Cartas a Wilhelm Fliess, 1887-1904 [Ed. completa, 2a. ed.]
 9789505181285, 9505181280

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Cartas a Wilhelm Fliefi 1887-1904 Sigmund Freud Fueron editadas por Jeffrey Moussaieff M asson; Michael Schroter preparó el texto en alem án para la im prenta sobre la base de la trascripción de los m anuscritos hecha por G erhard Fichtner Edición completa Traducción directa del alem án de José Luis Etcheverry

Amorrortu editores Buenos Aires

Biblioteca de psicología y psicoanálisis Briefe an Wilhelm Fliefi 1887-1904, Sigm und Freud La edición norteam ericana de las cartas apareció en abril de 1985 con el título The Complete Letters o f Sigmund Freud to Wilhelm Fliess 1887-1904 en The Belknap Press of H a rv a rd U n iversity Press, Cam bridge, M assachusetts, y Londres, Inglaterra: © 1985 y S igm und Freud C opyrigh ts Ltd. bajo la C onvención de Berna, p or acuerdo con M ark Paterson y Sigm und Freud Co­ pyrights. J. M. M asson estuvo a cargo de esta edición: © 1985 J. M. M asson, Oakland, California. Su ap arato editorial fue tradu cid o y elaborado p o r M. S chróter p ara la edición ale­ m ana: © 1986, S. Fischer Verlag, Francfort del M eno Traducción, José Luis Etcheverry U nica edición en castellano autorizada por la B em e Convention Sigm und Freud Copyrights Ltd. por acuerdo con M ark Paterson y Sigm und Freud C opyrights, Colchester, Inglaterra, y debida­ m ente protegida en todos los países. Q ueda hecho el depósito que previene la ley n2 11.723. © Todos los derechos de la edición caste­ llana reserv ad os p o r A m o rro rtu editores S. A ., P a ra g u a y 1225, T2 piso, Buenos Aires.

Industria argentina. M ade in Argentina ISBN 950-518-544-8 ISBN 3-10-022802-2, Francfort del M eno, Alem ania, 1986, edición original

Indice general

XI XIV X XIX X X X II

1 3 24 27 34 37 41 70 72 77 85 86 87 90 93 97 97 106 107 113 156 158 162

Prólogo. Por J. M. M asson Introducción. P o r J. M. M asson Sobre la trascripción. Por G. Fichtner Sobre la edición alem ana. Por M. Schróter

Cartas - Ensayos - Apuntes C artas 1-20 M anuscrito A: Problemas, tesis, series, factores etiológicos M anuscrito B: La etiología de las neurosis M anuscrito C / l : A m odo de informe sobre m otivos M anuscrito C /2 : N otas al m argen de la conferencia de Fliefi «Die nasale Reflexneurose» C artas 2 2 ^ 2 M anuscrito D: Sobre etiología y teoría de las grandes neurosis M anuscrito E: ¿C óm o se genera la angustia? C artas 43^48 M anuscrito F / l : Recopilación III. Nr. 1 C arta 49 Manuscrito F /2 : Epicrisis al Nr. 1, Recopilación III. Nr. 2 C artas 50-51 M anuscrito O: Observaciones a Fliefi, «M agenschm erz und Dysm enorrhoe» C arta 52 M anuscrito G: M elancolía C arta 53 M anuscrito H: Paranoia C artas 54-81 M anuscrito I: M igraña, puntos establecidos C artas 82-84 M anuscrito J: Señora P. J., 27 años

165 170 179 243 244 256

266 268 271 275 276 287 287 307 308 506 507 508 508 510 512

C arta 85 M anuscrito K: Las neurosis de defensa C artas 86-119 A nexo de la carta 119 C artas 120-126 M anuscrito L: Arquitectura de la histeria (y otros apuntes) C artas 127-128 M anuscrito M: A rquitectura de la histeria (y otros apuntes) C arta 129 M anuscrito N : Im pulsos (y otras noticias) C artas 130-132 A nexo de la carta 132 C artas 133-139 A nexo de la carta 139 C artas 140-147 A nexo de la carta 147 C artas 148-281 C arta 282 (de Fliefi a Freud) C arta 283 C arta 284 (de Fliefi a Freud) C arta 285 C arta 286 (de Fliefi a Freud) C arta 287

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Apéndices

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Introducción a la prim era edición de 1950. Por E m st Kris C oncordancia Esquem a sexual y esquem a norm al (dibujos y trascripción) Indice de abreviaturas Indice de las ilustraciones con indicación de la fuente Bibliografía Indice de nombres

259 263

562 571 574 575 577 601

Prólogo Introducción Sobre la trascripción Sobre la edición alemana

Prólogo

L a ed ición de ca rta s esco g id as de Sigm u n d F reu d a W ilhelm Fliefi que apareció en 1950 con el título Aus den Anjangen der Psy­ choanalyse despertó en todo lector, también en mí, el deseo de dis­ p on er de u na edición co m p leta y no ab reviad a de esta fuente única. En 1978 me dirigí a A nna, la hija de Freud, le hablé sobre mi interés y le expresé mi convicción de que en las cartas inéditas y en los fragm entos om itidos sin duda se hallarían informaciones valiosas. A nna m e perm itió revisar las cartas correspondientes a 1897, y pude dem ostrarle que efectivam ente contenían un m ate­ rial im p ortan te p ara la h istoria del psicoanálisis; ad m itió ella entonces considerar la posibilidad de una edición com pleta. Pero sólo cuando se sum ó a mi parecer K. R. Eissler, el am igo íntimo y respetado consejero de Miss Freud, ella term inó de persuadirse y m e au torizó a em prender una reedición. En ese m om ento no advertía lo com plicado y laborioso de la tarea que m e aguardaba, los m u ch os países que debería visitar, las bibliotecas que revi­ saría, las num erosas piezas docum entales que m e vería precisado a exhum ar. A l cabo de mi trabajo se habían sum ado, a las 168 car­ tas y m anuscritos que la prim era edición reproducía com pletos o fragm entarios, 133 piezas hasta entonces inéditas. Es u n a osadía preparar una obra de esta m agnitud que previsi­ blem ente m odificará la im agen de un gran d e hom bre. Pero la m ayoría de los lectores concordará conm igo en que esta edición com pleta de las cartas a Fliefi revela y dibuja a un Sigm und Freud m ás hum ano. Es cierto que la d ocum entación m enos fragm en­ taria de su pensam iento acerca de algunas teorías psicoanalíticas clave contradice en m uchos aspectos la exposición que el propio Freud, m uchos años después, presentó para la posteridad en sus obras publicadas. A caso esto sea inevitable. Y del m ism o m odo lo es que el acceso a manifestaciones que no estuvieron destinadas a la publicidad im ponga al historiador im parcial conclusiones difí­ ciles y m uchas veces im populares. En esta n ueva edición he in­ ten tad o p resen tar las cartas con la m ay o r objetividad posible, absteniéndom e de toda interpretación o valoración de mi parte

C uando A nna Freud se decidió a perm itir una edición com pleta de las cartas, puso a mi disposición con pareja generosidad su tiem po y su saber. Pasé m uchas horas en su casa de M aresfield Gardens (que había sido también la m orada de su padre en sus últimos años), donde consulté la biblioteca particular de Freud y revisé estantes y cajones en busca de docum entos que m e ayu da­ ran a aclarar esta o aquella alusión contenida en las cartas a Fliefi. E n tretan to m an tu v e asid u as co n v ersacio n es con A n n a Freu d acerca de las cartas y su contenido. Pronto se apoderó de am bos el en tu siasm o p o r la b ú sq u ed a e xh au stiv a en el escrito rio de Freu d , d on d e se hallaron escrito s que se creía p erd id o s h acía m ucho tiempo. Tengo la im presión de que Miss Freud sabía que aún quedaba m ucho material p o r descubrir, y le causaba alegría d escu b rir p arte de él. Indud ab lem en te co m p artió co n m ig o el elevado disfrute del trabajo en cierto m odo detectivesco a que m e obligó la com pilación de este volumen. Mi agradecim iento, pues, va dirigido en prim er lugar a la extinta A nna Freud y a las m uchas pruebas de am istad con las que m e distinguió. P or otra parte, esta tarea no habría podido em pren­ derse sin la ayu d a de K. R. Eissler. M e dedicó m ucho tiem po y energía, y m e allanó el cam ino, en la Libran/ of Congress y en otras instituciones, p ara con su ltar un en orm e tesoro de fuentes o ri­ ginales, m u ch as de las cuales han enriquecido las notas de esta obra. Quienquiera que se interese p o r estas cartas tiene una d euda de gratitu d h acia M arie B onaparte, que las rescató, y h acia E m st Kris, que (junto con A nna Freu d ) las dio a publicidad p or p ri­ m era vez. Sin la colab oración de G erhard Fichtner, que es el responsable por el texto en alem án de las cartas, este volum en no habría sido posible. A p esar de las variadas obligaciones que lo retienen en la U niversidad de Tubinga, encontró tiem po para visitarm e en Berkeley (California) y ofrecerme su asistencia erudita. A dem ás, una parte considerable del m érito d e esta edición corresponde a mi asistente de investigación M arianne Loring, quien colaboró tanto en la restitución del texto definitivo co m o en las notas. Fue mi com pañera de travesía intelectual durante los seis años de trabajo en estas cartas y no es una exageración decir que sin su coopera­ ción jovial, diestra y sin retáceos yo no habría llegado a puerto. H acia los dos nom brados, Gerhard Fichtner y M arianne Loring, estoy m ás agradecido de lo que soy cap az de expresar. M e sien to o b ligad o a m en cio n ar de m a n e ra esp ecial a L ottie N ew m an p or su colaboración en las fases iniciales preparatorias

de esta edición. Su ag u d eza crítica m e resultó siem pre de gran utilidad. M ark P aterson, de Sigm und Freud C opyrigh ts, n unca dejó de alentarm e en mi trabajo. En Ilse Grubrich-Simitis encontré siem ­ pre valiosos consejos. M uriel G ardiner se en tu siasm ó desde el com ienzo con el proyecto. Y Elenore Fliefi, la viu d a del hijo de W ilhelm Fliefi, Robert, se hizo mi am iga personal durante la pre­ paración de esta obra. M e pesa que no p ueda presenciar la p u ­ blicación del libro term inado; le habría causado gran alegría. A lgunas de las cartas contenidas en este volum en provienen de la Biblioteca N acional Universitaria de Jerusalén, donde habían sido depositadas p o r Pauline Fliefi Jacobsohn, la hija de W ilhelm Fliefi. Peter Swales m e llamó la atención sobre su existencia; estoy en d eu d a con la señorita Jacobsohn, quien m e autorizó a utili­ zarlas. La princesa Eugenia de Grecia tuvo la am abilidad de po­ ner a mi disposición extractos de las anotaciones de M an e Bonaparte. John Broderick, Paul Hefron y, en particular, Ronald Wilkinson, junto con los colaboradores del departam ento de m anuscritos de la Libran/ ofCongress estuvieron en todo m om ento dispuestos a asistirm e en la búsqueda de materiales de difícil acceso y m e pre­ pararon fotocopias d e todo lo que necesité. P or últim o, quiero ag rad ecer a las siguientes personas que me ay u d aro n de d iversas m an eras: A n gela H arris, Susan M ango, Annie Urbach, Robert Wallerstein y Trude Weisskopf. U n a obra de esta m agnitud no se habría podido llevar a cabo sin asistencia financiera. Por su generosa ayuda, agradezco a la New Latid Foundation, al F un d fo r Psychoanalytic Research de la A so ­ ciación Psicoanalítica N orteam ericana, a la National Libran/ o f M e­ dicine y al National Endowmentfor the Humanities. J. M. M.

Introducción

Se puede decir que las cartas de Sigm und Freud a Wilhelm Fliefi, el am igo m ás íntim o que tu vo, son, p ara la historia del p sico­ análisis, la fuente singular m ás im portante. N o fueron escritas con la idea de publicarlas; abarcan el lapso que va de 1887 a 1904, o sea, el período en que el psicoanálisis fue creado y desarrollado. Durante los diecisiete años por los que se extiende este epistola­ rio, Freud escribió algunas de sus obras m ás revolucionarias, en­ tre ellas, Estudios sobre la histeria (1895d), La interpretación de los sue­ ños (1900a) así com o el fam oso historial clínico de D ora (1905e [1901]). N u n ca el fundador de una ram a enteram ente nueva de las ciencias hum anas se ha explicado de u na m an era tan franca y circunstanciada sobre los procesos mentales que lo condujeron a sus descubrim ientos. N ingu n o de los p osteriores escritos de Freud es com parable, en frescura y elocuencia, a estas tem pranas cartas, y n inguno descubre con paran gonab le d ram atism o los pensam ientos m ás íntimos que lo anim aban m ientras creaba el psicoanálisis. El resultado es un d ocum ento insólitam ente ca u ­ tivador, que este libro reproduce por prim era vez completo. Al iniciarse la correspondencia, Freud era, a los 31 años, Privatdozent de nouropatología en la Universidad de Viena. Acababa de tasarse con M arlha Bernays tras un noviazgo prolongado y después de haber residido seis meses en París para estudiar con el célebre n eurólogo Jean M artin C harcot. Fliefí, dos años m ás joven que Freud, ya había alcanzado renombre com o otorrinolaringólogo en Berlín. En el otoño de 1887 hizo un viaje de estudios a Viena y allí, evidentem ente p o r sugerencia del d estacado m é­ dico Josef B reu er (1842-1925), asistió a las lecciones de Freu d . P oco d espués de su regreso, Freu d le escribió la p rim era de la larga serie de cartas que darían testimonio de la progresiva plasm ación del psicoanálisis. En los cinco años que siguieron, se escandió entre Freud y Flieü un intercam bio epistolar regular. En 1890 com en zaron sus en­ cuentros en Berlín, Viena (donde Fliefi conoció a la que sería su esposa, Ida Bondy) y m uchas otras ciudades austríacas y alem a-

ñas, reuniones que ellos después llam aron sus «congresos» priva­ dos». L a relación se profundizó: Fliefi se convirtió en el am igo m ás íntim o de Freu d , y este le contó con m ás franq u eza que a cualquier otro sus sentim ientos e ideas sobre asuntos profesio­ nales y personales. N o se av erig u a con seg u rid ad lo que p ud o atra e r a estos dos hom bres uno hacia otro. Son evidentes, sin em bargo, algunas afi­ nidades: los dos eran judíos, m édicos am bos, y llenos de am bi­ cion es científicas. Y lo que prob ablem en te es aú n m ás im p o r­ tante: los dos p ud ieron co m p ro b ar m u y p ron to que se intere­ saban p o r asp ectos de su especialidad que se ap artab an de los cam inos trillados de la m edicina académ ica; esto se expresó, en­ tre otras cosas, en el hecho de que am bos habían viajado a París para trabajar bajo la dirección de Charcot. U n gusto por la inves­ tigación y la aventura de la ciencia parece haberlos unido en el cam p o profesional. A d em ás, en sus encuentros m ostraron una inusual predisposición a contarse detalles de su vida p rivad a y familiar. El sondeo intransigente de Freud sobre las consecuen­ cias psíquicas de las vivencias sexuales tem pranas de sus pacien­ tes tropezó con el rechazo de sus colegas m édicos m ás conserva­ dores y determ inó un aislamiento que indudablem ente explica la creciente asiduidad de sus cartas. D urante m u ch os años, Fliefi fue su «único público». E n u na carta inédita del 17 de abril de 1893, dirigida a su cu ñ a­ d a M inna B em ays, Freud expone su sim patía y adm iración por Fliefi:1 «Es un hom bre singularísim o, la bonhom ía m ism a, creo que llegado el caso la bondad m ism a a p esar de todo su genio. A d em ás de ello, la claridad m eridiana, el coraje». Y también, en las m ism as cartas al am igo, se expresa casi con reverencia. Así, dice el l 2 de enero de 1896 (carta 85): «Los de tu especie no debe­ rían extinguirse...; nosotros, los dem ás, tenem os d em asiada ne­ cesidad de tus iguales. Todo te lo debo en consuelo, com prensión, estím ulo en m i soledad, en contenido de vida, que de ti lo tom o, y p o r añ ad id u ra en salud, que ningún otro habría podido devol­ verm e». Es p oco esclarecedor interpretar, com o hacen m uchos, la inten­ sidad de esta sim patía com o un fenómeno de trasferencia, o sea, v er en la relación con Fliefi, ante todo, un necesario precursor del autoanálisis de Freud. C ada relación de am or — y esta lo fue, sin d u d a— contiene un misterio que desafía al análisis. Freud supo referirse después a los com ponentes hom osexuales de esta amis­ 1 Se la cita e n d etalle e n la n o ta 2 d el M an u scrito C / l . (N o ta d el editor.)

