Tu hijo de 8 a 9 años 9788498407600

393 52 663KB

Spanish Pages [122] Year 2011

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Polecaj historie

Tu hijo de 8 a 9 años
 9788498407600

Table of contents :
Portada
Créditos
Introducción
PARTE PRIMERA “A”: CÓMO ES MI HIJO Y CÓMO APROVECHARLO
CAPÍTULO 1: Perfil de desarrollo
Edad puente: entre la niñez y la pubertad
Desarrollo físico
Desarrollo intelectual
Desarrollo moral
Desarrollo social
Desarrollo afectivo
Desarrollo religioso
CAPÍTULO 2: El proyecto educativo familiar
Primero, pensar qué queremos
Aspectos y ámbitos de una Educación Integral
CAPÍTULO 3: El desarrollo físico y corporal
Del juego al deporte
Los equipos. Las reglas. El líder
Ventajas del deporte en el desarrollo moral y social
El deporte es una escuela de virtudes
Compañerismo
Fortaleza y reciedumbre
Orden
Humildad y sencillez
Pudor
Higiene
Sobriedad
Una situación familiar: Jacobo
CAPÍTULO 4: La formación intelectual
Niños reflexivos: juegos de estrategia
La edad de las colecciones
Las lecturas
CAPÍTULO 5: Los estudios
Poder aprender
El «despacho» de Julio
Querer aprender
Saber estudiar
Para pensar, para actuar…
PARTE SEGUNDA “B”: LAS VIRTUDES SE ADQUIEREN EN LA FAMILIA
CAPÍTULO 6: La educación de la voluntad
Las virtudes forjan el carácter
Consolidar virtudes
Justicia y generosidad
Objetivos de Planes de Acción relacionados con la justicia
José y Santiago
Objetivos de Planes de Acción sobre generosidad
La obediencia
Solidaridad y espíritu de servicio
Objetivos de Planes de Acción relacionados con la solidaridad
El compañerismo
Objetivos de Planes de Acción relacionados con el compañerismo
Amabilidad, cortesía y delicadeza en el trato
La mesa judoka
Objetivos de Planes de Acción: pequeñas normas de cortesía
La responsabilidad
¿Es responsable mi hijo?
Bases de la responsabilidad
¿Cómo desarrollar la responsabilidad?
Actuar en la práctica diaria. Los encargos
Responsabilidades familiares
Encargos adecuados para un niño de 8 y 9 años
La alegría y el optimismo
La autoestima en los hijos
¿Cómo puedo mejorar la autoestima de mi hijo?
Talante positivo y optimismo
Esfuerzo y trabajo
La fortaleza
Objetivos de Planes de Acción relacionados con la fortaleza
Virtudes relacionadas con la fortaleza
El hábito de estudio
El orden
Un horario
Objetivos de Planes de Acción relacionados con el orden
Para pensar, para actuar…
PARTE TERCERA “C”: EL CULTIVO DE LA AFECTIVIDAD Y LA TRANSMISION DE LA FE
CAPÍTULO 7: El tiempo libre
Aprovechar el tiempo libre. Las vacaciones
En vacaciones
CAPÍTULO 8: El cultivo de la afectividad
Fines superiores: Bienes mayores
La sexualidad
Diálogo familiar
Los celos. Fomentar la autoestima
Pedro y Luis
CAPÍTULO 9: La dimensión trascendente
Transmitir la fe
Un hecho importante: La Primera Comunión de Carlos
Para pensar, para actuar…
Guías de trabajo
Índice

Citation preview

1

Colección: Hacer Familia Director de la colección: Fernando Corominas © José Antonio Alcazar y Mª Ángeles Losantos, 1997 © Ediciones Palabra, S.A., 2011 Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España) Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39 www.palabra.es [email protected] Diseño de cubierta: Marta Tapias Fotografía de portada: Archivo Hacer Familia ISBN eBook: 978-84-9840-760-0 ePub: CrearLibrosDigitales

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

2

Introducción

Tu hijo de 8 a 9 años pretende ser, ante todo, un libro útil para los educadores, padres y profesores, en la gran aventura de ayudar a crecer, de formar personas responsables, que sepan hacer uso de su libertad. Analizaremos cómo es esta edad, entre la niñez y la adolescencia, e intentaremos llamar vuestra atención sobre aquellos pequeños cambios que no por pequeños dejan de tener trascendencia. Queremos, también, ayudaros a elaborar vuestro propio Proyecto Educativo Familiar. Todo el libro es un gran Proyecto Educativo para un niño de 8 a 9 años. ¿Por qué? Porque no podemos dejar al azar o simplemente a la improvisación algo de tanta trascendencia como es la educación de un hijo. La educación es un proceso intencional y los padres son los principales educadores.

La sociedad ha cambiado mucho en los últimos años: es un hecho que nadie discute. Hoy en día nos movemos en un mundo en el que los medios audiovisuales forman parte del entorno más cercano y cotidiano de nuestros hijos. A través de la tecnología, se filtran en los hogares un sinfín de ideas, de influencias. Unas favorecen la educación que pretendemos para los hijos. Otras, cada vez más, van totalmente en contra. Hoy, para educar, los padres se encuentran con una amplia batería de adversarios que no siempre son capaces de controlar. Corren el riesgo, demasiado alto, de dejar el futuro de sus hijos en manos del destino. Un destino que, aun no siendo, con suerte, del todo malo, no podemos presumir que sea el que deseamos. Esto hace necesario que los padres se decidan a tomar las riendas de la educación de sus hijos. Ellos están creciendo y viviendo en la sociedad de hoy. Es distinta a la que nos vio crecer a nosotros. Lo que no cambia es el ser de la persona. Han cambiado y cambiarán las formas, los modos de hacer, las herramientas, las convenciones y las modas, pero lo básico, lo constitutivo de la persona humana sigue siendo como antes y como siempre. Ahora bien, es preciso aprender a educar a los hijos en el mundo de hoy, con pasos firmes y seguros, teniendo muy claro dónde queremos ir y utilizando los medios educativos más eficaces.

3

En primer lugar trataremos sobre cómo son los niños de 8 y 9 años. Recordaremos lo que es propio de la edad y hablaremos de sus rasgos más comunes y sus inquietudes más sobresalientes. Luego, os vamos a plantear el gran reto de «emplearse a fondo» en la educación de los hijos de estas edades. Os recordaremos lo necesario que es –y más hoy día– educar en futuro e intentaremos sugeriros cómo lo podéis hacer. Este libro no es un conjunto de recetas educativas (esto no quiere decir que pensemos que en educación no hay recetas: las hay muy buenas, pero no sirven para todo ni para todos). Pretendemos hacer reflexionar a los educadores y ofrecerles numerosas sugerencias de actuaciones educativas familiares. Tampoco es este libro un tratado científico sobre algún aspecto concreto de la educación en la infancia intermedia. Por eso evitaremos planteamientos y el lenguaje académico y citas textuales de prestigiosos pensadores de la educación. Pretendemos, sobre todo, ayudaros a pensar en vuestros hijos y daros ideas sobre cómo podéis ayudarles mejor a ellos, así como a elaborar un proyecto personal de mejora para ese hijo que pasa por esta etapa de su desarrollo. Para que podamos hablar de «proyecto personal» es preciso que tengamos en cuenta todos aquellos aspectos que conforman la persona y que es necesario atender en su educación: el desarrollo físico, la formación intelectual, la educación de la voluntad, el cultivo de la afectividad y la atención a la dimensión trascendente, esto es, la educación en la fe. La Educación de la Voluntad es, sin lugar a dudas, el capítulo más extenso. Las virtudes son el soporte primordial de una buena educación y es la familia la que incide en el descubrimiento y la adquisición de unos y otras. Tiene sentido que prestemos especial atención a este aspecto de la educación, ya que es el que más influye en la felicidad de la persona.

4

PARTE PRIMERA “A”

No jugamos porque somos niños sino que se nos ha dado la niñez justamente para que podamos jugar. K. Gross

5

CÓMO ES MI HIJO Y CÓMO APROVECHARLO

6

CAPÍTULO 1

Perfil de desarrollo Edad puente: entre la niñez y la pubertad Antes de comenzar con las características propias de esta edad, interesa considerar que el desarrollo de un niño constituye una secuencia continuada, sin interrupciones bruscas ni saltos de un ciclo a otro, aunque se suela designar con denominaciones concretas cada estadio por el que transcurre el desarrollo normal de la persona. Así, el paso de un momento evolutivo a otro no ocurre de igual manera ni en la misma edad en todas las personas, aunque sí de forma aproximada, lo que permite singularizar cada edad con matices diferenciados. Hablaremos de rasgos que se destacan por ser básicamente comunes, a pesar de que pueden aparecer en mayor o menor grado, según los condicionantes personales y socioculturales de cada niño. Debemos tenerlos muy en cuenta como apoyo para nuestra acción educativa, pero resulta imprescindible el conocer personalmente a los niños. Un proyecto personal de mejora ha de partir siempre del conocimiento de cada persona concreta.

Esta es la razón de que insistamos en que han de ser los padres quienes tomen las riendas de la educación de sus hijos. No olvidemos que el amor es una fuente importante de conocimiento, y nadie quiere a un hijo más que sus padres.

Desarrollo físico Los niños de 8 y 9 años crecen a un ritmo más lento que en edades anteriores, pero son sensiblemente más altos y espigados que los de la etapa anterior (6 y 7 años). La altura y la fuerza es muy valorada entre los chicos de esta edad y concede, a los más desarrollados, prestigio social y mayor éxito en las actividades deportivas, lo que influirá sobre la conducta, personalidad, concepto de sí mismo y seguridad. Los desarrollos biológicos más notables son:

7

— La visión está totalmente desarrollada. Hay total coordinación binocular y existe ya una madurez y preferencia lateral ocular. También pueden estar superadas algunas alteraciones visuales infantiles, como el estrabismo. — La percepción auditiva de estímulos y tonos está totalmente desarrollada a esta edad. — Las proporciones de la cara van cambiando y la expresión del rostro es más madura. El cráneo crece más, ya que la casi totalidad del desarrollo cerebral se realiza ahora. Las facciones adquieren un tamaño semejante al que tendrán de adulto, debido al cambio de dentición y al consiguiente crecimiento de las mandíbulas. — El sistema óseo atraviesa una etapa de crecimiento lento. Los huesos son todavía muy flexibles, con mayor riesgo de fracturas, lo que aumenta la facilidad para el movimiento, la agilidad y la actividad físico-deportiva que tanto le atrae. — El sistema nervioso alcanza la madurez hacia los 8 años. A partir de ahora el establecimiento de redes neuronales tendrá un ritmo muy lento. Como consecuencia del desarrollo del neocórtex frontal se producen cambios rápidos en las capacidades mentales, como recordar, razonar, atribuir significados a personas y objetos, clasificar, asociar y discriminar, lo que permite al niño realizar mejores aprendizajes y ajustes personales y sociales. — El sistema digestivo funciona correctamente y ya se han superado las dificultades típicamente infantiles, aunque es preciso cuidar la alimentación, porque pueden aparecer alteraciones endocrinas: gordura o delgadez notables que repercuten en otras áreas de conducta y adaptación. La asistencia al colegio es más regular, al estar más estacionadas las típicas enfermedades infantiles, si bien persisten algunas asociadas a los cambios climáticos, como las gripes y alergias. Los niños suelen ser más propensos a enfermedades gastrointestinales. Conviene cuidar y poner atención especial a las enfermedades imaginarias o reactivas a estados emocionales inadecuados. Suelen aparecer como mecanismos para mejorar y aliviar situaciones alteradas o mal toleradas. Entre ellas, interesa destacar los vómitos, las gastritis, la anorexia nerviosa, la eneuresis, el asma o las reacciones alérgicas sin causa física. Suelen ser síntomas de una relación interpersonal inadecuada, ya sea familiar o en el centro educativo. Es necesario detectar y tratar cuanto antes estos comportamientos y averiguar sus causas. En cuanto al desarrollo motor, esta etapa se caracteriza por una gran apertura y madurez, acompañadas de vitalidad, expansividad y curiosidad por todo lo que le rodea y por el movimiento. Su cuerpo e intereses hacen que este sea el momento ideal para iniciar y afianzar habilidades motrices. Nos encontramos en el período sensitivo del aprendizaje de las técnicas de ejecución motriz. El ejercicio motor le proporciona alegría, seguridad y salud. La precisión en los movimientos y la rapidez de ejecución aumentan notablemente. Es la época de la coordinación fina y adaptación al espacio y al tiempo de las acciones

8

motrices y sensoriales. Podría decirse que pasa de ser dominado por sus movimientos a dominarlos. Los aspectos cuantitativos del movimiento se van haciendo gradualmente más patentes: corre más, lanza con mayor potencia y precisión, aguanta un esfuerzo durante más tiempo, etc. Aumenta la riqueza de las conductas motrices, que se traducen en: — mayor destreza en la manipulación de los objetos, los utensilios de trabajo o del juego. La motricidad fina se perfecciona: usa las manos independientemente una de otra, juega con los dedos, puede escribir durante un tiempo prolongado, etc.; — posibilidad de realizar por sí solo, con mayor perfección, actos como vestirse y desvestirse, comer, etc., que antes realizaba más torpemente; — perfecta coordinación de pies y manos; — destreza en los ejercicios físicos. En estos años, los niños afianzan su lateralidad, son más hábiles en sus comportamientos motores y les agrada ostentar sus habilidades. El dominio de la lateralidad facilita la correcta localización y orientación espacio-temporal, la comunicación con los demás y la memoria en términos de tiempo y espacio. La comprensión espacio-temporal es condición previa para comprender las relaciones antecedente-consiguiente en términos de causalidad; también tiene relación con: — el desarrollo de la atención. La capacidad para mantener atención y postura adecuada es ya bastante duradera –varias horas al día–; — la habilidad gráfico-estructural (capacidad de fijarse, retener, interpretar y representar gráficamente estructuras), especialmente importante para el aprendizaje de la ortografía; — el interés por los fenómenos del medio físico y social, al facilitar la comprensión del cambio, del movimiento, de la sucesión espacio-temporal; — la capacidad de ordenar sucesos e ideas; — la capacidad de distribuir su tiempo, de programar actividades según un horario. Los chicos de esta edad prefieren ejercicios y deportes donde predomine la fuerza y el riesgo. Sus intereses en las actividades empiezan a diferenciarse según el sexo. Es el período en que existe más antagonismo sexual, mayor rechazo intersexual para juegos y diversiones. Entre los problemas más comunes que suelen presentarse a estas edades está la torpeza motriz, es decir, la falta de control de movimiento del cuerpo y la falta de agilidad para ser preciso y eficaz en la realización de actividades físicas. Las causas pueden ser: — Retraso madurativo general. — Cuerpos muy gruesos o muy delgados y débiles. — Muy bajo nivel intelectual (límites o retrasos fuertes). — Muy alto nivel intelectual que les lleva a preferir las actividades intelectuales a las de movimiento. — Falta de oportunidades y motivación para el desarrollo.

9

Teniendo en cuenta el gran interés que despiertan en estos chicos el juego y el deporte en grupo, así como las posibilidades educativas de este tipo de actividades, privarles de ellas les dejaría sin una importante fuente de motivación y podría acarrear diversos daños que deben tenerse en cuenta: — Menor desarrollo físico e intelectual. — Menor armonía corporal, agilidad y dominio-destreza. — Menor capacidad de integrarse en grupos y de socialización. — Menor naturalidad, soltura, independencia y respeto a las normas impuestas. — Falta de estímulos que disminuyen la capacidad de gozo y diversión, relajación y equilibrio personal.

Desarrollo intelectual Es la edad propicia para el desarrollo del pensamiento operativo concreto, a través de la paulatina aprehensión intelectual. El proceso que siguen es el paso de lo intuitivo e imaginativo a lo racional, para llegar a sintetizar y estructurar sus propios conocimientos. La inteligencia sensomotora pasa a ser lógica, aunque necesite de los sentidos para captar las cosas, ya que el razonamiento abstracto vendrá después, alrededor de los 13 años. Empiezan a razonar por sí mismos a partir de los porqués y son frecuentes las preguntas sobre el porqué y para qué de las cosas. La capacidad de atención aumenta paulatinamente y van siendo capaces de retener mayor número de estímulos en tiempo más duradero, aunque aún necesiten cambiar de actividad con cierta frecuencia. Poseen capacidad de discriminación, así como facilidad para combinar objetos, distinguirlos, agruparlos y distribuirlos según sus cualidades. Es el momento oportuno para ejercitarles en la memoria de detalles y conjuntos de elementos, la clasificación y combinación de elementos, y las mediciones. Sus preguntas y «porqués» tienen como finalidad averiguar el origen y fin de las cosas. No le satisface la respuesta tranquilizadora con la que se contentaba el niño de 3 o 4 años, sino que busca el conocimiento de los procesos, el para qué sirven las cosas, cuál es el origen de personas y animales –interés por la vida–, cuál es el fin de las personas – trascendencia–, qué mecanismos rigen o determinan los procesos climáticos, los cambios estacionales o las leyes de la naturaleza. Les interesa mucho todo lo que afecta a su entorno, naturaleza, vida, normas, leyes, mecanismos (indagar cómo funcionan coches, máquinas…) pero aún no son capaces de abstraer, trasladar conceptos, aplicar normas o leyes a procesos diferentes, etc. El pensamiento adquiere un papel predominante, de modo que gran parte de la actividad y los intereses del niño se centran en el terreno del descubrimiento y del desarrollo intelectual. Se vuelve más analítico y hay una mayor disposición para la observación. También despierta el sentido crítico, ya que, a medida que el niño adquiere una mayor comprensión de la realidad, deja de aceptar los contenidos de la experiencia de forma ingenua y reflexiona sobre sí mismo, lo que hace y la repercusión de su conducta en los

10

que le rodean. El niño de esta edad observa críticamente de modo especial a los padres y educadores, con un sentido inflexible de la justicia. El ejemplo ejerce una especial influencia.

Una prueba de su sentido crítico es el no acatar ya ingenuamente los mandatos o prohibiciones de padres y profesores. Adoptan una postura crítica, pidiendo explicaciones y queriendo que se les razone lo que se les manda o prohíbe, y además observan la conducta de los mayores intentando adecuar la suya a lo que están observando. De ahí la enorme importancia del ejemplo. Están convencidos de que deben someterse a las normas colectivas y son rígidos en su cumplimiento, exigiéndolo así a los demás –sentido de justicia–. Sin embargo, son muy sensibles al compañerismo, al altruismo y a respetar las normas establecidas. Someten a revisión crítica las explicaciones y juzgan –aunque sin el debido conocimiento– acerca de las personas, las cosas, la vida y la muerte. Les gusta informarse y preguntar a hermanos mayores, adultos de confianza, o consultar en libros y comprobar las informaciones. Quieren descubrir el mundo y cómo funcionan las cosas. Sienten inquietud intelectual y deseo de aprender, e intentar resolver los problemas por vía reflexiva, para encontrar soluciones. La actividad manipulativa va cediendo paso a la experimentación científica, en la que se pone de manifiesto la curiosidad por conocer la norma que siguen los fenómenos para que sucedan. El sentido práctico facilita la comprensión numérica y se concreta en que el niño toma conciencia de los usos que puede dar al cálculo y a la numeración. Aún son algo cómodos y prefieren que les comenten los hechos más que interpretarlos y deducirlos ellos solos, pero se les debe estimular a que lo hagan, pues así se favorece el pensamiento inductivo y el deductivo. Tienen también tendencia a dejarse llevar de lo superficial, atractivo o «mágico», de los impulsos momentáneos, interpretando las cosas a su modo sin molestarse mucho en contrastar las opiniones con los hechos. Son volubles, tienen cambios emocionales y de ánimo frecuentes, y muy impulsivos – quieren verlo todo muy deprisa–. Esto provoca que su curiosidad sea a veces poco dócil e indiscreta. Debemos tener presente que todo estímulo de aprendizaje tiene fases estacionarias y todo desarrollo tiene períodos de retroceso, pero nuestra tarea ahora consiste en guiarles, en estar pendientes de ofrecerles numerosas ocasiones para que desarrollen al máximo las posibilidades que ofrece esta etapa educativa, tan rica en intereses, de tan fácil motivación y de equilibrado desarrollo. Las dificultades más frecuentes que pueden aparecer en esta etapa son las de fracaso escolar causado por problemas lingüísticos o por una adquisición deficiente del aprendizaje de la lecto-escritura; motivados por problemas físicos o motrices antes descritos, o por problemas de adaptación y ajuste personal que afectan a la conducta y al rendimiento.

11

La mayoría de los niños han adquirido un buen nivel de dominio del lenguaje oral y han asimilado los aprendizajes de lecto-escritura. Sin embargo, es un período de suma importancia para afianzar las habilidades instrumentales básicas y perfeccionar progresivamente las habilidades de comunicación. En el lenguaje oral, debe dominar todas las consonantes incluso las de adquisición tardía (CH, J, S, Z, L y R). Al final de este período se estabiliza en el chico la pronunciación, entonación clara y buena expresión. Gracias a su curiosidad e interés por la lectura y al uso del diccionario, comprende e incluye en su vocabulario palabras más complejas, e incluso cultas. Aunque este aumento de vocabulario tiene alta relación con el ambiente socio-cultural de la familia. Donde se advierte con más claridad un progresivo dominio es en el uso de la gramática. Quizá sea el mayor avance en estas edades la corrección expresiva y comprensiva de las estructuras lingüísticas. Se adquieren y mejoran los pronombres posesivos; los adverbios y preposiciones de espacio y tiempo; los tiempos verbales; la concordancia entre proposición principal y subordinada; las proposiciones circunstanciales; comienza a usar hipótesis; la voz pasiva... La reflexión sobre el lenguaje no se da hasta este período. Ahora muestra capacidad de juzgar si una frase es o no correcta, si un enunciado se ha hecho con las reglas establecidas o no. Hay una toma de conciencia de lo que se habla y lee, es el momento idóneo para fundamentar las bases de una buena comprensión y expresión lingüística. Son muchos los chicos cuyo aprendizaje no es adecuado a sus posibilidades, ni al nivel de madurez propio de la edad, y sufren un fracaso importante en sus aprendizajes lingüísticos y, como consecuencia, en las demás áreas. Por lo general, tiene su origen en cursos anteriores, y suele deberse a: — Falta de madurez en algún factor importante del aprendizaje de la lengua. Es la causa más frecuente. — Iniciación del aprendizaje de la lecto-escritura poco fundamentada o mal reforzada. — Iniciación forzada de la lecto-escritura. — Métodos de lecto-escritura mal planteados o no concluidos adecuadamente, según el progreso de cada niño. Todo ello da como resultado un retraso pedagógico-lingüístico que normalmente se engloba bajo la denominación de dificultades de aprendizaje del tipo de la dislexia, por su parecido con las manifestaciones de esta disfunción. Es de capital importancia no pasar por alto estas situaciones, pensando que quizá se trate de problemas de madurez, que el tiempo resolverá. El tiempo no suele resolver ninguno de estos trastornos, a lo más los afianza e imposibilita una reeducación eficaz. Es necesario diagnosticar muy bien qué le ocurre a cada uno de estos niños para poder afrontar su reeducación lo antes posible. Cuanto más se tarde en comenzar, más profundas serán las consecuencias para el aprendizaje actual y futuro de ese niño. También podemos encontrarnos con auténticas dislexias, o con sus secuelas. Los síntomas principales son separación indebida de letras, sílabas y palabras, las

12

confusiones, omisiones o adiciones indebidas en lectura y escritura y, como consecuencia, un nivel de lectura, comprensión y expresión muy bajos. Las consecuencias de ambas dificultades coinciden en un bajo rendimiento en el área de lengua y en todo el aprendizaje, desencadenando a su vez otros problemas como bajo autoconcepto, timidez, desajustes en la adaptación e integración social.

Desarrollo moral Este período constituye la etapa de mayor desarrollo del criterio moral, por su mayor capacidad para entender las cosas e interiorizarlas, así como por el mayor número de oportunidades para participar y desempeñar papeles nuevos en todos los ambientes donde se desenvuelve. Los sentimientos morales se van independizando de los de los padres. Ha alcanzado un nivel de desarrollo intelectual que le facilita realizar sus propios juicios morales. Al hacerse su pensamiento más analítico puede diferenciar mejor el bien del mal y esto contribuye a una mayor valoración moral tanto de su propia conducta como de la ajena. Por otra parte, la vida moral se va relacionando con los preceptos divinos, con lo que Dios manda o prohíbe. Suelen aceptar sin crítica las virtudes dadas por los adultos, aunque a veces sean excesivamente justicieros e inflexibles, sobre todo con sus hermanos menores. Al final de esta etapa comienza a surgir el afán de independencia y es necesario insistir en la obediencia con motivaciones positivas. Importa mucho explicarle el «porqué», no basta señalarle el «qué» y el «cómo». Esta actitud crítica le lleva a tomar postura ante los mandatos y prohibiciones de los padres y profesores, de los que observa su conducta para regular su vida. «Lo que ven hacer» cobra una fuerza moral importantísima. Estos niños son particularmente receptivos. Son unos años especialmente propicios para el desarrollo de hábitos y virtudes.

Es un momento propicio para el desarrollo de algunas virtudes humanas básicas, aprendiendo a esforzarse por conseguir pequeñas metas. En el capítulo dedicado a la educación de la voluntad hacemos referencia detenida a cada una de las que conviene atender especialmente en estos años. Conviene encauzar positivamente su fuerte inclinación hacia la amistad y el compañerismo, ayudándole a entender que esos valores suponen entrega a los demás, espíritu de colaboración y servicio, de lealtad y solidaridad. La inclinación al esfuerzo físico, a la aventura y a la competición puede favorecer la adquisición de hábitos de reciedumbre y austeridad, virtudes especialmente necesarias para los años siguientes. Las pagas o pequeñas asignaciones económicas periódicas le ayudarán a aprender a conocer el valor del dinero y a ahorrar. Disfruta sintiéndose importante y útil. Los encargos en casa y en el colegio le prepararán para ser más responsable.

