Lecciones sobre economía mundial [9 ed.]
 9788491978671

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 ARANZADI

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Páginas iniciales LECCIONES SOBRE ECONOMÍA MUNDIAL

INTRODUCCIÓN AL DESARROLLO Y A LAS RELACIONES ECONÓMICAS INTERNACIONALES Novena Edición (Director) José Antonio Alonso Rodríguez (Autores) Sara Barcenilla Visús Miguel Carrera Troyano Miguel Cuerdo Mir Dorotea De Diego Carmen Fillat Castejón Carlos Garcimartín Juan Carlos Jiménez Francisco Maeso Fernández Raquel Marín Jaime Turrión Sánchez Francisco J. Velázquez

Primera edición, 2003 Segunda edición, 2005 Tercera edición, 2007 Cuarta edición, 2009 Quinta edición, agosto 2011 Sexta edición, septiembre 2013 Octava edición, julio 2017 Novena edición, 2019 El editor no se hace responsable de las opiniones recogidas, comentarios y manifestaciones vertidas por los autores. La presente obra recoge exclusivamente la opinión de su autor como manifestación de su derecho de libertad de expresión. La Editorial se opone expresamente a que cualquiera de las páginas de esta obra o partes de ella sean utilizadas para la realización de resúmenes de prensa. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45). Por tanto, este libro no podrá ser reproducido total o parcialmente, ni transmitirse por procedimientos electrónicos, mecánicos, magnéticos o por sistemas de almacenamiento y recuperación informáticos o cualquier otro medio, quedando prohibidos su préstamo, alquiler o cualquier otra forma de cesión de uso del ejemplar, sin el permiso previo, por escrito, del titular o titulares del copyright. Thomson Reuters y el logotipo de Thomson Reuters son marcas de Thomson Reuters Civitas es una marca de Thomson Reuters (Legal) Limited © 2019 [Thomson Reuters (Legal) Limited / José Antonio Alonso Rodríguez (Dir.) y otros]© Portada: Thomson Reuters (Legal) Limited Editorial Aranzadi, S.A.U. Camino de Galar, 15 31190, Cizur Menor Teléfono: 902404047 Fax: 902400010 [email protected] www.thomsonreuters.es

Depósito Legal: DL NA 1284-2019 ISBN 978-84-9197-867-1

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Contenido

Co n ten id o Introducción Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) Lección 4. Crecimiento económico, innovación y cambio estructural (JOSÉ ANTONIO ALONSO, CARLOS GARCIMARTÍN y CARMEN FILLAT) Lección 5. Demografía y movimientos migratorios (SARA BARCENILLA) Lección 6. Problemas ambientales internacionales (MIGUEL CUERDO MIR) Relaciones Económicas Internacionales Lección 7. Balanza de pagos, equilibrio externo y tipo de cambio (JOSÉ ANTONIO ALONSO y FRANCISCO MAESO) Lección 8. Comercio internacional (MIGUEL CARRERA y DOROTEA DE DIEGO) Lección 9. La inversión extranjera y las empresas multinacionales (JAIME TURRIÓN y FRANCISCO J. VELÁZQUEZ) Lección 10. Mercados financieros internacionales (FRANCISCO MAESO) Prácticas y ejercicios por Raquel Marín I Autores

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Introducción Introducción. Una de las tendencias que con más fuerza caracterizan este comienzo de siglo es el manifiesto impulso que ha cobrado el proceso de integración internacional, acentuando la interdependencia entre países, por encima de las fronteras nacionales. Una parte creciente de los bienes y servicios consumidos en cualquier país tiene hoy su origen en mercados ajenos, al tiempo que hacia el exterior se encaminan parte de los esfuerzos productivos nacionales, en forma de exportaciones; los capitales fluyen entre países con una libertad notable más allá de las fronteras, sea para buscar nuevas oportunidades de inversión productiva, sea para identificar activos financieros más rentables o seguros; y, en fin, aunque con más restricciones, también las personas se desplazan más allá de sus lugares de origen a la búsqueda del empleo y de las oportunidades de progreso que sus países les niegan. Crecen, pues, las transacciones internacionales y, con ellas, los niveles de integración e interdependencia de la economía mundial. Al tiempo, acompañando a ese proceso, en ciertos ámbitos –particularmente, en los ambientales– se han acentuado las externalidades transfronterizas, cuyo tratamiento obliga a una acción coordinada a escala internacional. Es el espacio propio de los bienes públicos globales: aquellos que afectan a todos sin posibilidad de exclusión. Como consecuencia, las fronteras económicas entre los países se han vuelto más porosas, haciendo que la realidad internacional incida de modo más visible sobre las posibilidades (y riesgos) a que se enfrenta toda estrategia de progreso económico. Las afirmaciones anteriores adquieren mayor relevancia, si cabe, en un momento como el presente, en el que las economías, tras una severa crisis, parecen abocadas a un período de crecimiento más lento que en el pasado y a una visible relocalización de los centros de dinamismo económico a escala internacional. Nuevas potencias emergen procedentes del mundo en desarrollo, al tiempo que los centros de gravitación económica parecen desplazarse hacia el Pacífico. Todo ello en un contexto en el que tradicionales potencias, como Europa o Japón, parecen sumidas en dificultades económicas que afectan a su potencial de crecimiento. Estudiar esas tendencias de cambio es crucial para avizorar lo que puede ser el mundo del mañana. El conocimiento del entorno internacional se ha convertido, por tanto, en una exigencia para cuantos operan en la realidad económica. Difícilmente cabe entender los problemas económicos de un país, las tendencias vigentes en los mercados o el marco en el que se desarrollan las relaciones internacionales sin tener un buen conocimiento de los condicionantes que impone y de las oportunidades que brinda la economía mundial. Es esa realidad la que conforma el entorno internacional en que opera cualquier agente económico. Pues bien, al estudio de esa realidad global y comprensiva se dedica el presente libro. Pese a su amplitud de propósitos, la estructura del libro es deliberadamente selectiva, acogiendo aquellos aspectos que se consideran más relevantes. Una opción fácil de entender, habida cuenta de la inagotable relación de aspectos, de importancia diversa, que podrían ser objeto de tratamiento en un texto sobre la economía mundial. En este como en tantos otros ámbitos la amplitud de la materia suele estar reñida con la profundidad con la que se pueden abordar los temas. De ahí que en este caso se optara por seleccionar diez grandes lecciones, que definen otros tantos ámbitos centrales para entender la configuración de la economía internacional. Merece la pena hacer una presentación sumaria de los contenidos del libro. La primera Lección está orientada a una presentación de las macromagnitudes económicas y de los instrumentos de análisis propios de la economía aplicada, herramientas necesarias para entender el resto del libro. La Lección segunda está dedicada a realizar un recorrido histórico por las principales etapas por las que discurrió el sistema económico internacional a lo largo del siglo XX. Esta Lección se complementa con otra, igualmente introductoria, dedicada a presentar una radiografía de las principales regiones de la economía mundial, a través de sus magnitudes sociales y económicas más relevantes. La cuarta Lección se dedica a estudiar la dinámica económica y los cambios estructurales que acompañan al proceso de crecimiento y el papel de la innovación y la educación en todo ello. La dinámica demográfica mundial, incluida una consideración a los movimientos migratorios, es la materia a la que se dedica la Lección quinta. La sexta aborda otro tema de extraordinaria actualidad: los condicionantes que el entorno natural y ambiental imponen a los procesos de crecimiento económico de los países. Las cuatro lecciones siguientes se centran en ámbitos propios de las relaciones económicas internacionales. Así, la Lección séptima introduce la balanza de pagos, su estructura e interpretación, como marco general de registro de las transacciones internacionales de un país, estudiando, al tiempo, los regímenes y políticas de tipo de cambio y su relación con la política macroeconómica. La octava Lección se orienta a estudiar las relaciones comerciales, discutiendo tanto las ventajas de la inserción en los mercados internacionales como los factores que determinan la especialización comercial de los países. La novena Lección discute el papel de la inversión extranjera y de las empresas multinacionales en la configuración de los mercados internacionales. Por último, la décima Lección trata sobre el funcionamiento de los mercados financieros internacionales, prestando atención a la crisis más reciente de la economía internacional. El recorrido termina con un amplio capítulo final de Ejercicios resueltos o con solución, para que el lector compruebe el grado de comprensión adquirido con la lectura. En todas las lecciones se ha tratado de manejar la información empírica más actualizada y solvente de las existentes en el ámbito internacional. Al tiempo, se ha sido sensible a los nuevos fenómenos y tendencias que nos presenta la realidad económica internacional, para de este modo servir mejor a la interpretación del contexto en el que operan los agentes económicos. Con relación a ediciones anteriores del libro, la presente ha tratado de subrayar algunas tendencias que la realidad económica ha revelado como cruciales. Entre ellas, el papel de la formación y del capital humano en la promoción del progreso, la relevancia adquirida por las tendencias migratorias internacionales o la nueva configuración de la internacionalización empresarial a través de cadenas globales de valor. Como en ediciones anteriores, el libro persigue un doble objetivo. En primer lugar, pretende ofrecerse como material formativo para los estudiantes que han de seguir la asignatura Economía Mundial –o Estructura Económica Internacional–, que forma parte obligada del programa curricular de diversos Grados en el panorama universitario español, pero muy especialmente de los de Ciencias Económicas y de Administración de Empresas. Y, en segundo lugar, trata de constituirse en un texto útil para cuantos, más allá de las aulas universitarias, quieran adentrarse en el estudio del entorno internacional, de su configuración y de sus principales tendencias. En relación con este doble objetivo, el texto ha tratado de combinar claridad expositiva, obligada para cualquier material pedagógico, con exigencia y rigor en el análisis. La propia configuración de los capítulos, con un texto básico, recuadros aclaratorios y prácticas y ejercicios de autocomprobación, permite que tanto alumnos como lectores determinen el nivel de profundidad con el que quieren introducirse en el estudio de los diversos temas. Respecto a otras publicaciones de temática similar, la que el lector tiene entre sus manos viene caracterizada por su manifiesta voluntad analítica, de fundamentación teórica del análisis, aportando la introducción requerida a la doctrina para el análisis de los problemas económicos del presente. Es decir, se pretende ir más allá de la descripción o de la interpretación de la realidad a la que se alude, para proporcionar al lector una introducción a los instrumentos conceptuales y analíticos que la teoría económica provee. De este modo, se persigue que la lectura del libro no sólo

facilite la comprensión de las claves interpretativas de la economía mundial, sino que también sirva para acercar al lector el marco teórico desde el que analizar esa realidad. El nivel al que están formuladas estas aportaciones pretende ser deliberadamente introductorio, accesible para lectores con limitados conocimientos de economía. Esta presentación del libro no quedaría completa sin hacer explícito el agradecimiento a todos cuantos participaron en el proyecto: una generación de profesores de la Universidad española que unen a una decidida vocación académica su afán por elevar los niveles formativos en las aulas, a través de una cada vez más exigente fundamentación doctrinal de los estudios de economía aplicada. La disponibilidad para acomodarse al plan original del libro y al estilo requerido para mantener la unidad de conjunto merece ser agradecida. Un agradecimiento que ha de extenderse, de forma obligada, a quien, no participando directamente en el proyecto, constituye su mentor intelectual: el profesor José Luis García Delgado. Ciertamente, sin el ánimo que imprimió José Luis García Delgado a quien suscribe estas páginas, sin su apoyo y estímulo, difícilmente se hubiese puesto en marcha esta empresa colectiva. En todo caso, la última palabra la tienen los lectores, que son los que han de juzgar si se ha acertado en la selección del tono y de los contenidos. Al fin, el propósito último del libro es hacer más comprensible el entorno económico internacional, desvelando sus factores constitutivos y sus tendencias básicas. Seguros como estamos de que ello contribuirá a hacernos a todos más conscientes de los problemas y posibilidades del mundo que habitamos. JOSÉ ANTONIO ALONSO Madrid, marzo de 2019

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 1. Introducción

1. INTRODUCCIÓN A diferencia de la lógica o de las matemáticas, la economía, como la física, la biología o la sociología, constituye una ciencia empírica; es decir, una disciplina que debe dar cuenta de una realidad externa, cuya estructura y evolución pretende explicar y frente a la que debe contrastar la validez de sus hipótesis. En este caso el objeto de análisis lo constituye el sistema de relaciones sociales implicadas en los procesos de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios que la sociedad demanda. Como consecuencia, la economía está obligada a mantener un continuo diálogo entre construcción teórica y análisis empírico, entre capacidad interpretativa y observación de la realidad. Lo que sugiere la necesidad de contar con un sistema ordenado y fiable de información para el seguimiento de la actividad económica. Tal es lo que se proponen los sistemas de contabilidad nacional, de los que se derivan buena parte de las macromagnitudes más relevantes –y de mayor uso– en el diagnóstico y análisis de una economía. Los primeros ensayos de medición económica se remontan varios siglos atrás, teniendo una finalidad dominantemente fiscal: se trataba de hacer inventario de los activos económicos de un país para derivar las posibilidades de financiación de la Corona. Más adelante, diversos autores trataron de ofrecer una visión integrada del flujo económico a través de una representación contable: es el caso de la Aritmética Política (1670) del mercantilista inglés William PETTY o de la Tableau Économique (1758) del fisiócrata francés François QUESNAY. No obstante, el punto de partida de los sistemas actuales de contabilidad nacional se produjo en la segunda mitad del siglo XX. En su configuración influyó no solo el progresivo perfeccionamiento de los sistemas estadísticos nacionales, sino también la creciente ascendencia de la nueva visión que sobre la economía aporta el pensamiento keynesiano. La contribución de Keynes es doble: en primer lugar, al crear el marco teórico propio de la macroeconomía, generó las categorías analíticas básicas –demanda agregada, consumo, inversión...– sobre las que, después, se erigirá la contabilidad nacional; en segundo lugar, al argumentar la necesidad de una más activa implicación de las autoridades económicas en la regulación del ciclo económico, justificó la necesidad de que estas dispusieran de una información precisa y continuada sobre la vida económica. Sobre estas bases, y bajo la dirección del premio Nobel de Economía Simón KUZNETS, se elaboró la metodología básica para la determinación del PIB y para la posterior definición de las Cuentas Nacionales. La necesidad de disponer de procedimientos comunes de registro a escala internacional motivó que Naciones Unidas se implicase en la elaboración de una metodología internacionalmente homologada para medir la actividad económica. Esa metodología se adapta después, con precisiones menores, a las condiciones de los diversos países o regiones. Pues bien, en España, por ejemplo, se aplica la versión elaborada por la Unión Europea, el llamado Sistema Europeo de Cuentas o SEC-2010, que es la metodología a la que se referirá esta Lección. Una Lección que comienza con la representación del ciclo de la actividad económica como punto de partida para conocer las diversas vías a través de las que se puede estimar la renta de un país, al tiempo que se define el concepto del valor añadido, base sobre la que se configura el Producto Interior Bruto (PIB) como principal macromagnitud económica. El epígrafe tercero está dedicado a discutir el significado del PIB y sus limitaciones para medir el nivel de desarrollo de un país, presentándose también los diversos métodos de estimación de esa macromagnitud. El epígrafe termina con el estudio de otros agregados económicos, derivados del PIB, de igual relevancia para el diagnóstico de una economía. Conviene advertir, sin embargo, que no se pretende hacer una exposición detallada de la estructura del sistema de cuentas nacionales: para ello existen otras publicaciones especializadas que se citan en la orientación bibliográfica del capítulo. Lo que se pretende es introducir al lector al significado de las macromagnitudes y al sentido de las operaciones básicas para el manejo de la información económica: un requisito para alcanzar la adecuada comprensión del resto de los capítulos del libro. Una parte importante de los problemas que plantea el manejo de la información económica es que las variables evolucionan con el tiempo, reflejan las consecuencias del cambio en el nivel de los precios y se expresan, en ocasiones, en monedas diferentes: el modo de afrontar estos problemas es tratado en el epígrafe cuarto, que expone un instrumental analítico sencillo para las comparaciones de las magnitudes económicas en el tiempo y en el espacio. Para diagnosticar la situación de una economía en ocasiones no basta con tener información de sus magnitudes agregadas, también importa conocer cómo esas magnitudes se distribuyen en la sociedad: este es el tema al que se refiere el epígrafe quinto. Por último, se estudiará el intento más exitoso de definición de un indicador alternativo al PIB para determinar el nivel de progreso de un país: el índice de desarrollo humano (IDH), propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La Lección termina con un epígrafe de recapitulación, donde se hace recuento de las principales ideas expuestas a lo largo del capítulo.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 2. La representación de la actividad económica 2.1. El circuito económico

2.1. EL CIRCUITO ECONÓMICO Una forma intuitiva de aproximarse a los problemas relacionados con la medición de la actividad económica es a partir de un esquema simplificado de las transacciones que realizan los distintos agentes en el seno de una economía. Para ello, y en un primer paso, se considerarán solo las transacciones reales (es decir, las asociadas a la producción de bienes y servicios) en una economía cerrada, para pasar, posteriormente, a abrir la economía a las transacciones internacionales. Pues bien, en ese tipo de economía existirán dos mercados, el de bienes y el de factores, y tres tipos de sectores institucionales, los hogares, que son unidades consumidoras, las empresas, que son unidades productoras, y las Administraciones Públicas, que son unidades mixtas. En principio, las familias brindan sus factores –trabajo y capital– a las empresas, que los requieren para la puesta en marcha de la actividad productiva. A cambio, la empresa retribuye los servicios de estos factores con las correspondientes rentas, en forma de sueldos y salarios o de intereses, alquileres y dividendos. A su vez, las empresas generan bienes y servicios que venden en el mercado para que sean adquiridos por los hogares. Por último, las Administraciones Públicas contratan factores, aportados por los hogares, a cambio de su correspondiente retribución, y generan servicios que son consumidos por los hogares y por las empresas. Buena parte de estos servicios no tienen precio de mercado, por lo que las Administraciones Públicas recurren para financiarlas a la detracción de impuestos, tanto a familias como a empresas. Al tiempo, las Administraciones Públicas realizan actividades redistributivas entre los agentes económicos, lo que da lugar a la canalización de transferencias (a través de subvenciones y subsidios) (Gráfico 1). A la vista del esquema ofrecido, la renta de una economía podría aproximarse en cualquier parte del circuito: bien estimando el valor de los bienes y servicios finales producidos por las empresas y las Administraciones Públicas, bien considerando el gasto realizado por los hogares y las Administraciones Públicas al adquirir esos bienes y servicios, bien valorando las rentas de donde procede la capacidad de gasto de los hogares y de las Administraciones. En principio, estas tres opciones –que anticipan las tres vías de estimación del PIB– necesariamente deben arrojar el mismo valor. Gráfico 1. Circuito de la renta de una economía cerrada

Este primer esquema puede complicarse abriendo la economía al mercado internacional, introduciendo las transacciones con el exterior. Tres son las variaciones básicas que la incorporación del resto del mundo comporta: en primer lugar, han de considerarse las transacciones de bienes y servicios, registradas como exportaciones e importaciones; en segundo lugar, se registra el cobro por los servicios de factores (trabajo y capital) nacionales en el exterior y el pago por los servicios de factores extranjeros que operan en el país; y, finalmente, deben tomarse en cuenta las transferencias, operaciones sin contrapartida (ingresos y pagos) que puedan existir con el resto del mundo (Gráfico 2). La consideración de este conjunto de transacciones incorpora ciertas alteraciones en la estimación de la renta. Si se adopta la perspectiva del gasto habrá que considerar que parte de los bienes y servicios consumidos por los hogares no han sido producidos en el país (son importaciones); y, a la inversa, hay bienes y servicios producidos que no se consumen en el interior (son exportaciones). Si se adopta la perspectiva de la renta, habrá de tenerse en cuenta que una parte de los factores nacionales puede estar operando en el exterior, mientras que puede haber factores extranjeros que operen en el país. Este hecho da pie a distinguir entre magnitudes nacionales (por ejemplo, el Producto Nacional Bruto o PNB) y magnitudes interiores (como es el caso del PIB): en el primer caso habrá que sumar, a las rentas de los factores en el mercado doméstico, las obtenidas por la actividad de los factores nacionales en el exterior, restando las correspondientes a los factores extranjeros que operan en el país. Por último, la existencia de transferencias no altera la estimación del PIB, pero sí la capacidad de gasto del país, lo que determina la Renta Nacional Bruta Disponible (RNBD). Gráfico 2. Circuito de la renta en una economía abierta

Cabe enriquecer el esquema incorporando las transacciones financieras, lo que requiere incorporar un nuevo mercado donde operan los intermediarios financieros (banca, cajas de ahorro, instituciones de seguro o bolsa) vendiendo y comprando títulos financieros. Una parte de las rentas que obtienen los hogares las dedican a financiar el consumo, pero otra la pueden ahorrar para futuros consumos. En ese caso, cederán su ahorro a los intermediarios financieros en forma de depósitos o de la adquisición de otros títulos de mayor rentabilidad. Y, a la inversa, puede haber hogares que deseen, en un momento determinado, un gasto superior al que permite su renta, lo que les obligará a pedir prestado o a deshacerse de depósitos o títulos previamente adquiridos. De igual modo, las empresas pueden acudir a los mercados financieros para financiar su actividad inversora, a través de la emisión de títulos o del endeudamiento; y pueden colocar sus ahorros en forma de depósitos o de adquisición de títulos. Y similares operaciones pueden realizar las Administraciones Públicas, al demandar financiación o realizar préstamos al conjunto de la economía. Finalmente, si se considera una economía abierta, habrá que tomar en cuenta los préstamos o la compra y venta de títulos en el mercado internacional. En el recorrido realizado se han realizado dos omisiones que conviene precisar. En primer lugar, no se ha considerado la existencia de las instituciones privadas sin fines de lucro, que es otro sector institucional contemplado por la contabilidad nacional. Se otorga esa denominación a un conjunto heterogéneo de entidades que prestan servicios (igualmente diversos) a los hogares, entre las que se encuentran, por ejemplo, las organizaciones no gubernamentales (ONG) y las fundaciones; su limitado peso económico justifica que no se hayan considerado en esta presentación simplificada del circuito económico. En segundo lugar, se ha supuesto que todos los bienes y servicios generados por las empresas están destinados a ser consumidos por los hogares o las Administraciones Públicas: se trata de una evidente simplificación, ya que parte de los bienes y servicios son destinados a las propias empresas para nutrir sus respectivos ciclos productivos, a través de los consumos intermedios. Este hecho es el que permite distinguir entre bienes y servicios finales e intermedios, así como acceder al concepto de valor añadido al que se refiere el siguiente subepígrafe.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 2. La representación de la actividad económica 2.2. Producción y valor añadido

2.2. PRODUCCIÓN Y VALOR AÑADIDO La simplificación de la que se ha partido en el subepígrafe previo es admitir que coincide el valor de los bienes y servicios generados y las rentas pagadas por el servicio de los factores productivos que se han utilizado. Semejante coincidencia solo tiene lugar en ausencia de consumos intermedios. Este es un supuesto que resulta poco plausible porque en la mayor parte de los casos las empresas requieren materias primas o componentes, consumos intermedios en suma, en su proceso productivo. Es claro que el valor de estos consumos intermedios se desplazará al valor de los bienes y servicios finales que los contienen. Lo que sugiere la conveniencia de distinguir entre el valor de la producción efectiva (o total), que es el valor de los bienes y servicios generados por la empresa, y el valor añadido, que es la parte de valor agregada por ese proceso productivo, respecto del que aportan los input intermedios consumidos. Así, por ejemplo, si para producir 1 euro de pan se requiere consumir 10 céntimos de harina, 1 céntimo de agua y 4 céntimos de energía eléctrica, el valor de la producción efectiva del panadero será equivalente a 1 euro, pero el valor añadido de su proceso será 85 céntimos. Es decir, el valor añadido bruto (VAB) es equivalente a la diferencia entre el valor de la producción efectiva –o valor de la producción total (VPT)– y el coste de los consumos intermedios (CI) utilizados en esa producción. Esa diferencia irá destinada bien a la remuneración de los asalariados (RA), a través de sueldos y salarios, bien a retribuir el capital empleado –alquileres, intereses o dividendos–, que representan el excedente bruto de explotación (EBE). En términos generales: VAB = VPT – CI = RA + EBE (1) Para entender el problema que plantea la existencia de consumos intermedios conviene trasladarse desde la visión de un proceso productivo concreto al de la economía en su conjunto. Si el valor de lo producido por una economía fuese estimado a través de la agregación de la producción total de todos y cada uno de los procesos productivos se estaría incurriendo en una doble contabilización, ya que los consumos intermedios formarían parte del valor de la producción final tanto de quienes generan esos bienes como de quienes los consumen. Para evitar este problema se puede recurrir a dos procedimientos que conducen a resultados estrictamente equivalentes: bien se considera el valor de los bienes y servicios finales (omitiendo el de los consumos intermedios empleados), o bien se recurre a sumar los valores añadidos por cada uno de los sectores de una economía. Cuando estos cálculos se refieren al conjunto de una economía dan lugar al concepto de Producto Interior Bruto o PIB. El PIB nace como macromagnitud económica que trata de estimar el valor de los bienes y servicios generados por una economía sin incurrir en doble contabilización, por lo que considera solo los bienes y servicios finales (que es lo mismo que considerar la suma de los valores añadidos de todos y cada uno de los sectores productivos). Antes de analizar el PIB conviene advertir que el valor añadido se puede aproximar a través de diversos criterios de valoración, de acuerdo con el tratamiento que se le dé a los impuestos. Hasta el momento, para determinar el valor añadido se estaba considerando que solo existían productores y consumidores: no obstante, la presencia de las Administraciones Públicas incorpora impuestos y subvenciones que pueden alterar el valor de los bienes y servicios producidos. Esos impuestos se denominan, de forma agregada, impuestos (y subvenciones) sobre la producción y las importaciones. A su vez, dentro de este amplio grupo cabe distinguir dos tipos de figuras que participan de forma diferente en los criterios de valoración: los impuestos (y subvenciones) sobre los productos, que se pagan en función de la cantidad o del precio de los bienes y servicios producidos o importados (estarían dentro de esta categoría figuras como el IVA, los impuestos especiales sobre la gasolina, el tabaco o las bebidas alcohólicas o los aranceles); y los otros impuestos (y subvenciones) sobre la producción, que se pagan por la actividad en sí, con independencia de la cantidad o precio de los bienes y servicios producidos (que acoge figuras como el impuesto sobre la actividad económica, sobre bienes inmuebles o las licencias). A partir de esta diferencia, la contabilidad establece tres criterios básicos de valoración: • Precios básicos: corresponde al valor con que el producto sale de la unidad económica que lo genera. Es equivalente, por tanto, a la suma de la retribución de los factores y el importe correspondiente a otros impuestos (netos de subvenciones) sobre la producción. Si el importe de estos impuestos no se tuviese en cuenta se daría lugar a la antigua valoración a coste de factores, que ya no existe en los criterios contables actualmente vigentes. • Precios de productor: resultan de agregar a los valores a precios básicos los impuestos (netos de subvenciones) sobre productos e importaciones, con la excepción del IVA. Se corresponde con el antiguo criterio de valoración de precios de salida de fábrica. • Precios de adquisición: se corresponde con los precios efectivamente pagados por los consumidores en el mercado: al precio de productor en este caso ha de sumarse el IVA que grava los productos en el momento de su adquisición y los márgenes correspondientes a la distribución y transporte de los bienes y servicios. Esta valoración recibe también el nombre de precios de mercado. De estos tres criterios, dos son los que se suelen utilizar para determinar el valor añadido: precios básicos y precios de adquisición (o de mercado). Conviene advertir que cuando se determina el valor añadido, cualquiera que sea el criterio de valoración, los consumos intermedios se deducen del valor de la producción total valorados a precios de adquisición: no en vano para el productor ese es el coste que le supone obtenerlos en el mercado. Para cerrar este apartado conviene hacer una última precisión: antes se aludió al valor añadido bruto, sin explicar su significado y sin distinguirlo del valor añadido neto. La diferencia entre ambos radica en el consumo de capital fijo que, si bien entra en el primero de los conceptos, se excluye del segundo. Parte de las rentas de la propiedad derivadas del proceso de producción (el excedente bruto de explotación) han de dedicarse a reponer el capital empleado (amortización), sea por su deterioro físico, sea por su obsolescencia técnica. Cuando este coste se deduce del valor añadido bruto, se obtiene el valor añadido neto (de igual forma, si se deduce ese componente del excedente bruto de explotación se obtiene el excedente neto de explotación).

