El español del siglo XVI a través de un texto erudito canario
 9783964564603

Table of contents :
ÍNDICE
PRÓLOGO
I. PREÁMBULOS
II. ORTOGRAFÍA Y SIGNOS DE PUNTUACIÓN
III. RASGOS FONOLÓGICOS Y FONÉTICOS
IV. CARACTERÍSTICAS MORFOSINTÁCTICAS
V. PECULIARIDADES LÉXICAS
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA

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María Teresa Cáceres Lorenzo y Marina Díaz Peralta El español del siglo xvi a través de un texto erudito canario

María Teresa Cáceres Lorenzo Marina Díaz Peralta

El español del siglo xvi a través de un texto erudito canario

Vervuert • Iberoamericana 1997

Die Deutsche Bibliothek - CIP-Einheitsaufnahme Cáceres Lorenzo, María Teresa: El español del siglo XVI a través de un texto erudito canario / María Teresa Cáceres Lorenzo ; Marina Díaz Peralta. - Frankfurt am Main : Vervuert; Madrid : Iberoamericana, 1997 ISBN 3-89354-099-7 (Vervuert) ISBN 84-88906-77-3 (Iberoamericana)

© Vervuert Verlag, Frankfurt am Main 1997 © Iberoamericana, Madrid 1997 Depòsito Legal: M-30.835-1997 Reservados todos los derechos. Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico, blanqueado sin cloro. Impreso en España

A nuestros padres. A nuestras hermanas. A Marcos y a Miguel Ángel.

ÍNDICE Capítulo I. Preámbulos 1.1. Introducción 1.2. Objetivos 1.3. Material y método 1.4. Antecedentes 1.5. Estructura de la investigación 1.6. Panorama sociocultural de Canarias en el siglo XVI 1.6.1. Los grupos humanos y sociales 1.6.2. La economía

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Capítulo II. Ortografía y signos de puntuación 2.1. Introducción 2.2. Grafías vocálicas 2.2.1. Grafías para el fonema/i/ 2.2.2. Grafías para el fonema /u/ 2.3. Grafemas consonánticos 2.3.1. La confusión gráfica d e / b / y / 8 / 2.3.2. Los fonemas medievales dentoalveolares africados . . . 2.3.3. Los fonemas medievales fricativos prepalatales 2.3.4. Representaciones del fonema velar 2.3.5. Otros fonemas palatales 2.3.6. La grafía 2.3.7. Consonantes dobles 2.3.8. Conservación de grupos cultos 2.4. La acentuación 2.5. La puntuación 2.5.1. La coma 2.5.2. El punto 2.5.3. El punto y coma 2.5.4. Los dos puntos 2.5.5. El paréntesis

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Capítulo III. Rasgos fonológicos y fonéticos 3.1. Introducción 3.2. Fonología 3.2.1. La fusión de los antiguos fonemas labiales 3.2.2. Las sibilantes 3.3. Fonética 3.3.1. Cambios vocálicos 3.3.2. Resultado de F- latina 3.3.3. Neutralización de /-r, -1/ 3.3.4. Procesos de sonorización y de relajación de consonantes 3.3.5. Otros fenómenos fonéticos

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Capítulo IV. Características morfosintácticas 4.1. Introducción 52 4.2. El sustantivo 52 4.3. El pronombre 55 4.3.1. El pronombre personal 55 4.3.2. El pronombre demostrativo 62 4.3.3. El pronombre relativo 64 4.4. El adjetivo 68 4.5. El artículo 74 4.6. El verbo 77 4.6.1. Formas verbales personales 80 4.6.1.1. Formas simples del subjuntivo en -ra y -se 80 4.6.1.2. Formas compuestas del subjuntivo en -ra y -se ... 88 4.6.1.3. El futuro de subjuntivo 91 4.6.1.4. Construcciones con haber 94 4.6.1.5. Construcciones con ser y estar 98 4.6.2. Formas verbales no personales 100 4.6.2.1. El infinitivo 101 4.6.2.2. El gerundio 106 4.6.2.3. El participio 107 4.7. El adverbio 108 4.8. Los elementos de relación 110 4.8.1. La conjunción 110 4.8.2. La preposición 113 Capítulo V. Peculiaridades léxicas 5.1. Introducción 5.2. Léxicos especiales

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5.2.1. Fitónimos 5.2.2. Geográfico 5.2.3. Marinero 5.2.4. Médico 5.2.5. Militar 5.2.6. Rural 5.2.7. Vestidos 5.2.8. Zoónimos 5.3. Léxico diferencial 5.3.1. Guanchismos 5.3.2. Portuguesismos 5.4. Cultismos 5.5. Expresiones coloquiales 5.6. Coincidencias léxicas con América 5.7. Eufemismos 5.8. Procedimientos de adopción de nuevos términos 5.8.1. Adaptación 5.8.2. Coordinación 5.8.3. Equivalencias léxicas 5.8.4. Traducción 5.9. Cronología 5.10. Cuadros 5.10.1. Cuadro I. Léxicos especiales. índice de voces . . . 5.10.2. Cuadro II. índice de cultismos 5.10.3. Cuadro III. Coindencias con América

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Conclusiones

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Bibliografía

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PRÓLOGO No cabe duda de que adentrarse por primera vez en un territorio nuevo, apenas hollado por otros, supone una auténtica aventura, con lo que eso conlleva de peligros añadidos y riesgos ciertos. Pero quienes tienen claras las ideas y saben a dónde van, se pertrechan con el necesario y útil bagaje que disipa cualquier azar y convierte lo que pueda haber de meramente aventurero en un apasionante viaje, en el que cada paso es un hallazgo y cada vuelta del camino una incesante aparición de acontecimientos, cuyo conjunto significará el alcanzar la meta propuesta. Y a esa meta, en efecto, han llegado M a Teresa Cáceres Lorenzo y Marina Díaz Peralta, después de hacer, con el arrojo y la serenidad de los buenos viajeros, su particular periplo, dándonos ahora a nosotros la oportunidad de conocer, leyendo las páginas de este libro, lo que ha sido sin duda alguna toda una espléndida aventura intelectual. Con la publicación de este texto estamos asistiendo a lo que debe ser la consolidación definitiva de una nueva línea de investigación lingüística en Canarias, apenas esbozada hasta ahora en algunos pocos trabajos, que habrá de convertirse en los próximos años —estamos seguros— en un amplio movimiento de indagación en la historia de nuestro español isleño, aspecto éste bastante olvidado a lo largo del tiempo, pero del que hay mucho por decir porque material para ello hay más que suficiente en nuestros archivos y en las bibliotecas de nuestras instituciones, y ganas y deseos, especialmente entre los investigadores jóvenes, también. Alonso de Espinosa es para el historiador de la lengua un escritor que despierta necesariamente un interés especial por el hecho de haber nacido en Alcalá de Henares, haberse formado en Guatemala y vivido en diferentes lugares de las Indias, en las que residió más de veinticinco años, para pasar luego a Canarias, en unos momentos, además, en que el castellano, convertido en español, se despojaba del lastre medieval y entraba en la Edad Moderna con la expansión atlántica. ¿Qué español hablaría Espinosa?, es la pregunta que nos hacemos al conocer su biografía. Nos parece muy probable que en su habla hubiera rasgos meridionales, aunque otra cosa será que se reflejen en la lengua literaria

