Untitled OmniPage Document

491 46 2MB

Spanish Pages [56] Year 2013

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Polecaj historie

Untitled OmniPage Document

Citation preview

Pierre Klossowski

La moneda viviente

T raducción, ñolas y posfaeio de Axct Gasquct

A LC IÓ N EDITO RA dirección Juan C arlos Mal donado

D iseñ o y cuidado de la edición:

CJar i T'- Klinicvskij

O A lción Editora, 1998 C olón 3 5 9 - Local 15, Gal. C ineram a T el./F ax: 0 5 1 -2 3 3 9 9 1 50CX) Córdoba - A rgentina

Im preso en Argentina Printed in A rgentina Hccho el depósito que marca la Ley 11.723 I.S.B.N.: 950-9402-81 -S

La moneda viviente

Desde m ediados del siglo diecinueve y en nom bre de la vida, fueron lanzados m uchos anatemas contra los estragos de la civilización industrial. im p u ta r a los m e d io s de p ro d u c c ió n industrial una acción p erniciosa sobre los a f e c to s es, con el fin de d e n u n c ia r su in flu en c ia desm o ra liz an te, reconocerle una p o te n c ia m oral considerable* ¿D e d ó n d e proviene pues esta potencia? Del hecho de que solo el acto de fabricar objetos pone en d u d a su m ism a finalidad: ¿p ues en qu é difiere el uso de los objetos útiles del uso de los objetos producto del arte, "inútiles" a toda subsistencia? Nadie pensaría confundir un utensilio con un sim u la cro , al m en o s que sea en tan to s im u la c ro q u e un o b j e t o posee un u s o necesario.

***** El valor de uso es originalmente inseparable d e l u so en s e n tid o co n s u e tu d in a r io : u n a c o s tu m b re se perp etúa en una serie de bienes (naturales o culturales) poseyendo, por el uso que del m ism o hacem os, un sentido inmutable. Así el p ro p io c u e rp o , por la m a n e ra de d is p o n e rs e re sp ecto al cuerpo del otro es un valor de uso cu y o carácter alienable o inalienable varía según

la significación que le otorga la costum bre. (Es por eso que hay un carácter de garantía, que vale por aquello que no puede intercambiarse.) El objeto fabricado, contrariam ente al valor de uso (natural), aunque todavía se adecúe a algún tipo de significación habitual (por ejemplo, según el em p le o de los m etales, que p u eden tener un sentido e m b lem ático ), pierde su carác te r en fa m edida q u e el acto de fabricar se com plejiza y se diversifica. D iversificado según su com p lejid ad progresiva, el acto de fabricar substituye el uso de los b i e n e s ( n a tu r a l e s o c u l t u r a le s ) p o r la utilización eficaz de los objetos. D esde que la efic acia de fa b ric a c ió n p re v a le c e a nivel del b e n e fic io , el uso de los b ie n e s n a tu ra le s o c u ltu ra le s, que d e fin e d ich o s bienes p o r u n a interpretación consuetudinaria, se revela estéril; el uso, es decir el goce, es estéril po r cuanto dichos bienes son ju zgados im pro du ctiv os en el circuito de la eficacia de fabricación. De este m odo el uso d e l p r o p io cu erpo d e l o tro en el tráfico de esclavos se reveló im productivo. En la é p o c a in d u s tria l, fa fa b ric a c ió n de u te n s ilio s ro m p e d e fin itiv am en te con el m u n d o de la utilización estéril e instala el m u n d o de la eficacia fabricable en función de la cual to do bien natural o cultural -tanto el cuerpo hu m an o co m o la tierra- es a su turno evaluable. S in e m b a rg o la fa b ric a c ió n de u ten silios t a m b i é n c o n o c e u n a s u e r te de e s t e r i l i d a d in te r m i t e n t e ; m ás a ú n c u a n to q u e el r itm o a c e l e r a d o de f a b r i c a c i ó n debe p rev en ir c o n tin u am en te la ineficacia en sus productos; y contra ésta sólo existe un recurso: el derroche. C ondición previa a la eficacia, la experim entación im p lica el erro r del d es p ilfa rro . E x p e rim e n ta r

a q u e ll o que es fa b ric a b le c o n v istas a una operación rentable equivale a eliminar el riesgo de esterilidad del producto al precio del derroche en m ateriales y en fuerzas h u m an as (el costo de fábrica). Si la exp erim entación derrochadora es una co nd ición previa a la eficacia y lo experim ental e x p r e s a un c o m p o r t a m i e n t o u n i v e r s a lm e n te a d o p t a d o re sp ecto de c u a lq u ie r bien y o b je to -apun ta n d o al beneficio, y con respecto al bien que siempre supone la inmutabilidad de su uso-; ¿qué será entonces ya un fantasma que procura la em oción voluptuosa -terreno por excelencia de la e x p e r i m e n t a c i ó n d e r r o c h a d o r a - ? La q u e se ex p resa por m edio de la fabricación eficaz del simulacro. El acto inteligible de fabricar lleva en sí m ism o una aptitud diferencial de representación que pro voca su propio dilem a: o bien derrocha para expresarse por el acto de construir, destruir y re c o n s tru ir in d e fin id a m e n te ; o bien tan s ó lo construye para expresarse a través del derroche. ¿D e qué manera el m undo de los utensilios evitará caer en la simulación de un fantasma? Fabricar un o bjeto utilitario (por ejem plo, la bom ba orbital) difiere del acto de fa b ricar un sim ulacro (por ejem plo, la Venus Calipigia) sólo por el pretexto contrario de la ex perim en tación derrochadora; a saber, que la bom ba orbital no tiene otra utilidad q u e angustiar el m undo de los usos estériles. Sin e m b arg o , la V enus C alipigia, sólo es la faceta reidora de la bom ba, q u e to m a en brom a a Ja utilidad. La superstición utilitaria gravita en torno a esta absurdidad: a saber, que un utensilio no sería un utensilio si no es un simulacro. Está obligado a

d e m o s t r a r lo c o n t r a r i o , c o n el r i e s g o de m a n te n e rs e e n c im a del m u n d o de los usos e s té r ile s p o r el s ig n o e fic a z de su p r o p i a destrucción. Si los dioses fueron los primeros prom otores de la fabricació n de o b je to s, ante q u ie n e s el fa bricante ju s tif ic a b a su propia sub siste n cia, a p a rtir del m o m e n to en que la fa b ric a c ió n de ídolos fue con sid erad a inútil co m ien z a la larga ignorancia del carácter propiam en te mercantil de la vida pulsional dentro de ios individuos, esto es, el d esc o n o cim ie n to de las distintas form as que a d o p ta la u tilid ad p a to ló g ic a . De ahí q u e la m oderna noción de "gratuidad" del arte -del "arte puro" especialm ente-, e q u iv ale a d e n e g a r toda capacidad contable al pathos sin que por ello ei pathos pulsional sea fuente de creación "gratuita". Antes bien, será en el terreno considerado com o el m ás e x e n to a es te r e s p e c t o -tal c o m o las aplicaciones económ icas de la ciencia- que dicha fuerza desarrollara su invención más astuta, puesto q u e es la ú ltim a q u e p o d r ía im p u tá rs e le : el régim en industrial. ¿A caso las norm as económ icas no form an a su turno una su b estru c tu ra de afectos y no la i n f r a e s t r u c t u r a ú l t i m a (si es q u e h a y u n a infraestructura en última instancia) constituida por el c o m p o r ta m ie n to d e los a fe c to s y de las impulsiones? R esponder afirm ativam ente equivale a decir que las norm as económ icas son, al m ism o título que las artes y las instituciones m orales o religiosas, al m is m o título q u e las fo r m a s de co n o c im ie n to , un m o d o de e x p r e s ió n y de representación de las fu erza s impulsionales. La m an era en que se exp resen en la e c o n o m ía y finalm ente en nuestro m u n d o industrial ob edece

al m odo en q u e han sido tratadas por la economía de las instituciones reinantes. Que esta primera y últim a infraestructu ra se encuentre ca d a vez d eterm in a d a p o r sus p r o p ia s reacciones a las s u b e s t r u c tu r a s a n te r io r m e n te existen tes, es in d isc u tib le; p e r o las fu e r z a s p rese n tes son aquellas que continúan el mismo combate de ¡as infraestructuras en las subestructuras. Entonces, si esas fu erza s se expresan inicialmente en form a específica según las norm as económ icas. ellas mismas se crean su propia represión; y asimismo los m e d io s p a r a r o m p e r la rep r e sió n que e x p e rim e n ta n en d ifere n tes g r a d o s : y e s to m ientras dure el com b ate de la impulsiones que, en un organism o dado, se debaten por y contra la fo rm a c ió n del agente, por y con tra su unid ad p síq u ic a y c o rp o ra l. En efecto, ahí se van a elaborar los primeros esquem as de "producción" y d e " c o n s u m o ' 1, lo s p r i m e r o s s i g n o s d e com pensación y de regateo. La p rim era represión im pulsional form a la u nidad orgánica y psíquica del agente; represión que, a partir del agente, responde a una coerción que el a g e n te con tinú a sufriendo durante el com bate que las impulsiones libran contra los que las constituyeron. A h o ra bien, prosiguen en el ex terior esta represión y tam bién este com bate, d esd e que la u n id ad ind ivid ual del ag en te se encuentra integrada y de este m odo definida por u n a je ra rq u ía d e n ec esidad es: la je ra rq u ía de n ecesidades es la fo r m a económica de represión que las instituciones existentes ejercerán p o r y a tra vés de la co n scien cia d e l agente sobre las f u e r z a s im p o n d e r a b le s de su vida p síq u ic a . Gracias a su adquirida unidad orgánica y moral, el individuo, en su propio m edio, sólo se formula su

vida im pulsion al p o r m edio d e un c o n ju n to de prop ias necesid ades m ateriales y m orales; no le corresp ond e afirmarse por los m ovim ientos de su vida afectiva, pero en tanto y en cu an to posea unidad, por m ed io d e su aptitud a poseer bienes e x t e r i o r e s a él m i s m o , y a c o n s e r v a r l o s , producirlos, a darlos para el c o n su m o de otros, a recibirlos siempre y cu an do se traten de objetos y n o de otras unidades vivas, al m enos que esto se p r o d u z c a en c o n d i c i o n e s en las q u e sería "legítimo" p o s e e r seres vivientes co m o sim ples objetos. « . . . Hay n ece sida des com o las necesidades sexu ales de las que no p o d e m o s decir que su satisfacción im pliqu e una a c tiv id a d económ ica como tal: ...jam ás p od rem os enumerar de manera r i g u r o s a las n e c e s id a d e s d e los h o m b r e s » (R a y m o n d A ron. Dixhuit legons sur la société industrie He, p. 101, Gallimard). ¿ C ó m o la e m o c ió n v o lu p tu o s a p u ede ser o b j e t o de m e r c a n tiliz a c ió n y c o n v e rtirs e en nuestra época de industrialización a ultranza en un factor e c o n ó m ic o ? Para co m p re n d er esto hay q u e c o n s i d e r a r un i n s t a n t e a q u e l l o q u e en tend em os por los térm inos de sexualidad y de erotismo. Podría darse entonces que las form as de la em oción v oluptuo sa revelasen una conexión a la v ez s e c re ta y t rá g ic a c o n el f e n ó m e n o antropo m o rfo de la econom ía y los intercambios. Particularm ente después de Sade, y m u ch o antes que Freud, ¿ q u é p od íam o s discernir en la d e s c r i p c i ó n de la p e r v e r s i ó n ? A saber: ¿ la e m o c ió n v o l u p tu o s a re firié n d o se a un o b je to aparen tem ente incon gru en te? El co m p o rta m ien to a n a liz a d o p o r S ad e a p a rtir de lo q u e llam a pasiones sim ples hasta las d en om inad as pasiones

