De la Revolución Cubana a la actualidad Historia Del Movimiento Obrero 5b [5b]

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HISTORIA DEL MOVIMIENTO OBRERO/ 5 * *

HISTORIA DEL MOVIMIENTO

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© 1974 Centro Ed-itor de América Latina S. A. Rincón 87 • Buenos Aires Hecho el depósito de ley Impreso en la Argentina en noviembre de 1974, en los talleres gráficos de Litodar José M. Moreno 1550, Buenos Aires

Quinta Parte

De la Revolución Cubana a la actualidad

La Unión Soviética hoy Marcos Winocur

'·'De cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades~'.

carios Marx.

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on el objeto de es· cribir unas notas de actualidad, un cono· _) cido. perio?i~t~ ar· gentmo v1a10 en 1.968 a la U.RSS. No fue un reportaje más. Dos aspectos, en su · momento, lo hicreron sobresalir. Uno, la índole de la publicación donde, a lo largo de semanas, fue apareciendo: la revista "Así" -la de mayor circulación en la Argen· tina- en sus entonces tres series, marrón, verde y negra. Y el otro aspecto: · un nuevo tono. Quere· mos decir: a un tiempo se evitaba caer en el sensacionalismo y se eludían muchos de los lugares co· munes repartidos por la mentali· dad de guerra fría. "Como aventura -. escribía a gui· sa de presentación Marcos de la Fuente, enviado especial- el via je a la URSS es un fracaso. Ca· rece del sabor exitante de lo prohibido, de lo peligroso. la fa· mosa cortina de hierro no pasa ahora de ser un visillo de nylon. Puede usted ir a donde se le antoje, viajar a cualquier punto del país, tomar fotografías o filmar, sin que nadie lo siga, interrogue o registre." ("Así", octubre 3 de 1968, Reportaje a la Unión So-

vi6tica.) De modo que libertad de movimiento y de información para un extranjero que arriba a la URSS ... Hay allí, en esa constatación, una realidad diferente, que choca con todo un condicionamiento mental: películas y series televi· sivas de espionaje donde el mun· do es automáticamente escindido en dos: los norteamericanos son ·IOS buenos y los rusos son los malos. En consecuencia, los nor· teamericanos ganan y los rusos pierden. Y donde todo transcurre bajo la sórdida atmósfera de la desconfianza. Extranjeros y nacio· nales son vigilados, a cada paso los ojos nada simpáticos del agente secreto. A ello llamamos mentalidad de guerra fría. Hoy -lo que todavía no ocurría en 1968 en Argenti· na en la época del reportaje de "Así"- esa mentalidad ha cedí · do. Y la guerra fría, sin estar li· quidada, ha perdido fuerza. Los aviones de bombardeo se han lla· mado a silencio en Vietnam, los movimientos de liberación nacio·

nal ven su futuro en el socialismo, los intercambios internacionales se multiplican, los sputniks sovié· tíCos giran en torno a la Tierra a la par de los norteamericanos. Y la realidad política nacional ha evolucionado, particularmente en ese aspecto, el de la apertura ex· terior: relaciones con los países socialistas, visitas de los presidentes de :Chile -nos referimos al Chile de la Unidad Popular, el de Salvador Allende-, de Cuba y de Rumania, del jefe de estado de Panamá, misiones comerciales y de mutuo entendimiento a Cuba y luego a la Unión Soviética, Che· cosfovaquia, Polonia y Hungría, encabezadas ambas por el minis· tro de Economía. ·En fin, el panorama ·es otro, se ha creado una nueva expectativa y viejos prejuicios -sin haber desaparecido-- son puestos entre signos de interrogación.

Lenin, como Gardel ... 1 reportaje en cues· tión, aparecido en "Así", echaba un i J rápido. vistazo s~~r~ ~ la sociedad sov1et1· ca y presentaba pintorescos enfo· ques y comparaciones. Por ejem· plo, refiriéndose a la popularidad que entre sus conciudadanos goza Lenin -líder de la Revolución rusa y constructor del joven es· tado soviético, desaparecido en 1924-, el reportaje apuntaba: "En verdad, Lenin no es el prócer, el alto dignatario a quien se rinde homenaje. Es un ídolo en un país que no produce ídolos ni en el fútbol ni en el cine ni en la te· levisión. Que me perdonen los del comité central, pero Lenin es a Rusia lo que Gardel es a · la Argentina: La misma devoción PO· pular. La foto de Lenin está pe· gada en los ómnibus como aquí en los colectivos la de Carlitas. ( .. . ) la foto en la cocina, el cua · drito en la sala . Las estatuas son políticas , lo demás es devoción. ( ... )"("Así", octubre 15 de 1968.) Pintoresquismo a un lado, de eso se trata : tal popularidad. tal devo· ción no se ganan porque si ni de la noche a la mañana. Pero Lenin fue comunista . . . y es entonces

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Lenin en la Plaza Roja en 1919. A su muerte~ ocurrida en 1924, su figura entraba en. la leyenda. "La imaginación popular -refiere Christopher Hill-trans.,figuraba su persona; para los uzbecos, era un gigante capaz de sacudir la tierra y de mover p~ñascos enormes para buscar la prosperidad oculta entre las colinas; para los naturales de Neuzen, el más experto de los marinos; para los cosacos de las novt•las de Shólojov, también Lenin era un cosaco del Don".

