Sobre el poder [1 ed.]
 9788425438554

Table of contents :
índice

Prólogo ............................................................ 9

Lógica del poder ........................................... 11

Semántica del poder .................................... 45

Metafísica del poder ................................... 79

Política del poder ........................................ 113

Ética del poder ..................................... 147

Bibliografía .................................................... 179

Citation preview

Sobre el poder

T it u l o s

d e l á c o l e c c ió n

P e n s a m ie n t o H

erder

H elena B éjar Identidades inciertas: Zygm unt Bauman A n to n io Valdecantos La m oral como anomalía A n to n io C a m pillo E l concepto de lo po lítico en la sociedad global Simona F o rti E l totalitarism o: trayectoria de una idea lím ite N ancy Fraser Escalas de ju sticia R o be rto Esposito Com unidad, inm unidad y biopolítica Fem ando Broncano La melancolía del ciborg Carlos Pereda Sobre la confianza R ich a rd B ernstein Filosofía y democracia: John Dewey A m elia Valcárcel La m em oria y el perdón J u d ith S hklar Los rostros de la injusticia V ic to ria Camps E l gobierno de las emociones M anuel C ru z (ed.) Las personas del verbo (filosófico) Jacques R anciére E l tiem po de la igualdad G ia n n i V a ttim o Vocación y responsabilidad del filósofo M artha C. Nussbaum Las mujeres y el desarrollo humano B yu n g -C h u l H an La sociedad del cansancio F. B iru lé s, A . Gómez Ram os, C. R oldán (eds.) V iv ir para pensar G ian ni V a ttim o y Santiago Zabala Comunismo hermenéutico Fem ando Broncano Sujetos en la niebla G ian ni V a ttim o De la realidad B y u n g -C h u l H an La sociedad de la transparencia Alessandro Ferrara E l horizonte democrático B y u n g -C h u l H an La agonía del Eros A n to n io Valdecantos E l saldo del espíritu B yu n g -C h u l H an En el enjambre B yu n g -C h u l H an Psicopolítica Rem o B odei Im aginar otras vidas W endy B row n Estados amurallados, soberanía en declive Slavoj Z iz e k Islam y m odernidad Luis Sáez R ueda E l ocaso de occidente B yu n g -C h u l H an E l aroma del tiem po A n to n io C a m pillo T ierra de nadie B yu n g -C h u l H an La salvación de lo bello Rem o B odei Generaciones B yu n g -C h u l H an Topología de la violencia A n to n io Valdecantos Teoría del súbdito Javier Sádaba La religión al descubierto M anuel C ru z Ser sin tiem po

Byung-Chul Han

Sobre el poder

Traducción de A lberto C iria

Herder

T ítu lo o rig ina l: Was ist Macht? D iseño de la cubierta: PURPLEPRINT Creative Traducción: Alberto Ciña

© 200$, P h ilip p R ecla m ju n . G m bH & Co. K G , S tuttgart © 2016, H erder E d ito ria l, S .L ., Barcelona 1.a edición, 3.aimpresión, 2017 ISBN: 978-84-254-3855-4 Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización, de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com). Im prenta: R einbook Depósito legal: B -21.453-2016 P rinted in Spain — Impreso en España

H erde r www.herdereditorial.com

índice

P rólo g o L ó g ic a

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d e l po der

Se m á n t ic a M

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d e l po der

e ta fís ic a d e l po der

P o l ít ic a

d e l po der

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É t ic a d e l p o d e r

B ib lio g r a f í a

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Prólogo

En relación con el concepto de «poder», sigue re i­ nando el caos teórico. Frente a todo lo que el fe­ nóm eno tiene de obvio tenemos todo lo que el concepto tiene de oscuro. Para unos, poder signi­ fica opresión; para otros, es un elemento construc­ tivo de la com unicación. Las respectivas nociones ju ríd ica , política y sociológica de poder se contra­ ponen irreconciliables. E l poder se asocia tanto con la libertad como con la coerción. Para unos, se basa en la acción común; para otros, guarda relación con la lucha. Unos lo separan radicalmente de la v io ­ lencia mientras que, según otros, esta no es sino una form a intensificada de poder. O ra se asocia con el derecho, ora con la arbitrariedad. En vista de esta confusión teórica, hay que ha­ lla r un concepto dinám ico de poder capaz de u n i­ ficar en sí mismo las nociones divergentes respecto a él. Lo que hay que form ular es, por lo tanto, una 9

form a fundamental de poder que, mediante la reu­ bicación de elementos estructurales internos, ge­ nere diversas formas de manifestarse. Este lib ro se orienta siguiendo esta norm a teórica. C on ello, hay que quitarle al poder al menos esa fuerza que se basa en el hecho de que en realidad no se sabe exacta­ mente en qué consiste. 1

i. C f. N . Luhmann, «Klassische Theorie der M acht. K ritik ihrer Prämissen», en Zeitschriftfü r P olitik 2,1969, p. 149.

IO

Lógica del poder

Por «poder» suele entenderse la siguiente relación causal: el poder del yo es la causa que ocasiona en el otro una determ inada conducta contra su vo­ luntad. E l poder capacita al yo para im poner sus decisiones sin necesidad de tener en consideración al otro. E l poder del yo restringe la liberta d del otro. E l otro sufre la voluntad del yo com o algo que le resulta ajeno. Esta noción habitual de poder no hace ju sticia a su com plejidad. E l acontecim iento del poder no se agota en el in ten to de vencer la resistencia o de forzar a una obediencia. E l poder no tiene por qué asumir la form a de una coerción. Lo que atestigua el hecho de que se forje una voluntad adversa que se en­ frente al soberano esju sto la debilidad de su poder. Cuanto más poderoso sea el poder, con más sigilo opera. Cuando tiene que hacer expresamente h in -

capié en sí mismo, ya está debilitado .2 E l poder tampoco consiste en la «neutralización de la vo­ luntad » .3 La neutralización de la voluntad consiste en que, en vista de que en el lado del súbdito exis­ te un declive de poder, n i siquiera se llega al fogam iento de una voluntad propia, pues el súbdito tie­ ne que amoldarse de todas formas a la voluntad del soberano. E l soberano lo dirige cuando debe elegir las posibilidades de su acción. Pero también hay fo r­ mas de poder que van más allá de esta «neutralización de la voluntad». Es un signo de poder superior cuando el súbdi­ to quiere expresamente, por sí mismo, lo que quiere el soberano, cuando el súbdito obedece a la volun2. U lric h Beck tiene razón cuando dice: «La obviedad, el olvido y la grandeza del poder se correlacionan positivamente. Se puede decir que, ahí donde nadie habla de poder, está incuestionablem ente ahí, con seguridad y al mismo tiem po con grandeza en su incuestionabilidad. Cuando el poder se convierte en tema es cuando comienza su desintegración». U .B eck, Macht und Gegenmacht im globalen Zeitalter. Neue weltpolitische Ökonomie, F rankfurt del M eno, 2002, p. 105. 3. C f.N .Lu hm an n,Machí,Stuttgart, i975,p. 11 s.:«Precisamente la existencia de un declive de poder y de una decisión tomada como acto de poder y que se puede anticipar [...] de hecho hace que al súbdito le resulte absurdo forjarse una voluntad. Y justam ente en eso consiste la función del poder: en asegurar posibles concatenaciones de efectos con independencia de la voluntad dé quien actúa sometido al poder, tanto si este quiere como si no. La causalidad del poder consiste en neutralizar la voluntad del súbdito, no forzosamente en vencerla. La causalidad del poder le alcanza al súbdito tam bién y precisamente cuando él debería actuar con la misma intención y, al hacer eso, se da cuenta de que, de todos modos, tiene que hacerlo».

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tad del soberano como sifuera la suya propia, o in clu ­ so la anticipa. A l fin y al cabo, eso que el súbdito haría de todos modos, puede sublim arlo convirtién­ dolo en contenido de la voluntad del soberano, rea­ lizándolo con un «sí» enfático a este. Así es como, en el m edio del poder, el mismo contenido de la acción obtiene una form a distinta gracias a que el súbdito afirma el hacer del soberano o lo asimila como si fuera su hacer propio. Es decir, el poder es un fenómeno de laforma. Lo decisivo es cómo se moti­ va una acción. La frase que expresa la presencia en el espacio de un poder superior no es «de todos modos tengo que hacerlo», sino «quiero». La res­ puesta a un poder superior no es la negativa interior, sino la afirm ación enfática .4 La causalidad no es capaz de describir adecuadamente esa respuesta, pues el poder no funciona aquí como un em pujón 4. Por el contrario, si se equipara el poder con la coerción y la opresión, entonces se lo interpreta com o la capacidad de decir «no». Pero con ello no se advierte bien que, en realidad, «sí» es la expresión de un poder superior. E l «sí» no tiene po r qué resultar de la im potencia. C f.W . Söfsky y R . Paris, Figurationen sozialer Macht. Autorität-Stellvertretung-Koalition, F rankfurt del M eno, 1994, p. 9: «Una sociedad sin poder sería una sociedad de gente que solo dijera “ sí” . Q uie n quisiera elim inarla, tendría que privar a todos de la ca­ pacidad de poder decir “ no” . Pues el actuar de uno term ina en la resistencia del otro, en su autonom ía y su libertad —*-a las que no se puede burlar— a la hora de hacer algo distinto a lo que se espera de él. E l poder actúa contra ello. E l poder amplía la libertad de uno en contra del otro venciendo su “ no ” y negando su libertad. E l poder es la libertad para destruir la libertad».

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mecánico que se lim ita a desviar un cuerpo de la dirección original de su recorrido, sino más bien como un campo dentro del cual tal cuerpo se mue­ ve con libertad. E l m odelo de la coerción no hace justicia a la com plejidad del poder. E l poder como coerción consiste en im poner decisiones propias contra la vo­ luntad del otro. M uestra un grado m uy reducido de interm ediación. E l yo y el otro se com portan de form a antagónica. E l yo no es recibido en el alma del otro. Por el contrario, más interm ediación con­ tiene aquel otro poder que no opera contra el pro­ yecto de acción del otro, sino desde él. U n poder superior es aquel que configura el futuro del otro, y no aquel que lo bloquea. En lugar de proceder contra una determinada acción de otro, el poder influye o trabaja sobre el entorno de la acción o sobre los preliminares de la acción del otro, de m odo que el otro se decide voluntariamente, tam­ bién sin sanciones negativas, a favor de lo que se corresponde con la voluntad del yo. Sin hacer n in ­ gún ejercicio de poder, el soberano toma sitio en el alma del otro. E l m odelo de la causalidad no es capaz de des­ c rib ir relaciones complejas. La vida orgánica se sus­ trae a la relación de causalidad. En oposición a la cosa inanimada y pasiva, el organismo no perm ite sin más que la causa exterior llegue a repercutir en él sin su intervención. Más bien reacciona con auto14

nomía a la causa. Es justamente esta capacidad de respuesta autónoma a la m otivación externa lo que caracteriza a lo orgánico. Por el contrario, una cosa inanimada no responde. La peculiaridad de lo viviente consiste en in te­ rru m p ir la causa exterior, transformándola y ha­ ciendo comenzar en sí algo nuevo. Por ejemplo, aunque lo viviente necesita alimento, el alim ento no es la causa de su vida. Suponiendo que aquí todavía se pueda hablar en general de causa, enton­ ces es lo viviente mismo lo que tiene el poder de convertirlo que para él es externo en causa de deter­ minados procesos orgánicos. Es decir, estos procesos orgánicos no son una mera repetición de la causa externa en lo in te rio r. Más bien son aportaciones propias, decisiones propias de lo viviente. Lo vivien­ te reacciona con autonomía a lo externo. La causa externa no es más que una de las muchas m otiva­ ciones posibles que lo viviente mismo determina para que sea causa. Lo viviente nunca padece la causa externa de form a pasiva. Sin aportación n i decisión por parte de lo in te rio r, la causa externa nunca llega a reper­ cutir. N o hay ninguna prolongación inmediata de lo exterior en el in te rio r, como sucede en el caso de la transmisión de energía cinética de un cuerpo a otro. La categoría de causalidad resulta menos apropiada para describir la vida espiritual. La com ­ plejidad de la vida espiritual provoca la complejidad 15

del acontecim iento del poder, que no se puede traducir a una relación lineal de causa y efecto. Es esa complejidad lo que distingue el poder de la vio ­ lencia física, con la que se podría conseguir la cau­ salidad simple de fuerza o fortaleza y efecto. Es en esta reducción de la complejidad en lo que vendría a consistir la ventaja de la violencia física. E l com plejo acontecim iento del poder tampo­ co se puede describir adecuadamente con una sim­ ple aritm ética. U n poder opuesto que sea apenas exiguo puede ocasionar daños sensibles a una su­ premacía. Con ello, también un enemigo débil ob­ tiene gran im portancia y, por lo tanto, mucho poder. Asimismo, ciertas constelaciones políticas pueden otorgar mucho poder a un partido o a una nación débil. E interdependencias complejas se encargan de que el poder sea recíproco. Por ejemplo, si el yo requiere la colaboración de otro, entonces surge una dependencia del yo respecto del otro. E l yo ya no puede form ular n i im poner sus exigencias sin tener en consideración al otro, pues el otro dispone de la posibilidad de reaccionar a la coerción del yo, por ejemplo, renunciando a su colaboración, lo cual pondría al yo en una situación d ifícil. Así es como la dependencia del yo respecto del otro puede per­ cibirla y aplicarla, este últim o, como una fuente de poder. Incluso los m uy débiles pueden conm utar su im potencia en poder si hacen un uso diestro de las normas culturales. 16

Además, hay que tener en cuenta la m últiple dialéctica del poder. E l m odelo de poder je rárqu i­ co, según el cual el poder se irradia simplemente desde arriba hacia abajo, no es dialéctico. Cuanto más poder tenga un soberano, tanto más requerirá, por ejem plo, del consejo y de la colaboración de los subordinados. Podrá mandar mucho, pero, a causa de la creciente com plejidad, el poder fáctico se transm itirá a sus consejeros, que le dirán qué es lo que debe mandar. Las m últiples dependencias del soberano pasan a ser fuentes de poder para los subordinados, que conducen a una dispersión es­ tructural del poder. Persiste con fuerza la opinión de que el poder excluye la libertad. Pero no es esto lo que sucede. E l poder del yo logra su n ivel m áxim o precisa­ mente en la constelación en la que el otro se amol­ da voluntariam ente a su voluntad. E l yo no agobia al otro. U n poder Ubre no es ningún oxím oron. E l poder libre significa que el otro obedece librem en­ te al yo. Q uien quiera obtener un poder absoluto no tendrá que hacer uso de la violencia, sino de la liberta d del otro. Ese poder absoluto se habrá al­ canzado en el m om ento en que la liberta d y el som etim iento coincidan del todo. Pero el poder que opera a través de órdenes y el poder que se basa en la libertad y la obviedad no son dos modelos opuestos. Solo son distintos en su manifestación. Si se los eleva a un nivel abstracto, 17

revelan la estructura que les resulta com ún. E l po­ der capacita al yo para recobrarse a sí mismo en el otro. Genera una continuidad del sí mismo. E l yo realiza en el otro sus propias decisiones. C on ello el yo se con­ tinúa en el otro. E l poder proporciona al otro espa­ cios que son los suyos, y en los que, pese a la pre­ sencia del otro, es capaz de recobrarse a sí mismo. Capacita al soberano a regresar a sí mismo en el otro. Esta continuidad se puede alcanzar tanto con la coerción como con el uso de la libertad. En el caso de la obediencia que se cumple en libertad, la con­ tinuidad del yo es m uy estable: está intermediado con el otro. Por el contrario, una continuidad del sí mismo mantenida mediante la coerción es frág il a causa de la deficiente interm ediación. Pero en am­ bos casos el poder le ayuda al yo a continuarse en el otro, a recobrarse a sí mismo en el otro. Si la in te r­ m ediación se reduce a cero, entonces el poder se trueca en violencia. La pura violencia desplaza al otro a una pasividad y a una falta de libertad extre­ mas. N o se produce ninguna continuidad interior entre el yo y el otro. E l poder en sentido propio no es posible frente a una cosa pasiva. La violencia y la libertad son los dos extremos de una escala del poder. Una creciente intensidad de la interm edia­ ción genera más libertad, o más sentimiento de li ­ bertad. Así pues, es la estructura interna de la in te r­ mediación lo que determina laforma de manifestación del poder. 18

E l poder es un fenómeno de la continuidad. Le proporciona al soberano un am plio espacio para sí mismo. Esta lógica del poder explica por qué la pér­ dida total de poder se experimenta como una pér­ dida absoluta de espacio. E l cuerpo del soberano, que en cierta manera llenaba el m undo entero, queda reducido a un miserable trozo de carne. E l rey no tiene únicamente un cuerpo natural que es m ortal, sino tam bién un cuerpo político y teológico que, en cierta manera, es coextenso con su reino. En el caso de la pérdida del poder, se ve rechazado y de­ vuelto a este pequeño cuerpo m ortal. 5 La pérdida de poder se vivencia como una especie de muerte. Es una creencia errónea suponer que el poder opera únicamente inhibiendo o destruyendo. Como medio de comunicación, el poder se encarga de que la com unicación fluya sin in terrupción en una d i­ rección determinada. A l súbdito se lo lleva (atraque no necesariamente de form a forzosa) a aceptar la decisión del soberano, es decir, esa elección de una acción que hace el soberano. E l poder es la oportu­ nidad «de increm entar la probabilidad de que se produzcan unos contextos de selección que por sí mismos serían improbables» .6 E l poder maneja o guía la com unicación en una dirección determina­ da, suprim iendo la posible discrepancia que hay en5. C f. E .H . Kantorow icz, Die zwei Körper des Königs. Eine Studie zur politischen Theologie des Mittelalters, M unich, 1990. 6. N . Luhm ann, Macht, op. cit., p. 12.

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tre el soberano y el súbdito a la hora de seleccionar la acción. E l poder lleva a cabo la transferencia de selecciones de acciones desde un pun­ to de decisión hasta otros [para] re s trin g irla indefinida com plejidad de las posibilidades de acción humanas. 7

La conducción com unicativa del poder no tiene por qué producirse con represión. E l poder no se basa en la opresión. Siendo un m edio de comunicación, opera más bien de form a constructiva. Luhm ann define el poder como un «catalizador». Los catali­ zadores aceleran el arranque de acontecimientos o in flu ye n sobre el curso de determinados procesos sin que por eso ellos mismos resulten alterados. Con ello engendran una «ganancia de tiempo». También en este sentido el poder opera productivamente. Luhmann restringe el poder a aquella constela­ ción com unicativa en la que, por así decirlo, flota en el aire una posible negativa por parte del súbdi­ to. E l poder como medio de comunicación se vuel­ ve necesario cuando se ve que es improbable que la acción que se ha seleccionado será aceptada por el súbdito, es decir, cuando la comunicación se atasca. 8 7. N . Luhm ann, «Macht und System. Ansätze zur Analyse von M acht in der Pohtikwissenschaft», en Universitas. Zeitschriftfü r Wissenschaft, Kunst und Literatur 5,1977, p. 476. 8. Id.,M acht,p. 13: «Solo si y en la medida en que los bienes son escasos, el hecho de que uno actúe echando mano de esos bienes pasa

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E l poder debe transform ar el «no», que siempre es posible, en un «sí». A diferencia de aquella concep­ ción negativa del poder en la que este siempre dice «no», la función del poder como m edio de com u­ nicación consiste en increm entar la probabilidad del «sí». E l «sí» del súbdito no tiene por qué ser jo v ia l, pero tam poco tiene por qué ser necesaria­ mente un efecto de la coerción. La positividad o productividad del poder como «oportunidad» se extiende a la am plia zona intermedia entre eljúbilo y la coerción. La im presión de que el poder es destruc­ tivo o in h ib id o r surge de que solo en esa conste­ lación de la coerción, donde la interm ediación es escasa, la atención se dirige expresamente a un po­ der que resulta agobiante. Por el contrario, ahí don­ de el poder no se presenta como coerción, apenas o m uy poco se percibe como tal. E l poder se disuel­ ve en el consentimiento. Es decir, elju ic io negativo sobre el poder surge de una percepción selectiva. M ax W eber define así el poder: Poder significa la probabilidad de im poner la propia vo ­ luntad, dentro de una relación social, aun contra toda

a ser un problem a para otros. Entonces, esta situación la regula un m edio de com unicación que hace que la selección de la acción que uno realiza se traspase a la vivencia com partida del otro, haciendo que esa selección resulte ahí aceptable».

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resistencia y cualquiera que sea el fundam ento de esa probabilidad » . 9

Luego comenta que el concepto de «poder» es so­ ciológicam ente «amorfo». Por el contrario, el con­ cepto sociológico de «dominio» — el cual garantiza «que un mandato encuentre docilidad»— es «más preciso». Esta apreciación no deja de ser problemá­ tica. Por supuesto, desde el punto de vista socioló­ gico, el poder no es «amorfo». Esta im presión surge solo de una form a de percepción restringida. U n m undo diversificado produce unas bases de poder indirectas, que operan tácitamente y que resultan poco patentes. En función de esta complejidad y de este carácter indirecto se explica la impresión de que el poder resulta «amorfo».A diferencia del dom inio que ejerce el mandato, el poder no se manifiesta abiertamente. A l fin y al cabo, el poder del poder con­ siste, justamente, en que también puede mover de­ cisiones y acciones sin un «mandato» expreso. E l poder no se opone a la libertad. Es la libertad la que distingue el poder de la violencia o de la coerción. También Luhm ann acopla el poder con esa «relación social» «en la que ambas partes podrían actuar deforma distinta» .10 Por consiguiente, en el caso de acciones realizadas bajo coerción no se configu9. M .Weber, Economía y sociedad, M ad rid, f c e , 2002, p. 43. 10. N . Luhm ann, Soziologische Aufklärung 4. Beiträge zurfu n k ­ tionalen Differenzierung der Gesellschaft, O pladen, 1987, p. 117.

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ra ningún poder. Incluso la obediencia presupone una libertad, pues sigue siendo una elección. Por el contrario, la violencia física destruye incluso la po­ sibilidad de obedecer: se la sufre pasivamente. Hay más actividad y libertad en la obediencia que en el sufrim iento pasivo de la violencia. La obediencia siempre surge en el trasfondo activo de una alter­ nativa. Incluso el soberano tiene que ser libre: si a causa de una situación se viera forzado a tom ar una determinada decisión, entonces el poder no lo ten­ dría él, sino — suponiendo que alguien lo tenga— la situación coercitiva. É l quedaría expuesto pasiva­ mente ante ella. E l soberano tiene que ser libre para poder escoger e im poner un determinado com por­ tamiento. A l menos tiene que actuar dentro de la ficción de que su decisión es de hecho su elección, es decir, dentro de la ficció n de que es líbre. En toda com unicación queda abierto si el otro acepta o rechaza la decisión del yo. Pero el poder del yo incrementa la probabilidad de que el otro obedezca las decisiones del yo. Luhmann concibe el poder como un medio de com unicación que in ­ crementa la probabilidad de que el otro acepte la decisión del yo. Aunque este m odelo de poder lo asocia con la idea de libertad, aquí la relación de poder siempre queda sujeta a que se evite una situa­ ción valorada negativamente. U n ejemplo de Luh­ mann aclara esta situación:

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A amenaza a B con una lucha física que ambos valoran negativamente. E l poder de A se basa en que él valora la lucha menos negativamente que B, y en que para ambos existe una segunda com binación de alternativas que se valora menos negativamente y que ambos pue­ den escoger. En circunstancias así, la mayor oportunidad a la hora de decidir lo que va a suceder recae en aquel cuya constelación de alternativas tiene la m ayor elasti­ cidad, de m odo que él todavía puede aceptar situacio­ nes que al otro le resultan ya demasiado desagradables. 11

Así pues, Luhm ann vincula el poder con una san­ ción negativa (por ejemplo con el despido o con la amenaza de otras desventajas). Para ejercer el poder, el yo tiene que disponer de la posibilidad de presio­ nar al otro amenazándolo con una sanción negativa. La sanción negativa es una posibilidad de acción que ambos quieren evitar, tanto el yo como el otro, solo que el otro de un m odo más im perioso que el ir . N . Luhm ann, «Macht und System», op. dt., p. 476. C f. ibid.: «Aunque amenazar con el conflicto directo o con la violencia física es un m étodo m uy efectivo de poder, po r cuanto es independiente del contexto, para procesos com plejos resulta demasiado rudim entario. U n sistema que com o m étodo de poder únicam ente conoce la violencia resulta pobre a la hora de diversificar y solo es capaz de una productividad escasa. U n sistema com plejo requiere mecanismos de control y de poder que estén estructurados minuciosamente. A hí sirve de poco la mera fuerza muscular. En un sistema com plejo surgen constelaciones en las que medios de poder indirectos y menos patentes funcionan de form a m ucho más efectiva que amenazar con la violencia».

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yo. En el caso de que, por ejemplo, el despido del otro afecte de manera más sensible al yo que al otro, el yo no podría aplicarlo como método para im po­ ner su poder. En este caso inverso, la posibilidad de despedirse pasa a ser una fuente de poder para el otro. En palabras de Luhm ann, esto significa: La sanción negativa no es más que una posibilidad re­ servada, una alternativa que — en ese caso norm al sobre el que se basa el poder— ambas partes prefieren evitar antes que activar. E l poder resulta entonces de que el soberano estaría más dispuesto que el súbdito a acarrear con las consecuencias de la sanción negativa. La posi­ bilidad de prom ulgar sanciones negativas brinda poder precisamente porque no se hace uso de ella y m ientras no se haga uso de ella. Por eso, el poder acaba cuando se lo puede provocar. E l ejercicio de violencia física no es una aplicación de poder, sino una expresión de su fracaso.“

La teoría del poder de Luhmann resulta problemá­ tica en muchos puntos. En prim er lugar, para que haya poder no es forzosamente necesario que ambas partes quieran evitar que se lleve a cabo la sanción negativa. Por ejemplo, si el soberano dispone de la posibilidad de reemplazar sin más al súbdito por otro, entonces, a diferencia del súbdito, no tiene por qué1 2 12. N . Luhm ann, Soziologische Aufklärung 4, op. dt., p. 119.

tem er que la sanción se lleve a cabo, es decir, no tiene por qué temer el despido efectivo. Esto es, para que se cree una relación de poder no tiene por qué darse aquella alternativa cuya realización desean evitar ambas partes. Basta con que quiera evitarla una de ellas. Esta asimetría no reduce necesariamen­ te el poder del soberano. Es posible que incluso lo provea de más poder. Para el soberano, más poder significa aquí mayor libertad: es libre porque el otro no representa ningún lím ite para su acción. V iéndolo bien, la relación de poder n i siquiera presupone la alternativa que se quiere evitar u n i­ lateralmente, es decir, esa alternativa que solo el súbdito pretende evitar. Si el otro acepta la decisión del yo, entonces este consentim iento no tiene por qué producirse p o r m iedo a una sanción negativa. E l «sí» por parte del otro puede afirm ar la decisión del yo en cuanto tal, y puede hacerlo sin mirar de reojo la alternativa que se desea evitar. Es precisamente en este «sí» enfático del otro al yo donde culmina el poder del yo: este «sí» enfático que no contiene ningún asomo del «¡qué remedio!». Para Luhmann, por el contrario, el ejercicio del poder siempre se basa en un «¡qué remedio!». Lo que el soberano poderoso suscita no es mero consentim iento, sino entusiasmo y enardecimiento. Según Luhmann, el poder se increm enta pro­ porcionalmente en función de la creciente densidad de las alternativas para actuar: 26

A

E l poder del soberano es m ayor si, para im poner su dom inio, puede escoger entre decisiones más num e­ rosas y más heterogéneas, y a su vez es m ayor si puede hacerlo frente a una parte que, a su vez, posee alterna­ tivas más numerosas y más heterogéneas. E l poder se increm enta con las libertades de ambas partes: p o r ejem plo, crece en una sociedad en la m edida en que ella genera alternativas . 13

Es ciertamente un signo de libertad y de poder que, para com unicar su dom inio, el yo posea una p lu ­ ralidad de posibilidades de acción.Y tam bién da fe del poder del yo que el otro, a pesar de otras posi­ bilidades atractivas para actuar de las que todavía dispone, siga la selección que ha hecho el yo. Pero la libertad que tiene el otro con base en sus amplios márgenes de acción no incrementa necesariamen­ te el poder del yo. Incluso puede desestabilizarlo. La sensación de libertad por parte del súbdito no de­ pende del número de alternativas de las que dispo­ ne. Lo decisivo es, más bien, la estructura o la in ­ tensidad del «sí» con el que el otro responde al yo. E l énfasis del «sí», que genera una sensación de l i ­ bertad, es independiente de la cantidad de posibi­ lidades para actuar.

13. N . Luhm ann, Macht, op. dt., p. 9 s.

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Luhm ann parte del supuesto de que el poder del superior sobre sus subordinados y el poder de los subordinados sobre sus superiores se pueden increm entar simultáneamente intensificando la rela­ c ió n . 14

C on ello se está refiriendo a un planteam iento de la gestión empresarial que rompe con el modelo je ­ rárquico de la influencia: Los directores de los departamentos m uy productivos tienen un sistema de gestión distin to y m e jo r que los directores de departamentos menos productivos. Este sistema m ejor le asegura al je fe más influencia, ofre­ ciéndoles a los subordinados más posibilidades para in flu ir . 15

Si los subordinados no aceptan p o r com pleto la decisión del superior, este sufre mucha merma en su influencia, pues la influencia sobre decisiones no coincide con la influencia sobre las ejecuciones reales p o r parte de los subordinados. Es posible que el superior que decide autorita­ riam ente solo tenga una influencia pequeña sobre 14. Id., «KlassischeTheorie der M acht. K ritik ih re r Prämissen», en Zeitschriftfü r P olitik 2 ,1969, p. 163. 15. R . L ike rt, Neue Ansätze der Untemehmensführung, B erna/ Stuttgart, 1972,p. Ó3.

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los procesos ejecutivos. Pero esto no significa que la posibilidad de la influencia por parte de los su­ bordinados le asegure al superior más influencia o incluso más poder. E l intento por parte del superior de im poner su decisión, amenazando con el despi­ do o con otra sanción negativa, sin duda no incre­ menta su poder. A l fin y al cabo, un intento tal ge­ nera una relación de poder frágil a causa de una interm ediación exigua. O btendría más poder si los subordinados com partieran sus decisiones. Pero su poder no crece gracias a que los subordinados ejer­ zan mayor influencia sobre él. La intensificación de la influencia recíproca puede increm entar la eficien­ cia de la empresa, pero no el poder de los actores. Así es como la descentralización del poder puede con­ ducir a una productividad mayor. La relación no se intensifica simplemente me­ diante un robustecim iento de la influencia recí­ proca. Más bien, la intensificación de la relación se consigue mediante una confianza mutua o median­ te un reconocim iento recíproco. Además, la con­ fianza reduce la com plejidad, lo cual influye posi­ tivamente sobre el proceso de decisión. Lo que incrementa la productividad esjustamente la atmós­ fera comunicativa de confianza y reconocim iento que, sin embargo, no es idéntica a la atmósfera de poder. La intensificación de la relación no engran­ dece sin más la suma del poder. Así pues, no resul­ ta convincente la tesis de Luhmann de que el poder 29

del superior y el poder de los subordinados se pue­ den incrementar de form a simultánea mediante una relación intensa. N o se puede equiparar el poder con la influen­ cia. La influencia puede ser neutra en térm inos de poder. Esa intencionalidad típica del poder que configura una continuidad del yo no es inherente a la influencia. U n subordinado que, por ejemplo, a causa de sus conocim ientos especiales es capaz de ejercer mucha influencia sobre el proceso de deci­ sión, no tiene por qué tener mucho poder. La po­ sibilidad de influencia no desemboca por sí misma en una relación de poder: prim ero se la tiene que reconfigurar como tal. Acerca de la violencia física, Luhm ann escribe: La configuración de poder guarda una relación de am­ bivalencia con la violencia física. Por así decirlo, emplea la violencia en tiem po condicional, es decir, bajo el supuesto de que la violencia llegará a aplicarse. La v io ­ lencia es virtualizada, estabilizada como posibilidad ne­ gativa . 16

Aunque el Estado de derecho dispone de la posibi­ lidad de aplicar la violencia, activada en el caso de que se vulnere el orden jurídico, eso no significa que el Estado de derecho se base en la violencia o en otra 16. N . Luhm ann, «Macht und System», op. dt., p. 477.

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sanción negativa. M ira r de soslayo a la posible pro­ m ulgación de la sanción negativa o a la posible aplicación de violencia no es ninguna condición para que se establezca positivam ente el poder. En p ri­ mera instancia, no se elude el delito por m iedo al castigo, sino por reconocimiento del orden jurídico, es decir, porque el derecho coincide con m i voluntad, con m i manera más propia de actuar, con m i lib e r­ tad. Sin duda que tras la ley está la espada. 17 Pero la ley no se basa en la espada.Y poco poder tiene quien únicamente sea capaz de im poner su voluntad en virtu d de una sanción negativa. Que una organiza­ ción disponga de pocas formas de sanción no dice nada acerca de cuánto poder posee. Para la lógica del poder, cabe pensar una organización poderosa que, sin embargo, no conozca n i una única sanción ne­ gativa. La vinculación del poder con la sanción negativa priva a Luhm ann de la sensibilidad para la posibilidad de un poder libre. La creciente com plejidad de una organización puede llevar a que esta se desacople por com pleto de las personas actuantes, autonomizándose como una m agnitud anónima . 18 A l fin y al cabo, en Kafka

17. C f. M . Foucault, Historia de la sexualidad 1. La voluntad de saber, M adrid, Siglo X X I, 2006, p. 174. 18. Según W eber, la burocratización y el anonim ato de la organización configuran un poder que opera sin n ing ún «carisma». U n dom inio genuinam ente carism ático, según W eber, no necesita autoridades, n i funcion ario s, n i reglam entaciones. En él no hay

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se encuentran elocuentes imágenes de este proceso, el cual tiene como consecuencia la enajenación de la persona actuante. Los comentarios de Luhmann sobre la organización moderna resultan también kafkianos: E n fu nció n de la lógica de la organización se exigen y se im ponen las cosas más extrañas: siendo un emplea­ do, hay que horadar hora tras hora los mismos agujeros; siendo paciente en un hospital, aunque se esté enfermo, uno se tiene que despertar a las seis de la mañana y tomarse la fiebre; siendo profesor, se tiene que escribir el pro toco lo de unas reuniones irrelevantes, que casi nunca tienen ninguna consecuencia. C on ayuda de este mecanismo de la organización se pueden transfe­ r ir las elecciones de acción más sorprendentes: muchas más acciones y acciones más heterogéneas que las que se podrían m otivar p o r m edio de la viole ncia . 19

E l anquilosam iento de la estructura de la organi­ zación engendra coerciones. Pero Luhm ann con­ funde estas coerciones con el poder cuando escribe: m inisterios n i competencias. W eber lo contrapone al «dom inio burocrático», que está asociado con reglas que se pueden analizar discursivam ente. Justo p o r ser ajeno a toda reglam entación, el carism a reduce de form a radical la com plejidad. Probablem ente en eso consiste su poder de seducción. A todo do m in io carism ático se le podría aplicar la frase: «Está escrito, pero yo os d ig o ...». C f. M .W eber, Economía y sociedad, op. cit., p. 712. 19. N . Luhm ann, «Macht und System», op. cit., p. 479.

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N in g ú n tirano del pasado, ningún soberano de grandes im perios históricos que presuntamente reinara con poder absoluto, pudo configurar jamás con semejante alcance un poder digno de m ención, en com paración con el núm ero y la heterogeneidad de las decisiones que pueden ser determinadas por otros. N i siquiera el te rro r es una alternativa equivalente para la organiza­ c ió n . 20

Resulta problem ático que Luhmann conciba aquí como poder el aumento de la decisión que pueden determ inar otros, mientras que en otro pasaje ad­ m ita una influencia recíproca positiva entre poder y libertad. Después de todo, dice: E l poder se increm enta con las libertades p o r ambas partes: p o r ejem plo, crece en una sociedad en la m edi­ da en que ella genera alternativas.

Luhmann pone el poder en dependencia de la de­ cisión y de la trasferencia de la selección. Cuanto más compleja se vuelve una organización, tanto más poder, es decir, tanto más rendim iento selectivo tie­ ne que engendrar. Esta tesis es problemática, porque no es solo el poder el que opera la selección. E l crecim iento del poder no es proporcional a la can­ tidad de decisiones. 20. Ibíd., p.480.