co m p licadas, es decir, lo que nosotros llam am os perversión, no es sino la prim era reacción contra la a n i m a l i d a d p u r a y p u e s una p r i m e r a m anifestación interpretativa de las impulsiones mismas, propia a descom poner lo que el término de sexu alidad a b a rca de fo rm a genérica ya sea p o r un la d o . en la emoción voluptuosa previa al a c to d e p r o c r e a c i ó n , y p o r otra p arte en el e s p e c ífic o in stin to de p r o c r e a c ió n , d os p ro p e n s io n e s en las que la confusión fu n d a la u n ida d del individuo apto p a r a reprodu cirse, y c u y a p r o l o n g a d a s e p a ra c ió n , no o b stan te la cu lm inación orgánica del individuo, desafía así su propia función de vivir. El término de perversión só lo d esig n a ento nces la fijación de la em oción v o l u p t u o s a en un e s ta d io p re v io al acto de procreación, mientras que los términos sádicos de las pasiones simples que se combinan en pasiones c o m p licad a s d esignan las diversas tretas por las que la em oción voluptuosa inicial en su capacidad i n t e r p r e t a t i v a v ie n e a e l e g i r en tre d iv e rs a s fu n c io n e s orgánicas nuevos objetos de sensación para sustituirlos a la única función procreadora y a s í m antener indefinidamente en suspenso esta ú ltim a. ¿Q ué son dichas sustituciones, esas tretas, s i n o m uestras to m a d a s s o b r e el instinto de propagación?'* la fu e rza pulsional así tom ada f o rm a enton ces la m ateria de un fantasm a que interpreta la emocióne y el fantasma ocupa a qu í el p a p e l del objeto fabricado. El uso del fantasm a p o r u n a f u e r z a p u ls io n a l d a su p r e c io a la em oción que se confunde con este uso; y el uso del fa n tasm a p rocu ran do la emoción justamente q u i e r e t en la p e r v e r s i ó n , q u e no s e a intercambiable. A q u í i n t e r v i e n e la p r i m e r a v alo rización de la em oción experim entada: una

impulsión q u e ll a m a m o s pervertida al m i s m o tiem po que se rehúsa a la culminación g regaria de ¡a unidad individual, a la función procreadora del individuo, y se pro pon e en su intensidad com o lo no in tercam biab le, es decir, aq uello fu e r a de precio. Y aunque la unidad de un individuo logre c o m p le ta rs e fis io ló g ic a m e n te , en su a p a rien cia corporal, ésta es de a lg ú n m o do in terc am b ia d a p o r el fa n ta sm a , bajo c u y a co acción a h o ra se encuentra en form a exclusiva. No existe una ec o n o m ía propiam ente dicha de la volup tuo sidad q u e beneficie a los m edios industriales -com o lo pretendían los m oralistas, que co m o tal la den unciab an a los guardianes de las instituciones-. Por el contrario, lo op u esto es cierto: la industria tam bién se beneficia de lo que no m bram os desdichadam ente el erotism o en tanto que norm a eco nóm icam ente variable. Pero en las esferas d elim itadas po r la pro ducció n editorial, p u b lic ita ria y c in e m a to g r á fic a , esto es, d e la sugestión, ésta queda m ás acá de una explotación co nfesad a tal c o m o la ind ustria sería capaz de asumirla, si los m edios de producción estuvieran en m anos de aquellos a los que estos " pro du cto s” com peten directamente. N o son ni ia p ro p a g and a ni la publicidad (de la alta costura o los productos c o s m é tic o s ) los q u e la e x p r e s a n . S e m e ja n te econ om ía aún queda latente y quizá no llegue a desp ren d erse m ientras el régim en industrial no sepa pre v er las c o n d ic io n e s del goce de otro m odo que a un nivel dom éstico, al interior de una legislación fundada sobre la familia nuclear. Y sin embargo, por todos los m edios que la constituyen, la ind ustria significa u n a ru ptu ra ya re a lizad a (concluida) con el espíritu de esta legislación, una co n m o ció n de los hábitos efectuada d esd e hace

tie m p o y q u e las instituciones fingen todavía preservar. P or p r in c ip io , y a través d e tod as sus iniciativas, la industria plantea que todo fenóm eno hum ano, al igual que tod o fe n óm eno natural, es s u s c e p t i b l e d e ser t r a t a d o c o m o material ex plo tab le* esto es, sujeto a las variaciones del valor pero tam bién a todas las incertidumbres de la experiencia. Se trata aquí del carácter al m ismo t i e m p o e s p iritu a l y a n im a l de la e m o c ió n voluptuosa, considerada a partir de su fu erza de sugestión. E n el m u n d o de la industria artesanal, la r e p re s e n ta c ió n de fa e m o c ió n v o lu p tu o s a se c o m u n ic a b a ~al igual q u e el c o n o c im ie n to - a través de los instrum entos de la sugestión tales co m o los cuadros, el libro, el espectáculo, y fue p o r el tra b a jo h ec h o c o n la a y u d a de estos in s tru m en to s q u e la em oción sug erid a lo graba circular com o objeto r a r o . T o d av ía ahí el valor -conform e a la jerarquía de las necesidades de la econo m ía clásica- proviene del carácter único del p r e s tig io o b te n id o m edian te el instrumento de sugestión, y n o p o r la em oció n experim entada; porque el simulacro aún pertenece al m u n d o de las "ideas”, es decir, de la cultura, y la sugestión en sí cuesta más caro que la sensación experimentada en contacto con el objeto sugerido. A p a rtir del ré g im e n industrial, q u e en función del con su m o m asivo va a estandarizar los instrumentos m ecan izados d e la sugestión tanto c o m o l o s d e l c o n o c i m i e n t o g e n e r a l , la c o m u n i c a c i ó n se d e s v a lo r iz a c a m b i a n d o de n a tu ra le z a y d e in ten ció n -y la su g estión así procu rad a p or vía de los estereotipos-, se hace cada vez más gratuita en sus efectos -a media que

el prototipo m ism o se m antiene fuera de alcance (fu era de p re cio )-. El v u e lc o sería total: la sensación experimentable vale más que su imagen sugerida. Sin em b arg o , la tensión q ue de esto resulta crea un terreno de explotación m asiva, al tiem po que el estereotipo de la sugestión permite a la in d u s tria i n te rc e p ta r la g én e s is de los fantasm as individuales para desviarlos hacia sus propios fines, rechazarlos y dispersarlos según el interés de las instituciones. C orrem os el riesgo de establecer en tre la "eco n o m ía1' de los afectos y la ec onom ía de las n ec esid ad es, d e fin id a p o r el intercam bio, una relación p uram en te an alóg ica. Ésta relación no co nduce a nada, si exceptuam os que partim os del punto de vista de los objetos y de las necesidades para descu brir la lucha de los afectos co n tra su in a d ecu a d a fo rm u la c ió n , re c o n v e rtid a m a terialm en te a l e s ta d o de una d e m a n d a de bienes que sólo se corresponderá con una fo rm a contraria. En esta re co n v ersió n , hay que co n s id e ra r in ic ia lm e n te la f u n c ió n d el núm ero del q u e d epend e el precio y el m ed io de adquisición de estos bienes, de por sí inadecuados. A continuación, el uso de estos bienes, que a su turno actúa sobre el afecto. En tercer lugar, la diferenciación m ás o m enos consciente entre la p o sesió n , el uso, el valor o el n o -v a lo r de d ic h o s bienes, según estos representen o no esta d o s afectivos p ro v o c a n d o nuevos, por lo que la prim era reivindicación de los afectos se ve provisoriam ente coronada, o bien acentuada, por una disonancia fundamental. Una especie de intimidación y de chantaje se inscribe desde el principio entre la necesidad de

subsistencia y el m odo de gozar a partir de que tenem os garantizada la subsistencia. E s ta i n t i m i d a c i ó n a d is tin to s n iv e le s contribuye a form ar una reivindicación afectiva a nivel de las necesidades individuales: tal grupo de individuos se somete a las normas del intercambio, aceptando así definirse moral y socialmente según una d ete rm in a d a categ oría de necesidades, que señala la m anera por la que ese grupo, en virtud de su m o d o de subsistencia, pretende acceder al m o d o de goce de los bienes que le corresponden. A primera vista, a ojos de la economía, el goce d enom inado erótico de un bien entre otros: no es sino en la m edida en que éste se relaciona con un objeto, ya sea el objeto viviente (es decir el cuerpo), c o m o el goce de d ich o objeto en tanto p u e d a ser poseído, o q u izá estim ado com o un bien: un ob jeto de uso; lo que las palabras de Sade expresan de m anera a la vez simple y muy equívoca: el derecho de pro p ied a d sobre el g o c e . En la jerarquía de las n ecesidades, el goce eró tico se co n fu n d e con la "necesidad" sexual: esto es, la n ecesidad im prescriptible del hogar, b a se de las p rim e ra s n e c e s id a d e s lla m a d a s d o m é s t i c a s . N o se tra ta del g o c e e r ó ti c o propiam ente dicho, el que es degradado al rango d e vicio, entre otros vicios, que toma el sentido de u n a " d e m a n d a ” c o m o f u e n te de p ro s p e rid a d general tan sólo si p o ne en tela de ju ic io la "negativa a invertir" co m o fuente de las miserias públicas. Es a p a r tir del sig lo d ie c in u e v e qu e co m ien z a a entreverse el goce erótico com o una necesidad primordial. Así al "socialismo utópico" se le ocurre ex ten d e r la "puesta en com ún" de

c u a lq u i e r bien a los o b je to s v iv ie n te s d e la voluptuosidad. El p r o y e c t o d e F o u r i e r , l a r g a m e n t e en te rra d o , vuelve a re su rg ir bajo la fo r m a de a s i d u a s e x é g e s i s , y e s to en un c o n t e x t o c o m p le ta m e n te d iferen te del q ue surgiera. Las tentativas em píricas a las que dio lugar hace más de un siglo, especialm ente en los Estados Unidos, no salían de la iniciativa improvisadora de algunas i n d i v id u a li d a d e s g e n e r o s a s y e n tu s ia s ta s sin n i n g u n a p o s i b i l i d a d d e d e s a r r o l l o ni d e durabilidad. Hoy día ocurre de otro m o do cuando las c o n d i c i o n e s i n d u s t r i a l e s h an tr a s t o r n a d o com pletam ente las antiguas clases y m ultiplicaron las nuevas, mientras q u e de un m o do general el espíritu y el sentido experim entador de las últimas g eneraciones llevaron a aproxim arse grup os más vastos a sem ejante p ro y e cto , ya sea que éstos h ayan elim in a d o de u n a vez y para siem pre la noción de utopía, o que al contrario, retengan esta n o c i ó n d e lo q u e e s t á en n in g u n a p a r t e id e n tific á n d o s e ello s m is m o s con el ninguna p a r te , en Fin, de ex ten d e r esta única realidad por todos lados debido a su presencia activa. La puesta en c o m ú n del fa ia n g s te rio , al interior del cual los intercambios pasionales deben re d is trib u ir la so c ie d a d en clases de a fin id a d -s e g ú n la ley d e la A t r a c c i ó n - , tr a n s f o r m a c o m p letam en te la naturaleza m ism a del trabajo. La falsa noción del "ocio” que se acom odaría a las clases d iv ersam ente "laboriosas" se ve aquí de a n te m a n o d e n u n c ia d a por Fourier. P ara que la co n ju n ció n de los m edios de p ro ducción y los individuos logre suprim ir el carácter punitivo del trabajo, se requiere que la producción de objetos (in clu so los objetos utilitarios) se ad e cú e a una

aspiración p a s i o n a l , y n o a u n a n ecesidad industrialm ente determ inada: el tra b a jo d e b e efectuarse en la euforia de la im aginación c o m o o b r a r e s p o n t á n e o y c r e a d o r del h o m b r e . T r a tá n d o s e de u n a a c tiv id a d e m u l a d o r a de diversos grupos, de distintas clases de edades y afin id a d e s , de ''hordas", tod a actividad estará o rg a n iz ad a c o m o un j u e g o ritual, en el que el espectácu lo, a través de la p u esta en escena de intercam bios entre g ru p os de afinidades debe asegu rar el equilibrio y ¡as aptitudes de todos y cada uno, como si fuera una vasta recapitulación contemplativa y espectacular de la gam a y d e las variaciones de la vida pulsional. De ahí una sabia y sutil c o m b in a c ió n de la p o lig a m ia y de la p o l i a n d r i a c o m o p r i n c i p i o so c ia l l l a m a d o "arm ónico”. N otem os en prim er lugar que el postulado d e g r a t u i d a d (a p a r tir d e la c o n j u n c i ó n , expandiéndose en el libre ju e g o de las pasiones) parecería aquí hacer abstracción de un elem ento primordial de la em oción voluptuosa: el elem ento a g r e s i v o q u e e x i g e y s u p o n e la re s is te n c ia -im p líc ita ta n to al tra b a jo c r e a d o r c o m o al b eneficio em ocional-, es decir, lo que co n tin ú a siendo irreversible en ause n cia de todo tipo de juego. A hora bien, Fourier no sólo no ignora esto, sin o qu e to da su in ven tiva consiste en q u erer saciar las pretensiones agresivas y particularmente la a g r e s i v i d a d v o l u p t u o s a m e d i a n t e u n a organización Iúdica de las situaciones pasionales, que de por sí no son lúdicas. ¿C óm o podrá ésta tener en cuenta la provocación y el desafío, que hacen que la em oción voluptuosa no sea ja m á s en su propia génesis gratuita, sino supone antes bien la apreciación, el valor y el afán, esto es, el precio

