De calle y feminismos. Experiencias y relatos de movilización durante el Mayo Feminista chileno [1 ed.] 9789560942500

De Calle y Feminismos es el resultado de un largo proceso que recoge testimonios y relatos de mujeres universitarias que

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De calle y feminismos. Experiencias y relatos de movilización durante el Mayo Feminista chileno [1 ed.]
 9789560942500

Table of contents :
08 - introducción
28 - Construir todas juntas es muy poderoso
54 - Voy a llevar el feminismo a todas mis prácticas
80 - Llegar a todos los espacios para sembrar la semillita de un cambio
96 - Cada una tiene sus territorios y espacios de habitar y lucha
105 - El movimiento feminista ideal debe tener una lectura de clases
132 - Fue una experiencia corporal y espacial
162 - Este movimiento se mueve desde la sororidad
194 - El aprendizaje es el empoderamiento
218 - Proyecciones y desafíos del movimiento feminista

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DE CALLE Y FEMINISMOS Experiencias y relatos de movilización durante el Mayo Feminista chileno * Macarena Cifuentes Tapia *

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DE CALLE Y FEMINISMOS Experiencias y relatos de movilización durante el Mayo Feminista chileno

Macarena Cifuentes Tapia

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CIFUENTES TAPIA, MACARENA De calle y feminismos Experiencias y relatos de movilización durante el Mayo Feminista chileno Santiago, Chile: Kutral Ediciones, 2019 233 p; 21 x 15 cm ISBN: 978-956-09425-0-0 CAMBIO SOCIAL Diseño de portada y diagramación: Javiera López Espinoza Fotografías: Javiera López Espinoza Primera edición, noviembre 2019 ISBN: 978-956-09425-0-0 Registro de Propiedad Intelectual N° 2020-A-286 Kutral Ediciones, 2019 Santiago de Chile www.kutral.org / [email protected] Instagram: @kutralcl

AUTORA © Macarena Cifuentes Tapia DISEÑO Y EDICIÓN © Javiera López Espinoza

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Esta publicación puede ser reproducida o transmitida, mediante cualquier sistema electrónico, mecánico, de fotocopia, de grabación, o de recuperación de información señalando su origen.

A todas aquellas mujeres que luchan en su día a día, desde todas las esferas y los diferentes frentes de su cotidianidad. A todas quienes nos enseñan las diferentes formas de manifestación y resistencia. Y a todas las mujeres que entregaron sus relatos de movilización feminista.

ÍNDICE

* 08

Introducción El ejercicio movimental feminista como acción colectiva

* 28

Capítulo 1 Construir todas juntas es muy poderoso

54

Capítulo 2 Voy a llevar el feminismo a todas mis prácticas

80

Capítulo 3 Llegar a todos los espacios para sembrar la semillita de un cambio

96

Capítulo 4 Cada una tiene sus territorios y espacios del habitar y lucha

* 118

Capítulo 5 El movimiento feminista ideal debe tener una lectura de clases

132

Capítulo 6 Fue una experiencia corporal y espacial

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Capítulo 7 Este movimiento se mueve desde la sororidad

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Capítulo 8 El aprendizaje es el empoderamiento

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Proyecciones y desafíos del movimiento feminista

Introducción El ejercicio movimental feminista como acción colectiva

INTRODUCCIÓN

EL EJERCICIO MOVIMENTAL FEMINISTA COMO ACCIÓN COLECTIVA Estamos en pleno Mayo de 2018 y lo que vemos en todos los medios de comunicación son referencias a una multiplicidad de acontecimientos que han tomado protagonismo en las calles y en la sociedad: las movilizaciones feministas universitarias. Una buena parte de la opinión pública se muestra indignada con la fuerza que ha tomado un movimiento exclusivo de mujeres y las críticas hacia las prácticas movimentales no se hacen esperar; otro sector se muestra indiferente a las demandas del movimiento apelando a una actitud exagerada por parte de las mujeres movilizadas. A pesar de la existencia de estas posturas, el movimiento feminista cada día se levantaba con mayor fuerza, poniendo en jaque y visibilizando conductas patriarcales al interior de los diferentes espacios educativos para además, plantear demandas que cambiaran radicalmente las formas de relacionarse entre las diferentes individualidades. Es desde este posicionamiento colectivo que el movimiento feminista se erige frente a una sociedad chilena que por décadas ha desvalorizado y violentado las corporalidades femeninas y feminizadas, construyéndose desde la elaboración de redes colaborativas entre mujeres y la puesta en común de saberes y vivencias propias de la experiencia femenina. Y es esta misma puesta en común de experiencias, que muchas veces pueden ser dispares o incluso aparentemente opuestas, que el movimiento feminista logra asentar una base sólida de mujeres movilizadas que cuestionan las múltiples formas de hacer de la sociedad patriarcal (Marcos, 2017).

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Son las mismas protagonistas del movimiento quienes se plantean la necesidad de verbalizar y verter en un espacio de encuentro las experiencias de movilización, las fortalezas y debilidades, las dificultades a las que se vieron enfrentadas, los aciertos y desaciertos, pero por sobre todo, las instancias de encuentro sororo y la construcción de propuestas levantadas por un movimiento donde son las mujeres quienes ejercen un rol político que disloca toda lógica previa de organización estudiantil. Es así que los testimonios compilados en este libro dan cuenta de esas vivencias, son relatos de mujeres de diferentes universidades, pero que desde sus propias palabras nos transmiten cómo fue hacerle frente a un modelo patriarcal que nos oprime y violenta constantemente, pero que desafiaron desde la organización colectiva, el acompañamiento, el posicionamiento político y la conformación de redes. DE CÓMO SURGIÓ EL MOVIMIENTO Durante el primer semestre de 2018, el movimiento feminista fue el gran protagonista de la eclosión social chilena mediante la necesidad de visibilizar los múltiples abusos perpetrados sobre los cuerpos, principalmente en espacios universitarios. Esta visibilización implicaba una constante problematización de la desigualdad y violencia entre cuerpos desigualmente diferenciados y ejercida desde lo más profundo de la sociedad chilena. Es desde esta eclosión de las movilizaciones feministas, que se articulan nuevos cuestionamientos al uso del poder y la jerarquización de las corporalidades sexualizadas desde el modelo binario de género, que además se traduce en la verticalización de las relaciones sociales. En este contexto, la movilización

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emerge ante las repetidas denuncias sobre abuso y acoso sexual en las distintas instituciones de educación superior, exigiendo medidas efectivas para construir y garantizar ambientes libres de violencia de género. Pero a pesar de eso, la movilización feminista no tiene su motivación exclusiva en las particularidades de un contexto universitario, sea por protocolos insuficientes o inexistentes ante situaciones de acoso y abuso sexual, sino que expone la invisibilización de violencias ocurridas sistemáticamente, y la normalización de estos actos desde las lógicas del poder institucional académico y patriarcal. Estas dinámicas van más allá de las experiencias sufridas por las compañeras, ya que es un sistema estructural que simultáneamente afecta a funcionarias, académicas, y a todas las mujeres quienes experimentan similares o iguales instancias de opresión y violencia en diferentes contextos, pero por el solo hecho de ser mujeres. Se identifican entonces, una serie de hitos que han sido detonantes del avance del movimiento feminista universitario. A fines de 2016, se conoce el violento caso de Nabila Riffo, mujer que fue atacada por su pareja en Coyhaique, quien la golpea en la cabeza con un bloque de cemento reiteradas veces, para luego extraerle los globos oculares . Este hecho provocó multitudinarias marchas en repudio a la violencia de género y patriarcal, la cual ya era considerada como estructural. Con respecto a las temáticas de acoso y abuso de poder al interior de espacios educativos, durante el 2016 se realizó la primera denuncia pública al interior de la Universidad de Chile, por el abuso de un profesor a una estudiante , detonando una seguidilla de denuncias de diferentes alumnas a otros docentes

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en diversas facultades. Esto se tradujo finalmente en la primera ocupación con lineamientos feministas de una institución educacional, durante octubre de 2017. Así, las denuncias fueron aumentando progresivamente en diferentes facultades y universidades del país, hasta que el 17 de abril de 2018, las estudiantes de la Universidad Austral de Valdivia hicieron ocupación de la Facultad de Humanidades en apoyo a las víctimas de abuso sexual perpetrados por docentes y estudiantes varones, expandiéndose las movilizaciones a otras facultades y campus de la misma institución. Por último, el 27 de abril se replicaron las ocupaciones en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile en Santiago, exigiendo la destitución de docentes culpables de acoso sexual, además de la creación de protocolos específicos de acción para abordar temáticas de abuso sexual y violación. Tras estos acontecimientos, se levantaron instancias de movilización en múltiples instituciones de educación superior, tanto públicas como privadas; extendiéndose a 18 universidades que se encontraban en toma feminista a fines de mayo de 2018. En este punto, las tomas se plegaron a la exigencia nacional de una educación no sexista, protocolos contra acosos y abusos, cambios en las mallas curriculares, además de eliminar el sistema patriarcal del modelo educativo en Chile. Al mismo tiempo, la cobertura mediática de las movilizaciones llegó a todo el país, generando la adhesión por parte de diversas organizaciones y sectores de la sociedad civil. Estas denuncias promovidas por el fortalecimiento del movimiento feminista universitario interpelaron directamente a una ciudadanía que genera diferencias en las relaciones entre los

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cuerpos, identificando a los cuerpos femeninos y feminizados como objetos de uso público, ejerciendo violencias en distintos niveles a partir de posiciones diferenciadas de poder y privilegio. Es por todo esto que el año 2018 significa un cuestionamiento a lo establecido, desde los roles de género a las formas de organizarse colectivamente, para finalmente intentar refundar los preceptos que reproducen estas jerarquizaciones desiguales, es decir, al sistema educativo mismo. La extensión de las movilizaciones abarcó la mayor parte del año 2018, instaurando en el debate público la problemática de desigualdades enraizadas profundamente en el sistema patriarcal hegemónico, pero que a su vez y de manera inevitable, nos llevó a revivir las críticas al modelo educativo ya instaladas desde el año 2006 con la movilización pingüina. En este sentido, el hecho de que la explosión del movimiento feminista germinara desde los espacios universitarios, lo posicionó como una crítica a la educación misma, pero a su vez a la mercantilización de la vida encarnada en las distintas corporalidades a partir de las profundas heridas de las jerarquías presentes en los modos de relacionarnos. Asimismo, esta crítica se manifiesta como una contribución a complejizar el discurso colectivo de cuestionamiento a las brechas de género, llevándonos a profundizar el análisis en torno a las diferentes expresiones de la desigualdad, los mecanismos desde los cuales se manifiesta, sus implicancias y consecuencias a nivel; no solo en el plano educativo, sino que las diferentes esferas del mundo social. Así, desde la organización entre mujeres y disidencias se critican e interpelan los supuestos tácitos en la forma de relacionarnos, que los cuerpos no deben ser dispuestos a voluntad

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de terceros para el propio consumo en el mundo universitario como primera instancia, para luego extrapolarlo a la sociedad en su totalidad. Esto llevó a la paralización masiva de instituciones educativas y la ocupación de muchas de ellas, tanto de universidades como liceos, exigiendo modificaciones visibles al modelo heteropatriarcal y de policonsumo de cuerpos feminizados. En este sentido, los procesos reflexivos en torno a los abusos de poder y los nulos mecanismos para abordar estas temáticas por parte de las instituciones educativas, fueron traducidas por las estudiantes en acciones concretas de movilización social, donde numerosas universidades a lo largo del país fueron tomadas por mujeres y muchas otras se adhirieron con paralización de sus actividades. Esta forma de acción propiciada por mujeres, marca una diferencia frente a instancias de movimientos sociales previas que se han levantado en el país, construyendo nuevas estrategias de acción, mecanismos de asociatividad y mecanismos de acción propios. REPERTORIOS DE ACCIÓN QUE SURGEN DEL TESTIMONIO El proceso de movilización dejó un cúmulo de nuevas experiencias y aprendizajes nuevos en aquellas personas que se hicieron parte de una u otra manera, fueron vivencias de instancias organizativas que sus mismas protagonistas identifican como novedoso, muchas veces extraño y más comúnmente, como experiencias que aún no se logran decantar del todo, debido a los desafíos que presentó al ser primera vez que muchas de ellas

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se hacían parte tan activamente de un movimiento social. Esto se ve reflejado en los ocho relatos que integran estas páginas, donde cada una de las interlocutoras nos narran los elementos que caracterizaron las movilizaciones en sus propias casas de estudios y carreras, sus apreciaciones, aprendizajes, frustraciones y reflexiones acerca de las ventanas de posibilidad para que el movimiento feminista trascienda y genere cambios desde las raíces de la sociedad. De esta manera, cada uno de los testimonios nos entregan elementos que nos permitirán comprender la cotidianidad de las movilizaciones, las nuevas dinámicas de vinculación construidas que se plantean como novedad frente a otros movimientos sociales, la valoración de experiencias personales, y reconfiguraciones del ejercicio político a partir de la búsqueda de estrategias que no reproduzcan errores de movilizaciones anteriores. Esto no está exento de errores, frustraciones, caídas y tropiezos propios de la inexperiencia de llevar completamente un movimiento nacional exclusivamente desde las mujeres y que, como ellas mismas señalan, no dimensionaban el alcance que podían llegar a tener cuando se iniciaron los primeros paros y tomas. Dentro de las vivencias que van emergiendo de los relatos, son altamente valorados los mecanismos internos de organización y toma de decisiones, los cuales a pesar que son muy similares a instancias propias de cualquier otro movimiento social o el mismo movimiento estudiantil de años anteriores, sí se configuran a partir de sentidos comunes que se fueron consolidando con el pasar de los días al interior de los espacios movilizados. Así, las asambleas feministas, los mecanismos de resolución de problemas y mediación a la hora de afrontar conflictos internos,

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las diferentes maneras de participar al interior de dichos espacios, el entrelazarse desde los espacios de encuentro y puesta en común de experiencias de violencia, es lo que permite construir instancias de autodeterminación feminista y de horizontalidad. De esta manera, el espacio de interacción en colectivo y de resolución movimental por excelencia, es la asamblea feminista. Desde las propias voces de las interlocutoras, las asambleas son descritas como espacios de interacción desde la horizontalidad, muchas veces cruzadas por la manifestación de emociones individuales asociadas a experiencias de violencia, y que finalmente serán traducidas por el colectivo a un relato común que abarque las experiencias de vulneración sufridas por la totalidad de las mujeres movilizadas. En este sentido, la asamblea feminista durante los paros y tomas actúa como catalizador tanto del compartir experiencias, como de lograr establecer puentes entre las individualidades y el colectivo, donde la empatía logra generar posteriormente, la organización política con el fin de provocar cambios sustanciales en los entornos educativos. Así, la importancia de las asambleas como instancia para expresar emociones se entrecruza de manera indisoluble con las prácticas de posicionamiento político, poniendo de manifiesto cómo la toma de decisiones es parte de los procesos de autodeterminación entre mujeres. Esto último es trascendental, considerando que no todas las universidades optaron por levantar tomas donde el ingreso de hombres estuviese prohibido, pero sí, en todas las experiencias recogidas, las asambleas de toma de decisiones movimentales, eran un espacio de exclusividad femenina y disidencias. Es interesante confirmar que la emotividad y conflicto, en estos casos, aportan a la reafirmación de heteroge-

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neidad propia del movimiento, ya que sus mismas protagonistas dan cuenta que la puesta en común de experiencias dolorosas es parte de los mecanismos de resolución de conflictos surgidos al interior de las mismas asambleas, propiciando la unificación del colectivo a partir de relatos similares. Además, refleja una estrategia movimental feminista muy específica, donde la asamblea no es solo deliberación política, sino que es espacio de encuentro, reconocimiento de las individualidades desde las experiencias vividas, y también instancia de construcción identitaria de la colectividad. Finalmente, la asamblea feminista es reconstruida desde los testimonios, como un espacio muy familiar donde la sororidad es el marco dentro del cual se desenvuelven todas las formas de interacción. Lo que no quiere decir que dicho espacio esté exento de conflicto o desencuentro ya que, como todo movimiento social, las posturas de acción política y desacuerdos con respecto al abanderamiento con una corriente teórica u otra son parte de la construcción de los sentidos comunes de una movilización; pero sí, es dentro de las asambleas donde todo esto es colocado sobre la mesa, estableciendo puntos de encuentro que luego serán replicados hacia el exterior de la movilización a partir de acciones concretas. Otro de los principales elementos propios de los repertorios de acción que se desprenden de las narraciones de mujeres movilizadas, es el protagonismo que se le otorgó intencionalmente a las interrelaciones humanas dentro del espacio movilizado, es decir, darle prioridad a las instancias de encuentro en sororidad, pero también abordándola desde el ejercicio creativo que surge desde el autoconocimiento, que a su vez está siempre cru-

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zado por el esfuerzo en autoformarse teóricamente al interior del espacio ocupado. Así, se apela a las ansias colectivas de una autodeterminación no siempre reconocida como tal, a las múltiples manifestaciones de los ejercicios de liderazgo, la necesidad de empatía, la búsqueda de nuevos modos de comprender las corporalidades, el deseo por transversalizar la concepción de sororidad, y cómo finalmente eso se percibe o no, como una relación coherente entre discurso y práctica. Las instancias de sororidad se describen como transversales a toda acción ejercida durante las jornadas de movilización, ya sea durante las actividades artísticas o las mismas asambleas feministas que se daban en los paros y tomas. Desde los relatos se le da especial importancia a la cotidianidad de las relaciones desde las cuales se levanta la base que sustenta el movimiento, ya que cada una de las entrevistadas lo menciona de alguna u otra manera, porque es en el encuentro de cuerpos femeninos y feminizados que se manifiesta el reconocimiento por una violencia encarnada. Esta violencia sufrida es contrarrestada con la necesidad de acción y organización, pero que no basta para satisfacer las ansias de un cambio real. Es por esto que todo espacio de movilización se caracterizó por el ejercicio de autoformación en comunidad a partir de discusiones teóricas y la búsqueda por complejizar un movimiento que muchas veces era asociado a la exageración desde la opinión pública. Esto no puede estar más lejos de la realidad cuando son sus mismas protagonistas quienes relatan incansables jornadas de discusión en torno a la teoría feminista con el objetivo de posicionarse desde una vereda u otra. Como es de esperar, se generaron roces profundos duran-

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te estos ejercicios de discusión colectiva, ya que la pluralidad de experiencias promueve posturas e interpretaciones diversas. De todas maneras, fue desde dicho conflicto que surgen nuevas reflexiones sobre la importancia de saber diferenciar los espacios y que finalmente, los procesos de resistencia debían darse hacia el exterior, con el objetivo de que la fragmentación interna no se proyecte ni permee la cohesión del movimiento. La importancia que se le otorga a la sororidad al interior de los discursos fomenta una constante necesidad de evaluar su puesta en práctica a partir de acciones individuales y colectivas, esto quiere decir que al ser un sentido común dentro de las movilizaciones se está constantemente evaluado si lo están cumpliendo de manera colectiva o no, por lo tanto, la búsqueda de coherencia entre discurso y práctica es parte de la tónica propia del movimiento feminista. En el afán por mantener una coherencia sólida entre el discurso y la acción, las mismas estudiantes movilizadas construyen modos de actuar que estén acordes a la discusión teórico política que ya han desarrollado en las instancias de encuentro colectivo, pero es interesante constatar en los relatos que además esta concordancia entre discurso y práctica se plantea como punto diferenciador con otros movimientos sociales. En este sentido, una de las grandes comparaciones que se hacen es frente al movimiento estudiantil de los últimos años, estableciendo puntos que se oponen desde los mecanismos de aprendizaje, los mecanismos de discusión política, hasta la orgánica interna y las proyecciones del movimiento. Así, las valoraciones con respecto a movilizaciones anteriores se concentran en ideas que surgen como la identificación de

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diferentes tipos de aprendizajes individuales, colectivos y políticos; aprendizajes que incluyen la valoración de la emotividad y sus posibles manifestaciones, la necesidad de crear mecanismos que sistematicen del trabajo político y la experiencia organizativa levantada en colectivo, incluyendo además el necesario seguimiento de los posibles logros políticos, y cómo se proyecta el trabajo para cumplirlos a futuro. Uno de los más claros ejemplos de comparación con el movimiento estudiantil, y tal como lo describe una de las estudiantes que nos entregó su relato, tiene que ver con la lógica que subyace a las formas de discusión y toma de decisiones durante la movilización. Siguiendo su argumento, el movimiento estudiantil se construiría desde un ejercicio de política muy masculinizado donde la racionalidad exacerbada es lo que prima en todo contexto de interacción política o de participación colectiva, cayendo incluso en dinámicas evidentes de enfrentamientos por el liderazgo, hasta acciones más sutiles como el elevar la voz durante las discusiones para anular la opinión de otra persona. Eso se contrapone a lo que emerge de los diferentes testimonios recogidos, donde las lógicas que predominan en un espacio construido exclusivamente por mujeres intentan ser conscientemente construidas de otra manera. Esta nueva propuesta de relacionarse dentro de la movilización, y como un punto de diferenciación con otros movimientos sociales es atribuido a que los espacios formales y académicos están hipermasculinizados y que además, se han transformado en la tónica predominante de una sociedad masculina y patriarcal, donde cualquier reconocimiento a la emocionalidad o relaciones horizontales es condenado o simplemente invalidado

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para no ser parte de las estrategias de acción sociopolítica. Así, estos relatos son el revivir constante de diferentes experiencias movimentales, de mujeres que ocupan territorios y espacios divergentes, pero que se conectan en las vivencias comunes de haber sido parte del despertar del movimiento feminista durante el 2018, movimiento que sigue avanzando con fuerza y que no pretende replegarse hasta generar cambios concretos en la sociedad. ¿EN QUÉ ENFOCARNOS AL LEER LOS TESTIMONIOS? A la hora de leer los testimonios de las diferentes mujeres que se manifiestan desde sus voces y relatos, es que podemos identificar los elementos que hemos descrito anteriormente, pero al mismo tiempo no podemos dejar escapar la profundidad del análisis que hace cada una de ellas a partir de las reflexiones propias del paso del tiempo tras una experiencia muy significativa. En este sentido, las reflexiones en torno al constructo de género y las problemáticas que se levantan en torno a él al interior de la educación chilena, nos interpelan de tal modo que queremos plantear algunas sugerencias a la hora de adentrarse en estos testimonios, pero que además nos permiten identificar desafíos pendientes y posibles proyecciones del movimiento feminista chileno. Entonces, a la hora de describir las instancias de violencia institucional y la resignificación de experiencias de abuso a múltiples compañeras, se desprende el análisis acerca de las desigualdades de género que devienen en múltiples violencias. Así, la permanente naturalización de estas relaciones desiguales del

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continuo sexo-género y los roles sexualmente diferenciados en los espacios universitarios, fomentó procesos de verbalización de estas vivencias por parte de mujeres que habitan estos contextos y que experiencian de forma encarnada las ya mencionadas desigualdades. Finalmente, el movimiento feminista nos muestra una forma otra de modificar los espacios de interacción para construir nuevas modalidades de organización y aprendizaje colectivo. Estos espacios originados en las asambleas separatistas fueron particularmente interesantes puesto que lograban construir una especificidad organizativa que buscó desmasculinizar los espacios de organización política al interior de las universidades. Además, como alternativa a las formas tradicionales de aprender individualmente, permite un diálogo para la profundización del debate por reevaluar las dinámicas de enseñanza, cuestionando la reproducción de estereotipos y desigualdades dentro de las instancias de educación formal, que implica a su vez, reconfigurar el contexto evaluativo individual y mecanizado de las estrategias institucionalizadas. Por otra parte, el ejercicio movimental feminista estuvo cargado de reflexividad y autoformación no solo en torno a las teorías feministas y de género, sino que también se realizaron revisiones exhaustivas a lo que se plantea hoy en día como modelo educativo, las estrategias pedagógicas que subyacen a este modelo y las relaciones que se forman en este mismo proceso de aprendizaje. Es por esto que los relatos están cargados de referencias a la necesidad de reconstruir un proyecto pedagógico que integre estas nuevas perspectivas, pero que además sea un elemento de real transformación para la sociedad.

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La importancia de subvertir los procesos educativos y de relación entre individualidades se concibe como uno de los elementos más distintivos del movimiento estudiantil feminista del año 2018, y es desde el ejercicio de disputa para transformar la universidad que se intenta construir un espacio que valore la amplia diversidad de los géneros, donde se haga presente el respeto e inclusión como espacio seguro. Pero por sobre todo se pretende lograr la superación del continuo flujo de violencia que atraviesa a la sociedad y que se han adentrado profundamente en todos los niveles de los procesos de aprendizaje. Dentro de este marco, es de particular interés la autogestión de los espacios, la apropiación de los territorios donde nos desenvolvemos, pero por sobre todo la definición de instancias de autodeterminación subjetiva que logren articularse en el marco de las movilizaciones y se proyecten a toda instancia donde se desenvuelven los cuerpos, para lo cual son primordiales las nuevas estrategias de aprender haciendo en comunidad. De este mismo modo, son ellas quienes a partir de sus testimonios de lucha nos interpelan para cuestionar y re-pensar la realidad educativa que en la actualidad cumple un rol de transmisión de constructos sociales y que muchas veces se traducen en la reproducción de estereotipos, roles diferenciados de género, estructuras desiguales de poder y conductas violentas. Este re-pensar, entonces, se entrecruza con propuestas que surgen desde la reflexión colectiva y los aprendizajes que han dejado las movilizaciones, los cuales pueden extrapolarse a todo espacio de ejercicio pedagógico, ya sea formal o informal. Esta transformación, como lo describe una de las entrevistadas, es proyectada como una pequeña semilla que puede germinar en

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múltiples espacios y propagar estas nuevas ideas desde la raíz y que posteriormente se irá propagando desde las bases de la sociedad. Así, son ellas mismas quienes plantean que esta transformación con perspectiva pedagógica debe ser abordada desde todos los espacios y que, como bien señala otra de las entrevistadas, el posicionamiento debe darse desde las distintas esferas de la vida social: la personal, la política y la comunitaria, siendo indisociables una de las otras. Este posicionamiento también implica que cada persona y cada una de las mujeres movilizadas se mueve en diferentes territorios y espacios desde donde lleva adelante sus luchas, los cuales habitan con sus prácticas cotidianas que se enmarcan en procesos de aprendizaje entendidos como prácticas pedagógicas a partir de la experiencia individual y colectiva. Esto último también nos hace mucho sentido al leer los distintos relatos y reflexiones donde subyace otro gran elemento propio de este movimiento feminista de 2018: las movilizaciones como espacio de aprendizaje. Instancias como las que hemos descrito hasta ahora donde las asambleas feministas, actividades artísticas y espacios de encuentro son la tónica durante los paros y tomas, se ven narradas detalladamente en los relatos presentes en este libro y que al ser leídos nos damos cuenta de la profundidad de saberes que se entrelazan durante su ejercicio. El aprendizaje en colectivo desde la movilización finalmente nos entrega herramientas no solo de acción directa a la hora de exigir demandas legítimas como la erradicación de las distintas violencias en múltiples espacios, sino que también nos deja aprendizajes acerca de las formas de vincularnos. Es la construcción de redes e interconexión con otros movimientos

sociales y territorios lo que se desprende de estos testimonios, tanto como una deuda del movimiento feminista, como de un aprendizaje valioso propio de la reflexión que se ha propiciado tras un año del despertar de esta gran fuerza transformadora. Así, a la hora de adentrarse en estas páginas debemos re-pensar cómo las prácticas propias de las movilizaciones feministas y los aprendizajes que se extraen de esos meses en paros y tomas durante el 2018, pueden ser utilizadas para reforzar la importante presencia de los cuestionamientos al modelo de sociedad patriarcal y cómo proyectar las nuevas rutas de acción dentro del mismo movimiento.

Macarena Cifuentes Tapia, Santiago de Chile, mayo de 2019

BIBLIOGRAFÍA - Marcos, S. (2017). Cruzando Fronteras. Mujeres indígenas y feminismos abajo y a la izquierda. Santiago de Chile: Editorial Quimantú. - ONG Kutralwe. (2019). Reflexiones Feministas (No.1). Recuperado de https://www.kutral.org/convocatorias-y-difusion/ reflexiones-feministas-no-1/.

construir todas juntas es muy poderoso Sociología – Universidad Alberto Hurtado

construir todas juntas es muy poderoso

i. presentación Estoy en cuarto año de sociología en la Alberto Hurtado. Primero hice bachillerato un año y después hice sociología. Siento que mi relación con el feminismo siempre ha sido un poco bajo perfil, nunca he sido tan alumbrada con el feminismo porque hoy en día está tan en boga. El año pasado tomé un ramo de sociología del género y ahí recuerdo que la profe preguntó en la primera clase quién se consideraba feminista; y de un curso de muchas mujeres, éramos como treinta, sólo dos personas levantaron la mano. Ese fue el primer ramo que tuve sobre feminismo y me acerqué un poco. Antes no me sentía con la facultad de decir que soy feminista, porque sentía que no militaba, que no participaba en una organización y que no tenía permitido llamarme feminista, entonces en ese ramo fui aprendiendo que no es así, que no es necesario que participes en algo para que te consideres feminista. Ahí me acerqué un poco a esto, viendo teorías de autoras mujeres, cosas que uno no hace en los otros ramos. Antes de las movilizaciones estaba la Secretaría de Género, pero esa en realidad yo siempre la he visto como cerrada, pero nunca participe de eso. Particularmente en mi carrera se está creando ahora una Secretaría de Género, y en las otras carreras no sé cómo funcionan, pero más de alguna debe tener una secretaría dentro de la propia carrera. Al no ser de las voceras, porque soy muy de las bases, me llegaba la información después, entonces se tergiversaba mientras iba bajando. Yo de repente escuchaba que estaba el

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capitulo 1

ambiente de toma y no solamente en la Universidad, pero era a nivel simbólico, que sólo lo hablábamos. Se hablaba de que había un WhatsApp de todas las mujeres de la universidad, que era caótico y con demasiada gente, donde se estaba organizando hacer algunas reuniones y asambleas donde se discutía la situación de otras universidades. Se hablaba mucho de que “¿cuándo nos íbamos a ir a toma?”, que si nos queríamos ir a toma, ¿cómo lo íbamos a hacer?, ¿cuándo?, ¿cómo? ii. decidiendo irse a toma 32

No sé cuántas asambleas hubo, porque desde las bases nos íbamos enterando después, distinto que desde más arriba, y la asamblea no era acá, eran en la Diego Portales. Entonces me acuerdo que un día me enteré de que tenía la información completa de a qué hora, dónde y con quiénes se haría la asamblea. Entonces fui y eran muchas mujeres y disidencias sexuales. Yo creo que éramos entre doscientas y trescientas personas. Éramos hartas en una sala que nos prestó la Facultad de Educación de la UDP, ahí estábamos votando y salió la pregunta: “¿Cuándo nos tomamos la Universidad?”. Había muchas disyuntivas y opiniones contrarias porque todo era muy encima y algunas cabras decían que no, que fuera al día siguiente; y otras querían que fuera ese mismo día, que pescáramos las cosas y nos fuéramos a tomar la Universidad, mientras otras decían que la semana siguiente, que tenía que ser más planificado para que resultara. Luego, pasaron dos días y hubo consejo de Federación. Estábamos en una sala

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gigante y ahí estaba toda la universidad, hombres, mujeres, todo el mundo. Después se votó por carrera, considerando lo que se conversaba, y que se bajaba a las bases acerca de todo el contexto a nivel país. Ahí se decidió la toma, y le pedimos ayuda a los hombres para hacerla más corta y más rápida. Hubo comentarios que eran medios desagradables hacia las mujeres, por otro lado, otros cabros se sentían muy cercanos, por ejemplo, estaba hablando una niña y después estos cabros decían cosas, haciendo callar a las otras personas, a los otros hombres, como si fuera su lucha, su momento. Ahí uno empezaba a pensar “¿será pantalla o será real?”. Había varias reacciones, de hecho cuando nos tomamos la Universidad y desalojamos a los profes, la primera asamblea de la toma fue mixta, pero ninguna más. Se puso a llover y había hombres que realmente estaban ahí como pantalla o había muchos que decían: “Oye, también queremos participar, encuentro injusto que estén puras mujeres adelante”, súper fuera de lugar y fuera de contexto. Entonces, entre gritos, otros decían: “sáquenlos, que hacen aquí”. Igual había reacciones distintas entre los hombres. En realidad era pura rabia. Generalmente las que comentaban la asamblea de carrera eran más mujeres que hombres, era rabia e impotencia de no poder hacer más de lo que estábamos haciendo, que en realidad era nada, sólo criticar y ser crítico ante esta situación. Era muy duro darse cuenta, porque en la universidad salieron muchas denuncias, creo que al menos treinta, cuarenta, y quizás más, no sé el número exacto pero eran bastantes.

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Entonces era esa rabia de darte cuenta de que no era solo acá, sino que en todos lados, en todas las universidades, en todas las ciudades, en todo el país, probablemente en todo el mundo, entonces también era inquietante. Uno se está preparando para enfrentar algo, pero a la vez sin saber cómo hacerlo, y con un poco de miedo también, porque al fin y al cabo es una nueva ola feminista esto que está pasando a nivel mundial, entonces era muy inquietante. De repente, en las conversaciones nos desesperábamos pensando qué hacer y no había mucha respuesta, pero sabíamos que había que estar, darle, y luchar, pero en realidad tampoco sabíamos cómo hacerlo. 34

iii. toma feminista Fue muy duro porque la primera asamblea fue mixta, entonces había demasiadas opiniones y ni siquiera eran opiniones divididas entre mujeres y hombres, sino que eran muchas opiniones entre mujeres, o muchas entre hombres, y eso todo junto era un caos. Era una asamblea muy lenta en que no se llegaba a acuerdo en ningún momento. La idea tampoco era votar, porque éramos muchos en un consejo de federación repleto, donde ya estaba el ambiente de toma, entonces igual se sabía que se podía llevar. Fue muy compleja la toma de decisiones porque lo que más tardó era decidir cómo seguir de allí en adelante, si va a ser una toma separatista o no, ¿qué hacemos con los hombres ahora? A la vez era un poco complicado porque estábamos decidiendo qué hacer con los hombres pero con los hombres ahí, entonces era llegar absolutamente a nada.

