Arquitextura: fundamentos discursivos del texto escrito en español 8490121982, 9788490121986

Es el resultado este libro de muchas lecturas de muchos tipos; de asimilación y crítica de lo leído; de tareas infinitas

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Arquitextura: fundamentos discursivos del texto escrito en español
 8490121982, 9788490121986

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Arquitextura : fundamentos discursivos del texto escrito en español / José M. Bustos Gisbert
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Índice
A las tres chicas
Prólogo / JOSÉ J. GÓMEZ ASENCIO
Introducción: EL PROCESO DE ESCRIBIR. ESCRIBIR COMO PROCESO
PARTE A. - PLANIFICACIÓN TEXTUAL
Capítulo 1. - LA IMPORTANCIA DE LA DIMENSIÓN PRAGMÁTICAEN LA PLANIFICACIÓN TEXTUAL
1.1. La intención
1.2. El tema y el contexto informativo
1.3. Las coordenadas espaciotemporales de la comunicación
1.4. El destinatario
CAPÍTULO 2. - La organización de las ideas y el prediseño textual. La función de los tipos y losgéneros textuales
2.1. Estructura secuencial
2.2. Construcción de las voces textuales
2.3. Modalización y dimensiones textuales
PARTE B: COMPOSICIÓN TEXTUAL
CAPÍTULO 3. El enunciado
3.1. El enunciado como unidad mínima de información
3.2. Los límites formales del enunciado: el papel de la puntuación
3.3. Dimensión cognitiva del enunciado: unidad de comprensión textual
CAPÍTULO 4. El párrafo
4.1. Nivel temático y retórico
4.2. Nivel cognitivo
4.3. Nivel visual
4.4. ¿Cómo construimos los párrafos?
CAPÍTULO 5. Conexión textual
CAPÍTULO 6. Enlaces semánticos
6.1. Enlaces temporales
6.2. Enlaces espaciales
6.3. Enlaces aditivos
6.4. Enlaces contraargumentativos
6.5. Enlaces causativos
CAPÍTULO 7. Enlaces de relación discursiva
7.1. Enlaces de ordenación discursiva
7.2. Enlaces reformulativos
CAPÍTULO 8. ¿Cómo, cuándo y dónde usamos los enlaces?
8.1. Configuración formal de los enlaces
8.2. Explicitación de las conexiones
CAPÍTULO 9. Puntuación y conexión / Jorge J. Sánchez Iglesias
9.1. Introducción: perspectivas para el estudio de la puntuación
9.2. Entre la sintaxis y la prosodia: la escrituralidad
9.3. Entre la norma y el estilo: la textualización
9.4. Signo(s) y función(es)
PARTE C: REVISIÓN TEXTUAL
CAPÍTULO 10. Puntos de partida
10.1. Introducción
10.2. Creación de un modelo de revisión textual
10.3. Procedimiento de revisión
10.4. Revisión, estilo, competencia estilística y transparencia textual
CAPÍTULO 11. La revisión discursiva
11.1. Errores de coherencia conceptual: representación textual
11.2. Errores de coherencia conceptual: progresión informativa
11.3. Errores de coherencia estructural: construcción de la estructura del texto
11.4. Errores de coherencia estructural: construcción de párrafos
11.5. Errores de coherencia estructural: construcción de enunciados
11.6. Errores de coherencia estructural: conexión discursiva
CAPÍTULO 12. La revisión estilística
12.1. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: reiteraciones
12.2. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: expresión innecesariamente compleja
12.3. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: incorrecciones de registro
12.4. Expresiones aproximadas que afectan al uso normativo
CAPÍTULO 13. La revisión en el nivel léxico semántico
13.1. Imprecisión semántica
13.2. Incorrección léxica
CAPÍTULO 14. La revisión en el nivel morfológico y sintáctico
14.1. El verbo
14.2. Las preposiciones
14.3. Las concordancia
14.4. Los pronombres
14.5. Las conjunciones
14.6. Orden de palabras
14.7. Los determinantes
14.8. Barbarismos sintácticos
EPÍLOGO
BIBLIOGRAFÍA CITADA

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

ARQUITEXTURA FUNDAMENTOS DISCURSIVOS DEL TEXTO ESCRITO EN ESPAÑOL

ARQUITEXTURA FUNDAMENTOS DISCURSIVOS DEL TEXTO ESCRITO EN ESPAÑOL

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

ARQUITEXTURA FUNDAMENTOS DISCURSIVOS DEL TEXTO ESCRITO EN ESPAÑOL

EDICIONES UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

ESTUDIOS FILOLÓGICOS 335 © Ediciones Universidad de Salamanca José M. Bustos Gisbert El capítulo 9, Puntuación y conexión es obra de Jorge J. Sánchez Iglesias 1.ª edición: febrero, 2013 ISBN: 978-84-9012-198-6 (Impreso) ISBN: 978-84-9012-220-4 (pdf) ISBN: 978-84-9012-221-1 (e-Pub) ISBN: 978-84-9012-222-8 (Mobipocket) Depósito legal: S. 38-2013 Ediciones Universidad de Salamanca http://www.eusal.es/ Correo electrónico: [email protected]

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u CEP. Servicio de Bibliotecas Texto (visual) : sin mediación BUSTOS GISBERT, José Manuel Arquitextura : fundamentos discursivos del texto escrito en español / José M. Bustos Gisbert.—1a. ed.— Salamanca : Ediciones Universidad de Salamanca, 2013 320 p.—(Acta salmanticensia. Estudios filológicos ; 335) 1.Arte de escribir. 2. Retórica. 3. Español (Lengua)-Análisis del discurso. 808 811.134.2’42

Índice

PRÓLOGO ...................................................................................................................................................................................................

11

INTRODUCCIÓN: EL PROCESO DE ESCRIBIR. ESCRIBIR COMO PROCESO ................

15

PARTE A: PLANIFICACIÓN TEXTUAL CAPÍTULO 1. La importancia de la dimensión pragmática en la planificación textual........................

23

1.1. La intención ................................................................................................................................................................................ 1.2. El tema y el contexto informativo................................................................................................................................ 1.3. Las coordenadas espaciotemporales de la comunicación ............................................................................ 1.4. El destinatario............................................................................................................................................................................

24 25 28 30

CAPÍTULO 2. La organización de las ideas y el prediseño textual. La función de los tipos y los géneros textuales..........................................................................................................................................................................................

33

2.1. Estructura secuencial ........................................................................................................................................................... 2.2. Construcción de las voces textuales ........................................................................................................................... 2.3. Modalización y dimensiones textuales.....................................................................................................................

38 46 50

PARTE B: COMPOSICIÓN TEXTUAL CAPÍTULO 3. El enunciado ............................................................................................................................................................

63

3.1. El enunciado como unidad mínima de información...................................................................................... 3.2. Los límites formales del enunciado: el papel de la puntuación ............................................................... 3.3. Dimensión cognitiva del enunciado: unidad de comprensión textual ..............................................

65 69 70

CAPÍTULO 4. El párrafo ...................................................................................................................................................................

77

4.1. Nivel temático y retórico ................................................................................................................................................... 4.2. Nivel cognitivo ......................................................................................................................................................................... 4.3. Nivel visual .................................................................................................................................................................................. 4.4. ¿Cómo construimos los párrafos? ...............................................................................................................................

80 81 86 89

CAPÍTULO 5. Conexión textual..................................................................................................................................................

95

CAPÍTULO 6. Enlaces semánticos ..............................................................................................................................................

109

6.1. Enlaces temporales ................................................................................................................................................................. 6.2. Enlaces espaciales .................................................................................................................................................................... 6.3. Enlaces aditivos ........................................................................................................................................................................ 6.4. Enlaces contraargumentativos ....................................................................................................................................... 6.5. Enlaces causativos ...................................................................................................................................................................

111 113 115 116 118

CAPÍTULO 7. Enlaces de relación discursiva......................................................................................................................

121

7.1. Enlaces de ordenación discursiva ................................................................................................................................. 7.2. Enlaces reformulativos ........................................................................................................................................................

122 123

8

ÍNDICE

CAPÍTULO 8. ¿Cómo, cuándo y dónde usamos los enlaces? ..................................................................................

125

8.1. Configuración formal de los enlaces.......................................................................................................................... 8.2. Explicitación de las conexiones .....................................................................................................................................

125 127

CAPÍTULO 9. Puntuación y conexión ( Jorge J. Sánchez Iglesias) .......................................................................

137

9.1. Introducción: perspectivas para el estudio de la puntuación ................................................................... 9.2. Entre la sintaxis y la prosodia: la escrituralidad ................................................................................................. 9.3. Entre la norma y el estilo: la textualización .......................................................................................................... 9.4. Signo(s) y función(es)..........................................................................................................................................................

137 139 142 147

PARTE C: REVISIÓN TEXTUAL CAPÍTULO 10. Puntos de partida ..............................................................................................................................................

159

10.1. Introducción............................................................................................................................................................................ 10.2. Creación de un modelo de revisión textual ....................................................................................................... 10.3. Procedimiento de revisión ............................................................................................................................................. 10.4. Revisión, estilo, competencia estilística y transparencia textual..........................................................

159 167 174 180

CAPÍTULO 11. La revisión discursiva .....................................................................................................................................

185

11.1. Errores de coherencia conceptual: representación textual ...................................................................... 11.2. Errores de coherencia conceptual: progresión informativa .................................................................... 11.3. Errores de coherencia estructural: construcción de la estructura del texto ................................. 11.4. Errores de coherencia estructural: construcción de párrafos................................................................. 11.5. Errores de coherencia estructural: construcción de enunciados ......................................................... 11.6. Errores de coherencia estructural: conexión discursiva ............................................................................

186 190 194 198 204 209

CAPÍTULO 12. La revisión estilística .......................................................................................................................................

227

12.1. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: reiteraciones .................................................. 12.2. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: expresión innecesariamente compleja..... 12.3. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: incorrecciones de registro..................... 12.4. Expresiones aproximadas que afectan al uso normativo ..........................................................................

227 235 237 238

CAPÍTULO 13. La revisión en el nivel léxico semántico.............................................................................................

247

13.1. Imprecisión semántica ...................................................................................................................................................... 13.2. Incorrección léxica ..............................................................................................................................................................

249 263

CAPÍTULO 14. La revisión en el nivel morfológico y sintáctico...........................................................................

271

14.1. El verbo ....................................................................................................................................................................................... 14.2. Las preposiciones ................................................................................................................................................................. 14.3. Las concordancia.................................................................................................................................................................. 14.4. Los pronombres .................................................................................................................................................................... 14.5. Las conjunciones .................................................................................................................................................................. 14.6. Orden de palabras................................................................................................................................................................ 14.7. Los determinantes ............................................................................................................................................................... 14.8. Barbarismos sintácticos ...................................................................................................................................................

272 278 283 288 291 294 296 298

EPÍLOGO ......................................................................................................................................................................................................

303

BIBLIOGRAFÍA CITADA..............................................................................................................................................................

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A las tres chicas que hacen que mi vida vuelva a empezar cada día

Prólogo JOSÉ J. GÓMEZ ASENCIO

Universidad de Salamanca

1. Todos los libros vienen de otros libros (adanismo se llama la negación del enunciado anterior). También este; prueba incontrovertible de ello son las aproximadamente doscientas treinta referencias bibliográficas –me consta que leídas– que cierran el volumen; todas ellas son oportunas porque todas ellas guardan relación estrecha con el asunto del que aquí se trata, a saber, el componente discursivo del texto escrito; todas ellas han sido usadas y bien usadas, y eso se nota; lo notará el lector. Figura allí incluso –experiencia previa; escritor no novel– algún libro viejo del propio autor sobre asunto parejo a aquel del que se ocupa este libro nuevo. Los libros, si no todos sí su mayor parte, devienen de largos días y trabajos –concepción, investigación, fábrica, comprobación, redacción, entre otros– que los preceden (ligereza, irreflexión, apresuramiento, improvisación negarían el enunciado anterior). Este, lector, no resulta de travesía breve ni llega provocado por prisa alguna en estos tiempos de altas velocidades; su factura ha conocido un largo y pausado recorrido de años, de labor activa y de reposo, de vehemente creatividad y de decantación de lo ideado, de ímpetu y de madurez. Es el resultado este libro de muchas lecturas de muchos tipos; de asimilación y crítica de lo leído; de tareas infinitas de corrector, re-constructor y restaurador de miles de textos ajenos; de categorización de errores, dislates, disfunciones, desajustes; de estrategias didácticas y de procedimientos cognitivos para su terapia. Es, el libro, una consecuencia más –que no la única– de veinte años de docencia activa y siempre bien evaluada en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca con alumnos reales de carne y hueso de quienes el autor ha sabido aprender al tiempo que les enseñaba. Intervienen en él y se muestran aquí cientos y cientos de estudiantes que escriben y escriben y escriben lo que se les pide para que sea examinado y re-visado, re-elaborado y vuelto a re-tocar para resultar re-generado en la fase terapéutica final; y es un producto de otros tantos años de investigación básica y aplicada en pragmática textual, análisis del discurso, lengua escrita y análisis de errores, ámbitos todos en los que el autor, a quien conozco bien, es persona avezada. 2. Es este un recio trabajo de investigación sobre esos espacios del conocimiento, todos referidos a la lengua española; sobre el proceso de la escritura y sobre composición textual (cohesiones, conexiones, coherencias, enlaces, secuencias); sobre las diversas maneras de encarar las operaciones y los procedimientos que conlleva la revisión de un texto escrito; sobre las varias perspectivas y ópticas bajo las que debe examinar el revisor su objeto. Se aúnan aquí: (i) teoría sobre el discurso, el texto, el escribir, y sobre la revisión de lo ya escrito; (ii) descripción de la lengua española, con ribetes normativos o estilísticos; (iii) novedosas ideaciones para la práctica de la revisión del texto; (iv) propuestas para la mejora del texto revisado. Y todo ello no con los estilos de un vademécum; no con las maneras de un recetario; no. Sí desde supuestos teóricos, sí mediando el rigor del método, sí con el ofrecimiento de un modelo para la revisión textual en lo que afecta a las facetas discursiva, estilística, léxica y gramatical que todo lo escrito presenta.

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JOSÉ J. GÓMEZ ASENCIO

3. Es la arquitectura, dicen1, el ‘arte y técnica de proyectar y construir edificios y monumentos’ o el ‘el diseño y la estructura [de una construcción]’ o, incluso, la mera ‘estructura [de algo o de alguien]’. Como en tantas otras ocasiones, el Diccionario de Autoridades (1726, s.v. architectura) roza la perfección: Ciéncia que enseña à edificar tales fábricas, que puedan commodamente habitar en ellas los hombres, atendiendo à su firmeza, conveniéncia y hermosúra, proporcionándolas al fin para que se erígen.

El carácter de ciencia le duró poco a la arquitectura; a partir de 1770 pasó en los diccionarios académicos a la categoría lexicográfica de mero arte: El arte de construir, y hacer edificios para el uso, y comodidad de los hombres (DRAE, 1780).

De esto trata este libro, cuyo título –neologismo flagrante y deliberado– es transparente, y rótulo en el cual se adivina un juego –igualmente premeditado– de arqui- por un lado (‘ser el primero’, ‘emprender’, ‘poner mano en algo’; ‘fundamento’, ‘principio’) con textura por el otro. Es textura sustantivo pariente cercano de texto, y ambos íntimos de tejer, justamente aquello de lo que se ocupa este trabajo: Estructura, disposición de las partes de un cuerpo, de una obra, etc. (DRAE, 2001). Manera de estar combinadas, o trabadas entre sí las partes, partículas o elementos de una cosa (María Moliner, DUE). Manera de estar combinados o unidos entre sí los elementos o partículas que forman una cosa: la textura de un discurso (Diccionario Salamanca de la lengua española).

¿Y cómo no traer ahora hasta aquí desde la memoria y el estante de los morfemas derivativos el sufijo –ura, entre cuyos valores se encuentran precisamente los de denotar el tamaño (altura, anchura), la consistencia (blandura), el aspecto físico (hermosura, blancura, apostura), el carácter (bravura, cordura)2, etc., de algo, en nuestro caso claro está que de un texto; de ahí lo de text–ura. Sería, pues, la arquitextura, y permítame el autor, mi amigo, discípulo y colaborador de larguísimo recorrido sin desencuentros, José Bustos, la aventura y el atrevimiento de desvelar el final al principio: Ciencia que expone fundamentos y principios, y arte o técnica de construir textos de modo tal que puedan cómodamente y con eficacia las personas tratar con ellos por estar bien combinados y debidamente estructurados sus elementos componentes, con criterios de adecuación o conveniencia, de belleza o hermosura, de proporción al fin que persiguen y al destinatario para el que se conciben y escriben.

En Salamanca, en las vísperas de San Valentín del bisiesto 2012

1. M. Seco et alii, Diccionario del español actual, s.v. arquitectura. 2. Real Academia Española, Nueva gramática de la lengua española, Espasa, Madrid, 2009, § 6.2.

Introducción EL PROCESO DE ESCRIBIR. ESCRIBIR COMO PROCESO

D

esde hace algo más de medio siglo, los especialistas en el análisis de la escritura han abandonado la perspectiva de evaluar el resultado final en beneficio del estudio del proceso de composición. Bjork y Blomstand (2000) retrasan este cambio de actitud a los años 60, concretamente hasta la llamada Conferencia de Darmouth, celebrada en 1966. Entienden que cabe hablar desde entonces de cuatro grandes corrientes vinculadas a la pedagogía de la escritura: expresiva, neorretórica, cognitiva y sociocultural. De ellas, nosotros nos fijaremos especialmente en las dos últimas en la medida en que asumen perspectivas de estudio claramente vinculadas al plano pragmático-discursivo de la comunicación. En opinión de Álvarez (2010) los modelos cognitivo y sociocultural convergen en una serie de rasgos de los que importa destacar ahora algunos. En primer lugar, ambos llaman la atención sobre la importancia del contexto en el que se lleva a cabo la actividad escritora; en ese sentido se ponen en primer lugar variables como la intención, el destinatario o la tipología textual utilizada en la construcción discursiva. En segundo lugar, comparten la percepción de la escritura como un proceso en etapas: planificación, textualización, revisión y edición son las etiquetas aportadas por Álvarez. Finalmente, los dos modelos insisten de muy especial manera en la revisión textual. La diferencia fundamental estriba en el foco de atención establecido en uno y otro caso. Para el primero, el interés se encuentra en desentrañar lo que ocurre en el cerebro humano durante el proceso de la escritura; es, por tanto, una perspectiva esencialmente psicológica. En el caso del segundo, sin embargo, el análisis se concentra en los factores contextuales y situacionales que condicionan dicho proceso. Se trata, pues, de una posición de naturaleza sociopragmática. Dedicaremos las siguientes líneas a recordar lo esencial de ambas, desde el convencimiento de que su naturaleza es básicamente complementaria. El modelo cognitivo parte de un trabajo esencial como es el de Flower y Hayes (1981). A partir del estudio de los comentarios grabados por aprendices mientras escriben, los autores postulan una imagen de la escritura como ejercicio de resolución de problemas múltiples de naturaleza dinámica y recursiva. Su teoría acerca del proceso cognitivo de la escritura descansa sobre la base de tres conceptos que etiquetan como claves. Traducimos de manera literal las palabras de Flower y Hayes:

16

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

1. El proceso de escritura se entiende mejor como un conjunto de distintos procesos mentales que los escritores orquestan u organizan durante el proceso de composición. 2. Estos procesos tienen una organización jerárquica y muy integrada de modo que cualquier proceso puede integrarse dentro de cualquier otro. 3. El acto de escribir es en sí mismo un proceso mental dirigido a un objetivo, guiado por la red global de objetivos del escritor, red que está en constante crecimiento. La interpretación de la escritura se articula en un modelo dividido en tres partes, que representan gráficamente de la siguiente manera:

La memoria a largo plazo del escritor abarca el conocimiento previamente dominado por el autor respecto del tema, la audiencia y el plan de escritura. Se trata, por tanto, del saber acumulado en relación con la escritura prevista. El entorno de la tarea incluye todo aquello que está al margen de quien escribe; se centra, en primer lugar, en el denominado problema retórico, contemplado como definición de la tarea: supone fijar el tema, el destinatario y las exigencias que nos conducen a la escritura; en segundo lugar, analiza el texto provisional, entendido en las diferentes versiones generadas a lo largo del proceso. Tanto la memoria a largo plazo como el entorno de la tarea regulan e interactúan con el proceso de escritura. En este nos proponen tres fases: planificación, traducción y revisión. La primera de ellas tiene que ver con establecer los objetivos textuales, con generar la información precisa para el texto y con organizar la misma. La planificación se centra, pues, en las circunstancias que nos mueven a escribir: la intención, el destinatario y el autor. Se trata, al fin y a la postre, de llevar a cabo una contextualización de la escritura. Es en este contexto donde se observan más similitudes con el modelo etnográfico que veremos después. En segundo término, la traducción supone verbalizar la información que hasta ese momento aún ha permanecido en una fase solo mental. Finalmente, la revisión está asociada a procesos cognitivos de evaluación y corrección textual. En todo el proceso, el llamado monitor lleva a cabo una función de control y funciona como estrategia de organización de la escritura: ayuda al autor a decidir cuándo pasar o volver de una fase a otra en el proceso de la escritura. El modelo cognitivo ha fijado esencialmente su atención en la naturaleza dinámica y recursiva de los procesos implicados en la escritura. Como dice Cassany (1999), escribir es una actividad

17

EL PROCESO DE ESCRIBIR. ESCRIBIR COMO PROCESO

intencional y contextualizada; se trata de un proceso activo y abierto: el autor va y viene en el texto hasta alcanzar el resultado apetecido. Con todo, los seguidores de esta postura han terminado por concentrar su interés en los procesos cognitivos vinculados a la fase de la planificación textual: formulación de objetivos, generación de datos y organización de las ideas. Volveremos sobre todo ello en el capítulo siguiente de este trabajo1. El modelo sociocultural se asocia al movimiento de la llamada etnografía de la escritura. La esencia de su postura queda perfectamente representada en el esquema siguiente, que recogemos de Grabe y Kaplan (1996)2: Figure 8.1. Models of parameters involved in writing Witihin a socioculturally defined universe (when and where)3

Constrained by author’s intent (why)

author (who) And performative ability (process) and recognition of audience expectation (writes)

Constrained by the shared phenomeno-cultural conventions and available genres (what) (how) text (Text construction) (what) And further constrained by Steiner’s3 four kinds of difficulty (for what purpose)

Constrained by logical world and by reader’s intent

receptor (to whom) And performative ability and ability to perceive author’s intent (why)

El modelo persigue responder a una serie de cuestiones que afectan directamente al proceso de escritura: Who writes what to whom, for what purpose, why, when, where and how? Podemos recordar de manera sumaria algunos de los rasgos más relevantes vinculados a cada una de la preguntas formuladas: – Quién: se ha de crear una taxonomía de autores. – Escribe: es necesario fijarse en la naturaleza lingüística de la escritura. – Qué: el resultado de la escritura ha de evaluarse en términos de contenido, de género textual y de registro. – A quién: uno de los objetivos del modelo ha de ser desarrollar una teoría de la audiencia que permita una definición del perfil de los posibles destinatarios.

1. El modelo de Flower y Hayes ha seguido diferentes desarrollos entre los que cabe citar los efectuados por los autores de forma conjunta individual o el de Bereiter y Scardamilia. El lector interesado puede disponer de una ajustada interpretación crítica en Grabe y Kaplan (1996). 2. El esquema originalmente apareció en Kaplan (1991). Sin embargo, Grabe y Kaplan lo incorporan a su trabajo de 1996, que es por el que nosotros lo citamos. 3. Steiner (1978) plantea cuatro niveles de accesibilidad textual. La dificultad contingente deriva de las referencias técnicas y arcanas incluidas en el texto. La dificultad modal tiene su origen en la interpretación inaccesible o extraña de la condición humana. La dificultad táctica surge del deseo del autor de ser comprendido solo hasta cierto punto. La dificultad ontológica deriva de las limitaciones impuestas por el propio lenguaje.

18

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

– Con qué propósito: análisis de los elementos pragmáticos involucrados. – Por qué: el uso de un género u otro supone una exteriorización de las intenciones más o menos evidentes que subyacen al texto. – Dónde y cuándo: importancia de los tiempos y los espacios en la producción del texto. – Cómo: estudio de los mecanismos cognitivos involucrados en el proceso de producción. En este punto, buena parte de sus posiciones coinciden con las de Flowers y Hayes (1981), y Bereiter y Scardamilia (1987). En todo el modelo representa un papel fundamental el concepto de género textual en tanto que se trata de una convención comunicativa que nos viene dada por el entorno sociocultural al que pertenecemos. Al final, la escritura debe entenderse desde el contexto social en el que se produce, en la medida en que no se trata de un proceso individual e independiente. No es el objetivo de este trabajo profundizar en las ventajas e inconvenientes de ambos modelos, sobre todo porque la nuestra es una actitud vinculada a los estudios discursivos en relación con el proceso de la escritura. Sin embargo, optamos por anclar nuestra posición a las dimensiones cognitiva y sociocultural que apenas hemos esbozado. Entendemos que la dimensión discursiva está presente de manera permanente en los dos elementos que más nos interesa destacar de ambas corrientes: la naturaleza procesual del fenómeno de la escritura y el anclaje contextual y social que lo condiciona y lo regula. Son, sin ninguna duda, las dos primeras bases de ese trípode imaginario sobre el que descansa la composición de textos. La tercera es su acomodo a unas condiciones lingüísticas y textuales que lo convierten en un producto comunicativo único e irrepetible. Y esa adaptación se detecta a lo largo de todo el proceso de composición. La competencia escritora es una forma de competencia comunicativa y por ello presupone dos subdominios básicos: una competencia situacional y otra de naturaleza discursiva. El dominio de ambas determina todo el proceso de comunicación, no solo alguna de sus fases. Es este el momento adecuado de recordar lo que al respeto ya nos dijo Hymes (1972) hace más de 40 años. Mediante su célebre acrónimo, SPEAKING, resumía las claves que configuran la comunicación: S P E A K I N G

Setting (Marco) Scene (Escena) Participants (Participantes) Ends (Fines) Act sequence (Secuencia de hechos) Key (Clave) Instrumentalities (Instrumentos) Norms of interaction and interpretation (Normas de interacción e interpretación) Genre (Género)

Circunstancias físicas de la interacción Naturaleza del emisor y del destinatario Intención Estructura del mensaje Tono del mensaje Canal y sociolecto Entorno cultural y social que condiciona la interacción Género textual en el que se desarrolla la interacción

Pues bien, las ocho variables planteadas corresponden a los dos niveles que hemos planteado más arriba. Podemos reordenarlas del siguiente modo:

Nivel pragmático

Circunstancias físicas de la interacción Naturaleza del emisor y del destinatario Intención Entorno cultural y social que condiciona la interacción

EL PROCESO DE ESCRIBIR. ESCRIBIR COMO PROCESO

Nivel discursivo

19

Estructura del mensaje Tono del mensaje Canal y sociolecto Género textual en el que se desarrolla la interacción

Esta distinción en dos niveles es más teórica que real. El texto es actuación, es uso y por ello ambos planos interactúan de manera indisoluble. Y lo hacen en los tres momentos del proceso de escritura: planificación, composición y revisión. Evidentemente, la escritura no es lineal; por esta razón, las fases no se interpretan, no se pueden interpretar, de forma unívoca. El usuario va y viene por ellas a lo largo del proceso. Y en todas ellas se detecta la relevancia de los dos niveles apuntados. Aun así, vamos a proponer tres partes fundamentales para este trabajo, que coinciden esencialmente con las fases del proceso. Para la Planificación partimos de la propuesta por Reyes (1998). Interpreta para ella dos fases a las que denomina Toma de conciencia y Descubrimiento. Son dos etiquetas perfectamente acertadas que adoptaremos para las páginas que siguen. La primera se asocia a la dimensión pragmática en la que surge el texto. Nos preguntamos primero por la función de la intención, el tema, el contexto informativo y la situación; dentro de esta última, dedicaremos especial atención a las variables tiempo y espacio. A continuación, nos detendremos en el tipo de relación que se establece entre autor y destinatario a través del texto. La segunda tiene que ver con el acopio de información para la composición y con su organización en un texto concreto. En primer término repasaremos algunas de las técnicas más conocidas para el proceso de acumulación de la información y su posterior organización. En segundo lugar nos detendremos en el papel de los tipos y los géneros textuales en el proceso de planificación textual. En la Composición nos dedicaremos al análisis del procedimiento de creación del texto. En él intervienen las unidades de construcción textual, el párrafo y el enunciado, que serán objeto de una profunda revisión conceptual. Seguidamente, nos centraremos en los procedimientos de conexión textual; prestaremos especial atención a la función de los conectores y de la puntuación. La tercera parte del trabajo, y la más extensa, se dedica a la Revisión. Nos detendremos en primer lugar en los tiempos y las operaciones propias de esta actividad. En segundo lugar propondremos una taxonomía de los errores más frecuentes en redacción sobre la base de un corpus de más de 3.000 entradas. Esta clasificación la estructura en cuatro grandes grupos: discursivo, estilístico, léxico-semántico y morfosintáctico. Asimismo, propondremos algunas rutinas para organizar el proceso de revisión.

Parte A PLANIFICACIÓN TEXTUAL

Capítulo 1 LA IMPORTANCIA DE LA DIMENSIÓN PRAGMÁTICA EN LA PLANIFICACIÓN TEXTUAL

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uestro punto de partida tiene que ser necesariamente la diferencia que se establece entre competencia lingüística y competencia comunicativa. Con la primera, planteada por Chomsky, se hace referencia al conocimiento que el hablante tiene de su lengua. Es de carácter intuitivo, interiorizado e inconsciente. Con la segunda, propuesta por Hymes, se destaca el hecho de que la capacidad para comunicarse con una lengua incluye elementos no solamente lingüísticos, sino también socioculturales. Así pues, tiene que ver con aquello que un hablante necesita saber para comunicarse de manera eficaz en contextos dados. El conocimiento de un sistema lingüístico no nos habilita, a priori, para comunicarnos correctamente: hay que diferenciar entre gramaticalidad y aceptabilidad. Desde la primera nos fijamos en si se ha cumplido o se ha transgredido el sistema de reglas correspondientes al sistema lingüístico; afectaría, pues, a la competencia lingüística. Con la segunda nos referimos al grado de admisibilidad de un enunciado en una situación dada; está asociada, por tanto, a la competencia comunicativa. No se trata de valores absolutos sino relativos, porque es posible que demos con enunciados perfectamente gramaticales pero totalmente inaceptables y, a la inversa, con otros absolutamente agramaticales y, al mismo tiempo, perfectamente aceptables. La competencia comunicativa se alcanza cuando somos capaces de comprender que al configurar un mensaje no somos plenamente libres, sino que hay una serie de condiciones de entorno que afectan al intercambio y restringen nuestra capacidad a la hora de dar forma a nuestro discurso. Entre ellas estarían el espacio y el tiempo concreto de la comunicación, la naturaleza de los interlocutores, la relación existente entre ellos y la naturaleza psico y sociolingüística de la comunicación. La toma de conciencia supone plantearse cuál es el objetivo con el que escribimos; en segundo lugar, detenerse en el tema y el contexto informativo del que nace el texto; en tercer término, identificar correctamente el destinatario; por último, fijar adecuadamente las coordenadas espaciotemporales en las que nos vamos a ubicar1. Las cuatro variables interactúan entre sí, de modo que las decisiones tomadas en uno u otro caso afectan al resto de las parcelas. No son en

1. Al lector interesado en profundizar en los conceptos de contexto y situación le remitimos a Bustos Gisbert (1996).

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absoluto espacios estancos sino perfiles interdependientes que, de manera conjunta, consiguen situar el texto en su dimensión pragmática. 1.1. La intención Se hace necesario, en primer lugar, preguntarnos por cuál es el propósito que perseguimos con la escritura. En otros términos, debemos definir la intención textual. Nos interesa porque organiza, regula y estructura las decisiones que se toman en relación con las diferentes posibilidades expresivas que ofrece el sistema a la hora de configurar el mensaje. Además, desde la perspectiva del receptor del mensaje, es importante destacar que condiciona la interpretación de los enunciados. Solo conociendo la intención de un texto somos capaces de descifrar los sentidos concretos desarrollados por nuestro interlocutor, con independencia de que conozcamos o no el sistema lingüístico. Desde esa perspectiva se pueden comparar los siguientes enunciados que, en términos de puro significado denotativo serían intercambiables, y que, sin embargo responden a intenciones pragmáticas muy distintas: Julio es flaco Julio es delgado Julio es esbelto Julio es escuálido Julio es enjuto Julio es esquelético

Por último, en virtud de la intención se pueden asignar diferentes propósitos funcionales a los textos. Así, Brown y Yule (1983) han distinguido dos grandes funciones. Por un lado, la Transaccional, cuando la transmisión de información que pasa de uno a otro interlocutor es el hecho relevante en el acto comunicativo; esto es, cuando el mensaje es la razón misma de la interacción. Es paradigmática de la lengua escrita. Por otro, la Interaccional, cuando el objetivo de la comunicación es establecer algún tipo de relación. Lo importante no es transmitir una información sino interactuar con el o los destinatarios. Deja de importar la literalidad del mensaje lingüístico en beneficio del vínculo social que establecemos merced al texto. Es propia de la lengua hablada. La importancia de la intención textual se hace patente en el ejemplo siguiente. Comparamos cómo en tres medios de comunicación distintos se ha convertido en noticia una misma información. Las diferencias a la hora de presentarla reflejan de modo evidente cómo afecta el propósito de los respectivos autores a la construcción estilística. Los hechos que sirven de base son los siguientes: hace ya un tiempo, el 10 de noviembre de 2004, José María Aznar se reúne con George Bush en la Casa Blanca después de que este haya sido reelegido presidente. Así se recogían los hechos en El País: AZNAR SE REÚNE CON BUSH EN LA CASA BLANCA El ex jefe del Ejecutivo felicita al presidente estadounidense por su triunfo electoral El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, se reunió ayer con el presidente estadounidense, George W. Bush, en la Casa Blanca, en una visita privada que duró entre 35 y 40 minutos y en la que ambos «se felicitaron mutuamente» por el resultado de las elecciones en Estados Unidos. «Son buenos amigos y han trabajado juntos en muchas cosas», explicaron fuentes de la Administración de EE. UU. En la Embajada española «no se tenía ni idea» de que iba a celebrarse esta reunión, que coincide con una fase complicada en las relaciones entre Washington y Madrid.

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Los hechos desde los que nace la noticia se destacan en el titular. El periódico ideológicamente más cercano a José Luis Rodríguez Zapatero (que por entonces era el presidente del Gobierno) plantea de modo más o menos neutro la información: renuncia a hacer valoraciones de la visita. No obstante, denuncia la falta de delicadeza de José María Aznar al no comunicar la reunión a la embajada española en Washington. Por su parte, La Razón planteó la noticia de la siguiente manera: BUSH SIGUE SIN LLAMAR A ZAPATERO PERO SE REÚNE CASI UNA HORA CON AZNAR EN LA CASA BLANCA La cita se concertó a instancias del mandatario norteamericano al saber que el ex presidente estaba en Washington. Han quedado en mantener una línea permanente de contacto. Aznar es el primer líder recibido en el Despacho Oval tras las elecciones.

Los acontecimientos que justifican la información también se destacan en el titular. Sin embargo, se utiliza la noticia para destacar que Zapatero ha sido ninguneado por Bush. Al mismo tiempo, concede gran importancia a la relación de Bush con Aznar: es el primer líder recibido y se compromete a mantener con él permanente comunicación. De esta manera, se agiganta la figura del expresidente en perjuicio de la de su sucesor. Por último, recordemos la versión de la noticia tal y como se publicó en El Mundo: VISITA DE AZNAR A BUSH El PSOE recuerda que Zapatero informó al Gobierno de su viaje a Marruecos cuando era oposición MADRID.- José María Aznar no informó ni al Gobierno ni a la Embajada de España en Washington de su visita a la Casa Blanca para reunirse con George W. Bush, según ha confirmado el Ejecutivo. Esta actitud se contrasta en el PSOE con la que tuvo José Luis Rodríguez Zapatero cuando era jefe de la oposición y realizó una visita a Marruecos.

Los hechos pasan ahora a un segundo plano y el titular se centra en la respuesta del PSOE a los acontecimientos. Ahora toca fijarse en las reacciones airadas que la entrevista entre Aznar y Bush provoca en el partido socialista. 1.2. El tema y el contexto informativo Cuando nos centramos en el tema, debemos hacerlo teniendo en cuenta que la naturaleza misma del contenido es una de las variables más frecuentemente utilizada a la hora de etiquetar los géneros textuales. En ese sentido, Dimter (1999) sugiere que debemos fijarnos en tres cuestiones a la hora de considerar la naturaleza del tema: la relación temporal entre contenido y momento de emisión, el grado de fidelidad a la realidad y el nivel de modalización de la información. En este momento de la toma de conciencia se trata de garantizar que hemos identificado correctamente el tema del escrito y de reflexionar sobre nuestro grado de conocimiento del mismo. Desde esta perspectiva podremos decidir cuál será el grado de especialización temática y, consecuentemente, el nivel de exigencia conceptual previsto para el destinatario. Estaremos, pues, fijando el contexto informativo del texto. Con él se hace referencia al conjunto variable de creencias y contenidos que regulan la construcción de los mensajes. Se estructura desde la perspectiva doble del emisor y del destinatario en tanto que lo delimita el primero, pero sobre la base del tipo de receptor que fija a priori para el texto que emite.

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Todo hablante es consciente de la importancia del contexto. Hasta tal punto que es frecuente su negociación antes del comienzo mismo de la interacción oral. Imaginemos conversaciones en las que uno de los interlocutores emite enunciados como los siguientes: ¿Conoces a Julio? ¿Has visto la última película de Mariano Barroso? ¿Has estado alguna vez en Teruel?

No son sino pactos contextuales destinados a garantizar que una interacción ulterior va a estar bien configurada en términos temáticos. En el caso de los textos escritos es frecuentísimo observar cómo muchos prólogos se convierten en pactos contextuales explícitos. Un ejemplo: en 2003 El País y la editorial Salvat toman la decisión de publicar una enciclopedia; este es un fragmento de la presentación: La estructura de la obra comporta, así, dos niveles distintos que funcionan de modo simultáneo y complementario: un nivel básico, en el que los contenidos son objeto de una exposición amplia, detallada y pedagógica, y un nivel superior, de especialización, en el que el lector encontrará claves válidas, sólidos puntos de apoyo, referencias puestas al día y sugerencias para enfocar una investigación ulterior [...]. Además, este doble nivel es especialmente útil para los estudiantes, puesto que, según sus necesidades y sus conocimientos previos, pueden limitarse a los conceptos básicos o bien profundizar en cada materia en función de sus deseos.

Es esencial definir de manera muy clara el perfil del destinatario; esto nos obliga a plantearnos quién es, cuál es su nivel de conocimientos sobre el tema y qué expectativas ha desarrollado en relación con el texto. Esa definición solo se podrá hacer desde una adecuada interpretación del contexto. Como es natural, cuanto mayor es el grado de vinculación entre el emisor y el destinatario, más fácilmente se establece el contexto informativo. Por último, cabe destacar que en los textos con menor exigencia contextual son muy frecuentes las que vamos a denominar inserciones de garantía temática. Su objeto es precisamente evitar que algún contenido sea presupuesto entre destinatarios que presuntamente lo pueden desconocer. De ese modo se amplía el abanico de receptores aunque también se eleva el nivel de redundancia del texto, que puede llegar a resultar excesivamente «explícito» para el lector con un elevado grado de dominio temático en relación con el contenido del que se trate. Veamos un ejemplo. Se trata del prospecto de una medicina denominada Apiretal, de uso cotidiano en los hogares habitados por niños. Presentamos de él un fragmento dedicado a las posibles interacciones con otros medicamentos: APIRETAL 100 mg/ml SOLUCIÓN ORAL Uso de otros medicamentos Informe a su médico o farmacéutico si está utilizando o ha utilizado recientemente otros medicamentos, incluso los adquiridos sin receta. En particular, si está utilizando medicamentos que contengan en su composición alguno de los siguientes principios activos, ya que puede ser necesario modificar la dosis o la interrupción del tratamiento de cualquiera de ellos: – – – –

Antibióticos (cloranfenicol) Anticoagulantes orales (acenocumarol, warfarina) Anticonceptivos orales y tratamientos con estrógenos Antiepilépticos (lamotrigina, fenitoína u otras hidantoínas, fenobarbital, metilfenobarbital, primidona, carbamacepina)

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– – – – – – – – –

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Antituberculosos (isoniazida, rifampicina) Barbitúricos (utilizados como inductores del sueño, sedantes y anticonvulsivantes) Carbón activado, utilizado para la diarrea o el tratamiento de los gases Colestiramina (utilizado para disminuir los niveles de colesterol en sangre) Medicamentos utilizados para el tratamiento de la gota (probenecid y sulfinpirazona) Medicamentos usados para el alivio de espasmos o contracciones de estómago, intestino y vejiga (anticolinérgicos) Metoclopramida y domperidona (utilizados para evitar las náuseas y los vómitos) Propranolol, utilizado en el tratamiento de la tensión arterial alta (hipertensión) y las alteraciones del ritmo del corazón (arritmias cardiacas) Zidovudina (utilizada en el tratamiento de los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana, causante del SIDA)

El autor es consciente de que su lector puede tener dificultades a la hora de entender el texto. Por ello, ha incluido un elevado número de inserciones de garantía temática que persiguen facilitar la aplicación de este antipirético infantil. Sin embargo, es poco consistente en la construcción discursiva. En algunos casos indica el medicamento o el componente del mismo y a continuación realiza la inserción de garantía temática: Barbitúricos (utilizados como inductores del sueño, sedantes y anticonvulsivantes) Colestiramina (utilizado para disminuir los niveles de colesterol en sangre) Metoclopramida y domperidona (utilizados para evitar las náuseas y los vómitos) Propranolol, utilizado en el tratamiento de la tensión arterial alta (hipertensión) y las alteraciones del ritmo del corazón (arritmias cardiacas) Zidovudina (utilizada en el tratamiento de los pacientes infectados por el virus de la inmunodeficiencia humana, causante del SIDA)

No obstante, en otros casos, la explicación precede al nombre de la medicina o del componente: Antibióticos (cloranfenicol) Anticoagulantes orales (acenocumarol, warfarina) Antiepilépticos (lamotrigina, fenitoína u otras hidantoínas, fenobarbital, metilfenobarbital, primidona, carbamacepina) Antituberculosos (isoniazida, rifampicina) Medicamentos utilizados para el tratamiento de la gota (probenecid y sulfinpirazona) Medicamentos usados para el alivio de espasmos o contracciones de estómago, intestino y vejiga (anticolinérgicos)

Finalmente, en algún momento renuncia a indicar medicamentos o componentes orgánicos de los mismos: Anticonceptivos orales y tratamientos con estrógenos Carbón activado, utilizado para la diarrea o el tratamiento de los gases

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1.3. Las coordenadas espaciotemporales de la comunicación 1.3.1. El tiempo Todo texto se construye sobre la base de una estructura temporal de triple naturaleza. En primer lugar está el tiempo de emisión: es aquel en el que el autor efectivamente emite el texto; fija las coordenadas temporales desde las que se genera el discurso. En segundo término se encuentra el tiempo de recepción, referido al momento en el que el destinatario recibe el texto; por ello, puede ser previsto o accidental. El previsto es aquel que el emisor previó para la lectura; el accidental, por su parte, será el correspondiente a una recepción no planificada del escrito. Por último, el tiempo de acción será el que se desarrolla propiamente en el texto y sirve de base a la información discursiva. En la fase de planificación nos planteamos el grado de presencia de los tres niveles temporales en la construcción y, por consiguiente, en la comprensión. Todo ello tiene efectos relacionados con cómo de explícitos van a ser en el resultado final. Las decisiones se realizan sobre la base de responder a las preguntas siguientes: ¿Es importante tenerlos en cuenta para comprender correctamente? ¿Son tiempos conocidos o desconocidos para el emisor? Si son desconocidos, ¿son deducibles o no por el destinatario a partir del resto de la información textual? ¿Cuánta distancia se establece entre unos y otros? De haberla, ¿esa distancia es importante o no? Veamos un ejemplo en el que la construcción temporal condiciona la configuración final de un texto: VIAJABAN CON 23 INMIGRANTES Interceptan una patera con dos periodistas franceses a bordo en aguas de Fuerteventura Una patera, en la que viajaban dos periodistas de nacionalidad francesa junto a 23 inmigrantes irregulares, fue interceptada en alta mar cerca de la costa de Fuerteventura, según informó un portavoz del instituto armado. Los informadores son dos hombres que pertenecen a la agencia Sipa Press y a la televisión France 2 y sus identidades no han sido facilitadas. La embarcación fue avistada hacia las siete de la tarde de este miércoles, hora insular, por una patrullera de la Guardia Civil cuando navegaba a unas nueve millas del faro de La Entallada, al este de Fuerteventura. En la patera viajaban, además de los dos periodistas, que portaban pasaporte francés, 23 inmigrantes de origen subsahariano entre los que se encontraba una mujer y siete hombres magrebíes. La embarcación con sus ocupantes fue trasladada por la patrullera de la Guardia Civil al puerto de Gran Tarajal, en el municipio de Tuineje. El Mundo: 07 de octubre de 2004. Edición electrónica

Las consideraciones acerca del tiempo que subyacen al texto y que suponemos que se planteó el autor son esquemáticamente las siguientes: – En el texto se construyen tres tiempos. El tiempo de emisión coincide con el jueves 7 de octubre de 2004. En lo que afecta al tiempo de recepción, se prevé que la recepción tendrá lugar el mismo día. La distancia entre recepción prevista y accidental (por ejemplo, el día en el que el lector está leyendo este libro) puede ser muy elevada. Por ello, de no tenerla en cuenta, se puede llevar a cabo una lectura anacrónica de la noticia. Por último, el tiempo de acción se concentra en la tarde del miércoles 6

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de octubre de 2004; como los sucesos narrados ocurren en Fuerteventura, interesa recordar la diferencia horaria entre las Islas Canarias y la Península. – Los tres tiempos son conocidos para el lector. Es importante considerar el tiempo de recepción para descodificar correctamente la única explicitación informativa del tiempo de acción. El texto, pues, tiene una dependencia temporal elevada. – La distancia entre los tres tiempos es mínima, como corresponde a una noticia publicada en un diario. Por mínima no es importante. 1.3.2. El espacio El análisis del espacio es similar al que se realiza en relación con el tiempo. En el proceso de planificación regulamos su presencia sobre la base de la importancia que tengan, respectivamente el espacio de emisión, el de recepción y el de acción. La recepción, por su parte, puede llevarse a cabo en espacios previstos o accidentales. La configuración final de la dimensión espacial vuelve a depender de la respuesta que aportemos para cuestiones de naturaleza muy similar a las formuladas en el epígrafe anterior: ¿Es importante tener los espacios en cuenta para comprender correctamente? ¿Son espacios conocidos o desconocidos para el emisor? Si son desconocidos, ¿son deducibles o no por el destinatario a partir del resto de la información textual? ¿Cuánta distancia se establece entre unos y otros? De haberla, ¿esa distancia es importante o no? Hace ya varios años, la Nasa envió un robot a Marte. Nos fijaremos en cómo se presentó la noticia desde una perspectiva espacial: EL ‘SPIRIT’ YA PISA EL SUELO DE MARTE PASADENA (EEUU).- El ‘Spirit’ ya pisa suelo marciano. Los científicos de la NASA enviaron a las 08.21 horas GMT (las 09.21 en España) la orden al robot para empezar a bajar a la superficie del planeta rojo. Algo más de 90 minutos después, en California han recibido las primeras imágenes del ingenio mecánico caminando por Marte. El reto más complicado fue el ‘salto’ que tuvo que dar el ‘Spirit’ para posarse en suelo marciano. La rampa está a unos 12 centímetros del suelo, aunque los científicos habían realizado ‘saltos’ con éxito en las pruebas realizadas en la Tierra desde una altura de más de 50 centímetros. Superado el desnivel, pondrá rumbo hacia ‘Sleepy Hollow’, una pendiente poco profunda que tiene muy intrigados a los científicos. La primera jornada de trabajo del robot en suelo de Marte estará casi íntegramente dedicada a hacer fotografías, más que a los desplazamientos. Desde que amartizó, el ‘Spirit’ ya ha mandado 4.400 imágenes del planeta rojo a la Tierra. El Mundo: 15 de enero de 2004. Edición electrónica

Se construyen tres espacios. El espacio de emisión se indica de manera explícita: el autor escribe desde Pasadena (EE. UU.). Es, sin embargo, consciente de que posiblemente el texto también sufra alteraciones en España en tanto que es el lugar en el que se edita el diario El Mundo. El espacio de recepción previsto es España. Tal hecho justifica la referencia a la diferencia de hora entre España y la correspondiente a la franja horaria GMT. No se explicita puesto que el canal de comunicación (un periódico de tirada nacional) hace que se presuponga con facilidad. La configuración del espacio de acción es compleja porque es doble. Por un lado, el planeta Marte, donde se encuentra el ingenio mecánico al que se refiere la noticia. Por otro lado, California, lugar desde el que se controla la misión narrada.

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La importancia del espacio en este texto no estriba solamente en si la distancia entre los tres niveles es mucha, sino en el hecho de que hay muchos planos espaciales (hasta cinco) que operan de forma simultánea. Por ello, el autor decide a partir de las siguientes consideraciones: en primer término, el espacio de acción correspondiente a Marte es desconocido para el lector, que además no puede reconstruirlo sino de una manera muy genérica. Esto implica que sea necesario un nivel mayor de explicitación de la información espacial. Se observa de manera evidente en el párrafo dos de la noticia. En segundo lugar, los contenidos espaciales son esenciales a la hora de entender correctamente la noticia. Como resultado de ello, se acumula un número elevado de designaciones de información de esa naturaleza a lo largo del texto. Finalmente, la distancia entre los tres planos espaciales es mucha, de modo que se explicita constantemente cada uno de ellos con el fin de evitar las confusiones y las ambigüedades. 1.4. El destinatario El autor establece con el destinatario un tipo de relación que ha de identificarse en términos cronológicos y espaciales. Merced a esta variable podremos distinguir entre géneros textuales de interacción directa (en presencia) o diferida (en ausencia). Estaríamos ante lo que Reiss y Veermer (1996) llaman modalidades textuales. En su valoración tendremos en cuenta, entre otras consideraciones, el canal de comunicación y su naturaleza visual, auditiva, mixta, etc. Además, estableceremos diferencias entre géneros de estructura interactiva dependiente (por ejemplo, los de naturaleza dialogal) y no dependiente. Por otro lado, hemos de fijarnos en la intención funcional del emisor. Recordemos que, desde esta perspectiva, Reiss (1972) y Koller (1983) distinguen acertadamente géneros textuales en los que predomina la función representativa, la expresiva o la apelativa. Debemos preguntarnos por el perfil mismo del destinatario, entendido este desde dos perspectivas: si es de naturaleza individual o colectiva, y si es conocido o no por el emisor. En este último caso, debemos plantear si podemos reconstruir o no un perfil del mismo; y al mismo tiempo, si ese destinatario desconocido tiene ya un perfil preconcebido acerca de nosotros como autores. En otras palabras, debemos saber cómo se gestionan los grados de conocimiento y/o desconocimiento recíproco. También hemos de fijarnos en la relación psicosocial que establecemos con el destinatario. En este contexto es necesario recordar a Brown y Gilman (1968), que han definido las llamadas relaciones de poder y solidaridad, definidas según el grado de lejanía o cercanía psicosocial establecida entre las personas involucradas en una interacción. De todas las decisiones tomadas van a depender, entre otras cosas, la construcción temática y contextual del texto, y la explicitación de sus coordenadas situacionales, tal y como hemos visto en el epígrafe anterior. Al mismo tiempo, el trabajo dirigido a perfilar al destinatario lleva en último término a simplificar las elecciones referidas al registro lingüístico que ha de adoptarse en el escrito. Veamos un ejemplo. Se trata de un texto publicitario que un banco español envió a sus clientes más jóvenes: Superclientes jóvenes de Santander Central Hispano Promociones especiales La juventud merece una atención especializada: por eso Santander Central Hispano ha reunido en 20 a todos los superclientes jóvenes para que puedan disfrutar de un trato adecuado a su situación personal, ofreciéndoles las ventajas que mejor se adapten a sus preferencias.

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Evidentemente, este texto publicitario se ha construido prefigurando un perfil de sus destinatarios, hasta el punto de que este se explicita en la primera línea. Desde esta consideración podemos observar cómo se han tenido en cuenta las variables a las que nos hemos referido más arriba: se trata de un destinatario colectivo y genérico. Por tanto, desconocido en cuanto a su persona pero conocido en su perfil. La reconstrucción en sencilla: son clientes que responden a una franja de edad específica, que suelen utilizar una serie de servicios del banco perfectamente conocidos y que además tienen un perfil en el plano del trabajo y del ocio que se puede interpretar con nitidez. Se trata de vender un producto a un segmento joven de población. Esta característica les puede hacer desconfiar. Por ello, conviene establecer una relación psicosocial de máxima cercanía: no hay imposiciones, solo sugerencias. Según lo visto, interesa un modo de expresión informal: se abandona el ustedeo habitual de la correspondencia comercial y se opta por el tuteo. Además, se incluyen coloquialismos (por ejemplo, ‘alucinante’) que acerquen la carta a los modos expresivos de sus destinatarios. Al mismo tiempo se evitan en todo lo posible los tecnicismos propios del lenguaje bancario porque pueden resultar excesivamente serios y aburridos.

Capítulo 2 LA ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS Y EL PREDISEÑO TE XTUAL. LA FUNCIÓN DE LOS TIPOS Y LOS GÉNEROS TEXTUALES

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on el Descubrimiento, Reyes hacía referencia a cómo explorar en relación con el tema del texto que queremos desarrollar. Se trata de acumular las informaciones necesarias, ya sean resultado de procesos de documentación, ya tengan su origen en nuestra memoria1. En lo que tiene que ver con la primera de las opciones, es interesante recordar a Figueras y Santiago (2000), para quienes el proceso documental pasa por tres fases necesarias: reunir, relacionar y valorar la información. Por lo que se refiere a la segunda de las vías, algunas propuestas muy sugerentes las encontramos en Serafini (1989) y en Cassany (1995). Ambos coinciden en que la primera fase de esta actividad tiene que ver con la pura acumulación de ideas. Siempre lo hacemos no de modo organizado sino lineal: tal y como van llegando a nuestra mente. Cassany sugiere que es oportuno apuntarlo todo, incluido lo más obvio; la razón es sencilla y perfectamente justificada: no estamos en el momento de valorar las ideas todavía. Serafini, por su parte, propone que hagamos uso de los agrupamientos asociativos2. En este procedimiento se parte de un tema que se va desarrollando de manera radial a medida que las ideas vienen a la mente. En el primer nivel se explicitan las ideas según llegan a la mente. En el segundo, se indican las que emanan no ya directamente del tema sino de los inspirados en él, y así sucesivamente. No es información jerarquizada, sino simplemente asociada:

1. Serafini (1989) sugiere que no es oportuno fiar a la memoria la fase de recogida de la información. Propone a cambio que fijemos por escrito el contenido que seamos capaces de acumular desde nuestra experiencia, desde nuestro conocimiento o merced a una correcta documentación. 2. Se trata de una técnica que adopta a partir de Camp (1982). Por su parte, Cassany, además de los procedimientos de asociación libre que ahora estamos recogiendo, propone también otros métodos asociativos como el cubo o la estrella.

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La fase siguiente consistiría en la organización de las ideas. Supone una estructuración basada en dos conceptos fundamentales: relación y jerarquía. Estamos ante lo que Cassany denomina mapas conceptuales: ahora la estructuración no está condicionada por la memoria o por la intuición. De hecho, en el esquema que proponemos a continuación y que completa el anterior, siete ideas de primer nivel en el agrupamiento se han reducido a cuatro una vez redistribuidos. Se sigue contando con un esquema visual que permite recolocar y reordenar constantemente la información:

Junto a esta racionalización conceptual, se hará necesario, en palabras de Serafini, determinar el foco de la escritura. En otras palabras, dilucidar la tesis principal si se trata de textos expositivos o argumentativos, o el punto de vista en el caso de los narrativos y descriptivos. Para Serafini, el trabajo concluye con la construcción de un esbozo, que sería una suerte de índice que va guiando definitivamente la escritura. Pasamos de una organización jerárquica de la información a otra lineal. La propuesta resumida es ciertamente muy útil y de especial aprovechamiento para el escritor novel. No obstante, peca de alguna limitación que es importante destacar. En primer lugar, solo es esencialmente válida para textos más bien vinculados al mundo de la conceptualización abstracta. En otras palabras, los que tradicionalmente se han asociado a la exposición y a la argumentación. En segundo lugar, puede llegar a convertirse en una tarea demasiado prolija, en la cual el autor se pierda y opte por volver a la escritura «automática» tradicional. Se podría completar y mejorar si se sigue una orientación que aparece apuntada en el trabajo de Cassany (1995 y, sobre todo, 1999): utilizar la información que dominamos en relación con los géneros textuales. Partimos de que muchos de ellos están estructural y conceptualmente convencionalizados. El conocimiento previo de tales convenciones nos permitirá organizar, relacionar y jerarquizar desde un principio la información, sin tener que pasar por hasta tres estadios previos antes de empezar el proceso de escritura. Y lo que es más importante, no solo desde del punto de

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vista exclusivo de la información aportada, sino también de la organización discursiva del texto a todos los niveles. La razón es sencilla: las lenguas cuentan con diversas maneras para expresar lo mismo, pero en los géneros se produce una delimitación de tales posibilidades (Lvovskaya, 2002). Gracias a ello contamos con tipos relativamente estables de emisiones interactivas, ya sean estas orales o escritas, literarias o cotidianas (Eggins y Martin, 2000). Debemos partir de una consideración del género como la realización lingüística de una actividad social. En este sentido es importante recordar que adquirimos y producimos los géneros a medida que participamos en actividades de producción de conocimiento propias de un campo de investigación o de una profesión (Berkenkotter y Huckin, 1993). En este sentido, es relevante la aportación de Renkema (1999), quien los analiza desde el punto de vista de los usuarios. Estos son capaces de llevar a cabo cuatro actividades en relación con ellos: pueden distinguirlos, reconocen errores de clasificación de textos concretos, juzgan la conveniencia de usar ciertos géneros para determinados objetivos comunicativos y, por último, son capaces de parodiarlos. En cualquier caso, la doctrina de los géneros está lastrada por un hecho que Georgakopoulou y Goutsos (1997) apuntan razonadamente: si el género refleja actividades discursivas de origen social, la lista de los mismos será infinita, lo que convierte el análisis de los mismos en una labor virtualmente inabarcable. Por otro lado, debemos señalar que la mayor parte de los géneros se definen en el entorno de los textos escritos, lo cual no significa que no los haya en el canal hablado. No obstante, la configuración del género en el canal escrito es mucho más explícita. Como apunta Reyes (1998), en este se parte de dos ausencias: espacio y tiempo compartido. Para compensar las posibles dificultades derivadas de este hecho, se crea una serie de convenciones más elaboradas que las que rigen los textos orales. Su objetivo será que el contenido y la intención se transmitan sin equívocos. En cualquier caso, la distinción oral/escrito no ha de entenderse en términos polares. Más aún (Georgakopoulou y Goutsos, 1997), hay géneros en los que el canal es irrelevante (por ejemplo, una comunicación de un congreso), y otros en los que es difícil adscribir un género a un canal (chat, correo electrónico, fax, etc.). En palabras de Reyes (1998), nuestra actividad social nos integra en diferentes comunidades discursivas, entendidas como conjuntos de personas que tienen en común actividades sociales y textos correspondientes. Por tanto, el género implica una agrupación de textos que cumplen funciones sociales similares y tienen características formales en común. Por eso mismo, cuando escribimos hemos de respetar las convenciones genéricas. La razón es obvia, los géneros son productos culturales en los que se han codificado las maneras en las que se expresan ciertos significados. Respetar las convenciones genéricas presupone comunicarnos de acuerdo con unas normas que incluyen ciertos rasgos lingüísticos obligatorios y leyes discursivas propias. No obstante, no se ha de perder de vista que los géneros son formas de expresión dinámicas, por lo que no se han de considerar como expresivamente estáticos. Cambian en tanto lo hacen las necesidades de los usuarios. Tanto es así que, como apuntan Georgakopoulou y Goutsos (1997), deben tenerse en cuenta dos parámetros diferenciadores: por un lado, cada sociedad organiza los géneros de maneras distintas y usando nomenclaturas diversas; por otro, en diferentes momentos en el tiempo, los géneros ganan o pierden popularidad. Del mismo modo, cabe hablar de géneros que nacen y mueren. Y también de géneros que mutan o se hibridan con otros (García Izquierdo, 2005). El nivel de convencionalización de los géneros textuales es variable. Desde esa perspectiva, el grado de libertad en la construcción textual no siempre es el mismo. Tanto que existen modelos perfectamente cerrados que habitualmente nos limitamos a completar. Así ocurre en el ejemplo siguiente, donde se nos muestra un prototipo de testamento en el que los asteriscos indican los espacios en los que debemos escribir:

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RESUMEN Resumen: Modelo de testamento en el cual el testador lega a su consorte su legítima (usufructo de la mitad de la herencia), nombrando herederos a todos los hijos. Extracto: NUMERO * En la ciudad de *, a las * horas del día * de dos mil *. ANTE MI *, Notario del Ilustre Colegio de *, con residencia en *. COMPARECE: DON *, mayor de edad, casado, vecino de * con domicilio en *. Exhibe D.N.I. *. Sujeto al Fuero civil de Vizcaya. Le conozco y tiene a mi juicio la aptitud mental y la capacidad legal necesaria para otorgar el presente TESTAMENTO ABIERTO y previa manifestación de su deseo procedo a redactarlo siguiendo sus instrucciones verbales, de conformidad con las siguientes CLAUSULAS: PRIMERA: Declara que es natural de *, donde nació el día *; hijo de los consortes * y * (difuntos), casado con Doña *, de cuyo matrimonio, único contraído, tiene dos hijos llamados * y *. SEGUNDA: Lega a su esposa la legítima que le corresponde. TERCERA: Nombra herederos universales y libres a sus citados hijos y por iguales partes. Les sustituye, por la vulgar, por sus respectivos descendientes, por estirpes. CUARTA: Revoca cualquier otra disposición de última voluntad otorgada con anterioridad a este Testamento. PROTECCIÓN DE DATOS PERSONALES. Advierto expresamente al c... contratos.ulex.es. Último acceso: 31/12/2012

El problema mayor reside en decidir sobre qué parámetros podemos describir esa convencionalización que, además, no ha de entenderse en términos canónicos sino probabilísticos. Aunque faltan criterios claros y aceptados de manera unánime para definirlos (Georgakopoulou y Goutsos, 1997), el punto de partida lo encontramos en la teoría de la literatura, concretamente en Bajtin (1952), para el cual todo texto es el resultado de la fusión de tres factores: tema, estructura interna y registro. Swales (1990) repite virtualmente la propuesta (estructura, estilo y contenido) y añade la consideración del público meta. Para Maingueneau (1996) con género nos referimos a modelos de comunicación socio-históricamente establecidos: actividades más o menos ritualizadas conforme a unas restricciones. Coincide en dos de las variables adelantadas por Batjin (tema y modo de organización de los discursos) y por Swales (estatus social de emisores y destinatarios), y añade otras relacionadas con la situación textual: las circunstancias temporales y espaciales de la enunciación, los soportes, los modos de difusión y la longitud. Eggins y Martin (2000) subrayan la importancia de tema y estructura, pero dan mayor relevancia a la formalidad textual, la expresión de la actitud del autor (nivel de modalización del texto) y el conocimiento supuesto que se exige. Por fin, y para terminar este recorrido, Lvovskaya (2002) afirma que los autores seleccionan los materiales a partir de las intenciones funcionales, la situación comunicativa y las convenciones textuales, que son exclusivamente de naturaleza lingüística. El primero de los intentos por establecer de modo exhaustivo una clasificación consistente es el de Serafini (1989). En su modelo se consideran seis variables:

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– Prosas de base. Existen cuatro modelos básicos de expresión: narración, descripción, exposición y argumentación3. – Función de la escritura: expresiva, poética, informativo-referencial e informativoargumentativa. – Tipo de destinatario: uno mismo, un conocido, un desconocido. – Relación con el destinatario: íntima o formal. – Distancia temporal con el objeto del escrito: presente, pasado o futuro. – Tipo de contenido: fantástico o no. Aún más desarrollada resulta la propuesta de Günthner y Knoblauch (1995). En su opinión, los géneros son soluciones convencionales complejas que se establecen desde planos históricos y culturales. Se trata de patrones comunicativos de elementos organizados desde tres factores: – Situación Interactiva: r 0SHBOJ[BDJÓOJOUFSBDUJWB r .BSDPEFQBSUJDJQBDJÓO r 'FOÓNFOPTSJUVBMFTBQFSUVSBZDJFSSF TBMVEPTZEFTQFEJEBT FUD r 3BTHPTOPMJOHÛÎTUJDPTEFMBTJUVBDJÓOTPDJBM – Estructura Externa: r ¦NCJUPTDPNVOJDBUJWPTGBNJMJB QBOEJMMB QBSUJEPQPMÎUJDP FUD r $BUFHPSÎBTPDJBMEFMPTQBSUJDJQBOUFT r %JTUSJCVDJÓOJOTUJUVDJPOBMEFMPTHÊOFSPTBEFDVBDJÓOBÃNCJUPTTPDJBMFT – Estructura Interna (rasgos verbales y no verbales): r 3FDVSTPTQSPTÓEJDPT r (FTUPTZNBOFSBT r &MFNFOUPTMÊYJDPTFNÃOUJDPT r &MFNFOUPTNPSGPTJOUÃDUJDPT r 3FDVSTPTGPOPMÓHJDPT r 3FHJTUSPTPDJPMJOHÛÎTUJDP r &MFNFOUPTFTUJMÎTUJDPTSFDVSTPTSFUÓSJDPTQSPQJPT r 3BTHPTEFDPOUFOJEPUFNBT BSHVNFOUPT QFSTPOBKFTQSPUPUÎQJDPT FUD r .FEJPPTPQPSUF La tercera de las propuestas más completas corresponde a Dimter (1999), quien propone como parámetros de clasificación de los géneros la forma, la función, el contenido y la situación: – Forma. Considera dos niveles, selección y combinación, que nos proporcionan las características convencionales de los textos. Desarrolla el concepto de «características necesarias» de cada género; su omisión puede tener un doble efecto: dificultar la comunicación o bien destacar determinados contenidos. – Situación comunicativa. Se deben considerar las siguientes variables: r &MFNJTPSZFMSFDFQUPSHSBEPEFSFMFWBODJBFOFMBDUPEFDPNVOJDBDJÓO r (SBEPEFDPOPDJNJFOUPSFDÎQSPDPFOUSFFNJTPSZSFDFQUPS r %JTUBODJBFTQBDJBMZUFNQPSBMFOUSFFNJTPSZSFDFQUPS/ÙNFSPEFEFTUJOBUBSJPT según espacio y tiempo. r $BOBMWJTVBM BVEJUJWPPNJYUP 3. Se trata de lo que nosotros denominaremos tipos textuales en el epígrafe siguiente.

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r 'PSNBEFDPOTFSWBDJÓOEFUFYUPBDDJEFOUBMPFTFODJBMQBSBMBWBMPSBDJÓOEFMtexto. r 5JQPEFDPOUBDUPWJTVBM BVEJUJWP FUD – Función del texto. El emisor influye en el estado mental del receptor en tres niveles: r 4PCSFFMDPOPDJNJFOUP r 4PCSFMPTWBMPSFT r 4PCSFTVWPMVOUBE – Contenido del texto. Analizado a partir de las siguientes variables: r 5FNBEFMUFYUP r 3FMBDJÓOUFNQPSBMFOUSFFMDPOUFOJEPZFMNPNFOUPEFFNJTJÓOUFNBTHFOFSBMFT o temas concretos. r (SBEPEFđEFMJEBEBMBSFBMJEBE ■ Textos que han de ser fieles. ■ Textos que predicen la realidad. ■ Textos ficticios. Sobre estas bases podríamos concluir que el género se debe entender como una modalidad discursiva convencional, de naturaleza sincrónica aunque con posibilidad de perdurar en el tiempo, socialmente reconocida y definida tanto desde la relación pragmática establecida como desde la perspectiva de los rasgos discursivos implicados en su configuración. Nos ocuparemos ahora de los rasgos discursivos. Para ello, nos fijaremos en la estructura secuencial, en la construcción de las voces textuales y en la importancia de la modalización y las dimensiones textuales. 2.1. Estructura secuencial Se trata de fijar la atención en la configuración secuencial correspondiente al género textual que queremos componer. Todo género se define formalmente desde la construcción de una o más secuencias textuales combinadas, pudiendo ser estas de la misma o de diferente naturaleza tipológica. Siguiendo a Adam (1987 y 1992), las secuencias son grupos homogéneos de proposiciones que reúnen las características propias de un texto. En otras palabras, entendemos que es una secuencia aquel fragmento textual que, con independencia de que coincida con la totalidad del texto, es susceptible de ser analizado y procesado como un texto completo e independiente. Según Adam, el texto no tiene por qué ser tipológicamente homogéneo, sino que puede estar compuesto por un conjunto de secuencias de diferente adscripción. En cada texto debemos tratar de decidir cuál es la secuencia textual dominante que nos permita adscribirlo de forma global a un determinado tipo. Para Adam, existen cinco tipos de secuencia: narrativas, descriptivas, argumentativas, explicativas y dialogales. Por nuestra parte, hemos optado por fijarnos de manera exclusiva en las secuencias narrativas, descriptivas, expositivas e instructivas. Renunciamos a las dialogales puesto que nos vamos a centrar como campo de aplicación en los textos escritos. Por último no entendemos que la argumentativa sea una secuencia como tal, sino que resulta más acertado interpretar la argumentación como dimensión textual que se puede observar en cualquier tipo de secuencia. Volveremos sobre la cuestión más adelante. En los textos en los que se combinan dos o más secuencias debemos decidir entre las que tendrán una función dominante o subordinada según sean más o menos relevantes de acuerdo con la intención y la información aportada. También se ha de tener en cuenta que puede haber más de una secuencia dominante cuando el texto sea de cierta complejidad informativa. Las secuencias de un mismo texto se pueden relacionar de dos maneras. En primer término, podemos observar que unas se insertan dentro de otras. En este caso hablamos de secuencias envolventes

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e incrustadas, respectivamente: una secuencia dominante nunca aparece incrustada; sin embargo, una subordinada puede envolver a otras de esa misma naturaleza. En segundo lugar, puede suceder que aparezcan ubicadas de manera contigua; en tal caso hablamos de secuencias concatenadas. Dentro de estas cabe distinguir concatenaciones dependientes e independientes. En el primer caso, una sección de una secuencia cumple alguna función en la siguiente: este sería el caso de la concatenación de secuencias narrativas donde el desenlace de una se convierte en marco de la siguiente. Las posibilidades de combinación son también muy amplias. Un texto puede estar formado por varias secuencias concatenadas de las que una es dominante y el resto son subordinadas, por varias secuencias concatenadas dominantes, por una dominante envolvente y varias subordinadas incrustadas, etc. Los géneros que tradicionalmente integran la narración como secuencia dominante son los siguientes: mitos, leyendas y poemas épicos; novela, novela corta y cuento; fábula y parábola; chiste, historieta y cómic; biografía y autobiografía; obra de teatro, relato radiofónico y guión de cine y de televisión; noticia, reportaje, suceso y crónica; e investigación científica «subjetiva». La secuencia narrativa es muy versátil en términos de organización textual. Es frecuente que adopte una función dominante; permite, asimismo, que se inserten en ella secuencias de cualquier otra clase. De la misma manera, puede asumir función subordinada e insertarse en secuencias de distinta naturaleza. Puede suceder que, en textos temáticamente complejos, las secuencias narrativas aparezcan concatenadas. En esos casos es normal que entre ellas se establezcan asociaciones vinculadas al contexto, a la situación, al tema o a las voces textuales: un ejemplo sería El Lazarillo. Por último, tampoco es infrecuente encontrar series de secuencias narrativas concatenada dependientes, donde la resolución de una se convierte en marco de la siguiente. Así sucede en El Quijote. Es difícil poder identificar géneros asociados a la descripción, por cuanto se trata de un tipo de secuencia que habitualmente se construye de manera incrustada. En cualquier caso, se pueden indicar los siguientes: retrato, enciclopedia, informe médico, escritura de una vivienda y parte meteorológico. Y es que la secuencia descriptiva asume solo de manera esporádica una función dominante. De hecho, es mucho más frecuente que la encontremos insertada en secuencias de otra naturaleza. Del mismo modo, es extraño que tenga función envolvente. Es, sin embargo, posible y hasta frecuente dar con textos en los cuales una serie de secuencias descriptivas concatenadas se asocian para la configuración de una misma unidad textual y se relacionan por algún argumento temático que las vincula de manera global. Sería el caso de buena parte de las guías turísticas. En cambio, es más sencillo detectar cuáles son los géneros textuales que habitualmente se asocian a la secuencia expositiva. Citaremos solo los más conocidos: conferencia, ponencia, comunicación, abstract y artículo científico; tratado, manual y monografía científica; reseña, ensayo y tesis; artículo de opinión, artículo de revista divulgativa, crítica y editorial periodístico; y sermón, arenga y discurso. Es habitual que la secuencia expositiva adopte una función dominante. Permite, asimismo, que se inserten en ella otras de cualquier naturaleza. De la misma manera, puede asumir función subordinada e insertarse en secuencias mayores de distinta naturaleza. Finalmente, es frecuentísima la concatenación de secuencias expositivas asociadas por vínculos de naturaleza temática. De hecho, muchos textos considerados globalmente como expositivos estarán normalmente compuestos por una cadena de secuencias expositivas. Los géneros asociados a la secuencia instructiva se identifican sin ninguna dificultad. Algunos de ellos son los siguientes: manuales de instrucciones, códigos y normativas, recetas culinarias, y reglas de juegos. Esta secuencia cumple casi siempre una función dominante. Del mismo modo, es frecuente que se combine con otras de la misma naturaleza en una serie concatenada independiente. Por último, cabe señalar que puede aparecer incrustada en secuencias de otra naturaleza, pero es extraño que tenga función envolvente. En otro orden de cosas, buena parte de los géneros textuales van asociados a una específica manera de distribución de la información. Ha de tenerse en cuenta que la organización discursiva

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va a depender de dos variables de naturaleza interdependiente: de un lado, el grado de convencionalización de la estructura del género; de otro, de la disposición secuencial del texto del que se trate. Así, si se trata de redactar una noticia periodística, habrá que tomar en consideración dos hechos. Por una parte, que tal género está estructuralmente muy codificado: ha de contar con titular, entradilla y cuerpo. Por otra, que secuencialmente descansa sobre la base de una secuencia textual tipológicamente narrativa, lo que supone que cuente con un marco, un desarrollo y un desenlace. Algunos géneros están estructuralmente muy predefinidos. Así ocurre, por ejemplo, con buena parte de los asociados al lenguaje jurídico. Otros, en cambio, permiten al autor moverse con un grado mayor de libertad. No disponemos de una descripción exhaustiva de todas las estructuras correspondientes a los diferentes géneros y, sin duda, se trata de una herramienta que sería de enorme utilidad para el escritor novel. No obstante, tampoco hemos de olvidar que se trata en muchos casos de tendencias organizativas y no de divisiones en partes de naturaleza invariable. Al mismo tiempo, hemos de recordar que la naturaleza dinámica de los géneros nos obliga a relativizar la actualidad de las divisiones canónicas. Frente a esta situación de inevitable imprecisión propia de la organización de los géneros, contamos sin embargo con que la estructura en partes (denominadas superestructuras) de las diferentes secuencias tipológicas es mucho más estable. Tal hecho se convierte en una excelente herramienta en el proceso de planificación textual. Por ello, nos detendremos a continuación en cada una de ellas. Para la identificación de las partes correspondientes a las superestructuras de cada una de las secuencias partimos de los trabajos de Adam (1987 y 1992), Van Dijk (1992), Ciaspucio (1994), Bustos Gisbert (1996) y Fuentes (2000). Para el caso de la superestructura narrativa proponemos un esquema dividido en tres grandes secciones: – Marco. En esta parte se define el contexto y se estructura la situación. Incluye, pues, el estado de cosas que sirve como punto de partida para la acción relatada. Esta sección con mucha frecuencia es implícita y en algunos textos aparece representada de manera icónica y no verbal. – Complicación. Se expresa la acción o suma de acciones concatenadas que provocan la transformación del estado de partida. Se trata del núcleo informativo de la secuencia y, por ello, es una sección siempre explícita. – Resolución. Se trata de la representación de la nueva situación que surge como consecuencia de las acciones relatadas. No tiene por qué ser explícita. Estas tres partes componen siempre la superestructura de una secuencia narrativa. Ello no significa, sin embargo, que tengan que aparecen necesariamente en el orden señalado. Los destinatarios de la secuencia reconstruyen mentalmente esa organización en el momento de la interpretación textual. Veamos un ejemplo. El núcleo de la siguiente carta personal se configura como una secuencia narrativa: Queridísimo Marcos: ¿Cómo está transcurriendo tu estancia en Marruecos? ¿Has encontrado lo que buscabas? Hace dos semanas me pediste un favor que no llegué a satisfacer hasta el día de hoy, 13 de marzo. Amigo mío, las plantas se han secado y has recibido varias cartas de una citación judicial que tienes para el día de mañana, 14 de marzo (me he tomado la libertad de leerlas en vistas del peso que estas podían tener para ti). Te sentirás molesto por ello, y tienes toda la razón del mundo para disgustarte conmigo. Pero hay una buena razón que justifica mi descuido. ¿Te acuerdas de Sara, la chica que te presenté el día de tu vigésimo quinto cumpleaños? Pues bien, su novio acaba de dejarla, y lo estaba pasando tan mal, que decidí llevarla al campo a pasar unos días de relax. Esto, sumado a mi gran defecto

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de falta de organización (del que eres más que consciente) provocó mi olvido temporal de todo lo relacionado con la ciudad. Para disminuir tu enfado te he comprado nuevas plantas iguales a las tuyas (salvo el bonsái de ficus, que no pude encontrar). Además, ahora te adjunto esas cartas que no te hice llegar. Lo llevaré a la empresa de envío urgente que hay en frente de tu casa, para ver si pueden realizar la entrega en tiempo mínimo. Mi fiel amigo, te mando abrazos y un mar de disculpas. Asumo la responsabilidad de todo problema causado y acepto cualquier reprimenda. Pedro

El autor del texto combina acertadamente las especificaciones estructurales del género elegido con las características de la superestructura narrativa: Saludo Queridísimo Marcos: Prólogo social ¿Cómo está transcurriendo tu estancia en Marruecos? ¿Has encontrado lo que buscabas? Núcleo: secuencia narrativa Marco Hace dos semanas me pediste un favor que no llegué a satisfacer hasta el día de hoy, 13 de marzo. Pero hay una buena razón que justifica mi descuido. ¿Te acuerdas de Sara, la chica que te presenté el día de tu vigésimo quinto cumpleaños? Complicación Pues bien, su novio acaba de dejarla, y lo estaba pasando tan mal, que decidí llevarla al campo a pasar unos días de relax. Esto, sumado a mi gran defecto de falta de organización (del que eres más que consciente) provocó mi olvido temporal de todo lo relacionado con la ciudad. Resolución Amigo mío, las plantas se han secado y has recibido varias cartas de una citación judicial que tienes para el día de mañana, 14 de marzo (me he tomado la libertad de leerlas en vistas del peso que estas podían tener para ti). Para disminuir tu enfado te he comprado nuevas plantas iguales a las tuyas (salvo el bonsái de ficus, que no pude encontrar). Además, ahora te adjunto esas cartas que no te hice llegar. Lo llevaré a la empresa de envío urgente que hay en frente de tu casa, para ver si pueden realizar la entrega en tiempo mínimo. Epílogo social y despedida Mi fiel amigo, te mando abrazos y un mar de disculpas. Asumo la responsabilidad de todo problema causado y acepto cualquier reprimenda. Pedro

La superestructura descriptiva es mucho menos dúctil que la anterior en la medida en que el orden de las partes no se suele alterar y en que la mayor parte de ellas se representa siempre de forma explícita. Podemos identificar las siguientes secciones: – Tema. Supone la designación del todo que se va a describir. En el caso de numerosos textos suele coincidir con el título. Se trata de una sección que en rarísimas ocasiones se plantea de manera implícita.

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– Definición. Nos encontramos ante un segmento que se puede plantear de manera implícita y en el que se define el todo objeto de la descripción. – Expansión. En esta sección nos centramos ya en las divisiones de la entidad descrita. Coincide con la representación de las partes que componen el tema. Pueden aparecer tres secciones: r %FĖOJDJÓO. Una vez más, puede ser implícita. No obstante, su presencia es mucho más frecuente que la definición del todo. r 1SPQJFEBEFT. Indicación de las características más sobresalientes. r $VBMJEBEFT. Explicitación de las funciones y valoración de virtudes y defectos. Es el segmento de naturaleza más subjetiva. Efectivamente, podemos observar que tal esquema estaba presente en la planificación del texto siguiente. Pertenece a la novela El misterio de la cripta embrujada. En él, Eduardo Mendoza describe a Cándida, la hermana prostituta del protagonista: Cándida tenía la frente convexa y abollada, los ojos muy chicos, con tendencia al estrabismo cuando algo la preocupa, la nariz chata, porcina, la boca errática, ladeada, los dientes irregulares, prominentes y amarillos. De su cuerpo ni que hablar tiene: siempre se había resentido de un parto, acaecido en la ferretería donde mi madre trataba desesperadamente de abortarla y de resultas del cual le había salido el cuerpo trapezoidal, desmedido en relación con las patas, cortas y arqueadas, lo que le daba un cierto aire de enano crecido, como bien la definió, con insensibilidad de artista, el fotógrafo que se negó a retratarla el día de su primera comunión so pretexto que desacreditaría su lente.

Gráficamente, representamos la información de la siguiente manera: Tema Cándida Definición Implícita. Se ha establecido quién es en páginas previas del texto. Expansión (segmentación de la descripción) Sin definición. Fusión de propiedades y cualidades Parte 1. Cara. Frente Ojos Nariz Boca Dientes

Parte 2. Cuerpo Parte 3. Piernas

Convexa y abollada Muy chicos Con tendencia al estrabismo Chata Porcina Errática Ladeada Irregulares Prominentes Amarillos Ni que hablar tiene Siempre se había resentido de un parto Trapezoidal, desmedido en relación con las patas Patas Cortas y arqueadas

La secuencia expositiva cuenta con una superestructura en la que también se exige que se respete el orden previsto. Son secuencias que plantean un concepto o una serie de conceptos

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de naturaleza esencialmente abstracta, por lo que carecen normalmente de anclajes-espacio temporales. El respeto a la ordenación de la superestructura parece que facilita el procesamiento de dicha información. Se reconocen en ella las siguientes partes: – Planteamiento del contenido que se desea desarrollar. Se trata de una parte necesariamente explícita. En muchas ocasiones coincide con el título del texto. – Observaciones. Presentación de las claves que justifican la necesidad de este texto. Se fijan, pues, las lagunas conceptuales en relación con el campo de conocimiento en el que se trabaja. Es una parte esencial en la configuración del pacto contextual entre emisor y destinatario. – Explicación. Interpretación de los hechos observados en relación con el tema. Se trata del núcleo informativo de la secuencia. – Solución. Valoración explícita de los nuevos conceptos desarrollados. Se realiza sobre la base de los conocimientos preexistentes hasta la aparición del texto. A fin de cuentas, evalúa la importancia del conocimiento generado. En un breve artículo de opinión, A. J. Vázquez realiza una defensa de los funcionarios públicos. Parece claro que organiza la información interpretando la totalidad del texto como una secuencia expositiva: ¿Funcionarios?; Sí, ¡naturalmente! Parece ser una tendencia natural el hablar mal de las minorías a las que no pertenecemos. Esto es, cualquier grupo de personas cuentan mil malos comportamientos de un miembro de otra minoría, lo cual produce un falso todo de objetividad y una falsa apariencia de universal validez. Así, todos estamos de acuerdo de lo que son media docena de malas experiencias frente a un universo infinito de comportamientos correctos. Aun cuando somos conscientes de esta falacia, seguimos hablando mal del taxista, con sus maniobras inoportunas; del profesor, con sus vacaciones excesivas; del farandulero que vive de la venta de su reportaje sexual; del piloto, con sus sueldos elevadísimos; del médico, con su desprecio al paciente; del mecánico con sus facturas desmesuradas; del funcionario, por su bajo rendimiento; etc. Pero ignoramos el cansancio de una larga jornada; la fatiga de unas clases en tensión; la profesionalidad del buen actor, la responsabilidad de llevar el avión; las guardias de 24 horas seguidas de la jornada ordinaria; nuestra falta de atención al coche; la impotencia del funcionario víctima de una organización incompetente, etc. Sin perjuicio de la corrección de la crítica, nadie prefiere al médico conduciendo un avión, al taxista enseñando historia o al mecánico asistiéndonos en el infarto. Por tanto, la cuestión básica es que conseguir que cada profesional ejerza con competencia su profesión, incluida la venta de los reportajes sexuales que, no se olvide, no ocurriría si todos los ciudadanos que la critican no la compraran, cómplicemente.

Interpretamos la información desde la superestructura expositiva: Planteamiento

¿Funcionarios?; Sí, ¡naturalmente!

Observaciones

Parece ser una tendencia natural el hablar mal de las minorías a las que no pertenecemos. Esto es, cualquier grupo de personas cuentan mil malos comportamientos de un miembro de otra minoría, lo cual produce un falso todo de objetividad y una falsa apariencia de universal validez. Así, todos estamos de acuerdo de lo que son media docena de malas experiencias frente a un universo infinito de comportamientos correctos.

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Explicación

Aun cuando somos conscientes de esta falacia, seguimos hablando mal del taxista, con sus maniobras inoportunas; del profesor, con sus vacaciones excesivas; del farandulero que vive de la venta de su reportaje sexual; del piloto, con sus sueldos elevadísimos; del médico, con su desprecio al paciente; del mecánico con sus facturas desmesuradas; del funcionario, por su bajo rendimiento; etc. Pero ignoramos el cansancio de una larga jornada; la fatiga de unas clases en tensión; la profesionalidad del buen actor, la responsabilidad de llevar el avión; las guardias de 24 horas seguidas de la jornada ordinaria; nuestra falta de atención al coche; la impotencia del funcionario víctima de una organización incompetente, etc. Sin perjuicio de la corrección de la crítica, nadie prefiere al médico conduciendo un avión, al taxista enseñando historia o al mecánico asistiéndonos en el infarto.

Solución

Por tanto, la cuestión básica es que conseguir que cada profesional ejerza con competencia su profesión, incluida la venta de los reportajes sexuales que, no se olvide, no ocurriría si todos los ciudadanos que la critican no la compraran, cómplicemente.

Por último, en lo que toca a la superestructura de la secuencia instructiva, esta es bastante estable y además muy lineal, en el sentido de que no es frecuente que se invierta el orden de sus componentes. Se construye sobre la base de dos grandes partes: – Útiles. Indicación de los elementos necesarios para hacer efectuar la tarea. Indican el contexto informativo. – Instrucción. Presentación secuenciada de las etapas necesarias para llevar a cabo la tarea. Se trata de una ordenación estrictamente temporal y normalmente no jerarquizada. Esta organización subyace a la segunda parte del texto siguiente. Se trata de una ruta turística por la Ribera Sacra, en Galicia: La Ribeira Sacra Desde la Edad Media recibió el nombre de Rivoira Sacrata (Ribera Sagrada) la zona que se extiende por la orilla meridional del río Sil, desde Castro Caldelas hasta Ourense, debido a los monasterios allí establecidos. Podemos visitarlos y admirar los espectaculares paisajes del cañón del Sil, saliendo de Ourense por la carretera de Ponferrada. En Esgos se encuentra el más antiguo, del siglo VI, con la iglesia excavada en la roca, de ahí su nombre San Pedro de Rocas. Veremos luego el de Xunqueira de Espadañedo, románico con reformas posteriores y más adelante el de Montederramo, de estilo herreriano del siglo XVI. Continuando hasta Castro Caldelas y después de visitar su castillo, bajaremos hacia el Sil, contemplando las ruinas del monasterio de San Paio de Abeleda. Siguiendo la orilla del río, en un pintoresco lugar descubriremos el de Santa Cristiña de Ribas de Sil, cuya iglesia es un perfecto modelo del románico compostelano, y terminaremos entrando en el más grandioso y mejor conservado de todos ellos, el de San Estevo de Ribas de Sil, síntesis de todos los estilos. A partir de aquí una pintoresca carretera baja por el cañón del Sil hasta Os Peares, donde se une al rio Miño. Aquí se une a la Ribeira Sacra del principal río gallego en el que se refleja la sorprendente iglesia fortaleza románica de Portomarín, la historiada fachada de San Estevo de Ribas de Miño y los pequeños templos, como el de Cova, salvados de las aguas del embalse. Unidas las dos riberas, continuará por bellos paisajes hasta Ourense. www.galinor.es/galeria/v1.html. Último acceso: 31/12/2012

La aplicación de las superestructuras a la fase de planificación nos permite prediseñar la estructura con mucha más precisión. También cuando se trata de textos de naturaleza

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polisecuencial donde, además, las secuencias pueden ser de diferente tipo. Esto resulta de especial utilidad cuando nos enfrentamos a aquellos géneros en los que el grado de convencionalización no sea muy evidente. En ese caso, nos resulta imprescindible partir del análisis de si se trata de un género monosecuencial o polisecuencial. Y si pertenece al segundo grupo, en qué condiciones lo hace o lo puede hacer. Supongamos, por ejemplo, que queremos redactar la guía turística de una localidad. Evidentemente, el tipo de información que incluir puede ser de muy diversa naturaleza. Imaginemos una que incluya dos partes. La primera estará dedicada a la historia y a los lugares de interés e incluirá un recorrido artístico con una presentación de los monumentos más importantes; asimismo, nos propondrá visitas a lugares interesantes en los alrededores. La segunda sección se fijará en los alojamientos más recomendables, en los bares de tapas y restaurantes, y en los establecimientos de ocio nocturno. Pues bien, la secuenciación del texto podría ser de este tipo: Historia Secuencia narrativa

S. N.

Recorrido artístico Secuencia instructiva en la que se insertan concatenadas tantas secuencias descriptivas como lugares se decidan para el recorrido. En cada una puede haber una secuencia narrativa insertada que narre la historia del lugar

S.I.

Lugares interesantes en los alrededores Serie de secuencias descriptivas concatenadas, tantas como lugares se decidan. En cada una puede haber una secuencia narrativa insertada que narre la historia del lugar

S.D.

Alojamientos más recomendables Serie de secuencias descriptivas concatenadas, tantas como lugares se decidan. Alguna puede incluir una secuencia narrativa insertada que narre la historia del lugar

S.D.

Bares de tapas y restaurantes Serie de secuencias descriptivas concatenadas, tantas como lugares se decidan. Alguna puede incluir una secuencia narrativa insertada que narre la historia del lugar

S.D.

Lugares de ocio nocturno Serie de secuencias descriptivas concatenadas, tantas como lugares se decidan. Alguna puede incluir una secuencia narrativa insertada que narre la historia del lugar

S.D.

S.D. S.N.

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Para cada una de las secuencias deberíamos plantear las partes correspondientes a sus superestructuras. Podemos representar gráficamente la planificación correspondiente a los cuatro primeros bloques que hemos propuesto más arriba. En los bloques 2 a 4 imaginamos un lugar, en el bien entendido que habría tantos como se decidiera incluir:

El esquema anterior funcionaría como mapa conceptual mediante el cual se regula planificación textual. La organización de la información existe antes, en la medida en que existen los géneros, y con independencia de que estos estén más o menos convencionalizados. No aprovecharse de ese conocimiento del que disfrutamos, aunque sea solo de manera pasiva, sería dar la espalda a una de las herramientas esenciales con las que contamos en el momento de ponernos a escribir. 2.2. Construcción de las voces textuales Todo texto se articula sobre una configuración de voces en tres niveles: Yo/emisor, Tú/ destinatario y Él/voz citada. En lo que se refiere a las dos primeras, se han de tomar en este momento decisiones referidas a la manera de representarlas. Primero planteamos si es pertinente o no la representación; esto es, si se representan de manera explícita o implícita. Asimismo, debemos evaluar si se construyen con naturaleza individual o colectiva, y si se trata de de voces reales o ficticias. Por último hemos de decidir la posición del emisor: fijamos nuestro punto de vista en relación con la información, pero también con el resto de las voces. Todo ello en virtud de la relación de igualdad, inferioridad o superioridad que deseemos establecer. La cuestión es fundamental y la podemos ilustrar con un ejemplo: en

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una entrevista publicada en 1928 en el diario ABC, Valle Inlcán explicaba cómo se relaciona el autor con sus personajes: Hay tres modos de ver el mundo artísticamente: El primero es verlo de rodillas, es la posición antigua. El autor ve a sus héroes en una condición superior a los seres humanos, por lo menos, superior al autor. Es la posición clásica. Así Homero ve a sus héroes condiciones sobrenaturales. La otra forma de ver es la de pie: ver a los personajes a la misma altura que el autor, con las mismas virtudes y defectos que el autor, como un doble del autor. Es la manera que más prospera. Es todo Shakespeare. La tercera forma es la que mira al mundo desde un plano superior, viendo a los personajes como muñecos, como seres inferiores al autor, con un punto de ironía. Así los dioses se convierten en personajes de sainete. Es la manera muy española, la del demiurgo, que no se cree hecho del mismo barro que sus muñecos. Así Quevedo, Goya, Cervantes. Cervantes se cree más cabal que Don Quijote y jamás se emociona con él. Esta consideración es la que me movió a dar un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos. Tomado de F. Ruiz Ramón: Historia del Teatro Español Siglo XX

Por lo que toca a las voces citadas, ha de considerarse, primero, si es pertinente o no su presencia en el texto. Asimismo, si generan o no discurso referido: las terceras personas citadas tiene capacidad de construir un discurso propio. Este podrá configurarse de forma literal o glosada según se les permita expresarse de manera directa o bien se opte por que sea el emisor quien interprete sus palabras. La construcción de voces citadas es uno de los ejes de la planificación textual en aquellos géneros construidos sobre una base secuencial narrativa o expositiva. En el caso de las primeras, las voces citadas son actantes directos en la configuración del relato. Tanto es así que Adam (1992) afirma que la unidad temática resulta garantizada por la presencia constante de al menos un sujeto actor. La estructura de voces en el texto narrativo puede llegar a ser muy compleja a partir del desdoblamiento de las voces del emisor y del destinatario. Tales procesos se detectan en aquellos textos donde se observa que la dimensión poética cumple una función destacada. El Yo emisor puede convertirse en un autor más o menos ficticio, externo al texto. A su vez, puede producir una voz nueva, el narrador, cuya realidad no trasciende a la del texto. El Quijote es un excelente ejemplo de esta complejidad: el emisor, autor real del texto, es obviamente Miguel de Cervantes. Sin embargo, su imagen se diluye cuando el narrador nos habla de un supuesto autor árabe del Quijote: Cide Hamete Benengeli. Y ese narrador tampoco es Cervantes, pues se refiere a él como una voz citada en el texto. Algo similar ocurre en el caso del Lazarillo. El emisor es desconocido, y su identidad ha hecho correr ríos de tinta. Sin embargo, el narrador y el autor ficticio coinciden en la figura de Lázaro, protagonista de la novela. También se puede crear un trasunto literario del Tú receptor. En este caso se le denomina narratario. Se trata de un receptor que puede ser ficticio o no. Cervantes se dirigía a uno real en el Quijote, el Duque de Béjar. Por su parte, Lázaro, en el segundo de nuestros ejemplos, tenía un narratario ficticio: ese Vuesa Merced al que en todo momento se dirige, y que ha sido interpretado por los críticos como una autoridad jurídica. Todo lo dicho se representa de la manera siguiente:

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Asimismo, debemos tener en cuenta si a través de las voces citadas se establecen relaciones intertextuales. Se trata de referencias a textos paralelos cuyos emisores son esas terceras personas. Completan la información contenida en el enunciado del que se trate y su conocimiento; por tanto, resultan imprescindibles para una correcta comprensión de la información transmitida. La fuente intertextual puede ser explícita, ya sea en la forma de su autor o en el nombre del texto, o bien implícita y supuesta en el contexto o directamente no identificable. Finalmente, la recuperación informativa se puede presuponer como parte de la información compartida entre el emisor y el destinatario, o bien se realiza explícitamente; en este caso, podrá ser literal o glosada. Veamos un ejemplo. Este texto fue publicado en 2001en El País: DESTETADOS CON ALCOHOL Lucía Argos / Charo Nogueira Beber por beber y hacerlo rápido. Éste es el rito de cada fin de semana para la mitad de los jóvenes españoles entre los 15 y los 19 años, ha revelado la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas. Y ya no hay diferencias entre chicos y chicas. Es más, ellas son más asiduas a las urgencias hospitalarias, confirman en tres grandes centros madrileños, debido a la menor tolerancia física de la mujer hacia el alcohol. En dos años ha aumentado en un 13% el número de adolescentes bebedoras. Se igualan a sus compañeros, aunque les suponga al principio un esfuerzo extra. Compran botellas de licor de moras, de manzana o de café, para que el trago dulce haga más fácil el objetivo: ‘cogerse un puntito, reírse’, es todo lo que acertaban a argumentar. Todas las que este viernes acampaban en el parque madrileño en torno al botellón confesaban 18, edad límite para comprar legalmente alcohol en la capital de España. Ni música ni comida El fenómeno juvenil se concentra en los fines de semana desde hace casi una década. Y la naturalidad con la que se asume la bebida es llamativa. Las mochilas del instituto, en una esquina. Grupos de chicas solas o pandillas beben de grandes botellas en las que elaboran las mezclas. No hay música, no se ve comida. Bolsas y envases de plástico tapizan la calle o el césped. ‘¿Y esta generación es la que dice que es ecologista?, comentaba José Antonio Jiménez Fraile, médico del Samur, contemplando el campo de batalla horas después.

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La tolerancia cultural española al alcohol es secular. ‘A mí me engañan cuando les pregunto si han tomado drogas, pero confiesan abiertamente que beben’, cuenta Carlos Dulanto, especialista en el tratamiento de adicciones. ‘Su percepción del riesgo es mínima. Beber es para ellos algo normal, y esa cultura de tolerancia se va a ampliar rápidamente al cannabis, sea legal o no’, opina. Aproximadamente un 20% de las urgencias hospitalarias está relacionado con consumos relevantes de alcohol, confirma un estudio del Plan Nacional sobre Drogas en 60 hospitales de 11 comunidades autónomas. La incidencia en los más jóvenes ha crecido ligeramente, dicen los responsables de las urgencias, si bien perciben que el fenómeno es más social que hospitalario. Todavía está muy asociado a fechas punta como fin de año o el final de curso. Una vez allí, el tratamiento consiste en aplicarles un suero de hidratación y mantenerles en vigilancia durante unas seis horas. Lo peor para ellos es avisar a las familias. ‘Los chicos se sienten culpables’, comenta la coordinadora de urgencias del Doce de Octubre, Carmen Perpiñá. Ello no impide que reincidan.

