Rusia: el misterio de Eurasia

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RUSIA EL MISTERIO DE EURASIA

ALEXANDR DUGUIN

RUSIA EL MISTERIO DE EURASIA

G R U P O L I B R O COLECCIÓN: PARAÍSOS PERDIDOS

Colección Paraísos Perdidos: N.° 3 Título original: Rossia, zagadka Evrazii Traducción: Arturo Marián Introducción: Isidrojuan Palacios Ilustración de Portada: El príncipe San Vladimir de Kiev con sus hijos San Boris y San Gleb, los dos primeros mártires del cristianismo ruso y símbolos de la unidad del país. Marginalmente, algunos motivos relacionados con el tema cultural ruso. Tanto el trabajo central de la portada como los mapas y los otros dibujos que aparecen en la obra han sido realizados asimismo por Arturo Marián.

© A l e x a n d r Duguin © De la p r i m e r a edición española: G r u p o Libro 8 8 , S. A. G u z m á n el B u e n o , 1 3 3 . Tel.: ( 9 1 ) 5 3 3 8 8 0 3 - 2 8 0 0 3 MADRID © C o l e c c i ó n Paraísos Perdidos: lsidro-|ii:ui Pillados Diseño d e cubiertas: B r u n o D'.\i|iiiix> I.S.B.N.: 84-790(vl()2-() Depósito L e g a l : M - 4 2 9 6 - 1 9 9 2 P r i m e r a edición: E n e r o 1992 F o t o c o m p o s i c i ó n y f o t o m e c á n i c a de interiores: Foto-Revista, S. A. F o t o m e c á n i c a de cubierta: Grof, S.A. I m p r e s o en los Talleres Gráficos Peñalara, S. A. C t r a . de Villaviciosa d e O d ó n a Pinto, Km. 1 5 , 1 8 0 Fuenlabrada (Madrid) I m p r e s o e n E s p a ñ a . P r i n t e d in Spain.

ÍNDICE

PROLOGO El blanco r e e c u e n t r o del Sol Rojo I. C O N T I N E N T E R U S I A País interior Colores simbólicos Los campos del Anticristo La sacralidad del Zar El misterio del Polo Los rusos y los hiperbóreos Arquetipos en la revolución Recapitulación II. E L I N C O N S C I E N T E D E EURASIA Rusia-Turán "Ex O c c i d e n t e Lux" El factor turco-sumerio El círculo de la realización de Eurasia A través de Siberia hacia nuestro "yo" Los godos, los hunos y la swástica Irán "negro". Irán "blanco" Unirse c o n Oriente Oposición al "atlantismo" Desde el doble abismo III. L O S A R Q U E T I P O S RACIALES D E EURASIA, SEGÚN LA CRÓNICA URA-LINDA Las tres madres

XIII XIII 1 1 3 7 9 16 19 22 25 27 27 28 29 30 34 35 38 41 43 45

47 48 IX

Aldland y Eurasia T i p o s y Culturas Los frisios y el Nostratismo Esoterismo "blanco" y esoterismo "amarillo" . D e m o c r a c i a y Totalitarismo L a raza de Rusia L a raza de E u r o p a L a gran tragedia del Norte

50 51 54 56 58 60 62 63

IV. RUSIA, V I R G E N S O L A R L a Dacia hiperbórea y los dos círculos de civilización El círculo sacral de Gardarika L a Parturienta L u m i n o s a El Dniéper c o n t r a el Nilo El "héroe", el "salvador resucitado", el "avatára ruso" que h a de venir

65

V. LA O R T O D O X I A R U S A Y LA INICIACIÓN L a religión y la iniciación según Guénon L a particularidad del cristianismo E l p r o b l e m a d e l c h i i s m o visto p o r H e n r i Corbin Ortodoxia y Oriente L a cuestión de la "iniciación virtual" O r t o d o x i a e iniciación El oscuro secreto del "cosmismo" Conclusión

65 74 82 91 99 101 101 103 103 104 108 109 113 117

V I . S I B E R I A : E L I M P E R I O D E L PARAÍSO 121 El simbolismo de los cuatro puntos cardinales y de los cuatro ciclos 121 Agharta del Norte-Agharta del O r i e n t e 124 El papel de Siberia 126 El universo turco y el chamanismo 128 Gengis-Kan, el restaurador del Imperio R a m . 1 3 3 Siberia y Rusia 137 Biografía de un dios: el barón Ungern-Sternberg 140 L a misión escatológica de O r i e n t e 149 V I I . E L " R E I N O D E LAS S O M B R A S " EN O P O S I CIÓN A L " P O L O S O L A R " El mapa secreto ¿Por qué América y n o "Colombia"? X

151 152 154

L a Atlántida y la Tras-Atlántida: el misterio del dólar El orto por O c c i d e n t e , el ocaso por Oriente . "Continente América"-"Continente Rusia" El Cosmos, la estrella b l a n c a y la pirámide truncada Obsequios del m u n d o de los antepasados Sumergir América VIII. E L FIN D E LA ERA P R O L E T A R I A Consideraciones iniciales La cuarta casta "El advenimiento comunal", según Nostradamus El capitalismo c o m o negación del misterio y el comunismo c o m o Anticristo Las marcas de la Bestia El misterio de los tiempos sin Ley El Gran Monarca del T e r r o r

156 159 161 163 165 168 173 173 175 177 182 185 194 202

XI

PROLOGO

EL BLANCO REENCUENTRO DEL SOL ROJO Siempre que un país se ve en la desembocadura de su propia crisis, c o m o en este caso lo está Rusia, n o tiene otro dilema que seguir adelante y languidecer c o m o un espectro, o bien r e n a c e r en sus orígenes, yendo al encuentro de sus raíces... El día en que Iván el Terrible anunciaba a los nobles boyardos, miembros de la Duma, su deseo de abandonar el trono y retirarse a un monasterio para el resto de sus días, a fin de purgar allí sus muchísimos pecados, el j o v e n Boris Godunov tomaba por primera vez la palabra ante tan notable asamblea. "Sin Zar no hay Rusia" —les dijo—. Era una verdad sabida, pero todos le escucharon en silencio... Y n o tardaría en aclarar esas palabras, sobre todo para nosotros, que se las íbamos a escuchar hoy a través de Vladimir Volkoff, una de las literaturas blancas en el exilio. "Para que exista Rusia —afirmó el j o v e n Boris— se necesitan dos cosas: la Ortodoxia y el Zar. Por tanto, para que Rusia exista, lo único realmente imprescindible es el Zar." Desde que Rusia se quedó sin Zar, su alma n o podía morir, pero ha vivido por 7 0 años encadenada; el espíritu ruso fue sacado de la tierra o sometido en su penumbra. Bajo el invierno, sin embargo, rebrota ahora. Durante todos estos años, el símbolo de esta adversidad ha sido, sin duda, la m o m i a de Lenin, u n a parodia de la inXIII

mortalidad, un c u e r p o sin vida que la Ciencia ha sabido m a n t e n e r "vivo", desafiante, con magistral orgullo, y que el p o d e r soviético situó en el centro j u s t o , y n o por casualidad, en el c e n t r o del Kremlin moscovita, esa "sacramentalidad de la presencia entre murallas". Por eso, el sentido de quienes en Rusia piden que los restos de Vlad i m i r Ilich Ulianov — L e n i n — sean llevados a un cem e n t e r i o de San Petesburgo — c o m o él mismo dispusiera en su t e s t a m e n t o — y allí dejados a su suerte habla p o r sí solo. Situados, pues, ante la clave del despertar y del destin o de Rusia, ante la reanimación de sus raíces, el renacim i e n t o ruso se e n c u e n t r a n o únicamente ante el problem a del estado de su alma atrofiada, sino ante el señuelo, la ilusión, de un O c c i d e n t e que, eufórico, reaparece ante las miradas del Este. Ante tal disyuntiva, sin abstracciones, se levantan los semblantes de dos Zares contrapuestos. San Vladimir, en quien se reúnen las vertientes paganas y cristianas de todas las Rusias, y Pedro el Grande, el p r i m e r m o n a r c a ilustrado y occidentalista ruso, padre de la d e c a d e n c i a eslava, a la postre emprendida en la última década del siglo XVII. Es cierto que algunos rusos, s o b r e todo u r b a n o s , suspiran aún por n u e s t r o agónico m u n d o occidental, por su enfermizo progreso, p o r su f a l s e a d o g i g a n t i s m o b a s t a n t e ya c r i s t a l i z a d o ; otros, e m p e r o , la i n m e n s a mayoría de los pueblos rusos, buscan en sí mismos y r e h a c e n su memoria. En esta últim a c o r r i e n t e , se halla la Iglesia católica-ortodoxa, así com o u n a b u e n a riada de escritores entre los que sobrenadan Solzhenitsin, el m e n c i o n a d o Volkoff o Guenadi Chim a n o v q u i e n , c i t a d o p o r Yanov, d i c e : "Ha h a b i d o d e m a s i a d o sufrimiento en Rusia, y Dios n o permitirá q u e este sufrimiento t e r m i n e en la grotesca y mezquina n u l i d a d democrática". Claro que es i n n e c e s a r i o decir q u e tanto esta expresión, c o m o el trasfondo que ahora c o m i e n z a a moverse, trasvasa las especulaciones puram e n t e secularizadas de la política o de la economía, para entrar así, en la urdimbre más sutil, permanente, prístina y esotérica de Rusia. En esta vertiente del reencuentro se sitúa el libro de Alexandr Duguin.

xrv

Me tocó vivir la principal de las claves rusas hace algo más de tres años. Se iba a c o n m e m o r a r el bautismo de Rusia en su fecha más señalada: la de los mil años. Y yo tenía por entonces algunos amigos rusos, blancos y ortodoxos, que fui encontrando entre las brumas del exilio. Todavía los conservo sin excepción, aunque alguno ya esté muerto. El más joven de ellos, que se encargaba de coordinarlo todo y de armar el Comité de los Actos Conmemorativos, me invitó a participar, y apuntaron mi nombre j u n t o al del heredero al trono de Rusia, el Gran Duque Vladimir, al del Rey Simeón de los búlgaros, al del arcipreste griego Dimitris Tsiamparlis, al del profesor don Rurik de Kotzebue, al de doña Lucía Seslavin, y al lado del de los hermanos Eugenio y Nikolai de Dobrynine. O c h o fusilables: una perfecta pieza octogonal. Toda esta historia nació en el año 9 0 0 de Nuestro Señor, en la que un príncipe pagano, nórdico, varego o vikingo, de n o m b r e Vladimir, se convierte al cristianismo. Y al p o c o , también sus nobles y su pueblo, inmersos en las aguas sagradas del Dniéper, reciben el bautismo. Por este gesto y por los otros que le siguieron durante el resto de su vida, Vladimir — e l Sol Hermoso, el Sol Rojo— recibiría además, por parte de la Iglesia, el título de Santo —Ravnoapostolny, "El Igual que los Apóstoles"—. De él m e habló, c o m o jamás ningún libro podría haberlo hec h o , Rurik de K o t z e b u e , un piadoso y l u c h a d o r ruso blanco por cuya amistad entendí la entraña de la Ortodoxia, el misterio cautivador de la vieja Rus de Kiev luego Rusia, de Eurasia, de los Iconos y del Zar, cuya fotografía tenía dedicada, ya un poco amarillenta y encuadrada en terciopelo rojo invernal con el águila bicéfala, imperial, de plata. Ya anciano, esperó a que llegara el milenario de la conversión de Rusia, lo celebró y después murió. Todavía puedo verle, pues lo recuerdo, de pie, en el centro de la nave de la pequeña iglesia ortodoxa de los santos Andrés y Demetrio, en la calle Nicaragua de Madrid, emocionado, con voz vibrante, pero serena, hablándonos de san Vladimir y del cristianismo ruso. En aquella fecha de 1917 en la que se iniciaba la revolución soviética en u n o de los extremos de Eurasia, se XV

aparecería la Virgen de Fátima en el otro. No fue sólo u n a e x t r a ñ a c o i n c i d e n c i a . La relación entre ambos a c o n t e c i m i e n t o s revela el signo de algo más profundo: descubre la misión escatológica de la Virgen c o m o sello en el final de los tiempos y el destino en ellos de la Rusia cristiana. Cuancjo en Fátima, en una de las partes de su secreto, María anuncia a los tres niños pastores que vendrá "a pedir la consagración de Rusia" a su Inmaculado Corazón, el mensaje c o n t e m p l a el advenimiento del comun i s m o y su posterior extensión en aquel país y más allá de sus fronteras, la suerte de un Rey y el desencadenam i e n t o de la II G u e r r a Mundial, aún "peor" que la anterior. Pudiera parecer un misterio que, en el propósito de la aparición, n o estuviera el ahorrarle a Rusia su calvario: el triunfo de los soviets, el martirio de los blancos c o n la familia real y su m o n a r c a a la cabeza. Pero n o lo e r a en realidad, porque desde la comprensión cristiana de la vida nada ni nadie resucita a un estado superior de existencia, ni asume la gloria de su condición heroica, si antes n o muere. L a muerte, por tanto, tarde o temprano tendría que venir a ser para Rusia la garantía de su posterior resurgir y el b r o c h e de dolor que el país blanco necesitaba pasar para probar su santidad y asumir con dignidad la misión escatológica elegida para ella entre los demás pueblos. E n c a m b i o , la Virgen de Fátima sí pretendió evitar la II G u e r r a Mundial. Para frenar su desencadenamiento pidió en el secreto la consagración de Rusia... ¿Quería el plan divino que Alemania n o fuera destruida?, ¿que el O c c i d e n t e materialista, aliado con el ateísmo del Este, n o e x t e n d i e r a sus fronteras más de lo debido?, ¿pretendía el Cielo allanar los caminos para que Alemania y Rusia se encontraran un día en el punto de e n c u e n t r o com ú n de la Tradición hiperbórea primordial, y ambas c o n R o m a , a través de la "consagración" que la Virgen le pedía al Papa? U n a "Nueva Edad Media" se delineaba — o se ha dibujado ya, a u n q u e n o nos hayamos dado cuenta—, en la que las raíces de un paganismo inmortal acabarían imbricándose con el cristianismo unido, c o m o e n P u e n t e Milvio, c u a n d o un general r o m a n o —ConsXVI

tantino— hiciera situar las cruces sobre el lábaro de sus legiones, o c o m o en el Dniéper, d o n d e un príncipe vikingo de la estirpe de Rurik sumergiera en las aguas de la muerte la paganía de los suyos para hacerlos resucitar cristianos. U n a "Nueva Edad Media", c o m o la del Santo Grial, en la que paganismo y cristianismo podrían llegar esta vez a sentir la h e r m a n d a d con los hijos del Islam y con todos los orientales de las tierras del tigre, del dragón y del cinabrio. El verdadero Imperio de Eurasia — blanco, rojo y negro; Norte y Sur, Este y Oeste— levantado o bendecido por aquella Dama clara y luminosa de la Paz, aquella señal celeste llamada Fátima: la T h e o t o k o s — o Madre de Dios— y n o m b r e de recuerdo tan amado para el último de los Profetas, M a h o m a . Rusia —la Tercera Roma— es, sin duda, el prototipo de Eurasia: nuestro mito. En 1925, Lucía, mediante una locución privada, recib e de la Virgen su primera indicación para que revelara a la jerarquía católica la segunda parte del secreto. Reiterará su pedido en 1929; sin embargo, Pío X I no le consagra Rusia y la guerra estalla en 1939... ¿Por qué cinco papas se negaron o anduvieron con rodeos en la consagración de Rusia a la Virgen blanca, hiperbórea, de Fátima? L o hizo, en cambio, el sexto, en los términos requeridos por la Aparición. Cinco heridas en el calvario ruso, c o m o en el crucificado. U n sexto día, c o m o el sábado que precede al domingo (para la cosmovisión cristiana son seis, igual que los días de la semana, el ciclo completo que la humanidad tiene que pasar antes del día glorioso de la resurrección y de la paz). Y el séptimo período —el domingo— es aquí semejante al tercer día en el que, tras el reinado de las tinieblas, Cristo ascendió de los infiernos. ¿Será el tercer milenio de la Era cristiana la consolidación mítica de Eurasia? Creámoslo. ¿Por qué la Iglesia latina de Occidente no le consagraba Rusia al Inmaculado Corazón de María? ¿Suponía este gesto que R o m a se doblegaba ante el cristianismo ruso y oriental, no cambiante y fiel a los orígenes —ortodoxo—? Pensar demasiado no ha h e c h o nunca bien a nadie, y sobre todo dilata y equivoca las decisiones. Sea c o m o fuere, la Santa Rusia XVII

siempre ha besado el suelo cuando reza, una postura de humildad que, casualmente, el ángel e n s e ñ ó a los tres pastorcitos de Fátima en la Loca do Cabeco. L a consagración de Rusia a la Virgen* habría acarreado la caída del c o m u n i s m o , así c o m o i m p e d i d o la II G u e r r a Mundial. F u e J u a n P a b l o II quien, finalmente, se doblegó e hizo la consagración pedida sin subterfugios. Sucedió un 2 5 de marzo de 1 9 8 4 , y un año después nacía la Perestroika. A u n q u e Rusia había pasado un largo invierno, las semillas de su cristiandad permanecían vivas en ella. Francois Maistre nos ha contado ** que el propio Breznev se q u e j a b a ya a n t e el Comité Central del Partido: "¿Qué o c u r r e camaradas? ¿En qué siglo vivimos? ¿Antes o después de la revolución?". Le obsesionaba n o ver a su a l r e d e d o r más que campanas y, lo que aún era peor, oír sus tañidos. E r a así que el calor del sol interno —la Ort o d o x i a — y el c a l o r del sol l e j a n o —Fátima— iban a propiciar en Rusia el tiempo de su resurgir, el tiempo de su milenario. ¿ R e t o r n a r á el Zar al t r o n o de todas las Rusias? El principio y fin de la Primera R o m a —la de O c c i d e n t e — fue m a r c a d o c o n un solo n o m b r e , el de Rómulo. L a Seg u n d a R o m a — B i z a n c i o — fue fundada por Constantin o y c u a n d o , siglos después, reinaba otro Constantino, cayó bajo el p o d e r de los turcos. Las profecías de San Malaquías dicen q u e el último Papa de la Iglesia latina se llamará Pedro, igual que el primero. En cambio, en el ciclo ruso todo p a r e c e indicar que éste aún n o se h a cerrado. Su diferencia actual es semejante al símbolo de la E r a cristiana, que nació con el sacrificio y resurrección de Cristo, reabriándose sobre su sepulcro — e l m u n d o profano y la m o d e r n i d a d — a un nuevo Cielo y a una nueva T i e r r a , c o n su segunda venida. Pues bien, n o olvid e m o s que Vladimir se llamaba el príncipe vikingo que

* "Era u n a s e ñ o r a vestida de b l a n c o — d e c l a r ó L u c í a después de verla c u a n d o le p r e g u n t a r o n — más brillante que el sol, e s p a r c i e n d o luz m á s c l a r a e intensa q u e un vaso de cristal lleno de a g u a cristalina, atravesado p o r los rayos m á s ardientes del sol." ** Punto y Coma, N . 1 0 . V e r a n o . Madrid, 1 9 8 8 . 2

XVIII

hizo bautizar a la primitiva Rus, y q u e otro Vladimir — L e n i n — quiso acabar con la Era cristiana de los eslavos; n o obstante, anotemos aquí otro detalle que hace girar el discurso: Vladimir se llama también, ahora, el Gran Duque y heredero de la Santa Rusia en los tiempos en que sus tierras recuerdan el Imperio de los Mil Años cristianos y en los que sus pueblos resurgen del mausoleo sin alma representado por la m o m i a de Lenin. Pero sigamos a n o t a n d o encrucijadas en el misterio del milenio. En marzo de 1917 se desata la revolución liberal de Kerensky, quien, apoyado por la Duma* y por algunos m i e m b r o s resentidos de la nobleza, c o m o el príncipe Galitsin, desea la abolición de la Monarquía, a la vez que incita al asesinato del Zar comparándose con B r u t o . Nicolás II, el día 15 del m e n c i o n a d o mes, abdica en la localidad de Pskov, entre bosques y pantanos. Los generales que le acompañan en ese m o m e n t o se santiguan. El Ungido del Señor, el rey-santo, se prepara para el martirio. Y a él le seguirán también su mujer, todos sus hijos y muchos otros. B u e n tiempo era aquel de primavera para que aconteciera lo que tenía que ser, en el que la cristiandad c o n m e m o r a la presencia del sacrificio voluntario. "¡Guárdate de los Idus de marzo, oh César!" Rasputín se lo había profetizado: "Amigo q u e r i d o . Vuelvo a repetírtelo una vez más: una nube amenazadora se cierne sobre Rusia... Todo es oscuro, sin el m e n o r atisb o de luz. U n mar de lágrimas; mar sin límites... Sangre, h o r r o r indescriptible...". Pero el Zar de la T e r c e r a R o m a siguió adelante, c o m o aquel César de la Primera, hacia la aceptación de la muerte. Todo empezó en D n o , en la estación ferroviaria de Petrogrado, donde el tren del Zar fuera desviado. ¿Acaso Dno n o quiere decir fondo, abismo? Desde ahí, por tres etapas — c o m o por tres caídas— pasó el Zar con su familia y sus leales —Tsarskole-Selo, Tobolsk, Ekaterinenburg— hasta el final. Dicen algunos testigos que, cuando veía pasar a su Emperador, el pueblo campesino, fiel y ortodoxo, se arrodillaba. * Duma: C á m a r a de los representantes.

XIX

Estalla la guerra civil y triunfa la Revolución Soviética en octubre del 17, el mismo mes en que se produce la última aparición de la Virgen del Rosario en Fátima. Desde Moscú parte el telegrama ordenando el asesinato; lo firman Yakov Sverdlov y, a la derecha del documento, Lenin, c o m o r e c i e n t e m e n t e se ha demostrado. "Veo una gran cruz en Ekaterinenburg" —había anunciado ya San J u a n de Kronstad ( 1 8 2 9 - 1 9 0 9 ) — . Allí fue, en Siberia, en la tierra más virginal y originaria que todavía tenemos del planeta, en la de los más grandes bosques del mundo. No en vano, Alexander Solzhenitsin ha escrito en Vivir sin vergüenza: "Siberia y el Septentrión son nuestra esperanza, nuestra reserva". ¿Nuestra resurrección? Les dieron muerte en la casa del ingeniero Ipatiev, en Ekaterinenburg, la n o c h e del 16 al 17 de julio de 1918. Pero antes, tal vez días, semanas o pocos meses, sobre el itinerario de sus prisiones, unos breves versos, atribuidos a la Gran-Duquesa Olga, ignoraban la distancia. Copiamos algunos: Reina del Cielo y de la Tierra, Consoladora de los afligidos, escucha la oración de los pecadores: La Santa Rusia —Tu morada luminosa— está en vísperas de perecer. Te invocamos, Protectora nuestra. No conocemos ninguna otra. Oh, no abandones a Tus hijos. Concede la esperanza a los que sufren. Pon Tu mirada En nuestras lágrimas y nuestro martirio. Danos la fuerza, oh Dios de la Verdad, de perdonar el crimen de nuestro prójimo y de aceptar con dulzura nuestra pesada cruz ensangrentada. Al borde de la tumba, infunde a los labios de Tus siervos la fuerza sobrehumana de rezar humildemente por nuestros enemigos.' * T r a d u c c i ó n inédita al castellano de Rurik d e Kotzebue.

XX

U n a oración, un poema, que, en efecto, ignoraba la distancia, y aun cuando Olga n o lo supiera, al otro extremo de Eurasia, en Fátima, una Virgen blanca la escuchaba...

*** Desde j u n i o o j u l i o del año 9 8 8 , fecha de la investidura cristiana de la realeza rurikida, hasta 1 9 1 8 , en la que cae el último de los Zares, transcurrieron en Rusia 9 3 0 años de su Era cristiana. Pero si a los 9 3 0 años le añadimos la cifra tan simbólica c o m o real de los 70 que ha durado el tiempo del "Anticristo" (el período del martirio y de la opresión para la Iglesia rusa), tenemos justam e n t e 1.000 años: el milenario, la celebración del tiempo del retorno, la vuelta del Zar santificado en los iconos del martirio, la proximidad de Cristo que reaparece victorioso c o m o sol de justicia, en su sentido más eminente. Y e s o es, sin embargo, lo que la Virgen —la gran señal del Cielo, la D a m a B l a n c a de Hiperbórea— nos avisa. Ella es, a la vez, la puerta sacra de la Natividad y del Apocalipsis, del principio y del fin, del alfa y de la o m e g a del m u n d o . En virtud de estos símbolos, la figura del Zar se ve asumida por la tradición de los reyes que m u r i e r o n y que, resucitados y ya míticos, aguardan en el Paraíso la orden de su venida, c o m o Arturo, Carlomagno, Don Sebastián..., en pos de Cristo, al final de los tiempos. Cuenta Valentín Speranski en La noche roja c ó m o una aldeana de E k a t e r i n e n b u r g vio a los zares durante los últimos días de su cautiverio, los cuales le parecieron apocados, nada, demasiado humanos, y, sin embargo, en sueños, se le habían aparecido "rodeados de una aureola dorada y con trajes resplandecientes. Les a c o m p a ñ a b a u n a música, y mil banderas de todos los colores flotaban al viento; caían flores de lo alto y las campanas repicaban sin cesar. El Zar, a mi j u i c i o , debía ser c o m o un gigante divin o y la Emperatriz una belleza rusa... del Paraíso... El Zarevich, un querube...". La leyenda monárquica creció hasta el punto de que el Zar —de verdad, de verdad— n o había muerto. Después de que el poder soviético pase "como u n a epidemia infantil —le dijo a Speranski un XXI

a n c i a n o venerable, allá por el a ñ o 2 3 — ; después de esa e n f e r m e d a d tremenda, pero necesaria para fortalecer el alma, se restablecerá el régimen antiguo, lavado por la sangre y purificado por el sufrimiento...". Y, e n t o n c e s , — l e añadió otro de sus interlocutores—, entonces, "el Zar, muy piadoso, vendrá de nuevo para juzgar a los vivos y a los muertos... gracias a los poderes que habrá recibido de Dios".

