Varia Documenta: Para la historia de la cultura letrada en Nueva Vizcaya
 9783968694221

Table of contents :
Índice
Estudio introductorio
Documentos
Abreviaturas
Bibliografía

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Ysla Campbell Varia documenta Para la historia de la cultura letrada en Nueva Vizcaya

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El Paraíso en el Nuevo Mundo, 15 Colección patrocinada por el Proyecto CB SEP-Conacyt 2012: 179178

El Paraíso en el Nuevo Mundo contribuye al reconocimiento del pasado colonial hispanoamericano a partir de ediciones, críticas o anotadas, de textos significativos de los siglos xvi-xviii. Su nombre no solo recuerda aquella homónima obra de León Pinelo en la que el Edén estaría situado en las Indias Occidentales, sino también el que su autor fue recopilador de un primer repertorio bibliográfico indiano en 1629, su famoso Epítome de la bibliotheca oriental i occidental […], en el que consignara los títulos hasta entonces publicados por las imprentas virreinales. La obra de Pinelo reúne entonces los dos polos de aquella metáfora borgiana que concebía el Paraíso Terrenal como una biblioteca, metáfora que esta colección pretende evocar a la manera de un nuevo y letrado Jardín de las Delicias.

Dirección Manuel Pérez Consejo editorial Ignacio Arellano (Universidad de Navarra, Pamplona) Aurelio González † (El Colegio de México) Karl Kohut (Katholische Universität Eichstätt-Ingolstadt) Antonio Lorente Medina (Universidad Nacional de Educación a Distancia, Madrid) Beatriz Mariscal (El Colegio de México) Martha Lilia Tenorio (El Colegio de México) Lillian von der Walde (Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, México)

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Ysla Campbell

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Iberoamericana - Vervuert - 2023

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www. conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Derechos reservados © Iberoamericana, 2023 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2023 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-348-0 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-421-4 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-422-1 (ebook) Depósito Legal: M-745-2023 Impreso en España Diseño de cubierta: Rubén Salgueiros Imagen de cubierta: puerta de la misión de Nuestra Señora de la Asunción, Arizpe, Sonora. Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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Nuestro conocimiento sobre la producción textual en las distintas provincias que conformaban el territorio de la Nueva España es muy irregular, pues, mientras que los estudios sobre el centro del país y sobre la capital del virreinato son con mucho más abundantes, las alejadas zonas del norte se encuentran más o menos olvidadas. Y es que la Nueva Vizcaya es uno de los territorios menos conocidos de la Nueva España, sobre todo su vida cultural, pues su carácter septentrional, fronterizo, no lo hizo en realidad importante para la Corona sino hasta el siglo xviii, cuando las amenazas del norte comenzaron a ser más que evidentes. Se trata de un territorio en el que, como país de posesionarios de la tierra más que de propietarios, sus pobladores debían defender permanentemente su hogar y su hacienda, así como atender las muchas ocupaciones que la sobrevivencia en tierra hostil y no muy rica imponía; por ello, a diferencia de las grandes ciudades del centro del virreinato, en la Nueva Vizcaya aparentemente la cultura no fue un bien demasiado valioso, aunque ello no significa que nada se haya producido. De este modo los problemas básicos de investigación de la literatura y textualidad septentrional novohispana se deben, en principio, a la escasez de textos propiamente literarios y a que la búsqueda de información debe realizarse en documentos que se hallan muy diseminados y bajo clasificaciones a veces insospechadas. En el Archivo General de la Nación en México, en los archivos de Parral, Durango, Santa Fe, Indias, Roma, por solo mencionar algunos, es posible encontrar información literaria en protocolos, causas civiles o criminales y, por supuesto, en los archivos de la Inquisición. La presente obra de Ysla Campbell, que constituye el número 15 de “El Paraíso en el Nuevo Mundo”, es justamente un aporte documental para comenzar a entender la producción escritural de los pobladores de esta extensa región del norte del país; porque este páramo cultural es, por supuesto, parte también del Paraíso.

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Índice

Estudio introductorio................................................................................. 11 Música, pintura y textos...................................................................... 21 Bailes y cantos...................................................................................... 38 El teatro................................................................................................. 47 Matices literarios del discurso religioso de Nueva Vizcaya: cartas annuas del siglo xvii....................................................................... 57 De la historia a la ficción: la Historia de los descubrimientos de Baltasar de Obregón...................................................................... 66 Criterios de edición.............................................................................. 88 Documentos................................................................................................. 91 Carta del rey al presidente de Guadalajara sobre el modo de escribir cartas al rey....................................................................... 91 Consagración del altar mayor de la catedral de Durango................ 93 Patrocinio del glorioso apóstol de las Indias San Francisco Xavier en el reino de la Nueva Vizcaya. Año de 1669................ 96 Panegírico [al] rey D. Fernando el Santo Tercero de Castilla y de León........................................................................................... 110 Andrés de Guadalupe.......................................................................... 112 Diego de Vargas a Isabel María de Vargas Pimentel.......................... 121 [Pésame por la muerte del marqués de Villanueva]........................... 125 Diego de Vargas a Gregorio Pimentel de Prado................................ 126

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Francisco de los Ríos al tribunal del Santo Oficio............................ 129 Carta del marqués de Torre Campo................................................... 131 Fragmento de carta escrita por un canónigo de Durango en 1778.. 132 Fiestas celebradas en Chihuahua en honor del emperador Agustín de Iturbide (noviembre, 1822)........................................ 135 Pobre soy y en el ardor........................................................................ 179 Michel Tellechea................................................................................... 179 Abreviaturas................................................................................................. 181 Bibliografía.................................................................................................. 183

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Estudio introductorio

A partir de los años setenta, surgió una tendencia hacia los estudios regionales porque se concibió la idea de que, en las realidades nacionales latinoamericanas, lo que se hacía en los centros políticos era lo único existente. Sin embargo, en las distintas zonas periféricas hubo vidas complementarias cuyo conocimiento permite sin duda una visión más amplia que la que ofrecen las culturas centralistas, sea la Ciudad de México, Lima, Buenos Aires, etcétera. El objetivo de esos estudios regionales era dar una visión extensa de dichas realidades nacionales. Tanto se ha escrito sobre las regiones que puede llevar a plantear una nueva historia de la cultura nacional. No obstante, todavía no se llega a la propuesta de una historia nacional actual o a toda esa historia que se hace desde los distintos territorios del país. En el caso del presente trabajo, nos importa aplicarnos a la gran provincia de la Nueva Vizcaya, la frontera más importante de la Nueva España, al norte de Zacatecas, cuyo nombre proviene de que Francisco de Ibarra, su colonizador y gobernador, nació en Durango, Vizcaya, en España.1 Fue la primera región del norte de México en ser explorada y conquistada, y en ella hubo ya asentamientos permanentes desde 1563, según nos indica Oakah L. Jones Jr.2 Si bien al principio incluía una parte de Si-

1.

2.

Dice José Ignacio Gallegos: “Seguramente que Ibarra al tener el título de Gobernador y Capitán General de una provincia, pensó en formarla debidamente y en darle su nombre; para lo primero tenía todas las tierras que estaban al norte de San Martín, y Avino, para lo segundo pensó en la provincia de la que era originario, en donde vivían sus padres y sus hermanos. Si esta provincia se llamaba de Vizcaya, la formada por él se llamaría de la Nueva Vizcaya, y en efecto así se llamó”. Historia de Durango 1563-1910, Gómez Palacio, Impresiones Gráficas México, s. f., p. 64. [El prólogo de Guillermo Porras Muñoz está fechado en 1972; la cuarta de forros, en 1984.] A Ibarra se le llamó el Fénix de los conquistadores. Ibid., p. 104. Oakah L. Jones Jr., Nueva Vizcaya. Heartland of the Spanish Frontier, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1988, p. ix.

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naloa (a excepción de Culiacán) y la costa oeste del virreinato, a finales del siglo xvi, sus límites ya se expandían a Saltillo-Parras, distrito de Coahuila, y Santa Bárbara, zona del sur de Chihuahua. Ya para el siglo xvii el Reino de Nueva Vizcaya abarcaba los actuales estados de Durango, una buena parte de Coahuila, Sinaloa y Sonora, en la costa del Pacífico. En el centro de México se extendía hasta el presidio de Janos, en el noroeste de Chihuahua, zona que definía los límites con Nuevo México, la frontera del sur. Jones sostiene que Nueva Vizcaya fungió como centro de expansión hacia el norte hasta la separación de España en 1821.3 Las misiones desempeñaron un papel muy importante para que se diera dicha colonización. “Así, mientras los franciscanos estaban trabajando en el norte y nordeste, los jesuitas misionaban también en el norte y noroeste. Este había sido durante varios años una especie de contrato más bien tácito que expreso”.4 De tal modo, “los franciscanos habían consolidado las fronteras de Nuevo México y los jesuitas habían organizado admirablemente la costa oeste y las vertientes orientales de la Sierra Tarahumara”.5 Si bien en el amplio territorio de Nueva Vizcaya había parroquias, misiones, presidios, encomiendas, ranchos, haciendas y asentamientos civiles, lo que suponía la posibilidad de beneficios económicos —extensas minas de plata, comercio, artesanías, ganadería—, también es cierto que la demografía era muy baja y fluctuante en las zonas mineras que habían decrecido en producción y/o debido a las incursiones de las diversas tribus indígenas. En un principio, Zacatecas fue la madre de los asentamientos de Nueva Vizcaya, pero esta después se convirtió en el corazón de otras provincias y asentamientos como Parras, Saltillo, Sinaloa, Sonora y 3.

4. 5.

Ibid., p. x. “Chihuahua además de ser la sede y residencia de un nuevo colegio jesuita y una casa de retiro para los cansados misioneros, actuó también como un centro en el norte, desde donde los misioneros pudieran avanzar hacia la región del Conchos y hasta los chinarras, que eran una pequeña tribu que vivía no lejos de la nueva ciudad; precisamente uno o dos kilómetros al sur de la ciudad estaba el pueblo indio y la misión llamada San Francisco de Gerónimo”. Allí había treinta y ocho familias de distintos grupos e idiomas: tobosos, conchos, humas y chinarras. Peter Masten Dunne, S. J., Las antiguas misiones de la Tarahumara, Parte Segunda, Ciudad de México, Jus, 1958, p. 287. Ibid., p. 147. Ibid., p. 149.

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ESTUDIO INTRODUCTORIO

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algunas extensiones de Nuevo México. Es preciso considerar, no obstante que, a lo largo de la colonia, Nueva Vizcaya se redujo, pues hacia 1742 se separaron Sonora y Sinaloa.6 La capital de Nueva Vizcaya era la ciudad de Durango. Sin embargo, hacia 1635, durante el gobierno de Luis de Monsalve y Saavedra, volvieron a insurreccionarse diversas tribus indígenas, principalmente en el norte de la provincia, por lo cual el virreinato ordenó que el gobernador debía radicar en Parral, Chihuahua, lo cual duró más de cien años.7 Hacia finales de 1640 ya se habla del decaimiento de la ciudad de Durango por haberse convertido Parral en el centro de poder.8 Durante el siglo xvii, Nueva Vizcaya “ardió en rebeliones, la mayor parte de las tribus, como los Tepehuanes, Tarahumaras, Cabezas, Salineros, Tobosos y otros se habían sublevado contra el Gobierno Español, y era materialmente imposible someterlos, por el gran número que eran”.9 En el siglo xviii disminuyen las rebeliones indígenas y puede vivirse más o menos con tranquilidad en el campo. Las ciudades mineras cobran importancia. En este siglo, Nueva Vizcaya pierde buena parte de su territorio, pues en 1734 se pretende segregar los territorios de Sonora y Sinaloa. La provincia queda reducida a Chihuahua, Durango y parte de Coahuila (de Saltillo al sur).10 Durante esta centuria la provincia es especialmente invadida por los apaches, en particular durante los últimos diez años, cuando consiguen llegar hasta solo ocho leguas de distancia de Durango. No obstante, José Ignacio Gallegos opina que el siglo xviii fue de crecimiento para Durango, llegando hasta seis mil habitantes, pues la minería se había desarrollado por el descubrimiento de las minas de Guarisamey,11 pero las acometidas de los apaches no dejaban de ser un grave peligro. “Este siglo [xviii] fue para la ciudad de Durango, el siglo en el que asentó su propia personalidad y con mucha razón creó fama la ciudad [de] rica y culta en la Nueva España”.12 En el ámbito cultural es preciso señalar que el conocimiento actual sobre literatura colonial de las distintas provincias que conformaban 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12.

Gallegos, op. cit., p. 414. Ibid., p. 280. Ibid., p. 301. Ibid., p. 318. Vid. ibid., p. 415. Guarisamey se encuentra en el municipio de San Dimas, Durango. Ibid., p. 508.

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el territorio de la Nueva España es muy irregular. Si bien es cierto que los estudios sobre el centro del país y la capital son más abundantes, no ocurre lo mismo con las alejadas zonas del norte, sobre las que, en algunos casos, se han elaborado historias generales en las que no se aborda dicho tema. Los problemas básicos de investigación se deben a la escasez de textos literarios y a que la búsqueda de información debe realizarse en documentos históricos que se hallan muy diseminados y bajo clasificaciones a veces insospechadas —en el Archivo General de la Nación en México, en los archivos de Parral, Durango, Santa Fe, Indias, Roma, por solo mencionar algunos, a veces bajo Protocolos, Causas civiles o Criminales, Inquisición, etcétera—. No obstante, solo una investigación exhaustiva sobre las diversas jurisdicciones que conformaban el territorio de la Nueva España permitiría obtener un conocimiento más sólido y abarcador de la literatura nacional en sus variadas manifestaciones y complejidades. Los siguientes apartados fueron realizados bajo la perspectiva de intentar abarcar el posible universo genérico de la época. Con diversas variantes, algunos textos se encuentran publicados de manera muy dispersa —y diversa— en libros o revistas de Estados Unidos, Francia, España y México. Dado que reunidos permiten al lector una perspectiva general, pensé en la necesidad de agruparlos y añadir una sección de “Documentos” que dé cierta luz sobre las vicisitudes textuales por las que ha de pasar el historiador de la literatura de Nueva Vizcaya. Como he dicho, en lo que a nuestro espacio geográfico de investigación se refiere, es preciso indicar que el territorio de Nueva Vizcaya consistía en los actuales estados de Chihuahua y Durango; Saltillo, Parras y Viezca de Coahuila; Sonora y Sinaloa (excepto el distrito de Culiacán), estos dos últimos hasta 1734, fecha en que se separaron de dicha jurisdicción, y que se hallaba poblado por distintos grupos étnicos: los acaxees, establecidos en los terrenos pertenecientes hoy a San Dimas y Tamazula; los tepehuanes, los más numerosos, habitantes de las tierras de Indé, el Oro, Papasquiaro, Durango y Mezquital; los xiximis, al occidente de Papasquiaro; los tarahumares, en la parte occidental de Chihuahua; y los conchos en la oriental.13 13. Félix Zubillaga, “Introducción general”, en Monumenta Mexicana (1599-1602), Romae, Institutum Historicum Societatis Iesu, 1973, vol. V, p. 3.

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A su llegada, los conquistadores y los misioneros se hallaron frente a una cultura en la que se produjeron cambios radicales a partir de la colonización. Sin embargo, siempre permanecen ciertos rasgos y características propios que se entrelazan con la nueva civilización. El estudio de estos elementos particulares por separado, es decir, del arte prehispánico y de la creación literaria española, nos abriría la posibilidad de comprender las causas de que ciertas manifestaciones artísticas hayan arraigado en este espacio geográfico; ello, a su vez, nos permitiría analizar en qué medida, como resultado de la compenetración de dos culturas, surgen ciertas formas de expresión artística diferentes. El hecho de que los diversos grupos indígenas norteños fueran ágrafos dificulta el conocimiento de su historia. Los tarahumaras mismos, según testimonio del padre José Agustín Falcón,14 misionero franciscano de Guaguachique (Chihuahua), afirmaban ignorar su pasado por el desconocimiento de la lectura y la escritura. Debido a esto, buena parte de la reconstrucción de la historia de los grupos indígenas debe hacerse, amén de los estudios arqueológicos, a partir de los documentos escritos por los españoles que, si bien es cierto veían idolatrías y actitudes paganas por doquier, también es verdad que la comparación de sus diversos textos —y en particular los inventarios— nos permite, de una manera u otra, aproximaciones a un panorama de la vida de estas sociedades. En algunos informes de los padres misioneros se encuentran minuciosas descripciones, tanto del territorio, la fauna y la flora, como de las costumbres y comportamiento de las tribus que tenían a su cargo para evangelizar. Resulta un poco más complicado obtener información sobre sus actividades artísticas, particularmente de narraciones, cantos y tradiciones que venían repitiéndose por transmisión oral generación tras generación. No obstante, las escasas referencias que hemos encontrado nos permiten abordar el tema, aunque sea de manera general y con las evidentes limitaciones que impone el que algunos no procedan de testimonios directos. La práctica de la música y la danza es constante entre los grupos indígenas de Nueva Vizcaya. De ahí que, para el estudio de la litera14. “A Description of the Mission of Our Lord of Populo of Guaguachique and its Annexes: by Order of the King our Lord Charles III; in God Our Lord May He Prosper” (1777), en Thomas E. Sheridan y Thomas H. Naylor (comps.), Rarámuri. A Tarahumara Colonial Chronicle. 1607-1721, Flagstaff, Northland Press, 1979, p. 114.

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tura de esta zona, sea necesario conocer el contenido y la estructura de dichos cantos dedicados a diversas celebraciones. Por otra parte, en general, el arte fue un recurso didáctico empleado por los misioneros para enseñar el cristianismo. Fundamentalmente se utilizaron medios auditivos y visuales en la difusión del Evangelio, dado el desconocimiento de la lengua española en la población indígena de la Nueva España. Es así como la música y la pintura se convirtieron en vehículos de enseñanza de la cosmovisión cristiana: los cantos peninsulares se tradujeron a lenguas indígenas o se escribió letra para las tonadas profanas. Es preciso indicar que, al llegar, los españoles encontraron diversas formas de representación teatral entre los nativos. Esta circunstancia, aunada a la gran popularidad de los corrales en España, motivó que el teatro también fuera usado como recurso didáctico de evangelización. Situación que no significa que las comedias profanas no tuvieran lugar en la Nueva España e incluso en las alejadas regiones del norte, de lo cual conservamos testimonios15 como veremos en la sección dedicada al teatro. Después de la conquista, las manifestaciones literarias, en general, las encontramos estrechamente relacionadas con el calendario litúrgico y las ceremonias civiles y militares, en las cuales había panegíricos y poemas. Además, pasos de la Pasión, pastorelas, dramas de moros y cristianos, y comedias son escenificados por indígenas y españoles. Ahora bien, tomando como punto de partida la idea de que “la frontera entre literatura y no literatura jamás es nítida”,16 la historia de esta actividad artística en las diversas provincias de la Nueva España debe contemplar el estudio de las manifestaciones escriturales religiosas, ya que el crecimiento del imperio español, concedió una enorme importancia al papel del misionero y su producción de textos fue abundante. Una parte considerable de dichos escritos la ocupan las cartas annuas, de ahí que analice una de estas como muestra e incluya otra en la sección de Documentos: Este tipo de documentos se conoce como “puntos de annua”, porque de cada misión que tenía la Compañía de Jesús en Nueva España, de cada 15. Vid. “Documentos”, “Francisco de los Ríos al tribunal del Santo Oficio”, pp. 129-130. 16. Antonio Alatorre, Los 1.001 años de la lengua española, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 181.

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colegio y residencia se enviaban, año con año, relaciones al padre provincial de la ciudad de México con el informe de los sucesos más importantes, o puntos, acaecidos ese año. En México el provincial con su secretario sintetizaban el cúmulo de informaciones que habían recibido, siguiendo ordinariamente un mismo esquema, traducían esos datos al latín y enviaban a Roma, al padre general de los jesuitas, el panorama anual de las actividades de cada provincia de la Compañía en todo el mundo. Además se conservaba en México el texto castellano de la llamada “carta annua”.17

En las cartas annuas encontramos deliciosas anécdotas, relatos de milagros, apariciones o la intervención del demonio. Estas, producto de la tradición oral o de la propia imaginación mágica del misionero, tienen nexos remotos con la literatura que luego se vino a plasmar en forma de leyendas o se convirtieron en elementos del folclor. El género epistolar fue el medio de comunicación habitual en todas las actividades, pero la línea de exposición o el planteamiento de diversas cuestiones es tan vario, abundante e incluso desordenado, que por mandato del propio Felipe IV, como puede leerse en la sección de Documentos, se ofrecen lineamientos para la presentación de la correspondencia oficial. Aunque el texto esté dirigido al reino de Nueva Galicia en el siglo xvii, es aplicable al resto de las comunidades de la Nueva España. De tal forma, es un rescate documental importante. Por otro lado, las distintas expediciones hacia el norte dieron como resultado algunas crónicas que se refieren al territorio de Nueva Vizcaya. Tal es el caso de la obra de Baltasar de Obregón, cronista de la expedición de Francisco de Ibarra, que aquí estudio en relación con la estructura del cuento maravilloso propuesta por Vladimir Propp, es decir, el parentesco entre crónica y literatura de ficción, nexo que es innegable. Para concluir es preciso indicar que, si bien es cierto que el panorama se presenta desolador cuando nos enfrentamos, por un lado, a la ausencia de investigaciones sobre la literatura de Nueva Vizcaya, y, por otro, a documentos de carácter jurídico y civil que están aparentemente tan alejados de nuestro objetivo artístico, también es verdad que una labor de esta naturaleza será la única que nos permita conocer 17. Luis González Rodríguez, Crónicas de la Sierra Tarahumara, Ciudad de México, Secretaría de Educación Pública, 1984, p. 259.

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las manifestaciones no solo literarias, sino culturales de esta región del norte. Es necesario señalar que algunos obispos de Durango escribieron obras sobre distintos temas que fueron publicadas en México. Por ejemplo, el doctor Manuel de Escalante Colombres Mendoza y Leyva (1649-1708) redactó, entre otras cosas, un Panegírico en la beatificación de la venerable Santa Rosa de Lima, pronunciado en el convento de las catalinas de México, e impreso por Francisco Lupercio18 en 1672; Informes, ya sea sobre la construcción de la catedral o sobre asuntos económicos en torno a la misma; también se hizo cargo de la Descripción de los funerales del ilustrísimo señor Cano Sandoval en la Universidad, publicada por Carrascoso en 1695, y redactó manuscritos de comentarios jurídicos y diversos títulos en latín.19 El XIV obispo de Durango, doctor don Martín de Elizacoechea, instauró las fiestas de la Jura del Patronato de Nuestra Señora de Guadalupe el 6 de agosto de 1736. De la que se dice: “En la tarde de este día se condujo la imagen de la Virgen de Guadalupe acompañada por sacerdotes del Clero Secular y Regular, así como por los vecinos de la ciudad; formando parte del cortejo iban los indios de los alrededores, vestidos a su usanza, y armados de sus arcos y flechas”. Se quemaron en el trayecto muchos fuegos artificiales, en las casas había colgaduras, arcos triunfales y adornos de flores.20 Asimismo, debido al matrimonio del delfín de Francia, el príncipe Luis, hijo del rey Luis XV, con María Teresa de Borbón, hija de Felipe V (rey de España), la Iglesia de Durango celebró el acontecimiento.21 18. Francisco Rodríguez Lupercio (1661-1683) fue un importante impresor de la Ciudad de México. Su imprenta figura a partir de 1658. Vid. Guadalupe Rodríguez Domínguez (coord.), Repertorio de impresos novohispanos (1563-1766), Xalapa, Universidad Veracruzana, 2012, en línea: https://www.uv.mx/bdh/files/2014/02/ Rodriguez_Repertorio_novohispanos.pdf [consulta: febrero 6 de 2022]. Sus prensas produjeron noventa y un impresos. Al morir en 1683, lo sustituyó su viuda. La familia Rodríguez Lupercio, aproximadamente en 80 años produjo 444 impresos. Vid. Luisa Martínez Leal, “Los impresores libreros en Nueva España del siglo xvii”, en línea: www.uam.mx/difusion/revista/may2002/martinez.html [consulta: febrero 6 de 2022]. 19. “Manuel de Escalante Colombres Mendoza y Laynes”, en línea: http://cdigital. dgb.uanl.mx [consulta: febrero 6 de 2022]. 20. “El Dr. D. Martín de Elizacoechea”, en Luis Ignacio Gallegos, Historia de la Iglesia en Durango, Ciudad de México, Jus, 1969, pp. 229-230. 21. Ibid., p. 231.

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Bajo el obispado del doctor Pedro Anselmo Sánchez de Tagle, cuya bula se expidió el 10 de abril de 1747, el culto a San Jorge se generalizó, pues fue declarado patrón de la ciudad contra la picadura de alacranes, fiesta que se convirtió en la conmemoración principal de la ciudad.22 Pedro Tamarón y Romeral fundó en la catedral cinco fiestas solemnes “durante la octava de la fiesta de la Purísima Concepción, debiendo celebrarse cada una con misa mayor, tercia y sermón…”23 Así, en tales festividades se pronunciaban misas, sermones y posiblemente poemas. Ahora bien, Tamarón y Romeral escribió varias obras: Triunfos de la Gracia en la Santísima Imagen de María, Historia General de Caracas, Triunfo Glorioso y Carro de Elías y Descripción del Obispado de Durango o diario de la Santa Visita de toda aquella diócesis dedicado al rey Carlos III.24 Por su parte, Esteban Lorenzo de Tristán y Esmenota (nombrado obispo por bula real en 1783) escribió la Historia del Seminario Conciliar de Durango, original cuyo paradero se desconoce.25 El XXº obispo de Durango, fray José Joaquín Granados (17211794), redactó un libro muy interesante llamado Tardes americanas, un texto en prosa dialogado entre un español y un indio, cuyo título completo nos informa de su contenido: Tardes americanas: gobierno gentil y católico: breve y particular noticia de toda la historia indiana: sucesos, casos de la Gran Nación Tolteca a esta tierra de Anáhuac, hasta los presentes tiempos / trabajadas por un Indio y un Español; sácalas a la luz José Joaquín Granados y Gálvez.26 Desde el momento de un primer acercamiento el texto resulta altamente interesante y digno de un estudio concienzudo que, por el momento, escapa a nuestra intención. El doctor José Vicente Salinas, nombrado obispo en 1868, durante su ministerio escribió quince cartas pastorales. De tal forma, hay que considerar que hubo una serie de escritos de carácter litúrgico, hagiografías, sermones, epístolas, historias, obras espirituales, etcétera, que conforman parte del acervo cultural religioso de Durango. 22. 23. 24. 25. 26.

Ibid., p. 233. Ibid., p. 237. Ibid., p. 238. Ibid., p. 247. Edición digital a partir de la de México, Imprenta Matirtense de don Felipe de Zúñiga y Ontiveros, 1778. Edición facsímil: Ciudad de México, Porrúa, 1987, en línea: https: //www.cervantesvirtual.com>obra-visor [consulta: febrero 8 de 2022]; vid. también “El Sr. D. Fr. José Joaquín Granados”, en Gallegos, Historia de la Iglesia, ed. cit., p. 249.

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Por otra parte, en la sección de Documentos27 ofrecemos textos que permiten informarnos tanto de aspectos artísticos en general y literarios en particular, como de diversos rasgos de la vida y las costumbres en Nueva Vizcaya en distintos momentos históricos. La orden de Felipe IV sobre el estilo que debían observar las comunicaciones nos da cuenta del desorden y la variedad de las cartas escritas en el Nuevo Mundo. En la carta annua de 1669 sobre el patrocinio de San Francisco Javier, además del estilo en el relato de los milagros del santo, el autor nos narra la serie de festejos donde, junto a simulacros bélicos y toda clase de suertes militares, hay cantos, panegíricos y poemas. Publicados en Madrid, un Panegírico a Fernando el Santo en 1671, y el Exemplar religioso (sermón fúnebre en la muerte de fray Andrés de Guadalupe) en 1680, ofrecen al lector dos muestras de lo que escribían en Nueva Vizcaya sus máximos prelados. Su autor, Bartolomé García de Escañuela, miembro de la orden franciscana, fue nombrado obispo de Nueva Vizcaya el 16 de noviembre de 1676, pero tomó posesión hasta el 11 de agosto de 1677. Fue el séptimo obispo de Durango y visitó toda su Diócesis.28 La carta de Francisco de los Ríos al tribunal del Santo Oficio fechada en 1691 nos informa de la práctica teatral con la participación del gracioso y nos da a conocer ciertas posiciones de la Iglesia con el edicto que ordenaba que en México no se usaran los hábitos religiosos en las comedias representadas en carnestolendas. La epístola fúnebre del marqués de Torre Campo, gobernador de Nueva Vizcaya de 1743 a 1748, es una muestra del uso de metáforas, imágenes poéticas y plásticas, además de la práctica escritural que se acostumbraba en tales ocasiones. El estilo “irónico” y peculiar de un canónigo de Durango en una carta de 1778, se refiere a las estatuas de los profetas como “monotes” o usa el término “mamarrachadas”, resulta no solo una curiosidad, sino que ofrece información, desde otra perspectiva, sobre las comedias de muñecos, los que conocemos como títeres. 27. Se moderniza la ortografía y la puntuación. 28. Francisco R. Almada afirma que “durante su gestión se provocó un conflicto en la Baja Tarahumara, porque habiendo autorizado la entrada de clérigos para contrarrestar la acción de los Misioneros, uno de aquellos principió a bautizar por la fuerza a los indios dando motivo para que estos huyeran de los pueblos de Misión y se remontaran”. García de Escañuela permaneció nueve años en Nueva Vizcaya, ya que murió en Durango el 20 de noviembre de 1686. Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses, Chihuahua, Universidad Autónoma de Chihuahua, 2.ª ed., 1968 (s. v. Escañuela).

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Ya en el México independiente, encontramos tanto la descripción de los festejos con representaciones alegóricas y diálogos, como la reproducción de abundantes textos poéticos en las fiestas celebradas en Chihuahua en 1822 en honor a la coronación como emperador de Agustín de Iturbide. Incluimos también versos varios. Sirvan, pues, estos apuntes como estímulo para realizar la gran empresa conquistadora del conocimiento sobre la cultura letrada y la literatura de Chihuahua, en particular, y Nueva Vizcaya, en general. Música, pintura y textos29 La historia de la literatura novohispana fuera de los principales centros urbanos se halla íntimamente relacionada tanto con el calendario religioso como con las circunstancias políticas y militares de la época, debido a que los asentamientos españoles se vincularon a la misión y a los presidios. “Cada misión estaba dividida en grupos o partidos, y cada partido comprendía varios pueblos. Cada pueblo actualmente tendría el nombre de misión. Uno o dos misioneros, que residían en el pueblo principal, llamado cabecera, administraban un partido”.30 En el caso de que cada pueblo no contara con un sacerdote, recibía visitas periódicas. Desde su llegada, los españoles pudieron observar que las tribus indígenas tenían diferentes inclinaciones artísticas que iban desde la música y la danza ritual hasta la pintura, la escultura y cierto tipo de representaciones teatrales. Con una población indígena de diversidad lingüística, dispersa en un gran territorio geográfico, los misioneros tuvieron que hacer uso de los recursos didácticos más inmediatos. De ahí que el arte en general fuera utilizado como vehículo idóneo para erradicar las costumbres paganas y sustituirlas por las creencias del cristianismo católico. No obstante, hay un vacío enorme en lo que se refiere a textos de carácter literario. Dicha ausencia obedece a una multiplicidad de razo29. Una versión más corta de este texto, “En torno a la historia de la literatura en Nueva Vizcaya (oralidad, visualización y textos)”, fue publicada en Manuel García Martín (ed.), El estado actual de los estudios sobre el Siglo de Oro, Salamanca, Ediciones Universidad, 1993, vol. I, pp. 209-216. 30. Masten Dunne, op. cit., p. 192.

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nes entre las cuales las más importantes radican, desde mi perspectiva, en el tipo de transmisión que privaba y en la finalidad creativa. Teniendo en cuenta la gran variedad lingüística que había en la Nueva España y el alto porcentaje de analfabetismo, comprendemos mejor que no se hayan conservado los textos o que simplemente no se hayan escrito, dado que su difusión era, de preferencia, oral. Además, es necesario considerar que las obras de carácter literario31 no fueron, en su mayoría, concebidas como manifestaciones artísticas, pues tenían un objetivo primordialmente didáctico, evangelizador. Vayamos por pasos. A partir de los estudios documentales que he realizado hasta ahora es posible concluir que no es la lectura una de las prácticas más habituales de la mayoría de los ciudadanos de la colonia. Se calcula que hacia 1521 había entre 10 y 25 millones de indios, que para 1605 se habían reducido a un millón. Cuando en 1580 se anexa Portugal a la Corona española, muchos portugueses pasaron a las Indias. Como su negocio fundamental era la trata de esclavos, fue la época en que ingresó el mayor número de negros. Hacia fines del siglo xvi había 16.000 negros y mulatos, mientras que los europeos eran 12.000 y los mestizos 2.500.32 Aunque el conocimiento sobre el nivel de alfabetización de la península es complicado, es posible establecer comparaciones y darnos una idea sobre lo que podría ocurrir en la Nueva España. Hacia fines del siglo xvi y principios del xvii, puede afirmarse que todos los miembros del clero y los letrados sabían leer y escribir; en el caso de la nobleza hay un promedio del 90 o 95%, aunque es necesario considerar que algunos hidalgos pobres y mujeres no estaban alfabetizados; de los artesanos, comerciantes y labradores solo una tercera parte sabía leer, y los peones y jornaleros eran analfabetos.33 Para el caso de Valladolid, Bartolomé Bennassar indica que la mayoría no sabía leer, sobre todo las mujeres.34 Esto significa que un alto porcentaje de la población desconocía la lec-

31. Entiendo este carácter literario como la manifestación estética escrita —o en algunos casos oral— de sentirse el artista frente al mundo. 32. Vid. J. I. Israel, Race, Class and Politics in Colonial México, London, Oxford University Press, 1975, p. 63. 33. Cf. Bartolomé Bennassar, La España del Siglo de Oro, Barcelona, Crítica, 1983, p. 285. 34. Cf. Valladolid en el Siglo de Oro, Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 1983, p. 468.

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tura y la escritura, actividades que es necesario distinguir, pues se dieron muchos casos en que se sabía leer, pero no se aprendía a escribir.35 En la Nueva España la enseñanza de la lectura era la etapa inicial y los estudiantes estaban separados según fueran a aprender a leer o a escribir. La gran mayoría solo terminaba la fase inicial.36 En las primeras misiones de Durango o Guadiana, en el siglo xvii, las escuelas donde enseñaban a leer y a escribir estaban a cargo de los franciscanos,37 pero una vez que llegaron los jesuitas también tomaron dicha enseñanza por su cuenta.38 Por otra parte, los frailes debían dominar las lenguas indígenas habladas en sus territorios misionales para predicar en ellas la doctrina cristiana. Nos dice Dunne respecto a los jesuitas: Los misioneros jóvenes no serían admitidos a la profesión solemne o a los últimos votos sino hasta que pudieran demostrar claramente a sus Superiores que podrían predicar a satisfacción en el idioma de su pueblo. Y ciertamente se les habría de mandar que predicaran en público y delante de un tribunal de entre los mismos misioneros, los cuales habían de dar testimonio de su suficiencia; y aun los Padres más antiguos tendrían que ser obligados a aprender la lengua de los indios.39

Dejando un poco de lado estas circunstancias y considerando al grupo minoritario que conocía el alfabeto, es difícil encontrar testimonios de que existiera un interés básico por la lectura en estas zonas del norte. Es preciso señalar, sin embargo, que una función importante de los misioneros era la enseñanza de la lectoescritura a los niños indígenas. Por ejemplo, la visita oficial a la Alta Tarahumara de 1715 35. Algunos moralistas españoles consideraban pernicioso que las mujeres pudieran escribir para responder a billetes amorosos. En 1599, Juan de la Cerda, y en 1603 el jesuita Gaspar de Astete, opinan que a las doncellas solo puede enseñárseles a leer, pero no a escribir, para que no puedan responder a los mensajes de amor. Dice De la Cerda: “mas el escrebir ni es necesario, ni lo querría ver en las mujeres”. Libro intitulado vida política de todos los estados de mujeres, Alcalá de Henares, Casa de Juan Gracián, 1589, f. 6r. Vid. Gaspar de Astete, Tratado del gobierno de la familia y estado de las viudas y doncellas, Burgos, por Juan Baptista Varesio, 1603. 36. Cf. Dorothy Tanck de Estrada, “La enseñanza de la lectura y de la escritura en la Nueva España, 1700-1821”, Historia de la lectura en México, Ciudad de México, El Colegio de México, 1988, p. 49. 37. Gallegos, op. cit., p. 178. 38. Los primeros jesuitas llegaron en 1574, luego hasta 1592 se funda la residencia de Guadiana. Vid. ibid., p. 201. 39. Peter Masten Dunne, op. cit., p. 290.

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a 1717 la hizo el obispo de Durango Pedro Tapiz: “Pero lo que más le agradó y le sorprendió, fue que se hubiera enseñado a los niños y jóvenes indios de su diócesis a leer en español, a escribir, a cantar y tocar instrumentos musicales”. El prelado estuvo en la misión de Satevó el día de la fiesta de San Ignacio de Loyola “y no dejó de admirar la pericia de los neófitos que hicieron de acólitos en la solemnidad, y cantaron muy devotos cantos litúrgicos. La orquesta y el coro en esta ocasión estuvieron magníficos; había chirimías, contrabajos, violines, arpas y órgano; un maestro de capilla tarahumar dirigía el coro y la orquesta”.40 Ahora bien, que enseñar a leer y a escribir a los niños fuera una función misionera no implica que podamos hablar de la lectura en términos más específicos. No ocurre algo similar con las artes visuales y auditivas, caso que pudimos observar en la cita anterior. En las iglesias había pinturas. Por ejemplo, hacia 1668 se levantan cuatro nuevas iglesias en las misiones jesuitas. La última fue la de San Miguel de las Bocas, donde hacía su misión el padre Rodrigo del Castillo. Los muros de la iglesia estaban decorados con pinturas.41 Por otro lado, la mayoría de los inventarios que hasta ahora he revisado manifiesta que la gente acomodada o de mediana situación económica poseía en general “cuadros”, “estampas”, “lienzos”, “imágenes” de carácter religioso. Por ejemplo, el inventario de María Ortiz de 1638, cuenta entre sus bienes varios retablos de San Diego, San Antonio, San Gerónimo, San Ermenegildo, Santa Gertrudis, Santa Lucía y cinco retablos pequeños de San Nicolás, Santa Teresa de Jesús y San Bernardo.42 De igual forma, los inventarios de mercaderes incluyen, si de arte se trata, imágenes y retablos. Es el caso de Jorge Fernández, cuyo inventario de 1644 habla de “treinta y quatro retablitos pequeños y otros ocho retablitos pequeños”.43 El proceso legal que se siguió a Baltasar de Quezada motivó que se inventariaran sus bienes, dicho documento es muy ilustrativo, ya que entre sus pertenencias se hallan: una hechura de un santo cristo en una cruz de évano al parecer con los extremos de plata en tres cuartos de largo. / Iten cuatro laminas con sus 40. 41. 42. 43.

Ibid., p. 280. Vid. ibid., p. 141. AMP, 1638, p. 354. AMP, 1644B, f. 990A.

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marquitos negros. / Iten una gitara en su caja (por un lado rajada) aforada de tiguere.44

Otro inventario del mismo individuo, hecho en Durango, incluye: Seis cuadros de apóstoles de poco menos de una vara con bastidores de palo teñidos en negro. Un cuadro de San Antonio de dos varas poco mas o menos con un bastidor dorado. / Iten seis países medianos cuadrados de tabla y once chiquitos de los que se ponen esquinados. / Una hechura de un santo Cristo de bulto mediano. / Una hechura de una señora de bulto pequeño.45

Asimismo, es más frecuente la posesión de instrumentos musicales como guitarras y chirimías; los particulares los tienen y los proveen los mercaderes, además en las iglesias tenían varios de ellos. En una memoria de géneros que se entregaron a Domingo de Monsalbe para vender en las minas de Parral, se indican “tres onzas de cuerdas de guitarra comunes”.46 El mercader ya mencionado como comerciante entre otras cosas de retablos, Jorge Fernández, tiene “cinco guitarrillas comunes” y “cuarenta caxcabeles grandes”.47 Es perfectamente comprensible que las tendencias artísticas siguieran tales inclinaciones, dado que las iglesias y, como vimos, las casas particulares, contaban con distintas imágenes religiosas entre las que se reproducían episodios de la vida de Cristo y, con obligatoriedad, del santo patrono de la misión, amén de las imágenes talladas y las estatuas, mejor conocidas como “imágenes de bulto” y pinturas. Por otro lado, como sabemos, la cristianización se vio siempre acompañada de cantos y de música: villancicos, letanías, rezos musicalizados, etcétera, eran frecuentemente entonados en las misas y en los festejos litúrgicos. Cabe señalar que con dificultad se encuentra un testamento en el que no se pida como última voluntad una serie de misas cantadas para cuya ejecución se deja asignada la cantidad indispensable. En su testamento Francisco de Ibarra, además, dice: “Yten

44. 45. 46. 47.

AMP, 1644 C, f. 1266. Ibid., f. 1284. Idem. AMP, 1644 B, f. 989B.

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mando que se digan por el ánima de Joan Marín poeta difunto doscientas misas”.48 Es necesario considerar que, a su llegada, los españoles hallaron ciertas tendencias artísticas en los distintos grupos indígenas que fueron encontrando. Es de sobra conocido que eran muy aficionados a la danza y a la música, como veremos adelante, pero también practicaban actividades artesanales como la pintura y la escultura. El capitán Gaspar de Villagrá, autor de la Historia de la Nueva México —obra editada en España en 1610, en la que relata el viaje realizado hacia el norte por Juan de Oñate y el propio autor— menciona que los indios son dados “al arte de la pintura”.49 Asimismo, aunque no podemos aún precisar si los indios del norte practicaban algún tipo de representación teatral, en el centro de la actual República los españoles encontraron construcciones en forma de teatros donde los indios realizaban farsas y otra clase de escenificaciones. Es factible observar que se daban demostraciones ecuestres avanzado el siglo xvii. Bajo la dirección del padre Tomás de Guadalajara, a comienzos del verano de 1681, todo se preparaba para la fiesta típicamente jesuita. El padre ordenó que se mataran tres novillos, así que los indios comieron bastante carne tanto en la víspera como en la fiesta: También hubo música, pues el Padre Guadalajara había formado en Matachí un buen coro de muchachos; y además el Padre visitador había traído consigo tres o cuatro músicos. Pudieron, pues, cantarse las Vísperas y al día siguiente se dio más lucimiento a la Misa y a la fiesta de los últimos votos con los cantos corales. Fue en verdad una fiesta muy alegre. El gobernador de Matachí invitó a los Padres para que asistiesen a una exhibición que sus hombres de a caballo iban a dar. Cincuenta jinetes en muy buenos caballos se desplegaron en la explanada que se encuentra al norte de la misión. Los indios hicieron tales evoluciones y formaron tales figuras que causaron admiración a todos los asistentes. La fiesta duró toda la tarde, y ya para terminar, tuvieron un simulacro de guerra. Por supuesto, los indios prolongaron hasta la noche sus danzas y sus gritos…50 48. José Ignacio Gallegos reproduce el testamento de Ibarra, en Historia de Durango 1563-1910, Gómez Palacio, Impresiones Gráficas México, s. f., p. 92 [cuarta de forros con fecha 1984, prólogo de Guillermo Porras Muñoz, 1972]. 49. Historia de la Nueva México, Ciudad de México, Imprenta del Museo Nacional, 1900, t. I, f. 86. 50. Masten Dunne, op. cit., pp. 225-226.

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De tal forma, a su llegada, los españoles, reconociendo las habilidades y costumbres de los indígenas, las aprovecharon de alguna manera para intentar erradicar las viejas creencias paganas y sustituirlas por el cristianismo católico. En 1596, a los tepehuanes51 se les impartía la doctrina cristiana en su lengua y “las oraciones con cantos y las tonadas que usaban los Tarascos en Michoacán”.52 Hacia 1600, el misionero jesuita Hernando de Santarén, “recogió y congregó toda la dicha gente en la iglesia y él mismo les enseñó las oraciones en la lengua natural acaxee rezada y cantada en tono de iglesia”.53 Así pues, las formas de representación indígena fueron suplantadas por ritos litúrgicos cristianos: rezos y cantos sufrieron variadas adaptaciones. Por ejemplo, en San Miguel de las Bocas del Río Florido, hacia 1662, después de la misa los nativos saludaban a la virgen con unos villancicos o motetes54 en lengua india que sabían de memoria, puestos en un canto muy apacible, pero también ellos mismos entonaban villancicos en español en un día de Corpus.55 Y lo mismo ocurre en el siglo xviii en las misiones de Noragachi, Gueguachic, Santa Ana, Chínipas, Nuestra Señora de Loreto, Misión de Chínipas, Guazapares y Batopilas donde cuentan con arpas, violines y cometas, bajones, chirimías, clarines, vihuelas y liras.56 La música sirvió, pues, como vehículo de evangelización y hasta en los autos de fe se hacían sonar las chirimías. Por otra parte, el uso de láminas para instruir a los indios sobre los misterios fue una práctica del centro, pero es probable que se siguiera en otras regiones. Estos sentidos auditivos y visuales se encuentran en relación estrecha con el papel de la literatura y su medio de difusión vinculado de manera muy íntima a la oralidad y a la representación teatral. Algunos estudios57 y textos nos permiten reconocer que el carácter oral de la 51. En las fechas de la conquista, “los tepehuanes ocupaban toda la parte oriental de la Sierra Madre del Pacífico, desde el Parral hasta el distrito de Bolaños (Colotlán y Chimatlán) donde tomaban el nombre de Tepecanos, en Jalisco”. Gerard Decorme, La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial, 1572-1767 (Compendio histórico), t. I: Fundaciones y obras, Ciudad de México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos, 1941, p. 41. 52. Ibid., p. 45. 53. Archivo General de la Nación [México] (AGN), Historia, 20, f. 217r. 54. Motete: “Compostura de voces, cuya letra es alguna sentencia de lugares de la Escritura” (Cov.). 55. AGN, Annua de Rodrigo del Castillo, Misiones, 26, f. 160v. 56. AGN, Temporalidades, t. 196, ff. 17r-46v. 57. La doctora Margit Frenk ha dedicado varios trabajos al tema del público oyente de los textos de los Siglos de Oro, vid. “Lectores y oidores. La difusión oral de la

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literatura en España es indiscutible. El canónigo de Elna, Miguel Giginta, basándose en esta práctica de la lectura grupal, indica que en las casas de trabajo deberá haber personas que “les lean durante el trabajo cada mañana historias verdaderas [...] y después de comer libros de sentencias, dichos y preguntas y respuestas, comenzando en lo de las historias por las más antiguas que se hallaren en romance: y las postreras sean de las propias provincias”. Continúa señalando que a la hora de la comida deberán leerles vidas de santos y en invierno o verano, fábulas morales.58 En este sentido es, hasta cierto punto, concluyente la consideración del Pinciano cuando al hablar de la verosimilitud indica que no es tan necesaria “en aquellas especies de fábulas que entran por el oydo o lectura, como son las comunes...”.59 Esa situación privilegiada de la transmisión oral también la conocieron los españoles que vinieron a América, pues el capitán Gaspar de Villagrá, en el canto primero de su Historia de la Nueva México, llama al rey “oiente” y añade “quien duda que con admirable espanto, / la redondez del mundo todo escuche, / lo que a tan alto Rey atento tiene...”.60 Y, para no ser demasiado prolija, solo señalo que esta insistencia en el papel esencial de los oyentes se da a lo largo de los Siglos de Oro en diversos escritos, sirva de ejemplo El Quijote, cuyas historias intercaladas son contadas; faltaría realizar una investigación más acuciosa sobre el caso en la Nueva España. Pero es claro que tanto en la península como en América la verdadera importancia de los recreadores de literatura la tenían los oyentes, no los lectores, de ahí que gran parte de la literatura circulara en forma oral. En las misiones, nos dice Dunne que los indios de Carichic fueron hasta Santa Ana a suplicar al padre Tomás de Guadalajara que los fuera a visitar. Cuando llegó le hicieron grandes fiestas, reunieron bastante semilla y mataron dos ovejas para obsequiar al misionero y a los indios cristianos que lo acompañaban. Bautizó más de cien un solo día: literatura en el Siglo de Oro”, en Guiseppe de Bellini (ed.), Actas del VII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Venecia, 1980), Roma, Bulzoni, 1982, pp. 101-123; “La ortografía elocuente (testimonios de la lectura oral en el Siglo de Oro)”, en David Kossoff (ed.), Actas del VIII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas (Brown University, 1983), Madrid, Istmo, 1986, pp. 549-556; “Ver, oír, leer...”, en Lía Schwartz Lerner e Isaías Lerner (eds.), Homenaje a Ana María Barrenechea, Madrid, Castalia, 1984, pp. 235-240, entre otros. 58. Tratado de remedio de pobres, Coimbra, 1579, BNE, R 11590, f. 15v. 59. Philosophia antigua poética, Madrid, 1596, BNE, R 6527, p. 200. 60. Ed. cit., f. 2r.

