Sobre virtudes y vicios
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PENSAMIENTO CRi'TICO/PENSAMIENTO UTÓPICO

SOBRE VIRTUDES Y VICIOS Juan

David García Bacca

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EDITORIAL DEL HOMBRE

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PENSAMIENTO

CRÍTICO/PENSAMIENTO UTÓPIGO

Colección dirigida por José M. Ortega

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Juan David García Bacca

SOBRE VIRTUDES Y VICIOS Tres ejercicios literario-filosóficos

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Sobre virtudes y vicios : Tres ejercicios literario-filosóficos I Juan David García Bacca. - Barcelona : Anthropos, 1993. - 90 p. 20 cm. (Pensamiento Critico I Pensamien to Utópico; 73) CSBN 84-7658-396-6 -

l. Ética 2. Metafísica I. Título Il. Colección 1 García Bacca. Juan David

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Primera edición: febrero 1993 ©Herederos de J.D. García Bacca, 1993 © Editorial Ant hropos , 1993

Edita: Editorial Anthropos. Promat,

Vía Augu sta 64. 08006 Barcelona

S.

Coop. Ltda.

,

ISBN: 84-7658-396-6 Depósito legal: B 976-1993

Fotocomposición: Francisco J. Ramos. Barcelona Impresión: Novagrafik. Puigcerda, 127. Barcelona Impreso en España

-

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PRÓLOGO

Dos siglos antes de Cristo, Jesús, hijo de Sirá, escribió el Eclesiástico, libro del Antiguo Testamento. De él se toman aquí unas sentencias, cuya oportunidad apreciará el Lector: «Habla, Anciano, porque te corresponde, pero con dis­ creción; no estorbes la música.» «¡Qué hermosa es la sabiduría de los ancianos!»

A sus noventa años, el Autor de esta obra se juzga con derecho, casi con obligación, de dar al Lector unos conse­ jos para leerla.

1)

No delegar en nada -religioso o profano, filosófico,

económico, político- ni en Nadie: sea Papa, Patriarca, Ayatollah, Premier de un Presidium ... el pensar por cuenta propia. Que Nadie se arrogue el derecho de pensar por él. Cada uno debe pensar por sí mismo, para sí mismo, consi­ go mismo en todo. Y tomar sobre sí la obligación de dar a los demás tal ejemplo. Recordando que el miedo a pensar sobre todo es más potente y frecuente que el miedo a mo­ rir. Para la mayoría, «morir, antes que pensar». E impedir

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que los demás piensen; más aún que hagan patentemente tal decisión de palabra impresa. Censura y censores. Inqui­ sidores.

2) No delegar en nada -religioso...- ni en Nadie -Papa ... - el decidir por cuenta y responsabilidad privada, o sea: renunciar a la Libertad. Cargar valientemente con el don de la libertad de conciencia, sin descargarla en otro. No descargar el pensamiento aceptando dogmas, Cre­ dos, consignas; ni descargar la voluntad obedeciendo a mandamientos, preceptos, ritos. Dogmas... alivian el peso de pensar; obediencia alivia el peso de decidir. Comodone­ ría mental y volitiva. Sobran Concilios y Constituciones que determinen y tiendan a imponer por fuerza física o psicológica qué es lo que hay que pensar y qué es lo que se debe obedecer o querer. Sin desconocer lo que Concilios y Constituciones apor­ tan de comodidad mental y comodonería volitiva y de tran­ quilidad mercantil, si se los y las acepta, al menos resigna­ damente; y aún más si se los y las admite como autorida­ des tan perfectas que merecen se las obedezca con jura­ mento o voto solemne o simple. Todo voto perpetuo de obe­ diencia es radicalmente inválido. Y lo invalida la conciencia -implícita o explícita, incallable, en cada acto de obede­ cer- de que la libertad es irrenunciable. Una renuncia, siempre transitoria, a la libertad es acto de generosidad de gran Señor.

3)

No poner límites a la imaginación, entendiendo por

esta palabra «inventiva». La originalidad, la inventiva, es uno de los recursos humanos inagotables, como se verá en el Ejercicio segundo y tercero de esta obra. No aceptar na­ da que se lo dé por perfecto, definitivo, tradicional, sagrado

o venerable. Venga de la Autoridad que sea: religiosa, polí­ tica, económica ... Sea Libro sagrado, rito, práctica, de Anti-

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guo, Nuevo Testamento, Islam, Vedas, Confucianismo, Sin­ toísmo ... Chamanismo

.. .

Los límites a la «inventiva» los señalan, por una parte, los transfinitadores y, por otra, sus refrenadores. Tema a demostrar y desarrollar en el Ejercicio tercero.

4)

En la primera semana de la creación del Mundo, y

en el lugar privilegiado «El Paraíso», Dios (Elohím) prohi­ bió a nuestros primeros padres: Adán y Eva, que comieran los hutas del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal. Por­ que si comían de ellos serían dioses, como Dios; comieron,

y, para evitar que lo fueran, los expulsó del Paraíso. Y ex­ pulsados estamos todos sus descendientes. Entre ellos, los

actuales: Nosotros. No abdiquemos de ser dioses, aunque no estemos ya en Paraíso alguno. Y asumamos las consecuencias: buenas, malas, peligrosas. Éxito o fracaso. En el Colofón de esta obra, y a la altura de Ciencia y Técnica actuales, se trata detenidamente de los problemas, soluciones (?) y peligros de tal suprema Empresa: el Hom­ bre como parte pasiva y activa de la constitución y evolu­ ción del Universo. ¿Actitud digna de «semidioses»? Ha hablado un Anciano (de noventa años); que es lo que le corresponde según la sentencia bíblica. ¿Habrá ha­ blado tal Anciano «Según discreción», que es el consejo de la Biblia? ¿Y lo habrá hecho «sin estorbar la música»; otro, y final, consejo bíblico?

Quede a juicio del Lector, a medida que se adentre, en­ tre, intrinseque en la obra entera.

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EJERCICIO PRJMERO SOBRE

VIRTUDES Y

VICIOS

PECADOS Pecado original - Inocencia original Virtudes y vicios naturales

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Previo El Antiguo Testamento nos ofrece dos coloquios -ad­ mirables, insuperables e insuperados- de Dios (Elohím) con dos hombres: Abraham y Jacob. El primer coloquio relata la discusión de Elohím con Abraham respecto del destino de Sodoma y Gomorra; el segundo, la lucha de Ja­ cob con Elohím, toda una noche. Dejando el primero, por no venir a propósito de esta obra, se traduce el segundo: «Despedidos todos los de su familia, Jacob se quedó solo. Y he aquí que VARÓN luchaba con él toda la noche.

Y no pudiendo ÉL vencerlo le tocó ÉL el nervio del fémur, que inmediatamente se le marchitó.

,,y le dijo a él: "Déjame, que ya surge la aurora". »Respondió él: "No TE dejaré si no me bendices". ,,y dijo ÉL: "¿Cuál es tu nombre?". »Respondió él: "Jacob". »Mas dijo ÉL: "En modo alguno. Jacob no será tu nom­ bre, sino el de Israel, porque si contra Elohím has sido fuerte, ¿cuánto más no lo serás contra los hombres?". »PreguntóLE Jacob: "¿Cuál es el nombre con que TE lla-

'

)" mare,. ..

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»Respondió: "¿Por qué interesarte por MI nombre?". ,,y ÉL lo bendijo allí mismo. ,,y Jacob llamó a aquel lugar "Fanuel", diciendo: "Vi a Elohím cara a cara, y aún quedó a salvo mi vida'\, (Géne­ sis, 32, 24-31). El nombre «Israel» significa: «El fuerte contra Elohím». Esto se lo ha traído aquí para poder disponer de tal nombre cual superior a la distinción adjunta a dos nom­ bres: Hebreos y Árabes (dejando, pues, aparte la denomina­ ción de «Semitas»). A continuación, se verá o leerá la aplicación al tema sobre Noé y sus hijos.

A)

Pecado original - Inocencia original

Coloquémonos benévolamente en el ambiente de Noé, referente a geografía: la Tierra llana, finita o circunscrita a lo que se conocía de ella: Egipto, Palestina, Siria, Asiria, en una palabra, Asia menor. Ni se sospechaba la existencia de India, China, Japón, Mongolia, Finlandia... Ni se conocía o sospechaba que hubiera ya entonces, y desde hacía unos 500.000 años, hombres, por millones. ! Asia menor era, pues, «la Tierra corrompida ante Elo­ hím»: «Elohím vio que la Tierra estaba corrompida, que toda la carne había corrompido su vida» . Asia menor era, pues, «toda la Tierra» para Noé. Tal miopía geográfica perdurará en el Antiguo y en el Nuevo Testamento; en éste, el ámbito algún tanto mayor: Roma, Grecia, Hispania. En él estaba «toda la carne», toda la· humanidad. Así hasta el Renacimiento... La construcción del Arca y demás detalles que aporta la Biblia son bien conocidos: Diluvio, «a cataratas del Cielo», durante cuarenta días y cuarenta noches... No quedaron vivos sino Noé, sus hijos y mujeres. Sus hijos: Sem, Cam y Jafet. «Y de ellos, cual de semilla, proce..

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de todo el género humano que habita sobre toda la Tierra » (Gn, 6, 4; cfr. 7, 8 y 9). «Hijos de Jafet: Gomer[... y descendientes hasta] Doda­ nín. Y de éstos han procedido

todas las gentes, cada una en

su región, con su lengua y familias en sus naciones» ( Gn,

10,

2-5).

Lo mismo respecto de los descendientes de Cam y

Sem.

Luego todos los hombres -no había quedado, fuera de éstos, ninguno en toda la Tierra- habrían, habríamos de ostentar anatómica y fisiológicamente, comenzando por la cara, nuestra ascendencia «Israelita», o la de Hebreos o Árabes. Lo cual es falsedad -patente, escandalosa, hasta insul­ tante- en la anatomía, fisiología, rasgos faciales de Hin­ dúes, Chinos, Japoneses, Mongoles... Suecos, Noruegos, Finlandeses, Eslavos, Arios, Mediterráneos . . .

Luego - y e s una d e l a s conclusiones que d e ello se si­ guen- todos ellos no han, y no hemos, pecado en Adán. No hemos contraído el pecado original. O, por la inversa, nacemos en estado de inocencia (natural). O nuestra con­ cepción es inmaculada . «Elohím vio que era grande la malicia de los hombres en la Tierra y que

todos los pensamientos de su corazón todo tiempo al mal» (Gn, 6, 56).

estaban aficionados en

Luego los no descendientes de Noé-Jafet no han, no he­ mos heredado filogenéticamente: mental, cordialmente, la maldición «Israelita» (la de Hebreos y/o Árabes), ni la obse­ sión cordial hacia el mal. Podemos ser, y efectivamente lo somos o podemos ser, malos, hasta malvados; pero no maliciosos. Aficionados al mal a ratos, o en actos sueltos, hasta en hábitos; pero no por condenación filogenética proveniente de Noé-Jafet, Noé-Cam, Noé-Sem. Notemos que, después del nieto Dodanín, no se mencio­ na a nadie que pudiera denominarse Hindú, Chino ... Medi­ terráneo ...

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Caso de miopía cronológica del Antiguo y Nuevo Testa­ mento: la creación del mundo y del hombre se verificó 6000 años antes de nuestra era. Mas ya había hombres desde ha­ cía unos 500.000 años. Como consta paleográficamente. Todos ellos no pudieron, evidentemente, proceder de Adán. Así que no pecaron en él. Naci ero n con inocencia natural, y su concepción fue inmaculada. Caso de miopía geográfica de ambos Testamentos. «Toda la Tierra» abarcaba «Asia menor y orillas del Mediterrá­ neo». Desde los griegos, vikingos, descubrimiento de Amé­ ric a, China... se conoce toda la Tiena. Luego la máxima parte de ella, casi toda ella, no fue maldecida por Elohím. Antes de proseguir adelante en la exposición, acepte be­ névolamente el Lector que yo, «Juan David García Bacca Barrancos Benavides», sirva de modelo, no de nonna, sino de «formulario» para el tema Pecado original - Inocencia original.