a p a g a r ? P odem os decir aquí que la agresividad c o n s titu y e la m ateria m ism a del j u e g o . P ero elaborando las diversas impulsiones bajo la form a de actividades que persisten c o m o sim ulacros, el ju e g o ap u n ta a captar -es decir a canalizar- las prolongaciones del fon do perverso im plícito en la e m o ció n voluptuosa. O bien el j u e g o vacía de co nten id o aqu ello que quiere d esarrollar bajo la fo rm a de actividad lúdica dejando intacto dicho fondo. Para q u e haya sim ulacro hace fa lta un fo n d o irreversible, puesto q ue esta realidad es inseparable del fantasm a que co m an da la realidad de un com portam iento perverso. Sade afirm a que el fantasm a, ac tua nd o sobre el o rg a n ism o y sus reflejos, sigue siendo indesarraigable; Fourier se opone: el fantasm a puede ser re pro ducido c o m o sim ulacro. Sin em bargo, en este sentido el simulacro no es u n a c a ta rs is (la q u e só lo s ig n i f i c a un a desviación de fuerzas); pues reproduce la realidad del fa n ta sm a a nivel del ju eg o , es la pu esta en escena de la realidad agresiva. Fourier apuesta no ta n to p o r la lib e rta d c o m o p o r la c r e a c ió n liberadora de una realidad: el juego. Justam ente es incon ce b ib le en Sade la creación de un o b jeto com patible con la perversión, que pueda hacerle tom ar el aspecto del juego, pues la perversión en sí m is m a es un j u e g o en relación a las n o rm a s irreductibles. Es por esto que la destrucción de su ob je to sigue sien do inseparable de la em o c ió n perversa; el instinto de m uerte y la fu n c ió n de v id a so n i n d is o c ia b le s . F o u r i e r d e f ie n d e la m a l e a b i l i d a d , o sea la p l a s t i c i d a d d e las impulsiones: estas impulsiones serían relativas a "la vida" o a "la m u erte" según la fijac ió n o la m utación del fantasm a. Y a su turno Fourier no

d e ja de a firm a r qu e el h e c h o v iv id o d e la re s iste n c ia , de la a g r e s iv id a d , en fin, de la violencia, form a la instancia del juego. Y si hay en efe c to sim u lacro , ¿ c ó m o reabsorb erá el hecho vivido de la violencia a partir del mom ento en que ésta provee la sustancia m ism a del simulacro? Sin por tanto concluir, Sade de nuevo objetaría: para q u e se e x p re s e s ó lo la s in g u la rid a d de una perversión o una m anía, es necesario un agente. Pero para que éste observe las reglas de vuestro " j u e g o " , ¿ c ó m o s i m u l a r á " s e r i a m e n t e " lo experim entad o, y aún m ejorado, sino sim ulando su p r o p i o fa n ta s m a q u e lo co n v ie rte en un m aníaco o en un perverso? La seriedad no reside en el frenesí con que el agente se afecciona a su f a n t a s m a i m p u í s i o n a l , s i n o en la f u e r z a irreductible con la que las impulsiones mantienen al agente dentro de su fantasma, para manifestarse devorándolo. Si no hay seriedad, tam poco habría voluptuosidad real; y ésta sólo será experimentada t e n ie n d o en c u e n ta la serie d ad , para q u e la voluptuosidad sea al "precio de la seriedad", ligera y frívola, respecto del resto de la existencia. Ahora bien, lo que parece determinante para la sin gular c o n stru c ció n de Fourier, es qu e la época en la que él concibe su proyecto, la virtud del ju e g o continúa enteram ente condicionada por un contexto social cuya propia regla de ju e g o es s u s t r a e r la p e r v e r s i ó n a to d a e x h i b i c i ó n e iu c id a d o ra . La g loria de Fourier consiste en h a b e r ex p resad o y d e n u n c ia d o este esc am oteo p artiendo de norm as ec onó m icas. Es decir: ahí m is m o do nde estas norm as o p eraban con total seguridad. Sin em b arg o , el j u e g o de nuestro p ropio m u n d o in d u strial, que lle g a a e x p lo ta r toda

exhibición, incluso aquella del elem ento perverso, o b lig a a re p e n s a r la u to p ía del fa la n g s te r io partiendo de hecho s co m pletam en te nuevo s. Su p r o y e c t o sólo es " u tó p ic o " en razó n de la resistencia que el m u n d o industrial y b urgués o p o n e por codicia al lúcido vaticinio de Fourier. P e ro ta m b ié n p o d ría ser q u e o tro e le m e n to ra d ica l, y no la sim ple codicia, explique de otra fo rm a dicha resistencia. Fourier ha c o m p re n d id o p erfec ta m e nte el s ig n ific a d o del g e s to d e lib e r a d o de venderse dentro de la im ag inación erótica, su contenid o y su incum bencia psíquica: su resonancia, inicua e innoble, socialm ente le repugna: pues ese gesto deja lesiones profundas, desde el m om ento en que "civilización" (es decir, en el mecanismo industrial, el sentido del j u e g o ) no asegura la reversibilidad lúdica de éste gesto, com o sí lo sería en A rm onía. El proyecto anti-utópico de Sade, por lo que éste r e v e l a económ icam ente -e n t a n t o q u e la perversión m ism a siga fu n d a n d o su valor- hará c o m p r e n d e r m e jo r el s e n tid o de la g ra tu id a d lúdica en Fourier. ****m

A nterior a la utopía de la armonía, y com o refutación anticipada, Sade había desarrollado en n o m b re de la u n iv e r s a lid a d de la sen sa ció n v o lu p tu o s a , y c o m o p o s tu la d o colateral de su a te ís m o integral, una pu esta en c o m ú n en el sentido de la violación de la propiedad física y moral de las personas. A partir de que el Dios m oral desaparece (garante del yo respo nsable e id é n tic o a sí m is m o ), en c u a n to bienes tod o s pertenecen a todos. P ero lo que en F o urier se

presenta c o m o una expropiación moral gratuita de las personas según la ley diferencial de las afinidades, en Sade da lugar a un principio de prostitución universal: a saber, que todos y todas están o b lig a d o s a venderse, o p rop on e rse a la com pra\ para que todos y todas sean vendibles, hace falta que c a d a uno guarde su p rop iedad moral, lo q u e constituye el valor del in div iduo puesto en venta: el esclavo no es un objeto inerte desprovisto de am o r propio, sino un ser viviente re d u c id o al e s ta d o de o b je to c u yo atra c tiv o consiste en que se encuentra (deliberadam ente o no) hu m illad o o hum illable en su dignidad, su integridad, es decir, en su aptitud a posee r su prop io bien, a poseerse a él mismo; la em oción erótica en S ade em an a de la ruptura de dicha integridad, a través de esta prostitución voluntaria o forzada. Prostitución cuya "calidad” tiende a la sobrepuja del precio que el sujeto se atribuye en proporción a su degradación moral -com o en el personaje de Juliette-. De este modo la sensación voluptuosa ya no se intensifica gratuitamente, sino p o r el h e c h o de que el o b je to del q u e esta sensación em an a es vendible. A hora bien, esta venalidad -según la interpretación de Sade- estaría fu n d a d a en el hecho de que los seres hum anos sólo pueden comunicarse entre ellos en calidad de objetos traficables. Por esto, antes de exponer el rol del n u m e ra rio en este dilem a, c o n v ie n e detenerse un instante sobre aquello que suple esta incom unicación en el m undo de la fabricación de o b je to s u tilitario s. Pues el acto de fa b ric a r concierne tanto al m odo en el que el ser hum ano se com p o rta frente a todo lo fabricable, com o también a su cuerpo y al cuerpo del otro en tanto o b je to in strum en talizab le. ¿Q ué p ro p e n sió n se

verá beneficiada con la fo rm a de la d em a n d a ? ¿Cuál será la oferta? La manera en que la industria se concibe a sí m ism a con sus innum erables técnicas llevaría a creer que ésta neutralizará las fuerzas pulsionales p o r m e d i o d e la f a b r i c a c i ó n de o b j e t o s instrumentales, fabricables, utilitarios. Ahora bien, por sus propias norm as, la industria provo ca al contrario la representación fantasmática de dichas fuerzas, y esto bajo un doble punto de vista. La fabricación de objetos utilitarios, cada vez más com plejos, reúne dos o tres facultades, d ete rm in a d a s por una op eració n cu a lq u ie ra, y s ep a ra lo sensible de su ag en te c o rp o ra l; no solamente los "ojos para no ver", o las "orejas para no escuchar"' s o b re p a s a n el ejercicio m an u al l i m i t a d o en su c o n t a c t o , s in o t o d a v í a el instrumento que c o m p o n en se proyecta él mismo en los o b je to s a p r o d u c ir co m o tantas otras fu n cio nes físicas y m entales diferenciadas a las que dichos objetos responden. La o p e r a c i ó n i n s t r u m e n t a l p a r e c e r í a inicialmente significar el abandono de una región en la que el obrar manual, todavía orientado más o m enos según las potencias oníricas, los captaba y exorcizaba de a lg u n a m anera en sus productos. En lo sucesivo, si el instrumento libera la mano, el ojo, la oreja, al m ism o tiempo libera estas mismas p o tencias que. ce s a n d o de ap a recer en lo que tenían de a g e n te c o rp o ra l, con s e g u rid a d se convierten en perversión utilitaria com o tam bién en p ura y sim ple perversión, teniendo a h o ra a d i s p o s i c i ó n un a g e n t e e x t r a c o r p o r a l : el i n s t r u m e n t o , r e v e l a d o r d el o b j e t o f i j o y p rev iam ente desa rtic u lad o en la representación, con vista a su rearticulación instrumental. Por esto,

en tan to q u e a b s tra c c ió n m a teria liz ad a d e la aprehensión misma, pero en tanto "mentalización" del contacto corporal, el instrum ento es el agente in m e d ia to del fa n ta sm a . P rim er aspecto, p ero ta m b ié n p rim e ra c o n s e c u e n c ia de la estre ch a relación entre el com p o rta m ien to industrial y la perversión fantasmática: el objeto únicamente se hace explícito según el contacto instrumental. A pesar que el fantasma perverso se constituye com o o b je to de uso de la e m o c ió n v o lu p tu o sa por m e d i o d e la d i s y u n c i ó n de las f u n c io n e s orgán icas, y q ue a través de su redistribución incongruente procura un goce obstinado mejor de lo que p o d ría hacer una sensibilidad "sana'\ es así c o m o el instrum ento conoce de otro modo y mejor su o bjeto y su efecto co m o jam ás podría hacerlo una m ano, porque ha sido co ncebid o en función del objeto explorable y fabricable y éste -in anim ad o o viviente- ja m á s se definió sino en f u n c i ó n d e lo q u e tie n e de e x p l o r a b l e o fabricable. El in stru m en to es ind iso ciab le del ob jeto q u e p re s u p o n e , fa b rica o ex p lo ra , del m is m o m o d o que la perversión lo es del fantasm a que e n g e n d r a . A m b o s o b l i g a n al u s o d e sus p ro d u c to s . Q u ie n q u ie re el o b je to q u ie re el instrum ento. Es por esta razón -segundo aspecto de la estrecha relación entre el com portam iento instrum ental y el co m p ortam ien to perverso- que la repetición operatoria les es com ún. La aptitud de la re petición está en su o blig ato ried ad . La repetición perversa se efectúa por el fantasm a de u n a f u n c i ó n v ita l ta n a p r e m i a n t e c o m o ininteligible, puesto que se encuentra aislada de su co n ju n to o rg á n ic o inteligible. Si la o peració n e fectu ad a por un instrum en to , lim itada p o r su