ANOTACIONES

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 3. El PIB, métodos de estimación y agregados derivados 3.1. Definición y limitaciones

3.1. DEFINICIÓN Y LIMITACIONES El PIB constituye, sin duda, la macromagnitud económica más relevante para determinar la capacidad productiva de una economía. El PIB se define como el valor de todos los bienes y servicios finales producidos por los factores productivos que operan en un territorio, durante un período de tiempo determinado (generalmente, un año, aunque también existen estimaciones trimestrales y semestrales). Como se explicó páginas atrás, la alusión a los bienes y servicios finales deriva de la necesidad de excluir los de carácter intermedio, al objeto de evitar la doble contabilización. El hecho de que el PIB se refiera a los bienes y servicios producidos en un territorio quiere decir que se considera la producción generada por los factores que operan en el seno de las fronteras, con independencia de su origen nacional. Dicho de otro modo, el PIB de España considera el valor de los bienes y servicios generados por una empresa de origen francés radicada en España; y no considera, sin embargo, el valor de los bienes y servicios finales generados por una empresa de capital español radicada, por ejemplo, en Argentina. Por último, la definición alude al valor de los bienes y servicios generados durante un período de tiempo, lo que sugiere la necesidad de distinguir entre variables flujo y stock. Se entienden como variables flujo aquellas que expresan un valor que se realiza a lo largo del tiempo: para conocer su magnitud es necesario, por tanto, disponer de dos cortes temporales, el comienzo y el final del período considerado. Es el caso, por ejemplo, de variables como el consumo, las exportaciones, las importaciones o la inversión. Por su parte, las variables stock (o fondo) son aquellas que expresan el valor acumulado de una variable en un momento determinado: para conocer su magnitud basta con un único corte temporal. Es el caso de variables como la deuda, el patrimonio, la población o el stock de capital acumulado en un país. Por supuesto, existe una estrecha relación entre ambos tipos de variables, de modo que una variable stock puede nutrirse de una variable flujo y esta última puede ser resultado de una variable fondo. Por ejemplo, el stock de capital extranjero radicado en un país (variable stock) es la consecuencia de los procesos de inversión extranjera acumulados a lo largo del tiempo (variable flujo); y, a su vez, el stock de capital invertido (variable stock) determina el rendimiento del inversor (variable flujo). Pues bien, el PIB constituye una variable flujo. Por tanto, no mide la riqueza o patrimonio de un país, sino su capacidad productiva para generar renta (o bienes y servicios) a lo largo de un período, pero no el valor total de la riqueza acumulado en los períodos precedentes (variable fondo). En la realidad internacional pueden encontrarse países notablemente ricos, desde la perspectiva de su patrimonio natural reconocido, y cuyo PIB per cápita se encuentra por debajo de la media mundial (es el caso de la República Democrática del Congo, por ejemplo), mientras otros países con dotaciones limitadas alcanzan niveles de renta per cápita muy superiores (es el caso de Japón, por ejemplo). Por tanto, se trata de dos perspectivas distintas desde las que analizar la actividad económica. Aunque el PIB constituya el agregado económico más central y el de mayor uso en el análisis económico, es un exceso suponer que es una medida incontrovertible del bienestar material de una población. Entre las limitaciones más centrales que se le suelen atribuir a este agregado económico figuran las siguientes: En primer lugar, el PIB constituye una variable flujo, por lo que deja marginados aquellos otros aspectos, de importancia indudable en el progreso económico, relacionados con las variables fondo implicadas. Por ejemplo, si un país basa su modelo de desarrollo en la explotación intensiva y acelerada de sus recursos naturales de una forma insostenible (a través de una tasa de deforestación elevada, por ejemplo), este hecho se revelará en la contabilidad nacional en un rápido crecimiento del PIB (variable flujo), sin considerar que ello se hace a costa de una pérdida acelerada del patrimonio forestal (variable fondo), hipotecando las posibilidades de desarrollo futuras. En segundo lugar, el PIB se define como el conjunto de bienes y servicios finales producidos por una economía, con independencia del carácter o finalidad de tales producciones. Desde el punto de vista de la contabilidad nacional tendrán igual aportación al PIB el gasto de un millón de euros en servicios educativos que en armamento militar, e igual contribución si se dedica a invertir en hospitales que en asumir los gastos derivados del deterioro social, como los asociados al control del crimen o a los accidentes automovilísticos, por ejemplo. No obstante, es obvio que la contribución de cada uno de estos gastos al bienestar agregado de la sociedad es bien diferente. En tercer lugar, la generación del PIB genera costes ambientales que no son contemplados en el PIB y que se expresan en forma de emisiones, residuos o agotamiento de recursos. Parece razonable demandar una valoración neta de la actividad económica, restando al valor de los bienes producidos, los costes ambientales a los se hubiese dado lugar. Sin embargo, esto no sucede y, de este modo, se asume una valoración parcial y sesgada de lo producido. Dada la importancia creciente adquirida por los costes ambientales derivados de la actividad económica, se han generado diversas propuestas tendentes a corregir esta carencia (véase al respecto la Lección 6). En cuarto lugar, el PIB evalúa los bienes y servicios finales dirigidos al mercado, de modo que se excluyen aquellas actividades que se realizan al margen del circuito mercantil, aun cuando satisfagan necesidades altamente valoradas. Por ejemplo, una parte importante de la actividad productiva en los países más pobres se desarrolla en el marco de una economía familiar de subsistencia, sin que parte de esas actividades lleguen a incluirse adecuadamente en el PIB. En idéntico sentido, y con un grado mayor de generalidad, el PIB no contempla los gastos reproductivos y los cuidados en materia de salud dispensados en el seno de la propia familia, como es el caso del trabajo ligado a la maternidad y al cuidado de los hijos, que han venido desarrollando tradicionalmente las mujeres sin que se evalúe su esencial contribución al bienestar agregado. En esta carencia se fundamenta una de las críticas que las feministas realizan a la contabilidad nacional por su falta de perspectiva de género (Recuadro 1). En quinto lugar, el PIB es incapaz de valorar de forma apropiada la aportación del sector informal (es decir, el de aquellas actividades no registradas legalmente) a la generación de renta de un país. Este aspecto, aunque importante en todas las economías, alcanza una trascendencia mayor en el caso de los países en desarrollo, donde este sector es amplio y dinámico. Los economistas han derivado diversos procedimientos para aproximar la dimensión de este sector, pero ninguno de estos métodos arroja resultados plenamente satisfactorios. En sexto lugar, el PIB per cápita es una variable promedio que expresa la renta atribuida a un “individuo representativo” en una economía dada. Pero la representatividad de ese valor promedio dependerá crucialmente de cómo esté distribuida la renta en el seno del país. Y sobre esta dimensión, esencial para el bienestar agregado, no nos dice nada el PIB. Por último, existe una contradicción manifiesta entre la apariencia de exactitud que proporciona una cifra precisa de medición del producto agregado y la realidad de los procedimientos, en muchos casos aproximativos, con los que se obtiene esa magnitud. En los países desarrollados son frecuentes errores en las evaluaciones próximos al 10%, pero en los países en desarrollo estos errores se amplifican, hasta llegar a valores próximos al 20% en los peores casos.

Recuadro 1 LA PERSPECTIVA DE GÉNERO EN LA CONTABILIDAD NACIONAL

Para muchos autores existe una contradicción fundamental en la contabilidad nacional: no se incluye el trabajo realizado en el hogar (principalmente por las mujeres), pese a su indiscutible aportación al bienestar agregado, y, sin embargo, se incluye la producción bélica o las actividades que dañan el medioambiente, cuyo impacto sobre el bienestar es claramente adverso. Estos problemas cobran más vigencia en muchos países en vías de desarrollo en los que el trabajo femenino es vital para la supervivencia de la familia. Por ejemplo, una niña de las tierras bajas de Zimbabwe puede dedicar cerca de 100 horas a la semana a la recogida de agua, al cuidado de sus hermanos, a la búsqueda de comida, etc. Pero estas tareas no figuran en los datos de la contabilidad nacional. Una estimación realizada por el PNUD de la contribución del trabajo no contabilizado de las mujeres en la economía mundial para el año 1993 lo estimó en 11 billones de dólares; teniendo en cuenta que el PIB mundial fue de unos 23 billones de dólares en aquel año, significa que el valor reconocido de la producción total podría crecer en un 50 por 100 si se incluyese el trabajo femenino no remunerado. Más recientemente, en 2012, se realizó un cuidadoso estudio para saber en cuánto se podría evaluar el trabajo doméstico ajeno al mercado, que descansa fundamentalmente sobre las mujeres: la estimación más modesta sugería que, de contemplarlo, el PIB de Estados Unidos se vería incrementado en un 26%. Como se puede comprobar, este campo es de notable dimensión. Por ello, el Reino Unido ha elaborado una cuenta satélite de la contabilidad nacional para registrar tentativamente este aspecto.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 3. El PIB, métodos de estimación y agregados derivados 3.2. Vías de estimación del PIB

3.2. VÍAS DE ESTIMACIÓN DEL PIB Tal como se señaló al analizar el circuito económico, la estimación de la renta se puede hacer bien evaluando los bienes y servicios finales producidos, bien considerando el gasto realizado por las unidades económicas, bien tomando en cuenta las rentas derivadas del servicio de los factores. Son las tres vías existentes –oferta, demanda y renta– para estimar el PIB que, con los ajustes correspondientes, deben dar exactamente lo mismo. El cuadro 1 anticipa el contenido y la equivalencia de estas tres vías. Cuadro 1. Las tres vías para determinar el PIB Operaciones PIB (a precios de mercado) por la vía de la demanda • Consumo final. • Formación bruta de capital fijo. • Variación de existencias. • Exportaciones de bienes y servicios. – Importaciones de bienes y servicios. PIB (a precios de mercado) por la vía de la oferta • VAB (pm) Ramas agraria y pesquera. • VAB (pm) Ramas industriales. • VAB (pm) Ramas de servicios. PIB (a precios de mercado) por la vía de la renta • Remuneración de asalariados. • Excedente neto de explotación. • Consumo de capital fijo. • Impuestos sobre la producción e importación. – Subvenciones a la producción e importación.

El primer método posible para estimar el PIB lo proporciona la vía de la demanda agregada (o gasto), que toma en cuenta la suma de los empleos o destinos finales de todos los bienes y servicios producidos por los factores que operan en el seno de las fronteras nacionales. Lo que obliga a considerar el consumo final efectivo (tanto privado como colectivo), la formación bruta de capital y las exportaciones de bienes y servicios; no obstante, dado que tanto los hogares como las empresas pueden abastecerse en otros mercados (que, por tanto, no son parte del PIB del país), habrá que deducir el valor de las importaciones de bienes y servicios. Es decir, PIB (pm) = CF + FBC + X – M (2) Siendo CF el consumo final efectivo, FBC la formación bruta de capital, X las exportaciones de bienes y servicios y M las importaciones de bienes y servicios. El Cuadro 2 muestra cómo se calcula el PIB por la vía de la demanda para el caso de España en 2010 y 2017 (en estimación de avance). Cuadro 2. PIB de España por la vía de la demanda agregada (a precios corrientes, en millones de euros) CONCEPTO

2010

2017

1. Gasto en consumo final

840.492

886.187

– Consumo final de los hogares

607.981

658.488

– Consumo final de las ISFLSH

10.774

12.009

– Consumo final de las AA.PP.

221.737

215.690

2. Formación bruta de capital

254.549

246.141

– Formación bruta de capital fijo

248.987

238.952

– Variación de existencias

5.562

7.189

3. Exportación de bienes y servicios

275.847

400.216

4. Importación de bienes y servicios

289.953

366.225

B. PRODUCTO INTERNO BRUTO (suma 1 a 3 - 4) 1.080.935

1.166.319

Fuente: Instituto Nacional de Estadística La vía de la oferta ofrece un procedimiento alternativo para estimar el PIB, a partir de la suma de los valores añadidos de los diferentes sectores institucionales o de las distintas ramas de actividad. En este caso, el PIB a precios mercados resulta de sumar el valor añadido bruto a precios básicos de cada rama de actividad, sumando los impuestos netos de subvenciones sobre los productos, ya que estos no se asignan a rama de actividad alguna. Es decir, PIB (pm) = VAB a precios básicos del sector primario + VAB a precios básicos del sector secundario + VAB a precios básicos del sector terciario + Impuestos sobre productos – Subvenciones sobre productos (3) Un ejemplo de este método de calcular el PIB, de nuevo recurriendo a los datos de España, se muestra en el Cuadro 3. Cuadro 3. PIB de España por vía de la oferta (a precios corrientes, en millones de euros)

Concepto

2010

2017

1. Ramas Agricultura, ganadería, silvicultura y pesca 25.253

31.335

2. Ramas Industria

169.978

190.375

3. Construcción

87.526

64.751

4. Ramas Servicios

707.126

771.006

– Comercio, transporte y hostelería

222.546

253.553

– Información y comunicaciones

43.450

44.447

– Actividades financieras y de seguros

43.936

41.272

– Actividades inmobiliarias

100.489

112.981

– Actividades profesionales

70.971

86.101

– Administración pública, sanidad y educación

185.111

190.412

– Actividades artísticas, recreativas y otros servicios

40.643

42.240

5. Impuestos netos sobre los productos

91.052

108.852

PRODUCTO INTERNO BRUTO (suma 1-5)

1.080.935

1.166.319

Fuente: Instituto Nacional de Estadística Finalmente, se puede calcular el PIB por el método de la renta, agregando el pago por los servicios de los factores integrados en la producción. De acuerdo con la naturaleza del factor considerado, se tratará de remuneración de asalariados (trabajo), excedente bruto de explotación (capital) y rentas mixtas brutas (trabajo y capital sin posibilidad de desagregación). Para que la suma de las rentas se exprese a precios de mercado habrá que agregar a ese resultado los impuestos netos de subvenciones sobre producción e importaciones. Este último concepto incluye toda la imposición (y las subvenciones) que inciden sobre la actividad productiva. Es decir, PIB (pm) = RA + EBE + Ipm – Spm (4) Siendo RA la remuneración de salariados, EBE el excedente bruto de explotación (que incluye las rentas mixtas brutas), Ipm los impuestos sobre la producción y la importación y Spm la subvención sobre la producción y la importación. El cuadro 4 ofrece la estimación del PIB de España por esta vía. Cuadro 4. Estimación del PIB de España por la vía de la renta (a precios corrientes, en millones de euros) Concepto

2010

2017

1. Remuneración de asalariados

541.475

547.311

2. Excedente bruto de explotación (rentas mixtas)

445.849

499.011

3. Impuestos netos sobre la producción y las importaciones 93.611

119.997

PRODUCTO INTERNO BRUTO (suma 1-3)

1.166.319

Fuente: Instituto Nacional de Estadística

1.080.935

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 3. El PIB, métodos de estimación y agregados derivados 3.3. Otros agregados económicos

3.3. OTROS AGREGADOS ECONÓMICOS Aun cuando el PIB sea la macromagnitud más utilizada, existen otros agregados económicos útiles para diagnosticar la situación económica de un país. Entre ellos, uno de los más utilizados es el Producto Nacional Bruto (PNB): a diferencia del PIB, que se basa en el principio de territorialidad (es decir, dónde se desarrolla la actividad económica), el PNB adopta la perspectiva del lugar donde reside el propietario de los factores empleados en la actividad económica (y, por lo mismo, hacia dónde se dirigen las rentas que retribuyen esos factores). Hasta los años setenta los organismos internacionales preferían utilizar el PNB, que sustituyeron por el PIB, posteriormente, alegando que el principio de residencia de los factores pierde relevancia en una economía cada vez más globalizada. En principio, cabe suponer que, en cualquier economía, habrá una elevada coincidencia entre ambas macromagnitudes: las discrepancias surgirán si existe una parte importante del capital nacional invertido en el exterior (o del extranjero invertido en el país) y si hay actividad de prestación de servicios en el exterior de mano de obra residente (o en el interior de mano de obra no residente). Cabe esperar, por tanto, que los países en vías de desarrollo tengan un PNB menor que el PIB, al ser demandantes netos de capitales (receptores de inversiones extranjeras), mientras lo contrario sucede en los países industrializados. De cuanto se ha dicho se deriva que es fácil obtener el PNB a partir del PIB, simplemente agregando el cobro de las rentas primarias de los factores residentes provenientes del exterior y deduciendo el pago por las rentas primarias de los factores no residentes que se pagan al exterior. Es decir, PNB (pm) = PIB (pm) + RPN (5) Siendo RPN las rentas primarias netas provenientes del exterior (que, a su vez, expresan la diferencia entre las rentas de los factores provenientes del resto del mundo y las rentas de los factores pagadas al resto del mundo). El Cuadro 5 reproduce los cálculos para el caso español del PNB. Cuadro 5. Derivación de otras magnitudes de España (en millones de euros) Concepto

2010

2017

PRODUCTO INTERIOR BRUTO

1.080.935

1.166.319

Rentas primarias netas procedentes del resto del mundo

–15.155

–1.273

PRODUCTO NACIONAL BRUTO

1.065.780

1.165.046

Transferencias corrientes netas procedentes del resto del mundo –12.718

–10.306

RENTA NACIONAL DISPONIBLE BRUTA

1.053.062

1.154.740

– Consumo de capital fijo

182.025

202.816

RENTA NACIONAL DISPONIBLE NETA

871.037

951.924

Fuente: Instituto Nacional de Estadística Como se ha señalado páginas atrás, es posible pasar de valores brutos a valores netos de una macromagnitud con solo deducir el consumo de capital fijo. De este modo, se pueden derivar tanto el Producto Interior Neto (PIN) como el Producto Nacional Neto (PNN) a partir del PIB y del PNB, respectivamente. Es decir, PIN (pm) = PIB (pm) – CCF (6) PNN (pm) = PNB (pm) – CCF (7) Siendo CCF el consumo de capital fijo. Conviene advertir que al PNB se le denomina, en ocasiones, Renta Nacional Bruta (RNB) y al PNN, Renta Nacional Neta (RNN). La anterior precisión abre paso a un agregado de notable relevancia: la Renta Nacional Bruta Disponible (RNBD), también denominada Renta Disponible. Por tal se entiende la capacidad de gasto de una economía. Una parte de esa capacidad de gasto se derivará de las rentas percibidas por el servicio de sus factores de producción (empleados tanto en el mercado doméstico como en el resto del mundo), que quedan recogidas en la estimación de la RNB (o, equivalentemente, del PNB). Ahora bien, de forma adicional, el país puede recibir transferencias corrientes del exterior (o pagar transferencias corrientes al exterior) que alteren su capacidad de gasto. Por ello, la RNBD se estima como el resultado de agregar a la RNB las transferencias corrientes netas (también denominadas rentas secundarias netas) procedentes del exterior (de nuevo, cuadro 5). Es decir, RNBD (pm) = PNB (pm) + TCN (8) Siendo TCN las transferencias corrientes netas procedentes del exterior (a su vez, resultado de sumar las transferencias corrientes cobradas y restar las transferencias corrientes pagadas al exterior). Esas transferencias corrientes netas se denominan en la Balanza de Pagos las rentas secundarias netas (véase Lección 7). De igual modo, aunque es menos utilizado, cabría definir la Renta Nacional Neta Disponible (RNND), RNND (pm) = PNN (pm) + TCN (9) La capacidad de gasto de una economía (es decir, su RNBD) se puede emplear bien en consumo, bien en ahorro. Por tanto, el ahorro nacional

bruto (ANB) será la resultante de deducir a la RNBD el gasto realizado en consumo final. Dado que se trata de una diferencia, el signo es indeterminado: puede ser positivo si la RNBD es superior al consumo final o negativo en caso contrario. Es decir, ANB = RNBD – CF (10) El ahorro nacional bruto constituye la fuente de financiación básica de la inversión. No obstante, pueden existir transferencias de capital recibidas del exterior que complementen el ahorro nacional bruto y, al tiempo, transferencias de capital pagadas al exterior que detraigan parte de la capacidad de financiación del ahorro nacional bruto. Así pues, la financiación de la actividad inversora vendrá dada por la suma del ANB y las transferencias de capital netas procedentes del exterior (que ya recogen la diferencia entre las transferencias de capital cobradas y pagadas al exterior). Si la inversión (la formación bruta de capital en términos de contabilidad nacional) es superior a la capacidad nacional de financiación, el país tendrá necesidad de financiación, que se resolverá a través de un incremento de sus pasivos (o disminución de sus activos) frente al exterior; y, a la inversa, si la capacidad de financiación de la inversión supera a la inversión efectivamente realizada, habrá una capacidad de financiación no ejecutada, lo que supone que se incrementan los activos (o disminuyen los pasivos) frente al exterior. Es decir, ANB + TNC – FBC = Capacidad de financiación (+) o Necesidad de financiación (–) (11) Como se estudiará en la Lección 7, la capacidad o necesidad de financiación altera la posición frente al exterior de una economía abierta, teniendo reflejo en su balanza de pagos.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 4. Comparaciones en el tiempo y en el espacio 4.1. Operaciones básicas con series temporales

4.1. OPERACIONES BÁSICAS CON SERIES TEMPORALES Una de las características más centrales de la economía como ciencia es que su objeto de análisis evoluciona y cambia con el tiempo, lo que afecta también a las variables a través de las que se expresa la actividad económica. Por este motivo, para detectar tendencias o interpretar los datos en su evolución, el economista está obligado a trabajar con series temporales; es decir, con variables que evolucionan a lo largo del tiempo. Para facilitar el análisis, la economía aplicada ha desarrollado un instrumental para el tratamiento de series temporales, que aquí solo se presentará en sus componentes más sencillos e introductorios. Cuadro 6. Tasas de crecimiento, índice y deflactor del PIB de India PIB (millones de dólares a precios corrientes)

Tasa de crecimiento interanual (%)

Índice del PIB a precios corrientes (base 100 en 2000)

PIB (US$ a precios constantes de 2010)

Deflactor implícito

2000

462.147

100

802.754

57,5

2001

478.965

3,63

103,6

841.479

56,9

2002

508.069

6,07

109,9

873.489

58,1

2003

599.593

18,01

129,7

942.148

63,6

2004

699.689

16,69

151,4

1.016.795

68,8

2005

808.901

15,60

175,0

1.111.202

72,8

2006

920.316

13,77

199,1

1.214.143

75,8

2007

1.201.112

30,51

259,8

1.333.146

90,1

2008

1.186.953

-1,17

256,8

1.385.018

85,7

2009

1.323.940

11,54

286,4

1.502.465

88,1

2010

1.656.617

25,12

358,4

1.656.617

100,0

2011

1.823.050

10,04

394,4

1.766.589

103,2

2012

1.827.638

0,25

395,4

1.862.981

98,1

2013

1.856.722

1,59

401,7

1.981.953

93,6

2014

2.039.127

9,82

441,2

2.128.821

95,7

2015

2.102.391

3,10

454,9

2.302.414

91,3

2016

2.274.230

8,17

492,1

2.466.177

92,2

2017

2.600.818

1436

562,7

2.630.947

98,8

Fuente: Banco Mundial, World Development Indicators, https://databank.worldbank.org/data/source/world-development-indicators# Cuando se trabaja con una variable que evoluciona en el tiempo, una primera información relevante se refiere a su comportamiento dinámico: cuánto crece cada año o en promedio a lo largo de un período. La tasa de crecimiento de una variable entre dos momentos sucesivos es fácil de estimar: es la proporción que supone la variación respecto al valor de partida en el tramo de tiempo considerado (generalmente expresado en términos porcentuales). Es decir,