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y cuando terminó la ceremonia, todos, cristianos y paganos, muchos de ellos a caballo, organizaron una procesión portando dos grandes cruces. Plantaron una al principio del recorrido y llevaron a cuestas la otra hasta el fin de la jornada desde donde se habían de regresar, que distaba bastantes kilómetros, porque las rancherías sembradas a lo largo del arroyo, por donde había de pasar la cruz, estaban muy distantes. Avanzaron pues, plantaron en tierra la segunda cruz, y se volvieron cantando el clásico himno cristiano y litúrgico, el Vexilla Regis; el misionero que iba a caballo, cuando terminó el canto, entonó la correspondiente oración. […] [Conforme avanzaban los tarahumares corrían alrededor del misionero]. Mientras ellos corrían a un lado y otro y saltaban y retozaban frenéticamente, no cesaban de gritar: “Hue Gará ucu Tata Pare”, palabras tarahumares que significaban: “El Padre es muy bueno”. Los que iban a caballo hacían lo mismo. El misionero caminaba silencioso a caballo en medio de aquella batahola de gritos y saltos, rezando su breviario y dando conmovido gracias a Dios, por lo que aquello, que parecía motín, significaba. Las turbas se dispersaron, siempre cantando sus himnos de alegría, el Padre aseguró que se conmovió hasta derramar lágrimas y les prometió que algún día había de venir a morar entre ellos.

El padre aprovechó para cambiar el nombre del lugar y lo llamó Jesucarichic.61 De tal manera, que los medios de difusión de la cultura española, que había sido el resultado de múltiples adquisiciones a través de la tradición oral en el seno familiar y parroquial donde había un lector en cada grupo ante el que se sentaban a escuchar pasajes de las novelas de caballerías, cuentecillos, fábulas y hasta entremeses, sin dejar de considerar los elementos nativos de influencia, vinieron a prolongarse en el seno de las nuevas sociedades americanas. Las vidas de santos, los relatos sobre las vicisitudes que pasaron los misioneros, diferentes momentos de la conquista y las exploraciones, se verán entretejidos con múltiples anécdotas y leyendas de diversos tipos. Bien sabemos que en los largos viajes, de sobremesa o durante las veladas, se referían estos relatos y se entonaban diversas canciones. Lo interesante es hacer notar que mercaderes y viajeros eran portadores de dichas narraciones y cantos, que en algunos casos fueron recogidos por los frailes. Es preciso tener en cuenta como punto de partida, en cuanto a la geografía de nuestro estudio se refiere, que de acuerdo con el musicólogo don

61. Dunne, op. cit., pp. 166-167.

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Vicente T. Mendoza62 y otros estudiosos de la literatura del suroeste de Estados Unidos, hay ciertas ondas concéntricas culturales que partieron de México y siguieron hacia Chihuahua, pasando por Guanajuato y Zacatecas, para luego continuar hacia El Paso, Albuquerque, Santa Fe, Taos, Trinidad y Denver. Así que las interrelaciones artísticas, culturales y demás, con estas zonas, eran constantes. De este modo, el estudio de los inventarios nos permite ver que algunos productos, por ejemplo de Nuevo México, existen en casas particulares de Nueva Vizcaya. Los intercambios comerciales y los viajes posibilitaban el traslado de un lugar a otro de cuentos y cantares. Ese sentido de oralidad y visualización se halla en estrecho vínculo con el uso de la escena como medio de evangelización. Dicha actividad estuvo muy difundida a lo largo de toda la Nueva España y los primeros en promoverla fueron los misioneros franciscanos, quienes afortunadamente se asentaron desde tiempos tempranos en San Juan del Río, Santa Bárbara y San Bartolomé, con indios conchos. Pero de ello me ocuparé en el apartado sobre el teatro. La oralidad de la música, las narraciones y la escena, aunadas a la visualización de esta, las danzas y la iconografía, de ninguna manera descartan la posibilidad de que algunas personas ejercitaran la lectura o que hubiese una recreación o una práctica de la literatura escrita. La revisión sistemática de algunos inventarios del Archivo Municipal de Parral nos permite saber que los habitantes que poseían libros —en su mayoría letrados y religiosos— eran muy pocos.63 Sin embargo, no siempre es sencillo saber quiénes tenían entre sus bienes algunas publicaciones; a través de las testamentarías es ocasional dicha información, ya que es recurrente que se diga: “Item declaro por mis bienes todo lo que se hallare en mi tienda y de las puertas adentro de donde yo vivo”.64 Por otro lado, a través de los inventarios se presentan casos en los que se indica la posesión de libros sin mayor especificación. De tal forma, una historia del público lector y del tipo de lecturas que se realizaba debe contar con estos tropiezos. En el caso de los misioneros hay inventarios que nos permiten conocer las terribles limitaciones bibliográficas. En el Testimonio del 62. Estudio y clasificación de la música tradicional hispánica de Nuevo México, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1986, p. 15. 63. Situación similar a la de Valladolid. Vid. Bennassar, op. cit., p. 469. 64. AMP, 1642 B, f. 1019A.

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Inventario de los bienes que se entregaron en las naciones de la tarahumara y tepeguana a los curas y ministros doctrinarios, de 1767, encontramos lo siguiente: en Chínipas hay “Un Misal guarnecido de terciopelo con charnelas de plata” (f. 2v) y “Un misal y atril guarnecidos de plata sobre terciopelo carmesí” (f. 5r), “Quatro misales y un ritual” (f. 7r); en Sisoguichic “Tres misales viejos” (f. 12r); en Norogachi “Quatro misales maltratados [...]. Dos manuales lo mismo, Item: otro inservible, un ritual romano, un libro de oficios de difuntos” (f. 17r). En Nuestra Señora del Populo en Gueguachic hay, además de tres misales viejos y un ritual nuevo, “Nueve mapas de papel y unas cuantas estampitas de lo mismo” (f. 23r). Misales, libros de partidas y breviarios son las pertenencias bibliográficas en Loreto, Guazapares, Batopilas, Moris, Tutuaca, etcétera. El inventario de libros de los jesuitas a su expulsión contaba con 3,302 tomos, aunque hay faltantes.65 El inventario de San Juan Bautista de Río Grande dice que fueron dos estantes: el uno ocupado con 37 libros —10 tomos de Villarroel— con el título de Theologia Sagrada y Profana, 4 tomos de Lucio Ferrary, pronta Biblioteca, canónica, jurídica, moral y teológica —4 tomos del padre Mastrio— 5 tomos del padre Reinfezuel, Teología moral y derecho canónico —3 tomos de Feyjoo, con los titulos Teatro critico, y Cartas Eruditas— un tomo de Melgarejo intitulado Contratos Públicos —Otro directorio Moral del padre Echarry, que compró el R. P. Lector Ponce a costa de la Misión— y el otro que sirve para componer las cosas necesarias para la misa.66 65. Inventario del 6 de mayo de 1773 por don Francisco Antonio Carrillo, AGN, Temporalidades, t. 50, f. 191r; vid. ibid., Testimonio de los bienes de los expatriados jesuitas de Chihuahua, enviado al virrey por el obispo de Durango, 17 de agosto de 1790, ff. 130r-130v. Es interesante notar la censura que a finales del siglo xviii sigue efectuándose sobre la lectura: el seminario de Durango solicitó la librería de Chihuahua de los jesuitas. “El art. 29 de la expresada real cédula previene que hecha separación de los libros, morales y teológicos de los expulsos que contengan doctrinas laxas y peligrosas a las costumbres y a la quietud y subordinación de los pueblos poniéndolos donde se aparten del uso común de todo género de personas, los de mas se aplicarán a seminarios, Universidades, colegios, y otros estudios”. México, 24 de enero de 1791. Consulta del Director General de Temporalidades sobre que se aplique la librería de esta residencia al seminario de Durango, Parras, 1791, AGN, Temporalidades, t. 187. 66. Archivo Franciscano, BNE, 5/118 (1772-1774), f. 6v.

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A la generalización de las actividades artísticas mencionadas se unió la creación de diversos tipos de textos: por un lado, se redactaron documentos de carácter informativo que provienen de fuentes oficiales y religiosas. Estos manuscritos son conocidos como relaciones, cartas annuas,67 reseñas, diarios, etcétera. Constituyen la escritura más abundante del periodo y difícilmente se encuentra una región donde no se produzcan, ya que eran relaciones obligatorias que debían nutrir de información, por distintos conductos, a las órdenes religiosas y a las autoridades. Estos manuscritos, que en su gran mayoría no tienen vínculos directos con la literatura, adquieren otra significación cuando se analizan tanto sus contenidos como el estilo de ciertas partes.68 Veamos varios ejemplos de los casos más frecuentes. Los relatos y reflexiones de algunos misioneros, debido a todo ese bagaje de pensamiento religioso que los conducía a concebir demonios e idolatrías en cualquier manifestación ideológica distinta, los condujo a escribir relatos y descripciones que son verdaderas obras de la imaginación; los padres Joseph Tarda y Tomás de Guadalajara, misioneros de la Tarahumara, relatan que en Temaychic (cerca de Papigochic) luego de cantar una misa hicieron algunos exorcismos y dice: los cuales a vista de una imagen de nuestra Señora mostraron sus sentimientos con grandes gemidos que pacientemente se oyeron; la conmoción del aire fue grande a ese mismo tiempo, y dentro de los perros parece se avían entrado los demonios o los hechiceros que suelen a las veces sostituir las de los malos espíritus, y con su ayuda tomar las figuras de perros y de otros animales; y parece que en esta ocasión hubo algo desto en el Pueblo. Pues cuando íbamos en su demanda encontramos en el camino una víbora, a la cual hablaba uno de los indios y ella parecía entenderle como si fuese persona de razón obedeciéndole en lo que le mandaba; y no permitió la matásemos diciéndonos que no habían de hacer daño y matarnos las 24 demás víboras.69

Existe otro tipo de relatos o pequeñas narraciones de corte tradicional, transmitidas de manera oral a lo largo de distintas generacio-

67. Vid. infra el análisis de una de estas, p. 57. 68. Vid. Patrocinio, en Documentos. 69. AGN, “Copia de una carta de los padres Joseph Tarda y Tomás de Guadalajara misioneros de la nación tarahumara” (dirigida al padre Francisco Jiménez), 2 de febrero de 1676, Misiones, 26, f. 216v.

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nes. Es lamentable que no conozcamos o conservemos unos cuantos testimonios al respecto; no obstante, algunos misioneros mencionan ciertas creencias legendarias de determinados grupos indígenas. El padre Hernando de Santarén relata que los acaxees de Topia70 (Durango) creían que su pueblo debía su denominación a una tradición que contaba “que la india vieja llamada Topia se convirtió en piedra a la que los acaxees veneraban en forma de jícara, que en su idioma se llama topia, y de aquí se tomara el nombre aquel valle”.71 Por su parte, el padre Salvatierra, hacia 1680, refiere que los indios de Cerocahui (Chihuahua) gozaban haciendo burlas del diablo, “pues —puntualiza— dicen que años ha que vino el demonio a su tierra en figura de perro e hizo grande estrago, y en un cerrito convirtió muchos hombres en piedras. Y me mostraron el cerrito y las piedras. Y así por las veras con que lo dice, como por la disposición tan extraordinaria de las piedras, le di crédito a la tradición”.72 En una carta annua de 1611, Juan Fonte se refiere a las creencias de los tarahumaras: Aunque he procurado saber si estos gentiles tarahumares tienen ídolos o alguna adoración, no he habido rastro de esto. Verdad es que tienen muchas supersticiones y hay entre ellos muchos hechiceros. Dicen que cuando muere una persona, que su alma no muere, sino que se va a los montes donde está una fiera que a los malos traga y a los buenos deja pasar a mejor tierra. Lo cual también han creído los tepehuanes, pero ni los unos ni los otros saben explicar más en esto de lo que está dicho.73

Las tribus del norte en particular, como los tarahumaras, tenían especial reverencia por los astros, particularmente por el Sol y la Luna; de igual forma, en la época colonial —no sabemos si en la actualidad— los indios de Isleta tenían una historia legendaria “of a man who married the Moon, a pueblo Endymion, opposed by evil earth forces 70. Topia quiere decir en acaxee ‘jícara’, por la forma del terreno en que está asentada. Aunque su fundación por los indígenas es muy antigua, Gallegos estima que como villa española nació cuando fray Lorenzo de Gaviria creó el convento franciscano en 1591. Op. cit., p. 174. 71. Apud Atanasio Saravia, Apuntes para la historia de la Nueva Vizcaya, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980, t. III, p. 21. 72. “Texto de la entrada a Témoris, Cerocahui, Guazapares, Husaromes y Cuiteco”, en Luis González Rodríguez, op. cit., pp. 117-118. 73. Ibid., p. 188.

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whom he at last overcomes with the help of the Moon-Maiden”.74 Fray Gerónimo de Gárate Salmerón relata que, durante la jornada de Oñate a California, encontró muchas ruinas indígenas a su paso por Sonora y Sinaloa, ...y preguntando a los indios qué ruinas eran aquellas respondieron que era tradición de los viejos a quienes oían contar que muchos siglos había, que pasaron por allí gran número de gente, la cual había salido de la laguna de Copala, aunque ellos la nombraron con otro nombre porque es otra laguna, que iban a poblar nuevos mundos, caminando hacia el sur, y que fueron tan lejos que nunca se supo de ellos, si eran vivos o muertos.75

Textos que reúnen relatos como el anterior tenemos bastantes, ya que a la sustitución de un rito por otro se asocian narraciones que se constituyen en deliciosos cuentecillos que en el habla coloquial introducen elementos mágicos de gran ingenuidad. Por otra parte, hay varias narraciones referidas a sucesos milagrosos que algunas veces se entrelazan con biografías de distintos misioneros. Algunos ejemplos de esto son: un milagro narrado por Rodrigo del Castillo en San Miguel de las Bocas hacia 1662; los milagros de San Francisco Xavier en la Tarahumara (1666-1668); la vida del padre jesuita Fernando Konsag; el milagro de la Virgen del Sagrario en Durango en 1742; una revelación milagrosa a fray Juan de Escalona sobre Nuevo México (letra del siglo xviii); el milagro de Francisco de Borja en Santa Fe. También en este tenor hay una serie de leyendas, algunas de Texas y Nuevo México, otras de Nueva Vizcaya. Tales son las leyendas de Las campanas perdidas de Tumacacori; Las minas perdidas de Tumacacori; La torre inconclusa de San Xabier; Huisar el escultor de San José. Entre las más cercanas a nosotros se encuentra la leyenda de La resurrección de fray Padilla, misionero franciscano que acompañó a Coronado a Nuevo México y que fue martirizado por los indios. Cuando la iglesia de la misión de Isleta fue construida, el ataúd de Padilla, de acuerdo con la creencia de los nativos, se trasladó milagrosamente de su lugar al desierto de Isleta y allí fue vuelto a enterrar en el cementerio de la iglesia. 74. Mabel Major, Rebecca W. Smith et al., Southwest Heritage, Albuquerque, University of New México Press, 1938, pp. 27-28. 75. Relaciones de todas las cosas que en el Nuevo México se han visto y sabido así por mar como por tierra desde el año de 1536 hasta el de 1676, BNE, ms. 6882, f. 35v. [caligrafía del siglo xviii].

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Cada año este ataúd sale a la superficie donde es visto por la gente del lugar y luego es vuelto a sepultar. Otras leyendas de Nuevo México de fines del xvii son las de Nuestra Señora del Rosario; La campana de San Miguel (Santa Fe); La pintura de San Miguel de Acoma; y las Leyendas de María Coronel, quien sostenía, sin haber salido de España, haber visitado con frecuencia a los indios de Texas, Nuevo México y el norte de México, quienes por su parte, afirmaban haberla visto hacia principios del siglo xvii; por último, tenemos El mortero de la Purísima Concepción (en Texas) y Las campanas de San José (Aguayo, Texas).76 Una leyenda muy simpática es la del misionero jesuita de los zapatos mágicos. Al padre Francisco Herman Glandorff se le encomendó organizar la solitaria y áspera población de Tomóchic donde vivió durante muchos años hasta que murió; “…en este valle coronado de ásperos riscos alcanzó su fama de santidad entre los indios y grande reputación por sus proezas como alpinista en las montañas, especialmente por la resistencia y ligereza de sus pies”.77 Especifica Dunne: Es frecuente ver una pareja de fornidos y medio desnudos tarahumares iniciar y llevar a cabo una carrera que da fama a su raza y leyendas a su historia. Pues el P. Glandorff alcanzó entre estos ligeros e infatigables indios, un renombre superior a todos ellos, en la historia y en la leyenda. Misioneros e indios a la par, se admiraron de su velocidad y resistencia. En una palabra, la rapidez de sus idas y venidas era tenida por milagrosa. Algunos atribuyen esta cualidad a sus zapatos, porque una vez, según se dice, cuando el P. había rendido a un pobre hombre por completo de cansancio, hizo que se calzara sus propios zapatos, y el hombre medio muerto como estaba de cansancio, se reanimó y realizó sin cansarse el resto de la jornada. Esto sucedió en más de una ocasión. La rapidez con que iba y volvía se tuvo siempre como milagrosa, puesto que, yendo a pie a visitar a un enfermo, siempre llegaba mucho antes que los indios que iban a caballo. No es, pues, de admirar que los indios, aceptando lo que Bolton llama

76. Cf. Cleve Hallenbeck, Spanish Missions of the Old Southwest, Garden City/New York, Doubleday Page and Company, 1926, pp. 135-164. 77. El padre Francisco Herman Grandorff nació el 28 de octubre de 1687 en Ostercappeln cerca de Osnabrück. En 1730 estaba trabajando en Tomóchic, “donde adquirió los años que ahí vivió, la fama de santidad y de taumaturgo”. Realizó muchos milagros. Murió en Tomóchic el 9 de agosto de 1763. Masten Dunne, op. cit., p. 296.

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La Divertida Leyenda, pensaran que el P. Glandorff usaba unos zapatos mágicos.78

Y continúa citando al padre Braun: Nada, […] podía detener al P. Glandorff; ni la lluvia ni la nieve, a través de las cuales caminaba sin mojarse ni la cabeza ni los pies. Sin ningún temor atravesaba crecidos ríos y salía a pie enjuto en la otra orilla. En cierta ocasión, cuando estaba celebrando el funeral de una india, el cadáver de ésta habló desde su ataúd, y para corona de tales maravillas, cuenta Braun que el mismo santo varón anunció de antemano el día de su muerte. Las mismas cartas del P. Glandorff vienen a aumentar su propia fama, pues fueron copiadas y pasaron de mano en mano, como las de San Francisco Javier, allá en Europa.

Otra leyenda se da en el Zape sobre la Virgen del Hachazo que allí veneran: La tradición asegura que durante la rebelión tepehuana acaecida el año de mil seiscientos dieciséis, los indios, después de asesinar a los padres jesuitas que en dicho pueblo había, entraron al templo, bajaron del altar la imagen de la Santísima Virgen que se encontraba allí colocada, haciéndola objeto de burlas y desprecios; la llevaron a un ojo de agua caliente, pero como sobrenadaba, llenos de ira, le pegaron con una hacha en el rostro, dejándole una cicatriz perpetua en la mejilla izquierda, luego la cubrieron de piedras, dejándola en el fondo de dicho ojo de agua, hasta el año de mil seiscientos veinte que llegaron al Zape los padres jesuitas que iban a reconstruir su misión, yendo al ojo de agua sacando la imagen de la Virgen y como se dieron cuenta de la huella del hachazo que presentaba en el rostro, le pusieron la Virgen del Hachazo, que es con el que se le venera en la actualidad. Se ha tratado de retocar varias veces la imagen, pero no se ha podido ocultar la huella del golpe que sufrió hace más de trescientos años por lo que la gente de aquel lugar y de sus alrededores, lo han hecho objeto de una especial veneración y se le atribuyen muchos milagros.79

La tradición oral, aunada al folclor, no fue lo único que se suscitó en esas zonas, también se produjo otro tipo de textos. 78. Idem. 79. Gallegos, op. cit., pp. 438-439.

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Asimismo, contamos con dos crónicas significativas: la mencionada Historia de la Nueva México de Gaspar de Villagrá y la Historia de los descubrimientos antiguos y modernos de la Nueva España de Baltasar de Obregón.80 Por otro lado, se escribió la obra Luz de Tierra Incógnita de Juan Mateo Mange, que es un diario de las explotaciones en Sonora. Dentro del género epistolar hay cartas muy poéticas, como las del marqués de Torre Campo81 (1747) y otras que poseen algunos pasajes que emparientan con ciertos textos peninsulares. De este rango son también varios escritos de carácter elegíaco sobre la muerte de algunos misioneros o monarcas. En este caso se hallan las obras de Bartolomé García de Escañuela, obispo de Nueva Vizcaya en 1680, cuyos textos, como señalé, se editaron en Madrid. Otro religioso que escribió trabajos literarios es Juan Aguirre y Gorospe, obispo de Durango de 1663 a 1667. Los poetas no estuvieron ausentes de nuestra región, pues en el documento sobre el Patrocinio de San Francisco Xavier en Nueva Vizcaya se nos habla de la creación de panegíricos y poemas escritos en Parral hacia 1669.82 Otro poeta reconocido del mineral es fray Antonio Figueroa a quien se llamaba el Pericles de la oratoria mexicana. Por otra parte, es necesario considerar que también se escribieron obras de distintos caracteres en esta zona. La idea de que la predicación y la catequesis debía hacerse en las lenguas indígenas motivó la creación de abundantes vocabularios, gramáticas, catecismos, traducciones del Evangelio y de otros libros del Nuevo Testamento, a las diversas lenguas indígenas.83 En las misiones jesuitas era obligado que el misionero escribiera un libro de gramática para aprender la lengua indígena específica de su región. Estas obras servían a los misioneros recién llegados a la misión. Eran textos que tenían fines eminentemente didácticos, aquellos como las artes y vocabularios sobre el tepehuán y el tarahumara, como el Arte y vocabulario completo de la lengua tarahumara del fraile franciscano José Victorino; luego la obra del misionero jesuita de los tepehuanes en el siglo xvii, Gerónimo Figueroa, Arte y copioso vocabulario de las lenguas Tepehuana y Tarahumara, y Catecismo y confesionario en la lengua Tepehuana, por solo citar 80. 81. 82. 83.

Vid. infra. Vid. el texto en Documentos. Vid. el texto en Documentos. González Rodríguez, op. cit., pp. 272-273.

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un par de ejemplos.84 Pero, indica Dunne: “Del mismo modo sucedió años antes con el P. Juan Bautista de Velasco, que escribió una gramática y un diccionario en lengua cahita; con el P. Santarén, que los escribió en xiximí y con el P. Horacio Caroci, en otomí. Y de semejante manera procedieron otros PP. misioneros”.85 Asimismo, se escribieron obras como el Florilegio medicinal de todas las enfermedades sacado de varios y clásicos autores del misionero de la Tarahumara Juan de Esteynffer (de 1712).86 Bailes y cantos87 Las alusiones a los bailes y cantos de los diferentes grupos indígenas del norte son muy frecuentes en la documentación de la época. Con dificultad se encuentran relaciones o cartas que nos hablen de sus hábitos y que no mencionen su práctica de la música y la danza y, desde una perspectiva totalmente ideológica, de cierto tipo de escultura y pintura. Podríamos decir que la visión de los padres misioneros asocia, en general, este tipo de actividades con la superstición y el demonio, pues desde su enfoque estos son elementos básicos de las creencias infieles de los indios. No obstante, ciertas costumbres y determinado tipo de esparcimiento, como veremos, serán considerados necesarios para el mejor funcionamiento de estas sociedades. El estudio de algunos rituales en los que se practicaba la danza es esencial para la integración de una historia de la literatura de estos pueblos, dado que en dichas ceremonias y festividades se entonaban variados cantos de alta significación poética, aunque, como señalé, los 84. Señala Masten Dunne: “El P. Figueroa rindió otros importantes servicios no sólo a la misión, sino a las letras, que habían de ser muy útiles en el futuro, porque escribió dos obras, una en lengua tepehuana y otra en tarahumar. Cada una de ellas contenía una gramática, un diccionario y un catecismo con la traducción de las principales oraciones y del modo de confesarse”. Op. cit., p. 142. 85. Ibid., p. 143. 86. Edición, estudio y notas, María del Carmen Anzures y Bolaños, Ciudad de México, Academia Nacional de Medicina, 1978-1979. 87. Una versión de este texto, “Manifestaciones literarias entre los indígenas de Nueva Vizcaya”, fue publicada en 5 Centuries of Mexican History. Cinco siglos de historia de México, Ciudad de México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1992, t. I, pp. 117-124.

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bailes indígenas eran de carácter ritual y tenían su origen en motivaciones diversas: su objetivo podía ser desde adorar a los dioses para solicitar su auxilio en el inicio o el final de la cosecha, invocarlos en las enfermedades o en las calamidades climatológicas, hasta cantar las victorias guerreras. Veamos algunos de estos casos. Se dice que, hacia 1600, los acaxees de Durango “hacen sus idolatrías, mitotes, borracheras y supersticiones”88 con huesos humanos. Asimismo, en esta zona adoran al ídolo de las milpas, a quien hacen ofrecimientos para obtener una buena siembra, “y después, al tiempo que han ganado, antes que osar tocar en ellas, se emborrachan y le hacen bailes y fiestas y le ofrecen los primeros elotes de las milpas”.89 Buscando alivio a las enfermedades de familiares de dos caciques, en el Zape, entre 1599 y 1602, “determinaron hacer mitote, el cual le suele durar toda la noche, bailando y bebiendo; y hechos borrachos les parece que ven lo que ha de suceder: que con aquello se contentan. Y también su antiguo señor el demonio suele acudir a esta fiesta, engañándoles y yendo entre ellos visiblemente”.90 Cabe hacer un paréntesis para señalar que entre los misioneros jesuitas también podían sentir la presencia del demonio. El padre Glandorff escribió, el 12 de enero de 1752, al padre Hesselmeier, lo siguiente: “la campana de la iglesia se oye tocar por la noche y durante el día; en el vestíbulo se oye mucho ruido como de gente que está saltando; se oye mucho estruendo en la casa; las puertas y ventanas se abren y se cierran, solo mi cuarto se ve libre de tales horrores. Quizá los demonios quieren arrojarme de esta tierra que por tantos años han dominado”.91 Volviendo a nuestro punto, otras danzas, seguramente, solo tenían la finalidad de rendir un agradecimiento a los dioses. Al respecto, Tomás de Guadalajara y Joseph Tarda relatan, en 1676, que en Papigochi los parlamentos de los indios: ...de ordinario son de noche y la gastan casi toda hablando y cantando como cantan los búhos92 que los indios llaman tecolotes y el estilo que ob-

88. 89. 90. 91. 92.

González Rodríguez, op. cit., p. 280. Ibid., p. 286. “Anua de Francisco Váez de 1600-1602”, en Zubillaga, op. cit., 1981, vol. VII, p. 665. Masten Dunne, op. cit., p. 300. Es muy probable que se trate del baile llamado tutuguri o baile del tecolote, practicado en la actualidad por los tarahumaras para pedir diversos favores al Sol.

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servan es hablar y cantar uno dellos que comúnmente es el más principal diciendo hu, hu, hu, hu, y respondiendo los demás el mismo arrullo que muestra bien el maestro deste canto que es el demonio el cual en figura de búho o tecolote suele aparecérseles cuando se juntan a sus embriagueces y en este tiempo les habla y les da tan malos consejos como es el autor dellos.93

Entre los grupos indígenas de Nuevo México ocurría algo similar, ya que en la adoración de los ídolos se efectuaban distintos tipos de baile. Por ejemplo, con la danza de la cabellera se agradecía a los dioses, y con la del cochino hacían penitencia y eran azotados.94 Las danzas se utilizaron también como una forma de rebeldía frente a la cultura española; en Guadiana, hacia 1597, durante la fiesta de Corpus algunos de los indios infieles [...] sacaron su invención harto significativa de el miserable estado de sus almas, y fue cubrirse todos de cierta hierba que parece lana, a manera de salvajes con máscaras en el rostro, y unos como cetros en las manos. Otros salieron vestidos de demonios, tocando cuernos, y escribiendo en sus libros con unas astas de ciervo.95

Algo parecido ocurría en Nuevo México, donde el mismo grupo al que me referí practicaba otra danza el Jueves y el Viernes Santo: el baile de la tortuga. Este se hacía “compitiendo con los españoles en celebrar sus fiestas y que en estas ocasiones se les manifiesta visible el demonio, y les manda lo que han de hacer, y pronostica lo que va a suceder hasta el tiempo de volver a bailar dicho baile”.96 La realización de las fiestas indígenas también podía estar motivada por el deseo de celebrar las victorias ante los enemigos. El padre flamenco Petrus Thomas van Hamme, refiriéndose a Papigochi hacia 1688, relata que cuando los indios mataban a alguien solían despojarlo de la cabellera y, en algunas ocasiones, de las manos, restos que eran

93. 94. 95. 96.

Carlos Bausani nos indica que este baile, en el que hay cantos, dura alrededor de diez horas y se celebra en la noche. “Creencias y prácticas de los tarahumaras”, Mexican Folkways, 3-4 (1927), pp. 227-230. AGN, “Copia de una carta de los padres Joseph Tarda y Thomas de Guadalaxara”, 2 de febrero de 1676, f. 247r. AGN, Inquisición, 1764, vol. 1001, ff. 224v-225r. Zubillaga, op. cit., vol. VI, p. 426. AGN, Inquisición, vol. 1001, f. 224r bis.

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llevados hasta el pueblo. “Ahí —dice— celebran con cantos al enemigo muerto, y luego se ponen a bailar toda la noche en torno a la calavera y las manos, remedando las acciones del enemigo vivo o luchando según las solían hacer”.97 El padre Juan María Ratkay nos proporciona una detallada descripción del baile que servía para festejar la victoria de los tarahumaras sobre otros grupos indígenas o sobre los españoles: Four or five Indians begin the dance. There are two in the center to direct it; they make a din with the rattles, while bending the whole bodies now to one side and now to the other, and flexing their knees. Soon other Indians join them until at length a large circle is formed. Then, as one of them moves his foot in a given direction, at the same time all the others do likewise. Thus they spend the whole night, dancing, and yet they never grow tired.98

El padre jesuita Joseph Neuman, en su libro sobre las rebeliones de los tarahumaras, alude a esas fiestas. Por ejemplo, en una de las sublevaciones de 1697-1698, los indígenas atacaron Tomochic. Allí asaltaron la iglesia, quemaron la casa del padre, mataron piezas de ganado y las repartieron junto con el maíz; luego, dice Neuman: “Chargés de ces provisions et en compagnie des indiens du village, partisans des soulèvements précédents, ils passent la nuit dans les danses et l’orgie, célébrant avec des cris aigus leurs exploits”.99 Los indígenas acostumbraban también danzar y tocar algunos instrumentos para manifestar su alegría y su amor en la recepción de los misioneros. Pier Gian Castini, en una carta annua sobre las misiones de Sinaloa de 1621, indica que los chínipas lo recibieron en sus pueblos “con todas señales de amor, danzas, arcos, atambores”.100 Asimismo, los días de fiesta cristiana los indios de distintos grupos solían bailar y cantar; por ejemplo, entre los tarahumaras, el padre acostumbraba matar algunos animales en las fiestas de Pascua y en Navidad. Todos los 97. Aunque de manera quizá muy primitiva, podemos apreciar en estos festejos cierta forma de teatralización. González Rodríguez, op. cit., p. 305. 98. An Account of the Tarahumara Missions, trad. al inglés del latín, Marian L. Reynolds, Carichic, marzo 30 de 1683, pp. 45-46. 99. Révoltes des indiens tarahumars (1626-1724), trad. del latín, intr. y comentarios, Luis González Rodríguez, Paris, Institut des Hautes Études de l’Amérique Latine, 1969, p. 73; vid. también p. 15. 100. González Rodríguez, op. cit., p. 47.

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indios acudían a la misión y, al terminar los oficios religiosos, mientras se preparaba la comida, se ocupaban en deportes y bailes.101 De manera semejante, los chínipas acudían a la iglesia “con músicas y danzas” los días de fiesta.102 Es muy factible que las festividades y bailes se debieran también a celebraciones muy específicas. Por ejemplo, nos cuenta Andrés Pérez de Ribas, misionero jesuita, autor de Triunfos de nuestra santa fe (Madrid, 1645),103 que en Sinaloa, hacia 1635, se llevaba a cabo la fiesta de los Prohijados. Para adoptar a los indios huérfanos se hacía una gran ceremonia la cual duraba, entre bebiendo, pintando, bailando y cantando, ocho días. En otros documentos escritos por los misioneros se considera que la motivación fundamental del baile era reunirse para beber hasta embriagarse. En una relación de 1651 del padre José Pascual104 se dice que los tarahumaras —tanto jóvenes como viejos, hombres y mujeres— se congregaban a beber fuera de la vista del misionero y que los más viejos eran quienes iniciaban las danzas. En todo caso los indios “Para celebrar de veras una fiesta tenían que emborracharse; la fiesta comenzaba con danzas y cantos según sus costumbres bárbaras, después se entregaban a la bebida aumentando el alboroto hasta las primeras horas de la madrugada, en que caían ya sin sentido por el sueño y la borrachera”.105 Sea cual fuere la motivación, pues, podemos percatarnos de que el baile y la música eran actividades artísticas muy practicadas por los grupos indígenas. Como hemos visto, las danzas, en muchas ocasiones, tenían lugar junto a diferentes tipos de cantos; de ahí que resulte de gran trascendencia para los estudios literarios saber cómo estaban estructurados y a qué temas aludían. Ratkay106 insiste en que las canciones de los tarahumaras tenían un contenido lascivo, pero que ello no era motivo para que los niños no las escucharan. A las fiestas donde se entonaban tales melodías asistían hombres y mujeres,107 y mientras 101. Ratkay, op. cit., pp. 55-56. 102. Vid. “Relación” de Juan Bautista Velasco y “Carta” de Juan Fonte de 1608, en González Rodríguez, op. cit., pp. 40, 161. 103. Apud. ibid., p. 78. 104. “An Account of the Missions Taken from the Report of Padre José Pascual for the Year 1651”, en Sheridan y Naylor, op. cit., p. 29. 105. Masten Dunne, op. cit., p. 180. 106. Op. cit., p. 31. 107. Al referirse a los grupos indígenas del norte en general, Atanasio Saravia reconoce que se entregaban a la danza para distintas celebraciones; sin embargo, hipotéti-

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cantaban, bebían hasta perder el sentido; se ocupaban luego de placeres carnales o de peleas entre ellos y solo terminaban aquello cuando quedaban exhaustos. Después, las mujeres mayores, jalándose una a otra del cabello, bailaban formando un círculo y lloraban por sus hijos y hombres de su familia que hubiesen resultado heridos o muertos. Era entonces cuando la fiesta finalizaba.108 Entre las pocas cosas que los tarahumaras tenían en sus casas estaban las sonajas, instrumentos hechos de calabazas huecas rellenas con piedrecillas, que eran utilizadas en los bailes. Al respecto, expresa Ratkay: “Now their dancing is of a very melancholy kind, with nothing joyful about it except the singing. For as they dance, they sing”. Indica además que, a excepción de los bailes que los misioneros les permitían a los indios en los días de fiesta, “their songs are usually obscene” o se trataba de celebraciones guerreras.109 Es preciso, además, señalar que los tarahumaras consideraban al sol como el dios principal y que la luna era su madre. “For this reason, when they dance at the time of the full moon, they formed a circle, and danced around it, paying great honour to the moon”.110 Lo que puede indicarnos que los himnos dedicados a la Luna debían tener un contenido religioso, y que estos bailes poseían un carácter altamente ritual. Por otra parte, el texto de Ratkay nos permite concluir que en los cantos se abordaban temas amatorios o de carácter erótico y, si no elegíacos, al menos relativos al dolor y la muerte; asimismo, como pudimos ver, había también cantos de contenido guerrero. La enorme importancia que estos indígenas concedían a la danza es mucho más patente si tenemos en consideración que dentro de su cosmovisión creían que, al morir, el alma iba al paraíso, donde se dedicaba a la práctica de deportes y al baile.111 camente, excluye a las mujeres de estos actos, dice: “Para celebrar sus victorias, o cualquier otro motivo de regocijo que tenían, se entregaban a la danza por la que eran apasionados, pero parece que era una danza más guerrera que cortesana, pues no sé que en ella tomaran parte las mujeres, sino que sólo los hombres bailaban alrededor de las hogueras encendidas para tal efecto, y al mismo tiempo daban grandes alaridos y hacían fuerte consumo de bebidas embriagantes”. Op. cit., t. III, p. 51. 108. Vid. Ratkay, op. cit., p. 31. 109. Ibid., pp. 45-46. 110. Ibid., p. 41. 111. Idem.

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El padre Tomás de Guadalajara, aunque transcribe algunos versos, es menos específico en el contenido, del cual indica que “no suele ser de cosas buenas”. Sin embargo, son muy elocuentes sus palabras sobre el estilo de los cantos tarahumaras, que básicamente usan el metaplasmo y la metáfora. Veamos: Las dichas mudanzas de letras, o equivocaciones son especie de metaplasmo, y no solo esta figura poética usan sino todas las demás, como son sinalefas, elipses, etc., que son en esta lengua muy usadas en prosa y en versos, en los cuales usan de muchas alegorías y otras figuras de la retórica, que el uso enseñará, y se advierte, que cada danza es de ordinario una continuada alegoría, o una compuesta de muchas que se enderezan a representar un tema de la danza, que suele ser una manta por ejemplo comenzando desde que la lana se cría, se hila, se teje y se hace vestido, hasta que se rompe, y con alegorías y metafóricos vocablos la van describiendo, lo mesmo es en cosas torpes, en otra parte daremos razón de todo, mas en particular esto sea para mayor gloria de Dios y su madre purísima y bien de las almas. Por ahora bastará poner algunos versos, coplas que cantan en sus danzas. Emehé iúmari guámehé; A a emé iúmari guámehe; guamirepó moóiamec naraquí muiá iiegue guiculíie iuniguá emehé iúmari guaméhé. Así prosiguen esta danza que llaman Iumari guamehé y no suele ser de cosas buenas, y varían diciendo por estribillo: Emeneca iumari guamehé, y trastocando los vocablos. Cerca de la media noche mudan el canto en otro y el baile en otro que llaman Guariguama y es así: Guariguama guinagueré cenu guicataie ieheregua ia ieluguatr cimilaguaie cocolocaie iaiieluhuguá guariguama guina gueré

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iahiná guerú gueltú inahiná muqui gueieta ximilú guaná guaná ximilú, etc. Guagubucari noguica, guicanoí ieheleia, iere, iere sasaguá noguica guicane eleiaa ieré. La danza siguiente cantaban a la luna cuando se ponía el círculo en ella: Tenaxugué iaraguira manani hiioiame busani iequiliio iorigué iequiliio busani aharime bucari, etc.112

Es muy probable que el uso constante de figuras de dicción, aunque se consideren como licencias poéticas, lo mismo que el uso de la alegoría y otras formas metafóricas tanto en la prosa como en el verso, motivara que el padre Guadalajara aconsejara: “Véanse en lo lato y nótese el modo de coplas y versos, y con el vocabulario se entenderán mejor, aunque es una de las cosas más difíciles, y válganse de los maestros, y poetas que hay en cada pueblo, que las solían componer, que con esto se quitarán muchas cosas del demonio, y será instruido su imperio y Dios glorificado para siempre”.113 La adhesión o supresión de sílabas o versos hace que su traducción sea muy compleja, y más aún su análisis. Sin embargo, el texto de Guadalajara es altamente revelador e ilustrativo en varios sentidos: en primer término nos informa de que, entre los tarahumaras, había gente específicamente dedicada a la creación poética; en segundo lugar, nos apunta algunos rasgos estilísticos de dichas composiciones “puras”, es decir, sin influencia europea. 112. Compendio del arte de la lengua de los tarahumares y guazapares, Puebla, 1683, C. 38, a. 12, ff. 35v-36r, Bristish Library. Copia manuscrita del doctor William Merrill, a quien agradezco el habérmela proporcionado. 113. Ibid., f. 36v.

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Es evidente que la llegada de los españoles no dejó incólumes las danzas, la música, la poesía y los relatos de los indígenas; algunas veces más rápido que otras, se dio un sincretismo cultural inevitable. Para muchos españoles era claro que no podrían erradicar todos los hábitos indígenas. La idea la expresa con claridad el padre Joseph de Acosta, hacia finales del siglo xvi: Y generalmente es digno de admitir que lo que se pudiere dejar a los indios de sus costumbres y usos (no habiendo mezcla de sus errores antiguos), es bien dejallo, y conforme al consejo de San Gregorio papa, procurar que sus fiestas y regocijos se encaminen al honor de Dios y de los santos cuyas fiestas celebran.114

En suma, los métodos de cristianización influyeron de manera radical en que se produjera más aceleradamente dicha simbiosis. En esencia, fueron dos las formas de evangelización a través de la música y los versos: se traducían a las lenguas indígenas los cantos españoles o se les ponía letra a las tonadas profanas. Veamos algunos ejemplos. En Guadiana, en 1597, después de las fiestas de la Pasión se toca “música de trompetas, chirimías y flautas junto con varias invenciones de bailes, o mitotes a la española, y según la costumbre de los indios”.115 En un bautizo de tepehuanes de Ocotlán, en Santa Cruz, Sinaloa, “sacaron una cruz grande, muy enramada con flores olorosas, y en procesión fueron cantando el credo en su lengua”.116 Los chínipas que recibieron a Pier Gian Castini en 1621, además de sus arcos, danzas y “atambores” tenían “todos unas cruces en las manos y cantando los niños las mismas coplas que cantan en sus partidos los nuestros, ya asentados en las iglesias, para lo cual había ido un temastián”.117 Juan Fonte dice de los tepehuanes de El Zape que “celebran sus pascuas y fiestas del año, en especial de la Santísima Virgen, con mucho regocijo, juntándose en los patios e iglesias de sus pueblos en ruedas y corros a hacer sus bailes y danzas tales días”, y añade que ahora reconocen a Dios por su señor “no oyéndose en sus bailes otros nombres que el de

114. Historia natural y moral de Indias. Vida religiosa y civil de los indios, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963, p. 136. 115. Zubillaga, op. cit., vol. VI, p. 425. 116. González Rodríguez, op. cit., p. 158. 117. Ibid., p. 47.

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Jesús y María y algunas letras cristianas a cuyo son bailan y se regocijan sin derramamiento de sangre ni borracheras en que de ordinario perdían el juicio y el alma”.118 Hay que recordar que los misioneros jesuitas, en particular, conformaban grupos musicales. Hacia 1668, una iglesia nueva se construye en San Miguel de las Bocas, donde hacía su misión el padre Rodrigo del Castillo. A los tarahumaras se les enseñaba música, canto y a tocar diversos instrumentos. “Con los que ya habían aprendido a cantar se formó un coro que cantaba en las solemnidades litúrgicas, en la misa solemne y otras ocasiones, dando con eso mucho esplendor al culto. El P. Rodrigo del Castillo había organizado un coro de niños indios, que llegó a ser famoso en toda la región y era invitado a cantar en ocasiones solemnes, en las misiones y en los pueblos de los alrededores de Parral”.119 Por otro lado, en la ceremonia luctuosa que se realizó en la villa de Durango por la llegada de los cuerpos de los padres Juan del Valle, Luis de Alavés, Juan Fonte y Gerónimo de Moranta, sacrificados por los tepehuanes en el Zape en 1616, después de describir el túmulo y los ornamentos, Atanasio Saravia señala: “Para mayor solemnidad, y honra de los Sacerdotes, se dijeron poesías y composiciones y después de terminada la misa se procedió al entierro…”.120 Ejemplos como los anteriores podrían multiplicarse, basta con indicar que esos fueron los inicios de la convivencia de dos civilizaciones que, con el paso del tiempo, formarían una nueva cultura cuyas manifestaciones literarias regionales aún es preciso analizar para desentrañar las influencias que se ejercieron de una y otra parte. El teatro121 Los conocimientos actuales sobre el teatro colonial de las regiones mexicanas del norte —en particular de Nueva Vizcaya— son muy 118. Ibid., p. 161. No imaginaba el padre Fonte que moriría a manos de los tepehuanes en el Zape. 119. Dunne, op. cit., p. 141. El grupo de niños y cinco españoles murieron a manos de los indios cuando volvían de la inauguración de otro templo cerca del Tizonazo. El padre Castillo fue hecho prisionero y torturado, pero vivió. Ibid., p. 142. 120. Apud Gallegos, op. cit., p. 255. 121. Una versión más reducida de este texto, “El teatro en Nueva Vizcaya”, fue publicada en Criticón, 51 (1991), pp. 57-63.

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incipientes. Los distintos historiadores de la literatura se han venido infatigablemente repitiendo unos a otros, sin que se haya realizado una labor de investigación más exhaustiva en los diferentes archivos y documentos de la época. Una de las razones esenciales de esta enorme laguna radica en la probable ausencia de textos, aunque también es cierto que la búsqueda minuciosa de referencias, incluso incidentales, es necesaria. Considero, con Mary Austin,122 que no se ha puesto la atención debida al hecho de que una buena parte del periodo colonial coincidió con la enorme efervescencia del teatro en la península. Cervantes, Tirso de Molina, Lope de Vega, Calderón de la Barca, el novohispano Juan Ruiz de Alarcón, llevaban a escena sus autos, comedias, tragedias y entremeses. Y ese magno interés por la dramatización, de alguna manera, cruzó el océano con los conquistadores. Por otra parte, es bien sabido que cuando los españoles llegaron a la Nueva España los indígenas ya conocían ciertas formas de representación teatral. Algunos escritos de los cronistas, como Hernán Cortés o de los primeros historiadores de Indias, como fray Toribio de Benavente, fray Jerónimo de Mendieta o fray Diego de Landa, nos hablan al respecto. Hernán Cortés, en sus Cartas de relación, afirma que en Tlaxcala existía una construcción que le recordaba los escenarios teatrales. El autor es más específico cuando describe el teatro que, ubicado en medio de la plaza, había en Tlatelolco: uno como teatro que está en medio de ella, hecho de cal y canto, cuadrado, de altura de dos estados y medio, y de esquina habrá treinta pasos; el cual tenían ellos para cuando hacían algunas fiestas y juegos, que los representadores de ellos se ponían allí porque toda gente del mercado y los que estaban en bajo y encima de los portales pudiesen ver lo que se hacía.123

Ante tal descripción resulta indudable que los indígenas contaban con un escenario que se había construido pensando, por la disposición, en los espectadores. Danzas, himnos y farsas tenían lugar en esos terraplenes;124 con disfraces de lagartijas, sapos y otras alima122. “Folkplays of the Southwest”, Theatre Arts (agosto 1933), p. 599. 123. “Tercera carta-relación”, en Cartas de relación, Ciudad de México, Porrúa, 15ª ed., 1988, p. 157. 124. Denominados momoztlis por los indígenas.

