Sociologia de la cultura
 970-620-624-8

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SOCIOLOGÍA de la'CULTURA .

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Aquiles Chihu ( coordinador) Umberto Cerroni, Joseph Ferraro, Luis Leñero, Michel Maffesoli, Adolfo Mir, Angel Nebbia,Jorge Velázquez

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~ SOCIOLOGíA DE LA CULTURA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD IZTAPALAPA DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES

DEPARTAMENTO DE SOCiOLOGtA

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índice

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD lZTAPALAPA

H~ \O\

Rector General Dr. Julio Rubio Oca Secretario General M. en C. Magdalena Fresán Orozco

Sb~3't e . 2.

UNIDAD IZTAPALAPA

Rector Dr. José Luis Gázquez Mateos

229908

Secretario Dr. Antonio Aguilar Aguilar

Director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades Mtro. Gregorio Vidal Bonifaz jefe del Departamento de Sociología Dr. Leonardo Valdés Zurita COMITÉ EDITORIAL DEL DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA Dr. Ángel Nebbia Diesing, Dr. Enrique de la Garza Toledo, Dr. Ricardo Espinoza Toledo, Mtro. Miguel Ángel Aguilar,

Mtro. Manuel González Navarro

Coordinador del Comité Editorial Dr. Leonardo Valdés Zurita Asistente Editorial Lic. Sara A. Galván Chávez

Portada: Carlos Mérida, "La dama de los guantes negros", 1971.

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Introducción Genealogía de la cultura, Michel Maffesoli

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Contornos y propuestas dé líneas de investigación en sociología de la cultura, Luis Leñero

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El Mediterráneo, culturas en confrontación, Umberto Cerroni

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Identidad y regiones culturales en Europa 92: la cuestión siciliana, Jorge Velázquez

73

La cultura religiosa mexicana y los indígenas, Joseph Ferrara

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El carisma como un fenómeno de cultura política, Aquiles Chihu

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El significado de la cultura en la teoría de la acción de Talcott Parsons, Adolfo Mir

133

Cultura y acción social, Ángel Nebbia

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© Universidad Autónoma Metropolitana

Unidad Iztapalapa, 1995 ISBN 970-620-624-8 Impreso y hecho en México

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Introducción

En este volumen los miembros del Área de Sociología de la Cultura se enfrentan a su preocupación mayor: hacer referencia en el discurso a su tarea específica. Contamos además con la colaboración de un profesor del departamento de filosofía y la de dos invitados egregios europeos. A modo de presentación vamos a realizar un vuelo entre los detalles del terreno y las nubes altas que cubren él paisaje, de modo que los rasgos más destacados de cada trabajo nos faciliten la comprensión posterior del detalle. Intentaremos en _primer lugar establecer un orden que nos permita asimilar de modo sistemático la sustancia argumental desarrollada en cada lletos. Diversos temas de estudios culturales y de países, UNESCO, París. Weber, Max, Economía y sociedad, tomos I y II, FCE, México, 1964. Werblowsky, R.J. Zwi, Más allá dela tradición yla modernidad, FCE, México, 1981.

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t.I;

Wilson, Bryan, Religion in Sociologica/Perspective, Oxford University Press, Oxford, 1982. Zea, Leopoldo, Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana, Joaquín Mortiz, México, 1974.

