Urbanismo ecológico. Volumen 6, Producir
 9788425228056, 8425228050

Table of contents :
Urbanismo ecológico: producir
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Índice
Producir
Sub, supra e infraestructuras energéticas
Parque undimotriz
Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology
Aux fermes, citoyens!
Local River: unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras
Soft Cities
ZEDFactory
La revolución del pie grande
Ecoservicios
La Tour Vivante, ecotorre

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PRODUCIR Las ciudades consumen recursos, pero ¿podrán en algún momento producir más de lo que consumen y generar una abundancia de energía, alimentos, dinero y riqueza? Demasiado a menudo se cita que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, pero cabe añadir que estas consumen más de tres cuartas partes de la energía mundial. Si las ciudades aspiran a ser más productivas, es imprescindible superar la idea de que la energía no se produce en ellas y de que sus industrias auxiliares se encuentran también lejos. Los jardines verticales de Patrick Blanc son una provocación que invita a cuestionarnos si la producción vertical de alimentos puede integrarse en la ciudad. El trabajo de Sheila Kennedy, de KVA MATx, insinúa un futuro en el que los edificios pueden producir electricidad y, en consecuencia, necesitar menos infraestructura. La ZEDFactory de Bill Dunster es un ejemplo de cómo los principios de comisariado y productividad pueden integrarse en el desarrollo a una escala más urbana, mientras que Kongjian Yu muestra cómo la producción de alimentos en sí no es incompatible con el ocio. Ecociudad Logroño y la ecotorre La Tour Vivante son ejemplos de paisajes híbridos. Las ideas de productividad dentro de la ciudad se expresan en su forma más extrema y productiva en la múltiple estratificación de paisajes y edificios.

Sub, supra e infraestructuras energéticas D. Michelle Addington

Parque undimotriz Pelamis Wave Power Ltd.

Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology Vector Architects

Aux fermes, citoyens! Dorothée Imbert

Local River: unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche

Soft Cities KVA MATx

ZEDFactory Bill Dunster

Ecociudad Logroño MVRDV

La revolución del pie grande Kongjian Yu

La Tour Vivante, ecotorre soa architectes

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Sub, supra e infraestructuras energéticas D. Michelle Addington

Si el “edificio de consumo energético cero” fue el grito de guerra del diseño ecológico de finales del siglo xx, el “desarrollo carbononeutral” es el mantra de la actual generación de diseñadores ecológicos. Desde el plan sostenible para Londres defendido por el exalcalde Ken Livingston hasta la iniciativa de la ciudad de Masdar, actualmente en vías de construcción, el plan general “sostenible” a gran escala parte de reconocer que los factores de tensión medioambiental de los sistemas ecológicos, sociológicos, políticos y económicos no pueden examinarse, ni mucho menos resolverse, a escala de un edificio. No obstante, muchas de esas mismas debilidades que resultan del examen de los sistemas a esa pequeña escala siguen estando presentes a escala de la ciudad. Los sistemas, y los sistemas de base energética en particular, no pueden escalarse de un modo geométrico ni tienen límites claros. De hecho, incluso si se aísla un sistema del resto, las múltiples escalas y fronteras seguirían teniendo un peso importante en él. Este ensayo se centrará en un único sistema –la producción y el abastecimiento de energía– para sugerir los tipos de fronteras “funcionales” que pueden conducir a un planeamiento ecológico más eficaz. Tradicionalmente la planificación de grandes urbanizaciones de nueva planta se ha abordado como si se tratara de una “parcela”. La parcela consta del terreno y de los edificios y puede acceder a una infraestructura energética mayor o producir su propia energía. Muchos de los planes más importantes recurren a esta última estrategia, y a menudo incluyen nuevas formas de producción de electricidad, generalmente mediante fuentes renovables, que pueden a su vez revenderse a la red regional, el llamado método plug-in, cuya premisa es que la distribución eléctrica pueda dividirse en paquetes autónomos que funcionen de manera independiente y que sean capaces de sumarse a otros sistemas regionales. Y aunque la parcelación de la producción de energía permite la instalación gradual de nuevas fuentes renovables, no sucede lo mismo en el caso de tener enormes pérdidas. Los sistemas conectados a la red se rigen por una mayor operación de la misma, no por las exigencias energéticas locales de las respectivas parcelas. La planificación eficiente de las nuevas urbanizaciones requiere un plan exhaustivo para la producción, distribución y consumo de energía a diversas escalas espaciales y mediante múltiples sistemas. La mayor parte de las estrategias de planifiPRODUCIR

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Corriente directa Baja temperatura geotérmica Toma a tierra

EDIFICIO SUBTERRÁNEO

Solar (térmica no concentrada)

EDIFICIO SOBRE EL NIVEL DEL SUELO

Corriente alterna

La producción y el consumo de energía no pueden equilibrarse o examinarse dentro de los límites de un edificio. Los sistemas de producción se optimizan y funcionan a escalas mucho mayores, y la corriente alterna opera solo en la mayor de estas. Los puntos de consumo tienen una jerarquía de interrelaciones que deben ajustarse a cada nivel.

Tipo de consumo (trazado exérgico) (Des)acoplamiento del suministro/ consumo Distribución de fuente “Minado” térmico Cantidad de consumo

cación parceladas tratan los sistemas energéticos como si pudieran caer dentro de un único sistema espacial de corriente alterna. Sin embargo, muchos recursos renovables, en especial aquellos que son fácilmente divisibles en instalaciones pequeñas (como los paneles fotovoltaicos o las células de combustible) generan corriente directa. Al volver a conectar estos sistemas a la red de corriente alterna, su eficiencia se reduce hasta un 25 %. Peor aún, muchas de las instalaciones de los edificios funcionan de un modo mucho más eficaz con corriente directa, pero como solo se dispone de corriente alterna, pierden eficiencia. Las pérdidas de eficiencia a ambos niveles son extremadamente perjudiciales para el equilibro de los sistemas pequeños, de modo que es necesario instalar mayor número de equipos generadores. Además de los problemas obvios de su adquisición, instalación y puesta en marcha, el gran tamaño y la concentración de los sistemas productores de electricidad de baja eficiencia tienen un fuerte impacto no solo en el microclima local, sino también para el albedo a escala regional. La diminución resultante del albedo aumenta el efecto de los gases de invernadero en el cambio climático, aun cuando las fuentes de energía renovables puedan ser de por sí carbononeutrales. La planificación de las nuevas grandes urbanizaciones nos ofrece la oportunidad única de investigar los siguientes cinco temas: 1. Trazado exérgico de la producción eléctrica El mayor consumo de combustibles fósiles se produce en la generación de corriente eléctrica alterna, y el mayor consumidor de electricidad es el sector de la construcción. La corriente alterna es el estándar de abastecimiento y puede considerarse como el “donante universal” de todas las necesidades energéticas. Ahora bien, por más equivalentes que puedan ser las cantidades de distintas formas de energía, esto no se traduce necesariamen5

te en una calidad equivalente; 100 Wh de electricidad tienen la misma cantidad de energía que 100 Wh de calor, pero la electricidad es energía de mayor calidad, tiene una mayor variedad de usos y es capaz de someterse a más conversiones antes de alcanzar su forma final de calor. Pero como no podemos disponer de electricidad de una forma natural, concentrar energía de baja intensidad para producirla se traducirá en grandes pérdidas, de modo que los 100 Wh de electricidad conllevan una gran deuda energética, incluso previa al consumo, mientras que el calor, del que sí puede disponerse de forma natural, no conlleva pérdida alguna. Existen tres tipos de necesidades energéticas en los edificios: 1) la energía eléctrica para corriente e iluminación; 2) la energía mecánica para motores, compresores y equipos rotatorios; y 3) la energía térmica para la climatización y agua caliente. Como no disponemos de medios fácilmente reproducibles para generar directamente energía mecánica a pequeña escala, toda la energía suministrada para cubrir las necesidades mecánicas de un edificio debe partir de la electricidad, dejándonos tan solo con un par de suministros: el eléctrico y el térmico. Los principios de la exergía nos llevarían a adaptar las formas de suministro energético a los tipos de energía requeridos, evitando así el uso de la electricidad para cubrir necesidades térmicas. Más aún, la producción de energía eléctrica cuenta también con varios niveles exérgicos que dependen del modo de producción: el hidroeléctrico conlleva las pérdidas más bajas y el fotovoltaico las más altas. Si consideramos las pérdidas reales que implica el desajuste entre las distintas formas y calidades energéticas, tendremos una idea más precisa de las consecuencias que las deudas energéticas implican en nuestros edificios. Información correlativa térmica y del uso de tierras para Atlanta según las mediciones del satélite Landsat

2. Sistemas de corriente directa y consumidores Como ya hemos visto, cualquiera de las fuentes de energía renovable a pequeña escala, entre las que se incluyen las células de com-

PRODUCIR

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Radiación térmica media a lo largo de la costa este de Estados Unidos según las predicciones del Land Information System de la NASA para el 11 de junio de 2011

bustibles y los paneles fotovoltaicos, generan corriente directa; conectarlas a la red de corriente alterna produce una pérdida energética de hasta un 25 %. Aun así, todos los equipos digitales funcionan con corriente directa. Además, el mayor crecimiento de la tecnología de iluminación se está produciendo en el campo de los diodos emisores, que también funcionan con corriente directa. La conversión de corriente alterna en corriente directa puede suponer otro 10 % de pérdidas. En consecuencia, no solo se produce una importante pérdida de energía al reconfigurar los equipos digitales para que funcionen con una infraestructura eléctrica estándar de un edificio, sino que la ineficacia adicional de la reconversión eleva la cantidad de calor interno, ya de por sí alta, que el equipo eléctrico genera. Y esto, a su vez, implica otras consecuencias, como que la electrónica de semiconductores pierda eficiencia al subir la temperatura ambiente. Como resultado, se crea un círculo vicioso en el que se libera aún más calor residual al

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entorno, es decir, se reduce aún más la eficiencia y aumentan las cargas de climatización. A medida que construimos y expandimos las infraestructuras, los sistemas eléctricos separados nos permitirían adaptar mejor la producción al uso de la energía. Los sistemas distribuidos permitirían una corriente alterna autónoma y sistemas de abastecimiento de corriente directa no solo mucho más eficientes, gracias a una mayor compatibilidad exérgica, sino también más fiables debido a su menor escala. 3. Escalado óptimo de los sistemas energéticos Las escalas espaciales para los distintos sistemas de suministro eléctrico determinan sus eficiencias operativas. Como regla general, cuanto mayor sea la calidad de la energía, más eficiente será para concentrar (centralizar) su producción y eliminar pasos repetidos, cada uno de los cuales libera un excedente de calor. La corriente eléctrica alterna, la energía de mayor calidad, se distribuye más eficazmente desde grandes instalaciones que desde instalaciones pequeñas. A medida que las tecnologías mejoran, vemos cómo empieza a reducirse la escala óptima de un nuevo sistema, aunque siga manteniéndose a la escala regional. La corriente eléctrica directa producida por células de combustibles o paneles fotovoltaicos –y no desde la corriente alterna– se optimiza solo a escalas muy pequeñas. Aun así, ambos sistemas operan a escalas que no guardan relación con la de un edificio, incluso en los casos donde los equipos generadores puedan ubicarse dentro del solar de un edificio o un grupo de edificios. A diferencia de los sistemas eléctricos que no requieren guardar relación con el lugar, la energía geotérmica y la energía térmica solar de baja temperatura sí que guardan relación con él. Sin embargo, existen lugares que vienen determinados por procesos naturales que no siempre coinciden con los de una propiedad. La geotermia de baja temperatura tampoco es un recurso infinito, y debe utilizarse cuidadosamente en lo que se refiere a sus índices de reabastecimiento y su impacto en las estructuras subterráneas. La energía térmica solar es la única fuente que se encuentra dentro de los límites de un edificio; aunque su efectividad, eficiencia y rentabilidad pueden mejorarse ligeramente agrupando los sistemas de captación y compartiendo las bombas y el almacenaje, todavía es un modo de suministro optimizable fácilmente a escala de la mayor parte de proyectos edilicios. Lo más cercano hoy a una solución ideal es utilizar suministros de baja intensidad para el abastecimiento de una necesidad de la misma intensidad, sobre todo para el agua caliente sanitaria. Este también es un tipo de sistema que tiene implicaciones directas para los procesos de proyecto. 4. Disipación de calor Dado que las cargas eléctricas y lumínicas han pasado a ser las mayores ganancias internas de calor en los edificios, debemos PRODUCIR