p ro p ia fu n c io n a l id a d , parece in m e d i a t a m e n t e absurda desde que es utilizada en forma contraria a su efecto, se debe a que to d o in s tru m e n to exterioriza un fantasma. Sólo im pedirá q u e surja un g ra d o de utilidad o de inutilid ad siem pre variable, con tanta más razón q u e éste realiza siem p re el m is m o o b je to o el m ism o e fecto -c u an d o sin él el o b je to sería irrealizable o su efecto ignorado-. Le hará falta im poner entonces el uso del o bjeto o del efecto que este procura para justificar así su costoso m antenim iento. Lo que nos conduce al segundo punto de vista de la i n te rv e n c ió n in d u strial en el d o m i n io d e la re p resen ta ció n fa n ta s m á tic a , a saber, el de la c a lid a d y la c a n tid a d , ya se trate del acto productor o del producto. Tan sólo hace falta ver la manera en que la in d u s tria , p or esto s m is m o s p r o c e d i m i e n t o s técnicos, no sólo puede sino necesariamente debe favorecer y desarrollar un autom atism o (inherente a lo sensible) que quiere que las reacciones de la sensibilidad en el uso de los objetos aíslen el goce, esto es. ía eficacia m ism a de d icho o b je to ; de m od o que el ben eficio sólo esté en ei derroche - e s t a n d o a p a r ti r de e n t o n c e s la c a li d a d únicam ente en los objetos, de m odo relativo a lo que ésto s p u e d e n p ro c u ra r; y esto s ig n ifica, tam b ién , en relación al tiempo de g o c e -. De m anera contraria, su cantidad asegura la calidad del momento procurado por el goce; y así el acto m ism o de producción de los objetos triunfa sobre el producto; cuanto más perfeccionado es el acto ( p r o d u c t o r ) , m e n o s i m p o r t a el e j e m p l a r producido. La ca lidad del acto ruina su producto p o r la c a p a c i d a d m is m a de p r o d u c i r l o en cantidad. Y es ahí que Sade nos muestra al m ism o

nivel de la vid a im pulsional: develando la otra c a ra d e la m e rc a n tiliz a c ió n industrial de la em oció n voluptuosa, en relación a la producción "masiva". Para los personajes de Sade, algunas veces es la ca lid a d de la víctima misma sobre la que se en carn iza el acto de su v erd u g o -diversam ente p ra c tic a d o - la q ue se im p o n e sobre la p ropia noción de acto, otras veces es la reiteración de un mismo acto q u e, ejercido de m odo indiferente sobre gran cantidad de víctimas, afirma la c a lid a d del acto. Así prim ero aparece el trastrocamiento de la re la ció n entre la sensación y su objeto: en el prim er caso, el objeto es fa fuente, es el que por su c a rá c te r irre e m p la z a b le d e te rm in a el c o m p o r t a m i e n t o hacia él, q u ien p ro v o c a las diversas tentativas por su posesión; el objeto es m an ten ido con su valor intrínseco, a pesar de su destru cción a p a r e n te , s o b re p a s a n d o siem pre el uso al que parece prestarse. En el s e g u n d o caso, el objeto es sólo un p r e te x t o de la e m o c ió n y del acto q u e la p r o n u n c i a en c o n t a c t o c o n un o b je to tan indiferente c o m o una cosa. Para que la em oción del a c to d e s tru c to r (siem pre el m ism o) pueda reiterarse, el uso d el a c to , experim entado com o fuente de em oción, se impone sobre el o bjeto , en el que la em oción nunca term ina de agotarse. De esta form a, a fa v o r de la intuición de Sade aparece en el dom inio de la emoción lo que será el principio de nuestra m oderna economía en su era industrial: el principio de la producción a u ltra n z a , q ue e x ig e un c o n s u m o a u ltranza; f a b r i c a r p r o d u c to s d e s tr u c tib le s , h a b itu a r al co n s u m id o r a perder la noción m isma de objeto

d u ra b le . P ro d u cir, fa b ricar según d e te r m in a d o m étodo un objeto en serie, responde aquí a una cualidad del acto ejercido indiferentem ente sobre la c a n t i d a d d e su v íc tim a s . A la in v e rs a , e x p e rim e n ta r d iv e rs o s m éto d o s de fa b ric a c ió n para im p on er la calidad de un m ism o producto y au m en ta r así su carácter de rareza, obedece a la diversidad de actos intentados sobre una m ism a víctim a para p o s e e rla en lo que ésta tiene de particular o de único en su género. La absurdidad de sem eja n te an a lo g ía da c u e n ta del tr a s tro c a m ie n to q ue las fuerzas im p u ls io n a le s sufren a nivel del e n u n c ia d o ec o n ó m ic o de las n e c e s id a d e s y de la p ro d u c c ió n d e o b je to s co rresp ond ien tes. La relación entre la em o ció n procurada ya sea por el acto, co m o por el objeto vivo, y la p ro d u c ció n prop iam en te dicha sigue siendo perfectamente inasequible en razón de dos esferas del c o m p o rta m ien to hum ano a p a re n te m e n te in c o m p a tib le s c o n s id e r a n d o las condiciones que las determinan. La razón es que en el orden económ ico la capacidad de trabajo es co ntra ria a la vida afectiva en general y a la em oción voluptuosa en particular. ¿ C ó m o asimilar al e s f u e rz o e je rc id o sobre la m a te ria viva o in anim ada el acto que expresa una em o ció n? Si esta últim a se traduce por un conjunto de gestos que form an una actividad concertada, tan sólo se trata de una p u e s ta en escena de la em o c ió n . C ualquiera sea la c o m p aració n de la apariencia con el uso de los o bjeto s fabricados, ¿es acaso com parable con los peores tratamientos infligidos a los seres vivientes? Sem ejantes cuestiones no serán concebibles en el terreno eco nóm ico en tanto no se vea que al igual que el trabajo, el afecto también "pro duce”,

y que la em oción "fabrica” no sólo la imagen del ser viviente que constituiría su objeto, sino un aspecto del m ism o para que la emoción pueda ser tratada co m o objeto, esto es, c o m o el fan tasm a con el que se elabora y aum enta la em oción; pero com o tal esta fabricación sólo parece ser aq uí un térm in o analógico, porque no es separable de la em oción, que es el reverso de su esfuerzo. A hora bien, aquello que constituye un todo indisociable en la esfera impulsional: la em oción v o l u p t u o s a , el i n s t in t o de p r o p a g a c i ó n , el fantasma, sólo pueden descom ponerse a nivel del c om p ortam iento consciente en la m isma cantidad de factores que encuentran su réplica en la esfera mercantil: el productor, el consum idor, el objeto fa b ricad o. E n las d o s e sferas p re v a le c e el m is m o fe n ó m e n o del uso. En la perspectiva impulsional, el productor y el co nsu m id or se confunden. En la perspectiva económ ica, uno o varios p ro d u c to res en fre n ta n una o m ás categorías de c o n s u m id o re s d e te r m in a n d o así la p ro d u c ció n masiva o la multiplicación de un mismo objeto. En la esfera im pulsional, la multiplicación de la em oción por sí m ism o en contacto con un m i s m o o b je to (f a n ta s m a ) se efectú a p o r su intensidad; o aún una m ism a em oción se alimenta en contacto con diversos fantasmas. E n la p erspectiv a ec o n ó m ic a, las m ism as c o n d ic io n e s de fa b ric a c ió n (esfu erzo , trabajo) qu iere n que el o b je to fa b ric a d o y su co n s u m o marquen el punto de no retorno en relación a la producción d el fantasma (esto es, una vez más, la oposición del esfuerzo a la em oción pura, a partir de la "necesidad" -consum o voluptuoso del objeto

que ella elabora-). Este punto de no retorno -no retorno al m u n d o im pulsional- d esem b oca en la perspectiva económ ica de la producción utilitaria. Es la l e n t a v i c t o r i a del i n s t i n t o de p r o p a g a c i ó n o b t e n i d o s o b r e la e m o c i ó n v o l u p t u o s a y, d e m a n e r a g e n e ra l, s o b re la perversión inicial. Sin em bargo, el precio de esta victoria del instinto de propagación, es decir del esfuerzo que gana sobre la em o ció n , será la rev anch a de la perversión: la d esp rop orción entre el esfuerzo y su producto, la disparidad entre la d em an da y su objeto, y no sólo el desequilibrio entre la oferta y la d em anda; en fin, la desaparición de la unidad in d iv id u a l a la q u e ac ab an d e s u s titu ir los c o n g lo m e r a d o s de n ec esid ad es, h ip e rtro f ia d o s según las coyunturas. El fenóm eno industrial sería así la perversión vuelta contra el in stin to de co nse rv ac ió n y de p rop ag ació n de la especie; el goce estéril de la em oción habría al fin encontrado su equivalente más m entiroso y eficaz. El co nsen tim ien to a la sub sistencia p o r m e d io del trabajo, es decir, a redimir la pasividad inicial, establece la noción de las necesidades y su variable jerarquía, por la que el in s tin to de p ro p a g a c ió n logra re m o n ta r su p ro p ia g ra tu id a d ; su arb itra ria r e p e tic ió n se convierte en necesaria, desde el m om ento en qu e procura a sus ejem plares hum anos el pretexto de resistir al p ro lo n g am ien to estéril de la em o ció n voluptuosa. Primero la tierra; después los instrumentos; a continuación los objetos y por últim o los signos de los objetos, hasta la interposición entre los seres y sus deseos, de signos que valen por los deseos y sus ob jeto s en tanto recursos evalu a b les. Para

estructurarla en necesidades, otras tantas muestras efectúa el instinto específico sobre la perversión a partir de ejem plares de la especie. Estos verifican su ejem plaridad en su propia unidad mediante la afirmación de dichas necesidades. Pero es porque las necesidades que afirman sólo toman forma en los objetos que fabrican (y que esos objetos los alejan cada vez más de lo que desean en primer y último lugar), que tan sólo se afirman dividiendo en ellos m ism os y al infinito la fuerza pulsional que los reconduciría a la pasividad de la sensación voluptuosa. ***** C o n s id e re m o s ahora la posible relación entre la elaboración perversa del fantasma por un lado, y la fabricación del objeto de uso por otra. L os d o s p ro c e s o s d iv e rg e n en q u e el f a n ta s m a , p r o d u c to i m p u ls i o n a h señala una am en aza para la unidad individual, mientras que el o bjeto fa b ricado presupone la estabilidad del individuo; el fantasm a quiere perdurar a expensas de la unidad in div idu al; su fabricación y uso im p lica n la e x te rio rid a d , la delim ita ció n con respecto al m edio, lo que también dice respecto a otras unidades, Pero por su parte el fantasma supone el uso de alguna otra cosa; su elaboración se confunde con el uso de algún goce o sufrimiento: lo que el individu o usa aquí en el fantasm a es el signo de una coacción, debido a su unidad. De este modo también la elaboración del fantasma da lugar a un e s ta d o de com pensación continua: esto es, de intercam bios. P ero para que haya in terc am b io debe haber un equivalente, es decir un equivalente

v álid o para cada cosa, ya sea en la esfera del fa n ta s m a e l a b o r a d o a e x p e n s a s de la u n id a d in div idual, c o m o en la esfera externa del objeto fabri cado . En el estado pulsional, la búsq ued a de un e q u iv a le n te del f a n ta s m a o b ed ece a su p ro pia o b l i g a t o r i e d a d ; la u n i d a d o r g á n ic a q u e la ex p e rim e n ta c o m o goce irresistible tiende a ser satisfec h a, pues re sp o n sa b le de esta o b se s ió n e s té r il, tu v o en c o n s i d e r a c i ó n la e s p e c í f i c a solidaridad de las unidades entre sí. A n iv el de la u n id a d o rg á n ic a , to d o equivalente representa en consecuencia una doble sanción ; la de la coa cción interna y la de la afirmación de sí, ex tern a; de ahí el dilema: go za sin afirm arte, o afírmate sin g o zar tan sólo para subsistir. S ó lo es p o s i b l e d ar c u e n ta de a m b a s sanciones a condición de form ar un equivalente y a n o d e la c o a c c ió n in te rn a , s in o del renunciamiento a la m isma. Las condiciones del t ra b a jo y el e s p e c ífic o acto de fa b ricar están fundados en el e q u iv a le n te de este re n un ciam ien to. Si s e g ú n la d e f in i c ió n de K e y n e s , la "desutilidad"1 del tra b a jo es ( s u b je tiv a m e n te hablando) la aptitud a contrariar una ''necesidad'', o fu e ra a sim ism o "el placer de no hacer n a d a ”, esta ú nica palabra reviste toda la tensión entre goce estéril y la decisión de fabricar objetos.