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ñas, o imitando actitudes de pájaros y mariposas, o bien fingiendo padecer algún defecto físico, los actores indígenas, antes de la celebración de un baile, escenificaban algunos entremeses. Asimismo la estructura en forma de diálogos entre la divinidad y su adorador, que se encuentra en algunos himnos, es una muestra de literatura teatralizada. De modo que la representación dramática en México —y en el resto del continente— a la usanza española se inició muy poco tiempo después de la llegada de los europeos, trátese de misioneros o soldados. En particular, a los frailes franciscanos —aunque también en las misiones jesuitas se encuentran formas de escenificación— se debe gran parte de la difusión del teatro en América. Es muy conocido y citado el capítulo en que Motolinía describe, hacia la primera mitad del siglo xvi, la actuación de los tlaxcaltecas en un auto sobre la tentación y la caída de Adán y Eva. El escenario natural, con grandes árboles y animales de todo tipo, y la fabricación de flores de plumas y oro de que nos habla la crónica es impresionante. Así pues, la utilización del teatro como recurso didáctico se hallaba en estrecha relación con su práctica, ligada con frecuencia a actividades de carácter religioso. La liturgia católica había encontrado una forma de evangelización masiva en la representación, en autos, de pasajes de la Escritura para mejor enseñanza de cómo debían erradicarse los vicios. De acuerdo con Marilyn E. Ravicz, “the missionaries used preexisting religious patterns as often as possible in their evangelistic labours, and because many of them recognized the extreme importance of certain religious symbols and ritual trappings and employed these elements to their own ends”.125 Por ello la asimilación de las nuevas formas culturales fue más accesible. Es importante puntualizar que la mayoría de los estudiosos de la literatura del suroeste de Estados Unidos está de acuerdo en sostener que la tradición literaria, en general, se expandió de México hacia el norte.126 Los textos que han perdurado hasta nuestros días y se han rescatado son muy escasos. Es muy probable que la calidad artística de las

125. Early Colonial Drama in Mexico: From Tzomantlin to Golgotha, Washington, The Catholic University Press, 1970, p. 4. 126. Vid. supra, “Música, pintura…”, p. 42.

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obras escritas por los misioneros fuera poca, dado que la concepción de dichos textos nada tenía que ver con aspiraciones literarias, por su finalidad primordialmente didáctica. Eso es notorio cuando se analizan las técnicas teatrales utilizadas en las obras que han subsistido. Así pues, la historia de la literatura en general, y en particular del teatro, estará íntimamente ligada al calendario religioso y a las situaciones políticas, militares y civiles de la época. Sin que sepamos con toda certeza si los grupos indígenas del norte de la Nueva España practicaban algún tipo de teatro, es preciso decir que en las festividades descritas por los misioneros jesuitas encontramos una especie de teatralización, si está permitido llamarla así, de las ceremonias y festejos cristianos: hay muchos elementos escenográficos en sus celebraciones pletóricas de danzas, flores, tambores e instrumentos de guerra. Por ejemplo, recordemos el texto del padre Pier Gian Castini donde nos relata cómo fue recibido por los pueblos de los chínipas. Dice: “fui recibido con todas señales de amor, danzas, arcos, atambores, teniendo todos unas cruces en las manos y cantando los niños las mismas coplas que cantan en sus partidos los nuestros...”.127 La evangelización supuso todos los elementos del culto cristiano, incluyendo la misa, la procesión y el sermón. Justamente a las festividades religiosas tanto comunes como las señaladas del año litúrgico —la Semana Santa, Cuaresma, Corpus Christi—, van asociados distintos tipos de actividades artísticas. La realización de procesiones fue constante en todo lugar donde existían misiones. Es difícil encontrar alguna carta annua en la que, al hacerse referencia a festividades religiosas, no se hable de su práctica, ya que dichas actividades, como dijimos, constan de misa, procesión y sermón. Hay ocasiones en que, por iniciativa propia, y en ausencia del misionero, los indígenas las practicaban. A principios del siglo xvii, el padre Andrés Pérez de Ribas, nos cuenta que entre los chínipas “los recién cristianos de su propio motivo y sin que el padre les dijera cosa alguna, hicieron su procesión de penitencia, que es verdaderamente en estos naturales horrorosa”.128 Rodolfo Usigli129 nos indica que, debido al aumento de público en las representaciones religiosas, fue necesario que salieran del recinto

127. González Rodríguez, op. cit., p. 47. 128. Ibid., p. 105. 129. México en el teatro, Ciudad de México, Imprenta Mundial, 1932, p. 19.

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eclesiástico para ser incorporadas a las procesiones de los festejos más trascendentes y se realizaran en tablados fabricados especialmente para el caso. Las representaciones religiosas, cuya salida de la iglesia a la calle es parte esencial del estudio del teatro, estuvieron muy ligadas a las procesiones: pasos de la Pasión eran celebrados por los tepehuanes y los tarahumaras desde fines del siglo xvi y en el xvii; asimismo se practicó la celebración del nacimiento de Cristo con los autos navideños denominados pastorelas donde no falta la escena del ofrecimiento, uno de cuyos testimonios lo proporciona el padre Juan Fonte, hacia 1611. La escenificación de pasos de la Pasión, entre los cuales los más importantes eran el prendimiento, las tres caídas y el descendimiento, se practicaba en México desde fines del siglo xvi, cuando el franciscano fray Francisco de Gamboa, al instituir la cofradía de Nuestra Señora de la Soledad en la capilla de San José, “inició las representaciones mímicas de pasos de la Pasión, que eran ejecutadas los viernes durante el sermón”.130 Lo mismo ocurría en las más remotas provincias de la Nueva España. El padre Jerónimo, misionero jesuita, describe la celebración de la Semana Santa en la hacienda de la Sauceda hacia 1596: Entraron a aprender la doctrina muchos tepehuanes, que quisieron participar de todas las ceremonias de los cristianos en sus procesiones, disciplinas de sangre y pasos de la Pasión y Resurrección. Hubo un derroche de flores, arcos, música, enramadas, danzas, trajes blancos, comidas a que acudieron muchos serranos y gentiles.131

Por su parte, el padre Rodrigo del Castillo, del partido de Bocas, en la Tarahumara, describe, en 1662, las celebraciones efectuadas los días de fiesta e indica que, en Semana Santa, el jueves, comulgan los indios y acabado a la tarde el Levatorio, ordenan la procesión en que llevan algunos pasos de la pasión y una muy devota hechura de Cristo Señor nuestro crucificado, a quien presiden todos niños de la doctrina cada uno con su cruz; asimismo el Viernes Santo se hace el descendimiento. Y puesto el cuerpo del Señor en unas vistosas andas que le forman el sepulcro, sale la procesión de aquel día con todas las insignias de la pasión, a quien sigue 130. Ibid., p. 31. 131. Ibid., p. 45.

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María Señora nuestra en su Soledad acompañada de los indios que salen de sangre disciplinándose.132

Proveniente del auto de Navidad, otra de las actividades teatrales realizadas en las misiones eran las pastorelas. La celebración del nacimiento de Cristo a cuyo pesebre acuden los pastores a ofrecer regalos, tan común actualmente en Hispanoamérica y en algunas partes de Estados Unidos, data de varios siglos atrás. En la carta annua de 1611, el padre Juan Fonte informa que algunos indios tarascos y mexicanos han celebrado la pascua de Navidad con mucha devoción: La noche buena hicieron una representación muy devota, cuando los pastores vinieron al pesebre. Y no me admiré poco de la traza y concierto que en todo guardaron, no habiendo ninguno de los nuestros industriádolos, ni aun sabido que tal cosa hiciesen, hasta que los vimos en la iglesia con sus vestidos de pastores, entrando en la representación hombres ya viejos. Todos ofrecieron dones al Niño, y uno, no hallando qué ofrecer, hincado de rodillas, le ofreció su alma con grande fe y devoción.133

La indicación posterior de que en todas las fiestas del año se esmeran de igual forma sirviendo de guía a los tepehuanes, nos permite suponer que dichas escenificaciones eran frecuentes. Por otra parte, varios tipos de acontecimientos de carácter civil, como descubrimientos, nacimientos, juras, aniversarios, recibimientos a distintos personajes de importancia, motivaban celebraciones y festejos que se acompañaban de actividades teatrales. De esta manera las apartadas zonas del norte serían testigos de algunas dramatizaciones de distinto carácter. El capitán y poeta Gaspar de Villagrá nos permite comprobar que también en estas regiones del continente se efectuaron representaciones teatrales en tiempos muy tempranos. En el canto catorce, Villagrá describe las vicisitudes que pasaron al atravesar el desierto sin víveres ni agua hasta que llegaron al “bravo Río, / del Norte”, zona que los investigadores norteamericanos ubican al sur de El Paso, es decir, en lo que era parte de, en otros tiempos, Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, o al menos en territorio chihuahuense. 132. AGN, Annua de Rodrigo del Castillo del partido de Bocas en tarahumaras, Misiones, 26, f. 161r. 133. González Rodríguez, op. cit., pp. 165-166.

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Después de descansar, cinco hombres cruzaron el río en busca de un paso seguro y encontraron unos indios hospitalarios que les mostraron un vado. Ya que todos estaban del otro lado, se mandó construir una iglesia en la zona, en la cual, además de decirse una misa, se pronunció un sermón. A esto añade Villagrá: ...y luego que acabaron los oficios, representaron una gran comedia que el noble capitán Farfán conpuso, cuio argumento solo fue mostrarnos el gran recibimiento que a la iglesia, toda la Nueva México hacía…134

Es pertinente hacer notar que el mencionado capitán Farfán era miembro del grupo expedicionario y que el tema de la comedia era muy adecuado a los principios de evangelización sustentados por los españoles. No obstante, también en las fiestas profanas se hizo teatro. En el canto dieciséis de la obra citada, se narra un motín de unos soldados en San Juan de los Caballeros (primera capital de Nuevo México); fueron hechos prisioneros, pero debido a su arrepentimiento se les dejó en libertad. Dicha situación desembocó en unas fiestas cuya duración fue de una semana, en las que hubo juegos de cañas, toros, sortija y, dice Villagrá, “una alegre comedia bien compuesta, / regozijos de moros y Christianos”.135 Como es sabido, estas morismas o dramas de moros y cristianos eran ampliamente conocidos en México, Morelos, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Zacatecas y Chihuahua. El objetivo central es la representación de una batalla entre moros y cristianos, en la que hay diálogos y cuyo desenlace consiste en el triunfo de los cristianos y la conversión de los musulmanes. Aunque en la ciudad de Durango el primer coliseo solo se inauguró en 1800, mucho tiempo atrás existía interés por el teatro. Y aquí encontramos la práctica de la comedia típicamente peninsular que incluye siempre al gracioso en su reparto. Hacia 1691, el guardián del convento de San Francisco de Durango pregunta a Francisco 134. Op. cit., t. 1, ff. 76-77. 135. Ibid., f. 89. De acuerdo con las autoras existe el manuscrito de Los moros y los cristianos en la colección Mary Austin en Santa Fe. Cfr. Mabel Major, Rebeca W. Smith et al., Southwest Heritage, Albuquerque, University of New México Press, 1938, pp. 32, 36.

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de los Ríos,136 quien dirige una carta al tribunal del Santo Oficio, si los actores de comedias tenían permiso para usar hábitos clericales o religiosos, ya que le habían solicitado cuatro para usarlos en una comedia “que se havía de representar, del presente en esta Ciudad pegado el teatro a la puerta de la Santa Iglesia Catedral como se ha hecho otros años”. Comenta haberlo consultado con la compañía de Jesús y acordado que, si se trataba de una comedia devota y el hábito requerido fuese para el personaje central, daban su aprobación, pero si quien iba a usarlo fuera el “gracejo”, “como se decía se havía de vestir, no se tolerasse por la indecencia, y que en todo caso siempre parecía mejor que no saliesen los hábitos de el Convento”. La obra, titulada El dichoso bandolero,137 contó con cuatro actores, entre ellos el gracioso, que salieron a escena vestidos de frailes franciscanos con hábitos que algunos particulares tenían para sus mortajas. A través de esta carta, podemos observar la concepción moral de algunas órdenes que no consentían la profanación de las vestiduras religiosas por la comicidad. Es inevitable que tales actitudes nos recuerden los pensamientos de algunos moralistas españoles satirizados, por ejemplo, por López de Úbeda en La pícara Justina.138 Para principios del siglo xviii, las dramatizaciones son una forma de diversión en San José del Parral, Chihuahua, ya que de 1723 a 1724 existen varios documentos139 en los que se solicita permiso para celebrar, además de corridas de toros, danzas de moros y cristianos y comedias en la plaza de San Juan de Dios. Todavía no podemos afirmar si estas escenificaciones y festejos fueron constantes en el mineral a lo largo del siglo, pero para 1794 se habla de los excesos que se cometen en las representaciones teatrales. La puesta en escena de distintas obras y la pronunciación de poesía dramática como la loa, al parecer fue una actividad común en dife136. AGN, Inquisición, V. 371, ff. 284r-285r. Reproducimos el texto en la sección de Documentos. 137. La obra que se conoce con el título de El dichoso bandolero Fr. Pedro Mazara capuchino es de Francisco Cañizares. Fue publicada en la Parte treinta y seis, Comedias escritas por los mejores ingenios de España, en Madrid por Joseph Fernández de Buendía, en 1671. Aunque cuenta con un reparto extenso, quizá fue adaptada a las circunstancias o se trate de otra obra. 138. Francisco López de Úbeda, La pícara Justina, ed. Antonio Rey Hazas, Madrid, Imprenta Nacional, 1977. 139. AMP, 1724, 107.

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rentes zonas del país, y en muchas ocasiones estuvo relacionada con festejos de carácter civil. Veamos la descripción de fray Lorenzo Antonio Estremera sobre los actos realizados en la Jura de Fernando VI en Santa Fe, Nuevo México, del 24 al 27 de enero de 1748: Y concluido el paseo por toda la villa, se colocó el estandarte real en parte muy decente y pública, bajo de dosel, sobre un almohadón de terciopelo; y a la noche hubo muchas luminarias, con diferentes cargas cerradas por el campo, con diferentes repiques de campanas en nuestra iglesia, que todo rebosaba a regocijo; a que se siguió un muy lucido carro triunfal, con las armas de España, cetro y corona imperial; y iba dentro de dicho carro un personaje, quien representó en tres distintas partes una muy docta Loa en alabanza de nuestro rey don Fernando el Sexto, con muchas aclamaciones del pueblo, con muchos víctores y viva nuestro rey y señor don Fernando el Sexto; con que se concluyó esta noche. El día 26, por mañana y tarde, hubo para recreo de la villa, y por solemnizar más la jura de nuestro rey y señor, juego de toros, y el día veinte y siete hubo una muy buena comedia, con que se acabaron las fiestas.140

Asimismo, el 15 de septiembre de 1760, en Santa Eulalia, Chihuahua, debido a la visita del obispo de Durango, Pedro Tamarón y Romeral, “en un altar fuera en el cementerio se representó una arrogante loa”.141 Por otra parte, aunque no poseemos muchos testimonios al respecto, es de suponer que entre la población había profesionales de la comedia, ya que en 1794, por ejemplo, en una lista de impedimenta de órdenes religiosas, se presenta un caso de prohibición a un individuo “que es bufón o histriónico mediante danzantino o representante de comedias”.142 Ese mismo año de 1794 se pusieron en servicio los primeros baños públicos en Durango. De acuerdo con el bando dado por el gobernador don Francisco José de Urrutia definitivamente fueron puestos en servicio el lunes 21: “se construyeron acatando la orden del Virrey Revilla Gigedo del ocho de septiembre de 1790. Su costo fue de trecientos sesenta y dos pesos real y medio y se obtuvo el dinero de la 140. Apud Usigli, op. cit., pp. 61-62. 141. Archivo de la Catedral de Durango (ACD), L. LIII, f. 136. 142. ACD, L. LVII, f. 21v.

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representación de varias comedias que hubo. No le costó al Erario Real un centavo”.143 El 4 de febrero de 1800 se inauguró el primer teatro en la ciudad de Durango, gracias al apoyo del capitán don Juan José de Zambrano,144 quien denominaba coliseo al teatro. José Ignacio Gallegos transcribe la siguiente reseña de la Gaceta de México: En celeridad de los años de nuestro católico monarca (que Dios guarde) se estrenó el coliseo de esta Ciudad con la representación de la primera parte de Andrómaca, a que asistió después del paseo el I Ayuntamiento, empleados de oficinas de Real Hacienda y todos los sujetos distinguidos. La fábrica material que ascendió a 22,000.00 ha sido construida a expensas del Regidor, Alférez Real y actual Alcalde ordinario don Juan José de Zambrano. Se construyó todo de piedra sólida, de sillería para ponerla a cubierto de algún incendio y se dispuso con toda belleza, simetría y proporciones que aun los más retirados espectadores pueden ver a satisfacción. Su ámbito es el más capaz, pues contiene 26 palcos muy cómodos y unos arcos por los costados. La compañía de Cómicos y orquesta son de las más regulares y desempeñan las funciones con aplauso general, para que éstas se celebren con el mayor decoro y buen orden, se han dado las correspondientes por el Sr. Intendente asignando el tiempo en que deben hacerse y previniendo las reglas que deben observarse en Bando que se promulgó oportunamente.145

No podríamos terminar este apartado sin dejar de mencionar los estrechos vínculos de la música con el teatro. En particular de la tonadilla escénica, de gran arraigo en Latinoamérica, y de la zarzuela, que llegaban a distintos puntos de la Nueva España por boca de comerciantes y viajeros que asistían a las representaciones celebradas en el Coliseo en la Ciudad de México. Tal es el caso de la tonadilla El sol143. Gallegos, op. cit., p. 504. 144. Juan José de Zambrano provenía de Alfaro (Navarra) y muy joven llegó a la Nueva España, donde se graduó de capitán de las Milicias Provinciales. Radicó en Durango atraído por las noticias de las minas de Guarisamey, donde amasó una gran fortuna. Cuenta la leyenda que para el bautizo de su hijo Ramón (que nació disminuido) quería poner de su casa al templo dos hileras de barras de plata “para que pasaran por ella los padrinos que llevaban al niño a recibir las aguas sacramentales”. Lo impidió el ayuntamiento, sin embargo, el hecho da cuenta de su inmensa fortuna. Vid. ibid., p. 518. 145. Ibid., pp. 518-519.

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terito, obra del siglo xviii, que sigue ejecutándose en Nuevo México, o de El solterito y la solterita que, de acuerdo con Vicente T. Mendoza, sigue el camino de Michoacán, pasando por Sinaloa, hasta llegar a Nuevo México.146 En conclusión, aun en el vasto reino de la Nueva Vizcaya y en zonas más alejadas de la corte, se contó con dramatizaciones de diversos tipos. Quizá muchas de las escenificaciones fueran solo reproducciones de dramas españoles, pero también es muy probable que algunas obras fueran compuestas por misioneros y expedicionarios como el capitán Farfán. Desgraciadamente, los textos literarios que han perdurado hasta nuestros días son muy pocos o se hallan por allí en algunos archivos en espera de ser descubiertos por algún investigador. Matices literarios del discurso religioso de Nueva Vizcaya: cartas annuas del siglo xvii Hace más de 400 años, justo en 1592, los jesuitas visitaron el extenso territorio de Nueva Vizcaya, mismo que por su lejanía carecía de ministros tanto para auxilio de los españoles como de los indígenas. Entre los textos escritos por religiosos se encuentran las cartas annuas. Este tipo de documentos son informes anuales donde se resaltan las principales noticias del año corriente sobre la actividad misional de los jesuitas en las distintas provincias de la Nueva España. Los puntos de annuas se enviaban de las diversas casas de la localidad a la casa provincial para que, abreviadamente, se transmitieran a Roma, donde deberían imprimirse y distribuirse. Los informes de las misiones con frecuencia hablan sobre el proceso de evangelización, describen las festividades religiosas e incluyen observaciones sobre los grupos indígenas, y en ocasiones también aportan una descripción sobre la zona. Asimismo, se proporciona una relación de los influjos benignos del cielo entre los hombres en forma de milagros. La acción de los santos y la Virgen sobre el destino de los mortales es el centro de esta parte de tales narraciones. Los asuntos más importantes de las diversas provincias se recogen en estas cartas, cuya estructura implica un apartado introductorio 146. Op. cit., pp. 377, 382.

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que habla sobre la distribución de los padres y distintas secciones para los colegios y misiones. Las cartas dan una información general de los principales hechos, construcciones, festividades, problemas, biografías edificantes de padres difuntos durante el año, y relaciones de sucesos milagrosos. De acuerdo con el estudio de Pedro Borges, los misioneros se percataron de que el sistema religioso de los indios en lugar de estar concebido en forma de dogmas tenía la estructura de los relatos. “De aquí la razón —nos dice Borges— por la que, al tratar de exponerles el contenido dogmático del cristianismo, no procedan los misioneros de una manera sistemática, sino a manera de historia”.147 Lo anterior también puede decirse del estilo general de las cartas, pero en sus particularidades es muy variable y depende de la formación e inclinación del misionero. No obstante, la brevedad —aunque las hay extensas— y la sencillez son dos aspectos que las hacían comprensibles para cualquier tipo de público. Las palabras del padre provincial Andrés de Rada hacia 1649, respecto al estilo de los predicadores, son muy sugerentes: No se permita que nuestros predicadores usen el estilo culto o afectado, por el grande daño que se causa y el mal ejemplo que se da a nuestros hermanos estudiantes, y el descrédito que se sigue, no sólo a la Compañía, sino a los particulares...148

Por otro lado, la relación estrecha que establecieron los misioneros de las distintas órdenes con el modelo misional realizado por los apóstoles, explica en mucho el contenido de las cartas annuas. Si bien es cierto que las pasiones históricas se remontaban al tiempo de las persecuciones cristianas y que en el siglo xvii el martirio ya no era una realidad, también es verdad que el descubrimiento de América, con su monumental programa evangelizador ante el impacto de las creencias indígenas, implicó una serie de muertes de misioneros a manos de los nativos que se convirtió en una nueva oleada de mártires cuyo culto no se dejó esperar. De tal forma, estas cartas aludirán con frecuencia a los 147. Pedro Borges, Métodos misionales en la cristianización de América. Siglo xvi, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1960, p. 89. 148. Francisco Zambrano, Diccionario bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, Ciudad de México, Tradición, 1973, vol. XII, p. 177.

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misioneros sacrificados.149 Asimismo, es patente la preocupación que había en el siglo xvi, como señala John Leddy Phelan,150 y también en el xvii, respecto a la falta de realización de milagros como sucedía en los tiempos apostólicos. De ahí que las cartas incluyan narraciones de hechos prodigiosos en las diferentes provincias y misiones de la Nueva España. En conclusión, estos textos contienen una serie de tópicos hagiográficos, así como elementos que luego conformarán algunos relatos legendarios. Los documentos que estudiaremos llevan por título Letras Anuas de la Provincia de la Compañia de Jesus de México, año 1646 y 1647 y Carta anua de la Provincia de la Compañia de Jesus de Mexico: del año de 1648 y 1649,151 esta última firmada por el padre Andrés de Rada152 en México, el 10 de julio de 1650. Nos referiremos preferentemente a las partes dedicadas a las misiones, mismas que contienen una amplia relación de casos milagrosos que pueden clasificarse en problemas referentes a la salud, como partos y enfermedades; asuntos naturales, como las sequías; cuestiones sobrenaturales malignas, como apariciones de sombras o duendes; y algunas aportaciones biográficas sobre el mártir jesuita Jerónimo de Moranta, quien fue victimado en el Zape por tepehuanes. Esta clase de informes son una especie de relación a lo divino, aunque no estén estructurados por la secuencia temporal, ya que reúnen una serie de acontecimientos narrados desde una perspectiva, si bien mediatizada por las creencias religiosas, que implica un supuesto de verdad. El objetivo es ofrecer una información sobre una realidad en la que obran fuerzas sobrenaturales. Al respecto son reveladoras las siguientes palabras:

149. Por ejemplo, es notable el interés del general jesuita Goswin Nickel, quien, desde Roma, en mayo de 1651, solicitó informes detallados de la muerte de los padres Beudin y Basilio en la Tarahumara. Dado que no recibe noticias, insiste en agosto de 1658. Cf. Peter Masten Dunne, Early Jesuit Missions in Tarahumara, Berkeley, University of California Press, 1948, p. 88. 150. The Millenial Kingdom of the Franciscans in the New World, Berkeley/Los Angeles, California, University of California Press, 2.ª ed., 1970. 151. AGN, Misiones, 26, ff. 1r-36v y 86r-99v. 152. Nació en Belmonte, España, en 1601 y murió en 1673. Padre jesuita, fue provincial de su orden en la Nueva España de 1649 a 1653. Fue visitador de las casas de Veracruz y Mérida, y de las provincias de Sudamérica. Cf. Zambrano, op. cit., pp. 166-225.

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Prodigiosas son las maravillas que obra Nuestro Señor en esta nueva y dilatadísima cristiandad, así para confirmar en la fe a los recién convertidos, como para consuelo de los ministros evangélicos que libran el desahogo de sus trabajos en las demostraciones conque el cielo les significa (f. 97r.).

Esto quiere decir que la descripción de milagros tiene la finalidad de confirmar en la fe a los neófitos y alentar a los misioneros en su trabajo. Hay un pacto referencial entre un emisor, que en algunos casos puede ser sujeto de la acción y quien realiza una selección sobre los sucesos narrados, y un receptor que en primera instancia es una autoridad religiosa superior; no obstante, el párrafo anterior nos permite considerar la posibilidad de que los relatos de milagros fueran del dominio colectivo en los distintos partidos, por dos vías: la correspondencia oficial y personal de los padres de la Compañía y la transmisión oral. No olvidemos que sucesos y prodigios circulaban como parte de los sermones, pues fueron instrumento de propaganda destinado a la conversión de los infieles. Situación que, como veremos adelante, tuvo su influencia en la formulación de ciertas narraciones que se convirtieron en leyendas. El emisor, al contar los diferentes casos milagrosos, si bien no señala con precisión la cronología, sí especifica el lugar donde sucedieron los hechos, rasgo estructural de este tipo de documentos. Así, se puntualizará al inicio de cada caso: “en la Mission de Tarahumares”, “en el partido de Santiago Papasquiaro”, “en el Tizonaso, que es otro de los Partidos de Tepehuanes”, “entre otras naciones que pueblan la sierra de Topia una es la de los xiximes”, “en la ciudad de México”, etcétera. Es decir, que hay una relación topológica interna más que temporal a pesar de la precisión en la fecha anual de estas cartas. Por otro lado, aunque uno de los requisitos fundamentales del cristiano sea la fe, la pretensión implícita de que la relación es una historia verdadera se manifiesta en alusiones frecuentes a la presencia de testigos de vista o a determinadas construcciones sintácticas que refuerzan el carácter verídico de los hechos. Después de narrar un milagro ocurrido a un padre en la misión de tarahumaras consistente en que un bebé pronuncia el nombre de San Miguel,153 se agrega: “todo lo qual 153. La historia del bebé que pronuncia nombres de santos se repite en las cartas annuas. En el segundo documento a que nos referimos, un niño de un año y cuatro meses dice: “no Santa Clara, San Ignacio, San Ignacio, San Ignacio te ha de sanar” (f. 90v).

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sucedio como dixo” (f. 32r). Otro ejemplo: en el Tizonazo, sobrevino un accidente a un hijo de un gentil; le dicen el Evangelio de San Ignacio, le ponen en el corazón la reliquia del santo y llamándole el Pe por su nombre, se levanto instantaneamente bueno y sano con admiración de los presentes a quienes hizo una plática en el punto con tan buen efecto, que a la tarde pidieron el santo bautismo sus Pes aguelos, y los hermanos, y entro de seis días, otros catorce de los que vieron este milagro... (f. 32v).

Asimismo, con frecuencia se habla de “personas qe se hallaron presentes” (f. 36rv), “circunstantes” (f. 36v), “en presencia de mucho concurso, que se halló en este caso” (f. 37r), entre otros sintagmas. No debe extrañarnos que en los documentos se repitan los sucesos milagrosos referidos a la salud, ya que en la época en que se escriben estas cartas las epidemias y la falta de recursos médicos eran cotidianas. Así pues, las acciones prodigiosas de los santos respecto a partos, no solo de mujeres sino de animales, es frecuente. Accidentes y enfermedades pululan a lo largo de los textos y se resuelven por medio de curas milagrosas. Baste citar un ejemplo: una india contagiada por la peste tenía varios días en trabajo de parto; se le aplica una medalla de San Ignacio y da a luz a una niña muerta. Después de dos horas la india llama al padre y le dice: “pues yo estaba casi muerta y reviví con esa medalla, pónsela a mi hija, que me da mucha pena que se haya muerto sin bautismo; quiza querra el Sto Ig° ayudarle”. Se le coloca la medalla y la criatura “movió un bracito y la caveza, y ciertos todos de tan patente milagro, la baptisó y en cogiéndola en brazos su madre enferma voló al cielo el angelito, y la madre quedo después tan consolada, que sanó de aquella enfermedad” (ff. 32r-32v). En este relato, del cual existe otra versión con algunas variantes en el mismo documento, podemos observar la utilización del estilo directo, lo cual da cierto dramatismo a la narración. Casos como el anterior se repiten a lo largo de la carta y no vamos a detenernos en ellos. El carácter altamente impresionable de los indios, así como la psicología de temor en que se basaban sus religiones, condujo a la exacerbación de los aspectos terríficos de la religión cristiana, método que implicaba la puesta en práctica de ciertos recursos descriptivos. De tal forma, otro grupo importante de narraciones se refiere a la participación de las fuerzas del mal en la vida de los hombres. La presencia

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del demonio a través de visiones aterradoras es una de las formas de explicación del elemento maligno. El documento nos narra algunos sucesos donde las fuerzas demoniacas son el punto central y, como veremos, los relatos de aparecidos son una enorme fuente para la elaboración de leyendas mexicanas. Nos cuenta el autor que en México vivió un famoso pintor llamado Juan Gaton que anduvo por mucho tiempo seguido y acompañado de una sombra, o, bulto espantoso, que sin dejarle reposar un instante, ni recebir en cosa de esta vida alivio, ni gusto, le traía tan asustado, como lo indicaba bien el pálido y mortecino color de su rostro macilento, y melancólico. No tenía sentido que no padeciese, ya que no atormentase esta sombra con sobresaltos, y temerosos miedos de suma agonía; de día, y de noche; en casa, y en la calle; en los templos, y en las plazas; en la cama, y en la mesa; solo, y acompañado, le seguía persistente siempre, siempre constante en acompañarle (f. 37r).

El uso de los adjetivos es de por sí elocuente, además hay una enumeración donde se incluye la temporalidad, el lugar y la situación del penitente. En este texto se trasluce un gusto por narrar y describir los detalles que rodean al acontecimiento. El carácter tópico de tal relato podemos verlo si observamos otro documento escrito en el Zape por Francisco de Mendoza en 1662, donde nos cuenta que en Santa Catalina un indio veía “al enemigo del género humano en figura de una sombra, o bulto negro, fatigabale mucho esta visión que duró por algunos dias...”.154 La forma en que se presenta el mal es la misma y el estilo, muy similar. Por lo que podemos afirmar que si varias mentes se ocupan de narraciones semejantes es por la especial significación que se atribuye a dicho tema. Pero volvamos a nuestra carta. Otro de estos casos se da en el relato de un misterio acaecido en el convento de Santa María de Gracia, también en la Ciudad de México, donde los espíritus infernales, que llaman, Duendes, hacían ruidos tan pavorosos, que ni descansaban seguras en su dormitorio las religiosas, sin que

154. AGN, Misiones, 26, f. 167r.

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de improviso las inquietasen y perturbasen aquestos malignos espíritus, ni acompañadas de comunidad, para dar mano a sus labores las permitían trabajar en las costuras, sin que las espantasen con tanto sobresalto de aquellas pobres, y delicadas vírgines (f. 37r).

Narraciones como la anterior, es bien sabido que abundan en la literatura transmitida en forma de leyendas. Situación que también se presenta en las apartadas regiones de la provincia de Nueva Vizcaya, donde, con frecuencia, se requiere de la ayuda del cielo en las épocas de sequía. En Santiago Papasquiaro se había sufrido en 1647 una terrible esterilidad y gracias a la intercesión de la Virgen “les sobrevino un grande y repentino aguacero que por la serenidad del tiempo antecedente sin rastro de nubes, fue milagroso”. Hecho que se repite en Topia entre los indios xiximes. El milagro de la lluvia en épocas de sequía es un tópico común a cualquier orden religiosa; así, en tierras tlaxcaltecas, en el siglo xvi, ante la ausencia de la lluvia, un franciscano solicita el amparo de la Reina de los Ángeles, quien hace que llueva. La leyenda es recogida en el siglo xx por Artemio de Valle-Arizpe bajo el título de La conquistadora.155 Otro aspecto de las cartas es que uno de los argumentos de autoridad al que recurrieron los misioneros fue el de los sufrimientos de los mártires, ya que suponen una capacidad especial otorgada por Dios que demuestra el origen divino del cristianismo. De ahí que haya relatos sobre las relaciones directas de estos personajes con la divinidad, ya sea a través de la manifestación de sus virtudes o mediante milagros. Al igual que en el mester de juglaría, donde las variantes sobre los textos no se dejan esperar, la memoria de la vida del mártir será incrementada por la imaginación popular. Rada se detiene a acotar sucesos desconocidos por Andrés Pérez de Ribas, sobre la vida del mártir misionero de los tepehuanes Gerónimo de Moranta, basado en los informes del nuevo misionero del Zape. Hecho que nos coloca en uno de los momentos del crecimiento de una historia donde la imaginación, impulsada por la admiración al mártir muerto a manos de los indígenas, ha fortalecido los matices de su recuerdo. Dentro de los rasgos esenciales para reconocer a un mártir, Rada nos ofrece algunos aspectos relativos a la devoción y el valor, a la mul-

155. Leyendas franciscanas de México, Ciudad de México, Patria, 1960, pp. 13-21.

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tiplicación de la lista de los favores sobrenaturales, al recuerdo, aunque leve, de su sufrimiento, y a la preservación de sus restos como reliquias. Veamos la nueva información que ofrece. Sobre el conocimiento de Moranta de la lengua de tepehuanes y salineros del Zape, señala que los indios creían que Dios había mudado la cabeza española del padre y que le había puesto otra nueva. A lo que comenta el autor de la carta: “Bárbaro, pero significativo modo de explicar su concepto que Dios milagrosamente le había infundido, aquellas dos lenguas tan intricadas”. Un hecho cultural de aprendizaje es motivo de que se construya una visión imaginaria sobre el saber del mártir. Por otro lado, la dificultad que implicaba la explicación del sacramento de la Eucaristía respecto a la presencia de Jesucristo en la hostia, se resuelve a través de un recurso visual con testimonio de los indígenas. Señala que los indios salineros dicen de Moranta: ...que cuando decía misa aparecía después de las palabras de la consagración un niño en la ostia muy hermoso y resplandeciente, y que lo veían hasta la comunión. Con lo cual contesta un indio, que hoy vive en la misión del Tisonazo, que dice y testifica que el lo vido, y añade, que otro indio llamado Don Álvaro, tenido entre ellos por buen cristiano, y fiel amigo de los Padres: viendo el mismo prodigio, dio gritos en la misa delante de todos los que la oían, diciendo: Pe mira que te comes un niño y es muy de creer, que Cristo Señor Nuestro, que con visible presencia acreditaba la verdad de aquel soberano sacramento, y la santidad de su ministro, mostrándose a los ojos de aquellos bárbaros no recataría la misma presencia corporal de la vista del venerable sacerdote, que era mas pura y digna de tan celestial regalo.

El parágrafo anterior abunda en aspectos interesantes: cuenta con dos testigos, uno dentro del otro, cuya alteridad es específica puesto que se proporciona su nombre y además se le atribuyen ciertas virtudes, ya que es digno de confianza por su buena profesión dentro del cristianismo y por la cualidad que refiere el adjetivo “fiel”; se pone en práctica un recurso dramático por medio del estilo directo donde el código verbal del indio aporta la significación global del carácter ingenuo de estas etnias; por si fuera poco, el texto culmina con la utilización absoluta de la imaginación del autor, quien supone que Moranta no solo fue conocedor del milagro, sino que también presenció la manifestación divina por ser sujeto más digno, idea que nos señala la postura ideológica de Rada.

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Posteriormente, refiere un parto difícil ante el cual la mujer está sin habla y sin sentidos, luego dice: oyolo el Pe y sonriose, y llamó a un indio llamado Don Agustín, y le dijo: anda tu donde esta esa india, y has sobre ella la señal de la cruz, y reza las oraciones y confía en Dios, que le ha de dar salud. Obedeció el indio, y hizo lo que el Pe le había mandado...

Ante los buenos resultados, don Agustín prometió no apartarse del padre hasta su muerte, como sucedió a ambos a manos de los indios idólatras. Narración en la que también se recurre a las instancias dramáticas, pues podemos imaginar la didascalia implícita en el gesto del padre antes de pronunciar su parlamento y la salida del indio de la escena. Los relatos sobre Moranta no terminan con la muerte de este, sino que, para demostrar que el mártir goza de la gloria, narra que una mujer que poseía una reliquia del santo no la tenía con la estima que debiera y así, nos cuenta, Despertó esta señora a la media noche, y vio que la parte donde tenía la reliquia, que era sobre un escritorio, estaba toda tan lucida y resplandeciente como si fuera un día claro y lo restante del aposento estaba obscuro y tenebroso.

Obviamente aquello suponía una petición del mártir sobre la conmemoración física de su reliquia con las flamas de velas, que en su aspecto material, imaginable por cualquier lector, se transforma en una metáfora del mundo espiritual que define la claridad, la luz celestial. Así pues, el dominio de las lenguas indígenas, la Eucaristía, la salud y la reliquia, se explican como resultados de la acción divina. Unos como don celestial, otros por intercesión del mártir, todos ellos pasos que nos llevan a la glorificación de Moranta, quien en el último relato ya actúa como personaje que habita las esferas celestiales. Con ello hemos podido apreciar no solo la relevancia del elemento milagroso, sino su función dentro de la estructura del relato. Como hemos observado, no es la precisión histórica o racional la que interesa a los autores de las cartas annuas, sino el estímulo de la imaginación y los sentimientos, pues la finalidad de estas es la edifi-

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cación. Podemos decir, con Helen White, “that the resources for the creation of saints legends increased, and the facilities for their control diminished. [...] Images and ideas travelled far, and stories farthest of all”.156 El caso de estas cartas es muy revelador, tanto por los elementos legendarios que contienen como por las historias de mártires, pues como sabemos, ambas fueron escritas fuera de las misiones —la segunda está firmada en la Ciudad de México por un jesuita español— y nos narran sucesos de Nueva Vizcaya. De la historia a la ficción: la Historia de los descubrimientos de Baltasar de Obregón En el “Cuaderno de pobladores: sus servicios y descendencias”, Baltasar Dorantes de Carranza157 señala que Rodrigo de Baeza, abuelo de Obregón, llegó a la Nueva España en 1526 con sus hijos. Tuvo en encomienda el pueblo de Tecontepec y el de Chila, situados en la Mixteca Baja, ambos pasaron a Baltasar de Obregón, padre de nuestro autor. Por la partida de bautismo se sabe de la procedencia noble de la familia. Baltasar de Obregón nació en México a principios de 1544; en 1563, a la edad de 19 años, como indica en su primera carta a Felipe II, estuvo en la conquista de Nueva Vizcaya y en una expedición a California. A su regreso se unió al grupo de Francisco de Ibarra que salió en 1564 rumbo a Nuevo México. Pasados los años volvió a la Ciudad de México donde se casó hacia 1570 con una hija de Antonio de Luna.158 La Historia de los descubrimientos se divide en dos libros: el primero —al cual nos dedicaremos de preferencia en este apartado— se refiere a las exploraciones y conquistas realizadas por Francisco de Ibarra, en treinta y ocho capítulos; el otro, que consta de diez capítulos y una memoria, trata de la conquista de Nuevo México que efectuaron Chamuscado y

156. Tudor Books of Saints and Martyrs, Madison, The University of Wisconsin Press, 1963, p. 22. 157. Sumaria relación de las cosas de la Nueva España, ed. Jesús Medina, Ciudad de México, 2.ª ed. facsimilar, 1970. 158. Historia de los descubrimientos antiguos y modernos de la Nueva España escrita por el conquistador en el año de 1584, Ciudad de México, Porrúa, 1988, p. 115.

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Espejo. Aunque en el título de la obra se indique el año de 1584 como fecha de creación, de acuerdo con las palabras del propio autor, fue terminada hacia 1583, según afirma cuando nos dice que para poblar Cinaro, el capitán Pedro Montoya “entró en la provincia el año de ochenta y tres, después de haber acabado todo este comentario y relaciones” (p. 136). Como señalamos, Obregón tomó parte activa en los descubrimientos que relata, en este caso, del norte de la Nueva España y lo que actualmente forma parte del sur de Estados Unidos, es decir, una zona que comprende Sinaloa, Sonora, ciertas regiones de Chihuahua y Nuevo México. La crónica se halla, pues, en el camino de esas historias particulares que tuvieron auge en el siglo xvii.159 Sus objetivos explícitos primordiales son indicar la utilidad del poblamiento de algunas regiones del norte y dar avisos sobre la trayectoria hasta ellas, para que sirvan de guía y carta de marear en las provincias, pueblos y lugares contenidos en ellos y sepan en sus lugares dónde y en qué partes hay metales de plata y oro y las provincias e poblaciones que son de provecho para ser pobladas... (p. 184).

Sin embargo, también pretende que su obra —a la que denomina “coránica, comentario y relaciones”160 (p. XXV)— sirva para alcanzar una remuneración personal. En su segunda carta al rey solicita “que mi necesidad sea suplida según merecieren mis servicios en algunos de los cargos que a otros se suelen dar sin haber servido a vuestra Majestad...” (idem). Asimismo le interesa dar a conocer y ensalzar las actividades de algunos expedicionarios destacados, con el fin de que reciban una gratificación por sus méritos y servicio tanto a la Corona española como al cristianismo. De esta manera, seleccionará ciertos sucesos, llevando un orden cronológico, “porque no se olviden y sepulten tan notables hechos dignos de los merecimientos y gratificación de vuestra Majestad” (p. 243).161 Aunque la Historia se dedica específicamente a Felipe II, a quien dirige dos cartas, el autor parte de que su texto será conocido por un

159. Cf. Walter Mignolo, “Cartas, crónicas y relaciones del descubrimiento y la conquista”, en Historia de la literatura hispanoamericana, vol. I, Época colonial, Madrid, Cátedra, 1982, p. 95. 160. Sobre las distinciones entre estos tipos de escritos vid. ibid., passim. 161. Vid. también p. 128.

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público más amplio. En el capítulo veintiséis, cuando se disculpa por narrar una pequeña batalla de Francisco de Ibarra dice que “no merece más quilate del que Vuestra Majestad le diere e los cristianos lectores quisieren aplicar...” (p. 165). Sin embargo, el autor también tiene en consideración a otro tipo de destinatarios: los oidores162 de su obra. Dice de una batalla que ganan los cristianos que es “digna de loa y gratitud de Vuestra Majestad y los oyentes de ser eternizada en católica memoria” (p. 34). En su texto introductorio, amén de referirse a los dones maravillosos de Dios, entre los cuales se encuentra la verdad, hace uso del conocido tópico de la modestia al aludir a “mi poco caudal y talento” (p. 4), y más adelante hablará de sus “pequeñas fuerzas” (p. 184). Esta autodefinición del autor, además de que pueda tener un fondo de verdad,163 dentro del marco general de la obra, sirve para señalar su desconocimiento de las reglas y mecanismos de la retórica, con lo cual se asegura el carácter real y nítido de lo escrito. Por otra parte, la veracidad de su historia queda asentada por el hecho de ser testigo presencial de algunos sucesos o porque se basa en autores fidedignos, pero además, dice “me han certificado y dado muchas personas y la he hallado conforme y verdadera” (p. 7). Así pues, la obra no debe tomarse como una invención ni como un producto imaginario. Una forma de resaltar su fidelidad histórica es mostrarnos el carácter privilegiado de su testimonio a través de la crítica a otros autores. Empieza censurando el “engañoso estilo” de fray Marcos de Niza sobre los tesoros de las siete fabulosas ciudades de Cíbola. Luego, aunque en algunos pasajes de la obra se apoya, basado en la propia experiencia, en Álvar Núñez Cabeza de Vaca, en otras partes reprueba su información señalando que “se engañó [...] porque no abajó a las costas, ni anduvo las serranías como nosotros” (p. 173). Igualmente, el principio del que parte su censura de las afirmaciones de Gonzalo de Illescas y López de Gómara164 sobre 162. Sobre el tema del público oyente, vid. supra, n. 29. 163. Walter Mignolo señala que el pedir disculpas puede hallarse en relación con “la conciencia de estar ejercitando una práctica que tiene sus preceptos y, entre ellos, aquel que atañe a las personas indicadas para hacerla”, op. cit., p. 78. 164. También Bernal Díaz del Castillo en su Historia verdadera, critica a Gómara e Illescas. Vid. Ramón Iglesia, “Las críticas de Bernal Díaz del Castillo a la historia de Gómara”, Tiempo, 6-7 (1939), pp. 23-28.

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la longitud de México, es la experiencia y la visión personal de las cosas (p. 223). Independientemente de la información documental que pueda encontrarse en la historia,165 y no obstante esa aparente intención de transparencia textual, a lo largo de la obra el autor hace uso de una serie de recursos retóricos y da cabida a la imaginación y la fantasía, factores que tienen como resultado un discurso en el que la ficción cumple un papel fundamental. En el capítulo treinta y cuatro, Obregón se refiere a su propio estilo: [con la experiencia] “soy atrevido a labrar este dechado de labores matizado y repartido con colores de admirable ejercicio e adorno de virtuosos hechos” (p. 205). Palabras con las que nos informa de un proceso selectivo y ordenador en el cual lo útil se entrelaza con lo agradable. Principio horaciano sobre la literatura. Asimismo resulta interesante el análisis de algunos elementos estructurales en los que se encuentra cierto parentesco con la morfología del cuento maravilloso de Vladimir Propp. Pues si bien, en el sentido inverso, nos indica este teórico, “cometeríamos un error burdísimo si nos colocásemos en una postura de puro empirismo y considerásemos el relato maravilloso como algo semejante a una crónica”,166 el análisis de esta en relación con el cuento, no resulta una idea tan absurda. El nexo del conquistador con el cielo Una de las formas que distingue Propp para ligar el argumento en los cuentos maravillosos es la condición de que haya una carencia o de que se produzca una fechoría.167 El inicio de la Historia es una 165. Armando Hopkins Durazo aborda la Historia de Baltasar de Obregón para aclarar la ruta seguida por Ibarra solo en el territorio de Sonora y “dar a conocer los datos etnográficos más sugestivos y reveladores de los indígenas sonorenses que conocieron”, ya que considera el texto como un documento “necesario para poder ocuparse de nuestros antepasados con propiedad y conocimiento”. Imágenes prehispánicas de Sonora. La expedición de don Francisco de Ibarra a Sonora en 1565, según el relato de don Baltazar [sic] de Obregón, Hermosillo, s. e., 1988, pp. 13 y 3. 166. Raíces históricas del cuento, Ciudad de México, Colofón, s. f., p. 24. 167. Morfología del cuento, Madrid, Fundamentos, 3.ª ed., 1977, p. 47.

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situación de carencia que ocurre en una forma racionalizada: hay un deseo de posesión de metales preciosos y de saber sobre un territorio desconocido. Este tipo de necesidad se reconoce desde dentro, pues no es algo que se haya expropiado como en el caso del rapto. Sin embargo, hay una noticia sobre dicha carencia, que en este caso proviene de una orden oficial, ya que se lanza una llamada por parte del virrey don Luis de Velasco. El paso siguiente es que el héroe buscador acepta actuar. En el cuento, la estructura pide que el héroe salga de su casa, en la Historia, la falta de tales objetos —materiales o no— determina el momento siguiente del relato: la partida en busca de lo que no se tiene. Así pues, la carencia da lugar a una acción consistente en una búsqueda. Es entonces cuando aparece en escena el héroe, que es en este caso un protagonista buscador,168 el vizcaíno Francisco de Ibarra seguido de un grupo de expedicionarios. En el cuento, el nudo del argumento son las funciones: carencia, mediación (llamada), decisión de actuar y partida,169 mismos que, como hemos podido observar, encontramos en la Historia. El héroe se va de su casa con la finalidad de la búsqueda. El camino que sigue el relato, por medio del cual se desarrolla el argumento, es el de Ibarra y sus acompañantes. El héroe, como en algunos cuentos, no recibe un objeto específico de un donante, pero se le concede el derecho de usar un ayudante mágico, como veremos adelante. En la mayoría de las empresas de búsqueda se envía al héroe a tierras lejanas.170 Lo que se trata de encontrar puede ser muy variable, pero en el caso de los expedicionarios se pretende descubrir territorios que cuenten con minerales, para fundar poblaciones cristianas. La prueba que da el cronista de su estancia en esas regiones es su escritura y el haber sido capaz de ir y regresar de su viaje. Como el héroe del cuento puede portar objetos raros que solo en aquellas zonas son susceptibles de obtenerse, sin embargo, el autor tiene la función fundamental de animar la situación mediante su 168. Recordemos que Propp distingue dos modelos distintos de héroes: el protagonista buscador del tipo “Iván parte en busca de una joven raptada que ha desaparecido del horizonte”; y el héroe víctima en que el sujeto raptado es el centro de la narración y no los que se quedan. Idem. 169. Vid. ibid., p. 49. 170. Propp, Raíces, ed. cit., p. 373.

