Cronicas Oscuras 02

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Crónicas Oscuras

Luna Roja

1 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

Crónicas Oscuras

Luna Roja

Titulo:

Crônicas Oscuras: Luna Roja Autor:

V. M. Rawlins

Víctor Manuel Betemí @ V.M.Rawlins

2 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luna Roja

Dedicado a: Mary Sandra ... mi esposa, amiga y companera; Sin quien no me hubiese motivado a explotar mi Amor por escribir. A los amigos y amigas que Me han apoyado en este proyecto.

3 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Capitulo 1 Dialogo con el Vampiro

4 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luna Roja

M

Diciembre 31; Ciudad de Nueva York En un consultório psiquiátrico

i vida siempre ha transcurrido entre la luz y la sombra. Soy un producto de tiempos pasados… ¡bien pasados! Tiempos en que la realidad hace camino aparte de la fantasía. Las penumbras han sido mi manto. Me he escondido entre las sombras por siglos. ¿Mi edad? Más de lo que podrías contar con todos tus dedos. He viajado por todas partes, y conocido todo tipo de personalidades: desde despóticos líderes, hasta guerreros abnegados. Las arenas del tiempo se han vertido una y otra vez. En incesante viaje, he caminado por las edades sin fin por cada parte de este mundo. Caminé sobre las cálidas arenas de Mizraim y Arabia. Mis pies pisaron las calzadas de la Vía Apia, en la altiva y civilizada Roma; y subieron las escalinatas del Partenón, cuna de la sabiduría y la razón en Grecia. Dicen que soy de los primeros de mi especie… ¡francamente no me importa! Solo vivo las existencias que me tocan en el momento, y desaparezco hasta la próxima. No me preocupa revelarte quien soy… ¡Fui tanto de todo! Desde un simple pastor semita, pasando a ser un cortesano en la corte del faraón Ramsés IV. ¿Mi nombre? ¡Tuve muchos! Goce de los deleites, como amante, en la cama de la reina Cleopatra y de la zarina Catalina. Serví como legionario a la disposición de uno que otro Cesar; combatiendo en los bosques oscuros de Germania. Nosotros hemos aprendido a ser parte del entorno. Como camaleones, nos adaptamos a las épocas y situaciones del momento. ¡Yo he aprendido a vivir el espíritu del tiempo! ¡A camuflajearme según el instante y el lugar! Así lo he hecho desde épocas casi inmemorables. Muchos me han visto como un dios… otros como un demonio… la mayoría, un monstruo. Prefiero la forma como me veo: … un vagabundo de duración indefinida. Después de ir de un lado a otro. Después de ser testigo de la subida y caída de poderosos imperios… Ahora, todo mi peregrinar llega a esto: estar sentado en el diván de un consultorio. - ¿Te interesa mis orígenes? – le pregunto a la atractiva doctora; mientras observo, a través de sus lentes, sus ojos castaños. - ¿Le interesa a usted contármelo? – es su respuesta; al tiempo que coloca su lapicero en sus labios. ¡Qué pregunta! Estos mortales… ¡siempre creyendo que lo entienden todo! Si supiesen que no tienen la mínima comprensión de lo que pasa alrededor de ellos. No imaginan que tras el velo de su existencia se halle una realidad que la mayoría se resiste aceptar. Un mundo oculto entre las penumbras del mito y la incertidumbre. Durante siglos he tenido que vivir entre dos mundos: el de los vivos y el de los no muertos. Sin sentirme parte de ninguno. - Humanamente hablando, nací en 1478 a.C. – comienzo a narrarle; ejercitando mi omnipotente memoria.- no recuerdo en este momento el lugar… - ¡Entonces usted es… - dijo de forma titubeante.-… inmortal! - Usted lo ha dicho – le respondo, mientras continuo mirando el techo. He notado como queda interesada. No por sonar pretencioso, pero desde que nos conocimos, hace dos días; puedo asegurar que la cautive. He tenido ese efecto, especialmente en las mujeres mortales, a través de los siglos y los siglos. Recuerdo mis romances con Nefertiti y Cleopatra; dos mujeres histéricas, pero buenas en lo que a las artes del amor se refiere. Con esto no deseo que piensen que creo que ella se haya enamorado de mí. Solo se interesó, como profesional, en mi historia. Me he encontrado con 5 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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todo tipo de mujeres, tanto mortales como las de mi especie. Muchas de ellas han tenido temperamentos dominantes. Pero ésta mortal es diferente. En el exterior proyecta una fortaleza poco común; pero, cuando miro sus ojos, noto una ternura escasamente manifiesta. ¡Estos terrenos! ¡Al igual que niños, siempre escondidos tras sus disfraces sociales! Su muro, lleno de certificados y diplomas, oculta el corazón de una mujer solitaria. La doctora Karla Salazar es… - ¡No me digas! – expresa con toda naturalidad, interrumpiendo el fluir de mis pensamientos. - ¿Entonces no recuerdas el lugar de tus orígenes? ¡Pensaba que los seres como tú tenían memoria omnisapiente! - Ja ja ja – rio en tono burlón, sin preocuparme por disimular.- la tenemos, pero solo para las cosas que en verdad nos interesan… ¡específicamente a lo que a la nueva existencia se refiere! - Sobre eso… háblame, por favor… ¿Cuándo te convertiste en… eh… lo que eres ahora? Sabía a qué se refería. No es la primera vez que me topo con terrenos1 curiosos. Pero la curiosidad de Salazar es diferente. Percibo un leve nivel de incredulidad de su parte. Ella, vez tras vez, refleja duda en lo que digo. No debe de sorprenderme: ¡¿Qué podía esperar de una psicóloga?! Acostumbrada a las explicaciones razonables. A lo lógico y concreto. Además, como dije antes: apenas tenemos dos días, desde que entré por aquella puerta. Recuerdo el momento: solamente llegué y me presenté. ¿Solo eso? – Se preguntaría.- Si, solo eso… ja ja… ¿Qué esperabas? ¿Una entrada en medio de humo negro? Me acomodé más en el diván. El mismo, acolchado de satín color café, me produce cierto confort. Mi condición de no – vivo no me exime de apreciar las cosas buenas de los vivos. Debo confesar que he disfrutado de los deleites del mundo: Recuerdo las delicias cocinadas por Paté, el famoso cocinero francés; acompañado de una copa de vino bourbon. Paso a responder su inquietud. - El tiempo en que recibí el abrazo fue en el 1520 a.C., cuando cumplí mis 33 años terrenos. – le revelo. - ¡Interesante! – susurra mientras escribe en su cuaderno.- ¿Cómo ocurrió eso? - Mi sire2 – comencé a responder.- fue un guerrero antiguo, fundador del clan Assamita… - ¿Assamita? – pregunta interesada.- ¿Algo con respecto a los vampiros? - Si, doctora – afirmo, notando más su curiosidad.- es el nombre de un clan de noctámbulos del Medio oriente; que construyeron su fama a base de sus trabajos de asesinos a sueldo… - ¿“Es” o quizás quisiste decir “era”? – quiso corregirme. - Lo dije como debe ser – le respondí.- el que la historia no registre las acciones de alguien, no significa que este haya dejado de actuar. - ¿Asesinos a sueldo? – nuevamente pregunta, aun insegura de mis respuesta anterior.- ¿pueden los vampiros trabajar como asesinos a sueldo? ¡Qué pregunta! No la culpo de su ignorancia. Por miles de años, la historia de los clanes vampiros no había pasado de cuentos y leyendas urbanas. Las películas, juegos de rol y otras tonterías así; han tergiversado nuestra historia. Nuestra existencia y actuar en las distintas épocas de la historia de las civilizaciones se ha convertido en un mito. Todo lo que 1 2

Forma en que el personaje se refiere a los humanos mortales. Señor

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concierne a nosotros fue eclipsado por la fabula, patrocinada por los mismos Antiguos3. La mejor forma de ocultar algo es oscureciéndolo, de tal forma que la realidad y la fantasía se confundan. Fijando mi vista al techo, proyecto mis pensamientos hacia un pasado que, a la verdad, no es de mi agrado recordar. - ¡Se sorprendería de la cantidad de cosas que hemos sido capaces de hacer durante estos siglos! – le comento.- Los clanes se dedicaron a diversas actividades; todo en búsqueda de integrarse a la sociedad de los mortales. - ¿Asimilación? – pregunta la Dra. Salazar, mientras se acomodaba los lentes.- los vampiros se han integrado a nuestra sociedad… ¿es posible? - Si, doctora – comencé a explicar.- nosotros, al final y al cabo, fuimos humanos. Mantenemos nuestros conocimientos laborales previos, y los unimos con los de nuestra nueva experiencia. En la época de las Guerras Santas4 tuvimos que adoptar las costumbres de la sociedad. Los clanes se adentraron a profesiones especificas: banqueros, albañiles, comerciantes, soldados, religiosos… ¡Todo con tal de disimular y poder movernos sin molestias entre los mortales! - ¡Ya veo! – asiente, mientras se vuelve acomodar sus lentes.- ¡por favor, continúe! - … el nombre de mi sire era Mikha’el Assam Bin - Amrafel. Los recuerdos comenzaron de nuevo a fluir como corrientes de un río desbordado. Vienen a mi mente las imágenes de aquel momento: Me encontraba en la ciudad de Nod, la misma que fue fundada por el maldito Caín; y se constituyó en sede del imperio oscuro de los cainitas. Ya tenía 3 días desde que llegué a ella. Esta se encontraba en un punto desconocido de la tierra de Canaán, que solo podía ser encontrado si se invocaba la asistencia de Shed5 (con esto ya pueden imaginarse como tomé el camino a mi oscuro destino). La luna menguante gibosa alumbraba las calles y callejuelas de la ciudad. Todo en ella era festejo, orgía y movimiento. Nod era el epicentro de los excesos en esa región. Sus habitantes, humanos y vampiros por igual, se sumergían en desenfrenadas escenas de locura, disipación y celebraciones. Nod hacía que Sodoma y Gomorra, ciudades contemporáneas de esta, fuesen jardines infantiles en cuanto a desenfreno y violencia. Caminaba por sus calles, contemplando las escenas de sensualidad que se presentaban en ellas. Todas las formas de sexo desenfrenado tenían cabida en la metrópolis cainita. Como joven, entonces, quería conocer la fama de la ciudad. Además deseaba recomenzar mi vida; luego de la tragedia que pasé. - ¿Deseas algo, lindo? – recordé que una bella prostituta me preguntó.- puedo hacer que tus deseos se hagan realidad. No dudaba la veracidad de lo que ella me dijo. Era conocido a nivel del mundo antiguo la pericia de las prostitutas cainitas. Las mismas, tanto humanas como vampiras, vendían sus servicios a quienes así lo quisiesen y pudiesen pagar por los mismos. Las más solicitadas eran las meretrices vampiras. Su sensualidad y rudeza en el sexo, las hacia bien cotizadas. Existía un dicho que rezaba: “Nunca has disfrutado del sexo, hasta que lo hagas con una vampira”. - ¿De verdad? – le pregunté, al tiempo en que la observaba de arriba hacia abajo.¿Cómo te llamas?

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Nombre con que se le conoce a los vampiros originales, los primeros. Luchas entre los clanes vampiros y la iglesia católica. El Vaticano considera a los vampiros como encarnaciones del diablo. La Inquisición jugó un papel importante en esta guerra. 5 Demonio semita del mal 4

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Yezamin – respondió, mientras con su lengua mojaba sus labios en una forma más que seductora.- provengo de Dedán. Observé a la puta. En verdad era bella. Por su apariencia, podía afirmar que era una mujer humana cien por ciento de la raza de los cainitas. Estatura mediana, piel blanca como las arenas del Sahara, ojos y cabellos oscuros como la noche sin estrellas, ni luna. Y unos labios rojos como manzanas del norte. Podría decir que no tenía más de 22 o 24 años. Las mujeres cainitas siempre han competido en hermosura con sus pares de la región. Muchas vinieron a Nod para ejercer el antiguo oficio. Ellas son parte de la rama humana de Caín, antes de este yacer con la reina de la noche. No por ser humanas, son menos malditas que sus pares no vivas. - Dame lo que tienes para mí – le dije, al momento que me tomaba de la mano y me conducía hacia una de las callejuelas. - ¡Ven, y te demostrare las delicias del cielo, sin tener que estar en él! - ¡Llévame! – le dije. La doctora escuchaba atentamente lo que decía. Noto como se desabrocha un botón cercano al cuello. Desde donde estaba, podía escuchar los latidos de su corazón y como el corrido de su sangre se aceleraba. Señales inequívocas de una excitación, que bien supo disimular. Me dejé guiar por la ramera. En ese momento me hice culpable del jattâ'th6 de la traición a la palabra dada. Nos adentramos al callejón, al tiempo que nos besábamos desenfrenadamente. Tomaba mis manos y las deslizaba por debajo de sus faldas, al tiempo que ella besaba mis labios, cuello y pechos; desnudados con ardiente pasión. La puta en verdad sabía su oficio. Con el índice y el anular, acariciaba su entrada del placer de forma inexperta. Ella me ayudó, tomando mi mano y enseñándome la forma como ella quería que lo hiciese. Se notaba que era una ducha en esos menesteres del placer prohibido. Sus gemidos llenaban el callejón, pero no causaban interés en una ciudad en que el pecado es el estilo de vida. La tome con mis brazos y, levantándola, la apoye de la pared, con las piernas abiertas lo suficiente para penetrarla. Cuando estaba listo para la copulación, noté como ella abrió sus ojos de forma desorbitada. Sentí sus carnes estremecerse, como de miedo. Al momento, una mano me tomó y me lanzó contra el muro. Dejándola caer estrepitosamente. Al caer al suelo solo llegué a ver a una oscura silueta atacar a la infeliz joven. - ¿Un vampiro? – pregunta Karla, al momento de echarse al frente. - En ese momento no estaba seguro – contesto.- por el golpe perdí el conocimiento… no recordé mas nada de lo ocurrido… En verdad no quería narrarle el horror del que fui testigo. Encerrándome en mis recuerdos, reviví lo que había visto: Cuando desperté, me encontraba en una habitación extraña. Parecía un cuarto de tortura. La misma estaba alumbrada por antorchas. Miré para todos lados: cadenas, potros, damas de hierro, cuchillas… ¡toda una habitación de pesadilla! Pero la imagen que más me aterró fue la del cuerpo colgado, cabeza abajo, a diez pasos de mí. Por la oscuridad no podía discernir de quien se trataba. Como movido por una fuerza invisible, me dirigí lentamente hacia donde se encontraba. A medida que me acercaba, y para mi mayor espanto, reconocía la silueta… ¡era la de la joven ramera! Había sido cruelmente maltratada. Acercándome más al cuerpo, noté como todo este fue despiadadamente lacerado, de tal forma que perdiese una copiosa cantidad de sangre. -

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Hebreo: pecado.

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Advertí algo en su cuello: varias incisuras por donde le habían extraído una gran cantidad de sangre. Espantado por lo grotesca escena, retrocedí. - ¿Algo que te haya asustado? – escuché preguntar tras de mí. Volteé rápidamente, al escuchar esa voz. Era la figura de un hombre de no más de 33 años. Alto, y cuerpo atlético, por lo menos hasta donde me permitía apreciar la luz de las antorchas. - ¿Quién es usted? – pregunté mientras retrocedía.- ¿Dónde estoy? - ¿Yo? – respondió con una voz apacible, pero firme.-… me llaman Mikha’el Assam… Estas en el palacio del rey Amrafel, soberano de la ciudad de Nod7. - ¿Qué hago aquí? ¿Por qué le hicieron esto? Mi interlocutor observó sin dejo de conmoción al cadáver. Se acerco más al mismo. Sacando una espada, cortó de un golpe la soga que sostenía a la infeliz víctima. Vi como el cuerpo cayó estrepitosamente sobre el piso. En ese instante, como de la nada, unos seres extraños salieron y comenzaron, en su afán por asirse de una parte, desmembrar el cuerpo. ¡Nunca antes había visto cosa igual! Luego de la sangrienta tarea, volvieron a desaparecer entre las sombras, solo dejando esparcidas algunas vísceras y trozos de tejido muerto. Estos seres eran extraños: Sus brazos, piernas y torso los identificaba como seres humanos; pero el resto de su aspecto los relacionaba mas con los animales. Dejaban un hedor pestilente en el lugar. No podía creer que no me hubiese dado cuenta de su presencia; y mucho más, que no me hubiesen atacado. - No lo hicieron por que se los prohibí – respondió mi visitante a una pregunta que audiblemente no había hecho.-… lo que me extraña es que hayan obedecido… ¡los nosferatus no son conocidos por su acato a las ordenes! - ¿Nosferatus? - Si, un grupo de lacras que me pesa reconocer como hermanos… viven en las cloacas y tienen una apariencia tan fétida y repulsiva como sus habitaciones… - ¿Qué son? – pregunté confundido (no conocía, en ese entonces, los secretos de La Sangre). - ¡Homilis noctubilis! – fue su respuesta, al momento en que percibí unos escalofriantes ojos pálidos fulgurar en la penumbra.- ¡habitantes de la noche! Me había topado nuevamente con un no – muerto. Un ser del que solamente había escuchado en leyendas provenientes de tan lejos como Javan, Mizraim y Sumeria. Las mismas concordaban en que existían seres, hijos de la oscuridad, quienes se alimentaban de la esencia vital humana. En este punto salí de mis recuerdos. La voz de la doctora me ha sacado del trance en el que me sumergí para recordar este aspecto de mi antigua vida… - ¿Aja? – exprese. - ¿Qué ocurrió en Nod?... ¿Te encontraste con un vampiro? - Si… lo hice… - ¡Deja ver si entiendo! – me interrumpe.- ¿Me dices que fuiste contactado por un vampiro?... pero… ¿Qué pasó con eso de que tienen que ser invitados a pasar? - ¿Invitados a pasar? – inquirí con cierta ironía.- Seguro se refiere a la idea de que para que un vampiro pueda entrar a su casa, usted debe permitírselo… ¡Eso depende! - ¿De qué? 7

Nombre de la tierra bíblica, a donde el desterrado y maldito Caín habito (Gen. 4:16). La misma llego a ser hogar de l os impíos descendientes de Caín; tanto la rama humana, como la vampiro. En la mitología vampiro, Nod es el reino de los malditos.

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- Yo estaba en su territorio… ¡Él no tenía necesidad de ser invitado! Salazar quedo pensativa. Jamás hubiese imaginado que sus ideas preconcebidas se encontrarían con tales declaraciones. Veo como toma su blog de anotaciones y comienza hojear, buscando algo. Noto que ella se detiene en una página. - ¿Qué ocurrió luego? – Me pregunta nuevamente, mientras lee su anotación.- ¿Cómo conociste al tal Mikha’el Assam? - ¡Exacto! – reacciono como quien despierta de un sueño.- lo conocí en Nod y fui abrazado por él. - Háblame de los assamitas – me pide. - Son los descendientes consanguíneos de Assam. Originalmente tenían su residencia en la ciudad – fortaleza sagrada de Alamud… - ¡¿Vampiros en ciudades sagradas?! – me pregunto cómo sorprendida. - Nuestro concepto de sagrado no es igual al de ustedes… - le respondo. Le narré la historia del clan, de acuerdo a la tradición vampírica más conocida; aunque quería prepararla para la revelación que más adelante vendría. Le conté la leyenda oficial: Como Assam y sus 13 hijos fundaron un clan despiadado de vampiros asesinos sarracenos. Sus habilidades fueron legendarias y llevo a que reyes y personalidades poderosas de la Edad Media buscaran de sus servicios. Dos de los mas destacaros fue el Papa Borgia y su despiadado hijo Cesar. Esta es la historia oficial y de mayor circulación. Muchos piensan que los assamitas fueron los primeros vampiros asesinos a sueldo; pero no es cierto. Son solo la extensión de otro clan predecesor. ¡Aquí comienza la verdadera historia! Las actividades de este misterioso clan se remontan a siglos antes. Bajo otros nombres, y la guía de otro patriarca, llenaron de sangre mortal y vampiro cada rincón del viejo mundo. Cuenta el Talmud oscuro (una anti versión del talmud judío, escrita por escribas judíos y vampiros) que unos misteriosos hombres, llamados los amrafelitas fueron aliados de Caleb, en la conquista de Quiriat - Arba; y siglos más adelante, del rey David al tomar la ciudad de Rama y de otros personajes bíblicos. - ¿Caleb? ¿David? – interrumpe la doctora Salazar.- ¿apoyados por vampiros? - Si, doctora – le respondo.- como entenderá, esto no es oficial… Canaán era el mayor centro de actividad vampírica en el medio oriente asiático. Quiriat – Arba era una de las ciudades – refugios de los hijos de Caín… el mismo rey Arba, quien es descrito como un gigante, no era más que un hibrido… - ¿Hibrido? – pregunta interesada. - ¡Sí! – y comienzo a explicar.- un humano con algunas características de vampiros… su madre tuvo copula con un no vivo proveniente de Egipto. - ¡Es increíble! – exclama.- esto atenta contra toda creencia antes presentada… La doctora Salazar escucha atentamente. Su corazón palpita con más intensidad que antes. Ya no es de excitación, sino de confusión. Parece que olvidó que ésta es una consulta. Bueno, me esperaba que su interés se despertara. Eso es lo que deseaba. Llevo siglos buscando con quien desahogarme. Tengo secretos que narrar; y poco tiempo para hacerlo. Continúo narrando mi historia: - … Ante la amenaza de los reyes vampiros de la zona, Caleb fue contactado por Amrafel, quien le ofreció sus servicios. Solo le solicitó que, al entregarle la ciudad y arrasada con sus enemigos, la sangre de estos seria para él y sus guerreros. - ¿Qué pasó? – me interrumpe, como no pudiendo esperar más.

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El pacto fue firmado – contesto.- Amrafel y sus guerreros asesinaron a Arba y su guardia vampiro… ¡Caleb y sus tropas pudieron tomar la ciudad sin ningún problema! Le narré como Caleb, espantado por la masacre y actitud de sus aliados, procuro cortar con ellos. Los israelitas se sentían culpables por haber firmado esa profana alianza. Los levitas, por mandato de su Dios, ordenaron a los líderes hebreos que destruyesen todos los bastiones de los hijos de Caín y Lilith del territorio. Las estatuas encontradas en Canaán eran representaciones de ellos y otros reyes vampiros. - ¡Increíble! – expresa la doctora.- ¿vampiros en los tiempos bíblicos? - ¿Nunca se preguntó por qué Dios ordenó que los israelitas destruyesen a todos los habitantes de Canaán? – le cuestiono. - No… ¿por? - ¡Toda Canaán estaba infectada por vampiros y sus híbridos! – le revelo.- Dios tuvo que ordenar a los hebreos que masacraran a todos sus habitantes, para limpiar el mundo de la maldición de Caín… - ¿Cuál es el verdadero origen de tu especie? - ¡Fueron el fruto de la unión entre ángeles y humanos! – le digo seriamente.- los ángeles caídos que siguieron a Lucifer tuvieron cúpula con las humanas… ¡De ahí salió la raza maldita! Estas revelaciones la impresionan. Puedo notarlo en su rostro. Como católica no practicante, la doctora Salazar veía imposible tales historias. Saber que Caín tuvo cúpula con una entidad angelical caída de la gracia, como fue Lilith; violenta todo lo que había conocido y aceptado como verdad religiosa. Tanto la sinagoga judía, como el Vaticano han destruido los documentos que registran tales uniones. Muchos de lo que ustedes llaman libros apócrifos, son textos que narran realidades diferentes a lo que los cuerpos religiosos organizados han predicado por siglos. Hace siglos, un escriba judío redacto un libro conocido como “El Testimonio del Caminante Eterno”. Se dice que el mismo fue dictado por un vampiro llamado Mosheph. Según las tradiciones, este vampiro fue más adelante conocido como “el judío errante”. Los Masoretas proscribieron el escrito, sacándolo del Talmud. Más adelante, los teólogos cristianos hicieron igual. Lo ahí registrado era tan peligroso que no podía dejarse al conocimiento del público. Pero este no fue el único; otros escritores tanto judíos como cristianos registraron historias similares. Es por eso que en el Concilio de Nicea se proscribieron los mismos. - ¿Los vampiros creen en Dios? - ¡Claro! – le respondo; mientras observo el crucifijo que cuelga sobre su cuello.¡Todos nosotros somos, en la parte más oscura, testimonio de su existencia; y de lo que es capaz de hacer cuando se enoja! - ¿Crees en Jesús? – vuelve preguntar. - ¡Sí! Yo escuché sus enseñanzas y fui testigo de su muerte… Karla queda pensativa. Escucho su corazón latir aceleradamente. La sangre corre más rápido por sus venas y arterias. Sus ojos tiemblan de forma casi imperceptible. Debo confesar que siento un fuerte deseo de posar mis labios sobre ese cuello bello, y saciar mi sed de esa sangre viva. Nuevamente retraigo mi mirada de ella. Refreno mi sed. ¡La sed maldita que nos encadena con nuestra peor naturaleza! - ¿Quién era ese Amrafel? – me pregunta, sin notar nada de lo que sentía.- Hablaste de los amrafelitas… ¿Quiénes eran ellos? -

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¡El vampiro – padre de los amrafelitas! – le contesto mientras visualizo lo que quiero narrar.- El verdadero originador del clan de los asesinos nocturnos. Amrafel había tomado, siglos antes, control de Nod. - ¿Cuál era su relación con Assam? - Muchos estudiosos de los clanes piensan que Assam, quien existió en los tiempos post – cristianos, fue el fundador de los assamitas… ¡Eso es incorrecto! Assam mismo fue un descendiente, por el abrazo, de Mikha’el Assim Ben - Amrafel, quien a su vez, lo fue de Amrafel… - Entonces… los assamitas son descendientes de… - ¡Exacto! – interrumpo.- Mikha’el Assim Ben – Amrafel - ¿él fue vampiro por el abrazo? - No… él fue hijo carnal de Amrafel. La doctora Salazar vuelve a quedar sorprendida. Hace rato había dejado su libreta de apuntes a un lado y se concentró en mi historia. Veo hacia el reloj de pared… ¡Ya había pasado 2 horas! Ella, siguiendo mi mirada, se fijo en el aparato medidor del tiempo. Manifesté una expresión de desilusión. Me levanto del diván. Ella hace lo mismo. - ¿Nos vemos mañana? – le pregunto - ¡Usted sabe el camino! – me contesta. No sé si ella esté preparada para todo lo que he de narrar. He tratado de condicionarla lo más posible para que pueda asimilar el resto de mi historia. En un instante, desaparecí de su presencia. Ella queda pensativa. No sabía si todo esto era fruto de una mente genial, pero desquiciada o la realidad de algo que ella no se atrevía reconocer. -

L

***

as calles están concurridas. Las luces de neón resplandecen, iluminando todo el trayecto. Los vistosos letreros de plasma dan cierta magia a las calles. Las primeras brisas de la noche acarician a los caminantes. No te confundas, puedo caminar en el día. Como soy de los primeros, mi… ¿Cómo dirían ustedes?... contextura genética es diferente a la de los vástagos actuales. Mi piel puede tolerar hasta ciertos niveles de radiación solar. A pesar de eso, me gusta caminar de noche, para ver las luces de la ciudad. Nueva York es una ciudad vistosa. No entiendo cómo fue objeto de tan terribles ataques hace años. Sus grandes edificios, largas calles y conjunción de personas la hace excelente para cualquiera de mi especie. ¿Les había dicho que muchos vampiros, especialmente del clan Giovanni, contribuyeron a la edificación de la ciudad? Los mismos, como otros tantos inmigrantes, llegaron a la ciudad en barcos. Yo mismo llegue a los Estados Unidos en uno. Es fácil pasar desapercibido en estos días. Los mismos humanos nos facilitan las cosas. Muchos de ellos visten más ridículo que nosotros: punks, heavy metal; etc. Es como si fuese Halloween todo el año. Paso ahora por una esquina y veo a un grupo de jóvenes vestidos de negro… - mmm… ¿Cómo se auto llaman?... ya recuerdo: góticos.- una ridícula forma de llamar la atención. Muchos de ellos consideran eso un estilo de vida. Pero no es más que una forma de escapar de sus míseras realidades. No entiendo como los relacionan con nosotros. - ¡Hey!, guapo… - escucho una voz femenina que me llama.- ¿te gustaría algo de acción?

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Quedé en ese momento paralizado. Recuerdos vinieron a mi mente, como si se tratase de un burlesco deja vu8. Era una de las jóvenes que vi en la esquina. Vestida de negro, a la usanza de las colegiadas católicas, pero con una falda más corta. Observé en su brazo derecho un tatuaje celta, el de la diosa de la oscuridad. De cuerpo delgado, pero con senos redondos y unas piernas bien contorneadas. Su cabello negro azabache, con mechones rojizos, complementaba su imagen. Parecía estar entre sus 19 y 20. - ¿Cómo te llamas? – le pregunto, fijándome en esos ojos verdes. - Me conocen como Morgana Draven – responde. - ¡No! – observo.- Quiero saber tu nombre verdadero… - ¡Marlene! – responde. ¿Morgana Draven? Ja, ja, ja, ¿acaso estos niños no tienen ideas originales? – pienso. Yo conocí a esa hechicera británica, y a la verdad, era una perra. Disfrutaba del sufrimiento de los demás. Su lujuria solo era satisfecha por desenfrenadas orgias y prácticas sadomasoquistas. Sus compañeros me observan, especialmente uno de los chicos. Alzando mis ojos hacia ellos, fijo mi mirada en los de él. Inmediatamente baja el rostro. - ¿Qué tienes para mi, Morgana? – le pregunto mientras fijo mis ojos en los de ella y le acaricio su cabello. - ¡Todo lo que mi señor oscuro me pida! – responde, al tiempo en que me acaricia con sus suaves manos el rostro. - ¿Sabes qué soy? – pregunto casi sorprendido. - ¡Sí! – contesta, para agregar.- eres un caminante nocturno… un cainita… No la dejo terminar. La tomo de la mano y nos dirigimos hacia mi apartamento. Ella, no pudiendo esperar, me frena en el instante en que pasábamos por un callejón. - ¡Espera! Tengo un lugar mejor – me dice con una sonrisa picara.- estoy segura que te encantara. Entramos al callejón. Un simple bombillo era lo único que alumbraba en él. Los transeúntes pasan sin percatarse, ni interesarse en lo que ocurría en ese sitio. Parecía como si reviviese mi experiencia en Nod, siglos atrás. Ella comienza a besarme el cuello, mientras desabotona mi camisa de seda. Yo la tomo de la cintura con mis brazos y la levanto, permitiendo que cruce sus piernas de la mía. Mientras la tengo en esa forma asida, rompo con mis manos la ropa interior que lleva bajo su falda. La embisto con una penetración que la hace gemir de placer. Sus ojos se comenzaron a desorbitar por el placer lujurioso que la invade. Sus jadeos hieren el silencioso lugar. Siento un estremecimiento, propio de un clímax brutal y placentero. Ella besa con una ternura poco común. Podrá sonar desagradable, y más si es una mujer la que lee mis crónicas; pero, ella me recordó a Yezamin. - ¡Transfórmame! – susurra a mis oídos, luego de reponerse.- ¡quiero ser tuya por la eternidad! - ¿Mía por la eternidad? En ese momento toda la pasión que sentía en mí ser; se desvaneció. La bajo de mi regazo y la observo fijamente. Acomodo mi pene dentro de mis pantalones, mientras dejo que ella se acicale un poco. - ¿Acaso sabes lo qué pides? – le cuestiono fríamente. - ¡Sí! Lo sé y es mi deseo – me responde sin inmutarse.- el propósito de mi vida ha sido ser una caminante nocturna… 8

Sensación de haber vivido la situación actual antes.

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¿Por qué, niña? – comienzo argumental.- nuestra vida no es como ustedes creen… ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad? ¿Lo harías? - ¡Lo haría! – contesta firmemente, dejándome ver su determinación.- ¡Siempre he aspirado a eso! Tu paso por mi camino es una providencia… ¡No la desaprovechare! Cierro mis ojos en ese momento. Vinieron a mi mente los terribles sucesos del 1266 d. C. Morgana no sabía lo que pedía. Su fantasioso deseo no le permite razonar en las consecuencias de sus actos. Para ella solo es un juego. Solo la fantasía de una niña malcriada y rebelde a los estatus sociales. La observo y noto una determinación que no aceptará un no por respuesta. - ¿Estás segura de lo que quieres? – le pregunto nuevamente; deseando que ante mi negativa ella cediese.- No habrá marcha atrás… - ¡Lo estoy! – es su respuesta definitiva. Me acerco a su cuello. Siento la fragancia delicada de su perfume: ¡Cinema! – lo reconocería en cualquier lugar. Ella se recoge el cabello y me ofrece su cuello. Cerrando los ojos, poso mis colmillos sobre su suave piel. Morgana se estremece levemente, pero se tranquiliza. Esa sangre juvenil sabe deliciosa. En ella podría tener una compañera eterna… - ¡Lo siento! – le digo. - ¿Por qué? – me pregunta. - Por esto… Incrusto mis dientes en su cuello, asiéndome de la carne y las arterias. En un movimiento brusco, desgarro toda la zona, incluyendo piel, nervios y arterias. Su sangre cubre buena parte de mi rostro y empapa mi camisa. Ella trata de lanzar un grito, que yo acallo con un beso de mi boca ensangrentada. Finalmente fue cerrando sus ojos y deslizándose por entre mis brazos, hasta caer sobre un charco rojo. No conforme, y para evitar cualquier transformación accidental, le rompo el cuello y le arranco su joven corazón. La miro por última vez, mientras comienzo caminar fuera del callejón. ¿Sonó horrible? No me juzgue sin saber mis motivos. Seguramente pensara que soy un personaje de miedo. No somos como nos pinta Hollywood. No somos los vampiros rosas de las películas Crepúsculo o esas otras mierdas. Somos más oscuros y letales. Podemos ser animales feroces que matan sin remordimiento. Con todo lo que he dicho, cualquiera pensaría que somos ajenos al miedo. ¡Estaría equivocado! Igual que usted, tenemos nuestros temores. Nuestros miedos son distintos: No son las cruces, ni las estacas las que nos aterreran, sino el pensamiento de que algún día, el resto de los hijos de Adán pierdan el miedo hacia nosotros. -

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Capitulo 2 Dioses Oscuros

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l mundo antiguo no era como lo pintan, por lo menos no una parte. A la par del amplio conocimiento y destreza, existía una decadencia terrible. La anarquía licenciosa reinaba en las ciudades del oriente medio. La lujuria, codicia y disipación; habían hecho nido en las metrópolis antiguas. Las mismas asqueaban aun a los mismos señores de la sombra; aquellos quienes compartieron sus conocimientos arcanos con sus habitantes. Yo caminé entre ellos, primeramente, como un joven imberbe en busca del profano conocimiento. ¡Jamás pensé que el mismo vendría a mí! Me encontraba en el palacio de Nod, aprendiendo de sus misterios ancestrales… - ¿Qué lugar es éste? – le pregunté a Mikha’el. - ¡Este es el Salón de las sombras! – me contestó, mientras continuaba caminando.Aquí se archiva todo lo que tiene que ver con la historia del clan de Amrafel… El Salón de las sombras… ahora que lo pienso bien, el nombre le pegaba. Recuerdo que era un gran salón en la que solo alumbraban tenues lámparas. En el mismo, se erguían 13 grandes columnas forradas de un material extraño. De tonalidad marrona clara. Acercándome a una de ellas, pude notar unas inscripciones. Estaban en cusita, cananeo y mesopotámico antiguo. ¡Jamás había visto un lugar así! - ¡Estas ante todo el conocimiento recopilado por los escribas de mi clan! – dijo mientras pasaba una de sus manos por el material rustico. - ¿Por qué los escritos poseen esa tonalidad rojiza? - … Los caracteres fueron escritos con sangre – me respondió fríamente, al momento en que reiniciaba su camino.- y el material que recubre las columnas, está elaborado de piel… piel humana. Quedé asqueado en el momento. Lo que antes me había parecido interesante, ahora, finalmente, despertó el terror y repulsión más profundos. Sentí como mi estomago se estremeció. ¿Qué seres son estos que usan la sangre y piel de sus víctimas para forrar las columnas de un salón? – me pregunté. Comencé a caminar rápidamente tras Mikha’el. Una parte de mi decía que huyera de ese lugar maldito; pero otra, la más tonta, me refrenaba. Al igual que la primera madre de los humanos, me sentí atraído por el fruto prohibido del conocimiento de los ancestros. Salimos del salón y entramos a otra habitación. Esta era muy diferente de la anterior: De forma circular, con 13 columnas igual que el anterior que, a mí padecer, eran de mármol rojo. Lo más atrayente era una gran esfera en el centro del salón. De esta emanaba una luz extraña de tonalidad blanca. Esa luz era tan radiante como la del sol del mediodía, pero sin el calor de éste. Me acerqué a ella y, al tocarla, noté que la misma estaba fría. - ¿Qué prodigio es este? – pregunté a mi siniestro acompañante. - ¡Es energía celestial! – contesto, mientras se detenía frente a una pared.- ¡De ella están hechas las flechas de los dioses! Quede maravillado. En el desierto fui testigo de apariciones fascinantes en el cielo. Luces danzantes y siluetas fugases que se movían en el oscuro fondo nocturno. Igualmente había escuchado las miles de historias de los pastores nómadas sobre las manifestaciones de los heraldos de los dioses. Seres fuera de este plano, con vestimentas y vehículos nunca vistos en la tierra. Caminando, me aproximé a donde estaba Mikha’el. Quería que me explicada más sobre el prodigio que tenia frente a mí. - Levanta tus ojos y mira hacia la pared. – me dijo, al acercarme. Al hacerlo vi un gran vitral, en el que se dibujaba una figura… - ¿Un vitral? – interrumpe la doctora el correr de mis pensamientos.- ¿El arte del vitral no se perfeccionó en la Edad Media? 16 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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¿Eso creé? – le digo.- muchas cosas que supuestamente fueron descubiertas en ese periodo, ya habían sido usadas por los antiguos… en la biblioteca de Alejandría existían las patentes de todos los descubrimientos que se usaron en la Edad Media… - ¿Alejandría? – pregunta curiosa. - ¿Qué tiene que ver ella con ustedes? Observo a la doctora. Hasta ese momento no me había detenido en su vestimenta. Ella está vestida muy elegantemente. Su falda azul oscuro hace buen contraste con su blazer rojo. Debajo tiene una blusa de seda, color azul claro. El escote de la misma, da una idea de sus bien formados senos. Redondos y definidos. Desde el diván sobre el que estoy recostado, puedo apreciar su figura. - Durante las Guerras de Sangre9 – paso a explicar.- muchos manuscritos y dibujos fueron llevados a la ciudad de Alejandría por un vampiro griego llamado Helyon… él trajo ese material desde Shalkamense… - ¿Shalkamense? – pregunta intrigada. - ¡La gran biblioteca de los Antiguos! Original centro de almacenamiento de todo el conocimiento de los hijos de la oscuridad. - ¿Y qué con los Ptolomeos? – me pregunta. - ¿Los Ptolomeos? ¿Qué con ellos? - ¿Sabían del traslado de los manuscritos a su ciudad principal? - Claro que si, doctora… desde años antes, la dinastía de Ptolomeo Lago ha servido a mi especie… Desde que comencé mis entrevistas con la mortal, he violado la mayoría de los códigos del clan. Revelando secretos ancestrales, solo para oídos no vivos. Me adentro, de nuevo, a mis recuerdos: - ¿Quién es él? – pregunté a mi acompañante sobre el personaje que vi en el vitral mas grande. - Él es Amrafel Ben – Caín – respondió con cierto dejo de reverencia.- él es el padre de nuestro clan. En ese momento desde la esfera, como por hecho mágico, se proyecto un rayo de luz sobre el vitral. Las coloridas piedras cobraron un brillo casi mágico, permitiendo ver mejor la regia figura del fundador del clan de los amrafelitas. Vestido con regia armadura dorada, manto de hilo escarlata y un cinturón de oro. Llevaba en su mano derecha una espada y en la izquierda una hoz. Sobre su cabeza, poseía un yermo dorado, una gran crin de caballo color roja. Lo que me impresionó de la imagen fue su rostro: expresaba serenidad y sabiduría (algo no muy común en los clanes vampiros). Sus cabellos blancos, como la lana más limpia, le daban cierto aire de venerabilidad. De ser esta la imagen representativa de los señores cainitas, no es de sorprender que fuesen vistos como dioses por los pueblos de la región. - ¡Amrafel es el civilizador! – comento Mikha’el.- él fue uno de los primeros hijos del caído Caín… ¡el más aventajado! él instruyó al mismo Hammurabi. - ¿Al rey Hammurabi? – pregunté incrédulo. - Si – respondió confiadamente.- Amrafel conquistó para los Amorreos la zona Mesopotámica… -

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Guerras ocurridas entre los clanes vampiros. Los bandos se dividieron entre el Sabbath y la Camarilla, combatiendo por todo el viejo mundo, hasta la firma del Convenio de Luov. Ante la infructuosidad de la guerra, ambas partes llegaron a la decisión de firmar una tregua. Cada una de las partes, cada 6 generaciones, entregaría a la otra 7 de sus vástagos más prometedores. El acuerdo se ha mantenido hasta nuestros días.