Apellidos: «García» es vasco; «Bacca» es romano, latino; «Barrancos» es griego. Así que, por parte de padre, nada puede provenirme de pecado original. Y mi padre, el suyo, el de tantos progenito­ res, ninguno de ellos lo podía contraer; aunque, tal vez por las circunstancias históricas, políticas, sociales, religiosas, llegaran a pensar que lo habían contraído. En verdad, bau­ tismo les era superfluo. Por parte de mi madre: Zamora era ciudad por la que pasaba una de las grandes vías romanas (¿Ocelodorum?). Al fonso 1 entró en ella en el año 747. Como cristiano, cris­ tianismo oficial del Reino, se bautizarían todos los recién nacidos. La conquistó en 9 8 8 Almanzor, el gran caudillo árabe y magnífico Señor. En su ejército debían de entrar nietos... del Profeta Mahoma. Probablemente de alguno de ellos procede, por generación, el apellido «Benavides»: hijo (Ben) del profeta (navid) de ( des). Por la parte de «Bacca», latina (Bacca-laureatus), no podía entrar pecado original. Desde 988 hasta el nacimiento de mi madre (¿ 188 4?) pasan 16

casi 1000 años. Dejando, por sin importancia para lo que se intenta decir a continuación, los posibles intermediarios, el hecho es que en

1884 se conservaba el apellido

«Benavides».

Mas durante ese milenio habrá habido tantos y tantos cristianos bautizados ... Si el bautismo elimina de raíz y del todo el pecado original, en 1901, mi nacimiento -y en tan­ tos anteriores al de mi madre-, haría ya años, centenas ... que el pecado original había íntegramente desaparecido. Que reapareciera en cada nuevo hijo resultaría milagro de estilo diabólico y maniqueo. Que, pues, se siguiera bautizando era -en realidad, aunque no reconocida- acto superfluo; que perduraba por convención, rutina, imposición de Iglesia y Estado, y vagas ideas teológicas, justificativas racionalmente. Hasta ahora no se ha precisado qué es lo que constituye «pecado original», y cómo se propaga, a pesar de haber sido veces y veces eliminado, borrado, destruido por el bau­ tismo. Se responderá a estas cuestiones con la brevedad que exigen la obra y los temas más importantes que en ella se desarrollarán. Adviértase, una vez más, que lo dicho respecto de Jafet vale tal cual de los descendientes de Cam. Los de «Israel» (semitas) son los que conservan y culti­ van lo de «pecado original» y la manera de contraerlo y curarlo o destruirlo, como característica de tal «linaje» (pa­ labra preferible a la de «raza» por sus connotaciones actua­ les).

Caso de miopía genética. El pecado original podría pro­ pagarse de varias maneras: una, por la generación natural, por el coito en matrimonio o fuera de él; otra, por un ta­ tuaje especial que afectara al brazo, y por el que se recono­ ciera lo de pecado original, cual en la frente de Caín puso Elohím una señal para que nadie lo matara ... y otros proce­ dimientos acudirán a Lector imaginativo y valiente de pen­ samiento. Pero el que efectivamente consta por la historia es que

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se propaga por coito. Obsesión sexual de «Israelitas» (de semitas, dicho en lenguaje corriente) Hebreos

o

Árabes.

Y se establece, para contraposición valorativa, la de

Vir­

ginidad (masculina o femenina), digna de las alabanzas de Santa, Santísima; Celibato, con la alabanza de santo; matri­ m onio con la de simplemente bueno. Benévolamente tole­ ,

rado. Pero, sea dicho con perdón o sin perdón, Virginidad y Celibato son reales de verdad por el coito. Sin él, degenera­ rían en palabras y conceptos abstractos. Preeminencia real de verdad y comprobada del matrimonio. Por él se transmite el pecado original. ¿Y se lo destruyó, borró, por la circuncisión? Con lenguaje y práctica posterior, el pecado original, contraído por el coito, desaparecerá, se borrará, se extin­ guirá, por el bautismo. Se ha ganado en delicadeza camal y en el contenido espiritual que aporta el bautismo. Quede como alusión: por la ingeniería genética actual y sus experimentos futuros la Tierra tiene aún miles de miles de años disponibles para la humanidad y para los ingenie­ ros. Se conocen ya procedimientos para concepciones sin coito, sin matrimonio, preteriendo, por insignificantes, las distinciones entre virginidad, celibato, y, por vacuas, sus alabanzas. Así que, por obra de la ingeniería genética, se consigue que los individuos de la especie humana resultantes nazcan con inocencia original. Consideremos brevemente el valor del Bautismo. Al hombre concebido por el coito en «pecado original», el bautismo no sólo borra, destruye, elimina el pecado (aspec­ to o componente negativo), sino que aporta dones -la gra­ cia- sobrenaturales; hace que la Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, habiten en el alma (en todo el hombre: alma y cuerpo. Y, como secuela real -la de «pecado origi­ nal es causa de muerte»-, el bautismo desconecta pecado y muerte. Garantiza una cierta inmortalidad.

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Hasta aquí, todo correcto y espléndido. Pero el hombre tiene obligación de aceptar tales gracias y dones. Se ha con­ vertido don, gracia, en necesidad, en obligación. Gracia, don, son desgracia si no se los acepta. Por otra parte: que por el bautismo habiten en el alma las tres divinas perso­ nas, como no hay libertad de recibirlas, tal habitación se convierte en intrusión inevitable, a aceptar sin remedio. Otra perversión consiste en convertir los llamados «Consejos evangélicos» en votos, simples o solemnes. Es decir: convertirlos en obligaciones simples o solemnes. Éstas, sólo dispensables por Dios, aunque la Iglesia se arro­ gó el derecho de disolverlas, en virtud de la aplicación de la fórmula «Todo poder . ». En total, se han perdido todas las prerrogativas espiri­ tuales. Por otra suerte, el bautismo ha producido el que, desde hace siglos, haya quedado eliminado el pecado origi­ nal. El bautismo es ya superfluo. Y, por tanto, son realmen­ te, lógicamente, superfluas todas las Iglesias: católica, pro­ testante, ortodoxa oriental... Si se las mantiene -y ellas, por algo así cual intereses, hasta económicos y sociales, procuran mantenerse-, todo ello no pasa de mantener museos, antigüedades, prestamen­ te antiguallas doctrinales, rituales, ceremonias, festividades. Los llamados monasterios, los presbiterios en las igle­ sias, las iglesias mismas, han degenerado en «turisterios» por donde entran, salen, curiosean, más o menos educada­ mente, toda clase de personas: creyentes o incrédulas, na­ cionales o extranjeras, reverente o irreverentemente vesti­ das; y los encargados del culto, o se han vuelto invisibles, o se hacen los desentendidos y pacientes, o se han convertido ellos, y han trastornado la iglesia ... en apta y atrayente para «turistas». Ellos mismos ya «turistas» en casa que fue pro­ pia, y ahora es ajena. Hasta propiedad del Estado. Digamos clara y valientemente: todos somos ya gentiles y Paganos. De hecho, de práctica, aunque no todos nos atrevamos a serlo de pensamiento y palabra. .

.

19

Pero volvamos históricamente atrás, bien atrás. Estamos, al parecer -aun oficial-, en Testamento Nuevo. Pero perduran, bajo formas más o menos discretas, prácticas y criterios divinos del Antiguo. Se los trae aquí por su influencia social, política, económica. «Dijo Dios [Elohím] a Abraham: Guardarás mi pacto, tú y tus hijos en sus generaciones. Y este es mi pacto, que observarás tú y yo y tus descendientes: que se circunciden los varones, y que circuncidéis la carne del prepucio vues­

tro, lo que servirá de signo entre yo y vosotros [ . ] así que . .

mi pacto estará en vuestra carne, cual alianza eterna» (Gn,

17,9-13). «Era Abraham de noventa y nueve años cuando se cir­ cuncidó la carne de su prepucio» (Gn, 17,

24),

y los de su

familia. Dios (Elohím):

«SU

nombre es CELOSO, ÉMULO» ( Éxodo,

34, 14). «[ . ] a los intestinos [ . . ] los ofrecerá el sacerdote en ho­ locausto que es suave olor a Dios [ ] que es olor suavísimo a É l», y así tres veces repetido (Levítico, 1, 17; 2, 1y9). . .

.

. . .

Nótese la crueldad hacia la propia carne, en el miembro más sensible, y hacia la de los demás. Esta crueldad perdura aún en personas del Nuevo Tes­ tamento bajo diversas formas, reales; y con palabras -en instituciones, institutos- discretas a veces; y otras, de or­ gullo y altanería. Disciplinas, privadas y comunes, cilicios y otros instrumentos de tormento de la carne -aunque no tipo «circuncisión»- son formas actuales con las que Ó r­ denes, Sociedades, Congregaciones, Institutos, imitan la crueldad de Abraham hacia sí mismo y su familia. Muchos hemos hecho cilicios, disciplinas, y los hemos empleado, sin caer en cuenta de dónde provenía tal cruel­ dad camal, y el sutil placer de atormentar el propio cuerpo, y por ello merecer ante Dios (Elohím o Dios) y ante la so­ ciedad; y gloriarse de ello -tan paleotestamentario- en Revistas.

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Mental, sentimental, literalmente pertenecen, en reali­ dad de verdad, aún al Antiguo Testamento. El olor suavísimo de holocausto, de carne quemada to­ talmente, perdura en ayunos, abstinencias, prohibiciones en ciertos días; gloriarse de aguantar hambre y sed días y días. Crueldad contra el propio cuerpo. Cuaresmas impues­ tas, con ciertas dispensas para pecadores y débiles. Todo ello es Antiguo Testamento, conservado, venerado, proclamado en el Nuevo. El ambiente del Antiguo se conserva: ausencia de gra­ cias, gracejo, donaire, bromas, chistes... Ausencia de sonri­ sa, risa, carcajadas. Seriedad. Insensibilidad casi total ha­ cia Belleza de pinturas, esculturas, arquitectura, melodía y armonía del lenguaje... en los dos Testamentos; hasta el Renacimiento, que fue su muerte y entierro; su tránsito a antigüedades venerables, y, en bastantes cosas, a anti­ guallas. Ausencia de juegos. La humanidad, que, en conjunto, no ha pecado en Adán y no proviene de Noé y de Jafet, o de Cam o de Sem, ha inventado, cual griegos y romanos, los Juegos Olímpicos. Sin crueldades hacia el propio cuerpo, fuera de dolores re­ gulados para ganar las competencias. La prohibición de ejercitarse en tales juegos, y preparar el cuerpo para las exhibiciones públicas en Estadios, es un dato más para la incardinación de tantas personas, Institu­ ciones e Institutos del Nuevo Testamento, que, realmente por ello, renuncian a él, en favor del Antiguo. Por condescendencia, remordida, Órdenes, Congrega­ ciones, Sociedades, toleran, organizan -para no perder la clientela- juegos, en competencia con los de gentiles y pa­ ganos.

Caso de miopía cultural de ambos Testamentos. Si todos los hombres son descendientes de Adán-Noé-Jafet (igual se diría respecto de los descendientes de Cam ... ), se sigue que todos hemos tenido y hemos de tener por lengua el hebreo,

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o alguna de sus variedades; además, como es claro, no ten­ drían y tendríamos otros conceptos, normas, concepción del universo y de la vida sino la hebrea. Lo cual es radicalmente, incurablemente, falso mental, sentimental y literariamente en tal orden, tanto corno es falso que todos tengamos la misma anatomía y fisiología, la misma cara y rasgos que los hebreos. Cultura, rasgos, he­ breos. (Lo cual no impide, exige, que reconozcamos que de ellos tantos y tantos hemos usado, nos han proporcionado «andaderas» mentales, sentimentales y literarias, durante la niñez; y «muletas» mentales en nuestra juventud. Pero, para que no degeneremos en inválidos definitivos e irreme­ diables, es preciso que las destruyamos, nos libertemos de ellas, a las buenas o a las malas.) La cultura -y sus obras- griega, romana, hindú, chi­ na, japonesa, mongol, eslava, aria, mediterránea... no pue­ den provenir y no han provenido de la hebrea. No son des­ cendientes de Adán-Noé-Jafet . Y tendrían que haber pro­ venido de ella culturalmente. Digamos una vez más valientemente: somos gentiles y Paganos. .. .