** * Eurasia es nuestro destino y n o América. H a c i a las postrimerías del libro, Duguin incluye un capítulo sobre A m é r i c a q u e , a s i m p l e vista, m u c h o s p o d r í a n j u z g a r ocioso o fuera de lugar, máxime cuando al tratar sobre ello las r e f l e x i o n e s del autor extralimitan el conflicto c o n v e n c i o n a l y desde luego aparente entre los rivales y máximas potencias de la guerra fría: USA y la URSS. Si consideramos las cosas del siguiente modo, si aceptamos q u e la América primitiva, la del chamán y la del guerrero nómada, la del indio piel-roja, fue c o n s e c u e n c i a de u n a natural expansión de Asia hacia su propio naciente solar, e n t o n c e s , esa América arcaica habría sido el extrem o Este de Eurasia, c o m o de h e c h o así fuera. Los j a p o n e s e s p a r e c e n s a b e r l o , lo intuyen los t i b e t a n o s y los m o n g o l e s y los tártaros y algunas etnias del norte de la India y los siberianos... Es más, si las migraciones se hub i e r a n verificado en la dirección opuesta, c o m o así lo c r e e n en la actualidad los jefes de algunas naciones indias, p o c o importaría para nuestro propósito que ello fuera d e m a s i a d o i m p r o b a b l e o imposible. El trasiego p e r m a n e c e r í a en los límites simbólicos de Eurasia. Pero, si, c o m o se le ocurrió a Cristóbal Colón, el occidente de Eurasia quiso buscar un "atajo" para llegar al otro linder o de O r i e n t e —de las Indias O r i e n t a l e s — , transgred i e n d o la terminología y las c o n c e p c i o n e s tradicionales de la geografía sagrada y simbólica; traspasar el finisterre, la Isla blanca de T h u l e , la mítica Avalon, ir más allá del Paraíso nórdico, de Apolo y de los celtas, y situarse a sus espaldas y surcar o pasar los abismos de sombras que allí existían, en ese caso, Occidente habría entrado en el j u e g o i n e x o r a b l e de la "ley de las inversiones" o de los

XXII

"reversos", introduciendo, c o m o ha sido constatado, el chispazo destructivo de la desolación. No en vano, aquel O c c i d e n t e que acabaría por e n c a r n a r el signo del desarraigo terminó por arrasar las raíces de los pueblos que Eurasia tenía allí, en "América", de avanzadilla. De este m o d o , el ocaso, la p e n u m b r a y la decadencia de la luz, acabarían por eclipsar al O r i e n t e que vio siempre nacer el sol en su seno. Sin embargo, este triunfo n o es otra cosa que el e n g a ñ o de las tinieblas exteriores, efímero para ser verdad, pues escrito está: del Este amanecerá, c o m o el relámpago, el enviado que regresa sobre el corcel blanco, al final de los tiempos. O t r o aspecto que siempre m e h a interesado de esta polaridad USA-URSS es la doble vertiente que ambos lados e n c a r n a n respecto al espíritu. Veamos al cristianism o en la civilización m o d e r n a y comparémosle con la tragedia de Cristo, con la trascendencia de esa misma tragedia p o r él abrazada. Imaginemos ahora a Jesús ante la tentación del m o n t e , imaginémosle aceptando el apego del m u n d o y renunciando a la muerte, su misión. Esa actitud es la de O c c i d e n t e y la de América, cuya ideología y forma de vida cautiva la existencia por el bienestar, el p o d e r pasional y el placer, concluyendo p o r matar el alma y e n c a d e n a r el espíritu. U n a r e n u n c i a así de la muerte n o tiene resurrección. Por eso, América, con su estilo de vida, paraliza nuestra capacidad de reacción, y semejante al sheol h e b r e o , nos convierte en seres espectrales, incapaces de libertad. Esta civilización huye tanto del sacrificio y agasaja de tal m a n e r a el cuerpo que resuelve matándonos el alma inmortal y abatiendo el espíritu invulnerable. En la Revolución Soviética, por el contrario, el pueblo ruso ha vivido su propio calvario y su propia crucifixión. Con ello, sus perseguidores le han garantizado su regeneración. Desearon tanto destruir el alma rusa y abolir el espíritu con la persecución y la tiranía, quisieron tanto matar a Dios p o r el martirio, que ahora lo verán resucitar. Y de igual m a n e r a que Cristo liberó del sheol a los seres ensombrecidos que allí había con su descenso a los infiernos, así también la Santa Rusia se reserva un papel primordial para el futuro. No de XXIII

otra m a n e r a c a b e e n t e n d e r las palabras de Solzhenitsin: "pienso que Rusia, q u e h a abierto las puertas del infiern o al m u n d o , es la ú n i c a capaz de p o d e r c e r r a r l a s " . O c c i d e n t e n o p u e d e hacerlo, y sigue el escritor: "todo el o r b e está debilitado p o r la prosperidad y... p r o n t o perecerá... las m a n o s para v e n c e r el i n f i e r n o vendrán del O r i e n t e eslavo. Para la historia... Rusia es un país clave". Confiemos a h o r a que en este lado de Eurasia —nuestro c o n t i n e n t e — , e n la "India blanca" — c o m o calificaba Esenin a sus tierras—, n o terminen también por caer com o nosotros ante los señuelos, en esos lazos sutiles, con q u e O c c i d e n t e nos tienta sin piedad. E s t e , n u e s t r o s u e ñ o , fue el de U n g e r n - S t e r n b e r g , quien, al igual que Gengis-Kan, y después de h a b e r reunido en u n a sola h o r d a hiperbórea a sus mongoles, cosacos y nórdicos, descendiera desde Oriente hasta Occid e n t e c o m o el relámpago. Siempre lo h e confesado: ten e m o s u n a n e c e s i d a d i m p e r i o s a de b a r b a r i e . . . P e r o U n g e r n se adelantó a su tiempo. El también quiso llegar hasta el mítico r e i n o invisible de Agartha y traer de allá sus alianzas. Al igual que U n g e r n , otros héroes lo buscaron después y lo seguirán buscando. Sin e m b a r g o , no hay otro m o d o de ser aceptado en él que tragando el a m a r g o sabor de la derrota momentánea, de la cruz y de la muerte. Sólo e n ese instante, Ungern-Sternberg, el último de los defensores a caballo de la Rusia de los Zares, vendrá al lado de Arturo, Carlomagno, Nicolás II... c o n el Rey del M u n d o , a sus flancos. ISIDRO-JUAN PALACIOS

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Su «retorno» a Rusia. El Zar Nicolás II, mártir de la Revolución, «vuelve» según la profecía.

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Icono de la Familia Imperial canonizada por la Iglesia Ortodoxa del exilio.

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I.

CONTINENTE RUSIA

PAÍS INTERIOR "Los c o n t i n e n t e s p o s e e n u n a dimensión simbólica relacionada, tanto c o n los estereotipos culturales, com o c o n la e x p e r i e n c i a cotidiana. L a E u r o p a del europ e o autóctono se diferencia f u e r t e m e n t e de la E u r o p a vista p o r un a m e r i c a n o o de aquella E u r o p a de cuya tutela i n t e n t a n librarse los habitantes de África u O c e a nía. P e r o los estereotipos culturales n o derivan tan sólo de lo cultural, de c o n o c i m i e n t o s más o m e n o s ciertos, de e m o c i o n e s vividas c o n mayor o m e n o r fuerza o de la percepción más o m e n o s clara... Esos estereotipos, cargados de una fuerza psíquica, tienen sus raíces en el i n c o n s c i e n t e , de d o n d e salen a la superficie a través de los sueños o r e a c c i o n e s espontáneas, m u c h a s veces relacionadas c o n un racismo instintivo. Y en este caso es c u a n d o el c o n t i n e n t e ya deja de ser s i m p l e m e n t e una quinta parte del g l o b o terráqueo. Se convierte en un símbolo q u e resume todo un m u n d o de imágenes, pasiones y deseos. Analizando los sueños de u n a de sus p a c i e n t e s , la d o c t o r a V e r n e demostró b r i l l a n t e m e n t e que Asia n o era para ella tan sólo un r e c u e r d o o alic i e n t e para realizar un viaje i n t e r c o n t i n e n t a l . Asia, para ella, r e p r e s e n t a b a el símbolo del r e t o r n o a lo Sagrado, del m u n d o de lo Absoluto, del misterio de la superación, del C a m i n o h a c i a la Unidad: la representación viva del mensaje de la Verdad y de la Realidad Supre1

ma. D e la misma m a n e r a que podría serlo África, O c e a nía o E u r o p a . L o s c o n t i n e n t e s y su interpretación sim­ bólica son distintos para cada individuo c o n c r e t o . Esta dimensión i n t e r n a de la geografía también puede abar­ c a r otros lugares más c o n c r e t o s : u n a ciudad, un país, u n a aldea, etc. L o i m p o r t a n t e es d e t e r m i n a r qué signi­ fican para cada p e r s o n a las imágenes, las sensaciones, los s e n t i m i e n t o s , los prejuicios, que esta persona deter­ m i n a d a p o r t a d e n t r o de sí y cuya suma constituye la verdad subjetiva del símbolo. L a geografía íntegra en su totalidad: la geosociología, geocultura y también la geopolítica." Aquí t e r m i n a la explicación del término Continente entresacado del maravilloso Diccionario de los Símbolos, es­ crito por J e a n Chevalier y Alain Gheerbrant. Nos permi­ timos r e p r o d u c i r esta e x t e n s a cita en su totalidad, ya q u e su c o n t e n i d o c o i n c i d e de m a n e r a e x t r a o r d i n a r i a c o n el tema del presente trabajo, determinando desde el principio el plano en el que va a transcurrir el desa­ rrollo de nuestro estudio. E n el aflorar de los sentimientos nacionalistas, inclu­ so en el racismo y en los estallidos de patriotismo de los distintos p u e b l o s , salen a r e l u c i r fenómenos que po­ drían parecer irracionales y que pueden explicarse con simples razonamientos lógicos o con análisis de los "mo­ tivos" más o m e n o s egoístas que podrían estar detrás de estos fenómenos. El despertar de la m e m o r i a nacio­ nal, racial o continental a c o n t e c e muchas veces sin nin­ gún aparente estímulo e x t e r n o —sucede simplemente q u e los arquetipos del inconsciente más profundo, de r e p e n t e , saltan las barreras, y produciendo una reacción e n cadena, despiertan todo el complejo de la visión del m u n d o colectiva que parecía haber sido olvidada desde hacía ya tiempo—. C o m o ejemplos más claros de lo que a c a b a m o s de decir, podríamos m e n c i o n a r la superviven­ cia de los nacionalismos celta-irlandés, judío, c o r e a n o o japonés, que siguen existiendo y se fortalecen a pesar de todos los c o n d i c i o n a m i e n t o s sociales e históricos que objetivamente deberían hacerlos desaparecer. La ima­ g e n de la "Tierra Prometida" está tan arraigada en lo más 2

profundo del alma nacional de ciertos pueblos que ninguna influencia externa puede cambiarla en absoluto. Esencialmente, lo mismo ocurre con el misterio del patriotismo ruso, cuyo carácter casi místico fue descrito, apoyándose en los ejemplos de la lírica patriótica rusa, por el brillante escritor y publicista Yuri Mamléev. Rusia mística, "India Blanca" de Kliúev, "Santa Rus" que Serguei Esenin anteponía al propio Paraíso y que Tiútchev veía c o m o un principio religioso en el que hay que creer (imagínense qué absurdo sonaría "Santo Portugal" o "Fe en C a m p u c h e a " ) , constituye sin duda la profunda realidad de la psicología nacional, el Continente Interior que sintetiza en sí la visión del m u n d o de una nación gigantesca. El recuerdo de ese Continente Rusia puede estar oculto y dormido en el fondo de la c o n c i e n c i a a lo largo de cientos de años, pero antes o después c o b r a vida y se convierte en un huracán, un torbellino, un grito, cuando le llega el m o m e n t o del Despertar. Pero para ser efectiva y concreta, la realidad psíquica de la "Rusia Interior" debe poseer una determinada estructura arquetípica relacionada con procesos históricos y territorios geográficos muy concretos, siendo esto además un verdadero paradigma formador y estructurador del cosmos espacio-temporal circundante y n o su simple reflejo.

COLORES SIMBÓLICOS ¿Cuál es esa estructura arquetípica de la "Rusia Interior"? ¿En qué está basada y hacia dónde se orienta el c o n c e p t o de la "Santa Rusia"? ¿Cuáles son las raíces de la concepción imperial del pueblo portador de Dios? A nivel h i s t ó r i c o , la s a c r a l i d a d tan específica de Rusia* se creía derivada directamente de su fidelidad a la Ortodoxia, al Cristocentrismo ruso. Pero es importante señalar que n o ocurrió nada parecido en el Imperio Bizantino o en los países católicos, cuya fidelidad a la ' Aquí y en adelante el autor utiliza la antigua denominación "Rus", que hemos preferido traducir siempre por "Rusia". (N. del T.)

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tradición cristiana n o era menor. En nuestra opinión, la visión del p u e b l o ruso c o m o portador de la O r t o d o x i a influyó sin duda en la formación del c o n c e p t o de "Santa Rusia", pero n o la predeterminó. En este caso c o n c r e t o , c o m o en m u c h o s otros, la tradición cristiana se superpu­ so sobre otra tradición m u c h o más antigua que estaba en el origen n o sólo del viejo calendario litúrgico ruso (de lo cual hoy ya n o queda ni la más mínima d u d a ) , si­ n o q u e también constituía la base de la totalidad sacral de la visión del m u n d o nacional —desde la geografía sa­ cral hasta la ética y la formación de las estructuras políti­ cas—. Y fue esta antigua tradición la que, actuando so­ b r e el plano más profundo del inconsciente, predeter­ m i n ó la lógica fundamental de la sagrada Historia de Rusia. Los vestigios de esa antigua tradición pueden ser ras­ treados en los arquetipos lingüísticos, que se remontan a los tiempos primordiales de la unidad i n d o e u r o p e a y q u e p e r m a n e c e n c o n u n a constancia increíble en la to­ p o n i m i a , en los mitos, en las leyendas y, en general, en todos los casos típicos de la formación de palabras con c o n t e n i d o simbólico. Además, todo el sistema de símbo­ los estrictamente religioso está muy relacionado con esa antigua tradición, de lo contrario la cristianización de Rusia n o se habría llevado a cabo de una m a n e r a tan fá­ cil y armónica. L a doctrina cristiana integral se corres­ pondía en su paradigma ritual y simbólico con la lógica de otros cultos más antiguos que n o fueron desechados sino transfigurados p o r el cristianismo, formando una síntesis unitaria. El ciclo ruso de las vidas de los santos (Zitii) y la especificidad de la O r t o d o x i a rusa nos pro­ p o r c i o n a n miles de ejemplos de ello. M e n c i o n e m o s tan sólo el e j e m p l o canónigo de la fiesta veraniega del pro­ feta Elias (Yliá) , que adoptó los rasgos del antiguo dios ario de la T o r m e n t a , del Cielo y de la Luz YL (de la mis­ m a raíz proviene la antigua palabra rusa "Solntse"-"Sol", q u e en la lengua i n d o e u r o p e a originaria significaba "luz benéfica"). A n a l i c e m o s a h o r a algunos aspectos de c o m b i n a c i o ­ nes arquetípicas determinantes para la forma de pensar 4

rusa. E m p e c e m o s por el propio término "Santa Rusia". En primer lugar, hay que señalar un h e c h o curioso: por lo visto, m u c h o antes de la llegada de los eslavos a las tierras de Rusia, la región de las estepas del sur de Rusia, desde el Mar Negro hasta los Montes Urales, era llamada por los antiguos pobladores arios de este territorio "Hogar de los Dioses-Gran Suecia" o "Fría Suecia", que ya m u c h o más tarde se trasladó j u n t o con las tribus germanas a Escandinavia, convertida en el "Hogar de los Hombres-Pequeña Suecia". Precisamente a través de esta "Gran Suecia" llevaban sus aguas los ríos de los antiguos arios — D o n (Tanaxvil o Vanaxvil: "cauce del río donde viven los Vanes") y Dniéper (Danapru o en griego "Borystenes")—. Mientras que la propia palabra "Suecia" —Sveden, Suetia— significaba p r o b a b l e m e n t e "claro, blanco, lleno de luz". Pero precisamente esa raíz indoeuropea Qve't * o ñvít lógica y, posiblemente, según su etimología, tiene que ver c o n la palabra rusa"sviatói""santo". P o r otro lado, la tradición hindú hasta nuestros días recuerda "Queta Dvipa" —"Isla o Continente Blanco" que se e n c u e n t r a al norte de la India—. Habitualmente, Queta Dvipa señala la isla simbólica del Varaha situada en el Polo Norte —patria mítica de los antepasados de los h i n d ú e s — . P o r a n a l o g í a , sería l e g í t i m o trasladar este n o m b r e al lugar de asentamiento temporal de los arios, anterior a su migración hacia la India actual. El que los antepasados de los hindúes —portadores de la tradición védica en su forma inicial— durante un período determinado vivieran en los territorios del sur de la Rusia actual queda confirmado por los recientes hallazgos arqueológicos. (Ver los trabajos de V. N. Danilenko, Yu. A. Shílov y otros.) De m a n e r a que el país "claro, b l a n c o , santo' se asociaba antiguamente a las tierras rusas, una idea profundamente anclada en la conciencia de sus hombres, tanto arios, cuyos contactos sacrales seguían conservándose aún después de que se quebrara su unidad tradicional y lingüística, c o m o en la conciencia de los pueblos autóctonos paleoasiáticos que más de * "Luz" en ruso. (N. del T.)

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u n a vez demostraron tener una rara capacidad para con­ servar, a lo largo de milenios, sistemas mitológicos reci­ bidos de los pueblos indoeuropeos, m u c h o más dinámi­ cos y activos que ellos. E l s e g u n d o c o m p o n e n t e del d o b l e término "Santa Rusia" es el n o m b r e geográfico "Rus" *. La explicación etimológica más razonable de esta palabra viene de la antigua raíz i n d o e u r o p e a %s (para comparar: rot en ale­ mán, russus en latín, rouge en francés, red en inglés y rohita e n sánscrito), q u e significa rojo, p e l i r r o j o , rosado. Además, aquí da absolutamente lo mismo si Rusia reci­ bió su n o m b r e de u n a tribu eslava o escandinava. L o im­ p o r t a n t e es que desde un punto de vista inconsciente el c o l o r rojo está e s t r e c h a m e n t e ligado a Rusia: fue uno de los colores preferidos de los príncipes rusos, a parte de q u e e n el ruso antiguo la palabra "krasni" —"rojo"—, significaba también "bello", "destacado", etcétera **. Se­ ría interesante destacar que otra antigua palabra rusa para designar el c o l o r rojo —"chiormni"— etimológica­ m e n t e se a c e r c a m u c h o a la palabra "chiorni" —"ne­ gro"—. En la antigua lengua hindú la misma raíz —krsnás—también poseía el significado de "negro" o "bello". No se p u e d e descartar la posibilidad de que esa relación etimológica se manifestara de alguna manera en las aso­ ciaciones de significados y en las estructuras semánticas n o manifestadas del pensamiento verbal, relacionando casi i n c o n s c i e n t e m e n t e el contenido de la palabra "kras­ ni" — " r o j o " — c o n el c o n t e n i d o de la palabra "chiorni" —"negro"— (en el sentido de "subrayado", "delimitado nítidamente", e t c . ) . Al relacionarse estas dos líneas direccionales veremos q u e el c o n c e p t o "Santa Rusia" puede ser traducido en u n a diada de c o l o r e s simbólicos: Blanco-Rojo o incluso Claro-Oscuro. No es casual que la combinación blanco-ro­ j o fuera la más extendida en la heráldica principesca ru­ sa, lo mismo e n los trajes nacionales, en los ornamentos, e n los frescos, etc. Si además observamos el desarrollo * A n t i g u o n o m b r e de Rusia, a c t u a l m e n t e "Rossía". (TV. del T.) * * D e a h í el n o m b r e d e la Plaza Roja, o sea "Plaza Bella". (N. del T.)

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de estas líneas simbólicas de sentido y sus connotaciones tradicionales, posiblemente podremos descifrar de una manera m u c h o más clara y profunda la visión popular de muchos acontecimientos históricos: de la guerra de Rusia c o n t r a Suecia, p o r e j e m p l o , e incluso de la Guerra Civil.

LOS CAMPOS DEL ANTICRISTO Por otro lado, y relacionada con una determinada misión escatológica de Rusia o, mejor dicho, de aquellos territorios sobre los que se asienta el Estado Ruso, existe y se mantiene a lo largo de la Historia una explicación legendaria. Este aspecto escatológico, apocalíptico, está relacionado de una m a n e r a lógica con el específico papel designado a estos territorios por los hombres dentro de su antigua c o n c i e n c i a sacralizada. Tal aspecto se explica si tenemos en c u e n t a el h e c h o de que lo "sagrado", visto a m e n u d o en la perspectiva inversa, se convierte n o simplemente en algo "mundano", "no sagrado" o "profano", sino en su absoluto contrario: en "antisagrado", en "diabólico", más que nada, y sobre todo en "demoníaco". A propósito, son bastante explícitos algunos testimonios antiguos: en primer lugar, dice la leyenda que durante su campaña en Asia Central, Alejandro Magno m a n d ó construir la Muralla Sagrada o Las Puertas Sagradas contra las "demoníacas tribus del Norte" que n o logró dominar. (Ver R. Guénon: El reino de la cantidad.) L a mítica muralla se situaba enfrente de las "Puertas del Caspio", lo que significa que las "demoníacas tribus" circulaban por las tierras del sur de Rusia y se asociaban con ellas. Más tarde, esas tribus fueron identificadas con las bíblicas y apocalípticas tribus de Gog y Magog, que según las profecías, al final de los tiempos debían conquistar la T i e r r a para destruir el patrimonio espiritual y sagrado de la Humanidad: templos, monasterios y las ermitas de los anacoretas. (Ver El Apocalipsis de San J u a n , 20:7.) U n milenio y medio después, la misma región cerc a n a al Mar Caspio, las llamadas "Tierras Hyrcanias", eran vistas por los teólogos católicos europeos c o m o un 7

territorio malvado poblado por las diez degeneradas y demonizadas tribus perdidas de Israel tras el cautiverio de B a b i l o n i a . R o g e r B a c o n advertía que c u a n d o esas diez tribus emprendieran la marcha hacia O c c i d e n t e , sería para recibir al Anticristo. (Ver Opus Majus de R o g e r B a c o n . ) E x t r a ñ a m e n t e , esta profecía se c o r r e s p o n d e c o n otra predicción, esta vez bíblica, sobre el Final de los T i e m p o s : sobre el m u n d o se alzarán los príncipes rebeldes de Rosh, M e s h e h y Fuval contra Dios. (Ver Ezequiel, 3 8 : 2 ; 3, Isaías, 1:63, etc.) Estos tres n o m b r e s propios que n o poseen un claro significado etimológico en el m a r c o de la lengua hebrea, recuerdan de una m a n e r a asombrosa otras palabras... Rusel primero (raíces R O S y R U S son p r á c t i c a m e n t e idénticas), Mosc-ú el segundo (ya que la palabra M e s h e h representa una vocalización masotérica bastante subjetiva de las tres consonantes del texto bíblico original: M-S-K). En cuanto al n o m b r e Fuval o Tubal, con él los antiguos hebreos señalaban precisamente Escitia, las regiones del sur de Rusia. P o r otro lado, e n la Biblia se acentúa constantemente la destrucción apocalíptica del país llamado Edom (ver Abdías, I y siguientes, Isaías, 1:63, e t c . ) , que representa el paradigma de u n a perversa y demoníaca transfiguración de las tierras antaño sagradas. Se puede decir que el príncipe Gog del país Magog, los príncipes de Rosh, Mesheh y Fuval, lo mismo que los príncipes de E d o m representaban d e n o m i n a c i o n e s simbólicas bíblico-tardías del Estado Escatológico. Sorprende descubrir que la palab r a h e b r e a Edom significa precisamente rojo, es decir, el País Rojo. Todos estos datos permiten señalar una determinada oposición de significados implícitos en el c o n c e p t o de "Santa Rusia". Inesperadamente, esta oposición se hizo visible a principios del siglo X X manifestándose en la tradición poética, publicista y política: se trata de la oposición entre la "Santa Rusia" y la "Maldita Rusia" que más tarde cristalizó en las d o s Rusias enfrentadas entre sí: la "Santa Rusia Blanca" y la "Roja Rusia Soviética". A este respecto, n o es casual que la Guerra Civil, en una canción revolucionaria, recibiera el n o m b r e de "sagrada". 8

Sagrada, es decir, cuyo contenido n o se detiene en lo puramente político o económico; sagrada, por proceder de los profundísimos y milenarios arquetipos del incons­ ciente, por enfrentar entre sí dos ideas de importantísi­ mo c o n t e n i d o sacral: el "Blanco" y el "Rojo", situados en el corazón mismo del o r g a n i s m o n a c i o n a l y más aún geopolítico.