tad,2 y, com o se sabe, los dos hombres eran de la opinión de que todos los seres hum anos tienen disposiciones bisexuales. Es instructivo en este sentido lo que apuntó Robert Fliefi (el hijo de W ilhelm Fliefi) al iniciador de los estudios freudianos, Siegfried Bem feld. Le escribe:3 «Usted está enteram ente en lo cierto cuando señala el carácter intensam ente em ocional de la signifi­ cación que estos dos hombres tuvieron el uno para el otro. Algo de esto he sabido por los dos; p or mi padre, desde luego, en el cu rso de m u ch os años, pero tam bién p or Freu d , d u ran te u n a larga conversación que tuve con él en 1929, en la que se expresó con una franqueza que de ningún m odo era usual en él en cues­ tiones personales». De la correspondencia se recibe la impresión de que Freud fue, de los dos am igos, el m ás generoso, y que se abría a la relación sin reservas, m ientras que Fliefi se m antenía m ás bien reticente. En realidad, Freud estaba tan absorto en la com unicación de sus pro­ pios descubrimientos que no parece haber advertido que Fliefi se iba distanciando de él en los últim os años del siglo y que poco a poco la am istad se extinguía. M ane Bonaparte (1882-1962), una de las discípulas y analizandas predilectas de Freud, ha dejado una exposición inédita de la rui­ na de la relación entre Freud y Fliefi.4 A partir de las cartas, refiere ella, «se advierte que la am istad con Fliefi ... [ya] tras la publica­ ción del libro sobre los sueños, o sea desde 1900, em pezó a aflojar. Freu d no lo había ad vertido. Tanto, que hube de m ostrárselo. H asta tal punto se resistía, por am istad hacia Fliefi, a sospecharlo de envidia. Fliefi no pudo soportar la superioridad de su am igo; tam poco toleró — esto, según palabras del propio Freu d — su crí­ tica científica a la teoría de los períodos. P ara colm o, Ida Fliefi, "u n a m ujer m alévola" [citado en alem án], hizo, por celos, todo lo posible p ara enem istar a los dos am igos, m ientras que M artha Freud com prendía bien que Fliefi podía brindar a su esposo algo

2 Cf. el e x tra c to , re p ro d u cid o en Jon es (19 5 3 -5 7 , vol. 2, p ág s. 1 06 y sig.), de u n a ca rta a Feren czi del 6 d e o ctu b re d e 1910: «Q u e y o y a n o ten go n ecesid ad d e aqu ella rev elació n total d e la p e rso n a lid a d es a lg o q u e u sted no sólo ha ad v e rtid o sino qu e tam bién lo h a co m p re n d id o y re co n d u cid o co n a cierto a su o ca sió n tra u m á tic a [?] ... D esde el c a so Fliefi, e n c u y a su p e ra ció n u sted p recisam en te m e h a visto o cu p a d o [?], esta n ecesid ad se h a e xtin g u id o en m i. U n fra g m e n to d e cu b rim ien to h o m o se x u a l se h a co n tra íd o y e m p lead o e n el au m e n to d el y o prop io. H e salid o airoso d o n d e el p a ra n o ico fracasa». 3 E n u n a c a r ta in é d ita d el 2 8 d e a g o sto d e 1 9 4 4 , e n le n g u a in glesa; se en ­ cu e n tra e n el A rch iv o B em feld d e la L ib ra ry o fC o n g re ss . 4 V éase la n o ta 9, in fra, y el texto a q u e se refiere. (N o ta del red actor.)

m u y distinto que ella. Fliefi sintió p o r Freud, según declaración d e este m ism o, u na am istad tan ap asion ada co m o la de Freud por Fliefi». Las dificultades en cierne provinieron, en parte, de la rigidez con la que Fliefi defendió sus teorías y las reclam ó com o su propie­ dad intelectual. Se aferró con resolución a su hipótesis de que to­ dos los sucesos im portantes de la vida de un ser hum ano estaban p red eterm in ad os p o r u n a p eriodicidad biológica. En cu an to a sus hipótesis sobre el papel de la nariz, en cam bio, Freud las veía con m enos escepticismo. En la continuación de sus notas, escribe M arie Bonaparte: «En los nexos de la nariz con el resto del orga­ nism o hay algo verdadero. Freud tuvo en sí m ism o la prueba de ello, en conexión con sus espasm os cardíacos, que desaparecieron repentinam ente tras un tratam iento nasal. Pudo ver tam bién có­ m o Fliefi calm aba los dolores del parto por este m edio. Por lo que se refiere a la bisexualidad, Fliefi no podía p retender prioridad alg u n a p o r la idea m ism a en el cam p o de la biología, au nq u e Freud la hubiera conocido a través de él. " Y si él m e ha d ado la bisexualidad, yo le había d ado antes la sexu alid ad " [citado en alem án]. Es lo que m e dijo Freud». Esta conciencia de Freud de no deberle en definitiva tanto a Fliefi fue fruto de años posteriores, y acaso la manifestó únicam ente en presencia de M arie Bonaparte. P o r la ép oca de su am istad con Fliefi, creía que los dos se interesaban de igual m an era p o r los problem as de la teoría sexual. Sin em bargo, la verdad es que en­ tre ellos existía una oposición incalculable, sobre todo en lo que se refiere a los sentimientos provocados por la sexualidad hum ana. Freud tenía razón en lo que declaró a M arie Bonaparte, a saber, que había sido él quien esclareció a Fliefi, aunque fuera im per­ fectam en te, acerca de la im p ortan cia de la sexu alid ad p a ra la psicología m édica. La ru p tu ra final de la am istad fue para Freud u n a vivencia trau­ m ática, y, en los años que siguieron, apenas si m encionó alguna v ez a Fliefi. De sus cartas a sus colegas y discípulos C. G. Jung, Karl A braham y, en particular, Sándor Ferenczi, se desprende que había hablado con ellos acerca de Fliefi, pero lo hizo sólo raras v eces y n un ca con la precisión que Ferenczi, al m en os, habría deseado.5 A nna Freud, según m e lo com unicó personalm ente, no 5 H a s ta hoy, só lo los e p isto la rio s c o n Ju n g (F re u d 1 9 7 4 a ) y c o n A b ra h a m (F re u d , 1 965a) h a n sid o e d ita d o s. E n u n a c a rta in éd ita a F eren czi d el 1 7 de o c tu b re d e 1 9 1 0 , e scrib e F re u d : « P ro b a b le m e n te im a g in e u s te d m u y d is­ tintos se cre to s q u e y o m e h ab ría re se rv a d o , u op in e q u e v a u n id o a ello un su frim ien to particu lar, m ien tras q u e y o m e siento m á s allá de to d o y salu d o

supo n ada de Fliel? de labios de su padre, salvo algunas referen­ cias sueltas hacia el final de su vida con ocasión de la reaparición de las cartas. Ella adujo com o fundam ento que la ru p tu ra de la am istad , au n d espu és de tantos años, segu ía siendo dolorosa para él. Las cartas de Freu d a FlieG han recorrido un largo y enredado cam ino desde que fueron escritas hasta su publicación. En el A r­ chivo Fliefi de Jerusalén se encuentran copias de dos cartas iné­ ditas de Ida Fliefi a Freud, y de las respectivas respuestas de es­ te.6 La breve correspondencia fue iniciada por Ida Fliefi el 6 de diciembre de 1928, apenas dos meses después de la m uerte de su esposo: «Estim ado profesor: N o sé ciertam en te si usted m e ha de con sid erar con d erecho a ello, pero sin em bargo [tengo] un pedido que [yo] ensayaré so­ m eterle. Q u izá se en cuen tre u sted en p o sesió n de ca rtas que W ilhelm le d irigió antes de la ép o ca de la d esavenen cia. P ro ­ bablemente no han sido destruidas, aunque las desfavoreciera la pérdida de la íntima relación con usted, y, si es así: ¿tendría usted, estim ad o profesor, la con fian za y la bondad de d ep ositar esas cartas en mis m anos, com o en las de aquel, entre todos los seres hum anos, que tiene el m ás hondo interés en ellas? D oy fe que no persigo con ello ningún otro fin, o, si hubiera de ser así, las reci­ biría sólo en préstam o y por un plazo limitado. Este deseo m e ha franqueado el cam ino hasta u sted, p o r largo tiempo cerrado; me pregunto si [yo] p odré recorrerlo de nuevo para agradecerle cordialmenle Su devotísima Ida Fliefi»

la s u p e ra c ió n d e m i h o m o se x u a lid a d c o n el re su lta d o d e u n a a u to n o m ía m ás gra n d e » . V el 1 6 d e diciem b re d e 1 9 1 0 , m en cion a a este m ism o c o rre s ­ ponsal, p o r ú ltim a v e z, el n o m b re d e FlieG (tam b ién en c a rta in édita): «Tengo ah o ra s u p e ra d o lo d e Fliefi, p o r lo c u a l u ste d m an ifestó tan ta c u rio sid ad ». 6 L o s o rigin ales e stá n d e p o sita d o s en la Biblioteca N acio n al U n iv ersitaria de Jerusalén.

Freud respondió a vuelta de correo el 7 de diciembre: «Estim ada señora: M e apresuro a responder su carta, aunque hoy todavía no pueda com unicarle nada conducente al cum plim iento de su deseo. Mi recuerdo m e dice que he destruido gran parte de nuestra corres­ pondencia en algún m om ento posterior a 1904. Pero queda abier­ ta la posibilidad de que un núm ero escogido de cartas se h aya co n serv ad o y de que u n a cu id ad o sa b ú sq u ed a en los lu gares donde habito desde hace 37 años las p ued a descubrir. Le pido, pues, que m e dé plazo h asta N avidad . Lo que encuentre, lo he de p oner a disposición de usted sin condición alguna. Si no en­ cuentro n ada, deberá usted suponer que nada se salvó de la des­ trucción. Ciertam ente, m e gustaría enterarm e también yo de que mis car­ tas a su esposo, mi am igo íntimo durante m uchos años, han teni­ do un destino que las preserve de cualquier em pleo futuro. M e aten g o a la tácita co lab o ració n im p u esta p o r las circu n s­ tancias Su devoto Freud» De esta com unicación cabe inferir que Freud quizá no hubiera destruido todas las cartas de su anterior a m ig o / Aunque el 30 de diciembre dio a la viuda la siguiente respuesta: «Estim ada señora: H asta h oy no he en contrad o n ad a y m e inclino a su pon er que toda la correspondencia ha sido destruida. Pero com o tam poco he e n co n tra d o o tras co sa s que ciertam en te q u ería co n serv ar, com o las cartas de C harcot, no considero el asu nto concluido. N aturalm en te, p ara el caso en que algo encuentre, m i p rom esa sigue en pie. Su devotísimo Freud»

7 A n n a F r e u d m e a s e g u ró q u e n u m e ro s a s b ú sq u e d a s c o n c ie n z u d a s en la c a sa d e la fam ilia F re u d en M aresfield G ard en s (L on d res) n o h ab ían p erm i­ tido e n c o n tra r c a rta alg u n a de Fliefi. Sin em b a rg o , p o r la m ism a é p o ca en qu e esto m e d ecía, y o d escu b rí allí un o d e e so s escritos, h asta ese m o m en to ig n o ra d o (ca rta 2 82). E n v ista d e la im p o rta n cia qu e e sta relación ten ía p ara él, re su lta difícilm en te im a g in ab le q u e F re u d h u b iera p o d id o d e s tru ir las c a rta s sin ten er d e sp u é s u n re cu e rd o cie rto d e ello, ta n to m ás cu a n to que, seg ú n su p rop io testim on io, sólo en 1 9 1 0 p u d o «su p e ra r» a Fliefi.

E n su resp u esta del 3 de en ero de 1 9 29 , Id a Fliefi ag ra d e ce a Freud la información, y agrega: «Me deja usted una luz tenue, y sería posible que un buen día apareciera alguna que otra carta que la casualidad hubiera preservado». Después, Ida Fliefi vendió la parte de la correspondencia por ella con servad a, de lo cual nos enteram os p o r un intercam bio epis­ tolar entre M arie Bonaparte y Freud.8 El 30 de diciembre de 1936, M arie Bonaparte escribe, entre otras cosas: «H oy se m e presentó un señor Stahl de Berlín. H a obtenido de la viuda de Fliefi las cartas y m anuscritos de usted que se conserva­ ban entre los papeles de Fliefi. L a prim era intención de la viuda era donar todo a la Biblioteca N acional Prusiana, pero desde que las obras de usted fueron quem adas en Alemania, renunció a ello y vendió los m anuscritos a este señor Stahl, que cau sa una m uy b uena im presión p erson al y que es escrito r y co m ercian te de objetos de arte. Dice que ha recibido ofertas de A m érica por esta colección de escritos d e u sted , pero antes de resignarse a v er partir hacia A m érica estos valiosos docum entos, se ha dirigido a mí, y he resuelto com prarle todo. C on tal de que esto quede en E u ro p a y en m is m an o s, m e ha co n ced id o un p recio inferior, 12 000 francos en total por 250 cartas de usted (varias de Breuer) y esbozos teóricos m u y exten sos de su p lu m a, que al p arecer form an la m ayoría. M e alegro de haber podido h acer esto, por­ que m e pesaría que todo ello anduviera dando vueltas por el an­ cho m undo. Q ue es de la plum a de usted, ¡ninguna duda! ¡Co­ nozco su letra!». Freud respondió el 3 de enero de 1937: «Querida Marie: ...L a cuestión de la correspondencia con FlieG! m e ha sacudido. Después de su muerte, la viu d a m e pidió que le devolviera las cartas que él m e había dirigido. Se lo concedí sin condición algu­

8 E s ta s c a rta s (e scrita s e n a le m á n ), c o n a lg u n a s o m isio n es q u e aq u í resti­ tu im os, fu eron p u b licad as p o r M a x S ch u r tra d u cid a s en in glés (S ch ur 1 965). N o tu v e acce so a los originales, q u e se en cu e n tra n e n el A rch iv o M arie B o­ n a p a rte d e la L ib ra ry o f C on g ress c o n in terd icció n d e co n su lta h asta el añ o 2020 . N o ob stan te, p u d e v e r las trascrip cion es (ab rev iad as) q u e p resu m ib le­ m en te fu eron e n v ia d a s p o r la m ism a a u to ra a E m e s t Jones (h oy en el A rch i­ v o E m e s t Jon es, Lo n d res). E n la re p ro d u cció n qu e sigu e corrijo sin co n sig ­ n arlo a lg u n o s erro res g ram aticales sin im p o rtan cia.

na, pero no las p u d e encontrar. Si las he destruido o si sim ple­ m ente las he escondido habilidosamente, todavía hoy no lo sé. N u estra co rresp o n d en cia era la m ás íntim a que usted p u ed a im aginar. H abría sido penoso en extrem o que cay era en m anos ajenas ... P or eso es un servicio extraordinario que usted las haya adquirido y haya alejado todo peligro. Sólo m e apena el gasto en q ue ha in cu rrid o. ¿P u ed o rogarle p a rticip a r co n la m ita d del m onto? M e habría visto obligado a com p rar yo m ism o las cartas si este hom bre se hubiera dirigido directamente a mí. N o m e gus­ taría q ue n ad a de esto lle g a ra a co n o cim ien to de la lla m a d a posteridad... Otra v ez un sincero agradecim iento de su Freud» C uatro días después, M arie Bonaparte escribía desde París: «... El señor Stahl ha venido recientemente y m e ha entregado la p rim era p arte d e los papeles-Fliefí: en sayos científicos que se encontraban dispersos entre las cartas de usted, y que él agrupó por separado. - El resto, las cartas propiam ente dichas, que in­ clu yen de 200 a 250 piezas, sigue tod avía en A lem ania, d esde donde dentro de algunas sem anas las h ará traer por alguien a París. Las cartas y m anuscritos m e fueron ofrecidos bajo la con­ dición de que no los vendería, de m anera directa ni indirecta, a la familia Freud, porque se temía una destrucción de este material im portante p ara la historia del psicoanálisis. Esto no habría su­ p uesto p ara mí una razón decisiva p ara no discutir la cuestión con usted, pero no le ha de asombrar, porque conoce mis ideas y sentim ientos sobre este punto, que personalmente tenga un enor­ m e rechazo a la destrucción de sus cartas y m anuscritos. U sted m ism o ... quizá no perciba toda su grandeza. Es usted par­ te de la historia del pensam iento hum ano com o Platón, digam os, o Goethe. ¿Q ué no habríam os perdido nosotros, pobre p osteri­ d ad, si las conversaciones de G oethe con Eckerm an n hubieran sido destruidas, o los diálogos de Platón, estos últim os p o r pie­ dad hacia la figura de Sócrates, digam os, a fin de que la p oste­ ridad no supiera que Sócrates se había dado a la pederastía con Fedro o Alcibíades? ¡Es im posible que en sus cartas h aya nada parecido! ¡N ada, si se lo conoce a usted, que pudiera em pequeñe­ cerlo! Y usted m ism o, en su bello trabajo, ha escrito en contra de la idealización a tout prix de los grandes hombres, de las grandes figuras paternas de la hum anidad. ¡Y si no m e equivoco, se per­ dería algo de la historia del psicoanálisis, esta nueva y única cien­

cia, creación de usted, que es m ás im portante que las ideas del propio Platón, si, p o r algunas observaciones personales que estas cartas contuvieran, hubiera de destruirse todo el material! M i idea fue la siguiente: obtener las cartas para que no fueran pu­ blicadas, quién sabe por quién, y conservarlas durante años, p.ej., en u na biblioteca m unicipal, en G inebra, digam os, d ond e son m enos de tem er los peligros de gu erras y revoluciones, con el m andato de que no pudieran ser consultadas hasta 80 o 100 años después de la m uerte de usted. ¿Q uién podría ser lastim ado en­ tonces, ni au n los miembros de su familia, no im porta lo que hu­ biera ahí dentro? Adem ás, no sé lo que ahí se contiene. N o he de leer n ada de sus cartas si esa es su voluntad. Sólo una he m irado hoy, que estaba entre los ensayos, una carta anexa, ¡y no había nada com prom etedor en ella! ¿R ecuerda usted verdaderam ente lo que contienen, después de tanto tiempo? Pero si hasta ha olvidado si destruyó o escondió las cartas de Fliefi... Tiene que haber sido penosísima la ru p tu ra de esa amistad. Es probable que se haya expresado usted con toda libertad sobre m ucha gente. Incluso sobre su fa m ilia ,... quizás haya dicho m u ­ cho sobre usted mismo. Por lo dem ás, todavía no tengo las cartas, sólo dentro de algunas sem anas las recibiré. Si usted quiere, a principios de m arzo, du­ rante el viaje que para entonces haré a Grecia, podría detenerm e un día o dos en Viena p ara discutir con usted esta cuestión. Lo amo... y lo venero, por eso le he escrito en este tono. M arie [P. S.] Q uiero adquirir yo sola las cartas; ¡hablarem os con m ás libertad sobre ello!» Freud respondió esta carta el 10 de enero de 1937: «...M e decepciona que mis cartas a Fliefi no estén todavía en casa de usted sino en Berlín... M e resulta difícil aceptar sus ideas y las com paraciones que usted traza. Sólo m e digo que dentro de 80 o 100 años el interés p o r el contenido de la correspondencia será sustancialm ente m enor que hoy. D esde lu ego m e parece bien que tam poco usted lea las cartas, pero no debe creer que no contienen otra cosa que graves indis­ creciones; d ad a la n aturaleza tan íntima de nuestro trato, estas cartas d iscu rren n atu ralm ente sobre tod os los tem as posibles, cuestiones tanto objetivas com o personales, y lo objetivo, que se