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eso lo que de entrada se plantea: la cuestión del comunismo, doc· trina a la cual la URSS -primer estado socialista del orbe-- ad· hieré. ¿Fue Lenin quien la impu· so? ¿Los rusos descubrieron el co· munismo y tratan de hacérselo tragar a todo el mundo? Si viene el comunismo ¿todo será expro· piado, desde el cepillo de dientes hasta los hijos? Esas preguntas flotan aún en la mente de muchas gentes. Y -no obstante su simpleza- merecen respuesta. ¡Oh! -se dirá-. Son preguntas pro· pi as de los lectores de "Así". Y bien ¿quiénes son los lectores de "Asl"? Pues -nada más y nada menos- vastos sectores de la clase obrera argentina.

La propiedad ciaremos antes que nada: los bienes que hacen al consu· mo y a las necesi· dades directas de la población continúan de propiedad individual, tal cual hoy se da en la URSS. Pero sí son nacionalizados -en ·beneficio de la clase obrera y del conjunto de la so· ciedad· los medios fundamentales de producción y cambio. Vale decir, como se expresa en los arts. 6 y 7 de la Constitución de la URSS, son propiedad del estado "la tierra, el subsuelo, las aguas, los bosques, las fábricas, las minas, el transporte ferroviario, acuático y aéreo, los bancos, los medios de comunicación y las grandes empresas agropecuarias organizadas por el estado, asi como las empresas de servicios municipales y el fondo fundamental de viviendas en las ciudades y localidades industriales. La propiedad social, socialista, de las organizaciones. cooperativas está constituida por sus empresas co· lectivas, sus bienes muebles, in· muebles y semovientes, la producción que obtienen y sus edificios colectivos." Ello no excluye, tomo se expresa a continuación (y en los arts. 8, 9 y 10), que "cada hogar koljosiano (propiedad y explotación rural no totalmente estatizada, al contrario de la sovjosiana) tiene en usufructo individual, de acuerdo con los

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est!'ltutos del arte agrícol;;¡, una pequena . parcela y posee en ella en propiedad personal una hacien· da auxiliar, casa de vivienda, ga· nado de renta; aves de corral y pequeños aperos de labranza. La tierra que ocupan los koljoses tes queda adscripta en usufructo gra· tuito y por tiempo ilimitado, es decir, a perpetuidad. A la par del sistema económico socialista, for· ma dominante de la economía en la URSS, la ley permite la peque· ña hacienda privada de los cam· pesinos y artesanos individuales, basada en el trabajo personal y que excluye la explotación del tra· bajo ajeno. ·La ley protege el de· recho de los ciudadanos a la pro· piedad personal de los ingresos y ahorros procedentes de su trabajo, la vivienda y la hacienda doméstica auxiliar, los objetos de uso doméstico, de consumo y de comodidad personal, así como el derecho de herencia de la propie· dad personal de los ciudadanos." Queda asl aclarada una cuestión previa, para luego entrar al tema del comunismo.

Desde el fondo de la Historia un pensamiento se abre paso

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recisamente toma. remos del comunis· . mo un rasgo esen· cial -el desarrollado en los artículos citados de la Constitución de la URSS-, la colectivización de los bienes. Desde luego,. el comunis· mo no es sólo -eso. 1Propone un hombre y una sociedad nueva, una voluntaria asociación de tra· bajadores libres donde desapare· cen las clases sociales y donde el representante político de éstas, el estado, se extingue; donde des· aparecen igualmente la diferencia entre el trabajador manual y el trabajador intelectual, entre el campo y la ciudad; donde toda explotación del hombre por el hombre es abolida; donde, en fin, la sociedad escribe en sus ban· deras la divisa de Carlos Marx: "de cada cual según ·su capaci· dad, a cada cual seg(!n sus ne· cesidad~s".

Pero. a más de ser un rasgo esen·

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cial, la colectivización ~~ ios bie· ~es· (co~ ~ª; iimitaciones indica· aas en ta aclaración precedente) resulta el más urticante. Y que, además, nos permite una primera aproximación