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… perdona… - reclamé.- pero para todos es bien conocido que fue el rey Hammurabi quien derrotó a Rim – Sin, rey de Larsa… - ¿Hammurabi? - expresó con tosca mirada.- ¡Ese imberbe mortal apenas podía dirigir a sus súbditos! Mikha’el me contó en ese momento otra de las omisiones históricas más increíbles, con respecto a las alianzas entre mortales destacados y vampiros: Hammurabi, percatándose de que la guardia élite, del último rey amorreo mesopotámico, estaba conformada por inmortales oscuros, pidió ayuda de Amrafel. Este aceptó dársela, con varias condiciones: primero, un tributo con sangre de los enemigos y de 77 de sus principales; segundo, la guardia de las sombras se mantendría con elementos del ejército del rey, escogidos y convertidos por el mismo Amrafel; y tercero, Hammurabi le regalaría su primogénito. - ¡Fue tanto el deseo del rey, que aceptó estas condiciones sin ni siquiera regatear! – manifestó Mikha’el con cierto tono de frustración. Mi guía de las sombras siguió narrándome: Amrafel y sus 111 espadas rojas (el nombre, según me explico Mikha’el, se debe a que las mismas estaban forjadas por un acero de tono rojizo como la sangre), atacaron la ciudad y acabaron con su resistencia. Rim – Sin fue entregado a Hammurabi. Toda la guardia del rey fue masacrada y los miembros de la guardia élite, ofrecidos en sacrificio de sangre al rey – guerrero vampiro. - ¡Qué espantoso! – exclamé horrorizado. - No deberías escandalizarte – me repostó.- vivimos en épocas en que impera la ley del más fuerte… estos reyes mortales, con tal de tener poder, son capaces de vender sus cuerpos y espíritus a nosotros. La esfera mágica proyectó simultáneamente trece rayos de luz, que iluminaron igual número de vitrales. Comenzando a caminar, siguiendo las manecillas del reloj, Mikha’el fue pasando vitral por vitral, presentándome a los 13 hijos de Amrafel: Anamalec, quien rigió en Sefarvaim; Anamin, quien rigió en Kenemet; Belu, regidor de Fenicia y fundador del sub – clan baali; Osiris, regidor del alto Egipto y quien tuvo una relación incestuosa con su media hermana Isís, regidora del bajo Egipto; Cus, regidor de Siria; Karnak, regidor del medio Egipto y la península del Sinaí; Shukalu, regidor de Etiopia; Cassius, regidor de Europa mediterránea; Freya, regidora de Europa central y norte; Caspier, regidor de los territorios ocupados hoy por Rusia asiática; Melej, regidor de filistea; Sirrush, guardián de Babilonia. En ese punto, y delante del décimo tercer vitral, un silencio profundo se apoderó de Mikha’el. Observé el marco y advertí que estaba vacío. El mismo parece haber sido roto adredemente. - ¿Quién es el décimo tercer hijo de Amrafel? – le pregunté, ansioso de conocimiento profano y maldito.- ¿Por qué su vitral está vacío? - ¡Los 12 anteriores, todos hijos e hijas de Amrafel y Lilibeth son! – contestó con un tono que oscilaba entre la tristeza y el enojo.-… pero, el décimo tercero, al igual que el numero, maldito fue… ¡Bastardo nacido del adulterio mas criminal de todos! Continúo su caminar como si desease salir de ese lugar. Mikha’el era, en verdad, un vampiro diferente. Tenía cierto sentido del honor y la responsabilidad para con los de su clase. No parecía el monstruo desarmado que todos pintan. Caminé tras él, queriendo conocer más de su mundo… ¡tonto de mí, que por buscar las cosas prohibidas, encontré solo oscuridad y pena! - ¿Los vampiros se deprimen? – interrumpe la doctora. - ¿Por qué lo pregunta? – reacciono bruscamente, al ser sacado de igual forma de mis recuerdos. -

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No te molestes, pero noté una expresión de tristeza en tu rostro… - contesta, como queriendo apaciguar mi posible enojo. - ¡Ustedes olvidan que nosotros, alguna vez, fuimos mortales! – digo.- muchos conservamos nuestra humanidad por más tiempo que otros… ¡Eso en sí mismo es una maldición! Diciendo esto, me levanto del diván. Tomo mi sobretodo negro y me dirijo a la ventana. Karla se levanta del sillón y, dejando a un lado la libreta, me toma de la mano izquierda. Sus manos son suaves. Yo la observo y percibo en sus ojos un sentimiento de culpa por mi partida. Sacudiendo mi mano suavemente, desaparezco a la velocidad del suspiro; dejándola frente a la ventana, con inquietudes sobre la experiencia que está viviendo. -

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e gusta caminar por la ciudad. Creo que ya os lo dije. Las luces y los “sangre caliente” me son un grato espectáculo. Durante los cuatro mil y tantos de años en los que he caminado por todo el mundo; siempre me han atraído los grandes centros comerciales. Recuerdo cuando asistí a la inauguración de JC Penney, Wall – Mart y otros semejantes. ¿Sabéis que el clan de Augustus Giovanni, ha hecho grandes inversiones de dinero en esos establecimientos? Recuerdo mi encuentro con uno de sus vástagos, Alfred Augustus Giovanni; quien expandía los negocios de la familia, por allá, por 1900. Los miembros del clan Giovanni son vampiros que disfrutan del poder. Este clan siempre ha sentido, como diríamos, una debilidad por el dinero. Son de tipo hermenéutico, o sea, solo abrazan a miembros de su familia. Su data se remonta a la formación de la república de Roma. ¿Conocen la historia de sus orígenes? La ciudad fue fundada por los reyes lícanos Lacio y Lucya. Cuando esta encontró a los huérfanos Rómulo y Remo, los adopto y nombró guardianes de la ciudad y el clan. Siglos después, un patricio: Augustus Giovanni fue abrazado por Cassius, uno de los hijos de Amrafel. El clan Giovanni creció en poder e influencia tanto dentro de la república, como fuera de ella. Ellos fueron los asesores financieros de los primeros cesares: Julio Cayo Cesar y su sobrino, el frío Julio Cesar Octavio. Augustus pago las guerras de conquistas de Julio y Octavio. El clan Giovanni financió la caída de la república y la formación de un imperio. Ellos calcularon que el mismo convendría a sus ansias de poder. Además, con Julio Cesar podrían arrebatar el poder de la ciudad a los lícanos de forma definitiva. Como Roma demostró ser una potencia militar formidable, Augustus pensaba usarla para conquistar toda Europa, Asia y África; y así someter tanto a vivos como a no vivos. El primer paso fue la destrucción de Cartago, sede norafricana del clan Brujah10. Después, la toma y conquista de Capadocia y la masacre del clan de los capadocios, verdaderos gobernantes de la ciudad. Los capadocios eran los únicos capaces de hacer frente al clan Giovanni. Mientras aumentaba el poder de Roma, igualmente el de los Giovanni. Ante la amenaza que entrañaba esto, los miembros de la Jerarquía Oscura11, advertidos por el Monitor General, ordenaron a la Manun Nigrae12 que detuviesen los planes de Augustus. Es en ese 10

Clan de vampiros caracterizados por su rebeldía y entrega a la anarquía. Odian todo y a todos. La Mano Negra tuvo que destruir su sede, en Cartago, debido a su loco y desenfrenado deseo de derribar el orden establecido. 11 Grupo de 12 vampiros de alta jerarquía, quienes representan a cada uno de los clanes. Se les considera el parlamento de la nación vampiro. 12 Fuerza militar al servicio de la Jerarquía. Funcionan como una fuerza armada ordinaria, con la diferencia que está constituida por vampiros y llevan sus operaciones a ambos lados de los mundos: humanos y no vivos. Expertos en infiltración y espionaje.

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tiempo que Julio Cesar es asesinado. Solo se le permitió gobernar a Octavio, con la condición de que no serviría a los intereses mezquinos de los Giovanni. Augustus Giovanni fue forzado a firmar un juramento de no intromisión con los asuntos del nuevo imperio y seguir financiando, de forma incondicional, las conquistas del joven emperador. Solo así evitó ser eliminado. Aunque, con diferente promotor, la idea original fue atractiva para los 12 preceptores. Continuaron apoyando a Octavio y le cedieron la Legión Oscura, la fuerza de combate más letal de todas las pertenecientes a la Manun Nigrae. Conformada por 666 vampiros reclutados de todos los clanes. Vestían igual que la legión romana normal, pero, a diferencia de esta, usaban armaduras negras, crines y capas color rojo sangre. Solo operaban a la sombra de la noche. Eran la fuerza de avanzada más letal y solo servían cuando el Cesar los solicitaba, ante el encuentro con vampiros rebeldes u lícanos. Vieron acción especialmente en Europa Central, Gran Bretaña y Etiopia. Desde siglos inmemorables, la Legión Oscura, o de los Inmortales, como se les conoció en Medo Persia; ha servido a los designios de los reyes tenebrosos. En el caso hipotético de uno de ellos caer, se escoge a otro de su clan. Solo se eligen a los más aventajados. Sin percatarme, llego a la entrada del Hell’s Rising; un antro en el que se reúnen vampiros y humanos por igual. Desde la firma del Convenio de Reims13, en 1466, los vampiros no atacan a los humanos sin motivos. La nueva generación de Vástagos prefiere métodos más discretos. Por eso no es sorpresa que grandes bancos de sangre, sean administrados por sociedades de vampiros. Actualmente, grandes corporaciones farmacéuticas y la misma FDA son financiadas por los clanes en su búsqueda de la sangre sintética. La fila esta larga. Góticos, punks, vástagos, carolingios, etc.; son sus principales clientes. El Hell’s Rising es la discoteca de moda del inframundo. Droga, sexo, locura, son los atractivos de este antro neoyorkino. Ambos, vástagos y humanos, disfrutan por igual las luces multicolores, laceres, música estridente y humareda de la disco. La lujuria en todas sus formas es la reina del lugar. Es la micro reencarnación de la disoluta Nod. Decidí entrar. El portero humano no opuso resistencia al reconocerme. Los Acólitos, así les llamamos a los humanos que nos sirven, saben identificarnos. Ellos trabajan como los enlaces entre el mundo humano y la nación vampiro. Muchos, de acuerdo a sus servicios prestados, son abrazados por sus señores. La discoteca está repleta. No es extraño. ¿Qué otro lugar te da libertad de cometer tus pecados más oscuros? Camino entre los asistentes. Siento el olor de la sangre de cada uno. De vez en cuando, se me atraviesa una chica, recién abrazada, dispuesta a ofrecerme sus encantos. No quiero que me confundan. No frecuento estos lugares, pero no me son desconocidas su existencia y ubicaciones. La pista de baile esta congestionada. Veo a una chica humana contoneándose de forma sexy sobre la pista de baile. Humanos y no vivos se contorsionan frenéticamente ante el hechizo de la música. Observo una de las mesas: dos vampiresas desangran a una infeliz humana. En otra, un vampiro se corta la lengua para disfrutar de su propia sangre. ¡De pronto, todo se apaga! La música cesa… me detengo y observo hacia las escalinatas, alumbradas por los reflectores. Un grupo de escoltas, vestidos a la usanza de los soldados egipcios antiguos, custodian, en expectativa, los escalones. - ¡Es ella! – exclama un mortal al lado mío.- ¡Es ella! 13

Convenio suscrito en la ciudad de Reims por el Santo Padre Pablo II (1464-1471), papa de la iglesia católica, y el papa negro, Damacenes, representante espiritual de la nación vampiro. Este convenio fue uno de los movimientos políticos más difíciles del nuevo papa, quien buscaba un entendimiento con el patriarca oscuro. Por su parte, Damacenes deseaba que la iglesia católica dejase de perseguir a los vampiros y demás seres de la oscuridad.

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Sigo observando, y en la cúspide, percibo una visión fascinante: Su cuerpo delineado con curvas que hacen que vivo y no vivo se estremezcan igual. Dibujado sugestivamente en ese vestido translucido, a la usanza del antiguo Egipto, se oculta toda una diosa sexual. Su cara redondeada, propia de las mujeres de su estirpe, refleja deseo, sabiduría y lujuria. Mis ojos la reconocen inmediatamente… ¡Es Sekken! La música nuevamente continúa su tonada. El sequito de hombres musculosos, se lanza al suelo, para servir de alfombra a esa divinidad vampiro. Seguramente tienen la esperanza de ser el compañero de cama de la diosa en esa noche. Sekken no ha perdido su encanto. Esa frente amplia, armoniza con sus ojos amarillos y su boca carnosa. Sus ojos almendrados son engañosos… ¡muestran ternura e inocencia, pero ocultan una mujer capaz de todo por lo que quiere! Su piel morena, es toda una tentación. ¿Cuántos habrán caído en ella? Su largo cabello negro podría enredar a un amante. - ¡Espera tu turno, pinche blanqueado! – me dice un individuo, al tiempo que me empuja levemente.- si quieres hablar con Angie… ¡Debes hacer fila! - ¿No me digas? – le respondo en el mismo momento que lo observo a los ojos.- yo no espero. El infeliz da un paso atrás, como convencido de su error. Yo continuo observando a la diva que se mueve entre los concurrentes. ¿Angie? – Pienso.- un nombre común que escogió. En edades anteriores me he encontrado con ella y sus distintos nombres: Basthet, Eris, Ramananty. Ella se encuentra en medio de la pista de baile. Todos le habían hecho un círculo alrededor, querando en el centro. El contoneo de sus caderas, hipnotizaba con solo verlo. Sus senos, medianos y firmes, se mueven al son de la música del momento. Veo, como vez tras vez, hombres y mujeres se acercan y se mueven al compás de su seductor movimiento. Las constantes vidas de la diva le han permitido aprender los diversos tipos de bailes del mundo. En el aspecto sexual la vampiresa tiene su historia: Sekken ama el sexo en todas sus formas: Disfruta de la compañía sexual tanto de hombres y mujeres. Ella se ve a sí misma como un ser omnisexual. Todo lo que le pueda dar placer y saciar su lujuria no le pasaba sin ser probado. Sus redondeadas y firmes nalgas rozan atrevida y maliciosamente más de una entre pierna. Alejándose provocativamente de los infelices hombres, como dejándoles saber que tiene algo que por más que deseen no podrán tener. ¿Quién pensaría que esta bailarina sexy, fue en un tiempo olvidado la sacerdotisa Sekken? Eso me remonta nuevamente a mis recuerdos… cinco mil años atrás… ***

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Santuario de Amón –Ra; Tebas, Egipto 1520 a.C.

as calles de la ciudad estaban atiborradas de peregrinos. La ciudad de Tebas, conocida entonces como Uaset, es una de las más importantes del reino de Mizraim. Era considerada la capital de descanso del faraón, señor de todo el país, e hijo mismo de Ra. Políticamente ha sido la capital de los imperios Medio y Nuevo de Egipto. Tebas era la corona de Egipto. Homero, cuando la visitó, quedo encadenado por su belleza. Él la popularizó llamándola “la ciudad de las 100 puertas”. 21 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Las festividades en honor al dios Amón – Ra están en su máximo apogeo. Tebas era la residencia de los sumos sacerdotes egipcios. Los sacerdotes se mueven de un lado a otro de la ciudad; ostentando sus ricas vestimentas adornadas de collares de oro, con piedras preciosas… sus tiaras doradas y cilindriformes, los asemejaban a reyes mismos. ¡Todo un espectáculo digno de los representantes de los dioses! Una reina, Hatshepsut, gobierna junto a su hijastro Tutmosis, el imperio del dios Ra. Comerciantes, prostitutas y timadores, se la buscan por las polvorientas calles de Tebas. Mikha’el y yo caminábamos por las concurridas calles. Ya era la hora de la puesta de sol, cuando el gran dios de los caballos de fuego, tiene que descender a los infiernos y dar paso a Selene, la diosa madre brillante de la noche. Hace seis días que salimos de Nod. El príncipe oscuro deseaba mostrarme la extensión del reino de los no vivos. Parecíamos ser parte del gran grupo de peregrinos. Mikha’el observa a los caminantes. Huele su sangre. Siente sus miedos. Intuye sus deseos mas ocultos. Tebas no era la ciudad virtuosa que todos han pensado. La prostitución sacaba su cabeza en las calles y esquinas. En el mismo templo había bellas jóvenes, escogidas de entre el pueblo, dispuestas a entregar sus cuerpos como sacrificio vivo a los peregrinos capaces de pagar su penitencia. Estos darían todo por estar en el lecho de un recipiente de la esencia divina. Bellas jóvenes arrancadas con promesas del seno de sus hogares. Muchachas cuyos padres se sentían orgullosos de verlas escogidas como prostitutas sagradas. Jóvenes “iniciadas” por viejos libidosos que se auto presentaban como los representantes de los dioses. Viejos en vestimentas y con tiaras doradas que sacaban provecho de ese Boulder sagrado. Yo caminaba detrás de Mikha’el, viendo fascinado el ambiente. Dimos vuelta hacia la derecha de una esquina, y nos encontramos frente a frente con el gran santuario de Amón – Ra. - ¿Por qué vinimos a Tebas? – pregunte a mi guía. - ¡Quiero que conozcas a alguien! – me contestó fríamente. - ¿Alguien? – pregunte.- ¿otro como usted? - Veras – me respondió de forma fría. Entendí su frialdad. Mikha’el es un ser que administra bien sus palabras. Seguí el camino. Nos dirigimos hacia las escalinatas del templo. El espectáculo del mismo era impresionante: Las decenas de estatuas, figuras de esfinges, que custodiaban el camino hacia la gran puerta del santuario daban la impresión de que entraríamos a un lugar mágico… ¡Fuera de este mundo! El templo, en sí, es toda una acrópolis. Situado en la cúspide de una colina, presenta al pueblo la idea de ser un vínculo entre los terrenales y los dioses. Muchos viajeros semitas le llamaban Bab-ilu, que significa “el portal de Dios”. La identificaban de esta manera, por traerles a la mente las leyendas de la gran torre que llegaba al cielo. - ¡Mira hacia arriba! – me ordena.- ¡Contempla las lámparas de los dioses celestiales! Levanté mis ojos hacia el cielo. El sol había pasado el horizonte. Contemple las estrellas guardianas de Mizraim: Kesil, Kimah, ‘ash y Leo. Fijé mis ojos en las 3 estrellas alineadas del centro de Kesil14. - ¡Son bellas! – exclamé.- su brillo es incomparable… - ¿Eso crees? – me preguntó, para agregar.- ¡Son las estrellas de sus dioses! - ¿No lo son nuestros? - ¡Nosotros no tenemos dioses!... ¡somos dioses!

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Correspondiente a la constelación de Orión.

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Eso me dejó quieto. Nunca había pensado que los dioses que las civilizaciones antiguas adoraban, eran seres tan terrenos como quienes se arrodillan ante ellos. Observé los edificios del templo y del resto de la ciudad. La arquitectura egipcia era sin igual. Los palacios, plazas y micro santuarios habían sido elevados de forma soberbia. De forma increíble, noté como los mismos parecían estar alineados bajo las estrellas principales. Los egipcios fueron buenos discípulos de los Antiguos. - ¡Esto es increíble! – le expresé a Mikha’el, mientras miraba maravillado las estructuras.- ¡Jamás imaginé que existiesen edificaciones como estas! - ¡Un regalo de los dioses mismos! – contestó un hombre vestido de una túnica de lino blanca.- Ellos mismos nos han visto como dignos de ser sus servidores. Observé al extraño. De estatura mediana, regordete y calvo. Su porte y vestimentas lo identifican como un sacerdote. Vi como él, acercándose a Mikha’el, le hace reverencia. En ese momento confirme mi primera impresión… ¡Los dioses a los que se refería el sacerdote no eran otros que los cainitas! - ¡Llévame ante tu señora! – ordenó Mikha’el. El sacerdote nos pidió que lo siguiésemos. Dentro del santuario había toda clase de decorado: estatuas de los dioses y faraones, grabados con la historia de la venida de los cainitas y la formación del reino de Ra. Subimos las escalinatas principales, dejando atrás la plaza de las esfinges. Observando las paredes, vi las imágenes de los primeros reyes de Mizraim. Vástagos descendientes del patriarca oscuro Mizraim Ben – Caín liberaron el territorio de sus opresores provenientes del otro lado del desierto. Estos seres oscuros se convirtieron en los señores de todo el país. Gobernaban el territorio a través de los reyes títeres acólitos. - ¡Ellos fueron los padres de nuestro reino! – me dice el clérigo.- nos trajeron la cultura y conocimientos antiguos. - ¿Sabe de dónde vinieron? – le cuestioné. - ¡De mas allá del gran mar! – me respondió, al tiempo que me mostraba la imagen, en una de las paredes, de un gran galeón negro.- vinieron de un mundo ya perdido. Continuando nuestro camino, pasamos por varios salones. Cada uno de los mismos estaba alumbrado por candeleros de oro. Llegamos ante una gran puerta de oro, decorada con más imágenes de reyes y reinas egipcias: Menes, Khasekhemui, Zoser, Keops, Kefren y Micerino; quienes fueron algunos de los reyes que pude distinguir en los altos relieves. Según las leyes del reino, los faraones tenían que ser educados por los sacerdotes. El sacerdote haló una soga y al instante se escuchó el sonido de un gran gon. Las puertas se abrieron, dándonos paso a su interior. - ¡Mis señores – nos advirtió el sacerdote.- entraran a la presencia de la suma sacerdotisa Sekken! Mikha’el no se hizo esperar, entró al gran salón. Parecía como si no necesitase del permiso de alguien para hacer las cosas. Yo le seguí, ansioso de conocer más de los secretos de ese mundo de sangre, misterio y oscuridad. Una a una las historias de mis ancestros parecían oscurecerse ante esta realidad. Ahora que lo pienso, no era más que un mozalbete impertinente, quien, por su necia curiosidad se involucró en algo siniestro. Ahora me pregunto: ¿habrá valido la pena?

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Capitulo 3 Sekken

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l amplio salón estaba alumbrado por trece candeleros hechos de oro macizo. Doce columnas, seis a cada lado, sostienen la gran bóveda. En el centro, una alfombra color carmesí se dirigía directamente hacia las tres plataformas superpuestas una sobre la otra. Caminamos tras el sacerdote, hasta acercarnos a las anteriores mencionaras. Mikha’el se mantenía erguido, mientras caminaba hacia la figura que estaba sentada sobre el trono, como todo el príncipe que es. Al irnos acercando, pude visualizar mejor la atractiva figura: una mujer de piel morena como las arenas finas del desierto del sur. Vestida con una túnica traslucida del mismo color del cielo vespertino. Sus cabellos negros, como la noche sin luna y estrellas, están entrelazados por cintos dorados. Sekken es toda una belleza. Su cintura y caderas han vuelto loco a no menos de un faraón o sacerdote. Sus ojos almendrados, eran los marcos naturales desde donde podían verse ese iris amarillo. Ella se levantó de su trono, dejando notar más plenamente todo su cuerpo. Con curvas que opacan a las dunas mismas del desierto austral. Bajando lentamente las escalinatas, fue acercándose a nosotros. Mikha’el se detuvo, esperando que ella se acercase. Llegando ante él, sin mediar palabra alguna, le plantó un beso sensual que haría estremecer a cualquier mortal. Sin inmutarse, el príncipe oscuro se alejó de ella. Advertí, a una distancia de 10 pasos, como ellos conversaban. Mikha’el, de cuando en cuando, me observaba. - ¿Qué estarán hablando? – me pregunté en voz alta. - ¡No es sabio, ni oportuno desear conocer las interioridades de los dioses! – me aconsejó el veterano clérigo. Mikha’el, como percatándose de mi inquietud, se alejó un poco más de nosotros. Quede observando los jeroglíficos inscritos en las paredes del salón. No entendía la escritura mizraelita. Imagine, un hijo de pastores, acostumbrado al cuidado de ovejas, tratando de conocer y comprender más de lo que puede. Poco después mi sire me habló de lo tratado con la sacerdotisa: - ¿Por qué lo trajiste? – Preguntó la sacerdotisa.- sabes que está prohibido traer terrenos a nuestros puntos de encuentro… - ¡Lo sé! – respondió indiferente Mikha’el.- pero, según el decálogo de Amrafel puedo ilustrar a un aspirante… - ¿Entonces es tu intención el convertirlo? – nuevamente preguntó la seductiva Sekken.- ¿Lo sabe? - Digamos que todavía no es momento de expresárselo – manifestó Mikha’el con una sonrisa maligna. Mientras ellos hablaban, yo no quitaba la vista de Sekken. A la verdad, podría haber más joyas en el salón, y como quiera ella sería el centro de toda la atención. - ¿Me dirás que no te atrae? – preguntó Mikha’el. - ¡Ja! ¡ja! – rió estruendosamente.- Me fascina ver que conoces bien mis gustos, mi príncipe… - Te lo cederé; pero – enfatizó.- no tienes permiso de convertirlo… Todavía no ha completado su iluminación. - Vamos, Mikal… sabes bien que está prohibido el iluminar a un no convertido… ¿crees que tu padre apruebe esto? Mikha’el dio tres pasos al frente, en dirección hacia la puerta de mármol, ubicada al lado oeste del salón, que da a las escaleras del mismo material. Sin mirar a Sekken le repostó en tono sombrío: - ¡En nada me preocupa su aprobación! 25 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Mikha’el caminó hacia las escalinatas y comenzó el asenso hacia el segundo nivel del templo. Yo permanecí de pie en el mismo lugar. El sacerdote hizo una reverencia a la sacerdotisa y se retiro por el mismo camino en que nos trajo. Quedando solo con ella, sentí latir mi corazón más de prisa. Todo el líquido rojo recorría las venas y arterias de mi cuerpo. Sekken padecía sentirlo. Me miró fijamente, con una mirada seductora. Sentí como desnudaba con sus ojos mi ser y me violaba con su mirada. Esos ojos misteriosos escondían una atracción sexual irrefrenable. Noté como su lengua remojaba sus rojos labios. - ¿Entonces eres la nueva mascota de Mikha’el? – preguntó con cierto aire irónico. - ¡Perdone, su alteza! – reaccioné con sorpresa.-… ¿habla conmigo? - ¿Acaso hay otro aquí? – riendo burlescamente. Estaba prohibido, bajo pena de muerte, mirar y hasta dirigir la palabra a la Sumo sacerdotisa. Ni el mismo Gran sacerdote tiene permitido levantar sus ojos para mirar su figura. Ella se acercó más, contoneando sus caderas de forma cautivante. Mi corazón se aceleró al instante; mi sangre corrió de forma tal, que podría haber salido de las venas. Llegando hacia mí, dio una vuelta y pasó a colocarse detrás. Sentí sus dedos recorrer desde mi espalda y llegar a mi pecho. Sus dedos se sentían como delicadas almohadillas. Acercándose más, desde atrás, sentí sus senos cerca de mi espalda. Su boca se colocó justo al lado de mis oídos. A diferencia de algunos vampiros, Sekken tenía un aliento agradable, con fragancia a mirra. Traté de sentir los latidos de su corazón, pero no sentí nada… ¡Ella no los tenía! - ¡Eres un terreno agradable a mi vista! – me dijo, al mismo tiempo que con su lengua acariciaba el lóbulo de mi oído derecho.- ¡Me excitas! - ¡Mi señora! – respondí titubeando, mientras trataba de quitar sus largos brazos de alrededor de mi cuello.- ¡Los Guardianes del templo tienen prohibido acercarse a usted, bajo pena de muerte! - ¡Yo soy ley en el santuario de Amón – Ra! – me respondió con una voz melosa.Como diosa es mi derecho yacer con quien yo desee… además… tú no eres un guardián. - ¡Eso sería un privilegio! – musité.- pero… - ¿No me digas que eres como tu sire? – preguntó con una sonrisa.- él es el único ser que no cayó a mis encantos. Plantándome un beso en mis labios, derribó todas mis resistencias. Me tomó de las manos, y me introdujo a su recamara, una habitación rodeada de cortinas de seda blancas y, en el centro, una gran cama cubierta de sabanas hechas con hilos carmesí. Grandes espejos rodeaban toda la habitación. La misma estaba sostenida por 13 columnas de mármol de Javan15, y tenía forma cilíndrica. Tendidos sobre la gran cama. Nos abrazamos en amoroso encuentro. Las cortinas se movían por la magia cinegética de la brisa del desierto. ¡Una aberración bella! ¡Un encuentro prohibido! ¡La unión maldita, entre sabanas y abrazos, de un terreno y una no – viva! Sekken sabía gozar bien del sexo. Me cabalgaba como toda una jinete sobre su sumiso jamelgo. Yo, acostado, solo me sometía a su majestuosa lujuria. El movimiento de sus caderas sobre mi pelvis, emulaban a los movimientos de las estrellas sobre el oscuro cielo. Sentía que extraía todo el jugo de mis entrañas. Sus gemidos, los cuales llenaban las silenciosas instalaciones del santuario, expresaban el profundo placer que sentía. En más de una ocasión ella extrajo el jugo vital de mis entrañas. Al mismo tiempo sentía correr por mi 15

Nombre antiguo de Grecia, y que a su vez perteneció a uno de los hijos el patriarca Jafet

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cuerpo un líquido viscoso que salía de sus entrepiernas. Nada de lo que tiene que ver con las artes amatorias quedo sin probar esa noche. Ella me enseñó formas aprendidas en la India, los bosques negros del centro de Europa y no recuerdo donde más. Nuestros gemidos herían el silencio nocturno del santuario ¡Como mortal fue la segunda vez que experimente el placer que sentí en ese momento!

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uevamente mis pensamientos fueron atraídos al presente. La estridente música y el rose descuidado de los asistentes me despiertan del letargo en el que me sumí al recordar cosas de mi vida pasada. Dirijo mi vista hacia la plataforma de baile. La arcana sacerdotisa se mueve sobre ella como lo que era hace siglos: ¡toda una diosa! Bailaba en medio de un joven moreno alto y musculoso, y una joven mujer, de piel caucásica. Los movimientos eróticos de Sekken entre estos dos mortales hacían que la sangre de cualquiera se revoleteara. Más que bailar, parecía como si hiciesen el amor en el escenario. Acercándome al bar, pedí a la linda bartender que me sirviera un vaso de Hemoglobyn, una bebida a base de sangre sintetizada. Sentado en la silla observaba más detenidamente el lugar. Los gustos de Sekken siguen iguales: columnas y escenografías alusivas a su natal Egipto. Me percato de que la discoteca es una nueva versión del santuario de Tebas. Giro mi silla en dirección al mostrador del bar. Mientras tomo mi bebida, siento como unos labios me susurran al oído las siguientes palabras: “¡Veo que sigues viniendo a mí!” Es ella… ¡La misma Sekken! - Había escuchado de este lugar – respondo sin molestarme mirarla.- y decidí venir a ver. - Ja, ja, ja – ríe burlonamente.- ¡Por favor, aun después de tantos siglos no has aprendido a mentir! Me levanto de la silla y saco la cartera para pagar por la bebida. El dinero es dinero, tanto en mi mundo como en el de los terrenos. Sekken, bueno Angie Carolina, toma mi mano y me dice: - ¡Esta va por la casa! - Te lo agradezco – respondo fríamente.- pero no deseo deberte nada – y acto seguido pago a la bartender. Comienzo caminar hacia la salida de ese lugar de perdición. Ni siquiera sé por qué diablos fui allá. Todavía siento como la mirara de la sacerdotisa se clava en mis espaldas. Esos ojos penetrantes son tan punzantes como dagas de doble filo. El poder que ella tuvo sobre mí hace siglos, ya no es el mismo. Aunque no puedo afirmar que esa sea la única vez en que nos veríamos. Faltan apenas horas para finalizar el año. ¡Será otro que se unirá a mi largo rosario de años de existencia!

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a noche está muy adentrada. Las calles, aun de Nueva York, se han casi vaciado. Rato hace que el nuevo año entró. Las personas vuelven a sus hogares, luego de la celebración. Nuevos planes y promesas se han formulado en ese momento. Planes y promesas que se encontraran con otras viejas que no vieron el cumplimiento. Me gusta caminar entre los humanos, creo que lo había dicho antes. Muchos se recogen, rumbo a sus hogares, luego de celebrar las fiestas de año nuevo. El Times Square está volviendo a la

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normalidad. Las luces de neón juguetean con su parpadear en la noche. El confeti y los gorros festivos son los únicos testigos de la celebración. Estoy cerca de la catedral de San Patricio. El hedor a tierra santa comienza invadir mis narices. Molesta mi sentido olfativo. La incapacidad de muchos de mi especia de poder poner pie en iglesias y suelo consagrado tiene su explicación: Los cristianos, durante la Guerra Santa, lanzaron conjuros druidas a sus instalaciones religiosas para repelernos. ¡Ni siquiera confiaban en el poder de su Dios! Tuvieron que auxiliarse de los hechizos ancestrales, de aquellos que consideraban paganos. La fachada emerge toda imponente. Centrada entre la calle Quincuagésima y la Quinta Avenida. Su estilo neogótico oculta su oscuro pasado: Construida por señores oscuros infiltrados en el mismo seno del catolicismo. Manteniéndome en la acera contraria, observo el frente de la imponente catedral. Su estructura cruciforme la hace única. Sus altas escalinatas han visto subir y bajar a múltiples personalidades, durante toda su historia. Recuerdo, como ahora, el ano de inicio de su construcción: 1858, y el termino de la misma en 1865. En esa época solo era un recién llegado a la ciudad. Como muchos otros de mi especie, me integré a la sociedad neoyorkina, llegando a forjar un modo de vida entre los caminantes diurnos. San Patricio mismo fue levantada por vampiros pertenecientes a la Orden Oscura de los Trapenses16, quienes quedaron en Estados Unidos; y fueron financiados por la todopoderosa familia Giovanni. James Renwick Jr., acolito de los trapenses, diseñó la catedral siguiendo las indicaciones del mismísimo Gran Maestre Trapense Jean Pietre Saint – Clareé. Ese monumento a la fe cristiana estadounidense tiene una historia más oscura de la que muchos desean recordar y contar. ¡Más que un símbolo de la fe católica estadounidense; es la señal de cómo mi especie influyó en esta! Con la capacidad de levitar que tenemos, puedo llegar a la cúspide del campanario. Me sitúo en una de las cornisas, cerca de una de las grandes gárgolas que vigilan la torre sagrada. Observo, desde ahí, gran parte de la ciudad. Las luces artificiales de los edificios presentan un espectáculo impresionante a mi vista. Dejo correr libre mis pensamientos y recuerdos. Me abandono a la tranquilidad que ofrece ese lugar. ¡Único sitio en que un ser caído puede estar lo más cerca de Dios sin la necesidad de buscarlo! Cierro mis ojos para abandonarme a mis reflexiones. Siento una presencia, como si alguien o algo me observase. La misma, extrañamente, me es familiar. No es sangre caliente. Esa esencia… ¡Esa esencia es de un vampiro! - ¡Sal de tu escondite! – exclamo en voz alta.- ¡Sé que estas aquí! Con movimientos rápidos, solo perceptibles por mi especie, aparece sentado sobre la gárgola de mi izquierda. De estatura mediana, tez blanca, cabello largo negro… ¡el más negro que haya visto! Ese rostro infantil, de joven en sus no muy adentrados veinte, oculta la personalidad más siniestra que haya vivido por siglos. Una tonada familiar sale sigilosamente, hasta convertirse en una canción audible. La reconozco. Es de una película protagonizada por Denzel Washington… no recuerdo el nombre. Noto como una sonrisa siniestra se dibuja en esos labios. - Time is on my side! – Canta. - Yes it is! - ¿Quién eres? – pregunto al intruso.- ¿Qué quieres?