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E n vista de la e structura de la co m u n ic a c ió n en la o rg a n iza ció n m o d e rn a , L u h m a n n lle g a a la si­ guie n te conclusión : «A pesar de tod o , m u ch o apun­ ta a que en la carrera de la e v o lu c ió n social el m e­ canism o del p o d e r es u n o de los perdedores».21 Según L u h m a n n , el p o d e r tie n e una c o m p le jid a d que resulta dem asiado pequeña para una sociedad m o d e rn a , p o rq u e «arranca en u n n iv e l dem asiado concreto».22 N o se puede hacer pasar a pre sió n a la o rg a n iza ció n m o d e rn a «por el o jo de la cerradura de unas determ inaciones para la acción que se pue­ dan a n tic ip a r recíprocam ente». E l diagnó stico de L u h m a n n , según el cual el p o d e r será u n o de los perdedores de la e vo lu ció n social, se basa en u n plan­ te a m ie n to de la te o ría d e l p o d e r que lo re strin g e a una selección de acciones que procede tra n sm itié n ­ dose de una persona a o tra persona. E l p o d e r es el «poder de personas sobre personas».23 L u h m a n n sabe m u y b ie n que el e je rc ic io de p o d e r com o «proceso de selección» es «dependien­ te de las estructuras d e l sistema». E l sistem a genera una determinada con ste la ció n de posibilidad es de a cción, entre las cuales tie n e lu g a r una co m u n ica ­ c ió n pro p ia del poder. D e este m odo, el p o d e r es una «selección dependiente de las estructuras». Las constela­ ciones de alternativas en las que se desarrolla el p ro -

21.

Ibid.

22. Ib id ., p. 481. 23. Ibid.

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ceso de selección están condicionadas p o r el sistema. Los actores de la c o m u n ic a c ió n p ro p ia d e l p o d e r están c irc u n s c rito s a una s itu a c ió n generada p o r el sistem a, la cual prefigura la respectiva re la c ió n in ­ te rp e rso n a l de p o d e r. Esta p re fig u ra c ió n se puede p ro d u c ir ta m b ié n de m anera preconsciente. Según L ubm a.nn .la p o sib ilid a d de una p re fig u ra ció n preñeflexiva queda asim ism o o cu lta porque, según su te o ­ ría d e l poder, la c o m u n ic a c ió n p ro p ia d e l p o d e r se produce del to d o co n la transparencia de una selec­ c ió n consciente de la acción. E n su te o ría del p o d e r no puede e n tra r aquella fo rm a de p o d e r que se ins­ cribe más acá de la selección consciente en una con­ tin u id a d que com prenda al yo y al o tro . C o m o L u h m a n n enfoca el p o d e r en cu a n to a la re la c ió n lineal e n tre actores singulares de la co ­ m u n ic a c ió n , apenas se p e rcib e aquel p o d e r espacial que se presenta en fo rm a de una c o n tin u id a d , de una to ta lid a d . E l espacio puede in flu ir sobre líneas de co m u n ic a c ió n in c lu s o aunque estas líneas n o lo perciban expresam ente. A m enudo tie n e más p o d e r lo ausente que lo presente. E l po d e r espacial puede presentarse com o aque11agravitación que establece u n orden global, congre­ gando fuerzas difusas en una c o n fig u ra c ió n general. Su m o d o de operar n o se puede d e sc rib ir en té rm i­ nos de causalidad lin e a l. A q u í el p o d e r n o opera com o una causa que ocasiona una determ inad a ac­ c ió n en el súbdito, sino que, más b ie n , abre u n espa-

río en el cual una acción obtiene una única dirección, es decir, u n sentido, p o r lo tanto, u n espacio que ante­ cede a la línea de la causalidad o de la cadena de ac­ ciones. Es u n ám bito o «dominio» dentro del cual uno puede te n e r más poder, es decir, puede ser más do­ minante que el o tro . E l p o d e r funda u n lu g a r que es p re v io a las relaciones individuales de poder. E l p o d e r c o n fig u ra diversas form as de c o n ti­ n u id a d . Ya hem os señalado que el p o d e r capacita al yo para continuarse en el o tro , para verse a sí mismo en el o tro . E l p o d e r b rin d a al yo una in in te rru m p i­ da continuidad de sí mismo. E l p lacer que p ro p o rc io ­ na el p o d e r v ie n e a basarse en este sentimiento de continuidad del yo. A q u e l espacio de p o d e r tie n e la e stru ctu ra del sí m ism o que se quiere. U n a c o n fig u ra c ió n suprain d iv id u a l d e l poder, co m o es el Estado, aunque no se basa en la v o lu n ta d de u n in d iv id u o singular, posee la c o n s titu c ió n de u n sí m ism o que se a firm a. La fig u ra de u n je fe de Estado re fle ja la estructura de su subj e tiv id a d .T o d o espacio de p o d e r es la con­ tinuidad de un sí mismo que persevera consigo mismo fre n te a o tro . La c o n tin u id a d y la s u b je tiv id a d son elem entos estructurales com unes a todas las form as de m anife sta ció n d e l poder. La e stru ctu ra de la in te rm e d ia c ió n en las co n ­ fig u ra cio n e s su p ra in d ivid u a le s de p o d e r ta m b ié n es d is tin ta . D e m o d o co rre sp o n d ie n te , el c o n ju n to se c o m p o rta co n e l in d iv id u o de m anera d is tin ta . 36

C uando fa lta la in te rm e d ia c ió n , el c o n ju n to ava­ salla al in d iv id u o . E l p o d e r tie n e que re c u rrir aquí a p ro h ib ic io n e s o a m andatos. E n ta l caso, el co n ­ ju n to se continúa en el in d iv id u o solo p o r m e d io de la c o e rc ió n . P o r e l c o n tra rio , co n una in te rm e d ia ­ c ió n intensa se p ro d u ce una fo rm a c ió n de c o n ti­ nuidad sin co e rció n , pues el in d iv id u o e x p e rim e n ­ ta el c o n ju n to co m o si fu e ra su d e stin a ció n propia. En su re la c ió n co n e l c o n ju n to , al in d iv id u o n o se le im p o n e nada.A sí es co m o en e l E stado de dere­ cho, p o r e je m p lo , e l ciudadano p a rtic u la r n o p e r­ cibe el o rd e n ju r íd ic o co m o si fuera una co e rc ió n externa, más b ie n representa para él su destin a ció n propia. Ese o rd e n ju r íd ic o es e l único que lo co n ­ v ie rte en ciudadano libre. P o r el c o n tra rio , en u n Estado to ta lita rio , el in d iv id u o padece el c o n ju n to com o una destin a ció n que le resulta ajena. Esta fa l­ ta de in te rm e d ia c ió n genera m ucha co e rc ió n . U n a c o n tin u id a d creada a base de co e rció n resulta frá g il. Si nos o rie n ta m o s según la idea de la in te rm e ­ d ia ció n , las teorías d e l p o d e r que de c o n tin u o se enfrentan entre sí se pueden subsum ir en u n m o ­ delo te ó ric o . Básicam ente, el p o d e r co m o c o e rció n y el p o d e r co m o lib e rta d n o son d is tin to s . S olo se dife re n cia n en cuanto al grado de in te rm e d ia c ió n . Son m anifestaciones distintas de u n único poder. Todas las form as de p o d e r buscan establecer una co n tin u id a d , y presuponen u n sí m ism o. U n a in te r­ m ediación pobre genera coerción. E n una in te rm e -

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d ia c ió n m áxim a, el p o d e r y la lib e rta d se id e n tific a n . Es en este caso cuando e l p o d e r es m áxim am ente estable. In c lu s o cuando u n espacio de p o d e r alcanza en su in te rio r una intensa in te rm e d ia c ió n , puede com ­ portarse hacia fuera, es decir, fre n te a otros espacios de poder, de m anera antagónica. E n el caso de una in te rm e d ia c ió n extrem adam ente pobre, el p o d e r d e te rm in a de nuevo su re la ció n .A sí, in clu so u n Es­ tado dem ocrático puede amenazar a o tro Estado con u n c o n flic to abierto o usarla v io le n cia para im p o n e r sus p ro p io s intereses. Sería necesaria una esfera de p o d e r más abarcadora, una instancia s u p e rio r de in ­ te rm e d ia ció n , si es que hay que u n ific a r los espacios de p o d e r que actúan enfrentándose o hay que mediar entre ellos para que co n stitu ya n una to ta lid a d . P o r lo tanto, para e v ita r c o n flic to s entre Estados nacionales es necesario — co m o corresponde a la lógica del poder— la fo rm a c ió n de una c o n fig u ra c ió n de p o d e r supranacional, es decir, de u n o rd e n ju r í ­ d ic o supranacional,24 una globalización del poder y de 24.

P a u lT illic h la m a la atención sobre la necesidad de una esfera

de p o d e r que opere en u n n iv e l supranacional. C f. P. T illic h , «Das P roblem der M acht.Versuch einer philosophischen G rundlegung», en Gesammelte Werke, vo l. 2, S tu ttg a rt, 1962, p. 203: «En la actualidad, los grupos abarcadores que p o r ahora son ú ltim o s y que, para realizar su ser social, se han proporcionado una posición de poder, son los Estados nacionales, que en sus representantes principales se los designa com o “ poderes” , es decir, com o los portadores p o r ahora más abarcadores del ser social. La soberanía es el rasgo de un grupo de poder que ya no

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Ios derechos que supere la in d iv id u a liz a c ió n de los Estados nacionales. H a y que darle al p o d e r u n lugar que rebase e l Estado n a cio n a l. P o r eso, la fe ro cid a d de la g lo b a liz a c ió n d e riva de que n o es lo bastante g lobal, de que n o se ha mediado entre ella y el mundo, de que -— a causa de e llo — engendra estructuras profundam ente asim étricas y distrib u cio n e s injustas de oportu n id a d e s y recursos, de que n o se circuns­ crib e a una instancia de p o d e r y de in te rm e d ia c ió n quedando co m p re n d id a b a jo ella. C o n efectos re­ cíprocos entre los factores a fa v o r y los factores en co n tra se c o n fig u ra rá y se condensará una estruc­ tu ra de in te rm e d ia c ió n d ialéctica. Es d e cir, la g lo ­ b a liza ció n tie n e que re c o rre r u n proceso dialéctico de configuración. H e g e l d iría que la g lo b a liz a c ió n carece todavía de concepto. C o n ce p to sign ifica intermediación. E n este co n te x to , ta m b ié n una e stru ctu ra transna­ cio n a l de las empresas financieras que operan a n iv e l m u n d ia l puede im p u ls a r este proceso de in te rm e ­ d ia ció n . Todas las form as de p o d e r que se han te m a tiza do hasta ahora tie n e n u n carácter co m u n ica tivo . entra en un grupo aún más abarcador. E l encuentro se produce con un e q u ilib rio frá g il, cuya constelación se m odifica continuam ente. C om o falta la po sició n de p o d er reconocida, amenazar arb itra riam e n te con la vio le n cia y hacer uso a rb itra rio de ella pasa a ser básicam ente la form a única de im p on e r el poder. C am biar la situación solo es posible creando una p o sició n de p o d e r más abarcadora que sea reconocida y ju ríd ica m e n te vin cu la n te , es d ecir, creando una u n idad estatal su­ p ra n a tio n a l que suprim a la soberanía».

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In cluso aquella v io le n c ia física que se usa para fo rza r a o tro a que haga determ inada acción sigue estando in s c rita en u n proceso de c o m u n ica ció n , p o r cuan­ to , aunque de m anera v io le n ta , realiza una decisión re fe rid a a una acción: esa v io le n c ia física se usa para o b lig a r a o tro a que haga u o m ita una a cción deter­ m inada. Pero la v io le n c ia se vu elve pura cuando se la despoja de to d o c o n te x to c o m u n ica tivo . L o si­ niestro o lo abisal que tie n e consiste en ta l desnudez y en ta l pureza. P o r eje m p lo , a to rm e n ta r a rb itra ­ ria m e n te o in clu so m atar a o tro , sin que co n e llo se produzca n in g u n a in te n c io n a lid a d co m u n ica tiva , re m ite a esta v io le n c ia p u ra y sin sentido, es más, p o rn o g rá fic a . T al v io le n c ia n o busca una c o m u n i­ cación. E n ú ltim o té rm in o , al a u to r de la v io le n c ia p u ra le resulta irre le va n te lo que el o tro haga.Y lo que im p o rta ta m poco es la obediencia. A l fin y al cabo, la obediencia sigue siendo u n acto co m unica­ tiv o . L o que se in te n ta más b ie n es extinguir po r com­ pleto el hacer del o tro , su vo lu n ta d , es más, la lib e rta d y la d ig n id a d del o tro . La v io le n c ia pu ra pretende u n e x te rm in io co m p le to de la alteridad.25 25.

E l te rro r del campo de concentración se basa en esta vio le n cia

pura. N o es certera la designación de «poder absoluto», co n la que W olfgang Sofsky caracteriza el te rro r en el cam po de concentración. E l p o d er absoluto presupone una in te rm e d ia ció n co m u n ica tiva de la que la vio le n cia p ura carece p o r com pleto. C f. W Sofsky, D ie Ordnung desTerrors:Das Konzentrationslager,Frankfurt del M en o , 1997. Para H e g e l, e l «poder absoluto» es cu a lq u ie r cosa salvo la vio le n c ia te rro ris ta : «El p o d e r absoluto no go b ie rn a . C uando se g o b ie rn a , e l

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T a m b ié n queda despojada p o r c o m p le to de c o m u n ic a c ió n aquella praxis arcaica de p o d e r que C a n e tti evoca reiteradam ente com o si fuera la ú n i­ ca fo rm a de p o d e r: P o r m ana se e n tie n d e , en los mares d e l S ur, una espe­ cie de p o d e r sobrenatural e im p e rso n a l, que puede pasar de u n h o m b re a o tro . Es u n p o d e r m u y deseable y es p osible e n riq u e c e rlo en in d iv id u o s aislados. U n g u e rre ro va lie n te lo puede a d q u irir en g ran m edida. Pero n o lo debe a su e xp e rie n cia en e l com bate n i a su fuerza co rp o ra l, sino que se le transfiere a é l el mana de su enem igo abatido. [. .. ] N o se puede fo rm u la r con m ayor claridad e l efecto de la v ic to ria sobre e l super­ vivie n te . M atando se ha hecho más fu e rte , y e l acrecen­ ta m ie n to en mana lo capacita para nuevas v icto ria s . Es una especie de b e n d ic ió n que arranca al enem igo, pero solo puede re c ib irla cuando este ha m u e rto . La presen­ cia física del enem igo, v iv o y m u e rto , es indispensable. T ie n e que haberlo co m b a tid o y tie n e que haberlo m a­ tado; del p ro p io acto de m atar depende to d o . Las partes m anejables d e l cadáver, de las que el ve ncedor se ase-

o tro desaparece, m ientras que aquí se m antiene, pero obedeciendo y sirvie n d o com o m edio». C f. G .W E H egel, Vorlesungen über die Philosophie der Religion i, en Werke in zwanzig Bänden,vo l. 16, F ra n kfu rt del M e n o , 1970, p. 417. L o que e xtin g ue p o r co m p le to al o tro no es el p o d er absoluto, sino la vio le n c ia absoluta y pura.

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m

gura, que se in c o rp o ra , co n las que carga, le recuerdan siem pre el acrecentam iento de su p o d e r.36

A esta lu ch a arcaica n o tie n e p o r qué antecederle u n c o n flic to de intereses que, después de to d o , le b rin d a ría u n carácter c o m u n ic a tiv o . L o ú n ic o que im p o rta es m a ta r al o tro y p e rc ib ir al matado. E l s e n tim ie n to de p o d e r surge aquí en e l acto, es de­ c ir, sin n in g u n a m e d ia c ió n c o m u n ica tiva . N o sur­ ge d e l re c o n o c im ie n to de la fu e rza d e l ve n ce d o r p o r p a rte de los o tro s. C o m o si fu e ra u na fu e rza m ágica, el p o d e r pasa d e l matado a l vencedo r. La co n cie n cia arcaica, es evidente, cosifica el p o d e r c o n v irtié n d o lo en una substancia que se pue­ de poseer. Pero el p o d e r es una re la ció n . A sí, sin el o tro , n o hay p o d e r para el yo. M a ta r al o tro hace que la re la c ió n de p o d e r se te rm in e . N o surge n in g ú n p o d e r entre hom bres que arrem eten a ciegas unos co n tra otros. S olo hay diferencias de fuerza física. E l verdadero p o d e r surge ú n ica m e n te cuando u n o se som ete al adversario, ya sea p o r m ie d o a la posible m u e rte o a n ticipan do su su p e rio rid a d física. L o que constituye el p o d e r en sentido p ro p io n o es la lucha que lle va a la m u e rte de u no, sino la ausencia de esa lucha. Es evidente que C a n e tti tiene u n concepto m u y re s trin g id o de poder. E q u ip a ra en a m p lia m e d id a

26. E. C a n e tti, Masa y poder, B arcelona, M u c h n ik , 1981, p. 174.

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el p o d e r con la c o e rc ió n , co n la op re sió n y con el s o m e tim ie n to . A sí pues, la re la ció n de p o d e r no va más a llá de la re la c ió n en tre el gato y e l ra tó n : E l ra tó n , una vez atrapado, se halla so m e tid o a la fu e r­ za d e l gato: este lo a tra p ó ,lo m antiene apresado y aca­ bará m atándolo. Pero en cuanto em pieza a ju g a r con él, surge u n e lem ento nuevo. L o suelta y le p e rm ite c o rre r u n tre ch o . N o b ie n e l ra tó n da m edia v u e lta y echa a co rre r, se sustrae a la fuerza del gato, pero n o a su poder, pues este puede v o lve r a atraparlo. Si deja que co rra lib re m e n te , p e rm ite ta m b ié n que escape de su esfera de p o d e r; pero en la m edida en que está seguro de alcanzarlo, e l ra tó n sigue estando d e n tro de ella. E l espacio que el gato dom inados m om entos de esperan­ za que concede al ra tó n , aunque bajo una atenta v ig i­ lancia, e l hecho de n o p e rd e r e l interés p o r él y su d e stru cció n , to d o ju n to — espacio, m om entos de es­ peranza, v ig ila n c ia e interés d e stru ctivo — p o d ría ser considerado com o la sustancia p ro p ia m e n te dich a del p o d e r o, m e jo r, co m o e l p o d e r m ism o .27

E l p o d e r es «más espacioso» que la v io le n c ia . Y la vio le n c ia se co n vie rte en p o d e r cuando «se deja más tiem po». C o n siderán dolo así, el p o d e r se basa en un más y u n m enos de espacio y tiem po. Pero en el caso del ju e g o del gato y el ra tó n , el espacio solo tie n e la

27. Ib íd .,p.213.

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angostura de una antesala de la m uerte. A u n q u e la celda d e l condenado a m u e rte es más espaciosa que la boca d e l gato, ese espacio de p o d e r que está re ­ p le to de m ie d o n o es n in g ú n espacio p o s itiv o para la a cción. Para que pueda s u rg ir realm ente «algo nuevo», aquel «juego» tie n e que ser algo más que u n p re lu d io de la m atanza.Tiene que presuponer u n verdadero margen dejuego que p e rm ita posibilidades estratégicas. E l poder tam bién presupone u n m argen de tie m ­ p o que es más que el «todavía no» del ataque m o rta l. O bsesionado p o r la m u e rte , C a n e tti parece o lv id a r que el poder no se lim ita a m atar, sino que sobre to d o deja vivir. E n su fija c ió n con la negatividad del poder, C a n e tti n o se da cuenta de que el p o d e r n o excluye la a cción n i la lib e rta d , de que el p o d e r es donador de tiempo y de espacio en u n sentido to ta lm e n te d is tin to . E l m argen de espacio y tie m p o del poder o de la l i ­ bertad podrá ser en ú ltim o té rm in o una quim era, pero e l p o d e r lo presupone, in clu so en la fo rm a de una apariencia.

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Semántica del poder

E n o p o s ic ió n a la v io le n c ia pura, el p o d e r puede enlazarse con u n sentido. P o r m e d io de su p o te n c ia l sem ántico, el p o d e r se in s c rib e en u n h o riz o n te de com prensión. Pero ¿qué sig n ifica sentido? ¿Qué sig­ n ific a que algo tie n e sentido? Si A , B y C están ju n to s solo p o r casualidad, entonces esta vecindad no tiene n in g ú n sentido. E l sentido solo surge cuan­ do la co n tin g e n c ia o la m era c o n tig ü id a d , es decir, la y u x ta p o s ic ió n casual, queda estructurada p o r una fig u ra determ inad a. A , B y C solo p a rtic ip a n de u n sentido si están re fe rid o s m utu a m e n te de alguna m anera, es decir, si están in s c rito s en una c o n fig u ­ ra ció n , en u n co n te x to , en una continuidad referential que los re m ite unos a otros. A , B y C se vu e lve n absurdos si la c o n fig u ra c ió n que los cohesiona se desintegra p o r c o m p le to . U n a palabra ta m b ié n sufre una p é rd id a to ta l de sentido cuando se la vacía de toda referencia. E l 45

lengua je m ism o es u n entram ado de referencias, al cual debe su s ig n ifica d o una palabra o una frase. In c lu s o una h e rra m ie n ta o b tie n e su sentido ú n ica ­ m ente a p a rtir de su «para qué», d e l c o n te x to de su fin a lid a d o de su fu n c ió n . Es decir, el se n tid o es u n fe n ó m e n o de la re la c ió n y d e l relacionar. A lg o solo se vu e lve s ig n ific a tiv o o co n ve n ie n te si, lle v á n d o lo más allá de sí m ism o, se pone en una red de re la c io ­ nes, en una c o n tin u id a d de sentido o en u n h o r i­ zo n te de sentido, el cual antecede a la d e d ica ció n com prensiva a u n o b je to o a u n acon te cim ie n to , sin que pese a to d o se repare en él en cuanto tal. E l h o riz o n te de sen tid o que m aneja la in te n ­ c io n a lid a d com prensiva de sentido, es d e cir, te m a tiza n te , n o tie n e p o r qué ser él m ism o te m á tic o . Es d e cir, el p o d e r te n d rá que in s c rib irs e en u n h o r i­ zo n te de sentido, o in c lu s o te n d rá que crear u n h o riz o n te de sentido, para p o d e r m anejar co n e fi­ ciencia el proceso de com prensión y de acción. Solo gana e stabilida d si se m uestra a la lu z d e l se n tid o o de lo conveniente. E n eso se d ife re n c ia de la v io le n ­ cia, que es p u ra p o rq u e queda despojada de to d o sentido. P o r e l c o n tra rio , n o hay u n p o d e r p u ro . C ie rta m e n te , N ie tz s c h e fu e e l p rim e ro que fo rm u ló co n insiste n cia la co m p le ja c o n e x ió n en­ tre p o d e r y g e n eració n de sentido.Y a en u n n iv e l m u y ele m e n ta l, es más, in c lu s o en u n n iv e l som á­ tic o , asocia el sen tid o co n el p o d e r. E l sen tid o es poder. «C om unicarse es — dice N ietzsche— , o r i46

gin a lm e n te , a m p lia r su p o d e r al o tro » .28 D e este m odo, el signo es «la im p ro n ta (a m enudo dolorosa) de una v o lu n ta d sobre o tra voluntad». E l p rim e r lenguaje sería el lenguaje c o rp o ra l de la vu ln e ra ció n , que anuncia in m e d ia ta m e n te e l «pretender apro­ piarse».Tam bién la aprensión con ce p tu a l se basa en esta m a n io b ra y en este abordaje. E l poderoso se da a ente n d e r p o r m e d io de vulneracion es y de «em ­ pujones» dolorosos. A sí, las «vulneraciones d e l otro» son el «lenguaje de signos d e l más fuerte». Según esta sem iótica d e l p o d e r, en la que n o obstante se produce solo una intermediación pobre, los signos se­ ría n o rig in a lm e n te heridas. La re ce p ció n y la com p re n sió n de este p e c u lia r lenguaje de signos se pro d u ce n com o «sensación de s u frim ie n to y re c o n o c im ie n to de u n p o d e r ajeno», el cual busca la «conquista del otro». La com prensión rápida obedece al p ro p ó s ito de « re c ib ir los m enos golpes posibles». Los com unicados son espinas. Su 28.

F. N ietzsche, Nachgelassene Fragmente 1882-1884, en Sämtliche

Werke. Kritische Studienausgahe, v o l. 10, M ú n ic h /B e rlín /N u e v a Y o rk , 2I988, p. 298. Se trata de uno de aquellos pasajes que ilu s tra n de manera especialm ente plástica la re tó rica nietzscheana consistente en llevar las cosas al lím ite . La famosa h is to ria del «musulmán» que vivía en un cam pam ento nos p e rm ite representam os de una m anera te rri­ ble u n lenguaje reducido al m andato puro, es más, al m andato absoluto. Según se nos cuenta, el «musulmán» no podía d is tin g u ir entre e l frío atenazador y e l m andato del v ig ila n te del cam pam ento. E n efecto, las palabras d el o tro se sienten aquí co rporalm ente com o una espina o a g u ijó n o com o u n doloroso m ordisco. Esta a fin id a d entre e l d o lo r físico y la palabra re m ite a la posibilidad del lenguaje de la vulneración.

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sentido es el d o m in io . La com p re n sió n es ob e d ie n ­ cia. N ietzsche habría a firm a d o que la co n ju g a ció n , la d e c lin a c ió n , se basaría o rig in a lm e n te en e l p ro ­ p ó s ito de hacer que e l o tro decline su v o lu n ta d . N ie tzsch e co n cib e la d e n o m in a c ió n o asigna­ c ió n de n o m b re com o u n derecho de pernada. Los gobernantes «sellan cada cosa y cada suceso co n u n sonido, to m á n d o lo así en c ie rta m anera en p o ­ sesión».29 E l o rig e n d e l lenguaje es la «expresión de p o d e r de los gobernantes». Los lenguajes son las «re­ m iniscencias de las antiquísimas tomas de posesión de las cosas». Es decir, N ietzsche escucha en toda palabra este «m andato»: ¡Así habrá de llam arse esto en adelante!30 La d e n o m in a ció n o asignación de n o m ­ bre es al m ism o tie m p o una asignación de sentido. E l p o d e r crea sentido. «¡Q ue así seal» es la expresión de los «auténticos filósofos», que son «decretadores y legisladores».31 Toda palabra es u n ve re d icto . Son los soberanos quienes d e te rm in a n e l sentido, el h o riz o n te de sen­ tid o , es d ecir, el «hacia dónde y el para qué» de las cosas. C rean una continuidad de sentido, a p a rtir de la cual se in te rp re ta n las cosas. Para el soberano, esta con-

29. F. N ietzsche, Z u r Genealogie der M oral, k s a 5, p. 260 [tra d , cast.: La genealogía de la moral, M a d rid , A lianza, 2011]. 30. C f. id.. Nachgelassene Fragmente 1885-1887, k s a 12, p. 142. 31. Id.,JenseitsvonG utundB öse,K S fiS ,p.i4$ [tra d .ca st.:Más allá del bien y del mal, M a d rid , A lianza, 2012].

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tinuidad de sentido sería al m ism o tie m p o una conti­ nuidad de sí mismo, en la que él se divisaría a sí mismo. Según N ietzsche, e l sentido n o es u n «esto es así» que n o inste a nada, n o es u n «ser así» d e l m u n ­ do y de las cosas que no h u b ie ra más que d e s c u b rir en una c o n te m p la c ió n desinteresada. Si el sentido se basara en el «ser así» y n o en la posesión o en el d o m in io , entonces el designador n o sería u n sobe­ rano, sino u n v id e n te o u n oyente. E l m o n ism o nietzscheano del p o d e r despoja a las cosas de to d o «ser así». La fa lta de v o lu n ta d de p o d e r c o n d u c iría a un vacío de sentido. Es d e cir, el sentido n o es u n d o n que u n o no tenga más que re c ib irlo .T a m p o c o es u n acontecimiento que suceda al m argen d e l poder. Es una especie de b o tín . E l p o d e r es lo ú n ic o que p e rm ite que las cosas p a rtic ip e n de u n sentido. D es­ de este p u n to de vista, e l p o d e r es c u a lq u ie r cosa m enos una c o e rc ió n m uda y absurda. E l p o d e r es elocuente. A rtic u la el m u n d o n o m b ra n d o las cosas y d e te rm in a n d o su «hacia dónde» y su «para qué». E l p o d e r crea significatividad c o n fig u ra n d o u n h o riz o n te de sen tid o en fu n c ió n del cual se in te r­ pretan las cosas. Las cosas solo se v u e lve n s ig n ific a ­ tivas y o b tie n e n u n sen tid o en atención al poder. La referencia al p o d e r es c o n s titu tiv a de sentido. N o existe, pues, u n «sentido p o r sí m ism o»: ¿Acaso el sentido n o es necesariam ente u n sentido re la tivo y una perspectiva? T odo sentido es v o lu n ta d 9 4

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de p o d e r (todos los sentidos relativos se disuelven en una v o lu n ta d de p o d e r).32

T a m b ié n la verdad está asociada co n el poder. E lla es u n esbozo o u n c o n s tru c to que surge de la v o ­ lu n ta d de poder. Esta v o lu n ta d de p o d e r le ayuda «a una d e te rm in a d a fo rm a de falacia a que triu n fe y a que perdure» .33 Todas las configuracio nes de sentido son «apre­ ciaciones desde una perspectiva», «gracias a las cuales nos conservam os en la v id a , es d e c ir, en la v o lu n ta d de p o d e r, c o n vistas al c re c im ie n to d e l poder».34Todos los o b jetivos y las finalidades n o son más que «expresiones y m etam orfosis de una v o ­ lu n ta d única», a saber, de la v o lu n ta d de p o d e r.35 E l a c o n te c im ie n to d e l se n tid o es u n a c o n te c im ie n to d e l poder. Eso sig n ifica que «una vo lu n ta d de p o d e r se ha enseñoreado de algo que es m enos poderoso, im p rim ié n d o le p o r sí m ism o e l sentido de ser una fu n c ió n » . A sí es co m o la h is to ria de la «cosa» ta m ­ b ié n es una h is to ria d e l p o d e r, una «concatenación c o n tin u a d a de signos de in te rp re ta c io n e s siem pre nuevas».36 «A lgo que q u ie re crecer» «interpreta» « cualqu ier o tra cosa que q u ie re crecer» en fu n c ió n

32. F. N ietzsche, Nachgelassene Fragmente 1883-1887, esa 12, p. 97. 33. Id ., Nachgelassene Fragmente 1884-1883, esa n ,p . 699. 34. Id ., Nachgelassene Fragmente 1883-1887, esa 12, p. 114. 35. Id ., Nachgelassene Fragmente 1887-1889, esa 13, p. 44. 36. Id ., Z u r Genealogie der M oral, e sa 5, p. 314.

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de su v a lo r que es relevante en re la c ió n co n el in ­ crem ento de p o d e r p ro p io , es decir, lo in te rp re ta en re la ció n co n su sentido. D e este m odo, «interpretar» es una a c tiv id a d que se basa en la in te n c ió n de «en­ señorearse de algo».37 C ie rta m e n te , la te o ría d e l p o d e r de N ie tzsch e p o rta rasgos de una p o le m o lo g ía . Pero es al m ism o tie m p o una p o e to lo g ía d e l poder, pues el p o d e r es «poético».38 E l p o d e r siem pre engendra nuevas fo r­ mas, nuevas perspectivas. E l p o d e r n o busca u n d o ­ m in io despótico que estableciera una perspectiva absoluta. A la p o e to lo g ía d e l p o d e r le es in h e re n te una in te n c io n a lid a d d is tin ta . Según N ie tzsch e , el arquitecto está «siempre bajo la sugestión del poder». Q uienes desde siem pre han inspirado en m ayor gra­ do a los hom bres más poderosos han sido los a rq u i­ tectos. La a rq u ite ctu ra es «un tip o de elocuencia del p o d e r que se expresa co n form as».39 E l p o d e r crea form as, se m anif i esta en form as. Es decir, el p o d e r es cua lq u ie r cosa m enos in h ib id o r o represor. C uando el a rq u ite cto co n fig u ra el espacio, está engendrando una continuidadform al en la que él se recobra a sí mismo. P royectando el espacio, se proyecta a sí mismo. P o r así d e c irlo , el p o d e r hace que él, que su sí m ism o, 37. Id ., Nachgelassene Fragmente 1885-1887, ksa 12, p. 140. 38. Id ., Nachgelassene Fragmente 1880-1882, ksa 9 ,p . 637. 39. Id ., Götzen-Dämmemng, k s a 6 ,p . 118 [trad, cast.: Crepúsculo de los ídolos, M a d rid , A lianza, 2013].1 5

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se vuelva espacial y crezca espacialmente. E l p o d e r rea­ liz a en e l m u n d o la extensión d e l cu e rp o creador. D esde lue g o que la e xte n sió n puede asum ir ras­ gos v io le n to s , pero por sí misma n o representa una v io le n c ia . D e m o d o co rrespond iente, el p o d e r pue­ de p ro d u c ir u n efecto represivo. Pero e l p o d e r no se basa en ese efecto. A sí pues, n o es verdad que el p o d e r — según la fam osa sentencia de Jacob B u rc k h a rd t— «es en sí m ism o m a lig n o » .40 D e m o n iz a r el 40.

E n sus Consideraciones sobre la historia universal (S tu ttg a rt,

1978, p. 97) B u rckh a rd t escribe: «Y ahora resulta que e l p o d e r es m alig no , da ig u a l q u ié n lo ejerza. E l p o d e r no es una perseverancia, sino una avidez, y p o r eso eo ipso n o se lo puede c u m p lir: p o r eso es desdichado p o r sí m ism o, y en consecuencia tie n e que hacer desdichados a otros». C a rl S c h m itt com enta que los soberanos en quienes — según B u rckh a rd t— se m uestra e l rostro m a lig n o d e l p o d e r serían, en c o n ju n to , soberanos m odernos, y que la tesis d e l p o d e r m a lig n o no se d ifim d ió hasta e l siglo x ix . Supone así que esta condena d el p o d e r se basa en una h o m in iz a c ió n d e l p o ­ der. C f. C . S ch m itt, Gespräche über die M acht und den Zugang zum Machthaber. Gespräch über den Neuen Raum , B e rlin , 1994, pp. 25 s. La desteo lo g iza ció n o secularización d e l p o d e r lo despoja d e l n im b o de lo d iv in o o de una le g itim a c ió n d ivin a . Este co n te xto h is tó ric o le b rin d a a la filo s o fía nietzscheana de la «voluntad de poder» un sig n ifica d o especial. N ietzsche le devuelve a l p o d er su d ig n id a d , elevándolo a u n p rin c ip io u niversal. E l p o d er recobra la a m p litu d d ivin a de la «tierra» bendecida. P o r e l co n tra rio , e l p rim e r N ietzsche aún no tenía u n concepto p o s itiv o d el poder. Sigue la te o ría de B u rckh a rd t d el p o d er m alig no , p ero solo fo rm a lm e n te , pues ya in c o rp o ra e l p o d e r «que p o r sí m ism o es m aligno» en e l proceso de s u rg im ie n to d e l arte y de la cu ltu ra . E l p o d er es u n m al necesario. Se asemeja a aquel « buitre que hurga en e l hígado d e l p ro m o to r p ro m e te ico de la cultura». Es decir, el arte y la cultura flo re ce n sobre una «base te rrib le » . Según esta te o ría de la cu ltu ra , aunque e l p o d er2 5

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p o d e r nos hace ciegos sobre to d o para su efecto sem ántico, que según N ietzsche es lo ú n ic o que transform a la voz desnuda en u n lenguaje, es decir, lo ú n ic o que reviste de sentido. E l problem a del m o ­ nism o nietzscheano d e l p o d e r consiste más b ie n en que in te rp re ta to d o acontecer del sentido co m o u n acontecer del poder. E n su analítica d e l poder, F o u ca u lt re m ite a la «tendencia a no re co n o ce rlo sino en la fo rm a nega­ tiva y descarnada de lo p ro h ib id o » .*41 Precisam ente esta tendencia universal reduce el enfoque cuando se anahza la te o ría del p o d e r de F oucault. Se afirm a, p o r ejem plo, que la h is to ria del p o d e r es, para él, una «historia de la pérdida».42

no p a rticip a directa n i positivam ente en la fo rm a ció n de la cu ltu ra y del arte, en cie rta m anera es su fe rm e n to negativo. C f. F. N ietzsche, Nachgelassene Schriften 1870-1873, k s a

i

, p.

767.