LA SACRALIDAD DEL ZAR U n a de las c o m p o n e n t e s fundamentales de la Rusia Interior —por lo m e n o s a lo largo del último milenio de su Historia— estaba representada por la sagrada misión del M o n a r c a Ruso, verdadero acumulador de todas las aspiraciones espirituales de la nación. L a Santa Rusia siempre tuvo su centro sagrado: tanto geográfico (Kíev c o m o primera capital y luego Moscú), c o m o vivo y per­ sonificado polo de santidad nacional: el Zar, Ungido por Dios. Es interesante observar c ó m o algunos pueblos de origen turco conservaron incluso hasta el siglo XVIH una veneración muy especial hacia los monarcas rusos. Los buriatos, por ejemplo, veían a la emperatriz Catalina co­ mo encarnación de la Blanca Tara, una de las más gran­ des bodhisatvas del lamaísmo. Ese significado universal del poder monárquico dentro de los marcos del Impe­ rio demuestra una vez más que Rusia n u n c a fue vista por su población c o m o una realidad puramente étnica sino que, al contrario, se trataba de una realidad más alta, de una manifestación real de la Tradición geosacral, donde cada pueblo ocupaba su propio lugar. De esta m a n e r a el Zar B l a n c o Ruso era a la vez el Zar de todas las etnias del Imperio. C o m o se sabe, la tradición monárquica rusa se inició cuando un grupo de tribus eslavas y ugro-finesas llamó al trono a Rúrik, de la estirpe de los varegos. En épocas posteriores la descendencia del primer Príncipe, Rúrik, se convirtió en la base espiritual y genealógica que justi­ ficaba m o r a l m e n t e el sagrado poder y la autoridad del Zar. Dicha tradición era tan constante, clara y apriorística, estaba tan afianzada en la c o n c i e n c i a de los rusos 9

Icono ruso. En el centro aparece San Vladímir, llamado a ser el artífice de la cristianización de la antigua Rus, flanqueado por sus hijos San Boris y San Gleb, mártires. Elprinápe Vladímir ("Ravnoaposlolny": el "Igual a los Após­ toles ") confirma y encarna la sacralidad de la antigua tradición monárquica que reúne en una la autoridad espiritual y el poder temporal.

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que, sencillamente, por su propia naturaleza, n o podía ser de otra manera; todo parecía indicar que sus arrai­ gos sobrepasaban los orígenes históricos, descendiendo directamente de las formas más antiguas, los cuales y a pesar de haberse trasladado a la esfera del inconsciente, n o perdieron ni un ápice de su fuerza y efectividad. En nuestra opinión, la invitación de Rúrik el varego era vista c o m o el Gran Misterio por el pueblo, expresándose en esta acción la lógica de los orígenes sobrenaturales del poder zarista, fundamental para todas las antiguas dinas­ tías tradicionales. I n t e n t e m o s descubrir el trasfondo sagrado de este misterio, gracias al cual en el espacio de la Rusia Interior fue establecido tal c e n t r o dinástico sagrado. Estudiemos en primer lugar el Zoroastrismo, en cuyo marco fue tan detalladamente tratado el aspecto místico del poder mo­ nárquico y que influyó decisivamente sobre el e s q u e m a mental de los pueblos que en la antigüedad poblaban las tierras rusas. Los zoroástricos afirmaban que el Mo­ narca tenía una sanción especial para gobernar, conce­ dida por los poderes o fuerzas superiores. Dicha sanción se traducía en la facultad de poseer u n a fuerza lumino­ sa: Hvareno o Farn. Hvareno es la energía de la luz conj j„ ,„ „„;x„ — „ i „ „ u„„,u-,,~ i„„ dioses. Halcón —"vargán"— y a veces Carnero (Aries), tradicionalmente eran considerados c o m o símbolos de Hvareno. Por otro lado, Hvareno se identificaba c o n el e l e m e n t o Fuego, el único que por su naturaleza tiende a elevarse hacia arriba, hacia el Cielo. Cada M o n a r c a po­ seía su propio fuego personal que simbolizaba su posesión de Hvareno. Si volvemos a Rúrik el varego, llamado a go­ b e r n a r Rusia, veremos que etimológicamente su nom­ bre c o n t i e n e todo el complejo de esas ideas zoroástricas (que por lo visto eran patrimonio de todos los arios). En escandinavo "Rúrik" significa "Halcón", es decir, el sím­ b o l o por excelencia de Hvareno. La palabra "Rúrik", ade­ más, recuerda de una m a n e r a sorprendente la antigua palabra eslava "Rárog", "Fuego" o "Espíritu de Fuego" (por c i e r t o , "rárog" también poseía el significado de "halcón"). Cuando se llevó a c a b o el Bautismo de Rusia, 11

el Zar de la dinastía de Rúrik se convirtió a la vez en el U n g i d o por Dios, poseedor de la fuerza de Cristo, llam a d o por eso también "Cordero", "Carnero" (Aries). De este m o d o , el c o n c e p t o de Monarca Cristiano continuab a espiritualmente y confirmaba la sacralidad de la antigua tradición monárquica que en la invitación de Rúrik e n c a r n a b a la obtención de la Bendición Celeste, de Hvareno. C o m o se puede ver, en este caso c o m o en m u c h o s otros, el Cristianismo n o anuló, sino que sublimó y reafirmó las creencias precristianas. A h o r a h a b l e m o s de los varegos. Sin entrar en las discusiones a c e r c a de su origen étnico — l o que para nosotros n o tiene demasiada i m p o r t a n c i a — p r o c u r a r e m o s d e s c u b r i r el significado simbólico de este n o m b r e . Ya q u e el Zoroastrismo nos proporcionó algunas claves importantes volvamos a él otra vez. La palabra "variag" * o "varingr", por su pronunciación y posiblemente por su origen, se a c e r c a al n o m b r e del dios zoroástrico Varhran o Veretragna. Varhran es u n o de los siete dioses del mazdeísmo, el dios de la Victoria. P r e c i s a m e n t e , este d i o s e r a c o n s i d e r a d o c o m o el p r i n c i p a l p o r t a d o r de Hvareno, y precisamente según la tradición con él se rel a c i o n a el h a l c ó n "Vargan" ( c o m p á r e s e : "vargan"-"varingr", es decir "varego"), su e t e r n o c o m p a ñ e r o e incluso su encarnación. Así que los varegos, aparte de su existencia histórica, podrían representar u n a idea simbólica, e n c a r n a n d o en sí la totalidad de Hvareno —Felicidad del Zar—, u n a de cuyas preciosas partículas —Rúrik-Halc ó n — descendió a semejanza del maná sobre las tribus q u e esperaban la bendición celeste. Pero aquí todavía n o se agota la c a d e n a de significados mí tico-etimológicos. L a palabra "variag" puede perfectamente ser comparada con la raíz sánscrita -svar—"cielo", "luz solar"—, muy parecida, por cierto, a la raíz persa -hvar —de la q u e viene Hvareno—. Es posible que la palabra rusa "séver" ("norte") también esté emparentada con "svar", ya q u e los antiguos pueblos arios identificaban el Norte c o n la "orientación divina celeste" (aunque más tarde * "Varego" en r u s o . (TV. del T.)

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esta orientación cambió de s i g n o ) . La relación de los varegos con el Norte y con el Cielo se corresponde, por lo tanto, con la lógica mistérica general que produjo el llam a m i e n t o del Primer Zar para gobernar. Podríamos ir más lejos aún. Varhran es el equivalente persa de la palabra sánscrita Vritra-han, es decir, "Asesino de Vritra" —epíteto del dios Indra, el Rey del Cielo, cuyo hogar, según la cosmografía hindú, se sitúa en el Cielo (Svar)—. En cuanto a la denominación "hindúes", "hindi", lo más probable es que se trate del n o m b r e teóforo (divino) del pueblo, "el pueblo de Indra", y por lo tanto el pueblo portador de Dios. Los varegos, por su lado, c o m o una de las tribus indoeuropeas, podrían ser el pueblo teóforo de "Vargan" o Varhran-Veretragna, es decir, del mismo Indra, "Asesino de Vritra". A la vista de todas estas relaciones, n o se puede descartar que fueron los ecos lejanos de semejantes equivalencias mitológicas las que sobrevivieron en las profundidades del inconsciente na-, cional, c r e a n d o n o por casualidad esa imagen de Rusia, llamada también de "India Blanca" entre los poetas de orientación místico-popular c o m o Kliúev o Esenin. Aunque, por supuesto, la lógica secreta de tal identificación pudo h a b e r venido por otros caminos de simbologías ya Ccisi olviclcVcltis.

El escudo monárquico ruso —un Águila Bicéfala— en un principio era también el símbolo del "Halcón-Rúrik", portador de la fuerza mágica de Hvareno. O t r o detalle más llama nuestra atención. Moscú, capital del Estado Ruso y lugar de residencia del Zar, tenía por escudo a San J o r g e , Vencedor matando al Dragón (escudo de Yuri Dolgoruki, fundador de Moscú). Varhran (dios de Hvareno) es en p r i m e r lugar el dios de la V i c t o r i a (San J o r g e es también el Vencedor, Victorioso). Además, c o m o ya h e m o s señalado más arriba, la palabra VarhranVeretragna significa "Asesino de la Serpiente" (o Drag ó n ) , "Asesino de Vritra" y a San J o r g e habitualmente se le representa matando al Dragón. Por otro lado, es característica la aparición en la mitología persa de multitud de motivos que se refieren a la lucha de un héroe solar (Kersasp, Traeton, etc.) con la Serpiente o el Dra13

Escudo de la Rusia imperial con los emblemas de sus tierras. San Jorge (en el centro) es el patrono de Moscú y protector de todas las Rusias. El dibujo es re­ ciente y circula ya como emblema de numerosos grupos políticos y asociaciones culturales de la actual CEI (Comunidad de Estados Independientes), antes UES (Unión de Estados Soberanos), antes URS (Unión de Repúblicas Sobera­ nas), antes URSS...

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gón. Esta lucha surge muchas veces c o m o consecuencia de la disputa entre ambos enemigos por el d e r e c h o de poseer Hvareno. De manera que la combinación de estos dos símbolos en el escudo de la capital —residencia del Zar— c o n el Águila, que representa a toda Rusia, nos ofrece el paradigma de la más antigua estructura del misterio monárquico. O t r o símbolo tradicional del poder zarista es el Globo, una esfera coronada por la Cruz, símbolo de la Tierra en los textos astrológicos más antiguos. El G l o b o * del Zar Ruso se identifica, naturalmente, con la Tierra Rusa. De nuevo nos e n c o n t r a m o s aquí con aquella Rusia Interior de la que hablamos al principio. Simbólicamente tiene gran importancia el h e c h o de que dentro del espacio sagrado nacional sea precisamente el Zar, el Ungido por Dios, el enviado del Cielo, el poseedor del Fuego sobrenatural, quien guarda y sostiene en su m a n o todo un enorme espacio terrestre (de ahí el título de "Autarca"-"Samodérzets": "el que sostiene solo"), al igual que lo hacían aquellos misteriosos siete sabios justos que, según la tradición cristiana, sujetan todo el peso del mundo. Toda la Historia rusa está impregnada por la profunda comprensión del papel sagrado desempeñado por la figura del Zar. Tal comprensión explica la veneración cuasi religiosa de los cristianos-ortodoxos hacia su Monarca, un tanto diferente de las relaciones que unían a los subditos católicos c o n sus reyes. En Rusia n o existía la separación, propia del O c c i d e n t e católico, entre la vida puramente espiritual tutelada por los jerarcas religiosos y la vida seglar sometida a la autoridad de los reyes. En la Santa Rusia, de la Rusia Zarista, todas los variantes de la vida están sacralizadas. La Iglesia — c o n c e b i d a com o el alma de Rusia— n o se situaba por encima del Zar, sino que le reconocía su autoridad sobrenatural y legítima, bendiciéndola, ya que de otra m a n e r a el propio Estado estaría c o n d e n a d o a muerte. Tales c o n c e p c i o n e s se manifestaban con tan e n o r m e fuerza que todavía, en el siglo pasado, la gente sencilla solía rezar delante de los "Derzava" en ruso; también significa "Potencia", "Estado". (N. del T.)

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retratos del Zar, considerando al Monarca, y de acuerdo c o n la sabiduría arquetípica más antigua, c o m o un representante de O t r o Mundo, pero n o en tanto que individuo h u m a n o c o n c r e t o , sino en cuanto símbolo sagrado cuya efectividad es alcanzada gracias al ritual cristian o de consagración y gracias a su descendencia de un árbol familiar sagrado. D e m a n e r a que el "continente interior" —Rusia— poseía su propio "centro interior" —el Monarca Sagrado—. Su unión (su hierogamia simbólica) constituía el núcleo del Destino específicamente ruso, la dimensión más profunda de la Historia rusa. Desde esta perspectiva, el regicidio e n Rusia siempre vendría acompañado de significados señaladamente demoníacos, pues este h e c h o n o se limitaba tan sólo a disminuir la santidad nacional-monárquica, a reducirlo todo a un plano de realidad profan a y n o sacral, sino que tendía a convertir lo sagrado en antisagrado, en diabólico, y cuya explicación mítica vendría a señalar la conquista de la fuerza mística, Hvareno, p o r el Dragón, antaño vencido sólo temporalmente, per o n o de u n a f o r m a definitiva. Por cierto, el color tradicional de ese Dragón, en el Zoroastrismo y en la mitología hindú, es el rojo o el rojinegro, lo que nos recuerda de nuevo el c o m p o n e n t e "rojo" de la Santa Rusia, en su asp e c t o negativo o infernal.

EL MISTERIO DEL POLO U n trabajo del actual investigador francés Gastón Georgel, dedicado a los ciclos históricos y a la lógica del desarrollo de las civilizaciones antiguas, enlaza directam e n t e c o n el t e m a de nuestro estudio. El libro del que h a b l a m o s se titula Ritmos de la Historia. En este interesantísimo trabajo existe u n a p e q u e ñ a parte en la que se abordan las pautas constantes del traslado de los focos de las civilizaciones antiguas por el c o n t i n e n t e euroasiático. Sin entrar en los detalles que aporta el autor, señal e m o s tan sólo algunos aspectos investigados p o r él y q u e tienen relación directa con la Rusia Interior. Estudiando la ubicación geográfica de los focos de civiliza16

ciones antiguas, Georgel se dio cuenta de algo sorprendente. Desde la época de Elam (alrededor de unos 4 0 0 0 años a.C.) y hasta los tiempos m o d e r n o s , se observa el traslado de d e t e r m i n a d o s centros culturales en dirección Este-Oeste. Con una línea, Georgel intentó unir en el mapa el antiguo foco de la civilización de Elam, situado c e r c a de la ciudad de Kelat, con la antigua urbe sumeria de Ur, Atenas y París: el resultado superó todas las espectativas. La curva q u e unía estos puntos estaba dividida por ellos en sectores casi iguales de 30° cada uno. Pero, c o m o dice el autor que citamos, el punto del equin o c c i o de primavera se traslada 30° p o r la Eclíptica cada 2 1 6 0 años aproximadamente, es decir, el tiempo que entre sí separa todas estas culturas: 4 0 0 0 años a . C , Elam; 2 0 0 0 años a . C , Ur; algo más de 2 0 0 0 años después, Atenas y, por último, la m o d e r n a "capital de Europa", París. Además, continuando la curva otros 30° más al Este se llegaba a la capital del Tíbet, Lhassa, mientras que otra línea de la misma curvatura pero perteneciente a la circunferencia de un radio mayor, une asimismo Jerusalén y R o m a . ¿Dónde se situaría el centro de esa circunferencia? Aquí nos tropezamos una vez más con un h e c h o extraño: tal c e n t r o se situaría en la intersección de 60° de longitud Este con el Círculo Polar Ártico, esto es, en el territorio de Rusia, al norte de los Montes Urales. (Señalaremos entre paréntesis que Moscú está situada cerca del radio que une Atenas con el centro de esta segunda circunferencia.) Aquí es donde Georgel termina sus explicaciones. Nosotros podríamos ir más lejos aún señalando otras coincidencias todavía más extrañas. Es bien c o n o c i d o que la línea del Círculo Polar Ártico representa la proyección de una circunferencia sobre la esfera celeste por la cual se desplaza el Polo Norte de la T i e r r a alrededor de la Eclíptica debido al fenómeno que en Astronomía recibe el n o m b r e de precesión de los equinoccios. P e r o si la esfera celeste es inmóvil, el globo terrestre se encuentra inclinado respecto a ella, o mejor dicho, respecto al plano de la Eclíptica, equivalente al plano de la rotación o r b i t a l de la T i e r r a , f o r m a n d o un á n g u l o de 17

23,5°. Precisamente este desplazamiento de 23,5° está fij a d o e n la línea del Círculo Polar Ártico. Pero si intentásemos c o o r d i n a r el centro del Polo Norte de la Tierra c o n Alfa de la O s a M e n o r —la Estrella Polar actual, el c e n t r o de la Eclíptica y, por lo tanto, el verdadero Polo C e l e s t e — el p u n t o más fijo de todos (ya que exactamente a su alrededor el eje de la T i e r r a describe u n a circunferencia a lo largo de un inmenso período de tiempo: 2 5 . 9 6 0 a ñ o s ) se proyectaría sobre la línea del Círculo Polar Ártico. ¿Pero c ó m o podríamos d e t e r m i n a r la situación exacta de dicho punto? Aquí nos servirán de ayuda los primeros globos terrestres que aparecieron en la época del R e n a c i m i e n t o . En ellos figura la proyección de la Eclíptica con la mism a inclinación de 23,5° sobre el E c u a d o r y consecuentem e n t e el trópico septentrional de Cáncer y el trópico meridional de Capricornio. Lo importante, en este caso, es establecer sobre qué meridiano se proyecta el signo de C a p r i c o r n i o , lo cual permitirá establecer a continuación el orden de la proyección de constelaciones sobre el g l o b o terrestre y e n c o n t r a r sobre el Círculo Polar Ártico el p u n t o correspondiente al Centro de la Eclíptica. E n este aspecto coinciden todos los mapas y globos antiguos. T e n i e n d o en c u e n t a los c o n o c i m i e n t o s geográficos de la Baja Edad Media y el R e n a c i m i e n t o , sabemos q u e el signo de Capricornio, el punto más meridional de la Eclíptica, se proyecta sobre el meridiano que pasa p o r los Montes Urales (los Montes Ríteos c o m o los llam a b a n los griegos), frontera simbólica entre Europa y Asia. ¡ L o curioso es que se trata del mismo meridiano 60° d e l o n g i t u d Este c o n el q u e se e n c o n t r ó Gastón G e o r g e l estudiando la geografía de las civilizaciones antiguas! P o r lo tanto, el Polo de la Eclíptica, el Verdadero P o l o de la T i e r r a , e n su proyección sobre el globo terrestre, coincide c o n el centro de la circunferencia sob r e la cual se desarrolla el desplazamiento de las civilizac i o n e s a lo largo de milenios. Si hoy e n día somos capaces de llegar a estas conclusiones lógicas utilizando solamente los c o n o c i m i e n t o s más elementales de astronomía y geografía, ¿por qué n o 18

suponer que los antiguos, teniendo los mismos conoci­ mientos que nosotros t e n e m o s (lo que está de sobra de­ mostrado por las modernas investigaciones sobre las tra­ diciones china, sumeria, celta y otras), y libres de prejui­ c i o s t e c n o c r á t i c o s y a g n ó s t i c o s , se d i e r o n p e r f e c t a , c u e n t a de estas c o r r e s p o n d e n c i a s e n t r e la T i e r r a y el Cielo, basando en ellas su geografía sacral y la lógica de su Historia Sagrada? Es probable que esos profundos co­ nocimientos, siendo una vez "perdidos" por la caída de las civilizaciones, se hayan ido conservando en la esfera de los arquetipos psíquicos, en los cuentos, leyendas y epopeyas épicas, manifestándose luego abiertamente y en los momentos cruciales de la Historia de la Humanidad.

