Teologia Sistematica De La Vida Religiosa

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Lucas Gutiérrez Vega,c. M. F.

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instituto teológico de vida religiosa

Lucas Gutiérrez Vega, C. M. F .

teología sistemática vida religiosa Segunda edición, totalmente refundida v aumentada

Instituto Teológico de Vida Religiosa Víctor Pradera, 65, dpdo. MADRID-8 1979

Í N D I C E Págs. PRESENTACIÓN

15

PRÓLOGO A LA PRIMERA EDICIÓN

19

PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

21

PRIMERA PARTE INTRODUCCIÓN

1.

Inexistencia y necesidad de la teología de la vida religiosa Del hecho religioso a la doctrina De la doctrina y la espiritualidad a la teoría. De la Edad Media al comienzo del Concilio Vaticano II Funcionalidad de la vida religiosa La doctrina tradicional sobre la vida religiosa, sometida a revisión Nuevos factores socio-culturales y religiosos piden la revisión

42

CAPÍTULO I . — E L REINO DE D I O S , ANUNCIADO Y COMENZADO POR CRISTO. CARÁCTER AMBIVALENTE DE ESTE REINO

45

2. 3. 4. '

5. 6. 7.

EDITA: Publicaciones Claretiatuu (Coa las debidas licencias)

1.

ISBN 84-85167-49-X

2.

Depósito legal: M. 27.644-1979

3. 4.

Sáez. Hierbabuena. 7. Madrid-29

25

El Reino de Dios en la predicación, obras y vida de Cristo, según el Vaticano II Presente, futuro inmediato y futuro lejano del Reino de Dios El Reino de Dios y el «reino de los hombres». Síntesis

25 28 30 35 37 40

46 49 52 56 7

Págs.

Págs. 3. 4. 5. 6.

C A P Í T U L O I I . — C R I S T O , INSTAURADOR D E L R E I N O , COMO

«HECHO DE VIDA»

1. 2. 3. 4. 5. 6.

7. 8.

Acontecimiento pascual o «Hecho de vidü de de Cristo en su Pascua» El «hecho de vida de Cristo», como «polo misional» y de Encarnación Pascua y misión, inmanencia y trascendencia, dos vertientes de la existencia cristiana Inmanencia y trascendencia, Pascua escatológigica y encarnación intramundana en Rahner . . . De la encarnación y pascua de Cristo a la encarnación y pascua de la Iglesia Plano de posible prevalencia, en el propio proyecto de vida, del polo pascual o del polo misional incarnatorio Elección de proyectos de vida desde un plano existencial humano Cristo, en su proyecto de vida humana, como justificante del proyecto de vida religiosa. Cristo, «hecho de vida» 1. Dimensión básica del modo existencial humano de Cristo 2. Unas preguntas y sus respuestas

C A P Í T U L O I I I . — L A I G L E S I A COMO SACRAMENTALIZADORA DEL «HECHO D E VIDA», C R I S T O , I G L E S I A M I S TERIO

59

60

2. 3.

D e una Iglesia jerarcológica a una Iglesia como misterio Noción de misterio Conclusión

NA AL SERVICIO DEL REINO

65

1.

65

2. 3.

67

4.

1. 2.

8

La Iglesia como Pueblo de Dios, nueva visión de la eclesiología El capítulo del Pueblo de Dios en las etapas conciliares

Plano institucional. Iglesia, sacramento de santificación La Iglesia, sacramento de santidad Los modos de existencia cristiana como totalidad Conclusión

*

101

101 107 108 116

68 C A P Í T U L O V I . — E L PROYECTO DE VIDA RELIGIOSA D E S DE s u PECULIARIDAD CRISTIANO-EVANGÉLICA

70

1. 73

2.

74 77

3.

'

117

Crisis de identidad y dificultad de determinar la especificidad Vías posibles para un replanteamiento de la vida religiosa Estudio de la vida religiosa en su historia ...