41. M . F oucault, H istoria de la sexualidad 1, op. cit., p. 104. 42. C f. H . F in k -E ite l, Foucault zu r Einführung, H am burgo, 1989, p. 115. E l poder, ta l com o F ou ca u lt lo tem atiza, A gam ben lo consiga en su fo rm a m eram ente negativa. Agam ben despoja a l p o d e r de la po sitivid a d a la que F oucault rem ite continuam ente en sus análisis del poder. A sí, hace c o in c id ir aquel «biopoder» — cuya in te n c ió n , según F oucault, no es amenazar co n la m uerte, sino la a d m in istra ció n y la organización de la vid a — co n aquella vio le n cia que hace su rg ir una «vida absolutam ente asesinable», una vid a desnuda, privad a de toda m ediación ju ríd ic a , a saber: e l homo sacer (cf. G. Agam ben, Homo sacer. D ie souveräne M acht und das nackte Leben, F ra n k fu rt d el M e n o , 2002, p. 95 [tra d . cast.: E l poder soberano y la nuda vida,Valencia, P re-Textos, 20x0]). P or e l co n tra rio , F ou ca u lt in te rp re ta el «biopoder» com o aquella instancia que co n tro la y m aneja la vida p o r m edio de norm as y norm alizaciones, es d ecir, que también la estructura y la reviste de

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P o r el c o n tra rio , F o u c a u lt constata que: E n esencia, e l p o d e r es lo que re p rim e . E l p o d e r re p ri­ m e la naturaleza, los in s tin to s , una clase, a los in d iv i­ duos. Y aunque en e l discurso contem poráneo se pue­ de h a lla r esta d e fin ic ió n cie n veces reiterada del p o d e r com o una instancia represora, n o es ella la que ha in ­ ventado el discurso contem poráneo: el p rim e ro que lo d ijo fu e H e g e l, luego F reud, lu e g o R e ic h . Sea com o sea, en e l vo ca b u la rio actual, la designación casi a u to ­ m ática de p o d e r es «órgano de represión ».43

E n realidad, la represión solo representa una fo rm a d e l p o d e r, a saber, una fo rm a con una intermediación pobre o carente de intermediación. Pero el p o d e r n o se

sentido. L o que busca no es e x c lu ir n i p ro scrib ir, sino a d m in istra r y organizar. A A x e l H o n n e th , que consigna e l p o d er en general en fu n c ió n de la lucha de clases, tam b ié n se le escapa la p o sitivid a d o la p ro d u c tiv id a d d el poder. Este es ta m b ié n e l m o tiv o p o r e l que, en sus explicaciones sobre Haberm as, extrañam ente no tem atice su teoría del «poder com unicativo». E l «poder com unicativo» es p o sitivo porque sustenta la acción co n ju n ta , e l proyecto com ún de la acción. C f. A . H o n n e th , K ritik der M acht. Reflexionsstufen einer kritischen Gesellschaftstheorie, F ra n k fu rt d el M en o , 1985. 43.

M . F oucault, Dispositive der M acht. Über Sexualität, Wissen

und Wahrheit, B e rlin , 1978, p. 71. E n c ie rto sentido, e l p ro p io F oucault es víc tim a de este p re ju ic io . Para H e g e l, e l p o d er es cu a lq u ie r cosa m enos una represión. E l fue e l p rim e ro en acuñar e l concepto de «poder libre». L o p e cu lia r de la te o ría hegeliana d e l p o d e r es, justam ente, la estrecha asociación entre p o d er y lib e rta d .

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basa en la represión. F o u c a u lt se distancia cada vez más de esta c o n ce p ció n negativa d e l p o d e r: H a y que cesar de d e scrib ir siem pre los efectos de poder en té rm in o s negativos: «excluye», «reprim e», «rechaza», «censura», «abstrae», «disim ula», «oculta». D e hecho, el p o d e r produce; produce realidad .44

E l p o d e r está «destinado a p ro d u c ir fuerzas, a ha­ cerlas crecer y ordenarlas más que a obstaculizarlas, doblegarlas o destruirlas».45 Sobre la c o n e x ió n en­ tre cu e rp o y p o d e r, F o u c a u lt escribe: E l m o tiv o de que el p o d e r gobierne, de que se lo acep­ te, reside sim plem ente en e l hecho de que n o solo nos pesa com o una v io le n c ia que nos deniega cosas, sino que, en realidad, traspasa los cuerpos, p ro d u ce cosas, causa placer, engendra saber, prod u ce discursos. H ay que c o n ce b irlo com o una red p ro d u ctiva que recubre to d o e l cuerpo social, y n o ta n to com o una instancia negativa cuya fu n c ió n consista en o p rim ir .46

44. M . Foucault, V ig ila ry castigar. Nacimiento déla prisión, Buenos A ires, S iglo X X I, 2003, p. 198. 45. Id ,, H istoria de la sexualidad 1, op. cit., p. 165. 46. íd ., Dispositive der M acht, op, d t., p. 35.5

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R a ra vez se tie n e n en cuenta las in d ica cio n e s de F o u ca u lt sobre la p ro d u c tiv id a d del poder.47 E l p ro ­ p io F o u c a u lt c o n trib u y ó a e llo , al orie n ta rse en sus análisis d e l p o d e r de fo rm a u n ila te ra l según las prácticas coercitivas o según e l paradigm a de la lu ch a . Para que el p o d e r apareciera en su p o s itiv i­ dad y p ro d u c tiv id a d , F o u c a u lt te n d ría que ha b e rlo analizado en cuanto su p o te n c ia l sem ántico. E n H isto ria de la locura, co m o é l m ism o confiesa, solo d isponía de una «co n ce p ció n p u ra m e n te negativa d e l poder».48 E v id e n te m e n te , solo más tarde le lla ­ m a ro n la a te n c ió n aquellos m ecanism os de p o d e r que operan p ro d u c tiv a m e n te , es más, que engen­ dran cosas reales. D esconfía de una «naturaleza» o de u n «ser» al que hayan d e fo rm a d o o enajenado pos­ te rio rm e n te dete rm in a d o s m ecanism os de c o e r­ c ió n o de p o d e r, y que solo se tratara de lib e ra r o de re p ro d u c ir en su pureza.Todos ellos son ya efec-

47. T am bién en las discusiones fem inistas a m enudo se define e l p o d e r com o vio le n c ia y opresión. A é l se le contrapone de fo rm a abstracta u n más allá d e l poder. C f. p o r ejem plo, M . F rench,Jenseits der M acht. Frauen, M änner und M oral, R e in b e ck, 1985, p. 807: «Poder y c o n tro l son casi sinónim os en su significado. [...] Pero ambos conceptos se co m p o rta n com o los dos lados de una m edalla. E l “ p o d e r” sugiere algo v io le n to y o rie n ta d o hacia fuera, u n puño de h ie rro . E l “ c o n tro l” , p o r e l co n tra rio , hace pensar en rig id e z , en un in stru m e n ta l d is c u rrid o : si nos lo representam os com o m o ­ v im ie n to , entonces ejerce presión hacia adentro, es d ecir, represión, desplazam iento, opresión y agobio». 48. M . F oucault, Dispositive der M acht, op. d t., p. 105.

tos d e l poder. E n eso consiste el m o n ism o fo u c a u ltia n o d e l p o d e r: E l h o m b re de que se nos habla y que se nos in v ita a lib e ra r es ya en sí el efecto de u n so m e tim ie n to m ucho más p ro fu n d o que é l m ism o. U n «alma» lo habita y lo conduce a la existencia, que es una pieza en el d o m in io que e l p o d e r ejerce sobre e l cuerpo. E l alm a, efecto e in s tru m e n to de una anatom ía p o lític a .49

F o u c a u lt lib e ra el p o d e r de la angostura de la p ro ­ h ib ic ió n o de la c o e rc ió n . Pero su m o n is m o del p o d e r re co rta lo social. E l p o d e r n o es lo ú n ic o que genera e l sentido s o c ia l.50 E n re la c ió n co n la sexualidad, F o u c a u lt cues­ tio n a la tesis de la repre sió n . La sexualidad n o es una fuerza im p u ls o ra a la que el p o d e r siem pre tu v ie ra que co n tra p o n e r u n «no». E n lu g a r de crear un estado aséptico, m u ltip lic a gérm enes d e l placer. E l p o d e r n o se lim ita a s ile n c ia r la sexualidad. M ás

49. Id ., V igilar y castigar, op. cit., p. 36. 50. E l alma es más que u n «efecto y u n in stru m e n to de una anatom ía p o lítica ». A F ou ca u lt se le escaparía aquella «anim ación» {animation, psychisme o inspiration) co n la cual Lévinas designa un sometimiento to ta lm e n te d is tin to , a saber, «quedar expuesto al o tro , una pasividad d e l “ para e l o tro ” » que sería una co n tra fig u ra de la activid a d d el p o d er o d el d o m in io (cf. E . Lévinas, Jenseits des Seins oder anders als Sein geschieht. F rib u rg o /M tm ic h , 1992,p. 162 [trad, cast.: De otro modo que ser o más allá de la esencia. Salamanca, Sígueme, 2011]).7 5

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b ie n desarrolla u n «eretism o discursivo».51V uelve elocuente al cu e rp o . Preguntas insistentes suscitan nuevas sensaciones placenteras. M iradas c o n tro la ­ doras las fija n y las in te n s ific a n . Es d e cir, el «dispo­ s itiv o de la sexualidad» n o se expresa co m o le y de la p ro h ib ic ió n , sino co m o «m ecanism o in c ita d o r y m u ltip lic a d o r» .52 E l p o d e r n o conduce a m enos p la ce r, sino a más. Las relaciones de v ig ila n c ia se tru e c a n en contactos in d u c tiv o s que e le c triz a n la s u p e rfic ie de la p ie l. E l p o d e r fo rm a u n cu e rp o sexual que habla y significa incansablem ente. La se­ m á n tic a d e l pla ce r sexual está conectada de m ú lti­ ples m odos co n la sem ántica d e l poder. E l cu e rp o nu n ca está desnudo. M ás b ie n está tra n sid o de sig­ nificados que, según F oucault, son efectos del poder. La fo rm a ju ríd ic a del p o d e r que d icta p ro h ib i­ ciones n o capta e l «efecto doble» del p o d e r: E l p o d e r fu n cio n a com o u n m ecanism o de llam ado, com o u n señuelo: atrae, extrae esas rarezas sobre las que vela. E l placer irra d ia sobre el p o d e r que lo persigue; el p o d e r ancla el placer que acaba de desem bozar.53

S in em bargo, F oucault n o es consciente de la p o si­ b ilid a d de que el p o d e r n o solo suscite placer contra su auté n tica in te n c ió n , sino que además opere ju s j i . M . F oucault, H istoria de la sexualidad i, op. cit., p. 44. 52. íW á .,p .6 i. 53. Ib íd .,p.59.

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J

tam ente a través del placer. E n este caso, la p ro h ib i­ c ió n n o solo causa co n ju n ta m e n te placer, sino que, más b ie n , el poder causa el p ro p io placer para solo así operar. Según F o u ca u lt, el esquem a ju ríd ic o de poder, a saber, la p ro h ib ic ió n d e l p o d e r le g isla d o r p o r u n lado y e l sujeto o bedie nte p o r o tro , n o es capaz de d e scrib ir la «riqueza estratégica» y la «positividad del poder».54 F o u ca u lt llam a la a te n ció n sobre una fo r­ ma de p o d e r que n o se puede captar co n los co n ­ ceptos de ley, p ro h ib ic ió n o in te rd ic c ió n , una fo rm a de p o d e r que n o opera in h ib ie n d o n i re d u cie n d o , sino engendrando. U n p o d e r que «opera en toda la espesura y sobre toda la su p e rficie d e l cam po social con a rre g lo a u n sistem a de relé, conexiones, trans­ m isiones, d istrib u cio n e s, etc.».55Aparece co m o una « m u ltip lic id a d de las relaciones de fuerza» «que son co n stitu tiva s de su o rganizació n».56 E n lu g a r de l i ­ m itarse a e rig ir o d e s tru ir bloqueos, e l p o d e r crea un sistem a de relaciones, una red de c o m u n ic a c io ­ nes que está transida de signos y de significados. E n V igilar y castigar, F o u ca u lt habla de «tres te c­ nologías d e l poder».57 Estas tecnologías se pueden

54. Ib id ., p. 104. 55. Id ., M ikrophysik der M acht. Über S trajjustiz, Psychiatrie und M edizin, B e rlin , 1976, p. 114 [tra d , cast.: Microfisica del poder, M a d rid , La P iqueta, 1993]. 56. Id ., H istoria de la sexualidad 1, op. d t., p. 112. 57. Id ., V igilar y castigar, op. cit., p. 136.9 5

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d e s c rib ir en fu n c ió n de su efecto sem ántico. E n p rim e r lugar, F o u ca u lt tem atiza el p o d e r de la so­ beranía. C o m o p o d e r de la espada, se irra d ia de a rrib a abajo.Y se m anifiesta m asivam ente, asum ien­ do la fo rm a de una venganza o la de com bate y v ic to ria . E l c rim in a l es u n e n e m igo al que hay que vencer. E l p o d e r de la espada tie n e u n grado escaso de d ife re n c ia c ió n y de in te rm e d ia c ió n , p o r cuanto su lengua je está l i m ita d o al sim ple «simbolismo de la sangre»: Sociedad de sangre — iba a d e cir de «sanguinidad»: h o ­ n o r de la guerra y m ie d o de las ham brunas, triu n fo de la m uerte, soberano co n espada, verdugos y suplicios, el po d e r habla a través de la sangre; esta es una realidad con fu n c ió n sim b ó lica .58

La sangre significa. T a m b ié n e l cu e rp o d e l m a r tir i­ zado tie n e u n carácter de signo. Es una «marca», u n m o n u m e n to e x h o rta to rio que significa. E l p o d e r d e l soberano habla p o r m e d io d e l cu e rp o m u tila d o o de las cicatrices que las to rtu ra s dejan en el cu e r­ po. «traza en to m o o, m e jo r d ich o , sobre el cu e rp o m ism o d e l condenado unos signos que n o deben borrarse».59Y la to rtu ra y el m a rtirio se llevan a cabo

58. Id ., H istoria de la sexualidad 1, op. c it.,pp. 178. 59. íd .. V igilar y castigar, op. cit., p. 40.0 6

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com o u n ritu a l, com o una escenificadón que trabaja con signos y sím bolos. La segunda te c n o lo g ía d e l poder, el p o d e r de la le g is la c ió n c iv il, se sirve de u n sistem a de signos: [Es] e l e sp íritu o más b ie n u n ju e g o de representacio­ nes y de signos circu la n d o co n discreción pero necesi­ dad y evidencia en e l á n im o de todos .00

E l p o d e r opera haciendo c irc u la r signos y nociones. L o que in te rv ie n e n o es la espada, sino el b u r il que escribe la ley. E l p o d e r n o se expresa co m o v io le n ­ cia forzosa, sino co m o «certeza forzosa». N o quiere operar m ediante el te rro r, sino m ediante la razón. E l b u r il pone al p o d e r en u n suelo más estable que la espada. F o u ca u lt cita a u n contem porá neo de K a n t llam ado Servan: E l «espíritu» com o su p e rficie de in s c rip c ió n para el p oder, co n la sem iología co m o in s tru m e n to ; la sum i­ sió n de los cuerpos p o r e l c o n tro l de las ideas; el análi­ sis de las representaciones com o p rin c ip io en una p o ­ lític a de los cuerpos m u ch o más eficaz que la anatom ía ritu a l de los suplicios. [. .. ] «C uando hayáis fo rm a d o así la cadena de las ideas en la cabeza de vuestros c iu ­ dadanos, podréis entonces jactaros de c o n d u c irlo s y de ser sus amos. U n déspota im b é c il puede o b lig a r a

6o.

Ibíd., p. 105. 61

unos esclavos co n unas cadenas de h ie rro ; pero u n verdadero p o lític o ata m u ch o más fu e rte m e n te p o r la cadena de sus propias ideas. S ujeta e l p rim e r cabo al p la n o fijo de la razón».*

Este p o d e r es más estable que el p o d e r de la sobe­ ranía, p o rq u e no opera desde fuera, sino desde den­ tro , es d e cir, sin la c o e rc ió n externa. H ace que la lib e rta d c o in c id a co n el so m e tim ie n to . E l p o d e r del b u r il o d e l e s p íritu no se expresa de fo rm a e ru p tiva . Le debe su sigilosa e fic ie n c ia a las nocione s m orales o al respeto a la ley. E l e s p íritu n o apuesta p o r la v io le n c ia b ru ta , sino p o r la interme­ diación. E l p o d e r no opera aquí im p re visib le , irre g u ­ la r n i de fo rm a e ru p tiva , co m o el p o d e r de la espa­ da, sino de m anera c o n tin u a , c o n fig u ra n d o una continuidad de ideas y nocione s que traspasa la so­ ciedad. E l p o d e r d e l e s p íritu es el p o d e r de la le y que se po n e en c irc u la c ió n co m o u n «sistema sig­ n ifica n te » ,6 1 62 y que co n tin u a m e n te se actualiza, p o r

61. Ib id ., p. 107. A sí es com o todos los pedagogos y poetas recu rren a este b u ril, haciéndose m oralistas o m isioneros de la «ver­ dad eterna»: «Lleno p o r co m p le to de esas te rrib le s im ágenes y de esas ideas saludables, cada ciudadano vendrá a derram arlas en su fa m ilia , y a llí, p o r largos relatos hechos co n ta n to calor com o ávi­ damente escuchados, sus h ijo s sentados en to m o suyo abrirán su jo ve n m em o ria para re c ib ir, en rasgos inalterables, la idea d el crim e n y del castigo, e l am or a las leyes y a la p a tria , e l respeto y la confianza en la m agistratura» (ibíd.,p. 116). 62. Ib íd .,p. 133.

62

e jem plo, m e d ia n te una «pena v is ib le , pena habla­ dora que lo dice to d o , que exp lica , se ju s tific a , convence».63 L o que se em plea para la re co d ifica ció n «ritual»64 son pizarras para e scrib ir, carteles, sím bo­ los y textos que hacen c irc u la r al p o d e r en la «feria del C ó d ig o » .6s La sanción ya n o escenifica aquí el p o d e r d e l soberano, es más b ie n una «lección» que sirve para actualizar el sistem a de significante s. E l poder, que se presenta elo cu e n te y p lá stico en la fe ria d e l C ó d ig o C iv il, que se in s c rib e en las m e ­ m orias jóvenes p o r m e d io de narraciones in fa n tile s , apuesta p o r la intermediación en lu g a r de p o r el po d e r de la soberanía, que opera bruscam ente, de repente y sin mediaciones. N o solo en la época de la le g isla ció n c iv il el es­ pacio del p o d e r es u n espacio p le n o de sentido.Y a en la E dad M e d ia , la entrada solem ne del rey, ritu a l que c o n firm a la alianza sobre la que se basa e l poder, es una fiesta del signo: hace que el p o d e r aparezca pleno de sentido. E l p o d e r opera sobre el resplandor de lo que está p le n o de sentido. A dife re n cia de esta renovación sim bólica de la alianza, aquella «fiesta de los m ártires», con su «arsenal del h o rro r» , es m u y pobre de sentido y de in te rm e d ia c ió n . Pero a pesar de la dife re n te estructura de la in te rm e d ia c ió n , am ­ bas form as de p o d e r b rin d a n una continuidad. 63. Ib id .,p. 117. 64. Ib (d .,p . 115. 65. Ib íd ., p. 314.

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E l p o d e r d is c ip lin a rio , co m o tercera te cn o lo g ía del poder, penetra más p ro fu n d a m e n te en el sujeto que las heridas o las nociones. Penetra en e l cuerpo, dejand o «huellas» y generando co n e llo autom atis­ mos de la costumbre. D ebe operar tan discreta y s u til­ m ente co m o el p o d e r de la le g isla ció n , pero de fo r­ m a más inm ediata, a saber, sin el rodeo a través de las nociones. E l p o d e r d is c ip lin a rio apuesta más p o r los re fle ­ jo s que p o r las reflexiones. F oucault explica el o rig e n de la p ris ió n en fu n c ió n de este p o d e r d is c ip lin a rio . L o que aquí se busca n o es el restablecim ien to del sujeto ju ríd ic o , sino la «form ación de u n sujeto obe­ diente», en co n cre to m ediante u n «encauzam iento de la conducta p o r el p le n o em pleo del tie m p o , la adqu isició n de hábitos, las coacciones del cuerpo»,66 p o r m e d io de una «ortoped ia concertada»,67 una « co d ifica ció n que re tic u la co n la m ayor a p ro xi­ m a ció n el tie m p o , el espacio y los m o vim ie n to s» .68 C o m o ese p o d e r d is c ip lin a rio instala unos autom a­ tism os de la costum bre, puede — según F o u ca u lt— «renunciar al despliegue de m edios que se hacía antes».69 Se hace pasar p o r cotidianidad.

66. Ib íd .,p . 134. 67. Ib id .,p. 135. 68. Ib id .,p. 141. 69. M . F oucault, M ikrophysik der M acht, op. d t., p. 123.4 6

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E l lenguaje del p o d e r es diversificado. A ntes que v u ln e ra r, pretende pasarse a la carne y a la sangre. A ntes que con la espada, trabaja co n norm as o n o r­ m alizaciones. F o u ca u lt a trib u y e al p o d e r d is c ip li­ n a rio una p o s itiv id a d , una p ro d u c tiv id a d . F o rm a y estructura el cuerpo. Engendra nuevos m ovim ientos, gestos y posturas que buscan u n o b je tiv o de te r­ m inado. C o n vie rte una «masa inform e» en una «má­ quina»: Se han co rre g id o p o co a po co las posturas; lentam ente, una coacción calculada re co rre cada parte del cuerpo, lo d om ina, pliega el c o n ju n to , lo vuelve perpetuam en­ te d isp o nib le , y se p ro lo n g a , en silencio, en e l autom a­ tism o de los háb ito s .70

E n vista de este efecto form alizante del poder, resul­ ta ría abstracta toda c rític a a é l que se fig u ra ra conse­ g u ir lib e ra r p o r c o m p le to al cuerpo de la referencia al poder. A pesar de las coerciones que se asocian co n e l p o d e r d is c ip lin a rio , lo que resulta de él es u n efecto p ro d u c tiv o . F o u c a u lt supone que hay una re la c ió n secreta entre el cu e rp o fo rm a liz a b le y aprovechable en el re g istro té c n ic o y p o lític o y e l hombre máquina de La M e ttrie en el registro anatóm ico y m etafíisico. La fe en la «adiestrabilidad» c o n stitu ye el relé que c o -

70. Id ., V igilar y castigar, op.cit.,p. 139.

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necta el cu e rp o analizable con el cu e rp o m a n ip u lable. E l p o d e r d is c ip lin a rio n o solo pro d u ce cuer­ pos som etidos, dóciles y adiestrables, sino que m antiene relaciones con la p ro d u c c ió n de discursos. P o r lo ta n to , ta m b ié n engendra saber. E l hombre máquina, en cu a n to discurso filo s ó fi­ co y m etafíisico, se co m u n ica co n el p o d e r d is c ip li­ n a rio . F o u c a u lt exige desprenderse de aquella tra ­ d ic ió n de pensam iento a la que guía la n o c ió n de que «no puede e x is tir u n saber sin o a llí d o n d e se h a lla n suspendidas las relaciones de poder, y que el saber n o puede desarrollarse sin o al m argen de sus co nm inacion es, de sus exigencias y de sus in te ­ reses»,71 esto es, que hay que desprenderse de la fe de «que el p o d e r vu e lve lo c o , y que, en cam bio, la re n u n cia ció n al p o d e r es una de las condiciones con las cuales se puede lle g a r a sabio». Es decir, n o hay n in g u n a re la c ió n de p o d e r que no co n stitu ya u n cam po de saber. Y no hay n in g ú n saber que carezca p o r c o m p le to de relaciones de poder. F o u ca u lt com enta que en e l p o d e r d is c ip lin a rio n o es el «lenguaje del cuerpo» n i los «signos» lo que im p o rta , sino solo la «econom ía, la e fic ie n c ia de los m ovim ientos, su organización interna».72 Pero el p o ­ de r d is c ip lin a rio no se puede re d u c ir a estos efectos en té rm in o s de econom ía de la fuerza, pues ellos no

71. Ib ld ., p. 34. 72. Ib íd .,p . 140 s.

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solo trabajan con el cuerpo, sino que lo describen. E l p o d e r d is c ip lin a rio se apodera del cu e rp o in s c ri­ b ié n d o lo en una red sem ántica. Las «huellas» que el p o d e r d is c ip lin a rio deja en el cuerpo siem pre son significativas.73 S on ellas las que hab ita n el alma. A d ife re n cia de la v io le n c ia , el p o d e r fu n c io n a p o r m e d io del sentido o de la significación. In c lu s o en su fo rm a v io le n ta , su efecto, es decir, la h e rid a , es u n signo que significa. E l sistem a de significante s de la le g is la c ió n c iv il es ig u a lm e n te una c o n tin u id a d de sen tid o que m aneja la a cción a través de las n o ­ ciones. Pero carece de la pujanza y de la gravedad del p o d e r de la soberanía.Tam bién el p o d e r d is c ip li­ n a rio teje ese «nexo de costum bres»74 que consta de configuraciones de sentido. E n una de sus lecciones, F o u ca u lt com enta: E n e l sig lo x ix , el p o d e r opera p o r m e d io de la cos­ tu m b re que se im p o n e a determ inados grupos. E l p o ­ der puede p re s cin d ir d e l despliegue de m edios que se hacía antes. Asum e la fo rm a taim ada y co tid ia n a de la

73. F oucault rem ite al sig n ifica d o h is tó ric o d el cuerpo en general. C f.M .F oucault, V ig ila ry castigar, op. á t.,p . 32:«El cuerpo está tam bién directam ente inm erso en u n cam po p o lític o ; las relaciones de p o d er operan sobre él una presa inm ediata; lo cercan, lo m arcan, lo dom an, lo som eten a su p licio , lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas cerem onias, exigen de é l unos signos». Es decir, la relación de poder y de d o m in io correspondiente describe de nuevo al cuerpo. E l cuerpo p o rta una significación p o lítica . 74. M . F oucault, M ikrophysik der M acht, op. d t., p. 122.7 6

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n o rm a , ocultándose de este m o d o com o p o d e r y ha­ ciéndose pasar p o r sociedad.75

E l p o d e r increm enta su eficiencia y estabilidad o cu l­ tándose, haciéndose pasar p o r algo cotid ia n o u obvio. E n eso consiste la astucia del poder. E l poder que sin c o e rció n n i amenaza opera sobre el «autom atism o de las costumbres» no se puede re s trin g ir al siglo x ix , opera en toda sociedad que m uestre cie rta co m p le ­ jid a d . Ese p o d e r o rto p é d ic o que F o u ca u lt indaga en las cárceles, en los cuarteles o en los hospitales se puede a p licar sobre to d o al cuerpo. A causa de la am plia fija c ió n que tiene con e l cuerpo, F oucault no se entera lo su ficie n te de aquel p o d e r que opera creando hábitos en u n n iv e l s im b ó lico . E l h á b ito designa la to ta lid a d de disposiciones o costum bres de u n g ru p o social. Surge p o r asim ila­ c ió n de los valores o las form as de p e rce p ció n que están planteados en fu n c ió n de u n d e te rm in a d o o r­ den de d o m in io . P o s ib ilita u n a m o ld a m ie n to en cie rta m anera p re rre fle x iv o — y ta m b ié n e ficie n te som áticam ente— al orden dom in a n te existente, ge­ nerando u n autom atism o de la costum bre en la que, p o r eje m p lo , los desfavorecidos socialm ente actúan en fu n c ió n de los m odelos de co n d u cta que estabi75.

Ih td ., p. 123. E l té rm in o «taim ado» sugiere de fo rm a p ro ­

blem ática u n a cto r o un sujeto lo calizable que alberga una in te n c ió n negativa.8 6

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liz a n ju sta m e n te aquel orden dom in a n te que ha c o n d u c id o al p e g u ic io de ellos. E l h á b ito causa una a firm a ció n y u n reco­ n o c im ie n to preconscientes del orden dom inante que se re p ite en lo som ático.76 Cosas a las que u n o se ve obligad o a causa de su situación social in fe rio r se vive n cia n com o si fueran una elección propia. L o in e v ita b le se «sublim a en u n gusto nacid o p o r elec­ c ió n Ubre».77 Se llega a u n «amorfati, in c lin a c ió n co r­ p o ra l a realizar una id e n tid a d co n stitu id a en esencia social y transform ada, de ese m odo, en destino».78 E l destino se v ive n cia co m o u n proyecto lib re . E l d o ­ m in a d o encuentra gusto in clu so en u n estado suyo que en sí m ism o es negativo. Así, la pobreza pasa a ser u n estilo de vid a escogido p o r sí m ism o. La co e rc ió n o la op re sió n se v iv e n c ia n co m o lib e rta d . E l h á b ito guía las acciones de ta l m o d o que las relaciones de p o d e r dom inantes se re p ro d u ce n de fo rm a casi m ágica más acá de una fu n d a m e n ta c ió n racional. La te o ría del h á b ito de B o u rd ie u deja claro una vez más que el p o d e r n o tie n e p o r qué aparecer com o coerción. M ás b ien, cuando el p o d e r 76. C f. P. B o u rd ie u , Satz und Gegensatz. Über die Verantwortung des Intellektuellen, B e rlin , 1989, p. 43: «La obediencia p o lític a se condensa en la postura, en las arrugas, en las costum bres d el cuerpo, así com o en los autom atism os d e l cerebro». 77. Id ., D ie feinen Unterschiede. K ritik dergesellschaftlichen U rteils­ kraft, F ra n kfu rt del M eno, 1982, p. 290 [trad. cast.: La distinción, M a d rid , Taurus, 2002]. 78. Id .,La dominación masculina,Barcelona,A nagram a,2000,p .68.

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es más poderoso y más estable es cuando genera la sensación de lib e rta d , cuando n o necesita n in g u n a v io le n c ia . La lib e rta d p o d rá ser u n hecho o una apariencia, pero opera sobre e l p o d e r estabilizán­ d o lo y siendo c o n s titu tiv a de él. E l p o d e r que se establece o se estabiliza p o r m e­ d io del h á b ito actúa en e l n iv e l s im b ó lico . A lcanza su e ficiencia «no en el n iv e l de las fuerzas físicas, sino en el n iv e l del sentido y del co n o cim ie n to » .79 Se sirve de los signos y de las configuraciones de sentido. L o que se debe establecer es una determ inada cosm o visió n o u n determ inad o sistema de valores que le g itim e e l d o m in io de u n g ru p o . Los som etidos al p o d e r se p lie g a n a él com o si eso fuera u n orden n atural. A q u í e l p o d e r opera co n fig u ra n d o e l h o r i­ zonte de co m prensión o de sentido de los d o m in a ­ dos. C rea una continuidad de sentido en la que la clase

79.

íd ., Satz und Gegensatz, op. d t.,p. 43: «Por ejem plo, e l noble

(:nobilis en latín) es u n hom bre “ conocido” ,“ reconocido” . C iertam ente, tan p ro n to com o u no trata de sustraerse al fisicalism o de las relaciones de fuerza y de in tro d u c ir las relaciones sim bólicas de co n o cim ie n to , gracias a la ló g ica de las alternativas a la coe rció n se tienen las m ejores perspectivas de recaer en la tra d ic ió n de la filo so fía d el sujeto y de la conciencia, representándose estos actos de reco n o cim ie n to com o acciones libres de som etim iento y de connivencia secreta. Pero resulta que n i el sentido n i e l conocim iento im p lica n una conciencia. [...] Los actores sociales, entre ellos tam bién los dom inados, están vinculados con e l m undo social (po r m uy repugnante y enojoso que este pueda ser) m ediante una co m p licid ad asum ida, la cual hace que ciertos aspectos de este m undo perm anezcan siem pre más allá o más acá de u n cuestionam iento crítico» .0 7

70

goberna nte se recobra a sí misma. Es, p o r lo ta n to , al m ism o tie m p o una continuidad del sí mismo. T al con­ tin u id a d del p o d e r n o opera p o r m ed io de p ro h ib i­ ciones, sino más b ie n de obviedades que resultan comprensibles p o r sí m ism as. La m ayoría de las veces, estas experiencias del sentido se p ro d u ce n de m a­ nera preconsciente. E l sentido social co n tie n e siem ­ pre una d im e n sió n de p o d e r y de d o m in io . E n ese sentido se expresan diversos intereses d e l poder. A l fin y al cabo, el sentido social es el sedim ento de u n p o d e r que opera sim bólicam ente. E l p o d e r nunca es puro n i está desnudo. M ás b ie n es elocuente. Se afianza generando perspectivas o m o ­ delos de in te rp re ta c ió n que sirven para le g itim a r y m a n te n e r u n o rd e n de d o m in io . T am bién son e fi­ cientes en el n iv e l som ático. Siendo una «necesidad social co n ve rtid a en naturaleza y transform ada en esquemas m otores y en reacciones autom áticas del cuerpo», el sentido social se encarga de que las ac­ ciones «tengan sentido, es decir, de que estén dotadas de una com prensión cotidiana». Pero esta com pren­ sión se produce de m anera inm ediata, es más, com o reflejos de la costum bre. N o se pregunta de dónde surge el sentido: «Precisam ente p o rque los agentes no saben nunca com pletam ente lo que hacen, lo que hacen tiene más sentido d e l que ellos saben».80

8o. 2003, p . i i . 71

P. B o u rd ie u , E l sentido práctico, B uenos A ire s , S ig lo X X I,

71

E l p o d e r n o se in scrib e ú n ica m e n te en el h á b i­ to . La n a cio n a liza ció n de una masa o la fo rm a c ió n de una c u ltu ra nacional, que se producen p o r m e d io de sím bolos o narraciones, representan una c o n ti­ n u id a d de se n tid o de la que se sirve el p o d e r. La fra g m e n ta ció n n o es ventajosa para el poder. E l es­ ta b le c im ie n to de una c o n fig u ra c ió n de sentido h o ­ m ogénea y n a cio n a l asegura la le altad de las masas y, p o r m e d io de ella, e l d o m in io . La sem ántica u n i­ versal d e l p o d e r ta m b ié n tie n e aquí su validez. Si se aplica la te o ría d e l h á b ito al análisis que H eidegg er hace de la «cotidianidad» en Ser y tiempo, entonces esta co tid ia n id a d se puede re in te rp re ta r desde una perspectiva s o cio ló g ica .81E n su fenom e­ n o lo g ía de la c o tid ia n id a d , H e id e g g e r habla de ese «haber sido in te rp re ta d o públicam ente» que deter­ m in a la «com prensión prom ediada»,82 a saber, la per­ cepción normal, la v is ió n normal del m undo. D o m in a «toda la in te rp re ta c ió n del m u n d o y de la existencia, y resulta que sigue te n ie n d o razón en to d o » .83 A sí fu n cio n a com o una continuidad de sentido o com o u n h o riz o n te de sentido que opera para que las cosas y las acciones sean interpretadas así y no de otro modo.

81. A unque B ou rd ie u estudió profundam ente a Heidegger, no se le o c u rrió la p o sib ilid a d de le e r su fenom enología de la co tid ia n id ad en té rm in o s de una ló g ica del poder. 82. M . H eidegger, Sein und 2 e»í,Tubinga, I7i9 93,pp. 167 ss. [trad, cast.: Ser y tiempo, M a d rid ,T ro tta , 2003]. 83. Ib íd .,p. 127.

72

B rin d a una determ inad a selección del sentido o c o n tro l del sentido. E l sujeto del «com p o rta m ie n to prom ediado» se llam a sim plem ente el «uno» o el «se» im personal. U n o ve, actúa y ju zg a ta l com o se ve, se actúa y se ju zg a : «El u n o que no es nadie d e te rm i­ nado y que son todos — aunque no com o suma— prescribe el m o d o de ser de la co tid ia n id a d » .84 La «interpreta ción pública» p e rm ite diversas lec­ turas. E n p rim e r lugar, se puede in te rp re ta r com o aquella « o p in ió n pública» que, al cabo, se basa en convicciones o en valores com unes. C onsiderándo­ la así, n o refleja forzosam ente los intereses de p o d e r de los dom inantes. Pero la « in te rp re ta ció n pública» ta m b ié n se puede to m a r com o aquella cosm ovisión que orienta. «Exonera»85 a la existencia p o r cuanto esta ya no tiene que in te rp re ta r o reinventar e l m u n ­ do p o r sí m ism a. H allarse con u n m u ndo interpretado p reviam ente dado, e in clu so con una «verdad» p re ­ via m e n te dada que n o hace fa lta p o n e r en cuestión, b rin d a una «exoneración de ser»: «Y com o resulta que el “ u n o ” im personal, al exonerar de ser, siem pre se aviene co n la existencia respectiva, resulta que conserva y consolida su d o m in io tenaz». E n ambos casos, la « interpreta ción pública» con­ fig u ra una c o n tin u id a d de sentido que m aneja las acciones y las percepciones. E l poder tendrá que o c u -

84. Ibld. 85. Ibíd.

73

pa r ju sta m e n te este espacio sem ántico para alcanzar una e fic ie n c ia y una estabilidad elevadas. Para H eidegg er, el «uno» im p e rso n a l represen­ ta una m a g n itu d o n to ló g ic a . S im plem ente, fo rm a parte «de la c o n s titu c ió n p o s itiv a de la existencia».86 La o n to lo g ía de la existencia n o p e rm ite la p re g u n ­ ta p o r cuáles son los intereses d e l poder, cuáles son los procesos p o lític o s o los intereses económ icos que p o d ría n estar im p lic a d o s en la c o n fig u ra c ió n del «uno» im p e rs o n a l, de la « in te rp re ta c ió n p ú b li­ ca». Pero para d e s c rib ir e l «uno» im p e rs o n a l, H e i­ degger em plea té rm in o s reservados a la ló g ic a del poder. P o r e jem plo, designa la « in te rp re ta c ió n p ú ­ blica» com o « d o m in io » .87 E lla « v ig ila — dice H e i­ degger— to d a excepción que se va abriendo paso». T oda d e svia ció n «se la re p rim e sin hacer ru id o » .88 Esta praxis de la «nivelación ig u a lita ria » resulta n o rm alizadora y genera una c o n tin u id a d «promediada» de se n tid o .T a m b ié n se habla del «poder»: U n o m ism o fo rm a p a rte de los otros y consolida el po d e r de ellos. «Los otros», a quienes se los llam a así para o c u lta r que u n o m ism o está inca rd in a d o esencialm en­ te en ellos, son aquellos que en la convivencia c o tid ia ­ na «están ahí» en p rim e r lu g a r y la m ayoría de las veces.

