VII congreso de la Internacional comunista - Fascismo democracia y frente popular

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Y FRENTE POPULAR VIS C O N G R E S O D E ¡1 L A IN T E R N A C IO N A L !] O K /ll )N 1S \J k '

JADERNOS DE PASADO Y

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fascism o,\ dem ocracia', V frerrte\ popu\ar\ vü congreso d e \a \ internacional comunista \

traducción de ¡osé aricó, jaled dias sarvi, alfonso garcía ruiz, ¡osé luis mercado trejo y alejandro zenker edición al cuidado de hornero alemán

fascismo, democracia', y frente popular! vii congreso de la\ internacional^ comunista^ \ moscú, 25 d e julio-2Q d e agosto d e 1935j

BIBLIOTECA -y # Jo sé María Aricó / O

cuadernos de

PASADO V PR E S rN ^

siglo veintiuno editores, se

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siglo veintiuno de españa editores, sa

C.rCXzAy « u n f t W ^u

siglo veintiuno argentina editores, sa siglo veintiuno de cofombfa, ltda

AVX IT.71«»*MWO tQGOTA. P.f. COLOMWA

primera edición en español, 1984 © ediciones pasado y presente impreso y distribuido por siglo xxi editores, s. a. av. cerro del agua 248, deJeg. coyoacán, 04310 méxico, d. f. ISBN 968*23-1242-6

título original: VII. kongres.s der kommunistischen intemation derechos reservados conforme a la ley impreso y hecho en méxico printed and made in mexico

INDICE

INTRODUCCIÓN, pOr FRANCO !>E FELICE

7

INFORME SOBRE LA ACTIVIDAD DEL COMITÉ EJECUTIVO »E LA INTCRNACIOMAL COMUNISTA, por W1LHCLM PIKCK

85

LA OFENSIVA DEL FASCISMO Y LAS TAREAS DE L.V INTERNACIO­ NAL COMUNISTA EN LA LUCHA POR LA UNIDAD DE I.A CLASE OBRERA CONTRA EL FASCISMO, por GEORGIDlMÍTftOV

153

ENGELS EN LA LUCHA POR EL MARXISMO REVOLUCIONARIO, por p. MANUILSKI

221

EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN LOS PAÍSES COLONIALES V SEMICOLONIALES Y LA TÁCTICA DE LOS PARTIDOS COMUNIS­ TAS, p o r VAN M IN

247

LA LUCHA CONTRA EL FASCISMO Y LA GUERRA, por ERCOLI [ PALMIRO TOGLIATTr]

292

EL TRIUNFO DEL SOCIALISMO EN LA URSS Y SU SIGNIFICACIÓN HISTÓRICA MUNDIAL, p o r D. S. MANUILSKI

358

INTERVENCIONES DE DBLEGADOS LATINOAMERICANOS

402

Marques (Brasil), 402; Marenco [Miguel Angel Velasco] (México), 406; Marín (Cuba), 408; René (Colombia), 411; Bueno (Cuba), 415; Lacerda (Brasil), 419; Torres (Argen­ tina), 423; Sen-ano [Hernán Laborde] (México), 428; Borkes (Chile), 439; Mora (Argentina), 441; Rivas [Ricardo Martí­ nez} (Venezuela), 445; Horacio (Uruguay), 446 RESOLUCIONES V ACUERDOS

457

La actuación del Comité Ejecutivo de la Internacional Co­ munista, 457; La ofensiva del fascismo y las tareas de la Internacional Comunista en la lucha por la unidad de la cla­ se obrera contra el fascismo, 461; Las tareas de la Inter­ nacional Comunista en relación con la preparación por los imperialistas de una nueva guerra mundial, 478; El triunfo del socialismo en la URSS y su significación histórica mun­ dial, 486; Acuerdo sobre la admisión de nuevos partidos en la Internacional Comunista, 494; Acuerdo sobre las mo­ dificaciones de los estatutos de la Internacional Comunis­ ta, 495

[5 ]

í NTK0DUCCION

p*anto »h PEUcr

, A N££JSS3PAi> DE l?K VIRAJE

u conciencia de J a n ecesid a d de que e , Vrr . lW viraje p rofu n d o en la t ó e a Segu¿da w ° ng^ s° m arcase p£)r ja re esta muy p r e sen te en Di £í t r « ^ e l momenZ él s o m e tid a a la c o m is ió n e n c a rgacia d e 4 a breve * o ta pQr

greSO, se formulan tma serie de c u e s t k ^ f S * ^ ? * 1 deI tres tem as q u e d efin ían la orientación de. i

^es sobre los

cracia, al fren te único. Ja dirección de t '? IC;. Ia n « todas convergentes en la necesidad ¡f„ „ f

cuestio.

re sp e c to a la Janea segu id a p reced ea tem en ^ i Vira-Íe Profundo

E ra u n a posición m u y cía ra, qu e ib a m

de ¡as tesis ap robadas e n diciem b re de ¿ m ° más al}* «o sóio que p o r lo d em ás hab ía co n v o ca d o ei X l í I P!^no, Sr6SO‘ también i Hajek (Storia deirinternozioiude cnr»r~>‘ * niti, 19é9, p. 2-54) se re£iere a u n a reun ió n de ! a ‘crtrn ^ - ^ ’ ^ ° ma> Ed Riu

brada en julio de 1934, en la que D im itrw p r o n ^ 'S¡oti Preparatoria pJícito, s o s te n id o que 'sobre 2a base de u.n diScürso ra«v últimos anos podemos revisar el juicio ernífú ^ í CÜCías zurridas e¿ It. nuestra línea, y sobre nuestros m é t ^ o ^ t UÍ‘ÍO,sobre ^««íra táctfca por ía «rtantaddn táctica ^guida ^ «ddSS?*^ autor ata significativamente ía posición \ Mas adelante e5 renníóu del presidium del Ejecutivo efe Maauiiskj táctica del frente único: he aquí un rt„ Í L i I en ^ciembre de 39.5. Jos diferentes países, toda U*a nuevo [... ] en a este respecto, compañeros, no podemaí T ^ ^ angmaies diver^i v las tareas que de el Jas se a )a X f f i ' d * gradas elaborad^ desde hace usa a m tid S ^ i ’^ - ^ u ía c io n e s cansa* Manuiíski había desempeñado en ae anos” (0p. cit n papeí de primer orden al sostener ías^Sff í r c c o d c n f como se 'verá un sectarias. Sobre los obstáculos más o S,*rn*ás inírarisigentem¿me A Ja nueva hnea víase Jas observación^ e?phcUo3 9ue eran elevado^ Recuerdos y reflexiones, Madrid, Stefo XXTY ,I2 íf resíUltes de E. Fjsche?

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y^

p p ’ 521

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cataría del VII Congreso de la InternadcSj C o r n il »C S°bre !a COQV°tt pencóla dt guerra e i compiti dei P artitf^L Co‘ttunjsta, e¡i l i fascismo y directivas de la XIII S esga Bruselas, Ed. di Col tura Sücíaíe, Í934 db á* la íc), greso en Ja segunda mitad de 1934. 2Í Enofrol; J Co»\rocar ai VII Coníc de publicar 3a orden deí día antta estrechamente ligado al csiub^ nikmo Je una alianza de combate con el campesinado lab^-^' so y ¡a masa fundamental de la pequeña burguesía urba que constituyen la mayuna de b población incluso er* ?*, países imlusíriaünente más desarrollados".** Las fuerzas cíale* fundamentales a agregar en torno de la clase obrera la pequeña burguesía urbana y campesina trabajadora. A eli*1' es preciso agregar aun las mujeres y los jóvenes en cuan? portadores de una cuestión especifica y aguda a la que e] ; forme dedica una atención particular. La identificación de estos protagonistas del frente popuu junto a la clase obrera no es por cierto casual y de ella cIok van algunas consecuencias relevantes: ante lodo el hecho que el fundamento objetivo que determina aun el modo dji pasaje de la clase al pueblo está dado por ia articulación q j dominio del capital y por sus formas de penetración y subor¡ dinadón de toda la sociedad: todas las figuras sociales ide^ tificadas (campesinos, jóvenes y mujeres) expresan una bordinación al capital en formas y lugares distintos de fundamental del trabajo asalariado. En relación con estas cues> tiones, coherentemente por lo demás con toda la problemática conectada con el frente popular, puede registrarse una oscila ción significativa: identificar elementos estrechamente canee, tados con la definición y caracterización de la organización global del capitalismo (economía y política, sociedad y estado) pero al mismo tiempo filtrar esta apropiación a través de una experiencia históricamente dada corno la fascista. Si esta liga. zón se explica y remite a un juicio preciso de Dimítrov sobre la relación fascismo-capitalismo, en el sentido de que el pr¡, mero constituye la tendencia vencedora en el interior de ]a burguesía, sin embargo, por todas las razones que el mismo Dimítrov dirá en su informe, no es cierto lo contrario (es de. cir, si el fascismo es una forma de dominio capitalista, no toda forma de dominio capitalista es fascismo), por lo cual no es posible operar una generalización de soluciones específicas, las fascistas justamente, sin una simplificación que impide st Ibid., p. 177. Se rechaza por lo tan lo netamente Ja tesis adelantada muchas veces por Poulantzas en su trabajo según la cual el estado fas. cista en el análisis comunista seria resultado y expresión de una frac. > Intcrnwionale comunista", en P ro b te m i d e l so c ia lis m o , 1977?, nOms. !Í-Í2. pp. 797 y ss. Deben tenerse particularm ente presentes las observaciones sobre la construcción del frente único en Rádek, vinculadas en forma estrecha con el análisis de? f a s c is m o ' ibht.. t>. S!2V

