Siete modelos de filosofar

Citation preview

. JUAN

� ¡J:

DAVID GARCIA BAC

b

José Luis Adames Karam jladames@hotmailcom ;·

UNIVERSIDAD

CENTR.AL

DE

VENEZ(/ELA

�·? ...... ...

SEGUNDA EDICION

Copyright

1963

by Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central d� Venezuela.

PROLOGO A LA SEGUNDA EDICION

Han pasado doce años desde la primera edi­ ción de esta obra. Y para el autor, doce años de no haberla leído -o releído-, como le ha sido menester hacerlo para esta edición. Puesto ante ella -cual tantos y tantos autores, ante tantas y tantas reediciones de sus obras-, el problema de reha­ cerla o simplemente reeditarla termina por resolver� se, casi siempre, reeditándola, inclusive renuncian­

do al consabido y socorrido rrcorregida y aumenta­ da". Lo cual no quiere, ni en mí caso ni en otros, . decir que reeditar sea aprobar. Se la reedita, sin más, un poco convencido de que lo de "palabra y piedra suelta no tienen vuelta" vale de palabra es­

crita al igual que de palabra hablada, y que, por contera, ciertas palabras son piedra suelta y a ve­ ces pedrada, cual en el caso presente no contra los filósofos calificados de modelo, sino contra los au­ sentes que, por contraste, parecen salir descalifi­ cados.

¿Que no son modelos de filoso/ar otros, cual Leibniz, Spinoza, Marx, Scheler, Bergson, Whi­ tehead... , que no lo era ya en 1946 Sartre? 1

Claro está que ninguno de los filósofos vivien­ tes se va a preocupar, y con toda razón, gran cosa de que en esta obrita no figure entre los modelos. De los idos, o pasados a la historia, sólo sus here­ deros, -los que se proclaman a sí mismos tales, pudieran con alguna pizca de vago derecho pro­ testar de que aquí se dé el título de Modelo a otro que a El 111.odelo-, el suyo. De los filósofos idos, si es que se enteran desde otro mundo de lo que aquí -y en otras obras más importantes-, se dice de ellos -cosa improbable y no de deseársela-, y si existen alín -punto más difícil aún de comprobar-, no sabría decir si el título de modelo sería o no de su agrado y mereciera o no stt aprobación. Ortega y Gasset escribió tm s11gerentemente de­ licioso y sutilmente moralizador estudio sobre el hombre ejemplar. Lo menos que se ha de sacar de su lectura es que al hombre ejemplar se le da lo de ejemplar '1por añadidura", y nunca porque él se lo proponga. Lo que el hombre ejemplar busca es "el reino de los cielos y su justicia"; lo de ejemplar se le dará o no P°" añadidura, y se lo darán ott'OS sobre todo, los no ejemplares-.

Así qtte no cabda mayor perversión que alabar

en una persona precisamente esa calidad que, para poseerla, nunca se la puede intentar de frente, ten2

«!

\\ \ �

der conscientemente a ella, anhelar s u posesión, que, intentarlo -cual las ejemplaridades de sant y la de feliz-, es contraproducente.

Cuando1 pues, otros dan a una persona el títu­ lo de modelo -y aquí el autor se h a atrevido y arrogado atribuirlo a siete-, es preciso explicar en qué sentido son modelos, no vaya a res1tltar desacato l o que llevaba la buena intención de ala­ banza. Ante todo: ninguno de los siete filósofos, aquí enumerados, se propmo ser modelo d e filosofar. Todos ellos cumplieron -sabiéndolo o no, impor­ tándoles o no--, lo de Jesús: 11Nos os llaméis maes­ tros"_, Nec vocemini magistri, en lo cual se incluía evidentemente, 11no dejéis que os llamen maestros-'', menos aún: 11que os canonicen de maestros", y mu­ chísimo menos permitáis que exploten otros eso de haberos, otros, proclamado maestros. Sartre cristalizó en frase justa la situación de los muertos, y de todo lo de todos los muertos, hasta de sus obras: los muertos son presa para los vivos, uproie aux vivants". Y vale la inversa: cuan­ do un viviente se deja hacer presa de los vivos, es que ya está muerto, y hay que darlo por tal; y mando los vivos, o ciertos vivos, se empeñan en que alguno sea El Modelo, y el así tratado y jalea� do no 17rotesta airadamente y disuelve r:l conven3