refiere a todas las anticipaciones y los cam inos errados del aná­ lisis germ inal, es en este caso también genuinam ente p e rs o n a l... P or eso m e gustaría tanto saber que el m aterial se encuentra en sus m an os... Tomo agradecido su prom esa de venir en m arzo a Viena, aunque sea un p ar de días. Cordialm ente, su Freud» M arie Bonaparte se apresuró a disipar las aprensiones de Freud (12 d e enero): «Quiero tranquilizarlo tam bién con respecto a las cartas a Fliefi. Aunque siguen en Alem ania, ya no están en manos de la "b ru ja ", sino que p erten ecen al señ or Stahl, quien se las adquirió junto con toda su biblioteca. Están en su posesión, y una am iga de él las ha de traer a q u í...». Y el 10 de febrero, pudo por fin com u n icar: «...H o y m e traerán sus cartas. U n a d am a las ha llevado consigo a Londres, y ahora están en París, y las recibiré esta noche». En sus apuntes, que encontré en el escritorio que Freud usó en su ú ltim a residencia de M aresfield G ardens (Londres), M arie Bo­ naparte resum e del siguiente m odo su acción de rescate:9 «C uan d o escribí a Freud, desde París, que Ida Fliefi había ven ­ dido sus cartas y que yo las había adquirido de Reinhold Stahl, quedó m uy conm ovido. Vio en ello un acto en extrem o hostil de la viuda de Fliefi y le alegró saber que las cartas al m enos se en­ contraban en m is m anos y no viajarían a algún lu g ar de A m éri­ ca, donde indudablem ente se las habría publicado enseguida ... Freud se ofreció a p agar la m itad del precio de las cartas, a lo que m e rehusé. D espués m e dijo que sólo había hecho esta propuesta de com p artir el desembolso porque tenía la seguridad de que yo no aceptaría un ofrecimiento de pagarlo todo. »En una carta a Freud, le pregunté si estaba autorizada a leer su correspondencia. Prim ero m e respondió que prefería que no la leyese. Pero cu and o después, a fines de febrero o com ienzos de m arzo de 1937, lo visité en Viena, y él m e dijo que prefería que sus cartas fueran quem adas, m e negué. Le pedí que m e au tori­ zara a leerlas p ara form arm e un juicio acerca de su carácter, y Freud m e concedió el perm iso. "Espero todavía convencerla para que las destru ya", m e dijo un día. 9 E n esto s a p u n te s m a n u scrito s, re d a cta d o s en fran cés (con fech a del 2 4 de n o v iem b re d e 19 3 7 ), M arie B o n a p a rte in clu ye u n a lista d e to d as las c a rta s a Fliefi, en c a d a c a so co n u n a b re v e in d icación d el co n te n id o (p o r lo c o m ú n , no m ás d e un p á rra fo o d o s p o r c a rta ). A l final se en cu e n tra n alg u n as p ág in as con n o ta s sob re su s c o n v e rsa cio n e s co n F re u d a ce rca de Fliefi.

Martin y A nna [Freud] opinan, com o yo, que las cartas deben ser preservadas para publicarlas más adelante. Freud, en cambio, m e contó, el 20 de noviem bre de 1937, cu and o yo otra vez y desde hacía ya cinco m eses me ocupaba activam ente de sus cartas, la historia del urogallo: "U n cazad o r ha abatido a un urogallo. Pre­ gunta a un am igo cóm o debe prepararlo. El am igo responde que debe desplum arlo, eviscerarlo y, después, cavar un agujero en la tierra. En el agujero hay que poner ram as de abeto, depositar al pájaro sobre ellas, cubrirlo con m ás ram as y tapar todo con tierra. '¿ Y d esp u és?', p reg u n ta el cazad o r. 'P a sa d a s dos sem an as, lo d e se n tie rra s'. '¿ Y d e sp u é s?'. 'D e sp u é s lo arro jas al tach o de basura"'. «Entretanto, Freud se interesó por la carta fechada en Thum see [carta 270], que yo le había m ostrado antes, y la caracterizó com o u na carta m uy im portante. H e de m ostrarle todavía otras piezas seleccionadas.10 »E1 m e llam ó la atención sobre el hecho de que faltaban cartas: todas las referidas a la ruptura con Fliefi (Stahl afirm a que queda­ ron con los expedientes del proceso judicial), y una acerca de un sueño que se relacionaba con M artha Freud. A dem ás, hay cuatro sobres vacíos».11 En este escrito, la anteúltim a oración tiene im portancia especial­ m en te. L as cartas que con ciern en a la ru p tu ra final co n Fliefi fueron rastreadas en Jerusalén, y se reproducen aquí en el lugar que les corresponde.12 En cam bio, es poco claro lo que se refiere a la otra carta, que parece haber contenido un sueño sobre M artha

10 M arie B o n a p a rte an e x ó d o s hojas: « L ista d e c a rta s p a ra se r m o s tra d a s a Fre u d o A n n a F re u d en Viena, o to ñ o d e 193 7 » . N o e stá d el to d o claro qu é c a rta s F re u d tu v o e fe ctiv a m e n te an te su v ista M a rie B o n a p a rte escrib e: «F reu d ha visto sólo las — [ilegible], A n na, las c a rta s m a rca d a s c o n azu l». L a palabra ilegible es p rob ablem ente «rojo», porq u e alg u n as p iezas están m ar­ ca d a s co n u n a cru z azu l, y otras, co n un a ra y a roja. (Cf. los facsím iles rep ro ­ d u cid o s e n el p resen te v o lu m en , ilu stración 2.) 11 E n u n a hoja su elta, q u e tam b ién se e n co n tró e n el e scrito rio d e F re u d en M aresfield G a rd e n s, se a p u n ta n las sigu ien tes fechas: 2 de ag o sto de 1 8 9 6 (d esd e A u sse e ), 1 3 d e febrero de 1 8 9 8 (u n sob re g ra n d e ), 1 7 de julio de 1 8 9 9 (d esd e V ien a), 2 4 d e d iciem b re d e 1 8 9 9 (d e sd e Viena). [N ota a g re g a d a p o r el red actor:] L a p rim e ra d e estas c a rta s p a re ce faltar e fectiv am en te; el seg u n d o sobre p u e d e co rre sp o n d e r a u n a p u n te d e v u e lto d esp u és (v éase la c a rta 1 5 7 co n la n o ta 6 ); la te rce ra p o d ría p e rte n e ce r a la c a rta 2 0 6, m al fech ad a p o r F re u d y p o r e so in tercalad a e q u iv o ca d a m e n te en el p aq u ete; n o se av erig u a >or q u é M . B o n a p a rte n o relacion ó la c u a rta c o n la c a rta 230. 2 P resu m ib lem en te, las ca rta s 2 8 1 ,2 8 3 ,2 8 5 ,2 8 7 (cf. la n o ta 1 d e la c a rta 2 81 y la n o ta 11 d e la c a rta 2 87); el te x to origin al en in glés d e la in tro d u cció n del ed ito r n o se define sob re e sta identificación. (N o ta d el red actor.)

Í

Freud y que sigue extraviada. Es probable que se trate en ella del «sueño perdido» que Freud eliminó de la Traumdeutung p or ini­ ciativa de Fliefi, y que se m enciona varias veces en las cartas si­ gu ien tes.13 ¿C ó m o sabía Freud que estas cartas faltaban? Si es que no había exam inad o todo el paquete adquirido p o r M arie Bonaparte, sólo cabe suponer que m ucho tiem po antes las había recibido de Fliefi en devolución. Es particularm ente lam entable que este texto también se deba considerar desaparecido. H abría sido sin dud a una de las piezas m ás im portantes de la colección porque presum iblem ente contenía un sueño que el propio Freud dice que había sido analizado «a fondo».14 La continuación de la azarosa historia de estas cartas es relatada p o r E m e st Jon es:15 «P o r suerte, ella [M arie Bonaparte] tuvo el coraje de oponerse a su analista y m aestro, y las depositó [a las cartas] durante el invierno de 1 9 3 7 /3 8 en el Banco Rothschild de Viena con el propósito de volver a estudiarlas tras su regreso en el verano. C uando en m arzo Hitler invadió Austria, un banco judío había dejado de ser segu ro, y M arie B o n ap arte se a p resu ró a dirigirse a Viena, donde, p o r ser ella una princesa de Grecia y Di­ n am arca, se le perm itió, en presencia de la G estapo, recoger el contenido de su cofre. La G estapo sin dud a habría destruido la correspondencia si la hubiera descubierto en esa ocasión o con anterioridad en Berlín. C uan d o M arie Bonaparte, en febrero de 1940 — cuatro meses antes de la invasión alem ana— , debió aban­ don ar París, depositó los preciosos d ocum entos en la legación danesa en París. N o era el lugar m ás seguro; pero gracias al gene­ ral von Choltitz, que desconoció las órdenes de Hitler en el m o­ m ento de la liberación, París y, junto con él, la legación danesa, se salvaron. D espués que las cartas p asaron p o r todos estos peli­ gros, debieron enfrentar todavía las m inas del Canal de la M an­ cha, y llegaron indemnes a Londres envueltas en un m aterial im ­ perm eable y cap az de flotar, en previsión de un naufragio».

13 C f., p o r ejem plo, la c a rta 1 6 9 c o n la n o ta 1. (N o ta del red actor.) 14 El e d ito r d el p re se n te v o lu m e n alim en ta u n a «déb il e sp e ra n z a » d e qu e esta c a rta a p a re z c a a lg ú n d ía (lo qu e fue n e g a d o ca te g ó rica m e n te p o r A n n a F re u d ). E n se n tid o c o n tra rio , p a re c e v e ro sím il la c o n je tu ra de q u e c o n la « c a rta d el su eñ o » F re u d se refiriera a u n a an o tació n m e n cio n ad a en la c a rta 1 57 (cf. la corre sp o n d ie n te n o ta 6 ) qu e FlieB e fe ctiv am en te le d ev o lv ió p o co d esp u é s (v é a se la c a rta 1 58) y q u e d esp u és p u d o ser sa crificad a en la g ran q u e m a de to d os los pap eles p erson ales e n el añ o 1 9 0 8 (cf. Jones 1 953-57, vol. í , p ág . 10). E l pasaje a n terior d e la «In trod u ccció n » fue re d a cta d o , co n res­ p ecto al original, co n arreglo a e sta ú ltim a hipótesis. (N o ta del red actor.) *5 Jon es (1 9 5 3 -5 7 , vol. 1, p ág . 3 38).

A fines de la d écad a de 1940, las cartas fueron en tregad as p or M arie Bonaparte a A nna Freud, quien las hizo copiar y las puso a disposición de E m est Jones a fin de que las utilizara en su m on u ­ m ental biografía de Freud. En 1980, Anna Freud legó los origi­ nales a la Library o f Congress, d ond e están cerrad as a la publi­ cidad. El público se enteró de la existencia de estas cartas y de la intensa am istad entre los dos hom bres cuando en 1950 apareció en Lon­ dres (publicada p o r Im ago Publishing C om p an y) una edición alem ana con el título Sigmund Freud, A us den Anfángen der Psychoanalyse. Briefe an Wilhelm Fliefi, Abhandlungen und Notizen aus den Jahren 1887-1902.16 Firm aron co m o com p iladores M arie B ona­ parte (París), A nna Freud (Londres) y E m st Kris (N ueva York). A com p añ ab a al volum en una excelente y circun stan ciad a «In­ troducción» de E m st Kris,17 analista renom brado e íntim o am igo de Arm a Freud, em parentado ad em ás con la fam ilia Fliefi.18 En esa edición se recogieron sólo 168 de las 284 cartas y papeles de trabajo a disposición de los com piladores. A dem ás, en la m ayoría de las cartas — a veces sin que fuera consignado— se omitieron pasajes m ás breves o m ás extensos. A cerca de esto ap un tan los com piladores en su «Prólogo»: «El principio de la selección fue publicar lo referido al trabajo científico y a los intereses científicos del escritor así com o a las circunstancias sociales y políticas en las cuales se creó el psicoanálisis. P o r otro lado, se abreviaron u om i­ tieron pasajes que desaconseja la discreción m éd ica o personal; esfuerzos del au tor p o r com penetrarse de las teorías científicas de Fliefi y sus cálculos de p eríodos; ad em ás, todas las cartas y pasajes d e cartas que contienen repeticiones de los m ism os ar­ gum entos o que se refieren a las frecuentes cüas. los encuentros planeados y producidos, y a m uchos sucesos del círculo familiar y de am igos». En la presente nueva edición, en cambio, se reproducen todas las cartas, incluidas las recién descubiertas en la Biblioteca Nacional Universitaria Judía de Jerusalén,19 en Maresfield G ardens20 y en

16 U n a p rim e ra referencia a la am ista d y a se e n cu e n tra e n u n a con feren cia de E m s t K ris (1950b ), p ro n u n cia d a a n te el 1 6 “ C o n g re so P sico an alítico In ter­ n acional, e n Z u rich (a g o sto de 1949). 17 E sta « In trod u cción » se re p ro d u ce c o m o « A p é n d ice » del p resen te v o lu m en (p ágs. 5 1 9 -5 6 1 ) . (N o ta d el redactor.) V éan se la n o ta 4 d e la c a rta 1 0 6 y la n o ta 5 d e la c a rta 246. 19 L a s c a rta s 1 2 ,1 4 , 7 3 ,1 3 4 , 2 8 1 , 2 8 3 -2 8 7 (en tre e sta s ú ltim as, tam b ién d o s c a rta s d e Fliefi co p ia d a s). (N o ta d el redactor.) 20 C a rta s 2 8 ,2 8 2 (d e FlieC). (N o ta d el red actor.)

la colección privada de Robert Fliefi,21 sin tachadura alguna. Sólo los nom bres de pacientes que no se encuentran y a identificados en otras fuentes h an sido disim ulados p or m ed io de iniciales escogidas al azar (un procedim iento que el propio Freud ha em ­ pleado). A dem ás, el «Proyecto de psicología» (en Freud 1950a), que form aba parte de este paquete, no se ha incluido, sino que se lo reserva para una edición revisada en el volum en com plem en­ tario de las Gesammelte Werke de Freud. El texto alem án de las cartas, que se reproduce en lo que sigue, no rara vez difiere del establecido en la edición anterior. Es el resul­ tado d e un proceso de trascrip ción y revisión h ech o en v arias etapas. Prim ero, A nna Freu d puso a mi disposición la trascrip­ ción originaria de todas las cartas, corregida por ella m ism a y por Kris, que había servido de base para la prim era edición abrevia­ da. Esta reproducción fue com p arad a por mi asistente M arianne Loring con u n a fotocopia de las 284 cartas y ensayos originales (alg u n o s de esto s d o cu m e n to s se e n co n tra b a n to d a v ía en la sucesión de Jam es Strachey). La com paración dio por resultado n um erosas lecciones m ejoradas, que discutí en parte con A nna Freu d . Posteriorm en te, G erhard Fichtner, del Instituto de H is­ toria de la M edicina de Tubinga, revisó todo el legajo y descubrió m ás errores tanto en las trascripciones iniciales com o en las corre­ gidas. Fichtner preparó una nueva copia, que nuevam ente fue re­ visada p or M. Loring y por mí. La versión así p reparada fue exa­ m inada varias veces p o r Fichtner con los originales. La trascrip­ ción definitiva que él estableció después de esto sirvió, junto con algunas correcciones de M ichael Schróter, com o original p ara la im presión de este volum en. También sirvió de base a la retraduc­ ción de la versión inglesa de esta edición, que aparece sim ultá­ neam ente: The Complete Letters o f Sigmund Freud to Wilhelm Fliess, 1887-1904, trad u cid a y ed itad a p o r Jeffrey M oussaieff M asson, Cam bridge, Mass. - Londres, 1985. Es aconsejable leer la ed ición aquí p resen tad a de las ca rta s de Freud a Fliefi en unión con algunas otras obras señeras de la bio­ grafía freudiana. Excelentes referencias a pasajes paralelos que se encuentran en los escritos publicados de Freud se pueden consul­ tar en las notas de Strachey (1966) a su traducción de ciertos tex­ tos, en p articular de los «M anuscritos» del legajo de Fliefi en el vol. 1 de la Standard Edition inglesa de las obras de Freud. M ax Schur, el m édico personal de Freud, y posteriorm ente él m ism o analista renom brado, ha publicado y elucidado cartas y fragm en­ 21 C a rta s 3 6 ,1 1 4 . (N o ta del redactor.)

tos de cartas de la correspondencia con Fliefi, desconocidos con anterioridad, en su ensayo «W eitere "Tagesreste" zu m "Traum m uster"» (1966) y, en particular, en su libro Sigmund Freud. Leben und Sterben (1972). Su interpretación de la relación de Freud con Fliefi m e parece el intento m ás equilibrado entre todos los inten­ tos que hasta hoy se han hecho. También Em est Jones, en su vasta biografía de Freud, cita num erosos pasajes del corpus de las cartas e informa sobre el fundam ento biográfico de muchos sucesos que ahí se m encionan. N o obstante el hecho de que la vida do Freud trascurrió en lo ex­ terior sin notables dram as, se ha esc rito más sobre él que sobre cualquier otro pensador del presento, presum iblem ente por h a­ ber él contribuido de m anera tan duradera al cam bio y la defi­ nición del clima intelectual y em ocional de nuestro tiempo. M u­ chos análisis se ocupan de su vida interior, aunque casi todo lo que sabem os sobre ella tiene p o r fuente sus propios escritos p u ­ blicados. La edición incompleta de sus cartas a Fliefi dio origen a una en orm e proliferación de la biografía freudiana porque en ninguna otra parte ha puesto p o r escrito sus pensam ientos m ás íntim os con pareja sin ceridad ni d e m an era tan d irecta y p ro ­ funda. P ara terminar, a cien años de haber sido escritas, aparecen estas cartas en su versión com pleta. Constituyen una de las pie­ dras miliares para la com prensión del hombre de nuestro tiempo.