(12) Siendo V el valor de la variable y t el año (o el tramo de tiempo) considerado. Por ejemplo, en la columna 1 del cuadro 6 se representa la evolución del PIB corriente de India, entre los años 2000 y 2015. Pues bien, la tasa de crecimiento interanual correspondiente al año 2010 será la variación porcentual del PIB en ese año respecto al precedente (columna 2), esto es:

El mismo procedimiento habría que utilizar para estimar la tasa de crecimiento acumulada a lo largo de un período: en este caso dividiendo el crecimiento agregado por el valor inicial del período en cuestión (generalmente en términos porcentuales). Es decir,

(13) En el ejemplo contenido en el cuadro 6, la tasa de crecimiento acumulativa del período 2010-2017 será:

Ahora bien, en ocasiones no se trata de analizar tanto la tasa de crecimiento acumulada de un período cuanto la tasa interanual promedio a lo largo de un período. En principio, cabría la posibilidad de estimar la tasa de crecimiento de cada año y estimar la media dividiendo por el número de años. Esta es la tasa promedio simple. Es decir,

(14) En el ejemplo adoptado, la tasa promedio simple de crecimiento interanual del PIB a precios corrientes, durante el período 2000-2017 será (media de las tasas de la columna 2) igual a 11%. Puede comprobarse, sin embargo, que, si se sometiese la variable a esa tasa de crecimiento continuada a lo largo de los años del período, a partir del PIB de 2000, no se obtendría exactamente el PIB del año 2017. La razón es sencilla: al emplear la tasa media simple no se está tomando en cuenta el efecto de acumulación del PIB a lo largo del tiempo. Es decir, no se considera el hecho de que la tasa de crecimiento opera sobre una base sucesivamente acrecentada. Para corregir esta limitación es necesario acudir a la tasa promedio acumulativa, que utiliza para su estimación la fórmula del interés compuesto. Se entiende como tasa promedio acumulativa aquella a la que debiera crecer regularmente la variable a lo largo del tiempo para transitar desde el valor inicial al valor final del período. Pues bien, supóngase una variable que crece a una tasa anual acumulativa promedio de r a lo largo de tres años; el valor de la variable evolucionará en el siguiente sentido:

Así pues, en general

(15) En consecuencia, si se conocen los valores de la variable en los momentos inicial y final del período, se puede estimar la tasa promedio acumulativa, que puede expresarse como:

(16) En el caso del ejemplo adoptado (PIB corriente en el período 2000-2017), la tasa de crecimiento promedio acumulativa será, por tanto:

En ocasiones no se desea tanto conocer las tasas de crecimiento de una variable cuanto tener una idea fácilmente observable de su evolución en el tiempo. Algo que puede verse obstaculizado por la mera expresión de las magnitudes absolutas de la variable, que en ocasiones son muy elevadas. Una forma de resolver este problema es construir un índice simple: esto es, un indicador que muestre la variación de la variable en el tiempo en relación con el valor que esta adopta en un año dado (llamado año base). Así pues, para elaborar un índice se otorga un valor convenido al año base (generalmente 100) y se calculan las magnitudes correspondientes al resto de los años como proporciones porcentuales respecto al año base. Es decir, si se considera el año 0 como base, el valor del índice correspondiente al año t será:

(17) En la columna 3 del cuadro 6 se contiene el resultado de realizar esta operación con el PIB pm a precios corrientes, utilizando 2000 como año base. Por último, en ocasiones no interesa tanto el índice de una variable cuanto de un conjunto de variables, con pesos diferenciados en el total: se trata de construir, por tanto, un índice compuesto. Es el caso, por ejemplo, de la estimación de un índice de precios, en el que se ha de considerar la evolución del precio de cada uno de sus componentes, ponderados por el peso que cada uno de ellos tiene en la demanda. En ese caso, el índice compuesto será:

(18) Siendo ai las ponderaciones correspondientes a cada uno de los componentes del índice.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 4. Comparaciones en el tiempo y en el espacio 4.2. Variables reales y nominales

4.2. VARIABLES REALES Y NOMINALES Una de las consecuencias de trabajar con variables económicas que cambian en el tiempo es que, habitualmente, se ven afectadas por alteraciones en sus precios. Este fenómeno puede hacer que aparezca como crecimiento de una variable lo que no es sino una elevación de su precio en el mercado. Por ejemplo, en el año 2002, la inflación de Argentina llegó a más de un 40%, esto quiere decir que solo debido a este factor el PIB nominal creció en una tasa similar, sin que ello haya supuesto aumento alguno en la renta efectiva de la economía argentina o en el bienestar material de sus ciudadanos. Este hecho es el que obliga a distinguir entre variables valoradas a precios corrientes (o nominales) y a precios constantes (o reales). En el primer caso la variable se expresará a los precios propios de cada momento, mientras que en el segundo caso se tratará de descontar el cambio que hayan experimentado los precios, tomando como criterio de valoración para todo el período los precios de un año base. En suma, se parte de que el valor corriente de una variable V es el resultado de la cantidad producida Q por su precio P. De modo que el valor en dos períodos (0 y t) del tiempo será,

(19) Si se comparan directamente las variables corrientes Vt y V0 se estará considerando tanto la evolución que sufre Q como la que experimentan los precios, P. Así pues, si se quiere tener una apreciación de la evolución real de la variable habrá que eliminar el efecto de los precios. La forma más simple de conseguir este resultado es convirtiendo la variable V de precios corrientes a precios constantes (adoptando, por ejemplo, los propios del año de base). Es decir, V*t = Qt Po (20) Lo cual es resultado de dividir el valor corriente de la variable por sus precios en el momento t y multiplicándola por los precios propios del año base. Es decir,

(21) Donde V* expresa la variable a precios constantes. En este caso se podrá comparar V0 con V*t sabiendo que se ha eliminado el efecto de los precios. Conviene llamar la atención sobre el hecho de que el cociente de precios que figura en el denominador de (21) expresa un índice de precios (véase expresión 18). Lo que sugiere una forma general de pasar de valores corrientes a valores constantes de una variable: basta con dividir los valores corrientes por el índice de precios. Es decir,

(22) Volviendo al ejemplo adoptado de India, el PIB a precios constantes del año 2010 figura en la columna 4 del cuadro 6. El deflactor implícito con el que se obtuvo ese PIB a precios constantes es el que figura en la columna 5. De hecho, si se multiplican las columnas 4 y 5 se obtendrá el valor del PIB corriente (columna 1). Y, a la inversa, si se divide la serie en precios corrientes por el deflactor se obtiene el PIB a precios constantes (columna 4).

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 4. Comparaciones en el tiempo y en el espacio 4.3. Comparaciones en el espacio

4.3. COMPARACIONES EN EL ESPACIO En un mundo compuesto por países con monedas diferentes es necesario plantearse el modo más adecuado de realizar las comparaciones entre países. Una primera solución posible consiste en reducir los valores de las variables objeto de comparación a una moneda común, a través de los respectivos tipos de cambio nominales. Así, por ejemplo, si se toma (como suele hacerse) el dólar estadounidense como unidad de cuenta para las comparaciones internacionales, bastará por convertir las variables del país objeto de estudio a dólares corrientes, a través de tipos de cambio nominal. Por ejemplo, en el caso del PIB, basta con dividir su expresión en moneda nacional por el tipo de cambio respecto al dólar (expresado como moneda nacional por dólar). Es decir:

(23) Por ejemplo, en el año 2013 la población de Argentina fue de 41,45 millones de personas, su PNB de 3.281 millones de pesos a precios corrientes y el tipo de cambio oficial con el dólar fue de 5,5 pesos. Aplicando la fórmula anterior, el PNB per cápita en dólares será de en torno a 14.390. La conversión parece sencilla, pero pueden existir dudas acerca de su pertinencia, debido a las características del tipo de cambio nominal como factor de conversión. En primer lugar, porque en multitud de ocasiones los gobiernos inciden sobre el valor del tipo de cambio, alejándolo de las condiciones de equilibrio. En segundo lugar, es posible que el tipo de cambio exprese adecuadamente las correspondencias entre el valor de los bienes y servicios objeto de comercio exterior, pero es difícil que pueda desempeñar esa labor de conversión para aquellos ajenos a la competencia internacional (como la vivienda, el servicio de transporte urbano, los peluqueros o los servicios de una casa de comidas). Existe la evidencia, por lo demás, de que en los países en desarrollo estos bienes son notablemente más baratos de lo que se derivaría de su traducción a precios internacionales a través del tipo de cambio nominal. En suma, el recurso al tipo de cambio tenderá a subestimar las rentas reales de los países más pobres. Conscientes de estas dificultades, diversos investigadores e instituciones internacionales dedicaron esfuerzos a definir unos precios internacionales que permitiesen una comparación más fiable de la renta real de los diversos países. Estos ensayos comenzaron con los trabajos de Naciones Unidas a través del Programa de Comparaciones Internacionales, que determinaron precios comparables de un grupo de países, a lo largo del período 1970-1985; posteriormente, los investigadores HESTON y SUMMERS elaboraron una base de datos (las Penn World Tables) con variables básicas de la contabilidad nacional de un grupo amplio de países a precios internacionales comparables en una moneda común; también Angus MADDISON creó una valiosa base de datos con series históricas del PIB de la economía internacional en términos comparables; y, por último, el Banco Mundial se sumó a esa misma tarea, presentando en estos últimos años los datos del PIB en términos internacionalmente comparables para buena parte de los países. A todos estos ensayos es común una misma lógica: encontrar un modo de convertir las diversas monedas nacionales a una divisa internacional, de modo que expresen similares capacidades adquisitivas en los países objeto de comparación. Para que se entienda el proceder, supóngase una economía compuesta únicamente por arroz, que se vende en Argentina a 20 pesos y en Estados Unidos a 2 dólares. Quiere esto decir que con 10 pesos se tiene capacidad de consumir equivalente a la que proporciona un dólar en Estados Unidos. Esta relación expresará la paridad del poder adquisitivo, que puede diferir del tipo de cambio oficial. Por supuesto, en la realidad las cosas son más complejas, ya que el mundo no solo produce arroz. Por ello, el procedimiento de determinación de las paridades del poder adquisitivo comporta construir precios internacionales de una cesta amplia y representativa de bienes y servicios, promediando de acuerdo con el peso que cada uno de ellos tiene en la demanda de los distintos países. La estimación del PIB que se hace a partir de estos precios internacionales se dice que está basada en la paridad del poder adquisitivo (PPA), ya que la conversión a la moneda de referencia asegura similar capacidad adquisitiva. Las estimaciones basadas en la PPA corrigen en gran medida la subvaloración que el tipo de cambio introduce en la valoración del PIB de los países más pobres y, al contrario, corrigen a la baja las valoraciones del PIB de algunos países ricos. No obstante, no existe una regularidad en ese tipo de correcciones, que suelen afectar a todo tipo de países. En el cuadro 7 se ofrece la relación de ejemplos que ilustran lo que se menciona. En algunos casos los desajustes son notables. Por ejemplo, en los casos de India o Indonesia el PIB per cápita en paridad del poder adquisitivo multiplica por tres el correspondiente al que fija el tipo de cambio corriente; y, al contrario, en el caso de Suiza o de Noruega, este último es superior al que fija la paridad del poder adquisitivo. Como tendencia general, la aplicación del PPA tiende a reducir parcialmente las desigualdades entre los países ricos y pobres, respecto a la que se deriva de la utilización del tipo de cambio. Lo cual es acorde con lo señalado páginas atrás acerca de la subestimación que introduce el tipo de cambio en la valoración de los bienes y servicios no expuestos a la competencia internacional en los países más pobres. Cuadro 7: PIB per cápita y PIB per cápita en PPA, 2015

País

PIB per cápita en PPA (dólares) (2)

PIB per cápita en dólares corrientes (1)

(2)/(1)

Ejemplos de países con un PIB per cápita en PPA superior India

1.593

6.104

3,83

Madagascar

401

1.465

3,64

Argelia

4.154

14.688

3,53

Pakistán

1.434

5.010

3,49

Indonesia

3.346

11.057

3,30

Suiza

80.999

62.557

0,77

Australia

56.290

46.270

0,82

Noruega

74.481

62.083

0,83

Dinamarca

53.014

49.020

0,92

Islandia

50.722

47.717

0,94

España

25.684

34.727

1,35

Ejemplos de países con un PIB per cápita inferior

* En dólares estadounidenses Fuente: Banco Mundial, World Development Indicators, https://databank.worldbank.org/data/source/world-development-indicators#

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 5. Distribución de la renta

5. DISTRIBUCIÓN DE LA RENTA Al dividir el PIB agregado por la población de un país, se obtiene el PIB per cápita. Esta variable se suele utilizar como expresiva del nivel de desarrollo del país en cuestión, por cuanto expresa la renta correspondiente al ciudadano o ciudadana promedio. No obstante, el grado de representatividad de esa renta promedio depende crucialmente de cómo se distribuya la renta entre la población: cuanto más desigual sea un país, menor representatividad tiene la renta per cápita. Se trata de un fenómeno importante que un economista debe conocer, pero ¿cómo medir la desigualdad? En principio, existen diversos criterios desde los que contemplar los aspectos distributivos. Así, se aludirá a la distribución funcional de la renta cuando alude a la retribución de los distintos factores que contribuyeron a la producción (rentas salariales, excedente bruto de explotación); se hablará de distribución regional cuando se contempla la asignación de la renta entre los diversos territorios de un país; y, en fin, se aludirá a la distribución personal cuando lo que se persigue es conocer cómo se distribuye la renta entre los hogares. A esta última perspectiva es a la que se aludirá a continuación. Un procedimiento sencillo para visualizar el patrón de distribución personal de la renta de un país es la llamada curva de Lorenz. Para ello es necesario disponer de información acerca de la distribución de la renta entre los hogares en el seno de un país. Por ejemplo, en las dos primeras columnas del cuadro 8 se ofrece la distribución de la renta correspondiente a Brasil y Corea en la primera mitad de los noventa. La información se presenta del siguiente modo: se divide la población en segmentos iguales (en este caso en quintiles), ordenados de acuerdo con su nivel de renta (de menor a mayor) y se le asigna a cada uno de ellos la proporción de la renta total que les corresponde. Las columnas 3 y 4 acumulan para cada segmento la cuota de todos cuantos están por debajo de ese nivel de renta: es decir, la cuota acumulada del quintil tercero será la suma de cuotas de los quintiles primero, segundo y tercero; y la cuota acumulada del último quintil será necesariamente 100. Cuadro 8. Distribución de la renta y curva de Lorenz Quintiles

Brasil Distribución (%)

Corea Distribución (%)

Brasil Acumulado (%)

Corea Acumulado (%)

Primero

2

7

2

7

Segundo

5

13

7

20

Tercero

10

16

17

36

Cuarto

18

22

35

58

Quinto

65

42

100

100

Fuente: Deininger y Squire (1996) A continuación se representa en el eje de ordenadas el porcentaje acumulado de renta y en el de abscisas el porcentaje acumulado de población. La curva de Lorenz representa el porcentaje acumulado de renta que corresponde a cada segmento acumulado de población (gráficos 3 y 4). Obsérvese que, si el país tuviese una distribución plenamente equitativa, a cada segmento de población le debiera corresponder igual cuota de renta (es decir, el 20% de la población debería acumular el 20% de renta, el 40% de población, el 40% de renta y así sucesivamente). De tal modo que la representación de la equidistribución vendría dada por la diagonal. Cuanto más alejada de esa diagonal esté la correspondiente curva de Lorenz, más desigual será la distribución de la renta del país. Es claro que en el ejemplo adoptado Brasil tiene un nivel de desigualdad notablemente superior a Corea. Gráfico 3.– Curva de Lorenz de Brasil

Gráfico 4.– Curva de Lorenz de Corea

Una forma numérica de aproximar de modo sintético la desigualdad es a través del llamado coeficiente de Gini (cuadro 9). El coeficiente de Gini está emparentado con la curva de Lorenz, ya que lo que mide es la relación existente entre la superficie que media entre la curva de Lorenz y la recta de equidistribución y la correspondiente al triángulo que se encuentra por debajo de esa misma recta de equidistribución. Cuanto más desigual sea la distribución de la renta, más alejada estará la curva de Lorenz de la diagonal y, por tanto, mayor será el índice de Gini. En términos teóricos, el índice se mueve entre 0, cuando la renta está equidistribuida, y 1, cuando toda la renta la posee un único segmento de la población. Su expresión algebraica más sencilla es la siguiente:

(24) donde p y q son los porcentajes acumulados de la población y de la renta por estratos de menor a mayor. Si se aplica esta expresión a los datos del Cuadro 8, se confirma que el Índice de Gini de Corea (39,5) es inferior al de Brasil (69,5), lo que indica que los niveles de desigualdad son superiores en el país latinoamericano. Cuadro 9: Distribución de la renta: países más igualitarios y más inequitativos Índice de Gini (1)

IDH (2)

(2017)

IDH ajustado por desigualdad 2017 (3)

Pérdida global [(2-3) ×100]

Índice de desigualdad de género (2017)

10 Países más igualitarios Ucrania

25

0,751

0,701

6,6

0,285

Eslovenia

25,4

0,896

0,841

5,6

0,054

R. Checa

25,9

0,888

0,840

5,3

0,124

Moldavia

26,3

0,700

0,627

10,4

0,226

Kosovo

26,5

-

-

-

-

Eslovaquia

26,5

0,855

0,797

6,8

0,180

Kirguistán

26,8

0,672

0,606

9,8

0,392

Kazajistán

26,9

0,800

0,737

7,9

0,197

Belarusia

27

0,838

0,755

6,5

0,130

Finlandia

27,1

0,920

0,868

5,6

0,058

Sudáfrica

63

0,699

0,467

33,2

0,389

Namibia

59,1

0,647

0,422

34,8

0,472

Zambia

57,1

0,588

0,388

34,1

0,517

Mozambique

54

0,437

0,294

32,7

0,552

Brasil

51,3

0,759

0,578

23,9

0,407

Colombia

50,8

0,747

0,571

23,6

0,383

Guinea-Bissau

50,7

0,455

0,276

39,4

-

Panamá

50,4

0,789

0,623

21,1

0,461

Honduras

50

0,617

0,459

25,6

0,461

Congo

48,9

0,606

0,469

22,6

0,578

España

36,2

0,891

0,754

15,4

0,080

10 Países más desigualitarios

Fuente: Banco Mundial (World Development Indicators) y PNUD (Informe sobre el Desarrollo Humano 2018) Nota: La selección de países en el cuadro se ha realizado entre aquellos con información estadística disponible posterior al año 2010. Como se puede derivar de la información disponible (columna primera del cuadro 9), los niveles mayores de igualdad se registran en los países desarrollados (particularmente, entre los nórdicos) y en algunos países de antigua economía planificada; por el contrario, los niveles más elevados de inequidad se dan en países de América Latina y en África Subsahariana. Obsérvese que no necesariamente coinciden los países más pobres con los más desiguales: es el caso, por ejemplo, de Colombia o Brasil, que son países de alta desigualdad, pero de nivel de renta medio alta.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 6. Indicadores de Desarrollo Humano

6. INDICADORES DE DESARROLLO HUMANO En diversas ocasiones se ha tratado de elaborar un indicador que aproximase el nivel de desarrollo de los países de una manera más completa que el PIB per cápita. Un avance notable en ese sentido se produjo en la década de los noventa, cuando el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) propuso el índice de desarrollo humano (IDH), como forma de hacer operativa su nueva visión del desarrollo. Una visión que identifica el desarrollo con un proceso de ampliación de las capacidades y de las opciones de las personas para hacer aquello que valora. Sin duda, los ingresos son uno de los condicionantes de esas capacidades y opciones, pero no es la única dimensión relevante: las personas también buscan vivir una vida sana, tener acceso a la formación, disfrutar de la libertad o ser tratados con dignidad. Por ello, el nuevo concepto trata de integrar otros logros, distintos de los estrictamente económicos, que son cruciales para el desarrollo de la vida de las personas. Hay ámbitos que son difíciles de traducir a un indicador cuantitativo que suscite consenso, por ese motivo el IDH se construye sobre tres dimensiones que se consideran centrales para el ser humano: disfrutar de una vida larga y saludable, tener acceso a los procesos de educación para la ampliación de conocimientos y capacidades, y disponer de medios materiales para llevar una existencia digna. Esas tres dimensiones han estado en la definición del IDH desde su origen, en 1990, aun cuando los indicadores con los que se aproximan esas dimensiones han sufrido algún cambio en el período considerado. En la actualidad, las tres dimensiones que componen el IDH –salud, educación y recursos – se traducen en los siguientes indicadores: la salud viene medida a través de la esperanza de vida promedio al nacer; la educación, a través de la media aritmética de dos indicadores, los años de educación promedio y los años esperados de instrucción; y los recursos se miden a través del PNB per cápita en PPA. Al tratarse de medidas diferentes, es necesario normalizar los valores de cada una de ellas para obtener el índice agregado. Para ello, se ponen los valores propios de cada país en relación con la escala de valores máximos y mínimos a escala internacional (Cuadro 10). Cuadro 10. Valores máximos y mínimos para el cálculo del IDH (2017) Indicador

Valor máximo

Valor mínimo

Esperanza de vida

85

20

Años de educación promedio

15

0

Años esperados de instrucción 18

0

PNB per cápita en PPA

100 dólares

75.000 dólares

Fuente: PNUD, Informe Sobre Desarrollo Humano 2018 Posteriormente, se aplica la siguiente fórmula para averiguar el correspondiente valor para cada uno de los índices de país:

Identificado el valor de cada componente, el IDH se calcula como la media geométrica de los índices de las tres dimensiones. Es decir

Así, por ejemplo, adoptemos como caso de estudio Egipto que, de acuerdo con los datos originarios del PNUD, tiene una esperanza de vida al nacer de 71,66 años, 7,2 años promedio de educación, 13,1 años esperados de educación y un PNB per cápita en PPA de 10.355 dólares. Pues bien, el Índice de Salud será:

En cuanto al nivel educativo, habrá que considerar los dos componentes: los años de educación promedio (AEP) y los años esperados de educación (AEE). Es decir:

El Índice de educación se obtiene referido a la media aritmética de los dos indicadores anteriores. En concreto el valor del país será:

Por último, el Índice de renta se construye con un procedimiento similar, pero referido al logaritmo neperiano de los valores correspondientes al PNB per cápita en PPA. Es decir, en el caso considerado:

Por último, el IDH se obtiene como media geométrica de los tres componentes. Es decir:

El procedimiento seguido sitúa a cada país en una posición relativa respecto al conjunto de la comunidad internacional, moviéndose el IDH entre 0 y 1, de menor a mayor desarrollo humano. De acuerdo con los datos de 2017, la relación internacional la encabeza Noruega, con un IDH de 0,953, y la cierra Níger, con un IDH de 0,354. Los países están organizados en cuatro agregados, de acuerdo en que su IDH sea muy alto, alto, medio o bajo (véase Lección 3). En esta relación, España ocupa el puesto 27, con un IDH de 0,884. Si se quiere apreciar el desarrollo humano es importante conocer también cómo se distribuyen los logros económicos y sociales entre la población: una observación que conduce, de nuevo, a considerar los problemas relacionados con la desigualdad. En una aportación reciente el PNUD ha incorporado un factor de corrección de los indicadores (y, particularmente, del IDH) asociado a la desigualdad: tal factor se expresa a través del cociente entre la media geométrica y la media aritmética de las correspondientes distribuciones. Cuanto más desigual

sea la distribución, menor es el cociente entre ambas medias, de modo que corrige a la baja el resultado obtenido en cada uno de los indicadores. El cuadro 9 ofrece el valor del IDH de cada uno de los países contemplados y el IDH ajustado por la desigualdad. Como se puede observar, esta última medida desciende notablemente en los países más desiguales, revelando que para mejorar el desarrollo no basta con elevar los logros sociales, es necesario también distribuirlos adecuadamente. De entre las desigualdades que rigen en la sociedad, hay una que afecta transversalmente a todos los estratos sociales y es la que remite a las diferencias entre hombres y mujeres: las desigualdades de género. También el PNUD ha dedicado atención a este aspecto crucial y a las formas de medirlo (Recuadro 2). En el cuadro 9 se ofrece información de este indicador, referido a los países más y menos equitativos en su distribución.

Recuadro 2 EL ÍNDICE DE DESIGUALDAD DE GÉNERO El Índice de Desigualdad de Género (IDG) es un índice compuesto que mide la pérdida de logros en tres dimensiones del desarrollo humano: la salud reproductiva, el empoderamiento y el mercado laboral, debido a la desigualdad entre hombres y mujeres. Se calcula a partir de cinco indicadores: la tasa de mortalidad maternal (proporción entre la cantidad de muertes maternas y la cantidad de nacidos vivos en un año determinado, expresada por cada 100.000 nacidos vivos); la tasa de fecundidad adolescente (cantidad de nacimientos de mujeres de 15 a 19 años, expresados por cada 1.000 mujeres de esa misma edad); los escaños en el parlamento (proporción de escaños en poder de las mujeres en una cámara baja o única o en una cámara alta o senado, expresado como el porcentaje del total de escaños); la población con, al menos, educación secundaria completa (porcentaje de la población de 25 años y mayor que ha recibido educación secundaria completa); y la tasa de participación en la fuerza de trabajo (proporción de la población económicamente activa del país que participa en el mercado laboral, ya sea trabajando o buscando trabajo, expresado como porcentaje de la población económicamente activa).. El mayor valor en el IDG en 2017 le corresponde a Suiza (con un IDG de 0,039) y el valor con una desigualdad de género más elevada le corresponde a Yemen (con un IDG de 0,834). En términos generales, aquellos países cuyo nivel de desarrollo humano es bajo y está mal distribuido suele ser alta también la desigualdad entre hombres y mujeres. No obstante, la correspondencia no es perfecta y hay países con alto ingreso, pero menor desarrollo humano (como Kuwait o Qatar) y, a la inversa, países con limitado ingreso, pero apreciable desarrollo humano (como Cuba o Tonga); países con apreciable desarrollo humano, pero con niveles de desigualdad relativamente altos (como Brasil, Namibia o Panamá) y, al contrario, países relativamente equitativos, pero con menor desarrollo humano (como Eslovaquia o Bielorrusia); y, en fin, países de alto nivel de desarrollo y destacable desigualdad de género (como Australia, Irlanda o Estados Unidos) y, a la inversa, países que mejoran su posición relativa cuando se considera la equidad de género (como Eslovenia).