�,

tlculo de admiradores, adulones, siervos de alma o administrados rrvivos", se deja más bien compla­ cientemente tratar y explotar de modelo, es que está muerto, -él y sus obfas-. Ahora, a los doce años de publicada, noto que en vez de la palabra modelo -peligmsamente car­ gada y proclive a malentendidos-, habría de ha­ ber empleado la de ''especie)}: Siete especies de filosofar, o siete especies de filósofos. Especie no es palabra ni concepto odioso. No se presta a eso ae que "toda comparación es odiosa". Especies es un plural digno, cual las especies de un género biológico. Nada de monopolios, -peligro de Mo­ delo.

Lo malo del caso, y de la palabra, reside en que la filosofía, tal cual suele creerse, no es géne1'0 que admite eJpecieJ, sino especie pura, realizada en ttn solo individtw, -especie angélica. Este mo­ n ofilosofismo proviene y conviene con el monoteís­ mo. Y mientras religión sea -cual suele aún creer­ se, y sobre todo se lo creen ellas, una por una-.. especie última realizada en un individuo -Igle· sia-, y no en plural de especies, -cual lo son, en­ vidiablernente, La Flor y La Fruta-, tenderemos a pensar, e imponer, que no puede haber sino una filosofía verdadera, -y un Modelo de filosofar-. Dilthey habría venido inútilmente al mundo; y la hútoria de la filoso/ía sería una se1·íe de errores, 4

sombras de una sola figura de luz, o precursoreJ que bautizan en agua, preparando el camino pa1·a que Otro, Unico, bautice en espíritu, y dejando, por consiguiente, a Otro el que, monopolisticamente -con las malas mañas de todo monopolio, si no bastan las buenas-, implante, administre. y defi­ na el Modelo. Nadie en su sano juicio pretenderá que man­ tener la deliciosa variedad de flores y de frutas sea ((historicismo biológico", que en cada época histó­ rica no se nos dé1 a la humanidad, una flor y una fruta especiales -filosofía, ciencia, religión, eco ­ nomía, política -, y en algunas, varias, define la realidad de la historia, como en el orden floral y frutal la definen las estaciones del año. .

.

.

Con esta clave de interp1·etación en la mente ruego a los lectores lean o relean la obra presente que si es, naturalmente, reedición, releída con otro espíritu la hace, en cierto sentido, nueva y más de la época por que atravesamos. Cambridge, Inglaterra, 15 de junio de 1963

J. D.G. B.

5

ADVERTENCIA

El contenido de la o bra p1'esente proviene de una serie de conferencias públicas, nocturnas, da­ das en la Universidad de Caracas, con octisión de fundarse e,n ella la Facultad de Filosofía, en 1946.

Las con/erencias estaban destinadas al gran pú­ blico, no a los especialistas, ni siquiera a los futtl­ ros alumnos de la Facultad. Esta finalidad tal vez explique, y excuse, ciertas omisiones de técnica, de­ terminadas frases, el empleo de metáforas, el con­ dimento no filosófico de ciertos temas. Para la edición presente el autor de ellas ha tenido que vencer una cierta vergüenza, muy nattl­ ral, de dar a la imprenta lo que dio a la palabt·a, a lo que se lleva el viento. Sólo me he permitido ciertos retoques en determinadas formas de expre­ sión, toterabtes en J,¡ improvisación de la forma verbat, no del fondo, que siempre he empleado para propot'Cionar a los oyentes la impresión de novedad, de peligro, de creación, elementos imprescindibles pa­ ra mantener la atención de un auditorio heterogé­ neo, en cuestiones filosófit:as. Algunas de las conferencias, por '"' duración 9

académica y clásica de tales acontecimientos, no pudieron llegar al plenario desarrollo de to que el conferencíante mismo juzgaba imprescindible para una exposición leal mínima. Por eso me he permiti­ do en esta edición, para lectura, completar ciertos puntos, no muchos.

Caracas,

19

de marzo de

1950.

Juan David García Bacca.

