La Ciencia de la Sociedad

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La Ciencia de la Sociedad

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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS

CIENCIAS SOCIALES Colección dirigida por Josexto Beriain

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Niklas Luhmann

La Ciencia de la Sociedad Traducción de Silvia Pappe, Brunhilde Erker y -Luis Felipe Segura. Bajo la coordinación de Javier Torres N afarrate.

UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA

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UNIVERSIDAD IBEROA)\1ERICANA BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO CE TRO DE INFORMACION ACADEMICA Luhmann, Niklas. La ciencia de la sociedad/ Niklas Luhmann ; traducción de Silvia Pappe, Brunhilde Erker, Luis Felipe Segura ; bajo la dirección de Javier Torres Nafarrate. 516 p. : 23 cm. (Autores, textos y temas. Ciencias Sociales; 10) l. Sistemas sociales. 2. Diferenciación (Sociología). l. Pappe, Silvia. 11. Torres, Nafarrate, Javier. IIl.t. IV. Serie. HM 131 / L918 /1996

Título en alemán Die Wissenschaft der Gesellschaft Suhrkamp Verlag, Frankfurt am Main, 1990 ISBN 3-518-58065-5

Primera edición en español: 1996 © Suhrkamp Verlag, 1990 © Universidad Iberoamericana, A.C., 1996 Prol. Paseo de la Reforma 880 Col. Lomas de Santa Fe 01210 México, D.F.

En coedic� con el Instituto 'r�cnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Guadalajara, México, y Editorial Anthropos, Barcelona, España.

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ISBN: 968-859-211-0 ISBN: 84-7658-491- l Fotocomposición e impresión: Diseño y Letras, S.A. de C.V. Cuenca No. !A. Col. Alamos. tl;léxico, D.F. Se tiraron 2,000 ejemplares.

Impreso y hecho en México -Printed and made ili Mexico Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni todo ni en parte, ni registrada en, o transmilida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna fonna nf por ningún medio, sea mecánico, fotoquírnico, electrónico, rnagnétco, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

Indice

Prólogo

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Capítulo 1 Conciencia y Comunicación Capítulo 2 Observar

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Capítulo 5 La ciencia como sistema .............................

195

Capítulo 6 Redu�ones correctas

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Capítulo 7 Reflexión

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Capítulo 8 Evolución

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389

Capítulo 3 El Conocimiento Capítulo 4 Verdad

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Capítulo 9 Ciencia y Sociedad





























































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Capítulo 1O La modernidad de la ciencia Índice de materias

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Prólogo

Con el título de La Ciencia de la Sociedad queremos indicar que la ciencia no será tratada aquí como un observador que oscila libremente sobre el mundo, sino como una empresa de la sociedad que produce conocimiento, y formulado con mayor precisión, como el sistema funcional de la sociedad. En este sentido, nos ubicamos en el mismo plano de las investigaciones sobre la sociedad relativas a su economía, política, derecho, etcétera. Sin embargo, en el ámbito de la ciencia nos topamos con una afirmación prefe­ rencial determinada por la tradición; no como en el caso de la política, por una posición en la sociedad, sino por una posición acerca de ella. Porque si queremos conocer la sociedad, el primer paso es hacerse cargo de las condiciones de posibilidad del conocimiento, y ésta es una tarea que ha de llevarse a cabo antes de que nos ocupemos de éste o de cualquier otro objeto. Ahora bien, ¿dónde vanl:os a situar esta posición que se encuentra fuera de la socie­ dad? Y además suponiendo que esa posición fuera posible, ¿quién estaría en condiciones de observarla? Influida por los análisis lingüísticos, la filosofía analítica ha podido dar pa­ sos importantes para integrar las condiciones sociales en la epistemología al centrarse en las aseveraciones y el discurso público como formas de búsqueda de la verdad. Sin embargo, la orientación hacia el lenguaje ha determinado que todo esto ten­ ga lugar sin una dosis apropiada de teoría de la comunicación, y con esto se ha evitado tanto más el contacto con los científicos sociales -cuyo proceder era bastan­ te in.genuo desde el punto de vista filosó fico. Ni las formas radicales de un constructivismo socioepistemológico, ni las del programa fuerte de investigación sociocientífica permitían aquí un enlace, por lo que la brecha ha provocado un buen número de estériles controversias y malentendidos. Nuestra pretensión es superar este imjJasse con la tesis de que una teoría del conoci­ miento apropiada debe ser adecuada a una sociedad funcionalmente diferenciada. Esto es, una teoría del conocimiento debe tener en cuenta la diferenciación de un sistema funcional de la ciencia y hacer de esta posibilidad misma un objeto de reflexión. Es posible que la única manera en la que la filosofía pudiera reivindicar su dere­ cho a voz sea ahondando en los problemas epistemológicos y considerarlos como g