LOS RUSOS Y LOS HIPERBÓREOS Tal vez el descubrimiento empírico del hipotético Po­ lo de Civilizaciones por el científico francés n o sólo nos ayude a explicar muchos fenómenos enigmáticos del pa­ sado de la Humanidad, sino además nos proporcione la clave para la comprensión del patriotismo ruso que en ningún caso puede reducirse al simple nacionalismo ét­ nico. El patriotismo ruso en su dimensión más profunda es universal, " t o d o h u m a n o " c o m o decía Dostoyevski, porque está e s t r e c h a m e n t e ligado al "continente inte­ rior", al continente central, situado c e r c a del punto in­ móvil de la "Rueda del Destino", la rueda de las peregri­ naciones del alma humana. Tal vez sea providencial que la ciudad más c e r c a n a a este punto del centro nórdico se llame Inta, lo que recuerda tanto el n o m b r e del dios Sol eslavo Inti c o m o al dios ario Indra. El h e c h o es aún más importante si, t e n i e n d o en c u e n t a las correspon­ dencias mencionadas más arriba de proyecciones estela­ res sobre la Tierra, confirmamos que nuestro centro, al igual que el centro de la Eclíptica, coincide con la Cons­ telación del Dragón, el e n e m i g o e t e r n o de Indra y de los Dioses Solares de la Victoria. Curiosamente, en el hinduismo, el hogar de Indra se sitúa unas veces en el Nor­ te y otras en el Este (en el Noreste por lo tanto), mien­ tras que el n o m b r e de su elefante Airavata coincide c o n 19

el n o m b r e j a i n i t a del país más septentrional de la Tie­ rra. P e r o ese mismo país, c o m o ya dijimos, también reci­ bía el n o m b r e de Varahi —"Tierra del Cerdo Salvaje"—, lo q u e c o i n c i d e e x a c t a m e n t e con la raíz griega pop, es decir, "norte" o el país de Hiperbórea ("Situada en el Es­ t r e m o N o r t e " ) , patria de Apolo solar y, c ó m o no, tam­ bién asesino del Dragón. Y no es casual que, según las fuentes griegas, los hiperbóreos enviaban a Delfos las ofrendas simbólicas de trigo a través de Escitia y otras tierras rusas más septentrionales. Curiosamente, la pala­ b r a Varahi r e c u e r d a también la de los "variagi" ("vare­ gos"), es decir, el pueblo legendario que dio a los rusos un m o n a r c a sagrado. E n las leyendas sobre Hiperbórea siempre se resalta el c a r á c t e r vegetal de sus ofrendas, sobre todo las espi­ gas d e trigo. Según las tradiciones más arcaicas, la agri­ cultura era la ocupación más antigua de los hombres, a n t e r i o r a la ganadería. En ello se reflejaba la c r e e n c i a metafísica común de los antiguos que siempre conside­ r a r o n los principios de la quietud y calma (la vida se­ dentaria de los agricultores) superiores al dinamismo y al c a m b i o (la vida nómada y la ganadería). Precisamente la actividad característica de los rusos siempre fue la agricultura. Hay un h e c h o interesante relacionado c o n este fenómeno. U n o de los nombres antiguos de los es­ lavos fue "vene" o "vénedas", n o m b r e de una de sus tri­ bus, luego convertido en el apelativo genérico para de­ signar a los eslavos. Incluso hoy en día los estonios y los fineses llaman "vene" a los rusos. Salta a la vista aquí el claro paralelismo con los "Vanes" de las sagas escandina­ vas. L o s Vanes era un g r u p o de dioses dedicados a la agricultura (a diferencia de los Ases, nómadas y ganade­ ros) q u e e n c a r n a b a n en sí el espíritu de la paz sagrada y q u e , según las sagas antiguas, habitaban en las corrien­ tes bajas de los ríos Dniéper y Don. (Ver S. Sturlusson: El Círculo Terrestre.) Sería c o n v e n i e n t e r e c o r d a r también q u e u n o de los n o m b r e s preferidos de los rusos es Iván. A u n q u e esta designación sea una forma eslavizada de la palabra h e b r e a J u a n , es lícito pensar que el n o m b r e con el cual se autotitulaban los eslavos pudo sobrevivir adop20

tando una forma cristianizada, sobre todo si consideramos que hay una relación providencial entre el San J u a n Bautista evangélico y el mito de las sagas germánicas en el que los Vanes cortaron la cabeza del gigante Mímir, mandándola después a los Ases. C o m o sabemos, el mism o tema de la cabeza cortada constituye el núcleo de la historia de J u a n el Bautista. Además, lo mismo que el rey de los Ases, Odín, reaviva la cabeza de Mímir que le vaticina el comienzo del J u i c i o Final (Ragnarókr), las leyendas cristianas hablan del milagroso hallazgo de la cabeza parlante de J u a n el Bautista. Hay que añadir aquí el paralelismo existente entre la predicción de Mímir acerca del J u i c i o Final y la profecía escatológica de la llegada del Mesías por parte del profeta J u a n . T o d o ello se explica, a nuestro m o d o de ver, por la existencia de u n a antiquísima fuente mítica común, patrimonio de los pueblos indoeuropeos ya desde los tiempos más remotos. Las manifestaciones históricas de ese conjunto de mitos estuvieron siempre relacionadas con ciertas leyes cíclicas y con algunos territorios determinados. Los "continentes interiores" con sus propios mitos podían deslizarse sobre el planeta j u n t o con sus tribus portadoras o podían asentarse en lugares determinados de la Tierra. También podían pasar de un pueblo a otro. Podían, por último, integrarse en diferentes estructuras religiosas, formando la base de la unidad arquetípica de distintas tradiciones. En todo este conglomerado, para nosotros n o es tan importante seguir el desarrollo y la continuidad de una etnia desde las épocas remotas hasta la actualidad, o de estudiar las raíces y las manifestaciones objetivas de este fenómeno. L o importante, en nuestro caso, es descubrir la lógica de una tradición arquetípica concreta, su contenido espiritual y simbólico. Las etnias que en u n o y otro m o m e n t o se convertían en las portadoras de esa Tradición, impregnándose de ella, se convertían e n etnias teóforas (portadoras de Dios) o portadoras de Ideas: en el c u e r p o material de alguna esencia celestial o en la encarnación de u n a "idea viva". P o r muy pasajeras que fueran las causas temporales visibles de la veneración especial hacia estas tierras, in21

d e p e n d i e n t e m e n t e de los pueblos que la poblaban, Rusia Interior siempre se identificó en última instancia con el Paraíso T e r r e n a l , c o n el territorio de la Edad de O r o mítica, más aún si t e n e m o s en cuenta que el simbolismo de Hiperbórea, Varaha, la agricultura de los Vanes-Ivanes, etc., se relacionaba en las más diversas tradiciones, precisamente, c o n la antigua patria primordial, d o n d e vivían los venerables antepasados libres e inmortales. Sería bastante absurdo hablar de las filiaciones étnicas de los m o r a d o r e s del Paraíso. Por eso, todas las explosiones de los arquetipos inconscientes del patriotismo místico de los rusos n u n c a podrían explicarse c o m o manifestaciones de un nacionalismo corriente. Automáticam e n t e , los p r o p i o s r u s o s l l a m a b a n "rusos" a t o d o s aquellos que se solidarizaban con ellos en esa profunda intuición en relación al carácter sagrado de las tierras habitadas p o r ellos. Esa es la diferencia fundamental q u e separa a los rusos de otros pueblos, particularmente de los demás p u e b l o s eslavos que poseen u n a noción m u c h o más pragmática y racionalizada sobre los límites de lo nacional. Aunque se puede observar que algo par e c i d o siempre sucedió con los pueblos conscientes de su vocación imperial, m u c h o más preocupados por la unidad territorial que por la racial, en Rusia esa característica peculiar se manifestó siempre con una fuerza especial, llegando a veces hasta lo grotesco.

ARQUETIPOS EN LA REVOLUCIÓN Es muy probable que los arquetipos de "Rusia-Paraíso T e r r e n a l " y la identificación (bastante e l e m e n t a l pero reforzada p o r los c o n t a c t o s lingüísticos c o n los indoe u r o p e o s ) de Rusia c o n el color rojo influyeran en gran m e d i d a sobre la idea que se formó el pueblo acerca de la revolución b o l c h e v i q u e y los p o s t e r i o r e s a c o n t e c i mientos que adquirieron en la c o n c i e n c i a popular un carácter casi místico, similar a la reacción de los indios a m e r i c a n o s c u a n d o equívocamente t o m a r o n a los saq u e a d o r e s españoles por los Dioses Blancos reaparecidos. S e m e j a n t e activación de asociaciones de ideas que 22

permanecían dormidas en el inconsciente fue reforzada aún más mediante aspectos escatológicos de la ideología comunista de los comienzos, la cual, c o m o sabemos, prometía la llegada del reino de la abundancia y que, además, a través de la doctrina de la Dictadura del Proletariado, proclamó haber cumplido la promesa evangélica de "los últimos serán los primeros". Nuestra hipótesis se hace más creíble si recordamos el siguiente ejemplo sacado de la Historia rusa *: el regimiento de soldados que apoyó a los decembristas basándose exclusivamente en una asociación de palabras, creía con toda sinceridad que la "Constitución" por la que ellos fueron a morir a la Plaza del Senado, era la esposa del Gran Duque Constantino. (Ver G. Vernadski: Historia de Rusia.) Si incluso u n a coincidencia tan casual puede empujar a los hombres a entregar sus vidas, ¡qué decir de las ideas-mitos y símbolos absorbidos a lo largo de milenios por el núcleo más h o n d o del alma popular! Para confirmarlo basta con analizar, sin prejuicios, miles de ejemplos de la Historia soviética de los años 20-30. Quien tal vez con más fuerza trató este tema fue el escritor ruso A. Platónov, cuyas obras son extremadamente realistas y profundas. P o r cierto, es precisamente con ese trasfondo escatológico c o m o meior se entienden algunos excesos del "Ínternacionalismo" revolucionario, que lejos de significar la simple indiferencia hacia el propio pasado, se convierte en la afirmación mística y escatológica del estado de "igualdad absoluta", realizable sólo en las c o n d i c i o n e s del verdadero Paraíso. Ese tipo de "internacionalismo", o al m e n o s la visión que tenían de él sus portadores rusos, se fundía cualitativamente en determinados aspectos con el "patriotismo místico", también movido por el deseo de r e t o r n a r a los arquetipos paradisíacos. De una m a n e r a paradójica la m o d e r n a y "progresista" doctrina socialista produjo una resonancia e n o r m e en las capas más arcaicas del inconsciente popular, fundiéndose en u n a nueva ideología sin parangón, d o n d e los "contra-

* A c o n t i n u a c i ó n , A. Duguin se refiere a la frustrada edición de los decembristas del a ñ o 1 8 2 5 . (TV. del T.)

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rios coincidían", mientras el racionalismo y el economicismo "científico" e u r o p e o se diluían en el primitivo y mágico c h a m a n i s m o social. En este proceso también se reflejó aquella posibilidad ya m e n c i o n a d a de volver al revés la estructura espiritual tradicional convirtiendo lo Sagrado e n lo Antisagrado. P o r si fuera p o c o , la Revolución Rusa poseía, además, otro importante rasgo arquetípico: el h e c h o del regicidio. D e n t r o del m a r c o de la c o n c i e n c i a nacional este factor sólo podía t e n e r un significado: la pérdida por parte del Continente Interior de su c e n t r o benéfico, de su apoyo m o r a l y de su eje sacral. El asesinato de Nicolás II y de toda la familia imperial convirtió simbólicamente a todos los habitantes de Rusia en "hijos de la viuda" —les q u e d a b a todavía la Madre Patria, cierto, pero a partir de aquel m o m e n t o serían los "hijos" privados del principio solar y viril r e p r e s e n t a d o por el Zar-Padre, el U n g i d o p o r Dios—. No fue ninguna casualidad que el regicidio se produjera e n los Urales, en Ekaterinburgo, casi en el m i s m o m e r i d i a n o 60° que tan importante papel desemp e ñ a n o sólo en la geografía sacral de Rusia, sino, c o m o ya h e m o s explicado, en el de toda Eurasia. Otro detalle interesante de este laberinto lo representa u n o de los asesinos principales, ejecutores de esta sanguinaria hazaña. Ya. Yurovski nació en la ciudad de Kaínsk, que tan c l a r a m e n t e recuerda al Caín bíblico, el primer asesino e n la Historia de la H u m a n i d a d . A u n q u e la reacción más inmediata ante el asesinato del Autarca fue de indiferencia aletargada, está claro que ese crimen tenía que dejar profundas huellas en la vida interior de la nación, t e n i e n d o en c u e n t a el papel desempeñado por él y, en general, por el arquetipo del Zar Ruso en lo más recóndito del i n c o n s c i e n t e nacional. Así que, p o c o a p o c o , el peso de esa pérdida empezó a hacerse tan patente que la voluntad popular subyugada, desorientada, pero poderosa, empujó a la superficie a un Antizaren la persona de Stalin, quien c o m o un verdadero usurpador se apropió de la bendición popular que en realidad no iba dirigida hacia él. El regicidio reactivó, además, el mito de la cabeza cortada de J u a n el Bautista, relacionada con las 24

raíces del propio n o m b r e y forma de sentir del pueblo ruso. A un determinado nivel, el alma popular percibió sin duda dicha relación, y los motivos más apocalípticos relacionados c o n el simbolismo de la cabeza de J u a n el Bautista, la cabeza de Mímir, etc., se fueron incremen­ tando más y más. Sin su eje, la "Rueda del Destino" ya n o podía girar según el ritmo establecido. Rusia Interior se sumergía en las tinieblas paralelamente a la electrifi­ cación de la Rusia Exterior, bajo la acción simbólica del Diablo, Lucifer, que en latín quiere decir "Portador de la Luz". Y a partir de un determinado período, el aspec­ to más oscuro del alma rusa se manifestó en el plano histórico, confirmando en cierta forma los temores mi­ lenarios de diferentes pueblos con respecto a las tierras donde se situaba Rusia, esta vez Rusia-Edom, Rusia-Roja.

RECAPITULACIÓN Tan sólo nos queda resumir las conclusiones deriva­ das de este capítulo dedicado exclusivamente a un acer­ camiento muy general al "Continente Interior-Rusia Mís­ tica". 1. L a autoconciencia de los pueblos y naciones tradicionalmente asentados en el territorio de Rusia está ínti­ m a m e n t e relacionada con lo específico de la geografía sagrada de ese territorio. 2. Esa particularidad se e x p r e s a en el lenguaje del más antiguo mito ario o i n d o e u r o p e o (poco a p o c o des­ plazado hacia el c a m p o del i n c o n s c i e n t e ) . 3. D e n t r o del complejo de la geografía sagrada, las tierras de Rusia ocupan el lugar central en virtud de la antiquísima lógica de correspondencias astronómicas y astrológicas. 4. L a comprensión del caso único de Rusia desde el p u n t o de vista de la geografía sagrada aclara en gran medida el enigma del "patriotismo ruso". 5. El "patriotismo ruso" refleja un destino de dimen­ siones cósmicas y n o puede ser equiparado con el sim­ ple nacionalismo de otros pueblos. En última instancia, el patriotismo ruso ni siquiera es un "nacionalismo". 25

6. Las estructuras más antiguas de la cosmovisión popular se conservan, incluso hoy, a nivel de arquetipos psíquicos, en gran m e d i d a predeterminando los acontecimientos históricos. 7. L a dimensión sacro-geográfica de Rusia posee dos aspectos opuestos, iguales en cuanto a su fuerza, pero enfrentados entre sí. Esa dualidad de lo Sagrado y lo Antisagrado, del "Blanco" y del "Rojo", constituye el paradigma del destino ruso. C r e e m o s firmemente que el estudio de nuestro "Continente del Alma" n o es tan sólo cosa de historiadores y científicos. Aquel que vive en Rusia y sabe verla, vive y ve un Misterio h e r e d a d o por nosotros de las generaciones de nuestros antepasados más lejanos, aquellos que luc h a r o n bajo los estandartes de Alejandro Magno, cabalgaron por la estepa c o n la caballería tártara, adoraron al Hijo de Dios en Bizancio, e n c e n d i e r o n el fuego sagrado e n los altares de Ahura-Mazda, escucharon las enseñanzas de los druidas bajo las encinas de Europa, observar o n sumidos en éxtasis espiritual la danza de Shiva-Nataradja, construyeron los ziggurats de Asiría, destruyeron Cartago, navegaron por los mares en barcos con los curvados cuellos de cisne en la proa - s i e m p r e guardando el r e c u e r d o del Corazón del Mundo, del Corazón de Oro de Rusia (N. Gumiliov, de la Rusia Mística). Nos estamos a c e r c a n d o al m o m e n t o crucial de lo espiritual. Las fuerzas mundiales están en máxima tensión y el d e s t i n o actual de n u e s t r a Patria d e t e r m i n a r á en gran medida los destinos de todo el planeta. Y por ello es tan importante adentrarse en las profundidades de la Santidad de Rusia, llegar hasta sus raíces prehistóricas, para poder c o m p r e n d e r su extraño y triste vía crucis y para o b t e n e r nuevas fuerzas que ayuden a resucitar este País Sagrado, este Continente Rusia j u n t o con su c e n t r o secreto cubierto de hielo eterno y su Mártir coronado, asesinado dos veces: primero por nuestra crueldad y lueg o p o r nuestro olvido.

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II. E L I N C O N S C I E N T E D E E U R A S I A

En nuestro capítulo Continente Rusia ya habíamos es­ bozado las perspectivas del estudio de la cuestión rusa desde el punto de vista de la geografía sacral. En el pre­ sente trabajo queremos desarrollar el mismo tema desde u n a perspectiva geopolítica, s u p e r a n d o el m a r c o de Rusia en su papel de Estado histórico y mítico.

RUSIA-TURAN Sin duda, los pensadores rusos más importantes de este siglo y los que más importantes conceptos elabora­ ron acerca del destino de Rusia fueron los representan­ tes de la escuela euroasiática, los ideólogos pertenecientes al ala patriótico-radical de la primera emigración rusa. La situación geográfica de Rusia, q u e se e x t i e n d e de O r i e n t e a O c c i d e n t e , j u g a b a para ellos el papel princi­ pal. Eurasia para esos ideólogos se reduce a Rusia, mien­ tras que la población (etnos) de Rusia (en su sentido supranacional), es considerada c o m o portadora del turanismo, una psico-ideología imperial nómada transmitida a los rusos propiamente dichos por las tribus turco-mon­ golas de la O r d a de O r o . Así que los euroasiáticos, a di­ ferencia del ala patriótica rusa anterior a la I G u e r r a Mundial, n o eran tanto "paneslavistas" o "bizantinistas" c o m o panturcos. No se trata de ninguna paradoja, ya que 27

gran parte de la nobleza rusa y, en particular, m u c h o s ideólogos eslavófilos del siglo x i x provenían de diversos pueblos turcos que estaban bastante bien representados e n la élite g o b e r n a n t e de Rusia. Para muchos euroasiáticos, Rusia-Turán s u p o n í a un c o n c e p t o m e t a p o l í t i c o , cuyo valor estribaba en su misión geopolítica. No es de e x t r a ñ a r que algunos euroasiáticos europeos, a diferencia d e los q u e vivían en Harbín, se u n i e r a n al n a c i o n a l socialismo que defendía casi idénticas ideas geopolíticas ( a u n q u e de signo contrario muchas veces). Nosotros c r e e m o s que la intuición de los euroasiáticos e r a cierta y que las raíces de sus teorías son en realidad m u c h o más profundas, llegando hasta las épocas que n o solamente p r e c e d e n a Gengis-Kan y sus sucesores, sino q u e incluso son anteriores a la aparición de los propios eslavos en las tierras rusas. ¿De dónde p r o c e d e , pues, Rusia-Turán?

"EX OCCIDENTE LUX" S e g ú n los d a t o s a r q u e o l ó g i c o s más r e c i e n t e s , la Eurasia neolítica, a pesar de todas las migraciones de culturas y tipos raciales, poseía un determinado factor c o m ú n , u n a o r i e n t a c i ó n f u n d a m e n t a l , q u e servía de c a u c e a aquello que se podría llamar su permanente cultural. P o c o a p o c o , la hipótesis del "Ex O r i e n t e Lux", característica para la arqueología del siglo X I X , se fue sustit u y e n d o p o r u n a t e o r í a atlántica q u e , p o r lo m e n o s , d a b a u n a r e s p u e s t a lógica al e n i g m a del h o m b r e de C r o m a g n o n . D i c h a teoría, que capta cada vez más partidarios en los sectores científicos y que ya se h a convertido en el a x i o m a estratégico de los m o d e r n o s geopolíticos occidentales, m a n t i e n e que la cultura originaria del Neolítico se expandió desde el Noroeste hasta el Sureste, situándose e n su p u n t o de partida en el O c é a n o Atlántico. Los h o m b r e s de Cromagnon, portadores de la cult u r a m a g d a l e n i e n s e , s o n j u s t a m e n t e los a t l a n t e s de Platón, marineros y propulsores de la agricultura, colonizadores de la E u r o p a Occidental, del Norte de África, Arabia del Sur y de la India, hasta llegar a Oceanía, don28

de la n o b l e z a tribal de los maoríes se a u t o d e n o m i n a arios y, a diferencia de los aborígenes de rasgos negroid e - m o n g o l o i d e s , p o s e e los rasgos característicos del h o m b r e de Cromagnon, predecesor del homo europeus de L i n n e o . Tales atlantes protohistóricos serían los portadores de los cultos más arcaicos e inventores de la escritura lineal más antigua, cuyo desarrollo posterior j e r o glífico-naturalístico llevaría a la creación de la escritura egipcia, asiría y china. L a teoría atlántica era, sin duda, c o n o c i d a en Occidente m u c h o antes de su definitiva formulación ideológica y geopolítica acaecida en este siglo. Sin su existencia sería imposible explicar la a r r o g a n c i a del h o m b r e occidental que persiste ya hace más de dos mil años y que se refleja en los calificativos de bárbaro, primitivo, e x ó t i c o , i n g e n u o , s u b d e s a r r o l l a d o , e t c . , q u e aplica a todo a q u e l l o q u e n o d e s c i e n d e históricamente de su área cultural g r e c o r r o m a n a . Además, dicho eurocentrism o atlántico prácticamente n o posee c o n n o t a c i o n e s raciales o nacionales. P u e d e pasar de un p u e b l o a otro c o m o una religión no expresada o c o m o un supuesto ideológico que impregna a toda la cultura occidental. El a t l a n t i s m o inspiró p o r igual t a n t o a A l e j a n d r o Magno, c o m o a Roma; a los emperadores germánicos, c o m o a Napoleón; al Imperio Británico, c o m o a Adolf Hitler y a los m o d e r n o s ideólogos de la OTAN. Con el tiempo, el centro de la ideología atlántica se iría traslad a n d o c a d a vez más h a c i a el O e s t e , s i e n d o hoy los E E . U U . e l líder indiscutible de la nueva Atlántida —sociedad del bienestar.

EL FACTOR TURCO-SUMERIO Pero todas las teorías atlánticas tienen un punto débil. Se trata del así llamado enigma del origen de los sumerios, pues resulta que las culturas sumerias más antiguas n o son atlánticas, sino precisamente preatlánticas, lo que, sin embargo, n o les impide testimoniar un alto índice de desarrollo intelectual y espiritual. Es curioso que este tipo de cultura sumeria tan particular tenga 29

u n a semejanza tan marcada con los m o n u m e n t o s neolíticos del sur de Rusia y del sur de Siberia. Añadamos a todo esto el increíble parecido del lenguaje sumerio con el g r u p o de idiomas turco. D e m a n e r a que ya en el Neolítico podemos encontrar rastros de dualismo cultural geopolítico OccidenteO r i e n t e , Atlántida-Siberia. Esos rastros se entrecruzan e n el C e r c a n o O r i e n t e expresándose en la mezcla de pueblos y culturas, de lenguas y razas. J u s t a m e n t e en la región del Mar Mediterráneo: Norte de África, Grecia, Anatolia, Arabia, Egipto, es donde más heterogeneidad racial y étnica hay, lo que implica la presencia de multitud de variados c o m p o n e n t e s , tanto en la estructura genética c o m o en la esfera espiritual. Cuanto más nos alej a m o s hacia el Este, hacia Siberia y el O c é a n o Pacífico, más puras e n c o n t r a r e m o s las formas raciales y culturales, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de las circunstancias históricas o p u r a m e n t e políticas que tuvieron que sufrir esas regiones. P e r o hay, además, que destacar otro detalle curioso. Los pueblos turco-mongoles siempre tendieron a repetir c o n intervalos de varios siglos o incluso milenios los rec o r r i d o s históricos de las migraciones arcaicas: desde Siberia al Asia Interior, al sur de Rusia, a los Balcanes y Anatolia. Y e s j u s t a m e n t e a lo largo de ese trayecto donde se e n c u e n t r a n los hallazgos neolíticos más antiguos de tipo sumerio, tanto en los paleografismos, c o m o en los o r n a m e n t o s , objetos de culto, etc. Desde luego, GengisKan pertenecía a la Gran Tradición de Turan, cuyas raíces se r e m o n t a n a los o r í g e n e s de la civilización de Eurasia, a aquel p e r í o d o más antiguo de su Historia, c u a n d o e n S i b e r i a y N o r t e de M o n g o l i a florecía u n a gran civilización cuyos vestigios se conservan parcialm e n t e en las capas auriñacienses de la región siberiana.

EL CIRCULO DE LA REALIZACIÓN DE EURASIA Gastón Georgel, al que ya h e m o s citado en el capítulo anterior, además de señalar que el Polo se situaría en la i n t e r s e c c i ó n del m e r i d i a n o 60° c o n el Círculo P o l a r Ártico, desarrolló también la teoría de la evolución de 30

las culturas en otra o b r a suya titulada Cuatro edades de la Humanidad. E n ese libro, Georgel explica que el Polo de Eurasia, situado en el norte de los Urales, fue en su día el c e n t r o de la protocivilización nórdica desde el cual las migraciones de los portadores de la tradición se dirigían en diagonal hacia el Sur, para luego desplazarse, sig u i e n d o la circunferencia cuyo punto más bajo (extrem o sur) se sitúa en la intersección con el paralelo 30° ( c e r c a de la ciudad iraní de Kelat). Es importante señalar q u e j u s t o s o b r e ese p a r a l e l o está situada la G r a n Pirámide de Egipto; y es el mismo paralelo que atraviesa el más grande sector de superficie terrestre continental de todo el globo terráqueo. Georgel d e n o m i n a esta circ u n f e r e n c i a de la que hablamos: el "Círculo de Evolución de Eurasia". Según el a u t o r de Cuatro edades de la Humanidad, Eurasia poseía su propio centro geopolítico, distinto del c e n t r o de la tradición atlántica, hipotéticamente situado' a 120° al O e s t e del c e n t r o de E u r o p a siguiendo el Círculo Polar. D e m a n e r a que el h o m b r e de Cromagnon n o fue el primer colonizador de Eurasia, sino el enviado de otro continente y de otra tradición que se superpuso sob r e la misteriosa y difícil de rastrear tradición sagrada de los aborígenes. Georgel resalta sobre todo la importancia de aquella parte del "círculo de evolución" que está situado al nordeste de Irán, es decir, el sector que va desde el desierto de Gobi hasta el norte de Siberia y la península de Kamchatka. Allí es donde hay que buscar el c e n t r o neolítico de Turan. Es la misma ruta que seguían los guerreros de Gengis-Kan. D e lo cual se d e d u c e que además de la indudable c o m p o n e n t e a t l á n t i c a q u e se a s i e n t a s o b r e e l e j e Noroeste-Sureste (colonización de los atlantes), la geopolítica de Eurasia está determinada por la c o m p o n e n t e p r o p i a m e n t e t u r a n i a q u e se d e s a r r o l l a en d i r e c c i ó n Nordeste-Sudoeste. Ambas líneas direccionales forman c o n j u n t a m e n t e el signo X ("la cruz de San Andrés") que r e s u m e la dinámica evolutiva de su Historia Sagrada. Curiosamente el "Círculo de Evolución de Eurasia" par e c e estar inscrito en la mitad superior de la cruz, de 32

m a n e r a que el p u n t o del círculo situado más al sur se e n c u e n t r a casi sobre el mismo meridiano (¡nuestro meridiano 60° del que hablamos antes!), donde se cruzan las dos líneas direccionales de la cruz. E n c u a l q u i e r c a s o , las h i p ó t e s i s g e o p o l í t i c a s de Georgel, confirmadas por el análisis de los ciclos cósmicos, nos p e r m i t e n o b t e n e r las claves para descifrar el e n i g m a de Turan. Si la ola atlántica deja tras de sí algo culturalmente estable, algo vivo y sobresaliente, empapado de la altivez europeocéntrica, c o m o es el racionalismo, la h e r e n c i a turco-sumeria sin ser m e n o s fuerte es más modesta y está más interiorizada, n o teniendo tanto peso, n o necesitando muchas palabras y, en general, tend i e n d o al minimalismo cultural. Se capta con facilidad t o d a su e x i s t e n c i a en la desnudez, en el flujo vital de Eurasia, con estepas silenciosas sobre las que se asienta la alta bóveda estelar. El atlantismo habla por sí mismo ( a u n q u e para c o m p r e n d e r l o hace falta escuchar su voz c o n atención), mientras que sólo podemos intuir el sentido de T u r a n , t e n i e n d o que buscarlo a sabiendas de que se trata de u n a fuente olvidada de la evolución continental. E n relación c o n esto podemos recordar la frase del místico sueco Swedenborg, quien dijo: "Ahora entre los sabios de Tartaria h e m o s de buscar la misteriosa palabra olvidada por todos".

