciales, lo cual rompió con las siete décadas de gobiernos priistas. En su toma de protesta ante el Congreso General, el presidente electo cometió faltas de protocolo. Entre otras, antes que a los señores legisladores y demás personalidades, saludó a sus hijos: Hola Ana Cristina, hola Paulina, Vicente y Rodrigo. Honorable Congreso de la Unión: He asumido la alta responsabilidad de Presidente de la República [...] [011200:4:13-15].

En otro momento, se dirigió a los congresistas como jóvenes, tras la exigencia de los legisladores de conservar la educación laica y gratuita: Refrendo la laicidad, el carácter público y la gratuidad que establecen nuestras leyes en la educación que establece el Estado. (GRITOS EN EL SALÓN: ¡Juárez, Juárez, Juárez, Juárez!12). ¡Juárez, Juárez, Juárez, Juárez, Juárez! ¡Bien, jóvenes! (APLAUSOS) [011200:13:8-12].

Pero lo que más ofendió a gran parte de los legisladores fue que el presidente electo agregó una frase al texto constitucional de toma de protesta. Es decir, modificó el acto de habla: Protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la Unión, por los pobres y marginados de este país, y si así no lo hiciere, que la Nación me lo demande. (APALUSOS) [011200:4:1-6; el subrayado es mío].

Ante tales faltas, los diputados de la nueva oposición, es decir, los priistas y los perredistas presentaron la moción de que el presidente Vicente Fox no había jurado guardar la Constitución en los términos de la legislación correspondiente. El

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Según Hill et al. (1986: 351): “[...] violations of the rules of Discernment [–wakimae–] offend others and thus hurt the speakers social image”. Benito Juárez (1806-1872) promovió desde 1855 la separación de la Iglesia y el Estado. De ahí su evocación para un presidente católico.

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diputado Efrén Leyva Acevedo del PRI solicitó que el presidente de la Mesa Directiva expresara un extrañamiento al presidente Fox, entre otras cosas, fundamentada en las siguientes razones: Los diputados que integramos esta LVIII Legislatura consideramos que actitudes como ésta del Presidente Fox, ponen en duda la certidumbre que debe tener la sociedad mexicana sobre el propósito presidencial de respetar el texto y mandato constitucional, lo que contradice las expresiones anunciadas en el mismo texto de su mensaje.

Por otra parte, tanto la salutación al inicio de su mensaje como el hecho antes referido, pueden interpretarse como falta de respeto a la potestad del Congreso de la Unión. Si bien la alteración del texto constitucional fue una transgresión a la Carta Magna, lo más preocupante es lo que esta actitud puede representar en el futuro, pues advierte la posibilidad de que se sigan violando las leyes máximas del país. No hacer este señalamiento significaría una grave omisión del Poder Legislativo. Por todo lo anterior, en su calidad de Presidente de esa Directiva, le solicitamos atentamente que haga valer el texto del artículo 22 de la Ley Orgánica del Congreso de la Unión, que en su fracción III señala: “El Presidente, al dirigir las sesiones velará la eficacia en el cumplimiento de las funciones constitucionales de la Cámara”. En la sesión del primero de diciembre, con la representación de toda la sociedad mexicana que le dio esta legitimidad, el Congreso de la Unión estaba cumpliendo con la función constitucional de tomar la protesta al Presidente de la República, en una sesión solemne del Congreso General, presidida por usted en los términos del artículo 23 inciso A [051200:3:1-22].

El mismo día de la toma de protesta del presidente Fox, el diputado Ricardo Moreno Bastida del PRI ya había hecho una moción de orden en los siguientes términos: De conformidad con lo dispuesto por los Artículos 104, 105, 106 del Reglamento para el Congreso General de los Estados Unidos Mexicanos, en relación con el Artículo 89 [sic; 87] Constitucional, le hago de forma fraterna una moción de orden, en virtud de que el Presidente Electo no juró guardar la Constitución de conformidad con el Artículo 89 [sic; 87] Constitucional antes invocado. (GRITOS EN EL SALÓN) [011200:20:16-22].

Por si acaso cabía alguna duda antes de votar a favor de la moción de orden, en el sentido de que el presidente Fox no fuera ya presidente constitucional, puesto que había violado el acto de habla ritual de la toma de protesta, el diputado Alejandro Zapata Perogordo del partido conservador oficial (PAN), defendió: La protesta constitucional se presta ante el Poder Legislativo porque en éste se encarna la representación nacional y se constituye en el principal órgano de control político del Estado. Es importante dejar en claro que mientras la protesta constitucional es un acto de naturaleza declarativa, son las elecciones constitucionales y la calificación que de éstas hace el Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial, los que son actos verda-

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deramente constitutivos del Poder Público. Pretender que la toma de protesta sea el elemento constitutivo del cargo, pondría a dicho acto de formalidad por encima de la voluntad popular. El Presidente de la República, en los términos del artículo 83 constitucional es Presidente desde el primer segundo del día primero de diciembre en que entra a ejercer su encargo y no a partir de su toma de protesta, que bien puede ser unas horas o días después; es por eso que queremos subrayar ante el pueblo de México, que Vicente Fox es Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos por decisión del pueblo de México, expresada mayoritariamente en las elecciones constitucionales del pasado 2 de julio. Es cuanto, señor Presidente. (APLAUSOS) [051200:8:10-26].

Tras escuchar las posiciones a favor y en contra, el presidente de la Mesa Directiva declaró que se dirigiría al presidente de la República para señalar el desapego al texto constitucional. Según los legisladores de la oposición, en esta ocasión el presidente electo cometió dos faltas graves. En primer lugar ofendió la cara positiva de los legisladores al dirigirse a ellos de manera inconveniente y pasándolos a un segundo plano con respecto a sus hijos. El presidente no estaba frente a los legisladores como “Vicente Fox Quesada” –identidad privada– sino como la persona que recibió el mandato del pueblo de asumir un cargo de servicio público, el de presidente electo –identidad pública. En segundo lugar, se excedió en sus facultades –podríamos decir, en su cara negativa– al agregar una frase al texto constitucional en la toma de protesta. La cara negativa del presidente electo en un acto solemne y declarativo está claramente acotada por la legislación, y al violarla, corrió el riesgo de deslegitimar su toma de posesión como presidente de la República. De nuevo, se comprueba que el wakimae parlamentario está por encima de las actitudes de cortesía estratégica, que para los legisladores, en este caso, resultaron insatisfactorias y ofensivas. Y se refuerza el trato de igual a igual entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo, al ejercer el primero, una decisión punitiva para el segundo.

7. El debate acerca de la identidad del legislador Hasta aquí, hemos visto que los diputados han reaccionado a situaciones que transgreden el protocolo tradicional de las relaciones entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo. En el caso de la respuesta del diputado Medina Plascencia al V Informe de gobierno del presidente Zedillo, algunos diputados consideraron que el presidente del Congreso había herido la cara positiva de los legisladores ante el presidente de la República. Ésta fue el ala tradicionalista. La argumentación en contra de esta posición defendió la cara negativa del diputado Medina Plascencia, apelando al artículo 61 constitucional, el cual estipula:

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Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas. El presidente de cada Cámara velará por el respeto al fuero constitucional de los miembros de las mismas y por la inviolabilidad del recinto donde se reúnan a sesionar [Art. 61 de la CPEUM].

Identifico como una propiedad de la cara negativa del legislador su inviolabilidad en estos términos constitucionales. Las argumentaciones surgen de la tesis de la identidad pública de la figura jurídica del legislador. Es decir, no defienden o atacan –digamos, en este caso– a la persona privada Carlos Medina Plascencia, sino que defienden en todos los casos la investidura del legislador, o en otras palabras, la identidad social del legislador. Vista así, la cortesía que estuvo en el centro de los dos conflictos se identifica mejor en los términos de Sachiko Ide (1989: 225) con la pertenencia de un individuo al grupo. Esta consciencia de la identidad del legislador se exhibió con más contundencia en los debates acerca de la posibilidad de que representantes del EZLN subieran a la tribuna legislativa para tomar la palabra en los primeros meses del año 2001. El líder del grupo oficial conservador, el diputado Felipe Calderón Hinojosa, argumentó en contra: Quiero decir por qué creemos que no puede ni debe aceptarse la utilización de la tribuna de esta Cámara para la representación zapatista. En primer lugar, porque la Constitución y la ley prevén con claridad quiénes y cuándo deben usarla en un régimen de derecho donde los poderes públicos tienen que someterse a lo que está explícitamente facultado. Éste es un poder público que hace lo que la ley le autoriza y la ley no es omisa al respecto, prevé cuándo y cómo se hace uso de la palabra, quiénes lo hacen e incluso qué hacer, como es el caso, cuando hay peticiones de ciudadanos que en términos de la normatividad interna y de la Constitución no tienen derecho de iniciativa [220301:7:19-27]. [...] Se preguntan muchos, por ejemplo, por qué no darle la vuelta a la ley [...]. Si lo hacemos ahora, ¿con qué cara entonces diremos en el futuro que hicimos leyes buenas y justas, si nosotros como legisladores que hacemos las leyes, antes de hacerlas ya estamos dispuestos a violarlas? ¿Cómo decir que queremos una ley indígena cuando antes estamos violando nuestra ley interna? [220301:7:41-48]. [...] Yo no me opongo a que otros mexicanos lo hagan, pero que lo hagan en lo que México ha decidido ser: república representativa, donde el poder soberano se deposita en los poderes y más en el poder representativo, que es el Congreso. ¿Cuánto ha costado llegar hasta aquí? Es un largo camino de la transición. Se ha dicho que defendemos la tribuna porque creemos que es nuestra. No, señores: defendemos la tribuna precisamente porque no es nuestra, es de los ciudadanos que hay atrás de cada uno de nosotros en los distritos y en las urnas, ciudadanos que han decidido así representarse [220301:8:49-51, 9:5-9].

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Además, tal identidad al servicio del ciudadano y subsumida a la ley, contrasta con la imagen privada del diputado con fines retóricos de humildad, como defensa de la cara: No tenemos mayoría, pero todos, todos tenemos dignidad, aprender a tenerla y a luchar con ella sin más armas que la ley y la razón se lo agradezco a muchos mexicanos, se lo agradezco a mi padre y entiendo las circunstancias y las prisas, pero tengo dos hijas pequeñas y no tengo otra cosa que heredarles más que mi nombre [220301:10:43-46, 11:1-2].

La esencia de la identidad del diputado es su representatividad democrática. En la doctrina jurídica, de hecho, la respuesta a la pregunta formulada por Jorge Moreno Collado (2000: 110) “¿a quién representa [...] un parlamen-tario en lo individual?” ha tenido distintos sentidos a lo largo de la historia de las sociedades democráticas. El que adopta el diputado Calderón Hinojosa es restringido: cada legislador representa a los ciudadanos que votaron por él y su voz pertenece a estos últimos. En el caso del primer debate, para el diputado priista Jaime Moreno, el presidente del Congreso como tal, representaba a la totalidad de parlamentarios, por lo tanto, su voz tampoco le pertenecía en su posición individual. Y por eso, al confrontar al presidente de la República, no sólo lo ofendía a él, sino a la propia investidura de los parlamentarios. Sin embargo, a pesar de que los miembros del EZLN –a quienes en la introducción caractericé como ingobernables por decisión propia– no eran en el momento de su solicitud de tomar la tribuna parlamentaria, jurídicamente representantes del pueblo, la diputada Beatriz Paredes Rangel, del PRI, en su papel de presidenta de la Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados, se manifestó de la siguiente manera: La discusión verdadera radica cómo [sic] en una etapa de transición se encuentran en cuestión las formas tradicionales de representación. La discusión verdadera radica en la reflexión si [sic] los mecanismos de democracia representativa son suficientes con las formas establecidas para las nuevas expresiones de la sociedad mexicana. La discusión verdadera radica si [sic] es pertinente generarle espacios a aquellos grupos que optaron por una vía que desconocía el valor de la legalidad y de la representatividad. Quiero señalarles que en esta discusión verdadera hay diversas opiniones, que es un debate que se inicia en el país y que tiene que ver con la etapa de transformaciones profundas que está viviendo la sociedad mexicana y que están viviendo nuestras instituciones. Pero en el esfuerzo de encontrar mecanismos para que existiese una solución pacífica al problema del conflicto con el EZLN no será la primera vez que si así lo decide esta Cámara de Diputados, tome decisiones innovadoras [...] [220301:16:4246, 18:1-3].