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 ARANZADI

Este PDF contiene 7. Recapitulación, p.RB-1.12 8. Glosario, p.RB-1.13 9. Orientación bibliográfica, p.RB-1.14 10. Enlaces de Interés, p.RB-1.15

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 7. Recapitulación

7. RECAPITULACIÓN La Lección pretende introducir el instrumental básico del análisis económico aplicado, requisito para desenvolverse en el resto de los apartados del libro. La Lección comienza con una presentación de los agregados económicos más centrales derivados de la contabilidad nacional, utilizando para ello la metodología que proporciona el SEC-2010. Se analiza, en primer lugar, el circuito de la renta para conocer la función de los diversos sectores institucionales y de los mercados implicados, lo que permite aproximar intuitivamente las diversas vías de estimación del PIB. No obstante, antes de entrar en la definición de esa macromagnitud, se trata de clarificar la distinción entre producción total y la producción final, introduciendo el concepto del valor añadido, base para la estimación del PIB. El siguiente epígrafe se dedica a analizar el PIB y los agregados derivados. Primero se define el PIB y se analizan sus limitaciones como agregado central para medir el nivel de bienestar material de un país. Conocido el concepto, se discuten las tres vías para acceder a esa macromagnitud –demanda, oferta y renta–, considerando los diversos componentes implicados en cada una de estas opciones. El epígrafe termina con una alusión a las principales macromagnitudes derivadas del PIB, dedicando especial atención al Producto Nacional Bruto, la Renta Disponible y el Ahorro Nacional Bruto. Tras conocer las principales macromagnitudes de la contabilidad nacional, se introducen las técnicas básicas para realizar comparaciones intertemporales e internacionales de variables económicas. En el primer caso es obligado saber cómo derivar de una variable que evoluciona en el tiempo su índice, determinar tasas de crecimiento interanuales y acumulativas y distinguir entre valores a precios corrientes y a precios constantes, deflactando la serie. El segundo caso lleva a discutir los problemas que plantea la conversión de valores expresados en monedas diferentes. Tras analizar los inconvenientes de recurrir al tipo de cambio nominal, se presenta el concepto de la paridad del poder adquisitivo como criterio más solvente de comparación internacional. De tanta relevancia como conocer el PIB de una economía es saber cómo se distribuye entre su población. Para aproximar la desigualdad de una manera fácilmente visualizable se presentan la curva de Lorenz y el indicador sintético derivado: el índice de Gini. Por último, la Lección termina con una alusión al concepto de desarrollo humano y a su traducción operativa a través del índice de desarrollo humano (IDH), como indicador más complejo e integrador de dimensiones distintas a las estrictamente económicas en la medición del bienestar material de una sociedad.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 8. Glosario

8. GLOSARIO • Producción: flujo de todos los bienes y servicios generados por las unidades económicas. Si el flujo suma el valor de todos los bienes y servicios generados se hablará de producción total, y si se deducen los consumos intermedios se estará ante la producción final. • Valor añadido: es el valor generado por una unidad económica como consecuencia del proceso productivo. Es igual, por tanto, a la diferencia entre el valor de la producción total y el de los consumos intermedios requeridos para generar esa producción. • Consumo final: valor de los bienes y servicios dirigidos a satisfacer directamente las necesidades individuales y colectivas. Cabe distinguir entre consumo individual, que es el que hacen los hogares, y consumo colectivo, que es el correspondiente a las Administraciones Públicas. Conviene distinguirlo también del consumo intermedio, que se refiere a los bienes y servicios empleados como insumos en el proceso productivo. • Formación bruta de capital: es el esfuerzo productivo realizado en el presente para ser empleado en otros ciclos productivos. Está integrado por dos componentes básicos: la formación bruta de capital fijo, que son los bienes duraderos adquiridos con la intención de ser empleados en periodos productivos ulteriores, y la variación de existencias, que son bienes producidos y no consumidos en manos de las unidades productivas, así como la adquisición y cesión de objetos valiosos tales como obras de arte. El SEC-2010 considera también como parte de la formación bruta de capital la capitalización de la inversión en actividades de Investigación y Desarrollo y en armamento. • Exportaciones: bienes y servicios generados por unidades residentes, puestos a disposición para su consumo por unidades no residentes. El flujo inverso es el que componen las importaciones, que son bienes y servicios generados por unidades no residentes y adquiridos para su consumo por unidades residentes. • Remuneración de asalariados: son los pagos en dinero o en especie realizados por los empleadores como remuneración por un trabajo asalariado. Incluye, además de los sueldos y salarios, las cotizaciones a la Seguridad Social. • Excedente bruto de explotación: parte del valor añadido que resta una vez que se produce la remuneración de asalariados. Se considera como la retribución del capital en sus diversas modalidades (beneficio, interés, alquileres). Dentro del excedente bruto de explotación se suelen considerar las rentas mixtas, que son aquellas en que no es discernible la parte que corresponde al trabajo y la que corresponde al capital. • Producto Interior Bruto: corriente de bienes y servicios finales producidos por los factores que operan en un territorio a lo largo de un período de tiempo dado (generalmente, un año). Si en lugar de utilizar el criterio de territorialidad se emplease el de residencia de los factores, se obtendría el Producto Nacional Bruto, que deriva de sumar al PIB las rentas netas de los factores procedentes del exterior. • Gasto Nacional Bruto Disponible: expresa la capacidad de gasto de los residentes en un país

y resulta de agregar al PNB las transferencias netas procedentes del exterior. • Deflactar una serie: es convertir una serie de precios corrientes a precios constantes, lo que supone dividir la variable por su índice de precios (en términos unitarios). • Índice de Desarrollo Humano (IDH): indicador creado por el PNUD para medir el nivel de desarrollo de los países. Considera tres grandes dimensiones en composición: los ingresos, aproximados por el PIB per cápita en paridad del poder adquisitivo; la salud, medida a través de la esperanza de vida; y la educación, como media geométrica de los años promedio de educación y de los años esperados de educación.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 9. Orientación bibliográfica

9. ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA Un desarrollo más detenido de los aspectos relacionados con la contabilidad nacional y con el manejo de los agregados económicos puede encontrarse en una colección de manuales especializados, entre los cuales cabría señalar el de Belén IRÁIZOZ, Cándido MUÑOZ CIDAD y Manuel RAPÚN Las Cuentas de la Nación. Introducción a la Economía Aplicada, cuarta edición, Civitas, Madrid, 2013. Para tener una idea de las limitaciones que tiene el PIB como forma de expresar el nivel de progreso de un país, puede consultarse David PILLING, El delirio del crecimiento, Taurus, Barcelona, 2019; un libro más analítico sobre este mismo tema es el de Marc FLEURBAEY y Didier BLANCHET, Beyond GDP. Measurig welfare and assessing sustainability, Oxford, Oxford University Press, 2013. Para acercarse a la perspectiva del desarrollo humano pueden seguirse los Informes sobre el desarrollo humano, que el PNUD publica anualmente, con un análisis monográfico y un anexo estadístico amplio. De particular interés es la edición de 2014 del Informe sobre Desarrollo Humano, por cuanto expone con detenimiento las innovaciones tanto doctrinales como metodológicas asociadas a la renovada medición del IDH y de otros indicadores relacionados. No obstante, si se quiere profundizar en la concepción del desarrollo humano, la mejor recomendación es el libro de Amartya SEN Desarrollo y Libertad, Editorial Planeta, Barcelona, 2000 (especialmente los capítulos 2, 3 y 4). En cuanto a la búsqueda de información estadística, una base de datos muy útil son las Penn World Tables http://pwt.econ.upenn.edu/ o las que con más amplio recorrido histórico ofrece Maddison www.ggdc.net/maddison/, si bien estas terminan en 2008 y se están tratando de prolongar las series tras la muerte de su inspirador. También el Banco Mundial ofrece en sus Indicadores de Desarrollo Mundial una amplia y útil base de datos, que es de libre acceso http://www.worldbank.org/data/.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 10. Enlaces de Interés

10. ENLACES DE INTERÉS • Para identificar series del PIB a paridad del poder adquisitivo es útil recurrir a las Penn World Tables http://pwt.econ.upenn.edu/. Una de las fuentes básicas de información económica internacional son los World Development Indicators que elabora el Banco Mundial: http://www.worldbank.org/data/. • Si además de la información sobre variables económicas se pretende acceder a indicadores sociales, una de las mejores fuentes es el PNUD, que además proporciona los datos del IDH y algunos indicadores de género: www.undp.org. • Una base interesante y relativamente homogeneizada sobre desigualdad puede encontrarse en UNU/WIDER World Income Inequality Database http://www.wider.unu.edu/wiid/wiid.htm. • Finalmente, los datos referidos a España, tanto económicos como sociales, se pueden obtener en la página web del Instituto Nacional de Estadística: www.ine.es.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 ARANZADI

Este PDF contiene 11.2. Estimar el IDH, p.RB-1.17 11.3. Curva de Lorenz e índice Gini, p.RB-1.18 1. Introducción, p.RB-2.1 2.1. De las décadas finiseculares del ochocientos a la Primera Guerra Mundial: El final del cosmopolitismo, p.RB-2.2

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 11. Prácticas 11.2. Estimar el IDH

11.2. ESTIMAR EL IDH Constituye una práctica interesante construir el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de países de niveles de desarrollo contrastado. Entrando en la página web del PNUD www.undp.org se pueden obtener los indicadores correspondientes a cada uno de los componentes del IDH. Se pueden conformar grupos con los alumnos y asignar a cada grupo un país, asegurando que haya representantes de los diversos niveles (bajo, medio y alto) de desarrollo humano. Cada grupo debiera estimar el IDH correspondiente al país asignado, siguiendo el procedimiento que se explica en el epígrafe 6 de la Lección. Una vez estimado el IDH se establece el ranking de los países estudiados y se procede a comparar con el que resultaría de ordenarlos exclusivamente en función del PIB per cápita en paridad del poder adquisitivo. Posteriormente, la clase debe discutir a qué se pueden deber las discrepancias en las ordenaciones respectivas.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 1. Medición de la actividad económica (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 11. Prácticas 11.3. Curva de Lorenz e índice Gini

11.3. CURVA DE LORENZ E ÍNDICE GINI El Banco Mundial www.worldbank.org ofrece información sobre la población y el PIB per cápita de los diversos países del mundo. Bajo el supuesto de que la población de cada país tuviese la renta que resulta del PIB per cápita nacional, esta práctica pretende que los alumnos construyan la curva de Lorenz y el índice Gini de la economía mundial. Para ello se divide la clase en tres grupos. El primero distribuye la población mundial en deciles de acuerdo con el PIB per cápita del país al que pertenecen, de menor a mayor nivel de desarrollo. El segundo grupo establece los estratos acumulativos de renta y población que les corresponde a cada decil y traslada los datos a una curva de Lorenz. Finalmente, el tercer grupo estima el índice de Gini derivado de esos datos. Una vez realizado el ejercicio, los alumnos deben discutir el nivel de desigualdad resultante, poniéndolo en relación con los índices de Gini de los diversos países de los que se tienen datos.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 1. Introducción

1. INTRODUCCIÓN «Corto» –en el sentido de Hobsbawm, esto es, flanqueado por las dos cesuras temporales de la Primera Guerra Mundial (1914-18) y la caída del muro de Berlín en 1989– o «largo», contemplado en toda su cronología, el siglo XX constituye un período de perfiles excepcionales en distintos órdenes, incluido, de un modo además muy destacado, en el de la evolución de la economía mundial. Cien años en los que se ha multiplicado como nunca antes la renta per cápita de una población mundial también muy recrecida, al tiempo que se acentuaba el proceso de urbanización y cambiaba, como corresponde al crecimiento económico moderno descrito por Kuznets, la estructura internacional de la producción; en los que ha variado, igualmente, el centro de gravedad de la economía mundial y se han formado bloques regionales de comercio que concentran los intercambios entre países; y en los que, merced a un desarrollo tecnológico sin precedentes, se han interconectado los mercados de bienes y de servicios, los mercados reales y financieros, hasta constituir el fenómeno de la globalización el rasgo más distintivo del tránsito al siglo XXI. Pero también ha sido un siglo en el que las distancias de bienestar entre países se han hecho más agudas –aquí no sería anglicismo decir dramáticas–, y en el que las bolsas de miseria urbana, en los países pobres como en muchos de los considerados ricos, apenas si mejoran el escenario malthusiano de épocas anteriores. Este capítulo aspira a ofrecer una perspectiva alargada del siglo XX –arrancando del XIX, y adentrándose en el XXI– que sirva de marco de referencia a las lecciones que siguen. Se parte, en el epígrafe inmediato, de un sucinto análisis de las cuatro grandes fases que pueden distinguirse en el desarrollo de la economía mundial a lo largo del último siglo y medio, tratando de entresacar los rasgos y tendencias más comunes de cada una. A continuación, se presenta un breve apunte cuantitativo de la economía mundial desde finales del siglo XIX hasta hoy, tanto desde la óptica del crecimiento de la renta como de su distribución y de los grandes cambios estructurales que han acompañado un progreso económico tan intenso como desigual: cambios en la demografía, la estructura sectorial de la producción, el comercio y la importancia y el papel del Estado en la economía. Un epígrafe de recapitulación, sin mayor ánimo conclusivo, cierra la lección.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 2. Las grandes etapas del siglo XX y los comienzos del XXI 2.1. De las décadas finiseculares del ochocientos a la Primera Guerra Mundial: El final del cosmopolitismo

2.1. DE LAS DÉCADAS FINISECULARES DEL OCHOCIENTOS A LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL: EL FINAL DEL COSMOPOLITISMO Pocas transformaciones sustanciales en el sistema de relaciones económicas internacionales cabe registrar en el paso del siglo XIX al XX: más bien, el asentamiento del patrón oro como sistema internacional de pagos entre los países más ricos, un sistema de tipos de cambio fijos que se generalizó, siguiendo el ejemplo británico, en las décadas finales del ochocientos; y, en línea con el agotamiento de la larga etapa librecambista del final del XIX, asoma con el nuevo siglo un cierto recrudecimiento del proteccionismo arancelario en Europa. Más intensos son, en cambio, los avances tecnológicos e industriales que experimentan sobre todo los países occidentales, al calor de la que ha dado luego en calificarse de segunda revolución industrial del mundo moderno: la que sustituyó el motor de vapor por el de explosión y el carbón mineral por la electricidad y luego el petróleo como fuerzas motrices principales, alterando no solo el panorama industrial con el desarrollo de nuevas ramas sino, igualmente, el de las comunicaciones. Un conjunto de transformaciones económicas que se extiende a la organización de la producción, con la formación de la gran empresa y de los trust y cárteles de ámbito internacional a partir de grandes concentraciones de capital en diversos sectores energéticos y manufactureros, desde el petróleo y la naciente automoción a la química y la siderurgia. La aventajada posición de Estados Unidos –nación favorecida por la abundancia de recursos y el tamaño de su mercado– en estos desarrollos fabriles y tecnológicos le confirió pronto una supremacía, en forma de ventaja tecnológica, que llegó a ser sobre todo destacada al inicio de la segunda mitad del siglo, y que luego solo algunos países pudieron recortar. La tasa de crecimiento per cápita de la economía mundial entre 1870 y 1913 anota un promedio anual acumulativo del 1,4%, en contraste con el mucho más modesto registro del medio siglo previo (0,5%). Avance que fue especialmente aprovechado por las naciones del Nuevo Mundo, en comparación, en este caso, con las vastas regiones de Asia y de África que permanecían sujetas a controles –no solo políticos, sino también comerciales y financieros– de tipo colonial, y, con ello, al margen de las ventajas que proporcionaba a otros países de abundantes recursos naturales su apertura comercial al exterior, bien como complemento del mercado interior (Norteamérica), bien como forma de suplir a este (en la mayor parte de América Latina). El tercio de siglo que precede a la Primera Guerra Mundial es el del patrón oro extendido a escala internacional, esto es, un período de convertibilidad monetaria casi mundial –salvo China, y algunos países de menor importancia, entre ellos España– que sobrevivió a distintas crisis financieras. Ello permitió, sobre la base de la confianza de los mercados y la estabilidad de los cambios, un flujo de comercio y de capitales particularmente provechoso para Estados Unidos, que concluirá el período bien situado para tomar el relevo de la hegemonía británica dentro del capitalismo mundial. Con todo, hacia 1913 Europa dominaba aún el comercio internacional (más de un 60% del total tenía a esa región por origen o destino); un comercio, pues, básicamente intraeuropeo, o de Europa con sus territorios coloniales o de asentamiento reciente, como Estados Unidos, consistente, a su vez, en más de un 60%, en productos primarios, si bien Europa se reservaba la parte fundamental –más del 75%– de las exportaciones mundiales de productos manufacturados, entre las que los textiles representaban cada vez menos, y los

productos metálicos, más. Pues bien, todo ese escenario de crecimiento comercial a largo plazo cambia radicalmente a partir de 1914, cuando, con la guerra, se suspende el patrón oro, y, con ello, la estabilidad monetaria internacional, ahora sustituida por la inflación y la alteración comercial causada por el conflicto bélico iniciado en el corazón de Europa. El cosmopolitismo económico de comienzos de siglo, incluido el auge excepcional de los movimientos migratorios que desde Europa fluyen hacia distintos países americanos, pronto se sustituye por la introversión y el cierre de las fronteras.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 2. Las grandes etapas del siglo XX y los comienzos del XXI 2.2. De la Gran Guerra a la segunda posguerra mundial: El escenario de la Gran Depresión

2.2. DE LA GRAN GUERRA A LA SEGUNDA POSGUERRA MUNDIAL: EL ESCENARIO DE LA GRAN DEPRESIÓN Las dos décadas de entreguerras están seccionadas por la Gran Depresión iniciada en 1929 con el crac de la Bolsa de Nueva York, y rápidamente extendida, con una virulencia sin precedentes, al otro lado del Atlántico. Hasta entonces, el patrón oro vive en crisis, aunque algunos países vuelven a él de manera efímera –bajo la variante del patrón cambios oro– a lo largo de los años veinte, que lo son, en general, de expansión económica, aunque también de intensificación de las políticas proteccionistas y de rebrote de tensiones inflacionistas, heredadas ambas de la dislocación económica provocada tras la Guerra del 14. Durante el decenio de 1920 el mundo capitalista, superada la crisis posbélica, intenta volver al tan confiado como ya imposible escenario anterior. Y, en otra parte del mundo, en Rusia, prende la llama de un nuevo sistema político –y también económico– que trata de hallar, sobre bases distintas, el progreso y la mejora material de las condiciones de vida. El retorno, en la segunda mitad del decenio de 1920, a un patrón oro internacional algo modificado –el citado cambios oro–, no solo resulta complicado desde un primer momento, sino que se viene abajo con la crisis iniciada en 1929. Tres factores, al menos, condicionan esa frustrada vuelta al patrón oro: primero, el efecto de las reparaciones de guerra acordadas en Versalles; segundo, las forzadas paridades establecidas entre algunas de las principales monedas, sobre todo cuando la colaboración entre sus bancos centrales comenzó a flojear; y, tercero, la creciente rigidez de los mercados y el auge inicial, luego muy reforzado en la mayor parte de los países, de un intervencionismo estatal que subordinaba el libre juego de las fuerzas del mercado al logro de sus objetivos internos de política económica. De tal modo que la década de los veinte –la que va de la Paz de Versalles al crac de Wall Street–, además de alterar los fundamentos económicos previos a la Gran Guerra, comenzando por el de la cooperación internacional, contempló igualmente el creciente endeudamiento público de países muy diversos, encabezados por los principales de Europa occidental. No es extraño, pues, que se atribuya a los «errores de los veinte» una fundamental responsabilidad –aunque tampoco la única– en la «crisis de los treinta». Fuera o no capaz aún Estados Unidos de ejercer plenamente el liderazgo mundial (económico y monetario) a la altura de los años veinte, lo cierto es que la recesión que se inicia en este país a finales de 1929 se transmite con extraordinaria virulencia e inmediatez –y muy prolongada duración– por todo el mundo, en particular por aquellos países, a una y otra orilla del Atlántico, que más dependían del flujo de capitales norteamericanos. Y, así, en la década de los treinta se acentúa el proteccionismo arancelario y se generalizan los controles directos sobre el comercio exterior, inspirados en la política de «empobrecer al vecino»; estas medidas, junto con el abandono del patrón oro y el estricto control de los cambios en casi todos los países, llevan a una gran distorsión –y reducción– de las corrientes comerciales y de los flujos de capital, por no hablar del truncamiento general de las migraciones internacionales. Charles KINDLEBERGER ha mostrado, con su conocido esquema en forma de espiral, cómo, en apenas cuatro años (1929-1933), el comercio mundial se redujo en casi un 70%, no recuperando hasta 1950 los niveles de 1929. Y mayor fue si cabe el reflujo de los movimientos de capital. Así, la crisis, con independencia de sus controvertidos factores causales, adquiere pronto un acumulado efecto contractivo sobre las relaciones internacionales, lo que contribuyó a ensombrecer aún más el panorama mundial, hasta configurar un fenómeno que pasará a la historia del siglo XX como la Gran Depresión; período que enlaza, casi sin solución de continuidad, con el estallido de la segunda contienda mundial de la centuria. La recortada tasa de crecimiento de la renta per cápita mundial entre 1913 y 1950 (un 0,8% anual promedio) expresa muy bien las dificultades de esta larga etapa de entreguerras. De igual modo que el brusco frenazo –entre 1913 y 1929–, seguido de un marcado retroceso – hasta 1950– del cociente mundial de exportaciones sobre el PIB evidencia la sensibilidad del comercio internacional a la ruptura del orden económico anterior a 1913 y el impacto subsiguiente al crac del 29. Un comercio muy poco dinámico, que, tras sufrir el efecto de otro traumático conflicto bélico, experimentará desde comienzos del decenio de 1950, además de un acelerado crecimiento, hondas transformaciones en su composición y reparto mundiales.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 2. Las grandes etapas del siglo XX y los comienzos del XXI 2.3. De la expansión de los cincuenta a la crisis del petróleo: La «edad de oro» del crecimiento