Sobre la trascripción

En m i visita a Berkeley a com ienzos de 1982, que en realid ad tenía com o objetivo la trascripción de otros textos de Freud, Jeffrey M. M asson m e presentó algunas lecturas dudosas de la tras­ cripción com p leta de las cartas de Freud a W ilhelm Fliefi, que había sido preparada en su m om ento por los com piladores de la edición de 1950. U n a verificación p o r m uestreo perm itió co m ­ probar que la confiabilidad se alcanzaría sólo co n una revisión exhaustiva de todo el texto. En las sem anas que siguieron dicté, pues, a un grabador todos los textos de las cartas y manuscritos originales sobre la base de las fotocopias existentes, m ien tras M arianne Loring sim ultáneam ente controlaba las lecturas de la trascripción y a existente y m e señalaba las divergencias. El tra­ bajo textual ofreció al m ism o tiempo la posibilidad de discutir a fondo con J. M. M asson acerca de la com prensión de los textos. M e ha quedado un recuerdo grato y agradecido de este trabajo conjunto. Tras m i regreso a A lem ania, preparé una copia com pleta de las cartas y m anuscritos, que posteriorm ente verifiqué varias veces tod avía con las fotocopias, trabajo en el cual tuve en cu en ta las indicaciones e inquietudes del editor y de su asistente de investi­ gación M arianne Loring. C uando en la fase final de mi colaboración en esta edición pude exam inar el texto en alem án del aparato de notas, para la aclara­ ción de algunos puntos dudosos dem ostró ser necesario consul­ tar el legado de W ilhelm Fliefi existente en el D epartam ento de M anuscritos de la Biblioteca M unicipal A lem ana de Berlín, Re­ pública D em ocrática A lem ana. Estando en esa tarea — y p ara mi propio asom bro— m e encontré con una serie de m anuscritos de Freud hasta ese m om ento desconocidos, que inequívocam ente se insertaban en el contexto del epistolario con Fliefi y que daban nuevo y elocuente testimonio de recíprocas influencias y coope­ ración entre Freud y Fliefi (M anuscrito C /2 , M anuscrito O, A ne­ xo de la carta 147, anexos [?] de las cartas 1 1 9 ,1 3 2 ,1 3 9 ).1 El solí1 C f. a d e m á s la nota 2 d e la c a rta 105.

cito apoyo del director del D epartam ento de M anuscritos, doctor H.-E. Teitge, y de sus colaboradoras y colaboradores, hizo posible incluir estos textos en la presente edición del epistolario. P o r eso quiero consignar aquí mi agradecim iento cordial a ellos. Los tra­ bajos preparatorios de la edición norteam ericana d e las cartas a Fliefi ya estaban en este punto dem asiado avanzados com o para que estos com plem entos pudieran ser incluidos antes de la publi­ cación. Se los tom ará en cuenta en una segunda edición. Por fin, agradezco m ucho la colaboración inteligente y enriquecedora con Ilse Grubrich-Simitis e lngt'borg M eyer-Palm edo, de S. Fischer Verlag, y — last but not Icust— con Michael Schróter en la redacción definitiva de esta edición. Acerca de la presentación del texto: Las lecturas divergentes respecto de la edición an terior (Freud 1950a) sólo se consignan en el presente texto en alem án cuando el sentido se ha m odificado m ás o m enos claram ente a causa de la nueva lectura. En estos casos, hem os en cerrad o entre com illas sim ples esp aciad as ' ' las palabras o pasajes correspondientes. Los fragm entos de cartas o las cartas nuevas que se publican aquí por prim era vez se enum eran en la «C oncordancia» incluida en los «Apéndices». U n ap arato de crítica textual, que se distingue p o r m edio de le­ tras m inúsculas voladas, no sólo llama la atención sobre lecturas d u d o sas, sino que reg istra tam bién ta ch a d u ra s, co rreccio n es y errores de plu m a de la m an o de Freud, toda v e z que tengan im portancia para la com prensión del texto. Se han corregido sin hacerlo notar pequeños y evidentes errores de ortografía que no se podían considerar importantes. En lo d em ás, la p resentación del texto se ha ajustado a los si­ guientes principios: I. La ortografía se asimiló a las pautas actuales, pero se han con­ servad o las diéresis. También la pun tu ación se ha n o rm a­ lizado con cautela. Esta norm alización se extiende tam bién a la escritura sep arad a o junta de ciertas palabras. Los n u ­ m erales desde uno hasta doce se trascriben p o r regla gene­ ral en letras (exceptuado el caso de las fracciones, las horas del día, los grupos de núm eros). Los nombres de persona se trascriben siem pre con la ortografía usual en la época (p.ej., M óbius, no Moebius). 2. Se han conservado los regionalismos y las peculiaridades lin­ güísticas personales. 3. Las abreviaturas se han puesto por extenso sin aviso. Sólo en

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los casos en que puede haber d ud as sobre el significado de u n a ab rev iatu ra se trascribió en tre co rch etes la exp resió n d esarro llad a. Tam bién se em p le a ro n co rch etes cu a n d o la ab reviatu ra em p lead a p arece ilu strativa (p.ej., las ab revia­ turas em pleadas inicialmente p o r Freud, antes que inventara sus signos característicos, com o Bw {Ce} y U bw {lee}). Se han conservado las abreviaturas de uso general en la lengua. Los com plem entos indispensables p ara la com prensión del texto se incluyeron en general entre corchetes. Los encabezam ientos d e las ca rta s se rep rod u cen tal com o ap arecen en los originales, aunque asim ilados tam bién a la ortografía actual. Las form as de saludo se dejaron co m o en los origin ales, c o n se rv a n d o las ab re v ia tu ra s del n o m b re cu and o aparecen. Las p osd atas se incluyen siem pre al final de las cartas sin tener en cu enta el lugar ni la form a en que ap arezcan en el original. Las notas que Freud em pleó en ocasiones se m arcan con asterisco, y de este m odo se las distingue con claridad de las notas del com pilador y del redactor. Los subrayados de la m ano de Freud se destacan con bastar­ dillas. G erhard Fichtner

Sobre la edición alemana

L a presente edición alem ana so basa en el trabajo del ed itor y traductor de la edición norteam ericana aparecida en abril de 1985 (en H arv ard U niversity Press), pero en parte sigue un cam ino propio. En lo que se refiere a la ilustración y com entario de los textos, cabe m encionar las .siguientes particularidades de la edi­ ción alem ana en com paración c on la norteam ericana: 1. Dentro del texto di- las cartas, prescindiendo de los núm eros aráb ig o s que rem iten a las n o tas a cla ra to ria s o rd e n a d a s c o rre la tiv a m e n te , se em p lean o tra s d os cla se s d e sign os redaccionales: - L etras m inúsculas v o lad as rem iten al ap arato de crítica textual, cuyo responsable es G. Fichtner. - P o r m ed io de co m illas sim p les e sp a cia d a s se m a rca n lecturas divergentes respecto de la edición anterior (Freud 1950a); cf. «Sobre la trascripción». 2. La disim ulación de los nom bres de pacientes se modificó de m anera que, en lo posible, personas idénticas se designaran con letras idénticas, y que, a la inversa, las m ism as letras de­ signaran siempre a las m ism as personas. 3. Las aclaraciones sobre aspectos de las cartas se distinguen, en diversos aspectos, de las incluidas en la versión en inglés: - Incluyen lo principal del cuerpo de notas preparadas por E m st Kris p ara la p rim era publicación ab reviad a de las cartas a Fliefi (en parte adaptadas con arreglo al contexto de esta nueva edición). Esta inclusión, que fue decidida de com ún acuerdo por el redactor y la editorial, resultó posi­ ble en las presentes circunstancias porque los derechos de esta edición estaban en las m ism as m an os (las de S. Fischer) y, al m ism o tiempo, porque era deseable dado que en el m ercado alemán, a diferencia del m ercado de lengua inglesa, la edición anterior, agotada hace años, no volverá a publicarse. Sus logros im perecederos podían y debían ser «conservados» en el pleno sentido de la palabra en la presente nueva edición.

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A lgunas de las notas originales del editor fueron resum i­ d as p ara el p resen te v o lu m en y asim ilad as al estilo de escritura y argum entación ejemplares de Kris; otras, sobre todo elucidaciones lingüísticas, se pudieron omitir. - Por últim o, el redactor introdujo num erosos com plem en­ tos. Se puso especial em peño en com pletar la m itad faltante de la correspondencia, las cartas de FlielS, por m edio de com u n icacion es escogidas de sus obras, al m enos en al­ gunos fragmentos. El ap arato crítico de este volum en se com pone, en consecuencia, de colab oraciones de diferente origen. Se las distingue con los siguientes signos: - N o tas que literalm ente o p o r su con ten id o inform ativo pertenecen al editor, aparecen en principio sin firma. - Las apuntaciones hechas por E m st Kris llevan la sigla (K). P ara obtener notas con un m áxim o de consistencia y uni­ cidad, era indispensable introducir ciertos cam bios en el texto de Kris. Estas intervenciones redaccionales (despla­ zam ientos, rectificaciones m ínim as, abreviaciones, ad e ­ cuación a la m odalidad de las citas, asim ilaciones estilís­ ticas) se han hecho sin m ención especial en la m edida en que no afectaran la sustancia del pensam iento y los descu­ brimientos de Kris. - Los añadidos del redactor se han señalado con la inicial (S). - Toda vez que pareció necesario unir en una nota inform a­ ciones originadas en varias fuentes, o bien se indican los diversos com ponentes o bien, cuando se encuentran m uy en tram ados, se han u sad o s siglas m ixtas — p.ej., ( K / M ) , ( M / S ) — , donde la precedencia de las iniciales denota el peso de la contribución de cad a uno. Sólo en tales casos com binados, las elucidaciones del editor vuelven a carac­ terizarse con la sigla (M ). 4. En el espíritu de satisfacer la necesidad de «conservar» en la versión alem ana de la obra los logros señeros de E m st Kris, se reproduce com o apéndice la «Introducción» redactada por él p ara la edición anterior (infra págs. 519-561). 5. Pareció útil acom p añ ar la edición alem ana, com o apoyo para la tarea de investigación, de una «Concordancia» (infra págs. 562-569), en la que se cotejan los núm eros actuales de las car­ tas, y la página en que se reproducen, con las fechas corres­ pondientes de la edición alem ana anterior, y se hace visible el m aterial nuevo que la edición actual contiene y que faltaba en la antigua.

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L a bibliografía final abarca todas las fuentes citadas en este volum en, o sea, sobre todo, en el aparato editorial, así com o obras de la bibliografía secundaria; fue rehecha en gran m e­ dida p ara la edición alem ana de esta edición.

M e resta cum plir con la grata obligación de m encionar las perso­ nas que colab oraron en la p rep aració n de la p resen te edición. G erhard Fich tn er ha co o p erad o co n este volu m en m u ch o m ás allá de su tarea de trascripción. N o sólo consultó con éxito insos­ pechado el legado de Fliefi en Berlín, República D em ocrática Ale­ m an a (v éase su n ota p relim in ar «Sobre la trascrip ció n », p ág. XXIX) sino que adem ás, en enero-febrero do 1985, revisó todo mi m an u scrito original del ap arato de notas, lo com en tó, lo co m ­ pletó, y, p ara la redacción final, puso a mi disposición el registro de obras p or él elaborado (para las cartas a Fliefi, pero tam bién para títulos im portantes de la bibliografía de Freud). El lector no podrá m enos que agradecerle, com o yo lo hago, su generosa par­ ticipación. - N o m enos agradecido estoy hacia Ilse Grubrich-Simitis e Ingeborg M eyer-Palm edo, de S. Fischer Verlag, cuyo con­ sejo y auxilio m e sirvieron de aliento perm anente, en vista de mi difícil tarea, en una infinidad de cuestiones prácticas y técnicas. M ichael Schróter A c erc a d e la ed ición en castella n o : D e las n o tas co n lla m a d as d efin idas p o r le­ tras v o la d a s, in clu im os en n u e stra ed ició n la m a y o ría d e las q u e trae la e d i­ ció n e n a le m á n , p ero d e se ch a m o s alg u n as q u e señ alan leves erro res d e o rto ­ grafía sin in terés en n u e stra len gu a. L as an o tacion es e n tre llaves son d e la ed ición en castellan o. P a ra el le c to r esp e cia lista , e s tu d io s o d e la fo rm a ció n d el p e n s a m ie n to de Freud c o m o se lo p u ed e in vestig ar e n estas cartas, a n o ta m o s la trad u cció n d e tres té rm in o s q u e p ro p o n e m o s p e n sa n d o en la y a in iciad a re-a p re cia ció n e p iste m o ló g ica del psicoanálisis e n la p e rsp e ctiv a co n te m p o rán ea: 1. «Q u eren cia» fue la tra d u cció n a d o p ta d a p a ra Trieb p o rq u e así vertiríam o s el m ism o co n ce p to en la o b ra d e Fich te, d e Schelling o d e H eg el, y así deja­ m os v e r m ejor la tra sm u ta ció n q u e él e xp e rim e n ta e n su rein terp retació n p o r p arte del m aterialism o m éd ico, y aquí, e n el p en sam ien to d e Freu d . 2. «Po b lació n » h a sid o el térm ino e sco g id o p a ra B esetz u n g , p o rq u e se aju sta a su p rim e ra ap a rició n e n F re u d (m o n o g rafía sobre las afasias, c o n la a n alogía d e la p o b la ció n d e la c a m p iñ a circu n d a n te a m e d id a q u e cre c e u n a ciu d a d m ed iev al, sem ejante al p roceso con ceb id o p o r M ey n ert p a ra la a sign ación de funciones a lu g a re s — cé lu la s— d el cereb ro e n u n p ro ceso d e ap rend izaje). O rigen d el térm in o e n F reu d , e n ton ces, y el u so m á s m o d ern o en textos a u to ­ riz a d o s sobre físico-quím ica, d o n d e se re se rv a « p o blación» p a ra e s ta palab ra a le m a n a e m p le a d a p o r B o ltz m a n n e n su te rm o d in á m ica estad ística, c u y a p resen cia co n ce p tu a l se rastrea e n trabajos del F re u d posterior. 3. « S u p leto ried ad » v ie rte N a ch trág lich keit (la ex p re sió n q u e los fran ceses h an asim ilad o c o m o a p rés coup).

Cartas Ensayos Apuntes

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Viena, 24. XI. 87 [I., M aría TheresienstraKe 8]

Respetado am igo y colega: Aunque m i carta de hoy tenga una ocasión profesional, no puedo sino iniciarla confesando m i esperanza de tratarlo en adelante, y que m e ha dejado una im presión profunda que m e inclinaría a declararle francam ente la categoría de hombres en que debo in­ cluirlo. La esposa del Dr. A. m e visitó después de la partida de usted y m e ha costado alguna perplejidad diagnóstica. Por fin he llegado a no ver en su caso ninguna... neurosis. N o tanto a cau sa de la claudicación del pie ± (ahora no es comprobable) sino porque no le descubro las características para mí m ás apreciables de la neu­ rastenia (es que de otras neurosis no puede tratarse). Para el dis­ tingo, siem pre tan difícil, entre afecciones incipientes orgánicas y neurasténicas siem pre m e atuve a un indicio: en la neurastenia no puede faltar la alteración hipocondríaca, la psicosis de angus­ tia, que — se la niegue o se la confiese— se trasluce en el exceso de sensaciones n uevas em ergentes, o sea, en parestesias. N uestro caso es m uy pobre en tales síntomas. De repente no pudo cam i­ nar, pero no acusa m ás sensaciones que la pesadez en las piernas, nada de la distensión y contracción m usculares, de los múltiples dolores, de las sensaciones correspondientes en olías partes del cuerpo, etc. Usted sabe a qué m e refiero. El presunto mareo que apareció años antes se presenta com o un estado de pérdida del conocim iento, no com o un verdadero vértigo; tam poco lo puedo atribuir al paroxism o neurasténico de la marcha. Por el otro costado del diagnóstico — el que m ira a la afección or­ gánica— , se m e ha ocurrido lo siguiente. Esta m ujer tuvo hace 17 años una parálisis pos-difterítica en las piernas. C om o secuela de tal infección de la m édula espinal puede quedar, a despecho de una curación aparente, un punto débil en el órgano central, dar a el im pulso a afecciones sistemáticas de progresión m uy lenta. Lo im agino com o algo parecido a la relación de la tabes con la sífilis. A dem ás, usted sabe que M arie1 en París reconduce la esclerosis ■' F reu d escrib e luiben (tener; en lu gar de g eb en , dar).