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que emplea en su libro. El lector comprobará que las autoras de este estudio encuentran precisamente algunas huellas de ese posible español de Espinosa, si bien, como decimos, su escritura, fiel en buena parte a la norma toledana, dificulta la observación de la realidad de su habla. Es lástima que no se conserve el manuscrito, tal y como lo escribió Espinosa, porque de esa manera las autoras hubiesen podido hacer un estudio comparativo entre la redacción del dominico y el texto impreso en Sevilla en 1594, pues nada tendría de extraño que se encontraran valiosas y reveladoras diferencias entre uno y otro. Pero a falta de esto, lo cierto es que, desde el estricto punto de vista filológico, la información lingüística proporcionada por el libro de Espinosa tiene una importancia primordial, como testimonio exacto de lo que está ocurriendo en la lengua española del siglo xvi: el pasado medieval va quedando atrás; el presente, con la koineización americana en marcha y la creación de nuevas variedades de raíces andaluzas, se abre a los nuevos horizontes atlánticos, y el futuro, que arranca desde el presente mismo, muestra ya una lengua que ha sabido desligarse de las complejidades inútiles y que tiene la capacidad vital de saber adaptarse a las nuevas circunstancias, para ascender, en el plano literario, a su cima más alta. Es, por lo tanto, este «paisaje» lingüístico el que el lector va a encontrarse al leer este libro. Los datos ortográficos, fonéticos, morfológicos y léxicos más relevantes y decisivos, desmenuzadas todas sus peculiaridades mediante un detallado y modélico análisis, lo muestran con nítida perfección. Y decimos «modélico» no por simple retórica, sino porque entendemos que si con este libro, como hemos comentado, se abre un camino, ese camino sólo podrá ser recorrido a partir de ahora teniendo como guía este estudio. En él están las pautas que deberán seguirse si se pretende llegar a resultados serios. De ahí que debamos felicitarnos todos los que nos interesamos por estos capítulos aún oscuros de nuestra historia lingüística más lejana: no sólo estamos ante la obra bien hecha sino también ante el prototipo ideal. Cristóbal Corrales Zumbado

I. PREÁMBULOS 1.1. Introducción La obra del dominico fray Alonso de Espinosa cuyo análisis aquí presentamos, es uno de los primeros textos en prosa en la literatura canaria 2. El autor, nacido en Alcalá de Henares en 1543, era hijo de castellanos viejos (Millares Cario 1933:157). Su padre, Francisco Ortiz de Espinosa, de oficio platero, había nacido en Burgos; su madre, María Treviño, era oriunda de Ciudad Real. A los siete años de edad embarca con su familia rumbo a Guatemala. A su estancia en este país se refiere él mismo durante el Proceso Inquisitorial que sufrió entre 1590 y 1592 3 : Preguntado dixo que la gramatica y retorica oyo en Guatimala, siendo seglar, con un Fulano Pedrosa, que era maestro, e que despues que tomo el auito, oyo en el conuento de Santo Domingo siete años artes y teuluxia, e que no a estudiado otra facultad, e que avra como diez y ocho años que pedrico al pueblo christiano en publico el Euangelio en todas las partes donde a estado, e que los maestros de artes fue fray Alonso Ximenez y del teulujia frai Tomas de Vitoria e fray Juan de Castro, que agora es obispo de Verapaz (EMC, Fondo Inquisición, fol. 28 r) Nuestro fray A l o n s o de Espinosa parece tener un homónimo, nacido en Santo Domingo, dominico también y que escribe un comentario sobre el salmo X L I V Eructavit cor meum verbum bonum. A principios de este siglo P e d r o H e n r í q u e z U r e ñ a intenta acercarse a Del origen y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife con la descripción de esta Isla, cuya autoría atribuye al dominicano. Deshacer el equívoco era importante; sobre todo, si t e n e m o s en cuenta que el nacido en América es el primer literato nativo en el Nuevo M u n d o que imprime una obra. Finalmente, el mismo Millares Cario (1975:48-49) realiza distintas investigaciones que dan c o m o f r u t o la indudable existencia de los dos frailes. desordenada La primera obra impresa de un canario es Libro contra la ambición y codicia de aqueste tiempo: llamado alabanza de la pobreza (1556) del licenciado Bernardino de Riberol. Este isleño era hijo del genovés Juan Bautista de Riberol y de la canaria Francisca Quijada de Lugo. D e nuevo, Agustín Millares Cario (1932:445) ha recogido la partida de bautismo, fechada el 11 de enero de 1509, y la genealogía de este escritor. Proceso depositado en El Museo Canario de Las Palmas de G r a n Canaria. En la portada del legajo se p u e d e leer: "El l¡9enciado Xosefe Armas, fiscal contra fray Alonso de Espinosa, de la orden de señor Santo Domingo".