119 121

1. 2. 3. 4.

121 123 125 127

Un método inadecuado Sentido de la historicidad Respuestas tradicionales El verdadero punto de partida

117

79

80 82 88 5.

C A P Í T U L O I V . — L A I G L E S I A COMO REALIZACIÓN DEL REINO- EN E L T I E M P O . L A I G L E S I A , P U E B L O DE D I O S .

94 96 97 98

C A P Í T U L O V . — P O S I B I L I D A D E S DE EXISTENCIA CRISTIA-

62

4. 1.

El misterio del nuevo Pueblo de Dios . . . . . . Pueblo antiguo y Pueblo nuevo Pueblo de Dios y dimensión escatológica ... Pueblo de Dios y vida religiosa

91

91

129

1. 2.

129 132

Análisis de unas modalidades ha articulación de contenidos

Especificidad del modo de existencia religioso.

134

C A P Í T U L O V I L — F U N D A M E N T A C I O N D E L PROYECTO DE VIDA EVANGÉLICO EN E L MODO DE VIDA DE C R I S T O Y E N SU DOCTRINA

141

1. 93

Dos modos de existencia cristiana en el servicio total al Reino bajo el Evangelio

Interpretación del modo de existencia religiosa en los textos evangélicos

142

9

Págs.

Págs.

2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

9.

1. La respuesta de la tradición 2. Revisión crítica de hoy Identidad en la doctrina de todo el Nuevo Testamento Exigencias del Reino en los Sinópticos Las palabras de Mateo en la teología de la vida religiosa Contexto doctrinal del texto de San Mateo ... La castidad por el Reino de los cielos El caso del joven rico Alcance de la respuesta del Señor 1. Interpretaciones teológicas 2. Reflexiones críticas En qué consiste radicalmente el modo de existencia cristiano-religiosa 1. Contenido de un compromiso 2. Su realización existendal

4.

142 144

5. 146 147 154 156 158 160 165

6. 7.

CAPÍTULO' I X . CIÓN

1.

166 168 172 172 176

2.

SEGUNA PARTE INTRODUCCIÓN

181 t

CAPÍTULO

VIII.—ESTRUCTURA

CARISMÁTICA DE LA

VIDA RELIGIOSA

1.

Los carismas en la doctrina de San Pablo ...

187

1. 2.

187

3. 2. 3.

185

La palabra «carisma» en San Pablo Coordenadas de la «charis» y del «charisma» Textos paulinos

188 189

Los carismas en el Vaticano II El carisma de los fundadores

190 195

1. 2.

195

3.

Situando el tema Los carismas de los fundadores como modos diversos de vivir el Evangelio El carisma claretiano

196 200

Configuración de todo el vivir evangélico desde el carisma Convergencia entre carisma del Instituto y el de sus miembros Fidelidad al carisma fundacional y su reinterpretación hoy Configuración plena desde el carisma ...

203 204 209 210

LA VIDA RELIGIOSA COMO CONSAGRA-

La consagración religiosa después del Vaticano II 1. Factores determinantes del cambio de perspectiva en torno a la consagración 2. Nuevo horizonte para la consagración ... 3. El núcleo del problema: consagración bautismal y consagración religiosa El sentido de la consagración en la Iglesia ... 1. Cristo, punto de partida de toda consagración existencial cristiana, fundamento de toda consagración 2. La consagración desde los sacramentos de iniciación 3. Especial importancia de la consagración del binomio bautismo-confirmación 4. Proyección consacratoria del bautismo y de la confirmación en la vida 5. Diversidad de vocaciones como principio de diversidad de consagraciones 6. La historia como Historia de salvación comunitaria y personal 7. Todo es vocación y todos somos portadores de vocación eclesial en Cristo desde el Espíritu 8. Peculiaridad de las diversas consagraciones como despliegue ulterior del bautismo 9. Presencia de ambas dimensiones en las fórmulas del Concilio

213

214 214 216 218 222

223 227 228 229 235 236 237 241 250 11

p

Págs. Diferencias entre las tres consagraciones que prolongan la consagración bautismal. Síntesis

253 254

CAPÍTULO X.—VIDA RELIGIOSA Y MISIÓN ECLESIAL . . .