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Históricamente, los trapenses fueron un grupo de monjes perseguido por las autoridades francesas napoleónicas. Su nombre completo era Orden Cistercienses de la Estrecha Observancia u Orden de la Trapa. Fundada en el monasterio de la Trapa, Francia. Para fines de la historia, hemos subdividido este grupo en los Trapenses oscuros, vampiros franceses pertenecientes a esta orden y quienes fueron desterrados de su patria.

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¡Bonjour, pastor! – me saluda con un acento afrancesado.- ¡A pesar de los siglos, sigues siendo predecible! Lo reconozco al instante. Esa voz, unida a esa imagen, son memorables: Ánggelo Gabriel Le Mont, un oscuro servidor del Clero Negro17. Sus vestimentas negras y la bufanda rojo sangre que ostenta alrededor de su cuello, lo relacionan con los Cruzados Carmesí18. La última vez que lo vi, fue durante la toma de Beziers, el 21 de julio del 120919. Mis recuerdos de ese momento, casi desatan el frenesí monstruoso dentro de mí. - ¡Ánggelo Gabriel Le Mont! – exclamo con desdén.- ¡El carnicero de Beziers! - Vamos, mom ami – me responde con una sonrisa, en el momento en que rápidamente se colocaba tras mi.- Cada uno sirve al señor que le place… ¡Es la voluntad de Dios! - ¡No me vengas con tus tonterías fanáticas! – le respondo mientras, con un movimiento, me alejo de él.- ¿Esa fue la voluntad que te llevó a masacrar a terrenos y no vivos en Beziers? Vienen a mi mente destellos de ese sangriento momento: La guerra contra los Katarus, un grupo de místicos procedentes de la zona de Albi, quienes combinaban la religión cristiana con los dogmas vampíricos, parecía amenazar a los tronos de la Europa del siglo XII. Mientras los cruzados cristianos luchaban por Jerusalén; un grupo de Cruzados Carmesí, enviados por el Patriarca vampiro a petición del Papa Inocencio III, se dirigió hacia la ciudad de Beziers, Francia. Su misión era destruir las fuerzas cataras apostadas allí. Las mismas eran apoyadas por los Brujah, quienes ayudaban al rey Pedro II en su intento de derrocar el poder desmedido de la iglesia católica.los brujah eran vampiros sin ley. El caos era su estilo de vida. Sinceramente, luego de destruir a la iglesia católica, no titubearían en destruir a la Sede Negra. Los Carmesí llegaron a la ciudad y en una noche la tomaron. La masacre fue tan espeluznante, que los mismos católicos y cataros sobrevivientes declararon, cada uno por su lado, las ruinas como sitio maldito. El comandante vampiro que dirigió la matanza fue Le Mont. Muchos historiadores le otorgan el medito a Don Armando Amalrico20, abad de Citeaux, y a Simón de Monfort; con tal de encubrir una de, las no pocas, cooperaciones entre el clero católico y el clero oscuro de los vampiros. - ¿Escuchas los gritos de las victimas en La Madeleine? – le increpo. - ¿Eso? – responde sin inmutarse.- jajaja… ¡Dios conoce quienes son suyos! - ¡Gabriel! … - exclamo con una rabia sobrehumana.- ¡Eres un…! - ¡No blasfemes! – me dice en el momento en que, con un movimiento imperceptible para ojo humano, me toma y levanta por el cuello con su mano derecha.- ¡A Dios no le gusta los blasfemos! -

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Clero Negro, grupo de clérigos vampiros, pertenecientes en vida a la iglesia católica y quienes han seguido sus creencias mas allá de la conversión. Renunciaron a su humanidad, por ambición. Son los cardenales negros que siguen al Papa oscuro en la administración de la Hermandad de la Cruz Carmesí (contraparte vampiro de la iglesia católica). 18 Orden de los Hermanos de la Cruz Carmesí. Orden militar vampiro, regenteada a la manera de las ordenes monacales (de las que tomaron sus formas y principios). Su carácter militar los convierte en soldados de primera línea. Se identifican por sus vestimentas negras, bufandas rojo sangre y cruces color carmesí sobre las mismas. Se diferencia de la Mano Negra en su naturaleza: estos son una milicia secular, mientras que los cruzados carmesí poseen un tinte religioso. Sus miembros son monjes y sacerdotes caídos de la gracia y quienes decidieron tomar el camino de Caín. 19 Los historiadores registran el hecho el 22 de julio, pero las crónicas cainitas afirman que el verdadero hecho fue el 21, cuando las tropas Carmesí entraron y masacraron a los habitantes. Al día siguiente, Amalrico y Monfort entraron al pueblo y amontonaron los cadáveres en la iglesia de Madeleine, donde les prendieron fuego junto con los sobrevivientes que se habían ocultado allí. 20 También aparece como Arnaud Amaury, abad de Citeaux, legado papal, arzobispo y duque de Narbona.

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Recordé en ese momento la verdadera naturaleza de Gabriel. Vinieron a mis oídos la terrible sentencia pronunciada por él, pero atribuidas a propósito a Monseñor Amalrico: Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos. De todos los vampiros raros, Gabriel Le Mont es el más raro. Su convicción de hacer las cosas en nombre de un Dios que nos maldijo, causa en mi diversas reacciones. Los miembros del Clero Negro o, como eran también conocidos, Sanctus Concilius Nigrae, se resisten renunciar de sus ideas de cuando eran vivientes. Ellos son el contra poder en la nación. Son la contraparte de la Jerarquía. Mientras estos se preocupan por los asuntos políticos; el Clero se enfoca en el control de las almas… o en nuestro caso… ¡las no almas! Los Cruzados Carmesí, su ejército personal, eran más letales que la Manum Nigrae o la Legión Oscura mismas. Esto debido a su convicción de que, de alguna forma, sus matanzas aportarían a reducir su condena. Pero, en este momento, me intriga saber el porqué de su aparición. - Esos eran tiempos de guerra, mon ami– me explica Gabriel mientras me baja.- ¡Solo hicimos la obra de Dios! - ¡Gabriel! – le respondo.- matar guerreros en el campo de batalla es una cosa… pero, ¡asesinar mujeres y niños es otra cosa! - ¡Vamos! Tú bien sabes que ese pueblo era un bastión Brujah… su revolución no solo amenazaba a la iglesia, sino a la nación vampiro… seguí ordenes… Arreglándome el sobretodo, procuro alejarme de Gabriel. Siento su fría mirada seguirme. Cualquier cosa que lo haya traído, no me interesaba saberlo. - Tú eres igual a mi – me dice.- fuiste soldado, primero de la Legión Oscura y después de La Mano… ¿Te crees mejor que nosotros? … recuerdo como peleamos en los territorios godos… ¡En ese entonces no te daba problema matar! - ¡Esos eran tiempos diferentes! – le rebato.- yo mataba por mi pueblo… ¡tú lo hacías por placer! - ¿Y qué? ¡Estuviste también en Beziers! - Si… pero solo como apoyo con los Legionarios… - ¡No te engañes amigo mío! El no haber hecho nada te hace tan culpable como yo… Esas palabras estaban ideadas para hacerme sentir culpable. Una maldición de mi estado, es que podemos sufrir de sentimientos contradictorios con mayor intensidad que un terreno. Por algo otros han drenado de sus seres las últimas gotas de humanidad. Sabían que esos sentimientos podrían llevarlos a la locura. Recuerdo bien el evento del que Gabriel me hacía referencia: ocurrió en el 379 d.C. El emperador Flavio Teorosio Augusto había solicitado a la Jerarquía el apoyo de la Legión Oscura. Deseaba someter la diócesis de Panonia y Dalmacia, en control de los Godos, e implantar la cruz cristiana en sus bosques. Le Mont (en ese entonces llamado Claudio Valerius Germánico) dirigió a los Legionarios Negros contra las tropas godas apoyadas por lupinos, ancestrales enemigos de los vampiros, y tropas gangrel. No fue la primera vez que luchamos a favor de los romanos. Tampoco fue el primer enfrentamiento contra lícanos. Durante siglos nuestra guerra ha sido sin cuartel. - ¡Siempre aferrado a tu repulsivo sentido del honor! – me reclama con voz airada.Los tiempos han cambiado… - ¿Qué es lo que quieres? – le cuestiono sin dejarlo terminar. - El Patriarca Salmanacer ha decretado que todos los vástagos e integrantes de los clanes vampiros se presenten en el castillo de la Humearoda; a la sexta luna llena… - ¿La Luna de sangre? – le pregunto, queriendo estar seguro de lo que escucho. - Si, cuando esté sobre su cenit la Luna roja. – me responde. 30 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Gabriel inicia su recorrido. Yo lo observo, pensativo. Cuando el Papa negro de la nación vampiro convoca a los principales de la misma, es algo serio. La última vez, que esto ocurrió, fue hace siglos cuando los dos papas firmaron el acuerdo de Reims. Nunca me ha gustado este regente espiritual de nuestra nación. Para ser franco, nunca me han gustado los anteriores. Los papas vampiros son tan intrigantes como sus homólogos humanos. Pero este posee manejos truculentos que despiertan desconfianza. Muchos dicen que él apoya secretamente a los seguidores de Saulot. - ¿El Patriarca? – Le pregunto antes de que se aleje más.- ¿Y los lores? ¿Qué dicen ellos? - ¡Sabes bien que los designios del Papa cainita no pueden ser cuestionados! – me responde con su típica arrogancia. Gabriel desaparece de la misma forma que apareció. Las cosas no se ven bien. La llegara de este mensajero de las tinieblas antecede a la muerte. Sé de la próxima luna roja y de lo que ocurrirá con ella. Llevo mi mano derecha a mi cuello, para palpar la profundidad del agarre de Gabriel. Constato las marcas de sus garras. Ustedes los humanos afirman que el pasado siempre vuelve. En este momento, pienso eso. *** Beziers Territorios de la Confederación Cátala 22 de julio de 1209 A 2 horas antes del amanecer

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l hedor a sangre se sentía por toda la ciudad. Cientos de cadáveres yacían sobre grandes charcos de sangre. La matanza había superado a la brutalidad misma. Mientras caminaba de un lado a otro, observaba los cuerpos decapitados de los vampiros Brujah esparcidos por todo el terreno. En las calles puedo ver otros tantos de lícanos, empalados sobre sendos maderos. Se entre mezclan con los cadáveres de los hombres, mujeres y niños albigenses. Un espectáculo horrible de ver. Faltan pocas horas para el amanecer. Las tropas católicas de Monseñor Amalrico han entrado en la ciudad. Se notaban en sus rostros el espanto y la repulsión de la matanza. Mis legionarios no intervinieron en la masacre. Le Mont y sus fanáticos religiosos no vivos pueden ostentar los meditos de tan repulsiva obra. Un oficial vestido de negro y una capa carmesí recorría el campo sobre un corcel azabache. Su pectoral y yermo plateados hacía contraste con el resto de su vestimenta. Le Mont siempre fue un vampiro ostentoso. Aun antes de su conversión, vivió una vida de lujo y ostentación. - ¡Le Mont! ¡Le Mont! – vocifero el comandante Monfort.- ¡Venga acá, por favor! El comandante de los ejércitos católicos, junto con el arzobispo de Carbona, solicitaba la presencia del comandante de los Cruzados Carmesí. Le Mont se tomó todo su tiempo. Se sentía dueño de la situación y lo disfrutaba. No permitiría que unos, como él pensaba, sucios mortales le dirigiesen. Acercándose donde los dos terrenos, desmontó lentamente su corcel. Ya era casi el momento de retirar a las tropas vampiros. - Necesitamos consultarle algo – insistió nuevamente Monfort.- ¡Tenemos una situación! - Inutile terres!! – musito Le Mont.- ninguno ha podido resolver sus problemas sin nuestra intervención. 31 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Gabriel Le Mont no tuvo reparos en disimular su desprecio hacia los terrenos. Para él, los mortales no valían más que las cucarachas que podía aplastar por diversión con sus botas. Él, al igual que yo, reconocía que los “sangres calientes” no estaban cómodos con nuestra presencia. La colaboración solo se debió a una amenaza común para ambos bandos. - ¿Qué ocurre? – preguntó de forma tranquila, mientras veía las enrojecidas calles de Beziers. - Los soldados han encontrado sobrevivientes… - explica Monfort. - ¿Sobrevivientes? – volvió a preguntar, al tiempo que se volteaba hacia Monfort y Amalrico.- ¿Dónde? - En la catedral de La Madeleine – respondió Monseñor Amalrico.- están encerrados dentro del lugar… - Definitivamente son unos incompetentes. – musito nuevamente. Gabriel caminó lentamente hacia unos cadáveres. Notó movimiento entre los cuerpos ensangrentados. Arrodillándose, tomó en su regazo a la víctima: Un joven soldado suizo, del bando católico. Tiene una herida cortante en el costado. - ¡Ayúdeme… mi señor! – Musitaba en medio de intenso dolor provocado por las heridas.- ¡no quiero morir!... ¡No de esta forma! - ¡Te sacaré de tu miseria! – le dijo Le Mont, mientras le limpiaba el rostro con un pañuelo.- veras como tu dolor pasa. - Grrracias – musitó el moribundo joven. Los ojos de Le Mont se volvieron pálidos como la muerte. De su boca se asomaron unos amenazantes colmillos. Todos voltearon sus caras ante el macabro espectáculo que comenzaron a presenciar. El cuerpo del moribundo temblaba estrepitosamente. Un gesto de dolor trataba de escaparse de sus labios. Los colmillos del comandante vampiro desgarraban carne y arterias. Finalmente, la victima dio su último suspiro. Le Mont, sin respeto por la vida, lo dejó caer. Mientras se limpiaba los labios, y se dirigía hacia su corcel, solo atinó a ordenarle fríamente a Monfort y al Prelado: - ¡Mátenlos! - Pero… - titubeó Monseñor Amalrico.-… entre ellos hay católicos… ¿Cómo los distinguimos? Le Mont volteó, y con una sonrisa malévola en su rostro, le respondió al religioso: - ¡No es problema! ¡Mátenlos a todos! Al fin y al cabo; el Señor reconocerá a los suyos. Estas palabras cayeron pesadas en los oídos de las tropas terrenas. Pero el trabajo debía terminarse. Monfort y sus soldados toman leños encendidos e incendian la catedral. Solo se escuchan los tristes gritos de las victimas que morían en su interior. No se sabe quiénes fueron más crueles: si quien dio la orden o quienes la cumplieron. Gabriel siempre ha sido un ser cruel. No entiendo cómo fue un hombre religioso. De él conozco poco. Solo sé esto: Antes de su conversión, Gabriel, en ese entonces llamado Claudio Valerio Germánico, había seguido las enseñanzas de Atanasio de Alejandría. Se dice que su fidelidad a la recién nacida iglesia cristiana, y la ferocidad con que la defendía eran sin precedentes. Esas características lo siguieron después de la conversión. Nadie sabe con exactitud el porqué de la misma. Como legionario oscuro no supo apaciguar sus ambiciones, intolerancia y crueldad; convirtiéndose en un monstruo fanático. Como miembro de un grupo de vampiros que renunciaron a las enseñanzas ortodoxas de la iglesia, pero no al espíritu de la misma: se ha vuelto más peligroso. Pienso, ahora, que él era el reflejo del espíritu de los tiempos: Cuando la iglesia cristiana de Roma ostentaba un poder 32 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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temporal sin igual. ¡El poder siempre ha sido el motivo final para las acciones tanto de terrenos como de noctámbulos! Le Mont montó sobre su corcel y comenzó a cabalgar. Los cruzados carmesí le siguieron en formación cerrada. Yo ordené a las tropas de la Manun Nigrae, que habían servido como refuerzos, que iniciaran la marcha. Salimos de Beziers antes de que los rayos candentes del sol terminasen de iluminar la zona.

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Capitulo 4 Revelaciones De La Sangre

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“Queramos en Tebas”… – fue su observación. ¿Cómo? – respondo, algo confundido, al ser sacado de mis pensamientos. En la pasada sesión me contabas tus experiencias en el templo de Tebas – me sitúa, dejándome sorprendido de que todavía lo recordase.- me hablaste de Sekken… - ¡Ah! – expreso entre dientes.- ¡Es verdad! - Por cierto… ¡Feliz año nuevo! - ¡Ah!... gracias – respondo casi mecánicamente. – otro más en mi larga existencia. arla está más asequible esta tarde. Hasta había dejado a un lado el cuaderno. Parece sentir que la sesión de hoy no será como las anteriores. Pareciese como si ella dejase a un lado lo profesional y de verdad se interesase en mi historia. En verdad lo necesito. Me queda poco tiempo, y todavía me falta mucho que contar. La había llamado solamente unas horas antes. Quería saber si estaba dispuesta a una sesión no planificada. Ella aceptó. Sinceramente no lo esperaba. Ella no es de las que varían su rutinaria vida. Yo tenía dos días que no asistía a las consultas. No le conté mi encuentro con Gabriel. Alejándome de la ventana de cristal, me acerco más a ella. Me coloco a dos pasos de ella. Desde aquí puedo sentir la fragancia que despide su cuerpo: Cinema. Ese perfume me trae recuerdos de experiencias vividas en mi transitar por este mundo. Observo el reloj de pared: son las 6: 45 P.M. Apenas llevo treinta minutos en su oficina. La misma, sino lo había dicho, se encuentra en el cuarto piso de un edificio ubicado cerca de Broadway. La doctora Salazar es una mujer de hábitos estrictos. Al tomarme la libertad de leer sus pensamientos, he aprendido a conocerla más: se levanta a las 6 de la mañana, se ejercita por media hora y luego pasa a desayunar: corn flakes, frutas y jugo de naranja. A las 8 llega a su consultorio, hasta las 5 de la tarde. Solo por mí ha roto dichos hábitos. - Lo último que me dijo – continua.- si no me equivoco, es que fue llevado por su sire al templo de Ra, en la ciudad de Tebas… - ¡Sí! – reacciono.- veo que todavía sigue la línea… - ¡Ja! ¡ja! – ríe.- es parte de mi trabajo mantener la línea. Me recuesto sobre el diván del consultorio. Lanzo mis pensamientos hacia el pasado. Hurgando mis recuerdos, para manifestar misterios que están ocultos para oídos de no conversos. La ley del Legado prohíbe revelar a los terrenos lo concerniente al mundo de los no vivos. Desde siglos ha sido así. Todos los clanes han seguido la norma. ¡Siempre ha sido así… hasta hoy! Creo que soy el primero de mi raza que se consulta con una psicóloga terrena. ¿Saben? Pienso que estoy cansado de vivir según las leyes. Ahora que lo pienso… ¡toda mi existencia ha sido una constante lucha contra las normas! - Luego de entrevistarnos con Sekken – retomo mi narración.- nos dirigimos fuera del santuario, caminando por toda la ciudad… Mis recuerdos son claros como el agua: Mikha’el y yo caminamos por las calles de la metrópolis egipcia. Uaset21 era la ciudad capital de la décima dinastía egipcia desde el 2050 a.C. La ciudad era considerada como la metrópolis de los reyes hijos de Ra (aunque pocos sabían la verdad sobre quienes eran sus verdaderos señores). Corona del Alto Egipto. La ciudad era conocida en todas las latitudes de las tierras antiguas: No – Amón era el nombre con que la conocían los habitantes de mi pueblo; los señores errantes del desierto la llamaban Al – Uqsur. Las imágenes de los dioses de carne y las esfinges; estaban por todas -

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Nombre egipcio de Tebas.

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las principales calles de la ciudad. A la entrada, comenzando la gran avenida de los reyes, se erguían los colosos de Memnón. - Los colosos de Memnón – interrumpe mis pensamientos la doctora.- ¿no eran estatuas dedicadas al faraón Amenhotep III? - ¡Sí! – respondo.- Ellos presidían la entrada al gran complejo espiritual de Karnak… ¡Solo hay un detalle: no fueron dedicados al faraón! Observo el rostro de la doctora. Su expresión es la misma que toma cuando choco con un punto delicado en la historia. Parece como que no se ha acostumbrado a eso. Ella se acomoda más en su sillón. Pienso en las sensaciones contradictorias de ella, al escuchar cosas que atentan con la “realidad” histórica. Su lógica ha sido en más de una ocasión zarandeada. Mirando hacia el cielorraso, cierro mis ojos para adentrarme nuevamente en los recintos de mis recuerdos. - Entonces… - se entremete discretamente.- ¿A quién fueron dedicados? - ¿No te dice algo el nombre? - ¡¿Memnón?! – pregunta con aire de incredulidad. - ¡Exacto! – respondo. Esta es otro de los tantos encubrimientos de los historiadores. Mismos que fueron patrocinados por la Jerarquía Oscura y el Patriarcado Negro. A diferencia de lo que sus películas y libros muestran; no es nuestro interés el revelar nuestras operaciones a ustedes. Tampoco nos interesa el entablar relaciones abiertas con los humanos medios. Nuestro poder se sustenta por nuestra habilidad de movernos entre las sombras. Solo negociamos con sus líderes, los cuales pertenecen a sociedades secretas afines a nuestros intereses. Por eso es que se elaboró un sofisticado plan para ocultar nuestra intervención en los asuntos de la humanidad. En el secretismo esta nuestro poder. Este plan se ha puesto en ejecución, especialmente, entre los pueblos antiguos. Si modificamos la historia desde sus orígenes, las generaciones siguientes la creerán. ¿Quién fue Memnón? – seguro se preguntaran; como seguramente la doctora lo hará. Puedo responder eso: Memnón fue el Vástago gobernante de los reinos de Etiopia y Mizraim. Un rey guerrero – noctámbulo quien unificó a los pueblos de las arenas eternas. Era visto como un dios por su pueblo, y los dirigió con justicia. A diferencia de lo que puedan creer; los vampiros de la primera era no eran seres bestiales y sin vestigios de humanidad. Mantenían los aspectos más provechosos de su naturaleza humana: inteligencia, razón y previsión. - ¡Espera! ¡Espera! – exclama Salazar.- ¡Todo el mundo sabe que Memnón fue un personaje mitológico! … ¡Eso de ser un vampiro me es extraño! - ¿Vampiro? – observo sonriendo.- Ustedes, los terrenos, buscan muchos calificativos para referirse a seres que van más allá de su entendimiento… cada cultura nos ha dado un nombre… ¡y así seguirá! Ella queda callada ante mi comentario. Le narro como Memnón había gobernado sobre el África nororiental por siglos. Hijo del mismo Mizraim, por el lado de concepción; y creado por Karnak, según el ritual de la conversión. Le narro sobre sus guerras de conquista por toda el área: contra los hititas, cananeos y demás pueblos de su región y más allá del Mar Rojo. Como luchó contra las hordas de licántropos provenientes de Europa. Él había llevado la ciencia pre – diluviana legada por su padre y, a su vez, recibida por el mismo Cam, a su nación. Dotó a los faraones de conocimientos no sabidos por los mortales simples. Memnón gobernó toda la zona de forma personal y a través de sus dioses humanos. 36 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Cuando estalló la guerra de Ilion – continuo narrando a la doctora.- Memnón se dirigió hacia la ciudad de Príamo … - ¿Príamo era vampiro? – pregunta Salazar. - ¡No! – aclaro.- él era un rey aliado a los Matusalenes… - ¿Matusalenes? - Así se les llama a los Antiguos nacidos antes del diluvio. - ¿Qué hacia un rey vampiro en la guerra de Troya? - El Pacto de Nod obligaba a los reyes vampiros defender a sus aliados… Troya fue una de las ciudades aliadas a nuestra nación. - ¿Peleaste en Troya? – me pregunta curiosa. Me tomo mi tiempo para contestar. Por un momento siento que había dicho mucho. Recuerdo en este instante las escenas de la guerra: la marcha de los Inmortales, por llamado de Crexos, cabeza de la Jerarquía Oscura en ese entonces, para proteger la ciudad elite de Wilusa22. La llegada de nuestras naves negras a las costas. El desembarco en las playas y entrada a la ciudad. Los enfrentamientos con las tropas aqueas. Fui testigo del terror de las mismas ante la ferocidad de quienes ellos llamaban “guerreros demonios”. ¡Yo estuve en Ilión y peleé contra los guerreros griegos! Vi las matanzas en uno y otro lado. Fui testigo de cómo los licántropos, traídos desde las profundidades de la oscura y salvaje Ereb23, peleaban al lado de los Aqueos. Mi espada no en pocas ocasiones se bañó de la sangre de hombres aqueos y de los hijos de Lycox. Recuerdo cómo, a mala voluntad, Crexos es obligado a retirarse; por disposición del Concejo de los Ancianos. Estos habían aceptado una contribución de paz, por parte de Agamenón. ¡Un soborno pudo más que un juramento ancestral! No tengo el deseo de contar esas partes de mi vida… para mí no son, por lo menos en este momento, significativas. - No, no peleé en Troya – respondo; queriendo cambiar el tema. - ¡Bien, continuemos contigo y Mikha’el! – reacciona. Parece que entendió mi falta de deseo en continuar con el tema de Memnón y Troya.- ¿Qué ocurrió fuera del templo? - Nos encaminamos por la calle de los reyes, hasta la salida. En ambos lados de la muralla, se levantaban las estatuas de Mizraim y Amrafel… Continúo narrándole los acontecimientos: En ese momento Mikha’el se detiene y levanta su cabeza hacia las mismas. Me percaté de como su rostro cambiaba; expresando cierta tristeza misteriosa e inconcebible para un no vivo. Esa misma mirada fue la que tuvo en el Salón de los Vitrales. - ¿Qué ocurre mi señor? – le pregunté. - ¡Nada! – respondió secamente.- solo estoy pensando. Reinició su recorrido por las calles; yo le seguí como un corderito tras su pastor. Sentía que misteriosamente mi corazón se unía al de él. No lo veía como un monstruo, sino como un ser excepcional. Lo veía como el niño a su madre y el novio a su amante. Poco a poco… momento a momento; sentía como que mi vida no tendría sentido sin él. Salimos de la altiva Uaset. El sol estaba llegando a las puertas del Tártaros, para hacer su recorrido por el reino de Hades. Llevaba conmigo todo lo visto en la ciudad: sus imponentes edificios; sus templos altos y sublimes; las cientos de almas que deambulan de un lado a otro. De la misma forma, tenía otros recuerdos en mi ser. Tenía impregnado sobre -

22 23

Nombre hitita de la ciudad de Troya, según los estudios del arqueólogo Frank Starke. Nombre arameo para Europa.

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mi cuerpo el perfume de Sekken. Los recuerdos de la noche de candente pasión vivida en su cama. ¡Todo eso forma parte de mí! Ya en las afueras, encontramos una caravana de mercaderes semitas, provenientes de Tzor o Sur24. Mi acompañante se acercó a ellos para preguntar si podíamos acompañarlos. Ellos nos aceptaron en su comunidad, quizás conscientes del personaje que se los solicitaba. En esas zonas las historias de los demonios caminantes de la oscuridad son bien conocidas. Nos dirigimos a las tierras más allá del mar de los juncos, y pasando por la montaña de los dioses orientales25.

E

***

l tiempo de los humanos es ligero. Pasa en un suspiro. ¡Qué envidia! La corta duración de sus vidas, es la que las hace emocionante. El saber que han de morir; debería ser un aliciente para realizar con sus vidas las mejores obras. Cada momento que podéis disfrutar, con sus seres amados… sus realizaciones; es una bendición. ¿Quién desea ser inmortal? Me he encontrado con muchos acólitos que piensan que nuestra no vida es una bendición. ¡Estúpidos! ¿Qué tiene de bueno existir eternamente sin posibilidades de amar, crecer como entes personales y esforzarse en alcanzar sus metas, sabiendo que tienes poco tiempo? El mejor castigo dado a mi especie por Dios es el de sufrir eternamente nuestra condición decadente y antinatural. Por otra parte, y sin el interés de sonar ambivalente, los siglos que he vivido solo me han enseñado lo miserable que es la existencia del ser humano. He sido testigo de guerras, actos de maldad sin precedentes y locura desenfrenada. Reconozco que, también, he sido testigo de cosas buenas… pero, en mi caso; eso ha sido la excepción. ¿Crees que estoy agradecido por mi inmortalidad? ¡No! ¡Maldigo el día en que renací! - ¿Por qué esa cara de tristeza? – pregunta la Doctora Salazar. - ¡Ja! ¡Ja! – rio con una carcajada que hacía siglos no profería.- ¿Tanto se nota? … de vez en cuando la humanidad que me queda sale a frote… - ¡Eso es interesante! ¿Pueden conservar su parte humana? - Doctora – le digo.- ustedes se llevan mucho de las películas de Hollywood. Los vampiros fuimos humanos. En cierta medida, todavía lo somos. La notable diferencia entre nosotros y los humanos comunes está en que hemos desarrollado habilidades únicas, y debilidades por igual. Nosotros sentimos, aunque con más intensidad que un humano corriente… es por eso que no nos damos el lujo de manifestar emoción. - ¿Eso explica el porqué se los presenta como taciturnos? – me cuestiona mientras escribe en su cuaderno. - ¡Sí! – respondo. - Me dijiste que ustedes tienen emociones… ¿esto incluye el miedo? La pregunta me hace pensar. ¿Miedo? He visto cosas que helarían a cualquiera: ejércitos en feroz matanza; la naturaleza en su furia más salvaje. Vi las tropas de combate de Adolfo Hitler masacrar a miles de civiles inocentes. He visto como los humanos temen a los seres de la oscuridad. He vivido, con mi propia especie, guerras que helarían a cualquier historiador militar. ¡El miedo es parte de nuestra existencia! ¡Certera realidad que nos acompaña en nuestro purgar por la eternidad! Observo nuevamente el reloj de pared del 24 25

Terminología hebrea y fenicia, respectivamente, para la antigua ciudad de Tiro, en Fenicia. El monte Sinaí.

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consultorio: las 7: 30 p.m. Me levanto del sillón. La doctora Salazar hace lo mismo. Ella sabe que esa es la señal de mi retirada. Comienzo a caminar sin decir nada. - ¡Espera! – me grita con tono de exigencia.- ¡Estoy harta de esa actitud! … Vas y vienes a tu gusto… como si mi tiempo no importase… ¡Eres un pretencioso! … Me detengo sobre mis pasos. Giro, y observo a la doctora. No me esperaba esa reacción. Por lo general ella siempre ha sido comedida. La observo fijamente. Sus ojos estaban fijos sobre mí. - ¿A qué le temes? – me pregunta Salazar.- ¿Por qué te escondes de todos? - ¡Doctora! – expreso, al momento que me volteo y comienzo a caminar nuevamente.- muchas veces, cuando el pasado se encuentra con el presente… ¡Es el momento en que el miedo se apodera de nosotros! Dicho esto, abro la puerta de la oficina y me dirijo por el pasillo hacia el ascensor, dejándola atrás con más inquietudes. Mientras desciendo estoy pensando en la última escena: La doctora había violado el protocolo de no acercamiento con el cliente. En lo que más pienso es en su referencia sobre el miedo. Se puede decir que tengo un Máster en eso. La puerta del ascensor se abre. Saliendo del mismo, me dirijo por el lobby hacia la salida. ¿Solo eso? ¿Una salida tan simple? ¿Sin humo o fuego? Ja… no te confundas, tengo hipervelocidad y fuerza no humana… solo que prefiero no usarlas al menos que sea necesario.

U

***

na ligera humedad se siente en el ambiente. No puedo distinguir si el cielo está nublado. Nueva York, por sus rascacielos, no permite apreciar el cielo nocturno. Las luces de neón y las lámparas fluorescentes imperan en la gran ciudad. La luna solo es visible en Central Park. Cada noche me dirijo hacia allá, para conectarme con lo natural. Mientras camino por la calle, observo al resto de los transeúntes: Parejas abrazadas tiernamente; taxistas luchando por sus clientes y una que otra ramera de alta categoría acompañando a un magnate. Los mortales no valoran lo que tienen. Solo se preocupan en consumir y malgastar. Los siglos me han enseñado que la constante de la vida mortal es… ¡tener! … ¡tener!... y… ¡tener! Sigo mi recorrido por las calles de la gran metrópolis. Por algo le dicen a Nueva York la ciudad que nunca duerme. Pasando por un callejón, lo siento. Ese hedor es inconfundible. Me pongo en alerta, ante la amenaza que desprendía tal pestilencia. Me asomo cautelosamente para confirmar mis sospechas. Veo algo imposible de ver por diurnos: una mujer, quizás una de las prostitutas que deambulan bajo el velo de la noche, es atacada por gangrels. Los Gangrels son una de las especies vampiros más repugnantes y sanguinarias de todas. Le ganan aun a los nosferatus. Su facilidad de emular bestias, es una espada de doble filo. Muchos se dejan caer totalmente en lo que llaman el frenesí; al extremo de perder toda su naturaleza. Por ley vampiro, ellos solo se pueden alimentar de una humana a quien nadie extrañaría. Me adentro desafiante al callejón. Me siento, extrañamente, con la sensación de querer ser héroe. No estaba dispuesto a permitir que le hiciesen daño. Quizás sea por un sentido de justicia… quizás sea por el deseo de estropearle la cena a estos monstruos… quizás sea porque destelló en mi el ultimo sentido de humanidad. Ellos se percatan de mi presencia. Mientras uno de ellos sujeta a la pobre víctima, los otros 4 me rodean.