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Asimismo, en la obra que escribe se puede leer: Muchos años ha que alia en las remotas partes délas Indias (en la prouincia de Guatemala donde me vistieron el abito de la religión) tuue des ta santa Imagen noticia (mas donde no se tendrá) y oi contar prodigiosas cosas della, y desde entoces me vino vn desseo y cobdicia de verla (que cubre los justos desseos) que rodeó los tiépos de suerte que vine a esta Isla de Tenerife, donde sastifize mi desseo, no sin grande alegría y admiración, por ver que era mucho mas sin comparación alguna, lo que via y gusta ua, q. lo que auia oydo, ni lo que la fama parlera pregonaua. (fol. 2 r) Después de casi treinta años en América, Espinosa desembarca en Sanlúcar de Barrameda, donde permanece seis meses predicando el Adviento y la Cuaresma. Tras esta misión se dirige a las Islas Canarias, y lo encontramos en Tenerife y en Gran Canaria en 1580 4 (Millares Cario 1933:186). Indudablemente, el contacto que mantiene nuestro dominico con tierras castellanas, americanas y canarias despiertan el interés del investigador filológico. Pero no es esto lo único que puede llamar la atención. Su condición de discípulo de los cronistas americanos tiñe toda su obra de una gran curiosidad histórica. Esto, unido a su evidente propósito religioso, lo conduce a incluir en su narración datos y recuerdos tomados de la oralidad. Así, comparte fray Alonso de Espinosa los rasgos que sirven para definir el estilo de los cronistas: la descripción detallada de la vida cotidiana y de las instituciones indígenas, y la interpretación del proceso civilizador (Oviedo 1995:80). Pero no podemos olvidar que también contribuyen a configurar este estilo unas actitudes lingüísticas determinadas (Fontanella 1994a), entre las que destaca el interés por recoger nuevas voces (Buesa Oliver y Enguita Utrilla 1992). 1.2. Objetivos. Nuestro trabajo pretende ser una contribución a la descripción del español del siglo XVI. A nuestro juicio, su posible interés radica en el hecho de que el análisis que hemos efectuado se fundamenta en la obra elaboE1 mismo autor nos señala que estaba en La Palma en 1585: lo vimos por nuestros ojos el año de 1585. en la Isla de La Palma de los llanos (fol. 20 r)

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rada por un cronista de la realidad insular en el periodo de formación de las hablas canarias (Alvar 1972a y 1975; Lüdtke 1994; Frago Gracia 1996a); circunstancia que bien pudiera provocar la aparición de algunos datos sobre el desarrollo y formación del español atlántico. Como ya hemos apuntado más arriba, Espinosa es un claro producto de la realidad poblacional, cultural y social (Lobo Cabrera 1979; Verlinder 1987) del siglo que le tocó vivir: en él se aúnan un origen peninsular, una formación americana y una plenitud cultural vivida en las Islas Canarias. Pues bien, ha sido, precisamente, la trayectoria vital de nuestro dominico lo que ha ido guiando los objetivos de la presente investigación. En primer lugar, sus raíces castellanas nos hacen presumir que el estudio de su obra puede contribuir al conocimiento de la lengua española que llevó al Nuevo Continente una parte de los primeros pobladores. De otro lado, cabe la posibilidad de que su variedad materna influya de alguna manera en la selección de los recursos lingüísticos que nuestro autor efectúa a la hora de elaborar su narración sobre la conquista de la Isla de Tenerife, la aparición de la Virgen de Candelaria y los favores concedidos por ésta. En segundo lugar, el hecho de que fray Alonso alcance su madurez personal e intelectual durante su estancia en América nos lleva a pensar que han de detectarse necesariamente en su obra elementos provenientes de la norma andaluza. El español que se aventura fuera de las fronteras peninsulares tiene un marcado acento andaluz (Alvar 1991; Frago Gracia 1994; Vaquero 1996; etc.). Atrás quedan las discusiones primeras que cuestionaban esta tesis (Garrido Domínguez 1992). Ahora bien, con frecuencia se ha buscado la fundamentación de esta teoría solamente en los datos aportados por los análisis fonético y gráfico de los documentos consultados (Bravo 1987 y 1990). En nuestro estudio, se realizará también un examen de esta índole, pero somos conscientes de que estamos ante un texto impreso. Por esta razón, intentaremos alcanzar resoluciones más concluyentes en otros niveles de la lengua. Así, emprenderemos el estudio de los recursos morfosintácticos y léxicos empleados por Espinosa. Por otra parte, es conveniente dejar claro que no creemos posible que nuestra investigación dé como resultado el descubrimiento de un marcado carácter andaluz en el español de nuestro cronista. No olvidemos la importancia que poseía en esta centuria la norma toledana para los escritores de ambas orillas. En tercer lugar, el español del siglo XVI empleado en Canarias es la suma de los diferentes hablantes que configuraron el primer núcleo social del archipiélago (Granda 1994). Los documentos conservados en

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los archivos insulares y peninsulares son un ejemplo fehaciente del sistema lingüístico que usaban aquellos primeros pobladores 5 . Ahora bien, es conveniente, a nuestro juicio, sumar a los datos obtenidos mediante las pesquisas archivísticas muestras del español utilizado por los individuos pertenecientes a los niveles más cultos. Creemos que la obra que nos ocupa ha de ser un fiel reflejo de esto último. De este modo, es probable que, a la luz de los resultados arrojados por nuestro análisis de este cronista del Nuevo Mundo (Lope Blanch 1985:15), podamos descubrir las peculiaridades lingüísticas de aquellos que conformaron una parte importante de la sociedad canaria en este periodo. 1.3. Material y método Para realizar el estudio que aquí presentamos hemos consultado la primera edición (1594), que se encuentra en El Museo Canario de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria. La necesidad de usar el original nos viene impuesta por el deseo de fundamentar con el mayor rigor posible las conclusiones lingüísticas de naturaleza diacrónica a las que podamos llegar. Hemos evitado, pues, las ediciones modernizadas (Frago Gracia 1987:69). El estado de conservación de esta crónica isleña es excelente. El tomo mide 15,5 cm x 10 cm. Las cartas dedicatorias, más unos sonetos y un texto del Rey inician esta obra. A continuación aparece un prólogo o proemio de una extensión de cuatro folios. El desarrollo de la historia de la isla de Tenerife, del descubrimiento y de los milagros de la Virgen de Candelaria abarca los 183 folios siguientes. Por fin, se termina la obra con nueve páginas dedicadas a los índices. El título completo de la obra escrita por fray Alonso de Espinosa es Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife con la descripción de esta Isla 6. Consta de cuatro libros:

La importancia de la transcripción y del estudio filológico de los textos notariales, parroquiales, Fondos de la Inquisición, etc. para el conocimiento diacrònico del español insular se desarrolla a través del Proyecto Estudio histórico del español de Canarias. El equipo investigador fue constituido en 1993 por José Antonio Samper Padilla (coordinador), M a Teresa Cáceres Lorenzo, Rosa M a González Monllor, Dan Munteanu, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, y Dolores Corbella Díaz y Javier Medina López, de la Universidad de La Laguna (Samper Padilla et al. 1996) A partir de ahora citaremos la obra que estamos analizando con la denominación de Los milagros de nuestra Señora de Candelaria.