2.3. DE LA EXPANSIÓN DE LOS CINCUENTA A LA CRISIS DEL PETRÓLEO: LA «EDAD DE ORO» DEL CRECIMIENTO El cuarto de siglo que transcurre entre la segunda posguerra mundial, una vez superada la inmediata reconstrucción posbélica, sobre todo en Europa, y la crisis energética y económica desatada a partir de 1973, constituye el más largo y excepcional período de expansión conocido por la economía mundial. Destacan, entre otros, dos factores: por un lado, la implantación de un esquema de relaciones internacionales como el diseñado en 1944 en Bretton Woods, sobre la base de un sistema de tipos de cambio fijos, pero ajustables, bajo la supervisión del Fondo Monetario Internacional; por otro, la progresiva desaparición tanto de los controles de cambios como de los propios controles directos sobre el comercio exterior, y la sustitución de estos últimos por aranceles en progresiva reducción, debido al impulso liberalizador del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT). Ambos factores ayudaron a extender las ventajas de la apertura comercial –en contraste con el período anterior– al conjunto de los países. Todo este largo período está dominado por la supremacía económica de Estados Unidos y de su moneda, el dólar, como gran medio de pago y de reserva internacional. Hegemonía que en Europa se consagra con el flujo de ayuda norteamericana provisto por el programa de reconstrucción conocido como «Plan Marshall». Sobre estas bases, tanto el comercio, merced a las rondas negociadoras del GATT, como los flujos privados de capitales, especialmente tras la declaración de convertibilidad de las monedas europeas, encuentran crecientes facilidades, sustentando un auge de la economía mundial sin precedentes, tanto por su intensidad y duración como por abarcar a las más variadas regiones. En efecto, la tasa anual promedio de crecimiento de la renta per cápita mundial crece en esta fase hasta el 3%, y ello a pesar de los dos puntos porcentuales que le resta el aumento de la población mundial, más acelerado que en ningún otro período de la historia de la humanidad, y muy concentrado en las latitudes más atrasadas de África, Asia y América. Será en Europa donde se alcancen las tasas más altas de crecimiento medio –muy destacadamente en la Europa del Sur–, y también en Japón, cuyos excepcionales registros (8,1% de aumento anual de la renta per cápita entre 1950 y 1973) le aúpan a la cúspide de las regiones más industrializadas. Europa y Japón consiguen así reducir de un modo muy sustancial el desfase que les separaba, al concluir la Segunda Guerra Mundial, del líder tecnológico e industrial del mundo, los Estados Unidos. La estabilidad monetaria internacional, sobre la base de un dólar convertible en oro y de unos tipos de cambio fijo de las distintas monedas con respecto al dólar, desempeñó un papel fundamental en el progreso largo y generalizado de este período. De igual modo que los factores causales se concatenaron negativamente en la década de 1930, en las dos décadas y media posbélicas se alimentaron mutuamente en un sentido positivo: así, la estabilidad cambiaria y la reducción de aranceles, en medio de una expansión internacional con moderadas tensiones de precios, significaron mayores flujos de mercancías y de capitales, que contribuían a sostener ese crecimiento sin desequilibrios insalvables en la balanza de pagos; esto es, sin obligar a modificaciones en los tipos de cambio y facilitando el terreno a sucesivas rebajas de tarifas aduaneras. Crecimiento del comercio y de los flujos de capital que favoreció asimismo el de la renta mundial, en particular la de los países más avanzados, merced a la difusión –e incorporación a sus procesos productivos– del progreso técnico, indudable factor causal de los incrementos de la productividad y de la renta que están detrás de las mejoras en los niveles de vida en Europa, Norteamérica y Extremo Oriente. Un progreso, pues, de marcado cariz industrial, que contó con la ayuda de unos precios de la energía –y de las materias primas, en general– declinantes en términos reales. Tampoco es posible ignorar, a la hora de valorar esta expansión simultánea de la producción y del comercio mundiales (este a una tasa anual superior al 7%), el efecto que tuvo la creación de ciertas zonas regionales de libre comercio, entre las que sin duda destaca la Comunidad Europea surgida del Tratado de Roma de 1957, germen de un proceso de construcción continental que ha multiplicado las interdependencias económicas entre los países miembros. Se trata de un período excepcional desde el punto de vista del comercio de los países desarrollados, y muy particularmente de Europa occidental y de Japón, en contraste con la orientación más introvertida del crecimiento de los países menos avanzados: China, India y Brasil ejemplifican lo sucedido en otras muchas economías del mundo en desarrollo. Paralelamente, se acentuaron profundos cambios en la estructura del comercio mundial, hasta ocupar las manufacturas, a la altura de 1973, el porcentaje mayoritario –más del 60%– que tenían los productos primarios tres décadas antes; y precipitándose, en lo que hace a ese intercambio mundial de productos industriales, las tendencias que ya se habían apuntado en el período de entreguerras: en particular, el desplazamiento de los bienes de consumo a los de capital. Se trata de transformaciones muy coherentes con las que se experimentan en el ámbito empresarial y tecnológico: por un lado, la búsqueda del «gigantismo», con el fin de apurar las economías de escala que algunas tecnologías y métodos de producción procuraban en no pocas actividades; y, por otro, la cartelización de ciertos mercados, dominados por la presencia creciente de compañías de capital transnacional, primero norteamericano, y luego, cada vez más, europeo y japonés. Es incuestionable, por último, el mérito del armazón institucional diseñado en Bretton Woods para sostener la confianza mundial en este «círculo virtuoso» entre el comercio y el desarrollo que se dio entonces. Pero también lo es su falta de acomodo a las nuevas condiciones de la economía internacional, sobre todo cuando, desde finales del decenio de 1960, las restricciones impuestas sobre la balanza de capitales de los países casaban mal con la creciente internacionalización financiera; y cuando, por otro lado, las políticas monetarias nacionales se resistían a seguir subordinadas al déficit fiscal norteamericano, multiplicado por la guerra de Vietnam, a través de una paridad fija con el dólar. A partir de 1971, cuando las autoridades norteamericanas no pueden mantener por más tiempo la convertibilidad de su moneda en oro, el sistema de tipos de cambio fijos, pero ajustables, da paso a otro de flotación de las monedas; poco después, la crisis económica que desata un conflicto regional en Oriente Medio de consecuencias mundiales vuelve a inspirar, como cuatro décadas antes, tentaciones de introversión y de ventajismo nacional.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 2. Las grandes etapas del siglo XX y los comienzos del XXI 2.4. El último cuarto del siglo XX y los inicios del XXI: La era del capitalismo global

2.4. EL ÚLTIMO CUARTO DEL SIGLO XX Y LOS INICIOS DEL XXI: LA ERA DEL CAPITALISMO GLOBAL El sistema de Bretton Woods quiebra definitivamente en 1973, con el estallido de una crisis que, originada inicialmente por las alzas en los precios del petróleo, pronto deviene en crisis industrial y económica generalizada a escala internacional. Crisis que, en medio de la flotación de los tipos de cambio de los diferentes países, da pie a la reaparición de las políticas proteccionistas –y sobre todo neoproteccionistas, no arancelarias– de medio siglo atrás, con el único resultado de agravar y extender sus consecuencias. La posterior evolución expansiva de las economías europeas y del norte de América, a lo largo de buena parte de las décadas de 1980, 1990 y 2000, y el gran despertar de China, contrasta con los resultados mucho menos satisfactorios o, cuando menos, irregulares, registrados en otras latitudes. El saldo –en términos de crecimiento de la renta per cápita– de este último cuarto del siglo XX y comienzos del XXI ha sido muy coherente con el promedio secular, en torno del 1,6% anual. Pero distribuido por regiones de un modo desigual (Gráfico 1), de nuevo concentrado en Europa occidental y meridional, además de en Norteamérica y Japón, que se ha mantenido también sobre el promedio mundial, pese a sus dificultades económicas desde el último decenio del siglo. Y con un crecimiento intenso de China, que, una vez controlada la expansión demográfica y orientada por sus reformas económicas liberalizadoras desde 1978, ha conseguido desde entonces erigirse en un coloso exportador y que su renta per cápita real crezca –en una estimación tan cauta como la de Angus MADDISON– en torno del 6% anual. En contraste, el dramático hundimiento de los países de la Europa del Este –incluido aquí el vasto territorio de la antigua Unión Soviética– en los años siguientes a la caída del comunismo, el virtual estancamiento, en su deprimido nivel, de África (muy en particular las regiones subsaharianas), y el insuficiente progreso de los países latinoamericanos, lastrados en los dos últimos decenios del siglo XX por los problemas de su deuda externa y los vaivenes financieros nacionales e internacionales que han frenado también el despegue de alguna de las economías emergentes del Sudeste asiático. En todo caso, en los últimos años se aprecia un desplazamiento de los centros más dinámicos de la economía internacional hacia el Pacífico, incluyendo las economías de la fachada oriental de Asia, y un mayor dinamismo de algunas economías emergentes del mundo en desarrollo. Un proceso que apunta hacia una creciente multipolaridad del sistema internacional, como se verá en la Lección 3. Gráfico 1. Evolución de la renta per cápita en regiones y países seleccionados, 1990-2017 (en PPC: dólares internacionales constantes de 2011)

Fuentes: Elaborado con las series del Banco Mundial (http://databank.worldbank.org/data/home.aspx). El último cuarto del siglo XX presenta, junto con esa suerte dispar de unos y otros países, un perfil oscilante, condicionado, durante cerca de una década, por los efectos de la elevación de los precios del petróleo, multiplicados primero por cuatro, en 1973-74, y luego por tres, en 1979. La recesión subsiguiente supuso una sorpresiva combinación, para el saber de la época, de estancamiento y paro con inflación en los países

industrializados (lo que entonces se llamó stagflation), causando una crisis generalizada de demanda a escala mundial. Como consecuencia, los intercambios internacionales entre los países se contrajeron, arrastrados por la reducción de la demanda interna y la incertidumbre acerca de la evolución económica. Una incertidumbre agravada en estos años por las dudas –luego redobladas, con el nuevo siglo– sobre la propia sostenibilidad de los ritmos de crecimiento, amenazados por los riesgos que comporta el agotamiento de los recursos y el deterioro ambiental asociados al uso extensivo de las fuentes de energía (véase Lección 6). Este panorama, del que los países productores y exportadores de petróleo sacaron un limitado provecho, indujo, antes de concluir la década de 1970, a políticas coordinadas por parte de los países industriales para salir de un atasco que dejó en muchos, como saldo, mayores tasas de desempleo, junto con un justificado temor a la inflación y al déficit público (y, en general, a las formas de política económica ideadas en períodos anteriores para dominar el ciclo). Recelo que guio en las dos décadas siguientes –de camino hacia una «cultura de la estabilidad» internacional– el manejo de sus políticas monetarias y fiscales. Las dos décadas finales del siglo XX, favorecidas por un declinante precio real del petróleo, fueron testigos de la recuperación, e incluso ampliación, de los ritmos seculares de crecimiento económico, bajo un mayor predominio y desarrollo de los mercados, en particular los financieros, sujetos, en todo caso, a mayores oscilaciones. La volatilidad de estos mercados ha corrido paralela a su interconexión electrónica y al desmantelamiento general de los controles de capitales, dejando en diversas ocasiones a los países de más débiles fundamentos económicos a merced de las fluctuaciones de los mercados de divisas o de valores, como sucediera repetidamente, en los decenios de 1980 y 1990, en Latinoamérica y en Asia. La crisis posterior de las hipotecas subprime, desatada a partir del verano de 2008 –y en cuyo origen están, entre otros factores, los excesos de la ingeniería financiera–, se gestó, en cambio, en el corazón mismo del sistema, afectando rápida y gravemente a todos los países, comenzando esta vez por los más desarrollados. Una crisis que ha tenido respuestas distintas a ambos lados del Atlántico, particularmente en el uso de la política monetaria: más rápida y resuelta la de la Reserva Federal norteamericana que la del Banco Central Europeo, tanto en el uso de las medidas convencionales (bajadas de los tipos de interés oficiales) como en las no convencionales de inyección de liquidez (QE o expansión cuantitativa). Grandes transformaciones tecnológicas –de las que Internet es el símbolo principal– han impulsado esta tendencia hacia la liberalización y la mundialización de la economía, a la que ya no escapa ninguna región del planeta. Cambios que han provocado también una mayor concentración de poder económico, con el fenómeno generalizado de las fusiones y adquisiciones de empresas, ya sea en el ámbito de las finanzas, las comunicaciones y telecomunicaciones, la energía, o en no pocos sectores manufactureros. Un proceso que ha encontrado en la privatización de las antiguas empresas públicas, tanto de los países desarrollados como en desarrollo, el complemento ideal para extender la primacía de los grandes grupos privados de dimensión supranacional. Muchas de estas empresas multinacionales despliegan, desde sus centros de decisión mayoritariamente ubicados en los países industrializados, todo tipo de operaciones transfronterizas, llegando a concentrar una fracción muy sustancial de las exportaciones mundiales. Junto con este cambio de escenario empresarial, la globalización ha llevado al desarrollo de ambiciosos proyectos de cooperación regional (NAFTA, Mercosur...), en algún caso más allá de lo puramente comercial, como ha sucedido en Europa con la Unión Económica y Monetaria. Una Europa unida que supo incorporar, ya en el nuevo siglo, a una buena parte de los países de la vieja órbita comunista, por más que dos sucesos hayan sembrado luego fuertes incertidumbres: por un lado, la crisis del euro desde 2010, que afectó sobre todo a los países periféricos del área; por otra, el Brexit, que dejará a Europa sin la pieza fundamental del Reino Unido. Incertidumbre paralela a la que pende al otro lado del Atlántico acerca del futuro del NAFTA, objeto de renegociación desde 2017 a raíz de la nueva presidencia norteamericana. Se trata, en todo caso, de unos espacios económicos ampliados que han chocado, en ocasiones, con los intereses de terceros países, que temen por el acceso a estos mercados –que hoy vela la Organización Mundial de Comercio– y la desviación de los flujos de comercio y de capital, movidos, en lo que hace a las inversiones directas, por algunos condicionantes distintos de los tradicionales. Dos factores han resultado decisivos: por un lado, el desarrollo de las nuevas tecnologías; por otro, la fragmentación de las cadenas de valor en la mayoría de las actividades manufactureras, localizándose sus distintas fases allí donde resultan más rentables. Todo ello ha impulsado los fenómenos de deslocalización –esto es, de relocalización para otros– de un buen número de actividades económicas, cuya ubicación física ya no depende de la disponibilidad de los mismos factores y recursos que en épocas anteriores llegaban a ser determinantes. Entre estos, destaca el de la información, que fluye hoy por todo el mundo con una amplitud y rapidez –no exentas de otros riesgos– nunca antes conocidas. Pero la crisis iniciada en 2008 ha dejado, entre otras heridas aún abiertas, una secuela de escepticismo hacia la globalización y las instituciones internacionales que hasta ahora velaban por ella. Frente a la veneración académica anterior, han aparecido críticas muy severas, entre las que quizá cabe destacar –por ser además previas al estallido de la última crisis– las de los premios Nobel Joseph STIGLITZ y Paul KRUGMAN, que abogan, más radicalmente el primero, por una «globalización gobernada». Y autores como Dani RODRIK, que ha planteado, a partir de la premisa de que los mercados globales sufren una gobernanza débil, el «trilema político» de la economía actual: no se pueden perseguir simultáneamente la democracia (las demandas de los ciudadanos), el Estado-nación (o soberanía nacional) y la hiperglobalización. Pudiéndose optar solo por dos de estos tres principios, el autor propone una «globalización inteligente», basada en reforzar las democracias nacionales. No parece, sin embargo, que esa ponderada visión sea la que hoy se impone a escala mundial, donde las opciones populistas, bajo la bandera del nacionalismo económico y el aislacionismo, han cobrado auge en la segunda década del siglo. Como fuere, es muy posible que la crisis iniciada en 2008 –como un siglo atrás, en 1914, con la contienda mundial, la crisis del patrón oro y el colapso de aquella otra globalización– marque el final de una etapa y el comienzo de otra.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 3. Crecimiento, desigualdades y cambio estructural en la economía mundial 3.1. Crecimiento económico

3.1. CRECIMIENTO ECONÓMICO Las claves del crecimiento económico, esto es, por qué se crece y por qué unos países lo hacen más rápida y otros más lentamente, han ocupado el interés de la Economía desde sus mismos albores como disciplina científica, cuando Adam Smith titulara su libro fundamental con este mismo motivo. No es este, sin embargo, el lugar de la obra en el que corresponde revisar esa abundante literatura, sino aquel en el que, desde una óptica más descriptiva, se intenta ofrecer una visión panorámica, aunque distinguiendo etapas y grupos de países, del desarrollo de la economía mundial desde las décadas finales del siglo XIX hasta los primeros compases del XXI. En este largo período (acotado de 1870 a 2016), el crecimiento de la renta per cápita, como indicador más ajustado de la mejora del bienestar material de los individuos, ha alcanzado registros excepcionales, hasta multiplicarse casi por 10 veces. Un crecimiento de la renta per cápita compatible con un incremento de la población mundial que, a su vez, se ha multiplicado por más de 7 veces, lo que da idea de las ganancias de productividad que están detrás del aumento sin precedentes del output mundial: 70 veces mayor en 2016 al de 1870, en términos reales. Y un crecimiento, por otro lado, significativamente acompañado de una expansión excepcional del comercio mundial, multiplicado a su vez por más de 100 veces. Pero un crecimiento que no ha sido uniforme en el tiempo, ni tampoco en su distribución por grandes áreas económicas y geográficas, como denota expresivamente el cuadro 1. Cuadro 1. Fases del crecimiento económico mundial por regiones, 1870-2016 (tasas medias de variación anual acumulativa del PIB real per cápita) Regiones

1870-1913

1913-1950

1950-1973

1973-2016

1870-2016

Europa occidental

1,3

0,7

4,1

1,5

1,6

Nuevos países occidentales(a) 1,8

1,7

2,5

1,6

1,8

Europa Oriental

1,2

1,6

3,6

1,1

1,9

América Latina

1,2

1,6

3,0

1,2

1,6

Asia Oriental

0,5

0,0

3,8

3,6

1,8

Japón

1,5

0,9

8,1

1,7

2,4

China

0,1

-0,6

2,8

5,6

1,9

África

0,6

0,9

2,5

1,0

1,1

Mundo

1,4

0,8

3,0

1,6

1,6

Notas: (a) Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Fuentes: Elaborado con los datos de Maddison Project Database, versión 2018: Bolt, Jutta, Robert Inklaar, Herman de Jong y Jan Luiten van Zanden (2018), “Rebasing ‘Maddison’: new income comparisons and the shape of long-run economic development”, Maddison Project Working paper 10, complementados con las series originales de Angus Maddison. Las regiones con mayor nivel de bienestar al inicio del siglo XX, esto es, Europa occidental y los llamados por MADDISON «nuevos países occidentales», fueron también los que mayores tasas de crecimiento experimentaron en su renta per cápita, lo que ha terminado por acentuar las distancias de renta con el resto de las áreas económicas (Gráfico 2). Y lo que es quizá más definitorio del crecimiento secular: ni África ni Asia en conjunto, ni grandes áreas de América Latina –esto es, las tres cuartas partes de la humanidad–, superaban, al iniciarse el siglo XXI, los niveles medios de renta per cápita (ajustada su paridad de poder adquisitivo) que tenían Europa occidental y los «nuevos países occidentales» cien años antes. Los países y grupos de países han mantenido, en general, sus posiciones relativas dentro del ranking internacional, aunque también se han dado algunos saltos notables, como el de Japón o el registrado por China desde el último cuarto del siglo XX. Gráfico 2. Niveles de PIB real per cápita por regiones, 1870-2016 (en dólares de 2011)

Fuentes: Igual que en el cuadro 2.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 3. Crecimiento, desigualdades y cambio estructural en la economía mundial 3.2. Desigualdades de renta

3.2. DESIGUALDADES DE RENTA Los resultados de los trabajos que, con una mayor riqueza de datos, han abordado la cuestión de la convergencia económica a escala mundial no avalan la pretendida «hipótesis de la convergencia»; si acaso, documentan una «convergencia condicional», esto es, un acercamiento en los niveles de productividad de economías con parámetros básicos relativamente semejantes. Un proceso que se ha hecho efectivo en el grupo de países más desarrollados –lo que se ha llamado el «club de la convergencia» de la OCDE–, pero que no alcanza al conjunto de la población mundial. De hecho, el índice de Gini –la medida más convencional de la concentración de la renta– que repetidamente se obtiene en muy diversos estudios sobre la economía mundial, en torno del valor 0,5, solo encuentra parangón con los cocientes que muestran aquellos países con una mayor desigualdad de los ingresos personales, y contrasta desfavorablemente con el valor 0,4 que podía obtenerse hace cien años. Las curvas de Lorenz del gráfico 3 expresan con toda claridad el incremento de la desigualdad registrado desde finales del siglo XIX, ilustrado con el alejamiento respecto a la recta de equidistribución de los ingresos de la economía mundial. Conviene aclarar, no obstante, que cuando se adopta un enfoque de esta cuestión menos centrado en la renta per cápita –una medida siempre controvertida del bienestar, y más para un período tan dilatado y lleno de cambios como este–, y se consideran otros indicadores, como la alfabetización o la esperanza de vida (al estilo del Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas), se obtienen unos resultados más favorables a la convergencia internacional. Gráfico 3. Curvas de Lorenz de la economía mundial, 1870-2008

Fuentes: Elaborado con las series de A. Maddison, en http://www.ggdc.net/maddison. En todo caso, tanto las curvas de Lorenz como la información numérica de los cuadros 1 y 2 dejan algunas lagunas que conviene considerar. En primer lugar, la existencia, más que de un Tercer Mundo homogéneo y monolítico en su atraso, de terceros mundos diversos, en los que hay ejemplos extremos de pobreza y de ausencia de estímulos al desarrollo. Es el caso de extensas regiones de Asia meridional y, sobre todo, del África subsahariana, que, con un tercio de la población mundial, representan actualmente tan solo el 3% de toda su renta, e incluyen amplias zonas ancladas en niveles de renta per cápita que no superan siquiera el 2% del norteamericano, por compararlas con el baremo más alto: es ahí donde se concentran los cerca de 700 millones de personas que aún viven con menos de 1,9 dólares diarios por todo ingreso. En segundo lugar, y frente a este infra tercer mundo, otros países, singularmente en la fachada asiática del Pacífico –los conocidos como «tigres» del Sudeste de Asia–, acortaron distancias con los países líderes a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, hasta adquirir, en su propio comportamiento dinámico, caracteres más propios de países industriales que de aquellos otros con los que hasta hace poco compartían una estancada pobreza. Incluso, el gran crecimiento de China y, en parte, de India, a lo largo de las tres últimas décadas, así como el muy notable de América Latina en años recientes, ha mejorado los índices de desigualdad internacional cuando en estos se pondera el peso

demográfico de los distintos países: esto es lo que reflejan las curvas de Lorenz del Gráfico 3. En tercer lugar, el avance económico de algunos de los países más poblados –y hasta ahora más pobres– que explica esta mejor distribución de la renta mundial entre países a lo largo de las últimas décadas, no siempre ha significado mejoras en la equidad dentro de estos países, ni tampoco dentro de los más desarrollados: de hecho, se viene apreciando una tendencia al deterioro de la distribución de la renta en el seno de una amplia relación de países, incluidos los miembros de la OCDE, cuyas clases medias, además, como refleja el conocido gráfico de la «curva del elefante» de Branco MILANOVIC, han visto pasar de largo los beneficios de la globalización, concentrados en las nuevas clases medias de los países emergentes y en el extremo (comúnmente representado por el 1 por 100) más rico de la población mundial. Por último, y en todo caso, no pueden ignorarse los progresos que en la primera década del siglo han venido propiciados por la campaña de los objetivos de desarrollo del milenio de las Naciones Unidas: el primero de ellos, reducir a la mitad, en el horizonte de 2015, la pobreza extrema (objetivo alcanzado con cinco años de antelación, en 2010). Si bien, a pesar de los progresos registrados, no puede dejar de consignarse su gran presencia aún en regiones como el África subsahariana (Gráfico 4). Por contraste, para América Latina –una de las áreas donde las desigualdades han sido tradicionalmente más marcadas–, la década 2004-2013 propició muy notables avances en el terreno social. Gráfico 4. Brecha de pobreza extrema, 1990-2015 (personas que viven por debajo de $1,9 por día, en PPC, en % de la población total)

Fuente: Elaborado con las series del Banco Mundial (http://databank.worldbank.org/data/home.aspx). Cerrado el ciclo de los objetivos de desarrollo del milenio y de su incipiente «agenda social global», se abrió en 2015 la puesta en marcha de los objetivos de desarrollo sostenible (ODS), con horizonte 2030. Las propuestas siguen presididas por la lucha contra la pobreza extrema (hasta erradicarla totalmente) y el hambre, la promoción de mejoras en los ámbitos de la salud y la educación, el combate contra las desigualdades extremas y frente al deterioro ambiental y la novedosa inclusión de metas de crecimiento, gobernanza, paz y seguridad.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 3. Crecimiento, desigualdades y cambio estructural en la economía mundial 3.3. Cambio estructural: Población, estructura productiva, comercio (y Estado)

