Zaragoza: Colonia Caesar Augusta (Ciudades romanas de Hispania: Las capitales provinciales, 4)
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Vol. 3. Tartagona

Introducción, Xavier 1.

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Colonia Iulia tlrbs Triumpbalis Thrraco

DupnÉ R¡vrrrrrós .....................

Introducción histórica,

GézaArr'órov.......

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2. Historia de la investigación,Jaume M¡.ssó C¡RsArxoo 3. Topografía y evolución urbana, Josep M. Mecns SorÉ yJosep A. Rruor-t

Verrvrnoú....

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4. Arquitectura oficial, Xavier AqurruÉ

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............. 6. Arquitectura doméstica, Josep M. Mecu.s SorÉ .......... 7. Arquitectura funeraria, Josep A. Rnuom V¡rrv¡noÚ.......,. 8. El territorio, Simon K8rv............ 9. La escultura,Eva M. Koppnr LO. Museos y colecciones, Francesc Thnners Bou............ 11. Bibliografía............. 5. Edificios de espectáculo, Xavier DupnÉ RlvBNrós

Yol. 4. Zaragoza

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73 83 97 111 123

l4L

Colonia Caesar Augusta

Lrorus.......... 1. Introducción histórica, Francisco BBrrnÁN Lronrs......... 2. Historia de la investigación,Juan Ángel P¡z P¡ntrre 3. Topografia y evolución urbana, Miguel BrrrnÁ¡ Lronrs.,........

29

4. Arquitectura oficial, Francisco on AsÍs Escu»eno, José Antonio HEn¡ÁNo¡z Vrne, Julio Núñnz M¡ncÉ¡.¡ 5. Edificios de espectáculos, Francisco on AsÍs Escuonno, MaraPilar Genn ..

43 57

Presentación, Francisco B¡rrnÁN

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3 15

7I 6. Arquitectura doméstica, Miguel B¡rrneN Ltonrs, Antonio Mos'r¡rurc Cenmo Mosr,cl¡c C,tnntr.o 85 Pilar Antonio Genn, 7. Las necrópolis, MarÍa 8. El territorio, Francisco BprrnÁ¡r Ltorus, M'Ángeles Mec¡uóu Bor,orve...... 97 9. La escultura,Eva M. Kornnr, Isabel RooÁ

..........

1O. Museos y colecciones, Romana EnrcE Leces¡, Carmen Acu¡.Roo

11. Bibliografía,

VI

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Xavier Dupré Raventós (1956-2006) Antonio Beltrán tr'4,afiirnez (19 16-2006) i.n memoriam PRESENTACIÓN

Francisco BErrnÁ¡ Lronrs

La idea de bacer este libro nació en el otoño del año 2001 pero, como casi siempre ocurue en estos casos y debido a las múltiples complicaciones inberentes a una iniciatiua de esta índole, ba tardado en materializarse rnás de lo preuisto. El tiempo tr¿tnscurrido ba. perrnitido, sin embargo, que este proyecto baya euolucionado en el curso de su propia gestación. Ya no se trata de la monografía en tres uolúmenes inicialrnente pensada, sino de los prirneros números de una colección, "Ciudades roma.nas d.e Hispania", que progresiuamente incluirá otros títulos dedicados a los principales núcleos urbanos de la Península lbérica. en época romana. Con estas palabras introducía e¡ 2OO3 Xavier Dupré Raventós el tercer volumen de la serie por é1 ideada, "Las capitales provinciales de fft'spa.nia", y anunciaba la nueva orientación de la colecciónhacia las "Ciudades romanas de Hispania", con Cartbago Noua y Caesar Augusta como siguientes protagonistas. Por desgracia Xavier no ha podido ver materializado su proyecto. Falleció el pasado 20 de abril en Roma tras una larga enfermedad a la que hizo frente con

gallatdía y que no le impidió animarnos, infatigable, para que culmináramos la redacción de los volúmenes cartagenero y zaragozarto: es nuestro deseo, compartido por Roberto Marcucci, que la colección prosiga incorporando nuevas ciudades romanas de Hispania y, de hecho, hemos establecido ya contactos con esta finalidad que esperamos tengan en breve una acogida positiva y prolonguen la colección en sincero homenaje a su fundador. A los redactores del volumen zaragozaflo, otra pérdida, casi simultánea, nos ha golpeado duramente: Antonio Beltri¡ Mafiinez, decano de la arqueología aragonesa y pionero en los estudios de Caesar Augusta, fallecía el 29 de abril sin haber podido redactar la presentación de este volumen que le había sido encomendada. Sirva este libro como emocionado homenaje a la memoria de ambos.