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De ahí, tuvimos que citar asambleas al día siguiente. Ahí se empezó a zanjar, pero al principio tardó mucho esa decisión y que era una de la más importante, de si es una toma separatista o no. La toma quedó en que los hombres podían ingresar a la universidad de diez a siete que al final es todo al día, pero se llamaba toma separatista porque no se quedaban a dormir. En realidad eso era sólo en la casa central, porque en música, en ingeniería comercial y en derecho podían quedarse los hombres, porque eran menos mujeres y estaban en un edificio aparte, pero en casa central éramos más. Esa fue una de las decisiones que más costó, y eso también trajo repercusiones desde el primer momento, porque de repente cambiaba y no se sabía si los hombres iban a poder entrar, o si se iban a poder quedar o no. Entonces toda esa información, al pasarla a las bases quedaba el caos, y la gente empezaba a dejar de venir. Habían hartas mujeres que decían: “yo entiendo que esta lucha es de mujeres, y que nosotras tenemos que llevarla la batuta”, pero a la vez también querían hombres a su lado, no por necesitarlos sino porque, así como tienen compañeras, también tienen compañeros. Entonces estaba esa opinión dividida de dejar de ser dependientes de los hombres que han tenido siempre todo el protagonismo en todas las otras luchas, versus que esta es de mujeres y nos toca a nosotras. Como ellos no saben de lo que estamos hablando ni por lo que estamos luchando, pueden ser simpatizantes pero no tu compañero. Eso se daba en todas las asambleas y era muy tenso; o al me-

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nos en las primeras era un tema de todo el rato. Es increíble, porque realmente esa discusión duró mucho. Acá estuvimos en toma alrededor de tres semanas o un mes, y la discusión duró casi todo ese tiempo. Incluso al final cuando ya éramos menos y la gente empezaba a no venir porque estábamos cansadas, era como “¿qué hacemos? ¿dejamos entrar hombres?, necesitamos gente o nos van a desalojar al tiro”. Entonces esa discusión estuvo desde el primer hasta el último día. Fue agobiante ese tema y era muy tenso cada vez que se daba. Al menos yo como espectadora sentía que igual había violencia entre ellas, y al final se trataban mal, en el sentido de desmerecer la opinión de la otra, invalidándola, y al final caemos en la misma lógica de violencia y opresión de pensamientos que estamos criticando. Eran muy tensas todas las asambleas. Las mujeres de la Federación estuvieron a cargo de ser moderadoras más que de tener los créditos, el título, o todo el mando en la movilización, eran más base. Personalmente me cuesta mucho hablar en público, incluso en clases, me pone muy nerviosa, y por lo mismo nunca hablé en la toma. Nunca hablé en grandes asambleas, entonces al no comentar, observo el doble y puedo notar que eran las mismas de siempre las que hablaban. No está mal, pero eso generaba que las asambleas estén enfrascadas siempre en lo mismo. También se daba mucho la competencia entre partidos políticos, que no se pudieron dejar de lado en esta toma. Eso salía harto a la luz, porque estaba el caso de una federación anterior y la sacaron porque el vicepresidente había sido acusado, sacaron a toda la federación. Entonces había varios comentarios

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en contra de las mujeres de esa Federación diciendo que lo encubrían por ser del partido, y ahí es cuando siento que se mezclaban los partidos políticos. Dentro de la toma había varias temáticas de acción, como organizar círculos de mujeres y de hombres, aunque estos últimos se los organizaban ellos. Varias actividades sobre ir aprendiendo y creciendo en el feminismo, para que las que conocen menos vayan aprendiendo o para ir ayudándonos y creciendo entre todas. El petitorio igual fue largo de discutir y fue tema en hartas asambleas. Era muy lento porque éramos muchas, entonces generaba varios enfrentamientos. También hubo más conversaciones sobre qué se iba a hacer después de la toma, o sobre cómo iban a volver los hombres, y si vamos a seguir así como si nada, ¿carreteando igual con ellos?, ¿van a volver estos abusadores a nuestras salas de clases? Se pensaba harto en lo que pasaría después de la toma porque en la toma nos sentíamos todas muy seguras sin hombres, era más que nada pensar en un plan de acción para cuando se baje la toma. En realidad, ahí se decidía si empezábamos a hacer actividades por carrera, porque al día había actividades de toma pero eran pocas. Había una asamblea al día y una que otra actividad organizada por la toma entera, pero mi versión es bastante apegada a la realidad de sociología. Ahí empezamos a hablar de que vamos a seguir haciendo círculos de mujeres más adelante, y que los hombres si quieren pueden hacer círculos, pero eso ya lo verán ellos. Se generó un ambiente muy rico entre mujeres de la carrera, pero personalmente no me

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sentía muy cómoda con ellas, porque al final siempre se mezclan los amiguismos y eso se trasladó a nivel carrera. Eso es complejo, al menos para mí, entonces al final nunca me sentí cómoda ahí, nunca pude abrirme bien en relación a mis casos de abuso, de violencia, nunca los pude contar porque nunca me sentí en el espacio, pero a la vez yo sabía que si lo hacía me iban a recibir muy bien. Siento que al final las cabras que contaron testimonios se afiataron, y está bien encontrar el acompañamiento en tus compañeras, porque si yo cuento lo mío voy a ser bien recibida ahí. Somos hartas en toda la carrera, al menos cincuenta, y ellas eran como ocho cabras, entonces al final se formó un piño más. Habíamos quedado en ir haciendo círculos cada cierto tiempo e ir manteniéndonos alerta entre todas. De hecho, se generó un WhatsApp de las mujeres de sociología del que yo me salí hace muy poco, porque en realidad hablan siempre las mismas, y no me siento parte para poder participar. De todas formas encuentro muy genial cómo ocupan el grupo de WhatsApp, porque de repente una va a tomar un Uber, manda la ubicación para que la sigan y están todas o muchas pendientes, hasta que llegue a su casa. Se generan esas dinámicas que antes no estaban, y eso creo que es una de las ganadas más bacanes. Si bien, yo no me hago tan partícipe de eso, y no es porque no me guste todo esto, sino porque tengo mi propia red de acompañamiento. Pero ahí se generó ese espacio tan bacán que, aunque no sea tan partícipe de ese grupo, sé que si les pido ayuda o me pasa algo van a estar ahí, y eso es lo que marcó el después y la acción post toma.

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Los círculos de mujeres fueron principalmente, lo que hizo que se generen lazos, porque en sociología se hicieron hartas actividades pero íbamos muy pocas. Se hicieron varias actividades de educación sexual porque había unas niñas que trabajaban en la Asociación Chilena de Protección de la Familia (APROFA), y ellas hicieron un taller muy bacán. Además se hicieron sesiones de leer las cartas, sesiones mágicas, y varias actividades que fueron generando tantos lazos que cada vez había más confianza para ir contando tus cosas. Convivir con otras personas te hace tener que abrirte, al menos a conocer a la persona. Te puedes llevar bien o mal después pero al menos te abres a conocerla. Igual eran muy pocas las niñas que se quedaban a dormir en la universidad entonces eso ayudaba a la convivencia, porque tantos días todas juntas probablemente iba a generar un caos a distintos niveles. Puede haber habido diferencias de opinión, pero en realidad se compartían actividades sólo un rato en el día y después unas se iban y otras se quedaban, y en ese sentido las relaciones igual estuvieron bien. Yo nunca escuché alguna pelea o diferencias de opinión porque al final quedaban ahí y listo. Había varias actividades que tuvieron mucho éxito, pero que eran tocatas enmarcadas en un contexto. Iban hombres pero la mayoría simpatizantes feministas con visión crítica de todo esto, y no iban a invitar a un abusador, entonces tenían filtro. Esas actividades tenían mucho éxito y había mucha gente, pero eran mixtas, entonces no sé si el éxito era por la actividad en sí o la cantidad de gente. Todo esto es desde

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Casa Central, porque en las otras sedes tengo entendido que había más gente. En ese sentido, sólo un par de actividades eran de toma, entonces durante el día cada carrera veía cómo organizaba su día de toma y ahí el éxito se reduce a nivel carrera, y en esos casos no llegaban tantas mujeres. A la vez, los hombres podían usar la universidad para hacer círculos, pero no siempre la usaban o no siempre hicieron, entonces ese éxito, en el sentido de cantidad de gente que llegaba, también se daba a nivel de lo que se conversaba y las conclusiones que se sacaban, siendo muy productivas. En sociología pasó algo muy particular que no sé si pasó en otras carreras. La toma había decidido ser separatista entre comillas, porque los hombres podían entrar de diez de la mañana a siete de la tarde, que era todo el día. Pero la opinión de las niñas de sociología se centraba en que era sin hombres y no querían a ninguno adentro, ni de ninguna generación, de nada. Entonces era tragicómico porque tuvimos una asamblea de carrera donde estaban todos los hombres, y una de las niñas de la mesa dice: “Queremos informarles que la toma es separatista, pueden venir de diez a siete, pero nosotras como mujeres de sociología no queremos que estén aquí. Lo dejamos a su criterio, pero no queremos que estén aquí”; entonces ahí los hombres quedaron con cara de “qué pasa, ¿es o no es?”, “pero que lo digan, no que lo dejen a criterio”. Eso era lo que escuchaba de ellos, y ahí igual se generaban discusiones entre hombres y mujeres. Yo venía mucho, pero no me quedaba todos los días porque había días que no podía venir, entonces me perdí los días

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más importantes de construcción del petitorio, así que esa parte no se bien cómo la hicieron. Llegué después cuando ya lo tenían más o menos formado y era ver cosas pequeñas del tipo: “Estamos de acuerdo con eso, ¿si, no?, lo dejamos así, hay que arreglarle algo”, entonces hubo días en que desaparecí y llegaba cuando el petitorio estaba listo, entonces siento que al final no aporté en el petitorio pero sí después en la revisión. Era un petitorio muy sólido y no utópico, porque eran cosas muy aterrizadas y alcanzables, entonces eso también fue lo que aportó en que el fin de esta toma fuera muy civilizado sin que pasara nada malo. Entonces eso lo encuentro bacán, que no sólo estaba bien hecho, bien redactado y bien ordenado, sino que era algo alcanzable y eso lo encuentro muy válido. Si hubiésemos puesto cosas más utópicas el porrazo iba a ser tremendo, porque no íbamos a poder alcanzar las cosas que estaban ahí tampoco, entonces fue un gran petitorio y por lo mismo también terminó todo como terminó. En la toma había dos voceras, entonces ellas iban a las reuniones con la universidad. En esas partes tengo vacíos, pero recuerdo que también eran realistas las respuestas que daban. El diálogo jamás se veía como algo irreal entonces todo se hizo como se debía hacer, y eso no ha pasado en todas las tomas que ha habido en esta universidad. De hecho creo que es una de las primeras tomas que termina en negociación con la universidad, porque las otras siempre terminaban o en desalojo o sumariados, y en esta fue diferente, entregamos el petitorio, después nos respondían y ahí empezó el diálogo. Lo

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que sí recuerdo es que nos demoramos mucho en enviarlo, y eso generaba mucha tensión en las asambleas porque ya llevábamos una semana en toma y la universidad no sabía por qué estábamos en toma aún. No nos habíamos comunicado con ellos y era necesario dar a conocer a las autoridades de la universidad el por qué estás haciendo esto. Si es que no era el mismo día, hacerlo los siguientes días de tomártela, pero no puedes esperar una semana y que la universidad no haga nada. En ese sentido, los de la Dirección de la universidad fueron muy pacientes, porque fue una semana y un día después en que recién nos comunicamos con ellos e informamos el motivo de la toma, siendo que perfectamente nos podrían haber desalojado al tiro, sobre todo si ni siquiera sabían qué estábamos haciendo. Aunque en realidad sus mentes ya sabían todo, sólo faltaba el paso de hacerlo formal. iv. círculos de mujeres con profesoras Antes de todo esto no había acción o siquiera diálogo con los profesores y rectoría, era más que nada ingresar denuncias. Era un contexto de caos donde no había mucha acción, nada de trabajar en conjunto. En el caso de sociología fue muy bacán porque nos comunicamos con todos los profes, y se generaron círculos de mujeres y de hombres con profesores y profesoras, entonces encuentro que eso fue una ganada heavy. Me acuerdo que fuimos al círculo de mujeres con las profesoras y escuchamos sus testimonios de abuso, de violencia, de que las invalidan en la academia o que las han

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discriminado en pegas. Fue heavy porque no solo nos pasa a nosotras, sino que también a ellas. ¿Eso implica que nos va a pasar siempre o que ahora podemos juntas ponerle un pare a esto o qué? Por eso fue una de las ganadas más bacanes que tuvimos, el poder reunirnos con las profesoras y compartir esta violencia que nos llega a todas, y que no es del lugar que ocupes en la universidad sino del lugar que te tocó ocupar en el mundo, el ser mujer. Siempre he pensado que este tema del feminismo trasciende las clases sociales o profesión, es a nivel mundial, algo que les afecta realmente a todas las mujeres, entonces acá se vio muy plasmada toda esa violencia y discriminación. Fue muy rico que las profesoras se hayan abierto así con nosotras porque igual nos pueden ver como niñas que están luchando, pero pensar que la vida simplemente es así; quizás muchas podían estar rendidas, entonces fue bacán. Obvio que no llegaron todas pero se entiende que realmente no podían, y aun así fueron muchas, entonces eso fue muy enriquecedor. Desde ahí también se genera otra relación a solo vernos en el departamento; antes era una relación muy vertical y muy jerárquica. Ahora las saludas con más cercanía, como diciendo “estamos juntas en esto al final”, o eso quedó demostrado en ese círculo de mujeres. Tengo entendido que los profesores tenían acordado un día para juntarse, pero no sé qué hablaron. Hicieron un círculo entre hombres de sociología y el departamento masculino pero no sé más que eso, y tampoco me interesa tanto. Aunque mientras lo hayan hecho y haya tenido frutos para

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ellos está bien, y ojalá que les queden esos momentos. No hubo casos de amedrentamiento o acusaciones externas, nada más allá de lo típico. Dijeron cosas del tipo: “Nosotros también tenemos que participar”, pero todo quedó ahí. Aparte las otras facultades de música, de ingeniería y derecho, eran mixtas entonces ahí los cabros estaban mucho. De hecho eso era lo extraño en Casa Central, porque era un “allá funciona, acá no”. Cada vez venía menos gente a Casa Central y allá iba caleta, entonces no fue tema. 44

v. relación con la familia En mi caso se sumaba que mi viejo estuvo hospitalizado unos días durante la toma y este año he estado muy deprimida, entonces he estado un poco separada de mi familia. Además, mi viejo siempre me ha inculcado el tema de los movimientos sociales, entonces lo tengo muy arraigado. Desde chica que escucho “son maneras de luchar”, “son maneras de salir a la calle”, entonces siempre he tenido muy en mi mente el luchar por lo que quiero y por lo que creo que se debe luchar, por lo que creo que está bien. Entonces, en todo este contexto de feminismo y de que él estaba con el cáncer, yo veía que él aun así me seguía apoyando, a pesar de que él está lleno de prácticas machistas y mi mamá también. Estando con él es fácil que se mimeticen con el machismo, pero mi viejo es muy grande, tiene setenta años, entonces es de una época muy distinta a la mía. Acá me siento sumergida en una ola feminista y él trae encima todo el machismo de las épocas pasadas, entonces

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siempre han sido muy chocantes esos encuentros, entre mi viejo y yo. Desde chica le digo “oye, levanta tus platos”, “haz tu cama ¿Por qué lo hace la mamá?”. Ahora él me ve en mi salsa, entonces claro que es medio extraño, porque él me ha apoyado mucho, me ha dado mucho apañe y me impulsaba a esto. Me decía “anda”, y yo le decía “ya ¿y si me desalojan?”, y me respondía “experiencia nueva para ti, anda no más”. Después que me decía: “Mira, yo entiendo el feminismo, pero”, y ahí empezaba una serie de peros, pero el más grande era que me decía “yo entiendo el feminismo, pero no me cambien a mí, soy muy viejo y no puedo sacar esas prácticas de mi”. Ahí uno dice “igual es verdad, ya tiene setenta años viviendo así, es mucho”, pero si eres consciente de eso hay que hacerse cargo o intentarlo. En mi caso he tenido mucho apoyo de mi familia, me acompañaron todo el rato cuando me quedaba en la toma, preguntando “¿Cómo vas?, ¿cómo va todo?, ¿a qué hora te toca tu turno?”. Fueron muy apañadores y muy bacanes, aunque a la vez es fome que no se hagan cargo de sus lógicas y sus prácticas. Porque la idea es erradicar de a poco, entonces tal como ellos me acompañan a mí, yo los iré ayudando a moldear sus cerebros. Tengo una amiga que su familia la apaña mucho pero de forma un poco más distante, de no hacerse cargo de la lucha, la apoyan harto pero ojalá que no se quede en la toma. Eso pasa mucho, es lo más frecuente eso de decir “anda, pero duerme acá”, porque la mayoría de los desalojos son en la noche, entonces eso es lo que más primaba. No sé si se trata de que no acompañen a las cabras, pero no se quedan acá, y eso termina siendo porque en el fondo somos consideradas

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débiles, pensando si es que un día nos quedamos acá y llegan los pacos. vi. bajar la toma

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Finalmente estaba todo sujeto a la respuesta de dirección y de rectoría, y una vez definiendo los pisos mínimos era cosa de esperar que los aceptaran y esperar a que se baje todo. Igual fue más o menos complicado, porque al final éramos muy pocas las que veníamos. Me acuerdo de haber venido un domingo y no había nadie. Barrí la universidad sola, y estuve tres horas barriendo porque igual es pequeña, pero cansa porque es grande para barrer. Ahí no había casi nadie y cada día éramos menos, entonces igual sabíamos que se venía duro porque una vez que se bajara la toma había que dejar la Universidad como estaba. Eso es una diferencia con las tomas anteriores, ya que en esta toma feminista quedó todo en orden; las salas, los patios, pintamos lo que rayamos. En otras tomas se dejaba todo ahí y tenían que estar pintando los trabajadores y las trabajadoras, entonces era inconsecuente. En cambio acá era esperar a que se aceptaran los pisos mínimos para entregar la universidad, entonces eso fue fome, porque fue muy poca gente a limpiar y preparar la universidad para entregarla. De hecho, personalmente no pude ir y quedo en mi mente, que estuve viviendo acá todos estos días y dejé que otras niñas la ordenaran. El desgaste en la toma se ve reflejado en la cantidad de gente. El primer día éramos más y quizás el ultimo día tam-

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bién éramos más, porque estaban limpiando, aunque no vine. Pero en realidad cada día eran menos, sólo al final eran más para ayudar, pero tampoco fueron tantos. Creo que tiene relación con que jamás estaban tan claros los límites, decíamos “hombres de diez a siete”, pero en realidad había mujeres que querían a algunos compañeros como apañe, sin deconstruirlos de una, pero sí para ayudarlos en su deconstrucción. En realidad, era una cantidad de gente cada vez menor que quería eso; pero también era por esa inestabilidad de la toma misma, al decir “¿vienen hombres o no vienen hombres?”. Porque al principio venían más hombres a hacer su círculo pero después no estaban ni ahí y tampoco los pescamos, entonces se sentían ajenos. Igual está bien, porque deben estar ajenos; pero si están, también podemos recoger sus círculos o hacer algo más constructivo. Pero también las mujeres se fueron cansando y aburriendo de que siempre era las mismas discusiones o conversaciones, las mismas críticas, las mismas tensiones; entonces hay harta gente que le aburre ser siempre las mismas personas. Tanto las mujeres como los hombres se aburrieron. vii. Aprendizajes y reflexiones El círculo con las profesoras de la carrera fue algo muy positivo, y que me marcó harto. Me ayudó a posicionarme de una manera ante el departamento, pensando “ya, está bien, tienen un cargo más elevado que el mío, son mis profesoras, me enseñan, son profesionales y es obvio que tengan un cargo superior, pero son

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mujeres y eso nos hace estar en el mismo nivel”; en ese sentido siento fue muy enriquecedor. Realmente sonrío cuando me acuerdo de ese momento, siento que si me pasa algo o necesito ayuda puedo llegar allá y me van a recibir, entonces también se dio el espacio para eso. Es un poco chistoso pero siento que los hombres están muertos de miedo y se preocupan de cada acción que cometen. Hay algunos que no les importa nada, como también hay mujeres que no les importa nada, pero al menos mi círculo de amigos se fija en cada comentario, actitud, o movimiento, de que no vaya a interpretarse de otra forma. Están como nosotras, muy alertas de que “no te pases”, y eso es uno de los efectos de la toma a nivel carrera, y es muy fructífero. Ahora se realiza esta agenda de género, es muy buena esa instancia multiestamental y que es buena no sólo desde afuera, porque también fue rico encontrarme con las profesoras de mi carrera, entonces eso a nivel universidad debe ser increíble. Mezclarte con mujeres y profesoras de otras carreras y construir todos y todas juntas es muy poderoso, entonces eso solo demuestra que fue una ganada concreta de la toma. Ojalá no haya sido sólo una jornada de esta agenda de género sino que se haga periódicamente, y que se haga más seguido, porque tampoco es algo que se haga una vez al año y listo. Es algo que requiere mucha constancia, un trabajo súper constante para generar una universidad distinta. Eso fue muy bueno en términos de poder trabajar con profesoras y profesores.

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Este boom de feminismo tarde o temprano iba a pasar, porque es real que ya son muchos años de discriminación, violencia, y abusos. A la vez es muy bueno, quizás hasta útil, desde un punto de vista muy utilitarista, que haya salido este boom desde los y las estudiantes, porque quizás no tendría tanta fuerza. Al fin y al cabo somos caletas de estudiantes en el país y a lo mejor los que tenemos más condiciones para poder movilizarnos. A nivel país también ha sido un cambio de paradigma radical, en que ya todo el mundo lo menciona en algún momento. Chicos, grandes, adultos mayores, están todos al tanto de esto, que puede ser que simpatices con el feminismo y que seas parte, o que estés en contra pero sabes lo que está pasando, estás al tanto de todo este contexto. Porque lo que primero que tenemos que hacer no es tener a todo el mundo de nuestra parte, sino que mostrar todo lo que está pasando y que eso es bueno. Que se animen a cuestionar todo y que sepan que eso es bueno para llevarlo al ámbito de la educación. Por lo menos en el colegio está muy presente la construcción de la imagen del hombre, del hombre proveedor, del hombre rudo sin sentimiento y la mujer sensible y débil. Al final en los colegios se está mostrando lo masculino y lo femenino como se espera que seas, y ahí entran muchos planteamientos de autoras feministas que en realidad no es que nazcas mujer, sino que la sociedad te hace ser mujer, porque te exige ser de cierta forma. Todo esto lo fomentan mucho los colegios, sobre todo habiendo colegios de hombres y colegios de mujeres; ahí ya está plasmado cómo tienes que ser

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como hombre y mujer. En los colegios mixtos tienes más relación con los hombres, pero siempre separando lo que es un hombre y una mujer; entonces la educación se puede agarrar harto de esta nueva ola para revertir eso. Sería genial integrar el feminismo a la educación y tener mucho más claro el panorama, porque sería una educación mucho más completa. Desde las mismas prácticas que se pueden llevar, una de las más importantes son los talleres de educación sexual, que es fundamental para todos los colegios, liceos, y jardines. Es algo fundamental no sólo desde el ámbito de relaciones sexuales, que es como el mundo interpreta y estigmatiza estas temáticas; es más que nada conocer y conocerse. Eso ayudaría mucho a las mismas relaciones de amistades entre hombres y mujeres, entre mujeres y mujeres, o entre hombres y hombres. También es bueno que se den espacios de confianza, pero eso es según las practicas que vi acá, porque puede ser complejo en un colegio en cuanto a que se dé el espacio para que un alumno te cuente todo, porque en los colegios somos testigos que ha habido muchos abusos, entonces no siempre se da ese espacio. Lo principal es ser más proactivo en el sentido de tomar decisiones, porque al final eso es lo que te atrasa en todo. En estas cosas hay que estar muy alerta, ser ágil y proactivo, porque realmente un día es mucho, puede ser un día de logros y que sobreviste en la toma o un día de desalojo donde se desmorona todo el trabajo y el esfuerzo que hay detrás; entonces hay que ser muy astuto. En este caso la toma de decisiones era muy lenta, y también estaban permeadas por po-

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siciones políticas, que en realidad tampoco está mal porque es parte de su posicionamiento ante la vida, pero que ojalá no prime ante la lucha que une a las mujeres que forman parte de los partidos. Entonces, hay tener ojo con las militancias y con las posiciones políticas de partidos. Por eso, si estamos en una asamblea grande y no estas logrando llegar a consensos, la separas, la fraccionas en diez y lo conversas como se pueda. No sé si serán grupos de diez personas y listo, porque puede no ser lo más óptimo, pero sí se debe ser más proactivo en eso. Acá estuvimos muchos días estancadas en eso. La primera vez que empecé a posicionarme como feminista ante al mundo fue cuando tuve este ramo de sociología del género, y fue el mejor ramo que he tenido en mi vida, por eso creo que algo de género debería estar en todas las carreras. Pero ahora con la toma, afloró ese posicionamiento al verme realmente reflejada en toda esta lucha. Me sentía muy cómoda con las discusiones y el ambiente aunque siempre con cierta distancia, pero porque mi personalidad es así, pero sigue estando presente. Me hizo crecer mucho saber que no sólo a mí me pasan esas cosas, porque creía que me pasaban de mala suerte, y es triste darse cuenta que me pasan porque somos mujeres. Realmente no es un “te lo buscaste”, sino que es porque nací mujer, y por eso tengo que estar sujeta a muchas cosas; entonces de verdad aprendí mucho de esta toma Crecí mucho, y a la vez con la situación de mi viejo enfermo, la toma fue mi segundo hogar. Tenía tanta pena que ni siquiera me quedaba en mi casa, me quedaba a dormir en la toma; y como era mucha la pena, igual encontré un espacio

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para poder estar tranquila reflexionando de todo, y eso creo que es crecimiento. Darme cuenta de que soy capaz de ser partícipe de una lucha no necesariamente como vocera o liderando algo, simplemente como base. Muchas veces venía y no estaba ninguna de las voceras, y estaban unas tres niñas más y yo en la universidad, y eso era todo. ¿Qué hubiera pasado si yo no estaba, o si las otras niñas no estaban?, se desmorona todo. Al final las bases igual te hacen el movimiento, entonces valida mi postura sobre que no necesariamente tengo que tener un cargo un poco más alto de vocera o participar directamente en la Federación, sino que puedo ser yo como individua y estar muy tranquila. Sería importante que nuestros relatos y testimonios sean conocidos por mucha gente. Recoger testimonios de gente que vivió este boom de toma feminista para demostrar al mundo las cosas que pasan y que son cosas que ni siquiera te hablan en la tele, sino que son testimonios de las propias mujeres que participaron. Siento en mi corazón que hay muchas personas investigando temáticas de género, y eso es muy bueno, porque hace años atrás eran pocos y son los datos que tenemos hoy en día. Pero a la vez, hoy en día, nosotros como investigadores jóvenes estamos insertando la temática del género en todo. Al menos desde sociología, si estudio desigualdad lo cruzo con género, si estudio migraciones lo cruzo con género, todo trabajo lo mezclo con género, como una temática que es fundamental tratar.

voy a llevar el feminismo a todas mis prácticas Sociología – Universidad de Chile, Campus Juan Gómez Millas

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i. presentación Como antecedente de organización feminista acá está la SESEGEN, que es la Secretaría de Género. También está la Gaitana, que es un colectivo de mujeres feministas, y está otro en que yo participaba: Diversociales, que es de disidencia sexual. Entonces claramente al ser de disidencia sexual, ya implica de por sí tener una postura anti patriarcal; y ahí sí participaba porque era una instancia menos institucional. Allí no éramos tantas como en la SESEGEN, que se preocupaba del protocolo, de las mesas de discusión respecto a llevar un proyecto no sexista, y otro tipo de intervenciones. Esto fue el 2016, todo el año. El 2017 también seguimos, pero después yo me salí. En realidad nos fuimos disgregando de a poco. Aún se mantienen otro tipo de colectivos y movimientos que están en FACSO, y creo que ahora cada partido tiene su cuota de una comisión o un equipo de trabajo de género. Hasta Revolución Democrática y el VAMOS lo tienen. Igual acá hay harta gente militante y que entre ellos se organizan. ii. organizándose durante el 2018 Lo de este año 2018 pasó porque nosotros acá siempre habíamos tenido denuncias, de hecho es uno de los campus en que más se denuncia. Juan Gómez Millas estuvo dentro del ranking donde había más abusos y agresión, pero nosotras lo derivamos a que las personas en verdad lo denuncian mal

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también. Al día llegaban como diez denuncias más o menos, diez por día es demasiado. Igual había información en los baños, y entre mujeres siempre nos hemos dicho que hay que tener cuidado. Entonces con toda esa información se empezó de a poco a tomar el peso y la seriedad de lo que significaba. Cuando yo estaba militando en el colectivo de disidencia sexual, hace dos años, el feminismo era una cosita, era como un problema que no era relevante o algo secundario, más o menos posmoderno como le dicen aquí, como si fuese un insulto. Que después le hayan tomado realmente el peso, fue un cambio muy drástico dentro de la facultad. Desde el año pasado muchos cursos estaban teniendo asambleas de mujeres. Nosotras partimos este año, y en realidad fue por iniciativa de nosotras mismas que nos teníamos que organizar. Teníamos asambleas de mujeres para contarnos todo lo que habíamos pasado y lo que no; y gracias a eso descubrimos que muchos compañeros habían hecho cosas nefastas, y teníamos que tener seguridad. Eso fue más o menos en marzo y abril de este año. En mayo, primero estuvo en toma Administración Pública, después la Universidad Austral. Ahí nosotras hicimos una asamblea de mujeres de emergencia como Facultad de Ciencias Sociales y que tuvo una convocatoria muy grande. Ese mismo día se fue a toma la facultad. Nos tomamos toda la facultad. Obvio que había liderazgos, porque la convocatoria fue por parte de la Secretaría de Sexualidades y Género (SESEGEN), y de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECH). Venían diciendo que había que tener una base

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que entregara toda la información de la asamblea de mujeres a la Federación, y ahí fue cuando la SESEGEN guió la discusión. Pero veníamos muchas que no éramos de la SESEGEN y que ya teníamos la idea de que esto iba para grande. Ya lo teníamos visto, lo teníamos pensado y lo teníamos hablado. Nos juntábamos en los pasillos. Era un secreto a voces que venía hace rato, entonces no nos sorprendíamos con una asamblea, porque en realidad ya había personas que se movían. Había un trabajo previo. Teníamos cierta idea de que iba a resultar. Y cuando fue la asamblea, esa misma noche se fue a toma. 59

iii. primeras horas en la toma Nosotras nos fuimos a toma un martes o un miércoles, y el viernes llamamos a una asamblea mixta en el patio para que los hombres no tuvieran que entrar a la facultad, y de los compañeros ninguno habló. No creo que estuvieran en posición de tomar acción, no estaban en su lugar ni en su momento. Entonces pasó mucho que en FACSO, los hombres se empezaron a organizar como cursos y carreras. Había círculos de masculinidades de sociología, de antropología, de trabajo social, pero eran por iniciativa de ellos. En esa primera asamblea quedó todo claro, se dijo que en realidad no iban a entrar, que la decisión ya estaba tomada. Eso se dio en una votación donde la decisión tuvo más de setecientos votos a favor y fue en urna, entonces tuvo legitimidad. Aunque muchos decían: “Siempre quise que esto estuviera en toma, y se van

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a toma y no puedo entrar”, esa era la actitud de los hombres en realidad, pero igual se pudo abordar bien, pese a que no respetaron ciertas decisiones. Nosotras conversamos después sobre cómo fue la efervescencia, de cómo fue que esto surgió y que había que actuar de manera rápida, porque ya había un hilo de universidades que estaban en movilización y nosotras no nos íbamos a quedar atrás. La diferencia fue que FACSO fue la única toma totalmente separatista. Todas las demás tomas dejaban entrar hombres en el día y hacían actividades, pero nosotras decidimos que no. Hubo una votación para eso también, y teníamos que cumplir con un quorum de 400 personas donde más de 700 votaron que sí, así que tenía que ser separatista. Fue un hito muy grande. Al principio, las primeras asambleas fueron un caos. Horas y horas donde no se tenía nada claro. No sabíamos si se iba a incluir a la disidencia, porque una de las representantes era feminista radical y era feminista crítica del género, decía que los trans no son mujeres. Entonces ahí hubo un conflicto porque aquí las personas trans también participaban, y les decían que no podían ser representantes. Eso fue tema porque dividió las posturas adentro, para dónde iba cada una, y con qué ideología se abanderaba. Al principio era súper tenso, porque había que organizar todo, y además darle a las asambleas. Teníamos que discutir por temas, porque teníamos de todo. Teníamos que ver lo de las funcionarias y trabajar con ellas; trabajar en el petitorio y trabajar en cómo llevarlo a

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cabo. Nosotros nos metimos a las bases para saber qué se podía hacer, porque no podíamos levantar cosas y que después nos dijeran que no había plata cuando volviéramos a clases, y estábamos también acomodándonos a esto. Ver la nueva programación de las mallas respecto a lo académico y desmasculinizar la academia. Hubo hartas cosas que nos hicieron abrir los ojos respecto a que esta violencia se reproduce en todas partes y que da lo mismo en qué nivel estés, siempre va a estar esta autoridad que decide y siempre va a ser así. iv. vida cotidiana en la toma 61

Como mujeres éramos eficientes totalmente, teníamos una pizarra donde ni siquiera tenías que obligar a nadie y ya estaban cubiertos los turnos de la noche. Cada una llegaba y se anotaba de tal hora a tal hora, porque como estamos justo a la salida del campus había que estar ojo, entonces hacíamos turnos en la puerta. También teníamos otra tabla de quién va a cocinar. Así hubo una comisión de alimentación, y otra comisión para propaganda donde las niñas salían a pegar afiches porque hacían serigrafía. Otro grupo era el encargado de ver lo burocrático, de elaborar petitorios, de los encuentros interfacultades, y también del Encuentro Nacional de Mujeres donde fueron hartas chiquillas de acá. De a poco cada una vio dónde iba a estar su labor, en qué aspecto de la toma y en qué espacio quería aportar. Había un comité de cronograma que requería muchas personas. Teníamos muchas actividades todos los días. Ahí pudi-

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mos ver lo importante que era el cronograma y tener varias personas organizadas. En realidad, todo fue súper eficiente hasta los últimos días. Había todo tipo de actividades. Venían a exponer charlas de movimiento feminista en la Unidad Popular, y diferentes tipos de feminismos como el de Brasil. Había talleres de dance hall, talleres de corporalidad, meditación, yoga, hasta hubo uno que era de fortalecimiento de punto femenino, que en realidad también era una especie de meditación. Se hacían asambleas todos los días, por lo que siempre había algo. Era un espacio en el cual podías entrar y cada sala tenía un espacio y actividad más allá de la toma. Porque era un espacio que te agota mentalmente al tener que organizarlo, pero también era un espacio de recreación, donde creabas tu vida ahí dentro. Como partimos muchas y después quedamos menos, éramos como una familia. Éramos un círculo de mujeres que teníamos la convicción tan clara que no nos íbamos a mover. En la misma toma se fueron gestando talleres respecto a cómo manejar y bajar la información. Había un equipo de trabajo, una mesa que estaba implementando un protocolo para identidades trans para que se les aceptara el nombre social, entonces esa mesa también fue parte de esto a la hora de masificarlo. Empezamos a generar la instancia para que esa información, que tenían pocas personas, la tuvieran todas. Todas debían tener la información, esa era la idea, porque muy pocas niñas sabían cuántas personas había, aparte de los nombres de los baños, que estaban incluidos en casos de acoso o de abuso.