Las autoras se han servido de 6 fuentes intertextuales para construir su texto. De ellas, cuatro son explícitas: la última encuesta del Plan Nacional sobre Drogas, José Antonio Jiménez Fraile, médico del Samur, Carlos Dulanto, especialista en el tratamiento de adicciones y la coordinadora de urgencias del Doce de Octubre, Carmen Perpiñá; esta última se designa también como los responsables de las urgencias. Dos, en cambio, son implícitas puesto que no podemos identificarlas con la misma facilidad: tres hospitales madrileños y las chicas que este viernes acampaban en el parque madrileño. Se combinan las recuperaciones literales de información con las glosadas. Las resumimos de esta manera: – Encuesta del Plan Nacional Antidroga. Dos citas glosadas: r #FCFSQPSCFCFSZIBDFSMPSÃQJEP­TUFFTFMSJUPEFDBEBđOEFTFNBOBQBSBMB mitad de los jóvenes españoles entre los 15 y los 19 años. r "QSPYJNBEBNFOUFVOEFMBTVSHFODJBTIPTQJUBMBSJBTFTUÃSFMBDJPOBEPDPO consumos relevantes de alcohol. – Hospitales madrileños. Una cita glosada: r /PIBZEJGFSFODJBTFOUSFDIJDPTZDIJDBT&TNÃT FMMBTTPONÃTBTJEVBTBMBT urgencias hospitalarias. – Chicas en el parque. Una cita literal. r A$PHFSTFVOQVOUJUP SFÎSTF – José Antonio Jiménez Fraile, médico del Samur. Una cita literal: r Ay:FTUBHFOFSBDJÓOFTMBRVFEJDFRVFFTFDPMPHJTUB  – Carlos Dulanto, especialista en el tratamiento de adicciones. Dos citas literales: r A"NÎNFFOHBÒBODVBOEPMFTQSFHVOUPTJIBOUPNBEPESPHBT QFSPDPOđFTBO abiertamente que beben’. r A4VQFSDFQDJÓOEFMSJFTHPFTNÎOJNB#FCFSFTQBSBFMMPTBMHPOPSNBM ZFTB cultura de tolerancia se va a ampliar rápidamente al cannabis, sea legal o no’. – La coordinadora de urgencias del Doce de Octubre, Carmen Perpiñá/los responsables de las urgencias. Una cita glosada y una literal: r -BJODJEFODJBFOMPTNÃTKÓWFOFTIBDSFDJEPMJHFSBNFOUFTJCJFOQFSDJCFORVFFM fenómeno es más social que hospitalario. Todavía está muy asociado a fechas punta como fin de año o el final de curso. Una vez allí, el tratamiento consiste en aplicarles un suero de hidratación y mantenerles en vigilancia durante unas seis horas. r A-PTDIJDPTTFTJFOUFODVMQBCMFT

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En las secuencias expositivas, la información intertextual es fundamental. En ellas se establecen muy a menudo vínculos de esa naturaleza: la citación es constante y se convierte en un procedimiento destinado a garantizar la fiabilidad de la información dada. Ahora, las voces citadas no son actantes directos pero sí cumplen una función destacada en el plano de la configuración informativa. 2.3. Modalización y dimensiones textuales Según Fuentes (2000) las secuencias pueden estar dotadas de dos dimensiones cuya aparición es resultado no tanto de la información transmitida como de la actitud que subyace a la creación del texto. Se trata de las dimensiones argumentativa y poética. Se trata de variables que pueden afectar a cualquier opción tipológica y su presencia supone que las funciones apelativa y poética del lenguaje tengan mayor relevancia en el proceso de interpretación textual. Las dimensiones son cualidades integrales del género textual, de modo que su aparición no se limita a una secuencia u otra en un mismo texto, sino que se observa en todas que las que puedan combinarse en la creación de un texto. Se trata, pues, de un indicador de coherencia. Las dimensiones textuales se suelen utilizar en textos que además están modalizados; esto es, cuando la actitud ante la información del yo del emisor es más evidente. Un texto muy modalizado resulta, por tanto, más subjetivo en tanto que se aporta la posición del autor en relación con el contenido que se vierte. Imaginemos que ha empezado a llover. Ante tal hecho, diversos hablantes reaccionan de las siguientes formas alternativas: 1. 2. 3. 4.

Está lloviendo. Me parece que está lloviendo. ¡Qué asco! Está lloviendo. Por favor, que siga lloviendo, que nos vamos a morir de calor.

El hablante número uno no modaliza el texto: se limita a reflejar lo que sucede (esto es, que está lloviendo) de la manera más objetiva posible. Los otros tres, en cambio, sí asumen una perspectiva en relación con los hechos. Así, el número dos manifiesta que no está seguro de que realmente esté lloviendo. El número tres, por su parte, manifiesta su disgusto por que llueva. Finalmente, el número cuatro, pide directamente que siga lloviendo. Efectivamente, la modalización textual se construye en tres niveles4: epistémico, deóntico y valorativo. La modalización epistémica afecta al grado de compromiso del autor en relación con la verdad de la información transmitida. Se traduce en el uso de palabras o expresiones que indican grado de probabilidad y certeza. En el texto siguiente destacamos en cursiva los mecanismos mediante los cuales ha sido modalizado desde esta perspectiva: Para fundamentar el valor normativo de la Constitución Española en el propio ordenamiento jurídico sería preciso, por tanto, acudir a una norma superior a la Constitución misma, norma que no existe y que, aun cuando existiera, tampoco resolvería el problema pues también entonces habría que preguntarse por su valor normativo, por el fundamento de su condición de norma superior. Del mismo modo, tampoco se resolvería la cuestión si se negase a la Constitución Española el valor de norma. En tal caso estaríamos afirmando que la ley es libre, que no está sometida a ninguna norma superior a ella, esto es, que la ley es la norma suprema, con lo cual habría que plantearse respecto

4. El lector interesado en la modalización puede consultar el capítulo seis de Calsamiglia y Tusón (1999).

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de la ley misma la cuestión del fundamento de su valor normativo y de la posición suprema que le estaríamos reconociendo al negar la supremacía de la Constitución. I. de Otto: Derecho Constitucional.

El nivel de compromiso con la verdad está mediatizado en ese caso con los usos constantes de formas verbales condicionales. El autor se mueve de modo permanente en el terreno de la hipótesis. La modalización deóntica tiene que ver con que el autor manifieste su opinión acerca de lo conveniente o inconveniente de que algo suceda. Se usan para ello las perífrasis verbales, las formas de mandato, etc. Así sucede en el Decálogo del escritor elaborado por Augusto Monterroso. Destacamos en cursiva los fragmentos en los que se asienta la modalización: Primero. Cuando tengas algo que decir, dilo; cuando no, también. Escribe siempre. Segundo. No escribas nunca para tus contemporáneos, ni mucho menos, como hacen tantos, para tus antepasados. Hazlo para la posteridad, en la cual sin duda serás famoso, pues es bien sabido que la posteridad siempre hace justicia. Tercero. En ninguna circunstancia olvides el célebre díctum: «En literatura no hay nada escrito». Cuarto. Lo que puedas decir con cien palabras dilo con cien palabras; lo que con una, con una. No emplees nunca el término medio; así, jamás escribas nada con cincuenta palabras. Quinto. Aunque no lo parezca, escribir es un arte; ser escritor es ser un artista, como el artista del trapecio, o el luchador por antonomasia, que es el que lucha con el lenguaje; para esta lucha ejercítate de día y de noche. Sexto. Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión, o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron, o ganar tanto como Bloy. Séptimo. No persigas el éxito. El éxito acabó con Cervantes, tan buen novelista hasta el Quijote. Aunque el éxito es siempre inevitable, procúrate un buen fracaso de vez en cuando para que tus amigos se entristezcan. Octavo. Fórmate un público inteligente, que se consigue más entre los ricos y los poderosos. De esta manera no te faltarán ni la comprensión ni el estímulo, que emana de estas dos únicas fuentes. Noveno. Cree en ti, pero no tanto; duda de ti, pero no tanto. Cuando sientas duda, cree; cuando creas, duda. En esto estriba la única verdadera sabiduría que puede acompañar a un escritor. Décimo. Trata de decir las cosas de manera que el lector sienta siempre que en el fondo es tanto o más inteligente que tú. De vez en cuando procura que efectivamente lo sea; pero para lograr eso tendrás que ser más inteligente que él. Undécimo. No olvides los sentimientos de los lectores. Por lo general es lo mejor que tienen; no como tú, que careces de ellos, pues de otro modo no intentarías meterte en este oficio. Duodécimo. Otra vez el lector. Entre mejor escribas más lectores tendrás; mientras les des obras cada vez más refinadas, un número cada vez mayor apetecerá tus creaciones; si escribes cosas para el montón nunca serás popular y nadie tratará de tocarte el saco en la calle, ni te señalará con el dedo en el supermercado. El autor da la opción al escritor de descartar dos de estos enunciados, y quedarse con los restantes diez.

Con la modalización valorativa el autor expresa su valoración u opinión en relación con la información expuesta. Es el modelo de modalización más evidente. Lo hará a través de figuras retóricas; verbos, sustantivos y adjetivos valorativos; frases hechas; diminutivos, aumentativos y superlativos; exclamaciones y admiraciones; etc. En el texto siguiente destacamos algunos elementos lingüísticos que revelan una evidente modalización valorativa: Afortunadamente, Pedraza, que hace unas pocas décadas era un pueblo en vías de desaparición, se ha convertido en un floreciente foco de turismo en Segovia.

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No es difícil de entender pues, sin duda, Pedraza es uno de los rincones más bellos y pintorescos de España. Se trata de una ciudad amurallada con sabor medieval, pues el tiempo parece que se paró siglos atrás. Desde que hace unas décadas comenzaron las labores de recuperación del pueblo, se han rehabilitado casonas y palacetes, mientras que las viviendas de nueva construcción respetan estrictamente el contexto arquitectónico. Desde diferentes puntos y carreteras se puede llegar a Pedraza y la estampa siempre es sugerente y pintoresca, ya que la hermosa muralla abraza la ciudad, con su impecable castillo de Zuloaga en un extremo y la orgullosa torre románica de la parroquial aflorando como el mástil de un barco desde la inigualable Plaza Mayor. A la hermosura del lugar se ha unido el interés gastronómico y turístico, ya que es difícil encontrar alguna calleja sin su restaurante, horno de asar u hostal, donde el lechazo o cordero lechal al horno hace las delicias del viajero. www.arteguias.com/romanico_pedraza.htm. Último acceso: 31/12/12

El texto persigue crear una imagen atractiva de la localidad de Pedraza. Evidentemente, los juicios emitidos son discutibles (porque toda localidad turística de nuestro país entiende que es la más bella y pintoresca de España) en la medida en que son subjetivos y pueden generar afección o desafección. Se construyen sobre el refuerzo de la modalidad valorativa en este texto. Coincidimos con Fuentes (2000) en no reconocer la existencia de un tipo secuencial argumentativo. Preferimos la percepción que interpreta lo argumentativo como una dimensión textual que se puede detectar en cualquier tipo de secuencia. La importancia de la dimensión argumentativa es tal que una corriente de estudios discursivos, la Teoría de la Argumentación, representada entre otros por Anscrombe y Ducrot, defiende que todo texto es argumentativo en tanto que entiende el lenguaje como una actividad básicamente persuasiva. El objetivo de la comunicación será entonces llevar al destinatario al punto de vista del emisor. Por tanto, todo enunciado tiene capacidad argumentativa. Remitimos al lector interesado a los trabajos de Ducrot (1980), Perelmans y OlbrechtTyteca (1989), Habermas (1989), Anscrombe y Ducrot (1994) y Plantin (1998). No queremos ahora entrar a valorar los aciertos y los errores de esta forma de interpretación de la actividad discursiva, pero resulta innegable la importancia que la dimensión argumentativa puede exhibir en un texto. Fruto de ella, uno de los objetivos textuales más destacados será influir en el oyente, en sus ideas y en sus opiniones. En palabras de Plantin (1998), supone dar la vuelta a un discurso mediante otro discurso. Argumentar, pues, es sustituir un texto por otro en la base del acervo cognitivo del destinatario. La perspectiva es ahora importante: no se trata tanto de aportar conocimiento nuevo como de superar creencias previas. Y de hacerlo en una forma consistente y susceptible de superar la posible crítica. De lo contrario, deja de ser argumentación para transformarse en simple sofisma. La dimensión argumentativa se verifica en rasgos discursivos que se observan en la superficie textual5. Merced a ella, y desde una perspectiva estrictamente conceptual, si nos encontramos ante un intento de refutar una o varias opiniones previas, estas se han de representar de manera explícita o implícita. Tal hecho afecta esencialmente al conocimiento de unas premisas que se desea superar. Supone, pues, establecer con el destinatario un mayor pacto contextual. 5. Fuentes (2000: 147-156) realiza un excelente comentario de rasgos discursivos que permiten detectar la dimensión argumentativa en una crítica periodística, una circular administrativa y una carta de publicidad política.

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Asimismo, la dimensión argumentativa se utiliza con el objetivo de provocar la adhesión del destinatario. Por ello, hace uso de determinados procedimientos vinculados a la estructuración informativa. En este contexto es importante destacar el uso de los llamados argumentos cuasi lógicos. Se trata de razonamientos casi (pero no) formales que tienen abierta la posibilidad de la controversia (Plantin, 1998). Se basan, por tanto, en un principio de verosimilitud. Por ello, las conclusiones resultarán siempre discutibles. Según Perelmans y Olbrecht-Tyteca (1989), hay argumentos de muy diversas naturalezas. Entre los cuasi lógicos incluyen los siguientes: argumentos de compatibilidad e incompatibilidad; argumentos de ridiculización; identificación y definición de conceptos; aplicación de análisis (deductivos e inductivos) y tautologías; reglas de justicia: seres de una misma categoría deben ser tratados de la misma manera; argumentos de reciprocidad: aplicación del mismo tratamiento a dos situaciones que forman pareja (Si A odia a B, entonces B odia a A); argumentos de transitividad: aplicación de reglas de transitividad a tres o más elementos (Si A quiere a B, y B quiere a C, entonces A quiere a C); inclusión de la parte en el todo: por ejemplo, si un grupo tiene globalmente una característica, esa se observa en todos los miembros del mismo; división del todo en sus partes: las características de un miembro se asignan al grupo al que pertenecen; argumentos de comparación, distintos de los de identificación y los de analogía; argumentación por sacrificio: el esfuerzo exigido para alcanzar una meta como base de verosimilitud (por ejemplo, el mártir que se deja matar es prueba de la verdad de su fe); y probabilidades: calculo estadístico y probabilístico. En segundo lugar, proponen la existencia de argumentos basados en la estructura de lo real. Mientras que los cuasi lógicos hacen descansar su validez en una apariencia racional, ahora se busca su verosimilitud en que parecen suficientemente garantizados para permitir que la argumentación se desarrolle. Estos son algunos de ellos: argumento del despilfarro: no compensa renunciar a una empresa en marcha por el despilfarro del esfuerzo ya invertido; argumento de la dirección: asumir que una serie de acciones son etapas de un todo en la misma dirección; argumento de superación: capacidad de poder ir siempre más allá de un hipotético punto de llegada; los actos humanos: el comportamiento individual como justificación argumentativa; el argumento de autoridad: el prestigio de un tercero como justificación argumentativa; y el grupo: la pertenencia a un grupo como base de la argumentación. En tercer lugar, presentan la existencia de modelos argumentativos que se fundamentan en acudir a casos particulares para demostrar generalidades. Podemos citar los siguientes: la argumentación mediante el ejemplo, el modelo y el antimodelo; la argumentación mediante analogías; y la argumentación mediante metáforas. Todo ello tiene su correlato formal en la construcción discursiva. La dimensión argumentativa no se detecta solo en la manera de organizar la información, sino también en la actualización de determinados procedimientos lingüísticos. Sin ser ninguno exclusivo de esta dimensión, la aparición combinada de los mismos resulta determinante para evaluarla. En todo caso, se suelen citar como muy distintivas de esta dimensión discursiva las formalizaciones propias de la modalización textual a las que nos referimos más arriba. Es este el momento de hacer una pequeña reflexión en torno al uso de numerosas figuras retóricas: no son exclusivas pero sí características de esta dimensión. Su propósito no es solo el embellecimiento formal, sino que muchas de ellas se construyen con el objeto de destacar las direcciones argumentativas del texto. Asimismo, una figura puede producir diferentes efectos argumentativos. No es este el momento de elaborar una nómina de tropos, pero sí de recordar al lector interesado que la interpretación de esta dimensión en los textos presupone una sólida formación en retórica. La dimensión poética parte de la consideración misma de la función poética del lenguaje establecida a partir de las tesis desarrolladas por Jakobson (1974): la orientación hacia el mensaje como

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tal, la atención al mensaje en sí, es la función poética. La definición tiene ventajas e inconvenientes (Attridge, 1989); entre las primeras, que no decide si el producto es bueno o es malo en términos literarios y que excluye al lector de la valoración acerca de lo que es literario; por lo que toca a las segundas, términos como orientación o atención no son propios de los estudios lingüísticos sino más bien de los psicológicos. Como afirma Garrido (1997), riqueza de contenido, perfección de expresión y adecuada relación entre contenido y expresión son las bases para efectuar una valoración estética de un texto. Al final, la clásica correlación entre forma y contenido vuelve a ser el argumento más consistente para definir el lenguaje poético. Necesitamos, pues, dar algún paso adelante. Merced a ella se realiza una reelaboración formal con una intención autotélica o autorreferencial. La dimensión poética supone, pues, que se llame la atención sobre la peculiaridad del mensaje textual a través del uso de una enorme variedad de recursos que afectan tanto al plano del significado como al plano formal. Entre ellos destacan el predominio de la connotación y el refuerzo de la estructura sintáctica, fonética y semántica (Fuentes, 2000). Abundando en esa dirección, Sandig y Selting (2000) hablan de rasgos léxicos, sintácticos, fonológicos, grafológicos, retóricos y pragmáticos en la construcción del lenguaje poético. Su aparición no significa que un escrito reciba la consideración de literario, pero sí va a usar rasgos discursivos propios de los textos de esa naturaleza. No obstante, la presencia de una orientación autotélica en el texto no supone que las funciones normales del lenguaje queden suspendidas (Leech, 1989). De hecho, la presencia de la función poética no presupone que necesariamente sea la prioritaria en el uso del lenguaje. Así sucede en la literatura, pero no en los géneros textuales que denominaremos no literarios: la aparición de la dimensión poética no convierte el texto en autorreferencial, pero sí provoca que la atención se fije en la forma misma: y esa fijación tiene efectos y objetivos de naturaleza expresiva, argumentativa o referencial. Del mismo modo, ha de considerarse la existencia de géneros necesariamente asociados al uso o no de la dimensión poética: dentro de la convencionalización del género puede estar incluido el uso de la dimensión como obligada, potestativa o prohibida. En ese sentido debe pensarse que, en numerosas ocasiones, en las que la aparición es voluntaria, su uso se relaciona con los propósitos del emisor en el momento de crear el texto, sean estos literarios o no. En palabras de Pérez Gago (1993), la elección de modelos expresivos estilísticos responde a una intención del autor. Más complicado resulta decidir cuáles son esos rasgos concretos que nos permiten decidir si un texto exhibe dimensión poética. Más aún cuando se ha llegado a postular que todos cuentan con ella: Croce (1902) defendía que cualquier expresión lingüística tiene por sí misma una forma estética. Todo texto quiere ser expresivo: todo acto lingüístico es un acto creativo. Por ello, se ha evitado en la crítica aportar colecciones de rasgos identificadores, en beneficio de una percepción más general. Así, al definir el lenguaje poético, Levin (1974) afirma que se trata de un tipo de lengua definida como no ordinaria. Efectivamente, el alejamiento de la forma de expresión estándar es uno de los rasgos característicos de la dimensión poética. Tal percepción aparece de forma recurrente desde principios del siglo xx; representantes ilustres de esta postura serían, entre otros, Bally (1909), que define la lengua literaria como desviación de la ordinaria, y Spitzer (1980), para quien el estilo es un desvío de la forma sistemática. En esa desviación, Sandig y Selting (2000) defienden que existen rasgos prototípicos, como son los recursos retóricos. Así pues, estos cumplen una función preferencial en la construcción de la dimensión poética. De nuevo, la retórica se convierte en herramienta de primer orden en la construcción y la identificación de las dimensiones textuales. Al final, nos toca preguntarnos cómo se plantea el autor la presencia las dimensiones textuales en el momento de la preparación de su texto. Lo hace siempre en relación con los objetivos

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que le llevan a la construcción del texto. ¿Queremos convencer? ¿Queremos impresionar? ¿Queremos convencer por la vía de la impresión? En la respuesta a estas preguntas estará la decisión. Utilizamos la dimensión poética para fascinar e impresionar al hipotético visitante que lee un folleto turístico. Usamos la argumentativa para convencer al lector de un programa electoral. Y nos servimos de la poética para emocionarlo en un panegírico. Nos apoyamos en la dimensión poética para hacer más atractivos nuestros puntos de vista en un texto de opinión, y ello nos permite ser más argumentativos. Las dimensiones se unen y se separan por interés, por intención autorial. Antonio Burgos escribió hace unos años un espléndido artículo de opinión en el que criticaba de forma inmisericorde nuestra extraña afición a las canciones del verano. Al fin y al cabo nos criticaba a nosotros, lectores; y lo hacía de una manera cruel y exagerada, pero al mismo tiempo graciosa y ocurrente: el uso de ambas dimensiones es un instrumento que se nos antoja esencial en la construcción de dicho texto. Veámoslo con detenimiento: Como los gorilas Hay algo peor que la Operación Salida. Hay algo peor que las tradicionales huelgas de pilotos. Hay algo peor que la huelga de autobuses de acarreo de turistas en Son San Joan. Es la canción del verano. Lo más terrible del verano es que tiene canción, que gracias a Dios no tienen ni la primavera, ni el invierno, ni el otoño. Durante todo el año existen personas malignas que sólo piensan en cómo dar por saco con la canción del verano, y van y la componen exitosamente. Ya hay que tener maldad como para estar pensando en semejante tormento cuando los campos se visten de oro con el otoño. Esa es la época en que estos bodrios anuales son engendrados en malignas mentes creadoras, a fin de que dé tiempo a armonizarlos, orquestarlos, grabarlos en un disco, distribuirlos a los comercios y, sobre todo, promocionarlos por radio y TV. A las canciones del verano les pasa como a los terremotos de Centroamérica y a otras desgracias naturales: que cada vez son más espantosas. Creíamos, por ejemplo, que difícilmente la maldad de los plectros creadores podía superar el tormento de «Los Pajaritos», pajaritos por allí, pajaritos por allá, la gente agachándose y levantándose para hacer el ridículo, hasta que llegaron Los del Río: ay, «Macarena», cuánto sufrimos contigo. Y cuando creíamos que el novio Victorino que tenía la mentada Macarena era una marca insuperable en la capacidad de flagelar al personal, llegó King África con «La Bomba», con una mano en la cabeza y un movimiento sexy, cuando no ese terror llamado Georgie Dann con su chiringuito. Con los pasados males no están curados, empero, todos los espantos. Dispongan todo un SAMUR de botiquines de urgencia para curar el espanto que se avecina. ¿Qué digo se avecina? Ya lo tenemos aquí. Este año son los gorilas. Como en todos los periodos vacacionales anteriores, el atraco musical del verano nos manda poner las manos arriba, como en «Los Pajaritos», como en «Macarena», como en «La Bomba». Más no conformes con ello, los creadores del suplicio de hogaño, nos mandan a continuación bajar las manos para, finalmente, ordenarnos a todos la obligación de marchar como los gorilas, ug, ug, ug. Lo más ridículo es que hay ya terrazas enteras en Benidorm, discotecas al completo de las Baleares, cientos de salones de hoteles de la Costa del Sol donde el personal está no solamente dispuesto, sino encantado a marchar como los gorilas, ug, ug, ug.

La dimensión argumentativa se configura sobre la base de la modalización textual en este texto: – Básicamente a través de la valorativa: las canciones no son tales, sino bodrios anuales, espantosas, lo más terrible del verano, el atraco musical del verano, el suplicio de hogaño. Los cantantes son un terror. Los compositores no se quedan a la zaga y se convierten en personas malignas y malignas mentes que nos dan por saco. Y quienes las disfrutan, no bailan, sino hacen el ridículo. Claro que a quienes no les gustan, les atormentan.

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– También mediante la deóntica: el autor se permite aconsejarnos acerca de lo que debemos hacer para evitar los rigores de la canción del verano: dispongan de todo un SAMUR de botiquines de urgencia para curar el espanto. – Claramente argumentativa es también la renuncia evidente a la modalización epistémica. De hecho, muchos conceptos opinables son presentados como afirmaciones indiscutibles. Estos son algunos ejemplos: lo más terrible del verano es que tiene canción. Durante todo el año existen personas malignas que sólo piensan en cómo dar por saco. Al mismo tiempo, el texto se construye mediante la acumulación de argumentos. Podemos citar algunos de ellos: – Se refuerza la maldad de la canción del verano por comparación con otras incomodidades propias del período estival: Hay algo peor que la Operación Salida. Hay algo peor que las tradicionales huelgas de pilotos. Hay algo peor que la huelga de autobuses de acarreo de turistas. – Otro argumento por comparación: las canciones del verano tienen efectos similares a las desgracias naturales en zonas poco desarrolladas: son cada vez más espantosas. – El menosprecio de quien disfruta con la canción del verano es una manera de ridiculizarla: el turista es un ser de dudosa humanidad, no transportado desde el aeropuerto, sino acarreado. Siendo así, no es extraño, aunque sí grotesco, observar cientos de terrazas en las zonas turísticas abarrotadas de personas encantadas de hacer el ridículo y de dar grititos animales (ug, ug, ug). – El comportamiento individual como justificación argumentativa. La esencia maligna de los autores de canciones del verano justifica su comportamiento como también que seamos beligerantes con ellos. – Argumentos de superación: cada canción del verano es peor que su predecesora: cuando creímos que Macarena era una marca insuperable en la capacidad de flagelar, llegó King África. Por su parte, la dimensión poética se manifiesta en el uso de determinados recursos retóricos hábilmente combinados. Nos vamos a detener en algunos: – Usa construcciones sintácticas basadas en paralelismos. Empezando por la anáfora con la que se inicia el texto: Hay algo peor que la Operación Salida. Hay algo peor que las tradicionales huelgas de pilotos. Hay algo peor que la huelga de autobuses. También identificamos estructuras polisindéticas (que gracias a Dios no tienen ni la primavera, ni el invierno, ni el otoño) y asindéticas (que dé tiempo a armonizarlos, orquestarlos, grabarlos en un disco, distribuirlos a los comercios y, sobre todo, promocionarlos por radio y TV). – Presenta hiperbólicamente todo lo vinculado a la falta de calidad de las canciones estivales: las canciones se convierten en semejante tormento, en bodrios anuales y en atracos musicales del verano. No son compuestas por compositores sino engendradas por malignas mentes creadoras. No molestan, sino flagelan, y uno de sus cantantes es definido como ese terror llamado Georgie Dann. – Combina expresiones cultas y literarias con otras coloquiales e informales. De un lado, se usan metáforas propias del lenguaje literario (los campos se visten de oro en otoño) y cultismos extremos: la inspiración se convierte en plectro, se prefiere empero en lugar de «pero», y usa hogaño por «el año pasado». De otro, aparecen fórmulas

LA ORGANIZACIÓN DE LAS IDEAS Y EL PREDISEÑO TEXTUAL. LA FUNCIÓN DE LOS TIPOS Y LOS GÉNEROS TEXTUALES

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extremadamente coloquiales: solo piensan en dar por saco, y van y la componen, la mentada Macarena. Mezcla el discurso propio con el discurso citado. Así sucede a lo largo del segundo párrafo. El autor construye sus palabras a partir de los estribillos más conocidos de las diferentes canciones veraniegas: el tormento de «Los Pajaritos», pajaritos por allí, pajaritos por allá, la gente agachándose y levantándose para hacer el ridículo, hasta que llegaron Los del Río: ay, «Macarena», cuánto sufrimos contigo. Y cuando creíamos que el novio Victorino que tenía la mentada Macarena era una marca insuperable en la capacidad de flagelar al personal, llegó King África con «La Bomba», con una mano en la cabeza y un movimiento sexy.

Parte B COMPOSICIÓN TEXTUAL

E

l texto escrito se crea sobre unidades de construcción que le son propias y que derivan del modo discursivo: son el enunciado y el párrafo. No son unidades de lengua, sino de uso; por ello, no se debe identificar el primero con la oración, ni asumir que el segundo suma una serie de oraciones o de sintagmas. Sin embargo, son unidades gramaticalizadas en el sentido de que apoyan su construcción en herramientas de naturaleza lingüística. A la armonización de las unidades y a su configuración formal dedicaremos una parte importante de las páginas que siguen. Las unidades se construyen desde argumentos de muy diversa naturaleza. Los más importantes son de naturaleza retórica o intencional, temática o informativa, pragmática y cognitiva. Solo una interpretación multifuncional nos permitirá entender correctamente la naturaleza de la mismas. Así, a la hora de describirlas habrá que tener en cuenta conceptos como informatividad, memoria, legibilidad etc., y también otros como estrategia, estructuración, organización, punto de vista, perspectiva, etc. La naturaleza discursiva y no formal de estas unidades hace que no exista un consenso a la hora de identificarlas y de definirlas. Hasta el punto de que se pueden identificar posturas en absoluto comparables. Veamos un ejemplo para el caso del enunciado: Alarcos (1994) pone en primer plano que se trata de una unidad de comunicación; así, en su percepción, hay mensajes en los que se combinan dos o más enunciados: tienen relaciones de sentido pero carecen de relaciones funcionales. Por su parte, Figueras (1999) defiende que se trata de unidades de creación del texto escrito cuando sostiene que los signos de puntuación dan información procedimental para procesar la información textual; por ello, identifica los enunciados desde la puntuación ortográfica: el punto y aparte divide párrafos, el punto y seguido separa enunciados, y el punto y coma distingue cláusulas textuales. Frente a ella, Escandell (2006) identifica el enunciado como la expresión lingüística producida por un emisor, que se caracteriza por estar limitada por dos pausas. Así dicho, parece que está considerando el enunciado exclusivamente como unidad de comunicación en el contexto de un registro de naturaleza oral e interactivo. En nuestro trabajo vamos a identificarlas como unidades propias del texto escrito, sin negar por ello su existencia en otros modos de discurso. La manera de combinarlas y de relacionarlas está íntimamente ligada a dos principios que hemos desarrollado en la Parte A de nuestro trabajo:

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la intención que subyace a toda construcción discursiva y la naturaleza de la información que se desea transmitir. Enunciados y párrafos son las herramientas merced a las cuales se construyen la coherencia lineal y también la coherencia global del texto: organizan y articulan la presentación de conceptos que además se relacionan entre sí. Tal relación se explicita mediante dos procedimientos: la inserción de conectores discursivos y la puntuación. Efectivamente, una de las vías para identificar los límites de enunciados y de párrafos será precisamente el hecho de que pueden expresar las vinculaciones existentes entre ellos mediante signos de puntuación y/o enlaces textuales. Una y otros centrarán también nuestra atención en esta Parte B, dedicada al proceso de composición textual.

Capítulo 3 EL ENUNCIADO

L

a consideración del enunciado como unidad de comunicación asociada al emisor de mensajes goza de consenso especialmente entre los estudiosos del discurso coloquial/ conversacional. Así ocurre desde Bajtin (1995), para quien el límite del mismo estaría en el cambio del sujeto del discurso. Esta posición le lleva a defender que, en el caso de los escritos, el enunciado coincide con el texto completo. En una dirección similar, Escandell (2006) define el enunciado como la expresión lingüística producida por el emisor: se trataría de cada una de sus intervenciones. De ello se deduce que su extensión depende de que se mantenga la condición de emisor: desde una interjección hasta un libro. La percepción en ambos casos es ciertamente limitada, porque permite identificar enunciado con discurso, de donde no es posible interpretarlo como unidad de construcción textual. Sin duda, la postura de Briz (1998) supera esta limitación en la medida en que lo identifica como la unidad mínima dialógica: los enunciados pasan a identificarse con las intervenciones que rellenan los turnos de una conversación: habrá tantos enunciados como turnos tenga la interacción, lo que los convierte en las unidades informativas mínimas. Con todo, parece oportuno partir de una concepción del enunciado como unidad mínima de construcción discursiva. Esta interpretación exige deslindar con claridad dos unidades correspondientes a niveles de análisis plenamente distintos, como son el enunciado y la oración. No es aceptable afirmar que el texto se compone de oraciones: la primera es una unidad discursiva; la segunda, sin embargo, es de naturaleza gramatical. La distinción entre ambas unidades es clásica en los estudios lingüísticos aunque muy a menudo se mantiene en un nivel de indefinición ciertamente insatisfactorio. Sin duda, un buen punto de partida para distinguirlas es el propuesto por Brucart y Hernanz (1987): para ellos la oración es la unidad básica de la gramática; sin embargo, no toda oración puede convertirse en enunciado. Hay oraciones gramaticales que son comunicativamente inaceptables ya que la recursividad gramatical choca con la capacidad humana de procesamiento de datos, que es finita. Por ello, en el uso se tienden a evitar las oraciones que generan problemas de comprensión por su complejidad o su extensión. Acaban por plantear como objetivo para la teoría de la actuación el medir el grado de complejidad a partir del cual un enunciado se convierte en inaceptable. Esta percepción es la que alumbra en buena medida las propuestas recogidas en la Nueva Gramática de la Lengua Española auspiciada por la RAE en 2009: la oración es una unidad

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mínima de predicación donde se relacionan un sujeto y un predicado, y donde el sujeto se puede omitir; por eso, un sintagma verbal se puede interpretar como una oración. La percepción es abiertamente gramatical. En cambio, el enunciado es la unidad mínima de comunicación, y no se plasma necesariamente en una oración. Puede estar representado por ella, pero también por otras unidades que transmiten contenidos modales similares a los expresados por una oración: palabras, grupos de palabras y oraciones pueden constituir enunciados en una condiciones discursivas adecuadas. Esta posición no está tampoco alejada de la defendida por Lyons (1983), quien sostiene que gran parte de los enunciados no son oraciones. Por ello, propone distinguir un concepto abstracto de oración (oraciones del sistema) de otro más concreto (oraciones del texto): muchas de estas últimas no son sino fragmentos oracionales elípticos. Con todo, postula que un texto no es solo una secuencia de oraciones, ni siquiera en su versión concreta. Hace falta una ligazón más profunda: el resultado ha de ser contextualmente apropiado y debe exhibir coherencia y cohesión. Por último, y transitando por la misma vía, tampoco hemos de olvidar las reflexiones de Batjin (1995) al respecto de la diferencia entre oraciones y enunciados: la oración es una unidad gramatical, con unidades y límites de esa naturaleza; sin embargo, el enunciado funciona como unidad de comunicación discursiva: no nos comunicamos con oraciones sino con enunciados. Otra cosa es que el enunciado se plasme en oraciones, en palabras aisladas, etc. El estudio del enunciado aparece de manera repetida en la tradición lingüística española, especialmente en la escuela funcionalista, representada por Alarcos, Gutiérrez Ordóñez y González Calvo. Para Alarcos (1994) el enunciado es unidad mínima de comunicación. Su percepción de partida está, no obstante, abiertamente asociada a la variante conversacional de la comunicación: se trata de una secuencia de signos insertada entre silencios en la elocución y con una entonación determinada. En un mensaje, continúa, pueden combinarse dos o más enunciados, que tienen relaciones de sentido pero que carecen de relaciones funcionales. Concluye afirmando que los enunciados son de construcción interna variable: una oración, un sintagma, una palabra; la oración, pues, es un tipo de enunciado con verbo, sujeto y predicado. Gutiérrez Ordóñez (1997) avanza un paso más allá cuando asevera que las bases del enunciado son la independencia sintáctica y la autosuficiencia semántica: puede ser una palabra, una frase o una oración. El enunciado es una unidad funcional que se aísla mediante procedimientos formales: pausas y entonación. Entre sus características distintivas están que puede ser frástica u oracional y que goza de formulación (equivalente al modus de la gramática tradicional) y esquema (estructura combinatoria). Todo lo afirmado se complementa en González Calvo (2002): un texto no se compone de oraciones sino de enunciados. De hecho, pueden existir textos construidos con un solo un enunciado de una sola oración. La limitación mayor de las diferentes posiciones que hemos recordado estriba precisamente en ese esfuerzo por establecer relaciones a toda costa entre unidades de niveles de análisis estrictamente independientes. Fuentes (2009: 20) realiza una extraordinaria reflexión al respecto: la oración es una estructura abstracta y no realizada. Por su parte, el enunciado es la unidad mínima de comunicación en una situación concreta: Aparece entre pausas mayores y con un tonema (ascendente o descendente según su modalidad). Asimismo, está dotado de modalidad: expresión de la actitud subjetiva del hablante. Es algo realizado, pues, y dependiente del contexto, cuyas marcas porta. La enunciación, la modalidad, las marcas interactivas… pertenecen al enunciado.

EL ENUNCIADO

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3.1. El enunciado como unidad mínima de información El enunciado es, pues, la unidad de construcción discursiva más pequeña. Si siguiéramos con la acertada metáfora de Montolío y Garachana (2000) donde el texto es la molécula y los párrafos son los átomos, entonces los enunciados serían los protones, los neutrones y los electrones. Son, por tanto, las unidades informativas mínimas y tienen su correlato formal en oraciones, en sintagmas, e incluso en palabras sueltas: en cualquier unidad que (y seguimos a Gutiérrez Ordóñez) demuestre independencia sintáctica y autosuficiencia semántica. El enunciado es un eslabón en una cadena informativa. En su naturaleza está el aportar al menos una información temática (o conocida) y una remática (o nueva) que se relacionan con otras de similar naturaleza ubicadas en los enunciados circundantes por argumentos de coherencia lineal. En ese sentido, Pastor (2008) defiende que los enunciados avanzan combinando temas y remas que dosifican la información1. Así, se convierten en los eslabones de la cadena informativa independiente que es el párrafo. Los enunciados insertos en él exhibirán relaciones de coherencia de orden lineal2. Cuando más evidente sea esta relación, más fácil resultará el procesamiento textual. La configuración de al menos un tema y un rema, aun cuando cualquiera de ellos pueda construirse de forma implícita, garantiza la autosuficiencia semántica. No obstante, los enunciados pueden albergar más de un tema y un rema. Sin embargo, en la medida en que el número de relaciones dentro del enunciado sea mayor, se irá alejando de esa percepción de unidad informativa mínima y al emisor le resultará más complicado procesar ese concepto único que emana del enunciado y cuya imagen debe generarse como resultado de combinar varios eslabones. En todo caso, el gusto por enunciados más o menos complejos en términos de su configuración temático/remática se convierte en muchas ocasiones en un rasgo de naturaleza estilística. Así sucede en los ejemplos siguientes. El primero lo tomamos de Azorín. En 1935 publica un artículo titulado «Alto en el Pedernoso» en el diario Ahora. Este es el primer párrafo: En marcha hacia el claro Levante. Y hagamos un alto en el Pedernoso. Cuando se sale de Madrid con dirección a Levante, pasado Aranjuez, se encuentra Ocaña. En Ocaña se bifurca la carretera. El ramal de la derecha conduce a Andalucía. El de la izquierda se dirige a Valencia, Alicante y Murcia. Después de Quintanar de la Orden nos encontramos en el Pedernoso. Nos dice Madoz que el Pedernoso se halla edificado «en terreno llano y sobre una cantera de pedernal». El término es abundante en plantas útiles y en granos. Se halla enclavado en la provincia de Cuenca y dentro del partido judicial de Belmonte. En Belmonte nació fray Luis de León. Pertenece el Pedernoso a la Audiencia territorial de Albacete. En el Pedernoso hacían cambio de tiros las antiguas diligencias. El revezo se efectuaba en esta posada en que acabamos de entrar. La posada se llamaba «Nueva» a principios de siglo xix. Su patio es ancho. Ha entrado lentamente en su ámbito un magnífico automóvil. Viene, tras largo rodaje, del país de Francia. Donde antes marcaban sus huellas delebles las diligencias, han marcado sus delebles huellas los neumáticos del automóvil. Del coche han descendido un caballero francés y su secretario. El caballero se llama Paul Lelong, y el secretario, Roberto Durand. Todo ha sido mostrado en la posada detenidamente a estos dos viajeros. Durand trae debajo del brazo una

1. Por ello sugiere al autor novel que coloque primero el tema para anclar informativamente al lector o bien que adelante el rema cuando desee sobresaltarlo. 2. El lector interesado acerca de las diferentes relaciones temáticas y remáticas puede consultar Bustos Gisbert (2000).

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abultada cartera. Con los viajeros franceses se han congregado en el mesón, por acaso, otros viajeros españoles. Nada podría decir la cortesía, el porte señoril y la reposada palabra de Paul Lelong. Su secretario escucha y asiente. A veces, sin embargo, muestra con un ligero gesto, apenas visible, su discreto disentimiento.

El estilo de Azorín le lleva a construir enunciados muy sencillos en donde se detecta apenas un tema y un rema relacionados linealmente. Por el contrario, Luis Martín Santos opta por unidades informativamente muy complejas en su obra Tiempo de Silencio: los eslabones de la cadena imaginaria se retuercen y dilatan, como les sucede a los dos enunciados que componen este párrafo: Bien ajeno a este curso de pensamientos humanístico-demoníacos, horror de toda necesidad de higiene en su vida íntima, Amador continuaba el descenso, un paso detrás de su natural señor, con el bulto paralelepípedo puesto del otro lado, sin parar mientes en la riqueza comercial y asistencial que a su lado iba transcurriendo, fija todavía su atención en los cada vez más próximos bares de la Glorieta y en la posible –aunque improbable– detención refrescante en uno de ellos. Se autojustificaba considerando que, si bien don Pedro solamente había descendido la cuesta, él previamente había tenido que subirla y hasta hubo de madrugar para, cogiendo el metro en el lejano Tetuán de las Victorias en que habitaba, llegar hasta el mismo Instituto de cochambrosa investigación y –recogiendo la jaula– subir luego –a pie hasta la pensión habitada por el investigador que, si bien hacía patente su natural democrático amigo del pueblo trasladándose en persona hasta la chabola del Muecas, mejor lo demostraría aún comprendiendo la urgente necesidad bebestible de Amador que, desde hacía tantas horas, se ajetreaba a su servicio.

Los enunciados que se integran en el marco de construcción textual inmediato establecen entre sí relaciones de coherencia lineal que a menudo se explicitan mediante el uso de conectores discursivos. Dicho de otro modo y desde una perspectiva informativa, los enunciados lo son en la medida en que entre ellos se puede establecer un vínculo discursivo explicitado en forma de conector. Veamos el caso de un estudiante al que se le solicita que escriba un comentario donde compara la novela Entre visillos, de Carmen M. Gaite, con la película Calle Mayor, de Juan A. Bardem. El párrafo está compuesto por diez enunciados, de los cuales nueve explicitan su relación mediante un conector. Aparecen destacados en el texto en letra cursiva: Existe, pues, una cierta similitud entre estos, ya que ambos son conscientes de los errores que cometen las personas de su entorno y advierten que algunos necesitan de su ayuda para cambiar su actitud. Así, Pablo Klein se convierte en un modelo a seguir para Natalia y le demuestra que ir a la universidad es factible. Federico, por su parte, le abre los ojos a Isabel y le cuenta toda la verdad. Además, le ofrece la oportunidad de viajar a la capital con él esa misma noche para conocer un ambiente totalmente nuevo y cumplir sus sueños, lejos de aquel lugar asfixiante. Bien es cierto que, en el libro, el profesor influye en los demás personajes de forma mucho más espontánea que Federico en la película, casi sin quererlo. De hecho, de forma indirecta, logra que la protagonista apoye a su hermana Julia en su decisión de marcharse a Madrid para ser independiente y casarse con Miguel. En realidad, cuando Pablo llega a la ciudad, no comprende la forma de pensar de las personas que acaba de conocer: expresa su opinión sin reservas y se relaciona con Rosa sin darse cuenta de que pueden hablar mal de él. En la película, por el contrario, Federico es consciente de todo lo que sucede y, puesto que no ha sido capaz de evitarlo, se decide a poner fin a la mentira de Juan. Además, esta situación es muy violenta, porque sabe que ella va a sufrir cuando sepa la verdad, ya que está muy enamorada.

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Vamos a reconstruir esquemáticamente las relaciones conceptuales del texto: Enunciado

Relación entre enunciados Consecuencia

Conector Pues

Existe, pues, una cierta similitud entre estos, ya que ambos son conscientes de los errores que cometen las personas de su entorno y advierten que algunos necesitan de su ayuda para cambiar su actitud. Ejemplificación

Así

Aditiva

Por su parte

Aditiva

Además

Opositiva

Bien es cierto que

Causativa

De hecho

Causativa

En realidad

Así, Pablo Klein se convierte en un modelo a seguir para Natalia y le demuestra que ir a la universidad es factible. Federico, por su parte, le abre los ojos a Isabel y le cuenta toda la verdad. Además, le ofrece la oportunidad de viajar a la capital con él esa misma noche para conocer un ambiente totalmente nuevo y cumplir sus sueños, lejos de aquel lugar asfixiante. Bien es cierto que, en el libro, el profesor influye en los demás personajes de forma mucho más espontánea que Federico en la película, casi sin quererlo. De hecho, de forma indirecta, logra que la protagonista apoye a su hermana Julia en su decisión de marcharse a Madrid para ser independiente y casarse con Miguel. En realidad, cuando Pablo llega a la ciudad, no comprende la forma de pensar de las personas que acaba de conocer: Consecuencia expresa su opinión sin reservas y se relaciona con Rosa sin darse cuenta de que pueden hablar mal de él. Opositiva

Por el contrario

Aditiva

Además

En la película, por el contrario, Federico es consciente de todo lo que sucede y, puesto que no ha sido capaz de evitarlo, se decide a poner fin a la mentira de Juan. Además, esta situación es muy violenta, porque sabe que ella va a sufrir cuando sepa la verdad, ya que está muy enamorada.

El primer conector, pues, remite a la relación de este párrafo con el anterior. El resto explicita la coherencia lineal del fragmento. Y lo que es más importante, en el caso en el que se ha renunciado a utilizar un conector, es perfectamente posible rastrear la relación de consecuencia que existe entre los enunciados. El hecho mismo de optar por los dos puntos como forma de puntuación que enlaza ambos enunciados es un mecanismo que orienta la interpretación y que, por tanto,

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libera al autor de explicitarla. Al papel de la puntuación en la identificación de los enunciados haremos referencia más adelante. Pero no tenemos necesariamente que explicitar todas las relaciones para que estas existan y para que los enunciados tengan su naturaleza discursiva. Antes de terminar, veamos otro ejemplo: un párrafo compuesto por un estudiante acerca del procesamiento mental del lenguaje y construido con seis enunciados. Solo tres de las relaciones están explicitadas. Las marcamos en cursiva: El lenguaje mentalés se reduce a los pensamientos existentes en nuestra mente. De este modo, un bebé o una persona muda no pueden hablar, pero en su cerebro hay relaciones de ideas y conceptos que les permiten comunicarse y entender nuestro lenguaje sin necesidad de utilizarlo. En nuestras mentes hay una ingente cantidad de pensamientos que difícilmente podrían traducirse a palabras, pues la mente humana es rápida y no somos capaces de «oír» todo lo que pensamos, sino que nos quedamos con el objetivo principal del pensamiento. De hecho, no «pensamos en palabras», sino en conceptos, ideas e imágenes imprecisas. Lo que hacemos al hablar es expresar con palabras al interlocutor la información que hemos elaborado con nuestra mente. La imposibilidad de reproducir esta información en su totalidad (las imágenes, las ideas abstractas) es lo que da lugar a los malentendidos. Así, al hablar con uno mismo no hay lugar a equivocaciones, mientras que en un acto de comunicación, la pequeña cantidad de palabras en relación a conceptos produce numerosas confusiones.

Gráficamente podemos establecer los vínculos entre enunciados del modo siguiente: Enunciado

Relación entre enunciados

Conector

Consecuencia

De este modo

El lenguaje mentalés se reduce a los pensamientos existentes en nuestra mente. De este modo, un bebé o una persona muda no pueden hablar, pero en su cerebro hay relaciones de ideas y conceptos que les permiten comunicarse y entender nuestro lenguaje sin necesidad de utilizarlo. Aditiva En nuestras mentes hay una ingente cantidad de pensamientos que difícilmente podrían traducirse a palabras, pues la mente humana es rápida y no somos capaces de «oír» todo lo que pensamos, sino que nos quedamos con el objetivo principal del pensamiento. Causativa

De hecho

De hecho, no «pensamos en palabras», sino en conceptos, ideas e imágenes imprecisas. Consecuencia Lo que hacemos al hablar es expresar con palabras al interlocutor la información que hemos elaborado con nuestra mente. Aditiva La imposibilidad de reproducir esta información en su totalidad (las imágenes, las ideas abstractas) es lo que da lugar a los malentendidos. Consecuencia Así, al hablar con uno mismo no hay lugar a equivocaciones, mientras que en un acto de comunicación, la pequeña cantidad de palabras en relación a conceptos produce numerosas confusiones.

Así

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El número de enlaces usados es menor; sin embargo, el tipo de relación se puede establecer con facilidad porque la articulación del párrafo se ha hecho respetando las relaciones de coherencia lineal que deben exhibir los enunciados que lo configuran. 3.2. Los límites formales del enunciado: El papel de la puntuación En opinión de De Beaugrande (1984), la puntuación es un subsistema discursivo que orienta la lectura y explicita las intenciones del autor: aun cuando la forma de puntuar no es en absoluto uniforme, marca unidades y subunidades textuales y, con ello, fija jerarquías y establece prioridades. Ferreiro (1996) adopta un punto de partida muy similar: la puntuación aporta marcas que guían la interpretación; por ello su uso se realiza a menudo desde una perspectiva retórica, asociada a las intenciones específicas del autor. Coincidimos con Ferrreiro (1996) cuando afirma que las marcas de puntuación son de naturaleza heterogénea: algunas, como las interrogaciones y las exclamaciones, tienen valor suprasegmental; pero esto no ocurre con todas3. De hecho, la mayor parte de los signos nada tienen que ver con la prosodia. Con ellos se fijan unidades textuales de procesamiento informativo. Figueras (1999 y 2001) ha profundizado muy acertadamente en esta dirección: en su opinión, los signos dan información procedimental para procesar la información textual. Afirma que cada signo se asociaría a una unidad de procesamiento. Esta sería la tabla de correspondencias4: Signo Punto y aparte Punto y seguido Punto y coma Dos puntos Coma

Unidad Párrafo Enunciado Cláusula textual Enunciado oracional Sintagma

Parece posible afirmar que la puntuación cumple un papel esencial en el momento de fijar los límites de los enunciados en los textos de naturaleza escrita. Estos están identificados por aquellos signos de puntuación que indican el final de períodos sintácticamente independientes: el punto y seguido, el punto y aparte, el punto y coma, y en ocasiones los dos puntos. Sin embargo, hay que hacer alguna valoración cualitativa acerca del uso de tales signos. Efectivamente, su rendimiento en el discurso no es el mismo. De hecho, podemos aportar algunos datos al respecto. Hemos realizado un análisis de un grupo de estudiantes durante su período formativo en redacción en lengua materna. Para ello hemos partido de un corpus que responde a las siguientes características: la muestra de textos fue redactada por estudiantes matriculados en el primer curso de la Licenciatura en Traducción e Interpretación impartida en la Universidad de Salamanca que han tenido que superar una prueba de acceso en la que se

3. Véase también Sánchez Avendaño (2004): la puntuación no representa la entonación ni las pausas del discurso oral. 4. Parece que su posición se resiente a la hora de justificar las diferencias entre los enunciados y las cláusulas textuales. Del mismo modo, despierta dudas en el momento de justificar los llamados enunciados oracionales. Volveremos sobre esta cuestión en el capítulo dedicado a la puntuación.

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ha evaluado su dominio escrito de la lengua española, por lo que han sufrido una nivelación de mínimos. Todos los estudiantes redactan dos escritos. El primero, antes de recibir instrucción general en expresión escrita y específica sobre el párrafo y el enunciado (mes de noviembre del curso académico); la prueba se realizó en una asignatura diferente de aquella en la que reciben tal formación. El segundo texto se escribe después de recibir formación específica al respecto (mes de mayo del curso académico) y en el contexto de la materia en la que se les instruye sobre redacción en español. Los dos textos son de naturaleza expositiva si bien en el segundo cabe encontrar con frecuencia secuencias narrativas y descriptivas. El primero es un comentario crítico de 500 palabras aproximadamente sobre un artículo científico. Al no haber recibido formación específica, aplican un saber intuitivo o bien resultado de su formación preuniversitaria; este trabajo aparece codificado como T1. El segundo es un trabajo de 1.800/2.000 palabras en el que se establece una comparación entre una novela y una película de cine; nos referimos a él como T2. A lo largo de este libro nos vamos a referir a su análisis en repetidas ocasiones con el nombre de Estudio de adquisición de unidades textuales. Los datos relativos a ambos textos son los siguientes:

Textos Palabras Enunciados Párrafos

T1 59 35.016 1.504 386

T2 74 134.326 5.645 752

Las conclusiones son contundentes: en un noventa por ciento de los casos, y con independencia de que los estudiantes hayan recibido instrucción específica al respecto, prefieren separar enunciados mediante el punto y aparte en el caso de la delimitación de párrafos o el punto y seguido para establecer los límites dentro de los márgenes del párrafo5. El uso del punto y coma es similar en T1 y T2: en torno a un cinco por ciento de los casos. Esa limitación en el uso es coherente en relación con su naturaleza discursiva: volveremos a esta cuestión más adelante en este trabajo. Finalmente, se puede destacar que el uso de los dos puntos se limita al tres por ciento antes de recibir una instrucción específica. Esta parece tener efectos inmediatos en el sentido de que casi se dobla su frecuencia y alcanza una similar a la del punto y coma en T2. En todo caso, sigue siendo muy poco habitual en la separación de enunciados. Evidentemente, el tamaño de la muestra no permite elevar estas conclusiones a la categoría de definitivas, pero sí son ciertamente muy reveladoras acerca de cuáles son los procedimientos habitualmente utilizados en la explicitación de los límites formales de los enunciados. 3.3. Dimensión cognitiva del enunciado: Unidad de comprensión textual Los límites de estas unidades mínimas están también asociados a la capacidad humana de procesamiento informativo. El enunciado transmite una información que almacenamos

5. Al contar los signos, incluimos dentro del punto los siguientes: el punto y seguido, el punto y aparte, y los casos en los que se asimilan a cualquiera de ellos los puntos suspensivos, las admiraciones y las interrogaciones.

EL ENUNCIADO

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de manera provisional y, lo que es más significativo, literalmente en la memoria a corto plazo. Solo en el momento en el que se llega a su final, esta se transforma y se transfiere a la memoria a largo plazo en una forma no literal. En este sentido, cabe recordar a Cassany (1995: 97-98), quien afirma que diversos estudios psicolingüísticos han demostrado que la capacidad de la memoria a corto plazo se limita a 15 palabras. De ahí concluye que, si la sobrecargamos con períodos muy largos y cargados de incisos, el nivel de inteligibilidad desciende. Por ello, es recomendable producir enunciados más bien breves: La investigación psicolingüística sobre la capacidad de comprensión de los lectores aporta más información. Por un lado, la capacidad media de la memoria a corto plazo es de 15 palabras; o sea, nuestra capacidad para recordar palabras mientras leemos, durante unos pocos segundos, es muy limitada. Esto significa que cuando nos encontramos con un período largo, con incisos también extensos, nuestra memoria se sobrecarga, no puede retener todas las palabras y perdemos el hilo de la prosa.

De hecho, el mismo investigador nos recuerda que manuales de estilo como el de El País o La Vanguardia recomiendan que se escriba en enunciados con un máximo de veinte palabras llenas. Por un camino similar transita el Libro de Estilo de ABC, donde además se añade que en enunciados largos es más difícil retener la información correspondiente al final: Cada idea deberá expresarse, si es posible, en una oración y la información deberá redactarse empleando frases no excesivamente largas. Experiencias sobre legibilidad y la memoria demuestran que en una frase de longitud media (de 20 a 30 palabras), el lector retiene peor la segunda mitad que la primera; si tiene más de 40 palabras, gran parte de la frase no suele memorizarse.

Desgraciadamente, en ninguna de las fuentes hasta ahora aportadas se explicitan los estudios psicolingüísticos que les sirven como base. En cualquier caso, parece que si el problema es la longitud de la frase, la solución sería tan sencilla como escribir enunciados máximamente reducidos. Y, sin embargo, parece que esa no es la solución. Como apunta Cassany (1995: 98): Las frases muy cortas y de lectura fácil son más difíciles de recordar si se encadenan una detrás de otra sin conexiones lógicas. El lector lee sin esfuerzo pero tiene que recordar las ideas una por una, no puede relacionarlas significativamente para formar unidades superiores.

En un trabajo ya clásico, Kintsch y Van Dijk (1978) realizan una descripción de las operaciones mentales subyacentes a la comprensión. Esta supone realizar una reconstrucción de la estructura semántica de un texto, que estaría construido por micro y macroestructuras del discurso: en ella son esenciales los llamados esquemas. Así, la comprensión se efectúa como un proceso psicológico, que depende de la coherencia referencial del texto. La comprensión no se puede efectuar de manera integral y completa por las limitaciones derivadas de la memoria de trabajo. Por ello el texto se aprehende de manera secuencial. Es, pues, un proceso cíclico; en cada ciclo intervienen N proposiciones; después lo almacenamos en la memoria a largo plazo. Más tarde se combinan todos los ciclos en una tarea mental de resumen. En todo este proceso, la memoria a corto plazo desempeña un papel fundamental en dos niveles: por un lado, porque está influida por factores que no son iguales para todos los lectores; en segundo lugar, porque el proceso de comprensión puede bloquearse cuando el lector recibe un volumen de información que la supera. Por su parte, Berko y Bernstein (2001) afirman que en la memoria a largo plazo no recuperamos la literalidad de los mensajes sino la esencia de lo que oímos: al leer se recuerda lo que significa y se olvida la forma salvo que sea significativa por sí misma; por ejemplo, en un poema,

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

en una adivinanza, en un trabalenguas, etc. La percepción de una oración va seguida de un breve período de almacenamiento en la memoria a corto plazo: en ese almacenamiento la unidad básica sería el enunciado, en tanto que unidad mínima de información. El objetivo final es extraer su significado con la mayor rapidez. Cuanto antes se genera una imagen conceptual, antes se desvanece la imagen literal del mensaje. En ese sentido apuntan que una palabra desconocida o inesperada puede complicar el procesamiento y la regulación de la memoria. Hasta el punto de que no es posible recordar aquello que no se entiende. Efectivamente, la capacidad humana para retener palabras en la memoria a corto plazo no es limitada, sino limitadísima. En palabras de Pinker (1995: 221), «sólo podemos mantener simultáneamente en la memoria unos pocos elementos (que se suelen estimar en siete más/menos dos), y éstos están sometidos a un rápido desvanecimiento o sustitución por otros nuevos». Sánchez Miguel (1993: 24) completa la información: «esa capacidad de retención, como es bien sabido, es muy limitada en todos los seres humanos (no más de veinte segundos y no más de siete unidades de información)». No obstante, parece que no comprendemos los textos como un simple ejercicio memorístico. En contra del argumento expuesto en el Libro de Estilo de ABC es oportuno recordar a Núñez (1991: 23), quien afirma que la repetición literal de un texto no es prueba de comprensión sino de memoria. Su explicación nos parece impecable: «La memoria, considerada como archivo de datos literales, es limitada, pero la memoria comprensiva de las significaciones, consideradas como contenidos macroestructurales del discurso, no lo es, o lo es de un modo distinto». Lo afirmado por Núñez es cierto, y sin embargo, también lo es el hecho enunciado por Pinker (1995: 221): «la memoria a corto plazo es el principal embudo que hay en el procesamiento humano de la información». Por lo tanto, la memoria es el camino a través del cual pasamos al entendimiento. Y ese paso se hace por la vía de la integración del sentido de los enunciados en el texto: de la interpretación de los primeros aislados, a su inserción en el sentido global del texto. Sin embargo, en opinión de este mismo investigador, no es, en realidad, un problema de cuánta memoria exijamos, sino de qué clase de memoria: puede haber frases cortas tremendamente complicadas de descodificar. Reproducimos uno de los ejemplos que él propone: El grano que la rata que el gato mató comió estaba en la mesa.

Apenas siete palabras llenas y el enunciado es evidentemente complejo. En su opinión, la inteligibilidad desciende cuando se usan dentro de un mismo enunciado estructuras sintácticas repetidas e incrustadas6, como ocurría en el ejemplo anterior. Berko y Bernstein (2001) apuntan en la misma dirección: cuantas más cláusulas tiene un enunciado exige mayor tiempo de procesamiento. Si la estructura sintáctica o el contenido es complejo, deseamos que los hablantes hagan pausas entre cláusulas para que nos dé tiempo a procesar el contenido. De ahí concluyen que la resolución sintáctica es necesaria para poner en marchar el proceso de comprensión. También desciende la inteligibilidad cuando en la memoria se debe guardar demasiado tiempo un sintagma incompleto: sería el caso de los incisos. Pongamos un ejemplo: Mientras en las casetas de la Feria del Libro los visitantes (no muchos, para qué nos vamos a engañar, este tipo de acontecimientos nunca ha sido un prodigio de popularidad. Ah, y no le echemos la culpa a la lluvia, en Gijón llueve todos los días del año y nadie deja de ir al fútbol) curiosos unos, eruditos otros, algunos que como yo, se encontraban siempre con media docena de libros en sus manos, a cada cual más maravilloso, sin saber cuál llevarse (¡Quién tuviera dinero para comprarlos todos! suele ser el pensamiento más frecuente para éstos), comentaban y paseaban.

6. Las denomina estructuras cebolla.

73

EL ENUNCIADO

Una vez eliminados los incisos, descubrimos un enunciado perfectamente comprensible y correctamente construido, compuesto de veintiuna palabras llenas. Dentro de los márgenes que algunos de los especialistas proponen: Mientras en las casetas de la Feria del Libro los visitantes, curiosos unos, eruditos otros, algunos que como yo, se encontraban siempre con media docena de libros en sus manos, a cada cual más maravilloso, sin saber cuál llevarse, comentaban y paseaban.

El problema radica en que el volumen informativo de los incisos, aun cuando estén construidos como enunciados independientes, es mayor que el del enunciado en el que se incrustan. Gráficamente, el texto anterior se podría representar de la siguiente manera (consideramos exclusivamente las palabras llenas): Enunciado 1a 5 palabras

Inciso 1 21 palabras

Enunciado 1b 14 palabras

Inciso 2 11 palabras

Enunciado 1c 2 palabras

La propuesta de Pinker nos resulta especialmente adecuada, pero entendemos que, al menos, habría que considerar otras dos variables que condicionan el grado de inteligibilidad de los enunciados. Ambas están apuntadas pero no desarrolladas en su trabajo y están asociadas al volumen de información. La primera tiene que ver con el grado de dispersión informativa que se puede detectar en el enunciado. Veamos un ejemplo: Ese mismo año se casó con C. P. en Guadalupe (Cáceres), y tuvieron seis hijos a los que veía sólo entre viaje y viaje, porque en el año 63 volvió con su familia a Madrid y su vida cambió por completo.

El enunciado es básicamente lineal; esto es, no hay incisos. Además, la estructura sintáctica no es especialmente compleja. El problema estriba en la dispersión informativa: el autor o autora combina en apenas 41 palabras hasta 7 unidades informativas independientes que el lector, ahora sí, debe retener en su memoria, y combinar además en una jerarquía informativa no explicitada. La segunda tiene su origen en que se detecte un cierto desequilibrio entre información conocida y nueva. Sabido es que el contenido textual avanza sobre la base de un equilibrio entre la información novedosa y la redundante sobre la que se apoya7. Este equilibrio se mantiene, obviamente, en las unidades textuales, y el enunciado lo es. Pues bien, es frecuente que en determinados casos se acumule un volumen excesivo de información novedosa, de suerte que su procesamiento mental resulte complejo. Usaremos como ejemplo el fragmento de un texto que ya utilizamos en un trabajo anterior. Rogamos al lector que ponga su atención en el segundo de los enunciados, que hemos destacado en cursiva8: Nuestra ruta se inicia en la primera calle a la izquierda. Salimos del pueblo, en menos de 1 km encontramos una pista a nuestra derecha, que debemos tomar, lleva a La Coromina, el principio es de tierra, pero enseguida es de porlant. Se inicia una fuerte subida de unos 4 km (400 m de desnivel) todo por la pista de porlant.

La información contenida en dicho enunciado está construida sobre la base de 15 palabras llenas. Además, no hay excesiva dispersión. Sin embargo es difícil de interpretar y, en última instancia, de asimilar. La razón parece estar en que se acumula un volumen muy amplio de 7. Denominados respectivamente contenidos temáticos y remáticos. 8. El texto aparece minuciosamente analizado en Bustos Gisbert (2000).

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

información novedosa vinculada a un único contenido conocido y en la que se reúnen las características de la pista descrita. En conclusión, cabe decir que el problema no es tan solo la longitud del enunciado. Es cierto que cuanto más largo sea, mayor será la posibilidad de que se caiga en una de esas opciones. Por ello, es oportuno recomendar a los escritores noveles, como acertadamente propone Cassany, que eviten el enunciado extenso. Sin embargo, ahí no radica la cuestión. La clave está, y seguimos a Pinker, en la calidad de la información incluida. Si se segmenta con incisos, si se organiza en estructuras sintácticas reiterativas, si se construye sobre la base de unidades informativas dispersas o si no se respeta el equilibrio entre lo temático y lo remático, se dificultará la transferencia de la información desde la memoria a corto plazo al entendimiento. En última instancia, el enunciado demostrará un grado de inteligibilidad bajo. Nuestro estudio de adquisición de unidades textuales nos aporta datos al respecto del tamaño de los enunciados preferido por los escritores noveles en su período de instrucción. La media general es virtualmente la misma en los dos textos analizados: el tamaño prototípico de los 1.504 enunciados de T1 es de 23,62 palabras; en el caso de los 5.642 enunciados de T2, es de 23,52. Son números que coinciden con lo que proponen muchos de los estudios a los que hemos aludido en las páginas precedentes. Sin embargo, para alcanzar conclusiones más fiables, vamos a valorar los datos dividiéndoles en franjas de palabras que aumentan de cinco en cinco:

1a5

T1 1,86%

T2 1,06%

6 a 10

9,04%

9,15%

11 a 15

16,69%

16,27%

16 a 20

17,49%

19,43%

21 a 25

17,15%

17,17%

26 a 30

12,63%

13,82%

31 a 35

9,64%

8,92%

36 a 40

6,52%

5,87%

41 a 45

3,92%

3,65%

46 a 50

2,46%

1,90%

51 a 55

1,26%

1,26%

56 a 60

0,40%

0,60%

61 a 65

0,60%

0,37%

66 a 70

0,20%

0,18%

71 a 75

0,07%

0,18%

76 a 80

0,05%

81 a 90

0,07%

96 99

0,02% 0,07%

100

0,02%

105

0,02%

EL ENUNCIADO

75

El primer hecho llamativo es que apenas se observan diferencias en los datos desagregados: los porcentajes son muy similares en T1 y T2 en relación con el tamaño de los enunciados: la instrucción en composición escrita recibida por los aprendices entre la redacción de uno y otro texto no tiene efectos perceptibles aun cuando esta se ha fijado específicamente en la construcción de enunciados. El análisis de los datos nos puede proporcionar alguna explicación al respecto. Los enunciados mayores o iguales a 36 palabras solamente representan un 15% del total. Y no todos los de este grupo exhiben el mismo rendimiento: el 12,1% de esos ejemplos están entre 36 y 50. Si nos fijamos exclusivamente en los enunciados superiores a 51 palabras observamos que resultan testimoniales, ya que apenas alcanzan el 2,65%. Diez palabras por encima son básicamente inexistentes: su frecuencia se reduce al 0,8%. Por todo ello se puede afirmar que se desprecia la construcción de enunciados por encima de 50 palabras. Asimismo, resulta extraordinario e infrecuente que redactemos unidades entre 36 y 50 palabras. Y dentro de este grupo, el 50% no supera las 40 palabras. Por ello, en términos didácticos, las indicaciones a los escritores noveles parece que deben orientarse en el sentido de no superar esa barrera de 40 palabras. En cuanto a la longitud media, cabe apuntar que la franja de frecuencia más habitual está entre 11 y 30 (65,32%). Si la reducimos a quince palabras, el grupo más repetido está entre 11 y 25 palabras (52,1%) frente a la opción de 16 a 30 (48,85%). Y dentro de ese grupo, se prefiere el de 11 a 20 palabras (34,94%); en cambio, el uso de la opción de 21 a 30 es algo menor (30,39%). Por lo que afecta a los enunciados más breves, se desprecian los inferiores a 6 palabras. Sin embargo, tienen cierto rendimiento los que están entre 6 y 10 palabras: es un 10% de los analizados. En conclusión, parece más frecuente construir enunciados muy cortos que optar por los muy extensos.

Capítulo 4 EL PÁRRAFO1

C

on demasiada frecuencia, se ha partido de una percepción abiertamente canónica del párrafo. Así, se ha interpretado como una unidad de sentido con una estructura formal fija y preconcebida. Se ha asumido como cierta una descripción normativa de escasa relación con la realidad discursiva. Hayes (2003) retrasa hasta el siglo xix el origen de esa interpretación de la unidad: es Alexander Bain quien se plantea el párrafo como una unidad retórica sometida a una regulación predefinida. En su percepción tiene una organización similar a la de la oración, y comparte con ella tres características esenciales: coherencia, unidad y desarrollo. Bain (1871) propone 6 reglas fundamentales en la construcción del párrafo. Son las siguientes: – – – – – –

Cada oración debe estar relacionada con la que le precede. Pensamiento paralelo debe emplear estructuras paralelas. La primera oración de un párrafo debe indicar el tema del mismo. Cada frase debe estar correctamente situada dentro del párrafo. El párrafo debe demostrar unidad. Las partes principales y subordinadas deben estar adecuadamente dispuestas.

Tales tesis se han ido repitiendo en lo esencial a lo largo del siglo xx. Así, sucede con Toulmin (1958). En su opinión, el párrafo se conforma sobre la base de la combinación de tres constituyentes. El primero se denomina Afirmación, y en él se incluye la idea principal. El segundo es la Información, donde se incorporan los datos que la apoyan. Finalmente, el tercero es la Garantía, en la que se evalúa la importancia de la información. Esta percepción no está tan lejos de muchas de las que se mantienen en épocas más cercanas, sustentadas en la idea de que el párrafo se compone de una frase tópica y un desarrollo de la misma. Así ocurre con la postura asumida desde la Tagmémica, representada por Longacre (especialmente 1976 y 1979): el párrafo es una unidad estructural de desarrollo del discurso ubicada en un espacio intermedio entre el texto y la oración. Se trata, pues, de una unidad esencialmente gramatical compuesta de dos constituyentes semánticos, que denomina tópico y expansión. Según

1. Este capítulo está mucho más desarrollado en Bustos Gisbert (2012).

78

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

la naturaleza de uno y otra, plantea la existencia, por un lado, de zonas nucleares y zonas periféricas dentro de la unidad; y, por otro, de párrafos abiertos y cerrados según la naturaleza conceptual de la segunda sección. Su interpretación le permite incluso proponer un procedimiento destinado a la identificación de tipos de párrafo sobre la base de su configuración gramatical. Dentro de los estudios vinculados al párrafo en el marco de la construcción de textos en español también identificamos investigadores que postulan la existencia de una estructura de párrafo sustentada en la existencia de una frase tópico y un desarrollo. Así ocurre con Olivares (1982), García Berrio y Albadalejo (1983) y Fuentes (1996). En todos los casos se tienen muy presentes las aportaciones de la Tagmémica y se defiende que un párrafo es una secuencia de oraciones con un mismo tópico. Por su parte, González Cobas (2002) ha dedicado un extensísimo trabajo al estudio del tópico de párrafo en Alfonso X. En él propone una definición de este espinoso concepto: Para nosotros el tópico de párrafo es aquel tópico con que se inicia el párrafo, si es que es tópico el elemento que se halla en esa posición. Somos conscientes de que esta clase de tópico también forma parte de una oración, por estar compuestos los párrafos de un número indeterminado de oraciones, pero ello no impide que posea ciertas características que aconsejan diferenciarlo del tópico oracional (p. 74).

La propuesta nos resulta insatisfactoria en la medida en que solo se plantea establecer diferencias con el llamado tópico oracional, y no entra a discutir la necesidad o no de su presencia en el párrafo. Igualmente dudoso nos parece asumir que el tópico de párrafo forma parte de una oración; entre otras cosas porque está mezclando unidades de muy distinta naturaleza. En cualquier caso, sus apreciaciones debemos evaluarlas desde la perspectiva de un estudio de la construcción textual de carácter diacrónico, cuestión esta que se aleja de los propósitos de nuestro trabajo. Por fin, tampoco está muy alejada de todos ellos la percepción de Sorókina (2008a), quien defiende que el párrafo se organiza de forma similar a un texto, en tanto que tiene introducción, desarrollo y conclusión, partes a las que denomina apertura, esclarecimiento y desenlace: en la primera, que coincide en lo esencial con el tópico de párrafo, se inicia la idea que se va a desarrollar y con ella el párrafo; en la segunda parte se aclara el concepto; en la tercera se finaliza. Asimismo, identifica el texto como una suma de párrafos entendidos como cadenas de oraciones (Sorókina, 2008b). Cada una de ellas equivale a un minitexto: goza de una articulación lógica con estructura rigurosa dependiente de su función en el marco textual y aporta una idea independiente y relativamente completa. Las principales críticas a esta percepción del párrafo como unidad textual dotada de una estructura perfectamente identificada e identificable se establecen desde diversas perspectivas. La primera tiene que ver con la existencia misma del tópico de párrafo. Es de destacar la interesantísima aportación de Sánchez Escobar (1996): analiza un corpus de artículos expositivos redactados en español y en inglés a partir de los conceptos de oración temática y organización conceptual: coordinada, subordinada o digresiva. Concluye que los textos ingleses usan habitualmente una oración temática generadora de párrafos, pero que tal tendencia no se observa en los redactados en castellano: los autores españoles no están coaccionados por una oración temática inicial reguladora; por ello, la construcción de los párrafos es más libre. Paralelamente, la organización conceptual es más rica, menos metódica y más digresiva. Otra línea crítica con la interpretación estructural la descubrimos en una serie de estudios realizados sobre la base de la división de textos en párrafos. En ello se parte de una hipótesis más que razonable: si el párrafo tiene una estructura preestablecida, identificada e identificable, es lógico pensar que un lector al que se le escondiera la división de párrafos realizada originalmente por el

EL PÁRRAFO

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autor podría reconstruirla sin excesivas dificultades. Uno de los experimentos más relevantes lo llevó a cabo Stern (1976). Parte de un texto expositivo de quinientas palabras al que elimina las marcas de párrafo y pide a un grupo de más de cien profesores de inglés que las reconstruyan. Solo cinco de ellos dividen tal y como lo hacía el autor en el texto original. El resto plantea propuestas entre dos y cinco párrafos, y muchas de ellas resultan, en su opinión, igualmente aceptables. De ahí concluye que el párrafo no se puede interpretar como una unidad lógica de estructura cerrada, en la que no necesariamente se detecta una frase tópica ni tampoco desarrolla en todos los casos una idea única. Por todo ello, es erróneo un acercamiento didáctico que lo convierte en una auténtica fórmula2. En tercer lugar, tampoco se ha valorado, salvo en el caso de Sánchez Escobar, si el párrafo es una unidad de estructura universal, como sucede con el texto, o si por el contrario su construcción se asocia a tradiciones retóricas vinculadas a lenguas y culturas concretas. En otras palabras, si lo afirmado por Bain es exclusivo de la lengua inglesa: el trabajo de Sánchez Escobar parece apuntar en tal dirección. Ante este estado de cosas es conveniente ahora recordar los acertados juicios de Knoblauch (1981: 60-61): parte de la necesidad de liberarse de los juicios de valor y de la dificultad de hacer generalizaciones que resulten útiles. Son especialmente reveladoras las palabras finales de su trabajo: I would conclude by insisting again that paragraphs can enjoy structural integrity any time we want them to, just as they can feature topic sentences. But we must be careful to distinguish between what writing may look like under diverse conditions and what it must manifest by way of structural characteristics in order to be called writing, in a meaningful sense, at all. Historically, writing has not always been displayed as paragraphs. And even when it has been so displayed, its subdivisions have had different functions for different writers. Perhaps only two structural elements beyond the sentence are prerequisite to meaningful written discourse: the first is some pattern of consecutive entailments within its linearly arranged statements so that a reader can perceive logico-grammatical connections between any two adjacent statements or between any one statement and the context preceding it. The second is a pattern of repetitions that remind the reader about larger judgments regarding focus and emphasis throughout an evolving discourse. Neither of these structural elements is simple and neither has been explored in anything approaching adequate detail.

Y es que, para Knoblauch, la organización de párrafos no surge de una planificación estructural resuelta antes de empezar a escribir. Es una decisión tomada por el escritor sobre la marcha. Surge de la impresión de que el párrafo ya es bastante largo para cortar o de la evidencia de que ha habido un cambio claro en la dirección argumentativa. La percepción de su unidad es, pues, un descubrimiento gradual, incluso accidental, en el proceso de escritura. Los párrafos son, entonces, unidades de la construcción del discurso, propias del proceso de creación textual y resultado del mismo, y que se sitúan entre el enunciado y el texto3. Funciona como unidad de construcción textual que se configura en el proceso de la composición sobre la base de la combinación de otras unidades menores. En su construcción, intervienen de manera fundamental el tipo de secuencia textual del que se trata y el género del discurso al que nos ceñimos en el momento de la creación del texto. No es, por tanto, una decisión previa a la escritura,

2. En una línea similar estaría el trabajo de Stark (1988), quien concluye que las divisiones de párrafo se insertan de modo impredecible: solo si están se pueden identificar. El lector interesado puede también consultar Bond y Hayes (1984) y Ji (2008). 3. Según Crystal (1992) el párrafo es una unidad de discurso entre la frase y el texto.

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

sino que se efectúa en el proceso mismo de redacción. Se trata de una unidad de configuración discursiva: una herramienta en manos del autor/emisor para ahormar el texto. Y esa distribución de la información contenida se plasma en tres niveles: temático, retórico y cognitivo. 4.1. Nivel temático y retórico Es muy frecuente leer definiciones de párrafo que lo identifican como unidad de significado. Así, Brooks y Warren (1949) lo definen como unidad semántica. En una línea similar, Toulmin (1958) afirma que el párrafo es una unidad de sentido fruto de la combinación de varios conceptos semánticamente convergentes. Estas percepciones aparecen repetidas en numerosos trabajos mucho más cercanos a nuestro tiempo. Por solo citar algunos cabe recordar que Longacre (1979) defiende la unidad significativa del párrafo; en su opinión, toda la información contenido gira en torno a un concepto, a un personaje, etc. En la misma línea, Serafini (1989) postula que a cada párrafo le corresponde una sola idea. Por su parte, Cassany (1995) lo define como un conjunto de frases que desarrolla un tema, lo que le convierte en una unidad intermedia significativa. Del mismo modo, Garachana y Montolío (2000) lo interpretan como unidad de sentido: un párrafo desarrolla una idea. Terminamos este breve repaso con Martínez (2008), para quien las oraciones del párrafo deben estar relacionadas significativamente. Podríamos asumir sin ninguna dificultad que son esencialmente ciertas todas las afirmaciones recogidas más arriba. Pero el problema de fondo es la propia indefinición de la propuesta. Un párrafo desarrolla una idea, un concepto. El significado mismo de idea es tremendamente impreciso: puede ser sencilla, pero también compleja; puede ser simple, y también compuesta; puede ser fácilmente explicable o expositivamente muy prolija. Tanto, que una idea se puede desarrollar en uno, en dos o en mil párrafos. Tomemos como ejemplo la obra de Pinker que lleva por título El instinto del lenguaje. En la contracubierta se nos explica el sentido del título: Tal como expresa el título, la tesis principal de este libro es que el lenguaje constituye un instinto humano, incorporado al cerebro por la evolución, del mismo modo que tejer las telas en las arañas o el canto en las aves.

Evidentemente estamos ante una idea, que se desarrolla en 500 páginas y multitud de párrafos. Así pues, el concepto idea no es útil para indicar el volumen de información que ha de incluirse en un párrafo. Y si no podemos delimitar el concepto, tampoco podemos evaluar si los párrafos cumplen o no esa función de manera adecuada. El párrafo es una unidad significativa en tanto que integra un conjunto de enunciados relacionados entre sí por el contenido (Calsamiglia y Tusón, 1999). Por lo mismo, Givon (1984) defiende que el párrafo debe mostrar unidad de tiempo, de acción, de lugar y de participantes. Esto lo convierte en una unidad informativa compleja. Y esa información compleja podrá coincidir o no con una idea completa. Lo esencial no es si el significado desarrollado es completo y cerrado, sino su propia naturaleza compuesta. Y esa característica se plasma en su propia coherencia interna. Como bien apunta Núñez Ladevéze (1997), el contenido del párrafo no es expresable en una sola relación predicativa; por ello, la integración de varios conceptos en un párrafo resulta mucho menos sencilla desde el punto de vista de la coherencia interna. Efectivamente consideramos más adecuado interpretar el párrafo desde su complejidad estructural y desde su unidad temática. Sin embargo, no tiene por qué agotar el concepto en cuestión. Volvemos a apoyar nuestra tesis en Núñez Ladevéze: se trata de una unidad semánticamente compleja, pero

EL PÁRRAFO

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no por ello necesita estar temáticamente completa porque puede ser ampliada; por ejemplo, en otro párrafo. De hecho, el cambio de párrafo supone una ruptura en la continuidad de la coherencia (González Cobas, 2002). Lo esencial en el párrafo es que se trata de una unidad de coherencia conceptual. En ese sentido, nos parece que acierta De la Fuente (2007) cuando afirma que el objeto de la fragmentación del texto es facilitar la lectura presentando segmentos coherentes y asimilables. La distribución en párrafos persigue condicionar la comprensión por parte del lector. De todo ello se deduce una dimensión nueva del párrafo: en palabras de Stern (1976), una parte del texto se convierte en unidad independiente porque así lo decide el autor; estamos, entonces ante una elección retórica, y no resultado de la aplicación de una regla de naturaleza estructural. Se trata, pues, de una unidad funcional cuyos límites en absoluto son claros, lo cual la convierte en un instrumento flexible en manos del autor con una función esencialmente expresiva: son ubicados por razones de énfasis retórico. El párrafo, en tanto que producto de la intención del autor, explicita relaciones conceptuales en los niveles micro y macro. De ese modo, condiciona la línea interpretativa. El autor decide crear unos u otros conceptos complejos de acuerdo con sus objetivos discursivos. 4.2. Nivel cognitivo El párrafo es también una unidad cognitiva que facilita la comprensión del texto por parte del destinatario (Chafe, 1980)4. Los límites del párrafo responden también a actividades de naturaleza cognitiva como son la interpretación textual y el almacenamiento de la información transmitida, referidas respectivamente a la producción y a la recepción discursiva. Desde la primera, pondremos el acento en el hecho de que la distribución en párrafos guía y orienta la comprensión textual en el sentido de que destaca una entre las posibles interpretaciones alternativas. El segundo punto de vista nos permite interpretar el párrafo como instrumento utilizado por el destinatario para la aprehensión del contenido. El párrafo funciona como herramienta de la comprensión textual en términos facilitadores o reguladores (Stark, 1988). Y lo hace en dos niveles. Por un lado, destaca la importancia cognitiva de la posición inicial de párrafo: esta facilita el procesamiento (Gernsbarcher y Hargreaves, 1992) y crea expectativas de comprensión en el lector (Greeno y Noreen, 1974). Por otro lado, el límite del párrafo invita a reflexionar y a valorar la información recibida (Hofmann, 1989). Por ello, en palabras de González Cobas (2008), leemos más despacio a medida que nos acercamos al final de un párrafo. Queremos detenernos en la primera de las funciones enunciadas. La cuestión ya no es si el párrafo incluye o no una frase tópica: lo relevante es que el enunciado inicial lo ancla temáticamente y genera una línea interpretativa. Con independencia de que ese enunciado inicial se desarrolle o no a lo largo del párrafo. El autor toma una decisión vinculada a su intención textual y tiene como efecto la orientación de la interpretación. En palabras de Ji (2008), los cambios de párrafo marcan discontinuidades temáticas en el texto y de esa manera facilitan el procesamiento por parte de los lectores. Y la función que estamos definiendo se observa con independencia de la naturaleza tipológica del texto del que se trate. Veremos para ello tres ejemplos:

4. Del mismo modo, Lausberg (1967) defiende que el párrafo cuenta solo con límites psicológicos asociados a la inteligibilidad.

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

En el primero se le pide a un estudiante que realice una descripción de su vivienda habitual en 250 palabras aproximadamente. Este es el resultado: En un barrio de la ciudad de A Coruña, a unos diez minutos del centro de la ciudad, se encuentra un edificio de unos dos o tres años de antigüedad. De color beige y ventanales blancos destaca entre las demás fachadas por su estilo propio del centro histórico. Tiene tan solo siete pisos, de los cuales solo los de la parte de delante tienen vistas a la Ría de A Coruña y a playas como Santa Cristina, Mera o Bastiagueiro. Además, los pequeños balcones que dan a la calle están llenos de geranios y plantas que ponen las vecinas para decorar y dar un poco más de alegría. Mi casa se encuentra en la séptima planta y la distribución es muy sencilla. Al entrar por la puerta encuentras la oficina con la librería, y a mano izquierda das al gran pasillo al cual dan dos habitaciones, una de mi hermana y otra mía. Al fondo está la de mis padres que tiene vistas al mar además de un baño. La siguiente es el salón comedor, desde el que también ves la Ría por sus grandes ventanales. Enfrente está el otro baño, y ya lo último la siempre inmaculada blanca cocina. En medio de la casa se encuentra mi habitación que destaca por el fuerte color verde manzana de las paredes, las cuales están decoradas por tres cuadros que me pintó una amiga estadounidense. Pegada a una de ellas está mi cama con su edredón a rayas de colores, y al lado una estantería a rebosar de libros. En frente a la cama está la ventana que da a un patio interior y justo debajo está mi mesa de escritorio, siempre llena de papeles y apuntes. El lado opuesto está cubierto por el enorme armario empotrado de la misma madera que el resto de muebles que decoran mi habitación y que están llenos de discos, peluches y velas. El suelo está cubierto por una alfombra de color azul que hace juego con las cortinas, cojines y lámpara. Y por último, la puerta, que está llena de fotos de mis amigos y familia, lo que le da un toque más personal.

El primer enunciado, que hemos destacado en letra cursiva, no es necesariamente una frase tópica (solo la correspondiente al segundo párrafo lo sería), pero condiciona al lector en términos interpretativos. Este presupone que en el primer párrafo se va a indicar la ubicación de la casa en la ciudad; en el segundo, la distribución de la vivienda; y en el tercero, las características de la habitación del autor o autora. Lo esencial ahora es que la frase con la que comienza el párrafo no lo condiciona formal ni conceptualmente sino que regula el proceso de interpretación del destinatario. Lo mismo se observa en un texto narrativo. Un estudiante desarrolla una historia en 300 palabras aproximadamente: El conductor bajó del coche. Estaba fuera de sí, tanto, que ni se daba cuenta de que Fernando estaba inconsciente por el golpe recibido. Caminaba hacia el joven sin dejar de increparle. Cuando llegó hasta él, comprendió la grave situación en que se encontraba el chico. Rápidamente, llamó a una ambulancia, que apareció en pocos minutos acompañada de un coche de policía. Mientras los médicos atendían al muchacho, el propietario del vehículo contó a los agentes lo sucedido. Éstos le dijeron que tenían que detenerle. El conductor no opuso resistencia. Mientras tanto, Fernando se dirigía al hospital con pronóstico grave. Cuando llegó, fue trasladado al quirófano. Le realizaron una transfusión y le dieron varios puntos de sutura. Despertó a la mañana siguiente. No sabía ni dónde estaba, ni qué le había pasado. Pero pronto apareció una enfermera que le explicó lo que había ocurrido. Una semana después abandonó el hospital. No había avisado a sus padres para no preocuparles. Además, su estancia en el hospital le había hecho reflexionar sobre la decisión de abandonar su pueblo, por lo que se dirigía al mismo para hablar con su familia. Tras explicar a sus padres lo que le había ocurrido, se fue a hablar a solas con su padre. Cogió la vieja bufanda y se la devolvió. Le dijo que ya no la necesitaría, pues había decidido quedarse en el pueblo a ayudarles con el trabajo en el campo, ya que la vida de la gran ciudad no era para él. Padre e hijo se fundieron en un abrazo y junto a su madre, regresaron a casa.

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Ahora es aún más evidente que la primera frase de cada párrafo carece de naturaleza tópica. El autor las usa para destacar los que considera hitos más importantes en el devenir de los acontecimientos narrados, y parcela la información sobre ellos. De hecho, no suponen una suerte de resumen textual (cosa que sucedería en caso de tratarse de frases tópicas) sino más bien una focalización sobre los datos interpretados por el autor como más relevantes. Veamos un último ejemplo: otro estudiante redacta un texto de opinión acerca de si se debe permitir que una mujer se someta a una fecundación artificial a los 67 años: Recientemente se ha hecho pública la noticia de la mujer que, a sus 67 años, se ha convertido oficialmente en la madre más vieja del mundo. El alumbramiento de dos mellizos a estas alturas de la vida de la señora, le han hecho merecedora del título. Pero otro asunto que llama la atención es lo que tuvo que hacer para conseguir aquello que, según ha declarado, siempre había ansiado. Teniendo en cuenta la ausencia de pareja y los impedimentos biológicos obvios, la única salida era la fecundación in vitro. Para ello, viajó a Los Ángeles donde está permitido sólo hasta los 55 años. Pues bien, a pesar de que la mayoría de los titulares afirman que la señora mintió sobre su edad, ella simplemente se defiende aclarando que nadie le preguntó o se preocupó de comprobar. Cabe resaltar posiblemente lo poco que parece importarle a la clínica en cuestión si se cumplen o no los requisitos, mientras una pueda pagar el tratamiento. Otra cosa que personalmente me alarma es el hecho de que haya vendido su casa para obtener los 45.000 euros necesarios para pagarlo. Yo me pregunto cuál es el plan de esta mujer ahora que tiene dos hijos. Sólo ella sabe los ahorros que puede tener o su situación en general, pero en cualquier caso, lo que se sabe es que la mujer no tiene casa, se ha gastado lo que para muchas familias es toda una fortuna para tener dos niños, los cuales, derivado de todo lo anterior no se sabe dónde serán criados. Desde luego, no es cuestionable que una mujer tenga el deseo de ser madre ni, mucho menos, que defienda su derecho a serlo. Sin embargo, éste se vuelve una controversia cuando se trata de desafiar a la Naturaleza que, salvo malas jugadas y como dice el dicho, es sabia. Esto es, si llega un momento en la vida de las féminas en el que estas dejan de tener posibilidad de procrear, es debido a evitar una serie de riesgos para la madre y el bebé. Asimismo, aquellas que den a luz a sus hijos a una mayor edad, tendrán menos tiempo ya no de disfrutarlos, pero de educarles y criarles hasta que estos alcancen una madurez. Lo cuestionable son, en realidad, los métodos utilizados. ¿Pero quién puede culpar a una persona de saltarse las normas para conseguir lo que más ansía si, de hecho, quien debería hacerlo no se aseguró de que las cumpliera?

Tres son los conceptos relevantes en términos informativos y de acuerdo con la distribución de párrafos propuesta por el autor: la edad de la mujer, que la convierte en la madre más vieja del mundo; la realización para ello de una fecundación in vitro; y la incuestionabilidad del derecho de una mujer a ser madre. Especialmente llamativo resulta el tercer párrafo: el autor pone en primer término el derecho universal de la mujer a ser madre por encima de cualquier otra consideración en un tema esencialmente controvertido. La posición inicial del enunciado condiciona de modo evidente la interpretación global del párrafo. Desde la segunda dimensión cognitiva apuntada al principio de este epígrafe, descubrimos una función del párrafo asociada al modo en el que almacenamos la información textual. Se convierte entonces en base de la creación de esquemas cognitivos destinados a regular la comprensión textual. En opinión de Haberlandt, Brian y Sandson (1980), cada esquema coincide con un párrafo y cambia con cada uno nuevo que se construye. Según González Cobas (2008), el cambio de párrafo supone un cambio de esquema cognitivo. En la misma dirección, Pérez Juliá (1998) asevera que el párrafo genera una imagen esquemática utilizada en el proceso de almacenamiento de la información. Cada párrafo se convierte en un segmento coherente y asimilable (De la Fuente, 2007), en una unidad informativa autónoma que facilita ir hacia delante o hacia detrás para alcanzar una

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correcta comprensión del texto (Stark, 1988). Los límites de párrafo indican al lector que debe procesar la información contenida en la memoria a corto plazo. Todo ello lo convierte en una auténtica unidad de procesamiento informativo: Hofmann (1989) dedica su esfuerzo a reunir pruebas que demuestran su función como herramienta fundamental en la aprehensión cognitiva. Entre ellas indica que el párrafo muy extenso tiende a confundir al lector y por ello no es extraño que, aun cuando la estructura lógica de los argumentos suele coincidir con la división en párrafos, un concepto complejo puede exigir varios de ellos; por otro lado, la acumulación de párrafos cortos también resulta molesta porque dispersa demasiado la información y la representa de modo menos integrado5. Igualmente oportunas al respecto son las propuestas de Pérez Juliá (1998). El párrafo es una unidad semántica construida en estrecha relación con la memoria. Es una auténtica unidad perceptiva cuyo aspecto cuantitativo (esto es, su extensión) afecta directamente al nivel de persistencia en la memoria6. Si todo esto es cierto, funciona como herramienta de parcelación del contenido textual y facilita la lectura al incluir momentos de ruptura destinados a evitar la fatiga (Stark, 1988). Por todo ello, un párrafo no puede ser ilimitado. Mejor dicho, puede serlo, pero sería inútil. Porque transmitiría un concepto tan complejo que acabaría por convertirse en incomprensible. A fin de cuentas, la razón por la que rechazamos un párrafo demasiado extenso suele ser doble: o bien porque el sentido contenido es heterogéneo y, por ello, susceptible de ser dividido; o bien porque siendo homogéneo, resulta incomprensible. Es lo que sucede en el ejemplo siguiente. Pese a la extensión del texto, parece oportuno transcribirlo de manera completa7. Estamos ante la friolera de 1.161 palabras ininterrumpidas. El párrafo sustituye al texto: EL PARTENÓN Nos hemos acostumbrado a ver el Partenón cara a cara desde el marco de los Propíleos, recortada su silueta en medio de la Acrópolis, allí solo, como si estuviera esperándonos. Una visión pictórica y romántica, pero impensable en la Antigüedad. No existían por entonces los encuadres monumentales, ni las perspectivas arquitectónicas, ni los marcos incomparables, sino que cada monumento era una unidad plástica, ella en sí misma. Hay que esperar al Helenismo para que cambie el criterio, por eso en plena época clásica el espectador no se extrañaba, tras haber atravesado los Propíleos, de encontrarse el Partenón tapado por monumentos vecinos y rodeado de estatuas, ofrendas, exvotos... Había que ir a buscarlo, llegar hasta él, y la proximidad impedía el efecto en perspectiva. Nos hemos acostumbrado también a identificar el Partenón con una ruina discontinua, sin el remate de la techumbre y carente de la policromía. Pensándolo bien, es asombroso que quede lo que queda, después de haber sido utilizado como iglesia bizantina, mezquita, polvorín y haber sufrido explosiones, incendios, terremotos y expolios, sin olvidar la erosión de siglos a la intemperie. Su fama permaneció intacta siempre, o mejor, acrecentada con el tiempo, razón de que se hayan acumulado noticias e información sobre él. Hoy día es mucho lo que se sabe del Partenón y; sin embargo, la investigación arqueológica no cesa en su avidez de más y mejores conocimientos. Algunos de los más recientes nos han devuelto con toda fiabilidad la imagen prístina, real y concreta de la obra más emblemática de la arquitectura griega. La cronología del Partenón la tenemos asegurada por inscripciones que fijan el comienzo de las obras en el curso

5. Muy interesante su apunte acerca de la literatura infantil: los libros destinados a niños menores de 5 años se construyen con párrafos muy cortos para facilitar el procesamiento. 6. Desde esta postura, Pérez Juliá propone una interesante clasificación de párrafos según su función cognitiva. 7. Hemos tomado el texto del sitio web www.artehistoria.com. Último acceso: 31/12/2012.

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del año 448-447 y el final en 438, lapso de tiempo brevísimo, cuando se piensa en la magnitud de la obra. Toda ella fue realizada en mármol pentélico. Como arquitectos mencionan las fuentes a Iktinos, Kallíkrates y Karpion, nombre este último que no volvemos a encontrar. Las ideas básicas del proyecto las aporta Iktinos, un arquitecto genial que escribió un libro, desgraciadamente perdido, sobre las teorías desarrolladas en la construcción del Partenón. Su idea de lo que es un templo dórico y de cómo se modela el espacio se tiende al comparar el Partenón con el templo de Zeus en Olimpia y con el llamado Prepartenón, es decir, el templo dórico hexástilo que estaba en construcción en 480, cuando los persas arrasaron la Acrópolis, y sobre cuyos fundamentos se alzó el Partenón. El parangón demuestra que éste es más monumental, más cerrado y más compacto, aunque en sus miembros se extrema la finura y la delicadeza. La planta es la de un templo octástilo, dístilo y anfipróstilo, cuyas columnas se encuentran más próximas entre sí y la cella, con la natural repercusión en los espacios interiores, como enseguida veremos. Respecto al canon dórico de Olimpia se observa que la ampliación de la perístasis (8 x 17) y la ampliación considerable de la cella van en detrimento de la anchura del pasillo existente entre ambas y denotan un nuevo sentido del espacio, pues el conjunto resulta más grandioso y unitario. De hecho, la amplitud y la espaciosidad del Partenón se perciben desde fuera y desde dentro, dada la perfecta conjunción e interdependencia de exterior e interior. Por su arte, el nuevo sentido del espacio, que modifica sensiblemente las proporciones de la cella, es una novedad importantísima, cuya causa primordial es la colosalidad de la estatua de Atenea Partenos, que tiene absorto a Fidias durante el proceso constructivo. El basamento de la estatua, que se conserva in situ, es monumental; exigía enorme anchura, de donde la necesidad de ampliar la cella. Se trata, pues, de una solicitud de Fidias a Iktinos, ante la necesidad de un escenario adecuado para el coloso de 11 m que fue la Partenos. Por idéntico motivo, en vez de una cella de tres naves con doble columnata paralela, las columnas se curvan en forma de U por la parte posterior de la nave central, como si de un nicho, para ubicar la estatua de Atenea, se tratara. Fue una solución revolucionaria, cuya influencia se dejó sentir inmediatamente. Frente a estas novedades inesperadas hay en el Partenón peculiaridades que no son originalidad del proyecto arquitectónico, sino consecuencia o adaptación a tradiciones ancestrales. Así, por ejemplo, la división de la cella en dos espacios desiguales y la introducción de rasgos jónicos en un templo dórico–el friso que recorre los muros de la cella y las cuatro columnas jónicas de la menor de las dos estancias en que queda dividida la cella–deben considerarse rasgos heredados del Prepartenón e incluso del llamado Templo Dörpfeld de época pisistrátida. Hay en el Partenón refinamientos casi inaprehensibles, pero de extraordinaria eficacia a la hora de darle ese carácter vital de músculo activo tantas veces señalado. Son las llamadas correcciones ópticas, que en sí mismas no son novedad, aunque la tiene en grado sumo la manera de interpretarlas o hacerlas valer. Se persigue con ellas una estudiada contraposición en los miembros del orden arquitectónico según la función ejercida, a partir de la que se obtiene una perfecta compensación de efectos visuales; algo así como la versión arquitectónica del contraposto escultórico, dice Gruben. Como muy sobresalientes hay que citar el mayor grosor de las columnas laterales respecto al de las centrales, para neutralizar la impresión de adelgazamiento provocada por la intensidad de la luz en las esquinas, así como la inclinación hacia dentro de todas las columnas. En segundo lugar, la contracción de las metopas propagada desde el centro; es decir, la anchura de las metopas disminuye progresiva e imperceptiblemente a partir del centro, de manera que se evita el cambio brusco de dimensiones, más anchas sólo en las dos últimas metopas de cada lado. Por último y principalísimo, la curvatura de todos los elementos horizontales, desde las gradas del estilobato al entablamento. A consecuencia de la curvatura y de las líneas de fuga, siempre verticales, los bloques de mármol no son rectangulares sino trapezoidales; cada uno de ellos hubo de ser cortado y tallado individualmente, detalle que merece ser tenido en cuenta para aquilatar la dificultad y calidad del trabajo. El ensamblaje tan cuidado como armonioso de todos estos pormenores es lo que hace distinto al Partenón. Un par de ideas sobre la policromía. Lo que realmente manda, a efectos cromáticos, es la calidad inigualable del mármol pentélico, cuya transparencia y blancura definen el núcleo de la obra. Triglifos, mútulos, regulae iban pintados de azul, como es frecuente en los elementos verticales, mientras la taenia o moldura lisa, la banda que corre por debajo de

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los triglifos y el listel superpuesto a ellos iban decorados con un meandro datado sobre fondo rojo, como si fuera el motivo tejido en una cinta o en un galón. El acasetonado del techo quedaba enmarcado por motivos vegetales, ocupado el centro por una palmeta exquisitamente dibujada sobre fondo azul. Policromada iba lógicamente la decoración escultórica: metopas del friso dórico, friso jónico y frontones.

El texto podría estar segmentado en nueve párrafos, que se corresponderían con otras tantas unidades de sentido. En esquema: Párrafos 1 2 3 4 5 6 7 8 9

Palabras 123 81 92 111 133 145 88 266 122

Contenido Imagen tradicional de Partenón desde los Propileos. Imagen tradicional del Partenón como ruina. La investigación sobre el Partenón no cesa. Los arquitectos del Partenón. Características arquitectónicas. El nuevo sentido del espacio condicionado por la estatua de Atenea. Peculiaridades consecuencia de adaptarse a la tradición. Refinamientos apenas aprehensibles. La policromía.