. .

B) Virtudes y vicios naturales. Y sus actos La virtud natural posee en sí misma la calidad de serlo, sin necesidad de premio, alabanza, condecoraciones. Ella es suficiente premio de sí misma. Oigamos al Emperador Marco Aurelio: «Todo lo que sea Bello, séalo de cualquier manera, es bello por sí mismo, atenido a sí mismo, y las alabanzas no son parte constitutiva de él mismo. Y esto mismo vale de lo comúnmente llamado bello ... Pero lo en realidad de verdad llamado bello ¿de qué más tendría necesidad? No será bello porque lo alaben, ni se resentirá de que se lo desprecie» 22

(Pensamientos, libro I). además de

Pantokrátor

Autokrátor

(se manda a sí mismo),

(manda a todos).

«¿Qué más quieres por haber hecho algo bueno a

un

hombre? ¿No te basta el que lo hayas hecho según tu natu­ raleza? ¿Buscarás además que te lo paguen? ¿Los ojos exi­ girán, además de ver, que se les recompense por ver? ¿Y los pies, porque marchen, exigirán premio? ¿Lo exigirán las flores, los fiutos, por ser tales?» (ibíd., libro IX,

5).

De lo Bello, dice Platón que «él mismo está siendo ensi­ mismado y consimismado en su misma idea, siempre» (Banquete,

21 1

b);

«límpido,

puro,

inmezclable»

(ibíd.,

2 1 1 e). Virtud que para serlo exija premio es en sí misma des­ preciable. Vicio que en sí mismo no lleve su castigo es tam­ bién despreciable como vicio; es externamente, superficial­ mente vicio. Tal es la moral del Antiguo Testamento y, en parte, del Nuevo. Notémoslo en unos ejemplos: Lea el Lector los casos en que se condena a muerte (marte moriatur) al transgresor (Levítico,

20, 1-27).

Tales

casos o pecados no tienen malicia intrínseca; no llevan con­ sigo mismos su castigo. Les sobreviene de fuera, por ley; y son igualmente condenados a muerte, a ser lapidados, se­ gún el delito. Moral heterónoma. Moral por ley, no por bondad o maldad intrínsecas. Y su observancia es premia­

da; su inobservancia, castigada. No hay en el Antiguo Tes­ tamento moral autónoma. Restos, resabios, de esta moral externa, con premios ad­ juntos a su observancia, se encuentran aún en el Nuevo Testamento: «Y todo aquel que dejó casas, hermanos, hermanas, pa­ dre, madre, hijos o campos, por causa de mi nombre, reci­ birá el ciento por uno y poseerá en herencia la vida eterna» (Evangelio de Mateo,

19, 29).

Adviértase: a este acto de dejar todo eso tan querido, por el nombre de Jesús -acto, de suyo, de amor, honor, hacia

23

Él- promételes Jesús que recibirán el ciento por uno y here­ darán nada menos que la vida eterna. Tal acto de amor a Jesús no tiene bondad, excelencia tan intrínseca -de por sí, de suyo,

a

solas- que resulte insulto dar y recibir un premio

de ciento por uno. Ciento por uno en casas, campos, madre... Moralidad externa. Parábola, ¿bien edificante? Parábola de los obreros llamados a trabajar en la viña (Mt, 20,

1-16).

Trabajan diversas horas, contratados a sala­

rio; pero creen, llegada la hora de cobrarlo, que los que han trabajado más horas recibirán salario mayor. El colmo es que todos ellos, incluido escandalosamente el que había trabajado sólo una hora, reciben el mismo salario. Indíg­ nanse, por parecerles injusticia. Pero el Amo les dice: «¿No te concertaste conmigo por un denario? Toma lo tuyo y vete. Y si quiero a este último darle lo mismo que a ti. ¿no me es permitido hacer de lo mío lo que quiero?». Nótese la reacción de uno, frente a la reacción del Amo. Injusticia, al parecer de los más trabajadores; arbitrariedad de la conducta del Amo. Conducta y palabras de Déspota oriental. Hace lo que le da la gana. El trabajo de los operarios, horas y más horas, no tiene valor (y precio) intrínsecos; no es reconocido justo por el Amo. Lo justo es lo que él, por sí y ante sí, determina. Moral económica extrínseca. Nada es bueno-malo, justo-injusto, de por sí, intrínseca­ mente. Estos casos -y hay más- muestran la intromisión del tipo de moral del Antiguo Testamento en el Nuevo. Pero la moral cristiana, la de Jesús, desborda tal mode­ lo de mala conducta que vuelve todo «extrínseco». (Véase, por contraposición, lo que acerca de la moral y conducta «intrínsecas» se trata detenidamente en mi obra

Filantropía, en preparación en esta misma colección.) Distingamos oportunamente entre morales: la de man­

damientos, con premios desmesurados o con castigos desa­ forados -todos con pena de muerte, homogéneamente tra­ tados.

24

-

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Moral de mandamientos y consejos. ,'(l>; y aun «exaltación». Piénsese en un Einstein: «Para el Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), yo contribtú -dijo- con la inscripción: "Sutil hasta el refinamiento en el Señor Dios; pero malicio­ so, no lo es. Ha construido el mundo de manera complica­ da y sutil; mas el Señor nos ha dado la oportunidad de descubrir cómo está hecho"». Resuena en Einstein la trans­ cendentalidad de «exaltación» -ante su vida, ciencia, pro­ yectos, para él y para la humanidad. Piénsese, retrospectivamente, en un Platón (Banquete, Fedro); en un Sócrates (Fedón, Apología). Inmortalidad como transcendentalidad de «más allá», «Super», «éxtasis» y «exaltación». Sócrates, en trance de muerte, por condena­ do legalmente, se siente inspirado, «que los hombres saben predecir mejor que nunca cuando se sienten morir»; se siente aprobado por su señal demoníaca; se siente esperan­ zado de que la muerte sea un bien; está seguro de que lo mejor que puede acontecerle en esos momentos es el mo­ rirse ya; «mas es llegada la hora de que yo me vaya a morir y vosotros a vivir; quién de nosotros vaya a lo mejor, cosa es, para todos, menos para Dios, desconocida» (Apología). Tonalidad de todo: «exaltación». 3) Todos los vivenciales convienen en que carecen de pre. Sorpresa preanunciada ... susto preanunciado ... invento preanunciado, no son ni sorpresa ni susto ni invento. Y así de los demás vivenciales, cada uno a su manera y grado. Nadie se asusta de miedo por lo anunciado -«guerra de­ clarada no mata gente», es refrán. Invento preanunciado deja de ser invento, y cae en cosa manual, diaria, copia ...

34

Ahora bien: si los auténticos vivenciales carecen y tie­ nen que carecer de pre: de previos, premisas, prejuicios, pre­ sunciones ... surgen porque sí; surgen de nada. En lo científico, todo surge con pre: un teorema (T) tie­ ne por pre los axiomas (A); y por porqué, sus consecuencias

(C): otros teoremas:

(A)

-7

(T)

-7

(C).

Si los vivenciales carecen y tienen que carecer de todo pre, vienen a la realidad sin porqués; son, con la palabra

coITiente, «irracionales». No queda más frase que la de «vienen a realidad, a ser,

¡1orque sí, de SÍ». Son casos de creación: de autocreación. Y el sujeto en quien surgen es realmente, y no palabreramen­ lc, «Creador».

Por carecer de pre, no hay razón suficiente para que existan, vengan a ser. Pero hay razones necesarias que hacen de fondo propio, de fundamento necesario: la sorpresa tiene por fondo pro­ pio y necesario el de «lo cotidiano, normal, seguro» de la vida. Contra y sobre lo normal surge, de por sí, lo sorpren­ dente. Un invento -v.gr. el teléfono, el automóvil, el televi­ sor...- tiene por fondo propio, necesario, la vida natural: vista, y lo que ella ve; oído, y lo que él oye; piernas, y lo que ellas recorren de ordinario en espacio y tiempo.

Y no es fondo propio de sorpresa el que, jugando a da­ dos, salga el esquema de teléfono, o el as de oros ...

O parecidamente: que ante la admiración de televisor surja el seis de

un

dado.

Pero sorpresa (y demás vivenciales) se dan como en el juego de dados: es necesario que, en cada jugada, salga una cara, y una sola cara; pero a la vez, a la una, no es necesa­ rio, es aleatorio, que salga esta cara, v.gr. el tres. Esta co­ yuntura de necesidad-y-azar en una sola realidad, en

W1

solo acto, es común a todos los vivenciales. Y ha de conser-

35

varse tal conexión cual en música un acorde o nota «Osti­ nato » . Consideremos, para terminar, el vivencial «transcenden­ talidad » . Tiene por fondo propio necesario el aquí, el ahora, la tranquil idad, la finitud; mas,

a

la vez, a la una, sobre tal

fondo surgen «exaltaci ón » , « éxtasi s » , « pasmo», el tirón ha­ cia «más allá » , «plus » , « ultra» todo lo finito . . . Componente

aleatorio . Que en «éxtasis » surja el as de oros, o la cara seis, fuera máxima sorpresa, desconcierto.

4) Coim plicación de los cuatro vivenci ales . No hay algo así como pura, mera, « sorpresa » . Es sorprendente un « invento» (concreto), que a su vez no es mero « invento » , sino «Ocurrenci a » , « Súbito» de u n sujeto, acto de s u espon­ taneidad. A su vez , no hay mera , pura, «espontaneidad » , sino

espontáneamente s e s intió e l sujeto

« admirado »

(componente de novedad) por lo « imprevisto » (novedad) de un « invento » (componente de originalidad ) ; « pasmado » ante invento, ante tal novedad (componente de transcen­ dentalidad). En general : no hay novedad que no esté cone­ xa con originalidad y que no se la sienta como «esponta­ neidad » .

Y l o mismo respecto de originalidad, de espontaneidad, novedad y transcendentalidad . Ejercítese el Lector en casos interesantes para él. Aquí le ofrecemos un ejemplo : L a transcendencia suprema a que e l hombre puede as­ pirar fuera la de ascender a los Cielos : lugar propio y exclu­ sivo de dioses, Dios, ángeles ... Ya la Torre de Babel fue un caso de tal atrevimiento. Y bien se sabe la reacción de Elo­ hím . Ascender un hombre a los Cielos -aunque no fuera sino como anhelo, tentación, a fortiori como atentado- se­ ría sacrilegio. Pues bien: el hombre actual lo ha cometido, y de mane­ ras, a veces, desaforadas y desvergonzadas -casi provoca-

36

tivas- con aviones, cohetes, sondas cósmicas . . . Voyagers, que viajarán por los Cielos durante miles de años: 60.000 , según el plan del Voyager de Carl Sagan. Para no hacerse encontradizos, dioses, Dios, Alá . . . ha­ brán de irse a transcielos, cada vez más remotos, huyendo de los avances de sondas, cohetes, Voyager. . . Sacrilegios progresivos, audaces, espontáneos, origina­ les del Hombre actual. Caso de máxima novedad, de máxima espontaneidad, de máxima originalidad, de máxima transcendentalidad. Sin más castigos que los fracasos, que, por ser instructi­ vos, serán superados por los caracteres de la Vida que son novedad, espontaneidad, originalidad y transcendentalidad. 1 mperdibles; siempre renacientes. Y renacientes son los vi­ venciales de «atrevimiento» , «audacia » , «Osadía » humanas. Caso máximo de coimplicación de los cuatro vivenciales. Caben, es claro, coimplicaciones variadas de grado. Para las finalidades de este tema baste con lo dicho. 5) Decadencia . La Vida, el Vivir, no se quedan pasma­ dos, extáticos, absortos por y ante cualquiera de sus actos, empresas, éxitos , inventos . . . Los saca de tal posible pasmo el t i rón continuo de la vida normal, cotidiana, diaria, banal: comer, beber, sexear, conversar, administrar, divertirse . fa­ milia, amigos, enemigos, sueño, accidentes meteorológicos . . . Todo esto, bien real, continuo, insistente, contra todo pasmo. Todavía influye más profundamente el que en todo ello actúa la « entropía» del universo. Inevadible, a la vez que confirmadora de la realidad de todo. Para proporcionar al Lector no técnico un concepto ele­ mental, mas instructivo, de qué es « entropía » , se aporta aquí un interludio. Considere el Lector su mesa de estudio y su biblioteca. Ha conseguido -con cuánto trabajo y tiempo- que cada cosa esté en su lugar; el que le corresponde según su fun­ ción: lápiz, estilográfica, cuaderno, mesa, silla, lámpara, .