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Ahí lo más impactante fue cuando hicimos asambleas triestamentales de mujeres. Nos dimos cuenta que el acoso laboral era muy grande. Fue algo que nos movió a todas, porque siendo estudiantes tenemos la comodidad de hacer que la persona se vaya o tú te retiras, en cambio ellas vivían ese acoso durante años, de parte de profesores y de directivos. De verdad era mucho más amplio de lo que pensamos, y nos daba rabia pensar que íbamos a llegar a trabajar en un sistema donde se repetía la misma lógica. Entonces lo que hacíamos eran talleres de autoformación para nosotras, y de autoconocimiento. Respecto a otras compañeras que querían paro, decían que era muy apresurado irse a toma. Decían que era mejor irse a paro y luego a una votación. Ahí todos apoyaron la moción de que no se iba a hacer eso porque en esa votación íbamos a perder una semana de paro, y después nos íbamos a ir a toma igual. Esa decisión al final fue sólo a mano alzada, y mucha gente lo ve como la efervescencia del momento, de que fue una asamblea y al tiro una toma, porque esa noche se quedaron ciento cincuenta personas. La vida cotidiana en la toma partió con demasiada gente. Partimos siendo cien que íbamos mucho. Después éramos como treinta, y de a poco te empiezas a saludar con las caras que veías todos los días, que eran tus compañeras. Pero en realidad estabas ahí porque sentías que era tu espacio de permanencia, entonces se creó de a poco la idea de la toma. Todas levantadas a las ocho, nueve, escuchando música en el hall, con desayunos habilitados. Habilitamos una cocina, y

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había demasiada comida. Nunca nos faltó. De hecho, yo siento que mejoré mis hábitos alimenticios estando en la toma, nunca había probado tanto fruto seco. Te levantabas, había desayuno, y generalmente había actividades. Había actividades en la mañana y en la tarde, y había asambleas a las siete de la tarde. Había siempre algo que hacer, y si no estabas haciendo nada igual estabas aportando en algo de una u otra forma. Se pintaron murales dentro de la Facultad y era todo abierto, a todo tipo de actividad podía entrar cualquier mujer. Había comisiones de agitación y salían a todo el campus. Como somos mujeres nunca nos costó mucho llegar a un consenso. No es como si tuviéramos dificultades o resquemores a que un grupo representara y otro grupo sólo fuera a la toma. Eso fue un problema un tiempo porque las voceras tenían mucho trabajo, pero no se quedaban mucho en la toma, tenían otro tipo de cosas y prioridades y en verdad se abocaban en eso. Entonces esta otra identidad que se generó en las que nos quedamos siempre, generó otra dinámica. Y generó otra forma de verlo también, no tanto como una jerarquía, entonces sí pudimos llegar siempre a consenso y sacar adelante todo. Mientras estábamos en toma logramos gestar una reunión interfacultad, y creo que una sola facultad no estaba en paro, las demás estaban en paro o toma. Fue algo muy amplio, que fue difícil coordinar al nivel de no caer en el individualismo de bajar la toma porque nuestras peticiones estuvieran cumplidas y las demás no. Entonces ese fue uno de los focos en que nos fijamos, y en realidad teníamos mucha pega. Por

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ejemplo, las voceras estaban en reuniones de cinco horas con el decanato, entonces eso fue muy tedioso y fue todo muy lento. Tener una discusión, llegara a una síntesis, y que la síntesis se diera dentro del espacio de discusión triestamental, o que se diera interfacultades, para que después se elevara a decanato. En todo ese proceso tienes una semana, después tienes dos, iba avanzando el tiempo. Pero la vida cotidiana era eso, estar en las actividades, desayuno, almuerzo, once, limpiar; casi siempre había algo que hacer. v. difciultades que enfrentamos 65

De cierta forma nos recriminaron que fue una decisión apresurada, aunque no fue una recriminación de las mismas compañeras. Algunas no estaban de acuerdo porque les daba miedo, decían que en realidad no se iba a dar la toma, que iban a llegar los pacos, que nos iban a sacar. Muchas opiniones eran así y varias dijimos: “Hemos estado en tomas anteriormente, y eso no pasa, es un método para negociar”. Sentíamos que era la manera de llevar la movilización y claramente debíamos hacerla separatista, era necesario, era un espacio muy inseguro si teníamos los hombres adentro. Un hombre nunca ha sentido que no puede pertenecer a un lugar, entonces en el momento que no pudieron entrar, hubo muchas personas que querían entrar y decían “no, es que voy al baño”, y nosotras les respondíamos “no puedes entrar”, u otros que decían “no, es que voy a dejar algo”, y nosotras, “no, no puedes entrar”.

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En verdad, negarles el paso a los hombres fue algo increíble. Nos pasó con profesores que decían de manera prepotente: “no, es que voy a buscar mis cosas”, “que voy a hacer algo”. Nos pasó también con funcionarios: “no, es que es mi espacio de trabajo” y les intentamos explicar, “no, esto está tomado, no venga más”. Por otro lado a las funcionarias sí las dejábamos pasar; entonces ellos no podían comprenderlo, les costó mucho. Venían después y se quedaban afuera mirando. Fue una semana más o menos en la que seguían en esa lógica. Había ocasiones en las que teníamos que hacer entrar a los profesores. Por ejemplo, un profesor que necesitaba revisar una tesis o que necesitaba papeles porque la alumna se iba de intercambio. Nos pasó un millón de veces que eran papeles que se necesitaban ahora, o si no la persona no podía entrar, y quedaba congelada. Hubo varias tomas en otros lugares donde les llegaban amenazas, pero nosotras tuvimos la suerte de que no. Lo único fue que nuestros propios compañeros que se vieron relegados tomaron una postura muy reacia a la toma, y siento que parte de eso fue porque somos mujeres. Entonces algunos decían: “no entiendo cómo será la toma adentro” y se imaginaban el caos total, y yo les respondía “qué bueno que no estés adentro y no lo entiendas”, porque no era parte de ellos y no iba a serlo tampoco. Muchas veces recibí comentarios respecto a que no sabían cómo funcionaba o cómo era, y que eso generaba duda y desconfianza. Yo sigo sosteniendo que más que cómo se organiza adentro, es porque somos mujeres y no nos ven capaces de liderar nada.

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Nos dimos cuenta que cada una casi “abortó” a su familia. Muchas vieron en la toma un espacio donde se dieron cuenta que en su familia había prácticas que no podían permitir. A todas les pasó igual, que se te abrió el mundo y te diste cuenta que tu familia igual era ignorante. Hartas veces pasó que se quedaban muchas mechonas porque encontraron un espacio alternativo, ya que con la familia se habían fragmentado. Yo tengo suerte porque mi mamá me apoyó siempre, me decía “si tú sientes o si te tienes que quedar ahí, quédate”, porque yo le decía: “mamá me voy a quedar, mamá me voy a quedar de nuevo”, entonces no tenía sentido. Yo iba a la casa a estar con ella un rato, bañarme y me venía, y tuve suerte porque me dijo: “si tú sientes que tienes que estar ahí y es el espacio en que quieres estar, anda, y si sientes que lo están haciendo bien, anda”. En la relación con los compañeros, igual había muchas compañeras que no veían algunas cosas, y me cuestionaba mucho eso porque yo sentía que los hombres de acá veían a la toma feminista como muy movida. Entonces inmediatamente era nuestra forma de relacionarnos incluso en el curso, por ejemplo, el típico tipo que habla y habla o que levanta la mano para decir algo que ya sabe. Pero eso cambió, aunque no sé si ellos llegaron a cuestionarse cómo son sus padres, no sé si se llegaron a dar cuenta de que no lavar la taza sí es violencia; pero aquí sí se vio un cambio. En las asambleas se discutía de todo esto; una vez se hizo un lienzo grande donde se escribieron nombres de hombres que habían sido abusadores. En el cartel se metió mucha

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gente a escribir y después alguien filtró eso. Hubo muchas compañeras que estaban amenazadas por los propios abusadores, que les decían: “oye, mi nombre está ahí, ¿Por qué está?, fuiste tú”. Tuvimos muchos problemas por filtración de información porque las mismas niñas les decían a sus amigos, o por la foto que se había difundido. Eso fue un problema de no comprender lo que era ser afectada y revictimizarse cada vez que tienes que contar la experiencia, vivirlo de forma latente dentro de una toma. Uno siempre dice que hay que empoderarse, pero ese tipo de situaciones te dejan damnificada, y uno no reacciona cuando le pasan. Entonces fue un proceso de conocimiento muy grande entre nosotras, que aportábamos desde discusiones teóricas a ver sólo lo funcional. Por ejemplo, ICEI se fue a toma y tuvimos un conflicto porque cerraron la parte que nos conecta, entonces no teníamos acceso. A medida que aumentaba la contingencia y veíamos cómo iban los avances, las direcciones interfacultades iban y después bajaban la información donde nosotros discutíamos, y subían las decisiones de nuevo. vi. dándole espacio a la emocionalidad Cuando se acabó la toma decíamos que teníamos dependencia emocional, así que al otro día almorzamos juntas. Ahora nos vemos y nos juntamos todas, porque nos vemos y nos relacionamos. Hay algunas que nos saludamos y todo pero no hay trabajo político completo, entonces solo queda en la linda experiencia de conocer a alguien que está en la misma

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vereda que tú, y puedes contar con esa persona. Las últimas veces casi siempre hacíamos experiencia del sentir, o conversaciones respecto al amor. En realidad sentíamos demasiadas cosas. Una vez una niña habló que no le gustaba fumar marihuana pero quería probarla o volver a fumar, y al final terminamos contando todas nuestras vidas respecto a esa temática, era muy comunitario todo, y siempre se dio un aire de pertenencia al lugar. Creo que ese vacío se genera porque nunca habíamos estado solas entre mujeres organizándonos, y que cada una de las mujeres que estaban ahí, en esta toma y en este proyecto, creían que iba a funcionar. También sabían que éste era el camino y se abanderaron totalmente como personas que tienen como línea de lucha el feminismo. Entonces fue una especie de identidad que se generó, de pertenencia y demasiado compañerismo entre nosotras. Somos personas que nos apañamos y que de verdad somos cíclicas, que no calzamos en esta vida lineal hecha por el hombre, y creemos que este lazo que formamos fue por experiencias que vivimos todas. Compartíamos todo, desde la sopa, la cara de cansancio, el llanto, todo. Fue mucha experiencia y mucha catarsis. Como recuerdo más significativo de la toma. Dos cosas. Primero concebirme como mujer, que nunca había comprendido lo que era ser mujer, que para mí ser mujer era sólo entendido biológicamente, mi sexo femenino y representar mi género. En realidad era mucho más allá que eso, es toda una construcción que se tiene respecto a la mujer. Pude tomar conciencia de lo que era y tener la capacidad de crear. Tuve

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muchos cuestionamientos con respecto al cuerpo y cómo estamos vetadas totalmente con nuestro cuerpo. Lo femenino es lo malo, y en realidad tuve mucho ese autoaprendizaje sobre mi propio cuerpo, que fue lo que más me marcó. Lo otro es generar nuevos lazos con otras cabras, encontramos un compañerismo que nunca habíamos encontrado antes, y encontramos personas que no eran militantes pero que en la toma habían encontrado su lugar de participación. vii. negociaciones 70

Llegó un momento en el cual el decano nos dijo “yo les acepto el petitorio, ustedes díganme qué parte del petitorio consideran muy importante y nosotros le cumplimos eso, les damos una carta de compromiso y ustedes bajan la toma”, y nosotras dijimos “perfecto, todo el petitorio es importante”. Ahí el decanato dijo “ya, todo el petitorio es importante, y por eso hay una tarea larga ahora, y por eso hay mesas de trabajo que están horas y horas dedicadas a crear una educación no sexista”. Hay tanto que abordar, y hay tanto trabajo ahora, que entonces dijimos: “¿Qué hacemos?”. Nos aceptaron el petitorio y estamos bien. Pasó mes y medio, dos meses desde que llevamos en movilización y lo logramos. Estamos todas felices y de verdad estábamos con mucha esperanza de que esto funcionara, entonces al principio fue: “¿Qué día nos bajamos? Hagamos votación para ver qué día bajamos la toma”, y no lográbamos ponernos de acuerdo, entonces estábamos corriéndolo siempre. Fue muy de sentir pena y sentir el ¿Qué vamos

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a hacer ahora? Nos queríamos ir a la toma del Pedagógico, estábamos cada una con una especie de vacío cuando se bajó, pero eso implica muchos otros procesos. El tema de las negociaciones se veía y se conversaba en las asambleas. Era obvio que desde sociología iba a haber un cierto liderazgo, aunque nosotros nunca tuvimos vocera militante. Una de las condiciones fue que no fuera militante, y al principio era un poco tensionado pero después nos dimos cuenta que ellas hacían una labor para la que las habían escogido. Yo pude ser parte de esa labor, pero no quise y no la hice. El problema no era ser o no voceras, ellas eran parte de la movilización y la llevaron a cabo, y nosotras también. Entonces, cuando disolvíamos tensiones nos dábamos cuenta que éramos una sola masa y que no era solamente una representante. Los decanatos firmaron una carta de compromiso y luego de eso bajamos la toma. Decidimos bajarla porque ya no era un método de presión, pero nos cuestionábamos que otras facultades siguieran en toma y nosotros no. Eso igual era un problema, porque iba a ser una influencia y una concurrencia de mucho más público. Por ejemplo, tenemos la toma de la Dirección de Servicios e Infraestructura (DSI) aquí al lado, que fue un edificio demasiado difícil de tomar y que está abierto por todas partes. Entonces fue ver cómo nosotras lo logramos y lo llevamos a cabo con la carta de compromiso, y lo mantuvimos lo suficiente para poder bajar la toma. De toma se bajó a paro mixto y fue un desastre porque no vino nadie, se hicieron un par de talleres que no lo organizamos nosotras, y que creo que es muy importante. Se bajó la toma

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y fue como “¿qué es este paro?”. Realmente nos fuimos a paro para que no sea tan dura la entrada, porque fue inmediata. Estuvimos una semana en paro y de vuelta fue mucha tensión. viii. trabajo posterior a la toma

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Ahora que ya bajamos la toma y empezamos a trabajar estamos llevando a cabo las cosas que están en el petitorio. Se armaron distintas comisiones y mesas, la que va a revisar las mallas o la que se va a encargar de los temas transversales de género. Porque no hay ningún ramo obligatorio de género, siendo que es algo que debería pasarse en todos los ramos en verdad. Logramos que trabajo social y sociología tuvieran en segundo el ramo obligatorio de género, entonces una comisión se encarga de eso. Otra comisión se encarga de ver a los directores de carrera, porque ahora hubo un cambio. Se logró que adhieran a este petitorio y no se hicieran los tontos, porque varias de las cosas del petitorio son a largo o mediano plazo. También pedimos que se abordaran los casos de abuso de otra manera porque era demasiado burocrático, y eran casos graves que estaban meses investigando y el compañero seguía en la sala. Entonces era muy complicado que como institución no hicieran nada. Como no pueden echarlo, se formó otra comisión para ese tipo de asuntos, resolviendo paso por paso cada petición que había. Hubo mucha tensión entre compañeros. Hubo varios com-

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pañeros con los que se habló y se llegó a la resolución de que cada curso hablara con ellos para ver las acusaciones. No con la labor de educar, sino darle a entender que está fichado y que tiene que encontrar o buscar la manera de comprender ese proceso. Entendemos que el aislamiento social que se les hace tampoco es bueno, porque muchas veces las mujeres que mueren a manos de hombres es porque son aislados socialmente, y nadie los enfoca respecto del tema y mantienen su lógica llegando al punto de asesinar, porque no han tenido la oportunidad de que alguien los ayude. Nosotras creemos que acá los mismos compañeros los pueden ayudar y cambiar posiciones. En una funa, que es el método más práctico para que las mujeres se enteren de los hombres con los que deben tener cuidado, varias veces pasó que los hombres tomaron la posición de “yo pensaba que era con consentimiento”, o “yo lo hice porque de verdad era de parte de los dos”. No se dan cuenta de lo que es para una mujer decir que no. No se dan cuenta o no piensan qué es lo que siente la mujer en ese momento, por qué llegó y recurrió a la funa. No le tomaban el peso y lo veían como una descarga o un juego, y hubo mucho de eso, a mí me molesto demasiado. No se hacían cargo de mantener el perfil y contestaban las mismas funas. Yo lo encontraba muy violento, que ahí mismo te pongas a debatir lo que una persona vivió y que se sintió denigrada. Entonces fue mucha tensión de vuelta. Pero sí pudimos lograr hartas cosas y varios personajes que estaban funados por todos lados, se fueron; y son personas que tenían tres o cuatro funas de con-

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tagios. A veces uno cree que la persona aprende, y no lo hace; por eso creemos que los hombres tienen que ser acompañados y ayudados, pero con amigos. Dentro de la facultad, primeros nos cuestionamos las masculinidades que habían. Observamos los sesgos de género en los ayudantes, donde la mayoría de los ayudantes eran hombres, o cómo en las mallas no veíamos ninguna mujer, y de verdad encontramos investigación de académicas que habían realizado estudios y no se presentaba ninguno. Entonces de a poco queremos insertar este tipo de cambios, que sí es un cambio en la pedagogía, y darte cuenta de cómo lo haces, qué estas indicando y por qué. Nosotras nos pusimos a pensar ¿Por qué no están incluidas las mujeres? y fue por simple naturalización de que no estuvieran; porque las mujeres se dedican a la metodología y los hombres a la teoría, y para nosotras implica un cambio pedagógico que estén en la teoría, que salgan de la metodología. El poder priorizar también otro tipo de cosas, cómo nos damos cuenta de que el patriarcado no sólo afecta a lo que es femenino y a la mujer, sino que también a los niños. El patriarcado es una de las bases que sustenta el adultocentrismo. También sentimos que es una práctica pedagógica diferente, donde se organiza a las personas en el nivel de aprendizaje en que estás y no en la edad, y nosotras creamos varias reflexiones al respecto, y por eso tiene implicancias pedagógicas.

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ix. comisiones de trabajo Actualmente hay cuatro mesas, yo trabajo en la comisión de transdisciplinariedad que también revisa los contenidos y de qué manera va a ser abordado. En realidad no queremos que los profesores comprendan que este curso es algo que tienen que hacer porque la movilización lo dio, sino que tienen que darle la importancia que corresponde para que este ramo siga toda la vida. No es una solución a esta movilización el que tengan que incluirlo y abordarlo, sino que es la nueva forma en la que se tienen que ver las cosas. Las mujeres venimos en una forma de contracultura ya que no está inventado por nosotras. Respecto al funcionamiento, esta comisión es con docentes, son dos personas por carrera y hay reuniones una vez al mes. Nos juntamos a planificar, a revisar, a diagnosticar y a sintetizar cómo son los programas de cada ramo, como es el caso de sociología, y desde ahí poder entrar. De verdad es intentar crear una educación no sexista. Estábamos en una mesa de trabajo con profesoras, y ellas también hicieron su propia mesa y siempre estuvieron ahí con nosotras. Las funcionarias fueron las más motivadas porque en verdad tenían muchos problemas de acoso laboral y las profesoras también, entonces cuando se formó la mesa, ellas en parte lideraban todo lo teórico. Fueron las más interesadas al respecto, y ahora tienen unas grandes investigaciones respecto a esos temas. En realidad, mucho del apañe fue por sentirse en la misma situación sin importar la edad,

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la profesión, o el cargo, pero sí hubo profesoras que no estuvieron de acuerdo. Dentro de las personas vetadas de la toma estaba una profesora, por ser una persona abiertamente transfóbica. Ella era parte administrativa de psicología, y nunca respetó el nombre social de las personas que son trans dentro de la facultad, de hecho dijo “si ustedes quieren que lo respete, tienen que traerme a un notario”. En serio era un nivel de abstracción que ella no tenía, entonces no podía responder al respecto; pero sí había varias profesoras mujeres que nos dijeron: “no estuve tanto, pero fue bacán”, o que no estaban tan al tanto pero vieron que la toma fue muy fuerte. Esto no se tomaba desde el 2008, y de vuelta hubo un profesor que dijo que había que tener cuidado con los movimientos para que no se radicalizaran tanto como en el caso de Alemania, o sea abiertamente comparándonos con las Nazis. Hubo cosas bastante nefastas con la vuelta a clases, hubo profesores que se sentían vulnerados y que no entendíamos por qué, decían que ellos eran lo más objetivos posible, y nosotras respondiendo “la objetividad hegemónica es lo que está mal”. Hay varios profesores que no han tenido la reflexión, que me da hasta vergüenza, pero otros profesores querían un curso de feminismo, para saber cómo comportarse de vuelta, porque no sabían y no entendían. Para ellos era como “hágame un curso de feminismo para saber qué incluir y qué no”. x. reflexiones desde lo vivido En lo personal, pienso y creo que no voy a ser socióloga. Voy

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a terminar esta carrera, que igual me va a abrir las puertas para otras cosas, pero sí voy a llevar el feminismo a todas mis prácticas, mis lógicas, mis pensamientos. Es mi manera de darme cuenta que sí existe el sesgo de género en cosas que antes naturalizaba, pero que ahora no puedo naturalizar. Al final es, no diría que estudio de vida porque lo encuentro muy hippie, pero sí es llevarlo a toda tu vida desde que te levantas hasta que te acuestas. También es la forma que tienes para enfrentar estos mundos y cambiarlos, y creer que el cambio es parte de nosotras como mujeres reproductoras. Quizás hubiera aumentado un poco la participación en el último momento pero creo que es algo que no se puede evitar en ningún tipo de movilización, y es porque las personas se desgastan y se van. No es que no se puedan comprometer ni que no quieran comprometerse, sino que suele pasar. Hubiese añadido un poco más de participación, porque en el último tiempo éramos veinte, y tener que llevar discusiones más densas y decisiones más grande con veinte personas era muy complicado. No soy pesimista respecto al movimiento. Creo que el movimiento logró evidenciar hartas cosas, y logró que hartas personas que lo vivieron pudieran conversar con sus familias, amigos, cercanos, quien sea, pero no significa que hayan bajado los niveles de violencia. No es que gracias a este movimiento universitario se haya reducido la violencia de género, porque sigue existiendo. De vuelta de la toma, sigue habiendo casos de gente que reproduce patrones patriarcales; pero sí hay que tener la convicción, la perseverancia, y optimismo

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de que avanzamos, que vamos de a poco pero que se puede. Que al menos en los espacios universitarios elitizados van a haber cambios. Sí respondieron en cierta parte a nuestras peticiones, eso igual nos mantiene contentas, y saber que se puede repetir, que puede haber otra ola y que esto no es algo que va ser de un año y se muera. Le veo proyecciones al movimiento, pero hace rato igual, desde antes de las movilizaciones universitarias. Siempre se notaba una gran organización dentro de lo que era el ocho de marzo, el veinticinco de noviembre, días que son hitos para las mujeres. Entonces sí considero que hace mucho rato que viene pasando, pero no se había dado que había impactado tanto como en las tomas universitarias, que tocara tan de frente a las personas. Ahora sí es un tema que toca mucho a las personas. Siempre ha tenido organización y siempre va a tenerla.

llegar a todos los espacios para sembrar la semillita de un cambio Medicina – Universidad de Valparaíso

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i. presentación Crecí en Lo Prado. Estudié en las afueras de Santiago, en Talagante, y tengo 22 años. Por la Universidad me fui a vivir a la Quinta Región, ahora estudio medicina en la Universidad de Valparaíso. Me considero una persona movida, fui del centro de alumnos, estuve haciendo clases en el programa de generación de empleos, me gusta participar en general. Los primeros acercamientos que tuve al feminismo fueron antes del movimiento feminista conversando con las amigas. Si bien todas mis amigas cercanas del colegio ahora se consideran feministas y están metidas dentro de la movilización, nunca fue un tema conversado como tal, no lo conocíamos mucho siendo secundarias. Pero ahora que entramos a la universidad y que estamos todas en ambientes distintos, hemos conversado estos temas. Tengo un grupo de amigas que no es tan movida con el tema, pero con la movilización empezaron a despertar más y estudiarlo más. Con amigas que eran más movidas de antes, empezamos a conversar en los años que aún no había movilización. Pero en la facultad era difícil, no había ningún tipo de organización feminista antes. En realidad la facultad es poco movida en general, siempre se critica desde adentro a medicina, que son amarillos, que nunca se van a paro, pero en realidad es súper difícil movilizar a la facultad. Es súper difícil movilizar a la gente.

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ii. antes de la movilización: disputas y roces

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Todo esto partió con el antecedente de la Universidad de Chile bien de cerca. Una de mis mejores amigas era ayudante de una persona denunciada. Entonces empecé a prestar atención al tema antes de que se diera en las noticias, lo de este tipo, lo del tema de las denuncias de acoso, etcétera, y ahí empezamos a conversar el tema. En mi universidad hay muchas denuncias, el año pasado empezó a hacerse un protocolo contra el acoso, y claro, ha estado todo el año trabajándose en eso; pero así es la burocracia universitaria, se ha demorado un montón, hay que corregirle muchas cosas, lo que provoca que esté como medio estancado. Ese protocolo busca establecer una forma de denuncia respeto de los acosos, porque hay un montón de casos nuevos sobre denuncias de acoso entre compañeros, profesores con alumnas, denuncias de violación. Ha sido muy fuerte, porque además no es una realidad propia que existe en la Universidad de Chile o la Universidad Austral, esas fueron la gota que rebalsó el vaso, pero es una realidad que existe en todas las Universidades. Cuando las cosas aparecieron en las noticias se empezó a conversar un poco más todo esto, y estas cabras que eran más movidas desde antes empezaron a agitar las cosas y a hacer asambleas de mujeres. Recuerdo la primera asamblea de mujeres que hicimos, fue un poco decepcionante porque llegaron hartas cabras de otras carreras y estuvimos tres cuartos de la asamblea intentando explicar por qué había que hacer un espacio sepa-

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ratista, algunas decían: “¿Pero por qué no invitamos a nuestros compañeros, si ellos también quieren ir?”. “Sí, si perfectamente se puede, pero una asamblea separatista tiene ciertos objetivos”. Dentro de la facultad hubo un rollo fuerte, la gran mayoría de las carreras de la salud están formadas por mujeres, entonces gran parte de las carreras también eran dirigidas por mujeres, también había una Red de Mujeres Movilizadas y estas cabras empezaron a discutir, a compartir experiencias, a hacer actividades, a hacer más conversatorios, etcétera. Todo esto se intentó traducir en conversaciones con el decanato, sin embargo, hubo quienes estuvieron aserruchando el piso, intentando que las actividades no funcionaran. Entonces nos preguntábamos: “¿por qué están haciendo esto?” Si al final es algo en beneficio de todas, ¿por qué intentan sabotear las cosas? Intentaron bajar las movilizaciones en las asambleas, difundiendo cosas falsas en la red, tomándose la atribución de ser las representantes oficiales frente a decanato, siendo que nosotras lo éramos. La movilización estuvo un poco truncada desde ese lado. Eran personas que tienen poder dentro de sus carreras, al final dan una mala imagen de la Red y hacían que no pudiéramos llegar a otras cabras de otras carreras, que estaban más contemplativas al respecto. Todo esto lo enfrentamos con comunicados públicos más que nada, pero tenemos menos peso que los centros de estudiantes, entonces era difícil enfrentar eso. Al final, lo que ganamos con decanato no fue nada muy concreto. Si bien no nos negaron nada muy tajantemente, aquello que aprobaron fueron solamente las cosas que habían dado luz verde desde

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nivel central, pero sin ser algo público. Siento que logramos mover un poco de la Facultad, pero con el freno que nos pusieron los otros centros de estudiantes como que el tema se truncó caleta. iii. una universidad dispersa

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Cuando comenzó la movilización nos empezamos a mover con gente que no era de nuestra facultad, ya que la Universidad de Valparaíso no tiene un lugar físico que reúna a todas las carreras, no hay una Casa Central. Nuestra facultad antes estaba toda disgregada, enfermería estaba a dos cuadras, Kinesiología al otro lado de Valparaíso, Tecnología Médica con Fonoaudiología en Viña. Entonces, la facultad empezó recién a conocerse hace dos años, cuando nos cambiamos a Reñaca, pero queda tan lejos de todas las otras facultades que no había forma de organizarse bien con las otras cabras. No hubo un contacto tan grande a nivel Universidad, marchábamos juntas, pero más allá de eso, no hay un espacio de discusión saliendo de la facultad. Dentro de mi carrera la gente igual apañaba caleta. No participaban tan activamente, pero votaban que sí a las marchas y a los paros. Hubo una asamblea que fue bien polémica, porque hicimos un petitorio con las cabras de la Red, aparte de todas las cosas que realmente queríamos lograr, incluimos la restitución de una niña de Obstetricia que habían expulsado por eliminación académica, que es cuando repruebas más de los ramos permitidos. Pero el contexto de ella era bastante

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singular, es mamá, es de otra región y además tenía que trabajar. El argumento detrás de esa eliminación académica era no tener las condiciones para estudiar por el hecho de ser mujer, y para nosotras era obvio que nunca íbamos a lograr su reincorporación porque era una decisión de nivel central y tenía que pasar por rectoría. Entonces, lo que sucedió fue un gesto político, ya que el asunto lo expusieron otras, no nos dejaron exponer a nosotras (las mujeres de la red), lo quiso hacer la presidenta de Medicina (ella quiere ser presidenta de Chile y tiene un rollo de poder muy fuerte). A pesar de no haber participado en el espacio, quiso exponer ella. Nosotras sabíamos que era un gesto político, que nunca lo íbamos a lograr incluyéndolo en el petitorio, pero era para darle apañe. Pero la presidenta hizo lo posible para que alguien dijera: “yo no estoy de acuerdo con ese tema”. Y salió un niño mechón diciendo: “a mí no me aparece, mina floja, problema de ella si la echaron”. Ahí toda la asamblea se echó encima del cabro, lo destruyeron: “¡Qué onda tu falta de empatía!” “No estay cachando nada de la movilización feminista”. Tanto hombres como mujeres dijeron eso. Hablaron muchas personas que no participaban de la Red y básicamente le dijeron: “pégate el alcachofazo, no estás cachando nada de lo que está pasando en el mundo”. Después de eso, alguien dijo que votáramos moción para votar el petitorio entero, sin hacer distinciones. Por mayoría ganó aprobar el petitorio entero, pero hubo muchos esfuerzos por no aprobar ese punto. ¿Cuál es el sentido de eso? La gente que no está tan movilizada apañaba en situaciones

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como esa, pero no se percataban de lo que estaba pasando por detrás. Creo que sintieron que, como Red, les estábamos disputando el espacio público dentro de la Facultad. Al final lo que hicimos fue hacer comunicados públicos que no tuvieron el impacto que podrían haber tenido. Después pasó lo que pasa en general con el periodo de las movilizaciones, iba a empezar el periodo de exámenes y todo se dispersó. Se bajaron las movilizaciones dentro del campus, se empezaron a bajar también las tomas en otros lados. Nosotras nunca nos fuimos a toma, ni por si acaso había apañe de la facultad como para tomarse el espacio, ¡nica! Además, aquí se funciona con lógica de Universidad privada, entonces no es fácil tomarse la Universidad. Así que hicimos intervenciones, pintamos carteles, empapelamos la Universidad entera. Otras cabras se consiguieron ropa interior y la rayaron con frases machistas del tipo “te pasó por puta” y cosas así. Esto sirvió para visibilizar la movilización dentro de la Facultad, pero era difícil encontrar una real solución al bloqueo que nos hizo el centro de alumnos. Ese bloqueo tuvo que ver con que la principal lucha fue por representación política, la presidenta de medicina y la de kinesiología son militantes de partidos políticos y las cabras que estaban liderando la red, la mayoría eran independientes. Sin embargo, al final del día, todas somos mujeres y nos vemos afectadas por el patriarcado, entonces estos sabotajes no tienen sentido.

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iv. separatismo En la primera asamblea conversamos sobre el separatismo, intentamos explicar lo complejo que era para una niña que pudo ser violentada por alguno de sus compañeros, evidentemente no se sentiría cómoda en un espacio donde esté ese mismo sujeto. Solo después de conversarlo mucho rato, la gente comprendió el sentido de la asamblea separatista. Sin embargo, también hubo cabras que estaban en asamblea y dejaron de ir, precisamente porque no quedaron convencidas de la importancia de las asambleas separatistas, cabe destacar que la gente del área de salud es bastante machista en general (hombres y mujeres), y sacarlos de ahí es difícil. No es que le dieran una connotación negativa, solo que no entendían el concepto, nos decían: “no hay que excluir a los hombres, no hay por qué excluirlos, si es como una transformación de la sociedad”. Se trataba de explicar la importancia del espacio para sentirnos seguras, y explicar qué era la sororidad, pero siempre volvían sobre el rollo de estar excluyendo a los hombres, que no hay que oprimirlos. La relación con los hombres depende mucho de la carrera. Hay cabros que no estaban interesados y nunca falta el que es como medio gil para estos temas, pero la mayoría nos daba todo el apañe para las movilizaciones sabiendo que no debían ser protagonistas del movimiento. Por ejemplo, en mi generación, para la primera marcha que hubo, había tanto hombres como mujeres. Pero en otras carreras es distinto, incluso las mujeres llegan a ser antisororas, diciendo cosas

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como: “vayan maquilladas para conseguirse un pololo doctor”, particularmente obstetricia fue muy chocante porque replican hartas prácticas machistas. Incluso en las prácticas nos pasa, siempre dicen: “cuando pasen por ginecología, las matronas las van a torturar”, a los internos hombres los tratan súper bien, pero las internas siempre terminan llorando debido a los malos tratos. Quiero creer que esas prácticas son por desinformación, porque no se han dado cuenta de la fuerza que tiene el patriarcado en nuestras vidas, y cómo las prácticas machistas van en desmedro de nosotras mismas. 90

v. participación En algún momento quisimos pintar un mural. Yo me comprometí a liderarlo, pero fue difícil porque no hubo mucha gente que apañara ni a pintar ni a diseñarlo. No quería pintarlo sola porque sentía que no tenía representatividad. Pudo ser un espacio de movilización para sumar gente pero no se logró. Asimismo, el centro de estudiantes estaba reacio a nuestras actividades como Red, nunca hicimos nada juntos, nos hacían la vida imposible entonces no se podía coordinar algo en conjunto. Pero hicimos conversatorios, trajimos exponentes buenos, hicimos pintatón. Ese día que intervinimos toda la facultad, yo creo que fue lo más visible que hicimos. Pusimos afiches de consentimiento, afiches que explicaban qué era el acoso. A la gente igual que llamaba la atención. De hecho, has-

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ta las profesoras y los profesores nos comentaban cosas en clases. Por ejemplo, teníamos un ramo que era los miércoles, y todos los miércoles eran las marchas o concentraciones, estuvimos un mes y medio sin tener clase en ese ramo. Y los profes, casi todos hombres (no esperábamos tanto apañe de ellos) nos dijeron: “es una movilización súper importante, denle el apoyo a sus compañeras y ya vamos a ver como recalendarizamos”. A pesar de que es algo que no les afecte tan directamente, gran parte de los profesores nos dieron ese apoyo, sobre todo los más jóvenes. vi. aprendizajes En mi vida ha habido grandes aprendizajes; he aprendido mucho al respecto, tanto de organización colectiva como de feminismo en general. Nunca me he dado el tiempo de leer como me gustaría sobre feminismo, pero conversar con cabras me da una visión distinta; hemos descubierto la sororidad, nos organizamos y creamos nuestros espacios seguros para compartir y conocernos. La movilización feminista me dio eso de interesarme, para conocer de las disidencias y despertar al respecto. A nivel personal, este año fui víctima de una agresión sexual, y no lo habría identificado como tal si no hubiera sido por la movilización. Si no lo hubiera conversado no me habría dado cuenta de eso. Entender que esa situación no fue mi culpa y tener toda una red alrededor, tanto de hombres como mujeres, que también lo entienden así, de no culpabilizar a la víctima, y darle todo el apañe.