1 H e m a n t e n id o ci n e o lo g is m o d e su n í i u t iliz a d o por P ierre K lo s s o w s k i, q u e b u sca a q u í claram ente d istin gu irlo del térm ino 'inutilidad' (N o ta del Traductor).

La noción de de sutilidad (aquí invertimos el s e n t i d o k e y n e s i a n o d a d o p o r un e m i n e n t e c o m e n ta d o r, M. d e L a rg en tay e) mide aq u e lla parte d e inteligibilidad en el acto de fa b ric a r o b j e t o s p r o p i o s a un u s o y el c a r á c t e r o r i g i n a l m e n t e ininteligible de la c o a c c i ó n "fantasmática". Pero el equivalente que expresaría el ac to de fabricar, o sea satisfacer una o varias necesidades y así admitir un uso determinado pero sin ninguna relación con lo que se renuncia, se efectúa en fo rm a proporcional a la contrariedad obsesiva: el "placer de no hacer nada'1 en sentido e c o n ó m ic o , o el d eseo de otra actividad que perm ita hacerse valer por otra aptitud, p ro pia a e la b o r a r p ro p e n s io n e s afectivas -esto sería en fo rm a im plícita (según K eynes) el sentido del salario que el trabajador le atribuye o le deniega-; pero tal es también el sentido que posee la com pra de un p r o d u c t o p o r el c o n s u m id o r, q u i e n c o n s ie n te en u tiliz a r el p ro d u c to seg ún sus propios límites. Si re in a un e s t a d o de c o m p e n s a c i ó n c o n tin u a y de in te rc a m b io s entre las fu e rza s pu lsio n ales que se sustentan a expensas de la u n i d a d o r g á n ic a , esto s in te rc a m b io s n o se efectúan sin dejar huellas que son "notaciones" de lo t o m a d o c o m o m u estra, in terc am b ia d o : el fantasm a es responsable del organismo, co m o el g o c e o el s u f r i m i e n t o e x p e rim e n ta d o s son re sp o n sa b le s del fan ta sm a que les pro cura el individuo. He aquí el "saldo deudor" de la unidad individual. ¿ C ó m o p o d r í a e n c o n tr a rs e esta m is m a notación en la fabricación del objeto de uso? ¿Es acaso co n c eb ib le q ue la unidad individual del productor se limite (en tanto sujeto económico) a

afirmarse para sí co m o en consideración a otras unidades, reconocibles por la aptitud que tienen de fabricar, pero asim ismo de usar? P ara el u s o q u e p r e s c r ib e , el o b j e t o f a b r ic a d o ya sería la lín ea v aria b le de una propensión, la que en algunos existiría en grados dife re n te s y en o tro s que la fa b ric a n es ta ría totalmente ausente, indiferentes a su uso, o los que la utilizarían a falta de una necesidad que ignoran en ausencia de un objeto que se las revele. Habrá sin d u d a una a p a rie n c ia de ig u a ld a d o una igualdad accidental, o aun y casi siem pre, una inevitable desigualdad de las propensiones en el uso tanto com o en la fabricación. ¿Se trataría pues del "libre ju e g o de las pasiones"? Pero esto es razonar todavía al interior de un circuito en que todos los juegos están hechos por las estadísticas o las c o y u n tu ra s y no po r los ju g a d o re s . Y en efecto, a nivel del sujeto económ ico com o u n ida d individual (¡sabe que no es lo que "quiere11 sino lo que puede!) la desig u ald a d fu nd am en tal de las p ro p e n sio n e s e x ig iría que in terv e n g a una s i g n i f i c a c ió n c o m p e n s a d o r a en la d e c is i ó n aparente de fabricar para tal o cual uso, no sólo respecto a otras unidades, sino principalm ente al interior de la m ism a u n id a d . Sin e m b arg o , el único interés del régimen industrial está en que el productor o et c o n su m id o r no m anifiesten com o algo espontáneo un aspecto de ellos mismos, que tomarían prestado a tai fo rm a de fabricación o del co n su m o la forma propia de su sustancia y de su m o d o de ex is te n c ia , en ta n to que "u n id a d e s individuales". La total perogrullada en la que cae esta constatación no nos avanza en nada; n o más que el hecho de ob serv ar que "no sabría ser de o tra fo rm a ", ya que el o b je to que fa b ric a y

consum e define no sólo el sujeto económico, sino g arantiza adem ás su u n id ad moral y material. A h o ra bien, en ninguna otra parte salvo en este tipo de p erogrulladas se e s c o n d e el aprem iante m o tiv o de la b ú sq u e d a de un equ iv ale n te ; la un idad del sujeto e c o n ó m ic o sigue siendo una un idad eficazm ente p ro d u c tiv a a condición de que sea inducida a confundir sus p reten d id as propensiones con la continua desviación de las mismas. Pero ya sea que esta desviación se efectúe p o r el acto tan in d is p e n s a b le y le g ítim o de fabricar objetos de uso -he aquí una interpretación d em asia d o absurd a com o para que la unidad se detenga por un instante- : ¿ c ó m o puede negarse a dicha fabricación puesto que ha salido ganando? L a unidad del su jeto no p u e d e salir de esta inmediata evidencia, por la única razón de que no ve que ésta es la ficción de una necesidad tan incontrolable com o deliberada. De tal suerte una categoría de objetos de uso se substituye inm ediatam ente a cualquier otro uso dictado por las aptitudes pasionales; en cambio, si el sujeto económ ico cesara tan sólo de implicarse c o m o unidad y tom ara las riendas de su propia " d esco m p o sició n " para re c o m p o n e rs e según la a p titu d de cu a lq u ier p a sió n p a r a fa b r ic a r su o b je to , éstas aptitudes podrían desarrollarse en otro s tantos objetos fabricables; -es tanto más i n c o n c e b i b le c u a n to q u e j a m á s i n te rp re ta rá s e m e ja n te s a p titu d e s (c o m o tan tas o tras pretendidas propensiones) desde el punto de vista de su "unidad individual", determ inadas p o r las c o y u n t u r a s q u e de a n t e m a n o c a lc u la n sus "necesidades"-. ¿ P u ede indicar la fa b ricac ió n de o bjetos utilitarios (que da su fisonom ía a nuestro m undo)

q u e el sujeto e c o n ó m ic o -a partir de su unidad i n d iv id u a l, de su a p titu d p ara p ro d u c ir s e y re p ro ducirse- busca pronunciar su renunciam iento a ese estado en favor de su subsistencia, a falta de eq u iv a le n te para su estado pulsional (c o m o el sim ulacro del arte), o de otro equivalente diferente de! salario? ¿F abrica acaso con el único fin de sustituir? ¿O bien la renunciada im pulsión, o la aptitud para expresar dicha impulsión, exigirá que en el a c to de fa b r ic a r o b jeto s u tilitario s se p r o n u n c ie el v alo r de la p é r d id a sufrida en p ro v e c h o del uso p rescrito p o r eso s m is m o s objetos? D e sd e el p u n to de vista de la efic acia fabricable, a partir de su discrim inación entre el uso estéril y el uso productivo, no com pete ya a la utilidad re so lv e r el ap rem io o b s e s iv o p o r una d eterm in a d a fabricación destinada a d ic h o uso. Sin e m b a rg o el fabricante de sim ulacros -de uso estéril- subsiste en el m u n d o utilitario. No sólo d iv u lg a sus p ro p io s fa n ta sm a s a través de ios p r o d u c to s i n v e n t a d o s po r la a s tu c ia d e su intelecto, sino, al igual que el fabricante utilitario, de instrum entos y de objetos de uso, tam bién él vende lo que div ulg a al precio que le cuesta el acto de divulgar; ¿debió acaso morirse de hambre, o pretende enriquecer el conocim iento por m edio de las sensaciones que procura? El produ ctor de cu a lq u ie r tipo de herram ientas, el trabajador en general, no d iv u lg a nada -con excepció n de su necesid ad de otros objetos a través de objetos existentes-: es decir, el uso p erfeccionado de un objeto lim itad o y prescrito ex c lu siv am ente para ese uso. ¡Ni s i q u i e r a se d i s c u t e q u é n i n g u n a divulgación fantasmática no pueda ni deba abrirse

p a s o en el a c to d e f a b r i c a r para un u so indispensable! Así, cualquiera sea la aplicación im aginativa que aporta la ciencia es pura locura q u e re r b u scar la más m ín im a co incid e n cia, o analogía, entre el acto de fabricar un utensilio y el acto de divulgar cualquier fantasma por m edio de un simulacro. No pudiendo el mundo utilitario com pensar p o r n i n g ú n s ig n o el t r a s t o r n o del e s t a d o impulsional en plena actividad fabricadora, puesto que esta misma activid ad y a se efectúa com o co m pen sación, se c o n s id e ra q u e tan sólo el s im u la c ro del arte puede d a r cuenta de este t ra s tro c a m ie n to y, p o rq u e es s im u la d o r, sus productos podrán asimilarse a los objetos de uso. A h o r a b ie n , las i m p u l s i o n e s ig n o r a n e s ta d istinción entre dos categorías de instrum entos, entre los sim ulacros "nobles" y los u ten silio s " i n n o b l e s ”, m ie n tra s que los afe c to s to m a n indiferentemente a su servicio tanto estos últimos c o m o las puras operaciones del intelecto. Pero si los simulacros del arte indican la propia urgencia im pulsional, y que, por el ingenio del artista se convierten en utensilios para uso de los afectos, ¿ n o serían también por casualidad los utensilios s im u la c ro s? Si la s i m p u l s i o n e s to m an i n d i f e r e n t e m e n t e a su s e r v i c i o t o d o lo propiam ente utilitario, nos queda pues considerar e s ta c a te g o r ía de o b jeto s p ara d isc e rn ir los s im u la c ro s : a saber, que p o r d e f in ic ió n las h e r ra m ie n ta s se en c u e n tra n m ás a le ja d as del simulacro, en lo que hace a la prescripción de un uso rigurosam ente restringido para ser eficaz (es decir que circunscriben una operación irreversible en sus efectos y, por m uy ram ificada q u e esté, e x c lu y e n to do resultado sim ulado), y p o r esto

m is m o serán s im u la cro s de n o-sim u la ció n , es decir, del hecho con su m ado, en el que se tom a esa parte d e s v ia d a d e la v id a pulsio n al p ara la fabricación de los objetos de uso. A hora bien, si el s im u la cro del arte es u n a h erram ienta d e las p a sio n e s, hace falta en ton ces q ue la sim ulación tam bién sea una operación eficaz; si hubiera sido sólo u n sim ulacro sim u lado , habría fa lta d o su e f e c t o ( c u a n d o s a b e m o s q u e és te c o n s i s t e justam ente en ser constantem ente reversible en su operació n, y de un uso tan exten d id o y variable com o la m ism a vida pasional). El afecto encontraría en el producto del arte la expresión de su fantasma: el afecto actuaría en el utensilio que se n iega a expresarlo, so pretexto de la utilidad de alguna cosa, y donde el afecto no tendría ningún espacio. El im pulso sólo actúa en la relación del ser humano con lo que él fabrica o no; se remite por tan to al o b j e t o p a ra d e c id i r cu á le s son sus u rg e n cias. Lo u rg e n te (c o m o la su b siste n cia) form a parte de lo serio y no sabría en a b s o lu to simularse, c o m o se sim ula la urgencia de aq u ello que no ¡o tiene. Si los objetos utilitarios sólo garantizan por sí m ism os la n o-sim ulación, no habría en ton ces nin g u n a urg en cia de los afectos c o m o ta m p o c o n in gun a urgencia utilitaria. La urgencia utilitaria es proporcional a la urgencia afectiva. Y porque la a fectiv id ad sólo es a plaza ble por lo u tilita rio (cuya urgencia no es simulable), por esta razón la u rg e n c ia a fe c tiv a e n c u e n tra en la u tilid a d el simulacro de su p r o p io aplazamiento. A p la z a r la v o lu p tu o s id a d es con tar con el futuro, garantizado por la fabricación de objetos de uso. Sin em bargo, los im pulsos no tienen otro

límite a la urgencia más que el suyo propio, y la v o lu p tu o sid a d c o m o tal es tan inm ediata co m o la te n te e im p re v is ib le . P or lo que d e b e ser constantem ente postergada. Si desde el p u nto de vista utilitario, la voluptuosidad no es urgente, es en c a m b i o u rgen te que sea sim u la d a p o r cualquier m edio convenientem ente serio, para que lo s e rio no sea sim ulado p o r una u r g e n c ia indiscutible. De este m o d o la im pulsión voluptuosa no suprim e únicam ente la operación simulante en el d o m in io utilitario, sino le e x ig e tanto m ás por c u a n to le discute su propia urgencia: trasto rna sim plem ente los factores y conduce al sim ulacro ahí donde reina la dura necesidad. F a n ta sm a im p u lsio n al -sim u lacro ; subsistencia indisim uiable- fabricación utilitaria: do s circ u ito s q u e en la u n id a d ind ivid ual se interp en etran sin que esta u nid ad jam ás logre r o m p e r lo s , s in o a p la z a n d o p e r p e tu a m e n te la urgencia de uno u otro circuito. Sólo por este motivo se plantea la cuestión de un equivalente: simular (po r el esfuerzo) el ap la z a m ie n to de lo que no es urgente p ero es in m e d ia to (la e m o ció n voluptuosa), equivale a s i m u la r una u r g e n c ia q u e en sí m is m a es indisimuiable. La voluptuosidad sigue siendo tan p o c o s im u la b le c o m o la s u b s is te n c ia -se g ú n estim em os una más urgente que la otra-. Decidirse por una urgencia contra otra form a lo irreversible, c o m o cu an do restablecemos la fabricación, de la que salimos sólo por medio de la destrucción.