86. Ibíd., p. 129. 87. Ibíd., p. 169. 88. IM á.,p . 127.

74

E l «quién» no es este n i aquel, no es u n o m ism o n i al­ gunos n i la suma de todos. E l «quién» es e l n e u tro , el uno } 9

La «dictadura»90 d e l u n o n o opera m edia n te repre­ sión n i p ro h ib ic io n e s . M ás b ie n asume la fig u ra de lo h a b itu a l. Es una dictadura de la obviedad. E l p o d e r que opera a través de la costum bre es más e fic ie n te y más estable que el p o d e r que e m ite m andatos o que ejerce coerciones. Su e fic ie n c ia se basa en la in m a n e n cia de que se es e l «uno» im p e rso n a l. U n o n o sufre el «uno» im p e rso n a l com o si fuera una co e rció n .T o d o el m u n d o es el «uno» im personal. E l «hábito» de B o u rd ie u tie n e una e stru ctu ra sim ila r. P or m e d io de una incorporación, la co e rció n se v iv e n ­ cia co m o lib e rta d , co m o cuasi-naturaleza. E n una le c tu ra s o cio ló g ica de la o n to lo g ía h e ideggeriana de la c o tid ia n id a d el «uno» im p e rso n a l puede referirse a aquel p o d e r sim b ó lic o que, según B o u rd ie u , engendra u n « e n ten dim iento cotidiano». D espliega su rep e rcu sió n in scrib ié n d o se en el h o ­ riz o n te de sentido de la esfera p ú b lic a y generando efectos norm ahzadores, es más, reflejos de sentido que n o necesitan n in g u n a reflexión. Serían pensables d i­ versas conexiones de intereses, diversos procesos h is tó ric o s o diversas relaciones de p ro d u c c ió n que

89. Ibíd., p. 126. 90. Ibíd.

75

in flu y e ra n sobre la c o n fig u ra c ió n d e l «uno» im p e r­ sonal. La n o rm a liz a c ió n del «uno» im pe rso n a l se p ro ­ duce ya en el n iv e l afectivo, es más, som ático. O c u ­ pa el estrato d e l «hallarse», d e l «tem ple de ánim o»: La esfera p ú b lica com o m o d o de ser d e l «uno» im p e r­ sonal [ . . . ] n o solo tie n e su te m p la m ie n to , sino que necesita u n te m p le y se lo «hace» p o r sí m ism a.91

T al estrato a fe ctivo del «uno» im p e rso n a l le b rin d a a este una e fic ie n c ia p e cu lia r, operando más acá de la con cie n cia . E l p o d e r n o rm a liz a d o r del «uno» im ­ personal n o g o b ierna sobre el c o n te x to v ita l c o tid ia ­ no. M ás b ie n opera desde él. Su carácter de inmanencia le p ro p o rc io n a gran estabilidad. O pera d e fin ie n d o p o r sí m ism o la visión, describiend o la com prensión cotidiana. E n lu g a r del soberano, que sería u n alguien especial, aparece u n «nadie»: E l «uno» im personal co n e l que se responde la pregun­ ta p o r e l «quién» de la existencia co tid ia n a es u n nadie,

91.

Ib id .,p. 138. Aunque B ou rd ie u no refiere el «uno» im personal

al poder, señala e l carácter de h á b ito que tie n e e l tem ple, e l cual, según él, «perm aneciendo más acá d el discurso, no se puede re d u cir a nin g u na o b je tiva ció n en e l discurso n i a n in g u na o tra fo rm a de expresión» (P. B o u rd ie u , D ie politische Ontologie M a rtin Heideggers, F ra n k fu rt d el M e n o , 1976, p. 43 [tra d , cast.: La ontología política de M a rtin Heidegger,B arcelona, Paidós, 1991]).

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a l cu a l queda entregada ya to d a e xiste n cia en la co n ­ v iv e n c ia .93

E l p o d e r se vuelve in d e s tru c tib le cuando se percibe com o p o d e r de nadie, es d e c ir, cuando n o se p e rc i­ be de propio. P or el c o n tra rio , sería inestable, es más, «frágil», si tu v ie ra que im ponerse a sí mismo en fo r­ m a de p ro h ib ic ió n , de o p re sió n y de e x c lu s ió n .93 E n la co nvivencia co tid ia n a , la existencia queda «som etida al imperio de los otros». C o n e llo , en c ie r­ to m o d o , se le arrebata su autonomía: «Ella m ism a ya no es, sino que los otros le han sustraído e l ser. E l a rb itrio de los demás dispone sobre las posibilidades cotidianas de ser de la existencia».94A este « d o m in io del otro», es decir, del «uno» im personal, H e id e g g e r co n tra p o n e la «existencia auténtica», la «resolución a sí m ism o». Es d e cir, fre n te a la «dictadura» del «uno» im pe rso n a l, se trata de escogerse a sí mismo, de aprehenderse a sí mismo. A lo que se aspira es a una soberanía del sí mismo. Ser soberano sign ifica aquí liberarse d e l d icta d o d e l «uno» im pe rso n a l, de la c o n tin u id a d de sentido de la « in te rp re ta ció n p ú b li­ ca». Pero esta re so lu ció n n o lleva a la existencia más allá de lo que fácticamente ella se encuen tra com o pre via m e n te dado. La existencia, según H eidegg er, se ve arrojada en lo «fácticam ente posible», en el c o n 92. M . H eidegger, Sein und Z e it, op. d t.,p. 128. 93. M . F oucault, M ikrophysik der M acht, op. d t., p. 109. 94. M . H eidegger, Sein und Z e it, op. d t., p. 126.

77

te x to v ita l fá ctico . Es decir, la lib e rta d solo es posible en el m arco de u n «haber sido arrojado». L ib e rta d y «haber sido arrojado» n o se excluyen p o r p rin c ip io . C o m o H e id e g g e r disocia p o r co m p le to la o n to lo g ía de la sociología, tam poco es capaz de adver­ t ir la p o s ib ilid a d de que el «haber sido arrojado» sea u n «estar sometido», n i de que «ser u n esbozo»95 se base en «estar sometido». La existencia se proyecta sobre el o rd e n reinante som etiéndose a una c o n ti­ n u id a d de sentido, a una dete rm in a d a « in te rp re ta ­ c ió n del m u n d o y de la existencia». A q u í, la p ro x i­ m id a d entre haber sido a rro ja d o y estar so m e tid o n o solo está con d icio n a d a «ontológicam ente», sino ta m b ié n socio ló g ica m e n te . A la o n to lo g ía h e id e g geriana de la c o tid ia n id a d se le escapa el c o n o ­ c im ie n to de que la c o m p re n sió n c o tid ia n a puede estar vinculada con aquella «com prensión cotidiana» que es esbozada p o r u n «poder sim bólico». E l p o d e r alcanza una estabilidad elevada cuando se presenta com o «uno» im p e rso n a l, cuando se in s­ c rib e en la «cotidianidad». N o es la co e rció n , sino el a u tom atism o de la costum bre lo que eleva su e ficie n cia . U n p o d e r absoluto sería u n o que nunca se m anifestara, que nunca se señalara a sí m ism o, sino que, más b ie n , se fu n d ie ra d e l to d o en la obviedad. E l poder brilla por su ausencia.

95. Ib íd .,p. 147.

78

M etafísica del p od er

A la p re g u n ta de si la filo s o fía tie n e algo que d e c ir acerca de p o r qué e l h o m b re propend e a e je rce r el p o d e r, F o u c a u lt responde que cu a n to más lib re s sean los hom bres en su re la c ió n m u tu a , m a yo r será su placer a la hora de d e te rm in a r el co m p o rta m ie n ­ to de los otros. E l placer es ta n to m ayor cuanto más a b ie rto sea el ju e g o , cu a n to más diversas sean las m odalidades bajo las que se guía el co m p o rta m ie n ­ to de los demás. P o r el c o n tra rio , en aquellas socie­ dades en las que apenas está dada la p o s ib ilid a d de ju g a r, ta m b ié n se reduce el pla ce r que p ro p o rc io n a el poder. D esde luego, e l p la ce r presupone márgenes de juego para la acción. S in ellos solo habría v io le n c ia y co e rc ió n . Pero ese co n ce p to de p o d e r en c ie rto m o d o hedonista d e l ú ltim o F o u ca u lt desplaza de­ m asiado el p o d e r a lo lú d ic o :

79

E l p o d e r n o es lo m a lig n o . P oder sig n ifica juegos de estrategia. Se sabe m u y b ie n que e l p o d e r n o es lo m aligno.T om em os p o r e jem plo las relaciones sexuales o amorosas: en u n tip o de ju e g o de estrategia abierta donde las cosas se pueden in v e rtir, ejercer po d e r sobre el o tro n o es nada m alo, sino que es parte d e l am or, de la pasión, del placer sexual.96

Es p o sib le que el p o d e r fo rm e pa rte d e l ju e g o . T a m b ié n que esté d otado de elem entos lú d ic o s . Pero n o se basa en e l ju e g o . In c lu s o se puede hacer in te rv e n ir e l ju e g o co m o c o n tra fig u ra d e l poder. Ese afán de más que, según H e id e g g e r, es caracte­ rís tic o d e l p o d e r, es c u a lq u ie r cosa, m enos lú d ic o : S olo hay p o d e r en la m edida en que y m ientras siga siendo u n «querer ser más poder». Tan p ro n to com o esta vo lu n ta d se in te rru m p e , el p o d e r deja de ser poder, aunque siga te n ie n d o lo d o m in a d o bajo su d o m in io .97

La v id a n o es a u to con servación, sino a u to a firm a c ió n : 96. M . F oucault, Freiheit und Selbstsorge, Interview 1984 und Vorlesung 1982, F ra n k fu rt d el M e n o , 1985, pp. 25 s.Ya es notable que, sobre to d o en la década de 1980, F ou ca u lt com ience a hablar de la lib e rta d en re la ció n con e l poder. N i en V igilar y castigar n i en La voluntad de saber se hablaba de la lib e rta d . 97. M . H eidegger, Nietzsche: D er W ille z u r M acht als Kunst, en M . H . Gesamtausgabe, v o l. 43, F ra n k fu rt d e l M en o , 1985, p. 70 [trad, cast.: Nietzsche, B arcelona,D e stin o , 2000].

80

La vid a no tie n e solo — com o supone D a rw in — el aprem io a autoconservarse, sino que es auto a firm a ció n . Q u e re r conservar solo se apega a lo que ya está dado, em pecinándose co n e llo y perdiéndose en e llo y v o l­ viéndose así ciego para su esencia p ro p ia .98

H e id e g g e r vu elve una y o tra vez sobre las palabras de N ie tzsch e : L o que el hom bre quiere, lo que toda m ín im a parte de u n organism o v iv o q u ie re , es u n más de poder.

E l rasgo fundam en tal del p o d e r es «ir más allá de sí». Pero yendo más allá de sí, e l sujeto del p o d e r n o se abandona n i se pierde. I r más allá de sí — y este es el modo en que marcha del poder— es al m ism o tie m p o ir consigo. Esta u n id a d de «más allá de sí» y de «con­ sigo» agranda el espacio del sí mismo:

98.

Según H obbes, la búsqueda de más p o d e r solo sirve para

asegurar lo que ya se ha alcanzado para una vid a buena: «De este m odo, com o in c lin a c ió n u niversal de toda la hum anidad yo pongo en p rim e r lu g a r una demanda constante e incesante de cada vez más p o d er: una dem anda que solo cesa co n la m u e rte .Y la causa de esto ya no reside en que u n hom bre espere alcanzar alegrías más intensas que las que ya ha alcanzado, n i en que pueda estar satisfecho con u n p o d e r m odesto, sino en que e l p o d e r y los m edios para una vid a buena que tiene actualm ente no puede asegurarlos sin a d q u irir más» (T. H obbes, Leviathan, H a m burgo, 1996, p. 81 [tra d , cast.: Leviatán, M a d rid , A lia n z a , 2zo o 9 ]).

81

T odo lo v iv o se m uestra [. . . ] com o u n id ad de perm a­ n e ce r en sí y de avanzar más allá de sí. [ . . . ] C u a n to m ayor sea la fuerza para avanzar más allá de sí sin p e r­ derse co n e llo a sí m ism o , m a yo r será e l p o d e río ."

E l p oderío de lo v iv o consiste en que se continúa más allá de sí m ism o, en que ocupa más espacio consigo mismo. D e hecho, quizá F o u c a u lt — com o él m ism o confiesa co n franqueza— n o entiend a ta n to de an­ tro p o lo g ía , d e l alm a hum ana. E l ju e g o placente ro n o es u n fu n d a m e n to a n tro p o ló g ic o del poder. N ie tzsch e está más fa m ilia riz a d o co n e l alm a h u ­ m ana que F o u ca u lt. E n u n fra g m e n to , N ie tzsch e escribe: E l pla ce r que p ro p o rc io n a el p o d e r se e xp lica p o r la desgana experim entada cie n veces a causa de la depen­ dencia, de la im p o te n cia . Si fa lta esta e xp e rie n cia , en­ tonces ta m b ié n fa lta e l p la ce r.9 9 100

E l p la ce r que se activa c o n el e je rc ic io de p o d e r tie n e que ver, p o r lo tan to , co n la e xp e rie n cia tra u ­ m ática de la fa lta de lib e rta d y de la im p o te n c ia . La sensación de pla ce r que supone la ganancia de p o ­ der es una sensación de lib e rta d . Im p o te n c ia s ig n i99. P .T U lich, «Das Problem der Macht», op. cit., p. 195. 100

p. 425.

82

. F. N ie tzsch e , Nachgelassene Fragmente 1873-1879, k s a

8

,

fic a quedar expuesto al o tro , perderse a sí mismo en el o tro . P oder s ig n ifica , p o r el c o n tra rio , recobrarse a sí mismo en e l o tro , es d e cir, ser lib re . A sí pues, la in te n sid a d del placer n o depende de la apertura del ju e g o n i de la diversidad de las m odalidades de ju e ­ go, más b ie n se puede e x p lic a r en fu n c ió n de la c o n tin u id a d del sí m ism o, una c o n tin u id a d que cre­ ce c o n el poder. A m enudo se ha señalado que las c o n fig u ra c io ­ nes de p o d e r evidencian estructuras de in te rm e d ia ­ c ió n diversas. U n p o d e r co n una in te rm e d ia c ió n p o b re o que in c lu s o carece de ella desarrolla una e stru ctu ra de c o e rc ió n que conduce a la o p resión del o tro . A sí, el p o d e r se aproxim a a la v io le n cia . Pero ta m b ié n puede hacer que p o r parte d e l soberano su ija una sensación de lib e rta d . Después de to d o , el soberano im p o n e su d e cisión, su e le cció n , in c lu s o co n tra la v o lu n ta d d e l o tro . E l sú b d ito hace lo que el soberano quiere. E l p o d e r genera una c o n tin u a ­ c ió n de sí m ism o, aunque en este caso sea una co n ­ tin u a c ió n externa, p o rq u e el s ú b d ito actúa obede­ cie n d o la v o lu n ta d del soberano, pero sin aprobarla interiorm ente. La c o n tin u a c ió n de sí m ism o le da al soberano una sensación de lib e rta d p o r cua n to su v o lu n ta d n o se som ete al chocar co n tra la v o lu n ta d del o tro . A u n q u e solo sea externam en te, el s ú b d ito re n u n cia a su a lte rid a d a fa v o r del soberano. D e ja que en él suceda la e le cció n , la decisión d e l sobera­ no, y deja que o cu rra co n tra su vo lu n ta d p ro p ia que

83

habría tom ado, p o r sí m ism a, o tra e le cció n . L o que el soberano co n te m p la en e l o tro es su v o lu n ta d propia. Esta percepción de sí m ism o en o tro es cons­ titu tiv a de la sensación de poder. Pero esta fo rm a de p o d e r que opera co n una in te rm e d ia c ió n pobre causa en el s ú b d ito una sensación de fa lta de lib e r­ tad. Justam ente esta d is trib u c ió n asim étrica de la lib e rta d es lo que hace que este p o d e r sea inestable. Para N ietzsche, el p o d e r es to d o m enos u n ju e ­ go: «La consecuencia n a tu ra l de u n p o d e r excesivo es la conquista , [ ...] la incorporación de su imagen pro­ p ia a una materia ajena».101V iv ir es «im p o n e r form as propias».102 E l yo conquista al o tro acuñándolo co n ­ fo rm e a su im agen p ro p ia o im p o n ié n d o se la p o r la fuerza. E l o tro se co m p o rta aquí com o una m ateria pasiva que se lim ita a padecer la v o lu n ta d d e l yo. E l e je rc ic io de p o d e r co m o « im p o sició n de form as propias» fuerza a una c o n tin u a c ió n del yo en el otro. C o n ello , el yo observa en el o tro su im agen pro p ia , es d e cir, se observa a sí mismo. C o m o el o tro re fle ja al yo, e l yo regresa a sí mismo en el o tro . E n v irtu d de su poder, el yo es lib re a pesar de la presencia del o tro , es d e cir, se recobra a sí m ism o. N ie tzsch e tie n e en am pha m edida una fija c ió n co n una fo rm a de p o d e r cuya in te rm e d ia c ió n es pobre. La «im posición de form as propias» p o r m edio ro í. F. N ietzsche, Nachgelassene Fragmente 1882-1884, ksa p.278. 102. Id . Jenseits von G ut und Böse, ksa 5, p. 207.

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10,

de la «vulneración» o d e l «som etim iento» n o es la ú n ica p o s ib ilid a d de p ro d u c ir la c o n tin u a c ió n de sí m ism o. Este m odelo de p o d e r concibe al o tro com o una m a te ria pasiva que sufre la v o lu n ta d d e l yo o a la cual el y o se im p o n e . P o r el c o n tra rio , si se co m ­ prende al o tro com o u n in d iv id u o capaz de una a cció n y una d e cisió n activas, entonces la re la c ió n entre yo y o tro se c o n fig u ra de fo rm a más com pleja. A h o ra resulta que el o tro , en lu g a r de padecer de fo rm a p u ram ente pasiva la d e cisión o la e le cció n del yo, puede in te g ra rla en su proyecto p ro p io , rea­ liz a n d o la acción del yo co m o si fuera la suya propia. A u n q u e la a cción del o tro se corresponde co n la v o lu n ta d del yo, esta c o n tin u a c ió n no la fuerza u n i­ latera lm e n te el yo, sino que e l o tro m ism o la quiere. E l o tro sigue p o r v o lu n ta d p ro p ia la v o lu n ta d del yo. E l o tro c o n v ie rte la v o lu n ta d del yo en la suya propia. C o n e llo ta m b ié n el o tro gana una sensación de lib e rta d . Esta re la c ió n de p o d e r es esencialm en­ te más estable que aquel p o d e r con una in te rm e ­ d ia c ió n p o b re co n el que el sú b d ito se co m p o rta com o una m a te ria pasiva y m a te ria l. A pesar de una estructura de in te rm e d ia c ió n diferente, e l p o d e r del yo en ambas constelaciones del poder consiste en que se c o n tin ú a a sí mismo en e l o tro , en que se recobra a sí m ism o en e l otro. E l p o d e r es la capacidad de recobrarse a sí m is­ m o en el o tro . Esa capacidad n o es exclusiva del hom bre. H e g e l la eleva a p rin c ip io de la v id a en ge85

neral. P o r esta capacidad se d ife re n cia lo v iv o de lo m u e rto : L o v iv o se contrapone a una naturaleza inorgánica, res­ p ecto de la cual se co m p o rta com o su p o d e r y se la asim ila. E l resultado de este proceso n o es, com o en el caso del proceso quím ico, u n pro d u cto neutro en el que se ha s u p rim id o la a utonom ía de ambas partes, las cua­ les se enfrentaban m utuam ente, sino que lo que vive evidencia extenderse p o r lo d is tin to a él, sin que esto sea capaz de re sistir su poder. [. .. ] A sí, estando en lo d is tin to de sí, lo v iv o solo se ju n ta consigo m ism o .103

E l p o d e r de lo v iv o se m anifiesta en que, estando en lo d is tin to , n o se p ie rd e a sí mismo, sino que, más b ie n , «extendiéndose p o r lo que es d is tin to a él», lo ocupa consigo mismo, continuá ndose de este m o d o a sí mismo en lo que es d is tin to de él. La m archa hacia el o tro se c o n fig u ra co m o una m archa hacia sí m ism o. Según H e g e l, e l organism o es «un ju n ta r­ se consigo m ism o en u n proceso externo», es decir, en su re la c ió n con lo d is tin to . U n ser v iv o que no tie n e el p o d e r de ju n ta rs e consigo mismo en lo dis­ tin to sucum be a causa de eso d is tin to , es d e cir, a causa de la tensión negativa que genera en el ser v iv o eso d is tin to en lo cual él penetra. 103.

G .W F. H egel, Enzyklopädie derphilosophischen Wissenschaften

i, en Werke in zwanzig Bänden, v o l. 8 ,pp. 375 s. [trad, cast.: Enciclopedia de las cienciasfilosóficas, M a d rid , A lian za , 1997].

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A ju ic io de H e g e l, e l p o d e r ya es activo en el n iv e l más elem ental de la vida. La d ig e stió n es ya un proceso de poder, en el que lo v iv o va llevando poco a p o co lo que es d is tin to de él a la id e n tid a d consi­ go. A sim ilándose lo e x te rn o , lo v iv o p ro d u ce la id e n tid a d con lo d is tin to , es decir, la c o n tin u a c ió n de sí m ism o. La in te rio rid a d digestiva capacita a lo v iv o para tra n sfo rm a r lo e x te rio r en in te rio r, es de­ c ir, para regresar a sí m ism o en lo d is tin to . R e su lta interesante que H e g e l describa la a c ti­ v id a d d e l e s p íritu p o r analogía con la d ig e stió n . L o que se subraya co n e llo es una a fin id a d en té rm in o s de ló g ic a de p o d e r entre la d ig e stió n y la a c tiv id a d e s p iritu a l: Todas las actividades d e l e s p íritu n o son o tra cosa que diversos m odos de re d u c irlo e x te rio r a esa in te rio rid a d que es el p ro p io e s p íritu , y e l e sp íritu solo llega a ser y es e s p íritu gracias a esta re d u cció n , a esta id e a liza ció n o a sim ila ció n de lo e x te rn o .104

E l rasgo fundam en tal d e l e s p íritu es la in te rio riz a ­ c ió n . G uarda lo d is tin to , lo externo, en su espacio in te rio r. C o n ello, estando en lo d is tin to , se queda en casa. L o a d ve rtid o o lo concebid o n o le resulta e x -

104.

G .W F. H egel, Enzyklopädie derphilosophischen Wissenschaften

i, en Werke in zwanzig Bänden, v o l. 10, p. 21.

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te rn o n i extraño al e sp íritu . F orm a parte de él. Es su c o n te n id o : C o n o ce r significadustam ente, d e s tru ir lo que a la co n ­ ciencia le resulta e x te rio r y ajeno, siendo de este m odo u n regreso de la s u b je tivid a d a sí m ism a.1051 0 6

La in te rio riz a c ió n , g u a rd a r lo e x te rn o d e n tro de u n o m is m o , asocia la d ig e s tió n co n la c o m p re n ­ sión. S egún H e g e l, co m e r y b e b e r son la «com ­ p re n s ió n inconscien te» de las cosas.100 Pero en la m era in tu ic ió n el e s p íritu n o se reco­ bra d e l to d o a sí m ism o, pues está dem asiado afuera en el mundo. N o se p roduce u n «regreso de la subje­ tiv id a d a sí m ism a». E n e l m u n d o , el e s p íritu m era­ m ente in tu itiv o queda sum id o o disperso: E n e l estadio de la m era intuición estamosfuera de noso­ tros. [. .. ] A q u í, la in te lig e n c ia está sumida en e l m a te ria l e xte rn o y está id e n tific a d a co n él. [...] P o r eso, en la in tu ic ió n , com o m u ch o podem os perder libertad .107

105. Id ., Vorlesungen, über die Philosophie der Geschichte, en Werke in zw anzig Bänden,vo l. 12,p. 391 [tra d cast.: Lecciones sobre la historia de la filosofía, M a d rid , A lianza, 2004]. 106. íd., Enzyklopädie derphilosophischen Wissenschaßen n, en Werke in zwanzig Bänden, vo l. 9, p. 485. 107. Id., Enzyklopädie derphilosophischen Wissenschaßen m ,en Werke in zwanzig Bänden, vo l. 10, p. 256.

E l e s p íritu está «privado en grado m á xim o de lib e r­ tad» p o rq u e , en lu g a r de recobrarse, está im p lic a d o en lo e x te rn o , dem orándose co n las cosas. E l e s p íritu es más lib re co n la n o c ió n , es decir, co n la n o c ió n se recobra más a sí mismo que co n la m era in tu ic ió n . Toda n o c ió n es m i n o c ió n . A d ife ­ re ncia de la m era in tu ic ió n , co n la n o c ió n n o estoy sum ido en las cosas, sino que las pongo expresam en­ te delante de mí. M e elevo sobre las cosas ro m p ie n d o el enlace in m e d ia to con ellas, haciendo una im agen de ellas, que es una im agen mía, de m o d o que, ha­ cie n d o eso, m e quedo en m i in te rio r: P o r co nsiguiente, el e s p íritu pone la in tu ic ió n com o suya, la penetra, la co n v ie rte en algo interior, [. .. ] y p o r lo ta n to libre. E n tra n d o en sí y recapacitando, la in te li­ gencia se eleva al n iv e l de la noción. E l e s p íritu repre­ sentante tiene la in tu ic ió n .108

Yo tengo la in tu ic ió n . La n o c ió n es m i n o c ió n . C o n la «posesión» yo n o estoy fuera, sino que me quedo en m i casa. La n o c ió n en cuanto posesión es p ro p ie ­ dad mía. E l p o d e r tra n sfo rm a el m ero ser en pose­ sión. Se encarga de que e l e s p íritu n o sea sacado a la fuerza a una dispersión espacial, sino de que, más b ie n , su «sí m ism o» sim ple recorra co n una

108. Ibíd.

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cla rid a d n o empañada to d a aquella m u ltip lic id a d , sin dejarla que llegue a co n ve rtirse en una consistencia a u tó n o m a .109

P o r co n sig u ie n te , el p o d e r d e l e s p íritu consiste en s u m ir las cosas en su in te rio rid a d , en doblegar lo e x te rn o a lo in te rio r. E n v ir tu d d e l doblegamiento, el e s p íritu atraviesa la m u ltip lic id a d del m undo. Este recorrido que hace la interioridad genera una c o n tin u i­ dad d e l sí m ism o. E l e s p íritu , que se re co b ra a sí m ism o en el o tro , h a b ita el m u n d o co m o su espacio interior. «Es­ ta r en el m undo» s ig n ific a «recobrarse a sí m ism o». E n v is ta de u n o b je to , engrandece su in te rio rid a d s u m ie n d o ese o b je to en ta l in te rio rid a d suya. E n lo e x te rn o , regresa a sí m is m o volviéndose a l in te rio r. E l e s p íritu se condensa, ahonda su in te r io r i­ dad o, co m o ta m b ié n d ice H e g e l, «se a s im ila a sí m ism o» o «recuerda in te rio riz a n d o » , sin d e m o ra rsefuera en el o b je to , sino re c o g ié n d o lo en su espa­ c io in te rio r: C o n v irtie n d o el o b je to de algo externo en algo interno, la in te lig e n c ia se asim ila a sí m ism a. Estas dos cosas, la in te rio riz a c ió n del o b je to y e l recuerdo d e l e sp íritu , son una m ism a cosa.110

109. Ibíd., p. 22. n o . Ibíd.,p.244.

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E l «recuerdo del espíritu» s ig n ific a que, p a rtie n d o del o b je to , e l e s p íritu entra en sí y recapacita. A m p lía y condensa su in te rio rid a d en la medida del objeto, c o n v irtié n d o lo en in te rio r. Esta « in te rio riz a c ió n » del o b je to am plía su in te rio rid a d , es d e cir, lo hace más in te rio r: L a inteligencia se nos ha e vid e n c ia d o co m o e l e s p íri­ tu que p a rtie n d o d e l o b je to entra en sí, co m o e l espí­ r itu que en e l o b je to se recuerda a sí mismo y que c o ­ noce su interioridad para lo objetivo.

Lo que hace lib re al e s p íritu es, sobre to d o , pensar: Es d e cir: e l ú ltim o v é rtice de la in te rio rid a d es e l pen­ sar. E l hom b re n o es lib re cuando no piensa, pues en­ tonces se está co m p o rta n d o en fu n c ió n de o tro .111

E l h o m b re no es lib re en la m edida en que se com ­ p o rta en fu n c ió n de o tro , en fu n c ió n de lo e x te r­ n o , esto es, en la m e d id a en que no regresa a sí m ism o en lo o tro , en la m e d id a en que la a lte rid a d d e l o tro n o ha quedado re c o g id a en lo mismo. E l e s p íritu pensante p e n e tra , atraviesa lo o tro co n su lu z , re tirá n d o le su a lte rid a d . C o n e llo engendra una continuidad de lo mismo. T am bién la «voluntad»

u i. G .W F. H egel, Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, en Werke in zwanzig Bänden, v o l. 12, p. 521.

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ahonda la c o n tin u a c ió n del «sí m ism o», esforzándo­ se p o r la o b je tiv a c ió n de su in te rio rid a d e im p r i­ m ie n d o su in te rio r a lo e x te rn o . Su rasgo fu n d a ­ m e n ta l es el «regreso a sí» .V is to así, la v o lu n ta d de p o d e r siem pre es la v o lu n ta d de sí mismo. La « in te rio riz a c ió n » d e l m u n d o com o «recuer­ do d e l espíritu» n o tie n e p o r qué p ro d u cirse con v io le n c ia . U n a in c lu s ió n v io le n ta con la que u n p o d e r ajeno a él in tro d u je ra p o r la fuerza el e x te rio r en el in te r io r representaría una fo rm a de la «inte­ rio riz a c ió n » m eram ente externa y carente de in te r­ m e d ia ció n . L o que H e g e l tie n e en m ente es una interiorización del exterior. P o r consiguie nte, el m u n ­ do n o se sum e en una in te rio rid a d ajena a él, sino que se asim ila a s i mismo co n virtié n d o se en u n espa­ c io in te rio r. H e g e l d iría que el p o d e r del e s p íritu es to d o m enos v io le n c ia , que n o v io le n ta n i destruye lo d is tin to , que quizá hace que en lo d is tin to se m anifie ste lo que él ya es en sí mismo, que e l pensa­ m ie n to n o es proclamador, sino alumbrador. Es c ie rto que de la lu z que alum bra n o em ana n in g u n a v io ­ le n cia , pero la lu z del e s p íritu es una lu z especial, una lu z que se toca in te rio rm e n te , que se observa a sí misma en lo alumbrado. T ie n e u n ojo. E l p o d e r es u n fen ó m e n o de la in te rio rid a d y de la s u b je tivid a d . Q u ie n no tu v ie ra más necesidad que reco rd a r, q u ie n solo tu v ie ra necesidad de que­ darse en su interior o de estar consigo, aquel para q u ie n n o h u b ie ra n in g ú n afuera, estaría d o ta d o de 92

u n p o d e r absoluto. D o n d e recuerdo y experiencia c o in c id ie ra n p o r c o m p le to n o habría im p o te n c ia n i dolor. U n a in te rio rid a d in fin ita s ig n ific a lib e rta d y p o d e r in f in ito s. La s u b je tiv id a d es c o n s titu tiv a d e l p o d e r. U n ser in o rg á n ic o p o d rá te n e r una estructura c e n tra li­ zada, pero n o desarrolla n in g u n a e stru ctu ra de p o ­ der p o rq u e n in g u n a s u b je tiv id a d lo anim a, p o rq u e n o posee n ingun a in te rio rid a d . E l espacio del p o d e r es «ipsocéntrico». Ese espacio lo habita u n «sí m is­ m o» cuya in te n c io n a lid a d es quererse. P aul T illic h tam bién asocia el p o d e r con la subjetivida d y la cen­ tra liz a c ió n : Todas las estructuras de p o d e r están organizadas en to rn o a u n centro, tie n e n algo hacia lo cual están o rie n ­ tadas y a lo cual se re fie re n todas las partes. [. .. ] C uan­ to más organizado esté u n ser, más crece su centraliza­ c ió n , y es ahí donde alcanza la fo rm a suprem a de la a u to co n cie n cia hum ana donde to d o m o m e n to par­ tic u la r de la v ive n cia está re fe rid o al ce n tro del «sí m ism o». Esto conduce al pensam iento de que tam bién en e l g ru p o social n o solo hay u n ce n tro — eso es o b ­ v io , pues de lo c o n tra rio nadie p o d ría actuar— , sino que, en el caso del g ru p o social, se trata de u n organis­ m o, y que e l p o d e río d e l g ru p o se puede p o n e r en analogía co n el p o d e río de los organism os b io ló g ico s . U n organism o está más desarrollado cuanto más ele­ m entos diversos estén organizados en to rn o a su ce n -

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tro. P or eso es el hom bre q u ie n produce los organism os sociales más rico s, más universales y más poderosos, aunque ta m b ié n en e l m u n d o an im a l hallam os cosas sim ilares.1“

Para la b io lo g ía m od e rn a , com enta L u h m a n n , [e l org a n ism o ] n o es solo u n ser anim ado cuyas fu e r­ zas aním icas in te g ra n las partes co n v irtié n d o la s en u n c o n ju n to , sino u n sistem a adaptativo que, haciendo in te rv e n ir sus propias prestaciones, reacciona a las cam­ biantes co n d icio n e s y sucesos del m e d io am biente com pensando, sustituyendo, b loqueando o co m p le ­ tando según convenga, para de este m o d o m antener in variada la estructura p ro p ia ."3

Pero la n o c ió n m oderna del organism o no cuestio­ na p o r c o m p le to el co n ce p to hegeliano de poder. E l organism o agradece la invariabilidad e stru ctu ra l d e l p o d e r ju sta m e n te a aquel p o d e r que se encarga de que, co n condicion es y sucesos cam biantes en el m e d io am biente, el organism o se a firm e a sí mismo, es decir, se m antenga in va ria b le . T am bién en este caso genera una continuación del «sí mismo», y capa-1 2 3

112. P .T illic h , «Philosophie der M acht», en Gesammelte Werke, vo l. 9: D ie religiöse Substanz der K ultur, Schriften zurTheologie der K u ltu r, S tu ttg a rt, 1967, p. 223. 113. N . Luhm ann, SoziologischeAußdärung 1.Aufsätze zurTheorie sozialer Systeme, O pladen, ^9 8 4 , pp. 38 s.