El Mediterráneo, culturas en confrontación1 Umberto Cerroni

Son muchas las definiciones sohre el Mediterráneo, pero las más significativas ciertamente, son las de Fernand Braudel. Son definiciones que presentan al Mediterráneo como un recipiente histórico. He aquí una: "¿Qué cosa es el Mediterráneo? Mil cosas reunidas. No es un paisaje, sino innumerables paisajes. No es un mar, sino una sucesión de mares. Tampoco es una civilización, sino una serie de civilizaciones apiladas una sobre la otra". Y después': "El Mediterráneo es un cruce de caminos antiquísimo. De milenios, todo confluye ahí, complicando y enriqueciendo la historia: bestias de carga, mercancías, naves, ideas, religiones, formas de vivir". Veamos una definición poética: "El Mediterráneo se extiende desde el primer olivo que se alcanza llegando del norte hasta las primeras palmas que se alzan en la proximidad del desierto". Otra definición prosaica y cruda: "El Mediterráneo nunca ha sido un paraíso ofrecido al deleite de la humanidad. Aquí todo ha debido ser construido a menudo más fatigosamente que en otros lados". Una definición de los contrastes que caracterizan el Mediterráneo: "Estamos de frente a dos Mediterráneos: el nuestro y el de otros". Una bella definición alimenticia-gastronómica: "Se puede decir, simplificando, que el Mediterráneo realiza el propio equilibrio vital a partir de la tríada olivo-vid-grano". Una seca definición física: "El Mediterraneo no es más que una hendidura en la costa terrestre". Una definición estrictamente dinámica: "El Mediterráneo e's un conjunto de vías marítimas y terrestres vinculadas entre sí, y por lo tanto de ciudades que, desde las más modestas a las medianas y mayores, se tienen a la mano". "Carreteras y más carreteras, o más bien todo un sistema de circulación". Una pintoresca ' Traducción del italiano realizada por Aquiles Chihu.

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definición que bien puede lograr la alegría de una moderna agencia rurística: "El Mediterráneo es un mosaico de todos los colores". Cada una ele estas definiciones pone en juego un aspecto del Mediterráneo, pero si tuviera que elegir escogería ésta: "El Mediterráneo es un espacio-movimiento". Naturalmente, tocio espacio del planeta Tierra es al mismo tiempo --en la perspectiva de la historiaun espacio-movimiento. Pero el Mediterráneo ciertamente es la región en donde la relación entre espacio y movimiento siempre ha sido más intensa que en otros lados. fa zona donde el estrecho espacio viene intensificada y alargada por el movimiento que ahí se desarrolla y donde la intensísima y veloz dinámica histórica obra como un dilatador del espacio. Diré, por lo tanto, que la pequeña hendidura ele la capa terrestre que llamamos Mediterráneo ha siclo elesproporcionalmente dilatada y modificada por los reproductores ele una riquísima historia ele diez mil años. El mismo l3raudel ha escrito: "El pasado del Mediterráneo es una histo ria acumulada en estratos tan apretados, como aquéllos de la lejana China". De ahí que el historiador Braudel rechace la definición del Mediterráneo como un lago, porque le viene a la mente, más bien, el parangón con la desaparecida China antiquísima y pobladísima. En conclusión, podemos aventurar que el Mediterráneo es la región en la cual más que en otra parte del planeta Tierra la historia ha modificado la naturaleza, ha multiplicado en grandes proporciones su riqueza.

"Todos los hombres-generaliza Aristóteles y repetirá Dante-de manera natural desean conocer". La curiosidad impulsa a experimen: tar cosas nuevas, permite expresar lo maravilloso y sistematiza la investigación: el logos, de palabra hablada se convierte en narración poética y después científica. Y de ese modo nace la lengua, la poesía y la ciencia: el ser humano se compara con las cosas y deviene sujeto que debe' mediar naturaleza y humanidad, ser y no ser, para llegar a ser completamente humano. La naturaleza humana deviene movimiento, tensión, historia. La vida se acelera porque se intensifica; del mundo cerrado se pasa al universo infinito. Se entiende que el primer héroe mediterráneo y el prototipo más duradero de la civilización sea Ulises. El Ulises homérico, navegador aventurero que invierte su extraordinaria energía, la distribuye en forma equitativa entre el descubrimiento entusiasta de lo nuevo y la dulce melancolía del retomo a la patria. Y se entiende que Ulises sea, en la versión de Dante, el descubridor de mundos que encarna el impulso civil a devenir del mondo esperto, e de li vizi umani e del valore.2 Precisamente de esta múltiple experiencia creciente del mundo nacerá la convicción laica con respecto a que fatti nonfoste a viver come broti, ma perseguir virtute e conoscenza.3 De esta manera, Ulises se convierte en la vanguardia de la escuadra mediterránea que intentará, generación tras generación, superar las columnas de Hércules, simbolo de todo límite físico y de todo confín intelectual del conocimiento. Lo cantará también Tasso:

El principio del movimiento cie1tamente parece el eje de la civilización mediterránea o más bien de las civilizaciones mediterráneas. En todo sentido. El movimiento físico , por ejemplo, marca todas las grandes fases de la historia del Mediterráneo, que es una historia de emigraciones e inmigraciones, de invasiones y de conquistas, de llegadas y partidas: desde los persas a los mongoles, de los árabes a los turcos, a los germanos, a los franceses, el Mediterráneo fue una meta a alcanzar, y de Alejandro Magno a César, a Marco Polo, a Cristóbal Colón fue también - siempre- un punto de partida y e.le regreso después del descubrimiento ele nuevos mundos. Quizá precisamente la estructura cerrada del espacio mediterráneo, su aparente naturaleza lacustre, haya suscitado o alimentado con particular impulso la curiosidad ele la frontera , el gusto ele sobrevolar el horizonte. El pensamiento griego comienza aquí: el conocimiento como m,m1villa, la maravilla como conocimiento de sí y ele los otros.

Tempo ve,rá cheflan d'Ercole t segni/Favota vtle at navtgantt tndustrl ... uomo della Ltguria avra ardtmento.lAll'tncogntto corso esporsi In prima... Tu splegherat, Colombo, a un nuovo polollontano sí le for1unate antenne/Ch 'a pena seguirá con gli occhi il volo!La fama ch 'ha mtlle occht e mtlle penne.◄

"y devenir del mundo experto, de los vicios humanos y del valor". "hechos que no fueron vividos torpemente, sino persiguiendo virtud y conocimiento•. • "Tiempos vendrán que harán de Hércules los signos/ Fábula vil a los navegantes Industriosos... Un hombre de la Liguria tendra valor/ Al desconocido t'urso exponerse antes ... Te desplegarás Colón a un nuevo polo/ lejo~ sí los afortunados mástiles/ Penosamente seguirá con sus ojos el vuelo/ L:l fama que tiene mil ojos y mil penas' .

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No es arriesgado pensar que de esta realidad mediterránea, de este no-mito de Ulises nace, y se difunde en toda dirección del planeta, l

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el ansia del mundo propia del homo sapiens, que se observa como naturaleza específica del moderno Robinson, de Fausto, de donjuan, de Gulliver, de Ahab, de LordJim. Llega a pensarse incluso que sobre las riveras del Adriático, a Trieste, entre una y otra lección de inglés, tambiénJoyce haya remojado en las aguas mediterráneas los panes de su Leopoldo Blum, el moderno Ulises vestido de irlandés. Hasta Pikolo, el compañero de Primo Levi, entenderá quién es Ulises, "no obstante la traducción pálida y el comentario pedrestre y a presurado" que tristemente él hace en espera de la sopa; también él, embrutecido por nuestra barbarie de retomo, redescubre a Ulises y la civilización en el diálogo con el intelectual italiano y recibe el mensaje: "Ha visto que le concierne, que atañe a codos los hombres en pesar, y a nosotros en especial; y que concierne a nosotros dos, que osamos razonar de estas cosas... "

de las cumbres de los Alpes y los sitios bajos del Nilo, los hielos y el desierto, el rígido invierno de los Pirineos y la eterna primavera de las islas Egeas. Pero la multifomidad es especialmente biológica:. comprende las plantas más disímiles y los animales más diversos. En cuanto a los hombres basta notar que allí se encuentran desde hace milenios algunos grupos étnicos fundamentales: el hebreo, el árabe, el griego y el latino, el egipcio y el macedonio con presencias albanesas, de turcos y de eslavos, sin mencionar que de estos grupos se derivan históricamente ramas de civilización bastante articuladas, como los componentes que integran la civilización helenística y bizantina, los múltiples matices del maghreb árabe, las fuertes diferencias de la civilización romance de España, Francia e Italia. Sobre el plano ideal, la complejidad es notoria por el hecho de que aquí han nacido y convivido el espíritu laico más precoz de la historia humana --del naturalismo presocrático al materialismo de Lucrecio y a la ética estoica de Séneca- y las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islamismo.