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Libro primero: Descripción de la Isla de Tenerife y de sus calidades, y de los naturales della y de sus costumbres, y otras cosas (fols. 9 r al 29 r). El argumento se resume en estas palabras del autor: Pluma q assi tan alto te has subido que de Niuaria tratas el cimiento, si no te yelas, mucho as emprendido mas no te elarás, que bueno tu intéto. La descripción, y origé que has sabido de su gente, y costumbres (grato cueto) refiere y sepa el mundo, q en Niuaria apareció la Imagen Candelaria (fol. 8 v) Libro segundo: Del origen y apparecimiento, de la santa Imagen de Cadelaria y de las cosas que en este tiépo passaron (fols. 30 r al 63 v). En el verso explicativo: Repara pluma torpe toma aliento el gauilan ya gruesso perficiona mira que llegas ya do el pensamiento adelgazar conuiene; y dar corona A la scriptura do hazes fundamento pues deste Origen nombre se le dona y pues el origen diste de Niuaria refiere luego aqui el de Candelaria, (fol. 29 v) Libro tercero: De la conquista de la Isla y conquistadores 64 r al 118 v). En el verso explicativo:

della. (fols.

Prosigue Pluma mia, pues tu intéto Cüpliste: aunq co faltas y borrones La historia cuenta agora y fundameto De la conquista, y celebres varones. Trayendo a la memoria el largo cuento De guerras, caualleros, y peones De la conquista digo de Niuaria Do tiene su morada Candelaria (fol. 63 v) Libro cuarto: Contiene los milagros que nuestro Señor á obrado por esta santa reliquia, & c.. (fols. 119 v al 183 v). En el inicio se dice:

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Ma Teresa Cáceres Lorenzo y Marina Díaz Peralta Cesse el sangrieto Marte pluma mia Baste ya de batallas tata hystoria Boluamos a tratar, que conuendria De cosas que nos causen mayor gloria. Los milagros refiere que Maña Hizo, pues son tan dignos de memoria Milagros de la Imagen Candelaria, Hechos en la gran Isla de Niuaria (fol. 119 r)

Las peculiaridades más características de este texto se evidencian en una superposición textual, en la presencia constante del autor, en la finalidad de realzar la figura religiosa de la Virgen de Candelaria, en las continuas referencias a los Padres de la Iglesia, a la Biblia, etc; referencias que, por otra parte, se unen a voces y expresiones aborígenes. Estos elementos ayudan al autor en su intención reivindicativa y en su deseo de convertir la obra en una tribuna intelectual sobre la realidad canaria. Historia y literatura se dan la mano (Oviedo 1995:75-80) a través de un español que ya lleva más de un siglo fuera del territorio peninsular. El deseo expreso de fray Alonso de Espinosa es dar a conocer los milagros y la importancia de la aparición de la imagen de la Virgen de Candelaria como: La mas antigua y principal Imagen y Reliquia que apareció en esta Isla, es la de Candelaria de quien atras queda dicho (fol. 58 r) Pero otros temas, como la conquista y la llegada de los castellanos, acompañan el argumento principal y se desarrollan a través del texto: Ya tengo dicho atras y advertido, q todo lo que escriuo de conquista, é historia desta Isla, que es accesorio y no de intento principal (fol. 94 r) También escribe nuestro autor acerca de los derechos que tienen los dominicos como verdaderos protectores y cuidadores de la imagen: Y confiando del Reuerendo padre fray Diego de la Fuente vice Prouincial de la orden del Santo Domingo en las Islas de Canaria, que con mucha deuocion seruira teniendo consigo otro

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padre presbítero. Por la presente rogamos écometemos la administración de la dicha Iglesia (fol. 107 v) Ahora bien, no omite Espinosa materias tan escabrosas como la situación del aborigen ante la llegada de los nuevos pobladores. De este modo, aparece con claridad e insistencia la defensa de los primeros habitantes de las Islas, muy cercana a la que en América hizo en su día fray Bartolomé de las Casas (1474-1566). No en vano en 1537 este fraile dominico se encuentra en Guatemala y, junto con otros hermanos de hábito, consigue llevar a la práctica sus teorías humanitarias (Saint-Lu 1968). Años más tarde, Espinosa se educa en este mismo ambiente, cuya influencia parece impregnar Los milagros de nuestra Señora de Candelaria. Sirva como botón de muestra esta cita que se repite varias veces en la obra: Cosa aueriguada es, por derecho diuino y humano, que la guerra que los Españoles hizieron, assi a los naturales destas Islas, como alos Indios en las occidentales regiones, fue injusta sin tener razón alguna de bien en que estribar, porque, ni ellos posseyan tierras de Christianos, ni Salían desús limites y términos para infestar ni molestar las agenas (fol. 73 v) A pesar de todo, esta defensa no excluye otra idea presente en muchos cronistas: el fin providencialista de la llegada de los castellanos a Tenerife, como se puede desprender de esta descripción de la segunda batalla entre castellanos y guanches: Al fin la victoria que hasta entonces auia estado neutral, mirando quien mejor lo hazia, se hizo de nuestra parte yse declaro por nuestra, y aunque no sin mucho daño y muerte de los nuestros los Guanches fueron desbaratados, vencidos y echados del campo, con mucha perdida de su gente (fols. 84 v y 85 r) y añade en otro lugar: Y como la tierra limpia ganosa de produzir, que echándole la buena semilla, y dándole el riego necessario, produze con fortaleza y da fruto asu tiempo: assi estos naturales, como estauan sin ley sin ceremonias, sin adoracion y conocimiento perfecto de Dios (cosa que todas las racionales criaturas apetecen) hallolos el Euangelio desembarazados, y materia dispuesta en q obrar,

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cayo la semilla de la Fee en sus corazones por el oydo, diosele el riego necessario déla palabra diuina y sacramentos, acudió esta fértil tierra, y produxo varones aprouadissimos y de gran zelo de religión, y Christiandad, varones de ingenios delicatissimos y caudalosos, assi en las Humanas, como Diuinas letras esmerados. Varones que no solo con la toga, no solo con el bonete, mas también con la espada han mostrado su valor, y la virtud de sus antepassados (fol. 28 r) 1.4. Antecedentes Los estudios sobre la perspectiva histórica del español de Canarias no han conocido toda la riqueza que se hubiera esperado. La vitalidad de las investigaciones sincrónicas se contrapone a la escasez de los análisis diacrónicos. Trabajos como los de Catalán (1956-57), Lapesa (1957), Menéndez Pidal (1962), Lamb (1963), Alvar (1972a; 1993), Granda (1972), Álvarez Nazario (1982), Lüdtke (1991b; 1994), Álvarez Martínez (1993), Díaz Alayón (1993), Cáceres Lorenzo (1994), Medina López (1994; 1995a; 1995b), Frago Gracia (1996a), Samper et al. (1996), Cáceres Lorenzo y Batista Pérez (1996), parecen ser los precursores más cercanos de nuestra investigación. Pero son muchos los trabajos que han acompañado nuestro quehacer investigador y que se desarrollan extensamente en la bibliografía. Entre las obras citadas tienen un protagonismo especial las referidas al español de Andalucía y América, puntos necesarios para la historia del español meridional. 1.5. Estructura de la investigación El estudio de la obra de fray Alonso de Espinosa se desarrolla a través de cinco capítulos que intentan ser el análisis global del español de un texto erudito, como ejemplo de uno de los sociolectos que conforman el español áureo. El primer capítulo examina y explica los objetivos y la metodología que se ha empleado en el estudio de la primera edición de Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife con la descripción de esta Isla. El texto se escribe en una época con unas señas de identidad que se deben entender para comprenderlo. Las nuevas sociedades de ultramar no se manifiestan de igual manera que las castellanas: nuevas voces y nuevas costumbres conviven con lo traído desde distintos puntos. Europa y