13

La capacidad de razonamiento, el interés por la integración en el grupo y el vivo deseo de justicia van a favorecer que nuestro hijo asuma e interiorice las normas o reglas de comportamiento. La disciplina, o autodominio, es un aspecto, en la educación, que está en la base del desarrollo armónico de la personalidad de los niños. Los chicos de estas edades asimilan y cumplen muy bien las normas, las necesitan y exigen y suelen adaptarse a ellas con facilidad porque satisfacen muchas de sus necesidades: — Facilitan una adecuada adaptación personal y social. — Les proporciona sentimientos de seguridad, al indicarles lo que pueden hacer o no. — Evitan los frecuentes sentimientos de culpabilidad y vergüenza por su mala conducta. — Les permite ser admitidos y aprobados en los grupos sociales. — Aprenden a comportarse de forma que su conducta provoque «alabanzas» que potencian su autoestima y le hacen sentirse querido. — Ayudan a formar su conciencia, que les guía al tomar sus propias decisiones. En el capítulo dedicado a la educación de la voluntad profundizaremos más acerca de las normas y su exigencia. Los chicos de esta edad atraviesan un período óptimo para formar su conciencia moral, para empezar a plantearse pequeñas autoexigencias, de modo que se logre una colaboración respetuosa de todos ante las normas de convivencia, que propicie un auténtico clima moral tanto en casa como en el colegio. Período óptimo para formar su conciencia moral.

Desarrollo social Estamos en un período de asimilación tranquila y de adaptación a la realidad. La ampliación del radio de movimiento y experiencia, y la conquista del entorno, facilitadas por el dominio del sistema motor y por su desarrollo psicológico, producen un aumento de la vitalidad que se manifiesta en una mayor actividad. Es la edad social por excelencia de la infancia: le desagrada estar solo. Aprende un comportamiento social y a respetar las reglas de juego a través de las pandillas de compañeros. Se produce un mayor desarrollo de la sociabilidad, fruto de su maduración intelectual, que le invita a abrirse al mundo que le rodea, repercutiendo así en el comportamiento social. Le gustan las actividades de club o agrupación juvenil y las excursiones le dan ocasión de satisfacer su gusto por la aventura. Se pasa de la vida centrada en la propia familia a un marcado interés por el mundo de sus iguales, los compañeros. En el trato con sus iguales, el niño irá desarrollando su autonomía y el sentido de la solidaridad y de la cooperación. Sin dejar de amar el ámbito familiar –le agrada participar en los planes y actividades familiares–, se introduce de lleno en otro mundo más allá de sus fronteras familiares: la pandilla de compañeros. La constatación de esta nueva realidad influye notoriamente en su vida y en el desarrollo de su personalidad. Lo normal es que esto ayude al niño a

14

desarrollar las virtudes sociales, pero, cuando existe un exceso de proteccionismo familiar o el ambiente social le es agresivo, esta experiencia siembra en su interior el miedo y la desconfianza. Las actividades que más potencian el desarrollo social a esta edad son los juegos, de los que hablaremos más adelante. Los juegos colectivos se van imponiendo a los individuales. Los niños buscan medir su agilidad y fuerza con los demás para afirmar su individualidad, buscan sobresalir y el aplauso de sus proezas. Los juegos que practican están directamente relacionados con las destrezas y hábitos intelectuales a consolidar, con el grado de integración social que desean lograr y con la situación afectiva-emocional que atraviesan. Observar cómo juega nos ayudará en nuestra labor de conocer al niño y su nivel de desarrollo: su maduración, tanto intelectual como motriz, y sus intereses. Los juegos de policías y ladrones, vaqueros, pistoleros, etc., van perdiendo interés. Los que más les interesan son los competitivos y deportivos, así como los que implican combinaciones numéricas de varios elementos, en los que pueden aplicar la lógica y el razonamiento. Con el ejercicio de estos juegos, al final de esta etapa se abandona la fantasía y se da paso a la conquista de la realidad física y social, iniciándose el entrenamiento de las relaciones con el medio a través del grupo. La integración social está muy relacionada con los juegos de grupo, con el fortalecimiento de lazos afectivos y con la aceptación de normas en su seno. Ahora son grupos monosexuales: chicos con chicos y chicas con chicas. Estamos en la edad de las diferenciaciones psicológicas en el campo del sexo. Niños y niñas van adquiriendo una fuerte conciencia de las diferencias que los separan. Esta separación de los sexos –que permite que los niños y las niñas afirmen, respectivamente, su masculinidad y su feminidad– no es sistemática ni agresiva, como lo será en la adolescencia, sino más bien un distanciamiento del trato por intereses distintos. En estas edades, sobre todo hacia los nueve años, el niño adquiere amistades más sólidas, se adapta mejor al grupo que es más estable y establece pequeñas normas para su organización, crece en su afán de superación, necesita medirse con los demás y demostrar su valía personal, aparecen los primeros liderazgos de los niños que atraen más simpatías. El niño busca su lugar en el grupo y le preocupa no caer bien a los demás. La pandilla es el núcleo social de este período. Se forma sin intervención del adulto, tiene un carácter unisexual y activo. Las exploraciones, los combates, las proezas, las construcciones... les cohesionan.

Desarrollo afectivo La afectividad pasa por un período de latencia. En esta etapa se forma la conciencia de sí mismo diferenciada y se configura la personalidad típicamente masculina o femenina. El niño adopta papeles de identificación con uno de los padres, el de su propio sexo. Los intereses se van centrando en el mundo de sus compañeros más que en el de los adultos.

15

Esta diferenciación se hace más patente en los juegos; los chicos se centran en la fuerza y el rendimiento físico, y en el ámbito escolar, se interesan más por las relaciones con las cosas y las chicas por las relaciones con las personas. El interés por los temas sexuales tiene un carácter marcadamente intelectual. Es el momento de iniciar una verdadera educación sexual

que le ayude a afrontar los problemas de la adolescencia del modo menos perturbador. A esta edad muestran frialdad en el trato social (excepto con los compañeros de su edad), lo que pone de manifiesto su actitud de realismo ante el mundo. La vida afectiva se va haciendo más discreta. El desarrollo del pensamiento tanto como de la sociabilidad que se produce a esta edad eclipsan parcialmente los fenómenos afectivos. La falta de madurez afectiva les lleva a tener afán por llamar la atención, ser tenidos en cuenta y sentirse queridos, así como a sentir envidia, a una cierta tendencia a la crueldad y a excluir del trato a unos, acaparando a otros. Sus estados de ánimo son cambiantes, se muestra tan pronto triste como alegre, aunque la alegría es más permanente, por lo que predomina en este período una actitud optimista, de buen humor. Los sentimientos familiares van perdiendo fuerza en favor de los sociales. Aun así, le gusta mucho conversar con sus padres, que respondan a todas sus preguntas y participar en los planes y actividades familiares. Los problemas o situaciones nuevos pueden provocar ansiedad y actitudes de inseguridad, que se manifiestan en inquietud y desasosiego, ante los que suele reaccionar olvidando enseguida las experiencias desagradables y los temores. Todos estos rasgos de inmadurez afectiva repercuten en la atención, que oscila según su estado de ánimo, aunque es capaz de fijarla voluntariamente cuando un asunto atrae su interés. En estos momentos tiene lugar un aumento de la autoestima o sentimiento positivo de sí mismo. Necesita contar con la aceptación y aprobación de sus iguales y se acomoda a los modos de vestir, hablar y comportarse de los de su pandilla. El chico se va mostrando más seguro de sí mismo, más extrovertido e independiente. Va logrando una estabilidad emocional y un cierto control de su vida, que permanecerá hasta que –hacia los once o doce años– los cambios orgánicos de la pubertad perturben el equilibrio conseguido. Los problemas más frecuentes en el campo afectivo en niños de esta edad son la dependencia y los celos. De ello hablaremos con más detalle en el capítulo dedicado al cultivo de la afectividad.

Desarrollo religioso Estos son años para afianzar la religiosidad, para dar las bases doctrinales que han de dejar huella profunda en su alma. Es la edad apropiada para hacer suyas las creencias en Dios.

16

Si nos remitimos a la religión católica, es frecuente que la Primera Confesión se haya realizado con anterioridad a estas edades, ya que se puede administrar cuando hay uso de razón, conciencia de pecado y comprensión del Sacramento, y esto sucede hacia los 6 o 7 años. Lo mismo podríamos decir de la Primera Comunión. En algunos lugares se retrasa hasta los 8 años la recepción de estos Sacramentos, precedida y continuada por la catequesis oportuna. Los sentimientos religiosos están influidos por el «temor» de Dios, a los castigos y a disgustarle. Lo natural es que, al final de este proceso, como ocurrió con el temor hacia el castigo o el disgusto de los padres, se imponga como fuerza determinante el amor, lo que supone un paso decisivo en la formación de la conciencia personal. Para ello, la formación moral ha de tener un sentido positivo, reafirmando la importancia que tiene hacer el bien. Es la edad más apropiada para adquirir una base doctrinal sólida, catequética, así como para comenzar una auténtica formación de la conciencia. También es interesante aprovechar el gran desarrollo social que tiene lugar en este período para hacerles conscientes de su pertenencia a la Iglesia.

17

CAPÍTULO 2

El proyecto educativo familiar A nadie le pasa inadvertido el cambio que ha experimentado nuestra sociedad y la repercusión que esto ha supuesto para la familia. Estamos acostumbrados a oír frases como: ¡Cuando yo tenía tu edad, no había…! ¡Cuando yo era pequeño, en mi casa no se hacía…! ¡Mi madre siempre me dijo que…! … o cosas parecidas. Es cierto que nosotros, los niños de ayer, también escuchamos cosas parecidas de labios de nuestros padres. Pero no es menos cierto que hoy cobran más peso por cuanto son frases –al menos para nosotros– con más sentido que ayer. El tópico de «los tiempos han cambiado» es cada vez menos tópico y más una realidad palpable en el ambiente cotidiano. Y no es que hasta ahora no se hubieran producido cambios, sino que tal vez nunca se produjeron tan deprisa. El ritmo al que se imprime hoy la historia es tan rápido que debemos tomar conciencia, por una parte, de que la historia la hacemos todos

y, por otra, de que no podemos dejar la educación de los hijos al devenir de los acontecimientos. Nuestros padres educaban según los criterios de educación que emplearon con ellos. La inmensa mayoría lo hacía por intuición. Podríamos decir: —¡Pues no he salido tan mal! y tienes razón. Pero ¿no crees que la sociedad en la que tú creciste no se parece mucho a la sociedad en la que hoy te toca educar a tus hijos? Hasta hace poco tiempo, los padres podían controlar muchas de las influencias que recibían sus hijos. La vida del niño transcurría en torno a la familia, la escuela y los amigos.

18

Hoy, las ideas que pueden influir en la educación de los hijos llegan por otros cauces: la televisión y el cine, los lugares de «diversión planificada», etc. También, las influencias externas son mucho más fuertes. Los padres, con frecuencia, están más tiempo fuera de casa, controlan menos esas influencias. Por lo tanto, el tiempo que dedica a los hijos debe ser un tiempo muy rentable. Es importante aprender a educar mejor.

Esto no quiere decir que no sean importantes los medios educativos «de siempre», como el buen ejemplo y el amor incondicional. Lo son. Es más, sin ellos no es posible educar. Educar con el ejemplo diario es educar en presente. Corregir a los hijos cuando hacen algo mal es educar en pasado. Ambas formas de educar han sido suficientes hasta el momento. Hoy en día, el buen ejemplo no es suficiente. Debemos intentar llegar antes, adelantarnos a lo que pueda venir, a lo que sabemos que les espera. Practicar una educación preventiva es el mejor paso que puede dar un padre para ahorrarse muchos quebraderos de cabeza. Adelantarse a los problemas es mucho mejor que corregirlos.

Si los hijos están bien formados y conocen las consecuencias de un mal comportamiento, sabrán elegir mejor. En una empresa, un ejecutivo toma tres clases de decisiones en su trabajo: — Para solucionar problemas que ya existen. De PASADO. — Para cumplir un programa día a día. De PRESENTE. — Para establecer estrategias y planes. De FUTURO. Las tres decisiones son importantes y necesarias, pero, a veces, la resolución de los problemas y el quehacer de cada día hacen aplazar para mañana, con peligro de que no llegue nunca, el tiempo empleado en pensar y preparar el FUTURO de la EMPRESA. Para prevenir y adelantarse no suele haber mucho tiempo: es preciso proponérselo.

Esta misma reflexión la podemos trasladar a la educación de los hijos dentro de la familia. De los tres tipos de decisiones anteriores, la más propia del responsable de la empresa es la tercera. Pensar y preparar el FUTURO. Dentro de la familia y con referencia a la educación de los hijos sucede lo mismo. Sois los padres, ambos, los responsables de la familia y es necesario sacar tiempo en educar para el FUTURO. Educar en Futuro exige preparación. Hay que saber en cada edad y en cada momento qué conviene hacer. Pero ¿cómo llegar antes?, ¿qué toca decirles ahora? En educación no hay reglas fijas, cada caso y cada hijo es diferente. Somos los padres, y solo nosotros, los que debemos decidir el qué, el cómo y el cuándo en cada situación particular.

19

A título orientativo indicaremos que un niño entre 8 y 9 años debe tener clara la idea sobre: • Qué es un buen amigo y cómo se ganan los amigos. Le conviene conocer la diferencia que hay entre un amigo, un compañero y un cómplice: — El AMIGO es el que mira por el bien del otro y con esa «amistad» mejoran los dos como personas. — A los COMPAÑEROS les une una actividad en común, un deporte, una afición, un club. Cuando cesa el vínculo termina la relación. — Los CÓMPLICES son personas que se unen para hacer algo malo. • Los peligros de la droga y el alcohol. Cómo se llega a ello. Cómo se les ofrece. Y lo difícil que es dejarlo una vez que se ha caído en el vicio. • La importancia que tiene la confianza con sus padres. Para ello es fundamental que exista una buena comunicación en la familia. No debéis dejar pasar ninguna posibilidad de diálogo con los hijos. • El origen de la vida. Es el momento más adecuado para iniciar una verdadera educación sexual que permita al niño afrontar del modo menos perturbador los problemas de la adolescencia. Esta deberá facilitársele de un modo gradual, con franqueza, acomodándose a su mentalidad y a su capacidad de comprender, anticipándose a su natural curiosidad. Aprender a educar exige una formación continua.

Si para acceder a cualquier trabajo es necesario tener una preparación adecuada, ¡qué menos merecen vuestros hijos! Si le preguntamos a un arquitecto por su trabajo y le decimos: ¿Qué hace antes: la casa o el proyecto? Cualquiera puede contestar a esa pregunta, pero ¿por qué? No se puede construir una casa improvisando, sobre la marcha. Necesita un tiempo de estudio, primero sobre el papel. Necesita un Proyecto de obra. Podéis no ser arquitectos pero tenéis en vuestras manos la obra más grande y ambiciosa de todas las que se pueden tener, la educación de vuestros hijos. ¿Por qué vais a improvisar con ellos?

Primero, pensar qué queremos Lo primero que los padres han de hacer es pararse a pensar qué quieren para sus hijos. — ¿Cómo me gustaría que fuese? — ¿Cuáles son mis objetivos? — ¿Qué medios voy a emplear para conseguirlos? ¿A qué voy a tener que hacer frente? — ¿Qué valores, destrezas, sentimientos, aficiones... voy a ayudarle a adquirir? Cualquier padre quiere lo mejor para sus hijos. Y seguro que, echándole imaginación al tema, muchos podrían hacer una lista interminable de ideas que quieren sembrar en el hijo para llegar antes, pero cómo hacerlo, cuándo, qué toca decirles ahora.

20

Aspectos y ámbitos de una Educación Integral El Proyecto Educativo Familiar, sobre todo, está ligado a valores. Es lógico, porque la vida familiar es la puesta en escena de unos valores u otros. Pero no son solo valores los que se plasman en el Proyecto. Para que sea completo, debe referirse a todos los aspectos de una Educación Integral, esto es: — El desarrollo físico y corporal. — La formación intelectual. — La educación de la voluntad. — El cultivo de la afectividad. — La dimensión trascendente. Este Proyecto Educativo se llevará a cabo en distintos ámbitos: — La familia. — El colegio. — La sociedad. De ahí la importancia de procurar para vuestros hijos unos ambientes donde puedan hacer amigos y aprovechar el tiempo libre en la misma línea del Proyecto que hayáis pensado. Es fundamental tener muy claro, desde el principio, qué es lo importante, para que nada ni nadie pueda hacernos perder el norte. Los padres necesitáis ser conscientes de que sois vosotros los responsables de la educación de los hijos. El centro educativo es un colaborador en la tarea educativa pero en ningún caso es sustituto de los padres. Por esta razón, es importante mantener un estrecho contacto con el colegio de los hijos. En los siguientes capítulos desarrollaremos el que podría ser un Proyecto Educativo para un niño de 8 y 9 años. Lo concretaremos con metas y objetivos a alcanzar a corto y medio plazo en estos años. Se trata de plantear objetivos concretos en cada aspecto de una Educación Integral para materializar un Proyecto cuya meta a largo plazo es conseguir hacer de vuestros hijos personas libres y responsables, capaces de plantearse su propio proyecto de vida y llevarlo a cabo.

21

CAPÍTULO 3

El desarrollo físico y corporal Del juego al deporte El juego no es solo una forma de entretenimiento para los hijos. Para un niño, jugar es vital, es algo muy serio. De hecho, es su actividad natural y debemos ser conscientes de que el juego es fundamental para su buen desarrollo. Cuanto más juega el niño, más experiencias acumula y más habilidades coloca en su currículo.

Así, el niño siente unas ganas locas de jugar. Jugar supone para él abrirse a un mundo diferente que cada vez le va aportando conocimientos, experiencias, sentimientos y, por supuesto, valores que él mismo va descubriendo. Jugar es bueno para el niño y, por lo tanto, los educadores debemos sacar partido de todas las posibilidades que nos ofrece el juego. A través del juego, el niño puede: — desarrollarse físicamente y hacerse más fuerte; — adquirir conocimientos y habilidades; — forjar su voluntad. El niño de 8 y 9 años ya no busca en el juego únicamente una satisfacción individual. Tiene necesidad de agruparse y los juegos en grupo sustituyen a los juegos individuales. Los grupos de juego son ahora mucho más grandes. Las personas que integran el grupo forman parte del círculo familiar, de los compañeros de clase y de los niños de la vecindad. Adquiere conciencia, de esta forma, de estar viviendo en sociedad. La altura y la fuerza es muy valorada entre los chicos de esta edad y poseer estas cualidades concede, a los más desarrollados, prestigio social y mayor éxito en las actividades deportivas. Esto influye sobre la conducta, personalidad, concepto de sí mismo y seguridad. En esta etapa, los niños poseen una gran vitalidad, expansividad y curiosidad por todo lo que les rodea y por el movimiento. De hecho, los juegos que practican están basados en el movimiento y son el verdadero inicio del deporte.

22

— El escondite. — La pelota. — Las cuatro esquinas. — El pañuelo… El niño satisface con el juego en común la necesidad de hacer cosas con otros niños. Estos se agrupan de acuerdo con los intereses propios de su edad y no simplemente por la necesidad del momento. Lo que contribuye a que los grupos sean más estables que antes. Hay un claro predominio de los juegos de competición porque los niños de estas edades quieren poner a prueba sus nuevas capacidades y destrezas. Les gusta medirse con sus compañeros y vencerlos en la carrera, los saltos y todo tipo de habilidades. Su cuerpo e intereses hacen que este momento sea el ideal para iniciar y afianzar habilidades motrices porque: — Sus cuerpos son muy flexibles y están maduros para dominar ejercicios y deportes con sencillez. — Son muy audaces y se sienten muy dispuestos, por su gran motivación, para ensayar todo lo nuevo y reforzarlo, esforzándose todas las veces que sea necesario. — No les importa cometer errores y repetir un acto una y otra vez hasta conseguir hacerlo perfectamente. — Poseen una gran disposición para aprender y más tiempo para ejercitarse en la práctica si les ofrecemos oportunidades. — Es el momento idóneo para adquirir intereses nuevos y enriquecer sus tiempos de ocio, lo que estimulará su inteligencia y sociabilidad. — El ejercicio proporciona alegría, seguridad y salud. — Se encuentra en el período sensible del aprendizaje de las técnicas de ejecución motriz, de modo que el entrenamiento en estas destrezas y habilidades producen los máximos niveles de eficacia. Podemos decir que las habilidades que ejerciten en este período serán las que mejor dominen: — dibujar, — escribir bien, — pintar, — modelar, — bailar, — actividades deportivas. — Posee mayor precisión en los movimientos y más rapidez de ejecución. Podría decirse que pasa de ser dominado por sus movimientos a dominarlos. Ahora, vuestro chico corre más, salta más, lanza con mayor potencia y precisión, aguanta un esfuerzo durante más tiempo... Como consecuencia encuentra más satisfacción en los juegos y ejercicios físicos, en las excursiones o salidas al campo. Tiende a hacer ostentación de sus habilidades y fuerza, y a competir con sus compañeros. Deberéis tener cuidado ya que suelen excederse en el ejercicio físico, por lo que les cuesta relajarse después del juego o de un

23

rato de deporte. Conviene estar pendientes para evitar el agotamiento o la sobreexcitación.

Los equipos. Las reglas. El líder Prefieren ejercicios y deportes o actividades donde predomine la fuerza y el riesgo. Les gustan los deportes grupales como: — Fútbol. — Baloncesto. — Balonmano. — Rugby. — Hockey. — Carreras... Pero estos juegos competitivos requieren ya cierta organización. Están regidos por una serie de reglas y esto supone: — Acuerdo mutuo para establecer y aceptar las reglas. — Ayuda mutua, dentro del propio grupo, para vencer a los oponentes. A través del juego, el niño aprende a vivir en sociedad.

Ahora, el juego es la expresión del código de un grupo y de las normas de la vida social que dicho grupo imita. Jugar significa ceñirse a unas normas aceptadas por todos. Al principio, la organización de los juegos es rudimentaria y el compañerismo no es sólido. El grupo está dirigido por un «cabecilla» que ejerce una auténtica dictadura: el líder. El líder tiene prestigio ante sus compañeros, más por su fuerza física y habilidad en los juegos de competición que por sus cualidades humanas. Es precisamente a partir de esta edad, entre los 8 y 9 años, cuando el grupo empieza a democratizarse. Comienzan a tenerse en cuenta unos a otros y a respetarse.

Ventajas del deporte en el desarrollo moral y social Precisamente el descubrimiento del sentido de la regla es un avance muy importante, tanto en el desarrollo moral como en el social del niño. La regla no es ya una coacción exterior, sino que se ve como algo que es aceptado por todos libremente. Es un reglamento común al que se someten todos de forma voluntaria. El niño descubre así la necesidad de ajustar su comportamiento a unas normas objetivas. Aprende a sacrificar sus gustos e intereses personales en beneficio del grupo. El respeto a la regla despierta en el niño de estas edades el sentido de: — La justicia. — La lealtad. — El derecho. — El deber. — El orden...

24

Los grupos de juego se rigen por normas morales que, con el tiempo, se convierten en una especie de código de honor. La trampa, la mentira o el chivatazo son incompatibles con el compañerismo. El juego permite desarrollar las virtudes de la convivencia.

Es bueno darles libertad a ellos para que interpreten y apliquen las reglas por sí mismos. No obstante, convendrá, de vez en cuando, explicarles por qué hay que respetar las reglas y enseñarles a ganar y a perder –no humillar a los otros cuando ganan y no enfadarse con ellos cuando pierden–; y decirles no solo que este es el comportamiento correcto, sino también el único modo de llegar a tener compañeros primero y amigos después. En cualquier caso, ellos mismos entienden fácilmente que los que no juegan limpio «caen mal». Debemos aprovechar todas las posibilidades que nos ofrece el juego para desarrollar en ellos determinados hábitos mentales y habilidades físicas, siempre teniendo en cuenta: — Que no hay que exigir más allá de las posibilidades del niño. — Que no hay que intimidarles con gritos o picando su amor propio con comparaciones. Están en una edad óptima para cultivar, en los juegos que practiquen, hábitos de competitividad sanos: — Una serena aversión a las trampas. — Estímulo del espíritu de lucha. — Que aprendan a perder con alegría. — Que sepan ganar con elegancia. Es un buen momento también para que aprendan a saber reírse de uno mismo, y saber reírse con los demás y no de los demás. Se pueden poner las bases para que aprendan a cuidar las cosas, a ser ordenados con el material de sus juegos. No es conveniente polarizar a un niño hacia un solo deporte. Es importante, por su salud física, que haya variedad en las actividades que realice: — Salir al monte. — Correr. — Nadar. — Andar en bicicleta. — Juegos con raqueta. — Juegos con balón (manos y pies). Lo más valioso que podéis ofrecer a los hijos sois vosotros mismos, es vuestro tiempo. Estar con ellos, jugar juntos, enseñarles cosas, salir al campo, enseñarles a amar la naturaleza... El deporte ayuda a hacer planes familiares.

25

Por ejemplo, si el hijo juega al fútbol y lo hace como portero, el padre puede ensayar con él tiros a puerta para mejorar sus paradas; si juega al baloncesto, la hermana puede ayudarle con los tiros a canasta; si juega al tenis se le puede ayudar a ensayar algún golpe que le sale mal; si corre, cronometrar tiempos... El deporte es una oportunidad de hacer notar al chico sus limitaciones y a reconocerlas sin temor, con sinceridad. Él mismo se dará cuenta de que, si se esfuerza, poco a poco, con tenacidad y la ayuda de otros, las irá superando, las irá venciendo. Y este aprendizaje es muy importante para la vida de una persona. El deporte supone autosuperación.

El deporte es una escuela de virtudes Compañerismo — es interesarse por el lesionado o por aquel que se haya hecho daño, pero también es pasar el balón al que está solo; — es no quejarse y crear un clima negativo; — es saber compartir las cosas; — es no encerrarse en uno mismo e interesarse por las cosas de los demás; — es animar a los demás cuando las cosas no salen bien, y mejor; — es felicitar a los demás cuando han hecho algo bien; — es llamar a cada uno por el nombre que le gusta, sin motes; — es no hacer comentarios desagradables sobre otros; — es ceder los mejores sitios a los demás, en el autobús, en los vestuarios, en el banquillo…

Fortaleza y reciedumbre — es no quejarse del clima o de lo duro del entrenamiento; — es no buscar ser el primero para beber cuando hay muchos en una sola fuente; — es esforzarse al máximo; — es terminar bien lo que se empieza.