El conocimiento de la Zaragoza romana se ha transformado radicalmente en los últimos 30 años como consecuencia de la expansión urbanística de la ciudad: de hecho, hasta 1.970, además de la muralla, sólo se conocían restos inconexos de la colonia Íomana esculturas, mosaicos,...-, pero -inscripciones. e¡ L972 las primeras excavaciones de Antonio Beltrán en el recién localizado teatro romano, rescatado de la destrucción tras una dura polémica ciudadana,

abrieron una nueva fase en la que los trabajos arqueológicos primero del Museo de Zaragoza, bajo la dirección de Miguel Beltrán, y después de la Sección de Arqueologia del A),untamiento zaragozano aportaron nuevas informaciones sobre Caesar Augusta y rescataron importantes restos urbanos. Así en la acconserva la mayor parte de los tualidad, al veterano Museo de Zaragoza -que cuatro didácticos museos de simateriales aparecidos en la ciudad-, se suman tio que explican el foro con el llamado puerto fluvial, las termas públicas y el teatro, y que junto con los diversos lienzos de muralla conservados y los sarcófagos paleocristianos de la cripta de Santa Engracia proporcionan una imagen muy completa delaZaragoza romana. Por desgracia muchos de los trabajos arqueológicos realizados en la ciudad durante estos años no han sido publicados de manera adecuada. Por todo ello hemos querido aprovechar la ocasión no sólo para reunir la información ya conocida, sino tambiéi para aclnnltzarla y dar a conocer materiales inéditos o nuevas propuestas. Para ello y añorando pérdidas prematuras como la de Jesús Ángel Pérez Casas, hemos recurrido a investigadores que conocían de primera mano las excavaciones o los materiales cesaraugustanos, los conservadores M. Beltrárny J. Paz del Museo de Zaragoza, los profesores universitarios J. A. Hernández Vera, J. Núñez, M. A. Magallón, E. Koppel e I. Rodá y los arqueólogos F. Escudero,

M. P Galve, A. Mostalac, R. Erice y C. Aguarod vinculados al A¡tntamiento que exponen en las piginas siguientes sus puntos de vista, a veces discrepantes, sobre la ciudad romana. A todos ellos queremos expresar nuestro agradecimiento por haber contribuido a hacer realidad este libro, y también a las tres instituciones que lo han financiado, el Ayuntamiento de Zaragoza, el Gobierno de Aragón y Caia Inmaculada, y naturalmente a Roberto Marcucci y L Erma di Bretschneider por su buen hacer editorial. Zaragoza, diciembre de 2006

1.

Introducción histórica Francisco B¡rrnÁ¡ Lronrs Uniuersidad de Zaragoza

Aunque sobre el actual solar zaragozano existiera en los últimos siglos previos a nuestra Era una comunidad ibérica de una cierta importaflcia, Salduie, fue sobre todo a partir de la fundación por Augusto de una colonia inmune de yeteranos cuando la ciudad, rebautizada con el nombre de Caesa.r Augusta, empezí a desempeñar el papel indiscutido de capital del valle medio del Ebro, un papel que con altibajos mantuvo durante toda la Antigüedad, el período musulmán como Medina Albaida Saraqusta-, tras la conquista cristiana y a lo -ahora largo de los tiempos modernos hasta hoy mismo. Esta continuidad bimilenaria del poblamiento ha repercutido negativamente en la conservación de su patrimonio arqueológico romano, del que en la actualidad resultan visibles sólo jirones: algunos lienzos de la muralla, los fundamentos del teatro, las infraestructuras del foro, una reducida parte de las termas públicas, los sarcófagos de Santa Engracia,... Como ya seialara en el siglo XVII Gaspar Galcerán, "al baber pocos, o, casi ninguno, que tenga el cuidado del Duque [de Villahermosa, sc. don Martín de Aragón y Gurrea] mi Sr i el gran descuido que el gobierno desta ciudad tiene en la conseruación de a.ntigüedades, i el ser las fábricas de ladrillo, fson] la causa de que se hallen tan pocos testimonios en esta ciudad del lustre i grandeza que tuuo en tiempos de los romanos" (GnarNo 1997, 239 n. 142).1 en efecto, la intensa amortización de la piedra en una ciudad carente de canteras cercanas, destrucciones como las padecidas durante los asedios napoleónicos y la continuada actividad constructiva en el casco histórico han reducido drásticamente los vestigios epigráficos y escultóricos, y han afectado gravemente a sus monumentos arquitectónicos. Sin embargo y en compensación por la negligencia de las autoridades que denunciaba Galcerán, la ciudad exceptuamos algunos sucesos luctuosos como la destrucción del templo de-si la Plaza del Pilar (Dnrceoo 1992)- ha mimado en los últimos años su pasado romano erigiendo cuatro excelentes museos de sitio en el foro, las termas, el llamado puerto fluvial y el teatro que junto con los demás restos mencionados y las valiosas colecciones conservadas en el Museo de Zaragoza permitirán aI interesado hacerse una idea cabal de la antigua Caesar Augusta. Además, desde los primeros años 70 del siglo pasado y como consecuencia de la renovación urbana del casco histórico han proliferado las excavaciones arqueológicas, desentrañando una ingente información sobre la ciudad romana que, en unos casos, ha sido dada a conocer en publicaciones especializadas, pero que, en otros muchos y debido a las urgencias con las que han debido ser ejecutadas, ha permanecido inédita. Precisamente uno de los obietivos de este