A TRAVÉS DE SIBERIA HACIA NUESTRO "YO" Los euroasiáticos rusos tienen el gran mérito de haberle p r o p o r c i o n a d o una sólida base geopolítica a las conc e p c i o n e s eslavófilas que, aun siendo acertadas, eran demasiado abstractas para poder ser llevadas a la práctica (Rusia-Paraíso), o que se limitaban a defender un cierto "paneslavismo", que n o era sino un intento artificial de reproducir el "pangermanismo" en versión rusa. L a utilización de la idea de Turan para fundamentar una esp e c i e de i n d e p e n d e n t i s m o euroasiático traía consigo el r e n a c i m i e n t o d e l paradisíaco a r q u e t i p o de la Santa Rusia, al provenir de la Gran Protocivilización Siberiana del C e n t r o Sagrado situado en el norte de los Urales y, 34

por otro lado, significaba el r e t o r n o a las raíces raciales, incluidas las eslavas antiguas, ya que la región polar hi­ p e r b ó r e a de Inta-Indra fue p o b l a d a en su día p o r los arios más puros que más tarde se dividieron, dando lu­ gar a la aparición de los pueblos indoeuropeos. Mien­ tras que los turcos, siendo portadores principales del im­ pulso turanio, presentan dentro de su capa aristocrática unos rasgos fenotípicos y genotípicos claramente arios ( r e c o r d e m o s que al propio Gengis-Kan le solían llamar "el Rey Blanco" y según las descripciones se trataba del más puro i n d o e u r o p e o ) . La presencia de la sangre mon­ gol o paleoasiática entre los turcos n o es superior al por­ centaje de sangre ugrofinesa e n t r e los propios rusos. T o d o ello convierte el turanismo de los euroasiáticos en algo realista que c o m b i n a perfectamente con la idea pa­ triótica de la auténtica autoidentificación nacional de Rusia. El turanismo permite en realidad descubrir el compo­ n e n t e oriental de la especificidad geopolítica rusa y es j u s t a m e n t e a través del turanismo, a través de Oriente, de Siberia, c ó m o deben los rusos encontrarse a sí mismos y descubrir su antiguo Centro Sagrado, su yo nacional.

Ya hace tiempo que fue observado que la Historia se h a c e en silencio, lejos de la agitación de las masas y de los propios intereses. A veces u n a polémica estrictamen­ te científica e n t r e especialistas puede d e s e m b o c a r en u n a catástrofe mundial, mientras que un proyecto ro­ mántico y utópico puede p o n e r en movimiento pueblos enteros. En su artículo Atlántida e Hiperbórea escrito en 1 9 2 9 el esotérico francés Rene Guénon, maestro de G. Georgel, al igual que de todos los tradicionalistas occidentales, hablaba del error consistente en identificar Hiperbórea y Atlántida, es decir, los paleocontinentes nórdico y oc­ cidental. Dicha observación iba dirigida, sobre todo, al arqueólogo e historiador de religiones alemán H e r m a n n Wirth, quien en su m o n u m e n t a l trabajo Orígenes de la 35

Ya en 1929 el autor tradicional y esotérico Rene Guénon denunciaba con acierto el error de identificar los mitos de Hiperbórea y de la Atlántida, cuyas constantes culturales son antípodas. Durante la II Guerra Mundial, Alemania, tras invadir la URSS, representaba las dos vertientes: la atlántida (en los generales del ejército) y la hiperbórea (en Alfred Rosenberg). De ambas posturas se derivarían expectativas diferentes y enfrentadas. En el mapa, mo­ vimiento civilizador hiperbóreo.

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Humanidad e m p l e a b a a m e n u d o el término "nórdicoatlántico", teniendo en c u e n t a tanto la tradición hiperbórea c o m o la atlántica. Seguramente que nadie se fijó en la advertencia de Guénon debido a que el tema no era por e n t o n c e s del interés general. Pero pasaría muy p o c o tiempo, y el e r r o r señalado por Guénon se traduciría en la vida real en millones de muertos, en aldeas quemadas, ciudades destruidas, en una Alemania aplastada y en una E u r o p a Oriental entregada en manos de la dictadura comunista. P o c o después de la fecha de aquel artículo, H. Wirth se convertiría en u n o de los más importantes ideólogos de la organización Ahnenerbe ("Herencia de los antepasados"), que en gran medida predeterminó los planes estratégicos y geopolíticos del III Reich. L a identificación de Hiperbórea con la Atlántida, del Norte con O c c i d e n t e , en los trabajos de Wirth, orientó en un sentido determinado la voluntad imperial y militar de Alemania, convirtiendo a los turanistas en sus enemigos. Se podría alegar que dicha orientación era la consecuencia lógica del racismo nazi. Pero la realidad n o es así. El racismo de los ideólogos de la Ahnenerbe, al menos tan importantes c o m o H. Wirth, estaba c o m p l e t a m e n t e libre de nreiuicios chovinistas "nangermanistas" resnecto a las naciones del Este. El propio Wirth resaltaba la universalidad de la raza aria, su carácter supranacional y la posibilidad de la presencia de descendientes de los arios entre los pueblos "no blancos", lo mismo que la existencia de gran cantidad de elementos "no blancos" entre la población formalmente "blanca". Además Wirth reconocía la identidad común turco-sumeria y los orígenes arios de la sangre y tradición turcas. Por lo tanto, la cuestión de la identificación del Norte e Hiperbórea (que para los nazis constituía un valor absoluto) con Occidente y Atlántida podría tener una importancia crucial para la orientación geopolítica del III Reich, inclinando la balanza para un lado o para el otro. Ya durante la ocupación de Rusia, el mismo problem a surgió con la disputa entre los "pangermanistas" de la W e h r m a c h t y el "panano" Alfred Rosenberg sobre el 37

destino de los "Territorios del Este". Los "pangermanistas" se portaron c o m o los clásicos atlantistas-colonizadores, p o r t a d o r e s de u n a c o n c i e n c i a "europocéntrica" y fueron j u s t a m e n t e los propulsores de las medidas más drásticas c o n t r a la población local. Rosenberg, por su parte, oponiéndose a la idea de sometimiento, insistía en la necesidad de una alianza geopolítica con los ru­ sos, lo que reflejaba sus estrechos contactos particulares c o n los patriotas rusos de orientación euroasiática. S e m e j a n t e i d e a ya fue u n a vez plasmada histórica­ m e n t e en la alianza de las tribus de godos y hunos que actuaron c o n j u n t a m e n t e c o m o bárbaros de impulso turanio c o n t r a la R o m a "atlantizada". Curiosamente, du­ rante la S e g u n d a G u e r r a Mundial, los ingleses despecti­ vamente llamaban a los alemanes hunos. Y es innegable q u e , en d e t e r m i n a d o s aspectos, la Alemania de Hitler r e a l m e n t e estuvo orientada antiatlánticamente. Eso lo confirma su g u e r r a c o n t r a Inglaterra, Francia y Améri­ ca, su alianza c o n el J a p ó n , etc. Tal vez la formación de los bandos e n la S e g u n d a Guerra Mundial estuvo prede­ terminada tan sólo p o r una sutileza teórica, por un ma­ tiz sutil de c a r á c t e r geopolítico en la apreciación de a c o n t e c i m i e n t o s prehistóricos que tuvieron lugar du­ rante el Neolítico y que n o dejaron ninguna otra huella aparte de dos o tres leyendas fantásticas, unos cuantos huesos, restos de cerámica y hachas de piedra grabadas c o n la swástica o la rueda solar de Odín.

IRÁN "NEGRO". IRÁN "BLANCO" L a doctrina de Eurasia tiene otro punto importante: la contraposición entre Turan e Irán, entre el nomadis­ m o de la estepa del Norte y el sedentarismo del Sur, en­ tre el dinamismo y lo estático, entre el espíritu y la cul­ tura. Además de los parámetros p u r a m e n t e psíquicos que reflejan c o n exactitud la especificidad del alma este­ paria, tal oposición se puede explicar c o m o resultado de la reactivación de los profundos arquetipos geopolíticos imperiales del i n c o n s c i e n t e colectivo turánico de los ha­ bitantes de Eurasia despertados por el c h o q u e que pro38

Conforme queda expresado el el mapa, se puede llegar a comparar el "Círculo de Evolución de Eurasia" con la proyección de los signos del Zodíaco sobre la Tierra.

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dujo la revolución soviética. Respecto al "círculo de la evolución", Irán se sitúa en su punto más al Sur. D e b i d o a q u e el N o r t e , r e l a c i o n a d o e n c u a n t o a orientación con Hiperbórea y con el Polo, se convierte en el e x t r e m o espiritual positivo; el Sur, contrariamente, pasa a t e n e r un significado negativo. De aquí deriva tanto la oposición mítica, c o m o la oposición actual entre estas dos corrientes de energía y orientación geopolíticas. P o r otro lado, se puede comparar el "círculo de evolución" de Eurasia con la proyección de los signos del Zodíaco sobre la Tierra, siguiendo la lógica explicada en nuestro capítulo anterior. Entonces, el punto situado en Irán del "círculo de la evolución" correspondería al punto del Solsticio de Invierno, es decir, al punto situado entre el signo (que n o constelación) de Sagitario y el signo de Capricornio. El Solsticio de Invierno señalaba las más antiguas cel e b r a c i o n e s del A ñ o Nuevo entre los arios, los sumerios, los turcos, etc. Es un símbolo de tiempo y espacio, el Lugar de la Muerte, el Lugar Secreto, el Lugar de Fuerza, a u n q u e también el Lugar de la Tumba. Aquí se detiene, m u e r e el movimiento del Sol, o por lo menos, es lo que sucede en el Ártico, donde la estrella en ese período n o se levanta sobre el horizonte. Es el simbólico País de la Oscuridad y de la Noche. Pues bien, en correspondencia c o n este simbolismo, los enterramientos más antiguos descubiertos en Irán testimonian sobre la presencia en esa región de la raza negra, de los protodrávidas de tipo n e g r o i d e . A Irán, tan sólo durante la Edad de Hierro y de B r o n c e , llegaron los arios blancos portadores de la tradición n ó r d i c a c o n e l e m e n t o s atlánticos. Mientras que en la conciencia turánica primordial de Eurasia pudo haberse grabado j u s t a m e n t e ese cuadro preario de Irán, d o n d e el simbolismo del calendario coincidía de manera tan exacta con el simbolismo racial. P o r otro lado, la posición de Irán sobre el "círculo de evolución" de Eurasia, j u s t o en el punto de partida del A ñ o Nuevo, podría poseer también un significado estrictamente positivo desde el punto de vista del simbolis40

m o . En las t r a d i c i o n e s más antiguas, el "lugar de la muerte" dentro del año sagrado era a la vez el "lugar de la resurrección", el lugar del c a m b i o en el r e c o r r i d o anual del Sol: de la subida después de la bajada. Por lo tanto, la geopolítica turánica, para ser completa, n o puede ignorar la misión arquetípica de los territorios iraníes, teniendo en cuenta, además, que en un sentido racial y simbólico Irán h a c e tiempo que ya se ha h e c h o "blanco", lo que indica incluso su n o m b r e actual: Irán —"el país de los arios"— imagen viva de la antiquísima región ártica hiperbórea (Aryana Vaedja), que en cierto sentido constituye el simbólico Centro de Eurasia. Dichas observaciones nos indican las fronteras razonables de la oposición entre Turan e Irán, fuera de las cuales, en cambio, hay que prever la perspectiva de la fundación de una nueva Santa Alianza entre el Norte y ^1

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„,.l. E E . U U . , la última superpotencia del mundo, j u e g a hoy un papel central en la geopolítica mundial. A partir de finales del siglo xix ese continente periférico y marginal, que anteriormente n o era más que una provincia de Europa y ocupaba un lugar secundario respecto al Viejo Mundo, ve aumentar su potencial político y cultural, convirtiéndose los E E . U U . , después de la Segunda Guerra Mundial, en un m o d e l o paradigmático universal, tanto para los países europeos c o m o incluso para los países asiáticos. América va desempeñando cada vez un papel más importante y el conjunto de factores ideológicos, culturales, psicológicos e incluso filosóficos, relacionados con América, se sale del marco de una in-

1 N o hay que olvidar que U S A h a vinculado su última existencia, sobre t o d o desde la conclusión d e la S e g u n d a G u e r r a Mundial, com o a n t í p o d a a p a r e n t e de la URSS. A h o r a ya que el Moscú soviético h a languidecido, u n o p u e d e p r e g u n t a r s e qué destino le e s p e r a a los Estados Unidos, qué sentido h a t e n i d o su oposición y cuál t e n d r á d e a h o r a en a d e l a n t e y en relación a la identidad rusa de lo que el a u t o r h a tratado en este libro. (N. delE.)

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fluencia p u r a m e n t e económica o militar. Aparece cada vez más nítida la América mítica. Estamos f i r m e m e n t e c o n v e n c i d o s de q u e si s e m e j a n t e "idea n e o s a c r a l de América" p u d o p e n e t r a r y afianzarse en la c o n c i e n c i a geopolítica m u n d i a l , existieron para ello causas muy profundas relacionadas con el inconsciente colectivo de la Humanidad, c o n aquella milenaria geografía secreta c o n t i n e n t a l cuyo r e c u e r d o pervive en los arquetipos psí­ quicos. El objetivo, por tanto, del presente capítulo consiste e n describir ese lado mítico de América visto c o m o un continente interior.

EL MAPA SECRETO Las hipótesis a c e r c a del descubrimiento de América por el Viejo M u n d o m u c h o antes del viaje de Cristóbal Colón son e n la actualidad cada vez más populares. Está p r á c t i c a m e n t e d e m o s t r a d o que los vikingos visitaban Norteamérica en sus barcos —inscripciones rúnicas se e n c u e n t r a n p o r d o q u i e r en las costas o r i e n t a l e s de Canadá, e n Labrador, en Terranova y en otras—. El in­ vestigador J a c q u e s de Mahieu sostiene teorías bastante bien argumentadas sobre las relaciones de la civilización inca c o n los mismos vikingos. Otros autores afirman que E u r o p a s i e m p r e supo de la e x i s t e n c i a del c o n t i n e n t e a m e r i c a n o y sólo por motivos de carácter hermético di­ c h a información n o se difundía públicamente. En ese c o n t e x t o presenta gran interés la misteriosa historia del m a p a de Muhiddin Piri Reis. Analicémosla con más de­ talle. E n 1520, Muhiddin Piri Reis, almirante de la flota tur­ ca, publicó el atlas de navegación "Bahriyye" (ese atlas se conserva actualmente en el M u s e o Nacional de Estam­ b u l ) . Algunos de los mapas que c o n t i e n e el atlas repre­ sentan c o n inusitada fidelidad América del Norte y del Sur, G r o e n l a n d i a y... la Antártida que, claro está, por en­ tonces n o podían c o n o c e r los navegantes, si es que nos a t e n e m o s a los datos proporcionados por los historiado­ res oficiales. 152

Piri Reis explica la aparición de esos mapas de la siguiente m a n e r a . Durante un c o m b a t e naval, el oficial turco Kemal cogió prisionero a un español que los poseía y que había participado en las tres expediciones de Cristóbal Colón. Piri Reis afirma en sus notas que sólo gracias a esos mapas Colón p u d o descubrir el Nuevo Mundo. Tal e x t r e m o queda confirmado por el hijo de Cristóbal Colón, F e r n a n d o , quien en su libro Vida del Almirante Cristóbal Colón dice: "Hizo (es decir, Colón) un buen uso de todas las informaciones que pudo o b t e n e r hasta llegar a estar convencido de que descubriría numerosos países al O c c i d e n t e de las islas Canarias". Los mapas de Colón que cayeron en manos de Piri Reis habían sido dibujados en 1 4 9 8 . Piri Reis, por su parte, creía que la información de Colón provenía de un libro escrito todavía en la época de Alejandro Magn o . Sin e m b a r g o , algunos detalles de los mapas, por ejemplo, el h e c h o de que la Antártida y Groenlandia estén en ellos libres de la capa de hielo, lo que, por cierto, permite c o m p r o b a r que Groenlandia está formada por dos islas ( h e c h o confirmado r e c i e n t e m e n t e por una expedición francesa), indican que ante nosotros aparece el cuadro geográfico del planeta de hace cinco mil años ( ! ) . El análisis de los mapas de Piri Reis realizado por el doctor Afetinan Tarih Kurumu en su libro El más antiguo mapa de América (Aneara, 1 9 5 4 ) , y la comprobación llevada a c a b o por la Oficina Hidrográfica de los E E . U U . , pusieron al descubierto la increíble exactitud de los mapas, donde incluso aparecen cadenas montañosas de la Antártida y Groenlandia tan sólo r e c i e n t e m e n t e descubiertas por los geólogos. Además, según la opinión de los expertos, semejante exactitud sólo podría obtenerse gracias a la fotografía aérea. En cualquier caso, los pueblos euroasiáticos necesariamente debían c o n o c e r la exactitud de América antes de Colón, y c o m o ningún c o n o c i m i e n t o puede desaparecer sino que sólo puede trasladarse a la esfera del inconsciente o a las profundidades del secreto esotérico, es de suponer que un c o n t i n e n t e tan significativo c o m o América forzosamente debía de representar un impor153

tante eslabón de la más antigua geografía sacral, en tanto que el papel de u n a civilización muy específica des e m p e ñ a d o hoy por América representaría el aflorar de antiguos arquetipos dormidos.

¿ P O R Q U E AMERICA Y N O "COLOMBIA"?

M u c h o s e x p l i c a n el n o m b r e actual del c o n t i n e n t e a m e r i c a n o derivado del n o m b r e de Américo Vespuccio y n o del de Cristóbal Colón c o m o un error histórico y una injusticia casual. Nosotros no podemos de ningún m o d o estar de acuerdo con esa explicación, ya que n o es difícil constatar que incluso a escala local entre las denominaciones puramente racionales arraigan sólo aquellas que de algún m o d o se corresponden con los arquetipos lingüísticos semi-inconscientes, lo que se manifiesta en el c o n o c i d o fenómeno de la llamada "etimología popular". L a afinidad sonora de las palabras j u e g a a veces un papel muy i m p o r t a n t e , p e r o semejante identificación de conceptos, basada puramente en la similitud de los sonidos, demuestra n o tanto su falsedad, c o m o consideraba la c i e n c i a p u r a m e n t e positivista y antipsicológica del siglo xix y comienzos del x x , c o m o la solidez de las estructuras semánticas, n o a nivel de la palabra sino a nivel del significado i n d e p e n d i e n t e de las letras y de la combinación de letras. S o b r e u n a base que recuerda la etimología popular se f u n d a m e n t a n también los métodos sacrales metafísicamente válidos y nada populares c o m o son la nirukta hindú y la kábbala judía. En cualquier caso, creemos que la palabra "América", para que se conjugase sólidamente con el gigantesco continente, tan importante, p o r otro lado, por su misión geopolítica, c o m o decimos, debía c o n t e n e r en sí u n a concepción de sonido que estuviese relacionada c o n los modelos arcaicos del protolenguaje r u d i m e n t a r i a m e n t e conservado en el subconsciente de las n a c i o n e s euroasiáticas. En primer lugar, en la imagen sacral y en concordancia, en la denominación de América, debía quedar reflejada la idea de su procedencia, esto es, del extremo occidental. De acuerdo con los

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trabajos del profesor Wirth, el centro sagrado occidental más antiguo era la tierra Mo-Uru, la isla Mo-Uru situada en el Atlántico noroccidental. Ese n o m b r e se m e n c i o n a en el Bundahishna (el libro sagrado zoroástrico), donde se dice que es la tercera morada de los grandes antepa­ sados a r i o s , d e s p u é s de Airyamen-Váejo. ( L a m i s m a Airyamen-Váejo se hallaba en el Polo Norte, en un conti­ n e n t e ártico llamado Arctogea, que desapareció hace mu­ chos milenios.) No obstante, gracias a la palabra clave "mo-uru" y basándose en el desciframiento de los anti­ quísimos signos rúnicos y protorrúnicos (y, en particu­ lar, en la escritura egipcia lineal predinástica descifrada, así c o m o en las inscripciones minoicas e incluso en los dibujos prehistóricos rupestres), el profesor Wirth con­ siguió penetrar en el misterio de muchos cataclismos ét­ nicos y raciales de la Prehistoria. En sus múltiples varia­ c i o n e s fonéticas, Mo-Uru se m e n c i o n a también en la Biblia: Moriia es el n o m b r e del país en el que Moisés ad­ mitió que habría sucedido el sacrificio n o consumado de Isaac a Dios; también en las sagas célticas en las que se habla del país Moriao o Muriao, patria de las tribus nórdicas divinas de Tuatha de Dannan, y en los cultos escandinavos en los que el célebre círculo de piedra del c e n t r o p a g a n o e n Upsala se l l a m a b a Morasten, o sea, "piedra de Mora", etc. Wirth considera y demuestra c o n v i n c e n t e m e n t e en sus muy detalladas y bien argumentadas obras, Los oríge­ nes de la Humanidad, La protoescritura sagrada de la Humanidad, etc., que los amontas, los moros e incluso los maoríes de Oceanía fueron los descendientes de los anti­ guos p o b l a d o r e s de ese c e n t r o sagrado del Atlántico Norte, y la geografía de esa tierra posteriormente fue trasladada a la toponimia histórica de los nuevos lugares en los que se instalaron las "gentes Mo-Uru". Resulta interesante constatar que " a m o r e o " en he­ b r e o antiguo significa p r e c i s a m e n t e "pueblo de O c c i ­ dente" (am u r u ) . Y en principio existe una doctrina sa­ grada que afirma que la tradición judía es occidental por su simbolismo y origen prehistórico, afirmación que tes­ timonia, en particular, la costumbre judía de celebrar la 155

llegada del A ñ o Nuevo en o t o ñ o y de h a c e r la c u e n t a de las 2 4 horas del día a partir de la tarde, subrayando así la importancia especial de la orientación occidental, que se c o r r e s p o n d e e n virtud de las coincidencias universales históricas de la tarde y del otoño, con el período de declive del día y del a ñ o . En semejante perspectiva, el m i s m o Ur c a l d e o del que salió Abrahán c a m i n o de la T i e r r a Prometida, resulta más bien sustituto de Mo-Uru, el Ur noratlántico, ya que incluso el Zohar afirma que el Ur en el que en un principio se hallaba Abrahán simboliza el estado espiritual superior q u e Abrahán tuvo q u e a b a n d o n a r p o r u n a e x i g e n c i a providencial para "desc e n d e r " más abajo. R e s u l t a i n t e r e s a n t e señalar q u e los propios j u d í o s c o m p a r t e n c o n frecuencia el punto de vista relativo al origen occidental de su tradición, c o m o se puede ver en los más tempranos proyectos sionistas de la organización de un "Estado h e b r e o " en A m é r i c a , en los libros de S i m ó n W i e s e n t h a l a c e r c a de la p r e h i s t o r i a j u d í a de A m é r i c a y de E d m u n d Weissman en su o b r a América. Nueva Jerusalén. D e m o d o que el enigmático Mo-Uru significa precisam e n t e un c o n t i n e n t e sagrado n o e u r o p e o , situado en O c c i d e n t e , e n el Atlántico. Pero "mo-uru", "amuru" o "amoru" (esas formas se encuentran históricamente en diversas tradiciones) fonéticamente se hallan muy próximas a "américa". Y n o se puede descartar, e incluso es bastante probable, que precisamente esa "coincidencia", más c o n c r e t a m e n t e , su providencial coincidencia, sirviese de base c o n s c i e n t e o inconscientemente para que el Nuevo M u n d o recibiera de forma definitiva un n o m b r e tan e x t e r i o r m e n t e p r o f a n o y tan sacral, sin e m b a r g o , p o r su c o n t e n i d o íntimo.