De ese modo se facilitaría la percepción textual y se evitaría el colapso en el procesamiento informativo. 4.3. Nivel visual Frente a esta percepción del párrafo, discurre otra que destaca la imagen visual de esta unidad y que pone el acento en la longitud. Por esta dirección se ha establecido una compleja discusión referida a los efectos derivados de la mayor o menor extensión de los párrafos. Así, Lázaro Carreter (1979) llega a afirmar que el párrafo carece de extensión fija, pero que el largo inhibe y asusta al lector8. Por su parte, Stern (1972) defiende que la división en párrafos cortos o largos se asocia al tono del texto: los cortos aceleran el ritmo y aligeran la página, mientras que los largos la hacen más pesada. Algunas de las opiniones vertidas resultan un tanto impresionistas, pero sí es cierto que la longitud del párrafo genera expectativas de lectura en términos de densidad o de ligereza conceptual. Cassany (1995: 86) postula una percepción abiertamente visual de la escritura y llega a afirmar que es un error de redacción mezclar párrafos cortos y largos: En general, el aspecto visual parece imponerse a las necesidades internas de extensión. Lo que importa ante todo es que página y párrafo ofrezcan una buena imagen e inviten a la lectura [...]. Por tanto, la recomendación más sensata es que cada página tenga entre tres y ocho párrafos, y que

8. En la misma dirección cabe citar los trabajos de Quirk et al. (1972) y Werlich (1976). Desde una posición más ecléctica, Figueras (2001) defiende que el párrafo se organiza en tres dimensiones: visual, estructural (uno o más enunciados) y semántica (ideas principales y secundarias). También encontramos esa percepción en Pérez Juliá (1998).

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cada uno contenga entre tres y cuatro frases, aceptando siempre todas las excepciones justificadas que haga falta. Resulta difícil y peligroso reducir una recomendación a cifras absolutas.

La tesis de que los párrafos deben ser cuantitativamente homogéneos tampoco es muy sostenible. Por razones obvias: un texto transmite una determinada información que hemos definido como compleja. Para construirla, hacemos uso de los párrafos, en tanto que cada uno de ellos prefigura una unidad, que es en cierto modo un segmento del total. ¿Es necesario que todas esas secciones sean cuantitativamente homogéneas? Está claro que la respuesta ha de ser negativa. El propio Cassany es consciente de la poca justificación de sus afirmaciones, hasta el punto de concluir que su percepción no es más que una recomendación que no ha de seguirse al pie de la letra. Sugiere entre tres y ocho párrafos por página, como si fueran cifras cercanas. Sin embargo, solo entre tres y cuatro frases por párrafo. El convencimiento interno que traslucen estas afirmaciones parece escaso. Una cosa es hacer recomendaciones a escritores noveles en el proceso de adquisición de la competencia escritora y otra es definir el párrafo desde parámetros visuales. Por supuesto que estamos de acuerdo en marcar la extensión de los párrafos con una intención didáctica, pero este hecho no puede, en ningún caso, extrapolarse. Pongamos un ejemplo con un texto que hace ya unos años Javier Marías escribió en El Semanal. Hablaba sobre la guerra de los Balcanes: Obediencias asesinas Venía hace unas semanas en los periódicos: un soldado serbobosnio de veinticinco años, llamado Drazen Erdemovic, al que se juzga por crímenes de guerra ante el Tribunal Internacional de La Haya para la antigua Yugoslavia, se declaró culpable de haber asesinado a centenares de bosnios musulmanes el pasado julio en el enclave de Srebrenica. La noticia iba ilustrada por su fotografía, un joven de aspecto enteramente normal o más bien agradable, con la mirada perdida y los labios prietos de quien está rumiando sus pensamientos. Según la noticia, el hombre confesó con lágrimas en los ojos y explicó que se vio obligado a matar, ya que, de haberse negado, los serbios lo habrían pasado también a él por las armas. «Si sientes pena por los musulmanes», dice que le dijeron, «ponte también en la fila». Erdemovic añadió que temía no sólo por su suerte, sino por la de su mujer y su hijo de corta edad si se negaba a cumplir la orden de disparar. A este joven lo espera una probable condena de cárcel a perpetuidad, aunque el juez, tras oírle, convocó una nueva sesión del juicio para determinar las posibles circunstancias atenuantes que podrían aplicarse al procesado. Eso quiere decir, supongo, que en principio el magistrado creyó las palabras de Erdemovic. Y si las creyó, me pregunto por qué ese juicio sigue adelante, a la vez que compruebo que si se suspendiera y se exonerara al reo y se sobreseyera el caso, yo mismo me escandalizaría y pensaría que había gato encerrado y farsa. No es ésta una cuestión fácil, la de la «obediencia debida». Si no estoy mal informado, creo que en la actualidad la excusa de haberse limitado a cumplir órdenes no sirve para exculpar a quien cumpliera unas órdenes claramente delictivas o criminales. Pero en una guerra... A diferencia de Pérez Reverte, yo no he visto ninguna, o sólo las de las películas. Pero recuerdo haber oído en una de ellas–tal vez Senderos de gloria de Kubrick, o El sargento York de Hawks, en todo caso era de la Guerra del 14–unas frases que me parecieron muy verosímiles y que venían a decir lo siguiente: «Si los soldados atacan en una batalla, si salen de sus trincheras y corren como locos hacia unos tipos que los están enfilando como a conejos, no es porque en esos momentos estén henchidos de amor a su patria, ni convencidos de que la suerte de sus familias depende de que ellos tomen un montículo, ni porque los impulse el odio, ni siquiera porque vean con claridad que o matan al enemigo o serán muertos por él. A la hora de la verdad nada de eso tiene la suficiente fuerza para hacer que unos hombres se arrojen al precipicio. Lo hacen sólo porque temen aún más a quienes tienen detrás, a sus superiores, y porque saben que si avanzan su muerte es probable, pero segura si retroceden». Yo no puedo evitar preguntarme qué habría hecho en el pellejo de ese Drazen Erdemovic a quien, si le creemos, repugnó matar a centenares de musulmanes bosnios y aun así lo hizo. No

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todo el mundo tiene pasta de héroe, menos aún de mártir. Me imagino a Erdemovic tirando su arma al suelo y diciendo: «No dispararé contra esta gente; ponedme con ellos y acabad conmigo, lo prefiero». No, la verdad es que me cuesta imaginar esa escena en la vida real, en la que no hay espectadores que se conmuevan con el gesto noble y lo aplaudan y se vayan después a casa reconfortados y sintiéndose un poco mejores tras haber asistido a semejante prueba de rectitud y sacrificio. Los únicos espectadores de esa función hipotética habrían sido las otras víctimas, que no habrían podido contarlas y los verdugos, que no cuentan nada o si acaso mienten. Uno no hace gestos para sus verdugos. Supongo que en los momentos cruciales de las guerras se piensa sólo en sobrevivir, en pasar de un minuto al siguiente y de éste al que va después, y se debe de pensar, si en realidad se piensa: «Mientras siga vivo, todo puede tener arreglo». El arreglo, por ejemplo, de conmover a unos jueces y conseguir acaso una atenuante, o de que haya gente como yo haciéndose preguntas y escribiendo artículos como éste.

Veamos cuál es la construcción de párrafos del texto, en términos de palabras y enunciados: Párrafos 1 2 3 4 5

Palabras 85 128 85 191 228

Enunciados 3 5 3 6 10

¿Es este un texto desequilibrado o la diferencia cuantitativa entre párrafos tiene que ver con la naturaleza del contenido de cada uno de ellos? Parece que la respuesta más adecuada a la pregunta sería la segunda de las hipótesis enunciadas. Así lo confirma el contenido de cada párrafo9: Párrafos 1. Recuerda unos hechos 2. Más detalles sobre el caso judicial 3. La obediencia debida, ¿es un atenuante? 4. Reflexiona sobre la guerra

5. Se pregunta qué haría él en una guerra

Contenido Recordatorio Æ Identificación del personaje y de las circunstancias Æ Foto del personaje El personaje se justifica Æ Justificación: el miedo Æ Ampliación de la justificación Æ Posible condena Æ Posibles atenuantes Reflexión personal sobre los atenuantes Æ La dificultad de juzgar la obediencia debida, atenuante en el caso Æ Definición de la obediencia debida Las guerras son diferentes Æ Desconocimiento de las guerras en primera persona Æ Fuente de una referencia de la guerra Æ Cita literal Æ Ampliación de la cita Æ Ampliación de la cita Reflexión sobre qué hacer en el caso del soldado Æ Justificación Æ Imagina al soldado como héroe Æ Qué diría el soldado Æ Vuelta a la realidad Æ Las víctimas, espectadores de la realidad Æ No los verdugos Æ Ansia de sobrevivir Æ Supervivencia, lo primero Æ Incluso justifica o atenúa el comportamiento

En nuestra opinión, la unidad temática de cada párrafo ha sido garantizada, y la extensión de cada uno de ellos depende no tanto de los conceptos desarrollados como de la intención del autor. Marías decide cuánta información nos quiere dar sobre cada cuestión. En su texto es mucho más importante la sección argumentativa que la narrativa que la sustenta; por ello, los dos últimos párrafos son mucho más extensos que los dos primeros. El párrafo tercero tampoco

9. El signo Æ solo indica que esos contenidos se acumulan, no el tipo de relación existente entre ellos.

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es especialmente largo porque no le interesa dedicar más tiempo del imprescindible a explicar uno de los conceptos claves: la obediencia debida. Ciertamente, podría haberse detenido en él, pero ha optado por no hacerlo. 4.4. ¿Cómo constrimos los párrafos? Nuestro estudio de adquisición de unidades textuales nos proporciona informaciones muy relevantes referidas a cómo se construyen los párrafos. Para el análisis de los datos partimos de distintas hipótesis desarrolladas desde los conceptos expuestos en las páginas anteriores. A ellas añadimos una nueva variable: hemos de tamizar los resultados desde la perspectiva de si los usuarios han recibido o no instrucción específica acerca de la construcción de esta unidad. En primer término, si un párrafo es una unidad informativa compleja, es verosímil pensar que los usuarios apenas habrán construido párrafos de un solo enunciado. Además, suponemos que el número de enunciados combinados es directamente proporcional a la complejidad temática del párrafo. Por ello habrá algún tipo de límite para el número de enunciados que se combinan en un párrafo. Por otra parte, desde una perspectiva retórica habrá que evaluar si los usuarios tienden a utilizar un tipo de párrafo homogéneo en longitud y complejidad temática o si, por el contrario, no dan relevancia a esta cuestión. En segundo lugar, de haber conciencia en los usuarios de la dimensión visual de los párrafos, cabe pensar que, si un grupo de textos tiene una extensión parecida, habrá una tendencia a dividirlos en un número de párrafos similar. Asimismo, habrá que comprobar si hay alguna regularidad relativa a la construcción de párrafos de longitud similar. En tercer lugar, si entendemos el párrafo como unidad de procesamiento, tendremos que analizar la longitud de párrafos en términos del número de palabras para observar si existe algún tipo de tendencia global y si hay limitaciones por arriba y por abajo: partimos de la asunción de que el párrafo largo genera expectativas de mayor densidad, mientras que el corto lo hace de ligereza conceptual. También debemos considerar si la longitud global del texto tiene efectos en la longitud parcial de los párrafos insertos; en otras palabras: si un texto informativamente más prolijo distribuye su contenido en unidades de construcción igualmente más complejas. 4.4.1. Sobre la complejidad temática En T1 los párrafos acumulan entre uno y diecinueve enunciados. Algo más del 90,5% se componen de dos o más enunciados; la mayoría de ellos están distribuidos entre dos y cuatro. En cambio, párrafos de nueve o más solo suponen el 6,05% de la muestra. Se confirma, pues, que los autores tienen conciencia del párrafo como unidad informativa compleja porque se tiende a combinar dos o más enunciados. Sin embargo, realizan una escasa planificación del texto, lo que les lleva a construir párrafos bastante reducidos: la franja entre dos y cuatro reúne un 57,8% de la muestra, y dentro de ella los más frecuentes son los de dos, luego los de tres y finalmente los de cuatro. Al mismo tiempo, se escapa de los párrafos de excesiva complejidad temática: es testimonial la aparición de párrafos de más de diez enunciados (2%). En conclusión, podemos afirmar que la complejidad temática se respeta, pero se observa que es cualitativamente limitada.

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El 9,47% de los párrafos escapa a esta percepción de unidad informativa compleja e incluyen un solo enunciado. Debemos destacar que casi un 30% tiene una función conclusiva y cierra el texto, del que es el último párrafo. Veamos algunos ejemplos: En resumen, opino que Pinker tiene razón al negar el determinismo lingüístico y además creo que su exposición está muy bien presentada y argumentada. En conclusión, actualmente la teoría de Sapir y Whorf ya ha sido superada por otras más avanzadas, gracias al progreso científico, y ha quedado en evidencia su falta de lógica. Para concluir, el lenguaje no determina el pensamiento sino que es el código mediante el cual lo reproducimos a nuestra voluntad o, al menos, eso intentamos. Como conclusión, se puede decir que sin pensamiento no habría lenguaje, ya que si las cosas no se pensarán no tendrían ningún significado.

En T2, el 95,5% de los párrafos se construye con dos o más enunciados, de donde se deduce que la instrucción en expresión escrita consolida la percepción del párrafo como unidad temáticamente compleja. Además, se observa que esta ha aumentado en términos cualitativos: los más frecuentes son los párrafos de tres enunciados, luego los de cuatro, a continuación los de cinco y finalmente los de dos, que eran los más repetidos en T1. Por último, la franja de mayor frecuencia está entre tres y seis enunciados, y acumula el 57% de los ejemplos. Por otra parte, el límite de la complejidad ha aumentado en comparación con el primer texto estudiado. Así, se observa que con cierta frecuencia se construyen párrafos de hasta doce enunciados (frente a diez en el caso de T1); de trece o más, suponen el 2,6%. De todo ello se colige que la conciencia del párrafo como unidad informativa compleja se ha consolidado como resultado de la instrucción específica. En cambio, los párrafos de un solo enunciado se han reducido al 3,46%: una tercera parte de los que aparecían en T1. La instrucción ha surtido efecto. Veamos una comparativa de datos:

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Es evidente cómo en ambos casos, pero más en T2, se renuncia al párrafo de un enunciado. Asimismo, también es de destacar que la complejidad temática está más desarrollada en T2. De hecho, en este caso la construcción porcentualmente habitual del párrafo es mucho más variada: de tres a seis enunciados; en cambio, en T1 se observa una decidida preferencia por opciones de dos, tres o cuatro enunciados. La complejidad temática es más evidente, cualitativa y cuantitativamente, en los párrafos construidos por usuarios que han disfrutado de una instrucción específica. 4.4.2. Sobre la imagen visual del párrafo Si la imagen visual del párrafo es importante en el proceso de construcción textual, debería detectarse una cierta estabilidad entre el cociente entre el número de palabras de un texto y el número de párrafos construido. Desde este cálculo podríamos deducir una suerte de extensión prototípica. Veamos qué sucede en el caso de T1. Para ello, hemos agrupado los cocientes por franjas de treinta palabras empezando a contar desde el menor detectado (46,36). Treinta palabras equivalen aproximadamente a dos líneas de texto impreso en un formato estándar y reconocible (Times New Roman 12) y, por tanto, parece razonable utilizar esta cantidad a la hora de evaluar los márgenes de uniformidad visual reconocibles por el lector. La mayor uniformidad se observa entre setenta y ciento treinta palabras, y afecta al 66% de los párrafos. No obstante, no es una tendencia muy estable puesto que afecta a un márgen de sesenta palabras. En todo caso, sí parece que indica algún tipo de conciencia acerca de la dimensión visual del párrafo el hecho de que se escapa de los párrafos muy cortos o muy largos: los ejemplos con un cociente inferior a setenta palabras o superior a ciento treinta y una se limitan a un 17% en uno y otro caso. Esta es, sin duda, la cuestión más relevante: no podemos tanto proponer un tamaño prototípico como indicar tendencias acerca de lo que los usuarios evitan en términos visuales. Debemos comprobar a continuación si estas tendencias se confirman en el caso de T2. Ahora se produce una reducción evidente de la importancia eventualmente atribuida a la percepción visual. Los párrafos se distribuyen de manera casi idéntica en las tres franjas centrales. Por otro lado, se desprecia la construcción de párrafos visualmente muy pequeños (4%); en cambio, aumenta la tendencia a usar unidades más largas: por encima de ciento sesenta hay casi un 25% de ejemplos. En ello bien puede tener que ver el hecho de que el encargo de texto es mayor: dos mil palabras de T2 frente a las quinientas de T1. Resulta muy llamativo observar los datos de T1 y T2 de forma combinada:

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La identificación de la unidad visual del párrafo parece reducirse en la medida en que aumenta la instrucción. Y con ella también disminuye de forma drástica la construcción de párrafos visualmente cortos quizá porque aportan una imagen excesivamente fragmentada del texto. El escritor más experto construye los párrafos condicionado por la estrategia de distribución informativa que ha asumido, y no está tan preocupado por si la página presenta una imagen externa más o menos homogénea. En segundo término, a la hora de valorar la importancia de la dimensión visual del párrafo podemos aprovecharnos de otro tipo de información derivada de la hipótesis siguiente: si la variable es de relevancia, se tendería a construir más o menos la misma cantidad de párrafos para una misma extensión textual. En el caso de T1 vamos a reducir la muestra de los cincuenta textos de partida a cuarenta que tienen una extensión entre cuatrocientas setenta y cinco y quinientas setenta y cinco palabras: la media de palabras por párrafo en este grupo de textos es de 94,2; por ello cabría plantear la hipótesis de que entre el mayor y el menor podría haber una diferencia máxima de un párrafo. Los datos revelan que el 65% de los textos se construyen en un rango de cuatro a seis párrafos. Es, pues, una tendencia, pero sobre la base de unas opciones de construcción lo suficientemente amplia como para deducir una incidencia fundamental en la construcción de los textos. Por otro lado, para recabar los datos correspondientes a T2 hemos reducido la muestra a los cuarenta y seis textos entre mil setecientas cincuenta y mil novecientas palabras. En ellos la media por párrafo es de 121 palabras, por lo que la máxima diferencia posible entre el más corto y el más largo sería de un párrafo. Los resultados, obviamente, no son comparables con los de T1 porque la extensión de los textos es tres veces mayor. En todo caso se observa cómo esa cierta tendencia a la uniformidad desaparece por completo. Solamente destaca del grupo de textos que combinan entre once y trece párrafos, pero apenas cubren el 31% de los textos. La variedad es muy destacable: sirva como ejemplo que el porcentaje de textos desde cinco hasta diez párrafos es el mismo. Por todo lo dicho, parece sensato pensar que la variable visual tiene menos importancia que la temática en la contrucción de párrafos. Además, la relevancia disminuye en la medida en que aumenta la formación de los usuarios en expresión escrita, ya que se pliega a las estrategias de construcción informativa. De hecho, esa reducción se ha de poner necesariamente en correlación con un aumento de la dimensión retórica: la pérdida de uniformidad en la construcción de párrafos se asocia, sin duda, a una distribución intencional de la información. 4.4.3. Sobre la dimensión cognitiva del párrafo Evaluamos la complejidad cognitiva del párrafo tomando como variable fundamental para el análisis el número de palabras que incluye. Vamos a interpretar los párrafos de los textos con los que trabajamos en franjas de cincuenta palabras. Interesa observar de manera comparada los datos que emanan de los dos textos. Los presentamos de modo porcentual:

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En los dos casos se observa que la importancia de la construcción de los párrafos en el procesamiento informativo tiene como resultado que se evite proponer unidades superiores a las doscientas palabras: apenas se supera el 10% de los ejemplos en el caso de T2, y se limita al 4,8% en T1. Cuando los estudiantes han completado la instrucción se observa que, de la misma manera que se escapa del párrafo denso y complejo, se huye también del excesivamente simple, puesto que fragmenta el proceso de comprensión textual: en este caso, los párrafos de menos de 50 palabras no llegan al 10%. Sin embargo, cuando no se ha realizado un proceso de formación, el estudiante parece valorar el párrafo corto como modelo de procesamiento informativo, de manera que asciende su frecuencia hasta el 24%. En cualquier caso, se debe llamar la atención sobre el hecho de que el párrafo cognitivamente de mayor frecuencia, y además con diferencia, es el de 51-100 palabras. Podemos apuntar, no obstante, algunos datos más precisos y reveladores. Así, T2 ofrece unos resultados según los cuales los párrafos entre 51 y 200 palabras suman el 80% de los ejemplos; en cambio, en T1 el 88% está entre 1 y 150 palabras: un porcentaje similar se alcanza en una secuencia constituida sobre una franja inmediatamente inferior. Ello se puede interpretar desde dos hipótesis igualmente plausibles: o bien considerar que la instrucción en expresión escrita supone una tendencia a utilizar párrafos cognitivamente más densos, o bien aceptar que la mayor extensión de un texto, y por ello su carácter informativamente más complejo, tiene efectos en la densidad media de los párrafos que los conforman: T1 supone un texto de unas quinientas palabras; frente a él, T2 exige una media de mil novecientas. Solo contamos con estos dos ejemplos para este trabajo, de modo que se hace difícil llegar a una conclusión definitiva. No obstante, interesa recordar ahora los datos recabados en el análisis temático de los párrafos: T2 se demostraba como mucho más complejo desde esa perspectiva; no es de extrañar que vaya acompañada de una mayor densidad conceptual.

Capítulo 5 CONEXIÓN TEXTUAL

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o es este el momento de repasar lo mucho que ya se ha escrito acerca de los conectores del discurso porque, afortunadamente, existe en nuestro país una bibliografía muy completa al respecto. Desde los trabajos clásicos de Fuentes (1987), Portolés (1988) y Martín Zorraquino y Montolío (1988), a los de Llorente Arcocha (1996), Martínez (1997), Martín Zorraquino y Portolés (1999) o Montolío (2001). El lector interesado en las últimas aportaciones puede consultar el volumen recopilatorio editado por Loureda y Acín en 20101. Gracias a todos esos esfuerzos contamos hoy con trabajos esenciales como los de Santos (2003), Briz, Pons y Portolés (2008) y Fuentes (2009) en los que se nos ofrecen nóminas muy exhaustivas de marcadores y operados discursivos de la lengua española; estos trabajos han sido imprescindibles para construir la nómina no exhaustiva de conectores que proponemos en los capítulos 6 y 7 de esta Parte B. En esos volúmenes disfrutamos de información mucho más completa para cada enlace que hemos seleccionado. Con todo, es oportuno fijar algunas de las premisas que sustentan nuestra aproximación. En contra de lo que a menudo se defiende, es importante destacar que los conectores, estrictamente, no conectan, sino que ponen de manifiesto una relación establecida entre las diferentes unidades textuales por parte del autor/emisor. Llamamos conexión textual a la relación que vincula las diferentes unidades de construcción textual; a saber, entre los enunciados que forman un párrafo y entre los párrafos que configuran el texto. Denominamos normalmente enlaces o conectores a aquellas particulas que evidencian tales vínculos. Con todo, al hecho mismo de llamar a estas unidades conectores subyace la idea de pensar que tienen, por sí mismas, una capacidad de conexión. Así lo defiende Fuentes (1996: 10): «(los conectores) hilvanan el discurso para que no se vea como algo incoherente, deslavazado». Más adelante, la misma autora (Fuentes, 2009) parece que sigue defendiendo esa función abiertamente conectiva. Similar percepción se observa en Portolés (1998: 30): «Es frecuente que los marcadores discursivos posean una capacidad que les permite relacionar el miembro del discurso en el que se localizan con el discurso anterior». Tampoco es ajena a esta postura la de Martín Zorraquino y Portolés (1999), quienes optan por

1. Obviamente la nómina de estudios y trabajos dedicados a los enlaces es amplísima. Nos hemos limitado a citar a aquellos autores a los que haremos referencia directa en las páginas de este capítulo de nuestro trabajo. Son también muy valiosos los trabajos recopilatorios de Aschenberg y Loureda (2011) y González y Llamas (2011).

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el término marcador del discurso como concepto más general que incluye a los conectores y cuya función es la de guiar las inferencias que se realizan en la comunicación. De hecho, cuando se refieren específicamente a los conectores, afirman que es un tipo de marcador que vincula semántica y pragmáticamente un miembro del discurso con otro anterior. En cambio, Martínez (1997) defiende que los conectores actúan como puntos de referencia para entender el entramado lógico de un texto con un esfuerzo cognitivo menor. En cuanto a su función, defiende que es la de evidenciar las relaciones existentes entre las partes del discurso y proporcionar instrucciones para interpretar el contenido de los enunciados. A su vez, Calsamiglia y Tusón (1999) postulan que conectores y marcadores establecen relaciones semánticas explícitas. Especialmente aguda nos parece la afirmación de Montolío (2001: 21): «Los conectores tienen como valor básico esta función de señalar de manera explícita con qué sentido van encadenándose los diferentes fragmentos oracionales del texto». Optábamos antes por hablar de conectores y enlaces. Y no es una elección inocente: el estudio de estas unidades se entremezcla con el de otras con las que a veces se identifican; todo ello nos lleva a afrontar enormes problemas a la hora de establecer una definición consistente. Surgen, al menos, dos problemas: en primer lugar, porque los especialistas no se ponen de acuerdo en los tipos de conectores que existen, y más aún si los analizan dentro de una perspectiva de estudio más amplia como es la de los marcadores discursivos; después porque tampoco hay consenso a la hora de establecer la nómina de enlaces. En lo que toca a la primera cuestión, la postura de la crítica es extraordinariamente dispar. Nos podemos detener en algunas de las propuestas más reconocidas para ilustrar la afirmación previa. Así, Martínez (1997) opta por denominar conectores a estas unidades discursivas; recuerda, sin embargo, la existencia de otras etiquetas: relatores, organizadores textuales, enlaces extraoracionales y marcadores discursivos. No obstante reconoce que no son intercambiables porque no incluyen necesariamente las mismas unidades. Clasifica las relaciones en cuatro tipos básicos: adición, oposición, consecuencia y tiempo. Sin embargo, desdeña dedicar a los conectores temporales un capítulo de su trabajo, que se limita a los tres primeros2. De hecho, acaba por reconocer solo tres tipos de conectores: sumativos, contraargumentativos y consecutivos. Dentro de los primeros incluye algunos a los que les reconoce que su misión puede ser la de organizar la información (aunque ese grupo no aparece desarrollado en su trabajo). Por su parte, Portolés (1993) prefiere la etiqueta marcador a la de conector puesto que hay marcadores que no conectan o que solo lo hacen en ciertas ocasiones; por ello, entiende que es una denominación más neutra. Según él, el conector no se asocia a su capacidad de relacionar segmentos del discurso; destaca de él su capacidad para guiar las inferencias necesarias para el proceso de comprensión textual: vinculan los miembros del discurso por su significación sin que ello suponga que se establezca algún tipo de vinculación sintáctica entre ellos. Dentro de los marcadores incluye los siguientes grupos: estructuradores de la información, conectores, reformuladores y operadores argumentativos. De los cuatro grupos apuntados hay tres a los que de manera implícita o explícita les reconoce la capacidad de relacionar partes del discurso, sea en el nivel micro o en el macro. Así, los estructuradores sirven para organizar la información en tres niveles: para incluir comentarios (comentadores), para organizar partes de un todo (ordenadores) o para insertar comentarios laterales (digresores); parece, pues, que los tres tipos tienen algún tipo de función conectiva. En segundo lugar, los conectores vinculan semánticamente unidades textuales y podrán ser aditivos, consecutivos y contraargumentativos. Por último, los reformu-

2. Martínez (1997: 20): «Por cuestiones prácticas solo desarrollaremos algunos de aquellos conectores que se utilizan en las tres primeras relaciones».

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ladores permiten introducir una nueva formulación de un enunciado anterior; se puede hacer por la vía de la explicación, la rectificación, el distanciamiento o la recapitulación. En cambio, los operadores argumentativos condicionan las posibilidades argumentativas de un miembro del discurso pero no lo relacionan con otro anterior. En este contexto nos cuesta aceptar que se niegue capacidad conectiva a los denominados operadores de concreción, que coinciden en lo esencial con los llamados conectores ejemplificativos3. Calsamiglia y Tusón (1999) afirman que los enunciados se relacionan de forma explícita a través de conectores y marcadores discursivos. Reservan la primera etiqueta para los que establecen relaciones lógico-semánticas: aditivos, cotraargumentativos, de base causal (causativos, consecutivos, condicionales y finales), temporales y espaciales. Por su parte, los marcadores tiene dos funciones: organizan globalmente el texto o introducen operaciones discursivas. Es aquí donde empiezan los problemas, porque dentro de los primeros incluyen espacio-temporales y aditivos, que también estaban dentro del grupo de los conectores; y también porque a los segundos no les reconocen función relacionante; y, sin embargo, incluyen entre ellos los reformulativos y los ejemplificativos, que sí parecen disfrutar de ella, sobre todo si los comparamos con los operadores de certeza, de tematización, etc. Completan el capítulo dedicado a los marcadores haciendo referencia a aquellos que son propios del discurso oral. También en este caso desaparece la función relacionante. Martín Zorraquino y Portolés (1999) repiten casi literalmente la posición de Portolés (1993 y 1998) y optan por el término marcador del discurso como concepto más general que incluye los grupos propuestos por Portolés (estructuradores de la información, conectores, reformuladores, y operadores argumentativos) aunque añaden uno nuevo: los marcadores conversacionales. No obstante, no es una clasificación discursivamente homogénea, como los propios autores reconocen en algún momento de la exposición: en sus palabras, la conversación es una forma de comunicación peculiar, lo que justifica que exista un grupo de marcadores exclusivamente vinculado a ella. En la explicación de cada uno de los grupos repiten la propuesta de Portolés. Montolío (2000 y 2001) se fija en la conexión en el texto académico expositivo y solamente usa la etiqueta de conectores; reconoce, no obstante, que la crítica también los denomina marcadores del discurso; usa estos dos términos de manera indistinta. Asume que la suya es una taxonomía no exhaustiva: solo analiza los opositivos, consecutivos, y aditivos y organizadores del discurso. Llama poderosamente la atención que incluya en un mismo grupo a los aditivos, de base claramente semántica, y a los organizadores, de inspiración discursiva. Briz et al. (2008) optan por utilizar la etiqueta partículas discursivas asignada a los elementos que guían la interpretación del discurso. Tienen cuatro funciones: la conexión (ya sea argumentativa, reformuladora o estructuradora), la modalización, la focalización o el control del contacto. Sorprende en todo caso la afirmación siguiente: «Constituye un logro importante haber unificado la terminología en torno a estas marcas del discurso, dada su heterogeneidad, y haber minimizado las diferencias conceptuales y teóricas entre los investigadores en lo que se entiende por “marcador”, “conector”, “partícula”, “enlace textual” o “locución”». No encontramos en su trabajo respuesta a tal unificación terminológica más allá de la elección de una etiqueta. Finalmente, Fuentes (2009) distingue conectores y operadores. Los primeros relacionan enunciados mientras que los segundos introducen modificaciones que afectan a lo expresado en el enunciado, ya sean de subjetividad, de refuerzo, de acuerdo, de emoción, etc. Nos aporta una

3. La misma postura aparece recogida en Portolés (1998). Por lo mismo, no nos parecen convincentes los argumentos por los que deja al margen de los conectores los marcadores de rectificación, los reformuladores, los ordenadores del discurso y los marcadores de digresión y de inferencias paralelas.

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clasificación realmente exhaustiva en la que, sin embargo, echamos de menos, por injustificada, la ausencia de una capítulo referido a los conectores espaciales: distingue conectores aditivos, opositivos, concesivos, condicionales, consecutivos, ejemplificativos, justificativos, ordenadores de la materia discursiva, reformulativos, recapitulativos y temporales. En cuanto a la nómina de enlaces, tampoco parece existir mucho consenso. Y esa falta tiene evidente relación con la heterogeneidad de los acercamientos a la cuestión que nos ocupa. Recordemos a Martínez (1997: 19): (E)n la gramática no hay unanimidad a la hora de decidir qué es un conector y qué no. De hecho la propia palabra lo predispone para una acepción amplia, ya que puede aplicarse a cualquier forma de enlace: por eso, según cuál sea el marco de estudio (gramatical, pragmático o semántico) este término incluirá unidades lingüísticas diferentes y de diversas categorías gramaticales.

La explicación es impecable, pero olvida un detalle: el ámbito de análisis será necesariamente discursivo; y desde esa perspectiva no ha de importar tanto la naturaleza gramatical del conector como su funcionalidad textual. En la misma línea se manifiesta Pons (1998) muy especialmente en su capítulo dedicado a la diversidad de acercamientos y a la variedad de etiquetas utilizadas. Acaba afirmando que: En suma, los problemas planteados por el estudio de los conectores pueden resumirse del siguiente modo: a) El concepto de conexión es proteico y puede ser abordado desde diversos puntos de vista. b) Dicho término puede ser aplicado a dominios muy diferentes que van desde el puramente extraoracional hasta la unión de una oración con el contexto extralingüístico. c) El estudio de la conexión en una lengua determinada solo puede llevarse a cabo mediante el análisis de sus conectores, pero d) la selección de unidades dependerá del punto de vista adoptado, e) las unidades adscritas a la conexión son heterogéneas y f ) la descripción de conectores supone la aparición de otras categorías pragmáticas.

Todo esto lleva a que la nómina de enlaces aportada en cada una de las clasificaciones exhiba una zona común en el sentido de que determinadas unidades aparecen en todas ellas. Sin embargo, hay un segundo grupo en el que se incluyen enlaces que en unos casos son considerados como tales mientras que en otros se les niega esa función. Obviamente, resulta imposible ahora detenerse en todos y cada uno de ellos, pero sí es necesario al menos aportar algunas reflexiones que entendemos útiles a la hora de establecer tal lista hipotética de enlaces. La primera tiene que ver con el hecho de que ciertas unidades a veces funcionan como enlaces y en otros casos no lo hacen. En esta realidad está la razón por la que en algunas propuestas se interpretan como enlaces y en otras como marcadores sin capacidad relacionante. Así sucede, por ejemplo, con el adverbio también. En determinadas circunstancias, funciona como enlace aditivo y la prueba de ello está en su intercambiabilidad con otros de la misma naturaleza como, por ejemplo, además. En cambio, en otras ocasiones no tiene tal valor. Lo demuestra el hecho de que carece de movilidad en el enunciado en el que se encuentra: si lo cambiamos al inicio del enunciado no solo no asume función conectiva, sino que además pierde su función de operador discursivo. Por ello, no parece oportuno asumir una postura apriorística en relación con las unidades que pueden o no actuar en el discurso como conectores. En otras palabras, no se trata de si también es o no un conector, sino de si verdaderamente puede ejecutar tal función discursiva. Y esta circunstancia puede afectar, en principio, a cualquier unidad. Así sucede con además y sus variantes. Se trata de una unidad que no despierta dudas acerca de su función habitual como enlace. Y, sin embargo, se dan casos en los que esta no se verifica.

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En segundo lugar, hay que considerar el hecho de que determinadas unidades pueden explicitar diferentes relaciones discursivas. En otras palabras, no se puede asumir que a cada unidad le corresponde un solo tipo de relación. Este hecho es evidente en el caso de numerosos conectores que pueden evidenciar en unos casos una relación temporal y en otros una de naturaleza discursiva: luego, después, en un principio, finalmente, por último... serían solo algunos enlaces afectados. Esta multifuncionalidad es el origen que hace comprender algunas de las paradojas internas que se observan en las propuestas tipológicas que hemos recordado antes. Así sucede con la de Calsamiglia y Tusón (1999), que duplican la etiqueta de los conectores espaciales y temporales: aparecen entre los marcadores organizadores del discurso y los conectores que establecen relaciones lógico-semánticas. Y en esta realidad puede estar también la explicación de que en muchas de las taxonomías se olvide incluir los conectores temporales. Pero no solo se encuentran estas dobles funciones en el ámbito indicado. Interesa recordar al menos otros dos casos: así y por otro lado. El primero de ellos permite evidenciar relaciones consecutivas y también ejemplificativas. Por su parte, por otro lado puede tener función aditiva o bien demarcativa. Esta doble opción explicaría por qué algunos estudiosos de la cuestión, como Montolío (1999) propone un grupo de conectores aditivos y organizadores de la información. En tercer lugar, deberíamos plantearnos cómo valorar el hecho de que existen casos ante los que debemos decidir si se trata del mismo conector o de unidades diferentes. De un lado, identificamos aquellos que se construyen con una raíz común y ofrecen variantes que normalmente afectan a palabras que habitualmente catalogamos como vacías. Así ocurre con por tanto/por lo tanto, a la vez/a su vez, de este modo/de ese modo, en este caso/en tal caso, para ello/para eso, a pesar de esto/a pesar de ello, en conclusión/como conclusión, etc. De otro, encontramos casos en los que la variación afecta a un término léxicamente lleno: de todas maneras/de todas formas, después/un día después/un año después, de igual modo/del mismo modo, en el mismo sentido/en la misma línea, por otra parte/por otro lado, para concluir/para terminar, etc. Obviamente, a todos ellos les reconocemos la función discursiva propia de los enlaces. Otra cosas es si son o no el mismo enlace. Sin ninguna duda, la asignación categorial de los conectores es uno de los mayores problemas a los que se enfrenta actualmente la descripción lingüística La razón es bien sencilla: los enlaces son una unidad discursiva, no una clase de palabras. Hasta ahora, la descripción lingüística tenía muy claras las diferentes opciones. Sin embargo, el mundo de los enlaces se levanta como un auténtico muro. ¿Por qué? Entre otras cosas porque detectamos ejemplos de conector que podrían clasificarse en virtualmente cualquier clase de palabras. Desde el punto de vista morfológico y sintáctico responden a procedencias muy heterogéneas: adjetivos calificativos (bueno); numerales (primero); conjunciones (Pero, y, aunque...); locuciones conjuntivas (salvo que, excepto que...); adverbios: (incluso, igualmente, además); adverbios deícticos nocionales (aparte), espaciales (encima) y temporales (entonces); locuciones adverbiales (más aún, más tarde, antes bien, así pues); sintagmas verbales (es decir para empezar, o sea, a saber); y sintagmas preposicionales (sin embargo, por último, al lado). De ello debemos concluir que en la descripción de los enlaces lo verdaderamente esencial no es su origen morfológico, ni su función sintáctica, sino estrictamente su función discursiva, en tanto que evidenciadores de una relación entre unidades textuales. También es habitual encontrar afirmaciones referidas a que los enlaces son sintácticamente independientes con respecto de la oración en la que aparecen insertados. Por ello, sigue el argumento, en la lengua hablada se suelen aislar entonativamente; por su parte, en la lengua escrita, con mucha frecuencia aparecen aislados por la puntuación. Quizá debamos dejar de prestar tanta atención al hecho de si los enlaces son unidades entonativas independientes. En todo caso, la afirmación solo sería válida en el caso de estudiar el uso de conectores en la lengua

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coloquial. Y es que la aparición de pausas en el texto escrito no indica necesariamente marginalidad oracional; además, el hecho de formar grupos entonativos autónomos no garantiza la independencia sintáctica. Una revisión de los diferentes estudios actuales sobre ortografía nos descubrirá en todos ellos una coincidencia a la hora de defender que las comas no representan pausas prosódicas. De hecho, la coma, en tanto que signo de puntuación, se caracteriza por su naturaleza intraoracional: separa unidades sintácticamente equivalentes, delimita incisos e indica inversiones en el orden oracional habitual4. Nos vamos a detener en un ejemplo5: Las sugerencias de Marshall en cuanto a política económica de empleo y depresión estaban inscritas en los pensamientos de J.S. Mill; primero sugirió que había que controlar los mercados  para que el crédito no se expandiera excesivamente en periodos de confianza empresarial. Y la segunda: cuando la recesión ocurre los gobiernos pueden ayudar a restaurar la confianza empresarial al garantizar a las empresas contra el riesgo. Para terminar es importante anotar que Marshall inspiró una gran serie de discusiones alrededor de sus escritos, conceptos y propuestas, con lo que es más claro el papel tan importante que jugó dentro de la creación y consolidación de la línea ortodoxa de la economía contemporánea. Manuel Andrés Guerrero http://www.gestiopolis.com/canales/economia. Último acceso: 31/12/2012

El conector para terminar funciona a todos los efectos como oración subordinada dependiente del predicado principal. Tal dependencia ha llevado al autor del texto a no aislar el enlace con la puntuación. Evidentemente, podría haber utilizado la coma, pero solo para indicar que ha habido una inversión del orden sintáctico habitual en el que la oración principal precede a la subordinada. Sería un uso de la puntuación que no aislaría entonativamente al conector. En cualquier caso, sigue funcionado como enlace conclusivo. De hecho, la pausa no es imprescindible para identificar los enlaces. Así sucede en el caso siguiente: Organizar una participación en una feria no es asunto fácil; de ahí que tengamos que hacer una check list para no olvidar ningún detalle. Rafael Muñiz Gonzál www.marketing-xxi.com/las-ferias-internacionales-156.htm. Último acceso: 31/12/2012

Se ha llegado a defender la existencia de dos tipos de enlace, según se construyan o no aislados por pausas. La explicación más exhaustiva se encuentra en Montolío (2001:35): Para empezar, de acuerdo con criterios gramaticales, dividiremos los conectores en dos grandes grupos: Los que van entre pausas (entre signos de puntuación en el texto escrito) y que llamaremos parentéticos. (…) Los que no van entre pausas y presentan un elemento subordinante en su formación, que tanto puede ser la conjunción subordinante que (…) como una preposición, generalmente la preposición de, o bien la preposición a. En ocasiones la preposición y la conjunción aparecen combinadas. A falta de una denominación más feliz, denominaremos conectores integrados en la oración a los elementos que pertenecen a este grupo.

4. No es el momento de ofrecer una descripción completa de las funciones propias de cada signo de puntuación. El lector interesado puede encontrar información al respecto en el capítulo siguiente de esta Parte B. 5. El texto ha sido adaptado para corregir algunos errores gruesos de redacción.

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Nada como un ejemplo para relativizar el argumento: EL HOMBRE DE LA GORRA MARRÓN No hace mucho tiempo paseaba por la ciudad un hombre que llevaba puesta sobre su cabeza una gorra de color marrón. Al llegar a la estación de ferrocarril, el hombre se metió en el vestíbulo y se detuvo a contemplar a la gente que entraba y salía cargada con sus maletas, sus bolsas y sus carteras. En esas estaba cuando, de pronto, exclamó con voz alta: –¡Vaya, vaya!  A continuación abandonó la estación precipitadamente y siguió paseando. Poco después, el hombre de la gorra marrón llegó a un paso subterráneo. Observó detenidamente la entrada del túnel y se introdujo en él caminando por una acera estrecha, que estaba separada de la calzada por una pequeña valla. Y cuando se encontraba en medio del túnel, se detuvo a ver cómo los coches pasaban a toda velocidad en una y otra dirección. Poco después gritó: –¡Vaya, vaya!  Inmediatamente el hombre continuó su camino mientras el eco de sus palabras se confundía con el rumor de los coches. Arturo Ramo García adigital.pntic.mec.es/~aramo/lectura/lecmay16.htm. Último acceso: 31/12/2012

Tanto a continuación como inmediatamente no aparecen aislados, sin que por ello pierdan su valor conectivo temporal. Por su parte, el uso de poco después resulta especialmente llamativo. En el primer caso, el autor ha decidido aislarlo, mientras que en segundo ha optado por olvidarse de la coma. El problema es más complejo de lo que puede pensarse en un primer momento. En todo caso parece que la aparición de la pausa tiene que ver con varias razones. En primer lugar, desaparece cuando la función de enlace la asume una conjunción o una locución conjuntiva. Las opciones, pues, van mucha más allá de las limitaciones indicadas por Montolío más arriba. Así: El uso de las opciones sobre acciones como incentivo para empleados ha sido fuente de polémica en los últimos años. La prensa económica ha tildado las compensaciones para directivos de «excesivas», «descontroladas» y «perjudiciales para los accionistas». Sin embargo, cada vez son más las empresas que ofrecen opciones sobre acciones. Y no sólo a los consejeros delegados y altos directivos, sino que alcanzan ya a todos los escalafones de la empresa, incluidos los empleados de niveles inferiores. Pero la pregunta fundamental es la siguiente: las opciones sobre acciones, ¿mejoran realmente los resultados empresariales? Stephen A. Hillegeist, Fernando Peñalva www.insight.iese.edu. Último acceso: 31/12/2012

En segundo lugar, en la medida en que el enlace esté menos gramaticalizado y, por ello, tenga mayor influencia en la predicación de la oración, la aparición de la coma parece ser potestativa. El mismo conector aparece alternativamente con o sin ella: A continuación debemos subir una pequeña cuesta en sentido de las agujas del reloj (izquierda), para superar la casa forestal y seguir un camino pedregoso que comienza a bordear la presa. En este punto tenemos de frente a los montes de la Sierra de Ordunte. Balgerri, La Maza de Pando y Burgüeno parecen estar más cerca de lo que es la realidad. Iñigo Muñoyerro www.elcorreodigital.com/vizcaya/ocio/excursiones. Último acceso: 31/12/2012

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Lo primero es parar nuestro coche donde no estorbe, y señalizar la emergencia con los triángulos de preseñalización. Si es posible, retirar el coche accidentado, y advertir a los demás conductores. A continuación, debemos llamar a los servicios de socorro, identificando lo mejor posible el lugar del accidente y las características: carretera, punto kilométrico, sentido de la circulación, número de víctimas y su gravedad. La llamada al 112 es gratuita desde el móvil. Miguel Mª Muño www.mayormente.com. Último acceso: 31/10/2011

En los casos en los que el grado de gramaticalización sea muy elevado, resultado de lo cual se detecta una función exclusivamente conectiva, la aparición de la coma será más habitual y esperable: Las fuentes de energía se pueden dividir en dos grandes subgrupos: permanentes (renovables) y temporales (agotables). En principio, las fuentes permanentes son las que tienen orígen solar, de hechos todos sabemos que el Sol permanecerá por más tiempo que la especie humana. Aun así, el concepto de renovabilidad depende de la escala de tiempo que se utilice y el ritmo de uso de los recursos. Así pues, los combustibles fósiles se consideran fuentes no renovables ya que la tasa de utilización es muy superior al ritmo de formación del propio recurso. www.edualter.org/material/consumo/energia4_1.htm. Último acceso: 31/12/2012 Los avances realizados eran ineludibles. Constituían una cuestión de pura higiene: como país turístico, no podemos permitirnos el lujo de tener las playas contaminadas. Por ejemplo, en la Barceloneta se han hecho grandes avances, así como en la mayoría de ríos. El problema del agua cuando se trata de un río o una playa es que deben controlarse todos los vertidos. Lluis Reales www.ciencia.vanguardia.es/ciencia/portada/p4310.html. Último acceso: 31/10/2011

Vinculada a la cuestión anterior está la que se pregunta si los enlaces están al margen de las oraciones. Así, Fuentes (1987) afirma que no se incluyen como elementos sintáctico-semánticos de la oración. Posteriormente, la misma autora (Fuentes, 1996) afirma que se sitúan en el margen oracional. Por su parte, Martín Zorraquino (1988) defiende que se encuentran en una situación «externa» a la oración, por lo que no representan entidades adyacentes al núcleo predicativo. Este hecho permite distinguir a los enlaces y los marcadores de los adverbios que inciden en el verbo con un función de complemento circunstancial. Portolés (1998) va más adelante y afirma que los marcadores son unidades lingüísticas invariables, sin una función sintáctica en el marco de la predicación oracional. Finalmente, Montolío (2001) defiende que constituyen una suerte de estructura independiente; por ello tienen una gran independencia sintáctica dentro de la oración. En nuestra opinión, habrá enlaces que sí manifiesten una función sintáctica específica en el entorno oracional en el que se insertan; mientras, en otros casos tal función no es ni mucho menos obvia, de donde se deduce que su excentricidad oracional será mayor. Así ocurre en el texto siguiente: ¿Cómo volverá el intelectual árabe a la cuestión de la unidad árabe? Está ese fenómeno que yo he denominado «arabushismo», es decir, el apoyo a Bush en nombre del interés árabe. Ahora bien, como de costumbre, no dejaremos de toparnos, en la primera ocasión, con «arabushianos» debatiendo problemas e intereses de la nación árabe. Pues bien, es necesario que nos reunamos de nuevo para discutir, cualesquiera que sean nuestras divergencias y la diversidad de nuestras posiciones. Tahar Labib www.eurosur.org. Último acceso: 31/12/2012

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No obstante, si bien es cierto que en determinados casos se puede argumentar que los enlaces no inciden directamente en el núcleo del predicado, en otros muchos tal incidencia es evidente y palmaria. Es el caso de los enlaces espaciales: Cruzando hacia el norte el puente turco se ven los baños de Daud Pasha (1446), los mayores baños turcos de los Balcanes. Más al norte se encuentra Carsija, la antigua zona del mercado, que merece la pena ser explorada. A la izquierda se encuentra la pequeña Iglesia de Sveti Spas, que se encuentra medio enterrada, ya que cuando se construyó (s. xvii) no se permitía que ninguna iglesia fuera más alta que la mezquita. Más allá de la iglesia está la Mezquita de Mustafa Pasha (1492), con su cúpula resquebrajada por el terremoto. El billete de admisión da derecho a subir los 124 escalones que llevan a lo alto del minarete, desde que se divisa casi toda la ciudad. Amadeus Global Travel Distribution S.A. TravelView, C.I.T. Feedback www.elpais.mundoviaje.com. Último acceso: 31/12/2012

En conclusión, las opciones son múltiples. Quizá haya demasiada preocupación por definir morfosintácticamente estas unidades cuando, en realidad, no pueden ser descritas de manera homogénea desde ese punto de vista. En este sentido, se hace necesario recordar y suscribir las palabras de Martínez (1997: 20): Son anafóricos, es decir, remiten a una secuencia textual anterior. Así, aunque independientes a nivel sintáctico, no lo son semánticamente puesto que el uso de un conector implica siempre un enunciado anterior con el que debe relacionarse y en función del cual debe comprenderse.

Lo en verdad importante no es si son sintácticamente independientes ni hasta qué punto puesto que lo que los distingue en tanto que herramientas discursivas es su capacidad conectiva. Y esa capacidad será patrimonio de diferentes unidades morfosintácticas que, además, alcanzan diversos grados de gramaticalización. La razón de estas insuficiencias es que se están estableciendo correlaciones entre funciones analizadas desde perspectivas diversas, como son la sintáctica y la discursiva. A este respecto son especialmente acertadas de nuevo las palabras de Martínez (1997: 11): El funcionamiento y significado de estas piezas apenas ha sido tratado, pues es evidente que, dado su carácter de nexos textuales, no es posible su análisis desde una gramática tradicional que limita su objeto de estudio a la oración; de ahí que hayamos optado por una perspectiva más funcional que pueda utilizarse como complemento de aquella.

La interpretación funcional no contradice ni olvida la perspectiva gramatical; simplemente la completa. Pero no perdamos de vista lo esencial: como acertadamente afirma Portolés (1998), el discurso no es una unidad de la gramática. Otra cosa es que hagamos uso de la gramática para construir el discurso. Desde una perspectiva funcional, los conectores ponen de manifiesto las vinculaciones existentes entre enunciados, párrafos enteros o también segmentos más amplios de discurso. Por ello, se puede afirmar que evidencian dos tipos de relación: unen enunciados en el marco de la unidad párrafo o bien organizan las partes del discurso. Algunos enlaces aparecen exclusivamente en el primer contexto; otros solo se usan en la relación de unidades mayores; por fin, un tercer grupo, que agrupa a la mayoría, puede cumplir indistintamente una u otra función. Al mismo tiempo, es importante plantear alguna diferencia entre enlaces dependientes del canal y no dependientes. Dicho de otro modo, habrá enlaces exclusivos de la lengua escrita, otros específicos de la hablada y un tercer grupo que se usa indistintamente en uno u otro

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canal. Martín Zorraquino y Portolés (1999) describen acertadamente los enlaces destinados a establecer relaciones interdiscursivas en textos interactivos. No obstante, apenas nos detendremos en ellos ya que nuestros objetivos se concentran específicamente en el texto escrito6. En cualquier caso, distinguen cuatro grandes grupos. Los de modalidad epistémica se usan para indicar el grado de evidencia o verdad que se atribuye a los conceptos enunciados: tienen, por tanto, una función modalizadora; algunos de ellos serían claro, desde luego, por lo visto... Los de modalidad deóntica evidencian actitudes de la voluntad ante los enunciados emitidos por el interlocutor: por ejemplo, bueno, bien, vale... Los enfocadores de alteridad permiten detectar la forma en la que el hablante se sitúa en relación con su interlocutor; es el caso de hombre, mira, oye... Por último, los metadiscursivos conversacionales estructuran la conversación, como ocurre con bueno, eh, este... Por otro lado, los conectores también aportan orientaciones de contenido, en tanto que su uso genera expectativas respecto a cómo interpretar la información que introducen. Así ocurre en el ejemplo siguiente. Destacamos en cursiva los conectores: Esta obra es un tratado de economía pura: No hay, por consiguiente, que buscar en ella las cuestiones relativas a la propiedad, a la esclavitud, a la libertad del interés y del cambio, que con alguna otra, suelen estudiarse en los libros didácticos de Economía política y en las cátedras de esta ciencia. Aparte de que semejantes cuestiones no son del dominio de la economía pura, sino de la economía aplicada al Derecho, el autor se propone dilucidarlas ampliamente, con todas las demás de la misma índole, de que hoy no tratan, o tratan someramente, los escritos destinados a la enseñanza, en una obra especial que llevará aquel título y comprenderá, hasta donde sea posible, todo cuanto se refiera a tan importante materia, todos los principios de Derecho público y privado, todas las doctrinas políticas y administrativas, todos los sistemas sociales y de gobierno, examinados con el criterio económico. En cambio, el presente tratado contiene nociones que apenas se encontrarán en otros de su clase, y que, sin embargo, pertenecen evidentemente a la economía, como puede verse recorriendo los diversos capítulos de que consta, y especialmente los que versan sobre las instituciones del cambio y las instituciones que favorecen el ahorro. Además, si al final, como puede muy bien suceder, porque no presumimos de perfectos, faltase en estas páginas algo que se considero como esencial en la enseñanza, nuestros respetables colegas de magisterio sabrán fácilmente suplirlo con sus lecciones, perdonándonos una omisión que quizá sea hija únicamente de nuestro método. Mariano Carreras y González: Tratado didáctico de Economía Política

La lectura del enlace en cambio con el que se inicia el tercer párrafo orienta al lector en el sentido de que debe hacer una interpretación contraargumentativa de esa sección. Del mismo modo, el además que introduce el último párrafo le invita a pensar que esta parte se incorpora una información que se suma en términos textuales. Por tanto, y más allá de la información específica, los enlaces están funcionando a modo de guías que orientan la descodificación. Por eso mismo, es evidente que la explicitación de las relaciones extraoracionales mediante conectores simplifica enormemente la comprensión. En este sentido, recordemos que su uso no es imprescindible, pero hacen el texto más claro e inequívoco. Tomemos por caso el texto siguiente: En abril de 1998, los neonazis españoles todavía no habían entrado en Internet como organización. En apenas nueve meses, Internet se ha convertido para los ultras españoles en un frente

6. Remitimos a los interesados en el tema también al excelente trabajo de Llorente Arcocha (1996).

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de lucha. La dirección electrónica «Nuevo Orden», creada por J.C. Martín, ha cambiado esta situación mientras aspira a convertir el neofascismo, a través de la red informática, en «faro de la humanidad» capaz de «devolver a la raza blanca su predominio mundial», según la declaración de principios escrita en las pantallas de Internet por este colectivo vinculado a los grupos ultras Nación Joven (NJ) y Movimiento Social Español. Mariano Sánchez Soler: «Los cibernazis». Tiempo, noviembre de 1998

El autor no ha incluido conectores en su texto, lo cual no significa en ningún caso que los enunciados no estén relacionados. De hecho, podríamos intentar reconstruir el texto y explicitar las relaciones, insertando los correspondientes enlaces: En abril de 1998, los neonazis españoles todavía no habían entrado en Internet como organización. [Sin embargo] En apenas nueve meses, Internet se ha convertido para los ultras españoles en un frente de lucha. [Así] La dirección electrónica «Nuevo Orden», creada por J.C. Martín, ha cambiado esta situación mientras aspira a convertir el neofascismo, a través de la red informática, en «faro de la humanidad» capaz de «devolver a la raza blanca su predominio mundial», según la declaración de principios escrita en las pantallas de Internet por este colectivo vinculado a los grupos ultras Nación Joven (NJ) y Movimiento Social Español.

El hecho de que nos resulte más o menos fácil recuperar las relaciones implícitas sobre las que descansa la construcción de las conexiones discursivas será una variable que nos permitirá evaluar el grado de inteligibilidad y, en última instancia, la calidad del texto. Pese a todo, y aun siendo cierto todo lo dicho, parece que hay una tendencia en la lengua española a mantener implícitas la relaciones entre enunciados y entre párrafos. En esa dirección parecen apuntar otros datos de los que disponemos: en un estudio referido a las noticias periodísticas (Bustos Gisbert, 2005) analizamos doce textos en los que se identificó un total de 98 conexiones. Pues bien, de ellas, el 86% se efectuaba de manera implícita. Para desentrañar el verdadero alcance de tal tendencia, volvamos a nuestro estudio de adquisición de unidades textuales. Los resultados alcanzados son los siguientes:

Enunciados Párrafos Enunciados encabezados por un conector Párrafos encabezados por un conector

T1 1.504 386 487 114

(32,3%) (29,53%)

T2 5.645 752 1.233 114

(21,8%) (15%)

Los datos confirman plenamente lo enunciado más arriba. En el caso de T1 apenas se supera el 30% de enunciados introducidos por un conector. Y esa cantidad se reduce ocho puntos en el caso de T2. Ese descenso podría estar asociado a su naturaleza secuencialmente más heterogénea: la inserción de secuencias descriptivas y narrativas tendría como efecto una reducción en el uso de las conexiones explícitas. De ese modo se aportaría alguna prueba a la tesis de Montolío (2001: 42-43), quien afirma que «el uso de conectores resulta especialmente relevante en los textos de tipo expositivo y argumentativo, más que en los narrativos o descriptivos, por ejemplo». En todo caso, y sea cual sea el motivo de tal reducción, lo que sí queda claro es que, en el mejor de los casos, la frecuencia de explicitación de las conexiones textuales por el procedimiento de insertar enlaces en el discurso apenas supera el 30%. Todo lo afirmado previamente se puede ejemplificar en un texto de Lázaro Carreter. Elegimos uno de sus artículos recogidos en El dardo en la palabra:

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CAUCES DEL NEOLOGISMO ¥Es patente que la precisión de nombrar realidades nuevas constituye la primera causa para prohijar neologismos. ¥Pugnan para ello dos soluciones: ¥la hispanización o el simple empleo del extranjerismo. ¥La primera se ve favorecida cuando el término ajeno admite un fácil acomodo fónico. ¥O cuando se presta a calco, como fue el caso de cuarto de estar, fin de semana o vestidor. ¥Cosas, todas ellas, que nuestra sociedad ha reclamado como suyas por necesitarlas como mejoras de su vivir. ¥No digamos nada de la luna de miel. ¥Se conserva, en cambio, el vocablo de origen cuando no es fácil su sumisión a la fonología y fonética propias. ¥Ahí están rondando desde hace muchos decenios, sin que reciban la bienvenida oficial, vocablos como sandwich o croissant, porque no se sabría cómo transcribir la pronunciación que les damos sin que ofendiera a los oídos. ¥Y, sin embargo, son del todo necesarios, y no menos legítimos que jardin o botón, antiguos galicismos. ¥Pero el idioma no se detiene ante esas cuestiones cuando precisa un vocablo. ¥Si la Academia no las admite, ello obedece a criterios que tendrá que revisar más pronto o más tarde; ¥ya que si, por una parte, se decidió a hispanizar, con e- protética, palabras como estándar, eslogan o esprín, no ha hecho lo mismo con stop, spot o slip, porque se resiste a que tales consonantes finales rematen palabras españolas. ¥Sin embargo, los hablantes, incluidos los académicos, no les hacemos ascos, porque son indispensables. ¥Hispanizó clip como clipe, adelantándose esta vez en exceso, porque es probable que ningún hispanohablante haya escrito o dicho jamás clipe o clipes. ¥Parece que ese camino no lleva muy lejos. ¥Contra la nacionalización oficial de los extranjerismos, ha surgido un obstáculo importante: ¥es la entrada simultánea del neologismo por vía oral y por vía escrita. ¥Hoy se oyen, pero también se leen, en prensa, carteles y televisión, centenares de palabras extranjeras, angloamericanas sobre todo. ¥En épocas anteriores, y aún no lejanas, pudieron hispanizarse fácilmente términos como parqué, tiqué, champú, muaré, ponche, budin, bisté, yate, vagón, porque se escuchaban más que se veían. ¥En cambio, cuando la Academia hizo el tímido ensayo de castellanizar guisqui, se produjo un alboroto regocijado; los hablantes tenían «in mente» la imagen picuda del original británico. ¥Se plantea así en español, al igual que en otras lenguas, un grave conflicto que, indudablemente, está cambiando su estructura: ¥la necesidad de neologismos, por una u otra razón, no sólo está modificando el sistema fonológico, sino también el morfológico, con formaciones del tipo camping gas, cineclub, auto-stop o cash-flow, que invierten el orden castellano de los vocablos componentes. ¥Pero existe aún otra causa que ensancha el cauce abierto a muchos extranjerismos, hasta el punto de hacerlos necesarios: ¥en grandes masas de población, se ha desarrollado una conciencia del matiz, que antes sólo poseían las elites. ¥Ello les permite valorar en el objeto rasgos diferenciales que va creando continuamente la moda, y que la publicidad difunde hasta el punto de hacerlos intensamente apetecibles. ¥Un short, un slip, un body, unos bermudas, un panty o unos leotardos jamás serán confundidos con otras prendas anteriores de similar factura o función. ¥Cuando se extendió el consumo de gin tonic, que tiene como componente el agua tónica, y la propaganda de su fabricante principal prestigió tal bebida por los años sesenta, dejó progresivamente de pedirse el ginfizz de las dos décadas anteriores: la tónica era lo que importaba. ¥Los tradicionales huevos con tocino o torreznos, casi desechados por la dieta urbana moderna, reaparecieron transformados en huevos con bacon, que se diferencia por el tipo de corte y las vetas de magro. ¥Se inventó como alojamiento de los altavoces una caja estudiada para mejorar el sonido, llamada baffle; ¥con ello, el altavoz con baffle se hizo más prestigioso que el carente de tal caja; ¥y ésta, que aporta el matiz diferencial, cedió por metonimia su nombre inglés al altavoz, aunque el nuevo objeto se distinga poco del anterior ¥Existía el vaporizador o pulverizador para proyectar el líquido de un frasco en gotas muy menudas, apretando una perilla de goma; ¥la cual fue sustituida por otro sistema de dispersión que funciona oprimiendo el tapón; ¥la diferencia se marcó llamando atomizador al nuevo frasco, aunque siga vaporizando o pulverizando o, incluso, nebulizando igual que el de pera. ¥Un libro de gran venta será best-seller si el marketing lo ha preparado para serlo; ¥al verlo anunciado así, se abstendrán de adquirirlo, por principio, los lectores buenos -que no siempre

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coinciden con los buenos lectores–, al menos en Europa. ¥Sin embargo el término inglés posee mucho prestigio entre las gentes de poco discernimiento literario, que comprarán un best–seller, seguros de que con ello cumplen con la cultura. ¥Un poster se parece a un cartel como una gota de agua a otra gota, pero un rasgo los separa: ¥el poster no anuncia nada (en todo caso, anunció); ¥y no se fija a una pared con propósito publicitario, sino sólo ornamental y, tal vez, ideológico. ¥Sin embargo, muchas veces, ni siquiera existe diferencia en el objeto que justifique la adopción de otro nombre. ¥De muy pocos años a esta parte, el remolque que se engancha a los automóviles como casa móvil, y que había cedido su nombre al francés roulotte, ha pasado a denominarse caravana, conforme al inglés; ¥nada ha importado que tal nombre contradiga tanto los sentidos que caravana ha tenido en castellano, al menos desde el siglo xiv. ¥Sencillamente, gusta más. ¥Todas las Universidades que aspiraron antes a poseer un terreno acotado para reunir sus edificios, llamándolo Ciudad Universitaria según el modelo francés, lo denominan hoy campus, aunque en nada se parezca a las cuidadas y respetadas praderas de las Universidades norteamericanas, y carezca de los perfectos servicios académicos y no académicos que éstas suelen ofrecer en tales recintos. ¥No cabe desdeñar, como causa de algunas innovaciones léxicas, este deseo mágico de poseer una cosa apropiándose de su nombre. ¥Con ese método, nuestras autoridades educativas creen haber hecho una importante reforma, imponiendo a la inglesa los departamentos, las áreas de conocimiento, los créditos, los masters, los diseños curriculares, etc. ¥También el orinal se ha ennoblecido considerablemente al anglobautizarlo como sanitario.

En el texto se detectan en total 49 conexiones, que hemos marcado con el símbolo ¥. Pues bien, de ellas, solo 14, o lo que es lo mismo, un 28,5% se evidencian merced a un conector; los hemos destacado en letra cursiva y negrita para que puedan ser identificados fácilmente. Y lo que es más llamativo, en 6 ocasiones hace uso de conjunciones en lugar de enlaces; se evidencia así una tendencia que, sin embargo, a menudo se condena en los manuales normativos: el uso de pero en lugar de sin embargo, de o y de y en vez de además. Incluso llega a utilizar usos abiertamente condenados, como la inserción directa de una oración de relativo después de un punto y coma. No hemos de olvidar que la conexión existe antes de la aparición de los conectores: los enlaces explicitan la manera en la que están conceptualmente relacionadas las partes del discurso. Es importante no perder de vista que solo se pueden conectar enunciados cuyo sentido sea compatible. Por tanto, la presencia de un conector no garantiza que se establezca una relación. En este caso nos encontraríamos con lo que podemos llamar pseudoconectores7. Veamos algún ejemplo tomado de trabajos realizados por estudiantes en su fase de instrucción en expresión escrita: El luteranismo es descrito a lo largo de la obra como una corriente reformista al mismo tiempo que extranjera. Así pues, nos pone sutilmente de manifiesto la incapacidad del español para llevar a cabo cualquier tarea de rebelión contra las grandes instituciones.

Así pues es un enlace causativo de contenido consecutivo. Sin embargo, la relación semántica entre los dos enunciados relacionados nunca puede ser entendida de esa naturaleza. De hecho, resulta imposible descubrir una relación entre ambos enunciados; todo ello afecta de manera evidente a la coherencia lineal del fragmento. Finalmente, tras unos diez minutos, parece que se cansaron [de pelear]. Cuando me acerqué a Rocky, este tenía una oreja desgarrada y un «agujero» en el pecho. Con todo, no me he acordado de ir a regar tus plantas y de recoger tu correo.

Algo similar ocurre en este caso: con todo es un enlace causativo de valor concesivo; nunca

7. Tomamos la denominación de Martínez (1997).

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proporciona un sentido consecutivo a la relación textual. Su uso, en este caso, es incompatible con la relación que existe entre los dos enunciados adyacentes. El error ahora parece tener su origen en la confusión entre por todo ello, conector causal consecutivo, y  con todo, enlace causal concesivo. En nuestra propuesta vamos a tratar de integrar las diferentes alternativas que la crítica ha planteado: pretendemos dar cabida a las opciones de relación conectiva que se pueden identificar en el plano del discurso, con independencia de que no todas hayan recibido la misma atención por parte de los investigadores. Hemos optado por reforzar la consistencia categorial de la clasificación, lo que nos ha llevado a identificar hasta tres posibles vías de clasificación: función general, función específica (si la hay) y caracterización funcional. La primera se identifica con el grupo global de conectores y se construye desde la distinción de dos grupos básicos, como son los explicitadores de relaciones semánticas y los indicadores de las vinculaciones entre las partes del discurso. Con la segunda establecemos, en caso de ser necesario, posibles subgrupos dentro de los bloques que se hayan establecido; así, por ejemplo, en el grupo de los aditivos, se distinguirá adición homogénea y heterogénea. La tercera nos permite aportar información de naturaleza funcional referida al grupo o subgrupo de conectores del que se trate. Las informaciones incluidas podrán referirse a cuestiones de registro de uso, a efectos en el plano de la interpretación, etc. Ha de tenerse en cuenta que este aporte significativo no deriva de la existencia de la conexión, sino del uso mismo de un enlace en concreto. Dicho de otro modo, en la conexión implícita, efectuada sin el uso de un enlace, estos rasgos no son detectables. La clasificación que sigue en los capítulos 6 y 7 no quiere ser exhaustiva en lo referido a los posibles enlaces incluibles en cada una de las opciones. Más bien trataremos de proporcionar algunos ejemplos para que el lector pueda identificar con claridad el grupo al que pertenecen. Solo después de analizar un corpus de uso podremos aportar alguna información relevante referida a cuáles son los enlaces más utilizados dentro de cada sección y a la manera en la que los usamos. Por tanto, el lector no debe buscar en estas páginas del trabajo una nómina completa de conectores.

Capítulo 6 ENLACES SEMÁNTICOS

N

os referiremos primero a los conectores utilizados para establecer las llamadas relaciones lógico-semánticas y que nosotros simplemente denominaremos con el segundo de los adjetivos. Cabe decir que su uso se ha asociado a la construcción del texto expositivo. Tradicionalmente han sido categorizados conforme a tres grandes grupos: aditivos, opositivos (también denominados contraargumentativos) y causativos. No obstante, en el contexto de las relaciones causativas se tiende a limitar el estudio a las de naturaleza consecutiva, mientras que habitualmente se deja de lado las de base causal, condicional y final. Por su parte, se observa que a menudo se niega que los conectores temporales y los espaciales tengan naturaleza de enlaces. Sin embargo, las vinculaciones semánticas de esas naturalezas son innegables en términos discursivos en tanto que están en la base de dos secuencias textuales como son la narrativa y la descriptiva, por lo que se hace lógico reconocer su existencia. La nómina de conectores es amplia y el tipo de vinculación que evidencian suele ser muy claro al tratarse de una relación que se establece en el mundo de lo concreto. Proponemos la siguiente clasificación:

Temporales introductores Temporales terminadores Temporales

Temporales de desarrollo

Coincidentes con los iniciadores discursivos en un principio, al principio, al inicio, en primer lugar, para empezar... De comportamiento exclusivamente temporal hoy, ayer, hace una semana, la semana, pasada, el otro día, un día, tiempo atrás... Coincidentes con los conclusivos discursivos al final, por último, finalmente... De simultaneidad en ese momento, a todo esto, mientras tanto, entre tanto, ahora... Posterioridad después, más tarde, entonces, luego, más adelante, al rato, andando el tiempo... Posterioridad inmediata enseguida, rápidamente, al momento, a continuación, de repente, acto seguido... Anterioridad antes, el año anterior, anteriormente, con anterioridad... Anterioridad inmediata previamente...

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Localización general aquí, acá, ahí, allí, allá... Espaciales

Localización relativa dentro, arriba, encima, debajo, cerca, lejos, desde allí, a la derecha/izquierda, a lo lejos... En relación de igualdad además, asimismo, también, tampoco, del mismo modo, y, o, que, lo que...

Aditivos

Contenidos homogéneos

El segundo elemento se plantea como inesperado más aún, todavía más, es más, aún hay más... Grado de imprevisibilidad más alto incluso, sin contar (con) que... Se superan con mucho las expectativas del destinatario encima...

Contenidos heterogéneos

aparte, por otro lado, por otra parte o por lo demás... Sin carga connotativa sin embargo, bien es cierto que, pero, salvo que, excepto que...

Restrictivos de relación adversativa

Se concede mayor importancia al segundo elemento de la oposición ahora bien, ahora, ahora que, sea como sea o sea como fuere... Oposición de contenidos polares atribuidos a actantes distintos por el contrario, en el lado opuesto, frente a eso y en contraste... Oposición de contenidos polares o no atribuidos a actantes distintos en cambio

Contra argumentativos

Sin carga connotativa no obstante, aun así, así y todo, a pesar de todo, pese a todo/ello, en todo caso, aunque... Restrictivos de relación concesiva

Tras enumeraciones con todo, con todo y con eso, de todos modos, de todas maneras, de todas formas, de cualquier manera... Registros más informales y eso que...

Enlaces exclusivos Relación causativa

De base causal

Relación de consecuencia Relación condicional Relación de finalidad

Contenidos de naturaleza incompatible antes bien... Naturaleza causal porque, puesto que, ya que... Función explicativa pues bien, de hecho, en efecto, es que, porque es que... así, así pues, por (lo) tanto, por eso, entonces, por esta razón, de ahí que, así que, pues... Con valor positivo en ese/tal caso, en ese/tal supuesto, entonces, si es así... Con sentido negativo de otro modo, de lo contrario, de otra manera, si no es así... para eso, para ello, a tal efecto, a tal fin...

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6.1. Enlaces temporales Los conectores temporales están recogidos como tales en Martínez (1997) y en Fuentes (2009). En Calsamiglia y Tusón (1999) aparecen simultáneamente clasificados como marcadores y como conectores1. Entendemos que se distribuyen en tres grupos según la naturaleza temporal de la relación: introductores, terminadores y continuadores; dentro de los dos primeros se observan coincidencias con los enlaces correspondientes de organización discursiva. Por otro lado, cabe destacar la extrema variedad de las configuraciones formales: locuciones preposicionales, sintagmas verbales, sintagmas nominales, adverbios, locuciones adverbiales, etc. En cambio, se identifican escasos enlaces gramaticalizados. En muchos casos los enlaces temporales introductores coinciden formalmente con los iniciadores discursivos. La diferencia se establece en términos del tipo de contenido introducido: en los temporales el tiempo de acción progresa; en los iniciadores, lo hace el contenido. Estamos hablando de enlaces como en un principio, al principio, al inicio, en primer lugar y para empezar: Al principio, ni siquiera nos considerábamos en el extranjero. Nos sorprendió mucho descubrir que la gente nos veía como «extranjeros». www.amnistiainternacional.org/publica/fedrusa3/2.pdf. Último acceso: 31/10/2011

Otros ofrecen un comportamiento exclusivamente temporal: se construyen sobre la base de marcadores temporales: vez, día, semana, rato, tiempo, año, etc. En algunos casos se trata de marcadores temporales (hoy, ayer, el lunes...) y en otros de configuraciones de mucho rendimiento: Hace + cuantificador temporal (hace tiempo, hace una semana...), Sustantivo + pasado/a (el mes pasado, la semana pasada, el año pasado...), El/La otro/a + sustantivo (el otro día, la otra tarde....). Asimismo existen enlaces temporales introductores más gramaticalizados (un día, un buen día, una vez, tiempo atrás, cierto día, en cierta ocasión...): Cierto día Dori no acudió a clase, al día siguiente tampoco, ni al siguiente... Jayo se encontraba muy solo, y la echaba mucho de menos: le preocupaba tanto no verla que ni hacía caso de las canciones que le cantaban. pacomova.eresmas.net/paginas/M/marino_de_tierra.htm. Último acceso: 31/12/2012

De forma paralela a lo que sucedía en el grupo anterior, muchos de los enlaces temporales terminadores coinciden con los denominados conclusivos discursivos. La diferencia, otra vez, tiene que ver con el contenido según sea o no de naturaleza temporal. Estamos hablando de enlaces como al final, al acabar, por último, finalmente y por fin: Camacho ha abogado por último por la necesidad de una conciliación entre la vida familiar y laboral en Andalucía, para lo que es necesario por parte de la Junta de Andalucía más servicios sociales, horarios escolares compatibles con los laborales, comedores escolares y más y mejor oferta formativa y de ocio para las familias. www.andalucia24horas.com/textoLoc.asp?id=255611&prov=4&loc=16. Último acceso: 31/10/2011

1. Aunque sin llamarlos enlaces, Adam y Lorda (1999: 119) los denominan referentes temporales de naturaleza cotextual y los designan como organizadores temporales del relato.

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Los enlaces temporales de desarrollo ubican una acción en consonancia con un punto de referencia. Esta relación podrá ser de tres naturalezas: anterioridad, simultaneidad y posterioridad. Los de anterioridad son los menos frecuentes y la mayoría de ellos se construyen sobre la base del adverbio antes. Incluimos en la nómina provisional los siguientes: antes, el día/mes/año... anterior/antes, la semana/hora... anterior/antes, anteriormente, con anterioridad, etc. Solo en algunos casos (previamente) se puede hablar de enlaces que reflejan una anterioridad inmediata: Al otro lado del Atlántico parece que los indicadores apuntan a una situación bien distinta. La semana anterior el dato estadounidense de creación de empleo de octubre fue extraordinariamente bueno, muy por encima de lo que se pronosticaba. www.fineco.com/Prensa/041114_Resaca%20alcista.asp. Último acceso: 31/10/2011

Mayor variedad se observa en el caso de los enlaces temporales de simultaneidad. Los más utilizados serían en ese momento, a todo esto, mientras tanto, entre tanto y ahora: Ed empieza a trabajar como investigador privado y descubre que su amigo Hayden está cometiendo un fraude al reclamar el dinero del seguro fingiendo un accidente que en realidad no ha tenido. Mientras tanto, Maggie dona una antigua hucha que fue de su abuelo para que sea subastada públicamente. www.paramountcomedy.es/series/doctorenalaska/t6.htm. Último acceso: 31/05/2010

Por último hay que referirse al grupo más numeroso, que es el compuesto por los enlaces de posterioridad. Podemos distinguir dos grupos según se trate de una relación de posterioridad simple o inmediata. La primera se explicita sobre la base de las configuraciones formales muy diversas. Los adverbios y las locuciones adverbiales (después, más tarde, entonces, luego...) son los más usados por ser los más generales y los que menor connotación semántica añaden al texto. También se utilizan locuciones construidas sobre la base del adverbio adelante (en adelante, más adelante, desde/de ahora en adelante) sobre la preposición a (al... siguiente, al rato, al otro...), etc. Finalmente, cabe recordar alguna fórmula gramaticalizada, como es el caso de andando el tiempo: Larrea y Neruda divergen en ese momento, pues mientras al primero le interesaba la «visión» del espíritu, Neruda se ocupaba en una visión de la realidad a ras del suelo. Andando el tiempo, y tras unas declaraciones de Larrea sobre el sentido de la poesía de Rubén Darío, Neruda, que no dedicaba a cualquiera un poema, escribió una furibunda y panfletaria «Oda a Juan Larrea» (1956), en la que menosprecia e insulta al vasco. www.unav.es/katedra/euskaraz/FelixMarana_Hitzaldia.doc. Último acceso: 31/12/2012

Los conectores de posterioridad inmediata también se organizan en varios grupos formalmente homogéneos, como son los adverbios (enseguida, rapidamente...) y las locuciones preposicionales (al instante, al momento, a continuación, en breve, de repente, de pronto...). También aquí se observa la existencia de opciones gramaticalizadas (acto seguido, a renglón seguido...): Durante el primer tiempo, fue el Huesca el equipo mejor posicionado sobre el campo, controlando el balón con un juego en corto en la parcela ancha, aunque la primera oportunidad clara de peligro fue para los catalanes, en un mano a mano que Gallego no supo culminar ante la valiente salida de Vera. A renglón seguido, el Huesca tendría una excelente oportunidad después de una buena jugada por la izquierda que terminó en la cabeza de Darío Carreño, cuyo remate, picado y donde más duele a los porteros, fue salvado en el último momento por la mano salvadora de Rubén. www.diarioequipo.com/noticia.asp?articulo_id=8930. Último acceso: 31/05/2010

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6.2. Enlaces espaciales Los conectores espaciales solo aparecen con esa denominación en Calsamiglia y Tusón (1999). Al igual que los temporales, los encontramos clasificados como enlaces semánticos y como marcadores de ordenación discursiva. Sin duda, la escasa atención de la crítica es paralela al poco interés que esta ha manifestado en el estudio de las secuencias descriptivas. Sin embargo, son esenciales en textos como el siguiente; los hemos destacado tipográficamente: La pintura representa un momento en la tarea cotidiana del taller, instalado desde 1646 en la galería del Cuarto del Príncipe. La infanta Margarita ha entrado en el estudio seguida de sus meninas, o damas de compañía, y enanos a ver qué hace el Sevillano, que así se le llamaba al pintor en la corte. En el centro aparece la infanta de cinco años atendida a su derecha por doña María Agustina de Sarmiento y a su izquierda por doña Isabel de Velasco. Luego, a la derecha del cuadro, los enanos Mari Bárbola y Nicolasín Pertusato, que juega con el mastín echado en primer término; y a la izquierda, levemente retirado, el propio Diego Velázquez con la paleta y el pincel ante un gran lienzo, que cierra el espacio por ese lado y nos intriga con su misterio. Detrás, en sombra a la derecha, la dueña doña Marcela de Ulloa y el guardadamas don Diego Ruiz de Ascona. Al fondo, en el vano de una puerta, el mayordomo de palacio don José Nieto Velázquez; sobre la pared un espejo refleja los bustos de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria y dos grandes cuadros de mitologías, copias, por Juan B. del Mazo, de Rubens, Palas y Aracné, y de Jordaens, Apolo y Marsias. La cruz de Santiago, que aparece sobre el pecho del pintor, fue añadida después de que en 1658 fuera condecorado con esta Orden. http://platea.pntic.mec.es/~anilo/cuaderno/meninas.htm. Último acceso: 31/12/2012

La explicitación de las relaciones espaciales mediante los enlaces facilita enormemente la lectura del fragmento descriptivo de Las Meninas de Velázquez. Es interesante fijarse en un enunciado del texto: Luego, a la derecha del cuadro, los enanos Mari Bárbola y Nicolasín Pertusato, que juega con el mastín echado en primer término

El autor acumula dos enlaces al principio del enunciado. Sin embargo, parece más lógico pensar que la relación es de naturaleza espacial. La razón es sencilla. Podría pensarse que luego  es un enlace temporal; pues bien, tal interpretación no sería aceptable en el contexto de un fragmento descriptivo como el que nos ocupa. Cabría entonces plantearse si es de naturaleza aditiva. En este caso, no se entendería la necesidad de insertarlo, en tanto en que ese valor continuativo está en cualquier conector espacial. De hecho, la prueba evidente es que el texto no se resentiría si simplemente lo elimináramos; entre otras cosas, porque es redundante. La ventaja de a la derecha sobre él es que, además de sumar informaciones, estructura de manera más precisa, en términos espaciales, la información. Su aparición es coherente con los otros enlaces espaciales que se detectan en el texto. Veamos otro segmento del texto: Al fondo, en el vano de una puerta, el mayordomo de palacio don José Nieto Velázquez; sobre la pared un espejo refleja los bustos de los reyes Felipe IV y Mariana de Austria y dos grandes cuadros de mitologías, copias, por Juan B. del Mazo, de Rubens, Palas y Aracné, y de Jordaens, Apolo y Marsias. La cruz de Santiago, que aparece sobre el pecho del pintor, fue añadida después de que en 1658 fuera condecorado con esta Orden.

En este fragmento hay tres enunciados aunque nos fijaremos en los dos iniciales. El primero inserta una información espacialmente relacionada con la del anterior evidenciada mediante al fondo. Sin embargo, el siguiente enunciado simplemente suma: no podemos, salvo que conoz-

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camos el cuadro, decidir dónde se encuentran las figuras citadas porque no hay ningún conector espacial que lo especifique. En beneficio de la transparencia textual habría sido conveniente que el autor lo indicara de modo explícito: la relación espacial existe, pero solo es evidente para el autor, no para el lector, quien solamente puede deducir una relación de simple adición. El detalle es importante, porque nos permite responder a una de las preguntas que habitualmente nos hacemos en el momento de estudiar los enlaces extraoracionales: ¿Cuándo los usamos y cuándo no? La respuesta parece que tiene que ver con el grado de ambigüedad textual que pueda resultar de su ausencia. En otras palabras: habrá situaciones en las que entre dos enunciados puedan interpretarse dos tipos de relación diferente; en estos casos, los enlaces cumplirán una función esencial de desambiguadores textuales. Por eso, en el texto que nos ocupa habría sido más adecuado (y más coherente con el resto del mismo) si se hubiera utilizado un enlace espacial. Cabe distinguir dos grandes formas de conexión espacial, según esta se haga o no en relación con un punto de referencia explícita; distinguiremos, pues, entre localización relativa y absoluta. Con todo, en ambos grupos los enlaces son básicamente los mismos. En su momento indicaremos aquellos que son exclusivos de un grupo y otro. Distinguimos cuatro grandes grupos con arreglo a su configuración formal. En primer lugar estarían los adverbios de lugar de contenido general: aquí, acá, ahí, allí, allá... Proporcionan una localización siempre absoluta y de contenido muy general. Son los más usados por ser los más genéricos y los que menor connotación semántica añaden al texto. En segundo lugar, citaremos los adverbios de lugar de contenido específico: dentro, fuera, arriba, encima, debajo, abajo, delante, enfrente, detrás, cerca, lejos. Todos ellos se convierten en localizadores relativos combinados o no con la preposición de. Excepción a esta regla son arriba y abajo2: Dentro, un pasillo largo, adornado con mil caras, le saludaba con una mezcla de sorpresa y de pavor. Al fondo, como un imán, un letrero blanco con grandes símbolos en rojo, lo atraía. Al llegar, dedujo fácilmente que se trataba del despacho de alguien importante, y oyó una voz tildada que parecía invitarlo a entrar. El gesto desacompasado pero legible de un extranjero lo invitaba a pasar. www.cuentos.8m.net. Último acceso: 31/12/2012

En tercer término, citaremos las locuciones adverbiales de base adverbial. Se construyen sobre la base de los adverbios de los dos grupos anteriores combinados con una preposición (a, por y para son las más habituales): desde allí, desde dentro, por fuera, por ahí, para arriba... Finalmente están las locuciones adverbiales de base sustantiva. Se forman mediante la combinación de una preposición y un sustantivo. Su contenido referencial y su función oracional suelen ser plenos. La construcción más frecuente se apoya en la preposición a: a la derecha/ izquierda, a la diestra, a la entrada, al fondo, al comienzo, al frente, al otro lado, al pie, a lo lejos, a un paso, a derecha e izquierda, a mitad de camino, a (cierta) distancia, a caballo... También son frecuentes las formadas con en y de: en (el) medio, en las proximidades, en las inmediaciones, en torno, de un lado y de otro: La bajada al Salto de Saucelle se hace por una carretera de gran pendiente, serpenteada, que va hacia las entrañas del propio río. A mitad de camino, aparece un mirador desde el que se puede contemplar la belleza de las rocas en los márgenes del cauce y el pequeño poblado de la presa. También podemos ver cómo el Huebra llega a su fin, para desembocar en el gran río Duero. www.saucelle.net/lugaresdeinteres.htm. Último acceso: 31/05/2010

2. Excepción, claro, en la Península Ibérica, pero no en buena parte de América Latina.

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6.3. Enlaces aditivos Los conectores aditivos aparecen en Martínez (1997), quien los denomina conectores sumativos y los estudia asociados a los organizadores discursivos. La misma combinación aparece en Montolío (2000 y 2001), quien los llama indistintamente conectores o marcadores aditivos. Portolés (1998), Martín Zorraquino y Portolés (1999) y Fuentes (2009) los consideran conectores y los estudian de manera independiente. Se suelen dividir en dos grupos según los contenidos añadidos sean de naturaleza homogénea o heterogénea, siendo los primeros los que presentan mayor variedad funcional según el grado de previsibilidad de la información encabezada por el enlace. En el plano morfológico se observan dos rasgos destacables: de un lado, que la mayor parte de los enlaces son adverbios o locuciones adverbiales; de otro, que también asumen la función conectiva determinadas conjunciones y los pronombres de relativo: y, o, que, lo que, lo cual... Los contenidos textuales se pueden sumar de muy diversas maneras y los enlaces tienen como objetivo básico matizar, especificar, sofisticar... la relación establecida. Al margen de ello queda además, enlace prototípico que representa pura adición. Desde esa perspectiva vamos a distinguir dos grandes grupos según la naturaleza de los contenidos implicados. En primer lugar nos detendremos en aquellos casos en los que se relacionan contenidos de naturaleza homogénea. Podemos distinguir cuatro grandes posibilidades. En la primera, se unen elementos de la misma serie en relación de igualdad. En muchos casos se asocian a registros formales: asimismo, igualmente, del mismo modo, de igual manera, junto a todo esto, más, también y tampoco. Asimismo se pone en conocimiento de los interesados que el período de cobranza de dichos padrones, en período voluntario será de dos meses contados a partir de la publicación del presente edicto en el Boletín Oficial de la Provincia. Villena, 25 de enero de 2006. www.monachil.es. Último acceso: 31/12/2012

En la segunda, se suma siguiendo la misma línea argumentativa. El segundo enunciado se plantea como inesperado. Implican, pues, cierta imprevisibilidad: más aún, todavía más, es más y aún hay más. Ninguno de ellos puede ir interpuesto: De este modo, debemos evitar caer en la consideración tradicional de que los estudios de casos son una forma de investigación que no puede utilizarse para describir o contrastar proposiciones. Es más, debemos defender, por un lado, que los estudios de casos, al igual que otras metodologías, pueden servir para propósitos tanto exploratorios como descriptivos y explicativos (Yin, 1994). www.eumed.net. Último acceso: 31/12/2012

En la tercera posibilidad, el segundo contenido no es previsible o esperado. El grado de imprevisibilidad es más alto que en el caso de los anteriores, hasta el punto de que el elemento que introduce se considera extremo. Podemos citar incluso, sin contar (con) que...: Por lo que conozco, es difícil dejar de fumar, y no me parece correcto hacer de la dependencia del tabaco motivo de mofa o desprecio. También me gustaría añadir que no me gusta que se les llame «cerdos fumadores», como reza uno de los carteles de La Chispa. Sin contar con que tampoco es para gritar el «Fuera con ellos» de un modo despectivo. www.muyinteresante.es/canales/muy_act/cartas.htm. Último acceso: 31/05/2010

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Por último, cuando se supera con mucho las expectativas del destinatario se usa encima. Es muy habitual su asociación a valoraciones negativas: Creemos que esto no es sino una consecuencia de la represión que sufrimos los jóvenes de izquierdas en todos los sentidos: social, laboral, policial, judicial... etc. Si no es suficiente el que no se nos dé un trabajo digno, por nuestras apariencias o por luchar por nuestras ideas, si tampoco fuera suficiente que por vestir como a cada uno nos apetece o por cortarnos el pelo diferente a la mayoría, se nos está identificando policialmente un día sí y otro también. Encima, tenemos que soportar que también por hacer ver lo que nos gusta o lo que no nos gusta se nos lleve ante los juzgados y se nos denuncie, teniendo quizá que pagar una multa; que por todos los prejuicios antes mencionados de la sociedad no tenemos recursos para pagar. www.rojoynegro.info. Último acceso: 31/12/2012

En segundo término, hemos de fijar la atención en aquellos que suman contenidos heterogéneos. Nos referimos a aparte, por otro lado, por otra parte o por lo demás: Estas nuevas versiones se distinguen del resto por los distintivos D-4D (sin hacer referencia a la cilindrada) en la parte trasera de la carrocería. El de 177 tiene las letras «D-CAT» (en color verde) en las aletas delanteras. Por lo demás, no hay nada que les distinga a esta versión del resto de modelos de la gama Avensis. www.km77.com/marcas/toyota/2005/avensis/22d/t01.asp. Último acceso: 31/05/2010

6.4. Enlaces contraargumentativos Los conectores contraargumentativos también han sido estudiados de manera concienzuda: Martínez (1997), Portolés (1998), Martín Zorraquino y Portolés (1999) los denominan conectores contraargumentativos. Por su parte, Fuentes (2009) prefiere llamarlos opositivos. Calsamiglia y Tusón (1999) proponen varias funciones: oposición, sustitución, restricción y concesión. A su vez, Montolío (2000 y 2001) distingue entre fuertes y débiles según la relación discursiva entre las unidades afectadas sea de naturaleza opositiva o concesiva. Incluye, además, una referencia a las llamadas relaciones exclusivas o de incompatibilidad semántica. A la vista de todo ello, proponemos la existencia de tres grandes grupos según la naturaleza de la relación establecida: restrictiva adversativa (de causa suficiente), restrictiva concesiva (de causa insuficiente) y exclusiva. Dentro de ellos identificaremos distintos grupos funcionales según la naturaleza de la contraargumentación: consideraremos a qué elemento de la oposición se concede mayor importancia, la naturaleza polar o no del contraste establecido y el tipo de actantes que intervienen. Desde el punto de vista de la configuración formal de los conectores, la descripción coincide con la propuesta para los aditivos: de un lado, adverbios y locuciones adverbiales; de otro, conjunciones usadas como conectores discursivos (pero, salvo que...). Los llamados enlaces restrictivos indican una limitación, pero no incompatibilidad entre los dos contenidos relacionados. Si explicitan una relación adversativa, el enlace más utilizado es sin embargo. De la misma naturaleza son los enlaces bien es cierto que, bien es verdad que y claro que: Me resulta bastante inverosímil. Es una tesis muy enrevesada y, aunque el golpe estuvo manejado por algunas mentes inteligentes –con ello no las estoy defendiendo–, no creo que tuviesen capacidad

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para planear una operación tan arriesgada con este objetivo. Bien es verdad que al final el golpe actuó como boomerang contra los golpistas y consiguió los efectos contrarios que se proponían. El Mundo (Fragmento de entrevista a Diego Carcedo) www.el-mundo.es/encuentros/invitados/2001/02/174/. Último acceso: 31/12/2012

No hemos de olvidar que es frecuente el uso de conjunciones con valor de enlace y en lugar de sin embargo. Se trata de los casos de pero, salvo que y excepto que. Se evitan al principio de párrafo aunque son muy frecuentes para relacionar enunciados. A continuación debemos detenernos en aquellos enlaces merced a los cuales se concede mayor importancia para el segundo elemento de la oposición. Se trata de ahora bien, ahora, ahora que, sea como sea o sea como fuere. Funcionan por tanto como una llamada de atención, por lo que se usan casi exclusivamente en posición inicial. Por otro lado, es frecuente que tengan valor conclusivo tras una enumeración: ¿Aprendió Paul Newman la calentura de los ojos en el Actor’s Studio? ¿Perfeccionó el gesto negador y un poco hastiado de esa boca que han deseado tantas mujeres? ¿Le enseñaron a caminar con aquellos tejanos que dejaban adivinar un cuerpo de mármol y un sexo de fuego?... Sea como fuere, se produjo la magia y, en poco tiempo, Newman se convirtió en el mito sexual más deseado de Hollywood. www.el-mundo.es/magazine/m38/textos/newman1.html. Último acceso: 31/12/2012

Dentro de la relación adversativa debemos también llamar la atención sobre aquellos que establecen una oposición de contenidos atribuidos a actantes distintos. Por el contrario, en el lado opuesto, frente a eso y en contraste oponen elementos polares o tenidos como tales; por su parte, en cambio opone elementos polares o no polares. En los casos en los que la relación es de naturaleza concesiva, como enlaces genéricos utilizamos no obstante, aun así, así y todo, a pesar de todo, pese a todo/ello y en todo caso. Asimismo, se observa con mucha frecuencia el uso de la conjunción aunque con valor de enlace: A esto hay que sumar la existencia de canales de cable, sobre todo los ligados a las Universidades, lo que permite una cierta difusión de las actividades religiosas más importantes del año. Así y todo, la prensa laica es mayoritaria y la tendencia de los grandes grupos mediales es más bien a desligarse de la Iglesia y a darle un espacio reducido dentro de su campo noticioso. www.ucip.ch/nv/cl. Último acceso: 31/05/2010

Tras enumeraciones resultan muy frecuentes con todo, con todo y con eso, de todos modos, de todas maneras, de todas formas y de cualquier manera. Limitado al contexto de los registros más informales estaría y eso que. El segundo grupo lo componen los denominados enlaces exclusivos, cuyo uso implica siempre una relación adversativa. En todos los casos suponen que los contenidos expresados son de naturaleza incompatible. El más usado es antes bien, que aparece solo en posición inicial: El texto, que se envía tradicionalmente a los líderes del mundo y a las mayores organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, tiene por lema el consejo que el apóstol Pablo dejaba en su carta dirigida a los primeros cristianos de Roma: «No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien» (12, 21). www.agea.org.es. Último acceso: 31/12/2012

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6.5. Enlaces causativos Los conectores de base causal han recibido mucha menos atención excepto en el caso de los de naturaleza consecutiva3. Fuera de esa tendencia Calsamiglia y Tusón (1999) distinguen causativos, consecutivos, condicionales y finales4, y Fuentes (2009) propone la existencia de consecutivos, condicionales y justificativos5. A partir de todo ello, proponemos la existencia de cuatro grandes grupos según la relación sea causativa, de consecuencia, condicional o de finalidad. Cabe apuntar que la mayor parte de las conexiones del primer tipo se establecen de forma implícita; esto es, sin la aparición de un conector6. Por esta razón, la puntuación cumple una función importante, ya que los dos puntos son un signo que con frecuencia transmite un valor causal. Cabe señalar que no es extraño dar con ejemplos en los que la conjunción porque o las locuciones conjuntivas ya que y puesto que asumen funciones de conector discursivo: Este lorquismo comercial empieza en Schonberg, el «descubridor» del homosexualismo de Lorca, que lo utiliza y lo convierte en un negocio. Estos hocicadores forman alianza con el psicoanálisis freudiano y los resultados son pintorescos. Porque a todo el que se pone a lavar en las aguas turbias de Freud los dedos se le figuran falos. Blanca Berasategui. ABC www.corpusdelespanol.org. Último acceso: 31/12/2012

Incluimos entre los conectores causales aquellos que tienen una función explicativa (recogemos en parte a los que Fuentes denomina conectores justificativos). Los más utilizados son pues bien, de hecho, en este contexto, en realidad, en efecto y vayamos por partes:  Si vuelas un avión con dos depósitos, es posible que puedas abrir los dos a la vez (depende del mando de los depósitos que tengas). Pues bien, es un gran error volar con los dos abiertos. Si por la razón que sea deja de pasar gasolina por uno de ellos (obstrucciones, engelamiento –difícil–, aire, o simplemente que el aforador indica mal y creías que estaba lleno cuando en realidad no lo estaba), tienes que estar muy atento a los indicadores, porque si no, se te para el motor y, claro, no te arranca. La práctica buena consiste en volar con un depósito abierto y realizar cambio de depósito cada cierto tiempo o cada cuarta parte de depósito gastado. www.aviacionulm.com/seguridad.html. Último acceso: 31/12/2012

El número de enlaces de consecuencia es muy elevado en comparación con otras relaciones. Los menos gramaticalizados y al mismo tiempo más usados son así, así pues, así las cosas, por (lo) tanto, por eso/ello, entonces, en consecuencia, por consiguiente, de ese modo, por este/ese/tal motivo, por esta/esa/tal razón, por esta/esa/tal causa, en vista de esto, por consecuencia, de esta manera, por lo mismo...:

3. Martínez (1997), Montolío (2000 y 2001), Portolés (1998) y Martín Zorraquino y Portolés (1999) solo reconocen los de naturaleza consecutiva. 4. Hay alguna contradicción interna en su propuesta, como se demuestra en el hecho de que algunos enlaces aparecen entre los causativos y los consecutivos. Así sucede con por eso. De hecho, muchos de los que llaman causativos son realmente consecutivos: a causa de ello, por eso, en virtud de, gracias a, etc. 5. En este último grupo incluye conectores causales, explicativos y conclusivos. 6. En registros informales la causa se expresa con frecuencia mediante es que y porque es que.

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Sin embargo, existen en funcionamiento lavadoras con más de veinte años de antigüedad, y muchas veces hay que darlas de baja no porque el motor esté mal sino porque no existen repuestos. En cambio, según los técnicos, ahora las lavadoras se reparan más que antes. Por tanto se aconseja no reparar y adquirir una nueva cuando se estropee el motor o la cuba. La cuba es una pieza de la lavadora que es muy raro que se dañe. Esta pieza cuesta 10.000 pesetas. No es mucho. El problema es que hay que desmontar toda la lavadora y lleva mucha mano de obra. Así las cosas, si se da el caso es mejor deshacerse de ella. En tanto que cambiar una puerta, una goma o un mando son averías baratas. www.el-mundo.es/sudinero/noticias/act-68-2.html. Último acceso: 31/12/2012

En ubicación exclusivamente interpuesta se utiliza pues. Finalmente, en posición inicial y sin coma se usan las locuciones conjuntivas de ahí que, de aquí que, así que, de manera que, de modo que, al punto de que... La relación condicional se establece de dos maneras diferentes. Con valor positivo se usan en ese/tal caso, en ese/tal supuesto, entonces y si es así. En cambio, con sentido negativo, utilizamos de otro modo, de lo contrario, de otra manera y si no es así: Excepcionalmente, el periodo de formación del ayudante (en algunas áreas y/o titulaciones) puede ser fundamentalmente docente y no exigirse la tesis doctoral. En ese supuesto, una vez alcanzados los objetivos del proceso de formación, y previa evaluación externa positiva de ese periodo, se debe pasar a un contrato laboral permanente como no doctor: Colaborador. www.uv.es/ccoo/pdi. Último acceso: 31/12/2012

Por último, nos detendremos en la relación de finalidad. En este caso, los más frecuentes son para eso, para ello, a tal efecto y a tal fin: Resulta conveniente, ahora, completar la regulación de las citadas Órdenes, a fin de dar solución a determinadas cuestiones puntuales no previstas expresamente en las mismas y corregir algún aspecto concreto del régimen de tales autorizaciones. A tal efecto, esta Orden regula, en primer lugar, el duplicado de las tarjetas en que se documentan las autorizaciones de transporte público de mercancías para vehículos pesados, cuando ello resulte necesario en caso de pérdida o extravío del original, imponiendo las necesarias limitaciones para impedir su uso fraudulento. www.boe.es. Último acceso: 31/12/2012

Capítulo 7 ENLACES DE RELACIÓN DISCURSIVA

V

amos a diferenciar dos tipos de conexión dentro de este grupo. En primer lugar nos detendremos en lo que tradicionalmente se denomina ordenación discursiva. Con tal etiqueta se hace referencia a los procedimientos conectivos destinados a evidenciar la coherencia estructural en el texto. Se trata, pues, de enlaces mediante los cuales se indica la ubicación de diferentes partes textuales en la total de la realidad discursiva. En segundo lugar nos fijaremos en los llamados reformulativos. Con ellos se explicitan relaciones destinada a garantizar la inteligibilidad textual mediante procedimientos tales como la precisión conceptual y la reformulación. Iniciadores

Continuadores

Ordenadores discursivos

Digresivos

Terminadores

Precisadores Reformuladores

Ejemplificadores

ante todo, para comenzar o antes de/que nada, tiempo atrás, érase una vez… Progresivos entonces, luego, hablando de otro tema, cambiando de tema... Enumerativos en primer lugar, primero, segundo... Demarcativos de un lado/de otro, por una parte/por otra... Apertura dicho sea de paso, a propósito... Cierre a lo que vamos/íbamos, como iba diciendo... No conclusivos en fin, para terminar, por fin, por último y con esto acabo, termino... Conclusivos en resumen, en síntesis, al fin y al cabo, a modo de conclusión... Escrito formal es decir, esto es, en otras palabras, mejor dicho... Oral y escrito formal oral o lo que es lo mismo, rectifico, me explico, quiero decir... Registro informal o sea, hablando mal y pronto, hablando en plata... Por enumeración a saber... por ejemplo, así, pongamos por caso, sin ir más lejos...