50

1 'ttA N C O D R P E | 1

so cuando planteaba como peligro principal la preparactón la guerra contra la Unión Soviética. El fascismo es visto coh e un dato de la situación mundial y como indicio de la inca^ tidad del capitalismo para dirigirse,*0 pero de ningún in0j está en el centro del discurso y tic las conclusiones. Ei arrollo de la teoría del socialfascismo, luego, contribuía a hacJ' aún más difícil la definición no genérica del fenómeno fascist* pero más que nada contribuía a hacer evidente la rafe de retraso analítico: la sustancial indiferencia hacia las fornla? políticas, achatadas en su reducción a una común matriz ^ clase, por lo que el elemento central su convertía en la conti^ posición frontal con la organización social existente y la n,^ vilizatión general para derribarla, Economicismo c ideologj^ se entrelazaban estrechamente: todo el patrimonio analíüCC) que la sección italiana había ido acumulando sobre su prop¡a experiencia y de la que los escritos más famosos de Togliattj son un documento ejemplar*1 seguían siendo marginales. ¿ a insistencia con que Togiiatti en su escrito de 1928 y en su¡¡ intervenciones en el VI Congreso y en el X Pleno sostenía la necesidad de un análisis "diferenciado", de hecho implicaba una crítica^ dura a todo esquematismo analítico y achatamicnto cconomicista, colocaba en el centro de la valoración a Jas relaciones de fuerza entre las clases y significaba una adhesión muy cauta a la tesis del socialfascismo. Si Bujarin se ritiere explícitamente en sus conclusiones a los peligros presen les en la tendencia a empobrecer los fenómenos, a g e n e r a liz a r e l jui­ cio cíe "fascismo" a toda experiencia tohiiituria, sin embarga eso no modifica las orientaciones predominantes. Las tesis del X í Pleno (abril de J93I) son bastante explícitas y reveladoras del modo de referirse al fenómeno: "El desarrollo del fascismo ha sido posible en estos últinios tiempos sólo gracias al apoyo que ía socialdemocracia internacionaí, en todo ei período de Ja posguerra, ha dado a la dicta­ dura de Ja burguesía, bajo cualquier forma. Contraponiendo Ja forma "democrática" de Ja dicíadura de Ja burgues/a al fascismo, adormeciendo la vigilancia de las masas en la lucha contra la creciente reacción política y contra el fascism o, ocultando el carácter conlrarrcvolucíonario de la democracia burguesa —forma de la dictadura de Ja burguesía— Ja social, democracia se convierte en un factor y en un agente activo de Ja fascistización deí estado capitalista, El éxito de la fucha *o VI Congreso, u, p. 22. Sobre el lugar ocupado por el debate sobre el fascismo en la comisión para cf programa c'n el VI Congreso vre la ínterprcladón del fascismo tintín por Toglinrti véanso las observaciones de Raghmlcti en la introducción a los ¿los volúmenes de Jas obras.

¡928, ahora tn P Togiiatti, Opere, rol.

INTRODUCCIÓN

51

contra el fascism o exige tic los partidos comunistas la movílizacíón de (as m asas a través dei JYciitc único en la base con* tra todas las form as tic la dictadura burguesa, contra todas sus medidas reaccionarias que abren el caí ni no a la dictadura fascista." "" Tampoco se introducen elementos de novedad en el XIII Ple­ no casi un año después de la derrota alemana: se adopta la d e fin ic ió n esíaliniaua dei f ascismo pero ios antagonismos que el desarrollo del laicism o provoca son considerados como un fenómeno interno a Ja dominación burguesa: "El fascismo, nacido en el seno de la democracia burguesa, es a los ojos de los capitalistas una tabla de .salvación contra el desmorona­ miento del capitalism o. No es más que para engañar y desar­ mar a los obreros que la socialdemocracia niega la fascistizacidn de la dem ocracia burguesa y contrapone en línea d e principio Jos países de la democracia a los países de ]a dicta­ dura fascista." ■* Respecto a estos elem entos que caracterizan la posición de la je antes del VII Congreso, la centralidad asignada a la va­ lo ració n del fascism o significa su asunción como fenómeno global y específico con qué medirse. Ya este solo hecho cons­ tituye un dato im portante de novedad en cuanto introduce una articulación no secundaria en la dialéctica dictadura burguesadictadura proletaria y acrecienta la adquisición sobre bases de masas de la com plejidad de la lucha de clases. Ofrecer una reconstrucción analítica de la elaboración comu­ nista sobre el fenóm eno fascista y de las interpretaciones ade­ lantadas no sólo no corresponde al presente trabajo sino que constituye una empresa nada fácil. La literatura sobre eJ ar* gumento es niuy escasa; ** el m ism o importante trabajo de Hajek presenta justam ente en este tema su aspecto más débil: el análisis de la elaboración de la íc sobre el frente único en /os diversos m om entos no ligada estrechamente a los referen­ tes objetivos de la realidad mundial tiende siempre a resolver­ se en una reconstrucción interna, a considerar el planteamien­ to originario com o un m odelo, a ofrecer casi una interpretación cíclica de las opciones realizadas en este terreno por la íc.

Los escritos de Togliatti suministran indicaciones más útiles y ricas, tanto el muchas veces recordado de 1928. como las jta XI sessúme ptenaria del CE deiia Jn!er):a-iona!e

cí:.

p. 12. S im ila re s la orientación expresada en ta K~>¡s del X II Pleno >$ c u a tr o p r im e r o s c o n g reso s t cit., p, Í87). C f. H a je k , op. c i t , p , 52.

.\u a un ano habría de ser un elemento de diferenciación tíc hmder y las formas específicas que asume de hecho en el wisis y en las propuestas de Dimítrov planteaba el problema f, ¡a relación con los soviets como único modelo posible de reanimación política y estatal de clase. Se comprende mejor n este punto cuánto y cómo pesa el nivel analítico alcanzado mejor dicho el peso negativo de su debilidad— al contrihüir a definir ia amplitud y los contenidos de la iniciativa po­ lítica y de los movimientos de masas a través de los cuales se opera su agregación alrededor de una hipótesis diferente de reorganización de la sociedad, o sea a través de los cuales se opera concretamente la transición. Se comprende también me­ jor ja relación que existe entre la concepción de la revolución resultante de estas indicaciones de Dimítrov y el tipo de aná­ lisis por él realizado: el carácter transitorio de los objetivos indicaos y su tarea prioritaria de liberar a las masas de jas ilusiones democráticas e incrustaciones pequeñoburguesas preparándolas para la insurrección armada, no abre por cierto espacios al problema totalmente político del proceso de uni: ficación de las masas y por lo tanto de la superación de las • formas concretas de sujeción al capital a que están some. tidas. En términos más generales, puede decirse que el nudo fun­ damental que Dimítrov plantea de hecho, pero al que no da respuesta, es el de la relación entre la cuestión del gobierno yla del estado: es esta relación, en efecto, quien define la tran­ sición, su amplitud, los caracteres que asume, el objetivo a alcanzar pero también las fuerzas que pone en movimiento, los términos nuevos más agudos pero también más elevados en que se replantea la lucha de clases. El antifascismo como ele­ mento calificante del reagrupamiento popular a construir y la definición del fascismo como forma estatal de tipo nuevo constituyen los elementos esenciales, en el informe, para plan­ tear el problema, pero para alcanzar una definición y carac­ terización más precisa es determinante volver una vez más al juicio sobre el fascismo y sobre todo a aquél sobre la democra­ cia: es aquí donde efectivamente está el eslabón central de la relación gobierno-estado. En la definición de la transición y consiguientemente del pa-

SO

Franco de tr. }:ik* peí del gobierno no opera com o elem ento caracterizante üo que sin embargo es el dato nuevo de la situación y ca^ el cual Dimítrov llama a la movilización; es decir, el fasc^1 ^ i . -------------------------------. Clsjjj^ Es la asunción de este referente lo que, como se ha visto p del frente único algo diferente del pasado, y es él quien problema del gobierno una fisonomía distinta que iaa ^ 1922-1924.

Dimítrov establece una relación explicando el cambio h nombre, de gobierno obrero y campesino a gobierno de fren? único, con la exigencia de impedir confusiones con los gobie nos socialdemócratas “que se atribuyen habitualmente el non! bre de 'gobierno obrero'. Mientras que el gobierno socialdem¿ crata representa un arma de la colaboración de clases con burguesía en interés de la conservación del régimen capital;^ ta, el gobierno de frente único es un organismo de colabora, ción de la vanguardia revolucionaria del proletariado con l0s demás partidos antifascistas en interés de todo el pueblo tra. bajador; es un gobierno de lucha contra el fascismo y la reac. ción. Es evidente que se trata de dos cosas fundamentalmente distintas Se trata sin embargo de un planteamiento qüe desplaza el problema: el problema en efecto no es el de ]a relación con un gobierno socialdemócrata sino el otro, mucho más grueso, de la relación con las consignas lanzadas por la ic en el IV y V Congreso en una situación completamente dife. rente. Asumir como elemento discriminante la lucha contra el fascismo y la reacción significa asumir una orientación Cf. en este volumen, pp. 203-204. Tesis de la X/ l í Sesión plenaria, cit., p. 7. Kuusincn además en su informe en el XÍJJ Pleno había sitio aún más brutalm ente negativo: *7 a

miento de cualquier tipo de dictadura de Ia burguesía” (Nuestra tm lnhn principal es la palabra d el ptxtcr d e h s soviets, loe. cit., p. p rí bien las tesis del X fl Pleno, ap. cit.; Hajek, op. cit., pp. 192 y • ¿ pi!1** lamzas, op. cit., pp. 58 y ss. ’’ 1°u'

r ^

’CCIÓN

81

I?1 •fercnciación de Dimítrov de este planteamiento es exI> v reafimiada dos veces.143 Esto no impide, sin embargo, lícita y, conjUnto del informe este tema tenga un peso mari r n puedan registrarse vacilaciones significativas. Efectiva¿1$ y ^orando el fascismo en el marco del proceso revolu^ piniítrov subraya su papel al liberar a las masas de cesiones democráticas y del respeto por la autoridad de las líis apropiándose así de una orientación presente en las deiey^ciones de los plenos precedentes- Resulta evidentemente jjiático establecer un vínculo entre este juicio y el objejaramente indicado de defender la democracia; es un lív° ¡0 ulterior del carácter de transición que tiene el VII Coníien¿ pesando sobre él la realidad de una tradición, experienorientaciones políticas e ideales consolidados y activos Voco ^ emP° a t r ^ s y *a urgencia de una reconsideración ^nerai a la altura de los fenómenos originales registrados, f ¿logo era, como se recordará, el juicio dado por Pieck al nsiderar falsa y aberrante la posición comunista que consi­ deraba que no existían diferencias entre fascismo y democracia burguesa.