libro es contribuir

a colmar este vacío presentando no sólo una síntesis actualizada de los conocimientos ya difundidos, sino también noticia sucinta de traba-

jos sin publicar o parcialmente expuestos. 1. Salduie

concretamente- predecesora La existencia de una ciudad ibérica -sedetana años 80 del siglo pasado exclusivamende Caesar Augusta era conocidahasta los te por un pasaje de Plinio el Viejo (NI/ III 24: "Caesaraugusta...ubi oppidum antea uocabatur Salduuia [Fnnnnn 1986,461, regionis Sedetaniae"), pues no habían sido exhumados en Zaragoza restos anteriores a la colonia augústea, hasta el punto que se dudaba de si la ubicación de Sa.lduie debía fijarse en el propio casValdespartera- (A. BnmnÁN 1956; co urbano o en sus inmediaciones -Juslibol, F.,rrÁs / M. BnrrnÁN 1,997). Sin embargo los hallazgos verificados en diversos puntos de la ciudad a paÍtilr de esas fechas, particularmente los de tipo doméstico localizados e¡la c/ DonJuan de Aragón (Genn 1996), confirmaron la existencia bajo la ciudad romana de un asentamiento previo, que en la actualidad se atribuye unánimemente ala ciudad ilbérica, e incluso de vestigios entre las calles Santo Sepulcro, San Vicente de Paúl y la antigua Universidad que se remontan hasta el Bronce Final (1200-600 a. E.) (FATAS / M. BnrnÁ¡ 1997,24). De cualquier forma, no sería hasta bien avanzada la dominación romana, cuando la ciudad Lbérica empezó a desempeñar un papel relevante en la región como parece desprenderse del hecho de que sea omitida durante el siglo II a. E. por los autores que relatan la conquista de la región (PrNe 2005). A partir de los años finales de esa centuria, sin embargo, la ciudad parece cobrar una importancia creciente según se deduce tanto de laapertwra de la ceca que acuñó con el rótulo so.lduie (fig. 1), aunque sólo una única serie de bronce (GencÍe-BEruoo / Brazquaz 2OOl,7l-72), cuanto de su empleo como centro de reclutamiento en el año 89 a. E.-atestiguado por el bronce de Ascoli (CIL Y 709; CnrNIrr l97O)- gracias a su posición central en el valle del Ebro (F. BerrnÁr 1996, 25; 2006 c) y a su ubicación junto al río que permitía luna rá:pida comunicación fluvial con el Mediterráneo (PrNe 2OO3), y también de la acometida de obras de ca¡alizació¡, seguramente para ampliar sus riegos, como las que dieron lugar al pleito conAlaun (Nagón) al que se refiere la Tabula Contrebiensis del año 87 a. E. (FerÁs 1980; Rrcn¡nosox 1983; Brnrs ef al. 1984; CL 12 3951a), sancionado por el gobernador Valerio Flaco durante una de sus giras judiciales por el interior de la provincia, en la que parece haber elegido la yecina ciudad celtibérica de Contrebia Belaisca (Botorrita) como sede de su tribunal (F. BnrrnÁr 1996,23 ss.): la comarca deZaragoza, por la que discurrían las principales vías naturales del valle medio del Ebro y situada en el trifinium cultural entre iberos, celtíberos y vascones (F. BrrrnÁN 1995; 2OOO, 80 ss.; FerÁs 1998), empezaba a despuntar como centro de vertebración regional.