255

ágs.

1. 2. 3. 4. 5.

10.

3.

1. 2. 3. 4. 5.

Tipificación de Institutos religiosos en la historia El Concilio, la configuración de la vida religiosa y su tipificación Misión en Cristo. Cristología de la misión ... Misión en la Iglesia: consagración-misión o misión-consagración Carácter eclesial de la «misión» y «misiones» de la vida religiosa

255 257 259 261 264 3.

1.

6. 7.

Todo Instituto religioso tiene una consagración-misión-acción propia 2. En cada Instituto religioso su consagración-misión-acción forma una unidad, sin separaciones ni divisiones, ni siquiera distinciones más allá de un valor simplemente lógico 3. La peculiar consagración-misión-acción de cada Instituto es abrazada por el religioso totalmente en su profesión. Esta lo integra todo unitaria y diferenciadamente 4. Cada Instituto debe configurar unitariamente su consagración-misión-acción, salvando así su identidad; debe vivir ésta gozosamente, perfeccionando cada día su pertenencia Aplicaciones concretas Misión e historia: la misión de la vida religiosa dentro de la historia. La misión hoy

CAPÍTULO XI.-—VIRGINIDAD EVANGÉLICA

1. 12

La dimensión signológica y escatológica de la vida religiosa

2.

265

268

4.

La doctrina del Concilio Entusiasmo ante esta doctrina Del contagio al sentido crítico Algunas visiones insuficientes Aplicaciones a la virginidad

285 287 287 288 289

Reflexiones para una posible teología de la virginidad como signo escatológico

29o 291

1. 2. 3.

302 305 305

Valoración antropológica de la virginidad. Sentido cósmico Su sentido signológico

Conclusión

1. 2. 3. 4.

272' 274 28(1 285

285

5.

1. 2. 3.

300 302

311

La pobreza como consejo evangélico La pobreza evangélica desde el modo de vida de Cristo El ejemplo de Jesús pobre, en sus seguidores. Dialéctica del orden del Génesis y el orden de la redención Normativa para una pobreza evangélica

CAPÍTULO X I I I . — L A OBEDIENCIA RELIGIOSA UNA TEOLOGÍA DE LAS MEDIACIONES

294 295 298

308

CAPÍTULO XII.—POBREZA EVANGÉLICA

270

290

1. \Keflexión teológica de Rahner 2. Trascendentalismo teológico de Rahner ... 3. Manifestación del amor en cuanto escatológico-trascendente 4. Teología de la renuncia 5. Supuestos no probados de Rahner 6. Mitigación de la doctrina de Rahner, hecha por él mismo Una teología de los consejos evangélicos como opción existencial

312 316 319 321 324

DESDE

Ámbito universal humano de las mediaciones. La historia de la salvación como mediación. La mediación de Cristo Mediador

327

328 329 331

Págs. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15.

La Iglesia, Cuerpo del Señor. Mediación sacramental de la Iglesia La Iglesia en su totalidad es la que visibiliza a Cristo La vida religiosa como mediación en la IglesiaSacramento de santidad El carisma del Fundador hecho realidad eclesial visibilizadora de gracia ... * La vida religiosa de un Instituto, mediación mediada Relación y ordenación de mediaciones dentro del Instituto La autoridad como mediación mediada La mediación no puede disolverse en otras cosas que no son mediación Mediaciones religiosas y mediación ministerial. La mediación mediadora de los subditos como mediación carismática Posibles tensiones dentro de las mediaciones. La obediencia religiosa como obediencia misional en las mediaciones

CAPÍTULO XIV.—LA COMUNIDAD RELIGIOSA

1. 2. 3. 4. 5. 6.