.

37

máquina de escribir. . . y los libros, ordenados según mate­ rias o su importancia según el trabajo que el Lector esté haci endo . . Cada cosa en su lugar y según su función. Salga el Lector, días y días, a sus ocupaciones profesio­ nales, a sus visitas, diversiones, gustos o disgustos, cansan­ cio . . . Vuelva a casa, a su mesa de estudio, a su biblioteca, empleando lo que le convenga o venga de gana ... sin parti­ cular cuidado de dejar cada cosa en su lugar y función -fuera trabajo insoportable para quien ha tenido que ha­ cer tantas, tan diversas, casi siempre fastidiosas, tareas . . . durante días y más días. Y se hallará d e repente con que las cosas no están ya en su lugar. Revueltas : en el lugar menos pensado respecto a aquel en que el Lector, en un momento y conveniencia, desearía. « ¡Caramba! ¿ Dónde es­ tará la estilográfica? ¿Dónde el libro que estoy buscando para este punto a escribir? » . . . E s que el orden e s estado excepcional, único. En con­ traste con el desorden, que es múltiple, casi innumerable. Recuerde el Lector que para el número 1 2, de las 1 2 notas musicales, el número de permutaciones de ellas es, sea di­ cho sin pedanteria, 500.000 .000. Su mesa de estudio debe de incluir más de 12 objetos; y si se añade el número de libros de su biblioteca, por mo­ desta que sea, darían un número de permutaciones -se­ gún la fórmula de la función llamada « factorial » (n !)- casi realmente innumerables. De tantas, tantas, solamente una es la que declara el orden perfecto, inicial, de tantos objetos en su estudio. Las demás, casi infinitas en número -todas de igual valor o interés-, son el campo o dominio de la «entropía » : cada una es una cualquiera, una de tantísimas. Qu edan anuladas , por insignificantes, o equisignificantes, todas las diferencias. Definamos « entropía» : es el proceso de anulación pro­ gresiva, irreversible, de todas las diferencias, diversidades, variedades, del universo: variedades. . . en espacio, tiempo, .

38

energía, pres1on, temperatura. Imposición progresiva de uniformismo, de monotonía, que a fectará -por provenir

e.Je ley del universo- a todo: a lo material, a lo espiritual enmaterializado, a lo viviente con todo tipo de vida. Afecta la «entropía » al domi nio molecular, y hasta al atómico, regido por estadísticas probabilísticas, bien cono­ cidas y comprobadas experimentalmente. Estadísticas pro­ babilísticas

de

Maxwell-Boltzmann,

Fermi-D irac ,

Bose-

1-:i nstein. Tal ley afecta, por tanto, a la Vida, al Vivir, de que se está tratando. Así que al Lector, a su estudio, a su bibliote­ ca, a su persona -del orden o j erarquía que sea. Hasta aquí «en tropía» está caracterizada « clásicamen­ t e » . Y pareciera que impone al universo, y a todos, sin es­ cape,

un

determ inismo i ntegral.

Pero no es así, como se acaba de decir -a saber: «en­ t ropía » definida estadístico-probabilísticamente. Afecta a todos los vivenciales, y por ello los hace reales, partes del Wliverso. No de un universo ideal, estilo platón i­ co, o espiritual ido, trasladado, a otro Transmundo; o ps i­ cológico, exento, evadido de átomos, moléculas, células reales, pertenecientes a este mundo. Para completa elucidación de este punto, restringiéndo­ nos al tema general, hace falta que estudiemos el vivencial « radioantropológico » . No sin antes sorprendemos y admi­ ramos de la Riqueza de vivenciales que la naturaleza ha proporcionado, regalado casi manirrotamente, a cada hom­ bre, más o menos según edad.

n) Recursos radioantropológicos del hombre Suponemos que toda persona actual culta ha leído u oído hablar de cuerpos radiactivos -ejemplarmente, radio, actinio, uranio . . . -, que emiten espontáneamente partículas de masa, v.gr. electrones, o partículas de energía, v.gr. foto-

39

nes , rayos X, gamma. (Sea dicho esto y lo siguiente sin pedantería.) Adviértase que la palabra « espontáneamente » no ha de entenderse en sentido viviente, cual lo es el vivencia! « es­ pontaneidad » . Sino solamente en el sentido de porque sí, de sí, que ha quedado explicado. Recuérdese además que el procedimiento y los efectos comprobables de toda estadística probabilística lo son sola­ mente cuando el número de elementos que intervienen es suficientemente grande. No basta con que sean

1 00 . . .

1.000. 000; hace falta que sean del orden del número de Avogadro: 1 023, cien mil trillones. Supongámoslos encerra­ dos en un recinto de un centímetro cúbico. Al cabo de unos segundos los elementos encerrados -sean moléculas, áto­ mos, células . . . - se hallan distribuidos en tres comparti­ mientos : una mayoría imponente (carácter cuantitativo) de mediocres (carácter cualitativo), cercada por dos minorías: una de « s upra » ; otra de « infra » , comparadas con la mayo­ ría. SimuJ táneas con ella . Si la calidad de que se trata es, v. gr. , la de temperatura, la inmensa mayoría de los elementos, v.gr. moléculas, se hallará a una temperatura media -mediocre-; mientras que las molécuJas encerradas en la minoría «supra » estarán a temperatura superior a la mediana; y las encerradas en la «infra » , a menor. No se ha de imaginar que las moléculas « encerradas » , v.gr. , e n l a mayoría, estén condenadas, determinadas, para permanecer en ella; y parecidamente en las minorías de « mayor» y « menor>> . Y tampoco que las que se hallan en la mayoría estén fijas, sin evasión de ella. Todas, en los tres compartimientos, se intercambian constantemente. Están todas, y el proceso, regidos por una estadística pro­ babilística, v.gr. la de Maxwell-Boltzmann. Sólo con una cier­ ta probabilidad -grandísima respecto de la mayoría, peque­ ña respecto de las dos minorías- se halla una molécula en una de las tres casillas o recintos. Ninguna necesidad. 40

El modo de probabilidad, en contraste con los de nece­ sidad o imposibilidad, tiene la ventaja de no quedar nada de lo sometido a ella «pasmado» , inmóvil. Lo necesario está sometido a la disyunción « ser o no ser» , sin medio. Mientras que lo probable se rige por

alter­

nativas : ser de muchas maneras; A o B, A o C, A o D . . . B o D . . . M o N . . . Aunque una de esas alternativas se verifique

más número de veces. Es mayor la probabilidad de que

un

elemento esté, transitoriamente, en el compartimiento de mayoría, que en uno de minoría. Por tener que estar probabilísticamente, no llegará a es­ tarlo necesariamente, o imposiblemente. Acerquémonos Autor y Lector al tema del

Hombre.

/Jatos 1)

Con los 5 . 000.000.000 de hombres que hay en la Tie­

rra, hay bastantes para que la estructura « Mayoría - dos minorías» se haya impuesto o realizado en diversos órde1 1es o clases, como se verá a continuación.

2) Hay

suficiente número de calidades variadas a distri­

bu ir en las diversas clases, según la estructura « Mayoría dos minorías».

3) Hay

múltiples clases de « recintos » , dentro de los

L' llales individuos y calidades se comportan según la estruc­ l 1 l ía « Mayoría- dos minorías».

4)

Dentro de tales recintos entre los elementos (un gru­

po o conjunto restringido de los

f1ay

5.000.000.000 de hombres)

un grupo «explosivo » , propio del vivencia} « transcen­

dcntalidad» .

S)

Los grupos de hombres dentro de los recintos están

agitados por el movimiento aleatorio proveniente, e irresis1 i ble , de la base estadístico-probabilística del universo ac-

1 1 1 al .

Hay

tal movimiento.

41

Recuérdese que tal base está constituida por un mate­ rial calado, empapado, impregnado de matemáticas y lógi­ ca, tan sutiles, y tantas, que ninguna realidad -personal o no- del Antiguo y del Nuevo Testamento pudo concebir. Serían, según ella, espirituales, inmateriales. El material básico del universo está, pues, calado, empapado, impreg­ nado de espiritualismo. Hay llll «de» que vincula toda realidad -todos los hom­ bres, sus calidades, recintos y movimientos- de manera que, dicho en lenguaje y mentalidad cláska, la materia es materia « de» una forma, o sea: la forma está «enmateriali­ zada» ; y, por complementariedad inversa, la materia está «formalizada» ; es forma «de» la materia. Esto es tomar en serio, en realidad, la pertenencia de todo a la base del W1i­ verso, base que cala, empapa, impregna todo. El grado de «de» es expresable en gramos o ergios, según el caso de que se trate. Y una vez más: gramo es gramo « de» energía, de ergio; o sea: gramo está siendo «de» energía; y complementaria­ mente: energía está siendo «de» gramo. Energía «pesada» ; peso «energético» . La energía pesa: es peso. No otra cosa dicen -y no otra cosa son que lo indicado e impuesto a la realidad, al universo- las fórmulas: E=

mc 2:

E

m = ­

c2

Fórmulas intrinsecadas, empapadas, impregnadas en toda realidad del universo actual . Hay , por tanto, «de», posesión real de todo con todo; de parte con pari:e. Unos casos o ejemplos concretos: Convengamos en adoptar, por lU1as líneas, cual defini­ ción o caracterización de «qué es Hombre» , la clásica de «ani mal racional» . Tal definición no se realiza tal cual, en su generalidad; sino en dos estados, al menos: el hombre 42

real , concreto, está siendo -a ratos, en actos, en cargos­ animalmente racional (y hace «animaladas» ), deponiendo, rebajando su componente de «racionalidad » . Otras veces está siendo, siéndose, « racionalmente animal» , dominando

la razón sobre la animalidad: sus instintos, querencias . . . Por estos estados el Hombre e s real d e verdad. Y n o por lo que dice la definición. Advirtamos la fuerza de la preposición «de » ; su poten­

e ia y efectos posesivos. La racionalidad está siendo propie­ dad, posesión de su animalidad; así que está siendo «racio1 1alidad animalada» (a ratos, actos . . . ). Su animalidad está s i endo, sintiéndola, como poseída por la (su) racionalidad; ; i s í que está siendo «animalidad raciocinada » , intrínseca-

1 nente, empapadamente. En virtud de la pen etración profunda y total de am­ bos estados por la estadística probabi lística del universo,

el hombre concreto no queda pasmado en ninguno de a m bos estados. Lo es a ratos , en actos, en cargos, tran­ scúntemente . Consideremos abreviadamente la unión entre alma y rn erpo, respecto de la fuerza del «de » , referido todo al l 1ombre. El alma es alma «de» cuerpo; así que es alma corporei1.ada. Y el cuerpo es cuerpo «de» alma (suyo); así que es n1erpo animado. Todo intrínsecamente, y a ratos, actos . . . Como l o impone l a estadística. Otro caso: unión por «de» entre Universo y Hombre. El u niverso es universo «de» hombre: le pertenece el hombre como parte suya; así que es universo «humanizado» ; y el hombre (concreto) es hombre «Universalizado » .