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7.1. Enlaces de ordenación discursiva Los ordenadores discursivos incluyen los procedimientos conectivos destinados a evidenciar la coherencia estructural del texto. Se trata, pues, de enlaces mediante los cuales se indica la ubicación de diferentes partes textuales en la total de la realidad discursiva. Las posiciones de la crítica al respecto son muy heterogéneas: Martínez (1997) y Montolío (2000 y 2001) los estudian como parte de los aditivos, pero no les reconocen entidad propia. Portolés (1998) y Martín Zorraquino y Portolés (1999) no los consideran conectores sino organizadores de la información; distinguen comentadores, ordenadores y digresores. Para Calsamiglia y Tusón (1999) se trata de marcadores y pueden ser iniciadores, distribuidores, ordenadores, de transición, continuativos, aditivos, digresivos y conclusivos. En opinión de Fuentes (2009) se trata de conectores que ordenan la materia discursiva; los hay de inicio, cierre, enumerativos, interactivos y continuativos. Briz et al. (2008) se limitan a hablar de estructuradores. Ciertamente, las posturas son realmente heterogéneas. Por ello, proponemos distinguir cuatro grandes tipos de ordenadores: iniciadores, continuadores, digresivos y terminadores. Sin duda, son los continuadores los que más variedad funcional exhiben; hasta el punto de que dudamos si incluir dentro de ellos o no a los digresivos. Hemos preferido dejarlos al margen en tanto que la digresión es, desde un punto de vista discursivo, un proceso independiente de la continuación textual. Al igual que sucedía en el caso de los temporales, los enlaces discursivos también exhiben una enorme variedad en su configuración morfológica: locuciones preposicionales, sintagmas verbales, sintagmas nominales, adverbios, locuciones adverbiales, etc. Como organizadores que son, suelen usarse en el nivel macroestructural de la construcción textual, aunque también pueden encontrarse en el plano microestructural. Tienen como objetivo principal explicitar la relación entre secciones discursivas. Es importante observar que formalmente coinciden en numerosas ocasiones con los enlaces semánticos, especialmente con los de naturaleza temporal. No obstante, como ya hemos apuntado antes, su función es muy diferente. La función de los iniciadores del discurso sería la de explicitar el arranque textual. Se trataría, pues, de conectores como ante todo, para comenzar o antes de/que nada. Dentro de ellos forman grupo propio algunos muy gramaticalizados y asociados a textos de intención literaria aunque no sean exclusivos de esos entornos discursivos; nos estamos refiriendo a tiempo atrás, érase una vez... En un segundo grupo se encontrarían los llamados continuadores. Ahora su función sería la de establecer relaciones cotextuales entre las partes del texto. Se trata de un conjunto muy amplio en el que se suelen distinguir dos grandes grupos. Primero están los progresivos: su función es permitir que el texto siga avanzando en términos conceptuales sin indicar una relación explícita entre las partes: así sucede con enlaces como entonces o luego; sin embargo, otros como hablando de otro tema, otra cuestión, cambiando de tema, otra cosa y más cosas tienen como objetivo incorporar información cuya vinculación conceptual es menos evidente: Les cuento también que pasé mi cumpleaños número 22 la semana anterior acá en Denver. Esa noche coincidió con el partido frente a Golden State. Esa noche no jugué pero tuve la ocasión de verme con viejos amigos de mi anterior equipo. Luego del juego fui a cenar con un grupo de amigos y luego regresamos a mi apartamento a jugar un poco de billar. Hablando de otro tema, sé que realizaron el sorteo del Pre-Mundial que se va a realizar en República Dominicana durante el verano. Ahora estoy concentrado en los Playoffs pero ya una vez termine nuestra temporada, pensaré en la selección. Tengo muchos deseos de jugar pero primero debo definir mis compromisos en la liga de verano y tomar unos días de vacaciones. Luis Flores www.nba.com/espanol/blog/nuevo_comienzo_050316.html. Último acceso: 31/12/2012

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Por otra parte estarían los enumerativos y los demarcativos. Los primeros estructuran el texto explicitando el orden lineal de la exposición; para ello establecen series no cerradas: en primer lugar, primero, segundo... En cambio, los segundos tienen una función habitualmente aditiva desde una perspectiva semántica, pero además parcelan el discurso segmentando el texto en unidades informativamente equivalentes. Tienen la particularidad de que la aparición de un enlace exige la de otro simétrico. Algunos son de un lado /de otro, por una parte/por otra... El tercer grupo corresponde a los digresivos. Su principal función es la de introducir paréntesis en el fluir informativo del texto. Cabe distinguir, por ello, dos tipos de enlaces. Los primeros permiten realizar la apertura de digresión: dicho sea de paso, una aclaración, a propósito, abro paréntesis, paréntesis, entre paréntesis...; por su parte, los segundos permiten cerrar el excurso: a lo que vamos/íbamos, retomando..., cierro paréntesis, como iba diciendo...: El Estado de bienestar que se debe repensar o parte de un discurso fuerte en torno a la producción de bienes y servicios como primer prerrequisitivo, o seguirá la crisis de las políticas «welfarísticas» y su deslizamiento cada vez más acelerado hacia el Estado de bienestar de los negocios privados y sin controles democráticos. Un discurso radicalmente nuevo, además, para establecer un vínculo menos fatídico, primero, y más amable, después, con el paradigma medioambiental. Dicho sea de paso: esta es una precondición, también, para empezar a salir de la crisis de relación entre la izquierda política y social y la gente corriente y moliente, cuestión no irrelevante. www.ugt.es/informes/bulla.htm. Último acceso: 31/12/2012

El último grupo es el de los terminadores: explicitan el final del texto o de una sección del mismo. Por genéricos, los más usados en el texto escrito son en fin, para terminar, por fin, por último... Un grupo de ellos permite cerrar el texto planteando una síntesis del mismo. Se trata de en resumen, en síntesis, al fin y al cabo, por/para abreviar, resumiendo, en resumidas cuentas... Algunos, propios del discurso formal oral han pasado con éxito a la escritura del mismo registro: y con esto acabo, a modo de conclusión, termino... Otros han quedado circunscritos a la comunicación escrita y sobre todo hablada en registros informales bien, bueno, pues nada...: Nuestra libertad –son palabras de Spinoza– no reside ni en cierta indiferencia, ni en cierta contingencia, sino en el modo de afirmar o de negar, de suerte que cuanto menos indiferentemente negamos o afirmamos, más libres somos. En resumidas cuentas, somos libres cuando afirmamos con conocimiento de causa, cuando nuestras acciones se derivan de nuestra propia naturaleza, cuando nuestra voluntad y la ley natural son una misma cosa. www.cica.es/aliens/dflus/s3fenoy.html. Último acceso: 31/05/2010

7.2. Enlaces reformulativos Los reformulativos explicitan relaciones destinada a garantizar la inteligibilidad textual mediante procedimientos tales como la precisión conceptual y la ejemplificación. Entendemos que en ambos casos se trata de conectores puesto que con los precisadores se establece una relación de equivalencia entre las dos unidades conectadas. Por su parte, los ejemplificativos permiten que el segundo enunciado exprese uno o más elementos que cumplen una condición referida en el primero. A pesar de ello, no es frecuente que se les identifique como grupo independiente

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de conectores. Portolés (1998)1 los incluye en un grupo de marcadores a los que denomina reformuladores, y cuya función es introducir una nueva formulación de un enunciado. Dentro de ellos distingue explicativos, rectificativos, de distanciamiento y recapitulativos; no menciona en ningún caso los ejemplificativos. Calsamiglia y Tusón (1999) interpretan la reformulación y la ejemplificación como operaciones discursivas en el mismo nivel que la expresión del punto de vista, la manifestación de la certeza, la confirmación y la tematización; por tanto, no les asignan función conectiva. Briz et al. (2008) solo hacen referencia a los reformuladores y les reconocen de manera explícita función conectiva. Finalmente, Fuentes (2009) distingue conectores ejemplificativos y reformulativos; estos últimos podrán ser de corrección, explicación y concreción. Los enlaces de precisión permiten introducir una forma expresiva para un mismo concepto que se interpreta como complejo. Así, su uso se orienta en beneficio de la inteligibilidad textual. Desde esa percepción, existen dos tipos de reformulativos. Los primeros son los enlaces de precisión, con los que se establece una relación de equivalencia entre las dos unidades conectadas. Los más frecuentes en el texto escrito formal son es decir, esto es, en otras palabras, mejor dicho, en concreto, en sustancia, por mejor decir y en otros términos: Falta comprender y cuantificar los mecanismos naturales que inciden en el destino del mercurio en el medio ambiente, como movilización, transformación, transporte y absorción. En otras palabras, las trayectorias del mercurio en el medio ambiente, y del medio ambiente hacia los seres humanos. www.greenfacts.org/es/mercurio/n-3/mercurio-7.htm. Último acceso: 31/12/2012

Del registro formal oral han pasado al escrito con bastante éxito o lo que es lo mismo, rectifico, me explico y quiero decir. Por otro lado, prácticamente exclusivos de los modelos más informales de expresión resultan o sea, hablando mal y pronto y hablando en plata: Jesús cuando fue crucificado fue crucificado como hombre, la gente lo enjuició y lo crucificaron por blasfemo, creerse Rey de los Judíos y hacer milagros los sábados (sinónimo de trabajar los sábados, nada aceptado en esa época). De la misma manera fueron crucificados los dos ladrones, luego del juicio fueron condenados y crucificaron a los tres juntos. Para los presentes estaban crucificando a 3 delincuentes, Jesús no resaltaba entre ellos, salvo para sus conocidos. Hablando mal y pronto, los crucificaban de a varios a los enjuiciados en esa época para ahorrar tiempo. es.answers.yahoo.com/question/index?qid=20061003093931AAriTmx. Último acceso: 31/12/2012

Por último, debemos recordar que la precisión puede también efectuarse mediante una enumeración con el uso del conector a saber. Por su parte, los enlaces de ejemplificación permiten que el segundo enunciado exprese uno o más elementos que cumplen una condición referida en el primero. Los más usados son por ejemplo, veamos un ejemplo, así, pongamos por caso y sin ir más lejos: Hay que ver como somos las personas. Sin ir más lejos solo tenemos que pasarnos por las playas y ver de qué manera las utilizamos. Muchas personas se piensan que son un cenicero, ya que no paran de fumar y apagar las colillas en la arena. Otras además de cenicero creen que son papeleras y las llenan de botes, papeles y plásticos sin el mínimo escrúpulo. www3.uji.es/~cmiro/scuba/opinion.html. Último acceso: 31/12/2012

1. Y también Martín Zorraquino y Portolés (1999).

Capítulo 8 ¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

C

on el objeto de proporcionar una visión realista del uso de los conectores en lengua escrita queremos ahora aportar los datos que en relación con esto nos facilita nuestro estudio de adquisición de unidades textuales. El lector recordará que en el capítulo 5 hicimos referencia a la frecuencia de explicitación de las conexiones; concluíamos en ese momento que apenas superaba en el mejor de los casos una frecuencia del 30%. Es este el momento de buscar algo más de precisión en tales datos. 8.1. Configuración formal de los enlaces El primer análisis se fija en las siguientes variables: si son morfológicamente conjunciones; si, no siendo de esa naturaleza, aparecen combinados con alguna conjunción en la expresión de la relación textual; si, no siendo conjunciones, aparecen desplazados o al principio del enunciado; y si, no siendo conjunciones ni estando desplazados, se aíslan con una coma dentro de los enunciados. Estos son los resultados: T1

T2

TOTAL

15,99%

11,77%

12,87%

Conjunción + Conector

4,02%

1,83%

2,09%

Desplazado del inicio

3,77%

6,4%

4,95%

79,34%

69%

72,36%

Tiene forma de conjunción

No desplazado y con coma final

Cerca de un 13% de los casos atenta contra ese principio largamente defendido en normativas tradicionales de escritura y según las cuales las conjunciones no pueden ubicarse al principio de un enunciado. Veamos los resultados desagregados:

126

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

T1

T2

Pero

Conector

4,95%

6,82%

TOTAL 5,47%

Y

3,73%

4,96%

4,08%

Aunque

1,14%

2,07%

1,40%

O

0,57%

0,41%

0,52%

Ya que

0,57%

0,41%

0,52%

Lo que

0,24%

0,21%

0,23%

La/lo cual

0,16%

0,21%

0,17%

0%

0,62%

0,17% 0,12%

Con lo cual Que

0,16%

0%

Por lo que

0,08%

0,21%

0,12%

Porque

0,08%

0%

0,06%

Dentro de ellas destaca la frecuencia, por ese orden, de pero, y y aunque. La de pero lo sitúa en el segundo lugar dentro del total de los conectores identificados en el caso de T1, y en el cuarto lugar en T2. Por su parte, y ocupa el quinto lugar en ambos casos. Es relevante, pues, que dos conjunciones se encuentren entre los cinco enlaces usados de manera más habitual. Por ello, se ha de revisar la idea preconcebida que condena el uso de conjunciones con función de enlace. Entre otras cosas, cabe apuntar que los usuarios asumen como aceptable el uso de determinadas conjunciones, específicamente de pero, y aunque y, secundariamente, de ya que y o. En cambio, se evita el uso de las vinculadas a la subordinación relativa, a la causal y a la consecutiva. En segundo lugar, tampoco resulta especialmente habitual la combinación de una conjunción y un conector: los datos limitan la frecuencia a un 2% del corpus. Del mismo modo, la frecuencia de desplazamiento de los conectores es también muy baja. Siendo como es una opción teóricamente aceptable, en la práctica demuestra un rendimiento muy restringido que se queda por debajo del 5% de casos. No obstante, interesa destacar que la instrucción específica en el uso de conectores trae como resultado que el desplazamiento se multiplique por dos desde el primero al segundo de los textos. En cambio, sí es mayor la tendencia a marcar el conector con un punto o un punto y coma delante y con una coma tras él. Algo más del 70% corpus sigue esa dirección. Destaca el hecho de que en T2 la frecuencia de uso desciende en un 10% con respecto de T1. Muy posiblemente el hecho tiene que ver con el aumento del uso de conectores temporales: estos suponen un 4,54% en T1, mientras que en T2 ascienden al 8,11% en importancia relativa. Pero además, la predisposición a usar la coma no es homogénea sino que exhibe mayor o menor frecuencia según la naturaleza semántica o textual de los conectores. Así, si los agrupamos según esa variable, damos con los siguientes datos. Indicamos el número de total de conectores de cada grupo o subgrupo y el porcentaje de los que aparecen aislados por la puntuación no siendo conjunciones ni estando desplazados:

127

¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

Aditivo

T1

T2

122 (65,52%)

400 (58,01%)

De base causal: relación causativa

20 (77,78%)

50 (64,29%)

Contraargumentativos de relación concesiva

23 (61,54%)

47 (81,82%)

De base causal: relación condicional

10 ( 80%)

1 (100%)

De base causal: relación consecutiva

61 (71,43%)

90 (65,06%)

Discursivo terminador

42 (92,68%)

43 (93,02%)

Discursivo iniciador Discursivo continuador Reformulador ejemplificativo De base causal: relación de finalidad Contraargumentativos de relación adversativa

1(100%)

8 (100%)

21 (88,9%)

90 (71,01%)

26 (95,45%)

94 (81,48%)

3 (66,67%)

16 (43,75%)

100 (93,85%)

272 (82,99%)

Reformulador de precisión

33 (90,91%)

14 (76,92%)

Temporal

22 (59,09%)

100 (58,95%)

Espacial

8 (12,5%)

Aun despreciando los resultados en aquellos grupos en los que la escasa frecuencia de aparición nos hace desconfiar de los datos porcentuales, sí parece evidente que hay algunos grupos donde la coma es casi sistemática: así ocurre en el caso de los discursivos, sea cual sea su naturaleza, y de los contraargumentativos de relación adversativa. En el extremo opuesto, la usamos mucho menos en el caso de los aditivos y los temporales.

8.2. Explicación de la conexiones El segundo análisis nos lleva a preguntarnos por cuáles son los tipos de conexión explícita detectados con mayor asiduidad. Nos detendremos en las cuestiones siguientes: cuáles son los enlaces más utilizados, cuáles son los grupos de conectores más frecuentes y en qué grupos detectamos una mayor diversidad de enlaces. En T1 se han identificado 117 unidades diferentes. Por su parte, en T2 el número asciende a 186. En cuanto a los conectores más utilizados, en ambos casos solo 20 de ellos exhiben una frecuencia superior al 1%. Nos detendremos en los 10 más habituales en cada texto. El nivel de coincidencia es elevadísimo:

128

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

T1

T2

Sin embargo

11,78%

Sin embargo

Pero

6,82%

Además

Además

6,61%

También

Por ejemplo

5,17%

Pero

10,22% 8,11% 7,7% 4,95%

Y

4,96%

Así

3,73%

También

3,72%

Por ejemplo

3,73%

Así

3,72%

Y

3,73%

Por otro lado

2,89%

Por otro lado

3,33%

Por lo tanto

2,69%

Por el contrario

De hecho

2,07%

De hecho

2,6% 2,03%

Es de destacar la enorme dispersión en el uso de enlaces. Tanto que de los 117 identificados en T1, 60 se usan solamente una vez: es el 51,28% de los casos; por su parte en T2 ocurre algo muy similar con 86 utilizados en una ocasión de 186 distintos: el 46,23%. Por lo que toca a la segunda pregunta, destaca el hecho de que no todos los grupos o subgrupos de enlaces presentan el mismo rendimiento: Aditivo

30,40%

Contraargumentativo de relación adversativa

22,07%

De base causal: relación consecutiva

9,14%

Reformulador ejemplificativo

8,09%

Temporal

7,11%

Discursivo continuador

6,47%

Discursivo terminador

4,95%

De base causal: relación causativa

4,07%

Contraargumentativo de relación concesiva

3,66%

Reformulador de precisión

1,63%

De base causal: relación de finalidad

1,11%

De base causal: relación condicional

0,64%

Discursivo iniciador

0,52%

Espacial

0,47%

129

¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

Apenas cinco grupos de enlaces suponen más del 75% de los usados. La conclusiones son evidentes: se tienden a explicitar las conexiones aditiva y contraargumentativa muy por encima de las de cualquier otra naturaleza; en segunda instancia también destaca la frecuencia de aparición de los conectores consecutivos, ejemplificativos y temporales. Esta tendencia también se cumple cuando los datos se analizan desagregados. Se observan, sin embargo, algunas variaciones en la frecuencia de uso de un texto al otro, especialmente en los grupos menos habituales. Así, los temporales son mucho más frecuentes en T2 que en T1; más arriba ya observamos esta tendencia, que se explica sencillamente por el hecho de que T2 incluye habitualmente alguna secuencia narrativa, cosa que no sucede en T1. Por otra parte, la naturaleza exclusivamente expositiva explicaría que en T1 los terminadores se sitúan en la cuarta posición en frecuencia de uso. Estos son los datos en términos porcentuales: %T1

%T2

% Total

Aditivo

GRUPO

25,21

32,44

30,40

Contraargumentativo de relación adversativa

22,11

22,06

22,07

De base causal: relación consecutiva

12,72

7,53

9,14

Reformulación ejemplificativo

9,30

7,62

8,10

Temporal

4,55

8,11

7,11

Discursivo continuador

4,34

7,30

6,47

Discursivo terminador

8,68

3,49

4,95

3,9

3,94

3,72

Contraargumentativo de relación concesiva

3,31

3,81

3,67

Reformulador de precisión

2,89

1,14

1,63

De base causal: relación de finalidad

0,62

1,30

1,11

De base causal: relación causativa

De base causal: relación condicional

2,07

0,08

0,64

Discursivo iniciador

0,21

0,65

0,52

Espacial

0,00

0,65

0,47

No obstante todo lo dicho, cabe destacar que, con independencia de que sean los aditivos los más frecuentes, no se debe olvidar que, ya lo vimos antes, es un enlace contraargumentativo el más habitual. A partir de este hecho, damos paso a la tercera de las cuestiones planteadas: la nómina de enlaces usada en el corpus de estudio. La variedad se expresa en el cuadro siguiente, en el que se indica cuántos enlaces distintos se han identificado en cada grupo o subgrupo:

130

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

GRUPO DE ENLACES Aditivo

T1

T2

Total

18

29

7

14

14

De base causal: relación consecutiva

24

24

33

Temporal

10

33

34

2

4

5

Discursivo continuador

14

27

35

Discursivo terminador

Contraargumentativo de relación adversativa

Discursivo ejemplificativo

33

11

12

15

De base causal: relación causativa

6

8

10

Contraargumentativo de relación concesiva

7

12

15

Reformulador de precisión

4

7

9

De base causal: relación de finalidad

2

5

5

De base causal: relación condicional

7

1

7

Discursivo iniciador

1

2

2

Espacial

0

4

4

Es razonable que sea algo más elevada en T2 puesto que la extensión media de este texto era mayor. Con todo, destaca que la variedad en el uso de conectores no es correlativa con la frecuencia de aparición. Así, los enlaces de relación adversativa no son especialmente variados pese a su uso habitual; en cambio, los temporales muestran mucha mayor diversidad. Por último, continuadores, terminadores y concesivos presentan muchas formas alternativas para un uso razonablemente limitado. Seguidamente ofrecemos al interesado la lista de conectores que hemos identificado en nuestro trabajo. Hemos considerado de manera independiente enlaces que ofrecen una escasa variación formal pero que denotan una suerte de elección estilística por parte de quien escribe. La importancia de tal elección será mayor en la medida en que la diferencia de uso se decante por uno o por otro. Así sucede, por ejemplo, si comparamos de la misma forma, de la misma manera y del mismo modo, se observa que la preferencia de los autores se decanta por la tercera posibilidad, que dobla la suma de las otras dos: TOTAL

% TOTAL

De la misma forma

CONECTOR

1

0,08

De la misma manera

4

0,45

10

1,18

Del mismo modo

Mostraremos los resultados desagregados por grupo de enlaces. Hemos optado por una organización estrictamente alfabética, que permitirá al lector comparar el uso de aquellos que están formalmente vinculados. Junto al enlace indicamos la frecuencia relativa global tras la suma de las apariciones en ambos textos.

131

¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

Entre los aditivos se han identificado 33 conectores distintos. El grupo de los usados con más frecuencia lo componen además, también, y y por otro lado. En un segundo grupo estarían asimismo, del mismo modo, incluso, por otra parte, por su parte, o y tampoco. El resto tiene una presencia testimonial en el corpus: A su vez

0,12

Es más

0,17

Además

7,69

Igualmente

0,35

Además de que

0,06

Incluso

0,82

Además de todo esto

0,06

La cual

0,06 0,12

Además de todo lo anterior

0,06

Lo cual

Además de…

0,06

Lo que

0,23

Aparte de…

0,06

O

0,52 1,69

Así como

0,06

Por otra parte

Asimismo

1,34

Por otro lado

3,20

De igual forma

0,06

Por si esto fuera poco

0,06

De igual manera

0,17

Por su lado

0,06

De la misma forma

0,06

Por su parte

1,05

De la misma manera

0,23

Que

0,12

Del mismo modo

0,58

También

6,58

Desde otra perspectiva

0,06

Tampoco

0,52

En el mismo sentido

0,06

Y

4,08

En la misma línea

0,06

Los enlaces contraargumentativos de relación adversativa tienen menor variedad: se han interpretado 14 opciones. El uso se concentra en dos enlaces, pero y, muy especialmente, sin embargo: el más repetido en todo el corpus. En un segundo escalón se sitúan por el contrario, en cambio y no obstante.  La presencia del resto es testimonial: Ahora bien

0,12

Frente a esto

0,06

Ahora

0,12

Mientras

0,12

Al contrario

0,41

Mientras que

0,35

Como contraposición

0,06

No obstante

1,05 5,47

En cambio

1,40

Pero

En contraposición

0,12

Por el contrario

En contraste

0,06

Sin embargo

2,10 10,66

132

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

Los 33 enlaces causales de relación consecutiva también muestran mucha variedad. No obstante, solo por eso, por (lo) tanto y por ello tienen un rendimiento relevante. A una distancia considerable estaría de este modo. El resto apenas se usa: A consecuencia de esto

0,06

Es por eso que

Así pues

0,23

Es por este hecho que

0,29 0,06

Así que

0,17

Por ello

1,05

Como consecuencia de esto

0,06

Por eso

1,57

Como consecuencia directa

0,06

Por eso mismo

0,06

Con esto

0,12

Por esta razón

0,17

Con lo cual

0,17

Por este motivo

0,23

De ahí

0,17

Por esto

0,06

De ahí que

0,41

Por lo que

0,12

De esa manera

0,06

Por lo tanto

1,16

De ese modo

0,06

Por tanto

0,58

De esta forma

0,29

Por todo esto

0,06

De esta manera

0,35

Por todo lo anterior

0,06

De este modo

0,70

Precisamente por eso

0,06

De manera que

0,06

Pues

0,41

Debido a esto

0,06

Tanto es así que

0,12

Es por ello que

0,06

El de los temporales es el grupo más variado. Hemos interpretado 34 diferentes. De ellos, solo entonces, al final  y  finalmente exhiben una presencia destacable: A continuación

0,41

En una ocasión

0,06

A partir de ahí

0,06

Entonces

1,16

A partir de entonces

0,06

Entre tanto

0,12

Ahora

0,35

Finalmente

0,93

Al día siguiente

0,06

Luego

0,23

Al final

0,99

Más adelante

0,06

Al mismo tiempo

0,17

Más tarde

0,35

Al principio

0,17

Mientras tanto

0,06

Antes

0,06

Otra vez

0,06

De repente

0,06

Por aquel entonces

0,06

133

¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

Desde entonces

0,29

Por esa época

0,06

Después

0,29

Posteriormente

0,23 0,06

Después de…

0,17

Tras…

En aquel momento

0,06

Un año después

0,06

En esa época

0,06

Un poco más adelante

0,06

En ese instante

0,06

Una vez más

0,12

En un principio

0,06

Unos minutos después

0,06

Identificamos 5 conectores reformuladores ejemplificativos. Sin embargo, cuatro de ellos se construyen sobre la base de por ejemplo, que es el más utilizado: Así

2,68

Así, por ejemplo,

0,06

por ejemplo

4,14

Mismamente

0,06

Un claro ejemplo,

0,06

Aunque los discursivos continuadores apenas superen el 6% de frecuencia, configuran un grupo de mucha variedad formal. Solo las formulaciones organizativas más elementales, como son en primer lugar, por un lado y por último, se muestran como los más frecuentes: A través de la segunda

0,06

En tercer lugar

0,17

Cambiando de tema

0,06

Gracias a la primera

0,06

Como he dicho antes

0,06

La primera

0,35

Cuarto

0,17

La segunda

0,17 0,06

Desde la primera

0,06

Por el otro

Desde la segunda

0,06

Por otra

0,06

El primero

0,23

Por otro

0,17

En cuarto lugar

0,06

Por su parte

0,06

En el primero

0,06

Por último

0,99

En la primera

0,23

Por un lado

0,64

En la segunda

0,17

Por una parte

0,47

En otro orden de cosas

0,12

Primero

0,23

En primer lugar

0,64

Retomando el tema anterior

0,06

En primera instancia

0,06

Segundo

0,17

En principio

0,06

Tercero

0,06

En quinto lugar

0,06

Una de ellas

0,06

134

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

En segundo lugar

0,41

En sexto y último lugar

0,06

Volvamos a nuestro tema

0,06

Mucho menos variada es la muestra de los descursivos terminadores, causales de relación causativa y contraargumentativos de relación concesiva si bien su frecuencia de aparición es similar a la del grupo anterior. Entre los primeros destacan en resumen, en conclusión y en definitiva: A modo de conclusión final

0,06

En resumen

0,93

A modo de conclusión

0,06

Finalmente

0,06

Al fin y al cabo

0,29

Para concluir

0,41

Como conclusión del trabajo

0,06

Para finalizar

0,06

Como conclusión

0,12

Para terminar

0,12

En conclusión

1,05

Por último

0,47

En definitiva

0,99

Resumiendo

0,23

En efecto

0,06

Entre los causativos de hecho es sin ninguna duda el enlace prototípico: Ante lo cual

0,06

Es que

0,41

Bien

0,12

Porque

0,17

De hecho

2,04

Pues bien

0,12

En este sentido

0,06

Puesto que

0,06

Es más

0,17

Ya que

0,52

Por su parte, en los concesivos, el más frecuente es la conjunción aunque: A pesar de ello

0,12

Con todo esto

0,06

A pesar de esto

0,17

Con todo

0,29

A pesar de todo esto

0,12

De cualquier forma

0,06

A pesar de todo

0,17

De todas formas

0,17

Aun así

0,70

De todos modos

0,06

Aunque

1,40

Pese a esto

0,06

Bien es cierto que

0,12

Sea como fuere

0,12

Claro está que

0,06

135

¿CÓMO, CUÁNDO Y DÓNDE USAMOS LOS ENLACES?

Dejamos para el final los cinco grupos de enlaces menos utilizados en el corpus y que además ofrecen una variedad formal más limitada. Entre los reformulativos el uso de es decir supera al del resto de los enlaces juntos: Dicho de otra manera

0,06

En su lugar

0,06

En el fondo

0,06

Es decir

0,82

En otras palabras

0,23

Eso sí

0,17

En palabras más claras

0,06

Esto es

0,06

En realidad

0,12

La finalidad se expresa de manera casi exclusiva mediante el enlace para ello: Para así

0,06

Para esto

0,17

Para ello

0,76

Para que

0,06

Para eso

0,06

La condición tiende a construirse más a menudo de forma negativa; siempre dentro de una frecuencia de uso muy limitada: De lo contrario

0,12

En tal caso

0,06

De no ser así

0,06

Si así fuera

0,06

De ser así

0,06

Si no

0,17

En este caso

0,12

En los discursivos iniciadores solo alguna preferencia estilística parece explicar la diferencia de uso entre las dos opciones aparecidas: Para comenzar

0,17

Para empezar

Terminamos con la exigua muestra de enlaces espaciales: Ahí

0,17

Aquí

0,06

Allí

0,17

Arriba

0,06

0,35

Capítulo 9 PUNTUACIÓN Y CONEXIÓN ( Jorge J. Sánchez Iglesias)

9. 1. Introducción: perspectivas para el estudio de la puntuación

E

scribir sobre la puntuación resulta siempre difícil. Por distintas razones. La primera, porque infunde un paradójico respeto. En palabras de Dürrenmatt (2000): «La ponctuation fait peur parce qu’elle est à la fois partout et apparemment insignificante»1. Esa doble condición de pequeñez y ubicuidad convierte la puntuación en un desafío: al mismo tiempo que su tamaño la hace parecer irrelevante, se revela difícil de reducir dada su omnipresencia, por la enorme cantidad de apariciones que realiza. Hasta el punto de ser, o al menos parecer, indispensable, incluso en textos con una longitud casi irrisoria, como los siguientes (el primero, un cartel de un negocio salmantino; los otros, pintadas): Mes de «Julio» Cerrado por vacaciones Ten fe, en ti El mejor homenaje, continuar la lucha

Otra dificultad deriva de la necesidad de mantener el equilibrio entre las distintas perspectivas que (al parecer, de manera irremediable) se superponen al plantearse dicho propósito. En efecto, son al menos tres los planos cuya mención se repite al aproximarse a la puntuación: por una parte, y claramente unidas, la norma y el estilo; por otra, la oralidad, que con toda seguridad ha sido la más dañina en términos tanto de valoración como de enseñanza. A la hora de salir del atolladero, poco parece sacarse en claro de la atención, creciente y reciente, que la puntuación recibe. En efecto, las declaraciones sobre el abandono en que este sistema de elementos se encuentra por parte de la investigación comienzan a ser historia, hasta el punto de que no podemos ya sostener que se trata de una cuestión olvidada (aparte de sorprendentes éxitos editoriales como el Eats, shoots and leaves de Lynn Truss). Y así, aunque constituya un

1. «La puntuación da miedo al ser insignificante y al tiempo estar en todas partes».

138

JORGE J. SÁNCHEZ IGLESIAS

conjunto todavía relativamente menor, son muchos los trabajos que desde distintas perspectivas abordan la puntuación como objeto de estudio: 1. Perspectiva didáctico-prescriptiva. Ni que decirlo tiene, ha sido la principal, en la medida en que la puntuación constituye un capítulo de la ortografía, y como tal aparece en las obras académicas. Son muchos, y vinculados a distintas lenguas, los trabajos que se repiten en esta perspectiva. Por citar solo un par de ejemplos para el español, aparte de los trabajos académicos, podemos mencionar, Lobo (1992) o Díaz Peralta y Cáceres Lorenzo (2002). Dicha perspectiva es la que aparece, también, en muchos capítulos específicos de obras dedicadas a la redacción, a la norma, al estilo. Y la referencia a la norma se hace presente también en estudios con otras aproximaciones. 2. Perspectiva didáctico-adquisicionista. Obviamente, se distancia de la anterior en que se plantea menos la presentación y explicación de la norma y las reglas (de hecho, no necesariamente tiene que ser prescriptiva), y más cómo se usan y cómo se desarrolla el dominio del sistema. En nuestro país, destaca el trabajo de Rosselló (2010). En el ámbito francófono, se encuentra una interesante línea que estudia de manera conjunta la adquisición de puntuación y marcadores (Fayol y Leté, 1987; Fayol y Abdi, 1990; Favart y Chanquoy, 2007; y Paolacci y Favart, 2010). 3. Perspectiva histórico(-filológica). Indudablemente, la que ha disfrutado de un mayor desarrollo. En el análisis de la puntuación como producto histórico, sujeto a una evolución como otros elementos lingüísticos, en sentido amplio, destacan dos obras: la clásica de Parkes (1982) y el conjunto de estudios recogidos en Mortara Garavelli (2008). A estas obras se pueden unir muchos y destacados trabajos, centrados en periodos (para la Edad Media, por ejemplo, Marchello-Nizia, 1978 o Llamas Pombo, 2007 y 2008) o en autores u obras concretos (Sebastián Mediavilla, 2007). 4. Perspectiva filológica. Como es bien sabido, la puntuación suele ser una cuestión de especial relevancia en la filología entendida en sentido estricto, en la que no solo hay que reconstruir el texto sino que hay que procurar una versión legible. De ahí, la reiterada declaración en introducciones de que se adapta o corrige la puntuación para conformarla a los usos modernos. Como objeto de estudio, claro, aparecen casos tanto sobre los problemas metodológicos como acerca de las discrepancias entre resultados (Chiavacci Leonardi, 1984). 5. Perspectiva lingüístico-descriptiva. La dignificación de la puntuación viene de la mano de estudios que la consideran como un conjunto más entre los que se pueden diferenciar en el sistema de la lengua, que es susceptible de un estudio (descriptivo y funcional) relativamente desligado de la norma. En este sentido los trabajos que marcan un giro definitivo son Nunberg (1990) y distintas publicaciones de Catach (1994) o editadas por ella (por ejemplo, el monográfico de Langue Française de 1980). En el caso del español destacan el pionero de Linares (1979) y el ya clásico de Figueras (2001); para el italiano, lengua en la que ha recibido un extraordinario impulso en los últimos años, los estudios de Baricco et al. (2001), Mortara Garavelli (2003), Ferrari (1997, 2003, 2004), Ferrari y Auchlin (1995), Fornara (2010), Lala (2011) o Ferrari y Lala (2011). En cierta medida, se podría considerar también en este apartado su incorporación a los análisis estilísticos (Mengaldo, 2001), en los que se considera un elemento más portador de valores en la construcción de la significación global del texto.

PUNTUACIÓN Y CONEXIÓN

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6. Perspectiva comparativa. Como cualquier otro sistema lingüístico, es fácil comprobar las particularidades que se dan en el uso que cada lengua hace de estos elementos. En ese sentido, y por poner solo algunos casos, se pueden encontrar descripciones generales, de todo el sistema, o detalladas, de algún signo, entre distintos pares de idiomas. El ejemplo más abundante, hasta donde llega nuestro conocimiento, es el trabajo de De Manuelli (1987) en el que se comparan el inglés y el francés. En español, destacan los trabajos de Orduña (1994) o Veloso (2004), comparando, respectivamente, con el alemán (el punto y coma) o el francés (el sistema en general). 7. Perspectiva traductológica. Íntimamente relacionada con la anterior, pero no necesariamente superpuesta. Así, cabe considerar el tratamiento que de la puntuación se hace en este ámbito, hasta el punto de considerarla el exponente principal de uno de los universales de la traducción: el de normalización (Malmkjær, 1997; Mey, 1997; y Dejong, 1998). 8. Perspectiva informática. Son distintas las perspectivas sobre la relación entre la puntuación y las nuevas tecnologías. Por ejemplo, son numerosas las publicaciones que se han centrado en las dificultades que supone desde el punto de vista del tratamiento informático de las lenguas naturales. Asimismo, se ha planteado en los últimos tiempos la puntuación como objeto de descripción mediante corpus informatizados (Bayraktar et al., 1998). Este capítulo pretende situarse, más bien, en la dimensión lingüístico-descriptiva. Parece la más apropiada en el marco de un trabajo como el presente, centrado en el análisis del proceso de redacción y el estudio de los aspectos problemáticos y los errores recurrentes que surgen en dicho proceso. Pero esa intención es mucho más fácil declararla que cumplirla. Así, cabe plantearse hasta qué punto es posible desarrollar una aproximación meramente descriptiva a dicho conjunto de signos en la medida en que la misma está anclada en la norma. En nuestro caso, además, contamos con que la prescripción se ha hecho enormemente detallada. La Ortografía que la RAE publicó en 2010 se ha hecho famosa por cuestiones vinculadas a la acentuación, pero el capítulo que ha crecido de forma más notable ha sido el de la puntuación. En nuestra aproximación, nos desharemos (o, al menos lo intentaremos), en primer lugar, de dos dimensiones, la oralidad y el estilo, que tradicionalmente han sido fuente de problemas a la hora de considerar este conjunto de signos. De esa manera, quedan delimitadas las nociones de escrituralidad y textualización, que son a nuestro juicio las únicas que permiten un acercamiento apropiado para la correcta descripción del sistema puntuario. Después, centraremos la puntuación en una única función, la de delimitación, que intentaremos equiparar con la de conexión, para relacionar después la puntuación y los marcadores del discurso como elementos solidarios en la construcción de la armazón textual. 9.2. Entre la sintaxis y la prosodia: la escrituralidad La nueva Ortografía de la RAE (2010) relaciona la puntuación con dos disciplinas lingüísticas: la prosodia y la sintaxis. De hecho, autores como Bruthiaux (1993) explican la evolución histórica de la puntuación como el paso de este sistema desde el primero de los ámbitos mencionados al segundo. En relación con la sintaxis, la puntuación aporta, según la Academia, información gramatical relevante «relativa a la identificación y jerarquización de las unidades lingüísticas, a la modalidad

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de los enunciados y a la omisión de alguno de sus elementos» (Ortografía, 2010: 285-286). De manera nada curiosa, todas estas informaciones sintácticas de puntuación se corresponden con las que el mismo texto determina que son las funciones de la puntuación. Es cierto también que se reconoce que en muchas ocasiones la puntuación supera el ámbito de la oración, y con ello el dominio de la sintaxis, para entrar en el ámbito de lo textual. Con todo, en ese ámbito oracional es importante recordar que la sintaxis no solo ayuda a que la puntuación determine unidades (¿que siempre están claras?), sino que permite reconocer las reglas. En efecto, de poco sirve establecer que la coma no puede ir entre el sujeto o el predicado, o que antecede las relativas explicativas pero no las especificativas, si dichas nociones no son conocidas. No hablemos de dimensiones más bien vinculadas con lo pragmático, como la distinción, para las oraciones causales o finales, entre las del enunciado y las de la enunciación, una distinción que escapa con extraordinaria facilidad2. Más complicada resulta la mención de la segunda disciplina, la prosodia. En efecto, la vinculación de la puntuación con la dimensión oral de la lengua es habitual. De hecho, muchos de los problemas que se producen en el uso de los signos de puntuación se justifican o explican por la oralidad. Así, son numerosas las ocasiones en que se defienden determinados usos porque «aquí hago una pausa cuando lo digo». Y así surge, por ejemplo, uno de los errores más habituales: el de situar una coma detrás de sujetos largos y delante del verbo. Esa justificación es la que habría llevado a poner la coma en el siguiente ejemplo (en el que marcamos la pausa mediante el signo #): Confío en que mis padres, mi mujer y, sobre todo, mis hijos # vean en estos intentos de revivir recuerdos entrañables una prueba más de mi perdurable amor por todos ellos (Tony Judt, El chalet de la memoria).

En realidad, lo más sorprendente es que esta vinculación se perpetúe cuando precisamente la puntuación se comienza a desarrollar y fijar de la mano de la «lectura silenciosa». Y lo más grave es el hecho de que en algún momento hayan sido las propias publicaciones académicas las que hayan consagrado, incluso en tiempos recientes, esta percepción. Así, nos encontramos las siguientes declaraciones o definiciones (las cursivas son nuestras), la primera de la Ortografía de 1999 y la segunda del Panhispánico: [a] La puntuación de los textos escritos, con la que se pretende reproducir la entonación de la lengua oral, constituye un capítulo importante de la ortografía de cualquier idioma (RAE, 1999: 32). [b] Sus funciones son marcar las pausas y la entonación con que deben leerse los enunciados, organizar el discurso y sus diferentes elementos para facilitar su comprensión, evitar posibles ambigüedades en textos que, sin su empleo, podrían tener interpretaciones diferentes, y señalar el carácter especial de determinados fragmentos de texto –citas, incisos, intervenciones de distintos interlocutores en un diálogo, etc.– (RAE, 2005: 604).

La oralidad ha desempeñado un papel determinante en la especificación de funciones realizada en obras académicas: desde la de mera reproducción hasta la de andamiaje para el traslado de lo escrito a lo oral. Pero la vinculación con la oralidad se ha perpetuado no solo en términos lexicográficos. La misma se ha hecho explícita en ciertas definiciones, en las que se relaciona

2. En los mismos términos se manifiesta Mortara Garavelli (2003: 60) cuando señala: «[la puntuación] chiude e conette, cade sotto la giurisdizione della grammatica della frase negli usi soggetti alla convenzionale regolarità sintattica, e non si lascia interpretare se non nell’ambito della “testualità” negli impieghi, sempre più frequenti e diffusi, che presuppongono il richiamo all’implicito del discorso».

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un signo con una cierta longitud de la pausa. Así, en la Ortografía de 1999 se definía la coma porque «indica una pausa breve que se produce dentro del enunciado»; la del punto y coma es «una pausa superior a la marcada por la coma e inferior a la señalada por el punto» (frente a la definición de los dos puntos: «detienen el discurso para llamar la atención sobre lo que sigue»). Todas estas definiciones, cierto es, aparecen convenientemente limadas en la edición de 2010. Centrémonos un momento en la pausa del punto y coma. Uno de los problemas de este signo es resultado de la clásica indicación de que instituye una pausa a medio camino entre la que se realiza para la coma y el punto. Con un símil numérico, podríamos establecer que el valor de la pausa que representa la coma es 1 y la del punto 10; por tanto, la del punto y coma sería un 5. Ahora bien, ¿hay alguna pausa que sea realmente un 5? ¿En qué contexto podríamos localizarla? Si precisamente algo contrapone al punto y a la coma es que se encargan de marcar bloques claramente distintos en términos de unidad completa, que operan en ámbitos claramente distintos. Así, el punto es el signo interenunciativo por excelencia, y la coma es el signo intraenunciativo; el segmento que marca la coma se inserta necesariamente en otro mayor, mientras el que marca el punto es autosuficiente; la coma marca elementos equivalentes o incidentales, el punto indica el cierre de una unidad. ¿Existe el 5? Así, la única aproximación realista al punto y coma, si queremos mantener la imagen de la escala, es que en ocasiones es más bien un 3, y en otras, las más, es un 7. En el primer caso, sirve como mero equivalente de la coma en el caso de las enumeraciones complejas (los dos primeros entre los ejemplos siguientes, tomados de la RAE). En el otro caso, es una posible alternativa para el punto y seguido en los casos en que los enunciados conectados parecen mantener una relación semánticamente más cercana (el tercer ejemplo es de Gili Gaya, 1943): Se dieron cita el presidente ejecutivo, Francisco Ruiz; el consejero delegado, Pedro García; el vocal, Antonio Sánchez; y el secretario general, Juan González. Cada grupo irá por un lado diferente: el primero, por la izquierda; el segundo, por la derecha; el tercero, de frente. Quería verte; no pude encontrarte en todo el día.

En resumen, la relación entre puntuación y oralidad por alguna razón sigue perpetuándose incluso en obras didácticas o prescriptivas, por lo que tampoco puede sorprender que siga constituyendo una fuente de errores habitual (¿también entre escritores experimentados?) en la medida en que se intenta que el uso de la puntuación responda a la oralidad (o más exactamente, a un tipo de oralidad, el que se realiza al dar voz a un escrito). Solo se puede entender la puntuación como producto de la escrituralidad, término que proponemos en simetría al de oralidad y a su definición («cualidad de oral»). De la misma manera que la oralidad tiene sus componentes, o sus recursos, más o menos exclusivos, también los tiene lo escrito. Y un candidato perfecto, no cabe duda, para definir lo escrito es la puntuación. Es cierto que no siempre ha habido signos de puntuación en la escritura; es cierto que su desarrollo estuvo en principio vinculado a lo oral; y es cierto que mantiene todavía con esa dimensión una relación dialéctica. Pero no es menos cierto que la puntuación se desarrolla de manera paralela al desarrollo de los soportes escritos, y su empujón definitivo, y su asentamiento hasta el punto de permitir las primeras codificaciones, prácticamente en los términos en que la conocemos ahora, llega cuando el acceso a la lectura se generaliza3.

3. Lyons (2011: 9): [E]n la Europa medieval los monjes adoptaron poco a poco la práctica de la lectura silenciosa como forma de devoción. Por primera vez, los textos que se habían realizado con una escritura ininterrumpida empezaron a poblarse con una puntación rudimentaria y espacios entre palabras. Tales cambios

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En cualquier caso, y por más que se insista en la vinculación de la puntuación con lo escrito, es cierto que son muchas las zonas en las que se pueden dar convergencias que en muchos casos derivan en fricciones. Así, cabe mencionar, por una parte, el papel que la puntuación desempeña en la representación de una oralidad literaria, que se plantea en muchos casos como un ejemplo claro de representación que pretende ir más allá de lo verosímil (Tonani, 2009). Por otra parte, y en la medida en que la escritura sigue teniendo conferida la tarea de inscripción de lo oral, surgen en ocasiones casos en los que fragmentos marcados como discurso directo presentan puntuaciones como mínimo particulares, como en los siguientes: Ha tardado en llegar, pero todo ha salido mucho mejor de lo esperado. «Lo único que tiene que hacer es no cometer errores, no arriesgar. Y eso sabe hacerlo. Rajoy es como un equipo italiano, le cuesta mucho jugar al ataque, sacar ventaja, pero una vez que la tiene, sabe conservarla. Y la crisis es una ventaja tan grande, que es casi imposible que se le escape el partido» resume uno (El País, 29/05/2011). En París conquistó a la estrella rock del momento (con permiso de Lennon), pero el recuerdo de sus infidelidades es amargo: «Hasta cierto punto, en mi matrimonio fui un pescado fuera del agua. Nunca encajé en su mundo. El día de mi boda fue muy desconcertante, me di cuenta de que no iba a tener el control de mi vida. Mick es el colmo del machismo y en cierta forma mi divorcio fue una liberación. Aunque fue difícil; no habría querido que pasara» (El País, 13/07/2011).

Así, en el primero se traslada a un fragmento de discurso directo una puntuación basada en comas cuando en algún caso sería deseable un signo más fuerte (Rajoy es como un equipo italiano:/; le cuesta mucho jugar al ataque); en el segundo, se construye una concesiva independiente, vinculada a otro enunciado, con el se conecta de forma un tanto abrupta. En resumen, la oralidad desempeñó un papel fundamental en la aparición de la escritura, y sigue planteando problemas en la medida en que la lengua escrita se convierte en soporte para la inscripción de la lengua oral, en algunos casos con una vocación de fidelidad para la que la lengua no tiene recursos (fenómeno al que se refiere con claridad la Ortografía). Pero esas relaciones con otra forma de lengua no tienen que condicionar en ningún caso el uso que hacemos de los recursos que son propios. Tampoco al leer en voz alta todos los hablantes hacemos una reconstrucción exacta del texto. 9.3. Entre la norma y el estilo: la textualización El segundo frente de batalla de la puntuación se encuentra en su relación con la norma y el estilo (o los estilos). Así, es habitual justificar determinados usos, dudosos cuando no erróneos, basándose en que el uso de la puntuación es esencialmente idiosincrático, resultado del estilo propio de cada usuario. En ese sentido Cassany (1999) nos recuerda la resistencia de muchos a aceptar que hay errores en la puntuación de un texto. Hasta cierto punto esa generalización del estilo puede haberse visto favorecida por trabajos lingüísticos (o más bien estilísticos), en los que se ha planteado la posibilidad de que haya distintos tipos de puntuación. En esa dirección han surgido diversas propuestas. Así, Alvar et al. (1999: 46-47), por ejemplo, proponen distinguir entre las siguientes tres formas de puntuación:

facilitaron la lectura individual silenciosa y permitieron a oradores más inexpertos leer los textos en voz alta con menos dificultades. Para las primeras codificaciones, sugerimos la lectura de Llamas Pombo (1999).

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1. neutra, funcional o básica: el estricto seguimiento de las reglas permite que ni sobre ni falte signo de puntuación alguno; 2. clásica: denota experiencia y madurez. Deseable para cualquier escritor; más completa, utiliza todos los signos; 3. enfática: publicidad. Buscar un efecto en el lector, frases muy segmentadas por puntos. El objetivo es enfatizar.

No queda muy clara, a nuestro juicio, la distinción entre la primera y la segunda, que pueden perfectamente confluir. Y resulta un tanto sorprendente que se vincule un estilo específicamente a un género discursivo, el publicitario. Algunos autores (Lala, 2011) señalan que estamos asistiendo, como tendencia general, a la progresiva segmentación de textos procedentes de distintos ámbitos discursivos (ella misma estudia el caso de un columnista político con el que ejemplifica lo que denomina el «punto frangifrase»). En otra clasificación, Martínez de Sousa (1998: 69-70) resume la cuestión de los tipos de puntuación recurriendo a dos variables. La primera de ellas, inspirada en Polo (1974), es la cantidad de signos. De acuerdo con la misma, obtendríamos la siguiente clasificación: a) puntuación neutra, funcional o básica: estilo de puntuación en que los signos puntuarios utilizados son los normativos, sin que objetivamente sobren ni falten signos; b) puntuación suelta: estilo de puntuación que consiste en utilizar en el discurso escrito menos signos sintagmáticos que si se llevaran hasta sus últimas consecuencias las posibilidades de colocación de estos signos; c) puntuación trabada: estilo de puntuación que consiste en utilizar en el discurso escrito todos los signos sintagmáticos posibles, algunos de los cuales podrían suprimirse o no utilizarse sin que el texto cambiara de sentido.

La segunda variable que maneja Sousa es la de los estilos. Y de acuerdo con ella obtendríamos las siguientes alternativas: a) puntuación semántica: estilo de puntuación que descompone el texto del discurso escrito en función de las relaciones sintácticas de sus componentes; puede imbricarse en algunos casos con la puntuación prosódica; b) puntuación prosódica: constituye una excepción de la puntuación semántica, que permitiría, por ejemplo, incluir una coma entre un sujeto muy extenso y su verbo; pero no siempre coincide con la puntuación semántica; por ejemplo, en no, señor la fonética no hace la pausa marcada por la coma; c) puntuación estilística: puntuación que depende del estilo propio de cada escritor, y en este sentido puede ser suelta o trabada; admite una utilización subjetiva de los signos en función de una situación concreta y determinada.

A nuestro modo de ver, estas propuestas plantean ciertos problemas 4. Por ejemplo, da la impresión de que las dos variables son heterogéneas. Y así resulta que dos de los tipos

4. Otra perspectiva sobre el vínculo entre puntuación y estilo pasa por lo textual. Para establecer estilos de puntuación, Lala (2011: 44-48) parte de la clasificación que fija Sabatini (1999) entre tipos de textos en virtud de lo vinculante del discurso que construyen. Así, distingue tres tipos: 1. Textos con discurso muy vinculante: científico-técnicos, jurídicos y prescriptivos, a los que les correspondería una puntuación formal o sintáctica; 2. Textos con discurso medianamente vinculante: expositivos, educativos e informativos, a los que les correspondería una puntuación estándar; y 3. Textos con discurso poco vinculante (literarios), a los que les correspondería una puntuación libre. Mortara Garavelli (2003: 49) señala que las infracciones son más o menos aceptables o tolerables dependiendo del proyecto textual, esto es, de su congruencia con el conjunto.

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obtenidos atendiendo a una de las variables, suelta y trabada, se limitan a un único estilo, la puntuación estilística, con lo que una de las variables se convierte, más bien, en subconjunto de la otra. Y entonces habría que suponer que la puntuación neutra cubre los casos de la semántica y la prosódica, pero resulta que esta última recoge usos erróneos, que no son por tanto normativos. Parece un atolladero y, además, poco útil. Y, sobre todo, provoca malentendidos en la medida en que contribuye a difundir la idea de que hay distintos tipos o estilos disponibles a la hora de puntuar un texto. Lo cual es completamente erróneo. En nuestra perspectiva, no existen los estilos de puntuación como repertorio, sino como resultado de todo el proyecto textual, proyecto del que la puntuación depende y respecto al que es funcional. Y ese es, además, el sentido en el que debemos considerar la norma. En palabras de Figueras (2001: 77): Probablemente uno de los principales problemas para enseñar y para aprender a puntuar es el hecho de que, excepto algunas normas básicas, no resulta posible establecer reglas de cumplimento obligado para todos los casos, como ocurre con la escritura de las letras y de las palabras. La puntuación es un sistema de signos gráficos relacionado directamente con la construcción del texto y, en esta cuestión, es casi imposible dictar normas estrictas (cursivas nuestras).

En efecto, las normas son relativas porque, incluso las que son categóricas, se pueden alterar en virtud de proyecto textual. ¿No se puede poner coma entre sujeto y predicado? No, más bien se pueden poner incluso dos si entre ambos elementos incorporo un inciso. Y así, desde nuestro punto de vista, no es apropiado hablar de estilos a la hora de puntuar. En la medida en que se puede concebir la noción de estilo en el sentido de «forma de hacer algo», es dudoso que haya estilos de puntuar. La prueba más evidente deriva de los poquísimos márgenes que quedan a la hora de puntuar un texto cualquiera si queremos mantener su significado. Hagamos la prueba. Uno de los ejercicios clásicos a la hora de practicar el uso de los signos de puntuación es plantear un texto en el que se ha eliminado la puntuación. Dicha eliminación puede ser completa o no (dejando, por ejemplo, los puntos). De hecho, la primera opción se planteará como un ejercicio de puntuación, mientras que la segunda será una auténtica operación de construcción del sentido (más o menos compleja dependiendo de distintos factores; por ejemplo, la cantidad, tipo y longitud de incisos). Pero incluso en este caso, las posibilidades de puntuación están a priori limitadas por la propia secuencia que se ha establecido. Tomemos el siguiente ejemplo: [Stamm] atrapa al lector con este drama contemporáneo de encuentros y desencuentros de amores y desamores sin soltarlo hasta el final ha escrito una novela redonda en todos los sentidos el ambiente muniqués de las clases pudientes sus prejuicios el maremagno psicológico de sus personajes o esas vidas cotidianas sin heroísmo ni épica que resultan inquietantes por su realismo acaso los protagonistas sean emocionalmente inmaduros igual que en las anteriores novelas a las que la presente sobrepasa en nervio narrativo pero es ahí donde radica su vital actualidad siempre inmersos en marañas de sentimientos y emociones poco cuesta verlos como arquetipos de nuestra opulenta sociedad pues buscan en sus semejantes una felicidad ideal que no encuentran en sí mismos en sus vidas tecnificadas y materiales no cabe la trascendencia y sus relaciones eróticas abocadas al fracaso y sobredimensionadas ocupan su tiempo mientras destruyen sus imprecisos anhelos y los colman de vacío en suma stamm ha creado una obra maestra de hoy una excelente novela que merece la pena leer (El País, 22/10/2011).

Como lectores, ¿de qué manera procedemos ante este texto? Básicamente, vamos delimitando bloques (que aquí representamos alternando la redonda con la cursiva), que no tienen que ser «reales» en términos de unidades de análisis lingüístico. Después, o mientras tanto, vamos colocando signos en virtud de la necesidad y de la relación que se establece entre segmentos:

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[Stamm] atrapa al lector con este drama contemporáneo de encuentros y desencuentros de amores y desamores sin soltarlo hasta el final ha escrito una novela redonda en todos los sentidos el ambiente muniqués de las clases pudientes sus prejuicios el maremagno psicológico de sus personajes o esas vidas cotidianas sin heroísmo ni épica que resultan inquietantes por su realismo acaso los protagonistas sean emocionalmente inmaduros igual que en las anteriores novelas a las que la presente sobrepasa en nervio narrativo pero es ahí donde radica su vital actualidad siempre inmersos en marañas de sentimientos y emociones poco cuesta verlos como arquetipos de nuestra opulenta sociedad pues buscan en sus semejantes una felicidad ideal que no encuentran en sí mismos en sus vidas tecnificadas y materiales no cabe la trascendencia y sus relaciones eróticas abocadas al fracaso y sobredimensionadas ocupan su tiempo mientras destruyen sus imprecisos anhelos y los colman de vacío en suma stamm ha creado una obra maestra de hoy una excelente novela que merece la pena leer.

Es cierto que en el caso de una eliminación completa de signos, la determinación de algunos enunciados puede ser dudosa. Así, cabe la duda de si debemos situar un punto antes o después de sin soltarlo hasta el final, o de siempre inmersos…, o de en sus vidas tecnificadas. Y las opciones se reducen cuando quedan delimitados los enunciados. Tomemos los dos primeros con la puntuación del original: ¿cuántas opciones de puntuación quedarían? [A] Stamm atrapa al lector con este drama contemporáneo de encuentros y desencuentros, de amores y desamores, sin soltarlo hasta el final. [B] Ha escrito una novela redonda en todos los sentidos: el ambiente muniqués de las clases pudientes, sus prejuicios, el maremagno psicológico de sus personajes o esas vidas cotidianas sin heroísmo ni épica que resultan inquietantes por su realismo.

¿Se podría prescindir de las comas que encierran de amores y desamores? Difícilmente, igual que de los dos puntos que abren la enumeración de los logros de la novela o las comas entre los mismos. Se podría, tal vez, dudar si sin heroísmo ni épica no estaría mejor seguido al menos de una coma, tal vez precedido también por otra. En conclusión, ¿cuántas opciones de puntuación habría? Y, sobre todo, ¿se alteraría el segmento tanto como para determinar que estamos ante otro tipo de puntuación? En nuestra perspectiva, no. Es cierto que se pueden plantear alternativas, pero más en cuanto a la jerarquización de los bloques que en cuanto a su delimitación. En conclusión, la puntuación es un recurso más. Es cierto que en ocasiones es el más visible en proyectos textuales estilísticamente marcados, que no tendrán por qué ser siempre literarios (entre los siguientes, el segundo y el tercero son periodísticos; y el quinto, académico): Gire. A. La derecha. Avance. Trescientos metros. En la rotonda. Tome. La Tercera salida. Tome. La Tercera salida. Continúe recto. Caiga. Al. Pantano. Abra. Las. Ventanillas Apague. El Motor. Escuche. Cómo. Se acerca. La. Muerte (Anaïs Egea, III Concurso Microrrelatos USAL) Charles Ferguson nos ayudó a comprender mejor la crisis financiera. Señaló con el dedo a sus responsables. Agitó. Se llevó un Oscar. Pero no vayamos a creer que Ferguson es un perro flauta. Es un millonario. Centrista. Liberal. Por mucho que salude movilizaciones como la del 15-M, el director de Inside job no es ningún revolucionario anticapitalista o antisistema. Eso sí, es un hombre que detesta a aquellos que se enriquecen de forma ilícita (El País, 29/05/2011). Solo dio tiempo a sonreír de forma torpona. En realidad, uno no nota la velocidad. Solo el acelerón. Y la frenada. El rechinar de los neumáticos. El claqueteo del coche sobre el piano lateral. La curva como un mazazo en el que parece que el coche va a salir despedido (o una de sus ruedas). El coscorrón de la relaciones públicas de Tag Heuer en el asiento trasero. El «perdonad, chicos» de Button. O su «es divertido» cuando uno recupera el aliento. El olor a goma quemada. Y el

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«se nota tan lento» cuando apaga el motor y los tubos de escape siguen chascando como un leño húmedo en la hoguera (EPS, 04/12/2011). El motivo de este testimonio es que no se desconozca ni se olvide lo que yo tanto he amado, que haya cabal memoria y veraz conocimiento de los hechos que fueron primero la alegría, luego el dolor y siempre la paciencia y la pasión que gobernó mi vida, y que la amenaza de la mentira que pesa siempre sobre el que, habiéndose apartado de su tierra, no tiene ya testigos que depongan fidedignamente acerca de él, sea ahuyentada de la vida de Nébride, el hombre a quien más amé que a ningún otro hombre conocido y a quien seguí muchos años, en la patria y en el destierro, y de quien puedo contar y atestiguar los hechos y la verdad, para quitar el sitio a los que se le hayan inventado y cerrárselo a los que aún pudieran inventarle, porque parece que a muchos estorba una historia vacía, como es la de un emigrante del que no han vuelto a saber, y antes que soportar el vacío de su ignorancia prefieren cubrir ese nombre con hechos que, tal vez sin darse cuenta, le van inventado día tras día (Rafael Sánchez Ferlosio, El testimonio de Yarfoz). A fines del siglo xi Europa entra en contacto con el mundo oriental a través de las Cruzadas, primera etapa de un largo proceso que culmina en 1492, cuando Cristóbal Colón, buscando las Indias, encuentra en su camino las tierras escandinavas, desconocidas hasta entonces, aunque sean ciertos los relatos sobre viajes escandinavos hacia el nuevo mundo que, paradojas de la Historia, no lleva el nombre de los viajes nórdicos, ni tampoco el de Colón –Colombia lo recuerda– sino el de Américo Vespucio, florentino que asociado a Juan de la Cosa y Alonso de Ojeda descubrió en 1499 la costa Venezolana, desde la península de Paria hasta la de Guajira, y un año más tarde, al servicio ahora de Portugal, llegó a las costas brasileñas, se dió cuenta de que las «Indias» no eran tales sino un nuevo mundo y expuso sus ideas en dos cartas, dirigidas a personajes florentinos, que tuvieron extraordinaria difusión y lo convirtieron en el «descubridor» de aquellas tierras ( J. L. Martín, «El viaje de Colón, final de un proceso»).

Aparte de cómo se consideren las normas y del espacio que dejen al estilo, la destreza escritora se vincula, directamente, a un uso (como mínimo) adecuado, y más bien correcto, de la puntuación. Algunos autores (por ejemplo, Cassany, 1995) le confieren un valor de termómetro de la escritura5. Así, la puntuación se considera una de las marcas más inmediatas de la capacidad para escribir, gracias a su visibilidad y a su inmediata contribución a la legibilidad. Y su dominio se considera vinculado al de la construcción textual. En palabras de Mortara Garavelli (2003: 51): I segni d’interpunzione sono spie della padronanza della testualità da parte di chi li usa. Incapacità o incertezze nel disporre e nel esporre gli argomenti, nel connetterli e nel renderne espliciti con mezzi adeguati le unioni e le separazioni hanno un preciso riscontro nell’insufficenza o nelle improprietà dell’interpungere6.

Esa es la noción de textualización que aparece en este epígrafe. La puntuación, de esa manera, es un elemento más de la construcción, más o menos visible según las ocasiones, pero siempre en solidaridad con el resto de los elementos y siempre funcional respecto al conjunto final. Y es el plan general del proyecto el que determinará, en buena medida al menos, cómo va a ser la puntuación. Además, volviendo a la cuestión de los estilos, cabe plantearse la importancia de considerarla más en términos de secuencias que de tipos. En efecto, los ejemplos que acabamos

5. De hecho, incluso en algunos casos se vincula con casos específicos. Así, Linares señala, a propósito del punto y coma: «su uso correcto es lo que nos permite alcanzar la mayoría de edad en la redacción» (1979: 87). 6. Los signos de puntuación son del dominio de la textualidad por quien los usa. Incapacidades o incertezas a la hora de disponer y exponer los argumentos, al conectarlos y al hacer explícitos con medios adecuados las uniones y las separaciones tienen un reflejo preciso en las insuficiencias o impropiedades al puntuar.

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de considerar no permiten, en ningún caso, calificar toda la puntuación de los textos en que aparecen. En ese sentido, la cuestión será más bien plantearse cuál es la función que dichas secuencias asumen en el conjunto y el porqué de esa puntuación «marcada» en un determinado momento. 9.4. Signo(s) y función(es) La unidad del sistema de puntuación depende de la posibilidad de encontrar el denominador común para una serie de elementos que parecen cumplir funciones muy diversas (¿qué tienen en común, por ejemplo, la coma y los signos de exclamación?) al mismo tiempo que parecen también constituir un sistema (Chiantera, 2005). Más aún, buena parte de los problemas que surgen se encuentran en que determinados signos (por ejemplo, la coma o los dos puntos) tienen una naturaleza polifuncional. Y con ello no nos referimos al hecho de que existan usos lingüísticos y no lingüísticos de los signos (en este caso, solo interesan los primeros), sino que entre los primeros podemos distinguir usos que sirven para cometidos discursivos distintos; esto es, para constituir bloques cualitativamente distintos en la construcción del texto. Especificar cuáles son las funciones del sistema de puntuación es aún más difícil si consideramos, además, que ni siquiera está cerrada la nómina de los elementos que integran el sistema. La cuestión de cuántos son los signos de puntuación y en qué tipos se pueden subdividir (en virtud de su función, o de su nuclearidad en tanto que categoría) es relativamente habitual (Cassany, 1999; Rosselló, 2010). Así, y a pesar de sus muchas diferencias, en las dos últimas ortografías de la RAE (1999 y 2010) se mantiene constante el listado de signos: Punto Coma Punto y coma Dos puntos Puntos suspensivos Signos de interrogación

. , ; : … ¿?

Signos de exclamación Comillas Rayas Paréntesis Corchetes

¡! «» -() []

Sin embargo, son muchos otros los signos posibles: la manecilla, el calderón… Y se puede argüir que se trata de signos «antiguos», pero lo cierto es que los corchetes no tienen un uso muy desarrollado, y de hecho casi sistemáticamente se sustituyen por los paréntesis, de los que constituyen una variante gráfica (igual que hay distintas formas gráficas para las comillas). En esta nómina, sin embargo, se discute a propósito de un elemento, que tal vez sea más apropiado considerar señal que signo. Comparemos para ello los siguientes fragmentos: N z izahahadidnirichardrogersnitoyoitopormencionaralgunosnombresestelaresdelaarquitecturaelestudioformadoporemiliotuñónyluismansillaautoresdelmusacdeleónconstruiráunodelosmuseosmásambiciososdelosúltimostiemposelmuseodelavegabajaquereunirátodoelartevisigododetoledoqueescomodecirlamayoríaderestosdeestaépocaquequeda (El País, 29/07/2010) sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esetn ecsritas en la psiocion cocrrtea. el rsteo peuden etsar ttaolmntee mal y aun asi pordas lerelo sin pobrleams. etso es pquore no lemeos cada ltera por si msima, snio la paalbra en un tdoo (http://wvw.nacion.com/ln_ee/2003/ octubre/10/opinion5.html).

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¿Cuál se lee mejor? Obviamente, el segundo, a pesar de que, como bien explica el propio texto, las letras en el interior de la palabra estén descolocadas y solo se conserven en orden la primera y la última. ¿Signo de puntuación? A fin de cuentas, contribuye a una primera delimitación básica, la de la palabra. Algunos autores consideran que sí y otros no lo tienen tan claro (Catach, 1980). Igualmente, queda abierta la cuestión de cómo debemos considerar la mayúscula inicial de oración, que como bien recuerda Cassany (1999), no tiene una motivación semántica y sí ortográfica, por lo que cabe tal vez la posibilidad de considerarla en conjunto con el punto que la genera. En cuanto a las funciones de la puntuación, son varias las clasificaciones que se han realizado, que pueden ser buena prueba de las dificultades que encierra dicho cometido. Lala (2011) distingue y explica tres funciones para la puntuación, que denomina «sintáctico-gramatica», «rítmico-entonativa» y «textual». La primera deriva de la capacidad de la puntuación para especificar el significado de una secuencia lingüística (la que permite distinguir «Cuando vuelva Juan, se va a enterar» de «Cuando vuelva, Juan se va a enterar»), así como crear jerarquías informativas. La segunda le sirve para distinguir tanto distintas puntuaciones de una misma secuencia con efectos específicos en el texto como casos a priori erróneos, pero «justificables» (la coma entre el sujeto y el predicado)7. Esta supuesta función, claramente, se presenta como un híbrido, entre casos que más bien serían propios de un análisis estilístico y los que manifiestan el conflicto entre norma y uso. La tercera, textual, se plantea en casos como los de los ejemplos siguientes, en los que mediante distintos procedimientos nos encontramos con elementos que aparecen destacados gracias a que la puntuación asume la responsabilidad de una articulación informativa mediante usos poco convencionales, que bordean lo normativo: Una ola de pasión por la gastronomía recorre España, y las nuevas generaciones se han apuntado. Gente de la calle. Corriente. Esa generación que vivió como normal que sus dos progenitores trabajaran y que en casa no se comiera siempre igual de bien que donde la abuela (EPS, 4/12/2011). Mala idea, la deducción por vivienda (El País, 25/01/2012).

La Ortografía de 2011, en el epígrafe centrado específicamente en las funciones (3.1.), define las siguientes: 1. Indicar los límites de las unidades lingüísticas; 2. Indicar la modalidad de los enunciados; 3. Indicar la omisión de una parte del enunciado. En el caso del español, probablemente, el trabajo más desarrollado es el de Figueras (2001), que ha disfrutado como propuesta de una enorme repercusión8. La autora distingue entre dos conjuntos de signos, que denomina de primer y de segundo orden. En el siguiente cuadro aparecen los primeros, que también denomina signos lógicos, así como las unidades que generan: Marcador

Unidad delimitada

Nivel Microestructural

Coma Dos puntos Punto y coma Punto y seguido

Sintagma Enunciados oracionales Cláusula textual Enunciado textual

Nivel Macroestructural

Punto y aparte Punto y final

Párrafo Texto

7. En ese sentido, la denominación «rítmico-entonativa» nos parece especialmente inadecuada. 8. Así, se encuentra este planteamiento tanto en trabajos vinculados a preocupaciones pedagógicas

(Sánchez Avendaño, 2004 cataloga y cuantifica los errores en la puntuación de textos escritos) como, por ejemplo en comparación de traducciones (Cunillera Domenech, 2004).

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En su definición, los signos son «primarios» (y ella misma reconoce que lo son más el punto y la coma que los otros dos) en la medida en que son imprescindibles a la hora de construir la estructura del texto, delimitando las unidades que lo conforman. Frente a ellos, tendríamos los signos de segundo régimen: A diferencia de los signos de primer régimen, tanto los guiones largos como los paréntesis, las comillas, los signos de interrogación y exclamación y los puntos suspensivos no contribuyen a delimitar las unidades textuales básicas (aunque algunos signos, como los interrogativos y los exclamativos de cierre, pueden oficiar de punto).

Estos signos de segundo régimen se dividirían en dos bloques: por una parte, los que sirven para introducir un segundo discurso (guiones largos, paréntesis y comillas) y, por otro, los marcadores de modalidad (signos de interrogación, signos de exclamación y puntos suspensivos). Ambas propuestas son interesantes por distintas razones. En el caso de la Ortografía, por corresponder al texto normativo por excelencia. Aunque como ya hemos avanzado, esa especificación de tres funciones es deudora de la contribución sintáctica a la puntuación; algo que se nota especialmente en las segunda y tercera, frente a la primera, de más amplitud, por lo que resulta una lista en cierto modo heterogénea. La propuesta de Figueras, por su parte, es más que sugerente y suscita interesantes cuestiones. Por ejemplo, las siguientes, centradas en los signos de segundo régimen: 1. Constituye un conjunto heterogéneo, en el que se mezclan los niveles de discurso y la indicación de la modalidad. Más aún, cabe la duda de si puede hablarse en propiedad de un segundo discurso cuando nos encontramos con ejemplos como el siguiente, que comienza por un largo párrafo en estilo directo: «Ser artista hoy en China me expone a la realidad de las condiciones actuales y exijo mi derecho a discutir abiertamente y dar mi opinión sobre la cultura, la sociedad y la política, e intentar expresar mis sentimientos personales, por ejemplo en Internet. La sociedad china actual no tiene moral, juicio propio, y la gente no está acostumbrada a asumir su responsabilidad. No está acostumbrada porque el mayor éxito de las sociedades totalitarias es hacer pensar a la gente que no es nada, que haga lo que haga nada va a cambiar». Así hablaba Ai Weiwei, uno de los artistas de vanguardia chinos más prominentes y acerado crítico del régimen de Pekín, en una extensa entrevista con este diario en mayo de 2009, en la que hacía un repaso a su trayectoria artística y su defensa de la democracia, y lanzaba sus dardos contra el Gobierno único del Partido Comunista Chino (PCCh), del que decía que «está asustado» y «tiene miedo a mostrar la verdad» como evidenció, continuaba, «el viejo juego de propaganda» que fueron los Juegos Olímpicos de Pekín, en 2008 (El País, 24/04/2011).

2. Los puntos suspensivos pueden oficiar perfectamente como punto, sin que ello implique necesariamente una modalidad específica, sino un simple desinterés en terminar la enumeración, igual que lo puede representar «etc.». 3. Entre los medios para marcar los incisos habría que considerar lo que Linares (1979) denominaba coma-2; esto es, aquellos casos en los que dos comas sirven para delimitar un inciso (en principio, con un valor digresivo menor). 4. Asimismo, puede darse el caso de que un inciso sirva al mismo tiempo para enfatizar; entonces ¿en qué medida queda comprometida entonces la noción de «segundo discurso»?: El secreto de los cartageneros (y de los colombianos en general) está en haber sabido cuidar de esta ciudad como si fuera un hijo (desinteresadamente) (Condé Nast Traveler, enero 2012). Vamos a plantear, y probar, la utilidad de colorantes en la comida brasileña.

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Los problemas, a nuestro juicio, del estupendo trabajo de Figueras son dos. Por una parte, ¿tienen «realismo psicolingüístico» en todos los casos las unidades que se proponen? O dicho en otros términos, ¿tienen el mismo todas las unidades o algunas de ellas se plantean para «completar el esquema»? Por otra parte, la autora vincula una instrucción de lectura a cada signo, pero ¿resulta esa propiedad biunívoca igual de adecuada o aceptable en todos los casos? El primero de los problemas, como acabamos de señalar, se centra en el realismo de las unidades. Vaya por adelantado que esta cuestión nos la planteamos más en términos de uso que de análisis. De hecho, la delimitación de unidades constituye un «noble arte» entre las tareas de la lingüística y en todos los niveles del sistema, pero en ciertos casos, como por ejemplo el que nos ocupa, puede plantear más dificultades que soluciones. Y vaya también por adelantado que no se trata de una cuestión terminológica: aceptamos, tal y como los propone Figueras, términos tan problemáticos como «cláusula textual», «enunciado oracional» y «enunciado textual». La cuestión es la siguiente: ¿determina la puntuación la unidad o es la unidad la que selecciona la puntuación? En otras palabras, ¿la puntuación responde a las unidades? ¿O son las unidades las que se crean por medio de la puntuación? Es importante en tanto determinará cómo vamos a considerar todos esos casos, como mínimo dudosos, en los que parecen confundirse los signos, débiles por fuertes (los dos primeros ejemplos) y viceversa, fuertes por débiles (los dos últimos): Pau lleva años soñando con una chica pelirroja, un día, casi sin darse cuenta, se encuentra con la chica de sus sueños en una fotografía (Boletín Informativo Bibliotecas Municipales). El castillo fue concebido como residencia real, a fines del s. xiv lo habitaron Juan II y Violante de Aragón con su corte (Folleto informativo Castillo de Bellver) 9. Este madrileño, amable y reservado, también ha obtenido el Premio José Luis Rubio de Francia y comparte su labor de profesor con la de investigador en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, un bellísimo complejo independiente hermanado con el campus de la Universidad estadounidense; del lugar que eligió Einstein para continuar con su labor tras escapar de la Alemania nazi (EPS, 18/11/2011). Si la Ciudad de la Cultura es un proyecto polémico para Galicia; para la arquitectura, su autor, el estadounidense Peter Eisenman (Newark, Nueva Jersey, 1932) es un hombre acostumbrado a la discordia y el rechazo que se alimenta de dos obsesiones: dar con un idioma de su tiempo y que, a la vez, quede fuera del tiempo (EPS, 10/04/2011).

Si hay un error, es más bien porque la unidad de alguna manera queda construida mediante la selección de los elementos lingüísticos que la constituyen y le toca a la puntación refrendarla. La unidad, entonces, ya viene definida. El problema, a priori, es que da más bien la sensación de que nos encontramos en una situación confusa, porque se produce un sistema híbrido: así, por una parte, los sintagmas son «naturales» y lo son también las oraciones (más allá de los casos en los que se pueda alternar entre el punto y seguido y el punto y coma). Pero entonces el problema viene de cómo considerar los casos intermedios de los dos puntos y el punto y coma, que en muchos casos se han dado casi por variantes. Así, en la Ortografía de 1999 se planteaban los siguientes ejemplos:

9. Este caso es especialmente interesante en la medida en que el problema de puntuación aparece corregido en las otras lenguas presentes en el folleto: inglés (The castle was designed as royal residence. At the end of the XIVth. [sic] century, John I and Violant of Aragon lived there for three months with their court) e italiano (Il castello fu concepito come residenza reale. Alla fine del XIV secolo fu abitato durante tre mesi da Giovanni I e Violant di Aragona con la loro corte).

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El arbitraje fue injusto y se cometieron demasiados errores;/: al final se perdió el partido. Lo ha hecho por el bien de su familia;/: no puede reprochársele nada. Rodolfo no es una persona;/: es mi gato.

Si se puede alternar el signo, es que se trata de unidades esencialmente distintas en su constitución, no en su mera denominación, por lo que habría que analizar estos casos en mayor detalle. Y ahí viene el segundo problema: la instrucción asociada al signo, que permite a Figueras solventar ese problema. A partir de la suposición de que en muchos casos no puede distinguirse entre ambos signos (presente en la Ortografía de 1999), Figueras señala (2001: 83): Nosotros no estamos de acuerdo con esta idea. El punto y coma […] establece que el segmento que viene a continuación está al mismo nivel jerárquico que el segmento anterior y que entre ambos se establece una relación de interdependencia semántica. Los dos puntos, en cambio, anuncian un segmento que se subordina, desde el punto de vista informativo, al segmento textual previo.

La noción de subordinación informativa es poco clara, a nuestro juico. Es cierto que la propia autora insiste en la dimensión informativa para distinguirla de la sintáctica. Pero nuestro problema no es que se dude si lo que viene a continuación de dos puntos es de naturaleza o no sintácticamente subordinada. Más bien, nos queda la duda de que se pueda considerar que entre los siguientes ejemplos se da el mismo tipo de relación informativa: Ya no aguanto más: me voy. Son muchos los autores que se han ocupado de la puntuación: Nunberg, Figueras, Lala…

De la misma manera, podríamos volver a proponer aquí los ejemplos sobre el punto y coma en alternancia con la coma o con el punto. ¿De verdad se establece la misma relación? De hecho, Figueras supone que casos como el primero entre los ejemplos siguientes demuestran perfectamente la mayor vinculación semántica de los miembros conectados mediante el punto y coma de lo que lo estarían mediante el punto. Y sin embargo, Gili Gaya (1943/1993: 263), de quien tomamos los otros dos, los contrapone, señalando que en el primer caso nos encontramos con dos oraciones yuxtapuestas, mientras que en la segunda se trata de dos oraciones claramente independientes («oraciones sucesivas que no forman una unidad compuesta»): Entre los mercados más visitados está el de Sonora, donde pasan consulta brujos y hechiceros; el de Xochimilco, que destaca por su oferta floral; y el de Coyoacán, por las artesanías y por sus populares restaurantes de pescados y mariscos (Viajar, enero 2012). Quería verte; no pude encontrarte en todo el día. La tarde había sido agitada en extremo; las tropas se retiraban a sus cuarteles. Nuestro protagonista se aventuró a salir...

El problema básico, pues, es que algunos signos, precisamente los menos primarios, quedan entre dos planos de análisis, el sintáctico y el textual, de manera que en algunas ocasiones funcionan en el ámbito intraenunciativo y otras en el interenunciativo. Así, podemos proponer el siguiente cuadro: Intraoracional Interoracional

Coma Punto y coma, Dos puntos Punto

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A nuestro juicio, no se puede equiparar la función de estos signos «intermedios» en todas las ocasiones. En algunos casos, las partes conectadas formarán parte de un único enunciado y en otros, no. Así, en los siguientes ejemplos nos encontramos un único enunciado, en los que los segmentos a la derecha del signo continúan o completan lo que antecede al signo: Con grandes dosis de humor, el lenguaje de Gaultier se ha formado a partir de la mezcla de lo bello y lo feo; del París más canalla y el Londres más reaccionario; de iconografías clásicas y orientales (Vogue, agosto 2011). Se empeñaba en recordar, con orgullo, los orígenes humildes de sus padres; y esto le ayuda a reivindicar el mérito de ellos como propio (Vogue, agosto 2011). Poco antes se había producido el primer contacto visual. Y este resultó más bien propio de ese «gran hermano» que padecen las estrellas del deporte, a las que sus agentes, relaciones públicas y demás personas que se ganan la vida a su estela no abandonan ni en los momentos de intimidad: Jenson Button en calzoncillos, mientras preparaba su primer cambio de ropa para el rodaje de una publicidad de Tag Heuer (EPS, 04/12/2011). Lourdes Ortiz (Madrid, 1943) ha estado desde muy joven dedicada a la literatura en sus diversos géneros y campos: Traducción, novela, ensayo, y teatro […] (Interclassica) Campomanes escribió un Discurso sobre las Fábricas que además de tener para nosotros el interés de confirmar las transformaciones que llevamos vistas, guarda uno mucho mayor: en él contiene una definición del término que ahora nos ocupa (Maravall, Estudios de historia del pensamiento español. Siglo xviii).

Los segmentos con dos puntos son especialmente claros, en la medida en que las relaciones fóricas sobrepasan el signo. Por el contrario, en los siguientes ejemplos nos encontramos ante casos en los que resulta más lógico suponer que tenemos dos enunciados, lo que permite o permitiría la inclusión de conectores: El hombre de mentalidad tradicionalista hacía del pasado norma de obligatorio acatamiento; [SIN EMBARGO] el hombre ilustrado presentaba a la historia como el panorama de todos los errores humanos ( José M. Maravall, Estudios de historia del pensamiento español. Siglo xviii). Según fuentes gubernamentales, el Cervantes seguirá por ahora bajo su dependencia; entre otras razones, porque llevarlo a Cultura obligaría a cambiar la ley de creación del instituto, de marzo de 1991, y el Gobierno tiene otras tareas legislativas más urgentes (El País, 12/01/2012). Se ha quedado sin trabajo: no podrá ir de vacaciones este año (Ortografía) Bukowski es desmadre, obscenidad, violencia y sexo; [PERO] también imágenes vertiginosas, destellos geniales, brillante. Lo atestiguan sus relatos y ensayos inéditos (ABC, 21/01/2012).

A la hora de asignar un valor «procedimental» a los signos, está claro el de causa-consecuencia de los dos puntos, pero sería también importante considerar el de «oposición» con el que en ocasiones se utiliza el punto y coma. En cualquier caso, lo que a nuestro juicio está claro es que nos encontramos con al menos dos signos que son polifuncionales en la medida en que realizan tareas distintas en virtud de que operen en el interior del enunciado o entre dos enunciados. En cualquier caso, cabe plantearse si no es posible unificar funcionalmente la puntuación para fortalecer así su percepción en tanto que sistema. En ese sentido, resulta interesante la siguiente declaración de la Ortografía (2010: 283): Todos los que se consideran en este capítulo signos de puntuación (excluidos, por tanto, los diacríticos y los auxiliares) son delimitadores, es decir, cumplen una función demarcativa, aunque de diferente naturaleza. Así, cabe distinguir los delimitadores que aquí se llamarán

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principales –punto, coma, punto y coma, y dos puntos–, pues establecen los límites entre las unidades básicas del texto, de otro grupo de signos, todos ellos dobles –raya, paréntesis, corchetes, comillas–, que delimitan fragmentos de texto para aportar información diversa sobre ellos: que la secuencia que encierran constituye un inciso, que reproduce palabras de otros hablantes, que quien escribe se distancia de alguna manera de su contenido, etc. Este segundo conjunto de signos, por tanto, introduce y delimita un segundo discurso que interrumpe el primero con algún fin. Por último, hay que señalar que la función demarcativa solo es una de las funciones, y no la más característica, de los signos de interrogación o de exclamación o de los puntos suspensivos.

¿Por qué no priorizar esa función demarcativa de manera más explícita? Que sean otras voces u otras perspectivas sobre el discurso no cambia que queden delimitados los fragmentos (véase el ejemplo de la noticia que se iniciaba con un párrafo en discurso directo). ¿Es acaso un problema que sobrepasen el ámbito del enunciado? Más aún, queda incluso mejor delimitado, en la medida en que contamos con un signo de apertura. Cabe dudar de que la función demarcativa no sea la más importante de los signos de interrogación, exclamación y puntos suspensivos (o, al menos, igual de importante que las restantes que asumen). De hecho, es interesante la insistencia tradicional en que entre los dos ejemplos siguientes, el primero está bien puntuado y el segundo, no: La autora vincula una instrucción de lectura a cada signo, pero ¿resulta esa propiedad biunívoca igual de adecuada o aceptable en todos los casos? La autora vincula una instrucción de lectura a cada signo, ¿pero resulta esa propiedad biunívoca igual de adecuada o aceptable en todos los casos?

Al priorizarse la función demarcativa es fácil plantearse también la función de conexión que la puntuación adquiere, suponiendo una definición amplia de este concepto, tal y como aparece en la siguiente (que tomamos del Centro Virtual Cervantes): Se entiende por conexión la relación lógico-semántica que se establece entre varias unidades de un texto (palabras, frases, párrafos, enunciados...), asegurando de este modo su cohesión. La conexión se lleva a cabo frecuentemente por medio de conectores y marcadores del discurso. La conexión constituye uno de los mecanismos lingüísticos fundamentales para engarzar las ideas en la linealidad textual, junto con la referencia y la progresión temática. Las relaciones lógicas que se establecen entre elementos del texto pueden llevarse a cabo mediante la conexión asindética y la conexión sindética. La primera se da cuando la relación semántica entre las partes del texto no se ve reflejada por medios gramaticales, esto es, cuando debe ser inferida; este tipo de conexión se apoya en el orden secuencial de los enunciados y en la entonación (o en los signos de puntuación) […]. Por su parte, la conexión sindética se apoya en expresiones de valor cohesivo que explicitan el tipo de relación lógico-semántica que existe entre los elementos conectados.

La ventaja absoluta de esta definición, frente a otras10, se encuentra en que la relación se establece entre cualesquiera unidades. Así, es perfectamente posible hacer sitio a los casos en los 10. Pensamos, especialmente, en la que proporciona Cuenca (2010): «La conexión es un mecanismo de cohesión que se establece entre unidades de la oración o del texto y un conector, el cual manifiesta la relación sintáctica y/o semántica que hay entre aquellas. Si las unidades corresponden a dos oraciones o conjuntos de oraciones, hablamos de conexión extraoracional o conexión textual y, si corresponden a dos (y ocasionalmente más) constituyentes de la oración, hablamos de conexión intraoracional o composición oracional». El trabajo de Cuenca tiene el enorme valor de trabar los eslabones en la cadena que unen la oración y el texto, unidad la primera de la gramática y la segunda del discurso, que quedan así también vinculados. Al establecer eslabones entre ambos niveles de análisis, se consigue una forma de

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que la puntuación desempeña su función en el interior del enunciado. Más aún, en un trabajo clásico, Vedenina (1980: 61) señalaba: Les signes de ponctuation et les mots de liason on des objectifs parallèles dans la phrase, les premiers marquant les limites des segments qu’on relie, les derniers qualifiant les rapports entre ces segments11.

Salvando las distancias, y releyendo esta cita en una clave más contemporánea, parece perfectamente justificado considerar que entre las «mots de liason» se puede englobar a esos marcadores del discurso sobre los que tantos ríos de tinta se vienen vertiendo, y además considerar que no tenemos por qué limitarnos al ámbito oracional (la «phrase» de Vedenina), sino que podemos considerarlo en el conjunto de la construcción del texto. Y completando a la citada autora, se puede afirmar que tanto la demarcación de límites como la indicación de las relaciones entre los segmentos se pueden atribuir a ambos conjuntos de elementos. Y así, en nuestra opinión, tiene cierto sentido hacer un paralelismo entre los marcadores y la puntuación, en la medida en que se pueden encontrar distintos puntos de unión entre ambos conjuntos. Ya nos hemos referido a la función demarcativa de la puntuación. ¿Sirve para los marcadores? Al menos para algunos. Pons Bordería es autor de uno de los trabajos en los que mayor énfasis se ha hecho en la noción de conexión, lógicamente clave en la definición de la categoría conectores (en su estudio se centra en elementos como «que», «claro», «entonces» o «mira»). Al revisar distintas definiciones de estos en busca de denominadores comunes, señala que de acuerdo con varias propuestas: [El conector] Segmenta unidades (del habla) […]. Como consecuencia de su capacidad unitiva, los discursos o textos orales quedan divididos en bloques. En esta función, su labor es similar a la de otros elementos, sobre todo de carácter prosódico, centrados de forma más específica en funciones demarcativas. En el texto escrito, su labor sería hasta cierto punto común con la de los signos de puntuación (1988: 42).

Obviamente, dicha posibilidad se puede extender a muchísimos de los marcadores del discurso, en la medida en que abren un nuevo segmento con una instrucción que indica cómo encajarlo con el anterior. Y así surge otra zona de confluencia entre puntuación y marcadores, a la hora de concebir que en buena medida proporcionan una instrucción de procesamiento. En efecto, la concepción de la puntuación como sistema de «instrucciones para la lectura» es ya clásica. Así, por ejemplo, en un trabajo creemos pionero de Parisi y Conte, se leen declaraciones como las siguientes (Parisi y Conte, 1979: 365, 379): Virgole, punti, punti e virgote, due punti e così via […] invece di trascrivere aspetti del signale sonoro, direttamente comunicano aspetti del significato che si intende comunicare [...]. [Los signos de puntuación] non sono altro che istruzioni che lo scrivente fornisce al lettore perché

encajar las dimensiones intraoracional y extraoracional, estableciendo eslabones entre ambos niveles de análisis. En cuanto al tema que nos ocupa, no hay muchas otras definiciones tan claras de conexión como la de Cuenca. Pero resulta imposible encajar la puntuación en una definición en la que se hace mención explícita a los conectores y que plantea la noción que nos ocupa también en términos sintácticos. 11. Los signos de puntuación y las palabras de relación tienen objetivos paralelos en la oración, al marcar las primeras los límites de los segmentos que enlazan, las segundas al calificar las relaciones entre esos segmentos.

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egli possa compiere una serie di ben determinate operazioni mentali, il risultato delle quali sia la comprensione, da parte del lettore, del brano o della frase che ha letto12.

Mortara Garavelli (2003) especifica, en cuanto a la puntuación, que las instrucciones de lectura se pueden entender al menos en dos niveles: en primer lugar, respecto de la estructura y el significado de los enunciados en relación con la distribución de la información y la fuerza ilocutiva; en segundo lugar, en relación con los vínculos inter e intra-oracionales, las conexiones textuales y las relaciones entre distintos planos enunciativos que se establecen en el texto. La idea de las instrucciones se ha traducido en una comparación recurrente, tanto en el caso de la puntuación como en el de los conectores, con las señales de tráfico13. Además, hasta cierto punto, se puede suponer también que básicamente son dos los tipos de informaciones que tanto marcadores como puntuación nos proporcionan. Por una parte, de las relaciones lógicas que se establecen entre bloques. Es cierto que el valor procesual solo lo tiene, a priori, los dos puntos (como lo tuvo, en su momento el punto y coma, que en algún momento se planteaba como marca de oposición). Pero no es ese el único valor de los marcadores. En efecto, no siempre orientan la descodificación de textos, sino que, en ocasiones, se centran en su propia estructura, por ejemplo, como el caso de los ordenadores (en primer, segundo… tercer lugar; por una/otra parte). Y así, Mortara Garavelli (2003: 48) recuerda a Simone (1991) al referir que en el caso de la puntuación, las «instrucciones lo son de estructura».

12. Comas, puntos, puntos y comas, dos puntos y los demás […] en lugar de transcribir aspectos del cauce sonoro, directamente comunican aspectos del significado que se intenta comunicar […]. [Los signos de puntuación] no son sino instrucciones que el escritor proporciona al lector para que pueda realizar una serie de operaciones mentales concretas, cuyo resultado será la comprensión, por parte del lector, del fragmento o de la oración que ha leído. 13. Así, Figueras (2001: 43, 48) señala: «Los signos de puntuación transmiten al lector determinadas instrucciones para comprender el contenido del escrito. Actúan, en ese sentido, como si fueran señales de tráfico: cumplen la misión de guiar la circulación del lector a través del texto. […] Al igual que las señales de tráfico, por tanto, cada signo de puntuación proporciona una instrucción específica para facilitar la tarea de interpretación; cada signo contribuye de un modo distinto a la reconstrucción del significado del texto. Y es, precisamente, esa instrucción específica para circular adecuadamente a través de la red viaria del texto el significado que transmite cada uno de los signos de puntuación. Los diversos usos de los signos de puntuación que reconocen todos los manuales de puntuación se derivan, como se expone en las páginas que siguen, de la instrucción que cada marca tiene asociada por convención». Por su parte, Montolío (2001: 21), afirma: «De la misma manera que las señales viarias indican itinerarios del tipo “curva peligrosa a la derecha”, “atención: cambio de rasante”, o “dirección obligatoria”, las instrucciones que aportan los elementos que estamos analizando son del tipo: “la información que viene a continuación constituye la causa de la que se deduce la que vendrá detrás», “la información que sigue se opone en el razonamiento argumentativo a la anterior”, o “atención: ahora llega la conclusión y, por tanto, la información que realmente interesa”».

Parte C REVISIÓN TEXTUAL

Capítulo 10 PUNTOS DE PARTIDA

10.1. Introducción

E

xiste la falsa impresión de que el proceso de escritura acaba cuando redactamos la última línea de un texto. De hecho, con frecuencia somos incapaces de evitar un suspiro de alivio y, por qué no decirlo, de satisfacción cuando llegamos o creemos haber llegado al final del escrito. Ya solo queda repasar el trabajo. Y, sin embargo, las cosas no son tan sencillas. El proceso de escritura aún no ha terminado. De hecho, estrictamente no contamos todavía con un texto sino, como mucho, con un borrador, con un proyecto. Entramos, pues, en el momento de la depuración expresiva. Y lo hacemos en un estado de relajo psicológico: si cuando hablo no reconstruyo mi discurso ni mi conversación, ¿por qué he de hacerlo con mi escrito? Es esta una pregunta que todos nos hemos hecho de manera más o menos explícita. La desidia invade entonces el proceso de la composición; como resultado, la calidad final disminuye. Las aportaciones de la investigación a los procesos de revisión son múltiples y variadas. Parece oportuno empezar esta cuestión recordando algunas de ellas. Se distribuyen en dos grandes direcciones: por la primera se plantea el análisis de los efectos de la revisión; por la segunda, se distingue entre las diferentes actitudes exhibidas por los escritores noveles y los experimentados. En lo que afecta a la primera cuestión parece haber consenso en el sentido de que una mayor cantidad de revisión no implica necesariamente una mejora en el texto; así pues, esta se debe enfocar no tanto desde una perspectiva cuantitativa como cualitativa. En esa posición destacan los trabajos de Bridwell (1980), Flower, Hayes et al. (1986), Witte (1985) y Harris (1989). Según este último, un número mayor de versiones no presupone una redacción más madura; además, la creación de más borradores reduce el proceso de revisión en el nivel general del texto. De la misma cuestión se ocupa Lorenzo (2004), quien se fija en los beneficios de la revisión de traducciones. Concluye que hay una falta de correlación entre esfuerzo y calidad final. Son variadas las aportaciones ligadas a las diferencias de actitud entre revisores noveles y expertos. En general se asume que los primeros tardan más en detectar los errores (Hayes, 2004). Además, el experimentado revisa más que el novel (García Sánchez y Arias Gundín, 2004). Stay (1983) destaca que los noveles tienden a hacer más cambios en el nivel micro pero que pueden llegar a tener más éxito en los cambios en el nivel macro como resultado de la monitorización académica. Silveira (1999) parte de tres situaciones de trabajo: revisión de textos propios, de

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textos ajenos y de planes de redacción. Concluye que el novel tiene más dificultades a la hora de revisar su propio texto; de hecho, es más reacio a la revisión (Hague y Manson, 1986). Por su parte, el experimentado invierte más tiempo y presta más atención al nivel macro. Debemos terminar con una referencia a dos trabajos que entendemos esenciales para ajustar adecuadamente las coordenadas de la cuestión que nos ocupa, como es el de las diferentes actitudes de unos y otros ante el proceso de revisión. Sommers (1984) establece una serie de criterios para distinguir a los escritores noveles de los experimentados. Los primeros entienden escribir como traducir de la mente a la página; en segundo lugar, se focalizan en el nivel de la palabra: la revisión es entonces una actividad vinculada a la sustitución de palabras: selección léxica, ortografía, repeticiones, etc.; en tercer término, presuponen que el significado es ya perfecto y por tanto no es susceptible de ser revisado; finalmente, tienen un conocimiento muy limitado de los recursos lingüísticos y de las estrategias de revisión. Por su parte, Flower (1989) distingue las técnicas de revisión de autores noveles y expertos desde tres planos diferentes: objetivos, extensión y técnicas. Los noveles corrigen errores concretos, se limitan a cambios en el nivel de la palabra o la frase y revisan partiendo de cómo suena el texto. Por su parte, los segundos persiguen una mejora global del texto, estructuran la revisión sobre la base de fragmentos más extensos que el enunciado y conciben la revisión como un proceso más en el desarrollo de las ideas. Todo lo dicho implica que la formación específica en revisión textual resulta imprescindible. Entre otras cosas porque, de lo contrario, los efectos de la revisión pueden ser contraproducentes. Tanto es así, que Castedo (2004) defiende que ha de ser enseñada como una fase más del proceso de escritura desde la enseñanza primaria. En ese sentido, Fidalgo et al. (2009) afirman que la revisión es una actividad cognitiva muy compleja. No se desarrolla de manera natural en los niños, sino que exige una formación explícita más allá de aspectos mecánicos. Estos investigadores realizan en un grupo de niños el análisis de un modelo de instrucción cognitivo estratégico focalizado en el proceso de revisión. La conclusión fundamental a la que llegan es que la instrucción específica mejora resultados en los estudiantes, aunque no acaban de decidir si es por los contenidos dados o por el desarrollo de una actitud general basada en la autorregulación. En lo que toca a estudiantes de niveles superiores casi no se han realizado investigaciones al respecto. Apenas podemos recordar el trabajo de Lorenzo (2004), quien aboga por una formación específica en la universidad y construida desde una metodología adecuada: no se trata tanto de insistir a los alumnos en que revisen como que nos aseguremos de que la revisión reporta beneficios. Realiza un estudio muy atractivo, si bien la muestra de estudiantes observados es muy escasa: estudia su proceso de revisión textual y clasifica los cambios que realizan en cinco tipos inspirados en el trabajo de Didaoui (1998): correcciones que mejoran, correcciones innecesarias, errores no corregidos, correcciones que no mejoran y errores añadidos. Termina concluyendo que el global de los cambios merma la calidad y que los estudiantes se pierden en correcciones innecesarias. 10.1.1. La naturaleza de la revisión El proceso de revisión se ha estudiado desde una perspectiva esencialmente cognitiva. Un trabajo clásico esencial de Scardamalia y Bereiter (1985) explica de forma muy acertada que revisar implica tres operaciones mentales: comparar, diagnosticar y operar (modelo llamado CDO); estas se aplican a las dos representaciones mentales del texto: el efectivamente elaborado mediante las herramientas lingüísticas y el mentalmente deseado en el cerebro del autor. El proceso CDO se activa al detectar un desequilibrio entre los dos textos. Allal y Chanquoy (2004) explican que la revisión nace de que seamos capaces de establecer las discrepancias existentes

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entre el texto previsto y el obtenido. Y tales desequilibrios conducen a diversos procesos cognitivos. Allal y Chanquoy definen los siguientes subprocesos propios de la revisión: releer, que implica una evaluación de los problemas; editar, asociado a la corrección de errores puntuales sin afectar al significado; y reescribir, que supone cambios más amplios. En términos similares Arias Gundín y García Sánchez (2008) afirman que algunos procesos cognitivos serán de bajo nivel (o mecánicos) y otros de alto nivel (o sustantivos). A la vista de todo lo anterior, se hace necesario aportar alguna reflexión acerca de la revisión desde una perspectiva textual. Sin duda, nos encontramos ante la fase más compleja de la redacción. La razón de ello estriba en que la revisión se orienta en una doble dirección. En primer lugar, persigue el objetivo de garantizar la máxima inteligibilidad al escrito; desde esta perspectiva, es una actividad decididamente volcada hacia el destinatario. En segundo término, se plantea como finalidad garantizar que la intención que justificó su creación se transmite con claridad (o con la claridad que pueda derivar de tal intención); así, también es un proceso que pone en primer plano al autor del texto. La revisión asociada a la inteligibilidad se entiende como un procedimiento volcado en favor del lector. Las transformaciones efectuadas en el texto persiguen, en última instancia, facilitar la comprensión del mismo por parte del destinatario. A fin de cuentas, todas las operaciones que efectuemos se orientan a dotar al texto del máximo de transparencia. La dificultad de partida es evidente: para el autor, el resultado de su trabajo resulta siempre perfectamente inteligible. Entre otras cosas porque él ya sabe de antemano lo que quiere expresar. Dicho de otro modo: cuando revisa no lee lo que efectivamente el texto transmite, sino lo que él desea que exprese. Por eso para él siempre está perfectamente claro lo que se quiere decir, con independencia de que lo haga. Así las cosas, el trabajo de revisión exige un distanciamiento efectivo del autor con respecto de su texto. En el proceso de revisar un texto con el objetivo de dotarlo de un máximo de inteligibilidad hemos de preocuparnos por una serie de variables. Entre ellas estarían las siguientes: si hemos definido con claridad si nuestro texto se dirige a un lector, por un lado, individual o colectivo y, por otro, conocido o desconocido; si hemos conseguido un tratamiento adecuado a su estatus social en lo que al registro se refiere; si en el texto queda clara la respuesta que se persigue provocar en el lector, con independencia de que esta sea más o menos explícita; si hemos elegido el tipo de documento más adecuado en relación con el contenido; y si hemos expresado con claridad las ideas básicas del texto y hemos podido establecer adecuadamente las jerarquías conceptuales. A un grupo de estudiantes se les pidió que redactaran una noticia periodística. Veamos un texto no revisado y básicamente ininteligible: Pelea da al traste con una inauguración Todo ocurrió la madrugada del viernes en un bar de la localidad, que abría sus puertas y en el que había provechosas ofertas. Pero su primera noche no acabó como se esperaba. Aún no se sabe cómo empezó. La hipótesis más probable, según los testigos, es esta: un grupo de cuatro chicas y dos chicos estaban tomando tequilas en la barra; uno de los jóvenes, al evitar que se le cayeran los saleros, tiró las copas de otro par de chicos que estaban al lado. J.R. y M.S. se disculparon y les ofrecieron otra ronda, pero S.H. y M.M. ya estaban algo ebrios y no muy dialogantes; de las palabras se pasó a la acción debido a que S.H., que se quedó sin copa, se abalanzó hacia uno de los dos chicos, al que –aseguran: «le empezó a dar golpes en plan juego de ésos de ordenador», y M.M. acabó lanzando al otro chico contra los cristales de entrada al local. J.R. se encuentra aún en el hospital debido a los cortes recibidos, como se pudo comprobar pues su camisa blanca –tras atravesar la cristalera– era de un vivo color rojo. Gracias a la rápida actuación policial no hubo que lamentar más daños, los cuatro chicos fueron llevados al hospital y, según fuentes, S.H. y M.M. pasaron más tarde a disposición judicial.