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Representantes del EZLN hablaron en el recinto parlamentario en una reunión de Comisiones unidas con la asistencia de los demás legisladores que decidieron estar presentes el 28 de marzo de 2001 y no se constituyó como una sesión plenaria.

8. La racionalidad y el wakimae La racionalidad en la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas (1981, t.1: §I.1.) –dicho de una manera muy general, vista como un atributo de las personas– es la capacidad de formular manifestaciones verbales susceptibles de crítica, pues las pretensiones de validez de cada emisión se fundamentan en razones de tres tipos, según la validez significada por la fuerza ilocutiva del acto verbal (de verdad proposicional, de corrección normativa o de veracidad). Cuando el oyente acepta sin discusión la pretensión del acto verbal del hablante, quiere decir que las condiciones de validez están fuera de duda, pues existe una coincidencia intersubjetiva aproblemática, correspondiente a un mundo de la vida compartido. Pero en caso de alguna desavenencia, gracias a la capacidad racional, el hablante y el oyente pueden entablar una argumentación basada en razones para alcanzar un acuerdo acerca de dichas condiciones de validez. ¿Qué relación guarda la racionalidad con el wakimae? Ide (1989: 230) caracteriza el wakimae de la siguiente manera: The practice of polite behavior according to social conventions is known as wakimae in Japanese. To behave according to wakimae is to show verbally and non-verbally one’s sense of place or role in a given situation according to social conventions.

Y, después de proponer discernment como el término del inglés más cercano al japonés wakimae, escribe: The choice of linguistic forms or expressions in which the distinction between the ranks or the roles of the speaker, the referent and the addressee are systematically encoded will be called the discernment aspect of linguistic politeness, which I claim to be one of the neglected aspects in Brown and Levinson’s framework (Loc. cit.).

Pero esta práctica de elección de formas lingüísticas según la posición del hablante en la situación comunicativa es, a decir de Ide, “automática” e independiente de la intención racional. Un ejemplo de ello es el uso de los honoríficos del japonés: “...the use of honorifics can be simply socio-pragmatic concord, which operates as automatically as grammatical concord, independent of the speaker’s rational intention”. (Ide 1989: 242). Se trata de un uso de formas lingüísticas no estratégico, independiente de la voluntad del hablante y, por lo tanto, no-racional, en el sentido de que tales formas lingüísticas no se calculan y diseñan para alcanzar un fin determinado, específicamente, mitigar la posible amenaza a la cara de

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los interlocutores. El resultado en la propuesta de Ide (Hill et al. 1986: 351 e Ide 1989: 244) para una teoría universal de los actos de cortesía es la oposición de dos tipos: a) actos racionales y estratégicos orientados a un fin no comunicativo, cuyo funcionamiento depende de la voluntad del hablante y, b) actos no-racionales y comunicativos, orientados a alcanzar el entendimiento, cuyo funciona-miento depende de un sistema de convenciones determinado. Esta tipología se basa en la interpretación de Jürgen Habermas (1981, t. 1: §II) acerca de la teoría de la acción de Max Weber. Lo que resulta contraproducente de la propuesta de Ide es caracterizar actos de discernimiento como “no-racionales”. De hecho, al emplear el concepto de acción orientada al entendimiento para ahí incorporar el wakimae, Ide asume la teoría de la acción de Habermas, más que la de Weber. Considero que es posible caracterizar el wakimae como racional si se lo vincula al concepto de mundo experimentado o “mundo de la vida” (Lebenswelt) del propio Habermas (1988: 88), quien lo toma directamente de Edmund Husserl. El mundo experimentado es una amalgama de saberes olvidados, reprimidos e idealizados, pero presentes en la acción comunicativa. Son conocimientos presupuestos y “atemáticos” que forman parte de la realidad intersubjetiva entre el hablante y el oyente. Es un saber que escapa “a la presión que ejercen las sorpresas provenientes de las experiencias críticas”, porque es lo que da certeza de aquello en lo que los participantes comunicativos están de acuerdo, el suelo sobre el que se desenvuelve la práctica comunicativa. Hay saberes del mundo experimentado más superficiales que otros: el menos profundo es el saber-horizonte, ligado a las condiciones hic et nunc de la situación comunicativa; le sigue el contextual, dependiente de los temas textuales y, el más profundo, el saber de fondo (Hintergrundwissen), constitutivo del mundo experimentado. Es éste el más estable e inmune a la intención de la consciencia. Los participantes comunicativos sólo lo problematizan críticamente en una situación de crisis. Diríamos que lo hacen inteligible cuando cobran consciencia de él y deja de ser un trasfondo. Cuando esto sucede, al verbalizarlo y significarlo en la fuerza ilocutiva, entonces ya podemos hablar de un mundo de la vida racionalizado. De otra manera es, en efecto, prerreflexivo. Puede decirse que el sistema de convenciones que sustenta el wakimae forma parte del saber de fondo del mundo experimentado. Algo similar sucede con las normas de la tradición parlamentaria mexicana, sobre todo, las no escritas que garantizaban la permanencia del presidencialismo autoritario. Si acaso éstas no se encontraban en estratos del mundo experimentado tan profundos como aquél en donde se encuentra el sistema de honoríficos del japonés, al menos estaban en niveles de sustrato de la consciencia intersubjetiva de la sociedad mexicana que no se sometían a discusión en el parlamento. Cuando al fin se rompen los ritua-

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les, la racionalidad discursiva actúa aquí como proceso de toma de consciencia y de establecimiento fundamental de razones que defienden ya sea el sistema tradicional o el sistema innovador. El resultado del proceso dialéctico-comunicativo en el marco institucional es la acomodación (en términos piageteanos) y regeneración del sistema, según la nueva situación, proceso que, en el mejor de los casos, habrá de culminar en las reformas a los ordenamientos jurídicos13. Y en el sistema parlamentario, este proceso es la base de lo que Habermas (1997) ha llamado “política deliberativa”, propia de las sociedades democráticas. Es en este sentido que considero el sistema de convenciones que subyace a los actos de cortesía no estratégica como racional, es decir, como parte de un mundo experimentado, tamizado por un proceso histórico de reconstrucción de condiciones de validez discursivamente razonado.

9. Conclusión La valoración que ciertos grupos de diputados asignaron a determinados comportamientos en la relación del Poder Legislativo con el Poder Ejecutivo y con la sociedad en el México de 1999 a 2001 ha servido de ejemplo para proponer una manera de esbozar el concepto de racionalidad de los participantes comunicativos en la teoría de la cortesía, distinta a la forma como lo hacen Brown/Levinson, por un lado e Ide, por otro. Desde el punto de vista metodológico, no ha sido necesario acudir a herramientas particulares del investigador (como encuestas o cuestionarios) ni a un análisis pormenorizado de la legislación parlamentaria para calificar dichos comportamientos como corteses o dercorteses. Más bien, fue posible acudir a los debates de los propios diputados, generados de la interpretación de algunos de ellos acerca de las condiciones de validez normativa, para calificar a tales sucesos como corteses o descorteses. La discusión desembocó y alcanzó la solución tras la toma de consciencia de la identidad del legislador como parte del engranaje de una institución representativa de la soberanía del pueblo, y ante la construcción de nuevas formas de la práctica democrática, a la luz de la ley positiva mexicana.

10. Referencias BROWN, Penelope/LEVINSON, Stephen (1987): Politeness: Some Universals in Language Usage. Cambridge: Cambridge University Press.

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Aunque no necesariamente. Desde luego, existe la posibilidad de que no se alcance el acuerdo comunicativo y las pretensiones de validez normativa sean vencidas por las pretensiones de poder de las fuerzas políticas en pugna.

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1. Introducción1 No cabe duda de que las múltiples formas y la variación de la cortesía verbal, si consideramos por ejemplo las diversas estrategias de mitigación y reforzamiento, dependen en un alto grado y de forma muy sutil del contexto en el cual se las utiliza. Al mismo tiempo se supone que las lenguas disponen cada una de un repertorio de formas corteses que pueden perfectamente ser descritas aisladas de su contexto de uso. Desde esta perspectiva se habla por ejemplo de la gramática del respeto (cf. Haase 1994), puesto que existen lenguas que ofrecen a los hablantes subsistemas claramente establecidos en lo que concierne al grado de cortesía que un hablante desea expresar (cf. Matsumoto 1988). Sin querer polarizar las perspectivas, se puede decir que existen estos dos puntos de partida para el análisis –un análisis dirigido a la explicación de una interacción situada socialmente o bien un análisis dirigido al inventario de formas de cortesía de una lengua– y parecería que sólo es cuestión de tomar una decisión cuando se define el objeto del análisis lingüístico. Quizá se trate de una simplificación precipitada. Existen, por supuesto, trabajos que recurren a una perspectiva perfectamente integrativa respecto a estos dos ‘polos’, aunque, desde mi punto de vista, se trata de excepciones (véase por ejemplo Schrader-Kniffki 2003). Gran parte de la descripción lingüística se ha enfocado durante las décadas pasadas hacia el aspecto de la representación de la cortesía, desatendiendo su dimensión social e interactiva. Aunque los métodos

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Agradecemos a la coordinadora de este volumen, a M.ª Elena Placencia y a Alejandro Gonzalo Arilla sus observaciones y su revisión de una versión anterior de esta contribución.

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aplicados hayan sido tomados, en parte, de la micro-sociología (cf. Goffman 1972a, 1972b), los métodos preferidos son de índole sistémico y pragmático, sin traspasar un cierto límite transfrástico. Las investigaciones se han enfocado principalmente hacia tres aspectos centrales, de los cuales el último parece ser el más reciente y capaz de sobrepasar este límite metódico: – Primero, hacia el ya mencionado inventario de formas, en la búsqueda de los medios lingüísticos propios de una lengua para expresar la cortesía y la descortesía. – Segundo, hacia la graduación de la fuerza ilocucionaria de actos de habla (es decir, en términos de la dicotomía ‘directo vs. indirecto’), investigando acerca de la atenuación y del reforzamiento, de la actuación estratégica, etc. (cf. Placencia/Bravo 2002). – Tercero, y más recientemente, hacia las características de la cortesía verbal en ciertos contextos conversacionales, ya para estudiar contextos con características relativamente estables como por ejemplo en los casos del saludo, del agradecimiento, de la petición, etc. (cf. Schrader-Kniffki 2003, Held 1995), o para cuestiones socio-estilísticas, prestando especial atención a la variación de ciertos fenómenos en relación con su función identificativa dentro de un grupo social (Bravo 2003, Lüger 2001). Con estos últimos estudios, nos acercamos al polo ‘interactivo’ de la polaridad descrita antes, dejando por un lado los aspectos meramente sistémicos y pragmáticos de la cortesía e integrando un aspecto sociolingüístico2, por otro. La investigación de la variación socio-estilística de la cortesía no puede renunciar totalmente a la descripción del inventario de formas. Pero –y esto nos parece sumamente importante– lo mismo debería admitirse también en el caso opuesto. En el análisis de formas de cortesía hay que respetar su dimensión socio-estilística. La polaridad debe ser entendida como continuum que nos permite posicionar nuestros análisis tanto en la una como en la otra dirección. Mas, la selección de una posición cercana a un polo no excluye automáticamente la posibilidad de considerar el otro. Si miramos, por ejemplo, una petición como “dame la sal, por

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Si hablamos de la sociolingüística con respecto a estos tipos de estudios, pensamos en primer plano en la llamada sociolingüística interaccional y especialmente en aquellos trabajos que emprenden sus tareas partiendo de un concepto lingüístico-antropológico. No nos referimos solamente al análisis de conversación propuesto por Sacks et al. (1974). La descripción de la variación socio-estilística de un grupo social (p. e. variedades urbanas, profesionales, etc.) adapta, entre otras, la perspectiva ofrecida por la etnografía de la comunicación (cf. Hymes 1972).