gl límite de conjunto de las posiciones expresadas por Di­ y por Pieck en sus respectivos informes estaba en no io2rar dar una motivación general del significado nuevo que /d e m o c ra c ia venía a asumir en el marco del desarrollo del fascismo como opción fundamental de la burguesía capitalista. es decir, una motivación que lograse dar a la asunción por parte de los comunistas de la defensa de la democracia bur­ guesa un planteamiento positivo y autónomo, un espesor polí­ tico e ideal más general que la opción del mal menor; una motivación que no fuese simplemente defensiva o instrumental yque registrase aun en la asunción de la defensa de la democracia una neta diferenciación de la socialdemocracia. La irresolubilidad en esta cuestión central está confirmada por e! artículo del c e varias veces recordado: mítrov

us Replicando a una eventual objeción, de parte socialdemócrata, a ¡a propuesta del frente único Dimítrov responde: “Somos partidarios de la democracia soviética, de la democracia de los trabajadores, de la demo­ cracia más consecuente del mundo. Pero defenderemos palmo a palmo en [os países capitalistas las libertades democráticas burguesas, contra jas que atentan el fascismo y la reacción burguesa, porque esto está ins­ pirado en los intereses de ia lucha de clases del proletariado" (cf. en [íte volumen, p. 172). Conceptos estos que serán reafirmados más ade­ lante enumerando las tareas que están frente a la clase obrera francesa, sobre todo cuando se destaca la importancia y la urgencia de un trabajo antifascista en el ejército para impedir que éste sea utilizado por un gol­ pe de estado "anticonstitucional'’. i« "Liquidando los restos de la democracia burguesa, erigiendo la violencia francamente confesada en un sistema del fascismo, ésto des­ truye las ilusiones democráticas y ia autoridad de la legalidad a los ojos de las masas trabajadoras*’ (ibid.. p. 167),

«¿

FRANCO DE ^

“Concluyendo con nosotros un acuerdo de frente únic ^ miras a la lucha contra el fascismo, los socialistas apum Cüíl restablecer o a consolidar el régimen de la democracia k1* guesa, régimen que no es otra cosa que una de las Forma la dictadura burguesa. En cuanto a nosotros, firmando ta ll^ to, si bien estamos listos para combatir con la mayor ener por la defensa, el restablecimiento de las más mínimas l j ^ tades obreras, por la defensa de las más mínimas reivin^i^' ciones económicas de los obreros, nuestro objetivo final es &¡ aniquilar cualquier forma de dominación burguesa e instau^ la dictadura del proletariado/'146 r Ün desarrollo sustancial en el planteamiento del problern será realizado por Dimítrov en 3a conclusión del debate sobr? su informe; contra la resistencia y vacilaciones que afloraron reafirmará con fuerza la crítica a la indiferencia hacia las f0rt mas políticas de dominación de clase y ofrecerá motivación^ de carácter histórico yi aun más importante, de carácter teórj. co a la relación positiva con la democracia burguesa. Ante todo niega que la situación en Alemania en 1932 fue^ igual a la del periodo de estabilización capitalista: "El error de los comunistas, en una serie de países y en pa*. ticular en Alemania, estribaba en que no tenían en cuenta los cambios que se operaban, sino que continuaban repitiendo con. signas y se aferraban a posiciones tácticas que habían sid0 justas unos años antes, sobre todo en los momentos en que la lucha por la dictadura proletaria cobraba un carácter de ac­ tualidad y en que, bajo la bandera de la República de Weimar, se agrupaba, como ocurrió en 1918-1920, toda la contrarrevolución alemana."146 Es una aclaración importante que introduce un elemento de diferenciación entre el gobierno obrero y campesino de 1923 y el del frente único antifascista contra Hitler más sustancial que el dado en el informe; sin embargo, esta especificación histórica, que remite sustancialmente la diversidad de orienta­ ción a razones tácticas aunque no en una acepción vulgar, no logra vincularse con otra motivación de carácter general que Dimítrov da luego después citando a Lenin: "Sería radicalmente errado pensar que la lucha por la de­ mocracia puede disuadir al proletariado de la revolución socia­ lista proletaria, o bien hacerla olvidar, oscurecerla, etc. Por el contrario como el socialismo no puede ser victorioso sin ejer­ cer una plena democracia, así el proletariado no puede prepa­ rarse para la victoria sobre la burguesía sin conducir de todos los modos una lucha consecuente y revolucionaria por la demo­ cracia," un "Compiti e tattica”, cit., p. 48. 340 Protokolt des VII..., cit., p. 733. n? Jbid., p. 734.

lSrRODUCCIÓN



importancia d e esta remisión leniniana está en el hccho de ella resulta una caracterización d e la revolución ociafísta en términos distintos de los presentes en el informe \e D im ítrov, permite superar los obstáculos a que conducía la -strecha relación establecida entre fascismo y capitalismo ofre­ ciendo las coordenadas teóricas generales para la elaboración de una estrategia ofensiva anticapitalista en situaciones no directamente condicionadas por la presencia fascista. Aun cuan­ do el desarrollo positivo de este nexo será fruto de la elaboración sucesiva del movimiento comunista internacional, no obstante es indudable, y esto no es por cierto secundario en la I evaluación de la importancia del VII Congreso, que los elemen¡ tos esenciales histórica y materialmente fundados para la rei cLiperación de esa indicación marxista-leninista fundamental están presentes en el informe de Dimítrov. Ante todo, precisamente el dato histórico nuevo planteado con fuerza por Dimítrov —el papel determinante de las ma­ sas capaz de condicionar la iniciativa del adversario y de transformar sus formas de dominación— y por tanto la creciente socialización de la producción a imponer con fuerza creciente y como condición necesaria de un proceso de trastocamiento social es la expansión de la democracia como terreno avanzado ¿e lucha, en cuanto que allí se opera la organización de la contradicción general que justamente ese dato histórico ha introducido. La escasa operatividad de este elemento presente ¿n Dimítrov se debe a no haber desarrollado hasta el fondo eI problema de la revolución como un proceso cada vez más amplio de luchas sociales y políticas, al no haber explicitado jas implicaciones generales presentes en el juicio estaJiniano ^cordado por Dimítrov sobre el fascismo como expresión de la debilidad de la burguesía constreñida a abandonar formas ¿e dominio políticas e institucionales tradicionales. El otro elemento importante del informe capaz de abrir el camino a un planteamiento diferente de la relación presenteporvenir, democracia-socialismo, es el tema central de la fun­ ción nacional de la clase obrera y de la relación entre inter­ nacionalismo y original elaboración nacional: "Camaradas, el internacionalismo proletario debe, pudiéra­ mos decirlo así, aclimatarse en cada país para penetrar pro­ fundamente su raíz en la tierra natal. Las ‘formas nacionales' de la lucha proletaria de clases y del movimiento obrero en los diferentes países no contradicen el internacionalismo pro­ letario; al contrario, es justamente a través de estas formas como pueden defenderse también con éxito los intereses inter­ nacionales del proletariado/*148 El proceso de la revolución mundial no es ni unívoco ni li¡a

j > que

n« Ibid-, P- 209.

1 84

FRANCO DE FeIj

neal pero impone y pasa necesariamente a través de las ' tres sectores de !ucha: ' i ] Maduración del nuevo impulso del movimiento revolu • nario. 2] El movimiento xevolucionario durante los años agudos de la crisis. „?] Orientación de los obreros soc¡ai¡V^s hacia el frente único con los comunistas.