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Es un tema fuerte dentro de la medicina, que antes no se conversaba y ahora lo hemos conversado abiertamente, ha ido permeando la movilización dentro del ámbito académico. Por ejemplo, hay una clase que hacían en primer año con un doctor viejito (esos clásicos profes dinosaurios), y él ponía puras fotos innecesarias (casi como porno de los 80). Y este curso redactó una carta y la mandaron al coordinador del ramo y a la dirección, exigiendo que dejaran de poner esas imágenes y pidieran disculpas. Eso no habría pasado antes de la movilización. También los hombres han comenzado a interesarse por la temática, alguna vez recuerdo haber conversado y ellos preguntando: “¿oigan chiquillas, a ustedes les ha pasado?”, “¿de verdad es tan así?”. Un poco incrédulos, pero interesados, también son cabros que tienen prácticas machistas a veces, pero que se están dando cuenta que no está bien. vii. reflexiones finales y educación Tal vez la relación con los centros de alumnos pudo ser distinta, fue la mayor traba y me gustaría que no truncaran una nueva movilización si es que se volviera a dar. Y otras cosas, quizás la clásica distinción de cómo llegar a la gente y que se interese en la movilización. Siempre es un desafío. No sé si lo hicimos categóricamente mal, pero la carga académica te corta las alas para moverte todo lo que te gustaría. No sé mucho como solucionarlo, es parte de las dificultades de ser estudiante nomás. Entonces quizás, buscar más mujeres que vienen de las otras carreras. Siento que se centró bastante

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en Medicina. De los hombres, recuerdo que iban como tres constantemente. El resto, nada. Ojalá hubiera sido más que sentir a Medicina moviendo al resto, sino que sentir a la Facultad moviéndose. Hay harta educación popular feminista, pero la educación que reciben los chicos en su casa es diferente, es difícil cambiar la sociedad si es que no se cambia desde la raíz, que es la educación que reciben los cabros chicos. Por ejemplo, cuando llegan esas personas de “con mis hijos no te metas”, yo me pregunto ¿cómo se puede construir una sociedad feminista con esa postura? Con personas diciendo que el movimiento quiere convertir a su hijo en gay o travesti. El gran desafío de la movilización feminista es meterse a esos ambientes, siento que el tema se habla, pero porque en mi mundo se habla, pero en otros lados no. Por ejemplo, con las señoras con las que hago clases de nivelación, son trabajadoras del Programa de Generación de Empleos, tienen en promedio más de cincuenta años. Y parte de los temas que teníamos que hablar era sexualidad, con personas que no terminaron ni siquiera octavo básico: “Esto es una vagina, esto es un pene, estos son resguardos para tener relaciones sexuales”. Recuerdo que les hice una clase sobre identidad de género y fue un gran desafío: “puros maricones, puros fletos” decían algunas. Lo abarqué muy desde lo biomédico, les mostré la resonancia de una persona trans femenina, la cual se parecía más a la de una mujer cis que a la de un hombre cis, lo explicaba con palabras sencillas, pero lo importante era entender que se sentía mujer, y que era importante lo de los niños trans en chile. Vimos un corto-

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metraje llamado “En tránsito”; otra clase que fue de derechos de la mujer; conversamos sobre el clítoris y que su función es solamente dedicada al placer; conversamos de derechos sexuales. Ese es el desafío, llegar a esas personas. Hay que llegar a estos espacios para sembrar la semillita de un cambio. Pero hay muchas trabajadoras y trabajadores en la situación, es todo un trabajo llegar hasta ahí y lograr una reflexión profunda al respecto. Ese el real desafío de la movilización feminista en Chile y en la educación. Si transformas eso, transformas a quienes educan a los niños y niñas; y ahí realmente cambias la sociedad. 94

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i. vida personal, universidad y movilización Estudio Psicología en la Universidad de Chile, también trabajo de niñera y de tutora escolar para solventar el resto de mis gastos. Me gusta la música, estoy aprendiendo a tocar trompeta, a la cual me gustaría dedicarle más tiempo, pero de repente no puedo. Me gusta mucho el arte, vincularlo a la Psicología y a las Ciencias Sociales; abrir ese campo que a veces, al menos en la carrera, está súper por debajo, entonces me gustaría ir visibilizándolo a través de distintas prácticas. También soy mediadora cultural de la Universidad a través de un programa que es del Ministerio y se llama Base. Trabajo para la unidad de aprendizaje y en estas cosas de estilo a domicilio. A pesar de que apaño la lucha igual tengo que trabajar, vivo con mi pareja y una amiga; entonces tenemos ese rollo de hacernos cargo de la casa, más trabajar, y dedicarme a la Universidad que igual me gusta que me vaya bien. Entonces dentro de todas esas exigencias no le he dado todo el espacio al activismo y a meterme a organizaciones directamente feministas. Mi vinculación más directa la vi con los ramos de clases, por ejemplo, tomé un ramo de feminismo con una profesora que es una gran psicóloga y psicoanalista que tiene muy metido el tema del feminismo; también tomé con ella un ramo sobre violencia y género, y otro sobre violencia. Eso es lo que me ha ayudado a vincularme con el feminismo.

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ii. acercamiento al feminismo

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Mis primeros acercamientos al feminismo se vinculan a la Universidad Mayor, lugar donde estudié dos años. Había una profesora de Psicología Social, una señora ya de edad que nos planteaba ciertas preguntas, un poco chocantes… Y entremedio empezamos a visibilizar el tema del género. Estando en la Mayor también vine a un encuentro de Psicología Comunitaria donde habló una reconocida mujer, que se presentó como feminista, lesbiana, activista y todo. Para mí fue como un choque, dije para mis adentros: “¿Qué onda esto? Yo nunca lo había visto”. Fue súper interesante ese despertar que me llevé de la Mayor. De ahí me cambié por transferencia externa a la Universidad de Chile. Gracias a una compañera que era de la carrera de Historia comencé a enterarme de que existían organizaciones feministas, entre ellas la Secretaría de Sexualidades y Género de aquella carrera. Mi compañera me comentaba también que no había mucha organización en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad. En este contexto, me enteré que varias compañeras de carrera se cambiaron de otras facultades hacia acá, las cuales se empezaron a movilizar fuertemente en términos de organización. iii. politización feminista de la facultad de ciencias sociales Hablando con mis compañeras, empezamos a ver que la Fa-

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cultad no estaba politizada en un sentido feminista. En este contexto fue que se armó la Secretaría de Género y Sexualidades de la Facultad de Ciencias Sociales (Sesegen Facso). Desde ahí empecé a cachar más temas, más movimiento, más agitación respecto al movimiento feminista. Mis amigas siempre estuvieron vinculadas y ahí comprendí que hacían talleres y actividades. A pesar de ello, nunca he participado directamente en las organizaciones con las chiquillas a pesar de que adhiero completamente, porque mi tiempo siempre ha sido acotado o yo lo he acotado a otros espacios. Para mí nunca había sido impactante el tema de los casos de abuso, ¡de hecho encuentro que era un secreto a voces! Nosotras lo veníamos viviendo desde el colegio. Todas cachábamos, pero no hablábamos, no lo sociabilizábamos tan públicamente. Entonces yo creo que empezó el tema fuerte en la carrera de Derecho y de ahí en más: en cada Facultad de la Universidad de Chile se empezaron a visibilizar casos más directamente, cada vez más explícitos. Por ejemplo, acá en la Facultad de Ciencias Sociales empezaron a poner carteles de situaciones de compañeras que se habían sentido violentadas por compañeros y por profesores. Se empezaron a masificar las denuncias en términos de que nos empezamos a creer mutuamente y compartíamos ese cansancio que fue una explosión colectiva. En otras palabras: vimos que el abuso pasaba allá, pero también pasaba acá y esto comenzó a expandirse. Todo esto era algo que igual nosotras sabíamos desde hace tiempo, yo diría que todas y todos de alguna manera lo sabíamos.

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De este modo es como empezamos a abordar el tema a través de reuniones. Encuentro que era interesante que la discusión agrupara a gente que estaba en el Centro de Estudiantes de Psicología y de otras carreras: se empezó a expandir la discusión al resto de las orgánicas, lo que permitió empezar a movernos, agitarnos más y con casos puntuales. Está el ejemplo de un profesor que hacía que todas mis compañeras se sintieran sexualizadas por él, dirigiéndose a ellas de manera extraña, inadecuada. A mí no me pasó esa sensación, pero yo le creo a mis compañeras. Entonces se empezaron a ver esos relatos y se hizo una carta en contra de él, una acusación que primero fue anónima y después fue más colectiva; desde ahí empezó a haber agitación aquí, primero directamente con el profesor y luego hacia los compañeros. De este modo la raíz se encontró en un caso y después fueron saliendo otros, expandiéndose eso desde las vivencias personales y posteriormente a las orgánicas por Carrera, al Consejo de Facultad y así sucesivamente. Ya se sabía que había otras facultades ya movilizadas y con harta fuerza: Derecho, sobre todo. Para mi Derecho fue súper emblemático de ver, por ejemplo, recuerdo haber visto una foto de todas las compañeras de allá reunidas ¡Eran muchísimas, era de noche y ya estaban en toma! Fue como: “¡Wow! Esto va en serio”. Entonces lo de la Facultad de Derecho nos dio seguridad al resto, muy emblemáticas del movimiento.

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iv. movimiento interno en facso: denuncia y toma Acá en FACSO se levantó el movimiento a partir de un caso ocurrido en la carrera de Antropología, donde al profesor ya lo desvincularon: lo sacaron del decanato y ese cargo lo cubrió una profesora. Esto fue muy simbólico para mí, porque ella es una figura importante de la formación feminista aquí en la Facultad. Fue como un símbolo de poder y de un “¡ya basta de esto!”. Así, los primeros casos fueron con profesores y con funas a compañeros por Facebook, a la vez que se hacían denuncias por los conductos regulares. En nuestro caso, el movimiento fue muy abrupto, la SESEGEN siempre efectuaba reuniones y siempre llamaban a talleres. Hasta que de un día para otro fue como: ¡Pum! Toma FACSO. No hubo directamente paro. Yo quede para dentro, estaba mega feliz que ocurriera porque adhería completamente a la causa. Yo no pude participar porque la toma fue un día jueves y yo el viernes o sábado me iba a Cuba a un congreso. Sentí mi corazón muy partido porque me iba por 12 días. Yo dije: “pucha no voy a alcanzar a participar, esto se va a bajar demás en 10 días”. Era algo drástico que no sucedía hace muchos años y yo creí que a mis compañeras las iban a reprender fuertemente desde la Universidad, o que se iba a minimizar la lucha. Entonces, me fui feliz por mis compañeras, pero también triste pensando que no iba a alcanzar a participar. Después fui enterándome de que se iban adhiriendo las

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profesoras en plena confianza y acompañamiento al movimiento. El que nuestras profesoras creyeran en esto también fue un hito muy importante para nosotras. Ellas ya lo habían vivido como estudiantes, como personas, como mujeres y como seres humanas. Entonces empecé a saber desde Cuba que se estaba expandiendo el movimiento, que se estaba agrandando, que pasó de lo local, de la Universidad de Chile, a otras universidades y luego a lo nacional. Yo estaba mega chocha con la situación. Así que cuando volví me empecé a interiorizar más con eso. 104

v. acerca de la toma feminista y de la relación con el movimiento estudiantil Cuando volví de Cuba estaba todo pasando respecto a la movilización: mis compañeras ya estaban redactando el tema de los petitorios, estaban llenas de trabajo. Llegué a una asamblea general de una toma separatista. Esta asamblea en particular era con compañeros y compañeras y me di cuenta que mis compañeros estaban en una posición de humildad, como de apañar y decir: “ya, a ver ¿Qué vamos a aprender de esto?”. Igual había algunos que se pegaban un discurso latero, pero en general estaba todo efervescente desde las compañeras. Fue bacán, porque de verdad desde hace mucho tiempo que no veía esa efervescencia, esa lucha. Siento que el movimiento estudiantil ya no nos estaba representando, al menos como mujeres. Estaba todo desgastado y yo directamente ya no creía en el movimiento estu-

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diantil, porque no sé, desde la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile incluso estaba todo medio extraño. Cuando volví me sentí mucho más inspirada, como que dije: “¡bacán! Está ocurriendo lo que tiene que ocurrir”. Así que desde ahí empecé a interiorizarme en lo ya ocurrido, desde un escenario que ya estaba muy bien organizado. Lo bacán es que mis compañeras más cercanas estaban participando como voceras en la organización. No habían lideres directas haciendo los llamados, sino que todas eran bienvenidas a participar. Eso es lo bueno del concepto de la auto-convocatoria. Yo llegue cuando en esa asamblea se estaba hablando del tema de lo trans, el tema del género. Por ejemplo, esa asamblea se abrió para las compañeras trans, entonces igual fue bacán porque se estaba mega avanzando en esa reflexión, ya que al principio era solo de mujeres, género y vaginas. Cuando yo llegué se estaba abriendo mucho más el feminismo hacia la diversidad. Igual nuestras compañeras moderaban dejando las palabras para todas y todos. Me gusta hacer hincapié igualmente en que la palabra estaba moderada y en que estaba efervescente la discusión. Si alguien hablaba algo que estaba como en contra o se desviaba mucho del tema, las demás personas presentes contraponían su opinión. Encuentro que la mayoría de nuestros compañeros estaban bien ubicados dentro de su rol secundario. Y esa era la dinámica: nos juntábamos afuera, en una sala, o en el frontis de un edificio nuevo si había mucha gente. De ahí empecé a venir a todas las asambleas a pesar de que me quedé solo un par de noches en la toma: como decía, yo tra-

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bajo y hago otras cosas, no podía venir siempre y quedarme a vivir acá. vi. toma y cotidianidad

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En la toma había de todo igual, era bacán, era un espacio entre hogar, formación académica, formación personal, mucho de todo. Por ejemplo, de partida nos juntábamos entre todas y jugábamos; había espacios muy abiertos. Decíamos: “Hoy día vamos a hablar sobre el petitorio, vamos a discutir sobre el petitorio, luego sobre formación feminista y otras nos organizaremos en estos otros temas”. Fue bacán estar en un espacio exclusivamente de mujeres, el cual no estaba exento de momentos de tensión por posturas disímiles que se encontraban y se discutían. Recuerdo un taller del cual participé, en que yo no estaba de acuerdo con lo que decía una compañera y ella tampoco estaba de acuerdo con lo que yo decía ¡y paso que luego en otro taller empatizamos muy bien! También íbamos compartiendo una experiencia muy personal y yo devolviéndosela muy desde mi vivencia, era bacán ver cómo iban surgiendo estas situaciones. No porque la toma fuese un espacio sororo tendría que estar lleno de acuerdos y amor todo el rato, más bien esa era la atmósfera. En ese sentido era súper enriquecedor ese encuentro con mujeres, como desde lo genuino. Yo la vez que vine y me quedé más tiempo caché que nadie andaba con ganas de cocinar, así que me motivé con unas compañeras y fui a comprar verduras con lo que habíamos juntado, ¡entre las cuatro

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mujeres que éramos cocinamos para todas! En este sentido, ponerse de acuerdo era difícil porque igual validábamos lo que pensaba la otra, lo que sentía la otra y un montón de cosas, pero llegaba el momento que era como: “por favor paremos, hay que organizarse”. Igual fue bacán esto, porque se iban integrando distintos puntos de vista que luego fueron convergiendo. Si había puntos divergentes igual se consideraban. Se fueron considerando la diversidad de pensamientos y que luego iban tomando forma con los de otras facultades, lo que habla de una toma muy eficiente en ese sentido. Se levantó un petitorio a nivel Facultad, a nivel Universidad, todo eso a través de las conversaciones que se iban teniendo entre las compañeras. Eso desembocó en un petitorio gigante que hasta el día de hoy se sigue trabajando, con cosas a corto, a mediano plazo y a largo plazo. En lo que refiere a actividades y talleres, recuerdo que en la primera reunión de las psicólogas feministas me encontré con una profe de la Universidad Mayor que fue excelente. Ese fue un espacio muy rico, de mucho crecimiento tanto personal como académico. También vine a un conversatorio sobre mujer y arte, en el cual había de todo. Era hermoso saber que, si quería proponer y hacer un taller de algo, habría podido realizarlo. En este sentido, cada una hizo cosas desde lo que podía aportar al movimiento, cosa que fue muy enriquecedora, muy movida y muy motivadora. Las profesoras de la carrera apañaron a todas. Fue fundamental tener el respaldo de ellas, sobre todo en las jornadas triestamentales donde participaban las funcionarias, las es-

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tudiantes y las profesoras. Interesante es que todas llegábamos a ciertas sensaciones comunes respecto a lo que estaba ocurriendo: sentíamos ese cansancio, esa sensación de: “¡Ya, basta!”. Las profes siempre estuvieron disponibles a través de conversatorios y de comunicados públicos que hacían. Siempre llegaban a nuestros correos sus declaraciones de apoyo público, dirigidos especialmente hacia el resto de los profesores, unidades académicas, al Decano y al Rector. En lo personal, siento también que aportó positivamente que el Decano siempre estuviese muy abierto a conversar; porque mis compañeras más cercanas de Psicología son voceras y ellas nos iban comentando las reuniones que tenían con el Decano. Él siempre estaba muy abierto al diálogo y a aceptar lo que se estaba proponiendo. Esto tiene que ver con su formación disciplinar, ya que la posición del psicoanalista es muy abierta a la escucha. En este sentido él no está restringido a la postura de su rol de decano, frente a lo que se suma que otra profesora que nos apoya tiene un cargo en decanato, lo que influyó bastante a nivel de autoridad. Las profesoras fueron una especie de escudo, que compartió también con nosotras sus conversatorios, reuniones y experiencias. Recuerdo que hubo un encuentro con unas profes y contaban que ellas se habían tomado la universidad, que hubo como una proto-toma durante la década de 1980, y que ya se mostraban ciertas demandas que eran actuales, con la diferencia que ellas eran solo treinta mujeres y ahora éramos miles. Entonces fue bacán que ellas presentaran esa historicidad del movimiento: no quita que lo que estaba pa-

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sando ahora era una efervescencia, pero otorga un sentido que venía desde mucho antes y las atravesó a ellas también. vii. la especificidad del movimiento feminista desde la carrera de psicología Psicología históricamente ha sido vista como una carrera amarilla en la FACSO, por posicionarse bien al margen de las discusiones políticas. Cuando yo entré a la Universidad me di cuenta de que la Facultad era extremadamente política. El Centro de Estudiantes de Ciencias Sociales era disputado por sectores políticos, frente a lo que nuestra carrera no participaba tanto en esos registros. Es súper bonito considerar que, si bien la movilización se construyó desde todas las carreras, mis compañeras de Psicología estaban muy presentes: el movimiento se levantó desde lo personal, desde la sensación, desde lo que yo siento y su capacidad de ser entendido por otras personas. Entonces esto se fue levantando desde la subjetividad hacia lo colectivo, hacia lo social, haciendo crecer lo que estaba pasando en la contingencia nacional, a diferencia de lo que pasaba antes con otros movimientos. Como una diferencia con otros movimientos, el principal punto de partida es que no estaban esos egos políticos contrapuestos, a la vez que el tema de la lucha de clases pasó a segundo plano. A pesar de que siempre estuvo presente, la diferencia fue que de alguna forma, todas pusimos aquello no en contraposición del movimiento feminista. En este sentido,

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se puso entre paréntesis esa forma política clásica para poder abordar un tema mucho más visceral, más inmediato e histórico como lo que es el feminismo. Siento que se levantó mucho desde la vivencia personal, que luego se transformó en colectivo. Todo esto tiene una historia que se ha ido construyendo con el pasar de los años, desde nuestra facultad y desde nuestra carrera. Esto fue gracias a los ramos de feminismo, de violencia de género, de dominación, entre otros. Primero partieron con cinco alumnas y el año pasado ya había cuarenta. Entonces toda esa redistribución de información proliferó en el momento preciso y fue generando ese nido que posibilitó todas estas conversaciones. Fue una oportunidad histórica de poder poner en palabras lo que sentíamos y que no podíamos poner previamente porque no teníamos las herramientas para poder hacerlo. viii. la bajada de la toma y la aceptación del petitorio Después de que se bajó la toma me mantuve al tanto de la movilización por mis compañeras. No participé todos los días ni todas las semanas, pero al menos lo que fui viendo de las veces que participé y en conjunto con mis compañeras era que nos aceptaron todo el petitorio. Esto fue súper interesante e importante, ya que nosotras necesitábamos de la toma como espacio de partida para construirlo, para pensar, para formarnos, entre otras cosas, pero ahora ya se podía seguir

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trabajando sin la toma. En esa medida, sentí yo que se cerró este primer ciclo de trabajo que fue el petitorio y la apertura al diálogo. Ahora se baja la toma, pero se va a seguir trabajando: así fue como se crearon comisiones, de formación, de vocería… ¡E incluso hay una de justicia restaurativa que se trataba de los casos de las compañeras que se sentían violentadas por los compañeros, el caso de las funas y todo eso! Además, se aceptaron desde los profesores nuestras exigencias mínimas de respeto, cosa que se ha visto respetada desde que se bajó la toma. A pesar de ello, ha existido mucha resistencia de parte de algunos docentes, principalmente los viejos y hombres. Quizás para ellos hay cosas que son muy difíciles que puedan ir abordándolas, pero lamentablemente para ellos están obligados. Hay profesores por otra parte que empezaron a integrar el “todes” y “todas”; esos mínimos gestos son muy importantes a la hora de empezar a trabajar algo tan complejo como esta deuda histórica. Estructuralmente hubo cambio respecto a los baños. Por ejemplo, en algunos se pintó la puerta morada y se puso “acá somos bienvenides todes”, mientras que en el otro baño se escribió “acá entran los hombres cisgénero”. Eso generó mucha resistencia por parte de nuestros compañeros… Pasó un mes, dos meses, tres meses y hasta ahora como que no lo entienden y nos preguntan: “¿Pero por qué?”. Sí, acepto que de nuestra parte es despectivo, pero es un poco ridículo que lo pregunten. Y se siguió trabajando, quedan infinitas cosas que hacer porque el petitorio es muy largo y siguen emergiendo otras cosas. Los compañeros se comportaban distinto después de la

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toma. Había una atmósfera distinta que se notaba en cómo se relacionan durante las clases; por ejemplo, antes los compañeros que no paraban de hablar y era latero, como esos diálogos simbólicos de “quién la tiene más grande” respecto a lo intelectual. Pasaba mucho, lo que nosotras fuimos visibilizando de a poco, disminuyendo bastante esa actitud. El tema de las funas en los baños asustó caleta, en un sentido positivo. Si bien en dos semestres es muy difícil que se cambie una conducta que está arraigada desde lo histórico, desde lo político, desde lo personal y desde montón de otras esferas, quedé alegre con que nuestros compañeros ya entienden que se instaló el tema, que hay que autoformarse, y que saben que hay que tener ciertos cuidados. Eso de respetar y validar las instancias de nosotras como: “bueno yo no lo vivo, pero entiendo que puede ser que lo estés viviendo”, y no como “¡ay! estás loca” es extremadamente valorable. He visto que están en esa postura de: “yo no lo encarno, nunca lo voy a encarnar, pero entiendo que te está pasando y veamos como lo conversamos”. A nivel de ganadas institucionales, cabe destacar que la Universidad de Chile es súper burocrática. Incluso en ese ámbito se han logrado incorporar cosas: por ejemplo, este semestre la oferta de Cursos de Formación General está lleno de cursos sobre igualdad de género, de género y ciudad, además de que se instalaron muchos cursos y talleres de formación a nivel central. Aunque igual es súper importante la autoformación y la autogestión, no podemos negar que somos estudiantes de la Universidad de Chile, y que a nivel central la Universidad

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instaló esos temas y de ahí se empezó a expandir. A nivel de las profesoras, por ejemplo, se hizo una red en la sala Eloísa Díaz donde todas las profesoras se comprometieron a estar más unidas, cosa que es fundamental. Algo similar ocurre en términos de la relación que tenemos con nuestras compañeras, instalándose de manera simbólica que ante cualquier situación de violencia o miedo una puede ir, desahogarse y contar con nosotras. Encuentro súper bonito que se haya instalado el discurso de que no estamos solas. Me siento mucho más segura en todo sentido. Esas han sido las ganancias. ix. autocríticas y reflexiones sobre el movimiento feminista De lo que podría hacerse distinto, hay dos cosas muy importantes. Una es que yo siento que el espacio universitario es un espacio de privilegios, lo que tiende a dejar de lado a los espacios no privilegiados, cosa que es violenta dentro de cómo se imponen estas reflexiones a los espacios no privilegiados. Entonces, muchas veces el movimiento feminista podría ser violento ante las clases de mujeres no privilegiadas respecto a lo que es un estudio y una formación. Yo me crie en Lo Prado, pasé casi toda mi infancia allí y yo creo que si no hubiese pasado por una formación universitaria no me estaría preguntando estas cosas y, por ende, las seguiría reproduciendo, aceptando y validando. Claramente podemos entender desde la perspectiva de los espacios no privilegiados que quizás no se entiendan como

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feministas propiamente tal, pero claramente es destacable la lucha de las infinitas mujeres de poblaciones y territorios diferentes. El que ellas nunca los hayan explicitado como espacios feministas de resistencia no quiere decir que no hayan ejercido resistencias feministas desde sus propios espacios. La señora que le cocinó toda la vida al hombre y que en algún momento se dio cuenta que ya no lo quería hacer más realiza un acto profundamente revolucionario, tan o más revolucionario que ir a la marcha y poder mostrar nuestro cuerpo como acto de des-sexualizarnos y habitarnos. Para mí es claro que muchas veces el movimiento feminista violenta a quienes no habitan los espacios burgueses académicos y siento que podríamos abarcarlo de manera distinta desde ahí. Por eso el feminismo genera tanto rechazo, porque hay señoras que dicen: “¡Ay! Pero ¿Por qué muestran las tetas?”, o “las mujeres para mí son Gabriela Mistral y Violeta Parra porque ellas surgieron a través de su intelecto y no de mostrar su cuerpo”. Claramente para nosotras es como: “puta la weá, que lata que se banalice a ese nivel lo que estamos haciendo”, pero esto es claramente entendible porque hay espacios de deconstrucción. Con respecto a los cambios en la educación chilena, yo tengo la creencia de que siempre podría ser desde distintas esferas: la personal, la política y la comunitaria. Cada una de nosotras tiene sus territorios y espacios donde se siente más cómoda de habitar o desde donde llevar la lucha. Hay gente que no se siente tan cómoda desde lo político, pero puede trabajarlo desde algo tan básico como la crianza de sus hijos.

cada una tiene sus territorios, espacios del habitar y lucha

Hay mujeres que se sienten cómodas desde el espacio político o académico, o a nivel de gestión de política públicas, o desde ser profesoras y profesores. Yo siento que todas y todos tenemos nuestro espacio que habitamos y, desde ese espacio y de ese habitar de cualquier lugar, una debe abordarlo y se debe intensionar a que ocurra el cambio desde una educación no sexista. Siento que no debemos convertirnos en lo que ha sido el movimiento estudiantil. Por ejemplo, decir “en mayo junio son las tomas y marchas, pero en verano nos vamos a la playa Chachagua perro, o a Cartagena”, y ¡Ahí quedó el movimiento, ahí quedo la lucha estudiantil! Lo particular de este espacio es que abarca todas las estaciones del año, abarca todas las esferas, abarca un movimiento trasversal. Al día de hoy aún no hay grandes cambios a nivel nacional, pero lo que más creo desde mi espacio académico personal, vocacional, es en la fisura, en que si cada uno de nosotras fisuramos un espacio, luego es cosa de tiempo y de la contingencia que esos espacios se abran. Es súper importante que cada una de nosotras y nosotros pueda ir fisurando cada espacio que habita, para que luego eso se desborde. La otra vez leía una entrevista de Judith Butler que ella decía que era necesario no ser realistas. Ella señala que: “no seamos realistas, porque si lo somos estamos configurando y limitando lo que ya existe”, y eso es lo que ha pasado hasta el momento con el patriarcado: existe porque así es y define los límites de lo real. En este sentido, hay que ver las cosas de manera poco realista para poder ir transformándolo colectivamente.

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Y en esto ¿cómo entra la Psicología? Ha sido súper potente integrarle el feminismo. De cierta manera, muchas veces se entiende a mi carrera como el caballito de la contención de los problemas sociales, de la individualización… ¡básicamente como una herramienta de normalización! Sin embargo, para mí no tiene que ser vista desde esa vereda, sino que desde la subjetividad personal para, a partir de allí, entender cosas mucho más amplias. La Psicología es un estilo de vida que se integra como una forma de constitución de la persona en base en cómo va una escuchando al resto. Eso ha sido revelador, porque en el fondo… Ningún quehacer es únicamente individual, por muy local que sea y por muy individual que trabajes con alguien. Desde ahí me quedo con el feminismo.

el movimiento feminista ideal debe tener una lectura de clases Psicología – Universidad Diego Portales

el movimiento feminista ideal debe tener una lectura de clases

i. presentación Actualmente estudio psicología en la Universidad Diego Portales. Durante el 2018, estuvimos tres semanas en toma antes que otra facultad se fuera a toma, entonces tuvimos la toma más larga de la historia de la facultad y tuvimos la toma más larga en toda la universidad. Hay que pensar que la UDP es muy distinta de las otras universidades, porque todas las facultades están separaras, eso hace que las realidades y necesidades sean muy distintas. ii. de movilizaciones, asambleas y dilemas Antes de la movilización, hubo algunos estallidos sobre casos de acoso en la facultad. Particularmente un caso fue súper conocido y desde ahí empezaron a salir a la luz las negligencias que estaba teniendo nuestra secretaria académica. Por lo menos la problemática que teníamos en nuestra facultad tenía que ver con los muchos problemas que habíamos tenido con casos de acoso en la carrera y en el cual la dirección de la carrera no daba soluciones suficientes. En algún caso le dijeron: “mi pololo fue violento conmigo y está en mí mismo curso, ¿pueden ver posibilidades de cambiarlo?” y respondían como: “si quieres le escribes un mail a este tipo para que él se cambie, porque yo no puedo hacer nada”. Nos fuimos a toma un mes después que la Universidad de Chile. Y no fue tanto por contexto nacional, sino que fue porque hubo casos que fueron icónicos, y que volvieron a

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explotar porque no se hizo nada. Se fue a toma muy desde la guata. Se votó por la toma y por el paro, no había muchas posibilidades de no movilizarse, porque estamos todos en esa. Aquí nunca hubo un tema de competencia o de quién lidera más, era más bien como: “estamos acá, hay que seguir adelante”. Sí hubo muchas discusiones con respecto a líneas teóricas feministas, o las diferentes prioridades, o cómo redactar el comunicado. Había chicas y gente que veía el feminismo más visto desde el tema de clases, como una lectura más marxista, entonces era difícil escribir un comunicado para apoyar a las mujeres de la población, siendo que queríamos hablar de clase. En algún punto se llegó a un desgaste, y fue por todas las peleas y debido al tiempo que estuvimos en toma. Además, teníamos la crítica de los profes de por qué no tuvimos paro antes, nos sentimos atacadas y realmente no había una comunicación. Y cuando ya les dijimos las cosas, nos empezamos a entender más. Otro problema fue la asistencia, la gente hoy en día viene las primeras semanas, después se andan paseando, lo cual pasa en todas las universidades, empieza a pasar que la gente se va, la gente encuentra que no es tema y además surgen peleas. Además, estaba el retorno a clases, porque solo habíamos tenido la primera solemne y debíamos tener la segunda y el examen equivaldría a un 70% de la nota, así que la gente se empezó a dedicar a estudiar. Sumándole que después nos tuvimos que empezar a conseguir comida, y llegábamos todas mojadas de las marchas.