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cita al organism o a conservarse a pesar de la tensión negativa que su m e d io am biente ha generado. U n ente, en la m edida en que es fin ito , está ro ­ deado de otros. La a u to a firm a c ió n im p lic a que, en el c o n ta cto con lo d is tin to , el ente se recobra a sí m ism o. S in esta c o n tin u a c ió n del sí m ism o , el ente te n d ría que s u c u m b ir a causa, concretam en te, de la n e g a tivid a d , de la te n sió n negativa que lo d is tin ­ to suscita en él. Q u ie n n o sea capaz de cargar sobre sí con la n e g a tiv id a d n i de in te g ra rla , no tie n e el p o d e r de ser. T illic h e xp lic a la p o te n cia de ser en fu n c ió n de la capacidad de lo v iv ie n te de superar la n e g a tiv id a d , o com o él dice, el «no ser», es d e cir, de in c lu irlo en la a u to a firm a c ió n : Se tie n e más p o te n cia de ser p o rq u e hay que superar más «no ser» y m ientras se pueda superarlo. Si ya n o se puede cargar co n él n i se puede superarlo, entonces el resultado es la co m p le ta im p o te n cia , e l fin a l de toda po te n cia de ser. Este es e l riesgo de to d o lo v ivo . C uan­ to más «no ser» pueda sobrellevar lo v iv o , más amena­ zado está, pero tie n e m ayor p o te n cia de ser si resulta que está en co n d icio n e s de desafiar ese p e lig ro . [. .. ] U n proceso de aprendizaje es más poderoso cuanto más «no ser» pueda in c lu ir en su a u to a firm a c ió n sin re su lta r d e stru id o p o r e llo .114

114. P .T illic h , «P hilosophie der M acht», op. d t., p. 209.

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E l p o d e r es la capacidad de lo v iv ie n te para n o p e r­ derse a sí mismo pese a im p lica rse de m uchas m a­ neras en lo d is tin to , y para continua rse a sí mismo a través de tensiones negativas. E l p o d e r es «la p o si­ b ilid a d de la a u to a firm a c ió n a pesar de la negación in te rn a y externa». P or el c o n tra rio , q u ie n n o es capaz de perm anecer en la negatividad n i de in c lu ir­ la en sí, solo posee una exigua p o te n cia de ser. E n té rm in o s de p o te n cia de ser, el n e u ró tic o y «Dios» resultan ser opuestos: L o que caracteriza al n e u ró tic o es que solo puede in ­ c lu ir en sí una m edida escasa de «no ser». H u ye del p e lig ro de n o ser evadiéndose a su pequeño y angosto ca stillo . E l hom b re m e d io puede sobrellevar una m e­ dida lim ita d a de «no ser»; e l h o m b re creador puede sobrellevar una m edida m ayor; y D io s , hablando sim bóbcam ente, puede sobrellevar una m edida in fin ita . La a u to a firm a c ió n de u n ser a pesar del «no ser» es la ex­ p resión de su p o te n cia de ser. C o n esto hem os llegado a las raíces del concepto de p o d e r.115

La a u to a firm a c ió n n o tie n e p o r qué estar acom pa­ ñada de la opresión n i de la n egació n d e l o tro . L o que im p o rta es la e structura de la in te rm e d ia c ió n . E n el caso de una in te rm e d ia c ió n intensa, la au­ to a firm a c ió n n o es negativa n i excluyente, sino in -

115. Ibid.

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tegradora. «Dios» representa la fig u ra de una in te r­ m e d ia ció n m áxim a. U n v io le n to sería, p o r el c o n tra rio , u n n e u ró tic o . La c o n tin u a c ió n de su «sí m ism o» solo sería capaz de alcanzarla co n una v io ­ lencia carente de in te rm e d ia ció n . La a utoafirm ació n i] euro tic a conlleva la n egació n de lo d is tin to . T am b ié n para H e g e l una re tira d a n e u ró tic a a u n a im a g e n anq u ilo sa d a de sí m is m o es in d ic io de u n a escasa p o te n c ia de ser. E l e s p íritu «solo es [ ...] p o d e r en ta n to que m ira a la cara a lo negativo, se dem ora en e llo » .116 Según las famosas palabras de H e g e l, el e s p íritu «solo gana su verdad e n co n trá n ­ dose a sí m ism o en e l desgarram iento absoluto». E l p o d e r d e l e s p íritu genera la c o n tin u a c ió n d e l «sí m ism o» a través de las tensiones negativas que lo distinto suscita en él. S olo rechaza lo d is tin to en caso de una fa lta de in te rm e d ia c ió n . La in te rm e d ia c ió n pobre, la fa lta de capacidad para in te rm e d ia r, co n ­ duce a u n e sp íritu lim ita d o y n e u ró tico . E l p o d e r que a sim ilando lo d is tin to p ro d u ce la co n tin u a ció n del «sí m ism o» puede presentarse com o v io le n c ia , pero n o tie n e p o r qué hacerlo. L o d e ci­ sivo es la re la ció n de in te rm e d ia c ió n entre el sujeto y el o b je to . H e g e l co n cib e el p o d e r en el sentido de que p ie rd e toda v io le n c ia gracias a una m a yo r in ­ tensidad de la in te rm e d ia c ió n . Inten sificá n d o se la

116.

G .W .F. H e g e l, Fenomenología del espíritu, M a d rid , Abada,

2010, p. 91.

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in te rm e d ia c ió n , el sujeto no destruye su o b je to . La a sim ilación produce — y en esto consiste el p e cu lia r g iro del idealism o hegeliano— la id e n tid a d dada por sí misma entre el sujeto y el o b je to . Es d e cir, el o b ­ je to n o es lo com pletam ente d is tin to del sujeto. M ás b ie n , el o b je to m uestra una p ro x im id a d conceptual o u n is o m o rfis m o con el sujeto. La a sim ila ció n del o b je to a cargo d e l sujeto pone expresam ente esta p ro x im id a d que vie n e dada por sí misma. Es decir, co m p re n d e r las cosas com o una fo rm a de a sim ilar­ las n o las v io le n ta . H e g e l d iría que la com p re n sió n saca a la lu z algo que en esas cosas ya venía dado por sí mismo, pero de lo que ellas n o se pueden dar cuen­ ta para sí mismas, es decir, que n o pueden elevar para sí mismas a o b je to del saber. V is to así, la co m prensión de las cosas n o es una a p ro p ia ció n v io le n ta , sino u n hacer aparecer aquello que, en cie rta m anera, está dado en ellas a m o d o de germ en. P o r consiguiente, la asim ila ció n no es n in ­ gún violentamiento, sino una re co n cilia ció n . H ace que se m uestre algo que in te rm e d ia entre el sujeto y el o b je to : Esta ca ptación, el extenderse sobre lo o tro co n la más ín tim a certeza de sí m ism o, co n tie n e in m e d ia ta m e n ­ te la re c o n c ilia c ió n : la u n id a d d e l pensar co n lo dis­ tin to está dada por sí misma, pues la razón es e l fu n d a ­ m e n to sustancial ta n to de la co n cie n cia co m o de lo e x te rn o y lo n a tu ra l. L o que hay enfrente tam p o co es

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ya u n más allá, n i tie n e una naturaleza sustancialm en­ te d is tin ta .117

Para H e g e l, la «razón» n o es u n o rd e n m eram ente su b je tivo al que h u b ie ra que som eter con v io le n c ia al o b je to . M ás b ie n es algo que está presente y que es o p e ra tiv o en el o b je to m ism o. A sí, al pensar, el sujeto deja sa lir a la lu z algo que es común a é l y al o b je to : lo universal. Esta re la ció n de in te rm e d ia c ió n m o d ific a la estructura de poder. Pero resulta que el p o d e r n o se le a d ju d ica a u n sujeto p a rtic u la r que se apropiara d e l o b je to para regresar a sí m ism o dentro de d ich o obje to , sino que, más b ie n , el p o d e r es lo universal que se manifiesta, lo cual reúne en una to ta lid a d a los entes in d iv id u a le s , es d e cir, ta n to al «sujeto» co m o al «objeto». H e g e l d e fine el «concepto» com o u n p o d e r: Eso es e l p o d e r d e l conce p to que n o re n u n cia a su u n iversalidad n i la p ie rd e en la o b je tiv id a d dispersa, sino que hace m anifiesta esta u n id ad suya gracias,jus­ tam ente, a la realidad y en ella. Pues su concepto p ro p io consiste en preservar en lo d is tin to a sí la u n id a d co n ­ sigo m ism o .118

117. Id ., Vorlesungen über die Philosophie der Geschichte, en Werke in zw anzig Bänden, vo l. 12, p. 521. 118. Id ., Vorlesungen über dieÄsthetik 1, en Werke in zwanzig Bänden, vo l. 13, p. 149 [trad, cast.: Lecciones de estética, Barcelona, E dicions 62, 1989].

99

1

E l co n ce p to es universal en e l sentido de que repre­ senta lo que abarca y lo que com prende, siendo común a todas las diversas m anifestaciones de la rea­ lid a d . A p re h e n d ie n d o , el co n ce p to interviene co n ­ gregando e in te rm e d ia n d o p o r todos los fenóm enos m ú ltip le s , c o n fig u ra n d o una to ta lid a d . Es u n co n ­ ce p to que aprehende en la m e d id a en que, abarcán­ dolo, lo comprende todo d e n tro de sí.A sí se recobra a sí mismo en todo. Su p o d e r consiste en la c o n tin u a ­ c ió n del «sí m ism o». N o se pie rd e en la «obje tivid a d dispersa». A c tú a com o una fuerza g ra v ita to ria que congrega las partes en lo uno. Su rasgo fu n d a m e n ­ ta l es ta m b ié n recuperarse a sí m ism o en lo d is tin to . La re a lid a d es lo d is tin to a é l en lo que é l se m a n i­ fiesta y se c o n te m p la a sí mismo. Se ha señalado a m e n u d o que el p o d e r se c o n ­ fig u ra de fo rm a diversa en fu n c ió n de la estructura de la in te rm e d ia c ió n . E l p o d e r d e l co n ce p to tie n e una in te rm e d ia c ió n intensa, pues lo d is tin to a él, la realidad, él n o lo re p rim e . M ás b ie n lo inhabita. E l c o n ce p to n o se m a n if i esta a sí mismo contra la re a li­ dad, sino en la realidad. E l p o d e r del concepto n o es v io le n to . H e g e l d iría que la violencia carece de concep­ to. C u a n to más co ncepto asume el p o d e r en sí, m e­ nos c o e rció n y v io le n c ia em ana de él. La realidad se vuelve transparente en cuanto a su concepto. E l co n ­ ce p to esclarece la realidad, es más, la hace serpor vez prim era. La lu z del co n ce p to n o la ciega, pues es la lu z de ella. La m u tu a p e n e tra c ió n lu m in o sa de c o n ­ lo o

cepto y realidad se llam a verdad. D e este m odo, tam ­ b ié n p o d ría decirse que la verdad es poder. E l p o d e r d e l concepto , de lo universal, es u n «poder libre» en la m edida en que n o se lim ita a «someter» lo d is tin to — es decir, la realidad— bajo sí, sino que lo deja sa lir o lo lib e ra para su esencia. L o que d e fin e la re la c ió n entre el co n ce p to y lo d is tin to de él n o es la v io le n c ia , sino la lib e rta d : P o r eso, lo u n iv e rs a l es e l p o d e r libre; lo u n iv e rs a l sigue siendo sí m ism o en lo d is tin to de él y se e x tie n ­ de p o r lo d is tin to de é l, p e ro n o co m o a lg o violento, sin o más b ie n reposadam ente y recuperándose a sí m ism o en eso d is tin to . [...] U n a co n d u cta suya en re la ció n co n lo diferenciado solo la hay co m o conducta en re la ció n consigo mismo. E n lo dife re n cia d o ha regre­ sado a sí m ism o .119

C u a n d o lo unive rsa l se e xtie n d e a lo d is tin to de sí, n o topa co n su «no». M ás b ie n , lo que abarca más allá de sí es a firm ado p o r lo d is tin to com o su verdad propia. L o d is tin to se som ete y obedece libremente a lo que abarca más allá de sí. P o r eso, lo que abarca más allá de sí está en lo d is tin to a él «en reposo y recuperado», p o rque de eso d is tin to n o em ana n in ­ guna resistencia. D ic e «sí» a lo abarcador. Arrebatado

119.

G.W . F. H egel, Wissenschaft der Logik it, en Werke in zwanzig

Bänden, v o l. 6, p. 277.

IO I

p o r lo abarcador, se abre a este. E l p o d e r absoluto n o necesita hacer n in g ú n uso de v io le n c ia . A l fin y al cabo, se basa en u n s o m e tim ie n to libre. F o u c a u lt sostiene la tesis de que el h o m b re es «el efecto de u n som etim iento» que es «m ucho más p ro fu n d o que él m ism o».120 P o r co n sig u ie n te , el h o m b re debe agradecer su id e n tid a d , su «alma», a la a s im ila c ió n de u n c o n te n id o que — d ic ié n d o lo con palabras de H e g e l— se extiende a él. E l hom b re se som ete a lo que se e x tie n d e a él asim ilá n d o lo , c o n v irtié n d o lo en co n te n id o de su iden tid a d . E l «sí» a lo d is tin to que se extiende al h o m b re es u n som e­ tim ie n to prim ario en la m edida en que constituye por prim era vez la id e n tid a d de q u ie n se som ete. A q u í el p o d e r n o re p rim e n i v io le n ta , sino que fu n d a por prim era vez la id e n tid a d , es más, el «alma». La in tr u ­ sión de lo que se extiende a lo d is tin to puede asum ir rasgos v io le n to s si su in te rm e d ia c ió n es p o b re o si carece de ella. Pero H e g e l d iría que la in tru s ió n v io le n ta es una in tru s ió n que carece de concepto, que sucede sin intermediación. E l p o d e r n o opera p rim a ria m e n te de m anera represiva. H e g e l llega a c o n o c e rlo sobre to d o en sus fu n cio n e s de in te rm e d ia c ió n y de engendra­ m ie n to . A sí, describe ta m b ié n la creación d e l m u n ­ do en té rm in o s de ló g ic a d e l p o d e r. A u n q u e D io s es «subjetividad», n o se agota en la id e n tid a d abs-

120. C f. M . F oucault, V igilar y castigar, op. o í., p. 36.

102

tracta y carente de c o n te n id o d e l «yo soy yo». D io s n o persevera en u n «silencio y en u n c e rra m ie n to eternos».“ 1M ás b ie n , D io s se expresa engendrando lo d is tin to , que es el m u n d o . Pero esta cre a ció n del m u n d o n o es n in g u n a sim ple tra n s ic ió n a lo d is tin ­ to , sino u n regreso a sí m ism o. D io s se co n te m p la a sí m ism o en el m u n d o co m o si estuviera co n te m ­ p la n d o lo distinto de si. E n e l m u n d o , D io s regresa a sí m ism o. Este re­ gresar a sí en lo d is tin to es el rasgo fu n d a m e n ta l del p o d e r: «El p o d e r es [ . . . ] una referencia negativa a s i mismo». Es negativa porque esa referencia a sí m ism o sucede a través de lo d is tin to , ya que esa referencia es el regreso a sí m ism o en lo d is tin to . U n a re la ció n m eram ente po sitiva consigo m ism o sería una a u to rre fe re n c ia que n o conllevara n in g u n a referencia con lo d is tin to . A sí, el «neurótico» de T illic h no sería capaz de una «relación negativa consigo m is­ m o». Se perdería a sí mismo en su re la c ió n co n lo d is tin to . Le fa lta ría el p o d e r que fuera capaz de do­ blegar la referencia a o tro c o n v irtié n d o la en una re­ fere n cia a sí m ism o. L o decisivo d e l p o d e r es este doblegamiento, este giro hacia si. E l p o d e r p ro m e te lib e rta d . E l soberano es lib re p o rq u e es capaz de recuperarse p o r c o m p le to a sí m ism o en lo d is tin to . Según H e g e l, D io s es «libre

I2 I.

G.W .F. H egel, Vorlesungen über die Philosophie der Religion

a, en Werke in zw anzig Bänden, v o l. 17, p. 55.

103

p o rq u e es el p o d e r de ser él m ism o».122 D io s habita o e rig e u n continuo absoluto del «sí mismo». N o hay n in g u n a ru p tu ra , n in g ú n desgarram iento en el que él se pierda a sí mismo. N o conoce nada radicalm en­ te d is tin to en lo que él n o fu e ra él mismo. Q u iz á el «neurótico» n o sería ú n ica m e n te a lg u ie n que p e r­ severa en su «pequeño y angosto castillo», sino tam ­ b ié n a lg u ie n que queda b a jo la co e rc ió n de re cu ­ perarse a sí m ism o en todas partes, de ser en todas partes él mismo. E n c ie rto sentido, tam bién el «Dios» o el «espíritu» de H egel es una m anifestación de esta neurosis. D io s es p o d e r. La co n c e p c ió n hegeliana de la re lig ió n está dom inada p o r co m p le to p o r la fig u ra del poder. C o m o si fuera la cosa más obvia, H e g e l eleva e l p o d e r a « d e fin ic ió n fundam ental» de la «re­ lig ió n en general».123 E n n in g ú n m o m e n to se sope­ sa la p o s ib ilid a d de que la re lig ió n p u d ie ra a b rir un espacio que se sustrajera p o r c o m p le to a la ló g ic a del poder, que p u d ie ra ser una e xp e rie n cia de la continuidad que se d istinguie ra de aquella continuación del «sí m ism o» que el p o d e r engendra, que p u d ie ra representar justa m e n te aquel m o v im ie n to que fu e ­ ra cu a lq u ie r o tra cosa m enos u n regreso a sí m ism o.

122. íd ., Berliner Schriften 1822-1831, en Werke in zwanzig Bänden, v o l. i i , p. 373. 123. td ., Vorlesungen über die Philosophie der Religion 1, en Werke in zw anzig Bänden, v o l. 16,p. 341.

X04

La re lig ió n despierta c o n la e xp e rie n cia de la fin itu d . L o decisivo es que el hom b re , a d ife re n cia del anim al, tiene una conciencia expresa de su fin itu d , está en condiciones de elevar su fin itu d a o b je to del saber. E l dolor, yendo más allá de la sensación in m e ­ diata, co nduce a una n o c ió n universal de la fin itu d . E n fu n c ió n de esta capacidad de fo rm a rse n o c io ­ nes, ta m b ié n se e x p lic a que el h o m b re pueda con­ dolerse y llorar, que a d ife re n cia d e l anim al tenga una re lig ió n . D e la e x p e rie n c ia de la fin itu d ta m b ié n fo rm a p a rte e l a isla m ie n to que lle va a una soledad fundam en tal. E n vista de la con cie n cia de la fin itu d se suscita la e xig e n cia de superar la e xp e rie n c ia dolorosa del estar lim itado y de salir de la soledad del aisla m ie n to . La re lig ió n se basa en la e x p e rie n c ia d e l lím ite y d e l aislam iento, y en la e xig e n cia de su­ perarlos. La e xp e rie n cia de la fin itu d o de la lim ita c ió n n o se produce necesariam ente en el n iv e l d e l poder. La lim ita c ió n de la existencia hum ana n o tie n e p o r qué ser la del poder. La e xp e rie n cia d e l p o d e r lim i­ tado n o es más que una de las experiencias posibles de la fin itu d hum ana. E l s u frim ie n to a causa de lo fin ito m u y b ie n puede ser el s u frim ie n to a causa de aquel lím ite que m e separa del otro, y que solo se puede superar estableciendo una p e cu lia r c o n tin u i­ dad. Esa co n tin u id a d , que supera el lím ite que sepa­ ra, m uestra una estru ctu ra d is tin ta de aquella o tra c o n tin u a c ió n del «sí mismo» que establece e l poder. 10 5

N o tie n e la intencionalidad del regreso a sí. L o que lle n a de v id a e l espacio ilim ita d o , la ilim ita d a co n ­ tin u id a d d e l ser, n o es aquel «sí m ism o» que en el o tro ú n ica m e n te aspira a ju n ta rs e consigo m ism o. Tam poco el poder, n i e l regreso a sí. L o que p ro m e ­ te la salvación es la p a rtid a hacia una apertura ilim itada.V isto así, la re lig ió n se basaría en una exigencia de d e s -lim ita c ió n , en la exig e n cia de una in fin itu d que, sin em bargo, n o sería el p o d e r in fin ito . C ie rta ­ m ente, ese «ser para lo infinito» e ü im ita d o que es específicam ente re lig io s o puede estar re p le to de unas ansias de p o d e r ü im ita d o , de una irre s tric ta voluntad de poder, pero n o se basa en eso. E n el fo n ­ do, la re b g ió n es hondamente pacífica.Es amabilidad. R esulta pro b le m á tico que H e g e l describa cons­ tante m e n te los fenóm enos de la re lig ió n en té rm i­ nos de pu ra econom ía del p o d e r. E l cá lcu lo de p o ­ d e r d e te rm in a toda c o m u n ic a c ió n re ligiosa. P or eje m p lo , lo que p rim e ro se a d v ie rte en el s a c rific io es «que se está en poder de otro».12* A l m ism o tie m p o , el p o d e r sobre e l o tro se ejerce e x ig ie n d o u n efecto. L o que d o m in a la praxis d e l s a c rific io es evocar el re c o n o c im ie n to d e l p o d e r d e l o tro y la co n cie n cia d e l p o d e r p ro p io . ¿Acaso el s a c rific io n o tie n e u n s ig n ific a d o m u ch o más p ro fu n d o que se sustrae al h o riz o n te de la racionahdad te le o ló g ica y de la u ti­ lidad?

124. /Wá.,p. 292.

106

G eorge B ataille concibe el sacrificio de fo rm a ra­ dicalm ente d istin ta . A u n q u e n o niega la d im e n sió n económ ica del s a crificio , el sig n ificado más p ro fu n ­ do d e l s a c rific io se sitúa, según él, fuera d e l cálculo eco n ó m ico . E l s a c rific io vie n e a ser una antítesis de la u tilid a d y de la econom ía. E n elfondo, es una des­ tru c c ió n y u n consum irse peculiares: «S acrificar es dar co m o se echa carbón a u n h o rn o » .125 E l s a c rifi­ c io resitúa la cosa en aquel estado de c o n tin u a c ió n en el que no hay lim ita c ió n que separe n i separación entre sujeto y o b je to , en tre h o m b re y m u n d o . E l s a c rific io es u n acto de des-cosificación y de des-lim i­ tación. La cosa se desprende d e l co n te x to de u tilid a d y de fin a lid a d . C o n e llo se le devuelve su secreto. B a ta ille llam a a esa c o n tin u a c ió n ilim itada, en cuan­ to auté n tica d im e n s ió n de la re lig ió n , « intim idad» o «inm anencia». A sí habla su sacerdote sa c rific ia l: Y o te re tiro , v íc tim a , d e l m u n d o en que estabas y no podías sino estar re d u cid a al estado de una cosa, p o ­ seedora de u n se n tid o e x te rio r a tu naturaleza ín tim a . Y o te reclam o a la in tim id a d del m u n d o d iv in o , de la in m a n e n cia p ro fu n d a de to d o lo que es.126

La c o n tin u id a d d e l p o d e r es una c o n tin u id a d del «st mismo». A d ife re n c ia d e l p o d e r, la re lig ió n está

125. G. B a ta ille , Teoría de la religión, M a d rid ,Taurus, 1997, p. 53. 126. Ibíd., p. 48.

107

v in c u la d a c o n la e x p e rie n c ia de una c o n tin u id a d ilim itada d e l ser. Es u n «regreso al m om ento» en el que el h o m b re «era u n o con el universo y n o se d i­ ferenciaba de las estrellas n i d e l sol».“ 7 E l estrem e­ c im ie n to que u n o siente en presencia de lo sagrado proviene, según B ataille, de ese p o d e r de la d e s -lim i­ ta c ió n que su p rim e las diferencias: L o sagrado es precisam ente com parable a la lla m a que destruye e l bosque co n su m ié n d o lo . Es ese algo co n ­ tra rio a una cosa lo que es e l in c e n d io ilim ita d o , se propaga, irra d ia c a lo r y lu z , in fla m a y ciega, y aquel a q u ie n in fla m a y ciega, a su vez, súbitam ente, in fla m a y ciega.128

Esa e x p e rie n c ia de la u n id a d in d iv is a d e l ser que B a ta ille evoca reiteradam ente es orgiástica y re g re ­ siva. R e su lta así s ig n ific a tiv o que su esbozo de una filo so fía de la re lig ió n com ience con la «anim alidad». Según él, los anim ales v iv e n ya en una c o n tin u id a d co n el ser. Están en el m u n d o «com o el agua en el agua».“ 9 P o r este m o tiv o n o necesitan la re lig ió n . S iem pre se alborozan en la c o n tin u id a d d e l ser.130 E n esa u n id a d in d iv is a d e l ser ta m poco se c o n fig u 127. Ib íd .,p .4 s. 128. /¡>id.,p. 56. 129. Ibíd., p. 27. 130. C ie rtam e n te , esta n o c ió n se basa en una p ro ye cció n del ideal hum ano a u n «animal» que es tan im a g in a rio com o e l «hombre».

108

ra n in g u n a re la c ió n de p o d e r, pues esta presupone una dife re n cia : «N o hay nada en la v id a anim a l que in tro d u z c a la re la c ió n d e l am o con e l m andado p o r él».131A la c o n s u m ic ió n d e l o tro tam poco le prece­ de n in g u n a lu ch a , n in g ú n apoderarse d e l o tro . E n la c o n tin u id a d del ser n o hay separación entre sí m ism o y e l o tro . N o se p ro d u ce n in g u n a asim ila­ c ió n , n in g u n a a p ro p ia ció n en sentido e stricto , cuya fó rm u la en té rm in o s de ló g ic a d e l p o d e r sería «re­ gresar a sí m ism o en e l otro». La u n id a d in d iv is a del ser n o to le ra n in g u n a escisión entre e l d e vo ra d o r y el devorado: L o que se da cuando u n anim al se com e a o tro es siem ­ pre e l semejante del que com e: es en este sentido en el que hablo de in m a n e n cia .132

A u n q u e esa c o n tin u id a d d e l ser de la que habla B a ta ille excluye la re la c ió n de p o d e r, es p e rfe c ta ­ m e n te co m p a tib le co n fo rm a s orgiásticas de vio ­ lencia que d e s -lim ita n y d e stru ye n , y que se sus­ tra e n a to d o sentido y a to d o c o n te x to te le o ló g ic o . T a m b ié n en estos excesos org iá stico s de v io le n c ia estaría presente a q u e llo «sagrado» que B a ta ille com para con la lla m a que to d o lo consum e. Eso resulta, p o r lo ta n to , c u a lq u ie r cosa m enos am able.

131. G . B a ta ille , Teoría de la religión, op. cit., p. 22. 132. Ibíd., p.21.

109

Adem ás, la «intim idad» p riv a a la c o n tin u id a d del ser de su apertura. C ie rta m e n te , co m o ta m b ié n a d v irtió B a ta ille , la re lig ió n se basa en una e xp e rie n cia de la c o n ti­ n u a ció n . Pero esta e xp e rie n cia es u n fen ó m e n o del espíritu que va m u ch o más allá de aquella « anim ali­ dad» im a g in a ria de B a ta ille . E l espíritu es am abilidad, p o r cuanto b rin d a una continuidad del ser sin hacer desparecer las diferencias n i las form as en una llam a que to d o lo destruya y lo devore. A causa de esta a m abilidad , e l e s p íritu es c u a lq u ie r cosa m enos o r­ g iástico o devorador. E n el Ensayo sobre el cansancio, Peter H andke evo­ ca una fa tig a profunda en la que el yo retrocede de­ ja n d o paso al m undo. La h o n d u ra del cansancio es la de u n m u n d o al que se re cib e com o «más del m enos yo».133 La existencia ya n o la d o m in a e l énfa­ sis del «sí mismo». E n esa fa tig a p ro fu n d a que ya no deja que a flo re n in g u n a p re o cu p a ció n p o r sí mismo se abre una c o n tin u id a d d e l ser.134 «Lo o tro — dice H andke— se vu e lve a la vez yo». La c o e rc ió n de ju n ta rs e consigo en e l o tro , de quedarse consigo en

133. P. H andke, Versuch über die M üdigkeit. F ra n k fu rt d e l M en o , 1992,p. 75 [tra d , cast.: Ensayo sobre el cansando, M a d rid , A lianza, 2006]. 134. E l cansancio p ro fu n d o es cu a lq u ie r cosa m enos con­ sum iente. La lu m in osa «luz d el cansancio» (ibíd., p. 52) deja que las form as persistan. Esa lu z «articula». Se trata de un «cansancio de m irada clara» (ibíd., p. 56).T am bién en este sentido resulta amable.

IIO

el o tro , deja paso a una serenidad. D e la fa tig a p ro ­ fu n d a fo rm a parte que «nadie n i nada “ d o m in e ” o sea siq u ie ra “ h e g e m ó n ic o ” ».135 La fa tig a p ro fu n d a inspira. La in s p ira c ió n que p ro p o rc io n a la fa tig a d ice m enos lo que hay que hacer que lo que se puede deja r de hacer».136 E l «Dios» hegeliano, que s ig n ific a «sub je tivid a d , a c ti­ v id a d , acto in fin ito » , «poder in fin ito » , n o sucum ­ b iría nunca al cansancio p ro fu n d o . A l fin y al cabo, el «espíritu» h e g e lia n o es hacer p o r excelencia , una «intervención absoluta».137N u n c a podrá estar cansado. La fa tig a p ro fu n d a v ie n e a ser la fig u ra opuesta a ese p o d e r y a esa s u b je tiv id a d que c o n s titu y e n el «espíritu» de H e g e l. H a n d ke evoca u n espíritu to ta lm e n te d is tin to , una religión de la fa tig a profunda. C uando la congre g a ció n pascual re c ib ió e l E s p íritu — dice H andke-— se encontraba en estado de p ro fu n ­ da fa tig a .138

E l e s p íritu re c o n c ilia y u n ific a . N ada queda aisla­ do en sí m ism o, sin o que «está siem pre ju n to co n

135. Ib íd .,p . 35. 136. Ib id .,p . 74. 137. G.W .F. H egel, Vorlesungen über die Philosophie der Religion 11, en Werke in zw anzig Bänden, v o l. 17, p. 316. 138. P. H andke, Versuch über die M üdigkeit, op. d t., p. 74.

III

otros».139 E l espíritu que despierta en la fa tig a p ro ­ fu n d a n o es o tra cosa que am abilidad: B ie n . Es al m ism o tie m p o m i ú ltim a im agen de la hum anidad: re conciliada en sus ú ltim o s m om entos, en una fa tig a cósm ica.140

139. Ib íd .,p .6 S . 140. Ib id ..,p. 78.

112

P o lítica del p o d e r

«Soberano — escribe C a rl S c h m itt en Teología p o lí­ tica— es q u ie n decide sobre el estado de excep­ c ió n » .141 E n caso de e xce p ció n la n o rm a ju ríd ic a queda suspendida a fa v o r de la autocon servación. E l estado de exce p ció n hace que se m uestre expre­ sam ente u n o rd e n previo al derecho, u n ámbito p re ­ ju r íd ic o d e l p o d e r que ordena. D e este m o d o , el Estado se m antiene, m ientras que el derecho re­ trocede. E l soberano teológico, que decide en caso de ex­ ce p ció n , tie n e u n p o d e r absoluto que prevalece so­ bre to d a n o rm a ju ríd ic a p o sitiva . N a d ie puede en­ causarle. A l fin y al cabo, en caso de e xce p ció n es él q u ie n decide qué es relevante para la autoconserva­ c ió n , la cual se eleva aquí a una relevancia absoluta. E l soberano te o ló g ic o se eleva sobre la n o rm a ju ríd ic a 141. C . S ch m itt, Teología política, M a d rid ,T ro tta , 2009, p. 30.

II3

y decide sobre su va lid e z. Es el sujeto de la decisión ú ltim a : «La d e cisión se lib e ra de todas las trabas norm ativas y se to rn a absoluta en sentido propio».142 La soberanía no es otra cosa que aquella subjetividad que se qu ie re a sí misma y se ha d e cid id o a fa v o r de sí misma. E l estado de excepción m uestra ju sta m e n ­ te en su fo rm a más p u ra esta resolución a favor de sí mismo. Esta re so lu ció n es p ro p ia de to d o espacio de p o d e r.Y ú nicam ente q u ie n tie n e el p o d e r es capaz de desviar esa precariedad que representa la am ena­ za de una autoenajenación conservándose a sí mismo. E l estado de e xcepción es el in te n to resuelto de re­ gresar a sí m ism o. E n Teología política, S c h m itt cita a K ierkegaard, q u ie n p o n e la e xce p ció n p o r encim a de lo general. La e xce p ció n piensa lo general «con enérgica pa­ sión».143 Saca to d o a la lu z de una m anera m u ch o más clara que lo general. P o r eso n o es el caso n o r­ m al, sino el caso de exce p ció n el que revela la esen­ cia de la soberanía. Pero la re fle x ió n sobre el caso n o rm a l es capaz de sacar más cosas a la lu z de lo que creen S c h m itt o K ierkegaard. H e g e l, ese g e n ia l filó s o fo d e l caso n o rm a l que ju sta m e n te piensa lo universal co n enérgica pasión, esclarece la esencia de la soberanía en el caso n o r­ m al. A firm a que para ser m onarca lo ú n ic o que se

142. Ib ld .,p . 18. 143. Ib íd .,p . 20.

II4

necesita es ser u n h o m b re «que diga “ sí” ».144 Se está re firie n d o al «vértice de la d e cisió n fo rm a l» , al soberan o form al, que co n su asen tim ie n to hace que la le y tenga vig encia. Este asentim iento se correspon­ de exactam ente co n aquella negativa co n la que, en caso e xce p cio n a l, el soberano suspende la n o rm a ju ríd ic a . La negativa es ta m b ié n la expresión de una a u to a firm a c ió n a toda costa. A sí, lo que se expresa en am bos casos es la «subjetividad segura de sí m is­ ma» d e l soberano o d e l Estado, a saber, la absoluta «autodeterminación de la v o lu n ta d , en la cual consiste lo ú ltim o de la decisión».145 La a ctivid a d de este so­ berano consiste en la re p e tic ió n de su nombre y del «yo quiero». L o que im p o rta es este nombre. Ese so­ berano es el «vértice que n o se puede sobrepasar», la «voluntad soberana y com pleta que se d e fine a sí m ism a, el resolverse ú ltim o » .146 «Q uiero», es más, «me quiero», esta re so lu ció n a sí m ism o encarna aquella su b je tivid a d del soberano — «el que com ienza ab­ solutam ente desde sí m ism o»— 147 que co n stitu ye la existencia del Estado. La v o lu n ta d d e l soberano no solo habla en caso de excepción , sino ta m b ié n en el caso n o rm a l. M ás b ie n sucede que el «no», en el caso exce p cio n a l, es quizá más aprem iante que este «sí» 144. G .W F. H egel, G rundlinien der Philosophie des Rechts, en Werke in zw anzig Bänden, v o l. 7,p. 451. 145. Ib id .,p.444. 146. Ib id ., p.449. 147. Ib id .,p . 446.

I15

que se p ro n u n c ia in in te rru m p id a m e n te . Pero ta n to el «sí» co m o el «no», ta n to e l a se n tim ie n to co m o la negativa, son expresiones de la voluntad de sí mismo, de la su b je tivid a d , que es c o n s titu tiv a para el Estado en cuanto espacio de poder. A q u e l soberano fo rm a l, p e ro al m ism o tie m p o te o ló g ic o , d e l p o d e r absoluto, hay que d is tin g u irlo del soberano real y político, que com o in d iv id u o par­ tic u la r tie n e que te m e r constantem ente p o r su p o ­ der. A diferencia del soberano te o ló g ico , el soberano p o lític o solo tie n e u n p o d e r re la tivo . Precisam ente S c h m itt llam a la a te n ció n sobre aquel m onarca que cae en una fa ta l d ia lé ctica d e l p o d e r: E l in d iv id u o hum ano, en cuyas m anos están p o r u n m o m e n to las grandes decisiones p o lítica s, solo puede c o n fig u ra r su v o lu n ta d bajo presupuestos dados y con los m edios dados.Tam bién e l p rín c ip e absoluto re quie­ re reportes e in fo rm e s y depende de sus consejeros. [. .. ] A sí es com o to d o p o d e r d ire c to queda som etido de in m e d ia to a in flu e n cia s in d ire c ta s.148

E n to rn o al soberano se co n fig u ra u n «atrio» de p o ­ der que está poblado de m in istro s, confesores, m é­ dicos de cám ara, secretarias, sirvientes de cám ara y amantes, y que amenaza co n socavar el verdadero espacio del p o d e r sepultándolo bajo in trig a s y m e n -

148. C . S ch m itt, Gespräche über die M acht, op. d t., pp. 17 s.

lió

tiras. E l a trio del p o d e r aísla p o r co m p le to al sobe­ rano d e l m undo, de m o d o que e l soberano solo alcanza a aquellos que lo d o m in a n in d ire cta m e n te , m ientras que n o alcanza a todos los demás hom bres sobre los cuales ejerce p oder, y ellos tam poco lo alcanzan a é l.149

D e nuevo, S c h m itt se o rie n ta aquí en fu n c ió n de casos excepcionales. C o n la excepción m u y b ie n se puede pensar lo general c o n enérgica pasión. Pero esta pasión ta m b ié n puede desfigurar o tapar lo ge­ neral. La tesis del «aislam iento d e l soberano a causa d e l in e v ita b le aparato d e l poder» precisam ente n o considera su efecto c o n s titu tiv o , a saber, la dispersión estructural y constitutiva, la espacialización del poder. E l aparato de p o d e r no asume necesariam ente la fo rm a de u n a trio del poder que socava el espacio del poder. A l fin y al cabo, para el e je rc ic io del p o d e r p o lític o se necesita u n aparato organizado de p o d e r hecho de in stitu cio n e s. E n el caso normal, ese aparato de p o d e r es cu a lq u ie r cosa m enos una «nebulosa atm ósfera de in flu e n cia s indirectas». Adem ás, en una dem ocracia parlam enta ria n o se p roduce aquella co n ce n tra ció n d e l p o d e r en el v é rtic e o en una persona. N o surge aquel «pasillo que conduce al alm a d e l soberano» y que solo pueden re c o rre r unos pocos. E l a n tig u o 149. Ib(d.,p. 20.