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favor”, el grado de cortesía expresado puede variar según el contexto comunicativo en el cual se pronuncia ese mensaje (dependiendo, por ejemplo, de si los interlocutores se tutean o no)3. Si nos imaginamos, por otro lado, la situación comunicativa en la cual la petición se realiza, de hecho puede ser formulada de maneras muy diferentes. Es cierto que el acto ilocutivo siempre sigue siendo el de una ‘petición’. Mas, no podemos saber a priori, cuál será el material lingüístico utilizado para expresar el deseo de obtener la sal y cómo la petición será adaptada para expresar un grado de cortesía adecuado. Por esta razón, soy de la opinión de que el aspecto interactivo debería constituir un parámetro preliminar en el estudio de la cortesía verbal. Esto no significa un rechazo total de la teoría de la lingüística pragmática al respecto. Pero la consideración del contexto interactivo lleva consigo toda una serie de implicaciones. Trataré de explicarlo brevemente4. El análisis lingüístico-pragmático de la cortesía verbal experimentó considerables avances en los años ochenta con las propuestas de Brown/Levinson (1987), que repercutieron de forma fundamental en ese campo de estudio. Tanto por estos impulsos como por el desarrollo de la pragmática en base al llamado principio de cooperación (cf. Grice 1968, Leech 1983) se formó hasta mitad de los años 90 un ‘paradigma Grice-Goffman’ (Held 1995) en el cual se puede reunir la mayoría de los análisis de la cortesía. Estas investigaciones, sin embargo, apenas tienen en cuenta la metodología y los instrumentos que vienen desarrollándose tanto en el análisis de la conversación como en la sociolingüística interaccional, es decir, en aquellas corrientes del análisis lingüístico que más atención prestaron a la dimensión social del lenguaje5. El análisis recae muy a menudo en el acto de habla como unidad analítica. Haverkate, por ejemplo, constata que “no hay oraciones corteses, ya que la cortesía de cada oración depende del contexto o la situación” (Haverkate 1994: 78). Sin embargo, esa afirmación no la toma como punto de partida para un análisis conversacional de la cortesía. Insiste más bien en que el análisis debe dirigirse a actos de habla, insinuando que un análisis de este tipo incluye una dimensión interaccional. Pero no es así (cf. Levinson 1983).

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El término ‘contexto’ será utilizado, de aquí en adelante, para referirnos a la situación conversacional, p. e. una charla o una reunión. La exposición que sigue solamente es un resumen de algunos aspectos del desarrollo cientifico al respecto. No abarca por completo la discusión existente. Véase Brown/Levinson (1987, cap. 7.1), quienes discuten la dimensión conversacional de la cortesía a la luz de premisas científicas. En general, se establece una distinción entre estas dos corrientes de acuerdo con sus orígenes anglosajones. Cabe destacar que el volumen de Brown/Levinson se publicó de forma monográfica en 1987, en la serie “Studies in interactional sociolinguistics” de Cambridge University Press, la cual fue iniciada por Gumperz en 1982 con uno de los trabajos fundadores de la sociolingüística interaccional.

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En la misma obra, Haverkate (1994) alude también al llamado ‘contrato conversacional’ descrito por Fraser/Nolen (1981) para después hacer uso de la noción para determinar lo que él llama ‘etiqueta conversacional’. Pero apenas concretiza más a fondo la dimensión interactiva del término. Efectivamente, el trabajo de Fraser/Nolen (cf. también Fraser 1990), y especialmente la noción del ‘contrato conversacional’, pueden ser interpretados como una recepción parcial de los resultados de la sociolingüística interaccional o, incluso, como una parte de la misma. Fraser/Nolen (1981) dicen que existe un contrato conversacional entre los interlocutores, que consiste en un acuerdo social, que se establece localmente, que no es fijo sino dinámico y que está sometido continuamente a negociaciones interactivas. Como consecuencia, dicen que este contrato debería constituir uno de los puntos de arranque para el análisis de la cortesía. La dinámica de una interacción y los propios hablantes determinan a través de sus acciones y sus reacciones lo que debe percibirse como un acto cortés o descortés6. La noción de ‘contrato conversacional’ sirve para describir la influencia de factores conversacionales en el comportamiento de los interactantes. Ciertos cambios en el juego del conjunto de factores (como los roles de los participantes, la modalidad de la interacción localmente establecida, el esquema general de la actividad conversacional, entre otros) alteran las condiciones del contrato, abriendo espacio para una reorganización interactiva del contexto7. Se puede observar este fenómeno por ejemplo en debates televisivos o, también, en una animada conversación durante una fiesta. En ese contexto no se considera necesariamente descortés que la frecuencia de interrupciones aumente poco a poco. Se trata más bien de una modificación de las condiciones básicas de la interacción que paulatinamente conforman un nuevo marco de cooperación. En definitiva, la noción de contrato conversacional es un modelo conceptual para analizar la cortesía verbal. Nos permite comprender cómo participan los medios lingüísticos en la constitución de nuestro acuerdo social. Además, somos capaces de explicar los valores pragmáticos de enunciados que sin su contexto conversacional no pueden ser analizados adecuadamente. La cuestión no es si un análisis semántico y pragmático de una unidad lingüística llevaría a un resultado satis-

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Debe añadirse que los autores se limitan a presentar la noción de contrato conversacional como uno de los instrumentos metodológicos posibles. No la proponen como una ultima ratio para el análisis de la cortesía. Así, los hablantes constituyen la interacción como una plataforma para su encuentro social. Considérese también el desarrollo de nociones comparables, p. e. en la micro-sociología de la interacción (el concepto del frame según Goffman 1974) y en la sociología del lenguaje (Cicourel 1973). En el análisis de la cortesía verbal, Watts (1989) propone el término ‘comportamiento político’ para integrar el aspecto contextual.

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factorio respecto al valor contextual de esa unidad o no. El análisis de una unidad aislada necesariamente siempre es limitado. Hay que partir más bien, desde el principio, de un punto de vista interactivo. Como consecuencia, es preferible referirse a la cortesía denominándola cortesía conversacional, en vez de cortesía verbal. En el siguiente apartado voy a profundizar en este aspecto, exponiendo algunas reflexiones sobre la noción del contexto y sus dimensiones interactivas. Me voy a concentrar en aspectos secuenciales y, en lo que concierne a las unidades lingüísticas analizadas, en un aspecto rutinario del uso del lenguaje, en concreto, en ‘fórmulas rutinarias’. No se trata de diseñar un nuevo programa teórico respecto a la cortesía, sino de presentar unas ideas concernientes la metodología en el entorno del análisis secuencial de la cortesía conversacional.

2. Cortesía y secuencias conversacionales 2.1. Ejemplos preliminares La cortesía conversacional está vinculada con aspectos de las identidades sociales en el intercambio verbal, con aspectos de la cooperación en el sentido de Grice (1968) y con situaciones de uso muy concretas. De una forma general, la cortesía conversacional puede ser definida como uno de los códigos mediante los cuales determinamos nuestro equilibrio social. La cortesía conversacional no es, sin embargo, el único medio para expresar lo cortés. Un saludo puede ser perfectamente expresado por medio de un gesto sin que la persona a la que se saluda perciba la más mínima falta de cortesía8. Desde una perspectiva lingüística más limitada, los códigos sociales constituyen el margen dentro del cual se utiliza el lenguaje. La descripción del margen propiamente dicho, parece que no necesariamente tiene que ser llevada a cabo en un estudio lingüístico. Basta con constatar principalmente, cuál es el estándar general de una situación. En relación con ese estándar, el enfoque de los elementos lingüísticos que constituyen un comportamiento que por lo menos potencialmente sea cortés, nos lleva a decidir si el comportamiento es en realidad cortés. En base a lo que hemos dicho anteriormente, podemos constatar que este estándar es dinámico. La cortesía conversacional es un fenómeno con características graduales y diafásicas; es decir que, sin tomar en cuenta las condiciones específicas de

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Con respecto a la cortesía no-verbal, téngase en cuenta la sistemática ofrecida por Haverkate (1994: 53).

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la situación en la cual una forma cortés o no cortés es utilizada, no podemos determinar con exactitud su valor social9. Voy a dar unos ejemplos con respecto a estas características. Es absolutamente adecuado preguntarle a una persona desconocida en la calle si tiene fuego o si lleva reloj (véase Haverkate 1994: 41): (1.) ¿puede usted darme fuego? (2) ¿puede usted decirme la hora? Las dos preguntas cumplen perfectamente con los requerimientos sociales en una situación cotidiana con un estándar general muy simple, suponiendo por ejemplo que los interlocutores nunca se han visto. El uso de un verbo modal en combinación con la forma de tratamiento usted son medios adecuados para no quebrantar el código social que por convención es vigente en tal situación. No es adecuado, sin embargo, preguntarle a la misma persona en la misma situación, si nos puede prestar una alta suma de dinero: (3) ¿puede usted prestarme cinco mil euros? La distancia social entre los interlocutores sería tan grande que una petición de tal calibre debería ser formulada con un esfuerzo mucho mayor en lo que se refiere al material lingüístico utilizado. Esperaríamos por lo menos una detallada justificación. Lo más probable es en realidad que un enunciado con semejantes implicaciones fuese percibido como una actuación completamente disparatada. El uso real de un acto como el citado en (3), implica un contexto relativamente complejo como, por ejemplo, una situación negociadora entre un agente y un cliente dentro de una institución bancaria o una conversación entre un joven y un pariente bastante mayor que él. Al analizar estos ejemplos simples, recurrimos a una suma de conocimientos en lo que concierne a nuestro código social. Estos conocimientos forman parte del proceso analítico y deberían ser controlados por la metodología que dirige el análisis. El enlace entre lo dicho y lo implícito ha sido muchas veces objeto de investigaciones lingüísticas. Muchas de la teorías de la cortesía conversacional, por ejemplo, hacen uso de las nociones de la cortesía negativa y positiva, siguiendo a Brown/Levinson (1987). Suponemos, que el efecto esperado por un hablante cuando utiliza las estrategias de la cortesía negativa y positiva, consiste simple-

9

Cabe señalar que los representantes del análisis de la conversación más estricto afirman que todos los valores sociales descritos en el análisis deben de ser visibles en los datos (el principio del display; véase p. e. Schegloff 1984).