1 F ierre M arie (1 8 5 3 -1 9 4 0 ), n eu ró log o en París (BI.Á). Freud se había familia rizad o en París co n los pu ntos de vista de M arie sobre la el iol> >>;i.i ínln i i■..! d e la esclerosis m últiple (cf. su “ Inform e de viaje.. l ‘»'>o,;, p.ij; I V, .r.i lihhni^i h e \'t I m y t le ( li.m t >1 11 irtn 1 Is 1'.' ' M11 on l.i ñola al pie d e la pag. ^) (K)

múltiple a infecciones agudas previas. La señora A. se encontraba [según] todas las apariencias en la lenta decadencia de la nutri­ ción, que es el destino de nuestras mujeres urbanas tras varios partos. En esas circunstancias, el punctum minimae resistentiae de la m édula espinal em pezó a rebelarse. En lo dem ás está m uy bien, mejor que nunca desde el inicio de su enferm edad. Este es el fruto de la dieta recetada p o r usted y es poco lo que m e resta por hacer a mí. H e iniciado un tratam iento galvánico de la espalda.2 ¡Ahora, sobre otras cosas! Mi pequeña3 prospera, m i esposa se re­ p one lentam ente. M e ocu po al m ism o tiem po de tres trabajos, u no de ellos es ciertam ente la an atom ía del cerebro.4 El editor está dispuesto a lanzarla al m ercado el próxim o otoño. Con un saludo cordial Su Dr. Sigm. Freud

2 Cf. so b re e sto F re u d , «C o n trib u ció n a la h isto ria d el m o v im ie n to p sico analítico» (1 9 14/, pág . 4 6 (pág. 9 }), d o n d e se lee: «M e h ab ía con fiad o a la te­ rap ia fisicista y q u ed é d e so rie n ta d o frente a los d esen gañ o s q u e m e d ep aró la "e le ctro te ra p ia " d e W. Erb, tan ric a en consejos e in d icacion es» (alu d e a Erb 1882). (K) 3 L a m a y o r d e los seis hijos de F re u d , M ath ild e (n acid a el 1 6 d e octu b re de 1887). (S) 4 L a « a n a to m ía d el cereb ro », q u e tam b ién se m en cio n a rep etid as v eces en las c a rta s q u e sig u e n (y c u y a re d a c ció n p a re c e h a b e r sid o a le n ta d a p o r FlielS, cf. la c a rta 5 ), n u n ca ap areció e n form a de libro. A lg u n o s artícu los in cluid os e n H a n d w ó rterb u c h d er g esa m ten M cd izin d e Villaret (p u b licad o s en las e n tre­ gas de 1 8 8 7 -9 1 : v é a se Freu d 1888b; 1891c) y la m o n o g rafía sobre las afasias (F re u d 1891/>) son e v id e n te m e n te el fru to de ese in terés. El p ro p io F re u d e s crib e , e n u n a v isió n r e tro s p e c tiv a so b re los c o m ie n z o s d e su p r á c tic a (Freu d 1914i/, pág. 51 {p ág. 13)), qu e «la an atom ía cereb ral y la p ro d u cció n exp erim en tal de parálisis h istéricas» habían a ca p a ra d o p o r e n ton ces to d o su interés. Es difícil d e te rm in a r los o tros d o s trabajos q u e p u d iero n o c u p a r a Freu d en 1887 (cf. e m p e ro la ca rta 2 c o n la n o ta 2). En el p erío d o in m ed iato sólo se p u b licó el e s tu d io « Ü b e r H e m ia n o p s ie in frü h e ste n K in d esalter» (F re u d 1888u ). A c e rc a d e los a ñ o s 1 8 8 6 -9 1 , d ice F re u d e n su P r e se n ta ció n a u to b io g ráfica (1 9 2 5 d, pág . 41 (p ág. 1 7 }) qu e realizó p o co s trabajos científicos y apenas si publicó algo. «M e había e m p eñ ad o e n d esen volv erm e en m i n u eva profesión y en a se g u ra r mi existen cia m aterial, así co m o la d e mi fam ilia, que crecía c o n rap id ez» (cf. en c o n tra rio K ris 1950a, in fra pág. 533). (K/S) U n m a n u scrito co n el título «K ritische E in leitun g in die N erv en p ath o lo g ie» («In tro d u cció n crítica a la p ato lo g ía n e rv io sa » }, q u e tal v e z sea id én tico a la « a n a to m ía d e l c e re b ro » m e n c io n a d a e n e s ta c a r t a (c o m u n ic a c ió n d e G. Fich tn er) fue e n co n tra d o d esp u és p o r Elen ore Fliefi en tre los p ap eles d e su e sp o so , R ob ert Fliefi, y ella tu v o la am ab ilid ad d e en v iarlo al editor. Se trata d e u n trabajo p u ra m e n te n eu ro lóg ico sin an ticip ació n a lg u n a de los in tereses p sicológico s d e F reu d .

Estim ado am igo y colega: Su carta cordial y su espléndido obsequio m e evocaron los m ás gratos recuerdos, y la intención que ambos regalos navideños me dan a conocer m e infunde la esperanza de un trato asiduo y lleno de sim patía entre nosotros en el futuro. Sigo sin saber con qué he podido ganarlo a usted; el poquito de anatom ía cerebral especu­ lativa no alcanzó sin dud a para im presionar su juicio severo. Pero me com place m ucho. H asta hoy he tenido siem pre la fortuna de encontrar a m is am igos entre los mejores y siem pre m e sentí par­ ticularm ente orgulloso de esa fortuna. Le doy las gracias, enton­ ces, y le ru ego que no se asom bre si p o r el m om ento no tengo nada p ara corresponder a su encantador obsequio. En ocasiones recibo noticias sobre usted, naturalm ente casi siem­ pre se trata de hazañas m aravillosas. U n a de m is fuentes es la señora A ., quien, dicho sea de pasada, se ha revelado com o una neurastenia cerebral com ún. En cuanto a mí, en las últimas sem a­ nas m e he arrojado sobre la hipnosis y he alcanzado toda clase de logros pequeños pero asombrosos. M e propongo tam bién tradu­ cir el libro de Bemheim sobre la sugestión.1 N o m e disuada usted, ya estoy obligado por contrato. Los dos trabajos: anatom ía cere­ bral y caracteres generales de las afecciones h istéricas2 crecen juntos por recreo tanto com o lo permite la alternación del ánim o y de la actividad profesional. Mi pequeña se desarrolla espléndidam ente y duerm e toda la no­ che, lo que constituye el m áxim o orgullo de su padre. Que se encuentre usted bien, no se deje abrum ar por el trabajo y cuando tenga tiempo y ocasión de hacerlo, acuérdese de su fiel servidor Dr. Sigm. Freud Mi esposa recibió con m ucho agrado su saludo. 1 H y p p o ly te B e m h e im (1 8 3 7 -1 9 1 9 ), profesor d e clín ica m é d ic a en N ancy. L a trad u cció n m e n cio n a d a en el texto es de la o b ra D ie S u g g estion u n d ihre H eilw irku n g (F re u d 1 8 8 8 -8 9 ; cf. la reim p resió n del «P ró lo g o d el tra d u cto r» ju nto co n u n a n o ta p rev ia ed itorial en el v o lu m e n c o m p le m e n ta rio d e GVV). E n su p o ste rio r tra d u cció n d e o tra ob ra d e B e m h e im (F reu d 18 9 2a), F re u d ren u n ­ ció a to d a ex p re sió n d e op iniones prop ias. 1 D el h e c h o d e q u e el a rtíc u lo « H iste ria » d el H a n d w o rter b u c h d e V illaret (F re u d 1888b ) co n tie n e u n a s e c c ió n so b re « C a ra c te re s g e n e ra le s» , Vogel (195 3 -5 4 , p ág . 4 84) infiere q u e es el en sayo aquí alu d id o. K ris, en cam b io (en Freu d 195 0 a , p ág . 5 3 n. 2 ), p ien sa e n u n trabajo in d ep en d ien te qu e no '.e I m publicado.

Respetado am igo y colega: Le niego que antedate la recepción de esta carta, hace tiempo que habría debido escribirla y no llegaba a hacerlo p o r trabajo, por fatiga y p o r ju g ar con m i hija. D ebo d arle an te tod o alg u n as noticias sobre la esposa del doctor A., cuya herm ana se encuentra p or estos días cerca de usted. El caso se ha aclarado con toda sim ­ plicidad com o una neurastenia cerebral com ún, lo que los doctos denom inan hiperem ia crónica intracraneana. Esto se hizo cad a vez m ás claro, después ocurrió una mejoría continua con galvani­ zación y m edios baños; pensaba restablecerla p o r com pleto m e­ diante trabajo m uscular... cuando sucedió algo inesperado, faltó el p eríodo, a continuación un em peoram iento, con m otivo del segundo período faltó también al tratamiento, y hoy el estado es m u y prom isorio aunque no m uy bueno. Por mí, m e habría gus­ tado con tin u ar el tratam iento, pero com o no estoy lo bastante seguro de su buen resultado p ara tom ar posición con tra la m edrosidad de la señora, de toda la familia y contra la opinión de Chrobak,1 m e decidí a profetizar que la cosa seguirá bien por sí m ism a después del cuarto m es y m e reservo mi fuerte dud a de que ello su ced a. ¿E stá usted en posesión de experiencias sobre el influjo del embarazo en estas neurastenias? Q uizá yo sea corresponsable del nuevo ciu d ad ano del m undo. Una vez, no sin intención, m e referí, delante de la paciente, en un tono m uy serio, a la nocividad del coitus reservatus.2 Puede ser que me equivoque en esto. De oirás cosas, apreciado am igo, hay poco. Mi pequeña M athilde prospera muy bien y nos hace mucha gracia. 1.a clientela, no m uy im portante, com o usted sabe, ha tenido algún enriquecim iento en el último tiempo gracias al nombre de ( 'luirrot? Los coches son 1 R udolf C hrob ak (18 4 3 -1 9 1 0 ), d esd e 1885 p rofesor d e gin ecolo gía en P rag a, a p a rtir d e 1889 en V iena (O B L ). E n « C o n trib u ció n a la h isto ria d el m o v i­ m iento p sicoan alítico» (1914>i, p ág . 5 2), F re u d m en cion a u n a co m u n icació n que recibió d e C hrobak a p o co d e abrir su consu ltorio, qu e al p arecer contribu­ y ó a p o n e rlo sobre la p ista d e la e tiolog ía se x u a l d e las afeccio n es n eu ró ticas. L a co n ce p ció n sobre el p ap el d el co itu s re se rv a tu s (in terru p tu s) en la g én e­ sis de la n eu ro sis de an g u stia a p a re ce e n las p u b licacion es d e F re u d u n os años d e sp u é s (cf. a d e m á s el M a n u scrito B). (K) 3 Jean M artin C h a rco t (18 2 5 -1 8 9 3 ), p rofesor d e neu ro log ía, d irecto r d e la Salp étriére en París. P a ra visitarlo h ab ía h ech o F re u d en 1 8 8 5 su viaje d e e stu ­ dios a P a rís (cf. e n p a rticu la r el «In form e d e viaje»: F re u d 1956a). E n la ca sa d e F re u d e n L o n d re s, de M aresfield G ard en s, el e d ito r d escu b rió siete cartas in éditas d e C h a rco t a F re u d (de los años 1 8 8 8 -1 8 9 2 ). E n ellas escrib e C h arco t en tre o tra s co sa s (el 23 d e en ero d e 1888): « E sté u sted tranq uilo, la h isteria se

caros,4 y la visita, junto con el persuadir y disuadir en que con­ siste mi oficio, m e roban el tiem po más precioso p ara el trabajo. La anatom ía cerebral descansa pero la histeria avanza y está lista en la prim era redacción. L a honrada cristiandad es m uy indecorosa. Ayer hubo un escán­ dalo m ayúsculo en la Sociedad de Medicina. Quisieron abonar­ nos com pulsivam ente a un nuevo sem anario destinado a afirm ar la posición proclam ada, exacta y cristiana de algunos consejeros áulicos que hace m ucho tiem po desaprendieron a trabajar. N atu­ ralm ente, se im pusieron; tuve el gran gusto do retirarme. Debo apresurarm e p ara llegar a una extrem adam ente superfina consulta con M eynert.6 Que esté bien, y algún dom ingo dé noti­ cias de usted con un par de palabras. Su seguro servidor Dr. Sigm. Freud abre p a so y u n d ía o c u p a rá g loriosa y resp land eciente el lu g ar d estacad o qu e m ere ce » . O (el 1 7 de febrero de 1889): « L a trad u cció n d e B em h eim , q u e m e h a m e n cio n a d o , n o la h e recib id o aún. P o co a p o co se co n o ce q u e las p ro m e ­ sas d e e s te p ro fe so r so n e x a g e r a d a s e n m u c h o s s e n tid o s , y h o y en P arís d e m u e s tr a n m á s lo s p e lig ro s q u e las v e n ta ja s d e la h ip n o sis. P e ro a lg o q u e d a rá d e todo esto». E s ev id e n te a d e m á s q u e F re u d h ab ía en v iad o a C h a r­ c o t al m e n o s u n a p acien te (cf. la n o ta 1 d e la c a rta 7). K ris (en F re u d 1950a, pág . 5 4 n. 2) m encion a, resp ecto d e este pasaje d e la ca r­ ta (q ue p o r lo d e m á s p resen ta u n p aralelism o estricto co n u n a c a rta a Koller del 13 d e o ctu b re d e 1886: B eck er 19 6 4 , pág . 358), la tra d u cció n de las N eu cn V orlesu ngen d e C h a rco t (F reu d , 1886/), qu e F re u d h ab ía a c o rd a d o d u ran te su e s ta d a e n P arís y q u e le v alió e n tra r en el círcu lo de tra to p erson al d el m aes­ tro (cf. la reim p resió n de su «P ró lo g o » co n u n a n o ta p re v ia ed itorial, en G W v o lu m e n co m p le m e n ta rio ). F re u d en v ió a B reu er u n ejem p lar d e esta ob ra, c o n la d ed ica to ria : « A su a m ig o estim ad ísim o, el d o cto r Josef Breuer, m aes­ tro s e cre to e n la histeria y e n o tro s co m p lica d o s p ro b lem as, c o m o callad o h o m en aje d el trad u ctor». 4 L o s co ch e s d e alq uiler n ecesario s p a ra las visitas m éd icas. (K) 5 E l e p iso d io es d escrito p o r Sablik (1968). Se tra tó d e W ien er k lin is c h e W oc h en sch rift, c u y o p rim e r n ú m e ro a p a re ció el 5 d e abril d e 1888. N o e s tá m u y claro lo q u e p u d o h ab er ten ido d e esp ecíficam en te «cristian o »: tan to u n o de los ed ito res (H ein rich v o n B am b erg er) co m o alg u n o s d e los co lab o rad o res estab les (en tre ellos, el a m ig o d e F reu d , E m s t Fleischl v o n M a rx o w ) eran ju ­ díos. L a v o ta ció n en la S o cied ad M éd ica p a ra cre a r su n u e v o ó rg an o arrojó 93 c o n tra 29. C u rio sa m e n te , en 1931 se o to rg ó a F re u d la c o n d ició n d e m ie m ­ bro h o n o ra rio de la S o cied ad co n la qu e e v id e n te m e n te n u n ca rom p ió. h T h e o d o r H . M e y n e rt (1 8 3 3 -1 8 9 2 ), profesor d e p siq u iatría en V iena (Ó BL). La relación d e F re u d co n M ey n ert se h ab ía d ete rio ra d o d esd e la con feren cia d a d a p o r aq u el el 15 d e o ctu b re d e 1886, e n la q u e reseñ ó las op in ion es de C h arco t sobre h isteria m ascu lin a (v éase F re u d 1 9 2 5 d, p ág . 39; p a ra u n a e x p o ­ sición d etallad a, B em feld y B em feld 1952; a d e m á s, K ris 1950a, in fra p ág . 5 35 co n la n. 34). A c e rc a d e la relació n en tre los d o s h o m b res, cf. a d e m á s S tockert M ey n ert (1 9 3 0 ), B ern feld (1 9 5 1 ) y L e b z e lte rn (1 9 7 3 ); u n a ap re cia ció n d iv e rg e n te se e n cu e n tra e n E llen b erg er (1970).