N a d a en la v id a i m p u ls i o n a l p a r e c e p r o p i a m e n t e gratuito. D esde que una in t e r p r e t a c i ó n d ir ig e el p ro c e s o m is m o (el com bate de la em oción por mantenerse contra el instinto de propagación), interviene la evaluación, esto es, el p r e c io ; pero el que carga con todos los gastos, el que de un m o d o u otro pagará, es el a g e n te c o n s titu id o p o r el lugar en q u e se d e s a rro lla el c o m b a te , d o n d e se trafica o se negocia un posible o im posible com pro m iso, el p ro p io cuerpo. A quí se configura un primer dilema: o bien perversión interna -disolución de la u n id a d : o bien afirm ación interna de la unidad- perversión externa. Q u ie n se n iega a p ag a r el precio de la em oción voluptuosa y reivindica la gratuidad del instinto de p r o p a g a c ió n , es d ecir de su pro p ia u n id a d , pa g a rá centuplicada dicha gratuidad por la perversión externa de las condiciones en las que la unidad individual es llamada a afirmarse. El día en que el ser hum ano haya superado, e s to es re d u c id o la p e r v e r s ió n e x te r n a , la m o n stru o sa hip ertro fia de las "necesidades", y co nsien ta en ca m b io a la perversión interna, es dec ir a la diso lu ció n de su ficticia unidad, se organizará una co n c o rd a n c ia entre el deseo y la p ro d u c ció n de dich os objeto s en una econo m ía ra c io n a lm e n te e s ta b le c id a en fu n c ió n de sus im p u ls i o n e s ; p u es la g r a tu id a d del esfuerzo c o r re s p o n d e r á al p r e c io de lo i r r a c io n a l La lección de Sade d e m o s tra ría q u e la utopía de Fourier oculta una p ro fu nda realidad. Pero hasta entonces, está en el interés de la industria que la utopía siga siendo una utopía y que la perversión

de Sade continúe siendo la d ín a m o m ism a de la m onstruosidad industrial.

La gratuidad y el precio La gra tuid a d (ap are n te m e n te) e q u iv ale a g o z a r c o n lo qu e está fu e ra de pre cio o a conceder el goce sin compensación: 1) El p ro p ieta rio a b so lu to no sueña con intercam biar lo que le pertenece (y que saca su in a p re c ia b le p re c io de esta p o s e sió n ) c o n tra cualquier otra cosa que pueda recibir a cambio. ¿ Q u i é n es p r o p i e t a r i o a b s o l u t o ? L a "divinidad" o la "vida inagotable" (dada a cada u n o s e g ú n su m e d id a ) - i m a g e n del "sol dispensador"-, 2) Pero lo que es dado a todos y a cada uno, es lo que se puede hallar inm ed iatam en te, sin diferencia ni distinción; ocurre entonces que no hay más precio, pues todo se d a e intercam bia gratuitam ente; esto ocurre con el acto fisiológico de pro c rea ció n y las sensacio nes previas a su realización (la voluptuosidad). 3) La "vida" fuera de precio, o torgada sin precio gratuitamente, recibida, experim entada, en sí m i s m a n o tie n e n in g ú n p re c io . Sin la v o lu p tu o sid a d no vale nada. P ero la voluptuosidad, la facultad de experimentarla, es a su turno también dada a todos: ésta tam poco tiene ningún precio. A hora bien, ca da p erson a recibe según su propia capacidad de recibir (prim era restricción); la p e r s o n a c o n s t i t u y e t o d o a q u e llo q u e ha

re cib id o -es decir que vale tan to c o m o lo que podría dar- además de lo que ella es; es por esto que n ad ie soporta recibir más de su ca p acidad para d ar -a riesgo de pertenecer a aquellos que reciben sin cesar-. 4) P ero el que d a m ás de lo que es p a r a valer m ás de lo que es (esto es, más de lo que ha recibido) piensa au m en tar lo q ue es; ¿qué podrá aum entarlo más allá de lo que es y qué m edida se a um entará para que sea capaz, po r encim a de su necesidad de recibir* de dar más de lo recibido? Si da, se a u m e n ta ; ¿ p e ro c ó m o p u e d e au m en ta rse d ánd ose en lu gar de dism in uir? Da para no recibir y p o rque es capaz, se aum en ta. ¿C óm o aumentaría su valor y qué lo hace posible? Sólo vale frente a quien, no siendo más que lo que recibió, está de este lado. De este modo, el precio q u e éste a d q u iere re s p e c to a q u ien recibe sin poder dar, se expresa en el derecho a tomar más aún de lo que le fue dado. Si no existiera la impotencia a d a r , a pesar de la c a p a c id a d de recibir, t a m p o c o h a b ría aum entación del que da p a r a no recibir. Quien da para no tener que recibir to m a a cad a paso posesión de quien habiendo recibido p a ra ser no puede dar; este últim o se entregó de an tem ano a la potencia que aum enta, en lu gar de dism inuir, dando sin recibir para recuperar más de lo que ha dado. En el m un do de la fabricación industrial, ya no es m ás atractivo lo q u e parece naturalm ente gratuito, sino el precio de lo que es naturalmente g ra tu ito ; una em o ció n v o lu p tu o sa (no co m u nicad a o incom unicable) es en primer lugar indiferente y sin valor en el sentido de que nadie puede experim entarla. A h ora bien, ésta es menos

indiferente y gana en valor desde que cada uno, siempre susceptible de vivenciarla, no puede sin e m b a r g o p r o c u r a r s e los m e d io s de v iv ir la in m ediatam en te; si p o r fin ésta es única en su g é n e ro -y q u e s ó lo un n ú m e r o lim itad o de in d iv id u o s p u ed e n p ro c u rá rs e la com o ún ica-, e n t o n c e s , o bien ésta n o es a b s o lu ta m e n te valorizable, o bien el deseo de experimentarla le aseg ura un precio elevado. Este es el proyecto m erc an tiliz ad o r de la em oción voluptuosa. Sin em bargo, creer que esta operación sería un gesto só rd id o del espíritu de lucro, es negarse a ver sim plem ente la propia naturaleza de la em oción voluptuosa. ínvirtiendo el arcano proverbio citado po r Stendhal; «Logra venderse a q u el que no p u d o darse», iNietzsche escribe: «[Nadie quiere dar, por lo que hace falta vender!» y de tal modo expresa el m ism o proceso de la emoción voluptuosa. ¿H ay que d e c ir aho ra que la ex p lo ta c ió n industrial respondería a esta implícita estrategia del goce? En el terreno de los intercambios, la m oned a co ntinúa siendo el signo de la equivalencia más general, según una función análoga a ia que tiene la palabra en la com unicación. La inteligibilidad (económ ica) del objeto de uso sobre el plano de la mercancía, en virtud de la sintaxis monetaria, a s e g u r a la m is m a o p e r a c ió n fr a u d u le n ta en relación a las necesidades y sus objetos que la inteligibilidad del lenguaje en relación a la vida pulsional. Excepto que la inteligibilidad del uso está co ncretam ente circunscrita por la diferencia que existe entre las unidades individuales, quienes p o r m e d io del uso, q u e r id o o in v o lu n ta rio , expresan así su manera de existir. El límite de la inteligibilidad es lo no-intercam biable, según el

grado de idiosincrasia -ya sea de la p rop en sión oscura q u e se ig n o ra en la p alab ra institu ida, c o m o en la p reten did a co n c o rd an c ia del o bjeto con su deseo-. En ese caso particular, hay tan sólo un equivalente que puede com pensar al objeto de uso c o m o irreductible a cualqu ier otro m o d o de usar otra cosa, y es el caso de la moneda.

Excursus P e ro para c o m p r e n d e r b ien p o r q u é la m o n e d a p u e d e o c u p a r este rol p a r tic u la r de eq u iv a le n te sin co n fu n d irs e ja m á s con aq u e llo cuyo valor encarna, debem os volver nuevamente a Sade. A b olir la propiedad del cuerpo propio com o ajeno es una operación inherente a la imaginación del perverso; éste habita el cuerpo ajeno c o m o si fuera el suyo y así atribuye el propio al otro. Lo q ue e q u iv a le a d ec ir que el p ro p io c u e rp o se re c u p e r a c o m o d o m i n io fa n ta s m á tic o ; de tal m odo deviene eí equivalente del fantasma, del que es simulacro. E n tre el f a n t a s m a y su v a l o r i z a c i ó n m ercantil, el n um era rio c o m o signo del valor invalorable del fantasm a es parte integrante del m odo representativo de la perversión. El fantasma p e r v e r s o es en sí m is m o i n i n t e l i g i b l e y no-intercam biable; es por esto que el num erario, por su p ro p io carácter abstracto, co nstitu y e su i n t e l i g i b l e e q u i v a l e n t e u n i v e r s a l. H a y q u e d i s t i n g u i r a q u í p o r un la d o : la f u n c i ó n

fa n ta s m á tic a del d in ero -es decir el hecho de co m prar o de venderse- en tanto que el numerario e x t e r i o r i z a y d e s a rro lla la perv ersid ad entre diferentes m iem bros; y por otra parte: la función m ediadora del dinero entre el m u nd o cerrado de las a n o m a l í a s y el m u n d o d e las n o rm a s institucionales. El dinero, equivalente de riquezas escasas, s ig n o d e p e n a s y e s f u e rz o s en el s e n tid o institucional, debe significar la desviación de estas riquezas en beneficio del fantasm a perverso: si el f a n t a s m a e x i g e un d e te r m in a d o g a s t o en n um erario, el numerario expresará la equivalencia del fa n ta s m a así c o n c re tiz a d o , por la m ism a cantidad de riquezas representadas por el poder de c o m p r a del n u m e r a r io . He a q u í ta n to s esfu erzo s frustrados, tantas frustradas penas al exterior. Equivalente de riquezas, el dinero es por lo tanto la destrucción de estas riquezas, mientras este conserve el valor: al igual que el lenguaje, signo de lo existente (en cu an to poseedor de un sentido), en el estilo de Sade se hace signo de lo inexistente, es d ecir sim plem ente de lo posible (d e s p ro v is to de sentido según las norm as del le n g u a je in stitu c io n a l). El d in e ro , al m is m o tiem po que representa y garantiza lo existente, se convierte en el m ejor signo de lo que no existe, esto es del fantasm a, que en su m onstruosidad integral* se presenta com o la transgresión de las n o rm as, c o m o una p ro g resiv a conquista de lo inexistente: es decir ío posible. El acto de transgredir las normas existentes en nom bre de una posibilidad siempre inexistente, s u g e rid o por el fantasm a, está representado de m anera em inente por la naturaleza del numerario: esto es, la libertad de elegir o rechazar tal o cual