3.3. CAMBIO ESTRUCTURAL: POBLACIÓN, ESTRUCTURA PRODUCTIVA, COMERCIO (Y ESTADO) Más allá de la información agregada y por grupos de países ofrecida hasta aquí, otra cuestión a considerar es la amplitud y la difusión internacional de las transformaciones estructurales que han acompañado a ese crecimiento de la renta mundial. Transformaciones que se expresan en un sostenido incremento demográfico (y de desplazamiento físico de la población), en cambios en la estructura productiva –no solo de la agricultura a la industria y los servicios, sino dentro de cada uno de esos sectores– y en la propia magnitud y composición del comercio internacional, por citar no solo las transformaciones más comúnmente consideradas, sino, sobre todo, aquellas tres que, explicándose conjuntamente, mejor ayudan a comprender también el crecimiento económico del siglo XX. Porque detrás de ellas se dibujan los tres factores quizá más decisivos en ese progreso de la renta per cápita, que es tanto como decir de la mayor productividad del trabajo que lo ha hecho posible: tras el aumento demográfico, la mejor formación de una población que hoy se define como «capital humano»; tras la industrialización y el cambio radical de las actividades agrarias y terciarias, el progreso técnico y la creciente capitalización; y tras la internacionalización de los flujos comerciales y de capitales, el aprovechamiento de las ventajas que la especialización y las economías de escala de un mayor mercado proporcionan para el crecimiento. Convendrá, pues, referirse, aunque sea muy brevemente, a cada una de esas tres fuerzas de transformación estructural, no solo para fundamentar las causas del crecimiento económico del siglo XX –y de sus desigualdades espaciales–, sino en apoyo, igualmente, de las grandes etapas defendidas al comienzo de esta Lección. Primero está el sostenido aumento de la población mundial, mayor y más extendido que nunca antes en la historia de la humanidad, y acompañado, a lo largo de la última centuria, de la duplicación de la esperanza de vida al nacer, hoy ya por encima de los sesenta y cinco años (para mayor detalle véase Lección 5). Así, el 1,4% de incremento anual acumulativo de la población que ofrece de promedio el siglo XX contrasta con el 0,5% del período 1820-1900 –en que solo algunos países inician su proceso de transición demográfica– y con el más exiguo aún 0,3% de los tres siglos anteriores, desde 1500, dominados, en toda la faz de la tierra, por los frenos malthusianos al progreso de la población: el hambre, las guerras y las epidemias. Pero ese gran crecimiento de la población mundial no se ha distribuido con uniformidad entre los países, afectando muy especialmente a los países en desarrollo, en los que la persistencia de una elevada natalidad ha conducido a un «boom» demográfico desconectado de las condiciones generales de bienestar, y crecientemente concentrado, a medida que la agricultura expulsaba población poco productiva, en los suburbios de las grandes ciudades del Tercer Mundo. Lo característico del otro grupo de países –las economías más avanzadas– ha sido, más que el aumento demográfico, en parte ganado cien años antes (de forma que el envejecimiento de la población es perceptible, en la mayoría de ellos, desde hace ya cincuenta años), la mejora en la formación de esa población; el analfabetismo se ha desterrado, se ha extendido con carácter general la escolarización secundaria y el nivel de educación superior alcanza hoy, en el ámbito de la OCDE, a una tercera parte de la población adulta. Progreso educativo que no hace sino reflejar el que obtienen los trabajadores de los países desarrollados en el seno de sus empresas y en los programas de formación continua, alimentando destrezas decisivas en el aprovechamiento de las nuevas tecnologías y en el avance de la propia productividad. En segundo lugar, la estructura productiva –y con ella la población– ha basculado, a escala universal, de la agricultura a la industria, y de ambas a los servicios, en respuesta a los factores que, tanto desde el lado de la oferta (las nuevas técnicas) como de la demanda (los gustos de los consumidores) impulsaban el crecimiento de la renta (para mayor detalle véase Lección 4). Es este, sin duda, uno de los hechos estilizados –esto es, de las regularidades empíricas– antes detectados y mejor documentados en la literatura económica. La industrialización, sinónimo de desarrollo, se ha extendido a lo largo del siglo XX, y con particular intensidad en su segunda mitad, no solo por los países en los que prendió la primera revolución industrial del XIX, sino por una buena parte del mundo en desarrollo, sobre todo a medida que se difundían las nuevas técnicas y esos otros países aprovechaban sus ventajas de costes, en particular de mano de obra. Así, la agricultura, que daba empleo, a comienzos del siglo XX, a cerca de la mitad de la mano de obra de la veintena de países que encabezan actualmente la economía mundial, ocupa hoy a menos del 5% de su población activa. Y, si bien es cierto que la agricultura sigue representando un alto porcentaje del empleo en muchos de los países más pobres y poblados (particularmente en Asia meridional y África, donde además subsisten ominosas cifras de empleo infantil), su contribución global al valor añadido mundial no llega al 5%, lo que refleja el desfase de productividad que sufre aún este sector en buena parte del mundo. El crecimiento de la industria, quizá no demasiado espectacular en esos mismos términos relativos –aunque sí en términos absolutos–, ha sido, sin embargo, verdaderamente decisivo como vehículo de difusión de los adelantos técnicos que explican el progreso de la economía mundial en conjunto. De cualquier modo, a lo largo del siglo XX se consagró otra gran tendencia de cambio estructural: la «terciarización» de la economía, resultado de un sector servicios ya muy mayoritario dentro de la producción mundial, pero que no en todas las latitudes es el signo de la «era del alto consumo en masa» vislumbrado por ROSTOW, sino que aún, en muchos países atrasados, es el refugio productivo –o improductivo– de amplias capas de la población. La tercera gran transformación estructural del siglo XX ha sido la definitiva mundialización de economía. Creciente integración de los flujos de bienes, servicios y capitales que ha seguido, no obstante, una línea quebrada de avance, cortada por las dos crisis principales del siglo, al margen de las puramente bélicas: la Gran Depresión subsiguiente al crac del 29 y la crisis económica que siguió al alza de los precios del petróleo a partir de 1973. Con todo, la multiplicación de los flujos comerciales en las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial y en las transcurridas desde mediados del decenio de 1980 hasta entrado el nuevo siglo, facilitada por el incremento de la renta a escala mundial, pero también por efecto de la cooperación multilateral en el terreno del comercio y de la balanza de capitales, ha terminado consagrando a la globalización como gran rasgo distintivo de nuestro tiempo (Gráfico 5). Fenómeno este que, al apoyarse en irreversibles avances de las comunicaciones, adquiere una solidez difícilmente removible, más allá de las coyunturas impuestas por las oscilaciones cíclicas de la economía mundial, y muy destacadamente la que ha supuesto la crisis internacional iniciada en 2008. Gráfico 5. Crecimiento del PIB y el comercio mundiales, 1950-2015 (en % anual medio)

Fuente: J. A. Ocampo (2017), con datos de Naciones Unidas y FMI. Pero esa creciente integración económica no ha sido solo un fruto más del progreso secular, sino que lo ha alimentado en buena medida: al ampliar los mercados nacionales y permitir el aprovechamiento de las ventajas dinámicas del intercambio, el comercio mundial se ha hecho también un comercio más basado en las manufacturas y en los servicios de mayor contenido tecnológico. Aquel comercio básicamente de productos agrarios y minerales anterior a la Primera Guerra Mundial –mayoritario, de hecho, hasta la década de 1950– es hoy un comercio de manufacturas y de servicios, entre ellos los financieros y de transporte. Y, dentro de las manufacturas, ya no son las ramas textiles y las industrias ligeras las que dominan, sino las producciones de mayor intensidad tecnológica, entre ellas las de construcción de maquinaria, con un declinar evidente de las industrias metálicas más tradicionales. Un comercio, en todo caso, que al seguir muy concentrado en un reducido grupo de países –los desarrollados– ha acentuado su carácter intraindustrial, esto es, de intercambio de productos similares entre países también similares (véase Lección 8). Sobrenadando todos estos cambios estructurales de la economía mundial se distingue otro más, que marca, sin duda, la historia del siglo XX: el peso y el papel creciente del Estado. Una tendencia que ha tenido sus fases, la de las últimas décadas del XX y comienzos del XXI, en franco retroceso, pero no tanto como para velar la crecida presencia del Estado en las economías modernas. Déjese a un lado, si se quiere, la experiencia de los países que siguieron la estela de la revolución bolchevique de 1917, en los que la propiedad de los medios de producción y la dirección de los asuntos económicos recaían sobre el Estado y sus jerarcas políticos. Modelo de organización económica, no se olvide, bajo el que vivió, a lo largo de cinco décadas, cerca de un tercio de la población mundial. La evolución del resto del mundo, en particular la de los países occidentales para los que se dispone de una mayor base factual, procura un cuadro no poco impresionante a este respecto: el gasto público, que en vísperas de la Primera Guerra Mundial representaba entre el 10 y el 15% del PIB de las principales economías –y apenas una mínima fracción de él se destinaba a gastos sociales–, supone hoy, en el promedio de los países europeos occidentales, cerca de la mitad de su muy recrecido PIB (algo menos en Japón, y poco más de un tercio en Estados Unidos), y con gran peso, además, de las prestaciones sociales y los servicios colectivos. Evolución que ha sido el resultado de una marea creciente de intervención estatal, que llega hasta el decenio de 1980, a partir de su inicial expansión en los años de entreguerras y, en particular, tras la Segunda Guerra Mundial. El retraimiento posterior del Estado tuvo más que ver, sin embargo, con el «cómo» de las formas y el estilo de esa intervención –subrayándose cada vez más la importancia de un buen gobierno basado en la calidad institucional– que con el «cuánto» de una presencia presupuestaria que, en el caso de las economías más avanzadas, sostiene en ellas los gastos sociales y la provisión de servicios públicos que definen al llamado Estado de bienestar. Debiéndose anotar, con efectos seguramente no solo coyunturales, el cambio de tendencia que apunta el resurgimiento de las respuestas intervencionistas a escala internacional a partir del estallido de la crisis financiera y económica de 2008. Todo lo anterior puede resumirse de un modo muy conciso: el crecimiento de la renta –y de la renta per cápita– y un perfil estructural distinto tanto de la población como del producto y del comercio mundiales son, junto con el mayor poder presupuestario (y de intervención) del Estado en el común de los países, los rasgos más característicos fraguados por la economía internacional a lo largo del siglo XX. E igualmente lo es el desigual reparto de los beneficios de ese progreso económico y su concentración, en general, en aquellas naciones que cobraron ventaja durante el siglo anterior, más otras pocas que consiguieron incorporarse luego: un reducido grupo de países (los que el Banco Mundial llama «de alta renta») que, con poco más del 15% de la población mundial, disfrutan de casi las dos terceras partes del producto global. Abundancia que contrasta con la miseria de una parte de la población mundial que sobrevive –literalmente– en las más inhumanas condiciones.

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4. RECAPITULACIÓN En los casi 150 años que van de las décadas finales del siglo XIX a la actualidad, se ha septuplicado la población mundial y se ha multiplicado por cerca de 10 veces el nivel de renta per cápita de cada uno de esos habitantes. Nunca en la historia de la humanidad se había siquiera vislumbrado algo semejante. Un crecimiento que ha sido el fruto de un mayor y más eficiente uso de los recursos y factores productivos, enriquecidos por un progreso técnico acelerado, y estimulado, durante décadas, por un entorno internacional que ha fomentado la movilidad y el intercambio de esos factores y recursos (y del producto obtenido de ellos, en forma de bienes y de servicios). Pero que no se ha distribuido con uniformidad, sino con la misma desigualdad, si no más, que mostraba hace cien años. La economía mundial sigue dividida en países avanzados y atrasados, por mucho que entre estos se distingan ahora los «emergentes», y China e India –junto con otras economías latinoamericanas– hayan sostenido durante años altas tasas de crecimiento. La cronología económica del último siglo tampoco ha sido rectilínea. Cuatro etapas, al menos, se dibujan con toda claridad, al conjugar, como variables básicas, los ritmos de crecimiento de las economías más avanzadas –que han arrastrado a los del conjunto de la economía mundial– y, por otro lado, los cambios en el esquema y en la intensidad de las relaciones internacionales. La más pletórica ha sido la del tercer cuarto del siglo XX, por continuidad y por extensión del crecimiento, y también por la profundidad de las transformaciones estructurales experimentadas. La etapa que abre el siglo, hasta 1913, y la que lo cierra, en su último cuarto y los comienzos del actual, han seguido, con oscilaciones, el promedio de la centuria. En contraste, los años de entreguerras y, en concreto, los que siguen al crac del 29, muestran la cara más sombría del siglo. Esta trayectoria histórica, al contemplarse ahora en conjunto, deja, tras su brillante estela de progreso, algunas enseñanzas muy útiles para el porvenir de la economía mundial: una de las más claras es la estrecha vinculación entre el crecimiento económico general y la apertura comercial y el flujo mundial de capitales que se ha observado en distintas fases, justamente en aquellas que han contado con un sistema monetario internacional lo bastante estable como para fomentar la movilidad de factores y recursos; y, aunque los beneficios de esa mayor interacción no siempre se hayan distribuido uniformemente, sí es cierto que de ella han podido beneficiarse aquellos países, dentro del mundo aún en desarrollo, más atentos a insertarse en la división internacional del trabajo y a crear un marco de condiciones institucionales –buen gobierno– propicio para el avance económico y social. Lo que incluye no solo la primacía de los regímenes democráticos, sino el uso adecuado de los crecidos recursos y de los instrumentos de intervención de que dispone el Estado en las economías modernas; todo ello, sin coartar el papel de los mercados y propiciando, mediante la extensión de los servicios sociales y asistenciales, la cohesión social que consolida y nutre el progreso de las naciones y el impulso que precisa la actual sociedad –y economía– del conocimiento.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 5. Glosario

5. GLOSARIO • Crecimiento económico moderno. En la acepción de S. Kuznets, consiste en «un incremento sostenido del producto per cápita o por trabajador, acompañado muy a menudo de un aumento de la población y casi siempre de reformas estructurales». Entre estas, destacan las que afectan al desplazamiento sectorial y espacial de la producción y el empleo (procesos de industrialización y urbanización), así como a una mayor interdependencia e integración de los países en el mercado internacional. • Convergencia económica. Del modo más simple, puede expresarse como una reducción de las diferencias económicas –comúnmente medidas en términos de renta per cápita– entre los países (o regiones) ricos y pobres. • Paridad de poder adquisitivo. La necesidad de homogeneizar los cálculos de renta, en particular a la hora de realizar comparaciones internacionales, requiere reducir el valor de las monedas nacionales de cada país a una unidad común de medida que exprese su auténtica paridad. Y, más que los tipos de cambio, sujetos a múltiples distorsiones, se prefieren las paridades de poder adquisitivo (o de compra, PPP en sus siglas inglesas), calculadas, a modo de un índice de precios internacionales, como un cociente entre los precios de distintos países, correspondientes a una cesta común de consumo, de manera que reflejen la capacidad de compra de bienes y servicios dentro de cada uno de ellos. • Patrón oro. Régimen monetario imperante en el mundo desde las décadas finales del siglo XIX hasta el período de entreguerras del XX. El patrón oro clásico, en vigor hasta 1914, consistía en la vinculación del valor de cada moneda nacional a una cantidad fija de oro. Dos condiciones se seguían de ello: la obligación, por parte de las autoridades monetarias, de convertir en oro sus billetes cuando se lo requirieran los particulares y la libertad de exportación e importación de oro. El patrón cambios oro es una variante que se generaliza en la segunda mitad del decenio de 1920, consistente en vincular el valor de las monedas nacionales a otra moneda nacional de carácter «central» –ya fuera la libra o el dólar–, esta sí sujeta a un patrón de oro y convertida en moneda de reserva.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 6. Orientación bibliográfica

6. ORIENTACIÓN BIBLIOGRÁFICA La bibliografía del tema aquí tratado es tan amplia que en esta breve síntesis solo se hará mención de algunas de las lecturas que ofrecen, en línea con la Lección, una perspectiva más alargada (del conjunto del período) y global (del conjunto de la economía mundial). Entre ellas, y con una óptica temporal que abarca casi dos siglos, en un caso, y nada menos que un milenio, en el otro, destacan dos libros de Angus MADDISON, Monitoring the world economy 1820-1992, OECD, París, 1995 (edición en español de 1997), y The world economy: a millennial perspective, OECD, París, 2001 (edición en español de 2002), así como su artículo quizá más aquilatado, «Measuring and interpreting world economic performance 1500-2001», Review of Income and Wealth, Serie 51, n.º 1, marzo de 2005, pp. 1-35. También con una amplia perspectiva, el texto de Albert G. KENWOOD, Alan L. LOUGHEED y Michael GRAFF, Growth of the international economy 1820-2015, 5.ª edición, Routledge, Londres y Nueva York, 2014, describe, más centrado en las relaciones económicas internacionales, las principales etapas de la economía mundial contemporánea. Ese es igualmente el enfoque de James FOREMANPECK, A history of the world economy. International economic relations since 1850, 2.ª edición revisada, Prentice Hall, 1995 (edición en español de 1995). Más ambicioso aún es el planteamiento de JOERG BATEN (ed.), A history of the global economy. 1500 to the present, Cambridge University Press, 2016. Una síntesis mucho más breve de todo ello es la que puede encontrarse en el ensayo de J. BRADFORD DE LONG, «Growth in the world economy, ca. 1870-1990», en HORST SIEBERT (ed.), Economic growth in the world economy. Simposium 1992, Institut für Weltwirtschaft an der Universität Kiel, Tubinga, 1993, pp. 3-26. O la que puede hallarse en el documento del FONDO MONETARIO INTERNACIONAL Perspectivas de la economía mundial, mayo de 2000, en particular el capítulo V: «La economía mundial en el siglo XX», pp. 168-202. Con una óptica que abarca la segunda mitad del siglo XX y se adentra en el XXI es muy sugerente el trabajo de Dani RODRIK, «The past, present and future of economic growth», en Franklin ALLENet al., Toward a better global economy, Oxford University Press, 2014. Otro buen complemento, no solo por describir el cambiante contexto internacional ya en el nuevo siglo, sino por examinarlo desde la perspectiva de una región que marcha con el promedio de la economía mundial, es el trabajo de José Antonio OCAMPO, «Del auge a la crisis: Los desafíos económicos latinoamericanos», en América Latina frente a las cambiantes condiciones de su desarrollo, Colección Cuadernos FLACSO-SEGIB, San José, Costa Rica, 2017. Para el objeto de esta Lección resulta interesante, asimismo, el número monográfico de la revista Oxford Review of Economic Policy, vol. 15, n.º 4, invierno de 1999, bajo el título The twentieth century. En concreto, cuatro artículos en él contenidos: el de Andrea BOLTHO y Gianni TONIOLO que sirve de introducción, «The assessment: the twentieth century – Achievements, failures, lessons» (pp. 1-17); el de Nicholas CRAFTS, «Economic growth in the twentieth century» (pp. 18-34); el de Peter TEMIN, «Globalization» (pp. 76-89), y el de Jeffrey D. SACHS, «Twentiethcentury political economy: a brief history of global capitalism» (pp. 90-101). Por último, acerca de las críticas a la globalización que se apuntan en el texto, pueden reseñarse dos obras con amplia repercusión: las de Joseph E. STIGLITZ, Globalization and its discontents, W. W. Norton & Co, 2012 (versión en español: El malestar en la globalización, Taurus, 2002), y de

Dani RODRIK, The globalization paradox: Democracy and the future of the world economy, W.W. Norton & Co, 2012 (versión en español: La paradoja de la globalización, Antoni Bosch, 2012).

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 7. Enlaces de interés

7. ENLACES DE INTERÉS Cuatro instituciones multilaterales de carácter económico presentan en sus direcciones electrónicas, junto con algunos de sus principales documentos, una abundante información estadística, al menos en parte libremente accesible. Y, aunque centradas en los datos más recientes, incluyen también algunas series de interés histórico. Son: - Banco Mundial http://www.worldbank.org - Fondo Monetario Internacional http://www.imf.org - Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico http://www.oecd.org - Organización Mundial de Comercio http://www.wto.org Además, la página web que dejara A. Maddison antes de su fallecimiento en 2010 (http://www.ggdc.net/maddison/oriindex.htm) contiene, entre otros materiales, las principales series históricas empleadas en esta Lección. Una revisión y actualización de su serie de renta per cápita puede consultarse en el PROYECTO MADDISON: http://www.ggdc.net/maddison/maddisonproject/home.htm

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 8. Prácticas 8.1. La convergencia económica internacional en perspectiva histórica

8.1. LA CONVERGENCIA ECONÓMICA INTERNACIONAL EN PERSPECTIVA HISTÓRICA A partir de las series históricas de A. Maddison de población, PIB y PIB per cápita, deberá evaluarse la convergencia económica internacional en niveles de renta per cápita de distintos grupos de países para períodos suficientemente largos. Un grupo de alumnos deberá sistematizar los datos de las grandes agrupaciones de países contempladas en los Cuadros 1 y 2 de esta Lección para los datos disponibles, a partir de 1870. Deberá calcularse tanto la convergencia beta como sigma (véase, por ejemplo, en X. Sala I Martin, Apuntes de crecimiento económico, 2.ª ed., ANTONI BOSCH Editor, Barcelona, 2000), comentándose los resultados. Se discutirán estos resultados, a la vista de las observaciones de N. Crafts (1999) y del FONDO MONETARIO INTERNACIONAL (2000), capítulo V, op. cit., con los que se obtienen al considerar otros indicadores, como la alfabetización o la esperanza de vida (al estilo de los índices de desarrollo humano de las Naciones Unidas que pueden consultarse en http://hdr.undp.org/en/data). Otro grupo de alumnos deberá examinar la convergencia económica internacional a partir de la evolución de índices de concentración como el índice de Gini y las curvas de Lorenz. Las series de Maddison contienen la información necesaria para poner en relación los porcentajes acumulados de población y de renta correspondientes a un gran número de países del mundo y en distintos momentos del tiempo. Se realizará un ejercicio de este tipo comparando los índices de 1900 y 2000 con el mayor número posible de países. Por último, un tercer grupo de alumnos deberá comparar los resultados anteriores con los que se obtienen de examinar la convergencia «condicionada» a un conjunto de países como los de la Unión Europea, para el período posterior a 1960: se calculará la convergencia beta y sigma para los 15 países europeos previos a las últimas ampliaciones, empleando para ello tanto las citadas series de Maddison como las de la Comisión Europea (base de datos AMECO, accesible online): http://ec.europa.eu/economy_finance/ameco/user/serie/SelectSerie.cfm

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Lección 2. Etapas del desarrollo de la economía mundial (JUAN CARLOS JIMÉNEZ) 8. Prácticas 8.2. Crecimiento y apertura económica en perspectiva histórica

8.2. CRECIMIENTO Y APERTURA ECONÓMICA EN PERSPECTIVA HISTÓRICA La relación entre el crecimiento económico y la apertura comercial de los países puede contrastarse con los datos de A. Heston, R. Summers y B. Aten, sistematizados en las Penn World Tables (https://www.rug.nl/ggdc/productivity/pwt), que contienen, en su Versión 9.0, datos sistematizados de 182 países para el período 1950-2014. Entre estos datos están los de PIB real y población (para calcular el PIB per cápita) y apertura comercial (exportaciones más importaciones en relación al PIB). Complementariamente, las series históricas de la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE COMERCIO (http://data.wto.org) proporcionan, con datos desde 1948, una completa información por países y agrupaciones de países (incluidos todos los acuerdos principales de integración regional) de las importaciones y exportaciones totales de mercancías, entre otros datos del comercio exterior. Dos grupos de alumnos deberán analizar, unos con las series temporales de que se dispone para cada uno de los países y agrupaciones de países, y otros empleando datos de sección cruzada para años seleccionados (por ejemplo, 1950, 1970, 1990 y 2010), la relación entre los niveles internacionales del PIB y del PIB per cápita y los del comercio exterior, examinando luego, conjuntamente, cómo ha ido evolucionando esta relación a lo largo del tiempo.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO)

Lec c ió n 3

Radiografía de la economía mundial JOSÉ ANTONIO ALONSO

Sumario: 1. Introducción 2. Una imagen global 3. Población 4. Distribución del producto 5. Logros sociales 6. Un mundo más multipolar 7. Recapitulación 8. Glosario 9. Orientaciones Bibliográficas 10. Enlaces 11. Prácticas 11.1. Distribución del producto mundial 11.2. Desarrollo económico y desarrollo social 11.3. Visualizar la desigualdad internacional

La economía mundial constituye una realidad notablemente heterogénea, en la que conviven países de distinto tamaño, diferente nivel de renta per cápita y variado peso económico. Como consecuencia, es diverso el protagonismo que cada uno tiene en los flujos económicos internacionales, y diferentes resultan los logros por ellos obtenidos en respuesta a las demandas y necesidades de sus respectivas sociedades. Antes de avanzar en el estudio detenido de aspectos más específicos, conviene realizar una presentación agregada y sumaria de la economía mundial. ¿Cómo se distribuye la población mundial sobre la superficie del planeta? ¿Qué aportación realizan al PIB mundial las diversas regiones? ¿Cuáles son los niveles de desarrollo alcanzados por cada una de ellas? ¿Qué grado de cobertura de las necesidades sociales se ha logrado en las diversas partes del mundo? ¿Dónde están los centros más dinámicos de la economía mundial? Responder a estas preguntas es lo que se propone la presente Lección.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 2. Una imagen global

2. UNA IMAGEN GLOBAL Una primera imagen de la heterogeneidad de la economía internacional la ofrece el Banco Mundial al clasificar los países en torno a cuatro grandes estratos de ingreso per cápita (de acuerdo con su método Atlas de estimación del PNB, que es distinto al de la paridad del poder adquisitivo) (Cuadro 1). En concreto, en 2018, 38 países tienen ingreso bajo, con una renta per cápita de 995 dólares o menos; 47 países son de ingreso medio-bajo, con rentas per cápita entre 996 y 3.895 dólares; 56 son países de ingreso medio-alto, con rentas per cápita entre 3.896 y 12.055; y, finalmente, 81 países son de alto ingreso, con rentas per cápita superiores a los 12.056 dólares. El análisis simultáneo de la distribución de la población y de la renta entre estos estratos permite aproximar los niveles de desigualdad existente a escala internacional. Así, si se atiende a la población, el grueso de los habitantes del planeta (el 75%) se concentra en los dos estratos de países de renta media, al estrato de los países de más elevado ingreso le corresponde apenas el 16% del total y algo menos del 9% le corresponde al estrato de más bajos ingresos. Así pues, desde esta perspectiva poblacional, no cabe duda de que la abrumadora mayoría de la humanidad vive en países de renta media, todos ellos considerados como países en desarrollo, aunque con niveles muy diversos de renta per cápita. Por su peso demográfico destacan los casos de India y China (países de ingreso medio) que, en conjunto, aportan el 36% de la población mundial. Una población que para el conjunto del planeta superaba, en el año 2015, los 7.346 millones de personas. La distribución del PIB mundial sigue una estructura distinta a la anteriormente señalada para la población. Así, los países de más elevado ingreso (que apenas suponen el 16% de la población) concentran el 63% del PIB mundial; y, al contrario, los países de ingreso bajo (el 10% de la población) apenas superan el 0,7% del PIB mundial. Los países de renta media aportan casi el 35,5% del PIB mundial, estando esta cuota en tendencial ascenso en los últimos años. Cuadro 1. Distribución de los países por nivel de ingreso (2017) Países

Ingreso alto

Población

PIB

PIB en PPA

PIB per cápita

PIB per cápita en PPA

N.º

%

Millones

%

M. Millones de % dólares

M. Millones de % dólares

(dólares)

(dólares)