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¡Assamita! – me dice, quien padece ser el líder, con una voz parecida mas a un gruñido.- ¡Por Ley de la Sangre no tienes derecho de intervenir! ¡Aléjate o abstente a las consecuencias! - ¿Cuál es tu nombre? – pregunto mirándolo fijamente. - Grox – responde. - creado por Emulam. - Pues bien, Grox – le digo.- debes saber que los assamitas no somos famosos por seguir la ley. Estos ilusos. Parece que no se han dado cuenta de que su tiempo ha pasado. Al igual que otros clanes son viejos vestigios de tradiciones muertas y sepultadas. Muchos de estos seres decadentes todavía se aferran al pasado. Los clanes Giovanni, Toreadores y Brujah… ¡se esconden en constituciones que ya nadie sigue! Hoy existe una nueva clase de vástagos que poco a poco nos están desplazando. Los observo detenidamente: sus ropas raídas y hediondas son el reflejo de sus almas. Sus cabellos largos, oscuros y enmarañados los hacen objeto de repulsión. Sus ojos rojos como la sangre son los que les dotan de ese aspecto de terror. Sus colmillos les dotan de ese aspecto feroz. Los gangrels, hace 13 generaciones, eran orgullosos y soberbios. Ni siquiera nosotros los assamitas nos hubiésemos atrevido enfrentarlos. Habían aprendido de los hechiceros arcadios el arte oscuro de la zoomorfosis. Su arrogancia los llevó a considerarse por encima de los preceptos de la nación. Se unieron a Saulot en su loca rebelión y, al igual que él, compartieron su suerte. Se les perdonó la vida a los sobrevivientes, pero se los condenó a no tener lugar de reposo. Mucho tiempo después de la caída de la fortaleza de Luxdamnia, se sumergieron en el oscurantismo más abyecto. Se entregaron por completo a su lado bestial y al frenesí implacable del mismo. Sus mujeres se convirtieron en las monstruosas harpías, gorgonas y brujas mitológicas que han aterrorizado a miles de infantes y no tan pequeños. - ¡Assamita, quítate de nuestro camino! – me exigió el líder de la banda gangrel.- ¡o de lo contrario pagaras con tu no vida! Los monstruos se acercan con actitud violenta. Solo esperan la orden de su jefe para despedazarme. El frenesí bestial comienza a poseerlos. Garras curviformes emergen de sus deformes manos; al tiempo que horribles colmillos se asoman por sus mandíbulas. Como perros salvajes solo tienen una cosa en sus atrofiadas mentes: deseo por la sangre. Siempre he dicho que la mejor defensa es el ataque. En un movimiento fugas, solo perceptible por ojos inmortales, desenvaino la daga que siempre llevo bajo mi sobretodo. Infringiendo certeros y letales golpes en los cuellos y pechos de los infelices gangrels. Las paredes grafiteadas fueron salpicadas con sangre… ¡sangre negra de bestias chupa sangre! Mi ropa y cara fueron ungidas con el líquido viscoso de mis parientes noctámbulos. Al momento, los cuatro pandilleros yacen sobre un gran y oscuro charco de sangre pestilente… ¡su sangre! Grox observa con una mezcla de ira, miedo e impotencia; los descuartizados cuerpos de sus camaradas. Le da trabajo el mantenerse en control. Yo trato de limpiar mi rostro, con un pañuelo que saco de uno de los bolsillos de mi gabán. - ¡Maldito, hijo de la blasfemia! – profiere el monstruoso líder gangrel.- ¡eres un hijo de perra negra! No estoy en mi mejor aspecto: Todo lleno de sangre y con el cabello enmarañado. Todavía con mi daga goteando sangre. Igualmente mi humor no está en sus cabales. Atino a responder de la forma más pasiva posible: - ¡Muere! -

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Con un movimiento rápido degolló a Grox, sin cortar a su aterrorizada víctima. Por un lado cae su cabeza, mientras el cuerpo se desploma detrás de la mujer. Ella es salpicada por la sangre del malogrado jefe gangrel. Ya la masacre ha terminado. Cinco gangrels menos en nuestro mundo… ¡menos escoria en el medio! Me acerco hacia la joven. Ella esta temblando como una hoja movida por el viento. No la culpo. La experiencia que vivió podría aterrorizar a cualquiera. Su cabello estaba empelotados por la sangre coagulara. Su ropa también. - ¿Estás bien? – le pregunto.- ya todo termino… Ella sigue temblando. Tiene rostro de alguien que no acaba de comprender lo que había ocurrido. Reconozco su rostro. La había visto en el Hell’s Rising. Era la bailarina que sacudían su cuerpo de forma sexy sobre la pista. La observo cuidadosamente, hasta que lo noto: una laceración en el lado derecho del cuello. “¡Pobre!” – pienso. Seguramente en el forcejeo con Grox este, accidentalmente, la cortó con sus filosas uñas. La sangre gangrel es la más contaminante de todas las de los vástagos. Aunque la mujer no haya sido mordida, estoy seguro de que el virus ha entrado por la herida. La miserable está condenada a un destino más horrible del que la libré. - ¿Qué pasará? … ¿Qué me harás? – me pregunta temblando, siendo consciente de lo que soy.- ¡quiero ir a mi casa! - ¿Cómo te llamas? - … Valentina… Pobre Valentina. Seguramente salió ese día en espera de algo mejor; y como pago se encontró en medio de una guerra entre seres oscuros. Me coloco detrás de ella. Paso mi mano por su pelo rubio. El mismo, por la sangre, se pega a mis dedos. Ella se deja acariciar por mí. Pasando mis manos por su cuello, la tomo suavemente de la mandíbula. Parece que ella sabe lo que pasaría. Sin más tiempo que perder, le propino un movimiento que desencaja su cráneo de su columna. La dejo caer al suelo suavemente, mientras oigo las últimas palpitaciones su corazón. - No lo entenderás ahora – le susurro al oído.- pero esto es mejor que aquello que podría haber venido. Me yergo. Miro el cuerpo de Valentina. Observo todo el macabro ambiente: una joven mujer muerta a destiempo; cuerpos de gangrels que se equivocaron de vampiro. Hacía tiempo que mi espíritu Assamita no se había manifestado. Saco un frasco de uno de los bolsillos de mi gabán. Lo vierto sobre los cuerpos de los Gangrels; los cuales comienzan a desintegrarse al contacto. Me acerco a Valentina, vacío lo que queda en el frasco sobre su rostro; querando este totalmente desfigurado. Sé que suena horrible. Pero como asesino vampiro, se me entrenó para no dejar rastros de mis actividades. Nuestra realidad no es como lo pintan las novelas. ¡Somos más letales y monstruosos! El sentido de amor, compasión y humanidad fueron desterrados de nuestro ser. Miro al cielo… ¡ya está a punto de amanecer! Los rayos matinales terminarán de hacer el trabajo. Consumirán los restos de los gangrels, sin dejar rastro de su existencia. Valentina quedará como una estadística más en los gráficos de criminalidad local. Me adentro hacia el callejón; desapareciendo entre las ultimas sombras de la noche. La ciudad está comenzando a recobrar su movimiento diurno. Las personas salen de sus refugios para dirigirse a sus oficinas; mientras los seres de la noche se adentran a los suyos. Esclavos del sistema que solo saca de ellos su energía, para el enriquecimiento de los más poderosos. Esa es la vida mortal… ¡vida que me hace entrar en contradicciones sobre el extrañar o no mi anterior estado! 41 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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¿S

e han preguntado donde vivimos? Muchos todavía tienen en mente la imagen de los cuartos oscuros y ataúdes de las películas clásicas. Otros siguen con la idea de que debemos enterrarnos hasta el cuello en la tierra. Tanto Bram Stocker, como escritor; como John Carpenter, como director; hicieron un buen trabajo al redibujar la imagen de los vampiros. ¡Me fascina ver la película protagonizada por Gary Oldman! ¡Una de las pocas actuaciones de vampiros que me han gustado! Ya llego al edificio donde resido. El mismo se encuentra en una zona de los suburbios. El portero me saluda afablemente, cosa que respondo. El viejo Jack trabaja desde hace años en el condominio. Él sabe mi verdadera identidad. Pero es discreto, cosa que me gusta. Lo conocí cuando era apenas un niño. Su padre trabajó como portero. Llego al ascensor que me conducirá al tercer piso, donde se encuentra mi apartamento. Muchos de mi especie escogen sus hábitats según su clan de procedencia: los nosferatus se los encuentra en las cloacas de las grandes ciudades; los Brujah son los menos estables, de tipo nómada; los malkavians controlan los centros hospitalarios psiquiátricos de los cuales muchos de ellos son internos… ¡un ejemplo de cuando los locos controlan el manicomio! Los giovanni y toreadores, son amantes de los lugares con clase: mansiones, castillos; etc. Yo, como Assamita, prefiero los sitios discretos. Llego a mi piso. Este ascensor corre tan rápido como un maratonista cojo. Luego de salir del ascensor, me dirijo hacia mi apartamento. El mismo queda justo al final del pasillo, en medio del apartamento de Miss González, una mujer mayor de origen dominicano; y de un tal Jimmy “Cien Pitos”, un traficante de poca monta. Abro la puerta y me dispongo entrar cuando, de forma inoportuna, Miss González sale. - ¿Cómo se encuentra vecino? – saluda efusivamente.- la noche ha estado húmeda… ¿verdad? La señora González siempre de entrometida. Solo le esbozo una leve sonrisa y rápidamente me adentro a mi residencia. Noto que la mujer me observa con una expresión de temor. Cierro la puerta. Imagino lo que ocurrirá a continuación: La vieja se encerrada en su habitación y rezada unos cuantos padrenuestros. El vecindario es ideal: prostitutas, traficantes, inmigrantes ilegales, jubilados… ¡nadie se mete con nadie! Me he encontrado en una que otra ocasión con pandillas de Brujah, Gangrels y Nosferatus; pero ellos no se meten con las personas del condominio al saber quién soy. En los clanes cada miembro es consciente de la importancia de respetar los territorios de Vástagos mayores. Mi apartamento, en cuanto a composición espacial, es simple: consta de una sala, cocina, baño y una habitación. Eso sí, aunque está en una zona paupérrima, mi hábitat parece de otro mundo: Las alfombras persas y los lienzos egipcios que tengo en la sala, las cortinas de seda y lino que decoran las ventanas; más los muebles de estilo clásico; le dan un aire de habitación real. Me gusta lo bueno, pienso que se los dije. Soy de los que piensan que su hogar no tiene que ser un cuchitril. Me dirijo directamente a mi cuarto. Me dejo caer sobre la cama de estilo victoriano. La misma fue un regalo de parte de una “amiguita” inglesa, perteneciente a la corte, con la que compartí algunos momentos interesantes en el 1895. Solo la tengo de decoración. Los vampiros no necesitamos dormir. ¡Estamos, técnicamente hablando, muertos! Lo que ustedes llaman sueño, para nosotros no es otra cosa que un estado de hibernación regenerativa. Caemos en una especie de coma semi profundo mediante el cual el proceso de regeneración orgánica se acelera.

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Recostado sobre las sabanas acolchadas y mirando hacia el techo, dejo correr mis pensamientos hacia el pasado. Las imágenes fluyen con naturalidad y libertad. Esa es la única forma en que puedo revivir mis experiencias pasadas. Cada cosa vista. Cada persona conocida. Cada acto realizado forma parte de mis recuerdos. Nuevamente pienso en mis actividades con mi siniestro guía. Me traslado sobre las alas de mis pensamientos hacia el mundo antiguo. A la cuna de nuestros orígenes. *** Ciudad de Tsor Fenicia

L

a ciudad de Tsor26 es una de las más importantes de la región de fenicia. El comercio marítimo la ha hecho prospera e influyente. Los navíos suritas eran famosos por su agilidad sobre las ondas del mar. Sus remeros los han llevado a puertos tan lejanos como Tarsis, Javan y, según muchos mitos, más allá del gran mar. Mikha’el estaba hablando con un comerciante de origen sumerio. Mientras yo me entretenía viendo los alrededores del mercado de la ciudad. El fluir de vendedores de todas las nacionalidades le daba una tinta única al ambiente: hititas, mizraelitas, cusitas, caldeos, y otros que no conocía su procedencia; se paseaban por las calles de la ciudad. - ¡Sigamos nuestro camino! – ordena Mikha’el.- todavía debemos entrevistarnos con alguien. - ¡Mi señor! – le dije.-… algo me inquieta… Mikha´el solo me observó. Él no es de los que hablan mucho. Siguió caminando sin siquiera mostrar interés en lo que dije. Estas semanas con él han sido únicas. Cada vez que me enseña algo nuevo, se despiertan en mi interior más inquietudes. Me sentía enlazado a él. Mis pensamientos y sentimientos se vinculaban más y más con los suyos. Mi corazón parecía ir tomando el mismo ritmo que el suyo. No me malinterprete. No piense que me estaba enamorando. En ese entonces, como el resto de los siglos que han seguido, mi sexualidad estaba bien definida. ¡Eso de que los vampiros somos homosexuales no es cierto! Algunos pueden profesar esa tendencia, pero no significa que sea la regla. - ¡Estas experimentando el vínculo! – me dijo de forma abrupta; como respondiendo mis inquietudes.- ese es el primero de los pasos que un neófito toma al comenzar a recorrer la Senda. - ¿La Senda? – pregunté, queriendo entender plenamente sus palabras.- ¿a qué se refiere, mi señor? - ¡Semita! – me dijo.- ¡todavía deberás aprender muchas cosas y la primera es esta: desaprender lo que se te ha enseñado!… Los Antiguos hemos vivido entre la humanidad desde los tiempos de Caín y Lilith… el Legado ha pasado de generación en generación, cada seis de las mismas. No podía entender todo. En estas semanas de viaje se me mostró cosas que ningún otro ser humano ha visto. Los Vástagos, me había explicado Mikha’el días atrás, solo revelan los secretos de los inmortales a quienes han de abrazar. En mi interior se origina una lucha feroz: entre el deseo de adentrarme más al mundo de las sombras y el de mantener mi humanidad.

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Nombre hebreo para Tiro.

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El Vínculo – continuó explicando.- es la unión emocional y espiritual entre un doctrinado y su sire. ¡Ambos comparten sus pensamientos y sentimientos de tal forma que el neófito aprende ver las cosas desde la perspectiva de su sire! - ¡Entonces, el vinculo es el primer paso para entrar en… la Senda! - ¡Exacto! – me afirmó.- cuando se llega al punto crucial del mismo, ya no habrá marcha atrás… - ¿Por qué me dice esto? Mikha’el se quedo callado. Aceleró sus pasos sin explicación. Eso no me sorprende; él siempre ha sido enigmático. Recorrimos las principales calles de la ciudad. Tsor es tan esplendorosa como Tebas. Las edificaciones, artesonaras y bellas, son muestras de la riqueza de la que Tsor es reconocida. Riquezas venidas de sitios tan lejanos como Tarsis e India. Llegamos ante un gran palacio. El mismo estaba hecho de mármol negro, proveniente de las tierras oscuras de Europa. No era el hogar del rey de Tsor; sino la modada del verdadero poder en la ciudad. El príncipe oscuro me había traído hacia la Casa de Azazel; quien gobernaba toda esa provincia. - ¡No digas nada! – me ordenó Mikha’el.- y no mires a los ojos al príncipe Azazel ni a ninguno de sus hijos… ¿Entendiste, terreno? - ¡Sí, mi señor! – fue mi respuesta. Un sirviente nos abrió. Según noté era de nacionalidad cusita, entre sus 45 y 50 años humanos. El palacio estaba lleno de sirvientes humanos; tanto jóvenes como de edad madura. Los vampiros no desaprovechan la mano de obra humana. La misma le es útil para moverse durante el día. Esperamos en el gran patio de mármol. Observé la fuente que se encontraba en el centro. La misma tenia imágenes de demonios alados que irrigaban agua desde sus fauces. Dos sirvientas vinieron a nuestro encuentro. Ambas se dispusieron a lavarnos los pies; un acto de cortesía en el oriente. Noté como la que atendía a mi acompañante, una mujer en sus treinta años, le ofrecía un servicio extra: su cuello. Mikha’el sonrió, le acomodo nuevamente el velo y le dijo algo al oído. Ella se levantó con una expresión de alivio y gratitud. Otro sirviente trajo una bandeja con higos y pasas del desierto. Tomé y comí algunos. Eran dulces… ¡más dulces que cualquier otra cosa que hubiese probado! - ¿Qué hace que mi señor visite este lugar? – preguntó un personaje desde el balcón superior.- ¡El hijo del rey Amrafel solo visita a sus súbditos por cosas importantes! - ¿No puedo visitar a un viejo amigo de mi progenitor? – respondió Mikha’el. Miré a nuestro interlocutor. Alto, como de 6, 8 pies; contextura delgada y piel pálida. Vestido con toga confeccionada, según los detalles de la misma, en Tarsis. Los ojos de este personaje eran grises. Su porte era igual que la de mi sire. Definitivamente era un ser como mi maestro. - ¡Azazel, príncipe del desierto! – clamó Mikha’el.- principal apoyo del rey Amrafel en la guerra por Nod… ¡Te saludo! En un movimiento ágil, solo capaz por ellos, Azazel llegó hacia Mikha’el. Ambos se abrazaron. Claramente se podía notar que Azazel era mayor que el príncipe vampiro. Noté una cicatriz en su mejilla izquierda. Marca inconfundible de sus guerras. - ¿Qué te trae a mis tierras, príncipe? – pregunta Azazel.- ¿tu padre me convoca a una nueva aventura? O ¿solo visitas? - Ni lo uno, ni lo otro… valiente príncipe cainita – respondió Mikha’el. - ¡Entonces! – expreso.- ¿Qué te trae a mi casa? - ¡Quiero que me reveles el camino hacia el castillo de Luxdamnia! -

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Azazel no disimuló la expresión de disgusto ante la petición. Bajando su rostro, se volteó, dándole la espalda a Mikha’el. Por su actitud me di cuenta de que trataba de evitar la solicitud del príncipe. Se sentía una pesadez en el ambiente, muy diferente a la calidez de hacia a penas momentos. - ¡Príncipe! – dijo con tono menos afectivo que al comienzo.- me has hecho una solicitud de lo cual estoy seguro tu padre no te ha dado autorización… ¡Se está prohibido ir o revelar la ubicación de ese lugar maldito! - ¡Lo sé! – reclamó Mikha’el.- conozco las historias: la guerra fratricida entre los clanes; la toma de Luxdamnia por parte de las tropas rebeldes de Saulot; y como mi padre, tú y otros 4 reyes vampiros se unieron para poner fin a la revuelta… ¡Recuerda que yo fui prisionero ahí! - ¿Todavía recuerdas lo sucedido? – interrumpe Azazel.- como entramos a la fortaleza y durante 13 días con sus noches luchamos ferozmente hasta la Luna roja… ¡masacrando a humanos y vampiros aliados a Saulot! Esa historia ahora es poco conocida aun entre los Vástagos. La caída de Luxdamnia, el baluarte rebelde de Saulot, es una leyenda urbana a la cual muchos vampiros no le dan importancia. La catalogan de cuentos y tradiciones nacidas de los antiguos. Pero yo estuve ahí, en el momento que esos dos príncipes vampiros hacían mención del hecho. Mikha’el me había expresado que luego de la batalla, un poderoso hechicero tremeré lanzo un conjuro para borrar de la memoria de los Vástagos más jóvenes el lugar exacto de la fortaleza. - Lo siento – expresó.- pero me has pedido algo en lo que no te puedo ayudar, y aunque pudiese; no lo haría… ¡el sitio donde se encuentran las ruinas de Luxdamnia debe mantenerse en secreto! - ¡Azazel! – reclamó Mikha’el - ¡No tengo más nada que decir! – dijo Azazel de forma fría.- ¡aliméntense y salgan de mi casa! - ¿Qué te impide decirlo? – pregunta visiblemente enojado Mikha’el. - ¡El juramento de sangre hecho a tu padre! – fue su respuesta. Diciendo esto, se alejó sin mirar hacia atrás. Fue la primera y última vez que vi en persona a Azazel. En otras circunstancias, este insulto al estatus de Mikha’el hubiese sido castigado con la muerte. En las primeras generaciones de cainitas, el respeto y el honor eran sobrevalorados. Pero el príncipe se quedo tranquilo. Sabía que Azazel tenía toda la razón para su proceder. - ¡Vámonos! – me dijo.- no tenemos nada que hacer aquí. - ¿A dónde nos dirigiremos? - ¡Volveremos a Tebas! – fue su respuesta.- y luego a Nod; antes del día trece de este mes. - ¿Por qué antes de ese día? - ¡En la noche del día 13 será la próxima Luna roja! La Luna roja. Fue en ese momento que escuché por vez primera de ella. Tomé mis cosas y seguí a Mikha’el. En el fondo me sentía emocionado pues volvería a ver a la sacerdotisa Sekken. Todavía recordaba nuestro encuentro, y, sinceramente, deseaba que se repitiese. ***

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S

algo inmediatamente de mis recuerdos. Observo el reloj de pared que se encuentra en el costado izquierdo de mi cama: ¡las 11: 00 a.m.! El tiempo de los mortales parece tener vida propia. Es como un espíritu que decide como manifestarse: a veces como un maratonista fugaz; otras, como haciendo su recorrido lentamente. Nuevamente alzo mis ojos al techo. Me resisto entrar en el trance regenerador. Durante siglos me han atormentado mis recuerdos. Quizás sea un ser sin alma; pero sigo siendo un ente con recuerdos. Las palabras de Le Mont sobre la próxima Luna roja me inquietan. La última que viví no fue nada agradable. El interés de Le Mont no es nada de fiar. Desde nuestro último encuentro, las cosas entre nosotros jamás han vuelto ser iguales. Cierro mis ojos. Necesito descansar. Estos días han sido, como decirlo, movidos. Parece que estoy a punto de entrar en el trance. Me dejo caer ante él, como un soldado herido se deja caer ante quien lo vence. Todo comienza a oscurecerse: la habitación, mis pensamientos; mi visión. Todo a mí alrededor comienza a silenciarse. Es en el silencio de todo lo que nos rodea, que podemos escuchar más claramente nuestros recuerdos. Cuando llegue la hora saldré. Tengo que hablar con ella. Con la diosa vampiro que enloquece los corazones de los mortales e inmortales neoyorkinos con sus sensuales y calientes movimientos. La mujer que supo arrancar de un joven imberbe su inocencia; bajo sabanas calientes y abrazos enloquecedores. - ¡Diablos! - exclamo en voz alta.- ¿Acaso no verán final mis sufrimientos? No quiero sonar como un llorón. Pero quizás lo entiendas si has vivido la misma cantidad de años que yo. Todo está en silencio. A pesar del transitar de los vecinos u transeúntes, mi habitación está elaborada de tal manera que ni el ruido, ni la luz exterior lleguen a la misma. Cosas que aprendí de los constructores del antiguo Egipto. Ya me adentro en mi sueño diurno. Los seguros de las puertas y ventanas están firmemente colocados. He convertido mi habitación en un gran ataúd. Me entrego al sueño de los no vivos, de la misma forma que la víctima se entrega a su cruel victimario. La noche que paso será otra mas, en mi eterno transitar.

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Capitulo 5 Eclésia

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L

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as campanadas suenan nítidamente. A pesar de tener más de un siglo, ese reloj nunca me ha fallado. Lo he mantenido afinado desde que lo compré en un mercado londinense. Se ha convertido en el guardián de mis sueños. Aquel que me alerta del momento en que debo despertar. No entiendo. Los humanos normales siempre piensan en que nosotros estamos arropados de magia y misticismo. No sé otros vampiros, pero yo, y los que he conocido, somos muy… ¿Cómo decir? Explicables… bueno… casi. No nos transformamos en monstruos indescriptibles: murciélagos, lobos o cosas así. ¡No todos levitamos! ¡Ni tampoco nos volvemos vapores siniestros! ¡Eso sí! Somos extremadamente fuertes, súper rápidos, hiper perceptivos, y con sensibilidad más desarrollada que todo ser caminante sobre la tierra. No tengo explicación de esas habilidades. Quizás se nos doto de cualidades de otras especies… ¡Quizás sea el fruto de milenios de mutación selectiva! En lo personal noto algo tonto y contradictorio en llamarnos “muertos vivientes” ¿un muerto puede estar vivo? ¿Un vivo puede estar muerto? Aunque es cierto que no respiramos, y nuestros corazones laten más lento que el de un humano normal. Para cosas que la ciencia no alcanza del todo entender o explicar, los pueblos lo arropan de elementos mágicos. ¡En esto ha influido mucho la iglesia y los místicos! Bueno, es el momento de abrir mis ojos. Observo la relíquia: ¡6:00 p.m.! Buena hora. En ese momento escucho la puerta. - ¿Quién será tan necio como para llamar a mi puerta? – refunfuño en voz alta. Me dirijo hacia la misma. Observando por el hoyuelo, me percato que es Miss González. Esa mujer es una metiche. - ¿Qué querrá esta anciana mortal? – expreso para mis adentros. - ¡Perdone, joven! – me dice desde afuera.- preparé un pastel de hoja… y pensé que quiza’ ha u’ted le gu’taría probarlo. ¿Pastel de hoja? – pensé. Estoy seguro que Miss González sabe bien qué soy, o por lo menos lo sospecha. ¡Debería saber que su alimento no me atrae! Todos en este barrio de mala muerte lo saben, aun los vampiros marginales; y por eso no se meten conmigo. La forma de hablar de la señora, especialmente su acento y la gracia con que corta las palabras me atraen. Ahora es que noto la dulzura de su voz. Hasta ese momento nunca le había dado importancia. Algo me dice que ella no se rendida hasta que la atienda. Tengo curiosidad. ¿Por qué esta sangre caliente no me teme? Abro la puerta, pensando que ella me entregaría el paquete que traía y se iría en el acto. - ¡Tenga cuidao que ‘ta caliente! – me advierte.- podría hacerse daño. - Mmm… gracias – le respondo de forma fría, notando el intento de ella por mirar hacia adentro.- ¿desea entrar? Ella pareció titubear ante la invitación. No la culpo. Cualquiera en sus cabales lo haría. Yo espero que ella no acepte… ¡pero la señora entra! - Tiene un apartamento muy bonito – me dice, mientras trata de observar lo más posible.- veo que le gu’tan las cosas vieja’. - Si – respondo, dejando notar mi poco interés en la conversación.- son el fruto de años… muchos años de viajes. - ¡Ute’ se ve un joven interesante! – continua la dama.- sus modale’ son poco vistos en lo’ jóvenes de hoy… Miss González sigue buscando todas las formas de sacarme conversación. Esa señora no se rinde. De ella conozco que es de República Dominicana. Emigró a los Estados Unidos en el 1999, quedándose a vivir con su hija. 48 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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No sé si lo’ de su paí’ comen alimento normal – me dice, con cierto tono de preocupación; quizás por no querer ofenderme.- ¡pero eto’ pa’teles en hoja e’tan riquísimo’! - ¿De qué parte de República Dominicana es usted, Miss González? – pregunto con un sorpresivo interés. - ¡Ay mi hijo! – me dice con su tono peculiar.- e’ta vieja nació en una provincia llamada Hato Mayor… en un campito llamado La Peña. - ¿La Peña? – pregunto extrañado por el nombre. En todos mis viajes no me había topado con uno así.- ¡Interesante! Noto la sonrisa dibujara en los labios de la anciana. Parece contenta de que alguien como yo demostrada un poco de interés en su historia. Seguramente soy el primero de mi especie que se ha encontrado y hablado directamente con ella. Yo mismo no lo comprendo del todo. Mi especie no es reconocida por interesarse en los humanos… al menos que no sea para alimentarse de ellos. Yo me alimento de sangre humana. ¡Eso sí! Procuro no hacerlo al menos que sea necesario. No soy como muchos que quieren negar su naturaleza. Depredador me convertí, y depredador soy. Compro la sangre en bancos de sangre, administrados secretamente por clanes vampiros. En casos extremos, me he alimentado de vagabundos, prostitutas, ladrones y uno que otro asesino. Como quiera… ¡Nadie los extrañara! - Y u’ te – me dice.- ¿De dónde e’? - Nací en el medio oriente – comienzo a responder.- pero he viajado de un lado a otro… - ¿Ha e’ tado en mi país? Pienso que no vale alargar el asunto. Algo me dice que ella sabe bien que soy. - ¡Sí! – Le respondo.- hace muchos años… específicamente en el 1856… Ella no pudo disimular la expresión de sorpresa, mezclara con espanto. Parece que le confirmé sus sospechas. Temblaron ligeramente sus manos. Casi se le caía el alimento envuelto entre las hojas de banano. - ¡Entonces eres real! – me dice.- lo que dicen las personas sobre ti es cierto… - Me temo que si – le respondo con una sonrisa fría.- soy un vampiro. - ¡Ave María purísima! – exclama mientras se persignaba.- ¡Protégeme, Señor! - No temas – le digo, queriendo tranquilizarla.- no te haré daño. Pero, si sospechabas sobre mi naturaleza… ¿Por qué viniste? - Vi que nadie se acercaba a ti – comenzó a explicar.- y me dio pena. Tiene’ la mi’ma edad de mi nieto ma’ pequeño, que e’ta en Santo Domingo… ¡Por eso quise hablarte! Me causo eso de “tener la misma edad de su nieto menor”. ¿Ella no se imagina que tenga muchos siglos por encima de él? Aunque quede prisionero en el mismo cuerpo de treinta tres años, los siglos han pasado sin parar. Pero, en cierto modo me gusto eso que me dijo. Primera vez que alguien, especialmente un humano, muestre interés por mí. Por lo general siempre experimentan miedo. Ella sirve los pasteles en hoja en el plato. Huelen bien. - ¡Siéntate! – Me pide.- ¡veras que esto sobrepasa a todo lo que hayas comido! Tomo asiento y observo el plato: en verdad se ven suculentos. Pero nuestro aparato digestivo es disfuncional. Solo tomamos sangre para compensar la deficiencia en la nuestra. - Espero entiendas que no puedo comerlo – le digo. - ¡Sí! Lo comprendo. -

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Entonces, me dijiste, naciste en La Peña. Si mi ‘jo – me afirma.- e’ta anciana que vez, nació el 23 de enero del 1963… recuerdo como doña Digna María, mi mai, me crió sola en el campito. - ¿Sola? ¿No tuviste padre? - ¡Claro que tuve! – me confiesa con picardía.- se llamaba Félix Mota, conocido como “El Jíbaro”… - ¿Jíbaro? – vuelvo a preguntar.- ¿Qué significa esa palabra? - ¡Sí! – queriendo explicarme.- e’ una palabra dominicana que significa “indomable”. ¡Vaya, cada cultura con sus cosas! En mis andanzas por Egipto, Babilonia, Roma, Grecia y el Lejano Oriente; no me había encontrado con una población tan singular. La República Dominicana siempre se caracterizó por tener un pueblo peculiar. Les gusta celebrar, apoyar a otros y ver lo positivo en todo. Aun el sabor de su sangre es peculiar. - Mi pai – sigue hablándome.- se fue a la capital a trabajar. Mi mai tuvo que quedarse con nosotros. - ¿Tienes hermanos? - ¡Sí! Tengo 4 hermanas y 2 hermanos… bueno, solo me quedan 2 hermanas y un hermano vivos. La historia de Miss González es entretenida. Su alegría y forma de ver la vida me atraen. A pesar de estar cerca del final de su existencia, pareciese que disfruta cada momento. Siento algo de envidia. Todos los siglos de existencia, no me han permitido disfrutar de ese gozo. - Y… ¿Qué de ti? – me pregunta sin rodeos.- ¿cuál e’ tu historia? - Nada que digamos interesante – le respondo.- de aquí para allá recorriendo los cuatro ángulos de la tierra. - Me diji’te que e’tuvi’te en Dominicana en el 1856 … - ¡Sí! Durante sus guerras independentistas. - Perdona la pregunta… ¿Qué hacia alguien como tú, en ese momento, en mi país? - Visitando, Miss González – respondo.- solo que escogí un momento poco oportuno para mi visita. Otra humana a la que no le puedo contar toda la verdad. La historia fue, y sigue siendo, reescrita y reinterpretada. Los historiadores han sacado toda referencia a las actividades de los Vástagos en la política y vida social de las civilizaciones humanas. La Iglesia Católica ha incidido en este encubrimiento. Los mismos Ancianos también han puesto de su parte para el encubrimiento. Para esa época, los países de América se estaban levantando en armas contra la tiranía europea. Haití, la Gran Colombia, México, Chile y Argentina; fueron de los primeros en alzarse en armas en Latinoamérica. La Hermandad de los Francmasones fueron protagonistas claves en estos acontecimientos. Había una guerra a muerte contra la Iglesia y sus gobiernos títeres. Los Vástagos y la curia de la Iglesia Católica Romana hemos estado en guerra, de forma abierta o solapada, desde el Concilio de Trento27. Nosotros forjamos el imperio romano. También nosotros integramos a los cristianos en el mismo, como forma de evitar la desintegración de este. Veíamos en sus obispos y pastores a los nuevos títeres que mantendrían tranquilos a los hombres y mujeres de Europa. Lo que hacíamos a través de los cesares; ahora lo haríamos vía los pontífices y obispos. Por lo menos eso pensamos. Pero al recibir tanto poder, el Papa romano se rebeló contra el Concilio Cainita; declarando la 27

Concilio de la Iglesia celebrado en el ---.

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guerra contra este y los Vástagos. Conscientes de nuestro error, trabajamos para desestabilizar o, por lo menos, controlar el poder de la iglesia. Patrocinamos, a través de algunos príncipes alemanes, a los reformadores. Resucitamos a una vieja organización que tuvo sus orígenes en el antiguo Egipto: la Hermandad de los Arquitectos de Horus; a la que renombramos como Francmasones. Motivamos el ingreso de librepensadores de todas partes. Desatamos a Napoleón Bonaparte para que atacada al Vaticano mismo. Apoyamos a George Washington en su lucha contra los ingleses. Aportamos recursos a Toussaint L’ Overture, Simón Bolívar y José San Martín… ¡Hasta el mismo Padre Costillas, en México, recibió nuestra ayuda! Nuestro interés en los países latinoamericanos era por la persecución que en estos se llevaba contra Vástagos y Acólitos. Nuestras posesiones estaban amenazadas. Yo fui designado como enlace para apoyar logísticamente a los independentistas de Juan Pablo Duarte. - ¿Conociste a Juan Pablo Duarte? – me pregunta Miss González. - Si – respondo.- fue un gran hombre. Miss González expresa el orgullo propio de los dominicanos ante su héroe nacional. Ella se levanta y se encamina hacia la cocina. Retomo mis recuerdos: conocí a Duarte en Venezuela, cuando se me puso en contacto con él. Allá le expresé el interés de patrocinarlo económicamente en la lucha independentista de su país. Él no acepto. Se consideraba un buen católico, como para hacer tratos con “abominaciones”. Pero, lo que el líder no aprovecha, algún subalterno lo hace. Seguimos nuestros planes vía algunos de sus allegados. Las horas no esperan. Mirando el reloj, me doy cuenta de que son las 7: 15 p.m. pareciese como que Miss González o no se ha dado cuenta del tiempo; o lo ignora adrede. Me levanto de la silla. Ella comprende mis intenciones. - ¡Bueno! – se adelanta.- veo que tienes otros compromisos… - ¡Correcto! – digo mientras me encamino a la puerta, en clara alusión a mi interés de que se fuese. - ¡Espero que nuestra conversación se repita! – me dice, mientras termina de recoger algunas cosas.- a pesar de lo que digan, eres un ser entretenido. No es muy común que una humana salga caminando de mi habitación. Pero Miss González gano mi simpatía. Me di cuenta que no solo la Doctora Salazar es la única que se interesa en las historias de un no vivo. - Cuídese… mi doñita – digo con el tono frío que me caracteriza. - ¡Sinceramente espero que encuentre’ la felicidad! – me desea mientras sale por la puerta.- o por lo meno’ el descanso. Miss González sale y se dirige directamente hacia su apartamento, mientras yo la observo. Dudo que esta conversación se vuelva a repetir. ¿Encontrar la felicidad? Eso son cosas que solo se pintan en películas. Los seres como yo fuimos condenados a no conocer eso. Luego de terminar de ver si todo está en su lugar, me dirijo hacia la puerta de salida. En mi mente solo está el nombre de ella: Sekken. Tengo que hablarle, a cualquier costo. Cierro la puerta tras mí. Y recorro el pasillo que me llevara al ascensor. Noto otros ojos escrutadores: Jimmy, seguramente percatándose de que no sean los azules 28; mira desde la puerta semiabierta de su apartamento. Veo tres Brujah en la escalera. Al verme, bajan sus 28

Término despectivo con que se le conoce a los policías en Estados Unidos.

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rostros, en señal de respeto. Luego de su vergonzosa derrota en Cartago, ese clan se ha mantenido en las sombras. ¡Su orgullo quedo en el polvo! Sé que no harán sus bellaquerías mientras esté ausente, respetan mucho a los assamitas. La noche está fresca. Cierro mis ojos y me permito sentir la suave brisa. El aire está cargado de humedad. Todo indica que lloverá. Comienzo mi recorrido hacia el Hell’s Rising. Estoy tratando de reorganizar mis pensamientos. Tengo que estar claro de lo que quiero saber. Las personas caminan abrigadas. El aire de invierno las tiene de buen humor. Unas cuadras después, percibo nuevamente esa presencia… - ¡Le Mont! – grito con todas las fuerzas que mi rabia me da.- ¡Déjate de tonterías y sal! - ¡Bravo! – aparece mi Némesis, mientras aplaude cínicamente.- veo que no puedo pasar desapercibido… - ¿Desde cuándo me vigilas? – le cuestiono mirándole sus ojos grises. - Mom ami no creas que eres tan importante… por alguna razón que no llego a entender del todo, preocupas a los Ancianos. Los Ancianos, otro nombre de los tantos con que se conoce en mi mundo a La Jerarquía: “Los 12”, el “Consejo de los Antiguos”, “Aquelarre rojo”, los “Príncipes oscuros”… ¡Y tonterías así! Para mí son una reliquia que se resiste morir. El Monitor es la cabeza administrativa y política; mientras que el Papa Negro es el guardián de los rituales de la nación. Como seguro recordaran les hable tanto de la Jerarquía como el Sanctus Concilium Nigrae. ¡Hace tiempo que no escuchaba de ellos! - Los Ancianos no tienen por qué estar preocupados – le digo a Gabriel mientras trato de continuar mi camino. En un movimiento rápido, solo posible por nosotros, se coloca en medio de mi ruta. - ¿Seguro? – pregunta de forma que da a entender que no me cree.- Lo que le hiciste a esos infelices Gangrels dice lo contrario… En ese momento me di cuenta de que todo se descubrió. El Código prohíbe el asesinato interclan. Todo vampiro que asesine a otro perteneciente a un clan distinto al suyo, podrá ser convicto de muerte eterna. En nuestro mundo se le llama de muchas formas. La segunda muerte, la muerte definitiva; son las más usadas. En este instante me percato del peligro que corro. ¿Gabriel estará aquí para ejecutar la sentencia? - No te preocupes – me dice, mientras se voltea para seguir su camino.- si hubiese tenido la misión de matarte; no estaríamos hablando. - Entonces… ¿Qué es lo que quieres? – le cuestiono. - Solo recordarte que se te espera en la próxima Luna roja… Diciendo eso, desaparece. ¡Maldito Gabriel! Siempre que aparece trae más inquietudes que respuestas. Sé que la Luna roja no traerá nada bueno. Las anteriores no lo hicieron. Acelero mis pasos hacia el Hell’s Rising. Tengo que hablar con la única de los primogénitos que aun existe. *** Discoteca Hell’s Rising 8: 30 p.m.