332 333 337 338 338 339 342 343 343 344 346 350 353

Dimensión teológica de la koinonía de gracia. Origen y naturaleza de la comunidad religiosa. La comunidad religiosa y su origen carismático. La comunidad tradicional en crisis Elementos favorecedores del cambio Procesos y etapas de la renovación

354 355 360 361 362 363

1. 2.

364 365

Primera etapa Segunda etapa

7.

Luces y sombras

366

8.

1. Primera etapa 2. Segunda etapa Conclusión

366 373 375

PRESENTACIÓN Los libros, cuando no son mero recuento de especulaciones o recogida y ordenación de fichas, sino que reflejan, de una u otra manera, la preocupación más íntima de su autor, merecen una atención especial. Un poco, bastante, sucede con esta «Teología sistemática de la vida religiosa». El teólogo, que lo es de verdad, se expresa como creyente. Habla de lo que lleva dentro. Reflexiona y escribe desde su propio vivir, que como ya sabemos, supone siempre un convivir. Pero un convivir que le obliga a estar pendiente, por un lado, del Misterio actuante en su propia existencia, y, por otro, de los demás creyentes que reclaman su esfuerzo para clarificarles los efectos de esta misma presencia bienhechora del Misterio. El teólogo, testigo personal de lo que explica, no especula sobre formulaciones abstractas, no observa y analiza desde fuera, sino que intenta dar razón de lo que ya es en él y en los demás cristianos una vida llena de urgencias y responsabilidades. Una gran diversidad de coyunturas le ponen siempre alerta, le interpelan y le hacen adentrarse, recobrar su más rica dimensión contemplativa, cobrar distancia y resituarse en la convergencia de lo divino y lo humano. El verdadero teólogo se halla siempre en el corazón del diálogo, que es profunda y continua comunión, entre el Padre que se revela y el hombre que humildemente escucha. Por eso, su tarea es semejante a la del traductor y a la del guía; es un genuino servidor. Misión sublime, por muchos conceptos, pero también llena de incomodidades y renuncias porque no se trata de decir lo que a uno se le antoja, ni de indicar sin recorrer el camino, sino de expresar cómo hemos sido alcanzados por el Misterio de amor y de constituirse en pura transparencia para los demás, a fin de que puedan apreciar con claridad y responder en fidelidad al don inmerecidamente recibido. ha función profética del teólogo, durante tanto tiempo oscurecida, recobra hoy nuevo relieve. Existe una viva conciencia de

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la necesidad de su servicio en la edificación de la comunidad eclesial. Particularmente se está echando en falta a la hora de dilucidar la identidad de las formas de existencia cristiana. El sacerdocio y la vida religiosa, concretamente, requieren urgentemente teólogos con esta vocación profética existencial. Durante estos últimos años —ciñéndonos al cometido que nos hemos propuesto al presentar este libro— hemos estado bastante bien surtidos en literatura sobre la 'vida religiosa'. Pero no hemos disfrutado tanto de una auténtica teología sistemática de la vida religiosa. En los escritos o publicaciones posconciliares han abundado los comentarios a los documentos d* la Iglesia, los análisis críticos a la herencia jurídico-moral, se han incorporado atinadas observaciones venidas de las ciencias humanas: psicología, sociología y pedagogía, y se ha intentado, incluso, resituar a los religiosos en el ámbito eclesial que les correspondía. Esta resituación no siempre ha sido afortunada por incompleta e insuficiente y por los extendidos criterios igualitaristas o demasiado pragmatísticos que se han apuntado desde una pastoral no del todo bien fundada. En el fondo, como es natural, estaba la ausencia de una profunda eclesiología, por una parte, y, tal vez, por otra, la falta de un serio compromiso de los religiosos, que nos hemos dedicado más a ser observadores de la situación que agentes, actores responsables, de nuestra propio destino en la Iglesia y en la sociedad. Los ha habido, sí, y algunos bien prestigiosos, por cierto, pero han sido pocos en número los religiosos empeñados en «responder» con su carisma de «doctores» a lo que era una exigencia de vida en ellos por vocación y misión en la Iglesia. Hemos especulado demasiado sobre la «vida religiosa», abstractamente considerada, y nos hemos entretenido innecesariamente —como aquellos doctores de la ley del tiempo de Cristo— en ver hasta dónde y cómo habían de hacerse los cambios. Nos hemos situado cómodamente desde el exterior sin hacer nuestra la lucha por una vida más ajustada a las instancias del seguimiento de Cristo según el Evangelio. Hemos cambiado las expresiones y creíamos que estábamos ya convertidos. Pero la vida religiosa no es una abstracción elaborada a partir de unos modelos socioculturales, ni un simple producto de las instituciones históricas más brillantes del cristianismo, sino una forma de existencia cristiana, cuya radical pretensión es presencializar y actualizar el género de vida que llevó Jesús entre los hombres cuando vino a traernos la salvación (Cfr. LG 44,3).