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En las asambleas no había mucho conflicto. Las discusiones tenían que ver con: “¿deberíamos hablar con la prensa o no?”, “sí, porque hay que aprovechar, tenemos que visibilizar esto”, “no, porque la prensa cambia todo el discurso”. Al principio nos organizábamos por asamblea de mujeres y de hombres, después la disidencia tenía su propia asamblea. Esas se hacían en la mañana, después se hacía una asamblea en conjunto, también las actividades. En la noche había una asamblea se discutía qué hacer con la gente que sabíamos que había cometido abuso y cómo ayudar a la víctima. El primer quiebre en esa asamblea nocturna fue por el tema del alcohol, había cabras que decían: “si somos grandes, tenemos que tener la decisión de poder tomar”. Otras que decían que eso no iba a servir, porque la gente no tiene autocontrol, que se ha hecho en otras tomas y no había funcionado, además que muchos temas de acoso son por el alcohol. Después se dio otro quiebre durante la discusión de qué hacer con la gente que teníamos en la lista negra. Porque teníamos una lista de nombres, algunos marcados asterisco y otros no; sin asterisco era la gente que tenía conductas machistas, las cuales podían entrar, pero se tenían que ir en la noche. Y las personas con asteriscos no podían entrar porque tenían temas más graves como violencia en el pololeo, abuso. El tema era qué hacer con ellos, en un momento se dijo que había que incluirlos para que se sanaran, sin embargo, ello también exponía a las víctimas. Ahí se dio la idea de hablar con las víctimas y preguntar si les molestaba, ya que esta era

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una forma de hacernos cargo; pero, por otra parte: “¿por qué tenemos que lidiar nosotras con ellos?”. Fue una discusión muy violenta donde faltó mucha empatía. Nunca nos hemos organizado como mujeres, y eso se notaba mucho en las asambleas de mujeres porque eran muchas peleas y violencias. ¿Dónde está la sororidad? ¿Por qué la sororidad es un acto súper difícil? Era súper difícil entenderse. Además, había otros temas internos, sobre cómo empezar a ver el feminismo y a vivir el movimiento. De empezar a ver qué conductas tengo e incluso revivir ciertas situaciones de acoso que te pasaron y que no te percataste que eran acoso. Esa toma de conciencia es dolorosa, también es doloroso ver lo que te pasó. Da pena que a todas nos haya pasado lo mismo. iii. construyendo la organización Algo había pasado en publicidad con un profesor en particular, quien era muy machista y además hablaba con la prensa de manera muy despectiva. Aprovechamos de hablar con compañeras de allá, ya que nosotras habíamos empezado una revisión punto por punto del protocolo que ya existía, pero que no era satisfactorio. Entonces se sumó publicidad, luego derecho, porque ellas son las que se manejan con aquellos aspectos formales. Ahí mismo nos dijeron: “como educación está al lado, ¿por qué no las invitan a ellas también?”, y fuimos y las invitamos. Ellas nos dijeron “estamos frente de arquitectura” y la invitamos a ellas también. Y cuando nos juntamos, pensa-

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mos: “Sociales también está en toma”, así que invitamos a sociales. Entonces hicimos de manera conjunta este estudio sobre el protocolo para tratar de cambiarlo, porque finalmente el protocolo tenía fallas para todas. Con el tema de los profesores, había profesores que eran acosadores constantes y solo se le daba una amonestación oral, no pasaba nada (siendo que algunos ya llevaban cinco acosos). Nos juntamos con las carreras que nos faltaban, así que ahí empezamos a trabajar todas a partir de esta lectura del protocolo y desde allí se empezó a organizar el movimiento. Ahí sucedieron hartas cosas, porque se empezó a ver realmente lo que pasaba, por ejemplo, hubo asambleas donde todas lloraban por los casos de acoso. Ahí asumimos que esta cagada es más grande que la línea teórica que sigamos. Hubo tres asambleas en las que se lloró mucho. iv. protocolos y petitorios Nos preguntábamos ¿por qué el protocolo no podía ver eso?, ¿por qué a mi compañera que abusaron, no la están protegiendo?, ¿por qué a mi compañera que abusaron, no le quisieron recibir la denuncia? Ahí nos dimos cuenta que el protocolo regulaba solo algunas situaciones, pero que no abordaba todo; por ejemplo, la relación entre profesores, donde las amonestaciones eran solo verbales construidas desde una mirada binaria. En el petitorio incorporamos la reforma del protocolo. Sin embargo, teníamos un petitorio interno y uno externo a nivel universitario, porque todas las carreras teníamos necesida-

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des distintas. Por ejemplo, salud tenía muchos problemas con las prácticas que hacen en el hospital, ahí los profesores y los médicos hacían comentarios sobre la falda y la ropa; asimismo nosotras teníamos problemas con nuestra secretaria académica, entonces hicimos petitorios distintos. Hubo harta gente involucrada, algunas se encargaron de la formulación y otras se encargaban de la comunicación entre nosotras, y después se hicieron grupos de redacción. Ahí lo hicimos entre todas las carreras, abordando distintos puntos del petitorio. Abarcamos hasta el tema del subcontrato, aprovechamos de meter otros temas. Ganamos casi todo el petitorio, menos dos puntos. Fue una paja, porque nos dejaron el lenguaje inclusivo, pero a la vez nos decían que el leguaje inclusivo era matar al español. Además, en medicina no les aceptaron el petitorio interno, y para cumplirnos nuestro petitorio teníamos que bajar todas las movilizaciones, pero aún nos quedaba saber si nos aceptarían el petitorio o no. Entonces fue difícil y muchas veces nos sentimos miradas en menos. Una cosa que queríamos hace rato era la semana de feminismo, cosas como de ese estilo y que no nos daban, no sé por qué. Nos tocó complicado porque teníamos que intentar que las otras facultades también se movieran. Era demasiado, primero ir a hablar a otras carreras para ayudar a que las cabras muevan su carrera, después ir a otras facultades. Teníamos que ir a hablar (hablar mucho) y todo el rato moviéndose para sostener a otras carreras y que otras carreras se fueran a movilizar. Psicología asumió ese rol porque nosotras partimos e iniciamos las tomas (nadie entendía por

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qué estábamos en toma). Tuvimos que ir a explicar por qué estábamos en toma y fue un proceso muy desgastante. En las carreras de la salud nunca se mueven mucho, estudian todo el rato, sienten que no vale la pena y prefieren no echarse los ramos. Derecho tenía temas con decanato y para ellas era muy difícil maniobrar como para irse a toma. El resto de las carreras estaban muy desgastadas por los otros temas: en Educación era muy poca gente y Sociales estaba en otra (en la toma anterior fueron ellos los que más tiempo estuvieron en toma, pero no estaban ni ahí con la toma en esta ocasión). El problema es que las tomas no estaban moviendo a nadie, ya no se ven de la misma forma, porque muchas tomas no llegaron a nada y si llegaron a algo después se les quitó lo ganado. Nosotras partimos la movilización desde quienes somos estudiantes, pero después nos dimos cuenta que el protocolo nos afecta a todas, así que hicimos reuniones con las profesoras, porque siempre hemos tenido apañe de los profesores, mucho apañe. La carrera de psicología es muy crítica, entonces no había mucho problema con ellos. Incluso vino el sindicato a hablar, en una reunión triestamental, a plantear que ellos querían participar porque tenían problemas, por ejemplo, si una funcionaria se embarazaba, tenía que dejar toda la pega hecha para cuando no estuviera entonces ¡estás explotando a esa mujer!. Entonces la redacción final del petitorio se volvió intensa, fueron noches sin dormir. Cuando había que entregarlo, pasamos de largo. A parte tuvimos la toma en Huechuraba,

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porque Huechuraba es como lo más facho de la Universidad, es una zona de fachismo supremo y las cabras estaban súper desesperadas porque había muchas situaciones de acoso y ellas eran súper pocas. Se llevó una discusión súper grande cuando fuimos a Huechuraba, tuvimos una asamblea y fue terrible, porque era muy distinto a lo que estaba pasando acá en el centro. Nos abucheaban por ser las feministas, y que luchábamos por puras tonteras, les decíamos: “¿no ves a tu compañera?, la están acosando”. Y no, no lo comprendían, era otro mundo y ahí entendías por qué el machismo es tan fuerte. La presentación del petitorio fue bonita, ahí lo aprobamos entre todas. También estuvo una dirigente de las mujeres trabajadoras, pero después nos dimos cuenta que había otro problema, y es que los que manejan toda la Universidad no estaban, nunca están (y teníamos varias cosas que discutir, por ejemplo, la cuestión de padres y madres); el tema del subcontrato, que era tema de todas las tomas (ahí creo que pudimos hacer más). El petitorio era muy extenso, tenía muchas cosas que involucraban mucha plata, pero según ellos no había plata. v. secuelas del movimiento Todas salimos medio mal del proceso. Yo conozco mucha gente que después de la toma se tuvo que ir a terapia, yo misma me fui a terapia. Quedaron hartas cosas pendientes con denuncias anteriores, algunas no les dieron importancia,

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otras fueron revictimizantes y otras en que no entregaron herramientas efectivas para proteger a las víctimas. De hecho, los protocolos muchas veces ayudan mucho más al victimario que a la víctima. Habíamos pasado todos los malos ratos que se puede pasar una toma, venían los pacos, nos reventaban cosas afuera. Una vez encontramos a un tipo afuera, un viejo meando la puerta, justo donde teníamos dibujitos y cosas bonitas, los rompió y se meó encima. Una de las ganadas que tuvimos fue la Secretaria de Género, vamos a tener una secretaría grande y otra por facultades. Nuestra escuela tiene algo de enfoque de género, pero falta ser más críticas, porque incluso tenemos cursos donde nos pasan que ser homosexuales es una patología (hay test donde miden qué tan homosexual eres). Pero casi todos los profes tienen este carácter crítico y ellos mismos han puesto énfasis en eso. Se han dado cuenta que tienen que actuar con respecto a lo que pasó y también hacer sus clases con perspectiva de género. Somos una carrera que tiene hartas mujeres académicas, entonces nosotras no tuvimos tantos problemas precisamente por ello. Es un proceso del cual acabamos de salir y siento que es un proceso que a todas nos dejó medio destruidas y mal. A veces veo compañeras llorando en el patio por cosas que pasaron, que eran cosas que no te dolían antes. Si te tocaban el poto en un carrete era algo que ya pasó, pero ahora está bien que te duela, porque es algo no debe pasar. La lección que yo creo que hay que tener, es que hay que ser estratégicas, porque el feminismo es algo que es desde la guata, pero hay

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que aprender de eso. Porque tuvimos una toma dura, donde no usamos bien las estrategias, hay que aprender a usar esta energía de la guata y ocuparla de forma más estratégica. Nos faltan saberes movimentales y no nos hemos dado el tiempo de saber cómo usarlo. vi. un movimiento feminista por construir

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Es súper importante que haya enfoques feministas y que se hable más de disidencias. Pero a veces el feminismo te despierta hartas cosas y te hace ver hartas cosas que han cambiado (Piñera ya no puede hacer chistes machistas). Pero todavía falta, ¿cómo vas a hacerlo con tanta gente de derecha que no está ni ahí con el tema? ¿Cómo vas a implementar algo que sea más feminista con grupos de evangélicos y fachos? Hay muchos desafíos todavía, ¿cómo se aborda la violencia de las mujeres en las poblaciones? El feminismo también es un problema de clase, ¿cómo podríamos hacer algo desde la educación? es verdad que la educación ha cambiado, pero no hay disposición política. Para mí, el movimiento feminista ideal es aquel que tenga una lectura de clases, porque con tantos feminismos distintos, hay muchos que pierden ese enfoque y se pierden muchas cosas. Entonces después ves a Ripley regalando poleras de #NiUnaMenos, el mercado agarra estos movimientos y los capitaliza. Entonces es necesario que primero haya un feminismo con lectura de clases, porque yo sé que tengo más privilegio (estoy en una universidad) y estoy menos expuesta

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a ciertos peligros; considerando ello es que podemos crear una cultura de sororidad, eso es lo que falta para que el movimiento feminista empiece a funcionar. Hay muy poca empatía, empezamos a competir entre feminismos y así no vamos a llegar a ninguna parte. Tenemos que empezar a ver cuáles son las prioridades, está todo muy disperso y aun no se logra dirigir esta energía y este descontento. Falta tratar de dirigir esto a alguna parte, es difícil porque estas luchando con una estructura que abarca todo el sistema. Pero hay que partir por algo, hay que tratar de ir ahondando en los feminismos y encontrar los puntos en común con los que puedes trabajar. Falta más empatía, a veces siento que nos falta eso incluso entre nosotras. El movimiento me enseñó a ser más empática, porque ves que a todas nos afectan las mismas cosas, es una cuestión súper patriarcal no ser empática, yo entiendo cuando usas la violencia para defenderte; pero, ¿para qué atacarse entre gente que apunta a la misma dirección?

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fue una experiencia corporal y espacial Antropología – Universidad de Chile, Campus Juan Gómez Millas

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i. presentación Estudio Antropología en la Universidad de Chile y estoy en el último año. Antes sí había una organización desde la SESEGEN que participaba de antes de la movilización con intervenciones esporádicas, con convocatorias a hacer frente a situaciones muy específicas. Pero como colectivo, toda la universidad organizada para algo, antes no había, y como organización era lo único. Algunos colectivos hacían intervenciones, pero como de toda la universidad en una cosa, no. La SESEGEN, por ejemplo, como secretaría, recibía siempre todas las iniciativas, todas las convocatorias y todos los testimonios, pero no como algo más grande. ii. votando la toma Después de lo de Derecho empezaron a haber convocatorias para hablar el tema. Teníamos la Austral, Derecho, y también estaba Filosofía, que lo teníamos al lado y que ya habían podido sacar a dos profes. Estaba todo con mucho corazón y mucha tripa en ese momento y la conversación se iba en lo mismo, en cómo juntarnos como mujeres de la universidad para cambiar las cosas, tanto con los estudiantes como con los profesores, o con las prácticas de trabajo que tenían con las funcionarias. Era tan nuevo, tan extraño, que fue difícil alinear las conversaciones en un principio porque había ejemplos muy externos como el de Valdivia, y había ejemplos muy cercanos como el de Filosofía y Derecho. Fue

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una asamblea que se convocó con la SESEGEN. Era auto convocada, pero había que difundir de alguna forma. Ese día, entre toda nuestra rabia salió un: “Oye, hay que tomarse esto”, y en diez minutos salió la decisión de tomarnos la Facultad, que jamás se había hecho y menos por mujeres. La última vez que se tomaron la Facultad fue el 2010 creo. Después de la reunión, tuvimos una hora o dos horas de descanso y salimos todas a tomarnos la universidad. Fuimos a comprar cosas al supermercado y listo, ya estaba tomado. Fue como “traigan cosas”, y muchas volvimos a las casas a buscar más cosas, pero fue todo de la nada. Había opiniones súper divididas de “¿hacemos paro? ¿Y cómo siempre? ¿Desde el lado más institucional, más resguardado? ¿O dejamos la embarrada al tiro y nos tomamos esto?”. No fue tan organizado, fue desde la pura guata y sentimiento de que estábamos enojadas. Fue una sola asamblea. Tenemos dos halls, nos juntamos en el nuevo y estábamos todas ahí, estuvimos toda la tarde. Fueron saliendo todas las cosas, empezaron a salir casos desde lo nacional hasta las facultades y después problemas internos en cada carrera; hubo de todo. Abordamos desde cómo pasaban la materia a cuál era la participación en clases, desde el rol de las ayudantes de los ramos, que son muy invisibilizadas también, a realmente cómo trataban los profesores a todo el mundo. Pasaron por todos los temas, y la rabia final dio en “tomémonos esto ahora, en este mismo momento”, hicimos una vaquita y cada una aportó lo que podía.

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iii. primeras discusiones y roces Una de las cosas que pasó era el cómo organizar eso, porque nos tomamos la Facultad pero después había que organizarlo. Esa organización fue complicada, muy complicada; porque como no había tanta cohesión colectiva, también había posturas diferentes y cosas en las que chocábamos hasta generacionalmente. Me pasó que chocaba mucho con las generaciones más chicas y pensaba, “no, ¿cómo hacemos esto todas juntas?”. Por ejemplo, yo pinto, así que una de las primeras acciones que tomamos dentro de las importantes, fue borrar uno de los emblemas de la Facultad que era la imagen del Che, que llevaba ahí como veinte años, como del noventa y cinco. Incluso hubo ahí roces por qué símbolo poner, así de complicado fue cohesionarnos en estos puntos, fue extraño. Con respecto a la primera asamblea, éramos solo mujeres. Eso fue un tema, el quiénes podían participar de la asamblea, que en un principio era solo mujeres. Estábamos en todos los espacios con la discusión de definirnos como mujeres, y ahí hubo muchos choques internos sobre lo que cada una entendía como mujer, entonces en un principio sí fue cerrada solamente para nosotras. Después se fueron dando las discusiones si era no-binario, y a qué horario se aceptaba hombres en la Facultad. Nunca se aceptaron en realidad, solo afuera de la Facultad. Esa fue una discusión súper importante porque era cerrado para nosotras, pero después empezó la discusión de quiénes éramos nosotras, entonces ahí se daba el choque de las que por ejemplo, somos de un lado más radical, y siempre

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estuvo muy latente. En ese mismo tema no hubo tan buenas experiencias con algunas compañeras. La asamblea donde se tocaba el tema de definirnos como mujeres era larguísima, y pasó muchas veces que hubo malos entendidos con el rollo de la teoría feminista. Entonces había dos opciones, o hacemos como que nublamos la vista con eso y apuntamos todas al mismo objetivo de la destrucción de lo que significa una opresión dentro de la universidad; o nos empezamos a pelear internamente sobre quién era más liberal, o quién era más radical que la otra. Entonces, se acordaron temas para definir si éramos mujeres, o si éramos bio-mujeres; todo eso se dio en asamblea. El tema es que incluso dentro de la asamblea, aunque todo era con mucho amor, igual había presión. Mi círculo de amigas es más radical de lo que era la mayoría en ese momento, sobre todo con la idea de inclusión, de que como mujeres tenemos que ser siempre súper inclusivas con todo. Entonces mi grupo de amigas, que algunas participaban en política y otras no, sí éramos más radicales; entonces hubo un momento en que dejamos de hablar en las asambleas. Yo dejé de ir a quedarme después de un episodio, que fue cuando vetaron a una amiga. Iba un rato, iba a pintar porque estaba haciendo el mural, pero dejé de participar en la discusión porque me sentía como borrada del mapa. Esta discusión la he visto en muchos otros lados, incluso en Facebook, en internet, de que igual está siendo difícil convocarse. Pasa lo mismo ahora en este contexto frente al fascismo, por ejemplo, tenemos que lograr hacer una cohesión que todavía no está y en la toma no estuvo, fue todo el

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rato solo desde el amor. Entonces algunas tuvimos que bajarle un poco al hablar o a participar, ya en un momento igual te sentías incómoda. Pasó que me sentía incómoda cuando, en esta inclusión de todo no-binario, sí entraban chicos a las asambleas, chicos, chiques, no sé, pero ya a mí no me causaba la misma experiencia corporal, entonces yo me restaba del espacio, entonces igual era complicado en ese sentido. iv. vida cotidiana en la toma Durante la toma la asamblea era en la noche, así que todo el día había talleres, todas proponían talleres y los cronogramas estaban súper llenos. Había desde yoga hasta baile, teatro, foros de discusión teórica con profes, incluso ellas fueron a apañar. Estaba todo el día muy lleno y en la noche empezaban las asambleas; pero igual tenían mucho amor, dentro de todo eran muy cariñosas. Pasaba que todas tenemos grupos de amigas, todas nos conocíamos más o menos, nunca estabas realmente sola dentro de la toma y había mucho apañe en eso. Por ejemplo, en tal piso estaban las psicólogas y estaban todas juntas. Entonces, aparte de todas las discusiones y roces que hubo, sí había cosas muy bacanes, por ejemplo, un día teníamos noche de música y te dabas cuenta que había otras dinámicas y además solo entre mujeres, por lo que después nos costó mucho a todas volver al mundo mixto. En la toma era todo muy dividido, con tareas muy organizadas de limpieza y actividades, pero incluso en términos de diversión, era muy bacán el ambiente. Había veces que

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íbamos donde hacíamos las reuniones y poníamos música y luces, y estábamos todas bailando hasta las dos de la mañana. Igual había organización, pero la toma fue tierna dentro de todo, lo pasamos súper bien y fue muy extraño afianzar tanto el lazo. Se fueron afiatando todos los lazos, podías hablar con cualquiera, si alguna estaba mal o contando su testimonio te podías acercar y estar con ella, daba lo mismo. Esos roces que ocurrían quedaban para después, había momentos muy de hermandad, y esa fue la tónica. Las discusiones quedaban en segundo plano cuando esas cosas pasaban y éramos todas amigas. Al quedarse en la toma todos los días era duro salir, era ir a bañarse y volver para allá. Ningún hombre podía entrar a la Facultad, entonces fue la primera vez que estábamos nosotras solas haciendo política desde lados diferentes. Yo no participo de ninguna organización política entonces igual era nuevo hacer política desde mi espacio como mujer, y como mujer feminista dentro de una universidad que es súper politizada. Era una nueva dinámica de que habláramos muchas que tampoco hacíamos política universitaria, y nos tomáramos tan de repente la palabra para decir “oye cabras, esto pasa”. También fue una inserción como personaje político, pero desde otro lado, no desde una bandera sino como una posición corporal. En mi caso fue intenso, fue duro. Me daba susto hablar en público en las asambleas, porque igual hay una tradición de mucha política universitaria entonces ya hay rostros muy marcados, hay gente con muchas banderas atrás y tú piensas: “en una de esas lo que yo diga va a estar muy solo porque soy una persona natural aquí en el mundo, que quiere decir algo”.

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v. reacción de las masculinidades La reacción de los compañeros, se puede resumir en dos aspectos. Uno, sentían que estaban de vacaciones. En mi carrera pasó que les preguntaba a mis compañeros: “oye ¿y están discutiendo?” – “no” – “¿pero no piensan nada?” – “no” - “pero están todas tus compañeras organizadas, cómo no van a pensar nada al respecto”. Había unos grupos que sí se organizaron para hacer talleres de masculinidad, de deconstrucción, que nosotras los veíamos de adentro como “ya, bueno sí, hagan algo”. Por ejemplo yo trabajo con masculinidades, y para mí sí es importante que haya un trabajo con varones al mismo tiempo, para destruir todo el engranaje de cosas instauradas; pero una de las peleas que estaban dando era que no podían entrar, entonces les dijimos: “ya, déjennos el espacio a nosotras, y hagan afuera sus cosas”. Esa fue pelea con ellos, porque querían entrar y hacerse parte de una cosa que no era propia. Entonces hubo un poco de enfrentamiento pero no directo, fue más con confesiones anónimas del tipo: “estas feminazis de nuevo están ahí dando jugo”. Otros se organizaron como para llevarnos cosas, entendían que no era su momento y fueron a apañar en lo que podían hacer, como llevar pinturas, llevar comida, que estábamos de repente sin nada; pero no fue la gran mayoría de la Facultad. Igual considerando que las mujeres de la Facultad son mayoría, si hubiera habido un apoyo parecido a cuando hablan de discursos sociales y movimientos colectivos, habríamos tenido comida todos los días, habríamos tenido

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frazadas. Pero no fue así, fue como, “ya, esta es lucha de ustedes, preocúpense ustedes”. Incluso de otros lados nos decían “ah ya, pero es de ustedes po”. Sí, es de nosotras, pero esto es la universidad para todos. Hubo, por un lado molestia, idea de vacaciones; y la postura del me da lo mismo. La pelea más intensa fue ver si los dejábamos entrar o no, y dónde hacían sus cosas de masculinidad. Ahí estábamos divididas, las que decíamos “oye es importante que trabajemos esto, porque los cabros tienen que sí o sí hablar de esto en algún espacio”, y las otras que decían “loco, me importa una basura tu taller de masculinidad, como que no me importa aquí ni ahora, no entran ni nada”. Entonces cuando se decidió que podían entrar a ciertas horas, se tapó toda la Facultad con mesas, entonces los cabros no podían ver nada de la Facultad; aparte estábamos pintando. La universidad adentro solo tenía íconos masculinos, tenía al Che, tenía a Jimmy Hendrix, tiene a Allende; y con la parte artística de la toma intervenimos todas las imágenes, borramos al Che, rayamos a Allende, borramos a Jimmy Hendrix y pusimos a la Angela Davis. Entonces sabíamos que cuando entraran iban a estar furiosísimos, que sí pasó. Entraron y estaban todos los íconos transformados y quedaron como: “¿QUÉ?, por qué borraron a mis hombres estrella”. Entonces lo que se hizo fue eso, no entren, no hagan nada, y si entran les tapamos todo, o se van todos.

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vi. petitorios y diálogo triestamental Había que buscar una meta porque todas queríamos fuego instantáneo a los abusadores, debíamos ir bajándole los niveles porque no puede ser fuego instantáneo, pero se puede poner sanciones, expulsión o que no entreguen los títulos. Lo hicieron en base al mismo protocolo que estaba y lo apuraron, que los tiempos de la investigación no fueran tan largos y que no se sabía en qué iba el proceso cuando uno denunciaba. Entonces con la toma y con la gente que estaba trabajando en eso, con la Dirección de Bienestar y la DAE, se apuró el proceso. Ahora es más corto denunciar y que entre en investigación. El otro tema es que éramos triestamental, estaban las profesoras por un lado, y las trabajadoras por el otro. Con las trabajadoras fue muy intenso porque esa reunión era primera vez que las trabajadoras hablaban, no habían hablado nunca lo que les pasaba y lo hicieron con nosotras. Teníamos una doble responsabilidad; hacer que la universidad nos hiciera caso en lo que estábamos pidiendo y, además, a lo que estaban pidiendo ellas. Si no cumplían lo que ellas pedían, no bajábamos la toma. Estábamos peleando por los tres lados, y no sé si se respetó tanto las peticiones de ellas. Era intenso hacerse cargo y a la vez dejar la autonomía a los otros estamentos que estaban peleando por otras cosas. Igual había un espacio con nosotras que nunca se había dado antes, era ver punto por punto, personaje por personaje, porque todos los estamentos tenían personajes nefastos que había que sacar. Nosotras no sabíamos más que lo que ellas nos

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contaban y debíamos ser muy respetuosas también con sus testimonios, porque no podíamos decir “oye, las trabajadoras dijeron tal cosa”, porque ahí era despido, en cambio nosotras no arriesgábamos nada. Con las profesoras sí hubo vínculo, hicieron comunicados, algunas profesoras más que otras, pero se organizaron en hacer discusiones. Iban de repente y ellas sí podían entrar a trabajar y sacar sus cosas. Analizándolo después, deberíamos habernos juntado más. Igual hubo carreras con mucha participación de las profes, muchos foros y conversatorios, con mucho apañe después en las marchas. Pero con las profes también es más largo porque ellas tienen que tomar las riendas de cómo se pasa la academia; entonces nuestro diálogo con ellas era de “oye, necesitamos que se los contenidos se pasen distinto”, que no sea como en todas estas carreras que son súper masculinizadas. Ciencias sociales siempre fue muy masculinizada, y para nosotras igual es una pelea estar estudiando ahí, aunque somos mayoría, siempre somos la voz más abajo. Hacia ellas iba el hecho de “profes, porfa háganse cargo”. Igual es difícil organizarlas a todas. Sabíamos que, de vuelta a clases algunos iban a hacer las cosas igual, que no había ningún respeto por la toma. Muchos compañeros seguían estudiando y decían “oye, pero tenemos entregas”, y es como “oye no tenemos entrega, no entreguen las cosas”. Y ahí viene el tema con los chiquillos, porque para hacer presión hay que tener organización, entonces si entregan las cosas y nosotras no, era como “oye vamos a salir súper perjudicadas”. Había profes que se pasaban por encima la toma y po-

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nían pruebas, hubo profes que eliminaron el ramo, así como “hubo toma, no pude hacer las cosas así que lo boto”. Hubo gente que fue dos meses y medio a clases y no tenían más ramos, otros que iban a hacer los terrenos igual. En mi carrera había mucha tensión con algunos profes, que también estaban en el ojo del huracán por las mismas denuncias. Igual se conversó cuánto tiempo íbamos a tener después, semanas blancas para no hacer ramos, pero lo que se trataba en términos particulares de profe a profe era por abusos. Había muchos profes, compañeros y ayudantes denunciados, entonces todos los temas particulares con cada uno eran por ese tema. 145

vii. de convivencia, reglas internas y actividades Dentro de la toma había varias normas de convivencia, por ejemplo, cero alcohol y cero drogas dentro de la Facultad, temas de orden, la hora dormir, esas cosas. Después se fueron estableciendo posturas que estaban por reglamento, tales como “estamos en contra de tal cosa, estamos a favor de tal cosa”. También se hizo un trabajo de construcción de protocolos, entonces las asambleas no eran solo para hablar de lo que estaba pasando, sino que se reescribieron los protocolos, con libro de ley en mano e insumos de derecho. Era ir viendo punto por punto, re-redactando las cosas. Hicieron un trabajo muy largo y lo tomaron las que estaban más organizadas, las que estaban más metidas en política. Pero esos reglamentos igual eran colectivos porque había un rechazo muy importante a la jerarquía. Nos pasó que como estábamos en la

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organización de mujeres de la Facultad, que era la SESEGEN, para tener la palabra y organizar la asamblea se decía “ya cabras quién va a hablar”, y ese mismo acto de decir quién va a hablar, algunas ya lo leían como jerárquico, entonces había un tema con quién tomaba la palabra. Ahí hubo un quiebre con eso; después se supone que era más horizontal, siempre fue horizontal, y ahí la palabra la tomaba cualquiera. La convivencia era brígida, porque éramos solo mujeres y era otro planeta adentro, y de verdad que costaba salir después. Estabas tan acostumbrada a que todo fuera más fluido, que no te interrumpieran, que no fuera una pelea de quién hablaba más fuerte, de que pudieras ir donde cualquier persona y decirle “oye, enséñame tal cosa o hablemos de tal cosa”. Incluso cuando la discusión era dura, no seguía las mismas lógicas que una discusión entre compañeros y compañeras, o entre hombres. Llegó un momento en que me resté de las discusiones, y muchas amigas también, un poco por esta persecución a los lados más extremos de la teoría; pero, aun así no era al nivel de violencia o anulación que reconoces cuando estás en un mundo mixto. Fue muy extraño reconocernos a todas y decir “oye, podemos hacer cosas juntas, y solas”. Entonces dentro de todo era tierno, con mucho cariño, poder convivir y hablar y tener otras lógicas de conversación, otras lógicas de pensar en todas las que estamos en la Facultad. Era decir “guau, las mujeres en la Facultad estábamos pensando en lo mismo como intervención”, por ejemplo, intervención y acción, cosa que los compañeros son más teóricos y académicos; nosotras estábamos

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pensando cómo hacer cosas. Salía cualquier movimiento externo y las cabras estaban ahí diciendo “oye, cómo vamos a apañar esto, cómo vamos a hacer frente a esto, cómo vamos a organizarnos para esto”. Había mucho posicionamiento frente a todo, porque nos posicionamos, nos apañamos; o nos tiramos de las mechas. Pero de verdad era otra dinámica. Ya teníamos la toma tan adentro que reconocías patrones de conducta más fácilmente que antes, es como “ah esto es violento y muy masculino”; porque estuvimos entre mujeres dos meses todas juntas y no nos relacionábamos así. Es intenso aún; por ejemplo, mi grupo de amigos era muy mixto, post toma ya no nos juntamos tanto con los hombres del grupo. Solamente somos nosotras y entre nosotras conversamos, nos organizamos, nos juntamos y nos queremos; y los chiquillos que lleguen cuando puedan llegar. La toma nos puso un punto de inflexión de con quienes nos relacionábamos y cómo, y resultó que era mejor entre mujeres así que nos quedamos todas en esa dinámica. Tengo un montón de conocidas y compañeras que post toma cambiaron incluso sus relaciones amorosas y están con mujeres ahora. Fue un cambio muy radical en la relación de uno a uno. Con las chiquillas que he hablado, dicen “sí, entre mujeres podemos organizarnos mejor, llegar a acuerdos más concretos”, incluso chiquillas que participaron y participan en el pleno, comentan “oye, esto en la toma lo hubiéramos resuelto como en dos horas menos”. En realidad son cosas pedestres, pero es como “oye, pónganse de acuerdo”. La toma dejó una vara de relación humana que en el mundo mixto todavía no se logra tanto.

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Esa relación la veías con quién estabas sentada al lado en la asamblea, con quién hacías los turnos, con quién hacías los talleres. Por ejemplo, yo no conocía a nadie de primero ni de segundo ni de tercero, entonces fue como “oye, también son de mi carrera, conversemos de esta cosa o de la otra cosa”. Ahí pasó que generacionalmente estábamos en otra, entonces conversábamos pero después teníamos otras cosas; las discusiones que daban las mismas chicas para una eran como “pucha, podríamos avanzarlo un poco más”. Fue dependiendo de cada una cómo se hacían los grupos. Igual hablabas con todo el mundo, daba lo mismo, porque igual estaba el lado artístico, entonces todos iban a ver como estábamos pintando. Eso fue interesante, proponer una visualidad de la toma; entonces se hicieron muchos talleres visuales, de serigrafía, pintura, los murales. Era interesante tener una imagen para nosotras y para los otros, algo que dejamos impreso en el lugar y que transformó el espacio. No trabajamos solo las relaciones humanas dentro de la Facultad sino también el espacio, y todas las que fueron alguna vez a la toma, un día que sea, sienten el espacio distinto. Llegas y hay mujeres en los muros y eso ya es diferente; y si no son mujeres, está la imagen de Allende maquillado, tiene rouge y sombra con brillo. Es otra imagen, que al final nos tuvo unidas por el momento de transformación. Como ya no voy a la universidad, no sé cómo ha sido el cotidiano después, no sé si hay conversaciones de pasillo respecto a los muros; pero sí pone un inicio en año cero, de cómo van a ser las cosas de ahora en adelante en la organi-

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zación estudiantil o con los profes, porque ya se transformó. Incluso los baños, mi Facultad ya tiene baños que son mixtos, y aunque yo no adscriba a eso, ya es una cosa que te cambió el paradigma completo de un edificio. Sí sé que están mucho más agujas con todo, que el apañe de una a una es al cien por ciento y que se van a ir transformando con las generaciones que vengan. Nosotras ya estamos saliendo, para nosotras fue ir, hacer algo un rato y dejarlo a las que vengan después. viii. corporalidad(es) en un nuevo espacio Tengo tres recuerdos importantes. Uno fue el momento cuando tapamos con las manos la pintura del Che; todas sentíamos algo porque esa imagen representaba todo lo malo de los hombres de izquierda, con toda lo icónico que es. Esta doble cara que encubre el abuso y la persecución homosexual y un montón de cosas que carga la figura del Che, que para nosotras era como “si tapamos a este gran hombre de la Facultad, podemos reescribirlo todo de nuevo”. Incluso hay fotos de ese mismo momento, todas con las manos blancas y pintando a pura mano el muro. Fue como reescribir toda la Facultad de nuevo, eso estábamos haciendo al final, diciendo “ahora, después de todo ese tiempo, se estaban reescribiendo todas las formas de hacer política, de hacer política en las clases, de hacer política en las asambleas, de defender lo que uno era dentro de la carrera”. Todo eso estaba cambiándose en ese momento, fueron muy simbólicas esas primeras manos en el muro.

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Otro recuerdo es que en una asamblea justo estaba de cumpleaños, entonces fue muy dulce y muy extraño escuchar solo a mujeres y abrazándote. Fue muy raro, mucha energía muy cósmica de mujeres que estaban y que no se conocían, que no me conocían y que aun así estaban ahí dispuestas a dar todo el amor y todo el tiempo y toda la energía a una Facultad que odiamos el resto del año, pero que decíamos como “oye, estamos las otras aquí y somos importantes y nos queremos mucho, aunque nos odiemos en algún momento”. Incluso con las que se daban las discusiones y con las que peleamos en algún momento, nos tocó apañarnos y pelear por la otra. Entonces tampoco tenía mucho sentido pelear ahí porque ya habíamos peleado por la otra en otro momento, ya habíamos defendido a la persona con la que estábamos encontrándonos, entonces para qué. Y otro recuerdo que me gusta y que es mi momento favorito, es cuando estábamos bailando, no tenías ningún miedo de bailar ni que te tocara nadie, ni que se acercara nadie. Estabas relajadísima y realmente en un ambiente solo de mujeres. Teníamos puesto reggaetón, estábamos bailando cualquier cosa, recuerdo que llevé luces y estábamos en el salón donde hacen las conferencias. Estábamos bailando como queríamos, moviéndonos como queríamos y no había ningún tipo tratando de bailar al lado tuyo ni de agarrarte ni de hacer nada; era como, “sí se puede ser libre en algún espacio”. Son esas cosas muy cotidianas: pintura, una canción, y bailar; pero que me mostraron otro tipo de apañe.