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mente en minimizar el grado de amenaza que puede ser inherente a un acto verbal. Pero no se aclara muy a menudo, cómo se ha llegado a la conclusión que un acto es realmente amenazante. En general, la amenaza está implícita, y la reacción del interlocutor simplemente se insinúa. La teoría de los actos de habla, por otro lado, intentó explicar el ‘contenido’ situacional en base a las ‘condiciones de felicidad’ del enunciado (cf. Levinson 1983). En los enunciados (1) y (2), por ejemplo, podemos presumir que el interlocutor nos dará fuego o la información deseada, siempre y cuando esté en condición de hacerlo. Tal hecho no se puede presumir fácilmente en lo que se refiere a (3). Una demanda que sobrepasa ciertos límites sociales normalmente se debe anticipar para que se establezcan unas condiciones de felicidad más prometedoras, o, por decirlo de otra forma, para mitigar el efecto que puede producirse por aspectos potencialmente amenazantes para la imagen pública. En una situación con ciertas implicaciones pragmáticas, comúnmente se encuentra por esto lo que en el análisis de la conversación se denomina ‘presecuencia’. Veamos el siguiente ejemplo. Estamos en una conversación entre amigos que están jugando a las cartas. (4a) A: ¿queda café por ahí o no? (4b) B: sí, me parece que sí (4c) A: ponme Este ejemplo está tomado de una conversación auténtica analizada por Antonio Briz (1998: 160). Se nota que el esfuerzo lingüístico en la formulación de la demanda –en (4c), ponme– también es mínimo. Mas aún así, la petición no es descortés. Podríamos más bien hablar de una descortesía ‘controlada’. La presecuencia, en (4a) y (4b), sustituye una atenuación que normalmente esperaríamos en el contexto de una demanda y como la hemos observado en los enunciados de (1) hasta (3). Estos ejemplos demuestran que tanto el medio lingüístico en un sentido más restrictivo (por ejemplo un verbo modal) como las propiedades de la secuencia pueden determinar el grado de cortesía expresado a través de una actividad conversacional. Se reconoce este hecho en la sociolingüística –en términos de la variación diafásica del lenguaje– desde hace mucho tiempo. Sin embargo, el análisis de la secuencia y de la situación conversacional con relación a la cortesía se está recién estableciendo desde hace poco. Schrader-Kniffki (2003), por ejemplo, discute detalladamente aspectos secuenciales de actos de tipo ‘petición’ en una situación de contacto entre el español y la lengua zapoteca en México. Se nota claramente que las peticiones van acompañadas sistemáticamente de actos con fuerzas ilocucionarias muy distintas. Schrader-Kniffki los llama actos de ‘soporte’ para una petición (por ejemplo actos de introducción, de explicación; cf. Schrader-Kniffki

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2003: 217). Held (1995) analiza la lengua de jóvenes franceses e italianos en relación con la cortesía verbal, centrándose también en peticiones. Igualmente describe actos que acompañan la petición, y distingue ‘fases’ de la petición que en su totalidad forman parte de una compleja actividad conversacional (Held 1995: 242). De aquí en adelante queremos concentrarnos en el aspecto secuencial. Después de presentar algunas observaciones preliminares acerca de la noción de la secuencia en el análisis de la interacción, basaremos el estudio en observaciones relacionadas con la utilización de fórmulas rutinarias (cf. Coulmas 1981). Las ventajas de este acercamiento serán explicadas más en adelante.

2.2. El aspecto secuencial en el análisis de la interacción verbal Uno de los fenómenos más conocidos en torno a las características secuenciales de la interacción es el ‘par adyacente’. Se trata de dos enunciados específicos y complementarios que aparecen juntos de una manera totalmente natural y que son producidos por dos hablantes diferentes. El fenómeno formó parte de los primeros hallazgos que resultaron del análisis de la conversación, tal como era practicado en sus comienzos por Sacks, Schegloff y Jefferson (cf. Sacks et al. 1974, Schegloff 1972). Schegloff (1972) habló entonces de adjacency pairs, indicando que la ocurrencia del primer enunciado siempre dirigía la relevancia del segundo, de tal manera, que esa relevancia fuese condicionada a cumplir con los requerimientos exactos de la situación dada. Más aún, insistía en que el segundo enunciado en realidad era una parte del primero, ya que sin el primero, el segundo no se produciría (Schegloff 1972: 43), como por ejemplo en: (5a) A: gracias (5b) B: de nada El segundo enunciado de ese par adyacente no se daría si en el cotexto inmediato no se hubiese formulado un agradecimiento de tipo (5a)10. Cualquier otro caso (auténtico) sería considerado por los oyentes como un enunciado que no cumple con una norma social. Por esto llevaría a un proceso interpretativo adicional. Cabe añadir, en relación con el ejemplo (5), que el agradecimiento sigue a un acto (verbal o no verbal) de ofrecimiento, es decir, que (5a) es en realidad ya una reacción a una oferta o a un acto equivalente (cf. Chodorowska-Pilch 2003).

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El término ‘cotexto’ se utiliza de aquí en adelante para designar las actividades que anteceden o que siguen inmediatamente a la actividad tratada.

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Muy a menudo, el par adyacente (5) sirve también para el análisis de la cortesía conversacional. En efecto, el agradecimiento es una de las actividades que más analizadas han sido en esta área pragmática (véase Held 1995). Muy poco, sin embargo, fueron consideradas cuestiones como ¿cuál ha sido el ofrecimiento?, ¿era quizá una oferta tan rutinaria entre los dos interlocutores que el agradecimiento explícito resulta tener un matiz irónico?, ¿cuáles son los indicios socioestilísticos en el cotexto de la actividad que permiten una interpretación clara de su intención? Aunque preguntas de esta índole no se hacen con mayor frecuencia, llevarían justamente a la reconstrucción exacta del valor social de la actividad concreta y, además, a un resultado analítico justificado que indica si una actividad es cortés o no. No cabe duda de que el agradecimiento forma parte de un conjunto de actividades, las cuales pertenecen prototípicamente a las actividades corteses. Puede ser, por consecuencia, que nuestras preguntas no tengan justificación. Estudios empíricos recientes han demostrado, sin embargo, que justamente las actividades que figuran entre las prototípicas, son formuladas regularmente de una forma inesperada. Un punto de partida de estas investigaciones fueron las ‘reglas de preferencia’ en la interacción verbal. A partir de finales de los años 70 fueron descubiertos en la conversación ciertos mecanismos que se repetían con mucha frecuencia. Se observó que los hablantes prefieren claramente reacciones muy específicas frente a un cotexto dado. Una de las reglas de preferencia que se formuló entonces fue la tendencia a que los hablantes se corrijan a sí mismos antes de que otro interlocutor realice la corrección en su lugar (Schegloff et al. 1978). Otra regla, formulada por Pomerantz (1984), consiste en la preferencia de los hablantes a señalar su acuerdo personal con una evaluación formulada por el interlocutor (véase también Haverkate 1994: 74, Sacks 1987). Sin embargo, Kotthoff (1993) demuestra en base a un análisis de discusiones, que la preferencia a la declaración de acuerdo o de conformidad no rige en el momento en que un desacuerdo ya se encuentra establecido interactivamente. Las actividades esperadas y adecuadas en ese momento parecen ser todas aquellas con las cuales un hablante puede manifestar su posición, incluso si es contraria a la de su interlocutor. En la misma dirección apuntan una serie de investigaciones sobre la cortesía conversacional en contextos institucionales. Sarangi/Slembrouck (1992), Müller (1997), Kienpointner (1997) y Harris (2003) demuestran cómo la influencia del contexto, por ejemplo en la corte o en una empresa, altera los códigos sociales de tal manera que el nivel de cortesía que se percibe como común o normal, parecería impertinente y grosero en un contexto ‘normal’ o cotidiano. En la conversación institucional existen otras reglas de preferencia; la variación de la cortesía conversacional presenta otra gama de posibilidades,

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y, desde un principio, la asimetría social crea condiciones específicas para la realización de ciertas secuencias conversacionales (véase también Briz 1998: 146, y Fant 1996: 154-176). Hasta aquí hemos presentado dos concepciones para el análisis de secuencias interactivas, el par adyacente y las reglas de preferencia. Ambas pueden ser reinterpretadas en términos de la cortesía conversacional. El hecho de cumplir o no con la ‘relevancia condicionada’ de un enunciado puede ser interpretado como un acto cortés o descortés (por ejemplo el no contestar a un saludo). El cumplir o no con las reglas de preferencia muestra, por otro lado, si un interlocutor dispone de suficiente competencia comunicativa en relación con los requerimientos sociales exigibles dentro de un grupo. Ambos mecanismos, por así decirlo, forman parte del contrato conversacional en un nivel sustancial. El cumplir con estos requerimientos sociales es una parte relativamente fija del contrato (véase Fraser 1990). Pero también podemos decir que, aunque algunas partes de la comunicación están organizadas de una forma ‘condicionada’, existe asimismo la posibilidad de variarlas. Los hablantes pueden cumplir de maneras muy distintas con los requerimientos sociales en una situación determinada11. Dentro de un grupo social se desarrollan modos propios para cumplir con estos requerimientos. Estos modos propios forman parte del estilo comunicativo del grupo. Veamos un último modelo para la descripción secuencial de la conversación. Uno de los más antiguos y a la vez complejos sistemas sugeridos para un análisis secuencial, es la ‘secuencia correctiva’, la cual fue descrita por Goffman al mismo tiempo que comenzó a hablar de la imagen pública de los interactantes (Goffman 1972a, 1972b). La secuencia correctiva, reconstruida en base a observaciones, es un mecanismo ritualizado que ayuda a reparar el daño o la pérdida de imagen en fases conflictivas de la conversación. Está constituida por las siguientes actividades o pasos conversacionales (un ejemplo en letras itálicas): (i) (ii)

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incidente social una persona le pisa el pie a otra persona A

indicar que el incidente fue amenazante para la imagen ¡oiga, me está pisando!

Efectivamente, en lo que concierne a la secuencia conversacional, Schegloff (1972: 315) distinguía entre la estructura ‘provisionada’ por la secuencia y la ‘labor’ de los participantes para llenar esta estructura (structural provision vs. participants’ work). Cabe añadir, sin embargo, que el análisis de la conversación apenas toma en cuenta la variación que resulta de los procesos selectivos correspondientes.

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(iii)

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corregir la amenaza o el daño causado perdone, no me he dado cuenta

(iv)

A

aceptar la actividad correctiva está bien, esto sí puede ocurrir

(v)

B

agradecer gracias, muy gentil de su parte

(vi)

A

banalizar la amenaza o el daño causado no hay de qué, si apenas lo he sentido

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El incidente (i) antecede a la realización de la secuencia. Y, al mismo tiempo, es su primer paso. Podemos decir que la actividad (ii) lo marca como un incidente amenazador. Por esto, el incidente (i) deviene a posteriori el primer paso de la secuencia (la secuencia no se efectuaría si (i) ocurriera sin ser marcado). Su acontecer hace necesaria una secuencia interactiva. Se trata de un complejo acto social entre los dos interlocutores, A y B. La secuencia puede ser observada fácilmente en la conversación cotidiana (por lo menos en nuestro hemisferio). Se trata de un rito interactivo clave para la solución de conflictos interpersonales. Aunque el mecanismo correctivo conozca muchas variantes socioculturales y lingüísticas, por ejemplo en lo que se refiere a su realización en grupos marginalizados o en un contexto institucional (véase Müller 1997), el acto correctivo como rito conversacional sigue siendo el mismo. Cabe añadir que las actividades que constituyen la secuencia pueden sistematizarse de formas más diferenciadas o, también, más generalizadas (véase por ejemplo la discusión en Schwitalla 1987). Llegamos aquí a la conclusión de que la cortesía conversacional depende de los medios lingüísticos disponibles en el lenguaje utilizado, de las estructuras de la conversación y del equilibrio social entre los interlocutores. Depende también del contexto más amplio o macro-social del uso del lenguaje. Constatamos que una parte de nuestro conocimiento de analista depende de la secuencia conversacional que se produce alrededor de una actividad y que lo prototípico, lo que consideraríamos una actividad cortés sin tener mayores dudas, puede significar en muchos contextos algo totalmente diferente.