I. MADURACIÓN DEL NUEVO IMPULSO DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

Inmediatamente después del VI Congreso de la íc. los aconte cimientos confirmaron la justicia de nuestro análisis de las per¡j' pectivas del movimiento revolucionario. Tuvimos razón al de! cir que el desarrollo de la revolución en China, la insurrección de Indonesia, las potentes manifestaciones celebradas en Euro, pa y América contra la ejecución de Sacco y Vanzetti, la huelga general en Inglaterra (1926), los acontecimientos de julio de 1917, en Viena, y el aumento observado del movimiento huej. guista en la mayoría de los países capitalistas desde 1927 eran índices de un nuevo despertar revolucionario que se iniciaba. Predijimos el crecimiento posterior de este impulso, al quc ninguna muralla china separaba de la crisis revolucionaria. El congreso señaló como tarea a las secciones de la íc organj. zar y dirigir la lucha ascendente de los trabajadores contra la ciase explotadora. Las luchas económicas y políticas del proletariado Varios meses después del VI Congreso veíase avanzar en todos los países de Europa una ola de huelgas económicas tal como no se había visto desde hacía mucho tiempo. En Lodz daba comienzo una de las huelgas textiles más grandes cn la historia del movimiento obrero polaco, la cual se transformó en huelga general del proletariado de Lodz. En el Rur, 200 000 obreros lucharon durante cinco semanas por obtener un aumento de salarios. En el norte de Francia, el ramo textil declaró la huel­ ga. En las elecciones parlamentarias celebradas en Alemania, Polonia y Francia, aumentaba considerablemente el número de votos otorgados a los partidos de orientación comunista, lo que señalaba el carácter político progresivo de la animación iniciada. No se limitaba esta efervescencia revolucionaria a los países europeos. Se manifestaba también en la revolución antimperia-

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aria en China, en el movimiento nacional revolucioüstí y ei movimiento obrero de la India. W'° (miento demostraba que las amplias masas trabaja¿I m Duestas ya de las derrotas sufridas de 1921 a 1923, no (IDi*5' í? intención de aceptar una agudización nueva de su si[i#? Dr0vocada por la racionalización y la crisis general ^ ‘Sialismo. i sil?» producción capitalista experimentó un considerable oto, la situación de la clase obrera empeoró sensiblesU,llte Úna parte de los obreros ocupados percibían salarios cievados que durante los primeros años de la posguerra; '"oen compensación a esto, la explotación dimanada de ia J*r.o’nalización se intensificaba en grado inaudito, siendo elimi&CL ¡a dase obrera, en gran parte, del proceso de producción. 1,a, oS socialistas hablaban de "prosperidad"; pero el paro auentaba- Hablaban de "democracia económica", y la explota­ do desenfrenada en las fábricas resultaba intolerable. Los ¿ialdemócratas construían frases respecto al "capitalismo ^ganizado", que resuelve sus contradicciones internas; sin flibarg0' 'os antagonismos de clase agravábanse de día en día J provocaban la acentuación de la lucha de clases. • ^ socialdemocracia, en todos los países del mundo, poníase pálmente a' servlc*o del progreso de la economía capitalista. Su perspectiva de la evolución de la economía capitalista al socialismo la deducía del crecimiento y de los éxitos del capi­ ta lism o durante este período. De aquí su teoría de la posibilijad de una “eterna prosperidad", de una "evolución sin crisis", t r i b u i d o a provocar huelgas y a liberar el trabajo sindical jucionario de las cadenas del aparato sindical reformista. fe,V ,0 al ejecutar la consigna se desdeña la tarea esencial y ^ioiordial de la minoría revolucionaria: asegurar la adhesión r ja m ayoría de los obreros de la fábrica a la declaración de aa y a la formación de un comité de huelga independiente, legido Por los obreros huelguistas. Aunque los comunistas tuvieran razón al rebelarse contra la ctitud aristocrática tradicional de los reformistas respecto a ?s no organizados y al decidirse en pro de su incorporación las huelgas y de su participación en los comités de huelga, puchos de ellos, sobre todo en Alemania, han llegado a des­ am ar no sólo la importancia de los obreros organizados y i3 influencia que los sindicatos reformistas ejercen en ellos, «¡no también de los no organizados. pe esta manera acertada, la Internacional Sindical Roja for­ muló la tarea de frustrar la pretensión de la burocracia sindical reformista de decidir soberanamente l a s luchas económicas, pretensión que empleaba con el solo fin de impedirlas. Pero ja decisión de la Conferencia de Estrasburgo, celebrada a principios de 1929, sobrepasaba este objetivo, proclamando “que ios comités de huelga y los comités de acción tienen -orno tarea preparar y dirigir de una manera independiente ¡alucha huelguista, a pesar y contra la voluntad de los sindíca­ los reform istasLo mismo respecto a la consigna dada de que “las elecciones para comités de lucha en los lok-outs, así como para Jos comités de huelga y otros organismos de lucha, ha­ brán de ser apartadas como rompehuelgas cuantas personas ^tuvieran ligadas a la socialdemocracia y a la burocracia sin­ dical". Las experiencias de la lucha han demostrado que los jefes de ¡os sindicatos reformistas, presionados por el estado de e sp ír itu de las masas, cada vez más propicio a las huelgas, no s ie m p r e se opusieron a ellas, y, en consecuencia, la táctica del frente único era posible y necesaria. Los oportunistas de nues­ tro campo sostenían la opinión de que sería conveniente, en lo tocante a las hueleas, colocar a los "bonzos” sindicales reformistas bajo la presión de la masa de los miembros: pero

que en aquellos casos de negativa de los jefes • ^ declarar Ja huelga, era preciso someterse a sus dec’S'ndiCale ' concepción oportunista debía, naturalmente, serIS,°n(:s-£ * Pero a su vez constituía una falta suponer qUeCortlbat¡^ hecho de ejercer una presión sobre Ja burocracia s'^ silC formista, con ayuda de la masa, de los miembros e*ndical nismo, sentido que en Alemania primero y después^ Opon!' países se ha atribuido a nuestro punto de vista con/ 0 ° S de la consigna brandieríana "imponed vuestra volunM ^ij bonzos”. La minoría revolucionaria concentraba su aten ” 5 la dirección independiente de las huelgas; pero perdía d°ne|i ta la tarea de participar en los movimientos huelguista, > i gidos por los jefes sindicales reformistas, como un traba ^ contribuiría a que conquistáramos una gran influenciaJ° ^ ! la mayoría de los obreros. S°K | A pesar de estas faltas sectarias, la influencia de los c0 i nistas en las masas obreras organizadas se extendió rán5 'g‘ mente. Por ello, los jefes sindicales reformistas en Alemán Inglaterra, Estados Unidos y en otros países comenzaron'3, excluir a los comunistas de los sindicatos. 5 Para combatir tales medidas, el partido comunista alejn¿ adopta una táctica de combate absolutamente justa, recome^ dando a sus adheridos que firmaran los compromisos pra puestos por los jefes sindicales reformistas respecto a la surrji. sión a la disciplina sindical, con objeto de conservar de esta manera la posibilidad de permanecer en los sindicatos. La indignación creciente de los obreros revolucionarios contra las exclusiones y la política reformista escisionista impulsa a los militantes comunistas, en ocasiones, a formular la con. signa sediciosamente radical, pero absolutamente sectaria, (je la cesación de cotizaciones. Los jefes sindicales reformistas se aprovecharon de esto rápidamente, como es natural, para pro. ceder más vigorosamente aún a la exclusión de la oposición. Análoga política escisionista fue realizada por los reformistas en las organizaciones deportivas y culturales. Semejante política de los reformistas exigía una consolida­ ción orgánica de la oposición sindical revolucionaria, sobre todo en Alemania y Polonia. En efecto, en 1928-1929 se obtu­ vieron algunos éxitos. Pero al mismo tiempo se cometió una falta sectaria transformando la o s r en nuevos sindicatos, ais­ lando de esta manera a la masa principal de los sindicatos reformistas. Otra falta cometida por nuestras secciones de otros países fue la de interpretar esta consigna del partido ale­ mán de una manera mecánica, sin tener en cuenta la situación concreta, diferente en absoluto de su país. El ejemplo más característico de sectarismo en el movimien­ to sindical lo ha ofrecido Inglaterra, donde ante la violencia de los ataques de los miembros de la derecha del Consejo Ge-

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ya

i , las vacilaciones de los jefes sindicales de izquierda, •ral y *stas emplearon una táctica tan desacertada y secms cünH'm ei movimiento minoritario fue víctima de una a¡ía, reaj. Los comunistas, que se orientaban hacia la {iisS,’¿.saCj(jn independiente de las luchas económicas, como ^ |OS err0res de derecha cometidos anterioria cimentación orgánica insuficiente del movimieny - tarj0, se dedicaron a trasladar el centro de gravedad to ^ '^ ¡vid ad en los grupos sindicales a los individuos, y de & SU’ dicatos, a los no organizados, oponiendo sus fuerzas los sl" ¡cantes al conjunto del movimiento sindical. Y estas faljiis>§n' j-avaron aún más cuando los comunistas, consideran135 S? m o v im ie n to minoritario como embriones de nuevos ^ Zatos, cesaron de reclutar obreros para los sindicatos, 5 - ín d o les a adherirse al movimiento minoritario. ''’rf be tenerse en cuenta que estas faltas fueron cometidas iu e stro s camaradas en un país donde los sindicatos refor' cuentan con las más antiguas tradiciones. La consecuenn'l5de esto no podía ser otra que un aislamiento de los comue¡® ¿el movimiento sindical en general, y, como resultado, i>lS d isg reg ació n del movimiento minoritario. Sólo merced a linagran esfuerzo nuestros camaradas ingleses, dándose cuenta U° sus errores y procediendo a una modificación de su tác^ co n sig u en reconquistar su influencia en el movimiento sindicalFue precisamente a causa de desestimar la fuerza de las tra-oncs que ligan a las masas con las viejas organizaciones ‘ dicales, por haber trasladado el centro de gravedad de nues­ tra activ id ad al fortalecimiento d e los sindicatos rojos y des­ colló de la oposición sindical revolucionaria por lo que los comunistas, durante algunos años, desdeñaron el trabajo en los sindicatos reformistas, a pesar de que e s te trabajo era perfectamente posible. Lo cual debía necesariamente tener reper­ cusiones lamentables en la propagación de nuestra influencia ¿ntre las masas sindicalmente organizadas. A pesar de todo, persiste el hecho de que en el período pre­ cedente a la crisis, cuando las huelgas económicas constituían la forma del desenvolvimiento de la lucha de clases, fueron | j0s comunistas los principales promotores y jefes de las lu! chas huelguistas en muchos países. Los partidos comunistas 1 jurante este tiempo se reafirmaron políticamente, y al mismo ¡iempo su influencia ideológica sobre las masas se amplió considerablemente. Pero aún no se habían convertido en una fuerza capaz de utilizar en su total amplitud en beneficio de la lucha del proletariado la nueva situación creada con el comien­ zo de la crisis económica mundial. Así es como llegamos al segundo sector de la lucha durante el período que analizamos, que comprende el movimiento re1