Orden — es colocar la ropa en la bolsa de deporte; — es colocarla de nuevo al volver a casa: cada cosa en su sitio, las zapatillas, aparte; — es tener una lista de lo que hay que llevar para que no se olvide nada; — es prepararse uno mismo la bolsa de deporte; — es atarse y desatarse las zapatillas de deporte y no usarlas con el nudo atado hasta que este aguante.

Humildad y sencillez — es no excusarse ni tratar de justificarse cuando no han salido bien las cosas;

26

— es no buscar llamar la atención: o porque uno lo hace bien, o fingiendo dolores o lesiones para justificar algo que se ha hecho mal; — es no presumir de lo conseguido; — es ser agradecido; — es ser puntual. No interrumpir a los demás por llegar tarde y no hacerles esperar.

Pudor El pudor se enseña en casa y no tiene nada que ver con la mojigatería. Se expresa en la forma de vestir, en el modo de comportarse, en aprender a enfadarse y enfrentarse a las bromas de mal gusto, y no dejarse arrastrar por la zafiedad.

Higiene — es echar a lavar la ropa de deporte tantas veces como sea necesario; — es tener las zapatillas en una bolsa aparte y no mezcladas con la ropa; — es ducharse siempre al terminar...

Sobriedad — es no gastar más de lo necesario; — es cuidar bien lo que se tiene. Apartad a vuestros hijos del consumismo de las marcas comerciales que impiden que se valore y disfrute de lo esencial: el deporte en sí mismo.

Una situación familiar: Jacobo Jacobo es un niño de 8 años con una gran facilidad para el deporte. Sus padres conocen la importancia que tiene para el buen desarrollo de su hijo y desde pequeño le han prestado tiempo y atención. Es un apasionado del fútbol y lo cierto es que lo hace realmente bien. El colegio organizó un campeonato que se iba a jugar durante tres domingos consecutivos. Se organizaron los equipos. De la clase de Jacobo salieron tres equipos que tendrían que medirse en el campeonato. Jacobo era el capitán de su equipo. Los padres de Jacobo quisieron aprovechar la ocasión que se les brindaba con este campeonato para preparar a su hijo y le mentalizaron: — Saludar al equipo contrario al principio y al final del partido. — Salir a ganar. Aunque ganar no era lo más importante, sino aprender a jugar en equipo. — No enfadarse si iban perdiendo. — Felicitar al contrario si ganaba. — No reírse de los otros si perdían. El primer partido lo ganaron sin problemas. Hubo un ambiente de alegría pero con serenidad y sin humillar.

27

El domingo siguiente fue muy distinto. El equipo de Jacobo fue un auténtico caos de desorganización y el equipo contrario mostró ser superior y estar mucho más compenetrados entre sí. Les metieron una goleada apabullante, 9-1. Los padres de Jacobo observaron, por un lado, que los equipos no estaban bien equilibrados, y por otro, que su hijo estaba francamente hundido. A pesar de que ellos le habían preparado, por lo que pudiera pasar, y, conscientes de que debía aprender a perder, les pareció que quizá había sido excesivo. Por otra parte, se dieron cuenta de que Jacobo se tomaba demasiado en serio su papel y gritaba mucho a sus compañeros en el terreno de juego. Debía controlar su amor propio. Decidieron actuar. Hablaron entre ellos e idearon un Plan de Acción. OBJETIVO: Compañerismo. MEDIOS: Jacobo debía aprender a ser mejor capitán de equipo. Hablar con Jacobo de la importancia de su papel de capitán. Debía, además de organizar el juego, animar a sus compañeros, felicitarles por lo que hicieran bien y alentarles tras los errores sin gritos, siempre creando un clima de alegría y optimismo. Aprovechar el sábado anterior al último partido para reunir a todo el equipo y, de esta forma, poder conocerse mejor y entrenar juntos. MOTIVACIÓN: Tú eres un buen capitán de equipo y, como tal, debes intentar que el juego mejore aprendiendo a jugar en grupo. Es cosa de todos y te vas a sentir orgulloso de hacerlo lo mejor posible. Papá y mamá te apoyaremos e iremos a animarte. No se trata de ganar a toda costa, sino de conseguir que tu equipo funcione mejor. DESARROLLO: Hablaron con él y concretaron unos puntos para mejorar su actitud como capitán. Llamaron a los padres del resto del equipo y reunieron a todos los niños como tenían planeado. A todos les pareció una idea excelente que entrenaran juntos y algunos padres se sumaron a esta iniciativa para ayudar a sus hijos. El sábado se lo pasaron fenomenal jugando y pudieron definir los puestos de cada uno en el terreno de juego. El juego en equipo mejoró notablemente pero, quizá, lo más importante era que se sintieron apoyados y se estrecharon los lazos entre compañeros y padres. El domingo no faltó ninguno. Todos iban mentalizados para salir a ganar jugando lo mejor posible pero sin hacer de la victoria el fin último, sino de hacer su mejor juego y pasarlo bien.

28

Saludaron al equipo contrario al empezar el partido e incluso les felicitaron algunas buenas jugadas durante el juego. Jacobo fue un capitán fantástico. Animó a todo su equipo, les felicitó sus aciertos y quitó importancia a los errores, alentándoles para que siguieran jugando bien. Durante todo el encuentro hubo un clima alegre y simpático y, al final del partido, los dos equipos se dieron la mano e incluso muchos decidieron quedarse a comer en el colegio hamburguesas y pizzas. ¿Cómo quedaron? ¿Qué más da? *** Antes de cerrar este capítulo queremos haceros una última recomendación. Nuevamente os invitamos a reflexionar sobre vuestras actitudes, no ya como deportistas, sino como espectadores deportivos. ¿Qué actitud tenemos como espectadores cuando vemos jugar a los hijos? ¿Y cuando vemos jugar a nuestro equipo favorito? ¿Transmitimos, con nuestro comportamiento, esos valores que queremos inculcar a los hijos? Llévate a tu hijo a ver alguna competición deportiva y, además de explicarle el modo de jugar, las posiciones y movimientos de cada jugador en el campo, hazle ver, también, cuáles son los comportamientos correctos. No solo de jugadores, sino también de los propios espectadores. Dale argumentos y razones, enséñale a reflexionar.

29

CAPÍTULO 4

La formación intelectual Niños reflexivos: juegos de estrategia Es muy importante enseñar a los hijos a pensar, de modo que sus decisiones sean fruto de la reflexión y no de impulsos o apetencias del momento, que les llevarían a perder su libertad. ¿Cómo puedo enseñar a mi hijo a pensar? Aprovechando todas las posibilidades que se nos presenten: — Conversaciones. — Preguntas. — Juegos... Cualquier motivo puede darte pie para entablar una conversación con tu hijo y, de esta forma, enseñarle a razonar. Las tertulias familiares son un momento perfecto para ayudarle. A través del diálogo le estarás enseñando a pensar. Ofrécele argumentos y razones, para contribuir, de esta manera, en su desarrollo mental. Si en tu familia no tenéis la costumbre de disfrutar de un rato de tertulia de vez en cuando, empieza ahora. Si no estáis acostumbrados, es posible que –al principio– seas tú el que más hable. Pero comprobarás que, con el tiempo, todos querrán contar algo y se convertirán en una parte importante de vuestra vida familiar. Es interesante hablar con frecuencia con cada hijo.

La conversación, además de ser un momento delicioso, te aportará muchas cosas: — Conocerás mejor a tu hijo. — Mejorará el clima familiar, en el que reine la comprensión y la confianza. — Enseñarás a tu hijo a pensar y a razonar. Un rasgo característico de los niños de esta edad es su gran curiosidad intelectual. Tu hijo necesita preguntar y tiene afán de explorarlo todo. Empieza a razonar por sí mismo a partir de los porqués y para qué de las cosas.

30

Conviene proporcionarle muchas oportunidades para que capte nuevos conocimientos y los relacione entre sí. Él se vale de las propias experiencias y de la información que le llega en cada momento para construir su pensamiento. Busca sensaciones, percepciones e informaciones nuevas, como explorar lugares conocidos o desconocidos (barrio, localidad, casa), desmontar aparatos (coches, radios, relojes), saber su funcionamiento y resolver problemas prácticos. Lo nuevo y desconocido le arrastra a la acción y a la manipulación y, por este camino, al aprendizaje. Pero, a la vez, su curiosidad es más bien enciclopédica y se inclina por lo anecdótico; por ello se muestra ávido de información, que no siempre clasifica. En este sentido, es importante que encaucemos este afán de saber hacia las áreas de aprendizaje y frenemos la curiosidad no positiva sobre la intimidad de los demás y aspectos que requieran secreto y discreción. A veces da la sensación de que estamos ante un pequeño hombre de negocios, con aire preocupado que aparenta estar muy ocupado y que le falta tiempo para las tareas de rutina. Desarrollan su creatividad haciendo de cosas inservibles objetos fantásticos con sentido práctico. Las manualidades, construcciones, papiroflexia, etc., tienen un atractivo especial y sirven para el desarrollo de habilidades intelectuales y para dar cauce a su creatividad y aplicación de lo aprendido. Ahora, tu hijo tiene más capacidad de atención y, aunque necesite cambiar de actividad con cierta frecuencia, puede retener mayor número de estímulos de modo más duradero. De igual forma posee capacidad de discriminación, así como facilidad para combinar objetos, distinguirlos, agruparlos y distribuirlos según cualidades. Puede, por esta razón, deducir con mayor facilidad, elegir el vocabulario más adecuado y agrupar las partes de un todo. Es el momento para ejercitar su memoria de detalles y conjuntos de elementos, de clasificar y combinar, y de las mediciones. Los padres debéis potenciar estas aptitudes intelectuales. No olvidemos que, para el chico, es un juego divertido. ¿Qué mejor manera de aprender? El juego vuelve a convertirse en una de nuestras mejores herramientas. ¿Qué tipo de juego es el más adecuado para este fin? Todos aquellos que le hagan pensar y concentrarse. Existen juegos para todos los gustos y necesidades, así como un sinfín de hechos cotidianos de los que valernos para ayudarles a pensar. Desde la resolución de problemas sencillos, pasando por los caseros o improvisados (de veinte objetos quitar uno y que acierten cuál falta, con sus múltiples cambios), hasta llegar a los de tablero o juegos de mesa como el Trivial, las damas, los puzles, el Go o el ajedrez, entre otros. Los juegos de estrategia les ayudan a pensar y concentrarse, a planear los movimientos y a meditar profundamente para solucionar el problema que las fichas les proponen.

La edad de las colecciones

31

Señalábamos antes, al hablar de las características de esta edad, que tu hijo de 8 y 9 años tiene una predisposición especial para las operaciones concretas como agrupamientos, seriaciones y clasificaciones. El pensamiento se está haciendo más lógico, aunque necesite de los sentidos para captar las cosas. El razonamiento abstracto vendrá después, alrededor de los 13 años. No son capaces de abstracción, sino de lo concreto, apoyándose siempre en las impresiones sensoriales y en las representaciones. Es capaz de relacionar ideas sencillas. Es un pensamiento intuitivo, muy apoyado en las imágenes. Ahora se están poniendo las bases de la transición entre lo concreto y tangible y la abstracción. Es el momento de las colecciones. A vuestro hijo le encantará hacerlas y supondrán, además de una bonita afición, una forma de aprendizaje muy valiosa, así como una manera más de estimularle en el orden y de ejercitar su pensamiento y potenciar sus aptitudes intelectuales (agrupar, seleccionar, clasificar, hacer seriaciones…).

Las lecturas Uno de los intereses prioritarios en este momento es el gusto y afición por la lectura. Sobre todo por aquellas en las que predomina el diálogo de los personajes y las que se centran en la acción. La lectura, al ser argumental, ofrece al niño razonamientos que él no es capaz aún de realizar por sí solo, y de los que va aprendiendo. Aunque aún se encuentran yuxtapuestas realidad y fantasía, distingue el mundo real del fantástico. Fomenta las lecturas de tus hijos.

La mayoría de los niños lo pasan muy bien leyendo y es preciso aprovechar este interés para fortalecer o promover hábitos lectores y la afición a todo tipo de lecturas. A esta edad les gustan especialmente los libros de aventuras, leen y devoran libros en casa y en el colegio. Pueden ser buenos usuarios de la biblioteca. Prefieren las lecturas amenas a las científicas o de divulgación. Entre los temas que más les agrada encontrar en las lecturas se pueden destacar: — Los temas de aventuras relacionadas con la naturaleza o descubrimientos de lugares exóticos, vida y costumbres de zonas de la tierra poco conocidas o inexploradas: novelas como La vuelta al mundo en 80 días, Viaje al centro de la Tierra, La isla misteriosa o Moby Dick... De estos temas les interesan igualmente películas y reportajes. — Las experiencias y aventuras vividas por las pandillas o chicos solos de su edad y que realizan travesuras: Los cinco..., Los Block..., Cita en la cala negra... — Aventuras históricas y biografías de personajes o héroes famosos: Viriato, El Cid, Julio César, Alejandro Magno. También personajes bíblicos o religiosos: Jesús de Nazaret, Moisés, vidas de santos... — Maravillas de la naturaleza, paisajes y costumbres de zonas como: la selva, los polos, las islas del Pacífico... También maravillas del mundo: las pirámides egipcias, la gran muralla china… Los buenos lectores se hacen en casa.

32

Aunque les guste este tipo de lectura no les interesan las científicas, geográficas o históricas en sí, sino las montadas sobre la naturaleza y en la historia pero más por la aventura, por lo «mágico» y misterioso que por la ciencia misma. Estas lecturas pueden ser una fuente de motivación, que les lleven a interesarse por las ciencias, la historia o la geografía en sí mismas. Por ahora no les interesan las lecturas de periódicos o revistas, pero sí les gustan mucho los tebeos, cómics gráficos y con ilustraciones que apoyan el relato y sus fantasías imaginativas y motrices, aunque esto, si frecuentan otro tipo de lecturas, puede ser una afición pasajera. A los niños de esta edad les gusta leer, por orden de preferencia, cómics ilustrados, libros de aventuras (indios, jungla, misterio, policía, guerra, travesuras de niños de su edad, etc.), la ciencia ficción, los libros sobre deportes, naturaleza, viajes y humor. La ciencia, los magos y los inventos también les gustan. Poner libros al alcance de tus hijos y fomentar la lectura con comentarios y motivación, es básico para asegurar su interés por la cultura y su formación y evitar el aburrimiento en los momentos de ocio. Pero no se trata de poner cualquier libro en sus manos. Es muy importante seleccionar las lecturas de los hijos.

Les servirá para crecer, para soñar con ideales de heroísmo, de servicio, de valentía… Es muy importante que los libros encierren valores positivos para los niños. Hay que asegurarse de que el libro es valioso.

33

CAPÍTULO 5

Los estudios Para que tu hijo aprenda es preciso: — PODER APRENDER. — QUERER APRENDER. — SABER APRENDER.

Poder aprender La capacidad intelectual general, o inteligencia, de una persona adulta depende en más medida de la estimulación o educación recibida que de la herencia genética. La capacidad intelectual está ligada al desarrollo cerebral. Este desarrollo se consigue constituyendo circuitos cerebrales, conexiones entre diferentes neuronas. Estas conexiones se favorecen a través de la estimulación sensorial. La Educación Temprana precisamente trata de ofrecer abundantes estímulos sensoriales, con la calidad suficiente. La labor de los padres en los aprendizajes tempranos es fundamental, ya que la mayor parte del desarrollo cerebral se produce antes de los 3 años, antes de que comience la escolarización. La inteligencia utiliza para aprender, como herramientas, las aptitudes o destrezas. Las que intervienen en el aprendizaje escolar son: verbal, numérica, razonamiento y la espacial. Otras capacidades fundamentales en el aprendizaje son: la memoria, la capacidad de pensar, la capacidad de imaginar... Una buena comunicación padres-hijos, los juegos, la autoestima, la valoración del esfuerzo... son factores importantes para el desarrollo de estas capacidades dentro de la familia. Para poder aprender es necesario también tener adquiridos unos hábitos básicos, lo que generalmente llamamos fuerza de voluntad: — Constancia — Laboriosidad — Orden — Responsabilidad — Paciencia — Afán de superación...

34

Los hijos no adquieren los hábitos oyéndonos hablar de ellos. Es necesario que se ejerciten en la realización de actos concretos y frecuentes en cada virtud.

El «despacho» de Julio SITUACIÓN: Julio es un niño de 8 años, alegre, extravertido, muy movido, al que le costaba mucho ponerse a hacer sus deberes. Sus padres decidieron hacer algo para solucionar el problema y crear en él hábito de estudio. Pensaron en él. Cómo era, las cosas que le gustaban... Se dieron cuenta de que es un niño, como tantos otros, que admira mucho a su padre. Le gusta imitarle, vestirse como él y decir que se va a trabajar. Además es muy presumido. OBJETIVO: Que adquiera el hábito de estudiar a diario. MEDIOS: Le «fabricaron» un despacho. «El despacho de Julio». Pusieron un rótulo en la puerta de su habitación con su nombre. Otro sobre su mesa de trabajo. Le colocaron un portafolios y un portalápices. MOTIVACIÓN: Le dijeron: Julio, como ya eres mayor y tu trabajo, el estudio, es tan importante como el de papá, hemos pensado que te mereces tener tu propio despacho para trabajar. Además, podrás vestirte como él, con chaqueta y corbata. DESARROLLO: Se entusiasmó. Solo puso pegas al hecho de tener una cama en su despacho (¡si la tuviera papá...!). Los dos primeros días llegaba del colegio, merendaba rápido, se vestía y se ponía a trabajar en su despacho. Al tercer día llegó diciendo que estaba un poco cansado para hacer sus deberes. Mamá le explicó que el esfuerzo precisamente consiste en eso, en vencer obstáculos, en ser capaz de hacer lo que debe aunque no le apetezca. Y refunfuñando se puso su chaqueta y su corbata, se metió en su despacho e hizo sus deberes. El resultado sorprendió a sus padres. En menos tiempo del que ellos pensaban había adquirido el hábito de estudio. Hoy Julio no necesita el despacho pero el hábito continúa. Vuestro hijo necesita, para poder estudiar: — Un lugar de estudio apropiado, donde poder concentrarse. — Un horario. Un tiempo determinado por las necesidades de cada uno. — Un ambiente que invite a estudiar. Los padres podéis crear y mantener un clima favorable al estudio.

Querer aprender 35

Los padres debemos motivar a los hijos para que ellos, libremente, quieran poner los medios necesarios para estudiar. Educar es un arte y una ciencia que podemos aprender. Motivar a los hijos para que quieran aprender está dentro de nuestras posibilidades. Quizá la motivación sea uno de los temas más difíciles e importantes en educación. Saber qué decirles, cómo y cuándo decírselo, para ayudarles a querer poner el esfuerzo que supone mejorar. Interesa promover una actitud positiva ante el estudio, del que sale a ganar, a superar obstáculos. Tenemos que trabajar con optimismo. ¡Cuidado con el ejemplo que se les da! Mirémonos hacia adentro y pensemos qué actitud tenemos nosotros ante nuestro trabajo delante de él. ¿Somos de los que estamos contentos solo los viernes? ¿Afrontamos el lunes con la misma alegría? ¿Nos quejamos de lo duro que es trabajar o hablamos con alegría, satisfacción, optimismo? Una vez más, nuestro ejemplo puede ser protagonista en la transmisión de estas actitudes. Es importante que valoremos el esfuerzo que hace nuestro hijo por aprender y ser responsable. Debemos exigir esfuerzo más que resultados.

Hay que ilusionarle con mejorar. Debemos exigir esfuerzo más que resultados. El chico que quiere aprender es el que sale a ganar. Es el que dice: «Voy a aprender esta lección». Si no entiende, pregunta o vuelve a intentarlo. Quiere aprender. El que no quiere aprender sale con miedo al fracaso. Es el que dice: «Voy a estudiar un rato –aprenda o no aprenda–». Si no entiende algo, empieza a buscar culpables: «El profesor no sabe explicar». «Me tiene manía...». Estudia por imposición. Si ves que tu hijo no se esfuerza por querer aprender, conviene que aclares qué pasa. Es posible que se considere incapaz porque encuentra dificultades. Es preciso averiguar las causas y poner soluciones. Puede ser un problema físico o neurológico: — dislexia, — lateralidad, — alguna pequeña disfunción. Puede ser un problema de motivación, de falta de autoestima, que no se crea capaz. Hay que animarle, hacerle ver que «es capaz». Valorar su esfuerzo y ayudarle en sus fallos. Puede ocurrir también que el problema no esté ni en el PODER ni en el QUERER aprender. Simplemente no SABE estudiar.

Saber estudiar Estudiar mal desmotiva, hace que parezca un esfuerzo inútil. Estudiar bien da sentido al trabajo de estudiar. Enseñar a estudiar es parte del trabajo de los buenos profesores. Pero existen unas reglas básicas para cualquier materia de estudio que pueden sernos muy útiles a los

36

padres, para ayudar a los hijos a «saber estudiar». En un rato de estudio podemos distinguir tres fases: antes, durante y después. Antes de empezar a estudiar es conveniente que nuestro hijo planifique el trabajo que va a realizar, por materias y con tiempos programados. Debe estar motivado para empezar, continuar y acabar bien su trabajo. Necesita estar concentrado. Para conseguir una concentración adecuada para el estudio es interesante que lea aproximadamente 10 minutos. La lectura sirve como «calentamiento» para la concentración que requiere el estudio. La capacidad de atención es limitada. El tiempo que un chico es capaz de mantener un nivel aceptable de concentración puede ser de aproximadamente 30 minutos, en esta edad. Por la misma razón, debéis enseñar a vuestro hijo a estudiar primero (de 15 a 30 minutos) y hacer las tareas después. Las tareas suelen requerir menos concentración que el estudio. Durante el estudio interesa acostumbrarle a hacer, en primer lugar, una lectura comprensiva. Debe acostumbrarse a buscar en el diccionario las palabras que no entienda. Después de la lectura, conviene ayudarle a identificar las ideas fundamentales (subrayado). Por último, memorizará. Después del estudio viene la autoevaluación. Es importante que ellos mismos sean capaces de saber si han aprendido o no. Al principio es bueno que nos brindemos a tomarles la lección, pero con el tiempo deberán hacerlo por su cuenta. Unos padres que quieren ayudar a sus hijos en los estudios: Se fijan en cómo estudia su hijo: primero el estudio, segundo las tareas. — Ayudan a tener un horario y a planificarse. Es un buen momento para que aprenda a usar su propia AGENDA. — Saben que la televisión, los vídeo juegos, ordenadores... cansan y limitan su capacidad de concentración. NUNCA ANTES DE ESTUDIAR. — Saben que la música y el estudio no son compatibles. La atención es selectiva y está comprobado que se polariza hacia aquellas percepciones que ofrezcan mayor interés personal, y a la inmensa mayoría de nuestros hijos les gusta más la música que la asignatura que estudian. — Están disponibles para ayudarles en lo que necesiten. — Repasan la AGENDA escolar. — Conocen los objetivos académicos de su hijo. — Valoran a los profesores, sus mejores colaboradores. La preparación de los hábitos para un estudio eficaz hay que realizarla antes de los 11 o 12 años. Ahora, vuestro hijo está en el momento adecuado para conseguir buenos hábitos de estudio. Es el momento de ayudarle marcándonos como objetivos educativos: — Enseñarle a pensar. — Enseñarle a trabajar. — Desarrollar las virtudes relacionadas con el trabajo del estudio: orden, laboriosidad, responsabilidad...

37

PARA PENSAR PARA ACTUAR…

Para recordar... — La educación es un proceso intencional en el que los padres tienen todo el protagonismo. — Debéis pensar qué queréis para vuestro hijo. Debéis tener un Proyecto Educativo para cada hijo.

38

Para pensar... — Solo desde el amor, tu hijo es receptivo a la educación. — Aprender a educar exige una formación continua. — El deporte es una escuela de virtudes.

39

Para ver... — Hook. El capitán Garfio (Steven Spielberg). — «En busca de Bobby Fisher». Director Steven Zállian. Actores: Ben Kingsley, Joe Mantegna, Lawrence Filshburne, Joan Allen. — Space Jam (Warner Bros).

40

Para leer... — Luis Daniel González, Deporte y educación, Col. Hacer Familia, nº 75. Ed. Palabra. — Carlos Ros, Los estudios y el desarrollo intelectual, Col. Hacer Familia, nº 17. Ed. Palabra. — Gerardo Castillo, Los estudios y la familia, Col. Hacer Familia, nº 9. Ed. Palabra.

41

Para hablar... Plantear una conversación entre los padres sobre qué es lo que queremos para nuestros hijos, cómo queremos que sean, de qué disponemos y qué medios debemos poner para conseguirlo. Tratar de plantear un Proyecto Educativo para vuestro hijo.