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Diagrama de flujos que da cuenta de todos los combustibles empleados en la producción de energía. A diferencia de tantos otros diagramas que prorratean el consumo para justificar las pérdidas del sistema, este muestra las enormes pérdidas en la producción de la electricidad, cuyo mayor consumo se produce en los edificios

reconsiderar los métodos adecuados para disipar este exceso de calor. Los sistemas convencionales de climatización dependen de la absorción entálpica del aire en circulación para disipar el calor, diluyendo y distribuyendo las ganancias caloríficas por todo el edificio. En lugar de pensar en el edificio como un volumen homogéneo que libera calor al entorno en invierno y lo gana en verano, deberíamos imaginarlo como un ensamblaje de fuentes y de disipadores de calor. Las fuentes de calor abundan en los edificios: equipos eléctricos (luminarias incluidas), cuerpos humanos, procesos de combustión en cocinas o calefacciones, el uso del agua caliente, la energía solar transmitida por las superficies transparentes y las masas térmicas que absorben el calor de diversas fuentes. Los disipadores de calor son menos prevalentes, pero incluyen superficies exteriores más frías en contacto con el edificio, como el agua, el cielo o el terreno. Los edificios tampoco cuentan con disipadores naturales de calor, de modo que el aire y el agua fríos se convierten en nuestros disipadores por defecto, aunque generalmente ello conlleve pérdidas energéticas al exigir una reconversión de la electricidad de alta intensidad en calor de baja. Puesto que las fuentes de calor abundan y son relativamente pequeñas, los disipadores pasan a ser elementos con implicaciones a nivel arquitectónico. Las claves para el diseño de un disipador térmico radican en la superficie que este expone y en su altura respecto a la fuente. Para que el calor se disipe rápidamente de una fuente térmicamente sensible, debe colocarse el disipador por encima de esta. Sin embargo, esto va contra los sistemas clásicos de climatización, que por lo general ubicarían el disipador en el techo, algo idóneo para moderar el perfil de las

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temperaturas alrededor de las fuentes a costa de elevarlo en las zonas ocupadas, de modo que requiere una climatización adicional. Esto contradice también la noción tradicional que tenemos de la energía solar pasiva que se sirve de una masa térmica como fuente (como en un muro Trombe). Las grandes masas térmicas son muy eficaces como disipadores, pero difíciles de administrar como fuentes. Una vez entendida la relación entre fuentes y disipadores, podemos reconsiderar su posición en el edificio para minimizar su impacto y maximizar su utilidad. 5. Consumo separado La separación de los sistemas de producción puede llevar a la separación del consumo dentro del edificio. Los sistemas de calefacción, ventilación, climatización e iluminación son aplicables al edificio y la necesidad primaria de calor no tiene que ver con el edificio en sí,Chilled sino con elWater cuerpo humano. El cuerpo siemDistrict Systems MASSACHUSETT

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Edificios abastecidos por el sistema de distribución de agua fría de la Harvard University, que hacen patente que la frontera operativa de un sistema de barrio viene determinada por sus eficiencias funcionales más que por su partición geométrica

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Edificios subterráneos 157

University Planning Office March 2009

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pre genera calor y siempre debe ser capaz de disiparlo al entorno. Si la disipación de calor no coincide con la generación de calor del cuerpo, entonces la temperatura aumenta (cuando la disipación es demasiado lenta) o disminuye (cuando la disipación es demasiado rápida). El objetivo de los sistemas constructivos medioambientales –mecánicos (calefacción, ventilación y climatización) o pasivos (de ventilación natural)– es proporcionar un gran disipador de calor homogéneo que mantenga el cuerpo en condiciones térmicas constantes, para que los altibajos en la disipación de calor del cuerpo se mantengan en un rango que pueda mitigarse con cambios fluctuantes en la temperatura de la superficie de la piel. Dicho de otro modo, los métodos actuales de diseño medioambiental subordinan el cuerpo al edificio, cuando debería hacerse lo contrario. El intercambio de calor del cuerpo se produce en una capa de no más de un centímetro de grosor de la superficie de la piel. Nuestro verdadero interés se centra en esa franja fina, pues es ahí donde puede controlarse el ritmo de transferencia de calor. Las condiciones del edificio son intrascendentes fuera de ese centímetro, y hay muchas formas de actuar directamente en esa zona, aunque la creencia de que hay que calentar y enfriar todo el edificio nos impide decidirnos por pequeñas acciones y nos hace recurrir a aparatosos sistemas de alto consumo energético. Como subgrupo del calor, la iluminación opera a menor escala de transferencia de calor, la del submicrón; a pesar de ello, los sistemas de iluminación siguen diseñándose a escala del edificio. Cambiamos la orientación de un edificio para aprovechar mejor la luz natural, pero somos incapaces de lograr el mismo efecto con la reorientación micrónica de un material. Un cambio mínimo y casi imperceptible en su textura puede generar un gran efecto en la recepción y el direccionamiento de la luz natural. Estas cinco fronteras “funcionales” van desde la infraestructura a escala regional hasta los receptores neurológicos de cada cerebro, pero las cinco parten de la separación de los sistemas de las geometrías a escala del edificio. No obstante, precisamente al separarlos y volverlos a trazar, nos aproximamos a una generación y a un consumo de energía en su nivel más eficaz. Las tecnologías constructivas tradicionales no han cambiado mucho desde el siglo xix y fue para dichos sistemas para los que se creó una infraestructura eléctrica en primer lugar. La rápida evolución en las tecnologías del resto de las industrias, salvo en la automotriz, no ha afectado al entorno construido, y una de sus razones principales es nuestro prejuicio de que el edificio, y no la suma de consumidores y sistemas, sea la unidad adecuada para evaluar el rendimiento. Otra de las razones es la creencia de que los sistemas de un edificio deben integrarse por completo. Al desafiar ambos prejuicios, tenemos la oportunidad de reducir mucho nuestro consumo de energía.

Sub, supra e infraestructuras energéticas

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Parque undimotriz Pelamis Wave Power Ltd.

Simulación del parque undimotriz del estudio Pelamis Wave Power Ltd. (Edimburgo), que muestra el sistema de aprovechamiento de la energía generada por las mareas.

PRODUCIR

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Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology Vector Architects

Este proyecto para un showroom temporal (que se utilizará durante tres años) en Pekín está situado dentro de un proyecto residencial. La idea consiste en desarrollar una noción significativa de lo “temporal” al proyectar un edificio que pueda construirse, demolerse y reciclarse fácilmente y con el menor impacto posible. La estructura principal es de acero, de modo que los elementos estructurales puedan reutilizarse después de desmontar el edificio. La fabricación de estos elementos puede producirse simultáneamente a la excavación del solar, reduciendo así los tiempos de construcción. El edificio se eleva para reducir enormemente los trabajos de excavación y cimentación, y para facilitar su demolición y la recuperación del sitio. Un sistema de paneles verticales cubiertos de hierba recubre el edificio para reducir las pérdidas y ganancias de calor y mejorar la eficiencia térmica general. Los paneles de hierba también reducen la escorrentía de las tormentas. A pesar de haberse eliminado el césped central para hacer espacio para el edificio, se ha triplicado la superficie plantada al hacerse uso de paneles de césped en la cubierta y en las dos fachadas longitudinales. Después de demoler el edificio se prevé reubicar los paneles de hierba en la valla del complejo residencial.

PRODUCIR

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Aux fermes, citoyens! Dorothée Imbert

Una vez más, la comida se ha vuelto un asunto claramente político. El huerto orgánico de la familia Obama en la Casa Blanca marca el retorno simbólico a la forma típica del alarde paisajístico de Estados Unidos, el prado delante de la casa, para la producción de alimentos. Y este es solo uno de entre los diversos acontecimientos mediáticos que tienen que ver con la salud alimentaria y la vegetación de Estados Unidos. El vínculo entre alimento y responsabilidad medioambiental ha pasado a ocupar un primer plano en el pensamiento académico y popular. Escritores, políticos y chefs fomentan la “revolución sabrosa”, donde “la comida de verdad”, la slow food y la comida de proximidad reducirán nuestras huellas de carbono y nuestros michelines. Relacionado con este interés por la comida aparece el interés renovado por la agricultura urbana. Redescubierta como un equivalente ligero y de bajo coste de una arquitectura sostenible de lujo y técnicamente centrada, la agricultura urbana es una ideología vagamente definida con una larga historia. La hibridación de la segunda naturaleza (la agricultura) y la tercera (el jardín) ha tenido un impacto perdurable en el imaginario del paisajismo, que va desde la ferme ornée rural, o granja ornamentada en la que los prados se utilizaban como pasto para ovejas y sembrar maíz, hasta el jardín urbano.1 En el Versalles de Luis XIV, el arte de comer era un tema importante. El rey no solo se ocupaba de cultivar la estética del poder, sino también del prestigio de su cocina. Para proporcionar un abastecimiento continuo de productos refinados, Jean-Baptiste La Quintinie creó el potager du roi (huerto del rey), un jardín ornamental de nueve hectáreas con parterres donde se cultivaban hortalizas en huertos cercados.2 Los muros de protección, los frutales en espaldera y los invernaderos satisfacían el apetito real de higos, guisantes, fresas y espárragos, incluso fuera de temporada. Actualmente pueden detectarse dos tendencias principales en el avance de la agricultura sostenible y la vida sana en Estados Unidos: una que viene desde arriba y otra desde abajo. La primera es el tan publicitado reclamo por la reforma de la producción alimentaria, que tiene como portavoces a figuras como Alice Waters y Michael Pollan, y que no ha pasado desapercibido al mundo de los negocios. El mensaje encuentra sus raíces en la memoria colectiva nostálgica de ideales agrarios de Thomas Jefferson y en el mito de la vieja Europa, sobre todo Francia e Italia. La autosuficiencia y la autosatisfacción van de la mano: si PRODUCIR

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La primera dama, Michelle Obama, y el horticultor de la Casa Blanca, Dale Haney, trabajan junto a estudiantes de la escuela Bancroft de Washington para arar un huerto en la Casa Blanca, 20 de marzo de 2009. Peral en espaldera del huerto del rey, Versalles

no cultivamos nuestros cardos y hacemos compost de nuestras cáscaras, al menos cojamos nuestra canasta de mimbre para ir al mercado local a comprar productos frescos a campesinos sonrientes. En el otro extremo del espectro social se encuentran los numerosos movimientos de base –como Growing Power en Milwaukee, Urban Farming en Detroit y City Farm en Chicago– que, al reclamar solares abandonados y patios traseros infrautilizados, intentan transformarlos en experiencias urbanas y alimenticias. Sus objetivos van desde el empleo de la población inmigrante y del cinturón de pobreza, a la educación infantil y acabar con el hambre en el planeta. Estas organizaciones utilizan métodos de cultivo de baja tecnología, adecuados a las condiciones urbanas actuales y que tienen su paralelismo en la agricultura de subsistencia de América Latina, Asia y África. La autosuficiencia es un impulso típico de tiempos inciertos; así surgieron los huertos de autoconsumo durante las dos guerras mundiales y se volvieron nuevamente populares a principios de la década de 1970. Ese mismo deseo también evoca las políticas medioambientales de contracultura del Whole Earth Catalog, un compendio de “herramientas” para ayudar a que la gente viva y dé forma a un entorno “fuera del sistema”, lejos del alcance de los gobiernos y los grandes negocios. Estas herramientas iban desde libros de jardinería orgánica hasta el mapa Dymaxion de Richard Buckminster Fuller, que “hacía lo máximo con lo mínimo”. El Whole Earth Catalog también reflejaba un deseo de alejar al medioambientalismo de lo silvestre y del Sierra Club para adoptar una visión más amplia de la naturaleza que pudiera conciliarse con la modernidad y la tecnología. La “tecnología adecuada” de finales de la década de 1960 intentaba mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrollados evitando los daños al medio ambiente causados por la industrialización. Los métodos y objetivos de la agricultura urbana actual encajan con esta descripción de una tecnología adecuada: “Bajo coste de inversión, simplicidad organizativa, alta adaptabilidad a entornos sociales o culturales específicos, uso moderado de recursos naturales y un alto potencial para generar empleo”.3 Lo que es importante observar en nuestra búsqueda

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Nuevo huerto de la reina de Inglaterra en el palacio de Buckingham, Londres, Reino Unido. Sunday Times, Londres, 14 de junio de 2009

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contemporánea de la autosuficiencia y de una dieta mejor parece encontrarse tanto fuera como dentro del sistema. A primera vista, la agricultura urbana presenta una paradoja: las ciudades son urbanas y la agricultura es rural. En el escenario simplista de ciudad contra campo, el desarrollo ha echado fuera a la granja y, con ella, la conexión que tenían los urbanitas con las estaciones y la tierra. Ante esta situación, los alimentos de las ciudades se traen desde lejos y con un gran coste energético (trasladar una lechuga desde California hasta Nueva York consume 36 veces más calorías de las que tiene la propia lechuga). A los niños que viven en las ciudades hay que enseñarles que la leche viene de las vacas, salvo que vivan en el Upper East Side de Manhattan, donde pueden aprender cómo hacer mozzarella de búfala de la mano de un artisan fromager. No obstante, existen nuevos tipos de intercambio entre la ciudad y el campo, y el collage de usos de la tierra que puede apreciarse hoy en zonas urbanizadas de Europa permite una infraestructura agrícola multifuncional como, por ejemplo, las operaciones agrícolas de los límites de París, donde se mezclan el ocio y el cultivo de cereales. Otras granjas han pasado a ser lugares productivos en zonas suburbanas y abastecen a sus vecinos inmediatos; otras son de naturaleza más temporal y se arriendan a emigrantes, como en el caso del proyecto New Farmer Development de Nueva York. A la inversa, la agricultura intensiva de pequeños terrenos ha pasado a ser un transformador o colonizador viable de las parcelas urbanas vacías. El cultivo de solares abandonados o infrautilizados ofrece muchos beneficios ecológicos, económicos, sociales y para la salud. Como herederos tanto de tradiciones agrícolas urbanas como rurales, los arquitectos del paisaje están especialmente preparados para articular una visión especial de la agricultura urbana y reavivar la estética de la tercera naturaleza y adaptarla a la segunda naturaleza urbana. Aunque serán pocos quienes argumenten en contra del valor que la agricultura urbana tiene para los fundamentos morales, quisiera explorar el papel que desempeña la arquitectura del paisaje en ayudar a proporcionar una dirección a la agricultura urbana como estrategia de proyecto. Los siguientes ejemplos están organizados en torno a temas como el paliativo, la recuperación y la proyección y, aun no siendo exhaustivos, sí intentan identificar tendencias históricas o contemporáneas en la integración de la arquitectura del paisaje, el urbanismo y la agricultura. Paliativo Durante la primera mitad del siglo xx se presentaba a menudo el jardín, y en especial su parcelación, como un antídoto contra la urbanización, además de como un elemento que ayudaba a la estabilidad moral y económica de la sociedad moderna. El paisajista alemán Leberecht Migge, quien colaboró con Ernst May, Adolf Loos y Martin Wagner, fue un prolífico activista del jardín Aux fermes, citoyens!