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África inician un diálogo sociocultural, que no parece conceder un gran protagonismo al interlocutor americano, por lo menos durante esta centuria. Los europeos (castellanos, andaluces, vascos, flamencos, italianos, portugueses, etc.), por un lado, y los africanos (guanches, moriscos, negros, etc.), por otro, conceden un mayor valor a las contribuciones de Europa en este intercambio, y en especial a las llegadas de la Península Ibérica. Después de esta fundamentación, iniciamos la elaboración de los capítulos II y III, donde se recoge un gran número de casos relacionados con la ortografía, los signos de puntuación y los rasgos fonológicos y fonéticos que caracterizan el texto de Espinosa. A través de múltiples ejemplos se evidencia que la tradición cortesana es seguida por nuestro autor, aunque, como tendremos ocasión de ver, se detectan ciertas concesiones a fenómenos meridionales. El capítulo IV se centra en la descripción y el análisis de las peculiaridades morfosintácticas que configuran el discurso de fray Alonso de Espinosa. Una de las características más destacadas de su estilo es su deseo de adaptarse, con mayor o menor fortuna, a los usos prescritos por los escritores de la Corte. En el último capítulo, se examina un gran número de voces que integran el léxico de nuestro texto. Toda obra cronística y proselitista como es la nuestra supone un contacto entre lo conocido y lo desconocido. Esta reflexión se fundamenta, entre otras cosas, en el hecho de que en muchas ocasiones el léxico habitual se usa con nuevos referentes. De este modo, las voces comunes al español y los nuevos vocablos van surgiendo a través de los folios escritos por el fraile castellano. Esta división entre lo conocido y lo innovador prevalece en la organización del capítulo V. Se finaliza este capítulo con unos listados en los que se recogen la procedencia, la naturaleza, la cronología y, en su caso, las coincidencias con América de las voces recopiladas en nuestro estudio. Se señalan, asimismo, los vocablos que se documentan por primera vez en Del origen y milagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de Candelaria, que apareció en la Isla de Tenerife con la descripción de esta Isla. Las conclusiones a las que nos conduce nuestra aproximación al texto escrito por fray Alonso de Espinosa finalizan nuestro análisis. 1.6. Panorama sociocultural de Canarias en el siglo XVI En el siglo XVI el Archipiélago Canario conoce cambios notables en el aspecto sociocultural. A pesar de la separación del territorio insular en

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islas realengas (Gran Canaria y Tenerife) y de señorío (El Hierro, La Gomera, Fuerteventura y Lanzarote), no existen apenas diferencias en cuanto al poblamiento, legislación, producciones, etc., en este primer periodo histórico del Archipiélago. En todos los casos se va a proceder a una paulatina transformación desde un mundo de conquista y colonia hasta una sociedad más asentada y nucleada por una serie de actividades económicas y sociales cada vez más similares a las existentes en la metrópoli. Para una mejor comprensión del ambiente que rodeó el nacimiento de nuestra obra y de la lengua que hemos analizado, dividiremos este pequeño acercamiento histórico en dos puntos fundamentales: en primer lugar, los diferentes grupos humanos presentes en Canarias en este siglo, que configuran su población y su lengua; en segundo lugar, la importancia de las actividades que sostenían la economía del Archipiélago. 1.6.1. Los grupos humanos y sociales Muy variadas y distintas eran las procedencias de la población canaria en el siglo XVI. La base aborigen fue muy desigual en cada isla; por ejemplo, en Lanzarote y Fuerteventura este núcleo poblacional era muy reducido, y ya en el siglo XV emigró a Gran Canaria (Lobo Cabrera 1979:10). En las Islas Centrales, originariamente las más pobladas, los habitantes prehispanos se vieron sometidos a múltiples acosos, tanto de piratas y esclavistas, como de los propios conquistadores. Además, hubieron de padecer las enfermedades importadas por estos últimos. De este grupo habla el propio fray Alonso, quien deja claro que ya a finales del siglo XVI quedaban muy pocos guanches viejos y que, al parecer, los jóvenes se habían integrado en la nueva sociedad por un proceso de aculturación. En cuanto al grupo social que representaba esta población aborigen, hay que comentar que en su mayoría estaba integrado por pastores y esclavos aunque existen casos de incorporación a las clases sociales superiores. Dos eran las vías de acceso: ocupar ya este estatus en la sociedad aborigen, o contraer matrimonio con un europeo. Entre los nuevos pobladores que colonizan las Islas destacan por su número los castellanos, grupo que incluye a vascos, gallegos, leoneses y andaluces (Lobo Cabrera 1979:16). Sin embargo, fray Alonso de Espinosa diferencia a los vizcaínos del resto, cuestión que dejamos a los historiadores para su discusión. Este sector de la población es también el