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Afortunadamente, apenas hubo heridos ajenos a la trifulca, ni más desperfectos en el bar, y los basureros se encargaron de limpiar la zona. De momento, el nuevo lugar de copas ha cerrado hasta cubrir daños y que todo se solucione, para poder seguir con el negocio que pareció dar buen resultado entre el público asistente.

Los problemas de inteligibilidad afectan a los cinco párrafos del texto. Así, en el primero no queda nada claro que se trata de la inauguración de un bar de copas. En el segundo, parece injustificado calificar los hechos de hipotéticos si hubo testigos de los mismos; por otro lado, tampoco queda clara la relación entre los chicos que intervienen en la pelea. En el tercero, la explicación de las heridas de J.R. es básicamente incomprensible; además, falta orden en los acontecimientos: ahora se indica que J.R. está aún hospitalizado mientras que en el párrafo siguiente se vuelve a la narración de los hechos anteriores a su ingreso. Por lo que afecta al cuarto, en los dos anteriores se da a entender que solo dos chicos han resultado heridos; sin embargo, ahora se indica que son cuatro los que van al hospital; además, se sugiere que hubo más heridos pero no se proporcionan más detalles, lo cual es inaceptable en una noticia periodística. Al mismo tiempo, se incluye información irrelevante acerca de unos basureros. En cuanto al último párrafo, no se entiende la causa por la que el bar se cerró. Además, el texto termina con un enunciado que resulta incomprensible. Cuando relacionamos revisión con intención, se trata de evaluar si hemos sido capaces de producir un texto adecuado a nuestras necesidades como autores. Básicamente, perseguimos garantizar que queda claro por qué y para qué hemos llevado a cabo la escritura. Desde esta perspectiva la revisión estará organizada por planteamientos como estos: de acuerdo con nuestros intereses, hemos hecho más o menos evidentes las causas que impulsan la redacción del escrito; en relación con el contenido que se comunica, el texto permite más o menos alcanzar mensajes ocultos; además, generamos el nivel de manipulación del destinatario previsto mediante el texto; en cuarto lugar, producimos un adecuado nivel de inaccesibilidad para el texto en relación con lectores no previstos; asimismo, hemos alcanzado el nivel de cooperación deseado y hemos hecho evidente la función dominante del texto, sea esta real o solo aparente; finalmente, hemos concedido la importancia prevista a las dimensiones textuales estética y argumentativa. El problema puede surgir en aquellos textos en los que inteligibilidad e intención circulan en direcciones opuestas. Así, habrá casos en los que la segunda se imponga a la primera. Se tratará de escritos poco cooperativos o de cooperación infeliz en términos pragmáticos. Pongamos un ejemplo para explicar la cuestión: hace unos años, Telefónica realizó una campaña publicitaria que pivotaba en torno al siguiente mensaje: si usted solicita el alta antes del día 2 de junio, tener teléfono le saldrá GRATIS

En aquella época, el alta telefónica era extraordinariamente cara en nuestro país (superior a 300 euros). Del mensaje se podía entender que el cliente se ahorraría el dinero. Sin embargo, el regalo, literalmente un aparato telefónico, era de un precio muchísimo más bajo. La intención del autor era crear un texto voluntariamente ambiguo. Efectivamente, la oferta no ofrecía nada distinto de lo que se recibía, pero tal verdad dependía de una redacción ambigua y poco cooperativa. Así, la intención se superponía a la inteligibilidad.

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10.1.2. El momento de la revisión La primera cuestión que debemos plantear es el momento en el que se debe realizar la revisión. Los estudios realizados al respecto desde la psicología cognitiva refuerzan la idea de que la revisión es un proceso constante y recursivo a lo largo del proceso de creación del texto. Así, Gebhardt (1983) no quiere ver la revisión como labor independiente y discreta al final del proceso de escritura: se trataría de una actividad constante a lo largo de todo el proceso. En la misma línea, Hayes y Flowers (1980) conciben la revisión como proceso autónomo y recursivo. Allal y Chanquoy (2004) también postulan que se hacen cambios en cualquier momento del proceso de escritura. Evidentemente, a medida que se redacta un texto efectuamos una revisión de manera simultánea, que nos permite solucionar, bien los errores más evidentes de naturaleza formal, bien los relacionados con la organización de los contenidos que deseamos transmitir. Estamos básicamente de acuerdo con autores como Cassany (1995), quien defiende que la revisión es un proceso constante en el proceso de escritura. Conceptualmente es una postura aceptable, porque a ella subyace la idea de la redacción como proceso crítico y en permanente reelaboración. Sin embargo, en la mayoría de los casos se trata de correcciones parciales que nada tienen que ver con el texto entendido en su globalidad. Estrictamente, cabe hablar más bien de ajuste provisional. En términos procedimentales, preferimos establecer una diferencia entre revisión en proceso y en resultado. Vamos a centrarnos en la segunda; esto es, en aquella que sucede después de concluir una primera versión del escrito. Esta posición es asumida por Lorenzo (2004), que defiende la revisión como una fase independiente. También Bisaillon (2007) se detiene en la revisión al final. En su percepción la lectura desempeña un papel fundamental: una lectura global permite evaluar la inteligibilidad y, en su caso, marcar los puntos de mejora. Posteriormente, la lectura enunciado a enunciado permite detectar errores locales y poner en marcha la búsqueda de las posibles soluciones. Lo primero que hay que decir al respecto es que el punto de partida ideal pasa por establecer distancia en relación con el escrito. Chanquoy (2001) ha demostrado que la demora entre la escritura y la revisión mejora los resultados. Efectivamente, es imprescindible permitir que el texto repose: distanciemos en el tiempo la redacción del borrador y su posterior revisión. El motivo es sencillo: eliminamos de nuestra memoria el contenido. Solo así podremos enfrentarnos a él con los ojos del lector. Así, podremos acceder a lo que transmite, no a lo que creemos que comunica. Si revisamos inmediatamente después de escribir no leemos lo que efectivamente recoge, sino lo que queremos que transmita. En segundo lugar, y con el objetivo de garantizar una revisión adecuada, se hace necesaria una lectura completa del texto antes de empezar a corregir. Solo de ese modo iremos más allá de la pura corrección de problemas puntuales y que poco tienen que ver con la totalidad del producto. Una lectura global previa es imprescindible para un adecuado reajuste desde una perspectiva discursiva. Para dar respuesta a estas condiciones de partida es frecuente que los manuales de redacción inviten al autor a que asuma la perspectiva del lector. Para ello, dos consejos se plantean como muy útiles. El primero sugiere que busquemos la ayuda de un tercero; el segundo, que llevemos a cabo lecturas en voz alta del texto. La búsqueda de un tercero es una opción, en principio, adecuada, en la medida que contamos con alguien que evaluará el texto desde la posición del lector y sin ninguna limitación derivada de la figura del autor. El problema, sin embargo, radica en cómo encontrar a esa persona. Dos

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pueden ser las dificultades en ese sentido. La primera tiene que ver con que no se trate del lector previsto o que no pueda asumir tal personalidad: por poner un caso, si un estudiante pide a un compañero que revise una carta profesional de petición de empleo destinada al responsable de recursos humanos de una empresa, difícilmente podrá llevar a cabo tal cometido con eficiencia. Ocurriría lo mismo si un colega de bioquímica me pidiera que le echara un ojo a un texto escrito para ser presentado en un congreso especializado. Difícilmente podré yo elevar juicios de ninguna clase en torno al grado de inteligibilidad del texto. La segunda dificultad tiene que ver con el tipo de relación que establecemos con esa tercera persona en diferentes niveles: social, personal, afectivo, profesional, etc. Es extraordinariamente complejo revisar trabajos de iguales con los que nos une cierto vínculo personal. Y digo voluntariamente cierto. Así, si la relación es profunda, de algún modo la actividad se simplifica, por cuanto existe la confianza suficiente para hacer ver (desde el lector) y aceptar (desde el autor) los errores que se observan. De otro modo, el primero tiende a suavizarlos, a esconderlos y a restarles importancia; por su parte, el segundo tratará de justificarse o de obviarlos cuando no de negar su existencia. La razón tiene que ver con la importancia que le concedemos al uso de la lengua en la configuración de la imagen social de las personas. Tal problema desaparece entre iguales desconocidos. De hecho esa es la estrategia adoptada por las editoriales y los consejos de redacción de numerosas publicaciones científicas: las valoraciones externas de los trabajos (los conocidos referees) se hacen preservando el anonimato de autor y del lector. En el caso de que no se establezca una relación de igualdad, la dificultad desaparece. De hecho, se asume como natural la capacidad de revisar y corregir de aquel que se ubica en la posición más elevada. Así ocurre cuando un doctorando entrega el material de su futura tesis al director de la misma: se espera de este una revisión completa en todos los niveles textuales, y no solo en los que tienen que ver con el contenido. En lo referido a la lectura en voz alta es evidente que goza de algunas ventajas evidentes: merced a ella, focalizamos nuestra atención en el contenido del texto, sin que los conceptos alojados en nuestro cerebro lo reconstruyan tal y como ocurre cuando leemos mentalmente. A partir de aquí, nos será más fácil evaluar diferentes aspectos del texto. Los más evidentes serían los siguientes: longitud y/o dispersión conceptual de los enunciados, coherencia interna de los párrafos, relación entre las partes del texto, errores de precisión formal en la expresión, cacofonías, repeticiones, etc. La mayor complicación surge cuando los textos gozan de cierta extensión. El cansancio derivado de la lectura en voz alta hace que perdamos la concentración en el contenido, que entonemos incorrectamente, etc. 10.1.3. Operaciones propias de la revisión Corregir presupone un plan de trabajo perfectamente diseñado que comporta al menos dos grandes coordenadas: una secuencia y unos procedimientos. En lo que se refiere a la primera, todos los autores coinciden en afirmar que se debe establecer un orden de revisión que va de lo general a lo particular: de los problemas globales a los locales. Por lo que afecta a la segunda variable, se hace necesario dominar los diversos procedimientos de corrección. Allal y Chanquoy (2004) proponen una taxonomía de cambios de naturaleza multidimensional. Establecen para ello tres grandes variables: según afecten o no al significado, según del nivel del lenguaje afectado y según el tipo de operación llevada a cabo. Nos vamos a detener en esta última cuestión. Faigley y Witte (1981) delimitan dos tipos de cambio: de superficie y de significado. Los primeros

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los interpretan como cambios formales que respetan el significado: adiciones, eliminaciones, sustituciones, permutas, distribuciones y consolidaciones. Los segundos podrán ser micro o macroestructurales según el impacto en el texto. Una buena nómina de los tipos de operación revisora se enuncian en Cassany, Luna y Sanz (2001). Destacamos los siguientes: tachar, añadir en el margen, usar asteriscos y flechas, y reformular. A todo ello cabe añadir que la revisión se traduce básicamente en tres grandes actividades: eliminar, simplificar y recolocar. Queremos detenernos en cada una de estas operaciones. Eliminar tiene que ver con hacer desaparecer el exceso de redundancia informativa. Su origen es doble: de un lado deriva del hecho de que en el momento de la redacción carecemos de una perspectiva global del texto, razón por la cual no somos conscientes de si determinados conceptos han aparecido ya previamente; la lectura global nos permite corregir estas imprecisiones. De otro, de una influencia evidente de modelos de expresión del discurso conversacional que se transfieren a la lengua escrita. El coloquio es básicamente redundante (Vigara, 1992 y Briz, 1998): como mecanismo para garantizar la inteligibilidad, como procedimiento cohesivo y como sistema expresivo intensificador. Podemos poner algún ejemplo de revisión que afecta a redundancias simples en el plano léxico semántico; destacamos en letras versalitas la parte del texto sobre la que deseamos que el lector ponga su atención1: Partiendo de un punto, podríamos llamarlo inicial, somos capaces de ver todos los posibles cambios que pueden afectar, en un momento dado, al futuro de una persona, a su familia, a su pueblo, a sus amigos y a su vida en general. Las reglas son los caminos marcados o rutas que los hablantes de una lengua utilizan y suelen respetar inconscientemente. La gramática es la suma total de todas esas reglas, y se puede dividir en varios subgrupos que son: la fonética, la fonología, la semántica y la sintaxis. Ha de cumplir unos requisitos y condiciones previas indispensables para conseguir su objetivo.

Simplificar se asocia a reducir la complejidad del mensaje en el plano expresivo. Es un procedimiento más sofisticado que el anterior aunque parte evidentemente de él: en palabras de Núñez (1993), la transparencia textual está asociada a la capacidad de transmitir el máximo de información con el mínimo de útiles lingüísticos necesarios para que la intención no resulte afectada. Desde esa perspectiva, podemos comparar las dos redacciones de un mismo fragmento antes y después de la revisión. En la primera versión marcamos en versalitas los fragmentos que necesitan una simplificación: Borrador: 87 palabras Juan socorre a aquel que se ha visto obligado a encomendar su discurso a un intermediario, y que permanece ignorante de lo que ocurre en esa otra lengua ininteligible. De esta forma se convierte en emisor improvisadamente para poder agilizar el intercambio de sonidos que, por otro lado, podría verse interrumpido. Su experiencia en la comunicación y en el uso del lenguaje le han dado la sabiduría y conocimiento de las palabras. Por eso evita la traducción en palabras de lo que sabe podría modificar su situación.

1. Los errores e impropiedades que se encuentran en los ejemplos durante toda esta Parte C son siempre originales. Todos los errores que puedan detectarse aparecían en los textos seleccionados.

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La versión final, una vez revisada, tiene diecinueve palabras menos. El texto se ha reducido en casi un cuarto de la extensión original. De hecho, la experiencia dicta que el texto revisado es normalmente más corto que el borrador. Texto revisado: 68 palabras Juan socorre a aquel que se ha visto obligado a encomendar su discurso a un intermediario, y que no entiende lo que se le dice. De esta forma se convierte en emisor imprevisto para agilizar un intercambio que, de otro modo, podría interrumpirse. Su experiencia en la comunicación le ha permitido conocer las palabras. Por eso evita la traducción de lo que sabe que podría modificar su situación.

Reorganizar se vincula a la estructuración del texto en los diferentes planos del mismo: entre párrafos, entre enunciados o dentro de la frase. Se asocia a la redistribución de los conceptos en beneficio tanto de la inteligibilidad como de la intención. El desorden suele ser producto de una precomposición deficiente, en la que no se han organizado y jerarquizado las ideas. O bien de una superación del plan inicialmente previsto. Estas deficiencias se ejemplifican con mucha claridad en el texto siguiente. Se trata de una carta en la que se presentan excusas por no haber llevado a cabo unas tareas a las que el autor se comprometió con un amigo. Obviamente, solo nos vamos a centrar en los problemas relacionados con la organización, y no vamos a efectuar ninguna corrección en el resto de los planos de la expresión. Hemos destacado las partes que no parecen haber sufrido una ubicación afortunada: Hola Roberto: ¿Qué tal tus vacaciones? Espero que estés disfrutando al máximo. Supongo que estarás contando los días que te quedan para volver a la rutina y me imagino que no con muchas ganas. Por aquí, en la ciudad todo sigue igual (1). Me dirijo a ti con la intención de disculparme brevemente por no haberme hecho cargo de las tareas que me encomendaste. Reconozco que me comprometí a regar tus plantas y enviarte las cartas que tuvieras, pero no ha podido ser. El motivo es básicamente mi vida. Actualmente no estoy atravesando un buen momento. La cuestión es que mi mujer y yo estamos sufriendo una crisis matrimonial. Nuestros enfrentamientos son constantes. Parece no haber solución al respecto. Lo más probable es que uno de los dos, concretamente yo, me mude de casa. Si a esto se añade la cantidad de trabajo que se me está acumulando en la campaña pre-navidad, pues podrás entender por qué mi mente lleva un par de semanas ausente (2). Realmente entiendo que estés molesto, puesto que mi vida sentimental y laboral no debería haber repercutido en ningún momento en lo pactado contigo. Si yo hace unos meses me comprometí a hacerme cargo de tu vegetación y correo fue porque estaba dispuesto a ello. Pero, inevitablemente una serie de factores que ya he comentado anteriormente me han limitado mucho hasta el punto de apenas tener tiempo para mí mismo. Consecuentemente tampoco para el resto (3). Ayer intentando evadirme de la situación en casa, me dirigí a la tuya y fue entonces cuando observé las consecuencias de no haberme pasado por allí antes (4). Mis más sinceras disculpas. Siento lo ocurrido, haré lo posible porque las plantas renazcan en primavera y tu correo no vea perjudicado su retraso. Hasta pronto, un saludo José García

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Se han observado al menos cuatro grandes errores en la organización del texto: 1. Una frase suelta se ha separado del preámbulo de la carta. No tiene sentido aislada pero sí unida al párrafo anterior. 2. No se justifica la separación de la segunda excusa con respecto de la primera. Más aún cuando configura un párrafo frase. Habrá que unirlo, pues, a la otra. 3. Tras plantear las razones se vuelve a la cuestión del compromiso contraído con el amigo, introducido en el párrafo dos, que comienza con «Me dirijo a ti...». Por ello, esta sección habría que combinarla con la que la precede. 4. De nuevo, un párrafo frase que además trata de los resultados del incumplimiento del compromiso. Tiene, pues, mucho más sentido que se asocie con los efectos del incumplimiento anunciados en el anterior («Realmente entiendo que estés molesto...») y en el último («Mis más sinceras disculpas...»). El texto, una vez revisado, quedaría de la manera siguiente: Hola Roberto: ¿Qué tal tus vacaciones? Espero que estés disfrutando al máximo. Supongo que estarás contando los días que te quedan para volver a la rutina y me imagino que no con muchas ganas. Por aquí, en la ciudad todo sigue igual. Me dirijo a ti con la intención de disculparme brevemente por no haberme hecho cargo de las tareas que me encomendaste. Reconozco que me comprometí a regar tus plantas y enviarte las cartas que tuvieras, pero no ha podido ser. Si yo hace unos meses me comprometí a hacerme cargo de tu vegetación y correo fue porque estaba dispuesto a ello. Pero, inevitablemente una serie de factores que ya he comentado anteriormente me han limitado mucho hasta el punto de apenas tener tiempo para mí mismo. Consecuentemente tampoco para el resto. El motivo es básicamente mi vida. Actualmente no estoy atravesando un buen momento. La cuestión es que mi mujer y yo estamos sufriendo una crisis matrimonial. Nuestros enfrentamientos son constantes. Parece no haber solución al respecto. Lo más probable es que uno de los dos, concretamente yo, me mude de casa. Si a esto se añade la cantidad de trabajo que se me está acumulando en la campaña pre-navidad, pues podrás entender por qué mi mente lleva un par de semanas ausente. Ayer intentando evadirme de la situación en casa, me dirigí a la tuya y fue entonces cuando observé las consecuencias de no haberme pasado por allí antes. Realmente entiendo que estés molesto, puesto que mi vida sentimental y laboral no debería haber repercutido en ningún momento en lo pactado contigo. Mis más sinceras disculpas. Siento lo ocurrido, haré lo posible porque las plantas renazcan en primavera y tu correo no vea perjudicado su retraso. Hasta pronto, un saludo José García

Posiblemente son necesarios muchos más ajustes expresivos; así y todo, es innegable que con esta reorganización el texto ha mejorado sustancialmente. 10.2. Creación de un modelo de revisión textual Revisar no significa leer un texto con la esperanza de que los errores empiecen a brillar delante de nuestros ojos. Es una labor perfectamente meditada que obedece a un plan y que aspira a ser exhaustivo y sistemático. En palabras de Hayes et al. (1987) se trata de realizar un proceso de revisión consciente. Para ello es imprescindible tener en la mente una lista de errores frecuentes

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asociada a su solución. La comparación del error con el almacén de la memoria proporcionará soluciones seguras, inseguras o desconocidas. De las primeras vendrá una corrección automática. De las restantes, derivará el uso de una estrategia; las más frecuentes serán ignorar el problema, posponer el cambio, buscar más información o reescribir. Bisaillon (2007) ha comprobado que el escritor experimentado llega a realizar de manera automatizada entre un 60 y un 75% de las operaciones de revisión. Existen en nuestro entorno tres grandes propuestas de revisión textual asociadas a los estudios textuales. Tienen en común la percepción de que el proceso de revisión supone un viaje de lo general a lo particular, que empieza en la dimensión global del texto para terminar en los problemas expresivos locales. La primera es obra de María Teresa Serafini a lo largo de dos grandes trabajos (1989 y 1994). Distribuye la revisión en dos niveles que designa como contenido y forma. No se detiene en una descripción exhaustiva del proceso; en cambio, cita las operaciones que le parecen más útiles y provechosas en los dos planos antes apuntados. La revisión de contenido pasa por detenerse en cinco cuestiones: – Claridad de los conceptos, entendida en términos de inteligibilidad. – Correspondencia entre párrafos e ideas. Un párrafo que no se puede resumir en dos o tres palabras, dice, no está bien enfocado. Obviamente, esta percepción está prevista especialmente para los textos de naturaleza expositiva. – Revisión del pacto contextual establecido con el lector. Exige que nos pongamos en la posición del lector ideal del texto con el fin de comprobar si efectivamente será capaz de reconstruir todos los presupuestos conceptuales que establezcamos. – Reducción al máximo el nivel de abstracción. Se trata de uno de los rasgos más espinosos de su propuesta. Reclama que se introduzca un número importante de ejemplos y que se avancen síntesis parciales de contenido. Ante esto cabe argüir que el contenido abstracto no es rechazable en sí mismo; depende, obviamente, de la naturaleza temática del texto que debamos redactar. – Garantía de la lógica conceptual. Es fundamental para asegurar la inteligibilidad y para reducir el proceso de interpretación por parte del destinatario. En lo relativo a la revisión de la forma, es necesario recordar que, si bien se trata de una propuesta dirigida a la lengua italiana, también es cierto que la mayor parte de las observaciones son perfectamente aplicables al castellano. Podemos resumir los problemas más importantes de la siguiente forma: – Longitud de la frase. Evaluada en relación con el número de palabras que la componen y el número de sílabas incluido en cada enunciado. Un texto es más legible si usa frases breves y palabras de pocas sílabas. – Confusión sintáctica. Defiende la coordinación frente a la subordinación. Desde su punto de vista, la primera es más legible que la segunda. – Errores sintácticos. La autora aboga por la precisión en la construcción sintáctica como vía para facilitar la interpretación textual. Coincidimos con ella; sin embargo, es necesario no solo proporcionar una lista de errores, sino también plantear el grado de importancia relativa de cada uno, el nivel de frecuencia, la estigmatización social que padecen, etc.

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– Palabras y expresiones superfluas. Se entiende como la superación del exceso de redundancia textual. Delata una preferencia por los modelos expresivos más sencillos: si una idea se puede expresar de dos maneras diferentes, es recomendable la más simple. – Frases hechas. Se condenan, pero por razones de empobrecimiento del texto. La segunda es aportación de Daniel Cassany (1995). El autor resume en diez claves el proceso de revisión. A pesar de que desde un principio recomienda que sea simultánea a la redacción, no se sustrae a la idea de plantear la revisión de lo general a lo particular. En ningún caso aspira a proporcionar una rutina exhaustiva de revisión. Parte de su experiencia como docente y como autor para llamar la atención sobre las diez etapas que considera fundamentales en el proceso. Desgraciadamente, en más de una ocasión cae en un planteamiento demasiado impresionista y en el fondo poco práctico. En cualquier caso, su trabajo es básico, y por ello se hace oportuno presentarlo aunque sea de modo esquemático. Estas son sus propuestas: 1. Enfoque del escrito, asociado a la intención de la que emana el texto. Preocuparse por él implica fijarse al menos en tres cuestiones: adecuación a la situación, objetivo del texto y claridad en la justificación. Desde nuestra perspectiva la adecuación no se asocia al enfoque, sino a las limitaciones derivadas de las convenciones de género y de las coordenadas comunicativas que encuadran al texto. Dependemos de ellas para respetarlas, para forzarlas, para manipularlas... En cuanto a la claridad en la justificación hay que decir que esta no es una fuerza estable, sino variable de acuerdo con las intenciones. 2. Ideas e información. Tres cuestiones son en su opinión esenciales: proporcionar el grado preciso de información: ni más ni menos (el problema de esta afirmación es que resulta poco útil para el escritor novel porque una de sus mayores dificultades es decidir respecto de los niveles de pertinencia informativa); además, garantizar la claridad del contenido; finalmente, respetar el equilibrio entre tipos de información (por ejemplo, teoría/práctica). 3. Estructura. Enumera los tres perfiles esenciales en la construcción del armazón del texto: claridad de la estructura, agrupación coherente de los datos y ubicación adecuada de la información relevante. 4. Párrafos. Nos parece que trasluce una imagen excesivamente visual del párrafo. De modo consecuente, pone su atención sobre cuatro rasgos: temática autónoma, extensión adecuada, existencia de frase temática y marcación visual. 5. Frases. Se detiene en algunos de los posibles problemas asociados a su construcción: exceso de frases largas, pasivas y negativas; variedad en la extensión el orden, la modalidad y el estilo; tics de redacción; e incisos y subordinadas extensas. Realmente aquí el autor crea un cajón de sastre: algunos de los capítulos en los que se detiene poco tienen que ver con la frase. 6. Palabras. Se plantea en tres niveles: comodines, muletillas y repeticiones; léxico muy abstracto o incomprensible para el lector; y léxico y terminología adecuada. No tenemos nada que decir en relación con el primero, pero sí para lo que tiene que ver con los otros dos. Otra vez aparece la cuestión del léxico abstracto. Y estamos de acuerdo, pero con matices como ya apuntamos más arriba. El verdadero problema está en el vocabulario innecesariamente abstracto. La cuestión de la adecuación léxica al destinatario es fundamental y la suscribimos plenamente; otra cosa es que el autor sea capaz de usar un léxico preciso. 7. Puntuación. Las tres cuestiones que plantea son esenciales: uso correcto de los signos, número de signos por frase y uso de los paréntesis. La primera cuestión nos parece

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más importante que las otras dos porque tiene que ver con la expresión normativa. Las restantes no se vinculan a incorrecciones sino más bien al nivel de inteligibilidad: un número elevado de signos es síntoma de una sintaxis sincopada y normalmente con problemas de orden. El exceso de paréntesis indica demasiadas suspensiones del sentido y fragmentación de la información. 8. Nivel de formalidad. Incluye cinco cuestiones heterogéneas: imagen que el texto da del autor, uso de formas de tratamiento adecuadas, expresiones vulgares, expresiones demasiado rebuscadas y expresiones sexistas o irrespetuosas. Todo lo enunciado tiene más que ver con la imagen del autor a través del texto y no con el nivel de formalidad. 9. Recursos retóricos. La revisión ha de detenerse en si el texto es interesante, es enérgico y usa los recurso retóricos adecuados. 10. Presentación. Supone la valoración del uso de recursos ortotipográficos, de esquemas, gráficos… La última propuesta en nuestra revisión cronológica, correspondiente a Mar Garachana (2000); es sin duda la más académica y la más sistemática de las tres. En su percepción, es necesario enfrentarse a la revisión como si el texto fuera ajeno. Debemos hacerlo preferiblemente en un tiempo distinto al de la fase de creación, con el fin de que nuestra memoria a corto plazo no esté cargada de la información que perseguimos transmitir con el escrito. Se trata, a fin de cuentas, de intentar reproducir las condiciones de recepción a las que estaría sometido el destinatario real. En este momento debemos revisar el texto desde tres perspectivas como son el contenido, la estructura y la forma. Sugiere además que ese sea el orden de trabajo. En nuestra opinión la propuesta es coherente y consistente; con todo, se podría decir que le falta cierta exhaustividad. Esta limitación es mucho más evidente en la segunda y la tercera parte, referidas a la estructura y al plano de la forma, que en la primera. Por otro lado, se fija en los problemas que se consideran más frecuentes o relevantes, sin las convenientes justificaciones. Se dejan entonces de lado algunas áreas que nos siguen resultando importantes. Empieza deteniéndose en lo que denomina una Revisión del contenido, aunque realmente se trata de una corrección desde una perspectiva discursiva. En primer término, se trata de analizar el grado de pertinencia informativa de los contenidos incluidos en el texto, siempre en relación con las intenciones comunicativas del mismo. Se trata de la primera propuesta que da importancia a un fenómeno que entendemos cardinal en el proceso de revisión en tanto que reduce el grado de dispersión conceptual del contenido. En segundo lugar, se buscará eliminar de él todas las posibles ambigüedades que se puedan detectar: dicho de otro modo, conseguir que la lectura permita una sola interpretación posible. De nuevo, la autora acierta de lleno. Los datos que presentaremos más adelante demuestran que la ambigüedad es uno de los errores que con más frecuencia se arrastran en la escritura. A continuación, el objetivo ha de ser reducir la redundancia informativa: el escrito redundante exige un sobreesfuerzo por parte del lector. Finalmente, analiza si la formalización textual se adecua a la situación comunicativa en la que nos estamos moviendo. Estaremos, a fin de cuentas, preguntándonos si hemos utilizado el registro más adecuado: es el primer modelo en el que se plantea la cuestión relacionada con las convenciones propias de cada género textual. En segundo lugar se fija en el nivel de coherencia de la estructura del texto; por esta vía analizaremos si hemos ordenado lógicamente el texto y si hemos dado con una organización correcta de las ideas. Defiende que es esencial una construcción equilibrada de párrafos: por norma general se puede afirmar que no tiene sentido redactar párrafos de apenas dos líneas, como tampoco lo tiene que ocupen una página completa.

PUNTOS DE PARTIDA

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Por último se detiene en la revisión de la forma. Aun cuando los problemas formales pueden ser de muy diversa naturaleza, la autora defiende detenerse en los más frecuentes. La única salvedad que hemos de plantear ahora es la justificación de la elección: ¿desde qué parámetros son los más habituales? Es aquí donde su propuesta resulta más limitada: no hay apenas consideraciones al plano léxico semántico y tres epígrafes tienen que ver con la organización lineal del discurso por más que la autora los plantee como cuestiones sintácticas. Nos detenemos en estos últimos: – El orden de las palabras tiene una influencia decisiva en el grado de ambigüedad de los textos. Se debe prestar especial atención a la ubicación de los complementos especificativos; además se han de evitar los incisos entre elementos correlativos y también la coordinación de verbos de régimen distinto. No nos queda claro por qué esta incorrección aparece en este capítulo: no es una cuestión de orden de palabras sino más bien de concordancia. – Los incisos los justifica solo en la medida en que resultan pertinentes desde un punto de vista informativo. Debe tenerse especial cuidado con ellos puesto que afectan directamente al grado de inteligibilidad del texto. – La longitud de las frases. Sin que a priori se pueda recomendar o rechazar una determinada longitud de la frase, nos recuerda que cuanto más extensa es, más riesgos hay de incurrir en errores de discordancia sintáctica y de caer en la oscuridad expresiva. No obstante, no se debe reducir el texto a una suma de frases simples inconexas, que hacen de él una suerte de telegrama extenso. Dos capítulos se centran en el nivel morfosintáctico. – La pasiva: la voz activa resulta directa y más inmediatamente comprensible. Por ello, aconseja evitar la pasiva en la medida de lo posible. – La corrección sintáctica. Su propuesta es poco exhaustiva ya que apenas se fija en tres problemas: los anacolutos, los problemas de correlación temporal y las frases incompletas. Por último, solo hay una referencia a problemas léxico semánticos: la combinatoria de palabras. De nuevo falta mucho que decir al respecto. Apenas y muy de pasada se fija en lo referido a las colocaciones léxicas inadecuadas y a las repeticiones léxicas: en relación con estas últimas no acaba de adoptar una postura demasiado clara. Al margen de estas tres propuestas cabe recordar otras aportaciones también interesantes. Sin duda, el mayor problema de todas ellas es su naturaleza generalista y poco precisa. En todo caso, proponen algunas ideas realmente atractivas, por lo que se hace oportuno recordar sus trazos más generales. Es el caso de Parra (2007), quien se fija en los procedimientos de revisión de traducciones. Aboga por establecer cuatro parámetros de revisión. Los relativos al contenido suponen garantizar la lógica conceptual, la exactitud de los datos y la precisión en el uso del lenguaje especializado. Los relativos al lenguaje implican respetar las restricciones propias de la norma y el uso de la lengua de llegada; asimismo, suponen tomar en consideración al destinatario, en lo que afecta a una elección adecuada del tono y el registro. Los relativos a la finalidad del texto de llegada abordan la cuestión de la fidelidad y de la integridad: ni adiciones ni omisiones. Los relativos a la presentación se fijan en cuestiones de maquetación y ortotipografía. Otro trabajo también muy conocido en el ámbito de la traducción es el de Mossop (2001), quien propone organizar la revisión desde cuatro parámetros: transferencia, contenido, lengua y estilo, y presentación. Solucionar los problemas de transferencia permite conseguir que la traducción

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sea un texto preciso y completo. Por su parte, los problemas de contenido implican que fijemos nuestra atención en cuestiones relativas a la lógica y a la coherencia conceptual. Al detenerse en la lengua y el estilo, la revisión persigue dotar al texto de fluidez y adecuación; además garantiza que el estilo usado sea acorde y natural en relación con el género textual del que se trate; seguidamente, mejora cuestiones asociadas con lo que denomina la mecánica del lenguaje: gramática, puntuación, etc. Por último, asocia la presentación a la tipografía, la imagen externa, etc. Sin ninguna duda, el problema detectado en las distintas propuestas en las que se clasifican errores propios de la escritura es de doble naturaleza: por un lado, su falta de exhaustividad; por otro, su poca solidez categorial. Creemos que se llega a ese estado de cosas por un acercamiento quizá demasiado subjetivo al problema: se carece de datos fiables que nos revelen cuáles son los verdaderos problemas de la redacción, especialmente los de los escritores noveles, a los que dirigimos trabajos como este2. Ocurre entonces que lo fiamos todo a nuestra intuición o a nuestra experiencia docente y en la práctica de la escritura. Pero resulta que ambas opciones no son buenas consejeras. Necesitamos saber algo más al respecto con el fin de crear una herramienta útil. Precisamente a ello nos llevamos dedicando varios años3. El objetivo ha sido la creación de un corpus en el que se recojan errores de expresión cometidos por escritores noveles en fase de formación. En la actualidad el corpus incluye en torno a 3.000 textos reales redactados por estudiantes de primer curso en la Licenciatura de Traducción e Interpretación impartida en la Universidad de Salamanca y que suponen algo más de 1,5 millones de palabras. Desde tal corpus, desarrollamos investigaciones y pautas de formación centradas en el proceso de la escritura. Una serie de razones invitan a pensar que se trata de un grupo de análisis ideal y representativo: la edad media (18-20 años) los incluye en el grupo de usuarios adultos. Además, manifiestan un nivel similar de dominio de la expresión escrita en lengua española: accedieron a la titulación merced a una prueba de acceso en la que tuvieron que redactar un texto en castellano. Por lo tanto, todos demostraron antes de empezar a estudiar en nuestro centro un nivel mínimo de competencia escritora. Finalmente, los trabajos recogidos en el corpus fueron redactados por los estudiantes durante su primer año de estudios. Merced a este corpus nos hemos propuesto en este volumen aportar una taxonomía de errores tanto en el nivel oracional como en el nivel discursivo, evaluar el grado de importancia de cada uno de los tipos de errores detectados en el entorno global de uso y plantear interpretaciones que expliquen la razón de su existencia. Para ello hemos seleccionado una parte de nuestro corpus. La muestra recoge 262 textos distintos correspondientes un total de 178 autores. La proporción de hombres/mujeres en el primer curso de la titulación es de 1 a 4. En nuestra muestra contamos con 141 mujeres y 37 hombres. En términos geográficos, la muestra es también representativa de las diferentes sensibilidades lingüísticas de nuestro país e incluso de fuera de España. La distribución diatópica de nuestros informantes es como sigue: área correspondiente a las hablas meridionales, 21; modalidad leonesa, 77; modalidad aragonesa, 5; modalidad castellana, 44; dominio del gallego, 10; dominio del euskera, 19; y dominio del catalán, 2. Por último, el corpus es adecuado también en términos de las modalidades textuales representadas. Así, en él se incluyen los siguientes géneros: biografía de un familiar, carta personal,

2. Los autores experimentados lo son precisamente porque ya no necesitan nuestra colaboración. 3. Los datos que ofrecemos a continuación ya los presentamos por vez primera en Bustos Gisbert (2006). Nos limitamos ahora a reproducir los más relevantes.

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carta solicitud de empleo, texto expositivo que evalúa la lectura de una obra literaria4, opinión personal sobre un ensayo5, relato corto y resumen de un texto científico6. La selección realizada ha permitido recopilar 3.200 fichas de error. Se han categorizado merced a una taxonomía creada desde el análisis de las primeras 440. Después, se ha ido perfilando y se ha demostrado su validez en la medida en que ha sido capaz de dar respuesta para el conjunto de las incorrecciones detectadas. De forma global, se pueden clasificar los errores descubiertos en cuatro grandes grupos: discursivos, de estilo y de registro, léxico-semánticos y morfosintácticos. En la tabla resumen indicamos junto a cada error su grado de importancia porcentual en el conjunto. Asimismo se apunta el valor parcial de determinados bloques de errores que son susceptibles de ser agrupados; tal agrupación está expresada en letra cursiva. Finalmente, se realiza una división global en cuatro grandes conjuntos de errores; su importancia porcentual se expresa en letra negrita: Errores de naturaleza discursiva

19,08%

Coherencia conceptual Representación textual Progresión informativa

5,57% 3,54%

Coherencia estructural Construcción de las partes Construcción de párrafos Construcción de enunciados Conexión discursiva

0,21% 1,47% 2,65% 5,38%

9,11%

9,71%

Coherencia extratextual

0,26

Errores de estilo y de registro Usos que no afectan al uso normativo Reiteración léxica Reiteración fonética y morfosintáctica Expresión innecesariamente compleja Inadaptaciones de registro Expresiones que afectan al uso normativo

32,61% 21,42% 16,05% 2,71% 1,86% 0,80% 11,19%

4. Textos literarios de los que emanan los trabajos: Corazón tan blanco, Crónica de una muerte anunciada, Días contados, El año del diluvio, El capitán Alatriste, El hereje, El jinete polaco, El maestro de esgrima, El túnel, Escenas de cine mudo, La casa de Bernarda Alba, La lluvia amarilla, La pasión turca, La piel del tambor, Las visiones de Lucrecia, El maestro de esgrima, Mañana en la batalla piensa en mí, Novela de Andrés Choz, Territorio comanche, Tiempo de silencio, Tonto, muerto, bastardo e invisible, Jardín de Villa Valeria y Volver a casa. 5. Textos escogidos: El planeta americano y La cocina de la escritura. 6. Texto escogido: El cambio en las lenguas, ¿progreso o decadencia?

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Errores en el plano oracional de la expresión: nivel léxico semántico Imprecisión semántica Léxico aproximado Coloquialismos y proformas Redundancias semánticas Absurdos semánticos Incorrección léxica Cruces formales Incompatibilidades léxicas Extranjerismos léxicos

11,51% 2,62% 1,37% 1,25% 6,87% 4,10% 2,59% 0,18%

Errores en el plano oracional de la expresión: nivel morfosintáctico Verbo Preposiciones Concordancias Pronombres Conjunciones Orden de palabras Determinantes Barbarismos sintácticos Otros

23,62%

16,75%

24,69%

5,8% 5,4% 3,38% 2,56% 2,43% 2,23% 1,81% 0,99% 0,08%

De acuerdo con los datos obtenidos, debemos destacar en primer lugar el hecho de que los cuatro grandes niveles de categorización originan problemas de redacción en un grado razonablemente parecido. Los capítulos once a catorce de este trabajo los dedicamos a analizar la importancia relativa de cada grupo de error y a buscar explicaciones para su aparición. 10.3. Procedimiento de revisión Llamamos la atención del lector sobre el hecho de que los errores del nivel macro de la composición suman algo más del 51% de todos los reunidos en el corpus. Por ello, no podemos reducir la tarea revisora a garantizar exclusivamente la precisión lingüística, sino que se hace necesario plantear una rutina de revisión que tenga en cuenta todos los planos. Para ello, no es indiferente tomar en consideración la importancia relativa de los errores detectados en nuestro corpus. Indicamos el tipo de error y su porcentaje de frecuencia:

PUNTOS DE PARTIDA

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Reiteración léxica y fonética

16,05

Pronombres

2,56

Léxico aproximado

11,51

Conjunciones

2,43

Expresiones que afectan al uso normativo

11,19

Orden de palabras

2,23

Verbo Representación textual Preposiciones Conexión discursiva Cruces formales

Expresión innecesariamente compleja

1,86

Determinantes

1,81

5,4

Construcción de párrafos

1,47

5,38

Redundancias semánticas

1,37

Absurdos semánticos

1,25 0,99

5,8 5,57

4,1

Progresión informativa

3,54

Barbarismos sintácticos

Concordancias

3,38

Inadaptaciones de registro

Reiteración sintáctica y morfológica

2,71

Coherencia extratextual

Construcción de enunciados

2,65

Construcción de las partes

0,21

Coloquialismos y proformas

2,62

Extranjerismos léxicos

0,18

Incompatibilidades léxicas

2,59

Otros

0,08

0,8 0,26

Hemos de tener en cuenta estas frecuencias relativas a la hora de organizar el trabajo en la formación de nuestros estudiantes. En un sentido, además, de desarrollo de conciencia de error y de riesgo en la construcción. El aprendiz ha de saber dónde se encuentran los mayores riesgos y dónde ha de poner especial atención en su propio trabajo. Sobre la base de una taxonomía de 28 errores en total, apenas siete (con una frecuencia superior al 5%) representan más del 60% del corpus. No podemos ser ajenos a este hecho. No podemos perder de vista que no todos los problemas de expresión son iguales. Por esa razón, debemos racionalizar los esfuerzos en la fase de la revisión, que resulta sin duda la más complicada de la experiencia escrita. Y esa racionalización de esfuerzos ha de tener su efecto también en la enseñanza de la escritura. Por último, y desde una perspectiva didáctica, cabe plantear un rutina que permita el escritor novel decidir por dónde debe empezar, por dónde seguir y por dónde terminar al revisar un texto. La frecuencia de error no es el mejor argumento a la hora de decidir el orden en el que trabajar. La razón es sencilla: determinadas operaciones de revisión tienen efectos en otras. Así, por ejemplo, podríamos pensar a la vista de la importancia relativa de los errores que lo mejor sería comenzar por eliminar todas las repeticiones que hay en un texto; sin embargo, puede suceder que, más adelante en el proceso, los cambios resultado de solucionar otras incorrecciones generen a su vez nuevas repeticiones, que no serían detectadas puesto que ya habríamos superado esa fase del trabajo. Es razonable, por ello, plantear una forma de actuar que evite en lo posible tener que revisar un mismo problema en más de una ocasión. Para ello, se hace imprescindible adoptar una organización del trabajo orientada de lo general a lo particular. Y que al mismo tiempo considere la taxonomía de errores que hemos propuesto más arriba. Esquemáticamente, sería de la siguiente manera:

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

Esta propuesta garantiza orden y exhaustividad. Desde el primero permitimos que unas correcciones puedan hacer desaparecer errores, y no al revés. Al comenzar por el nivel de la coherencia discursiva puede ocurrir, y de hecho así sucede, que los ajustes realizados eliminen muchos problemas locales, y que dejarán de tenerse en cuenta en las fases siguientes. En segundo lugar, la precisión normativa debe preceder siempre a la estilística, con el objeto de que los cambios lingüísticamente necesarios ocurran antes del ajuste estilístico. Solo cuando el texto es correcto podemos plantear que también sea adecuado, y para ello se hace imprescindible la fase tres de nuestra propuesta. Y el procedimiento también debe ser exhaustivo. El escritor debe prestar atención a todas las cuestiones susceptibles de provocar problemas de redacción. La cantidad de tiempo y la forma de hacerlo dependerá de su pericia. Ya lo apuntamos en su momento: no todos revisamos de la misma manera. Nuestra habilidad correctora crece pareja a nuestra competencia escritora porque forma parte de ella. Por ello, el principiante deberá pasar por cada uno de los estadios marcados, mientras que el experimentado se podrá permitir afrontar varios de manera simultánea. Veamos un caso en el que se pidió a un estudiante que escribiera una descripción de un familiar; el texto entregado no fue apenas revisado: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. Isabel tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es relativo porque depende de quién lo pronuncie. Mi hermana fue diseñadora de interiores en Nueva York. Pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente a su familia. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Además mi hermana siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. para su familia española, nosotros. En sus estancias aquí le hace algunas tareas del hogar a mi madre.

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PUNTOS DE PARTIDA

Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé el suelo del baño y ella se enfadó. A pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

El borrador es manifiestamente mejorable. Empezaremos con las cuestiones referidas a la coherencia estructural. Interpretamos el texto en cuatro partes que se corresponden con cuatro párrafos: apariencia física, familia, virtudes y defectos, y tipo de relación establecida: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C.

Párrafo 1a

Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M.

Párrafo 2a

Isabel tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es relativo porque depende de quién lo pronuncie.

Párrafo 1b

Mi hermana fue diseñadora de interiores en Nueva York. Pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente a su familia.

Párrafo 2b

El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Además mi hermana siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí.

Párrafo 4a

Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. para su familia española, nosotros. En sus estancias aquí le hace algunas tareas del hogar a mi madre.

Párrafo 3a

Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé el suelo del baño y ella se enfadó. A pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así.

Párrafo 3b

Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Párrafo 4b

Tenemos, por tanto, una primera corrección: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Isabel tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es relativo porque depende de quién lo pronuncie. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. Mi hermana fue diseñadora de interiores en Nueva York. Pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. para su familia española, nosotros. En sus estancias aquí le hace algunas tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé el suelo del baño y ella se enfadó. A pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Entonces yo la

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admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Además mi hermana siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

El párrafo cuatro es el que presenta la información más desordenada. Veamos cómo podemos reorganizarlo: El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además mi hermana siempre ha sido muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

No se observan apenas problemas de representación textual ni de coherencia extratextual. Tan solo, un error en el párrafo cuatro: El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además mi hermana siempre ha sido era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Pasamos, pues, a ajustar cuestiones vinculadas a ambigüedad, pertinencia y redundancia. El texto tiene exceso de redundancia, lo que supone que hemos de eliminar parte de él (el texto está tachado) y hacer los ajustes correspondientes (aparecen en versalita): Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Isabel tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es relativo porque depende de quién lo pronuncie subjetivo. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. Mi hermana fue diseñadora de interiores en Nueva York. Pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. para su familia española, nosotros. En sus estancias aquí le hace algunas tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé el suelo del baño y ella se enfadó. A pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres, mi madre y mi hermana. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además mi hermana siempre era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Esta es la tercera versión del texto una vez hemos terminado de corregir errores de coherencia: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es subjetivo. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. fue diseñadora de interiores en Nueva York. Pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. para nosotros. En sus estancias le hace algunas

PUNTOS DE PARTIDA

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tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé el suelo del baño y ella se enfadó. A pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además siempre era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Nos toca detenernos en la precisión normativa, que nos permite corregir errores locales: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es subjetivo. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. Fue diseñadora de interiores en Nueva York, Pero pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse plenamente exclusivamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su continua permanente disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde E.E.U.U. ee.uu. para nosotros. En y en sus estancias le hace algunas tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez empapé encharqué el suelo del baño y ella se enfadó. Sin embargo, a pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además siempre era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal de mujer. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Esta es nuestra cuarta versión: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es subjetivo. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia. Sus hijos se llaman J. y M. Fue diseñadora de interiores en Nueva York pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse exclusivamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su permanente disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde EE.UU. para nosotros y en sus estancias le hace algunas tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez encharqué el suelo del baño y ella se enfadó. Sin embargo, a pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además siempre era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal de mujer. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

Proponemos solo algún cambio de registro en el párrafo uno: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es obviamente subjetivo.

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Y terminamos ajustando las reiteraciones puesto que no identificamos ninguna expresión innecesariamente compleja. Aparece una en el párrafo dos: Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él una familia un hogar. Sus hijos se llaman J. y M. Fue diseñadora de interiores en Nueva York pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse exclusivamente a su familia.

Terminada la revisión, este sería el texto definitivo: Mi hermana mayor se llama Isabel A. C. Tiene el pelo oscuro y la tez clara. Es alta y viste elegantemente. Es muy guapa aunque este juicio es obviamente subjetivo. Isabel está casada desde hace 6 años con un inglés y ha formado con él un hogar. Sus hijos se llaman J. y M. Fue diseñadora de interiores en Nueva York pero tuvo que abandonar esta profesión para dedicarse exclusivamente a su familia. Dentro de sus cualidades destacan su generosidad y su permanente disposición a ayudar. En Navidades viene cargada de regalos desde EE.UU. para nosotros y en sus estancias le hace algunas tareas del hogar a mi madre. Lo que no me gusta de ella es que en ocasiones es demasiado perfeccionista y no comprende los errores ajenos. Por ejemplo, una vez encharqué el suelo del baño y ella se enfadó. Sin embargo, a pesar de sus defectos la quiero un montón y me siento muy afortunada de tener una hermana así. El hecho de que ella me saque 14 años ha condicionado considerablemente nuestra relación. Cuando yo era pequeña pensaba que tenía dos madres. Me llamaba «Chufi», me escribía cartas desde el extranjero y a menudo se hacía cargo de mí. Además siempre era muy cariñosa conmigo. Entonces yo la admiraba mucho porque ella representaba mi ideal de mujer. Espero que en el futuro nos sigamos entendiendo tan bien.

El texto revisado tiene una extensión de 231 palabras frente a las 246 de la primera versión. 10.4. Revisión, estilo, competencia estilística y transparencia textual El estudio del estilo se ha asociado habitualmente a los estudios literarios. No obstante, es importante recordar que una larga tradición de lingüistas y pensadores se han preocupado por él, trascendiendo en numerosas ocasiones los límites de la literatura. Así, Bally, proporciona carta de naturaleza lingüística a la estilística. En su tratado Precis de Stylistique (1905), el discípulo de Saussure afirma que se preocupa del valor expresivo de los rasgos sintácticos y semánticos. Su paso siguiente, en el conocidísimo Tratado de estilística francesa (1909), será el afirmar que el estudio del estilo tiene que ver con el de la expresión de la afectividad y de la subjetividad. Es importante recordar que el concepto de estilo en Bally en absoluto se asocia a la literatura. Todo acto de habla tendrá, para él, valor expresivo. Cómo se lo proporciona cada hablante o cada grupo de hablantes será efecto del estilo utilizado. Desde este punto de partida, los estudios vinculados a la literatura van asociando el concepto al de expresión individual. Así, Marouzzeau (1935) define el estilo como el resultado de elegir entre varias alternativas más o menos intercambiables con el fin de dar con una forma expresiva particular y propia. Por su parte, Croce (1902) entiende la expresión lingüística y literaria como el resultado de un proceso intuitivo. Sin embargo, añade un concepto esencial: todo estilo general tiene intención estética. En opinión del pensador italiano, el interés estético también puede dominar la expresión no literaria. Spitzer (1980) da un paso más y defiende que el estilo es manifestación externa de la psicología del autor literario: en otras palabras, nuestra forma de expresión viene condicionada por la configuración de nuestra mente. Sin embargo, más adelante abandona la postura psicologista para defender que el estudio del estilo literario

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tendrá que ver con el análisis de lo que sean desvíos con respecto de la lengua ordinaria. En esta línea se sitúan también Spencer y Gregory (1974), quienes lo definen como una forma expresiva individual, como un uso particular que contrasta con el uso genérico del idioma. Estilo, pues, implica conciencia de un norma a la vez que posibilidad de apartarse de ella. A estas actitudes han de añadirse las percepciones que se nos ofrecen desde los estudios discursivos específicamente centrados en los textos no literarios. Sin duda, la primera aportación, aunque no estrictamente desde el análisis del discurso es la de Hill7, para quien el estilo se compone de rasgos lingüísticos que exceden los límites oracionales. Si seguimos a Núñez (1993) la Competencia Estilística debe entenderse como la capacidad de escoger la forma expresiva más adecuada al contenido del texto y a las intenciones del enunciador. Para Sandig y Selting (2000) el estilo es el resultado de elegir entre las variantes disponibles a la hora de formular un discurso. Habrá rasgos del estilo de naturaleza léxica, sintáctica, fonológicos/ grafemáticos, retóricos y pragmáticos. A esta lista hay que añadir, necesariamente, rasgos discursivos. La elección estilística, añaden, se convierte en una vía merced a la cual se simplifica el proceso de interpretación8. Las elecciones estilísticas, concluyen, no son del todo libres en términos discursivos. Entre otras cosas porque a menudo los estilos están tipificados o convencionalizados según qué géneros textuales o qué entornos de comunicación: pensemos por un momento en el llamado estilo científico o en el estilo periodístico respectivamente; no obstante, otros géneros textuales pueden permitir la propuesta de estilos más creativos: por ejemplo, el ensayo. Así pues, la investigación sobre el estilo pasa en términos discursivos por una descripción mucho más exhaustiva de los géneros textuales, de la que aún desgraciadamente carecemos. Solo conociéndolos podremos interpretar los estilos a ellos asociados y en última instancia decidir si los autores están ciñéndose a ellos o estableciendo variaciones sobre el modelo expresivo previsible, si es que este existe. Por tanto, el estilo no debe entenderse como desviación o alteración de la frecuencia normativa. Se trataría de una actualización de una forma expresiva entre distintas opciones posibles. Tal hecho se manifiesta en dos niveles: en el plano lingüístico, a través de una selección y una combinación concretas, a menudo asociadas a un determinado lenguaje especializado; y en el plano textual, mediante una configuración discursiva asociada a un tipo y a un género específicos. Veamos dos ejemplos: en ambos casos, el propósito de los autores ha sido redactar una ruta turística con el fin de animar a los lectores a realizarla. Por tanto, coinciden básicamente en intenciones y contenido. Este es el primero: Ruta por las cercanías de Olot (Girona) * Clasificación: Bicicleta de montaña. * Localización: Provincia de Girona. * Punto de Salida: Hostalets de Bas, a unos 8 kms. de Olot. * Distancia: 25 km. aprox. (90% ciclable). * Descripción: Dejamos el coche en la bonita población de Hostalets de Bas, debajo de los típicos balcones de madera. Nuestra ruta se inicia en la primera calle a la izquierda. Salimos del pueblo, en menos

7. Citamos por Levin, 1974. 8. En términos sociolingüísticos, se habla de estilo «para hacer referencia a los usos lingüísticos que

se definen en función de la situación y del contexto comunicativo» (Moreno, 1998: 92). Es, por tanto, un concepto bien cercano al de registro, tal y como lo definíamos en el capítulo anterior. En el fondo, no está muy lejos de la propuesta de Sandig y Selting.

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de 1 km encontramos una pista a nuestra derecha, que debemos tomar, lleva a La Coromina, el principio es de tierra, pero enseguida es de porlant. Se inicia una fuerte subida de unos 4 km (400 m de desnivel) todo por la pista de porlant. Cuando llegamos arriba, encontramos una cadena (normalmente cerrada) y justo después de esta cadena, a la derecha, una verja de hierro, que debemos abrir y seguir por la pista entre los prados, dejando las casas de La Coromina a nuestra izquierda. Ahora el camino es llano y transcurre por unos prados con una magnífica vista de los Pirineos al fondo. Encontraremos dos pistas que se unen a nuestro camino por la izquierda, pero que debemos dejar. Al final de la pista encontramos una masía abandonada «Pibernat» y finaliza la pista. Debemos pasar por el medio de las dos casas y se inicia un camino. A unos 50 m de la casa encontramos una fuente, seguimos el camino hasta encontrar una verja, que la pasamos, y a unos 50 m a la derecha, hay el desvío para llegar al refugio de Sant Miquel de Falgas, donde tenemos una espléndida vista sobre La Vall de Bas. Retrocedemos hasta el desvío y seguimos dirección Joanetes. A partir de aquí todo es bajada. Hay algún trozo con trialeras bastante técnicas, y otras para hacer a pie, pero es una bonita bajada. Cuando finaliza el camino, llegamos a una masía, y encontramos una carretera que nos lleva hasta Can Trona, y después hasta Hostalets. Si necesitáis más referencias o decidís hacerla, escribidme. Tengo muchas rutas por la provincia de Girona, si os interesa alguna en concreto, escribid. www.amigosdelciclismo.com/rutas/catalunya/girona/sant_miquel_de_falgas/home.htm. Último acceso: 31/12/12

En este caso y con independencia de las deficiencias expresivas evidentes y que hemos mantenido por respeto al texto original, el autor ha optado por seleccionar una modalidad estilística previsible y que se asocia al género de la ruta turística, construido sobre la base de una secuencia de naturaleza instructiva. Se caracteriza por una representación imperfectiva de la información; esta se ordena a partir de argumentos de naturaleza temporal. Al mismo tiempo, la expresión está muy verbalizada con el objeto de destacar las acciones que configuran la tarea-ruta; no obstante, la adjetivación o modificación es bastante frecuente para garantizar que se identifican los espacios incluidos en la ruta. Por último, y de acuerdo con el género seleccionado, no se detectan voces textuales más allá del emisor y el destinatario. Comparémoslo con el texto siguiente: Las rutas del Pla de l’Estany El maquis designa un lugar secreto donde se escondían los miembros de la resistencia francesa que luchaban contra los nazis. Entre ellos se encontraban españoles y catalanes que habían huido del régimen de Franco después de la Guerra Civil. Acabada la II Guerra Mundial, decidieron afrontar otra aventura: penetrar en la península Ibérica y plantar cara al régimen. Éstos serán conocidos como «maquis». En un principio, intentaron la vía de la invasión militar. Así entraron por la Vall d’Aràn pero pronto vieron fracasar su intento. Fue entonces cuando se convirtieron en auténticos guerrilleros. Los maquis utilizaron nuestra comarca como zona de paso. El Pla de l’Estany es un cruce de caminos, y ellos atravesaban nuestro territorio después de haber penetrado por la frontera francesa de camino hacia lugares más seguros, a ciudades como Girona o en dirección a Barcelona. Entraban en grupos poco numerosos, de dos a cuatro personas, a veces alguno más. Iban provistos de ropa de excursionista y con mochilas. Llevaban documentación falsa confeccionada en algún taller clandestino de Francia y, casi siempre, iban armados con pistolas. Uno de los puntos clave en este ir y venir de los maquis, fue el municipio de Vilademuls. El maquis entraba en la comarca por el pueblo de Orfes, aquí tenían el primer contacto con payeses que les daban comida y también información del camino a seguir. En Orfes hacían noche junto a la esclusa y se enteraban de que las carreteras principales estaban muy vigiladas y que lo que había que hacer era seguir por caminos vecinales o campo a través.

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Siguiendo el paisaje suave de Vilademuls, los maquis marchaban hacia Galliners donde tenían la dirección de una masía donde les daban soporte. Atravesaban campos y bosques hasta encontrarse con un hombre a la entrada de Galliners. Le preguntaban por la casa que estaban buscando y éste les hacia cruzar todo el pueblo. Se quedaban unos instantes mirando la imponente planta de la iglesia de Sant Julià. A mano izquierda se veía la reja de un limpio y ordenado cementerio. La masía de Galliners donde se hospedaban, al igual que muchas otras de la comarca que les daban cobijo, estaba ocupada por un campesino favorable a la causa de la república. Aquí se les informaba de que la Guardia Civil de los cuarteles de Bàscara y de Banyoles habían redoblado las patrullas de vigilancia y, quizás, de que en Vilafreser, unos días antes habían detenido a unos que procedían de Francia y se dirigían a Girona. Los grupos solían dividirse en dos, unos hacían el camino hacia Terradelles, y otros se dirigían hacia Vilamarí. Los que salían hacia Terradelles lo hacían antes de que clarease. Aún obscuro, atravesaban el pueblo de Vilademuls y podían oír, muy cerca del arco romano de la entrada, el ladrido de los perros. Iban caminando y pronto se hallarían en un cruce de caminos. podían ver el nombre de Orriols y hacia ahí se dirigían. Pero, algunas veces, alguien había alertado de su presencia a la Guardia Civil de Bàscara, que los esperaba justo en el linde de la comarca, y mientras los detenían podían ver el perfil inconmensurable del Castillo de Orriols. Los otros grupos que estaban a punto de llegar a Vilamarí, podían contemplar desde la colina el campanario de la iglesia de Santa María. Poco a poco se iban acercando y cruzaban este pueblo de viejas piedras y regusto rural. Después seguían los caminos de los dos Pujals, de Pujals dels Pagesos y de Pujals dels Cavallers. Antes de llegar a Cornellà del Terri decidían no cruzar el pueblo, ya era de día y había que aumentar las medidas de seguridad. Rodeaban el pueblo por campos y caminos de tierra hasta encontrar el indicador de la carretera de Rabós del Terri. En Rabós veían el perfil del Castillo que, desde su atalaya, señoreaba el llano. Los guerrilleros llegarían a otra casa de confianza. Pero, posiblemente en alguna ocasión, su ocupante tenía miedo. Les explicaría que días antes habían detenido a un grupo de payeses de Sant Andreu a los cuales habían acusado de ser una red de soporte a los maquis y que ahora todos están en prisión. Les diría que ya había pasado sus propias calamidades y que no podía ayudarles más. Entonces, los maquis continuaban hasta Sant Andreu. Su objetivo era llegar a Girona y contactar con unos elementos anarquistas de la capital... Pero en el cruce de Medinyà los esperaría la Guardia Civil. Otra variante de la ruta sería, sin duda, la zona que abarca la Sierra de Rocacorba. Esta sierra ofrece unas condiciones más que favorables para el asentamiento de grupos guerrilleros durante una buena temporada. La Guardia Civil lo sabía, y por ello, hacia continuas batidas por esta área. Pero el paisaje agreste y la densidad del bosque facilitarían la tarea de los maquis, que sabrían ocultarse cuando iban mal dadas. En Rocacorba los grupos guerrilleros tenían contactos con payeses de la zona de Canet d’Adri, de Granollers de Rocacorba i también de La Mota, y, de cuando en cuando, bajaban hasta el prat de Sant Nicolau (Paraje en el camino de Rocacorba) para recoger ropa y comida que les llevaban desde Banyoles. Desde Rocacorba los grupos seguirían su camino hasta otros objetivos, hacia Girona o hacia Barcelona. Uno de los puntos clave de esta ruta sería, precisamente, el Mas Clarà de la Mota, un lugar que desde el inicio de las incursiones de los maquis les había servido de acogida. El Mas Clarà fue el último refugio de un guerrillero mítico: Quico Sabaté, la Guardia Civil le había seguido la pista y cercó la casa. Después de un fuerte enfrentamiento, Sabaté fue el único que consiguió huir y se internó, nuevamente, por los contrafuertes de la Serra de Rocacorba. Al cabo de poco tiempo moriría en manos de un somatén en Sant Celoni. www.spainmountains.com/verdetaller.asp?cod=448. Último acceso: 31/12/12

Ahora, el autor ha optado por efectuar una indirección estilística; para ello, ha adoptado un género textual menos previsible para la información y la intención manejadas, y que es el relato: la base discursiva del mismo será la secuencia narrativa. El resultado estilístico tendrá estas

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características: la importancia de la construcción temporal, la configuración de la historia sobre la base de voces textuales (que aquí son maquis, payeses, Guardia Civil, guerrilleros, Quico Sabaté, somatén...), la inserción de enunciados en los que se indican las circunstancias de la narración, etc. El contenido directivo, correspondiente a la ruta turística propuesta, no se proporciona de manera directa: el lector ha de deducirlo del relato. Evidentemente, en cualquiera de los dos ejemplos anteriores se podría haber optado por otras alternativas estilísticas. Esto no significa, sin embargo, que existan formas expresivas intercambiables sin más, puesto que cada una de ellas provoca efectos diferentes. Las elecciones nunca son aisladas, en tanto que cada forma expresiva impone al destinatario una vía específica de interpretación. Las preferencias de estilo tienen como función principal servir de indicadores para guiar la interpretación. De hecho, un cambio estilístico implica, normalmente, una variación de significación interna. Por último, parece oportuno recordar que vinculado al concepto de estilo está el de transparencia textual (Núñez, 1993). Nos encontramos ante el objetivo prioritario de la escritura textual no literaria. Es el resultado del esfuerzo realizado por el autor con el fin de garantizar una correcta interpretación de sus intenciones por parte del destinatario. Implica una adaptación adecuada de los medios lingüísticos a tales intenciones. Por tanto es una variable que se mide desde la perspectiva de la recepción del lenguaje. Un texto será más transparente cuando exija un esfuerzo de descodificación imprescindible y en plena consonancia con las intenciones del autor. De ello no se debe inferir que un texto es más transparente en la medida en que puede ser comprendido por más destinatarios. Pongamos un ejemplo. Se trata de un artículo de nuestro Código Penal: TITULO I De la infracción penal CAPITULO I De los delitos y faltas Artículo 11. Los delitos o faltas que consistan en la producción de un resultado sólo se entenderán cometidos por omisión cuando la no evitación del mismo, al infringir un especial deber jurídico del autor, equivalga, según el sentido del texto de la Ley, a su causación. A tal efecto se equiparará la omisión a la acción: a) Cuando exista una específica obligación legal o contractual de actuar. b) Cuando el omitente haya creado una ocasión de riesgo para el bien jurídicamente protegido mediante una acción u omisión precedente.

El texto, a priori, exige a nuestro lector un esfuerzo evidente de interpretación. ¿Implica esto que no es transparente? Y, sin embargo, es una ley, por lo que la falta de claridad sería aún más condenable. Para alcanzar una respuesta satisfactoria debemos modelar adecuadamente la figura del destinatario previsto para el texto. Hay quien podría argumentar que debería tratarse de cualquier español: «el desconocimiento de la ley no exime de su cumplimiento» afirma un dicho bien conocido; si es así, exijamos que se nos juzgue por leyes comprensibles para todos. Sin embargo, el jurista nos dirá que el código no se redacta pensando en el ciudadano medio, sino en el legislador que lo aplica. La redacción, pues, ha de ser transparente en primer lugar para aquel al que encargamos que imparta justicia. La prolija redacción no lo es tanto para el profesional de la justicia, perfectamente acostumbrado a esa modalidad expresiva. Esa forma de escritura nace de un propósito bien definido; de una intención, que decíamos más arriba: evitar que la correcta interpretación del texto jurídico descanse en la subjetividad individual. Por lo tanto, desde el punto de vista de la intención y del receptor previsto, el texto sí es transparente.

Capítulo 11 LA REVISIÓN DISCURSIVA

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os problemas de redacción recogidos en esta parte son aquellos a los que tradicionalmente se ha prestado menos atención en los estudios sobre construcción textual. Al mismo tiempo, son los que han padecido una interpretación más subjetiva e impresionista, por lo que las conclusiones a las que se ha llegado son en muchas ocasiones más que discutibles. Los problemas de naturaleza discursiva reúnen el 19,08% de los errores clasificados con nuestro corpus de trabajo. Se dividen en tres grupos, si bien el tercero, correspondiente a la coherencia extratextual, supone solo un 0,26% del total. Por ello, no nos detendremos en él. Los dos restantes se reparten casi al cincuenta por ciento. La coherencia conceptual tiene una presencia del 9,11%, que se distribuye de la siguiente manera: el 5,57% corresponde a la representación textual y el 3,54% a la progresión informativa. Dentro de la primera, la construcción de tiempo recoge un 2,5% y la de persona otro 2,5%; la de espacio, en cambio, se limita al 0,57%. Los problemas de estructura informativa se reparten en ambigüedades (2,03%), redundancias (1,01%) y errores de pertinencia (0,5%). Por su parte, la coherencia estructural supone el 9,71%, distribuido en cuatro grandes bloques. El menor es el relativo a la construcción de la estructura de partes, que supone un 0,21%. Mayor relevancia tienen los problemas en el diseño de los párrafos, un 1,47%. Los errores se agrupan en cinco grupos: párrafos frase, párrafos innecesariamente extensos, párrafos heterogéneos, párrafos incoherentes y párrafos acumulativos. Los errores en la construcción de enunciados suponen un 2,65% y se reparten en tres opciones diferentes: enunciados excesivamente extensos, ritmo sincopado y enunciados conceptualmente heterogéneos. Finalmente, el mayor número de errores de coherencia estructural, un 5,38%, se acumula en problemas vinculados a la conexión discursiva. Dentro de este grupo distinguimos tres ámbitos a la hora de categorizar las incorrecciones. En primer lugar están los errores en el uso de conectores (0,6%); en segundo término se encuentran los relativos a la relación entre enunciados (2,40%); y, por último, los problemas de puntuación dentro de los márgenes del enunciado (2,38%). Dentro de los errores referidos al uso de conectores, nos detendremos en la invención de conectores, el uso de pseudoconectores y el uso inadecuado de conectores intraoracionales. Por lo que toca a la puntuación dentro de los márgenes del enunciado, prestaremos atención a las inversiones de orden, a los problemas en la unión de la oración principal y la subordinada, y a la configuración de enumeraciones.

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11.1. Errores de coherencia conceptual: representación textual El texto, lo hemos dicho, construye una realidad. Debemos revisar si esa construcción es coherente en los tres planos afectados: tiempo, persona y espacio. La frecuencia de aparición de incorrecciones se divide casi al 50% entre las dos primeras, mientras que las referidas al tercer grupo son mucho menos habituales. 11.1.1. Construcción del tiempo Se trata de verificar la lógica interna en la configuración temporal. La revisión se hace tanto más exigible cuanto mayor es la incidencia de la construcción temporal en el tipo de texto del que se trate. Por ello, será especialmente importante en aquellos de naturaleza secuencialmente narrativa. El error más frecuente tiene su origen en el hecho de que es generalizada entre los escritores noveles la convicción de que la alternancia pasado/presente da variedad al texto, cuando en realidad genera una evidente incoherencia temporal. En el ejemplo siguiente, los estudiantes debían continuar una narración planteada en el pasado. La primera línea, en cursiva, forma parte de las instrucciones del trabajo y marca esa temporalidad pasada. El resto del texto, continuación de la historia, incumple sistemáticamente la coherencia temporal. Destacamos en letra versalita todos los verbos que formalizan en presente, y en versalita y cursiva los que lo hacen en pasado1: … El sonido de los frenos inundó la mente del joven instantes antes de perder el conocimiento… Tras unos segundos durante los que la noche parece en calma, como si nada hubiera sucedido, el conductor del vehículo siniestrado rompe el absoluto silencio al bajar del coche y recriminar a Fernando que se hubiera cruzado en su camino. Enfurecido como estaba, no se percató de que éste aún permanecía con el cuerpo inmóvil, caído en el suelo. Gritaba como si todo hubiera sido culpa de aquel muchacho que apareció de pronto, en mitad de la calle, salido de la nada, sin reconocer que había sido él quien circulaba a una velocidad que superaba con creces la permitida. Y no fue hasta que vio llegar a la policía y a la ambulancia, que se percató del verdadero estado del chico. Y en ese momento sintió miedo… Los policías que rodeaban al conductor y le agobiaban con preguntas sobre lo sucedido, entorpecían el ir y venir de los médicos que trataban de salvar la vida de Fernando. Tras unos minutos de tensión y peligro consiguen estabilizar sus constantes y le hacen trasladar a un hospital aún en estado muy grave. Mientras se llevan al culpable del accidente a comisaría para seguir interrogándole, el reloj de la catedral marca las doce y media. En un pueblo no muy lejos de allí, una mujer recibe angustiada una llamada del hospital. Le avisan del accidente sufrido por su hijo y del lamentable estado de salud de éste, si bien se le asegura amablemente que los médicos harán por él todo lo que esté en sus manos. Y en ese momento la mujer sintió miedo… Los días van sucediéndose y afortunadamente la salud de Fernando mejora considerablemente hasta que, pasada una semana, los médicos le creen completamente recuperado. Durante este tiempo, tumbado en una cama de hospital el muchacho ha tenido grandes momentos de

1. Al tratarse de ejemplos de textos reales no hemos hecho más adaptaciones que las que permitan una completa comprensión. En tales casos, los cambios se marcan entre corchetes. La palabra o conjunto de palabras sobre las que queremos llamar la atención se destacan normalmente en letras versalitas. El resto del texto original se ha respetado escrupulosamente con independencia de que incluyera algún otro error y fuera este de la naturaleza que fuera. Así sucede en todos los ejemplos que hemos incluido a lo largo de este trabajo.

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reflexión y tomado una importante decisión. Está convencido de que, a pesar de que el accidente había quedado en un simple susto, la vida en la ciudad no está hecha para él. De tal manera que al día siguiente, de nuevo en su pequeño pueblo y rodeado de su familia, devolvió a su padre la bufanda que había heredado en el momento de su partida, cuando decidió hacer vida propia lejos de ellos. Y en ese momento al fin se sintió seguro…

Especial atención se debe prestar a los errores derivados de una formulación en presente histórico. Como modelo expresivo del resumen puede resultar incorrecto en el sentido de que se duda entre la expresión atemporal en presente y la formulación en pasado en tanto que los hechos narrados suceden en periodo anteriores al momento de la elocución: Capítulo 13. El tocayo de Tolstói Por primera vez en toda la novela, alguien, León Zaldívar, es capaz de retar a Bevilacqua en el terreno que controla: la cultura general, pero más precisamente sobre autores importantes de obras reconocidas. En este caso ha sido con la novela Guerra y Paz de León Tolstói, la cual dice Bevilacqua no haber acabado de leer por aburrimiento. A pesar de no demostrarlo demasiado, el sargento siempre se ha sentido un poco por encima de los demás, y eso le daba seguridad. A la hora de analizar el comportamiento de Zaldívar frente al interrogatorio, Bevilaqua no consigue sacar nada en claro ya que la astucia y el ingenio de este han sido capaces de confundirle.

Con independencia del resto de imprecisiones, llamamos la atención del lector sobre la incorrección en la configuración temporal. Cuando se decide optar por el presente histórico para condensar el contenido de un capítulo de la novela El alquimista impaciente, de Lorenzo Silva. Nótese la incoherencia de la construcción, que debería haber sido detectada en una revisión. 11.1.2. Construcción de la persona Habrá que comprobar si se han representado correctamente las distintas voces que configuran el texto. La revisión se debe hacer en los tres niveles básicos. Sin embargo, como de la representación del destinatario ya nos ocuparemos en la sección referida al registro, nos fijaremos ahora especialmente en lo que afecta a la configuración del emisor y de las voces citadas. El primer error que interesa destacar es la denominada sobrerrepresentación de las voces. Se trata de una representación redundante del emisor, del destinatario o de las voces citadas en el texto. No obstante, lo más normal es que sea la voz del yo la que resulta afectada: Espero que vengas relajado y de buen humor porque te tengo que dar una mala noticia: tus plantas están muertas. Yo no tengo la culpa, yo las regaba todos los días, les quitaba las hojas secas y las abonaba.

En lo que toca a la presentación del yo los errores más frecuentes se asocian a las inconsistencias en la forma lingüística seleccionada. En el primer ejemplo que ofrecemos el autor optó por una representación basada en la primera persona del plural: es el llamado plural del modestia. Sin embargo, en un momento dado la sustituye por otra formalizada en segunda persona del singular: Apreciamos más los bienes que poseemos que las cosas que nos rodean como nuestra familia y nuestros amigos, que, sin ninguna duda, valen más que cualquier otra cosa y que no puedes adquirir con dinero. Ese es el problema, estamos tan obsesionados con llegar a más que no valoramos lo que ya tenemos, no nos conformamos con nada, siempre estamos insatisfechos, es decir, nunca llegamos a alcanzar la felicidad.

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En otros casos se pasa de una personalización del emisor a su despersonalización. Así ocurre en este fragmento: Mi abuela es de carácter tranquilo pero luchador y trabajador, y hace gala de una simpatía y optimismo envidiables, siendo muestra de ellos al amor que le profesan sus familiares y amigos, los cuales siempre han formado un gran número. Hasta el día de hoy tiene una edad de 83 años, y goza de una salud envidiable, con lo cual se espera que viva mucho tiempo más en el que gozar de todo aquello que en determinadas épocas de su vida nunca pudo, y se resumen en una palabra: libertad.

La despersonalización se hace de modo paulatino. El autor habla de su abuela, pero después cita a su familia como si realmente no perteneciera a ella. Al final, acaba hablando de ella sobre la base de una construcción impersonal que le aleja completamente de la protagonista del fragmento. En la representación de las voces citadas, los errores conducen con mucha frecuencia a informaciones ambiguas: Se crió en un barrio humilde y pobre con sus padres, con los que no tenía muy buena relación, ni siquiera la tenían entre ellos mismos. Sus progenitores no le dieron ni amor ni cariño y había una gran falta de comunicación entre ellos.

No queda claro en absoluto si la falta de comunicación afectaba al hijo respecto de sus padres o a los padres entre sí. Algo similar sucede en este ejemplo: Era el director de la sucursal. Cuando aún vivía su padre se había dirigido a él en busca de algún pequeño favor económico.

Literalmente no se puede saber si el pronombre de tercera persona se refiere al director de la sucursal o al padre del narrador. Un último caso: Raquel abandonó la sala en ese preciso instante y se aproximó sigilosamente hasta ellos. Cuando estuvo a la misma altura que uno de los hombres empezó a forcejear para que soltara el arma y cayó al suelo. La gente estaba nerviosa y no consigue reaccionar. Mientras tanto el director logró arrebatarle la pistola y pudo escuchar un breve estampido. Los dos encapuchados intentaron huir pero uno no fue capaz de hacerlo.

Ahora, la ambigüedad es doble. En primer lugar, no sabemos quién cayó al suelo: Raquel, la pistola o uno de los hombres. En segundo lugar, resulta imposible saber a quién le arrebató la pistola el director de la sucursal. 11.1.3. Construcción del espacio La tercera dimensión textual genera normalmente menos errores, pero todavía aparecen, especialmente en las secuencias de orientación narrativa y descriptiva. Por ello no debe obviarse su revisión, especialmente en los textos de esa naturaleza. El primer ejemplo esta extraído de una narración: Miles de individuos tuvieron que emigrar a Europa y comenzar ahí una nueva vida.

Literalmente, Europa no es ahí, sino aquí desde la perspectiva del espacio de emisión del texto.

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En el caso de las descripciones buena parte de los errores tienen que ver con la perspectiva elegida para organizar la información. Los errores se detectan en modelos de focalización estática: Para finalizar está mi habitación. Al entrar, justo enfrente, hay una enorme ventana con una excelente vista panorámica. Debajo de ella se sitúa mi mesa, adaptada para dos personas. Junto a ésta, se encuentra una cajonera con todos mis «playmobil» y encima un buen equipo de música, libros, lámpara. En perpendicular, hay una cama nido. Al lado de la puerta, llegando hasta el final de la cama, está un armario rosa empotrado. Además también se encuentra una estantería abarrotada de libros y apuntes, cuadros, fotos, una bonita y nueva lámpara roja y lo más importante, en el centro del cuarto, un caballo balancín, gran regalo de los Reyes Magos.

Resulta imposible ubicar la cama en la sala: está en posición perpendicular, pero desconocemos en relación con qué objeto o mueble de los previamente citados. Asimismo, al lado de la puerta está el armario, aunque no podemos saber si a su derecha o a su izquierda. Finalmente, resulta imposible imaginar la ubicación de la estantería citada. Errores producto de la falta de revisión también se observan en los casos donde la focalización es dinámica. Así ocurre en el ejemplo siguiente. La descripción de una vivienda resulta enormemente compleja: La distribución de las habitaciones es bastante simple: la entrada está compuesta de un pequeño hall con una mesa, sillas y un mueble, no muy grande, de mimbre. Al abrir la puerta de la entrada a la derecha, está la puerta del comedor, dividido en dos partes: una, con una mesa de madera y ocho sillas de acero y otra, con un sofá, una televisión, una chimenea y una pequeña estantería con algunos libros. A la izquierda, veremos dos puertas batidas, la cocina: a la derecha hay una encimera de mármol, que se comunica con el comedor, a la izquierda la cocina propiamente dicha, el fregadero, la nevera, el microondas, armarios... y enfrente una puerta que da a una finca exterior trasera con vistas a la ciudad. Las habitaciones se ubican al final del pasillo junto con un baño. La habitación de mi padre, espaciosa y con una gran cama, su despacho, justo enfrente con el ordenador y material de trabajo, una habitación de invitados con un televisor y una cama, el baño de estilo rústico y por último mi habitación, decorada en tonos rosas, verdes y malvas con unas cortinas, una lámpara y una alfombra también rosa. Tiene una mesita de noche que se alarga en forma de «L» que rodea toda la cama y en la que se encuentra una televisión y una lamparita de varios colores.

Se nos despiertan tantas dudas que hacen de la interpretación un esfuerzo básicamente incomprensible: Se empieza la descripción desde el interior de la casa; sin embargo, parece que de inmediato se sale al exterior para volver a entrar. En segundo lugar, la cocina se ubica a la izquierda, pero no sabemos si el punto de referencia es el vestíbulo o el comedor; dentro, a la izquierda hay una encimera que ¿comunica? con el comedor; y frente ella hay una ¿finca exterior trasera? En tercer término, se empieza a hablar de un pasillo al que antes nunca se hizo referencia. Finalmente, en la habitación del padre parecen acumularse un montón de habitaciones; y, por último, en el dormitorio de la autora del texto, una mesita en forma de L ¿rodea? toda la cama.

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11.2. Errores de coherencia conceptual: progresión informativa Los datos encontrados se pueden distribuir en tres grandes categorías: la ambigüedad supone un 2,03%; la redundancia, un 1,01%; y la falta de pertinencia, un 0,5%: 11.2.1. Ambigüedad Con muchísima frecuencia el texto se carga de ambigüedades informativas. Son resultado de que el autor no explicite determinados conceptos que él domina pero que su destinatario desconoce. Por lo tanto, la ambigüedad se origina en un exceso de presuposiciones: Esto último no impidió la protección de los dos arzobispos de Toledo al humanismo. El Cardenal Cisneros, sin serlo personalmente, practicó un mecenazgo de alto nivel.

No podemos reconstruir si el Cardenal Cisneros era o no Arzobispo de Toledo. Si entendemos literalmente el texto, no era ninguna de las dos cosas: ni cardenal ni mecenas. A menudo, la ambigüedad tiene su origen en correferencias textuales muy imprecisas. Normalmente la explicación estará en un uso desafortunado de unidades deícticas: Ya en el s. xvii, un alquimista conocido por «el Cosmopolita», decía que la búsqueda de la Piedra Filosofal era una quimera y a los que la buscan, se les tomaba por locos. Hoy en día, no sólo esto no está de moda sino que también nos parece un absurdo e ignoramos tanto sus medios como su finalidad.

Solo el autor sabe cuál es el referente de esto. Por ello, el segundo enunciado nos resultará siempre absolutamente incomprensible. La relación con Minervina le marcó para toda la vida y realizó una búsqueda inconsciente en la que perseguía esta relación. En su relación con Teodomira se ve reflejado esto. Formaban una extraña pareja: ella, grande y de generosas carnes, y él, pequeño y escurridizo. A él le gustaba su mujer porque se sentía protegido cuando estaba a su lado. Más o menos, era eso lo que necesitaba para amar a alguien, un reflejo de la época más feliz de su vida: su niñez.

El problema es exactamente igual al anterior. No sabemos a lo que se refiere el autor con esto. Pero además, el lector no puede saber quién es la esposa del anónimo protagonista: Minervina o Teodomira. Se prefiere la voz activa a la pasiva y el estilo verbal al nominal, ya que en estos últimos se producen mayor número de ambigüedades.

Supuestamente, estos últimos deberían ser el estilo verbal y el nominal. Sin embargo, tal interpretación sería conceptualmente inaceptable. Mi padre se alojaba en casa de una viuda de guerra con su hijo sordo.

En este caso carecemos de datos para saber de quién era el hijo del que se nos habla en el segmento textual seleccionado como ejemplo. La noche comenzó tranquila, con Víctor y María cenando y charlando y con el niño en el sofá viendo dibujos animados, pero de pronto suena el teléfono que interrumpe la velada. Quien llama es el marido de Marta y padre del niño por lo que ambos centran ahora su atención en el teléfono.

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En el párrafo se ha hablado de hasta cuatro personajes. En el último enunciado se cita a tres. Por ello, no podemos decidir razonablemente qué dos se reúnen en ese enigmático ambos. Es en este momento de la vida de estos dos personajes [Antonio y Charo], cuando reaparece Emma, la exmujer de Antonio, de quien se separó porque le era infiel.

Se nos habla de un matrimonio y de un engaño conyugal. Sin embargo, no podemos concluir quién fue infiel, si el hombre o la mujer. En otros casos, la ambigüedad tiene su origen en la elección de una formalización estilística nominalizante: La marginación de los hippies era más emocional que racional, más basada en el asco a la sociedad que en el análisis de ella misma. Se oponían a la forma en que la sociedad lo calculaba todo.

Nos cuesta decidir si los hippies marginaban o padecían la marginación. Otro ejemplo: En la comunicación existen dos dimensiones: la información sobre el lenguaje; y la interpretación de la intención del hablante, al preguntar por el significado a interpretar en un contexto.

Más allá de los errores evidentes en el plano de la puntuación, en el segundo enunciado no queda en absoluto claro quién formula la pregunta que se plantea: el hablante, el emisor o el propio texto. Por último, cabe hablar de contradicciones conceptuales. Se detectan en enunciados normalmente contiguos y en algunos casos se interpretan desde una insatisfacción de las expectativas informativas creadas: Espero que sepas perdonarme, pero te tengo dos malas noticias (tranquilo, no se ha muerto nadie ni te han intentado robar): en el correo tenía tres cartas urgentes (de unos recibos a pagar, de una amiga que iba a estar aquí hasta ese sábado y de unos problemas con el suministro del agua).

El emisor habla de dos malas noticias. El enunciado siguiente nos informa solamente de una o en todo caso de tres si identificamos como tales cada una de las cartas recibidas. Por aquí las cosas no han ido muy bien, desgraciadamente. Creo que nunca te hablé de mi tía Enriqueta, de la que no sabía nada desde hace tiempo. Un par de días después de que te marcharas me llamaron desde la residencia de ancianos en la que vivía, para decirme que estaba muy enferma. [...] Desgraciadamente murió al cabo de cuatro días de estar ingresada, y yo tuve que hacerme cargo de todo: preparar el funeral, arreglar los papeles y localizar a sus sobrinos que viven en Estados Unidos. Después hubo algunos problemas con la herencia ya que dejó todo a las monjas de la residencia. A mí me parecía bien, pero sus otros sobrinos insistieron en reclamar el poco dinero que tenía.

Otro ejemplo evidente de expectativas insatisfechas: desde la muerte de la tía hasta el momento de escribir la carta, el autor de la misma es capaz de localizar a unos familiares e incluso de solucionar los problemas relativos a la herencia. Cuando llegaron [a España] en barco, la primera impresión que le dio fue de tristeza. Pero sin embargo supo adaptarse y comenzar de nuevo. Volvieron a instalarse en San Sebastián y compraron un local en la Parte Vieja.

La información es abiertamente contradictoria: más allá de la incoherencia en la construcción de las voces, unos recién llegados a España vuelven a instalarse en San Sebastián.

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Permanecieron sin hablar un buen rato y ella comenzó a impacientarse. ¿Por qué se quedaba callado? Si intentaba ponerla nerviosa, no lo conseguiría.

Ahora la protagonista exhibe sensaciones abiertamente contrapuestas. En un primer enunciado comienza a impacientarse. Paradójicamente, en el tercero la impaciencia ha sido sustituida por unos nervios de acero. Con gran dificultad marcó el número de teléfono de las ambulancias de guardia pero no consiguió que su llamada fuese atendida. Bajó la mirada y se percató entonces de que el cable telefónico estaba dividido.

Otra extraña incoherencia lineal: el personaje efectúa una llamada telefónica pero no obtiene respuesta. Sin embargo, en el enunciado siguiente se nos informa de que el cable ha sido cortado. Por esa razón, es imposible plantear que se haya producido tal llamada. 11.2.2. Redundancia El error complementario al anterior tiene que ver con incorporar la misma información más de una vez y de forma consecutiva. El texto deja de progresar y se hace conceptualmente repetitivo. Con frecuencia se trata de redundancias simples en las que se acumula de modo contiguo un mismo concepto: En conclusión, lo que más cabe destacar es que Juan está marcado por su profesión... Porque realmente es una profesión que marca, que se lleva constantemente dentro y este libro es un buen ejemplo de ello. Ya en la ciudad tuvo sus tres últimos hijos. Después de haberlos criado y educado a todos, y habiéndoles ofrecido una buena educación, se dedicó a sus labores y aficiones.

En otros casos el autor tiende a combinar de modo inmediato conceptos básicamente idénticos, donde el segundo parece un intento por aclarar el primero. Se persigue garantizar la inteligibilidad del texto pero afecta de modo evidente a la coherencia lineal: Bajaron más personas. No se parecían a los otros. Su apariencia era diferente. Pérez Reverte nos ofrece un punto de vista diferente a todo lo demás; no tiene parecido con aquello que narran los altos cargos.

Tampoco son infrecuentes las definiciones internas: Los niños se pasaban el día jugando en las calles y eran bastante competitivos, continuamente intentaban ser mejores que los demás.

A veces se observa esta tendencia como estrategia para redefinir términos que se sabe se están usando de manera imprecisa: La persona que nos cuenta la historia es alguien «todopoderoso», es decir, sabe exactamente lo que cada personaje está pensando.

Por otro lado, parece oportuno recordar que la redundancia también suele aparecer en situaciones en las que se han construido enunciados muy extensos. El resultado es que la memoria a corto plazo falla y conceptos que ya habían sido apuntados al principio vuelven a aparecer al final:

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Creo que entre tanta evolución, ya era hora de nombrar algo que no hubiese cambiado a lo largo de todo este tiempo, y aunque no sea algo demasiado importante, es una de las pocas cosas, si no la única dentro de la novela, que es nombrada y que no ha variado en nada o en casi nada a lo largo de la historia. Me estoy refiriendo a los celos, los cuales se ven claramente reflejados en la página 317. Tras un acercamiento entre ambos la invade el miedo e incluso la idea de quitarse la vida; surge el temor hacia ella misma, al no poder autoengañarse más, miedo a lo prohibido, al qué dirán... después del acercamiento siente vergüenza y la invaden los remordimientos.

11.2.3. Pertinencia Cabe preguntarse si las informaciones tienen sentido en relación con las intenciones y el contenido que se desea transmitir con el texto. No se trata de evaluar tanto el grado de redundancia o de ambigüedad como el de relevancia informativa. Los errores de pertinencia textual afectan al plano de la coherencia conceptual. Paradigmático resulta el caso siguiente: Tras la muerte de Franco en 1975 regresaron a España después de muchos años de exilio. Las clases altas se vieron favorecidas por el régimen franquista pero los obreros se sumieron aún más en la miseria. Muchos españoles fueron encarcelados por defender sus ideas, indemnizados años más tarde por el Estado.

El texto plantea los efectos de la muerte de Franco en la población exiliada. Sin embargo, esa línea conceptual se abandona para centrarse en las influencias del régimen franquista en diferentes clases sociales. En otros casos la falta de relación entre enunciados contiguos es aún más evidente, como ocurre en el ejemplo que ofrecemos a continuación: Otro hecho fuertemente influyente es la aspiración de lograr despojar a la Iglesia de todo su poder. He aquí una clara manifestación de la dependencia económica y política del nuevo espíritu humanista.

Los errores de pertinencia se detectan también a menudo en aquellos trabajos de escritura en los que se persigue expresar un resumen de contenidos. Así sucede en este fragmento: Como ejemplo de ello es curioso observar el inglés de hace unos siglos con el inglés que hoy día se habla. El cambio de las lenguas se debe a una lenta decadencia, o por el contrario, a cierta evolución, o bien, como otros autores señalan, se debe a un equilibrio entre degeneración y progreso. Para muchos esta variación que sufre la lengua no es un hecho positivo sino que lo desaprueban por prejuicios sociales, pero para ellos la posibilidad del cambio es la decadencia y no el progreso; por ello se muestran partidarios de evitar los cambios. Y es en Europa donde este sentimiento de decadencia se manifiesta de manera más contundente. A través de un recorrido histórico podemos comprobar cómo el uso del latín ha provocado tres consecuencias en el lenguaje: la primera de ellas es la afirmación de que existe una forma correcta de la lengua, la segunda, es la valorización de lo escrito frente a lo oral y la tercera es la desestimación hacia el inglés.

La falta de relación entre enunciados hace que el texto resulte incomprensible. El autor debía resumir un artículo en el que se reflexiona sobre si el cambio lingüístico es síntoma de progreso o de decadencia. Pues bien, más allá de las imprecisiones léxico semánticas, se detecta una enorme dispersión en el plano del contenido que tiene que ver, posiblemente, con una incorrecta selección de los conceptos utilizados para la redacción del resumen. Pertenecen a dos campos diversos:

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de un lado los referidos a lenguas concretas, como es el caso del inglés y del latín; de otro, los vinculados al cambio lingüístico entendido en un plano mucho más abstracto. También se observa que la falta de pertinencia puede tener su origen en un orden abiertamente incorrecto en la construcción de la coherencia lineal. Esta insuficiencia se observa en el fragmento de una carta comercial que hemos seleccionado como ejemplo: El pasado día publicaron ustedes un anuncio en el periódico que me interesó; y me dirijo a ustedes para concertar, si fuera posible, una entrevista de trabajo. Tengo 22 años, con nacionalidad española y servicio militar cumplido. He trabajado desde los 16 años para 3 empresas nacionales en sus departamentos de ventas, y varias cartas de recomendación avalan mi experiencia como vendedor a domicilio y por teléfono. Tengo coche propio y una amplia disponibilidad para desplazarme, incluso pernoctando si se diese el caso. En la primera empresa vendía productos de limpieza a domicilio y a los pocos meses me nombraron vendedor del mes.

Por último cabe destacar que el error puede tener su origen en que apenas se haya desarrollado la relación existente entre las ideas reunidas en un fragmento textual: Somos europeos, lo cual significa que nuestras relaciones con el resto del continente son de igual a igual. Duro trabajo nos ha costado después de haber sufrido un desfase durante años. Nuestros conocimientos cada vez están más encaminados a mejorar la interacción de todos los países. Los tópicos perduran, sobre todo entre la gente más ignorante, y no se extinguirán así como así; y ello, cuando viajar a algún país extranjero todavía es posible que percibas un fruncimiento de ceño en tu interlocutor cuando le comuniques que eres español/a y en el peor de los casos puede ocurrir que recibas un trato diferente al de los demás porque una persona irresponsable, vaga, bulliciosa, impuntual, sucia, agitanada, bailaora y en paro necesita una consideración especial.

11.3. Errores de coherencia estructural: construcción de la estructura del texto La revisión debe enfrentarse a esta cuestión pensando que en algunos géneros esas secciones y partes son fijas y están establecidas. Sin embargo, en otros casos, se trata de tendencias y aproximaciones mucho más flexibles. La correcta revisión pasará, pues, por un conocimiento exhaustivo de la estructura de los géneros en los que se escribe. El error es de muy diversas naturalezas. En muchas ocasiones se obvia la estructura textual del género con el que se trabaja. Así le ocurrió a un estudiante al que se le solicitó que redactara un manual de instrucciones en forma de decálogo destinado a facilitar la redacción de SMS. Este fue el resultado: Estas son las principales reglas para escribir un sms: En primero, debe suprimir la «h», las comas, los acentos y las vocales. Además intente ser breve y preciso, de esta manera ganará tiempo y espacio en el sms. Utilice el mayor número de abreviaturas pero no olvide que las palabras tienen que entenderlas un destinatario que conoce el código de los sms. Por eso cuando uno escribe sms tiene que aplicar las reglas de ese lenguaje. También es característico el uso de símbolos como + (más); +a (masa); a2 (adiós); ad+ (además); salu2 (saludos) y los emoticonos como / (tristeza); - (alegría); ;-) (Guiño). Estas son las principales condiciones para escribir un buen sms y no olvide que son mensajes cortos y breves y que ese lenguaje se creó para ganar tiempo y dinero.

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No se justifica la estructura propuesta, nada que ver con la prevista para un decálogo. Observemos el texto revisado solamente en este nivel discursivo2: Estas son las principales reglas para escribir un sms: 1. Debe suprimir la «h», las comas, los acentos y las vocales. 2. Intente ser breve y preciso, de esta manera ganará tiempo y espacio en el sms. 3. Utilice el mayor número de abreviaturas pero no olvide que las palabras tienen que entenderlas un destinatario que conoce el código de los sms. 4. Use símbolos como + (más); +a (masa); a2 (adiós); ad+ (además); salu2 (saludos) y los emoticonos como / (tristeza); - (alegría); ;-) (Guiño). 5. No olvide que son mensajes cortos y breves y que ese lenguaje se creó para ganar tiempo y dinero.