81

36,5

1.249

16,6

51.479

63,7

59.095

46,2

41.214

47.311

Ingreso Medio56 alto

25,2

2.576

34,2

22.182

27,5

45.816

35,8

8.610

17.784

China



1.386

18,4

12.237

15,1

23.300

18,2

8.827

16.806

Ingreso Medio47 bajo



21,2

2.972

39,

6.516

8,0

21.392

16,7

2.192

7.196

India





1.339

17,8

2.600

3,2

9.453

7,4

1.942

7.059

Ingreso Bajo

38

17,7

785

10,4

575

0,7

1.577

1,2

785

2.154

Total Mundial

222

100

7.530

100

80.737

100

127.661

100

10.721

16.953

Fuente: Banco Mundial Los datos anteriores, tomados en conjunto, aproximan, aunque imperfectamente, la desigualdad existente en el sistema internacional, lo que se expresa en el nivel del PIB per cápita promedio de cada estrato. Así, por ejemplo, el nivel de PIB per cápita promedio de los países de ingreso bajo es de 785 dólares, frente a los 41.214 dólares que, como promedio, tienen los países de ingreso alto (una relación de 1 a 52). Estas diferencias están atemperadas por tratarse de valores medios de grandes agregados; si se recurriese a los valores correspondientes a los países, las diferencias se verían acentuadas. Así, de acuerdo con los datos de 2017, un país de alto ingreso como Suiza disfruta de un PIB per cápita, de 80.1899 dólares, que multiplica por casi 275 el correspondiente a un país de bajo ingreso, como Burundi, cuyo PIB per cápita era de apenas 292 dólares. Hasta ahora las comparaciones se han hecho en valores expresados en una misma moneda (dólares corrientes). No obstante, como se ha visto en la Lección 1, no es este el mejor modo de realizar comparaciones internacionales. Para encontrar un procedimiento más fiable se suele recurrir, siempre que se pueda, a macromagnitudes expresadas en términos de paridad del poder adquisitivo. En ese caso las diferencias entre los distintos estratos se atenúan ligeramente: el PIB per cápita promedio de los países de bajo ingreso es de 2.154 dólares, frente a los 47.311 dólares propio del estrato de países de ingreso alto (una relación de 1 a 22). En este caso, el PIB per cápita de Suiza (64.712 dólares) multiplica por 88 el correspondiente a Burundi (733 dólares). Para la identificación del nivel de desarrollo de los países hemos utilizado hasta ahora el PIB per cápita: se podría obtener una imagen complementaria apelando a un indicador, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH), que considera también ciertas dimensiones sociales –y no solo económicas– en la determinación del nivel de desarrollo (véase la Lección 1 para conocer cómo se determina el IDH). El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que es quien elabora este Índice, divide la comunidad internacional en cuatro estratos, de acuerdo con que su IDH sea muy alto, alto, medio o bajo (cuadro 2). Pues bien, el estrato de más elevado desarrollo humano (IDH muy alto), compuesto por 59 países, concentra cerca del 19% de la población mundial; un número algo menor de países (53), con un porcentaje población notablemente superior (cerca del 32%), conforman el estrato inmediatamente inferior (IDH alto); el estrato de desarrollo humano medio está compuesto por 39 países, que acogen al 36% de la población mundial; y, finalmente, 38 países, con cerca del 12% de la población, forman el estrato de desarrollo humano bajo. Como es lógico, el IDH promedio crece a medida que se consideran estratos superiores de desarrollo, de 0,504 promedio para los de bajo desarrollo, 0,645 para los de desarrollo medio, 0,757 para los de alto nivel de desarrollo y 0,894 para los de muy alto desarrollo. Buena parte

de los países más pobres y vulnerables conforman el agregado de los países menos desarrollados (PMA), una categoría creada por Naciones Unidas, cuyo IDH promedio apenas alcanza el 0,524. Por regiones, la que presenta un más bajo nivel de desarrollo humano es África Subsahariana, con un 0,537 en 2017. No obstante, el grupo de Países menos Adelantados (PMA) todavía presentan un registro inferior, con un IDH de 0,524. Como es sabido, el IDH se compone de tres grandes componentes, referidos a la salud, la educación y el ingreso per cápita. El Cuadro 2 da información de los indicadores que nutren esos componentes. La salud es medida a través de la esperanza de vida: aunque hay diferencias entre los grupos de países, estas no son muy elevadas, particularmente entre los estratos superiores. En concreto, la esperanza promedio del estrato de desarrollo humano muy alto es cercano a 80 años, casi 4 años por encima del estrato de desarrollo humano alto (76 años); y este, a su vez, está casi siete años por encima de la esperanza correspondiente al estrato de desarrollo humano medio (69 años). Finalmente, la esperanza de vida del estrato de desarrollo humano bajo se sitúa en los 60 años. Las diferencias son algo más acusadas cuando se refieren a países, en lugar de a grupos: el indicador en este caso recorre el arco que va desde los 52 años de Sierra Leona hasta los casi 83 años de Suiza. La esperanza de vida de España es superior a los 83 años. El componente de la educación se aproxima a través de dos indicadores: los años medios de educación y los años esperados de formación. En estos indicadores las diferencias entre los estratos de desarrollo son más acusados. En el caso de los años medios de educación, el rango va desde los 4,7 años del grupo de bajo desarrollo a casi 12,2 del grupo de muy alto desarrollo; y en el de los años esperados de formación, los valores se mueven entre los 9,4 y 16,4 años de los grupos de bajo y muy alto nivel de desarrollo, respectivamente. Las diferencias entre los países son muy relevantes, especialmente si se tiene en cuenta el papel crucial que la formación de las personas tiene en las posibilidades de progreso futuro de las economías. En concreto, en los años de educación media, los países con mejor comportamiento, como Alemania o Estados Unidos, ofrece un promedio de 13 años, pero hay países pobres, como Níger o Burkina Fasso, que están por debajo de los 2 años. Similares diferencias se observan en los años esperados de formación, cuyos valores oscilan entre los casi 20 años de Australia y los apenas 4 años de Eritrea. Los valores que España presenta en ambos indicadores son de 9,8 y 17,9 años, respectivamente, todavía alejados de los valores superiores de la comunidad internacional. El tercero de los componentes del IDH es el nivel de ingreso, que se aproxima a través del PNB per cápita en paridad del poder adquisitivo. Es este el indicador que más nítidamente expresa las diferencias entre los cuatro estratos de desarrollo humano. El PNB per cápita promedio del grupo de bajo desarrollo es 2.521 dólares, que es menos de la mitad del correspondiente al grupo de desarrollo medio (6.849 dólares); y este, a su vez, es próximo a la mitad del correspondiente al grupo de desarrollo humano alto (14.999 dólares). Finalmente, el grupo de desarrollo humano muy alto tiene un ingreso per cápita promedio de 40.041 dólares, que es tres veces el propio del grupo de desarrollo alto y multiplica por 13 el ingreso del grupo de desarrollo humano bajo. Cuadro 2. Índice de desarrollo humano y sus componentes (2017) Nivel de desarrollo

Número países

Población

%

IDH

Esperanza de vida

Años medios de Años esperados de PNB per cápita educación educación PPA (dólares)

Muy alto

59

1.439

19,2

0,894

79,5

12,2

16,4

40.041

Alto

53

2.378

31,8

0,757

76,0

8,2

14,1

14.999

Medio

39

2.732

36,5

0,645

69,1

6,7

12,0

6.849

Bajo

38

926

12,3

0,504

60,8

4,7

9,4

2.521

Países en desarrollo

6.259

82,9

0,681

70,7

7,3

12,2

10.055

P. Árabes

409

5,4

0,699

71,5

7,0

11,9

15.837

Asia Oriental y Pacífico

2091

27,7

0,733

74,7

7,9

13,3

13.688

Europa y Asia Central

244

3,2

0,771

73,4

10,3

14,1

15.331

América Latina

640

8,4

0,758

75,7

8,5

14,4

13.671

Asia Meridional

1869

24,7

0,638

69,3

6,4

11,9

6.473

África Subsahariana

1005

13,3

0,537

60,7

5,6

10,1

3.399

Países Adelantados

1.002

13,2

0,524

64,8

4,7

9,8

2.506

1292

17,1

0,895

80,6

12,0

16,2

39.595

7.550

100

0,728

72,2

8,4

12,7

15.295

menos

OCDE Total Mundial

189

Fuente: PNUD, http://hdr.undp.org/sites/default/files/2018_human_development_statistical_update.pdf El análisis realizado en este epígrafe se ha referido a los indicadores agregados más relevantes. Conviene ahora reparar en algunas variables adicionales de interés, que anticipan lo que se verá en los siguientes capítulos.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 3. Población

3. POBLACIÓN Aunque el análisis de la población va a ser tratado de forma más detenida en la Lección 5, aquí se hará una presentación sumaria de algunos parámetros relevantes. Un primer paso obligado es conocer la extensión geográfica de las principales regiones de la economía mundial. Pues bien, la superficie del mundo se distribuye en cuotas relativamente semejantes (cercanas al 30%, respectivamente) entre América y AsiaOceanía; y, a un nivel algo inferior (con cuotas de en torno al 20%), entre África y Europa. La población, sin embargo, sigue una distribución perceptiblemente distinta. En concreto, Asia-Oceanía concentra algo más del 60% de la población mundial, quedando proporciones similares, notablemente más bajas (de en torno al 13%) para Europa, América y África. Esta desigual distribución de la población sobre la superficie del planeta da como consecuencia disímiles niveles de densidad demográfica (habitantes por kilómetro cuadrado) entre las diversas regiones. Así, por ejemplo, la densidad llega a 374 habitantes por kilómetro cuadrado en Asia Meridional, y esa ratio llega a 120 habitantes por kilómetro cuadrado en la Unión Europea: se trata de las regiones más densamente pobladas del mundo. Frente a ellas se encuentra Oceanía, que apenas tiene 4 habitantes por kilómetro cuadrado. Entre las regiones menos densas del mundo se encuentra también Norteamérica, con apenas 20 habitantes por kilómetro cuadrado. Conviene llamar la atención sobre el hecho de que la densidad demográfica no tiene una relación consistente con los niveles de desarrollo de las regiones. Así, por ejemplo, entre las regiones más densamente pobladas se encuentran tanto regiones desarrolladas (Unión Europa) como en desarrollo (Asia Central-Meridional); y, a la inversa, entre las de menor densidad se encuentran tanto regiones desarrolladas (América del Norte) como en desarrollo (África Meridional). Son razones más bien relacionadas con la naturaleza geográfica de las regiones (si tienen o no espacios inhóspitos) y su historia demográfica (si es o no de reciente poblamiento) lo que explica los niveles de densidad resultantes. La dinámica demográfica es muy dispar entre las regiones de la economía mundial, correspondiendo las tasas de crecimiento de la población más elevadas a las regiones del mundo en desarrollo, donde también son mayores las tasas de fecundidad (número de hijos por mujer) (Cuadro 3). Así, por ejemplo, África Subsahariana, la región más pobre del planeta, tiene una tasa de crecimiento de la población del 2,7% y presenta una tasa de fecundidad (véase Lección 5 para la definición precisa de este indicador) de cerca de 5 hijos. En regiones del mundo en desarrollo con demografías más maduras, como América Latina, estas tasas serían de 1% y de 2,1 hijos por mujer; en Asia Meridional esas tasas son 1,2% y 2,5 hijos por mujer, respectivamente. Finalmente, en el caso de los países desarrollados (como la Unión Europea), las tasas respectivas serían de 0,2% la tasa de crecimiento (es decir, casi una población estable) y de 1,6 hijos por mujer, una ratio que no permite la reposición de la población. La dinámica demográfica tiene también sus consecuencias en términos de estructura por edades de la población: allí donde es más elevada la tasa de crecimiento, mayor es la proporción de jóvenes. Así, por ejemplo, los menores de 14 años suponen más del 40% de la población en buena parte de África, pero apenas llegan al 17% (menos de la mitad, por tanto) en Europa. Y, al contrario, la población mayor de 65 años apenas alcanza el 3% en buena parte de las regiones de África Subsahariana, pero llega a suponer el 17% (cinco veces más) en el caso de la Unión Europea. Estos datos revelan el envejecimiento de la población como rasgo acusado de los países desarrollados, mientras que la elevada carga de población joven, que presiona sobre el mercado laboral y sobre la capacidad del sistema educativo, es propia de los países en desarrollo de más activa dinámica demográfica. Una síntesis de esta dimensión la ofrece la edad media de la población: en el caso de los países más desarrollados ese parámetro se sitúa en cerca de 40 años, mientras que en el caso de África Subsahariana apenas supera los 18 años. Unido a los rasgos mencionados hay otro que tiene gran relevancia económica: la tasa de dependencia; es decir, la carga que los no activos suponen sobre la población que está en edad de trabajar. Es claro que cuanto mayor sea la tasa de dependencia más difícil es que el esfuerzo productivo de los activos se traduzca en mejoras del bienestar del conjunto de la población. Pues bien, la tasa de dependencia de los países más pobres es notablemente más elevada que la de los países de mayor nivel de renta. Por ejemplo, mientras la Unión Europea presenta una tasa de dependencia del 54% o Norteamérica del 52%, África Subsahariana tiene una tasa del 85%. Además de la diferencia en el valor, es distinto el tipo de población dependiente en unas y otras regiones: en las más desarrolladas la población dependiente se distribuye casi en partes iguales entre población mayor (superior a los 65 años) y población joven (inferior a los 15 años); en el caso de los países en desarrollo, es este último segmento el que nutre el grueso de la población dependiente. Finalmente, la observación de los datos revela un hecho relativamente nuevo en la Historia: la mitad de la población mundial (el 54%) es ya población urbanizada y vive, por tanto, en ciudades. No obstante, se perciben diferencias de acuerdo con el nivel de desarrollo de las regiones. Así, mientras la población urbanizada está en torno a las tres cuartas partes del total en los casos de la Unión Europea, América del Norte y Oceanía (mundo dominantemente desarrollado), se sitúa en el 39% en el caso de África Subsahariana o del 33% en Asia Meridional. Es conveniente llamar la atención sobre el caso de América Latina, que a pesar de ser una región del mundo en desarrollo, tiene una población urbanizada del 80%: una tasa que es superior a la de la UE. Este resultado es coherente con el alto peso demográfico que tienen las grandes ciudades (Buenos Aires, Sao Paulo, Río de Janeiro, Lima, Caracas, Santiago de Chile o Montevideo) en el total de la población de sus respectivos países. Cuadro 3. Parámetros relevantes sobre la población (2017)

Millones

%

Densidad de población (hab/km2)

África Subsahariana

1.061

14

50,0

2,7

39,5

4,8

85,2

Norteamérica

362

4,8

19,9

0,8

82,0

1,8

52,0

Oriente Medio y Norte 444 de África

5,8

39,6

1,7

64,9

2,8

55,2

América Latina

644

8,5

32,1

1,0

80,4

2,1

49,4

Europa y Asia Central

915

12,1

33,4

0,4

72,0

1,8

51,7

Unión Europea

512

6,7

120,9

0,2

75,4

1,6

54,4

Asia Oriental y Pacífico 2.314

30,7

94,9

0,7

58,2

1,8

43,7

Asia Meridional

1.788

23,7

374,8

1,2

33,5

2,5

53,2

Total Mundial

7.530

100

59,1

1,2

54,8

2,4

54,4

Región

Población

la

Crecimiento de población (%)

la Población (en %)

urbana

Fuente: Banco Mundial, https://databank.worldbank.org/data/reports.aspx?source=world-development-indicators

Tasa de Tasa de fertilidad dependencia (%)

2020 - 10 - 26

PÁGINA RB-3.4

Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 4. Distribución del producto

4. DISTRIBUCIÓN DEL PRODUCTO El grueso de la actividad económica se concentra en tres grandes regiones de la economía mundial, que agrupan a los principales países desarrollados y a algunos países en desarrollo de mayor dinamismo. Se trata, en primer lugar, de América del Norte, que concentra en torno al 16% del PIB mundial en paridad del poder adquisitivo; en segundo lugar, la Unión Europa-27, que aporta otro 16% al PIB mundial; y, finalmente, Asia Oriental (incluyendo China y Japón), que concentra algo más del 32% del PIB mundial. Así pues, en torno a esta tríada gravita cerca del 65% del total del producto mundial, expresado en paridad del poder adquisitivo. Como contraste, el resto de las regiones del mundo representan una parte menor en el PIB mundial. Así, por ejemplo, toda África Subsahariana (más del 12% de la población del planeta) aporta en torno al 3% del PIB mundial; América Latina aporta el 8%, y toda Asia Meridional (23% de la población mundial) el 9% de la producción total. Esta misma distribución se aprecia cuando lo que se considera es la participación de cada región en el total de las exportaciones mundiales de bienes y servicios. En este caso con una salvedad: la Unión Europea (y por extensión la región de Europa y Asia Central) aportan la cuota dominante a las exportaciones mundiales (34% la UE y 40% el conjunto de la región). Ello es debido a que se trata de una región en la que abundan los Estados de pequeño tamaño, con economías muy abiertas, lo que estimula el intercambio intrarregional. Asia Oriental y el Pacífico constituyen la segunda región exportadora del mundo, aportando cerca del 30% de las exportaciones totales de bienes y servicios. La cuota de Norteamérica es muy inferior, cercana al 12% de las exportaciones mundiales. Las aportaciones de las regiones del mundo en desarrollo máspobres, como Asia Meridional y África Subsahariana, son menores, del 2,5 y del 1,6%, respectivamente. Los niveles de desarrollo aparecen relacionados con la composición y estructura del PIB (algo que se explorará en la Lección 4). Así, es en las regiones más pobres donde mayor relevancia adquiere el sector agrario, mientras que en las regiones desarrolladas el sector de los servicios se convierte en dominante. Por ejemplo, el sector agrario llega a aportar más del 15% del PIB en África Subsahariana y el 16% en Asia Meridional, pero apenas supone el 1,5% en el caso de la Unión Europea. En todo caso, en el resto de regiones en desarrollo, con exclusión de las dos más pobres antes mencionadas, la aportación del sector agrario es en promedio inferior al 5% del PIB. El peso de la industria presenta sus valores más elevados en el caso de aquellas regiones donde abundan los países de renta media y con mercados emergentes en rápida transformación productiva: es el caso de Asia Oriental y el Pacífico. Por el contrario, el peso del sector es más bajo tanto en las regiones pobres (como África Subsahariana) como, muy especialmente, en las más desarrolladas, cuya actividad económica descansa muy centralmente sobre el sector de servicios (como Norteamérica y la Unión Europea). El nivel de desarrollo se refleja también en la composición de las exportaciones. El peso de las exportaciones de alta tecnología, como porcentaje de las manufacturas exportadas, presenta sus mayores cuotas, en el caso de Norteamérica, Europa y Asia Central y de Asia Oriental y el Pacífico. En esta última región es donde este tipo de exportaciones alcanzan la mayor ratio, del 25% del total de las manufacturas. En África Subsahariana y en el Norte de África y Oriente Medio esa cuota, sin embargo, es muy baja, inferior al 5%, subiendo un poco, al 6% en el caso de Asia Meridional. Por último, el recurso a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación es una dimensión clave de la economía del presente y un condicionante de las posibilidades futuras de progreso. Aquí también se perciben diferencias muy importantes entre las regiones del mundo. Por ejemplo, el número de servidores seguros de Internet por millón de habitantes alcanza los cerca de 30 mil en el caso de Norteamérica y se sitúa en 18 mil en el caso de la Unión Europea. Las cifras, sin embargo, descienden a 309 en el caso de Norte de África Y oriente Medio o a 573 en el caso de África Subsahariana. Cuadro 4. Indicadores económicos (2017)

Región

PIB per Agricultura% cápita PPA sobre el PIB Miles de millones % sobre el (dólares) de dólares total

Participación en las exportaciones Industria% sobre mundiales de el PIB bienes y servicios (%)

Servidores Exportaciones de seguros de alta tecnología (% internet sobre por millón manufacturas) de habitantes

África Subsahariana

4.064

3,1

3.830

15,8

25,2

1,6

3,9

574

Norteamérica (*)

21.108

16,5

58.223

1,3

20,7

12,8

18,8

29.890

8.843

6,9

19.902

5,6

40,5

5,8

4,5

309

América Latina

10.178

8,4

15.801

4,7

23,9

5,7

11,6

997

Europa Central

29.903

23,4

32.662

1,9

23,1

40,8

13,7

12.171

21.109

16,5

41.191

1,5

21,9

34,4

14,2

18.860

41.984

32,8

18.140

5,4,

34,1

30,6

25,5

7.046

Asia Meridional

11.618

9,1

6.496

16,0

25,5

2,5

6,5

1.237

Total mundial

127.661

100

16.913

3,9

27,6

100

16,6

3.5113

PIB (PPA)

Oriente Medio Norte de África

y

y

Asia

Unión Europea Asia Oriental Pacífico

y

Fuente: Banco Mundial, https://databank.worldbank.org/data/reports.aspx?source=world-development-indicators; Los datos de comercio de Norteamérica se refieren a 2016

2020 - 10 - 26

PÁGINA RB-3.5

Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 5. Logros sociales

5. LOGROS SOCIALES Además de diferencias en el ámbito económico, también en logros sociales se perciben desigualdades notables entre las diversas regiones del mundo. Son muchos los aspectos que cabría considerar al respecto, pero aquí nos detendremos solo en alguno de los más significativos. A lo largo del siglo XX se ha producido una prolongación muy notable de la esperanza de vida de la población mundial. No obstante, en esta segunda década del siglo XXI, como ya se ha visto, todavía hay diferencias perceptibles en el valor de ese indicador entre las regiones de la economía mundial. Así, por ejemplo, mientras la esperanza de vida al nacer es de 80 años para la Unión Europea, apenas supera los 60 años en el caso de África Subsahariana, y es cercana a los 68 años en Asia Meridional (Cuadro 5). Todavía más significativas son las diferencias existentes en la tasa de mortalidad infantil. En concreto, mientras dicha tasa (expresada en tantos por 1000 de niños y niñas menores de cinco años) ronda el 4 ‰ en la Unión Europea, supera el 75 ‰ (es decir, es dieciocho veces superior) en el caso de África Subsahariana y está en los 44 ‰ (casi once veces superior) en Asia Meridional. La mortalidad materna (expresada en términos de 100.000 nacidos vivos) reproduce similar pauta. La ratio apenas llega a 8 en el caso de la Unión Europea, pero se eleva a 547 (es decir, sesenta y ochos veces superior) en África Subsahariana, o es de 182 (veintitrés veces superior) en Asia Meridional. Un capítulo de notable relevancia es el que se refiere a la incorporación de la población al sistema escolar, medido en este caso a través de la tasa neta de matriculación en estudios secundarios. También en este ámbito se han registrado avances muy significativos en el conjunto de las regiones. De hecho, por lo que se refiere a la educación primaria, las ratios revelan que se está muy próximo a alcanzar el acceso universal incluso en las regiones pobres. Más diferencias se observan en el caso de la educación secundaria. El porcentaje correspondiente supera holgadamente el 90% (de la población superior a 25 años) en el grupo de países de mayor desarrollo), pero se encuentra todavía en el 34% en el caso de África Subsahariana y apenas alcanza el 60% en Asia Meridional. Como se ha señalado, esta diferencia en la dotación de capital humano es clave para explicar las diferencias en las posibilidades de desarrollo respectivas. Es importante saber si el acceso a la educación no discrimina a la población en función del sexo. En general, las ratios entre mujer/hombre en el acceso a la educación primaria y secundaria son bastante equilibradas, si bien ha de tenerse en cuenta que la cuota correspondiente a las mujeres en el total de la población es levemente superior a la de hombres. Acaso, las diferencias más notables se perciban África Subsahariana, con un porcentaje de mujeres en la enseñanza secundaria del 46%, Oriente Medio y Norte de África, 48%, y Asia Meridional, 47%. Es en estas regiones donde más terreno debe recorrerse para alcanzar en este ámbito la igualdad de género. Una de las facetas más dolorosas del subdesarrollo es la presencia del hambre. El porcentaje de población malnutrida es una manifestación de este problema. Las regiones del mundo desarrollado mantienen ratios de población malnutrida muy bajas (inferiores al 3%), pero este no es el caso de las regiones del mundo en desarrollo. Por ejemplo, en África Subsahariana uno de cada cinco habitantes está afectado de malnutrición; y en Asia Meridional esa ratio es del 15%. Cuadro 6. Indicadores sociales. 2015

Región

Esperanza de vida

Porcentaje de Mortalidad infantil Mortalidad materna Tasa de matriculación alumnos mujeres Prevalencia de (inferior a 5 años) (por 100.000) neta en secundaria (%) en la educación malnutrición (%) (‰) secundaria (%)

África Subsahariana

60,4

75,5

547,0

34,3

46,4

21,3

Norteamérica

79,1

6,5

13,0

92,8

48,8

2,5

Oriente Medio y Norte 73,5 de África

23,1

81,0

70,4

47,1

9,1

América Latina

75,5

17,7

67,0

76,9

50,2

6,2

Europa y Asia Central

77,3

9,0

16,0

91,1

48,7

2,8

Unión Europea

80,6

4,1

8,0

91,6

49,0

2,5

Asia Oriental y Pacífico

75,4

15,8

59,0

79,5

47,8

8,7

Asia Meridional

68,7

44,8

182,0

59,8

47,7

15,6

Total Mundial

72,0

39,1

216,0

65,8

48,0

10,8

la

Fuente: Banco Mundial, https://databank.worldbank.org/data/reports.aspx?source=world-development-indicators. Cuando no está el dato de 2017, se usa el último año disponible, siempre posteriror a 2015 Hasta ahora nuestra atención se ha centrado en la dimensión de las desigualdades internacionales, atendiendo para ello a los valores promedio regionales de diversos indicadores. Ahora, sin embargo, quisiéramos trasladar la mirada hacia las desigualdades vigentes en el seno de los países. Estas constituyen también un problema importante, que además parece estar en progresiva agudización en los últimos años en un ámbito muy amplio de países. Consciente de este hecho, el PNUD decidió desarrollar una corrección de su indicador de desarrollo humano (IDH) para tomar en cuenta las desigualdades existentes en el seno de los países en cada una de las dimensiones que componen ese índice (Cuadro 7). Cuanta mayor es la desigualdad, mayor es el coeficiente de reducción que se aplica al indicador. Pues bien, esos factores de corrección varían muy notablemente, entre el mínimo de Japón de apenas 4%, al máximo de la República Centroafricana, del 42%. En general, todos los IDH descienden al aplicarles el factor de desigualdad, pero ese descenso relativo es tanto mayor cuanto más se desciende en el nivel de desarrollo humano de los grupos. Por ejemplo, en el caso de los países de muy alto desarrollo humano, el descenso es de 10 puntos porcentuales, pero casi es de 31 en el caso de los países de desarrollo humano bajo.