Docente Dr. Sigm. Freud

I., M arie Theresienstrafíe 8

Q uerido am igo y colega: Tengo u na pequeña ocasión p ara escribirle, lo que habría podido hacer m ucho antes sin ocasión. Prim ero, entonces, sobre esta oca­ sión. L a esposa del doctor A., que desde su desenm ascaram iento com o neurastenia cerebral crónica (si es que usted la quiere lla­ m ar así), desde su aborto, etc., con un mínimo de tratamiento ha p asado p or una extraordinaria reconvalescencia y hoy se siente m uy bien, ve que se aproxim a el verano. Sus antiguas simpatías la atraen a Franzensbad, y yo aconsejo una cu ra de aguas en la m ontaña; entonces m e rogó trasferir la decisión a usted, lo que en este m om ento hago, aun lam entándolo por usted. Yo tenía en vista el lago de L ucerna, A xen stein , etc. P o r favor, tan pronto lo haya decidido, escríbame a vuelta de correo un billete donde se lea el nom bre de u n lugar, y tenga la seguridad que en él se al­ bergará este verano la señora A. Sólo le ruego no se le ocurra res­ ponder defiriéndom e la decisión: en m odo alguno sería satisfac­ torio, porque el imperio que usted ejerce sobre los espíritus1 no es trasferible. Y le ruego que a vuelta de correo, porque mi prom esa de escribirle a usted es diez días m ás antigua que esta ca rta .Tengo precisam ente recostada ante m í a una a dam a en hipnosis y por eso puedo seguir escribiendo tranquilo. - Sobrevivimos bas­ tante felices en una sim plicidad cada vez mayor. C uando nuestra pequeña M athilde ríe, nos figuram os que oírla reír es lo más her­ moso que nos pudo suceder, por lo dem ás no som os ambiciosos ni muy diligentes. I a clientela ha aum entado algo en el invierno y hi primavera, ahora vuelve .i disminuir, alcanza para mantener­ nos con vida, líl tiempo y el ocio para trabajos se agotaron en al­ gunos artículos para Villaret,2 fragmentos de la traducción de la Sugestión de Bernheim y p arecid as cosas no d ign as de fam a. ¡Ah!, la prim era redacción de las «parálisis histéricas»3 también J F re u d escrib e: en. 1 Sin d u d a u n a alu sión a la b alad a d e G o eth e «D er Z au b erleh rlin g » (o tam ­ bién al F au sto). 2 Los artícu lo s del H a n d w o rterb u ch d e Villaret (1 8 8 7 -9 1 ) n o e s tá n firm ad o s, de m a n e r a q u e n o se p u e d e d e c ir c o n c e rte z a c u á le s s o n la s c o n trib u c io ­ nes d e F re u d . Cf. sobre e sta cu e stió n , últim am en te, la n o ta p rev ia ed itorial de la reim p resión del artículo «H isteria» (Freu d 1888b), qu e es segu ram en te de F re u d , e n el v o lu m e n co m p le m e n ta rio d e G W 3 S eg ú n K ris (en F re u d , 1950a, p ág . 5 5 n. 3 ), se tra ta d e u n trabajo p re p a ra ­ torio p a ra el en sa y o «Q u elqu es co n sid ératio n s p o u r un e é tu d e c o m p a ra tiv e

está term inada, sin que se sepa cuándo lo estará la segunda. En sum a, vam os viviendo, y la vida es, com o se sabe, m uy difícil y m u y com p licad a, y son m uchos los cam inos que llevan al C e­ m enterio Central, com o se dice por aquí. Sin envidia, pero con una satisfacción verdaderam ente sim pática veo los afanes de usted, tan cercanos a lo heroico. Persevere sim ­ plemente en ello, dé el paso que falta en la organización de su tra­ bajo, procúrese auxiliares.4 - La época de la hipnosis ha llegado. Lo saludo a usted cordialmente, con todo apuro, su enteram ente suyo, Dr. Freud des p a raly sies m otrices organ iq u es et hystériques» (Freu d 1893c), p u blicado en los A rc h iv es d e n eu rolog ie e d ita d o s p o r C h arcot, y q u e recibió u n a p rim era re d a c ció n h a cia 1 8 8 6 , p o co d e s p u é s del re g re so d e F re u d d e P arís (v éase F re u d 19 5 6 a , p ág . 1 3 6 ; tam bién la c a rta 25). L a h istoria d e este texto es n a rra ­ d a p o r Jones (1 9 5 3 -5 7 , vol. 1, p ág s. 2 7 6 -2 7 8 ) (cf. a d e m á s la breve reseñ a fran ­ cesa d e L. C am u se t). L a tesis p rin cipal del e n say o reza: « L a h isteria se c o m ­ p o rta e n su s parálisis y o tra s m anifestacion es c o m o si la an ato m ía [cerebral] n o e x istiera, o co m o si no tu v iera noticia alg u n a de esta» (F reu d , 1893c, pág. 5 0 y sig. [p ág. 20 6 }). C h a rco t alca n z ó a co n o ce r este artícu lo p reñ ad o d e fu tu ­ ro, qu e q u iz á rep resen te la p rim e ra in telección v e rd a d e ra m e n te p sico ló g ica d e la n a tu ra le z a d e la h isteria. El m u rió el 1 6 d e a g o sto d e 1893, en tan to que el c u a d e rn o de la revista a p a re ció en julio. E n la b iblioteca d e C h arco t en P a ­ rís se e n cu e n tra su ejem plar p erson al del n ú m e ro e n cu e stió n d e los A rch iv es, co n d o s v ig o ro s a s m a rca s — las ún icas en to d o el c u a d e rn o — en el pasaje q u e a ca b a m o s d e trascribir. 4 E n tre la c a rta 4 y la ca rta 6, Fliefi se traslad ó de la calle L iitzo w 5 9 (22 piso) a la c a lle W ic h m a n n 4 (c o m o se a v e r ig u a p o r los s o b re s c o n s e r v a d o s de F re u d ). L a reorg an izació n de su con su ltorio , a la qu e a lu d e F reu d en la frase d e referencia, a ca so se relacion e co n esa circu n stan cia. C f., ad em ás, la n o ta 7 de la ca rta 24. (S)

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Viena, 29. 8. 88

R espetado amigo: H e gu ard ado silencio por largo tiempo, pero mi respuesta es al fin m u y im presionante: libro, en say o 1 y fotografía; no p od ría esp erar usted m ás acom pañam iento para una carta. Lo que me ha escrito contiene m ucho que me ha dado m otivo para m editar largo tiem po y acerca de lo cual habría preferido hablar personal­ m ente con usted. Le he dado la razón sin reservas, y sin em bargo

1 El libro: trad u cció n de B em h eim , D ie Su ggestion (F reu d , 1888-89; Freu d tra­ dujo sólo la p rim era m itad , q u e apareció co m o sep arata en el v eran o d e 1888); el e n say o (probablem ente): «Ü b er H em ian opsie» (Freu d 1888a). (K /S)

no p ued o ob rar ' com o ' usted lo pide: ser m éd ico en lu g ar de especialista, trabajar con todos los recursos de la ind agación y hacerse cargo por com pleto del enferm o, ese es sin dud a el único m étodo que prom ete la prop ia satisfacción y el éxito m aterial, pero p ara mí ya es tarde. N o he aprendido lo suficiente para ser m édico, en mi desarrollo m édico hay una d esgarrad u ra que ha sido cerrad a trabajosam ente. Sólo pud e ap ren d er lo suficiente para hacerm e neuropatólogo. Y ahora m e faltan, es cierto que no la juventud, pero sí el tiempo y la independencia para recuperar lo perdido. Este invierno estuve m uy ocupado y m e alcanzó con justeza p ara vivir de ello con mi familia m uy grande2 sin que m e q ued ara tiem po p ara ap ren der nada. El verano fue m u y m alo, m e dejó tiem po suficiente, pero tam bién trajo p reocu paciones que m e robaron el talante. Adem ás, m e estorba para aprender el hábito del investigador, que he cultivado bastante: la insatisfac­ ción con lo que se ofrece al educando, el afán de entrar en los de­ talles y de ejercer la c rítica. Por otro lado, toda la atm ósfera de Viena es poco propicia para acerar una voluntad o h acer lugar a la confianza en el éxito que es propia de ustedes, los berlineses, sin la cu al un hom bre adulto no puede proponerse cam b iar la base de su existencia. Por eso m e veo obligado a seguir siendo lo que soy; sólo que no m e hago ilusiones acerca de la insuficiencia de m i condición. De mis envíos, se justifica la fotografía por el recuerdo de su de­ seo expresado en Viena, que en aquel m om ento no pud e cumplir. Lo que hay con la sugestión, usted lo conoce. H e em prendido el trabajo m u y de m ala gana, sólo p ara m antener mi participación en un asunto que en los años venideros ha de influir sin d u d a profundam ente en la práctica de los especialistas en enferm eda­ des nerviosas. N o com parto las opiniones de Bem heim , que m e parecen unilaterales, y he intentado defender en el «Prólogo» el punto de vista de Charcot 3 Con cuánta habilidad, no lo sé; pero sí sé definidamente que con m al resultado. La teoría sugestiva, o

2 L a referencia a la «fam ilia m u y g ra n d e » en u n a é p o ca e n q u e sólo hab ía n a­ cid o el p rim e r hijo d e F re u d se ex p lica p o r la ob ligación en qu e se e n con trab a d e m a n te n e r a su m a d re y de h acer a p o rte s p a ra la fam ilia e xten sa, m u y n u ­ m erosa. (K) 3 L a o p osición en tre las escu elas d e P a rís (C h arco t) y d e N a n cy (B em h eim ), a cerca d e la cu a l Freu d se m anifiesta e n su «P ró lo g o d el tra d u cto r» a D ie S u gg estion d e B e m h e im (F reu d 1 8 8 8 -8 9 ), con siste, dich o su m ariam en te, en q u e C h arcot su p on ía, p a ra los sín tom as h istéricos, u n a base fisiológica objetiva, m ien tras q u e B e m h e im con sid erab a qu e to d o s los sín tom as h istérico s eran el re su lta d o d e u n a su g estió n y, p recisam en te, d e u n a su g estió n del m éd ico.

sea ' iatro su g estiv a' de B em heim tiene un hechizo de com m on place p ara los m édicos alem anes que no necesitan d a r un gran salto p ara p asar de la teoría de la simulación, que ahora susten­ tan, a la teoría de la su gestión.a En la crítica a M eynert, quien, con su m an era habitual, m aligna y desenfadada, se ha pronunciado autoritativam ente sobre un tem a del cual nada sabe,4 tuve que observar m oderación porque lo exigió el acu erd o de todos mis am igos. Y aun lo que escribí no pudo menos que sonarles a osa­ día. Le he puesto el cascabel al gato.5 A hora es p o r fin tiem po de com pletar las parálisis histéricas y or­ gánicas, que m e conform an bastante. Mi participación en Villaret resultó menos extensa de lo que era de esperar. El artículo sobre anatom ía del cerebro ha sido m uy com prim ido, ¡y m uchos otros m alos artículos sobre neurología no son de mi p lum a! El valor científico del conjunto no es m uy alto. a T ach ado: ü b er (p or en cim a de}.

Se d eb e ten er e n c u e n ta q u e esta c a rta fue e scrita antes d e la v isita q u e F reu d h izo a N a n cy e n 1 8 8 9 p a ra v e r a B e m h e im (cf., recien tem en te, la in tro d u c­ ción a la S eg u n d a p a rte del v o lu m e n co m p le m e n ta rio d e G W ). E s evid en te q u e e ste viaje hizo m od ificar a F re u d la o p inión q u e in d ica e n la carta. S eg ú n el testim on io q u e él m ism o dio d esp u és (Freu d 1 9 2 5 d , p ág . 41 (p ág. 17}), en esa o p o r tu n id a d re co g ió «las m á s fu e rte s im p re sio n e s a c e rc a d e la p o si­ b ilid ad d e q u e e x is tie ra n u n o s p o te n te s p ro c e s o s a n ím ico s q u e, e m p e ro , p e rm a n e ce ría n o cu ltos p a ra la con cien cia del ser h u m a n o » . E sta actitu d m o ­ d ificad a d e F re u d y a se m an ifiesta e n n o v ie m b re d e 1 8 8 9 en su reseñ a de Fo rel (1889a). (M /S) 4 El 2 d e ju n io d e 1 8 8 8 , M e y n e rt p ro n u n ció an te la re u n ió n d e la S o cied ad M éd ica d e V iena u n a con feren cia «Sobre fenóm enos h ip n óticos» (1888). En ella d e cla ró q u e los fen óm en o s d e la hipn osis n o e ra n en el fon d o un tem a de e lu cid a c ió n cien tífica sin o q u e m ás bien, c o m o e x p re sió n d e « u n s o m e ti­ m ien to p e rru n o del h o m b re p o r o tros ho m b res» (p ág. 4 9 8 ), los e n v o lv ía «el d e s te llo d e l m a l g u s to » (p á g . 4 5 1 ). L a a p lic a ció n m é d ic a d e la h ip n o sis — p ro s e g u ía — se deb ía rech azar, porq u e ella equ ivalía a u n «d elirio p ro d u ­ cid o ex p e rim e n ta lm e n te » (p ág. 4 5 2 ). E n la d iscu sión q u e sigu ió, p id ió la p a ­ lab ra el p ro fe s o r W in te m itz , q u ien , in v o c a n d o u n a v is ita a N a n c y y los logros allí o b se rv a d o s, cu e stio n ó sem ejante d e sv a lo riz a ció n d e la hipn osis co m o re cu rso te ra p é u tico (p ág. 4 9 8 ). (M /S) ’ Las últim as o racio n es se refieren a u n largo pasaje situ a d o h acia el c o m ie n ­ zo d el « P ró lo g o » d e F re u d a s u tra d u cció n del libro d e B e m h e im (F reu d 188 8 -8 9 ) d o n d e se p ro n u n cia e n c o n tra d e la o p in ió n d e M e y n e rt (1 8 8 8 ) sobre la n o civ id a d d e la hipn osis y e x p re sa e n gen eral el d eseo «d e q u e los m éd ico s alem an es se ocu p e n del p rob lem a y del p ro ce d im ien to terap éu tico, r e co rd a n d o el a p o te g m a d e q u e e n c ie n c ia s n a tu ra le s la d e cisió n ú ltim a si ibiv acep tació n y d e se stim a ció n corresp o n d e siem pre a la sola exp erien cia y niinr.i a la a u to rid ad sin m e d ia r experiencia». El cam b io d e m andobles pro­ siguió en M eyn ert (1889, en p articu lar pág. 501 n.) y en F re u d (1889a). (S)

L a anatom ía del cerebro sigue en germ en com o en la época de su su gerencia. E sta es m i activ id ad científica. En lo d em ás, bien. Tengo a esposa e hija desde com ienzos de julio en M aria-Schutz, sobre el Sem m ering, donde yo m ism o m e propongo p asar ahora una sem ana. La pequeña prospera magníficamente. Me ha producido sincera alegría saber que tiene usted un asisten­ te. Cabe presum ir que esta carta no lo encontrará en Berlín. Que no trabaje dem asiado, m e gustaría decirle cada día. Q ue lo pase usted m u y bien y lo recuerda amistosam ente su sincero servidor Dr. Sigm. Freud

6

Viena, 21. 7. 90

Q uerido amigo: Mi respuesta quiere ser tan breve co m o el escrito de usted. N o tengo ningún interés en el congreso, tam poco m e propongo par­ ticipar en él.1 Pero su invitación es lo m ás amable y honroso que m e ha sucedido desde hace m ucho tiempo. M e com place m ucho volver a verlo, oírle referir sus em presas, volver a encender mi energía y mi vocación científica casi extinguidas en las de usted, y p o r eso acep to y v o lv eré a escribirle p a ra an un ciarle el m o ­ m ento de mi llegada. Usted conoce mis sentimientos y mi respeto hacia usted, resérvenos unos días para conversar. Pero si por ven­ tura se propusiera ofrecerme sólo hospedaje y perm anecer fiel a su trabajo, acláremelo, y entonces no voy. Cordialm ente Su Sigm. Freud 1 C o n to d a p ro b a b ilid a d se tra ta d el 1 0 “ C o n g re s o In te rn a cio n a l d e M e­ dicina, q u e sesion ó en Berlín d esd e el 4 h a sta el 9 de ag o sto d e 1 8 9 0 . (S)

7

Reichenau, 1. ag. 90

R espetado amigo: Sinceram ente hoy le escribo a disgusto que no puedo ir a Berlín — no es que m e interesen la ciudad o el congreso— sino que no puedo verlo a usted en Berlín. N o es un único gran m otivo el que ha revocad o m i decisión sino aquella reunión de pequeñas ra­ zones a que está tan expuesto un profesional y padre de familia. N o m e cierra d esd e nin gún lad o, no en lo m éd ico , d on d e m i

clienta principal1 atraviesa justo ahora una especie de crisis ner­ viosa y quizá sanara en mi ausencia, ni en la familia, donde pasó de todo con los niños (ahora tengo hija e hijo)2 pero mi esposa, que p or lo com ú n no quiere ser un obstáculo p ara pequeños via­ jes, ve justam ente este viaje con m ucho disgusto, y así sucesiva­ mente. En sum a, no cierra, y com o yo miro el viaje anticipando un gran contento que m e preparo, me he visto m ovido a renun­ ciar a este contento. M uy a disgusto, pues había esperado m ucho del trato con usted. En lo dem ás, estoy m uy satisfecho, feliz, si usted quien?, aunque m u y solitario, em botado científicamente, holgazán y resignado. C uando hablaba con usted y notaba la idea que se formaba de mí, solía yo m ism o tenerm e en algo, y la im agen de la energía per­ suasiva que usted ofrecía no dejaba de causarm e impresión. Tam­ bién en lo m édico habría aprovechado m ucho de usted y quizá de la atm ó sfera de B erlín, p o rq u e d esd e h a ce añ os esto y sin m aestro y m etido casi exclu sivam ente en el tratam iento de las neurosis. ¿N o lo puedo ver si no es en los días del Congreso en Berlín? ¿N o viaja usted después? ¿O no regresa en el otoño? N o pierda usted la p aciencia después que lo he dejado sin respuesta epistolar y ah o ra he d eclin ad o su in v itació n de in su p erab le sin cerid ad . 1 M u y prob ab lem en te es id én tica a la p acien te que se m en cio n a en la c a rta 14 c o m o « P rim a d o n n a » y tam bién ex p re sa m e n te en la c a rta 33, a la qu e Freu d en E stu d io s sob re la h isteria (F re u d 1895ií, en p a rticu la r pág . 123 n., y pág s. 2 4 8 -2 5 1 ) cita co n el se u d ó n im o d e señ ora «C ácilie M .» (h icieron e sta identifi­ ca ció n G . F ich tn e r y A . H irsch m ü ller, se g ú n in d icacion es d e P. S w ales); su caso es m e n cio n a d o a d e m á s en la con feren cia d e F re u d del 11 d e en ero de 1 8 9 3 «Sobre el m e ca n ism o psíq uico d e fen óm en o s histérico s» (1893/i) (cf. la n o ta p re v ia ed ito rial sobre las con trib u cio n es de B reu er a los E stu d ios, en el v o lu m e n c o m p le m e n t a r io d e G W ). E n la c a r t a 1 2 0 , F r e u d la lla m a su «m aestra»^ - P o r las ca rta s d e C h a rco t recién d e scu b ie rta s (v éase la n o ta 3 de la c a rta 3) se co m p ru e b a q u e F re u d envió e n u n a o ca sió n a París a esta m is­ m a se ñ o ra . C h a rc o t le re sp o n d ió sobre e ste p u n to el 2 6 d e o ctu b re (?) de 1888: «E l análisis sutil y tan am p lio d e sus v a ria d a s y com p lejas m an ifesta­ cio n es co rp o ra l-a n ím ica s, q u e u sted ha p re p a ra d o , m u e s tra co n elo cu en cia q u e u ste d sim p a tiz a co n e s ta in teresan te se ñ o ra co m o no so tros m ism os h e­ m o s sim p a tiz a d o co n ella d u ra n te su e s ta d a en París ... P ero rep ito q u e es p reciso an te to d o p ro ce d e r p síq u icam en te, lo qu e u sted p o r cierto h a c o m ­ p ren d id o a la perfección; sólo así se p o d rá ob tener a lg o de p ro v ech o en este caso . A g re g o q u e la señ ora M . de hoy, co m p a ra d a c o n la qu e era, se e n cu en ­ tra m ejor en to d o sentido. D e hecho, co m o ella m ism a reco n oce, está p rep a­ ra d a h a sta cie rto g ra d o p a ra la lu ch a p o r la vid a , lo q u e antes no le ocu rría». L a s eñ o ra «C ácilie M .» fue tam bién la p acien te a qu ien F re u d llevó con sig o en s u viaje a N a n cy (c a rta in éd ita a M in n a B e m a y s d el 2 8 de julio d e 1889; cf. F re u d 1925ií, p ág . 41). (M /S) 2 Jean M artin (n acid o el 7 d e diciem b re d e 1 889). (S)