Y bien muestra y hace el hombre que, para comenzar, elementos o partículas del universo estén impregnados, in1 rínsecamente, de la racionalidad de fórmulas matemáticas y lógicas .

Nadie subiría en avión -por supuesto, no los habría­

si creyera que las fórmulas de aeronáutica, y las de electro-

43

dinámica, estaban en el avión simplemente escritas; como lo están las siglas de la compañía de aviación. Estas fórmulas las ha intrinsecado real y eficientemen­ te, por invento, el hombre en cuanto racional, con raciona­ lidad eficiente. Igualmente están las fórmulas de la termodinámica in­ trinsecadas en las ollas de cocina. . . Y lo mismo en tantos otros instrumentos, cual automóviles, camiones , televisores, audífonos , radares . . . Las frases: «el hombre ha racionalizado realmente par­ tes del universo; lo ha hecho "de" él» ; «y el universo ha hecho que el hombre sea "de" él: sea hombre universaliza­ do » no son simples frases, sintácticamente correctas o va­ gamente reales o piadosamente desiderativas, sino expre­ sión de la unión entre Universo y Hombre. A ratos, en actos , en oficios del hombre, como ingenie­ ro, inventor, empresario. . . el universo y el hombre se com­ portan cual copertenecientes según «de » . Hay suficientes clases d e calidades a repartir: sensibles, cual altura, peso, color, destreza manual, celeridad . . ; men­ tales, como intelectuales (IQ: coeficiente de inteligencia), volitivas (constancia , flexibilidad, carácter . . ); morales (bon­ dad, honestidad, virtuosidad . . . ) ; estéticas (belleza, armonía, gracia, soltura . . . ) ; técnicas (inventiva de planes, instrumen­ tos, aparatos , materiales nuevos . . . ) Parecidamente respecto de «calidades» políticas, socia­ les, militares, religiosas, propaganderiles . . . E n todas ellas s e impone, realmente, la estructura bási­ ca del universo -realizada en su grado, en cada una- de «Mayoría - dos minorías» . Hay suficiente número de « recintos» ; que van desde la Tierra entera a continentes, naciones, distritos (universida­ des, estadios, iglesias, cinemas . . . ) en los que conjuntos o gru­ pos de los 5 .000.000.000 de hombres se comportan según la estructura -impuesta eficazmente por la base del universo, intrínseca en todos ellos- de « Mayoría - dos minorías» . .

.

.

44

Recinto toda la Tierra para calidades como ciencia, téc11

ica, literatura, arte, religión, economía . . . De extensión to­

das ellas universal en pretensión y empresa por su conteni­ do y vocación. Empresas transnacionales. Dentro de tal «recinto » -casi El Recinto- se impone al m'.1 mero de hombres (en principio, a los

5.000.000.000) y

al

contenido o calidades, la estructura de «Mayoría - dos mi­ norías». Las Compañías de Seguros, y aun algunas Loterías, re­ sultan espléndidos negocios. Agustín de Hipona, fenicio de origen, les aplicaría la sen­ tencia que él dio s obre l as virtudes de los paganos: según él, eran splendida vitia: vicios esplendentes. Los espléndidos ne­ gocios actuales serían « espléndidos vicios » . Espléndidos, resplandecientes, espectaculares, con todos los medios de te­ levisión, fotografías, revistas. . . Cada recinto finito exige u n cierto número d e hombres para que actúe la estructura « Mayoría - dos minorías» , que continuamente, intrínsecamente, actúa, por ser la del uni­ verso. Por ej emplo: para el «recinto » universitario -conste de edificios próximos o distribuidos por la ciudad y sus alre­ dedores; integrado por profesores, estudiantes , bedeles, em­ pleados universitarios; y conexo por calidades intelectuales, discipl inares, reglamentos- hace falta que el número total sea del orden de

200.000.

Supongámoslo. En tal caso se

realiza o impone la estructura «Mayoría - dos minorías » . Inteligencia, o dotes mentales -fama, prestigio d e t al Uni­ versidad-

en

Mayoría. Y las dos minorías: la de « Supra» :

investigadores, y sus resultados espléndidos y proclamados; y la de « infra» -pequeña en número, despreciable en cali­ dad-, de suspensos, retardados, repitientes . Repitamos: con el mismo derecho, llámeselo así, con que en muchos teoremas intervienen las propiedades de si­ metría, igualdad, transitividad, conmutatividad . . . , la misma estructura « Mayoría - dos minorías » , la misma, actúa y se

45

impone por ser la estructura básica del universo, intrinse­ ca, en todo. En la historia universal esta es la primera vez que con­ cuerdan realmente la estructura estadístico-probabilística en el dominio at ó m ico -> , en tantos órdenes humanos: sens ibles , mentales, que se acaban de mencionar pormenorizadamente. Con l o dicho, la palabra y concepto de « actual ,, reci­ be la justificación de « primera vez » en la his toria uni­ versal y en la human a . No antes; pero,

a

fortiori , po s te

­

riormente, confo rm e aumente el n úmero de hombre s , a l 0. 000 . 000.000 . . . 100.000. 000 .000 , e t c . A la manera como se imponen tales l eyes cuando el número de molé­ culas de aire encerradas en u n centímetro c ú bico ascien­ de d e u n tríllón a cuatrillón . . . octillón . . .

Queda, con todo lo dicho, cerrado el « Ejercicio segundo sobre virtudes y vicios » . Pero, ¿para qué? Para, en el tercero, responder a la natural pregunta : todos esos recursos vivenciales y radioantropológicos adu46

cid os y estudiados ¿servirán para transformar, a la altura de ciencia y técnica actuales , los clásicos conceptos y nor­ mas de la moral? Respuesta a dar, larga, documentada, pormenorizada­ mente: todo contribuye a que el categorial « Paganismo» predomine en la vida pública y privada (sincera, atrevida­ mente) .

47

EJERCICIO TERCERO SOBRE VIRTUDES

Y

VICIOS

SOBRE TRANSFINITADORES Y REFRENADORES H UMANOS Y DIVINOS

Resumen orientador ,

El petróleo, en su estado natural, se derram a por el campo

circundante,

volviéndolo

infecundo;

deja

esc a­

par los gases, desaprovechados, tontamente ardientes Y humeantes. Pero, reformado todo eso por la inventiva té c ­ nica del Hombre, surge la gasolina, que, en motores, in ­ ventados también, moverá automóviles, cam iones y avio­ nes hacia metas

y

empresas jamás imaginadas por el hom­

bre natural. El radio, el uranio. . . , en sus naturales minas, se desin te­ gran, emitiendo partículas, como electrones, o rayos gam ­ ma, partículas de energía. Y terminan en plomo. Pesad o, tonto. Mas, por una ocurrencia , el Hombre técnico fab ri ca centrales de energía atómica y reactores capaces de mover submarinos, trasatlánticos, hasta cohetes. . .

y

producir nu e­

vos cuerpos de radiactividad ensillada, o dominada , en fa­ vor de la salud. Casos de transflnitadores , por la potencia motora de las explosiones atómicas; casos de, simultáneos o coordinados ,

refrenadores que dominan, ensillan, la potencia motora de

51

los transfinitadores para que no revienten y contaminen con sus radiaciones el mundo humano, reformación del na­ tural. Pues bien: el hombre, en estado natural , emite a ratos, actos, oficios... esa inmensa, casi infinita, riqueza de recur­ sos vivenciales y radioantropológicos que en el Ejercicio se­ gundo se ha exhibido pormenorizadamente. Todo ello desaprovechado, por siglos y milenios. Pero el hombre técnico, a la altura de la ciencia

y técnica actuales ,

ha inventado, más modestamente dicho, intenta aprovechar esa cantidad y calidad de recursos para metas y empresas jamás imaginables por el hombre dejado a su naturaleza. Los transfinitadores humanos son la potencia motora de una explosión que se verifica en el hombre mismo;

y los

refrenadores humanos son los instrumentos que ensillan, dominan, la potencia -en principio desaforada, tendiente

al infinito- de los transfinitadores. Es, por tanto, cuestión de estudiar, y de aplicar su es­ tructura, en cada hombre. Sentirse transfinitador y refrenador de sí mismo. Y, por ello , de una Humanidad nueva, espontánea,

original y

transcendental .

I) Transfinitadores y refrenadores humanos Lo que hacen las paredes de cemento respecto de las radiaciones y reacciones atómicas, lo que hacen las paredes metálicas respecto de la fuerza explosiva de la gasolina en el motor -en cualquier automóvil, avión.. . -, eso mismo, en su orden y a su manera, hacen los refrenadores en el hombre. Veámoslo en algunos ejemplos instructivos. La Fe es un rerrenador potente del entendimiento, de sus innumerables y continuas ocurrencias, espontaneida­ des, originalidades y transcendentalidades. La Fe refrena con dogmas, doctrinas reveladas , profesiones obligatorias

52

de Fe, Símbolos

o

Credos (Apostólico, Atanasiano, Niceno,

Constantinopolitano . . . Vaticano I, II) . Definiciones y Decla­ raciones que en la obra Enchiridion Symbolorum, Defin itio­ num et Declaration u m de rebus fidei et

morum

(Herder,

1 973 , 36.ª ed. ) ocupan 833 páginas. Si el entendimiento del creyente católico se siente obli­ gado a pensar y hablar según ellas, en cuanto afectan a todos los órdenes del pensamiento -teológico, filosófico, científico, geográfico, paleontológico, económ ico, estético, racional-, todo esto queda determinado, a profesar, por los Símbolos , Definiciones y Declaraciones -modelo: el Syllabus de Pío IX; ocupa en la edición citada desde la pá­

gina 577 a la 584. Caso, y procedimiento, de refrenador mental casi abso­ luto. ¿Qué le queda a la novedad, espontaneidad, originali­ dad y transcendentalidad del entendimiento como campo en que explayar, experimentar, tantear su potencia, inago­ table por viviente? Recordando la parábola evangélica de « tragarse el ca­ mello, y colar el mosquito » , no le queda al entendimiento que haya tragado, creído, en Símbolos, Definiciones . . . sino colar « mosquitos» filosóficos, teológicos, morales, económi­ cos . . . Se ha traído aquí este caso extremo e instructivo d e la potencia de un refrenador casi total, absoluto. Mas puede apl icarse a los refrenadores en otras religio­ nes, regímenes políticos, sociales, económicos, estéticos, li­ terarios, que tienden a -y llegan a ser- refrenadores tota­ les . Y no le quedan a la mente sino « mosquitos » literarios, filosóficos , estéticos que colar. En general: todas las clásicamente llamadas « virtudes » son « frenos » ; y hay que rebajarlas, deponerlas, al nivel y oficio de « frenos » . Pero e n u n automóvil, camión, avión . . . los frenos, y más los de potencia, son una pieza secundaria, a usar sólo en caso de necesidad; son las explosiones del motor las que