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que copa los cargos dirigentes y eclesiásticos y recibe mejores y más abundantes tierras, aguas y esclavos, bien por haber participado activamente en la conquista, bien por tener algún parentesco con los legisladores. Pero no todos los castellanos pertenecen a esta clase privilegiada. Un buen número de ellos forman una ancha base de labradores y agricultores (arrendatarios en su mayoría), ganaderos, artesanos, etc. Será este grupo poblacional el que imponga su lengua, su estructura económica, su cultura, etc. Un segundo grupo humano que rivalizó con los castellanos en cuanto a influencias, y quizá en algunas islas también en número, fueron los portugueses (Pérez Vidal 1991:9-69). Su venida a Canarias se constata desde el momento mismo de la conquista e, incluso, antes. Su importancia es desigual en las distintas Islas. Su presencia destaca en Tenerife, La Palma y Gran Canaria, si bien parece que la impronta dejada por este grupo humano ha sido mayor en las dos primeras. En este periodo intentan la conquista de La Gomera y logran tomar Lanzarote. La unificación de España y Portugal durante el reinado de Felipe II facilitó sobremanera este paso de población desde el Portugal peninsular y desde Madeira o Cabo Verde a Canarias. La actividad desarrollada por los portugueses en Canarias es casi tan variada como la de los castellanos. Encontramos entre ellos marineros, comerciantes, agricultores, ganaderos y artesanos. Una industria muy relacionada con este sector de la población fue la de la caña de azúcar, en donde se mostraban como un personal especializado. La influencia que estos portugueses han dejado en la cultura insular es, en la actualidad, muy importante (Salvador 1985; Pérez Vidal 1991; Corbella 1996). En el siglo XVI parece que se inicia la introducción de rasgos lusos en las hablas, tradiciones, etc., proceso que, por otra parte, no ha sido concluido. El resto de grupos humanos —genoveses, flamencos, moriscos, negros, indios, etc.— aportan poco al contingente poblacional canario durante esta época. Mientras los europeos son principalmente comerciantes y artesanos, los africanos y primeros americanos, escasísimos, son casi exclusivamente esclavos. La integración racial y cultural es lenta y se refleja en los aspectos lingüísticos y etnológicos que conforman la sociedad plurinacional y plurirracial típica de una colonia. 1.6.2. La economía Durante el siglo XVI se asienta la estructura económica que permanece sin alteración durante los siglos siguientes. Esta economía se funda-

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menta, principalmente, en el trabajo de la tierra, es decir, en la agricultura, en la ganadería, y en el comercio del vino, del azúcar, de la horchilla, etc. De manera secundaria también son importantes la pesca y la silvicultura, aunque esta última se ve ligada a la pervivencia y a la pérdida de los bosques de las diferentes Islas. Los cultivos más importantes son los cereales, la vid y la caña de azúcar. Los granos constituyen el alimento fundamental en el sostenimiento de la población, y, a diferencia de lo que sucedía con el vino y el azúcar, no se utilizan para el comercio (Aznar Vallejo 1983). En cuanto a la pesca, sólo era económicamente importante la desarrollada en la costa de Berbería, es decir, en el banco de pesca canariosahariano. También se practicaba el marisqueo y la pesca con caña y se utilizaban pequeñas embarcaciones costeras (Aznar Vallejo 1979:19). Para la pesca de altura se reclutaban especialistas que solían ser andaluces, al menos durante las primeras décadas del siglo. Por último, tuvieron también una gran importancia en la economía insular los bosques, de los que se aprovechaba la madera, la resina de los pinos en forma de pez o brea, los frutos, etc.

II. ORTOGRAFÍA Y SIGNOS DE PUNTUACIÓN 2.1. Introducción El siglo XVI hereda la fijación gráfica de Alfonso X el Sabio y los esfuerzos significativos de algunos eruditos. Muchos son los que intentan configurar una conciencia ortográfica; entre ellos, destacan Antonio de Nebrija (Gramática de la lengua castellana, 1492 y Reglas de Ortographia en la lengua castellana, 1517), Antonio de Torquemada {Manual de Escribientes, 1552) y Juan de Valdés (Diálogo de la lengua, 1535); pese a esto, no existen unas reglas claras y las obras —literarias o no— se escriben tomando los grafemas del latín y las nuevas grafías que se transmiten a través de diferentes autores. No obstante, la ortografía se está convirtiendo en un fuerte vínculo de unificación de la lengua (Quilis Morales 1991:175). 2.2. Grafías vocálicas La anarquía lingüística se refleja en los autores del siglo XVI a través del "caos ortográfico" (Esteve Serrano 1982:14). Sin embargo, unas incipientes reglas dadas por los estudiosos comienzan a guiar los textos del Siglo de Oro. Esta confluencia de libertad ortográfica y criterios normativos se descubre en Los milagros de nuestra Señora de Candelaria. 2.2.1. Grafías para el fonema /i/ El fonema vocálico /i/ aparece con dos grafías . Estas representaciones gráficas son mencionadas por Juan de Valdés (1535) y Antonio de Torquemada (1552). A continuación, ofrecemos algunos ejemplos extraídos de la obra de Espinosa: a) Con : Mencei 'Mencey, nombre del rey de los guanches' (fol. 24 v), junto a Mencey (fol. 23 v); rei 'rey' (fol. 65 r) y rey (fol. 65 v). El uso no es muy abundante. Téngase en cuenta que puede representar también al fonema palatal /y/. Para evitar confusiones, nuestro dominico opta por la segunda grafía.

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b) Con . Esta grafía tiene en la obra de fray Alonso de Espinosa un uso muy frecuente. Así, aparece en: alcayde (fol. 94 v), ay 'hay' (fols. 10 v, 12 r, 12 v, 13 r, 119 v, 162 v), ayna (fol. 84 r), ayre (fols. 10 v, 30 r, 58 v, 124 v, 134 v, 150 r, 160 r, 169 v, 170 r), azeyte (fols. 133 v, 135 r, 175 r, 179 v, 180 r), Baya 'bahía' (fol. 144 v), caya 'caía' (fol. 126 r, 152 r), caydo (fol. 56 v), descuydo (fols. 1 r, 3 r), descuydado (fol. 74 r), dyploma (fol. 116 \),frayle (fol. 171 r), Hyerro (fols. 22 r, 68 r), hystoria (fols. 3 r, 18 v, 64 r) junto a historiadores (fol. 64 v), ydo 'ido' (fol. 31 r), Ygueste (fol. 41 v), ymitacion (fol. 23 r), yr (fols. 151 v, 152 r, 177 r), juyzio (fol. 92 r), Luys (fols. 106 r, 154 v), oy (fols. 49 r, 75 v, 148 r), oyda/o (fols. 2 v, 3 v, 28 r, 67 v), oyan (fol. 41 r), oydo (fols. 2 v, 3 r), parayso (fol. 114 v), posseya (fol. 38 r), seys 'seis' (fol. 13 r), Tabayba (fol. 13 r), Teyda (fols. 11 r, 18 r), tyranizo (fol. 23 r), íraya 'traía' (fol. 162 v, 182 r), veynte (fol. 12 r), etc. Jiménez Patón (1614) sólo admite con valor de vocal para indicar la conjunción copulativa p r o c e d e n t e de et. E n la Orthographia de la Real Academia de 1741 se aceptan las dos representaciones gráficas, pero con unas normas que se basan en la etimología y en el uso (Esteve Serrano 1982: 130). Fray A l o n s o de Espinosa no se ajusta a estas prescripciones. 2.2.2. Grafías para el fonema luí La vocal u conoce dos grafemas . La función de estas grafías es muy amplia p o r q u e además de representar el f o n e m a vocálico son también empleadas para la consonante labial /b/. E n este último caso, comparten esta tarea con la . La grafía con valor vocálico aparece, generalmente, en inicio de palabra c u a n d o va seguida de m, n o 5. Tal como se ve a través de los ejemplos, la alternancia es evidente: y de ofreceros vna nouilla barrosa que tengo (fol. 170 r) Vna piedra guijarro esta en esta Isla en el termino de Arico, maciga mayor que una grande perulera, la qual vide yo y es común platica entre los naturales (fols. 25 v y 26 r) Que el carpintero se le tvlleron los bragos, y no fue mas hombre, y al mayordomo se le deshizo de tal suerte la hazienda, que el que era reputado por vno de los mas ricos de la Isla (fols. 104 v y 105 r)