42

Para actuar... PLAN DE ACCIÓN El caso de Jacobo SITUACIÓN: Jacobo es un niño de 8 años con una gran facilidad para el deporte. Sus padres conocen la importancia que tiene para el buen desarrollo de su hijo y desde pequeño le han prestado tiempo y atención. Es un apasionado del fútbol y lo cierto es que lo hace realmente bien. El caso es que el colegio organizó un campeonato que se iba a jugar durante tres domingos consecutivos. Se organizaron los equipos. De la clase de Jacobo salieron tres equipos que tendrían que medirse en el campeonato. Jacobo era el capitán de su equipo. Los padres de Jacobo quisieron aprovechar la ocasión que se les brindaba con este campeonato para preparar a su hijo y le mentalizaron: — Saludar al equipo contrario al principio y al final del partido. — Salir a ganar. Aunque ganar no era lo más importante sino aprender a jugar en equipo. — No enfadarse si iban perdiendo. — Felicitar al contrario si ganaba. — No reírse de los otros si perdían. El primer partido lo ganaron sin problemas. Hubo un ambiente de alegría pero con serenidad y sin humillar. El domingo siguiente fue muy distinto. El equipo de Jacobo fue un auténtico caos de desorganización y el equipo contrario mostró ser superior y estar mucho más compenetrados entre sí. Les metieron una goleada apabullante, 9-1. Los padres de Jacobo observaron, por un lado, que los equipos no estaban bien equilibrados, y por otro, que su hijo estaba francamente hundido. A pesar de que ellos le habían preparado, por lo que pudiera pasar, y, conscientes de que debía aprender a perder, les pareció que quizá había sido excesivo. Por otra parte, se dieron cuenta de que Jacobo se tomaba demasiado en serio su papel y gritaba mucho a sus compañeros en el terreno de juego. Debía controlar su amor propio. Decidieron actuar. Hablaron entre ellos e idearon un Plan de Acción. OBJETIVO: Compañerismo. MEDIOS:

43

Jacobo debía aprender a ser mejor capitán de equipo. Hablar con Jacobo de la importancia de su papel de capitán. Debía, además de organizar el juego, animar a sus compañeros, felicitarles por lo que hicieran bien y alentarles tras los errores sin gritos, siempre creando un clima de alegría y optimismo. Aprovechar el sábado anterior al último partido para reunir a todo el equipo y, de esta forma, poder conocerse mejor y entrenar juntos. MOTIVACIÓN: Tú eres un buen capitán de equipo y, como tal, debes intentar que el juego mejore aprendiendo a jugar en grupo. Es cosa de todos y te vas a sentir orgulloso de hacerlo lo mejor posible. Papá y mamá te apoyaremos e iremos a animarte. No se trata de ganar a toda costa, sino de conseguir que tu equipo funcione mejor. DESARROLLO: Hablaron con él y concretaron unos puntos para mejorar su actitud como capitán. Llamaron a los padres del resto del equipo y reunieron a todos los niños como tenían planeado. A todos les pareció una idea excelente que entrenaran juntos y algunos padres se sumaron a esta inciativa para ayudar al equipo de sus hijos. El sábado se lo pasaron fenomenal jugando y pudieron definir los puestos de cada uno en el terreno de juego. El juego en equipo mejoró notablemente pero, quizá, lo más importante es que se sintieron apoyados y se estrecharon los lazos entre compañeros y padres. El domingo no faltó ninguno. Todos iban mentalizados para ganar jugando lo mejor posible pero sin hacer de la victoria el fin último, sino de hacer su mejor juego y pasarlo bien. Saludaron al equipo contrario al empezar el partido e incluso les felicitaron algunas buenas jugadas durante el juego. Jacobo fue un capitán fantástico. Animó a todo su equipo, les felicitó sus aciertos y quitó importancia a los errores, alentándoles para que siguieran jugando bien. Durante todo el encuentro hubo un clima alegre y simpático y, al final del partido, los dos equipos se dieron la mano e incluso muchos decidieron quedarse a comer en el colegio hamburguesas y pizzas. ¿Cómo quedaron? ¿Qué más da? Una última recomendación: nuevamente os invitamos a reflexionar sobre vuestras actitudes, no ya como deportistas, sino como espectadores deportivos. ¿Qué actitud tenemos como espectadores cuando vemos jugar a nuestros hijos? ¿Y cuando vemos jugar a nuestro equipo favorito? ¿Transmitimos, con nuestro comportamiento, esos valores que queremos inculcar a nuestros hijos? Llévate a tu hijo a ver alguna competición deportiva y, además de explicarle el modo de jugar, las posiciones y movimientos de cada jugador en el campo, hazle ver, también,

44

cuáles son los comportamientos correctos. No solo de jugadores, sino también de los propios espectadores. Dale argumentos y razones, enséñale a reflexionar.

45

PARTE SEGUNDA “B”

El carácter es el resultado de nuestra conducta. Aristóteles

46

LAS VIRTUDES SE ADQUIEREN EN LA FAMILIA

47

CAPÍTULO 6

La educación de la voluntad Las virtudes forjan el carácter Hasta aquí, hemos tratado dos aspectos importantes de la educación de tu hijo: su desarrollo físico y su formación intelectual. Pero sabemos que no es suficiente cuidar el cuerpo, y debemos procurar que alcancen un buen nivel académico. Educar la voluntad es sentar las bases para que tu hijo llegue a ser una persona libre y responsable, capaz de plantearse un proyecto de vida y de llevarlo a cabo. La voluntad es educada básicamente en el seno de la familia. Las virtudes se adquieren en la convivencia diaria. Los padres sois los protagonistas de la formación de los hijos.

El carácter viene a ser el resultado de controlar las tendencias naturales. Es la lucha que cada uno libramos con nosotros mismos y de la que depende, en gran medida, nuestro acierto en el vivir. La educación del carácter es algo que se fragua muy en el interior del chico, es una cuestión personalísima. Bien es cierto que lo que la naturaleza no da difícilmente se puede suplir con educación, pero precisamente el carácter depende menos de la naturaleza y más de la educación que reciban y de las cosas que hagan. Y con la educación se busca justamente que aprenda a hacer un buen uso de su libertad. La educación, sin serlo todo, es muy importante a la hora de forjar la forma de ser de cada uno y, en definitiva, el carácter y la personalidad. Lo que los padres son, lo que hacen y lo que dicen, va calando día a día en el carácter de los hijos.

Consolidar virtudes Los 8 y 9 años es la etapa de mayor desarrollo del criterio moral, por el progreso cognitivo, por el creciente poder de interiorización y por el gran número de oportunidades de participación y desempeño de papeles nuevos en todos los ambientes donde el niño se desenvuelve.

48

Vuestro hijo ha alcanzado un desarrollo intelectual que le facilita realizar sus propios juicios morales. Su pensamiento analítico le ayuda a diferenciar el bien del mal y contribuye a una mayor valoración moral tanto de su propia conducta como de la ajena. Los sentimientos morales se van independizando de los de los padres. Se van relacionando más con los preceptos divinos, con lo que Dios manda o prohíbe. Aunque suele aceptar sin crítica los valores dados por los adultos, a veces puede ser excesivamente justiciero e inflexible, sobre todo con sus hermanos más pequeños. Al final de esta etapa comienza a surgir el afán de independencia por lo que es necesario insistir ahora sobre la obediencia con motivaciones positivas. Debemos explicarle el «porqué», no basta ya con señalarle el «qué» y el «cómo». Esta actitud crítica se ve reflejada en la toma de postura ante los mandatos y prohibiciones de los padres y profesores. Su poder de apreciación no se limita a sí mismo, sino que se extiende a las personas que le rodean. Para regular su vida observa la conducta de los demás, de ahí la fuerza moral que tiene lo que ven hacer. De la misma forma que tu hijo es receptivo a vuestra acción educativa, también lo es a la influencia de la televisión, la publicidad y otros medios de comunicación. Tenemos que prestar especial cuidado con el buen uso que se haga en casa de estos medios. La mayor parte de los períodos sensitivos de la educación de la voluntad transcurren antes de los 12 años. El tiempo y la dedicación que empleéis hoy en educar a vuestro hijo evitará la mayoría de los problemas que pueden surgir en los años críticos de la adolescencia. Es el momento para desarrollar algunas virtudes humanas básicas, aprendiendo a esforzarse por conseguir pequeños objetivos personales de mejora: pequeños compromisos.

Justicia y generosidad La generosidad es una de las virtudes que más perfecciona a la persona, ya que está muy relacionada con el amor y la justicia y necesita de la responsabilidad y la fortaleza para ponerse en ejercicio. La justicia es el cimiento que permite y facilita la convivencia. Es la base donde se asienta un valor que la trasciende y que va más lejos del mero respeto a los derechos: la generosidad. La generosidad es la disposición firme y estable de la voluntad para dar todo lo que se puede, aun sobrepasando la medida de lo justo. La justicia exige dar a cada uno lo suyo y la generosidad pone el acento en dar más de lo que la justicia reclama. No son virtudes contrapuestas: la justicia es el cimiento de la generosidad, sin condición. La generosidad es el perfeccionamiento de la justicia. En el marco de estas dos virtudes sociales se pueden considerar los demás valores humanos que han de presidir la relación entre las personas, como son la aceptación y respeto de los otros: — la tolerancia; — la comprensión y la apertura; — la amabilidad;

49

— la cortesía y el agradecimiento; — el compañerismo y la amistad; — el espíritu de servicio; — la colaboración; — la ayuda y la solidaridad. A los 8 y 9 años conviene plantear una educación de la justicia que destaque ciertas normas en los juegos, en la convivencia familiar y en el colegio. Estas normas deben mostrar con claridad lo que es justo y lo que no. No se trata de que el chico comprenda con profundidad los motivos –de lo que aún no es capaz–, sino más bien de ayudarle a adquirir los hábitos con cariño, comprensión y exigencia, y de procurar que vaya distinguiendo lo justo de lo injusto. Por eso es importante reconocer lo bien hecho y hacer reflexionar si ha actuado mal para que sea consciente de que su conducta no ha sido justa. Todo lo anterior es una preparación para que, más adelante, sea consciente de que las personas tienen derechos y deberes. También percibe lo que es «injusto» por la sensación de rebelión interior que las situaciones injustas le provocan. Conviene aprovechar estas situaciones (el haber sufrido una injusticia) y ayudarles a reflexionar: ¿por qué está mal lo que te han hecho?, ¿qué habría sido lo justo?, tú, en situaciones parecidas, ¿cómo has actuado? Esta reflexión es importante y debe llevar al juicio de situaciones, a saber, ponerse en el lugar del otro, a la comprensión y al perdón, más que a la venganza.

Objetivos de Planes de Acción relacionados con la justicia: — Establecer un acuerdo con un hermano y, luego, cumplirlo. — Conocer, aceptar y respetar las reglas de los juegos. — Respetar la propiedad ajena: no quitar, no romper, pedir permiso para usar lo que es de otro, etc. — Respetar necesidades y derechos ajenos: las habitaciones de los hermanos, el silencio en momentos de estudio o trabajo, escuchar al que está hablándonos, llamar a la puerta, no interrumpir una conversación... — Explicarle lo que es justo e injusto y el porqué. — Ayudarle a reflexionar ante hechos injustos (sufridos o cometidos). — Enseñarle a pedir perdón y a rectificar (a reparar la injusticia). — Ayudarle a considerar la diferencia de condiciones y circunstancias de distintas personas. — Enseñarle a ponerse en el lugar de otro. — Devolver lo prestado en buen estado. — Dar las gracias cuando se nos ayuda. — Respetar las normas de convivencia familiar: horarios, encargos, etc. La generosidad es la culminación de las relaciones humanas.

50

Si la justicia es el valor principal de las relaciones sociales, en las que «se da a cada uno lo suyo», la generosidad va más allá: es dar y darse sin la estricta medida de la justicia. Desde los 8 o 9 años, ya puede convertir la costumbre de dar cosas, que ha ido adquiriendo desde niño, en una auténtica virtud. A partir de ahora necesita que le demos motivos para esforzarse en ser generoso en vez de buscar contraprestación u otro interés. Se trata de abrir nuevos horizontes sugiriéndole actos que sean una auténtica muestra de generosidad, o exponiéndole las necesidades de los demás. Interesa explicarle que la generosidad y el servicio a los demás es un deber de las personas que se gratifica por sí mismo, con la alegría del deber cumplido y con la satisfacción de realizar algo bueno por los demás. A esta edad ya se comprende tal lenguaje, pero lo entienden mejor si se le ponen ejemplos gráficos de personas generosas y de la tristeza que produce el egoísmo. Se trata de aprovechar las oportunidades que ofrece la vida diaria, como una ocasión en la que el hijo se haya emperrado en no prestar algo, o en no ayudar a alguien, para hacerle ver lo mal que lo pasó y que lo hizo pasar a los demás; o, por el contrario, lo bien que se sintió al ayudar al hermano, o a mamá, o al dar aquella limosna. La generosidad, como toda virtud, se logra a través de la repetición de actos hasta que sea algo natural comportarse de ese modo. Todo esto es más fácil si en la familia hay un ambiente de participación y servicio. Los hijos aprenden a ser generosos sobre todo respirando ese ambiente en su propia casa. En un hogar en el que se vive la generosidad: — se habla bien de la gente, sobre todo cuando no está presente; — se escucha con paciencia a los demás sin atropellarlos; — se escogen temas de conversación que interesen a los demás; — se aceptan los encargos con alegría e ilusión por colaborar en casa; — se cuida y acompaña a los enfermos; — se visita a los amigos; y un largo etc. Se trata de ofrecer numerosas posibilidades de ejercitarse en la generosidad a la vez que se van ofreciendo los motivos por los que es bueno actuar de ese modo. Los demás (en primer lugar, sus padres y hermanos) les necesitan. El valor de la generosidad es muy difícil de apreciar objetivamente por otros, pues depende más del esfuerzo y de los motivos internos de la persona que entrega, que del acto exterior que podamos contemplar: dar de lo que nos sobra, o solo al que nos cae bien, o esperando alguna recompensa, por vanagloria o por quitarnos de encima un problema no es generosidad. Para que un acto sea generoso ha de darse algo de uno mismo con esfuerzo con la intención de cubrir una necesidad de otra persona para su bien. Al educar este hábito no se debe caer en el peligro de alentar a dar «de lo que sobra», ni en el de quedar bien o aparentar, se trata de fomentar la decisión libre de entregar algo de lo que se tiene para hacer la vida más agradable a los demás.

51

José y Santiago SITUACIÓN: José y Santiago, de 8 y 2 años, respectivamente, son los hermanos mayor y menor de una familia de cuatro hijos. Felisa, la madre, lo tiene muy claro, las cosas de la familia son asunto de todos. Cada uno tiene su propio encargo y, mejor o peor, consigue que todos lo cumplan. OBJETIVO: La generosidad. MEDIOS: Que José quiera ser generoso con su tiempo fomentando su espíritu de servicio. Pedir a José que dedique conscientemente un poco de su tiempo a jugar con Santiago. Todos los días, mientras mamá prepara la cena, José entretendrá a su hermano Santiago jugando con él. De esta forma me estará ayudando a mí y, a la vez, hará feliz a su hermano, que le adora. Proponer tres juegos sencillos: construcciones, pelota y recoger. MOTIVACIÓN: Mamá necesita tu ayuda y estoy segura que sabrás hacerlo muy bien. Tu hermano Santiago te quiere mucho y le harás muy feliz. Cuando acepte el nuevo encargo, decirle lo orgullosa que me siento de tener un hijo tan generoso. DESARROLLO: Le gustó mucho la idea de jugar con su hermano y ser útil a mamá. Se puso a jugar con él rápidamente. Felisa aprovechó su entusiasmo para agradecerle, no solo el aceptar su nuevo encargo, sino también, y quizá más importante, el hacerlo con alegría y buen humor. Le dijo que se sentía orgullosa de tener un hijo como él. Durante los tres primeros días no hubo objeciones ni inconvenientes, salvo al juego de recoger. José no tenía del todo claro por qué mamá lo consideraba un juego más. Felisa le explicó que, si su hermano veía el hecho de recoger como un juego más, lo aprendería con mucha facilidad y rapidez, puesto que estaba en pleno período sensitivo del orden. Para hacerle a José más llevadero este juego del orden, Felisa jugó con ellos tres días seguidos. Lo hicieron cantando. Pasada la primera semana, la relación entre hermanos ha mejorado notablemente. No es que antes fuera mala, pero el pasar ese ratito jugando juntos ha contribuido para unirles más. Santiago está entretenido mientras mamá prepara la cena y tiene la idea de que recoger es un juego divertido.

52

José se ha vuelto más ordenado con sus cosas, y parece que haya crecido más. Será porque Santiago le hace sentirse importante.

Objetivos de Planes de Acción sobre generosidad: — Enseñar a descubrir las necesidades de otras personas. — Prestar a sus compañeros el material de clase, aunque a veces lo puedan estropear. — Ayudar en el estudio a un hermano o compañero. — Acordarse de dar las gracias. — Pedir las cosas por favor. — Cuidar a un hermano. — Ayudar a los hermanos a cumplir sus encargos. — Visitar a los abuelos. — Dar una parte de su paga como limosna. — Jugar con los demás compañeros, aunque no le caigan bien. — Escuchar con interés al que habla y respetar el turno de palabra. — Prestar a los hermanos la ropa o juguetes. — Saber perdonar y pedir perdón. Perdonar de verdad, de corazón, es uno de los actos más perfectos de la generosidad, de los que más cuesta realizar. Para perdonar hace falta seguridad interior y deseo de servir. Perdonar no es quitar importancia a lo que la tiene, ni ser un ingenuo que no se da cuenta de lo que pasa. Es reconocer la necesidad de la otra persona de recibir cariño, aceptación y confianza a pesar de lo que haya hecho. Los hijos sabrán perdonar si nos ven perdonar, si promovemos en la familia una dinámica que haga del perdón algo natural. La facilidad para perdonar, como todo lo relacionado con la generosidad, es algo que se respira en una casa. Y la resistencia a hacerlo, más todavía.

La obediencia Los padres corremos el peligro de contentarnos con una obediencia más o menos ciega, que produzca una apariencia de paz y orden, sin darnos cuenta de que el mero cumplir lo mandado no desarrolla el hábito de la obediencia. No se trata de conseguir que los hijos obedezcan sin más, sino de que adquieran el valor de la obediencia. Conviene combinar la exigencia con el razonamiento de lo que se exige, de tal modo que tu hijo obedezca también (si es posible) porque ve que es razonable. También puede cumplir por cariño hacia vosotros, reconociendo que su obediencia es un modo de manifestarlo. Pero es muy importante que esta virtud esté arraigada antes de la pubertad. Una actuación ordenada por parte de los padres facilita la obediencia. Se entorpecería la adquisición de este hábito si nos comportásemos de un modo cambiante e imprevisible, según el estado de ánimo de cada momento, y exigiésemos unos días unas cosas y otros días, otras.

53

Obediencia y autoridad están íntimamente relacionadas. Para que la obediencia pueda ejercitarse, la autoridad ha de ejercerse. Los padres debéis esforzaros por exigir el cumplimiento de todo lo que mandáis. Si ordenáis algo a vuestro hijo, tendrá que hacerlo. No conviene que los niños se acostumbren a que sus padres repitan muchas veces la orden, pues cada vez tardará más en obedecer. En algunas ocasiones, la crisis de obediencia es en realidad crisis de autoridad de los padres, que se desautorizan el uno al otro. Conviene estar atentos para procurar que: — aprenda a cumplir excediéndose, no sujetándose estrictamente a la letra, buscando solo cumplir; — obedezca sin criticar a la persona que manda; — evite las excusas para esquivar la orden; — acepte lo mandado sin intentar que lo tenga que hacer otro: hermano, compañero...; — obedezca con prontitud, sin que haya que repetir; — obedezca con alegría, sin ir refunfuñando. Para que tu hijo obedezca, es imprescindible que le des una información: — Clara, ya que, para obedecer conscientemente, necesita conocer qué se espera de él. En los asuntos importantes puede ser interesante que nos aseguremos de que ha entendido bien qué ha de hacer, cuándo y cómo. — En el momento oportuno, no en momentos de irritación o enfado. — Apoyada con una exigencia serena, perseverante, amorosa y alegre, en un ambiente de orden. — Y reconocer sus esfuerzos después, ya que, si sabe que nos interesa, pondrá más empeño en obedecer. Para ayudarle a adquirir el hábito de la Obediencia, el hijo debe obedecer libremente porque le da la gana hacerlo.

Solidaridad y espíritu de servicio Para educar en la solidaridad, hay que comenzar en el entorno social más inmediato: la familia. Solo cuando se vive la comprensión, la aceptación de los demás, la colaboración, etcétera, en la familia, los hijos pueden dar el siguiente paso y proponerse ayudar a los demás. No basta, a la hora de adquirir estos valores sociales, con la teoría. Es decir, no basta con lamentarse de la situación de los inmigrantes, o de los pobres que vemos cada día en los desplazamientos por la ciudad. Hay que procurar que los hijos presten servicios reales a otras personas, sin quedarse en meras especulaciones sobre las necesidades sociales. Este modo de actuar es el mejor antídoto para concebir el desarrollo personal como exclusivo, y exclusivista, autoperfeccionamiento egoísta y solitario.

54

Hoy día, es un hecho comprobado que existe una multitud de jóvenes rodeados de medios materiales que no han ganado con su propio esfuerzo. Son jóvenes a los que sus padres –con una mal entendida buena intención– han ahorrado trabajos y obras de servicio hasta en la propia familia. Son muchos los que no han recibido la recompensa de la satisfacción por haber hecho algo bueno, útil y valioso por los demás. Conviene insistir en la importancia de la formación de hábitos que provoquen el interés por los demás y sus cosas, y que fomenten obras de servicio concretas en la vida diaria, en el seno familiar, con los hermanos, familiares, vecinos, amigos... Debemos hacer consciente a cada hijo de que tiene mucha importancia descubrir las necesidades de los más cercanos como primer signo y manifestación de un amor generoso y abierto a todos los hombres. Cada uno de los actos aislados de solidaridad no debe ser considerado nunca como fin, sino como medio para hacer consciente a nuestro hijo de que, en la vida, o se sirve a los demás, o el egoísmo incapacita al hombre para la felicidad.

Objetivos de Planes de Acción relacionados con la solidaridad: — vivir bien los encargos de mutuo servicio en la familia; — ocuparse de la atención de enfermos; — ayudar a algún hermano o compañero con dificultades en su estudio; — atender a familiares ancianos, enfermos o desvalidos; — participar en colectas para personas necesitadas; — ayudar, en familia, a personas necesitadas.

El compañerismo Conviene explicar a los niños con frecuencia en qué consiste ser un buen compañero y por qué hay que serlo. También hay que favorecer oportunidades para que los niños se traten y se conozcan, como por ejemplo: — Grupos pequeños o equipos para estudiar o jugar. — Encargos compartidos por varios compañeros de clase (colocar posters, noticias, anuncios, etc., en el tablón de anuncios o corcho de la clase). — Facilitar que algunos compañeros vengan a casa a jugar. — Ayudar a superar la timidez. Cuando hablamos del juego en equipo y de los deportes de competición resaltamos, con especial atención, la importancia del descubrimiento de las reglas y las enormes oportunidades que nos ofrece a los padres para el desarrollo moral y social del niño… Podéis ayudar a vuestros hijos procurando que tengan tiempo para jugar con sus amigos, y no solo para ver televisión. Conviene dar facilidades para que sus compañeros puedan ir a casa a jugar. En los juegos, podemos estar pendientes de enseñarle a ganar y a perder, a que no hagan trampas ni se retiren del juego si van perdiendo. Debemos dejar claro que quienes

55

actúan así difícilmente tendrán compañeros y amigos. Así como que no deben despreciar a nadie, aunque no sea de su pandilla. Algunos niños, más introvertidos y menos sociables, no ponen empeño en hacer su grupo de amigos, y pueden perder toda la riqueza educativa que tiene el contacto con otras personas de su edad. Sin forzar la relación con alguien en concreto, interesa ponerle en contacto con grupos deportivos, animarle a que lleve a casa a algún compañero a estudiar, motivarle a que comparta con algún conocido una de sus aficiones. A la vez, si es el caso, habrá que limitarle las horas de videojuegos, ordenador, televisión u otras actividades que potencian su aislamiento. Lo habitual es que seleccionen bien sus amistades, pero podemos facilitárselo procurando que se mueva en unos ambientes en los que trate con chicos de su edad que puedan hacerle bien, de familias sanas y que tengan costumbres y modos de divertirse sanos. Existen diferentes clubes juveniles y asociaciones que ayudan a educar en el tiempo libre.

Objetivos de Planes de Acción relacionados con el compañerismo: — ayudar a los compañeros, al que no entiende una lección o no sabe hacer un problema, al que no puede correr en el patio; — visitar y tomar las tareas a un compañero enfermo; — traer a casa, algún día, compañeros para trabajar o jugar. O ir él a su casa; — explicar la importancia que los buenos compañeros y amigos tienen en la vida; — participar en las actividades de un grupo o club juvenil; — compartir aficiones.

Amabilidad, cortesía y delicadeza en el trato Estos valores son tan importantes como los anteriores. La amabilidad, la cortesía y la delicadeza en el trato parece que han de ir unidas siempre a cualquier relación entre personas, porque, ¿quién se imagina a alguien muy generoso y justo, pero desabrido y maleducado? La amabilidad es una derivación de la amistad, que significa sintonía con la situación y sentimientos de otro. Para ser verdaderamente amable hay que intentar sentirse amigo de aquel a quien nos dirigimos. La amabilidad tiene su expresión en las buenas maneras, en la cortesía, es decir, en palabras y actitudes que hacen agradable a los demás las relaciones que con ellos establecemos. La delicadeza en el trato se manifiesta en pequeños detalles que tienen como finalidad el hacer la vida más agradable a los demás. Cada uno de estos pequeños actos puede convertirse en un hábito y nuestro hijo está en la edad más apropiada para lograrlo, antes de la pubertad.

La mesa judoka 56

SITUACIÓN: Me contaron, hace tiempo, de una familia con varios hijos, con edades comprendidas entre los 9 y los 3 años, que pusieron en práctica un Plan de Acción para mejorar los modales en la mesa que les dio un excelente resultado. OBJETIVO: Cortesía. Mejorar los modales de los hijos en la mesa. MEDIOS: Servilletas de colores. Los colores simbolizan los buenos modales que cada hijo ha aprendido. Al igual que en Judo con los cinturones, los niños van adquiriendo un color nuevo de servilleta conforme van mejorando sus modales en la mesa. Papá y mamá son «servilleta marrón». Los niños empiezan con blanca y, según van mejorando, pasan a ser «servilleta amarilla, naranja...». El hijo mayor (9 años) fue el encargado de anotar en una cartulina los colores del Judo por orden de categorías. Su afición por este deporte es muy fuerte y, gracias a que en el colegio lo practica desde los 7 años, está muy motivado. Quedó como responsable de apuntar los nombres de toda la familia con sus respectivas servilletas. MOTIVACIÓN: Fue sencillo motivarles. El hijo mayor, con su entusiasmo, se encargó de que a todos los demás hermanos les pareciera muy divertido conseguir mejorar sus modales en la mesa. DESARROLLO: Todos, excepto papá y mamá, empezaron siendo «servilleta blanca». En una semana, los dos mayores habían conseguido su «servilleta naranja». Los pequeños comen solos, saben utilizar los cubiertos correctamente, no se levantan de la mesa hasta terminar el plato y piden permiso para hacerlo. Aunque de vez en cuando tengan que llamarles la atención o recordarles su categoría de servilleta, tienen ilusión por mejorar. Se corrigen unos a otros y, salvo por pequeños detalles, como limpiarse antes y después de beber o cosas así, puede decirse que están en condiciones de salir a comer fuera de casa.