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Fue una cosa más corporal y espacial, hacer nuestro un espacio tan masculino y cambiar todas las dinámicas. Era apropiarse completamente de una corporalidad propia y del espacio físico, fue muy liberador. Incluso hay un tema con un profesor que sacaba fotos a hombros y piernas adentro de la Facultad y que terminaban en páginas porno. Entonces, andar libre por la Facultad con vestido, con sostenes, era una cosa que no veías el resto del año. Era como otra liberación y que daba lo mismo todo, estábamos nosotras en nuestro rollo y en cada una, viviendo la corporalidad natural y siendo mujer junto a otras mujeres. Lo corporal se dio más con la respuesta de los hombres en ese momento, con el miedo constante a la funa, el miedo constante a la denuncia. Porque las denuncias hicieron algo, sirven para mostrar algo, quizás no sean el medio más efectivo pero son para mostrar algo, son comportamientos. A través de las denuncias, del movimiento y de lo que pasó en la Facultad, se mostraron comportamientos corporales que eran abusivos y que todos habían hecho. Entonces, todos andan tiritones respecto a esa corporalidad que se transgredía, que según ellos no pasaba nada pero ahora sí pasa, y están todas atentas a eso. Así que va más por ese lado, a la relación entre los cuerpos, entre amigos, dentro de la pareja, porque estaba muy normalizado todo. Con esto de los testimonios, con lo que se habló adentro y cómo nos sentíamos incluso al hablar; todas concordábamos en cosas como: “no va a pasar, mis compañeras no van a hablar más fuerte que yo para tener autoridad, sino que vamos a conver-

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sar”. Incluso esas cosas ahora me causan rechazo, quedaron muy establecidas ahí y quedaron zanjadas; entonces que ahora se hable de cuando hay abusos bailando u otros contextos, sí son gracias a esas conversaciones, a que una dijo “oye, quiero contar esto” y al final cinco dijeron “me pasó lo mismo”. La tensión interna acerca de estos temas, aparte de todo lo bueno que pasaba, fueron las discusiones respecto al género. Ahí igual se polarizó mucho más, o sea, ya estábamos con una posición previo a la toma, y posterior a eso se polarizaron mucho más los lineamientos teóricos. Entonces sí hubo un quiebre y fue ese quiebre teórico respecto al género, porque no faltaron las acusaciones de discriminación entre unas y otras. De nuevo está esta sensación de que no podíamos hablar ciertos temas corporales, de reivindicación material, y que nos fueron restando. Pasó que con mi grupo dejamos de ir, sí siguieron muchas, pero para mí eso fue un punto de quiebre. Sí hubo situaciones de “oh quedó la embarrada”, pero estaba la decisión de “que quede la embarrada para nosotras, pero que no se vea para afuera”. Eso ha replicado en todas partes, se replica hoy día en todas las discusiones. Para mí, en términos organizativos, fue sentir qué tanto podía hablar o no respecto a ciertas cosas. En la misma autoformación uno se da cuenta para qué lado va armando su lucha política interna, y aunque había discusiones dentro de la asamblea tampoco te ibas a poner a pelear ahí; entonces la postura que muchas tomaban era de silencio y restándose. Había un objetivo más fuerte, uno apañaba igual y hacía las cosas igual, pero ya había cosas en

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que decías “para qué, no voy a discutirlo ahora”. Pero también haciendo una reflexión personal; por ejemplo, las que no éramos veganas no íbamos a estar pidiendo carne dentro de la Facultad, se trataba de respetar todos los lados. En el tema del género era más difícil, era mucho más al choque. También era tener el cuidado de decir o no decir cualquier cosa para no terminar vetada o expulsada. Igual es parte de las discusiones y allí se van armando las bases del movimiento, y ahí nuestra opción fue apostar que estamos para algo más grande y esta discusión ahora no importa. ix. negociaciones y sensación de amenaza Había delegadas que se asignaban en cada asamblea para que fueran a las negociaciones. Ellas fueron llevando el proceso, bajar las conversaciones y la información. Entonces iban a la mesa de negociación, y ese mismo día iban a la asamblea de la noche a decir qué pasaba; y así todos los días había asambleas y revisión de petitorio. Otro punto que igual influía en las asambleas era que estábamos medias paranoicas por los celulares, justo las que hablaban más tenían los celulares pinchados. También pasó lo de los autos que se quemaron afuera, entonces hubo un momento en que dejábamos hasta los celulares fuera de la asamblea. Había muchos resguardos de la información, incluso de las listas de enunciados que sacábamos asamblea a asamblea. Incluso esos se filtraron en algún momento, entonces había muchos resguardos y en todas las discusiones con autorida-

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des. Los petitorios se hacían solo en la asamblea y en google docs abiertos. Estaban los documentos para que uno pudiera leerlos en cualquier momento y decir “oye esto, qué es”. Eran muy abiertos y muy negociables, no hubo en ningún momento algo como, “esto va a ser así y no me importa lo que ustedes piensen”. Las cabras fueron súper duras con las autoridades y no tenían otra que aceptar no más, si estábamos con la Facultad tomada. No me acuerdo si había voceras que iban rotando y cada cuanto tiempo, pero ya al final las delegadas para la negociación eran definitivas. Las otras iban entregando los comunicados o redactando, todos esos cargos se iban rotando. Esa sensación de amenaza no sé si era real o por nuestra paranoia colectiva, pero igual estaba la sensación. Por ejemplo, ¿qué hacíamos si llegaban los pacos en cualquier momento?, si igual todas éramos en promedio de un metro cincuenta. Entonces sí optábamos por dejar los celulares afuera y cosas así. No había tanto show, pero ese día que quemaron los autos sí entraron los pacos, pero salió el Vicerrector a decir que no podían entrar a la Facultad, y así estaban más resguardadas las cabras adentro. Pero más encima hubo un montón de veces que fueron a quemar cosas afuera de la Facultad, y era obvio que nos iban a echar la culpa a nosotras porque estábamos ahí, pero no éramos nosotras. Entonces igual sentíamos que en cualquier momento alguien podía armar cualquier problema e iban a ir a sacarnos. Pero no nos tuvieron tanto miedo como quizás hubiéramos querido.

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Yo estaba más preocupada de otras cosas cuando se bajó la toma porque me faltaba por pintar, pensaba “si se baja la toma, no alcanzo a pintar esto” y estaba muy nerviosa por la pintura. Pero ya había pasado un poco más de mes y medio y ya estaban dejando entrar a los cabros, ya se había hablado del petitorio, y ya estaban bajándose las tomas de los demás edificios. Fue muy gradual, se extendió harto y cuando se bajó ya no había nada más que hacer. No hubo paro después, hubo un período de tregua para que no fuera tan abrupto ni tan dramático, además que hubo que ir a ordenar y limpiar. Lo que sí, se llevó registro de todas las salas, entonces no había ningún daño, todo se hizo antes apenas nos tomamos el edificio. x. “soy muy radical”: relación con la vida personal Mi mamá igual es muy feminista, entonces con ella todo estuvo muy bien; con mi pareja fue como “es tu momento, qué bacán, pero no puedo decir nada”. A mis amigas sí les pasó mucho que la familia decía “oye, pero ¿cómo estás haciendo eso? Tienen que ir a estudiar, ya están reclamando por todo”. Había posturas muy polarizadas, y en particular me pasó que soy muy radical y a veces estaba fuera de la toma y dices “no, esto no puede ser”, y quedas como la loca; pero en verdad no estás loca, sino que la gente piensa que está todo mal lo que haces. Se veía bien lo que estaba pasando en FACSO, era interesante que fuera solo de mujeres, en ninguna otra Facultad fue así, entonces no nos entendían tampoco. De repente no

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entendían qué estábamos haciendo adentro, por qué solo nosotras. Lo típico que dicen cuando uno cuenta, es: “estamos en esto y han pasado un montón de denuncias y ha pasado esto”, y te dicen “sí, pero oye las denuncias falsas” y es como “no hay”. Esos son mis reparos, a los que yo me enfrenté; por un lado, la idea de las denuncias falsas, que para qué están haciendo esto; pero por otro lado mucho entendimiento y mucho apañe igual. Ya me decidí a no seguir peleando; porque si uno se pone a pelear con todos, vas a estar tres horas peleando por lo mismo. Muchas también han decidido eso, el “ya filo, te ignoro”, porque si te dedicas a pelear con todos no sirve de nada. Por ejemplo yo trabajo con varones porque ya no me voy a dedicar la mitad del día a pelear, prefiero trabajar desde cosas muy chiquititas que puedan hacer un cambio, y muchas lo ven así también. Por ejemplo, los espacios autogestionados, los talleres para niños, ir transformando con los otros. Coincidió mucho con las que estábamos ahí que todas veíamos la educación como un tema fundamental, entonces pensábamos en cómo reeducarnos a nosotras para abordar nuestras relaciones abusivas, nuestras relaciones familiares, nuestras relaciones con lo más chicos, hasta la educación en general, y por ahí fue nuestra salida para no pelear. La mía por lo menos es desde lo educativo, cómo ir a esas transformaciones pequeñas, porque para pelear, peleamos en la calle, marchando. Creo que el movimiento feminista puede cambiarlo todo. Ahora estoy trabajando en mi tesis final y es en un colegio

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emblemático de hombres. Este movimiento, con su lado secundario y con el apañe que tenían las universitarias, hizo que esos contextos se vieran interpelados totalmente y tengan que hacerse cargo de sus rollos internos. Uno dice “no, no tiene ningún efecto”, pero sí tiene efecto; que yo pueda hacer mi trabajo hoy día en ese lugar es porque tuvo efecto, porque la gente quiere que esto se transforme. Todos estos movimientos y las organizaciones deben posicionarse, posicionémonos con respecto a esto y se irá cambiando la academia, la forma de escribir, la forma de narrar, la forma de contar historias. El que nos organicemos hoy día desde nuestros espacios académicos nos permite transformar lo escrito, y lo escrito es al final lo que va quedando, transformando muchas cosas. Por un lado, estamos nosotras las académicas que estamos estudiando y escribiendo cosas, pero socialmente también es muy distinto porque son las dos cosas a la par. O sea, no vamos a escribir antes de que pasen las cosas, pero sí va cambiando la forma de hacer política, de hacer historia, de hacer arte. Todavía estamos en esta discusión de si una cosa es más radical, o si nos ponemos más liberales para el asunto; pero estamos transformando un montón de cosas en todos los planos. Eso lo veo mucho porque gracias a esto puedo hacer un trabajo que antes, en la vida, se hubiera imaginado hacer en un colegio emblemático, y es muy potente. En lo cotidiano, lo primero es la relación entre hombres y mujeres, que no tengan tan inconsciente las malas prácticas e ir mostrándole a las más chicas que eso no pueden aceptarlo, que cuenten si es que les ha pasado algo. En cuanto a los

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hombres, muchos dicen “ah, me da lo mismo”, pero hay otros que están observando estas nuevas formas de leer a los otros cuerpos, que en este caso somos nosotras. Quizás todavía está eso de “feminazis”, pero a la larga todas estas denuncias van a ir modificando el espectro mental de relación. Veo a niñas más chicas muy empoderadas respecto a cosas que a su edad, yo no tenía idea. Entonces sí hay una transformación, y al trabajar con varones sí veo en ellos un “oye esto está mal, yo lo entiendo así pero sé que está mal”. Hay que poner los ojos en los más chicos, da un poco más de luces respecto a lo que está pasando, porque los más grandes se oponen y son intransigentes y no puedes ver en ellos esta transformación. Pero cuando vas a los más chicos te das cuenta de todo lo que está pasando, en ellos sí hay transformación, sí lo están leyendo y en ellos sí tiene mucho efecto. xi. pensando en el futuro Al movimiento yo lo proyectaría hacia las políticas públicas, si es que nos atrevemos a meternos en política pública. Las que estamos metidas en algún lado del sistema académico, y si nos atrevemos a hablar desde esos espacios se puede hacer, porque evidentemente a la gente que ha mantenido las cosas como están no les importa tanto. Lo pondría como futuro de proyección si es que el movimiento, y los movimientos sociales en general, se atreven a poner las fichas a la transformación de política pública. Desde mi disciplina no veo el trabajo si no es aplicado en una política pública, no me hace ningún

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sentido. Entonces, si es que todas nos atrevemos a meternos ahí, se puede transformar. Pero dudo que exista esa proyección si es que la gente que está en la posición de meterse ahí, no lo hace, sino ¿Para qué enfrascarse en la academia y lo académico y no hacer nada por la gente, ni por uno mismo, ni por la sociedad ni por nada? Como soy muy violenta, y de hecho el pacifismo viene de una posición muy privilegiada, creo que todavía nos falta estar más al choque, poner las cosas más violentamente sobre la calle. Hay eventos que lo han hecho, por ejemplo las cabras en topless, que transformaron toda una forma de marchar. Nos falta eso, no tanta diplomacia, ya hubo demasiada diplomacia y falta exigir más. Debemos posicionarnos más en contra de las cosas que tenemos que posicionarnos en contra, desde las opresiones que ocurren en el trabajo hasta el medioambiente. Muchas veces no somos capaces de hacerlo, porque por un lado decimos “oye esto es súper importante”, pero no somos capaces de marchar por el SENAME. Nos falta esa violencia con la que no nos puedan traspasar, ni a nosotras ni a las demás compañeras. En esos contextos falta una cohesión más violenta, ir a la pelea con las herramientas que tenemos y que todavía estamos cachando cuales son. No permitir que en La Moneda se ponga un Ni una Menos, cuando es La Moneda misma la que está reproduciéndolo, decir “sabes qué, no me importa tu institucionalidad con respecto a esto, vamos a pelear nosotras”. Todas las revoluciones y los cambios tienen que pasar por un período de fuego álgido.

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Ser feminista es una de las peores cosas que puede pasarle a una misma, en el sentido de que ya no puedes ver nada con otros ojos, ya todo tiene relación de género. Yo trabajo en temas de arte, y lo que trabajo en arte tiene un enfoque de género completo, total. Entonces cuando uno tiene esos enfoques, que son como lo mejor y lo pero al mismo tiempo, después te da rabia todo. Vas permeándolo, quizás tu trabajo no tenga nada que ver con eso, pero vas a poner una dinámica de relación en tu grupo que va a ir rompiendo esas cosas. Por ejemplo, nunca hago una clase sentada arriba, entonces ya rompes una jerarquía que se basó en el género. Quizás no vas a decir “esto lo estoy haciendo desde el género”, sino que tu vida la estás viviendo desde un enfoque de género, estás consciente de eso y va a ir permeando en todo lo otro. Si haces clases los cabros van a cachar otras dinámicas, y esa dinámica va a ir en relación a lo que vives con tu rollo feminista, más que con lo que yo opine a partir de un rollo jerárquico en el colegio. Entonces es aprendizaje para la vida, simplemente queda y vas transformando prácticas, incluso para una es difícil sacarse las prácticas machistas y misóginas que carga o proyecta. Es un proceso de todos los días, todos los días me despierto un poco más feminista que el día anterior; puedes no decir nunca que estás viviendo tu vida en clave de género pero se va a notar porque lo permea todo. Por eso es importante que quede, hacer registro de las cosas y escribirlas, porque es de las herramientas más importantes que tenemos, porque la pluma o el teclado son de las armas más potentes. Cuando hablo de la violencia o ser más radicales, también puede ser desde el papel y que eso quede, que queden registros de lo que vivimos.

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Ingeniería Civil Industrial – Universidad Técnica Federico Santa María, Campus Vitacura

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i. presentación Estudio ingeniería civil industrial en la Universidad Federico Santa María y me queda como un año para salir. Tener antecedentes de organización feminista acá está complejo, porque la vida política de la sede de Vitacura es súper baja. Poca gente sobrevive y se queda, entonces hay poca vida universitaria y la política es súper compleja, súper básica, y súper burbuja. Gran parte de los que eligen esta Universidad es porque les queda cerca de la casa, entonces solo se van moviendo por los alrededores. Con respecto al feminismo, siento que en una Universidad llena de hombres es un tema controversial. Entonces, creamos una Secretaría de Género que ya no está funcionando tan activamente, y que parte un poco antes que se inicie todo el tema de las denuncias y la posterior toma. Todo parte el año pasado. El 2017 estuvieron haciendo un protocolo sobre el abuso en la Universidad y quedó súper en stand-by. Entonces, para continuar ese tema se abre este espacio político de la Secretaría para las niñas y niños que quisieran participar y terminar el protocolo. Parte entonces como en agosto con nombre, logo, institución, y se mantiene hasta el día de hoy. Este año todo estalló en mayo. Es que acá fue súper en paralelo porque partimos mucho antes, de agosto del año pasado. Entonces, cuando nosotras nos vamos a toma ya había un apoyo muy bacán, pero nosotras llevábamos como seis meses de trabajo súper activo. Enfrentando sobretodo esta represión patriarcal que es súper fuerte en la Santa María.

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Nosotras nos enteramos de la primera denuncia como en octubre del 2017. Entonces la denuncia estuvo en stand-by durante seis meses en que la Universidad no se quiso hacer cargo. Ahí también estuvo el proceso de las denunciantes, de estar en una Universidad donde no sabías si el denunciado fue avisado, donde estás con el miedo constante de entrar a la sala. Estuvimos en una primera etapa tratando de acompañar a las denunciantes y tratar que el tema se visibilizara, sin apurar los procesos de quienes denunciaban. Fuimos súper pacíficas en ese primer momento, súper pacientes, para que después no tuvieran ningún derecho a decirnos que nos saltamos procesos. Estuvimos como seis meses esperando que pasara. Una vez que se hace la denuncia a comisión universitaria tienen tres días para abrir la comisión investigadora, y se demoraron casi cuatro meses en abrirla, entonces metimos presión y en ese mayo estalla. Como Vocalía de Género se emite un comunicado visibilizando la situación con el nombre del denunciado, pero poniendo que solo está acusado a pesar de que sabemos que es abusador. El comunicado iba directo a la Universidad para que se hicieran cargo, y así parte todo. Entonces ese mayo y abril es la visibilización de un proceso que se creía que en la Santa María no pasaba. Lo primero nos duele harto, porque este grupo que crea la secretaría parte como una idea política más potente de los años anteriores. Acá parte con todas tratando de empoderarnos de un espacio, sin que necesariamente el feminismo sea la primera etapa o punto de partida. Entonces el 2017 las cosas quedan muy tensas entre lo que es la burocracia universitaria

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y el alumnado; además, estaba esta respuesta súper ordinaria de las autoridades frente a estas denuncias, como de no querer hacerse cargo. Nos empezamos a organizar y no empezamos en base a la denuncia, sino por como la Universidad responde de manera deficiente. Hay cosas básicas que ellos tienen que cuidar, que es que los espacios no sean lesivos, que no sean amenazantes para quienes participan aquí. Entonces, parte de la necesidad de decirles a las autoridades que no podemos seguir esperando cosas básicas, como que no haya violadores en nuestras salas de clases. Antes de que se tomaran la Austral nosotras ya habíamos lanzado el comunicado desde la Secretaría de Género diciendo que la Universidad no se estaba haciendo cargo, entonces lo que estaba pasando a nivel nacional vino a respaldarlo y darnos cierto alivio, que no pasa solo aquí y que el alumnado se tiene que hacer cargo. Nosotras estábamos súper asustadas porque ya es difícil levantar una toma con temas transversales, pero pensando en una toma feminista es súper difícil, como iluso y utópico. Porque acá no nos da y porque además teníamos que pensarla como un espacio solo de mujeres y separatista o con hombres también, y en esa discusión nos fuimos. Entonces empieza el revuelo del feminismo y se pone en boca de todos, cuando nosotras ya lo teníamos muy interiorizado como grupo de Secretaría, pero ayudó mucho esta explosión nacional para que la gente empezara a hablar del tema. Ahí fue donde convocamos una asamblea.

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ii. la primera asamblea

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Esa asamblea es una de las cosas que nunca imaginé que pasaría en la Santa María, porque era solo de mujeres. Era cuático ver mujeres pasando y diciendo que si queríamos hacer cambio, dejáramos entrar a hombres también. Entonces, nos tocó mucha mujer que fue a reclamar: “oye, dejen entrar a mi compañero, mi amigo”, y teníamos a nuestros compañeros que están en la secretaría resguardando que no entraran hombres. Fue un espacio súper sororo, primera vez que se da en la Santa María. Como es una Universidad súper competitiva, siento que fue un espacio de conversación. No fue solo un espacio de estudiar y de excelencia sino que nos abrimos a decir cosas con las que no estamos de acuerdo, y está bien. La excelencia y el ritmo pueden parar para que nosotras podamos tener una estabilidad emocional básica. Y ahí, en esa asamblea, se expone todo y empiezan a salir casos. Abrir un caso puede tener un efecto dominó: se abre uno y se abren todos. Estábamos aprendiendo técnicas de contención. La asamblea fue muy potente, muy emocional y con mucho llanto. La emocionalidad entrega mucha hermosura al movimiento feminista, el motor no es solo el raciocinio de saber que la están embarrando, sino también la validación de que no nos sentimos bien. Entonces ahí se llama al “¿qué hacemos ahora?”, y se propone toma. Ese fue un momento muy tenso porque todas estábamos sufriendo mucho, pero también estábamos dispuestas a seguir avanzando. Ese momento

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era un punto de inflexión de decir basta de seguir esperando y de tener miedo que los demás nos vayan a decir algo. En nuestra universidad fue súper potente todo, había compañeros de universidad poniéndose a favor del denunciado. Como nunca se ha dicho que no es inocente estaba la presunción de inocencia, entonces algunos pensaban “hasta que no me digan que es culpable, ustedes no pueden hacer nada”. Se pusieron súper a la defensiva, y había grupos que escoltaban a este tipo por toda la universidad. Este fue el nivel de agresividad que se dio en la Santa María. Decidimos toma porque sentíamos que ponernos a votar paro significaba ponernos en contra de nuevo, porque ya era muy difícil sobrellevar el revuelo social que causó la salida del testimonio, en cambio la toma no es democrática porque se convoca a un grupo y listo. Entonces dijimos que no podíamos más encima entregarles a ellos el poder de votar, en un espacio donde estaban siendo súper agresivos. Sería también súper desgastante y ya nos quedaban pocas energías, pensábamos: “un movimiento más, y que este sea el último”. Ahorremos estas energías para hacer un movimiento grande que nos ayude, y que ayudaba también a lo que estaba pasando a nivel nacional, que nos respaldó caleta. El movimiento parte directo ¿por qué parar? Porque somos un tercio de la población y la mayoría de estos movimientos nacen desde las mujeres. Y nos tomamos la universidad. Fue muy cuática la asamblea del día siguiente con miles de personas metidas en el gimnasio, y cuando se expone ese tema se dice “tienen razón y las vamos a apañar”.

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iii. toma de un día

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Nosotras nos tomamos la universidad, parte todo este movimiento y empiezan los rumores, porque se siente cuando viene época de toma y justo coincide mucho con que son épocas de fin de estudio. Más que un “las feministas se tomaron esto, que bueno que está moviéndose el mundo y que la Santa María abrió los ojos”, era un “loco, cuando bajan la toma porque tengo prueba el sábado”. Con esas intenciones llegaban y nosotras muertas de miedo también, porque era un tema controversial. Las voceras tuvieron mucha claridad y mucho cuidado de elegir quien iba a ser vocera, porque había muchas quemadas por el feminismo. Existía un odio por personificación del feminismo: “me cae mal ella, entonces me cae mal el feminismo”. Tuvimos mucho cuidado, fuimos muy meticulosas con el proceso entero y no fue al azar. Entonces, hablaron y se plantea así: “tenemos miedo y no podemos permitir un día más a este compadre dentro de la Universidad”, y así se entendió. Nos vieron súper organizadas y potentes. Hicimos una lista de quienes no podían entrar. Mandamos un par de hombres a la puerta e hicimos una lista, y dejamos abierta la lista a las cabras para que dijeran con quienes no se sentían seguras. Esa era la premisa de la lista: “no me siento segura con X”, y el nombre del loco. Hubo muchos que se quedaron y dijeron como: “¿yo por qué?”. Esa parte fue súper compleja pero siento que le dio una potencia a lo que estábamos haciendo. Igual se dieron por aludidos porque no esperaban que llegáramos tan lejos, o esa es la sensación que nos

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da. Pensaban como: “estas cabras quieren llamar la atención, están puro hueviando, quieren molestar a nuestro amigo”, entonces fue una reacción de “esto es en serio, las cabras no van a parar”. Sumado esto al desgaste, cansancio, y la pena que sentíamos por tener que estar haciendo esto, fue un feedback potente y muy rico el saber que ellos también estaban validando lo que estaba pasando. Ellos que eran los abusadores o eran los encubridores, y estaban validando lo que estábamos haciendo. Si bien pelearon en la puerta, fueron como cinco minutos de discusión y chao, nosotras seguimos en nuestra asamblea. La reacción de la institución desde un principio fue de mucho miedo. Antes de subir cualquier comunicado hablamos con ellos y les dijimos que estaban haciendo las cosas mal, y nos mandaron un WhatsApp diciendo: “dejemos esto entre nosotros, lo vamos a solucionar”. Entonces la primera reacción de la institución fue de esperar y ver el contexto nacional, pero fueron súper violentos igual. Alcanzamos a estar en toma menos de dieciséis horas. Estábamos aquí al día siguiente después de la asamblea, como cuarenta personas, veinte hombres y veinte mujeres. Estábamos haciendo círculos de hombres y de mujeres y entraron treinta pacos de Fuerzas Especiales. Entraron con una cuca. Nos llevaron en las micros y eran caleta de pacos. Eran casi el triple que nosotros, y nosotros sentados adentro haciendo actividades. Entonces llegó el Edward Johns, el director académico, y al tiro criminalizó a dos de nuestras compañeras que fueron a recibirlo a la puerta. De hecho ellas están en comisión ahora, que ha funcionado

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mucho más rápido que la comisión de la denuncia. Eso fue lo que más le importó a la Universidad, que estas dos cabras queden fuera por vándalas. De hecho, decían: “Es que queremos que termine pronto, las cabritas están haciendo mucho ruido”. En esta universidad ellos creen que somos las cabras con plata que hacemos pataleta, que no tenemos un trasfondo real de proyectos políticos. Entonces, en la toma estábamos tratando de validar lo que queremos, que esto es una cosa básica de convivencia. Estamos pidiendo que dentro de nuestras salas de clases no tengamos miedo a entrar, porque denunciantes y denunciados tenían miedo ese semestre. Tuvimos que pelear a punto de tomas que los sacaran y que los cambiaran de paralelos, cosa que exige el MINEDUC, y tuvimos hasta pruebas en esos momentos. Entonces, ¿ven el nivel de ansiedad y de preocupación que te genera el tener que convivir con tu abusador dentro de la misma sala? Es terrible. No les estábamos pidiendo eso, renunciamos desde la toma a la posibilidad de que los sacaran por las burocracias infinitas, pero al menos darnos ciertas garantías académicas. Entonces se abre este espacio de toma, pero ellos creen solamente que estamos pataleando. Todo fue extraño, cuando nos sacaron fue casi gracioso. Salimos súper tranquilos y fuimos a buscar las mochilas, los pacos nos iban metiendo adentro de la cuca e íbamos muertos de la risa. Después fue una cosa de sentido común, las pacas nos dejaron hacer asamblea en una comisaría en Vitacura solo porque no somos Gómez Millas, nosotros no ha-

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cemos ningún escándalo y jamás va a haber un encapuchado aquí. Dentro de las mismas tomas es mal visto que alguien sea así de rebelde. Estábamos en asamblea con las cabras e incluso las pacas nos dieron comida, nos pasaron galletas. A los cabros los tenían afuera muertos de frío haciendo fila y nosotras adentro haciendo asamblea. Ahí nos decían: “tienen que darle, si ustedes se quieren volver a tomar la universidad nosotras las vamos a ir a desalojar de nuevo, puede pasar mil veces y lo vamos a volver a hacer, estamos dispuestas, porque lo que ustedes están pidiendo es sentido común”. Eso fue cuático porque la institución más opresora estaba siendo más inteligente y sabia que la universidad. Después de eso era mucho el desánimo porque era fantasioso, no lo podíamos creer, así que teníamos que seguir nomás. Después estuvimos un mes en paro, y pasar de la toma al paro fue muy valiente porque ahí los compañeros también nos decían en la asamblea: “¿por qué se pasaron directo a la toma y no nos preguntaron?”. Y nosotras les dijimos: “ustedes no nos estaban escuchando, llevábamos mucho tiempo tratando de abrir el tema, nadie nos pescaba y ahora recién están pescando”. Así que nos fuimos a paro, estuvimos semana tras semana por un mes. iv. paro y declaraciones Durante el paro, lo primero que iniciamos fueron las conversaciones con las autoridades, porque el protocolo de abuso y acoso pasó a ser el último tema tratado a final del 2017. Ahí aprobaron el protocolo, pero también pasó que el tema se

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desconectó de las denunciantes y se trató desde el movimiento feminista, entonces la universidad empezó a liberarse de la responsabilidad de terminar el proceso. En la actualidad bajaron la denuncia, le avisaron al denunciado que quedaba impune y las cabras están tratando a través de Fiscalía que la universidad vuelva a abrir el caso. Están en Fiscalía hace como un mes tratando de que la universidad se haga cargo de nuevo. Ni siquiera las dejaron declarar, querían que declararan en un espacio súper lesivo. El protocolo se aprueba un martes, pero el miércoles siguiente les dicen: “no se ha promulgado el protocolo, entonces ustedes no pueden declarar con una especialista en género, por lo tanto, deben venir a declarar con cualquier profesor”. Entonces era frente a seis profesores que estaban constituyendo la comisión universitaria, los mismos seis que habían hecho llorar a las cabras que estaban denunciadas por la toma y que salían llorando porque las denigraban. Con esas mismas seis personas querían que declarásemos. Les decíamos que no tenía ningún sentido: “el protocolo se va a promulgar mañana, ¿por qué no esperan?”. Esa fue la sentencia y quedamos fuera del proceso, nosotras en realidad apelábamos a que fuera retroactivo solo el uso del protocolo. ¿Qué les cuesta que en esta denuncia que partió hace mucho tiempo, que es la razón por la cual nos estábamos moviendo, nos garanticen que las cabras puedan declarar?, ni siquiera sacar al loco ¡Es declarar en un espacio que no sea violento! Y como no fueron a declarar, mientras que las tres veces él fue con respaldo de abogado, bajaron el caso diciendo que no queríamos venir a declarar. Ahora lo están revisando porque

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hay abogadas feministas metidas en todo esto. Siguió el caso, pero es súper complejo volver a abrirlo porque estamos súper cansadas; y porque es súper potente estar trabajando en algo donde tu estas constantemente involucrada emocionalmente. Pienso en todas las cabras que denunciaron, que se nos acercaban y nos decían: “esto me toca muy profundamente, porque cuando era chica, mi papá, mi tío, mi hermano me violentó”. Entonces empiezas a tocar emocionalidades. No es un paro para que nos arreglen el agua, es un paro que atinge a dolores profundos probablemente no sanados y no hablados, entonces quedamos todas destruidas. Después está el tema de tener que seguir el ritmo académico de la Santa María, tratar de reconstruir nuestras penas, nuestros dolores, que nos trataban súper mal, y al mismo tiempo seguir con el ritmo. Eso ha sido muy complejo. Lo más duro ha sido que una de las tres denunciantes declaró a favor del denunciado. Se sintió muy sobrepasada por la situación, dijo que las otras dos habían hecho aprovechamiento político y que crearon esta denuncia para poder tomarse la universidad. Esa tercera denunciante es la que les decía a las otras dos: “ustedes son unas feminazis”, pero decide denunciar igualmente con ellas. Entonces ahí hay algo potente ya que decide denunciar, y eso es lo transversal del movimiento feminista, que es la sanación de dolores profundos. La sanación de violencias que son muy duras y que nadie debería vivir. Pero una vez que se baja el paro vuelve la misma dinámica de la Santa María de siempre. Nosotras estamos tratando de

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seguir levantando las cosas, se siguen haciendo las charlas. Estamos tratando de poner unos talleres sobre sexualidad, veganismo, antiespecismo, todo lo que tiene que ver con el rollo feminista no académico. Pero es poca la gente que reacciona frente a eso, hemos tratado de hacer asambleas pero la vida universitaria en lo político es súper compleja. v. desgaste y cansancio

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Terminamos tan cansadas que tratamos de mantener vivo el momento, pero vivo hasta el punto donde podamos sobrellevarlo. Tratamos de congregarnos, tratamos de mantenernos unidas, tratamos de continuar con el movimiento pero ha sido complejo emocionalmente. Me decía una amiga: “siento que terminó todo el semestre y que partió un año nuevo”. Lo que hemos hecho ha sido tratar de hacer funas. Un día se funó acá adentro, se pegaron 120 carteles y un rayón con spray, pero a las nueve de la mañana ya estaba todo limpio. Ha sido súper complejo el activismo en una universidad que es súper conservadora, porque son súper validadores de la cultura de la violación, cosas que son básicas y en las cuales no nos entienden. Ahora tenemos un montón de carteles con la cara del denunciado y con su nombre, y no los hemos puesto simplemente porque el cuerpo no nos da, porque estamos cansadas, porque no solamente tenemos que pelear contra él que ha sido el que menos trabas nos ha puesto. Nos tiene miedo y no se nos acerca, nos miran desde lejos, y de repente andan todos juntos en grupos de diez, y como es-

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tamos nosotras pasan de a uno, callados y mirando al piso. Tenemos que luchar contra ellos y contra la institución, y eso ha sido complejo. Hemos tenido que salir todas y la mayoría está con terapia psicológica. Nos ayuda a tener espacios para encontrarnos, porque se han dado conversaciones que son distintas desde ese momento. Decir: “sabes que hoy no he podido salir de mi casa, porque tengo pena, porque no me da, estoy muy cansada”, y que la otra te diga: “quédate nomás, yo te digo qué pasaron en clases, no te preocupes”. Sale esta nueva dimensión del cansancio por estar desgastada emocionalmente, que es súper válido. Este espacio universitario crea gente súper desapegada de la emocionalidad, gente robot, tienen que rendir y estar listos en todo momento. Cabros que de repente se ven súper desbordados por la universidad y se terminan desmayando, como en todas las universidades. Exigen y logran ganar plata por una supuesta excelencia, pero que tiene un tremendo costo emocional. Esto es una nueva revolución, la de la validación de las emociones, que es parte también de esta salida a buscar terapia afuera y eso fue lo que hicimos. Por eso nos desapegamos todas, nos separamos para salir a buscar ayuda, porque ni siquiera podemos acompañarnos entre nosotras, salimos todas y volvimos de nuevo cuando ya estábamos más listas, más sanas. Es un proceso súper largo y súper sano, en el que volvemos más construidas y ahí decimos: “ya, démosle de nuevo”. Mi psicóloga me dijo una vez que la lucha puede esperar un poco porque de repente la convicción no lo es todo, tu