Hoy no son tanto las instituciones las que preocupan a los religiosos. Nos inquieta más el contenido de nuestra fe, el sentido último de nuestra vida consagrada en la Iglesia, cuya signiJicatividad pocos aprecian en ella y bastantes religiosos no acaban de encontrar su exacta justificación para seguir abrazándola. Si queremos dar una respuesta precisa desde esta perspectiva existencial, que es donde se encuentra actualmente planteado el problema, no hay más remedio que reflexionar desde dentro, desde una convicción profunda en la propia llamada, desde esa realidad gratuitamente ofrecida y enraizada en el corazón del creyente. Sólo así podrán sacarse todas las consecuencias que iluminarán, sin duda, las nuevas pautas de comportamiento y las formas de agruparse en la Iglesia y en la sociedad. Creo que en esta perspectiva se sitúa el autor de esta «"Peologia sistemática». El valor fundamental —posiblemente para algunos llegue a ser una limitación— de esta obra es que está escrita desde esa imperiosa necesidad de clarificación personal, la clarificación que un religioso necesita para mantenerse fiel a su vocación en un momento como el presente, y la intención de poder ayudar también a sus hermanos. Hay en su reiterado lenguaje una pasión por defender la validez y la irreemplazable misión del religioso en la Iglesia y en el mundo. La dimensión de profundidad en que se sitúa el autor, sin decir que sea enteramente nueva, la verdad es que no es común, ni es fácil encontrar una coherencia tan sistemática en la exposición de los aspectos centrales de la vida religiosa. Hay un hilo conductor a lo largo de los capítulos de esta obra: la permanente llamada a la vivenciación personal y comunitaria del misterio de Cristo pobre, obediente y virgen en la Iglesia y en el mundo. Decíamos antes que el teólogo se expresa como creyente y ejerce una función de servidor. Pues bien, el P. Lucas Gutiérrez Vega ha escrito estas páginas pendiente del doble filo de su vocación-misión. Ha sido especialmente notoria en estos últimos años su preocupación por los problemas de su propia vida religiosa. La participación en los dos últimos Capítulos generales de la Congregación Claretiana le permitió entrar en contacto con sus hermanos teólogos de la vida religiosa y vivió la rica experiencia del mutuo intercambio, del continuo enriquecimiento y de la ampliación de miras. La responsabilidad del rectorado del Teologado Claretiano de Salamanca, justamente en la etapa inmediata al Concilio, le llevó repetidas veces a replantear y reformular los crite-