LA ATLANTIDA Y LA TRAS-ATLANTIDA: EL MISTERIO DEL DOLAR Naturalmente que América-"Mo-Uru" tiene una relación directa c o n el mito de la Atlántida, un paleocontin e n t e ya citado aquí y del que hablaron Solón, Platón y 156

tras ellos muchos otros. La Atlántida era un continente occidental sagrado en el que florecía una civilización espiritual, pero q u e desapareció c o m o resultado de un gran cataclismo y u n a inundación. El desastre de ese continente casi siempre se describe c o m o un acontecimiento que sucedió por etapas: después de inundarse la puerta continental principal, situada al oeste de Eurasia y África, durante algún tiempo sobrevivieron algunas islas situadas en el Atlántico Norte, donde se concentraron las últimas tribus de los atlantes, conservadores de una tradición muy particular. U n o de esos restos de la AÜántida era, según Wirth, la tierra Mo-Uru, que a su vez fue inundada m u c h o después, varios milenios más tarde del cataclismo principal. No obstante, al parecer, el continente América, a juzgar por todo, n o era el continente más occidental de la geografía sacral (Atlántida), sino su "prolongación" en O c c i d e n t e . En otras palabras, América se hallaba tras la Atlántida y era u n a tierra situada al otro lado de Occidente. Es posible que esa situación simbólica sacral sea la que explique también el inquietante misterio relacionado con ella en el c o n t e x t o de la geografía sagrada en las civilizaciones de Eurasia. De acuerdo con esa geografía sacral, en Occidente está situado un País Verde, el País de los Muertos, cierto mundo s e m i m a t e r i a l q u e r e c u e r d a al H a d e s g r i e g o o al Sheol h e b r e o . Es el país de las Tinieblas y del Ocaso, de donde n o hay salida para los simples mortales y en donde puede p e n e t r a r sólo el iniciado. Se considera que también el n o m b r e de Groenlandia (textualmente "País Verde") p e r t e n e c e al mismo c o n j u n t o simbólico. Pero País Verde n o es Atlántida (e incluso n o es Mo-Uru). Es algo que se e n c u e n t r a aún más al Oeste que ella, es "el mundo de la muerte", el "reino de las sombras". Y ese aspecto del más allá del continente americano se descubre de forma sorprendente en una cosa tan banal a primera vista c o m o es el signo del dólar. R e n e Guénon señaló alguna vez que la procedencia del símbolo $ en las monedas americanas era la simplificación gráfica del sello sagrado que se e n c u e n t r a en las antiguas m o n e d a s del 157

área mediterránea. E n su origen, las dos líneas verticales representaban las dos "Columnas de Hércules" que, se­ gún la tradición, se hallaban en el límite de O c c i d e n t e , tras el estrecho de Gibraltar. L a "S", en ese signo, en un principio fue una divisa c o n la inscripción simbólica "nec plus ultra", o sea, lite­ r a l m e n t e "no más allá". Ambos símbolos m a r c a b a n la frontera, el extremo occidental de la geografía h u m a n a sa­ cral, tras el cual se hallan los mundos no humanos. Ese símbolo fronterizo que indicaba que n o se debía ir más allá de Gibraltar, paradójicamente se ha convertido en el e m b l e m a financiero de América, país situado tras la frontera, precisamente allí a donde no se debe ir, allí a don­ de la inscripción en el prototipo del dólar prohibe cate­ góricamente dirigirse. Y en ello se manifiesta el carácter simbólico peculiar de América, situada fuera de los lími­ tes de este mundo, e n c a r n a n d o aspectos geopolíticos os­ curos, prohibidos a la civilización humana. Desde esa perspectiva, el nuevo descubrimiento por Colón del c o n t i n e n t e americano e n c i e r r a en sí un signi­ ficado bastante siniestro, ya que supone la aparición en el horizonte histórico de la desaparecida Atlántida e in­ cluso n o de la misma Atlántida sino de su sombra, de su prolongación negativa al O c c i d e n t e simbólico, al "mun­ do de los muertos". Y es bastante característica en ese sentido la c o i n c i d e n c i a en el tiempo e n t r e ese nuevo "descubrimiento" y el c o m i e n z o de una brusca decaden­ cia de la civilización europea y en general euroasiática, que comenzó a perder de manera acelerada sus princi­ pios esenciales espirituales, religiosos, sagrados. A nivel filosófico-cultural, precisamente, América se convierte desde e n t o n c e s en el lugar de la proyección ideal de las utopías puramente profanas, ateas o semiateas. Y los m o d e l o s de sociedad basada estrictamente en la razón h u m a n a desde Tomás M o r o cada vez con más frecuencia se trasladan a ese continente. Y aquí de nuevo, más que la virginidad de los e n o r m e s territorios destinados a la realización práctica de la utopía, en los utopistas y sus c o n s t r u c c i o n e s teóricas influyeron las imágenes del "País Verde" de O c c i d e n t e , los arquetipos 158

del "país de los muertos", d o n d e reinan, a la inversa, una especie de paz eterna y el orden. Se puede comparar el ciclo histórico de América con una nueva Atlántida surgiendo de las profundidades del mar, pero n o la auténtica, resucitada, sino una Atlántida quimérica, falsa, fantasmal, que sólo engañosamente aparenta el retorno del "Siglo de O r o " y que en realidad destila un olor putrefacto de continente-tumba.

EL ORTO POR OCCIDENTE, EL OCASO POR ORIENTE E n una ocasión, el c o n o c i d o metafísico y autor tradicional, Gueidar Dzemal, señaló la siguiente interesante particularidad sobre la situación geográfica del contin e n t e americano: Para los americanos, el sol sale cada m a ñ a n a del lado de Europa, o sea, del lado con el que en la geografía sagrada se r e l a c i o n a habitualmente el O c c i d e n t e y se p o n e d e l l a d o d e Asia, o sea, e n el Oriente simbólico. Esa percepción inversa del simbolismo de las orientaciones por parte de los habitantes del continente a m e r i c a n o c o n c u e r d a de forma extraña con la c o n o c i d a profecía escatológica según la cual en los últimos tiempos el sol empezará a salir por el Occidente y a ponerse por el Oriente. Semejante peculiaridad tiene que influir por necesidad sobre los niveles más arcaicos de la psique colectiva americana, c o m p l e m e n t a n d o el ya de por sí muy específico papel de América c o m o la resurgida Tras-Atlántida, el "País Verde de los Muertos". Si añadimos a eso el utopismo racionalista propio n o sólo de los teóricos desacralizados del Viejo Mundo, sino también de los p a d r e s - f u n d a d o r e s de los E s t a d o s U n i d o s de América, conseguiremos realmente u n a variante de la cosmovisión escatológica mesiánica que forma un paradigma, estructurando globalmente la c o n c i e n c i a continental y h a c i e n d o hincapié sobre todo en aquellos aspectos que más profundamente están relacionados con la geopolítica, el universalismo y la autoidentificación. La descripción de los sucesos escatológicos en general es la misma en las religiones más dispares. Tanto en 159

el cristianismo, c o m o en el islam o en el j u d a i s m o y en la mayoría de las tradiciones paganas arias e incluso en los cargo-cults melanesios la época mesiánica, todas esas f o r m a s religiosas se caracterizan por a c e p t a r la resu­ rrección o el regreso de los muertos, por el restableci­ m i e n t o de la prosperidad paradisíaca, por el e n c u e n t r o d e t o d o a q u e l l o q u e fue p e r d i d o a lo l a r g o d e la Historia, p o r la aparición de u n a Nueva T i e r r a y un Nuevo Cielo, por la presencia de una permanente biena­ venturanza, etc. Si nos fijamos a t e n t a m e n t e en la mentalidad norte­ a m e r i c a n a , la más expresiva y característica de las va­ riantes continentales, encontraremos casi todos los ras­ gos de esa visión escatológica, pero de una manera en­ t e n d i d a un tanto "retocada". L a "resurrección de los muertos" se manifiesta tanto en la congelación de los cuerpos de los ricos americanos que esperan poder revi­ vir c o n la ayuda de los logros científicos en el siglo en­ trante, c o m o en la infinidad de sectas neoespirituales americanas que predican la tanatofilia y que demuestran de f o r m a "científica" (valiéndose de instrumentos pseudo-científicos) la "inmortalidad del alma". La "bienaven­ turanza paradisíaca" ha sido identificada con la "prosperi­ dad maternal", mientras que la "Nueva Tierra" es el mis­ m o c o n t i n e n t e a m e r i c a n o , la base del nuevo "Siglo de Oro", llamado en algunos círculos ocultistas y astrológi­ cos la "Era de Acuario" o "Nueva Era". (Así se llama, por cierto, un amplio movimiento neomístico americano). L a escatología está presente en el mismo c o n c e p t o del Nuevo Orden Mundial, consigna de actualidad de la m o d e r n a "comunidad mundial", que repite y desarrolla los proyectos ideológicos a m e r i c a n o s , y ese c o n c e p t o presupone la expansión del modelo americano al resto del planeta. Así, la "Nueva Tierra", el "Nuevo Mundo", surgido de las profundidades de un misterio inquietante y de un secreto esotérico, intenta hacerse pasar por la "Nueva Tierra" espiritual de la que habla el Apocalipsis y q u e deberá aparecer después del Final de los Tiempos. P e r o para el c o n t i n e n t e América la época postapocalíptica ya h a l l e g a d o : la victoria en la S e g u n d a G u e r r a 160

Mundial, así c o m o el simbolismo de la persecución de los judíos (esa nación mística y tan i m p o r t a n t e en la Historia) en Alemania, todo eso en su conjunto, creó la teoría del " H o l o c a u s t o " de la " U l t i m a víctima de la Historia", después de la cual la Tras-Atlántida, en unión con el "Nuevo Israel", e n t r ó en el p e r í o d o del Gran Shabat, de la Época feliz, en la Era de Acuario, en la Nueva Era ("New Age"). Los tiempos mesiánicos ya han llegado y la c o n c i e n c i a arcaica continental americana c o m o un "espíritu" inquieto del resurgido continente, proporciona una fuerza mística a las tendencias escatológicas mesiánicas, fuerza arraigada en la concepción del mundo simbólico de la Humanidad que, gracias a su experiencia milenaria, se acostumbró a captar las correspondencias existentes entre el espacio y el tiempo.

"CONTINENTE AMERICA'-'CONTINENTE RUSIA" El complejo arcaico inconsciente del "sueño americano" tiene su expresión c o n c r e t a en la teología política del americanismo. Hablamos de la concepción neoprotestante de América, la tierra prometida. Esta vez las energías del continente confluyeron en u n a construcción teológica única en su género y si aceptamos algunos términos de ese místico protestantismo americano, n o c o m o metáforas literarias, sino c o m o una formulación exacta de las construcciones escatológicas, podríamos e n c o n t r a r n o s con un cuadro bastante i n e s p e r a d o y a l a r m a n t e . P o r ejemplo, el mismo G e o r g e Washington declaraba: "Los Estados Unidos son una Nueva Jerusalén destinados por la Providencia a ser un territorio en el que el h o m b r e debe alcanzar su pleno desarrollo, donde la ciencia, la libertad, la felicidad y la gloria deben propagarse de form a pacífica". Es i m p o r t a n t e subrayar el c o n c e p t o de "Nueva Jerusalén" que en b o c a de un cristiano (incluso protestante) por fuerza va unido al Apocalipsis y se refiere a la última fase del escenario escatológico, esto es, al descenso del Cielo de la "Ciudad espiritual del Señor", de la "Nueva Jerusalén" (Las revelaciones de San Juan, X X I , 10-27). J o h n Adams, por su parte, definió con pre161

cisión el globalismo de la misión americana, llamando a los E E . U U . "república pura y virtuosa, cuya misión consiste en g o b e r n a r al M u n d o y establecer la perfección de los hombres". E n la época actual, ese "patriotismo" tan especial recibió nuevas energías gracias al desarrollo de la televisión q u e llevó a la aparición del fenómeno del proselitismo televisivo q u e Isidro-Juan Palacios h a definido c o m o "cristianismo electrónico". Por ejemplo, el c o n o c i d o telepredicador J e r r y Falwell, formula hoy día de este modo la idea americana: "Los E E . U U . de América, nación b e n d e c i d a por la o m n i p o t e n c i a de Dios c o m o ninguna otra nación en la Tierra, están en la actualidad atacados i n t e r n a y e x t e r n a m e n t e siguiendo un plan diabólico que p u e d e conducir a la aniquilación de la nación americana. El Diablo entabla de ese m o d o una cruenta batalla c o n t r a la voluntad de Dios, que ha elevado a los E E . U U . p o r e n c i m a del resto de las naciones, c o m o a la antigua Israel...". Esos motivos teológicos de la escatología protestante son también característicos de los presidentes americanos. Reagan declaraba en 1984: "No creo que el Señor, q u e bendijo este país, c o m o n o lo h a h e c h o con ningún otro, quiera que nosotros tengamos que negociar algún día porque seamos débiles". No obstante, si n o se toma en consideración el papel simbólico de la Tras-Atlántida en su conjunto, independ i e n t e m e n t e de cada período histórico concreto, ese entusiasmo mesiánico resultará incomprensible y las prop o r c i o n e s del e n g a ñ o espiritual que hay tras él, n o podrán ser valoradas y comprendidas en su j u s t a medida. E n un sentido general, aquí, c o m o en todas las escatologías parodiadas, t e n e m o s ante nosotros la traslación del Siglo de O r o espiritual, que llegará inmediatamente después del Final de la Historia, a un período temporal, anterior al Final de la Historia. Y, curiosamente, esa misma traslación predeterminó el carácter anticristiano del bolchevismo ruso que anunció la fundación escatológica del Paraíso sobre la T i e r r a (remitimos al lector a nuestro siguiente capítulo, El fin de la era Proletaria). Y resulta 162

interesante señalar que esa similitud de los dos "Continentes": el "continente América" y la c o m p o n e n t e roja d e m o n í a c a del "continente Rusia", fue subrayada por muchos investigadores, historiadores y politólogos. Por ejemplo, Marie D o m i n a c h escribía en octubre de 1970 en la revista Esprit: "Los E E . U U . de América son la más g r a n d e p o t e n c i a c o m u n i s t a del m u n d o " . R e a l m e n t e , tanto el utopismo c o m o el escatologismo, así c o m o la parodia de la religiosidad, resultan en ambos casos sorp r e n d e n t e m e n t e parecidas en su esencia, a u n q u e los E E . U U . y la recién caída U R S S fueran oficialmente adversarios ideológicos hasta hace bien poco.

EL COSMOS, LA ESTRELLA BLANCA Y LA PIRÁMIDE TRUNCADA L a misma parodia que aplica al nivel material realidades espirituales, desfigurando de ese m o d o el contenido sagrado, está también tras el progreso técnico del "continente América", sobre todo en un área tan importante c o m o es la de las investigaciones aeroespaciales. El mismo h e c h o de que sólo los americanos hayan volado a la Luna, donde, de acuerdo c o n las más variadas tradiciones habitan las almas de los antepasados, es muy sintomático. Resulta sobre todo significativo que los cosmonautas soviéticos, que p e r t e n e c e n también a una formación política muy escatológica, n o lo hayan conseguido. Entre el País Verde de los Muertos y el planeta Luna, en la tradición esotérica existe u n a relación directa y esa misma relación p u e d e observarse en la Historia contemporánea objetiva, material y puramente profana. El h e c h o de que los vuelos de los astronautas americanos tuvieran un significado ritual consciente puede verse incluso en el n o m b r e de la nave "Apolo", o sea, el acompañante tradicional mítico de Diana, la Luna, en las más diversas tradiciones. Y aún hay más: algunos astronautas llevaron consigo a la L u n a anillos masónicos, c o m o se dijo incluso en la prensa soviética, lo que significaba que el carácter ritual de lo que estaba a c o n t e c i e n d o n o se les escapaba, ya que la entrada en la esfera de la Luna, 163

de acuerdo c o n el ritual masónico, significaba pasar por los "Pequeños Misterios". De nuevo tenemos un paralelismo simbólico:" la iniciación en los "Pequeños Misterios" eleva al masón al llamado "estado edénico, paradisíaco", le devuelve la plenitud espiritual, propia de los h o m b r e s del Siglo de O r o . Pero tratándose de individuos aislados todo eso se realiza a nivel interior, microcósmico. Durante el vuelo cósmico a la Luna, el ritual adquiere un carácter exterior, material, macrocósmico, y ent o n c e s se sacraliza n o sólo el individuo, sino t o d o el "continente", cuyo enviado es el protagonista en cuestión. Desde un p u n t o de vista simbólico, el viaje interplanetario de América a la L u n a era equivalente al viaje de "América" a "América", pero al mismo tiempo, esa parodia del ritual reforzó y acrecentó la autosensación mística y mesiánica de América en su totalidad, del inconsciente americano. Hay que señalar también que la tradición masónica en América está muy arraigada y desarrollada, y, en ese aspecto, existen c o n c e p c i o n e s que insisten en la singularidad y exclusividad precisamente de la masonería amer i c a n a en c o m p a r a c i ó n con otras variantes masónicas. E n las logias americanas está muy difundida la leyenda q u e dice que los últimos "Caballeros del Templo", que durante algún tiempo consiguieron todavía esconderse de las persecuciones de los monarcas franceses y de las autoridades católicas del Vaticano, se fueron posteriorm e n t e a América, llevándose consigo sus tesoros y sus reliquias. Algunos incluso afirman que precisamente a América fue llevado el Santo Grial. E n cualquier caso, los masones americanos están convencidos de que el verdadero c e n t r o "sagrado" masón se halla j u s t a m e n t e e n los E E . U U . de América y que la masonería e u r o p e a , demasiado arcaica e incapaz hoy en día, n o es otra cosa que una reminiscencia del pasado. I n d u d a b l e m e n t e , masónicos son los símbolos estatales de los E E . U U . : la estrella blanca de cinco puntas, símbolo de "Adán en el Paraíso" (otra vez el tema paradisíaco), y la pirámide truncada, cuya cúspide está separada de su base por un anillo de trece estrellas que simboliza las 164

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trece tribus de I s r a e l . La pirámide truncada tiene un significado simbólico bastante negativo, ya que representa la jerarquía privada de su c u m b r e sagrada, de su centro sagrado. Es posible que en un principio ese emblema estuviera llamado a expresar la tendencia antiautoritaria y antimonárquica del sistema político de los E E . U U . — l a falta d e un ú n i c o g o b e r n a n t e s o b r e el Parlamento—, pero el símbolo nunca se limita a sus funciones puramente emblemáticas, va m u c h o más allá en su significado. De esta suerte, la pirámide truncada encierra en sí, por fuerza, la idea de la iniciación incompleta, su insuficiencia, su interrupción. En el lenguaje ritual masónico eso se puede interpretar c o m o la falta de "Grandes Misterios", después de haber pasado por los "Pequeños Misterios". Pero anotemos esto, porque precisamente esa falta de conclusión del ciclo iniciático es el rasgo característico de la magia negra, tal y c o m o la ha entendido y entiende cualquier tradición auténtica.

OBSEQUIOS DEL MUNDO DE LOS ANTEPASADOS Mircea Eliade y otros historiadores que se dedican al estudio de las estructuras de las creencias arcaicas han analizado m i n u c i o s a m e n t e la lóstica de los l l a m a d o s o

"cargo-cults" o "cultos cargo", esas religiones locales escatológicas ligadas a la supresión de todas las reglas religiosas anteriores y al comienzo de una época mesiánica en la que se permite la promiscuidad, el éxtasis alcohólico sin límites y la ociosidad, caracterizándose, además, por el "regreso de los muertos" de América provistos de regalos en e n o r m e s barcos. En principio, quienes han tratado de estos "cultos" se preocupan de su trasfondo simbólico, además de la existencia de rudimentos de arquetipos subconscientes de la olvidada geografía sacral. Por otro lado, es importante señalar que la actitud de 1

L a tribu de J o s u é c o n f r e c u e n c i a es r e p r e s e n t a d a simbólicamente c o m o la tribu doble de Efraín y Manases, lo que nos d a t r e c e en lugar de d o c e y, al m e n o s , p r e c i s a m e n t e esa d o c t r i n a es la propia de la a r i t m o l o g í a m a s ó n i c a . (TV. del A.)

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los cultivadores los "cultos cargo" hacia los actuales amer i c a n o s blancos es bastante ambigua: por un lado, los a m e r i c a n o s son considerados usurpadores de las mercancías que "producen" los antepasados de los propios aborígenes y sus dioses; de otro lado, tales cultivadores u oficiantes de los "cultos" empiezan a imitar a los blancos e n ciertos aspectos, imitan por e j e m p l o algunos comportamientos suyos, algunos detalles de su m o d o de ser, hábitos y poses. P o r muy usurpadores q u e fueran los "americanos" respecto a los "auténticos" habitantes del país de los muertos, éstos mantuvieron con ellos un contacto directo. Y e s o h a c e que sean distintos en el contexto sacral. E n general, el complejo "cargo-cult" presupon e la pronta llegada del "Siglo de O r o " y el comienzo de u n a abundancia absoluta que superará todas las proporc i o n e s imaginables. Eliade, al estudiar los "cargo-cults", muestra lo común q u e resulta su escenario que, con muy pocas variaciones, se observa también e n África, entre los hindúes, los pueblos de Oceanía y e n otras partes. El "cargo-cult" escatológico resulta de esa forma un conjunto bastante universal, propio de las estructuras inconscientes de los aboríg e n e s , de c i e r t o c o n o c i m i e n t o sagrado primitivo que c o n el paso de los milenios descendió a la esfera de lo psíquico y rudimentario. Y no es difícil e n c o n t r a r formas de ese mismo conjunto entre pueblos más civilizados, c o m o por ejemplo entre los rusos, cuyo "cargo-cult" específico en la variante bolchevique h a sido descrito detalladamente por un profundo escritor ruso p o c o con o c i d o en O c c i d e n t e , A. Platónov, en su novela Chevengur, en el relato Kotlován (ElFoso) y en otras de sus obras. A v e c e s se t i e n e la i m p r e s i ó n de q u e las o b r a s de Platónov fueron creadas c o m o ilustraciones del arcaico "cargo-cult". Pero volviendo a los cargo-cults de Melanesia d e b e m o s añadir que, a nuestro j u i c i o , el papel de "América" en ellos no se agota con la designación de un nomb r e p u r a m e n t e convencional al lejano "país de hombres blancos", sino que se corresponde con un cuadro sacrogeográfico más c o m p l e t o y detallado. El "cargo-cult" viene a ser un c o m p o n e n t e más del 166

"País de los Muertos", de la "América mística", de la TrasAtlántida. La c o n c i e n c i a autóctona de los territorios no americanos, hallándose abstraída de la perspectiva escatológica vertical y auténtica, debido a la pérdida de su valor metafísico, realiza un desplazamiento semej a n t e al que tiene lugar en la propia c o n c i e n c i a americana: lo espiritual se traslada a lo material y lo del más allá a lo de aquí. Precisamente, eso y n o otra cosa explica la compleja actitud de los aborígenes australianos, africanos, asiáticos y alguna parte de las etnias europeas, hacia el " a m e r i c a n i s m o " y sus p o r t a d o r e s . D e un lado, los "americanófilos" provocan antipatía, repulsión, deseos de huir de su influencia (a veces, incluso, de "ponerles en evidencia", "expropiarlos", etc.) y, por otro lado, la presencia mágica de los "antepasados muertos" detrás de los americanos es una garantía de su éxito material y provoca deseos incontenibles de imitarles. Y resulta curioso que cualquier paso dado por los aborígenes hacia la activación del conjunto escatológico de los cargo-cults p r o d u c e i r r e m e d i a b l e m e n t e u n a "revolución sexual", con la que nos encontramos n o sólo los isleños y las tribus primitivas, sino también a nivel de Estados "civilizados". M e n c i o n a r e m o s , c o m o ejemplo, el b o o m pornográfico en China paralelamente a su "perestroika" económica de los años 8 0 (mejoramiento en las relaciones con América), la amoralidad bolchevique en la década de los años 2 0 , la "revolución sexual" en la India actual occidentalizada, la situación por la que al respecto atraviesa O c c i d e n t e , etc. Es importante subrayar que todo el espectro del "culto" lo encontramos en la U R S S también en el período de la "perestroika", d o n d e el factor americano actúa de forma infalible y mágico produciendo el parasitismo, la admiración ciega y la espera escatológica propios del m e n c i o n a d o "culto", pero al mismo tiempo una oscura sospecha de que los americanos se enriquec i e r o n a c o s t a de los a n t e p a s a d o s ( p o r e j e m p l o , saqueando Rusia) y que los autóctonos deberían recuperar todos aquellos milagros técnicos y relucientes mercancías que les p e r t e n e c e n por el d e r e c h o totémico. De acuerdo con una expresión bastante exacta de G. Dzemal, el