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pluma, proporcionando descripciones pormenorizadas de aquellos acontecimientos u objetos que difieren de los del mundo cotidiano del destinatario. Uno de los mitos que poseyó una enorme importancia como móvil de las expediciones al norte del continente americano fue el de las Siete Ciudades, que tiene como origen más remoto una leyenda portuguesa medieval171 y que en América converge con el mito indígena de las siete tribus de los nahuas172 que encontramos repetido en diversos textos de la época. La búsqueda de aquellas siete poblaciones maravillosas de Cíbola que prometían tesoros inconmensurables fue uno de los principales impulsos de las expediciones al norte de América. Obregón, a pesar de la crítica que hace de los fabulosos relatos de fray Marcos de Niza, pretende ilustrar a los viajeros sobre la distancia de Nuevo México a los pueblos de Cíbola y proporciona indicaciones sobre el mejor camino para llegar a ellos. Así pues, el motivo tradicional del viaje como empresa de búsqueda, ligado a un trasfondo eminentemente mítico,173 es el eje de la Historia de Obregón. Ahora bien, debido a que uno de los objetivos del autor es alcanzar una gratificación para los descubridores y sus descendientes, de ambos tipos de destinatarios, el real y el ideal, se esperan reacciones determinadas, de ahí que no se conforme con proporcionar un recuento impersonal de hechos y haga uso de cierto discurso persuasivo

171. Beatriz Pastor nos habla de las formulaciones y las causas de la expansión del mito de las Siete Ciudades Encantadas. Discursos narrativos de la conquista: mitificación y emergencia, Hanover, Ediciones del Norte, 2.ª ed., 1988, pp. 176-190; vid. también Juan Gil, Mitos y utopías del Descubrimiento. 2. El Pacífico, Madrid, Alianza, 1989, pp. 80-82. 172. Aunque la Sumaria relación de Dorantes de Carranza se publicó en 1604, el autor hace alusión a los orígenes de los mexicanos: “Parece que estos mexicanos eran siete tribus [...] Y a los principios y quando salieron de las siete cuevas...” (p. 4). Cf. Ysla Campbell, “Algunos aspectos literarios de la Sumaria Relación de Baltasar Dorantes de Carranza”, en Actas del III Congreso de Historia Regional Comparada (Ciudad Juárez, 1991), Ciudad Juárez, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1992, pp. 419-428. 173. Estos motivos míticos se encuentran en el resumen que recoge Diodoro de Sicilia (II, 55-60) sobre el relato de Jambulo (siglo ii o i a.C.), donde se habla de siete islas, siete años, un lugar paradisíaco, donde los hombres viven 150 años y mueren suicidándose, etcétera. Vid. Carlos García Gual, Los orígenes de la novela, Madrid, Istmo, 2.ª ed., 1988, pp. 72-74.

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que le permita lograr los fines que se ha propuesto. En el caso del destinatario real se espera una acción pragmática, que bien puede unirse a la actitud que se desea obtener del destinatario ideal, es decir, la loa del valor y las acciones de los personajes. Es por ello, pues, que el proceso de escritura implica la puesta en práctica de ciertos recursos retóricos. En principio, el arte de la persuasión se utiliza para convencer al lector sobre la magnitud, hasta cierto punto terrible, de la labor de los descubridores. El viaje del conquistador es un traslado a tierras lejanas que, como en el cuento maravilloso, es el eje del relato.174 Aunque la distancia en sí representa un aspecto arduo para la acción descubridora, la empresa aparece como algo complicado dado que Satanás se presenta como el enemigo principal. El punto de partida es que los indios son esclavos del demonio. En la primera carta a Felipe II, Obregón explica haber escrito la Historia “para despertar el sueño que ha habido causado del demonio en la libertad de los cautivos de satanás que carecen de lumbre de fe...” (p. XXIII), y la figura del diablo es para él “nuestro adversario” (p. 237). Esto significa que, de una u otra forma, su trayecto y la consecución de su objetivo estarán llenos de inconvenientes. Veamos. A lo largo de las jornadas que narra aparece un conjunto de elementos naturales cuyos rasgos descriptivos asocian el contexto geográfico —salvo raras excepciones— con una atmósfera extraña. La naturaleza tiene una participación constante como un factor escenográfico que al mismo tiempo se erige cual móvil fundamental de ciertas acciones, ya que desempeña el papel de uno de los principales obstáculos que se presenta a los descubridores. He aquí un ejemplo del carácter raro y sorprendente del paisaje: [El grupo camina] por las más hondas y espantosas sierras y quebradas que pasamos en aquella provincia; eran de estraña oscuridad y peñolería de manera que gozan poco de la claridad y luz del sol. Hallamos que en estas espantosas y cóncavas cuevas de esta inhabitable serranía visten de cueros de venados... (pp. 142-143).

Descripciones como la anterior, donde la profundidad, lo oscuro, lo espantoso y lo inhabitable, conforman una imagen negativa de cier174. Propp, Raíces, ed. cit., p. 238.

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tas regiones, abundan a lo largo del texto.175 La geografía resulta tan espeluznante que su misma presencia invita a los conquistadores a dar marcha atrás. De tal modo que una sierra de gran aspereza por la que transitaban “parecía dar consejo que no pasasen de allí” (p. 55), o la vista de la altura y lo escarpado de otra zona montañosa “imposibilitaba al pensamiento poderla pasar” (p. 216). Asimismo los elementos naturales participan de tal desmesura que se rodea a la expedición de un ambiente misterioso: [El campo se detiene] un día en el cual el sol parecía fuego que abrasaba. Sobrevino una grande y cargada nube de cantidad de agua y granizo de el tamaño de gruesas naranjas, la cual trajo una espantosa y notable tempestad que causó temor y espanto [...]. Los caballos y soldados con la notable y gruesa cantidad de gruesos granizos que cayeron con la tempestad hizo temerosos y notables estragos en las partes que cayó... (pp. 23-24).

El vocabulario, plagado de términos cuantitativos —y el poliptoton— para describir una circunstancia natural (grande, cargada, gruesas, notable, gruesa, gruesos), se asocia a un campo semántico que se refiere a determinados estados anímicos (temor, espanto) que luego se adjudican, en una figura retórica de pensamiento, la personificación, a los resultados de la tormenta (temerosos y notables). Fragmentos como el anterior manifiestan el halo de misterio que cubre todo lo ignoto, el expedicionario desconoce lo que puede suceder cuando se viaja a tierras lejanas e incógnitas, y Obregón, al magnificar la acción de la naturaleza desde la perspectiva del miedo con figuras retóricas ad hoc, hace aparecer como insospechadas sorpresas los hechos más elementales. 175. Respecto a unos llanos llamados de las Vacas escribe: “Afirman que son de más de cuatrocientas leguas de extraña suerte e manera que no se ven ni divisan sierras, lomas ni cerro de ninguna manera ni señales para atinar a conocer la tierra ni de dónde se apartan ni salen de una jornada a la otra, ni de un lugar a otro y es en estos llanos muy necesaria la aguja de marear como si fuese por la mar. Y el riesgo que hay de andar sin guía e solos se ha experimentado con riesgo de que aconteció salir a caza algunos soldados y no acertaron a volver ni tuvieron señales por donde ni como poder atinar su salida al campo, de donde salieron a tierras pobladas de manera que nunca más se supo de ellos ni a donde salieron ni si los mataron” (p. 22). Salta a la vista que si nunca se volvió a saber de los soldados tampoco se puede afirmar que salieron a tierras pobladas.

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Respecto a la vegetación, se habla de “estraños árboles fieros y espinosos” (p. 25) y, con frecuencia, los caminos están plagados de “arcabucos”.176 No obstante, Obregón descubre —pues no “se halla escrito en historia ni relación, ni igual, ni semejante” (p. 155)—, un árbol diabólico. Lo aterrador de este árbol —que “está de ordinario verde, hermoso y florido” y que es definido como “terrible, extraño y ponzoñoso”, “de extraña e infernal naturaleza”, “del altor de doce estados”177 (idem)— queda explicitado en las efusivas demostraciones de los naturales, quienes al enterarse del asunto “se alteraron, haciendo muchos visajes y exageraciones hacia el árbol...” (p. 147). La razón del temor es que la sabia de la planta ocasiona la muerte y cuando toca la piel esta se cae a pedazos.178 “Porque la cancera, pudre e hace caer [...]. Y es notable caso que si la ponen apartada de herida o sangre en cualquiera miembro aguija y embiste a ella con extraña presteza y velocidad como si fuera cosa viva” (p. 155). Incluso quien duerme a su sombra179 se hincha y luego muere, además las heridas “duran veinte años sin cerrarse de una vez, sanan y tornan a abrirse muchas veces como acaeció a Pedro de Montoya” (p. 156). La relación sobre la fuerza destructiva del árbol, así como la vivificación de su veneno, contribuyen a crear una imagen mítica y fabulosa del mismo. El carácter hiperbólico de la naturaleza también se encuentra, aunque de manera ocasional, en la descripción de la fauna. Así escucharemos al autor decir: “Viéronse en este río cuernos de carneros de más de una vara de medir de largo y tan gruesos como el muslo, semejante en el parecer a los de Castilla en hechura, afirmaron los naturales ser de carneros tan grandes como caballos” (p. 25). El uso de la comparación incide en que esa desmesura en la naturaleza sitúe al lector frente 176. arabucos: montes muy espesos y cerrados (DRAE). 177. “Los ópatas llamaban a este árbol ‘magot’ y su nombre científico es Sapium Biloculare. Pertenece a la familia Euphorbiaceae que comprende 290 géneros y 7500 especies. Por lo general crece como arbusto frondoso [...] en algunos sitios a alturas entre 4 y 6 metros”. Hopkins Durazo, op. cit., p. 53. Nótese el carácter hiperbólico de la afirmación del autor sobre la altura del árbol. Por lo demás, no llegamos a saber si la descripción del árbol concuerda con la realidad. 178. En las Décadas de Pedro Mártir hay referencias a árboles cuya sombra es mortal. Cf. Antonello Gerbi, La naturaleza de las Indias Nuevas, Ciudad de México, Fondo de Cultura Económica, 1978, p. 88. 179. Gerbi señala que, en La Suma de la geographia, Fernández de Enciso “se refiere a ese árbol legendario cuya sombra da dolor de cabeza, y luego una hinchazón de la cara y que llega a dejar ciego a quien allí se queda dormido”. Ibid., p. 106.

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a un territorio imaginario que recuerda algunos tópicos de la novela de caballerías. De esta forma, el viaje se presenta como una sucesión de encuentros con objetos y acontecimientos inesperados que parecen pertenecer a otro mundo. La ficcionalización del espacio va a complementarse con la presencia de un conjunto de personajes percibidos como antinaturales: los indígenas. De tal forma que un hálito inhumano inunda las acciones del enemigo. Por ejemplo, respecto a la sublevación de los indios en Nueva Galicia, refiere que a pesar de la composición del campo español y la fortaleza, a los naturales no lo sujetó el temor de la muerte, porque movidos de los torpes engaños del demonio, les hizo aumentar los ánimos con tantas veras que con extraño ímpetu y bestial coraje rompieron batalla con los cristianos, granizando infinitas flechas, piedras y lanzuelas con extraña y alta vocería, ímpetu, coraje y fortaleza de bestiales ánimos, movidos con industria infernal... (p. 32).

Obregón se sirve de las palabras y, haciendo uso de recursos retóricos, deja de lado el supuesto carácter denotativo del texto. En este breve texto encontramos una sintaxis por frecuentatio con un clímax gradual. Salta a la vista que la anterior es una forma de magnificar al enemigo para elevar las acciones de los conquistadores. Tal engrandecimiento de los indígenas, donde se presenta el sinatroismo, se puede dar en dos vertientes: o su dignificación o su asimilación al demonio. En el caso de que los indios no se hayan sometido a los españoles, cualquier actividad que realicen toma un aspecto diferente. De una batalla que inician los indios dice: “Parecía su terrible e repentina furia la de todo el profundo e confuso infierno” (p. 169). De nuevo el autor echa mano de la hipérbole, pero además hay un ritmo sintáctico por iscolon entre el primer grupo y el segundo por medio de la conjunción, y una aproximación fonética por la aliteración en la repetición del sonido -r y la paronomasia en “profundo” y “confuso”, lo que influye notablemente en la recepción del lector. Si bien es cierto que, en general, se habla de que los naturales conquistados reciben al español de manera afable, con regalos y música, cuando se trata de que el colonizador sea derrotado la perspectiva es muy distinta. En el primer caso se dirá “lo cual todo causó gran con-

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tento, regocijo y alegría, y después de acabar la escaramuza fueron bailando los indios delante del gobernador a su modo acostumbrado, haciendo extraños visajes, saltos y pruebas de muchas maneras” (p. 129). De nuevo el sinatroísmo por partida doble donde la enumeración ensancha las circunstancias. En esta situación, lo particular del baile se refiere a una manifestación cultural distinta, en la segunda, lo raro se asocia a lo sobrenatural: los indios consiguen la victoria, “la cual señorearon con su fiero y desconcertado campo y música de atambores, flautas y bocinas de manera que parecía el final juicio...” (p. 32). El remate alusivo al juicio final podría conmocionar al lector. Ahora bien, si los naturales son vencidos y no se someten, también se debe al influjo maligno de Satán: [Los cristianos] les ganaron el fuerte peñol sin que quedase indio que no huyese o se despeñase de la gran altura y peñolería de su fuerte, queriendo antes ser muertos que verse en manos de cristianos: obra inducida e industriada de el demonio a quien ellos obedecían (p. 36).

Una prueba fehaciente del dominio del maligno sobre los indígenas es la antropofagia: “Vivían como brutos animales carniceros de su propia naturaleza humana, comíanse unos a otros haciendo extrañas crueldades en los que cautivaban...” (p. 67); de una población dice que se fue consumiendo por la práctica del canibalismo a tal grado que en una parcialidad hallaron “dos mil calaveras en una sola casa y gran suma de huesos de la gente que han comido” (p. 106). No obstante, hay tribus que no practican la antropofagia, pero de cualquier forma se refiere que realizan otro tipo de crueldades consistentes, por ejemplo, en que a los hombres muertos en batalla “los hacen cuartos180 y los cuelgan y reparten por blasón en sus casas y terrados...” (p. 149). Práctica que, entre paréntesis, también encontramos en España: nos referimos al descuartizamiento del padre de Pablos en El buscón, cuyos miembros si bien no se distribuían en los domicilios particulares, sí se hacía en los caminos.

180. Es preciso notar que antes los cristianos hicieron cuartos a un indio y los repartieron por el camino para escarmiento. Así que no es comprensible el tono de sorpresa frente a algo que los cristianos practicaban. Vid. Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de los indios, ed. Juan Pérez de Tudela Bueso, Madrid, Atlas, 1959, vol. III, pp. 194-196.

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Eso significa que mientras el indio no se haya subordinado a los conquistadores permanece como un ser extraño a los elementos de asociación mental impuestos por la cultura cristiana europea, cuyo punto de referencia más conocido es el demonio. Así pues, lo realmente importante para la estructura del relato es que el indígena siempre aparezca con un carácter y una fuerza infernales que representen la magnitud de la empresa conquistadora, lo que explica la recurrencia a la figura de la hipérbole donde la enumeración juega una función retórica fundamental. En conclusión, ante un espacio y una naturaleza asociados a lo demoniaco, con habitantes regidos por Lucifer, el viaje de los descubridores aparece como un traslado al inframundo. Al mismo tiempo esa serie de asociaciones negativas semánticas y formales en las que se manifiesta el “temor a las fuerzas invisibles que rodean al hombre” —para decirlo en términos de Propp—,181 de profundas raíces religiosas, produce en el lector una tensión que se va acumulando. De tal forma, la acción conquistadora se convierte en una gesta heroica sin paralelo —escrita con el sentimiento de que la aventura es singular— comparable a la de los caballeros andantes182 que tenían que vencer hechiceros, gigantes y brujas. Con lo que el carácter épico de la Historia queda establecido. Ahora bien, hemos visto que Obregón nos ha presentado la empresa como algo complicado o casi imposible de realizar, dadas las fuerzas malignas de su adversario, el Diablo. Esto supone que para conseguir el dominio del espacio, la derrota del enemigo y así poder lograr la finalidad propuesta, los expedicionarios, necesariamente, deberán contar también con un ayudante de poderes sobrenaturales. Si bien la presencia de este “personaje” resulta muy evidente en el caso de la conquista de América, es necesario resaltarla para relacionar la Historia con el cuento maravilloso. El capítulo primero del libro segundo empieza con la siguiente afirmación: 181. Raíces, ed. cit., p. 42. 182. Señala Manuel Alvar: “El conquistador iba a hacer vida aquel libro de caballerías que sólo existió en la fábula, y la vida la iba a convertir en un paradigma literario”, en Mignolo, “Bernal Díaz del Castillo”, Historia de la literatura hispanoamericana, op. cit., vol. I, p. 130. Vid. también Stephen Guilman, “Bernal Díaz del Castillo and Amadís de Gaula”, Studia Philologica (Homenaje a Dámaso Alonso), Madrid, Gredos, 1961, t. II, pp. 99-113.

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Tiénese por experiencia verdadera que los descubrimientos de gentes, naciones y tierras nuevas han estado y están ocultas hasta que Dios nuestro Señor es servido llegue el tiempo de su limitación y orden acordada por su divino concierto, cuyo secreto de estar mucha suma de años sin descubrirse es reservado al altísimo secreto de Dios nuestro Señor... (p. 245).

Lo anterior quiere decir que por la Divina Providencia se han descubierto tierras lejanas, situación que trae aparejada la idea de que los conquistadores poseen el favor del creador. A diferencia del cuento maravilloso, donde el ayudante aparece hacia la mitad del relato, en la Historia se parte de la suposición de que cuentan con su auxilio. Aquí es preciso recordar que el espíritu caballeresco siempre mantuvo estrechos lazos con el principio de las Cruzadas, y es ese mismo ánimo el que inspira al conquistador en su lucha contra las fuerzas del mal. Con frecuencia el expedicionario invoca a Dios y a su séquito celestial en su ayuda, porque está seguro de la fuerza satánica que impulsa al adversario y, por tanto, tiene la plena conciencia de ser portador de la justicia y la razón, con lo que sus acciones se justifican ideológicamente. Ante un ataque de los indios, comparado con la furia del infierno, el general anima a sus soldados diciendo: ¡Santiago, a ellos! Defendámonos como valerosos y muramos como esforzados, defendiéndonos y por nuestra santa fe católica e por Dios nuestro Señor, el cual nos amparará, defenderá y hará señores de la victoria, escudándonos y amparándonos con el escudo y amparo de su santísimo e incomparable Nombre santo (p. 169).

La repetición en un poliptoton de la actitud de defensa y la misma figura retórica sobre el amparo ante algo innombrable inciden en la recepción inmediata del destinatario. Ahora bien, esta transparencia en la relación entre el conquistador y la divinidad se vuelve menos nítida cuando se establece una red semántica con otros sintagmas. Es muy conocido que los naturales “llamaban a los cristianos hombres de hierro y dioses de rayos y truenos del cielo” (p. 152); y en otra ocasión se les dice que son “hijos del sol, que llevábamos rayos y relámpagos y vestidos del cielo” (p. 171), y más adelante los indios afirmaban “que habíamos bajado del cielo” (p. 180).183 A pesar de que Obregón refiere 183. Otros ejemplos de esto los encontramos en las pp. 82, 252 y 253.

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que son los indígenas quienes tienen tales pensamientos, la asociación y la repetición, no son gratuitas, pues como podemos ver en el parágrafo de la apelación a Santiago, el amparo de los cristianos es un “escudo” mágico conformado por el auxilio de Dios. De tal forma, la idea de los naturales sobre el vestido y las armas prodigiosas del conquistador se ve confirmada en el propio discurso que Obregón adjudica al general. El mismo Ibarra se encarga de fomentar tal concepción en los indios y establecer un vínculo directo con la divinidad. Cuando descubren la intención guerrera de una tribu: Díjoles el gobernador que no los castigaba por ser pocos y que ya habían visto los rayos de fuego y arcabuces que su Dios les había dado para castigar a los que le enojasen y hiciesen mal. En cuya virtud y amparo venían sin temor de gran número de gente. Que ellos no temían ni el daño que todos juntos le pudiesen hacer y que cuanto hablaban en ausencia se lo hacía saber su Dios... (p. 154).

Y, de hecho, se sostiene que Dios se comunica con los cristianos a través de distintas maneras. Por ejemplo, para la población y pacificación de los naturales de Chiametla, Ibarra solicita ayuda de Hernando de Trejo, y la aceptación de este se explica de la siguiente manera: Y por permisión de Dios, nuestro Señor, parece que en aquella sazón se le había quemado una hacienda de minas [...] ocasión que dio a sospechar había sido medio permitido para entender que Dios le había quitado la hacienda, que le había de ser estorbo para su efecto... (p. 113).

El inicio del párrafo es una aseveración contundente que predispone al lector a creer en ella, a pesar de lo inseguro del suceso marcado por las construcciones dubitativas “parece que” y “dio a sospechar”. Es así como cualquier necesidad de la empresa conquistadora es satisfecha, aunque sea mediante el uso de recursos retóricos, por el ser supremo. Otra forma de manifestar, a través de la escritura, que se cuenta con un ayudante de tal magnitud, es introduciendo agradecimientos a la divinidad por haber hecho a los expedicionarios capaces de superar las pruebas de fuego que se les han presentado. Los soldados “pidieron y convocaron el favor e auxilio de Dios nuestro Señor y de su bendita Madre y del bienaventurado Santiago, mediante cuyo favor e auxilio

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en breve tiempo con esforzada diligencia y valentía hicieron desamparar lo alto del fuerte...” (p. 162). La participación del ayudante figura de distintos modos en todas las batallas. Así, para defenderlos de los indios [Dios] cegoles sus rústicos e bárbaros entendimientos para que dudasen el hacer daño sus flechas ponzoñosas por el amparo e resistencia de las armas, como en no permitirles la advertencia de echar en el agua que bebían la rama e leche del árbol ponzoñoso con que bastaba para consumir, matar y acabar a sus enemigos y aun a gruesos ejércitos y armadas (p. 170).

Asimismo, si el demonio incrementa los ánimos guerreros de los naturales, Dios insufla valor a los cristianos. De tal modo se explica el descubrimiento de Nuevo México hecho por los hermanos Pero y Juan Sánchez de Fuensalida, ya que “se sabe por experiencia [que] les infundió Dios nuestro Señor osadía, esfuerzo y gracia” para realizarlo (p. 243). Podemos observar, pues, que para cada uno de los obstáculos que, de acuerdo con el planteamiento ideológico del texto ha ido interponiendo Satanás, existe el auxilio de la divinidad. Otra de las evidencias de que los expedicionarios cuentan con un ayudante supraterrenal es la relación de ciertos milagros. A pesar de que Obregón tiene una alta inclinación a la verdad, según sus propias palabras, no deja de creer y confirmar como reales algunos hechos mágicos. Considera que en las batallas libradas por los españoles en diversas zonas del orbe siempre han contado con el respaldo de Dios, “adonde por su suma e piadosa misericordia y permisión, han hecho milagros” para convertir a los infieles al cristianismo (p. 180). En el Nuevo Mundo también hay pruebas concretas de la presencia y amparo del creador: las acciones milagrosas, tan comentadas por los cronistas, de Álvar Núñez Cabeza de Vaca. Obregón las define como un hecho “fuera de la orden natural” y su conceptualización proviene de que los actos realizados por Núñez Cabeza de Vaca fueron “así de resucitar muertos como de curar e sanar enfermedades”, además “mandaron a las nubes que les lloviese en sus tierras” (idem.). En ningún momento pone en duda la veracidad de tales maravillas, por el contrario indica: “De lo cual afirmo y atestiguo en realidad de verdad que los naturales nos contaron ser verdad los milagros en su historia contenidos” (idem). Acerca del descubrimiento de Nuevo México, refiere algunos sucesos donde en uno de ellos los descubridores se hallaban sin guía y pen-

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saban devolverse. Sin embargo dado que el fraile olvidó su breviario una jornada atrás, envían un emisario que lo encuentra, a su regreso somete a un indio para que les sirva de guía. Como comentario añade Obregón: “Suceso evidente para no dudar que los guió [Dios] para ser descubridores y primeros autores de que se plante en aquellas partes el Santo Evangelio y para que no desmayasen y dejasen de proseguir en viaje tan conveniente...” (p. 257). Ante un acontecimiento que puede tener una explicación natural, Obregón no duda en darle una fundamentación sobrenatural porque todo el viaje, rodeado de un ambiente de maravillas, tiene un sentido providencial. La presencia de la divinidad abarca todos los ámbitos del mundo terreno, de tal forma que también en el mundo vegetal encontramos sus manifestaciones. Veamos la historia intercalada del árbol prodigioso que es, además de amena, ilustrativa. En el capítulo séptimo se habla del descubrimiento de Topia, a donde el gobernador Francisco de Ibarra envía a Martín de Gamón. El relato inicia con la descripción del espacio: recorren tierras “de gran soledad, aspereza y frío”, pasan por “profundas quebradas” y “montañas de espantable oscuridad y espesura montuosa”. Una vez creado este aire adverso y trenebroso, aparece la figura del Diablo: [...] y como deseaban llegar y el demonio estorbar a los naturales el ser cristianos, tuvo medio y traza con su engaño e ilusión que el maeso de campo y soldados entendieron que las guías los llevaban con mala intención a entregar a sus enemigos para que los matasen, por cuya causa persuadieron al maeso de campo los castigase el cual movido del engaño y ceguedad del demonio y persuasión de algunos soldados, apretó a los guías con grandes amenazas y prisión [...]. A los cuales ahorcó el maeso de campo Martín de Gamón contra justicia, razón y cristiandad de un hermoso, florido y fértil árbol el cual manifestó el delito de la injusta muerte de las guías haciendo señal por divina y milagrosa permisión de manera que después de ahorcados se secó la madera verde y floridas hojas de él: caso milagroso y digno de memoria y admiración (p. 50).

Este hecho causa tanto impacto en Obregón que vuelve a referirse a él en el capítulo siguiente donde proporciona nuevos elementos. El gobernador acuerda ir a Topia y llegan [...] al valle de los ahorcados que ajustició Martín de Gamón, adonde vieron el árbol que sin muestra de ser lisiado de rayo ni fuego estaba seco por lo cual se coligió ser por divina permisión para que manifestase la injusta

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muerte que se verificó de las veinte guías en él haciéndolos delincuentes; de lo que pareció muy al contrario, pues hubo certidumbre de la población de Topía... (p. 55).

A pesar de que Gamón se había definido como “el más valiente soldado que hubo en el viaje” (p. 42), se dice que había actuado en contra del gobernador por la “abominable carcoma de la envidia”, y amén de haber escapado de la prisión a la que se le condenó, luego se le sentenció a muerte. No sabemos si es un hecho real que el maeso de campo mandó ahorcar a los veinte guías, pero la historia del árbol que se seca para dar una señal, encerrando en sí un inmenso saber,184 es un viejo cuento que arraiga en antiguas tradiciones del folclor.185 La transición de un universo diegético a otro, en este caso del recuento histórico a la ficción, que es común en este tipo de textos, nos permite ver los estratos disímiles que se dan en la narración histórica. Dentro de la estructura del relato, el árbol cumple una función simbólica muy importante, que en cierta forma concentra el trazado ideológico que permea la obra. La antítesis entre el árbol milagroso y el árbol ponzoñoso es patente, ya que en uno obra Dios y en el otro el Demonio. Las características de ambas plantas nos remiten a una idea que Propp refiere sobre un cuento ruso: “representación ampliamente difundida según la cual los dos mundos (y a veces también los tres, el subterráneo, y el terrestre y el celeste) están vinculados por el árbol”.186 Por un lado, el árbol milagroso se relaciona con una acción divina, celestial; por el otro, la planta ponzoñosa recibe una caracterización que emparienta de manera visible con el mundo subterráneo, demoniaco. Tenemos, pues, que el descubridor, representante del mundo terrestre, mantiene una relación permanente tanto con el mundo celestial, como con el subterráneo. 184. García Gual se refiere a los árboles del Sol y la Luna que hablan y señalan el trágico destino del joven héroe Alejandro de Macedonia. Vid. “El rey Alejandro y los árboles proféticos”, en Literatura fantástica, Madrid, Siruela, 1985, pp. 79-89. 185. Propp se refiere a la participación de un “árbol cantante” en los cuentos rusos. Raíces, op. cit., p. 356. Pero también podríamos remontarnos a la mitología griega para recordar la historia de Mandilas, el hurtador de un carnero, que fue descubierto por la voz de una encina sagrada. 186. Ibid., p. 250.

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Obregón: un contador de historias El autor presenta la obra como un resumen de informaciones, debido a que es consciente de que, por sus múltiples ocupaciones, los reyes y príncipes no tienen tiempo para leer historias prolijas. De allí que puntualice que realizó “esta general y universal crónica y relaciones de las partes en ellas contenidas reducido a honesta brevedad y compendio sus historias escritas difusamente y otras no bien entendidas y otras casi incógnitas...” (p. 6). Con esta intención explícita de brevedad —aunque la idea de brevedad como ideal del estilo187 sea una fórmula retórica— se patentiza la importancia que Obregón concede a la narración de determinados acontecimientos que, para el historiador que va en busca del dato, pueden parecer superfluos. No obstante, en el contexto general de la crónica desempeñan una función específica que responde a los objetivos del autor y que cumple un papel dentro de la estructura global del texto. Son muchas las exposiciones pormenorizadas en que el cronista crea una imagen gráfica de distintas escenas en las que la descripción, la tensión acumulada o la dinamización del relato mediante el estilo directo, entre otros, son recursos puestos en práctica. Un ejemplo de ello se da en el capítulo catorce donde se narra una serie de situaciones que en el interior del grupo expedicionario tienen que sufrir los principales personajes de la Historia. Al fundarse la villa de Cinaro fue necesario construir un fuerte, el maeso de campo que estaba al mando, viendo la oposición de los soldados para realizarlo, inició la obra personalmente y duró en ella veinte días hasta que se le unieron los soldados. Luego construyó una balsa para navegar el río que cruzaba la población, misma que tampoco quisieron llevar ni los soldados, ni los esclavos, ni los criados debido a la gran creciente. [El maeso] mandó echar la balsa a la furia grande del río. La cual partió con gran furia, metiéndose por debajo de los sauces que estaban represados en el rededor del río de sus grandes crecientes. Visto el maeso de campo el gran peligro que corría de su vida se tendió para escapar la vida en la balsa, con la cual se abrazó arrojado en ella lo mejor que pudo, esperando por momentos cuándo le haría pedazos. A cuyo remedio proveyó 187. Cf. Ernest Robert Curtius, European Literature and the Latin Middle Ages, Princeton, Princeton University Press, 1990, pp. 487-494.

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Dios, porque permitió fuese rompiendo y haciendo lugar con la punta, desviando las ramas, troncos y arboledas que le podían matar y dio bordo en medio del río. Acercándose a el fuerte el maeso de campo dio voces pidiendo socorro, al cual salieron los soldados con gran presteza, armados a punto de guerra, teniendo por cierto eran las voces y llamada para contra los enemigos que sospechaban estaban combatiendo a los de la balsa y por presto que llegaron y se desnudaron, ya la balsa iba pasando del fuerte y guiando a tierra de los enemigos. A cuyo remedio y temor de excusarse de un rondal y saltos del río, acordó el maeso de campo arrojarse de la balsa y salió nadando con gran riesgo de su vida: de el cual peligro y otros fué Dios servido librarle (p. 85).

Es evidente que en la descripción anterior el carácter informativo y el dato histórico se encuentran muy distantes. El texto desborda el mensaje literal y da otra función a las palabras: hacernos recrear las peripecias y dificultades con la emoción que implicaron. En el relato hay una dramatización que nos permite reconstruir imaginariamente dos escenas simultáneas: el paso del maeso por el río y el movimiento de los soldados. Hay un acercamiento a la escena del río, el lector puede reproducir las imágenes de la balsa abriéndose camino entre las ramas, pues Obregón nos coloca sobre la balsa misma; luego el enfoque, más general, no solo nos conduce a ver el fuerte sino que nos traslada a él posibilitando que tengamos la virtual perspectiva del que observa pasar la balsa. De tal manera, tanto la angustia del personaje en peligro como la desesperación y ansiedad de los espectadores, son evocadas en la lectura del pasaje. Cabe preguntarnos ¿qué importancia histórica puede tener dicha aventura? De hecho no es más que una ilustración de los avatares que pasó el grupo expedicionario. No obstante, esta forma de escritura revela la inclinación de Obregón por contar anécdotas. En este sentido, para decirlo en palabras de Enrique Pupo Walker, “datos que hoy serían residuos de la historia, quedan permanentemente revitalizados por la evocación creativa. Sin que pueda evitarse, en la consecución de ese proceso se ha reducido el plano informativo del discurso”.188 Sin embargo, además de la invención verbal que suponen tales narraciones, es preciso señalar que no son fortuitas, sino que cumplen una función dentro de la estructura general del relato: son episodios sobre el dominio del espacio y la derrota del enemigo, que sirven para 188. La vocación literaria del pensamiento histórico en América, Madrid, Gredos, 1982, p. 111.

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resaltar la magnitud de las fuerzas con que se enfrentan los personajes principales y así ir conformando su papel heroico en la búsqueda que realizan. Podríamos decir, pues, que funcionan como ejemplos. De tal suerte, que tanto en la estructura general de la Historia, como en la conformación particular de ciertas escenas, encontramos el sello inconfundible de la creación literaria. El regreso Ahora bien, una vez realizada una serie de descubrimientos o redescubrimientos, pacificado indios, fundado pueblos cristianos, y con el conocimiento de los distintos territorios, los expedicionarios emprenden el retorno. Obregón, que a lo largo de la obra ha encumbrado a diversos personajes históricos y dado el carácter de hazaña a la realización del viaje, no resiste la tentación (o necesidad) de representarse a sí mismo como protagonista, hecho que da un sesgo autobiográfico a la Historia. De los treinta y ocho capítulos que componen el libro primero, en el treinta y cinco y en el treinta y siete, Obregón se torna el centro —en el último capítulo refiere la muerte de Ibarra—. Es decir, que un poco antes de terminar su relato del viaje de Ibarra, el autor se convierte definitivamente en un héroe: reaparece Amadís vestido de conquistador de Indias.189 El capítulo treinta y cinco está dedicado a describir con minuciosidad el viaje de regreso. A diferencia del cuento maravilloso donde el viaje de retorno sucede de forma rápida, pues “significa ya un dominio del espacio”,190 en el caso de los expedicionarios sucede todo lo contrario, pues es la parte de la historia donde Obregón personifica al protagonista que busca una salida, de ahí que se detenga a narrar con minuciosidad las peripecias que pasaron. Obviamente la naturaleza se yergue como un obstáculo casi insalvable y si al inicio del retorno les causa “temor la oscuridad de altas espesas montañas”, a medida que avanzan se habla de “mayor más alta y temerosa serranía”, “temeroso río”, “altísimos cedros”, “grandes alturas”; los bastimentos empiezan 189. Vid. Ida Rodríguez Prampolini, Hazaña de las Indias como empresa caballeresca, Ciudad de México, Academia Mexicana de la Historia, s. f. 190. Propp, Morfología, op. cit., p. 65.

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a faltar y se ven obligados a comer hierbas que los enferman y carne de caballo, del cual “ni quedó cuero ni tripa que no se comiese”, luego ingieren hongos que privan el sentido y sangran a los caballos. Esta descripción acumulativa lleva a la dramática coordinación distributiva siguiente: ...no había hombre que pudiese estar dos credos en pie, unos suspiraban por comer, otros sus culpas y pecados no teniendo esperanza de salir de sierras tan notables y casi menos de la vida; a otros los aquejaban los dolores y enfermedades que los tenían oprimidos a que no se pudiesen levantar del suelo y duras camas silvestres y de peñas recias y empinadas que no había lugar llano ni adonde hacer pie (sino amanecer trecho apartado de la primera dormida).

La materia documental ha cedido el paso a la reconstrucción imaginativa, mediante el uso de una serie de recursos expresivos, de una situación que no se traduce solo como difícil sino que llega a ser lastimosa por los extremos con los que se describe.191 En total duran diecisiete días sin hallar paso. Piensan en cruzar el río en una balsa, pero un soldado trató de que sus caballos lo atravesaran y se los tragó un remolino, hecho que les hace perder la esperanza. El general manda deshacer la balsa, pero otros y Obregón le suplican detenerse, ante lo cual, dice el autor, “nos respondió con mucha pena arrasados los ojos de lágrimas” y decidió dejarlos hacer su voluntad. Esta dramatización de los hechos y la conducta del general conducen al lector a pensar que incluso él, que en toda la Historia ha personificado al héroe principal, era un hombre sensible. Situación que va a posibilitar el engrandecimiento de las hazañas de Obregón. El autor cumple con una doble función: es narrador y personaje. No obstante, no se contenta con ser 191. Habría que recordar un sinnúmero de narraciones literarias de los Siglos de Oro en las que, sobre todo cuando hay una navegación en altamar y se atraviesa una tormenta, el autor nos enumera distributivamente las actitudes y movimientos de varios personajes para darnos un panorama desolador. En el Guzmán de Alfarache tenemos un ejemplo. Ante el temporal y el peligro de naufragio relata el pícaro: “¡Cuántos votos hacían! ¡A qué varias advocaciones llamaban! Cada uno a la mayor devoción de su tierra [...]. Qué de abusos y disparates cometieron, confesándose los unos con los otros, como si fueran sus curas o tuvieran autoridad con que absolverlos. Otros decían a voces a Dios en lo que habían ofendido...”. Mateo Alemán, Guzmán de Alfarache, edición y notas Samuel Gili Gaya, Madrid, Espasa-Calpe, 1971, t. IV, p. 140.

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cualquier parte de la enunciación, ni siquiera con el papel de testigo; el autor es agente, personaje principal. Volvamos al relato. Finalmente, por la buena idea de no destruir la balsa, apoyada por el autor, todos logran pasar el río. Circunstancia que Obregón no deja desprovista de peligro, ya que nos indica que uno de los soldados queda tullido por el frío, y que otro es arrastrado por la corriente. Después de haber cruzado, el grupo vuelve a enfrentarse a una serie de inconvenientes tan penosos que los hace creer —y el autor insiste— que nadie puede volver con vida. Es aquí donde, por segunda ocasión, aparece Obregón con el ofrecimiento de ir a buscar la salida “para cuyo efecto —dice— quería arriesgar mi vida lo cual les causó risa, por causa de la mucha flaqueza y desmayos que tenía de hambre, y con ella trastavillaba los pies sin poderme tener en pie”. Lo envían con un soldado sobre el que apuestan ser mejor que Obregón, hecho que subraya lo mermado de la fuerza de este a tal grado que lo lleva hasta perder el sentido. No obstante, el soldado se queda en el camino. El autor continúa por “ásperas, oscuras y espantosas sierras”. Hay un proceso selectivo de elementos y sucesos que en un sinatroísmo predisponen al lector (en primera instancia Felipe II) sobre lo portentoso de la solución al problema, el autor utiliza una serie de recursos retóricos que van intensificando la tensión y logran persuadirnos del carácter heroico de los hechos realizados. Casi podemos adivinar un tono de alivio, después de tantas peripecias, cuando Obregón expresa: “por mi solicitud, trabajo y riesgo de mi vida permitió Dios nuestro Señor, que hallase salida para el campo y rescate de tantas vidas”. De nuevo la enumeración implica una figura que incide en la caracterización voluntariosa del personaje. Para completar el cuadro, Obregón, “sin tener letras”, reconoció las tierras donde se encontraban, divisó casas, suceso “que ningún soldado lo había podido alcanzar y que se imposibilitaba”, y, además, proveyó de alimento a los soldados. El episodio culmina con la llegada a un pueblo y el agradecimiento a Dios (pp. 215-221). Asimismo, en el capítulo treinta y siete salva al grupo, pues pueden “salir y escapar las vidas”, gracias al invento de clavos para herrar, sin fuego, realizado por el cronista (p. 229). En el regreso, pues, el autor ocupa un lugar destacado en la historia, mientras que la presencia del héroe se va diluyendo. Cada uno, en su empresa de búsqueda, sortea las dificultades encontradas.

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Para Obregón el viaje a tierras lejanas, con la imagen hiperbólica sobre la extrañeza del territorio del norte de la Nueva España y sus habitantes naturales, es un intento de persuadir al lector de lo terrible y singular de la empresa de búsqueda, pues aparece como un traslado al mundo subterráneo. Toda esa ficcionalización del espacio, aunada a elementos sobrenaturales, al convertirse el narrador en héroe, la yuxtaposición del dato frente a relaciones de milagros y magia, los relatos intercalados, son elementos que nos invitan a hacer una lectura que contemple “el contenido imaginario de la escritura”.192 Por otra parte, en la Historia se dan las funciones de carencia, mediación, principio de la acción contraria, partida, desplazamiento en el espacio, combate, victoria, ayuda mágica, reparación y regreso. Y como personajes aparecen: héroe, mandatario, adversario y auxiliar. El mismo Propp había observado la similitud de la estructura del cuento maravilloso con la de algunas novelas de caballerías,193 paralelismo encontrado, en otros niveles de análisis, por algunos especialistas de las crónicas. En realidad, faltaría un estudio sistemático de diferentes historias intercaladas dentro del texto para equiparar su estructura. Asimismo, un análisis comparativo entre un corpus de crónicas en relación con el cuento maravilloso, resultaría muy interesante. Quizá la deuda de muchos cronistas improvisados —e incluso los doctos—, desprovistos de “modelos para escribir sobre las Indias”,194 con todo ese bagaje cultural que encierran los cuentos maravillosos que todos escucharon alguna vez, sin descartar la influencia de la novela de caballerías, sea más significativa de lo que pensamos. Criterios de edición Se realizó la transcripción paleográfica de los manuscritos con el objetivo de rescatarlos y se transcribieron fielmente los originales de los textos dados a la imprenta. Cabe señalar que se cita la fuente de cada documento a pie de página. Se respeta la fonología de los textos, por ejemplo los arcaísmos (captivos, mesmo, Tordelaguna, Josef, augmento, proprio) o las contracciones (dellos, dél), así como la ausencia de 192. Pupo Walker, op. cit., p. 19. 193. Morfología, op. cit., p. 117. 194. Mignolo, op. cit., p. 61.

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contracciones (de el, a el); desato las abreviaturas en todos los casos y enmiendo palabras incompletas u oraciones. Los casos de textos impresos, como las cartas de Diego de Vargas, que están en versión paleográfica, se modernizan. Para comodidad del lector todas las anotaciones filológicas se encuentran a pie de página. Estas son de carácter explicativo, definiciones específicas, aspectos contextuales, mitológicos, religiosos, términos en desuso, usos retóricos, etcétera. Como regla general se actualizó la ortografía, siguiendo los criterios actuales de la Real Academia Española: se prescindió de la tilde al adverbio “solo”, y a los pronombres demostrativos (este, ese aquel). También los casos en que se usaban mayúsculas sin razón ortográfica se eliminaron y uniformaron. Asimismo, se actualizó la puntuación de todos los textos, que, no está demás indicar, siempre es interpretativa. Cuando hubo necesidad de enmendar algún texto se llama a nota y se aclara su estado original en el pie de página.

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Carta del rey al presidente de Guadalajara sobre el modo de escribir cartas al rey1 Licenciado don Pedro Fernández de Baeza,2 alcalde de mi casa y corte, juez de mis obras y bosques reales, a quien he proveído por presidente de mi audiencia real de la ciudad de Guadalajara de la provincia de la Nueva Galicia.3 Porque de no venir las cartas que se me escriben de esas provincias y los recados que las acompañan con la claridad y distinción que conviene, suele causar y causa mucha confusión al tiempo de verse y responder a ellas y es necesario que de aquí adelante haya formas y estilo más conveniente para su expedición. He resuelto ordenaros y mandaros (como lo hago) que cuan1.

2. 3.

AGI, Guadalaxara 559, ff. 8v-9v. El rey entonces era Felipe IV (Valladolid 1605-Madrid 1665). Es muy conocido por el valimiento de don Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares. Tras la caída de este, después de veinte años, hizo un esfuerzo por gobernar personalmente. Subordinó casi por completo la política interna a la exterior, por lo tanto, se empeñó en continuar la guerra para conservar las posesiones de los Habsburgo. Nos dice John Lynch que legó a su sucesor un erario público vacío, una moneda desacreditada y una gran cantidad de nuevos impuestos que ya estaban comprometidos con los banqueros. Vid. Los Austrias 1516-1700, Barcelona, Crítica, 5.ª imp., 2010, pp. 554-557, en particular; Ramón Menéndez Pidal, Historia de España. La España de Felipe IV, Madrid, EspasaCalpe, 4.ª ed., 1996, t. XXV; Antonio Domínguez Ortiz, Política y hacienda de Felipe IV, Madrid, Pegaso, 2.ª ed., 1983; J. H. Elliot, El conde-duque de Olivares, Barcelona, Crítica, 6.ª ed., 1991. Pedro Fernández de Baeza: fue gobernador del territorio de Nueva Galicia y presidente de la Audiencia de Guadalajara en el periodo que abarca de 1641 a 1653. Nueva Galicia: los territorios conquistados por Nuño Beltrán de Guzmán se denominaron oficialmente Nuevo Reino de Nueva Galicia. En términos generales, su conformación más estable en los tres siglos de su existencia comprendía los actuales estados mexicanos de Nayarit y Jalisco, Aguascalientes, Zacatecas y Colima. Vid. en línea: pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/autoridad/77906 [consulta: 8 de marzo de 2022].

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do me escribiéredes4 en cosas de justicia, y otras cualesquiera que se ofrezcan, lo hagáis con mucha distinción, separando las materias con carta particular de cada una a media margen, y que en la otra media venga sacada relación sumaria de lo que contiene la carta o capítulos que tuviere, lo más sustancial que sea posible y en manera que se pueda determinar por ella lo que convenga numerando los capítulos y intitulando los recados que con ellas vinieren de forma que llame lo uno a lo otro y para que observe y guarden precisamente el estilo los gobernadores y alcaldes mayores del distrito de esa audiencia, daréis las órdenes que fueren necesarias, porque la diversidad grande que ordinariamente ocurre a mi Consejo Real de las Indias5 de negocios, cartas y papeles que vienen de esas partes, con el estilo que piden las materias, obliga a toda esta prevención, y la carta que me escribiéredes,6 que han de ser solamente las precisas, inexcusables, se han de dirigir al dicho mi consejo en manos de misionero dél y no por otra vía, con las cuales haréis que se remita un índice que por mayor declare sus materias y para que en su breve rabo se sepa lo que son y espero de vuestra obligación que pondréis en la ejecución de lo referido el cuidado que convenga a mi servicio. Fecha en Madrid a doce de febrero de mil y seiscientos y cuarenta y dos años. Yo el rey. Por mandato del rey nuestro señor, Juan Baptista Sáenz Navarrete7 y señalada dellos del Consejo. 4. 5.

6. 7.

escribiéredes: escribierais; forma verbal antigua de la conjugación de la segunda persona del plural del pretérito imperfecto del subjuntivo. Consejo Real de las Indias: era la organización más importante de la administración indiana, lo que comprendía América y Filipinas. Su misión consistía en asesorar al rey en materias tocantes a la función ejecutiva, legislativa y judicial. Lo conformaban un presidente y doce consejeros. En lo que se refiere al presente documento, es preciso indicar que una de sus atribuciones, además de señalar políticas relativas al Nuevo Mundo, organizar administrativamente las Indias o proponer personas para virreyes, gubernaturas, oidores, etcétera, entre otras muchas, era revisar la correspondencia que salía de América, ya fuera oficial o popular. Vid. Ernst Schäfer, El Consejo Real y Supremo de las Indias: su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la casa de Austria, Sevilla, M. Carmona, t. I, 1935. escribiéredes: vid. supra n. 4. Juan Baptista Sánchez Navarrete (La Rioja, 1589-Madrid, 1672). El apellido Sánchez lo toma de su madre, María Sánchez Escribano. En 1641 pasó a servir a la secretaría del Consejo de Indias por parte de la Nueva España. Cabe hacer notar que en 1643 se le galardonó con un hábito de la Orden de Alcántara. Vid. “Juan Bautista Sáenz Navarrete”, en línea: https://rah.es>biografias>juan-bautistasaenz-navarrete [consulta 10 de marzo de 2022].