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volucionario durante los años de mayor agudización d ^ crisis. e

II. EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO EN LOS AÑOS MÁS AGUDOS DE LA CRISIS

En otoño de 1929 comienza en los Estados Unidos la crisi$ • dustrial, que se combina con la crisis agraria en los paJt|‘ ! agrícolas y con la crisis en las colonias, y que se extiende cCs rapidez sorprendente a todo el mundo capitalista. 0,1 Esta crisis arroja a las masas trabajadoras a una miserinaudita. Millones y millones de obreros y empleados son (j.'9 pedidos de las fábricas, minas y oficinas. Las estadísticas tl«i Boletín de la Oficina Internacional del Trabajo expresan qü* el número de los parados, sólo en 34 países industriales h» pasado de 6538 000, en 1929, a 29 042 000 en 1932. En los Está dos Unidos, según las estadísticas oficiales, hubo en 1932 12 m¡! ¡ llones de parados, y 17 millones según las estadísticas de] Instituto Hamilton. En Alemania, de acuerdo con las estadía ticas oficiales, la cifra de parados asciende, en 1932, a siete millones. Los salarios de los obreros ocupados han disminuido en todos los países. Millones de obreros están obligados a un par0 parcial, y sus salarios disminuyeron proporcionalmente. Los obreros calificados ven descender su nivel de vida al de los obreros no calificados, y los obreros ocupados al de los parados. En Alemania, según la Oficina Gubernamental de Estadísti. ca, la suma global de los salarios de obreros, empleados y funcionarios ha descendido de 44 500 millones de marcos, en 1926, a 26 000 millones en 1932. En los Estados Unidos, de 17 200 millones de dólares, cn 1929, a 6 300 millones en 1932. No hay obrero ni empleado de ningún país capitalista que tenga seguridad en el día de mañana. Millones de trabajadores padecen hambre y frío; se han transformado en mendigos y desamparados, que pasan las noches en los bancos de los par­ ques, en las plazas o debajo de los puentes. La clase obrera, creadora de todas las riquezas de la sociedad moderna, yace en una miseria inaudita, desconocida hasta ahora. Sin embargo, la miseria y el desamparo de los campesinos trabajadores no son menores que los de la clase obrera. Para agotar a las amplias masas campesinas, cl capital monopolizador, los trust y bancos comprimen los precios de los produc­ tos agrícolas entregados por los campesinos, aunque mante­ niendo los precios de las mercancías industriales. Los bancos cobran implacablemente los intereses de sus préstamos y de

«OBRE IA ACTIVIDAD DEL CE DE LA IC s,pORJ|lfc 1 - titos

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hipotecarios. El peso de los impuestos es más ms“s C1thle cada día, porque el estado subvenciona a los bantrust en quiebra. > c0¡ í ‘ política de agotamiento del campesino acelera la decade la economía agraria, arruina totalmente a decenas dallares de explotaciones agrícolas y condena a otros millo"de ellas a vegetar lamentablemente. En determinados paííeS reintroducen y consolidan los elementos del feudalismo. ** capas más pobres del campesinado son víctimas del usu­ ro E1 alguacil se ha convertido en "huésped” permanente ' la casa de los campesinos. Regiones agrícolas enteras de liorna, del nordeste del Japón y de la Ucrania cárpata son rtsas del hambre. Una parte considerable de colonos ameri­ cios están en la miseriaC R esulta aún más atroz la situación si se piensa que en todos loSPalses 'os coraercios y almacenes rebosan de granos, que las locom otoras son alimentadas con trigo, que se arrojan al mar a‘ Agregábase a esto la maduración de una nueva guerra imperialista, simultánea con el progreso de la potencia políjicíTe c o n ó m i c a y militar de la Unión Soviética. m close obrera busca una solución en la revolución w internacional Comunista ha demostrado a todos los tra­ bajadores cómo en la Unión Soviética la dictadura del prole* tariado hizo desaparecer el paro en las ciudades y el pauperis­ mo en el campo; cómo la situación de las masas trabajadoras mejora día a día; que el socialismo ha triunfado. La Unión Soviética ha enseñado a las masas trabajadoras el ¿^ico camino para salir de la miseria, del desamparo y de los sufrimientos inauditos. Es la senda liberadora para escapar jj fascismo y la guerra. permitir una mejor comprensión por parte de las masas trabajadoras del mundo entero del formidable ejemplo dado por la Unión Soviética, inculcarles profundamente la gran lec­ ción de este ejemplo, impregnarlas de esta verdad hasta la médula: ésta fue la tarea que la Internacional Comunista segaló a sus secciones. Significaba este ejemplo que los trabajadores debían romper con cuantas teorías de charlatanería burguesa y socialdemócrata pretendieran hacerles creer que, puesto que las crisis son inherentes al capitalismo, la clase obrera debe soportar humilde­ mente todo su peso; que, al ser las guerras inherentes al capita­ lismo, es imposible impedirlas; que, ya que el desarrollo del capitalismo podrido conduce al fascismo, éste resulta inevitable. La tarea táctica inmediata durante la crisis consistía en or­ ganizar la lucha a fin de impedir que su peso recayera sobre

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las espaldas de las masas hambrientas. El punto estrié esencial de esta lucha residía en Alemania. é8ic0 Ahora bien, la clase obrera se comprometía en esta i hallándose interiormente dividida. La socialdemocracia el ^ tido obrero más antiguo e importante, se hallaba en toe)Par' país corroída por la roña reformista, y en las condicione e| la crisis estaba colocada en el terreno de la colaboración deS se con la burguesía. Solamente el partido comunista, relat^' mente joven, cuya influencia en muchos países era insuf¡c-Va' te, se colocaba en el terreno de la lucha de clases intransige^0' Colaboración de clase con la burguesía o lucha de clases Era el problema que rompía las filas del proletariado y . litaba sus fuerzas. u Los comunistas marchaban a la cabeza en numerosas acc¡0 nes pequeñas y grandes de los obreros y campesinos, invité,i doles a la lucha. La socialdemocracia, al contrario, declaraba que ia lucha contra los despidos y la reducción de salarios en tiempo de crisis carecía de sentido. Luchas de los parados Los comunistas consiguieron, pese a la socialdemocracia, elevar en un cierto número de países a un nivel más elevado el movimiento de los parados, la parte más desheredada de ]as masas trabajadoras. En los países donde los obreros están ase­ gurados contra el paro por el estado: en Alemania, Inglaterra, Polonia, Checoslovaquia, Austria, los comunistas se colocaban a la cabeza en la lucha contra el aumento del sistema de se­ guros, contra la reducción de la tarifa de socorros y la dismi­ nución del tiempo que debían percibirlo, y contra la sustitución del socorro al paro por el socorro a la crisis. En los Estados Unidos, donde no existe ningún sistema gubernamen­ tal de seguro contra el paro, los comunistas emprendieron una campaña por su creación; elaboraron un proyecto de seguro de paro, apoyándolo con manifestaciones, mítines y congresos, consiguiendo conquistar el apoyo de los sindicatos y de los intelectuales avanzados. En todos los países los comunistas estuvieron a la cabeza en la lucha contra los desahucios de los parados que no podían pagar el alquiler, por el socorro suplementario de los munici­ pios, en dinero o especie: patatas, carbón, etcétera. Esta lucha ha sido extraordinariamente difícil. Sólo merced a la creación de una red de organizaciones de parados y rea­ lizando grandes manifestaciones, en las que abundaron los