cuestiones previas, es decir, cuestiones que exigen una clarificación previa al inicio de la investigación científica propiamente dicha, o bien considerarlos como proble­ mas que no pueden ser elucidados por medios empíricos. En consecuencia, la filosofía se encuentra obligada a proponer distinciones den­ tro de las cuales ella misma pueda encontrar su lugar. La distinción analítico/sintéti­ ca consagrada por Kant constituye hasta la fecha la oferta más exitosa al respecto. Las ciencias cognitivas (que en nuestros días son predominantes) proceden, sin embargo, de modo diverso. Ciertamente con frecuencia parten de un punto que desde una perspectiva epistemológica no ha sido objeto de reflexión crítica. Es de­ cir, presuponen que existe una realidad a la que podemos aproximarnos con apara­ tos epistemológicos susceptibies de una investigación empírica, aunque pueda darse un grado de dependencia sistemática sumamente diverso. Estas disciplinas desarro­ llan una especie de constructivismo que resuelve su problema de la realidad de manera plural. Un constructivismo así se presenta en el caso de Lorenz y de otros, lo que resulta provechoso para la vida como una referencia al mundo externo. Sin embargo, con ello no se da una solución satisfactoria al problema del conoci­ miento (y en este punto habría que reconocer lo justo de las pretensiones de la filosofía), sino sólo se le abandona de manera plural. En el momento mismo en el que Boltzmann enuncia las leyes de la termodinámi­ ca sin que puedan ser verificadas en el plano molecular de la materia, se plantea un problema adicional: el de la realidad de la probabilidad de la entropía. Probabilidad es un concepto que presupone un observador. Ahora bien fobserva el observador su propio decaimiento termodinámico? ¿se observa a sí mismo corno su propio objeto? ¿o más bien se ve obligado por sus propias observaciones, e inde­ pendientemente de quién sea, a concluir las condiciones de posibilidad precisamen­ �� de estas observaciones (en este casO, negentropía)? La genética -no importa cuál sea su tipo- enfrenta el mismo problema. ¿Quién o qué es lo que realmente discrimina la construcción de un cierto orden? Cierta­ mente no es la información la que lo hace. ¿Debemos conjeturar la existencia de un observador, o de plano suponer, corno hace Ranulph Glanville, una autoobservación como discriminación constructiva de los objetos? Casi todas las disciplinas se interesan en la actualidad en este tipo de proble­ mas; desde la física hasta la sociología, pasando por la biología, la neurofísica, la psicología y la lingüística. El problema socioepisternológico de la verdad se ha convertido en un problema de todas las disciplinas. Podemos siempre pregun­ tarnos por las condiciones físicas, lingüísticas y sociológicas del conocimiento; pero la investigación que se lleve a cabo en torno a ello debe ser siempre autológica, es decir, debe tener en cuenta las consecuencias que de allí se desprendan para nuestra propia actividad. Un círculo de este tipo no es, en forma alguna, vicioso. Lo único que debemos hacer es estar atentos a la conversión de los resultados de investigación en condicio­ nes de la misma, y tomarse también tiempo para ello. La teoría empírica debe ser suficientemente compleja -poniendo en tela de juicio la idoneidad de una lógica bivalente- corno para poder realizar la inferencia autológica. Comparadas con los resultados y el progreso alcanzados a este respecto, las teorías del conocimiento 10

(elaboradas de manera autorreferencialmente aversiva o que se sirven para esto de figuras) causan más bien una impresión secundaria. El caso de Popper ilustra fehacientemente la manera en que esas teorías se empantanan en sugerencias metodológicas, que por supuesto estamos siempre dis­ puestos a tomar en consideración y a recomendar que sean observadas. Evidentemente, una licencia general para llevar a cabo una investigación autológica contiene realmente pocas instrucciones. No explica todavía, por ejemplo, cómo hay que llevar a cabo esa investigación. A este respecto las disciplinas científicas deben aportar su propio aparato teórico, correspondientemente revisado; en esta obra nos ocuparemos de la sociología. En el contexto de una teoría general de los sistemas sociales autopoiéticos, descri­ bimos la ciencia como un sistema funcional de la sociedad moderna que ha podido diferenciarse bajo condiciones históricas de marco social y convertirse en una uni­ dad operativa propia, es decir, en condiciones para diferenciar lo verdadero de lo que no lo es. La autoobservación del mundo por parte de los físicos no tiene que ser solamente física y vital, sino que también debe ser posible socialmente; pero esto requiere de la diferenciación de un sistema social de la ciencia. Sin embargo, para ello debe ser satisfecha una serie de condiciones previas muy diversas. Debe llevarse a cabo un gran número de acoplamientos estructurales entre sistema y entorno, de tal manera que la unidad operativa, la autoorganización, no impida, sino que haga posible el trabajo recursivo en curso con la distinción entre autorreferencia y heterorreferencia. La posibilidad de todo esto nos es familiar en el plano de los fenómenos cotidia­ nos. Cómo es que todo esto resulta posible constituye precisamente el tema de la investigación que aquí nos proponemos. Por lo demás, el hecho de que el problema se plantee como una cuestión acerca del cómo, da realización inmediata a la inferen­ cia _autológica del resultado a la investigación. Expresado de man