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Consagración del altar mayor de la catedral de Durango Una vez que se concluyó la catedral de Durango el obispo del obispado de Nueva Vizcaya, fray Diego de Hevia y Valdés,8 se dispuso a la consagración del altar mayor. Y señala el texto de la catedral de Durango reproducido por José Ignacio Gallegos:9 Domingo 3 de noviembre de mil seiscientos cincuenta y dos años y habiendo precedido el sábado al medio día y noche repique general de campanas, c[h]irimías10 y otros instrumentos a la hora de las seis de la mañana se comenzó la consagración del altar disponiendo su ilustrísimo y su prudencia y atención todo lo necesario para la mayor solemnidad, como fueron fuegos y una máscara11 en que la clerecía mostró su lucimiento dicho día domingo en la noche en un castillo costoso y otras invenciones de fuego que se continuaron por todos los días que duró la solemnidad de dicha consagración, que fueron ocho; habiéndose de consagrar dicho altar a la hora que señala la pontifical, precediendo la cruz e incensario, clero y religiones, en procesiones se llevaron las sagradas reliquias que están desde el sábado antes a víspera a vistas en una arca pequeña con andas con luces en el altar mayor de la capilla en la que hasta entonces se celebraban los divinos oficios al altar que se consagraba donde se habían de colocar, en hombros de sacerdotes revestidos, habiendo antes de moverlas incensándolas su señoría Fray Diego de Hevia y Valdés (1588-1656). Fue obispo de Durango, posteriormente, en 1655, fue nombrado por bula de Alejandro VII para el obispado de Antequera de Oaxaca. En Gonzalo de Balsalobre, Relación auténtica de las idolatrías, supersticiones, vanas observaciones de los indios del obispado de Oaxaca, escribió Una instrucción práctica […] para el conocimiento, inquisición, y extirpación de dichas idolatrías y castigo de los reos. Publicada en México por la Viuda de Bernardo Calderón en 1656. 9. Historia de Durango, ed. cit., pp. 303-305. Los textos que reproduzco fueron modernizados en su puntuación y ortografía. En este caso, por ejemplo, el autor usa mayúsculas para señalar oficios religiosos (Pontifical, Cruz, Divinos Oficios, Consagraba, Reliquias, Glorioso Apóstol, etc.). Completo entre corchetes, las palabras incompletas o las oraciones. 10. chirimía: “instrumento de boca a modo de trompeta derecha sin vuelta, de ciertas maderas fuertes […] en los agujeros que tienen se ocupan casi todos los dedos de ambas las manos” (Cov.). 11. máscara: “la invención que se saca en algún regocijo, festín o sarao de caballeros, o personas que se disfrazan con máscaras”. Aclara Covarrubias que dejaba al descubierto mejillas y boca (Cov.).

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ilustrísima y entonándose una antífona12 por los cantores y dicho su ilustrísima la oración, puestas las reliquias en un lado del altar de la capilla nueva, prosiguió su ilustrísima la dicha consagración del altar, haciendo los signos de consagración, aspersión y demás ceremonias que se acostumbran cantándola la capilla y música a canto de órgano con toda solemnidad, y llegado al tiempo se colocaron las sagradas reliquias en el hueco o arca que estaba fabricada al propósito debajo del arca o piedra que se puso sobre el altar, admirable en proporción y fábrica porque es de tres varas de largo, vara y tres cuartas de ancho y de grueso cerca de un palmo.13 Las reliquias que se colocaron fueron: un hueso del glorioso apóstol y evangelista San Mateo, un gran hueso del glorioso mártir San Plácido de la orden de San Benito,14 un hueso de San Inocencio Mártir,15 otro de uno de los mártires de Arjona,16 en el Andalucía, y otro de uno de los Santos Mártires de Agreda.17 Acabada la consagración del altar, que por ser solemnísima, dilatada de mucho concurso así del clero y pueblo como de los lugares comarcanos, duró hasta las diez horas del día, poco más, se procedió a la misa con la 12. antífona: se trata de un himno litúrgico que se canta alternativamente por dos partes del coro (DRAE). 13. palmo: es el tamaño de la mano, “desde el extremo del pulgar hasta el del meñique, estando la mano extendida y abierta”. Mide, aproximadamente, unos 20 cm (DRAE). 14. San Plácido: discípulo del abad San Benito (siglo vi). Se le atribuye el milagro de haberse salvado cuando se ahogaba. Se supone que murió plácidamente, sin embargo, en el siglo xii, se creó la idea de que fue torturado en Mesina, junto con muchos monjes, por piratas. Vid. “Plácido, Santo”, en línea: https://es.catholic. net/op/articulos/34698/plcido-santo.html#modal [consulta 12 de marzo de 2022]. 15. San Inocencio mártir (Albano, Roma, segunda mitad del siglo iv-417). Fue electo papa en 401, dignidad que desempeñó hasta su muerte. Expulsó de Roma a los perseguidores de San Juan Crisóstomo y condenó la herejía pelagiana a solicitud de San Agustín. Vid. “Sant’ Innocenzo I Papa”, en línea: www.santibeati.it/dettaglio/64800 [consulta: 12 de marzo de 2022]. 16. mártires de Arjona: son los soldados de la legión Hercúlea, Bonoso y Maximiano, que fueron proclamados santos patronos de Arjona el siglo xvii. Sufrieron martirio en la décima persecución por Juliano contra los cristianos el siglo vi, en Roma, al declarase seguidores del Dios cristiano. A pesar de los numerosos martirios a que fueron sometidos una y otra vez, salieron ilesos. Vid. “Santos Bonoso y Maximiano, soldados mártires”, en línea: htpps://www.religionenlibertad.com/santodehoy/44388/santos-bonoso-y-maximiano-soldados-martires-html [consulta: 12 de marzo de 2022]. 17. Fue un grupo de cristianos martirizados y enterrados por los romanos (en particular el prefecto Publio Daciano) en Ágreda (Soria) en el siglo iv.

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mis[m]a solemnidad, la cual cantó y celebró el señor licenciado don J. Díaz de Frías, deán de esta santa iglesia catedral, asistiéndole diáconos el licenciado Marcos de Orona y licenciado Diego de Abrego, beneficiados, este día domingo predicó su señoría ilustrísima con incansable afecto a su pueblo y ovejas, a la tarde cantó Víspera de Pontifical con toda solemnidad de asistentes y música, y el siguiente día lunes misa de pontifical, este día se trasladó el Santísimo Sacramento de la capilla mayor vieja al altar mayor consagrado, para lo cual se previnieron las cofradías y sus estandartes y llevó su ilustrísima el Santísimo en procesión que hizo con la misma solemnidad que el día del Corpus por las calles acostumbradas hasta que vuelto a la iglesia catedral se colocó en el altar mayor, en su custodia, en donde estuvo patente todo el día con mucho número de luces y fragancia de aro[m]as; este día predicó el señor licenciado don Francisco Rojas de Ayora, arcediano de esta santa iglesia catedra[l], comisario de los Santos Tribunales de Inquisición y Cruzada y el que pedía su doctrina y avent[a]jadas letras; en la misa como el día antes y los subsecuentes hubo la mesma18 solemnidad de música, motetes19 y chaconetas20 repitiendo júbilos de alegría, la clerecía y pueblo en la solemnidad de su templo. El día siguiente martes predicó el reverendo padre fray Melchor Contreras y Peralta, del orden seráfico, guardián en el convento de esta ciudad. […] En la forma dicha prosiguieron las tardes de estos días de festines, saraos, sortijas21 y otras invenciones en que con premios se señaló la clerecía y especialmente en lo del culto divino en que asistió su ilustrísima como padre y pasto[r] y a su ejemplo los señores capitulares y demás clero a las vísperas y misas que fueron solemnidad y al gasto de los fuegos que se continuaron por todos los dichos ocho días. Y para que conste y haya memoria perpetua de la consagración de dicho altar y del dicho santo templo y por auto del ilustrísimo señor doctor don Alonso Franco y Luna, obispo que fue de este obispado y de él promovido al de la Paz, provincia de las Charcas en el reino de Perú, se fecha en esta ciudad de veinte y dos de febrero del año pasado de seiscientos y cuarenta en cabildo de dicho día se mandó rezar y hacer el oficio de la dedicación de 18. 19. 20. 21.

mesma: misma. motetes: son composiciones musicales de tema bíblico (DRAE). chaconetas: proviene de chacona, una danza popular española (DRAE). sortija: “un juego de gente militar, que corriendo a caballo apuntan con la lanza a una sortija que está puesta a cierta distancia de la carrera” (Cov.).

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dicha santa iglesia, con octava según rúbricas del breviario a los treinta y un días del mes de agosto de cada año, el auto está atrás a fojas 49 dio la presente certificación y testimonio y de mandato de sus señorías los señores deán y cabildo en la Ciudad de Durango en doce días del mes de noviembre de mil seiscientos y cincuenta y dos. Archivo de la catedral de Durango Patrocinio del glorioso apóstol de las Indias San Francisco Xavier en el reino de la Nueva Vizcaya. Año de 166922 Tiene el ínclito monarca y rey de las Españas, Carlos Segundo,23 nuestro señor, que Dios guarde, en estas Indias Occidentales, el reino de la Nueva Vizcaya:24 poderoso con los minerales de oro y plata que lo enriquecen, fértil con las dilatadas vegas que lo hermosean, abundante con las numerosas crías de todo ganado que lo abastecen y célebre con las dilatadas provincias que lo habitan en numerosos pueblos, reducidos casi todos a nuestra católica religión por los padres de la Compañía de Jesús, que a costa de innumerables trabajos y fatigas han plantado en este reino la fe católica, regándolo muchos con su misma sangre hasta dar la vida por defender la ley evangélica que han predicado sin permitirse al descanso ni perdonar diligencia alguna. Pero como las provincias de este reino son tan dilatadas, y en ellas las naciones tan diversas y algunas más que bárbaras, no ha sido posible reducirlas todas al gremio de la Iglesia. Y así perseveran algunas en su obstinación ciega, sin que las diligencias de los apostólicos ministros ni las armas de nuestro católico rey y señor, hayan acabado de sujetarlas al suave yugo del evangelio, porque aunque muchas veces las han traído de parte y solicitádoles el bien de sus almas a costa de 22. AGI, Jesuitas, vol. III, 16, 25. 23. Carlos II (Madrid, 1661-1700). Se le apodaba el Hechizado. Fue hijo de Felipe IV y Mariana de Austria. Por sus problemas físicos —debidos a la endogamia— murió sin descendencia, de ahí que con él dé fin la casa española de los Habsburgo. Su mala salud le granjeó el desprecio público por el debilitamiento del control real. Sin embargo, Henry Kamen afirma que esa fragilidad “permitió el desarrollo, por vez primera en la España de los Austrias, de tendencias políticas que desde hacía mucho tiempo habían venido tratando, válida pero infructuosamente, de expresarse”. La España de Carlos II, Barcelona, Crítica, 1981, p. 44. 24. Sobre el reino de Nueva Vizcaya vid. supra. Introducción.

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mucha hacienda de su majestad y particulares, pero ha durado poco tiempo la paz, porque, convirtiendo en veneno el antídoto, usan de la paz para asegurar con más libertad las invasiones y hostilidades con que continuamente afligen y turban estas provincias. En mano de estos bárbaros parece que ha puesto Dios el azote de su divina justicia, eligiéndolos por instrumento para castigar las culpas de este reino y para que a vista de las crueldades atroces de su impiedad, abran los ojos los hombres y enmienden las vidas. Y así les permite su majestad (por sus justos juicios) ejecutar bárbaras crueldades en los miserables españoles y indios católicos que caen en sus manos, manchándolas con la sangre de los inocentes sin perdonar sexo, edad, ni estado: pues aun algunos religiosos han padecido en su poder, si no la muerte (porque Dios les ha negado la licencia) sí muchos trabajos y muchas muertes repetidas, en las que han dado a las personas que acompañaban a los dichos religiosos. Estas congojas padeció el padre Rodrigo del Castillo25 de la Compañía de Jesús, en cuya presencia mataron los enemigos bárbaros quince personas indios y españoles, tragando el celoso ministro la muerte en cada una de las que veía ejecutar en sus compañeros; y llevándole prisionero por riscos y quebradas, aguardaba por horas la muerte, recelando en cualquier amago que los bárbaros hacían por espacio de veinte y cuatro que él iba en su poder de que le libró Dios milagrosamente, si bien la memoria de el espectáculo atroz últimamente le quitó la vida.26 Ba[s]tantes parecían estos avisos del cielo para que los hombres enmendasen sus vidas; pero la sangre de tantos inocentes vertida en los campos con tan exquisitas crueldades no ablandó los corazones de los culpados, antes prosiguieron las culpas, y así prosiguieron

25. Rodrigo del Castillo (Puebla, ca. 1621-San Miguel de las Bocas del Río Florido, 1688). A los 17 años pidió ser admitido en la Compañía de Jesús. Estudió Filosofía y Teología; se ordenó en 1649 en el Colegio de San Ildefonso. Trabajó un tiempo en la misión chichimeca antes de pasar definitivamente a las misiones de la Tarahumara. Vid. Luis González Rodríguez, “Rodrigo del Castillo, cronista de Tarahumares, cautivo de Salineros”, Crónicas de la Sierra Tarahumara, ed. cit., pp. 248-268; p. 248. 26. En una epístola de 1667, Rodrigo del Castillo narra el cautiverio que sufrió a mano de los indios tobosos cuando regresaba de su misión del Tizonazo con unos niños cantores. Le asustaban tanto los gritos de los indios después de que fue liberado, que se supone que del terror de su cautiverio murió. Vid. “Crónica de un cautiverio en 1667”, en ibid., pp. 261-268.

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también los castigos; porque viendo la divina majestad que no se escuchaban las voces que la sangre de los inocentes daba, cerró los cielos, haciéndolos tan de bronce que el año de 1667 faltaron casi del todo las aguas, y apresurándose los yelos, malograron las sementeras dejando este reino y sus provincias sin bastimento en tanto grado que ni a subidos precios se conseguía. Causaba lástima ver tantos pobres, que ni aun de raíces y yerbas se podían ver hartos. Los naturales de esta tierra vinculaban su sustento en el arco y en la flecha fatigando las selvas, sin dejar con vida aun a los animales más inmundos que la esterilidad los hacía regalados platos, siguiose27 a la hambre, como inseparable compañera, la peste picando en los pueblos, con rigor y sin remedio apretaba a los miserables la hambre y saliendo a buscar a remedio de unos pueblos a otros o a los campos, rendían en los caminos la vida a manos de la hambre y de la peste.28 Pero en donde se cebó con más voracidad y hizo mayores estragos, fue en la ciudad de Durango, cabeza de este reino de la Nueva Vizcaya, pues en pocos meses hizo tanta riza,29 que casi la dejó arrasada consumiendo casas y familias enteras sin que se oyesen en aquella nobilísima ciudad más que clamores, suspiros y lastimeros ayes. Enterraban hoy a unos y el día siguiente sepultaban [a] algunos de los que habían asistido a los entierros de hoy. Todo era confusión, todo era horror, y un espectáculo lastimero. Todos veían el daño a los ojos y buscando el remedio, no encontraban con él. Hiciéronse en el reino muchas demostraciones de devoción para aplacar la divina justicia con novenarios, procesiones y penitencias, sin que estas demostraciones mitigasen el incendio30 que cundía con voracidad, más y más cada día. Reservaba sin duda nuestro señor este triunfo para el glorioso apóstol de las Indias, San Francisco

27. siguiose] siguiosso. 28. Nos informa Gallegos: “Los años de mil seiscientos sesenta y siete y mil seiscientos sesenta y ocho fueron fatales para la provincia de la Nueva Vizcaya por la falta de lluvias. Como consecuencia vino el hambre y la peste. Una calamidad más se agregó: los indios que asolaban los campos y sobre todo la ciudad de Durango resintió grandes perjuicios por lo aislado que se encontraba”. Historia de la Iglesia, ed. cit., pp. 173-174. En extensa carta el obispo Gorospe y Aguirre da cuenta de las innumerables y frecuentes invasiones de los indígenas. Ibid., p. 178. 29. riza: “el residuo que queda del alcacer cerca de la raíz, después de cortado: y latamente se entiende de lo que dexan en los pesebres las bestias caballares, por estar duro. Covarrubias dice que es nombre Griego. Latín. Riza” (Aut.). 30. El incendio que se suscitó se debió a la terrible sequía.

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Javier. Y así movió su majestad el católico pecho de el señor don Antonio de Oca y Sarmiento,31 caballero del hábito de Santiago, gobernador y capitán general actual de este reino de la Nueva Vizcaya, y la natural piedad de el ilustrísimo y reverendísimo señor doctor don Juan de Gorospe y Aguirre32 del consejo de su majestad, y dignísimo prelado de este reino, para que estos dos señores solicitasen el remedio eficaz de tantos males, y eligiesen por patrón de este reino a San Francisco Javier, ángel velocísimo de paz, que con su patrocinio quitase de las manos de Dios el azote de su justa indignación. Para mayor solemnidad de la jura, hizo viaje el señor gobernador desde el Real de San José del Parral (en donde asistía a la sazón a la ciudad de Durango, y habiendo precedido las diligencias auténticas que eran necesarias, determinaron la festiva pompa para los tres de diciembre del año de 1668. Y para que a todo el reino constase la elección jurídica del patrocinio, promulgó el señor gobernador el auto siguiente. Auto En la Ciudad de Durango de la Nueva Vizcaya en cuatro días del mes de diciembre de mil seiscientos y sesenta y ocho años. El señor don Antonio de Oca Sarmiento, caballero de la orden de Santiago, señor de las casas y jurisdicciones de Saavedra, Rivadeneira, casa y coto de Otarelo,33 gobernador y capitán general de este reino y provincias de la Nueva Vizcaya por su majestad = Dijo que habiendo reconocido que los remedios humanos que tiene este reino son muy cortos para defenderle de las hostilidades que padece de los indios enemigos que 31. Antonio de Oca Sarmiento: español de origen gallego. Fue nombrado gobernador y capitán de la Nueva Vizcaya el 2 de enero de 1666. De este año a 1670 fungió como gobernador. Su antecesor fue Francisco Gómez y Beaumont, quien fue nombrado capitán general de Nuevo León, cargo que ejerció hasta su muerte en 1667. Vid. Zacarías Márquez Terrazas, Fechas históricas de Chihuahua, Chihuahua, Gobierno del Estado, 2007-2010, s. p. 32. Juan de Gorospe y Aguirre (Tecamachalco, México, 1599-1671). En 1659 fue designado Vº obispo de Durango, cargo que desempeñó hasta su muerte. José Ignacio Gallegos aporta mayores datos: salió de México rumbo a Durango el 30 de enero de 1663, pero tomó posesión de su cargo por conducto del arcediano de la catedral de Durango, el doctor José López de Oliva el 13 de septiembre de 1662. Historia de la iglesia de Durango, ed. cit., p. 164. 33. Coto de Otarelo: coto do Tarrelo, localidad de Galicia.

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la infestan, cuyos habitantes y desahogos se experimentan cada día mayores, de que se teme su total asolación, por andar como andan repartidos en escuadras de mucho número, haciendo daños en diferentes partes a un mismo tiempo, llegando su rompimiento a salirle a su señoría en emboscada de más de trecientos indios enemigos en el paraje del Río de Nazas34 viniendo convoyando (con más de setenta arcabuceros, soldados y pasajeros y veinte y tres indios amigos) dos cuadrillas de carros que traían a quintar35 a la real caja de esta ciudad, la plata de particulares del Real del Parral36 que a no haber tenido su señoría tan buena disposición, es cierto hubieran hecho grandísimo daño. Y el remedio más eficaz que puede haber para refrenar estos enemigos y atajar la asolación de este reino y atraerlos a la paz, que tanto se necesita, es acudir a los divinos, y que estos se pidan a su majestad divina por intercesión del glorioso San Francisco Javier, apóstol de las Indias. Acordó su señoría con todos los vecinos de esta ciudad elegirle y nombrarle por patrón de todo este reino, protector de la fe y de la paz, sus armas y buenos sucesos de ellas. Como se hizo confirmándolo el ilustrísimo señor doctor don Juan de Gorozpe y Aguirre37 del consejo de su majestad, obispo de este obispado en su día. Y para que todo este reino le tenga por tal patrón y protector de la paz, y se le haga fiesta solemne su día en todo él, y se ponga su retrato en todas las iglesias parroquiales, dijo que mandaba y mandó se despachen mandamientos a todas las justicias de este reino con inserción de este auto para que se pregone y lo tengan entendido, y le hagan fiesta su día, haciendo encender luminarias su víspera, y los alcaldes mayores y justicias que al presente son y adelante fueren, lo cumplan pena de cincuenta pesos38 en que desde luego los da por condenados, 34. Río de Nazas: nace en la Sierra Madre Occidental y su cauce atraviesa Durango y Coahuila. 35. quintar: “Sacar de cinco uno” (Cov.). 36. Real del Parral: Hidalgo del Parral, ciudad ubicada al sur del estado de Chihuahua. En la época colonial fue centro minero muy activo, pero también fue centro agrícola y ganadero. A tal grado que en el siglo xvii se le denominó “capital del mundo de la plata”. 37. Juan Gorozpe y Aguirre (México 1599-1671). Fue quinto obispo de Durango de 1659 hasta su defunción. Vid. “Historia obispos-arquidiósesis de Durango”, en línea: https://arquidiosesisdurango.org/historia.obispos/ [consulta: 2 de abril de 2022]. 38. “Las monedas de plata más comunes eran el real y sus múltiplos: el real de a dos [la posterior peseta], el real de a cuatro [medio peso] y el real de a ocho [el peso de

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y aplica para celebrar la fiesta de dicho santo, y se les haga cargo de residencia39 si no lo cumplieren y este auto lo pondrán en los libros que hubieren de cabildo o diputación para que en todo tiempo conste y se observe que así conviene al servicio de ambas majestades. Y así lo mandó y firmó don Antonio de Oca Sarmiento, ante mí, Francisco García, secretario de gobernación y guerra. Este auto se promulgó en todo el reino aunque pareció ocioso, porque los ánimos todos estaban conmovidos a celebrar voluntariamente lo que con precepto festejaron. Pregonose la solemnidad del juramento para los tres de diciembre de mil y seiscientos y sesenta y ocho. A los dos de diciembre en la tarde, se dispuso una procesión solemnísima compuesta del clero y religiones, los cabildos y eclesiástico y secular; y ilustrada con tal asistencia del ilustrísimo señor obispo y del señor gobernador, que con la devoción y piedad acostumbrada daban esperanza a sus ovejas del remedio. Salió con ordenado silencio la procesión del colegio de la Compañía de Jesús, y con solemne repique de todas las religiones depositaron la estatua del glorioso apóstol en la iglesia catedral de donde se volvieron el día siguiente con la misma solemnidad dando lugar a los festejos de aquella noche que se transformó en día esclarecido, aunque el sol se sepultó en la tumba de su ocaso; porque a pesar de las lobregueces, y sombras de la noche, se sostituyeron las hogueras de luces, los faroles, las luminarias, la diversidad de artificios de fuego, que sirvieron de lucida antorcha para desterrar las tinieblas y de dulce anzuelo para entretener y recrear los ánimos de los afligidos que esperaban el remedio de su sagrado protector. una onza de plata]. El equivalente de un peso de oro [de una onza de oro] que fluctuaba con el tiempo era de entre 16 y 17 pesos de plata”. Siendo esto así, cincuenta pesos correspondían a cincuenta onzas de plata. Roberto Cortés Conde, apud Carlos Marichal, “El peso de plata hispanoamericano como moneda universal del Antiguo Régimen”, en Carlos Marichal, et al., De la plata a la cocaína. Cinco siglos de historia económica de América Latina, 1500-2000, Ciudad de México, El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 2017, vol. I, p. 8, en línea: https:// carlosmarichal.colmex.mx/pdfs/peso-plata.pdf [consulta: 2 de abril de 2022]. 39. cargo de residencia: quizá se refiera a juicio de residencia, el cual tuvo en la administración indiana gran importancia. Todos los funcionarios públicos debían rendir cuentas de su cargo en el periodo que lo hubieran ejercido. Vid. José María Vallejo García Hevia, “El juicio de residencia como testimonio histórico-jurídico: histórico en el espacio indiano, jurídico en el tiempo medieval y moderno”, en Juicio a un conquistador: Pedro de Alvarado. Su proceso de residencia en Guatemala (1536-1538), Madrid, Marcial Pons, 2008, pp. 69-122.

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El día siguiente tres de diciembre, con solemnidad más que grande, celebraron el juramento el ilustrísimo señor obispo y el señor gobernador, en nombre de los dos estados eclesiástico y secular, repitiéndose los júbilos de alegría en esta nobilísima ciudad. Prosiguiéronse los oficios dando cumplimiento lucido a la festiva pompa el padre Eugenio López, rector de aqueste colegio de la Compañía de Jesús y visitador de sus misiones, con un sermón no menos docto y ajustado que devoto y agradecido a las honras que estos dos príncipes hacen a la Compañía de Jesús. Fue cosa muy maravillosa que desde este día se experimentaron los benignos influjos del patrocinio sosegándose el incendio pestilencial,40 de suerte que fueron muy pocos los que peligraron y menos los que de nuevo enfermaron. Pero queriendo la divina majestad que con evidencia se conociese el patrocinio de San Francisco Javier, dispuso (por sus secretos juicios) que a los principios de enero de 1669 se encendiese otra vez la peste con nuevo vigor, para que conociéndose el daño se volviese [a] aplicar el remedio, luego que avisaron las campanas con las repetidas salidas de Cristo Sacramentado a visitar sus ovejas dolientes, dispusieron los dos señores, obispo y gobernador, se hiciese en el colegio de la Compañía de Jesús un suntuoso novenario. Para los ocho de enero en la tarde se dio aviso al clero y religiones que puntuales asistiesen en la iglesia matriz para traer en procesión y rogativa a San Francisco Javier a su colegio de la Compañía de Jesús. A las cuatro de la tarde comenzaron a clamorear las campanas de toda la ciudad con una muy devota plegaria que duró hasta llegar el santo a su casa. Apenas asomó a la puerta de la iglesia catedral el glorioso apóstol, cuando dando muestras el cielo de su misericordia, formó en el aire un hermoso arcoíris que, con la variedad de sus matices, entretenía la 40. “La escasez, la carestía, el mal estado de los alimentos, las condiciones de desnutrición, de abastecimiento de agua y de hacinamiento de la población, propiciaban el desarrollo de gran cantidad de enfermedades gastrointestinales y pulmonares contagiosas que atacaban indiscriminadamente a los grupos vulnerables…”. Angélica Mandujano Sánchez, Luis Camarillo Solache, Mario A. Mandujano, “Historia de las epidemias en el México antiguo. Algunos aspectos biológicos y sociales”, en línea: www.uam.mx/difusion/revista/abr2003/mandujano.htlm [consulta: 4 de abril de 2022]. Sobre la peste en Durango vid. Antonio Arreola Valenzuela, Epidemias y muerte en el Durango Virreinal, Durango, Universidad Juárez del Estado de Durango, 2009, en línea: iih.mx/librosyrevistas/libros/epidemias [consulta: 5 de abril de 2022].

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vista y prometía la paz deseada de los hombres con Dios. Asomaron así mesmo41 por los horizontes muchas y hermosas nubes y a ligeros pasos subían a celebrar la final de los males y principio de los bienes, regando la tierra que era lo que más necesitaba. El primero día del novenario lo celebró a sus expensas, con la grandeza que sabe, el ilustrísimo señor obispo; el segundo lo celebró el señor gobernador, no permitiendo fuese inferior el lucimiento. Los demás días ostentaron su piedad y católico celo los oficiales de la real caja,42 los capitulares43 y los vecinos nobles de la ciudad, procurando cada uno, con cristiana emulación, adelantarse a los demás. El tiempo que duró el novenario mejoró la ciudad sin peligrar ninguno, si no fue un clérigo presbítero, mancebo de excelentes esperanzas, virtuoso y muy devoto del santo, el cual, sintiéndose algo indispuesto, vino al colegio de la Compañía de Jesús (uno de los días del novenario) y celebrando una misa en el altar del santo apóstol de las Indias le pidió encarecidamente le diese lo que más convenía para gloria de Dios y salvación de su alma. Fue cosa singular que volviendo a su casa se sintió luego herido de la peste y en breves días entregó su alma a Dios habiéndola dispuesto con mucha cordura y devoción, y conociendo que no le convenía vivir nos dejó, muriendo, muchas señales de su predestinación. 41. mesmo: mismo. 42. Los oficiales de la caja real eran contadores, tesoreros, veedores y factores. En cuanto a las actividades de cada uno, hay que indicar que el contador “llevaba los libros, registraba todos los cobros y gastos en libros de cuentas, certificaba todas las transacciones y guardaba una de las tres llaves de los arcones o cofres que contenían los fondos. El tesorero se encargaba personalmente de recolectar los diversos impuestos de los individuos o instituciones responsables de la recaudación, entregaba estos fondos a los recibidores prescritos y guardaba el tesoro en los arcones; él tenía otra de las tres llaves”. El veedor “supervisaba el peso y la fundición del oro y de la plata y vigilaba todas las actividades relacionadas con la minería y la amonedación”. El factor era agente fiscal de la caja y “negociaba con otros factores de otras cajas en las Indias y con oficiales de España; además, protegía las armas, municiones y pertrechos contenidos en los depósitos reales del distrito de la caja”. Herbert Klein, John Jay TePaske, “Introducción”, en Ingresos de la Real Hacienda de la Nueva España, Ciudad de México, Secretaría de Hacienda y Crédito Público/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1986, en línea: https://realhacienda.colmex.mx/introduccion-ingresos-y-egresos-de-lareal-hacienda-denueva-españa [consulta: 5 de abril de 2022]. 43. capitulares: “individuo de alguna comunidad eclesiástica o secular con voto en ella, como el canónigo en su cabildo y el regidor en su ayuntamiento” (DRAE).

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Con la muerte de este virtuoso sacerdote (solicitada sin duda del santo para su mayor gloria) se extinguió el fuego y comenzó a gozar aquella nobilísima ciudad de las benignas influencias de su patrón sagrado, experimentando cada día milagrosos favores de su protección. Diré algunos para la edificación común y gloria del santo apóstol. Desahuciaron los médicos a una mujer en la dicha ciudad, y sus hijas afligidas llamaron a un religioso de la Compañía de Jesús para que la asistiese en aquel trance. Vino luego y hallándola casi perdidos los sentidos, le aplicó una imagen de San Francisco Javier diciendo la oración del santo; y luego al punto, con admiración de los circunstantes, cobró el sentido y incorporándose en la cama, dijo en voz clara (habiendo tenido antes trabada la lengua): “Ya estoy buena, y el padre me ha traído la salud, no me duele nada”. Y el día de hoy está buena y sana esta mujer. En la misma ciudad adoleció el señor gobernador, don Antonio de Oca Sarmiento, poco después del novenario, de un agudo dolor de costado que a más andar le puso en conocido peligro de la vida. Visitáronle dos religiosos de la Compañía, y el uno le dio un relicario con la imagen de San Francisco Javier, recibiolo su señoría con notable devoción y lágrimas, y aplicándolo con viva fe al costado, tuvo tan repentino efecto su devoción, que a breves horas cesó el dolor, se desvaneció la calentura y en pocos días quedó del todo sano: remunerándole el santo, aun en esta vida, las diligencias que su señoría ha hecho en honra de su patrón. Puso en los términos últimos de la vida al capitán Manuel Sáenz de Aparicio, vecino de la ciudad de Durango, un insulto apopléjico, embargándole desde luego los sentidos. Avisó su dolorida mujer a un religioso de la Compañía de Jesús, que apresurando el paso vino luego a la casa del enfermo y lo halló más muerto que vivo, sin dar más señales de vida que las que fueron bastantes para absolverle. Compadecido el padre de la desgracia, le aplicó con viva fe la imagen milagrosa de San Francisco Javier, volvió en sí y se pudo confesar, aunque al principio balbuciente, pero en breve con voz clara, dispuso una memoria de sus bienes; otorgó un poder y viniendo el santísimo cuerpo de Cristo Sacramentado se arrodilló en la cama el que poco antes no daba señal de vida, y le recibió con mucha ternura y devoción. Prometió de celebrar la fiesta del santo y dar al colegio de la Compañía un lienzo de San Francisco Javier, y en breves días sanó del todo. En el Real de San José del Parral padecía una doncella virtuosa y recogida un accidente en el pecho tan penoso que se le iba confirmando

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en asma, sin que las muchas y diversas medicinas humanas le aliviasen; supo que habían elegido por patrón del reino a San Francisco Javier, y llena de esperanzas hizo viaje a una de las misiones de los padres de la Compañía en busca de su remedio, y encontró con él, porque habiendo velado al santo un día, se fue recobrando en la salud, de calidad que el día de hoy se halla casi del todo sana, muy firme en la devoción del santo. Fuera nunca acabar si se hubieran de referir los milagros de este divino taumaturgo porque el mayor milagro de San Francisco Javier fuera dejar de hacer milagros. No solo ha experimentado este reino los influjos de su patrón en la peste y enfermedades, sino en otras muchas calamidades que le afligían. Porque como el intento del señor gobernador fue elegirle por patrón no solo de la salud, sino de las armas y de la fe, en todo se ha mostrado prodigioso el santo, así en los buenos sucesos que han tenido las armas, como en los aumentos que ha logrado nuestra sagrada y católica religión, pues desde luego trajo de paz a los principales capitanes de la nación Tobosa,44 no menos bárbara que belicosa, como lo ha experimentado este reino a costa de tanta sangre vertida a manos de estos sangrientos lobos, que hoy los ha transformado el santo en mansos corderos y viven asentados de paz habrá dos años. Dios les dé perseverancia, como se espera y de la protección del santo apóstol, que ha tomado tan a su cargo sujetar estas belicosas naciones, que desde la jura hasta agora no han tenido los enemigos suceso que les pueda dar aliento a los desahogos con que procedían antes de ella. Que fue mucho si el mismo santo visiblemente los sujeta y enseña con suavidad de padre lo que deben hacer, y los amenaza con severidad de juez si no se sujetan a la verdad. Pondré aquí un capítulo de carta que un ministro de este reino escribió al señor gobernador en ocasión que dicho ministro disponía ejército para quebrantar los bríos del enemigo. 44. nación Tobosa: es un pueblo indígena que habitó el Bolsón de Mapimí (al este de Chihuahua y al oeste de Coahuila). Se sublevaron con frecuencia, resistiéndose a la intervención española, atacando asentamientos a su alcance. Fueron un problema para el gobierno central durante el siglo xvii. En 1640 comenzaron a atacar asentamientos españoles, y también irrumpieron sobre misiones y pueblos tarahumaras en 1690. Se organizaban en tribus; hacia 1680 había doce, pero para 1693 ya solo quedaban cuatro. Los tobosos se identifican frecuentemente con los apaches. Vid. Thomas N. Campbell, Toboso indians, en línea: https.//www.tshaonline.org/handbook/entries/toboso-indians [consulta: 8 de abril de 2022].

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Tanto de una carta escrita al señor gobernador y capitán general de este reino, por don Juan Antonio de Sarria, alcalde mayor y teniente de gobernador y capitán general de las provincias del Saltillo y Valle de Parras, su fecha en tres de septiembre del año de 1669 No es caso participar a vuestra alteza una novedad digna de reparo y cuidado que acaban de traerme muchos de los indios amigos que están en el Valle de Cuaguila45 a que han venido solamente y es que dicen haberles aparecido una visión o espectro que no han podido distinguir ni ver el rostro, solo los resplandores y algo de sus vestiduras, aunque en confuso; y que estando en el aire media vara46 suspenso les enseñaba a persignarse y rezar, y les amonestaba fueran cristianos de corazón y amigos leales de los españoles y vasallos del rey; y adorándole ellos como a Dios no lo permitía, sino que les decía que a Dios que estaba en lo alto lo habían de hacer y que viniesen a decir a los españoles lo que había pasado, porque habían de ir a castigar los enemigos y lo habían de ver como ellos lo habían visto, el día del albazo:47 y que aunque les dijeran que eran borrachos, no se enojasen que así se había de hacer, y que para señal y seguridad de esta verdad les dejó un libro en que estaba pintada una cruz dorada, y queriéndolo traer a enseñar a los españoles, no lo pudieron conseguir, porque dicen se hacía muy pesado. Dicen más: que no creyendo esto una nación de los que estaban congregados con los demás, y apartándose de ellos había habido tal tempestad y tormenta que los hizo volver, pero están muy consolados, y a esta novedad, dicen, ha salido mucha gente amiga que está congregada en dicho valle de Cuaguila [sic]. Y como quiera, señor, que esta nueva (aunque enteramente no le demos crédito) es apoyada y dicha a una voz, sin rozarse por tantos indios como vinieron con ella, puede ser muy contingente que esta visión que tuvieron fuese del apóstol San Francisco Javier a quien vuestra alteza ha tomado por patrón de este 45. Cuaguila: Coahuila. Estado cuya capital es Torreón y se encuentra unos 750 km. al sur de Chihuahua. 46. vara: “la medida para medir paños, sedas, lienzos y otras cosas que tengan trato y longitud” (Cov.). “Medida de longitud que se usaba en distintas regiones de España con valores diferentes, que oscilaban entre 768 y 912 mm” (DRAE). 47. albazo: “Acción de guerra al amanecer” (DRAE).

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reino, protector de la fe y defensor de la paz, y como patrón de la gentilidad esté ya destinado de la mano de Dios para que este barbarismo48 se convierta y se reduzga, poniendo logro a los desvelos de vuestra alteza en esta parte. Hasta aquí es capítulo de carta. Y no hallo razón para dudar fuese la visión de San Francisco Javier cuando tantas experiencias nos enseñan vive a su protección este reino, y el efecto de la jornada lo habrá mostrado que hasta agora no han venido las noticias del suceso que tuvo viendo el señor gobernador, don Antonio de Oca Sarmiento, el buen logro de sus deseos, determinó dedicar una sumptuosa capilla, que había labrado a sus expensas en el Real de San Joseph de el Parral49 para perpetua memoria de su devoción afectuosa. Y para que la solemne pompa fuese como su señoría deseaba, previno (con las atenciones que acostumbra) a tres religiosos de la Compañía de Jesús, para que predicasen los tres días que duró el festejo de la dedicación solemne. Esta se pregonó para los tres de diciembre de 1669 con repetidas aclamaciones y júbilos de alegría de todo el Real y sus contornos. El día dos de diciembre bendijo la capilla, con la gravedad que el caso pedía, el padre Eugenio López, rector del Colegio de la Compañía de Jesús de Durango (que a la sazón se hallaba en la visita de las misiones circunvecinas al Parral) con lucido concurso de todo lo eclesiástico, y número de religiosos de la Compañía de Jesús, que había convocado el señor gobernador para el festejo. Siguiéronse las vísperas celebradas con la mayor ostentación que ha visto el Real del Parral, porque de todos los contornos ocurrieron los eclesiásticos de mejores voces y ostentaron la destreza y suavidad de sus gargantas, en lo sonoro y acorde de las músicas. Continuose este día más del ordinario, porque las muchas hogueras, faroles y fuegos en todo el Real lo dilataron a pesar de la noche. El día siguiente, tres de diciembre, amaneció sumamente apacible (habiendo sido todos antecedentes muy borrascosos) y luego los clarines, campanas y artillería, despertaron las atenciones de todos, que devotos venían a ligeros vuelos del deseo, por visitar a su milagroso 48. barbarismo: se refiere a los indígenas. 49. Para la historia del mineral de Parral, vid. Guillermo Porras Muñoz, El nuevo descubrimiento de San José del Parral, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1988.

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patrón colocado ya en su nichio50 y capilla, obra toda tan singular en el arte, que compitiéndose la hermosura con el aseo, pudo lucir en la corte su adorno; porque en ella se vio reducida la grandeza a copia breve: la riqueza de oro, plata y preseas, a poco guarismo; la curiosidad y aseo, a compendio corto; y la hermosura y gallardía, a capacidad estrecha, que a juicio de los que lo vieron sirvió de admiración contemplar en partes tan retiradas, fábrica y presea tan ajustada al esmero. Campea en la ara principal un hermosísimo lienzo de San Francisco Javier, de tan extremado pincel que puede ser afrenta de los de Apeles.51 Osténtase el santo apóstol majestuoso con las galas de nuncio apostólico, sujetando a sus sagradas plantas varias naciones de indios bárbaros, reducidos ya al suave yugo del evangelio. En la mitad de la capilla se colocaron unas andas52 ricamente aderezadas y en ellas un San Francisco Javier, rico en lo costoso, bello en lo aliñado y vario en lo lucido. Salió a sus horas la procesión por la plaza principal, en donde aguardaba un lucido ejército de soldados, hermoso en las galas, diestro en las armas, disciplinado en la milicia, que formando en sitio estrecho (tal era el concurso de la gente) una bien prevenida suiza53 hicieron la salva a su patrón sagrado con tan repetida arcabucería que en dilatado espacio no se percibían, aún muy cerca, las palabras. Prosiguiendo, el tiempo que duró la procesión, las suertes militares con tanto acierto y destreza, así en la infantería, como en la caballería, que causó admiración a los ejercitados en la milicia. El día finalmente fue el más lleno y aplaudido que ha visto el reino de la Vizcaya en el extraordinario gentío y concurrencia que le hizo por muchos títulos grande y ostentativa. No le fueron menos los dos días siguientes que (aunque de trabajo) los hizo ser festivos en el concurso la devoción del pueblo. En estos tres días lucieron los desvelos y estudiosas tareas de tres religiosos de la Compañía de Jesús que dieron colmo a la festiva solemnidad, con tres panegíricos54 tan ajustados a la concurrencia de cir50. nichio: nicho. 51. Apeles: el pintor más célebre de la Antigüedad, que simboliza la excelsitud del arte de la pintura. 52. andas: es la plataforma sostenida por dos barras horizontales que sirve para trasladar efigies, personas o cosas. En este caso una imagen religiosa (vid. DRAE). 53. suiza: “Soldadesca festiva de a pie, armada y vestida a semejanza de los antiguos tercios de infantería, que organizaban las justicias de los pueblos para que alardease militarmente en ciertos regocijos públicos” (DRAE). 54. panegíricos: es el discurso o sermón en alabanza del santo (DRAE).

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cunstancias no pocas, que merecieron los aplausos de todo el concurso, y los metros de los poetas que en diferentes poemas los celebraron.55 No fueron menos plausibles los jeroglíficos56 que se hicieron al asumto57 del patrocinio que, por no alargar esta breve narración, no se ponen todos. Pondré uno solo que declara muy bien lo que nuestra dicha experimenta con la tranquilidad de que comienza a gozar este reino. Pintose a San Francisco Javier en el aire como que venía del cielo, con todas las galas del ángel del décimo del Apocalipse,58 la mano derecha con ademán de quien atajaba el mote59 de la justicia que amenazaba estas provincias, coronadas las sienes de un hermoso arcoíris y un mote que decía: Satis est domine, satis est.60 Basta señor de calamidades, basta. A este mote correspondía otro con las palabras del ángel nuncio de la Apocalipse: Tempus non erit amplius.61 Ya se ha acabado el tiempo de los rigores de la divina justicia y comienza el de los beneficios de su misericordia. Este es un breve epílogo de lo mucho que hubo de solemnidad en el triduo de la dedicación, debido todo al celo, devoción y liberalidad del señor don Antonio de Oca Sarmiento, gobernador y capitán general de este reino. No dudo que a fuer de agradecido fomentará siempre San Francisco Javier los ascensos de este piadoso caballero, como ha fomentado los de tantos otros que se han esmerado en el culto de sus obras. Rúbrica Falta por expresar en esta relación los que dijeron las misas los tres días en el Parral, y sacaron el glorioso apóstol San Francisco Javier en 55. Nótese que, incluso en Nueva Vizcaya, los textos literarios se presentaban en los distintos festejos, en este caso religiosos. 56. jeroglífico: “símbolo o empresa en que se representa alguna figura, al pie de la cual se escribe algún verso o lema que declara el concepto o moralidad que encierra” (DRAE). 57. asumto: asunto. 58. Apocalipse: Apocalipsis. “Vi también otro ángel poderoso, que bajaba del cielo envuelto en una nube, con el arcoíris sobre su cabeza, su rostro como el sol y sus piernas como columnas de fuego. En su mano tenía un librito abierto”. Ap. 10: 1-2. 59. mote: “sentencia dicha con gracia y pocas palabras” (Cov.). 60. Satis est domine, satis est: “Basta señor, basta”. 61. Tempus non erit amplius: “No habrá más tiempo”.

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procesión el 1.º día, con gran concurso, acompañamiento y salva de soldadesca y regocijo de pueblos. El 1.º día, pues, celebraron la misa los religiosos franciscanos. El 2.º uno de la Compañía y acompañados [de] clérigos. El 3.º la clerecía. Al santo sacaron de la iglesia en procesión y en hombros los de la Compañía hasta cierto puesto. Desde allí lo recibieron y llevaron los religiosos franciscanos hasta lugar señalado, donde la clerecía lo tomó a su cargo y introdujo otra vez en la iglesia. De los puntos de annua digo en la carta del padre provincial ser lo ordinario de todos los años y algunos baptismos de gentiles, y falta de lluvia, y cortedad de cosecha, y necesidad en los pueblos. Panegírico [al] rey D. Fernando el Santo Tercero de Castilla y León62 Que con desprecios de lo humano, adquirió San Fernando doseles Divinos.

Desnudo murió Cristo: vivió con túnica y murió sin ella, vivió vestido como rey y murió desnudo como pobre.63 Por ese abatimiento voluntario lo exaltó Dios, haciendo misterioso el nombre, dejando incorrupto el cuerpo, y manifestando la gloria de su alma: que a desprecios humanos corresponden premios y doseles divinos.64 62. En Trono de Glorias, adornado de sabios, Panegírico laudatorio de las heroicas virtudes y victorias del Rey D. Fernando el Santo tercero de Castilla, y León..., Madrid, Iosef Fernández Buendía, 1671. Fernando III (Monasterio de Nuestra Señora de Valparaíso, 5 de agosto de 1199-Sevilla, 30 de mayo de 1252). Hijo de Alfonso IX de León y de doña Berenguela de Castilla unificó ambos reinos y dio un gran impulso a la Reconquista. Por su vida virtuosa y profunda religiosidad fue canonizado en 1672 por el papa Clemente X, de ahí que se le conozca como Fernando III el Santo o San Fernando. Vid. Gonzalo Martínez Díez, Fernando III, Real Academia de la Historia, en línea: https://dbe. rah.es/biografias/10090/fernando-iii [consulta: 12 de abril de 2022]. Para profundizar sobre sus acciones militares, véase también Ana Rodríguez López, La consolidación territorial de la monarquía feudal castellana: expansión y fronteras durante el reinado de Fernando III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994. 63. Doble antítesis e isocolon. 64. Antes de ser canonizado fue reconocido como beato, limitado a Sevilla y a la capilla de los Reyes. El 7 de febrero de 1671 su culto se extendió a todos los dominios españoles. Vid. Gonzalo Martínez Díez, op. cit., s. p.