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, ^ lC S con la policía, se logra arrancar al estado [ e¡ viole»1 órganos concesiones favorables a los parados. Y 3 tsU[eS acciones fue posible en numerosos países alipff^cias 3 ¡ón de una parte de los parados y oponer resistenD.hs»tu, -igravación de la legislación social, sin conseguir, clio impedirla. ¿é lo encarnizado de tales luchas, llevadas a cabo más avanzada de los parados, no se logró intení 18 más, convirtiéndolas en lucha de las amplias masas I^c¿rl3s ^ s; 's¡ incluso el movimiento de los parados se deffütpj 19 3 2 en la mayoría de los países, la causa reside, a [¡litó 611estro, en los siguientes hechos: míc¡°' , sabotaje criminal y la lucha directa de los jefes de la iieniocracia contra las reivindicaciones y el movimiento p a ra d o s impidieron obtener una mejora sensible en la íí ioS.xn de las amplias masas de parados, lo que originó en­ sillos la decepción y la pasividad. (T'-’.Í'tji socialdemocracia impidió que el movimiento de los dos fuera apoyado por movimientos de huelga de los obrePara ue trabajaban, los cuales permanecieron pasivos ante la ,ria> la angustia y el hambre que padecían los parados. Nosotros no conseguimos incorporar a la lucha activa más e una Parte Poco considerable, del 10 al 20°/o, de los paraf i mienlras clue 1T>ayor parte permanecía pasiva. fío se pusieron a prueba todas las formas y métodos de ucha susceptibles de agitar más a la opinión pública y que hiib¡ei‘an conquistado la simpatía de todo el pueblo para la iucha de los parados. No era posible triunfar exclusivamente por medio de manifestaciones políticas, que no tenían muchas ^ces un objetivo concreto. Todos recordamos la gran impre­ sión producida en todo el mundo por las marchas de hambre énInglaterra y Estados Unidos. Pero la impresión en la opinión pública hubiera sido mayor si verdaderamente la totalidad de ¡os parados hambrientos hubieran salido a la calle con muje­ res y niños, exigiendo simplemente pan y socorro. 5 ] Los comunistas tampoco supieron popularizar aquellas consignas que por su contenido concreto hubieran movilizado 3 los parados para la lucha contra el capital, ligando a esta lucha a las masas de obreros que trabajaban. Se trata de reivindicaciones como, por ejemplo, la de confis­ car los depósitos en beneficio de los parados, gravar especial­ mente con impuestos a los capitalistas, exigir cuentas a las fábricas que cierran o despiden a su personal. Cierto que los comunistas fundaron tales reivindicaciones en diferentes paí­ ses; pero con frecuencia no lo hicieron en momento oportuno ni su popularización fue de tan amplias proporciones como era necesario, y, sobre todo, no se luchó por ellas lo suficiente. 6] No se encontraron tampoco todos los medios posibles

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para que el estado y los organismos públicos socorrier parados. Quiero citar, a propósito de esto, un ejempi^ a lo, Unión Soviética. Cuando en 1921 el hambre asolaba |a° |5 Soviética, las masas populares obligaron al clero de Ja • cristiana más reaccionaria a ceder, con objeto de s o c o la los hambrientos, el oro y la plata que tenían atesorado. ^ manera hubieran debido exigir las masas populareis qúe j ^

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jrfffaS ^ l a reducción y a los despidos. Los comunistas parti-

3 1 limar eminente en la organización de estas luchas. c‘ n asi a la clase obrera que es posible incluso en ínl0StIj e crisis rechazar la ofensiva del capital, lo cual con* mismo tiempo a aumentar la combatividad de los aumentó el prestigio de los comunistas como orgai)^ores de lucha. desde e* comienzo de la crisis, la elase obrera Austria, Polonia y otros países abriesen sus tesoros a los rK jf . Inglaterra' dos famélicos. " ’§ ^ una resistencia considerable a 1a ofensiva del capitalismo. Es indudable que la posición fatalista de la socialdemocr . i ^ ]930, 307 000 obreros se declararon en huelga; en 1931, sosteniendo que nada es posible hacer contra la fuerza ele*!?* J *Ün0ffO; en 1932, 379 000. La cuarta parte del número de hueltal de la crisis ha influido en todo el proletariado. Hubo eín 1 - aproximadamente, terminó ventajosamente para los obrecomités de parados mucho de agitación simplista y pma v I v un 34% por medio ele un compromiso. También aquí casa iniciativa para la organización de la lucha real. Los co¿*' I ^mostró que se pueden declarar huelgas y triunfar en tiemnistas, que supieron organizar a millares y decenas de milijJ1' I ^ de crisis. de parados, no han adquirido aún la aptitud necesaria pafs ,1 ^cjn embargo, en otros países, en los cuales la crisis era ganar millones de ellos al movimiento. a Ift ^jcalarmente profunda, como en Alemania y Estados UniÉsta ha sido la razón por la cual en Alemania una parte d [i ¡ms, Ia c*?se °^rera' en primeros años de la crisis, no opuso los parados cayó en la trampa de los fascistas, cuando ésto! [1 asistencia seria por medio de la huelga a la reducción de saabrieron sus cenas populares para los parados, dejándose sen, míosen . movimiento huelguista comienza a sur­ ' “comunidad " ............. * * ■• aparté _ u- f en Estados Unidos con 774 763 huelguistas. En Alemania, cir por su propaganda de la del pueblo", dose de esta manera de la lucha revolucionaria. La activida(¡ wsta el otoño de 1932, no estalla el movimiento huelguista, -■*- de un período de calma general, con la formidable del movimiento se debilitó también en otros países. I huelga deJos obreros del transporte en Berlín, que adquiere .¡a gran importancia política. Incluso esta huelga fue estran­ gulada por la socialdemocracia. Las huelgas 5 Se confirma, como los comunistas pronosticaron desde el principio de la crisis, que la política y la estrategia de la socialPaso a ocuparme del movimiento huelguista durante la crisis Si los comunistas no consiguieron durante los primeros años ^nocracia entrañaba la parálisis de las fuerzas combativas de la crisis, de 1930 a 1932, impulsar a las huelgas a los obre, ¡¡él proletariado, y, por tanto, un acrecentamiento enorme de jumiseria. Y ello fue a causa de no haber respondido los obré­ ros de las fábricas; si permanecieron sordos a sus invitaciones, fue a causa del sabotaje de cada movimiento^ huelguista por’ is a los llamamientos de los comunistas para que lucharan c0ntra la reducción de salarios y los despidos y por la conser­ Jos jefes sindicales reformistas y de la concepción socialdemó. vación y el aumento del socorro al paro, permitiendo de esta crata de que en tiempo de crisis no pueden declararse huef. manera a los capitalistas agudizar aún más la situación de los gas. Además, la exclusión en masa de los comunistas de los ¡abajadores, mejorando la suya a expensas de éstos. sindicatos había debilitado considerablemente su influencia Apesar de esta política de la socialdemocracia, encaminada entre los obreros sindicalizados de las fábricas. 3 impedir las grandes luchas, grupos avanzados d e trabajado­ A fines de 1932, los obreros comienzan con más frecuencia res emprendieron incesantemente la lucha contra el capital, y espontaneidad a Juchar en bastantes países. Este creciente enseñando así el camino verdadero a millones y millones de deseo de Jas masas por la huelga obliga a los jefes sindicales ¡rebajadores. a resignarse e incluso ponerse a la cabeza. Basta r e c o rd a r la s g ra n d e s m a n ife s ta c io n e s d e l 6 d e m a rz o En Polonia, sólo 50000 obreros hicieron una huelga contra la reducción de salarios, despidos de obreros y cierrede fábri­ áe 1930 en lo s E sta d o s^ U n id o s, e n la s q u e p a r tic ip a r o n c e rc a d e un millón d e p a r a d o s ; las c e le b ra d a s e n A lem an ia en 1930 y cas en 1930; cn 193 f. son ya 106 985; en 1932, 313 934, y en la im p re s io n a n te m a n ife sta c ió n d e p a r a d o s e n B u d a p e st 1933, 458 399. En algunos casos los huelguistas ocuparon las .i'dL 1 d e s e p tie m b re d e 1930; la h u e lg a d e co lo n o s cn los fábricas, haciéndose fuertes en ellas, para impedir su cierre v Estados U n id o s e n 1932; ia im p o r ta n te m a rc h a d e lo s v eterael despido de obreros. Esta tenacidad extraordinaria de los

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nos de guerra hacia Washington en 1932; la rcvolució, ^ ñola deí J4 de abril de 1931; Ja huelga de la marina dc\e*Pa inglt\s;i el 14 de septiembre de 1931, en Invergordon; el de !a marina de guerra en Chile en septiembre de* alzamientos de los campesinos en la Ucrania occident ¡ ,(Js 1932; la sublevación del barco de guerra holandés "De y ^ Provincen”, en febrero de 1932. ^ Lagunas en la organización de las luchas obreras Ahora bien, ¿Por qué estos impetuosos movimientos poIít¡„ de los trabajadores no arrojaron más que algunos respiaril,Qs res intensos y no resultados serios para ia lucha libertadora^ ¿Por qué no se han convertido en lucha política de masas cqJ tra el estado burgués? Cuatro debilidades esenciales constituyen las causas: 1] Estos movimientos eran espontáneos en la mayoría de]0s casos, sin preparación seria, sin reagmpamiento orgánico tedas las fuerzas, sin objetivo concreto. Sólo una peque^ parte de ellos se desarrollaron respondiendo al Jlamamient0 del partido comunista. 2'J Si bien el partido comunista se esforzó por dar a cst0s movimientos consignas concretas, por ampliarlos y elevar C| nivel de la conciencia política de las masas, la socialdeniocra. cia, por su parte, y los sindicatos reformistas, se opusieron a ellos con todas sus fuerzas. Los partidos comunistas no eran suficientemente fuertes e influyentes como para organizar a las masas que emprendían espontáneamente la lucha política y darles una dirección sólida. 3] En estos movimientos participaban comunistas, socialdemócratas y obreros sin organizar. Emprendiendo la lucha espontáneamente, no podían guardar su cohesión y avanzar en el combate más que creando un frente único entre las organizaciones comunistas y socialdemócratas. Pero a esto se oponía la socialdemocracia, imposibilitando la formación del frente único. Hubiérase necesitado asimismo construir orga­ nismos permanentes, elegidos por las masas, compuestos de comunistas y socialdemócratas y sin partido para dirigir la lucha, organismos con suficiente autoridad para incorporar a la lucha a masas cada día más amplias y al mismo tiempo asegurar a todo el movimiento una dirección revolucionaria. Ahora bien, tales organismos no fueron creados. 4] La idea de esta elase de organismos ha surgido, desde luego, en el movimiento de parados. Pero aquellos comités que fueron creados en unas u otras ciudades y barrios por los co­ munistas carecían de base amplia y no gozaban de autoridad suficiente entre las masas para ejecutar esta tarea. No fueron