bien entre otros bienes existentes. Por m edio de e s t a p o s i b i li d a d de e le c c ió n o r e c h a z o , el nu m era rio cuestiona el valor de lo existente en favor de lo inexistente. L o inexistente, según el lenguaje de las norm as -las anom alías enunciadas negativam ente- se en uncia de m o d o positivo por el n u m e r a r io no g a s t a d o , qu e r e c h a z a lo existente. El c e rra d o m u n d o de la p erv e rs ió n sa n c io n a a tra v é s del n u m era rio la incomunicabilidad misma de los seres; es la única m an era inteligible p o r la que el m u n d o de las a nom alías reacciona positiv am ente al m u n d o de las n o rm a s . P ara h a c e rs e o ír p o r el m u n d o in s titu c io n a l, la m o n s t r u o s i d a d in teg ra l to m a prestado de éste el signo abstracto de los bienes intercam biables. Esto quiere decir que habría tan sólo u n a au téntica c o m u n ic a c ió n universal; el intercambio de los cuerpos p o r el secreto lenguaje de los signos co rp ora les. El argum ento (de Sade) es más o m enos el siguiente: las institucion es preten den salvaguardar la libertad individual, es decir, la integridad de las personas, substituyendo al in tercam b io de los cu erp os el intercam bio de los bienes según el s ig n o neutro y por lo tanto e q u ív o c o del n u m e ra rio ; pero al a b rig o de la p ro te c c ió n de la c irc u la c ió n de riq u e z a s , el n um erario no hace sino aseg urar secretam ente el intercam bio de los cuerpos en el nom bre e interés d e las in s titu cio n e s. La d e s a p r o b a c ió n de la m o n s tru o s id a d integral p o r las instituciones se convierte en una prostitución de hecho, material y moral. Y todo el sentido de las sociedades secretas que Sade im agina es la de hacer m anifiesto este dilem a: o bien la com unicación de los seres a través del intercambio de sus cu erp o s, o bien la prostitución bajo el sigtm del numerario.

R esp ec to at exterior, los candidatos a la m o n s t r u o s i d a d integ ra l n o p u e d e n a f ir m a rs e m o r a lm e n te s in o por el le n g u a je ló g i c o y, m aterialm ente, por el numerario. M oralmente, se h a c e n c ó m p l i c e s e n tre lo s seres n o rm a le s ; m a te ria lm e n te , reclu tan sus v íctim a s ex p e rim en tales a precio fuerte y de este m o d o com piten con lo que las instituciones otorgan para una subsistencia "normal". En el c e rra d o m undo de la m onstruosidad integ ra l, el f a n t a s m a , de p o r sí in v a lo ra b le , inasequible, inútil y arbitrario, desde que p a sa al nivel del p restigio co rpo ral, se constituye com o una rareza: ya se asiste al inicio de la m o derna m ercantilización de la em oción voluptuosa, con ex cep ció n de q u e la explotació n industrial será capaz de estandarizar la sugestión a bajo precio, y de colocar al objeto viviente de la em oción fuera de p r e c i o , m i e n t r a s q ue en la é p o c a a ú n m anufactu rera de Sade, la sugestión y el objeto vivo de la emoción se confunden. En el circuito cerrado de la monstruosidad de Sade, el simulacro v iv o del fa n ta s m a está fu e ra de precio: los estatutos de la Sociedad de Am igos del C rim en e stipu lan no re cibir en ca lid a d de m ie m b ro a «nadie que no pueda probar al menos veinticinco mil libras de renta, visto que los gastos anuales son de a lre d e d o r d ie z mil fra n c o s por p erso n a» . Excepto esta condición, no se admite ninguna otra discrim inación de rango o de origen. En cam bio, «veinte artistas o gente de letras serán recibidos al m ód ico precio de mil libras por año. La Sociedad p ro tec to ra de las artes qu iere atribuirles d icha deferencia; está disgustada con el hecho q u e sus b ajo s re cu rsos no le perm itan adm itir a este

m ed io cre precio un n ú m e ro m ay or de ho m b res por los que siempre tendrá una enorm e estima». Al fin de cuentas, es el hom b re de letras (Sade) el que aporta la sustancia de la sociedad q u e im a g in a ; la Sociedad de Amigos del Crimen es ante todo la sociedad de sus propios lectores; pues tal com o Sade la concibe, un espacio para los espíritus, una sociedad secreta sólo se justifica a nivel espiritual. Pero ese nivel espiritual reaparece en la fa b ricación del sim ulacro; el fabricante de s im u la c r o s d e p e n d e de la d e m a n d a de una clientela; la presencia del artista o del escritor en la S o cied ad de Am igos del Crimen indica aquí la relación del creador en el seno de la sociedad en general y esta relación está estrecham ente ligada al p ro blem a de la producción de bienes y de su valor en el circuito económ ico y en particular a la fa b ric a c ió n de o b je to s co n c ern ien te s a la vida psíquica, de por sí invalorable; cuanto más sufren ios clientes el ap rem io de sus propios fantasmas, m ás a u m e n t a el p r e c io en la o fe rta de los f a n t a s m a s c o r r e s p o n d i e n t e s . S e g ú n S ad e, la S o c i e d a d d e A m ig o s d e l C r im e n e x p l o t a v e r g o n z o s a m e n te al fa b ric a n te d e sim ula cros: pretende "honrarse" con sus invenciones, pero se declara incapaz de re m u n e rarlo de m odo ju sto . S e m e ja n te d e s p r o p o rc ió n está in scrip ta en la m ism a n a tu ra le z a d e la em pre sa: c u a n to más requ iere el fantasm a al sim ulacro , más actúa y reacciona el simulacro sobre el fantasma, es decir, más lo desarrolla y m ás encarece el fantasma -y adqu iere la seriedad de todo lo que necesita un gasto-. A h o ra bien, la representación m isma de la v enalidad aum enta la valorización del fantasma: de ningún m odo es la miseria lo que empuja a las

personas a venderse, sino por el contrario, es su p ro p ia riq u ez a la que los o bliga. Así en la Nouvelle Justine, V erneuil co rro b o ra en la de Esterval una particularidad anatómica, garante de una p ro p e n sió n lúbrica a sus ojos inestim able, p ero no q u ie re lib rarse a una p r o m e t e d o r a e x p e r i e n c i a s i n o a c o n d i c i ó n d e q u e su c o m p a ñ e r a a c e p t e ser re m u n e ra d a : ta s a c ió n o b j e t i v a d a q u e p r o v o c a en ésta un g o c e inmediato. El num erario ejerce aquí una evidente fu n c ió n de transuhstanciación -sin otra utilidad que esta m ism a función: es decir una operación pu ram ente lúdica-. De este m o d o Juliette evalúa de m anera diferente los atractivos que co m pon en su cuerpo, mientras que ella no es (o no es más) u n a c o r te s a n a p r o f e s i o n a l , sin o u n a m u je r c o m e d id a , v iu d a (d e lib e ra d a ) del C o n d e de L o rs a n g e , es d e c ir a v e n tu r e ra por c o r ru p c ió n moral -todo esto entra en la sutilidad del fantasma qu e Ju lie tte se apresta a co nc retiza r-. Y sin e m b a r g o la fo rtu n a de este m o d o a c u m u la d a precipita a Juliette en una exprop iación de su c u e rp o c o n tin u a m e n te re n o v a d a ; ella siem p re sigue estan d o m ás acá del fantasm a y su única satisfacción es la de no h a b e r jam ás socorrido siquiera con un centavo la miseria humana. Y esto p o r q u e en e f e c to J u lie tte en sí m is m a la re p re se n ta . ¿ C ó m o e v a lu a r en n u m e ra rio el invalorable fantasma? ¿De dónde vendría su valor num erario sino de la privatización que a su vez esto significa? G r a d o m á x i m o d e la evalu ación : el equivalente del fantasma (la sum a pagada) no sólo re p resen ta en sí la e m o c ió n , sino tam b ién la e x c lu s ió n de m illares de vidas h u m an as. Del

punto de vista gregario, su valor aum enta con este escándalo* P u e s el d i n e r o g a s ta d o de esta fo r m a significa: volu ptu osidad exclusiva - escasez = aniquilamiento ~ v alo r s u p re m o del fa n ta sm a . E s o es ta n to c o m o d e c ir: m ás este d in ero representa miles de b o ca s, más confirma el valor d e l cu erp o e x p r o p ia d o : m ás este mismo cuerpo representa el valor de miles de vidas h u m a n a s; esto es: un fantasma - una población entera. Si el d e s v í o no existe, si no tu v ie ra el p eso q u e representan las miserias^ esta evaluación caería inm ediatam ente en el vacio. P ues por un lado hace falta que esté la significación positiva del d in e ro en tan to re p re s e n ta el e q u iv a le n te de innum erables vidas hum anas, y por otra parte su s i g n i f i c a c ió n n e g a ti v a p o r lo q u e v ie n e a c o m p e n sa r arbitrariam ente la insignificancia del fantasm a: ahora bien, esta destinación del dinero es en sí arbitraria, p o rq u e el m ism o valor del dinero sigue siendo arbitrario: en sí. no es sino un fan tasm a que responde a un fantasma. De aquí en m ás la precaria situación del artis ta o del h o m b re de letras, es d e c ir del fabricante de simulacros, en el seno mismo de la S ociedad de Amigos del Crimen, es absolutamente clara y com prensible; el fabricante de simulacros figura él m ism o com o un intermediario entre dos m u ndo s con evaluaciones diferentes. Por un lado re p r e s e n ta el v a lo r i n tr ín s e c o del s im u la c ro fa b ricad o según las norm as institucionales, que son las de la sublimación. Por otra parte, está al serv ic io de la valoración del fan ta sm a según la obsesiva obligación de la perversión. El fabricante de simulacros es honorado de am bos lados por su desinterés espiritual y tratado prácticamente co m o

un prov eed or. Esta es la situación personal de Sade después de la Revolución. No se puede servir a dos amos. Pero de una u otra parte, se trata de un solo am o que se oculta bajo la protección de las instituciones: en la Sociedad de A m igos del Crimen se manifiesta bajo su auténtico rostro* Este am o, es una vez más la m onstruosidad integral: y el num erario, s ig n o v e r g o n z o s o de su p rop ia riqueza, deviene signo de su gloria en la Sociedad d e A m ig o s del C rim en . Es p or el numerario g a s t a d o en el f a n t a s m a q u e la s o c i e d a d clandestina im aginada por Sade toma de rehén al m u n d o de las s u b lim a c io n e s in s titu c io n a le s . S uprim a el num erario y tendrá la com unicación universal entre los seres. Por este tipo de desafío, Sade prueba justam ente que la noción de valor y de precio está inscripta en el fondo de la emoción v oluptuosa, y que nada es más contrario al goce que la gratuidad.