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De otro tvllido que con espantosos visages boluia el rostro y boca atras, y fue sano (fol. 128 r) 2.3. Grafemas consonanticos. Las representaciones gráficas de las consonantes muestran una inestabilidad aún más manifiesta que la de las grafías vocálicas. No se dispone de una norma unificada de escritura y en la utilización de las variantes ortográficas se superponen diversos criterios. Tal y como explica Pascual (1993:47), los escritores del siglo XVI, e incluso del XVII, "no hacían cuestión de honor" escribir siempre con h una determinada palabra o emplear para otra b en lugar de v. 2.3.1. La confusión gráfica de Ib/ y /B/ La fusión entre los fonemas medievales /b/ y /B/ culmina con la confusión ortográfica acaecida en el siglo XVI (Alonso 1972; Penny 1976). Los contextos ya no eran pertinentes y representan indistintamente al actual fonema bilabial sonoro Ib/. En la obra de Espinosa hemos recogido: a) en lugar de la actual grafía , generalmente en posición inicial: bexiga 'vejiga' (fol. 156 r), bivir 'vivir' (fols. 47 r, 50 v), biuiessen (fol. 80 r), biuos (fols. 125 r, 182 r), Bolean (fol. 14 r), bozes (fol. 169 r) junto a vozes (fol. 168 v), rebentara (fol. 177 r), buelta (fol. 140 v), buelvete (fol. 124 v). Algunos de estos ejemplos se adaptan a la regla que Pedro de Madariaga (1565) da en Libro subtilissmo intitulado honra de escribanos: "Si al principio de dicción se puso b, casi nunca se sigue otra b, ni en vulgar ni en latín, como breve, buelve, brevis, bravo". Esta grafía aparece también, en la obra de Espinosa, tras fonemas nasales: combidandolos (fol. 79 v), embidia (fol. 114 v), embiaron 'enviaron' (fols. 39 r, 63 r), embio (fol. 39 r), embueltas 'envueltas' (fols. 2 r, 59 v). Quizá, la emplea nuestro autor para evitar la confusión con la vocal . b) en lugar de . Se recogen en nuestro texto algunos ejemplos como los siguientes: aver 'haber' (fols. 4 r, 10 v, 17 v, 18 r, 93 r), avia 'había' (fol. 12 r), vallesta (fol. 80 v), vanda (fols. 11 r, 19 v, 160 r), escriuano (fol. 6 v). c) en lugar de en posición intervocálica: auiendo (fols. 14 r, 70 r, 72 v, 134 v, 135 r, 138 r, 139 v, 140 r, 142 r), caualleros (fol. 88 r), causaua (fol. 128 v), comprouar (fol. 5 v), escriuiera (fol. 11 r), importu-

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nauan (fol. 43 r), pregonaua (fol. 2 r). d) También hemos hallado numerosos ejemplos donde se usa las grafías con una norma gráfica similar a la actual: bayles 'bailes' (fol. 43 r), bueyes (fol. 20 r), cuevezita 'cuevecita', varas (fol. 125 r), etc. Según Fontanella (1982b:18), esta diferencia de articulación pudo pasar a América en los primeros años del siglo XVI; pero lo cierto es que la alternancia de las grafías que representaban a los antiguos fonemas se manifiesta ya desde los primeros textos escritos americanos. 2.3.2. Los fonemas medievales dentoalveolares africados En la Edad Media los fonemas /ts/ y /dz/ se representan con las grafías (abitacion 'habitación', algar, caga) y (dezir 'decir', pozo). Estos fonemas, junto con las otras parejas sibilantes, sufrieron un reajuste que se hace visible en las grafías. De este modo, los grafemas tenían su regla particular; así, se debía emplear con e, i, según explicaba Valdés en 1535 (Esteve Serrano 1982:150). En nuestro texto se descubren, entre otras, cessar (fol. 152 r), crecimiento (fol. 152 r), precedido (fol. 14 r ) , procession (fol. 151 r), redempcion (fol. 32 v). De otro lado, se empleaba junto a a, o, u para caracterizar el sonido "espesso", tal como decía Valdés (Esteve Serrano 1982: 150), con el fin de que no se confundiera con la que representaba al fonema velar /k/: alcangado (fol. 8 r), brego (fol. 27 r), garagosa (fol. 30 v), gumo 'zumo' (fol. 21 r), Langarote 'Lanzarote' (fol. 10 r), liengo (fol. 181 v). Por último, aparecía con todas las vocales y en cualquier posición: Alteza (fol. 1 r), azebuches 'acebuches' (fol. 12 r), cueuezita (fols. 41 r, 44 v), dezian (fol. 39 r), produze (fol. 10 r), vezes (fol. 162 r), vezino (fol. 156 v), rezios (fol. 12 r), sazón (fol. 151 v), zahori (fol. 39 r), etc. Obsérvese que en nuestra edición de 1594 se cumplen las reglas ortográficas de Castilla. 2.3.3. Los fonemas medievales fricativos prepalatales Estos fonemas sibilantes tenían las siguientes grafías: para el sordo, (fixo 'fijo', dixo, caxa); para el sonoro, (fijo 'hijo', mugier). El primer grafema se emplea atendiendo a la pronunciación y no a un precepto ortográfica. El segundo —según Juan de Valdés (1535) y Antonio de Torquemada (1552)— se usa con arreglo a la siguiente indicación: + /a, o, u/ y + /e, i/.