SOBRE i a a c t i v i d a d d p x c e d e l a

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i'1**' . sit¡0 un centro político, aunque fuera poco consin'ngU"n centro de atracción de la simpatía de todos los ^ ¿ o i e s ; n 0 Pasaron a ser al 8 ° corrum a totla Ja clase. liun¡stas no pretendieron ni una sola vez hacer corn­ os jj0!. a jos trabajadores el sentido e importancia de tales -sinos. Lo que tuvo por resultado que Ja burguesía y jfFnl¡al(]emocrac¡a pudieran presentarlos como organizacio|j 5¡í.reSponsables”, circunstanciales, o com o instrumentos del ncS '|o comunista, debilitando de esta manera su influencia ^ ; , 0S obreros no comunistas. partidos comunistas, en las condiciones creadas por la í/s asumieron una enorme y difícil tarea en la dirección masas. Debían contar con m illones de trabajadores e & ‘(‘ar llevar al frente de lucha a todas sus capas. Tarea tanto i*1!, difícil de realizar cuanto que los partidos comunistas eran ,1!li|a mayoría de los países, antes de la crisis, organizaciones ^¿■ricamente débiles, cuya influencia se extendía solamente 0 ia capa relativamente reducida de obreros. 1 cambio brusco de la situación, así como el aumento ex^•tlinario del malestar de las masas, los progresos del peliL fascista y la amenaza de la guerra exigían de los comu­ nistas un control constante de la situación, del papel de los ijfercntes partidos, grupos o personas, la formulación oportuconsignas que respondieran a la situación modificada, gsta complejidad de la situación exigía un formidable trabajo organización. En la ejecución de estas tareas ofrecen los cjniuuistas más de un ejemplo admirable de trabajo excelen­ te Pero el desenvolvimiento político precipitado y complicado ¡,¡icía Que sus consignas llegaran en ocasiones con demasiado atraso, no apreciando siempre de una manera acertada la ¡elación de fuerzas entre las clases y manteniendo consignas ,•métodos de lucha que, justos hasta algún tiempo antes, eran ja inadecuados ante la situación cambiada. Si bien los par­ tidos comunistas asimilaron perfectamente las comprobacio„es importantes del VI Congreso respecto a que un nuevo ¡mpulso revolucionario estaba gestándose, no supieron en ocasiones darse cuenta de que ese impulso no estaba separado de la crisis revolucionaria por una muralla china. Muchas ve­ ces llegaron a formarse una idea excesivamente simplista del modo como se produciría el rompimiento de las masas obreras con sus viejos jefes reformistas, al incorporarse a la lucha revolucionaria. Siempre r o n la s m a s a s y a la ca b e za d e ellas En b a s ta n te s o c a s io n e s lo s c o m u n is ta s d e s e s tim a r o n la m a d u ­ rez p o lític a d e la s m a s a s , s u p o n ie n d o q u e n o e r a n e c e s a r io u n

106 "“«a* „ trabajo difícil y tenaz para impregnarlas de espírit,, , % y hacerlas comprender la necesidad de ésta. Creyeron V taba con popularizar el poder soviético y explicar a l el programa que ejecutarían los comunistas despu^HT conquista del poder para incitar a los obreros a que S ^ ] guido les siguieran. Semejantes concepciones errónea*0*0 5«¡ varón que algunos partidos comunistas se convirtieran^ raímente en simples organismos de propaganda de programa de lucha, en lugar de ligar a la propaganda de'**1'0 programa la tarea de form ular oportunamente consigna ***« movilizaran a las masas en una etapa determinada de Estas falsas concepciones de muchos comunistas se festaron principalmente en la cuestión sindical y en el envolvimiento de la lucha económica. Los comunistas excp dos de los sindicatos reformistas adoptaron una actitud J"' til hacia éstos, suponiendo que cuanto más intensamente combatieran por su pasividad, su sabotaje de las huelgas, ^ reformismo, más rápida y espontáneamente romperían las sas con ellos para pasar a las pequeñas organizaciones sindi^, les de cuadro de los comunistas. Los comunistas olvidaron lo que el camarada Stalin dijo 9 de mayo de 1925, en la reunión de militantes de Moscú. “Si los partidos comunistas quieren convertirse en una verdadera fuerza de masas, capaz de impulsar a la revolución es necesario que se liguen a los sindicatos y se apoyen en ellos." El camarada Stalin señalaba que algunos comunistas "dq comprendían que los simples obreros miembros de los sindi. catos, sean éstos buenos o malos, ven en ellos las fortalezas que les ayudan a defender su salario, su jomada de trabajo, etcétera". Fue precisamente durante la crisis, al abatir una gran misería a las masas trabajadoras, cuando el obrero común sintió de manera particularmente intensa que su sindicato, por malo que pudiera ser, no por eso era menos capaz de defender sus derechos y asegurarle una ayuda material, aunque fuera mí. i nima, y que tal sindicato constituía una cierta fuerza, por cuya razón no quería romper con él. En algunos países los comunistas cometieron la falta de no contar con este estado de espíritu de las masas, de no trabajar en los sindicatos, y también la de no saber cambiar oportuna­ mente su actitud respecto a ellos; de no saber pasar oportuna­ mente del frente único sólo por abajo al frente único con las orgnizadones. En Alemania, en el momento de la ofensiva del fascismo, algunos comunistas hablaron incluso de la necesidad de "destruir" los sindicatos reformistas, contribuyendo de esta manera a aislar a los comunistas de Jos obreros organizados En los Estados Unidos Jos comunistas declararon durante

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0 que la Federación Americana del Trabajo era uCho tie^ación puramente capitalista, una organización de ta °rg m-íc viendo solamente a su líder Green y no a los iiptítiue Sesión plenaria del ce de la re, en otoño de 1932, con^ c o n c e p c i ó n muy extendida de que "los sindicatos eran ¿{p r aSurgida la crisis revolucionaria cuando el proletariado rnado ya en lucha, el movimiento campesino podría, merü3e° estas consignas, proporcionar un refuerzo considerable ^ «iletariadQ- Pero, cuando terminada la insurrección de >1F L central, el movimiento campesino experimentó una Gsión y el proletariado no aporta a la lucha el concurso ^ rio, el partido tenía el deber de situar el centro de gra*fd en las reivindicaciones parciales, únicas que permitían ' rporara la lucha a las amplias masas campesinas. ^ofl frecuencia los comunistas no dieron prueba de suficienflexibilidad en su táctica. Su deber era ante la amenaza de 16 eSpediciones punitivas buscar éxitos parciales para los cam­ inos en una disminución de los pagos en trabajo, de impuesí decaminos, etcétera, conservando de esta manera su influen•aen las masas campesinas y sus organizaciones con vistas a Llucha posterior. En aquellos p aíses e n q u e d u r a n te la crisis el ca m p e sin ad o , de la m is e ria q u e le ag o b iab a, com enzó a volv er ijs espaldas a la b u rg u e sía , lo s c o m u n ista s d e s d e ñ a ro n en oca­ sión oportuna el m o v im ien to c a m p e sin o q u e se d e sa rro lla b a ^ las consignas de lu c h a c o n tra la o m n ip o te n c ia d el ca p ita l inonopolizador, q u e a r r u in a b a a los cam p esin o s, c o n tra los pitcios bajos y c o n tra la "e sc la v itu d de la u su ra " . En Alemania, d o n d e el d e sc o n te n to d e los cam p esin o s hab ía progresado en o rm e m e n te com o consecuencia de los precios exorbitantes de los im p u e sto s v de los in te re se s leoninos, el partido co m u n ista publicó, en 1931, su p ro g ra m a de auxilio a los cam pesinos, en el cual p ro p u g n a b a la anulación de las deudas, abolición d e los im p u e sto s in d ire cto s, expropiación de la gran p ro p ie d a d ag ra ria , y rec lam a b a la ayuda del estado para los cam pesinos tra b a ja d o re s. G racias a e ste program a, un grupo d e cam pesinos del n o rte d e A lem ania, ligado hasta 3 consecu en cia

Wii *HEu , ; entonces a los fascistas, se orienta en 19 3 1 ha ■ I comunista. Pero el partido, falto de suficiente n S el Par.- ' pagandistas y agitadores para el campo, no supo ° ^ hJ\ venientemente la explicación de su programa en en/° car jN- ! oponerse de esta manera a la influencia creciente CaiílPo cistas, que usaban abundantemente su demagogia " Ios fe1' trust y los bancos”. Los campesinos marchaban i)arC-0ritra tido al cual no conocían por sus actos y que no estab* 61 Pa en el poder, pero que les prometía aumentar los r>? los artículos agrícolas y mejorar la suerte de los carn°ÍOs «le sin derrumbar el capitalismo. es*flos En Francia y Estados Unidos, el descontento de los sinos provocó un vasto movimiento contra los bajos de ios productos agrícolas. El partido comunista sostuv c‘°s bastante retraso las reivindicaciones de los campesinos, C|? Co,) ya comenzaba a decaer el movimiento. Se alzó contra los h ^ ficios de los intermediarios y los almacenadores de har ' con lo cual preparaba para el futuro la extensión de su infíuas‘ cia entre los campesinos. Uet>Tampoco supieron los comunistas colocarse a la cabeza la lucha de las capas medias de las ciudades contra los bancetl y trust monopolizadores. Cuando quebró la Danatbank «S Alemania, que ocasionó la pérdida de ahorros de grandes iJ1 sas de la pequeña burguesía, el partido comunista no d¡0 estas capas ninguna consigna para su lucha, con lo cual pefa dió una excelente ocasión de conquistar una gran influencia sobre ellas. Igualmente en muchos otros países la pequega burguesía no encontró suficiente apoyo en los comunistas en su resistencia contra los trust y bancos, que les chupaban ia sangre. La consecuencia fue que estas capas permanecieran apartadas de la lucha y terminaran por seguir a los fascistas ayudándoles a triunfar. Aunque la influencia e importancia de los partidos comunis. tas se había aumentado considerablemente, no fueron, sin em­ bargo, lo bastante fuertes para destruir la influencia de los jefes de los partidos socialdemócratas y de los sindicatos en las grandes masas obreras e impedirles que las apartaran de la lucha en nombre de la disciplina sindical. Quedó demostrado que los partidos comunistas no estaban suficientemente edu­ cados en el terreno de la teoría y la práctica para encontrar formas adecuadas de influencia y dirección, que hubieran ter­ minado rápidamente con la división del movimiento obrero y aumentado la fuerza de la organización de la clase obrera, condiciones previas para la lucha victoriosa de ésta. Fue precisamente la debilidad de la clase obrera, provocada por su división y por la traición de la socialdemocracia a los intereses obreros, lo que permitió a la burguesía alemana apro­ vechar las vacilaciones de la pequeña burguesía y del campe-