C

omo todas las noches la discoteca está al tope. Vampiros y humanos asisten por igual. Noto más seguridad de lo acostumbrado. Cuando llego a la entrada, dos vampiros vestidos de negro me revisan. Entreveo armas de alto calibre. Nos hemos amoldado tanto a la sociedad que no tenemos problemas en hacer uso de sus armamentos. ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luego de constatar que no represento amenaza alguna, me dejan pasar. Desde que entro dirijo mi mirada en busca de Sekken. Miro a la pista y al bar; ella no se encuentra. A parte de la requisa en la entrada, todo parece normal. Los frenéticos bailarines se encuentran sobre la pista; el bar se mantiene repleto. Solo falta Sekken. No bien me he sentado en una de las mesas, alguien se para al frente. Pensando que es un camarero, levanto mi vista para ordenar. La figura es de uno de los guardias del lugar. - ¡Acompáñeme, por favor! – dice.- ¡la reina desea verle! - Díganle que no me interesa – le respondo, aparentando indiferencia. - ¡Insisto! – dice, al instante de mostrarme su arma.- ¡a la sacerdotisa no le gusta que la hagan esperar! Observo y me percato de otros cinco en posición de responder ante cualquier gesto violento. Me levanto lentamente y comienzo a seguirlo. Subimos unas escalinatas hacia una habitación en el segundo nivel. El guardia me pide que espere, mientras entra para anunciarme. Casi al instante vuelve, me revisa nuevamente y me da el paso. Entrando me doy cuenta de que estoy en la habitación de Sekken. La misma era la reconstrucción de su dormitorio en el templo de Tebas: columnas, alfombras, cortinas y espejos. Puedo entre ver a la sacerdotisa retorciéndose en su cama. Ella cabalga sobre un hombre de tez morena. Al mismo tiempo una chica caucásica la besa y acaricia sus senos. “Esa perra no tiene inhibiciones” – pienso para mis adentros. En lo que concierne al sexo, Sekken no se exime de probar aquello que le de placer. Luego de dar un gemido de inconfundible goce, se levanta y pasa a colocarse una bata translucida color rojo. Sus esclavos de deleite salen prestamente de su cama y de la habitación. - ¡Sabia que volverías a mí! – dice con una sonrisa maliciosa.- ¡espero que te haya gustado lo que viste! - ¿Por qué tanta seguridad? – pregunto. - Seguramente sabrás que los Ancianos están en la ciudad… para la Luna roja – explica mientras se sirve sangre procesada.- y lo más importante: Ángelo Gabriel Le Mont con ellos. - Si – contesto.- lo sé. Me he topado con él. - Debido a eso la situación se ha tornado peligrosa… siempre donde Le Mont está, no faltan los problemas. - Estoy consciente de eso… - le manifiesto, al momento que agrego.- pero, no entiendo en qué te afecta. - Le Mont y sus Cruz Carmesí son fanáticos y ellos no ven con buenos ojos nuestros negocios… los consideran muy mundanos. – explica y agrega.- ¡Todavía recuerdo mi último encuentro con él y sus Inquisidores!… - ¿Encuentro? – pregunto sorprendido.- ¿Cuándo? ¿Cómo? Ella se para frente a uno de sus espejos, aun sabiendo que no vería nada. No me pregunte porque, pero nunca hemos podido ver nuestra imagen reflejada en espejos. Muchos piensan que nuestra imagen es una manifestación de nuestra alma, y al no tener la misma, no podemos reflejarla. Miro su rostro. Una sombra de dolor lo arropa. Es algo inusual en ella. No tengo que esforzarme mucho para entender que nada bueno salió de ese encuentro. - Fue en el 1789 d.C. – dice.- en Francia… - ¿Qué paso? - El Clero Oscuro había lanzado una inquisición en busca de diabolis. Le Mont entró en el pueblo donde vivía… ¡Seguro imaginas lo que pasó! 53 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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La entiendo. Conozco esa época: La gran inquisición Sabbath. El periodo en que los Vástagos cazaron a los vampiros que se entregaron a los ritos de Lucifer. El Papa negro, Arquiames, convenció al Monitor de entonces, un vampiro de nombre Marcus, de que debía detenerse el avance de esos seres perdidos. Los líderes cainitas nunca han comulgado con la idea de que vampiro y demonio sea lo mismo. En su afán por divorciarse de esa idea, se lanzaron al exterminio de los Vástagos que se adentraron a los misterios más oscuros. La crueldad se manifestó en todo su esplendor: potros, calabozos, desmembramientos, decapitaciones, juicios por fuego y espada. Se les encomendó la tarea a los Inquisidores del clan Sabbath, los mejores en el oficio, para que diesen caza a los herejes. Los Inquisidores Sabbath eran reconocidos y temidos entre los caminantes nocturnos por su extrema crueldad. La inquisición católica misma adoptó, más adelante, las formas de ellos. Las tropas carmesí serian su fuerza militar asignada para el exterminio sistemático de los bastiones diaboli. - Los Inquisidores – continuo.- no hicieron distinción… torturaron tanto a humanos, como a vampiros… ¡Aun sabiendo que los diabolis no estaban en el pueblo! - ¿Qué pasó con Le Mont? - Cuando los Inquisidores terminaron su obra, Le Mont y sus Carmesí ejecutaron a todos los puéblanos… él tomó un látigo de púas y me azotó 66 veces… En ese momento ella se detiene. El recuerdo de esa barbarie la priva del habla. Aun para nosotros, la humillación y vejación son cosas indignantes. Nunca imaginé que Le Mont fuese tan despiadado. Él no tiene escrúpulos. La Inquisición duró menos de lo que se esperaba. Ante las atrocidades de los inquisidores y los carmesí; la Jerarquía ordenó que se detuviesen. Casi hubo una confrontación entre los poderes de la nación vampiro. Se amenazo a Arquiames del uso de las fuerzas combinadas de la Mano Negra y la Legión Oscura para detener la barbarie. Sólo así se hizo. - ¡Duré 40 años para sanar mis heridas totalmente! – dice, mientras me muestra su espalda.- ¡las marcas que esa bestia me hizo ya casi son imperceptibles! - Mmm – sólo musito.- ¡nada raro en Le Mont! Gabriel es extremadamente sádico a la hora de torturar a una víctima. Más de una vez lo ha demostrado. ¡Parece gozarse en el dolor que infringe a los demás! Aun como legionario se complacía en ver sufrir a los vencidos. Los gritos de sus víctimas todavía claman por la sangre derramada. No me es de sorpresa que haya sido maestro de hombres tan tenebrosos como lo fueron el conde Vlad Tepes y el lujurioso Marques de Sade. Aunque, a diferencia de estos, Gabriel lastima para sentir satisfacción más que poder. - Lo siento mucho, Sekken. – le expreso. - ¡No lo sientas! – exclama con tono airado.- ¡Sé que los dioses oscuros me darán algún día la satisfacción de cobrársela! Muevo la cabeza en aptitud de afirmación. No me apenaría que a Le Mont se las cobren todas. A veces yo mismo he deseado ser esa mano castigadora. - Pero dime – cambiando de tema.- ¿Qué te trae a mi negocio? Sé que no es el escuchar mis problemas… - Necesito consultarte algo – le respondo mientras me siento en un sillón tapizado de rojo.- ¡Es sobre la Luna roja! - ¿La Luna roja? – me devuelve la pregunta, mostrando cierto nerviosismo poco común para los de nuestra especie.- ¿Qué quieres saber sobre ella? - Le Mont me dio el mensaje de la próxima – le dije.- la misma será dentro de seis días… 54 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Sekken se para frente a mí. Se pone de rodillas y toma mi mano derecha. Sus delicados dedos acarician mi mano. Hacía siglos que no sentía algo así… ¡desde nuestro encuentro en Tebas! Ella me mira a los ojos. Esos ojos amarillos que encienden algo, que pensé, estaba muerto dentro de mí. Sus labios, rojos como granadas, siguen tan sensuales como la última vez que los bese. Sus cabellos siguen tan sedosos como cuando se los acariciaba en Tebas. Debo reconocer que deseaba lanzarme sobre ella y disfrutar del sexo mas desenfrenado que haya tenido. - Los Ancianos han decidido reunirse, luego de todos estos siglos – comienza a explicarme, mientras continua acariciando mi mano.- la nación cainita está siendo sacudida… - ¿A qué te refieres? - Grupos ancestrales, hasta ahora dormidos, se están levantando y poniendo en duda el liderazgo de los Ancianos – explica.- se teme la proximidad de una guerra … - ¿Una guerra? – pregunto sobresaltado. - … los conglomerados del Sabath y de la Camarilla desconfían de las decisiones de la Jerarquía… muchos piensan que la vieja era debe terminar… - me dice de la forma más al punto posible.- ¡Muchos creen que esta es la señal del advenimiento del Maestro Oscuro!… ¿El Maestro oscuro? Otra leyenda de vampiros. La misma se refiere al Antiguo que vendió su no alma a las sombras; y se alzo con el poder de mandar a toda la nación de los hijos de Caín a la oscuridad, llevándose a los terrenos de paso. Dejo caer mi cabeza hacia atrás. Cierro mis ojos, y me adentro a mis pensamientos. En mi cabeza revolotean muchas cosas. ¡Una guerra ínter clanes! ¡Esto fragmentará a la nación! ¡Romperá el equilibrio! ¡Amenazará con la extinción de los terrenos! - ¿Entre ves las consecuencias? – pregunta Sekken.- una guerra entre los clanes, no solo afectara a los mismos; sino a los terrenos. - … mmm… ¿se conocen a los líderes? – le pregunto, deseando saber más.- ¡alguien tiene que estar patrocinando esta revuelta! … - Se habla de un vampiro conocido como Gestard – responde de forma que da a entender que he enfocado un tema delicado.- Le Mont y sus vampiros de Cruz Carmesí están investigando … - ¿Gestard? – interrumpo bruscamente.- no había escuchado de él. - Se dice que proviene de la vieja civilización… - Sekken me informa, levantándose y dirigiéndose hacia su cama.-… mas nada sé conoce de él. Comienzo a entender algunas cosas. Me causa gracia el que esta crisis colinde justamente con mi momento de desahogo. Observo a la sacerdotisa. Se recuesta sobre su lecho. Levantándome del sillón, me acerco hacia ella: está dormida. La postura fetal que tomo, le dotan de una ternura ajena a su condición de noctambuli predatis. Creo en cada una de sus palabras. La extrema seguridad al expresarlas. La inquietud de ella mientras lo hacía. La rabia con que las aderezaba. Todo eso no me ha dejado dudas en la certeza de lo revelado. Tiempos tormentosos se aproximan. La Luna roja podría derivar en un baño de sangre vampiro y, en el cual, los humanos podrían ser los daños colaterales.

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Capitulo 6 Corazón Roto

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n nombre está pululando en mi mente: Gestard. Ese nombre es importante. Nunca antes había escuchado de él. Luego de salir del Hell’s Rising, tomo el camino hacia la Catedral de San Patricio. Tengo que encontrarme con otra persona; quien, espero, me pueda dar más datos sobre este vampiro. Decido tomar un taxi, la situación no está como para caminar. Para mi ventaja, llega uno. Lo abordo y paso a indicar al chofer mi destino. Los taxis de Nueva York son únicos. No tanto por los vehículos en sí, sino por quienes los manejan. Existen de todas las nacionalidades, lenguas y propósitos: hindúes, chinos, pakistaníes, latinos… ¡Todo un arco iris racial, en lo que a lo laboral se refiere! No he llegado a entender el porqué ustedes desean la inmortalidad, como si esta fuese la panacea a todos sus problemas. Por experiencia puedo decir que la inmoralidad no es más que la extensión de tus sufrimientos por tiempo indefinido. Con la inmortalidad no se resuelven los males… ¡se eternalizan! Rápidamente hemos llegado a la Quinta avenida. El transito nocturno nos favorece. El conductor me entrega varias tarjetas procurando saber mis deseos. Le pido que coloque una música clásica. ¡Para mi sorpresa lo hace! - ¿Cómo te llamas? – le pregunto; en un acto fuera de lo común en mi. - Me llamo Radhme Kasinh – contesta, mientras sigue manteniendo su atención en la calle.- ¡Estoy para servirle en lo que pueda! Un humano atento – pienso.- saldría un buen acolito. Observo el tablero del vehículo. Noto una fotografía: una mujer y tres niños: 2 varones y una hembra. - ¿Tu familia? – pregunto haciéndole entender que me refiero a la imagen. - ¡Sí, señor! – contesta con una sonrisa y, al mismo momento, acomodando la foto.¡mi esposa Rahadyi, mis hijos Rahma, Radaman y Rayhia! ¡Son el motivo por el que estoy en esto! - Se nota que eres feliz – le observo. - ¡Por supuesto que lo soy! – exclama con convicción.- ¡No hay mejor bendición que tener una familia! Quedo callado. De cierto modo, el motivo de felicidad de este mortal lo es de mi tristeza. Yo tuve una familia; siglos atrás. Tuve el amor de una mujer… o por lo menos, lo iba. Recuesto mi cabeza sobre el asiento. Quedan 10 minutos antes de llegar a la catedral. Radhme, percatándose de mi deseo de pensar, se queda callado. Como pensé antes, este hombre saldría un buen acolito. Mis pensamientos se lanzan nuevamente al pasado… ¡A muchos siglos atrás! ¡Meses antes de conocer a Mikha’el! ¡Mucho antes de morir y resucitar transformado! Mis pensamientos me devuelven a mi hogar… *** Campamento de Segub Ben - Shela Región de Kedar 1520 a.C.

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¿Por qué tienes que hacerlo? – me preguntó con lágrimas en sus ojos.- ¿No te importa tu familia? … ¿No te importo yo? ¡No digas eso! – respondí, mientras trataba de secar sus lagrimas.- solo me voy por unas semanas… No veo la necesidad de este viaje… - volvió a insistir, mientras me golpeaba en el pecho.- algo me dice que no te volveré a ver. ¡No digas eso, mi flor del desierto! – le manifesté, mientras enjugaba las traviesas gotas que recorrían sus mejillas.- ¡Tú eres la razón para mi vuelta! 57

¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Seerah actuaba como si fuese la última vez que me vería. Desde pequeños hemos vivido en el campamento de mi padre, Segub Ben – Shela; rico ganadero de la región de Kedar. Hemos jugado en los diversos oasis en los que mi familia ha acampado. Ella era la hija del hermanastro de mi progenitor. Quedó huérfana cuando apenas comenzó a caminar. Mi padre, cumpliendo su deber, la recogió e integro a su casa. Recuerdo como jugábamos por todo el campamento; escondiéndonos entre los camellos. ¡No pocas veces recibí un coscorrón de parte de mi padre! Con el paso de los años, Seerah creció y tomó el cuerpo de una joven mujer. De unos 5 pies de estatura, piel clara como el desierto del sur; ojos negros como la noche, y cabello ondulado como el océano. Ella era todo un motivo para ver. Comenzamos a mirarnos de forma distinta. No como los niños juguetones que se metían en problemas, sino como dos jóvenes que se sienten atraídos el uno por el otro. - He oído de la fama de las cananeas – me dijo.- ¡no quiero que vayas! - ¿Eso? – le pregunté de forma tranquila.- solo voy en asuntos de negocios… ¡la única mujer para la que tengo ojos eres tú! Ella se ruborizó y me abrazo fuertemente. Este abrazo era diferente. No era como los abrazos de dos niños inocentes; sino el abrazo de una mujer hacia el hombre que desea. Sentí su cálido cuerpo junto al mío. Parecía querer quemarme… ¡atravesarme! ¡No desear soltarme! La tomé y abrasé. A la verdad, no quería terminar ese momento. - ¡Seerah! – le dije, mientras delicadamente tomaba su barbilla para alzar su cabeza, cosa que pudiese mirar sus oscuros ojos.- Desde hace varias lunas y soles siento algo por ti… no la sensación que sentía como niño… sino algo más cálido y … - ¡Perdone, mi señor! – interrumpió de forma inoportuna Eliezar, el siervo principal de mi padre.- ¡Mi señor Segub urge de su presencia ahora! - ¡Dígale que iré luego! – respondí, no deseando soltar a Seerah. - ¡Perdone! – insistió.- pero es ahora. Tenía que ir. Cuando mi padre llama, lo mejor era no hacerlo esperar. La sociedad patriarcal en la que vivía era bien definida al respecto. El llamado del padre principal era ley, a la que toda la casa le debía respeto y obediencia. Por cosas del destino, soy el menor de 4 hermanos. Mi padre ha demostrado un afecto inusual en mí. Es cierto que mi hermano mayor Hasam tiene los privilegios legales de la primogenitura; pero mi padre ha mostrado una afectividad más demarcada en mí. - ¡Lo siento, Seerah! – me disculpé, al momento que la separaba de mi regazo.- tengo que atender el llamado de mi padre… - ¡Prométeme que volverás! – me exigió con tono de desesperación. - ¡Lo prometo! – le dije. Seguí a Eliezar; volteando vez tras vez para verla. Ella se mantenía de pie frente a la entrada de la tienda de su padre. En mi corazón sentía pesadez. Quizás haya sido por la sensación de haber hecho una promesa que no podría cumplir. Llegamos a la carpa paterna. Dentro de la misma se encontraban mi padre y mis hermanos, con sus respectivas esposas. Mi padre era un hombre astuto y previsor. Esas cualidades le permitieron amasar la fortuna que hoy ostenta. Casó a sus hijos con las hijas de otros patriarcas adinerados de la zona. Hombre de convicción y fe profundas. Siempre me narra la historia de cómo conoció a otro patriarca, proveniente de Ur de Caldea. - ¿Me llamó, padre? – le pregunté con el respeto debido. - ¡Hijo mío! – exclamó con gran alegría.- ¡ven, siéntate y disfruta de las delicias de la casa! 58 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Obedecí al instante. Tomé asiento al final de la mesa. Todos comían y bebían a su gusto. No me era desconocida la ocasión: era la celebración del compromiso de mi hermana Jacira. Mi padre la casará con el hijo de un mercader proveniente de Sur. Con este acuerdo, se aseguraría la incursión en el mundo de los mercaderes. - ¡Esta es una ocasión especial! – levantándose, vociferó a los comensales.- tanto para la familia de Ehub, como para la mía… ¡estaremos unidos por medio de nuestros hijos! - ¡Larga vida a Segub! –desearon los presentes.- ¡Que sus días sean tan extensos como los árboles del Líbano! ¡Qué ironía! En el momento de mayor alegría para mi familia, es que me encuentro con la primera referencia a la vida eterna. - ¡Ahora les tengo una sorpresa! – prosiguió mi entusiasmado padre.-… una danza por parte de una de las mujeres más bellas de mi casa… ¡Seerah! Cuando escuché su nombre, mi corazón saltó, como queriendo salirse de su prisión. Ella entró vestida a la usanza de las bailarinas de Erab29. Las ropas color azul, con los adornos de oro y plata, la hacía ver regia. El velo la investía de un misterio que fascinaba a no más de un espíritu. Era su primer baile. Con el mismo entraba a nuestra sociedad como una mujer completa y lista para tomar el lugar que le corresponde. El movimiento de sus caderas era exquisito. Emulaba el moviendo de las inquietas ondas el mar Mediterráneo. Ella movía el velo de tal forma que haría morir de envidia a las diosas mismas. Todos contemplábamos aquella manifestación de gracia y belleza. Observé a mi padre, se sentía satisfecho. Consideraba que había hecho un buen trabajo como padre sustituto. Volví rápidamente mi mirada a Seerah… ¡mi princesa morena del desierto! Hazam, mi hermano mayor, la contempla de manera especial. Él no disimula sus deseos hacia ella. Todos en el campamento saben que el primogénito siempre ha tenido una atracción no sana hacia la joven cusita. Pero, nadie se imagina que quien tiene el corazón de ella soy yo. El baile terminó, dejando a todos deleitados. Seerah se alejó, no sin dejar escapar una mirada tierna hacia mí. - ¡Quiero comunicarles algo! – Intervino mi padre.- todos mis hijos mayores se han desposado… Ahora mi hija lo ha hecho; querando el menor de todos… hemos hecho un trato con la casa de Atac, hijo de Ashshurum, por el cual nuestras familias se unirán… No me esperaba esa noticia. Busqué con mi mirada a Seerah, encontrándola detrás de uno de los postes de la gran carpa. Sus ojos destilaban el brillo propio de las lágrimas. Seguramente la noticia la había impactado, de la misma forma que una flecha penetra en el corazón de un guerrero. Ella me miró, y salió corriendo. Tal acto no pasó desapercibido por los invitados. Levantándome, trate de alcanzarla; siendo detenido por el llamado de mi progenitor humano. - ¡Detente! – me dijo con firmeza. - ¡No, padre! – le respondí desafiante.- ¡no tienes derecho de hacer algo de lo cual no estoy de acuerdo! Todos quedaron en silencio. En esa cultura, una respuesta así era tomada como un desafío y falta de respeto hacia la autoridad paterna. El rostro de Segub se descompuso, dejando ver una expresión de ira. Con un movimiento de su mano derecha, mando a que todos saliesen de la sala. Hazam tomó a su esposa, y la llevó fuera. Los invitados y 29

Nombre hebreo antiguo para Arabia.

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sirvientes hicieron lo mismo. Yo comencé a caminar hacia la salida, cuando tras de mis espaldas escuche… - ¡Párate, ingrato! - ¡No tengo más nada que decir! – respondí sin voltearme. - ¡Hijo de la mala yegua! – profirió mi padre.- ¿así es que me pagas el que hubiese sido tan solicito para contigo? - ¡No entiendes! – le rebatí, dándole la cara.- mi corazón pertenece a alguien… - ¿Seerah? – me dijo.- ¿crees que no lo sabía? Tus encuentros… sus miradas… ella no es para ti… la tengo destinada para… - ¿Uno de tus casamientos de negocios? – le increpé.- ¡A ti no te interesa nuestra felicidad, sino la prosperidad económica! - ¿Eso crees? … - enojado.- ¡Todo esto lo hago por ustedes! Para que me hereden y se mantengan cómodos cuando yo no esté … - ¡Pues no lo quiero! – le dije.- ¡amo a Seerah y la quiero como mi esposa! - ¡No! ¡no! ¡no! – exclamó el viejo patriarca con furia.- ¡ya tienes tu destino fijo y no lo cambiaras! - ¿Mi destino o el tuyo? – pregunté. Sentí como su firme mano impactaba en mi cara. Solo vi unos ojos llenos de rabia casi inhumana. En ese momento parecía como si mi padre se hubiese olvidado de los años de cariño que me profirió. - ¡Te maldigo! ¡Te maldigo! ¡hijo de perra mala! – me decía en un ataque de rabia.¡Que tus pies se quemen lentamente en los pisos del Sheol, y tus vísceras sean molidas por Maweth y Deber! Comencé a caminar. Aun desorientado por la bofetada. Tenía que ver a Seerah. ¡Quería verla! Ella es lo único que me importaba en el momento. Dejé a mi padre profiriendo todas las maldiciones que conocía… quizás, sin saber, que se cumplirían de una forma más horrible de lo que se imaginaba. *** ¡Señor! ¡señor! – interrumpió el taxista mis pensamientos.- disculpe, hemos llegado a su destino. Salí de mis recuerdos, y me incorporé. Definitivamente, San Patricio. Parece que una mano misteriosa me está conduciendo a los lugares menos deseados. Bajando del taxi, me dirigí hacia la ventanilla contraria al conductor. - ¿Cuánto es? – le pregunto. - US$ 50 – él me contesta, luego de haber observado el taxímetro. Saco del bolsillo derecho de mi gabán, mi cartera. Le pago con un billete de 100, diciéndole que se quedase con el cambio. Con cara de gratitud, me deja una tarjeta con el número de su móvil, para futuros servicios. Viendo al vehículo alejarse, observo la tarjeta; y la rompo en el momento. En estos momentos, no creo conveniente tener algo que me relacione con un mortal. Me dirijo hacia las escalinatas que dan a la catedral. Esta se yergue imponente y desafiante. Los trapenses supieron hacer un buen trabajo. Inicio la ascensión por las mismas. Observo los majestuosos y vistosos vitrales. Todo San Patricio es una obra de arte. Seguramente alguien se preguntara como un vampiro puede entrar a un edificio religioso. ¡No deben confiar en el mito hollywoodense! Es cierto que los conjuros druidas, usados por los cristianos de antes y de ahora, buscan cerrarnos el paso. Pero, la catedral fue construida -

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por una orden de vampiros; y ha sido administrada por aliados a ellos. Aunque recibió el conjuro, siempre queda la posibilidad de que se nos invite a entrar. Cuando esto ocurre, el conjuro pierde su efecto. Todos los cardenales de la ciudad de Nueva York conocen la historia. Se hacen de la vista gorda, pero saben que tienen que servir a los verdaderos señores. Uno que otro se han revelado al designio, pero por lo general tenemos entre el clero a fieles acólitos. Estos saben que aun su misma iglesia fue, en su momento, patrocinada por nosotros. Ellos han perdido la fe en la vida eterna, como lo enseña la iglesia, y se han aferrado a nuestras enseñanzas. Llegando a la gran puerta, un monaguillo me recibe. - ¿En qué le puedo ayudar? – me pregunta. - Tengo una entrevista con el Cardenal Donovan – le dije, al momento en que miro su cuello; para, como así hice, constatar si era un acolito.- ¡vengo a tratar un asunto con él! El muchacho me invita pasar. Ya dentro, observo todo el interior. Los vitrales alusivos al santo patrono de Islandia son toda una obra de arte. Muchos no saben la historia tras el hecho: San Patricio, al llegar a Irlanda, se topo con el clan vampiro de Lokhim. Estos lo cuidaron y escucharon sus enseñanzas cristianas. Muchos miembros de este clan, han engrosado las filas de la Hermandad de la Cruz Carmesí. Estos vampiros cristianizaros vieron en el mensaje del predicador la oportunidad de volver a los regazos del Dios que nos maldijo con nuestra existencia. Llegamos a la oficina del cardenal. Me senté en el asiento principal. No quiero que piensen que nos tomamos atributos indebidos… ¡Nosotros hemos sido los señores y apoyadores de muchos movimientos religiosos! El escritorio de caoba, con el logo de la diócesis tallado en su frente, me impresiona, su arte es exquisito. El Cardenal Franchesko Martín Donovan es todo un personaje. Fue asignado a la diócesis en sustitución del fenecido Cardenal O’Connors. Sus maestrías y doctorados en canon religioso, filosofía, y creencias antiguas; lo convierten en un hombre preparado para enfrentar nuestra existencia. Forjado bajo el ideal jesuita, Donovan no tardo mucho en comprender todo sobre el mundo en que se movía. Nuevamente, en lo que espero su llegada, me dejo caer sobre en el sillón. Cierro mis ojos, y retomo el curso de mis recuerdos, anteriormente interrumpidos…

E

***

ncontré a Seerah, sentada, bajo una higuera. Ella contemplaba las estrellas, toda triste. Me acerqué por detrás y la abrace. Ella, correspondiendo a mi abrazo, recostó su nuca en mi pecho. - ¿Por qué enamorarme de ti? – me preguntó con tono triste.- ¡Todo sería diferente si siguiésemos las tradiciones! - ¡No, Seerah! – le increpé.- ¡Nadie manda en el corazón! … yo siento lo mismo que tú, y no me importa lo que piense mi padre. - Ya eso no importa… pronto te irás a Canaán y nada impedida que sea desposada – me manifestó con tristeza.- y lo peor es que se lo debo a Segub, por haberme recogido al quedar huérfana … Tomando su barbilla, bese tiernamente sus labios. - ¿Quieres venir conmigo? – le pregunté. - ¿Quieres eso? – ella cuestionó, incrédula de que se lo propusiera. - ¡Sí! – afirmé.- nos casaríamos y viviríamos allá. - Pero… tus riquezas… 61

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- ¡Nada! ¡nada! – la interrumpí.- el único tesoro que deseo eres tú. Ella me besó fuertemente, mientras sus manos acariciaban mi negro cabello. A mi nariz llegó el delicado aroma de su perfume de narcisos. Mientras la besaba, mis manos se pasaban por sus pechos. - ¡Quedeshah30! – gritaron tras de nosotros.- ¡Que tu cuerpo se queme en el sheol! Volteamos y vimos que era mi hermano, Hazam. Él estaba acompañado por algunos sirvientes de su confianza. - ¿Qué quieres? – me levanté y le pregunté. - ¡Eres un desvergonzado!- me recriminó.- ¡Deshonraste a nuestro padre! … ve, y pídele perdón. - ¡No lo haré! - le dije.- al menos que reconozca mi deseo … - ¿Perderás todo por esta quedeshad? … ¡Reqa31! – me dijo con tono airado. Hazam dio una señal, y en el momento varios de sus siervos nos agarraron a Seerah y a mí. No parecía el hermano mayor y protector que conozco. Su mirada y tono parecían más las de una bestia salvaje. Tenía un látigo en su mano derecha, el cual tenía terminaciones metálicas. Él se acercó a Seerah. En sus ojos se dibujaban un deseo malsano hacia ella. - ¡Te has vuelto toda una mujer bella! – le dijo, mientras acariciaba su rostro; a pesar de la resistencia de ella.- yo puedo hacer todo para que seas señora de la casa… - ¡Eres un lujurioso! – le increpó mientras escupía su rostro.- ¡tú eres tan malo como cualquiera!… Seerah recibió el impacto de la mano de Hazam. ¡Poco hombre! No acepta el ser desdeñado por una mujer. Yo trataba de zafarme de los hombres que ayudaban a mi hermano. No soportaba el que este tocase a mi joya. Hazam se acercó a mí. - ¡Mi padre siempre te trato con diferencia! – me dijo, haciéndome entender que su corazón estaba lleno de amargura y celo.-… ahora todo será como debe ser: tendré su amor y sus bienes… - ¡Puedes decir todo lo que quieras! – le dije.- pero jamás tendrás el respeto de nadie … En ese momento, Hazam me golpeó con su puño. Sentí como que el alma salía de mi cuerpo. La sangre comenzó a recorrer por mi boca y nariz. Se ensañó y con rabia me comenzó a golpear con el báculo de la primogenitura, mientras sus secuaces me sostenían firmemente. Seerah contempla la paliza deseando intervenir. Logra zafarse y agarrar el brazo de mi hermano, en el momento antes de que asestada el siguiente golpe. De un sacudión, la arroja al suelo. - ¿Prefieres a este pelele? – le increpa con rabia.- ¡eres una perra! - ¡Déjala! – le exigí, en la medida que la sangre me permitía. Hazam hizo lo inconcebible. Arrojó a Seerah al suelo, y rompiéndole sus vestidos; se dispuso a violarla. - ¡Nooooooooo! ¡Por favor, no haga eso! – suplicaba la indefensa muchacha, mientras luchaba con él.- ¡no me avergüence así! - ¡No hagas tal infamia! – le supliqué. - ¡Esta perra será mía antes que de otro hombre! – dijo mientras luchaba por abrirle sus piernas.- ¡Veremos si te gusta después! Quise zafarme, cuando Raqash, su criado amonita, me golpeó con su bastón. Caí sobre la tierra, sintiendo que todas mis fuerzas se alejaban de mi. Impotente, fui testigo de la 30 31

Hebreo: Prostituta Hebreo: necio, insensato

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mayor infamia: Hazam se subió las vestimentas y de forma violenta penetró a Seerah. Como un animal la embestía con rabiosa lujuria, disfrutando de su maldad. Escuchaba los gritos de esta, mientras distinguía la sangre manchar sus ropas y las de mi infame hermano. Toda su virginidad… aquello que hace a una mujer deseable; le fue violentamente arrancado. Luego de su crimen, Hazam se levantó tranquilamente. Acercándose a mí, me aplicó una patada en mi abdomen. No me imaginaba cuanto odio tenía guardado. No parecía mi hermano. - ¡Raqash! – le dijo a su criado de confianza.- tú y tus hombres diviértanse un poco… - y se alejó. El criado amonita se acercó primero a Seerah, mientras ella aun lloraba. Tomándola, la viola dos veces. Después, uno a uno, los demás criados la tomaron por la fuerza. Eso es algo peor que la muerte. Ante la escena, y el dolor físico por los golpes; me desmaye. *** En ese momento aciago volví a la realidad. - Supe que me busca – escucho frente a mí.- ¿en qué puedo ayudarle? - ¡En mucho! – le contesto a mi interlocutor, el Cardenal Donovan.- usted puede darme las respuestas que busco… Al observarlo, me percato de que Donovan sabe quién soy, o mejor dicho, lo que soy. La cruz de plata y el libro que trae en su mano derecha me lo revelan. No se confundan. No es la biblia lo que trae, sino el libro negro de conjuros druidas. Se lo conoce como “In repeller”. Él se sentó en el sillón izquierdo, que está frente al escritorio. Los roles se han invertido, yo aparezco como el señor de la casa, mientras que el representante de la iglesia es mi servidor. - ¡El santo padre no está a gusto con la situación! – me expresa, al momento que saca una cajetilla de cigarrillos.- la actividad vampírica ha puesto en alerta a muchos de los cardenales en la Santa Sede… - ¡De eso deseo hablarle! – le interrumpo.- dentro de unos días será la Luna roja… - ¿La Luna roja? – pregunta sorprendido, para exclamar.- ¡Deus, misereátur filii vestri! Reconozco la expresión de temor del cardenal. La he visto cientos de veces. Donovan se levanta y se dirige hacia un archivero pegado a la pared lateral izquierda. Abriendo la tercera gaveta, de arriba hacia abajo, procede a buscar entre unos fólderes. - ¡Ah! La santa iglesia católica y sus secretos… - pienso. Sacando uno, los trae hacia el escritorio… - ¡Deseo que vea esto! – me dice, al momento de abrir el fólder; y me señala unas páginas, timbradas con el escudo pontificio, con la inscripción MAXIMO SECRETO.- esto ha sido ocultado por el arzobispado metropolitano de forma celosa. Me acerco mejor para leer los papeles. Tomándolos uno por uno, leí sus contenidos. Las cosas registradas en ellos me estremecen. ¡Cuántas cosas desconocidas para alguien quien ha vivido mucho! Si piensan que sus gobiernos son especialistas en los encubrimientos; deberían leerse los secretos que nosotros escondemos. Pero la misma iglesia católica muchas veces nos deja cortos en eso de esconder secretos. Observo al prelado. Lo que tengo en mis manos es terrible. - ¡Esa mirada me dice que lo leído lo ha impresionado! – observa. 63 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Si… ¿es cierto todo esto? – le pregunto, mientras dejo nuevamente sobre el escritorio el fólder. - ¡Todo lo es! – me afirma.- tanto el Alto Consejo Oscuro, como el Vaticano; poseen este documento… - ¿Un Armagedón Vampiro? – es mi pregunta. - ¡Muchos de los clanes están cansados de la aparente debilidad de la Jerarquía Oscura ante los terrenos, y están armándose para una guerra! – me explica.- La Santa Sede ha visto con interés esto, y se ha provisto de medios para enfrentarlo. - ¿Enfrentarlo? - El Vaticano mismo está convencido de que se debe poner punto final a las indiscreciones de los Ancianos y sus Vástagos… ¡Muchos cardenales están dispuestos a servir al bando más poderoso! - Y… ¿este sería? - Solo conocemos el nombre con que se hacen llamar en el inframundo: Los Excluidos. Una guerra entre clanes. En mi paso por Europa había escuchado del descontento de varios clanes por lo que ellos llaman “el pesado yugo impuesto en Reims”. La situación se torna peligrosa. Recuerdo las guerras inter clanes. Las crueldades infringidas entre vampiros no tienen descripción. La paz firmada en Luov puso fin a ese conflicto fratricida. Tanto Reims como Luov son importantes: el primero aseguró la paz entre terrenos y noctámbulos; el segundo unificó a la nación. - ¿Cuántos más saben esto? – le pregunto al cardenal. - ¡Todos! – me responde fríamente, y agrega.- MI6, NSA, CIA, FBI, NCIS, MOSSAT… ¡Todas las organizaciones de seguridad máxima de los Estados Unidos y del mundo! La iglesia católica es nuestra contraparte. Así como nosotros tenemos ejércitos, asesinos y agencias de inteligencia; esta se vale de los ejércitos y agencias seculares. Muchos altos jerarcas católicos han desconfiado de los vampiros. Piensan que la paz de Reims fue un acto herético y cobarde. Comienzo a ver mejor las cosas: ¡Los líderes católicos no sólo se preparan para un desborde de la guerra vampiro; sino para actuar contra sus molestos señores! ¡El plan es destruir los residuos que queden de la contienda! - ¡Tal guerra afectaría a los terrenos considerablemente! – me expresa.- El Santo Padre no desea que sus fieles sean… ¿Cómo decirlo?... tocados. - ¡Lo que el Santo Padre desea es el quitarse la espina que representa los condenados! – le rebatí.- ¡A ustedes solo les interesa repartirse el botín! - ¿Lo cree? – en tono sarcástico me expresa.- la iglesia solo desea corregir un error que nadie, antes, se atrevió… Me levanto en ese momento y en un movimiento, aferro el cuello del cardenal. Mis ojos se tornaron amarillos por el frenesí; mientras mis colmillos se asoman amenazadores. La cara de orgullo del prelado se convirtió en un rostro de temor. - ¡Creo que el error lo cometimos nosotros al no teñir de sangre las calles de Roma y del trono pontificio cuando tuvimos la oportunidad! – le dije mientras me acerco a su cuello.- pero eso puede remediarse… - ¡Nooo! … por favor – suplicó el purpúreo. - ¡Donovan! – le digo.- lleva este mensaje a tus amigos: mejor será que se mantengan al margen; o sus cuerpos quedaran secos de su sangre. -

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En otro movimiento fugaz, desaparecí de la oficina y de la catedral. Ya encontré lo que buscaba en ese lugar. La traición se asoma en todas partes. Tanto los terrenos como los noctámbulos ejecutan juegos de engaño y perfidia peligrosos. Ya la noche es avanzada. Mientras camino, retomo mis recuerdos. Siento caer unas gotas. La lluvia inicia su descenso sobre nuestra ciudad. Toda mi ropa esta empapada. Me gusta caminar bajo la lluvia. No tengo que preocuparme de los resfriados… ¡la ventaja de mi condición es que no tengo por qué preocuparme de enfermarme! Las horas han transcurrido ininterrumpidamente. Aunque eso no me molesta; pues soy ajeno a los límites del tiempo, pienso en la necesidad de encontrarme con alguien. Hace días que no la veo. Desde nuestra última entrevista, mis asuntos me han alejado considerablemente del consultorio de la Doctora Salazar. Pienso que, como se están dando las cosas, no podré conseguir mi propósito con ella. Ya conozco mi rumbo. Mi camino ya tiene un destino. Me tomo mi tiempo. El problema de trasladarse hipervelozmente es que no tienes oportunidad de disfrutar los detalles de lo que te rodea.