3. Cortesía, distancia social y rutina conversacional Los elementos lingüísticos que constituyen lo cortés pueden provenir principalmente de todos los niveles lingüísticos. Una articulación prolongada de vocales o

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partículas de índole mitigante pueden por ejemplo indicar un estado emocional benevolente del hablante; una construcción sintáctica puede ofrecerle al interlocutor una posibilidad de cooperación transfrástica, por ejemplo en la búsqueda de una palabra; una expresión humorística puede servir para relajar una situación conflictiva, etc. Muchos de los procedimientos que utilizamos con la intención de regular nuestro equilibrio social, son, al mismo tiempo, elementos de rutina conversacional. Lo vimos ya en el ejemplo (5) y se nota en los siguientes pares adyacentes (con algunas de las variantes ofrecidas por el sistema): (6a) A (6b) B

buenos días/¿qué hay?/¿qué tal?/¿cómo estás? buenos días/más o menos/regular

(7a) A (7b) B

por favor (...)/¿me haces un favor? con mucho gusto/desde luego/de muy buena voluntad

Estos pares adyacentes ofrecen una estructura que de manera prácticamente automática es llenada por los interlocutores con fórmulas rutinarias. Las ‘respuestas’ en (6b) y (7b) significan además una especie de consentimiento a nivel de la relación social entre los interlocutores. Es decir, las fórmulas de este tipo tienen un aspecto secuencial y un aspecto social12. Utilizando fórmulas, se puede satisfacer las necesidades relativas a situaciones como las de tipo (6) y (7). El vínculo de fórmulas con una secuencia, al igual que con una determinada relevancia social, cuenta por principio entre las características de estas unidades fraseológicas. Por esto queremos tomarlas como ejemplo para el siguiente análisis. En relación con las fórmulas, vamos a hacer hincapié en dos aspectos: El grupo de elementos lingüísticos llamados fórmulas rutinarias, abarca casi por completo aquellos casos de unidades fraseológicas que prototípicamente constituyen enunciados corteses (véase Haverkate 1994, cap. 7). Hemos visto algunos ejemplos del (5) al (7). Segundo, las fórmulas rutinarias son producto de procesos diacrónicos que, muy a menudo, han producido la pérdida de los valores semánticos de estas unidades, abriendo el espacio a un valor únicamente contextual y conversacional. Es decir, un saludo como (6) se da solamente en el momento de saludar. Es más, lo constituye13.

12

13

Pensemos en Coulmas (1981) y en su modelo de formas lingüísticas estereotípicas. Estas formas no forman parte simplemente de la langue en el sentido de de Saussure, ni tampoco las consideramos formas léxicas de tipo ‘frases hechas’. Miramos las condiciones de su uso en una secuencia conversacional. Podríamos decir que se trata de actos de habla performativos. Pero limitaríamos nuestra perspectiva. Considérese Zuluaga (1992), quien dice: “La relación entre el formulado y su contexto pro-

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Queremos recordar que se trata de actividades conversacionales. Desde el punto de vista del análisis de la interacción, ‘saludos’, ‘peticiones’ o ‘cumplimientos’, en el sentido de una actividad aislada, no existen. Existen enunciados que son interpretados como peticiones por el valor social que se les da mutuamente durante una conversación. Desde esta perspectiva, la superficie lingüística es absolutamente secundaria. La decisión empírica sobre el valor social de un enunciado debería ser tomada en base a una reconstrucción de su relevancia secuencial. Para cumplir con una función secuencial específica existen muchas formas lingüísticas, absolutamente equivalentes en relación con su función, pero muy distintas en su superficie (véase las fórmulas de despedida en las cartas). Cuál de las variantes es la más adecuada en un determinado cotexto conversacional, depende de diferentes parámetros sociales, por ejemplo de la formalidad de la conversación o de la relación entre los interlocutores. Pero además, como hemos visto con Goffman y la secuencia correctiva, existen factores en la conversación cuya relevancia es mayor que la de otros. La regulación de la distancia social es primordial y los materiales lingüísticos, seleccionados por los interlocutores involucrados en un proceso interactivo en el que se requiere la regulación, sirven en primer lugar para cumplir precisamente con esa función. Con la discusión de los ejemplos de los párrafos siguientes queremos proponer un sistema simple para clasificar actividades conversacionales en relación con la regulación de la distancia interpersonal en la conversación. Al mismo tiempo, el sistema sirve para la clasificación de actividades conversacionales en relación con la cortesía, partiendo de la hipótesis de que todas las actividades conversacionales poseen un ‘valor secuencial’. Introducimos el ‘valor secuencial’ como noción que consiste en el potencial de ciertas actividades de dar lugar a otras actividades específicas, es decir, de abrir secuencias. Nos centramos en aquellas actividades que intervienen claramente en la regulación de la relación interpersonal. Ser cortés, en términos del contrato conversacional de Fraser (1990), significa cumplir con las condiciones que se nos presentan en cualquier situación comunicativa, tal como las hemos acordado mutuamente con nuestros interlocutores. Eso significa, con respecto al valor secuencial de nuestras actividades conversacionales, ofrecerle al interlocutor una estructura secuencial en la interacción que puede ser aprovechada para equilibrar la relación interpersonal. Las fórmulas rutinarias nos servirán de ejemplo.

pio puede ser entendida como una relación de solidaridad, es decir, la presencia del enunciado presupone el contexto o lo evoca y, viceversa, al darse el contexto evocamos el enunciado” (Zuluaga 1992:126).

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4. Análisis de ejemplos El corpus que estamos utilizando en nuestro análisis incluye tres grupos o tipos de datos. El primer grupo de datos está formado por fórmulas rutinarias provenientes de la lengua hablada, en concreto, de reuniones de trabajo que fueron grabadas en España. El segundo grupo contiene datos tomados de colecciones de fórmulas como, por ejemplo, del manual de fraseología de Corpas (1996). Finalmente hay un pequeño número de ejemplos construidos, añadidos por razones de ejemplificación. El análisis se efectuará en dos pasos. Primeramente, distinguimos lo siguiente14: – fórmulas cuya función predominante está dirigida a la organización de la conversación, y – fórmulas cuya función predominante tiene que ver con el equilibrio de la relación social entre los interlocutores. En la siguiente enumeración de los ejemplos, nos limitaremos a explicar las características más importantes de algunas fórmulas, con atención especial a su valor secuencial. En un segundo paso, ofreceremos un breve análisis de secuencias conversacionales, tomadas de una reunión auténtica.

4.1. Fórmulas rutinarias en función de la organización de la conversación Los siguientes ejemplos presentan fórmulas que son utilizadas para la regulación de los turnos de intervención (8-11) o para marcar una interrupción que sirve para una apertura subtemática específica (12-13)15. En principio, estas fórmulas no se distinguen de los marcadores discursivos. (8) perdona↓ (E1/491) (interrumpiendo) (9) me permite un momento↓ (E4/2184) (10) una pregunta↓ (E4/787) (11) perdona que te interrumpa (CP 194) 14

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Considérese una distinción muy similar que se ha realizado en los casos de la alternancia de códigos (code-switching). Efectivamente, por medio de esa alternancia, los hablantes reorganizan tanto el discurso actual, p. e. con respecto a la segmentación de una conversación, como la constelación entre el hablante y el oyente (véase Auer 1995). Los ejemplos de lengua hablada llevan entre paréntesis y algunos de los siguientes signos de transcripción: pausas, más rápido, entonación ascendente, entonación descencente, entonación mantenida, elisión, alargamientos, no entendible, enunciado simultáneo. Los ejemplos tomados de otros autores llevan siglas formadas de los iniciales. Los ejemplos construidos no llevan índice.

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(12) vamos a ver↓ (E1/254) (13) vamos a aclarar↓ (E4/289) Con estas fórmulas se proyectan actividades que el mismo hablante realizará en el cotexto que sigue inmediatamente. En todos los casos, su valor secuencial es catafórico. Con (8) y (9) se señala un acto de interrupción. Con (10) y (11) se anuncia una secuencia, por ejemplo un par adyacente de tipo pregunta-respuesta, para volver después, probablemente, al tema que antes se había establecido. El ejemplo (11) figura en Corpas (1996). Es notable que es justamente esta fórmula que parece ser la más explícita en relación con el acontecimiento constituido (una ‘interrupción’). Además, los ejemplos de (8) a (10) no alcanzan la complejidad sintáctica de (11). Veremos más adelante que el valor secuencial de las fórmulas está representado más a menudo de forma elíptica. Finalmente, en los casos (12) y (13) se anuncian actividades conversacionales dirigidas, por ejemplo, a eliminar una fuente de posibles malentendidos en una discusión. Con los primeros ejemplos se pide disculpas por una interrupción o se la anuncia simplemente; los siguientes indican un movimiento de la posición argumentativa del hablante. Aunque la función dominante de estas fórmulas rutinarias es la organización de la conversación, aparentemente cumplen también con requerimientos sociales de la situación. Se nota esto claramente en las posibilidades de mitigación e intensificación que ofrecen. Intervenciones e interrupciones pueden ser interpretadas como incidentes sociales amenazantes16. Para evitar este efecto, el anuncio puede ser atenuado por ejemplo por las siguientes formas (la mitigación está en el diminutivo, la construcción sintáctica, el uso de un verbo modal, etc.): (14) ¡permítame un segundito, José, por favor! (15) ¿quieres dejarme hablar? La mitigación indica que la organización de la conversación no está libre de la obligación a minimizar los ‘costes’ para el oyente (véase Leech 1983). Esto no explica, sin embargo, por qué tenemos la mitigación en un caso y en el otro caso no la encontramos. Efectivamente, las formas (14) y (15) son ejemplos construidos que no puedo encontrar ni en mi corpus de lengua hablada ni en las colecciones usadas para este estudio. Concerniente a esas formas podemos suponer que su uso implica un contrato conversacional distinto a lo que tenemos documentado en los casos de

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De acuerdo con lo anteriormente dicho, recordamos que esto depende en un alto grado del contrato conversacional entre los interlocutores (véase también Garrido Ardila 2004, Bañón Hernández 1997).

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(8) a (13)17. Considérese, por otro lado, los ejemplos (16) y (17) de una reunión de trabajo auténtica, grabada en España. Estos casos provienen de una situación en la cual el hablante tuvo que insistir en que se le deje conservar su turno. (16) déjame termina::r (E4/1401) (17) déjame hablar hombre– (E4/1398) Estos ejemplos demuestran que una fórmula como “déjame hablar” puede intensificarse con distintos medios lingüísticos (prolongación fonética, uso de una partícula intensificadora). Los enunciados responden al intento de una interrupción (véase también los ejemplos (9) o (11)). Esto quiere decir que estas actividades están integradas perfectamente en una secuencia conversacional. El hablante indica que un enunciado antepuesto fue interpretado como un incidente social amenazante. Es más, las actividades (16) y (17) son producidas por el mismo hablante, una tras otra. Esto da la impresión de que se trata más de una negociación social que de una mera organización discursiva. Aquí diríamos que se sobrepasa la simple función de una fórmula como marcador discursivo. Con los enunciados (16) y (17) se formula prácticamente de forma explícita un requerimiento social, reclamando un párrafo del contrato conversacional. Queremos resumir, con respecto al primer grupo de fórmulas rutinarias que hemos citado, una serie de observaciones válidas para todas las fórmulas en conjunto y para diferentes aspectos aquí discutidos: En la lengua hablada, las fórmulas rutinarias aparecen típicamente de forma elíptica. Basta un solo elemento léxico para indicar la función y la relevancia del enunciado para la estructura que se intenta manejar (véase por ejemplo (8) o (10)). Esas unidades léxicas poseen un valor secuencial en ciertos contextos conversacionales. El elemento léxico que indica la función primordial de la actividad puede ser enriquecido o complementado por otros elementos cuya colocación es no marcada, hasta obtener un sintagma complejo y también frases completas. Además, es posible combinar fórmulas con funciones complementarias (véase por ejemplo (11) o (14)). El valor de la actividad conversacional para la estructuración del discurso queda intacto incluso cuando cambia el modus del enunciado (compárese por ejemplo (14) y (15)). El efecto de la actividad es probablemente dinámico, dependiendo de la modalidad conversacional establecida y de los elementos de intensificación seleccionados.