53

producen los movimientos, progresivos, hacia la meta o fi­ nalidades del Hombre. La vida, el vivir -por ser manantial de novedades, im­ provisadora de espontaneidades, estrenadora de originali­ dades y transportadora de transcendentalidades- crea, in­ venta, realiza transfinitadores, y l os enrealiza en obras nue­ vas, espontáneas, originales y transcendentes. Ejemplos: Todos los frenos del Antiguo Testamento -en religión, moral, literatura- no pudieron impedir el magnificente es­ cándalo, irrupción, del Cantar de los cantares. Éste es, en su realidad mental , sentimental y literaria, un transfi nitador (prescindiendo de los aguachinamientos teológicos con que en siglos posteriores han tratado de ve­ lar su potencia de transfinitador). Y a propósito: todos los frenos de potencia de los i nqui­ sidores salmantinos no pudieron impedir que fray Luis de León lo tradujera en maravilloso castellano, con maravilla aún no desvanecida en nuestros días. Tal traducción es un transfinitador. Todos l os frenos de la religión cristiana en punto a mo­ ral no pudieron impedir que surgiera el drama-tragedia de Romeo y Julieta . Los recursos vivenciales y radioantropológicos del Hombre, de su vivir -no dejados en su estado corriente, natural, como explosión desaprovechada-, se condensa­ ron, cristalizaron, en tal drama-tragedia. Estos ejemplos de transfinitadores nos han de dar una enseñanza sobre la tonalidad mental, sentimental y literaria que nos hubiera sobrevenido, cual atmósfera, en caso de no haber surgido ellos, a saber: la tonalidad, atmósfera, de « mediocridad, insipidez y monotonía » . E l Cantar d e los cantares, Romeo y Julieta -y otros ca­ sos que estudiaremos- nos defienden de tal « refrenadora» , asfixiante, atmósfera, por «mediocre, sosa, monótona» . Aburrida. 54

No hace falta insistir en que tales obras s punto de vista de los refrenadores- « vic ios » , mortales encamados» , «engendros diabólicos» . Con la terminología agustiniana: son «espléndidos vi­ cios ». Todos los refrenadores impuestos por el Corán, mental, sentimental y l iterariamente sobre los fieles, no pudieron impedir que surgieran transfinitadores literarios como Las m il y una noches -inagotable estímulo imaginativo- y El Rubáiyát: perlas literarias, todas y cada una de original bri­ llo, insertadas en collar por no visible hilo, cual: Aquí con u na lonja de pan, bajo las ramas una botella de vino, un libro de versos y Tú a mi lado cantando en el desierto Paradiso es ahora este desierto

(El texto está tomado de la traducción inglesa de El Rubái­ por Fitzgerald.) Todos los frenos impuestos por los inquisidores españo­ les, sobre todo por el Gran Inquisidor Cardenal Cisneros , no pudieron impedir el surgimiento de La Celestina. Tragi­ comedia de Calisto y Melibea . Gran, espléndido, desafiante transfinitador. Todos los frenos impuestos por la Iglesia Ortodoxa rusa reforzados por el Zar --en quien se centraban todos los poderes civiles y religiosos- no pudieron impedir que Dos­ toievski, aun desterrado a Siberia, escribiera esa desafiante, provocadora, insultante, heterodoxa obra, Los hermanos

yát,

Karamazav.

Transfinitador que desdefine la encerrona múltiple y potente de la doctrina y ritos de la Iglesia-Estado rusa. Todos los frenos de potencia: poderes civi les y rel i­ giosos de la época victoriana en Inglaterra, no pudieron impedir, aun encarcelándolo, que Osear Wilde produjera ese transfinitador -delicia literaria , estimulante pensaSS

mental, acariciador senti mental- que es

El

retrato

de

Do rian Gray .

Todos estos casos entran en el categorial de «explosio­ nes de vitalidad» : de su novedad, espontaneidad , originali­ dad y transcendencia -explosi ones domesticadas, cual las relativamente amansadas de la gasolina en un automóvil . . . Todo e l freno del catolicismo vienés --catolicismo, sin cristianismo- no pudo impedir que Beethoven compusiera la Missa solemnis , que es, realmente, sonoramente, desaca­ to hacia la letra sagrada de toda Misa, desconsideración hacia la liturgia; y sobre todo, ataque al dogma, al poner como centro de la Misa, no a Dios

y

a

la Trinidad, sino al

Hombre. ( Para documentar esta afirmación, léase mi obra

Qué es dios pp. 490-492. )

y Quién

es

Dios, en esta misma colección ,

En el final del Credo, litúrgicamente obedecido, se can­ ta un solo Amén.

En el final de la Missa solemnis se repite el Amén unas cuarenta veces, contando las veces que lo canta el Soprano acompañado casi compás a compás con otras tantas veces que lo repiten Alto, Tenor, Bajo. El dato histórico es que la pri mera ejecución de ella no tuvo l ugar en Viena , sino en San Petersburgo ( 1 824). Y en Viena no se ejecutó tal obra durante la vida de Beethoven. El ambiente, atmósfera, de Viena durante los años de composición de la Missa no pudo ahogar los desacatos que Beethoven estaba cometiendo. ¿El catolicismo austriaco, el de los Austrias españoles, no se enteraron al oírla de que era una sonora explosión -domesticada y acompasada­ de Dogma, Liturgia y Teología? Es un caso más de transfinitador, a pesar de los refre­ nadores . Estudiemos brevemente, desde este punto de vista, la Novena Sinfonía . Fue ejecutada en Viena , en

1 8 22, dirigién­

dola el mismo Beethoven. Dejando aparte la estructura téc­ nica, escandalosa para el clasicismo -forma de « conserva-

56

durismo » musical del ambiente «Conservador» de Viena-, el final de la sinfonía

-f, ff,

sempre ff- termina con las

palabras : «Alegría, de bellos dioses chispa » .

No muchos compases antes había cantado: « En el cielo estrellado tiene que morar un Padre amante » . El catolicis­ mo vienés habría quedado complacido, y hubiera aplaudi­

do. Tal debió de haber sido la actitud de los refrenadores católicos. ¡No se enteraron del sonoramente escandaloso -f, ff, sempre ff- «Al egría, de bellos dioses chispa» !

Tal final sonoro, vocal , es

un transfinitador.

En caso de haberse enterado -a pesar de la dosis de estupidez intrínseca en todo dogmatismo-,

Beethoven

quedara cual exil iado interior en su patria real, sonora. No muy diferente fue el resultado de haber publicado Pastemak El doctor Jivago . Que es en realidad un transfini­ tador frente y contra los refrenadores oficiales rusos . Las magnificencias terribles y l os desmanes brutales que, inextiicablemente, se mezclan en la Revolución de Oc­ tubre y en el establecimiento del socialismo, como doctrina vital -relatados documental, objetivamente, con dolor del alma rusa de Pastemak-, tuvieron como efecto personal su vida de desterrado en su propia patria. Un caso más de la relación entre transfinitador y refre­ nador.

Madame

Bovary,

de Flaubert, convierte el adulteiio, l ite­

rariamente, en un transfinitador frente y contra los refrena­ dores de la pudibunda sociedad francesa de su tiempo. Oigamos, antes de comentarlo, unas palabras de Baude­ laire : « Nos péchés sont tetus; nos repentirs sont laches » : nuestros pecados son testarudeces; nuestros arrepentimien­ tos son cobardías. « C'cst que notre ame, hélas, n'est pas assez hardie» : lo real es, ¡ay de nosotros ! , que nuestra alma no es suficientemente atrevida. Comentario: nuestros adulterios son testarudeces « ba­ nales » . Contra toda esa moral burguesa, Madame

Bovary

es

57

un transfinitador creado por el alma más que suficiente­

mente atrevida de Flaubert. Que nuestros arre pentimientos por un adulterio « banal » no sean cobardías. Es lo que Flaubert , en Madame Bovary, nos enseña. Los refrenadores de la contemporánea sociedad burgue­ sa -e

internacional- no lograron acobardar el alma «as­

sez hardie » de Flaubert. En cuanto a la nuestra, « Honni soit qui mal y pense ,, . Y en eso de nuestra entra la mía: la del Autor de esta obra.

Se ha hecho en ella, hasta aquí, la debida honra a los « transfinitadores» estudiados . Hagámosla , pues , a los « refrenadores » . Como esta vez e s la primera en l a historia universal y humana en que coinciden, y concuerdan, microestadística -de la base del universo, que es la misma que la nuestra: protones, electrones, radiaciones , campos gravitatorio, nu­ clear, electromagnético- y macroestadística -la de hom­ bres, la de los

5.000.000.000

actuales-, es preciso y opor­

tuno recordar la ley común a todos: que la misma estadísti­ ca probabilística distribuye cantidad (número) y calidades según la estructura de « Mayoría » , imponente por el núme­ ro, respecto de dos minorías : una de los y las «Supra » , pe­ queña en número, mas superexcelente en calidad respecto de la misma calidad de la Mayoría; y una minoría de los « i nfra » , pequeña en número, pero deficiente en la misma calidad de Mayoría y minoría de «supra » .

A l a Mayoría s e h a dado aquí, más de una vez, los am­ biguamente epítetos

de

« mediocre-sosa-monótona» .

En

cuanto a « mediocre » , hay al menos tres grados de medio­ cridad, expresados clásicamente, metafóricamente, en los tres metales: plata, oro, platino.

Argente.a mediocritas ; aure.a mediocritas; platiniana mf: · diocritas. Para mayor precisión, y ojalá claridad, mire el Lector el esquema figura! adj unto .

58

(?)

t --0') /

""

'

-h '

a u rea mediocrita.s

/

-e)

1

1 1

�+a

platiniana mediocritas

argentea mediocritas

/+ b "

(+e

comer, beber, sexear, conversar, administrar, j ugar. . .

Atómica: protones, electrones, rayos gam ma, campos . . .

f F.2 1 1 F. !

1

Clave y ejemplos Todo lo del esquema está referido al contenido de los refrenadores. El contenido está i ndicado con F. 1 ,

F.2 . Y

es

el contenido de todos nosotros; por él somos reales de ver­ dad. Recordando, una vez más, que tal contenido -atómi­ co: protones . . .- está impregnado y calado de matemáticas y lógica las más sutiles, infinitesimales, de modo que, se­ gún la mentalidad clásica misma, está «espiritualizado » . Imitando e l mito d e las razas e n la Teogonía d e Hesío­ do, bajo la argentea mediocritas estaría una « broncínea » ; y bajo ésta, una «silícea » . . . En cada una de ellas, el contenido abarca siempre todos los órdenes: religioso, político, econó­ mico, estético, social . . . Respecto de una mediocritas infe­ rior, el contenido percibido en la inmediata superior le pa­ recerá a ésta sublime, admirable. Así a la argentea , el de la

aurea; a ésta, el de la platiniana; a ésta . . . (?). Recuérdese que el universo -y dentro de él los hom-

59

bres- puede durar 2000, 20.000 . . . 200.000.000.000 de años. Durante esos períodos la inventiva humana, sobre todo la genética, podrá cambiar la contextura de cuerpo y de alma del hombre de 2000 años . El Actual. Que ello implicará la producción de monstruos -según la opinión corriente­ no debe restringir los ensayos. Habrá producido muchísi­ mos menos que la naturaleza, dejada a sí misma durante miles de miles de años (¿2 .000.000.000 ?), ha producido y sigue produciendo. Siendo monstruosidades actuales y pa­ sadas de ella todas las enfermedades, y los tipos de muerte. Con estas advertencias previas, ejemplifiquemos. *

*

*

Refrenadores de Cantar de los cantares (el transfinita­ dor) son Salmos: Alaba ¡oh alma! a Dios; Señor, tu alteza ¿Qué lengua hay que la cuente ? Vestido estás de gloria y de belleza Y luz resplandeciente . Encima de los cielos desplegados Al Agua diste asiento . Lil.s nubes son tu carro, tus alados Caballos son el viento

Mi voz te agradará, y a mí este oficio Será mi gra n contento. No se verá en la tierra malefzcio Ni tirano sangriento.