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"miserable" polo de la c o n c i e n c i a escatológica aborigen (El foso de Platónov) se corresponde exactamente con el p o l o "rico" de ese conjunto (el sueño americano de la "ciudad luminosa en la colina"). Se puede decir que en su excitación "cargo-cultista" los autóctonos dejan práct i c a m e n t e de escuchar las razones y los argumentos rac i o n a l e s positivos y constructivos, cayendo bajo la influencia de energías subconscientes milenarias que se despiertan en determinadas épocas, en respuesta a las señales secretas que lanzan los llegados del "País Verde" de O c c i d e n t e . Y para confirmar esa distribución de papeles en la acción pseudoescatológica de enfrentamiento de los inc o n s c i e n t e s continentales, se puede señalar el curioso h e c h o de que, para todas las regiones no occidentales del Planeta, el estado más característico en los últimos 1 0 0 - 1 5 0 a ñ o s h a sido el de la espera ( c o n f r e c u e n c i a a c o m p a ñ a d o de frustración ante el presentimiento de a l g u n a c a t á s t r o f e ) , e s t a d o q u e resulta más e v i d e n t e c u a n t o más arcaico y unido con su propio inconsciente se halla el pueblo. Al mismo tiempo, ese sentimiento le es c o m p l e t a m e n t e desconocido a tal escala a los americ a n o s que, por el contrario, generalmente están satisfec h o s del estado actual de las cosas y creen sin reservas en el progreso y en el final feliz y, además, identifican ese confort actual y las perspectivas de su prolongación infinita con el éxito de la difusión global de su propia influencia y c o n el cumplimiento de su misión, que consiste en llevar "dones mágicos" con la deseada etiqueta de m a r c a americana. En un m o m e n t o determinado, la espera de los autóctonos y la inquietud se funden con la "oferta" a m e r i c a n a y su aplomo (que con frecuencia va a c o m p a ñ a d o de u n a cierta presión económica o militar p o r parte de América, preocupada en exportar su modelo de salvación), produciendo extravagantes y contradictorias formas culturales y políticas con un marcado carácter de "cargo-cultista". SUMERGIR AMERICA Los aspectos que h e m o s analizado de la geografía sa168

eral del continente a m e r i c a n o en su relación con la ac­ tual realidad geopolítica de E E . U U . podrían ser comple­ tados indudablemente por otras consideraciones tanto de orden simbólico c o m o puramente escatológico; pero considerábamos sobre todo importante dar la perspectiva del análisis de dicha cuestión que permitirá examinar y entender sus aspectos más ocultos, secretos y funestos. No obstante, para concluir y para n o crear la sensación de que n o existen más alternativas que los dos polos de la falsa escatología geopolítica (el "cargo-cultismo" y el ame­ r i c a n i s m o ) , desearíamos h a c e r algunas o b s e r v a c i o n e s más. En primer lugar, los arquetipos inconscientes relacio­ nados c o n el sistema espacial y temporal del Cosmos sa­ grado, deben analizarse a la luz de la Tradición auténti­ ca, ortodoxa y metafísica, ya que es la única capaz de po­ n e r las cosas en sus respectivos lugares s i g u i e n d o el orden divino. Y, por el contrario, manteniéndose esos arquetipos en el nivel inconsciente, siendo eficaces y po­ derosos, siempre podrán llevar tras de sí n o sólo a indi­ viduos sino a naciones enteras, razas y civilizaciones, ha­ cia u n a s c o n s e c u e n c i a s i m p r e d i c i b l e s y desastrosas. Parafraseando la c o n o c i d a máxima, podemos decir que de "arquetipos inconscientes está pavimentado el cami n o que lleva al Infierno". Y e s o es cierto tanto en el caso de los "cargo-cultistas" c o m o en el de los americanófilos. P e r o para e n t e n d e r la Tradición metafísica, capaz de alumbrar con un rayo del Intelecto Divino las pro­ fundidades sin fondo de lo psíquico, hay que realizar un esfuerzo espiritual e intelectual inaudito en nuestras cir­ cunstancias para poder desprendernos de los infunda­ dos d o g m a s de la m e n t a l i d a d profana y materialista, propia de la mayoría de nuestros contemporáneos, sin caer al mismo tiempo en un ocultismo caótico, o neoespiritualista. El mejor y único c a m i n o para conseguirlo es la aceptación de la religión tradicional y el intento de penetrar, por medio de la práctica espiritual, ritual e in­ telectual, en sus aspectos esotéricos, i n t e r n o s , en sus misterios. Y para lograrlo, sin duda, la mejor ayuda posi­ ble serán los trabajos de los autores tradicionales con169

temporáneos y, en primer lugar, y siguiendo en la línea m a r c a d a por este libro, de Rene Guénon. S o l a m e n t e un enfoque c o m p l e t a m e n t e ortodoxo, absolutamente religioso y puramente metafísico, nos llevará fuera del alcance de las peligrosas y oscuras energías del m u n d o "apocalíptico" (catastrófico) actual. En segundo lugar, hay que tener presente que en el plano religioso son dos las tradiciones m e n o s sometidas a la influencia del "País Verde". Se trata del cristianismo o r t o d o x o (excluidos, naturalmente, el protestantismo, el m o d e r n i s m o católico latino o de cualquier otro matiz y las sectas) y el Islam que, además, es en cierto sentido, más estable a nivel geopolítico. E n cualquier caso, la orientación vertical y metafísica de esas dos formas religiosas, si al mismo tiempo se liberan de todas las estratificaciones actuales y de las asociaciones arcaicas, es garantía suficiente de su autenticidad y efectividad espir i t u a l . P e r o e n esas r e l i g i o n e s es n e c e s a r i o p o n e r al descubierto sus aspectos geopolíticos (lo que es evidente en el Islam y n o tan evidente en el Cristianismo) y señalar c o n precisión su incompatibilidad con la dialéctica de todo el espectro de relaciones del "País de los Muertos" con sus servidores-opositores "cargo-cultistas". Y, en tercer lugar, es necesario formular un c o n c e p t o p u r a m e n t e geopolítico, n o religioso, del "bloque euroasiático": K o n t i n e n t a l b l o c k , c o m o decían antaño, que u n i e r a las etnias y estados euroasiáticos en un complejo i n d e p e n d i e n t e y ajeno al paradigma arcaico y caricaturesco-escatológico impuesto hoy en día a todo el mundo. E n la actualidad, una vez desmontado el sistema socialista, ya n o es tan importante el régimen que impere e n tal o cual país. A nivel global es m u c h o más importante la actitud de cada Estado y de cada etnia hacia la "resurgida Atlántida" y su misión. Por eso, el c o n c e p t o de Eurasia de las etnias o de la casa común euroasiática c o n su manifiesta tendencia antiatlántica y con su vuelta hacia los propios recursos espirituales, religiosos, económicos y materiales, n o resulta en el m o m e n t o actual una e m p r e s a tan abstracta, descabellada y utópica c o m o pudiera parecer. ¿Acaso la fe en los "antepasados muertos" 170

creadores de la "coca-cola" es más realista y objetiva? En lo que se refiere al "Continente América" el período de su expansión, de acuerdo con determinadas leyes cíclicas, va a ser tenso, por lo visto, agitado, lleno de acontecimientos alarmantes y de c o n m o c i o n e s , pero extraordinariamente corto, ya que la era de "Acuario", cuyo inicio se a p r e s u r a r o n a a n u n c i a r los místicos de la "Nueva Jerusalén", aún n o ha empezado, pero llegará realmente dentro de p o c o tiempo. Su inicio se manifestará con importantes cataclismos geográficos. ¿Quién sabe si al "País Verde" América n o le espera la misma suerte que corrió hace m u c h o tiempo otro continente que se hallaba en el Atlántico?

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VIII.

E L FIN DE LA ERA PROLETARIA

CONSIDERACIONES INICIALES P a r a c o m p r e n d e r el s i g n i f i c a d o d e la H i s t o r i a Universal es necesario preguntarse sobre el sentido, la misión y el papel desempeñado por el comunismo, y sobre todo, por el c o m u n i s m o ruso. Gracias al d e r r u m b e del I m p e r i o comunista tenemos la posibilidad de abarcar todo el desarrollo de ese fenómeno desde sus inicios, sin t e m o r a que algún nuevo giro en la vida de los países y pueblos sovietizados pudiera e c h a r por los suelos nuestras construcciones teóricas. Desde el p u n t o de vista científico, tal caída debe valorarse positivamente, pues nos p e r m i t e analizar fría y desapasionadamente aquello que antes, de m a n e r a inevitable, provocaba una d e t e r m i n a d a reacción ética y e m o c i o n a l , debido al carácter r e a l m e n t e monstruoso de la realidad soviética. Vamos a abrir un p e q u e ñ o paréntesis para explicar con claridad el enfoque del p r o b l e m a . Desde nuestro punto de vista, la Historia es un proceso c o n s c i e n t e y lógico q u e se d e s a r r o l l a siguiendo ciertas leyes. Se podría decir que son esas leyes las que p r e d e t e r m i n a n los cambios y cataclismos sociales y e c o nómicos. Estamos profundamente convencidos de que la t e n d e n c i a principal de la Historia consiste en la degradación de la H u m a n i d a d Espiritual, que c o n cada nueva fase histórica se vuelve más material, desespiritualizada, antitradicional y "deshumanizada". L a degra173

dación transcurre p o r vías distintas que tienen su p u n t o de a r r a n q u e en lo q u e la Tradición d e n o m i n a c o m o el H o m b r e P e r f e c t o . Se trata del determinado Arquetipo H u m a n o , único y constante. Distintos tipos humanos, p e r t e n e c i e n t e s a civilizaciones concretas, sucesivas o paralelas, n o son más q u e manifestaciones de distintos aspectos de ese Arquetipo, c o m p l e t a m e n t e diferente de otros seres vivos. U n a vez situado dentro de la c o r r i e n t e del tiempo, el Arquetipo H u m a n o comienza a vivir dentro de la Historia, c o n s e r v a n d o al principio su plenitud y sus señas de identidad, todavía muy cercanas a las características de su estado extratemporal, para luego ir reduciéndose, adoptando rasgos cada vez más particulares, secundarios y casuales del Arquetipo. F i n a l m e n t e , la Historia del Arquetipo entra en su fase terminal hasta el m o m e n t o en que la Humanidad actual ha llegado ya a p e r d e r casi p o r c o m p l e t o su parecido con el Arquetipo. E n ese período al p o d e r llegan los "peores", los "últimos hombres", de los que hablaba Nietzsche. Hay que t e n e r en c u e n t a todo eso si r e a l m e n t e quer e m o s trazar u n a perspectiva dentro de la cual se pueda h a b l a r en serio de la misión del "comunismo ruso", sob r e el s e n t i d o y el significado de la "Era Proletaria". C u a n d o nos h a c e m o s semejante pregunta, d e b e m o s rec o r d a r que n o únicamente la "civilización soviética" rep r e s e n t a u n a clarísima manifestación del "poder de los peores", un e j e m p l o terrible que nos muestra el abismo al que puede llevar el proceso de la desintegración del A r q u e t i p o H u m a n o . T o d a la Humanidad actual, a exc e p c i ó n de muy pocas regiones d o n d e aún se conserva c i e r t a n o r m a l i d a d (y, p o r lo tanto, restos de la Tradic i ó n ) , participa en ese descenso en plena c o i n c i d e n c i a c o n las leyes cíclicas. P o r lo tanto, sería absurdo consid e r a r el "comunismo" c o m o un mal único y absoluto. E n c a m b i o , nos i m p o r t a más situarlo d e n t r o del m a r c o g e n e r a l de la civilización h u m a n a degenerada, d e n t r o de los márgenes de lo que algunos autores d e n o m i n a n "mundo m o d e r n o " (opuesto no tanto al "mundo del pasado", c u a n t o a la "eternidad" que realiza en la historia c o n c r e t a sus distintos aspectos y que sólo una vez —al fi174

nal de la Historia— se convierte en su imagen opuesta, en el "mundo radicalmente n o eterno", en "este mundo" del que hablan los Evangelios). Así pues, ¿qué tiene de especial esa "civilización roja" que se mantuvo con éxito y durante bastante tiempo sobre el escenario político y geopolítico del siglo X X ?

LA CUARTA CASTA En primer lugar, h e m o s de destacar el carácter "proletario" del "comunismo". L o cual n o sería más que u n a afirmación tautológica si n o analizáramos este h e c h o desde la perspectiva de aquello que la Tradición llama "el proceso de la degradación de las castas" o de los "tipos humanos", si utilizamos una terminología distinta. La propia teoría marxista recuerda s o r p r e n d e n t e m e n t e la doctrina tradicional, desarrollada especialmente por el hinduismo, del sucesivo ascenso al poder de las cuatro castas que el m a r x i s m o sustituyó p o r el término, m e n o s exacto, de "clases". Según la Tradición, el Arquetipo, en su descenso a lo largo de la Historia, atraviesa cuatro etapas fundamentales que se reflejan en la composición específica de la sociedad. Después de los sacerdotes, al poder accede la casta de los guerreros (es la llamada "revolución de los kshatrias" del h i n d u i s m o ) , es decir, la aristocracia. A continuación c o m i e n z a la era de los c o m e r c i a n t e s y del p u e b l o productor (tercer est a d o ) . Y, por último, el poder es arrebatado por los esclavos y los sirvientes. Salta a la vista el parecido con las "formaciones económico-sociales" del c o m u n i s m o histórico. L ó g i c a m e n t e , la valoración de este proceso es diametralmente opuesta en cada caso. L o que para la Tradición es el "regreso" y la "degeneración", para el "mundo m o d e r n o " es el "progreso" y la "evolución". De m o d o que la "Era Proletaria" se convierte en una fase necesaria y ejemplificadora, en una especie de fen ó m e n o teleológico que cierra la c a d e n a del desarrollo cíclico. Curiosamente, el propio pensamiento marxista se da perfecta c u e n t a de ello, pues el mesianismo y la idea del inevitable triunfo del c o m u n i s m o forman su 175

m i s m a e s e n c i a —tanto de la teoría c o m o de la praxis—. Además de ese fanático c o n v e n c i m i e n t o de los teóricos del c o m u n i s m o , habría que destacar la resignación con la q u e r e c i b i e r o n la llegada del c o m u n i s m o los más di­ versos pueblos y n o solamente los rusos. Si se h u b i e r a tratado tan sólo de u n a doctrina político-económica dis­ cutible o p u r a m e n t e abstracta, incluso admitiendo que fuera impuesta con diabólica astucia y brutalidad, de to­ dos m o d o s , sería difícil de explicar c ó m o un gigantesco p u e b l o de mentalidad arcaico-ortodoxa y con una capa liberal ( p e r o nada más) p r o e u r o p e a bastante pacífica, c o m p u e s t a de semiaristócratas e intelligentsia (en el caso r u s o ) , p u d o m o m e n t á n e a m e n t e y casi sin resistencia sa­ c r i f i c a r su t r a d i c i ó n a r r a i g a d a , sus p r i n c i p i o s fun­ d a m e n t a l e s y su fe casi biológica en Dios y en Zar. L o m i s m o se podría decir de la China profundamente tra­ dicional, de Mongolia, de Corea, etc. El c o m u n i s m o ob­ tuvo sus victorias más rotundas j u s t a m e n t e allí donde el sistema tradicional de valores tenía más arraigo en la c o n c i e n c i a social. Y fueron p r e c i s a m e n t e los p u e b l o s m e n o s "proletarizados" los que lo aceptaron c o m o u n a n e c e s i d a d "sagrada", c o m o una fatalidad, c o m o la inevi­ table realidad final y apocalíptica. El mesianismo, la doctrina de los T i e m p o s Finales y d e los fenómenos específicos relacionados con ellos, n o s o l a m e n t e es p a t r i m o n i o del "marxismo" popular, sino q u e puede encontrarse en los teóricos más "refinados" y "cultos" c o m o , por e j e m p l o , G. Lukács, quien veía en el p r o l e t a r i o un milagro antropológico, un ser aparecido gracias a la transgresión de las leyes ontológicas y gnoseológicas n o r m a l e s , y en el que, al igual que en el caso religioso de la E n c a r n a c i ó n Divina, el sujeto y el objeto coincidían. Tal afirmación, n a t u r a l m e n t e , podría ser suscrita también por cualquier tradicionalista, pero c o n la d i f e r e n c i a de q u e si e n el caso de la E n c a r n a c i ó n Divina (o el estado primordial, paradisíaco del Arqueti­ p o ) el sujeto a b s o r b e el o b j e t o , es decir, el Espíritu a b a r c a e i m p r e g n a toda la materia, en el caso del "pro­ letario", o m e j o r d i c h o , del "proletario ideal", sucede j u s t o al c o n t r a r i o , y el o b j e t o absorbe c o m p l e t a m e n t e 176

el sujeto, la materia se apodera del Espíritu y lo suprime, lo expulsa de la esfera existencial. La misma idea se reafirma en el materialismo de tipo marxista que completa el carácter "proletario" de toda la doctrina. D e m a n e r a que el c o m u n i s m o representa un fenóm e n o escatológico, r e l a c i o n a d o c o n el final del ciclo h u m a n o , y que se convierte en la expresión máxima del proceso de la degradación de las castas. S o n muy clarificadoras al respecto las palabras: "los que n o eran nada lo serán todo" *. La cuarta casta, el "mesías colectivo", es el portador de la Nada, es su representante, su difusor totalitario. Y n o es casual que la obra principal de o t r o m a r x i s t a n a d a i n g e n u o , ni popular, c o m o J e a n Paul Sartre, se titulara El Ser y la Nada.

"EL ADVENIMIENTO COMUNAL", SEGÚN NOSTRADAMUS Si la tradición hindú nos habla de la degradación de las castas, la religión cristiana advierte de la venida de Anticristo hacia el Final de los Tiempos. Sería muy importante indicar que los teólogos ven en la palabra "anticristo" un doble significado: por un lado, se trata de "anti-Cristo", y p o r o t r o , de " a n t e - C r i s t o " , es d e c i r , "aquel que se le o p o n e y aquel que le precederá en la (segunda) Venida de Cristo". P e r o se trata j u s t a m e n t e de una característica propia de la "Era Proletaria" que triunfa por un c o r t o espacio de tiempo antes del Fin del Mundo, cuando tendrá lugar esta Segunda Venida de Cristo. El carácter anticristiano del "comunismo" salta a la vista y no necesita comentarios, p e r o es importante llamar la atención sobre su simbolismo "pre-crística" q u e n o s i n d i c a la p r o x i m i d a d del p u n t o final de la Historia humana. El carácter engañoso del "paraíso sobre la tierra" ofrecido por los comisarios políticos se inscribe p e r f e c t a m e n t e en esa lógica del e n g a ñ o q u e

* Estrofa de la Internacional en versión rusa. (N. del T.)

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p r e c e d e a su auténtica realización y que intenta hacerse pasar p o r algo que vendrá después. Y c o m o ya se "espera", es preciso suplantarlo para cortarle el paso a la verd a d e r a venida. D e n t r o de ese c o n t e x t o cristiano deben analizarse las profecías de Miguel Nostradamus, el profeta francés de o r i g e n j u d í o que se convirtió al cristianismo y que, p o r lo tanto, predecía el futuro desde una óptica estrictam e n t e cristiana. E n ese caso, lo importante n o es solam e n t e mostrar la sorprendente coincidencia de sus profecías con los hechos de la Historia Moderna, sino también descifrar la carga metafísica de algunas definiciones suyas y ver hasta d ó n d e es posible i n t e n t a r d e t e r m i n a r cuál será el futuro más próximo que nos espera. V e a m o s e n qué términos d e s c r i b e Nostradamus la "Gran Revolución Socialista de O c t u b r e " del año 1917: En el mes de octubre habrá un gran cataclismo y será de tal magnitud que (los hombres) pensarán que la Tierra detuvo su movimiento natural y se precipitó hacia el crepúsculo eterno; los precedentes (del cataclismo) tendrán lugar durante la primavera, les seguirán grandes transformaciones, cambios de los (grupos) que reinan, acompañados de grandes estremecimientos de la tierra —de la expansión de la nueva Babilonia (esa) hija reproba—, la abominación (de todo ello) superará el primer holocausto y no durará más que setenta y tres años y siete meses. Epitre a Henri II C u a n d o e n 1 9 7 6 el esotérico r u m a n o Vlaicu Ionescu publicó en F r a n c i a su libro La epístola de Nostradamus sobre la Era Proletaria, ese texto especialmente subrayado p o r él n o provocó más que sonrisas escépticas. ¿Quién iba a suponer q u e el poderosísimo bloque socialista que c o n t r o l a b a de h e c h o m e d i o m u n d o desaparecería del m a p a geopolítico apenas quince años más tarde? ¡Pues según Nostradamus (en interpretación de I o n e s c u ) el fin del " c o m u n i s m o " llegaría en el a ñ o 1 9 9 1 , o más e x a c t a m e n t e , el 9 de j u n i o de 1 9 9 1 ! Hoy, semejante de178

senlace se h a verificado en unos términos tan sorprendentes c o m o inevitables. P e r o analicemos los sinónimos que e m p l e a Nostradamus para caracterizar el "régimen soviético". "Precipitación hacia el crepúsculo" habla por sí sola, pero es aún más significativa la expresión "la T i e r r a detuvo su movimiento natural". L o cual nos indica, además del carácter macrocósmico del cataclismo, el c a m b i o radical en el ritmo de la civilización, derivado de la Revolución. El movimiento de la T i e r r a está reflejado en la lógica y en el simbolismo de las estaciones que d e n t r o del marco de la civilización cristiana representan n o una división natural (y m e n o s aún "agrícola") del año, sino un "ciclo litúrgico", entendido c o m o la repetición histórica incesante de la santidad eclesiástica. Por eso, el movim i e n t o de la T i e r r a a lo largo del ciclo anual es percibido por la c o n c i e n c i a cristiana c o m o el símbolo natural del círculo litúrgico, p e r o n o al revés. D e esa forma, la alusión al h e c h o de q u e "la T i e r r a detuvo su movim i e n t o natural" d e b e e n t e n d e r s e n o c o m o u n a simple alegoría, sino, en p r i m e r lugar, c o m o u n a indicación de q u e el c a l e n d a r i o litúrgico de la Iglesia cristiana sería suprimido, lo cual significaba el terrible d e r r u m b e de la visión del m u n d o esencial propia del h o m b r e religioso ( c o m o lo eran la absoluta mayoría de los rusos). Los "precedentes durante la primavera" se refieren a la "Revolución de F e b r e r o " , a veces d e n o m i n a d a "de Marzo". "Babilonia" es el símbolo evangélico y bíblico del reinado escatológico de Anticristo, a veces llamado la "Prostituta de Babilonia", la "hija reproba", etc. (Es curioso que su otra denominación sinónima sea ¡la "Mujer Roja"!). Finalmente, "el primer holocausto" (es decir, "la primera masacre", literalmente: la primera "víctima de la q u e m a total") señala con claridad la Gran Revolución Francesa que, a pesar de todos sus monstruosos crímenes y la sangre derramada, evidentemente n o podría compararse ni por su magnitud, ni por su duración, ni tampoco por el grado de su "infernalidad" con la época del gob i e r n o comunista en Europa y en Asia. 179

Hay también o t r o pasaje que nos p r o p o r c i o n a u n a i m p o r t a n t e definición de la "Era Proletaria". Vamos a r e p r o d u c i r l o íntegramente: "... luego quise tratar (el tema) del advenimiento comunal mediante alusiones oscuras e indirectas acerca de los futuros acontecimientos; pero incluso los más importantes (acontecimientos) en los cuales he visto la venidera mutación de la Humanidad, para no traumatizar a las conciencias delicadas, los he descrito utilizando oscuras figuras que representan una verdadera profecía Preface

De m o d o que estamos ante el "advenimiento comunal" (en otro lugar Nostradamus habla de la "ley comunal"). L o importante es subrayar que en el idioma original ese término suena c o m o commun advenement, es decir, el "advenimiento comunista", porque la palabra "comunismo" quiere decir la "doctrina de la comunidad". No es casual que en el texto la mención de "la venidera mutación de la Humanidad" figure al lado del "advenimiento comunal". Se trata de aquella profunda mutación cuya necesidad comprendían claramente los revolucionarios y los dirigentes de los soviets. Semejante mutación comprendía la creación de un "nuevo tipo de hombre", del h o m b r e comunista, o sea, "social" y n o "individual". Ese peculiar mutante n o podía ser u n a nueva variante del h o m b r e tradicional (o "capitalista"), sino que debía poseer cualidades anómalas específicas, similares a las del "proletario ideal" de Lukács, en el cual el objeto ya n o se separa del sujeto, es decir, que lo "externo" se convierte en lo "interno". El "advenimiento c o m u n a l " es el que m e j o r señala el c a r á c t e r p r o f u n d a m e n t e anticristiano del c o m u n i s m o . En él a p a r e c e e n f o r m a caricaturesca, y c o n el signo c o n t r a r i o , el c o n c e p t o eclesiástico fundamental, relac i o n a d o c o n la Venida de Cristo Salvador. E m p e r o , en todas las formas ortodoxas, en un sentido amplio de la dogmática cristiana, Cristo es por su esencia Persona, U n a e Indivisible, Simple en el sentido escolástico del 180

término. Cristo es la manifestación de Dios en su "Yo" divino dirigido a los h o m b r e s y su Venida equivale al establecimiento de esa ley del "Yo" divino sobre la totalidad de los creyentes. Al mismo tiempo n o son los creyentes, ni la Iglesia T e r r e n a l los que ocupan el lugar central en el cristianismo, sino el propio Cristo c o m o "nuestro Dios Verdadero". De m o d o que la misma idea del "advenimiento c o m u n a l " n o sólo n o r e c u e r d a lejan a m e n t e las fórmulas cristianas, sino que representa la absoluta y radical negación de la esencia del cristianism o en sus niveles metafísico, místico y dogmático. J u n t o con otras conclusiones que se pueden sacar de todo lo dicho más arriba, habría que destacar que, en un sentido v e r d a d e r a m e n t e profundo y espiritual, la esencia del "anticristianismo" y del mal del c o m u n i s m o n o puede ser identificada c o n un excesivo utopismo, hipocresía o falta de escrúpulos personales de los constructores de la Ciudad del Sol bolchevique. Es el propio principio del c o m u n i s m o , tanto en su versión puramente teórica, c o m o aplicado a la práctica, el que representa el máximo paradigma de la ideología antidivina, el c a n o n —inequívoco y evidente— de la forma más extremista del Mal Metafísico. El crimen de los "comunistas", del que tanto se habla ahora, n o se traduce tan sólo en las cifras astronómicas de los asesinados, torturados, aplastados, esclavizados y humillados. Su crimen es m u c h o más grave, porque en su misma base la doctrina del "advenimiento comunal" contradice y se o p o n e a la orientación f u n d a m e n t a l de la H u m a n i d a d en tanto que reflejo del Arquetipo Único, su orientación hacia el " H o m b r e Erecto", es decir, a la resistencia frente al fluj o del fatalismo existencial, frente a la realidad de "este mundo". Aniquilando la Personalidad (a través del colectivismo) y el Espíritu (a través del materialismo), el c o m u n i s m o , ya en sus fundamentos teóricos, se solidariza con la fatalidad entrópica y de esa f o r m a traiciona, niega y aniquila incluso aquella infinitamente p e q u e ñ a posibilidad de i n d e p e n d e n c i a y de oposición al puro objeto que aún posee el h o m b r e n o comunista.