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estabilidad emocional, tu autocuidado es súper importante, y si tenemos que esperar un par de meses fuera para poder volver a la lucha, lo vamos a hacer. Igual hemos tratado de que sepan que estamos ahí, con las funas que hicimos y cuando empapelamos dimos la impresión de que estamos recién empezando. Igual ha generado cierto revuelo porque la gente anda muerta de miedo, y eso igual nos gusta un poco. Pero también está la contraparte de que sentimos que nos pusimos una avalancha encima y por eso estamos más bajas de ánimo también. Pasamos de ser las ‘feminazis’ buenas para andar pataleando y esta cosa abstracta académica sobre el patriarcado, a bajarlo a una cosa súper tangible y decir: “este es nuestro punto de lucha y no vamos a parar”. Para ellos eso ha sido asombroso, el saber que efectivamente no vamos a parar y que no son solo palabras. Eso ha sido cuático, en especial para la generación de este loco que está denunciado. La mayoría de ellos tienen casos de abusos que las cabras no quieren denunciar, y que ellos están súper validados entre ellos mismos. Siento que ese temor nace de un ‘se nos acabó la fiesta’, de que abiertamente no van a poder seguir siendo unos idiotas. vi. organización triestamental e inter-sedes Profesoras y funcionarias, muchas se nos acercaron. Yo no estaba en la vocería pero viajé mucho a Valparaíso y se nos acercaban a decirnos: “nosotras no podemos manifestarnos, porque ustedes están pagando pero a nosotras nos pagan. Entonces un

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movimiento en falso y nos echan, y nos dejan en nuestro curriculum que fuimos echadas por cualquier otra cuestión”. Eso fue súper potente porque decían: “gracias por hacer lo que nosotras no podemos hacer”. Entonces también luchábamos por ellas. Hay diferentes denuncias en otros estamentos, pero son cosas que no se saben porque a la universidad le conviene este secretismo. Pasaban ambas cosas; que las funcionarias nos pedían que ayudáramos, pero también la jefa del otro campus es mujer, entonces estaba en esa disyuntiva de tener que hacer valer lo que hizo el Director Académico que nos mandó a Fuerzas Especiales, y de tener que hacer valer su poder dentro del espacio. Ella nos contaba: “yo tengo el mismo cargo y no soy vista igual que los demás”. Esa fibra nos toca, porque nos decía: “puedo estar muy de acuerdo con ustedes, pero tengo un cargo que tengo que hacer valer”. De hecho, ella fue cuando se tomaron la universidad, se quedó adentro y avisó que si la gente no salía, iba a acusar de secuestro. Y así salieron los cabros y cabras de San Joaquín. Con los profesores nos ha tocado de todo en verdad. Hay un profesor que coincidentemente es hermano de una amiga (se me acerca porque nos conocemos) y me dice “oye, qué onda, que están haciendo”, y le empiezo a contar un poco porque estábamos en una asamblea para el petitorio. Fue un petitorio que nunca en la vida se había demorado tan poco en salir y había sido tan bueno, eso demostraba mucho de las ganas y todo el conocimiento que existía y que no se podía expresar por años al interior de un espacio como la Santa María. Las cabras son súper organizadas, con una lógica de

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movilización que es distinta, que es más apañadora. Estábamos en eso cuando aparece este profe y nos dice: “¿para qué se toman la universidad? Es cosa de que nos pasen un par de panfletos, los leemos en clase y se acabó esta cuestión y fin del patriarcado”. Así que lo miré y dije: “esta discusión no va a ir a ninguna parte, tú nunca vas a lograr que yo cambie de opinión y yo no voy a lograr que tú lo hagas, así que terminemos con esto y chao”. Esa era una cara de la moneda, porque había muchos otros que trabajaba en la USACH y contaban que allá está lleno de carteles de hombres abusadores pegados en todas partes. Nos decían: “tienen que sacar a todos esos hueones”, una respuesta súper de macho, saquémoslo y peguémosle. Pero al menos también entendiendo y empatizando con una movilización que era súper justa. Entonces la discusión con los profesores se dio mucho entendiendo que es una ‘Universidad de hombres’, no dejando de lado la lucha, pero entiendo el contexto. Por eso mismo no hicimos separatista el espacio, que fue una conversación muy larga, y también para ver a quién dejamos entrar. Los profesores agradecieron mucho eso, que las cabras quieren hacer un cambio bien importante pero sabiendo del espacio en que se están moviendo. ¿Cómo dejar que la Santa María deje de ser facha? no te vas a poner a promulgar cosas si sabes que generarás un odio súper fuerte. Una de las voceras es muy amiga mía y me decía que fuéramos y hablásemos en otros campus, porque hablar y que no nos pesquen era un juego súper político, porque un político tiene buena labia para dar vuelta el tema todo el rato. Nos pasó que el día que se promulgó el protocolo en El Cas-

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tillo, nosotras estábamos esperando que saliera el Rector para hablar con él, entonces interferimos desde la salida del almuerzo hasta que se juntaban con el Consejo Académico. Sale este tipo y nosotros con carteles diciéndole: “esto es lo mínimo que tienes que hacer”. Y los cabros súper chupados, muchos de Valparaíso, otro amigo de Santiago y yo. Cada uno iba diciendo algo con el cartel y tratando de interpelarlo, pero él dice: “nosotros siempre estamos muy dispuestos a conversar con el alumnado, y que bueno que se acerquen a hablarnos”. Que rabia, yo ahí sentía que me ardía todo. Le dije: “no puedo creer que usted sea tan deficiente de venir con esta parada súper abierta, cuando estuvimos meses tratando de que usted se junte con nosotros. Llevamos ocho meses en una denuncia de la cual usted se enteró hace un mes”. Tuvimos que ir de Santiago a comentarle de las denuncias, ni siquiera se mueve la información de un campus a otro. El seguía con que estaban súper dispuestos y nos decía: “hemos promulgado el protocolo”, y yo le respondía: “un protocolo que debía haber salido hace mucho tiempo” – “¿Cómo sabe usted que no teníamos planeado hacerlo desde hace tiempo?” – “Deje de mentirnos, porque así no va a generar ninguna empatía”. Yo estaba peleando pero él seguía súper tranquilo, y yo tratando dentro de las posibilidades que me permitía el lenguaje, de decirle que era idiota. Estaban todos los cabros, todos los profesores, los rectores, parados en hilera frente a frente, cual pelea campal. Algunos profesores pasaban y nos miraban como diciendo “qué pintoresco el alumnado”, y nosotros seguíamos discutiendo, pero los cabros empiezan a echarse para atrás y quedo yo

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sola. Todos empiezan a irse para atrás, nadie hacía nada y todos se miraban. Eso fue cuático, sentir que pueden estar tan asustados con un tema que de verdad merecemos. Entonces eso genera este tercer estamento, que no es de los profesores, sino de las autoridades que generan esta sensación de que no nos escuchan y que creen que pataleamos todo el rato. Por eso la organización con otros campus fue difícil, porque parte con un rumor de que las cabras de Vitacura se están tomando la universidad por el movimiento feminista. Entonces empieza igual que en otras movilizaciones, porque existen ciertos contactos, no es como que había nulas comunicaciones entre los campus. Se empiezan a pasar la información diciendo que las cosas van a pasar, que la gente esté atenta. Tratamos mucho de mantener los contactos, como en todas las movilizaciones; tratamos de viajar mucho y de hablar mucho con las cabras. Pero pasó lo que pasa en todas las tomas y paros, que existe un grupo súper minoritario que trabaja y que termina muerto después de la movilización. Entonces, durante las movilizaciones se hicieron muchas charlas, muchos círculos de hombres, mucha conexión entre sedes porque como universidad estábamos tomados a nivel nacional. Valparaíso nos estaba acompañando, San Joaquín también; estábamos nosotras gritando, pero las demás también reaccionan. Casa Central también, que es como la crème de la crème en la Santa María, porque podemos estar un año en paro pero ellos están media hora y al tiro sale la autoridad a hablar con ellos. La misma noche llegó el rector a hablar con ellos y decir-

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les: “¿qué es lo que quieren?”, y allá les mintieron, les dijeron que nosotras habíamos bajado el paro y ellas le creyeron, entonces bajaron la toma y nosotras íbamos en camino en auto a decirles que no la bajaran y que era mentira. Entonces también ese juego de estar desconectados lo aprovecharon mucho las autoridades. Pero nosotras hicimos el juego contrario, unirnos. Hicimos muchas reuniones en conjunto, y el movimiento feminista allá en Valparaíso quedó muy potente, actualmente con mucho movimiento y mucha reunión. Acá costó un poco más. Actualmente el movimiento feminista de la universidad sigue siendo muy activo con profesoras y con hombres. También creo que tiene que ver con que ellas parten en apoyo a las cabras de Vitacura, de “pucha pobrecitas lo que les está pasando”, pero no vivieron tanto el desgaste emocional que se vivió aquí de ir contra viento y marea constantemente. Eso se agradece mucho, que ellas hayan logrado trascender en el movimiento. Entonces se empiezan a abrir caleta de cosas allá en Valparaíso; por ejemplo, contaban que existía un grupo de WhatsApp de hombres donde se hablaba de las mujeres que iban a violar, les sacaban fotos, se mandaban las futuras fiestas y los nombres de las cabras. Se levanta este movimiento feminista y ese grupo desapareció. Entonces esa conexión a nivel nacional le dio la importancia de “esto no es Vitacura pataleando porque hay una cabra a la que le pasó algo”, sino que es un tema a nivel nacional, que se da en la Santa María y se da en todas partes.

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Pasaba que en San Joaquín a las cabras no las dejaban trabajar solas, todo tenía que ser validado por los hombres y eso fue muy difícil. Entonces estábamos funcionando súper bacán con Valparaíso, y San Joaquín poniendo puros problemas porque las cabras se dejaban estar por lo que decían los cabros, porque el porcentaje de mujeres es mucho menor que acá en Vitacura o en Valparaíso. Entonces también estábamos jugando desde la sororidad y poner en práctica lo que estamos pidiendo: “no nos podemos enojar con las cabras, debemos seguir trabajando y pasar por alto a sus compañeros”. Pero tampoco nos dejaban intervenir con sus compañeros, nos decían: “Ay, ustedes no estaban aquí, ellos nos ayudan”, entonces estábamos lidiando con las distintas dinámicas de cada campus, es la misma Universidad pero somos totalmente distintas. Eso sí el petitorio fue unificado, y todo lo que se hizo se hizo hablando como Santa María, entonces eso de “todo lo que pasa aquí en Valparaíso, tiene que ser replicado en Santiago”, ya no corría. Para bajar el paro se hace una reunión. El paro igual duró un poco más porque estábamos todos súper cansados y las autoridades estaban súper intransigentes, dentro de la intransigencia que les permitía la ética porque tampoco nos iban a decir que no a cosas básicas. Pero lo que se fue haciendo una vez que se acepta el petitorio en un 60% u 80%, es que se crearon mesas técnicas. Así funciona en general la Santa María cuando termina un paro, comienzan las mesas técnicas con ciertos plazos estipulados dentro de la negociación. Estas mesas van en pos de lograr algo, porque una vez

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que se logran los puntos esos ya están garantizados, de ahí en más solo es lograr que lo hagan en los tiempos estipulados. Entonces hay cosas que ya se han logrado, pero hay otras que hay que seguir trabajando, como la biblioteca feminista y tener un baño neutro. También se busca más conversaciones de género, quizás capacitaciones, se abre la comisión universitaria con nuevos encargados y se anexa la Secretaría de Género al petitorio. Las denuncias ahora pasan por la secretaría, nosotras somos las que contenemos las denuncias y después se pasa según el protocolo hacia las autoridades, y ahí se ve si tiene que salir la denuncia hacia la Fiscalía o si se mueve por protocolos internos. Ha sido un proceso lento. Esa es la única manera que hemos tenido de acreditar lo que decimos. O sea, es la palabra de ellas apoyada por la nuestra, les hacemos un papel diciendo: “esto es lo que va a pasar”. Se trabaja con ello y le vamos dando, pero de ahí que lo hagan o no lo hagan está en la voluntad de la universidad. vii. reflexiones posteriores Es muy cuático pensar que los tiempos están cambiando, por ejemplo, en Vitacura desde hace un par de años las generaciones ya no son fachas, tienen enfoques feministas. Creemos que la lucha ahora sigue para no desmerecer el movimiento, como cuando la gente dice “es que se bajó el paro”, y se olvidó. Para nosotras no, sino que abre una ventana de esperanza y proyecciones súper importantes, cosas que hay que ir cam-

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biando. Hay un video de todo el patio lleno de gente, votando a mano alzada el paro. Entonces, hay gente que está chata igual que tú, y probablemente tienen problemas para organizarse porque vienen de colegios privados donde no saben organizarse. Creemos que esa es la primera etapa que se abre, en la Santa María falta organización porque falta gente que quiera moverse en los espacios. Es un trabajo de hormiga, de concientización, de hacer charlas, de hablar para que siga siendo un tema importante. Son acciones que van dando la lucha para hacer una Santa María no sé si feminista, pero sí más acogedora. Pasa mucho que las mujeres son el porcentaje de deserción más alto porque no soportan el espacio, y nosotras queremos cuidarlas tanto como queremos que la educación sea mejor y no sobre exija al alumnado en todo su grosor, vamos a velar también por ellas. Ha habido un pequeño cambio de switch, al menos en el alumnado. El problema va a ser cuando entren las nuevas generaciones y digan “aquí también pasó”, y ahí vamos a seguir hueviando, vamos a seguir funando, vamos a seguir hablando, hasta que la gente sepa que esta cuestión no vino para irse. viii. implicancias para la educación Creo que son dos cosas muy contrapuestas las que rescato. Lo primero, esa primera asamblea donde nosotras estábamos muertas de miedo sentadas en una esquina. Lo recuerdo con las emociones a mil, entre estar muy asustadas, muy

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emocionadas, llorando, pero también expectantes a ver qué pasa con un movimiento así en una universidad de hombres y elitista. Y darnos cuenta que efectivamente no podía haber cosas tan fantásticas, el escuchar comentarios de: “¿por qué no nos invitan a las asambleas de toma?” y nosotras respondiendo: “se pueden quedar, las asambleas de toma son abiertas, no te tienes que quedar en la noche nomás”. Pero pese a esos comentarios estúpidos siento que la más cerrada de las personas empezó a entender que esto era importante, que ya no puedes decirle ‘feminazi’ a la compañera que habla temas de feminismo. Eso fue lo primero: el sentir que cualquier color político considerara impresentable a un abusador o violador en tu sala de clases. Y que sea lo que sea, decían “tú no me caes bien, feminazi, pero tienes razón en este punto. No puedes convivir con un violador”. Entonces, ese sentido común que en la Santa María no existía se abre ese día. ¿Son unos estúpidos? Sí, estoy de acuerdo. ¿Validan la cultura de la violación? Sí, estoy de acuerdo, pero hay ciertas cosas básicas que se entienden. Ese fue el primer momento en que dije: “wow, aquí hay mucho material para trabajar”. Lo segundo, fueron esos momentos más pequeños donde se conversaba de cosas como estas y que no se daba en otras tomas, el “¿cómo estás?”, “¿estás bien?”. Pasaba mucho que se acercaba gente y me decía: “¿quieres salir un rato, quieres que nos vayamos de acá? podemos movernos”. Es la validación de la emoción frente a un movimiento político, aquí lo estamos haciendo y se habló mucho desde la experiencia. Estos movimientos parten desde el dolor, desde la experiencia, desde la

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resignificación de los espacios; dejamos de ser víctimas, para ser luchadoras. Hay gente que dice que pasamos de ser víctimas a sobrevivientes. Este es un movimiento que merece cuidar a las que vienen después, es un movimiento que te dice: “¿segura que te quieres quedar? Te puedes ir a acostar, puedes no estar aquí”. Se habló mucho también de no tener denunciantes dentro de la toma: “salgan, nosotros nos tomamos la universidad por ustedes”. Esos momentos abren un espacio para decir: “las cosas se pueden hacer de manera distinta”, hay material para trabajar y además se puede hacer de manera distinta. Una de las fortalezas más grandes fue el ir al frente porque los presidentes de los centros de alumnos y federaciones son hombres, y se deja relegadas a las mujeres a un espacio mucho más oculto, pero las mujeres tenemos roles potentes dentro de las movilizaciones pero no los vemos. Entonces una de las cosas positivas es devolverles a las cabras, a nosotras, la posición que merecemos. Como trabajamos en pares ya valemos menos, tenemos que trabajar el doble para que nos paguen un cuarto de lo que ganan ellos, tenemos ese trabajo oculto súper arraigado. Esa fortaleza es poder participar en estos espacios universitarios donde nos estamos formando, y queremos que la educación sea completa, que no aprendamos solo cosas intelectuales sino que también podamos hacer valer todas nuestras capacidades. Este movimiento feminista le devuelve mucho a las cabras, en especial en los espacios donde fue separatista, el decir: “no por ser mujeres no podemos pensar o crear un mundo distinto, tenemos la misma capacidad que ustedes y lo vamos a lograr. Por

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favor no nos invaliden más”. El sentir a los hombres con la disposición de: “ustedes dígannos, nosotros hacemos”, fue cuático igual, el estar en asamblea y de repente salir y que estuviese todo listo con la comida preparada. Que nos digan: “cabras, ustedes tienen razón en esto, incluso en este espacio que es súper machista, nosotros nos damos cuenta de que están siendo súper invisibilizadas. Les vamos a devolver, al menos un tiempo, un espacio y la oportunidad de que ustedes sientan lo que deberían sentir todos los días”. Como desventaja también está lo emocional, porque como espacio abarcado también genera cierto problema. Este movimiento se mueve mucho desde la emocionalidad, entonces si no sabes dosificar bien, si no sabes analizarlo, genera mucha discusión. Uno de los errores más grandes fue estar acostumbradas a una única manera de movilizarse, partir desde intelectual y hacer petitorios sin entender que necesitamos escucharnos también. Este movimiento parte desde la pena, desde la angustia, y que ese es un proceso que aunque sea lento se tiene que vivir también, la de reivindicar las emociones. Es un: “si vamos a vivir esta movilización, hagámosla bien”. Hablemos de cómo nos sentimos, como lo que pasó en la asamblea de ese día, sin los momentos de llanto y de pena es imposible partir un movimiento como este, porque no es un movimiento cualquiera. En algunos momentos fue creer que tenemos que movernos desde la intelectualidad, desde esto que hacen los hombres en los movimientos anteriores, de tener todo súper estructurado y decir “ya no te pongas a llorar, hay que trabajar”.

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ix. desafíos para el movimiento

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Este movimiento se mueve desde la sororidad, es el querer desde el fondo del corazón que las cosas sean distintas, y de ahí nace toda la organización, el movimiento y la disciplina. La disciplina es mucha detrás de una emocionalidad bien canalizada. No lo haría distinto a como lo hicimos, nadie sabía cómo hacerlo y estamos todas aprendiendo. Eso fue una desventaja: tratar de imitar cosas que son inimitables, no podemos llevar este movimiento en los ritmos que se llevan los otros movimientos. Me gusta esta educación no sexista pensada fuera de la academia, esa educación que se da en la casa. Y entendido así, hace más sentido que el movimiento feminista logre entrar en los distintos espacios transversalmente. A través de un petitorio puedes lograr que las universidades tengan baños mixtos, protocolos, muchas cosas; pero la educación no sexista tiene que ir mucho más allá, como una cosa de convivencia y de crear una base para la sociedad que sea distinta en los tratos. Cosas básicas, parar con la cultura de la violación, parar con que las niñas tienen que ser bonitas y los niños fuertes. El movimiento feminista valida mucho la experiencia, el sentir, valida mucho el darte cuenta que la tradición no lo es todo. Desde el feminismo muy académico hasta esta cosa emocional que siente tu abuela en la casa, todo eso se empieza a hablar y se empieza a decir que necesitamos que las cosas se construyan de manera distinta. Necesitamos que lo que

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se está diciendo, enseñando, traspasando por generaciones, sea distinto. Para resumir la idea: el feminismo permite la emocionalidad y el sentir, que pase por arriba de la intelectualidad, de la tradición, de lo que supuestamente era normal y que lo vayamos destruyendo. Onda, “esto no nos hace sentir bien, nos hace mal, destruyámoslo, hasta que aparezca algo que sea fructífero”. En el mundo académico pasa eso, estamos chatas que los profes nos traten de tontas y que nos ofrezcan sexo por notas. Estamos chatas y se habla, esto ya no puede seguir pasando. Y se cambian estatutos, salen protocolos, y así va avanzando en distintos pasos. Tenemos que aprovechar como estudiantado que todavía somos quienes pagamos, porque en la pega está en juego tu sueldo. Aprovechar ese privilegio que tenemos aquí de ser escuchadas porque somos consumidoras, que es súper penca, pero es decir: “el movimiento feminista viene a abrir puertas no solo para nosotras, sino también para todas las que se mueven en este espacio”. Las emociones deberían volver a entrar en los establecimientos educacionales y en la familia, el espacio de la creatividad, de la emocionalidad, dejar de validar a la gente como un número, por plata o por su intelectualidad. Esto abre mucho a que el feminismo no solo entra con mucha potencia, sino que viene a cuidar a la gente. El feminismo viene como una capa protectora a cuidarnos de que no sigamos siendo violadas o que nos sigan matando. Uno de los grandes aprendizajes es darse cuenta, incluso en esta universidad, que se valida a la gente por ser ‘muy inteligente’ y ganar mucha pla-

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ta cuando salgas, pero que es necesario validarte a ti misma desde otros lugares. Yo lo he pasado súper mal siendo ingeniera, es algo sin sentido, sales de aquí solo a ganar mucha plata, entonces estas conversaciones que se van dando incluso en el pasillo van alivianando el alma para entender que hay mucha humanidad dentro de las personas. Ese es uno de los aprendizajes que siento que la gente tiene que tener, de relucir nuevamente. La única manera de hacer grandes cambios es que saquemos nuestra parte más humana de nuevo, desapeguémonos de esta cosa media de robot de estar trabajando, de la rutina, y debemos reconocer que hay días que no se puede, que estás más cansada, que hay días que vas a estar triste y está bien. El día en que nos conectemos nuevamente con esta ciclicidad empezaremos a ver que no todo puede ser tan bueno, que no todos los días van a ser tan eficientes. Cuando empieza a abrirse eso, va a ser el día en que también empiezas a unir todo lo demás y la vida va a ser más fácil. Yo reconocí que hay días que no podía venir a la universidad, que no todo estaba bien y me empezó a ir mejor. Los días en que validas las emociones, la creatividad, ese espacio que está súper cerrado, es el día en que también se abre todo lo demás. Ese es el aprendizaje que saco de aquí: que se abran todos los espacios emocionales. Que se abra lo que está invalidado desde hace mucho tiempo.

el aprendizaje es el empoderamiento Teatro – Universidad Católica, Campus Oriente

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i. presentación Yo estudio teatro y el género siempre ha sido un tema. Uno siempre está representando roles, entonces hay algo con el género que siempre ha sido problemático: el casting, por ejemplo, siempre está muy involucrado el cuerpo. Hay otra dimensión que siempre se ha estado cuestionando con respecto a la carrera misma, desde ahí también sentí que el tema ya venía de antes. Quizás puede aparecer muy focalizado en la Facultad de Artes, que sí estaba con este cuestionamiento o quizás tiene que ver con el rollo artístico, porque iba a otros campus, por ejemplo, en San Joaquín o en Casa Central y allá no se vio nada. Acá nos queda como fácil somos muy pocas carreras en un espacio súper acotado, entonces se desarrollan más conversaciones que en otras partes, tenemos ese privilegio. Aquí partió muy piola con unos mensajes que pusieron en todas partes, en el patio, en las bandejas, en donde decía ‘si tienes tu denuncia escribe aquí’. Lo veías por todas partes de la universidad y ahí empezó a tomarse en serio. Se concientizó al respecto, pues había un organismo que ya estaba operando para llevar el proceso dentro de la universidad. Pero si bien uno veía eso, se lo veía más suave, después cobró mucha más fuerza.

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ii. las primeras denuncias

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Acá comenzamos con asambleas chicas y haciendo asambleas por grupos, porque somos carreras chicas. Primero fueron asambleas por carrera que intentaban resolver ciertas cosas, hubo dramas que nos llegaron de música y ahí apañamos a las cabras de música, porque ahí fue donde golpeó más fuerte. Partimos con asambleas de mujeres solamente y me acuerdo que fueron muy intensas, imagino que fue así en todas partes. Fue muy intenso, porque tuvimos un antecedente que fue muy importante y ocurrió como un mes antes del paro: una compañera tuvo un problema con un estudiante que también era ayudante, en que él fue denunciado pero aun así seguía en su rol de ayudante. Después recibió más y más denuncias, fueron siete denuncias en total. La universidad por un tema burocrático, y porque ella no contaba tampoco con la red que se necesitaba para llevar a cabo la denuncia, se demoró mucho tiempo en proceder, mientras que él acosaba permanente a la víctima. La situación llegó al punto en que ella tenía que cambiarse de patio porque estaba él ahí, y él iba al patio donde ella se había movido. ¡Era una burla! Él sabía que no le iba a pasar nada. Esta situación mantuvo en una tensión muy fuerte a la universidad, ya después supimos de seis casos más y luego supimos que eran miles de otras personas que estuvieron involucradas. Esto de las denuncias fue un tiempo antes de la movilización feminista, antes de todo el movimiento nacional. Era un tema muy complejo, pero él seguía ahí prácticamente

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arrepentido de nada, ni siquiera se vio una evolución de su parte, nada, él iba a donde estaban las personas que acosaba y se sentaba al lado de nosotras sabiendo la incomodidad que provocaba, ya era un caso muy desagradable. Me acuerdo que hicimos un lienzo grande para decir que ese cabro estaba denunciado y que no podía seguir siendo ayudante. Entonces, con un grupo de unas cuarenta personas escribimos el lienzo y entramos a la sala donde él estaba haciendo clases. La otra ayudante y la profesora quedaron muy shockeadas y tiempo después, luego de todo lo que había pasado, lo sacó de la ayudantía. Ese tema estuvo muy sensible, pero también fue muy bueno que las cabras se manifestaran porque esta persona egresaba y tenía que hacer una obra: en una parte de la obra estaban acosando a una niña en escena y él le decía como “oye, si te dice no, es no”. Cuando vi eso pensé “¿nadie le dijo nada?”. Eso fue muy penca, porque esa profe le dio ese texto una vez que ya sabía todo el rollo que había, fue extraño, porque fue una exposición a nivel Teatro UC donde va mucha gente. Pero para otra función fueron otras cabras y empezaron a gritar cosas y las empezaron a callar, la gente las empezó a echar del teatro, no las dejaron manifestarse. Me acuerdo que se levantaron cuatro compañeros que después les dijeron que estaban curados y que esa fue la excusa para echarlos. Todos cubriendo al tipo que estaba ahí. Luego de la denuncia fue un proceso muy largo y en donde las personas que denunciaron estuvieron súper expuestas. Cuando se hizo el lienzo, pasó lo que pasa en todas partes y

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se cuestionó mucho, entonces aparecieron las frases de siempre “ya, pero quién lo dijo”, “ya, pero a quién le pasó”, “necesito saber, porque si no en verdad puede ser una mentira”, ¿y si están mintiendo respecto a este cabro?”. Las profesoras mujeres estaban igual de cansadas y choqueadas que nosotras, apoyaron e intentaron hacer avanzar lo más posible el tema a tal punto que después él ya no podía entrar a la Universidad. No se le dio el título, a pesar que ya había egresado. Las profesoras se organizaron e hicieron conversatorios durante el paro. Después llegaron casos de música que ya estaban a otro nivel porque música funciona como un conservatorio, entonces son alumnas con un profesor solos en una sala. Todo es mucho más difícil de llevar sobre todo por el tema burocrático, ahí no sacaron a los profesores que tenían que sacar en su momento. Las cabras de música muchas entran más jóvenes, e incluso siendo menores de edad. Entonces ahí se hicieron llamados a parar y la Facultad paró al tiro, porque en teatro ya teníamos este tema muy sensible. Se hicieron asambleas de mujeres y fueron muy densas, porque empezaron a salir casos tras casos. Todo era como una especie de desesperación, por un lado hay gente que apenas se cuestiona el tema; y por otro, la necesidad de muchas cabras de gritar lo que les había pasado. Hubo mucho llanto desesperado de cabras diciendo: “necesito que paremos porque de verdad yo no puedo seguir compartiendo sala con gente que de verdad llevo mucho tiempo incómoda”.

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Dentro de la universidad no tenemos un grupo de psicólogos que esté enfocado a los casos con este tipo de denuncias, ni tampoco en nuestra Facultad. Nosotras tenemos que ir a denunciar a San Joaquín o a Casa Central, y para eso se necesita tiempo, nos queda más lejos todo y no es un trámite corto. En el caso de mi amiga, primero tuvimos que hablar con los profesores, con los directores, después esperar la respuesta para que sea citada. En la citación le hacen preguntas como “¿por qué estabas tan tarde ahí?”. Es desagradable tener que justificar eso, “¡porque si no más!”. Prácticamente le estaban diciendo “tú te lo estabas buscando a esa hora”. Fue un problema grande, era agotador y no había un grupo especialista que lo llevara. iii. inicio de la movilización El inicio de las movilizaciones en el campus fue rápido, más aun con respecto a estas denuncias. Tratamos de hacernos cargo de alguna manera, entonces se hacen asambleas, se discute respecto de los temas que están pasando. La Facultad es súper sensible a las cosas que suceden afuera, se gatilla muy rápido el nivel de organización en cuanto a asambleas y de movilización. Ahora, lo que yo vi o sentí de los otros campus es todo lo contrario, en Lo Contador prácticamente no existen las asambleas o existen muy pocas y asiste muy poca gente. Entonces siempre ocurre lo mismo dentro de las movilizaciones sociales: Oriente tiende a llevar un poco más batuta frente a

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los otros campus. Yo tenía una amiga de arquitectura que me dijo: “yo no sé si existen asambleas en mi universidad”, y el problema es que a esas instancias van dos personas que además están vinculadas a los partidos políticos dentro de la universidad. En cambio en Oriente la mayoría de las personas van sin partido, sin nada, solamente por el hecho de participar, creo que tiene que ver con el rollo del arte porque es como hacerse responsable del contexto también. Después de eso, tiempo después empezaron las diferentes organizaciones a salir del campus. Se organizó más fuerte, aquí se afirma y se afiata rápido porque somos un campus tan pequeño que todos se conocen con todos. Comenzamos a movernos y empezamos a hablar con las otras universidades, fue una cabra de la USACH a hablar a una asamblea, empezamos a escribir un petitorio externo y uno interno por carrera, porque entendemos que nuestra carrera tiene relación con el cuerpo, por lo tanto necesita un petitorio muy distinto al de las otras carreras. Nos unimos a los petitorios que tenían las asambleas de la USACH y la Universidad de Chile. Nos invitaron también como teatro a que conversáramos con la Red de Teatro de Chile, entonces hicimos una performance como forma de apoyar a las actrices que en televisión también habían sufrido abusos. ¡El movimiento venía de todas partes!

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iv. oriente paraliza En cuanto a orgánica yo diría que estamos recién aprendiendo, no sabíamos cómo hacerlo a nivel macro. Necesitábamos ayuda externa en cuanto a organización entonces la USACH nos mandó su petitorio y fuimos trabajando en conjunto, me acuerdo que estuve en la conformación del petitorio de carrera y ahí hablamos con las cabras de la Chile para ir viendo qué cosas iban dentro del petitorio y cómo se regulaban ciertas cosas. Al menos en Teatro era bastante delicado porque en nuestras clases nosotros tenemos mucho contacto físico, tenemos clases de movimiento donde prácticamente nuestros cuerpos están pegados, se rozan a cada rato, entonces es difícil establecer cuáles son los límites entre estudiantes o entre profesor y estudiante o entre ayudante y estudiante. Siempre está la posibilidad de que esos límites se vuelvan un poco difusos. Entonces nos llegó la noticia de toda una movilización nacional, el contexto estaba pidiendo más movilización y nosotras también. Cuando nos fuimos a paro empezamos a comunicarnos con las otras carreras, humanidades empezó a llamar a asambleas de mujeres, pero esta vez eran más grandes y ahí ya empezaron las conversaciones entre las distintas asambleas. Las estudiantes de derecho estaban trabajando en casos de denuncia y comenzaron a asesorar legalmente esos casos, porque una puede denunciar por medio de la universidad pero las sanciones no son apropiadas. Entonces ahí las de

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derecho se estuvieron moviendo para que estas denuncias se hicieran por una vía legal o incluso a través de Fiscalía. Nos empezamos a organizar con las cabras de allá y de afuera de la universidad. Empezaron a haber muchas asambleas en San Joaquín y Casa Central, hubo muchas movilizaciones y muchas intervenciones artísticas dentro de las mismas marchas, las cabras se agrupaban antes de las marchas en Casa Central y se acompañaban entre todas. El paro previo a la toma duró cerca de tres semanas y se hicieron hartos tipos de actividades. Estaba la comisión de petitorio interno y la comisión de petitorio externo; había otra comisión que también se dedicaba a la parte informativa, para saber estar conectadas con lo que estaba pasando; estaba la comisión de movilización que era la que se encargaba de la organización de las mismas movilizaciones o de intervenciones artísticas en las marchas; también estaba la comisión de embajadores, que son los que se encargan de hablar con las otras universidades y trabajar en conjunto. Las distintas áreas y las distintas comisiones hablaban respecto a los avances que tenían, y en base a eso se tomaban decisiones, teníamos distintos tipos de asambleas, como las resolutivas que era donde tomábamos las decisiones. Había una asamblea informativa, donde uno prácticamente iba a informarse. La más importante fue la comisión de ética, que estaba encargada de recopilar todos los testimonios y llevar los casos, esto fue particularmente difícil porque no teníamos muchas herramientas de contención u orientación psicológica, era una cosa de criterio personal entonces lo volvía aún

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más sensible y difícil. Por ejemplo, cuando hay una situación entre un profesor y una alumna hay una dinámica jerárquica de poder; pero estando en un mismo nivel, es decir, entre estudiantes, era muy difícil encontrar el camino para llevar a cabo un caso. Siento que teníamos la misma línea entonces no hubo tantos puntos de quiebre, pero el agotamiento si nos afectó, siempre intentamos abarcar todo entonces nos pasaba que de repente pasábamos todo el día en alguna actividad. Con el desgaste físico que conlleva el paro y que también recibíamos información súper angustiante desde la universidad, nos llegaban amenazas y declaraciones de: “bueno, vamos a tener que cortar aquí las clases, se canceló el semestre y vean ustedes cómo lo van a hacer”. Entonces siempre pasa de que alguno dice: “no, oye ya volvamos a clases”, “¿qué va a pasar con esto?”, “yo no tengo plata para seguir pagando después”. Era delicado, porque volver a clases significaba volver con tus mismos compañeros que habías denunciado. Definitivamente había un tema de orgánica, simplemente ya no estaban todas yendo para un mismo norte, claramente. Aparecieron todas las aristas y diferentes miradas del feminismo. Volver a clases era muy difícil, no por el hecho de que no se quisiera, sino porque tenías gente conviviendo bajo un mismo techo, denunciado y denunciante. Y además los profesores tampoco tenían las herramientas para llevar eso y manejarlo durante las clases. Nosotras mismas no teníamos las herramientas, entonces las asambleas empezaron a separarse.