Objetivos de Planes de Acción: pequeñas normas de cortesía: — utilizar correctamente los cubiertos en la comida; — usar adecuadamente la servilleta y el pañuelo; — vestir con corrección; — comer y beber sin hacer ruido; — evitar tocarse la nariz; — pedir permiso para algo que no es habitual; — dar las gracias; — evitar hacer ruidos malsonantes (bostezos, estornudos);

57

— evitar pasar entre dos personas cuando están hablando; — adoptar posturas correctas en clase, vestíbulos y pasillos; — evitar las palabras ofensivas, malsonantes o chabacanas; — pedir las cosas por favor; — saludar y despedirse; — ceder el paso; — pedir perdón cuando se haya molestado a alguien; — hablar sin gritar; — respetar el turno de palabra; — escuchar en silencio al que habla.

La responsabilidad La mayoría de los padres consideran muy importante que sus hijos desarrollen una actitud responsable, ya que supone un reflejo de la madurez personal. Un hijo responsable es capaz de vivir su libertad, de comprometer su vida con la verdad y el bien en un proyecto propio, con todas sus consecuencias. Las personas responsables son capaces de decidir bien y con eficacia, de afrontar los problemas y de tomar decisiones por sí mismas, asumiendo las consecuencias. Tu hijo está en la mejor edad para que vaya arraigando la virtud de la responsabilidad. En esta época, se dan en él unos períodos sensitivos que hacen más fácil la conducta responsable: el amor a la justicia, la disposición pronta para ayudar y colaborar, el deseo de quedar bien, el afán de superación... surgen y crecen en él casi espontáneamente. Son tendencias que cooperan directamente con la necesidad de cumplir con el deber, elegido o asumido.

¿Es responsable mi hijo? Párate por un momento a ver si tu hijo es responsable, y cuánto. Este test te puede ayudar:

PREGUNTAS ¿Realiza las tareas sin que haya que recordárselo en todo momento? ¿Puede razonar lo que hace? ¿No echa la culpa a los demás sistemáticamente? ¿Es capaz de escoger entre alternativas diferentes? ¿Puede tomar decisiones que difieren de las que otros toman en los grupos en los que se mueve (pandilla, compañeros de colegio, familia...? ¿Hace lo que dice que va a hacer? ¿Reconoce sus errores sin necesidad de complicadas justificaciones?

58

Sí/No

El error más frecuente, al hablar de la responsabilidad, consiste en confundirla con la obediencia. Ejecutar órdenes a pies juntillas no significa ser responsable. Cuando una persona obedece lo hace para agradar a otra, para evitar un castigo, etc. Sin embargo, actúa responsablemente cuando decide qué hacer y se motiva a sí misma para hacerlo. Al obedecer, el hijo hace lo que le mandan sin tener por qué estar de acuerdo: tanto la decisión como la motivación son externas a él. Sin embargo, una actuación responsable implica una aceptación personal y libre de la tarea y una motivación interna, personal, para llevarla a cabo. Cuando solo se actúa por obligaciones impuestas, los hijos no llegan a experimentar el éxito o el fracaso como consecuencia de una decisión personal de la que son responsables. Y equivocarse, tanto como acertar, son necesarios para aprender a ser responsable.

Bases de la responsabilidad — Tener información. Los hijos han de saber lo que deben hacer y cómo hacerlo. Por eso, es importante indicarles el propósito de la tarea y la forma de realizarla, animándoles a hacer las preguntas necesarias para entenderlo bien. — Dar oportunidades de escoger. Que el hijo pueda aceptar hacer una determinada tarea supone también que pueda no aceptarla. Si puede escoger libremente, estará ejercitando la responsabilidad. Está claro que algunas tareas han de realizarlas por obligación, pero también es interesante considerar que, para que los niños aprendan a pensar y a decidir por sí mismos, deben practicar la toma de decisiones... y esto también se logra diciendo «no» algunas veces. — Contar con capacidad para automotivarse. Debemos procurar que la motivación sea cada vez más interna (que provenga de él) que externa. Hay que presentarle algunos motivos, para que, si quiere, los haga propios. Si queremos hijos responsables, habrá que correr el riesgo de la libertad. Solo soy responsable de lo que he decidido con libertad (que no significa ausencia de ayuda o consejo). Cuando no se dan ocasiones para ejercitar la propia libertad, no se puede pretender que los hijos crezcan como personas responsables: quizá puedan ser dóciles y sumisos, pero no responsables.

¿Cómo desarrollar la responsabilidad? — Encomendando responsabilidades a los hijos. Según crezcan, cada vez será mayor el número de situaciones de las que puedan responsabilizarse y su sentido de la responsabilidad se irá perfeccionando. — Informándoles de cómo lo están haciendo. Los niños necesitan información sobre si sus conductas son las esperadas por sus padres o no. El reconocimiento de lo bien hecho, la satisfacción manifestada por los padres, la alabanza, cumplen esta función. También es necesario informar de que no se ha actuado bien o como se esperaba. — Ayudándoles a pensar, a sopesar distintas posibilidades de realizar lo que han decidido. En su acepción más común,

59

responsabilidad es la capacidad para decidir apropiadamente y con eficacia.

Los hijos necesitan aprender a tomar decisiones personales con responsabilidad. Para ello es muy interesante hacerles conscientes de las decisiones que continuamente están tomando y ayudarles a prever las consecuencias. La libertad de cada persona es el dato previo fundamental de cualquier programa de educación en una familia. Y la responsabilidad, por tanto, presupone la capacidad de decidir libremente, de poder autodirigirse. La libertad nos hace capaces de elegir el bien; la responsabilidad, de poner en práctica esas decisiones y de cumplir con los propios deberes lo mejor posible, con autonomía e iniciativa. El principal medio para educar en y para la libertad responsable lo constituye la misma convivencia familiar. En el hogar, los hijos aprenden a asumir distintos papeles y adquieren habilidades de relación, comprensión, apertura y comunicación. Hablar con los hijos supone conocer y darse a conocer. Ese conocimiento engendra y aumenta el amor; supone expresar las propias emociones; enseñar a resolver los problemas dialogando y un largo etcétera de efectos positivos. No conviene que suplantes la voluntad de tu hijo limitándote a señalarle qué debe hacer, sino que interesa ayudarle a tomar sus propias decisiones, a actuar con libertad personal, poniéndole frente a sus responsabilidades. Si nuestra relación con él se limitase a un trato superficial estereotipado, quizá lograríamos que el niño aceptara nuestros consejos –por quedar bien, o para librarse de nuestra insistencia–, pero habríamos perdido la ocasión de educar, de ayudarle a conocerse, a hacer suyos unos criterios de conducta y a vivirlos con libertad personal. No conviene sustituir al hijo en la responsabilidad de asumir las consecuencias de sus actos. Por ejemplo, si en un momento de enfado ha roto un juguete de un hermano pequeño, además de pedir perdón, ha de arreglar o pagar al menos parte del juguete con dinero de sus ahorros o con parte de su asignación, poco a poco. Es decir, debería reconocer el hecho, pedir perdón y reparar el daño causado. Por lo tanto, educar la responsabilidad supone un estilo y ambiente familiar que propicie un progresivo y recto uso de la libertad responsable. El padre y la madre que educan en y para la libertad responsable: — Observan y escuchan a sus hijos con sumo interés. — Procuran conocer cuáles son sus intereses, sus pasiones, sus curiosidades, sus anhelos, su experiencia en la vida. — Se esfuerzan en conocer y comprender a una generación que no es la suya. En estas edades interesa: — Poner unos límites. Cuando el niño vive dentro de unos límites dispone de un sentido de alarma permanente: puede darse cuenta, antes de tomar una decisión, de que las consecuencias pueden ser inaceptables. — Ser claros exponiendo el comportamiento que nos molesta, en lugar de etiquetar o calificar el carácter o la personalidad de los niños. — Descubrir lo que ocurre, en lugar de echar la culpa a los hijos.

60

— Invitar a los niños a contribuir para resolver las dificultades. Por ejemplo: «¿Qué crees que podríamos hacer para que tu cuarto estuviera limpio?», y no: «Como no limpies tu cuarto... seguirás estando castigado todo el tiempo que haga falta». — No hacerles las cosas, aunque nos resulte más cómodo, fácil y rápido.

Actuar en la práctica diaria. Los encargos Los pequeños encargos han demostrado ser un medio estupendo para educar en la responsabilidad. Además, parece muy razonable y justo que las tareas familiares recaigan de manera proporcionada sobre todos los miembros de la familia. Los encargos han de ser útiles y relacionados con la buena marcha de la casa. Interesa motivar a los hijos haciéndoles conscientes de que, gracias al esfuerzo de cada uno, funcionará todo mejor. Para que un encargo desarrolle la responsabilidad, el niño ha de ser consciente de que ha de responder ante alguien (sus padres o hermanos) del trabajo realizado o de la ayuda prestada. Uno de los padres debe controlar periódicamente su cumplimiento. También puede ocuparse de esto un hermano mayor. La auténtica responsabilidad supone aprender a tomar decisiones personales con iniciativa ya sea en la elección del encargo o en la elección del modo de cumplirlo mejor. Conviene fomentar la iniciativa personal y animar a los niños a sugerir modos de cumplir el encargo, atenderles con interés y felicitarles cuando proponen iniciativas. Una persona solo es responsable de lo que ha decidido con libertad.

Debe explicarse a cada hijo en qué consiste su encargo, para que pueda cumplirlo bien desde el primer momento. También conviene considerar, al distribuirlos, cuál puede ser más educativo para cada hijo según su carácter, virtudes o defectos. Además de promover la adquisición de la responsabilidad y facilitar un clima educativo adecuado, los encargos: — Potencian la confianza del niño en sí mismo: al fomentar la confianza en su capacidad para cumplir bien el encargo refuerza la seguridad personal, le da el valor y la energía necesarios para afrontar esa tarea. — Desarrollan capacidades y habilidades a través de la experiencia: al hacerse cargo de una pequeña responsabilidad, el niño –con frecuencia– aprende a hacer algo que antes no sabía, fomentando la satisfacción personal por la obra bien hecha. — Fomentan la preocupación por los demás, el espíritu de servicio y el sentido de la cooperación a través de la conciencia de ser útil para los demás y del reconocimiento del trabajo realizado por sus hermanos. La función de los padres respecto de los encargos es ejercer adecuadamente la autoridad: dirigir la participación de los hijos en la vida familiar orientando su iniciativa. Junto a la distribución de tareas familiares en forma de pequeños encargos, los padres hemos de fomentar la colaboración continua de todos, para conseguir una situación en

61

que se sientan responsables y, además, corrijan con afecto a sus hermanos cuando no cumplan. Es interesante que, orientados por los padres, la familia reunida distribuya estas pequeñas tareas, explicando con paciencia y claridad a los hijos en qué consiste su encargo. También interesa ayudarles a decidir cuándo lo van a cumplir. Importa mucho que cada hijo reciba los que pueda cumplir. La marcha de los encargos puede controlarse también en grupo familiar, en tertulia, con sentido positivo. De este modo, los hijos aprenderán a dar cuentas y a sugerir mejoras.

Responsabilidades familiares SITUACIÓN: Carmen y Javier tienen cuatro hijos, de 9, 8, 6 y 3 años. A través de unos amigos, han llegado al convencimiento de que los encargos familiares son un estupendo medio educativo. En su casa, sus hijos siempre han hecho alguna cosilla, como hacerse la cama, limpiarse los zapatos y cosas así, pero nunca habían dado demasiada importancia a las responsabilidades domésticas compartidas, o sea, a los encargos como forma de educar su voluntad de una manera continuada. —Javier –dijo un día Carmen al regresar de una cena–, he pensado que debemos plantearnos repartir encargos a nuestros hijos. Pienso que Teresa tiene razón cuando dice que de esta forma aprenden a ser responsables. —Sí, Carmen, pero recuerda que también nos dijo que, para que los encargos desarrollen su responsabilidad, era mejor que los eligieran ellos mismos, y por el bien de todos. —Podemos hacer con ellos una lista de encargos y luego que cada uno se comprometa a cumplir con el que mejor le parezca. ¡Ah!, y piensa que a ti y a mí nos tocará alguno. OBJETIVO: La responsabilidad. MEDIOS: Distribuir encargos entre los hijos. Hacer una reunión familiar para explicar a los hijos la necesidad de colaborar en casa con un encargo. Confeccionar juntos una lista de posibles encargos a hacer. Que cada uno elija el que considere que puede hacer mejor y que diga cuándo lo cumplirá. Hacer revisión de encargos los viernes después de cenar. MOTIVACIÓN: La familia es cosa de todos y entre todos podemos conseguir que funcione mucho mejor. A partir de hoy, papá y mamá, os nombramos «Los Vigilantes de la Casa».

62

DESARROLLO: Como tenían previsto, confeccionaron juntos una lista de encargos. El problema surgió al distribuirlos ya que, sobre todo los dos mayores, se disputaban los mismos encargos. Papá lo solucionó. Los encargos irían rotando. Cada semana cambiarían de encargo, siempre y cuando estuvieran de acuerdo y cumplieran con las mismas ganas unos u otros. Eso sí, con excepción de todos aquellos encargos que por la edad no estuvieran capacitados a hacer. Al fin y al cabo, era justo que los hermanos más pequeños tuvieran un encargo adaptado a su edad y a su capacidad. En la primera semana, a papá le tocó tirar la basura, al de nueve años barrer la cocina después de cenar, el de ocho tuvo que sacar las cosas del lavavajillas, el de seis años poner la mesa y el de tres fue el encargado de apagar las luces innecesarias de toda la casa. ¿Qué hizo mamá? Carmen se comprometió a hacerles la cena y recoger la cocina hasta que alguno de ellos aprendiera a cocinar. Durante varias semanas, los encargos fueron rotando, con excepción del pequeño, que siguió siendo el encargado de las luces y el de seis años, que no podía sacar la basura y aún no domina muy bien la escoba (aunque pone mucho empeño). Creo que para ellos fue muy importante comprobar que papá cumplía también con los mismos encargos que ellos. «Los Vigilantes de la Casa» ahora tienen una insignia que les acredita como tales. Fue idea de Javier hacerlas como reconocimiento a sus trabajos domésticos. El resultado fue muy bueno.

Encargos adecuados para un niño de 8 y 9 años — Compra diaria de algunos productos básicos: pan, leche. — Hacerse cargo de los recados ordinarios. — Lavar platos o cosas fáciles. — Preparar la merienda. — Ordenar su dormitorio. Hacer la cama. — Puede barrer. — Pasar la aspiradora. — Poner el lavavajillas y ordenarlo después. — Limpiar sus zapatos.

La alegría y el optimismo Puede decirse que la alegría es el colofón de las virtudes, o también el denominador común de todas ellas. Cuando se intenta ser responsable, generoso, trabajador... la alegría aparece como un fruto maduro de este intento. Desarrollarse como persona lleva consigo, siempre, la alegría y la felicidad. Todas las virtudes acercan al hombre a la felicidad y, por eso, la educación –en el fondo– ha de ser para la alegría. El hombre tiende a la felicidad y a la alegría, y cualquier bien o situación puede ser fuente de alegría. Por eso, la vida misma es un generador de alegría.

63

La alegría se aprende. Este aprendizaje es una de las tareas primordiales de la educación. Para «enseñar alegría» es muy importante vivirla. Los educadores somos mediadores entre el niño y las virtudes. Estas se aprenden fundamentalmente por contagio y su asimilación será mayor cuanto más las presentemos encarnadas en nuestro ser y en nuestra conducta. Esta tendencia fundamental del hombre a la felicidad y la alegría supone un optimismo radical y realista fundado en la idea de que en el mundo hay algo bueno, valioso, que es posible y conveniente alcanzar. La alegría es una virtud humana fundamental. Síntesis y resumen de todas las demás virtudes.

Pero conviene aclarar que se trata de un optimismo realista; los idealistas no tienen por qué ser optimistas. Solo hay verdadera alegría si aceptamos sinceramente la realidad, si disfrutamos de las cosas sencillas de la vida, especialmente de la familia. De la tendencia a la alegría surgen, entre otras, las virtudes de: — Optimismo realista. — Esperanza. Talante positivo. — Seguridad. — Autoestima. — Conciencia y satisfacción por la obra bien hecha. — Buen humor. — Deportividad. — Paz, etc. Los hombres no nacemos felices o infelices, sino que aprendemos a ser lo uno o lo otro. Cada uno nace con una cierta disposición a la alegría, con distinto humor. Junto a este hecho, para llegar a la alegría es preciso luchar por alcanzarla e incorporarla a nuestra personalidad... sobre todo, cuando aparezcan las preocupaciones. Vivir la alegría ha de ser un objetivo constante en todas las familias. Con la alegría no se topa nadie a la vuelta de una esquina, sino que hay que fomentarla día a día. Solo con que todos los miembros de la familia intentaran sonreír siempre, y que no hubiera nunca caras largas en casa, se habría conseguido mucho. ¿Cuál es la actitud adecuada para aprender a ser feliz? 1.– Disfrutar de las cosas sencillas y cotidianas que están presentes en nuestra vida: la conversación, el descanso, el trabajo, la naturaleza, la amistad... Siendo consciente de que la búsqueda ansiosa y descontrolada de satisfacciones (por lo general materiales) conduce a la pérdida del equilibrio interior. 2.– Mostrar un sentido positivo ante las personas y los acontecimientos. Es lo opuesto a los derrotismos y a las actitudes deprimentes y desesperanzadas, a la visión negativa de la vida, que conduce a la inquietud y el desasosiego. Encontraremos alegría cuando nos esforcemos por descubrir lo positivo (más que lo negativo) que siempre hay en las

64

personas y situaciones en las que nos encontramos. Aprovechar los errores para aprender. 3.– Aceptar las propias posibilidades y limitaciones. Vivir con alegría lo que tenemos, sin renunciar a mejorar, pero sin tener nuestra atención centrada casi exclusivamente en lo que nos falta. No perder el tiempo en lamentaciones o quejas inútiles sobre lo que ya ha ocurrido o es irremediable. Aceptar a cada hijo como es y tratarlo como creemos que debe ser. 4.– Hacer de nuestras ocupaciones habituales una fuente de alegría. Nuestro trabajo, sea el que sea, es la expresión de nuestra capacidad y nuestra aportación a la sociedad en que vivimos. Es uno de los ámbitos –junto con el juego y el amor– principales de la vida humana y, por lo tanto, una de las fuentes de satisfacción y alegría más importantes. 5.– Pasarlo bien en familia. Reír en familia con frecuencia y contagiar la alegría. Crear oportunidades de «pasarlo bien» todos juntos: comidas especiales, fiestas, excursiones. No se trata de hacer cosas muy especiales, sino de hacer «especial» el estar juntos, por ejemplo, jugando a un juego de mesa con palomitas de maíz y refrescos.

La autoestima en los hijos Las personas con autoestima muestran sentimientos y actitudes positivas hacia sí mismos y hacia los demás. Es más fácil que sean personas sonrientes, acogedoras, optimistas, capaces de ilusiones y proyectos, etc. Son esas personas que nos encontramos por la calle, seguras de sí mismas pero sin avasallar, a las que nos gustaría parecernos. No se trata de engañarse acerca de la propia valía: una cosa es la autoestima y otra la soberbia, el creerse más y mejor que los demás. La autoestima consiste en el valor que una persona se da a sí misma. Nos solemos valorar a nosotros mismos, dependiendo, en buena medida, del concepto que tengan de nosotros las personas más significativas (padres, familiares, amigos, maestros) que nos rodean. Cuando los hijos se sienten estimados, se pueden proponer metas más realistas, aceptan a los demás como son, aprenden con mayor eficiencia y aplican su creatividad en las situaciones nuevas que se le plantean. Podemos potenciar su autoestima haciendo que se sientan importantes y necesarios en la familia, en el colegio... de modo que sean apreciados y tenidos en cuenta por los demás. Tratar a los hijos con actitud positiva supone: — Reconocer el esfuerzo y los logros obtenidos. — Estimular informando de lo bien hecho y de lo que puede hacerse mejor. — Animar para que construyan una imagen real y positiva de sí mismos y refuercen los sentimientos de eficacia y seguridad.

¿Cómo puedo mejorar la autoestima de mi hijo? 1.– El amor es incondicional. Tu hijo ha de saberse querido por ser él mismo, por el mero hecho de existir, con independencia de sus cualidades y aptitudes y, por supuesto, de sus calificaciones escolares.

65

2.– Primero, lo positivo. En cualquier hijo, lo positivo siempre es mayor que lo negativo, aunque a veces no caigamos en la cuenta. Puede ser interesante que nos paremos a pensar y hacer una lista de las cualidades positivas de cada hijo. Con frecuencia, podemos quedarnos demasiado pendientes de lo que hace mal y perdemos de vista las cosas interesantes, deliciosas, inteligentes y amables que hace. Cuando nuestro hijo hace algo bien, damos por sentado que debe ser así y nos olvidamos de reconocerlo perdiendo la posibilidad de, además de reforzar aquello que ha hecho bien, elevar su autoestima. 3.– Enviar mensajes positivos. Una sonrisa es un mensaje positivo. O decirle que nos gusta cómo ha hecho este trabajo. En definitiva, darse cuenta de lo positivo y decirlo. No se trata de elogiar por elogiar, sin moderación ni motivo. Los elogios más eficaces son los que se refieren a actuaciones concretas, que ayudan al niño a desarrollar una mayor conciencia de lo bueno y lo malo. 4.– Dedicar a cada hijo un tiempo especial. Un tiempo para disfrutar juntos, no para dar lecciones ni para repasar su comportamiento de los últimos días. Se trata de ir a un sitio que le guste y pasar un rato juntos, hablando de las cosas que él quiera. El trato personal y frecuente es un generador de confianza. 5.– Reconocer el esfuerzo, el interés, la dedicación. Más que el resultado. Esta actitud es especialmente eficaz con niños perfeccionistas o con muy baja autoestima, que piensan que hacen mal las cosas. 6.– Enseñar a convertir las quejas y críticas en sugerencias y peticiones. Estos niños suelen tener una imagen negativa de sí mismos y son muy autocríticos. Si aprenden a pedir y sugerir, se reducirá la tensión interior. 7.– Animar a tener iniciativas y a hacer cosas por su cuenta. Descubrir algo nuevo y saberse capaz de hacerlo por uno mismo es una de las mayores alegrías de la infancia. Si él puede buscar una respuesta, no conviene dársela. Por el contrario, si le damos a entender que creemos que no es capaz, y no le permitimos intentarlo, favorecemos las dudas sobre su propia capacidad, lo que genera pasividad y retraimiento. 8.– Escucharle sin juzgarle continuamente. Escuchar con el corazón, con sincero interés, sin estar aconsejando o comentando lo que dice continuamente. Evitar los interrogatorios. 9.– Descubrir la excelencia. Apoyarse en los puntos fuertes. Descubrir e informar de las cualidades especiales: «Haces unos dibujos geniales». Apoyarse en sus puntos fuertes (el deseo de agradarnos, su buena disposición para colaborar, etcétera) para conseguir que quiera mejorar en algún aspecto concreto. 10.– Premiar, más que castigar. A veces, es necesario castigar a los hijos por transgredir ciertas normas o reglas. Pero también, en justicia, deberíamos reconocer sus buenas actuaciones, que siempre son más numerosas. No se trata de premiar con algo material, lo que desvirtuaría los motivos del buen comportamiento, sino de agradecer y reconocer lo bien hecho. 11.– Exigencia proporcionada. Proporcionada a lo que sabe y puede hacer. De modo que, con esfuerzo, y a veces con ayuda, se pueda realizar bien. No conviene

66

pedirle tareas o responsabilidades complicadas sin explicarle bien qué ha de hacer y qué esperas de él.

Talante positivo y optimismo El optimismo supone confianza. No se es optimista porque todo sale siempre bien, sino porque, aunque salga mal, confío en personas que me ayudarán a superar las dificultades (de modo especial los padres). A los niños confiados en sí mismos y capaces, convendrá ponerles metas mayores y procurar que aprendan a encajar un «fracaso» con alegría y a descubrir lo positivo de una situación, en principio, negativa. Los niños que desconfían de su propia valía, o que fracasan con frecuencia, necesitan ocasiones de tener éxito, de conseguir –tras el esfuerzo– lo que se habían propuesto, con la ayuda de sus padres. Todos necesitamos vivir en un ambiente de alegría. Dentro de una familia, este ambiente proviene, en parte, de que los padres se apoyen continuamente en los puntos fuertes de sus hijos, exigiéndoles y estimulándoles según sus capacidades y posibilidades. Este ambiente ha de mostrar con claridad el cariño, que no ha de identificarse con sobreprotección ante los pequeños fracasos o dificultades que los hijos puedan tener. Los hijos aprenderán a confiar en sí mismos razonablemente y a confiar en sus padres.

Esfuerzo y trabajo A través del trabajo nos realizamos a nosotros mismos, ganamos el sustento propio y el de nuestra familia y contribuimos al bien común y al progreso de la humanidad. El trabajo es, por tanto, un derecho fundamental del hombre y un deber de primera importancia. Tu hijo se encuentra en la etapa ideal para educarlo en el trabajo y en el esfuerzo. El trabajo es el medio educativo por excelencia.

Sin él no es posible la formación de la personalidad, ni el arraigo de los demás valores humanos. Para que el trabajo sirva como medio de educación ha de dar prioridad a la persona, no al resultado objetivo. En consecuencia, importa más el esfuerzo de nuestro hijo, en vez del nivel objetivo alcanzado. También ha de ser libre y consciente por parte del niño. Por lo tanto, es preciso ofrecerle las razones de su trabajo, despertando en él la satisfacción por la obra bien hecha. Por último, hay que trabajar bien, lo que conlleva el esfuerzo y el ejercicio de la fortaleza. Solo lo bien hecho educa, al incidir directamente en la mejora personal de cada uno. Por eso, importa mucho exigir habitualmente un trabajo bien hecho. De alguna manera, es un error, muchas veces incluso involuntario, evitar el esfuerzo a los hijos, haciendo por ellos un trabajo que puede contribuir a su formación. Así, estaríamos limitando su progreso humano y empobreciendo sus naturales aspiraciones educativas.