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Lo que obró, enseñó Jesucristo. Vended (dice en el Evangelio) y dad limosna: despreciad(32) como yo lo humano y os pareceréis a mí en los descansos divinos. Entró en la pieza donde estaba enfermo el Santo Rey don Fernando, el Viático y néctar eucarístico: y pudiendo más el respecto65 que la dolencia, se puso de rodillas en tierra: tomó una cruz, un dogal a la garganta, y culpando nuestra soberbia, humilló su boca al suelo, pronunciando altísimas consideraciones de la Pasión de Jesucristo.(32 bis) Después de comulgar se desnudó reales ropas de su adorno, para volver desnudo a la tierra: pero dispuso el cielo que cuando alzó a él los ojos viese, según sentir piadoso, a la Reina de los Ángeles, acompañada dellos, al apóstol Santiago, San Isidoro y Leandro,66 que le estaban esperando para llevarlo a la gloria. Rey que muere como pobre, humillado, desnudo y abatido, consiga de los santos favores de los ángeles, defensa de nuestra Señora guía, y de Jesucristo premios. Sean parte dellos del nombre lo misterioso, Ad Philipens. 2. 8. Humiliavit semetipsum factus oboediens usque ad mortem, mortem autem crucis, propter quod, et Deus exaltavit illum, et donavit illi nomen, quod est super omne nomen. Interlinealis: Quia tam humiliter passus est Christus Deus exaltavit illum dando impassibilitatem, et immortalitatem. Vide Lyranum. El Arcedian. cap. 76. Se humilló a sí mismo, obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9. Por esto Dios lo elevó y le dio el nombre que está sobre todo nombre. Interlineal: Porque de manera tan humilde sufrió Cristo, que Dios lo elevó al darle impasibilidad e inmortalidad. El Arcedian. cap. 76. [Los números de notas del documento original se presentan como están entre paréntesis. Agradezco la revisión, traducción y actualización ortográfica de las notas en latín al licenciado Omar Alberto Reyes Arévalo.] 65. respecto: respeto. (32 bis) Puedese creer que la santa compañía fueron algunos Santos Abogados del Santo Rey, que en vida le visitaron y favorecieron, como los gloriosos arzobispos de Sevilla San Isidoro y San Leandro, y el glorioso apóstol Patrón de España Santiago, y la Virgen Santísima acompañada de Serafines, dice .6. Hypol. ff. 112 y 113. [Sin llamada en el original.] (33) Vendite quae possidetis, ut me pauperem in spiritu in simili paupertate sequamini, ac mecum contemnatis opes terrestres, ut obtineatis colestes. Cornel.a.LaP. Vended lo que poseáis, para seguir a un pobre como yo en igual pobreza, y despreciéis conmigo las riquezas de la tierra para obtener las del cielo. Cornel.a.LaP. 66. Leandro: se refiere a San Leandro de Sevilla (Cartagena, 534-Sevilla, 596). Hermano de San Isidoro de Sevilla, fue obispo de esta ciudad en 578. Su reconocimiento se debe a que logró que las tribus visigodas que invadieron España se convirtieran al catolicismo junto con su rey, Recaredo I. Vid. Biografía de San Leandro de Sevilla, en línea: www.divvol.org/santoral/index.php?s=1113&m=NOVIEMBRE&/=A [consulta: 14 de abril de 2022]. (32)

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del cuerpo lo incorrupto, de el alma lo glorioso:(33) que quien vive entre silicios, y acaba entre desprecios, es verdadero imitador de Cristo, a quien su majestad, por desprecios de lo humano, concede tronos divinos: que esa gloria y grado se debe al que labró hermosura de el alma con desprecio del cuerpo, para ocupar en cuerpo y alma el aplauso que se debe a quien persevera en lo bueno: Perseverare in bono. Fray Bartolomé García de Escañuela67 Andrés de Guadalupe68 Introducción Sacrificado a la obediencia subo a ser panegirista hoy de un sol que se eclipsó ayer. No ha sido breve el tiempo, contando sus espacios por mi pena, que cuando el bronce suena veinte y cuatro horas de desgracia, ha braceado el volante del corazón veinte y cuatro siglos de tormento.69 ¡Oh, muerte cómo empiezas! ¡Oh, vida cómo 67. Fue obispo de Nueva Vizcaya en 1677 y murió en Durango en 1686. Almada, op. cit. Para más información vid. supra Introducción, p. 20. 68. El Sermón se encuentra al final del libro de fray Juan Luengo Vida del reverendísimo, y venerable padre Fray Andrés de Guadalupe, hijo y padre de la Santa Provincia de los Ángeles, Madrid, Juan García Infanzón, 1680. Fray Andrés de Guadalupe: su nombre era Andrés García de Salamanca (Guadalupe, Cáceres, 1602-Madrid, 1668). Fraile franciscano, escritor místico y cronista. En 1621 ingresó en la orden franciscana en el convento de Jarandilla, provincia franciscana de los Ángeles. Hizo profesión temporal el 21 de marzo de 1622 y fue ordenado sacerdote en 1628. Fue vicario provincial en dos ocasiones, confesor de las Reales Descalzas de Madrid y de las infantas María Teresa de Austria y doña Margarita, vicecomisario general de la familia cismontana, nombrado comisario general de Indias por Felipe IV. Vid. Andrés García de Salamanca, Real Academia de la Historia, en línea: https://dbe.rah.es/biografias/37329/andres-garcia-de-salamanca [consulta: 16 de abril de 2022]. Manuel Morales Morales reseña el contenido del libro de fray Andrés de Guadalupe Historia de la Santa Provincia de los Ángeles de la Regular Observancia y Orden de Nuestro Seráfico Padre San Francisco (Madrid, 1662). “Fray Andrés de Guadalupe y los conventos franciscanos de la vega de Sevilla”, ASCIL, Anuario de Estudios Locales, 1 (2007), pp. 14-29, en línea: cronistasdelaprovinciadesevilla. es/wp-content/uploads/2007/12/anuarioascil/01.pdf [consulta: 16 de abril de 2022]. 69. Veinticuatro horas igual a veinticuatro siglos: nótese el carácter hiperbólico del concepto.

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acabas!70 Acabó en mí la vida, empezó la muerte; que, estando mi voluntad en el sepulcro, no está en la región de los vivos mi entendimiento. ¿Cómo, pues, me encuentra el precepto71 vivo, si me tiene el sentimiento muerto? Por derecho le pertenece a vuestro padre (me honra mandando un sucesor de San Francisco) predicar estas honras. ¡Oh, cielos! Muerto y vivo está mi amor: muerto, con lo que quiso; vivo, con lo que siente. Divididos litigan los afectos; unos que acabe de morir, pues empecé cuando falleció ese teatro de desengaños, mapa de perfecciones, simulacro de penitencias, oráculo de austeridades, océano de mortificaciones, laberinto de humildades, corona de religiosos franciscanos, el reverendísimo padre fray Andrés de Guadalupe; todo lo dije, pronunciando al sujeto: quien dice luz, pronuncia bondad.72 Otros, que empiece a predicar, pues acabé de admitir el legado que por derecho me pertenecía de este difunto. Mas compongo la disensión con que viva mi corazón entre penas, porque no muera el difunto en las memorias.73 Ese modo de eternidad halló San Agustín entre los hombres que aun muertos viven los que dejan amigos cuando mueren, y no hay olvidos de Jonatán74 donde hay ojos de David.75

70. “¡Oh muerte como empiezas! ¡Oh vida como acabas!”: aquí encontramos una figura que, junto con el oxímoron, se va a observar a lo largo del texto: la antítesis, en este caso aunada al isocolon. 71. precepto] precepro. 72. Nota del autor, traducción de la editora: “Dixit Deus fiat lux... et vidit Deus lucem, quod esset bona. Oleastro: Complacvit artifici opus suum: Dijo Dios que haya luz… y vio Dios que la luz estaba bien. Oleastro: Fue complacido por su obra” (Génesis 1:3-4). 73. Nota del autor, traducción de la editora: “Quo circa amici, ait Tullius, et absentes assunt tibi, et egentes abundant, et invecilles valent, et quod difficilius est dictu, mortui vivunt. Igitur amicitia est... mortuis pro vita: Cerca, los amigos ausentes están presentes para ti, dice Tulio; los necesitados abundan y los débiles se mantienen con salud. Esto es más difícil de decir, los muertos viven. Así pues, la amistad con los muertos continúa durante la vida” (San Agustín, De la amistad, t. 4, L. cap. 5). 74. Saúl pronunció una imprecación sobre el pueblo: maldijo al que comiera durante el día, antes de vengarse de sus enemigos. Jonatán probó la miel, pues no había escuchado la maldición de su padre. Como había vencido a los filisteos, el pueblo abogó por su salvación de manos de Saúl (I Samuel 14). 75. Nota del autor, traducción de la editora: “Planxit autem David planctum huiuscemodi super Saul, et super lonatam filium eius. S. Chrysostom. Mœstissimo percusus

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Y si el fénix de discursos, por serlo de amistades, aun en la de afecto solo, cuando no divinizado el suyo, confesó: que su corazón entre tristezas vivo y el de su amigo entre cenizas muerto eran dos que integraban a uno, en cuyos senos pudiera averiguar la discreción no ser imposible vivir y morir a un tiempo, siendo admiración la vida enterrada con un muerto y la muerte eternizada con un vivo.76 Yo, en quien, para ser bien nacida la amistad (corona de mi crédito) con el difunto, concurrieron naturaleza, oficio, razón y afecto, que son los cuatro abolorios77 de quienes prueban sus costados78 las amistades nobles.79 Con

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est nuntio mortem Ionathœ comperiens, quœ illius animum, tanto dolore postravit, quantus ex illius lamentatione cognoscitur. Apud Glossam hic. 2 R.: David se lamentó en un canto por Saúl y por el hijo de este, Jonatán. San Crisóstomo glosa de la siguiente manera: El mensaje de la muerte de Jonatán fue un golpe muy sombrío al alma de aquel, fue postrado por tanto dolor, ¿cuánto se conoce de ese lamento?” (2 Reyes 1). Después de vencer al filisteo, David fue presentado a Saúl. “En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo […]. Hizo Jonatán alianza con David, pues le amaba como a sí mismo” (I Samuel 18:1-3). Dado que David da muerte a más enemigos que él, Saúl lo envidia y quiere matarlo. Jonatán lo busca y lo anima: “No temas, porque la mano de Saúl, mi padre, no te alcanzará; tú reinarás sobre Israel y yo seré tu segundo. Hasta mi padre Saúl lo tiene sabido”. Ambos hicieron una alianza ante Yavhé, por lo tanto, nadie se olvidará de Jonatán cuando muera” (I Samuel 23:17-18). Nota del autor, traducción de la editora: “Ego sensi animam meam, et animam illius unam fuisse animam in duobus corporibus, et ideo mihi horrori erat vivere, quia nolebam dimidius vivere; et ideo forte mori metuebam, ne totus ille moreretur, quem multum amaveram: Sentí mi alma y el alma de aquel haber sido una en dos cuerpos; por eso, para mí era horroroso vivir, porque no quería vivir dividido, temía morir. Él, a quien mucho había yo amado, no murió del todo” (San Agustín, Confesiones, c. 6, t. I). Abolengo, linaje (DRAE, s. v. “Abolorio”). Recuérdense los estatutos de limpieza de sangre que implicaban una demostración por los cuatro costados en el Antiguo Régimen. Para ampliar sobre este tema vid. Albert Sicroff, Los estatutos de limpieza de sangre: controversias entre los siglos xv y xvii, Madrid, Taurus, 1985. Nota del autor, traducción de la editora: “Fons, et origo amicitiœ amor est... Amor vero ex natura, aut ex officio, vel ratione sola, vel solo affectu, vel more, nonnumquam ex utroque simul procedit. Ex natura, sicut mater diligit filium; ex officio quando ex ratione dati, et accepti quodam speciali affectu coniunguntur; ...ex ratione simul, et affectu, quando is quem ob virtutis meritum ratio suadet amandum, morum suavitate, et vitœ laudandœ dulcedine in alterius influit animum, et sic ratio iungitur affectui, ut amor ex ratione castus sit, dulcis ex affect: La fuente y origen de la amistad es el amor. Ciertamente, el amor se presenta por naturaleza o por deber; o bien por la razón, o por el afecto y la costumbre, no pocas veces se

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mayor motivo que Augustino80 entonces, repito: viva mi corazón entre penas, porque no acabe mi amigo en las memorias; pene mi cuidado, porque no muera su noticia; no ha de ser único el Macabeo81 en dar vida por fineza al padre que le dio muerte la desgracia.82 Admírome de estar vivo, cuando mi amigo está muerto, mas sacaré vida de mi muerte para llorar la muerte de mi vida. Eco harán mis suspiros, ruido mis sollozos: e imprimiré con lágrimas mis penas en tan sagrados obeliscos, entre pirámides tan reales, como los corazones3 de teatro tan coronado con lo sagrado de las religiones, con lo real de tantos príncipes, senadores y magistrados, como para ayudarme a vipresentan ambas. Por naturaleza, como cuando una madre ama a su hijo; por deber, cuando la razón exige dar. Son unidos por un afecto especial cuando hay un mérito que la razón exhorta a amar de una manera suave. La dulzura de una vida admirable influye en el ánimo del otro, y así, la razón une, para que el amor por la razón sea casto y dulce por el afecto” (San Agustín, en Apéndice, t. 4, L. De la amistad, c. 10). 80. Augustino: probablemente se refiera a Antonio Augustino (Zaragoza 1517-Tarragona, 1586). Historiador de derecho canónico a través del estudio de las fuentes originales de la ley eclesiástica tanto papal como conciliar. La filología, la epigrafía, la numismática y sobre todo la historia del derecho civil y eclesiástico fueron sus intereses intelectuales, los cuales eran muy avanzados para el siglo xvi. Deseaba editar los escritos de San Isidoro de Sevilla, pero la muerte lo sorprendió. Sus obras se imprimieron en ocho volúmenes. Vid. “Antonio Augustino”, Enciclopedia Católica, en línea: https://ec.aciprensa.com/wiki/antonio_agustino [consulta: 2 de mayo de 2022]. Fue obispo de Lérida y como tal participa en el Concilio de Trento. Fue nombrado arzobispo de Tarragona en 1576, cargo que ocupó hasta su muerte. Vid. “El aragonés Antonio Agustino”, en línea: https://www.docsity. com/es/el-aragon-antonio-agustino/4472770/ [consulta: 2 de mayo de 2022]. 81. Macabeo: Judas Macabeo, de quien les viene el sobrenombre. Los dos libros de los Macabeos se refieren “a la historia de las luchas sostenidas contra los soberanos seléucidas para conseguir la libertad religiosa y política del pueblo judío”. Biblia de Jerusalén, p. 603. Judas era hijo de Matatías y sus hermanos eran Jonatán y Simón. Este queda como sumo sacerdote y etnarca de los judíos (143-134 a.C.). “Envió Simón a recoger los restos de su hermano Jonatán y le dio sepultura en Modín, ciudad de sus padres. Todo Israel hizo gran duelo por él y le lloró muchos días. Simón construyó sobre el sepulcro de su padre y sus hermanos un mausoleo alto, que pudiera verse, de piedras pulidas por delante y por detrás. Levantó siete pirámides, una frente a otra, dedicadas a su padre, a su madre y a sus cuatro hermanos. Levantó alrededor de ellas grandes columnas y sobre las columnas hizo panoplias para recuerdo eterno. Al lado de las panoplias esculpió unas naves que pudieran ser contempladas por todos los que navegaban por el mar” (1 Macabeos 13:25-29). 82. Nota del autor, traducción de la editora: “et œdificavit Simon super sepulchrum Patris sui: y Simón construyó un mausoleo sobre el sepulcro de su padre” (1 Macabeos 13:27)

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vir (honrando a mi religión y su difunto) han asistido a llorar; no hay soledad en Joseph para el quebranto, si hay príncipes en el funeral de Jacob, que honren al sentimiento.83 Por el que recibieron muerto Pelópidas84 los tésalos y tebanos, siendo el cadáver ronco clarín que obligaba a retirarse unidos hacia el féretro, los que afrentaban a Marte acometiéndose briosos, refiere Plutarco, que viendo a los tebanos entre lágrimas sobre su caudillo y los tésalos triunfantes añadieron a su fortuna más crédito, con ir a las honras de un príncipe, cuando vivo portento en la milicia y cuando muerto más vivo en el aprecio, haciéndolo tal de el difunto, que por honrar su funeral, sobre ni aun quitar los frenos a los caballos, pusieron cuidado en no vendar sus heridas. Sería que, como si no bastaran dos ojos para llorar, se valieron los nobles de sus heridas por ojos, que vertiesen lágrimas de sangre por muerte de tal valor: no saben los pechos reales honrar con menor fineza, ni el corazón más divino dejó de usarla en la cruz.85 Y como si no tuvieran otro ejercicio, se desocuparon los senadores y primados eclesiásticos y seculares, y se conmovió la corte por 83. Nota del autor, traducción de la editora: “Quod cernens Iosiph, ruit super faciem patris flens; et vers. 3. Flevitque eum Ægyptus. Lyra Circa primum describitur compassio Ioseph ad patrem defunctum, et secundo honoris exhibitio in condimento corporis defuncti, et infleta solemni super mortuum suum: Lo percibe José, se lanza a la cara del padre, llorando. Y en el versículo 3: Egipto lo lloró. Lyra: Alrededor del primer pasaje se describe la compasión de José por su padre difunto, y en el segundo pasaje la muestra de honor, en la solemnidad no llorada por su muerto” (Génesis 50:1). 84. Pelópidas (ca. 420 a.C.-364 a.C.). Estratega y general que pertenecía a las familias más ilustres de Tebas. La guardia personal del tirano Alejandro de Feras le dio muerte. Nos dice Plutarco: “Ciertamente no habrá habido exequias más magníficas que éstas…”. Vidas paralelas, t. II, XXIV. Continúa en el siguiente apartado: “el que un hombre popular, muerto en tierra extraña, sin hallarse presentes su mujer, sus hijos o sus deudos, sin que nadie lo exija y menos lo mande, sea honrado en sus exequias por tantas ciudades y pueblos reunidos, que llevan y coronan su féretro, esto debe con justa razón parecer el complemento de la felicidad […]. Pues todas las victorias olímpicas y píticas juntas no creo que hubiese quien las comparase con uno de los combates de Pelópidas, el cual habiendo reñido muchas lides, vencedor en todas, y habiendo pasado la mayor parte de su vida en el honor y la gloria, últimamente en su décimatercia beotarquia, después de haber alcanzado el valor sobre la muerte de un tirano, dio su vida por la libertad de la Tesalia”. Ibid., XXXIV, en línea: https://www.imperivm.org/vidas-paralelas-pelopidas-por-plutarco. 85. Nota del autor, traducción de la editora: “Exivit sanguis, et aqua: Salió sangre y agua” (Juan 19:34).

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acompañar al féretro; es propio de magistrados autorizar muerto al que admiraron vivo, que en honras de un sujeto: voz que clama desengaños en los desiertos de la corte, aun los más doctos maestros suspiran como discípulos.86 Como si lo fuera el grande Alejandro de su amigo Hefestión,87 le pareció ser poca demonstración llorar los hombres su muerte y mandó derribar los capiteles y almenas de edificios y murallas del país, porque pareciesen las almenas cayendo lágrimas de los muros que estaban llorando la muerte de un amigo semidiós.88 ¡Honrado encarecimiento de un corazón de Alejandro!89 Mas sin encarecer, cuando quien es vida llega a morir, las piedras saben llorar.90 Si eclesiásticos, príncipes, senadores, primados y cortesanos lloran, si aun las piedras suspiran, ¿qué hará mi agradecimiento? ¿Qué mi amistad noble, como decía antes,91 de todos cuatro costados?92 Debo por amistad, que reduzco a naturaleza, santísimos y repetidos conse86. Nota del autor, traducción de la editora: “Discipuli eius venerunt, et tulerunt corpus eius, et possuerunt illud in monumento: Sus discípulos lo veneraron, lo recogieron y lo enterraron” (Marcos 6:29). 87. Hefestión: (ca. 356 a.C.-324 a.C.). Fue un noble general macedonio, favorito y leal amigo de Alejandro Magno, quien llego a reconocerlo como segundo en el mando. Plutarco, refiriéndose a las exequias de Pelópidas, narra: “También Alejandro el Grande, muerto Hefestión, no sólo esquiló las crines de los caballos y de las acémilas, sino que quitó las almenas de los muros para dar a entender que las ciudades lloraban, habiendo tomado aquel aspecto lúgubre y humilde en lugar de su antigua belleza”. Vidas paralelas, XXXIV, en línea, ed. cit. 88. Nota del autor, traducción de la editora: “Alexander vero ille Magnus eum obiisset Efœstiom, non solum equos totondit, et mulos; verum etiam Pinnas, et propugnacula menibus eripuit, ut et civitates viderentur lachrymare (ET IN VITA ALEXANDRI MAGNI, fol. 256). Fibias, et cœtera instrumenta, in castris canere vetuit: dones ex hammone delatum oraculum Efœstioni, tanquam Semideo divinos honores, ac sacrificio, indixit: Aquel gran Alejandro habría muerto por Hefestión, no solo cortó el pelo a los caballos y mulos; arrebató las fortificaciones, de modo que las naciones fueran vistas llorar. Prohibió los instrumentos y cantar en los campos. Colocó como sacrificio los dones de Amón y un oráculo traído para Hefestión, dijo que sería adorado igual que si fuera un semidiós” (Plutarco, Sobre la vida de Pelópidas, 89). 89. Se refiere a la conocida y ejemplar magnanimidad de Alejandro. 90. Nota del autor, traducción de la editora: “Petrœ scissce sunt. Corn. a Lap. Sensit ergo Christi mortem lapidum scissura: Las piedras fueron partidas. Corn. a Lap. La piedra partida sintió la muerte de Cristo” (Mateo 27:51). 91. “Perlege Sanctum Augustinum citatum sub litt” (San Agustín, ubi supra). 92. Nótese la insistencia en establecer cierto paralelismo entre las virtudes de la amistad y la probanza de sangre: ambas por los cuatro costados.

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jos de padre; así los aproveche mi espíritu, que buen camino es aprovechar oyendo a un Andrés,93 para llegar a ser un San Pedro.94 Debo en la amistad de oficio, el que en el de prelado general de la familia cismontana95 me honrase consultándome, en primera graduación entre gravísimos sujetos, cuando como prelado pidió a la majestad de nuestro rey y señor Filipo Cuarto,96 que descansa en paz, honrase a la religión nombrando predicadores suyos; y sin obstar mi inhabilidad, conseguí ese honor por su graduación, no por mi mérito. ¡Oh, padre! ¡Oh, prelado! ¡Oh, naturaleza! ¡Oh, oficio!97 Bien aprendí en tus escritos que un prelado general que dio a la religión por norma y a la iglesia por púrpura el paraíso donde naciste, el árbol de la vida, que renacía en tu pecho, la fuente inagotable de virtudes, el relicario entre riscos, tu santa provincia de los Ángeles; bien aprendí (digo) en tus escritos, que el eminentísimo señor cardenal Quiñones,98 siendo prelado general presentó por predicador a la majestad cesárea Carlos Quinto,99 a el reverendísimo padre e ilustrísimo señor don fray 93. “Hermano de Simón Pedro (Marcos 1:16), con quien estaba pescando cuando fue invitado por Jesús a convertirse en discípulo. Pero Jn 1,35-31 ofrece un relato alternativo: Andrés siguió a Jesús tras oír la declaración de Juan el Bautista; después convenció a Pedro para que se uniera a ellos” (W. R. F. Browning, Diccionario de la Biblia, Barcelona, Paidós, 1998). 94. Nota del autor, traducción de la editora: “Erat autem Andrœas frater Simonis Petri unus ex duobus, qui audierant a Ioanne, secuti fuerant eum. Invenit hic primum fratrem suum Simonem, et dicit ei: Invenimus Mesiam: et adduxit eum ad Iesum. Intuitus autem eum Iesus, dixit: Tu vocaberis Cephas, quod interpretatur, Petrus: Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que siguieron a Jesús escuchando a Juan. Este encontró primero a su hermano Simón y le dijo: ‘Encontramos al Mesías’, y lo llevó a Jesús, que lo miró fijamente y le dijo: ‘Te llamarás Kefas’, que significa piedra” (Juan 1:40). 95. Familia cismontana de la orden de San Francisco. 96. Filipo Cuarto: Felipe IV. Vid. supra. 97. Nótese el énfasis puesto en el texto mediante la forma anafórica que emplea. 98. Se refiere a Francisco de los Ángeles Quiñones, quien en su niñez fue paje del cardenal Jiménez de Cisneros. Renovó su orden franciscana y llegó a ser cardenal. Vid. “Francisco Quiñones”, Enciclopedia franciscana, en línea: www.franciscanos. org/enciclopedia/franciscoquinones.htm [consulta: 14 de mayo de 2022]. 99. Carlos V: nació en Gante, Flandes, en 1500 y murió en Yuste en 1558. Era Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico. Llegó a España en 1517, pero fue coronado emperador en 1520; abdicó en favor de su hijo, Felipe II, en 1554. Para información detallada vid. Antonio Domínguez Ortiz, El Antiguo Régimen: los Reyes Católicos y los Austrias, Madrid, Alianza Universidad, 7.ª ed., 1980; respecto a la situación económica del imperio vid. Ramón Carande, Carlos V y sus banqueros, Barcelona, Crítica, 1977.

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Antonio de Guevara,100 porque el predicador acreditase con el monarca su obsequio y con los súbditos beneméritos el agasajo de padre con premios de prelado. Mas son de barro las líneas de mis marchitas rudezas y son columnas de bronce las planas donde florece la elocuencia de Guevara, si bien no cesaré por eso de decir que si diluvios de muerte lo consumen todo, al agua resiste el bronce y el barro resiste al fuego.101 Debo por amistad de razón y afecto llorar por haber perdido un hombre que por sus prendas influía suavidades para ser querido y por sus castos procedimientos engendraba heroicas costumbres para ser loado; y el loarlo y quererlo cuando vivo son títulos de llorarlo cuando muerto, que vivir como ángel y morir como perfecto consuela a la razón, mas no enjuga lágrimas a el afecto cuando muere un San Esteban.102 Si, pues, a impulso de la mano de Alejandro103 no disuenan en lamentos tristes los estruendos de los riscos en los muros, los gemidos

100. El reverendísimo padre fray Andrés de Guadalupe en su Historia de la Santa Provincia de los Ángeles, lib. 6. cap. 18. “A instancia del emperador señaló a fray Antonio de Guevara, por predicador de su capilla cesárea; mandole por obediencia que asistiese en su real corte, y dondequiera que fuese. Diole autoridad para que eligiese un religioso por su compañero de la provincia que quisiese; merecíalo todo, era insigne predicador y de grandes partes”. (N. a). Fray Antonio de Guevara (1480-1545). Perteneció a la orden franciscana desde 1504. En 1521 Carlos V lo nombró capellán e historiador de la corte. Escribió un modelo de príncipes para Carlos V, el Libro áureo del emperador Marco Aurelio, Epístolas familiares y Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539). Vid. “Antonio de Guevara”, RAH, en línea: https://dbe.rah.es/biografias/11073/antonio-de-guevara [consultado: 14 de mayo de 2022]. 101. Nota del autor, traducción de la editora: “Septem artes liberales in quatuordecim columnis scripsit (según algunos Cam el hijo de Noé) in septem Eneis, et in septem latericiis: ut illœ per aquam, et istœ per ignem non perirent. Apud Abul. in cap. 11. Gen. q. 35: Escribió las siete artes liberales en catorce columnas y en siete ladrillos, para que no desaparezcan ni por el agua ni por el fuego”. Abul. cap. 11. Gn 35. 102. Nota del autor, traducción de la editora: “Curaverunt autem Stephanum viri timorati, et fecerunt planctum magnum super eum: Unos hombres buenos cuidaron el cuerpo de Esteban e hicieron un gran lamento por él (Hechos de los apóstoles 8:2). San Esteban fue diacono y primer mártir de la Iglesia. Se le menciona en Hechos 6:5. Los apóstoles designaron siete helenistas para organizar la distribución de las limosnas, Esteban fue uno de ellos. “Se le atribuye un discurso donde se acusa a los judíos de rechazar constantemente a los enviados de Dios, y la turba lo atacó y lo linchó”: fue lapidado (Browning, Diccionario de la Biblia, ed. cit.). 103. Referencia a las exequias de Alejandro Magno a Hefestión. Vid. supra.

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de los troncos en los capiteles, para que no se destemple el quebrantado instrumento de mi pecho con el fatal golpe de la parca: tú, ¡oh, numen divino, que sin que te embarace tener en tu mano las llaves de la muerte y del abismo,104 con tres dedos105 riges la máquina de el orbe!106 Como padre que puedes, hijo que sabes y espíritu que quieres que no reinen olvidos sobre un Noé107 en el féretro.108 Y un Daniel109 en el lago,110 templa, refina, suaviza mis acentos, para que con luces de tu amor participado, difundidas en rocíos de la mejor aurora, conducidas en los rayos de el sol de purezas que te vistió de carne, mejor que los de el inanimado bronce de Memnón,111 articulen mis labios las memorias vivas de un justo muerto, que con lágrimas por matices, con 104. Nota del autor, traducción de la editora: “Ecce sum vivens in sœcula sœculorun, et habeo claves mortis, et inferni: Soy el que vive por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del infierno” (Apocalipsis 1:18). 105. tres dedos: Padre, Hijo y Espíritu Santo. 106. “Quis appendit tribus digitis molem terrœ, et libravit in pondere montes, et coles in statera: ¿Quién pesó con tres dedos la suave tierra, y pesó con una balanza a los montes y a las montañas?” (Isaías 40:12). 107. Cuando Dios mandó el diluvio y las aguas inundaron la tierra durante 150 días: “Acordose Dios de Noé y de todos los animales y de los ganados que con él estaban en el arca. Dios hizo pasar un viento sobre la tierra y las aguas decrecieron” (Génesis 8:1). 108. Nota del autor, traducción de la editora: “Recordatus autem Deus Noe. Oleaster: Non quia antea fuisset oblitus, sed cum deus alicuius de nouo miseretur eius recordari dicitur. Sic in expositione litterali: Dios se acordó de Noé. Oleaster: No porque antes se hubiera olvidado de él, sino porque Dios de nuevo se apiadó de él recordando lo dicho. Así en una exposición literal” (Génesis 8). 109. Daniel: después de eliminar al dragón que adoraban los babilonios, el pueblo se enfurece y pide la cabeza de Daniel, a quien lanzan al foso de los leones. Allí permaneció seis días; Dios le envió comida con un ángel y Daniel exclamó: “Dios mío te has acordado de mí y no has abandonado a los que te aman” (Daniel 14:23,31 y 37-38). 110. Nota del autor, traducción de la editora: “Et ait Daniel: Recordatus es mei Deus, et non dereliquisti diligentes te: Y Daniel dijo: Te acordaste de mí, y no abandonaste a los que te aman (Daniel 14:37). 111. Nota del autor, traducción de la editora: “Quam pulchri super montes pedes annunciantis, et prœdicantis pacem. Los 70. Sicut hora super montes. Carol. Moreau in omnil. tom. 2. Vel memoriam refricant statuœ Memnonis in monte, tanto artificio elaboratœ, ut solis radiis eius labia solventibus, vocem emitteret in horologii vicem: Que bellos son los pies que anuncian la paz desde lo alto de los montes”. Los 70: “Así como la hora sobre los montes. Carol. Moreau in omnil. t. 2: Las estatuas de Memnón en el monte reavivan la memoria, tanto por su elaboración, como por los reflejos del sol de sus labios abiertos, de soltar el llamado del cumplimiento del tiempo” (Isaías 52:7). Se refiere a los colosos de Memnón, dos esculturas del arte egipcio datadas ca. 1300 a. C.

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suspiros por pinceles, sobre unidos corazones, para ser más limpio el lienzo, retocó Isaías,112 diciendo: Iustus perit, et non est, qui recogitet in corde suo, et viri misericordia colliguntur, quianon est, qui intelligat. Cap. 57. vers. I.113 Bartolomé García de Escañuela Diego de Vargas114 a Isabel María de Vargas Pimentel115 El Paso del Río del Norte,116 23 de septiembre de 1691, AMNB, ALS [1r]117 Hija mía, te escribo esta, acabado de llegar de campaña con victoria, gracias a Dios, y haber traído una presa de 130 cautivos gentiles apa112. Isaías: es un profeta que vivió en Jerusalén y fue consejero de varios reyes. En el texto se alude a los “Libros de Isaías”. Browning señala que no hay ningún manuscrito que permita suponer que el libro se puede dividir entre varios autores y los estudiosos cristianos conservadores “mantienen la unidad de la autoría del libro”. Diccionario de la Biblia, ed. cit. 113. “Un justo perece, pero eso a nadie le importa y hombres de bien desaparecen sin que nadie comprenda”. Is 57: 1 114. Diego de Vargas (Madrid 1643-Bernalillo, Nuevo México, 1704). Se casó en 1664 con Beatriz Pimentel de Prado, en Torrelaguna. Su padre lo heredó en Guatemala y decidió pasar a las Indias a cobrar su herencia. Una vez en la Nueva España ejerció varios puestos: fue alcalde mayor de Teutila, Oaxaca, donde en 1674 recibió la noticia de la muerte repentina de su esposa; en 1679 fue justicia mayor de Tlalpujahua, Michoacán. Sin embargo, su más importante posición fue la de gobernador de Santa Fe, Nuevo México, de 1690 a 1697 y, con una interrupción que señalamos infra en nota, recuperó su puesto en 1703, que ejerció hasta su muerte en 1704. Por las sublevaciones indígenas tuvo que refugiarse en El Paso del Norte (Ciudad Juárez). No fue hasta 1692 cuando Vargas logró reconquistar Santa Fe; de 1693 a 1696 se dio la colonización de Nuevo México. Por su reconquista, Vargas fue considerado un héroe. Más de 30 años después de su salida de España, Diego de Vargas murió en Bernalillo, Nuevo México, a la edad de 60 años. Vid. Kessel, infra. 115. Doña Isabel María fue la hija mayor de Diego de Vargas, quien pasó a las Indias cuando ella contaba apenas siete años de edad. 116. El Paso del Río del Norte (el río Bravo): cuando los indios pueblo se sublevaron en 1680 contra los españoles, estos se refugiaron en El Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez. 117. John L. Kessell, Remote beyond Compare. Letters off don Diego de Vargas to His Family from New Spain and New Mexico 1675-1706, Albuquerque, University of New Mexico Press, 1989, pp. 358-361. Abreviaturas: Archivo del Marqués de la Nava de Barcinas, Autograph letter signed.

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ches.118 Salgo el mes de octubre de orden del excelentísimo señor virrey119 a campaña y hacer guerra a las provincias de Sonora y Sinaloa donde se hayan infestadas del enemigo y se han incorporado la gente de guerra de los presidios de dichas provincias.120 Yo voy con la de este y por capitán general de toda, como gobernador y capitán general de esta frontera y reino de la Nueva México. Escribo a mi hijo la 118. Grupo de naciones indígenas que se ubicaba en el este de Arizona, noroeste de México (norte de los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas), Nuevo México, regiones de Texas y las Grandes Llanuras. En 1691, “a principios de septiembre, Diego de Vargas llevó a cabo una corta campaña cerca de El Paso del Norte, matando a unos 40 apaches y capturando a más de 130. […] También clasificó y diferenció a los sumas, mansos y apaches pacíficos que residían cerca de El Paso del Norte, mencionando el mestizaje que se producía entre ellos”. “La apachería en el siglo xvii”, en línea: https://apacheria.es/la-apacheriaen-el-siglo-xvii/. 119. El virrey entonces era Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza, VIII conde de Galve (1653-1697). Fungió como virrey de 1688 a 1696. De él cabe señalar que tuvo contacto con Sor Juana Inés de la Cruz y con Carlos de Sigüenza y Góngora. Debió hacer frente a la serie de sublevaciones indígenas en la frontera norte. “Gaspar de la Cerda Sandoval Silva y Mendoza”, RAH, en línea: https://dbe.rah. es/biografias/14770/gaspar-de-la-cerda-sandoval-silva-y-mendoza. 120. “Fomentadas con el ejemplo de la rebelión de los indios pueblo de 1680, diversas etnias de la Nueva Vizcaya (tobosos, tarahumaras, etcétera) y Sonora (pimas, apaches, etcétera), se insurreccionaron el 2 de abril de 1690, saqueando haciendas, reales de minas, misiones y pueblos. Hasta fines de 1691 se logró sosegar estas regiones. El siguiente paso fue la reconquista de Nuevo México, llevada a cabo por Diego de Vargas Zapata, nombrado gobernador de dicha región. Apoyado económica y militarmente por el conde de Gelves, Vargas inició sus operaciones en agosto de 1692. Reconquistada la capital de Santa Fe (13 de septiembre), y después de cuatro meses de campañas, para enero del siguiente año ya estaban casi enteramente pacificadas las tribus indígenas de la región (zuñiz, moquís, jemez, keres, pecos, apachos [sic] teguas, tanos, picuríes…). Para conmemorar este acontecimiento Sigüenza y Góngora escribió por orden del conde de Galve la obra titulada Mercurio Volante, con la noticia de la recuperación de las provincias de Nuevo México conseguida por D. Diego de Vargas Zapata y Luján Ponce de León, gobernador y capitán general de aquel reyno (México, 1693). En su transcurso se fundaron misiones y restauraron haciendas abandonadas desde 1680, pero también se sufrieron diversos avatares, como la falta de provisiones y varios ataques indios, entre los que hay que destacar el sufrido por Santa Fe en diciembre de 1693, respondido por Vargas con un fusilamiento en masa con el fin de sembrar pánico entre los pueblos circunvecinos. A pesar del tacto político del gobernador, en los últimos meses de 1695 y a lo largo de ese invierno, Nuevo México sufrió una pertinaz seguía que asoló los campos; el hambre llevó a que algunos indios volvieran a levantarse en junio de 1696”. “Gaspar de la Cerda…”, art. cit.

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disposición de la administración de los mayorazgos121 que me parece la mejor, en cuanto a socorrerle también le digo los medios que tengo por firme y seguro se hallará en flota socorrido. Yo me tengo, mi hija de mis ojos, doña Isabel María de Vargas, de vender para que quede enterado y desempeñado y reconozca mi punto y lo mucho que te estimo; la que estaba inclusa122 es para mi hija Juana123 a quien echo mi bendición y la dejé escrito cuando salí para este gobierno el año que viene124 pasado, digo. Te repito mi afecto y estimación a mi hijo y tu marido, y me sirve de gusto y alivio tener tal suerte de tu buen empleo125 y de la dicha de tu hermano y mi hijo don Juan Manuel;126 vuestra capacidad y discurso no necesita repetiros le deis en todo el gusto y sirváis como es de vuestra obligación pues está en lugar de vuestro padre. Yo no puedo más que en vida haberme desapropiado de mi patria, mayorazgos y el amor de estar en vuestra compañía, pues salí el día 10 de agosto de 72, y no sé que sea unos guantes de mis haciendas, y reconozco por los papeles y cuenta que me remite mi hijo, el señor don Ignacio, la mala forma que se ha tenido y que está la hacienda más empeñada que la dejé, pues yo para mis deudas sueltas dejé muchos alquileres de la casa caídos y dejé el pleito del monte de la dehesa127 de Viñaderos que se vendió, y con la partida junta haber desempeñado la deuda de don Felipe de él más luego y haber ahorrado tres mil reales128 de réditos al 121. mayorazgos: “institución del derecho civil, que por las leyes de desvinculación del siglo xix quedó circunscrita en España a títulos y derechos honoríficos, y que tiene por objeto perpetuar en la familia la propiedad de ciertos bienes con arreglo a las condiciones que se dicten al establecerla, o, a falta de ellas, a las prescritas por la ley” (DRAE). Era una división patrimonial que beneficiaba al mayor de los hijos en la herencia. Fue regulado, aunque existía con anterioridad, por las Leyes de Toro en 1505. 122. inclusa: “casa en donde se recoge y cría a los niños expósitos” (DRAE); incluso: “contenido y encerrado en otra cosa” (Cov.). No me queda claro el pasaje. 123. Su hija es Juana Viviana de Vargas Pimentel, casada con José de Vargas. 124. Tachado en el original. 125. buen empleo: se refiere a la conveniencia del matrimonio de su hija. 126. Juan Manuel de Vargas Pimentel, hijo menor de Diego de Vargas (Torrelaguna, 20 de diciembre de 1670). 127. “Tierra generalmente acotada y arbolada, por lo común destinada a pastos” (DRAE, s. v. “Dehesa). 128. real: fue una moneda de plata utilizada por el imperio español entre los siglos xiv y xix. El real español fue la base del sistema monetario peninsular. Las monedas pesaban 3,35 gramos de plata. Vid. “Real español”, en línea: https://economipedia. com/definiciones/real-español-htm.

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año, haberle dado y cedido la renta de Granada quemándola y perdiéndola dos partes de su valor.129 Todo se ha errado, según veo, de dichas cuentas. Y no tengo que decir sino dejarlo al presente, al buen expediente y disposición de mi hijo, el señor don Ignacio que atenderá en todo, como inmediato que es y lo más el favorecerme con tanta galantería. Y así, yo determino el servir a su majestad en uno de los puestos que refiero al señor marqués, su hermano,130 que ha de ser la persona a quien tengo de fiar mis pretensiones, pues logrado uno de dichos puestos se pondrá en gran corriente esa renta y se le quitarán sus censos,131 que son los que se comen y las cargas que tiene, que es mi manera para dejar sobre el mayorazgo para el hijo segundo que tuviere el sucesor en el mayorazgo para sus estudios. Quédate con Dios, hija mía, que te guarde y espera en flota un buen socorro para que tenga tu marido y mi querido hijo,132 el señor don Ignacio, el alivio que tendrá con el favor de Dios que me dé vida, pues le asistiré en todo. Fecha en este puesto de El Paso del Río del Norte y su presidio a 23 de septiembre de 1691. A mi querida nieta133 muchos besos y abrazos. Y pido a mi hijo tengáis el gusto de vuestros retratos y así, tú me los remite que te pagaré el costo de mi estimación, que esta no tiene comparación. Tu padre que te estima y quiere de corazón, Don Diego de Vargas Zapata Luján Ponce de León

129. Don Diego era propietario de casas en la Plaza Mayor que había heredado de su hermano Francisco, así como de 5.000 ducados en censo que tenía de ingresos de la ciudad de Granada. Vid. Kessell, op. cit., p. 46. 130. El hermano de Ignacio López de Zárate (esposo de Isabel María de Vargas Pimentel) era el marqués de Villanueva de la Sagra, Juan Antonio López de Zárate y Álvarez de Medina. 131. censos: forma de inversión de la Edad Media y la Edad Moderna. “Contrato por el que el censualista entrega un capital al censatario, que lo incorpora a su patrimonio definitivamente, estableciendo a cambio en un inmueble de su propiedad un gravamen perpetuo o por tiempo indefinido” (DRAE). El censo consignativo era el instrumento de crédito más importante en el virreinato. Para mayores especificaciones sobre los tipos de censos vid. Gisela von Wobeser, “Mecanismos crediticios en la Nueva España. El uso de censo consignativo”, en línea: https:// www.jstor.org/stable/1051788 [consulta: 20 de mayo de 2022]. 132. Alude al pago del dote de su hija a su esposo don Ignacio. 133. Se refiere a María López de Zárate Vargas Pimentel, la mayor de sus nietas. Vid. Kessell, op. cit., p. 556.

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Diego de Vargas a Isabel María de Vargas Pimentel [Pésame por la muerte del marqués de Villanueva] Santa Fe, 30 de septiembre 1698, AMNB, LS. [f. 1r]134 Hija mía de mis ojos, aunque escribo el pésame a mi hijo el señor don Ignacio135 de la muerte del señor marqués de Villanueva,136 su hermano, mi amigo y señor, que santa gloria haya, te la doy a ti pues reconozco en tus obligaciones el justo sentimiento de tal pérdida, y si acaso vivía mi señora la marquesa,137 en mi nombre y a sus plantas le beso muchas veces. La darás a su señoría el pésame, asegurándose me tiene rendido, aunque inútil a su servicio, que estimaba con especial cariño a dicho señor marqués, y esta te escribo solo para que en mi nombre des, como te repito, dicho pésame. Y me tienes así, tú como mi querido hijo el señor don Ignacio y nietos,138 con muy segura voluntad, y en la flota dándome nuestro señor vida, te escribiré más largo del estado de mi fortuna. Y a Dios que te guarde hija y querida mía de mis ojos, los felices años que deseo. Santa Fe y septiembre 30 de 1698 años

134. Ibid., p. 401. Abreviaturas: Archivo del Marqués de la Nava de Barcinas (Madrid), Letter signed. 135. Ignacio López de Zarate era yerno de Diego de Vargas, pues fue esposo de Isabel María de Vargas. Caballero de la Orden de Santiago, consejero del rey y fiscal del Consejo de Guerra. Ibid., p. 43. 136. Juan Antonio López de Zárate y Álvarez de Medina: casado con doña María Álvarez, fue primer marqués de Villanueva de la Sagra, localidad toledana denominada así por Carlos II (primero se llamó Nominchal), quien le hizo merced por sus servicios en 1686. Entre otros cargos, desempeñó el puesto de secretario de Guerra, terminando al final de su vida por ser secretario del Despacho Universal. Murió el 8 de febrero de 1698. Vid. Enrique Soria Mesa, La nobleza en la España Moderna. Cambio y continuidad, Madrid, Marcial Pons, 2007, p. 133. 137. Doña María Álvarez, marquesa de Villanueva de la Sagra, idem. 138. Hijos de doña Isabel María de Vargas Pimentel y don Ignacio López de Zárate fueron: Diego López de Zárate Vargas Pimentel, María, Rosalea, Diego II, Francisca y María (Mariquita). Kessell, op. cit., p. 556.

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Diego de Vargas a Gregorio Pimentel de Prado139 Santa Fe 8 de enero de 1704, ARGD, LS140 Hermano mío y amigo de mi vida, recibo la tuya de mayo pasado con el gusto de la salud que nuestro Señor te concede, hallándome igualmente con ella para servirte a ti y a mis queridos sobrinos que beso su mano, deseando también lo estén los que están al lado de nuestro hermano el marqués de la Florida141 de quien me alegro las noticias que me das de lo bien recibido, gustoso y hallado que se halla en su castillo de Milán a donde su majestad, el rey nuestro señor, que Dios guarde, habiendo vuelto de la campaña lo habrá merecido sus repetidas honras y reales mercedes. Yo, hermano de mi vida, me hallo en este gobierno, ya que nuestro señor así lo dispone, pues parece que mis contratiempos es indecible sus sucesos sino en mí haber experimentado una varia fortuna y con golpes de bastante pesar desde el año de noventa y siete,142 después de mis riesgos notorios y trabajos sin ponderación 139. Gregorio Pimentel de Prado: muere en Torrelaguna en 1704. Estuvo casado con doña Isabel Vélez de Olazábal. Era cuñado de Diego de Vargas (hermano de su esposa Beatriz Pimentel de Prado). 140. Ibid., pp. 515-518. Abreviaturas: Archivo de Rafael Gasset Dorado (Madrid). 141. Quizá se trate de Juan Antonio Pimentel de Prado (Torrelaguna, 1626-1708), caballero de la Orden de Santiago que ocupó un sinnúmero de puestos en la Monarquía, ya que sirvió 55 años a los reyes antecesores de Felipe V. Fue alférez, capitán de infantería y caballos, gobernador de la ciudad de Trinidad y Puerto de Buenos Aires, gobernador de la plaza de Charleroi, por cuyo desempeño Carlos II decretó que lo elevaba a título de Castilla (Madrid, 26 de enero de 1693). “Fue también el referido don Juan Antonio Pimentel de Prado, marqués de la Florida, Castellano del Real Castillo de Milán, por cuya memorable defensa se dignó vuestra majestad honrarle por escrito…”. “Señor Don Sebastián Pimentel de Prado…”, en línea: https://digibuo.uniovi.es/dspace/bitstream/handle/10651/30646/1152854. pdf?=1&Allowed=y [consulta: 22 de mayo de 2022]. La biografía de la Real Academia de Historia señala que Felipe V lo designó capitán general de Extremadura (29 de abril de 1701), y un año después le daría la castellanía de Milán, de cuya fortaleza sería el último de los gobernadores de la Monarquía Hispánica. “Juan Antonio Pimentel de Prado y Olazabal”, en línea: https://dbe.rah.es/biografias/45154/juan-antonio-pimentel-de-prado-y-olazabal [consulta: 22 de mayo de 2022]. 142. A pesar de haber sido considerado un gran conquistador, padeció injurias por las que, de octubre de 1697 hasta 1700, permaneció en su casa de Santa Fe bajo arresto. El cargo más grave en su contra era: “he had misspent royal monies meant for support of the colonists”. De 1700 a 1703 se defendió en la Ciudad de México,

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que los puedan explicar en la conquista y reconquista de este reino y ver por último hallarme haber perdido y consumido mi caudal y hacienda en seis años de un pleito y presión143 de tres en ellos; y después el contratiempo de mi hijo, que goce de Dios, cuya venida disparatada sin orden y voluntad mía le ocasionó la de su muerte;144 y por último la pérdida por mal juicio del capitán del navío, pues dándole nuestro señor tiempo para librar su hacienda y la ajena la quiso ver en el fuego y en el agua. Y asimesmo145 el don Fausto146 dándole el flete y conducción en Capitana147 y Almeranta de los cajones de chocolate148 que habían de servir su entrega en Castilla y más la paga de los derechos y flete del arriero hasta hacer su entrega en Madrid, también por seguir sus disparates se pierde y malogra dicho gasto y costo. Te aseguro me ha servido de mohína la dicha pérdida habiendo sido ocasionada en lo humano por dichos sujetos. Mi hijo es falso que ni se casó, como te dijeron. La que hacen su mujer tuvo en ella y contrajo amistad desde pocos días de entrado en México, que me gastó bastante plata por hallarse perdido y enamorado de ella, y por último, le di para su entierro; esto es lo que pasa, y haber muerto de sobreparto, cuyo niño149 no puedo asegurar ser suyo

donde residía, y recuperó su puesto de gobernador de Nuevo México, pues fue exonerado de los cargos. Kessell, op. cit., p. 67. 143. presión: aunque el texto fue transcrito así, me pregunto si la palabra habría que enmendarla a ope ingenii por “prisión”, ya que don Diego estuvo bajo arresto domiciliario justo los tres años que señala. 144. Juan Manuel, último de los hijos varones de Diego de Vargas, se embarcó rumbo a España, “con la ocasión de la última flota y en la travesía de la Veracruz a La Habana de una intemperia [sic] de aire bolbió murió cuasi repentinamente…”. Carta de “Isabel María de Vargas Pimentel to Antonio de León, Bishop of Arequipa, Madrid, 14 de abril de 1705”, en Kessell, op. cit., p. 549. 145. asimesmo: asimismo. 146. No hemos podido encontrar a este personaje. 147. Capitana: es la nave en que se enarbola la insignia del jefe o almirante. 148. Empleado por los indígenas en la Nueva España (mayas y aztecas), el chocolate se convirtió en una moda europea durante el siglo xvii. Don Diego envía a España tres cajones, pues paga a un arriero para que los entregue. En varias obras literarias del Siglo de Oro se alude a la costumbre de beber chocolate, por ejemplo, en No puede ser el guardar una mujer de Agustín Moreto (1618-1669). Dice el gracioso Tarugo a don Pedro que entre sus cosas lleva “Chocolate de Guajaca / y filigranas diversas” (vv. 1703-1704). 149. Se desconoce el nombre y las fechas de nacimiento y muerte de este nieto de don Diego.