H ágam e saber que existe alguna perspectiva de verlo varios días para no perderlo com o amigo. C on saludos cordiales, su sincero servidor Dr. Sigm. Freud

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Viena, 11. ag. 90

Q ueridísim o amigo: ¡M agnífico! ¿Y conoce usted algo m ás herm oso que Salzburgo p ara este fin? N os en contram os allí y p aseam os unos días p or d ond e usted quiera. La fecha m e es p o r com p leto indiferente, p or favor fíjela usted, caerá tal vez hacia fines de agosto. Por los im ped im entos que le he insinuado, no pued en ser m ás de tres 0 cuatro herm osas jom adas, pero ellas deben ser, y lo haré todo para no faltar nuevam ente. Si usted aprueba Salzburgo, es claro que no viaja por Viena, sino por Munich. Con expectativa alegre y cordial Su Sigm. Freud

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Viena, 2. 5. 91

Q uerido am igo: Estoy orgullosísim o p o r el reseñ ad or y p or el resu ltad o .1 Creo que el espaldarazo de la reseña no contribuirá poco al éxito. Den­ tro de pocas sem anas tendré la alegría de remitirle un cuaderno sobre afasia2 en el que yo m ism o he puesto m ás calor. En él m e m uestro m u y osado, m ido aceros con su am igo W em icke,3 con Lichtheim, Grashey4 y hasta m eso las barbas al ídolo de elevado sitial M eynert. Siento m u ch a cu rio sid ad p or saber lo que dirá usted sobre esta producción. A consecuencia de su relación privi­ 1 H a sta a h o ra n o se ha p o d id o e n co n tra r u n a reseñ a d e Fliefi sobre un trabajo de Freu d . 2 F re u d (1891b); p a ra la a p reciación d e e ste trabajo, cf. B ru n (1936; v éase tam ­ bién K ris, 195 0 a , in fra pág . 533 y sig.). (K) 3 C a ri W em ick e (1 8 4 8 -1 9 0 5 ), d esd e 1 8 8 5 p rofesor d e p siq u iatría y n eu ro log ía en B reslau (B LÁ ). P u e sto q u e entre 1 8 7 6 -1 8 7 8 fue asisten te d e la C arid ad b er­ linesa, Fliefi p u d o hab erlo con o cid o. 4 L u d w ig L ic h th e im (1 8 4 5 -1 9 2 8 ), p ro fe s o r e n K ó n isb e rg (B L Á ); H u b e rt G rash ey (1 8 3 9 -1 9 1 4 ), profesor d e p siq u iatría e n M u n ich (B L Á ). A m b o s eran , c o m o W em ick e, au to rid a d e s de fuste en el c a m p o d e la in v estig ació n d e las afasias. (S)

legiada con el autor, algo de ello le p arecerá consabido. P o r lo dem ás, es m ás sugerente que enunciativo. ¿Q ué o tra cosa hace usted, adem ás de reseñar mi trabajo? P ara mí, el «otra cosa» significa un segundo crío, Oliver, ahora de tres meses.5 ¿N os vem os este año? Con un am istoso saludo Su Dr. Freud 5 N a c id o el 1 9 de febrero de 1891. (S)

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Viena, 17. 8. 91

Q uerido am igo que tarda en escribir: ¡Por fin! Ya tem ía haberm e m alquistado con usted a causa de la afasia; ahora m e com place su reconocim iento tanto com o su con­ tradicción. Mi vida trascurre ahora así. Toda la sem ana en Reichenau sobre el Sem m ering,1 el lunes en Viena. M añana com ienzo una excursión de una sem ana de duración por el GesáuGe y el Dachstein, a la que no lo puedo invitar porque no estaríam os solos. El lunes si­ guiente, de nuevo en Viena, después Reichenau, etc., hasta la pri­ m era sem ana de setiembre. Desde el 8 de setiembre obligadam ente estarem os en Viena para concretar la m udanza a la nueva m orada (IX., BergstraGe [!] 19). A h o ra, en m an era alguna renuncio a usted. Sólo creo que este año las cosas deberían ordenarse así: que usted me incluyera en algún lugar y m om ento entre sus am igos y planes de viaje, y m e com unicara con toda la antelación posible que ha de venir a Vie­ na o a Reichenau. La única fecha en la que yo m e podría m over, en efecto, sería la última sem ana de agosto, y aun para entonces no respondo p or todas las posibilidades a causa de las múltiples atad u ras de mi existencia. Entretanto, escriba usted, h ag a p ro ­ puestas y aférrese a esto solo, lo único en que también yo tengo fija mi m irada: que tenemos que v em os y conversar este año. C on un cordial saludo Su Sigm. Freud Dirección desde el dom ingo 22 de agosto: Reichenau, N. O, o Viena (aequo loco). 1 A c e rc a d e e s te lu g a r d e v e ra n e o m u y fre c u e n ta d o p o r la p o b la ció n d e V iena, cf. F ich tn er y H irsch m iiller ( 1 9 8 5 ). (S)

Querido am igo: A ntes no le p odía indicar n ada, porque yo m ism o n ad a sabía. A h ora le com u n ico que el 15. set. en Viena IX., Berggasse 19 lo espero con im paciencia y alegría (eventualm ente en la estación ferroviaria, si usted escribe). Cordialm ente Su Dr. Freud

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Viena, 25. 5. 9 2 1

Q ueridísimo amigo: Me parece que no hace falta que replique a cada una de mis ton­ tas bromas. Quiero tener ahora la plena seguridad de poder es­ cribir sin réplica. H oy sólo quiero com unicarle que mi esposa via­ ja el I a de junio a Reichenau, y yo he de ir en pos de ella para Pen­ tecostés, que estoy d ispuesto con todo gu sto a no en contrarlo durante los días de su presencia, pero que desde luego doy con gusto por supuesto el sacrificio de verlo en algún m om ento, tal vez un sábado o un martes, cuando usted se encuentre y a aquí o todavía esté, en su condición de agraciado y p ara expresarle mis cordiales deseos de felicidad.3 De pasada, y puesto que no se m e ocurre nada m ás inteligente, le com unico que en su última carta he leído con espanto un W. Ch. (Wilhelm Christian). Sólo después se m e ocurrió que usted escri­ be de m anera tan equívoca su sim ple nombre.4 Cordialm ente Su Dr. Freud Piense rápido lo que desea com o obsequio de boda. Lo tengo que saber pronto. 1 L o s orig in a le s d e e sta s p iezas y de a lg u n a s otra s d e la co rre s p o n d e n c ia en tre F re u d y la fam ilia FlieS (v éase la lista en la n o ta 1 9 de la « In trod u cción » del ed itor) se en cu e n tra n en Jeru salén en el D e p a rta m e n to de M an u scrito s d e la B iblioteca N a cio n a l U n iv e rsita ria Ju d ía. Se los llevó co n sig o P au lin e Jaco b soh n , la hija de FlieS, c u a n d o e m ig ró de A lem ania. El e d ito r a g ra d e c e a P e te r Sw ales, qu ien le hizo co n o ce r la existen cia de estas ca rta s, y a la U n i­ ve rsid a d d e Jeru salén, q u e las p u so a su d isp osición p a ra la p resen te edición. 2 La referen cia es in segura: ¿vina ca rta q u e falta? ¿o u n a hoja a g re g a d a ? (S) 3 E v id e n te m e n te , FlieS se hab ía c o m p ro m e tid o p a ra esta é p o ca co n la v ien es a Id a B o n d y (n acid a e n 1869); la b o d a se celeb ró el 6 de setiem b re de 1 8 9 2 (cf. la ca rta 2 1 2 ). (s) 4 E s p osible q u e e n la escritu ra d e FlieS se con fu n d ieran fácilm en te «W ilh.» y «W . C h.». (S)

Queridísim o amigo: N o he tenido n in gun a o p o rtu n id ad , salv o en el recu erd o , de regresar a la herm osa velad a en la que te vi entre los tuyos junto a tu novia. Sabes, mi respeto hacia tu capacidad diagnóstica no ha hecho m ás que au m en tar desde entonces, y cu an d o tropecé contigo en el «darse vuelta en el recuerdo»,1 afloró en m í la idea tranquilizadora: él ahora está cuidado y en buenas m anos. Esta seguridad fue por cierto decisiva para mi intercam bio epistolar contigo. N o has de entenderla mal. Ocasión p ara escribir m e la ofrece el suceso de que Breuer2 se ha d eclarad o dispuesto, p ara la teoría de la abreacción y nuestras restan tes ' in gen io sid ad es ' en co m ú n a cerca de la h isteria, a darles expresión pública circunstanciada tam bién en com ún.3 U n fragm ento de lo que antes m e proponía escribir por mi propia cu enta está term inado y con seguridad te habría sido com u n i­ cado en otras circunstancias. La entrega de C harcot4 que hoy te envío, por lo dem ás bien lo­ grada, m e afrenta a causa de los m uchos errores de acentuación y o rto g rafía que h an q u ed ad o en las p o cas p alab ras francesas. ¡Chapucería!

1 N o se ha p o d id o d eterm in ar el origen de esta cita. 2 Josef B reu er (1 8 4 2 -1 9 2 5 ), m é d ico internista, se d ed icó c o n preferen cia a la aten ció n p riv a d a . A c e rc a d e su am istad y colab oración co n F re u d y d el distan ciam ien to p o ste rio r en tre estos dos hom b res, qu e se traslu ce en m u ch as d e las c a rta s a FlieG, cf. recien tem en te la co n cie n z u d a m o n o g rafía d e H irsch ­ m üller (1978a). B reu er y FlieS se con o cían tam bién (cf. H irch m ü ller 1 985 y las c a rta s allí tra scrita s d e B reu er a FlieS). (S) 3 L o s p o sterio res E stu d ios sob re la h isteria (F reu d 1 8 9 5 d) y tam bién la « C o m u ­ n ica ció n p re lim in a r» d e los co n o cim ie n to s e x p u e s to s e n a q u ello s (F reu d 1893a). A c e rc a d el m a n u scrito cita d o en lo q u e sigu e, q u e evid en tem en te es un trabajo p rev io n o c o n se rv a d o , F re u d e n tra en m ás detalles en u n a ca rta a B reu er del 2 9 d e junio d e 1 8 9 2 (F reu d 1941a). (S) 4 La tradu cción de Freu d de las P oliklin ische V ortráge de C h arcot (Freu d 189294), a la qu e aquí se refiere, apareció en entregas; d ebe d e h ab er a co m p añ ad o a esta ca rta la p rim e ra en tre g a (cf. la ca rta 18). Freud a g re g ó a] texto u n «P ró­ logo» y u n a serie d e n o tas críticas al pie (cf. la reim presión co n u n a n o ta ed ito­ rial p rev ia en el v o lu m e n com p lem en tario de GW ), lo qu e m ovió a C h arcot a h acer el 3 0 d e junio d e 1892 el siguiente com entario epistolar: «E sto y entusias­ m ad o p o r las n o tas y críticas q u e he en con trad o al pie d e las p ág in as d e mis c o n fe re n cia s... ¡Q ue viv a la libertad!, co m o d ecim os aquí». E n P sicopalologia de la vid a cotidian a (1901 b, pág . 1 7 8 (pág. 158)) escribe Freu d po steriorm en te que «años desp ués tu ve m otiv os p a ra su p on er qu e al au to r n o le g u stó esta arbi­ traried ad m ía». (M /S)

M e entero de que ahora ag u ard as devolución de visita. Espero que tengas .1 bien darm e indicio sobre aquella cosa con la que, en tu nuevo estado, yo pueda asociar los cordiales deseos míos y los de mi esposa para e l ' nuevo ' hogar. ( ’ordialísimos saludos para ti, tu Ida y los padres, que m e han re­ cibido con tan inmerecida am istad, de tu Sigm. Freud La señora G om perz m e asedia m ucho con dudas sobre la m anera en que pudiera com pensar tus desvelos por Rudi.5 5 Elise G o m p e rz (18 4 8 -1 9 2 9 ), esp osa del p rofesor d e filología clásica T h eod or G o m p e rz (1 8 3 2 -1 9 1 2 ). F re u d m a n tu v o trato d esd e 1879, c u a n d o em p ren d ió la trad u cció n d el últim o v o lu m e n d e la ed ición d e M ili e d ita d a p o r G o m p erz (Freu d 18 8 0 a ), co n e sta e m p in ad a fam ilia d e V iena (cf. K an n 1 9 7 4 , pág . 1 0 6 y sig.). Elise G o m p e rz , se g ú n noticia d e su hijo H ein rich (¡bid.), fue p acien te d e F reu d « d e sd e p o co s años antes d e cu m p lir los n o ven ta h a sta u n os cin co añ os d esp u és d e cu m p lid o s». A cerca del tratam ien to, señala su esp o so en un a c a r­ ta del 13 d e n o v ie m b re d e 1892: « M a m á p a re ce realm en te e s ta r en vías d e cu ra ció n p o r m ed io d e la hipn osis. L á stim a q u e el m é to d o m ism o sea tan p ro d ig io so y ta n p o co prob ad o»; y el 8 d e en ero d e 1893: «Toda la g en te ra z o ­ n ab le, c o n e x c e p c ió n d e B re u e r y d e F re u d , n o c e sa d e a d v e rtir c o n tra la c o n tin u a ció n d e e ste e x p e rim e n to m á s q u e in fru ctu o so » (ib id ., p ág . 2 3 4 y sig.). - El hijo R u d olf (R udi) G o m p e rz n ació e n 1878. (M /S)

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Viena, 12. 7. 9 2 1

Q ueridísim o amigo: Ayer p or la tarde, mientras, todavía fatigado por la excursión a la m ontaña al rayo del sol, m editaba sobre cóm o pasar la velada sin m ovim iento (activo, al menos), m e invitó tu amabilísimo p apá2 a ir con él [al] Brühl.3 N o hace falta asegurar que acepté con gusto. De nuevo fue todo m uy cordial en la excursión, debo decir que sólo ahora m e impresionas totalmente tras esta elección. Tanto es ella un «héroe jubiloso» com o mujer... pero no son estos los giros que solicitas de mí.

1 El original d e esta c arta se g u ard a en Jeru salén (véase la n ota 1 de la ca rta 12). 2 P a re ce q u e F re u d aplica d e m a n e ra co n se cu e n te las exp resion es «p ap á» y « m a m á » a los su e g ro s, m ie n tra s q u e re se rv a « p a d re » y « m a d re » p a ra los prog en itores. (S) U n valle a 2 0 m in u tos al su r d e V iena, d o n d e la fam ilia d e la e sp o sa d e FlieG ten ía u n a casa.

A hora tendré frecuentes oportunidades de pasar cerca de la feliz ca sa p orq u e m i p rim a d o n n a 4 se ha m u d ad o p recisam en te al Brühl. P or cierto que nunca dejaré de hacer visita, lo tratan a uno dem asiado bien allí. N uestras conversaciones de ayer cubren el m ism o terreno que tu carta de hoy. Estaré en agosto en Reichenau, sólo que con diferen­ cia de V-k hora por el m ism o trayecto ferroviario que tú. A yer solicité con éxito que ustedes puedan pasar por lo menos un día en Reichenau. A causa de mi esposa, que no conoce a tu Ida y no deja de m encionarm e esa circunstancia. N aturalm ente m e alegra m ucho la com unicación que m e haces acerca de tu libro sobre la nariz.5 Alenté la idea porque opinaba que necesitabas una fuerte distracción. A h ora no estoy m uy con­ form e con haberte instilado una n ueva obligación en la ép oca m ás m ovida, pero ya está hecho. Mi histeria, por obra de Breuer, se ha trasform ado, am pliado, res­ tringido, y, a todo esto, volatilizado en parte. Escribim os la cosa juntos, cada uno por sí solo varias secciones que firma, aunque con pleno acuerdo. Todavía no se puede decir qué ha de salir de ello. Entretanto, aprovecho una época de em botam iento m ental para leer psicología. La sem ana que p asó m e ha deparado un raro goce h um ano: la oportunidad de llevarm e algo bueno de la biblioteca de M eynert, com o si un salvaje bebiera hidromiel en el cráneo del enem igo.6 N o habría querido om itir m i pregunta p o r el ap orte de bodas, puesto que provocó tus cálidas palabras. Pero co n ello el asunto no está concluido, com o com prenderás. N os quitas un contento si persistes en ello. Sólo m e resta desearte que te encuentres bien, y haz que julio termine rápido. Con un cordial saludo Tu Sigm. Freud

4 Cf. la n o ta 1 de la c a rta 7. 5 FlieG, N e u e B eitrage z u rK H n ik u n d T h erap ie d er n a salen R eflex n eu ro se (1893íj); el ejem p lar que se en cu e n tra e n la biblioteca d e F re u d lleva la d ed icato ria: « P o r u n am igo (p ág. 3), p a ra la N a v id a d d e 1 8 9 2 » . L a d e d ica to ria se refiere a un pasaje del trabajo d o n d e se lee: « P u e sto q u e m i p ro p ó sito d e to m a r la n e u ro sis refleja c o m o ob jeto d e u n a e lu c id a c ió n b ib lio g rá fica e s de m u y reciente d a ta y he sid o alen tad o a ello p o r u n a m ig o , tras m anifestarle y o que esta es u n a forma de patología corrien te». (K) 0 M ey n ert había m u e rto el 31 d e m a y o de 1892.