Más allá de que se nos ofrezcan cinco instrucciones en lugar de diez, la estructura secuencial del texto es ahora mucho más cercana a la esperable. Con frecuencia, el desconocimiento de la división en partes supone la simplificación estructural. Como resultado de ellos, el texto tiende a exhibir una organización que podemos llamar monolítica: Mi casa se sitúa en un pueblo en las afueras de la ciudad. Ubicada en un pequeño monte tiene una perfecta vista al mar. Es grande, de color amarillo y posee un tejado de tejas. Dentro de la casa se aprecia la considerable altura existente entre el piso de baldosas y el techo de madera. Si nos ubicamos en la parte norte de mi hogar, nos encontramos al final de un pasillo con el cuarto de mi hermano y el de mi padre a la izquierda. El dormitorio de mi hermano está compuesto por un amplio escritorio, dos estanterías y la cama. El de mi padre no es muy diferente, únicamente queda por destacar el ordenador sobre la mesa y el armario de ropa. Al otro extremo del pasillo está mi cuarto, se orienta hacia el este con la vista hacia el jardín. Posee dos camas que están pegadas una a la otra y junto a ellas se encuentra una mesa de noche con una pequeña lamparilla. En frente de la ventana hay una mesa de madera marrón claro y justo debajo de ella un archivador. Al lado de este escritorio se sitúan dos cajoneras y una silla negra y acolchada. En la pared que da hacia el norte hay dos armarios de ropa. Las otras dos paredes están revestidas de pósteres, dibujos de caballos y fotos de mi familia y mis últimas vacaciones. En un estante están colocados múltiples lapiceros, figuritas, postales y otras peculiaridades. Ahora, ya solo queda por destacar una frondosa planta que cuelga sobre las camas y el viejo equipo de música que se sitúa debajo de ellas. A la derecha del pasillo que da a estos tres dormitorios también se encuentra el baño. Éste integra la bañera, el lavamanos, el wáter y la lavadora. Si nos dirigimos hacia el sur de la casa nos encontramos con el salón compuesto por un sofá azul, un sillón muy cómodo, dos estanterías con libros y una televisión. Sus ventanas están orientadas hacia el poniente lo que le otorga mucha luminosidad y lo hace parecer más espacioso. Unida a la sala de estar, se encuentra la cocina en cuyo centro se sitúa una extensa mesa y unas sillas. Desde la cocina, un pequeño vestíbulo lleva a la entrada general de la casa. Hay además, otras puertas secundarias que permiten el acceso. En general, la amplitud y la luminosidad le conceden a la casa un aire familiar y acogedor.

Un estudiante describe su vivienda habitual y la plantea en dos párrafos. Uno inicial más corto, donde mezcla la ubicación geográfica y la apariencia externa, y otro muy extenso en el que da cuenta de todo el interior de la casa. El mismo texto podemos plantearlo revisado: Mi casa se sitúa en un pueblo en las afueras de la ciudad. Ubicada en un pequeño monte tiene una perfecta vista al mar. Es grande, de color amarillo y posee un tejado de tejas.

2. Evidentemente, no nos hemos fijado en los errores de naturaleza local.

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Si nos ubicamos en la parte norte de mi hogar, nos encontramos al final de un pasillo con el cuarto de mi hermano y el de mi padre a la izquierda. El dormitorio de mi hermano está compuesto por un amplio escritorio, dos estanterías y la cama. El de mi padre no es muy diferente, únicamente queda por destacar el ordenador sobre la mesa y el armario de ropa. A la derecha del pasillo que da a estos tres dormitorios también se encuentra el baño. Éste integra la bañera, el lavamanos, el wáter y la lavadora. Al otro extremo del pasillo está mi cuarto, se orienta hacia el este con la vista hacia el jardín. Posee dos camas que están pegadas una a la otra y junto a ellas se encuentra una mesa de noche con una pequeña lamparilla. En frente de la ventana hay una mesa de madera marrón claro y justo debajo de ella un archivador. Al lado de este escritorio se sitúan dos cajoneras y una silla negra y acolchada. En la pared que da hacia el norte hay dos armarios de ropa. Las otras dos paredes están revestidas de pósteres, dibujos de caballos y fotos de mi familia y mis últimas vacaciones. En un estante están colocados múltiples lapiceros, figuritas, postales y otras peculiaridades. Ahora, ya solo queda por destacar una frondosa planta que cuelga sobre las camas y el viejo equipo de música que se sitúa debajo de ellas. Si nos dirigimos hacia el sur de la casa nos encontramos con el salón compuesto por un sofá azul, un sillón muy cómodo, dos estanterías con libros y una televisión. Sus ventanas están orientadas hacia el poniente lo que le otorga mucha luminosidad y lo hace parecer más espacioso. Unida a la sala de estar, se encuentra la cocina en cuyo centro se sitúa una extensa mesa y unas sillas. Desde la cocina, un pequeño vestíbulo lleva a la entrada general de la casa. Hay además, otras puertas secundarias que permiten el acceso. En general, la amplitud y la luminosidad le conceden a la casa un aire familiar y acogedor.

Parece que la estructura ahora es más lógica y destaca de manera más evidente las tres partes en las que se quiere dividir la descripción de la casa. En otras ocasiones ocurre justamente lo contrario: el texto se dispersa en un buen número de párrafos que tienden a reducir su extensión y, por la misma razón, a simplificar su contenido. En estas ocasiones chocamos con una estructura muy fragmentaria. Así ocurre en el caso siguiente como resultado del desconocimiento de la estructura de un texto narrativo: El conductor salió del coche muy nervioso y se acercó a Fernando gritando; le recriminaba que se encontrara en mitad de la vía. Fernando no escuchaba nada, estaba inconsciente, inmóvil, tendido entre la acera y la calzada. La bufanda de su padre estaba llena de sangre al igual que su chaqueta. Dos mujeres que se hallaban muy cerca del lugar del incidente avisaron rápidamente a los servicios de urgencias. Un coche de policía llegaba en el mismo instante en que una ambulancia asistía y trasladaba al joven, muy grave, al hospital universitario de la ciudad. La policía interrogó y detuvo al hombre que conducía el vehículo; circulaba a una velocidad de más de 180 km/h. Fernando tuvo que ser intervenido de urgencia, permaneció en la UCI dos días y cinco en planta. Durante su estancia allí, las únicas visitas que recibió fueron las de los agentes que llevaban el caso; querían saber si Fernando se acordaba de algo, y también ponerle al corriente de la situación, de la detención del conductor y de la indemnización que iba a recibir. Pero los únicos recuerdos que tenía Fernando en esos momentos eran los de su vieja bicicleta en el garaje, su padre arreglando las máquinas de arar, etc. Una semana más tarde, tras salir del hospital, y recibir una importante cantidad de dinero el chico volvió a su pueblo y lo primero que hizo fue devolverle a su padre aquella bufanda que no quería volver a ver jamás: –« Gracias por dejármela papá, pero ya no la voy a necesitar…»

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El texto tiene una revisión muy sencilla: El conductor salió del coche muy nervioso y se acercó a Fernando gritando; le recriminaba que se encontrara en mitad de la vía. pero Fernando no escuchaba nada, estaba inconsciente, inmóvil, tendido entre la acera y la calzada. La bufanda de su padre estaba llena de sangre al igual que su chaqueta. Dos mujeres que se hallaban muy cerca del lugar del incidente avisaron rápidamente a los servicios de urgencias. Un coche de policía llegaba en el mismo instante en que una ambulancia asistía y trasladaba al joven, muy grave, al hospital universitario de la ciudad. La policía interrogó y detuvo al hombre que conducía el vehículo; circulaba a una velocidad de más de 180 km/h. Fernando tuvo que ser intervenido de urgencia, permaneció en la UCI dos días y cinco en planta. Durante su estancia allí, las únicas visitas que recibió fueron las de los agentes que llevaban el caso; querían saber si Fernando se acordaba de algo, y también ponerle al corriente de la situación, de la detención del conductor y de la indemnización que iba a recibir. Pero los únicos recuerdos que tenía Fernando en esos momentos eran los de su vieja bicicleta en el garaje, su padre arreglando las máquinas de arar, etc. Una semana más tarde, tras salir del hospital, y recibir una importante cantidad de dinero el chico volvió a su pueblo y lo primero que hizo fue devolverle a su padre aquella bufanda que no quería volver a ver jamás: –«Gracias por dejármela papá, pero ya no la voy a necesitar…».

Por último, es también frecuente que se mezclen en un párrafo informaciones que pertenecerían a secciones diferentes de un mismo texto. Un estudiante escribe una carta personal: Queridísimo Marcos: ¿Cómo está transcurriendo tu estancia en Marruecos? ¿Has encontrado lo que buscabas? Hace dos semanas me pediste un favor que no llegué a satisfacer hasta el día de hoy, 13 de marzo. Amigo mío, las plantas se han secado y has recibido varias cartas de una citación judicial que tienes para el día de mañana, 14 de marzo (me he tomado la libertad de leerlas en vistas del peso que estas podían tener para ti). Te sentirás molesto por ello, y tienes toda la razón del mundo para disgustarte conmigo. Pero hay una buena razón que justifica mi descuido. ¿Te acuerdas de Sara, la chica que te presenté el día de tu vigésimo quinto cumpleaños? Pues bien, su novio acaba de dejarla, y lo estaba pasando tan mal, que decidí llevarla al campo a pasar unos días de relax. Esto, sumado a mi gran defecto de falta de organización (del que eres más que consciente) provocó mi olvido temporal de todo lo relacionado con la ciudad. Para disminuir tu enfado te he comprado nuevas plantas iguales a las tuyas (salvo el bonsái de ficus, que no pude encontrar). Además, ahora te adjunto esas cartas que no te hice llegar. Lo llevaré a la empresa de envío urgente que hay en frente de tu casa, para ver si pueden realizar la entrega en tiempo mínimo. Mi fiel amigo, te mando abrazos y un mar de disculpas. Asumo la responsabilidad de todo problema causado y acepto cualquier reprimenda. Pedro

El autor novel no se percata de que mezcla en el primer párrafo informaciones del prólogo social y del núcleo. Podemos corregir rápidamente el error: Queridísimo Marcos: ¿Cómo está transcurriendo tu estancia en Marruecos? ¿Has encontrado lo que buscabas? Hace dos semanas me pediste un favor que no llegué a satisfacer hasta el día de hoy, 13 de marzo. Amigo mío, las plantas se han secado y has recibido varias cartas de una citación judicial que tienes para el día de mañana, 14 de marzo (me he tomado la libertad de leerlas en vistas del peso que estas podían tener para ti). Te sentirás molesto por ello, y tienes toda la razón del mundo para disgustarte conmigo. Pero hay una buena razón que justifica mi descuido. ¿Te acuerdas de

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Sara, la chica que te presenté el día de tu vigésimo quinto cumpleaños? Pues bien, su novio acaba de dejarla, y lo estaba pasando tan mal, que decidí llevarla al campo a pasar unos días de relax. Esto, sumado a mi gran defecto de falta de organización (del que eres más que consciente) provocó mi olvido temporal de todo lo relacionado con la ciudad. Para disminuir tu enfado te he comprado nuevas plantas iguales a las tuyas (salvo el bonsái de ficus, que no pude encontrar). Además, ahora te adjunto esas cartas que no te hice llegar. Lo llevaré a la empresa de envío urgente que hay en frente de tu casa, para ver si pueden realizar la entrega en tiempo mínimo. Mi fiel amigo, te mando abrazos y un mar de disculpas. Asumo la responsabilidad de todo problema causado y acepto cualquier reprimenda. Pedro

11.4. Errores de coherencia estructural: construcción de párrafos 11.4.1. Párrafo frase Si aceptamos que el párrafo es una unidad textual de información compleja en la que se combinan dos o más enunciados, habrá que evitar aquellos que se componen de uno solo. En este sentido cabe plantear distintas categorías. Podemos observar casos en los que el texto se fragmenta en párrafos construidos por enunciados llamativamente cortos. Así, en el siguiente se acumulan cinco de esa naturaleza: Cuando alguien se obsesiona con el poder social y en ser siempre superior a los demás, pueden aflorar sentimientos como la avaricia, la envidia, la soberbia, etc. La Iglesia los llama pecados capitales y los define como aquellos vicios que son como cabeza y raíz de otros muchos pecados. Quizá deberíamos recordar las virtudes contra ellos: contra soberbia, humildad, contra avaricia, generosidad y contra envidia, caridad. No se trata de imponer el catolicismo, ni mucho menos de volver a los tiempos en los que lo que decía el cura iba a misa, sino de que cada persona tenga unos principios éticos y morales. El protagonista de la novela se le debió olvidar que aspirar a una vida mejor y que el querer superarse es bueno pero que demasiada ambición puede convertirse en un arma de doble filo.

La solución pasa obviamente por reorganizar los enunciados en párrafos mejor construidos. El mismo fragmento, una vez revisado, quedaría de la siguiente manera: Cuando alguien se obsesiona con el poder social y en ser siempre superior a los demás, pueden aflorar sentimientos como la avaricia, la envidia, la soberbia, etc. La Iglesia los llama pecados capitales y los define como aquellos vicios que son como cabeza y raíz de otros muchos pecados. Quizá deberíamos recordar las virtudes contra ellos: contra soberbia, humildad, contra avaricia, generosidad y contra envidia, caridad. No se trata de imponer el catolicismo, ni mucho menos de volver a los tiempos en los que lo que decía el cura iba a misa, sino de que cada persona tenga unos principios éticos y morales. El protagonista de la novela se le debió olvidar que aspirar a una vida mejor y que el querer superarse es bueno pero que demasiada ambición puede convertirse en un arma de doble filo.

Sin embargo, puede ocurrir exactamente lo contrario: los párrafos frase alcanzan una longitud más que respetable. El error se corrige fácilmente llevando a cabo un ajuste de la puntuación en orden inverso: el enunciado único se divide en dos o más. En este sentido, se pueden distinguir

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al menos dos razones que originan la creación del párrafo frase. La más frecuente es que el enunciado se prolongue por la pura acumulación de ideas que se combinan de manera elemental mediante la conjunción y. Veamos algunos ejemplos: Otra diferencia que queda patente en este capítulo, y que gracias a Dios no hemos tenido que presenciar nosotros, y con ese nosotros me refiero a la gente de mi generación, es la de haber atravesado una guerra, y no sólo lo que es la guerra en sí, sino los recuerdos y marcas que esta deja en las personas. Hace unos tres años se mudó de casa de sus hermanas a vivir en una casa que mandaron construir mi padre y ella para los tres (mi padre, mi madre y yo) y que era uno de sus grandes sueños, junto con el de que yo acabe la carrera.

La segunda de las razones tiene su origen en que se ha puntuado incorrectamete un conector. La revisión lleva a la segmentación del enunciado a partir de una corrección en la puntuación propuesta inicialmente. Presentamos un ejemplo en el que el problema se observa dos veces seguidas dentro del mismo párrafo: Víctor le había dejado al niño un plato lleno de comida porque le entraría el hambre, además su padre –al ignorar la trágica noticia– no se daría ninguna prisa en volver, aún así no debería haber dejado al niño solo pero tranquilizaba su conciencia sabiendo que, al menos, el niño no moriría de hambre, además los niños de la edad del niño de Marta aún no conocen la muerte, por lo que no se daría mucha cuanta del fallecimiento de su madre.

Podemos terminar con dos ejemplos en los que los dos errores citados se combinan: acumulación de ideas mediante la conjunción copulativa e incorrecta puntuación de un enlace discursivo: El tiempo que un traductor o intérprete tarda en encontrar trabajo depende de la combinación de idiomas que conoce, y también habría que decir que una agencia de traducción es una de las mejores oportunidades para comenzar dentro de esta profesión. Creo que es muy común el caso de la persona que aunque estudie fuera, siempre tiene en la cabeza la idea de volver junto a los suyos, establecerse en su ciudad, y aunque esta idea de volver, también la tenían los emigrantes de entonces, ahora la mayoría de la gente piensa de un modo negativo acerca de lo que significa mudarse a otra ciudad, como está ocurriendo ahora en muchos empleos con la crisis que estamos atravesando.

11.4.2. Párrafo innecesariamente extenso Nos fijaremos ahora en la construcción de párrafos muy extensos en los que se combinan bloques conceptuales fácilmente segmentables. Veamos algunos ejemplos: El problema radica en que quizá nos allanaron demasiado el camino, ya que nosotros nos hemos hecho muy cómodos y no nos molestamos en luchar por nada. Pongo como ejemplo la sentada que organizaron el pasado fin de semana en la Plaza Mayor de Salamanca los partidarios del 007 en la que el número de manifestantes podía ser contado con los dedos de las manos. Y es que todavía quedan muchos desajustes por arreglar, ya que, enlazando con lo anteriormente, nuestra situación actual es paradisíaca. Hemos llevado a límites destructivos nuestro concepto de libertad hasta el punto de creernos con el derecho de acabar con la vida de alguien sin ningún tipo de contemplación. Vivimos en una sociedad muy competitiva, en la que es muy duro abrirse paso en el mundo laboral. Nos formamos únicamente para estar más preparados que los demás, pero, una vez empleados, sólo ponemos en práctica una pequeña proporción de nuestros conocimientos.

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Es lamentable pensar que muchas veces prostituimos nuestros gustos a las demandas de trabajo dejando a un lado nuestra aficiones.

Este primer párrafo se divide fácilmente en punto de partida, valoración y conclusión: El problema radica en que quizá nos allanaron demasiado el camino, ya que nosotros nos hemos hecho muy cómodos y no nos molestamos en luchar por nada. Pongo como ejemplo la sentada que organizaron el pasado fin de semana en la Plaza Mayor de Salamanca los partidarios del 007 en la que el número de manifestantes podía ser contado con los dedos de las manos. Y es que todavía quedan muchos desajustes por arreglar, ya que, enlazando con lo anteriormente, nuestra situación actual es paradisíaca. Hemos llevado a límites destructivos nuestro concepto de libertad hasta el punto de creernos con el derecho de acabar con la vida de alguien sin ningún tipo de contemplación. Vivimos en una sociedad muy competitiva, en la que es muy duro abrirse paso en el mundo laboral. Nos formamos únicamente para estar más preparados que los demás, pero, una vez empleados, sólo ponemos en práctica una pequeña proporción de nuestros conocimientos. Es lamentable pensar que muchas veces prostituimos nuestros gustos a las demandas de trabajo dejando a un lado nuestras aficiones.

Terminamos con un ejemplo donde el autor suma en un mismo párrafo doscientas ochenta y tres palabras en un total del nueve enunciados independientes. Sin duda, se trata de un caso extremo: Fue creciendo, a los diecisiete años le llegó la edad del pavo con retraso y comenzó a suspender, lo que hizo que sus padres se enfadaran con él y le dieran un ultimátum. Finalmente deja de estudiar y se pone a hacer la mili para por lo menos no perder el tiempo. Una vez jurada bandera y sin saber qué le deparaba el destino, decido ponerse a trabajar con su padre en la fábrica de embutidos que este había instalado en San Felismo años atrás. Pero mi hermano no estaba conforme con esto, algunos de sus amigos seguían estudiando y otros no, pero a él siempre le había quedado la espinita de cómo sería la universidad, así que le pide a mi madre que le deje volver a estudiar prometiendo que lo hará bien. Se matricula en Letras en León y saca el año bastante bien pero a mi madre no le convencen del todo los resultados ya que ella esperaba que él aprobara todo, se da cuenta de que los amigos le quitan demasiado tiempo y le despistan. Mi madre intenta convencer a mi hermano para que se vaya a estudiar fuera, lejos de las malas influencias, y para que así pudiera estudiar tranquilo. A mi hermano le cuesta decidirse pero al final va porque su novia decide irse también. Y se van los dos a Madrid. Mi hermano comparte piso con un proyecto de odontólogo más bien gorrón al que aún hoy no puede ni ver. Se pone a estudiar como un loco, sacando unas notas que sorprendían a toda la familia por el contraste con las anteriores, incluso termina la carrera un año antes matriculándose de dos cursos en uno.

Podemos dividirlo en tres partes, de acuerdo con los grandes momentos temporales en los que se segmenta la narración: Fue creciendo, a los diecisiete años le llegó la edad del pavo con retraso y comenzó a suspender, lo que hizo que sus padres se enfadaran con él y le dieran un ultimátum. Finalmente deja de estudiar y se pone a hacer la mili para por lo menos no perder el tiempo. Una vez jurada bandera y sin saber qué le deparaba el destino, decido ponerse a trabajar con su padre en la fábrica de embutidos que este había instalado en San Felismo años atrás. Pero mi hermano no estaba conforme con esto, algunos de sus amigos seguían estudiando y otros no, pero a él siempre le había quedado la espinita de cómo sería la universidad, así que le pide a mi madre que le deje volver a estudiar prometiendo que lo hará bien. Se matricula en Letras en León y saca el año bastante bien pero a mi madre no le convencen del todo los resultados ya que ella esperaba que él aprobara todo, se da cuenta de que los amigos le quitan demasiado tiempo y

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le despistan. Mi madre intenta convencer a mi hermano para que se vaya a estudiar fuera, lejos de las malas influencias, y para que así pudiera estudiar tranquilo. A mi hermano le cuesta decidirse pero al final va porque su novia decide irse también. Y se van los dos a Madrid. Mi hermano comparte piso con un proyecto de odontólogo más bien gorrón al que aún hoy no puede ni ver. Se pone a estudiar como un loco, sacando unas notas que sorprendían a toda la familia por el contraste con las anteriores, incluso termina la carrera un año antes matriculándose de dos cursos en uno.

11.4.3. Párrafo heterogéneo En tercer término cabe citar los párrafos evidentemente fragmentables por razones de dispersión informativa. Sin ser necesariamente extensos, se observa que la información incluida es abiertamente heterogénea desde un punto de vista temático. Querida María, ¿qué tal tus vacaciones? Espero que te estés relajando mucho. Bueno, antes que nada quiero pedirte disculpas por no haberte enviado nada. Por cierto las cartas que te envío son urgentes. No sé ni por dónde empezar. ¡No te puedes imaginar lo que me pasó! Resulta que un día salí de casa como de costumbre para ir a trabajar. Como siempre cogí el autobús. Todo iba bien hasta que me bajé. Sentí el bolso muy ligero. Cosa imposible porque, como bien lo sabes, siempre llevo de todo en el bolso.

La corrección distribuye la información en dos párrafos. El primero es un párrafo introductorio que cumple una función social de apertura comunicativa. El segundo es ya un párrafo transaccional e informativamente nuclear: Querida María: ¿Qué tal tus vacaciones? Espero que te estés relajando mucho. Bueno, antes que nada quiero pedirte disculpas por no haberte enviado nada. Por cierto las cartas que te envío son urgentes. No sé ni por dónde empezar. ¡No te puedes imaginar lo que me pasó! Resulta que un día salí de casa como de costumbre para ir a trabajar. Como siempre cogí el autobús. Todo iba bien hasta que me bajé. Sentí el bolso muy ligero. Cosa imposible porque, como bien lo sabes, siempre llevo de todo en el bolso.

En otro caso se mezclan las anécdotas de diferentes viajes, por lo que se podría dividir el párrafo en dos independientes: Cuenta miles de anécdotas de sus viajes. Ha pasado por situaciones como dormir sobre una mesa rodeado de mosquitos y comer con las manos en el Kurdistán. Una vez se tuvo que ir a Irak con tanta prisa que no le dio tiempo a ponerse la segunda dosis de la vacuna del cólera, y tuvieron que ponérsela en una clínica cochambrosa de Bagdad. Poco tiempo después se dieron varios casos de cólera en la zona. Estaba en Washington cuando asesinaron al presidente Kennedy. En una ocasión se marchó de Bolivia justo diez días antes de uno de los muchos golpes de estado que ha habido. Curiosamente estaba en La Paz el 23-F, así que ni tan siquiera presenció el que tuvo lugar en España.

Esta sería la versión revisada: Cuenta miles de anécdotas de sus viajes. Ha pasado por situaciones como dormir sobre una mesa rodeado de mosquitos y comer con las manos en el Kurdistán. Una vez se tuvo que ir a Irak con tanta prisa que no le dio tiempo a ponerse la segunda dosis de la vacuna del cólera, y tuvieron

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que ponérsela en una clínica cochambrosa de Bagdad. Poco tiempo después se dieron varios casos de cólera en la zona. Estaba en Washington cuando asesinaron al presidente Kennedy. En una ocasión se marchó de Bolivia justo diez días antes de uno de los muchos golpes de estado que ha habido. Curiosamente estaba en La Paz el 23-F, así que ni tan siquiera presenció el que tuvo lugar en España.

Veamos ahora un texto de orientación temporal donde se unen en el mismo párrafo episodios que corresponden a momentos diferentes: El protagonista de la novela se interesa mucho por su aspecto y por lo que la gente puede pensar de él. El origen de ello se encuentra en su niñez, durante la cual fue muy marginado por sus compañeros de barrio porque este se hacía pasar por tonto, y se convenció de ello. Con el tiempo su comportamiento cambió. Adoptó los gestos de los que él llama «la gente normal», es decir, su personalidad evolucionó hacia el estado adulto.

Dividimos la información en dos partes: El protagonista de la novela se interesa mucho por su aspecto y por lo que la gente puede pensar de él. El origen de ello se encuentra en su niñez, durante la cual fue muy marginado por sus compañeros de barrio porque este se hacía pasar por tonto, y se convenció de ello. Con el tiempo su comportamiento cambió. Adoptó los gestos de los que él llama «la gente normal», es decir, su personalidad evolucionó hacia el estado adulto.

11.4.4. Párrafo incoherente En cuarto lugar está el error que tiene su origen en la construcción de unidades sobre la base de enunciados sin relación de contenido. En esta dirección cabe distinguir dos posibilidades. En la primera se redactan párrafos a partir de dos enunciados sin una vinculación evidente que justifique su unión. La ausencia de relación y la reducida extensión de estos párrafos hacen muy complicada su corrección al margen del resto del texto. Veamos algunos ejemplos: Estos son los años de mayor éxodo hacia los núcleos urbanos. Si comparamos estos datos con los de «La lluvia amarilla» nos damos cuenta de que son estos los años más tristes de la vida de Andrés. Otra posibilidad podría ser que en el lenguaje se mantenga un equilibrio entre avance y retroceso. Esta convicción de la decadencia del lenguaje tuvo su apogeo en el siglo XVIII, cuando se condenó la situación del lenguaje y hubo propuestas para superarla. Los años de posguerra fueron duros debido a las consecuencias que adoleció la población tras la guerra y el inicio de una larga dictadura. Sin embargo gracias al esfuerzo por parte de padres e hijos consiguieron sacar adelante la unidad familiar. También se dieron casos en los que lo correcto era lo que al que escribía la gramática le parecía. Lo que lograron hacer fueron gramáticas prescriptivas que indicaban a los hablantes lo que debían decir.

La segunda opción es que el párrafo tenga más de dos enunciados y que la falta de vinculación conceptual afecte solo a uno de ellos. En ese caso es frecuente que el sobrante sea el último. Puede pensarse que este hecho deriva del intento de no construir un párrafo frase a continuación del ya creado. La corrección más fácil supone eliminar ese enunciado o, si es posible, asociarlo al párrafo siguiente o a cualquier otro de temática vinculada. En la presentación de los ejemplos hemos destacado el enunciado disonante:

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Considero que coincido con el perfil que buscan porque tengo 28 años y resido en Madrid, por lo cual el desplazamiento no sería problema, además cuento con licencia de conducción desde hace 6 años y vehículo propio lo que me permitirá facilidad y comodidad a la hora de desplazarme por la ciudad y la provincia. Académicamente, soy licenciada en Ciencias Empresariales por la Universidad de Salamanca. Su esposa decide ir a visitarle en su apartamento, tras lo cual se emprende un procedimiento de divorcio. Jesús no se preocupa mucho por ello. Parece como si ya no le atañera nada. Poco después, en Dinamarca, este parece volver a la realidad y se da cuenta de que lo ha perdido todo. La novela me ha parecido interesante a pesar del aspecto «realidad-irrealidad», es decir que en algunos paisajes, el lector está desconcertado porque no sabe si las acciones contadas por el protagonista son reales o están en su imaginación. Ello ocurre cuando este habla de una panadería en la que pide enchufes y de una ferretería en la cual quiere comprar pan. Eso señala que Jesús parece volver a vivir sus recuerdos cuando los menciona. Otro aspecto de la novela que no me ha gustado es el del vocabulario, demasiado popular y a veces muy vulgar.

En el caso de que el enunciado ajeno esté ubicado en la zona central, la solución más obvia pasa por eliminarlo. Así haríamos en estos casos: Desi sentía que ella lo ponía todo. Yamam se limitaba a dar emoción a su vida sexual, nada más (y nada menos). Ella sentía su dependencia de él pero veía que a él no le ocurría lo mismo. Su relación comenzaba a cambiar. Desi sabía que Yamam andaba con otras mujeres y, aunque comprendía que eso era normal en aquel país, no podía evitar una punzada de celos cada vez que lo pensaba. Inevitablemente surgen interrogantes acerca de la movilidad del lenguaje, de la culpabilidad o no de los hablantes en la degradación del sistema lingüístico, en definitiva el cómo y el porqué de los cambios. Las respuestas están dotadas de gran complejidad. Teóricamente hay tres posibilidades sobre la dirección en que se desplaza el lenguaje: decadencia, progreso o equilibrio con el transcurso del tiempo. Volvió a España por segunda vez y allí descubrió que estaba embarazada. De Yamam, por supuesto. Comunicó a Ramiro su embarazo y él le confesó entonces que era estéril. El secreto dejó de serlo. Ramiro accedió a no desvelar la infidelidad de su esposa y, cuando el niño murió a los pocos meses de haber nacido, ya nada anclaba a Desideria junto a su esposo.

11.4.5. Párrafo acumulativo Se solapa una serie de contenidos de dudosa relación y resulta virtualmente imposible plantear una reordenación y una nueva organización de la información. Esta se debe, en su caso, redistribuir en el resto de párrafos que constituyen el texto. Estos serían algunos ejemplos: De todas maneras, todavía quedaban por asimilar mudéjares, pero, debido a que eran pobres y solían vivir en un ámbito rural, no eran temidos como los judíos. Se calcula que las personas de raza judía que salieron de España fueron de 120 a 150.000 en los cuatro meses de plazo que se les concedía; algunos conversos decidieron marcharse y algunos judíos se convirtieron a última hora para quedarse. Los drogadictos no sólo tienen que enfrentarse a su enfermedad, sino que además deben luchar contra todos nosotros, la respetable sociedad. De lo que no parecemos darnos cuenta es de que si nosotros estamos integrados, nuestro también es el problema. Son la escoria social, nosotros somos la sociedad, luego son obra nuestra.

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11.5. Errores de coherencia estructural: construcción de enunciados Interesa destacar que los aprendices exhiben más inseguridad en la construcción de enunciados que en la de los párrafos. De hecho, el número de errores detectados dobla al del grupo estudiado en el capítulo anterior. Hemos podido categorizarlos en tres grandes grupos, en los que nos detendremos a continuación. 11.5.1. Enunciados excesivamente extensos Se trata del error más habitual, como no podría ser de otra manera: los enunciados extensos agotan la memoria a corto plazo del destinatario y bloquean en última instancia la comunicación. Basándonos en las conclusiones alcanzadas en la Parte B, consideraremos la extensión como inaceptable a partir de las 35 palabras. Los enunciados se prolongan por efecto de un alargamiento sintáctico. En todos los casos la solución más evidente pasa por reducir los enunciados por la vía de la simplificación de su sintaxis. Así sucede en este ejemplo: Con sólo ver a mi abuelo, a aquel señor cuyo pelo pintaba canas y, cuyas manos enormes reflejaban lo duro de su vida de trabajo, cuya mirada era dulce y alegre, se podría saber que se estaba frente a un hombre bondadoso y admirable.

La evidencia del alargamiento se plasma en el hecho de que la misma estructura se repite hasta en tres ocasiones. La corrección es sencilla: Con sólo ver a mi abuelo, se podría saber que se estaba frente a un hombre bondadoso y admirable. Su pelo pintaba canas, sus manos enormes reflejaban lo duro de su vida de trabajo y su mirada era dulce y alegre.

En muchos casos el alargamiento se traduce en un estilo nominalizante. En esta sentido, bien puede ocurrir que se acumule un número importante de complementos del nombre: A lo largo de todo el proceso hemos sido partícipes de la pasividad de esta mujer, de su dependencia total de una fuerza mayor a la que es inútil oponer resistencia, junto con un comportamiento incoherente que hace imposible la búsqueda de una excusa admisible. No (analiza) sólo el modo de supervivencia en la guerra, sino también las relaciones con jáveos, croatas y otros corresponsales... los problemas personales de los compañeros y los propios, el desarrollo de las vidas de algunos. Como una traición a sus orígenes, a la forma de vida de su familia y a sus propios padres, pues con su marcha se iban también las últimas posibilidades de superviviencia de la casa y la única esperanza de ayuda y compañía durante la cada vez más cercana y temida vejez de sus progenitores.

En otros casos el alargamiento tiene que ver con una estructura oracional coordinante y subordinante especialmente compleja. Puede originarse en una percepción, por otra parte muy frecuente entre los escritores noveles, de que una sintaxis rebuscada es propia del buen estilo y supone una forma expresiva capaz de transmitir conceptos complejos. Desde esta perspectiva hemos observado que hay una tendencia al alargamiento acumulando oraciones subordinadas adjetivas:

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Unas deficiencias que, generalmente, se achacan a la mala o insuficiente formación del intérprete pero que, de igual manera, pueden verse motivadas por otras diversas circunstancias, externas al propio intérprete, como son la mala calidad de los aparatos electrónicos o las defectuosas cabinas de interpretación que no ayudan ni favorecen el buen ejercicio de esta profesión. Espero también que ese relax haya hecho que tú y Mónica solucionaseis las pequeñas diferencias que estabais teniendo últimamente y volváis a ser esa pareja envidiada por todos vuestros amigos entre los que desearía estar incluido sobre todo después de lo que a continuación te voy a contar. Elige a un protagonista, Luis, que es un alto ejecutivo que, junto con su trabajo, pierde gradualmente el sentido de la diferencia entre lo real y lo irreal, llevándole a la desaparición de sus prejuicios morales. Es un hombre que se esconde tras un bigote postizo y que entabla nuevas relaciones con un antiguo amigo de la infancia, una prostituta que conoce en un local y una vidente de cuya larga melena salió su postizo, lo que le hace sentirse en cierta manera unido a ella. Eso alarga la jornada pero finalmente el niño se queda dormido en el sofá, por lo que comienza otra etapa tranquila en la que Víctor y Marta terminan en el dormitorio donde tendrá lugar otro altibajo o, mejor dicho, la tragedia.

La tendencia a enrevesar la estructura sintáctica también conduce a oraciones compuestas de enorme complejidad. En los ejemplos siguientes se construyen períodos sintácticos donde se combinan seis oraciones: En otro plano se reprocha la fe ciega que ciertos individuos ponen en las personas que aseguran tener poderes sobrenaturales y se dicen tener capacidad para adivinar el futuro, de manera que se dejan guiar por ellas. Marta muere inesperadamente en unas circunstancias algo extrañas, sin que Javier tenga tiempo de hacer nada, simplemente porque no le da tiempo a reaccionar y, al igual que Marta, no piensa que pueda ser nada grave sino que le habrá sentado mal algo de la cena, por lo que ni siquiera insiste en llamar al médico.

A medida que se incrementa la complejidad, la inteligibilidad disminuye. Aportamos dos nuevos ejemplos de ocho y nueve oraciones respectivamente: Si tal y como afirmaba Sigmund Freud, las relaciones familiares entre padres e hijos están condicionadas por el sexo al que pertenecemos, inclinándonos y prefiriendo con frecuencia, aunque no siempre, al progenitor de sexo contrario al nuestro, así las niñas sienten una mayor predilección por sus padres, lo que se denomina el complejo de Electra, y los niños por sus madres, el llamado complejo de Edipo, podemos decir por tanto que las relaciones efectivas entre el hijo o hija y el progenitor del mismo sexo tienden a ser a veces, aunque no por norma, bastante difíciles. Pero de esta interpretación pueden surgir polémicas, ya que tal y como Juan José Millás describe el momento en el que Juan se mete en la bañera del Museo de la Desesperación y adopta la forma del cadáver, que su hermano había hecho encargar para representar la figura de José, se puede deducir que Juan se suicida porque no puede soportar de nuevo el cambio, ser quién tendría que haber sido y volver con Laura.

Terminamos con un ejemplo auténticamente extremo. En ciento siete palabras se construye una estructura sintáctica que incluye doce oraciones distintas: Solamente el hecho de que esa muerte pudiese haber sido evitada con una única llamada a cualquier familiar o simplemente habiéndose mostrado más eficaz y predispuesto a brindar ayuda a la moribunda, hace que su vida dé un rotundo giro y pase a estar dirigida, si no a justificar, al

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menos a tratar de enmendar en cierto modo su error o a intentar ser partícipe del sufrimiento de los más allegados a la difunta (sobre todo del de su cortesano y conservador padre) y del que sí es en parte responsable al haberla dejado en una posición un tanto deshonrosa dada la respetada situación de su familia.

11.5.2. Ritmo sincopado Un segundo grupo de imprecisiones se explica por la creación de un ritmo sintáctico muy sincopado. El error se puede categorizar en dos grandes grupos. En el primero se observa una retención de la sintaxis: Eso sí, más bien desde el punto de vista del autor, un punto de vista más bien crítico como podremos comprobar, un enfoque subjetivo, que no impide, en cambio, hacernos una idea bastante amplia de la mencionada profesión.

Con frecuencia resulta de una acumulación de complementos preposicionales en posición intermedia: También, acerca de la manera de vivir que se llevaba por aquel entonces y de la sorpresa que producen estos descubrimientos (hornilla, televisión...) se pueden hablar en cierto modo, de manera incluso triste, ya que hoy, hasta los niños, o al menos para la mayoría de ellos, estas situaciones no suponen ninguna novedad o sensación de peligro, no se sabe si para bien o para mal. Se va muy pronto, con miedo, como Marta, de una manera extraña, en Inglaterra, atropellada por un taxi, e inesperada, cuando ya creía haberse salvado.

En segundo lugar la demora rítmica se explica por la separación extrema de los núcleos de sentido por efecto de una acumulación de incisos. Destacamos los núcleos en versales: En este sentido en la novela que nos ocupa, Corazón tan blanco de Javier Marías, las relaciones personales entre el protagonista, Juan, un traductor e intérprete de profesión, y su padre Ranz, un viejo experto en arte del Museo del Prado ya retirado, llaman pronto la atención por su falta de familiaridad, por su frialdad, así como también por su clara incomunicación. Ahora, que presumimos de una sociedad con menos prejuicios, con menos ataduras, porque no decirlo, cuando llega la hora de tener que dejar el sitio en el que ha estado uno toda su vida, es lo último en lo que queremos pensar. Se trata de una joven de Huesca que tras vivir un tiempo un matrimonio que ella pensaba que le estaba proporcionando un amor tranquilo y seguro, pero en realidad la tenía sumida en una letargo de vida vacía, y llena de decepciones, un día descubre la pasión amorosa junto a un guía turístico en un viaje a Turquía. Así es cómo finalmente, en lo que constituye el capítulo cumbre del libro sobre este tema, pues la novela abraca varios más como el matrimonio, su profesión, etc., Juan se entera de cómo su padre asesinó a su primera esposa en un accidente simulado y el suicidio de la segunda al saberlo.

Por último, cabe afirmar que la inteligibilidad desciende cuando el ritmo sincopado se asocia a una sintaxis muy compleja. Estamos ante la acumulación de los errores analizados en las dos alternativas antes descritas:

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Una curiosidad que, si bien en el autor no se desarrolla hasta bien entrada la edad adulta, pues como el mismo afirma, cuando somos niños siempre creemos que el mundo y su historia comienza con nuestro nacimiento y nada existió antes de él, es propia de su profesión, traductor e intérprete. Estos jóvenes ilusionados, emprendedores, amantes de la naturaleza y de la libertad, inteligentes, que se reúnen en días festivos para degustar una típica comida de hermandad, generosos, practicantes del amor libre contrastan con el contexto político-social de la época, cosa que manifiestan organizando revueltas callejeras en lugar de asistir a clase en la universidad, puesto que consideran más urgente el cambio social que su formación profesional.

El último ejemplo que vamos a aportar es muy revelador. La complejidad sintáctica combinada con la suspensión de la información tiene como resultado lo que habitualmente denominamos un anacoluto: No es necesario recurrir a aquellos que lo vivieron de cerca para entender que, bajo el prisma de la impotencia de los que observaban cómo el mundo evolucionaba hacia derroteros distintos de los que se podían esperar constreñidos bajo la tutela de un dictador, la asimilación de una ideología que abogaba, ante todo, por una libertad sin cribas que diera paso a los esperados cambios, se hacía de una manera rauda y sin mayores tapujos acerca del contenido real de las ideas a defender.

11.5.3. Enunciados conceptualmente heterogéneos Con frecuencia damos con casos en los que el enunciado incumple su presupuesto informativo fundamental: es unidad mínima de información. Por ello en este tercer bloque se incluyen aquellos en los que se detecta una evidente dispersión conceptual. Podemos comenzar con un ejemplo auténticamente paradigmático: Por este motivo el intérprete no se divierte en estas ciudades, ni siquiera en Nueva York, porque está allí trabajando de mala manera durante cinco días a la semana, sin discriminación ni apenas descanso, las más de las veces sin que nadie sepa muy bien para qué se traduce ni para quién se interpreta, las más de las veces para los archivos cuando es un texto y para cuatro gatos que además no entienden tampoco la segunda lengua, a la que se interpreta, cuando es un discurso.

Se acumulan en un enunciado conceptos que deberían configurar un párrafo completo. Con unos ajustes mínimos el texto mejora sobremanera: Por este motivo el intérprete no se divierte en estas ciudades, ni siquiera en Nueva York. Porque está allí trabajando de mala manera durante cinco días a la semana, sin apenas descanso. La mayoría de las veces sin que nadie sepa muy bien para qué se traduce ni para quién se interpreta. La mayoría de las veces para los archivos cuando es un texto; y para cuatro gatos, que además no entienden tampoco la segunda lengua a la que se interpreta, cuando es un discurso.

Lo más frecuente es que se acumulen conceptos sin relación mediante la inclusión de una conexión copulativa intraoracional: Algo como lo aquí descrito, aunque no deja de ser imposible, nos parece algo que no nos podría pasar a nosotros, y además, también tendremos que tener en cuenta el contexto en el que se desarrolla esta descripción de hechos, un ambiente rural y todo lo que ello trae consigo. Su enfado con el órgano gubernamental es tal que incluso llega a descreditar asuntos banales, como la campaña que hicieron contra los fumadores y el tabaco, e incluso afirmó que sus promotores, al menos algunos, fuman a escondidas, enfatizando así su instinto de corrupción.

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Cuando viajas a algún país extranjero todavía es posible que percibas un fruncimiento de ceño en tu interlocutor cuando le comuniques que eres español/a y en el peor de los casos puede ocurrir que recibas un trato diferente al de los demás porque una persona irresponsable, vaga, bulliciosa, impuntual, sucia, agitanada, bailaora y en paro necesita una consideración especial. El paso de la dictadura a la democracia, hecho posible gracias, entre otros muchos, al actual rey de España, D. Juan Carlos I y a Alfonso Suárez, hace que cambie drásticamente el panorama de un país y es que una es sinónimo de censura y la otra de libertad.

Tal relación aditiva podría mantenerse en la revisión, como ocurriría en estos ejemplos, donde propondríamos una segmentación de cada enunciado en dos. Nos limitaremos a los dos primeros: Algo como lo aquí descrito, aunque no deja de ser imposible, nos parece algo que no nos podría pasar a nosotros. Y además, también tendremos que tener en cuenta el contexto en el que se desarrolla esta descripción de hechos, un ambiente rural y todo lo que ello trae consigo. Su enfado con el órgano gubernamental es tal que incluso llega a descreditar asuntos banales, como la campaña que hicieron contra los fumadores y el tabaco. E incluso afirmó que sus promotores, al menos algunos, fuman a escondidas, enfatizando así su instinto de corrupción.

No obstante, con frecuencia se incluye una conjunción coordinante aun cuando la relación no es en absoluto aditiva: Así ocurrió en Rusia a principios de siglo entre los comunistas y los partidarios del zarismo, en Europa en general a partir de la I y la II Revolución Industrial entre los capitalistas y el proletariado y del mismo modo los protagonistas de esta novela, con sus ideas comunistas, se van a rebelar contra la tiranía y la opresión de los falangistas. Doña Inés es sor Consuelo, superiora de un hospital que una orden religiosa lleva a duras penas y la acción transcurre en un lugar y tiempo tan poco exóticos como la Cataluña rural de los años cincuenta. Todo esto no quiere decir que [los jóvenes] no carezcamos de ideología, ya que sí somos capaces de protestar por los abusos que se están cometiendo en otros países, especialmente sudamericanos, y un claro ejemplo es el apoyo de muchos adolescentes y universitarios en relación con el caso del dictador Pinochet.

Como resultado de ello, tal vinculación desaparece en el proceso de revisión: Así ocurrió en Rusia a principios de siglo entre los comunistas y los partidarios del zarismo, en Europa en general a partir de la I y la II Revolución Industrial entre los capitalistas y el proletariado. Del mismo modo los protagonistas de esta novela, con sus ideas comunistas, se van a rebelar contra la tiranía y la opresión de los falangistas. Doña Inés es sor Consuelo, superiora de un hospital que una orden religiosa lleva a duras penas. La acción transcurre en un lugar y tiempo tan poco exóticos como la Cataluña rural de los años cincuenta. Todo esto no quiere decir que [los jóvenes] carezcamos de ideología, ya que sí somos capaces de protestar por los abusos que se están cometiendo en otros países, especialmente sudamericanos. Un claro ejemplo es el apoyo de muchos adolescentes y universitarios en relación con el caso de dictador Pinochet.

En otras ocasiones la acumulación de contenidos heterogéneos se apoya en una relación adversativa:

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Podría ser que la casa derruida simbolizara los ideales que se mantienen intactos en la superficie desde hace diez años pero que, en realidad, si se analiza de manera profunda se verá que han evolucionado de manera gradual a causa de los acontecimientos de la época.

Que se mantiene tras la revisión: Podría ser que la casa derruida simbolizara los ideales que se mantienen intactos en la superficie desde hace diez años. Pero en realidad, si se analiza de manera profunda se verá que han evolucionado de manera gradual a causa de los acontecimientos de la época.

Esa relación presuntamente adversativa no tiene por qué ser tal: La noche comenzó tranquila, con Víctor y María cenando y charlando y con el niño en el sofá viendo dibujos animados, pero de pronto suena el teléfono que interrumpe la velada.

Por ello, desaparece tras la revisión: La noche comenzó tranquila, con Víctor y María cenando y charlando y con el niño en el sofá viendo dibujos animados. De pronto suena el teléfono que interrumpe la velada.

Por fin, los dos modelos sintácticos de alargamiento, aditivo y adversativo, pueden combinarse en un mismo enunciado: Tuve que permanecer allí una semana para consolarla, pero no intentes darle el pésame, que la pobrecilla se ha vuelto amnésica y no lo recuerda, y además en su estado sería enormemente perjudicial para su estabilidad psicológica si se lo preguntas y lo recuerda.

11.6. Errores de coherencia estructural: conexión discursiva Nos toca detenernos ahora en el conjunto de errores más frecuentes en el ámbito de la coherencia estructural. Tres son los ámbitos a los que hemos de referirnos. Primero, a las incorrecciones referidas al uso de enlaces textuales; en segundo lugar, a las que afectan a la relación entre enunciados; finalmente a los errores de puntuación dentro del enunciado. 11.6.1. Errores referidos al uso de los conectores El primer tipo de error que se ha de citar tiene que ver con la invención de conectores. Con frecuencia se recrean sobre la base de otros ya existentes: sin nada más que decirles es un conector discursivo conclusivo que en el ejemplo siguiente ha sufrido una simplificación: Ahora mismo estoy viviendo en Salamanca, pero en el caso de obtener el trabajo me podría trasladar a Madrid e igualmente a cualquier otro sitio necesario para su empresa. También poseo carnet de conducir y coche propio. Sin nada más, quiero enviarles un saludo y mostrarles mis deseos de trabajar con ustedes lo antes posible.

Ocurre también que se asignan a conectores las funciones propias de otros con los que comparten una cierta similitud. A veces la versión formalmente más sencilla sustituye a la más compleja. Veamos cómo con todo se ha confundido con con todo eso:

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Finalmente, tras unos diez minutos, parece que se cansaron [de pelear]. Cuando me acerqué a Rocky, este tenía una oreja desgarrada y un «agujero» en el pecho. Con todo, no me he acordado de ir a regar tus plantas y de recoger tu correo.

Sin embargo, puede suceder el proceso inverso; ahora así como se usa en lugar de así: Territorio comanche es un fiel reflejo de todo lo que sucede en el avance musulmán a Bjijelo Polje, en el tercer año de guerra en la antigua Yugoslavia. Este hecho le sirve a A. P. R. como excusa para narrar otros tantos sucesos. Así como la intención de Marqués de grabar un puente en el mismo momento del impacto de una bomba sobre este, no es más que un modo de llegar a contar historias de otras guerras muy parecidas a la de Bosnia y la vida de los protagonistas para introducir la de varios reporteros en esa misma situación.

En segundo lugar, debemos evitar el uso de pseudoconectores; se trata de escapar de lo que podemos denominar conexiones imposibles. Los errores de pseudoconexión pueden afectar a todas las opciones de relación discursiva susceptibles de ser establecidas. Así, un conector explicativo de precisión, como es el caso de de hecho, no puede aportar el valor opositivo que subyace a la relación entre los dos enunciados del ejemplo siguiente: La muchacha consiguió que los últimos momentos de la vida de Cipriano no fueran tan tristes como cabría prever. Ella amenizó las horas de soledad que compartía junto a Fray Domingo de Rojas. Sus esperadas cartas llenaban de ilusión y esperanza su corazón. Por lo tanto, podríamos decir que ese sentimiento era puramente platónico ya que no esperaba nada a cambio. De hecho, decidió cortar su relación con ella ya que era consciente de que su final estaba cerca y no quería que la poca experiencia de la joven le hiciera sufrir más de lo necesario.

Del mismo modo, en relación con esto  tampoco puede explicitar una relación consecutiva: Me paso en el pub trabajando todas las tardes y noches hasta la madrugada, no me queda apenas tiempo para nada. No sé cuanto aguantaré este ritmo, las ojeras me llegan hasta el suelo. En relación con esto, tenía que decirte que sintiéndolo mucho, no me acordé a tiempo de hacer el favor que me pediste.

Los errores resultan muy frecuentes cuando la relación es de naturaleza lógica. Así, lo más habitual es que se planteen falsas oposiciones entre enunciados que conceptualmente no se contraponen. Muy a menudo el conector mal utilizado es aunque: A. M. V. nació el 29 de abril de 1922 en Badajoz; aunque a los pocos meses sus padres, Daniel y María, se trasladaron a Almería, después a Alicante y final y definitivamente a Madrid en el año 30. La característica general de su estilo es el uso a veces abusivo del estilo indirecto, que mezcla con el estilo directo. Otra de las características son las descripciones. Eduardo Mendoza nos sitúa perfectamente la acción, cerrando así, el paso a la imaginación. Aunque dando una visión de conjunto, personalmente a mí el libro me ha parecido interesante.

En ambos casos la verdadera relación establecida es de adición; destaca, no obstante, que es de naturaleza heterogénea, razón por la cual cabría entender el error cometido por los aprendices. Tampoco son infrecuentes los casos en los que el conector mal utilizado es pero. En este primer ejemplo la relación puede interpretarse como consecutiva, pero nunca como opositiva: Consciente de las continuas infidelidades de Yamam, le obsesiona la idea de que este pudiese abandonarla algún día. Cuando su amante comienza a ver a otra mujer más asiduamente, Desi cree enloquecer de celos. Pero ella está dispuesta a todo para quitarla de en medio y recuperar a su amado.

LA REVISIÓN DISCURSIVA

211

A continuación vemos otra relación consecutiva que se plantea falsamente como opositiva. Con el agravante de que se acumulan dos conectores de esa naturaleza. El texto se corregiría rápidamente sustituyéndolos con un por ello: Los dos hombres parecían muy jóvenes y sus nervios delataban su falta de experiencia; pero a pesar de todo, cada uno de los que allí estaban temía por su vida.

En el último ejemplo que aportamos la relación es puramente discursiva en tanto que establece la transición entre dos partes de una carta: el prólogo social y el núcleo informativo. De hecho, la redacción mejoraría eliminado el pero y sustituyendo el punto y seguido por un punto y aparte: Querido Santi: ¿qué tal va todo? Espero que te lo hayas pasado muy bien en Lanzarote, que hayas disfrutado del sol, la playa, las chicas... Ya sabes. Aquí en Toledo todo sigue igual: con este calor poco se puede hacer, la verdad. Pero ante todo te escribo para pedirte disculpas. Al volver a casa te habrás encontrado con una desagradable sorpresa. Ya sé que me comprometí a pasar por tu casa para regar las plantas y recoger tu correspondencia.

También es habitual que se planteen falsas relaciones de consecuencia. En los dos ejemplos que aportamos sería realmente aditiva, así que habría podido usarse un conector como por otro lado: La muchacha consiguió que los últimos momentos de la vida de Cipriano no fueran tan tristes como cabría prever. Ella amenizó las horas de soledad que compartía junto a Fray Domingo de Rojas. Sus esperadas cartas llenaban de ilusión y esperanza su corazón. Por lo tanto, podríamos decir que ese sentimiento era puramente platónico ya que no esperaba nada a cambio. De hecho, decidió cortar su relación con ella ya que era consciente de que su final estaba cerca y no quería que la poca experiencia de la joven le hiciera sufrir más de lo necesario. El luteranismo es descrito a lo largo de la obra como una corriente reformista al mismo tiempo que extranjera. Así pues, nos pone sutilmente de manifiesto la incapacidad del español para llevar a cabo cualquier tarea de rebelión contra las grandes instituciones.

El tercer error más frecuente tiene que ver con el uso de nexos intraoracionales en la conexión discursiva. No obstante, estamos en un apartado especialmente espinoso puesto que es muy frecuente, como ya hemos comprobado en capítulos precedentes, el uso de conjunciones con función de conector. En todo caso, algunos usos de conjunciones en lugar de enlaces están abiertamente condenados. En este sentido, con especial frecuencia se descubren errores que afectan al uso de las causales y los relativos. En lo que tiene que ver con las primeras, parece extendido el uso de porque  como enlace. No obstante, hay más dudas en lo que tiene que ver con ya que. Resultado de ello es que su frecuencia sea mucho menor, como ya apuntamos en su momento. Por ello hemos de considerar erróneos usos como estos: Este último ejemplo me ha resultado especialmente curioso; ya que parece ser que estos momentos de lucidez se desarrollan como una ensoñación donde hay una sucesión de imágenes. Por el contrario, el segundo, que no tiene nada de qué arrepentirse, actúa de ese modo por razones desconocidas; ya que la autora nunca explica el porqué de su partida. Desde mi punto de vista, el tema de la igualdad es uno de los temas más importantes que ha existido jamás; ya que se sea mujer o hombre todos somos seres humanos.

Abiertamente erróneo resulta el uso de relativos con función de conector. Los ejemplos más frecuentes coinciden en usar lo que y lo cual con valor supuestamente explicativo:

212

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

[Los traductores] se sienten mucho más competentes [que los intérpretes] ya que su trabajo necesita de una mayor exactitud y rigor en su elaboración. Además sus textos son muy revisados y más fácilmente expuestos a crítica; contrariamente al intéprete, cuyo trabajo puede difícilmente ser controlado. Lo que evidentemente facilita la pervivencia de una incompetencia que arduamente podría darse en el campo de la traducción escrita. Aprendemos por ejemplo de libros, que son la expresión del mentalés en palabras. Lo cual implica que la imagen mental que creamos es dependiente de esas palabras. Si estas relaciones seguían en aumento, desembocaban en la declaración de amor. Lo cual debía hacerla el chico de palabra o por escrito. Que esto llegue a suceder es más bien improbable, así como que eso implique el cambio de mentalidad debido a supresión o cambio de significado de ciertas palabras. Lo que, en mi opinión, condiciona, que esto no vaya a ocurrir, es la idea del determinismo, que no me parece del todo válida. Siente cómo los amigos de la familia hablan de ella (y no necesariamente de manera positiva) cada vez que van a casa; lo que constituye otra de las costumbres más arraigadas en la ciudad de provincias: las visitas.

También nos sorprende es uso de por lo cual, por lo que, etc., con supuesto valor consecutivo: Elvira tiene su pequeña alma de artista, pero menosprecia su capacidad para la pintura. Ante lo cual el profesor la anima, diciéndole que no se debe ser aficionado en ninguna cosa, que si no le parecía la pintura una cosa importante, que no cogiera nunca un pincel. Otro punto importante, eran las mujeres que vivían solas, y que por lo tanto necesitaban dinero para subsistir; por lo que, tenían que trabajar.

Terminamos haciendo referencia al error extremo, como es el uso de que con función de enlace y que solo se puede interpretar como un intento fallido de reducir la extensión de los enunciados por parte del escritor novel. Esta hipótesis es más que plausible en el segundo de los ejemplos que aportamos: Hay una marcada diferencia del trato que reciben los dos sexos; que se deja ver más en la película que en el libro, ya que el argumento de esta es la humillación de una soltera. Pero a pesar de que las formas, la edad en la que empezamos a pensar en todas estas cosas, las costumbres y todo lo demás haya cambiado, todos tenemos la esperanza de encontrar a alguien con quien compartir nuestra vida; que desde mi punto de vista, es lo que todos los personajes, tanto de la película como de la novela, se proponen.

El último problema al que debemos hacer referencia en este capítulo tiene que ver con la incorrecta puntuación de los conectores. Los errores se pueden distribuir en dos grupos según la naturaleza morfológica de los enlaces. En el primero se sobregeneraliza la tendencia a aislar los conectores mediante pausas a aquellos casos en los cuales este es morfológicamente una conjunción. El fenómeno sucede con especial frecuencia cuando se trata de pero. No es sorprendente en la medida en que se trata de la conjunción que más a menudo asume valor de enlace: Pero, todos tuvieron sus quince minutos de fama, para poder apreciar realmente lo que es la vida. Pero, en su libro el autor no sólo contempla aspectos concernientes a la redacción sino que también dedica un apartado a la presentación.

La segunda cuestión es más delicada, puesto que afecta aquellos enlaces que, no siendo conjunciones, no aparecen aislados en el discurso. Como vimos en su momento, no hay consenso a la hora de decidir cuándo ha de aparecer la coma. Por ello, las orientaciones que sugeriremos

213

LA REVISIÓN DISCURSIVA

van a usar como base las reflexiones que podemos deducir del estudio de adquisición de unidades textuales utilizado en la parte b de este trabajo. Aportaremos datos referidos a los enlaces que se han identificado en diez o más ocasiones. En la tabla siguiente se indica el número de apariciones en posición inicial, el número de ocasiones en los que va seguido de una coma y el porcentaje que supone sobre el total de apariciones: Conector

Total

Con coma

A pesar de ello, de esto, de todo, de todo esto Aun así

10 13

10 13

Del mismo modo

10

10

En resumen

16

16

Para comenzar, empezar, concluir, terminar

19

19

Por el contrario

24

24

Asimismo

19

18

En conclusión

18

17

Sin embargo

167

153

Por otro lado

49

44

De hecho

37

33

No obstante

18

16

Por (lo) tanto

27

24

Por último

27

24

En primer/segundo/tercer/cuarto... lugar

26

22

Por un lado/una parte

18

15

Es decir

11

9

Así

64

51

Por ejemplo

53

42

133

105

Por otra parte

28

22

En cambio

23

18

De esa manera, ese modo, esta forma

26

20

Finalmente

16

12

Por ello

18

12

Por eso

28

18

Entonces

11

7

Para ello/eso/esto

16

10

Además

Al final

15

8

También

109

7

% 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 100,00 94,74 94,44 91,62 89,80 89,19 88,89 88,89 88,89 84,62 83,33 81,82 79,69 79,25 78,95 78,57 78,26 76,92 75,00 66,67 64,29 63,64 62,50 53,33 6,42

214

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

No sería exagerado afirmar que ha de recomendarse a los escritores noveles utilizar la coma con los enlaces en los que el porcentaje de uso en nuestro corpus está por encima del 75%. Para el resto de los conectores no contamos con datos suficientes como para realizar afirmaciones sólidamente justificadas. En segundo lugar, debemos aportar otra reflexión referida a la manera de puntuar después de los conectores. Hemos explicado en los capítulos precedentes el funcionamiento de la coma en estos contextos. Sin embargo, no hemos hecho referencia a cierta tendencia a sustituirla por los dos puntos. Esta tiene alguna justificación en el caso de los enlaces ejemplificativos cuando preceden a una enumeración. Así sucede en los casos siguientes: Por ejemplo: un español no comprendería a un inglés, y viceversa. Por ejemplo: al llorar porque tienen hambre, o porque quieren que alguien les dé cariño, etc. Por ejemplo: «banco» la idea de banco no puede ser lo mismo que su significado porque tiene varios, puede ser un banco de sentarse, un banco de dinero o un banco de peces.

En todo caso, resulta absolutamente inaceptable cuando el enlace es de otra naturaleza: De manera que: El lenguaje tiene sin duda un papel activo para que se dé el pensamiento (sin lenguaje no hay pensamiento).

Por último, queremos detenernos en un conector que contradice toda teoría referida a la puntuación de conectores. Nos referimos al extrañísimo caso de es decir. Se trata de un enlace reformulativo perfectamente asentado en la lengua y que, sin embargo, suele presentarse entre comas, y no encabezado por un signo de puntuación fuerte que indique el inicio de enunciado, como sería lo esperable; como sucede con el resto de los conectores. Hemos analizado su uso de manera exhaustiva en el corpus del español creado por M. Davies (Bingham Young University)3, que incluye por encima de 10 millones de palabras. Hemos limitado nuestra pesquisa a los documentos del siglo xx. El enlace aparece utilizado en un total de 5.309 ocasiones; de ellas, 3.484 corresponden a diferentes documentos transcritos de lengua oral, razón por la que vamos a renunciar a su valoración. Nos quedan, por tanto 1.825 casos relevantes. Pues bien, hemos clasificado las apariciones según la puntuación que lo precede. Estos son los resultados: Académico

Periodístico

Ficción

Total

. Es decir

ES DECIR

32

137

66

235

12,87%

, es decir

740

348

211

1.299

71,17%

; es decir

46

53

18

117

6,41%

(es decir

94

17

6

117

6,41%

: es decir

4

4

8

16

0,87%

2

1

3

0,16%

28

1,53% 0,54%

? Es decir –Es decir

28

… Es decir TOTALES

944

3. www.corpusdelespanol.org.

3

7

10

564

317

1.825

Porcentaje

LA REVISIÓN DISCURSIVA

215

Lo llamativo de los resultados es que en algo más del 70% de los casos documentados en el corpus el enlace viene precedido por una coma. Ese porcentaje desciende al 66% en los textos de ficción y al 61% en los periodísticos. En cambio, en el texto académico asciende hasta el 78%. En todo caso, parece una tendencia que contradice los principios generales de la puntación en relación con los enlaces discursivos. Por más que la última Ortografía publicada por la Real Academia Española acepte esa puntuación, no nos parece acertado recomendarla puesto que va en contra de la lógica interna de la lengua: el enlace es decir encabeza un enunciado independiente, que también lo es sintácticamente respecto del que le precede. Por esa razón, no cabe una puntuación de naturaleza intraoracional para separar ambos enunciados. Por ello, se debe sugerir una puntuación alternativa en frases como las siguientes: Por otro lado, los lingüistas crean gramáticas descriptivas, es decir, explican las convenciones a las que se atienen los hablantes de una lengua inconscientemente. La gramática tal y como estableció Lowth es prescriptiva, es decir, «ordena» a los hablantes lo que deben decir. Mientras que la vertiente lingüística es descriptiva, es decir, describe los usos lingüísticos. Los tres varones asistieron únicamente a la escuela elemental, es decir, que sólo aprendieron a leer y escribir.

En cualquier caso, podremos discutir sobre el signo de puntuación que debe preceder a es decir, pero no sobre el que ha de seguirle. Desde esa perspectiva, ejemplos como el siguiente resultan inaceptables: La novela me ha parecido interesante a pesar del aspecto «realidad-irrealidad», es decir que en algunos paisajes, el lector está desconcertado porque no sabe si las acciones contadas por el protagonista son reales o están en su imaginación.

11.6.2. Errores referidos a la relación entre enunciados Casi la mitad de los errores de conexión discursiva reflejan inconsistencias en la puntuación entre los enunciados que configuran un párrafo. Nos detendremos en las tres clases de incorrecciones que hemos podido categorizar. En el error más repetido se separan los enunciados con algún signo de puntuación intraoracional en lugar de usar los prototípicamente separadores de enunciados, como son el punto y el punto y coma. El resultado inmediato es la creación de una expectativa de vinculación temática que no se corresponde con la realidad de la información transmitida: Su constitución era fuerte, con ese cuerpo el desconocido sólo podía ser del sexo masculino. De pronto se oyeron ruidos en el primer piso, alguien subía las escaleras. Al ser trabajos temporales, los intérpretes suelen alquilar departamentos pequeños, mal amueblados, al salir del trabajo no tienen ganas de hacer nada, sólo de descansar.

El error se acumula en muchas ocasiones. Veamos dos y tres incorrecciones de esta naturaleza en apenas 25 y 35 palabras respectivamente: Blanca se sentía derrotada, no se movía, los únicos que hablaban eran sus ojos que con un gesto piadoso pedían clemencia a aquel hombre. Además, tenías varias cartas en el buzón que puede que sean importantes, ya lo comprobarás mañana cuando las veas. Creo que había un par de ellas con sellos de correo urgente, no imagino de qué podrán ser.

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

Sucede también que párrafos completos pueden construirse mediante enunciados mal puntuados. Como resultado de ello, el nivel de inteligibilidad desciende de manera alarmante: En el lecho de muerte lo único que le inquieta es cuánto tardarán en encontrarlo y enterrarlo en la fosa que él mismo cavó junto a su familia, pero probablemente esto no sea lo más importante, el estar bajo tierra o físicamente cerca de los suyos una vez muerto ya no soluciona nada; tras la muerte el alma es lo único que puede perdurar, y quizá unirse a todos los espíritus de sus familiares, aquellos que él creía ver antes de estar muerto.

Dentro de este mismo apartado es de destacar el hecho de que esta incorrecta puntuación de los enunciados también se observa en casos en los que van introducidos por un enlace discursivo: el punto o el punto y dejan su lugar a la coma. Como resultado de ello, es frecuentísimo que el escritor novel renuncie a la coma que cerraría el conector: Actualmente no tengo ningún compromiso, por lo tanto podría incorporarme de inmediato.

Se puede llegar al caso extremo de que el enlace no vaya acompañado de ningún signo de puntuación: La repetición evita el olvido por eso nos vemos obligados a repetir con palabras todo aquello que no queremos olvidar.

Hemos identificados errores en prácticamente cualquier grupo de enlaces tal y como los clasificamos en la parte b  de este libro. Así, sucede entre los aditivos: Es despedido. Ante esta nueva situación, su respuesta emocional es el miedo, una lógica reacción, por otra parte, que no nos sorprende. A partir del s. xviii, con el pensamiento purista, se despierta una gran admiración por el latín, considerada lengua de ciencia y cultura, además hay atracción por el vocabulario fino y elegante de las clases sociales más elevadas. Considero que coincido con el perfil que buscan porque tengo 28 años y resido en Madrid, por lo cual el desplazamiento no sería problema, además cuento con licencia de conducción desde hace 6 años y vehículo propio. Sabemos que el protagonista traduce involuntariamente todo lo que oye, incluso, a veces ocurre que interpreta lo que percibe en español a una de las otras lengua que domina.

También entre los contraargumentativos adversativos. Entre ellos destaca la frecuencia con la que aparece incorrectamente puntuado sin embargo: El lenguaje es algo que está continuamente presente en nuestras vidas, sin embargo no nos solemos plantear su funcionamiento. Es probable que no lleguemos a obtener una respuesta clara, sin embargo nuestro instinto puede que nos lleve a tomar ciertas decisiones. La tez morena del niño suscitó rumores maliciosos entre la gente, sin embargo, la enorme dicha que siente, hace oídos sordos a la mala fe de alrededor. La escisión de Lutero de la comunidad cristiana viene motivada precisamente por la falta de coherencia entre los hechos y palabras del clero. Esta clase social se considera modélica en cuanto a conducta se refiere, en cambio, aprovecha cualquier oportunidad para vender indulgencia a través de bulas con el único propósito de recaudar más fondos.

LA REVISIÓN DISCURSIVA

217

Especialmente habitual es el error en el caso de los consecutivos: Durante los tres meses del verano del 2001, estuve trabajando en el «corte inglés», por lo tanto me considero preparado para lo que concierne a las cuentas en general. El autor utiliza siempre el mismo tono irónico, de la calle, el mismo lenguaje sencillo sin cambiarlo en ningún momento, por esta razón se trata de un libro de fácil lectura y comprensión. Mi contrato con la empresa de Barcelona termina a finales de este mes, por ello podría incorporarme a su empresa a partir del 1 de enero. Las que pierdas te las pago yo, por eso no te preocupes.

Terminaremos presentado algunos ejemplos en los que resultan afectados enlaces demarcativos, concesivos, reformulativos y temporales: A través de un recorrido histórico podemos comprobar cómo el uso del latín ha provocado tres consecuencias en el lenguaje: la primera de ellas es la afirmación de que existe una forma correcta de la lengua, la segunda, es la valorización de lo escrito frente a lo oral y la tercera es la desestimación hacia el inglés. Su infancia como su adolescencia estuvieron llenas de carencias, aún así él las describe como felices y agradables, siempre en contacto con los animales y la naturaleza. Ramiro es guapo, educado, un buen hombre de negocios además de profunda religiosidad, en breve, es una persona ejemplar para las madres y en general para las mujeres. El parecido físico en este caso no les sirvió de mucho, a decir verdad sí les sirvió para despistar al mundo exterior para que no advirtieran el cambio. Lo mismo ocurre cuando una persona empieza a tener poder y dinero, pronto dejará de pensar en los demás e intentará aprovecharse. Estas tentaciones son demasiado suculentas como para negarse.

El segundo tipo de error en orden de frecuencia será el uso de la coma en lugar de los dos puntos para establecer una relación entre enunciados que es de naturaleza causativa o reformulativa. Al primer tipo corresponden los ejemplos siguientes: Intentó estorbar al que le agarraba del pelo para que así no se fijase en la gente, pero fue inútil, se vieron a la vez. Espero que por favor me perdones y que no tengas esto muy en cuenta, ha sido un pequeño fallo.

En un último ejemplo, se acumulan dos casos de la misma naturaleza; en el primero de ellos es un guion el signo que sustituye a los dos puntos: Tenías que haber visto allí a toda la familia –parecíamos cascos azules en misión humanitaria. Por no hablar de la casa, había trastos por todas partes.

Con mayor frecuencia se identifican errores en aquellos casos en los que se observa una relación de naturaleza reformulativa: Ese es el problema, estamos tan obsesionados con llegar a más que no valoramos lo que ya tenemos, no nos conformamos con nada, siempre estamos insatisfechos. Tienes dos cartas urgentes, son la factura del teléfono y de la luz, y en cuanto a las plantas me parece que están secas. El Antonio que llega a Malasaña a trabajar, no cuenta con enamorarse, y mucho menos con enamorarse de su vecina prostituta, la chica desvalida que esperaba a su amiga para entrar en casa durmiendo en el portal cuando él la conoció.

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JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

Lo saqué por donde solemos ir los Domingos, por la zona del río. Uno es la historia de España, en uno de los momentos más críticos, la transición a la democracia. Es esta, creo, una de las características que mejor resumen la forma de ser del protagonista, la locura. Vivían bajo la presión de una dictadura y ansiaban algo diferente, la libertad que se las negaba. Lo compartían todo, los pinchos de tortilla en la casa de los guardeses, la alegría tras la legalización de partido socialista, pero fracasaron en el intento de ser capaces de ceder su novia a un amigo sin el menor remordimiento. Su marido tenía una profesión muy particular, era pregonero (su voz era su mayor virtud).

Los errores de puntuación de esta naturaleza pueden generar fragmentos textuales abiertamente ambiguos. El ejemplo que presentamos es especialmente llamativo: J. F. R. nació en Almeida de Sayago, provincia de Zamora el 26 de Septiembre de 1928. Sus padres, Francisco y Felicidad, tuvieron otros tres hijos, dos varones y una mujer.

Tal y como se ha redactado el texto, parece que Francisco y Felicidad tuvieron realmente seis hijos, y no tres. Mucho menos frecuente resulta el tercer tipo de error, que se podría interpretar como el proceso inverso al que describimos en primer lugar: se plantean como enunciados independientes unidades que estrictamente no se pueden desvincular desde un punto de vista sintáctico. En unos casos, se trata de una oración y una subordinada que de ella depende: La chica empujó con un suave golpe la puerta para ver lo que sucedía. Ya que estaba tan nerviosa que no podía quedarse escondida sin hacer nada.

En otros casos se separa un sustantivo del adjetivo que le califica: Nació en el año 1918 en un pueblo de la provincia de Burgos llamado Castrogeriz; famoso por ser uno de los puntos de encuentro para muchos peregrinos que inician el largo camino hacia Santiago de Compostela.

11.6.3. Errores de puntuación dentro de los márgenes del enunciado En este capítulo podemos clasificar los problemas en tres grandes bloques por orden de frecuencia de aparición: en primer lugar están los errores motivados por la realización de inversiones de orden en la estructura sintáctica; en segundo término se encuentran los originados en la construcción de la subordinación; y en tercer término tenemos los asociados a la configuración de enumeraciones. A distancia de ellos se encuentran otros dos tipos de incorrección como son los motivados por la elisión verbal y por el establecimiento de relaciones entre las partes de la oración simple. Estas últimas opciones solo suceden de manera muy esporádica, razón por la que no nos detendremos en ellas. 11.6.3.1 Inversiones de orden Dentro de las inversiones de orden, el problema más repetido es la mala puntuación de los incisos. Podemos distinguir en este caso cuatro alternativas. La primera y más repetida supone que se marque el final pero no su inicio. La mayor frecuencia en esta construcción

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incorrecta bien puede explicarse por una influencia contaminante de la prosodia; efectivamente, en la lectura en voz alta no es extraño que se haga una pausa al final. Destacamos el inciso en versalitas: Apreciamos más los bienes que poseemos que las cosas que nos rodean como nuestra familia y nuestros amigos, que, sin ninguna duda, valen más que cualquier otra cosa. Bueno Julia, espero que no te hayas enfadado mucho conmigo, al igual que espero que aproveches al máximo los últimos días que te quedan [de vacaciones]. Iban de aquí para allá embutidos en trajes gris marengo o azul oscuro y con el cuello sometido a corbatas ellos, y vestidos de seda y zapatos de tacón alto ellas. Así con la colaboración por parte de todos, la familia se fue consolidando hasta 1961 cuando nació la última hija. Juan la titula «Volver a casa» como símbolo de que tras muchos años, cada uno vuelve a la vida que el destino en un principio les había deparado. Me serviré en este trabajo del libro «La pasión turca» de Antonio Gala, para hacer una pequeña reflexión sobre el papel que toma una mujer dentro de una relación de pareja.

Es llamativo el hecho de que un número relevante de ejemplos afecta a unidades discursivas de evidente función modalizadora: Aquí te mando estas cartas que supongo, tratarán de algún tema urgente que espero puedas a llegar a solucionar con tiempo. Pero de todas maneras, se trataba en un régimen sin ningún carácter democrático. Para ser un buen traductor es necesario ante todo, conocer a fondo (y comparativamente) las dos lenguas implicadas en todo proceso de traducción.

Menos frecuente es la tendencia a respetar la coma que precede el inciso y, sin embargo, eliminar la que delimita su extremo final: Por fin ha llegado ese cambio por el que tanto luchaban y que también, poco a poco les irá cambiando a ellos. La situación de la mujer en sus relaciones con los demás y, en concreto con el hombre, ha cambiado mucho. Mi madre, Mercedes nació en Salamanca en noviembre del año 1961. Sor Consuelo consigue liberarse de sus ataduras, tanto personales como religiosas para irse con quien realmente la hace feliz. Sara, su única hija murió con cuatro años tras padecer una enfermedad que le obligó a permanecer en cama durante diez meses y que le fue consumiendo lentamente. Muchos de estos, por no decir todos los componentes del grupo fracasan en su intento de tener unos «niños destraumatizados».

El caso extremo, y con una presencia en el corpus similar al grupo inmediatamente anterior, supone la desaparición de las dos comas con las que se marcan los límites del inciso: Mientras que su marido aún fiel a sus ideas no concebía cómo se podía pegar a alguien y menos a su hija. Espero que por favor me perdones y que no tengas esto muy en cuenta.

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Cuando por fin la encontré resultó que no tenía la nueva copia porque por lo visto olvidaste dársela después del robo. Comenzar con una definición del título me parece aparte de esteterotipado superfluo, ya que de eso se encarga la misma contraportada.

Con independencia de que este sea más o menos extenso: En el siglo xviii los puristas entre los que destacan Johnson y Lowth fijan lo «correcto» y lo «incorrecto» en cuanto al uso del lenguaje basándose en sus propias opiniones. Las ideas radicales se van moderando, la ingenuidad y la autenticidad se va perdiendo y a lo largo de toda la novela se nos presenta etapa a etapa la evolución de todos y cada uno de los personajes.

Terminamos con dos ejemplos ciertamente interesantes puesto que los incisos se marcan inicialmente con dos puntos y con un punto y coma respectivamente: Entre los dos grupos religiosos: cristianos y luteranos no existe diferencia aparente. Los asaltadores; porque estaba claro que todo aquello no era una broma de mal gusto, sino que iba en serio, amenazaron al hombre con la pistola.

El segundo grupo en frecuencia donde se observan errores de puntuación asociados a las inversiones de la estructura sintáctica tiene que ver con la ubicación de las oraciones subordinadas en relación con la principal. En este sentido, lo habitual es que la principal preceda a la subordinada; en los casos en los que esta se adelanta al inicio del enunciado o bien se inserta en el medio de la principal, se tiende a marcar tal cambio del orden previsto mediante la puntuación. Esta, sin embargo, se olvida con frecuencia. Destacamos en versalita el elemento afectado: Tal vez para que así fuera la persona debería haber recibido un bagage cultural adecuado. Dirás que en dos semanas he tenido tiempo de sobra para pasar por casa, pero, de verdad, cuando vengas verás que no te miento y que estoy hasta arriba de trabajo. Un hombre enjuto y con cara de pocos amigos le hizo un gesto para que se acercara y sin pensárselo dos veces así lo hizo.

El error puede suponer que se elimine una o las dos pausas que han de marcar la subordinada. Sin embargo, los ejemplos detectados no muestran un patrón definido al respecto. Sí hay, en cambio, algunas regularidades más evidentes en cuanto a la naturaleza morfológica o semántica de las oraciones afectadas. Empezando por la primera de las cuestiones, cabe observar que la tendencia al error asciende cuando el verbo de la subordinada aparece en forma no personal. De hecho, es en el registro formal donde se acumula más número de casos en nuestro corpus. Podrá ser si se trata de un gerundio: Blanca creyendo que era alguien que venía a socorrerla gritó: – ¡Ayuda, necesito ayuda! El jefe se limitó a taladrarla con sus ojos penetrantes y dándose media vuelta volvió a su sillón. En relación con esto, tenía que decirte que sintiéndolo mucho, no me acordé a tiempo de hacer el favor que me pediste.

O si resulta afectado un infinitivo: Blanca, al verla se quedó atónita; no podía creer lo que estaba presenciando. La escena no podía ser más macabra y nuestra protagonista al verla se quedó paralizada.

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La dureza de la situación pudo con la joven que tras vomitar varias veces sobre el parquet, cayó desplomada sobre el mismo. Sentenció con su decisión el futuro del pueblo, y sin ser consciente de ello, lo convirtió en un villorrio fantasma. Seguidamente y sin dejar que Raquel hablase ni media palabra el señor le pidió explicaciones de por qué se había dirigido hasta allí.

Desde la segunda perspectiva, destaca la tendencia a invertir y a puntuar incorrectamente las oraciones temporales: Genoveva, había intentado suicidarse; se había sentado desnuda en la cornisa de la ventana y cuando estaba punto de saltar, su hijo pequeño la había llamado porque quería chocolate. Justo hoy, cuando fui a los buzones a ver si había recibido alguno de mis documentos pude ver tu buzón lleno de cartas y además urgentes. Termina de disfrutar esos días en el mar que cuando regreses hablaremos. Sentados un día en la terraza de un bar, Yamam le leerá los posos del café, y ante la pregunta directa de Desi sobre la muerte no le contestará, limitándose a darle la vuelta al café. Juan la titula «Volver a casa» como símbolo de que tras muchos años, cada uno vuelve a la vida que el destino en un principio les había deparado.

Algo similar sucede con las concesivas: Al cabo de un tiempo descubre de manera accidental que Yamam está casado y aunque en ese momento se encuentra separado, no consideraba el divorcio por motivos económicos. Los años pasan y nuestros ideales y principios por muy fuertes que en su tiempo fueran, acaban por desvanecerse. También he regado las plantas y aunque están muy mustias creo que algunas se salvarán.

El tercer grupo de errores asociados a las inversiones en el orden sintáctico afecta a complementos del verbo de naturaleza circunstancial. La cuestión es espinosa porque la norma no es precisa al respecto y las gramáticas no se ponen de acuerdo sobre si tal cambio ha de marcarse o no sistemáticamente. Así, podemos empezar fijando nuestra atención en el caso siguiente: Tienes dos cartas urgentes: son la factura del teléfono y de la luz; y en cuanto a las plantas me parece que están secas.

Podríamos discutir si el segmento destacado ha de ir entre comas, pero difícilmente llegaríamos a un acuerdo. Como mucho, terminaríamos por afirmar que se trata de una cuestión asociada al estilo personal de los usuarios. Asumamos como potestativo el uso de tales comas. Pero las elecciones estilísticas han de ser coherentes. Por ello, si insertamos una coma al principio del complemento desubicado, hemos de utilizar necesariamente una de cierre; y no como sucede en estos ejemplos: El autor compara a la vieja con el coche que se llevan a desguazar y que, en otro tiempo había sido una parte fundamental de aquel sitio de encuentro. Si se desaprueban los cambios en la lengua inglesa es porque existen unos prejuicios sociales y porque hay, en Europa una fuerte tendencia a quejarse sobre el estado de la lengua.

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Del mismo modo, la aparición de una coma al final obligaría a que otra encabezara el principio del complemento: (Aquella época) terminó tanto en Europa como al otro lado del charco, en una crisis de valores. Su comunismo se suavizó para dar paso a una ideología más neutral, aunque de nombre, ellos siempre fueron de izquierdas.

11.6.3.2. Problemas en la unión de la oración principal con la oración subordinada Nos referimos exclusivamente a aquellos casos en los que la oración principal precede a la subordinada. En primer lugar nos fijaremos en la puntación de las oraciones de relativo: la incorrecta construcción de las explicativas será el problema más habitual. Empezamos presentado algunos ejemplos ciertamente ilustrativos. Destacamos el pronombre relativo: Conviene hacer una distinción entre las drogas suaves que tienen efectos poco importantes en el organismo y las duras que crean dependencia. Dos libros recogen las bases del purismo. «El Diccionario de la lengua inglesa» de S. Johnson en el que se asume que el léxico de la clase media alta como el correcto. Y «A short introduction to English grammar» de Lowth donde establece unas reglas basadas en su opinión personal que han derivado en tópicos como la incorrección de la doble negación en inglés. Ellos que creían tener las claves para llevar una vida abierta y sincera... Pues no. La última [en casarse] fue Olga que lo hizo con Manuel en el 91, tras llevar 9 años de novios. Todo lo que se nos cuenta sobre los hijos tiene un denominador común que es el desconocimiento de sus padres respecto a su doble vida.

Un número considerable de errores deriva de usar relativas que tienen siempre naturaleza explicativa, como son las que utilizan el/la/lo cual: No se trata de un rasgo físico que se puede corregir o disimular sino que se trata de un sentimiento el cual nace desde muy dentro del corazón y en ocasiones no se puede evitar sentirlo. Cipriano acepta estoicamente su fin lo cual nos demuestra el gran convencimiento y confianza en su religión. En este libro se muestra la vida cotidiana de estos individuos en la cual Antonio está envuelto.

También aquellas en las que se usa quien: No dudó en ir a acompañar a su niño por quien hubiera dado la vida si así se lo pedían. Otra de sus grandes pasiones es la esgrima a quien ama con la misma pasión que le dedica al juego, a las mujeres, o a un caballo.

Y, del mismo modo, las que utilizan lo que. Estas son las comparativamente más frecuentes: La juventud se vio de pronto libre y sin ataduras lo que produjo una grave crisis de valores. Ninguno de ellos cumplieron las expectativas lo que frustró en gran medida a sus padres. También la lengua escrita gozó de mayor superioridad frente a la lengua hablada. Incluso se llegó a pensar que el inglés se había apartado del latín al carecer de terminaciones lo que la hacía inferior a otras lenguas.

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Además cuento con licencia de conducción desde hace 6 años y vehículo propio lo que me permitirá facilidad y comodidad a la hora de desplazarme por la ciudad y la provincia. Los protagonistas habían presenciado los desastres que había hecho la derecha por lo que pensaban que la izquierda radical era el único camino posible.

En un buen número de casos, la lógica conceptual de los enunciados afectados exige que se realice una interpretación explicativa de las oraciones de relativo involucradas. Así sucede en los ejemplos siguientes: Una vez finalizada la guerra decidieron casarse y un año más tarde nació el primer hijo al que llamaron Julián. Ésta, además de dominar totalmente a sus hijas, ejerce su autoridad sobre su propia madre a la que tiene enclaustrada. Estudió lo que su padre, derecho, a la vez que lo combinaba con las milicias universitarias de las que guardaba buenos recuerdos e historias que contar.

No imaginamos a una familia poniendo el mismo nombre a dos de sus hijos. Del mismo modo, tampoco nos entra en la cabeza que un hijo pueda tener dos madres; ni que pudiera existir más de un modelo de milicias universitarias. En otros momentos, sin embargo, solo el contexto nos permite hacer una interpretación explicativa de las oraciones y valorar como errónea la puntuación propuesta. Es en estos casos en los que el escritor novel alberga más dudas y comete mayor número de equivocaciones: El trabajo en casa era primordial. Gracias al negocio de la familia que consistía en la elaboración de morcillas burgalesas, les proporcionaba lo necesario para vivir. También las aportaciones de las hijas mayores que emigraron a Europa, fueron de gran ayuda. Quería encontrar a su hija que se había fugado de casa. Durante el forcejeo entre los dos se disparó la pistola contra el segundo atracador que venía en ayuda de su compañero. Se casó con mi abuela que era exiliada de la guerra civil española y tuvo a mi madre y a sus hermanos. Los cacos que no contaban este imprevisto optan por amotinarse y secuestrar a todas las personas que allí había.

Comparativamente, son muchos menos los errores inversos, en los cuales se incluye una coma antes de la oración de relativo de naturaleza especificativa: Deseó que aquel señor, que se sentó ante ella, muriese, así de fácil; y se convirtió en heroína durante un día. Pero de esta interpretación pueden surgir polémicas, ya que tal y como Juan José Millás describe el momento en el que Juan se mete en la bañera del Museo de la Desesperación y adopta la forma del cadáver, que su hermano había hecho encargar para representar la figura de José, se puede deducir que Juan se suicida. Ella actúa sin escrúpulos, para ayudar a que se cumplan las esperanzas de estos [políticos], a quienes debe su servicio.

Fuera de las oraciones de relativo, la construcción sintáctica en la cual la principal precede a la subordinada hace que entre una y otra no se puntúe con una coma en castellano. Esta norma

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tiene algunas excepciones, como es el caso de la conjunción que con valor causal. Por eso, se encuentran errores en los que la coma ha desaparecido: Tú no te preocupes que está todo controlado.

Algunos escritores noveles que son traductores en formación de lengua alemana, cometen con frecuencia ese error; por transferencia de dicho idioma utilizan una coma antes de la conjunción que: Para colmo mi madre me había comentado hacía unos meses, que había comprado un piso y que requería mi ayuda para la mudanza Observó de reojo, que uno de los vigilantes intentaba disimuladamente coger su arma, y a una señora que estaba hablando sola.

Por otro lado, también se observa el uso incorrecto de la coma antes de la conjunción para en las subordinadas finales: A los pocos días de marcharte a París me llamó mi madre desde Berlín, para decirme que mi abuela había sido ingresada de urgencia en el hospital. Pero todos tuvieron, sus quince minutos de fama, para poder apreciar realmente lo que es la vida.

En cualquier caso, el contexto en el que este error aparece con mayor asiduidad es aquel en el que la subordinada es de naturaleza temporal: Se acercó a nosotros lentamente, mientras se agachaba. Acto seguido la invadió el pánico, al ver al hombre avanzar hacia ella. Ese contraste entre ambas generaciones se nos muestra con mayor intensidad en el pasaje del concierto, cuando uno de los padres intenta introducirse en el ambiente de los nuevos jóvenes para encontrar a su hija. Incluso dos de ellos se habían tomado un tripi, mientras buscaban a Tatiana.

11.6.3.3. Configuración de las enumeraciones Los problemas en la construcción de enumeraciones están asociados a dificultades vinculadas a la combinación de la coma con la conjunción y. Empezaremos por un caso especialmente ilustrativo. En un fragmento, se describe a una mujer destacando sus seis características más sobresalientes. Lo esperable sería que la conjunción se reservara para la última de ellas y que las restantes se unieran mediante comas. Sin embargo, el autor propone una redacción verdaderamente anómala, donde la y une la primera y la segunda mientras que las restantes usan una coma como sistema de engranaje textual. Todo empieza cuando Cipriano conoce a esta muchacha, voluminosa y de piel muy blanca, trabajadora, creyente, con una dulce mirada, gran carácter.

La razón de esta propuesta expresiva tan extraña puede tener su origen en que las dos primeras características son de naturaleza física, frente a las restantes, más bien asociadas al carácter del personaje. Así y todo, esa diferencia no justificaría la puntuación propuesta. El autor podría haber optado por dos enunciados independientes, uno para cada tipo de cualidades pero, al no hacerlo, debe respetar las condiciones formales de una enumeración simple.

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En el primer nivel en el que se han identificado problemas se observa que la conjunción desaparece de su ubicación prevista, inmediatamente delante del último elemento que configura la enumeración; en su lugar, se utiliza exclusivamente una coma. El error deriva de que no se trata de un deseo de generar un efecto estilístico merced al cual la enumeración se presenta como no exhaustiva, sino de una falta de control en el uso de la puntuación asociada a la construcción de enumeraciones. Se observan errores en la enumeración de adjetivos y sustantivos: Aparte del léxico, tantos datos de fechas, nombres, apellidos, lugares, también ayudan a dar un mayor realismo. Los personajes, las acciones ocurrieron alrededor de ellos. Al ser trabajos temporales, los intérpretes suelen alquilar departamentos pequeños, mal amueblados.

Sin embargo, resultan mucho más frecuentes cuando se enumeran oraciones. Lo habitual es que afecte a un esquema basado en dos o más oraciones coordinadas copulativas: Cuando cree que solo puede resignarse, aceptar esa soledad, el monólogo interior y el sentimiento de cautividad conoce a Yamám. Desi es tan feliz, está tan enamorada que es incapaz de ver esto. Es bien sabido que los anfitriones están casados, tienen una familia respetable.

En segundo lugar puede suceder que el último elemento de la enumeración se marque simultáneamente con una coma y una conjunción. Se produce entonces una acumulación innecesaria de marcas enumerativas. Se trata de un proceso que dobla en frecuencia al estudiado previamente. Apenas se observa el problema cuando se trata de enumeraciones de adjetivos o sustantivos: No falta quien ataque los múltiples cambios del lenguaje achacándolos a la ignorancia, a la decadencia de la cultura, o incluso a la pereza. El postizo se convertirá en una especie de fetiche, con un poder mágico para el que lo posee, y adverso para sus enemigos.

Pero se multiplica en el caso de la acumulación de acciones enumeradas en forma de oraciones coordinadas copulativas. Parece perfectamente plausible pensar que el problema deriva de proponer una puntuación sustentada en pausas de naturaleza prosódica y no discursiva: Antonio y Carmen se entregaban de sol a sol para sacar a sus hijos adelante, y poder facilitarles unos estudios, oportunidad que sólo quiso aprovechar su hija pequeña. Con sólo ver a mi abuelo, a aquel señor cuyo pelo pintaba canas, y cuyas manos enormes reflejaban lo duro de su vida de trabajo. El tiempo se detuvo, y comenzó la cuenta atrás. La soledad se apoderó de su corazón, y sólo la enfermedad podía poner fin a una vida en la que casi todas las cosas carecían de sentido. Por eso nos vemos obligados a repetir con palabras todo aquello que no queremos olvidar, y que queremos mantener presente. No siempre es fácil entender el significado literal de una expresión, e incluso en algunas ocasiones éste es insuficiente. Raquel se lanzó sobre él, y empezaron a forcejear. Después de varios intentos, consiguió arrebatarle la pistola.

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El tercer problema asociado a la construcción de enumeraciones tiene su origen en la inserción de incisos en el discurso. En ese momento se produce una suerte de colisión en la puntuación de unas y otros: El cambio de las lenguas se debe a una lenta decadencia, o por el contrario, a cierta evolución, o bien, como otros autores señalan, a un equilibrio entre degeneración y progreso.

La inclusión del inciso por el contrario tiene dos consecuencias: de un lado, supone una sobreutilización de la conjunción disyuntiva o: su primera presencia podría simplemente ser eliminada; al mismo tiempo, tiene como efecto que se atraiga a la mencionada conjunción dentro del inciso, cuando en verdad debería ubicarse fuera de él, puesto que no forma parte del mismo. Es de notar que tal problema no se observa en el segundo de los incisos incluidos en el enunciado. Otras veces, parece que el inciso es parte de la enumeración, al no garantizarse las jerarquías exigibles en la puntuación: Encontramos al protagonista envuelto en una vida normal y anodina: casado, felizmente en principio, con un hijo y disfrutando de una acomodada posición económica.

La puntuación resulta extraña porque el inciso felizmente en principio parece ser parte de la enumeración de esos rasgos que convierten en anodina la vida del anónimo protagonista del ejemplo. La eliminación de la primera coma garantizaría una mejor comprensión del texto. El efecto al que hacemos referencia es aún más llamativo en el ejemplo siguiente: Lo que somos de mayores es consecuencia directa de lo que vivimos en nuestros primeros años, influenciados por nuestra familia, en especial nuestros padres, nuestro entorno y nuestras experiencias.

El recurso estilístico basado en la repetición del posesivo nuestro en sus distintas variantes, y que también se utiliza en el inciso, complica aún más la comprensión de la enumeración; habría bastado con incluir este último entre paréntesis para solucionar el problema. Queremos terminar este epígrafe con un error que no tiene su origen en la construcción de una enumeración, pero que sí se ve afectado por la norma general que afecta a su desarrollo: una de las primeras indicaciones que el escritor novel recibe condena el uso de la coma seguida de forma inmediata por la conjunción y. Efectivamente es un error frecuente en la creación de enumeraciones, y a ello hemos dedicado buena parte de las páginas anteriores. Sin embargo, esto no significa que no existan contextos en los cuales pueda aparecer la coma seguida de la mencionada conjunción. En esos casos, es frecuente observar que la y no tiene tanto un valor copulativo como adversativo, consecutivo, etc. Se trata, por tanto, de procesos de ultracorrección los que explican la desaparición de la coma antes de la y en casos como los siguientes: Con 6 años se quedó huérfano de padre y su madre se lo llevó a sus abuelos. Es algo que ocurre normalmente en todos los países en los que hay un régimen no democrático y en la historia moderna tenemos ejemplos de ello.

Del mismo modo, tampoco es infrecuente que la coma seguida de y vaya después de una enumeración, precisamente para indicar que lo que viene continuación no forma parte de ella: Somos conscientes de que los días y las noches transcurren y también los cambios de estación, también Sus progenitores no le dieron ni amor ni cariño y había una gran falta de comunicación entre ellos. Se legalizan los partidos políticos y los sindicatos y se convocan las primeras elecciones libres.

Capítulo 12 LA REVISIÓN ESTILÍSTICA

L

os errores de estilo y registro suponen el 32,61% del total. El 21,42% no afecta al uso normativo del sistema. En cambio, las deficiencias normativas suman el 11,19% de las incorrecciones. En el primer grupo no se trata de violaciones del sistema lingüístico sino de transgresiones de naturaleza estilística. Estamos en una sección especialmente compleja porque nos movemos en el campo no de la corrección, sino de la aceptabilidad textual. Por ello, muchas de las cuestiones pueden resultar a menudo discutibles. Las reiteraciones suman el 18,76%; la expresión innecesariamente compleja, el 1,86%; y los problemas de registro, el 0,8%. Dentro de las reiteraciones, el 16,05% son de naturaleza léxica y solo el 2,71% se explica por razones fonéticas o morfosintácticas. En el caso de las reiteraciones léxicas nos detendremos en la naturaleza literal o no de las repeticiones, en las clases de palabras que son objeto habitual de repetición y en la distancia establecida entre las unidades que se reiteran. Al segundo grupo de incorrecciones las denominamos expresiones aproximadas y se corresponden con formulaciones expresivas que tradicionalmente se han etiquetado como anacolutos. Este tipo de errores reúne el 11,19% de nuestro corpus. Normalmente tienen su origen una combinación lingüística que denominaremos deficitaria. Más o menos decimos lo que queremos expresar, pero el nivel de precisión es mínimo. No se trata de errores puntuales y perfectamente localizables, sino que lo habitual es que se acumulen varias incorrecciones que afectan definitivamente a la inteligibilidad del discurso. Podemos agrupar los errores en cinco grandes grupos: simplificaciones expresivas (4,82%), errores derivados de aplicar estrategias destinadas a evitar las reiteraciones léxicas (0,55%), asignación incorrecta de funciones sintácticas (2,47%), fusión de modelos expresivos alternativos (2%) y bloqueos comunicativos (1,35%). 12.1. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: reiteraciones Cuando en la escritura en castellano la dimensión poética carece de función textual relevante se tiende a evitar la reiteración fonética, sintáctica y léxica. Asimismo, cabe también apuntar que la reiteración léxica se condena de manera más taxativa en aquellas situaciones en las cuales las unidades involucradas no forman parte de terminologías específicas dentro de lo

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que se conocen como texto de especialidad. No obstante, al ser una incorrección que no afecta al uso de la norma lingüística, sus límites son extraordinariamente difusos. En buena medida, es el instructor en expresión escrita el que decide cuándo es admisible y cuándo no. Así y todo, resulta llamativo que se trate del error de redacción más frecuente en nuestro corpus: alcanza un porcentaje del 18,76%. Dentro de él, la inmensa mayoría de los errores (concretamente el 16,05%) corresponde a reiteraciones léxicas; en cambio, las fonéticas, morfológicas y sintácticas son mucho menos frecuentes. Efectivamente, sabemos que está mal repetir palabras en un texto, pero no sabemos en qué condiciones se condena esa repetición. Las páginas siguientes se van a centrar precisamente en buscar cuáles son los parámetros que guían nuestra valoración de las reiteraciones. Para ello, buscaremos las regularidades más llamativas dentro de los errores que hemos optado por reunir en este grupo. 12.1.1. Reiteración léxica Es interesante observar cómo las repeticiones en un mismo fragmento no son un error de redacción que se observe de forma aislada, sino que con frecuencia unas se engarzan y combinan con otras. Así sucede en casi un 10% de los casos catalogados: las denominaremos reiteraciones masivas. La mitad de los ejemplos exhiben una doble repetición: dos palabras se reiteran de manera entrecruzada. Tal acción resulta más empobrecedora desde una perspectiva estilística cuando el fragmento en el que se inserta es muy corto: Si se desaprueban los cambios en la lengua inglesa es porque existen unos prejuicios sociales y porque hay, en Europa una fuerte tendencia a quejarse sobre el estado de la lengua. Como siempre cogí el autobús. Todo iba bien hasta que me bajé. Sentí el bolso muy ligero. Cosa imposible porque, como bien lo sabes, siempre llevo de todo en el bolso. En este último, me centré en establecimientos donde tenían productos discográficos, mediante un contrato temporal por seis meses. Una vez que este venció, me contrataron en una empresa local durante otros seis meses, hasta que renovaron plantilla y me despidieron.

Con frecuencia se observa esta incorrección en fragmentos de naturaleza conceptualmente dialéctica: Los conflictos entre padres e hijos siempre han existido, pero es quizás ese bienestar que los «padres de la democracia» han ofrecido a sus hijos lo que puede provocar un efecto contrario al deseado. Raquel se dio la vuelta y de una patada desarmó al más joven de los delincuentes. El otro no podía dejar de apuntar al resto de la gente. Mientras, Raquel y el joven se disputaban la posesión de la pistola.