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en medio de ser todo mi retrato, y no obstante, le tengo en poder150 de un amigo de quien el dicho mi hijo hizo elección sin darse conmigo por entendido, pues en dicho mes de mayo que salió no me dio razón de nada ni menos la hubiera tenido de la muerte de su madre, si no se me hubiera pedido para el entierro151 es cierto que haberme cogido la noticia de la muerte de mi querido hijo en esa tierra y reino hubiera eligido152 persona con quien tomar estado y hubiera hallado, según mi natural, mi igual cuando no pidiera ni una vara de cinta con ella,153 y en ese reino la más acendrada nobleza es la que no la tiene; eso, el hallarme en este reino y el haber estado en el de la Nueva España me ha hecho no cautivarme154 para libremente, siendo nuestro señor servido, correr a cualquiera parte. Con la noticia de volverse a Tordelaguna155 mis hijos, don Josef de Vargas156 y doña Juana,157 les remito el poder que otorgué ante la justicia de esta villa para que administren, gocen y posean ese mayorazgo durante el tiempo que me dilatare y Nuestro Señor fuere servido de darme de vida y de mi voluntad fuere con la pensión de pagar las que tiene sobre sí y memorias de sus fundadores y con la obligación del reparo, conservación de la casa del coso que es el lustre de dicho mayorazgo, labor y augmento158 de sus viñas, tierras y olivares; y me remito al contenido de dicho poder que separo del que inclusive y general remití a Madrid como te he dado noticia, y a mi hermana doña Antonia159 se la 150. en poder] empoder. 151. Don Diego admitió muy tarde que don Juan Manuel, mientras estaba en la Ciudad de México, había caído enamorado precipitadamente de una mujer de la que tuvo un hijo. Don Diego se enteró del asunto después de que ella murió dando a luz, cuando su hijo le pidió para el entierro y para la manutención del niño. Vid. Kessell, p. 76. 152. eligido: elegido. 153. Se refiere a la dote. 154. Alude a que nunca se casó con la mujer que conoció en las Indias, Nicolasa Rincón, pues siempre conservó la esperanza de volver a su país y contraer matrimonio con alguien de su estamento. 155. Tordelaguna: Torrelaguna, villa y municipio español al norte de la comunidad de Madrid. 156. Josef de Vargas era esposo de su hija, Juana Viviana de Vargas Pimentel. 157. Su nombre era Juana Viviana de Vargas Pimentel. 158. augmento: aumento. 159. Se trata de Antonia de Vargas Zapata Luján, media hermana de don Diego. Fue hija del segundo matrimonio de su padre. Ella ingresó en el convento de la Concepción en Guatemala. Vid. Kessell, op. cit., p. 90.

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doy, remitiéndome a dicha carta también la señalo quinientos reales160 a el año en la renta de los prados y cercas de Miraflores de la Sierra Chosas y Guadalix161 para que pase su vida, y con la renta de la prebenda del patronato de San Francisco162 y para que asista en mi lugar como patrón que soy legítimo llamado y nombrado, le tengo remitido poder a mi hijo don Ignacio, y así con uno y otro medio lo puede pasar con algún alivio que es el que hallará en mí mientras viva, siendo nuestro Señor servido en todo. Te pido, a mi hermano marqués de la Florida, le remitas esa carta, pues cumple mi obligación y cariño como lo hará siempre en solicitar su salud, y así te la dé nuestro Señor con feliz vida los muchos años que deseo, al amigo y señor don Josef de Arteaga beso la mano y que estimo su afecto y memoria. Villa de Santa Fe y enero 8 de 1704 años. Tu hermano y amigo muy de corazón, y servidor hasta morir que tu mano besa. El marqués de la Nava de Bracinas.163 Mi hermano y amigo don Gregorio Pimentel de Prado.164 Francisco de los Ríos165 al tribunal del Santo Oficio166 [El 4 de diciembre de 1691, el guardián del convento del señor San Francisco de Durango le pregunta al firmante, Francisco de los Ríos] …si acaso tenía alguna orden antigua o moderna de vuestra señoría ilustrísima en que se prohibiese que en las comedias no saliesen los representantes con hábitos clericales, ni religiosos y que a su párroco le habían pedido cuatro hábitos para los representantes de dicha 160. reales: vid. supra. 161. Miraflores de la Sierra: municipio español del norte de la Comunidad de Madrid, que se sitúa 49 km al norte de esta. 162. La prebenda se refiere a una “renta aneja a un canonicato u otro oficio eclesiástico” (DRAE). 163. El marquesado de la Nava y Bracinas lo creó Carlos II en 1700 para recompensar con un título nobiliario a Diego de Vargas. Bracinas está situada en Iznalloz, localidad y municipio español localizado en la parte central de la comarca de Los Montes, en la provincia de Granada. 164. Cuñado de Diego de Vargas, caballero de la Orden de Santiago. 165. Francisco de los Ríos: canónigo de la Delegación de Durango. 166. AGN, Inquisición, v. 371, ff. 284r-285r.

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comedia, que se había de representar del presente en esta ciudad pegado el teatro a la puerta de la santa iglesia catedral como se ha hecho otros años, y qué me parecía si prestaría dichos hábitos para dicha comedia. Respondí que solo tenía noticia por mayor, no con certidumbre, que vuestra señoría ilustrísima había prohibido en esa ciudad de México que en las Carnestolendas no saliesen con hábitos de clérigos ni de religiosos. El presente notario confirmó el haber oído en esa ciudad decir se había promulgado tal edicto. En cuanto al otro punto respondí que mi sentir era que no prestase dichos hábitos, porque me parecía que desdecía que saliesen de dicho convento cuatro hábitos para representar dicha comedia y que ya que su párroco me había noticiado no había yo de dar motivo a que se dijese que el comisario había dado su ascenso que su párroco hiciese lo mejor; que sin embargo lo consultaría. En esta ciudad no hay otros con quien consultarlo sino la sagrada Compañía de Jesús; hízolo así, y convinieron con mi parecer, apartándose de él solo en que si la comedia fuese devota, y no viniese más que un hábito de el papel principal, podía tolerarse, pero que habiendo de vestirse el hábito el gracejo,167 como se decía se había de vestir, no se tolerase por la indecencia, y que en todo caso siempre parecía mejor que no saliesen los hábitos de el convento. […] Hízose la comedia y según estoy informado salieron cuatro representantes, y entre ellos el gracejo, vestidos de frailes franciscos con hábitos, según me dicen, que tenían algunos particulares para sus mortajas. La comedia, me dicen, se intitulaba El dichoso bandolero.168 Doy este aviso a Vuestra Señoría Ilustrísima para que con él mande Vuestra Señoría Ilustrísima lo mejor… Diciembre 10 de 1691

167. gracejo: personaje del donaire, gracioso. 168. Hemos encontrado una comedia con este título: El dichoso bandolero, fray Pedro de Mazara, capuchino, de Francisco de Cañizares. Sin embargo, a menos que recortaran el reparto no veo coincidencias entre esta obra con lo referido en el documento.

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Carta169 del marqués de Torre Campo170 No es propio de las sombras el lucir, ni de los sentimientos la alegría; mas excediendo las tinieblas a las luces y el dolor a el gusto,171 equívocos los sentimientos con el gozo y las sombras con las luces, a estas sobresaldrán, obscureciéndolas la misma sombra que nos representa el dolor, aunque batalle con el regocijo. Lo concibe así el ingenio, y no sin fundamento, cuando en representación de un dolor que acongoja a el corazón, excede con los fúnebres ecos a el gusto, que le deja oculto o entre sombras que opacan su lucimiento. Pero qué atrevimiento de las luces y de el gozo, querer las unas hacer lucir las sombras, y el otro, desterrar a el sentimiento de un filial corazón que, cubierto de púrpura lúgubre, son su luz las sombras, y su regocijo el dolor,172 no es posible se retiren de un amante constante y real pecho, por muchas luces que le adornen y por mayores gozos que le acompañen; porque el amor le representa cada instante que le faltó la luz por quien lucía, y el amante que a su amado aún mucho le ama. Mas culpada es la pluma en renovar el dolor; pero me lo intima el amor y lealtad a mi rey y señor, el celo de mi rendido vasallaje, y aun el propio sentimiento no me deja disimular esta representación que la católica piedad de vuestra majestad dispensaría, a vista de que todos sus reinos, estados, dominios y señoríos, los ven mis ojos llorosos, manifestando el sen169. Epístola fúnebre por la muerte del rey de España Felipe V (Versalles, 1683-Madrid, 1746), duque de Anjou. Su abuelo fue Luis XIV, rey de Francia, y sus padres, Luis, el Gran Delfín de Francia, y María Ana Victoria de Baviera. Heredó el trono español al morir Carlos II, en 1700, quien fue el último monarca de la casa de Austria. Lo sucedió en el trono su hijo Fernando VI. “La monarquía hispánica. Los borbones. Felipe V”, en línea: https://www.cervantesvirtual.com/bib/historia/monarquia/felipe5.shtml [consulta: 24 de mayo de 2022]. Si se desea más información sobre su reinado vid.: Yves Bottineau, El arte cortesano en la España de Felipe V (1700-1746), Madrid, Fundación Universitaria Española; José Calvo Poyato, Felipe V, Málaga, Sarria, 2004. 170. José Manuel de Cosío y Campa, marqués de Torre Campo, fue gobernador y capitán del reino de Nueva Vizcaya de julio de 1743 a octubre de 1748. Lo sucedió Juan Francisco de la Puerta y de la Barrera. Vid. Oakah L. Jones, Jr., op. cit., p. 240. El marqués fue nombrado teniente y luego capitán del Regimiento de Infantería de la Corona en 1770. Estuvo casado con María Josefa de Humarán, con quien tuvo un hijo llamado Manuel Mariano Isidro de Cosío y Humarán Campo y Freyre. Vid. Gallegos, op. cit., p. 418. 171. Es recurrente el uso de la antítesis y figuras retóricas de pensamiento de este tenor. 172. Nótese el uso del oxímoron: luz-sombras, regocijo-dolor.

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timiento que no puede ocultar el afecto español a su monarca que, muerto, vive en los corazones de todos y, quejosos de la muerte, los habitadores de este retirado reino de la Nueva Vizcaya, que gobierno por la generosa gratitud de vuestra majestad, han manifestado su pena de modo que las demonstraciones en las piras y sufragios explicaron ser su sentimiento, si no igual, mayor a el que hayan hecho otros vasallos que conocieron la su real persona de nuestro monarca, difunto padre de vuestra majestad, cuyo real ánimo, serenará en parte su dolor con la piadosa consideración católica de que el rey de las Españas reina en la gloria, de donde con su influencia, como el sol, que fue de este mundo, comunicará a vuestra católica majestad173 no solo el consuelo a tanta pena, sino los mejores aciertos en su reinado. Así lo espero, pidiendo a la Divina Providencia conceda a vuestra real persona en su mayor grandeza, la dilatada vida que la cristiandad ha menester. San Felipe el Real174 y abril 28 de 1747. Marqués de Torre Campo175 Fragmento de carta escrita por un canónigo de Durango en 1778176 Hemos tenido una Semana Santa [con] muy abundante decoro y hasta unas catorce o quince procesiones que no se hacen más porque la

173. El sucesor de Felipe V fue su hijo Fernando VI (1713-1759). 174. San Felipe el Real: “En 1707 sucedió el primer denuncio minero de Santa Eulalia, dando origen en 1709 a la fundación de lo que hoy es la ciudad de Chihuahua, que originalmente se llamó San Francisco de Cuéllar y más tarde San Felipe el Real de Chihuahua…”. “Chihuahua. Breve reseña histórica”, en línea: https://chihuahua. gob.mx/info/breve-resena-historica [consulta: 26 de mayo de 2022]. 175. Respecto a las exequias de Felipe V dice el marqués de Torre Campo que se vistieron de luto y que señalaron los días 26 y 27 “para que la República, vecindario y común, viese en la ostentosa abrasada pira, adornada de poemas y epitafios, reinar después de muerto en su cumbre coronada, a el monarca mayor que en paz descansa”. Alaba el sermón de Pablo del Pozo, presbítero domiciliario de este obispado del que es natural, y añade: “no siendo de menor ostenta de ingenio, de el sermón que predicó reverendo Padre Lucas Atanasio Merino, de la sagrada Compañía de Jesús y rector de este colegio”. Carta del 30 de abril de 1747, AGI, Guadalaxara 414. 176. AGI, Guadalaxara 252 (8 ff.).

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semana no da más hueco. Son todas muy parecidas y propiamente de penitencia. Salen de cualquiera iglesia o de otra cualquiera parte, sacan en andas hasta los angelotes177 de los retablos de los que [hay], y de santos Cristos es la abundancia de efigies: acompaña estas procesiones todo el que quiere incorporarse a ellas, ya de hermano de luz a oscuras, porque nadie lleva vela, ya de penitente de cruz a cuestas que cada uno se la compone con ramas del primer árbol que encuentra; otros hermanos de azote, otros que van andando con grillos,178 algunos niños aderezados con las pelucas de los regidores y enaguas de alguna conocida, por grande que sea, pues con darle más dobleces a lo largo, sale con más ropa la niña, un rebozo puesto en forma de banda y muchos lunares en la cara. Los que van de penitencia llevan un pedazo de jerga liado a la cintura que les tapa más abajo de las rodillas, los demás visten el traje común del año con un pedazo de manta al hombro afianzado en el sobaco derecho que por delante les tapa más y por detrás suele quedarse una cuarta más arriba de la rabadilla; las mujeres van en tropa detrás del último santo y, todos rezando el rosario, salen a la hora que les parece y andan por donde quieren. Los monumentos son pocos, pero tienen al Santísimo. El de mi iglesia es el principal, se pone contra una puerta del costado: su fábrica es de forta179 real blanco y oro y en el centro un altar de plata frontal, gradas, y el arca, debajo de dosel de plata, está guarnecida de piedras sin precio; varios monotes180 repartidos en los claros, que dicen son profetas y patriarcas, bastantes velas y pocas luces, porque en todo el reino se estila. Acabados los oficios no dejan en el monumento más que las diez y ocho luces del Santísimo hasta la misa del día siguiente que se vuelve a encender. Las estaciones se andan de noche con toda pompa el gobernador, los canónigos, cada cual de por sí, y la ciudad junta llevan sus criados

177. Nótese el cierto tono jocoso o despectivo en el clérigo. 178. “son las prisiones que echan a los pies de los encarcelados que se guardan con recato, y son dos anillos, por los cuales pasa una barreta de hierro, que remachada su chaveta no se puede sacar sin muchos golpes. Llamáronse grillos por el sonido que hacen cuando se anda con ellos” (Cov., s. v. “Grillos”). 179. forta: forja: metal trabajado. 180. En el texto se puede apreciar el tono despectivo o juguetón para hablar de las imágenes de bulto y el estilo coloquial.

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con hachas de cera, los demás se alumbran con el resplandor de estos; muchísima pobretería manifiestan todas las iglesias. A las damas no se les extrañan los mantos de punta en estos días, porque los traen todo el año con buenas puntas. Basquiñas181 de terciopelo las sacan también muchos días, hay también en los hombres algunos vestidos de terciopelo con vueltas y chupa de tisú;182 pero con tanta imprudencia que con lo que salen vestidos pocos, podían estarlo todos, y creo llegará el día que de las chupas hagan sobretodo183 y de las vueltas colcha para las camas. Aquí se publica la bula el día de la Cruz.184 Las mamarrachadas que tiene esta función son infinitas: y dos días de convite oral, la víspera lo es en casa del oficial real que está en turno, tuvo varios helados, toda casta de dulces, ya del país, ya de México y de Querétaro, donde se hacen muy buenos. La función de iglesia es la más solemne de la catedral: yo canté la misa y después de ella se va en casa del comisario de Cruzada185 donde se sirven infinitos géneros de bizcochos y rosquillas, vinos de España y resoles. El paseo de la bula186 es un 181. Basquiñas] Basquinas: saya que usaban las mujeres españolas sobre la ropa para salir a la calle (DRAE). 182. chupa: “parte del vestido que cubría el tronco del cuerpo, con cuatro faldillas de la cintura abajo y con mangas ajustadas; en el traje militar antiguo se ponía debajo de la casaca”; tisú: del fr. tissu: “tela de seda entretejida con hilos de oro o de plata que pasan desde el haz al envés”. DRAE. 183. sobretodo: “prenda de vestir, larga y con mangas, que se lleva encima de las demás prendas”. DRAE. 184. día de la Cruz: el 3 de mayo se celebra el día de la Santa Cruz. Tiene como objetivo venerar el máximo símbolo del cristianismo católico. 185. “Consejo creado a principios del siglo xvi, posiblemente en 1509, para la gestión de la Bula de la Cruzada, concedida ese año, aunque hay autores que fijan su creación más tarde, en 1525. También denominado Consejo de la Bula de la Cruzada. Su presidente era llamado comisario general, nombrado por el rey y confirmado por el papa. Estaba formado por cuatro consejeros (procedentes de los consejos reales de Castilla, Aragón e Indias), un fiscal y otros oficiales. Sus competencias estaban fijadas por la gestión, no solo de la Bula de la Cruzada y todos los problemas de predicación, nombramientos de agentes de la Cruzada, arrendamiento de su recaudación, conflictos, etc., que planteaba, sino de las llamadas tres gracias (cruzada, subsidio y excusado). Tuvo competencias no solo en Castilla, sino que también se extendía a amplios territorios de la monarquía hispánica, incluyendo los de la Corona de Aragón y los territorios americanos. Tuvo una contaduría propia y jurisdicción sobre los asuntos que se plantearan en torno a la bula” (DRAE). 186. paseo de la bula: “la víspera del día fijado para la publicación de la bula se enarbolaba el pendón. La comitiva —una parte a caballo y otra a pie, según el ran-

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acto del mayor lucimiento: sale toda la ciudad a caballo y convida a todo hombre de los distinguidos, sacan los caballos muy encintados y las colas y crines rizados a fuego y batidas; grandes figuras vi [...] (ff. 2r-4r). Se me olvida que se están representando en Durango comedias de muñecos tan bellas187 que, aun no habiendo otra cosa, fui una noche y no me pudieron detener un cuarto de hora por más que me decían los incomodaba a todos para salir... (f. 8v). Fiestas celebradas en Chihuahua en honor del emperador Agustín de Iturbide (noviembre, 1822) Introducción Ya en el México independiente, bajo la regencia de Agustín de Iturbide, el presente documento ofrece al lector una descripción detallada de los festejos celebrados en honor del nuevo emperador en Chihuahua. En ellos podemos percibir la confluencia de dos culturas. Inmersas en la tradición española, las festividades coloniales, como en este caso, contemplaban la fabricación de enormes artefactos y carros triunfales, amén de disfraces, desfiles, discursos y poemas en distintos metros, alegorías y corridas de toros. Por su parte, la cultura indígena hace acto de presencia en el acontecimiento, en dos niveles: para empezar, los indios de Chuvíscar y Nombre de Dios,188 vestidos a la usanza de los gentiles, asisten a la conmemoración; además, este grupo social es representado por un personaje indígena go— acompañaba al tesorero y, en procesión se llevaba, bajo palio, un ejemplar de la bula en pergamino desde uno de los templos de la ciudad a la catedral en las capitales diocesanas, o a la iglesia principal en las otras localidades. En la iglesia mayor se predicaba un sermón, en el que se exhortaba a los fieles a adquirir las bulas y hacerse partícipes de los privilegios, indulgencias y gracias que se prodigaban en éstas”. María del Pilar Martínez López-Cano, “La administración de la Bula en la Santa Cruzada en Nueva España (1574-1659)”, en línea: https:// ru.historicas.unam.mx/bitstream/handle/20.500.12525/325/32_2013.administracion_bula_cruzada_martinez_rih.pdf?sequence=5&isAllowed=y [consulta 24 de mayo de 2022]. 187. Salta a la vista la ironía con que describe las comedias de títeres. 188. Chuvíscar es el nombre del río que atraviesa Chihuahua. Nombre de Dios es el apelativo de una colonia de la ciudad.

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que, aparentemente, irrumpe y hace uso de la palabra en una loa. El ritual político visto a través de la fiesta, las actuaciones y las palabras proferidas permite observar los intentos que se hacían en la provincia por reacomodarse a la nueva estructura de poder que resultó del advenimiento del Imperio. Así, el discurso en su conjunto muestra algunas concepciones ideológicas de los primeros años del México independiente. Por otra parte, aunque en su mayoría los poemas que aparecen en el documento no sean de gran valor artístico, tienen interés para la historia y la crítica literarias, ya que posibilitan el análisis de la evolución de la literatura en el norte de México, en la medida en que nos permiten ver algunas influencias formales; estas funcionan como indicadores del tipo de obras que circulaban en esta zona del país. Es preciso señalar que, en Históricas. Boletín de Información del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM, se publicó una transcripción y selección de textos hecha por María del Carmen Valverde Valdés, titulada “La Villa de Chihuahua festeja la exaltación de Iturbide al Trono Imperial Mexicano”.189 Posteriormente, esa transcripción fue reproducida por Graziella Altamirano y Guadalupe Villa, bajo el título de “El bergantín imperial”, en Chihuahua, textos de su historia. 1824-1921.190 Los motivos que nos inducen a reeditarlo son dos: en primera instancia, darlo a conocer completo, ya que se publicó poco menos de la mitad del texto; en segunda, presentar una transcripción fidedigna del documento, pues en esa edición encontramos más de un centenar de errores: omisiones, adiciones inespecificadas y en algunos casos innecesarias, e interpretaciones erróneas. Veamos algunos ejemplos:191 si bien es cierto que la editora señala algunos cortes, sobre todo amplios, no hay un criterio uniforme, ya que omite palabras y frases enteras sin indicarlo (verbigracia, suprime la abreviatura Q.D.G. —que Dios guarde—; dice “enardecieron en hogueras y teas” donde debe decir “enardecieron en hogueras, 189. Históricas, 13 (septiembre-diciembre, 1983), pp. 23-38. 190. México, Gobierno del Estado de Chihuahua/Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora/Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 1988 (3 vols.). 191. Por razones de espacio y porque sería fastidioso para el lector, no señalaremos a pie de página todos los errores de la edición anterior.

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fanales y teas”); en otros casos hay adiciones innecesarias (“dando ya frente el bergantín frente al cementerio”; “don Rudecindo González del Rey”); por último, es notoria la lectura equivocada de algunas palabras: singulares por siniguales, desaparecer por deshacer, circo por deseo, cotas y toque por cofas y foque, tríos por áreas, iniciado por jurado, etcétera. Algunas otras fallas detectadas: “segundo procurador de este camino” (p. 31) debe decir “segundo síndico procurador de este común”; “...ataviadas con trajes y peinados, armas de uniformes...” (ídem) debe decir “...ataviadas con trages y peinados, a más de uniformes...”; “En nada más propasado, o suerte desengañada los límites del paraíso, pues el que hoy logran estos beneméritos campeones, no es más que el muy justo y debido a sus penosos trabajos, a sus obras tareas, esfuerzos infatigables y, en fin, confiéralo a su magnánima heroicidad...” (p. 34) debe decir “En nada has propasado, o suerte desengañada, los límites del premio, pues el que hoy logran estos beneméritos campeones, no es más que el muy justo y debido a sus penosos trabajos, a sus duras tareas, esfuerzos infatigables y, en fin, confiésalo, a su magnánima heroicidad...” En general, la investigación histórica sobre las distintas provincias mexicanas todavía es muy insuficiente o está por realizarse, y uno de los motivos fundamentales es el difícil acceso a las fuentes. La edición confiable de documentos que permitan incidir en el reconocimiento de la historia y la literatura regionales es, por tanto, de gran importancia. El texto que ofrecemos se conserva en un manuscrito del Archivo Franciscano de la Biblioteca Nacional de México, signatura 18/3 89.1, ff. 1-16. Es una copia certificada por el secretario del Cabildo, José María Ponce de León. Las fallas de escritura que pudimos notar son pocas; la caligrafía es uniforme, pero la numeración de los folios y la certificación final no parecen haber sido escritas por el copista. Actualizamos la ortografía y la puntuación de acuerdo con los criterios de la ecdótica, pero respetamos la fonética. Presentamos, asimismo un texto cotejado de nuevo, corregido y anotado más profusamente.

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FIESTAS CELEBRADAS EN LA VILLA DE CHIHUAHUA EL DÍA TRES DE NOVIEMBRE Y EN HONOR DEL EMPERADOR AGUSTÍN DE ITURBIDE.192 1822. ¡Dichoso una y mil veces seáis, muy ilustre ayuntamiento, y repetidas digno de los más llenos plácemes y enhorabuenas al haber justamente admirado los patrióticos sentimientos más altos y amantes de vuestro fidelísimo Chihuahua a su tan digno emperador Agustín 1º! Año feliz de 822, dichoso día el 18 de mayo, gloriosos momentos para Chihuahua los del 3 y 4 de noviembre y afortunados síndicos procuradores generales los representantes que logramos el honor de asegurar a vuestra señoría que en todo este hermoso imperio, si hay un amor tan sincero y decidido a nuestro amado Agustín como el chihuahueño,193 podremos acaso concederlo por posibilidad, pero nunca mayor. Sí, señor, a vuestra señoría y al mismo emperador tenemos la alta satisfacción de decirlo sin temer tocar en hipérbole, y en prueba suena y resonará para siempre el dulce eco de los víctores y aclamaciones que en dichos días tres y cuatro del presente han ocupado la atmósfera, limpiándola (se puede decir) de aquellas, aunque pocas, partículas que, por sana, nunca faltan en la etérea política región. Que viva nuestro emperador Agustín 1º ha sido nuestro gusto; que viva la religión, nuestro empeño; que viva la Independencia, nuestra gloria; y nuestro amor, que la unión viva. Y pues estas han sido las articulaciones a porfía de todo este fidelísimo vecindario, suplicamos a vuestra señoría, sus representantes los síndicos procuradores, tenga a bien elevar a la alta inteligencia de su majestad imperial una insinuación, aunque superficial, de las esforzadas demostraciones, de las cordiales efusiones y, para decirlo de una vez, de las siniguales pruebas del amor que este heroico pueblo le profesa y ha patentizado en estos faustos y memorables días. Así lo pedimos a vuestra señoría para gloria de tan dignos habitantes; igualmente que, para más eternizar la memoria de nuestro augusto monarca, se eleve a su paternal protección la súplica a que esta fide192. Agustín de Iturbide: nació en Valladolid, hoy Morelia, y falleció en el municipio de Padilla, Tamaulipas (1783-1824). Logró consumar la independencia el 27 de septiembre de 1821. Fue regente del primer gobierno provisional y después, el 18 de mayo de 1822, recibió el nombramiento de emperador de México. 193. chihuahueño: chihuahuense.

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lísima villa sea eregida en ciudad (ya no a Chihuahua y sí) heroica de Iturbide, en lo que, a pesar a ser notoria la gracia, creemos será también una justa recompensa al acendrado amor con que acaba de dar a todo el imperio mexicano el ejemplo más admirable. Vuestra señoría es testigo a todo, y así tenga presente y hágalo a nuestro invicto Agustín 1º, que Chihuahua lo ama; que en prueba de ello quiere adoptarse el glorioso título que, aunque pedido en lo figurado de sus regocijos, lo deberá ahora en toda forma por medio de nosotros, sus representantes; y, en fin, dígale vuestra señoría decididamente que Chihuahua vive cierto de alcanzar de su paternal amor esta gracia, así como su majestad imperial debe estar seguro de que, en esta remota distancia, en cada uno de sus habitantes tiene un americano iturbídico, fiel y amante al mejor de los monarcas. Chihuahua y noviembre 12 de 1822. Miguel Agustín Jaurrieta. Vicente Palacios. Acuerdo En la villa de Chihuahua, a los doce días del mes de noviembre de mil ochocientos veinte y dos, el señor presidente y capitulares que abajo subscriben, en vista de la precedente solicitud de los caballeros síndicos de este común, dijeron, de conformidad con sus justas, patrióticas, amantes pretensiones, se formalice enseguida de este acuerdo una prolija, circunstanciada relación de las fieles demostraciones con que los habitantes de esta nobilísima villa supieron acreditar de un modo, el más manifiesto, la crecida adhesión, respecto194 y predilección que profesan al mejor de los soberanos, el señor don Agustín primero; emperador constitucional de México, y que esto fecho se dirija una copia a su majestad imperial, otra al señor comandante general y otra al presentante don Vicente Palacios para los fines consiguientes. Y por el presente su señoría así lo acordó, mandó y firmó. Doy fe. Huerta. Trillo. López. Porras. Irigoyen. Valle. Bustamante. Villegas. Jaurrieta. José María Ponce de León.195 La nobilísima villa de Chihuahua, capital de las Provincias Internas de Occidente, si en todos tiempos ha sido inalterable en los senti194. respecto: respeto. 195. Sobre la mayoría de estos personajes se encuentra información en Francisco R. Almada, Diccionario de historia, geografía y biografía chihuahuenses, Chihuahua, Universidad de Chihuahua, 2ª ed., 1968.

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mientos de fidelidad hacia a [sic] sus soberanos, a la religión y a la patria, como lo tiene acreditado con inequívocas, exuberantes pruebas, con mucha más justificada razón, correspondiendo a su característico patriotismo, trató de poner en movimiento, todo el de que es capaz, luego que se contempló expedita para efectuarlo del modo permitido a su posibilidad, en obsequio de su amado emperador, el señor don Agustín primero (que Dios guarde). En efecto, el primero de este mes acordó esta ilustre corporación se cumpliese en todas sus partes la soberana disposición de nueve de septiembre último, preventiva de que se procediese a la solemne jura y proclamación de su majestad imperial en la forma acostumbrada respecto de los monarcas españoles, conciliando el decoro y majestad que exige acto tan augusto con el estado de penuria y escasez en que se hallan los pueblos, y comunicó el señor comandante general de estas provincias, brigadier don Antonio Cordero, en superior orden de veinte y siete de noviembre, publicada con la pomposa disposición que correspondió el cuatro del citado octubre; desde entonces quedó designado el tres de noviembre inmediato para que en él se efectuara el muy augusto acto de la jura arriba mencionado. En el entretanto, los nobles vecinos de esta famosa villa, consecuente a disposiciones políticas que lo ordenaron, se ocuparon en blanquear las fachadas de sus respectivas casas, como lo ejecutaron de un modo uniforme y general; y los individuos pertenecientes al comercio y minería, a consecuencia de las prevenciones acordadas en junta que al efecto se celebró, se prepa[ra]ron para cooperar a la suntuosa solemnidad de la jura con las festivas demostraciones que les dictó su celo. A tal fin, inventaron mandar construir un bergantín de guerra, Correo Agustín, de trece varas196 de quilla, quince de boca y tres197 cuartas de manga. Su construcción, la misma que si fuese para navegar, esto es, con costillar, perfiles y demás cortes de proa a popa, perfectos; sus198 palos de trinquete y mayor adornados con toda la cabullería199 necesaria de tablas de jarcia, 196. vara: mide 0.835 metros aproximadamente. De modo que la base del barco era de casi 11 metros. 197. y tres, repetido. 198. sus: aunque el manuscrito dice claramente sin, debe tratarse de un error de escritura, ya que, amén de la redacción posterior, los palos de trinquete y mayor son esenciales a un bergantín. 199. cabullería: toda clase de nudos.

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sus vergas y velamen, cofas,200 tamboretes y, en fin, en tal disposición, que la tripulación subía y bajaba con comodidad; su bauprés201 y botalón con foque, pitifoque y trinquetillo, cabadera y demás; su popa perfectamente bien adornada con dosel, cojín, corona y cetro, asientos para seis damas; los gallardetes y bandera eran de seda[s] especiales. En el castillo iba la música y llevaba a su bordo treinta y tres personas de todas clases. Su batería era de diez y seis cañones de madera al natural, bien pintados; caminaba al impulso de veinte y cuatro hombres sobre sus ruedas de coche, todo cubierto con lienzo figura[n]do agual [sic] del mar. La batería blanca y portería nácar, cinta negra hasta el agua y la obra muerta202 también negra con perfiles nácares. Hizo todas las maniobras de virar por redondo, bracear a babor y a estribor y demás que ejecuta un buque en la mar y a la voz de su contramaestre, a toque de pito. Sus constructores, don Miguel Puyol y don Ignacio Solís, así como su director y más de treinta mil almas que lo vieron, apenas se les hacía creíble lo mismo que palpaban (tal fue su perfección y hermosura) en términos que solo faltó botarlo a la agua y verlo fluctuar entre las ondas para considerarlo verdadera nave, como las que surcan los inmensos, undosos mares, y al mismo tiempo formar también en la plaza mayor de esta villa un castillo con toda la perspectiva que era necesaria para figurar la más adecuada representación de los de su clase, no perdonando gasto de cuantos se consideraron necesarios para la perfecta conclusión de las insinuadas obras. Amaneció por fin el suspirado día tres de noviembre, objeto de los ansiosos anhelos de este pacífico vecindario, y siendo las once de la mañana se dio principio a las funciones destinadas a la celebridad de la jura con la entrada del insinuado bergantín en la bahía o puerto figurado en la nominada plaza mayor. En efecto, conducido el bergantín con dirección a dicho puerto y estando a proporcionada distancia, el gobernador del castillo, que lo fue don Vicente,203 vestido de rigoroso uniforme204 y listo en el propio castillo, gritó el atalaya: 200. cofas: especie de meseta de madera que se forma en lo alto para que suban marineros. 201. bauprés: las grafías no son claras, pero evidentemente se trata de una parte de la embarcación. 202. obra muerta: parte del casco que siempre está fuera del agua. 203. Vicente, repetido. 204. Se trata de don Vicente de Palacios, nacido en Bilbao el 27 de junio de 1796 y muerto en Chihuahua el 23 de junio de 1840. Dedicado al comercio y luego a la

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“¡Vela, mi comandante!” Comandante: “¿Por dónde?” Atalaya: “Por el sub-oeste”. Reconoció con el anteojo y, dando ya frente el bergantín al cementerio, mandó plantar bandera y disparar un cañonazo. En el bergantín gritó su peñol: “¡Tierra por la proa!”, mandando enseguida el capitán, después de reconocerla, izar bandera y señales, gritó: “¡Viva la religión!”, con un cañonazo frente a el cementerio; más adelante: “¡Viva la Independencia!”, con otro cañonazo y, al entrar por la barra, otro tiro y “¡Viva la unión!”, concluyendo la salva al tiempo que, costeando alrededor de los tablados, se puso en facha frente del castillo para las preguntas siguientes: El gobernador del castillo preguntó: —¡Ha del bergantín... Haa! Contestó el comandante del bergantín: —¿Qué dirá? Castillo: —¿Cómo se llama? Bergantín: —Bergantín de guerra... Correo Agustín. Castillo: —¿Su comandante? Bergantín: —Teniente de fragata don Vicente Palacios. Castillo: —¿De a adónde viene? Bergantín: —De la imperial corte mexicana. Castillo: —¿Cuántos días de navegación? Bergantín: —Diez y siete días. Castillo: —¿A qué viene? Bergantín: —Con pliegos del gobierno. Castillo: —¿Qué noticias? Bergantín: —Muy plausibles, como verá vuestra señoría por los pliegos, pues ha sido proclamado por nuestro augusto emperador del héroe de Iguala, Agustín primero. Castillo: —Correspondencia en tierra. Bergantín: —Está muy bien. Sin bocina dijo el capitán “¡Fondo!” frente del castillo. Llevó un oficial los pliegos a la vista y los leyó en alta voz el gobernador. Concluido, se retiró el oficial, y el gobernador del castillo proclamó tres minería, ocupó algunos cargos públicos como la Secretaría General de Gobierno y estuvo al frente de los Juzgados de Primera Instancia y de Hacienda, entre otros puestos. La referencia a su uniforme obedece a que anteriormente, en el mismo año de 1822, fue encausado por no haber asistido con su carácter oficial a la fiesta de Corpus Christi. Cf. Almada, op. cit.

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ocasiones: “¡Viva nuestro amado emperador Agustín primero!, ¡Viva el libre imperio mexicano!, ¡Viva el soberano congreso!, ¡Viva la religión!, ¡Viva la Independencia!” y “¡Viva la unión!” Respondió el bergantín a los vivas. Hizo salva el castillo y, concluida, también las hizo el bergantín y las famosas torres con sus campanas a vuelo. Siguió un intermedio de aplausos y gritos del pueblo y, ya que fue hora de retirada, gritó el Bergantín: ¡Ha del castillo... Haa! Castillo: ¿Qué dirá? Bergantín: Con el permiso de vuestra señoría voy a virar para el sur en cumplimiento de mi comisión imperial. Castillo: Buen viaje, vaya vuestra merced con Dios. Antes saltó en tierra toda la tripulación al castillo a dar un abrazo al gobernador y plana mayor. Concluida la salida y función, saltó en tierra toda la tripulación y, en reunión, fue a dar enhorabuenas, comenzando por el gobernador del castillo, rimando los más alegres brindis. Apenas fueron dadas las cuatro de la tarde cuando de las casas consistoriales se vio salir una diputación de seis regidores que se dirigió a la morada del señor don Miguel de la Huerta, alcalde constitucional primer nombrado de esta villa y presidente de su ilustre ayuntamiento, quien luego que la recibió con la cortesía necesaria, incorporado a ella con los dos reyes de armas,205 regresaron todos a las casas capitulares en cuyas puertas, estando el ayuntamiento bajo de mazas presidido del señor segundo alcalde don Juan José Trillo, esta autoridad entregó al momento, con el mayor acatamiento, al señor Huerta, el imperial pendón, a cuya presencia tributó el pueblo los homenajes de respeto debidos a la majestad que simbolizaba, y sin más intermisión que la necesaria para montar a caballo y ordenarse el sitio y modo en que debían ir colocados los militares, empleados de Hacienda Pública, y otros varios individuos de distinción que en unión de los de este ayuntamiento concurrieron al paseo, de toda gala y en caballos ricamente enjaezados; siendo cierto que, a 205. reyes de armas: título de dignidad que se concedía por hechos ilustres. Se trataba de un funcionario público cuyo cargo era llevar el registro de los blasones. Daban cuenta de hechos de armas, hazañas militares, etc.… para pedir recompensa al mérito.

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virtud de tan circunspecto, suntuoso aparato, inqui[e]tos los ojos, no se atrevían a fijar en parte alguna su virtualidad, porque tantos objetos, o cada uno de por sí, exigían de justicia la preferencia en la atención, pues todo lo que se presentaba a su espectación, al tiempo mismo que demandaba naturalmente respetos, conciliaba aplausos. Iban por delante cincuenta indios naturales de los pueblos de Chuvíscar y Nombre de Dios,206 pintados según lo acostumbran los gentiles, sus progenitores, armados de arco, flecha y rodela, de modo que la vista logró en ellos un apetecible espectáculo y la discreción el orden más arreglado en sus respectivas colocaciones. Seguían después, vestidos a la romana, en caballos melados hermosamente compuestos, la comparsa de plateros y cobreros presidido de don Miguel Pérez, quien se esmeró en lo posible del vestuario. Enseguida, bajo de mazas, iba el ayuntamiento del modo arriba mencionado, bajo la presidencia del referido señor don Miguel de la Huerta, quien llevaba el lábaro imperial, y los cordones que de él pendían, el segundo alcalde y el regidor más antiguo. Terminaba tan lucido, respetable y muy ordenado paseo, el carro triunfal, de quien fueron aurigas el capitán don Martín José de Mariñelarena y el teniente don Reducindo González Rey. Su estructura e inscripciones semejantes en todo del modo que se pasa a manifestar. Se levantó, en efecto, en cinco varas de alto el referido carro triunfal, dejándose ver en su remate la nación americana, sosteniendo en su diestra la bandera trigarante y en su izquierda el cetro, así como escrito en su peana esta Redondilla Sola yo, sola en razón, concedí con igualdad su derecho y libertad al que es de mi gran nación. Guardada una simétrica proporción en cada lado del remate del carro se hallaban, equidistantes, en el derecho, la Religión, representada en un pontífice, y en el lado opuesto, situada la Unión que figuraron dos caba206. Al parecer, los indios de ambos pueblos, hoy parte de la ciudad, eran conchos. En Nombre de Dios había una misión franciscana llamada San Cristóbal de Nombre de Dios. Actualmente es una colonia más perteneciente a la ciudad. Hoy el río Chuvíscar atraviesa la capital con un afluente muy bajo.

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lleros en ademán de abrazarse, uno vestido a la española antigua y otro del modo corriente con sombrero armado,207 naciendo como del hombro de ambos un arco iris en cuyo medio existía un genio que presentaba, sosteniendo con ambas manos, una faja donde se leía esta expresión: Pax hominibus in terra. Luego, abajo la siguiente Quintilla La iris, Agustín amado, desde luego os asegura que la paz en tu reinado tan eficaz será y de tal dura, que nunca deje tu lado. Al pie de la Religión, puesto el mote siguiente: Catholica in nobis, única et vera religio. Cuarteta En la nación mexicana la religión del estado solo será en tu reinado la católica romana. Al calce de la Unión se leía también este otro mote: Virtus unita[s] fortior Cuarteta La garantía de la unión cual firme base será que a tu imperio franqueará una feliz duración. En la espalda del carro se pintó, entre bosquejadas nubes, una deidad guerrera de medio cuerpo con espada desnuda levantada en la 207. sombrero armado: sombrero de ala estrecha y copa alta.

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diestra y la izquierda en ademán de tirar cadenas; bajo de la misma, el siguiente texto: A domino Deo est Soneto Por más que el vasto imperio mexicano a millares sus esfuerzos agotara, desde luego, por mucho que avanzara, no hubiera conseguido tan de plano los bienes que hoy en día tiene en su mano, si es que oculta deidad no le ampara[ra], cosa es bien evidente y la más clara; por eso es de afirmarse con muy sano, fundado principio, cristiano celo, que la independencia, gran portento, más que de los hombres al desvelo, su origen debe solo y complemento a aquel supremo ser que manda a el cielo; tal y tan raro, así es su fundamento. En el costado lateral del carro, y por su derecha, estaba el Poder Ejecutivo, representado en un jefe militar en ademán de sacar la espada de la vaina; en su peana el mote siguiente: Vim vi repelere licet208 Si la nación extranjera, si la perversa anarquía, si del crimen la osadía acaso intentar quisiera alarmar su saña fiera en perjuicio del estado, nuestro emperador amado, con empeño el más activo, su poder ejecutivo entonces usará empeñado.

208. Es lícito repeler la violencia con la violencia.

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Al lado lateral opuesto apareció el Poder Judiciario, que representaba un togado, quien tenía en su derecha un fiel y balanzas, así como en su siniestra un bastón, descubriéndose en su pie este axioma: Sul pondere recta209 Décima Si el judiciario poder su peso y fiel os entrega, oh rey sabio, y a él allega lo justo del proceder, es dar con esto a entender que con la recta justicia has de destruir la malicia, el mérito compensar, su derecho a todos dar con igualdad y pericia. Más abajo del costado lateral derecho se colocaron las armas de la Iglesia y bajo de las mismas el siguiente dístico: Umquam forus, umquam eclesiasticus visurus quam nunc, tam plenus, autoritae et honore, que comentaba el siguiente pareado: Jamás como ahora, Agustín amado, es el fuero eclesiástico ensalzado. En correspondencia, al otro lado se situaron las armas del imperio con todos sus trofeos y también, bajo de las mismas, el dístico que sigue: Sua merito palpabunt mexicanibus patenter civibus jura foro civile caveri. Cuyo sentido descifró el subsecuente pareado: 209. Peso correcto.

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En el fuero civil los ciudadanos verán que sus derechos no son vanos. Al pie del carro se divisaba el Poder Legislativo, significado en dos genios aliados que, teniendo un clarín en la mano diestra, sostenían con la otra un óvalo, en cuya circunferencia se leía este epígrafe: Nemo est, qui se abscondad a calore ejus,210 y en el centro, un libro abierto con estas expresiones: Constitución Política del Imperio Mexicano, y bajo de todo, la siguiente: Octava Si el Poder Legislativo en el congreso, es a la libertad seguro puerto, si es de sus ciencias y virtudes el complejo la roca donde se estrella por cierto del despotismo el criminal exceso, sois también, gran Agustín, quien experto, vigila, protege, y ha procurado exista invulnerable este senado. A la espalda del carro iban marchando, formados, cien infantes de la milicia cívica y otros tantos soldados veteranos de caballería, con el orden, aseo y mejor adorno que era de esperarse de los beneméritos oficiales que regenteaban ambos cuerpos. En tales términos, comenzando el paseo por la vuelta izquierda de la plaza, y adentro de la misma, en circunferencia, al llegar al punto donde se hallaba construido el primer tablado, aderezado con los pomposos aderezos que requería la festividad, se apearon solamente los individuos del ayuntamiento, y colocados en dicho tablado en la forma acostumbrada, después de que se concluyó el canto de una armoniosa aria que en el carro entonaron tres niñas que iban en él colocadas del modo más decente que correspondía, estando los maceros y reyes de armas en sus respectivos puestos, salió al centro del propio tablado el señor presidente don Miguel de la Huerta, portando en su diestra el predicho lábaro; y en este tiempo los reyes de armas, dirigiéndose al pueblo para llamar su atención, dijeron en altas y cla210. No hay quien pueda esconderse de su calor.

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ras voces: “¡Silencio, silencio, silencio! ¡Oíd, oíd, oíd!”, y de luego a luego el señor Huerta, esforzando su natural voz, dijo: “¡México, México, México! ¡Chihuagua, Chihuagua, Chihuagua! Por nuestro augusto emperador, el señor don Agustín primero, a quien Dios prospere211 muchos años”. Tremolando luego el imperial pendón, respondió unido todo el ayuntamiento: “Amén. ¡Que viva, que viva, que viva!” Y tirando al instante el señor presidente, al inmenso pueblo que estaba pendiente de la acta, considerable porción de moneda de la usual y corriente, por no haber tiempo de proporcionar la que se acostumbra para semejantes actos, se concluyó el presente en medio de los repetidísimos vivas que expresaba con entusiasmo la muchedumbre, al tiempo mismo que las salvas de artillería, descargas de la tropa veterana y de la cívica y repiques generales agitaban generalmente en todos los ánimos las sensaciones de ternura, lealtad y amor hacia el mejor de los soberanos. Continuando el paseo por las calles designadas para el efecto, al pasar por la casa del señor cura propio de esta villa, doctor don Mateo Sánchez Álvarez, en cuyo punto estaban construidos otros dos tablados semejantes al de la plaza, en el uno se hallaba colocado dicho señor cura con su clero y la comunidad religiosa de nuestro seráfico padre San Francisco, y al llegar el ayuntamiento, subía al suyo respectivo, puesto frente al de que se trata, y colocados sus individuos bajo el orden de estilo, el referido señor presidente don Miguel de la Huerta, después de cantada otra aria, ejecutó dicho señor igual acto que el primero en todas sus circunstancias, a que también correspondieron idénticas salvas, descargas, repiques, vivas y aclamaciones, si de todos en general, con particular distinción por parte del señor cura y su clero regular y secular, quien en crédito de su gozo, por sus propias manos esparció considerable cantidad de monedas de la usual y corriente,212 a semejanza del señor Huerta, que hizo otro tanto por segunda vez. Concluida la insinuada operación, continuó el paseo con el mismo buen orden y regocijo hasta el costado de la iglesia que fue de los padres de la extinguida Compañía de Jesús, desde donde, tomando la calle opuesta, regresó al punto de donde había comenzado, quedando el imperial pendón fijado en el decoroso puesto destinado para su colocación, 211. prospere] prosperó. 212. La moneda usual en el siglo xix era el real.