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ños básicos de la vida religiosa para aquellos inquietos seminaristas. Ha asesorado a muchos Institutos religiosos en sus respectivos Capítulos generales y provinciales. Y, sobre todo, ha mantenido fielmente su propósito —a pesar de que ahora la "Prefectura General de Formación en su Congregación le ocupa una buena parte del tiempo— de llevar adelante el propósito con que se creó el Instituto Teológico de Vida Religiosa de Madrid, del que fue cofundador, director y sigue siendo profesor. Creo que esta presentación debería haberse ceñido a un simple gesto de gratitud a su autor por el esfuerzo que ha hecho para poner en nuestras manos sus originales* Cuantos conocemos de cerca al P. Lucas Gutiérrez sabemos bastante de su habitual aversión a la pluma. Lee mucho, piensa más, pero escribe sólo por compromiso. La obra que el lector tiene en sus manos está escrita tras una machacona insistencia de algunos compañeros. Su resistencia ha sido fuerte, pero ha podido más nuestra constancia. Estoy seguro de que la ilusión del autor coincide con los que editan la obra. Si con su lectura se llega a la conclusión de que es algo serio y merece la pena vivir como religiosos, nos daremos lodos por muy satisfechos. C.M.F., Director de la revista «Vida Religiosa»

AQUILINO BOCOS MERINO,

PROLOGO

DE LA PRIMERA

EDICIÓN

La presente obra es término, por ahora, de un largo período de preocupación y reflexión sobre la vida de los religiosos. Tan sólo he querido trazar las líneas generales de una teología sistemática de la vida religiosa. Palta una teología analítica de sus diversas formas, igualmente necesaria. Otros la harán o, acaso, yo mismo en el futuro si tengo tiempo y ambiente para esa nueva tarea. Dentro de la teología sistemática he tratado todos aquellos temas que creía necesarios. Algunos van estudiados de manera implícita, pero creo que suficiente, aunque no digo que no hubiera sido útil dedicarles un capítulo explícito. He intentado en todo momento estudiar la vida religiosa dentro del conjunto de la teología de la Iglesia. Así se explica el que haya dado una notable extensión a los primeros capítulos, en los que se centra la visión de la vida religiosa dentro del conjunto del Pueblo de Dios. La teología de la vida religiosa o es una parte de la eclesiología o se hace ininteligible. Y, por desgracia, no es frecuente ver siquiera una alusión a la vida religiosa en los tratados de eclesiología que se siguen escribiendo. Únicamente se la encuentra en libros que quieren ser un comentario completo a la Constitución Lumen Gentium, sobre la Iglesia. Otra preocupación constante en mi trabajo ha sido intentar una coherencia de principio a fin, coherencia obligada desde la visión complexiva de toda la vida de la Iglesia, sin que nada de cuanto diga sobre la vida religiosa suponga una ofensa o al menos una falta de atención a la misión eclesial de los demás miembros de la Iglesia: sacerdotes y laicos. Pero éstos han sido los proyectos y las intenciones. Tal vez, contra mi voluntad, no siempre lo habré logrado.

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Tampoco he pretendido escribir la teología de la vida religiosa. Creo que todavía queda mucha tarea previa. He intentado, únicamente, ofrecer una concreta visión, como lo han intentado otros tantos compañeros de trabajo. Si con ello se prepara el camino para el gran teólogo que realice la síntesis armónica y plena, no habremos perdido el tiempo quienes hemos iniciado una tarea difícil, como sucede en todos los comienzos. Para mi reflexión he mantenido contacto continuo con la bibliografía, cada día más numerosa, sobre vida religiosa. Muchas veces he consentido, otras disentido, en los planteamientos y soluciones de los demás teólogos. Muchos de entre ellos han sido para mí el incitante más fuerte para pensar. Diría, más bien, que han hecho posible mi propio pensamiento, lo mismo cuando he encontrado convergentes su pensamiento y el mío que cuando he creído deber disentir. Mi agradecimiento a los unos y a los otros es idéntico. A lo largo de mi estudio no aparecerá siempre la presencia de quien me hizo pensar, ya que un trabajo analítico de citas y compulsación de pensamiento hubiera dado una extensión excesiva a mi trabajo. Creo, no obstante, no haber distorsionado el punto de vista de dichos autores; al menos conscientemente no lo hecho nunca. Debería citar al menos los nombres que han sido el más fuerte incitante de pensamiento, pero acaso caería en omisiones injustas, cuando a todos les debo gratitud. Si en ocasiones la manera como presento mi forma de entender las cosas pareciera demasiado segura, afirmo que tengo conciencia de caminar todavía entre tanteos y en plena búsqueda. Y no me costará ningún trabajo cambiar de ruta cuando vaya comprendiendo que me había equivocado.