Normalmente cada término de la «pareja» se repite en una ocasión. No obstante, sucede también que aparecen al menos tres veces: A pesar de esto, son muchos quienes condenan los cambios en las lenguas. El cambio en la lengua no es una catástrofe natural, puesto que todos participamos: hablamos y escuchamos. No se conseguiría nada retrasando los cambios que se producen en una lengua. La esclavitud estaba socialmente bien aceptada. Es más, en la clase más pudiente, se consideraba normal regalar un esclavo, ya sea para pagar un favor o por otros motivos. Este era considerado como

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un objeto más o menos valioso dependiendo de su procedencia. Así, un esclavo de Mozambique era un lujo propio de la aristocracia, en cambio, un morisco resultaba más bien vulgar.

La repetición combinada de tres unidades léxicas supone una quinta parte de este primer bloque: Hoy en día los lingüistas han hecho nuevas gramáticas en las que se describen los usos lingüísticos de los hablantes. Son las gramáticas descriptivas. La repetición evita el olvido por eso nos vemos obligados a repetir con palabras todo aquello que no queremos olvidar, y que queremos mantener presente.

De nuevo lo más habitual es una construcción en la que cada uno de los elementos se reitera en una sola ocasión. Sin embargo, en casos de mayor imprecisión, el número aumenta: Uno de los objetivos de este grupo era dar a sus hijos una vida mejor que la que ellos habían tenido: sin opresiones, con libertades: una vida democrática. Muchos de estos, por no decir todos los componentes del grupo fracasan en su intento de tener unos «niños destraumatizados». Al igual que sus padres, estos niños, tuvieron una infancia difícil, aunque por distintas causas. La educación de los hijos de aquellos jóvenes, ‘hippies’, comunistas, liberales, fue muy contradictoria. Pretendieron ser liberales a la vez que elegían casi sin consultar la carrera que iban a estudiar sus hijos, con quién se iban a casar y lo que harían en el futuro.

El resto de los casos supone una tercera parte de los identificados y acumulan cuatro, cinco y hasta seis palabras distintas en reiteraciones combinadas. Aportamos un ejemplo de cada una de las tres posibilidades: Normalmente se refiere a ellos como «una de las lenguas que conozco», pero rara vez individualiza y sólo en una ocasión nos dice cuáles son esas lenguas: inglés, francés e italiano. Lo mismo sucede con él mismo. A lo largo de la novela nos presenta su profesión, su vida, sus pensamientos más íntimos, pro nunca nos dice su nombre. Sólo una vez, y ya hacia el final de la novela, su mujer le llama por su nombre. Después de la cena viene otro altibajo: El problema del niño, que no quiere dormirse y Marta fracasa en su intento de intentar convencerlo para que se vaya a la cama, eso alarga la jornada pero finalmente el niño se queda dormido en el sofá, por lo que comienza otra etapa tranquila en la que Víctor y Marta terminan en el dormitorio donde tendrá lugar otro altibajo o, mejor dicho, la tragedia: Marta muere inesperadamente en unas circunstancias algo extrañas, sin que Javier tenga tiempo de hacer nada, simplemente porque no le da tiempo a reaccionar y, al igual que Marta, no piensa que pueda ser nada grave sino que le habrá sentado mal algo de la cena, por lo que ni siquiera insiste en llamar al médico. Jose Mª M., mi hermano, nació en León en 1975. Hasta los 7 años vivió en León con sus padres, Ana, quien tenía que desplazarse diariamente a La Robla a trabajar y José, que trabajaba en Campofrío. Con siete años sus padres deciden mudarse a San Felismo, pueblo tranquilo a seis kilómetros de León que había sido originariamente el pueblo de su bisabuela y de la misma manera de su abuela por parte materna.

La lectura se hace muy redundante y prolija: Hay diferentes tipos de gramáticas, las prescriptivas (dicen cómo hay que escribir) y las descriptivas (describen los usos lingüísticos de los hablantes). Las reglas que aplican los hablantes son inconscientes, esta suma de reglas se llama gramática y comprende las reglas que los hablantes aplican inconscientemente y el intento consciente de los lingüistas de codificar estas reglas. Las gramáticas sufren muchos cambios y modificaciones, los cambios de vocabulario y de significado reflejan los cambios producidos en la sociedad.

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A pesar de lo llamativo de los ejemplos que hemos comentado en el epígrafe anterior, debemos destacar que el 90% de los casos detectados son repeticiones de una sola unidad léxica. El análisis pormenorizado del corpus permite llegar a conclusiones ciertamente mucho más precisas que la simple catalogación del error. Si descontamos los ejemplos correspondientes a ese primer 10% correspondiente a las reiteraciones masivas, la repetición tiende a ser simple: una sola palabra reaparece en una ubicación discursiva cercana o muy cercana con respecto de la primera. Así sucede en el 90,5% de los casos identificados en nuestro corpus. Excepcionalmente, la reiteración se produce en dos o en tres ocasiones. En el primer caso se trata de un 7% de los casos; en el segundo se reduce al 2,5%. El estudio del corpus nos permite descubrir cuáles son los entornos más frecuentes y en qué circunstancias se configuran. En ese sentido podemos aportar datos referidos a la naturaleza léxica de las repeticiones, a su peculiaridad morfológica y a la distancia que se establece entre las unidades reiteradas a la hora de sancionar la repetición. Por lo que afecta a la primera cuestión, parece que se condena abiertamente la repetición literal. En este sentido, cabe decir que el 84% de las incluidas en el corpus lo son de esta naturaleza. En el 16% restante no se repite exactamente la misma palabra sino que aparece otra muy similar. Los ejemplos identificados responden a variaciones de género y número del tipo singular/plural, masculino/femenino o ambas a la vez: Su historia, llena de recuerdos reales y contada a veces a modo de crónica, era tan real que en su cabeza creía oír las explosiones de morteros. Los dos hermanos no tienen los mismos intereses, no aman a las mismas personas, pero al cambiar de identidades no lo tienen en cuenta. El momento en el que el vehículo adquiere una dimensión casi divina es cuando presencia la muerte de Franco y el comienzo de una era diferente a todas las anteriores. Pero todo eso desaparece en el momento en el que el coche es trasladado a un cementerio.

También se producen entre clases de palabras construidas sobre la misma raíz léxica, como pueden ser adverbio/adjetivo, adjetivo/sustantivo o sustantivo/verbo: Él es lo suficientemente inteligente y tiene la suficiente experiencia como para saber que ha de vivir con ello. El cacique, interesado en la monja, finge interés en el proyecto y de esta forma las visitas continúan. Los traductores e intérpretes traducen e interpretan continuamente, sin discriminación ni apenas descanso durante periodos laborales, y la mayoría de las veces no se sabe ni para quién se traduce.

Entre palabras pertenecientes a la misma clase morfológica y creadas a partir idéntica raíz léxica: Somos continuamente informados de lo perjudiciales, e incluso letales, que son estas sustancias pero, sin embargo, saber lo que siente el drogadicto con la droga corriendo por sus venas es algo que nunca se explica en los folletos. Para más machismo o imagen de macho ibérico, si se me permite darle ese nombre, ni siquiera le cambió la cara cuando su mujer le noticia de que estaba embarazada.

O entre palabras afectadas por cambios en la sufijación: A los cuatro años de edad, Carmen vivió la maravillosa experiencia del nacimiento de un hermano, el cual pereció a los pocos meses de vida. Sin duda esto supuso un gran dolor para la

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pequeña, pero dos años más tarde una nueva hermanita venía al mundo para devolverles a todos la alegría perdida.

Finalmente, en los casos en los que se acumulan dos o más reiteraciones resulta llamativo que el porcentaje de no literales aumente a un 41%. En este bloque es muy habitual que en una misma línea de reiteración se combinen repeticiones de las dos naturalezas: El deterioro de su bigote [postizo] le lleva a la peluquería, en donde el peluquero le da un champú especial y en donde ve por primera vez a Beatriz, una bruja que donó el pelo del que está hecho su bigote y de la que, por medio del peluquero, consigue una tarjeta. Su enfado con el órgano gubernamental es tal que incluso llega a descreditar asuntos banales, como la campaña que hicieron contra los fumadores y el tabaco, e incluso afirmó que sus promotores, al menos algunos, fuman a escondidas, enfatizando así su instinto de corrupción. Contra ellos se revela volviendo a fumar. Nosotros en el siglo xx somos herederos directos de esta pasión purista del siglo xviii. El purismo elige las formas que poseen mayor prestigio social. Esta actitud purista hacia el lenguaje es ilógica. Hay que decir que aunque el movimiento purista esté equivocado en los detalles no significa que también lo esté de un manera global. La estructura narrativa de El Túnel está conformada sobre una situación única y desde la conciencia de una sola persona, Castel. Este es el narrador y el personaje de su propia historia. Y este relato, en primera persona, lo lleva Castel desde la cárcel en la que se encuentra tras haber matado a la única persona que había entendido el mensaje de desolación implícito en su pintura.

La segunda cuestión que nos interesa dilucidar tiene que ver con las clases de palabras objeto de repetición. En ese sentido lo primero que observamos es que todas se ven afectadas por este fenómeno, pero no de la misma manera en términos de frecuencia. Los datos al respecto indican que las más frecuentes son las repeticiones literales de sustantivos, que suponen el 62% de los ejemplos detectados: Es la de haber atravesado una guerra, y no sólo lo que es la guerra en sí, sino los recuerdos y marcas que esta deja en las personas. Ainielle, el pueblo del que trata «La lluvia amarilla» era un pueblo (ya está completamente abandonado) del Pirineo aragonés y no está situado en un valle accesible sino en un paraje solitario. Se refiere tanto a la muerte que hace pensar que el libro es la historia de la muerte o como se llega a ella. Muchos son los personajes que fallecen y lo que se cuenta de sus momentos finales, su última morada. El lenguaje presenta una evolución constante. Para comprobarlo, simplemente hemos de comparar el lenguaje utilizado por Chaucer, por Shakespeare y el lenguaje actual para darnos cuenta de esta realidad. Intentan vivir una vida ajena, una vida no concordante con lo que ellos piensan y sienten. El resultado de esto es una infelicidad completa, pero cuando se dan cuenta de su origen, ya es demasiado tarde. Aunque intentan dar el paso atrás, a sus anteriores vidas, al menos uno de ellos fracasa, porque su propia vida es igual de extraña para él que la que ha vivido hasta ahora.

Las repeticiones de verbos son las siguientes en términos de frecuencia, pero solo acumulan un 20% de los casos catalogados. Incluimos entre ellas tanto las literales como las correspondientes a formas distintas dentro de un mismo paradigma verbal: Bueno Julia, espero que no te hayas enfadado mucho conmigo, al igual que espero que aproveches al máximo los últimos días que te quedan de vacaciones.

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El autor describe tan bien las situaciones que entiendes y te imaginas la escena como si estuvieses viendo una película o estuvieses dentro de la escena como un observador. Es este libro una meditación sobre el amor, llevado a sus últimas consecuencias, hasta llevar a la protagonista a aceptar por su causa incluso la prostitución o la negación de su derecho a ser madre. Ha tomado conciencia de lo que la rodea; y no se arrepiente de su amor por Augusto, sabe que jamás se arrepentirá de algo tan hermoso.

Un 8% de las reiteraciones se construye sobre adjetivos: A Laura le da su nuevo número de como si fuera su nuevo teléfono del trabajo. Procedían de distintos puntos de la Península y de distintas clases sociales. Una de las características de la sociedad americana es que se siente americana al cien por cien.

Un 4% se realiza sobre pronombres, adverbios y términos que, siendo gráficamente iguales, se clasifican según los casos en clases de palabras distintas. En este contexto, tiene especial frecuencia todo: Espero que tu vacaciones hayan sido maravillosas y que hayas descansado todo lo que necesitabas después de todo lo que has trabajado durante el año. Espero también que ese relax haya hecho que tú y Mónica solucionaseis las pequeñas diferencias que estabais teniendo últimamente y volváis a ser esa pareja envidiada por todos vuestros amigos entre los que desearía estar incluido sobre todo después de lo que a continuación te voy a contar. Los drogadictos no sólo tienen que enfrentarse a su enfermedad, sino que además deben luchar contra todos nosotros, la respetable sociedad. De lo que no parecemos darnos cuenta es de que si nosotros estamos integrados, nuestro también es el problema. Son la escoria social, nosotros somos la sociedad, luego son obra nuestra. Lleva una existencia solitaria y vacía, sin ilusiones por nadie o nada y sin querer a nadie más que a él mismo. Tampoco se podía explicar lo que había hecho mal para que le salieran tan mal las cosas.

Finalmente, un 6% de los errores se ha catalogado como reiteraciones sintagmáticas. No afecta a una sola palabra sino a la combinación de varias. Pueden ser literales: El resto del mundo no tiene importancia para el americano, pero su país si es importante para el resto del mundo. Un día, por casualidad, se sentaron juntos y en aquel instante mi abuelo reconoció en ella a la mujer de su sueño. A partir de entonces siempre se sentaron juntos.

Pueden ser las mismas palabras desordenadas: Estos son los años de mayor éxodo hacia los núcleos urbanos. Si comparamos estos datos con los de «La lluvia amarilla» nos damos cuenta de que son estos los años más tristes de la vida de Andrés.

O puede que alguna desaparezca en la reiteración: Pérez Reverte se hallaba pensativo ante los folios en blanco en los que planeaba escribir su nueva novela. Para un periodista tan experimentado y un escritor tan reconocido como él, no debería ser difícil escribir una novela sobre la guerra.

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Por último, nos hemos fijado en cuál es la distancia mínima establecida entre los términos implicados para que la reiteración pase a ser considerada como una incorrección estilística. Nuestra catalogación de errores nos ha conducido a datos ciertamente llamativos. El primero tiene que ver con el hecho de que se tiende a aceptar la reiteración cuando las unidades involucradas se hallan en párrafos diferentes. No obstante, se evita si afecta al último enunciado de uno y al primero del siguiente. Así, un 5% de las incorrecciones clasificadas como tales responden a esa estructura. Se trata de enunciados contiguos aunque en párrafos independientes: La nueva religión no cuenta sólo con la aprobación de parte del clero, sino también de la Corona y algunas clases elevadas. Esta nueva religión se caracteriza por difundirse rápidamente entre los habitantes de los países y ser adoptada en su mayoría por sus clases más altas. Decide alquilar un apartamento amueblado en el mismo edificio en el que está ubicado en sex shop. En el sex shop ha conocido a una diminuta mujer china que le recuerda a los autómatas que su padre le llevaba a ver cuando era pequeño. Empiezo a contemplar mi habitación y me paro a pensar en el cambio que ha dado mi vida en pocos meses. Llevo ya 8 meses en Salamanca y algunas veces sigo sin creerlo.

En cualquier caso, el 95% de las reiteraciones suceden en el entorno del párrafo. Y dentro de él, se reparten en tres grandes grupos. El 38% sucede en los márgenes de un mismo enunciado. Aportamos algunos ejemplos referidos a diferentes clases de palabras: Les dieron todo, sobre todo independencia y comprensión. Únicamente cuando se desconecta es cuando los oídos, la cabeza, la memoria y la lengua del intérprete descansan. Lo leí poco a poco y me iba perdiendo con él poco a poco, luego me reencontraba conmigo misma, a la vez que encontraba el sentido del libro. Como todo grupo social, se compone de responsables y de personas que pueden o no aceptar las normas exigidas por esos responsables. El Antonio que llega a Malasaña a trabajar, no cuenta con enamorarse, y mucho menos con enamorarse de su vecina prostituta, la chica desvalida que esperaba a su amiga para entrar en casa durmiendo en el portal cuando él la conoció.

El 49% afecta a enunciados contiguos: El sexo, al igual que a ella, ya no le producía ningún entusiasmo, ya que se había convertido en algo mecánico y con una única intención. No había ya ninguna pasión en el matrimonio y llegó a tal extremo que Teo le propuso a su marido que durmieran separados. La monja pasará la noche velando a un bandolero herido, quien se encargará de añadir a la historia temas sociales. En concreto, el bandolero dedica palabras muy duras a la sociedad, fuente de injusticia y corrupción. A pesar de las amenazas, nadie se movía. Un coche les esperaba fuera y tenían que darse prisa si no querían que la operación se fuera al traste.

Por último, solo el 8% se ha observado entre enunciados no contiguos: Arturo Perez Reverte, reportero de prensa, radio y televisión durante la mayor parte de los conflictos internacionales de los últimos veintiún años nos relata la vida de un corresponsal de guerra.

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Y lo hace de una forma crítica y personal en la que todo es verídico salvo su propia identidad. Este es asumida por Barlés, un corresponsal de guerra español que hace entradillas para los telediarios en el marco de máxima autoridad que es la exYugoslavia. Con tanto lío no he podido bajar a tu casa y hacerme cargo de tus plantas y tus cartas. Ayer me acordé y le pedí a mi mujer que bajara a echar un vistazo. Cuando volvió me dijo que tus plantas estaban bastante secas, pero que ellas las regó y las ciudó y cree que tienen remedio. Se abalanzó sobre él, cayendo ambos al suelo. Empezaron a forcejear y al final se oyó un disparo. El hombre cayó al suelo, malherido.

Esto nos hace pensar que percibimos la reiteración como más admisible en la medida en que hay uno o más enunciados completos entre las dos apariciones de la misma unidad léxica. Cuando se trata de uno solo, se acepta en los casos en los que es razonablemente extenso. 12.1.2. Reiteración fonética, morfológica y sintáctica Los errores de esta naturaleza tienen una incidencia mucho menor en nuestro corpus (2,7%), y dentro de ellos los más habituales son los de naturaleza fonética: nos encontramos ante lo que tradicionalmente se ha denominado cacofonía. En primer lugar, se debe desatacar el riesgo asociado al uso de palabras terminadas en -ente/ante: Creo que el personaje verdaderamente importante en esta historia es Antonio. Hoy en día está presente constantemente tras la intencionalidad del hablante. Le han enviado para dar testimonio de mi actitud supuestamente improcedente.

Como vemos, muchos errores se asocian al uso de adverbios en -mente. No obstante, no todos los ejemplos incluyen alguno de ellos: Praga veía cómo su Primavera era reprimida sin contemplaciones por un potente contingente militar soviético.

Los errores pueden afectar a otras terminaciones, como -ción. Sin embargo, su frecuencia es incomparablemente menor: Tras la aceptación de la Constitución, todo este proceso de Transición Política dio lugar a las primeras elecciones libres.

La reiteración morfológica y sintáctica se observa en dos grandes áreas. La primera supone la acumulación en posición contigua de varios sintagmas construidos sobre la base de la misma preposición: Lo que había sido un amor puro y natural se convirtió, con el paso de los días, en una atracción carnal que les llevó a mantener relaciones sexuales, hasta que un día Gabriela lo descubrió y los separó hasta el día en que Cipriano muere en la hoguera. Es un pueblo pequeñito, típico del norte de Castilla, y probablemente despoblado en invierno en 50 ó 60 años. La muerte está presente en el libro en todas partes. El estilo de la novela es sencillo y se caracteriza por una dicción clara y poco complicada y por unas sentencias breves y por la abundancia de diálogo, en la mayor parte del cual está redactado en un lenguaje coloquial y más bien vulgar.

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Dentro de este grupo es de especial relevancia la excesiva acumulación de complementos del nombre encabezados por la preposición de: Mi misión era profundizar en el origen de ciertas actitudes violentas de algunas personas de la parroquia. Un aviso por parte del pueblo de un posible enemigo de la Iglesia significa una muerte segura y eso intentan por todos los medios evitar los personajes, aunque tras tanto esfuerzo no lo lograrán.

El segundo bloque de incorrecciones se asocia a la combinación de oraciones. En ese sentido no parece aceptable la acumulación de coordinadas copulativas construidas exclusivamente mediante la conjunción y: A su jurisdicción estaban sometidos los herejes y los judíos y los musulmanes conversos. El estilo de la novela es sencillo y se caracteriza por una dicción clara y poco complicada y por unas sentencias breves y por la abundancia de diálogo, en la mayor parte del cual está redactado en un lenguaje coloquial y más bien vulgar. Sor Consuelo sale al huerto y se detiene junto a la alberca y es esta vez el administrador de la finca, Pepet, quien le impide llevar a cabo lo que ya parece una obsesión y la lleva al hospital tras confirmarle que su jefe se ha ido y no volverá mientras ella siga allí.

Tampoco se puede recomendar la acumulación de oraciones introducidas por que, sea este pronombre relativo o conjunción completiva: Elige a un protagonista, Luis, que es un alto ejecutivo que, junto con su trabajo, pierde gradualmente el sentido de la diferencia entre lo real y lo irreal, llevándole a la desaparición de sus prejuicios morales.

12.2. Errores estilísticos qeu no afectan al uso normativo: expresión innecesariamente compleja Se trata de comprobar si se han expresado los conceptos de forma sencilla y sin complicaciones expresivas evitables. Dicho de otro modo, si no estamos exigiendo al lector un esfuerzo de procesamiento superior al deseable según los contenidos que deseamos transmitir. Podemos comparar las dos versiones siguientes: la primera recoge el texto original y la segunda indica la variante corregida: El intérprete debe desarrollar una investigación en el conocimiento de la lengua tanto materna como extranjera y aplicarla a su trabajo, es decir, traducir un discurso expuesto en un idioma y reproducirlo en otro. El intérprete debe conocer la lengua materna y la extranjera para su trabajo, que consiste en comprender un discurso emitido en un idioma y traducirlo a otro.

En el ejemplo que aportamos no hay, estrictamente, errores lingüísticos, pero el mismo contenido se podría haber expresado de una manera mucho más sencilla y más precisa. La corrección de estos errores supone siempre una simplificación formal. Los ejemplos identificados pueden clasificarse en varios grupos. En el primero de ellos se observa que literalmente sobran palabras a la hora de expresar un mensaje. En algunos casos, la corrección supondría la eliminación de algunas de ellas. Las indicamos en letra versalita:

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Pedro es la persona que regala al autor los documentos y fotografía sobre la familia Castedo, propietaria de la mansión Villa Valeria Con siete años sus padres deciden mudarse a San Felismo, pueblo tranquilo a seis kilómetros de León que había sido originariamente el pueblo de su bisabuela y de la misma manera de su abuela por parte materna. Por otra parte, con respecto al vehículo, dispongo de coche propio. Por lo tanto, no tengo problemas con este tema.

En otras ocasiones es necesario algún pequeño ajuste formal, que indicamos al final del ejemplo: El intérprete debe desarrollar una investigación en el conocimiento de la lengua tanto materna como extranjera y aplicarla a su trabajo, es decir, traducir un discurso expuesto en un idioma y reproducirlo en otro. →(sobre la lengua) En situaciones más serias, un individuo con problemas incluso puede llegar a tal extremo como lo es adoptar una nueva identidad. →(al extremo de) Esta clase social se considera modélica en cuanto a conducta se refiere, en cambio, aprovecha cualquier oportunidad para vender indulgencia a través de bulas con el único propósito de recaudar más fondos. →(de conducta modélica)

En segundo lugar se acumulan bastante ejemplos que exhiben una construcción formal muy compleja. Con frecuencia se encadena un número excesivo de oraciones subordinadas. La solución pasa por simplificar la organización sintáctica: A partir de este momento se dedicó a administrar la finca familiar junto con su marido, dedicándose también a realizar labores de su hogar denominadas propias de la mujer en aquella época. El autor puede haber elegido este momento y este lugar en la historia para que el lector se sienta más afectado y observe que incluso en situaciones difíciles pueden haber aún con más probabilidades, malas pretensiones por parte de cualquiera. Es como si Dios y la Naturaleza, que juegan variando los acontecimientos de la vida o haciendo que confluyan en el mismo punto, actuaran donde la justicia del hombre por temor a ricos y poderosos.

Es muy interesante indicar algunos casos en los cuales se invierte el orden entre sujeto y verbo. Resultado de ello será una descenso en el nivel de inteligibilidad: De la misma generación que éstos y antiguo amigo suyo es Pascual.

En tercer lugar toca referirse a los ejemplos donde la complejidad expresiva deriva de una sobreutilización del llamado estilo nominal. La preferencia por tal construcción eleva el grado de abstracción del texto, a veces de manera innecesaria: Andrés sólo ve la lluvia amarilla de cada año, la nieve, el deshielo. Esta intemporalidad viene dada por el hecho de que ya no existe ningún objetivo para la consecución de alguna meta. A lo largo de todo el proceso hemos sido partícipes de la pasividad de esta mujer, de su dependencia total de una fuerza mayor a la que es inútil oponer resistencia, junto con un comportamiento incoherente que hace imposible la búsqueda de una excusa admisible. Le atribuyó la ejecución de una influencia negativa sobre el joven, el cual tuvo que pasar por el mal trago de ver a su padre ir en dirección a prisión. Mendoza jugaba en ella con toda clase de técnicas de narración que dificultaban el seguimiento de la trama.

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Esta tendencia lleva en muchas ocasiones a preferir expresar la acción verbal mediante construcciones complejas resultado de la combinación de un verbo comodín y un sustantiva. Algunos autores como Gómez Torrego (1995) hablan de preferencia por los verbos complejos en lugar de los verbos simples: Aunque al haber tantos datos geográficos, la mayoría desconocidos, puede causarle al lector un estado de confusión en ciertas ocasiones. El escritor cede la autoría a Desideria Oliván, la cual, a través de una proceso creativo consistente en varios cuadernos en los que plasma sus reflexiones, nos hace partícipes de sus vivencias. Juan socorre a aquel que se ha visto obligado a encomendar su discurso a un intemediario, y que permanece ignorante de lo que ocurre en esa otra lengua ininteligible. También es un fetichista: le es necesario llevar consigo un bigote postizo para que pueda «incorporarse en otro ser». En cuanto se siente triste o depresivo, toca ese bigote o se lo pone.

En cuarto y último lugar, la expresión se complica como resultado de un exceso de polaridad negativa dentro de los enunciados. La solución pasa, lógicamente, por usar una expresión de naturaleza afirmativa. Estos son algunos ejemplos: A pesar de notar su presencia constantemente no logra acostumbrarse del todo a ellos, ya que en ocasiones reacciona a sus visitas huyendo. Por eso no sabe cuál va a ser su reacción cuando se encuentre con algún habitante de los pueblos cercanos, porque no sabe ante qué tipo de criatura se encuentra. Los dos hermanos no tienen los mismos intereses, no aman a las mismas personas, pero al cambiar de identidad esto no lo tienen en cuenta. Intentan vivir una vida ajena, una vida no concordante con lo que ellos piensan y sienten. No obstante, nunca ha afirmado no haber tenido tiempo suficiente para divertirse y asegura haber tenido una infancia feliz.

12.3. Errores estilísticos que no afectan al uso normativo: incorrecciones de registro Este tipo de error, que tiene que ver con la elección de variedades diafásicas incorrectas, no llega al 1% de presencia en nuestro corpus. Algo más de la mitad de los problemas detectados refleja un descenso a un registro más coloquial. Veamos algún ejemplo; en este caso, un estudiante escribe la biografía de su padre en un registro evidentemente formal, razón por la cual resulta inaceptable la secuencia que hemos destacado: Nació en Granada en el seno de una familia burguesa. Estudió lo que su padre, derecho, a la vez que lo combinaba con las milicias universitarias de las que guardaba buenos recuerdos e historias que contar.

Los descensos de registro también se observan en el plano léxico: Empezó la carrera de medicina en la Universidad de Salamanca pero pronto se dio cuenta que su camino estaba dirigido hacia las letras. Se cambió a Geografía Historia especializándose en Historia del Arte. Estos aspectos transmiten al lector lo difícil que es comprender nuestros comportamientos cuando se ven influenciados por el amor, lo cual viene siendo común a lo largo de los años.

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Las desigualdades existentes entre los diferentes grupos sociales son mayormente físicas: unos llevan vaqueros de diseño y van siempre muy limpios. Los otros visten pantalones viejos y, muchas veces, rotos. Martirio, comida por la envidia, comienza a dar voces y llama a su madre a gritos. Pero Teresa conoce a Andrés, y la atraen sus aires educados, su sensibilidad y aunque ella no sea muy consciente de ello, también el hecho de que está deshauciado.

Por otro lado, se observan elevaciones a un registro mucho más formal en contextos donde tal hecho no se justifica. Así sucede en los ejemplos siguientes: Su oferta me parece muy atractiva y es por ello que les escribo. Tengan a bien contestarme lo antes posible para yo poder concertar otras posibles entrevistas. Sin otro particular aprovecho la ocasión para saludarles atentamente. Para colmo mi madre me había comentado hacía unos meses, que había comprado un piso y que requería mi ayuda para la mudanza. Tenías que haber visto allí a toda la familia: parecíamos cascos azules en misión humanitaria. Hola Roberto: ¿Qué tal tus vacaciones? Espero que estés disfrutando al máximo. Supongo que estarás contando los días que te quedan para volver a la rutina y me imagino que no con muchas ganas. Por aquí, en la ciudad todo sigue igual. Me dirijo a ti con la intención de disculparme brevemente por no haberme hecho cargo de las tareas que me encomendaste. Pasaron los años y tuvieron otros seis hijos más antes de que por culpa de su marido, mujeriego y festivalero (además de machista y autoritario), hubieran de vender la propiedad campestre y marchar a la ciudad de Salamanca.

12.4. Expresiones aproximadas que afectan al uso normativo 12.4.1. Simplificaciones expresivas Hablamos de una reducción expresiva simple cuando se observa en la construcción que han desaparecido palabras necesarias. Se pueden interpretar tres causas fundamentales: por simplificación del sistema preposicional, por elipsis mal construidas o por contaminación de otras expresiones. A continuación aportamos algunos ejemplos donde, obviamente, la corrección de estos errores no plantea excesivas dificultades. Indicamos entre paréntesis y en versalita la o las palabras que habría que incorporar para corregir el error: Allí conoció a mi madre, con la que se casó (siendo) relativamente joven. Tres años antes había terminado la carrera y estaba impartiendo clases en la Facultad. Muestran la realidad de una manera tan patente que en ocasiones llegan a ser truculentas; como (en) la escena en que Ugarte raja a Lisardo y a este se le sale el paquete intestinal. La droga se consume de forma abusiva y (por gente) cada vez más joven. Alrededor de (una mesa en) esta finca, ellos celebraban sus reuniones clandestinas, jugaban, reían, merendaban y conspiraban contra el régimen franquista.

Las simplificaciones más fáciles de corregir afectan a una sola palabra. Esta puede ser un verbo: Después, casi todos empezaron a estudiar en Valladolid y sólo (iban) al pueblo los fines de semana.

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En consonancia, (vestían) su atuendo de colores vivos como los de los indios americanos. Ante su antiguo amigo de la infancia, Jesús intenta darse grandes aires y (aparentar) autosuficiencia. La frialdad y el escalofriante realismo presentes a los largo de toda la obra contribuyen a (crear) una descripción detallada y verosímil de lo que entraña la drogadicción. Emma era una esposa excelente, Pascual le había conseguido un trabajo fijo, su casa era confortable y lujosa, ¿para qué (mudarse) a aquel barrio de prostitutas y yonquis?

También una preposición: El bautismo es la primer vía de integración del individuo en la comunidad creyente y (de) su participación en ella. Levantó la vista y vio a sus personajes filmando a otro muerto, a otro ser simbólico al que decidieron llamar «Sexsymbol», por ser uno de tantos cadáveres (de) jáveos atractivos caídos bajo la locura colectiva.

Con mucha menos frecuencia resultan afectadas otras clases de palabras: Hola Ana: ¿qué tal las vacaciones? ¡Quién pudiera irse un mes a Marsella! Me imagino que será una ciudad preciosa, pero ¡más (te) vale traer fotos para poder comprobarlo! La heroína de todo aquel (mundo) progresista era Dolores Ibarruri.

Se han recogido ejemplos que afectan a más términos. Estos son algunos casos en los que se han perdido dos palabras: Según manifestó Lutero en una de sus obras: «El Papa no es más que el conjunto de las heces del diablo». Por lo tanto, si la figura del alto pontífice es (rechazada como) falsa, ya no se hace necesaria la presencia del mismo en los actos religiosos. Arturo Perez Reverte, reportero de prensa, radio y televisión durante la mayor parte de los conflictos internacionales de los últimos veintiún años nos relata la vida de un corresponsal de guerra. Y lo hace de una forma crítica y personal en la que todo es verídico salvo (que oculta) su propia identidad. Por último, cuando algún miembro del tribunal entrega un texto escrito al intérprete, sin que éste lo haya visto con anterioridad, para exponerlo verbalmente (a esto) se define como «intepretación a simple vista». A todos nos gusta el dinero, tanto al camello de la esquina como al oficial de aduanas y al policía corrupto, como a (personas de) instancias mucho más elevadas que nunca son descubiertas. Se hace referencia a las condiciones sociales (por las) que atravesaban ciertas personas en aquellos días.

A medida que aumenta el número de palabras olvidadas también lo hacen las dificultades a la hora de entender lo que el autor realmente nos quería decir. Aportamos ejemplos de tres o más palabras: Sor Consuelo no es una joven impresionable e ingenua que ignora (los efectos de) el amor hasta que es demasiado tarde y cae rendida a los pies del amado. S. Johnson elaboró una diccionario de gran influencia. Sin embargo, en muchos casos se equivocó al elegir (como los correctos) los usos de las clases sociales más pudientes. Cada uno de ellos emprende el camino que en un principio el otro había ido labrando. Pero el cambio incluye (asumir) absolutamente (toda la vida) del otro.

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La mujer se preocupa cada vez más de cuestiones relacionadas con sus actividades profesionales (sobre todo en (el caso de) mujeres que ostentan importantes cargos). De acuerdo con la oferta de empleo publicada el pasado martes día 10 de diciembre en el periódico «Tribuna» de Salamanca, me satisface enviarles mi currículum vitae como respuesta al (a la oferta que hacen de un) puesto de vendedor. No siempre es fácil entender el significado literal (para comprender el sentido) de una expresión, e incluso en algunas ocasiones éste es insuficiente.

En un grupo relevante de casos, observamos que desparecen palabras y, como contrapartida, se incorporan preposiciones para conectar las que quedan. Destacamos en cada ejemplo la preposición insertada en el texto y al final incluimos entre paréntesis la corrección: Alto, fuerte y de buena apariencia, Ibraín es maltratado y asesinado por un policía que quería vengarse por una paliza de hace años. Pronto nos enteramos de que él es un desertor del ejército de su país. → (una paliza que le propinó hace años) Por fin, él se levantó, caminó hacia ella y cuando la tuvo de frente, la cogió por el pelo y de un tirón la obligó a mirarle. → (y dándole un tirón) En cambio la monja, débil en sus sentimientos, dirige su vida hacia el prestigio y reconocimiento social, conseguidos por su ayuda en asilos y hospitales. → (a la hora de controlar sus sentimientos) Las respuestas están dotadas de gran complejidad. Teóricamente hay tres posibilidades sobre la dirección en que se desplaza el lenguaje: decadencia, progreso o equilibrio con el transcurso del tiempo. → (si queremos analizar la dirección) También al salir en pareja debían esperar a la noche para besarse y aun así más de uno de ellos al cuartelillo. → (terminaba en el cuartelillo) No consigue olvidar. Y es más, con su vocación a Dios y sus principios dice: «Sin él no sé cómo habría podido soportar tanta soledad». → (su creencia en Dios) Aunque los protagonistas sean Barlés y Márquez esto le sirve a él como excusa para informarnos acerca de todos los enviados especiales en general y de sus anécdotas, pues su intención es mostrar todo lo que hay detrás de las simples cámaras de televisión. → (y contarnos sus anécdotas) Su adolescencia transcurrió con normalidad. Nunca fue una chica problemática sino que por el contrario, siempre tuvo una actitud de calma y paz en su interior. → (dominada por la calma) Poco después, en Dinamarca, este parece volver a la realidad y se da cuenta de que lo ha perdido todo. → (a recuperar la noción de la realidad) Por ello y también debido a los grandes avances científico-médicos la población jubilada supera todas las expectativas y cuando nos toque el turno de recibir la compensación de los fondos públicos, estos habrán caído en bancarrota. → (la compensación con cargo a)

Denominamos reducciones expresivas complejas a aquellas en las que se detecta el uso de solo alguna palabra que aparecería en la formalización completa y además en la forma no adecuada. Por tanto, la huella de la opción expresiva correcta resulta mucho menos evidente: Yo, personalmente, llegué a alcanzar un grado tal de saturación con la persona de su autor, obsesivamente polemizado desde múltiples frentes que a punto estuve de no leer este libro. → (obsesivamente en el centro de la polémica) Su matrimonio con Ramiro había estado desde un principio lleno de sorpresas y desencantos pero ella no los tenía en cuenta, seguía en su vida vacía imponiéndose hacia su marido

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un amor estéril. → (seguía con una vida vacía y se imponía a sí misma amar a su marido de manera estéril) Menciona así los frecuentes masajes y saunas entre los de su clase, las agendas de cuero, la excesiva existencia de ordenadores, el mobiliario suntuoso de las casas, etc. → (menciona cómo van a recibir masajes y a disfrutar de saunas los de su clase) La figura de su hermano en todo momento omnipresente controlando sus actos, sus pensamientos, sus necesidades como hombre. Todo con un surrealismo totalmente extravagante donde el sueño, la vigilia y lo siniestro se entremezclan. → (Todo con un componente surrealista totalmente extravagante) Se resalta la dificultad del trabajo, lo aburrido de los discursos, la soledad y el agotamiento que supone el desplazarse tanto, los odios que hay entre las distintas facetas de la traducción, la dificultad de compaginarlo con una vida familiar... → (entre las distintas familias de profesionales vinculadas a la traducción) Los cuentos narran la vida de un personaje llamado Olegario que se identifica con la personalidad de Jesús. → (su identidad coincide con la de Jesús) Parece más importante que se traduzcan las palabras emitidas por cada uno que la realización concreta de sus cometidos: que sus propuestas sean atendidas y votadas. → (alcanzar los objetivos concretos) Diría que lo que hubo entre estas dos personas fue indudablemente un gran amor, pero no de pareja, sino de madre-hijo, el cual no fueron capaces de distinguir y eso provocó la confusión. → (no fueron capaces de interpretar correctamente) Sé que me dejaste encargada de tu casa y yo lo acepté de buena gana, nadie me obligó. Pero estas dos semanas han sido una locura, como una especie de aislamiento del mundo real. → (si hubiera estado al margen del mundo real)

12.4.2. Errores derivados de aplicar estrategias para evitar las reiteraciones léxicas Con el objeto de no incurrir en reiteraciones léxicas el aprendiz genera fragmentos de discurso que resultan ambiguos en la medida en que cuesta descubrir cuáles son los correferentes textuales de algunas expresiones: Al morir su madre, Cipriano quedó prácticamente huérfano, ya que no recibió ningún tipo de atención de su padre. Minervina realizó el trabajo de los dos, desde el principio fue la única persona que lo cuidó y que lo quiso.

No sabemos a ciencia cierta quiénes son los dos a los que se refiere el ejemplo, puesto que hay tres posibles correferentes: el padre, la madre y la propia Minervina La envidia y el rencor han sido los pilares del carácter del que nació Juan, y no creo que después de todo, de haber recuperado a Laura y su vida, José vaya a renunciar a ello así tan fácil.

Ello se puede referir tanto a la envida como al rencor porque en la formulación elegida no queda nada claro. Dentro de este grupo de errores, tienen especial frecuencia aquellos en los que los escritores noveles usan la expresión el mismo en sus diferentes variedades formales: La dureza de la situación pudo con la joven que tras vomitar varias veces sobre el parquet, cayó desplomada sobre el mismo.

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Al enterarse de la escapada de Tatiana, lo primero que pensó su madre es que la deberían de haber educado de otra manera, aquella madre que no hacía mucho tiempo defendía el pacifismo, no dudaba ahora en explicar que la tendrían que haber molido a palos, como siempre se había hecho, mientras que su marido aún fiel a sus ideas no concebía como se podía pegar a alguien y menos a su hija. Todo esos jóvenes que se levantaban en contra del régimen opresor, quizás sin saberlo habían hecho lo mismo con sus hijos. La mitad de sus vidas se había desarrollado en la clandestinidad; tenían que esconderse para leer las obras prohibidas en España, al repartir comunicados en contra del régimen o a favor de otro, era lo mismo, también al salir en pareja debían esperar a la noche para besarse. Por lo tanto, si la figura del alto pontífice es falsa, ya no se hace necesaria la presencia del mismo en los actos religiosos, ni tampoco la existencia de ceremonias, métodos de pervivencia del clero puesto que la labor del mismo es igual de importante que la del hombre.

12.4.3. Asignación incorrecta de funciones sintácticas En este contexto la fuente más habitual del error está en que, aun cuando se eligen las palabras adecuadas, no se les asignan las funciones sintácticas esperables de acuerdo con el sentido que se quiere transmitir. De nuevo destacamos el error y aportamos al final de cada ejemplo la propuesta de corrección: Ella, junto a su hijo Félix (que necesita mayores atenciones médicas) vive turnándose a temporadas en las distintas casas de sus hijos y nieta. → (se turna en vivir a temporadas) Hay tres teorías que pueden aplicarse a cualquier lenguaje. La primera de ellas habla de una lenta decadencia del idioma (causada por la separación de sus lenguas madres), y es sin duda la más recurrida por los enemigos de los cambios. → (a la que más recurren)

Afecta especialmente a la construcción de objetos directos: Desi sentía que ella lo ponía todo. Yamam se limitaba a dar emoción a su vida sexual, nada más (y nada menos). Ella sentía su dependencia de él pero veía que a él no le ocurría lo mismo. → (sentía que dependía de él) La tez morena del niño suscitó rumores maliciosos entre la gente, sin embargo, la enorme dicha que siente, hace oídos sordos a la mala fe de alrededor. Desi se reintegra casi plenamente en su matrimonio y a la vida de Huesca. → (le lleva a hacer oídos sordos)

Del mismo modo, se confunden las funciones de sujeto y objeto directo: El negocio de la familia de Juan tuvo que cerrar y este se quedó sin trabajo. → (La familia de Juan tuvo que cerrar el negocio) La interpretación, a su vez, también distingue dos modalidades: la interpretación consecutiva y la interpretación simultánea. → (se distinguen dos modalidades en la interpretación)

Y también a los complementos del nombre: Charo y Vanesa se prostituyen para satisfacer sus deseos de evasión a través de estupefacientes. → (evadirse con estupefacientes) El personaje de Ugarte es el amigo de Vanesa, Charo y Lisardo. → (Ugarte es el personaje amigo)

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En la configuración verbal, a veces se eligen infinitivos cuando sería preferible una forma personal: Todo esto da la sensación de estar viendo a la gente pasar, de oírles hablar, de estar en frente de los personajes. → (que estás)

Dentro de este grupo cabe incluir también las confusiones en la elección de estilo sintáctico. La tendencia más frecuente lleva al uso de modalidades expresivas nominales en lugar de la alternativa verbal. Los núcleos conceptuales del discurso descansan preferentemente sobre sustantivos o adjetivos y no sobre verbos o adverbios. De ello deriva con frecuencia la construcción de opciones normativamente incorrectas: Nos plantea en su novela el problema que tenemos los seres humanos con nuestra identidad; nuestro inconformismo de ser quien somos. → (no nos conformamos con ser) Como suma a la lista de factores negativos, Andrés, hijo de Genoveva, era adicto a las drogas. → (A la lista de factores negativos se suma) Hay individuos que aman a lo largo de su vida a varias personas; a veces la coincidencia entre ellas llega hasta a mantenerse dentro de un mismo formato físico. → (a veces ellas coinciden en un mismo formato físico) Ella sentía su dependencia de él pero veía que a él no le ocurría lo mismo. → (sentía que dependía de él) Su desesperación le condujo a tener ansias de abandono e incluso de suicidio. → (pensar en abandonarse e incluso en suicidarse)

Tampoco son infrecuentes los casos en los que se detectan imprecisiones en la atribución de valores funcionales a las diferentes clases de palabras. Así, en un primer caso se adjudican a un sustantivo propiedades de un adjetivo; A la edad de 17 años contrajo matrimonio con Teodoro Sánchez, de familia acomodada y terrateniente. A partir de este momento se dedicó a administrar la finca familiar junto con su marido.

En otro, un adjetivo asume las de un adverbio: La aparente apasionada relación de estos dos consistía en repetidos actos sexuales entre los cuales hablaban de sus respectivas experiencias de la vida.

Ahora una locución preposicional sustituye a un adverbio: Esta nueva religión se caracteriza por difundirse rápidamente entre los habitantes de los países y ser adoptada en su mayoría por sus clases más altas.

12.4.4. Fusión de modelos expresivos alternativos El aprendiz cuenta con más de una opción expresiva entre las que elegir; pues bien, ocurre que una de las alternativas aparece contaminada por otra. Indicamos al final de cada ejemplo las modalidades que han sido fundidas: Los sucesos no siguen una línea temporal continua, sino que con mucha frecuencia se alterna el pasado con el presente. → (se mezclan el pasado con el presente/se alternan el pasado y el presente)

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Con 6 años se quedó huérfano de padre y su madre se lo llevó a sus abuelos; así que, desde pequeño tuvo que arreglárselas para ayudar a su familia y poderlo compaginar con los estudios. → (poder estudiar a la vez/compaginarlo con los estudios) En otro plano se reprocha la fe ciega que ciertos individuos ponen en las personas que aseguran tener poderes sobrenaturales y se dicen tener capacidad para adivinar el futuro, de manera que se dejan guiar por ellas. → (dicen tener/se dice que tienen) Me presento como interesado en el puesto de trabajo que Uds. ofrecen. → (me presento al puesto/estoy interesado en el puesto)

Con frecuencia se manipulan modismos perfectamente asentados en el idioma: Poca cosa o nada quedaba de los barcos que se cruzaban en su camino. → (poca cosa/poco o nada) Quizá, sea por el simple hecho de ir en contra de lo que se nos impone, ya sea bueno o malo, eso en la adolescencia no se cuestiona. → (el hecho/la simple razón) Jesús arroja al vacío de un barranco a un español que estaba intentando estafar en un negocio inmobiliario a aquellos a los que él había identificado como sus padres. → (arroja al vacío/arroja por un barranco) Para muchos esta variación que sufre la lengua no es un hecho positivo sino que lo desaprueban por prejuicios sociales, pero para ellos la posibilidad del cambio es la decadencia y no el progreso; por ello se muestran partidarios de evitar los cambios. → (la posibilidad de que cambien/el cambio) Darío contribuyó a empeorar la situación al culpar de ello a Santi, que también estaba profundamente afectado por ello. Le atribuyó la ejecución de una influencia negativa sobre el joven. → (le atribuyó/ejecutaba en su opinión) Con todo esto, su salud mental fue empeorando poco a poco hasta que se volvió totalmente inconsciente de sus actos. → (se volvió loco/fue inconsciente de sus actos)

En otras ocasiones, se mezclan planteamientos temporales alternativos: El error de aquella juventud del 68 fue pensar que sus hijos podrían repetir sus vidas teniendo toda la libertad de la que a ellos se les privó. Esto nunca es posible, ya que los tiempos para entonces siempre han cambiado. → (desde entonces han cambiado/siempre cambian)

Las acumulaciones también afectan a términos vacíos, como es el caso de las preposiciones y los sintagmas preposicionales: Tenía una herida en el pecho. Seguramente a causa por el tiro que se había oído disparar. → (a causa/por)

Por último, se puede observar no tanto la fusión como la acumulación de las dos variantes expresivas: La capacidad de persuasión con que actúan los americanos en ocasiones ha llevado a este país al primer puesto de potencia económica. → (al primer puesto/a ser potencia económica) En esta obra podemos observar dos géneros diferentes unidos: el periodismo de acción y la literatura. → (diferentes/unidos)

LA REVISIÓN ESTILÍSTICA

245

12.4.5. Bloqueo comunicativo La expresión aproximada e imprecisa lleva hasta el bloqueo comunicativo en algo más de un 10% de los errores identificados en nuestro corpus. En estos ejemplos, los fragmentos en versalita resultan ininteligibles: En 1945 fueron promulgadas dos Leyes Fundamentales que intentaban introducir los elementos de garantía de los derechos individuales y de participación popular en las decisiones políticas trascendentales. Sin embargo, la superficialidad de estos cambios llevó a coger determinaciones desde el exterior. A partir de entonces su vida da un giro de 180 grados y se convierte en una carrera voraz y asfixiante con una meta incierta. ¿La plenitud o la nada?

Puede suceder que el bloqueo afecte a enunciados textuales completos: La monja está asistiendo a su propia lucha interna entre sentimientos que desconoce o que no sabe responder dándoles un nombre. Los intérpretes se ocupan de la parte oral y con ello tienen mayor libertad dentro de la presión.

Pero es más frecuente que afecte solo a parte de los párrafos. Marcamos en versalita los segmentos incomprensibles: La presencia de Minervina en la vida de Cipriano fue primordial pero pienso que sus sentimientos hacia ella fueron erróneos. Al morir su madre, ésta ocupó su lugar y actuó como tal, de ahí que, el por aquel entonces chaval, la quisiera tanto. Pero el hecho de que no lo fuera y que tuvieran este mutuo amor le condujo a precipitarse. Además, esta visión que se obtiene de España, no está llena de fechas, de datos históricos etc. sino que esta se consigue gracias a la combinación de unos personajes que pueden ser reales en la vida cotidiana, o que incluso lo son. Por último, el trabajo de los «negros», como Víctor Francés, se basa y genera falsedad. Da a entender inteligencia y capacidad retórica donde sólo hay cargos y títulos. Sus puntos de vista se ennegrecieron e inundaron de energía negativa hasta el extremo en que pensó que era la única persona sin futuro; todo ello acrecentado por la frustración adicional del deseo de satisfacer a su padre y verse impedido para ello. Teo jugó un papel muy importante en la vida de Cipriano y produjo en él la gran determinación de ofrecerle a Dios su sexualidad, pero no halló en ella lo que esperaba. Después de todo aquella debería haber sido su vida al lado de Laura, las amistades que su hermano había hecho deberían de ser sus amistades y decide que había llegado el momento de encontrar una enmienda al pasado y que el punto de partida se podría repetir devolviéndose cada uno lo que se debían.

En ocasiones se detectan incluso contradicciones conceptuales: Asustada giró la cabeza y retrocedió hasta el final del pasillo. El día que te marchaste me apetecía ir a correr. Como tú no estabas, decidí llevarme a Rocky. Lo saqué por donde solemos ir los Domingos, por la zona del río. ¿Te acuerdas de este perro blanco tan grande?, pues ahí estaba, como siempre. Se acercó a nosotros lentamente, mientras se agachaba.

Capítulo 13 LA REVISIÓN EN EL NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO1

E

s extraordinariamente llamativo que cerca de una cuarta parte de los errores categorizados estén vinculados a problemas de uso del caudal léxico del idioma. Tal hecho nos obliga a que nos planteemos algunas hipótesis de partida. En primer lugar, una de las razones podría estar en el hecho de que el vocabulario activo es extraordinariamente limitado en el uso cotidiano de la lengua. Según esto cabría pensar que la explicación de la mayor parte de los errores estaría vinculada a cuestiones de pobreza expresiva. Y sin embargo, no es así. De hecho, si bien es un apartado importante, apenas supone un 2,62% de las incorrecciones detectadas. La cuestión se explica, de forma global, desde otra perspectiva, y que ya definimos en su momento como el resultado de un proceso de transferencia diafásica2. En síntesis, apuntábamos, y parece que ahora los datos refuerzan lo que entonces solo era una hipótesis, que en el origen de los errores estaba el hecho de que los estudiantes a partir de los cuales hemos construido el corpus exhiben el dominio de un código restringido que se limita al registro informal oral y, en menor medida, al informal escrito. Esto tendrá como consecuencia que transfieran modelos de expresión propios de los registros dominados a aquellos en los que demuestran un déficit. Parece que, en buena medida, los tipos de error detectados se explican desde mecanismos propios del discurso coloquial. En este ámbito son fundamentales los trabajos de Narbona (1989) y sobre todo Briz (1998). En opinión de estos autores, la selección del vocabulario en el discurso coloquial se caracteriza por los siguientes rasgos: uso de una selección léxica elemental, tendencia a la reiteración, uso de comodines y proformas, utilización de expresiones hechas y gusto por el argot. Efectivamente, un número importante de los errores detectados tienen su origen en esas tendencias. No obstante, el conjunto mayor de errores se explica por una razón en la que apenas se detienen, como es el uso de un léxico aproximativo desde el punto de vista semántico. En la urgencia comunicativa estará el origen de dos de los grandes conjuntos de errores: a saber, la selección de un léxico impreciso como resultado de la construcción efímera de determinadas vinculaciones semánticas y la combinación de unidades léxicas incompatibles. Sin embargo, este 1. Esta parte del trabajo actualiza nuestra publicación previa recogida en Bustos Gisbert (2006). 2. Véase Bustos Gisbert (2001).

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hecho tampoco está lejos de los estudios de la lengua conversacional. Así, se le concede mucha importancia en el trabajo de Vigara (1992). En palabras de la autora: Por lo demás, esta tendencia a expresar, por comodidad, sólo de forma «aproximada» (pero suficiente) el significado se manifiesta –además de en las interferencias lingüísticas (…), los desplazamientos de atribución (no + sustantivo, metonimias) y la no especificación (comodines, inespecificativas)– en muy diversas formas en el lenguaje coloquial: a) mediante la impropiedad semántica (…) que es muchas veces provocada por un cruce con términos o estructuras semejantes o emparentadas (…). b) por la incompatibilidad semántica entre los términos asociados (…).

Sin entrar a discutir si la razón última de estos procedimientos es la comodidad, sí es cierto que tales procesos se verifican en el discurso coloquial y que, además, se transfieren a la lengua escrita. Por último, también procesos típicamente coloquiales recogidos en el trabajo de Vigara son los que explican las redundancias semánticas simples, los absurdos semánticos intraoracionales y, finalmente, los cruces formales y las creaciones léxicas espontáneas3. El último conjunto de errores al que prestaremos atención está al margen de los procesos de transferencia antes enunciados; será el de los extranjerismos. Los datos de corpus suelen ser demoledores en relación con los lugares comunes en la investigación. Y tal tendencia se ve confirmada en el caso de este conjunto, pues se observa que no son sino residuales: absolutamente irrelevantes en comparación con otros grupos. Una vez planteadas las posibles causas de los errores detectados, se hace oportuno prestar atención a la importancia relativa de cada uno de los grupos que hemos acotado. Los datos que nos ofrece el corpus son los siguientes. Recordemos ahora que se trata del 23,62% del total. A continuación indicamos el tipo de incorrección y su importancia relativa en el capítulo que nos ocupa: Imprecisión semántica

16,75% Léxico aproximado

11,51%

Comodines, expresiones de moda y coloquialismos

2,62%

Redundancias semánticas simples

1,27%

Absurdos semánticos intraoracionales

1,25%

Cruces formales

4,1%

Incompatibilidades léxicas

2,59%

Extranjerismos

0,18%

Incorrección léxica

6,87%

El objetivo de las páginas siguientes será profundizar en los procesos subyacentes que se detectan en cada una de las categorías de error identificadas.

3. Se recomienda la lectura de la Parte I, capítulo III, páginas 152-163 para lo que tiene que ver con los procedimientos de realce del significado a través de la redundancia semántica. A las creaciones léxicas espontáneas dedica las páginas 296-302 de su trabajo.

LA REVISIÓN EN EL NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO

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13.1. Imprecisión semántica 13.1.1. Léxico aproximado por vinculación semántica Se trata de la desviación de uso más frecuente. Es indudable su vinculación a los procesos de transferencia diafásica que hemos apuntado antes. En el fondo el problema descansa no tanto en una reducción del glosario léxico dominado por los alumnos, sino más bien en un proceso de confusión que afecta a la estructuración del mismo. El conflicto de base es que el estudiante «cree saber» lo que los vocablos significan. Sin embargo, en muchas ocasiones, las hipótesis con las que trabaja son incorrectas. Así pues, estrictamente no es tanto fruto de la comodidad a la que se refería Vigara (1992) como una disfunción en la estructura del léxico. La comodidad no llevaría a la confusión del contenido entre términos; más bien, conduciría, y de hecho lo hace con frecuencia, a la reducción del glosario activo utilizado habitualmente. 13.1.1.1. Términos con vinculación semántica elevada El caso más frecuente en los procesos de confusión se origina entre palabras que pertenecen a un mismo campo léxico y que, además, comparten rasgos semánticos. Suponen algo más de la mitad de los ejemplos correspondientes a léxico aproximado. Se trata, pues, de términos que ofrecen evidentes vínculos en el plano de la denotación. Los problemas se observan con mucha frecuencia en campos léxicos vinculados a realidades concretas. Es el momento de fijarse en algunos ejemplos4: Si alguno la miraba, sentía que su corazón comenzaba a golpear y se ruborizaba.

Estrictamente, el corazón no golpea, sino late. Aunque también es cierto que el latido es una suerte de golpeo. Si hubiera que hacer un esquema de esta fatídica noche sería interesante señalar que se dan una serie de altibajos desde que comienza la velada hasta que después de Marta muerta, Víctor abandona la casa.

Esquema y resumen hacen referencia a la presentación parcial del contenido de un texto, pero no son palabras sinónimas en ningún caso. Los vecinos tenían miedo de beber agua por el peligro que suponía, pues ya se habían dado varios casos de contaminación.

Contaminación e intoxicación no son términos que signifiquen lo mismo. Más bien establecen una relación de causa/efecto: un producto contaminado puede provocar una intoxicación. En las reuniones internacionales, los representantes y delegados que exponen especializados discursos a sus colegas de todo el mundo exigen que sus alocuciones sean transmitidas rigurosamente, palabra por palabra.

4. Las acepciones que se incluyen o se citan están tomadas del Diccionario de la Real Academia Española.

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La alocución es un tipo de discurso en el que un superior se dirige a sus subalternos, y parece que ese no es el caso de las reuniones internacionales a las que se hace referencia en el ejemplo. De pronto se acercó un policía y me preguntó qué era lo que me había pasado. Le conté y me llevó a la comisaría para poner una demanda.

Demandas y denuncias son dos actuaciones que tienen que ver en el sentido de que ambas son resultado de la vulneración de una ley. Sin embargo, las primeras se interponen en los juzgados, mientras que las segundas se presentan en comisaría. Podían ser socialistas o comunistas de cualquiera de sus gamas.

Se habla de gamas con el significado de escalas o clases, pero aplicadas exclusivamente a la música y a los colores. Por ello, no es aceptable hablar de socialistas o comunistas de distintas gamas. La cara se le desencajó al ver a dos atracadores empuñando un par de pistolas.

Se supone que cada uno de los dos atracadores empuñaba su propia pistola, y no que cada uno portaba dos armas. El autor del texto ha confundido un par con sendas. Acto seguido, un sujeto ataviado con una media oscura que le cubría la cara le agarro los hombros con fuerza y la amordazó.

Ataviarse y vestirse son palabras cercanas. Sin embargo, la primera se asocia a adornar el cuerpo de manera estética. Personalmente, dudo que un delincuente se ponga una media en la cabeza para mejorar su imagen. Blanca le palpó la yugular para comprobar si había muerto.

Palpar es un manera de tocar pero se asocia a reconocer o percibir un objeto mediante el sentido del tacto. Si sabemos lo que tocamos, no tiene sentido que digamos que lo palpamos, tal y como sucede en este ejemplo. Los errores de esta naturaleza también se encuentran vinculados a conceptos propios de realidades más abstractas: Uno de los aspectos relevantes del libro es la cantidad de referencias a fechas, personajes y hechos históricos que transcurren durante el periodo en el que se enmarca la novela.

Encuadrar y enmarcar comparten una de sus acepciones: encerrar en un marco o cuadro. Por esa razón son intercambiables en determinados contextos. No ocurre lo mismo ahora, puesto que la acepción activada es la de encajar, que no existe para enmarcar. Al término de la Guerra Civil, el dominio autoritario y personalista caracterizó el periodo siguiente de la historia de España.

Gobierno y dominio pertenecen, evidentemente, al mismo campo léxico. Sin embargo, no significan lo mismo. En el contexto que nos ocupa, el primero de los términos hace referencia al modelo político de una sociedad. El segundo indica el poder genérico que se ejerce sobre un grupo de personas. Este es el escenario que Pérez Reverte elige para describir sus pensamientos.

LA REVISIÓN EN EL NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO

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Describir y expresar son modos de organización discursiva. Parece que para referirnos a los pensamientos es más adecuado el segundo de los verbos propuestos en la medida en que se trata de un contenido abstracto. Me referiré tanto al estilo empleado en su redacción como al contenido, tratando de extraer algunos temas que en él se desarrollan de entre todos los posibles.

El origen del error está en que extraer significa literalmente sacar, mientras que escoger hace referencia a elegir una o más cosas entre varias. Por tanto, primero habría que extraer todos los temas para después escoger algunos de ellos. Con todo, la vinculación entre los dos términos que generan la confusión parece clara. Hay que indicar que, en encuentros cumbres de visita oficial entre altos gobernantes o para unos acuerdos comerciales de suma importancia, se suele disponer de dos intérpretes; uno de ellos de «guardia», pudiendo desautorizar y reemplazar al otro en caso de realizarse una interpretación insuficiente.

Insuficiente y deficiente son dos palabras de sentido similar. Sin embargo, en el contexto que nos ocupa, en el que se trata de valorar la calidad de una interpretación, solo cabe la segunda alternativa. Insuficiente indicaría que no alcanza las expectativas puestas en ella; deficiente da a entender que no es correcta ni adecuada. Y este parece ser el sentido que se perseguía. El tiempo que un traductor o intérprete tarda en encontrar trabajo depende de la combinación de idiomas que conoce, y también habría que decir que una agencia de traducción es una de las mejores oportunidades para comenzar dentro de esta profesión.

Trabajar para una agencia de traducción es una de las mejores alternativas para empezar en la profesión de intérprete. Otra cosa sería que alguien nos diera como opción la oportunidad de trabajar en un puesto de ese tipo. Los significados están muy cerca pero no son coincidentes. Su esposa decide ir a visitarle en su apartamento, tras lo cual se emprende un procedimiento de divorcio. Jesús no se preocupa mucho por ello. Parece como si ya no le atañera nada.

Evidentemente afectar y atañer no son lo mismo aun cuando el significado es cercano. Sin embargo, esta confusión bien puede estar motivada por el uso de un diccionario poco afortunado en la definición de las acepciones. Veamos lo que ocurre en el DRAE5: Afectar tr. 3. Hacer impresión una cosa en una persona, causando en ella alguna sensación. Ú. t. c. prnl. 4. atañer, tocar. Atañer: 1. intr. Afectar, incumbir, corresponder.

¿Son sinónimos? Puede que sí, y así parece darlo a entender el diccionario. El problema es que atañer es intransitivo. Y por ello en este caso no son intercambiables. El diccionario, pues, puede engañar al más pintado. 13.1.1.2. Confusión entre términos de cierta vinculación semántica El segundo grupo propuesto incluye casi una cuarta parte de los ejemplos recogidos. Se sigue observando que el error deriva de la confusión entre términos que establecen cierta relación en 5. Reducimos la cita a las acepciones que nos ocupan.

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el plano de la denotación. No obstante, esta ya no es tan íntima como en el grupo anterior. Así, si antes podíamos interpretar muchos ejemplos como resultado de la consideración de falsos sinónimos, aquí no ocurre lo mismo. Los casos todavía son muy frecuentes, así que nos limitaremos a comentar solo algunos. (El Mayo Francés) estalló por un problema de comunidad entre chicos y chicas (en la residencia de Nanterre).

La convivencia tiene que ver con el acto de vivir en compañía de otros, mientras que la comunidad hace referencia al grupo de personas que viven en común. Franco se opuso a que se hablaran los dialectos como el euskera, el valenciano, catalán…

Algunos piensan que el valenciano es dialecto del catalán. Pero eso no convierte en aceptable que se consideren como tales al euskera o al catalán. Idioma y dialecto, siendo palabras vinculadas, son perfectamente diferenciadas y diferenciables. El autor utiliza la jerga de los periodistas y conoce muy bien la técnica de todo tipo de armas («granada de mortero PPK-S1A...»).

Pérez Reverte, autor de Territorio Comanche, al que se refieren estas palabras conoce, suponemos, el funcionamiento, pero no la técnica de las armas. Salvo, eso sí, que haya recibido una formación específica en el uso y manejo de las mismas, puesto que esta palabra se refiere a la habilidad para utilizar ciertos recursos. No hay que olvidar que [al acostarse con Augusto] Sor Consuelo comete un sacrilegio.

Un sacrilegio es una profanación de un objeto, una persona o un lugar sagrado. Sin embargo, no es la palabra para indicar la gravedad del comportamiento de una monja que incumple su voto de castidad. Solo sería sacrilegio si, además, lo hubiera llevado a cabo en un lugar sagrado. Doña Genoveva yacía inmóvil, sobre un gran charco de sangre y con los brazos sobre la cabeza, como para defenderse de una brutal agresión.

Lo previsible es que una persona intente protegerse su rostro de una agresión con las manos y no con los brazos. Sin duda, al tratarse de palabras del mismo campo léxico (el cuerpo humano) el riesgo de confusión es mayor. Al autor del fragmento parece costarle imaginarse la escena, y nos ofrece una opción ciertamente imprevista. Se podría decir que Juan, dentro de su sector (gremio) es un buen profesional, puesto que ejerce de intérprete en diversos países como Bruselas, Nueva York...

Este ejemplo se explica casi de forma idéntica al anterior. Se confunden países con ciudades. Sin embargo, es posible proponer ahora otra hipótesis que lo justifique. En estos casos, es perfectamente verosímil pensar que el autor tuvo en mente construir la frase de otro modo, en el cual tales términos serían aceptables. Así, por ejemplo, en este caso, quizá pensó en una alternativa del tipo «en diversos países como Bélgica o Estados Unidos». Sin embargo, en el último momento se efectúa una pequeña variación, pero no se actualiza completamente la alternativa estilística, de suerte que resultan expresiones tan imprevisibles como esta. La muchacha consiguió que los últimos momentos de la vida de Cipriano no fueran tan tristes como cabría prever. Ella amenizó las horas de soledad que compartía junto a Fray Domingo de

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Rojas. Sus esperadas cartas llenaban de ilusión y esperanza su corazón. Por lo tanto, podríamos decir que ese sentimiento era puramente platónico ya que no esperaba nada a cambio. De hecho, decidió cortar su relación con ella ya que era consciente de que su final estaba cerca y no quería que la poca experiencia de la joven le hiciera sufrir más de lo necesario.

Dos tipos de amor no carnal se confunden ahora. El platónico es aquel que, liberado de todo deseo carnal, establece una relación estrictamente espiritual. Y no es el que aquí se define, puesto que el que no espera nada a cambio, podría ser etiquetado, como mucho, de desinteresado. 13.1.1.3. Confusión por asociación compleja El tercer grupo de errores se explica por asociaciones mentales complejas. Partiendo normalmente de expresiones consolidadas, se asocia a las palabras determinados sentidos. Estos se representan solo de manera parcial en el discurso creado. Para descubrir el error, entonces, no basta con buscar una simple vinculación semántica. Se necesita más bien reconstruir el proceso mental que ha llevado a ese uso incorrecto. El grupo al que nos referimos es el tercero en frecuencia y supone casi un diez por ciento de los casos observados. Veamos algunos ejemplos ilustrativos. Son más de las doce y Peregil todavía no se ha presentado para el rescate. Gavira propone entrar en el barco. Una vez en el interior el ambiente se caldea y el Potro del Mantelete les achaca unos golpes. Quart provoca un cortocircuito y los malvados huyen, dejando a Don Primo en una de las cámaras de la embarcación.

Achacar unos golpes es una expresión que evidentemente no existe en nuestro idioma. De hecho, achacar significa imputar un delito, una culpa, un defecto… normalmente sin fundamento. Nada que ver con golpear. Los achaques, sin embargo, sí pueden ser entendidos como sufrimientos, como «golpes» que padece la salud. Por ese camino se puede llegar a achacar como sinónimo de hacer sufrir. Y es que todavía quedan muchos desajustes por arreglar, ya que, enlazando con lo anteriormente, nuestra situación actual es paradisíaca.

Obviamente, una situación no puede ser paradisíaca, y menos en el contexto en el que aparece en este ejemplo. La llegada a esta palabra parece ser el resultado de un proceso que pasa por dos etapas. Se quiere destacar en el texto que nuestra situación actual es mucho mejor que en el pasado. Es una situación supuestamente ideal. Este adjetivo se confunde, por homofonía, con idílico6.  Y ahora, viene la asociación. Idílico se asocia al idilio; esto es, a la relación amorosa entre dos personas. A esta acepción, recogida en el DRAE, se une otra, aún no reconocida, aplicada a lugares geográficos: de ser espacios en los que sería previsible mantener un idilio, ha pasado a significar lugares exóticos, paradisíacos. Y ya tenemos la clave que nos permite entender esta sorprendente expresión. Todo esto no quiere decir que [los jóvenes] no carezcamos de ideología, ya que sí somos capaces de protestar por los abusos que se están cometiendo en otros países, especialmente sudamericanos, y un claro ejemplo es el apoyo de muchos adolescentes y universitarios en relación con el caso del dictador Pinochet. Todavía son, hoy en día, héroes de devoción para muchos los generales sudistas que lideraron algún movimiento revolucionario, como, por ejemplo, Che Guevara.

6. Se trata de un cruce formal al que nos referiremos más adelante.

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Se puede tener devoción por determinadas figuras, normalmente de origen religioso; otra cosa es que sea aceptable la expresión héroes de devoción. Posiblemente surge en paralelo con santo de devoción. Lo que ocurre es que esta frase hecha se usa habitualmente en forma negativa y para indicar a alguien que nos desagrada, nos inspira desconfianza, etc. Sucede que ha de surgir por asociación con esa expresión porque en ella ha desaparecido la implicación religiosa del sustantivo devoción. Mis motivos por solicitar este puesto son variados y es evidente que una fuente de 4 millones anuales sería de gran utilidad para mí.

Todo aquel que empieza a trabajar lo hace, entre otras cosas, porque necesita de una fuente de ingresos que le permita vivir. Por ello, el autor de esta carta en la que se responde a una oferta de empleo utiliza fuente en lugar de ingresos. Sin embargo, y con el paso del tiempo, estos jóvenes que han sido educados sin ningún tipo de represión para que desarrollen libremente sus personalidades, etc.; demuestran a sus padres que algo ha fallado.

El autor del texto entiende que cualquier tipo de control educativo es una forma de reprimir la personalidad de los jóvenes sometidos a él. Por ello, confunde ambos términos, y la educación controlada pasa a ser sinónimo de represora. Control y represión se hacen intercambiables en la ideología de nuestro anónimo escritor. 13.1.1.4. Errores originados en el plano de la connotación Con frecuencia los errores vienen dados por el hecho de que las palabras elegidas, si bien serían las adecuadas si nos fijáramos exclusivamente en el plano denotativo de su contenido, no sucedería lo mismo desde la perspectiva de la connotación asociada al término. Son, por tanto, cuestiones de sinonimia parcial: [Lindon Jonson] estaba aislado y hundido en su depresión privada sobre la guerra de Vietnam, de la que no era capaz de zafarse.

En el plano denotativo, zafarse significa literalmente liberarse de una molestia. Sin embargo, en el plano connotativo el hecho de zafarse se asocia a desembarazarse de estorbos, de pequeños problemas que pueden surgir en el camino. Evidentemente, no parece apropiado considerar la guerra de Vietnam como un estorbo menor. Pero gracias a unos intercambios de pareja, las cosas se complican.

Gracias a y por culpa de son dos expresiones cercanas que se utilizan para introducir la causa justificativa de un hecho, una acción, etc. Sin embargo, su uso se distribuye en términos de connotación. El primero se combina con argumentos marcados positivamente, mientras que el segundo lo hace con los de naturaleza negativa. En obsequio a su valentía, Raquel recibió de manos del director del banco, una no muy elevada suma de dinero, pero sí suficiente para salvar su antiguo negocio y abrir uno nuevo, un delicatessen.

Los obsequios se definen como regalos. Y estos, en principio, connotan siempre desinterés; por eso no resulta aceptable hablar de obsequio a su valentía. El autor podía haber escrito simplemente En obsequio o bien En respuesta a su valentía.

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Ahora buscaríamos un trabajo como traductor de plantilla y luego empezaríamos a ser temporeros.

Efectivamente, un temporero es, en el plano denotativo, aquel que ejerce un trabajo temporalmente. Sin embargo, en español connota actividades humildes, que exigen poca o nula formación y que habitualmente están escasamente remuneradas. Nada que ver, entonces, con la traducción. Sería más adecuado hablar de «trabajadores temporales o autónomos»7. Lisardo, el drogadicto, alardea ante los demás cada vez que con sus artimañas consigue sisar una cantidad considerable de dinero.

Sisar implica hurtar una pequeña cantidad de dinero. Además se asocia a la pequeña economía doméstica: se sisa de la compra, de un bolso, de una chaqueta... No vemos claro cómo un drogadicto es capaz de llevar acabo esas sisas que, además, le permiten sumar una cantidad importante de dinero. Suponemos que quien escribió el texto quería realmente decir robar o simplemente acumular. Fue en el matadero donde mi abuelo encontró un tesoro que, dado su buen talante, devolvió intacto, acto por el que fue recompensado con el puesto de guarda jurado. No contento con esto, emigró a Alemania, donde trabajaría por espacio de unos meses. Vivió miles de anécdotas con cada ocupación, probablemente por ser un hombre oportunista y sagaz, pero ante todo honrado.

Llamamos oportunista a aquel que sabe aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible. Sin embargo, es un término que connota falta de principios morales o éticos, por lo que tiene un valor abiertamente peyorativo. Curiosamente, esa connotación ha desaparecido en algunos contextos, como es el caso del lenguaje deportivo. Así, no es extraño hablar de jugadores de fútbol de los que se dice que son «oportunistas del área» para destacar su habilidad para aprovechar cualquier oportunidad de marcar. Evidentemente la imagen que se nos da del abuelo en el fragmento no concuerda en absoluto con tildarlo de oportunista. 13.1.1.5. Errores motivados por una incorrecta selección de la clase de palabras A veces el error radica en que se elige de modo inadecuado la clase de palabras. El autor entiende erróneamente que si hay, por ejemplo, un verbo y un sustantivo léxicamente asociados, necesariamente compartirán todas las acepciones propias de cada uno de ellos. Este tipo de errores supone un 6% del grupo en el estudio. El reinado de Felipe II trajo consigo numerosos conflictos bélicos que asolaron el país. Por la atribución de Milán y Flandes, el monarca estaba vitalmente interesado en todos los asuntos de Europa; a la vez que su papel como defensor de la catolicidad reforzaba su sentido universalista.

7. Aun cuando también es cierto que en la jerga profesional de los intérpretes de conferencia es frecuente que se hable de temporeros. No obstante, el texto que nos ocupa no está haciendo uso de tal sociolecto, así que no se justifica el uso de ese presunto término que, por otra parte, parece un anglicismo léxico o semántico (según interpretemos que su origen está en «temporary» o en «seasonal»). También es cierto que en buena parte de América Latina es muy frecuente el uso del adjetivo «temporario» en vez de la variante castellana, «temporal». En tal caso, habría que entender el uso como un americanismo. De hecho, parece que en la jerga de los intérpretes es más frecuente esta palabra cuando entre ellos es amplia la presencia de profesionales latinoamericanos.

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Atribuirse se puede entender como sinónimo de anexionarse a partir de la segunda acepción de este término: señalar o asignar una cosa a alguien como de su competencia. Sin embargo, esta acepción no existe en el caso del sustantivo correspondiente; así, atribución no puede sustituir a anexión. Resulta que el otro día estaba yo a punto de ir a tu casa a recogerte el correo y regarte las plantas cuando me encontré en medio de un enorme atasco y me golpearon el coche. El choque no fue muy grave, ni siquiera hay rastro de abolladura o marca alguna en el coche.

No es lo mismo golpear que dar un golpe en todas sus acepciones. Dar un golpe significa también provocar un pequeño accidente, normalmente de tráfico, y es este el significado pertinente de acuerdo con el contenido de la segunda parte del ejemplo. Sin embargo la monja no llegará a su destino por la noche. Se introduce aquí un capítulo aventurero. Sor Consuelo es requerida por un hombre que la necesita para atender a un enfermo al que ha herido la Guardia Civil, el único personaje que previene, aunque un poco tarde a la mujer sobre Algueró.

Se denomina aventurero a aquel que voluntariamente busca aventuras. Es difícil, pues, atribuir tal adjetivo al capítulo de un libro. Más bien, sería mejor calificarlo como de aventuras. El sustantivo nos permitirá expresar la naturaleza del contenido. El adjetivo habría hablado de su carácter humano. Y ahí reside precisamente el error. Pero mi hermano no estaba conforme con esto, algunos de sus amigos seguían estudiando y otros no, pero a él siempre le había quedado la espinita de cómo sería la universidad, así que le pide a mi madre que le deje volver a estudiar prometiendo que lo hará bien.

Evidentemente, no es lo mismo conformarse que estar conforme aunque su raíz etimológica sea común. Mientras que el primero tiene que ver con resignarse en relación con algo, la segunda expresión tiene que ver con dar el asentimiento a una actividad.

13.1.1.6. Otros procesos De manera esporádica llegan a aparecer casos de error que se explican por otros procesos. Apenas alcanzan el tres por ciento de los ejemplos, pero merece la pena detenerse un instante en ellos porque revelan una asociación mental de términos ciertamente compleja y que refuerza la tesis de que las confusiones no son fruto exclusivo de la comodidad o del descuido. En primer lugar están los casos en los que los términos afectados establecen entre sí una relación de antonimia. En otras palabras, se interpretan como sinónimas unidades léxicas que significan literalmente lo contrario. Los ejemplos son llamativos: Con la presente carta quiero transmitirles mis deseos de obtener el trabajo que ustedes demandan. A continuación voy a detallar la información necesaria. Como pueden comprobar en mi curriculum adjunto soy licenciada en dirección y administración de empresas en la Universidad de Salamanca. Como experiencia puedo constatar tres meses de prácticas en la misma carrera.

Oferta y demanda son dos términos complementarios del campo especializado de la economía y el comercio. El primero hace referencia a una propuesta para contratar a alguien. El

LA REVISIÓN EN EL NIVEL LÉXICO SEMÁNTICO

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segundo tiene que ver con una petición, con una necesidad de la empresa. Por tanto, la empresa anunciadora demanda trabajadores con un determinado perfil, razón por la cual realiza una oferta de empleo. Así pues, no demanda el trabajo, sino que lo ofrece. Los años han curtido su cuerpo, laminando su cara de unas arrugas que dejan entrever que va camino de la edad de oro.

Laminar significa literalmente dar forma de lámina. Aplicado a seres humanos se entendería como eliminar toda arruga o irregularidad en la piel. Por ello, laminar de arrugas es una expresión contradictoria en sí misma. Tal vez se podría haber utilizado en su lugar algún verbo como marcar o incluso hollar. En un segundo grupo detectamos que el error tiene su origen en que los términos confundidos establecen una relación de subordinación semántica. Obviamente, el hipónimo seleccionado no suele ser el correcto. Algunos ejemplos ilustrarán mejor lo que acabamos de afirmar: El lector puede entender la insatisfacción de los adolescentes del Mayo Francés.

Adolescente es hipónimo de joven, pero no lo puede sustituir en todos los casos. Evidentemente, todos coincidiríamos en afirmar que los estudiantes universitarios son jóvenes, pero no adolescentes. Entre otras cosas porque tendemos a pensar que la adolescencia termina precisamente cuando se accede a los estudios superiores. Ayer las regué con abundante agua a ver si recuperan el verdor y su frescura natural. También recogí la correspondencia que tenías en el buzón entre la cual había algunas cartas urgentes que te envío a continuación.

Las plantas que han dejado de regarse no pierden el verdor, sino el color. Entre ambos términos hay una relación de subordinación semántica, pero no son intercambiables en todos los casos. Tal y como se ha escrito el fragmento, parece que las plantas, literalmente, han cambiado de color, razón por la que tienen que recuperarlo. 13.1.2. Uso de proformas, expresiones de moda y coloquialismos Esta sección del análisis resulta ciertamente peligrosa en tanto que no vamos a plantear problemas que se puedan categorizar sin más como errores en lo que tiene que ver con el sistema. Más bien son imprecisiones en el nivel de la actuación. Así pues, no se trata tanto de dirimir si es un uso correcto o incorrecto como de decidir si estamos ante una fórmula expresiva adecuada o no al canal escrito. Por poner un ejemplo, es evidente que el uso de los comodines léxicos no es incorrecto en sí mismo, y de hecho aparecen de forma constante en la lengua coloquial. En ella se justifican por la urgencia comunicativa y por la comodidad. Sin embargo, habitualmente se condenan en la lengua escrita. Y estamos de acuerdo en ello porque el nivel de imprecisión semántica que generan exige del lector un sobreesfuerzo interpretativo. Efectivamente, los modismos, las expresiones de modas, los verbos complejos y los coloquialismos se asocian automáticamente al registro coloquial, en el que cumplen una función evidente en relación con la urgencia comunicativa. Sin embargo, son ajenos al discurso escrito porque este se maneja en términos de interlocución diferida y porque no está constreñido por la premura propia de la conversación. En este contexto también se observan transferencias de naturaleza diafásica. Es, pues, momento de detenerse en ellas.

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13.1.2.1. Comodines Cuando Briz (1998: 96) describe las estrategias léxico-semánticas propias del discurso coloquial afirma lo siguiente: (S)e constata (...) la reducción y selección que sufre el léxico común. Ese uso restringido de unidades léxicas tiene como contrapartida el aumento de la capacidad significativa de algunas de estas. (...) Destaca en este sentido el empleo de proformas, verba omnibus, poco limitadas semánticamente, que son capaces de ocupar el lugar de muchas otras palabras.

Esta tendencia, observada por prácticamente todos los estudiosos del discurso coloquial, se transfiere con muchísima frecuencia a la lengua escrita. Un ejemplo prototípico sería el siguiente: Pedro acaba siempre haciendo cosas que los demás pretenden que realice. Esto le llevará al fracaso tanto en lo profesional como en lo personal.

En nuestro corpus los ejemplos descubiertos suman casi la mitad del grupo estudiado en estos momentos. El proceso afecta casi siempre a verbos y sustantivos. Entre los primeros, se observa una tendencia muy marcada a utilizar dar: [Cuando le despiden] Le miente a su familia y a sus amigos para que estos no le tomen por un inútil. Se da méritos que no tiene, se alaba a sí mismo. Quiere aparentar una persona que él no es en realidad. Disfruta de una buena posición social y económica que le permite darse ciertos lujos (le gusta, por ejemplo, acudir a una peluquería cara). En este trabajo vamos a estudiar el tratamiento que Javier Marías le da a la profesión de la traducción y la interpretación. En la década de los 50 se da una cierta apertura del régimen. Se dieron en París manifestaciones que recorrieron muchas otras ciudades del país galo. Si hubiera que hacer un esquema de esta fatídica noche sería interesante señalar que se dan una serie de altibajos desde que comienza la velada hasta que después de Marta muerta, Víctor abandona la casa.

No obstante, se detectan también casos donde se usan hacer, tener e ir: Cuando murió su padre, don Ignacio, su tío, se hizo su tutor. La luz de filtraba por las rendijas de la persiana y dibujaba el contorno de los muebles. El reloj despertador tenía ya las once. La principal distinción es clara: la traducción va de un texto escrito a otro y la interpretación va de un mensaje hablado a otro.

Los sustantivos suponen aproximadamente la otra mitad de los ejemplos detectados. Entre ellos, y como no podía ser de otra manera, el más frecuente, es cosa: El hecho de que todas las cosas en el universo están sometidas al cambio es innegable. El lenguaje no se escapa de esta afirmación. A medida que pasa el tiempo, el lenguaje va cambiando. Incluso hay una obsesión por que se traduzcan cosas que incluso sea ridículo ser traducidas. Por fin realizan el viaje que le traerá la felicidad o la desgracia, porque estas cosas parece que siempre van unidas y más en el caso de Desi.

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Llama la atención que los comodines se hacen más frecuentes cuando se refieren a conceptos o realidades abstractas: Para lograr que el lector capte la desaprobación ante todos estos temas, Millás ha recurrido a un lenguaje asequible cargado, eso sí, de una fuerte ironía y sarcasmo, dándole a la obra el tono crítico y censor que pretende. El autor utiliza siempre el mismo tono irónico, de la calle, el mismo lenguaje sencillo sin cambiarlo en ningún momento, por esta razón se trata de un libro de fácil lectura y comprensión, aunque al haber tantos datos geográficos, la mayoría desconocidos, puede causarle al lector un estado de confusión en ciertas ocasiones. El intérprete siempre tiene que mantenerse al día en muchas áreas de actualidad para poder entender y traducir chistes o alusiones del conferenciante. En el siglo xviii predominaba la tendencia de pensar que las lenguas se degeneraban (Ej.: Samuel Johnson). Tuvieron apogeo las expresiones de condena y propuestas para remediar la situación. El latín y el esnobismo fueron factores antagónicos a ella. Estos aspectos transmiten al lector lo difícil que es comprender nuestros comportamientos cuando se ven influenciados por el amor, lo cual viene siendo común a lo largo de los años. La disciplina y comunicación familiar había sido escasa. Sintieron frustración y fracaso como padres. Al morir la niña sienten que no sólo fallaron en el plano educador sino también en el conyugal.

13.1.2.2. Expresiones de moda Nos referimos con este término al uso de palabras o expresiones (completas o manipuladas) sobreutilizadas en el discurso oral. Vigara (1992: 257) define así las expresiones cliché: Para el hablante es cómodo realizar este desplazamiento de la carga semántica de sentido cuando para expresar algo, dispone ya de una expresión (o de un «molde»previo) que lo ha fijado convencionalmente en la lengua o en el uso. (...) No es extraño, pues, que en el lenguaje coloquial se acuda continuamente a estos «trozos de discurso ya hecho», «introducidos como tales en nuevos discursos» (...) Y entre estas expresiones incluimos no sólo las que Coseriu llama unidades de discurso repetido («Todo lo que tradicionalmente está fijado como ‘expresión, ‘giro’, ‘modismo’, frase o locución, op. cit., p. 113) sino también las estructuras estereotipadas, que se han fijado en la lengua como un «molde».

Se trata de palabras y expresiones de moda, sea esta efímera o duradera, que se activan automáticamente en el escritor novel. Y no solamente por comodidad, como podría ser legítimo entenderlas en el plano coloquial: en un buen número de ocasiones funcionan como modelos que el autor entiende como lícito e incluso oportuno copiar8. Se interpretan como muestras de buena expresión y se incorporan a la redacción propia. Lo más frecuente es utilizar frases estereotipadas en el uso. El problema deriva de utilizarlas en contextos donde no son adecuadas ni pertinentes: Allí encuentra al que será su sucesor, un joven y eficiente ejecutivo de 30 años, que ya ha tomado posesión de su oficina.

8. En una suerte de imitatio clásica mal entendida.

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Nadie toma posesión de una oficina, sino de un cargo. Desideria era una joven de Huesca proveniente de una familia media que una vez había poseído una gran fortuna. Ahora solo le quedaba su padre, venido a menos por los años, que se esforzaba en mantener en pie su cerería.

Una persona venida a menos ha sufrido un recorte en sus ingresos o en sus responsabilidades laborales, pero no parece que tenga que ver con un deterioro físico motivado por la edad. De un tiempo a esta parte, aunque está asombrosamente bien para su edad, ya no vive en el pueblo, valiéndose por sí misma. Ella, junto a su hijo Félix (que necesita mayores atenciones médicas) vive turnándose a temporadas en las distintas casa de sus hijos y nieta.

Se confunde la expresión desde hace un tiempo con de un tiempo a esta parte. La razón es sencilla: ambas pivotan en torno al sustantivo tiempo. Es también frecuente que esas expresiones fijas sufran manipulaciones de muy distinta naturaleza. En unos casos se trata de una reformulación: El capitán siempre me decía que nosotros éramos diferentes, que estábamos a un nivel superior o teníamos que luchar por nuestras raíces e ideas. Pero yo no podía evitar sentirme como si estuviese bajo presión. Hemos llevado a límites destructivos nuestro concepto de libertad hasta el punto de creernos con el derecho de acabar con la vida de alguien sin ningún tipo de contemplación.

En otros surgen expresiones resultado de la mezcla de dos opciones expresivas: Me dirijo a usted con la mayor brevedad posible para comunicarle mi firme decisión de trabajar en su empresa. Raquel no podía evitar su nerviosismo. El director del banco le observaba, esperaba que tarde o temprano se dignara a hablar. Tras un breve silencio sepulcral, iniciaron una conversación larga y tendida.

Por último, cabe añadir algunos casos en los que se utilizan palabras de moda. El origen de tales términos es casi siempre el mismo: la política y/o los medios de comunicación: Él era el único que aún no había conocido en persona a aquella emblemática mujer. Era la primera vez que veía un hombre muerto y estaba realmente impactada.

13.1.2.3. Coloquialismos Los errores detectados en esta sección se pueden interpretar como una transferencia de términos propios y exclusivos del registro coloquial informal a la expresión escrita formal. Afecta a sustantivos: [En la foto Julio] tenía una pluma en la mano. Con la otra, apoyada en una bola del mundo, señalaba a España. He realizado un master en Marketing en los Estados Unidos. Además hice en verano un cursillo acerca de economía, administración y dirección de empresas.

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A verbos: Cuando nacieron sus hijos, soñaban lo mejor para ellos. Las apuntaron a determinados colegios con vistas a que recibieran una educación sin traumas. En aquella época era muy fácil encontrar trabajo en Suiza y mi madre tuvo mucha suerte porque la cogieron en un hospital de ancianos como ayudante de enfermera. En ese hospital se quedó durante veinte años. Se matricula en Letras en León y saca el año bastante bien pero a mi madre no le convencen del todo los resultados. Teresa ve a Andrés como un viejo que va a morirse. Por eso decide contárselo a Armando, y cortar con Andrés.

E incluso a sintagmas completos: Ahora llevaban tres años en la antigua Yugoslavia y la habían recorrido toda entera siempre buscando los desarrollos más importantes. Ante [su antiguo amigo de la infancia] Jesús intenta darse grandes aires y autosuficiencia. Comienza una nueva etapa durante la cual los países europeos intentan hacer su agosto aprovechando la riqueza de los nuevos territorios descubiertos. Sin embargo, en este trabajo, hay que tener los nervios muy templados no ya por la dificultad para captar y transmitir al vuelo todo lo que se dice, sino por la presión a la que traductores e intérpretes se ven sometidos cuando gobernantes y expertos se ponen nerviosos al ver que algo de lo que dicen puede dejar de ser traducido.

Se trata de errores donde la explicación es básicamente la misma: el dominio de un código restringido lleva a transferirlo en el uso a todas las variedades de habla. 13.1.3. Redundancia semántica Muy frecuente en el discurso coloquial es la redundancia semántica. Suele obedecer, al menos, a dos motivos: de un lado, a un intento de intensificación del contenido transmitido; de otro, a un deseo de asegurar la comunicación: el hablante es redundante con el objetivo de garantizar que su interlocutor entiende exactamente el mensaje que se le quiere transmitir. Todo ello es fruto de unas condiciones de comunicación específicas que poco tienen que ver con el texto escrito. Por eso, en este no es aceptable. Dentro de este grupo, el proceso más frecuente tiene que ver con plantear un concepto con una palabra o un sintagma. Inmediatamente después el texto progresa con otra palabra o expresión que se refiere literalmente a parte del contenido del significado enunciado en principio. Veamos un ejemplo: Me referiré tanto al estilo empleado en su redacción como al contenido, tratando de extraer algunos temas que en él se desarrollan de entre todos los posibles.

Obviamente, extraer presupone seleccionar necesariamente de un grupo más amplio. Por ello, la segunda parte destacada en el texto es innecesaria. Los ejemplos de esta naturaleza suponen el 39% de este grupo: Estos cuadernos fueron escritos por ella misma, exceptuando las últimas páginas con que el libro concluye.

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El cuadro del jinete parece ser, además, el leimotiv central. La novela sugiere una comparación de dos modos de ver la vida opuestos y el análisis de un tercero que ocuparía un lugar intermedio entre los dos. Partiendo de un punto, podríamos llamarlo inicial, somos capaces de ver todos los posibles cambios que pueden afectar, en un momento dado, al futuro de una persona, a su familia, a su pueblo, a sus amigos y a su vida en general.

Dentro de ellos cabe prestar atención especial a las redundancias asociadas a acciones reflexivas: –Pase–, murmuró. «Otro cascarrabias resentido», pensó Raquel para sí misma. Entró en el despacho y se sentó frente a la mesa. El de los «progres» es, por tanto, el grupo principal y se le menciona constantemente. El propio narrador, que relata la historia en primera persona, se incluye a sí mismo en él. Patricia y Gerardo se culparán a sí mismos y no lograrán comprender qué podían haber hecho mal para que su hijo tuviera esos trastornos.

En segundo lugar estaría la acumulación de sinónimos. Los encontramos de naturaleza verbal: Todo el libro es una sátira de una sociedad en la que el figurar, el aparentar se han hecho lo más importante. Sólo lo que no se dice no se expresa es lo que no se traduce nunca.

Y también nominal: Con este libro de A. Muñoz Molina se puede apreciar el gran cambio, y a la vez evolución, que ha sufrido la sociedad española. Las reglas son los caminos marcados o rutas que los hablantes de una lengua utilizan y suelen respetar inconscientemente. La gramática es la [suma total de todas esas reglas], y se puede dividir en varios subgrupos que son: la fonética, la fonología, la semántica y la sintaxis. Madrid. Época de entreguerra. En vistas del retraso que atravesaba el país estancado la población soñaba con la innovación, el cambio y la evolución. Estas gramáticas de los lingüistas no están completas y sufren cambios y modificaciones. Desi se va dando cuenta de que los sentimientos no son eternos, son mudables.

En tercer lugar cabe apuntar aquellos casos en los que se combinan simultáneamente un término y su definición: Ha de cumplir unos requisitos y condiciones previas indispensables para conseguir su objetivo. La juventud aparece confusa en todo momento, sin una meta definida, inmersa en un mundo lleno de vicios y peligros. Coco y su amigo habían empezado a ponerse nerviosos, por lo que ya no actuaban pensando las cosas tranquilamente para no herir a nadie, como antes. Blanca, al verla se quedó atónita, no podía creer lo que estaba presenciando. Esta rebeldía o necesidad de transgredir sería el primer síntoma de que nuestro trabajo empieza a hacer mella en nuestras neuronas.

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Por último, indicamos casos de redundancia extrema, en los que se define un concepto utilizando el mismo término con el que previamente se le he designado: Cuando estaban ultimando los últimos detalles del préstamo, entraron en el banco dos hombres. La gramática de R. Lowth es prescriptiva porque las reglas son establecidas por Lowth mismo y no por los hablantes. En cambio, la gramática de los lingüistas es descriptiva porque describe la utilización del lenguaje por los hablantes; y además es susceptible a cambios en lenguaje.

13.1.4. Absurdos semánticos intraoracionales Para terminar esta sección hay que indicar que con alguna frecuencia detectamos contradicciones semánticas evidentes en el marco de la oración. Estas pueden tener su origen en una escasa o nula revisión textual. Evidentemente, es un problema secundario en la expresión, pero su existencia misma debe ponernos en guardia en el momento de desarrollar la instrucción. Parece que casi todos los casos pueden evitarse si desarrollamos en los alumnos la capacidad de revisar la coherencia conceptual del texto: Sólo si no se comprende ni asimila lo que se está oyendo puede volver a decirse con más o menos exactitud (sobre todo si se recibe o suelta sin pausa). Las primeras etapas de formación de todo intérprete se centrarán en la adquisición de un perfecto dominio, en la medida de lo posible, de dos lenguas diferentes. A lo largo de la novela tienen una presencia discontinua pero constante una serie de conceptos que subyacen en toda la obra. A partir de este momento, los estudios sobre su función [la de los intérpretes] se puntualizarán ampliamente hasta nuestros días, contando ya con una definición.

13.2. Incorrección léxica 13.2.1. Cruces e invenciones Su frecuencia en nuestro corpus le convierte en el segundo grupo más importante de errores léxico-semánticos. El escritor novel transfiere a la escritura un proceso muy frecuente en el coloquio como es la confusión de unidades léxicas formalmente emparentadas. Y lo hace con independencia de que se observen o no vínculos semánticos. A menudo estos existen y colaboran en la confusión. Sin embargo, en muchas ocasiones la equivocación no es sino resultado de la pura y simple relación homográfica. Así, por ejemplo, intimar e intimidar poco o nada tienen que ver en términos semánticos. Su confusión se origina en la obvia cercanía gráfica: Dentro de esta inusual situación no es el hecho de que dude o no de su mujer lo más llamativo, sino el que aún después de haber intimidado con Victoria siga dudando de si es o no excónyuge.