Ciertamente el Mediterráneo es un mar de grandes contrastes y el desarrollo de la civilización transcurre en dura lucha contra la propia barbarie y la de los otros. La conquista de la civilización es siempre, al mismo tiempo, un demantelamiento de la propia barbarie: es un estar despierto para impedir el sueño de la razón, que genera monstruos. Y la razón misma es hija de esta deseosa experiencia. Lo dijo en síntesis vigorosa Leonardo da Vinci, que más que cualquiera otro representa esta conjunción meditarránea entre la experiencia de la vida y del mundo y el orden sistemático de la razón: "Mi intención es discutir primero con la experiencia y después demostrar con la razón". La densidad de la experiencia en el Mediterráneo es tanto el principio del contraste entre quietud y movimiento como la causa profunda de la constante e invencible continuidad de humanidad que prosigue a todo periodo de barbarie: sobre este pequeño espejo de agua se conjuntan tres continentes, como parece que no sucede en ninguna otra parte del mundo; se hablan quizá doscientas lenguas profundamente diversas, nacen Las füosofías y las literaturas más grandes de la historia, se organizan los fundamentos de la matemática y del alfabeto, de la astronomía y de la medicina, del derecho y de la economía, de la ciencia natural. En un área tan reducida y en una historia tan densa de contrastes, los conflictos si no son fatales, al menos se tornan difícilmente evitables. Sólo pueden ser encuadrados en un sistema de razonable convivencia y de humana tolerancia. Incluso desde el punto de vista físico, el área se presenta diversificada como ninguna otra: compren-

Considérese que la convivencia ha sido tanto la fuente más rica ele la recíproca fecundación como, a menudo, la causa de tremendas confrontaciones, agudizada1; por la estrechez de los espacios pero todavía más por la intensidad de las convicciones. Por lo tanto, es necesario dejar claro que la convivencia mediterránea es fundamento de la civilización, pero al mismo tiempo una dificilísima conquista. Comencemos por la fecundidad de la convivencia; sobre este tema no se ha reflexionado suficiente, a menudo a causa de los fanatismos étnicos y religiosos, pero también por los desniveles alcanzados por las diversas civilizaciones mediterráneas, en las diferentes fases históricas. La primera parte de la historia mediterránea registró un movimiento propulsivo de civilizaciones que se desplazaban sobre el eje este/ oeste: la civilización oriental en sus diferentes ramificaciones ha estimulado a la civilización griega, ésta ha influido sobre la civilización romana y esta última ha aportado elementos esenciales a la civilización occidental y a la cristiandad. En una segunda fase, por el contrario, se ha dado un movimiento ele propulsión oeste/ este que produjo las conquistas romanas en oriente, las Cruzadas y la cristianización del oriente. En una tercera fase, después del siglo xn, se presentó un nuevo impulso del este y del sur estimulado por la expansión árabe, y sobre esta. onda aconteció el redescubrimiento del mundo griego.

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La revolución racionalista inducida por el redescubrimiento de Aristóteles y mediada por el pensamiento árabe ha sido, deda, gravemente desvalorizada. Y sin embargo, sin ella sería incomprensible, además de la recordada renovación de la cultura teológica y filosófica cristiano-católica, la formación cultural de Dante, primer poeta moderno y al mismo tiempo primer filósofo ético-político de la modernidad. Suya es la gran intuición de las dos "felicidades" y por ello de una búsqueda terrenal y laica de la felicidad, de la virtud, de la tolerancia y de la convivencia pacífica, así como de la misión pacificadora de la política. En el núcleo de esta visión laica se encuentra, por un lado, la centralidad y autonomía de la razón y del conocimiento racional y, por el otro, el redescubrimiento del gran patrimonio de la poHtica y del derecho romanos, hecho posible por la mediación oriental de Justiniano. Sobre el corpus iuris de Justiniano trabajan precisamente nuestros glosadores: ese grupo extraordinario de ingenios -