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C. Th. Sørensen, huertos de alquiler, Nærum, cerca de Copenhague, Dinamarca, 1948. Una codificación estricta rige el mantenimiento de los setos

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Leberecht Migge, unidad de jardín productivo autosuficiente según el tamaño de la familia, 1919

productivo como una componente integral en la planificación de las Siedlungen. En sus polémicas de 1918 y 1919 abogó por una autosuficiencia generalizada y lanzó su “manifiesto verde”. Migge defendía la producción individual de alimentos como herramienta para la reforma agraria y en contra de la superpoblación urbana.4 La plantación era el único antídoto posible a lo que él entendía como una ciudad contemporánea despilfarradora con hectáreas de calles y viviendas en barbecho. A diferencia de la ciudad caótica y debilitante, el jardín productivo se organizaba racionalmente según las necesidades de la familia, sacando el mayor provecho de su cosecha mediante el uso de dimensiones estándar y el control del clima. Los cultivos intensivos, como los tomates y otras verduras, que requerían menos espacio y mayor atención, se plantaban cerca de la casa, mientras que los vecinos compartían las instalaciones de compostaje, el estanque y un prado. Los frutales crecían en espalderas a lo largo de los muros y, de ser necesario, de noche se protegían con pantallas. El deseo de Migge de conexión, tanto física como simbólica, con la tierra fue una preocupación constante para los paisajistas del siglo xx. En Dinamarca, las parcelas de jardines formaron parte del sistema de espacios abiertos y fueron pensadas como estructuras paisajísticas permanentes. Para C. Th. Sørensen, dichos jardines ofrecían una cura para los habitantes de los edificios de apartamentos modernos que habían roto sus vínculos con la tierra. En Nærum, a las afueras de Copenhague, dispuso una serie de jardines ovalados a lo largo de una ladera, donde cada óvalo estaba cercado por un seto. Como Migge, Sørensen confiaba en el trabajo individual para el interés del grupo, y en formas y en dimensionamientos estándar, aunque el efecto espacial de los óvalos de Nærum no podría ser más distinto. Las formas sensuales y la composición dinámica contrastaban con el orden ortogonal de las ciudades y de la parcelación típica de los jardines.

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Sørensen estableció siete páginas de directrices, sobre todo en lo que se refería a los setos, que podrían ser de espino blanco, escaramujo, manzana silvestre o lilas; podados o no, debían ser lo suficientemente altos como para garantizar la privacidad. Dentro de los respectivos óvalos, los jardineros podían hacer lo que quisieran, cultivar verduras o grosellas. Como los óvalos estaban situados en una ladera, a menudo los setos se superponían o parecían formar una curva continua, donde los espacios intermedios hacían las veces de amortiguador y zona de juegos.

Corredor agrícola bajo líneas de alta tensión, Cantinho do Céu, São Paulo, Brasil, jardines comunitarios en Providence, Rhode Island, Estados Unidos

Recuperación Las prácticas agrícolas, ya sean cultivos o árboles, ofrecen posibilidades para hacer a las ciudades sostenibles desde la perspectiva de la recuperación, convirtiendo solares abandonados o descuidados en lugares para la inversión pública. La idea de una recuperación puntual capaz de transformar la experiencia de la ciudad queda perfectamente ejemplificada en los parques de juego del Ámsterdam de la posguerra que Aldo van Eyck diseñó para el Departamento de Urbanismo, liderado por Cornelis van Eesteren. Los cientos de parques de juego pensados para cada lugar y ensamblados mediante una serie finita de elementos estándar repararon el tejido de la ciudad tanto desde el punto de vista moral como físico, al tiempo que proporcionaron una alternativa al modelo de urbanismo “de arriba abajo” de los CIAM,

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Schweingruber Zulauf, receptáculos colonizadores autosostenibles, Zug, Suiza, 1999

con pequeños lugares intersticiales que responden a condiciones locales y modifican el conjunto. La agricultura urbana puede aprender mucho de esto: trabajando con escalas y medios modestos, variedad en las permutaciones, sensibilidad hacia la actividad humana, una aproximación sistemática y capacidad para diseñar mejorando las condiciones de vida. No se trataba, pues, de un proceso de planeamiento “de abajo arriba”, sino de un proceso iterativo que transformó los lugares de mosaicos de vacíos a mosaicos de lugares, donde las diminutas partes separadas formaban una nueva red social dentro de la ciudad. La práctica contemporánea del paisajismo examina constantemente el concepto de naturaleza urbana. Aunque los lugares puedan ser tóxicos, estar abandonados o comprometidos de alguna manera, el conflicto entre la vegetación y los terrenos urbanos es permanente. Aunque diversos proyectistas hayan explorado el potencial de cultivar alimentos en la densidad urbana de las granjas verticales, donde la hidroponía forma parte integral de la estructura de los edificios, otros han buscado precedentes de baja tecnología para establecer sistemas paisajísticos productivos. De este modo, la estrategia gradual de “paisajes urbanos productivos continuos” –una red de espacios abiertos que conecta los jardines interiores a la ciudad con los parques existentes y la periferia– se construye a partir del estudio de caso de la agricultura urbana en Cuba,5 donde la escasez que siguió a la caída de la Unión Soviética condujo a un reajuste de los sistemas agrícolas estatales mediante el cultivo orgánico y semiprivado de las tierras baldías urbanas y periurbanas. Este modelo, aplaudido por ser sostenible, es factible desde un punto de vista económico y redentor desde un punto de vista social. Su consumo de energía es mínimo y presenta numerosas ventajas, sobre todo en lo que se refiere a su reutilización adaptativa. A menudo la agricultura urbana implica un acto desafiante, bien esté agenciándose de una calle o un corredor ferroviario, o apropiándose de tierras ajenas, como sucedía con el movimiento de “jardinería de guerrilla”.6 Abundan los ejemplos de paisajes ornamentales reapropiados para otros fines, sobre todo cuando se encuentran relacionados la salvaguarda del hogar y del país. En el París de 1940, los parterres de los Jardines de Luxemburgo frente al Senado francés se vaciaron para sembrar comida, y las ovejas pastaron en los prados de la Casa Blanca mucho antes de la reciente siembra de arúgula. Proyección Existe un enorme potencial en considerar la agricultura urbana como un medio para estructurar el desarrollo. En varios de sus proyectos, el paisajista francés Michel Desvigne ha abogado a favor de una infraestructura paisajística anterior a la arquitectura. Desvigne defiende algo que podría llamarse “ecología proyectiva” (en contraposición a la proteccionista), donde el paisaje no Aux fermes, citoyens!

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Michel Desvigne y Jean Nouvel, proyecto Lisières, París, Francia, 2009

Michel Desvigne y Jean Nouvel, proyecto Lisières, París, Francia, 2009. Detalle de una franja con invernaderos, huertos de alquiler, setos y hortalizas

Michel Desvigne, jardines agrícolas (primera fase), Île Seguin, Boulognesur-Seine, Francia, 2009

Michel Desvigne, jardines agrícolas (primera fase), Île Seguin, Boulognesur-Seine, Francia, 2009

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Dorothée Imbert y Scheri Fultineer (con Megumi Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono), cinco buenas razones para tener granjas en el campus de Allston, Harvard University, Cambridge (Massachusetts), Estados Unidos, 2007

solo desempeñe un papel ecológico en lo que se refiere a la gestión del agua o la biodiversidad, sino que cree un marco espacial para el futuro desarrollo urbano. En la ribera derecha de Burdeos, plantar árboles en aparcamientos abandonados y espacios sobrantes permite recuperar la superficie industrial, que cada vez va a menos. Desvigne insiste en que su acción no es un plan general, sino un sistema espacial de sólidos con vegetación y vacíos para la circulación que anticipan la urbanización que se producirá en las siguientes siete décadas. Este paisaje en franjas se convierte en el generador del proceso de construcción, más que en su producto derivado. Otros proyectos desarrollados en Nueva York y París evocan paisajes híbridos de producción y ocio. Las prácticas agrícolas en la Governors Island ofrecen un modelo para la gestión de suelo y una estrategia para el desarrollo por fases. De modo similar, la recuperación de Île Seguin –el lugar que antiguamente ocupaba una fábrica de Renault– presenta un diagrama de figura y fondo sin edificios, donde los jardines, campos de cultivo y parcelas conforman una primera capa de sólidos previa a la plantación de árboles y la arquitectura. En cierto sentido, la agricultura es un tropo tanto para la memoria como para la eficiencia. La disposición racional, los resultados rápidos, la mejora del suelo, el compostaje y la gestión del agua interpelan a una naturaleza urbana sostenible completamente artificial, pero aun así capaz de desencadenar una conexión con los alimentos, la tierra y el paisaje rural. A una escala regional, esta postura doble se explora aún con mayor profundidad en la propuesta de 2009 preparada por Jean Nouvel para el Gran París.7 En respuesta a la llamada que Nicolas Sarkozy hiciera de visiones ecológicas y de transporte para la ciudad, Desvigne y el equipo de Nouvel ingeniaron una codificación urbanoagrícola para la lisière (término que describe el borde de un bosque o una unión) de la periferia. El encuentro entre París y la zona agrícola circundante pasa a ser una costura de 800 km de longitud y de anchura variable, en la que los restos de un paisaje agrícola hace tiempo desaparecido articulan un nuevo tipo de sistema productivo de espacios abiertos. Vuelven a aparecer los setos, las acequias, los matorrales y los caminos dentro de una infraestructura de invernaderos, parcelas de jardines, reciclaje, producción de energía, compostaje y campos deportivos. Aunque está estrictamente codificada, esta franja no apela a la protección o la nostalgia, sino al intercambio y la experimentación como medios para hacer que el paisaje sea accesible a todo tipo de usuarios. En este escenario, la indeterminación planificada confina la suburbanización de la campiña y permite que la agricultura vuelva a entrar en la ciudad. Con un último ejemplo cambiaré un poco de discurso, para sugerir cómo una aproximación proyectiva a la agricultura urbana puede ayudar a dar forma al desarrollo. El campus Allston de la Harvard University presenta un conjunto único de condiciones ecológicas, sociales y espaciales sobre las que poder ensayar PRODUCIR