Sepultará el olvido su memoria . Tú, alma, a Dios da gloria . [Parte del Salmo 60

1 03;

trad.

de

fray Lui s de León]

Forma subli me, biensonante, del refrenador. Refrenador. Cántico . Cantemos al Señor; magníficamente glorificado se ha, al arrojar al mar caballo y caballero. Mi fortaleza y mi alabanza

es

el Señor:

Y hecho se ha mi salvación . Este es mi Dios y lo glorificaré, Es el Dios de mi padre y lo ensalzaré. Es el Señor cual luchador varón; Omnipotente es su nombre . A l carro de l Faraón y a l ejército los arrojó al mar; los mejores de sus príncipes hundidos están en el mar Rojo. Cúbrenlos los abismos ; Como piedra en lo profundo se hundieron . El Señor reinará eternamente, y aún más allá . [Éxodo, 1 5, 1 - 1 8 ; extracto; trad. de

J.D.G.B.)

Refrenador: Experiencia vital. La vida humana es peligrosa guerra , Un combate sangriento e n estacada . Que no h ay paz, ni la esperen en la Tierra.

Toda la vida es dura y afanada. Como la de un cansado jornalero, Que no deja de sol a sol la azada.

Mira [Señor] que presto dormiré el oscuro

Y postrer sueño en polvo convertido . Si mañana me buscas, te aseguro Que ya me habré de ti desparecido .

[Libro de Job,

7; extracto; trad. de fray

Luis

de León)

61

Tres casos y ejemplos de refrenadores. Casos y ej emplos de argentea mediocritas.

Refrenadores del drama-tragedia Romeo y Julieta . Refrenador « Concilio Tridentino>> . Año 1 5 63 . Rome o y Julieta , representada por primera vez en 1 594. Las decisio­ nes del Concilio son válidas para siempre; así que lo son en

1594. Referentes al matrimonio. Capítulo I: «Aunque no se puede dudar de que los matrimon i os clandestinos hechos con el consentimiento libre de los con ­ trayentes son verdaderos y ratificados matrimonios [

. . .

]

el

santo Sínodo condena con anatema a los que nieguen que sean matri monios verdaderos y ratificados, y a los que afir­ men fa lsamente que los matrimonios contraídos por los h i ­ jos sin el consentimiento de l os padres son invál id os y que los padres pueden hacerlos i nválidos. No obstante l a santa Iglesia de Dios y por causas justísi mas declara que han de ser detestados y prohibidos siempre » (Enchiridion . , cit . , . .

p. 1 .8 1 3; trad. del latín d e J. D . G. B . ) . Caso d e refrenador religioso potente y a propósito del caso del matrimonio de Romeo y Julieta . Texto en que se condena, con anatem a, a los padres que intenten hacerlo inválido. Refrenador filosófico: Dignidad del Hombre. « D ij o Dios , el Creador, a Adán : al Hombre primero : "no te di, Adán, ni un so lo lugar que sea el tuyo, ni una sokl faz que sea la tuya, ni oficio alguno que sea el peculiarmente tuyo , a fin de que lugar, fa z, oficio los escoj as tú mismo, los adquieras y conserves según lo que, por tu propia decisión, deseares. 62

11 » A los demás seres, su naturaleza les está definida e impuesta por las l eyes que les he prescrito. ,,"A ti , te puse tu n atural eza en tus manos, para que, no

forzado por ninguna clase de restricciones, a tu arbitrio la definas. »"Te coloqué en el centro del mundo a fin de que cómo­ da mente puedas desde tal lugar ver todo lo que, al derre­ dor, hay en el mundo. No te hice ni celestial ni terreno, ni mortal ni inmortal , para que tú mismo -cual alfarero libre y honorable artífice- te des a ti mismo la forma que qui­

sieres. »"Podrás degenerar a lo inferior, como lo son las bes­ tias; podrás regenerane a lo superior, que es lo divino . Y esto según lo que determine la decisión de tu ánimo . " » Por decreto y concesión l ibérrim a y amplís ima del Cread or, el h ombre , cada uno d e nosotros, nos podemos dar, por libre decisión , el lugar, faz, ofi cio que deseára­ mos. » Podemos, cada uno, colocamos en lugar en el que, a

nuestro arbitrio , ver todo lo que hay en el mundo. » Podemos, cada uno, hacemos celestial o terreno , mor­ tal o inmortal; damos, cada uno, la forma que queramos. A

nuestro arbi trio, de al fareros y artífices, libres y honorables » (G . Pico della Mirandola, Oratio de hominis dignitate , Edizione Nazionale dei Clasici,

1 942;

trad. del latín de

J . D . G .B.). Caso de au rea med iocritas: la de «Dignidad del Hom­ bre » , tal como la describe Pico della Mirandol a. Tenemos presentes ya dos refrenadores. Los dos impi­ den que el transfinitador Madame Bovary se pierda en el Cielo, o explote desaprovechosamente. Globo con lastre. Doble lastre en los refrenadores indicados . A su vez, lección que transfinitadores y refrenadores nos dan. Cada uno ha de tomar conciencia de los casos en que se siente transfini­ tador (en moral, religión, economía . . . ) y nota qué grado de

63

refrenador le conviene para no evadirse de la realidad, de sí

y del mundo. -.':

*

*

Transfinitador y refrenadores de El doctor Jivago , Pas­ temak .

El doctor Jivago irrumpe, rompe, la concepción política, oficial , del Comunismo en 1 956 sobre la Revolución de Oc­ tubre, Ja Constitución del Comunismo, Vida socialista de la URSS. El doctor Jivago expone los grandísimos y aun gran­ diosos crímenes, las normas tiránicas del Realismo socia­ lista. (El fracaso oficialmente reconocido -y valientemente aceptado con sus consecuencias- del Comunismo en Ja URSS, ¿sería para Pastemak una ambigua justificación ? ) Como todo transfinitador, El doctor Jivago merece e l ca­ lificativo de platin iana mediocritas . La suprema hasta aho­ ra, 1 992 . E s l a explosión y crítica d e toda Revolución guiada por una doctrina « infalibl e » , « indi scutible » , cual la de M arx . Impuesta a un pueblo, a las buenas o a las malas. Sustenta­ da y justificada por refrenadores, vigilados, sumisos a un Censor o Inquisidor general supremo e infalible en punto a lo que consuena o disuena del Realismo socialista, en cien­ c ia, arte, fil osofía, economía, biología . . . Pero, e n justicia, el Realismo socialista h a producido obras excelsas, y aun merecedoras de Premios Nobel. En literatura, v.gr . El Don apacible , de Shólojov. Obra .

« apacible » dentro del cauce refrenador, sin sentir el freno del Real ismo literario socialista. En Kachaturian, fluyen sus obras musicales, ricas de temas y sonancias, temas revolucionarios históricos, como

Espartaco, tranquilas, cual Don Musical, sin que se note el freno -no le hizo falta- del Reali sm o musical socialista. Prokófiev es otro caso, con sutiles matices, de que el

64

Socialismo musical realista es cauce por el que puede desli­ zarse una obra musical, tan excelsa y variada -de clásica a moderna-, sin que el freno se aplique desacompasada­ mente. Así que «mediocre » no es

un

descalificativo. Es el tono

que las leyes estadístico-probabilísticas del universo impo­ nen clara, distintamente, cuando el número de los elemen­ tos -sean o no h ombres, moléculas, átomos . . . - es sufi­ ciente para que macroscópica y microscópicamente se ha­ gan notar al conocimiento, experimentación, estadísticas. Mayoría, dos minorías. En el esquema anterior (p.

59)

se han puesto en las

minorías « supra» los signos +a, +b , +e; y en la « infra » , los de

-a,

-b,

-c. Para denotar que según las mismas leyes esta­

dístico-probabilísticas es probabil ísimo que haya un cierto número de elementos -hombres . . . - que sean, en actos, en ratos, en oficios , eminentes, inventores, investigadores. Y complementariamente, según las mismas leyes es probabi­ lísimo que haya un cierto número, en la casilla «infra » , de retrasados, degenerados mental, sentimental y literariamen­ te . Sin que, con todo -sea dicho una vez más , respecto de los hombres- uno de ellos esté condenado a no poder salir de la casilla. Está determinado el que esté en ella las más de las veces, mas puede salir a la casilla de lo mediocre y aun a la de « supra » . Sin que ello suponga que corporal­ mente se desplace; puede acontecer, pero lo más probable es que, aun estando en ella, sus pensamientos, sentimientos y palabras, sean deficientes, y raramente superiores.

Y respecto de los hombres incluidos en la casilla « SU· pra » , parecidas consideraciones: las más de las veces pen­ samientos, sentimientos, palabras -las calidades- están en el nivel de «Supra » (eminentes ) , pero hay una cierta pro­ babilidad de que el eminente se comporte en pensamien­ tos . . . cual uno de la «infra » -haga tonterías. Advertencias:

1)

Cada nivel de

«mediocridad »

tiene

sus

propios

65

« transfinitadores » y lo s complementari os « refrenadores » . Y no valen los de

un

nivel inferior para los superiores. AJ

revés, fuera grave trastorno que a lo inferior se apliquen transfinitadores y refrenadores del nivel superior. Lo des­ trozarían,

cual -admítase benévolamente

ción- una bomba atómica a

un

la

compara­

palacio, el más bellamente

construido. Es lo que haría el transfinitador propio de El doc tor Ji­

ago Imposible transfinitar, con la mejor voluntad, Cantar

v

.

de los cantares. Y los refrenadores de El doctor Jivago , apli­ cados a Romeo y Julieta, la paral izarían . No fuera ya vivien­ te drama y tragedia .

2) Los ejemplos traídos y estudiados no son l os únicos casos . El Lector puede hallar, y los hay, otros muchos , en tantas obras de los períodos señalados: de 400 a . C . a 1 992 .

3) En el tono

o modo general de nuestra época entran,

además del componente de « mediocridad » , los de « soso» y « monótono» . Procedamos a estudiar el de « soso » . Apartando el senti­ do corriente de « Soso » : insulso, sin la sal de mesa, « SOSO » designará « serio, severo , austero » . « Serio» mentalmente; « Severo » moralmente , sentimentalmente; « austero » , que­ mante (adu rere), que tal debía de ser la actitud de los In­ quisidores respecto de los herejes que estaban « quemán­ dose» . ¿Nuestra época es «sosa» en conjunto, su sabor global , sin gracia, sin salero, en todo lo que trata: teología, filoso­ fía, economía, sociología, arte, técnica? Aparte de excepciones: sal ero de Gil Borges , tratando de temas tradicionalmente « sosos » , mas dando él sabor, sale­ ro, a tiempo, historia, prehistoria, literatura, matemáticas, leyendas . . . novelas policiacas . . . Salero d e Einstein, e n s u obra Úl física, aventura del pensamien to. Salero de Gamow, en la serie Mr. Tomkins. O ne Two, ,

Three . . .

66

Jnfinity ( 1 947).

Salero de Bertrand Russell, en su Historia de la filosofía . Historia «sabrosa » . Salero de Camilo José Cela, en Nuevas andanzas y aven ­ turas del Lazarillo de Tonnes ( 1 944), en contraste con las aventuras burdas, maliciosas, del clásico Lazarillo de Tor­ mes .

Salero de Anatole France, en El ftgón de la reina Patoja . Salero de Bemard Shaw, en La muchacha negra, en su búsqueda de Dios Teología salada, sabrosa . Para la caracterización del tono o modo de nuestra épo­ ca resta fijar el sentido de « monótona » . Algunas de sus for­ mas : Manifiestos, Declaraciones y Proclamas sobre asuntos religiosos o profanos, en tono de prédica, de sermón, de arenga, con retintín a mandamientos, Mandonería civil o eclesiástica . .