II7

a trio del p o d e r cede espacio a otros atrios d e l poder, p o r e je m p lo esa galería o antesala del p o d e r que es el lobby. Para S c h m itt, esa d ia lé ctica d e l p o d e r que hace que este se tru e q u e en im p o te n c ia es sobre to d o un in d ic a tiv o de que el p o d e r representa una «m agnitud o b je tiv a c o n leyes propias», de la cual el h o m b re se puede apoderar. La co m p le jid a d y el a n o n im a to de las organizaciones en la sociedad m oderna in d u c e n a S c h m itt a defender la tesis de que e l p o d e r «pasa p o r alto» la realidad d e l h o m b re .150A sí pues, la h e r-

150.

Según S chm itt, e l Leviatán es «un hom bre su p e rio r com ­

puesto de hom bres que surge p o r consenso hum ano y que, sin em bargo, desde e l m om ento en que existe rebasa to d o consenso humano» (S chm itt, Gespräche über die Macht, op. d t., p. 29). Es la «máqui­ na de las máquinas», porque es e l «presupuesto concreto de todas las demás m áquinas técnicas». P or consiguiente, el Leviatán y la técnica m oderna tie n e n e l m ism o o rig e n . A m bos son form as de expresión d el «poder superior», que es más fu e rte que la «voluntad de poder» hum ana (ibíd., p. 29). S ch m itt habla de ese «poder de los m edios de d estrucción m odernos» que «rebasa» la «fuerza de los in d ivid u o s hum anos que lo inventan y lo aplican, [. . . ] en la m ism a m edida en que las posibilidades de las m áquinas y los procedim ientos m odernos rebasan la fuerza de los m úsculos y el cerebro hum ano» (ibíd.,p. 27). D e fo rm a problem ática, S ch m itt hipostasia la técnica m oderna en u n p o d er al que e l hom bre queda expuesto. Evoca al hombre en vista de esta im p o te n cia hum ana. Pero la sublim ación de la técnica en un p o d er su p e rio r o culta la auténtica verdad: la técnica es el m ed io de poder con e l que e l hom bre se p ro lo n g a a st mismo hacia e l e xte rio r. La técnica p rolonga hasta e l m undo la percepción hum ana, e l cuerpo hum ano, es más, la costum bre hum ana. C o n e llo hace que e l m undo se vuelva sim ila r al hom bre. A l fin y al cabo, tanto e l Leviatán com o los aparatos técnicos se parecen m ucho al hom bre. E l hom bre puede

II8

m osa fo rm u la c ió n de homo hom ini homo ya n o vale. E l p o d e r transciende ta m b ié n «todas las m edidas in ­ terhum anas de to d o p o d e r pensable de hom bres sobre hom bres».*151 D esplazando el p o d e r a una rea­ lid a d sobrehum ana, S c h m itt reacciona fre n te a que «el p o d e r y la im p o te n c ia [ ...] ya no se enfrentan estando a la m ism a altu ra u n o de o tra n i se m ira n cara a cara»,152 fre n te a que el p o d e r del soberano in d iv id u a l se a tro fia reduciéndose a una «situación que se segrega» dentro de u n «sistema de una d ivisió n d e l trabajo increm entada hasta lo im p re visib le » .153 S c h m itt no es capaz de m anejar teórica m e n te , es evidente, aquella s itu a ció n en la que e l p o d e r se sustrae a la in te rv e n c ió n de u n único in d iv id u o h u ­ m ano. P o r ejem plo, en lu g a r de a d m itir que la so­ ciedad m oderna som ete el p o d e r a una dispersión ra dical o lo descentra, hipostasia e l p o d e r en una «realidad autónom a» a la que el hom bre está som eti­ do, in tro d u c ié n d o lo en una dialéctica fatal. E l h o m -

conservarse a sí mismo en e l m undo. C o n e llo se reduce e l p e lig ro de una autoenajenación. E n todas partes e l hom bre regresa a sí m ism o. E n todas partes se contem pla a sí m ism o. La técnica genera justam ente e l recobram iento de sí m ism o en el o tro , u n espacio en e l cual el hom bre se continúa. C uando H eidegger, com o S chm itt, eleva la técnica a u n p o d er sobrehum ano, no se da cuenta de que la técnica p o rta un rostro tan hum ano que es la expresión, e l resultado de la aspiración hum ana al poder. 151. C . S ch m itt, Gespräche über die Macht, op. d t.,p. 28. 152. Ib id .,p . 29. 153.

Ibid., P.27S. I1 9

bre ha dejado de ser soberano p o rq u e el p o d e r se sustrae a la v o lu n ta d hum ana, p o rq u e e l h o m b re ya no puede decidir. L o ú n ic o que le queda a S c h m itt es la evocación del hombre: «Pero ser hom bre sigue sien­ do pese a to d o una decisión».154 N o deja de ser p ro b le m á tica la separación que S c h m itt hace en tre espacio y a trio , entre p o d e r d i­ re cto e in flu e n c ia in d ire c ta . A l fin y al cabo, el a trio del poder, que p a rtic ip a de ese m ism o poder, es p o r sí m ism o una p a rte de d ic h o espacio d e l p o d e r. La nebulosa atm ósfera de in flu e n c ia s ind ire cta s solo puede socavar el espacio d e l p o d e r y o cupar su va­ cío p o rq u e é l m ism o se eleva a espacio de poder. A l fin y al cabo, aquella « habita ción d e l e n fe rm o en la que algunos am igos están sentados ju n to a la cama de u n h o m b re paralizado y g o b ie rn a n el m undo»155 es u n poderoso espacio de poder. E l a trio es en realidad una pieza con tig u a . La fo rm a c ió n de piezas contiguas del p o d e r atestigua que n in g ú n espacio del p o d e r hum ano es capaz de en­ cerrarse p o r c o m p le to en sí m ism o, de recobrarse absolutam ente a sí mismo, que a causa de su fin itu d el p o d e r hum ano siem pre está expuesto al p e lig ro de una a u to en ajenacíón.A causa de la fa lta de cohe­ sión, n in g ú n espacio de p o d e r hum ano queda lib re de piezas contiguas, de a trio s n i de galerías c irc u n -

154. Ibíd., p. 32. 155. Ibíd., p. 19.

120

dantes. E llo s son, p o r así d e c irlo , sus heridas. La dia­ lé ctica de a u to a firm a ció n y autoenaj enación pro ce ­ de de esta fin itu d del p o d e r hum ano. E n la te o ría de S c h m itt d e l a trio d e l p o d e r se e ncuen tra una interesante in d ic a c ió n del hecho de que el p o d e r depende de la información. Sobre la carta de d im is ió n de B ism a rck, de m arzo de 1890, S c h m itt escribe: E l v ie jo y experim entado ca n cille r del Im p e rio , el crea­ d o r d e l Im p e rio , se c o n fro n ta co n el heredero in e x ­ p e rto , el jo v e n rey y em perador G u ille rm o II. E n tre ambos había m uchas posturas opuestas en cuanto a los temas y diferencias de o p in ió n en cuestiones de p o lí­ tic a in te rio r y e x te rio r. Pero e l nú cle o de la carta de d im is ió n , el p u n to decisivo, es algo puram ente fo rm a l: la discusión p o r la cuestión de có m o le está p e rm itid o in fo rm a rse al c a n c ille r y de có m o debe in fo rm a rse el re y y e l em perador.156

Los m edios de in fo rm a c ió n , que ahora han alcan­ zado una d im e n sió n to ta lm e n te d is tin ta que en los tie m p o s de B ism arck, m o d ific a n ta m b ié n ra d ica l­ m ente la informática política. A l fin y al cabo, superan co n fa c ilid a d las barreras de in fo rm a c ió n . A q u í re­ sultaría im posible la fo rm a c ió n de u n a trio del p o d e r que fuera capaz de aislar p o r c o m p le to e l espacio del

156.

Ibid., p. 21. 121

p o d e r fre n te a la o p in ió n p ú b lica . Sem ejante a trio d e l p o d e r quedaría rápidam ente pe rfo ra d o p o r la te cn o lo g ía de in fo rm a c ió n m oderna. A pesar de su fu e rte presencia en la p o lític a , los m edios de in fo rm a c ió n en cuanto tales n o tie n e n p o d e r en sentido p ro p io . D e este m odo, e l c o rrie n ­ te m o d ism o del «poder de los m edios» es engañoso. Los m edios de in fo rm a c ió n co n s titu y e n más b ie n — p o r em plear una e xpresión de S c h m itt— una nebulosa atm ósfera de in flu e n cia s indirectas. C are­ cen de una estru ctu ra in te n c io n a l inequívo ca. E l espacio de los m edios es dem asiado difuso, está de­ m asiado disperso. N in g ú n a cto r d e te rm in a d o , n in ­ guna in s titu c ió n determ inad a los d irig e en su to ta ­ lid a d . La d ise m in a ció n y dispersión e stru ctu ra l que les es in h e re n te im p id e cu a lq u ie r asignación in e q u í­ voca. Son dem asiados los actores, son dem asiado dispares las inte n cio n e s que puebla n el espacio m e­ d iá tic o . E l espacio de in te rn e t n o está regido en ab­ so lu to , lo cual conduce a u n in c re m e n to ra d ica l de la co n tin g e n c ia . C o n v ie n e además d is tin g u ir entre p o d e r e in flu e n c ia . C ie rta m e n te , u n p o d e r que n o es capaz de ejercer n in g u n a in flu e n c ia , desde lu e g o n o es u n p o d e r, pero la in flu e n c ia n o siem pre tie ­ ne la e stru ctu ra de u n poder. N o está sujeta a co n ­ fig u ra r una co n tin u id a d . Puede p ro ducirse puntual­ mente, m ientras que el p o d e r sería u n fenóm eno del espacio. Los m edios n o se organizan p o r sí m ism os constituyéndose en u n espacio de p o d e r único, p e to 122

son posibles m uchas repercusiones recíprocas entre los m edios y los procesos de poder. Los m edios pueden ser confiscados p o r acciones de la estrategia d e l poder, pero ta m b ié n pueden re p e rc u tir sobre el o rd e n de poder, desestabilizándolo. P recisam ente p o r este m o tiv o el p o d e r to ta lita rio trata de ocupar los espacios m ediales. Y no cabe pensar la fo rm a c ió n de una o p in ió n p ú b lic a separada d e l de sa rro llo de los m edios de in fo rm ac ió n .157 O rie n tá n d o se afanosam ente según la excep­ c ió n , según el p ro life ra n te a trio del p o d e r, S c h m itt n o p re g u n ta en qué m e d id a el p o d e r es u n fe n ó ­ m eno d e l espacio. La fo rm a c ió n del a trio d e l p o d e r aporta poca in fo rm a c ió n sobre la m anera en que fu n c io n a el espacio m ism o de p o d e r.158 Es verdad 157. F ou ca u lt v in c u la la fo rm a c ió n de la o p in ió n p ú b lica con la consignación p o r escrito. C f. M . F oucault, V igilar y castigar, op. cit., p. 100: «Que estas leyes se p ub liq u en , que cada cual pueda tener acceso a ellas; se dan p o r term inadas las tradiciones orales y las costum bres, y hay en cam bio una le g isla ció n escrita, que sea «el m on u m e n to estable d e l pacto social». [...] Ú n ica m en te la im p re n ta puede hacer que to d o el p ú b lico , y no tan solo algunos particulares, sea depositario del có d ig o sagrado de las leyes». 158. E n su h isto rio g ra fía de occidente, A gam ben se aferra con enérgico apasionam iento al caso excepcional, co n virtíé n d o lo en regla. A sí es com o el cam po de concentración pasa a ser u n «nomos de la m odernidad» (Agamben, Homo sacer, op. cit., p. 175). Así com o el espacio d el p o d er no se puede e xp lica r desde el a trio , el espacio p o lític o de la m odernidad tam poco se puede e xp lica r a p a rtir de los campos de concentración. C onsiderando los casos normales de la h is to ria de la hum anidad, se p o d ría albergar la esperanza de que el hom bre fu tu ro no se llam ará homo sacer, sino homo liber.

123

que, en c ie rto sentido, e l p o d e r puede co n c e n tra r­ se en el v é rtic e o en una persona, pero n o se puede fundam entar en ese v é rtic e . Para ser poder, necesita u n espacio que lo p o rte , que lo a firm e y le g itim e . Incluso concentrándose en u n v é rtic e , el p o d e r es u n a c o n te c im ie n to d e l espacio, de una c o n ju n c ió n o de una to ta lid a d . La in d iv id u a liz a c ió n y el aisla­ m ie n to m e rm a n el p o d e r, aunque son m u y co m ­ patibles c o n la v io le n c ia . La v io le n c ia se p ro d u ce puntualm ente. Puede c o n trib u ir a generar poder, pero el p o d e r n o se basa en ella. La v io le n c ia no se puede espacializar. E l p o d e r genera una c o n tin u id a d . E sto se puede d e c ir ta n to de una re la c ió n entre dos co m o de la polis. Si el yo estuviera to ta lm e n te in d iv id u a liz a d o en sí m ism o, solo p o d ría som eter la v o lu n ta d del o tro em pleando la v io le n c ia . E n esta in d iv id u a liz a ­ c ió n en sí m ism o el yo n o tie n e n in g ú n p o d e r sobre e l o tro . P recisam ente al carecer de p o d e r el yo v io ­ le n ta al o tro . La v io le n c ia es, p o r lo ta n to , u n sín to ­ m a de impotencia. P o r el c o n tra rio , el y o te n d ría m u ch o p o d e r sobre el o tro si e l o tro se som etiera vo lu n ta ria m e n te al yo. E n este caso, el yo se continúa a sí m ism o en el o tro sin a p lica r la v io le n c ia . P or m e d io d e l poder, el yo se recupera a sí m ism o en el o tro . E l p o d e r c o n fig u ra esta continuidad, espacializando al y o o a su v o lu n ta d . La v io le n c ia o el v io le n ta in ie n to , p o r el c o n tra rio , ahondafisuras y re d u ­ ce los espacios.T am bién en una constelación que no 124

está centrada en u n a c to r in d iv id u a l el p o d e r crea una c o n tin u id a d . C o n s titu y e la g ra v ita c ió n de una to ta lid a d que enlaza unas partes con otras in te rm e ­ dia n d o entre ellas. P o r ejem plo, en una re v o lu c ió n ta m b ié n puede in te rv e n ir la v io le n c ia . Pero esa v io le n c ia n o surte efecto m ientras se quede en mera v io le n c ia , es decir, m ientras n o se apoye en u n poder. S in p o d e r, sin el co n s e n tim ie n to de otros, está condenada a fracasar. P o r el c o n tra rio , si tie n e poder, crea u n espacio nuevo. La v io le n c ia puede abarcar un espacio, pero n o crea espacio. E n el surgimiento de u n espacio p o lític o tam ­ b ié n puede desem peñar una fu n c ió n c o n s titu tiv a . Pero lo p o lític o n o se basa en la v io le n c ia , sino en una v o lu n ta d común que genera una continuidad de la a cción. H e g e l escribe: Aunque el Estado puede surgir también por medio de violencia, no se basa en ella. [...] En el Estado, lo que domina es el espíritu del pueblo, la moralidad, la ley.159 Para H e g e l, el p o d e r d e l espíritu se basa en generar u n nosotros, una co m u n id a d , una c o n tin u id a d de lo general y lo común a todos. E l espíritu es poder p o r cuanto crea u n juntam iento e n fá tico que se basa en una re so lu ció n a fa v o r de sí mismo. La v io le n c ia ca-

159.

G .W F. H egel, Enzyklopädie derphilosophischen Wissenschaften

m ,en Werke in zw anzigB änden.vdl. io ,p p .2 2 i.

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rece ju sta m e n te de ese p o d e r de m e d ia ció n que es e l espíritu. E l p o d e r es lo ú n ic o que puede generar lo p o lític o . H a n n a h A re n d t es m u y consciente de la espacia lid a d d e l p o d e r cuando escribe: «Poder es lo que nunca sale de los cañones de los fusiles».100 C o n la angostura d e l cañón de u n fu s il n o se corresponde n in g ú n espacio. E n el fo n d o , es u n espacio m u y s o lita rio . P o r el c o n tra rio , la le g itim a c ió n a cargo de otros crea espacio y genera poder. E n conse­ cuencia, la expresión «poder sin viole n cia » n o sería u n o x ím o ro n , sino u n pleonasm o.1 6 0 1611 6 2U n o solo m u y b ie n puede te n e r fuerza o resistencia, pero por sí solo n o puede generar poder. A re n d t pone el p o d e r en fu n c ió n de la co n vive n cia en cuanto tal: E l p o d e r surge siem pre que los hom bres se ju n ta n y operan en co m ú n . Su le g itim id a d n o se basa en las f i­ nalidades y los o b je tivo s que u n g ru p o 'se plantea en cada caso, sino que surge d e l o rig e n del p o d e r, que c o in cid e co n la fu n d a m e n ta ció n d e l g ru p o .102

160. H . A re n d t, M acht und Gewalt, M u n ic h , 1970, p. 54. 161. E l jo v e n N ietzsche n o acierta co n la esencia d el poder cuando escribe: «La vio le n cia da e l p rim e r derecho, y no existe n in ­ gún derecho que en su fundam ento no sea arrogam iento, usurpación, acción violenta» (F.N ietzsche, Nachgelassene Schriften i8yo -i8y3 ,K S A i,p . 770). 162. H . A re n d t, M acht und Gewalt, op. d t., p. 53.

126

Para A re n d t el p o d e r es u n fen ó m e n o de la c o n ti­ n u id a d . L o p o lític o presupone una c o n tin u id a d de la acción. E l concepto de «espacio de aparición» de H a n ­ nah A re n d t expresa el carácter espacial del poder. Según A re n d t, la polis es el «espacio in te rm e d io » , el «espacio de aparición» «que destella com o u n espa­ c io in te rm e d io siem pre que los hom bres están ju n ­ tos actuando y hablando»,103 u n espacio de c o n v i­ vencia «que surge cuando los hom bres aparecen unos ante otros y en el que n o solo están presentes al ig u a l que otras cosas anim adas o inanim adas, sino que aparecen expresam ente».1 6 3 1641 6 5E l espacio de apa­ ric ió n es u n espacio que se aclara y despeja actuan­ do y hablando en co n vive n cia . A re n d t u n ific a in ­ m ediatam en te el p o d e r y el espacio de a p a ric ió n : P oder es lo que hace e x is tir y m antiene en la existencia el á m b ito p ú b lic o , el p o te n c ia l espacio de a p a rició n entre sujetos que actúan y h a blan.”55

E l p o d e r es la lu z que hace perce p tib le aquel espacio político donde se p roduce el actuar y el hablar en convivencia . A re n d t em plea el té rm in o «poder» de m anera m u y enfática y positiva . A sí, habla del «es­ p le n d o r que es p ro p io d e l poder, p orque el p o d e r 163. Id ., Vita activa oderVom tätigen Leben,M u n ic h , 1981,p. 199. 164. Ibíd., p. 192. 165. Ibíd., p. 194.

127

sirve al aparecer y al aparentar m ism os»,166 o de la «claridad de lo p ú b lic o b rin d a d a p o r e l poder».167 A parecer es más que e xistir. Es u n operar en sentido e nfático. S olo el poder, más allá de la «sensación de vida»,168 genera una «sensación de realidad». H aberm as n o puede sino a p la u d ir este concep­ to de p o d e r que cie rta m e n te cabe lla m a r «com u­ n ica tivo » . C ita n d o a A re n d t, H aberm as eleva la creación c o m u n ica tiva de una v o lu n ta d co m ú n a fe n ó m e n o fu n d a m e n ta l del p o d e r: H annah A re n d t parte de u n m o d e lo de a cción d is tin ­ to , de u n m o d e lo co m u n ic a tiv o de acción: «El p o d e r surge n o solo de la capacidad que tie n e n los hom bres para actuar o hacer cosas, sino ta m b ié n para con ce r­ tarse co n los demás y actuar de acuerdo co n ellos». E l fe n ó m e n o fundam ental del p o d e r n o es la in s tru m e n ta liza ció n de una v o lu n ta d ajena para los p ro p io s fines.

166. Ib íd ., p. 199. 167. Ib íd .,p.201. 168. A q u e l siervo hegeliano que, p o r m ie do a m o rir, es d ecir, preocupándose m eram ente p o r v iv ir, elude la lu ch a p o r e l poder, no sería capaz, según A re n d t, de alcanzar aquella «sensación de re a li­ dad». P re fie re la «sensación de vida». P o r e l co n tra rio , e l señor, al que e l p o d e r resulta más im p o rta n te que la m era vid a , se expone al p e lig ro de la m u e rte y arriesga la vid a . La lu ch a p o r e l p o d e r y el re co n o cim ie n to inaugura aquel «espacio de aparición» en e l que los hom bres ya no solo están presentes com o meras cosas, sino en el que aparecen expresam ente unos ante otros. Para A re n d t, es aquí donde com enzaría lo p o lític o . N o es e l m ie do a la m uerte, sino la lib e rta d para m o rir lo que b rin d a la realidad de lo p o lític o .

128

sino la fo rm a c ió n de una v o lu n ta d co m ú n en una co­ m u n ic a c ió n o rie n ta d a al e n te n d im ie n to .169

E l p o d e r surge d e l espacio in te rm e d io : «El p o d e r n o lo posee nadie en realidad, surge entre los h o m ­ bres cuando actúan ju n to s y desaparece cuando se dispersan o tra vez».170 La te o ría del p o d e r de A re n d t com ienza, de he­ cho, en u n n iv e l m u y fo rm a l. E l p o d e r lib e ra e l es­ p acio de a p a ric ió n , es más, la sensación de realidad. H a y p o d e r a llí donde los hom bres actúan ju n to s . L o p o lític o se basa en este actuar c o n ju n to generador de p o d e r. Este co n ce p to de p o d e r bastante fo rm a l o abstracto tie n e sin duda su encanto p ro p io . Pero la pregunta es si el p o d e r se puede red u cir, de hecho, al actuar c o n ju n to en cuanto ta l, o si tiene que agre­ garse algo para que e l espacio de a p a ric ió n lle g u e a ser espacio de poder. S iguiendo consecuentem ente el m o d e lo com u­ n ic a tiv o de poder, la fo rm a suprem a del p o d e r sería una a rm o n ía perfecta en la que todos se fu sio n a ría n en una acción com ún. Pero la d e fin ic ió n que A re n d t da de la fo rm a extrem a de p o d e r dice algo d is tin to : E l caso e xtre m o d e l p o d e r vie n e dado co n la conste­ la c ió n de todos co n tra u n o . E l caso extre m o de la v io 169. J. Haberm as, Perfilesfilosófico-poKticos, M a d rid ,Taurus, 1975, p. 206. 170. Ib id .,p. 214.

129

le n cia vie n e dado co n la conste la ció n de u n o contra to d o s.171

La d e fin ic ió n del caso extrem o de la v io le n cia com o «uno c o n tra todos» resulta co n vin ce n te . A l fin y al cabo, la v io le n c ia es u n acto solitario. N o se puede apoyar en la aprobación p o r pa rte de otros. Su p o lo contrapue sto, el caso e xtre m o d e l poder, sería en­ tonces: todos están de acuerdo. Pero la d e fin ic ió n de A re n d t d e l caso e xtre m o d e l p o d e r dice: «Todos co n tra uno». ¿Por qué este «contra»? ¿En qué m e ­ d ida e l caso e xtre m o d e l p o d e r, que te n d ría que s u rg ir del acuerdo de todos, necesita u n «contra» o e l «uno» co n tra el que todos están? ¿Qué revela esta am bigüedad en la d e fin ic ió n ? ¿A qué p ro pieda d c e n tra l d e l p o d e r está re m itie n d o este «contra» que se ha in filtra d o en la d e fin ic ió n de poder? Este «con­ tra» vie n e a ser una in d ic a c ió n in d ire c ta de que el p o d e r n o es p rim a ria m e n te u n fe n ó m e n o de m u ­ chos que se ju n ta n , sino d e l «sí m ism o», que de toda c o n fig u ra c ió n de p o d e r es p ro p ia una s u b je tivid a d , una re s o lu c ió n a sí mismo, la cual, sin em bargo, solo se m anifestaría en e l caso de u n «contra» d e n tro o fu e ra de esa c o n fig u ra c ió n de p o d e r. E l «sí m ism o» se está to m a n d o aquí de fo rm a abstracta. N o desig­ na m eram ente el «sí m ism o» de u n in d iv id u o h u ­ m ano, sino aquel sujeto d e l quererse a sí mismo o

171. H .A re n d t, M acht und Gewalt, op. d t., p. 43.

d e l regreso a sí mismo que ta m b ié n es p ro p io de u n g ru p o . E n el m o m e n to en que una c o le ctivid a d se re­ suelve en com ún para una acción se co n fig u ra u n «sí m ism o» com ún que se quiere a sí mismo y está resuel­ to a sí mismo. Esta su b je tivid a d , esta re so lu ció n a sí

mismo, se vu elve v is ib le sobre to d o en el m o m e n to en que el «uno» se vu e lve co n tra la c o le ctivid a d . E l p o d e r de la c o le c tiv id a d n o se basa en este «contra»

único, pero cuando u n «contra» afecta de fo rm a ne­ gativa a u n to d o , entonces se m anifiesta expresa­ m e n te la re s o lu c ió n de este to d o a sí m ism o, u n «sí m ism o» que es p ro p io de toda c o n fig u ra c ió n de p o d e r, es decir, n o solo de u n soberano in d iv id u a l, sino ta m b ié n de una c o le c tiv id a d . E n el caso de u n «contra» resuelto, ig u a l que en u n caso excepcional, se p ro d u ce una contracción del poder hacia sí mismo, que se quiere conservar. La reso lu ció n a sí se basa en una v o lu n ta d de sí. S in esta v o lu n ta d de sí n o surge n in g u n a c o n fig u ra c ió n de poder. Toda fo rm a de p o d e r tie n e que basarse en una subjetivida d m ín im a

que se repite. S olo ella transform a el espacio de ser en u n espacio de poder. La te o ría d e l p o d e r de A re n d t pa rte d e l actuar en co m ú n en cuanto ta l. Pero n o se queda en este n iv e l sin é rg ico y co m u n ic a tiv o . M ás b ie n cam bia a u n n iv e l estratégico y p o lé m ic o , sin que esta tra n ­ s ic ió n se haga te ó ric a m e n te plausible .A sí, en la de­ fin ic ió n d e l caso e x tre m o d e l p o d e r aparece u n 131

«contra» que n o se puede re d u c ir a la a cció n c o n ­ ju n ta en cuanto ta l. Los ejem plos d e l p o d e r que pone A re n d t tie n e n todos ellos u n carácter estraté­ g ic o y p o lé m ic o . R e m ite n a o tro elem ento c o n s ti­ tu tiv o de lo p o lític o . L o p o lític o n o se puede re d u ­ c ir a u n actuar en com ún. E n la le c tu ra que H aberm as hace de A re n d t, ig n o ra las fisuras in te rn a s de su co n ce p to de poder. L o reduce a su m o m e n to co m u n ica tivo . H aberm as cree que la idea del p o d e r c o m u n ic a tiv o se puede entresacar de las palabras de A re n d t: E l p o d e r n o lo posee nadie en realidad, surge entre los hom bres cuando actúan ju n to s y desaparece cuando se dispersan o tra vez.

Pero H aberm as o m ite p o r c o m p le to las líneas que siguen in m e d ia ta m e n te a estas palabras: U n g ru p o de hom bres n u m é rica m e n te pequeño pero m u y organizado puede d o m in a r durante u n tie m p o in d e fin id o reinos grandes y a hom bres innum erables, y no raras veces ha sucedido en la h is to ria que pueblos pequeños y pobres han o b te n id o e l triu n fo sobre na­ ciones grandes y ricas. [ . . . ] E n ciertas circunstancias, e l p o d e r de unos pocos m u y b ie n puede evidenciarse co m o s u p e rio r al p o d e r de m u ch o s,172

172. H . A re n d t, Vita activa, op. cit., p. 194.

132

P o r consiguie nte, actuar en co m ú n — ju sta m e n te esta es la enseñanza que se p o d ría sacar de ahí— es u n actuar estratégico, es decir, o rie n ta d o al é x ito . Esto vuelve necesarias la organización y la estrategia. U n ic a m e n te p o r m e d io de una o rg a n iza ció n efec­ tiva , de una buena estrategia, u n g ru p o n u m é ric a ­ m ente m e n o r puede ser más poderoso que u n g ru ­ p o m ayor. Q u e el p o d e r n o se puede basar solo en la co­ m u n ic a c ió n y en el acuerdo y el m u tu o e n te n d i­ m ie n to se vu e lve claro ta m b ié n con otros ejem plos que A re n d t aduce para d is tin g u ir el p o d e r de la v io ­ le n cia : N i siquiera e l ré g im e n despótico que conocem os, e l d o m in io sobre esclavos que siem pre superaban a sus señores en núm ero, se basaba en la s u p e rio rid a d de los m edios del p o d e r en cuanto tales, sino en la organiza­ c ió n su p e rio r de los que m andaban a los esclavos y que eran so lid a rio s entre sí, es d e cir, en e l p o d e r.173

P o r lo ta n to , aquí n o se puede hablar de u n p o d e r com unicativo.Justam ente la «opinión» de los escla­ vos n o genera n in g ú n p o d e r en vista de la o rg a n i­ zación, de la estrategia de los dom inantes. Los es­ clavos n o p o d ía n organizarse n i desarrollar una estrategia. E l p o d e r de quienes m andaban a los es-

173. Id ., M acht und Gewalt, op. d t.,p . 51.

133

clavos es la hegem onía de u n g ru p o que se basa en una «organización superior», es d e cir, en una estra­ tegia efectiva. N o es u n p o d e r comunicativo o rie n ta ­ do al acuerdo y al m u tu o e n te n d im ie n to , sino u n p o d e r colectivo o rie n ta d o al é x ito .174 H aberm as, p o r el c o n tra rio , rebaja el p o d e r c o le c tiv o ig u a lá n d o lo al efecto de una co m u n ica ció n orientada al acuerdo y al m u tu o e n te n d im ie n to : H annah A re n d t desliga e l co n ce p to de p o d e r d e l m o ­ delo de a cción te le o ló g ica : e l p o d e r se fo rm a en la a cción co m u n ica tiva , es u n efecto g ru p a l d e l habla en

174.

M u ch o tie m p o antes que A re n d t, P aul T illic h sostuvo la

tesis de que e l p o d e r se basa en e l esbozo c o le c tiv o de una acció n . C f. P. T illic h , «D ie so zia listisch e E ntscheidung», en Gesammelte Werke v o l. 2: Christentum und soziale Gestaltung. Frühe Schriften zum Religiösen Sozialism us, S tu ttg a rt, 1962, p. 342 s.: «¿Cuál es la base que sustenta e l poder? La p o s ib ilid a d d e l p o d e r so cia l se basa en que hay que crea r una v o lu n ta d u n ita ria en la sociedad. Pero una v o lu n ta d u n ita ria no se crea de o tro m od o que m ed ia n te u n g ru p o que la sustente o m ediante personalidades in d iv id u a le s que resalten de ese g ru p o y que al m ism o tie m p o representen la u n id a d y la im p o n g a n . Es decir, elpoder es la unidad social realizada» .Tam bién H obbes conoce el p o d e río d el p o d e r co le ctivo . C f. T. Hobbes, Leviatkan, op. cit., p. 69: «El p o d e r hum ano m áxim o es aquel que se com pone d e l p o d e r de la m ayoría de los hom bres, que está u n ifica d o p o r co in cid e n cia m utua en una persona n a tu ra l o estatal que tiene a su d isp o sició n to d o su p o d e r dependiente de su vo lu n ta d , com o e l p o d e r de una com unidad; o el p o d e r dependiente de la vo lu n ta d de cada in d iv id u o , com o el p o d er de u n p a rtid o o de diversos par­ tid o s aliados».

134

la que el e n te n d im ie n to se co n v ie rte para los p a rtic i­ pantes en u n fin en sí m ism o .175

Si el e n te n d im ie n to y el m u tu o acuerdo fu e ra n de h e ch o e l ú n ic o o b je tiv o , e l o b je tiv o p o r sí m ism o , entonces n o se c o n fig u ra ría n in g ú n espacio de poder. P robable m e nte c o n tra su p ro p ia in te n c ió n , A re n d t asocia c o n tin u a m e n te el p o d e r co n la orga­ n iz a c ió n y co n la estrategia: A sí es com o en u n sentido in tra p o lític o la v io le n c ia tie n e siem pre la fu n c ió n de u n m e d io e xtre m o de p o ­ der contra crim inales o contra rebeldes, es decir, contra in d iv id u o s sueltos o co n tra m inorías que van desa­ pareciendo, y que se niegan a ser som etidas p o r la o p i­ n ió n cohesionada de la m ayoría. N o rm a lm e n te , es la hegem onía de esta m ayoría y de su «opinión» la que encarga a la p o lic ía o la que la em podera para actuar co n v io le n c ia co n tra aquellos que se sustraen a su d ic­ tam en de a utoridad. E in clu so en caso de guerra, cuan­ do después de to d o resulta que lo que parece te n e r la ú ltim a palabra es la p ura v io le n c ia , puede suceder que una superioridad enorm e en cuanto a m edios de poder resulte ineficaz cuando se enfrenta a u n adversario m al arm ado, pero b ie n organizado y p o r eso m u ch o más poderoso, com o vem os en V ie tn a m .176 175. J. Haberm as, Perfilesfilosófico-poüticos, op. cit., p. 208. 176. H . A re n d t, M acht und Gewalt, op. cit., p. 52. E n este pasaje resulta claro que la e xp lica ció n de A re n d t carece de rig o r arg u -

135

C o m o a m en u d o sucede en A re n d t, este pasaje e v i­ dencia una am bigüedad argum entativa. P rim e ro habla del p o d e r estatal, que se basa en el p o d e r de la « o p in ió n cohesionada de la m ayoría». Luego, de repente, cam bia d e l Estado de derecho a la guerra, es d e cir, d e l p o d e r estatal a la v io le n c ia in s tru m e n ­ ta l en la guerra, que ella quiere que se la distinga del p o d e r de la «opinión». Pero en este pasaje v u e lve a resaltar la repercusión recíproca po sitiva entre p o d e r y organización. Este p o d e r de la o rg a n iza ció n n o se puede re d u c ir sim plem ente al p o d e r de la «opinión»: tie n e una calidad estratégica. A causa de su fija c ió n co n el p o d e r co m u n ica ­ tiv o , H aberm as tam poco ve esta p ro x im id a d entre p o d e r y estrategia: T am bién para H annah A re n d t la a cción estratégica es esencialm ente a p o lítica . [ . . . ] E n e l arte de la g uerra se tra ta m a n ifiestam ente de la u tiliz a c ió n calculada de los m edios de co a cció n, c o n la in te n c ió n de d isu a dir o de subyugar físicam ente al adversario. La acum ula­ c ió n de m edios de a n iq u ila ció n n o hace más poderosas a las superpotencias — la fuerza m ilita r es con frecuen­ cia, com o dem uestra el caso de la guerra deV ietnam , el «pendant» de una im p o te n cia in te rn a — . E l ejem plo de la estrategia se presta además para subsum ir la acción m entativo. A re n d t cam bia co n frecuencia los niveles de la argu­ m en ta ció n , ya sea asociativa o a rb itra riam e n te . Este cam bio genera una am bigüedad conceptual.