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1  Para una definición de la ferme ornée del siglo xviii: Switzer, Stephen, Ichnographia Rustica or the Nobleman, Gentleman, and Gardener’s Recreation, Londres, 1a ed. 1718; 2a ed. revisada 1742, vol. 1, pág. xvii; vol. III, pág. 10. “La jardinería extensiva y rural”, aseguraba Switzer, era “no solo la más rentable, sino [también] la más agradable”. 2  De Courtois, Stéphanie, Le Potager du roi, Actes Sud/École Nationale Supérieure du Paysage, Versalles, 2003. 3  Kirk, Andrew, “Appropriate Technology: The Whole Earth Catalog and Counterculture Environmental Politics”, Environmental History, vol. 6, núm. 3, julio de 2001, págs. 374-394. 4  Migge, Leberecht, Jedermann Selbstversorger! Eine Lösung der SiedlungsFrage durch neuen Gartenbau, Diederichs, Jena, 1918; y “Das grüne Manifest”, 1919. Para más sobre la polémica de Migge, véase: Haney, David, “Leberecht Migge’s ‘Green Manifesto’: Envisioning a Revolution of Gardens”, Landscape Journal, vol. 26, núm. 2, 2007, págs. 201-218. 5  Viljoen, André y Howe, Joe, “Cuba: Laboratory for Urban Agriculture”, en Viljoen, André (ed.), CPULs: Continuous Productive Urban Landscapes, Elsevier, Oxford, 2005. 6  Reynolds, Richard, On Guerrilla Gardening: A Handbook for Gardening without Boundaries, Bloomsbury, Nueva York, 2008. 7  Desvigne, Michel, “Épaissir les lisières”, en Nouvel, Jean; Duthilleul, Jean-Marie y Cantal-Dupart, Michel (eds.), Naissances et renaissances de mille et un bonheurs parisiens, Les Éditions du Mont-Boron, París, 2009, págs. 148-175. 8  “Cinco razones para tener granjas en Allston”, el prospecto para introducir la agricultura urbana en el campus de la Harvard University fue el resultado de una colaboración con Scheri Fultineer, Megumi Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono en 2007.

ideas de agricultura urbana.8 La interconexión entre un paisaje productivo didáctico y los espacios urbanos ayudaría a demostrar el compromiso de la universidad con el desarrollo ecológicamente consciente, al tiempo que contribuiría a impulsar el urbanismo y el paisajismo en una nueva dirección. El cultivo de alimentos en un entorno urbano tiene algo de preciosamente realista e incongruente. Si llegamos a considerarlo un paisaje que funciona dentro del campus, esto llevaría a la idea de agricultura urbana más allá de lo cosmético, lo técnico o lo nostálgico, y nos invitaría a reflexionar sobre el papel que desempeña el paisaje en el proceso de planificación (cosa nada inverosímil, dada la actual crisis económica y el parón de la implementación del campus). Si puede considerarse la comida como una medida de poder, podría servir también como decodificador de jerarquías académicas. Aunque queden pocos, los profesores todavía ejercen actualmente su derecho al pastoreo en los prados de la Harvard University, y bien podrían ganarse un “bonus productivo”, cortesía de las granjas del campus Allston. Uno podría imaginarse una versión actualizada del “huerto del rey” de Luis XIV, algo así como el “huerto de los presidentes” del campus de Allston. Los invernaderos proporcionarían suculentos tomates en invierno a los ganadores del Nobel; al llegar la primavera, los profesores de mayor edad recibirían mizuna tierna y espárragos blancos y, en otoño, una canasta de manzanas Roxbury Russet, la primera manzana cultivada en Estados Unidos y típicas de la zona desde mediados del siglo xvii. Y tras dar la vuelta al compost y controlar las poblaciones de gusanos, los profesores jóvenes podrían disfrutar de un refrescante té orgánico, cortesía del herbario medicinal.

Cuarta razón para tener granjas en el campus de Allston: reciclar. Perspectiva de Tzufen Liao, 2007 Aux fermes, citoyens!

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Local River: unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche

Los locávoros aparecieron en San Francisco en 2005, y se definieron a sí mismos como un “grupo de aventureros culinarios que consumen alimentos producidos dentro de un radio de 160 km de su ciudad”. Con ello intentaban reducir el impacto medioambiental inherente al transporte de alimentos, al tiempo que aseguraban su rastreo.

El proyecto Local River anticipa la influencia creciente de este grupo (la palabra ‘locávoro’ fue recogida por primera vez por un diccionario estadounidense en 2007) al proponer una unidad de almacenaje doméstico para peces de agua dulce y un minihuerto de verduras. Esta piscifactoría “hágalo usted mismo” con huerto se basa en el principio de la acuapónica, al que se le suma el intercambio e interdependencia de dos organismos vivientes: plantas y peces. Las plantas extraen nutrientes del excremento rico en nitratos de los peces, y funcionan como un filtro natural que purifica el agua y mantiene un equilibrio vital para el ecosistema donde estos viven. Esta misma técnica se utiliza a mayor escala en las piscifactorías acuapónicas de vanguardia, que crían tilapias (peces del Lejano Oriente) y cultivan lechugas en bandejas que flotan sobre la superficie de los estanques.

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Este proyecto responde a las necesidades diarias de alimento fresco completamente rastreable. Apuesta por el retorno de la piscicultura (de truchas, anguilas, percas, carpas, etc.), dado que la oferta de muchas especies marinas es cada vez menor debido a su sobreexplotación. Finalmente, demuestra la capacidad de los piscicultores para entregar sus productos vivos como garantía de óptima frescura, cosa imposible en el caso de especies de agua salada pescadas con red. Local River intenta sustituir al acuario tipo “televisor” por otro tipo “frigorífico”, funcional y no menos decorativo. En este escenario cohabitan los peces y las verduras durante un corto período de tiempo en una unidad de almacenaje doméstico antes de ser consumidos por sus cuidadores, últimos actores en este ciclo de intercambios dentro de un ecosistema controlado.

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Soft Cities KVA MATx

Soft Cities: vista desde la cubierta del barrio de Casa Burguesa, Oporto, Portugal

Esta iniciativa urbana explora el diseño de una red de energía limpia. Esta red operaría entre la gran escala de los sistemas energéticos urbanos y centralizados y las múltiples escalas más pequeñas y estructuras de propiedad de las unidades de vivienda propias de un tejido urbano denso. El proyecto Soft Cities crea un nuevo modelo de abastecimiento de energía limpia que incluye un abanico de sistemas textiles altamente adaptables para captar energía con nanomateriales solares de espesores finísimos. Al operar en los campos del urbanismo, la arquitectura, la ingeniería y las ciencias materiales, el proyecto Soft Cities explora las posibilidades técnicas, espaciales y estéticas de los materiales fotovoltaicos orgánicos, un nuevo tipo de polímeros sintetizados fotorreactivos que pueden imprimirse o depositarse en sustratos flexibles mediante un eficaz proceso de fabricación R2R. Los materiales fotovoltaicos orgánicos presentan un curioso juego de paradojas para el proyecto arquitectónico que desafían los prejuicios creados por la industria de la construcción en torno a las tecnologías solares. La estrategia de diseño de Soft Cities se construye a partir de una paradójica combinación de exceso generoso e ineficiencia radical, y compromete las limitaciones y los atributos de los materiales fotovoltaicos orgánicos en términos del proceso productivo, el factor de flexibilidad de las formas, la estética de la transparencia y las características de la captación de energía en el tiempo. La forma convencional de despliegue de los paneles solares multifacetados de vidrio se sustituye por cintas solares plegables, diseñadas para ser muy largas y delgadas. Con ello se aumenta la flexibilidad del material y se reducen las conexiones eléctricas. Al utilizar equipos actuales para la manufactura textil computerizada, las cintas solares conforman un tejido híbrido que es en parte arquitectura, en parte mobiliario móvil y en parte superficie para la captación de energía, listas para funcionar de forma innovadora. Los materiales fotovoltaicos orgánicos se fabrican con altas tasas de transferencia: buena parte del material superficial puede fabricarse en poco tiempo, a bajo coste y con una huella de carbono reducida. En este tipo de producción, los materiales fotovoltaicos orgánicos utilizan mucha menos energía solar incorporada que los paneles solares de vidrio poli o monocristalinos. Estos materiales pueden parecer ineficaces, puesto que convierten en electricidad solo entre un 3 y 4 % de la luz que capPRODUCIR

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tan, y requieren grandes superficies. Aun así, su capacidad de captación de luz natural de una forma continua en el tiempo en un amplio ángulo de 120º transforma las cifras tradicionales de “eficiencia pico” de la industria solar para un rango limitado de horas en una de energía total que se capta a lo largo del día. El bajo costo de la producción en serie, la superficie lo bastante grande como para generar espacio y la capacidad de captación de energía durante el día, junto a un amplio espectro de orientaciones solares, crea un paradigma de energía limpia capaz para adaptarse ampliamente en barrios densos. Con el patrocinio del MIT Energy Initiative y del Gobierno de Portugal, se están preparando prototipos de tejidos para la captación de energía que intentan reducir la presión medioambiental y acelerar la reocupación sostenible de 25.000 casas, que datan de entre los siglos xvii y xix, en el barrio de Casa Burguesa, en Oporto. El objetivo es conseguir que cada casa ahorre más de un 60 % de la energía diaria mediante el uso de tejidos de 15 m2, o de un 10 % de la superficie de cubierta. El proyecto piloto Soft Cities abastece a cada casa con un promedio de 6,5 kWh/día de media, con un modelo de suministro de energía limpia que combina nanomateriales polímeros avanzados con los sistemas tradicionales de ventilación y los espacios iluminados con luz natural propios de la tipología de viviendas dominante en el barrio (larga y estrecha en planta y plantas servidas por una escalera interior iluminada por un lucernario a más de veinte metros de altura). Este pozo interior, perceptible solo en sección desde el interior, se reocupa. Es decir, la zona se emplea en la instalación de un sistema de distribución doméstico de energía limpia, eficiente y directa, diseñado para reducir el coste total de los equipos solares al rebajar o eliminar los costes asociados a su instalación, la necesidad de ingeniería especializada y equipos transformadores. Prototipo textil para la recolección de energía blanda

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Iluminación del proyecto piloto de Casa Burguesa, Oporto, Portugal

Equipo del proyecto: Sheila Kennedy, Kyle Barker, Eletha Flores, Patricia Gruits, Alexander Hayman, Sloan Kulper, Murat Mutlu y Adnan Zolj

Soft Cities explora la intersección entre los usos programáticos de la energía limpia y su impacto político y estético a escala urbana y doméstica. La experiencia cotidiana de captar energía con tejidos solares crea una nueva infraestructura compartida que conecta el espacio urbano horizontal de las cubiertas con el sistema de circulación vertical de los edificios. Durante el día, un toldo en cubierta expande el espacio habitable y abastece de energía con un juego estriado y cambiante de luces y sombras; por la noche, los ligeros tejidos solares pueden enrollarse y guardarse en el lucernario. La energía captada se utiliza para la iluminación interior y para abastecer a los aparatos digitales de las oficinas domésticas, y puede venderse como fuente de ingresos extra para cargar motos eléctricas, expandiendo así el flujo de peatones necesario para revitalizar la vida económica y cultural del barrio, así como el rango de movilidad urbana que permite el metro de Oporto. El impacto político y urbano de este sistema de energía limpia es capaz de alterar la demografía del barrio mediante la modernización sostenible del interior doméstico, ya que permitiría la copropiedad de una sola casa y fomentaría la diversidad de espacios habitables y de trabajo en el denso centro de Oporto. De noche, gracias a la iluminación exterior, el impacto colectivo de las múltiples fuentes distribuidas va más allá de lo doméstico y refuerza su papel como expresión urbana definitiva de un medioambientalismo renovado en el centro de la ciudad. Soft Cities presenta una visión en la que el tendedero de cubierta genera energía autónoma: una red efímera, aunque transgresora, de tejidos performativos que deriva de la tradición portuguesa de pérgolas sombreadas y de la privacidad y porosidad de los visillos de encaje. En este paisaje de cubiertas activo se descubren nuevas reciprocidades urbanas a medida que se deja ver la profundidad en sección del interior de las casas y se vuelca hacia afuera, lo que permite que los tejidos solares se carguen. El modelo de abastecimiento energético de Soft Cities es lo suficientemente adaptable como para poder extenderse y cubrir la necesidad de modernización de los barrios densos de muchos lugares del mundo.

Agencia Arquitectura Thenasie & Valentim, Oporto MIT Energy Initiative Facultad de Arquitectura, Universidade do Porto (FAUP) Facultad de Ingeniería, Universidade do Porto (FEUP) Agência de Energia do Porto (AdE)

Soft Cities

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ZEDFactory Bill Dunster

La población mundial es directamente proporcional a la disponibilidad de combustibles fósiles baratos. El cambio climático se está acelerando exponencialmente, y si la economía, con su infraestructura agrícola y urbana, sigue creciendo desenfrenadamente, es posible que la temperatura suba entre cuatro y cinco grados de media, lo que se traduciría en la pérdida de dos tercios de las tierras cultivables del planeta. Esto podría conducir a un auge masivo de refugiados climáticos, a conflictos por tierras fértiles y agua dulce y, en última instancia, a miles de millones de muertes. Los picos de petróleo, gas y energía nuclear podrían producirse durante los próximos quince a veinte años. Se impondría el imperativo cultural de cambiar nuestra infraestructura económica: los recursos extractivos finitos de los que depende deberían sustituirse por recursos renovables antes de que la inestabilidad económica excluya cualquier acción significativa. Este es el reto cultural más importante: construir un nuevo estilo de vida y de trabajo en el marco de la economía actual para que la mayor parte de la población del planeta pueda disfrutar de la democracia y evitar los conflictos por poseer un capital natural cada vez más escaso. Evitar la huella de carbono se ha convertido en la nueva moneda de cambio que influye en el diseño de una tetera, un muro con cámara de aire, una manzana y hasta un plan regional. El próximo paso consiste en debatir si esta responsabilidad recae en los individuos –quienes planifican sus dietas bajas en carbono en el contexto de su justo derecho a contaminar la atmósfera del planeta–, en el Estado “gran hermano” legislador o en alguna compleja amalgama de ambos. Puede pensarse en ello como una elección entre el racionamiento voluntario –que viene acompañado de un ejercicio de reestructuración del estilo de vida–, como un ecofascismo que dicta las decisiones clave a un Estado paternalista o como el interés particular del mundo de los grandes negocios financiado por el gran capital. Tengo claro cuál de ellos prefiero. El gran debate actual pasa por ver si adoptamos los sistemas de energías renovables integrados en el lugar o si exportamos el problema e invertimos en proyectos de ingeniería renovable a gran escala. En realidad este diálogo se traduce en una sencilla respuesta personal al problema del cambio climático. ¿Reducimos nuestras necesidades energéticas hasta el punto en que podamos satisfacerlas con unos pocos paneles solares en nuestras cubiertas o balcones, o pagamos a alguien para que vaya a PRODUCIR

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Población (miles de millones)

La población mundial es directamente proporcional a la disponibilidad de combustibles baratos.

