Tientos, diferencias y otros ensayos
 840138091X

Citation preview

Tientos, diferencias y otros ensayos Alejo Carpentier '"

~-----------------Plaza & Janés Editores, S.A.

, 1 1

Portada de JORDI SANCHEZ

TIENTOS Y DIFERENCIAS VALE

@) Primera edición: Enero, 1987

?~ 7 3

'"{, ~1

e z..e,; A(; 1 --j ~

11

1'

1

e

Andrcl, Esteban do Carpe¡¡Uer, 19M Edltlldo por 1'1.AZA & JAN11S EDITORES, S. A. • Virgen do Guadalupe, 21-ll. Esplu;ues de Uobn:pt (Barcclottll)

1

1

1

Prlated In Spaln ISDN: !4-0l.JI!O')l·X

Dc:póslto

lmpR$0 c:n Espafta 8. 388 • 1987

LcPt:

1'

" PAOBLEMATICA DE LA ACTUAL NOVELA LATINOAMERICANA Acabamos de llegar v 110 sabemos cómo fue. No nos pregumJis ele dónde vcmimos: bdsteos saber que aqul estamos. GOETHE~ Segundo Fausto

1

Puede producirse una gran ·novela en una época, en un país. Esto no significa que en csn época. en ese país, exista realmente la novela. Paro hablarse de In novela es menester que haya una novelística. Y esto nos lleva muy lejos de la definición que, de In novela, nos da el Diccionario de la .Real Academia: aObra literaria en que se nos narra una acción fingida en todo o en parte, y cuyo fin es causar placer estético a los lectores por medio de la descripCión o pinturo de sucesos o lances interesantes, de caracteres, de pasiones y de costumbres.• Si aceptáramos tal definición, todo sería novela en cuanto tuviese el menor asomo de acción: In Illada sería tan novela como La canción de .Rolando o El Criticón. Recordemos, a propósito, que en un tomo de In Biblioteca de La Plciadc fueron reunidas, hace algunos años, nueve novelas gries.as y latinas (desde el Satiricón hasta el magnífico logro de science-Jiction que es la Historia verdadera de Luciano, pasfmdose por lo biográfico, tan gustado en nuestros días, de In Vida de Apolonio de Tiana de Filostrato) dotadas de un real interés, destinadas a proporcionar un no mentido cplncer estético• a sus lectores. Sin embargo, csns novelas aisladas, sin antecedentes ni COJlSecucntcs conocidos, dejan la

Alejo Carpentier

8 im resión de que el ~énero de la novela no llegó a florecer reah~ente en pel mundo grecolatmo. Los relatos presentados resul,tan casos smgulares que no acaban de crear arquetipos verdac;ieros m nut~en un movimiento. Son novelas sin novelística. Con sólo haberse escnto el ~er­ tller y El hombre que rle no podría hablarse hoy dt: novela ro,,ndntrca. La novela romántica se define por el trabaj~ de vanas ,generaciones ~ novelistas románticos Con sólo haberse escnto La bestra humana Y ramera Elisa no habl~rlamos hay de la existencia pasada de una. '!ovela naturalista. Para que la novela naturalista existiera como tal, defm1da Y útil fueron necesarios los hombres de Medan 1:1 otros que, no po~ quedar' al margen de Medan, dejaban de compartir las teorias, técrucas Y métodos, del grupo. El asno de oro, en si. no. pasa de ser una encnntadora rareza literaria --como el Roman Comrque de Scnrron, o, en su tiempo La princesa de Cleves. El Gil Blas de Les~ge, más logrado en lo lite~rio que La picara Justina y, acnso, que el ~1smo GuVf!dn de Alfarache 00 dota la literatura francesa de una p1cnresca. S1 Tho!Da~ Mano hubiese nacido, vivido y escrito en La Guadalupe, esto ~o SJgn~­ ficnría que hubiese una novela guadalupana, aunque la montana má~ cn, en ese caso hipotético, se hubiese ~ransformado ~n el monte de Souffriere... y no habremos de insistir en la cuestión,. sefin;lando tan sólo un. hecho que viene a hacer resaltar una cnracterísuca smgular de la novela como género literario: un solo poema -el de Choucoune ~~ Haitf caso tfpico-- basta para dotar un país de una poesfa prop_la. ero 'para que un ~aís tenga novela, hay que asistir a la labor de vanos ~oveÍistas, en distmto escnlafón de edades, empeñados ..en dna labor aralela, semejante o antagónicn, co~ un esfuerzo contmua o Y un~ ~onstante experimentación de la técntca. De .Balzac a Proust se prosigue la elaboración de una misma comedia humana, e~ la que. Madame Bovary, las He~as Vatard y Germinie Lacerteux v1enen a Insertarse por derecho prop1o. . 1 • t De ah{ que la novela como hoy la entendemos -la nove a pn:sen e en ·una novelfsticn defir{ible- sea de invención española. Y ~sa mven: ción española es In picnrcsca que; al c:J.bo de una t~yectona. de cas1. tres si ~los -nuncn hubo género literario más tenaz m !l'ás dilatado-va a Jer en Américn: dando nacimiento aún, por operac1ón. de su. energía al .Periquillo Sarmiento. Entretanto, li modo de producciones. excepcio~ales, sin herencia previsible ni comprobable, podf!ln pro~uc1rsc' en Francia 1ns Astreas de Urfé, o, más tarde, los ~sos rusl~dos .tle Manan Lescaut 0 La Nueva Heloisa. La picaresca espanola, nac1da sm saberlo del gracioso embrión del Laz.arillo de Tonnes y llevada hasta l.a premonitoria autobiograffn de Torres Villarroel, cumplfa con. su f1;1nc}Ó!l ~bal de novelística, que consiste en violar constantement~ el pnnctpto mgcnuo de ser relato destinado a ~usar ·~lacer estético a los lc~to.res~, para hacerse un instrumento de mdagac1ón, un modo de conoctm1ento de hombres y de épocns -modo de conocimiento qu.e rebasa, ~n much'!s casos las intenciones de su autor. No sabía Rabelrus lo que tba a sahr de s,;s manos cuando empezó a esc:ribir un remedo de nlf!lanaque popular en el cual se hablaba de un g1gante llamado Ga~~ntua. No sabía Cervantes n1 componer los primeros capítulos del Qur¡ote (al rr.argcn pero no del todo fuera de la picaresca, puesto que se afinca, como la