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Muy a menudo se ha opinado que en el español peninsular abundan las formas intensificadoras (cf. Corpas 1996). En lo que se refiere a la mitigación, compárese por otro lado el frecuente uso del diminutivo en algunos de los países de América del Sur (cf. Fant 1996).

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Terminamos aquí las observaciones acerca del primer grupo de fórmulas rutinarias en relación con el análisis secuencial de la cortesía conversacional. Ser cortés significa en este sentido que las actividades conversacionales dirigidas a la organización de la estructura discursiva tienen que ser formuladas de una forma no marcada en relación con la modalidad conversacional establecida (por ejemplo una modalidad argumentativa, de disputa, de tono divertido, etc.).

4.2. Fórmulas rutinarias en función de la relación social El segundo grupo de fórmulas rutinarias es una colección de fórmulas que son pertinentes a distintos niveles de la interacción. Hay por ejemplo fórmulas que tocan el tema vigente o aspectos subtemáticos de la conversación en un sentido semántico-pragmático; otras forman parte más claramente de una negociación conflictiva. Existiría la posibilidad de distinguir subcategorías de fórmulas de diferente índole18. Mas, aun si existe un riesgo de simplificación, preferimos acercarnos a una sistemática de tipo secuencial. Distinguimos cuatro funciones principales que están vinculadas con etapas muy específicas en el transcurso de una secuencia que representa un modelo ligeramente adaptado de la secuencia correctiva. Se trata de las siguientes funciones: a) Función evasiva Bajo esta categoría situamos todas aquellas actividades conversacionales que sirven para evitar posibles dificultades. Entre las fórmulas rutinarias pueden tener esa función: (18) ¡perdón, no me lo tome a mal! (HH, 98) (19) no es por echaros la culpa↓ (E4/1316) Consideramos estos dos ejemplos como actividades conversacionales que son formuladas antes de exponer un aspecto temático o personal que puede ser interpretado como amenazante. Tales actividades podrían cumplir naturalmente con la misma función siendo formuladas después de la amenaza. Pero justamente, dentro de un mecanismo secuencial idealizado, las actividades de este tipo sirven de

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Considérese, por ejemplo, las sistemáticas de fórmulas rutinarias en los respectivos trabajos (cf. Corpas 1996, Zuluaga 1992). Muy a menudo se las categoriza distinguiendo clases de actos de habla diferentes, o también, denominándolas fórmulas ‘expresivas’ por su vínculo con una situación conversacional concreta. Apenas se ha considerado que su valor sencuencial, p.e. de un saludo, puede abarcar contextos muy amplios.

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antemano para modificar el valor secuencial de lo que se está diciendo en este momento. Con esta función son equivalentes a una fórmula como: (20) perdone que le moleste (CP, 194) Estas actividades son de carácter meta-comunicativo y clasificante, en el sentido en que le otorgan al cotexto conversacional inmediato una cierta determinación. Goffman (1972b) hablaría al respecto de avoidance porque esas actividades indican que hay aspectos contextuales que podrían ser interpretados como perniciosos para la relación interpersonal. Pueden ser vistas como determinantes de tipo ‘acontecimiento’19. El hablante está tematizando la situación (lo, es, en (18) y (19)), alentando a su interlocutor sobre las consecuencias secuenciales de su acto. Por medio de una ‘explicación’ de lo que está haciendo en ese momento exactamente, está tratando de economizar el trabajo conversacional de los dos interlocutores. b) Función de recusación Corpas (1996: 194-195) propone los términos ‘consentimiento’ y ‘recusación’ para la clasificación de ciertas fórmulas rutinarias con las cuales se indica estar de acuerdo con una propuesta o, respectivamente, con las cuales se la rechaza. Las dos clases de fórmulas las categoriza de antemano como subcategorías de fórmulas ‘expresivas’ y las describe en relación a sus fuerzas ilocucionarias, es decir, a nivel de actos de habla. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, una recusación, cualquiera que sea, es en primer lugar constitutiva para una secuencia compleja en la cual existe una propuesta, una respuesta negativa y, como consecuencia, una necesidad de corregir el daño causado por medio de más actividades aún. La categoría de fórmulas de recusación claramente tiene una dimensión secuencial. Se puede por ejemplo identificar la señalización de un valor transfrástico por elementos anafóricos, como en: (21) eso no tiene nada que ver↓ (E4/1341) (22) no me cuentes la historia↓ (E4/1397) Con eso y la historia, respectivamente, se hace referencia a enunciados producidos en el cotexto antecedente. Por medio de (21) y (22) se niega su relevancia para la negociación actual. Pero, como paso siguiente, es posible que el interlocutor insista en su posición, por ejemplo con:

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Por medio de un acontecimiento, un interlocutor intenta clarificar un acto conversacional que se está realizando en ese instante (p. e. dando explicaciones, aclarando una palabra que el oyente no comprendió, etc.). El término proviene del análisis etnometodológico de la conversación (véase Heritage 1988).

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(23) ¡no jodas! (CP, 210) (24) que no tienes ni idea↓ (E4/2022) Con estas fórmulas rutinarias ((21, 22, 24) son casos auténticos), parece que abandonamos el área de la investigación de la cortesía conversacional. En realidad, enunciados como (21) o (24) pueden significar una amenaza clara para el oyente. Pero no es necesariamente así. Intentaremos demostrar más adelante que esta clase de fórmulas puede ser determinante para una modalidad conversacional, en la cual las condiciones para cumplir con el contrato conversacional simplemente son diferentes a lo que normalmente suponemos. c) Función de reclamación Una observación ya hecha en las fórmulas con funciones respecto a la organización de la conversación, se repite en el cotexto de la secuencia correctiva: En una negociación del equilibrio social, los hablantes pueden formular una reclamación con referencia al contrato conversacional. Los siguientes ejemplos, sin embargo, van más allá de la organización discursiva: (25) vale eso↑ (E4/200) (26) ¿de acuerdo? Con estas preguntas, las actividades que siguen no están destinadas a cumplir solamente con un requerimiento de respuesta. Es decir, no se pide solamente la segunda mitad de un par adyacente de tipo ‘pregunta-respuesta’. La condición frente a las reclamaciones (25) y (26) consiste también en la señalización de un consenso. Está claro que una recusación frente a las reclamaciones traerá consigo una nueva vuelta o ronda en la secuencia. d) Función de consentimiento La última posición en el sistema de pasos conversacionales a lo largo de una secuencia correctiva es el consentimiento, expresado a través de actividades conversacionales que indican un consenso entre el hablante y su interlocutor, como por ejemplo: (27) está claro↓ (E4/306) (28) está bien así↓ (E4/1037) (29) estoy de acuerdo↓ (E3/230) Con estas actividades, los hablantes le otorgan al aspecto temático de su conversación una relevancia inferior para lo que sigue. Por haber llegado a un acuerdo, se reduce la necesidad de seguir con la labor conversacional. Típicamente, los

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interlocutores anticipan mediante ese tipo de actividades el comienzo de una fase nueva en su conversación (cf. Schegloff/Sacks 1973).

4.3. Análisis secuencial No hace falta decir que, con las breves caracterizaciones de las fórmulas rutinarias que hemos expuesto hasta aquí, estamos lejos todavía de haber descrito totalmente sus funciones secuenciales. Pero hemos visto que las fórmulas rutinarias tienen un valor secuencial específico. Poseen la capacidad de señalar qué actividades conversacionales se deberán llevar a cabo en su cotexto inmediato y cuáles sirven a los interlocutores para establecer un equilibrio interpersonal. Queremos demostrar ahora cómo las fórmulas desarrollan esa capacidad en una determinada situación conversacional. Citaremos dos segmentos de un texto seleccionado. Se trata de una reunión de trabajo en una fábrica situada en el norte de España. Cinco personas están tratando de solucionar problemas muy específicos en relación con la producción de productos nuevos. La situación es difícil y conflictiva. Dos de los empleados acusan a los otros tres de no cumplir con las normas de la fábrica, provocando así ‘urgencias’ en el proceso laboral. En cierto momento, uno de los acusadores intenta poner un ejemplo: Extracto 1 1

A cuando haces↑ * por poner un símil=eh↑ y no

2

A es por por echaros la culpa↓ * cuando haces

3

A un proyecto y calificas o lo intentamos todos

4

A estamos implicao↓ ** mayo↓ * estamos todos de

5

A acuerdo↓ * de momento que alguien no

6 7

A cumple↑ * B el momento en que uno deja

8 9

B el proyecto un una semana en encima de la A claro es (un

10 11

B mesa↑ ya lo sé pero↓ (..) A problema)↓ ya se

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A convierte en una urgencia↓

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En este extracto puede encontrarse un conjunto de elementos del trato cortés entre los interlocutores. La primera actividad, cuando haces (l. 1), es interrumpida a favor de dos frases de carácter formulaico, por poner un símil (l. 1) y no es por echaros la culpa (l. 1-2). Con la primera, el hablante reclama su derecho a mantener el turno durante la presentación del símil. Con la segunda, determina sus actividades siguientes de antemano como un ejemplo no acusador. Con esto, al mismo tiempo, lo anticipa como un ejemplo que no hará necesaria una extenso labor conversacional, o sea, como una actividad que no tiene por qué ser interpretada como un ‘incidente’ social. Es notable, que las siguientes frases explican lo que en realidad es el tema de la interacción actual: Un proyecto que está planificado para mayo (l. 3-4) pueda quedarse –por no cumplir con las fechas o con tareas previstas– sin ser llevado a cabo. Sin embargo, con frases como: todos estamos implicao (l. 3-4) y estamos todos de acuerdo (l. 4-5), el locutor formula de forma explícita un acuerdo fundamental que tiene con sus colegas. El hecho que todos estén ‘implicados’ y ‘de acuerdo’ es la base necesaria para un trabajo eficaz. Así, el hablante actualiza una parte del trabajo común que es principalmente positiva. Podemos decir que esa actualización tiene una función para el contrato conversacional también. Es como si el hablante ofreciera un punto de partida común para la solución de los problemas, sin dejar la responsabilidad solo con los colegas, quienes de hecho son los culpables. Es una oferta concerniente a la modalidad de la conversación con la cual se evade que se establezca una secuencia correctiva. Su interlocutor, el hablante B, acepta esta oferta, utilizando incluso la estructura sintáctica que quedó abierta después de: de momento que alguien no cumple↑ (l. 5-6). Realiza una paráfrasis ilustradora de lo anterior (comp. las líneas 7-8, 10). Con esto, se tiene una señal clara de cercanía social (véase por ejemplo a Couper-Kuhlen/Auer 1988). El locutor B señala que lo que insinúa A no es completamente aceptable (ya lo sé pero (l.10)). Mas no actúa de forma correctiva. En otra fase de la misma reunión se están discutiendo las urgencias provocadas por fallos en el trabajo también. La hablante D, en esta ocasión, admite que ella y sus colegas tienen parte de la culpa (comp. las líneas 2 y 4 en el extracto 2). Esta actividad provoca una reacción inmediata de su colega, el interlocutor E, que primero hace una pregunta, simulando no haberla entendido bien: porque no qué↑ (l. 5-6). D repite su afirmación y E reacciona nuevamente con: →hombre vamo=a verlo↓← no digas esas cosas↓ vamos a di/hombre * no me vas a hacer carcajear (l. 9-10, 12). E se está encolerizando. La velocidad y el volumen del enunciado aumentan considerablemente.