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Primer pozo de petróleo

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otra parte y satisfaga esos requerimientos de alguna otra manera? El problema es que todo el mundo quiere acaparar el cupo limitado de oportunidades de las soluciones externas, exportando así sus problemas. Resulta evidente que la producción de energías renovables no está lo suficientemente desarrollada como para satisfacer la demanda. Deben racionarse los recursos renovables nacionales de modo que cada ciudadano tenga derecho a cierta cantidad de electricidad proveniente de una red ecológica, combustible de biomasa y biocombustible. Quienes vivan o trabajen en edificios históricos ineficientes, pero importantes desde el punto de vista histórico, necesitarán más recursos nacionales escasos y renovables; he aquí la diferencia entre los “antiguos” y los “nuevos verdes”: los primeros todavía creen que existen reservas ilimitadas de energías renovables y abogan por una gran inversión en infraestructuras centralizadas con el patrocinio de grandes multinacionales, mientras que los segundos entienden la importancia de reducir la demanda debido a las frágiles reservas de energías renovables de los países, con apoyo de la microproducción financiada por microcréditos cuando sea posible. Además, la concesión de créditos también ha cambiado sus reglas: ningún promotor inmobiliario puede costear la inversión de grandes infraestructuras de bajo consumo. Las reservas de dinero, que podrían haberse invertido en megaproyectos de ingeniería pública conectados a una red “verde”, se han gastado en la lucha por los combustibles fósiles fuera del país o en estrategias preventivas para apoyar al sistema bancario y evitar así el colapso social. No habrá suficientes molinos de viento marinos, parques mareomotrices o huertos solares en el desierto para cubrir más que una pequeña fracción de nuestra demanda de energía actual. Todos los fondos tendrán que invertirse en servicios básicos, como la agricultura y el transporte público. El único dinero que queda es el que un hogar medio utilizaría para sus gastos básicos de todos los meses: agua, calefacción y electricidad. Sin embargo, este dinero podría desviarse y en lugar de emplearlo en mantener instalaciones que dependen de combustibles fósiles, podría invertirse en microcréditos para la instalación de sistemas de energías renovables en los edificios. 35

El precio medio del combustible ha aumentado entre un 15 y un 17 % en los últimos cinco años. Puesto que los picos de petróleo, de gas y de energía nuclear afectan a la oferta de recursos limitados –las reservas no renovables–, es probable que el precio anual de combustibles aumente un 8 % en la próxima década. A este ritmo, volver a invertir en paneles fotovoltaicos monocristralinos llevará unos doce años. Es perfectamente posible redirigir el dinero que antes se utilizaba para pagar la cuota mensual de electricidad para cubrir las cuotas del préstamo para la compra de los paneles. Con el CO2 incorporado que se utiliza en la producción y transporte de paneles en unos tres años –el préstamo estaría saldado en doce años y los paneles duran entre veinticinco y cuarenta años–, esta tecnología podría ayudar a diseñar nuevos edificios y renovar el tejido urbano existente. La misma lógica puede aplicarse a todo un abanico de recursos: – ¿Conviene pagar las costosas plantas de tratamiento de agua de una ciudad, o es preferible instalar electrodomésticos que ahorren agua y recojan agua de lluvia? – ¿Es preferible construir una planta de tratamiento de residuos de última tecnología o diseñar inodoros sin agua que produzcan compost en los suburbios? – ¿Vale más invertir en costosas calderas centrales a escala de barrio o aislar e instalar recolectores de energía solar para apenas necesitar calefacción adicional? – ¿Invertimos en la construcción de una planta nuclear o instalamos paneles solares eléctricos en nuestros balcones y cubiertas? Cada una de estas preguntas tiene una respuesta diferente según la densidad urbana y el clima. Este es justamente el reto al que se enfrenta la profesión de la arquitectura: ¿podemos manejarnos con soltura dentro de una economía que evita el efecto del carbono de una forma lo suficientemente rápida como para trascender la mera lógica ingenieril darwiniana y desarrollar un entorno construido carbononeutral con el que poder trabajar? Veamos lo que sucederá dentro de veinte años. Cuando los vuelos de bajo coste no sean más que historia popular, cuando compartir coche sea normal y nos detengamos en fondas vegetarianas para comer, el Reino Unido tendrá que sobrevivir a costa de las reservas limitadas de energía renovable de las que dispone dentro de sus fronteras. Aunque cada aparato de generación de energía se conectara a la red eléctrica más ecológica jamás soñada por un ingeniero de infraestructuras y tuviéramos molinos de viento marinos colocados a pequeños intervalos a lo largo de toda la placa continental, aun así, apenas alcanzaríamos a cubrir el 25 % de nuestra demanda actual de energía. Se necesitaría de toda nuestra capacidad de producción externa solo para abastecer a nuestro parque de queriPRODUCIR

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BedZED, Londres. Vista desde el jardín en cubierta; densidad: 120 viviendas/ha

Vista en sección de la urbanización de usos mixtos BedZED con espacios de trabajo a la sombra de las viviendas, con jardines en cubierta

dos, pero ineficientes, edificios históricos, y tendríamos apenas unos 500 kg de biomasa por persona si cultiváramos nuestros bosques de una forma sostenible y comprimiéramos los desechos agrícolas sin que ello afecte a la producción de alimentos, dejándonos unos 250 kg de biomasa por persona para hacer funcionar una casa; a esto lo llamo “cuota nacional de biomasa”. Esta pequeña cantidad es lo que se necesita para cubrir los gastos domésticos de agua caliente durante el invierno en una casa superaislada ZED (Zero Energy Development; desarrollo de energía cero) con paneles solares para proporcionar agua caliente durante todo el verano. Instalar paneles fotovoltaicos monocristalinos que cubran la mitad de los tejados orientados a sur genera suficiente cantidad de energía como para cubrir la demanda de electricidad anual en densidades de hasta cincuenta viviendas por hectárea, con un excedente de energía solar en verano que solventaría la reducción de la captación de los molinos de viento marinos. Esta densidad representa el 70 % de los hogares británicos, y sugiere que no es realista ni sensato exigir capacidad de producción externa a nuestros nuevos edificios, pues estaríamos privando a una comunidad ya existente de su derecho a funcionar con energías renovables en el futuro. Es importante que todos entendamos la futura escasez en la oferta de energía renovable, nacional e internacional, pues necesitamos aprovechar cada oportunidad de captación, tanto in situ como de manera deslocalizada, si lo que queremos es un futuro democrático, equitativo y manejable.1 La gran idea que tuvimos en BedZED2 consistió en no dejarse llevar por los cambios de estilo de vida coactivos, sino cambiar a una dieta baja en carbono atractiva y conveniente. BedZED también incluye espacios de trabajo bajos en carbono y podría producir fácilmente escuelas EdZED y hospitales MedZED. La actual legislación va en la línea de estos mismos estándares de rendimiento medioambiental en edificios públicos. En BedZED hay

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1  Para una estrategia de diseño alternativa que adopte estilos de vida ecológicos y aumente la eficiencia energética mediante la generación in situ, véase: Dunster, Bill; Simmons, Craig y Gilbert, Bobby, The Zed Book: Solutions for a Shrinking World, Taylor & Francis, Nueva York, 2008. 2  Beddington Zero Energy Development, un plan pionero de viviendas ecológicas cerca de Wallington, Reino Unido, diseñado por el autor y construido entre 2000 y 2002. Una solución de viviendas de bajo costo, carbononeutrales, desconectadas de la red eléctrica central y protegidas por la tierra con el propósito expreso de ocupar lotes abandonados.

quienes han adoptado un estilo de vida ecológico, pues muchos residentes creen que la ingeniería social bajo la tutela de instructores de estilo resulta un tanto condescendiente, y prefieren adoptar estas ideas a su ritmo. Los críticos tienen razón al poner el énfasis en que la huella de carbono que deja una fresa transportada en avión es mayor que el ahorro de carbono que permite el tejido edilicio superaislado de BedZED. Sin embargo, los hábitos de consumo cambiarán rápidamente cuando el pico de petróleo haga que el coste del combustible se dispare, lo que de por sí podría verse como un éxito temprano en la campaña por lograr un estilo de vida de carbono cero. Dejar a un lado los ridículos patrones de consumo no ayudará a que la familia media de 2050 supere un invierno con raciones mínimas de combustible, ni a mantener las luces encendidas cuando la red eléctrica sea cada vez más intermitente. Parece que nos hemos olvidado de que los edificios duran mucho tiempo, y que en 2050 el precio de los combustibles hará que habitar una casa media sea impagable. La lección más importante de BedZED es la idea del comercio de carbono como contrapartida a los avances urbanísticos. El proyecto ha demostrado que es posible aumentar las densidades de ocupación urbana al tiempo que se mejora cuantitativamente la calidad general de vida, comparada con lo que se obtiene aplicando los estándares del promotor británico. El proyecto ha demostrado que es posible lograr el objetivo gubernamental de 3,5 millones de viviendas nuevas utilizando las reservas de terrenos industriales en desuso, proporcionando al tiempo un jardín a cada casa y reduciendo la demanda de reservas renovables limitadas del país. Los proyectos piloto dan confianza a los políticos para cambiar los marcos legislativos medioambientales. Lentamente, cada año los edificios se vuelven más diversos, más sofisticados técnicamente, y las excusas para no ofrecer a la población una regeneración urbana carbononeutral son cada vez más inconsistentes.

Solución de viviendas de bajo coste, carbononeutrales y enterradas, especialmente pensada para terrenos industriales

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Ampliación de la ciudad de Tongshan, China. Los parques lineales y ondulantes, espacios comerciales, aparcamientos y oficinas proveen una red de espacios verdes seguros para los niños entre las viviendas orientadas al sur. Un muro contra inundaciones, carbononeutral y autofinanciado con un tranvía solar sobre el dique. Muchas ciudades están construidas sobre terrenos inundables. ZEDfactory está produciendo viviendas flotantes carbononeutrales agrupadas en torno a un atrio solar común. En el futuro, la calle típica del este de Londres quizá tendría que subir y bajar con la marea.

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Ecociudad Logroño MVRVD

Logroño, la ecociudad diseñada por MVRDV en colaboración con GRAS en la provincia española de La Rioja, comprende la construcción de 3.000 viviendas y un programa complementario. Sobre las colinas de Montecorvo y Fonsalada, el solar, de 56 ha, justo al norte de la ciudad, goza de unas vistas sobre esta, así como sobre unas extensas laderas orientadas a sur. El coste total del proyecto es de 388 millones de euros, de los cuales 40 se invertirán en tecnologías de energías renovables. El plan general es compacto, de modo que el proyecto solo ocupa un 10 % del solar. La urbanización lineal serpentea por el paisaje, proporcionando vistas sobre la ciudad a cada vivienda. Las instalaciones deportivas, comerciales, restaurantes, infraestructurales y los jardines públicos y privados forman parte del plan. El paisaje restante se convierte en un ecoparque, una mezcla de parque y centro de producción de energía. Toda la demanda energética de la

ciudad se genera in situ gracias a una combinación de energía eólica y solar: un tapiz de células fotovoltaicas cubre las laderas orientadas a sur, y en la cima de las colinas los molinos sirven como hitos para la urbanización. Un circuito de aguas grises y depuradoras de agua in situ también forma parte del plan, que combina densidad urbana con mejoras ecológicas. Estas características harán que el proyecto sea carbononeutral y merecerán la calificación más alta para el ahorro energético en España. Al construir lo más compactamente posible (siguiendo los puntos más altos de la colina), se reducen los costes. Otra parte del plan consiste en construir un funicular de acceso a un museo y un mirador escondido en la cima de Montecorvo, que también alojará un centro para la investigación y promoción de la tecnología de energías renovables y ecoeficientes. La producción de energía limpia y la calidad de la construcción se traducirá en un ahorro anual de más de 6.000 toneladas de emisiones de CO2.