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En la obra del dominico no se cumple esta regla con la regularidad que cabría esperar: agujas (fol. 20 r), almejas (fol. 13 r), arrojauan (fol. 85 r), cangrejos (fol. 13 r), (fol. 26 r), hojas (fol. 13 r), hospedaje (soneto antes del Proemio), ingenios (fol. 83 r), jornada (fol. 8 r ) ) , jugar (fol. 93 r), jubón (fol. 181 v), junquera (fol. 78 v), juyzios (fols. 61 v y 92 r), majar (fol. 21 r), muger (fol. 157 r), ouejas (fol. 19 v), paraje (fol. 125 r), pataje (fol. 140 r), quajada 'cuajada' (fol. 13 r), tarja (fol. 85 v, ), trabajando (fol. 164 v), trage (fol. 32 v), vedija (fol. 171 r), visages (fol. 128 r). En cuanto a la , esta se manifiesta en cualquier posición: Adexe 'topónimo isleño Adeje' (fol. 60 r), baxa (fol. 78 v), baxadose (fol. 164 v), baxeles (fol. 78 r), Crucifixo (fol. 151 r), debaxo (fols. 93 r y 168 r), dexar (fol 182 r), dexe (fol. 102 v), lexos (fol. 140 r), paxaros (fols. 12 r), relox (fol. 138 r), roxa (fol. 10 v), traxo (fol. 62 r), xeme (fol. 56 v), Xerezano (fol. 68 r), xeruilla (fol. 56 v), etc. Espinosa adopta habitualmente las normas establecidas por Valdés y Torquemada. 2.3.4. Representaciones del fonema velar En el Siglo de Oro el fonema velar sordo /k/ conoce estas tres grafías: . Antonio de Torquemada señala que debe usarse c + a, o, u y qu +e, i. Tal como aparece en nuestros dos primeros apartados, Espinosa se adecúa al precepto de Torquemada: a) + a, o, u: cabega (fol. 52 r), captiuos 'cautivos' (fols. 41 r, 79 v), caxcara (fol. 27 v), Cubre 'cumbre' (fol. 11 r), conquistasse (fol. 13 v), costura (fol. 27 v), cueuezita (fols. 41 r, 44 v), cuya (fol. 21 r), peccado (fol. 23 r). b) + e, i: antiquissima (fol. 11 r ) , frequencia (fol. 40 r), deliquentes (fol. 115 v), muexquezitas (fol. 25 r), frequentacion (fol. 115 r). No obstante, también aparece esta grafía con otras vocales: esquadron (fol. 76 v), quadra (fol. 30 v), qual (fol. 5 r), quajada (fol. 13 r), qualquier (fol. 61 v), quando (fols. 22 r, 25 r), quarenta (fol. 82 v), quatro (fol. 131 v), quotidiano (fol. 172 v). Este empleo de ante vocales distintas de /e, i/ fue rechazado tanto por Nebrija como por Villalón. c) La grafía culta . En nuestra obra se descubre en las siguientes palabras: Archangel (fol. 62 r), characteres (fol. 57 r), charitatiuo (fol. 110 r), charidad (fol. 113 v), parrochias (fol. 106 v), parrochial (fol. 12 r).

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2.3.5. Otros fonemas palatales Los fonemas palatales se representan por medio de diferentes grafías, algunas de ellas nuevas y otras heredadas de la ortografía latina: a) La consonante africada dorsopalatal sorda, cuya grafía más normalizada es la , aparece en nuestro corpus con esta representación gráfica: azebuches (fol. 12 v), chicos (fol. 12 r), corchos (fol. 13 r), derecha (fol. 171 r), echar (fol. 182 r), Garachico 'topónimo isleño' (fol. 59 r), Guanches (fol. 85 r), hacho (fol. 126 r), hecho (fol. 8 r), hechuras (fol. 21 r), leche (fol. 20 r), mucha (fol. 13 r) noche (fol. 69 r), ocho (fol. 180 v), pechos (fol. 56 v), trecho (fol. 24 v). b) La líquida dorsopalatal sonora se representa con una sola grafía : hallado (fol. 45 r), lobanillos (fol. 159 r), llagas (fol. 180 v), lleuaua (fol. 24 r), nouilla (fol. 170 r), sellar (fol. 13 r), tullirse (fol. 175 r), tripillas (fol. 171 r), Trugillo (fol. 49 r). c) La fricativa dorsopalatal sonora: cayo (fol. 155 v), mayor (fol. 25 v), mayordomo (fol. 105 r), yoya (fol. 21 r), yerbas (fol. 13 r), yo (fol. 45 r). d) La nasal dorsopalatal sonora: años (fol. 175 r), Antoño 'Antonio' (fol. 167 v), caña (fol. 135 r), desengañarles (fol. 53 r), España (fol. 12 v), montañas (fol. 12 v), pequeño (fol. 13 r), peña (fol. 126 r), pongoña (fol. 12 v), riñon (fol. 156 v), señor (fol. 83 r), Viñas (fol. 12 r). 2.3.6. La grafía En nuestra crónica la confusión ortográfica es constante y la grafía puede mantenerse, omitirse o aparecer en palabras que no suelen manifestarla. a) La ausencia de la es frecuente en nuestro corpus: abil 'hábil' (fol. 154 v), abilidad 'habilidad' (fol. 26 r), abitacion (fol. 21 v) junto a habitación (fol. 53 v), abitar (fol. 111 r), auia (fols. 24 r, 36 r), auerlo (fols. 93 r, 149 v), auian 'habían' (fols. 20 r, 21 r, 149 v, 156 v), aya 'haya' (fol. 43 r), ay 'hay' (fols. 10 r, 12 r, 26 v, 104 r, 162 v), oy (fol. 93 r), vuo 'hubo' (fol. 149 r). Junto a estos ejemplos también hallamos: hazian (fol. 54 r), hizo (fol. 66 r). b) En posición interior se omite: Baya 'bahía' (fol. 143 r) c) Se encuentra como grafía inicial de sustantivos: hermita (fols. 113 v, 149 r), Hissora 'Isora, topónimo isleño' (fol. 60 v).

Se puede leer, asimismo, esta palabra con la grafía mutha (fol. 27 v).

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d) La aparece en posición interior: comprehendido 'comprendido' (fols. 143 v, 144 r), deshordenada (fol. 70 r), prohemio 'proemio' (fol. 1 r), o se elide: exortola 'exhortola' (fol. 177 r). Espinosa no se muestra muy sistemático en el empleo de esta grafía. 2.3.7. Consonantes dobles Las consonantes interiores geminadas aparecen con frecuencia simplificadas en el Siglo de Oro. No obstante, en nuestro corpas hemos encontrado los siguientes ejemplos: apparicimiento (fol. 4 r), honrra (fol. 38 r), difficultad (fol. 28 v), diffunctos (fol. 26 v), officios (fols. 76 v, 89 v), peccado (fol. 23 r), sabbado (fol. 173 r). Además, hemos descubierto la vocalización de una de las consonantes: fayciones 'facciones' (fol. 19 v)