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Capitulo 7 Camino descendente A La Oscuridad

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¡Entonces piensas que una conspiración vampiro se está gestando! – me refirió de forma incrédula la doctora Salazar. - ¡Correcto! – le digo.- se avecina una guerra tan sangrienta que hasta los humanos saldrán afectados. oto como ella se muestra menos receptiva que días atrás. Seguramente está enojada. Más de una vez me ha hecho entender que no le gustan mis constantes ir y venir. Salazar piensa que soy un esquizofrénico delirante. ¿Ella cree que esto podría terminar como en esas películas cursis de vampiros? No; no lo creo. Hasta ahora ella se ha mostrado muy profesional. No estoy del todo seguro de porque le fui a decir lo que ocurrirá. Solo faltan dos días con sus noches para la Luna roja. - ¡Todo se está saliendo de control! – exclama la doctora Salazar. - ¿Por qué lo dice? – pregunte intrigado. - Ayer un extraño hombre me abordó – comenzó a explicarme.- me mostró unas fotos horribles… - ¿Quién era? - No lo sé… ¡solo recuerdo su atuendo y ojos! – Salazar expresa con cierto tono de miedo.- ¡Era un hombre intimidante! No creo que fuese un hombre. Antes me he topado con esa reacción, y siempre ha estado vinculada a encuentro con muertos caminantes. Ella caminó de un lado a otro. Se acerca a la ventana y cruza sus brazos. Primera vez que la noto tan contrariada. Su paciencia en nuestro primer encuentro hasta me impresiono. Ahora me encuentro con una Doctora Salazar diferente: temerosa, insegura… ¡desconfiada! - ¿Quién eres en verdad? – me pregunta directamente, luego de voltearse.- ¿Qué eres en verdad? - Pensé que luego de todo lo que hablamos, habías entendido… - ¿Entender? – me corta tajantemente.- ¿Acaso no imaginas la cantidad de sicóticos y esquizofrénicos que me toca tratar? No eres el primero en salir con la impresión de ser un vampiro… - ¿Cómo era el hombre que te abordó? – le pregunto, deseando satisfacer mi sospecha. - Bueno… vestía de negro… con una bufanda roja – comenzó a describir.- lo que más me atrajo fue un pin en forma de crucifijo sobre su abrigo… - ¡Le Mont! – exclamo. - ¿Le Mont? ¿Quién es? – me pregunta. Las cosas se están tornando peligrosas. Le Mont se está metiendo con mis conocidos. Ese monstruo nunca se trae nada bueno cuando se relaciona con los vivos. Todo esto de la Luna roja y Le Mont ha variado mis planes. Le Mont me quiere. No sé para qué… ¡Solo imagino que no será para nada bueno! - ¿De qué trataban las fotos? – vuelvo a preguntarle. Toda información me da ventaja por delante de Le Mont. - Una mujer horriblemente mutilada… él me dijo que fue asesinada por un vampiro fuera de control… ¡todo lo que me describió concuerda contigo! Ya veo. Se me está inculpando. Por eso hizo referencia a mi encuentro con los Gangrels. Noto que Le Mont y el Concilio buscan distanciarme de mis relacionados humanos. Sé a qué se refiere Gabriel. Todo trata de Valentina, la pobre chica que tuve que librar de su horrible destino. - ¿La mataste? – me pregunta. -

N

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- Si – respondo sin inmutarme.- lo hice. Salazar da un paso hacia atrás, como de forma intuitiva. Noto como sus manos comienzan a temblar y las pupilas de sus ojos se contraen; síntomas inconfundibles del miedo. Seguramente no se esperaba tan terrible acto de confesión. Siempre insistiré que las películas están dando una imagen nueva y nada real sobre nosotros. - ¿Por qué? – la doctora vuelve a preguntar. - Fue por el bien de ella… - ¿Su bien? – sigue sin entender. - Si – le digo.- fue por su bien. Me acerco hacia el diván y me dejo caer sobre él. Ella acerca una silla y se sienta. No hay cuadernos. No hay grabadores. Solo unos oídos que desean de vez por todas conocer la verdad, por más dolorosa y horrible que esta sea. Levanto mis ojos hacia el techo. Sé que ella espera que le explique las razones para tan horrible acto. Quizás sea mi última oportunidad de contar mi historia. - Mi maldición inició hace siglos – comienzo hablar.- en una tierra maldita… - ¿Te refieres a lo que me contaste sobre Nod? – me cuestiona. - No… - le respondo.- mi maldición comenzó mucho antes de conocer a Mikha’el... todo comenzó en un campamento de nómadas situado en Canaán… - ¡Eso es nuevo! – me interrumpe.- nunca habíamos hablado de tu familia. - No lo vi necesario. - Siempre me decías que no recordabas lo de antes de tu no vida.- me observa. - Solo lo que no quiero.- le respondí, mientras la miro a los ojos.- como le dije: no lo vi necesario… - Y ahora… ¿lo es? – insiste.- ¿Qué te llevó a esa ciudad? - ¿Creé todo lo que le he dicho? – le pregunto. - ¡Mi trabajo no es creer! – responde de forma defensiva.- solo evaluar los hechos y guiarlo a la solución de sus conflictos… Esas palabras confirmaron que Karla Salazar prefirió dudar. Para ella soy otro paciente más. Seguramente ha escrito en su libreta los siguientes adjetivos: paranoico, delirante, esquizoide, y con complejo de persecución. Bueno, lo importante para mi es contar mi historia; independiente de lo que la doctora, u otro, pueda pensar. - Yo pertenecía a una rica familia nómada – comienzo a narrar.- sentí atracción por una bella joven de origen cusita. Ella fue ultrajada infamemente… Salazar recuesta su cabeza sobre sus manos. Su interés se acrecentó. No se imaginaba que un ser como yo hubiese amado. Percatándome de eso, comienzo a narrar mi historia. Por más de cinco mil años esa fase me ha estado quemando como tizón encendido. Yo mismo me acurruco en el diván. Me entrego a mis pensamientos. A los únicos recuerdos que por tantos siglos me he negado abandonar. ¿Me creen un monstruo? ¿Un ser sin recuerdos? Muchos se han entregado al lado bestial de su ser, al frenesí; pero otros nos resistimos a perder esa parte que nos hace… humanos. - ¿Cómo se llamaba? – me pregunta. - Seerah – le respondo.-… su nombre era Seerah… Le sigo contando los terribles sucesos que ocurrieron, y los cuales me llevaron a un viaje que desencadenó en la oscuridad perpetua. Mis lágrimas comenzaron a correr por vez primera en miles de años, hiriendo en su recorrido mis mejillas. La doctora Salazar queda sorprendida. Seguro no se lo esperaba. - ¿Lloran los vampiros? – me pregunta de forma intrigada. 68 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Es algo extraño – le respondo, mientras me enjugo las dos lagrimas que escaparon de mis ojos.- pero no imposible… los que nos mantenemos aferrados a parte de nuestra humanidad podemos, cada miles de años, derramar lagrimas. - ¡Fascinante! – es su expresión.- Si no lo hubiese visto, no lo hubiese creído… Pienso que Karla no cree que sea un vampiro. Las lagrimas seguramente la convencieron de que soy un humano mas; eso sí, con una imaginación descontrolada. Bueno, prosigo con mi relato… -

Territorio de Chemosh Campamento de comerciantes Elamitas

U

na semana había pasado desde que huí de la casa de mi padre. Siete días con sus noches, han sido los únicos testigos del viaje de este hijo auto desterrado. Pronto llegué al territorio de Chemosh; un lugar inhóspito y lleno de misterio. Las altas montañas y oscuros acantilados eran un espectáculo terrorífico. Reino de ladrones, asesinos y… terrores nocturnos. Muchos viajeros han muerto en esta zona, un pasadizo infernal hacia Nod. ¡Quizás la antesala del Seol mismo! Mi corazón estaba latiendo, pero mi espíritu por el contrario parecía muerto. Me encontré con un campamento de elamitas. Venían de Caldea y volvían hacia el reino del dios Ra. Me acerque y, según la costumbre de los pueblos de oriente, fui invitado por ellos a pernotar en su campamento. Los viajeros elamitas son personas peculiares: vestidos de muchas ropas y con grandes turbantes. Este grupo eran comerciantes. Se dirigen hacia Mizraim para vender vino, ropas y joyas. Las joyas eran brillantes, transparentes, coloridas; las ropas eran de costura fina, y el vino de las uvas más deliciosas… ¡Solo se atreven viajar por estos recónditos parajes gracias a la protección de la guardia del faraón, hijo de Ra! Esa noche nos sentamos frente a la gran mesa que se encuentra en el centro de la carpa. La carne asada de ternero joven despedía un olor, que por sí solo, sería capaz de satisfacer al más hambriento. Entre vinos, historias de viajeros y civilizaciones desconocidas; pasamos buena parte de la noche. El líder, Hasshur, es un hombre como pocos: De profundo sentido religioso y de conducta intachable. - ¡Esta es una gran noche! – hablo el líder elamita, mientras levantaba su copa de oro.- ¡Mañana estaremos a las puertas de Mizraim! ¡El hijo de Ra mismo nos dada la bienvenida! Todos levantaron sus copas para brindar. La mesa de Hasshur estaba surtida: carne de codornices y terneros; vinos de Sur y Ur; higos, pasas y uvas secas de la tierra allende al gran mar, pan provenientes de los hornos de Babel. Dorados candelabros esparcían por todo el salón una fragancia de mirra e incienso combinados. Las hermosas cortinas multicolores daban un bello espectáculo a la vista de los comensales. Doce jóvenes nos deleitaban con la voluptuosidad de sus cuerpos, semi ocultos por coloridos velos, en constante contoneo rítmico. Los comensales reían y festejaban. Kalim, primo de Hashur y su hombre de confianza; Potimera, jefe de la brigada enviada por el faraón para proteger a los mercaderes; Heliopodus, historiador de Javán quien se dirige a Mizraim para registrar la grandeza del reino… eran los hombres más importantes de la carpa de reunión. - ¡Hasshur debes presentarnos a tu huésped! – Clamó Potimera, riendo mientras probaba el dulce vino.- ¿De dónde vino? ¿Qué negocios lo mueven? - ¡Ja! – rió nuestro hospedante.- ¡Yo mismo no conozco de su historia! solo sé que es uno de los tantos hijos dispersos de nuestro padre Sem. 69 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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¡Háblanos, extranjero! – solicitó Kalim.- ¡Cuéntanos tu historia para que te conozcamos mejor! Todos en el salón quedaron en silencio. A la espera de mis palabras. No veía conveniente el que les narrara mis tragedias personales. Tampoco creía oportuno el revelarles mis propósitos. - ¡El momento no es oportuno para narrar mis acciones! – expresé, al momento que tomé un sorbo del vino de mi copa.-… ¡Celebremos como solo los amigos lo hacen! - Veo en tus palabras sabiduría – dijo Hasshur con tono de satisfacción.- ¡Le haremos caso! Me sentí tranquilo. Pero observé el rostro de mi anfitrión y me percaté de que no estaba verdaderamente satisfecho. La noche prosiguió con esplendor: las exquisitas comidas, las bellas bailarinas elamitas y las historias de los invitados fueron la que le dieron el sabor orientar. Por ese momento olvide mis tragedias. Ya adentrada la noche, cuando la luna había pasado el cenit; todos comenzaron a retirarse a sus carpas. Unos sobre sus pies; otros con ayuda de alguno que otro sirviente. Decidí salir a tomar del aire nocturno del desierto. Las estrellas boreales brillaban con fulgor sin igual. Las Doncellas y el Cazador32 se elevaban radiantes. - ¡Ver las Kiymah33 siempre me ha traído paz! – escuché venir detrás de mi.- yo las observo en mis viajes… ¡digamos que son mis amigas celestiales! Observé hacia donde provenía la voz de mi interlocutor. Era Hasshur. - Respeto que no quieras decir tu triste historia – me dijo.- pero todo hombre necesita descargarse de sus demonios. - ¿Triste historia? – pregunté a manera de rebate.- no comprendo que quieres decir… - Todo hombre que anda en estos parajes y se resiste contar su procedencia debe tener una historia nada agradable. Las sabias palabras del líder nómada me impresionaron. En verdad el dolor por mi perdida me consumía desde adentro. Yo morí el día que ultrajaron a mi Seerah. Hasshur guardó silencio por un momento. Él conocía la importancia del respeto a la intimidad ajena. Miré hacia las montañas: Altas, oscuras, tenebrosas. Las leyendas hablan de la existencia de seres de la oscuridad. Hijos de la infame Lilith y sus amantes humanos. Aberraciones que no debieron nunca nacer. Se alimentan de la sangre de los miserables que se arriesgan recorrer el lugar. - Los demonios bebe sangre nos miran – dijo Hasshur.- esperan que cometamos la imprudencia de adentrarnos a sus terrenos… - He oído de ellos – afirmé.- se dice que son hijos de Lilith. - Si – afirmó, para luego agregar.- ¡Ella, al violentar el designio que el Alto le dio, cayó en terrible maldición! Eso que dijo Hasshur era también conocido: Lilith fue creada como dama de sostén para Eva. No conforme con su estatus, seduce infructuosamente a Adán. Cuando este la desdeña abandona el Jardín edénico. El Alto la maldijo por su atrevimiento, condenándola a prisión de oscuridad. Para ella poder conservar su belleza, no podía exponerse a los rayos del sol. Para mantenerse inmortal, debería beber sangre; el fluido vital de los humanos. Luego de la caída del hombre y su mujer; Lilith sedujo y yació con su primogénito Caín. El Alto condenó a este a sufrir el destino de su amante. De esta primera unión nacieron los -

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Referencias a Pléyades y Orión. Nombre para Las Pléyades.

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Antiguos, la estirpe de la nación cainita. Otras uniones con humanos, ya despojados de la grandeza primera, dieron como resultado nuevas especies degradadas. - ¿Crees que las leyendas sean verdad? – le pregunté. - Quien sabe – me respondió.- las leyendas son verdades con tintes fantásticos… solo sé que el Alto dejó una plaga en nuestro mundo, como recuerdo de lo que pasa al ir contra sus designios. - ¿Has escuchado de Nod? – le pregunté. Hasshur quedo mudo. Su rostro, habitualmente sonriente, se torno serio. Entre mi gente existía la creencia de que hablar de Nod era considerado pesh‛34. Para ser claros, ninguna de las tribus descendientes de Sem se atreve hablarlo. - ¡Seguramente sabes que no debes hacer esa pregunta! – me observó.- ¡No se nos permite hablar de esa tierra maldita! - ¡Lo sé! – le dije.- pero quiero conocer su ubicación… - ¡Pensé que eras un hombre cuerdo! – lamentó.- Pero me doy cuenta de que eres como los demás muchachos insensatos… - ¿otros te han hecho la misma pregunta? - ¡Sí! – respondió.- no eres el único necio en querer encontrar la capital de los malditos… otros han intentado… ¡y jamás han vuelto! - ¡Si conocieras mi situación, pensarías de otra forma! – le recriminé. - ¿Tu situación? ¡No sé nada de ti por tu propia culpa! – me recriminó. - ¿Quién fue el que llegó a mi casa y no ha compartido con su hospedador nada de él? Quede acallado. Hasshur tenían razón. Fue descortesía de mi parte el no darme a conocer a los hospedantes. *** Salazar se mantiene escuchando mi narración. Ella se siente cautivada por mis palabras. Da un suspiro profundo. - Tus relatos son interesantes – me observa.-… tienes una creatividad poco conocida. - ¿Eso cree? - Lo siento – continua.- como doctora no puedo dar por cierto tus historias… ¡Ni siquiera sé tu nombre! - La entiendo, doctora – le expreso calmadamente.- no podía esperar que usted aceptase mi historia sin dudar. La académica toma el lugar de la mujer curiosa. La miro fijamente. Noto algo diferente a los primeros días. Su rostro demuestra una frialdad científica que hasta ahora no había advertido. El encuentro con Gabriel la ha cambiado. No está dispuesta a creerme, como al principio. Quizás, muy en el fondo, deseaba que ella me creyese. Tantos siglos guardándome todo; seguro llegó el momento de sacarlo a la luz. - Entonces no sabias el camino hacia Nod. – me dice la doctora.- ¿Qué más ocurrió? - Todo – respondí.

H 34

*** asshur seguía pensativo. En su rostro se notaba una angustia indescriptible. Se debatía entre contarme lo que sabe sobre Nod, y el juramento de los jefes nómadas de oriente de no mencionar el lugar prohibido. Tomó asiento bajo una palma y

Término hebreo que significa “pecado”.

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suspiró profundamente. - ¡Nod es tierra maldita! – comenzó a hablar.- es el reino original de los caídos. ¡Todos los hijos de Caín y Lilith han habitado allá! - ¿A qué se refiere? – le pregunte. - Luego de haber sido maldecido por el Alto – continuó explicando.- el infame Caín vago por la tierra… durante el crepúsculo, llegó a la tierra negra de Nob y fundó una ciudad… ¡la ciudad de los condenados! Las leyendas vampiras son emocionantes. Buscan explicar nuestros orígenes. Nuestra cosmogonía, a primera vista, es siempre: en el principio el Alto creó a Lucifer y a Lilith. Luego fueron creados el hombre y a la mujer. Lilith sedujo al hombre y este la rechazo… ¡provocando la caída esta! Más adelante, cuando la pareja cayó de la gracia, sus hijos fueron tentados y Caín asesinó a Abel; siendo maldecido por el Alto. Caín, luego de ser desterrado, conoció y se unió a Lilith; concibiendo esta a los Antiguos. De estos provinieron las generaciones de vampiros y vampiras que han poblado la tierra, conocidos como los Vástagos. Todo esto me contaba Hasshur, como queriendo disuadirme de buscar la ciudad. Con la necedad propia de un joven que comienza a ver la vida, me mantuve firme en mi deseo de llegar a Nod. - ¡Veo que nada de lo que te digo te persuadida! – observó acertadamente.- ¡Esta falta no me será contada! - ¡Así sea, príncipe! – le respondí. - Pero, primeramente, dime porque alguien como tú desea ir a un lugar maldito como ese… ¿Qué ocurrió que te lleva a cometer el jaran más grande de todos? - ¡Me arrebataron la razón de mi existir! – le contesté, mientras trataba de controlar mis deseos de llorar y la rabia que me consumía.- ¡Dejé de vivir hace mucho! Le narré a Hasshur la infamia cometida por el hermano que más respetaba. El príncipe mercader escuchaba atentamente todo. Su rostro no dejaba de manifestar horror y repudio. Le conté como, luego de la violación, mi padre me azotó; al no creer lo que le decía sobre su hijo primogénito. Como Seerah fue azotada al ser acusada de ser una Quedeshah. Mi padre Selab me desheredó y maldijo. Me ordenó irme del campamento y jamás volver. Todo esto mi corazón le confesó a este desconocido. Hasshur, vez tras vez, quedaba pensativo. - ¡Siento tu dolor! – manifestó.- y entiendo un poco el porqué de tu deseo de ir a ese lugar oscuro… pero es mi deber persuadirte. - ¿Cuál es el motivo de tu negatividad? – le pregunté. - Al lugar donde vas, se nos ha prohibido mencionarlo. Los padres de mi tribu son los únicos quienes conocen la historia y la transmiten solamente al primogénito… ¡A mí me tocó tan tremenda carga! Hasshur me narró que esta práctica se debe a que el primogénito debía velar por la familia. Entre su misión está el evitar que el campamento se asentase en ese territorio maldito. Eben Hasshur Ben – Silan era el primogénito de su familia. A él se le confió el secreto de la localización de Nod. El mandato para tener en secreto la localización del lugar exacto de Nob le fue encomendado a Sem, Cam y Japhet por parte del Alto. Estos se lo transmitieron a sus respectivos primogénitos y estos a los suyos por toda la eternidad. - Cuando Caín y Lilith procrearon sus aberraciones – me siguió narrando.- estos se asentaron en la tierra de Nod. La promiscuidad y violencia del lugar se extendió 72 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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como lepra por el resto de la tierra… los hombres y mujeres tuvieron cópula con los ángeles caídos y otros híbridos… La historia que me contó era como sacada de uno de nuestros mitos. De estas uniones blasfemas surgieron las subespecies que azotaron y llenaron de sangre el mundo antiguo: vampiros, lupinos, gorgones, succubus, etc. Se dice que el Consejo del Alto dispuso la destrucción de los híbridos y los humanos corrompidos. Se desencadenó un cataclismo que barrió, así se pensaba, a Nod y las ciudades corrompidas. - ¡La Gran Inundación! – exclamé. - ¡Exacto! – afirmó Hasshur, mirando hacia las montañas.- se suponía que todos los descendientes de los malditos habrían desaparecido… ¡Pero no fue así! - ¿Qué ocurrió? – pregunté. - … ¡No se sabe con certeza! De alguna forma algunos sobrevivieron… muchos creemos que Lilith, al ser inmortal, volvió a copular con un mortal corrompido… - Mmmm… - exprese pensativo.- ¿tienen algún nombre en mente? El príncipe mercader dio un suspiro y titubeó antes de decir: - Lamec - ¡El hombre que desafió al Alto! – exclame. - Nod fue reconstruida de forma sobrenatural – me expresó.- pero un encantamiento hizo que quedara invisible para los ojos humanos. - ¿Cómo se puede llegar? – le pregunté. - ¡Solo los ojos de los corrompidos pueden ver la ciudad! – fue la respuesta.- para llegar a Nod debes tener un corazón desviado de los designios del Alto. Hubo un momento de silencio. La noche estaba bien oscura. Las estrellas proseguían su recorrido imparable por la gran carretera celestial. El príncipe mercader puso su mano derecha sobre mi hombro. - ¡Vamos a dormir! – me exhorta.- ¡podemos seguir nuestro viaje a través de nuestros sueños! - ¡Es cierto! Nos despedimos y fuimos cada uno a nuestra carpa. Cuando llegué me encontré con una de las bailarinas. ¡Qué Hasshur! Era su costumbre consentir a sus invitados con bellas mujeres que los acompañasen. Dejé caer la lona de la entrada a mi carpa. La joven apagó las luces de las lámparas y me entregue al calor de su compañía…. ¡Y al fuego de su pasión! *** Al día siguiente…

Y

a los primeros rayos del Sol herían las sombras. Todo el campamento se había puesto en movimiento desde muy temprano. Me desperté, encontrándome al lado el cuerpo desnudo de mi acompañante. Luego de colocarme las vestimentas, que mi generoso hospedante me había regalado, salí de la carpa. - ¡Sala malenco! – saludo de forma animada Hasshur.- ¡Espero que hayas disfrutado de una buena noche! - ¡Sala malenco! – respondí.- ¡gracias a tus detalles la pude disfrutar! Note una sonrisa de satisfacción en su rostro. A los elamitas, como a la mayoría de los descendientes de Sem, les gusta ver que otros valoren sus dones. Potimera salió de su carpa, vestido de sus ropas militares. Aparecieron Heliopodus y, de ultimo, Kalim. Dirigí mi mirada hacia las montañas. A pesar de que los rayos del sol espantaban los últimos 73 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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vestigios de la oscuridad; parecía como si estas encontraran refugio en esas fortalezas altas. Hasshur se paró a mi lado. Acompañó mi mirada con la suya. - ¡Para llegar a nuestro destino, demos salir! – me dijo.- si todo pasa como lo calculado, llegaremos a Mizraim antes de que el sol vuelva a su modada. - ¡El Hades! – intervino Heliopudus.- durante el viaje he tratado en vano de explicar a Hasshur la composición del universo… el Olimpo, regido por Zeus; el reino del mar, gobernado por Poseidón y las zonas tenebrosas, bajo el yugo de Hades… ¡A este reino es que el dios Helios baja al recorrer los anteriores! - ¡Mis viajes me han puesto en contacto con otras historias sobre el mismo tema! – interrumpe Hasshur.- cada religión tiene su idea sobre el origen y la composición de todo lo que existe… ¿A cuál se le debería creer? - ¡Ese es el problema de las múltiples religiones! – dice el pensador javanes.- ¡Todas dicen tener la verdad sobre la Verdad y, a la vez, todas descalifican a las otras de tenerla! - ¡Vamos, Heliopodus! – exclamó con una sonrisa Potimera.- ¡Deja ya! ¡Es demasiado temprano para tanta filosofía! Todos reímos en el acto. Una de las sirvientas se acercó a Hasshur y le susurró algo al oído. Este nos invitó inmediatamente a que pasásemos a la carpa principal para desayunar. La mesa estaba rica: higos, pasas, vino, tortas y panes sin levadura; acompañados de la carne tierna de oveja. Todo esto era una delicia, la cual fue aligerada por la danza matutina de las bailarinas de Hasshur. Luego del desayuno, nos dirigimos a nuestras carpas. Ya los servidores del príncipe mercader habían desarmado las mismas y preparado los equipajes. Potimera pasaba revista a sus hombres. Heliopodos, sentado bajo una palma, escribía en unos papiros. Kalim daba unas últimas órdenes a los hombres. Esa era la última vez que los vería. Nuestros caminos se romperían. - Todavía veo en tus ojos la decisión de ir a Nod – me dice Hasshur.- no puedo hacer más de lo que he hecho… ¡Espero que el Alto te proteja! - ¡Gracias por todo lo que has compartido conmigo! – le dije.- te aseguro que recordare todo los bienes que has hecho conmigo… - ¡Eres un buen hombre! Es por eso que temo que encuentres la ciudad… pues significará que tu corazón se ha corrompido… Nos abrazamos por un momento. Sentí en ese hombre el afecto de un padre. Las lágrimas rodaron por mis mejillas nuevamente. Eran diferentes. No eran lágrimas de dolor e impotencia. Eran lágrimas de afecto y gratitud. Luego de unas horas, estaba en pie mirando alejarse la caravana. Algo me decía que sería la última vez que vería a Hasshur. Tomé los camellos que me había regalado, y me dirigí hacia mi destino: Nod.

S

***

alazar parece hipnotizada. Ella vivía cada una de mis palabras. Se levanta del sillón y se dirige a la ventana. Observa la noche que se extiende afuera de su refugio. No sabe que pensar… no sabe que creer. Su razón le dice una cosa; aunque su corazón le grita otra. Oigo su corazón desde donde estoy. Ella se voltea, y me pregunta: - ¿Qué te llevó a buscar ese lugar? - Las voces – fue mi respuesta. - ¿Voces? – pregunta sorprendida.- ¿Qué voces? 74 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luego de que huí de mi hogar – le digo.- mientras andaba en el desierto; escuché venir desde la oscuridad del desierto voces que me mencionaban el nombre de Nod… como semita, conocía el mito, pero nunca pensé que fuese real. - ¡Disculpa! – me dice.- vuelvo en breve. Ella sale de la habitación y entra en el baño. En un movimiento ágil me coloco frente a su escritorio. La doctora podrá ser toda una profesional, pero olvido guardar sus notas sobre mí. Tomo el fólder y comienzo a leer lo que la doctora escribió sobre mí. Me atrae el siguiente párrafo: “El paciente muestra los signos característicos de la esquizofrenia paranoide: sentido de persecución, divariación y distanciamiento de la realidad. Se reconoce que el individuo posee una imaginación y convicción poco comunes. A veces he pensado que todo lo que dice es verdad; pero el razonamiento me sacude a lo contrario…” Sigo leyendo y me detengo sobre la observación al final de la página: “Nota: en lo personal, no sé qué creer”. No entiendo a los humanos modernos. Son una contradicción andante: por un lado se aferran en creencias y suposiciones; para darle sentido a sus caóticas existencias; por el otro, toman la lógica y el raciocinio como excusas para justificar su incompetencia al no entender todo. Y nada, que todo es parte del creer. Cuando buscamos explicaciones lógicas a algo que escapa de nuestro entendimiento, bien en el fondo buscamos una razón para creer en eso. Pienso que si no creemos en algo, nos importaría un comino el saber cómo eso funciona. Si Dios, el diablo o los vampiros no existimos… ¿Cuál es el afán de muchos de explicar nuestro ser y actual? -

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Capitulo 8 Muerte Roja

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E

scucho el toilet descargarse. Eso significa que la doctora Salazar está por retornar. Vuelvo nuevamente al diván. En efecto, ella entra a la oficina. Camina lentamente hacia su sillón. Noto un rostro pálido y caminar titubeante. - ¿Se siente bien? – le pregunto. - ¡Si, gracias! – me responde.- solamente he sentido algunas nauseas en estos días… La observo de nuevo. Cierro mis ojos y me conecto con ella. Muchas imágenes pasaron por mi cabeza. En ese instante abro mis palpados, al darme cuenta de lo que pasa: la doctora Salazar está en estado. No sabía que era casada. No vi fotografías que me indicasen eso. Ella se dirige a su escritorio. Toma el fólder donde tiene sus notas sobre mí. Al regresar, se sienta en el sillón y vuelve encender la grabadora. - ¡Haciendo un recuento superficial, hemos hablado de muchos aspectos de su vida… bueno… no vida! – expresa al observar las anotaciones.- repasando: usted es de origen semita, su padre terrenal se llamaba Selab… el nombre de su sire es Mikha’el… y ha conocido mujeres interesantes durante su existencia… - Veo que usted sabe su trabajo – le digo.- ¿Qué en cuanto al diagnostico medico? Ella se pone levemente nerviosa. Cierra el fólder y lo coloca a su lado. - ¿Eso? – me dice.- ¡Todavía no puedo revelar nada hasta terminar con las entrevistas! - Deberíamos apresurarnos… me queda poco tiempo.- le digo. - ¿A qué se refiere? ¿Poco tiempo? - ¡Olvídelo! No creo que esté preparada para todo lo que tiene que ver con la Luna roja y el Armagedón que parece aproximarse. Además, tengo una historia personal que contar y no deseo ocupar el tiempo en cosas ajenas a mi existencia pasada. Eso está en el futuro… me preocuparé cuando llegue. - ¿Por qué asesinaste a la mujer? – me vuelve a preguntar; mostrando una gran capacidad de retener ideas.- ¿Quién es ese tal Le Mont? - Lo hice porque soy un depredador – comienzo a responder.- mi especie se vuelve violenta y despiadada… cuando somos convertidos, nos volvemos depredadores naturales. La mayoría, gracias a las enseñanzas de los sires, hemos mantenido algunos aspectos de nuestra naturaleza original… - ¿Su aspecto humano? – pregunta. - Si… una vez fuimos humanos: amamos, odiamos y soñamos como todos los demás humanos. Pero, nos convertimos en otra cosa. no somos monstruos… prefiero ver a mi especie como supra humanos… - ¿Supra humanos? ¿ese término lo inventó usted? - Si… ¿Dónde lo registro? La doctora Salazar esbozó una sonrisa. La primera en todo el tiempo en que hemos tratado. Seguramente la tome por sorpresa con mi ingenio. - Valentina fue atacada y herida por una especie de vampiros conocidos como gangrels – le digo.- Hice un acto de misericordia al evitar que se transformase… - ¿No sentiste remordimiento? - Si vives los siglos que yo he vivido, aprenderás a no depender de eso. - ¿Y Le Mont? - ¡Una plaga!

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Le narré todo lo que conocía sobre Ángelo Gabriel Le Mont. Ella dejaba ver su espanto ante lo que narraba sobre él: sus crueldades e infamias. Le dejo claro que es peligroso relacionarse con él. - ¡Veo que tu mundo es muy diferente a lo que pintan los novelistas! - Si – afirmo.- siempre he sostenido que no somos como los vampiros de cine… podemos ser como animalitos salvajes amaestrados… podremos compartir con ustedes, pero nuestra naturaleza será siempre agresiva e impredecible. - ¡Bueno! – mientras observa sus notas.- aquí viene la pregunta crucial: ¿Cómo fue su transformación? Había llegado el momento. Mediante esta humana podré dejar mi historia. Si todo se va al infierno en los próximos días, por lo menos me habré desahogado. - ¿Dónde queramos? – le pregunto. - ¡Permítame ver! – dice, al momento que hojea sus notas.- mmmm… quedamos cuando saliste de Tebas hacia Sur… ¿Correcto? - Correcto. - Pero antes… - ella me interrumpe.- quiero saber cómo encontraste a Nod. - Bueno – le digo.- esa es una historia interesante… pienso que es pertinente para que pueda entender todo lo que vino después… ***

D

uré tres días con sus noches caminando por toda la región. Las voces me atormentaban constantemente: ¡Nod! ¡Nod! ¡Nod! – gritaban constantemente desde la oscuridad. Los viajeros afirman que esas voces provienen de las Larmias, demonios femeninos que absorben la energía vital de los humanos, al beber de sus fluidos corporales. Los animales que Hasshur me había obsequiado, murieron ya sea por los ataques de los lobos; o por que los sacrifique para alimentarme. La tercera noche me pareció la más oscura, lúgubre y pesarosa de todas. Me sentía desfallecer. Caminé y me dejé caer sobre un montículo de piedras. Los recuerdos asaltaron mi mente: la casa de mi padre, mi infancia, el día que conocí a Seerah, la violación de esta por mi hermano y el momento que decidí abandonar todo lo que conocía. El frió azotaba, como látigo silencioso, cada parte de mi cuerpo. - ¿Por qué me abandonaste? – grite desesperanzado a alguien que nunca había visto, solo escuchado por relatos de mi padre.- ¿Acaso no eres el Señor de todo? ¿El Alto?... ¿Cómo toleras la injusticia? - ¿No temes provocar su enojo? – me preguntó una voz femenina. Voltee buscando de donde procedía. Lo que vi, me llenó de temor y, a la vez, de interés: una mujer vestida con ropas negras, un báculo en su mano derecha y una diadema de cristal oscuro en sus sienes. Ella estaba sentada sobre una roca. Su piel blanca, era la más blanca que había visto. Su cabello, rojo como brazas de fuego, ondeaba a causa del viento nocturno. - ¡No se puede enojar a alguien que no existe! – le conteste. - ¡Eres atrevido! Parece que la vida te golpeó inmisericordemente… - A todo esto; quien eres … En un movimiento imperceptible a mis ojos, la mujer se puso, en cuclillas, tras de mí. Sentí su aliento resoplar en mi oído derecho. Sus delgadas manos recorrían mis hombros. Ella se acercó y me susurró al oído un nombre…: Lilith. Me espanté inmediatamente. Al ver de nuevo, me percaté de que había desaparecido de la misma forma en que apareció. 78 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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- ¡La reina de los malditos! – exclamé. Al mirar hacia el oriente la vi. Nod estaba delante de mí. Una extraña sensación había tomado mi corazón. Una angustia más profunda que cualquier otra. Recordé las palabras de Hasshur: - “¡Solo los ojos de los corrompidos pueden ver la ciudad! para llegar a Nod debes tener un corazón desviado de los designios del Alto”. Si encontré la ciudad, razoné, significa que me corrompí. Recordé otra leyenda: como Lilith aparece ante los que han rechazado al Alto. Ya no me importa. Me levanté y emprendí el camino hacia la ciudad. Sentía que me atraía, como una puta atrae a un imberbe con sus encantos. Entré en Nod, solo queriendo aprender los oscuros secretos y sumergirme en lo que la ciudad podía ofrecerme. *** Así fue como llegué a Nod – concluyo. ¡Buenos, ya es bien tarde! – observa, luego de mirar su reloj.- ¿Qué te parece si hablamos mañana? - ¿Qué le asegura que pueda haber un mañana? – digo secamente.- en estos días nada es seguro. Me levanto del diván, con aptitud de retirarme. Ella se percata y, de forma irreflexiva, sostiene mi mano para evitarlo. Nos miramos por unos momentos. Tras sus lentes se manifiesta una mirada que indica una feroz lucha interna. Suavemente me suelto e inicio mi camino. - ¿Por qué siempre tienes que huir? – grita.- ¿Acaso nunca tendrás el valor de reconocer tu problema? - ¿Mi problema? – cuestiono, sin voltear a mirarla. - ¡Sí! – contesta, para agregar.- tus delirios y paranoia… ¡necesitas ayuda! - Entonces – expreso.- todo se resume para usted que estoy loco… - ¿No lo estás? Voltee lentamente para mirarla. Tantas cosas dichas. Tantas historias reveladas. Y todo para que esta mortal solo me diagnosticada con problemas mentales. Aunque, haciendo justicia, no debe sorprenderme. Eso me saco por buscar a una psicóloga… jaja… debí haber buscado, como en la película, a un periodista… - Gracias por su atención – le expreso.- aunque no lo crea fue de mucha utilidad. - ¿Qué? ¿Para dónde vas? … ¡No entiendo! - Hay cosas que son mejor no entenderlas… - ¡No! ¡no! ¡Quiero entender todo! Sabía lo que quería: una demostración, de mi parte, de lo que afirmo ser. No soy de esos que tienen que mostrar su parte monstruosa por el capricho curioso de un terreno. Ella se acerca; mientras yo le hago una última manifestación de mis dotes: desaparezco ante su presencia. La dejo con sus dudas. La dejo con sus preguntas. Conseguí lo que quería. Ya lo que queda, aquello que no le conté, la parte final de mi historia; todo eso seguirá conmigo. -

M

*** e encuentro en lo alto del Empire State Building. Desde aquí veo el reino de los terrenos con sus luces artificiales. Recuerdo cuando en los periódicos salió el anuncio de cómo Thomas Alba Edison había inventado la bombilla. En una de

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esas ironías históricas, muchos apostaban que ese “globito de nada” jamás sustituiría a las majestuosas y centenarias lámparas de gas. Si las cosas fuesen como pensamos… Observo toda la zona. Los terrenos siguen sus caminatas nocturnas inconscientes de lo que se les avecina. Los hijos de mi especie andan de allá para acá, queriendo vivir como los terrenos: fiestean, fornican y emulan todas las indiscreciones de estos. Veo decadencia en la nación vampiro. Me asquea esta nueva generación de vástagos. ¡Tan irresponsables con su legado! Quizás la revuelta no sea tan mala idea. Tomo una nueva y ultima dirección: el Hell’s Rising. Por última vez me entrevistaré con Angie. Esta vez no hay tiempo para caminar, uso mi habilidad de hipervelocidad. Cuando llego me encuentro con la terrible escena: bomberos, socorristas y policías se encuentran en el lugar. La lucha por controlar a los reporteros y personas era feroz. Observo, y por primera vez en siglos, siento un profundo terror. Todo el club nocturno está envuelto en llamas. Veo algunas víctimas ser atendidas por los paramédicos. Los bomberos luchan valientemente ante unas llamas que no cedían territorio. - ¿Qué pasó? – le pregunto a uno de los testigos. - ¡Parece que hubo una explosión y todo el edificio fue arropado por las llamas! – me contesta espantado.- ¡Hay muchos muertos! Muchos comentan de la posibilidad de que haya sido un acto terrorista. Yo estoy de acuerdo, aunque difiero de la naturaleza del origen. Al ver las llamas y comparar las descripciones del incendio, llegué a una conclusión: el Hell’s Rising fue bombardeado con un químico conocido como “Phosforos nocturnis”; inventado por acólitos. No es la primera vez que me topo con este explosivo. En 1767, durante la guerra de los 30 años, se uso para destruir fortalezas dominadas por vampiros renegados. Este explosivo produce una onda ígnea expansiva que arropa y consume todo lo que encuentra a su paso. ¡Solo cesa su voraz destrucción cuando no hay nada más que consumir! Esto, unido a las tuberías de gas del edificio, seguro que fueron los causantes de este infierno sobre la tierra. Pero, luego de la firma de la paz, se prohibió su uso. Los miembros de la Jerarquía, desconfiando de la sensatez de los acólitos y terrenos, proscribieron su fabricación y asesinaron a sus inventores. - ¡Ya todo comenzó! – escucho venir de mi lado.- ¡La sangre comienza a derramarse! Cuando volteo, no veo a nadie. Solo otro como yo es capaz de moverse tan rápido. Busco por todos lados. En mi corazón siento que esa voz me es familiar. Observo lo más que puedo a las victimas rescatadas; no encuentro a Angie entre las mismas. Pienso que debo suponer lo peor. Salgo del lugar, espantado ante la carnicería. No solo vástagos y acólitos murieron en el siniestro. También lo hicieron terrenos que no tenían nada que ver con la guerra que se aproxima. ¡Triste final para el sueño de Sekken! Rápidamente vuelvo a mi residencia. Noto que las calles están vacías, a pesar de ser solamente las 10: 46 p.m. Me dirijo directamente hacia mi apartamento. Quiero buscar unas cosas antes de desaparecer. Saco la tarjeta con la que abro la puerta. ¡Qué extraño! No siento la mirara inquisitiva de Jimmy, ni el saludo inoportuno de Miss González… ¡Ni siquiera a los vagos Brujah los he visto! Cuando entro y enciendo las luces, me encuentro con el horror: una decena de cuerpos empalados dentro de mi habitación. Puedo identificar, decapitados, a los Brujah. Mire, horrorizado, los cuerpos atravesaros de la señora González y del drogadicto de Jimmy… ¡horrible forma de morir! - ¡¿Quién sería capaz de tan horrorosa cosa?! – me pregunto; mientras camino hacia un closet que tengo en mi recamada. 80 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Todo el piso está lleno de sangre. La escena es dantesca. Cuando entro en mi dormitorio, llego hacia el closet. Al abrirlo saco algunas reliquias de mi vida pasada como Legionario Oscuro: una katana, que recibí de manos del propio emperador Ming; dos dagas, forjadas de hierro romano. Tomo un estuche con pistolas, que coleccioné en mis tiempos libres. Introduzco las pistolas y dagas en un bolso. Saliendo del dormitorio, vuelvo a observar los cuerpos. - Sé lo que tengo que hacer.- me digo. No puede quedar rastros y mucho menos si estos me involucran. Rompo una de las lámparas y la dejo encendida. Abro la tubería de gas, dejando que este salga. Tomo mis cosas y salgo de la habitación y, en su momento, del edificio. Mientras camino en la calle, escucho la explosión y noto la lumbre de la misma. No volteo; solo sigo mi trayecto. Claramente la guerra ha comenzado. Y más claro me queda que estoy involucrado en la misma. Solo pienso en una persona capaz de hacer esto: Ángelo Gabriel Le Mont… ¡Y nace con más fuerza el deseo de vengarme!