Un componente importante de la desigualdad es el que se refiere a las asimetrías existentes entre el hombre y la mujer en materia de salud, acceso a los puestos de decisión y al mercado de trabajo: el PNUD trató de medir estos aspectos a través de un Índice de Desigualdad de Género, que adopta valores superiores cuanto mayor es la asimetría (véase de nuevo Lección 1). Pues bien, en los países de mayor desarrollo este índice apenas llega al 0,174, pero se eleva al 0,590 en el caso de los países de menor desarrollo humano. La desigualdad internacional tiene su expresión más lacerante en la persistencia de la pobreza extrema. Se entiende por pobreza el estado de especial vulnerabilidad que padecen las personas como consecuencia de carencias graves en la cobertura de necesidades que se consideran básicas. Es difícil definir un criterio uniforme para medir la pobreza, pero el Banco Mundial, basado en estudios sobre el consumo de los hogares en un número de países de bajo ingreso, determinó la frontera de 1,9 dólares diarios (en PPA a precios de 2011) de capacidad de consumo como el mínimo requerido para poder atender aquellas necesidades vitales que se consideran básicas. Al tiempo, señaló otro umbral algo menos exigente, de 3,2 dólares (también en PPA a precios de 2011) de gasto diario como segundo umbral de pobreza extrema. Pues bien, de acuerdo con esta forma de medir la pobreza, lo primero que habría que concluir es que, a lo largo de la última década, se ha avanzado en la reducción de este importante problema (Gráfico 1). En 1990 había 1.908 millones de pobres en el mundo (medido por la primera línea de pobreza); es decir, era pobre el 41% de la población mundial. En 2008, el número de pobres había descendido a 1.289 millones (el 22%) de la población mundial; y se estima que en 2015 existen 767 millones de pobres (en torno al 10% de la población mundial). En este progreso influyó, sobre todo, el crecimiento experimentado por algunos países, como China e India, con alto volumen de población pobre. Un proceso similar de reducción de la pobreza, aunque menos intenso, se constata cuando se utiliza la línea de pobreza de los 3,2 dólares. En todo caso, y pese a este avance, queda un contingente importante de población que no alcanza la renta mínima para cubrir necesidades vitales básicas. Eso plantea un desafío y una responsabilidad a los países afectados y a la comunidad internacional, que deben poner los medios para acabar con esa lacra. Si de las cifras agregadas se pasa al análisis por regiones, se constata que la región con mayor número de pobres es Asia Meridional. No obstante, este resultado es consecuencia de la alta carga poblacional que tiene esta región. Si el número de pobres se pone en relación con la población, las tasas de incidencia de la pobreza más elevadas se encuentran en África Subsahariana y, con cifras algo menores, en Asia Meridional. Cuadro 7. Desigualdad y pobreza, 2017 Nivel de desarrollo humano

Índice de desarrollo humano

Índice de desarrollo humano ajustado por Índice de desigualdad de desigualdad género

Muy alto

0,894

0,799

0,170

Alto

0,757

0,636

0,289

Medio

0,645

0,483

0,489

Bajo

0,504

0,347

0,586

Total Mundial

0,681

0,531

0,468

Fuente: PNUD. http://hdr.undp.org/sites/default/files/2018_human_development_statistical_update.pdf Gráfico 1a: Porcentaje de población pobre (que vive con menos de 1,9 dólares diarios)

Fuente: Banco Mundial

Gráfico 1b: Porcentaje de población pobre (que vive con menos de 3,20 dólares diarios)

Fuente: Banco Mundial

© 2019 [Thomson Reuters (Legal) Limited / José Antonio Alonso Rodríguez (Dir.) y otros]© Portada: Thomson Reuters (Legal) Limited

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PÁGINA RB-3.6

Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 6. Un mundo más multipolar

6. UN MUNDO MÁS MULTIPOLAR El mundo que nació de la Segunda Guerra Mundial se articuló en torno a dos bloques cuya confrontación dominó todo el período de la llamada «guerra fría»: por una parte, el bloque Occidental, de economías de mercado; por otro, el llamado bloque del Este, de economías socialistas. En cada uno de estos bloques existía un claro liderazgo, en torno a Estados Unidos, en el primer caso, y a la Unión Soviética, en el segundo. La ventaja económica y tecnológica de estos dos países sobre el resto de los pertenecientes a su bloque era notable al comienzo de la posguerra. A medida que se avanza en el tiempo, en los países de economía de mercado se produce un fenómeno de clara convergencia, reduciéndose las distancias de los países seguidores con respecto a Estados Unidos como consecuencia del progreso de los países de la Unión Europea y de Japón. Por su parte, en el caso del bloque del Este, después de un extraordinario crecimiento de la URSS en la inmediata posguerra, se produjo una reducción de los ritmos de progreso del conjunto del bloque desde comienzos de los años setenta. Se va conformando así, a partir de ese momento, una economía mundial cuyo dinamismo descansa en una tríada compuesta por Estados Unidos, el bloque central de la Unión Europea (con Alemania a la cabeza) y Japón. A partir de los años noventa se vuelve a producir un cambio en la configuración del sistema internacional como consecuencia de tres alteraciones relevantes: i) en primer lugar, el desmoronamiento del bloque de economías socialistas que, con ligeras excepciones, y tras una crisis severa, pasan a convertirse en economías de mercado y en democracias políticas; ii) en segundo lugar, el estancamiento de Japón que, tras haber protagonizado una senda de crecimiento intenso en las tres décadas previas, entra en los años noventa en una etapa de bajo crecimiento que se mantiene, con ligeras correcciones, hasta la actualidad; iii) en tercer lugar, la aparición de un grupo de economías dinámicas, procedentes del mundo en desarrollo –la más importante, China–, que conforman lo que se denominan «mercados emergentes». Son estas economías las que revelan mayores capacidades dinámicas, presentando, aunque con cierta inestabilidad, ritmos de crecimiento elevados. Como consecuencia de estos cambios, se ha pasado de un mundo bipolar a otro crecientemente multipolar. Un mundo en el que Estados Unidos, la Unión Europea y Japón siguen teniendo un peso considerable en la economía internacional, pero donde nuevos centros de gravitación económica aparecen en torno a países del mundo en desarrollo como Brasil, México, China, India, Indonesia, Turquía, Irán, Rusia o Sudáfrica. Alguno de estos países tienen una proyección indudable sobre su entorno regional, pero otros incluso trascienden ese entorno para convertirse en actores relevantes del escenario global. El Cuadro 8 da cuenta de esta evolución. En 2010, la aportación que hacían los centros desarrollados (Estados Unidos, la Unión Europea y Japón) era cercana al 58% del PIB mundial, cuando este se expresa en dólares corrientes, y al 42% cuando se expresa en paridad del poder adquisitivo. Pero se espera que esas cuotas se reduzcan al 40% y al 27%, respectivamente, en 2030. Por el contrario, los países con mercados emergentes y en vías de desarrollo, que aportaban en 2010 el 34% (52% en paridad del poder adquisitivo), supondrán en 2030 el 53%

(67% en PPA) del PIB mundial. Cuadro 8. Peso económico de algunos países, 2010 y 2030 2010

2030

Aportación al PB Aportación al PIB Aportación al PB Aportación al PIB mundial (en dólares, mundial (en PPA, en mundial (en dólares, mundial (en PPA, en en %) %) en %) %) Estados Unidos

23,5

16,8

17,2

11,8

UE-27

26,1

18,7

17,3

11,9

Japón

8,7

6,3

5,3

3,6

China

9,4

17,4

16,1

23,5

India

2,5

5,3

6,0

9,8

Corea

2,3

1,3

1,6

1,1

Brasil

3,3

3,7

3,3

3,3

Indonesia

1,1

2,1

2,1

3,1

Rusia

2,3

3,8

1,5

2,3

Total

100

100

100

100

Fuente. Arvind Subramanian: Eclipse, Barcelona, Destino, 2011 Un buen exponente de esta nueva morfología del sistema internacional es la cambiante composición de las instancias de coordinación internacional generadas al margen de Naciones Unidas. Desde mediados de los años setenta, a instancias de la Administración norteamericana, se convocaban las reuniones del llamado G-5, compuesto por Estados Unidos, Francia, Reino Unido, República Federal Alemana y Japón, para coordinar respuestas de política económica internacional, especialmente en el ámbito cambiario. A este grupo se unieron, posteriormente, Canadá, Italia y el presidente de la Comisión Europea, conformando el G-7, que desarrolló sus reuniones desde finales de los setenta hasta muy recientemente. En los últimos tres lustros se invitaba también a las reuniones a Rusia, conformando el G-8. No obstante, como consecuencia de los cambios antes mencionados en el sistema internacional, cada vez era más manifiesto que las economías acogidas en el G-8 eran solo una parte del sistema económico internacional. Actores de mucho peso económico y de creciente proyección global, necesarios para una efectiva coordinación internacional, quedaban fuera de ese grupo de ocho. Por este motivo, cuando se desata la reciente crisis, iniciada en 2007, la comunidad internacional recurre a una instancia de coordinación más incluyente, el G-20, en el que está representado un espectro más amplio de países, una parte de ellos mercados emergentes del mundo en desarrollo. Y de hecho esa instancia –el G-20– ha sido la encargada de coordinar la respuesta frente a la crisis y establecer los acuerdos básicos en materia de reforma del sistema financiero internacional (véase Lección 10). En la actualidad, el G-20 concentra el 61% de la población del planeta y el 79% del PIB mundial (74% en términos de paridad del poder adquisitivo). En este grupo están representadas economías desarrolladas, como Estados Unidos, Reino Unido, Alemania o Francia, pero también países en desarrollo, como China, India, Indonesia o Sudáfrica. España participa en estas reuniones como invitado permanente. El G-20 es un exponente del carácter más multipolar del mundo actual. Cuadro 9. Miembros del G-20 (2013)

Países

% sobre PIB mundial % sobre PIB mundial % sobre ($ corrientes) (PPA) mundial

Estados Unidos

24,0

15,2

4,3

59.531

China

15,1

18,2

18,4

16.806

Japón

6,0

4,3

1,7

43.279

Alemania

4,5

3,2

1,1

50.639

Francia

3,2

2,2

0,9

42.850

Reino Unido

3,2

2,2

0,9

43.268

Brasil

2,5

2,5

2,8

15.483

Italia

2,4

1,8

0,8

39.427

Rusia

1,9

3,0

1,91

25.533

India

3,2

7,4

17,8

7.059

Canadá

2,0

1,3

0,5

46.705

Australia

1,6

0,9

0,3

48.460

España (*)

1,6

1,4

0,6

37.998

Corea

1,8

1,5

0,7

38.335

México

1,4

1,8

1,7

18.273

Indonesia

1,2

2,5

3,5

12.283

Turquía

1,0

1,6

1,1

26.518

Arabia Saudita

0.8

1,4

0,4

53.779

Argentina

0,7

0,7

0,6

20.784

Sudáfrica

0,4

0,6

0,7

13.497

Total G-20

79,3

74,3

60,7

(*) Invitado permanente Fuente: Con datos del Banco Mundial

población

PIB per cápita PPA

2020 - 10 - 26

PÁGINA RB-3.7

Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 7. Recapitulación

7. RECAPITULACIÓN A lo largo del presente capítulo se han presentado algunos datos sumarios sobre la economía internacional al objeto de ofrecer una radiografía de conjunto que sirva como punto de partida para el análisis posterior. La mera exposición de los datos de población y renta de acuerdo con los niveles de ingreso per cápita de los países pone en evidencia la desigualdad existente a escala internacional: los países de bajo ingreso, que suponen el 8% de la población, apenas perciben el 0,6% del PIB mundial; y, a la inversa, los países más ricos, que aportan el 16% de la población, concentran el 63% del producto. Aunque con tenues matices, este mismo resultado se obtiene si en lugar de clasificar de acuerdo con el nivel de ingreso per cápita de los países se considerase su nivel de desarrollo humano. La distribución de la población sobre el planeta pone en evidencia la existencia de niveles de densidad demográfica muy diferentes de acuerdo con las regiones. Son los continentes de más antiguo poblamiento del hemisferio norte (Asia y Europa) lo que, en general, presentan mayores niveles de densidad demográfica. Además de la distribución de la población, es también muy desigual la dinámica demográfica de las regiones, con tasas de natalidad y de fecundidad muy superiores en los países en desarrollo, que son los que presentan tasas de crecimiento de la población mayores. Como consecuencia, la estructura por edades de la población es muy diferente de acuerdo con el nivel de desarrollo, estando sesgada hacia los estratos más jóvenes en los países más pobres y hacia los tramos mayores de edad en el caso de los países más ricos. La distribución de la producción revela las desigualdades económicas entre los pueblos: tres grandes regiones de la economía mundial concentran las tres cuartas partes del PIB mundial, mientras que continentes enteros del mundo en desarrollo apenas si realizan aportaciones al total de la producción del planeta. Las diferencias en el PIB per cápita se asocian, además, a composiciones del producto igualmente disímiles. En los países más pobres el sector primario mantiene una notable relevancia; en el caso de los países desarrollados es el sector servicios el que aporta la mayor cuota del PIB agregado; y, finalmente, es en los países de desarrollo medio en donde la industria adquiere su mayor peso relativo. La concentración de la actividad económica tiene su reflejo en los flujos económicos internacionales, como el comercio y la inversión directa. También en las dimensiones sociales se aprecian los niveles de desigualdad existentes en el mundo. Una desigualdad que se revela no solo en las condiciones de vida de la población – esperanza de vida más baja y tasa de mortalidad infantil más elevada– propia del mundo en desarrollo, sino también en su capacidad de acceso a la educación o a las posibilidades que brindan las nuevas tecnologías de la comunicación. Además de las desigualdades internacionales, son también relevantes las desigualdades que rigen en el seno de los países. También en este caso, el efecto de la desigualdad es más acusado en los estratos de más bajo desarrollo; y se expresan tanto en términos económicos y sociales como en materia de género. Por último, la estructura del sistema internacional está experimentando un importante cambio como consecuencia del creciente peso que están adquiriendo ciertas economías, algunas de gran tamaño, procedentes del mundo en desarrollo. Se ha incrementado el grado de heterogeneidad

entre los países en desarrollo y parece avanzarse hacia un mundo más multipolar. El protagonismo alcanzado por el G-20 es un exponente de este tránsito.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 8. Glosario

8. GLOSARIO Densidad demográfica: Mide el nivel de ocupación humana del territorio. Se expresa como habitantes por kilómetro cuadrado. Pobreza extrema: expresa el estado de vulnerabilidad que padece una persona por carecer de los medios necesarios para atender necesidades que se consideran básicas. El Banco Mundial determina el umbral de pobreza extrema en la posibilidad de gasto de 1,25 dólares diarios (en paridad del poder adquisitivo); o, alternativamente, en 2 dólares diarios (igualmente en paridad del poder adquisitivo).

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 9. Orientaciones Bibliográficas

9. ORIENTACIONES BIBLIOGRÁFICAS Dado el carácter descriptivo e introductorio de esta Lección, buena parte de la bibliografía requerida para profundizar en los temas tratados se presentará en las Lecciones posteriores. No obstante, hay dos publicaciones que resultan de gran ayuda para hacerse una imagen de situación de la economía mundial: se trata del Informe sobre el desarrollo mundial, que publica anualmente el Banco Mundial, y del Informe sobre el desarrollo humano que con igual periodicidad publica el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Ambos se editan traducidos al castellano. Además, el Banco Mundial publica otros dos materiales muy útiles para disponer de información actualizada sobre la economía mundial: el World Bank Atlas, que traslada a mapas geográficos las principales variables, y el Little Data Book, que hace un resumen por países de los principales indicadores.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 10. Enlaces

10. ENLACES Naciones Unidas –www.un.org–: permite una conexión con las principales agencias de Naciones Unidas y sus respectivas bases de datos. Banco Mundial –www.world.bank.org–: con amplia disponibilidad de estadísticas. En especial a través de World Development Indicators. PNUD –www.undp.org–: dispone también de una amplia relación de estadísticas, incluidas las que componen el Índice de Desarrollo Humano.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 11. Prácticas 11.1. Distribución del producto mundial

11.1. DISTRIBUCIÓN DEL PRODUCTO MUNDIAL A partir de la información que proveen los World Development Indicators del Banco Mundial, los alumnos deben construir los indicadores de concentración de la renta mundial. A efectos de que la práctica les ayude a familiarizarse con la información, se sugieren dos tipos de índices de concentración, uno referido al número de países y otro al porcentaje de la población. En el primer caso se trataría de saber qué porcentaje de la producción mundial concentran los 5, 10 y 20 países más ricos del planeta. En el segundo, el objetivo es determinar qué porcentaje de la producción mundial concentran el 5 y el 10% de la población mundial más rica (utilizando el PIB per cápita como expresión del nivel de renta del ciudadano representativo de cada país).

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 11. Prácticas 11.2. Desarrollo económico y desarrollo social

11.2. DESARROLLO ECONÓMICO Y DESARROLLO SOCIAL Se distribuyen los alumnos de acuerdo a las diversas regiones de la economía mundial. A partir de los datos del World Development Indicators los alumnos deben elaborar gráficos de dispersión en los que se combine el nivel de desarrollo económico de los países (aproximado a través del PIB per cápita en paridad del poder adquisitivo) con diversas variables asociadas a algunos logros de desarrollo (por ejemplo, esperanza de vida, tasa bruta de matriculación, tasa de alfabetización y mortalidad infantil). A partir de este trabajo se alentará un debate acerca del tipo de relaciones entre las variables que sugieren los gráficos.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 3. Radiografía de la economía mundial (JOSÉ ANTONIO ALONSO) 11. Prácticas 11.3. Visualizar la desigualdad internacional

11.3. VISUALIZAR LA DESIGUALDAD INTERNACIONAL Se sugiere entrar en la página web de worldmapper (www.worldmapper.org), ir a «main categories» e ir recorriendo alguna de las dimensiones que en esa sección se contienen. Explicar a los alumnos cómo la deformación de los mapas responde a la dimensión que adquiere en cada caso la variable seleccionada. Para que el efecto visual sea más claro, es conveniente mantener en pantalla inamovible el mapa referido a la superficie de los continentes, para que se aprecie de forma más inmediata la deformación resultante en cada caso. Seleccionar un par de mapas en cada categoría y promover un debate acerca de lo que sugiere el recorrido visual realizado.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 4. Crecimiento económico, innovación y cambio estructural (JOSÉ ANTONIO ALONSO, CARLOS GARCIMARTÍN y CARMEN FILLAT) 1. Introducción

1. INTRODUCCIÓN La desigualdad internacional, las diferencias en los niveles de renta promedio entre países, constituye uno de los rasgos más sobresalientes de la economía mundial. En la base de semejante rasgo está la dispar dinámica que han seguido los países en los dos últimos siglos, a medida que se fue consolidando la sociedad de mercado a escala internacional. ¿Por qué unos países lograron sostener ritmos elevados de crecimiento mientras otros países evolucionaron a tasas más modestas? Es difícil encontrar una teoría comprensiva del éxito económico, pero la Economía proporciona algunas respuestas convincentes acerca de los factores que impulsan la dinámica económica. A estudiar estos aspectos se dedica la presente Lección. Una Lección que se estructura en torno a siete epígrafes básicos adicionales a esta introducción. Así, el segundo epígrafe se dedica a argumentar la importancia que tiene la dinámica económica y su relación con las circunstancias y opciones que cada economía adopta en un momento dado del tiempo. El epígrafe 3 se dedica a analizar el modelo de Solow, como referente canónico de la teoría de crecimiento; y el epígrafe 4 presenta las bases de la generación más reciente de modelos de crecimiento endógeno. El epígrafe 5 se orienta a estudiar el proceso de cambio estructural que aparece asociado al crecimiento, para analizar sus rasgos y estudiar sus consecuencias. El epígrafe 6 discute el papel de la innovación en la promoción del crecimiento, aportando algunas informaciones acerca del esfuerzo que en este ámbito realizan los países. Un esfuerzo similar se hace en el epígrafe 7, pero en este caso referido a la educación y a la formación de capital humano. Por último, el octavo epígrafe analiza el comportamiento comparado de las economías, para analizar si se está produciendo un proceso de convergencia entre ellas. La lección termina con una recapitulación a modo de recordatorio de los principales contenidos del capítulo.

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 4. Crecimiento económico, innovación y cambio estructural (JOSÉ ANTONIO ALONSO, CARLOS GARCIMARTÍN y CARMEN FILLAT) 2. Importancia de la dinámica económica

2. IMPORTANCIA DE LA DINÁMICA ECONÓMICA El crecimiento económico constituye uno de los objetivos centrales de la política económica de todo gobierno. Conseguir semejante objetivo no es, sin embargo, una tarea sencilla, especialmente para los países más pobres y vulnerables: son muchas las restricciones y carencias que deben superar. Las dificultades se amplifican por las adversas condiciones que el entorno internacional impone a los países en desarrollo en forma de proteccionismo agrario en los mercados industriales, de restricciones para acceder a la innovación tecnológica o de dificultades para insertarse de manera estable en los mercados de capitales. Ahora bien, que constituya una tarea compleja no quiere decir que sea imposible. La historia más reciente puede aportar algunos casos ilustrativos al respecto. Para ello se puede acudir a la base de datos de Angus MADDISON (en la versión actualizada del Maddison Project Database) que nos permite construir series largas del PIB per cápita, con datos homogéneos. Pues bien, acorde con esos datos, tres economías presentaban en 1960 un similar y aceptablemente elevado PIB per cápita: Argentina, Finlandia e Italia. Los dos países europeos siguieron una senda continuada de crecimiento, si bien los mayores logros los cosecharon en etapas distintas, arrojando una tasa de crecimiento anual promedio de algo más de 2% para el conjunto del período. Argentina, sin embargo, tuvo un crecimiento más modesto, que apenas supera el 1% de tasa anual promedio. Las diferencias en las tasas parecen leves (de algo más de un punto porcentual), pero acumuladas en el tiempo conducen a resultados manifiestamente discrepantes. En la actualidad el PIB per cápita de los dos países europeos casi dobla el propio de Argentina. Vayamos ahora al caso de otras tres economías cuya renta per cápita, en 1960, era bastante más modesta que las tres anteriormente consideradas: se trata de España, México y Chile. Las tres economías partían de un PIB per cápita similar, pero la senda que siguieron las respectivas economías es manifiestamente dispar: España crece a una tasa promedio anual de cerca del 3%, Chile lo hace a una tasa del 2,3% y México, a una del 1,9%. De nuevo, las diferencias en las tasas parecen leves, pero sostenidas en el tiempo conducen a niveles de PIB per cápita muy diferentes en la actualidad. En concreto, el PIB per cápita de España es más de un tercio superior al de Chile y el de este país supera en un tercio al de México. Finalmente, consideremos cuatro países, dos asiáticos y dos africanos, que, en 1960, eran relativamente pobres y con un PIB per cápita similar: Corea, Zimbabue y Kenia. Las tendencias seguidas por sus economías fueron muy diferentes: Corea presenta una tasa de crecimiento anual promedio del 5,6% para el período, esa tasa se sitúa en 4,2% en el caso de Tailandia, desciende al 1,1% en Kenia y alcanza un registro cercano levemente negativo en el caso de Zimbabue. Como consecuencia de estos ritmos dispares de crecimiento, el PIB per cápita de Kenia dobla en la actualidad al de Zimbabue; a su vez, Tailandia tiene un PIB per cápita que multiplica por 5 el de Kenia; y, en fin, Corea duplica el PIB per cápita de Tailandia. Los ejemplos señalados son suficientes para demostrar, en primer lugar, que el subdesarrollo no es una situación imposible de superar: hay países que partiendo de situaciones de atraso económico han logrado imprimir a sus economías un ritmo de crecimiento suficiente como para aproximarlas a las condiciones de los países desarrollados. Una segunda enseñanza que nos revela la historia es que mientras tener episodios de intenso crecimiento es una experiencia relativamente compartida entre países, más difícil resulta lograr que ese dinamismo se sostenga en el tiempo. Sin embargo, es la sostenibilidad del crecimiento lo que termina por marcar diferencias en los niveles de renta per cápita entre países en períodos dilatados de tiempo. Para hacer sostenible el crecimiento es necesario, como sugiere el profesor de Harvard, Dani RODRIK, un proceso continuado de cambio institucional y de diversificación productiva. El marco institucional de que se dota un país y las opciones de política económica y social que adopta influyen sobre su senda de crecimiento de medio y largo plazo. Por ello, y es la tercera enseñanza de la revisión realizada, es importante comprender qué factores promueven la dinámica de crecimiento y cómo se puede influir sobre ella. A desarrollar este aspecto se dedicarán los siguientes epígrafes de la Lección. Gráfico 1a.– Evolución del PIB per cápita (PPA en dólares de 2011)

Fuente: Maddison Project Database,https://www.rug.nl/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018 Gráfico 1b.– Evolución del PIB per cápita (PPA en dólares de 2011)

Fuente: Maddison Project Database,https://www.rug.nl/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018 Gráfico 1c.– Evolución del PIB per cápita (PPA en dólares de 1990)

Fuente: Maddison Project Database,https://www.rug.nl/ggdc/historicaldevelopment/maddison/releases/maddison-project-database-2018

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Lecciones sobre economía mundial [Introducción al desarrollo y a las relaciones económicas internacionales]. 9ª ed., mayo 2019 Crecimiento y desarrollo Lección 4. Crecimiento económico, innovación y cambio estructural (JOSÉ ANTONIO ALONSO, CARLOS GARCIMARTÍN y CARMEN FILLAT) 3. El modelo de Solow 3.1. Crecimiento sin progreso técnico

3.1. CRECIMIENTO SIN PROGRESO TÉCNICO Aunque existen antecedentes notables, el desarrollo de la moderna teoría del crecimiento se produjo a partir de mediados del siglo XX y encontró en las aportaciones de Robert SOLOW, premio Nobel de Economía, y Trevor SWAN el enfoque más canónico. Su propuesta parte de cinco supuestos simples. • Los hogares ahorran una proporción determinada de la renta que reciben: al crecer sus ingresos, crece también el volumen que ahorran, manteniéndose relativamente invariante la proporción 1). Así, a nivel agregado: S = sY, donde s (con 0