Docente Dr. S. Freud

IX., Berggasse 19 cons. 5-7 h

Queridísimo amigo: A nexo el pliego 1 de tus neurosis reflejas. C om o se im prim irá en Teschen, quizá lo mejor sea que establezcas contacto directo con la imprenta. H e dado un vistazo sólo aquí y allí, y sólo espero que ' un d ía ' m e remitas para leer el prólogo — p ara mí lo m ás inte­ resante. C asi te p ediría disculpas p o r haber perturbado tu bienaventu­ rad a p az (tras el retiro de los pacientes). N o dejes de disfrutar m ucho. Sólo querría saber que tú e Ida gozan de buena salud. Mi tropa está desde hace ocho días en Viena, ocupada en desple­ garse; yo escribo parálisis infantiles II. Parte,2 que es también una segunda parte, si parva licet etc.3 Cordiales saludos de hogar a hogar, puedo escribir ahora Tu Sigm. Freud 1 E n tre e sta c a rta y la p reced en te se ha p ro d u cid o no sólo el casam ien to de Fliefi, sin o tam b ién , re la cio n a d o co n ello, u n a n u e v a m u d a n z a a u n a ca sa m u y p ró x im a d e H e y d ts tra s se 1 (cf. el sobre, q u e se h a c o n s e rv a d o , d e la c a rta d e F re u d ). (S) 2 Freu d , Z u r K en n tn is d er cerebra len D ip leg ien des K in d esa lters (1893 b). F reu d d e sig n a a este trabajo co m o «Parálisis infantiles II. P arte» p o rq u e trae c o m ­ p le m e n to s a S tu d ien ü b er d ie h a lb s eitig e C ereb ra lld h m u n g d e r K in d er (1891n), qu e y a h ab ía pu b licad o en c o m ú n c o n O sk a r Rie. (K) 3 «Si p a rv a licet co m p o n e re m agn is»: si es lícito c o m p a ra r lo peq u eñ o co n lo g ra n d e ; Virgilio, G eó rg ica IV, 1 7 6 . R eferid o aquí a la a tre v id a co m p a ra ció n c o n F a u st II. F re u d recu rre a e sta c ita o tra v e z e n la c a rta 255.

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Viena, 21. X. 92

Q ueridísimo amigo: Sólo una página im provisada, com o lo hemos convenido. Lo que a uno lo disuade de escribir son siempre las introducciones. Para que no m e tengas por desleal, lo siguiente: hace unas tres sem a­ nas, fui llam ado a casa del señor F r , donde encontré a Heitler1 co­ m o m édico de la familia2 extendido sobre el canapé. De nuevo los dolores al cam inar, discutido tu diagnóstico; el paciente parece

1 M o ritz H eitler (1 8 4 8 -1 9 2 3 ), h ab ilitado d e sd e 1 8 7 6 co m o m é d ico in ternista (O B L ); u n a n tig u o a m ig o de Freu d . (s) A q u í tal v e z h ab ría q u e c o m p letar: y a Fr. (S)

olvidado de Berlín. Heitler, [quien] se burla del pie plano, diag­ n ostica neuritis. Le pedim os que nos m uestre los pies, yo real­ m ente no puedo ver nada que se asemeje a un pie plano, según tengo que admitírselo a Heitler, que parece conocerlos por expe­ riencia propia. Entretan to no m e allano a co n trad ecirte en un terreno en el que no soy experto m ientras que tú ciertam ente lo eres, m e bato com o un león por ti y al menos consigo que muestre el pie al prof. Lorenz3 para que este diga si eso es potentia un pes planus. Antes del com prom iso yo había pedido que te fuera a ver a Berlín, com o él m ism o lo propuso inicialmente. Desde enton­ ces, co m o se u sa en Viena, nada he sabido de hom bre, m éd ico ni pie. A h ora te expongo mi opinión reservada. El hom bre tiene, com o sabes, una diferencia de 3 cm entre pantorrillas, la consistencia del m úsculo está alterada. N o sé si esa diferencia corresponde al pes planus. Lo m ism o da. En caso de pes planus, hasta donde sé, los d olores ap arecen en el arco del pie, se increm entan p oco a poco, no cesan enseguida. En su caso es de otro m odo: tiene el do­ lor sólo en la pantorrilla, que se le pone tiesa unos cinco minutos, no p u ed e avan zar, queda en el lugar, alza el pie, lo sacu d e un p ar de veces, y acto seguido nuevamente puede cam inar bien unos m in u tos. P ero esto tiene todo el asp ecto de u n a insuficiencia m uscular isquémica o miosítica, com o una claudicación interm i­ tente, que también ocurre en la diabetes. M e inclinaría entonces a pensar que el único rem edio para este hombre es un reposo pro­ lon gad o y, en consecuencia, cam inar poco, con lo que n atu ral­ m ente no se lo remediaría. En contra de una neuritis (Heitler) habla sin em bargo la ausencia de todo dolor espontáneo. Espero que en definitiva el hombre re­ cu rra a ti y puedas solucionar la interesante cuestión. Por lo dem ás, poco hoy. El sábado por la tarde tengo sem inario,4 «jour neuropatologique», que, p ara mi desgracia, tam bién Breuer frecu en ta. Si llegas a v en ir a Viena tan de im p ro v iso co m o a com ienzos de 1892, que sea el sábado por la tarde.

3 A d o lf Lo ren z (1 8 5 4 -1 9 4 6 ), p rofesor d e o rto p e d ia e n V iena (Ó BL). (S) 4 E n el sem estre d e in vierno d e 1 8 9 2 /9 3 , F re u d d ictó en efecto un c u rso de dos h o ra s p o r sem an a: « L a d o ctrin a de la h isteria» (G icklh orn y G ick lh o m 19 6 0 , p ág . 1 51). L a form u lación del pasaje d e referencia así c o m o el h ech o de q u e F r e u d p re fe ría e n g e n e ra l el s á b a d o p a ra su « c u rso » (ib id ., p á g . 164) co n cu rre n e n el sen tid o d e q u e esa in stitu ción es la m e n cio n ad a aquí. B reu er c ie r ta m e n te n o se h a b ía in s c r ito d e m a n e r a fo rm a l e n el c u r s o d e ese sem e stre (v éase la lista m e n cio n a d a en la n o ta 8 de la c a rta 118). (s /M )

Saludos al cu arto de huéspedes, debo q ued arm e aquí y gan ar dinero p ara m is gusanos. N o niego que m e gustaría m ucho ver la casa, y al am a de la casa. L ean a R u d y ard K ipling, a a p re cia d o m atrim o n io , «P h an to m Rickshaw» y «The light that failed».5 ¡M uy recomendables! Cordialísimos saludos Tu Sigm und Freud a F re u d escrib e: K ippling. 5 D e R u d y a rd K ipling (1 8 6 5 -1 9 3 6 ), P h a n tom 'R icksh aw a n d O th er Tales (1889); T he L ig h t T h a t F a iled (1891). A m b o s libros c o rre sp o n d e n a las p rim eras p u ­ b lica cio n e s d el a u to r in glés, q u e n u n c a d ejó d e s e r u n fa v o rito d e F re u d (cf. E issler 1951). (S)

17 Docente Dr. S. Freud Cons. 5-7 horas

24. X. 92 IX .,

Berggasse 19

Queridísim o amigo: Me causa un gran contento p oder discutir así a la distancia. Sólo tres observaciones: [1)] Investigado de pie, sí, la m ano bajo el arco del pie, no nos convenció. Debes de tener razón, buscábam os el pie plano típico grave. [2)] Que yo no inform ara sobre sensibili­ dad a la presión del nervio y tendón gástrico fue sólo descuido de m i parte, ella es intensa. 3) A la claudicado intermittens no corres­ ponde cojera, sino, según la descripción de C harcot, parestesia, espasm o, quedarse en el lugar. Con tal que atinara con la m anera de enviar al hom bre a Berlín. Después no he sabido nada de él. Q ue ahora ensaye otra cosa, es cosa sobrentendida, porque aquí no lo rem edió nadie. ¿Así que tan pronto de nuevo por aquí? M uy bien, pero entonces u na velada entre nosotros cuatro a solas. U n cordial saludo Tu Sigm.

Docente Dr. S. Freud Cons. 5-7 horas

IX., Berggasse 19

Queridísimo amigo: De la noche a la m añana m e he visto en la situación de tener que ayu d ar a em igrar a A m érica a una pareja enteram ente em pobre­ cida,1 de m i parentesco. D oy lo que puedo e im pongo contribu­ ciones a todos los amigos. Recibiría con gusto tu aporte. M e per­ m itirás que entre en detalles; se trata de mi cu ñad o, cu yas dos hijitas tengo aquí conm igo. Con un saludo cordial a ti y a ella Tu Dr. Sigm. Freud N ada he sabido del pie plano. Charcot, entrega II, mañana. 1 La h erm a n a d e F re u d , trein ta y u n años m enor, A n n a, c o n su esp o so Eli Bern ay s, un h e rm a n o de M a rth a F re u d (cf. Jones 1 9 5 3 -5 7 , vo l. 1, pág . 1 4 4 y sigs., en p a rticu la r p ág . 148). L as d o s cria tu ra s m e n cio n a d a s so n Ju d ith (n acid a el 1 4 d e febrero de 1 8 8 5 en V iena) y L u cia B e m a y s (n acid a el 25 d e a g o sto de 1 8 8 6 en Viena). A n n a F re u d -B e rn a y s, qu e falleció el 11 d e m a rz o d e 1 9 5 5 en N u e v a York, es a u to ra d e u n libro p o co co n o cid o , E rlcbtes (sin fecha, au n q u e p o r el co n te n id o se infiere qu e fue re d a cta d o en la d é c a d a de 1930).

19

Viena, 3. XI. 92

Q ueridísim o am igo: Recibido con un agradecim iento cordial1 y entregado a sus desti­ natarios a fines de esta sem ana. N o hay nada m ás que decir sobre ello. Tu Freud

1 A lu d e sin d u d a a u n a s u m a d e d inero co m o ap o rte a la fam ilia B e m a y s q u e se p rep a ra b a p a r a em igrar.

Docente Dr. S. Freud Cbns. 5-7 horas

IX., Berggasse 19

Q ueridísim o amigo: Me alegra poder com unicarte que nuestra teoría de la histeria (re­ m iniscencia, abreacción, etc.) se p o d rá leer el 1. enero del 93 en N eurologischen Zentralblatt, m ás precisam ente bajo la form a de una detallada com unicación preliminar. H a costado luchas con el señor com pañero.1 ¿Q u é h acen u sted es, los felices escap ad o s? ¿Se los ve p a ra la noche de N avidad , según pretende la fama? Cordialísimos saludos Tu Sigm. Freud 1 L a e xp resió n « teo ría d e la h isteria» se refiere al trabajo re d a cta d o en co m ú n c o n B re u e r «S o b re el m e ca n is m o p síq u ico d e fe n ó m e n o s h isté rico s. C o ­ m u n ica ció n p re lim in a r» (F re u d 1 893a). L a diferen cia de op in ió n en tre los au tores, a la q u e F re u d alu d e aquí, p u e d e ser reco n stru id a en p arte, m ás p re­ cisa m e n te p o r m ed io de u n a co m p a ra ció n de la « C o m u n icació n p relim in ar» c o n esb ozo s an teriores d e F re u d (1 9 4 0d; 1941a; 1941b; cf. tam b ién K ris 1950a, in fra p ág . 5 3 6 y sig.). L a diferencia esencial en tre su p o sición y la de B reu er fu e s in te tiz a d a d e s p u é s p o r F r e u d e n P r e s e n ta c ió n a u to b io g r á fic a (F re u d 1925d, p ág . 4 7 y sig. (pág. 22)) co n esta fórm ula: «A sí se en fren taron "h isteria h ip n oid e" y "n e u ro sis d e d e fe n sa "» . A ce rca d e todo este com p lejo, cf. recien ­ tem e n te H irs c h m ü lle r (1978a, e n p a rticu la r p ág s. 2 4 4 -2 4 8 ); « In tro d u cció n editorial» a la reim p resió n d e las con trib u cio n es d e B reu er a los E stu dios e n el vo lu m e n co m p le m e n ta rio de GW . (K /S)

[Manuscrito A ]1 Problemas 1. ¿Proviene la angustia de las neurosis de angustia de la inhibi­ ción de la función sexual a o de la angustia coligada con la etio­ logía? a Tachado: de la con cien cia de la insuficiencia sexual.

1 K ris (en F re u d 1950a, pág . 61 n. 1) señ ala qu e este m a n u scrito n o está fe­ ch a d o y p ro p o n e c o m o fech a de re d a c ció n «fines d e 1 8 9 2 » . E n la tra s crip ­ ció n u tilizad a p o r él, a p a re ce d e sp u é s d e la c a rta 8 4 del 8 d e diciem b re de 18 9 5 , p ero lleva u n a an o tación e n len g u a ale m a n a d e m a n o n o id entificad a: «P o r la e s c ritu ra es m á s b ien del v e ra n o d e 189 4 » . K ris a g re g ó a e sto co n láp iz (en in glés): «D ifícilm ente p u e d e ser d e e sa fech a (¡en to d o caso , 1895!). ¿ A n te rio r?» . E s ev id e n te q u e los p rim e ro s ed itores ca m b ia ro n d e sp u é s su

2. ¿H asta dónde se com porta el sano frente a los traum as sexuales posteriores diversam ente del predispuesto p o r m asturbación? ¿Es sólo cuantitativo o es cualitativo? 3. ¿Es el sim ple coitus reservatus (condón) com o tal una n o x a ?2 4. ¿Existe una neurastenia innata con debilidad sexual innata, o esta se ad qu iere siem p re en [la] ju ven tu d ? (N iñ eras, m a stu r­ bación por otro.3) 5. ¿Es la herencia algo diverso de un m ultiplicador? 4 6. ¿Q ué corresponde a la etiología de la desazón periódica? 7. ¿Es la anestesia s e x u a lb de la mujer otra cosa que una conse­ cuencia de la im potencia? ¿Puede producir por sí sola neurosis? c Tesis 1. N o existe ninguna neurastenia o neurosis análoga sin pertur­ bación de la función sexual. 2. Esta tiene un efecto o bien causal directo o bien predisponente con relación a otros factores, pero siem pre de m odo que sin ella los otros factores no producen ninguna neurastenia. b T ach ado: psy... c A l p ie d e la p ág in a: delirio d e peq ueñ ez, insuficiencia sexual. op inión. (M) - L a d a ta ció n h a cia fines de 1 8 9 2 se ju stificaría si este esq u em a fu era u n a p rim e ra con trib u ció n al p ro y ecto sobre n eu rasten ia p lan ead o en c o m ú n p o r F re u d y Fliefi (v éase la ca rta 21 co n la n o ta 1; d esp u és el M an u s­ crito C / 1 co n la n o ta 2 y el M an u scrito C / 2 al folio 1 0 r), q u e p u d o hab er sido co n ceb id o d u ra n te la e s ta d a de Fliefi e n Viena p a ra la N a v id ad . L a o b se rv a ció n y a a p u n ta d a p o r K ris (o p . cit.) de qu e el m an u scrito A es el ú n ico e n te ra m e n te c o m p u e s to e n e scritu ra latina h a sid o c o m p le m e n ta d a p o r S trach ey (1 9 6 6 , pág. 1 7 7 n. 1) c o n la referencia a un a c a rta d e añ os p o ste­ riores (d irig id a a Jones), d o n d e F re u d d e cla ra qu e co n la e scritu ra latina lo ab an d o n a e n se g u id a to d a «in sp iración» (v éase Jones 1 9 5 3 -5 7 , vol. 3, p ág . 158

Y sig-)- (S) F re u d co n sid e ra e n este esb o zo la id ea de v erificar su s h ipótesis p o r m ed io d e series sistem áticas d e o b servacio n es clínicas, un a id e a q u e e vid en tem en te n o p o d ría llevar a la p rá ctica sin colab orad ores. C iertos p rob lem as p arecen rem itir a trabajos p o steriores; así, la cu estió n de la etiolog ía d e las n eu rosis fue tra ta d a , e n la co n e x ió n aqu í in d icad a, sólo e n el en sa y o «A p ro p ó sito de las crítica s a la "n e u ro sis de a n g u s tia "» (F reu d 1895., |. |M)', -ISO; a n u a rio 4 0 [1893], pág. 5 23); e sta circu n stan cia a ca so e x i ■11■i

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