67

Para que un hijo pueda realizar con calidad su trabajo, además de suficiente capacidad y dedicación, necesita también conocer el modo de realizarlo. El buen ejemplo de los padres ha de estar siempre presente en la vida familia, y el empeño por animarles, siempre que sea posible, a esforzarse en la vida diaria, para que arraiguen los hábitos de trabajo y fortaleza.

La fortaleza Un hijo es fuerte cuando realiza esfuerzos sin quejarse, como levantarse a su hora, estar estudiando el tiempo previsto, cumplir sus compromisos aunque no tenga ganas, soportar un pequeño malestar sin quejas... Sin embargo, la fuerza de voluntad es una de las grandes carencias de la juventud de hoy en día. Es necesario, más que nunca, ayudarles a generar esa energía interior, básica para afrontar las dificultades, retos y esfuerzos que la vida plantea continuamente. Para que los hijos desarrollen su propia personalidad y resistan las influencias negativas del ambiente y la tendencia natural a la pereza, necesitan de esta energía interior. Este es el modo de conseguir una vida que valga la pena. Por lo tanto, la fortaleza y la capacidad de esfuerzo resultan imprescindibles en la educación. Son como el cimiento de las demás virtudes: si no hay esfuerzo, no es posible adquirir una virtud. En un ambiente como el actual, donde se reciben tantos influjos (y algunos muy negativos), la fuerza de voluntad es esa fuerza interior que les ayudará a vivir con dignidad de personas. De este modo, los hijos adquieren madurez y responsabilidad. El desarrollo de la capacidad de trabajo y esfuerzo (y de las virtudes relacionadas, como la constancia, perseverancia, paciencia, etc.) vendrá de la mano de una exigencia adecuada por parte de los padres. Exigir a los hijos cuesta esfuerzo; parece que todo va a ser más rápido y menos conflictivo si los padres cargan con los esfuerzos, renuncias y sacrificios... Sin embargo, si privamos a los hijos de oportunidades para esforzarse, de las exigencias, no se desarrollarán como personas. Y llegarán a la adolescencia sin una base para resistir tranquilos a los problemas de esa etapa. Algunas veces, los padres (con un cariño mal entendido) pretenden evitar a sus hijos las dificultades que ellos tuvieron que superar en su juventud. Los protegen y sustituyen, llevándoles sin darse cuenta hacia una vida cómoda, sin exigencias, donde por poco o nada de esfuerzo consiguen todo lo que quieren... Pero, más que proteger a los hijos para que no sufran, se trata de acompañarles y ayudarles para que puedan superar el sufrimiento. Y esta es tarea de los padres. Tu hijo está en la edad en la que transcurre el período sensitivo de estas virtudes (entre los 7 y los 12 años), y es el momento para que se esfuerce. A esta edad, él puede adquirir los hábitos con mayor arraigo y naturalidad. En el día a día de la convivencia familiar, y mediante pequeños esfuerzos (adecuados a la edad y personalidad) podemos hacer de él una persona acostumbrada a enfrentarse y superar las dificultades que exijan empeño y esfuerzo.

68

Si ahora dejamos de lado este importante aspecto de su educación, cuando llegue a la adolescencia nos encontraremos con que no se deja que le exijan. Probablemente entienda lo que le decimos y le gustaría actuar así y hacernos caso... Pero no tiene la fuerza y el entrenamiento necesario para conseguir esas metas. Y se encontrará a un paso de caer en la comodidad, como forma de vida. Para que tu hijo adquiera el hábito y la capacidad de esforzarse como algo personal, es necesario que entienda por qué tiene que sacrificarse, renunciar a lo más cómodo, etc. Es el modo de conseguir que él quiera hacerlo por sí mismo y no únicamente cuando lo digáis vosotros, los padres. El ejemplo de los padres puede ser un motivo crucial: ha de observar la alegría en los sacrificios, para que no vea este valor como algo pesado y desagradable. Quejarse del trabajo, o de los esfuerzos que es preciso realizar, contribuye a crear un ambiente familiar contrario a la fortaleza. Pero también el reconocerle y valorar positivamente cuando se ha vencido en algo que le costaba esfuerzo le ayuda a adquirir este valor. Como por ejemplo, si le pagamos con una sonrisa el «aguantar la sed» durante una excursión o viaje; o dejar la ropa preparada por la noche... Pero hay que fomentar especialmente la motivación interna: la satisfacción de la obra bien hecha, la alegría del deber cumplido. Aunque también les ayuda el satisfacer a papá y mamá, vencerse a sí mismos, que los demás tengan una buena imagen de ellos, etc. Existen muchas oportunidades en la vida cotidiana de la familia para que los niños se ejerciten en el valor de la fortaleza: resistir un impulso, soportar un dolor o molestia, superar un disgusto, dominar la fatiga o el cansancio, acabar las tareas encomendadas en el colegio o cumplir el tiempo de estudio previsto antes de ponerse a jugar, cumplir los deberes familiares con constancia, etc. Hay que procurar, sobre todo, que los hijos sean capaces de emprender acciones que lleven consigo un esfuerzo prolongado. Es mejor que pongan la mesa todos los días a que un solo día estén toda la mañana ayudando en la cocina, por ejemplo. Esta es la razón por la que la práctica deportiva frecuente es un medio muy adecuado para promover la fortaleza. Haciendo deporte, tu hijo ha de superar la fatiga y el cansancio, llegar hasta el final con perseverancia, superar adversidades, etc.

Objetivos de Planes de Acción relacionados con la fortaleza — Enseñar a no quejarse. — Enseñar a hacer pequeños sacrificios para la buena marcha de la casa o de la clase. — Exigir que se acabe lo que se empieza. — Aguantar la sed en una excursión o el calor del verano, o el cansancio, sin irlo pregonando cada dos minutos. — Superar, si aún perviven, los miedos infantiles de quedarse solo o a oscuras, la vergüenza para hablar, o para reconocer la propia culpa, o el sentido del ridículo. — No patalear cuando las cosas no salen como quisiéramos, o al sufrir cualquier contratiempo (por ejemplo, si se pierde en un juego).

69

— Adoptar posturas correctas en clase y en casa, no tumbarse. — Procurar comer de todo y terminar toda la comida. — Hacer los deberes antes de ponerse a jugar. — Levantarse a una hora fija y cumplir un horario. — Hacer bien los trabajos y tareas. — Cumplir el encargo en el momento previsto para ello, aunque no tenga ganas. — Participar en un equipo deportivo. — Marcarse pequeñas metas y cumplirlas.

Virtudes relacionadas con la fortaleza Junto a la fortaleza, o capacidad para realizar esfuerzos sin quejarse, sin amilanarse ante los problemas, encontramos otras virtudes relacionadas: La valentía. Consiste en tener decisión y empuje, de modo que los «miedos» infundados no atenacen la personalidad. Los hijos han de ser capaces de «dar la cara» cuando sea necesario, sin acobardarse por las opiniones de los demás o por vergüenzas tontas. La audacia. No tener miedo a los riesgos ni al fracaso, que para una persona fuerte no es más que una experiencia de la que puede aprender. No se trata de empujar a los hijos a la temeridad, sino de ayudarles a no ser cobardes ni tener miedo al ridículo. Solo así serán capaces de comprometerse en empresas valiosas. La serenidad y la paciencia. De modo que no se desmoronen ante la contrariedad o los pequeños contratiempos e imprevistos. Sin perder la calma si las cosas salen mal. La paciencia tiene mucho que ver con la paz interior, con la serenidad, con la seguridad.

El hábito de estudio Ya hemos hablado de su importancia en el capítulo dedicado a los estudios de los hijos. Como recordarás, para que tu hijo pueda aprender, entre otros factores, es determinante que haya adquirido hábito de estudio. Queremos volver a insistir en este punto por la predisposición que el niño tiene, entre los 8 y los 11 años, a estudiar y a trabajar. Está atravesando los períodos sensitivos de aprender y de tendencia a la curiosidad intelectual. No podemos dejar pasar tal oportunidad. A esta edad le gusta destacar y está dispuesto, incluso, a luchar por ser el mejor. De hecho, cuando un niño de esta edad se desentiende de sus estudios suele existir un problema: de aprendizaje, de rechazo afectivo o de vida familiar, generalmente. Con un niño de esta edad, el problema nunca es «que no estudia», sino «por qué no estudia»: por falta de capacidad, por falta de esfuerzo y de sacrificio, por falta de motivación suficiente o por falta de técnicas adecuadas que hagan fructífero su trabajo, entre otras causas. Al procurar que el niño sea trabajador, laborioso, hemos de tener en cuenta la dificultad del trabajo que se le encomienda, ya que tan desmotivador es encargarle tareas demasiado difíciles, como demasiado fáciles.

70

Para educarle en la laboriosidad hace falta la motivación de los padres y los profesores. Hay que enseñarle a trabajar bien, concretándole pequeñas metas de mejora, hay que exigirle... Por eso necesita un horario claro de trabajo. Ha de saber lo que tiene que hacer (qué ejercicios ha de hacer, cuántas lecciones tiene que aprenderse), cuándo (antes de merendar, etc.) y cómo (enseñarle a estudiar y a trabajar). Necesita aprender desde muy joven a organizarse: sus libros, sus cosas y el tiempo de que dispone. En un horario ha de tener cabida el estudio, el tiempo para cultivar las aficiones, el tiempo familiar y el de cumplir sus obligaciones domésticas o encargos. El descanso no va contra la laboriosidad, sino que forma parte de ella. Se descansa para reponer fuerzas y para trabajar más y mejor. Un error muy extendido es preocuparse exclusivamente de las calificaciones, la nota media y la carrera que estudiará. Si queremos educar la laboriosidad, el centro de nuestro interés ha de incidir en «qué persona será» (capaz de esfuerzo, de aprender, de trabajar bien, de poner empeño en lo que haga, etc.). Cada vez es más importante capacitar a los hijos para estudiar bien: ayudarles a desarrollar las capacidades y habilidades implicadas en el estudio, de modo que puedan aprender automáticamente. La mera acumulación de conocimientos tiene cada vez menos sentido. Lo que de verdad importa son la capacidad de esfuerzo, el orden, la constancia, la capacidad de seleccionar y analizar la información, de identificar, plantearse y resolver problemas, de tomar decisiones, etc.

El orden El orden es una virtud que se encuentra en la base de todas las demás virtudes humanas, a las que sirve de apoyo. El período sensitivo del orden se vive con máxima intensidad entre el primero y tercer año de vida. A partir de ahora, interesa que tu hijo interiorice los buenos hábitos adquiridos en los años precedentes. El orden es una virtud que se encuentra en la base de todas las demás, y les sirve de apoyo.

El orden se manifiesta en múltiples facetas que podemos observar en la vida diaria: cómo organizan los hijos sus juguetes y pertenencias, cómo distribuyen su tiempo, etc. El orden facilita la convivencia familiar, a través de pequeñas normas de conducta que permiten una convivencia grata y «ordenada». No se trata de «cuadricular la vida», sino de establecer unos mínimos que faciliten conseguir algunos objetivos muy valiosos, como es la vida en familia. Sin embargo, existe también el peligro de centrarse únicamente en que los hijos adquieran destrezas, simples hábitos de orden que llegaran a ser incorporados a su personalidad; como si nunca se hiciesen adultos. Es cierto que los hábitos son la base de las virtudes pero hay que completarlos con la autoconsciencia y la libertad hasta conseguir que se actúe con orden porque se conoce qué significa ser ordenado y se quiera para sí. De este modo, el orden será algo connatural a la persona, nunca una manía sin razón de ser.

71

Al hablar de orden no me estoy refiriendo ni exclusiva ni fundamentalmente al orden material, de las cosas, sino al orden en la persona. Por eso, junto al orden consideramos un bloque de virtudes relacionadas como: dominio de sí, templanza, sobriedad, austeridad, equilibrio personal, serenidad, sentido de la economía y del ahorro, higiene y limpieza. Con el uso de razón, no se trata de que tus hijos imiten el concepto de orden que tenéis vosotros, sino que quieran y aprendan a vivir el orden. Habrá que exigirles que sus cosas estén ordenadas, pero de acuerdo con criterios propios de su edad. Para ello conviene, durante algún tiempo, supervisar sus actividades en las que no tienen experiencia y que supongan orden. También interesa pedir razones de su propio sistema de ordenar las cosas. Así irán captando el interés que tiene el encontrar el sitio apropiado para cada cosa, de modo que no se estropee y se encuentre con facilidad.

Un horario Un pequeño horario facilita el orden y el aprovechamiento del tiempo. Este horario básico debe limitarse a lo que hay que hacer regularmente, más o menos a la misma hora. Por ejemplo: la hora de merendar, de empezar a estudiar o hacer las tareas escolares, de bañarse, de cenar y de acostarse. Un horario facilita que se exijan las mismas cosas a la misma hora (con flexibilidad) y favorece la creación de hábitos (base de las virtudes). Puede ser interesante que elabores con tu hijo un horario y que lo pongáis en un lugar visible en casa, a su alcance. Periódicamente le puedes pedir que lo consulte para saber qué debe hacer en ese momento. Interesa no estar recordándole constantemente lo que ha de hacer, ya que en ese caso no irá adquiriendo hábitos de responsabilidad personal, sino de mero colaborador que hace lo que le piden. En cuanto al horario de trabajo o estudio, es importante establecerlo a principio de curso y exigirlo desde el primer día. Que dedique un tiempo diario a estudiar (a aprender), además de realizar sus tareas escolares. Si no hay exigencia, no comienzan a estudiar hasta que llegan los exámenes. La experiencia demuestra que los hijos que empiezan a estudiar todos los días desde el principio de curso, aunque no sea mucho tiempo (por ejemplo, quince o veinte minutos), mejoran notablemente sus resultados escolares. Es muy interesante ayudarle a planificar y prever el tiempo necesario para cada actividad que se propone realizar. De este modo, desarrollará la capacidad de relacionar el tiempo con sus actividades y, en consecuencia, será más ordenado. A la hora de ser ordenado, interesa dejar a los hijos un amplio margen a su iniciativa personal. No podemos pretender que tenga el mismo modo de organizarse o de estudiar que tuvimos nosotros. Debemos tender lo más posible a que actúe por su cuenta y, así, ha de aprender a organizar su tiempo y decidir sobre el mejor modo de dar cabida a todo: estudio, descanso, aficiones, vida familiar, encargos en casa... Los 9 años es un buen momento para enseñarle a utilizar una agenda escolar en la que anotar sus tareas, horarios de clases, encargos, cumpleaños, citas, etc. La experiencia

72

aconseja recordarles con frecuencia al principio que anoten en su agenda y que la consulten varias veces al día, por ejemplo, por las mañanas, al ponerse a estudiar y por las noches, al preparar su material para el día siguiente. Es muy importante ganar la batalla del orden antes de la adolescencia. Entonces habrá que poner la exigencia en otras cuestiones propias de la nueva etapa del desarrollo que se inicia. Y el orden, al estar en la base de las demás virtudes, será muy necesario.

Objetivos de Planes de Acción relacionados con el orden — Al terminar la jornada, dejar la habitación ordenada. — Apagar las luces cuando no son necesarias. — Dejar las prendas de abrigo bien colgadas. — Cuidar los libros, cuadernos y todo el material. — Dejar ordenada la indumentaria deportiva después de hacer deporte. — Cerrar con cuidado los cajones y las puertas de los armarios. — Dejar cada cosa en su sitio al terminar un trabajo. — Usar una agenda escolar. — Aprender a planificar los fines de semana. — Hacer y respetar un horario. — Hábitos básicos de higiene personal. — Puntualidad (al levantarse, al ponerse a estudiar, en las comidas, etc.). — Cerciorarse de que lo que se tira no vale. — Dejar la ropa bien doblada y en su sitio. — Dejar en su sitio la ropa que sea para lavar.

73

PARA PENSAR PARA ACTUAR…

Para recordar... — Tu hijo ahora tiene uso de razón suficiente para pasar del hábito a la virtud. Está en una edad óptima para consolidar algunas virtudes básicas como la responsabilidad, la generosidad, el orden…

74

Para pensar... — Las virtudes forjan el carácter. — Somos libres en la medida en que somos capaces de elegir el bien. — Aprender a pensar es condición indispensable de una buena educación.

75

Para ver... — Liberad a Willy (Warner Bros). — La leyenda del pianista en el océano (Música: Ennio Morricone). — Toy Story (Disney).

76

Para leer... — Fernando Corominas, Cómo educar la voluntad, Col. Hacer Familia, nº 50. Ed. Palabra. — Alfonso Aguiló, Educar el carácter, Col. Hacer Familia, nº 65. Ed. Palabra. — José Antonio Alcázar y Fernando Corominas, Virtudes humanas, Col. Hacer Familia, nº 70. Ed. Palabra.

77

Para hablar... Plantear entre el matrimonio posibles tertulias familiares que os brinden la ocasión de conocer mejor a vuestros hijos. A través de la conversación, las preguntas, los juegos, enseñaréis a vuestro hijo a razonar. Podéis ofrecerle argumentos y razones que contribuyan en su desarrollo mental, y a su vez, a la unión familiar, favoreciendo un clima de confianza y comprensión.

78

Para actuar... Educamos con el ejemplo. Somos sus modelos permanentes. El mejor ejemplo que podéis darles es que os vean esforzaros por mejorar. PLAN DE ACCIÓN «Tiempo Muerto» SITUACIÓN: La familia Rodríguez es una familia como las demás. Luis, el padre, es director financiero de una empresa que progresa. Trabaja mucho para que su familia viva mejor. Marta, la madre, trabaja también fuera de casa, aunque lo cierto es que también lo hace en casa. Podría decirse que su jornada es una jornada completa de verdad. Llevan casados trece años y tienen tres hijos, Luis es el mayor (11 años), Jorge tiene 8 y luego está la benjamina de la familia, Martita, que tiene 5 años. Luis y Marta son unos padres preocupados por la educación de sus hijos que procuran hablar mucho sobre ellos para ponerse de acuerdo. Ahora están preocupados por Jorge. Es un niño bueno, alegre, dinámico y extrovertido. El problema está en sus arranques de genio. Aunque es un niño muy noble y de buen corazón, habla a gritos y se enfada con mucha facilidad. Luis dice que se parece a su madre. Lo cierto es que Marta no lo niega, a veces llega a casa tan agotada que le resulta difícil controlar todo y, lo más difícil de controlar, para ella, es el tono de voz. Lo reconoce, es una gritona. Marta recuerda que en una ocasión Luis le habló de la «Teoría Z». La utilizaban en su empresa y había leído en algún sitio que podían aplicarla a la educación de los hijos dentro de la familia. Así que, sin dudarlo un momento, ideó un Plan de Acción para mejorar el carácter suyo y de su hijo Jorge. OBJETIVO: Templanza. Mejorar el carácter. MEDIOS: Controlar los arranques de genio y gritar menos. Hablar con Jorge de la necesidad de mejorar los dos en este punto. Mamá y Jorge harán un pacto para ayudarse el uno al otro. Acordarán una señal que les permita llamarse la atención cuando se desvíen del objetivo sin que nadie más se entere. Será su secreto. Revisarán el acuerdo todos los viernes, a solas, cuando Jorge se vaya a la cama.

79

MOTIVACIÓN: Mamá necesita que le ayudes a controlar su genio. No quiero gritar, pero cuando estoy enfadada se me olvida. Tú puedes recordármelo. Como tú quieres ser mejor cada día, yo haré lo mismo por ti y así mejoraremos juntos. A partir de ahora papá y tus hermanos van a encontrarnos más parecidos en el buen carácter. DESARROLLO: Marta habló con Jorge y a este le pareció una idea genial a la vez que divertida. Poder llamar la atención a mamá, sin que nadie más se enterase, se le antojaba de lo más emocionante. A Jorge se le ocurrió una señal bastante apropiada y a Marta le gustó por su significado. Jorge pensó que cuando uno de los dos gritara o sacara su mal genio a relucir, el otro haría la señal de lo que en baloncesto llaman «Tiempo Muerto», una especie de T con ambas manos (se nota la afición de Jorge por el baloncesto). Lo que no quedó fue del todo en secreto, ya que a Jorge le gustó tanto el plan que se lo contó a papá y le invitó a participar. Marta estuvo de acuerdo. Al principio tanto Jorge como mamá estaban de lo más mentalizados. Así que el primer viernes, al revisar el acuerdo, se dieron cuenta de que todo iba viento en popa. Solo en dos ocasiones mamá hubo de hacer la señal a Jorge y este reaccionó rápidamente rectificando su comportamiento. Lo más gracioso de todo fue que el miércoles Jorge tuvo que hacer la señal convenida, pero no a Marta, sino a papá. Luis había tenido un mal día y, al llegar a casa, levantó el tono de voz por una tontería. Mamá dijo que le venía muy bien formar parte del compromiso y, que al fin y al cabo, todos somos humanos. El resultado fue buenísimo. Lo más interesante fue comprobar la ilusión con que todos asumimos el compromiso de mejora y las ganas de ayudarnos El hecho de que el primer viernes hubiera más positivo que negativo en nuestro plan, también ayudó y fue un acicate para continuar. La anécdota graciosa la protagonizó Martita, la pequeña, que de vernos hacer la señal, se pasaba el día con las manos en forma de T, aun sin saber para qué servía. ¡Le encanta imitarnos!

80

PARTE TERCERA “C”

Tu alegría depende de tu forma de vivir. San Agustín

81

EL CULTIVO DE LA AFECTIVIDAD Y LA TRANSMISION DE LA FE

82

CAPÍTULO 7

El tiempo libre Aprovechar el tiempo libre. Las vacaciones El tiempo libre se usa para vivir, para crecer, para aprender, para descansar y recuperar fuerzas; en definitiva, un tiempo que debe enriquecer a la persona. Las posibilidades que se abren ante tus hijos se multiplican por mil durante las vacaciones: practicar deportes, adquirir nuevas aficiones o dedicar más tiempo a las que nos gustan, leer... Y, sobre todo, estar en familia y organizar planes todos juntos. El tiempo libre de tus hijos (como el vuestro) ha de cumplir una triple misión: ha de ser un tiempo de descanso, diversión y desarrollo. Y, si no, estaremos matando el tiempo en vez de aprovecharlo. Al hablar de «tiempo libre» nos referimos, sobre todo, al tiempo disponible, al tiempo no ocupado por las actividades escolares ni asignado a otras obligaciones. Durante el curso, el tiempo disponible no es muy amplio, aunque resulta muy fácil perderlo a pesar de ser tan corto. El tiempo libre ha de cumplir tres misiones: descanso, diversión y desarrollo.

El tiempo que queda durante los fines de semana y las vacaciones exige una atención particular por parte de la familia y del colegio. Hay que evitar el peligro de que se destruya en poco tiempo lo que se ha venido construyendo con mucho esfuerzo durante todo el año: hábitos de trabajo, de esfuerzo intelectual y progreso en valores. Es preciso que este tiempo disponible se dedique a realizar esa multitud de actividades enriquecedoras al alcance de la mano de cualquiera. Saber aprovechar el tiempo libre es algo con lo que los hijos no nacen: lo aprenden. El ejemplo que les proporcionéis será la mejor escuela, ya que los padres y los hermanos mayores son el referente más cercano y al que más atención prestan. Las aficiones son formas de actividad inteligentes y capaces de ofrecer nuevas habilidades y enriquecimientos intelectuales y artísticos. De ahí el interés por fomentarlas. Las aficiones o pasatiempos son la mejor vacuna contra el aburrimiento,

83

además de saber que, mientras las practican, están aprovechando el tiempo y aprendiendo. En los períodos de vacaciones, los padres podéis organizar para vuestros hijos clases de pintura, tenis, teatro, judo o cualquier otra afición. Además de ocupar con provecho el tiempo, las aficiones desarrollan la creatividad y facilitan que podamos descubrir las inclinaciones profesionales de los hijos. Tienen mucho que ver con la personalidad y la forma de ser, ya que no se pueden imponer: cada uno se aficiona a lo que realmente le gusta y por eso las elige libremente. Es muy interesante fomentar su práctica –coleccionismo, bricolaje, maquetismo, electrónica, etc.–, ayudando a los hijos a ser constantes. Lo más útil será procurar compartir con los hijos aficiones, sin pretender que les guste a toda costa. Ya hemos hablado del deporte. Es muy aconsejable ya que, con su práctica, se experimenta el esfuerzo físico, frente a la comodidad. También es ocasión de diálogo y de ayuda mutua, en situaciones que sirven para conocerse mejor y para disfrutar juntos en un ambiente distinto al del hogar. Sin dejar a un lado las enormes posibilidades educativas que nos ofrece. No es conveniente, como norma general, que los castigos hagan peligrar las aficiones deportivas. No compensa privarles de algo que les beneficia. Dejarle sin hacer deporte no es un buen castigo.

El hábito de la lectura permite emplear el tiempo libre de modo particularmente enriquecedor. La lectura: — perfecciona el lenguaje; — enriquece la forma de expresión; — mejora la comprensión de la realidad; — proporciona conocimientos; — presenta ideales y modelos; — potencia la creatividad; — desarrolla la capacidad crítica. Probablemente, junto con la televisión y la influencia de los amigos, el influjo de las lecturas es uno de los más importantes en la conformación de la personalidad. De ahí la doble conveniencia de reforzar la afición a la lectura y, al mismo tiempo, neutralizar sus posibles efectos negativos. También en este campo, el ejemplo de los padres es decisivo. Es ya pensamiento común que, cuando los padres leen, los hijos leen. Junto al ejemplo de los padres es menester que se dé otra condición: que los chicos tengan a su alcance material de lectura adecuado a su capacidad y aconsejable moralmente. Las lecturas, junto con la televisión y los amigos, influyen en la formación de la personalidad.

Compensa dedicar tiempo a «contagiar» a los hijos el amor por la lectura y ayudarles a formar su biblioteca, regalándoles libros con ocasión de las fiestas familiares, de viajes

84

del padre o de la madre, de su santo o cumpleaños, etc., al tiempo que les ayudamos a formar su criterio, para saber lo que conviene leer y lo que no. Es muy conveniente seleccionar bien las revistas y periódicos que entran en el hogar, porque de ordinario serán leídas por los miembros de la familia: por eso conviene evitar aquellos títulos que no nos gustaría ver en manos de nuestros hijos. También es muy bueno oír música –actual y clásica– con los hijos, presentará múltiples ocasiones para fomentar el gusto por las buenas composiciones actuales y clásicas y para educar la sensibilidad y la capacidad de disfrutar la belleza. En este sentido, cuando cuenten con las aptitudes básicas indispensables, es interesante procurar que aprendan a tocar algún instrumento musical. La música educa la sensibilidad y la capacidad de disfrutar la belleza.