13Ó

estratégica bajo la a cció n in s tru m e n ta l. [ . . . ] C o m o la u tiliz a c ió n ra cio n a l co n respecto a fines de los m edios m ilita re s parece responder a la m ism a e stru ctu ra que e l m anejo de instrum entos en la fa b rica ció n de objetos o en la transform ación de la naturaleza, H annah A re n d t equipara sin más la acción estratégica co n la in stru m e n ­ ta l. Valiéndose del caso de la co n d u cció n de la guerra, m uestra cóm o la acción estratégica es tan vio le n ta com o la instrum ental; una acción de este tip o cae fuera del ám­ b ito p o lític o .177

E n su e je m p lo , A re n d t ta m b ié n piensa la g u e rra

políticamente. L o e stratégico fo rm a p a rte de lo p o lític o , que n o tie n e que ser id é n tic o a lo in s tru m e n ta l. P or el c o n tra rio , Haberm as afirm a que A re n d t equipara «de u n plum azo» el actuar estratégico con el in s tru m e n ­ ta l. E sto n o es lo que hace A re n d t. Sus ejem plos m uestran lo c o n tra rio , es d e cir, que el actuar estra­ té g ic o no se puede su b su m ir bajo el actuar in s tru ­ m e n ta l. ¿En fu n c ió n de qué q u ie re e x p lic a r H aberm as e l triu n fo de los vietnam itas? ¿En qué consiste su poder? Según A re n d t, el p o d e r de los vietn a m ita s se basa en una m e jo r o rg a n iza ció n . Están «m al arm a­ dos», pero «bien organizados», de m o d o que su é x i­ to también tie n e carácter estratégico. Se trata de una

177. J. Haberm as, Perfilesfilosóflco-políticos, op. cit., p. 216.

137

guerra. H aberm as, p o r el c o n tra rio , quiere desvin­ cu la r ta n to lo estratégico co m o lo in s tru m e n ta l del p o d e r co m u n ic a tiv o . Pero el p o d e r co m u n ica tivo , solo p o r sí m ism o, nunca lle va a la v ic to ria . L o que e l e je m p lo de la guerra d e V ie tn a m ilu s tra es,justa­ m ente, u n triu n fo que fue estratégico. R esulta p ro ­ blem ática la separación e stricta que hace H aberm as entre p o d e r co m u n ica tivo y p o d e r in stru m e n ta l. L o que n o se percib e con e llo son aquellos intersticios

estratégicos que ocupan lo p o lític o . Según H aberm as, e l «fenóm eno fu n d a m e n ta l del poder» es la «form ación de una vo lu n ta d com ún basada en una c o m u n ic a c ió n d irig id a al acuerdo y al m u tu o e n te n d im ie n to » . Pero este m o d e lo co n ­ sensual reduce considerablem ente el a contecim ien­ to d e l poder. H aberm as eleva u n único aspecto del p o d e r a «fenóm eno fu n d a m e n ta l d e l poder». A l fin y al cabo, la re la c ió n asim étrica entre el sujeto que ordena y el sujeto que obedece también es una rela­ c ió n de p o d e r que, sin em bargo, n o se basa en una c o m u n ic a c ió n orien ta d a al acuerdo y al m u tu o en­ te n d im ie n to . E n una re la ció n entre dos, el p o d e r se d irig e co n tra esta com u n ica ció n . M ás b ie n es procla­

mados P o r el c o n tra rio , la necesidad de actuar en co m ú n c o n o tro n o se basa necesariam ente en una necesidad de poder. E l m o d e lo c o m u n ic a tiv o d e l p o d e r que ofrece H aberm as o c u lta la d im e n sió n estratégica y p o lé ­ m ica d e l poder. P or e l c o n tra rio , una te o ría d e l p o 138

der que solo se o rie n ta en fu n c ió n de la lu c h a 178 no atina co n aquella d im e n sió n com u n ica tiva o colec­ tiv a d e l p o d e r que se basa en el actuar c o n ju n to , en la fo rm a c ió n de una v o lu n ta d co m ú n o de u n «sí m ism o» co le ctivo . N o resulta especialm ente fru c tí­ fe ro declarar ora el com bate, ora el consenso del «fenóm eno fu n d a m e n ta l d e l poder». M ás conve­ n ie n te sería e xp o n e r ta n to el m o d e lo de consenso co m o el m o d e lo de lu ch a co m o acuñaciones diversas

de un mismo poder. Es d e cir, se necesita u n m o d e lo e x p lic a tiv o que e videncie tanto la « instrum enta lizac ió n de una v o lu n ta d ajena para fines propios» como la « fo rm a ció n de una v o lu n ta d co m ú n en una co ­ m u n ic a c ió n o rie n ta d a al acuerdo y e l m u tu o en­ te n d im ie n to » co m o form as diversas d e l poder.

Subjetividad y continuidad, o «sí mismo» y continui­ dad, son dos m om entos estructurales que perm ane­ cen constantes en todos los m odelos de poder. E l poder es la capacidad del yo para continuarse en el otro. B rin d a una continuidad del sí mismo en la que el yo se recobra ín te g ra m e n te . T am bién una c o n fig u ra ­ c ió n d e l p o d e r p o lític o , p o r e je m p lo e l Estado, es una continuidad que genera u n orden que se e x tie n ­ de a otros ám bitos. M u e stra ig u a lm e n te la estruc­ tu ra de una su b je tivid a d . A l fin y al cabo, el c o le c ti178.

H o n n e th tam bién p e rcibe el poder únicam ente en té r­

m inos de d o m in io y de lu ch a social. C o n e llo no atina con la d im en sió n constituyente que tie n e e l poder. C f. A . H o n n e th , K ritik der M acht, op. dt.

139

vo se presenta com o u n «sí mismo». Se conserva o se a firm a a sí mismo. Figuras co m o el cabeza de Estado o el soberano ilu s tra n plásticam ente su estructura de una s u b je tivid a d . T anto el m o d e lo de lu ch a co m o el m o d e lo co ­ le c tiv o o de consenso del p o d e r se basan en los m o ­ m entos estructurales del p o d e r que hem os m e n cio ­ nado. La re s o lu c ió n co m ú n o la «coincide ncia de m uchos im pulsos v o litiv o s e in tencion es»179 genera una continuidad en la acción que es m antenida p o r u n

«sí mismo» colectivo. In clu so la re la c ió n de p o d e r que se basa en una lu ch a m uestra am bos m om entos es­ tru ctu ra le s. E l ve n ce d o r se c o n tin ú a a sí mismo en los som etidos. A sí es co m o se recupera a sí mismo en el o tro al que ha ve n cid o . D e este m o d o , el p o ­ der le p ro p o rc io n a una c o n tin u id a d de sí mismo.

Considerando aquellos m o m e n to s estructurales del poder, e l m o d e lo de lu c h a y el de consenso ya n o resultan opuestos. Pero n in g u n o de ambos m odelos de p o d e r aparece de fo rm a pura. La lucha, p o r ejem ­ p lo , en el caso de que se produzca entre grupos, presupone u n actuar com ún y resuelto de los m ie m ­ bros de los grupos respectivos. P o r o tro lado, n o hay n in g ú n actuar co m ú n que esté to ta lm e n te lib re de u n actuar p o lé m ic o o estratégico. Ya la p lu ra lid a d de la v o lu n ta d re c o n fig u ra la c o m u n ic a c ió n estra­ tégicam ente.

179. H . A re n d t, V ita activa, op. cit., p. 195.

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U n a vez que H aberm as ha separado lim p ia m e n ­ te e l p o d e r com o «efecto de grupo» d e l actuar co­ m u n ic a tiv o o rie n ta d o al m u tu o e n te n d im ie n to y al acuerdo, trata de in tro d u c ir esto de nuevo en lo p o lític o . La a m p lia c ió n de lo p o lític o , al sum arle el actuar estratégico, debe p ro p o rcio n a rle una «versión realista»180 a la generació n c o m u n ica tiva de p o d e r: E l concepto de lo p o lític o tie n e que hacerse extensivo a la com petencia estratégica p o r el p o d e r p o lític o y a la u tiliz a c ió n del p o d e r en e l sistema p o lític o . La p o lí­ tica n o puede id e n tifica rse exclusivam ente, com o p re ­ tende H annah A re n d t, co n la praxis de aquellos que discuten y se co n cie rta n entre sí para actuar en com ún. Y a la inversa, tam poco es adm isible la te o ría prevale­ cie n te que reduce e l co n ce p to de lo p o lític o a los fe­ nóm enos de com petencia p o r el p o d e r y de re p a rto d e l p o d e r sin hacer ju s tic ia al p e cu lia r fe n ó m e n o de la generación del p o d e r.181

H aberm as p re fe riría que la lu ch a p o r e l p o d e r se in te g ra ra en lo p o lític o , p e ro com o ve lo p o s itiv o d e l p o d e r exclusivam ente en el actuar c o m u n ic a ti­ vo, considera el actuar estratégico y o rie n ta d o al p o d e r de fo rm a p ro b le m á tica co m o fu e n te de una v io le n c ia que re p rim e la c o m u n ic a c ió n :

180. J. Haberm as, Perfilesfilosófico-políticos, op. cit., p. 221. 181. Ib íd .,p . 220.

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Pero n o [. .. ] podem os e x c lu ir del concepto de lo p o ­ lític o el elem ento de la acción estratégica. La vio le n cia ejercida a través de la acción estratégica vamos a enten­ derla com o la capacidad de im p e d ir a otros in d iv id u o s o grupos la percepción de sus intereses. E n este sentido la v io le n c ia ha fig u ra d o siem pre entre los m edios de adquisición del poder p o lític o y de la afirm a ció n de una p o s ic ió n de p o d e r.182

Pero esta v io le n c ia que se ejerce m ediante el actuar estratégico n o es una v io le n c ia p alm aria, sino una v io le n c ia que sabe revestirse in c lu s o de p o d e r le g í­ tim o . H aberm as la llam a una «violencia estructural», que sin lla m a r la a te n c ió n levanta «barreras co m u ­ nicativas»: La vio le n c ia e structural n o se m anifiesta com o v io le n ­ cia, sino más b ie n , sin hacerse n otar, bloquea las com u­ nicaciones en las que se fo rm a n y propagan las co n vic­ ciones generadoras de le g itim a c ió n . [. .. ] [La vio le n cia e stru ctu ra l] puede hacer p lausible cóm o llegan a fo r­ marse convicciones co n las que los sujetos engañan 182.

Ibíd., p. 217 s. La idea abstracta d e l consenso hace que toda

divergencia respecto de é l parezca ser una vio le n cia . E n la década de 1970, Haberm as escribe: «En la m edida en que las norm as expresan intereses generalizables, se basan en u n consenso racional. [...] E n la m edida en que las norm as regulan intereses no generalizables, se basan en la coacción; hablamos entonces de fuerza norm ativa». 0 . Habermas, Problemas de legitimación en el capitalismo tardío, M a d rid , Cátedra, 1999, p. 186).

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sobre sí m ism os y sobre su situación. [. .. ] E n las com u­ nicaciones distorsionadas p o r barreras sistémicas los interesados fo rm a n sus convicciones sin sentirse subje­ tivam ente coaccionados; pero esas convicciones n o son más que ilusiones; y así generan u n p o d e r que cuando se in stitu cio n a liza puede volverse contra los m ism os in ­ teresados.183

La n o c ió n de u n actuar que se o rie n ta de fo rm a exclusiva al acuerdo y al m u tu o e n te n d im ie n to , o de un a c o m u n ic a c ió n in ta c ta y n o distorsionada, hace que toda asim etría social parezca ser una v io ­ le n cia . A la idea abstracta de u n p o d e r que solo se ha generado com unicativam e nte no se le puede dar una «versión realista» a m p liándo la co n la idea igual

de abstracta de una v io le n c ia que parece ir p re n d id a d e l actuar estratégico en cuanto ta l. M u c h o más realista es la idea de una c o m u n ic a c ió n que ya desde

siempre ha sido estratégica. P o r co n sig u ie n te , e l ac­ tu a r estratégico n o sería la fuente de una «violencia», sino u n momento constitutivo del poder, el cual nunca puede ser puram ente c o m u n ic a tiv o o estar o rie n ­ tado puram ente al acuerdo y al m u tu o e n te n d i­ m ie n to . L o ú n ic o que crea una «versión realista» del p o ­ der es la suposición de u n actuar c o m u n ic a tiv o que al m ism o tie m p o es estratégico. Esa «versión realista»

183. J. Haberm as, Perfilesfilosófico-políticos op. d í.,p p . 221.

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conduce a u n concepto fle x ib le d e l poder, el cual asume una c o n fig u ra c ió n d is tin ta en fundón de la

estructura interna de intermediación que tenga el poder. La v io le n c ia solo designa una constelación especial en la que la in te rm e d ia c ió n está reducida a cero.A cau­ sa de esta fa lta de in te rm e d ia c ió n , la v io le n c ia p riv a a los p articipante s de la c o m u n ic a c ió n de toda sensa­

ción de libertad. U n a constelación de p o d e r en la que el som etido al p o d e r consiente plenam ente en que­ dar b ajo el d o m in io d e l o tro , aunque genera una fu e rte asim etría, no es una s itu a ció n de v io le n c ia . A d ife re n c ia de la v io le n c ia , el p o d e r n o e x c lu ­ ye la sensación de lib e rta d . In c lu s o la p ro d u ce in ­ tenciona dam ente para estabilizarse. Las ideologías o narraciones le g itim a d o ra s, que a través de los ca­ nales de c o m u n ic a c ió n dejan fija d a una re la ció n asim étrica, todavía habría que em plazarlas en el n iv e l d e l poder. La v io le n c ia nunca es narrativa. C o n la más m ín im a n a rra c ió n , que después de to d o es u n in te n to de in te rm e d ia ció n , com ienza ya el poder. La p o lític a es más que una lu ch a p o r u n p o d e r m a te ria liza d o en u n b ie n p o r sí m ism o p o s itiv o . E n este sentido, va más allá de la « p o lítica del poder». D e l m ism o m o d o , lo p o lític o n o se agota en e l ac­ tu a r c o n ju n to en cuanto tal. E n u n sentido enfático, la praxis p o lític a es más b ie n la c o n fig u ra c ió n a c ti­ va o la in flu e n c ia sobre u n actuar en co m ú n ,184pero

184. Para Haberm as, resultarían sospechosos todos los in te n -

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ta l c o m u n ic a c ió n o in flu e n c ia n o es n in g u n a co­ m u n ic a c ió n m eram ente o rie n ta d a al acuerdo o el m u tu o e n te n d im ie n to , sino que sirve para im p o n e r intereses o valores. La p o lític a siem pre es política de poder en la m e­ dida en que n o cabe d iso cia r la c o m u n ic a c ió n p o ­ lític a d e l actuar estratégico. U n ser que se o rie n ta m eram ente al acuerdo y al m u tu o e n te n d im ie n to es una abstracción n o solo en u n se n tid o p o lític o , sino ta m b ié n en u n s e n tid o a n tro p o ló g ic o , es más, in c lu s o en u n sentido o n to ló g ic o . N o es e l consen­ so, sino el acuerdo basado en transigencias recíprocas lo que, en cuanto equilibrio de poder, co n s titu y e el ac­ tu a r p o lític o . Compromittere s ig n ifica encom endar la d e cisió n sobre u n asunto a la sentencia de u n á rb itro . Es d ecir, la p o lític a es una praxis del poder y

de la decisión.

tos p o r parte de la d ire cció n p o lític a de a b rir espacios de decisión generando con e llo poder. Secundando a A re n d t, escribe: «Desde la perspectiva de la te o ría de sistemas la generación de p o d er aparece, pues, com o u n problem a que se resuelve con u n refo rza m ie n to de la in flu e n c ia de la d ire cció n p o lític a sobre la vo lu n ta d de la p o b la ció n. Y com o eso sí tiene lu g a r p o r m ed io de la coacción física, de la persuasión o de la m an ip u la ció n , se tra ta ría [. . . ] de u n aum ento de la vio le n c ia , pero no de u n in crem e n to d el p o d er d e l sistema p o lític o . Pues e l p o d er [. . . ] solo puede su rg ir de las estructuras de una co m u n ica ció n sin coacciones; no puede ser generado “ desde a rrib a ” » [ib íd .,p. 220).

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E tica del pod er

E n E l nomos de la tierra, C a rl S c h m itt llam a la aten­ c ió n sobre la fuerza del suelo a la hora de fundam en­ ta r el derecho, sobre el o rig e n «telúrico» del derecho. La «ocupación de la tie rra » sería el paradigm a del proceso legal co n s titu y e n te : fu n d a m e n ta ría «el o r­ den in ic ia l del espacio, el o rig e n de toda ordenació n concreta p o s te rio r y de to d o derecho u lte rio r» .185Es decir, la ocupación del suelo inaugura el ámbito legal

en general, y convie rte p o r p rim e ra vez la tie rra en un lugar. Según S c h m itt, orden es «ubicación».186

185. C . S ch m itt, E l nomos de la tierra, Buenos A ires, S tru h a rt y C ía., 2005, p. 28]. 186. T a m b ié n T illic h constata que el poder depende d e l espacio: «El p o d e río d el ser es e l p o d e r para te n e r u n espacio. D e ahí vie n e n las luchas de todos los grupos sociales p o r e l espacio. Este es el m o tiv o de la trem enda im p o rta n c ia d el espacio g eográfico y de la lu ch a p o r la posesión d el espacio geográfico en todos los grupos de poder» (P .T illic h , «Die Philosophie der Macht», op. d i., p. 229).

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E n De camino al habla, H eidegg er tam bién apun­ ta a una ubicación: E n su o rig e n «lugar» s ig n ifica la p u n ta de la lanza. E n ella to d o converge hacia la pu n ta . E l lu g a r reúne hacia sí a lo suprem o y a lo e x tre m o .1*7

E l lu g a r fu n d a u n orden, u n «nomos»m que p o rta to d o lo que es, enlazándolo y dándole u n p u n to de apoyo y una estancia. H a c ie n d o eso, el lu g a r u bica sin v io le n c ia . L o «congregado» n o se som ete a n in ­ guna co e rc ió n . L o que caracteriza al lu g a r d e l que habla H e id e g g e r es una intensa in te rm e d ia c ió n . E l lu g a r «resplandece a través» de lo congregado e «ilu ­ m in a a través» de ello , o to rg á n d o le p o r p rim e ra vez lo que es propio de él. Si «congrega convocando en sí para lo suprem o y lo extrem o» es porque no o p ri­ m e lo congregado, lo «libera para que campe». R e su lta interesante que H e id e g g e r no siga re­ fle x io n a n d o sobre la m o rfo lo g ía d e l lugar. E l lu g a r sig n ific a la punta de la lanza. La punta s ig n ific a que el lu g a r está centrado. E l lu g a r lo «alcanza» to d o m e­ tié n d o lo en sí mismo. Es decir, está estructurado de fo rm a ipsocéntrica. Adem ás, la p u n ta de la lanza es cualquie r cosa m enos amable. E lla puede irra d ia r v io 187. M . H eidegger, De camino al habla,B arcelona,E diciones del Serbal, 2002, p. 35. 188. Id ., Wegmarken, F ra n kfu rt del M eno, 1967,p. 191 [trad, cast.: H itos, M a d rid , A lian za , 2007].

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lencia y coerción. H eidegg er no tiene en cuenta esta p o s ib ilid a d de represión y d o m in io . S olo percibe la

punta en cuanto a la p o sib ilid a d de una intermediación suprema. Pero si el lu g a r ejerce una in te rm e d ia c ió n m u y pobre, entonces la p u n ta de la lanza se expresa com o c o e rció n y represión. H eidegger no asocia la ubicación con el poder.189 Pero la m o rfo lo g ía d e l p o d e r p e rm ite la p o s ib ilid a d de in te rp re ta r expresam ente la u b ic a c ió n co m o u n a co n te cim ie n to d e l poder. E l lu g a r «congrega en sí

mismo», «alcanza m e tie n d o en sí». Todas las fuerzas convergen en la punta configuran do una continuidad. E l rasgo p rin c ip a l del lu g a r es que tira hacia sí mismo. A lcanzándolo to d o y m e tié n d o lo en sí o congregán­ d olo, co n fig u ra una continuidad ipsocéntrica. E l arrastre hacia sí mismo y la c o n fig u ra c ió n de una c o n tin u id a d hacen de la ubicación u n a co n te cim ie n to d e l poder. A q u e lla «punta de lanza» en la que to d o « c o n flu ­ ye» re m ite a la mismidad de u n lu g a r que se qu ie re a 189.

A u n q u e H eidegger se propone com o o b je tivo «preguntar

m etafíisicam ente p o r e l p o d er en su esencia» (M . H eidegger, D ie Geschichte des Seym, en Gesamtausgabe, vo l. 6 9 , F ra n k fu rt d e l M eno, 1998, p. 66 [tra d , cast.: La historia del ser, Buenos A ires, E l h ilo de A ria d n a , 2011]), solo percibe el p o d e r bajo su fig u ra negativa de las «maquinaciones». N o le reconoce ninguna positividad.A sí se le opone «quien n o ha m enester poder» (íbíd., p. 70). P o r consiguiente, aquel momos», que sin ser una «hechura de la razón humana» p ro p o rcio n a la «experiencia de lo conservable», e l «apoyo para toda conducta» (M . H eidegger, Wegmarken, op. d t, p. 191), no necesitaría n in g ú n poder. H eid e g g er no alcanza a ve r la relación entre congregación, logos y poder.

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sí mismo. T am bién D e rrid a se da cuenta de que la n o c ió n de m ism idad y la de p o d e r van ju n ta s : «La n o c ió n de fuerza (kratos),h. de p o d e r y la de d o m in io están contenidas analíticam ente en el concepto de m ism idad».190 E n esta m ism idad se basa ta m b ié n la soberanía de u n lu g a r p o lític o . La propiedad, la casa

(oikos) o el capital ta m b ié n presuponen la m ism idad del lugar. P o r consiguiente, to d a c o n fig u ra c ió n de p o d e r es ipsocéntrica. E l proceso de g lo b a liza ció n hace que la v in c u ­ la c ió n te rrito ria l del p o d e r sea más laxa. F o rm a cio ­ nes de p o d e r transnacionales, que aparecen com o «cuasi-estados»,191 no están vinculadas a n in g ú n te ­ r r ito r io d eterm inad o. N o son telúricas. Para la fo r­ m a c ió n o la a m p lia c ió n d e l p o d e r n o se necesita aquí una «ocupación de tie rra » en sentido clásico. Pero la g lo b a liza ció n no conculca del to d o la ló g ica de la u b ica ció n . A l fin y al cabo, la u b ic a c ió n sig n i­ fica la p ro d u c c ió n de u n espacio organizado ipsocéntrica m e n te , que to d o lo alcanza m e tié n d o lo y co n ­ gregándolo en sí mismo. Las form aciones de p o d e r transnacionales se han fugado de la «jaula d e l ju e g o del p o d e r organizado te rrito ria lm e n te y en fo rm a de Estados nacionales», pero n o están desubicadas. O cu p a n unos espacios nuevos que, sin em bargo, no 190. J. D e rrid a , Schurken. Zw ei Essays über die Vernunft, F ra n kfu rt d el M e n o , 2003, p. 36. 191. U . B eck, M acht und Gegenmacht im globalen Zeitalter, op. dt., p. 104.

ISO

están vinculado s a n in g ú n te rrito rio naciona l. E n

«ninguna parte» no se puede establecer n in g ú n poder. C o m o consecuencia de la g lo b a liz a c ió n ,lo que apa­ rece en el h o riz o n te es sobre to d o el m o v im ie n to de d e s te rrito ria liz a c ió n . Pero la g lo b a liza ció n gene­ ra diversas form as de reubicación. E n eso consiste su dialéctica. E l a c o n te c im ie n to d e l p o d e r es una ubicación ta n to en el espacio te rrito ria l com o en el «espacio d ig ita l» .192 Si en la época global el espacio se abre sobre to d o digitalmente,h. u b ic a c ió n ta m b ié n sucede d ig i­ talm ente. Para la fo rm a c ió n y la a m p lia c ió n del p o ­ de r sería necesaria entonces una ocupación digital de

suelo, una ganancia digital de espacio. E n re la c ió n con la ló g ic a del poder, n o hay nin g u n a dife re n cia esen­ c ia l entre la ubicación terrena y la ubicación digital.193 192. C f. ihíd., p. 96: «Es sobre to d o la econom ía la que ha desarrollado u n “ m etapoder” sem ejante, escapándose de la ja u la del ju e g o de p o d e r organizado te rrito ria lm e n te y en fo rm a de Estados nacionales y habiendo conquistado para sí nuevas estrategias de poder en e l espacio d ig ita l fren te a los Estados arraigados te rrito ria lm e n te » . 193. E l m ercado m u n d ia l g lo b a l no es como ta l una fo rm a ció n de poder, n i siquiera una fo rm a ció n difusa. Se dispersa en una m u ltip lic id a d de form aciones de poder económ icas o políticas, lo cual im p o sib ilita la config ura ció n de una fo rm a ció n de poder que abarque varios ám bitos. U n poder totalmente difuso deja de ser ta l poder. A l fin y al cabo, una dispersión to ta l hace desaparecer toda in te n cio n a lid a d ip so cé n trica , la cual sería necesaria para e l establecim iento de un poder. B eck, p o r el co n tra rio , hipostasia la econom ía m u n d ia l global c o n v irtié n d o la en u n «poder difuso, que es difuso p orque — según B eck— se trata de u n p o d e r a nónim o sin centro, sin im p u ta b ilid a d y sin una clara estructura de responsabilidad» (U . B eck, M acht und

ISI

A q u í tie n e e l p o d e r q u ie n conquista o d o m in a el espacio d ig ita l.T a m b ié n el mercado es u n espacio que hay que o cu p a r con una apropiación económica del

suelo. Se lu c h a p o r cuotas de m ercado com o si fu e ­ ran espacios. A u n q u e el m ercado g lo b a l ya n o tie n e n in g u n a v in c u la c ió n telúrica, n o vu e lve superflua la u b ica ció n .T a m b ié n aquí se trata de posicionarse, de ubicarse a sí mismo.Y «fusionar» o «absorber» n o se d is tin g u e n esencialm ente de ocupaciones de suelo: am plían el poder. La p re g u n ta acerca de una etizadón del poder se plantea en vista de la e stru ctu ra de congrega ción que tie n e e l poder. E l p o d e r es cen tra liza d o r. T odo lo congrega en sí mismo y en algo único. Si su arrastre hacia lo u n o lo pone co m o algo absoluto, entonces lo que queda a su lado o lo m ú ltip le solo se percibe com o a q u e llo que hay que suprimir. C uando eso su­ cede, los espacios que se sustraen a lo u n o o que se le oponen se los desubica c o n v irtié n d o lo s en espacios m arginales o se los desvaloriza. La pre g u n ta es si al p o d e r en cuanto tal le es in h e re n te la fuerza e in c lu ­ so la am a b ilid a d de v o lv e r a ubicar los lugares m a r­ ginales.*194 E l p o d e r dispone, sin duda, de la capaci-

Gegenmacht, op. á t.,p. 103). P or el co n tra rio , una empresa transnacional representa una fo rm a ció n de poder. Su organización descentralizada no sig n ifica una d ifu sió n estru ctu ral, se trata más b ie n de un esparcim iento estratégico. U n a o rganización descentralizada incluso puede engendrar más p o d er que una o rg a n iza ció n centralista. 194. Sobre to d o e l lu g a r to ta lita rio produce esos espacios m ar-

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dad de la in te rm e d ia c ió n . Básicam ente, n o excluye la lib e rta d . Pero la in te rm e d ia c ió n propia del poder tie n e u n lím ite . E l p o d e r es ipsocéntrico. A l poder, en cuanto ta l, le es in h e re n te la m ism idad. T odo lu g a r p o lític o o e c o n ó m ic o tie n d e hacia sí mismo y se a firm a a sí

mismo. La v o lu n ta d de sí mismo siem pre está co n te ­ n id a en el co ncepto de poder. S in esta tenden cia ip so cé n trica n o surge n in g u n a fo rm a c ió n de poder. Precisam ente aquella «punta de lanza» re m ite a esta m ism id a d que es in m a n e n te a toda fo rm a c ió n de poder. E l carácter abso lu to d e l p o d e r consiste en una

inmunidad absoluta, en una absoluta in v u ln e ra b ili­ dad d e l sí mismo. D e rrid a asocia la e tiz a c ió n d e l p o d e r co n una cie rta «autoinm unidad»,195 que c o n -

ginales que no tie n e n p e rm itid o presentarse com o tales y que no se reconocen com o parte del lugar. A sí, los «campos de concentración» son lugares m arginales. Pero cuando A gam ben p ro m o cio n a los «campos de concentración» co n virtié n d o lo s en la «m atriz o cu lta de la p o lític a en la que nosotros seguim os v iv ie n d o hoy» (G . A gam ben, Hom o sacer, op. d t., p. 185), está declarando de fo rm a p ro b le m á tica al lu g a r m a rg in a l un fu n da m e n to d el lugar, C ie rtam e n te , e l lu g a r puede generar u n lu g a r m a rg in a l, pero n o se basa en él. U n lu g a r co n u n elevado grado de m e d ia ció n n o resulta desubicante. D e este m odo, e l homo liber, que quizá es e l h om bre venidero, no presupone necesariam ente e l homo sacer, e l cual sería u n m o ra d o r carente de derechos d el lu g a r m arg in a l. Pero la p o s ib ilid a d d el lu g a r m arg in a l hace que vu e lva a su rg ir la pre g u n ta p o r una etización d el lu g a r, es d e cir, d e l poder. 195. J. D e rrid a , Schurken, op. d t., p. 206.

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d u c iría a u n d e b ilita m ie n to de la m ism id a d . U n a a u to in m u n id a d debe engendrar una apertura para aquella «alteridad» «de la que n o puede v o lv e r a apropiarse la m ism id a d de u n p o d e r soberano y de u n saber calculable».196Pero la versión del po d e r con «autoinm unidad» planteada p o r D e rrid a n o deja de ser p ro b le m á tica . Después de to d o , si ella c o n d u ­ je ra a la a u to d e s tru c c ió n to ta l, sería u n m a l abso­ lu to . Im p lic a ría una a n o m ia , una anarquía, una d is o lu c ió n to ta l d e l lu g a r o de la casa (oikos). Sin

casa n o hay h o s p ita lid a d . S in em bargo, la e tiz a c ió n d e l p o d e r e xige que el lu g a r trascienda su te n d e n ­ cia ip s o c é n tric a , que b rin d e espacios n o solo a lo

uno, sin o ta m b ié n a lo m últiple y a lo marginal, que conceda estancias, que se vea c o n m o v id o p o r una a m a b ilid a d o rig in a l que detenga esta te n d e n cia , esta v o lu n ta d de sí mismo, es más, que reprima esta ten d e n cia . D e la a m a b ilidad em ana u n m o v im ie n ­ to d is tin to que d e l poder. A l p o d e r en cuanto ta l le fa lta la a p e rtu ra para la a lte rid a d . P ropende a la re p e tic ió n de sí mismo y de lo m ism o.Tam bién al ca­ p ita l (que co m o e l lu g a r discu rre hacia el v é rtic e )197 le es in h e re n te la tenden cia a reiterarse y a agran­ darse a sí mismo. E n F o u ca u lt ta m b ié n se encuentran plantea­ m ie n to s para una ética d e l poder. E n la década de 196. Ib id .,p. 198. 197. «C apital»,igual que «cabo», «capitán» o «capitolio»,procede de la palabra la tin a caput, que sig n ifica «punta», «vértice» o «cabeza».

154

1980 defiende u n concepto de poder dom inado p o r la idea de lib e rta d . R ea ccio n a así cuando se lo co n ­ fro n ta co n esta cuestión: «Por todas partes usted no ve más que poder, así que n o hay espacio para la l i ­ bertad». Foucault responde: «Si en to d o cam po social hay relaciones de poder, eso se debe a que en todas partes hay lib e rta d » .198 F o u ca u lt trata de d iso cia r la re la c ió n de p o d e r de las relaciones de d o m in io y de co e rc ió n , v in c u lá n d o la estrecham ente co n la lib e r­ tad. Según esta conce p ció n , la re la ció n de p o d e r no presupone la lib e rta d solo p o rq u e surja m ediante la

198.

M . F oucault, Freiheit und Selbstsorge, op. c it.,p . 20. Pero hay

que constatar que los análisis d e l p o d er que hace F ou ca u lt están dom inados en am plia m edida p o r e l m od e lo de lu ch a : «Resulta claro que to d o lo que he hecho en el curso de los ú ltim o s años p a rtía d el m od e lo de lu ch a y opresión, y tam b ié n hasta ahora he tratado de aplicarlo.T enía m otivo s para repensar este m od e lo , ta n to po rq u e en toda una serie de pun to s todavía no ha sido elaborado de fo rm a su ficie n te, com o ta m b ié n porque creo que ju stam ente los dos conceptos de opresión y guerra hay que m o d ifica rlo s considerablem ente, si es que no in clu so abandonarlos. E n cu a lq u ie r caso, creo que hay que re fle xio n a r con más p recisión sobre ellos. [...] La necesidad de re fle xio n a r más enérgicam ente sobre e l concepto de o p resión surge de que tengo la im p re sió n de que, p o r m ucho que h o y se suela em plearlo para d e scrib ir los m ecanism os y los efectos de poder, resulta d el to d o in su ficie n te para su análisis» (M . F ou ca u lt, Dispositive der M acht, p. 74). A pesar de su escepticism o hacia e l m od e lo de lu ch a -o p re sió n , en la década de 1970 F oucault no h iz o e l in te n to de elevar la lib e rta d a rasgo esencial d el poder. A q u e lla p ro d u ctivid a d d el poder, de la cual se hablaba en V ig ilar y castigar, deja que vuelva a irse a p iq u e en la «acérrim a lu ch a de todos co n tra todos». La ú ltim a frase de V ig ilar y castigar no te rm in a con u n b a rru n to de la lib e rta d , sino co n e l «estruendo de la batalla».

ISS

represión de la lib e rta d d e l o tro que estaba dada previam ente , sino que, más b ie n , la lib e rta d repre­ senta u n elem ento im p o rta n te , es más, u n elem ento que sustenta la p ro p ia re la ció n de poder. P or consi­ guiente, el p o d e r solo se ejerce sobre «sujetos libres». Y estos tie n e n que seguir siendo libres para que siga e xistie n d o la re la ció n de p o d e r: C uando las determ inaciones están saciadas n o existe n in g u n a re la ció n de p o d e r. La esclavitud n o es una re la ció n de p o d e r cuando e l h o m b re está encadenado (entonces se trata de una re la ció n de co e rció n física), sino solo cuando puede m overse y, en el caso lím ite , evadirse. Es decir, el p o d e r y la lib e rta d no guardan una re lación de exclusión (en el sentido de que siem pre que se ejerce poder, desaparece la lib e rta d ), sino que están d e n tro de u n ju e g o m u ch o más co m p le jo : en este ju e ­ go, la lib e rta d aparece com o la c o n d ic ió n e xistencial d e l p o d e r.1"

E l argum ento de F o u ca u lt n o es aquí d e l to d o es­ tric to . La esclavitud es una rela ció n de p o d e r aunque el esclavo esté encadenado: siem pre tie n e la p o s ib i­ lid a d de d e c ir «no», es decir, in clu so ante la amenaza de m u e rte puede negarse a obedecer al señor. D e esta m anera, aun el esclavo encadenado es lib re , pues 199.

M . F oucault, «Das S u b je kt u n d d ie M acht», en M ichel

Foucault.Jenseits von Strukturalismus und Herm eneutik,VJeinheim , 1994, PP- 2 55 s.

156

siem pre tiene la elección entre la m uerte y la obedien­ cia. L o que co n vie rte la esclavitud en una re la ció n de p o d e r n o es la p o s ib ilid a d de m o v im ie n to o de escapatoria, sino el «sí». P o r el c o n tra rio , e l señor pie rd e el p o d e r en el m o m e n to en que el esclavo le niega toda obediencia. E n e llo resulta irre le va n te si el esclavo está encadenado o si tiene la p o s ib ilid a d de escapar. U n a m ín im a lib e rta d , que aquí es la p o ­ s ib ilid a d de d e c ir «sí» o «no», es el presupuesto de la re la ció n de poder. Pero n o le g itim a para suponer que el p o d e r es u n «juego». A d ife re n c ia de la p u ra v io le n c ia , que n o p e r­ m itiría n in g ú n a se n tim ie n to n i n in g u n a negativa, es d e c ir, n in g u n a elección, c o n v irtie n d o al o tro en una cosa200 absolutam ente pasiva, la re la ció n de p o ­ d e r e n c ie rra la p o s ib ilid a d de la resistencia. La ne­ gativa es una fo rm a de la resistencia. In c lu s o el s ú b d ito que con una d e cisió n libre obedece abso­ lu ta m e n te al soberano tie n e básicamente la p o s ib i-

200.

C f. M . F oucault, «Das S u b je kt u nd die M acht», op. d t.,

p. 254: «Una relación de vio le n c ia repercute sobre u n cuerpo, repercute sobre cosas: fuerza, tuerce, rom pe, destruye, excluye todas las posibilidades y no le queda o tro p o lo opuesto que e l de la pasividad. Y si topa con una resistencia, no tie n e o tra o p ció n que vencerla. P or e l c o n tra rio , una relación de p o d e r se erige sobre dos elem entos, sin los cuales n o se produce nin g u na relación de poder, de m odo que el “ o tro ” (sobre q u ie n repercute e l poder) se reconoce y se m antiene com o sujeto de la acción hasta e l fin a l; y frente a la relación de poder se abre to d o u n cam po de posibles respuestas, reacciones, efectos, invenciones».