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13.2.1.1 Errores producidos por homografía u homofonía Este grupo recoge algo más de la mitad de los casos incluidos en este epígrafe. La cercanía en la escritura o en la pronunciación explica la frecuencia de estos errores. Dentro de este bloque, la opción más frecuente será la confusión de términos que carecen de vinculación semántica. Indicamos al final de cada ejemplo y entre paréntesis la palabra correcta sobre la que se ha generado el cruce: Ella, tumbada en un banco con cuatro trapos y dando comida a las palomitas, convertida en una vagabunda. (harapos) No es necesario recurrir a aquellos que lo vivieron de cerca para entender que, bajo el prisma de la impotencia de los que observaban como el mundo evolucionaba hacia derroteros distintos de los que se podían esperar constreñidos bajo la tutela de un dictador, la asimilación de una ideología que abogaba, ante todo, por una libertad sin cribas que diera paso a los esperados cambios, se hacía de una manera rauda y sin mayores tapujos acerca del contenido real de las ideas a defender. (trabas) A partir de entonces su vida da un giro de 180 grados y se convierte en una carrera voraz y asfixiante con una meta incierta. (veloz) Cipriano sintió entonces una atracción hacia ella; mezclando dos tipos de pensamientos: que era la única persona a la que quería y que, como todo hombre y mujer que eran, se sentía atraído por ella, no dudó en demostrarle su amor y la besó. (sentimientos) Esta amistad dará paso poco a poco a ciertos componentes cada vez con más contenido sexual. (comportamientos)

No obstante, en algunos casos se observa una cierta vinculación semántica: [Pasionaria tenía fama de que] se alimentaba de soldados nacionalistas. (nacionales) Espero que me conceda una entrevista para concretar los detalles del contrato si está interesado en que ocupe el puesto que ha ofertado. (ofrecido) El autor ha escrito una crónica, lo más fidedigna posible, de la aventura de Lucrecia de León y sus cofrades. (fiel) El libro trata del cambio que se produce en las estructuras de pensamiento de una mujer en la cuarentena, Sor Consuelo. (los cuarenta)

En un segundo grupo los cruces se establecen entre unidades que exhiben cambios en la sufijación. Habrá casos en los que se escoge una palabra con sufijo en lugar de otra que no lo necesita: La necesidad de imitar la forma de expresión de los grandes literarios conllevó a buscar una fórmula fija y única para cada lengua. En el caso del inglés, podemos citar a Samuel Johnson en cuyo diccionario desvalorizó las formas habladas de las clases populares a favor de las clases altas. (llevó) Intentó salir del piso. Sus gritos crisparon los nervios del asaltador, que le pegó un bofetón. Como no logró acallarla de esa forma, le tapó la boca. (callarla) El Gobierno franquista tuvo la desfachatez de sumarse a la celebración mundial de los Derechos Humanos cuando ni si quiera se reconocía el estatuto de preso político a los presos políticos. (estatus) [El gobierno americano] ha cometido crímenes espantosos aprovechando su gran poderío. (poder)

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En otros, se eligen palabras con sufijos distintos: Una de las características de la sociedad americana es que se siente americana al cien por cien. Su población, en su gran mayoría de descendencia europea, ha desarrollado este sentimiento que se basa en la autoestima y confianza en uno mismo. (ascendencia) Abrió la puerta con cuidado pero al cerrarla dio un golpe. La chica no se lo podía creer, sostuvo la respiración pero a los dos segundos uno de los hombres ya estaba en el cuarto. (contuvo) Llamazares nos muestra la lucha que mantiene su personaje para no sucumbir ante la locura motivada por la soledad desesperante y la obsesión de mantener con su presencia vivo el pueblo que le vio nacer. El orgullo y el no querer abnegar de su modo de vida tradicional le ayudarán en su propósito. (renegar)

También se eligen palabras sin sufijo cuando este sí es necesario: Antes, al decir que los traductores e intérpretes son personas que están bajo gran tensión, me estaba refiriendo a la disposición que existe a estar así. Sin embargo, en este trabajo, hay que tener los nervios muy templados no ya por la dificultad para captar y transmitir al vuelo todo lo que se dice, sino por la presión a la que traductores e intérpretes se ven sometidos cuando gobernantes y expertos se ponen nerviosos al ver que algo de lo que dicen puede dejar de ser traducido. (predisposición) Creo que lo que persigue Juan José Millás en esta obra, es dejar al lector crear su propio fin con la imaginación. (final) El caso que concretamente él expone, trata de un cambio de identidad. Dos hermanos, que tras haber estado enfrentados toda la vida y haber sentido envidia uno del otro, deciden cambiarse cuando son mayores no sólo de identidades, sino también sus estilos de vida. (intercambiarse)

En tercer término está un grupo donde las confusiones se explican por una mínima variación gráfica/fonética. Esta puede ser vocálica: La novela me ha parecido interesante a pesar del aspecto «realidad-irrealidad», es decir que en algunos paisajes, el lector está desconcertado porque no sabe si las acciones contadas por el protagonista son reales o están en su imaginación. (pasajes) Ella es consciente de su propio valor como visionaria, de la importancia de esa calidad que la hace diferente a los demás. (cualidad)

También, y sobre todo, consonántica: Origina un sentimiento de decepción en ella cuando toma consciencia de la nueva realidad. (conciencia) Tatiana se va de casa, tal vez por falta de comunicación. Tal vez dejándose llevar por el hervor juvenil. (fervor) El ansia del pueblo por la mejora general y la consecución de la libertad llevó al agrupamiento de los jóvenes más revolucionarios en pequeños grupos que conspiraban y planeaban soluciones para llegar a lo que ellos consideraban un mundo ideal. (planteaban) La magnitud del fenómeno incitó a las interpretaciones más diversas. (invitó)

Incluso se observan algunos casos de metátesis: La lucha por las libertades concretaba las principales energías. (concentraba)

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Para lograr que el lector capte la desaprobación ante todos estos temas, Millás ha recurrido a un lenguaje asequible cargado, eso sí, de una fuerte ironía y sarcasmo, dándole a la obra el tono crítico y censor que pretende. (accesible)

Por último, cabe citar los casos en los que el cruce se produce por una confusión del número gramatical: Madrid. Época de entreguerra. En vistas del retraso que atravesaba el país estancado la población soñaba con la innovación, el cambio y la evolución. (vista) Para no levantar sospecha, se pasa las horas de oficina en un apartamento que ha alquilado. (sospechas) Realmente es un páramo que produce escalofrío. Tanto abandono y tanto olvido no podían conducir sino a una soledad horrenda. (escalofríos)

13.2.1.2. Modismos y perífrasis complejas Una quinta parte de los errores afecta a combinaciones de palabras que se interpretan como sintagmas complejos. Podemos hablar ahora de tres posibilidades. La más frecuente implica el cruce de dos alternativas: He hablado con el jefe porque me gusta más este puesto que el que yo ocupaba antes aunque es agotador, y, tal vez, me van a ascender. Estoy muy contento; pero me ha apenado mucho haberte causado esta mala pasada. (Causado un problema/jugado una mala pasada) Pongo como ejemplo la sentada que organizaron el pasado fin de semana en la Plaza Mayor de Salamanca los partidarios del 007, en la que el número de manifestantes podía ser contado con los dedos de las manos. (Con los dedos de una mano/con las manos) La derrota no sólo le afectó en el plano mental, sino que pareció dejar también cierto tipo de trastornos sexuales. Dejó de jugar y luchar limpio para pasar a atacar al prójimo, claro vestigio del sufrimiento que a él le habían hecho pasar. ( Jugar limpio /Luchar) –Déjame salir, por favor... Sus súplicas resultaron en vano. (resultaron inútiles/ fueron en vano)

La segunda posibilidad tiene que ver con la simplificación de una frase hecha, normalmente por la pérdida de alguno de sus componentes: Desideria era una joven de Huesca proveniente de una familia media que una vez había poseído una gran fortuna. Ahora solo le quedaba su padre, venido a menos, que se esforzaba en mantener en pie su cerería. (una familia de clase media) La situación de Villa Valeria, muy cerca de lo que fuera la línea frente en la guerra también era representativa. (la línea del frente/el frente de batalla) Pero a partir de ahí, en el momento en que tenga que adaptar su saber lingüístico a la práctica interpretativa, este en seguida se percatará de que prevalecerán, tanto más, todos los diferentes conocimientos técnicos, científicos o generales que pueda adquirir unidos a una necesaria y perfecta capacidad analítica. (tanto o más)

Por último, puede también suceder que se creen nuevos modismos sobre la base de otros ya existentes. Se trata, pues, de una suerte de reformulación de la frase hecha: Se consume droga para poder lograr recompensas sin aplazamiento. (a corto plazo)

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La libración tendrá lugar esta noche a las once. Mañana es jueves y a pesar de que el párroco esté en libertad, no podrá decir misa porque tendrá que hacer declaraciones a la policía. (prestar declaración) A pesar de su deseo de castidad expresado al recibir el título de sacerdote, Quart se enamorará de ella y sucumbirá a la tentación de la carne. (voto de castidad) El director tenía cara de tener pocos amigos. (tenía cara de pocos amigos)

13.2.1.3. Invenciones Las vías son variadísimas; sin embargo, buena parte de los casos se explican por una inadecuada aplicación de los procedimientos de composición morfológica. La alternativa más frecuente consiste en utilizar incorrectamente sufijos que en otros contextos similares son los adecuados: El contexto literario en el que se desarrolla la trayectoria del escritor castellonés comprende del realismo de los años sesenta a las últimas tendencias. La dictadura impidió que las ideas expresadas en las calles parisienses alcanzaran su magnitud.

Efectivamente –és y –ense son dos sufijos utilizados para formar gentilicios; ocurre que los autores de los ejemplos los han aplicado a raíces que no los admiten. Otros ejemplos del mismo grupo serían los siguientes: Siempre estamos inconformes con nuestra situación. Ibraín, el camello, es el causante de que esta vecindad se drogue. La necesidad de imitar la forma de expresión de los grandes literarios conllevó a buscar una fórmula fija y única para cada lengua. En el caso del inglés, podemos citar a Samuel Johnson en cuyo diccionario desvalorizó las formas habladas de las clases populares a favor de las clases altas.

Un segundo grupo de ejemplos incluye aquellos en los que se construye incorrectamente el sufijo: Su enfado con el órgano gubernamental es tal que incluso llega a descreditar asuntos banales, como la campaña que hicieron contra los fumadores y el tabaco, e incluso afirma que sus promotores, al menos algunos, fuman a escondidas, enfatizando así su instinto de corrupción. Ahora de nuevo [mi abuela] ve como el ciclo de la vida sigue su curso y la natalidad continúa por parte de sus nietos. Ya tiene seis vicnietos.

La tercera opción pasa por la aplicación de etimologías populares y por falsas interpretaciones ortográficas: El título «El año del diluvio» hace clara referencia al paralelismo existente entre los elementos naturales, concretamente metereológicos y ese torbellino de sentimientos que configuran el argumento de esta obra. En 1950 se entreveen en León los primeros síntomas de despoblamiento. En realidad es un embustero y un falsante.

Finalmente, cabe recordar algún uso en el que el error se origina por una falsa interpretación de la palabra como un cultismo: Tras tres novias y los subsecuentes berrinches de mi tía Maricarmen (su madre), ha encontrado a la mujer de su vida, Angelines.

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13.2.1.4. Otros casos Dejamos para el final de este conjunto dos alternativas no muy frecuentes pero sí muy llamativas desde el punto de vista del proceso que subyace a ellas. En la primera se trata de una confusión entre verbos pronominales y no pronominales: Nuevamente aparece otra pareja que ha fracasado como padres y como matrimonio. Incluso intentando iniciar, por separado, una nueva vida, tanto él como ella toparán otra vez en su futuro con la humillación. Él sabe que es malo, tiene claro que ha hecho daño a mucha gente y cuando se corren por el pueblo noticias de que unos bandoleros le acechan, huye atemorizado. Entre estos progresistas destacaba un reducido grupo de chicos convencidos de poder mejorar el mundo y acabar con todas las injusticias que constantemente se sucedían en él, convirtiéndolo así en un ideal. Los padres intentaban que los chicos no se suscribieran a ninguna de las ideas tradicionales.

En la segunda, mucho menos frecuente, se detectan cruces en el régimen preposicional: Otro factor a tener en cuenta a la hora de interpretar algo correctamente es que el oyente suponga que el emisor está cumpliendo los principios de la pragmática. Después de todo aquella debería haber sido su vida al lado de Laura, las amistades que su hermano había hecho deberían de ser sus amistades y decide que había llegado el momento de encontrar una enmienda al pasado y que el punto de partida se podría repetir devolviéndose cada uno lo que se debían.

13.2.2. Incompatibilidades léxicas Estos errores se explican porque los autores proponen combinaciones léxicas entre términos incompatibles. Esta violación de las colocaciones de la lengua española es especialmente habitual en entornos donde la vinculación semántica entre las partes es más íntima. Así, el contexto más frecuente de error será el establecido entre el verbo y el objeto directo, hasta el punto que supera el 42% de los ejemplos: Otra vez vuelve a quedar embarazada y a realizar su máxima aspiración como mujer: engendrar un hijo. Imaginemos una persona con devoción por ayudar a los demás, pero por varios factores (sociales, económicos, etc.) no tiene la posibilidad de desarrollar esa actitud. En la base de todo este cúmulo de buenas intenciones había una gran contradicción que, posteriormente, sería un impedimento de peso para que estos jóvenes llevasen a cabo la ideología que reivindicaban. Poco después, Félix fue votado para empezar el cargo de presidente del sector del vino de la FACA y, más tarde, vicepresidente del sector del vino nacional de cooperativas. A los 70 años obtuvo la jubilación y trabajó en su pequeño huerto, hasta que en 1992, víctima de la enfermedad de Alzheimer, falleció en una residencia de ancianos cercana a su domicilio. Posteriormente la reunión se extendió más de lo previsto y con las visitas y las relaciones comerciales olvidé por completo el encargo que me pediste.

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Con 6 años se quedó huérfano de padre y su madre se lo llevó a sus abuelos; así que, desde pequeño tuvo que arreglárselas para ayudar a su familia y poderlo compaginar con los estudios, no logró una carrera universitaria pero era de las personas más ilustradas del pueblo.

En segundo lugar en frecuencia se encuentra la relación entre sujeto y verbo: Vicent pone de manifiesto dicho proceso al hacer desfilar por su mente un gran número de anécdotas que les ocurrieron a él y a sus amigos. Es esta, creo, una de las características que mejor resumen la forma de ser del protagonista, la locura. La novela empezó a tomar un cuerpo real y me lancé definitivamente a escribirla. El argumento final consistía en la vida de Antonio.

El resto de los ejemplos observados se reparte en contextos muy diferentes, tales como el verbo y el complemento de régimen: La interpretación simultánea consta de tres tipos, cada uno de ellos condicionado por los instrumentos que utiliza el conferenciante.

El sustantivo y sus complementos, sean estos adjetivos o complementos preposicionales: Cuando estalla la guerra, su hermano Carlos, miliciano, se desplaza todos los días desde la mansión hasta un frente cercano para luchar. Lo mismo ocurre cuando una persona empieza a tener poder y dinero, pronto dejará de pensar en los demás e intentará aprovecharse. Estas tentaciones son demasiado suculentas como para negarse. Comenzar con una definición del título me parece aparte de estereotipado superfluo, ya que de eso se encarga la misma contraportada.

El verbo y sus complementos circunstanciales: Se chocó con un individuo alto y recio que la empujó hacia el interior de la salita. Su corazón latía cada vez más fuerte. Una de las razones que nos llevan a este intento es no saber afrontar nuestros propios problemas tomando como solución de huir hacia otra identidad. Todos los invitados a la comida estaban completamente admirados por esta gran dama que acababa de volver del exilio.

Finalmente, cabe hacer referencia a casos donde la incompatibilidad se manifiesta por la relación semántica establecida entre dos correferentes textuales: Un notable nivel cultural junto con los anteriores elementos son los instrumentos que aprenderá a utilizar [el intérprete] siguiendo las variantes según le sean exigidas. Andrés cae en la droga con el completo desconocimiento de sus padres, que se encontraban siempre enfrascados en peleas por celos y otros trastornos. A los 8 años hizo la Primera Comunión y con 18 la confirmación.

270

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13.2.3. Extranjerismos En contra de lo que muchos puedan temer, el uso inadecuado del extranjerismo apenas alcanza el 0,2% de los errores detectados. Así, parece que en la realidad su presencia es mucho menor de lo que a menudo tendemos a pensar. De los pocos casos detectados, es interesante destacar que aproximadamente el 50% tienen que ver con el uso de la expresión jugar un papel: Trabaja para satisfacer a quien jugó un papel muy importante en su pasado. Dentro del primer grupo de mujer cabría destacar el papel que juega Minervina. La dimensión internacional jugó un papel importante en la evolución española durante los años 40.

Fuera de este caso, el resto de ejemplos son testimoniales: Su principal problema fue no tomar en cuenta a la juventud. El narrador nos hace creer durante toda la novela que este chico es decente y muy buen estudiante.

Capítulo 14 LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

C

asi un 25% de los errores categorizados en nuestro corpus se explica por desviaciones normativas de naturaleza morfológica, sintáctica o morfosintáctica. Se trata de errores locales y, por ello, normalmente resultan de fácil identificación. Además, afectan a un número finito de reglas, lo que simplifica su ordenación y categorización. Parece que, desde una perspectiva categorial, existen tres grandes grupos de errores. El primero se fija en los relativos a las distintas clases de las palabras. En orden de importancia destacan los problemas con los verbos (5,8%). En este grupo llaman la atención los errores en el uso del gerundio (2,72%) y del infinitivo (1,27%); menor relevancia se observa en los problemas con la temporalidad (0,7%), el uso de la pasiva (0,58%), la modalidad (0,41%) y la morfología verbal (0,12%). Después, nos detendremos en las preposiciones (5,4%) y en los errores que afectan al uso de los pronombres (2,56%), que se distribuyen en problemas de leísmo y laísmo (1,32%), uso de los relativos (0,91%) y utilización de se (0,33%). Finalmente nos preocuparemos por las conjunciones (2,43%) y los determinantes (1,81%). Un segundo grupo se interesa por incorrecciones que tienen su origen asociado a la combinación de palabras. En él adquiere especial importancia el grupo de los problemas vinculados a las concordancias (3,28%). En segundo lugar, estarían los relacionados con el orden de las palabras (2,23%). Por último, en un tercer grupo recogemos los barbarismos sintácticos, que suponen el 1% de los errores identificados. Esquemáticamente, esta sería la presentación de la importancia porcentual asociada a los distintos problemas que se han identificado. Verbo

 5,8

Gerundio

2,72

Infinitivo

1,27

Tiempo

0,7

Pasiva

0,58

Modo

0,41

Morfología verbal

0,12

272

JOSÉ M. BUSTOS GISBERT

Preposiciones

5,4

Concordancias

3,38

Pronombre

2,56

Leísmo y Laísmo

1,32

SE

0,33

Relativos

0,91

Conjunciones

2,43

Orden de las palabras

2,23

Determinantes

1,81

Barbarismos sintácticos

0,99

14.1. El verbo En este capítulo hemos reunido errores que afectan a problemas vinculados al uso de las formas no personales, la voz, el tiempo y el modo. Más allá de estas cuestiones, solo cabe apuntar errores esporádicos que tienen que ver con la reinterpretación morfológica de algunos verbos, como sucede en los ejemplos siguientes: Raquel creía que la pistola le sería arrebatada, ya que no conseguiría vencer la superior fuerza del atracador. Cuando desfallecía irrumpieron en el banco cinco policías que, apuntándoles con las pistolas, impelaban a los encapuchados a que soltasen las armas. «Te advierto si gritas te mataré. Sólo quiero hacerte unas preguntas». Ella asentió con la cabeza y le quitó la mordaza. Tenía tanto miedo que casi no podía hablar.

14.1.1. El gerundio Aproximadamente la mitad de los errores cometidos en el uso del verbo tiene que ver con una incorrecta elección de esta forma no personal del verbo para la construcción morfosintáctica. El autor novel muestra un inusitado interés por usarla incluso en situaciones en las que deberíamos eliminarla del discurso: El desengaño de una generación comenzó cuando Franco fue nombrado Jefe de Estado, contando con el apoyo de Hitler y Mussolini. Acude a la consulta que había solicitado con la adivina, y queda fascinado por la personalidad de esta. Beatriz le descubre que hay una nueva mujer entrando en su vida. Ella, junto a su hijo Félix (que necesita mayores atenciones médicas) vive turnándose a temporadas en las distintas casas de sus hijos y nieta.

De los errores categorizados, más de la mitad se han clasificado como gerundios de posterioridad. Dentro de ellos resulta más frecuente la de consecuencia. El gerundio quiere expresar el efecto en una relación de causalidad:

LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

273

El otro día Pili tuvo la gran idea de meter la alfombra en la lavadora. Y como no encontraba el programa empezó a dar a todos los botones provocando una enorme gotera en el techo de mi cocina, que se extendió hasta la habitación. Se combina el modo narrativo con conversaciones, la forma directa y la indirecta, etc. Sin embargo, el conjunto final no es un resultado caótico, sino que es algo completamente entendible, haciendo de la novela un texto accesible. Tatiana ya no es aquella dulce chiquilla que le había puesto una corona de flores a Pasionaria y se transforma en una chica rebelde que se fuga de casa a los 16, causándoles una gran preocupación a su familia que no volverá a verla con vida.

En ocasiones, un adverbio modal explicita ese valor de consecuencia al que hemos aludido: La característica general de su estilo es el uso a veces abusivo del estilo indirecto, que mezcla con el estilo directo. Otra de las características son las descripciones. E. Mendoza nos sitúa perfectamente la acción, cerrando así, el paso a la imaginación. Aunque dando una visión de conjunto, personalmente a mí el libro me ha parecido interesante. Este siempre muy ligado a la Iglesia y su puritanismo que ahora está pagando las consecuencias de haberse unido al poder y no a los necesitados contradiciendo así su doctrina. Entre estos progresistas destacaba un reducido grupo de chicos convencidos de poder mejorar el mundo y acabar con todas las injusticias que constantemente se sucedían en él, convirtiéndolo así en un ideal.

Si la posterioridad es de naturaleza estrictamente temporal, la frecuencia disminuye casi a la mitad: Una visita inesperada rompe el momento íntimo y sor Consuelo huye, prometiendo volver por la noche. Posteriormente, al no estar contenta con el salario, pasé a formar parte de la plantilla de relaciones de venta de Renault Madrid, llegando a ser coordinadora jefa de mi sección. Una larga lista en la que destacaban la malversación de fondos y la adjudicación de obras a distintas empresas recibiendo a cambio una pequeña remuneración económica.

En algunos casos el error se hace aún más evidente por la aparición de un indicador de posterioridad temporal: Comenzó a volverse más cariñosa y a abrir su mente, convirtiéndose desde ese momento en alguien más tolerante.

El segundo problema en frecuencia es el uso del gerundio como verbo de la oración principal en sustitución de una forma conjugada: Lenguas evolucionando hacia una mayor eficacia. Las lenguas actuales podrían estar adaptándose a las necesidades de los nuevos tiempos. Donald fue hallado muerto en una reserva de animales salvajes, sentado contra el tronco de un árbol. Tardando más de una semana en ser identificado, ya que había dejado el equipaje y el pasaporte en la habitación del hotel. Las tramas de sus novelas se sitúan mayoritariamente en su ciudad natal Barcelona o en sus alrededores. Llegando incluso a repetirlos como ocurre en «La ciudad de los prodigios» y en «El año del diluvio», cuya acción transcurre en Bassora.

274

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Nuevamente aparece otra pareja que ha fracasado como padres y como matrimonio. Incluso intentando iniciar, por separado, una nueva vida. Tanto él como ella toparán otra vez en su futuro con la humillación.

Podemos aportar ejemplos muy llamativos en los que el escritor novel coordina formas personales con gerundios: Podríamos dedicarnos a manipular y tergiversar el discurso que estamos traduciendo. Esto solo lo podríamos llevar a cabo si contáramos con la complicidad de un intérprete red (intérprete de guardia o seguridad) y, pudiendo ambos correr el riesgo de perder el puesto de trabajo. Juan se cansa de su vida como escritor creyéndose con el derecho a mandar y controlar a su hermano. Si de niño ya era envidioso, esa cualidad no ha cambiado con el paso del tiempo.

Finalmente, ocupan un lugar muy relevante los casos en los que el gerundio se convierte en forma verbal de una oración concesiva: La historia transcurriría dividida en seis capítulos, centrada en la guerra de la exYugoslavia y contada por una tercera persona, aunque haciendo numerosos saltos en el tiempo para recordar otras guerras, volviendo de nuevo al presente.

El tercer tipo de error más habitual se explica por la atribución incorrecta a esta forma verbal de valores distintos de los propios del gerundio. Así, identificamos casos en los que este asume un significado causal: Felicitas se fue a Barcelona a trabajar con aproximadamente 20 años, teniendo la suerte de que su tía vivía allí. Necesitando un contacto más físico, decide volver al lado de Yamam.

También los hay con valor de finalidad: Educan a sus hijos de una manera liberal evidenciando renegar de la forma en que ellos fueron criados. De este modo sus vástagos crecen destraumatizados a diferencia de ellos. Añadiendo algo más a su biografía diré que mi padre es una persona seria y centrada en su trabajo, pero muy cariñosa y graciosa en su vida familiar.

Por último se encuentran los problemas originados en atribuir al gerundio una función especificativa. Son aproximadamente un 10% de los errores vinculados a esta forma no personal del verbo: Pascual rechaza inmediatamente la propuesta de hacer un libro mostrando la pobreza de los peores barrios de la ciudad. El capitán se unió a ellos y yo permanecí sentado en un rincón de la habitación. Lo único que se oía eran voces opinando.

14.1.2. El infinitivo Los errores en el uso del infinitivo se observan en la construcción de oraciones subordinadas. Aparece utilizado en situaciones en las que no se cumple la condición necesaria para su aparición: que se trate de un infinitivo concertado en la terminología usada por la RAE (2009: 1991).

LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

275

Esto significa a fin de cuentas que el sujeto de la oración principal y el de la subordinada deben estar concertados o ser correferentes. Las incorrecciones son muy frecuentes en el contexto de la subordinación sustantiva: Yamam vive con una pluralidad de campos mentales y Desi no hace nada con conquistar la atención de uno de ellos, ya que sigue libre e intacto en los demás. De aquí que ella suela desesperarse porque le parece no tener nunca delante en su integridad al hombre que ama. El título que se me impone por tarea podría sugerir tratarse sobre la denominada Generación del 98.

Sin embargo, también los encontramos en el contexto de las oraciones causales: He decidido dejar este trabajo por no satisfacer mis ambiciones personales.

De las temporales: Una vez finalizada la guerra decidieron casarse y un año más tarde nació el primer hijo al que llamaron Julián. Año tras año la familia fue aumentando hasta dar a luz a doce criaturas.

De las finales: El triunfo del PSOE sirvió para unirles y para compartir su indudable gozo. Cuando una llora desconsolada debido a algún desengaño, la otra la consuela y le da ánimo para seguir adelante sin rendirse ante las trabas que les pone la vida.

E incluso en el de las modales: Blanca vio entonces, estupefacta, al hombre cargar su pistola.

14.1.3. Voz pasiva Nuestra lengua, frente otras como el inglés, tiende a utilizar la pasiva exclusivamente en aquellos casos en los que se explicita el complemento agente. Se trata, decimos, de una tendencia que se verifica en el campo de la actuación. Así pues, su aparición en contextos diferentes no se evalúa como incorrecta en términos normativos sino que se identifica como inhabitual en la expresión escrita estándar, donde se evita la pasiva de agente indeterminado. Por tanto, interpretamos como inaceptables ejemplos como los siguientes: Así, en la novela el protagonista es solicitado para actuar de intérprete en una entrevista al más alto nivel entre dos importantes jefes de estado. Es despedido. Ante esta nueva situación, su respuesta emocional es el miedo, una lógica reacción, por otra parte, que no nos sorpende. Raquel creía que la pistola le sería arrebatada, ya que no conseguiría vencer la superior fuerza del atracador.

Asimismo, hay una tendencia a escapar de la voz pasiva especialmente cuando es posible una construcción con se. Así sucede en los ejemplos siguientes: El luteranismo es descrito a lo largo de la obra como una corriente reformista al mismo tiempo que extranjera.

276

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Por otro lado, el lenguaje que el autor utiliza es absolutamente coloquial y, muchas veces, argótico. Además, muchos vocablos ingleses o franceses son transcritos con la grafía española. A pesar de la controversia cabe preguntarse si en realidad estos cambios no son debidos al descuido de los hablantes. El rechazo a los cambios es fundamentalmente debido a prejuicios sociales, a cierta nostalgia. Se habla incluso de una decadencia del lenguaje.

Puede suceder, sin embargo, que se cometa el error de optar por una construcción de se en lugar de la necesaria pasiva cuando se explicita el complemento agente: Esta persona puede orientarse por otras, lo suficientemente valientes como para superar todas las dificultades que se les han puesto en el camino

Otra fuente de error se encuentra en el uso inadecuado del verbo ser en lugar de estar para la construcción de las llamadas pasivas de resultado: Todo lo que hace es motivado por la relación mercantil que mantienen ante la posible apertura del asilo. Somos continuamente informados de lo perjudiciales, e incluso letales, que son estas sustancias pero, sin embargo, saber lo que siente el drogadicto con la droga corriendo por sus venas es algo que nunca se explica en los folletos.

Finalmente, hay un grupo nada despreciable de ejemplos en los que el uso de la pasiva resulta muy poco afortunado puesto que provoca un alto grado de ininteligibilidad; parece que se mezclan la construcción activa y la pasiva: Ranz es un personale misterioso tras el cual se oculta la muerte de tres mujeres: la muerte de Juan, su tía Teresa y una tercera que le es desconocida Le es revelada la fama de Algueró pero la desoye.

En otros, se genera un discurso ambiguo: La muerte de mi abuelo le hizo pasar por una etapa amarga que le marcó mucho, pero gracias al cariño y apoyo por parte de todos fue superada.

Incluso se puede bloquear la comunicación: Incluso hay una obsesión por que se traduzcan cosas que incluso sea ridículo ser traducidas.

14.1.4. Tiempos verbales La incorrección más frecuente tiene su origen en la configuración incorrecta de la correlación temporal entre la oración principal y la subordinada. La primera puede exigir que la segunda se construya en presente. Destacamos en versalita la inconsistencia en la construcción: Espero también que ese relax haya hecho que tú y Mónica solucionaseis las pequeñas diferencias que estabais teniendo últimamente y volváis a ser esa pareja envidiada por todos vuestros amigos entre los que desearía estar incluido sobre todo después de lo que a continuación te voy a contar.

LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

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Según el materialismo dialéctico de Marx los agraciados y los desvalidos han estado disputándose el poder a lo largo de toda la historia y ha sido necesario el conflicto para que mejorara la situación de los segundos. Esperando que mis características personales y profesionales se ajusten a sus peticiones solicito que me concedieran una entrevista.

Pero también, aunque con menos frecuencia, sucede lo contrario: Otra posibilidad podría ser que en el lenguaje se mantenga un equilibrio entre avance y retroceso. No dudó en ir a acompañar a su niño, por quien hubiera dado la vida si así se lo pedían.

La mayor parte de los errores restantes tienen que ver con elecciones inadecuadas de los tiempos del pasado, específicamente del imperfecto y del perfecto simple en razón de las limitaciones cotextuales: La familia estuvo un poco al margen para estos matrimonios de amigos. Se preocupaban más por la política que por educar y cuidar de sus hijos. En vista del problema mi madre viajó a Barcelona, donde durante dos años estudiaba un curso de esteticista compaginando con un trabajo en la administración como secretaria. Después de terminar el servicio militar, mi padre se trasladó a Alemania en busca de empleo. Cuando hubo encontrado un piso y trabajo fijo regresó a España para casarse.

14.1.5. Modo verbal Las elecciones incorrectas del modo verbal no suman un número de errores muy elevado. Sin embargo, llama la atención que afectan a oraciones de muy diversa naturaleza. Así, encontramos problemas en las oraciones subordinadas sustantivas: Daba la sensación de que tuvieran un plan que estuvieran deseando llevar a cabo. Sabemos que el protagonista traduce involuntariamente todo lo que oye, incluso, a veces ocurre que interprete lo que percibe en español a una de las otras lengua que domina.

En las de relativo: Pascual sólo busca aquello que vaya a vender.

En este contexto se detectan casos en los que su construcción se mezcla con la de las interrogativas indirectas: En realidad nadie puede saber que lo que el intérprete traduce sea correcto ni verdadero.

También se observan errores en las temporales: El director cogió a Raquel por la mano y la llevó hasta la puerta. Le ordenó que no se moviese de allí; ya que así, cuando los atracadores abrieron la puerta, ella quedaría escondida detrás de la misma.

En las concesivas: El hombre se abalanzó sobre Blanca y la amordazó. Aunque ella intentara librarse de él, la situación no era en ningún modo favorable para la joven.

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Pérez Reverte muestra la guerra desde un punto de vista singular. Esta visión ofrece al lector numerosos datos que se quedan grabados en su mente debido al simple y, en ocasiones, vulgar vocabulario utilizado por el escritor. Aunque los protagonistas sean Barlés y Márquez esto le sirve a él como excusa para informarnos acerca de todos los enviados especiales en general y de sus anécdotas, pues su intención es mostrar todo lo que hay detrás de las simples cámaras de televisión.

Por último, destacamos las construcciones de duda con un exponente lingüístico que solo permite el uso del indicativo y que, no obstante, aparecen construidas con subjuntivo: A lo mejor sea esta la gran duda que se nos plantee y nos haga pensar sobre la importancia que tiene nuestra existencia en esta vida. Y encima, será como siempre: pondré mis sufrimientos por encima de los de otras personas. Quién sabe: igual sea normal hacerlo.

14.2. Las preposiciones Los problemas en el uso de la preposición se agrupan en tres grandes secciones, de las que las dos primeras son cuantitativamente mucho más relevantes. Casi dos terceras partes de los errores se explican por una confusión en la elección de una preposición. Por su parte, en un tercio de las incorrecciones acumuladas se observa la falta de una preposición. Finalmente, un cinco por ciento se explica porque se incluye una preposición sin que su uso sea necesario. 14.2.1. Confusión de preposiciones Resulta llamativa la enorme inseguridad de nuestros escritores noveles a la hora de utilizar las preposiciones. Y esas dificultades afectan a prácticamente todo el sistema. Indicamos en cada ejemplo la preposición usada y la que debería haber aparecido: Es el momento en el que uno se comprometa a una lucha que considera justa. (Con) Comparable es este caso con la historia de amor que surgió entre don Juan Tenorio y doña Inés, la cual fue seducida a través de bellas palabras. (Con) Dentro de esta novela voy a centrarme en el tema de la profesión de Juan: traductor e intérprete; durante la narración el autor nos hará muy a menudo alusiones acerca de este oficio. (A) Se refugiaba en Minervina ante los continuos desplantes de su padre y sus miradas frías y amenazantes. Salía con ella de paseo, jugaba, reía... con ella se sentía seguro y feliz. (Por) En el libro se contraponen unos muchachos solidarios y vitalistas con los adultos desencantados en que se transforman. (A) Con este propósito de perfeccionar la lengua Lowth, un influyente obispo londinense, escribió una gramática acerca de lo correcto y lo incorrecto del inglés. (En) Aún conservo algunas fotos suyas, de los 50, en su uniforme de gala, en Semana Santa o en los toros. (Con) Es reveladora la separación entre Genoveva y Santi. (De) José abandonó Almeida por primera vez cuando cumplió el servicio militar entre Valladolid y Gijón. Poco después contrajo matrimonio con M. B., oriunda de su mismo municipio. (En)

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Todo esto se traduce por una desasosegada apatía en el matrimonio y un distanciamiento moral hacia su padre. (De) Esta segunda generación crecía con juguetes educativos y mediante los más avanzados métodos pedagógicos. (Con) Durante los tres meses del verano del 2001, estuve trabajando en el «corte inglés», por lo tanto me considero preparado para lo que conscierne las cuentas en general. (En) Además, a veces son los mismos profesionales los que se esfuerzan por olvidar rápidamente. (En) Precisamente aquí tenemos un factor a tener en cuenta sobre el fracaso de los alumnos. (En) Pensaban también en sus hijos, productos del amor libre que se escondía tras la dictadura. (De)

Así y todo, se notan algunas recurrencias muy llamativas. La primera sería que algunas preposiciones se convierten en una suerte de sustitutos universales: el sistema se simplifica por la sobreutilización de algunas de ellas. Así en más del 60% de los errores identificados se detecta el uso incorrecto de de, en, a y por. Más aún, las dos primeras aparecen utilizadas incorrectamente en el 44% de los casos. En otras palabras: si el escritor novel duda de la preposición que ha de usar, casi en la mitad de las ocasiones utilizará de o en. Muy posiblemente haya desarrollado la convicción de que su frecuencia de uso es mayor que la de las restantes, razón por la cual aumenta la probabilidad de acertar al utilizarlas. De es capaz de sustituir a cualquier preposición: El traductor simultáneo desarrolla una tendencia casi obsesiva de querer comprender e interpretar todo aquello que llega a su oídos. (A) Los medios de comunicación en «Volver a casa» ponen en relieve las cuestiones del nihilismo y del aislamiento en la sociedad industrializada. (Como) Los años han curtido su cuerpo, laminando su cara de unas arrugas que dejan entrever que va camino de la edad de oro. (Con) Constituían la base de una burguesía liberal que fue cantera de élites políticas en la 2ª República y que ahora son los actuales conspiradores de la dictadura de Franco. Eran gente racionalista y laica. (Contra) Comenzó a volverse más cariñosa y a abrir su mente, convirtiéndose de ese momento en alguien más tolerante. (Desde) El autor observa al mundo real y crea un mundo ficticio por medio del cual invita al lector a contemplar las verdades destiladas del primero y plasmadas en el segundo. (En) Daría convence a su hijo de que escoja una carrera de ciencias para evitar ese destino trágico. (Para)

En cambio, en se usa para sustituir preferentemente a cuatro preposiciones: a, con, por y, sobre todo, de: Su esposa decide ir a visitarle en su apartamento, tras lo cual se emprende un procedimiento de divorcio. Jesús no se preocupa mucho por ello. (A) Era la década dorada de las ventas ya que por primera vez los españoles empezaban a comprarse su primer coche en un furor colectivo. (Con) No me he olvidado en lo que me pediste, pero tengo que decirte que tuve un pequeño problema. (De) Al poco tiempo observaron en la cámara que el director tenía en su despacho, cómo dos hombres encapuchados entraban en el banco portando sendas pistolas. (Por)

Hasta este momento nos hemos detenido en cuáles son las preposiciones más sobreutilizadas, pero nuestro corpus también nos informa de cuáles son las que resultan más complicadas

280

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de usar a los escritores noveles. En ese sentido, es muy llamativo que algo más del 80% de los usos incorrectos tiene que ver con que no usaron correctamente apenas cinco preposiciones. En orden de frecuencia son las siguientes: de, en, con, a y por. Se trata de las mismas que, a su vez, se sobreutilizan en lugar de las restantes, con la excepción de con. El uso de a hace dudar al autor novel y las soluciones aportadas son muy variadas: Dentro de esta novela voy a centrarme en el tema de la profesión de Juan: traductor e intérprete; durante la narración el autor nos hará muy a menudo alusiones acerca de este oficio. Aquí te mando estas cartas que supongo, tratarán de algún tema urgente que espero puedas a llegar a solucionar con tiempo. Aunque la labor del clero era muy limitada, sus bienes llegaban a igualarse con los de la Corona o incluso superarlos. El traductor simultáneo desarrolla una tendencia casi obsesiva de querer comprender e interpretar todo aquello que llega a su oídos. Otro ejemplo más de lo mínimo del vínculo existente entre ambas generaciones lo observamos en la asistencia de estos mismos protagonistas en el concierto en Madrid de ACDC. Se ha tratado de encontrar una explicación lógica sobre estos cambios a los que se haya sometido el lenguaje.

Esa dispersión de soluciones también se observa cuando el uso incorrecto afecta a la preposición en: La evolución de la mujer en los últimos 50 años ha sido común a la mayoría de los países occidentales. Este, junto a otros factores, son los que influirán en la decisión final de Desideria a abandonar a su esposo e irse a Turquía país de cultura y vida totalmente desconocidas para vivir junto a un hombre de raza y cultura diferentes a la suya, Yamam, al cual conocía muy por encima a través de un viaje turístico realizado tiempo atrás. José abandonó Almeida por primera vez cuando cumplió el servicio militar entre Valladolid y Gijón. Durante los tres meses del verano del 2001, estuve trabajando en el «corte inglés», por lo tanto me considero preparado para lo que conscierne las cuentas en general. Además, a veces son los mismos profesionales los que se esfuerzan por olvidar rápidamente. Precisamente aquí tenemos un factor a tener en cuenta sobre el fracaso de los alumnos.

Y lo mismo sucede en el caso de por: Como pueden comprobar en mi currículum adjunto soy licenciada en dirección y administración de empresas en la Universidad de Salamanca. Al ir a echar a Cipriano a la hoguera, Minervina rompió en llantos, demostrándo su amor y cariño hacia él. La religiosa siente admiración de cómo se preocupa el terrateniente por los problemas de ellas cuando él no se siente obligado. El luteranismo es introducido en España a través de algunos miembros de la Iglesia que de forma periódica frecuentan el extranjero por motivos oficiales.

Por su parte, los errores cometidos en el uso de con muestran un nivel de dispersión menor en las soluciones alcanzadas, puesto que en la mayor parte de los casos se sustituye con mediante, con de y sobre todo con en:

LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

281

Raquel se acercó con miedo al hombre de cara de pocos amigos. Me centré en establecimientos donde tenían productos discográficos, mediante un contrato temporal por seis meses. Una vez que este venció, me contrataron en una empresa local durante otros seis meses. Jesús arroja al vacío de un barranco a un español que estaba intentando estafar en un negocio inmobiliario a aquellos a los que él había identificado como sus padres.

El caso de de es aún más llamativo; aunque se trata de la preposición cuyo uso da más quebraderos de cabeza, la mitad de los errores derivan de utilizar en en su lugar: No me he olvidado en lo que me pediste, pero tengo que decirte que tuve un pequeño problema. Lisardo permanece en un estado de alucinación constante debido a su total dependencia en el caballo. No siente ni padece, se limita a trapichear.

El resto de los errores que afecta al uso de de es mucho más disperso: Todo esto se traduce por una desasosegada apatía en el matrimonio y un distanciamiento moral hacia su padre. Millás se propone en esta novela hacer una crítica de nuestra sociedad actual y a los valores morales de estos tiempos. Empezó a contarle sobre el poco presupuesto que daba la papelería y de su deseo por abrir una tienda de alimentos caros.

14.2.2. Eliminación de una preposición necesaria En un primer grupo de errores no se observa ninguna causa que justifique la desaparición de la preposición. Se trata de lapsus, de faltas de atención, etc.: La infancia de esta niña coincidió la época de los sueños para una generación. Yo obsequié un monedero de gatitos el mismo día que ingresó en la residencia. La tez morena del niño suscitó rumores maliciosos entre la gente; sin embargo, la enorme dicha que siente, hace oídos sordos a la mala fe de alrededor.

Cuando se combinan dos verbos puede suceder que el primero exija una preposición, mientras que el segundo no: Por último, el trabajo de los «negros», como Víctor Francés, se basa y genera falsedad.

En otros casos, se elimina una preposición con el objetivo de evitar cacofonías: El contacto con otros niños carecientes de padres además de medios económicos para poder sobrevivir, hace despertar en él un sentimiento de solidaridad con los más desamparados.

En el segundo grupo de incorrecciones el origen de las mismas está en la construcción de objetos directos. En algunos casos, se interpreta incorrectamente un verbo como transitivo. Es lo que sucede con sobrevivir en el ejemplo siguiente. A partir de ahí se aplica una regla que no procede en este contexto: como el objeto directo no personal no permite la preposición a, se elimina:

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Alguien capaz de sobrevivir, como ella, los mayores horrores que a una persona perteneciente a una clase aventajada le pudieran acontecer.

Sin embargo, lo más frecuente es que desaparezca la preposición antes de un complemento directo de persona Algún personaje, como Quique, recuerda con nostalgia una antigua amiga. Un hijo que él mismo consideraba ejemplar y que sin embargo pregunta al policía si ha matado a alguien. Mi abuelo trabajó infatigablemente toda su vida para enviar dinero a sus hermanas que no podía ver crecer y que soñaba con volver a ver.

El tercer bloque de incorrecciones afecta a la construcción de enumeraciones. En nuestra lengua podemos elegir entre usar una preposición solo con el primer elemento de la serie o bien repetirla en cada uno. Pero las soluciones intermedias como las siguientes no resultan aceptables: Pedro Caba es un médico peculiar, que no cobra la consulta a pobres, parientes, políticos de izquierdas, a pintores o a putas.

En algunos casos, la preposición ha de repetirse en todos los elementos de la serie para evitar ambigüedades: Los personajes representan a tres generaciones: la de la Guerra Civil, la del 68 y los hijos de estos últimos.

Y también se ha de repetir la preposición cuando depende de un verbo con régimen: De este modo pretendía hacerla comprender que debía renunciar a tener visiones, desde luego, no contarlas y mucho menos creer en ellas. Es mejor disfrutar de lo que tienes, de los momentos felices que vives a lo largo del día, la gente que te rodea, su amistad y su cariño.

El verbo advertir tiene especial incidencia en nuestro corpus; incluso en construcciones en las que no aparece una oración subordinada sustantiva encabezada por que, desaparece la necesaria preposición de propia de su régimen: «Te advierto si gritas te mataré. Sólo quiero hacerte unas preguntas». Ella asintió con la cabeza y le quitó la mordaza. Tenía tanto miedo que casi no podía hablar. Esta mujer le predijo el futuro a nuestra protagonista, advirtiéndole la pronta aparición de un hombre en su vida.

En el último grupo se interpretan casos de queísmo, fenómeno muchas veces asociado a la ultracorrección: Otros afirman que las lenguas actuales gozan de mayor eficacia al evolucionar y adaptarse a las necesidades de los tiempos, pero también hay certeza que el lenguaje se mantiene sin someterse a evolución o retroceso. Empezó la carrera de medicina en la Universidad de Salamanca pero pronto se dio cuenta que su camino estaba dirigido hacia las letras.

LA REVISIÓN EN EL NIVEL MORFOLÓGICO Y SINTÁCTICO

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Si se dice que los jóvenes son siempre idealistas, no cabe duda que los de los años sesenta lo fueron especialmente. Fueron aquellos los años de la contracultura, de los hippies y del «flower power».

14.2.3. Uso innecesario de una preposición Comparativamente son muy pocos los casos en los que los aprendices hacen un uso innecesario de alguna preposición. De nuevo, cabe atribuir a lapsus una buena parte de los ejemplos: Tengo 22 años, con nacionalidad española y servicio militar cumplido. En su viaje de huida a Madrid conoce a Iván, un muchacho con el que se acostará, siendo su único deseo el de saber cómo sería hacer el amor con una persona distinta. Una de las razones que nos llevan a este intento es no saber afrontar nuestros propios problemas tomando como solución de huir hacia otra identidad.

Solamente se observa cierta recurrencia en el uso incorrecto de una preposición a innecesaria con determinados complementos directos que no son de persona: Se utiliza como lengua modelo al latín y se forja un fondo de admiración por una lengua escrita superior a la hablada pues parecía poseer una forma correcta y un completo sistema de terminaciones. Este año tuvieron lugar varios hechos que caracterizan a toda una década. El autor observa al mundo real y crea un mundo ficticio por medio del cual invita al lector a contemplar las verdades destiladas del primero y plasmadas en el segundo.

14.3. Las concordancias La distribución de los problemas detectados no es en absoluto equilibrada. Así, los errores relativos al género suponen el veinte por ciento de los casos, mientras que los de número alcanzan el ochenta. 14.3.1. Género Los problemas de género se originan por una diversidad de causas muy amplia. Sin embargo, llama la atención que en el noventa por ciento de los casos interpretados el error tiene que ver con usar un masculino en lugar de un femenino: La película ha dado a conocer tanto a uno de sus protagonistas (Ruth Gabriel) como al autor de la novela ( Juan Madrid).

Encontramos problemas típicos de confusión de género en palabras como agua: Para mí es el mejor agua que jamás he bebido y no soy nada subjetiva en ese sentido.

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También es frecuente el error según el cual la forma primer se usa en femenino al ser interpretada como invariable: El bautismo es la primer vía de integración del individuo en la comunidad creyente y su participación en ella.

Otro grupo de problemas tiene que ver con cómo gestionar la construcción de enumeraciones. Puede suceder que un elemento en masculino y otro en femenino sean simultáneamente calificados no por un adjetivo en masculino, como sería lo esperable, sino en femenino, género este del sustantivo ubicado en último lugar: El modo en que Víctor conoce al señor Téllez, y la táctica que utiliza para llegar a conocerle son algo rebuscadas.

Se puede llegar a situaciones paradójicas. El escritor novel construye una enumeración de sustantivos femeninos; sin embargo, les aplica un adjetivo en masculino. La razón está en un proceso de sobregeneralización de una regla conocida; entiende que ante toda enumeración la concordancia debe hacerse en masculino: Ante las amenazas de suicidio de su exmarido y la falta de noticias de Alicia y Diego, sumado al estrés de su empleo, Patricia se sumió en una profunda depresión.

En tercer lugar, se observan incorrecciones que pueden tener su origen en asociar una palabra en femenino con otra en masculino con un significado muy similar. Así, aunque en el texto aparece la expresión eje atencional (masculino), parece que el autor hace la concordancia con atención (femenino): La mujer es más dócil a un auténtico enamoramiento que el varón; el alma femenina tiende a vivir con un único eje atencional, que en cada época de su vida está puesta a una sola cosa. Para enamorarla basta con captar ese radio único de su atender.

Y en otro ejemplo, conflictos y contiendas son las palabras que parecen mezclarse en la mente del autor: «Territorio comanche» nos hace reflexionar sobras las distintas conflictos de los últimos años.

Si además hay mucha distancia entre los dos elementos que han de concordar la probabilidad de confusión aumenta. Por ello, se acaba por hacer una concordancia de sentido y las personas se convierten en los hombres en la mente de quien escribe: Las personas del mundo de la literatura, del arte o lo que que conllevaba expresar sus ideologías públicamente tuvieron que abandonar el país por miedo a ser encarcelados.

Por último, también hay errores donde la combinación cercana de un sustantivo masculino y otro femenino tiene como resultado que no sepa de cuál depende. Evidentemente, en nuestro ejemplo es a la abuela, y no al carácter, a quien se puede tachar de tranquila y trabajadora: Mi abuela es de carácter tranquilo pero luchador y trabajador, y hace gala de una simpatía y optimismo envidiables.

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14.3.2. Número Los errores en este ámbito obedecen a un abanico de razones muy amplio. Sin embargo, tres cuartas partes se explican por tres razones fundamentales. La primera estaría en que se establece mucha distancia entre los dos términos sobre los que descansa la concordancia. Son algo más frecuentes los casos en los que se empieza en plural y se termina en singular: Algunos de aquellos jóvenes se vieron obligados a justificar un caso de tortura para no perder el cargo que ostentaba en el gobierno o para no perder la esperanza de tenerlo. Entre todos los padres surge la misma pregunta: ¿Qué es lo que hemos hecho mal? Toda la «comprensión» que ha ofrecido a sus hijos no ha funcionado, y ahora incluso uno de ellos quiere matar a su hijo por que quiere dejarlo todo para ser mago. Ejemplos como el del purista Robert Lowth, cuya obra se basaba más en lo que él mismo opinaba que en la realidad demuestra que los puristas y su idea de modelo único y absoluto de corrección en el lenguaje no están completamente en lo cierto. El debate sobre la prohibición de las drogas continúa hoy en día. Hay países, como Holanda, que la han legalizado. Hacen planes para el futuro. Lo más conveniente para ellos es evadirse de la cruda realidad que le rodea. Su existencia es un presente continuo, pues el futuro con el que se ilusionan no va a llegar nunca.

Pero también abundan los ejemplos donde el primer elemento está en singular y el segundo en plural: Aunque en los primeros años con ella [su esposa] consigue apartar de él la angustia religiosa, no lo logrará de modo definitivo pues le azotan de nuevo a causa de la muerte de su esposa. Charo se limita a bailar sensualmente para sus clientes y a hacer trabajillos de índole similar que les proporciona Lisardo, el novio en funciones de Vanesa. El intérprete de conferencias, por otra parte, necesita una gran flexibilidad cultural para desempeñar de forma competente su labor puesto que a menudo se les somete a discursos sumamente especializados. Este trabajo requiere una gran devoción y un sacrificio muy importante, no sólo porque en este momento no estén muy bien remunerados (cuando no se trabaja como funcionario), sino porque los textos a traducir o los discursos a interpretar pueden resultar de lo más aburridos.

En un segundo grupo de errores, el origen está en una inversión del orden sintáctico, resultado del cual el verbo precede al sujeto. Como resultado de ello, el primero aparece en singular aun cuando el segundo está en plural: Parte del pueblo murió con él. Se echaba de menos su presencia y su chatarra desperdigada por las bodegas y por las tierras. Lo que en su día había constituido verdaderas convicciones, resultaban ahora simple comedia. ¿Dónde había ido a parar esas tardes de charlas interminables o aquellos paseos por el jardín de Villa Valeria? El padre de Ángel era ingeniero agrónomo y, ya que era el único de los cuatro hermanos al que se le daba bien las matemáticas, a los catorce años ya estaba matriculado en la Escuela de Agrónomos de Madrid.

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Otro rasgo que incluye a esta novela entre los relatos realistas es la temática que trata. Como ya se ha tratado de manera diseminada los distintos asuntos de este libro, me limitaré a enumerarlos. Años después todos se encontraban perdidos y fuera de sitio, incluso cuando era sus ideas las que ahora gobernaban el país. –Mira–. Le dijo. Con el dedo le señalaba la foto del viaducto. –Es Charo y su hija.

También puede ocurrir que el sujeto postpuesto esté compuesto por varios sustantivos en singular pero coordinados, que exigen el verbo en plural: Lo cierto es que la visión del trabajo de intérprete que se presenta en este libro no es muy positiva. Se resalta la dificultad del trabajo, lo aburrido de los discursos, la soledad y el agotamiento que supone el desplazarse tanto, los odios que hay entre las distintas facetas de la traducción, la dificultad de compaginarlo con una vida familiar. Tras un acercamiento entre ambos la invade el miedo e incluso la idea de quitarse la vida; surge el temor hacia ella misma, al no poder autoengañarse más, miedo a lo prohibido, al qué diran... después del acercamiento siente vergüenza y la invaden los remordimientos. En cuanto a la estructura interna, tiene singular importancia la evolución emocional de los personajes (de la alegría revolucionaria a la decepción vital) y las relaciones que establecen entre ellos. El tema alrededor del cual gira este libro es la pasión y el deseo. No hay ni una sola página en la que no se persiga este objetivo.

En otro grupo de casos un sujeto en singular va acompañado por un complemento del nombre que incluye un sustantivo plural. Recuérdese que en los casos en los que el orden es sujeto + complemento del nombre + verbo, se tolera la concordancia de sentido en plural con el complemento del nombre. Se aduce que la cercanía sintáctica entre el sustantivo del complemento del nombre y el verbo justifica la concordancia de sentido. Por ello, y atendiendo a dicha explicación, se entienden como incorrectos ejemplos como los siguientes ya que el complemento del nombre y el verbo no ocupan posiciones inmediatas: Es cierto que parte de los jóvenes de hoy en día no tienen claro su futuro. El resto de personajes, nobles y burgueses en su inmensa mayoría, sufren evoluciones semejantes a las de Cipriano.

Al invertirse el orden, el verbo precede al complemento del nombre, por lo que la concordancia de sentido queda sin justificación. Parece que el error deriva de la sobregeneralización de una norma excepcional: Salieron a la luz una serie de escándalos. El escritor ha querido plasmar el proceso de degradación que sufren un grupo de jóvenes. A partir de 1975 se sucedieron una serie de acontecimientos que fueron marcando definitivamente al grupo. En realidad, Mayo del 68 no salió bien porque no se cumplieron la mayor parte de aquellas reivindicaciones. En segundo lugar, se aprecian en este libro una serie de indicadores de adónde ha llegado el autor en su afán proselitista.

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En tercer lugar se encuentran las incorrecciones debidas a que se interpretan como plurales determinados sustantivos de significado colectivo y que, sin embargo, se usan en forma singular. Dentro de ellos tiene especial frecuencia el uso de incorrecto del sustantivo gente. Es el afectado en la mitad de los casos identificados: Por eso, la gente que habla de «aquellos bárbaros en el este» me ponen rabioso. Esta novela quizá sirva para concienciar un poco a la gente para que intenten disfrutar de cada día. Son contadas las veces que la gente opta por salir a la calle en señal de protesta y luchar por aquello que creen, salvo en casos muy puntuales, como el terrorismo. Se nos describen las impresiones que producía en la gente que se encontraban con ella. Eran una gente que tenían clara cuáles eran sus objetivos.

Pero sucede con más sustantivos: Se fija especialmente en un matrimonio danés en los que cree ver la imagen y el recuerdo de sus propios padres. La mayoría habían estado en la cárcel. Daría recolectaba dinero para los presos políticos y el resto recolectaban dinero y redactaban panfletos contra el régimen. La izquierda de los años sesenta experimentaron una evolución política clara.

El respeto del orden sintáctico habitual tiene como resultado que se produzcan menos errores de concordancia de número. Así, apenas una cuarta parte de los mismos podrían incluirse en ese grupo. Dentro de él tiene especial incidencia la dificultad derivada de construir sujetos mediante varios sustantivos coordinados. Se pueden cometer incorrecciones de concordancia con el verbo: Las ideas radicales se van moderando, la ingenuidad y la autenticidad se va perdiendo. La gramática y las reglas de Lowth y sus seguidores se basa en una gramática cuyo objetivo es el de enseñarnos a expresarnos y a ser capaces de saber cuándo una oración es correcta o incorrecta. Su orgullo y miedo a no ser nadie a los ojos de los demás le obliga a hacerle creer a su esposa y a su hijo que sigue trabajando.

También con algún modificador en forma de adjetivo: El interés y el bienestar colectiva se sustituyen por el individual.

En otros casos ocurre que se trata de falsas coordinaciones, realizadas mediante las locuciones preposicionales  junto con/a o unido a. Por ello, aunque el verbo debería aparecer en singular, se usa en plural: Allí se daban cita con frecuencia el escritor junto con el resto de los jóvenes progresistas. Un notable nivel cultural junto con los anteriores elementos son los instrumentos que aprenderá a utilizar [el intérprete] siguiendo las variantes según le sean exigidas. Esto junto con el regalo que le había hecho Pablo Acosta, la habían salvado un poco del aburrimiento y el tedio. Este, junto a otros factores, son los que influirán en la decisión final de Desideria a abandonar a su esposo e irse a Turquía país de cultura y vida totalmente desconocidas para vivir junto a un hombre de raza y cultura diferentes a la suya.

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El conocimiento de idiomas, unido a su espíritu curioso, hacen que el intérprete pase mucho tiempo en tensión debido a que le resulta muy difícil desconectar y no prestar atención a lo que oye, ya que las palabras que llegan a su oído tienen un significado, y él lo conoce.

Por otro lado, se encuentran los errores de concordancia entre formas nominales y pronominales del objeto directo y del indirecto. El primer caso es menos frecuente: Muchas personas condenan los cambios pues lo interpretan como un indicio de dejadez ante las convenciones establecidas.

El segundo, en cambio, es más habitual puesto que las formas nominal y pronominal de un dativo pueden coincidir en la misma oración, algo que no sucede en el caso del complemento directo: Tatiana ya no es aquella dulce chiquilla que le había puesto una corona de flores a Pasionaria y se transforma en una chica rebelde que se fuga de casa a los 16, causándoles una gran preocupación a su familia que no volverá a verla con vida. Partió rumbo a Suiza en busca de trabajo dejando atrás a su mujer y a su hijo de apenas un año y medio. Allí encontró empleo en una fábrica textil, lo que le permitía mandarle a su mujer y a su hijo algo de dinero para sobrevivir.

14.4. Los pronombres Dentro de este grupo, distinguimos tres secciones por orden de importancia. La primera se fija en problemas relativos al leísmo y al laísmo, la segunda se ocupa de incorrecciones referidas el uso de los pronombres relativos y la tercera se detiene en el pronombre se. 14.4.1. Leísmo y laísmo En primer lugar, son muy frecuentes los casos de laísmo puro. Tanto cuando el verbo es intransitivo: Lisardo es el novio de Vanesa, pero demuestra que no está enamorado de ella en la forma en que la trata: la pega y la insulta sin compasión. Pero aún así consigue verla, la habla, y finalmente, se convierten en amantes.

Como cuando se trata de un verbo transitivo con complemento directo explícito: Raquel se resistió e hizo fuerza. Él la daba algunas patadas. Antonio se despierta con la llegada de Charo y la declara su amor.

Nos llama la atención que la inseguridad aumenta muchísimo cuando en la construcción sintáctica se incluye un infinitivo en una posición cercana al pronombre. El autor novel duda de la función sintáctica de este y, consecuentemente, vacila a la hora de usar la o le: A Vanesa la encanta reírse. Lisardo acaba de cometer un robo y las propone ir a una marisquería a celebrarlo.

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Incluso dos de ellos se habían tomado un tripi, mientras buscaban a Tatiana, era la hija de Quique y una noche había huido de su casa, de la casa de progresistas donde la habían intentado dar todo o por lo menos la libertad que se merecía, pero algo había salido mal.

La frecuencia de error se dispara cuando hacer es el verbo del que depende el infinitivo: Aquel hombre, tan altivo y seguro de sí mismo hacía tan sólo unos instantes, parecía ahora un animalillo asustado e indefenso. Esta patética imagen la hizo reaccionar súbitamente; no permitiría que los atracadores se salieran con la suya. Un hombre la amordazó, le ató las manos y la hizo sentarse en una silla. Blanca estaba aterrorizada y casi segura de que aquel individuo iba a matarla. Unos ruidos la hicieron sospechar que estaba desvalijando la caja fuerte y no se equivocó. De este modo pretendía hacerla comprender que debía renunciar a tener visiones, desde luego, no contarlas y mucho menos creer en ellas. Ser distinta la hace sentirse orgullosa.

En segundo lugar son también muy frecuentes los casos en los que se construye leísmo femenino de persona, uso condenado en las gramáticas normativas salvo en casos de leísmo de cortesía y de manera específica en fórmulas de saludo y despedida1: Sus últimas palabras hacia ella, cuando tuvo la ocasión fueron las de preguntarle dónde había estado porque le había buscado, mas la mujer no tuvo oportunidad de contestarle. Justo cuando se disponía a entrar en el despacho algo detrás de ella le sobrecogió. Raquel no podía evitar su nerviosismo. El director del banco le observaba, esperaba que tarde o temprano se dignara a hablar. Tras un breve silencio sepulcral, iniciaron una conversación larga y tendida. De regreso a España, descubre que ha quedado embarazada. Una profunda alegría le invade. Había anunciado que era ella la estéril, así que sería fácil. Ahora Genoveva tenía que acudir a caso de un amigo psicólogo, Darío, para que le ayudara con sus depresiones.

Se llega a acumular dos casos de leísmo en una misma oración: En un principio Blanca no vio a Doña Genoveva pero después de mirar un poco más la encontró, estaba detrás de un sofá. La joven le cogió en sus brazos e intentó tranaquilizarle. Aquella muerte le separa definitivamente de su marido y de todo lo demás; el destino le quitaba bruscamente la única pasión de su vida, ahora ya nada más le unía a ese mundo. Decide que la única solución es irse.

En un número importante de ejemplos la cercanía de un dativo le correctamente utilizado puede explicar la aparición de estos leísmos femeninos: La muerte de mi abuelo le hizo pasar por una etapa amarga que le marcó mucho, pero gracias al cariño y apoyo por parte de todos fue superada.

1. Véase http://buscon.rae.es/dpdI/SrvltConsulta?lema=le: El leísmo no se admite de ningún modo en la norma culta cuando el referente es inanimado: El libro que me prestaste le leí de un tirón; Los informes me les mandas cuando puedas. Y tampoco se admite, en general, cuando el referente es una mujer: Le consideran estúpida, aunque existen algunos casos en que el leísmo femenino de persona no se considera incorrecto (→ 4f y g).

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Marta, lo único que le pide es que le abrace, por lo que él se queda en la cama abrazándola, y pone la televisión quitándole la voz. Raquel se levantó y caminó hacia él. Manuel, el secretario, le dijo que, en poco tiempo, le atenderían.

Finalmente, la aparición de construcciones sintácticas con inclusión de un infinitivo vuelve a despertar enormes dudas entre los escritores noveles a la hora de decidir la función sintáctica del pronombre. Lo interpretan a menudo como dativo pensando que el infinitivo asume la función de complemento directo: La gente que había en la sala se empezó a levantar para ayudarle a reducir al individuo, ya desarmado. Blanca, recuperada de su momentáneo letargo, no salía de su ataque nervioso y sumida plenamente en la histeria comenzó a gritar a la desesperada pidiendo ayuda a quien le pudiese oír. Sara, su única hija murió con cuatro años tras padecer una enfermedad que le obligó a permanecer en cama durante diez meses y que le fue consumiendo lentamente. Después la tía de mi prima falleció, y tuve que llevarle al pueblo para que pudiera acudir al entierro.

14.4.2. Uso de pronombres de relativo La mayor parte de las incorrecciones supone la utilización de quien y cual en lugar de que. En algunos se usan como sujeto de especificativas cuando ninguno de ellos es utilizado en oraciones de esta naturaleza, salvo que vaya encabezado por una preposición. No es el caso en los ejemplos siguientes: Pérez Reverte pertenece a una élite de intelectuales quienes además poseen la faceta del hombre de acción. No se trata de un rasgo físico que se puede corregir o disimular sino que, se trata de un sentimiento el cual nace desde muy dentro del corazón y en ocasiones no se puede evitar sentirlo. Es una de las mejores novelas de amor que nunca antes se hayan escrito, aunque este sea un amor enfermizo el cual acarreará trágicas consecuencias.

Incluso se usa quien cuando el antecedente no es de persona: Otra de sus grandes pasiones es la esgrima a quien ama con la misma pasión que le dedica al juego, a las mujeres, o a un caballo.

En otros casos, la explicación de la incorrección está en la distancia establecida entre el antecedente y el relativo, lo que puede generar expresiones tan ambiguas como esta: Teo le propuso a su marido que durmieran separados (pero cumpliendo con los determinados actos sexuales que le recomendó el doctor), el cual no tuvo objeción alguna.

14.4.3. Uso de se Llama la atención que son muy frecuentes las construcciones falsamente impersonales. Resultado de ello es el uso inapropiado de se: Habían intentado criar a sus hijos sin traumas ni grandes preocupaciones. Se les había enviado a colegios donde recibieron una educación racional sin adherencias religiosas ni burguesas.

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Sin embargo, esta forma de pensar no se lleva a cabo cuando conoce al que será su futuro marido. Su esposa dedice ir a visitarle en su apartamento, tras lo cual se emprende un procedimiento de divorcio. Jesús no se preocupa mucho por ello. Parece como si ya no le atañera nada.

Menos frecuente es el proceso contrario; esto es, que falte la marca de impersonalidad derivada del uso del pronombre. En el ejemplo que aportamos, aparecen dos índices de impersonalidad, pero no se ha usado el pronombre necesario en el caso del primer verbo: Sólo descansa cuando se descubre que realmente uno no es capaz de traducir lo que oyes porque es imposible entenderlo siquiera. Resultado de esto es volverse loco, a menos que uno sea fuerte psíquicamente.

La segunda fuente de problemas tiene relación con el uso de verbos pronominales. En algunos casos, se convierte en verbo pronominal uno que no lo es: Tras ese largo período de tiempo [en el exilio] en que nadie supo de ella, la población proletaria se revolucionó y sumió en un profundo estado de algarabía cuando esta diosa finalmente retornó a su país de origen. En el siglo xviii predominaba la tendencia de pensar que las lenguas se degeneraban.

En otros, se olvida usar el se en un verbo pronominal: En cuanto a la estructura interna, tiene singular importancia la evolución emocional de los personajes (de la alegría revolucionaria a la decepción vital) y las relaciones que establecen entre ellos.

14.5. Las conjunciones El primer problema relativo al uso de conjunciones estriba en asignar a unas la función sintáctica de otras. Se trata de auténticas pseudoconjunciones, y han de entenderse en los mismos términos en los que definimos los pseudoconectores. En este contexto, es y la conjunción que más funciones ajenas a ella asume. La encontramos con valor adversativo: Tatiana ya no es aquella dulce chiquilla que le había puesto una corona de flores a Pasionaria y se transforma en una chica rebelde que se fuga de casa a los 16, causándoles una gran preocupación a su familia que no volverá a verla con vida.

Causal: Con paso decidido se acercó hasta la puerta. El destino, sin embargo, le guardaba otra sorpresa y Raquel oyó un grito.

Consecutivo: Cuando iba por el pasillo, no vi a mi hermana [...] y tropecé con ella. Todo el contenido de la caja se desperdigó por la habitación y yo caí de bruces al suelo. Con tan mala suerte que me rompí la nariz y tuve que ser trasladado al hospital.

Y disyuntivo: Cuenta miles de anécdotas de sus viajes. Ha pasado por situaciones como dormir sobre una mesa rodeado de mosquitos y comer con las manos en el Kurdistán.

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También pero se muestra como una conjunción sobreutilizada. Aportamos ejemplos con función copulativa: No era capaz de controlar sus sollozos y sus lágrimas, pero mucho menos el miedo que sentía.

Temporal: La mujer se abalanzó contra uno de los delincuentes. El forcejeo duró pocos segundos pero salió victoriosa.

Y consecutiva: He visto que algunas de las plantas se han secado, pero antes de que vuelvas iré a comprarte otras nuevas para compensarte. Además tenías un par de cartas urgentes en el buzón, que te mando junto con esta carta.

Por otro lado, se observa cierta frecuencia en el uso de ya que con valor consecutivo: El problema radica en que quizá nos allanaron demasiado el camino, ya que nosotros nos hemos hecho muy cómodos y no nos molestamos en luchar por nada. Esta reacción es en parte lógica si tenemos en cuenta que el pueblo ha ido poco a poco poblándose de fantasmas. A pesar de notar su presencia constantemente no logra acostumbrarse del todo a ellos, ya que en ocasiones reacciona a sus visitas huyendo. España se encontraba en los últimos años de la dictadura de Franco, lo que los historiadores denominan como «democracia orgánica» ya que se llevó a a cabo una ideología desarrollista, se implantó de un nuevo sistema educativo y se comenzó un cambio en la estructura social.

También merecen un apartado especial los casos en los que se confunden partículas de polaridad diferente: Para esta organización no importa la edad, ni el sexo o la hora de matar. Pedro Caba es un médico peculiar, que no cobra la consulta a pobres, parientes, políticos de izquierdas, a pintores o a putas. Lleva una existencia solitaria y vacía, sin ilusiones por nadie o nada y sin querer a nadie más que a él mismo.

Así y todo, no son estas las únicas conjunciones afectadas. Detectamos errores de uso ciertamente muy variados, como, por ejemplo, la aparición de un aunque con función causal: Tras la guerra tuvo que arreglárselas para conseguir comida para los suyos que la obtuvo mediante contrabando –que se dio mucho por Sayago–; afortunadamente nunca le pillaron aunque no era algo a lo que se dedicara habitualmente. Una diferencia notable entre americanos y europeos reside en los periodos vacacionales, siempre más largos para los segundos, aunque son los estadounidenses los que por propia decisión desean descansar menos y ganar más.

O de un al o un así como con valor modal: Vicent pone de manifiesto dicho proceso al hacer desfilar por su mente un gran número de anécdotas que les ocurrieron a él y a sus amigos.

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Hay jóvenes que han fallecido a causa de las brutales palizas de grupos violentos, así como los «Cabezas Rapadas».

Terminaremos con un ejemplo de que copulativo: Tras la guerra tuvo que arreglárselas para conseguir comida para los suyos que la obtuvo mediante contrabando –que se dio mucho por Sayago.

El segundo grupo de errores tiene que ver con el uso innecesario de alguna conjunción. Con muchísima frecuencia esa incorrección afecta a y: Iba preocupado porque se había jugado la vida en una apuesta y la había perdido y no sabía cómo evitar que la muerte se cobrara esa deuda. Por desgracia, el niño muere dos meses después de su nacimiento y Desi que no puede soportar la pérdida de ambos y continuar su vida de la manera que la había llevado hasta entonces, vuelve a Estambul.

También en la organización de enumeraciones: Aspiraban a una sociedad libre y permisiva y decididamente antiautoritaria. Se enamoraron locamente y al año siguientes se casaron y mi madre su fue a vivir a Suiza. El trabajar en una cabina individual, transparente, insonorizada y aun aromatizada en algunos casos y a la vista de los gobernantes y representantes los lleva a ir siempre muy arreglados y de punta en blanco. Blanca corrió por el pasillo llamando a Doña Genoveva y, cuando llegó al dormitorio, halló a la anciana tirada en el suelo y retorciéndose de dolor.

De forma paralela, el uso innecesario también se observa en el caso de ni: La guerra no es palpable ni comprensible ni en la más mínima de sus facetas. Tengo una mala noticia que comunicarte: no he podido ni regar tus plantas ni mandarte las cartas que me pediste. No te enfades porque tengo una buena disculpa. No tiene confianza ni como para contarle su despido y se lo intenta ocultar a toda costa, para lo cual alquila una apartamento en el que pasa lo que deberían ser sus horas de trabajo. Los traductores e intérpretes traducen e interpretan continuamente, sin discriminación ni apenas descanso durante periodos laborales, y la mayoría de las veces no se sabe ni para quién se traduce.

Del mismo modo, sorprende el número de ocasiones en que se usa injustificadamente que: Si comparamos lo que es el amor para él y para ella, se puede decir que así como en la vida de un hombre el amor es una cosa aparte, para la mujer es toda su vida. Que para él es sólo una parte del desarrollo de su ser, mientras que para ella es todas las cosas, la sustancia vital, cielo e infierno. El director del banco le preguntó que qué quería.

El uso previo de un pronombre de relativo puede explicar la aparición de esa conjunción innecesaria: Iba vestida de negro, con unas puntillas que aliviaban el luto y que tenía el pelo recogido en un moño.

Por último hay que referirse a los casos en los que se observa una desaparición total o parcial de la conjunción necesaria. Es importante destacar que la mayor parte de los errores se detecta

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en la construcción de oraciones subordinadas sustantivas. Así, en estos ejemplos echamos de menos una y que coordine las dos subordinadas: A este grito se unieron dos ancianas que había en otra mesa que pedían que se condenase a muerte a los terroristas. Espero que te lo hayas pasado muy bien en Lanzarote, que hayas disfrutado del sol, la playa, las chicas...

Asimismo, abundan las incorrecciones en las que, habiendo coordinado dos o más subordinadas, se usa la conjunción y pero se olvida la repetición necesaria de que: Mi padre no se daba cuenta de que mi conciencia social había crecido a la par que yo y estaba al corriente de todo. Finalmente diré que estoy en la franja de edad requerida y cuento con buena presencia y comportamiento adecuado para el trabajo. A los pocos días de marcharte a París me llamó mi madre desde Berlín, para decirme que mi abuela había sido ingresada de urgencia en el hospital y el diagnóstico médico no presagiaba nada bueno.

También se hace muy frecuente que, por influencia del lenguaje administrativo, desaparezca la conjunción que: Pasados unos meses, leía en el periódico que el móvil del crimen había sido una cantidad de dinero insignificante que el acusado decía le pertenecía y que estaba en posesión de su madre. Gracias por su atención. Le ruego me conteste y comunique su decisión. Atentamente, I.D.C. Con referencia al puesto de vendedor anunciado por su empresa, le agradecería me enviara información más detallada acerca de la plaza vacante.

14.6. Orden de palabras La organización de las palabras en el período sintáctico persigue explicitar adecuadamente las jerarquías y los tipos de relación que se establecen de acuerdo con la naturaleza de la información transmitida. En la medida en que estos principios no se respetan, nos topamos con errores que afectan a la transparencia textual. Veamos un ejemplo ilustrativo: José María Q., mi abuelo, nació en Sopuerta, Vizcaya, un pueblo muy cercano a Bilbao, en 1906.

Este orden mejora fácilmente: En 1906, José María Q., mi abuelo, nació en Sopuerta, Vizcaya, un pueblo muy cercano a Bilbao.

¿Por qué? Porque en el propuesto inicialmente, al alejar el complemento de tiempo del verbo nacer, se oscurece esa relación y se beneficia otra en la que, en términos informativos, tal complemento parece relacionarse más bien con el de lugar que le precede. La sintaxis ha de ser un auténtico esqueleto en el que se apoyen las palabras con el objeto de alcanzar la mayor claridad posible y de acuerdo con las intenciones prefijadas. Forzar innecesariamente la construcción tiene como consecuencia que el discurso se haga menos inteligible y que el lector padezca mayores dificultades a la hora de descodificarlo. Por ello, si en la sintaxis se combinan varios sintagmas, una regla no escrita nos invita a poner primero los más sencillos

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(y más cortos) y luego los más complejos (y más largos). De otro modo, las relaciones entre ellos se difuminan. El 2,23% de las incorrecciones de nuestro corpus se explican por razones relacionadas con lo que acabamos de afirmar. A continuación nos detendremos en los procesos más frecuentes que subyacen a los errores catalogados. En un primer grupo de casos los escritores noveles redactan dos oraciones que se coordinan o subordinan; pues bien, una de ellas se inserta dentro de la otra; como resultado de ello, algún segmento parece pertenecer a aquella a la que realmente no corresponde. Todo resulta más sencillo con un ejemplo: Me dirijo a ustedes para informarles acerca de mi interés en el trabajo que ofrecen en el periódico para vendedores/as.

El sintagma trabajo para vendedores/as es interrumpido por una subordinada adjetiva, de modo que el complemento indirecto parece formar parte de esta última, cosa que no es cierto: no es un periódico para vendedores, ni mucho menos. Podemos compararla con la versión corregida, donde cada elemento está ubicado en la oración en la que le corresponde: Me dirijo a ustedes para informarles acerca de mi interés en el trabajo para vendedores/as que ofrecen en el periódico

Veamos otros ejemplos. Destacamos en letra versalita la oración que ha quedado interrumpida con la inclusión de la otra: Los hijos se iban de casa sin dar ninguna explicación por un fin de semana o para siempre. Un grupo de jóvenes progresistas se reunían en el jardín de una mansión, situada a las afueras de Madrid, desde mayo del 68.

En otros casos dos o más oraciones dividen a la envolvente: Los asaltadores; porque estaba claro que todo aquello no era una broma de mal gusto, sino que iba en serio, amenazaron al hombre con la pistola. Sor consuelo reconoce en esa carta que durante los últimos treinta años ha sido «el cálido recuerdo del único momento de intimidad» que ha tenido lo que le ha permitido soportar tanta soledad.

Puede también suceder que, aun cuando no se produce el grado de ambigüedad antes apuntado, sí es cierto que un elemento queda muy alejado de la oración a la que realmente pertenece. Un hipérbaton más propio de la escritura culterana que del texto escrito sin intención literaria, que es el que ahora estamos evaluando: Estábamos en pleno partido de fútbol cuando vimos salir de detrás de una de las papeleras que utilizábamos como porterías, a una niña Como te puedes imaginar he tenido que estar estas dos semanas, y de momento se va a prolongar durante un mes, de aquí para allá.

Este tipo de construcciones envolventes también se identifican en otros contextos sintácticos. Así, puede ser el complemento directo el que queda innecesariamente en suspenso: Cipriano siempre buscó seguridad en una mujer, protección y confianza, y esto siempre fue ofrecido por la joven, con la cual se hallaba a gusto

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Y también encontramos errores en los que resulta afectado el predicado nominal: Se podría decir que el espíritu de estos inconformistas era más activo que el de los nacidos en las épocas posteriores, más vital.

O el núcleo del sintagma verbal: Da falsos veredictos a instituciones, museos o particulares sobre la conveniencia de comprar ciertos cuadros u obras de arte o no.

En un segundo grupo hemos reunido aquellos casos en los que se invierte el orden habitual de los componentes sintácticos más elementales. La incorrección más frecuente deriva de adelantar el complemento directo al verbo. Tendemos erróneamente a interpretar al primero como sujeto de la oración, lo cual ralentiza la comprensión textual: La soledad que le envuelve intentará por todos los medios ahogar sin éxito alguno a través de su trabajo como comerciante. Ella tiene la certeza de que lo más importante de su vida acaba de sucederle.

Incluso llegamos a pensar que se ha cometido un error de concordancias aunque no es el caso: La vida no les ofrece [a los jóvenes] las perspectivas y los valores éticos necesarios. Un falso sentido encuentran en organizaciones fascistas y en sectas.

14.7. Los determinantes Distinguimos esencialmente tres incorrecciones: la primera afecta a la construcción de enumeraciones, la segunda tiene que ver con el uso del artículo determinado en lugar del indeterminado y la tercera se explica por la desaparición de un determinante cuyo uso se considera necesario. Antes de referirnos a estas posibilidades, cabe apuntar algunos casos aislados en los que aparece un determinante que se considera innecesario. En todos ellos se trata de artículos determinados. Estos son algunos ejemplos: Como pueden ver en el currículum, tengo un máster en Informática de sistemas. Cuento con la experiencia laboral como jefa de ventas en la sección informática del Corte Inglés. En el siglo xviii los puristas entre los que destacan Johnson y Lowth fijan lo «correcto» y lo «incorrecto» en cuanto al uso del lenguaje basándose en sus propias opiniones. Esto es la consecuencia de una tendencia a la nostalgia creada por una presión social y así la actitud purista fundó la idea de que existe un modelo absoluto de corrección que debe mantenerse.

En lo que tiene que ver con las enumeraciones, la norma exige que se construyan encabezando cada elemento de la serie con un determinante o bien que se renuncie a su uso en todos ellos. La incorrección más habitual supone que se crea una enumeración compuesta por dos elementos; el primero se construye con determinante pero se olvida utilizarlo en el caso del segundo: La escisión de Lutero de la comunidad cristiana viene motivada precisamente por la falta de coherencia entre los hechos y palabras del clero. Todo traductor está obligado a ceñirse escrupulosamente al discurso o texto original hasta el punto que es eso precisamente lo que caracteriza a un buen profesional.

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[Pedro] es la persona que regala al autor los documentos y fotografías sobre la familia Castedo, propietaria de la mansión Villa Valeria. Mi abuela es de carácter tranquilo pero luchador y trabajador, y hace gala de una simpatía y optimismo envidiables.

Cuando las enumeraciones son más extensas, de tres o cuatro elementos, lo habitual es que sea el último el que «pierda» el determinante: El libro en conclusión refleja los traumas, las inquietudes y sueños de una generación cuyos mejores años transcurrieron durante el final del franquismo y confronta las esperanzas que tienen de ofrecerle una vida perfecta a sus hijos con los deseos de estos. El modelo de trabajador acérrimo americano ha traspasado fronteras y el estereotipo de yuppies podemos encontrarlo entre nosotros, jóvenes que ansían el poder, la fama y, sobre todo, dinero.

En enumeraciones extensas se puede romper la tendencia a que sea el último elemento el que aparece sin determinante; puede ser uno intermedio el que resulta afectado: La Cocacola, los MCDonald’s, los Burguer King, Pizza Hut o el Ab-Flex, son productos que podemos adquirir fácilmente a lugares a los que podemos acudir sin problema.

De hecho, una enumeración puede empezar a construirse sin el uso de determinantes y, sin embargo, estos acaban apareciendo en la segunda parte de la misma: Podemos ayudarnos con diversos procedimientos como mapas o redes mentales (árboles o ideogramas), torbellino de ideas, la estrella, el cubo, palabras claves, la escritura libre.

Finalmente cabe recordar los errores en los que el determinante tiene forma de posesivo: Y así transcurrió su vida: entres escasez y duro trabajo, pero siempre arropado por su mujer e hijo. Ellos lo fueron todo para él, un hombre emprendedor, ocurrente e ingenioso. Estuve trabajando cuatro años para una empresa británica, por lo que mis desplazamientos y uso del inglés eran continuos.

En los usos incorrectos del artículo determinado por el indeterminado todos los ejemplos son virtualmente idénticos. La coherencia conceptual impone la necesidad de corregir el error: Algunos veían en ellos un subproducto de la civilización acabada. La ilusión de estos jóvenes poco a poco feneció al ver que sus intentos de mejorar no dieron sus frutos. Un pequeño y débil grupo era incapaz de luchar contra la mayoría aplastante.

En el ejemplo siguiente el error deriva de que no se habla de un traductor concreto, sino de una categoría profesional: Dentro de la ética profesional está también el no consultar nunca a un cliente sin la conformidad de su superiores, después de todo el traductor será más respetado cuanto más honesto sea.

En cambio, en este el uso de ese destino sería aceptable si supiéramos de cuál se trata, pero no sucede así: Daría convence a su hijo de que escoja una carrera de ciencias para evitar ese destino trágico.

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Por último haremos referencia a la desaparición de un determinante necesario; en este caso es complejo encontrar una causa que justifique el error. Solamente en algunos casos se explica por razón de la construcción sintáctica circundante: Les gustaba escuchar música en gramófono, montar en bicicleta, jugar al tenis...

Parece que, como la expresión montar en bicicleta no usa artículo, provoca una atracción sobre la inmediatamente anterior. Los mismo sucede en el siguiente: como nacionalidad española no lleva artículo, este también desaparece, en una suerte de ultracorrección, en el sintagma siguiente: Tengo 22 años, con nacionalidad española y servicio militar cumplido.

Fuera de estos casos, los ejemplos se distribuyen de forma uniforme según el eliminado sea un artículo determinado: Una vez que este venció, me contrataron en una empresa local durante otros seis meses, hasta que renovaron plantilla y me despidieron. De todas maneras, todavía quedaban por asimilar mudéjares, pero, debido a que eran pobres y solían vivir en un ámbito rural, no eran temidos como los judíos. Su matrimonio con Ramiro no fue más que una farsa desde el principio; en él la comunicación era inexistente y pasividad, monotonía y represión sexual llenaban sus días.

O indeterminado: Se casó con mi abuela que era exiliada de la guerra civil española y tuvo a mi madre y a sus hermanos. Mi madre, Mercedes nació en Salamanca en noviembre del año 1961. Hija de doctorado en Derecho y licenciada en Químicas, creció en un ambiente de comodidades.

14.8. Barbarismos sintácticos Los barbarismos se distribuyen en dos grandes grupos. En primer lugar en frecuencia está la construcción sustantivo + a infinitivo: Precisamente aquí tenemos un factor a tener en cuenta sobre el fracaso de los alumnos.

Se trata de una cuestión complicada decidir si estas construcciones son o no aceptables en nuestro idioma. El Diccionario Panhispánico de Dudas de nuestra Real Academia Española indica lo siguiente al respecto. Reproducimos el texto completo para destacar la enorme complejidad de la cuestión a la que nos enfrentamos: 3. sustantivo + a + infinitivo: temas a tratar, problemas a resolver, etc. Estas estructuras sintácticas son calcos del francés y su empleo en español comenzó a propagarse en el segundo tercio del siglo xix. En el ámbito de la economía están ya consolidadas expresiones como cantidad a ingresar, cantidad a deducir, que permiten, incluso, la omisión del sustantivo: A ingresar: 25 euros. Son frecuentes en el terreno administrativo y periodístico expresiones idénticas a las anteriores, como temas a tratar, problemas a resolver, ejemplo a seguir, etc. Estas construcciones resultan más breves que las tradicionales españolas: problemas que hay que resolver, ejemplo que se debe seguir, etc. Su uso es especialmente frecuente cuando funcionan como sujeto o como

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atributo en oraciones copulativas: Los temas a tratar son dos; Esas son las cuestiones a dilucidar. En español solo son aceptables en algunos casos, por lo que se recomienda tener en cuenta las siguientes orientaciones generales: a) Si la preposición a admite su sustitución por las preposiciones por o para, o el relativo que, sin que sea necesario cambiar la estructura de la construcción y sin que cambie el significado, debe desecharse la construcción galicada: Tenemos dos asuntos a tratar (mejor Tenemos dos asuntos que tratar); No hay más asuntos a discutir (mejor No hay más asuntos que/por/para discutir). Con respecto al uso de por en lugar de a, es necesario señalar que la construcción con por posee un matiz significativo adicional; así, no es exactamente lo mismo cantidad por pagar que cantidad a pagar: cantidad por pagar es ‘cantidad que queda todavía por pagar’, e implica que se han satisfecho otros pagos anteriormente, mientras que cantidad a pagar es, simplemente, ‘cantidad que hay que pagar’. b) El verbo en infinitivo debe ser transitivo, pues en tales construcciones el infinitivo tiene valor pasivo; por tanto, no son admisibles oraciones como El lugar a pelear será las Vegas (pues no se dice pelear un lugar, sino en un lugar); La cuestión a hablar en la reunión es de escasa importancia (pues no se dice hablar una cuestión, sino de o sobre una cuestión). c) El infinitivo debe estar en forma activa, pues, como ya se ha indicado, los infinitivos de estas construcciones ya tienen valor pasivo: El tema a ser tratado presenta dificultades (correcto: El tema a tratar). d) Son normales estas construcciones con sustantivos abstractos como asunto, tema, ejemplo, cuestión, aspecto, punto, cantidad, problema y otros similares, y con verbos del tipo de realizar (se evita hacer por razones de cacofonía con la preposición a: tareas a hacer), ejecutar, tratar, comentar, dilucidar, resolver, tener en cuenta, considerar, ingresar, deducir, desgravar, descontar, etc. Pero no deben extenderse a otro tipo de enunciados, con otros verbos en infinitivo y con sustantivos que no sean abstractos: Los ladrillos a poner están en la furgoneta; Los libros a leer se encuentran en la mesa. e) Por último, no hay que olvidar que, en muchos casos, su uso es superfluo y, por tanto, evitable; así, en una oración como Pedro es un ejemplo a seguir para todos nosotros, la secuencia de infinitivo a seguir es prescindible: Pedro es un ejemplo para todos nosotros. buscon.rae.es/dpdI. Entrada: A

Casi todos los ejemplos identificados estarían entre los condenados por la RAE. En primer lugar, los usos que denomina superfluos en el epígrafe e). De hecho, aparece el mismo verbo que en los ejemplos aportados por la Academia: La regla de oro a seguir es la de decir todo lo que dice el original, no decir nada que este no diga y decirlo todo con la corrección y naturalidad que permita la lengua a la que se traduce. No cayeron en la cuenta hasta que su hija es encontrada muerta, de que no era ese el camino a seguir para darle una buena educación.

Y por extensión, lo mismo sucede en ejemplo como estos: Otra regla a guardar es la de no aceptar trabajos para los que no esté cualificado, aunque se sienta capaz o necesite el dinero. Para ella, el amor carnal era fundamental. Para él, en cambio, no era más que un deber a cumplir esporádicamente sin darle más importancia. Espero que sepas perdonarme, pero te tengo dos malas noticias (tranquilo, no se ha muerto nadie ni te han intentado robar): en el correo tenía tres cartas urgentes (de unos recibos a pagar, de una amiga que iba a estar aquí hasta ese sábado y de unos problemas con el suministro del agua).

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Las reglas se guardan, los deberes se cumplen y los recibos se pagan. Por ello, la secuencia a + infinitivo es prescindible en todos estos ejemplos. En el resto de los casos cabría la solución académica de sustituir la proposición a por las preposiciones por o para o por el relativo que. Estos serían algunos ejemplos: Otro dato a destacar es la continua obsesión de esta señora por mantener una imagen de mujer decente ante todo el mundo. Juan José Millas ha vivido siempre en Madrid por lo que a efectos del trabajo a desarrollar lo consideraremos un escritor que vive y trabaja en Madrid. En el xviii este movimiento purista alcanzó su apogeo, debido, básicamente, a dos factores: la consideración del latín como el arquetipo lingüístico a imitar y el esnobismo de las clases altas. Este trabajo requiere una gran devoción y un sacrificio muy importante, no sólo porque en este momento no estén muy bien remunerados (cuando no se trabaja como funcionario), sino porque los textos a traducir o los discursos a interpretar pueden resultar de lo más aburridos.

El segundo grupo de errores tiene que ver con el uso de es por eso que, en lugar de por eso o es por eso por lo que: Es por eso que el poder de las palabras podría tener dos caras. El alumno se enamoró de la profesora y no tardó en hacerle la corte. Pero ella se resistía y él se tuvo que conformar con una amistad que finalmente sí cuajó en amor. Es sólo por ello que yo esté en este preciso momento escribiendo sobre mi padre. Soy el fruto de muchas coincidencias y casualidades. Lisardo es el personaje que menos tiene de humano, el que se mueve únicamente por el instinto de meter más y más «mierda» a un cuerpo ya totalmente demacrado. Es por ello que, aunque resulta ciertamente patético, no levanta tanta conmiseración como otros personajes. Su oferta me parece muy atractiva y es por ello que les escribo.

El Diccionario Panhispánico condena su uso y lo clasifica como un galicismo: Esta supresión es frecuente en las oraciones enfáticas de relativo con el verbo ser, igual que ocurre en francés, razón por la cual algunos tratadistas han denominado «que galicado» a este fenómeno: «Fue por eso que recurrí a una gran amiga de ella» (País [Col.] 19.5.97); «Con este convencimiento fue que [...] se generó un nuevo concepto de construcción industrial» (Hoy [Chile] 7-13.7.97). La construcción considerada más correcta exige, en estos casos, repetir la preposición ante el relativo, y que este lleve artículo: Fue por eso por lo que..., Con este convencimiento fue con el que... Esta construcción galicada es bastante frecuente cuando el antecedente del relativo es un adverbio de lugar, de tiempo o de modo: «Es allí que organizan y entrenan a estos grupos contrarrevolucionarios» (NHerald [EE. UU.] 28.7.97); «Fue entonces que noté, por el ardor, que tenía mordeduras en el dedo medio de la mano derecha» (Valladares Esperanza [Cuba 1985]); «Fue así que el almuerzo dominical terminó centrándose en el “caldu maní”, sopa de refinada sustancia»(Tiempos [Bol.] 9.3.97). En todos estos casos es preferible emplear el adverbio relativo correspondiente: Es allí donde..., Fue entonces cuando..., Fue así como... Similares a este tipo de construcciones son las interrogativas perifrásticas con ser encabezadas por un adverbio interrogativo, habituales en América y, en España, entre hablantes catalanes, en las cuales que funciona a modo de conjunción: «¿Dónde fue que lo vio?» (Marsé Embrujo [Esp. 1993]); «¿Cuándo fue que usted estudió a Marx?» (Soriano León [Arg. 1986]); «¿Cómo fue que comenzó esta historia?» (Universal [Ven.] 8.9.96). Es preferible, en estos casos,

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el uso de interrogativas no perifrásticas: ¿Dónde lo vio?; ¿Cuándo estudió usted a Marx?; ¿Cómo comenzó esta historia? buscon.rae.es/dpdI. Entrada: QUE

La explicación final aportada por el Diccionario también condena usos como los siguientes: No fue hasta el mismo día de su muerte que Cipriano volvió a ver a la única mujer que había amado en su vida: Minervina. Los capítulos aportan historias de un modo tan sutil , que no es hasta el final que se revela un hilo conductor a través de todos ellos. Y no fue hasta los cinco meses de vida del pequeño que se dio cuenta cuando vio a su mujer y al niño listos para partir a la cancha de Boca.

Para terminar, parece oportuno destacar que, aun cuando su importancia relativa en el corpus es ciertamente menor, llama la atención que se trata de un problema más frecuente entre escritores noveles que el de los extranjerismos léxicos, que apenas suponían el 0,18%. En todo caso, no debe olvidarse que sigue siendo un problema secundario.

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lo largo de las páginas precedentes hemos querido dar un paso más en el estudio del proceso de la escritura. Y para ello, hemos optado por adoptar una perspectiva eminentemente discursiva. Ello no supone negar las aportaciones de otras propuestas conceptuales, como las que se apuntaron al principio. Efectivamente, los modelos cognitivos y socioculturales son fundamentales para entender el modo en el que construimos los textos escritos. Lo son, pero eso no los convierte en suficientes. Entendemos que faltaba ampliar una tercera perspectiva a la hora de proporcionar una percepción integrada del proceso de creación textual. La dimensión pragmático-discursiva completa y complementa las aportaciones de una y otra orientación. Y lo hace en las tres fases del proceso de creación del texto escrito. Así sucede en el caso de la planificación textual. De un lado, el análisis del contexto pragmático de la creación textual se hace imprescindible a la hora de tomar las decisiones correctas en lo tocante a la intención, el tema, el contexto informativo, las coordenadas espaciales y temporales y la naturaleza del destinatario. De otro, las aportaciones de la ciencia del texto en lo referido a los géneros y los tipos de discurso se hacen imprescindibles en el momento de gestionar la información que queremos incluir el escrito. Tanto es así que, sin negar la utilidad de los diferentes modelos planteados por los especialistas en didáctica de la escritura a la hora de organizar la información en la fase previa a la verbalización, podemos concluir que resulta necesariamente incompleto todo modelo que pase por alto las superestructuras propias de las secuencias textuales y las macroestructuras de los géneros. Por último, hemos querido destacar la importancia de las dimensiones textuales argumentativa y poética en la fase de diseño textual: Desde esta posición hemos podido evaluar la importancia de los estudios de la argumentación a la hora de planificar el texto. Aún más importante nos parece la aportación de las investigaciones del discurso al proceso de composición. El replanteamiento que proponemos de las tres grandes herramientas de construcción del texto escrito (enunciado, párrafo y conectores) nos ha llevado a algunas conclusiones inevitables. En primer lugar, llama la atención que no todas ellas han disfrutado de la misma atención por parte de la crítica. Así, la bibliografía de la que disfrutamos desde una perspectiva textual en lo relativo a los enlaces es cualitativa y cuantitativamente muy superior a la referida a párrafos y enunciados. Y esa situación se multiplica cuando se trata de la configuración de tales unidades a la hora de construir textos en español. Por ello, fijarlas conceptualmente resulta indudablemente mucho más complejo en tanto que la reflexión teórica acumulada al respecto

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es muy escasa. No obstante, partiendo siempre de las limitaciones apuntadas, entendemos que los capítulos tres y cuatro de este trabajo proponen una reescritura completa de las características de párrafos y enunciados en tanto que unidades de construcción. En lo que toca a los conectores, la bibliografía en nuestra lengua es amplísima. No obstante, también es cierto que es de una naturaleza muy heterogénea. Nosotros hablamos en nuestro trabajo de enlaces o conectores cuando otros optan por referirse a marcadores, operadores o partículas. Para unos estos términos son sinónimos; otros, en cambio, entienden que unos pueden ser subgrupos de otros; algunos, por fin, creen que cada etiqueta hace referencia a una unidad discursiva independiente. No hemos querido entrar en esa complejísima discusión. Hemos preferido, más bien, asumir una posición abiertamente inclusiva. No nos ha importado tanto la naturaleza categorial de las unidades o su función sintáctica dentro de las unidades en las que se insertan como su función textual de auténticas bisagras entre párrafos y enunciados; de verdaderas balizas que guían la interpretación y facilitan interpretar la coherencia del texto. Hemos optado por analizar los conectores o enlaces (ahora sí, términos sinónimos), a sabiendas de que otros elementos como los operadores o modalizadores se quedaban en el tintero. Evidentemente no negamos su existencia ni su importancia en la medida en que facilitan que el autor proyecte su actitud, su posición, su punto de vista en relación con la información aportada. De hecho, a ellos nos hemos referido en el capítulo tres, dedicado en parte a la modalización. Pero esa es otra función textual al margen de la forma en que se articulan, de la manera en que se cohesionan las unidades textuales. Por último, hemos querido aportar alguna luz en lo relativo a la función de la puntuación en la configuración de la conexión textual: el capítulo nueve, redactado por Jorge J. Sánchez Iglesias, proporciona claves absolutamente novedosas a la hora de entender la puntuación como recurso de construcción discursiva. Así y todo, entendemos que una de nuestras mayores aportaciones dentro del capítulo dedicado a la composición textual reside en validar los conceptos desarrollados a través de un estudio de corpus. El uso solo se puede describir desde el uso. Efectivamente, los usuarios reales y competentes de la lengua escrita son los que a fin de cuentas nos aportan información real acerca de la naturaleza cuantitativa y cualitativa de las unidades de construcción textual. Para ello, hemos partido de 133 textos que sumaban 169.342 palabras distribuidas en 1.138 párrafos y 7.149 enunciados. La parte más extensa de nuestro trabajo se ha detenido en analizar el proceso de revisión textual y en categorizar los errores cometidos por los aprendices a la hora de redactar textos escritos. No podía ser de otra manera puesto que se trata de una labor extremadamente compleja: supone analizar la revisión textual como fase de construcción textual. Esto implica abandonar un acercamiento a la misma de corte tradicionalmente didáctico para redefinirla desde una posición discursiva: definir las operaciones realizadas y proponer una secuencia de trabajo acorde con esa perspectiva, que va desde el plano de construcción global a la precisión local. Todo ello nos ha permitido replantear conceptos tradicionalmente difusos como el estilo, la competencia estilística y la transparencia textual. Por último, fijar los errores de construcción ha supuesto una labor de doble naturaleza cuantitativa y cualitativa: ¿cuántos son los errores y cuál es la importancia relativa de cada uno de ellos en el proceso de escritura? Ante esta pregunta caben dos caminos: el más sencillo pasa por repetir de manera más o menos evidente las listas de errores que se recogen en los diferentes manuales de los que disponemos; quizá podríamos haber optado por hacer la lista más exhaustiva posible y, de ese modo, dar respuesta a la primera parte de la cuestión. Sin embargo, no parece el camino más rentable. Entre otras cosas, porque supondría definir el uso correcto al margen del uso real. Por esa razón hemos optado por la senda más estrecha, la vinculada, una vez más al estudio de corpus. Durante varios años hemos alimentado pacientemente una base de datos de

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errores de usuarios competentes. Un total de 178 autores han aportado 262 textos distintos de los que emanan 3.200 fichas de error, que se han categorizado merced a una taxonomía creada desde las 440 primeras y que se ha ido perfilando hasta dar respuesta a la totalidad de los errores. El estudio nos ha permitido dar una respuesta seguramente aún provisional, pero sin duda mucho más cerca de la realidad de aquellas que solo emanan de la intuición y la experiencia del investigador. No son estas, ni mucho menos, herramientas desdeñables en el análisis de los fenómenos lingüísticos; pero tampoco son suficientes para proporcionar conclusiones fiables. Entre otras cosas, hemos descubierto que los errores globales (discursivos, de estilo y de registro) son tantos como los locales (léxico-semánticos y morfosintácticos); hemos podido distinguir categorías y subcategorías de errores así como de evaluar la importancia relativa de unos y otros dentro del total; hemos comprobado la falsedad de algunos tópicos: por ejemplo, los referidos a la frecuencia de los barbarismos léxicos y sintácticos; también nos han sorprendido algunos datos, como que los errores de precisión léxica sean los segundos en frecuencia absoluta; hemos identificado incorrecciones que hasta ahora no éramos capaces de definir, como es el caso de lo que hemos denominado expresión aproximada. Al final, hemos podido proporcionar una respuesta razonablemente ajustada a la realidad respecto de la pregunta planteada dos párrafos más arriba. Aportamos este trabajo al campo de los estudios en construcción discursiva con la esperanza de responder a preguntas que hasta ahora permanecían sin respuesta. Es hora de que el lector avezado juzgue si hemos tenido o no éxito.

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ESTUDIOS FILOLÓGICOS, 335

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s el resultado este libro de muchas lecturas de muchos tipos; de asimilación y crítica de lo leído; de tareas infinitas de corrector, re-constructor y restaurador de miles de textos ajenos; de categorización de errores, dislates, disfunciones, desajustes; de estrategias didácticas y de procedimientos cognitivos para su terapia. Es, el libro, una consecuencia más –que no la única– de veinte años de docencia activa en la Facultad de Traducción y Documentación de la Universidad de Salamanca con alumnos reales de carne y hueso de quienes el autor ha sabido aprender al tiempo que les enseñaba. Intervienen en él y se muestran aquí cientos y cientos de estudiantes que escriben y escriben y escriben lo que se les pide para que sea examinado y re-visado, re-elaborado y vuelto a re-tocar para resultar re-generado en la fase terapéutica final; y es un producto de otros tantos años de investigación básica y aplicada en pragmática textual, análisis del discurso, lengua escrita y análisis de errores, ámbitos todos en los que el autor es persona avezada. Es este un recio trabajo de investigación sobre esos espacios del conocimiento, todos referidos a la lengua española; sobre el proceso de la escritura y sobre composición textual (cohesiones, conexiones, coherencias, enlaces, secuencias); sobre las diversas maneras de encarar las operaciones y los procedimientos que conlleva la revisión de un texto escrito; sobre las varias perspectivas y ópticas bajo las que debe examinar el revisor su objeto. Se aúnan aquí: (i) teoría sobre el discurso, el texto, el escribir, y sobre la revisión de lo ya escrito; (ii) descripción de la lengua española, con ribetes normativos o estilísticos; (iii) novedosas ideaciones para la práctica de la revisión del texto; (iv) propuestas para la mejora del texto revisado. Y todo ello no con los estilos de un vademécum; no con las maneras de un recetario; no. Sí desde supuestos teóricos, sí mediando el rigor del método, sí con el ofrecimiento de un modelo para la revisión textual en lo que afecta a las facetas discursiva, estilística, léxica y gramatical que todo lo escrito presenta. José J. Gómez Asencio (Prólogo)