Como en todos los aspectos de la educación, es decisivo el ejemplo de los padres, que habéis de procurar moderar oportunamente los planes de descanso y diversión y aprovechar bien el tiempo de ocio. Sois blanco de las miradas de vuestros hijos y, muchas veces, tendréis que renunciar a unos planes más «vuestros» para enseñar a los hijos las mil maneras que hay de aprovechar el tiempo. Educación exige ejemplaridad y ser ejemplar requiere esfuerzo.

La primera regla en la educación consiste en estar con los hijos, hablar con ellos y, sobre todo, escucharles. Y para esto, los padres hemos de defender nuestro tiempo libre, tan necesario para que haya una auténtica vida familiar. Hay que resolver la aparente tensión entre un trabajo profesional absorbente y la atención a la familia, sin inventarnos falsas incompatibilidades. Con imaginación podemos encontrar situaciones profesionales en las que podéis pedir la colaboración de algún hijo, haciéndole participar de ese modo en vuestros asuntos. Y la profesión del hijo –que es el estudio– será ocasión de trato mutuo si comentamos con él la marcha del curso, sus éxitos, sus dificultades o las relaciones con los profesores; en definitiva, si nos interesamos por su mundo. El trato frecuente y confiado con los hijos ofrece numerosas ocasiones de conocerlos mejor, aconsejarles y enseñarles modos prácticos de descansar y divertirse. Los planes familiares permiten a los hijos aprender desde pequeños a pasarlo bien; y ayudan a los padres a descubrir hasta qué punto divierte, descansa y enriquece programar y disfrutar el tiempo de ocio con ellos. Es un campo muy amplio en el que caben tertulias familiares con juegos, concursos, canciones, anécdotas, el deporte, los paseos, las excursiones y las visitas culturales (a un museo, a un pueblo o a una exposición), las fiestas de santos o cumpleaños preparados por todos los de la familia en honor de quien celebra... Las actividades de ocio en la familia fomentan la unión, la comunicación y la participación en la familia.

85

Si procuráis disfrutar juntos el tiempo libre desde que los hijos son pequeños, colaboraréis en crear un ambiente en el que se transmite ilusión, afán de superación, fortaleza y buenas aficiones. No obstante, conviene procurar que la organización familiar de las actividades de tiempo libre no ahogue la iniciativa de los chicos, sino que la fomente. El punto de equilibrio puede lograrse procurando que ellos participen activamente en la preparación de los planes familiares. De todos modos, el tiempo que paséis con los hijos no ha de perjudicar a sus ratos de juego. Vosotros podéis sugerirles en cada momento una gama amplia de posibles entretenimientos que les enriquezcan: juegos funcionales (movimientos), constructivos (realizar algo), imaginativos (desarrollo de la fantasía) y juegos con reglas. Los juegos menos recomendables son los juegos de azar.

En vacaciones Si nos lo proponemos, el tiempo de las vacaciones puede ser muy aprovechado. La forma de descansar no consiste en no hacer nada, sino en realizar actividades distintas de las habituales. Descansar consiste en realizar actividades distintas de las habituales.

— Elegir el lugar apropiado. No es obligatorio ir a la playa o donde haya más gente. — Evitar los dos extremos: llenar las vacaciones de cosas que hay que hacer o no hacer nada. — Las vacaciones son momentos privilegiados para convivir con la familia, visitar a los parientes, dedicar tiempo a los amigos, leer buenos libros, disfrutar de la naturaleza... — Practicar deporte con más intensidad. Aprender algún deporte nuevo (montañismo, natación, tenis, voleibol, etc.). — Conocer más y mejor la naturaleza y la vida cultural que nos rodea. — Organizar excursiones, salidas al campo, paseos en bicicleta. — Ayudar en las reparaciones caseras. — Organizar fiestas familiares e invitar a los amigos. — Jugar más en casa y al aire libre. — Cantar en familia, con los amigos, solos... Aprender canciones nuevas. — Visitar museos o exposiciones que puedan resultar atractivas. (No meter la cultura con «calzador»). — Practicar o adquirir alguna afición. — Visitar a familiares, amigos, enfermos. — Trabajar, según la edad, ayudando a alguien o para ganar un dinero que suponga ayudar a la familia, ahorrando gastos de ropa, libros, viajes... — Juegos en familia. Hay muchos y muy interesantes para todas las edades. — Proponerse alguna actividad de más duración, como aprender un idioma, ir a un campamento o convivencia con los amigos.

86

— Un tiempo dedicado al repaso del curso o a las actividades de verano que señalan en el colegio. — Establecer, desde el principio, un horario claro que asegure la convivencia familiar: hora de levantarse y acostarse, de las comidas, el tiempo para leer, momentos de ayudar en casa y cumplir los encargos, etcétera. — Desayunar, comer y cenar con los hijos y no poner la televisión durante la cena. Se puede aprovechar para charlar y para educar en los buenos modales en la mesa. — Estar pendientes de que no abusen de la televisión. Una hora diaria ya es mucho. El exceso de TV impide la conversación, fomenta la pasividad, impide el desarrollo de la creatividad, facilita la asimilación de contravalores que nada tienen que ver con la formación que procuramos a nuestros hijos y un largo etcétera de efectos contraproducentes. — Mejor que la TV es ver un vídeo previamente seleccionado. — Organizar un rato de tertulia en la sobremesa, en la que pueda intervenir toda la familia. — Distribuir encargos de colaboración familiar entre los hijos. Tener un encargo concreto del que responsabilizarse desarrolla el hábito de estar pendiente de los demás y de preocuparse por mantener un clima familiar acogedor. — Dedicar un tiempo a cultivar una afición –coleccionismo, bricolaje, maquetismo, electrónica, etc.–, ayudando a los hijos a ser constantes. Lo más interesante es compartir con los hijos las propias aficiones, sin imponerlas. — Cuando están padres e hijos viendo la televisión, suele ser mejor apagarla y jugar juntos a un juego de mesa.

87

CAPÍTULO 8

El cultivo de la afectividad Fines superiores: Bienes mayores La conducta humana viene, en principio al menos, orientada por los afectos (llamamos aquí afectos tanto a las emociones como a los sentimientos). Los afectos son una especie de juicio que se establece entre la realidad externa y la intimidad del sujeto. Toda conducta humana comienza con un afecto y termina con otro. En general, la atracción que sobre el sujeto ejerce un bien no poseído se llama deseo, y la posesión del bien deseado produce otro afecto –el gozo–. La afectividad es un motor interior que mueve al hombre a la posesión de su bien personal. Pero los afectos requieren previamente el conocimiento del bien. Si la única referencia del conocimiento humano es la corporalidad, el campo afectivo se reduce a eso: la satisfacción de los deseos y los impulsos, estos regirán la conducta humana. La corporalidad es solo algo dentro de un TODO. El hombre tiene que decidir en cada momento su propia conducta y para tomar decisiones se necesitan fines. La actividad humana se rige por fines.

Dentro de estos fines están la satisfacción de los propios impulsos, deseos y necesidades, que (si no se conocen bienes y fines más elevados, más allá de la propia corporalidad) harán que la inteligencia y la voluntad queden al «servicio» de las tendencias inferiores. La voluntad puede hacerse esclava de la sensualidad. Esta servidumbre solo se puede romper trascendiendo los niveles del conocimiento sensible y accediendo al conocimiento intelectual, único capaz de conocer el ser: la belleza, la verdad y el bien. La educación de la afectividad es un aspecto de decisiva importancia en la educación del carácter. Y para educar correctamente la afectividad es cuestión clave que los padres se quieran mucho entre sí y que quieran mucho a los hijos. Es fundamental darles modelos claros de lo que es el cariño.

88

El niño de esta edad adopta una actitud de realismo ante el mundo que se manifiesta en la frialdad en el trato social (excepto con los compañeros de su edad). La vida afectiva se va haciendo más discreta. Los fenómenos afectivos se ven eclipsados por el desarrollo del pensamiento y de la sociabilidad que se produce en esta edad. La falta de madurez afectiva les lleva a tener afán por llamar la atención, ser tenidos en cuenta y sentirse queridos, así como a sentir envidia, a una cierta tendencia a la crueldad y a excluir del trato a unos, acaparando a otros. Los sentimientos no son muy duraderos y oscilan entre la alegría y la tristeza, aunque la alegría es más permanente, por lo que no es de extrañar que en nuestro chico predomine, en este período, una actitud optimista y una gran dosis de buen humor. En estos años tiene lugar un aumento de la autoestima o sentimiento positivo de sí mismo, por su aspecto físico, por su forma de comportarse, por los trabajos que es capaz de realizar, gracias al reconocimiento que hacen los adultos y –sobre todo– los niños de su misma edad. Necesita contar con la aceptación y aprobación de sus iguales, y se acomoda a los modos de vestir, hablar y comportarse de su pandilla.

La sexualidad Estamos educando a nuestro hijo para el amor, y para que entienda lo que debe ser el amor, nada tan eficaz como que lo vea encarnado en sus padres. Que aprenda lo que es la fidelidad, perseverar en el amor, el sentido de comprometerse para toda la vida, el amor como entrega y sacrificio, viéndolo hecho realidad en casa cada día. La educación sexual es competencia de los padres en primer lugar, es algo que debe darse en casa. Es una tarea de la que no debes desentenderte. Ninguno de los dos. Es cosa de los padres levantar cauta y delicadamente el velo de la verdad dándoles una respuesta prudente y clara a estas cuestiones. No es necesario ser un experto para abordar el tema, lo verdaderamente importante es que eres su padre. Su natural curiosidad, sus preguntas, deben servirnos para, de una forma natural y adaptada a su capacidad de comprender, darles la información oportuna. El interés de un niño de esta edad por los temas sexuales tiene un carácter marcadamente intelectual. Es el momento más adecuado para iniciar una verdadera educación sexual, no únicamente información, que permita al niño afrontar del modo menos perturbador los problemas de la adolescencia. Es importante que lo hagamos de un modo gradual, con franqueza, acomodándonos a su mentalidad y a su capacidad de comprender, anticipándonos a su natural curiosidad. Es posible que la ocasión se presente de forma natural y espontánea, con una simple pregunta. Si no es así, crea tú la oportunidad. Es bueno adelantarse para no correr el riesgo de que su fuente de información sea un amiguito o una película inadecuada que desvirtúen el verdadero sentido de la sexualidad. Sé que estarás pensando que es comprometido este tipo de conversación, pero no debes por este motivo aplazarla o justificarte diciendo que tu hijo es todavía «muy infantil». No tengas miedo y aborda el tema con franqueza. Piensa que la curiosidad es

89

limitada a su edad. Deja la puerta abierta para que acuda nuevamente a ti cuando surjan las dudas. Es importante que emplees palabras que él sea capaz de comprender y sobre todo que te ciñas a la verdad. Se puede decir la verdad con delicadeza. El niño a cada edad siente curiosidad y se plantea preguntas precisamente sobre los temas que es necesario aclararle, no más. El hecho de que se plantee una cuestión es señal de que está en edad de contestarle. Cuando lea u oiga hablar de estas cuestiones, le alegrará comprobar que no le han ocultado nada y ya lo sabía todo. Esto contribuye a evitar curiosidades y a resolver todo en casa. Puede que sientas la necesidad de leer algún libro para informarte mejor, a veces es conveniente. Pero que te lo recomiende una persona de tu total confianza, ya que sobre este tema los podrás encontrar buenos, regulares y auténtica basura. Si hablamos de informarles con verdad, no es malo utilizar términos exactos, es incluso aconsejable, siempre y cuando no nos limitemos a dar una información excesivamente técnica, como si fuéramos un manual de instrucciones. No podemos reducir la formación afectivo-sexual del niño a una instrucción sobre el comportamiento fisiológico de los órganos sexuales. Hay que hacerlo, pero reducirse a eso sería olvidarse de la trascendencia de su maduración afectiva, por la que llegará a ser dueño de sí y aprenderá a comportarse correctamente en sus relaciones con los demás. Lo que requiere arte y tiempo es formar correctamente, no simplemente informar. Sería una auténtica estafa vender la sexualidad desprovista de AMOR. Es posible que a estas alturas ya hayas tenido que responder a cuestiones, como las diferencias de sexo, de dónde vienen los niños, por dónde salen y tu hijo ahora te plantee cómo se engendran materialmente. Cuál es la labor del padre en la procreación: ¿De dónde saca papá la semilla? ¿Cuántas hacen falta para tener un hijo... o si basta con una para toda la vida...? Muchos piensan –por las películas– que tiene algo que ver con los besuqueos. El hecho de que pregunte ya es una buena señal. Si no es así tendrás que comenzar tú, porque, aunque no pregunte, sigue siendo necesario llegar a tiempo; márcate una fecha tope: por ejemplo, como muy tarde, el día de su cumpleaños.

Diálogo familiar —Papá, tengo que preguntarte algo. Sin dejar de leer el periódico, Andrés con un monosílabo da pie a su hijo para que empiece. —¡A lo mejor te enfadas conmigo! Es que... creo que no te va a gustar. En esta ocasión, Andrés pliega el periódico y se dispone a escuchar con atención lo que su hijo tiene que decirle. —Verás, papá, hoy en el colegio ha pasado algo. Jaime ha contado un chiste. —¿Y qué tiene de malo? —Pues... Todos se han reído de mí.

90

—¿Por qué se han reído de ti? —Es que… ¡no entiendo nada! Jaime ha dicho una palabrota, ¿no?, y yo le he dicho que era un taco. Y entonces él me ha dicho que yo era un pequeñajo. —¿Y qué taco era ese? —Uno muy gordo. ¡No te enfades, ¿eh?! Jod… y lo que sigue. Tú siempre me has dicho que no tengo que repetir las palabras que están mal. —Hijo, has hecho muy bien en no reírte de algo que no entiendes. Tienes mucha personalidad. Si hubieras comprendido lo que quería decir tampoco te habrías reído. Verás, esa palabra es una forma vulgar de definir el acto por el que un hombre y una mujer conciben un niño. —¿Quieres decir que tiene algo que ver con lo que me contaste de cómo mamá y tú me tuvisteis? —Tiene mucho que ver si lo relacionas con el amor que hay entre tu madre y yo, aunque yo nunca lo llamaría así. Si no, hablar así es una ofensa no solo para el que habla, sino para el que escucha. ¿Te acuerdas de lo que hablamos la última vez? Te conté que, cuando un hombre y una mujer se quieren, llega un momento en que quieren unir sus vidas para siempre. Se casan y forman su propia familia. La familia comienza con papá y mamá solos. Luego vienen los hijos. Tú me preguntaste que de dónde veníais, y recordarás que estuvimos viendo unas fotos de cuando tu madre te llevaba en su vientre. —Sí, papá, también sé que después de nueve meses nací yo. Que el lugar donde mamá me llevaba es el útero y que para salir mamá tuvo que pasar por el parto. Le pregunté un día y me dijo que era doloroso pero que estaba encantada de haber pasado por eso porque, si no, yo nunca habría nacido. ¿Por eso dices a veces que mamá debe de estar loca? —No, hijo, esa es otra historia. Para estar loco hay que perder la razón y, si alguien tiene juicio en esta casa, esa es tu madre. Tú debes saber que para que todo eso fuera posible Dios hizo el milagro de que papá pudiera engendrar una semilla en el útero de mamá, se llama semen, que junto con un óvulo de mamá originan lo que más tarde se convierte en un embrión, que va tomando forma, luego se transforma en feto y poco a poco se va formando más y mejor, y, cuando ya está listo para vivir fuera del vientre materno, se produce el parto. Es el nacimiento. —Sí, papá, pero ¿cómo metes la semilla en el útero? Supongo que no será nada fácil. —Para eso precisamente Dios nos hizo diferentes a los hombres y a las mujeres. Los órganos sexuales son distintos en un hombre y en una mujer y, gracias a eso, podemos conseguir que el semen llegue al útero. —Sí, pero ¿cómo? —El órgano sexual masculino se llama pene, y se introduce por la vagina, que es el órgano sexual femenino. —¿Y duele mucho? —No, hijo, no duele, todo lo contrario. Lo que sí es importante es que haya mucho amor entre el marido y la mujer.

91

—Lo que quieres decir es que llegué allí porque tú depositaste una semilla que se juntó con un óvulo de mamá y juntos hicieron el milagro. —Sí, hijo, te estoy diciendo que, cuando un hombre y una mujer se quieren y se casan para formar una familia, Dios les bendice con los hijos. Por eso los padres os queremos tanto, sois carne de nuestra carne. Todos los hijos tienen derecho a nacer en un hogar donde les quieran y se preocupen por ellos. —¿Sabes, papá?, tengo mucha suerte de poder hablar contigo, creo que no todos mis amigos tienen la misma suerte. —Me alegro de que hayas venido a mí en lugar de quedarte callado o con una idea equivocada. Estoy orgulloso de ti. —Gracias, papá, seguro que muchos de mis amigos ni siquiera saben de qué se han reído y eso sí que es una tontería. —Tienes razón. Cuando quieras hablar otra vez no tienes más que decírmelo. ¿Te apetece una partidita de ajedrez…? *** No tengas miedo de hablar con tu hijo, seguro que lo harás bien. Si ya disfrutáis de una buena comunicación te resultará más fácil, pero si no es así esta puede ser una estupenda manera de ganarte su amistad, porque hablándole de cosas serias, que le interesan, aumentará vuestra confianza.

Los celos. Fomentar la autoestima Los problemas más frecuentes en el campo afectivo en niños de estas edades son la dependencia –fruto de la sobreprotección– y los celos. Un niño de 8 o 9 años depende todavía de sus padres en muchos aspectos de su vida. No obstante, cuando los padres, por impaciencia o desmesurado afán de perfeccionamiento, quieren evitar molestias a su hijo, haciendo por el niño lo que él es perfectamente capaz de hacer por su cuenta, se acostumbrará a no hacerlo y dejará de desarrollar hábitos de orden y responsabilidad. Esta actitud genera en el chico una dependencia enfermiza de los padres. El niño dependiente solicita continuamente la atención del adulto, ya sea profesor o padres, en detrimento de relación con los chicos de su edad. Esto ocurre preferentemente en el caso de hijos únicos o de padres excesivamente «preocupones». En ocasiones, estos deseos de atención del niño no provienen de las situaciones descritas, sino de una especial sensibilidad que surge en el temperamento del chico y se deben atender. Los celos se dan con mayor frecuencia e intensidad en el caso de que el intervalo entre un hijo y el que le sigue sea de tres o cuatro años, durante los cuales el niño ha mantenido un rango de «rey de la casa». Los primogénitos lo padecen más frecuentemente. El nacimiento de un hermano supone compartir la atención de padres y familiares, a lo que el chico generalmente no está dispuesto. Por eso se dan a veces en chicos pequeños retrocesos en su conducta a imitación del pequeño, que es el que suele acaparar la atención. En estas edades, los celos suelen manifestarse a través de la

92

agresividad –«pinchar» a su hermano, no querer dejarle las cosas, etc.– y suelen ir acompañados de problemas de relación con los compañeros de clase y pesimismo. El tratamiento de las celotipias en edades tempranas no reviste especial dificultad siempre que se acentúe la atención al mayor. Las alusiones a que es el mayor y, por consiguiente, más responsable, tienen gran atractivo para él, pero ahora ya dan pobres resultados. ¿Qué podemos hacer entonces? Los celos no son algo que debas esperar a que se resuelva por sí solo. Tiene más importancia de lo que muchas veces somos capaces de apreciar, y su trascendencia llega a suponer que nuestro hijo sea o no una persona segura de sí misma, con capacidad de decidir. Un niño con celos es un niño con falta de autoestima y es importantísimo tener autoestima, para afrontar la vida con ganas y sin miedos. Antes dijimos que para educar correctamente la afectividad era factor clave que los padres se quieran mucho entre sí y que quieran mucho a sus hijos, pero querer a los hijos es algo que todos los padres hacen. Todos quieren lo mejor para sus hijos. La pregunta que debéis haceros es: ¿Sabe mi hijo lo mucho que le quiero? Tu hijo debe sentirse querido por lo que es él realmente, por el mero hecho de existir, con independencia de sus capacidades, de lo que sea capaz de hacer o no. La autoestima consiste en el valor que una persona se da a sí misma, pero esta valoración que hacemos de nosotros mismos depende, en gran medida, del concepto que la gente más significativa que nos rodea tenga de nosotros (padres, familiares, amigos, maestros). Si quieres que tu hijo tenga autoestima, sea una persona segura de sí misma, sonriente, acogedora, optimista, capaz de ilusiones y proyectos, lo primero que debes hacer es conseguir que se sienta importante y necesario en casa, en el colegio... Para conseguirlo debe sentirse querido por lo que es él. Es importante que el cariño se transmita en el trato cotidiano. Hablándole con delicadeza y prestándole atención. Debemos estar disponibles y dar importancia a todo lo que le pasa, escuchándole con el corazón, con verdadero interés, sin juzgarle continuamente o haciendo de nuestra conversación un interrogatorio. Deja que tu hijo te cuente sus cosas, son las que a él le preocupan y debe sentir que nos importa. Es interesante también, para fomentar la autoestima, que nos detengamos a hacer una lista de aquellas cosas positivas que posee. Si descubrimos sus cualidades especiales y nos apoyamos en sus puntos fuertes, nuestro hijo aprenderá más rápido, tendrá más confianza en sí mismo y será más feliz. Debemos prestar atención a lo positivo y elogiarlo. Es mucho más efectivo.

Además, para corregir un defecto es mucho mejor potenciar la virtud contraria que recriminar el vicio. Si crees que tu hijo es egoísta, no trates de corregirlo frontalmente,

93

fomenta mejor la generosidad en otro campo, no va a ser egoísta en todo. Hazle descubrir lo bien que se siente siendo generoso en el colegio o en su equipo deportivo. Los defectos se corrigen por la retaguardia. Y muchas veces basta con tirar de un punto fuerte para corregir una debilidad. Si vuestra acción educativa se limitara a reprenderle por lo que hace mal, vuestro hijo sabría lo que no se debe hacer para no enfadar a papá o mamá, pero no mejoraría como persona. No se trata de elogiar por elogiar, sin moderación y sin motivo. Los elogios más eficaces son los que se refieren a actuaciones concretas que ayudan a vuestro hijo a desarrollar una mayor conciencia de lo que está bien y de lo que está mal. Debemos valorar el esfuerzo que él haga por mejorar y fijarnos en los pequeños logros más que en el resultado. Esta actitud es especialmente eficaz con niños excesivamente perfeccionistas o con muy baja autoestima. Suelen ser niños con una imagen negativa de sí mismos y muy autocríticos. Si a estos niños les enseñamos a pedir y sugerir en lugar de quejarse y criticar, aliviarán mucho la tensión interior. Hay que animarle para que tenga iniciativa y haga las cosas por sí mismo. No hagáis las cosas por ellos. Descubrir algo nuevo y saberse capaz de hacerlo es una de las mayores satisfacciones de la infancia. Si tu hijo puede buscar una respuesta, no se la des. Si con nuestra actitud le hacemos ver que no le consideramos capaz y no le dejamos intentarlo, lo que hacemos es favorecer las dudas sobre su propia capacidad, y esto genera pasividad y retraimiento. Si conseguís que vuestro hijo se sepa y se sienta querido, estimado, valioso, le estaréis animando para que construya una imagen real y positiva de sí mismo que le haga afrontar su propio desarrollo con alegría y confianza. Cada hijo debe ser tratado y educado según sus propias necesidades y nadie mejor que los padres para descubrir cuáles son esas necesidades y cómo cubrirlas. No es conveniente premiar y castigar con cosas materiales.

Pedro y Luis SITUACIÓN: Pedro y Luis son los mayores de cinco hermanos. Pedro tiene 9 años y falta un mes para que Luis cumpla 8. Son casi iguales. Tienen tan poca diferencia de edad que existe entre ellos algo más que una sana rivalidad. Se pasan el día vigilándose el uno al otro e intentando llamar la atención de sus padres. Lo cierto es que a ellos no les pasa inadvertido y quieren poner solución antes de que sea demasiado tarde. A Pedro nunca le han gustado las matemáticas, piensa que no sirven para nada, aunque tiene, eso sí, una gran capacidad para contar sus ahorros una y otra vez. Tiene ilusión de comprarse algún día una guitarra y sabe que de su bolsillo tendrá que salir, si no todo, sí una gran parte de su valor. Luis siempre está pendiente de lo que hace su hermano e intenta tomarle la delantera en cuanto tiene oportunidad. Se enfada con mucha facilidad y sus arranques de genio no

94

permiten que aflore en él su gran corazón. Lo cierto es que, cuando su hermano no está, parece otro niño, tiene ganas de agradar y ayuda en todo lo que le piden. OBJETIVO: Fomentar la autoestima de Pedro y de Luis. MEDIOS: Encomendarles una tarea específica a cada uno. Será su parcela de responsabilidad personal. A Pedro le nombraremos: «Director Financiero» de la familia. Por él pasarán las cuentas familiares (tiques de compra, recibos, gastos generales...), y será el encargado de hacer una lista de todas aquellas cosas que sea necesario comprar durante la semana. El sábado por la mañana irá con papá a hacer la compra. Luis, a partir de ahora, será: «Controlador de encargos y Relaciones Públicas de la familia». Su cometido consiste en vigilar que todos cumplen con sus encargos como tienen programado. Animar a los más pequeños con cariño y buen humor. Papá aprovechará la mañana del sábado para acercarse más a Pedro. Y mamá hará lo mismo con Luis. Por la noche, antes de acostarse, procurarán hablar a solas con cada uno, intentando resaltar lo positivo de su comportamiento durante el día. MOTIVACIÓN: Pedro, has demostrado ser un buen financiero con tus ahorros. Te necesitamos para llevar la contabilidad doméstica. Mamá está muy ajetreada y no le queda tiempo para mirar los papeles, así que hemos pensado en ti para resolvernos el problema siempre y cuando estés de acuerdo. ¿Quieres ayudarnos? Luis, como eres el más detallista de todos y te gusta hacer las cosas bien hechas, creemos que nadie como tú para controlar que la casa funciona y todos cumplimos con nuestro encargo; además sabemos que, con tu alegría y buen humor, conseguirás motivar a los pequeños mejor que nadie, ellos te admiran y se fijan mucho en ti. Estar atentos para elogiar tanto su esfuerzo e interés como sus logros. DESARROLLO: Resultó fácil que asumieran sus nuevos cometidos, quizá es que los necesitaban realmente. Pedro lleva tres semanas persiguiendo a mamá para que le dé los justificantes de compra. Lo de los números está claro que es lo suyo. Se siente importante y todos sus hermanos, incluido Luis, acuden a él cuando necesitan comprar alguna cosa. Él lo anota en su lista y el sábado va con papá a hacer la compra. Están más unidos que nunca, vienen a casa alegres y sonrientes. Es cuando Luis entra en acción, la compra hay que recogerla y todo tiene que estar en su sitio. Mamá le dijo, la primera noche, que estaba muy contenta con él, que era algo así como su secretario personal y que, desde que él supervisa los encargos, todo en casa funciona mejor.