157

lid a d de resistirse. Pero el p o d e r es m á x im o cuando al soberano n o se le e n fre n ta n in g u n a resistencia. N o solo en el caso de la v io le n c ia ilim ita d a , sino ta m b ié n en el d e l p o d e r ilim ita d o n o se p ro d u ce n in g u n a resistencia. A sí pues, puede haber u na re ­ la c ió n de p o d e r sin resistencia. C o m o es evid e n te , F o u ca u lt no advie rte esta constelación. É l se o rie n ­ ta sig u ie n d o el p a radigm a de la lucha. E sto asum e la fo rm a de u na com petencia: Pues si resulta que es c ie rto que en el nú cle o de las relaciones de poder, y com o su perm anente c o n d ic ió n existe n cial, se produce la in d ig n a c ió n y las libertades reticentes, entonces n o hay relaciones de p o d e r sin resistencia, sin escapatoria n i h u id a , sin una eventual re ve rsió n .201

Según la nueva c o n c e p c ió n de F o u ca u lt, es in h e ­ re n te al p o d e r u n m o m e n to lú d ic o que ju s ta m e n ­ te queda bloqu e a d o c o n e l d o m in io , pues este no p e rm ite n in g u n a a pertura, n in g u n a «reversibilidad d e l m o v im ie n to » . Este co n ce p to de d o m in io no deja de ser p ro b le m á tico . N o se puede co n tra p o n e r e stricta m e n te el d o m in io a la re la c ió n de poder. E l estado de d o m in io es u n estado en el que la re la ció n de p o d e r alcanza una e stabilida d. Adem ás, la aper­

tura p ro p ia d e l juego n o es u n rasgo esencial d e l 201.

158

Ibíd., p.259.

p o d e r. E l p o d e r propende justamente a reducir la aper­

tura. Es posible que el miedo a la apertura y a la ines­ ta b ilid a d alim e n te el deseo de más poder. E l p o d e r busca consolidarse, estabilizarse, e x tirp a n d o in te rs ­ tic io s o espacios abiertos de im p re v is ib ilid a d . Los espacios de p o d e r son espacios estratégicos. Pero la apertura estratégica n o es id é n tic a a aquella placen­ tera ape rtu ra o in c e rtid u m b re que es in h e re n te al ju e g o . C uando F oucault define el po d e r com o u n ju e ­ go «abierto», o cuando exige con énfasis «prácticas de libertad», está fo rm u la n d o u n concepto de p o d e r

en el que ya se contiene una cierta crítica al poder. E l p o d e r co m o «juego estratégico abierto», dice F o u ­ ca u lt, n o es «lo que usualm ente se llam a poder».202 Su nueva co n ce p ció n de p o d e r surge de u n ethos de

la libertad. Se trata de darse las reglas de ju e g o , las técnicas de d ire c c ió n y ta m b ié n la m o ra l, e l ethos, la praxis d e l «sí m ism o» que p e rm ite n ju g a r d e n tro de los ju egos de p o d e r co n la m ín im a a p lica ció n d e l d o m in io .203

Es d e cir, u n ethos de la lib e rta d vela para que el p o ­ d e r n o se anquilose c o n v irtié n d o s e en d o m in io y para que siga siendo u n ju e g o a bierto.

202. M . F oucault, Freiheit und Selhstsorge, op. d t., p. 26. 203. Ib id ., p. 25.

159

D esde el p u n to de vista de la ló g ic a d e l p o d e r no cabe d is c u tir que la re la c ió n de p o d e r presupo­ ne u n m ín im o de lib e rta d . N o hay n ingun a rela ció n de p o d e r co n una cosa pasiva, de la cual n o se o b ­ tie n e n in g u n a resistencia. F o u c a u lt em plea e l co n ­ cepto de «libertad» con u n se n tid o enfá tico . La l i ­ b e rta d , que él v in c u la c o n el a c o n te c im ie n to del poder, va m u ch o más allá de aquel m ín im o que exige la ló g ic a del poder. F o u ca u lt asocia el aconte­ c im ie n to del p o d e r con una «praxis de la libertad» que presupone «liberarse» de una «m oral coer­ citiva».204 Esa transición tácita que hace F oucault de la

libertad como presupuesto estructural de la relación de po­ der a una ética de la libertad evidencia una im p re cisió n argum entativa. F o u ca u lt transform a tácitam ente la lib e rta d co m o elem ento e stru ctu ra l de la re la ció n de p o d e r en una cualidad ética. Pero esta no es in h e ­ rente al p o d e r en cuanto ta l. E n este paso tan frá g il de la ló g ic a d e l p o d e r a la ética d e l poder, F o u ca u lt in tro d u c e una dife re n cia entre p o d e r y d o m in io . La co n ce p ció n de F o u c a u lt del poder, que se basa en «prácticas de lib e rta d » ,205 es dem asiado am ­ bigua. Es e vidente que F o u ca u lt trata de ju n ta r el p o d e r co n la lib e rta d . Pero a d ife re n cia de H egel, q u ie n co n su idea del «poder libre» se o rie n ta en fu n c ió n de la in te rm e d ia c ió n y la re c o n c ilia c ió n ,

204. 205.

160

Ibid.,p. i i . Ibíd.

F o u ca u lt concibe el a co n te cim ie n to del p o d e r en am plia m edida com o u n a co n te cim ie n to de lucha. S in em bargo, lo transform a o lo atenúa c o n v irtié n ­ d o lo en una com petencia abierta a la que le fa lta el

vértice del dominio. C o n e llo m antiene el p o d e r en una suspensión lúdica. Esta concepción del p o d e r es m u y a rtificiosa, y se aleja del acontecim ien to real del poder. E n la década de 1980, al pensam iento de F ou­ ca u lt lo d om ina la idea de lib e rta d .T a m b ié n su nue­ va co n ce p ció n del p o d e r resulta afectada p o r este énfasis en la lib e rta d . Según F oucault, la ética es una «praxis de libertad». La lib e rta d es la « co n d ició n o n to ló g ic a de la ética».206 E n ello, Foucault se está re m i­ tie n d o a la praxis antigua del «cuidado de sí m ism o», que se supone que buscaba «liberarse de aque llo de lo que dependem os, que n o dom inam os, que no controlam os», para «establecer una a u to rre fe re n cia cohesionada y com pleta consigo m ism o»,207 es decir, ser dueño de sí. Este «cuidado de sí m ism o», que es lo que im p o rta para la lib e rta d , im p lic a la preocupa­ c ió n p o r el uso c o rre cto d e l poder. Según esta ética, el abuso del p o d e r resulta de que u n o se ha v u e lto «esclavo de sus placeres». E l abuso del p o d e r conlleva la p érdida de lib e r­ tad, la «esclavización de sí p o r sí»: «La a c titu d d e l in -

206.

Ibíd., p.

207.

Ib íd .,p .4 8 .

12.

161

d iv id u o respecto de sí m ism o, la fo rm a en que ase­ gura su p ro p ia lib e rta d respecto de sus deseos, la fo rm a de soberanía que ejerce sobre sí son u n ele­ m e n to c o n s titu tiv o de fe lic id a d y del buen orden de la ciudad».208 P artiendo del pensam iento g re c o rro ­ m ano, F o u ca u lt asocia la praxis del «cuidado de sí m ism o» co n la capacidad de alcanzar u n tra to co­ rre c to con el poder. P or eso, el «peligro de d o m in a r a otros y de ejercer u n p o d e r tirá n ic o sobre ellos» procede de que «uno no se ha ocupado de sí m ism o y se ha c o n v e rtid o en esclavo de sus apetitos».209Así pues, se trata de «escaparse d e l c írc u lo que discurre entre la autoridad despótica (sobre los otros) y el alma tiranizada (p o r sus apetitos)».E l « p rin c ip io regulador in te rn o » del e je rc ic io p o lític o del p o d e r es la «auto­ rid a d com pleta sobre sí m ism o». F o ucault cita a Pla­ tó n : «El h o m b re de tem ple más real reina sobre sí m ism o (basilíkos, basileyón heaytou)».210 L o que aquí resulta prob le m á tico es suponer una c o n e x ió n entre el e je rc ic io de u n p o d e r tirá n ic o y el alm a tiranizada p o r sus apetitos. E l perfecto a uto­ d o m in io o la «autoridad sobre sí» n o excluye el d o ­ m in io p o r m e d io de la vio le n cia . Adem ás, la preocu­ pación p o r sí m ism o puede disociarse totalm ente de la p re o cu p a ció n p o r los demás. E l lazo de fin a lid a d 208. M . Foucault, H istoria de la sexualidad 2. E l uso de los placeres, M a d rid , Siglo X X I, 2006, p. 77. 209. Id ., Freiheit und Selbstsorge, op. cit.,p . 16. 210. Id .,H isto ria de la sexualidad 2, op. c it.,p .-jp .

162

entre e l «cuidado de sí m ism o» y la pre o cu p a ció n p o r los demás solo se entabla m ediante el cálculo de que el b ie n de los demás sirve en ú ltim o té rm in o para el b ie n pro p io . M ás allá de la circu la rid a d de esta econom ía de inte rca m b io , la ética del «sí m ism o» no puede in c lu ir a los demás en el h o riz o n te del «sí m ism o». Adem ás, hay que d is tin g u ir entre el p o d e r y la vio le n c ia . E l «poder tirá n ico » en realidad es v io ­ le n cia . N o es capaz de intermediar. P or e l c o n tra rio , el p o d e r tendrá que inclu ir a los demás para instalar­ se en su alma y hacerse resistente a toda prueba. La p re o cu p a ció n p o r la intermediación es in h e re n te al poder. E l p o d e r nunca es ciego. P or el c o n tra rio , la tira n ía , que es ciega a la in te rm e d ia c ió n , desestabili­ za el poder. E n F o u ca u lt, el «cuidado de sí m ism o» se eleva a p rin c ip io é tico , aunque se le reconoce una p r io ­ rid a d sobre la p re o cu p a ció n p o r los demás: N o hay que anteponer la preocupación p o r otros al «cuidado de sí m ismo»; considerándolo éticam ente, el «cuidado de sí mismo» viene prim ero, igu al que ontológicam ente es la autorreferencia la que ocupa el p rim e r lug ar.211

¿Hay que p a rtir entonces sin más de una c o n tin u i­ dad entre la ética y la ontología? ¿La diferencia entre

211. M . Foucault, Freiheit und Selbstsorge, op. d t., p. 15.

163

la ética y la o n to lo g ía no consiste justam ente en que en la ética lo que está en cuestión es la p rio rid a d o n to ló g ic a de la autorreferencia? ¿N o es in h e re n te a lo ético, en sentido enfático, p o n e r en cuestión aquella o n to lo g ía que asigna el p rim e r puesto a la referencia a sí m ism o? La ética d e l p o d e r de F o u c a u lt se basa en una ética d e l «cuidado de sí m ism o». O rie n tá n d o se en fu n c ió n d e l «sí m ism o», n o es capaz de franquear aquellos espacios que rebasan la in te n c io n a lid a d del poder, que consiste en el regreso a sí mismo.212A l fin y al cabo, e l p o d e r m ism o es u n fe n ó m e n o d e l «sí m ism o» o de la s u b je tivid a d . La ética del p o d e r de F o u ca u lt n o se abre a lo distinto del poder, que gene­ raría una c o n tra p a rtid a al regreso a sí mismo. Tam ­ poco puede generar aquella am abilidad que p e rm i­ tiría ve r ju sta m e n te aque llo que n o aparece d e n tro de la economía d e l «cuidado de sí m ism o». R e su lta interesante que F o u c a u lt se atenga al paradigm a de la autoposesión. Se siente en deuda, es evidente, con esa c u ltu ra europea «que una y otra vez in te n ta el re s ta b le c im ie n to de una ética y una estética d e l “ sí m is m o ” ».213 E n esta lín e a de tra d i­ c ió n F o u ca u lt sitúa, además de a M o n ta ig n e , a B a u 212. C uando Foucault define el p o d er com o el in te n to de determ inar la conducta del o tro — lo cual n o significa otra cosa que recuperarse a sí mismo en el otro o regresar a sí mismo en el o tro — , después de to d o está reconociendo el carácter ipsocéntrico del poder. 213. M . Foucault, Freiheit und Selbstsorge, op. d t., p. 54.

164

dela ire y a S chopenhauer, ta m b ié n a N ie tzsch e . La filo s o fía d e l p o d e r de N ie tzsch e co n tie n e rasgos de una ética y de una estética d e l «sí m ism o». Pero al m ism o tie m p o desarrolla una d in á m ica o una d ia ­ lé c tic a que conduce al p o d e r más allá de sí m ism o. N ie tzsch e exige que hay que lle g a r al e xtre m o de ser honesto in c lu s o en d e trim e n to de sí m ism o. La v id a es «esencialmente a p ro p ia ció n , v u ln e ra c ió n , s o m e tim ie n to d e l o tro y d e l más d é b il, opresión, aspereza, im p o s ic ió n de form as propias, a n e x ió n y, cuando m enos y en el caso más tenue, e x p lo ­ tació n » .214 La e x p lo ta c ió n n o se encuadra «en una sociedad c o rru p ta o im p e rfe c ta y p rim itiv a » , sino que, siendo una « fu n c ió n orgánica fundam ental», corresponde a la «esencia de lo vivo». La e xp lo ta ció n es una «consecuencia de la auténtica v o lu n ta d de poder, que es justa m e n te la v o lu n ta d de vida».T odo cu e rp o v iv o quiere «crecer para extenderse y atraer hacia sí, para ganar preponderancia», en c o n cre to «no a causa de alguna m o ra lid a d o de alguna in m o ­ ra lid a d , sino p o rq u e vive, y p o rq u e la v id a es, ju s ta ­ m ente, v o lu n ta d de poder». E je rc e r p o d e r s ig n ific a im ponerse a sí mismo a o tro ; en c ie rto sentido, crecer p o r encim a d e l o tro , p re d o m in a r sobre el o tro , es decir, continuarse a sí mismo en el o tro o te n d e r una c o n tin u id a d , una con­ tinuación de sí mismo a lo la rg o del o tro . D e l p o d e r es

214. F. Nietzsche,Jenseits von G u t und Böse, k s a 5, pp. 207 s.

16 5

p ro p io u n quererse a sí mismo. P o r sí m ism o, el p o ­ d e r n o p o d ría generar n in g ú n m o v im ie n to c o n ­ tra rio a esta in te n c io n a lid a d del quererse a sí mismo n i n in g ú n volverse hacia el o tro que al m ism o tie m ­ po n o fu e ra u n regreso a sí mismo, es d e cir, n o p o ­ dría generar n in g u n a p re o cu p a ció n p o r e l o tro que fu e ra más allá de la p re o c u p a c ió n p o r sí mismo. E l p o d e r está sujeto a esta constante referencia a sí m is­ m o y d is fru te de sí m ism o, a este constante regreso a sí m ism o: Conquistando prim ero y dom inando (organizando) después, el sentim iento de poder regula lo superado para conservarse a sí mismo, conservando para ello lo superado mismo.215

N ie tzsch e n o reserva el p o d e r de fo rm a exclusiva al c o m p o rta m ie n to hum ano. M ás b ie n , el p o d e r es elevado a p rin c ip io de lo v iv o en general. Los seres unicelulares tie n d e n al p o d e r: Tomemos el caso más sencillo, el de la n u tric ió n p ri­ m itiva: el protoplasm a extiende sus pseudópodos para buscar algo que se le resista, y no lo hace p o r hambre, sino p o r voluntad de poder.216

215. 216.

166

Id., Nachgelassene Fragmente 1880-1882,k s a 9, p. 550. Id., Nachgelassene Fragmente 1887-1889, ksa i3,p.3óo.

T am bién la verdad es interpretad a com o u n aconte­ c im ie n to del poder: ella es una ó ptica que el pode­ roso in c o rp o ra com o la suya pro p ia a los demás para continuarse a sí m ism o con ella. Es u n m e d io de do­ m in io . Tam bién lo b e llo obedece a la econom ía del poder: D esarrollo sin escrúpulos de las formas: las más bellas son solo las más fuertes, se asientan com o las v ic to rio ­ sas regocijándose de su tip o y procreándose.217

E l p o d e r asegura la c o n tin u a c ió n de u n tip o , gene­ ra n d o co n e llo una c o n tin u id a d . T a m b ié n el filó ­ sofo tie n d e a p ro lo n g a r la ó p tic a p ro p ia para con e llo continuarse a sí mismo. N ietzsche in te rp re ta así la fe de P la tó n «de que in c lu s o la filo s o fía es una fo rm a de sublim e im p u lso sexual y engendrador».218 «Conquista», «explotación» o «vulneración» fo r­ m an parte, p o r lo ta n to , de la «esencia de lo vivo». R e fle ja n la v o lu n ta d de poder, la cual da a lie n to a la vid a .T o d o ser v iv o qu ie re crecer para extenderse en to rn o de sí y para atraer hacia sí. E n vista de esta v o lu n ta d de p o d e r universal y o m n ip o te n te se plan­ tea la d ifíc il preg u n ta sobre de dónde vie n e , pues, aquella «aversión hacia lo dem asiado vivo» p o r la que se caracteriza la «tranquilidad del alm a fuerte».219 217. íd .. Nachgelassene Fragmente 1884-1885, ksa 11, p. 700. 218. Íbíd. 219. F.Nietzsche, Nachgelassene Fragmente 1885-1887, ksa i2,p.290.

167

E v id e n te m e n te , N ietzsche n o deja que e l p o d e r se agote en la fo rm a negativa de la e x p lo ta c ió n o de la opresión. M ás b ie n lo m ezcla co n otras cualidades que alteran su carácter de fo rm a ra d ica l. H abla de la «justicia» co m o la « fu n ció n de u n p o d e r cuya m irada alcanza m u y lejos en to rn o de sí».220E l poder e x p lo ta d o r o represivo ta m b ié n puede m ira r m u y lejos en to rn o de sí, pero m ientras siga siendo ip s o c é n tric o , la am p lia m irada en to rn o , en ú ltim o té r­ m in o , solo le vale al «sí m ism o»: si se echa u n vista ­ zo a la le janía es solo para a m p lia r el c írc u lo del «sí m ism o». E l poder solo puede m irar más allá en aras de la lejanía, y en aras de las cosas que habitan en esta leja­ nía, si se ve conmovido por algo que no es poder y que no gira en torno al «sí mismo». La ju s tic ia , con su «elevada y clara o b je tiv id a d que es tan p ro fu n d a com o de tie rn a m irada»,221 no es u n m ero efecto del poder. Su «ojo solícito»,222 que tam bién se vuelve a lo m enudo y a lo fugaz, n o es el o jo del poder. E l p o d e r no co­ noce aquella «tiernísima em oción»223 de una am abi­ lid a d de tie rn a m irada. L o ú n ic o que s e rviría para que el p o d e r o b tu v ie ra una m irada am plia, larga y am able sería una cualidad extrínseca, que n o cabría im putársela al poder.

220. Id..Nachgelassene Fragmente i 884-i 88j , hsa I i, p . i8 8 . 221. Id ., Z u r Genealogie der M oral, ksa 5, p. 31o . 222. Id ., Menschliches,Allzumenschliches 1 und ii, k s a 2, p. 361 [trad. cast.:Humano, demasiado humano,M a d rid ,E d a f, 1980]. 223. Id ., Nachgelassene Fragmente 1880-1882, ksa 9, p. 211.

168

Si se m ira b ie n , la ju s tic ia genera u n m o v im ie n ­ to que es opuesto a la estructura de congregación del poder. A l p o d e r le es in h e re n te el arrastre hacia lo uno. N o irra d ia ninguna am abilidad hacia lo m ú ltip le , lo p lu ra l, lo variado, lo m a rg in a l o lo que se aparta del ru m b o . P or el c o n tra rio , la ju s tic ia quiere «darle a cada u n o lo suyo, ya sea algo v iv o o m u e rto , real o pensado».224 Es decir, la ju s tic ia no es n i ip socéntrica n i centralizadora. N ietzsche la designa además com o una «enem iga de las convicciones». E l ju s to escucha más a las cosas que a sí mismo. P re scin d ir de la con­ v ic c ió n es, al m ism o tie m p o , p re scin d ir de sí mismo. Es decir, se trata de escuchar más o de ve r más a favor de las cosas y yendo más allá de esa c o n v ic c ió n m o ­ m entánea a la que siem pre le es in h e re n te u n estar convencido de sí m ism o. E l ju s to se reserva su ju ic io , que siempre llega demasiado pronto. E l ju ic io sería ya una tra ic ió n al o tro : «Más escaso resulta abstenerse de ju zg a r: a m enudo, no es parvo signo de hum anida d n o q uerer ju z g a r al o tro y negarse a pensar sobre él».225 La ju s tic ia se ejerce m anteniendo en suspenso la c o n v ic c ió n propia, la o p in ió n p ro p ia sobre el otro, oyendo y escuchando, absteniéndose uno del ju ic io p ro ­ p io , es decir, absteniéndose de sí mismo. Pues, en per­ ju ic io del otro, el yo siempre llega demasiado pronto. A q u e l singular abstenerse de ju z g a r no puede p ro 224. Id ., Menschliches, Allzumenschliches 1 und ii, ksa 2, p. 361. 225. Id ., Morgenröte, ksa, p. 303 [trad, cast.: Aurora, M a d rid , M .E . Editores, 1994].

ceder del p o d e r en cuanto ta l: de él n o es p ro p ia la vacilación. E l p o d e r en cuanto ta l nunca se niega a ju z g a r al o tro o a pensar sobre él. M ás b ie n consta de ju ic io s y de convicciones. E l «poder cuya m irada alcanza m u y lejos en to r­ no de sí», es decir, aquel p o d e r co n el «ojo solícito», es el ú n ico que puede ubicar sin p ro d u c ir lugares m ar­ ginales. A sí es co m o funda u n lu g a r justo que da a «cada uno» «lo suyo». N ietzsche n o se con fo rm a con esta ju s tic ia .T ie n e en m ente, es evidente, una am abi­ lid a d ilim ita d a que, sin hacer d istincione s, le da la bienvenida a cu a lq u ie r cosa y a todas: ¡Todo lo que deviene, todo lo errante, todo lo que busca, todo lo fu g itiv o debe serme bienvenido aquí! A p a rtir de ahora, m i única amistad es la hospitalidad.“ 6

Esta sin g u la r h o sp ita lid a d le da a «cada uno» más que lo suyo. E n eso se d is tin g u e e l lu g a r hospitalario d e l lu g a r ju s to . E n H e id e g g e r, e l lu g a r es ta m b ié n u n lu g a r ju s to p o r cuanto «resplandece e ilu m in a a través de lo congregado, lib e rá n d o lo así para que campe». Pero él n o puede d e sa rro lla r aquella hos­ p ita lid a d ilim ita d a que ta m b ié n a firm a ría lo que quedara fu e ra de la «congregación». E n Aurora, N ie tzsch e co n tra p o n e a la caridad cristia n a una am a b ilid a d aristo crá tica :

226. Id ., Nachgelassene Fragmente 1882-1884, ksa 10,p. 88.

I7 0

Una caridad distinta. E l carácter excitado, alborotador,

desequilibrado y nervioso constituye el opuesto del gran apasionamiento: este apasionamiento — que, como

un ascua silenciosa y tenebrosa, habita en el in te rio r, congregando ahí todo lo caluroso y ardiente— hace que el hom bre m ire hacia fuera frío e indiferente, im ­ p rim ie nd o a los rasgos una cierta im pasibilidad. En ocasiones, estos hombres son capaces de caridad, pero se trata de una caridad de tip o distin to de la de los sociables y deseosos de agradar: se trata de una amabi­ lidad tierna, considerada, serena; m iran desde las ventanas

de su castillo, que es su fortaleza y,justam ente p o r eso, tam bién su p risión : ¡la m irada a lo ajeno, a lo libre, a lo d istinto, les sienta tan b ien!237

Esta am abilidad a ristocrática,228 con la que e l yo aún sería u n p ris io n e ro de sí m ism o, d istin g u e a N ie tz ­ sche de una hosp ita lid a d in c o n d ic io n a l, que n o co ­ noce n in g u n a «im pasibilidad», n in g ú n castillo , n in ­ guna fo rta le za del yo. Se habla de una «negligencia peligrosa», de una

227. íd.,Morgenmte,KSA 3,p.282. 228. Esta amabilidad aristocrática aún no da la bienvenida a to d o sin hacer distinciones. C f. E Nietzsche, Nachgelassene Fragmente 1887-1889,

KSA

13, p. 9: «Avenirse con los hombres y tener la casa

abierta en su corazón: eso es liberal, pero no es noble. A los corazones que son capaces de una hospitalidad noble se les reconoce p o r las muchas ventanas vueltas y las muchas contraventanas cerradas: sus mejores habitaciones se las reservan vacías, esperando a unos invitados con los que u no no se puede a ve n ir...».

I7 1

negligencia del alma ubérrim a que nunca se ha esfor­ zado p o r hacer amigos, sino que solo conoce la hospi­

talidad, que solo practica y sabe practicar la hospita­ lidad: casa y corazón abiertos para todo aquel que quiera entrar, ya sean m endigos o lisiados o reyes.229

Esta hospitalidad a toda costa hay que oponerla a aquella amistad que ve en el am igo u n «segundo yo».230 Es una «negligencia peligrosa» porque n o es u m pra­ xis del «cuidado de sí m ism o», porque nunca se preocupa del «sí m ism o». D esde la econom ía ip s o c é n tric a d e l p o d e r no se puede e x p lic a r p o r qué la m ira d a a lo ajeno, a lo d is tin to , le sienta tan b ie n a aquel poderoso señor feudal. A l fin y al cabo, esta m irada n o se n u tre de la in te n c ió n de hacer una conquista. D e l m ism o m odo, tam poco se puede e x p lic a r p o r qué e l poderoso e x p e rim e n ta su ca stillo p ro p io co m o una p ris ió n . ¿Qué le da m o tivo s para m ira r lo d is tin to desviando la m irada de sí m ism o, y para a b rir d e l to d o su m i­ rada a lo ajeno? ¿Qué le da m otivos al poderoso para, yendo más allá de la am istad a risto crá tica , asum ir una am istad que n o hace d istin cio n e s, una am istad a toda costa y asim étrica?231 ¿C óm o puede u n p o d e r

229. F. Nietzsche, Nachgelassene Fragmente 1885-1887,

ksa

12,

p. 67. 230. C £ Aristóteles, Nikomanische E th ik, Ham burgo, 1985,p. 217 [trad. cast.: Ética a Nicómaco, M a d rid , Alianza, 2012]. 231. La amistad ilim ita d a hay que oponerla tam bién a aquella

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ip s o c é n tric o generar desde sí todas estas amistades, to d o este «estar de pa rte d e l otro»? D e una m anera que resulta problem ática, N ie tz ­ sche pone la am istad en fu n c ió n del poder, en co n ­ creto, d e l «poder que q u ie re sobreabundar».232 La generosidad es el «aprem io que genera la sobrea­ bundancia de poder».233 D e fo rm a correspondiente,

amistad com unicativa que se basa en el p rin c ip io de intercam bio. La amistad com o «técnica» com unicativa es la «capacidad» «de postergar la expresión de las opiniones y expectativas propias hasta que haya llegado el m om e n to adecuado para ello». E l tiem po de espera «se rellena provechosamente aviniéndose a la exposición del otro». Lo que guía la amistad com unicativa es el «principio del emplazamiento tem poral correcto de las expectativas propias respetando la autoexposición del otro». Hablando en térm inos de teoría del sistema, sirve para una «elástica adaptación externa de sistemas formales» (N. Luhm ann, Funktionen und Folgen form aler Organisation, Berlin, *1995, pp. 361 ss.). U n «sistema» es «amigable» cuando ayuda al otro a causar una buena impresión, es decir, cuando ayuda al otro a que haga una buena presentación de sí mismo. E l «amigable» debe «tratar [al otro] tal com o él quiera presentarse». La amistad com o tacto es «un co m portam iento con el que A se presenta com o aquel que necesita a B com o compañero para poder ser aquel com o el que A quiere presentarse frente a B» (N. Luhm ann, Rechtssoziologie, O pladen,31987, p. 34).Es decir,la amabilidad com unicativa com o técnica no tiene una estructura asimétrica. E l hom bre amigable busca el m om ento adecuado para exponer sus expectativas o sus opiniones propias, es decir, para proyectarse a sí mismo al campo de intercam bio com unicativo. La escucha pasiva o activa que le ayuda al o tro a hacer una presentación lograda de sí m ism o se consiente co m o u n rodeo para la presenta­ c ió n p ro p ia de sí m ism o. Es decir, la amistad co m u n ica tiva es u n acto de intercam bio sustentado p o r la preocupación p o r sí mismo. 233. E Nietzsche,Jenseits von G u t und Böse, k s a 5, p . 209. 233. Ib td .,p . 210.

17 3

n o se cuestiona el arrastre ip s o c é n tric o del poder. Es ju s to la «autog lo rifica ció n » 234 el rasgo esencial de esta m o ra l d e l poderoso. Pero ¿aquella «conciencia de una riq u e za que qu ie re obsequiar y b rindar» puede basarse realm ente en la «autog lorificación»? La in te n cio n a lid a d en la que dicha a u to g lo rific a c ió n se basa vo lve rá a reapropiarse de to d o lo b rin d a d o . E l poderoso gusta de sí mismo cuando da, porque dar es una e xpresión de su poder. E n este sentido, p o r e jem plo, la gracia es una a firm a c ió n suprem a del p o d e r y del «sí m ism o» del poderoso. D ando, d isfru ­ ta de sí mismo. Pero este autodeleite hace im posible el «sobreabundar» irradiándose a los otros. L o que hace es, al fin y al cabo, anegar el «sí m ism o». L o que carac­ teriza al «sobre-abundar» es la im p o sib ilid a d de regre­ sar a sí. N ietzsche opone el hom bre d is tin g u id o y noble al «plebeyo», al « a u to rita rio v io le n to » : Por eso, hermanos míos, se necesita una nueva nobleza que sea adversa a todo populacho y a todo a u to rita rio viole nto , y que en nuevas tablas escriba la nueva pala­ bra «noble».235

N ie tzsch e d ife re n c ia aquí entre e l p o d e r n o b le y el p o d e r co m o d o m in io v io le n to . Pero esa d is tin c ió n 234. Id., Nachgelassene Fragmente 1882-1884, k s a 10, p . 508. 235. íd., Also sprach Zarathustra, xcsA 4,p. 254 [trad, cast.: A sí habló Zaratustra, M a d rid , Alianza, 2011].

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presupone que a q u e llo que es n o b le n o es el p o d e r en cuanto ta l. N o es u n efecto del p o d e r que el soberano se distancie de lo plebeyo y que se rodee de u n aura de d is tin c ió n y nobleza. E l p o d e r n o es capaz de lanzar por sí mismo a ese estado de «sobrea­ bundancia» que caracteriza al d is tin g u id o y noble. A causa de las ansias que son inherentes al poder, nunca p o d rá suscitar una «sensación de p le n itu d » . La p le n itu d o la sobreabundancia n o surge sim p le ­ m e n te acum ulando p o d e r. Es posible que e l p o d e r nunca quede lib re de una sensación de carencia. P o r sí solo, el p o d e r n o deja, n i siq u ie ra en la «sobreabundancia», que el alm a d e rive hacia aque­ lla «peligrosa negligencia» que «no conoce más que la hospitalid ad». A causa de su naturaleza ip so cé n tric a , el p o d e r no es capaz de aquella h o s p ita lid a d ilim ita d a que abría la casa a «cualquiera». N ietzsche sabe m u y b ien cóm o está c o n stitu id a la h o spitalid ad que obedece a la econom ía del «sí mismo»: H ospitalidad. E l sentido en los usos de la hospitalidad

es paralizar lo h ostil en el extraño. Cuando en el extra­ ño ya no se percibe ante todo a un enemigo, entonces la hospitalidad rem ite. E lla florece mientras florezca su m aligno presupuesto.236 236.

F. Nietzsche, Morgenröte,

ksa

3, p. 228.Tam bién Hobbes

declara que la generosidad es económ ica. C f. T. Hobbes, Levia­ than, op. d t., p. 69: «La riqueza asociada con la generosidad tam bién es poder, p o rq u e p ro p o rcio n a amigos o siervos. Eso no sucede sin

175

La am abilidad n o es una p ro p ie d a d intrínseca del poder. M ás b ie n , el p o d e r tendrá que haber sido con­ movido por algo que n o sea él m ism o para que in te r­ m edie yendo más allá de la intermediación que le resulta posible. La am abilidad es tam bién una interm ediació n, e incluso una fo rm a intensa de in te rm e d ia ció n . Pero le fa lta la in te n c io n a lid a d d e l p o d e r, que es ju s ta ­ m ente la «punta» de la subjetividad. E l lugar amable se d istin g u e d e l lu g a r d e l p o d e r en el que lo que está aislado o suelto o lo m arginal n o lo p e rcib e e x c lu ­ sivam ente en re la ció n con la c o n tin u id a d de lo uno, sino que deja que resplandezca ta m b ié n en su «ser así». La am a b ilid a d u b ica yendo más allá de la u b i­ ca ción que es p ro p ia d e l poder. A sí pues, es com o n o genera lugares apartados. A c tú a co n tra aquella desubicación a la que e l p o d e r nunca es del to d o in ­ m une. In c lu s o cuando el p o d e r se expresa en su «so­ breexcedencia» co m o «hospitalidad» a toda costa, lin d a con lo distinto del poder. Se ha c o n v e rtid o en una especie de p o d e r superior que co n tie n e una sin­ g u la r autosuperación del poder. Ese p o d e r s u p e rio r irra d ia aquel dar irre s tric to que el regreso a sí mismo y el quererse a sí mismo ya n o se puede n reapropia r: u n dar que, p o r así d e c irlo , sucede inconscientemente y sin intenciones, una a m a bilidad ilim ita d a que se

generosidad, porque en este caso la riqueza n o protege a los h o m ­ bres, sino que los c o n vie rte en o b je tivo de la envidia».

176

produce incluso antes de la preocupación p o r el otro, antes de toda asistencia enfática al o tro . A N ietzsche, este sin g u la r filó s o fo de la «volun­ tad de poder», hay que escucharlo con a te n ció n ahí donde él evoca lo d is tin to del poder y de la voluntad : A h í afuera, delante de las ventanas, se tiende el otoño, lle n o de pensamientos, bajo una clara lu z solar que calienta templadamente, ese otoño nórdico que yo amo com o a mis mejores amigos, porque es inconsciente de una form a tan m adura y tan carente de to do deseo. La fru ta cae del árbol sin necesidad de un golpe de viento. [...] C on toda calma cae y fecunda. Nada ansia para sí y lo da todo de sí.237

L o que aquí se está evocando es u n lugar que es in ­ consciente y que carece de deseos, es más, que es de­ sinteresado, que carece de nombre2311y de ansias. La filo s o fía nietzscheana de la «voluntad de poder», que 237. p. Nietzsche, «B rie f an E Rhode vom 7. Oktober i86g», en Briefwechsel. Kritische Gesamtausgabe,sección 2, i8 6 g -i8 jg -,^ro 1.1: Briefe A p ril i8 6 g -M a i 1872, B e rlin , 1977, pp. 61 ss. 238. Sin nombre no se constituye n in g ú n poder. «Dios» es el nombre por antonomasia. Quien no es nadie, no tiene poder. E l p o d er es nnfenómeno de alguien. C f. F. Nietzsche, Morgenröte,k s a 3,p. 279: «¡Es tan ra in representar siempre el papel del dadivoso y el obsequiante, mostrando el rostro al hacerlo! O tra cosa es dar y obsequiar ocultando al hacerlo el nom bre y la m erced que se está brindando. O no tener nombre, com o la naturaleza, en la que lo que nos solaza más que nada es, p o r fin , no encontrar ya a u n obsequiante n i a u n dadivoso, no encontrar ya un “ rostro clem ente” . Ciertam ente que vosotros echáis

177

según F o u ca u lt sería una «ética y una estética del sí m ism o», conduce a una nemología, a una ética y una estética del nadie, a una am abilidad desinteresada, es más, sin deseos.239 N ietzsche tu vo que haber escucha­ do reiteradam ente aquella voz d iv in a que lo e x h o r­ taba a obsequiarse a sí mismo, a vaciarse a sí mismo para co n ve rtirse en nadie: ¡Quieres regalar, desprenderte de tu [sobreexcedencia brindándola, pero tú m ism o eres el más superfluo! ¡Sé astuto, hom bre rico ! ¡Obséquiateprimero a ti mismo, oh ZaratustraP40

a perder incluso este solaz, porque habéis escondido u n dios en esta naturaleza, y ahora to d o vuelve a quedar sin lib e rta d y oprim ido». 239. La ética de una amabilidad sin intenciones conoce aquella naturalidad, aquella calma y silencio o aquella form a de no ser nadie en la que una fruta, «inconscientemente y sin deseos», cae y fecunda, a diferencia de la ética de Lévinas, cuya enfática «asistencia al otro» rom pe to d o silencio. 240. F. Nietzsche, Dionysos-Dithyram ben, k s a 6, p. 409.

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