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La revolución del pie grande Kongjian Yu

El “urbanismo de pie pequeño” Durante más de un milenio las jóvenes chinas estaban obligadas a vendarse los pies para poder casarse con los miembros de las elites urbanas. Se consideraba que los pies “grandes”, sanos y naturales, eran toscos y propios de las clases rurales. En cambio, se consideraban “bellos” aquellos deformes, de ciudad, poco aptos para su función y malolientes. El vendado de pies (junto a otras prácticas de deformación del cuerpo de tantas otras culturas) constituía un rito de urbanidad. La urbanización comenzó de la mano de una clase privilegiada que sacrificaba la funcionalidad a cambio de valores decorativos y cosméticos. La minoría urbana privilegiada utilizó este mismo sistema de valores de los pies pequeños para construir ciudades y paisajes. Por definición, el “urbanismo de pie pequeño” es el arte de la gentrificación y de la cosmética, y su superficialidad sustituye a los paisajes más caóticos, fértiles y funcionales propios de un pueblo productivo y sano. En la actualidad “vendamos” los pies mediante el uso de zapatos de tacón estrechos y a la moda para andar por la ciudad, y construimos diques de hormigón contra inundaciones que duren quinientos años para que rodeen la ciudad y la mantengan alejada del agua. Construimos un sistema completamente controlado para la gestión de tormentas que impide que el agua vuelva a infiltrarse en el acuífero antes de desembocar en el mar; sustituimos las plantas “desordenadas”, los matorrales y los cultivos autóctonos por elegantes flores que no dan fruto, que no dan soporte a otras especies y no tienen más función que complacer a los seres humanos; y arrancamos de raíz las resistentes hierbas silvestres para poner en su lugar suaPie vendado Zapatos pequeños La chica de pies pequeños La chica de pies grandes Shanghái: urbanismo de pie pequeño, una ciudad cosmética

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ves céspedes ornamentales que consumen grandes cantidades de agua. Los paisajes urbanizados están diseñados con criterios ornamentales, y tienen como hitos la torre CCTV o la Ópera de Pekín. Shanghái y Dubái ofrecen otros ejemplos, casi todos grandes hitos rematados con cómicos sombreros de adorno. Más aún, toda la ciudad pasa a ser cosmética y ornamental, con todo el lastre que supone en términos de escasez de agua, contaminación del aire, calentamiento global y el despilfarro masivo de tierras y recursos naturales, además de la pérdida de identidad cultural. Los paisajes, las ciudades y los edificios construidos bajo el régimen actual del “urbanismo de pie pequeño” son como la chica con los pies pequeños: enferma, deforme, disfuncional y maloliente. El “urbanismo de pie pequeño” cava su propia tumba. El sueño de los pies pequeños solía limitarse a una minoría urbana de clase alta, que representaba menos de un 10 % de la población antes de la segunda mitad del siglo xx; esa minoría urbana ha dejado de serlo en los últimos tiempos. Cada año, 18 millones de chinos emigran del campo a la ciudad y se esfuerzan por ser “urbanos”, aburguesarse y alejarse de la funcionalidad natural y de la vida sana y productiva de las zonas rurales. Cuando los países pobres en vías de desarrollo siguen los dictados del “urbanismo de pie pequeño” se encuentran con el “colosal sueño americano” y el escenario empeora aún más. En su búsqueda del colosal sueño americano, China e India persiguen casas, coches y todo tipo de cosas de tamaño colosal. Desde ese punto de vista, la tierra puede verse como un burro sobrecargado: China solo cuenta con el 7 % de los recursos naturales de tierras cultivables y de agua dulce del mundo, pero debe alimentar al 22 % de la población mundial. Es fácil imaginar adónde llevará esta suma de urbanismo de pie pequeño y un cuerpo enorme en China: dos tercios de sus 662 ciudades sufren escasez de agua, el 75 % de la superficie del país está contaminada, como lo están el 64 % de sus acuíferos subterráneos; un tercio de la población corre el riesgo de ingerir agua contaminada y el 50 % de sus humedales han desaparecido en las últimas tres décadas. ¿Cómo podremos sobrevivir en el futuro?

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El pie pequeño carga con un cuerpo enorme: la crisis de la urbanización en China La crisis afecta a la supervivencia: el entorno degradado por las inundaciones, las sequías, la contaminación y la pérdida del hábitat

La “revolución del pie grande”: el urbanismo ecológico Ha llegado un tiempo de cambio. El urbanismo ecológico es el arte de la supervivencia. En estos momentos deben adoptarse dos estrategias para servir de guía a las ciudades sostenibles en el futuro. El desarrollo urbano se basa en la infraestructura ecológica a múltiples escalas Esta estrategia espacial para el desarrollo urbano requiere que los urbanistas entiendan la tierra como un sistema vivo para identificar una infraestructura ecológica (IE) que guíe el desarrollo urbano. La IE se define como la trama estructural paisajística compuesta por los elementos paisajísticos críticos y los patrones espaciales. La IE tiene también una importancia estratégica en lo que se refiere a la salvaguarda de la integridad e identidad de los paisajes naturales y culturales, que a su vez garantizan servicios sostenibles del ecosistema. Al hacer un uso mínimo del espacio, la IE atiende a los siguientes cuatro ecoservicios:

Cartel de propaganda durante la Revolución Cultural en contra del confucianismo y de la cultura del pie pequeño

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Ecoservicios

Proceso natural abiótico PS alto

PS medio PS bajo

Proceso biológico

PS alto

PS medio PS bajo

PS alto

Proceso recreativo

PS alto

PS medio

PS alto

PS medio

PS bajo

PS medio

PS bajo

PS bajo

Seguridad IE alta

Alternativas de infraestructura ecológica (IE) Seguridad IE baja

Un marco para un urbanismo basado en la infraestructura ecológica, donde PS significa “patrón de seguridad”, la configuración paisajística esencial para salvaguardar los procesos ecológicos o culturales Una estrategia espacial para el urbanismo ecológico: la construcción de infraestructura ecológica en China a diferentes escalas

Utilizado como guía y como marco para el crecimiento urbano

1)  abastecimiento de alimentos y de agua limpia; 2) regulación del clima, las enfermedades, las inundaciones y la sequía; 3) apoyo a los ciclos de nutrientes y al hábitat para la flora y la fauna autóctonas; 4) patrocinio de la cultura asociado a los beneficios recreativos y espirituales. Como estrategia espacial de un urbanismo ecológico, la IE debe planificarse a diferentes escalas. Las IE naturales y regionales deben hacerlo mediante la identificación de patrones paisajísticos estratégicos (patrones de seguridad) para garantizar

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population (millions) 90 130 150

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> Los jardines flotantes del Yongning: la integración de arte y ecología hace de una naturaleza caótica un hermoso espacio verde urbano Aliarse con las inundaciones: los jardines flotantes del Yongning aplican medidas ecológicas de control de inundaciones y gestión de aguas de tormenta

los procesos ecológicos críticos. El objetivo debe ser crear un marco en el que desarrollar el planeamiento regional del uso de tierras y los patrones del crecimiento urbano. A media escala, deben identificarse claramente los elementos estructurales de la IE (corredores y parches) y organizarse de tal modo que garanticen la integridad de la escala regional. A menor escala, los ecoservicios provistos por la IE se extenderán hasta el tejido urbano y guiarán el urbanismo de los lugares concretos. La estética de “pie grande”: cinco proyectos, cinco principios Es necesaria una nueva estética que permita operar y apreciar el urbanismo ecológico: la estética de “pie grande”, como alternativa a la de “pie pequeño”. Durante los últimos diez años, y en colaboración con Turenscape, he diseñado y ejecutado estos cinco proyectos, que muestran algunos de los principios rectores de la estética de “pie grande”, inspirada en la conciencia ecológica y la ética ambiental.

El parque Yongning antes de la intervención Estética de “pie grande”: las hierbas autóctonas resistentes sustituyen el muelle de hormigón y los visitantes las aprecian

Los jardines flotantes del parque Yongning: aliarse con las inundaciones Las ciudades modernas que siguen los principios del “urbanismo de pie pequeño” están diseñadas contra las fuerzas de la naturaleza, en especial del agua. Se empobrecen los servicios que nos brindan la naturaleza y el paisaje para sustituirlos por servicios artificiales. Como una postura alternativa a la gestión urbana convencional del agua y la ingeniería de hormigón y canalizaciones contra las inundaciones, este proyecto demuestra que podemos vivir y diseñar con el “pie grande” del agua. Liberamos el sistema urbano de agua de las ataduras del hormigón, de modo que adoptamos una postura ecológica ante las inundaciones y la gestión del agua de lluvia, dejando ver la belleza de la vegetación autóctona y del paisaje corriente. Los resulta-

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dos han tenido un notable éxito: los problemas de las inundaciones se han tratado adecuadamente, y tanto la población local como los turistas aprecian las hierbas autóctonas.

Inundado cada 10 años Inundado cada 20 años

El arrozal del campus de Shenyang: seamos productivos Desde hace siglos, las universidades han sido lugares para que los jóvenes de campo se volvieran urbanitas, al igual que el paisaje. En las últimas tres décadas, miles de hectáreas de tierra fértil se han convertido en campus de césped y flores ornamentales en China. Para el campus de Shenyang propusimos una alternativa productiva. Se recoge el agua de las tormentas en un estanque que sirve de embalse para el riego de arrozales frente a las aulas. Las salas de estudio se ubican en medio de los arrozales, donde se crían ranas y peces para que se coman las larvas de los insectos y, una vez hayan crecido, puedan servir de comida. Este proyecto demuestra que los paisajes agrícolas pueden convertirse en parte del entorno urbanizado y seguir siendo estéticamente agradables. Este paisaje productivo es un claro ejemplo de la nueva estética de “pie grande”: sin vendas, funcional y bella.

Inundado cada 50 años Cursos de agua existentes Situación en el parque Se propuso una solución ecológica para gestionar las aguas de tormenta, como alternativa al hormigón utilizado en diques y canalizaciones. Al aceptar finalmente la propuesta, se pararon las obras previas de ingeniería y se eliminaron los muelles de hormigón de las riberas del río. El parque del río Yongning sirvió de ejemplo para la recuperación ecológica de todo el río.

Parque del astillero Zhongshan: valorar lo ordinario y reciclar lo existente Durante mucho tiempo, el ser humano se ha sentido orgulloso de su capacidad de construir, destruir y reconstruir. En nombre

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> Los arrozales del campus de Shenyang consiguieron un espacio urbano estéticamente atractivo para múltiples funciones El parque Zhongshan: la naturaleza y el legado industrial se integran en lugares hermosos

El campus productivo de Shenyang

de este instinto hemos abusado de nuestros activos naturales y artificiales, y nos encontramos al borde de una crisis de supervivencia. Como alternativa, en este parque se aplican los principios de conservación, reutilización y reciclaje de los materiales naturales y artificiales. El parque se construyó en los terrenos de un astillero de la década de 1950 que quebró en 1999 y, tras haber sobrevivido medio siglo en la China socialista, fue abandonado. Se han conservado la vegetación original y los hábitats naturales y únicamente se han utilizado plantas autóctonas. Las máquinas, los muelles y el resto de las estructuras industriales se reciclaron con fines didácticos y funcionales. El parque se ha convertido en un lugar muy solicitado para celebrar bodas y desfiles de moda, y tanto la población local como los turistas lo disfrutan a diario. Así, se pone de manifiesto que lo “desordenado” y lo “rústico” puede ser estéticamente atractivo, y que la ética medioambiental y la conciencia ecológica pueden integrarse en el paisaje urbano. Las “paletas adaptables” del parque Qiaoyuan: dejar que la naturaleza trabaje Desde los jardines de Versalles y los jardines chinos antiguos hasta el parque olímpico contemporáneo, se han hecho grandes esfuerzos por crear y conservar paisajes ornamentales artificiales. En lugar de dotar de servicios ecológicos a la ciudad, los espacios públicos pasan a ser una carga en lo que se refiere al consumo de energía y de agua. El parque Qiaoyuan en Tianjín es un ejemplo alternativo de cómo se originan los procesos naturales y cómo se deja que la naturaleza trabaje, facilitando servicios medioambientales a la ciudad. El lugar –un antiguo campo de tiro que después pasó a ser un vertedero y depósito de aguas de escorrentía– se encontraba muy contaminado y completamente abandonado, con terrenos con

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> La “cinta roja”: la mínima intervención necesaria para convertir la naturaleza en un espacio urbano verde atractivo

una salinidad y una alcalinidad altísimas. Inspirado en la vegetación adaptable desperdigada a lo largo del paisaje costeño plano, la solución consistía en las llamadas “paletas adaptables”: se excavaron numerosos huecos de profundidades diferentes para albergar estanques, se retuvo el agua de tormenta, se crearon diversos hábitats y se plantó una mezcla de diferentes semillas. Se introdujo un proceso de diseño regenerativo para hacer que el paisaje evolucionara y se adaptara a lo largo del tiempo. El parcheado de paisajes refleja una vegetación resistente a la abundancia de agua y la alcalinidad. La belleza del paisaje autóctono se enmarca en la estética de “pie grande”, ecológica y de bajo mantenimiento. El parque se ha convertido en una atracción para las miles de personas que lo visitan a diario. Parque de la Cinta Roja del río Tanghe, Qinhuangdao, provincia de Hebei: mínima intervención En los procesos de urbanización normalmente se sustituye el paisaje natural por parques y jardines excesivamente diseñados. Este parque explora una alternativa que integra arte y naturaleza, al tiempo que transforma drásticamente el paisaje, pero con un diseño mínimo. Con el terreno y la vegetación naturales como telón de fondo, una “cinta roja” de bancos de 500 m de longitud integraba iluminación, interpretación medioambiental y orientación. Puesto que se conservó la mayor parte del río “desordenado”, el proyecto demuestra cómo un diseño mínimo puede lograr importantes mejoras para transformar un paisaje natural de “pie grande” en un hermoso parque urbano, al tiempo que conserva sus procesos y patrones naturales.