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con centinelas de tropa cívica que lo quedaron custodiando, ínterin que el ayuntamiento, en unión de los individuos que concurrieron al paseo, dejando las mazas en las casas capitulares, se condujo a la morada del señor Huerta, quien con la mayor franqueza obsequió a los concurrentes con un abundante, costoso y exquisito refresco, produciendo, con el motivo de políticos brindis, los convidados presentes, vivas y aclamaciones, ya en versos, ya en prosa, en obsequio de su amado emperador. Entró la noche, y aunque nunca más enlutada por las densas nubes que la hacían más opaca y, por lloviosa, no a propósito para las festivas demostraciones en ella destinadas, pero se puede decir que sus aguas no pudieron apagar el amor de los chihuagüeños, pues apenas la lluvia escampó en algún modo cuando apareció Chihuahua como un claro día, porque las calles, plazas y azoteas, así como ambas torres, grande y hermosa fachada de esta parroquial iglesia, se enardecieron en hogueras, fanales y teas que hubieron de desmentir el ser de noche y, a tanto fuego, deshacer las nubes, que por fin huyeron vergonzosas a causa de la resistencia que les oponía el elemento del fuego, por no poder resistir a tanto ardor, y como se tenía ya tan de la mano al nominado fuego, fue visto que, sin temer su voracidad, se volvió luego juguete de la vista y diversión del oído en las lucidas invenciones de pólvora que se quemaron, pareciendo una continuada exhalación que variaban en la atmósfera la multitud de voladores213 que se disparaban; de modo que, si de algún hemisferio abstral se hubiera a distancia observado, juzgarían por aurora boreal la luminosa demostración con que explicó su gozo esta generosa villa, rematando todo este incendio un árbol luminoso muy bien dispuesto y dirigido, en unión de otras ígneas invenciones que dieron gusto a la vista su relámpago, sin ofender sus truenos a los oídos, como travesuras de fuego en que nada tuvo que enmendar ni apetecer el deseo. Aún no paró en solo lo relacionado la festiva demostración de este pueblo, continuó sus regocijos el obsequio de este ayuntamiento en el repetido paseo que el carro triunfal, iluminado a toda costa, efectuó por las calles públicas y acostumbradas, haciéndolo grato sobremanera los repetidos conciertos que dispuso la orquesta que en él iba y la armoniosa composición de las arias y tonadas que iban cantando las señoras de que ya queda hecha mención, en términos de transmu213. Se refiere a juegos pirotécnicos voladores.

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tarse el recinto de la villa en la verdadera mansión del contento, por ser general el que reinaba en todos sus habitantes de ambos sexos, de diversas clases y edades, que, congregados uniformemente sin asomos de preferencias ni rivalidades, solo se empleaban repetidas veces en poblar el aire de cordiales vivas dirigidos a su predilecto soberano, el señor don Agustín primero, concluyendo el nocturno paseo del carro, luego que regresado en la plaza mayor recitó en él, con el vestuario e idioma propia de un indio, don Mariano Calles, la siguiente loa: Música Indio

Hoy al clarín de mi voz todo el mexicano imperio en justas demostraciones llene su vasto hemisferio, que justo es que ufano la inauguración de Agustín primero en esta ocasión celebre festivo con gozo el mayor, diciendo que viva nuestro emperador. Sospenda osté, calle osté214 esos melifuas acentos215 con que de sos consonancias trinan dolzura sos ecos. Paose osté so fasistol, sospenda osté sos gorgeos, sos violines, sos trompetas, sos tambores, sos pellejos, sos flautas, sos octavinos, sos bajos, sos micorcheos,216 sos tololoches, obúes y sos demás estrumentos, con que embargan los sentidos

214. En las intervenciones de quien representa al indio intenta reproducir su forma incorrecta de hablar el español. 215. Anacoluto. 216. micorcheos: probablemente quiera decir semicorchea, una nota musical.

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con tan sonoros conciertos, que ya sé que so armonía es de la gloria un remedo, pues me quiero tomar parte entre tantos cosas bueno, que los indios también gustos como el que mejor tenemos. Por lo tanto espera osté, atienda que decir quiero un cosa que está en cabeza, aunque esplicarla no puedo:217 ella es bonitos bonito acá donde yo las tengo, pero el lenguas no me ayuda218 ni tampoco mi talento, cuando en uso del convite que me hició el ayuntamiento vengo muy pintiparado del Nombre de Dios, mi pueblo, a cumplir con mis deberes, ya que no con mis deseos, en día de tanta función, que se alegra el villa entero, con motivo de la jura del emperador excelso, el señor... que Dios prospere, sí... don Agostín primero. Una loya quiero echar219 como de mi entendimiento, que ya se ve que saldrá sin pies ni cabeza es cierto; pero yo, a pesar de todo, me he de salir con mi empeño,

217. esplicarla: respeto el uso de la s por la x, aunque no sea uniforme, por tratarse de una imitación de la expresión indígena en español. Infra se encuentra el empleo de la x, pero desconozco si sea cuestión del copista o un rasgo de escritura. 218. Discordancia. 219. loya: loa.

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Música

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que en día de tan gran fiesta, de tan locidos festejo,220 no es mucho haya algos malo entre tantos cosa bueno. Por lo tanto va del loya, y sírvame de consuelo que aunque soy un pobrecitos que no valgo real y medio y que diré disparates en lugar de encomios bellos, pero a fe que son prodentes los señores caballeros que el auditorio componen, y aunque haya en él también necios, siendo de mi propio jaez,221 no me da de ellos ni un bledo. Y pues empiezo, atended, que ya a esplicarme comienzo. Mas el asunto del loya, a esa música atendiendo, ha de ser solo arreglado al compás de sos versos; y así siga so canción, cante osté, sior musiquero, aquel copla del principio, pues es laudable su objeto. Hoy al clarín de mi voz todo el mexicano imperio en justas demostraciones llene su vasto hemisferio, que justo es que ufano la inauguración de Agustín primero en esta ocasión

220. Notar en este y en los versos siguientes la falta de concordancia, rasgo de todo el poema. 221. Aunque las grafías de “jaez” son claras, quizá habría que leer jáiz para dar el metro. De lo contrario se trata de un verso hipermétrico.

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celebre festivo con gozo el mayor, diciendo que viva nuestro emperador. Indio Hasca,222 tatita de mi alma, eso es todo lo que quiero que bien vuestras consonancias concuerdan con mis deseos. Ahora lo verán ostedes que voy a hablar en discreto; atención con sos orejas, silencio, todos, silencio, que en faustas demostraciones todo el mexicano imperio se convierta en el gran día que a don Agustín primero juró por su emperador del septentrional terreno: es de esas voces el tema, y yo aplaudo y sigo su eco, que por motivo muy justo para tal deber poseemos; convénzalo la razón: por emperador tenemos, no al que por razón de Estado223 ni por regio nacimiento: de personales servicios es un príncipe en sus hechos. Tal es el grande Iturbide, Wasington de estos tiempos,224

222. Hasca: probablemente se refiera a haza, tierra de labranza. 223. La expresión no fue acuñada por Maquiavelo, como se cree, sino por el arzobispo y humanista Giovanni de la Casa hacia mediados del siglo xvi. Para el tema de la razón de Estado vid. Friederich Meinecke. La idea de la razón de Estado en la edad moderna, Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1997, pp. 48-49. 224. Wasinton: George Washington (1732-1799) fue el primer presidente de Estados Unidos entre 1789 y 1797. Es considerado el padre de la patria.

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libertador de su patria, cosa asombrosa por cierto. En menos de siete meses, sin los estragos sangrientos225 que tal empresa requiere —no, señores, nada de eso—, se llenó de inmortal gloria y de honor el más completo, con su virtud filantrópica, con los políticos medios que inspira la moral sana, que consulta el juicio recto, con su valor singular, con lo agudo de su genio, con su constancia inmutable, con su espedito denuedo, con su dulzura, y a espensas226 de males de todo género a que imparias arrostró sin vacilar un momento. En buena hora, pues, su triunfo ocupen del globo inmenso toda la vasta estención; en buena hora esos acentos, con canciones amorosas, inciten con grande empeño a emprender mil regocijos en honor de este héroe excelso. Yo, con toda mi familia sin omitir a mis suegros, mis parientes, mis amigos, y todos los de mi pueblo,

225. Esta idea, por lo visto, era común. En un sermón a favor de Iturbide pronunciado en Zacatecas se dice del emperador: “Este es, queridos compatriotas, el glorioso americano que, sin estragos, sin turbulencias, sin paralizar él comercio [...] consiguió en solos siete meses la emancipación de nuestra amada patria”. Sermón a favor de Iturbide, BNE, ms. 202434 [1822], ff. 1-2. 226. Anafórico.

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seré el primero en rendirle, con el más tierno respeto, los homenajes debidos de un afecto el más sincero, de una adhesión la más grande, un fiel porte el más completo, una total obediencia y el corazón todo entero, y con esto el loa concluya con el música diciendo:

El Indio y música. Hoy el clarín de mi voz todo el mexicano imperio en justas demostraciones llene su vasto hemisferio, que justo es que ufano la inauguración de Agustín primero en esta ocasión celebre festivo con gozo el mayor, diciendo que viva nuestro emperador. Como siempre, esta villa, en la serie de sus disposiciones los primeros de sus respetos han sido los actos de religión; por lo mismo, al tiempo que se previno leal en sus regocijos, quiso también manifestarse religiosa en sus procedimientos. Con tal motivo, el día cuatro a las nueve de su mañana, el ayuntamiento —con mazas abiertas, respe[c]to a haber admitido dentro de ellas a los propios individuos que concurrieron al paseo de la tarde anterior, regenteados del señor presidente don Miguel de la Huerta, que llevaba el imperial pendón— se dirigió para la iglesia parroquial, en donde fue recibido del modo acostumbrado, y también el lábaro, por el sacristán mayor, presbítero don Miguel Salas Valdez, y de consiguiente puesto en el presbiterio en el lugar dispuesto a su colocación. El particular adorno y simetría del altar, las abundantes luces de cera que ocupaban su trono y todas las lámparas

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del templo, la decente al mismo tiempo que copiosa concurrencia, la cumplida orquesta de música y otras circunstancias de esta clase, sin pasar el término de una profusión reprehensible, franquearon natural motivo a la generosidad a que tocase la última línea de su esfuerzo en el opulento, fastuoso aparato de una función de iglesia la más solemne, cuyo complemento le dio, desde luego, la muy erudita y sobremanera elocuente oración panegírica que dijo, con un frasismo patético y muy propio para el caso, el reverendo padre predicador de este convento, fray Rafael Chavarría, de la regular observancia de nuestro seráfico padre señor San Francisco. La invención de la materia en su panegírico fue tan oportuna y natural como acomodada a su objeto. Nada vulgar: del bello orden y simetría en la división, repartimiento y citación de sus partes; perfectamente ordenado el enlace que las unió; la gravedad de sus frases, la puntualidad en sus se[n]tencias, la cultura y medida en sus expresiones y estilo... No cansemos, todo concurrió dignamente a la perfección y grandeza de aquel elocuente artefacto, obra prima en su especie, cuyo objeto dirigió a comprobar con todo acierto, sin desmentir un ápice las reglas de la oratoria, con la solidez y más inequívoca convicción, aludiendo al tema del se[r]món, que lo fue Clamavit omnis populus et ait vivat rex (tomado del libro V de los Reyes, cap. 1, v. 24) ser suma la felicidad del septentrión americano por la exaltación al trono de nuestro augusto emperador el señor don Agustín primero (que Dios guarde). Finalizada la magnífica función de iglesia, se regresó el cuerpo capitular a sus casas consistoriales, después de haber dado un paseo por la plaza con toda la circunspección, seriedad y arreglada disposición con que supo hacerlo y era propio de su representación, marchando a su espalda como cien hombres de la compañía cívica y colocado el imperial pendón en donde estuvo puesto la precedente tarde. Luego, enseguida se encaminó el ayuntamiento, bien que entonces sin mazas, a presenciar la acta del juramento que en esa mañana, después de concluida una exhortación propia del caso que dijo el presbítero don José Miguel Salas Valdez, efectuó con el más solemne y suntuoso aparato la referida compañía cívica, ante un crucifijo que se hallaba colocado en una mesa de altar puesta con el mayor decoro y aseo en un punto de los de la plaza mayor, y en ella también abierto un misal con los santos evangelios. Finalmente, la crítica temeraria e imprudente huyó, no teniendo qué corregir, y la ingenuidad juiciosa se complació en todo

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cuanto en esa mañana tuvo que admirar, porque cuanto se actuó en ella llevaba impreso el carácter de la más armoniosa formalidad en todo el pormenor de sus operaciones. Los cuerpos de minería y comercio que, emulándose amistosas competencias, no perdonaron gasto para hacer plausibles sus regocijos en obsequio de su amado emperador, destinaron la tarde de este día para efectuarlos del modo que se pasa a exponer: empavesado su bergantín con flámulas trigarantes y puestos en maniobra para dar impulso a sus velas, ya recogiendo unas, ya proporcionando la extensión de otras, todo con la actividad y propiedad más bien dispuesta, que dignamente captaban la atención pública, los marineros y grorumetes,227 vestidos con el traje de su ministerio, impulsaron su dirección para la plaza mayor del propio modo que lo habían ejecutado el día antecedente. No solo esta exquisita invención añadió nuevas admiraciones a la curiosidad del personaje que, sentado este, fue don Vicente Palacios, segundo síndico procurador de este común, bajo de dosel de damasco carmesí, construido en el alcázar del barco y representaba del modo más digno y adecuado la augusta majestad de nuestro proclamado emperador; las seis ninfas, que fueron otras tantas niñas de las principales de esta villa, que ataviadas con trajes y peinados, a más de uniformes sumamente costosos y en el mejor orden, estaban colocadas a su inmediación, entonando canciones alusivas a la celebridad, sino también la recomendable comparsa de africanos, indios, caciques, chichimecos228 y españoles, que por sus propias personas figuraron los principales caballeros de este comercio y minería con la propiedad más exquisita y natural, espensando cada uno a su costa los trajes correspondientes a su representación, e iban simétricamente formados unos [en] pos de otros delante del bergantín, compitiéndose ventajas la circunspección con la gracia, todo229 presentaba sobre respetuoso, el más grato entretenimiento, que infundía naturalmente en los espectadores toda aquella veneración que exige la grandeza, cuando la seriedad [es] el móvil de sus operaciones. De este modo y en dos viradas, se dejó ver el bergantín en la bahía frente del castillo, cuya moción se hizo más grata, recomendable 227. grorumetes: grumetes. 228. chichimecos: tribus indígenas que así fueron denominadas, en general por los españoles, todos los habitantes del norte y centro de México. 229. todo, repetido.

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y majestuosa al escucharse las armoniosas canciones que entonaban en celebridad de la coronación de nuestro amado soberano las supre mencionadas ninfas, con la variación de voces que exigía la naturaleza y circunstancia de los siguientes metros: Coro

Chihuagüeños cantad con placer, viva el héroe que se coronó, pues el solio supo merecer por virtudes que el cielo le dio.



El garante de la libertad que hoy goza esta vasta estención gratamente se mira exaltado por su ilustre y afecta nación. Ese cetro y corona que obtiene y por premio logró merecer, propiamente con heroicidad valeroso sabrá sostener.

Chihuagüeños... (vuelta)

La observancia de las garantías recomienda con puntualidad, y que si alguien la infringe se debe, por traidor y por vil, despreciar. Omitamos ficciones zalamas, detestemos toda falsa unión, de este modo seremos dichosos y felice será el Septentrión.

Chihuagüeños... (vuelta)

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Vive, César, gozoso y contento, vive quieto y pacíficamente; la nación ya no está vacilante, no receles de un amor ferviente. A ti debe la dicha presente, por ti aguarda la futura ver,

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tu prudencia, tu celo y conato230 loablemente lo hará florecer.

Chihuagüeños... (vuelta)

Vuestro júbilo, septentrionales, con razón debe ser estremado, que un patricio ascender hasta el trono el veinte y uno de julio ha logrado. Anáhuac, ya calmó tu dicha, gradualmente se va subsanando la penuria, tirana azarosa, que en un tiempo estuviste palpando.

Chihuagüeños... (vuelta)

Conservad, españoles del César, en vuestra alma el amor decidido, que aunque ha habido opi[ni]ones diversas, sin embargo le habéis merecido. Vuestra vida, honores y haberes, libremente gozosos lográis. ¿Qué esterminios, saqueos, y qué muertes, qué opresiones esperimentáis?

Chihuagüeños... (vuelta)

Chihuagüeños, si amáis vuestra gloria, hoy tenéis un motivo, el mejor, de insinuarla y hacerla notoria en la jura del emperador. ¡Viva, viva su imperial familia!, ¡viva el padre que tal fruto dio!, ¡viva en fin el que a todos concilia con el plan que tan sabio dictó!

Chihuagüeños... (vuelta) 230. conato: la significación en el texto se toma del latín: empeño, esfuerzo.

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Siguió el cántico titulado

Soraico



...Chihuahua venturoso, el pendón tremolado, no como antes, de guerra, sino de libertad. Y dad gracias al héroe que os la supo afianzar, a costa de fatigas y de incomodidad. Decidle que recuerde las víctimas que acá en un tiempo inmolaron por nuestra libertad. Que aquí la conserváis con dicha sin igual, a perpetua memoria de su propia lealtad. Y dadle testimonio que deseáis imitar su carácter tan firme, genio de libertad, ofreciendo al suplicio la personalidad, antes que sucumbir del ser de liberal. Todas corporaciones de tu noble lugar dan gritos uniformes de acendrada lealtad. Corona de laureles a nuestro héroe le dad, pues es digno del trono del gran Tenostitlán. México, en su opulencia, celebró el día natal

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del héroe que a su patria supo así eternizar. Y tú, pueblo famoso, no dejes de aclamar: ¡viva ese mismo César de augusta majestad! Nuestro sabio congreso le supo entronizar con mayoría de votos, como era de esperar. Por este nuevo objeto la nación debe amar los miembros dignos de él que hubieron de acertar. Los hijos de Chihuagua desean eterna paz, por eso se han unido a la voz general. Y en fe de ello repiten: “no otro gobierno más, que el que actualmente rige nuestra septentrional”. ¡Viva Agustín primero, el héroe de Anahuac!231 ¡Viva su augusto padre y el príncipe imperial! ¡Viva la emperatriz, madre de humanidad! ¡Viva el sabio congreso! ¡Viva la libertad!

Auracana [sic]

La emperatriz del Anáhuac

231. Anahuac: Anáhuac. La acentuación se hace aguda para lograr la rima y el metro heptasilábico.

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la libertad ha cimentado, pues ella quiere que se tutele la independencia que ella ha jurado. También opina que el Septentrión, como nación, ha de estribar en dos poderes, cuyos deberes sean de dar leyes y sancionar. La religión garantizada es adorada, di su cordura [sic]; dando con esto a todo el resto de las naciones bella lectura. La unión protege tan decidida que ya homicida deseará ser con quien quisiera y se atreviera a quebrantar tal estrechez. Es, finalmente, su majestad la que en lealtad gritó a su ingreso: “¡Viva la unión, la religión, la independencia y alto congreso!”

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Viva, pues, ella con Iturbide, y Dios le cuide por muchos años. Como alhagüeños, los chihuagüeños así pedimos y les deseamos.

Finalmente, competidas y correspondidas mutuamente la salva del castillo y buque, al aproximarse este al primero, arengó el que representaba al emperador, dirigiéndose al pueblo, del modo que sigue: “Conciudadanos, valientes hijos queridos de Anáhuac, al verme hoy elevado en este puesto tan fuera de mi naturaleza e ideas, después de dirigir al cielo mi admiración, no sé qué transporte me acompaña, que me prometo corresponder a vuestra gran existencia y al acendrado amor que con efusiones tan sublimes como propias de corazones nobles y generosos me tributáis en este día. Sí, amados compañeros míos, os confieso no saber la clase de admiración que tanto sensibiliza mi alma al deciros aquella una sola expresión que con indelebles caracteres ve esculpida en vuestro pecho y que considero grabada para siempre en los mármoles históricos del universo, pues que comprehende el inmenso raudal de beneficios prodigados por la Divina Providencia en este nuestro hermoso imperio. Os la diré, sí, ¡oh, propicio gran Dios! Remontó, felices habitantes del Septentrión, sí, remontó ya su vuelo el águila de Anáhuac a la cima de su libertad. En efecto, es llegado ya el venturoso momento en que, oh, hermanos míos queridos, respiráis plácidamente el dulce suspiro de la libertad, la hora dichosa en que descansáis gozosos en la más buena fe y el glorioso día en que reanima vuestro corazón la más pura confianza. En nada has propasado, oh suerte desengañada, los límites del premio, pues el que hoy logran estos beneméritos campeones no es más que el muy justo y debido a sus penosos trabajos, a sus duras tareas, esfuerzos infatigables y, en fin, confiéralo, a su magnánima heroicidad, a su igual constancia y a tan decidido como sobresaliente valor.

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“No hay duda, compañeros y hermanos míos, no hay duda de que en los vastos contornos de este hermoso suelo resuena la voz de la libertad; ella misma publica en su eco que a vuestra heroicidad y virtud deben la religión y el estado su engrandecimiento. Vuestra es la gloria; no puedo menos de haceros justicia, pues aunque el voto general me ha colocado en esta para mí tan penosa como alta dignidad, no me contemplo sino como uno, o acaso mínimo partícipe en la gran obra de la libertad. Sí, os lo confieso, y que por ventura mis débiles esfuerzos, mis cortos pasos y operaciones, hayan merecido para vosotros un concepto superior, creedme que no lo tienen, pues no he hecho más que cumplir con el sagrado deber de mi patria y religión. Esto mediante, os repito que vuestra es la gloria, decididos hermanos míos americanos y europeos. A vosotros, vuelvo a decir, merece su nombre nuestra felicidad. A vuestros amorosos sufragios debo yo fina gratitud. Al Dios de los ejércitos, ante quien acabo de prestar el más solemne juramento de ser un príncipe justo y benigno, no tirano y opresor, debemos todos las más puras gracias, los himnos más dulces y las más humildes preces, para que, como rey de los reyes, me guíe a gobernaros con el acierto de que sois dignos y sin lo cual quiero cese inmediatamente mi imperio. Observad mi conducta, así como será vigilada la vuestra. Reconozcamos la soberanía de la nación, obedezcamos sus leyes, deseemos la justicia y respetemos las autoridades, únicos constituyentes todos de verdadera felicidad; adoremos al autor y supremo legislador de las sociedades, y sean nuestra gloriosa divisa la religión, la independencia y la unión”. Los vivas, cañonazos, descarga de tropa, y la melodía de la música que se siguieron a la conclusión de la precedente arenga, la hicieron más plausible y respetable, dando ella misma ocasión a que el capitán de la milicia cívica, don Manuel Palacio, puesto a la cabeza de una fila de las que componían la milicia cívica, con las demostraciones más respetuosas, al tiempo mismo que con una esforzada voz, le hablara en los siguientes términos: “Señor: la milicia nacional, local de Chihuahua, faltaría a sus deberes y bien acreditada lealtad si en este majestuoso y fausto día no se presentara a vuestra majestad imperial rindiéndole el más

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cordial homenaje. Sí, señor, esta porción de milicianos, aunque pequeña en número, pero grande en sentimientos nobles y patrióticos, es la misma que por el órgano seguro de su jefe quiere patentizarle la uniformidad que guardan los suyos con los de vuestra majestad imperial. El día de hoy, señor, hoy mismo ha acreditado esta verdad el solemne juramento que han prestado ante el Dios de los ejércitos,232 y pues vuestra majestad imperial ha protestado a la faz de la tierra ser protector y padre de los pueblos, la milicia de Chihuahua también protesta defender con las armas en la mano los sagrados derechos de la patria y de vuestra majestad imperial. Continuad pues, señor, continuad vuestra carrera majestuosa por dilatados años, para la prosperidad de todos los habitantes de este vasto imperio, y quiera el cielo sea con tanta satisfacción y alegría como la que estáis experimentando en este mismo momento por las calles y plazas de Chihuahua, la que pido, señor, sea erigida en ciudad, por premio de su grande patriotismo demostrado en estos días”. Luego que el capitán don Manuel Palacio concluyó su precedente peroración, don Vicente, con el aire y magisterio propio del augusto personaje que representaba, le contestó en los siguientes materiales términos: Valientes milicianos, os agradezco sobremanera la grata demostración de afecto que por conducto de vuestro jefe me acabáis de tributar. Confieso que al heroico esfuerzo de los dicididos militares y al de los fieles pueblos de este vasto imperio debo el puesto que ocupo. Sí, a todos ellos les vivo reconocido, y mis desvelos y tareas no seguirán otro norte que el de proporcionar toda felicidad a unos y otros. Prueba nada equívoca de esta verdad lo será el que por mi parte queda concedida la gracia de que Chihuahua sea erigida en ciudad, y vosotros, para darme una nueva de patriotismo, aclamad diciendo: “¡Viva el imperio mexicano! ¡Viva el soberano congreso! ¡Viva la religión! ¡Viva la independencia! y ¡Viva la unión!”. 232. El dios de los ejércitos es Jehová. Llama la atención que sea la segunda referencia similar.

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Con qué entusiasmo y con qué júbilo repitió, sin perjuicio del mejor orden, el inmenso pueblo, los vivas antecedentes; con más presteza que los montes el eco reproducía festivo el de tan plácidas voces; ya se ve que le daban impulso nada menos que los objetos de su mayor predilección: un emperador que, compendiando en sí las virtudes y excelentes cualidades que la fama ha preconizado dignamente en otros heroicos monarcas de los que con todo mérito ocupan el solio, reúne además la circunstancia de serlo a virtud de servicios hechos en supremo grado a favor de la nación que domina; un congreso en quien libra el imperio su felicidad a consecuencia de las útiles, saludables leyes que con el mayor tino y sabiduría sabrá proporcionarle; una religión que ciegamente adora y en cuya defensa y conservación sabrá sacrificar cuanto el hombre tiene más apreciable en lo humano, como son su vida e intereses; la independencia, a virtud de la cual disfruta de los bienes que hacen grata sobremanera la sociedad en que compone número; la unión, que inspirando en los habitantes del imperio, ya emane su origen de este o del otro lado de los mares, la fraternidad más constante y armoniosa. Por consiguiente, efecto de tan religiosa conducta, no tienen uniformemente más conatos que sostener a toda costa los derechos relativos a el imperio mexicano de que son individuos. Pasados los relacionados actos en que se emulaban a porfía la lealtad, el amor y el regocijo, el barco, movido de unos a otros puntos en la plaza mayor, cautivó la admiración universal de mostrarse hermosamente lucido con la completa iluminación ideada y distribuida en él con la más acorde y arreglada simetría, de modo que parecía un Mongibelo233 curioso, cuyas luces semejaban las del estrellado firmamento, habiendo logrado el esmero, no solo proporcionar placenteras satisfacciones al más exquisito criterio, sino los justificados aplausos de ser todo lo que presentaba a la expectación pública obra cabal de una magnificencia ingeniosa, a propósito, desde luego, para dar cumplido realce y cumplimiento a los cultos empleados en obsequio y honor del coronado héroe americano, el siempre insigne, nuestro predilecto, el señor don Agustín primero. La verdad de estos sentimientos a nombre de la villa de Chihuagua, se manifestaron en una loa que con la mayor propiedad dijeron la Fama, desde lo alto del bergantín, vestida con el 233. Mongibel o Mongibelo: nombre siciliano (mezcla de árabe e italiano) del Etna.

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traje propio de su representación, y la misma Villa, en figura de dama, como en efecto fue la siguiente: Música ...Dese a Agustín la victoria que a Marte dio el gentilismo, pues que supo a Marte mismo quitar el triunfo y la gloria. Villa

Voces sonoras, que al oído tan dulcemente embelesa vuestro acento que, encantado, ni que es sentido se acuerda, ¿qué nuevo gozo en vosotras moción tan fausta fomenta?, ¿qué héroe es ese que aplaudís, dándole la preferencia contra el inv[e]ncible Marte, tremendo Dios de las guerras, cuando a campeones famosos por sus heroicas empresas como un Héctor, un Aquiles,234 un gran Scipión en la Hesperia,235 un macedón Alejandro,236 un Pompeyo237 de fama excelsa, un Pir[r]o, un Julio,238 también otros muchos que se expresan

234. Héctor: en la mitología griega fue un príncipe troyano a quien Aquiles dio muerte. A él se encomendó la ciudad en la guerra de Troya; Aquiles: es uno de los protagonistas de la Ilíada. Héroe de la guerra contra Troya. 235. Scipión en la Hesperia: Publio Cornelio Escipión Africano (236-183 a.C.), más conocido como Escipión el Africano, fue un destacado militar romano. Hesperia era llamada la península ibérica (o Hispania) en la Antigüedad. Escipión fue procónsul de Hispania de 211 a 206 a.C. 236. macedón Alejandro: referencia a Alejandro Magno quien era originario de Macedonia. 237. Pompeyo: líder militar de la antigua Roma y cónsul de la República. 238. Pirro] Piro: (318-272 a. C.). Brillante general griego, rival de la República romana. Julio: Cayo Julio César (100-15 a.C.) fue un famoso militar romano que, después de ocupar importantes puestos en el Senado, llegó al cargo de emperador. Es conocido su asesinato a manos de Bruto.

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en los anales gloriosos del tiempo y la historia, a lo más hijos de Marte, por sus valerosas proezas, lograron se les llamara? Decidme, por vida vuestra, ¿cuál es, pues, ese Agustín, ese adalid, ese alteza de tal valor y pericia, de tan singular destreza, que según la prolación de buenas, dulces cadencias, el triunfo y la gloria supo ganar al Dios de las guerras?

Música

Chihuahua, atiende a las voces de la vocinglera Fama que, por aclarar tus dudas, puebla las etéreas salas.239

Fama

Chihuahua ilustre, la fama que vaguea afanosa el globo entero con el objeto que inflama y con aquel estilo puro y verdadero con que insinuar debe sus asertos, a relacionaros viene hechos ciertos. Esas voces que en tu suelo obsequioso esparce el fino afecto son dedicadas con anhelo a encomiar del digno, predilecto hijo de la patria que hoy, soberano, el solio ocupa del imperio mexicano. Al ínclito Iturbide, Marte americano sin segundo,

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239. Recuerdan un verso de las famosas décimas de Segismundo en La vida es sueño de Calderón de la Barca: “Nace el ave y, con las galas / que le dan belleza suma, / apenas es flor de pluma / o ramillete con alas / cuando las etéreas salas / corta con velocidad…”. Ed. José María Ruano de la Haza, Madrid, Castalia, 1994, vv. 123-128.

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cuyo valor solo se mide con el de este Dios, no en lo furibundo,240 sino en lo moderado, en lo ingenioso, lo prudente, esforzado y generoso. Su carácter fino, amable, mil adoradores siempre tiene, siendo en sus portes todo loable, porque con tal nobleza los sostiene, que hermanar sabe con destreza, con lo humano la imperial grandeza. La libertad que gozamos y hoy por ventura tiene la nación, no por otro la logramos que por su heroica, invicta, decisión de morir en la empresa dignamente o lograr fuese el reino independiente, para que, con tal ventura, la íntegra posesión de sus derechos disfrutara con la pura satisfacción de ver deshechos de sus males e infortunios la sentina241 en la del despotismo total ruina. Por eso, siempre afanados, en premio de sus triunfos, justamente gratuitos y obligados, todos piden a Dios, con celo ardiente, que aquel que fue instrumento de su gloria los frutos logre de tan gran victoria. ¡Cuántos habrá que puros en la lucha que sienten intestina de los combates duros con que guerra les da carne maligna, por sus consejos sabios y prudentes sin mancha se mantengan inocentes!

240. Se aprecia la distinción entre Jehová y el emperador. 241. sentina: parte baja del barco donde se acumula el agua procedente de las filtraciones. También lugar de inmundicias.

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¡O cuántos, agitados porque los duros males le[s] afligen, en su majestad confiados, a buscar de ellos el remedio se dirigen, van a su casa y hallan al momento que en ella el socorro está de asiento! Allí, cual en la fuente las aguas claras el sediento apura, viven alegremente, sienten consuelo y natural dulzura, y aunque saciados al estar bebiendo …………………………….. Ya se sienten robustos, alientos cobran sin quedar expuestos a los antiguos sustos con que sin pena los tenía molestos; vuelven alegres, entran a su casa y les cuentan a todos lo que pasa. Ello es que Iturbide es perenne; sus discursos floridos, vigorosos —que en sí no tiene lo que a otros hombres hace fastidiosos— contesta afable, escucha sin enfado y une la majestad con el agrado. “Cuando está hablando, dirán absortos, este hombre nada ignora, todo está mirando: mientras más se explica, más enamora, al ver que los arcanos de su mente los hace percibir tan claramente”. No tiene propia gloria, siempre empeñado en procurar la ajena, su activo celo y caridad notoria a continuos afanes se condena, logrando afable siempre, siempre ufano, hacer suya la pena de su hermano. Sus muy nobles pensamientos se elevan cual águilas hermosas

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a meditar los complementos de virtud, valor y otras mil cosas tan altas, tan fructuosas, tan cabales, que hace desearle dichas eternales. Los mexicanos denodados lo buscan y aman, aunque a nadie adula; hambrientos y saciados, por verle tienen empeñosa gula, gula laudable donde la vianda plena deja al discurso hambriento, aunque lo llena. ¡Feliz una y mil veces el que a su servicio se dedica, el que defiende sus intereses, le adora, le ensalza y su gloria publica, quien fiel le sirve y hace a quien le ofende su yerro conocer porque lo enmiende! ¡Dios, Dios santo, uno y trino, premio inmortal, eterno soberano, da a Agustín que os sirve fino; esté con él vuestra adorable mano, a fin de que los aciertos en su mando le estén siempre acompañando! Y pues en lo que he narrado has visto clara y visiblemente motivo justificado para el elogio que debidamente al héroe de Igual[a] estas voces dan,242 ya luego tus dudas cesarán. Justo es, pues, que tomes parte en tan grandes y justas demostraciones, y si con verdad he de hablarte, a ello te compelen mil obligaciones, que os impelen la gratitud, fidelidad, debidas de Iturbide a la bondad.

242. héroe de Iguala: Agustín de Iturbide. Se refiere al Plan de Iguala o Acta de Independencia de la América Septentrional que proclamó el 24 de febrero de 1821 en Iguala, Guerrero. En este documento político se declaraba la independencia y soberanía de la Nueva España.

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Y con esto, a Dios te queda, Chihuahua noble, fiel, ilustre villa; ya tú harás que nadie te exceda, sí, a tu fineza aunque sencilla, menos en tener más que tú el honor de ser fina y leal a vuestro emperador.

Con esto desapareció y siguió hablando la villa de Chihuahua

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Hermosa deidad, en quien se compiten tantos y tan excelentes atractivos, que al oírte atento, verte y contemplarte, fuiste de mi corazón un fuerte hechizo, no tan pronto me prives, no tan pronto, del placer que tengo al veros y oíros; pero, pues al fin te fuiste presurosa, sírvame de consuelo en tu retiro el logro de tan plausibles desengaños como los que me dejaste en tu prolijo y circunstanciado razonamiento; ya por él desengañada vivo, que el héroe de Iguala siempre insigne, que Iturbide, lo diré con regocijo, modelo de valor, prudencia y de bondad, de desinterés, rectitud y patriotismo, cuyas acciones, bien analizadas, solo presentan al escrutinio, si excelentes virtudes que admirar, lecciones también de un grande heroísmo, es el digno objeto de los cultos faustos y solemnes regocijos con que los habitantes de mi suelo se ocupan, reverentes y festivos, en celebrar la jura del monarca del gran Tenostitlán hermoso y rico. Sea enhorabuena, pues, deber tan justo, de su fidelidad y amor él sea indicio, sea de sus homenajes digna muestra

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de su gratitud y adhesión, indicativo el más cierto, cordial y reverente, y obsequio al fin dignamente atribuido al hombre extraordinario a quien se debe, por su firme carácter, valor cívico, pericia militar, grande talento, filantrópicos portes, decididos, dignos de emprender y a toda costa de la vida y un millón de sacrificios, la emancipación rara del imperio librándola del español dominio, siguiendo de Timoleón y Wasington,243 ya en Siracusa, en Estados Unidos, su grandioso, su inmortal ejemplo. Los bienes que por ella se han seguido a la nación mexicana son tan grandes, que no es fácil reducirlos a guarismo; la experiencia solo ostentar puede de sus efectos el goce apetecido; y si esto es innegable, ciertamente por sus relevantes méritos es visto que el grande Iturbide es acreedor justo, por todos los derechos más estrictos, a que sus sienes ciñan la diadema que la proporcionó su insigne heroísmo: gócela enhorabuena muy dichoso, libre de perversos enemigos; la paz le acompañe en sus empresas, de Dios la bendición en sus designios, para que así su mando sea el más justo, de todos sus súbditos bendecido; llene de loor su nombre y su memoria, tanto ahora como en los futuros siglos. Este es el común voto de Chihuahua,

243. Timoleon (c. 411-337 a.C.) nació en Corinto. Después de una serie de combates fue reconocido como señor de Siracusa. Fue venerado en la ciudad e incluso en toda Sicilia. A su muerte se erigió un monumento en su honor que luego se transformó en estadio. Washington, vid. supra.

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excelso emperador, monarca invicto, y este el de su comercio y minería que, hermanados con afecto fino, gozosos os tributan justamente con estos obsequios su corazón mismo, y el entusiasmo con que os proclaman en unión del pueblo diciendo festivos: “¡Viva el señor don Agustín primero, digno emperador de aquestos dominios!”

Con mucha complacencia fue oída la supra mencionada loa, acrecentando la viveza de los afectos el despejo y gracioso estilo para representarla de los recitantes que, en efecto, desempeñaron su deber con mucha gracia, destreza y perfección; y enseguida, puesto otra vez en movimiento el bergantín, al estar situado frente del castillo, desde él arengó su gobernador don Vicente de Vicente244 [sic] en los puntuales términos que se pasan a relacionar. “Señor: la gran nave de la América peligraba, el choque de las pasiones era continuo, su curso con rapidez se difundía por el espacioso Septentrión. Un funesto resultado era la consecuencia deducible de semejantes principios, los momentos uno tras otro daban un prestigio nada favorable; por último, confundido casi ya el espíritu público por las acaloradas imaginaciones de un sinfín de enemigos de nuestra tranquilidad, se nos iba a sumergir en el cao[s] inmenso de la anarquía. Pero el ser infinito, cuya procedencia no la tiene de otro, ha protegido nuestra emancipación manifestando su poder. Venturoso día diez y ocho de mayo, día feliz para los americanos, dichosos habitantes de la capital que, reuniéndose al soberano congreso, proclamaron por emperador de Anáhuac a su hijo predilecto, a el que le debe su libertad, y al que ha hecho se numere por nación este continenti.245 Este y no otro era el que estaba destinado por la Divina Providencia para ser emperador de los mexicanos. Estos dijeron: ‘¡Viva Agustín primero, emperador constitucional!’, y todas las provincias de este vasto continenti correspondieron: ‘¡Viva el gran Iturbide, viva el in-

244. Vicente de Vicente Ms. Esta repetición se presenta por segunda vez, de modo que me hace dudar de si había un personaje con tal nombre. 245. continenti: continente.

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mortal, el joven impertérrito, nuestro libertador, el héroe de Iguala! ¡Viva su augusta esposa la emperatriz! ¡Viva el príncipe heredero! ¡Viva su ilustre familia y viva su anciano y virtuoso padre!’.246 Estos han sido los sentimientos de amor y respeto de los americanos; mas en este día el fidelísimo vecindario de esta heroica villa de Chihuahua, particularmente los cuerpos de minería y comercio, llenos de amor a su emperador, gozosos se congratulan en decir que han cesado ya los temores, que Agustín primero es el que maneja la gran nave americana: ya no está vacilante, su curso se halla asegurado, la encamina al puerto de la felicidad en donde una y mil veces repetirán: ‘¡Viva Agustín primero, emperador constitucional mexicano! ¡Viva la venturosa emperatriz! ¡Viva el soberano congreso! ¡Viva la religión! ¡Viva la independencia! ¡Viva la unión y viva la heroica villa de Chihuahua!’, ya ciudad, con que la alta bondad de vuestra majestad imperial acaba de condecorarla a virtud de la arenga del benemérito capitán y milicia nacional, a cuyos votos unimos gustosos los nuestros, suplicando a vuestra majestad extienda su paternal amor a perfeccionarnos la gracia con el glorioso timbre de Iturbide, para que en días de placer y júbilo como el presente y demás fiestas nacionales digamos sin cesar: ‘¡Viva nuestro emperador y viva la muy fiel y heroica ciudad de Iturbide!’”. Contestación del emperador “Muy satisfactoria me es vuestra cordial felicitación, recomendables y fieles míos, minería, comercio y vecindario. Es cierto que borrasca, acaso la más dura que jamás abrigó en su seno el océano político, intentó naufragio a la preciosa nao mexicana, pues nortes furiosos de pasiones formaban tan espantosa marejada que en continuo choque la obligaban a beber aguas de desconfianza y discordia. Mas ya el celestial práctico nos la ha guiado al salvo puerto de libertad, y a nosotros toca afianzarla con el áncora firme de la unión, con la cual os prometo 246. La emperatriz era Ana María Josefa Huarte y Muñiz (1786-1861), quien nació en Valladolid, Michoacán. El heredero de Iturbide era Agustín Jerónimo de Iturbide (1807-1866); los padres del emperador eran José Joaquín Iturbide y Arregui, quien llegó de Peralta, Navarra, y María Josefa de Arámburu y Carrillo de Figueroa, nacida en Valladolid (hoy Morelia), Michoacán.

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como piloto que nunca temporal alguno podrá arrancarnos de la dulce calma que la serena atmósfera nos presenta. Pocos momentos hace tengo concedido a esta heroica Chihuahua el título de ciudad; y ahora vuestros sobresalientes deseos me obligan a extenderla la denominación de Iturbide; pero sí, que sea el eterno loor en que vivan el libre imperio mexicano, el soberano congreso, la religión, la independencia y la unión”. Finalmente, después que en obsequio de la celebridad del día dispusieron bailar una contradanza247 la tripulación con las damas a bordo, y en tierra al mismo tiempo la comparsa de moros, indios y españoles con señoras de distinción que al efecto se convidaron, se providenció la retirada del bergantín, y con ella echar punto a las demostraciones destinadas para este día, continuando en las de otros seis consecutivos una corrida de toros que la hizo sobremanera plausible, a más de la numerosa concurrencia de gentes que se dispuso a presenciarla. Lo bien dispuesto de la plaza y variada pintura de palcos, sin que en el tiempo intermedio de las indicadas festividades ocurriese contingencia o novedad la más pequeña que las desgraciare, a causa de que la judicial policía puso en movimiento, con oportunidad, cuantas determinaciones tenían relación con el establecimiento del buen orden, contribuyendo a su conservación el vigilante, constantísimo esmero de la compañía cívica que se dedicó a patrullar y a ejercer cuantas tareas fueron indispensables en semejante tiempo a el indicado fin, desde el capitán hasta el último de sus soldados, con la constancia y complacencia más recomendables. Ello es cierto que la nobilísima villa de Chihuahua, en digno obsequio del inmortal Iturbide, ya considerándolo insigne caudillo libertador de la patria, eternizando su nombre con las justas aclamaciones de sus proezas, por las que su prudencia, filantropía, desinterés, valor y pericia militar, si no superior, corre igualdades con los Alejandros, Scipiones, Aníbales, Belisarios, Temístocles, Ciros y otros héroes que llenaron de gloriosa fama los espacios de la Antigüedad, ya venerándolo digno emperador del vasto y opulento imperio de Anáhuac, que dedicado infatigablemente a la común felicidad de sus súbditos, no

247. contradanza: “Baile originario de Inglaterra, que es ejecutado por varias parejas al mismo tiempo, colocadas en círculo o en filas enfrentadas”. Se señala que “fue muy popular entre la comunidad burguesa a fines del siglo xviii” (DRAE, s. v.).

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sean otros los conatos de su nobilísimo augusto deseo que equilibrar sus afectos con el fiel de la razón; ya finalmente desengañada en ambos puntos de vista que de todos modos su majestad imperial viene a ser la gloria de su siglo y el tutelar genio del Septentrión americano, bajo cuya égida las artes, la agricultura y la industria lograrán su prosperidad y los pueblos su regeneración política, a virtud de sus justificadas soberanas disposiciones, nada titubeó en consagrar decidida lo más empeñado de sus afanes y generosos desahogos, para acreditar en las épocas presentes y futuras que en lo subsolar, a proporción de sus posibilidades, ningún otro lugar de los del imperio puede disputarles mayorías en la felicidad, amor y obediencia que protesta tributar sincera y cordialmente al mejor de los terrestres soberanos como el que acaba de proclamar. En efecto, de esto ufana, se gloria, y su ilustre cuerpo capitular, fiel órgano de sus nobles sentimientos, representando sus veces, se complace de tener el honor de publicar tales afectos a la faz del orbe, como que en todo él resonará dignamente con honroso aplauso el excelso nombre de Agustín primero, emperador constitucional de México, que se hizo justo acreedor a la hermosa diadema que ciñe sus sienes, con aquellos brillantes golpes de heroísmo que por sí mismos se abren paso franco para recompensas de semejante tamaño. Así lo siente su señoría y por tanto así lo firma en esta su sala capitular de Chihuahua, a los treinta días del mes de diciembre de mil ochocientos veinte y dos, segundo de la independencia del imperio. Doy fe. Miguel de la Huerta. Juan José Trillo. Lorenzo López. José María Porras. José María Irigoyen. Eugenio del Valle. José María Bustamante. Miguel Villegas. Miguel Jaurrieta. Ante mí, José María Ponce de León, escribano público imperial. Es copia que fielmente concuerda con su original, y en fe de ello así lo certifico y firmo en esta villa de Chiguahua a los veinte y dos días del mes de febrero de mil ochocientos veinte y tres, tercero de la independencia del imperio. José María Ponce de León Secretario de Cabildo

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Pobre soy y en el ardor...248 Pobre soy y en el ardor de amor me siento abrasar La hambre se puede pasar y no se puede el amor. La fina amista249 se cuenta250 en el número de dos y apenas en el plural se multiplica el amor. Fácil difícil251 te ves espero jovial abrigo y eres una y siendo así ni puedo vivir contigo252 ni puedo vivir sin ti. Miguel Tellechea253 SONETO Los indios de este suelo tarahumar de Adán tienen su origen como todos su idioma los distingue, y aun sus modos

248. Archivo Parroquial de San José del Parral, rollo 17B, leg. 17 (hay cuatro o cinco cartas y pleito). 249. amista: amistad; síncopa. 250. En el original, en dos líneas. 251. fácil, difícil: oxímoron. 252. Isocolon con antítesis en este y el último verso. 253. Miguel Tellechea, Compendio gramatical para la inteligencia del idioma tarahumar: oraciones, doctrina cristiana, pláticas, y otras cosas necesarias para la recta administración de los santos sacramentos en el mismo idioma, Ciudad de México, Imprenta de la Federación en Palacio, 1826. En las pp. 161 y 162, incluye dos sonetos, para concluir con una décima. Fray Miguel Tellechea (¿mediados del siglo xviii-principios del siglo xix?). Fue religioso franciscano. Misionero del Colegio de Guadalupe de Nuestra Señora de Zacatecas, ministro del pueblo de Chínipas (estado de Chihuahua) y presidente de las misiones de la Tarahumara. “Tellechea, Miguel, O.F.M.”, en línea: https:// www.bvfe.es/es/autor/10751-tellechea-fr-miguel.html.

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con el arte y la industria, se harán sin ejemplar.254 Entonces la opinión más singular vendrá en conocimiento de que ha errado cuando vea al indio ya elevado al rango más hermoso y racional; todo va ya proporcionando nuestro dulce sistema federal, y con pasos prudentes avanzando para el indio la ilustración muy especial; y quedarán entonces blasfemando los que eximen del honor, al simple tarahumar.

254. Verso hipermétrico.

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Archivo de la Catedral de Durango: ACD Archivo General de Indias: AGI Archivo General de la Nación: AGN Archivo Municipal de Parral: AMP Biblioteca Nacional de España: BNE Diccionario de la Real Academia Española: DRAE Sebastián de Covarrubias: Cov. Diccionario de Autoridades: Aut.

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