La moneda viviente Im ag in em o s por un instante una regresión a p a r e n t e m e n te im p o s ib le : es d e c ir u n a fase industrial en la que los p rod uctores tengan los m edios para exigir* co m o título de pago de los consum idores, objetos de sensación. Estos objetos son seres vivos. Según este ejem plo de trueque, productores y consum idores vienen a constituir colecciones de "personas*' pretendidam ente destinadas al placer, a la e m o ció n y a la sensación. ¿ C ó m o p ued e la "persona” hum ana ocupar la función de m oneda? ¿C ó m o los productores, en lugar de "pagarse” las mujeres, se harán pagar "con m ujeres"? ¿ C ó m o p a g a r á n e n t o n c e s lo s e m p r e s a r i o s y lo s in dustriales a sus o b re ro s e in g e n ie ro s? "Con m u j e r e s " . ¿ Q u i é n m a n t e n d r á e s ta m o n e d a viviente? Las otras mujeres. Lo que supone el caso contrario: las mujeres que ejercen un oficio serán pagadas "con m uchachos". ¿Q uién m antendrá (es decir, sustentará) dicha m o n e d a viril? A q u e llo s que disp ond rán de la m on eda fem enina. Lo que estam os en u n c ia n d o realm ente existe. P ues sin echar m ano a un trueque literal, toda la industria m od erna reposa en el trueque m ediatizado po r ei sig n o d e la m o n e d a inerte, n e u tr a liz a n d o la naturaleza de los objetos intercambiados, es decir, sobre el sim u lacro del tru eq u e -sim u lacro que reside bajo la form a de recursos en mano de obra, es decir de una m on eda viviente, en c u a n to tal inconfesable, pero ya existente-. Si la p r o d u c c i ó n p e r f e c c i o n a d a de in s tru m e n to s de p ro d u c c ió n llega a re d u c ir la

m an o de obra, si el tiem po ganado en producir tiem p o g an a d o se salda po r tiem po d isp o n ib le para las sensaciones, para los certámenes de placer (F o u rie r ) -la se n sa c ió n m is m a no sabría ser entonces gratuita-, Pero el simulacro del trueque (creado inicialm ente por el sistem a m onetario, y l u e g o p o r las c o n d i c i o n e s de la s o c ie d a d in d u s tria l) q u ie re q u e el t ie m p o g a n a d o sea destinado a otras producciones. Suprimir el salario en especies para pagar al trabajador con objetos vivos de sensación sólo es practicable si el o b jeto vivo es ev aluado co m o suministro de trabajo, de modo que la subsistencia ya esté ase g u rad a ; si ésta en tra en cuenta, la posesión de objetos o de objetos vivos será para el trabajador algo puramente sim bólico y por tanto tasable. Para que un objeto de sensaciones pueda valer una d eterm inada cantidad de trabajo, hace falta que este objeto (vivo) constituya previamente un valor, o rig inalm ente igual si no superior al p ro d u c to del trabajo. No hay nin gun a relación com ún entre la sensación que este objeto vivo es susceptible de procurar por sí m ismo y la cantidad de trabajo sum inistrado, eq uiv alente a tantos y tantos recursos propios al eventual mantenimiento de este objeto de sensaciones. ¿Cuál es la relación entre el valor de una herram ienta, de un terreno e s tim ad o según su prob ab le ren dim iento, y el precio atribuido a la existencia de un ser viviente, fuente de una em oción extraña? Ninguna, sino el hecho que dado lo fortuito (es decir la rareza) del objeto viviente, fuente de em oción, vale más que el costo de su mantenimiento. Una herramienta da tai beneficio; el objeto vivo procura (al emoción. El valor de la herram ienta deb e com p en sa r el co sto de su m an tenim iento; el valor del objeto

vivo fu e n te de em o cio n e s en c a m b io es fijado arbitrariam ente, sin que pueda deducirse el costo de su mantenimiento. Que no se objete aquí que esto es rebajar el objeto vivo, fuente de em oción, al nivel de un criadero o de una caballeriza, o asimilarlo con una obra de arte o sim plem ente con un diam ante. Se trata de una em oción autosuficiente, inseparable de la e x is te n c ia inútil y fo r tu ita del o b je to " ta sab le", e in clu so , por esto m ism o , arbitrariam ente apreciada. P ara que el o b j e t o v iv ien te, fu e n te de e m o c io n e s extrañas, tan sólo p u eda prevalece r com o m oneda, sería obligatorio adm itir que haya a l c a n z a d o u n i v e r s a l m e n t e un c ie r to e s t a d o psíquico y que dicho estado se exprese en fo rm a de practicas y costum bres indiscutibles. ¿Q uiere decir que para esto hace falta una ca ntid ad de objetos vivos tan grande com o la circulación de m oneda inerte? Sin d u d a no, semejante costumbre significaría la desaparición misma de la práctica monetaria. Pero incluso com o m ercado paralelo a la m oneda inerte, la m oneda viviente, al contrario, sería s u s c e p tib le de s u s titu ir el patró n o ro , im plantado en las costum bres e instituido en las n o rm a s e c o n ó m i c a s . S a lv o q u e este h á b ito m odificaría profundam ente los intercambios y su significación. No es el in tercam bio de objetos inertes raros lo que podrá modificarlo, co m o por ejem plo la obra de arte. Pero un objeto viviente, fuen te de sensaciones volup tuo sas, o bien será m o n e d a y suprimirá las funciones neutralizantes del dinero, o bien fu n d a rá el valor de cam bio a partir de la em oción procurada. El v a lo r a r b itr a r io del o ro , su p ro p ia inutilidad, q ue de algú n m o d o sigue sien do la

m etáfora de toda em oción procurada en el seno de las riquezas -debido a que su régimen universal es tan in hum an o com o práctico-. Las normas de valor en cantidad de trabajo, aparentem ente m ás "legítim as” del punto de vista de la economía, aún conservan un carácter punitivo. El objeto viviente, fu en te de em oción, desde el punto de vista del intercam bio, vale el costo de su m antenim iento. La pena o el sacrificio que se ha infligido el o b s e s i o n a d o p r o p i e t a r i o q u e lo m a n t i e n e , representa el precio de este objeto raro e inútil. N inguna cifra podría expresarlo; sólo la demanda. Pero antes de considerar el objeto viviente co m o un b ie n i n t e r c a m b ia b l e , p r im e r o hay q u e ex am in arlo com o moneda. En calidad de viviente d eb e constituir el e q u iv a le n te de un m o nto salarial -a u n q u e el trueque en especies congele de buenas a primeras la p o s ib ilid a d de c o m p ra r b ien es in fe rio re s , in d is p e n s a b le s -, y hará ta m b ié n falta qu e se establezca com o patrón. Pero en el contexto de las co ndiciones de la econo m ía m oderna, tanto m ás g ra n d e es la d e s p r o p o rc ió n natural e n tre la c a n tid a d de trab a jo -to m ad a c o m o n orm a de valor- y el objeto viviente a título de moneda. Si toda herramienta representa una inversión de capital, esta inversión es todavía mayor con un o b jeto de sen sa ció n (e n un te rre n o p re te n d id am en te extraco m ercial), es decir, co n una criatura hum ana que representa una fu e n te eventual de sensación, y cuya simple eventualidad pu ede ser o b jeto de inversión. Sobre el plano co m ercial, no es la criatura h um an a la que se e n c u e n tra afectad a, sino la em oción que ésta p rovoca en los eventuales consumidores. El falso ejem plo que nos permitirá com prender de qué se

t r a t a e s el b a n a l e j e m p l o d e la d i v a cin e m a to g rá fic a : la m is m a sólo re p resen ta un factor de producción. C u an d o los periódicos se po n en a d e f in ir en n u m e ra rio las c u a lid a d e s visualizadas de Sharon T ate el día después de su tr á g i c o f i n a l , o lo s g a s to s o el c o s t o de m a n t e n i m i e n t o de c u a lq u i e r o tra e x h i b i c i ó n fem e n in a, es el p ropio industrialism o el que se expresa en cifras, es dec ir cuantitativam ente, la fuente d e ia em oción en tanto que rentabilidad o coste de m antenim ien to, lo que sólo es posible p o rq u e esas d am as no son d e s ig n a d a s c o m o "m o n e d a viviente" sino tratadas c o m o esclavas in d u s tria le s . Y por esto m ism o ta m p o c o son consideradas com o actrices o grandes aventureras o co m o simples personas de prestigio. Si se estima lo que aquí denom inam os com o esclavo industrial no únicam ente co m o capital, sino co m o m o ned a v i v i e n t e ( a b s t r a c c i ó n h e c h a de to d o s los i n c o n v e n i e n t e s q u e s e m e j a n te i n s t a u r a c i ó n a c arrearía ), éste a s u m irá al m is m o tiem p o la c a l i d a d d e s i g n o de v a lo r c o n s t i t u y e n d o ín tegram en te el valor, o sea la calidad del bien corresp ond iente a la satisfacción "inmediata" -no ya de una necesidad, sino de la perversión inicial-. "M o n e d a v iv ie n te ”, el esclavo industrial ai m is m o tie m p o vale p o r un s ig n o garan te de riqueza y por la riqueza misma. En cuanto signo vale por cualquier otro tipo de riquezas materiales, en cu an to riqueza excluye sin em bargo cualquier otra d e m a n d a , a ex cep ció n de la d em and a cuya s a t i s f a c c i ó n r e p re s e n ta . P ero la s a tis fa c c ió n p r o p i a m e n t e d i c h a , su c a l i d a d de s i g n o ig u alm en te la ex clu ye. He aq uí en qué difiere esen cialm en te la m o n ed a viviente del estad o de e s c la v o in d u s tria l (v e d e tte , estre lla , m o d e l o

p u b l i c i ta r i o , a z a fa ta s , etc,). É sta no s a b ría reivindicar el título de signo en tanto no realice una d iferen cia entre lo que acepta recibir, en m oneda inerte, y lo que vale para sí misma. Sin em bargo, esta explícita diferencia que m anifiesta m oralidad (aquí y en cualquier parte) oculta la confusión fundamental: en efecto, nadie sueña con definir c o m o "esclava" a este tipo de ''productoras" -por poco que el término esclavo exprese si no la oferta al menos la disponibilidad a u n a d e m a n d a , s u b y ac en te a las n ecesid ades /i m i t a d a s Aislada del objeto viviente que es la fu e n te , la e m o c ió n , c o n v e rtid a en "factor de p ro d u c c ió n ”, se encuentra dispersa en m últiples o b j e t o s f a b r i c a d o s q u e , p o r las l i m i t a d a s necesidades que estos definen, hacen desviar la im pronunciable demanda: hela aquí convertida en irriso ria frente a las "serias" co n d ic io n e s de trabajo. De tai m od o, el e s c la v o industrial es disponible c o m o cu alq uier otra m ano de obra, pues lejos de c o n stitu irse c o m o signo, c o m o m oneda, depende "honestam ente" de la m o ned a inerte. Y el té rm in o es c la v o es p ro p ia m e n te excesivo, im propio, injurioso, ya que es libre de acep tar o no su salario. L a dignidad h u m a n a queda a salvo y el dinero conserva todo su valor. A saber: que la posible elección que implica la función abstracta del num erario quiere que toda ev aluació n no atente contra la integridad de la persona, para ejercerse sobre el rendim iento de sus capacidades productivas, de m odo que sólo se refiera de m anera "imparcial" y asegure de esta fo rm a ia neutralidad de los objetos. Pero es un círculo vicioso; pues la integridad de la persona, desde el punto de vista industrial no existe en

nin g u n a otra parte que en y por el ren dim iento evaluable com o m oneda. En cuanto la presencia corporal del esclavo industrial encaja absolutamente en la com posición del re n d im ie n to e v a lu a b le de lo q u e p u e d e p ro d u c ir (su fis io n o m ía es in se p a ra b le de su trabajo ), hay una d is tin c ió n ap aren te en tre la persona y su trabajo. La presencia corporal ya es una mercancía, independientem ente y adem ás de la m ercancía que dicha presen cia co n trib u y e a producir. Y de aquí en más, o bien el esclavo establece una relación estrecha entre su presencia corporal y el dinero que la misma produce, o bien el esclavo se sustituye a la fu n c ió n del dinero, c o n v irtié n d o s e él m is m o en d inero: a la vez riqueza y equivalente de riqueza.

Carta de Michel Foucault enviada a Pierre Klossowski sobre la publicación de "La moneda viviente” (invierno de 1970).

Q uerido Pierre: H ubiera necesitado escribirle después de la p rim e ra le ctu ra de La M oneda Viviente; p ero a u n q u e s e g u ra m e n te habría p o d id o reaccionar, tenía entonces la inspiración cortada. A hora que lo relej varias veces, sé que se trata del libro más importante de nuestra época. Se tiene la impresión que todo lo que de algún m odo cuenta -Blanchot, Bataille, y tam bién Más allá d el Bien y del M alnos co nd u c ía hacia allí insidiosamente: pero he aquí q ue recién ah ora se lo ha dicho, y se lo ha d ic h o co n tanta altura que d e b o retro ced e r a medias. Era lo que hacía falta pensar: deseo, valor y sim ulacro -triángulo que en nuestra historia nos d o m in a y sin d u d a nos con stitu y e desde hace s i g l o s - , Al b o r d e d e s u s t r i n c h e r a s , se encarnizaron aquellos que decían y dicen Freud y Marx: ahora podem os reír sabiendo por qué. P ierre. sin usted h a b r ía m o s q u e d a d o a contracara de esta verdad q u e alguna vez Sade supo enunciar y qu e nadie antes de nosotros se atrevió a soslayar -y a la que nadie, a decir verdad, se había siquiera ap rox im ado-. Usted acaba de e n u n c i a r y v a l o r i z a r n u e s tra fa ta lid a d . N o sabem os dónde se encuentra, pero sabemos que está ahí donde usted la señaló.