V

***

iajo en el metro. No tengo rumbo, solo deseo tiempo para pensar en todo. A estas horas solo hay vagos y drogadictos en los vagones. Dejo el bulto con mi equipo a mi lado izquierdo; teniendo la katana entre mis piernas. Hoy es la noche de la Luna roja. Algo ocurre, las luces palparen, se apagan y encienden en un instante. Miro a mí alrededor y me percato de estar rodeado. Sus bufandas rojas, que hacen contraste con sus gabardinas y trajes color negro, me dicen que estos son Cruzados Carmesí. ¡Le Mont está cerca! - ¡ Bonne nuit! – me dijo, sentado a mi lado.- ¡Es un placer el volverte a ver! ¡Diablos! ¿Cómo no me di cuenta de que se había colocado en ese lugar? Parece que mis pensamientos me han traicionado. Estoy rodeado. Solo espero la caída de la primera espada carmesita. - ¿Nunca dejaras de ser un carnicero, Le Mont? – le cuestiono, teniendo en mente la escena del club y de mi apartamento.- ¿Desde cuándo matas inocentes? - ¿Inocentes? – me pregunta.- ¡Mom ami! No existen inocentes; solo menos culpables… Lo que ocurrió en el Hell’s Rising era algo inevitable… - ¿Y lo de mi apartamento? - … jajaja… ¡Eso solo fue pura diversión! Esa respuesta me molesto. No había medido el nivel de crueldad del ser que tenia a mi lado. En nada se parece al Valerius con quien serví en los bosques de germanía. Este ser es más frío, sádico y sanguinario. - Hoy es la noche – me dice.- todos los líderes de los clanes se están reuniendo… - ¿Yo donde entro? - ¿Tú? Bueno… déjame pensar… ¡ah!... como sucesor de Mikha’el te corresponde el representar al clan Assamita… pero… ¡es verdad! Tú renunciaste a esa representación al abandonar a la nación… - Sabes bien porque lo hice – le reclamo.- todo el Consejo está siendo engañado… el Inncuno, la Mano Negra, la misma Legión Oscura… ¡Todos fueron infiltrados por seguidores de Saulot! - ¡Eso es una mentira! – exclama.- ¡Cuentos usados por vampiros renegados!... - ¿Cómo el tal Gestard? - ¿Gestard? – pregunta con ironía.- nos encargaremos de él… ahora, nos toca resolver contigo… 81 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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- Según las leyes de la nación cainita puedo apelar al Consejo… - ¿Quién dice que estamos actuando bajo tales leyes? Eso que dijo Le Mont, me convenció de que todo esto es una operación no reconocida. Desde siglos, muchos sospechaban que el Patriarcado oscuro fue poseído por seguidores del Papa negro Saulot; quienes han mantenido su dominio, pese a su caída. No me sorprende que la Orden de la Cruz Carmesí haya sido fundada como ejército leal a los saulotianos. ¡Todo me queda claro! Tal conocimiento es lo que los lleva a no permitir que me encuentre con los Antiguos y el resto del consejo. La Luna roja será la oportunidad para un golpe de Estado vampiro de parte de los saulotianos. - ¡Sabes bien que no dejaré de luchar! – le advierto. - Si – afirma.- lo sé, y por eso traje a los mejores de mi orden… En ese momento todos sacaron sus espadas. Conté 20 efectivos a mí alrededor. Los números me dan por derrotado. Me levanto lentamente, al momento que saco mi espada de su vaina. Le Mont se siente confiado. Piensa que su intervención no será necesaria. Los asesinos me rodearon. Me coloco en posición de lucha. El brillo de las espadas hiere el ambiente. -¡Puede ser que muera – pienso.- pero lo haré luchando! ¡Como todo un assemita! - ¡Bien! – exclamo.- ¿Quién desea alzarse con la gloria de tener mi primera sangre? La lucha comienza de inmediato. Cada uno saca sus habilidades vampiras para luchar. Yo hago lo mismo para defenderme. Con mi espada corto a diestra y siniestra. Es claro que mi experiencia en combates me da la ventaja. Pero, a pesar de todo, el número es superior. Varios aceros afilados me alcanzan. Caigo en el suelo, solo apoyándome de mi espada. Todo parece decir que mi historia ha de llegar hasta aquí. - ¡Luchaste con valor! – dice Le Mont, empuñando su espada.- pero en vano… es hora de tu segunda muerte… En ese momento, de la nada, una figura atraviesa el vidrio del vagón. Rápidamente hiere y decapita a varios de los soldados de Le Mont. Puedo levantarme y asestar golpes nuevamente a diestra y siniestra. Degollando a enemigos. La sangre salpica todo el vagón. Luego de una rápida lucha; queramos Le Mont, mi salvador y yo. - ¿Quién eres? – le pregunta Gabriel al desconocido, mientras este tiene la punta de su espada sobre su garganta. - ¡Soy el terror nocturno! – responde.- ¡Soy el asesino oscuro que no tiene compasión de sus víctimas! Aterrorizado, el carnicero noctámbulo sale rápidamente de la sangrienta escena; dejando los cuerpos de sus soldados atrás. Jamás había visto a Le Mont huir de una batalla. Tampoco había visto tal expresión de terror en su rostro. El desconocido voltea a mirarme. - ¡Los siglos te han hecho débil! – dice, como si me conociese.- ¡Eso es mortal en estos días! - ¿Quién eres? - ¡Gestard! – responde. ¡He conocido por fin al cabecilla de la revuelta! ¡El mismísimo Gestard! La sangre en su ropa y rostro no me permitieron identificarlo bien; pero algo me dice que este personaje no me es del todo desconocido. Así como apareció, desaparece de mi presencia. Me levanto y tomo mi espada. Solo tengo en mente una cosa: hacer que Le Mont pague sus crímenes. ¡Esta será la última obra, antes de adentrarme al olvido!

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Capitulo 9 Muerte & Renacimiento

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C

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orro sobre los techados de los suburbios de la ciudad. Solo tengo en mi mente una cosa: Le Mont. Por mi cabeza corren las imágenes de las atrocidades de Gabriel: sus asesinatos de guerra en los bosques germanos; el genocidio de Bézier; la reciente masacre en el Hell’s Rising. El frenesí se posesiona de mí ser. Mis ojos, por lo general grises, se tornan rojos como la sangre. En esa noche todo terminará. No puedo desaparecer y dejar a ese monstruo vivo. Por fin alcanzo a Le Mont. Él se detiene al borde de uno de los edificios, espada en mano. - ¡Todo se resume en esto, mom amit! – dice.- luego de tantos siglos, al final nos enfrentaremos en la aldea de los terrenos. - Sí, Le Mont… - contesto.- ahora es el momento del encuentro final… - ¿Tanto te gusto vivir entre estos inferiores? – pregunta con aire de desdén, mientras, con su espada, señala hacia abajo, a los transeúntes.- ¡Ellos son iguales a un dentista: molestos, pero necesarios! - ¿Qué sabes de eso, Le Mont? … solo han sido ganado para ti… Sin mediar más palabras, chocamos el filo de nuestras espadas. Las centellas hieren el manto de la noche. Una llovizna cae sobre nosotros. Vez tras vez el filo respectivo de nuestras armas laceran nuestras carnes. Por nuestra condición, las heridas se cierran por si solas. Eso hace que el dolor se prolongue más. Los transeúntes están inconscientes del enfrentamiento en la azotea. Los ojos de Gabriel destellan un fulgor rojizo que hiere la oscuridad. El frenesí quiere apoderarse de él. El odio y la locura se han posesionado de su ser. Un grito horrorifico se apodera de la noche. Gabriel lanza mortales estocadas contra mí. Una de ellas hiere mi costado derecho, casi cerca de mi corazón. ¡Unos centímetros más, y hubiese sido el final de la lucha! Caigo sobre mi rodilla derecha. La katana cae de mis manos. La plata de la espada de Le Mont se filtra en mi sangre. Por unos momentos me siento mareado. - ¡Una indigna forma de morir por segunda vez! – exclama Le Mont, poniéndose en pie frente a mi.-…pero muchos me agradecerán que salga de ti… - ¡Le Mont! Siempre has tenido un problema… - ¿Cuál? - ¡Tu bocota! En ese momento incrusto una de mis cuchillas en el pecho de Gabriel. Veo como abre de forma desorbitada sus ojos y mira el instrumento incrustado en su pecho. Retorcí el arma de tal forma que le causare dolor. Gabriel se desploma frente a mí. La sangre negra brota por su boca. - ¡Maldito assemita! – exclama en medio del dolor.-… acaba conmigo… como siempre lo haz deseado… - ¡Ni lo digas, carnicero! Me levanto lentamente, mientras tomo mi espada. La herida de mi costado sigue sangrando. La plata es nociva para lícanos y vampiros por igual. Envenena nuestra sangre. Es el equivalente al envenenamiento por plomo de los humanos. No nos mata, pero nos debilita. Le Mont comienza a reír frenéticamente. Sus colmillos muestran una risa burlesca propia del demonio que es… - Veo que enfrentas tu segunda muerte con optimismo… - le digo. - ¡Ja! Tonto… las cosas ocurrirán como debe ser… el despertar del maestro de la oscuridad es inminente… - ¿A qué te refieres? – le pregunto confundido. - ¡La venida de Saulot está cerca! 84 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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¡No! – exclamo, al recordar las viejas leyendas vampiras.- ¡debes estar blofeando! ¡No, idiota! – responde.- lo que me da risa es tu ingenuidad… ¡Aunque yo muera, nada cambiara! ¡la Luna roja se levantará, y los Antiguos caerán!... jejejeje… ¡y tus bellos humanos con ellos! - ¡Puede ser! – le respondo.- pero una cosa es cierta… ¡tú caerás primero! Cuando levanto la espada, para asestar la segunda muerte, siento algo en mi espalda. Un punzón profundo y doloroso. Volteándome, la veo. Pienso que veo un fantasma. Es ella. ¡Es Sekken! Caigo sobre mis rodillas. Usó una bala de plata para herirme. ¿Por qué? No entiendo. - ¿Por qué lo hiciste? – le pregunto mientras siento que pierdo las fuerzas. - ¡No lo entenderías! – me responde.- te dije que Le Mont seria mío… La risa frenética de Gabriel se levanta en medio de la noche. Parecía como si cien demonios riesen al unísono. Su rostro esta transfigurado por una furia indescriptible. Solo la herida profunda de mi espada de plata impedía que este monstruo se lanzase sobre nosotros. Sekken y yo lo miramos. Estamos seguros que ríe por todas las maldades que ha cometido en su longeva existencia. Seres como Gabriel no se arrepienten de más nada que de no haber podido lastimar a más víctimas. - ¿De qué ríes, monstruo? – le pregunta furiosa.- ¿Qué te causa tanta gracia? - ¡Pensar que habías muerto, perra! – es su respuesta.- yo mismo vi como tu miserable antro voló en pedazos. - ¡Durante siglos te he buscado! – le reclama.- Cada vez que veo mi espalda recuerdo tu sadismo… - ¡La mejor de mis obras de arte! Sekken toma por la solapa del gabán negro a Gabriel. Mirándome, se desabotona el suyo. Quedo conmocionado al percatarme de que, en el pecho, tiene una faja con cilindros de phosphoros nocturnis. ¡Suficiente para volar toda la azotea, sin destruir el edificio! Los ojos de Gabriel cambiaron. Ya no son frenéticos y desafiantes… ahora expresan miedo… miedo a la realidad de su muerte final. - ¿Estás loca, perra? – pregunta, tratando de zafarse.- ¡Tú también vas a morir! - ¡Yo morí el día que tú y tus tropas me violaron y laceraron, bastardo! - ¡No lo hagas, Angie! – le convine.- ¡No tienes que terminar así! - ¡Hazle caso perra! – dijo Le Mont.- ¡Iremos al infierno juntos! - Me consuela el que te llevaré conmigo y libraré al mundo de una plaga como tu… le responde Angie, mientras toma el interruptor.- ¡Llego la hora del juicio! Ella me mira. En ese instante recuerdo los momentos de pasión que me hizo vivir cuando era un terreno en plena pubertad. Igual como, siglos después, siempre me tendió la mano amiga. Sekken fue la amiga que, alguien como yo, no tiene la oportunidad de disfrutar. La observo por última vez. La sacerdotisa ha cambiado. En verdad, los ojos de Sekken no eran los mismos de entonces. Son más oscuros y siniestros. Su mirada no es picara y tierna… ¡Es fría y cruel! - ¡Será mejor que te vayas! – me dijo, con una picada sonrisa, la ultima que me daría.- ¡no creo que te guste lo que pasará! Me levanto adolorido. Para el que piense que nosotros no sentimos dolor alguno; deberían probar balas y filos de plata. Comencé a caminar lentamente, hacia la orilla de la cornisa. Al llegar, observo a Sekken y a Le Mont. La escena es memorable: ella, de pie, aferrando al monstruo con un odio que sobrepasa la maldad de este. Le Mont, de rodillas ante su verdugo. Salto hacia al vacío, para caer sobre mis pies. En ese instante, escucho -

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nuevamente la risa frenética de Gabriel, seguida en el momento de un destello fulgurante y un estruendo terrible. Toda la azotea del edificio fue envuelta de un fuego infernal. Las personas corrieron despavoridas, quizás pensando que es otro ataque terrorista. Volteo mi cara y suspiro. ¡Triste final para la sacerdotisa! – Pienso.- ¡Merecido para el carnicero de Bézier!

C

***

amino por las calles. La noche sigue su recorrido habitual. Las imágenes de esa noche se mantendrán en mi mente. La segunda muerte de Angie parece que me afectó más de lo que había previsto. Pienso en Gabriel. A pesar de merecer lo que le pasó, en cierto sentido, ganó al final: se llevó al infierno a una inocente. Tengo ahora un solo destino: el apartamento de la Dra. Salazar. Luego de todo lo sucedido me di cuenta del error que cometería. No quiero desaparecer sin terminar mi historia. Luego de unos minutos, he llegado al edificio donde ella vive. Desde abajo uso el comunicador. Pienso que ella se sorprendió al escucharme. Ciertamente le di la impresión en nuestra última entrevista que no volvería. Me invita a pasar, cosa que hice rápidamente. - ¿Qué haces aquí? – me pregunta intrigada. - Vine a despedirme. - ¿Despedirte? - ¡Sí!... nuestro encuentro ha llegado a su final. Ella queda pasmada. Cuando entra en sí, nuevamente, se levanta y se dirige a su dormitorio. Seguramente para cambiarse. La observo: la bata negra hace un atractivo juego con su cuerpo. Aunque de estatura mediana, posee un cuerpo bien proporcionado. Cinco minutos después, ella regresa. Vestida con ropa de ejercicio. Se sienta en una silla. - ¿Qué es lo que quieres? - Terminar lo que comencé. – respondo. - Bueno… esto es poco ortodoxo… no tengo mi cuaderno y… - ¿Tienes una grabadora? - ¡Sí! Espera… Inmediatamente se levanta y vuelve a su dormitorio. Mientras espero su retorno, observo el lugar. ¡Su nacionalidad mexicana sale a relucir con cada detalle! Banderas, sombreros y artesanías propios de ese país. En ese momento retorna. Colocando la grabadora sobre la mesita en medio de la sala, la enciende. - ¡Listo! – expresa.-… puedes comenzar a hablar… si no me equivoco, quedamos cuando volvían de Sur… - Correcto, doctora. Veo que tiene una memoria prodigiosa… ¿nunca se ha interesado en ser una de nosotros? - Jaja… ¡No manches! – dice. Sonrío en ese momento. La primera vez que lo hago en cinco mil años. Me acomodo en el sofá. No es tan cómodo como el diván de la oficina; pero, dada las circunstancias, me conformo. Nuevamente comienzo a hurgar en mis pensamientos. El traer los recuerdos se ha vuelto algo habituar en mi. *** -

Cuando llegamos a Tebas – le comienzo a decir.- Mikha’el se entrevisto por última vez con Sekken. Luego, tomamos el camino hacia Nod... 86

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- ¡Oh si!... Sekken... ¿Y que con ella? - ¡Esta noche la vi morir! Karla quedo muda. Sus ojos se abrieron expresando sorpresa. - ¡Hay algo bueno en esto! - ¿Qué? - ¡Se llevo consigo al demonio de Le Mont! No tuve que hablar mucho. Ella entendió que la pesadilla había terminado. No sentiría miedo al caminar de noche por las calles, ante la figura de Gabriel. Seguí narrándole: como Mikha’el y yo salimos de la ciudad egipcia y nos dirigimos a la metrópolis de los condenados. Nos tomamos seis días, con sus noches, en llegar. Al entrar, vi todo igual: desenfreno, lujuria y sangre al granel. No me sorprende que los latinos la hayan llamado Pandemonum35. Llegamos directamente al palacio, y nos dirigimos hacia el salón de los vitrales. Los recuerdos de la primera vez que llegue a este lugar tomaron posesión de mí. Mikha’el se paro frente al vitral vacío. La nostalgia invade su rostro. Mikha’el es vampiro de segunda generación. Sus sentimientos no han sido ofuscados por la locura, como a los trota nocturnos de generaciones siguientes. - ¡El príncipe decimotercero en verdad era dos! – me dijo, en manera de un inentendible acertijo.- ¡nacidos del mismo padre! ¡nacidos el mismo día! ¡hijos de madres diferentes! ¡hijos de la misma infamia! - ¡No entiendo! – le dije. - El gran Amrafel tuvo 12 hijos de la reina Lilithbeth, hija de Lilith… pero al paso de los tiempos, se fijó en Bethsabe, humana de la tierra de Zoad. Se encontraron… compartieron… y de esa unión infame se procreó… igualmente, la reina de los condenados había engendrado… Lo que me contaba el príncipe oscuro era la historia de sus orígenes. Me narró como la noche del nacimiento, a la misma hora, pero de madres diferentes; nacieron sus hijos: Saulot, el heredero real; y el bastardo Mikha’el. Quede sorprendido ante la revelación. - ¿Imaginas? – me dijo.- dos hijos de madres diferentes. La dâth36 de los Antiguos era estricta en lo que se refiere a la amalgama entre humanos y vampiros. La misma está prohibida para los Antiguos. - Eso significa…- quise decir. - ¡Que el propio dador de la dâth fue el primero en violarla! – fue su confirmación En el reino de los noctámbulos existen leyes. Todos, en mayor o menor grado, nos hemos regido bajo códigos de conducta que han preservado nuestra especie. Muchos creen que ser un vampiro es vivir en el caos. ¡No! Eso solo es aplicable a nuestros hermanastros, los lícanos. Mikha’el continuó narrando... - Los clanes cainitas se sintieron burlados… esto se unió al enojo de la reina por la imprudencia del rey… ¡todo amenazaba con una guerra! - ¿Qué pasó? – pregunte. - Los miembros del Circulo exigieron al rey que tomara una decisión… los priores le aconsejaron que se deshiciera de uno de los recién nacidos… - Y, entonces… - le digo.

35

Nombre con el que se conocía a la capital del infierno. Hebreo: Ley. Conjunto de códigos que gobiernan a los vástagos. Fueron dadas por el mismo Amrafel a su descendencia como medio de preservar el orden de la nación. Entre sus prohibiciones se encuentra el que un Antiguo o miembro del consejo tenga copula con un humano. El mismo tiene como propósito evitar la dilución de la sangre. 36

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¡La decisión fue la más fácil! – explica, con tono nostálgico.- el gran Legislador de la nación cainita decidió desterrar al príncipe bastardo… Entendí lo que mi sire me quería dejar dicho. Una noche de tormenta, los soldados de la guardia real llegaron al hogar de Bethsabe. A filo de espada masacraron a los miembros de la familia y a los sirvientes. Llegando al cuarto de Bethsabe, entraron sin mediar palabra alguna. Tomaron al infante y acuchillaron a la madre, quien se resistía perder al fruto de su vientre. Ya entiendo el rencor que vez tras vez se sentía en sus palabras. Ya me fue claro las lágrimas que el príncipe oscuro derramó en nuestro primer encuentro. Su condición de mestizo lo hacía alguien desubicado: no era totalmente vampiro, ni totalmente humano… ¡y mucho de ambos! Sentí una extraña pero entendible afinidad con él. - ¡Mi todo justo padre ordenó la muerte de mi madre! – Expresó con tono airado.cuando sus soldados me sacaron de mi hogar, me llevaron hacia la fortaleza de Luxdamnia… ¡allá viví mi infancia! - … ¡lo siento! – fue lo único que pude decir. - ¡Pero todo terminó bien para el clan! – agrega.- el trono se mantuvo y se evitó la guerra entre familias… - … ¡Eso no justifica lo que te hicieron! - Noto que estas afectado por lo que dije. - ¡Sí! – reconocí.- desde que te conozco, he sentido una conexión especial contigo… me has mostrado cosas que nunca antes hubiese imaginado… - ¡El Vinculo! – solo expresó. - Yo perdí todo: la mujer que ame… el calor de mi hogar… mi alma… ¡pero siento que contigo he recuperado parte de eso! Mikha’el me observó fijamente. Sentí como si su mirada quemase mi ser. Sus ojos grises penetraban mi ser. Se acercó a mí y me abrazó. Acercando su boca a mis oídos, me susurró las palabras que cambiarían mi existencia. - ¿Deseas que termine el proceso? - ¡Sí!... lo deseo. - Pues… recibe el abrazo… En ese momento sentí cómo sus colmillos se hundían en mi cuello. Mi corazón comenzó a bombear la sangre más fuertemente; siendo esta succionada rápidamente. Sentí como mis pensamientos se entrelazaban con los suyos. Cómo nuestros corazones comenzaban a latir unísonamente. Todo mi cuerpo perdía la fuerza. Mis ojos se sumergían en una noche sin resplandor. Mi corazón comenzó a disminuir su latido. Mi sangre dejaba de correr. En ese momento, cuando la música de la vida parecía apagarse; Mikha’el sacó sus colmillos de mi cuello. El me depositó suavemente sobre el piso. - ¡Queda aquí! – me dijo.- ¡Mañana será un nuevo día para ti! Quede tendido en medio de la sala. Sentía como todas las imágenes de mi vida pasaban frente a mí: mi nacimiento, mi familia, mi madre, la muerte de esta; mi amor por Seerah; la huida del hogar; mi encuentro con los mercaderes; mi llegada a Nod y todas las experiencias que viví desde que conocí a Mikha’el. Todo mi ser se estremecía. Los latidos de mi corazón disminuían poco a poco. Todo quedó en silencio. Todo quedó en oscuridad profunda. - ¡Muero! – fue mi expresión. -

***

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alazar esta inmóvil. Se siente atrapada por mi relato. Nunca se hubiese imaginado tener en su consulta un vampiro. Hasta ese momento la idea que sobre nosotros tenia era la que las películas y literaturas habían presentado. - ¿Fue doloroso? – pregunta.- ¿Qué sentiste? - ¿Doloroso? – respondo.- ¡No!... explicar la sensación es algo… difícil. - ¿Por qué eres diferente a otros de tu especie? - Porque conservo parte de mi humanidad… - Pero, supuestamente, ustedes no tienen alma… Ante tal cosa no hice otra cosa reír. Ella se puso seria. Seguramente pensó que me burlaba. ¿Qué les hace pensar tantas tonterías sobre nosotros? - ¿Alma? – pregunto.- si con eso se refiere a lo que nos hace humanos: los sentimientos y emociones… unos deciden renunciar a ellos; entregándose a la bestialidad… otros, como yo, mantenemos en cierta medida esos sentimientos, pero los controlamos… - ¿Son humanos o no? - ¡Somos más que humanos! – respondo. Salazar se levanta del sillón. La noto contrariada. Su corazón late rápidamente. Se dirige hacia el estante donde tiene algunos libros, veo que toma algo brillante. Ella se voltea y me mira. Puedo ver lo que trae en su mano: un crucifijo de plata (seguramente comprado para protegerse de Gabriel). - ¿Esto te afectaría? – me pregunta. - ¡No!... las cruces no nos afectan… eso es un mito. - Y, según lo veo por ti, el sol tampoco… - La cruz solo es viable, si la clavas en nuestro corazón. No nos mata, pero nos inmoviliza… en cuanto al sol… depende… los primera generación somos inmunes, hasta cierto punto a este… - ¿La plata? - La plata, en estado puro, puede envenenar levemente nuestra sangre y debilitarnos… - Entonces – siguió continuando.- ¿Cómo se los puede matar? - Jaja… ¿quieres matarme? - ¡No! – responde con una tímida sonrisa.- pero debes reconocer que no todos son como tú. Ella ha dicho, quizás sin medir la certeza de eso, una gran realidad. Allá fuera existen seres oscuros que no tienen los escrúpulos que me caracterizan. Le Mont solo fue el ejemplo de esa clase. Sé lo que viene a este mundo. Pienso que no está demás el dejar algo para que se defiendan. - ¡Solamente por decapitación! – es mi respuesta. - ¡Eso es horrible! Toma la grabadora y, apagándola, saca la cinta. Levantándose, se dirige hacia un escritorio localizado en otro salón. Yo sigo mirando el techo. Antes no había perdido el tiempo en pensar en el mañana, para mí eso es lo de menos. Pero consciente de lo que está por venir; no he dejado de hacerme preguntas sobre lo que sucederá. Karla regresa con una nueva cinta. La introduce en el aparato, y lo pone andar. Toma asiento nuevamente. - ¿Qué ocurrió luego? – pregunta casi inmediatamente. - ¡Renací! – fue mi respuesta. 89 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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a luna hacía tiempo que había pasado del cenit. El frío de la noche acariciaba mi piel, tan acostumbrada al calor del desierto. Sentía todo diferente. Mis sentidos se habían agudizado. Podía escuchar el caminar de los insectos nocturnos y el cuchicheo de los amantes furtivos en las calles de Nod. Sentí que mis pensamientos se han ampliado. Al abrir mis ojos me percaté de que la oscuridad se me presentaba como si fuese de día. Llevando mi mano derecha a mi pecho; me di cuenta de que no sentía mi corazón. Me levante lentamente. Todavía no me había adaptado a mi nueva condición. Caminé tambaleante hacia uno de los espejos del gran salón. Al pararme frente a él, percibí espantado que no veía mi reflejo. - ¡La señal de los condenados! – pensé.- ¡el símbolo de quienes perdieron su alma! Unas convulsiones se posesionaron de mí. Traté de sostenerme de la columna más cercana. Todo me daba vueltas. No sabía lo que me pasaba. Caí sobre mis rodillas y grité de una forma que helaría la sangre a quien me hubiese escuchado. Con mis manos recorrí mi rostro. Cuando llegué a mis labios y tanteé mis dientes… ¡Horror! Unos feroces colmillos habían sobresalido de mis maxilares superior e inferior. Un ataque de rabia descontrolada se posesionó de mí. Levantándome, salí del gran salón. Como fantasma errante pululé de un lado a otro. La humanidad escapaba de mí ser. La desesperanza, cólera y frustración tomaban lugar. ¿Este es el resultado de la transgresión? – exclamé. Caminé durante toda la noche. Llegando a los bosques de Efes – damim, me senté bajo un frondoso árbol de ébano. La Luna roja estaba llegando a su punto descendente, y las criaturas nocturnas volvían a sus escondrijos. Todavía sentía el vacío dentro de mí. - ¡La locura! – Escuché una voz femenina venir tras mi.- todos los renacidos la sufren… Volteé inmediatamente para poder ver a mi interlocutora. Su voz me era extrañamente conocida. Cuando vi entre la penumbra de la madrugada, lo pude confirmar. - ¿Lilith? – pregunté. - ¡Si, hijo de Adán y convertido por Mikha’el! – respondió, al momento que se acerca más a mi.-… nuevamente nuestros caminos se cruzan. - ¿Qué me ocurre? - Solo pasas por los dolores de parto – me responde.- lo que fuiste es consumido por lo que ahora eres. Ella me atrapa con sus brazos delgados. Rodea mi cuello en un tierno abraso, al tiempo que besa el lóbulo de mi oreja izquierda. Sentí algo extraño en mi interior. Sentí una lujuria desmesurada. Allí, en ese páramo, me encontraba con la reina – madre de los condenados. Desligándome de sus ataduras, me levanté. Ella hizo lo mismo. Volteé para verla mejor. La imagen era casi indescriptible: Lilith usaba una túnica transparente, color blanco; la cual no dejaba ninguno de sus atributos físicos a la incógnita. Se acercó y colocó sus manos sobre mi pecho. Sus labios rojos se posaron sobre los míos; mientras que, con mi mano, dejaba caer su vestimenta, permitiendo que su cuerpo fuese bañado por la luz de la luna que se ocultaba. En ese lugar nos entregamos sin amor… sin sentimientos tiernos… sin entrega… ¡Solo por medio de maldita e irrazonable lujuria! Lanzándola sobre el verde pastizal, abrí sus piernas para beber del néctar maldito que corrió de entre ellas. En una movida decidida, ella me colocó sobre el pastizal e inició una cabalgata frenética. Nuestros gemidos se fusionaban con los sonidos madrugadores. Sus senos saltaban como danzarines de Asur. 90 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luna Roja

Las orbitas de sus ojos estaban blancas, debido al placer que sentía. Un gran gemido indicó el final de nuestra entrega. ¡Ella me bautizó en lo oculto y profano! Perdí el conocimiento. Cuando abrí mis ojos, noté los primeros rayos del sol. Salté asustado. Siempre había sabido que las criaturas nocturnas eran enemigas del astro divino. Recordé mi encuentro y mire a mí alrededor. ¡Nada! Lilith había desaparecido… ¿O fue solo un sueño? Me percaté de que la luz solar no me afectaba. Tiempo después aprendí que a los primogénitos no nos afecta el sol. Reinicié mi camino. Solo había un lugar donde quería ir: ¡mi hogar!

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abían pasado meses desde que salí de mi hogar… ¡Y semanas al decidir volver a él! El campamento de mi padre había salido de la región de Kebar. Caminé por toda la zona. Al anochecer me encontré con unos pastores efronitas; quienes acampaban junto a sus rebaños. Alrededor de una fogata, cantaban y narraban historias de pastores del desierto. - ¡Sala malenko! – salude. - ¡Sala malenko! – respondieron espantados.- ¡ven y siéntese señor! Acepté su invitación. Tomé lugar alrededor de la fogata. Noté como ellos me veían disimuladamente. Escuchaba sus corazones latir de forma más acelerada de lo normal… ¡El yo escuchar sus latiros no era nada normal! Ninguno se atrevería verme a los ojos. - ¡Mi nombre es Abdeel Ben – Hebel! – se presentó el más viejo.- junto con mis compañeros, vengo de Efron. Permanecí en silencio. No tenía el menor interés en socializar con estos desconocidos. Mi respeto por los sangre caliente comenzaba a desaparecer. Una sed profunda iba poco a poco apoderándose de mí. - ¿Qué lo trae a estos paramos mi señor? – preguntó Abdeel. - ¡Busco el campamento de Segub Ben - Shela! – le respondí.- ¿Qué saben de él? - ¡Hace varias lunas que salieron de Kebar! – fue su respuesta.- después de la muerte del patriarca… su hijo mayor tomó el mando y decidió salir hacia otra región. - ¿Otra región?... ¿Cuál? - Paran – aram. Algo terrible ocurría dentro de mí. A pesar de conocer la muerte de mi padre, no sentí pena alguna. Contrariamente, una rabia sobrehumana se fue apoderando de mí. Los últimos vestigios de la humanidad moribunda se esfumaban. Me levanté al instante, ante los ojos atónitos de los presentes. El pastor líder quedo callado. Seguramente quería deshacerse de tan siniestra presencia. Desaparecí en un suspiro. Usando las sombras como el pavimento de mi recorrido. La noche como escondedero y la oscuridad como manto. Cuando el sol se acostaba en el horizonte, había llegado a la tierra de Paran – aram. ¡Esa es la virtud de movernos con el tiempo! ¡A la velocidad del pensamiento! Me tomé más días para encontrar el campamento de mi padre en todo ese amplio territorio. En mi camino me alimenté de varios nómadas y bandidos del desierto. Lacras que nadie extrañaría. La sed se había apoderado de mí. Me hizo su esclavo. Solo deseaba consumir la energía vital que se encuentra en el líquido rojo. Solo evitaba el frenesí total, los turbios recuerdos de ella. Seerah, aun en mi transición al lado de la oscuridad, era mi ancla al lado humano. Llegué finalmente a mi destino. Me fue fácil encontrar el lugar exacto donde se encontraba el campamento paterno. Desde lo alto de la colina, en la décimo tercera noche de mi llegada, pude ver las luces de las carpas. La música se oía a la distancia. Panderos, citaras, timbales y arpas… ¡unidos en armonías de celebración! 91 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Luna Roja

Cerré mis ojos, proyectando mis pensamientos hacia fuera de mí. Cada vez me sorprenden las capacidades adquiridas. Sentí como mi esencia salía de mí cuerpo, y cruzaba todo el sendero, hasta llegar al valle y entrar, como intruso imperceptible, al campamento. Podía ver todo, sin ser visto por alguien. Los sirvientes vestían con delicadas ropas. Las lámparas de papel, propias de los habitantes de las islas más allá de oriente, proyectaban las tenues luces de las velas de incienso. Dignas de sus iguales mas allá; cruzando el mar amarillo. Seguí caminando, telepáticamente, por todo el lugar. ¡Cómo había todo cambiado! Cosas que mi padre no hubiese permitido, son las que veo…: escenas de disipación y orgías. Borrachera y glotonería sin control. Hombres y mujeres en entrega desenfrenada los unos con los otros, y en aberrante intimidad entre ellos. Irónica y contrariamente a lo experimentado en Nod, sentí un asqueo indescriptible. Desde la cima de la colina observaba, mediante la transmigración astral, como había decaído la norma en el hogar de mis padres. - ¡Llegó el gran día de las bodas de Hazam! – escuché decir a un criado.- ¡Le ha regalado 50 talentos a cada uno de sus siervos! - ¡Sí! – respondió otro, un criado de los antiguos.- desde que tomó el mando del campamento… ¡solo ha derrochado el dinero de su progenitor! Noté como quedaron en silencio ante la molesta observación. Al momento un sonido rompió el silencio. El sonido de una bofetada en el rostro del anciano criado. - ¡Cállate viejo imprudente! – le reclamaron.- si el señor te oye, te… - ¿Qué? – preguntó valiente y desafiante.- ¿me matara como a su padre? Mi ser se estremeció ante lo que escuché del anciano criado. Seguí mi recorrido astral por todo el lugar. Llegué justamente a la gran carpa. La nostalgia, combinada con mi rabia creciente, me embargó por última vez. La gran carpa de cinco telas, obra de los artífices de ‘Ereb; y encargada por mi padre. La primera tela, de afuera hacia adentro, era de piel de tejón. La segunda, de hilo azul retorcido. La tercera de hilo escarlata. La cuarta, de lino; y, la ultima, de hilo azul y carmesí; con entrelazados de oro. ¡Toda una obra de belleza y esplendor! ¡Digna de un patriarca del desierto! Dentro, todos se entregaban a la locura y disipación. Abrí los ojos abruptamente. Las imágenes que vi hicieron que volviese en mí al instante. Una cólera se apoderó de mí. Mis ojos se tornaron rojos como la sangre. En un parpadear me traslade del lugar; llegando al campamento. - ¡Maweth! ¡Maweth!37 – gritó uno de los criados más viejos.- ¡la muerte ha llegado al campamento! Mientras gritaba horrorizado, tomé su cabeza y le quebré el cuello. Todos comenzaron a escapar. Con una furia inhumana, me lancé sobre las infelices victimas. Con mis uñas, parecidas a terribles garfios; semejantes a garras de felinos sanguinarios, infringí la muerte a diestra y siniestra. A un cuidador lo destripé al enterrar mi mano en su vientre. A una de las sirvientas, la tomé y le arranqué la yugular. Permitiéndome ser bañado por la sangre de la infeliz. El alboroto se apoderó del campamento. Encontré al anciano criado. Lo reconocí… era Ebenezer. Uno de los criados de mayor tiempo en el campamento. Recuerdo las veces que le hice acarredearme por alguna travesura. - ¿Qué pasó con mi padre, Ebenezer? – le pregunte. - ¿Su padre? – preguntó asustado y confundido.- ¡no entiendo! - ¿No me reconoces? 37

Termino usado para referirse a un dios cananeo identificado con la muerte. Es la expresión hebrea para referirse a la ausencia de vida.