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- momentáneamente estas capas al campo del y atrael munistas alemanes no tuvieron en cuenta con LjShkla la importancia extraordinaria del yugo de '¡/'¿del ¿xiponía a las masas trabajadoras un peso abru¡3 Qics, ?U ft on bastante hábiles para utilizar la situación que ' dOf» n interés de la lucha de clases. Permitieron con cP^K.ircuesía alemana pusiera al servicio de su domifL q“e, odio contra el yugo de Versalles. •

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c o n tr a to s tr a b a ja d o r e s a le m a n e s

ota del proletariado alemán y la instauración de la die^erIfascista en Alemania constituyen el acontecimiento más de estos primeros años de crisis en los países capii^pf s Las organizaciones más antiguas de la clase obrera, ^ Aas con la bandera marxista, fueron demolidas por una cS& ggivaje de bandoleros. Uno de los pueblos más cultos y I* zados cae bajo la férula del partido más patriótico y reac^ari0 ^ caP'ta^ financiero. Uno de los países más cultos Suvierte en foco de la reacción europea, en la más horros6«í cámara de tortura, en instigador de una nueva guerra. r°„eviste una grave importancia averiguar si las masas traba, V.raS de Alemania hubieran podido evitar esta catástrofe, j? ¡ndudable que hubiesen podido. Para ello, la clase obrera hubiera debido formar el frente único, romper el frente único ootrarrevolucionario de la socialdemocracia y de los jefes sin­ ocales reformistas con la burguesía y no haberse dejado cegar r la teoría socialdemócrata de que la lucha de clases es Lposible en tiempo de crisis, siendo necesario esperar pasiva­ mente a que pase, y por la inutilidad de alzarse contra el fascismo. Hubiera sido preciso que la clase obrera pasara al c0ntraataque sobre la ofensiva del capital, ayudando a los míe yacían en la miseria. Hubiérase necesitado que la clase obrera no hubiera tolerado el desarme y la destrucción de la Liga del frente rojo, imponiendo su fusión con la bandera del imperio y convirtiendo a ésta, tras de cambiar su política, en unapoderosa organización de lucha revolucionaria del proleta­ riado. La clase obrera no tenía derecho a contemplar tranqui­ lamente el armamento de los fascistas dirigidos por Hitler, sino que debía obligar al gobierno de la república de Weimar a desarmar a las bandas fascistas, a confiscar los bienes de sus organizaciones y a encarcelar a sus jefes. La clase obrera no debía permitir a los fascistas desplegar su demagogia contra el yugo de Versalles, sino que se imponía obligar al gobierno de la república de Weimar a rasgar el Tratado de Versalles. Pero la clase obrera alemana no lo hizo. En su mayoría ha seguido ciegamente a la socialdemocracia, permaneciendo sor-

WlLHEUí da a las advertencias de los comunistas. A causa ri N ahora obligada a soportar los horrores del in fiem Stose Los comunistas alemanes no podían por sí solos fE%,V Ya en 1930 la quiebra del sistema de Weimar era • Comienza una rivalidad desenfrenada para movilizar aV^te sas entre la revolución que se avecinaba y la contrarrev i V que se armaba para impedirla. No había duda de que ] c'»ti guesía alemana no podía reinar en lo sucesivo con l0sa V . dos del parlamentarismo y de la democracia burguesa En la primavera de 1932 era claramente visible que lo cistas aventajaban considerablemente a los comunistas ? ^ movilización de las masas y que era inevitable la instaura"1-*4 en Alemania de la dictadura más atroz y sangrienta d e^ fascistas si no se producía rápidamente un cambio en las ra ciones de clase en beneficio del proletariado. Los comíais^ intentaron provocar este cambio, realizando todos los esfue zos posibles para fortalecer la lucha por medio del frente %' co. Se asignaron como tarea llegar como fuei-a a un acuerdó con el partido socialdemócrata y la Confederación general de los sindicatos alemanes. Este frente único tendría por objetivo rechazar al fascismo y defender los restos de la democracia burguesa. EÍ partido socialdemócrata rechazó decididamente todas proposiciones de tal carácter. Incluso cuando los fascistas habían ya llevado la lucha a la calle, cuando sembraban el terror entre los obreros de todas las ciudades de Alemania y asesi­ naban cobardemente a los mejores representantes del prole, tariado, la socialdemocracia se limitaba exclusivamente a pro. testas moderadas en el parlamento. Era absolutamente claro para toda persona clarividente que la lucha con los fascistas no podía decidirse en el parlamento; que el problema del porvenir de Alemania y de la suerte del movimiento obrero ale­ mán había sido ya llevado a la calle por los fascistas. Asimismo cuando el gobierno de Papen expulsa el 20 de julio a los ministros socialdemócratas de Prusia y el partido comu. nista propone al partido socialdemócrata y a la Confederación general de sindicatos la declaración de huelga, estas dos orga­ nizaciones invitaron a los obreros a permanecer quietos. En cuanto a los ministros excluidos, "recurrieron al Tribunal supremo" contra la infracción de la constitución. También el 30 de enero de 1933, cuando el capital financiero había entregado ya las riendas del gobierno al partido de Hitler para ejercer la dictadura fascista, la socialdemocracia y la Confederación general de sindicatos rechazaron la nueva proposición de huelga general formulada por el partido comu­ nista. Declararon entonces que los comunistas eran provoca­ dores e invitaron a los obreros a no oponer ninguna resistencia

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^ en aquel momento, hicieron cuanto les era , / ¡tiuo'staducir a las masas trabajadoras a la lucha re¡pic ,,ra c°nT,edir la instauración de la dictadura fascista. e tos comunistas obtuvieron éxitos importantes. yt‘cl%spec^ en condiciones de cambiar la relación de ff no c tí» creado la socialdemocracia al no abandonar q f í al frente único y a la lucha. i4osti! hora los obreros alemanes, juzgue el proletariado siL g u e 11^ qUién recae la culpa de la derrota alemana! ¡ > l i Cio n e s sangrientas d e los acontecimientos de Alelas g señen que esta derrota ha sido posible solamente ¡“Jía Ie* ue la clase obrera seguía todavía ciegamente a la V mocracia, desoyendo las advertencias de los comunis^ Q u e r ie n d o luchar! Hay sedicentes revolucionarios “ d e # ■' C° la política internacional de los imperialistas estuvo obligó a tener en cuenta. ^ En Espaáa vemos, a pesar de la división de la clase obro un resurgir brioso del movimiento de masas, una amplja 5?* de huelgas de masa, un aumento de las huelgas políticas y d movimiento de los campesinos, los cuales se apropian las *■ rras de sus señores. leEn todos los países capitalistas y coloniales se puede reo! trar una ola de grandes huelgas y movimientos campesi^' más vasta cada día. 5 Pero lo que reviste una importancia decisiva para todo frente mundial revolucionario es que precisamente duranf i los años en que las masas trabajadoras están sumidas p0r * capitalismo en una miseria infinita, y en Alemania el fascisrt)0 j destruye las organizaciones obreras, la Unión Soviética p0n término a su primer plan quinquenal y mejora cada día ei bienestar de todos los trabajadores. Precisamente durante ej. tos años el socialismo ha triunfado definitiva e irremisible, mente en la Unión Soviética. Esta victoria histórica mundial del socialismo en la Unión Soviética mina el sistema del imperialismo mundial, multipi^ las fuerzas de la revolución, aumenta la importancia de |a Unión Soviética como factor de paz, como base de la revolución mundial, y fortalece la voluntad de los trabajadores del mun. do entero para luchar por el socialismo y el poder soviético. Al final de esta etapa de la lucha la burguesía ha conseo^, do mejorar su situación a expensas de los obreros, camp^ sinos y pueblos coloniales y crear las condiciones necesaria^ para pasar de la crisis a la depresión e infligir una derrota al proletariado alemán. No ha conseguido, en compensación debilitar el frente revolucionario mundial, destruir al partido comunista en Alemania, ni crear las premisas de un nuevo florecimiento económico. La relación internacional de fuerzas ha cambiado no en favor del capitalismo, sino del socialismo; no en beneficio de la burguesía, sino del proletariado. Paso a ocuparme ahora de la tercera etapa de lucha del pe. r/odo que analizo, la cual comprende el nuevo rumbo de los obreros socialistas hacia el frente único con los comunistas.

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