Dejar que la naturaleza trabaje: las “paletas adaptables” del parque Qiaoyuan, en Tianjín, transforman la vegetación en un paisaje atractivo

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La revolución del pie grande

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La Tour Vivante, ecotorre soa architectes

La Tour Vivante (La Torre Viviente, 2006) integra agricultura y producción de energía en la arquitectura. Este tipo de proyectos verticales presenta interrogantes importantes sobre la agricultura, la producción de energía y su presunta oposición a la ciudad, como algo que sucede lejos de la misma. ¿Por qué los espacios productivos no pueden hacerse un lugar en el centro de la ciudad? Al integrar molinos de viento, paneles fotovoltaicos, pozos geotérmicos, agua de lluvia, aguas negras, materiales ecológicos y reglamentos térmicos e higrométricos, esta torre intenta aunar la producción agrícola, la vivienda y otras actividades en un sistema vertical integrado. En principio, este sistema permite construir una forma urbana más densa a su alrededor, al tiempo que proporciona al edificio una mayor autonomía de los planos horizontales, reduciendo la necesidad de transporte entre los territorios urbanos y periurbanos. La inusual superposición de estos programas posibilita considerar nuevas relaciones entre agricultura, cultura, espacios terciarios, vivienda y comercio, con un significativo ahorro (e incluso ganancia) de energía. Número de plantas: 30 Altura: 112 m (140 m con molino de viento) Superficie total: 50.470 m2 Energía: paneles fotovoltaicos: 4.500 m2; agua caliente solar en cubierta: 900 m2; dos molinos de viento en cubierta Presupuesto: 98.100.000 € Programa de usos mixtos
 Residencial: 130 viviendas en las primeras quince plantas: 11.045 m2 Oficinas: a partir de la planta 16: 8.675 m2 Producción: horticultura hasta la cima de la torre: 7.000 m2 Comercio: centro comercial e hipermercado: 6.750 m2 Servicios: mediateca y guardería: 650 m2 Aparcamiento: 475 plazas subterráneas: 12.400 m2

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apéndices II Colaboradores IV Agradecimientos VI Créditos de las imágenes

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Colaboradores

D. Michelle Addington es profesora asociada de Arquitectura en la Yale University. Estudió en la GSD, de la Harvard University, en Temple University y en Tulane University. Ha trabajado como ingeniera e investigadora de la NASA y en la industria química Dupont. Es coautora del libro Smart Materials and Technologies for the Architecture and Design Professions.

Kongjian Yu es doctor en Diseño por la GSD, de la Harvard University. Además de ser fundador y decano de la Escuela de Paisajismo en la Universidad de Pekín, es fundador y director de Turenscape. Su libro más reciente es The Art Of Survival. Recovering Landscape Architecture, y es redactor jefe de la revista Landscape Architecture China.

Bill Dunster trabajó para Michael Hopkins and Partners (MHP) antes de fundar su propio estudio, BDa. El último proyecto en el que trabajó para MHP fue el nuevo campus de la University of Nottingham, ganador el premio Stirling en 2001, donde desarrolló una estrategia medioambiental y un detallado diseño en la fachada de la Portcullis House. En 1995 construyó la casa Hope, un prototipo de bajo consumo. Dorothée Imbert fue profesora de Paisajismo en la GSD, de la Harvard University, desde 1999 a 2010, y en la actualidad es directora de la sección de Paisajimo de la escuela de arquitectura Knowlton en la Ohio State University. Ha escrito numerosos artículos y el libro Between Garden and City: Jean CanneelClaes and Landscape Modernism. Mathieu Lehanneur es un diseñador que vive y trabaja en París. Tras finalizar sus estudios en ENSCI-Les Ateliers en 2001, fundó su estudio de diseño industrial e interiorismo. Sus proyectos forman parte de las colecciones permanentes del MoMA de Nueva York, el FRAC y el Musée des Art Decoratifs de París. MVRDV es un estudio de arquitectura, urbanismo y planificación urbana con sede en Róterdam y fundado por Winy Maas, Jacob van Rijs y Nathalie de Vries. Entre sus proyectos más recientes se encuentran el plan para Oslo, la ciudad coreana de Gwang Gyo, el París metropolitano, las ciudades chinas de Tianjín y Chengdú y una ecociudad en Logroño. soa architectes es un estudio fundado en el año 2001 en París por Pierre Sartoux y Augus-tin Rosenstiehl. Su trabajo colectivo viene reforzado por su fuerte formación en materia estética, teórica y sociológica. soa busca una arquitectura poética, onírica y expresiva de la joie de vivre. Vector Architects es un estudio fundado en Pekín en 2008 por Gong Dong y Hongyu Zhang que combina la práctica de la arquitectura con proyectos inmobiliarios y que buscan la simplicidad y claridad prestando especial atención al contexto social, cultural, histórico, climático y urbano de cada proyecto.

II

Agradecimientos

Toda publicación de cierta embergadura sale adelante gracias al compromiso y el apoyo de muchas más personas de las que aparecen como autores, y en especial cuando se trata de una obra tan interdisciplinar como Urbanismo ecológico. Estamos en deuda con muchos miembros de la comunidad de la Harvard University y otras instituciones por sus aportaciones. Con su ayuda esperamos haber iniciado una conversación que tenga repercusiones en las múltiples facetas de la acción y la investigación. Debemos empezar agradeciendo a Drew Gilpin Faust, rectora de la Harvard University, que organizara la conferencia sobre urbanismo ecológico que se celebró en la GSD de Harvard University en primavera de 2009. Junto a la exposición que la acompañaba, fue una oportunidad para explorar muchas de las ideas que aparecen en este volumen. Agradecemos también a Thomas M. Menino, alcalde de Boston, sus palabras de apertura. Esta ambiciosa publicación no habría sido posible sin el apoyo económico de John K. F. Irving, AB ’83, MBA ’89 y Anne C. Irving Oxley, MLA, a quienes agradecemos su enorme generosidad y su compromiso con la reflexión para avanzar en temas tan complejos como el que nos ocupa. La conferencia contó con el apoyo del rectorado de la universidad, del Harvard Center for the Environment, del Taubman Center for State and Local Government y Rappaport Institute for Great Boston de la Harvard Kennedy School of Government. Agradecemos esta importante participación, en especial a Daniel Schrag, profesor Sturgis Hooper de Geología y catedrático de Ciencias de la Tierra y Planetarias de la Harvard University, además de director del Harvard Center for the Environment; a Edward Glaeser, profesor Fred y Eleanor Glimp de Economía de la Harvard University y director del Taubman Center y del Rappaport Institute; y a David Luberoff, director ejecutivo del Rappaport Institute. También damos APéndiCE

las gracias a Donald E. Ingber, director del Wyss Institute for Biologically Inspired Engineering, por copatrocinar el Premio Wyss para arquitectura adaptable de inspiración biológica, quien nos permitió presentar la obra de Chuck Hoberman en nuestra exposición y libro. El Rouse Visting Artist Fund de la GSD también tuvo a Sissel Tolaas como artista invitado en 2009. Durante la compilación de materiales para este volumen tuvimos la suerte de contar con el apoyo gráfico de Lars Müller, un reconocido profesional con una dilatada experiencia en la edición de libros rigurosos y bellamente diseñados sobre arte y arquitectura. Además de su inspiradora ayuda, nos beneficiamos de la experiencia en la edición de libros de su equipo en Baden, Suiza, integrado por Esther Butterworth, Milana Herendi, Ellen Mey y Martina Mullis. Ya en el marco de la GSD, agradecemos los esfuerzos de nuestra decana ejecutiva Patricia Roberts, y de la decana asociada, Hannah Peters. También damos las gracias a Melissa Vaughn y Amanda Heighes, del Departamento de Publicaciones; a Dan Borelli y Shannon Stetcher, del Departamento de Exposiciones; a Leslie Burke y Jane Acheson, de la Oficina del Decano; y a la organizadora de la conferencia, Brooke Lynn King. Jared James May desarrolló y gestionó un sistema para archivar miles de imágenes que se emplearon en el libro. Nuestos estudiantes desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo de algunos de los temas que se investigaron en la conferencia, la exposición y el presente libro. Un agradecimiento especial a los participantes del seminario de 2008 “Comisariar el urbanismo ecológico”: Abdulatif Almishari, Adi Assif, Peter Christensen, Elizabeth Christoforetti, Suzanne Ernst, Anna Font, Melissa Guerrero, Caitlin Swaim y Aylin Brigitte Yildrim. Lindsay Jonker, Dan Handel, Almin Prsic, Ryan Shubin y Quilian Riano nos ayudaron a incluir los extractos de los blogs de los estudiantes que aquí III

Agradecimientos de la edición española

aparecen. Shelby Doyle nos prestó una ayuda esencial en aspectos gráficos durante el desarrollo del libro. Durante la conferencia, personal de la GSD, académicos y estudiantes de doctorado dirigieron grupos de discusión que enriquecieron el contenido de este libro: Julia África, Rania Ghosn, Brian Goldstein, Jock Herron, Li Hou, Har-Ye
Kan, Shelagh McCartney, Alexios Nicolaos Monopolis, Edward Morris, Masayoshi Oka, Antonio Petrov, Ivan Rupnik, Fallon Samuels, Susannah Sayler, Thomas Schroepfer, Zenovia Toloudi, Heather Tremain, Dido Tsigaridi, Lin Wang y Christian Werthmann. Para concluir, damos las gracias a los numerosos pensadores de los mundos del arte y de la ciencia, del mundo académico y profesional, que han contribuido con sus artículos e imágenes a la elaboración de este libro. Su fe en la aportación de las diferentes perspectivas a una comprensión más potente y sutil de la interrelación entre lo ecológico y lo urbano es el alma de esta obra.

Desde la publicación original de este libro en inglés, estamos muy satisfechos por el interés que ha suscitado su edición en otros idiomas, tanto en formato digital como en papel. La edición de una obra tan extensa y compleja desde el punto de vista material como esta no es tarea fácil, y solo ha sido posible gracias a la ayuda y el estímulo de los patrocinadores, las editoriales, los traductores, los editores, los autores y otra gente que ha prestado su ayuda. Agradecemos en particular el compromiso continuado de Lars Müller, editorial original del libro, por facilitar las ediciones traducidas. Además de a todos aquellos mencionados en los agradecimientos a la edición inglesa, querríamos agradecer también a Benjamin Prosky, Jennifer Sigler, Melissa Vaughn y Karen Kittredge, de la GSD, sus esfuerzos por hacer que esta edición salga a la luz. Agradecemos a la Editorial Gustavo Gili, en especial a Mónica Gili y Saskia Adriensen, su entusiasta colaboración en esta edición española. También agradecemos a Moisés Puente la cuidadosa edición del texto. Agradecemos el trabajo de Mónica Belevan en la traducción del texto. Por su apoyo a la traducción y su alcance general en Latinoamérica, damos las gracias al David Rockefeller Center for Latin American Studies de la Harvard University (DRCLAS), a sus oficinas en la región y a ARTS@ DRCLAS. Gracias a Mariano Gómez Luque por su ayuda en la revisión de la traducción. Felipe Vera Benítez ha sido un apoyo fundamental desde los inicios de este proyecto.