95

La relación entre hermanos ha mejorado notablemente, ya no se fijan tanto el uno en el otro e incluso se ayudan al hacer los deberes. Pedro ha sacado mejores notas en matemáticas y Luis está también más centrado. Tienen muy claro cuál es su cometido en casa y saben que son los mejores cada uno en lo suyo. En el fondo han descubierto que los dos son importantes y necesarios.

96

CAPÍTULO 9

La dimensión trascendente Transmitir la fe La herencia más importante que unos padres pueden dejar a sus hijos es su propia fe. Es un gran error dejar de hacerlo. Los hijos necesitan alimentar su espíritu y no están todavía en condiciones de escoger con garantías. Los hijos necesitan puntos de referencia de los que valerse para formar su conciencia. Precisan de alguien que les enseñe el modelo. Si sus padres no cumplen su misión en este campo, les suplirán los amigos, un profesor o un libro, y puede presentarse el peligro de la desviación en un tema tan vital como la fe, que da sentido a la vida. Es terrible escuchar a padres que son de la opinión de no actuar en este sentido, dejando que el niño «decida» cuando sea mayor. A ellos les podríamos preguntar: ¿por qué no dejar, entonces, al «criterio» del niño también la elección del idioma, o el deporte, o el ir o no a un colegio, o el comer, o el vestir…? Los Períodos sensitivos predisponen a las personas, a lo largo de su desarrollo y hasta alcanzar la edad adulta, a unas determinadas acciones, que, de forma positiva, colaboran en su formación. Es el momento idóneo para asentar la doctrina fundamental, el Catecismo, que no deben quedarse en una mera memorización, sino que deben calar en la inteligencia y en el corazón del niño, según su capacidad. La formación moral ha de tener un sentido positivo, reafirmando la importancia que tiene hacer el bien. Al exponer la ley moral y los Mandamientos se debe subrayar la fuerza y la belleza de la vida cristiana que reside en el Amor y en la Misericordia divinas. Es fácil e interesante, a esta edad, suscitar la admiración y el amor por Cristo, que es Suma Bondad y que muere en la Cruz para salvar a los hombres. Él es la figura más atractiva de cuantas se le pueden presentar, junto con la de Santa María, la Madre buena. La Comunión es el encuentro con Cristo, el mejor amigo, que nunca abandona ni traiciona, que siempre perdona porque nos quiere.

97

Un hecho importante: La Primera Comunión de Carlos —Enrique, he hecho una lista de cosas que debemos preparar para el gran acontecimiento –dijo Teresa, mientras terminaba de poner la mesa–. El otro día, después de la reunión del colegio, me quedé un momento hablando con los padres de Álvaro. Ya tienen previsto hasta el restaurante donde piensan celebrarlo. —¿No crees que te estás acelerando demasiado? En esa reunión nos dijeron muchas más cosas, como los objetivos del curso y los programas que el colegio ha organizado este año. Todavía falta mucho. El curso no ha hecho más que empezar. —Si no te importa, prefiero adelantarme para luego no tener ninguna sorpresa. Mañana mismo he quedado con don Guillermo para informarme bien de todo. Don Guillermo es el tutor de Carlos, el segundo hijo de la familia Ruiz, que este año va a recibir su Primera Comunión. Teresa tiene muy claro que este es un acontecimiento importante en la vida de su hijo y no quiere dejar nada al azar o a la improvisación. En su lista no falta detalle: desde el traje que llevará Carlos, el local donde harán la comida, pasando por la lista de invitados, los regalos, el fotógrafo... No quiere salirse del presupuesto así que será mejor que vaya por delante para no tener sustos. Don Guillermo la estaba esperando. Era un hombre encantador, siempre dispuesto a ayudar. La conversación, como todas las de don Guillermo, fue agradable, distendida y, lo más importante, clarificadora. Teresa parecía desconcertada y un poquito avergonzada. No se atrevió a sacar su lista, incluso la ocultó en lugar seguro por miedo a que alguien la pudiera leer. Se alegró, eso sí, de haber mantenido esta entrevista a tiempo. Al llegar a casa, elaboró una nueva lista más cercana al objetivo principal: 1° Formar bien a mi hijo. 2° Prepararlo para que sea consciente de lo que va a hacer. 3° Lo más importante: va a recibir a Jesús. 4° Colaborar en que aprenda el Catecismo. 5° Lo accesorio: banquete, regalos, traje, etc. 6° Comienza una nueva etapa de su vida. Continuidad. Cuando Enrique llegó a casa, Teresa le estaba esperando. Le contó su conversación con don Guillermo y confesó, todavía turbada, el cambio de postura respecto a la Primera Comunión de Carlos. Si no llega a darse cuenta a tiempo, habría convertido algo tan profundo e íntimo en un acto social más cercano a un jolgorio que a lo que realmente era, un SACRAMENTO. Enrique reconoció haber estado tan desviado como ella del verdadero sentido de la Comunión. Se propusieron participar de una manera activa y directa en la preparación de su hijo. OBJETIVO: La educación en la fe.

98

MEDIOS: Preparar a Carlos para recibir su Primera Comunión. Pedirle a Javier, el hermano mayor de 10 años, que elabore para su hermano un misal personalizado con letras grandes en el ordenador. Explicarle las partes de la Misa. El sábado comentar la lectura que oirán en la Misa del domingo. Repasar con él el Catecismo. No dejar que nada ni nadie nos despiste en la ceremonia. MOTIVACIÓN: Todos estamos muy contentos por ti. Vas a recibir a Jesús por primera vez y queremos celebrarlo contigo. Vamos a prepararnos juntos porque este es un hecho importante. DESARROLLO: De esta manera, los Ruiz comenzaron un hermoso camino que debía culminar con el gran día. Empezaron a notar en su hijo cambios que también ellos experimentaron. Repasando las verdades fundamentales de su religión descubrían novedades todos los días. El rato que dedicaban a diario al repaso del Catecismo con Carlos era un tiempo de agradable charla que les unía. También Javier participaba del repaso. Se involucró gustoso con la elaboración del misal y le estaba sirviendo para profundizar más y aprender cosas que ignoraba. —Mamá, ¿crees que soy mejor? –preguntó Carlos a mitad de curso–. Todos los días hago examen de conciencia, me lo enseñó don Guillermo. Al acostarme me pregunto si he obedecido en casa; si he reñido con mis hermanos; si he hecho mi trabajo; si he cumplido con mis encargos; si he dicho alguna mentira o he tratado de ocultar la verdad; si he rezado para acercarme más a Jesús. De lo que he hecho bien doy las gracias y de lo que salió mal, pido perdón a Dios y su ayuda para mejorarlo. De esta forma limpio mi corazón y lo voy preparando para que esté muy brillante cuando reciba a Jesús. El próximo sábado será la Primera Confesión. Teresa miró a su hijo con ternura y visiblemente emocionada le dijo: Cariño, creo que Jesús estará muy a gusto contigo dentro de tu corazón. El próximo sábado te vas a confesar por primera vez y estarás preparado. La Comunión de Carlos les había calado a todos, se había transformado en algo íntimo, un deseo de mejora. La víspera del día de la Primera Comunión, Teresa arregló con mimo y cuidado la ropa, mientras Enrique se ocupaba de las cámaras de vídeo y fotografía. Los regalos iban llegando y Carlos parecía excitadísimo. Enrique quiso hablar con él antes del gran día: —Carlos, mañana vas a recibir muchos regalos, felicitaciones…, pero no te olvides de lo más importante. —Sí, papá, de Jesús. —Así es. Acuérdate de encomendarnos a todos.

99

Llegó el gran día. Iba a cambiar su vida. Al salir, Carlos le confesó a su madre que después de comulgar le había pedido a Jesús que cuidara de todos, y le dio las gracias por tener a su abuelo Enrique con Él. Prometió no abandonarle nunca. De esta forma, los Ruiz tuvieron claro que no habían dejado nada a la improvisación y ese había sido realmente un gran día, UN HECHO IMPORTANTE para todos que no iba a quedar aislado, sino que significaba UN INICIO, una nueva etapa en la vida de los Ruiz.

100

PARA PENSAR PARA ACTUAR…

Para recordar... — Los hijos necesitan saberse y sentirse queridos. Para educar correctamente la afectividad, es clave que los padres se quieran mucho entre sí y quieran mucho a los hijos. Debéis darles el modelo de lo que es el cariño. — Un padre responsable de la educación de su hijo no puede pasar por alto un aspecto de tanta importancia y trascendencia como el de las creencias. Son el pilar sobre el que tu hijo se apoyará para orientar su vida.

101

Para pensar... — ¿Sabe tu hijo lo mucho que le quieres? — La mejor herencia: tu propia fe.

102

Para ver... — El príncipe de Egipto (Disney). — Cadena de favores (Kevin Spacey, Helen Hunt, Haley Joel Osment). — Willow (Val Kilmer, Dir. George Lucas).

103

Para leer... — Juan José Javaloyes, El arte de enseñar a amar, Col. Hacer Familia, nº 82. Ed. Palabra. — Pedro de la Herrán y Fernando Corominas, Urgencia de la catequesis familiar, Col. Hacer Familia, nº 15. Ed. Palabra. — José Luis Aberástury, Educar la conciencia, Col. Hacer Familia, nº 81. Ed. Palabra.

104

Para hablar... La educación sexual es competencia de los padres en primer lugar. No es necesario ser un experto para abordar el tema, lo verdaderamente importante es que eres su padre. Si no se ha presentado la ocasión de forma natural y espontánea debes crear tú la oportunidad. No tengas miedo y aborda el tema con franqueza. Deja la puerta abierta para que acuda a ti cuando surjan dudas.

105

Para actuar... Es importante enseñar a los hijos a usar el tiempo libre. Dedicad parte de vuestro tiempo a crear aficiones, procurando enseñarle a encontrar el momento adecuado para cada actividad. Debe aprender a planificar su tiempo, y recuerda: El tiempo libre debe cumplir tres misiones: descanso, diversión y desarrollo. PLAN DE ACCIÓN SITUACIÓN: Los Rodríguez tienen cuatro hijos con edades comprendidas entre los doce y los cinco años. Pronto darán las vacaciones de verano y no quieren que sus hijos se aburran y pierdan el tiempo. OBJETIVO: Planificar el tiempo libre. MEDIOS: Elaborar un horario de verano que incluya todo tipo de actividades. MOTIVACIÓN: Cuanto mejor planifiquemos el tiempo de vacaciones más cosas podremos hacer y mejor lo pasaremos. Todos vamos a colaborar en la realización del horario. DESARROLLO: Hicieron una lista de actividades: Todos estaban apuntados a un club deportivo en el que practicaban distintos deportes y desarrollaban actividades artísticas a lo largo de la mañana; también había que hacer los deberes escolares de verano, dedicar un tiempo a la lectura y a la música, no podía faltar un rato de piscina con los amigos… La elaboración del horario supuso, además de un plan común en el que todos pudieron participar, la posibilidad de reservar tiempo para juegos de mesa en familia y para hacer excursiones. El resultado fue francamente positivo. En algún momento hubo que adaptarse a las circunstancias, como el día en que nació el primo Pedro, o el día del cumpleaños del abuelo en que nos reunimos toda la familia al completo y tuvimos que suprimir varias de las actividades previstas. La sensación final del verano fue la de haber aprovechado el tiempo al máximo y la de haber disfrutado de muchos momentos juntos, prometimos elaborar nuestro horario familiar todos los veranos.

106

GUÍA DE TRABAJO

Nº 27 A

TU HIJO DE 8 A 9 AÑOS

107

Capítulos 1, 2 y 3. OBJETIVOS: — Aprender a elaborar un Proyecto Educativo. — Aprovechar el JUEGO como herramienta educativa. — Fomentar el deporte. TRABAJO INDIVIDUAL: 1º Una lectura rápida y otra lenta marcando lo importante. 2° Apuntar las dudas que surjan en la interpretación del texto. 3° No podemos conformarnos con el «más o menos», nuestra educación, hoy más que nunca, debe ser una educación pensada y meditada. Así que vuelve a leer las páginas 47 a 56. Tómate tiempo para reflexionar e intenta dar respuesta a las preguntas de la página 54. 4° Tu hijo de 8 o 9 años está en una edad óptima para ejercitarse en las Técnicas de ejecución motriz. Lee nuevamente las páginas anteriormente citadas y haz un Plan de Acción. 5° Apoyándote en el capítulo dedicado al desarrollo físico (págs. 57 a 76), márcate un objetivo muy concreto y haz un Plan de Acción. 6° De acuerdo con lo leído en el capítulo 3, referente al deporte en grupo, proponte mejorar los hábitos deportivos en el deporte que tu hijo practique. Si tu hijo aún no hace ningún deporte, márcate como objetivo que conozca alguno y empiece a practicarlo. Haz un Plan de Acción. 7° Lee nuevamente el «Caso de Jacobo», analiza el Plan de Acción y haz una lista con las mejores decisiones que, a tu entender, tomaron los padres de Jacobo. Además piensa en dos consejos tuyos para ayudarles. TRABAJO EN GRUPO: 1º Tratar de aclarar las dudas de interpretación que hayan surgido al leer el texto. 2° Entre todos los asistentes hacer una lista de las ventajas educativas que encierra el deporte. 3° Exponer los Planes de Acción elaborados sobre Técnicas de ejecución motriz. 4° Comentar otros Planes de Acción realizados en el trabajo individual y aportar algunos Planes de Acción de otros grupos de trabajo. 5° Seleccionar los tres mejores Planes de Acción aportados en esta sesión. 6° Recordar, entre todos los asistentes, la educación con el ejemplo. Ciñéndonos a la sugerencia del final del capítulo 3 sobre nuestras actitudes cuando somos espectadores deportivos, poner varios ejemplos de objetivos de Planes de Acción.

108

7° TRABAJO OPCIONAL: Dar 5 minutos para leer individualmente el «Caso de Jacobo» (págs. 71 a 76). Analizar los hechos y escoger las tres mejores decisiones del matrimonio. Darles unos consejos.

109

GUÍA DE TRABAJO

Nº 27 B

TU HIJO DE 8 A 9 AÑOS

110

Capítulos 4, 5 y 6. OBJETIVOS: — Enseñar a nuestro hijo a pensar. — Desarrollar sus capacidades intelectuales. — Arraigar virtudes. TRABAJO INDIVIDUAL: 1º Una lectura rápida y otra lenta marcando lo importante. 2° Apuntar las dudas que surjan en la interpretación del texto. 3° Enseñar a pensar es condición indispensable de una buena educación. Puedes valerte de todas las oportunidades que ofrece esta edad: juegos, preguntas, conversaciones... Fomentad las tertulias familiares y haced un Plan de Acción para mejorarlas. 4° Observa cómo juega tu hijo. Proponte enseñarle un juego divertido en el que tenga que desarrollar sus capacidades. Anota los resultados. 5° Tu hijo debe tener hábito de estudio, debe saber planificarse. Tener un horario y cumplirlo. Lee nuevamente el capítulo dedicado al desarrollo intelectual, y haz un Plan de Acción. 6° En la página 141 encontrarás un test que te ayudará a valorar hasta qué punto tu hijo es responsable. Después, haz un Plan de Acción. Recuerda que debes educar en y para la libertad responsable. 7° Virtudes como la responsabilidad, el orden, la generosidad, la laboriosidad... son esenciales para que nuestro hijo madure y llegue a ser una persona de carácter. Elige una de ellas y haz un Plan de Acción para que arraigue como virtud. Dale una motivación. TRABAJO EN GRUPO: 1º Tratar de aclarar las dudas de interpretación que hayan surgido al leer el texto. 2° Entre todos los asistentes hacer una lista de juegos educativos que ayuden a desarrollar las capacidades de vuestros hijos. 3° Es fundamental que vuestros hijos hayan adquirido ya hábito de estudio. Exponer los Planes de Acción realizados sobre este punto en el trabajo individual. 4° Comentar otros Planes de Acción realizados en el trabajo individual. Aportar Planes de Acción de otros grupos de trabajo. 5° Seleccionar los tres mejores Planes de Acción aportados en esta sesión. 6° Recordar entre todos los asistentes la educación motivada. Es primordial que nuestro hijo esté bien motivado para que QUIERA un valor para sí y arraigue como virtud. Poner varios ejemplos de Planes de Acción en esta área.

111

7° TRABAJO OPCIONAL: El tiempo libre debe enriquecer a la persona, ha de cumplir una triple misión: descanso, diversión y desarrollo. Enseñad a los hijos a aprovecharlo. Hacer una lista de objetivos de Planes de Acción para emplear mejor el tiempo libre.

112

GUÍA DE TRABAJO

Nº 27 C

TU HIJO DE 8 A 9 AÑOS

113

Capítulo 7, 8 y 9. OBJETIVOS: — Educar correctamente la afectividad. — Aprovechar el tiempo libre. — Elaborar un Proyecto Educativo. TRABAJO INDIVIDUAL: 1º Una lectura rápida y otra lenta marcando lo importante. 2° Apuntar las dudas que surjan en la interpretación del texto. 3º El tiempo libre es un tiempo para creer, aprender, descansar y recuperar fuerzas. En el capítulo 7 tienes muchas alternativas para ocupar el tiempo libre. Haz un Plan de Acción para ocupar el tiempo libre y enriquecer a tu hijo como persona. 4º La educación sexual es algo que debe darse en casa. Es importante llegar a tiempo a ella. Lee nuevamente las páginas 212 a 221 y proponte hablar con tu hijo de este tema. 5º ¿Cómo anda tu hijo de autoestima? La autoestima proporciona seguridad y confianza. Haz un Plan de Acción para mejorar la de tu hijo. Puedes ayudarte de las pautas de las págs. 221 a 232. 6º TRABAJO OPCIONAL: Las creencias son el mejor legado que podemos dar a los hijos. Tu hijo está en la mejor edad para afianzar sus creencias. Haz un Plan de Acción en este sentido. Si eres católico, en este ciclo tiene lugar las primeras Confesión y Comunión; haz tu Plan de Acción con el objeto de prepararle bien a ellas (págs. 233 a 241). TRABAJO EN GRUPO: 1º Tratar de aclarar las dudas de interpretación que hayan surgido al leer el texto. 2º Sugerir tres formas diferentes de aprovechar el tiempo libre de tu hijo, que sean 2º aplicables a la temporada del año que vivís actualmente. 3° Exponer los Planes de Acción realizados en el punto 5 del trabajo individual. 4° Comentar otros Planes de Acción realizados en el trabajo individual y los oídos en otros grupos de trabajo. 5° Seleccionar los tres mejores Planes de Acción aportados en esta sesión. 6° Recordar entre todos los asistentes las normas a cumplir para llevar a cabo una «Excelente reunión de Grupo». Concretarles tres consejos para mejorar el trabajo del grupo. 7° TRABAJO OPCIONAL: Comentar entre los asistentes las ventajas de tener un Proyecto Educativo Familiar. Hacer una lista de consecuencias positivas.

114

Índice Portada Créditos Prólogo PARTE PRIMERA A: CÓMO ES MI HIJO Y CÓMO APROVECHARLO CAPÍTULO 1: Perfil de desarrollo Edad puente: entre la niñez y la pubertad Desarrollo físico Desarrollo intelectual Desarrollo moral Desarrollo social Desarrollo afectivo Desarrollo religioso CAPÍTULO 2: El proyecto educativo familiar Primero, pensar qué queremos Aspectos y ámbitos de una Educación Integral CAPÍTULO 3: El desarrollo físico y corporal Del juego al deporte Los equipos. Las reglas. El líder

115

Ventajas del deporte en el desarrollo moral y social El deporte es una escuela de virtudes Compañerismo Fortaleza y reciedumbre Orden Humildad y sencillez Pudor Higiene Sobriedad Una situación familiar: Jacobo CAPÍTULO 4: La formación intelectual Niños reflexicos: juegos de estrategia La edad de las colecciones Las lecturas CAPÍTULO 5: Los estudios Poder aprender El «despacho» de Julio Querer aprender Saber estudiar Para pensar, para actuar...

116

PARTE SEGUNDA B: LAS VIRTUDES SE ADQUIEREN EN LA FAMILIA CAPÍTULO 6: La educación de la voluntad Las virtudes forjan el carácter Consolidar virtudes Justicia y generosidad Objetivos de Planes de Acción relacionados con la justicia José y Santiago Objetivos de Planes de Acción sobre generosidad La obediencia Solidaridad y espíritu de servicio Objetivos de Planes de Acción relacionados con la solidaridad El compañerismo Objetivos de Planes de Acción relacionados con el compañerismo Amabilidad, cortesía y delicadeza en el trato La mesa judoka Objetivos de Planes de Acción: pequeñas normas de cortesía La responsabilidad ¿Es responsable mi hijo? Bases de la responsabilidad ¿Cómo desarrollar la responsabilidad?

117

Actuar en la práctica diaria. Los encargos Responsabilidades familiares Encargos adecuados para un niño La alegría y el optimismo La autoestima en los hijos ¿Cómo puedo mejorar la autoestima de mi hijo? Talante positivo y optimismo Esfuerzo y trabajo La fortaleza Objetivos de Planes de Acción relacionados con la fortaleza Virtudes relacionadas con la fortaleza El hábito de estudio El orden Un horario Objetivos de Planes de Acción relacionados con el orden Para pensar, para actuar PARTE TERCERA: FORTALEZA Y OPTIMISMO CAPÍTULO 7: El tiempo libre Aprovechar el tiempo libre. Las vacaciones En vacaciones

118

CAPÍTULO 8: El cultivo de la afectividad Fines superiores: Bienes mayores La sexualidad Diálogo familiar Los celos. Fomentar la autoestima Pedro y Luis CAPÍTULO 9: La dimensión trascendente Transmitir la fe Un hecho importante: La Primera Comunión de Carlos Para pensar, para actuar... Guías de trabajo Índice

119

Índice Portada Créditos Introducción PARTE PRIMERA “A”: CÓMO ES MI HIJO Y CÓMO APROVECHARLO CAPÍTULO 1: Perfil de desarrollo Edad puente: entre la niñez y la pubertad Desarrollo físico Desarrollo intelectual Desarrollo moral Desarrollo social Desarrollo afectivo Desarrollo religioso CAPÍTULO 2: El proyecto educativo familiar Primero, pensar qué queremos Aspectos y ámbitos de una Educación Integral CAPÍTULO 3: El desarrollo físico y corporal Del juego al deporte Los equipos. Las reglas. El líder Ventajas del deporte en el desarrollo moral y social El deporte es una escuela de virtudes Compañerismo Fortaleza y reciedumbre Orden Humildad y sencillez Pudor Higiene Sobriedad Una situación familiar: Jacobo CAPÍTULO 4: La formación intelectual Niños reflexivos: juegos de estrategia La edad de las colecciones Las lecturas 120

1 2 3 5 7 7 7 10 13 14 15 16 18 20 21 22 22 24 24 26 26 26 26 26 27 27 27 27 30 30 31 32

CAPÍTULO 5: Los estudios Poder aprender El «despacho» de Julio Querer aprender Saber estudiar Para pensar, para actuar…

34 34 35 35 36 38

PARTE SEGUNDA “B”: LAS VIRTUDES SE ADQUIEREN EN LA FAMILIA CAPÍTULO 6: La educación de la voluntad Las virtudes forjan el carácter Consolidar virtudes Justicia y generosidad Objetivos de Planes de Acción relacionados con la justicia José y Santiago Objetivos de Planes de Acción sobre generosidad La obediencia Solidaridad y espíritu de servicio Objetivos de Planes de Acción relacionados con la solidaridad El compañerismo Objetivos de Planes de Acción relacionados con el compañerismo Amabilidad, cortesía y delicadeza en el trato La mesa judoka Objetivos de Planes de Acción: pequeñas normas de cortesía La responsabilidad ¿Es responsable mi hijo? Bases de la responsabilidad ¿Cómo desarrollar la responsabilidad? Actuar en la práctica diaria. Los encargos Responsabilidades familiares Encargos adecuados para un niño de 8 y 9 años La alegría y el optimismo La autoestima en los hijos ¿Cómo puedo mejorar la autoestima de mi hijo? Talante positivo y optimismo Esfuerzo y trabajo 121

46 48 48 48 49 50 52 53 53 54 55 55 56 56 56 57 58 58 59 59 61 62 63 63 65 65 67 67

La fortaleza Objetivos de Planes de Acción relacionados con la fortaleza Virtudes relacionadas con la fortaleza El hábito de estudio El orden Un horario Objetivos de Planes de Acción relacionados con el orden Para pensar, para actuar…

68 69 70 70 71 72 73 74

PARTE TERCERA “C”: EL CULTIVO DE LA AFECTIVIDAD Y 81 LA TRANSMISION DE LA FE CAPÍTULO 7: El tiempo libre Aprovechar el tiempo libre. Las vacaciones En vacaciones CAPÍTULO 8: El cultivo de la afectividad Fines superiores: Bienes mayores La sexualidad Diálogo familiar Los celos. Fomentar la autoestima Pedro y Luis CAPÍTULO 9: La dimensión trascendente Transmitir la fe Un hecho importante: La Primera Comunión de Carlos Para pensar, para actuar…

Guías de trabajo Índice

83 83 86 88 88 89 90 92 94 97 97 98 101

107 115

122