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Por un instante, el anciano quedo observándome fijamente. Sus ojos, antes temblorosos del miedo, adquirieron un brillo gracias al recuerdo. - ¡Amito! – exclamó abrazándome.- ¿Qué pasó con el niño que jugaba con mi barba? - Se convirtió en un ser de la oscuridad – respondí sin más dejo de emoción.- ahora es un ser de muerte… ¿Qué pasó con mi padre? ¿Por qué dijiste que Hazam lo mató? - El anciano Sehub lloró por muchas mañanas con sus noches, la ida de su hijo menor – me decía.- ¡nunca Hazam pudo conseguir su corazón! Lo poco que me queda de humanidad se agitaba, como las ondas del negro mar, dentro de mí. - Una mañana – continuó el anciano.- vimos horrorizados como el patriarca cayó de un despeñadero… ¡Yo vi a Raqash mirar, desde arriba, al cadáver de mi anciano señor! - … ¿Qué ocurrió con Seerah? – le pregunté. - … la niña Seerah no se recuperó – me explicaba vacilante.- una noche encontramos su cuerpo sin vida en uno de los pozos… ¡Sus muñecas estaban cortadas! Una honda tristeza me embargó. Nuestro castigo es sentir y percibir más que cualquier ser común. Tome al anciano y lo mordí. Las imágenes corrían sin parar en mi mente. Vi a mi padre, discutir con Hazam. Cómo, luego, llega a la cima del despeñadero en busca de una de las ovejas. En mis visiones veo ser empujado por el cruel Raqash. Abrí mis ojos y solté al anciano. - ¡Vete, anciano! – le ordené.- no serás parte de esto… - ¡Se le rompería el corazón a su anciano padre, si ve en lo que se ha convertido! - ¡Él fue tan culpable como los demás de esto! – le respondí. Vi como el viejo salía lo más pronto posible. Los recuerdos me atormentaban. Las imágenes del crimen de mi progenitor y la muerte de Seerah hicieron que cayese nuevamente en el frenesí. Usando la hipervelocidad propia de los seres oscuros, maté a cuantos encontraba en mi camino. Mis ojos se asemejaban a carbones encendidos. Llegué a una carpa. Cuando entré, noté los rostros de niños aterrorizados. - ¡Piedad! ¡Piedad! – me suplicó una mujer de origen cusita.- ¡pasa Maweth por encima de nuestras puertas! - ¿Por qué me llamas así? – le pregunté intrigado.- yo no soy un demonio… - ¡Tenga piedad de estos inocentes, mi señor! Observé a los niños. El mayor parecía tener sus doce años. El frenesí pareció cesar por un instante. Todos lloraban y temblaban. Recordé cuando tenía la misma edad. Como jugaba por todo el campamento. Corriendo con mis hermanos y los demás niños de la casa de mi padre. - ¡Yo no mato inocentes! – le dije. En ese momento salí de la carpa. La mujer salió corriendo con los niños. Caminé directamente a la gran carpa. Dentro, todos estaban asustados. Los invitados y criados se amontonaban unos sobre los otros. Se olvidaban de las clases, ante el miedo por este asesino imparable. Entre a la carpa, lleno de odio. Mis ojos se movieron por todo el salón. Vi los cojines y alfombras de Babilonia que siempre han decorado los grandes eventos celebrados en la gran carpa. Luego, observo a las aterrorizadas personas. Camino lentamente, desde la entrada y hasta el centro, mirando seriamente a todos. Parecía que nadie recordaba al hijo ido a destiempo. Hazam, cobarde a fin, se escondía tras su prometida… ¡una hitita que se equivocó de persona y lugar! 93 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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¡Sal de aquí, maweth mal'âk! – me ordenó quien padecía ser el padre de la novia.¡tu siniestra presencia no es aceptada aquí! Un chorro de sangre salpico las cortinas purpúreas del salón. El hombre, llevándose sus manos al cuello, sintió como la sangre salía del mismo. Cayó frente a mí. Todos se horrorizaron más. Sentí algo frío entrar en mi costado inferior. Observe y vi como Raqash había clavado una daga en el lugar. Lo tomé por su cuello y fijé mi mirada en sus ojos. - ¿Me recuerdas, Raqash? – le pregunté.- ¿todavía sigues siendo el perro rabioso de Hazam? - ¿Quién eres, demonio? – me preguntó aterrorizado. - ¡El hijo ultrajado! ¡el novio violentado! Raqash quedo petrificado. Tomé su mano y saqué la daga de mi costado. Apreté su delgado cuello, viendo como las venas y arterias se obstruían y dejaban de llevar el líquido vital a su cerebro. El color morado de la asfixiante muerte se posesionaba de su semblante petrificado por el terror. Dejé caer el cuerpo muerto. Instantáneamente, la furia volvió a apoderarse de mi ser. Uno a uno asesiné a cada hombre, mujer, criado, joven y doncella en el salón. No sentí compasión. No sentí remordimiento. Por ese instante… no sentí mi humanidad. Luego de mi macabra obra, me dirigí hacia mi hermano. Llegué frente a Hazam y su prometida. Esta lloraba ante la horrible escena, tendida sobre el suelo, a un lado. Hazam empuñaba la daga mandada a confeccionar por mi padre y encargada a los artífices herreros de Filistea. Fijé mis ojos sobre mi hermano mayor. Me acerqué lentamente, abriendo mis brazos hacia él. Lo tomé y lo abracé; colocando mi cabeza sobre su hombro. - ¿Por qué lo haces? – preguntó Hazam, mientras temblaba.- ¿Quién eres? - Soy un hermano traicionado… soy un hijo prodigo… soy un amante con el corazón destrozado… ¡Soy la muerte! - ¿Hermano? - ¡No!... – respondí levantando mi cabeza de su hombro.- ¡Él murió por tu mano! - ¡Ten misericordia de mí! – me suplicó llorando.- ¡Por los momentos que vivimos!... ¡por nuestro padre! Mala referencia. Recordé la violación que cometió contra Seerah. Recordé las palabras del anciano sobre la muerte de mi padre. Mi furia volvió a invadirme. - ¿Tuviste compasión de Seerah, bastardo lujurioso e infame? - ¿Seerah? … lo de ella fue una locura… no pudo vivir con su vergüenza… - No… no pudo… por eso cometió el crimen más terrible… ¡por tu culpa ella mora en el reino de los condenados! - … ella solo era una simple sirvienta… - ¿Simple sirvienta? – le reposté enojado.- ¡Ella era lo que más amé! En ese momento mis colmillos emergieron, ante la cara aterrorizada de mi hermano. Al instante, una expresión de dolor se apoderó de Hazam. Incrustando mis vampíricas falanges en su cuello, iba adsorbiendo toda la sangre de sus venas. Desgarré todo aquello que pertenecía a su cuello: tendones, venas, arterias y nervios. Sentí su cuerpo estremecerse y un gemido casi inaudible. Su aliento había escapado de su cuerpo. Lo tomé y arrojé a un lado. Mientras caminaba, me percaté de que la novia seguía ahí. La observé fríamente. Pensando: si seria misericordioso el terminar con su vida. - ¿Cómo te llamas, mujer? – le pregunté. - … Da… Dannah, mi señor – contestó titubeante. -

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La seguí observando. Ella, visiblemente asustada por todo lo que había presenciado, no se atrevía mirarme fijamente. Sorpresivamente, le di la espalda, en una posible muestra de la humanidad a la que había renunciado. Debo confesar que no deseé matarla. - ¡Vete, mujer! – le dije.- si no quieres morir... - ¡Gracias, mi señor! – me agradeció mientras rápidamente salía del ensangrentado lugar. Quede inmóvil en el lugar. Miré detenidamente la obra de muerte que había realizado. Cuerpos mutilados y sangrantes. Todo el sitio era una escena de terror. Lo había perdido todo: mi amor, mi alma, ahora… ¡mi hogar! ¡Todo por mi necedad! En ese instante, tome un leño encendido de una de las fogatas del campamento. Tienda por tienda, prendí en fuego todo el lugar. Mientras me alejaba, miré por última vez el lugar. Mi obra fue la iniciación a lo que sería mi nueva existencia… ¡había dejado de ser humano! *** ¡Qué horrible! – exclama la doctora Salazar.- ¡jamás imaginé que eso te haya ocurrido! - Ya entenderás muchas cosas… - Si – ella responde.-… ¡las entiendo! lla se levanta del sillón. Se dirige hacia la cocina, y abre la nevera. Mientras, yo observo las paredes de su apartamento. Vi algunos cuadros y fotografías. Hasta ahora no había pensado en la vida de la doctora Salazar. Posé mis ojos en un portarretratos sobre una mesita. En un movimiento fui y lo tome, al observarlo noto a la doctora acompañara de un hombre elegante. Eso lo explica todo. Sentí que volvía, lo coloque en su lugar y, regresando al sillón, seguí como que no paso nada. Salazar regresa con un tarro de helado. Se sienta nuevamente en el sillón. - ¿Quieres? – me pregunta. - No, gracias – contesto intrigado. Ella comienza a comer su helado. Veo sus pensamientos tan claros como el agua. Ella se debate entro lo que su corazón le dice y lo que la razón científica le impone. Sabe de los peligros que pasó: su encuentro con Le Mont, fue la punta del iceberg. Esta consciente de que alrededor de todos los mortales, se mueve un mundo de oscuridad y mentiras. Yo mismo soy una muestra de ese mundo. Seres oscuros y de luz, interactúan en este mundo. Ocultos a la vista del resto de la población. Solo revelados a unos pocos escogidos. - ¿Qué pasara ahora? – me pregunta Karla. - ¡El Apocalipsis! – respondo enfáticamente. Ella baja su cabeza. Su corazón comienza a latir con mayor intensidad que antes. Veo como acaricia su vientre. Los horrores que se aproximan son indescriptibles. Cuando los oscuros jinetes del caos comiencen su cabalgata y las trompetas resuenen anunciando la llegada de la sombra sobre el mundo que todos ustedes conocen… ¡Sabrán que la realidad es peor que la imaginación! -

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95 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Capitulo 10 Mascarada

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odo es una mascarada. Un mundo creado sobre las mentiras de mentes estrechas quienes, por retener su poder temporal, tapan con nubes oscuras la realidad. La Jerarquía de los Oscuros miente para ocultar nuestra existencia y, así, poder moverse entre las sombras. La iglesia católica miente, al rechazar que existe un mundo que ella no puede controlar y, de una forma u otra, le debe todo lo que es. Los gobiernos mienten, al ocultar la realidad de nuestros tratos con ellos. Como muchos de nuestros clanes han invertido en sus bancos, corporaciones y empresas. Me levanto del sillón. Me dispongo a partir, para no más volver. Siento una mano sujetando mi brazo derecho, como queriendo detenerme. Karla me sostiene, evitando mi partida. Me mira fijamente a los ojos. ¡Esos ojos color miel se clavaron en los míos! ¡Llenos de vida! ¡Repletos de emoción! Llevo mi mano derecha hacia sus cabellos castaños. Acaricio con mis dedos sus mechones. Esa amplia frente es una muestra de la inteligencia que por estos días ha hecho gala. - ¡No quiero que te vayas! – me dice Karla. - Ya terminó mi tiempo – le respondo.- hice lo que debía. - … ¡Me has dicho de todo!... y no conozco de ti mucho más… El calor de su cuerpo luchaba contra el frío de mí ser. Por un instante sentí que los momentos que viví con Seerah volvieron a mí. Ella recostó su cabeza sobre mi pecho. Buscando los latidos que no escuchará, de un corazón que hace siglos dejo de palpitar. - ¿Cuál es tu nombre? – pregunta. - ¿Por qué lo preguntas? Delicadamente la alejo de mí. Sacudo mi cabeza, queriendo no seguir siendo influenciado por el momento. Me paro frente a la ventana. Observo la calle. Son más de las 11 de la noche. Bajo la cabeza, y proyecto mis pensamientos hacia el pasado… hacia siglos atrás. Mis recuerdos me llevan nuevamente hacia Nod.

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uego de la masacre, me dirigí donde Mikha’el. Quería respuestas. Él era el único que podía dármelas. Entré al gran salón de los espejos. Sentado en el centro, esperaba la llegada del príncipe vampiro. Tenía la mirada fija hacia el suelo. El frío mármol se extendía frente a mí. Las antorchas colocadas en las paredes, iluminaban el salón. Una turbulencia de sensaciones azotaba mi interior. Rabia… miedo… frustración… eran las cosas que me atormentaban. - Veo que has renacido – escuché venir tras de mi.- ¡Haz nacido de nuevo! - ¿Mikha’el? – pregunté, tratando de ubicarlo. La gran esfera comenzó a fulgurar. El salón se lleno nuevamente de la luz etérea, sola comparada a las antorchas celestes. Las luces de las lámparas se opacaron ante el resplandor. Pude ver a mi sire, de pie en la parte superior de unas escalinatas que dan al oriente. Había cambiado. Vestía una gran túnica blanca, con cinto de oro y una manta escarlata. - ¡Ya no eres un terreno! – me dice.- ahora eres cuerpo de mi cuerpo y sangre de mi sangre. - ¡Lo soy! - ¿Esto es lo que querías? – me preguntó.- ¿Obtuviste el conocimiento deseado? En ese momento, quizás por la novedad; tal vez por la inexperiencia de un mozo imberbe, afirmé neciamente. El príncipe oscuro prosiguió su historia. Narró como Saulot se rebeló contra su padre, e intento derrocarlo. Me contó todo sobre la guerra de los clanes. 97 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Como dirigió la rebelión de Luxdamnia, liberando a otros prisioneros vampiros y lícanos. Narró el apoyo dado a su progenitor contra su medio hermano. - Al final de la guerra – expresó.- padre e hijo se abrazaron y reconocieron. Por primera vez, mi padre me trato como un hijo… - Y desde entonces… - Todo el Consejo me reconoció como uno de los suyos… - fue su respuesta. - ¿Y su padre? – le pregunto interesado. - Hibernando… Cada cabeza de clan hiberna por un periodo de 600 años… primero hiberna Caín y reina Amrafel; luego hiberna Amrafel y reino yo… - ¿Y después? Mikha’el quedo en silencio. Pero para una mente inteligente, la respuesta seria obvia. Mi sire comenzó a caminar. Lo seguí como el hijo sigue a su padre. Tomamos un pasillo y llegamos al salón del trono. Era un pabellón alto y amplio. Con largas cortinas de hilo carmesí y una alfombra color rojo sangre. Trece candeleros de plata negra alumbraban a cada lado del salón. Más delante, tres plataformas sobrepuestas una con respecto a la otra. En la cima se encontraba el trono: un gran sillón forjado de cráneos y huesos bañados en oro y plata. ¡Exequias de los rebeldes de la guerra! Mikha’el ascendió hacia el trono. Poniéndose en pie al lado de este, me dirigió estas palabras: - Yo gobierno a Nod por este periodo… este trono ha sido ocupado por los primeros reyes cainitas… ¡la sangre ha sido su base! - ¿Qué sentiste al matar a tus conocidos? – me pregunta seriamente. - ¿Lo sabías? - Si… - ¿Por qué no me dijiste que me convertiría en una bestia? - ¿Bestia?... ¡Nosotros no somos bestias! Somos los primeros… estamos por encima de las locuras a las que lleva el frenesí. - ¿Por qué me elegiste? - ¿Yo? Tú fuiste quien viniste a Nod… - Pero tú fuiste quien me secuestró… y me mostró todo esto… - Pero, al final, fuiste tú quien eligió ser convertido… Quede en silencio. Es verdad. Me sentí tentado ante el conocimiento prohibido. Insensatamente busque la ciudad maldita, a pesar de los consejos. Yo mismo codicié el conocimiento de los condenados. - ¡Todo es una mentira! – exclamé.- pensé que tendría conocimiento… pero me doy cuenta de la insensatez de mi proceder… busqué la vida eterna… pero encontré la muerte que no tiene descanso… - ¡Ya sabes cómo es nuestra vida! Me enojé contra Mikha’el. Desperté a una realidad más amarga que cualquiera. Vendí mi humanidad por un espejismo. Por mentiras… no dichas por mi maestro… ¡Sino dichas por mi mismo! Me convertí en un asesino. En un depredador. ¡Hice mía la herencia de Caín! ¡Asesiné a mis hermanos! La rabia se posesionó de mí. - ¡Estoy maldito! – le dije a Mikha’el.- ¡Y tú eres culpable de mi maldición! - Todos lo estamos – respondió.-… solo tenemos que aprender a vivir con eso… - ¿Qué pasara ahora? - Te he regalado la vida eterna… no como alguno de los dioses de estas tierras la ofrecen… ¡La que te di es real! No tienes que esperar un futuro… ¡Es ahora! 98 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Le di la espalda a mi sire. Comencé a caminar lentamente hacia la salida del salón. Este mundo no me interesa. ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad? para mí no. No tengo a nadie en este mundo. No quiero existir eternamente sin esperanza, sin amor, sin sueños. Pero la terrible… la maldita realidad es que tendré que hacerlo. Mikha’el me observaba. Sentía sus ojos clavar mis espaldas. - ¿A dónde iras? – me preguntó.- Aquí, conmigo, podrás tener un lugar… serás uno de mis príncipes… - ¡No me interesa! – respondí.- ¡Todo me lo quitaron! - ¡Detente! – me exigió.- ¿Qué te crees? … yo te he dado algo que solo otros han soñado… ¡ingrato! - ¿Tú? – respondo volteándome.- tú solo me has dado pena y remordimiento… ¡Te maldigo, Mikha’el! … ¡Que alguien reduzca tu existencia! El príncipe oscuro, en un movimiento rápido, me asió del cuello. Llevándome con fuerza sobrehumana hasta estrellarme de la pared. Sentí su diestra apretar mi garganta. Sus uñas se incrustaban en mi carne. Vi su rostro y casi no lo reconocía. Sus ojos eran amarillos, al tiempo que sus colmillos emergían amenazantes. - ¿Te atreves a maldecirme, basura?... yo puedo reducir tu existencia ahora mismo… yo te escogí para que me acompañes por la eternidad… - ¡Déjame! - ¿Qué te deje? – me exclamó.- ¡Yo soy tu creador! ¡Eres mío!... ¡Así como te di la no vida… te puedo dar la muerte final! Sentí, por primera vez, una cólera que, hasta ese momento, parecía ajeno a ella. Golpeé a Mikha’el para zafarme. Luchamos uno contra el otro. La rabia se había posesionado completamente de mí. Nos sacudimos y estrellamos contra las paredes y mobiliarios del salón. Quede sobre Mikha’el. Lo tenía asido del cuello. - ¿Qué harás ahora, hijo? – me preguntó.- ¿Mataras a tu hermano, a tu padre? - ¡No!... no lo haré… pero me iré lejos de ti… no quiero volver a verte… En ese momento lo solté. Tanteándose el cuello, comenzó a sonreír. - Sabes que esto no termina aquí… - Lo sé… pero si me buscas… no tendré compasión de ti… Comencé a caminar hacia la salida. Dejando a mi sire atrás. Toda la percepción del lugar cambio. La admiración se trocó en repulsión. Agarré uno de los candelabros y lo hice caer. Rápidamente el fuego se posesionó de las cortinas y la alfombra. Dejé ese infierno incandescente posesionarse del salón del trono. Cuando Salí del palacio, miré la llamarada que lo envolvía. Todos los pobladores de Nod… ¡Toda esa raza maldita y caída de la gracia se amontonaban, horrorizados, para mirar la terrible conflagración! Por un momento sentí nostalgia por Mikha’el. Al final de cuentas, él fue quien, en cierta forma, me sacó de mi tristeza. Me sorprendió que Mikha’el no hiciese nada para detener el fuego. No sé si él salió del edificio en llamas. Solo sé que no hiso nada para evitarlo. Me alejé del palacio, de la ciudad. Dejé a Nod a mis espaldas, para nunca más saber de él. *** -

¡Eso es todo lo que faltaba decir! – le confesé a la doctora Salazar. Gracias – me respondió tímidamente.- por decirme todo esto. A ti, por permitírmelo.

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lla pasa sus brazos, desde atrás, por entre los míos hasta aferrarse a mi pecho. Coloca su cabeza sobre mi espalda y sentí su respiración. Yo sigo mirando la calle. La Luna roja ha pasado el cenit. Los Ancianos ya se han reunido. Los acontecimientos que llevaran al Apocalipsis vampiro han, en algún lugar del mundo, iniciado. - Debo irme – le dije mientras quitaba sus manos de sobre mi pecho.- ya hice aquello para lo que te busque. - Por ti he renunciado a todo lo que aprendí en la facultad… me abrí, como una niña y quede enlazada… - ¡Es más por eso que debo irme! Luego de soltarme, me moví de manera híper rápida. No más amor para mí. No más corazones que quieran entregarse. Solo hubo una despedida eterna. Hace más de cinco mil años caí… ¡Caí eternamente!

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l rocío de la madrugada empapa mis ropas. El sereno juega con mi piel. Camino, como mi costumbre, por las calles semi vacías de Nueva York. Una que otra puta se encuentra en las esquinas. Buscando, ya sea afecto peculio, ya sea llenar su miserable vacío existencial. Se acercan las horas en que los seres de la noche han de abrigarse en sus guaridas, mientras el mundo vuelve a los terrenos diurnos. Paso por las ruinas calcinadas del Hell’s Rising. Pienso en el sacrificio de Sekken. Medito en todo lo que he vivido durante estos seis días, que decidí salir de mi destierro auto impuesto. Pronto la luna roja dada paso al sol. Esta podría ser la última mañana de la humanidad. Estoy seguro que en algún lugar, las altas cortes de la nación cainita se reunieron para iniciar la guerra. El retorno de Saulot, cómo lo reveló Gabriel, resucitara viejas enemistades. La paz gozada por los clanes peligra… Los terrenos, igual. ¡Los dioses infernales que han sido aprisionados en el Tártaro, se levantaran para llenar la tierra de humo, fuego y sangre! Entro al lugar. Veo las ruinas. Todo lo que fue la representación perfecta del palacio de la sacerdotisa inmortal, ahora no es más que un depósito de ruinas calcinadas. Donde se levantaba la gran pista de baile, solo veo fragmentos derretidos de cristal, tela y madera. Pienso en las decenas de víctimas asesinadas en este vil holocausto. ¡Muertes innecesarias! Muertes solo producidas por la locura de un ser que olvido que, en algún tiempo pasado, fue humano. Noto el brillo de algo en el suelo ennegrecido por el hollín. Me arrodillo y lo recojo. Otra de las ventajas de nuestra visión es el poder ver en la oscuridad. Entre la penumbra me doy cuenta que es una de las tantas piedras preciosas que decoraban el lugar. La aprieto con mis manos. ¡Fue la única que no se fundió por el infernal fuego! Cerrando mis ojos, me concentro en meditación. - ¡La primera víctima de la guerra! – escucho venir tras de mi.- y ciertamente no será la última. - ¿Quién eres? – pregunto, al momento que me volteo para ver a mi interlocutor.- tu voz me es conocida… - ¡Tienes toda la razón! – afirma.- ¡Como siempre no me decepcionas, Cadmiel Ben – Segub! Me estremezco al escuchar mi nombre antiguo. ¿Quién es este que conoce las palabras por las que me distinguió mi padre? Siglos hacen que no uso mi nombre de terreno. Solo puede ser alguien… pero… ¡sería imposible!... él está muerto… ¿o no? - ¿Mikha’el? – pregunto intrigado. - ¡Nuevamente nos encontramos, pastor! – responde. 100 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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La sorpresa da paso al temor. Otra sombra de mi pasado ha aparecido. El originador de mi existencia en persona. ¿Será el comienzo de una nueva pesadilla? - ¿Qué dijiste cuando nos separamos? – pregunta de forma burlona, para agregar.-... déjame recordar… mmm… ¡Ya! Dijiste que si te buscaba, no tendrías compasión… ¿me equivoco? - ¿Qué quieres? - Noto que te volviste difícil de encontrar. Has aprendido a ocultar tus pasos… pero… hijo mío… ¡En estos últimos días has dejado muerte tras de ti! - ¡La maldición con la que me condenaste vivir! Tomo un pedazo de metal en forma punzante que está cerca. Lo levanto para atacar a Mikha’el. Este queda quieto, como si no le preocupase mi acción. Cuando iba asestar el golpe, un impacto de bala me obliga dejarlo caer. De pronto, soy impactado por luces provenientes de hombres vestidos de negro. El dolor es terrible. Reconozco la contextura de las balas: pólvora de plata y líquido fluorescente. Mikha’el levanta su mano derecha, como en señal para que no disparasen. - Nuevamente evito una locura – me dice.- estos soldados están dispuestos a morir y matar por mi… - ¿Soldados? – pregunto. - ¡No has leído las noticias! – dice de forma burlona.- ¡Estamos en guerra! Quedo pensativo. Observo a los hombres. Vestidos con uniformes de asalto negro y visores infrarrojos. Sus pasamontañas no me permiten apreciar sus rasgos faciales, pero sin dudas eran vampiros. Sus armas son de última generación: metralletas de asalto, con rastreadores infrarrojos; pistolas bedettas edición especial para fuerzas especiales; cuchillos especiales; granadas. Caigo en cuenta de todo… ¡Ellos son Los Excluidos! ¡La milicia renegada que lucha contra los Antiguos! - ¡Tú eres…! – reacciono sorprendido.- ¡Gestard! - ¡Jean Gerald Gestard! – confirma.- ¡A tus ordenes! - Tú estuviste cuando atacaron la discoteca de Sekken… también fuiste quien me salvó del ataque de los asesinos de Le Mont… - ¡Sí! ¡sí! ¡sí! Tienes razón en todo eso… pensé que me reconocerías en el metro… pero no lo hiciste… - ¿Qué quieres de mí? – le pregunto. - Cuando quemaste mi palacio, me replantee muchas cosas. – explica.- Abandoné Nod y fundé una sociedad de vampiros asesinos… cuando estos se amoldaron a las tonterías de los Antiguos, desaparecí y reclute humanos, vampiros y lícanos para la guerra que se aproxima… - Te refieres a … - ¡Los Excluidos! - ¿Por qué luchas contra los Antiguos? … ¿Qué te llevó traicionar a tu pueblo? - ¿Traición? ¿crees que traicioné a la nación cainita?... ¡Ellos se desviaron! El Consejo fue contaminado por seguidores de Saulot. Muchos altos patriarcas fueron asesinados… ¡Incluyendo mi padre! Las cosas que me dice Mikha’el me impactan. Me narra cómo luego de despertar su padre Amrafel, un grupo de asesinos del clan La sombra, lo emboscan y asesinan. Él escapa gracias a pocos aliados y comienza a esconderse de lugar en lugar. A través de los siglos fue comerciante, soldado, explorador y diplomático. No en pocas ocasiones trabajo con los renegados que le seguían como mercenario. Amasó una fortuna que le permitió formar un 101 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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ejército de asesinos vampiros, humanos y lícanos. Ante la amenaza que emergía no veía la importancia de las diferencias entre especies. - Los saulotianos firmaron alianzas con los líderes católicos – continua narrando.esta unión permitió el desencadenamiento de persecuciones contra mis aliados; y el control de los demás clanes. - Eso explica el interés de la iglesia católica por aniquilarnos… - Como las víboras traidoras que son… se volvieron contra sus aliados… de ahí las guerras santas. - ¿Qué quieres de mí? - Hace siglos te ofrecí el que estuvieses a mi lado… ahora vuelvo hacerlo… ¿Serias mi lugarteniente principal en esta guerra? Estoy cansado. Los siglos de viaje. De ir de aquí para allá y volver. Los cambios de identidad. Las constantes guerras contra humanos, lícanos u otros vampiros; me han agotado. Solo busco el descanso… pero cada noche me recuerda que eso está lejos de mí. No me apetece participar en otra guerra. ¡Esta no es mi guerra! Lo que Mikha’el haga o deje de hacer no es de mi interés. Las grotescas ambiciones de los miembros del Consejo han dejado de ser mi preocupación. Para ser sincero… ¡Nada me importa! - ¿Qué respondes? – vuelve a insistir. - No - ¿Solo eso me dirás? - Solo eso Mikha’el suspira profundamente. Recordé lo que ocurrió cuando me negué la vez primera. A diferencia de entonces, ahora estaba dispuesto a dejar que mi creador me propinada la muerte final. ¡Quizás eso es lo siempre he deseado! - ¡Ya no eres el mismo! – me dice.- ¡Tu dignidad fue castrada! - Puedes pensar lo que quieras… solo me importa desaparecer… - ¿Desaparecer? Por mucho tiempo he seguido tus actividades… eres el guerrero que siempre pensé que serias… - Por varios siglos lo fui… pero me cansé… ahora solo me importa volver a mi retiro… - ¿No te puedo hacer cambiar? - No… ni aunque pudieras lo aceptaría… Mikha’el ordena a sus tropas retirarse, mientras él mismo lo hace. Observo como aquel, con quien por un instante uní mi corazón, se retira. Sabiéndolo o no, me propinó el peor castigo: dejarme vivir. Volteándose, me dice: - ¡La guerra pronto vendrá!... ¡O eres de uno o serás de otro! En ese instante se aleja, desvaneciéndose en las sombras; siendo seguido por sus esbirros. Ya los primeros reflejos de la mañana aparecen por encima de los rascacielos. Parecerá un día más. Las personas comienzan a salir de sus hogares. Los taxis amarillos, iconos culturales de Nueva York, comienzan a invadir las calles, avenidas y elevados de la Gran Manzana. Enfilo mi caminar hacia el puerto. Dejo atrás la pesadilla con Le Mont, la tragedia de Sekken, las conspiraciones entre los Antiguos y los líderes católicos neoyorkinos; las sugerencias de Mikha’el. ¡Dejo atrás a Karla Salazar, la bella psicoanalista que se atrevió entrevistar a un vampiro! Llego al puerto. Especialmente al muelle 19. Encuentro un volante donde se solicita marineros experimentados para partir ese mismo día. Recuerdo mis experiencias como capitán de galeón, cuando los Legionarios Oscuros apoyaron en la guerra marítima contra 102 ¿Vale la pena vivir eternamente en la oscuridad?

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Alarico y los vándalos. Sé que no es lo mismo… pero el principio es igual. Entro al muelle, para entrevistarme con el capitán. Si tengo suerte, será la última vez que la gran ciudad sabrá de mí. *** Epilogo Oficina de la Dra. Salazar 8:00 p.m.

¡Buenas noches, doctora! – dice Cinthya, su secretaria.- nos veremos mañana. ¡Buenas noches, Cinty! – responde Salazar, mientras arregla unos documentos.¡Descansa! - ¡Gracias! Igual. a secretaria sale, cerrando la puerta de la oficina tras sí. La doctora queda sola. Observa el reloj de pared, para tener control del tiempo. Por primera vez en estos días, siente que ha recuperado el control de su vida. El día fue normal. Se acerca a la ventana que da hacia la avenida. La misma que, noches atrás, había sido usada por su peculiar paciente. Ella piensa que todo fue un sueño… ¡una simple fantasía! Vuelve a su escritorio. Lee y relee sus apuntes. No se conforma con haberlo hecho durante todo ese día. Escucha sus cintas y no deja de pensar en la posibilidad de haber, en verdad, entrevistado a un ser solo conocido en el mito urbano. Salazar solo piensa en lo dicho por su visitante. Todo lo revelado por este resuena en sus adentros. Toma el teléfono y marca: 1 – 800 – 243 – 0089. Espera la respuesta desde el otro lado. - ¡Aló! – dice.- ¿Patrick?... hola, te llamo para decirte que no podré asistir a la cena esta noche… ¡no! No es nada malo… solo que tengo que adelantar algunos casos… bueno… mañana nos vemos… bye… ¡Buenas noches! Cuelga el auricular y se sienta en su sillón. Observa el diván y visualiza al personaje que, días atrás, había aparecido de forma misteriosa. Saliendo de su estupor, abre la gaveta de su escritorio y saca su grabador. Lo enciende y acerca su boca. - Diario médico de la Doctora Karla Salazar… estos han sido días y noches fuera de lo común… no sé si aceptar lo vivido como real o las ingeniosas invenciones de un desquiciado… ¡carismático, si! ¡Sexy, también!... ¡Pero desquiciado! … En ese momento hace una pausa. Apaga el grabador y queda pensativa. Sentía como si la máscara que había llevado por muchos años, se caería. Siente que todo lo revelado, en algún modo, había trastornado todo lo que ella consideraba “la verdad”. De pronto, como recordando algo, levanta la cabeza y toma su blog de notas. Comienza a hojear, con cierta ansiedad, en busca de algo. Las páginas eran pasadas una por una, de forma constante. Volvía atrás y las revisaba; como no queriendo pasar por alto algo. Luego de un tiempo, deja caer el blog sobre el suelo. Ella misma se deja ir hacia atrás, sobre el espaldar de su sillón. Cierra los ojos y exhala un profundo suspiro. - ¡Qué tonta he sido! – Exclama.- tanto tiempo que hemos conversado y… ¡ni siquiera pregunte su nombre!... ¡solo a mi me pasa!... Siente una presencia frente a ella. La misma que sintió la primera vez que apareció él. Abre los ojos y, en la penumbra, de pie frente a ella, observa la figura de un hombre. Vestido todo de negro, y con un clavel rojo en su solapa derecha. Unos ojos grises sobresalían en la oscuridad. Se levanta sobresaltada; recordando las palabras que le aclaraban la existencia de otros chupasangres. -

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¡Buenas noches, Dra. Salazar! – saluda el personaje.-… había oído mucho de usted, es un placer conocerla. - ¿Quién es usted? – pregunta temerosa la doctora.- ¿Qué quiere? El desconocido comienza caminar. Saliendo de la penumbra, se acerca a la doctora; pudiendo esta observarlo más detenidamente: alto, de 6, 1 pies; contextura atlética, piel blanca y facciones de alguien proveniente del medio oriente. Recuerda las palabras que le había dicho el desconocido, sobre el príncipe vampiro creador del clan assemita. - A caso usted es… - dice, queriendo confirmar su sospecha. - Jean Gerald Gestard – contesta, mientras recoge el blog de notas del suelo y lo coloca sobre el escritorio.- pero seguramente me reconocerá por mi nombre real… - ¿Mikha’el? - ! A sus ordenes! Sus ojos se desorbitan al escuchar esa confirmación. Todo lo que había oído se muestra como la realidad. Por fin conoce al maestro vampiro. Al príncipe y señor de uno de los clanes más letales de los noctámbulos. Mira frete a ella a uno de los primeros de la raza oscura. - ¿Qué quiere? – Pregunta Salazar. - ¿Yo? Solo quiero algo que usted tiene… la información sobre nuestra existencia… - Pero… debe estar equivocado… - Doctora… no me crea ignorante… los vampiros de mi clase podemos saber lo que los terrenos piensan… ¡Sé que usted tiene apuntes y grabaciones de un vampiro renegado! Ella sabe que nada de lo que diga, podría engañar al intruso. Por un acto reflejo observa sobre su escritorio las notas y la grabadora. Mikha’el se percata de la mirada. Observa hacia el escritorio y sonríe, como sabiéndose haber conseguido lo que quería. Va y toma las notas y el grabador. - ¡No puede hacer eso! – protesta. - ¿Qué no puedo? – le pregunta, mientras presenta una mirada amenazante que la hace quedar inmóvil.- puedo hacerlo… ¡y lo haré! Guardándoselas en los bolsillos de su gabán, comienza a caminar hacia la ventana. Salazar simplemente lo observa. - ¿Por qué lo hacen? - ¿Qué? - Hacernos daño. - … lo hacemos por el simple hecho de que ustedes se han corrompido y han corrompido a mi especie… - ¿No puede haber paz? - ¡Solo habrá paz cuando una de nuestras especies deje de existir! Salazar se deja caer en el sillón. Mikha’el se para frente a la ventana y observa a las personas. Ella solo desea que la pesadilla termine. No lucha por recuperar sus notas. No hace esfuerzo por mantener las grabaciones. Solo deja que ocurra lo que tiene que ocurrir; si con eso terminase todo. Cierra los ojos y vuelve abrirlos, dándose cuenta de que su visitante ha desaparecido. Vuelve dejarse caer, para dejar pasar el susto. Respira profundo. Esa experiencia no fue de su agrado en lo absoluto. - ¡Ya termino todo! – exclama en voz audible, mientras trata de relajarse en su sillón. - Time is on my side... yes it is!! – escucha, petrificada, susurrar esa melodía en su oído izquierdo; para luego agregar.- Creo que un amigo mío le habló de mi -

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también… seguro lo conoce… entre los terrenos y noctámbulos se hace llamar Sebastián… ¡Sebastián Kaine! Una risa macabra se escucha salir de la oficina y luego todo queda en silencio. Un silencio profundo. Un silencio solo comparable al de los muertos. ¿FIN?

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