IV

Créditos de las imágenes

Pág. 245: Michelle Addington
 Págs. 246, 247: NASA/Goddard Space Flight Center, Scientific Visualization Studio
 Pág. 250: University Operations Service, Harvard University Págs. 252-253: Pelamis Wave Power Ltd.
 Págs. 254-255: Vector Architects
 Pág. 257 (izquierda): The White House/Joyce N. Boghosian Págs. 257 (derecha), 260 y 262 (abajo): Dorothée Imbert Págs. 258-259: The Sunday Times
 Pág. 260 (arriba): C. Th. Sørensen collection, Royal Danish Academy of Fine Arts Pág. 261: de Jedermann Selbstversorger (1918) por Leberecht Migge Pág. 262 (arriba): Christian Werthmann
 Pág. 263: Lukas Schweingruber
 Págs. 264, 265: Michel Desvigne
 Pág. 266: Dorothée Imbert y Scheri Fultineer, con Megumi Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono Pág. 267: Tzufen Liao Págs. 268, 269: Mathieu Lehanneur
 Pág. 271: fotografía de Hans Georg Roth Págs. 272, 273: fotografías de KVA MATx
275, de una presentación de Colin Campbell en la Cámara de los Comunes, Londres Págs. 277-279: ZEDfactory Págs. 280-281: © MVRDV
 Págs. 282 y 283 (izquierda): Baidu.com
 Págs. 283 (centro): Ou Yang Pág. 283 (derecha): Kongjian Yu Pág. 284 (arriba, derecha), fotografías a y c de Xinhua.net, y b y d de Kongjian Yu Pág. 272 (abajo): Li Yansheng Pág. 285 (arriba y abajo): Kongjian Yu y Escuela de Paisajismo de la Universidad de Pekín Págs. 286-291: Kongjian Yu/Turenscape
 Págs. 292-293: soa architectes


APéndiCE

V

Título original: Ecological Urbanism, publicado por Harvard University Graduate School of Design/Lars Müller Publishers, Cambridge (Mass.)/Baden, 2010 Edición de Mohsen Mostafavi con Gareth Doherty Diseño gráfico: Integral Lars Müller, Lars Müller y Martina Mullis Versión castellana: Mónica Belevan Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente respecto a la exactitud de la información contenida en este libro, razón por la cual no puede asumir ningún tipo de responsabilidad en caso de error u omisión. © Lars Müller Publishers/The President and Fellows of Harvard College, 2010, 2013 y para la presente edición: © Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2014 Editorial Gustavo Gili, SL Rosselló 87-89, 08029 Barcelona, España. Tel. (+34) 93 322 81 61 Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México. Tel. (+52) 55 55 60 60 11 www.ggili.com

E-books (PDF): Volumen 1: ¿Por qué Urbanismo ecológico? ¿ Por qué ahora? ISBN: 978-84-252-2800-1 Volumen 2: Anticipar 978-84-252-2801-8 Volumen 3: colaborar ISBN: 978-84-252-2802-5 Volumen 4: sentir ISBN: 978-84-252-2803-2 Volumen 5: comisariar ISBN: 978-84-252-2804-9 Volumen 6: producir ISBN: 978-84-252-2805-6 Volumen 7: interactuar ISBN: 978-84-252-2806-3 Volumen 8: movilizar ISBN: 978-84-252-2807-0 Volumen 9: medir ISBN: 978-84-252-2808-7 Volumen 10: adaptar ISBN: 978-84-252-2809-4 Volumen 11: incubar ISBN: 978-84-252-2810-0 Edición impresa ISBN: 978-84-252-2742-4 VI

URBANISMO ECOLÓGICO COLECCIÓN DE E-BOOKS Índice

Volumen 1

Volumen 3

¿por qué urbanismo ecológico? ¿Por qué ahora?

colaborar I

12 ¿Por qué urbanismo ecológico?

¿Por qué ahora?

130 El trabajo de campo como arte Giuliana Bruno 132 Urbanismo ecológico y/como metáfora

urbana

Mohsen Mostafavi

Lawrence Buell 134 Blanco y negro en las ciudades verdes Lizabeth Cohen Volumen 2

136 El retorno de la naturaleza Preston Scott Cohen y Erika Naginski

anticipar

138 Prácticas urbanas ecológicas:

56 Progreso contra Apocalipsis Rem Koolhaas

Las tres ecologías de Félix Guattari Verena Andermatt Conley

72 Zeekracht OMA

140 Modernizar la ciudad Leland D. Cott

78 Con Bombay en mente:

142 Entornos urbanos productivos Margaret Crawford

algunas ideas sobre sostenibilidad Homi K. Bhabha 84 Planeta Urbano: Bombay Daniel Raven-Ellison y Kye Askins 94 Apuntes sobre la tercera ecología Sanford Kwinter 106 Desigualdad social y cambio climático Ulrich Beck 110 Por un posmedioambientalismo:

siete recomendaciones para una Nueva Carta de Atenas y La metrópolis débil Andrea Branzi 114 Obra débil: la “metrópolis débil” de

Andrea Branzi y el potencial proyectivo de un “urbanismo ecológico” Charles Waldheim 122 De “sostén” a “habilidad” JDS Architects 124 Cuarenta años después:

retorno a la Tierra sublunar Bruno Latour

APéndiCE

VII

Volumen 4

Volumen 5

sentir

comisionar

146 La ciudad desde el olfato Sissel Tolaas

190 Comisariar recursos Niall Kirkwood

156 Planeta Urbano: Ciudad de México Daniel Raven-Ellison

194 El mar y el monzón:

164 CitySense:

una red de sensores a escala urbana Matt Welsh y Josh Bers 166 Eat love Marije Vogelzang 168 Ecologías autoingeniadas Christine Outram, Assaf Biderman y Carlo Ratti 174 Hay más verde de lo que

a simple vista parece: ecologías de lo verde en Baréin Gareth Doherty 184 Play Me, I’m Yours! Luke Jerram 186 Mapping Main Street Jesse Shapins, Kara Oehler, Ann Heppermann y James Burns

un manifiesto de Bombay Anuradha Mathur y Dilip da Cunha 208 ¿Ecociudades trascendentes o seguridad

ecológica urbana? Mike Hodson y Simon Marvin 218 Nuevos paisajes acuáticos para Singapur Herbert Dreiseitl 222 Subir el nivel del agua de un estanque Zhang Huan 224 Visión de las ciudades ecológicas Mitchell Joachim 230 Vuelta a la naturaleza Sandi Hilal, Alessandro Petti y Eyal Weizman 236 Harmonia 57 Triptyque 238 Fundamentar una estrategia urbana

sostenible Michael Van Valkenburgh Associates 240 Center Street Plaza Hood Design

VIII

Volumen 6

Volumen 3

producir

colaborar II

244 Sub, supra e infraestructuras energéticas D. Michelle Addington

296 Retos de gestión de la transformación

urbana: organizar para aprender Amy C. Edmondson

252 Parque undimotriz Pelamis Wave Power Ltd. 254 Showroom para CR Land Guanganmen

Green Technology

298 La purificación del aire en las ciudades David Edwards 300 Justicia social y urbanismo ecológico Susan S. Fainstein

Vector Architects 256 Aux fermes, citoyens! Dorothée Imbert

302 El gobierno de la ciudad ecológica Gerald E. Frug

268 Local River:

304 Un futuro subterráneo Peter Galison

unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche 270 Soft Cities KVA MATx

306 Templado y limitado Edward Glaeser 308 Arquitectura adaptable de inspiración

biológica y sostenibilidad Donald E. Ingber

274 ZEDFactory Bill Dunster 280 Ecociudad Logroño MVRDV 282 La revolución del pie grande Kongjian Yu 292 La Tour Vivante, ecotorre soa architectes

APéndiCE

IX

Volumen 7

Volumen 8

interactuar

movilizar

312 La ecología urbana y la distribución de la

naturaleza en las regiones urbanas Richard T. T. Forman 324 La agencia ecológica Chris Reed

380 Movilidad, infraestructura y sociedad Richard Sommer 382 Movilidad urbana sostenible con vehículos

eléctricos ligeros William J. Mitchell

330 Infraestructura neoyorquina Christoph Niemann

398 Movilidad sostenible en acción Federico Parolotto

332 Redefinir la infraestructura Pierre Bélanger

402 Sostener la ciudad ante la marginalidad

350 Urbanismo generado por los usuarios Rebar 356 Experimentos urbanos y ecológicos

en el espacio público Alexander J. Felson y Linda Pollack 364 Una perspectiva holística del fenómeno

avanzada Loïc Wacquant 406 Teoría general del urbanismo ecológico Andrés Duany 412 La ecología política del urbanismo ecológico Paul Robbins 416 El modelo de sistema energético urbano

urbano

SynCity

Salvador Rueda

Niels Schulz, Nilay Shah, David Fisk, James Keirstead, Nouri Samsatli, Aruna Sivakumar, Celine Weber y Ellin Saunders

370 Nuevo sistema de parques para Gwanggyo Yoonjin Park y Jungyoon Kim (PARKKIM) 372 Una metodología para la innovación urbana Alfonso Vegara, Mark Dwyer y Aaron Kelley 374 Greenmetropolis Henri Bava, Erik Behrens, Steven Craig y Alex Wall

420 Las ciudades del oro negro:

petropaisajes y futuros sostenibles Michael Watts 425 Los campos petrolíferos del delta del Níger Ed Kashi 428 Sobre rasante Rafael Viñoly 430 INVESTIGACIÓN DE LA GSD

Taller Nairobi Jacques Herzog y Pierre de Meuron

X

510 EcoBox/Red ecourbana autogestionada atelier d’architecture autogérée

Volumen 9

medir 444 Cinco retos ecológicos para la ciudad

512 Acción urbana: playa en la plaza Luna Ecosistema Urbano

contemporánea Stefano Boeri 454 Re(e)volucionar la arquitectura Jeremy Rifkin

Volumen 3

colaborar III

456 El proyecto Canary Susannah Sayler 458 “Performalismo”:

medidas medioambientales y urbanismo Susannah Hagan

516 El confort y la huella ecológica Alex Krieger 518 Urbanismo ecológico e igualdad sanitaria:

una perspectiva ecosocial

468 Cultura natural Kathryn Moore

Nancy Krieger

472 Investigar la importancia de la información

de modelos energéticos a medida: un estudio del Gund Hall Holly A. Wasilowski y Christoph F. Reinhart 476 Percepción de la densidad urbana Vicky Cheng y Koen Steemers 482 La región del estuario de Londres Terry Farrell 488 Planeta Urbano: Londres Daniel Raven-Ellison

520 La naturaleza, las infraestructuras

y la condición urbana Antoine Picon 522 Sostenibilidad y estilo de vida Spiro Pollalis 524 Urbanismo ecológico y paisaje Martha Schwartz 526 Esa vieja oscuridad John Stilgoe 538 Los estudios religiosos y el urbanismo

496 Iniciativas sostenibles para Londres Camilla Ween

ecológico Donald K. Swearer 530 El urbanismo ecológico y la literatura

500 Más allá de LEED:

evaluación ecológica a escala urbana Thomas Schroepfer

de Extremo Oriente Karen Thornber

502 Paisajes de la especialización Bill Rankin 504 INVESTIGACIÓN DE LA GSD

Medio millón de árboles: prototipos de lugares y sistemas para las ciudades sostenibles Kristin Frederickson y Gary Hilderbrand 506 SlaveCity Atelier Van Lieshout

APéndiCE

XI

Volumen 10

Volumen 11

adaptar

incubar

536 Ecologías insurgentes:

572 Equilibrios y desafíos de la práctica

recuperar terreno para la ciudad y el paisaje

integrada

Nina-Marie Lister

Toshiko Mori

548 Madera performativa:

578 El lujo de reducir:

diseño computacional integral para una superficie de madera sensible al clima

sobre el papel de la arquitectura en el urbanismo ecológico

Achim Menges

Matthias Sauerbruch

554 Reducir la huella ecológica de Nueva York Laurie Kerr

584 Bank of America Cook + Fox Architects

560 La adaptabilidad en la arquitectura Hoberman Associates, Ziggy Drozdowski y Shawn Gupta

588 INVESTIGACIÓN DE LA GSD

568 INVESTIGACIÓN DE LA GSD

Cambio climático, agua, urbanización de terrenos y adaptación: planificar desde la incertidumbre (Almere, Países Bajos) Armando Carbonell, Martin Zogran y Dirk Sijmons

Un lugar en el cielo/un lugar en el infierno: operaciones tácticas en São Paulo Christian Werthmann, Fernando de Mello Franco y Byron Stigge 590 In situ: la especificidad del lugar en la

arquitectura sostenible Anja Thierfelder y Matthias Schuler 598 Proyecto bioclimático Mario Cucinella 600 Wanzhuang, ecociudad agrícola Arup 606 Plan ecosistémico para la región DISEZ,

Senegal ecoLogicStudio 608 Ciudad vegetal: soñar con una utopía verde Luc Schuiten 610 Verticalismo Iñaki Ábalos 616 Prototipos urbanos Raoul Bunschoten 622 Incubadora de cambio climático

para el estrecho de Taiwán Chora Architecture and Urbanism 629 LA CIUDAD Ian McHarg 630 GSD:ecologicalurbanism XII

también disponible: la edición impresa de URBANISMO ECOLÓGICO con todos los 11 volúmenes

APéndiCE

XIII

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