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Extracto 2 1

C vamos a ver- * por qué se producen las

2 3

C urgencias↓ D porque no estamos cumpliendo

4 5

D las cosas * las demás cosas↓ E porque no

6 7

E qué↑ * D no estamos cumpliendo las demás

8 9

D cosas↓ E →hombre vamo=a verlo↓← no digas esas

10 11

E cosas↓ vamos a di/hombre * no me vas a hacer C así así así

12 13

E carcajear C así de claro eh↑

Entre otros aspectos socio-estilísticos, observamos aquí dos veces la fórmula vamos a ver (l. 1, 9). La función de esta fórmula en esta secuencia es, desde mi punto de vista, la indicación de una iniciativa temática muy específica. El locutor C hace uso de la fórmula para introducir una búsqueda de causas. El locutor E la usa en búsqueda de una justificación. En ambos casos las actividades son de alta relevancia secuencial. Se puede suponer que el locutor formulará luego una posición contraria a la de sus oponentes (en el primer caso lo hace D con su ‘confesión’) y que estos insistirán en su propio punto de vista (véase las actividades de C, producidas paralelamente a las de E en las líneas 11 y 13). El valor semántico de vamos a ver es probablemente mínimo. Sin embargo, vamos a ver señala una disposición positiva del hablante hacia los oponentes, y es por eso una señal, aunque mínima, de solidaridad y cortesía. En el extracto 2, proveniente de un contexto conflictivo, la fórmula sirve para asegurar una condición básica del contrato conversacional entre estos interlocutores. Antecede una secuencia negociadora en la cual dos o más posiciones distintas tienen que ser legitimadas. A pesar de que se trata de una disputa y de que las posiciones no pueden confluir en un consenso, los interlocutores se aseguran de manera recíproca que se da una base de cooperación.

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5. Conclusión Hemos analizado un grupo de fórmulas rutinarias a fin de describir su valor secuencial específico. Primeramente hemos visto que las fórmulas están estrechamente unidas con su contexto de uso. De un lado, incluso parece que, en una situación ajena a ese contexto sigue perceptible su valor secuencial específico. La fórmula “vamos a ver” puede señalar, por ejemplo, una disposición a negociar que en realidad apenas existe. Su semántica es vaga, pero debido a su valor secuencial puede anticipar varias actividades conversacionales que señalan una actitud respetuosa del hablante. De otro lado, parece que el valor secuencial de una actividad puede ser observado, no dependiendo en primer línea de la superficie lingüística dada. Lo que cuenta en la conversación es cumplir con un requerimiento secuencial (social) sin que tengamos que determinar a priori cuál es para esto el medio lingüístico apropiado. Las características del valor secuencial juegan un importante papel para las condiciones del contrato conversacional entre los interlocutores. Hemos visto que ese valor no es únicamente un mecanismo estructural como en un par adyacente que miramos de forma abstracta. Incluye aspectos sociales que contribuyen a regular el equilibrio social entre los interlocutores. Así, una fórmula como “de acuerdo” puede cerrar una secuencia que posiblemente era conflictiva; al mismo tiempo señala un consenso entre los interlocutores. Así, en base al valor secuencial de una actividad se determina cuáles son las co-actividades preferidas en un momento dado y cuál es la actitud que puede percibirse como cortés. De un lado, hemos analizado las fórmulas de forma sistemática, clasificándolas con relación a un mecanismo conversacional ritualizado. De otro lado, las vimos incluidas en secuencias conversacionales en las que ejercen funciones estratégicas. Sirven, por ejemplo, para categorizar de antemano lo que el locutor intenta expresar. Forman parte de un ‘acontecimiento’ conversacional con el cual se ajustan las reglas del código social. Son un medio para asegurar la percepción recíproca del sentido común. Emprendimos la tarea de analizar la cortesía conversacional con la integración analítica de un inventario de formas (fórmulas rutinarias) y de sus contextos de uso. Proponemos para esto un análisis secuencial, complementando la perspectiva pragmática (limitada a la frase) con un instrumento del análisis de la conversación. Parece lógico, desde nuestro punto de vista, partir desde el comienzo de una perspectiva conversacional, admitiendo que el análisis debe ser integrativo. Haría falta, y eso no lo pudimos realizar en ese trabajo, llevar a cabo una comparación crítica de los conceptos, provenientes tanto de la sociolingüística interaccional

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como de la pragmática, que podrían llevarnos a desarrollar el punto de vista integrativo hacia un modelo teórico de la cortesía conversacional.

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SOBRE ALGUNOS CONCEPTOS BÁSICOS DE LA LINGÜÍSTICA ETOLÓGICA WIACZESºAW NOWIKOW ºódz´ /Poznan´

1. Introducción En el coloquio celebrado en la Universidad Adam Mickiewicz de Poznan´ en abril de 20021 presentamos el planteamiento cuyo marco teórico incluía dos conceptos claves: 1) el de modelo etológico-lingüístico y 2) el de entidad de cultura lingüísticamente operacional Las investigaciones posteriores nos llevaron a la conclusión de que dichas nociones resultaban sumamente importantes para el enfoque que hemos llamado lingüística etológica (gr. éthos, “costumbre, hábito, uso”). Grosso modo, se trata de la ciencia que estudia la relación entre los medios de expresión lingüísticos y las normas culturales que regulan el comportamiento social de los hablantes.

2. Antecedentes teóricos La lingüística etológica se remonta, por un lado, al enfoque etnolingüístico del antropólogo estadounidense Edward Hall (1987) y, por otro, a varios estudios pragmalingüísticos dedicados a la dimensión sociocultural de la llamada cortesía verbal, tales como, p. e., algunos de los trabajos de Anna Wierzbicka (1999a; 1999b) o de Mª Victoria Escandell Vidal (1995). En los estudios de estos autores se analizan diferentes aspectos de la codificación y de la descodificación lingüístico-culturales que se dan en las relaciones interét1

“El enfoque social y cultural en los estudios lingüísticos y literarios”, Departamento de Filología Española, Universidad Adam Mickiewicz de Poznan´, 19 de abril de 2002.

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nicas. Pues, como es sabido, la descodificación de los mensajes por parte de los representantes de diversas culturas rebasa los límites puramente lingüísticos. De ahí que no siempre resulte posible una lectura basada en las características sistemáticas. Por ejemplo, en el caso de los actos de petición, enunciados tales como “Un momento, por favor” en términos culturales no significan necesariamente lo mismo que “Einen Moment, bitte”.

3. Estrategias conversacionales vs. normas sociales: el problema de la universalidad Por otra parte, los análisis basados en el concepto de estrategias conversacionales, formuladas éstas como máximas o reglas de carácter universal (nos referimos a las conocidas teorías de Grice, Lakoff, Leech, Brown/Levinson comentadas en numerosas monografías de carácter general; véase, p. e., Escandell Vidal, 1993: 159-181 o Kalisz, 1993: 67-111), a menudo no resultan eficaces. Esto ocurre, porque en distintas culturas nociones tales como, p. e., ‘sinceridad’, ‘claridad’, ‘cooperación’ o la propia ‘cortesía’ se entienden de maneras diferentes tanto en términos absolutos, es decir, definitorios, como al establecer las relaciones de jerarquía y prioridad entre dichos conceptos. Por ejemplo, en ciertas comunidades, el hecho de no dar respuestas del tipo sí/no se considera como cortés desde el punto de vista de las normas sociolingüísticas sin que se viole en tales casos el principio de cooperación. En cambio, en otras comunidades el mismo hecho significa falta de consideración, resulta descortés y se interpreta como una postura interaccional totalmente negativa. En otras palabras, el supuesto carácter universal de las estrategias conversacionales se ve sometido a considerables restricciones de índole sociocultural. Con este motivo quisiéramos también señalar que aunque se suele distinguir entre ‘normas’ y ‘estrategias’, en la práctica discursiva dichos factores de hecho con frecuencia confluyen . Esto ocurre porque las estrategias conversacionales se escogen habitualmente de acuerdo con las normas sociales. Si una respuesta negativa (o positiva) se considera como descortés desde el punto de vista socionormativo, el principio de sinceridad pierde su pertinencia, puesto que el respeto de éste impediría la observación de las reglas de cooperación.

4. El objeto y el alcance de la Lingüística Etológica No obstante, desde la perspectiva lingüística, lo que nos interesa sobre todo es precisar la relación entre formas lingüísticas, actos de habla y hechos o situacio-

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nes culturales (operamos con el concepto de cultura sensu largo que incluye tanto lo material como lo espiritual y lo social). En otras palabras, tratamos de detectar qué factores extralingüísticos condicionan el empleo de determinadas formas lingüísticas y/o de los actos de habla específicos. De modo que el objeto de la lingüística etológica es determinar los vínculos y buscar regularidades entre los hechos de cultura materiales y sociales, por un lado, y los medios de expresión lingüísticos, por otro. En este sentido, en primer lugar conviene establecer correlaciones entre recursos específicamente lingüísticos y las normas culturales que regulan el comportamiento social de los individuos. Por supuesto, el planteamiento que hemos denominado lingüística etológica tiene su alcance y sus límites. A nuestro juicio, estos últimos deberían ser establecidos a partir de criterios de tipo lingüístico. Esto quiere decir que si un hecho cultural no encuentra su reflejo en formas y actos de habla específicos, no tiene que ser objeto de un análisis lingüístico-etológico. Por ejemplo, en uno de los grupos étnicos de Madagascar, para volver a casarse, es necesario divorciarse incluso si uno de los cónyuges ya se ha muerto (Hall 1987: 126). Desde luego se trata de un hecho sociocultural que podría ser objeto de un estudio linguoetológico sólo si dicho hábito tuviese expresión lingüística específica.

5. Conceptos básicos de la Lingüística Etológica Además, como todo planteamiento teórico, la lingüística etológica opera con determinados conceptos y procedimientos de carácter básico. Según hemos anticipado en la introducción, en la etapa de investigación actual a éstos pertenecen (véase también Nowikow, 2003): a) el modelo etológico-lingüístico y b) entidades de cultura lingüísticamente operacionales. En nuestra opinión, son nociones operativas y eficaces a la hora de abordar los temas relacionados con la comunicación interlingüística e intercultural, porque permiten profundizar en el análisis de los mecanismos de las diferencias de codificación y de las posibles interpretaciones equivocadas al descodificar el mensaje. Como punto de partida aprovechamos la distinción entre isolate, set y pattern establecida por Hall (1987: 112-114, 124, 134). No obstante, y sin entrar en detalles, cabe señalar que nuestro modelo en su versión actual discrepa considerablemente del enfoque del antropólogo estadounidense. Vamos a comentar ahora los dos conceptos básicos utilizados en el análisis de tipo linguoetológico.

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6. El modelo etológico-lingüístico A nuestro juicio, son los modelos etológico-lingüísticos los que funcionan como mecanismos subyacentes en los procesos de codificación y descodificación lingüística y cultural. Se trata de algo que podríamos llamar patrones comportamentales verbalizados. Es natural que al ocupar una posición de enlace entre: 1. los factores de índole cultural, 2. los hablantes miembros de sociedades con características específicas y 3. las formas lingüísticas actualizadas mediante determinados actos de habla, los modelos en cuestión puedan ser concebidos, grosso modo, como hechos, por un lado, socioculturales (diversos tipos de comportamiento) y, por otro, pragmalingüísticos (diferentes clases de los actos de habla). De acuerdo con nuestra visión actual, distinguimos tres dimensiones del modelo etológico-lingüístico: a) sociocultural, es decir, factores culturales específicos o normas en vigor propias de determinadas sociedades; b) etológica, que se refiere a modos de reacción comportamentales; éstos, en cambio, se manifiestan a través de la conducta de los individuos condicionada por diferentes factores culturales y por las normas sociales vigentes; c) lingüística, en cuyo caso se trata de los actos de habla específicos que corresponden a diversas clases de comportamiento. El concepto de actos de habla específicos se refiere tanto a – diferentes clases comunicativas de éstos (p. e., petición, saludo, agradecimiento, etc.) como a – diversas formas de expresión mediante recursos léxico-gramaticales o suprasegmentales y a – estrategias utilizadas por los hablantes en el transcurso de la conversación para conseguir los fines perseguidos (mensajes directos e indirectos de diferentes grados; entre estos últimos, tales como comentarios, alusiones, sugerencias, etc.). De modo que es evidente que, desde la perspectiva lingüística, la última dimensión es la más importante, puesto que gracias a ella se ve con claridad que los modelos etológico-lingüísticos funcionan en realidad como patrones comportamentales verbalizados.