PROLOGO

A LA SEGUNDA

EDICIÓN

Esta segunda edición de la Teología Sistemática de la vida religiosa no es una simple reimpresión de la primera. Bajo no pocos aspectos es una obra nueva, aunque dentro de la línea de pensamiento de la primera. Ha habido lector que en su día me indicó que tal vez la primera parte era demasiado extensa. Por otro lado, como indicaré luego, la segunda parte de esta edición incluye dos capítulos nuevos, con lo que la obra resultaría muy voluminosa. Por ello la primera parte ha sido ahora notablemente reducida en número de páginas. Conserva, sin embargo, todo el contenido fundamental de doctrina, porque sigo convencido de que la vida religiosa sólo puede ser entendida dentro de la Iglesia —y por tanto de la Eclesiología— y dentro del «hecho de vida» de Jesús y de su mensaje o Buena Nueva del Reino. El trabajo de revisión, de síntesis y, en buena parte, de nueva redacción ha sido realizado por mi compañero y hermano Macario Diez Presa. Ha trabajado intensamente con la maestría en él habitual. Dentro de la plena fidelidad al contenido doctrinal ha logrado una condensación, una síntesis y una redacción a mi modo de ver ejemplares. La segunda parte introduce varios capítulos nuevos, escritos pensando en una visión de conjunto armónica e integrada. Dedico un primer capítulo al estudio del carisma; un capítulo tercero a la misión eclesial de la vida religiosa. Este capítulo, precedido por el dedicado a la consagración, permite una visión global y totalizante de cada forma de vida consagrada. Es igualmente nuevo en su totalidad el dedicado a la obediencia, enfocada desde la teología de las mediaciones; en mi intención es un estudio tanto de la autoridad como de la obediencia, bajo vertientes diferentes. Es 21

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igualmente nueva la redacción del capítulo dedicado a la comunidad. También esta segunda parte ha sido revisada y preparada para la edición por Diez Presa. El hubiera preferido permanecer anónimo. Pero ni la calidad de su trabajo preciso y precioso, ni la amistad que nos une y el haber recorrido juntos casi toda nuestra vida desde un lejano día de noviembre en que partíamos, también juntos, para el Seminario Menor Claretiano, me permitirían mantener su anonimato. Señalar su mérito es gratitud y es justicia. Sé que no he llegado al fin en una reflexión sobre la vida religiosa. Toda vuelta sobre la misma ha supuesto —y seguirá suponiendo en el futuro— un incesante replanteamiento de temas y problemas. Hasta ahora, ello no me ha obligado a cambios fundamentales de orientación; pero sí a una nueva profundizarían y a explicar perspectivas que antes estaban implícitas. Por otra parte, una teología no está nunca hecha del todo, porque la Iglesia, la vida cristiana, la vida religiosa, el hombre, son realidades en camino hacia el futuro de la esperanza y hay que ir edificando la Iglesia de cada siglo, de cada momento, y de cada hombre y pueblo en su proceso histórico. Lo importante es que sepamos dar hoy la respuesta que necesitan nuestros hermanos y preparar los caminos para un mañana, al que habrá que dar también respuesta: una respuesta nueva. Roma, 23 de junio de 1979

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PRIMERA PARTE

INTRODUCCIÓN 1.