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En un momento se empezó a trabajar con los funcionarios, las comisiones que había inicialmente después se volvieron mesas de trabajo, por ejemplo, la comisión de ética trabajó en conjunto con algunos profesores y llamaron a gente externa para ver cómo llevar los casos particulares. Se trabajó con el departamento, que eso era muy importante también, se trabajó con los subcontratados y subcontratadas. El tema de las subcontratadas también fue un punto que siempre estuvo en el petitorio, porque también tuvieron un problema interno en cuanto al dinero y a la forma en que se trata a los subcontratados. Se hicieron distintas actividades desde las distintas áreas del trabajo teatral, desde el área de movimiento, el cuerpo y el género, desde la voz y el canto; desde la actuación obviamente también hubo algo muy importante ahí. Las profesoras se organizaron para hacer petitorios internos, llevaron muy bien su organización a pesar de haber profesoras que estaban siendo cuestionadas, porque había unas que tenían prácticas bastante machistas; por ejemplo, como somos una carrera de pocos hombres y muchas mujeres, siempre los roles principales eran para hombres. Pero había profesoras diferentes, había profesoras que prácticamente estaban en todas las asambleas y también ayudaban en las intervenciones de las marchas, organizaron muchas charlas y se movieron harto. Hicimos calzar el cronograma de la movilización, de organización y de asambleas con los programas que nos proponían las profesoras.

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v. la toma de la uc Pasamos mucho tiempo en asambleas solamente de la universidad, entonces no nos conectamos mucho con las asambleas que había afuera. Siento que a nivel país todas las universidades se fueron para adentro, porque había un análisis respecto a lo que estaba pasando en tu convivencia diaria y en tu propio contexto, entonces no hubo mayor interacción con otros establecimientos. Se realizó una asamblea y se habló derechamente de toma, pero no sabíamos cómo efectuar una toma, aquí estamos como en una burbuja y somos tan burgueses que nadie es capaz ni sabe ser radical. Pero la toma que hubo en Casa Central movió muchas cosas. Sin embargo, también hubo un choque ideológico, había personas más recatadas al respecto y que decían “sí, es un problema, pero no hagamos nada, mejor hagamos algo más pasivo”, y hubo muchas carreras que no se manifestaron tanto. Algo importante fue que la asamblea abierta decidió elegir a representantes que funcionaron en torno a rotación. Tres representantes a la semana eran las que llevaban la batuta, pero después esas tres representantes se lo pasaban a otras tres representantes elegidas la semana siguiente, y así iban funcionando en una rotación. Lo mismo pasaba con la mesa coordinadora que hubo a nivel de todas las universidades. Se hizo una mesa coordinadora en donde también iban rotando. Esto dificultó el flujo de la información; por ejemplo, estudiantes que después fueron dirigentas, no estuvieron en

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algunas instancias de la movilización, entonces se volvían a plantear temas que ya se habían hablado y volver a decidir cosas que ya se habían decidido. Faltaba un mejor traspaso del registro que se llevaba durante las asambleas, entonces ahí empezaron a haber problemas internos. El primer día de toma se hizo una bola enorme afuera del edificio con gente de derecho, había hombres y mujeres. Estaban muy enojados y hubo muchos insultos, de repente cabros llegaban enajenados y enojados diciendo “¡qué le están haciendo a mi universidad!”. No entendían o no querían entender. Por eso necesitábamos todas las manos posibles, ya sean hombres o mujeres, todo era necesario. En las noches nos enviaban audios de gente diciendo que en cualquier momento iban a ir a sacarnos. Además de la presión constante, porque en cualquier momento pueden venir a bajarte los pacos y sacarte, porque esa igual fue la amenaza de Ignacio Sánchez. Nos dijo: “salen por las buenas y yo les acepto el petitorio para que trabajemos, o salen por las malas y no acepto nada”. Tenías esa amenaza que era constante. Pero también, pasó muchas veces que en las noches los cabros de derecho y cabros de medicina desarmaban la toma, incluso hicieron un asado al lado de nosotras, hacían fiestas, ponían música en el mismo espacio porque no teníamos tomada toda la facultad, solo una parte de la Casa Central. Los medios fueron un tema y había que decidir cómo íbamos a transmitir lo que estaba sucediendo en este movimiento hacia el exterior. Éramos conscientes de que la movilización era desde Casa Central (la cual no había sido tomada en

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mucho tiempo) porque la figura de la Universidad Católica tenía cierto peso, y que en algún momento iban a llegar medios a preguntarnos. Fue súper complicado, ¿a qué medios les vamos a hablar? ¿A Teletrece, a TVN? ¿O a los medios independientes y de prensa feminista? Pero si íbamos a hablar a los medios de prensa feminista teníamos que ser conscientes de la cantidad de difusión que tendríamos. También había que acordar qué palabras exactas teníamos que decir, de esta manera, en caso que te cortaran aparecía el comunicado de lo que realmente queríamos transmitir. Todas esas cosas empezaron a generar muchos problemas, además hubo gente que empezó a funar la toma desde adentro. Estaba la toma, y al otro lado personas que se quedaban haciendo un asado, intentando sacar las sillas desde afuera, hombres burlándose y diciendo: “si ya se van a bajar”. Se hizo una orgánica desde adentro, hacíamos turnos para cuidar en la noche, y las personas que estaban afuera eran insultadas prácticamente todo el día, entonces ya nadie quería estar afuera. Los temas de estas orgánicas cotidianas causaron problemas, porque el trato dentro de la misma asamblea fue un problema. Problemas personales eran expuestos a un nivel en que generaba mucha angustia, y siempre eran las mismas voces que se volvían más fuertes que otras. Se empezaron a desvalorizar algunos discursos frente a otros y había muchas personas que se imponían desde un lugar más violento, entonces empezaron a generarse como tensiones dentro de la misma causa.

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No pensar lo mismo nos llevó a movernos desde el “amiga, yo te creo”, al “amiga, no quiero estar más contigo”. Se peleó mucho, se hicieron hartos grupos dentro de la misma organización, y surgió otro gran problema que fue porque también hubo chicos dentro de la toma al momento de entrar a Casa Central, porque obviamente necesitábamos muchas manos. Después ellos se quedaron y se hizo la pregunta: si habíamos decidido ser solo mujeres, ¿por qué había hombres? Uno de los principales problemas fue ¿cómo concebir el feminismo? ¿Quiénes somos? ¿Desde qué lugar te toca participar en esta movilización? ¿Desde qué lugar participarían los hombres? Fueron muchos problemas y ahí aparecieron los quiebres que jamás se resolvieron. Por ejemplo, las manos de los hombres fueron necesarias en su momento; pero ¿hasta qué punto era necesario? Era un movimiento que estaba impulsado desde las mujeres, entonces es necesario conservar el motor principal del cual surgió todo. Era hora de que ya empezáramos a reflexionar de nuevo en torno a los principios fundamentales que iban a ser ocupados para todo, llegó el punto en que teníamos que reflexionar respecto a los cabros y su rol en todo esto. En algún momento se habló que en Oriente los cabros estaban deconstruidos. ¡No! Así de simple, no. Es imposible, no pasa en tres días de toma, no pasa en un año, no pasa ni en diez, porque todavía no somos conscientes de la cantidad de cosas que tenemos metidas adentro de nuestros cuerpos, que ya nos han determinado tanto que en verdad uno no puede decir: “Sí, ya pasó, ya estoy listo”.

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El movimiento de disidencia también estuvo presente y fue algo con lo que también había que tomar una decisión, sobre todo con respecto de los hombres homosexuales. Nos faltaba información al respecto para aclararnos de lo que era el sexo, el género, la orientación sexual, etc. Nos faltaba aprender para tomar una decisión respecto a cuál era el lineamiento feminista que íbamos a tomar y sus valores principales. Estaba todo muy confuso. Hubo una asamblea nocturna en que se habían elegido voceres disidentes, pero llegaron al acuerdo de que se tenían que ir todos los hombres. Ahí ya empezó un gran problema, de hecho, más grande que la gente que tuvimos afuera, que ya era un desgaste porque nos estaban funando; más que los medios de comunicación; más que nuestra propia desinformación respecto a cómo organizarnos; ese fue el principal detonante donde se dividieron los grupos. Se dividió todo, fue una noche muy intensa. Llegó este grupo de disidencia, porque fue un grupo enorme, a decir que no se sentían cómodos con los hombres ahí y que tenían que irse. Al mismo tiempo ellos fueron muy cuestionados; todos fueron cuestionados, mujeres, hombre, todas, todos, a un nivel que ya era imposible de sostener. Fue un quiebre ideológico, ya que no contemplábamos de la misma manera el feminismo. El respeto entre nosotras tampoco funcionaba, porque algunas prácticas que nosotras considerábamos patriarcal, eran replicadas por otros cuerpos pero con las mismas violencias, las mismas jerarquías, las mismas imposiciones. Todo se volvía difuso, un poco cuestionable, no hubo nadie que no fuese cuestionado. Esa

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noche se fueron todos los cabros, pero también se fueron muchas cabras. Entonces obviamente ahí está la pregunta: ¿hasta qué punto van a llegar las mesas de trabajo? porque el rector está quedando muy bien frente a todos y nosotras estamos quedando como el enemigo en las noticias, y ya no sabíamos tampoco cómo seguir. Entonces había un problema mediático, esa noche teníamos que tomar esa importante decisión respecto a si bajar o no bajar la toma, pero principalmente por el tema del rector. Se hizo una asamblea que partió a las ocho de la noche y terminó a las cinco de la mañana del otro día, fue como cíclica y se volvían a repetir los mismos temas porque las mismas personas decían la misma cosa tres veces con diferentes palabras. Fue poco resolutivo todo, era largo, mucho agotamiento y muchos problemas. Esa noche yo ya no podía más con todo el problema que hubo. No entendía nada. Después se decidió bajar la toma y aceptar el petitorio, salieron las dirigentas a la calle y fueron a darle la mano al rector. Este es el problema de ser inexpertas y de ser un espacio tan burgués. En la universidad en la que estamos tenemos todas las comodidades, una toma en que quedarse a dormir significaba tener aire acondicionado y comer nutella en la mañana. Faltaba ideología, faltaba que alguien nos enseñara más. Esa noche, de esa asamblea las cabras salieron echas polvo, ya no querían más. Después de eso teatro estuvo algunas semanas más en paro, pero solo habíamos diez personas y ya

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no se sostenía la movilización. La gente estaba en sus casas pero no creo que hayan estado en sus casas de vacaciones, sino que estaban decantando la cantidad de información y todas las cosas vividas dentro de la toma. Fue muy fuerte, entonces se enciende la necesidad de un espacio de recogimiento para procesar todo lo que pasó. vi. reflexión sobre la movilización A nosotras nos faltó más actividades recreativas, faltó traer gente de afuera para que hablara sobre diferentes temas, gente que ya había estudiado todo esto que nosotras nos estábamos recién cuestionando. Ese tipo de actividades unen y a nosotras nos faltó eso. El último día de toma se empezaron a proponer actividades como clases de yoga, y todo tipo de cosas que eran para la convivencia misma. Pero no funcionó tanto porque la mala organización afectaba, y cada segundo era necesario ocuparlo en organizarnos y eso nos fue desgastando lentamente. Hacen falta los espacios previos a la movilización, hacen falta espacios informativos, nos falta política a nivel de universidad y nos falta ideología. Es importante que se proyecten organizaciones que trabajen a más largo plazo acerca de cómo presentar la información para que la gente pueda acceder a ella. Si bien está SEGECS que por ejemplo, trabaja con problemas de género, pero trabaja más desde un aspecto normativo, trabajando con denuncias y acompañando a la persona que hizo la denuncia. Pero en un espacio tan

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burgués, tan cerrado y tan conservador como es la Católica, hace falta información. Es necesario entender qué es género, qué es el cuerpo, cómo se manifiesta, todas esas cosas que nosotros y nosotras no lo manejábamos y que son cosas básicas para llevar a cabo una discusión. Creo que pudimos habernos asesorado por organizaciones feministas para que vinieran a hablarnos desde un pensamiento más acabado. vii. aprendizajes

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Todo esto fue un aprendizaje que ni siquiera sabría expresar en palabras porque es un cambio de paradigma, siento que todavía estamos en un proceso en que no se ha terminado de levantar todo aquello que recibimos como aprendizaje, porque finalmente es una forma muy distinta de concebir las relaciones humanas. Ahora veo a mis compañeras y su todo es distinto, su manifestación corporal y social, todo es distinto. Si bien sufrimos un periodo doloroso, el aprendizaje es el empoderamiento: la forma en que ahora estamos manifestándonos o cómo rompemos con esa normalización. Hay un aprendizaje desde el cuerpo, desde otro lado que no es teórico, es un aprendizaje desde la ignorancia que tenemos, en que una concluye que nunca va a dejar de aprender. Lo bueno es que ahora se ven esas cosas que antes se pasaban por alto. Si ahora vemos un problema dentro de la universidad o dentro de la carrera es posible comunicarlo, ya desaparecieron algunos de esos nudos en la garganta. Ese aprendizaje quiebra las represiones que una misma se autoimpone, porque

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siempre está la posibilidad de hablar pero es difícil porque hay miles de aspectos sociales que están sobre ti para que no lo hagas. Entonces una dice “no” y priorizas tu espacio de habla como mujer, priorizas algunos sentidos que antes decidías ignorarlos, y finalmente priorizas a la compañera que tienes al lado. La sororidad es un aprendizaje que creo que todas se llevaron, donde uno de los principales aciertos fue conectar definitivamente con una persona y con aquello que es humano. Son aprendizajes fuertes. Esta movilización en particular no es muy comparable a otras movilizaciones estudiantiles porque en esas se trae un lado más racional, pero esta movilización aborda otros lugares que no se puede racionalizar, pero que son igual de importantes y que nunca se les ha dado espacio, son lugares de la emoción y de la emocionalidad. Nadie te educa emocionalmente, siempre es racional, entonces la demanda por ‘educación gratuita y de calidad’ uno la lleva de bandera, pero desde la cabeza. Lo otro es un cambio que te modifica completamente. Es algo que es súper ideológico, pero a la vez es integral. Puedes racionalizarlo lo más posible, pero se vive, se vive y mucho, y las relaciones sí o sí se van a modificar. Las orgánicas en otros espacios como en el movimiento estudiantil son diferentes, son más racionales y cuadradas. En cambio, el movimiento feminista se llega a un nivel de cuestionamiento en que de repente no quieres seguir preguntándote más, porque ya estás llegando a un punto neurálgico. Ambos movimientos son importantes, pero esta movilización feminista era necesaria hace mucho tiempo, es una carga his-

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tórica y social de la cual había que hacerse cargo. Después llegas a tu casa y ya todo es distinto, porque pasas de estar en un espacio que reflexiona sobre sí mismo y que opera como un espacio seguro de reflexión, para llegar a tu casa y ver que es distinto, porque tus abuelos y tus papás no están en la misma sintonía. Ellos ven las noticias, sí, pero no están en el proceso de estar constantemente observándose y observando el espacio. Lo bueno es que se estén dando estos espacios de reflexión, que podamos hablar y abarcar cada vez un poco más y llevarlo a otros espacios como la familia, para que otras generaciones conciban sus propias relaciones de otra manera y que finalmente se cuestionen los roles impuestos.

proyecciones y desafíos del movimiento feminista

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La relevancia y presencia mediática que ha tenido el movimiento feminista durante el último año, y que se inició a partir de los procesos de paralización en diferentes universidades y la visibilización de conductas abusivas ejercidas de manera sistemática hacia los cuerpos femeninos, dando paso a demandas por una educación no sexista, han permitido que el tema de la desigualdad entre los géneros se mantenga dentro de las prioridades en los movimientos sociales que han ido emergiendo durante el 2018 y 2019. Sin embargo, el camino no termina allí, los desafíos que se ha planteado el movimiento feminista son inconmensurables, considerando la gran ambición de enfrentar un modelo histórico de sociedad como lo es el modelo patriarcal, pero eso incluye también el desafío por enfrentar las dificultades y errores que se cometieron debido a la inexperiencia y falta de articulación a un mayor nivel, tal y como emerge desde los relatos aquí condensados. En este sentido, para identificar y abordar los desafíos que se desprenden de las movilizaciones feministas cabe preguntarse, ¿son suficientes los protocolos contra el acoso y abuso sexual, para construir una universidad más libre, igualitaria e inclusiva? ¿qué otros elementos emergen durante las luchas feministas en espacios universitarios? ¿cómo podemos proyectar nuestras experiencias movimentales a otros espacios y territorios fuera de las universidades? En este caso, y considerando las aspiraciones del movimiento por incluir la multiestamentalidad en las universidades y el giro de clase en otros territorios, creemos que aún queda un largo camino

una aproximación a las pedagogías movimentales

por recorrer, porque los abusos por desigualdad de género se profundizan aún más cuando existe una desigualdad de poder y de incidencia al interior de las instituciones y los distintos espacios de interacción social. Considerando esto, una universidad no logrará erradicar la violencia de género si no se incluye la erradicación de todo tipo de violencia a todas sus integrantes, independiente del rol o posición que se ocupe al interior de las casas de estudios, y claramente esto también aplica para los diferentes espacios de encuentro entre individualidades. Así mismo, la necesidad de que el espacio académico y la universidad se convierta en un lugar inclusivo y libre de violencias asociadas al género está directamente relacionado con la sensación de seguridad, lo que nos lleva a preguntarnos ¿cómo lograr construir realmente un espacio seguro para todas las personas? En este caso, la prioridad está dirigida hacia los cuerpos femeninos y feminizados, quienes sufren más abiertamente la violencia patriarcal y sus consecuencias. Así, este gran desafío no se verá resuelto con la implementación de los nuevos protocolos (en el caso de las instituciones educativas) o la promulgación de nuevas leyes que no consideren abordar las problemáticas desde su génesis; sino que va de la mano con un arduo trabajo de concientización y educación en todos los estamentos, donde el respeto por las diferentes corporalidades sea parte del cotidiano y las brechas de género no se profundicen aún más a partir del abuso y acoso sexual. Si bien, las sanciones son necesarias en una primera instancia, hace falta un largo camino para que

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estos nuevos patrones de conducta queden grabados a fuego en cada persona que transite por los distintos espectros de las relaciones diferenciadas de poder donde el género es una de sus categorías más segregadoras. A medida que reflexionamos sobre la sensación de seguridad dentro de espacios físicos específicos o la lucha contra las violencias sobre los cuerpos, surge otra interrogante que es aún más profunda y plantea un desafío aún mayor: la importancia de la transversalización de la lucha feminista hacia todos los espacios, donde una ciudadanía feminista logre hacerse presente. Este no es un desafío menor, ya que todo espacio de interacción se encuentra atravesado por prácticas, discursos y dinámicas patriarcales. Es así que el desafío para el movimiento feminista está en la capacidad de ampliarse a todos los sectores de la sociedad, a través de redes articuladas entre sí, donde emerja el poder de conectar los distintos nodos de acción feminista disgregados por el territorio. Este tipo de articulación no es sencilla ni rápida de alcanzar, pero sí potenciará la gran capacidad transformadora que ya ha manifestado el movimiento feminista desde las universidades y a lo largo del 2018 y 2019, donde espacios tan conservadores y rígidos como son los espacios académicos lograron generar cambios y establecer protocolos de acción para trabajar por la equidad de género. Finalmente, todo lo anterior se resume en el mayor de los desafíos, la lucha por la autodeterminación. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de construir espacios propios y exclusivos de y para mujeres, pero esto jamás será una finali-

una aproximación a las pedagogías movimentales

dad en sí misma, sino que es un mecanismo para pensarnos e identificarnos colectivamente, lo que finalmente se traduce en la búsqueda por la autodeterminación y no solo de la simple separación con el mundo masculino. Cabe recalcar que la búsqueda por esa autodeterminación ya está instalada, el desafío actual es buscar el camino para poder ejercerla de manera individual y colectiva, siendo la colectividad una de las áreas donde más terreno se ha ganado gracias al proceso de movilización feminista. Los desafíos pendientes para la movilización no son menores, más bien pueden llegar a ser intimidantes, considerando que todo el proceso de movilización se inició desde ninguna base previamente establecida y, por lo tanto, bajo la sombra de la incertidumbre, sin embargo, pueden ser abordados si logramos articular nuevamente las redes de trabajo que crucen todos los espacios de la sociedad, construyendo una colectividad sólida que conecte la gran diversidad que existe al interior del movimiento feminista, las diferencias y las similitudes, pensando siempre en los objetivos comunes de autonomía y autodeterminación. Estos desafíos no serán abordables si como movimiento feminista no somos capaces de reconocer los puntos de encuentro y desencuentro o quiebre, ya que son precisamente éstos los que pueden llegar a debilitar cualquier intento de movilización o fortalecimiento interno si no logramos identificarlos y abordarlos. Tras haber leído y re-pensado lo que emerge de los diferentes testimonios aquí reunidos, identificamos que existen múltiples puntos de encuentro entre las mujeres que se

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movilizaron durante el año 2018 para exigir un cambio de paradigma en las formas de relacionarnos en contextos de educación y la sociedad en su conjunto. Estos puntos de encuentro actúan como nodos de articulación al interior de un movimiento que se caracteriza por la heterogeneidad de los múltiples contextos y sujetas que lo componen, nodos que no intentan homogeneizar y ocultar diferencias, todo lo contrario, buscan construir puentes entre espacios, territorios, individualidades y colectivos que buscan objetivos en común a pesar de no ser similares en su composición inicial. En este afán articulador se identifican entonces la importancia otorgada a la apropiación de espacios que muchas veces separaban o aislaban a las mujeres movilizadas de posibles instancias de encuentro, estos espacios se señalan como las salas de clases e instancias academicistas que tienden a individualizar a las personas, y que con la transformación de la universidad durante paros y tomas, permiten encontrarse con las otras. Esta apropiación y transformación del espacio da pie también al diálogo entre pares, un diálogo que se caracteriza por la puesta en común de experiencias, reflexiones en torno a la violencia vivida por cada una y la identificación colectiva con un sistema patriarcal que las oprime a todas, independientemente de las diferentes realidades y contextos de donde proviene cada una. Así, la identificación de vivencias que se repiten en cada uno de los cuerpos feminizados y que encarnan los efectos de las violencias patriarcales se reconocen entre sí, propiciando formas de organización política más allá de un perjuicio

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de desigualdad social, sino que a partir de formas de violencia marcadas en las corporalidades. A pesar de esto, lograr poner en común los dolores que son parte de un continuum patriarcal se presenta como un punto de encuentro para que posteriormente siente las bases de la organización política con objetivo de transformación. Por otra parte, y como aparece constantemente en los relatos, dar espacio a la emotividad se describe como uno de los puntos fuertes a la hora de aglutinar al colectivo, siendo el elemento diferenciador con otros movimientos sociales. Es importante que esto último lo entendamos a partir de lo trascendental que fue para las mujeres que se hicieron parte de las movilizaciones, especialmente tras leer en detalle las descripciones de cómo influyó en los procesos movimentales el hacer parte de la cotidianidad la expresión de emociones, sobretodo en una sociedad que anula cualquier expresión que pueda eclipsar el pensamiento lógico y racional masculinizador. Finalmente, todos estos puntos que hemos mencionado son elementos fácilmente identificables a la hora reflexionar acerca de los testimonios, pero que debemos considerar como primordiales dentro de las movilizaciones feministas, donde el alcance mediático, formas de articulación colectiva y profundización de posturas políticas nos muestran que estos nuevos marcos de acción y articulación no deben dejarse de lado, ya que otorgan la capacidad transformadora que ha manifestado.

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Considerando que ningún movimiento social está exento de dificultades, es imperante revisar los puntos de desencuentro o quiebre que ellas mismas manifiestan en su descripción de los procesos de movilización al interior de las universidades y uno de los más relevantes es la discordancia en cuanto a la identificación con alguna postura teórico-política del feminismo. Todas mencionan en algún momento las discusiones y reflexiones que se dieron al interior de asambleas y conversatorios para posicionarse como mujeres movilizadas, pero eso también derivó en el querer identificarse de manera colectiva con alguna corriente teórica específica del feminismo, a partir de los abanderamientos individuales. Dichas reflexiones muchas veces terminaron en quiebres internos durante las asambleas y el aislamiento de algunas compañeras por el hecho de no lograr llegar a consensos en cuanto a la definición de género o la postura teórica que primaría en el espacio. Por otra parte, se menciona de igual manera la dificultad para construir un movimiento de alcance nacional exclusivamente de mujeres y disidencias, donde muchas de sus integrantes no contaban con experiencia de participación política universitaria y la incertidumbre en cuanto a procesos de orgánica o negociación con autoridades institucionales no era una temática manejada por todas. En este sentido, ellas mismas recalcan que optaron por priorizar espacios de encuentro para autodefinirse como colectividad antes de gestionar los procesos de negociación, pero que al sentarse a debatir y reflexionar se dan cuenta de lo relegadas que se

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encontraban del ejercicio político, por lo tanto, es un reflejo de las lógicas que predominaban al interior de las movilizaciones estudiantiles. Por último, en algunos testimonios aparece como dificultad la poca capacidad del movimiento para proyectarse fuera del espacio universitario y de construir un proyecto político que trascienda un proceso de movilización durante un período específico de tiempo. Este es uno de los puntos de quiebre más profundos a la hora de evaluar cómo se fue gestando el movimiento feminista y lo que se viene hacia adelante, porque además es una de las respuestas más difíciles de dar, donde la solidez de las propuestas debe generar un proyecto que integre las falencias y errores cometidos, pero a su vez, ser construido desde los aprendizajes que entrega cada proceso de organización movimental. Todos estos elementos dan cuenta de marcos de acción que se fueron gestando a pulso desde la contingencia y necesidad de hacerle frente a estructuras que violentan a diferentes corporalidades. En este sentido, la mayoría de los relatos son optimistas en cuanto a las ganadas al interior de las casas de estudio y haber logrado posicionar el cuestionamiento a una sociedad patriarcal que atraviesa todos los niveles de interacción individual y colectiva, sin embargo, es necesario considerar los nodos de desencuentro para generar reflexividades y aprendizajes que nos permitan trazar los nuevos caminos a seguir. La capacidad de identificar los puntos de encuentro y desencuentro al interior de un movimiento social da el puntapié

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inicial para comenzar a proyectar otros desafíos y el caso de las movilizaciones feministas sienta las bases para la lucha por la autodeterminación. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de construir espacios propios y exclusivos de y para mujeres, pero esto jamás será una finalidad por sí sola, sino que es una herramienta que nos permitirá pensarnos e identificarnos colectivamente, lo que finalmente se traduce en la búsqueda de una autodeterminación en todos los espacios y territorios donde nos desenvolvemos individual y colectivamente y no solo como una simple separación con el mundo masculino. Cabe recalcar que la búsqueda por esa autodeterminación ya está instalada, el desafío actual es buscar el camino para poder ejercerla de manera individual y colectiva, siendo la colectividad una de las áreas donde más terreno se ha ganado gracias al proceso de movilización feminista. En esta misma línea, son las mujeres movilizadas quienes identifican una serie de desafíos pendientes de abordar para que el movimiento feminista logre mantener la fuerza y presencia política que ha tenido durante el último año. Precisamente la sistematización de las experiencias, aprendizajes y saberes es una de las áreas que deben ser consideradas para garantizar la reflexión interna del movimiento, identificando qué modos de acción nos permitieron avanzar y cuáles nos dificultaron la capacidad de vinculación. Desde la heterogeneidad de espacios movimentales, las necesidades se presentan de manera desigual, pero de una u otra manera y a diferentes niveles, todas mencionan la falta de problematización con la realidad externa de las respecti-

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vas casas de estudio, ya que esta movilización se concentró principalmente en la construcción de protocolos que entregaran una hoja de ruta de cómo proceder frente a situaciones de violencia de género en las universidades. Además, el desafío frente a la problemática de construcción pedagógica es inevitable y sobre todo con una responsabilidad de expansión a todo territorio que se configure como espacio de aprendizaje e interacción entre personas, donde el fortalecimiento de relaciones horizontales es la puerta de entrada para generar cambios en la educación. Los desafíos pendientes para la movilización no son menores, más bien pueden llegar a ser intimidantes, considerando que todo el proceso de movilización feminista se inició desde la emergencia de indignaciones en contra de la violencia patriarcal y la necesidad inminente de no permitir que siga sucediendo y, por lo tanto, bajo la sombra de la incertidumbre. Sin embargo, pueden ser abordados si logramos articular nuevamente las redes de trabajo que crucen todos los espacios de la sociedad, construyendo una colectividad sólida que conecte la gran diversidad que existe al interior del movimiento feminista, las diferencias y las similitudes, pensando siempre en los objetivos comunes de autonomía y autodeterminación. Son estas necesidades, desafíos y proyecciones identificados por sus mismas protagonistas, las que nos permiten aproximarnos a un posible camino de acción que decidimos denominar Pedagogías Movimentales. Esta conceptualización nace de la reflexión en torno a distintos procesos de mo-

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vilización compuestos por experiencias, saberes, discursos, prácticas y análisis; y que se manifiestan a lo largo de los diferentes relatos junto a sus puntos de quiebre y secuelas. Por lo tanto, se manifiesta la necesidad de tender procesos de aprendizajes que se configuren como parte de las acciones de resistencia con saberes subalternos. El mismo avanzar de las acciones colectivas en resistencia y las reflexiones cuando miramos hacia atrás, nos permiten considerar el aprendizaje riguroso y sistemático de las experiencias movimentales feministas, hablamos entonces de una dimensión pedagógica de las acciones de movilización colectiva. Como aproximación a las pedagogías movimentales, podemos decir que las comprendemos desde la noción de un trabajo pedagógico que se despliega al interior de los procesos de acción colectiva mediados por intensiones de resistencia y articulación, pero también que se unifican a partir de la necesidad de generar cambios sustanciales en las realidades sociales. En este sentido, no es sólo una pedagogía de la reflexión y la pregunta por las posibilidades de configurar y modificar cualquier sistema de opresión, sino que también es una apuesta metodológica que nos moviliza para construir una racionalidad Otra a partir de la síntesis de experiencias particulares de opresión y dominación, que en este caso se constituye como violencia patriarcal. Por lo tanto, implica la socialización y puesta en común de las experiencias de vulneración con la intención de provocar procesos permanentes del repensar y resignificación de prácticas y posibilidades de subjetivación tanto de marcos de acción, construcciones

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identitarias, como de estrategias de vinculación en red con otras subjetividades. Entonces, las pedagogías movimentales no son solo una práctica, ni una teoría o un método, sino que se plantean como un intento constante y siempre inacabado de provocar la emergencia de nuevos saberes a partir de la experiencia, alimentando una relación entre lo político, lo cultural, las identidades y el día a día. Es decir, prácticas que disputen la hegemonía de las formas ideológicas que ha impuesto el sistema dominante, a partir de procesos colectivos de puesta en común de experiencias particulares. Es desde allí donde se intentará comprender de mejor forma la continua violencia que opera de manera estructural en la configuración de la sociedad. Este proceso es inherente a toda acción colectiva, sin embargo, es preciso mantener una rigurosidad y constancia metodológica que permita comprender el potencial que existe en el encuentro de distintas experiencias, tanto al interior de una colectividad como en sus formas de articular redes de acción. De esta manera, la pedagogía movimental se plantea como un modo de andar-haciendo la acción de lucha y resistencia, cuya posibilidad radica en la capacidad de emerger y practicar, a partir de las acciones, saberes movimentales. Se busca finalmente que la experiencia y el encuentro, a través de un proceso reflexivo y de constante diálogo, transformen y resignifiquen la misma experiencia y la capacidad de vinculación en algo más.

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En este sentido, es una acción de constante interpelación y actitud de sospecha a las antiguas y actuales formas de construir y ejercer resistencia, por lo tanto, requiere mirar la acción colectiva desde todos los ángulos posibles, sus falencias y fortalezas, con el objetivo de identificar las potencialidades que se desprenden del ejercicio de dicha acción, aportando también a promover prácticas que problematicen la realidad social. Estos ejercicios permiten nombrar la realidad; ya que, nombrando la violencia, ésta adquiere una nueva condición de realidad, más visible y tangible. Es posible identificar este ejercicio en el movimiento feminista desde la perspectiva de sus protagonistas, pero a su vez se presenta como una deuda pendiente para ser abordada en tanto proyecto político que busca la transformación de la sociedad. De esta manera se nos presenta de frente la posibilidad de reconocer, revisitar y poner en común los aprendizajes y marcos de acción propios de la movilización feminista para pensar un proyecto que dispute las lógicas hegemónicas de relación entre pares, caracterizadas por prácticas patriarcales que nos violentan, pero que sin una vinculación que construya una racionalidad propia, no será posible. Finalmente, el desafío está puesto en el fortalecimiento de una identidad colectiva a partir de las experiencias vividas como movimiento feminista, abriéndonos las puertas para la elaboración de proyectos contrahegemónicos desde la cotidianidad de la lucha, pero como un proceso permanente de encuentro entre saberes movimentales.

De Calle y Feminismos es el resultado de un largo proceso que recoge testimonios y relatos de mujeres universitarias que se hacen parte de las movilizaciones del Mayo Feminista de 2018, cada una de diferentes ciudades, universidades y carreras. A través de cada relato viajamos a las experiencias de movilización de quienes fueron sus protagonistas, mujeres que deciden cuestionar y hacerle frente a dinámicas sistemáticas de acoso y abuso al interior de las casas de estudio, y que a través de la organización colectiva y procesos de movilización ponen en tela de juicio las relaciones de poder que afectan a los cuerpos feminizados. Las experiencias movimentales aquí recogidas nos hablan de anhelos, dolores, aprendizajes, miedos, organización política, aciertos y fracasos, pero por sobre todo de emocionalidades individuales y colectivas que se muestran decididas a cambiar radicalmente las dinámicas machistas y patriarcales que permean los modos de relacionarnos. Las prácticas de movilización que se desprenden de cada relato nos permiten reconocer errores que devienen en aprendizajes, para finalmente imaginar nuevos feminismos y futuros posibles.