Conferencit,t Primera '

PLATON, MODELO DEL METODO TRASCENDENTE SIMBOLICO DE FILOSOFAR

Seño1'as y seifores: 1rEntre

las calamidades de nuestro tiempo", di­ ré imitando las· primeras palabras de Los nombres de Cristo de Fray Luis de León, 11una, y no por cierto la menor", es la abundancia escandalosa d e buenas

palabras y la escasez aterradora plos. Lo cual sucede no sólo la religión y de la política, que oficialmente en esta conferencia, la Filosofía. ·

de buenos ejem­ en los dominios no nos interesan sino también en

Abundan escandalosamente las filosofías, así en plural, pero desgraciadamente no son tan nume­ rosos los buenos ejemplos de filosofar. Por esto, en vez de contribuir a aumentar el número escan­ daloso de filosofías, el número sumamente crecido de teorías que se pueden hacer y que se han hecho efectivamente, voy en estas conferencias, que inicio hoy con vuestra benévola atención, a proponerles siete buenos ejemplos de filoso/ar. Habremos de distinguir durante ellas, en teoría . y en práctica, entre Filosofía y filosofar; además, para explicarles bien el plan general que en ellas vamos a seguir, no sólo voy a hablar de Filosofía y

13

filosofar, en general, sino de ejemplos o modelos de filoso/ar, dedicándonos especialmente a ilustrar en qué consiste eso de ser buen modelo de filosofar. Y veremos que se reduce fundamentalmente a saber expresar un acontecimiento o conjunto de aconteci­ mientos interiores, casi siempre temerosos y extra­ ños , que han pasado a ciertas personas, muy restrin­ gidas en número, que llamamos los grandes filó­ sofos. Porque esta especie biológica, si se permite la expresión, que llamamos filósofo, no se produce sino muy pocas veces a lo largo de la historia, aun­ que las filosofías y los que se den a su estudio y se dan por filósofos sean en número escandalosa­ mente grande. Frente al número, pues, de los pre­ tendidamente filósofos -aunque sólo pretendan serlo para ganarse el pan de todos los días-, nos restringiremos aquí al número reducidísimo de los que han dado buenos ejemplos de filosofar. Y de ellos tomamos siete; no es que no hayan sido ni más ni menos que siete, sino que cuanto may or número hubiéremos prefijado, tantos más hubiesen tenido derecho a entrar, o pudieran protestar de su exclu­ sión. Reduciéndolos a siete, la humildad que es cons­ titutiva de todo filósofo sincero, hará que la mayoría renuncie a entrar en ese número, más bien pequeño que grande, que es el 7. Entre los siete modelos que he prefijado para estas Conferencias no se halla el nombre de Dil14

they. Pero estará constantemente. presente en ellas, porque precisamente él ha sido quien nos ha ense­ ñado las maneras de reconocer los modelos de filo(" rl . sofar. i rl ( � ¡, .. 1

,�

'

1

'

'

*

*

"



"

1 1 1

�o

(

( ( ( (

*

Nos toca en la de hoy presentar a Platón no en su filosofía, sino en su método de filosofar, y como modelo de esa acción interior que llamamos filosofar en lenguaje técnico. El filosofar platónico proviene de una tragedia de renunciamiento interior; se ha hecho a costa de una tragedia, casi en sentido clásico griego de este género literario, que en Platón asciende a género filosófico. Seguramente que ustedes conocen las magní­ ficas obras del filósofo y filólogo alemán Werner Jaeger, dedicadas a temas de historia filosófica de Grecia, resumiendo en las cuales un conjunto de datos y de indicios históricos llega a la conclusión de que la vocación primitiva de Platón fue la de trágico, de poeta trágico. Coincidía el comienzo de la vida intelectual de Platón con aquella sazón histórica maravillosa que en la literatura griega se conoce y se ha resumido en los nombres de Esquilo, Sófocles y Eurípides. Es la época de Platón, y es muy natural también que se sintiese tentado a imi­ tarlos, y parece inclusive, por pequeños indicios cuí15

( ( (

( ( r ( (

( (

r (

( ( ( (

(

dadosamente sopesados por Jaeger, sacados natu­ ralmente de datos antiguos,, parece que Platón com­ puso algunas tragedias en el plan clásico. La renuncia a esta vocación magnificente y en­

vidiable ant e los oj os de los griegos clásicos de su tiempo, que era ser poeta trágico, compositor de dramas trágicos, se debió inicialmente al choque de Platón con aquella maravillosa personalidad de Só­ crates, tan ambigua de discernir y tan difícil de cla­ s i ficar dentro de los límites de todo encasillamiento coti