r

.Problemdtica de la actual novela latinoamericana

9

picaresca, en realidades contemporáneas), que iría a escribir una de las novelas más raras, más singulares, más originales, de todos los tiempos; noyela. donde ll~ga a hablarse de la misma novela como si los personajes de El ro¡o y el negro hablaran de El rojo y el negro; novela donde se descubre (en el cnpftulo VI) que don Ou1jote había leído la Ga· latea de Cervantes; novela donde se ejerce la crítica literaria con un espíritu periodístico anterior a la invención de los periódicos; donde se parafrasea un texto de Hesíodo cuando viene al caso; donde se encajonan novelas dentro de la novela principal, y donde el autor no vacila en endil~?rnos, a la manera del Settembrini de Thomas Mann, disquisiciones aJenas a la acción. En el aspecto insólito de la, novela cervantina es donde veo inscrito, proféticamente, el futuro de la novela. La novela debe llegar mds alld de la narración, del relato, vale decir: de la novela misma, en todo tiempo, en toda época, abarcando aquello que Jcnn-Paul Sartre llama clos conte."ttOS». En su épocn, Cervantes alcanzó los contextos de la materia novelistcia tan absolutamente como, en nuestra época, un Joycc o un Knfka. Y no hay que olvidar que hay mucho de kafkiano -con otra disposición de los materiales, desde lue· go, con. otra c~tegoría de prelaciones- en el personaje del Quijote, personaJe que t1ene más de una afinidad con el K de El proceso -puesto que no entiende la ordenación del mundo que se le entrega en aparente y usufructuable patrimonio-- y hasta con el Gregario Samsa de La metamorfosis, porque, al fin y al cabo, eso de tomar molinos de vientos por gigantes o de subir a la estratosfera en un caballo de madera no es peor que amanecer vestido de escarabajo. Pero trecho hay del yelmo de Mnmbr:ino a las escamas de un coleóptero.

z La novela es génerotardío. Paises ha~, actualmente, del Asin, del Africn, que pos~yendo una poesía milenana, apenas si empiezan a tener una novelisuca. Por eso hay el peligro de que las novelísticas incipient~s. las que están naciendo hoy, se produzcan .P.or prºc~o de imitaCión. Se tOf!la el mQdel.o franc:és -por lo general:.... .y se adapta ol nm· bíeñre prop1o con técmcn anc1lnr y de remedo. La influencin del naturalismo francés, por lo mismo, se sintió en la novela latinoamericana h~sta !llás allá de. los años 20. En cuanto a nuestro copioso •nativismo», aun v1gente en Ciertos sectores retardados de la literatura continental -nativismo• qu~, con su descripción de ambientes y pasajes poco cxplotndos por !a. literatura, cobró .momentáneos visos de ori~inalidad­ debe~os adm1t1r que sus mecamsmos eran muy poco originales, respondiendo a una tendencia, una onda, que mucho se hacía sentir en Eu~pa desde hacía algunos nfios..Fuera de casos excepcionales (tan excepciOnales como lo fuera, en el siglo XIX, la muy lograda Cecilia Valdés del cubano Villnverde), nuestras novelas nativistas eran ecos de otras cosas que ya habían sonado en el Viejo Contin·ente: la Batuala de René

' 1 1

1

'1 1

t.

10

Alejo Carpenrier

Manm, novela olvidada pero que, con su Prem~o Goncourt, reve~ó ~ muchos hacia los años 20, el color del mundo afncano; Los campesmos de Lad¡'slao Reymont, que habían valido un premio Nobcl a su autor; Germinación de Knut Hamsum, novela del gran Norte; las novelas de Panait Istrati, que traían montañas, vegetaciones, colores, bandidos de pistola al cinto, al mundo de una literatura parisiense, escrita para pa"' risienses que empezaban a aburrirse de un París que de tanto parecer· se a París se estaba haciendo provincian