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7. Convenciones y variantes convencionalizadas Además, cabe señalar que las realizaciones de dichos patrones no son idénticas desde el punto de vista del grado de su fijación. Las formas de expresión de algunos actos de habla son más estereotipadas (p. e., saludos o disculpas), mientras que en otros casos se observa mayor libertad (p. e., peticiones, fórmulas de desacuerdo, etc.). De modo que conviene distinguir entre convenciones y variantes convencionalizadas, es decir, fórmulas de diversos grados de convencionalidad y fijación. Es de notar que dicha distinción se refiere tanto al propio empleo o no de determinadas convenciones y variantes convencionalizadas como a las diversas maneras de expresión de éstas.

8. Actualización de los modelos etológico-lingüísticos Como hemos apuntado supra, la actualización de los modelos se realiza mediante enunciados que funcionan como sui generis exponentes de diferentes actos de habla. No obstante, hay otra posibilidad: los modelos pueden funcionar como mecanismos subyacentes en la organización del discurso. Veamos dos ejemplos: Si estamos en casa de unos amigos después de pasar con ellos unas horas o incluso un día, y si dentro de poco tiempo abandonamos su hospitalario hogar para emprender un viaje bastante largo, es muy posible que los amigos quieran ofrecernos algo. De acuerdo con nuestras observaciones, las variantes convencionalizadas empleadas para la realización de este ofrecimiento en España y en Polonia suelen ser diferentes. Los españoles habitualmente preguntan: ¿Queréis tomar algo? mientras que los polacos lo hacen normalmente mediante la pregunta: Czego sie napijecie? (¿Qué vais a tomar?). El acto de ofrecimiento se realiza de dos maneras distintas. Los polacos dan por evidente que sus amigos querrán tomar algo y por lo tanto formulan preguntas parciales (relativas o preguntas x). Los españoles dejan a sus interlocutores mayor libertad y recurren a esquemas interrogativos totales (absolutas o preguntas sí-no). De modo que tenemos que ver con dos modelos etológico-lingüísticos distintos: en situación X de acuerdo con las normas socioculturales el acto de ofrecimiento se realiza mediante: 1. preguntas x (parciales) o 2. preguntas sí-no (totales). Según las observaciones de Raúl Fernández Jódar (2003), quien investigó las estructuras del monólogo en español y en polaco, a pesar de la identidad estructural que demuestra que el español está, en este sentido, más cerca del polaco que del inglés, hay una diferencia importante entre el castellano y el polaco. El hablante polaco no manifiesta su actitud personal con respecto al tema tratado (en este caso concreto el tema abordado fue el del aborto), mientras que el nativo

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de español lo hace incluso si no se le pregunta explícitamente por ello. De modo que la cualidad de la información proporcionada por los hablantes de ambas lenguas no es la misma. Desde el punto de vista del hablante español el hablante polaco incluso no respeta el principio de cooperación. En opinión del autor, el análisis del discurso no permite más que parcialmente explicar las diferencias existentes entre los polacos y los españoles. Para interpretar adecuadamente los monólogos español y polaco habría que examinar también las diferencias culturales entre los hablantes de ambas lenguas. Esto significa que en el caso en cuestión los españoles y los polacos construyen sus discursos a partir de dos modelos etológico-lingüísticos distintos: en situación X la respuesta a la pregunta o el comentario del tema abordado se realiza: 1. mediante la presentación de la actitud del hablante o 2. sin informar al interlocutor sobre la posición personal del emisor del mensaje.

9. Entidades de cultura lingüísticamente operacionales En los casos comentados supra el uso de determinadas variantes convencionalizadas se ve relacionado con el funcionamiento de diferentes normas de carácter sociocultural. No obstante, no siempre son dichas normas el único factor que influye en la selección de las fórmulas lingüísticas. A veces, hay fenómenos de tipo cultural basados en las características biológico-físicas (p. e., tiempos físico, biológico, cronológico, etc.) que, en principio, son universales. Sin embargo, al realizar los mismos actos de habla, diferentes comunidades escogen diversos conceptos culturales cuyo papel es decisivo para las formas concretas de la actualización lingüística. En tales casos los fenómenos en cuestión funcionan como entidades de cultura lingüísticamente operacionales. Las llamamos así, porque son dichas entidades las que condicionan el tipo de fórmula lingüística utilizada. He aquí un ejemplo (véase, a este respecto, también Nowikow, en prensa). Los saludos españoles presentan una estructuración tricotómica: buenos días/buenas tardes/buenas noches. En cambio, las fórmulas de saludar polacas son dicotómicas: dzien´ dobry/dobry wieczór (dzien´ significa “día”; wieczór, “tarde”; dobry, “bueno”). No obstante, la expresión polaca dzien´ dobry no ocupa automáticamente el espacio temporal de los saludos españoles buenos días/buenas tardes. Tampoco lo hace dobry wieczór con respecto a buenas tardes/buenas noches. Como consecuencia, de dos opciones hipotéticas (dzien´ dobry = buenos días/buenas tardes y dobry wieczór = buenas tarde/buenas noches) no se realiza ninguna. Las causas de este desajuste hay que buscarlas en diferentes entidades de cultura a partir de las cuales se lleva a cabo la actualización lingüística de los

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modelos etológicos español y polaco. En la sociedad española como entidad en cuestión funciona “horas de comida”. En cambio, en Polonia lo es el fenómeno de “luz solar”. Esto quiere decir que en España los saludos se utilizan, grosso modo, en función de las horas de comer: antes de la hora de comer, buenos días; a partir o después, buenas tardes; al llegar la hora de cenar, buenas noches. En Polonia el empleo de las fórmulas de saludar depende de la noción de “luz solar”: las expresiones dzien´ dobry y dobry wieczór se asocian a los conceptos de “claridad” y de “oscuridad”, respectivamente. De ahí que las mayores vacilaciones se observen a la hora de anochecer, es decir, en torno a las 7.00 p. m. Cabe señalar que esta hora funciona al mismo tiempo como límite prototípico, ya que hay meses cuando anochece hacia las 4.00 p. m. y hay meses cuando esto ocurre a eso de las 9.00 p.m. El estereotipo de las 7.00 p. m. es muy fuerte, lo que explica el hecho de utilizar el saludo dobry wieczór en las épocas cuando oscurece más tarde (mayo - julio) incluso en torno a las 8.00-9.00 p. m. cuando el sol todavía no se ha puesto.

10. Comentario final Como hemos visto, tanto en polaco como en español, las fórmulas de saludos se reparten en el espacio temporal de acuerdo con las entidades de cultura lingüísticamente operacionales. Por supuesto, en ambos casos tenemos que ver con las llamadas convenciones. Esto determina la diferencia entre el funcionamiento de los saludos y de las variantes convencionalizadas del tipo ¿Qué queréis tomar?/¿Queréis tomar algo? En el caso de los primeros no se trata de la selección de determinados recursos de expresión sino de cómo funcionan éstos desde el punto de vista de la dimensión sociocultural. Con respecto a las segundas, pasa lo contrario, puesto que se trata precisamente de mediante qué procedimientos se formulan las preguntas que, recordemos, representan dos clases de interrogaciones distintas. Además, el ejemplo de las fórmulas de saludo demuestra que entre las entidades de cultura lingüísticamente operacionales y los modelos etológico-lingüísticos puede existir una relación muy estrecha. Las primeras son capaces de determinar la clase y el status de los segundos, lo que permite detectar diferencias cualitativas entre diversas comunidades socioculturales. Así, el modelo etológico-lingüístico español es (cf. también Nowikow, 2003): {los saludos se emplean en función de las “horas de comer”} mientras que el modelo polaco es el siguiente: {los saludos se utilizan de acuerdo con el criterio de “luz solar”}.

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11. Referencias ESCANDELL VIDAL, María Victoria (1993): Introducción a la pragmática. Madrid/ Barcelona: UNED/Anthropos. — (1995): “Cortesía, fórmulas convencionales y estrategias indirectas”, en: Revista española de lingüística 25/1, 31-66. FERNÁNDEZ JÓDAR, R. (2003), “La organización del discurso en polaco y español como generador de incomprensión”, en: ºUCZAK, Barbara et al. (eds.): El enfoque social y cultural en los estudios lingüísticos y literarios. Poznan´: Universidad Adam Mickiewicz, 125-134. HALL, Edward T. (1987): Bezg¬os´ ny jezyk. Varsovia: PIW. KALISZ, Roman (1993): Pragmatyka jezykowa. Gdan´sk: Wydawnictwo Uniwersytetu Gdan´skiego. NOWIKOW, Wiaczes¬aw (2003), “Sobre los modelos etológico-lingüísticos”, en: ºUCZAK, Barbara et al. (eds.): El enfoque social y cultural en los estudios lingüísticos y literarios. Poznan´: Universidad Adam Mickiewicz, 155-162. . . . WIERZBICKA, Anna (1999a): “Rózne kultury, rózne jezyki, rózne akty mowy”, en: WIERZBICKA, Anna: Jezyk - umys¬ - kultura, Warszawa: PWN, 193 – 227. . — (1999b): “Akty i gatunki mowy w róznych jezykach i kulturach”, en: WIERZBICKA, Anna: Jezyk - umys¬ – kultura. Warszawa: PWN, 228-269.

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LOS AUTORES

Alexandra Álvarez, Universidad de los Andes, Escuela de Letras, Departamento de Lingüística, Avenida de las Américas (Edificio A), Mérida, Venezuela [email protected] Eva Bernhardt, Universität Heidelberg, Romanisches Seminar, Seminarstr. 3, 69117 Heidelberg, Alemania [email protected] Michael von Büchau, Hussitenstraße 18b, 13355 Berlin, Alemania [email protected] Micaela Carrera de la Red, Universidad de Valladolid, Departamento de Lengua Española, Plaza del Campus s/ n, 47011 Valladolid, España [email protected] Sabine Hofmann, Institut für Romanische Sprachen und Literaturen, Grüneburgplatz 1, 60629 Frankfurt am Main, Alemania [email protected] Alf Monjour, Universität Duisburg-Essen, Fachbereich Geisteswissenschaften, Romanistik, 47048 Duisburg, Alemania [email protected] Karolin Moser, DAAD Córdoba, Universidad Nacional de Córdoba-Fac. de Lenguas, Ciudad Universitaria, Av. Valparaíso, 5000 Córdoba, Argentina [email protected] Andreas Müller, Universität Mannheim, Romanistik II/ Linguistik, 68131 Mannheim, Alemania [email protected]

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Los autores

Wiaczes¬aw Nowikow, Katedra Filologii Roman´skiej Uniwersytetu ºódzkiego ul. Sienkiewicza 21 90-114 ºódz´, Polonia [email protected] Martina Schrader-Kniffki, Universität Bremen, Fachbereich 10, Sprach- und Literaturwissenschaften, Postfach 33 04 40, 28334 Bremen, Alemania [email protected] Eva Stoll, Institut für Romanische Philologie, Ludwig-Maximilians-Universität, Ludwigstr. 25, 80539 München, Alemania [email protected] María Eugenia Vázquez Laslop, Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios, El Colegio de México, Camino al Ajusco Núm. 20, Pedregal de Sta. Teresa, 10740 México, D. F., México [email protected]

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