2. Caesar .!¡ugrtst4 ciudad de Augusto Esta potencialidad fue captada en toda su dimensión por Augusto, que pudo

apreciarla sobre el teffeno durante su primera visita a Hispania en 26-24 a. E., cuando atravesó la región camino del escenario de las Guerras Cántabras y tal vez se recuperó en ella de la enfermedad contraída e¡ Ca¡tabria, si fue a Turiaso 4

Fig. 1. Moneda de Salduie.

(Tarazona) a donde acudió a torn r las aguas para reponerse (M. BErrnÁ¡ / P¡z 2OO4,259 ss.). La inusual concentración en el valle medio del Ebro de otras ciudades que ostentaban nombres de personajes prominentes de la República romana como Graccurris (Alfaro, La Rioja), fundada por Tiberio Sempronio Graco en 179 a.8., Pompelo (Pamplona), asibautizada en honor de Pompeyo a fines de los 70 a.8., y Lepida Celsa, establecida por Emilio Lépido en Velilla de Ebro poco después del 44 a. E. (M. BnrrnÁN 1991, l8), pudo constituir la razón que le indujo a conceder a la nueva colonia el singular prMlegio de ser la única ciudad del Imperio que ostentara su mismo nombre Caesar Augustus I co-Irnperator lonia Caesar Augusta-, de manera que las ciudades de Graco, Pompeyo y Lépido quedaban simbólicamente supeditadas a la nueva ciudad de Augusto en su condición de capital del convento jurídico recién establecido y de única colonia romana inmune de la región (F. BErrnÁN L992; 2OOO,78). Aunque en la tradición literaria la grafia del topónimo suele ser Caesaraugusta' monedas y epígrafes documentan la variante, abreviada, C.C'A, colonia Caesar Augusta (figs. 2-3). La fundación de la ciudad hubo de ser ejecutada por Augusto, pese a suge-

rencias alternativas que no han encontrado eco en la literatura especializada (Cervro L989, 2O2 t. 226, atribuyéndola a César, y Góvnz PaNro¡e 1994, a Germánico), pero no durante su primera visita a Hispania, hacia 24 a. E., como se sostuvo en su momento a partir de argumentos numismáticos (A. BarrnÁ¡ 1956, 73; 1976, 219-24), sino en el curso de la segunda, hacia L5 a. E. (Ancr 1979, 27 ss.) con la que concuerdan los materiales arqueológicos (M. BnrrnÁN 1983, -fecha 33)-, durante la cual, según Casio Dión (U\r 23), estableció numerosas ciuda-

Fig. 3. Sello del alfarero cesara Fig. 2. Moneda de Caesar Augusta (época de Tiberio).

Gayo Arruntio Lupo (?); c/ 103; época de Tiberio.

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y tal vez haciendo coincidir este evento con el dia de su nacimiento (M. BErrn,N / FerÁs 1998, 8). La reciente propuesta de que fuera Agripa hacia 19 a. E. quien i¡iciara la vida de la ciudad con una instalación viritana de veteranos depende enteramente de la aceptación como auténtico de un epígrafe perdido relativo a la construcción de los muros de la ciudad, tenido por falso desde el XVII (Cru IJ255*), que, pese a una reciente propuesta de relectura (Nevenno 2002), sigue resultando sospechoso por presentar a Agripa como eiecutor de las obras cuando ya llevaba diez años muerto (2 a. E.) y por referirse a él en la inusual forma m. uipsan. q.grippa frente ala más habittnl M. Agrippa L. f :urriliizada por la colonia misma en sus acuñaciones de tiempos de Calígula (Rror-rÉs L992, nlúm.381). Como se argumenta en el capítulo de este libro dedicado al territorio, la ciudad fue dotada de un notable binterland agrario, absorbiendo probablemente a varias ciudades de su entorno y a sus respectivos pobladores, culturalmente heterogéneos, parte de los cuales disfrutaría sin duda de la ciudadaoia romana y serían inscritos entfe los colonos. Sin embargo y sin excluir la afluencia de ciudadanos romanos de otras procedencias, el principal contingente debió ser deducido entre los veteranos de tres de las legiones que participaron en las Guerras Cántabras, la IlÍl Macedonica, laYl Victrix y la X Gemina, cuyos estandartes figuran signi-ficativamente en los reversos de varias emisiones monetales cesaraugustanas a motiyos tan explícitos como el sacerdote guiando la -asociados ynnta fundacional (RrronÉs 1992, núms.325,326)- y cuya parricipación en la construcción de infraestructuras viarias locales Caesar Augusta-Porn-calzada pelo (Losrt* L992, nims. L8-2O)- y de la ciudad misma, caso de los edificios que cierran por el norte el foro cesaraugustano