Inexistencia y necesidad de la Teología de la Vida Religiosa

A medida que los teólogos y los simples estudiosos de la vida religiosa se han ido preocupando por esclarecer los múltiples problemas que hoy vienen planteados a la vida religiosa, todos, sin excepción, van constatando lo problemático de sus estudios y de sus tareas, por falta de una teología ya estructurada sobre la vida religiosa. La afirmación de que no existe dicha teología es prácticamente unánime. Es cierto que, sobre todo a partir del Concilio, ha aparecido una cantidad ingente de estudios sobre la misma, analizando aspectos según la urgencia de los problemas. La bibliografía de la vida religiosa es, en número, una de las privilegiadas. No sabría decir si también en importancia de los trabajos. En cualquier caso, se trata de trabajos más o menos dispersos, que están ahí más bien como materiales sumamente valiosos, que, sin duda, un día permitirán, tras una selección y clasificación, acometer la comprometida tarea de síntesis. Naturalmente que, si no existe todavía esta teología sistemática de la vida religiosa, sería un tanto ingenuo y pretencioso pensar que la voy a hacer yo. Mi cometido durante todo este trabajo es sólo un intento de sistematización posible. Pienso incluso que es muy difícil, si no imposible, hacer ya hoy una teología de la vida religiosa, que viniera a ser como la «Summa Theologica» dentro del ámbito de la vida consagrada. A menos que naciera un genio potente y sintético como el de Tomás de Aquino, la única senda posible deberá ser abierta por una serie de trabajos e intentos de sistematización, realizados por distintos teólogos. 25

Ya hay varias obras publicadas con el título de «Teología de la Vida Religiosa». Multitud de artículos de revistas especializadas con el mismo título. Tanto las obras como los artículos ofrecen realidades valiosas, aunque no creo que ninguno de ellos piense haber realizado una obra completa. Pues, al tener ellos el valor de acometer esta tarea, son los primeros en reconocer que dicha Teología no existe todavía. Se contentan con ofrecer posibles esquemas, más o menos completos, de lo que piensan debe ser una teología de la vida consagrada. Mi pretensión no va tampoco más allá. Pero aun así hace falta una cierta dosis de valor para acometer esta empresa, que todos consideran necesaria y urgente. De hecho existe una teóloga bastante orgánica y sistematizada del Lateado, a pesar de que los laicos hayan entrado hace bien poco prácticamente en la conciencia reflexivamente teológica de la Iglesia. Y aunque sean muchos todavía los aspectos de la vida cristiana laical que necesitan mayores esclarecimientos. Otro tanto se puede decir de la teología del sacerdocio, aunque esté sometido a las necesarias tensiones de adaptación del ministerio sacerdotal según las urgencias de nuestro mundo y de nuestro tiempo. Pero existe una teología del sacerdocio bastante sistematizada tanto desde el sacerdocio de primer grado o episcopal como respecto del sacerdocio de los presbíteros. Aunque sea éste el más problematízado del momento actual. La problemática afecta más a la situación de hecho y a la encarnación de la teología del sacerdocio, bastante consistente, en la realización práctica de su ministerio al servicio de los hombres. Tanto el laicado como el sacerdocio son un verdadero «sujeto teológico». Lo que no obsta para que haya que seguir esclareciendo cada vez más su sentido y su misión. Al contrario, la vida religiosa apenas si empieza a poder ser considerada como «sujeto teológico». Nadie la disputa como «hecho casi bimilenario en la vida de la Iglesia». Sigue siendo un «hecho» todavía. Si bien agoreros del momento piensen, aquí o allá, que ya no tiene razón de ser y que es un bello resto arqueológico de un pasado ya muerto. Frente a quienes quieren ver en la vida religiosa una reliquia del «pasado», el «hecho» de la vida religiosa sigue dando señales de vida no sólo con la pervivencia 26