II) Transfinitadores y refrenadores divinos

1 ) La

tragedia del dios Prometeo, según Esquilo

Prometeo desobedece descaradamente la decisión de Júpiter, el supremo entre los dioses , acerca del destino que ha determinado para los hombres : su total destrucción. La desobediencia toma el tono de desafío, traidor, de entregarles el Fuego. Traición; más, burla de un Dios subal­ terno para con el Dios de dioses. La tragedia, tal como la presenta Esquilo, es un transfi­ nitador. No es una simple transgresión, una burla sin más secuelas que la risa o risotadas de los dioses olímpicos ante el caso Prometeo-Júpiter. Transgresión y burla son procedi­ mientos explosivos no domesticados y no aprovechables para una obra de transfinitador: obra definida, enrealizada , en personas divinas y en acontecimientos a altura divina. En Prometeo e nca de na do , en su encadenamiento, inter­ vienen dioses -no fuera posible que lo hicieran mortales: 67

lo hacen con inst rumentos de potencia divina; cadenas divi­ nas-. Bien clavado y remachado, Prometeo exclama: ¡ Oh Éter celestial, y brisas las de veloces alas y corrientes de ríos, y de las ondas marinas

a Tien-a la universal Madre a la esfera del Sol u niversal vidente, invoco: Mirad qué es Lo que yo-Dios de parte de los dioses padezco!

la no numerable sonrisa, y y aun

(Véase, para más detalles , mi obra Filan tropía, en pre­ paración en esta misma colección . ) Crimen divino d e desobediencia, agravada con burla , elevados a Tragedia, bien definida forma literaria, exhibida en teatro, hasta arquitecturalmente definido. Otro estilo, transfinitamente superior al humano de «adulterio » (Flaubert) ; el de Esquilo. Refrenadores materiales : roca, grilletes para brazos, ce­ pos para pies . Cadenas para todo el cuerpo. Dícenle los dio­ ses encadenantes: «Astuto eres, Prometeo, pero no hallarás truco o maña para evadirte de estas cadenas » . Refrenadores morales : e l Dios Océano y sus hijas las oceánidas tratan de convencer a Prometeo de que desista de su desobediencia y se reconcilie con Júpiter. Mas Pro­ meteo persiste en su resolución. Y aun llega a provocar, a desafiar, a Júpiter. Refrenador religioso : Mercurio, como enviado personal de Júpiter, intenta convencer a Prometeo de que desista de su actitud;

y,

de no conseguirlo, Júpiter empleará sus pode­

res del Rayo y Trueno para arrojarle al Hades, al Tártaro, para siempre.

Al no conseguirlo, revuélvese, arremolínase el universo en vertiginoso remolino, mientras, impertérrito, Prometeo, no aterrorizado, exclama: « ¡ Oh, madre mía . . . tú ves las in­ justicias que padezco ! » . Nuestras desobediencias a Dios son , en realidad de ver­

dad, y en palabras de Baudelaire, «testarudeces » ; y nues68

tras arrepentimientos son «cobardías» -miedo a castigos, más o menos graves; y, sobre todo, pavor al castigo eterno en el Infierno. No llegan a dar material para un « transfinitador» , y como refrenadores bastan castigos físicos: los del Infierno.

2) Transfznitador y

refrenador humano-divinos,

en Jesucristo dios-y-hombre

Es realmente la inversa de la desobediencia de Prome­ teo. Obediencia total , irrestricta, de Jesucristo a su Padre. Como segunda persona de la Trinidad -y por voluntad de la Primera: el Padre- se hace hombre, distinta, defi nida y corporalmente en las entrañas de una Virgen elegida por el Padre, para él como hijo de ella . Y él y su madre, de un pueblo concreto: Judío. Y sometiéndose sin restricciones ni reparos a sus leyes: las dictadas por Moisés en el monte Sinaí, y bajo inspiración de Elohím. Con la obediencia ini­ cial a la ley de circuncisión. Se la hacen cumplir su madre y su padre terrenal . Judíos. Treinta años de vida privada, dedicados a las tareas do­ mésticas y artesanales de sus padres terrenales. Ocultándo­ les su divinidad, hasta que comienza su vida pública, como era el comienzo de su pueblo, bautizándose en el río sagra­ do, puri ficador, el Jordán; y dejándose bautizar por el gran bautizador Juan el Bautista. Es entonces cuando el Padre lo declara « S U hijo predilecto» . L a misión prefijada por su Padre consistía e n la procla­ mación del próximo advenimiento del Reino de los Cielos. Prometeo se arrogó la misión de proclamar que el reinado de Júpiter terminaría con el advenimiento de un hijo suyo que lo destronaría . Durante cosa de un año, prefijado por su Padre celestial, Jesucristo predicará la obediencia a las leyes judías, la interpretación de las escrituras en Sinagogas y en lugares públicos. Reunirá discípulos, apóstoles, que di-

69

fundan la Buena Nueva del próximo advenimiento del Rei­ no de los Cielos . Prometeo trataba con insistente provocación de que aun otros dioses y diosas : Océano, oceánidas . . . desobede­ cieran , como él , a Júpiter, aunque ellos le obedecían y tra­ taban de que aun él le obedeciera . Jesucristo -dios-y-hombre, consci ente de tal duali­ dad- hacía, aun prodigaba, milagros físicos y mentales. Absolvía pecados, pecadores y pecadoras. Prometeo no hacía milagros: entregó de matute a los mortales el Fuego: el Arte de las artes. Y otros dones más sutiles y eficientes. Y se volvió a l os actos y pal abras de provocación hacia « El Padre de los dioses » . La predicac ión pública, repetida,

del « Advenimiento

próximo del Reino de los Cielos » concitó las sospechas de autoridades religiosas y civiles (romanas), que lo acusaron de querer hacerse Rey. Por más que él dijera que su Reino no era de este mundo. No le creyeron. Lo sentenciaron a muerte en cruz, que e ra suplicio reservad o para esclavos . « Hágase según tu voluntad, Padre mío» : tales fueron sus palabras la víspera de su aprehensión por los esbirros de las autoridades. La voluntad de su Padre era que murie­ se en cruz, como esclavo común, y que, por ironía cruel, le pusieran por título « Rey» . Jesucristo -dios-y-hombre- obedeció íntegra, sincera­ mente a la voluntad de su Padre. Clavado en la cruz, al caer en cuenta de que se le acababa la vida, terminó excla­ mando en alta voz: « ¡ Padre mío, Padre mío ! , ¿por qué me has abandonado? » . « E , inclinando l a cabeza , expiró. » Ejemplo y caso de obediencia total . íntegra , absoluta a Dios. Transfinitador, no más allá de todos los límites o fi­ nes -perdiéndose en los cielos, en lo indefinido-, sino manteniendo la fuerza explosiva de obediencia total , ínte­ gra, domesticada, cual en reactor aprovechable para mos­ trar lo que es obediencia total, íntegra, hasta por la forma

70

de morir: la de esclavo crucificado, abandonado a tal por su propio Padre. (Ejemplo para casos de obediencia total, íntegra, a otros Señores que se creen divinos en política, religión, econo­ mía . . . y con derechos absolutos . Sabiendo hasta qué lími­ tes , y qué pruebas el que les obedece íntegramente tiene que dar. ) Los Evangelios presentan el caso, ejemplar, tal vez el primero históricamente, de obediencia total, íntegra, hasta la muerte, ¡y con qué muerte! ¿Y podrán acusar de ingratitud al Señor porque Él los abandone en tal trance? No: hasta ese límite extremo llega el obediente total, íntegro. Pero para que tal obediencia se mantenga dentro de lí­ mites y resulte aprovechable a los hombres, tienen que in­ tervenir refrenadores que la afinquen en tierra humana. ¿ Cuáles son, y de qué grado de freno -respecto de Je­ sucristo? Refrenadores materiales : cn1z de madera, clavos, corona de espinas. Refrenadores morales: burlas de gente y de sol­ dados: « Ya que salvó a otros, que se salve a sí mism o»; « Si tú eres rey de los judíos, sálvate a ti mismo » . Los ladrones: « ¿Así que tú eres el Cristo? Sálvate, pues, y también a noso­ tros » . A uno de ellos, crucificado, le dice: « Hoy estarás con­ migo en el paraíso» -en el que, claro está, se hallará él mismo. Todo ello afinca a Jesucristo y su obediencia en la sociedad humana, judía. Refrenadores religiosos : « Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen » . Obediencia, en favor de los hombres, aun de l os que lo crucificaban, insultaban, alanceaban y se repartían sus vestiduras . . . Los excusa ante su Padre. Quien seguramente los excusó. Petición última de su Hijo, obe­ diente hasta la muerte, y ¡ qué muerte ! Este ej emplo, en palabras y obras, ¿lo aplicarán otros Señores absolutos que exigen obediencia total , íntegra? El ejemplo de Jesucristo, ¿lo imitarán santos, místicos?

71

Antes de responder a la pregunta, presenciemos el final, físico.

«Al medi odía se ocultó el sol; todo el país quedó en ti­ nieblas hasta las tres de la tarde. Entonces se desgarró por la mitad la cortina del Templo. Y la tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y resucitaron varias personas santas que habían llegado al descanso. ,, Similarmente el orden terrestre y celeste se perturbaron con la desaparición de Prometeo del escenario terrestre, o muerte sensible. Prometeo no podía morir: es condición esencial de los dioses ; pero podía padecer tormentos tales que fueran más que suficientes para morir íntegramente los mortales. Dos finales similares. Uno, lleno de milagros sentibles , visibles, táctiles. El otro, acompañado de la desaparición del dios Océa no, de las diosas oceánidas, de lo; que no po­ dían morir, mas sí morir sensiblemente por modo de desa­ parición del escenario rocoso en que se verifica la tragedia en que ellos y Prometeo han estado comprometidos. Respondamos a la pregunta, dejada en suspenso: el ejemplo de obediencia total de Jesucristo, ¿lo podrán imitar santos y místicos? No por cierto los hombres de diario. Res pecto de ellos vale, reformada, la sentencia de Baudelaire: nuestras obe­ diencias son parciales: no ab arcan desde nacimiento, por vida, a muerte de esclavos. Nuestras sumisiones a Dios son más bien resignaciones . El santo se definirá precisamente por ser obediente a Di os, íntegra, totalmente, de por vida

y

muerte. Obediente

hasta con voto sol emne, no dispensable por nadie sino úni­ camente por Dios en persona. Voto de obediencia, superior a los votos de pobreza y castidad, aunque los incluye; pero el voto de obediencia da el tono. Según Tomás de Aquino, santo, el voto de obediencia es el supremo respecto de los demás votos religiosos. Así lo prueba en la Summa theologica. Leamos el texto:

72

« Respecto de todos los votos de la religión el voto de obediencia es el voto máximo por el cual se ofrece

a

Dios

to da la voluntad del hombre, lo que es absolutamente más di gno que todos los bienes del cuerpo o de la fortuna. ,, Y lo prueba con tres razones. Santo Tomás es caso ejemplar de obediencia íntegra

a

Dios por medio de sus representantes . Éstos determinan lo que fray Tomás tenía que dictar en cátedra de París, de Nápoles; dónde tenía que estar: París, Nápoles ; asistir al se gundo Concil io de Lyon. Ahí le sorprendió la muerte, en el Convento cisterciense de Fossanuova, el 7 de marzo de

1 274. El frío de tal marzo: ahí fue su crucifixión real . Obe­ di ente hasta la muerte. Ahí, y no en su dulce y templado convento domi nico de su Nápoles. Con todo ello queda fray Tomás de Aquino definido como Santo. No hace falta considerar detalladamente los refrenado­ res que pusieron a Tomás de Aquino afincado en tierra, en fríos, incómodos viajes . . . y que impidieron a su obediencia total perderse en Cielos. Su obra Su mma theologica es un real transfinitador. La Ob ediencia de mente -la Fe-, la obedi encia sentimental de todos sus actos privados y públ icos, la obediencia litera­ ria de todas sus obras en l atín , son en su orden lo que, salvando las distancias mentales, sentimentales y l iterarias, fueron los transfinitadores de Romeo y Julieta , transfinita­ dor de Amor, o el transfinitador de Adulterio . . . Con lo anterior queda terminado e l tema d e «Transfini­ ta dores y refrenadores humanos y divinos » . Tal vez para nosotros, los del siglo XX -y aun para los posteriores al Renacimient