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EL CAPITALISMO COMO NEGACIÓN DEL MISTERIO Y EL COMUNISMO COMO ANTICRISTO Desde el p u n t o de vista de la metafísica de las ideolo­ gías políticas, el capitalismo, el régimen de g o b i e r n o de la t e r c e r a casta, del t e r c e r estado, posee un determina­ do simbolismo y n o se reduce a factores puramente eco­ nómicos que, al contrario, dependen de tal o cual ideo­ logía social p r e d o m i n a n t e . Desde este punto de vista, se p o d r í a definir el capitalismo c o m o la "negación de la sacralidad" existencial, c u a n d o se saca fuera del parén­ tesis de la actualidad todo aquello que p e r t e n e c e a las esferas supranacionales y supraemocionales de la vida ( e n u n a palabra, a lo supraindividual). R e s p e c t o a la Religión, el capitalismo siempre mantiene más o m e n o s la m i s m a postura, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de las formas de la Tradición subsistentes en u n o u otro punto de la T i e r r a . Esa actitud, que resume la esencia espiritual del capitalismo, podría definirse c o m o "protestante" en un sentido amplio. No se trata de la negación directa del Espíritu, p e r o sí de la reducción de la Religión al ámbi­ to e s t r i c t a m e n t e individual, es decir, hasta las realida­ des de carácter racional y e m o c i o n a l . L o mismo que el protestantismo "cristiano" histórico niega los "Misterios de la Iglesia" (su aspecto supraindividual), el capitalis­ m o n i e g a el "Misterio de la Sociedad", el "Misterio del Estado", que en el m u n d o precapitalista e n c o n t r a b a su más pura expresión en la persona del M o n a r c a Sagra­ do, del E m p e r a d o r , el Ungido por Dios. L a mística mo­ nárquica ( e , incluso la iniciación monárquica) repre­ senta la característica definitoria de la sociedad tradi­ c i o n a l , q u e r e c o n o c e los valores t r a s c e n d e n t e s n o de u n a f o r m a abstracta sino de un m o d o c o n c r e t o , a través de la p e r s o n a c e n t r a l de esa sociedad que supera con m u c h o el status del "ciudadano corriente", al igual que los "Misterios de la Iglesia" superan la capacidad del en­ t e n d i m i e n t o de la "razón corriente". L a negación del "Misterio del Estado", fundamental para todo el perío­ do feudal, siempre constituyó u n o de los lemas princi­ pales de las revoluciones democrático-burguesas, pre182

d o m i n a n t e m e n t e antimonárquicas, en correspondencia c o n su lógica interna. L a idea capitalista en el último e x t r e m o también va dirigida c o n t r a el Espíritu, c o n t r a sus cualidades esenciales y supraindividuales ( i n d e p e n d i e n t e m e n t e de si se trata del "idealismo individualista" o del "positivismo" p u r a m e n t e agnóstico). Esa idea niega los niveles superiores del Arquetipo, p e r o al m e n o s teóricamente recon o c e el valor de la "individualidad humana", considerada i n d e p e n d i e n t e m e n t e p e r o h a c i e n d o hincapié en su sustrato inferior "subjetivo", racional o e m o c i o n a l . De m o d o que el capitalismo podría ser definido com o u n a doctrina no sacral y no cristiana, basada en el m o d e l o del h o m b r e p u r a m e n t e "profano", del "hombre sin Dios", que puede estar "buscando a Dios" y "construyendo a Dios", o puede sentirse satisfecho consigo mism o sin necesidad del Espíritu. El capitalismo de ese tipo fue instaurado en el O c c i d e n t e m o d e r n o —más o menos paulatinamente en el caso de Inglaterra, Holanda y América o seguido de bruscos saltos y catástrofes sociales c o m o fue en el caso de Alemania y, sobre todo, de Francia—. Además, la "Gran Revolución Francesa" demostró que el triunfo del "reino del Profanismo", del "humanismo", del "racionalismo", etc.. también Duede ir a c o m p a ñ a d o del "holocausto", d a n d o motivos suficientes para ser llamado p o r Nostradamus la "Primera Prostituta de B a b i l o n i a " — l a "Segunda" fue la "Revolución Rusa"—. En cualquier caso, el "advenimiento del capitalismo" supone el triunfo del N O , pero n o del ANT I ( c o m o en el caso del "advenimiento comunal" de los bolcheviques). Sin duda, el N O representa la fase preliminar del ANTI, y por eso ya en el "individualismo" capitalista y en sus defensores intelectuales está presente el "factor colectivista", que al principio posee el carácter "nacionalista", "clasista", "cultural", convirtiéndose en las últimas fases en "monopolista" e incluso en descaradam e n t e "socialista". Cuanto más "maduro" es el capitalism o tanto más posee aspectos "socialistas", en el sentido político y metafisico, pero de todas maneras su desarrollo "por inercia", a causa de sus principios fundamenta183

les, n u n c a p u e d e llevar a los resultados que consigue la t e r r i b l e y p o d e r o s a doctrina anticristiana del "advenim i e n t o c o m u n a l " , según la cual el individuo c o m o la cosa-en-sí n o existe y sólo es una apariencia, siendo en realidad un "fenómeno social", una máscara del "colectivo" primario respecto a él. Aparte de la común orientación negativa, existe u n a diferencia fundamental de c o n c e p t o s básicos e n t r e esas dos posturas, lo cual reduc e sus posibilidades de evolución y n o permite u n a "fusión" paulatina de ambos. E n el l i b r o del profeta Daniel a p a r e c e un símbolo i m p r e s i o n a n t e — e l célebre coloso c o n los pies de bar r o — . E s e símbolo refleja la d o c t r i n a cíclica de las c u a t r o edades —de O r o , de Plata, de C o b r e y de Hier r o / B a r r o — . L a cabeza del coloso es de oro; su p e c h o , de plata; su vientre y muslos, de c o b r e o b r o n c e ; los pies, u n o de h i e r r o y el otro de barro. J u s t a m e n t e gracias a ese b a r r o el coloso está c o n d e n a d o a caer y yacer p o r tierra partido en pedazos. U n a "piedra, desprendida sin la ayuda de las manos del h o m b r e " , va a c h o c a r ladera abajo c o n t r a los pies golpeando la estatua... Por el b a r r o , el m u n d o está c o n d e n a d o a d e s a p a r e c e r o arruinarse, lo mismo, en definitiva, que por el h i e r r o . Análogamente a la efigie del coloso del sueño interpretado p o r D a n i e l , la d i f e r e n c i a e n t r e el h i e r r o , metal simple e i n n o b l e (el p r i m e r o de los cuatro metales inn o b l e s , igual q u e el capitalismo es la p r i m e r a formación n o religiosa, n o cristiana), y el barro, e l e m e n t o ajen o , c o n t r a r i o a las cualidades propias de los metales (la cualidad principal del metal es su firmeza, la del b a r r o , e n c a m b i o , su d o c i l i d a d ) , simboliza la diferencia entre l a "metafísica" d e l c a p i t a l i s m o y la d e l s o c i a l i s m o . C u r i o s a m e n t e , el "barro" representa la base material de la H u m a n i d a d desde la perspectiva bíblica de la Creación. " B a r r o " en h e b r e o antiguo es "adama" —de don1

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P r e o c u p a d o el rey N a b u c o d o n o s o r p o r c o m o habían de ser los t i e m p o s v e n i d e r o s se d u r m i ó y tuvo un s u e ñ o , e n él vio d e l a n t e de sí u n a estatua i m p o n e n t e q u e tenía la constitución o estructura que el a u t o r m e n c i o n a e n el t e x t o . L a visión e interpretación c o r r e s p o n d e n al L i b r o de Daniel, 11-30 y ss. (N. delE.)

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de viene la palabra "Adán" ( h o m b r e ) — . Pero al mismo tiempo la palabra "adama" significa "rojo", lo que h a c e nuestro símbolo aún más e x a c t o e inquietante. Igual que el "barro" dentro del cuerpo del coloso se convierte en la causa i n m a n e n t e de su caída (señalemos que la verdadera causa es la Voluntad Divina, es decir, "la piedra, desprendida sin la ayuda de las m a n o s del hombre") , el "advenimiento comunal" de los rojos traerá, lóg i c a m e n t e , el d e s e n l a c e final de nuestro ciclo, anunc i a n d o y siendo la "causa" del Final de los T i e m p o s , p r e c e d i e n d o a la Transfiguración del Mundo que seguirá a la Segunda Venida Gloriosa de Jesucristo.

LAS MARCAS DE LA BESTIA Si el c o m u n i s m o d e s e m p e ñ a una función escatológica tan importante, ello debiera reflejarse de alguna form a n o solamente en sus postulados teóricos, sino también en la simbología que utiliza, c o m o su equivalente jeroglifizado. Sin e m b a r g o , para descifrar esos signos h a c e falta p o s e e r d e t e r m i n a d o s c o n o c i m i e n t o s en el c a m p o del simbolismo tradicional. Y c o m o esa esfera estuvo c e r r a d a a cal y canto para los "simples ciudadanos soviéticos" (la cultura "capitalista" a causa de su carácter trasnacional n o se interesa demasiado por el simbolism o ) , los más extendidos y cotidianos símbolos y emblemas del "bloque socialista", a pesar de su carácter muy franco, seguían siendo incomprensibles e indescifrables para los representantes comunes de la sociedad soviética. U n o de los signos * más reveladores a la h o r a de des e n m a s c a r a r la misión d e m o n í a c a del p r i m e r estado proletario es el siguiente detalle del escudo de la U R S S que se repite también en los escudos de todas las repúblicas soviéticas: el Sol Naciente (el sol del c o m u n i s m o ) se sitúa debajo y n o sobre el globo terráqueo, alumbrándolo con sus rayos desde abajo. Semejante posición del Sol se relaciona a la vez con varios símbolos tradiciona* El a u t o r utiliza la palabra "znak", que a d e m á s de "signo" significa "marca", aludiendo a la "marca de la Bestia" del Apocalipsis. (N.del T.)

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les. En p r i m e r lugar, se trata de la imagen del "Fuego Infernal" q u e arde bajo tierra, o sea, en las regiones inferiores, infernales, de la realidad. En segundo lugar, se trata del símbolo de aquello que la Tradición llama el "Sol de M e d i a n o c h e " o el "Sol Negro". Se subraya así el m á x i m o alejamiento del principio Espiritual del m u n d o de los h o m b r e s , su n o manifestación, su ausencia de la esfera inmediata de la realidad. Y por último, en t e r c e r lugar, ese símbolo se relaciona con el punto de Solsticio de Invierno, la fiesta más antigua del Ario Nuevo. En ese p u n t o tiene lugar el cambio de la trayectoria anual del Sol q u e deja de bajar hacia el horizonte para empezar a subir. S e trata del c e n t r o del I n v i e r n o Cósmico d o n d e se desarrolla el misterio del Nuevo Nacimiento después de q u e el c i c l o l u m i n o s o y anual alcanza su p u n t o más bajo. Esas tres interpretaciones están relacionadas d i r e c t a m e n t e c o n el significado escatológico de la "Era Proletaria" q u e p o n e el punto final a la Historia. S e d e b e h a c e r hincapié en el h e c h o de que aunque los teóricos marxistas p r o c l a m e n la llegada de la ilusoria Nueva E r a , la "época de las revoluciones proletarias" siempre quedará a este lado del ciclo, e n su p u n t o más bajo, en el Solsticio, p e r o no después de él. Esa pretensión doctrinal de inaugurar la Nueva Era comunista rep r o d u c e fielmente la lógica de Lucifer quien, siendo sol a m e n t e u n a "creación", pretendía ponerse por encima del Creador, p e r o q u e fue arrojado a las regiones inferiores de la Creación misma, r e c i b i e n d o en lugar del más allá, lo m á x i m o del más acá. Del mismo m o d o , los b o l c h e v i q u e s , al p r o c l a m a r la l l e g a d a d e l M u n d o Nuevo, del Nuevo Aion, n o solamente n o lograron sup e r a r el M u n d o Viejo, sino que e n c i m a materializaron sus aspectos más tenebrosos, más sombríos e infernales. El "Sol N e g r o " del e s c u d o soviético está e s t r e c h a m e n t e r e l a c i o n a d o c o n otro símbolo tradicional: el plan e t a S a t u r n o y el metal plomo que c o r r e s p o n d e a ese planeta en la astrología y en la alquimia. S a t u r n o está visto c o m o un planeta sombrío, dañino, ligado a los aspectos más materiales, más corpóreos de la existencia. P o r su parte, en la alquimia el plomo designa el símbo186

lo del cuerpo, es decir, la c o m p o n e n t e más tosca del ser h u m a n o . Se sabe al mismo tiempo que en las fiestas romanas dedicadas a Saturno —las saturnales— los esclavos ocupaban el lugar de los amos durante las c e r e m o nias rituales. Durante las saturnales se suprimía tempor a l m e n t e la lógica n o r m a l de la vida, y e n t r a b a n e n acción las leyes inversas, las leyes del absurdo, de la orgía, de la crueldad bufona y de la indecencia. Pero n o sólo el "Sol de M e d i a n o c h e " del escudo alude al simbolismo de Saturno. Su signo se r e p r o d u c e en el e m b l e m a por e x c e l e n c i a del c o m u n i s m o ruso —en la c o m b i n a c i ó n de la Hoz y el M a r t i l l o — . P o r q u e la Hoz también era el símbolo de S a t u r n o , su atributo ritual. Con esa hoz ( a veces sustituida por la guadaña, lo cual n o c a m b i a la i d e a e s e n c i a l ) , S a t u r n o - C r o n o s (y Cronos significa "tiempo" en griego) siega la flor de la vida h u m a n a c u a n d o llega el final del ciclo h u m a n o . P o r lo tanto, la m u e r t e , el asesinato, la violencia, n o fueron episodios casuales de la historia comunista, sino u n a manifestación lógica del "espíritu" del partido que actuaba bajo el signo de la Muerte-Plomo-Saturno. I g u a l m e n t e c o n e c t a d a c o n la m u e r t e está la o t r a c o m p o n e n t e de la pareja: el Martillo. El simbolismo del Martillo está relacionado, en primer lugar, c o n su forma, es decir, con la forma de la letra "T". En realidad, el Martillo — " T " — representa la Muerte y el Final, ya que se trata de u n a cruz sin la vertical que va hacia arriba por e n c i m a de la raya horizontal. Si en la Cruz n o r m a l la vertical que atraviesa la horizontal simboliza las influencias celestiales (llegadas de arriba) que bajan hasta la horizontal de la vida h u m a n a (y cósmica), la falta del segmento superior de la vertical indica que la perspectiva celestial, espiritual del ascenso, se ha perdido y que sólo queda la perspectiva del descenso hacia las regiones "suMiumanas" de la existencia. P o r supuesto, en la Tradición ese símbolo también poseía un significado positivo: el de u n a p r u e b a necesaria, del iniciático "descenso a los infiernos", p e r o fuera del c o n t e x t o tradicional el carácter "pragmático" positivo de ese c o n c e p t o desaparece. P o r otra parte, en el antiguo alfabeto he187

b r e o la letra "tau" c o r r e s p o n d i e n t e al sonido "t" es la última, y a nivel simbólico equivale a la "omega" griega. Aparte de la unión "armónica" entre esos dos signos, también existe u n a i n t e r d e p e n d e n c i a jerárquica entre ellos. Así, la Hoz está e s t r e c h a m e n t e ligada al Principio F e m e n i n o . P o r eso era el atributo de muchas diosas antiguas, sobre todo aquellas relacionadas con la T i e r r a . E s e n c i a l m e n t e , las Diosas de la T i e r r a d e s e m p e ñ a b a n funciones sagradas parecidas a las de S a t u r n o , siendo u n a especie de apoyo material, substancial o corporal d e la Creación Manifestada. Al mismo tiempo, el culto de la Diosa-Madre-Tierra a m e n u d o se refería a la castración ritual del h o m b r e , a la pérdida de su simbólica cualidad "olímpica", del principio espiritual y la disolución de la f o r m a en el caos de las potencias materiales. D i c h a castración era llevada a cabo mediante las h o c e s rituales. No es de extrañar que el mismo e l e m e n t o aparezca en el mito de Saturno-Cronos, quien también fue castrado por Zeus-Júpiter. Por otra parte, el Martillo es el a r m a viril que posee d e t e r m i n a d o carácter "fálico" y se r e l a c i o n a c o n los Dioses-Herreros (en particular con H e f e s t o - V u l c a n o ) y c o n s e c u e n t e m e n t e c o n el "Fuego Infernal" que sirve a los Dioses-Herreros para forjar las formas de los seres y de las cosas. Aunque el Martillo sea el atributo del h o m b r e , del portador del Espíritu, de la Luz y del O r d e n , sigue también conservando su relación c o n las esferas infernales de la existencia, con el m u n d o subterráneo. L a polaridad sexual de esa pareja infernal de instrum e n t o s se refleja b r i l l a n t e m e n t e en el célebre monum e n t o del " O b r e r o y Campesina", en el que ambos personajes p o r t a n los símbolos exactos del correspondiente c o n t e x t o m i t o l ó g i c o . El " O b r e r o " , el "Proletario", r e p r e s e n t a j u s t a m e n t e el p r i n c i p i o activo, viril, de la t e o r í a c o m u n i s t a , s i e n d o el p o r t a d o r principal de la idea marxista. R e s p e c t o a él, el campesinado siempre j u g a r á un papel secundario, d e p e n d i e n t e , pasivo y fem e n i n o , tanto a nivel simbólico c o m o a nivel real de relaciones de clase. El O b r e r o con el Martillo representa el principio del F u e g o Infernal, del Calor del Infierno. 188

El célebre monumento soviético "El Obrero y lo Campesina" personificará, co­ mo la estrella roja bolchevique y dentro de su contexto de oposición a la Rusia Blanca, ortodoxa e hiperbórea, la polaridad conlrainiciática y oculta de la do­ ble faz infernal: ígnea y fría, tal y como queda reflejado en el texto del autor.

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L a C a m p e s i n a c o n la Hoz representa el principio de la Castración, del Frío, de la Inercia y de la Materia Pasiva. L a estrella roja hermafrodita reúne en sí ambos principios. Si su c o l o r señala el fuego, es decir, el principio m a s c u l i n o activo, su f o r m a está relacionada con el principio f e m e n i n o , ya q u e a diferencia de la estrella hexagonal, el símbolo del H o m b r e Universal, la estrella de c i n c o p u n t a s está desprovista de la sexta p u n t a — l a p u n t a "fálica". A su vez, el c o l o r r o j o no solamente es el color de la sangre y del fuego infernal, sino también es el color del b a r r o que c o n t i e n e n los pies del coloso y del que hem o s h a b l a d o antes, al referirnos al sueño de Nabucodonosor. A p a r t e de las c o i n c i d e n c i a s e n t r e los signos de la "Era Proletaria" y los símbolos universales podemos desc u b r i r otra clase de coincidencias sorprendentes de carácter más c o n c r e t o . Se trata de la interpretación estrict a m e n t e masónica de ciertas doctrinas sagradas. Las relaciones del c o m u n i s m o con la masonería es en general un t e m a muy c o m p l e j o que provoca hoy multitud de discusiones y de habladurías. La d o c u m e n t a c i ó n que podría c o n f i r m a r los contactos históricos entre los masones y los bolcheviques es muy fragmentaria, y conform e a ella sería difícil sacar conclusiones precisas. Sin e m b a r g o , a nivel de utilización de determinados símbolos, sí que se p u e d e rastrear claramente esa relación. En c u a l q u i e r caso, se d e b e subrayar que se trata de una ram a m a s ó n i c a especulativa muy "irregular" y más q u e dudosa. E n p r i m e r lugar, salta a la vista el h e c h o de que el simbolismo comunista coincide con el grado masónic o de " c o m p a ñ e r o " —segundo, i n t e r m e d i o entre el de "aprendiz" y el de "maestro"—. El término "compañero" se traduce al ruso p o r "camarada" ("továrish"), que se convirtió en el sinónimo de la palabra "hombre" en todos los países de régimen comunista y entre los comunistas de cualquier país con otro régimen distinto. L a logia del grado de "compañero", la logia de "compañeros-camaradas", está indisolublemente ligada al núm e r o "cinco" —los c i n c o peldaños ante las columnas, 190

los c i n c o candiles, los c i n c o golpes de martillo rituales, los c i n c o pasos convenidos, los c i n c o años simbólicos de la vida del masón, etc.—. Por otra parte, la Estrella Flamígera se convirtió en la señal distintiva precisamente de las logias masónicas compañeriles. El grado de competencia espiritual de los "compañeros" abarcaba el llamado "mundo intermedio", que el ocultismo d e n o m i n a "mundo astral", a diferencia de los "aprendices" (prim e r g r a d o ) , c o m p e t e n t e s exclusivamente en cuestiones de realidad corporal, y de los "maestros" (tercer grado) que alcanzan el nivel espiritual y supraindividual suprem o . Aunque ese "mundo i n t e r m e d i o " de los masones "compañeros" n o representa nada negativo de por sí, es j u s t a m e n t e e n ese plano psíquico, intermediario entre el plano corporal y el espiritual, d o n d e , según la Tradición, p e r m a n e c e el Ángel Caído, Lucifer, literalmente "Portador de la Luz", lo cual nos lleva de nuevo al simbolismo de la "estrella flamígera". Si a lo largo de su d e s a r r o l l o espiritual el h o m b r e supera c o n éxito las pruebas por las que atraviesa e n el "mundo i n t e r m e dio", l l e n o de toda clase de t e n t a c i o n e s , e n t o n c e s se convierte en el "Maestro", en el "Señor", uniéndose indisolublemente al Espíritu más allá del m u n d o ilusorio. Pero el "mundo intermedio" entraña muchos peligros. En la leyenda masónica sobre Hiram, el arquitecto del rey Salomón (leyenda paradigmática para el conjunto de la doctrina masónica y sus rituales), se habla de la traición de los tres "compañeros", quienes movidos por la codicia y el deseo de averiguar las claves secretas matan al arquitecto del T e m p l o , Hiram, el Gran Maestro. L o importante es que los asesinos n o son "aprendices" ( p r i m e r g r a d o ) , ni " m a e s t r o s " ( t e r c e r g r a d o ) , sino "compañeros", masones de segundo grado. En el "mundo intermedio" se e s c o n d e n las raíces del Mal. El mismo carácter del crimen de los tres "compañeros" se c o r r e s p o n d e perfectamente con la lógica fundamental de la doctrina sobre la "dictadura del proletariado": la rebelión c o n t r a los "señores", los "dueños" (ése es el significado antiguo de la palabra latina "maestro"), la "expropiación de los expropiadores" (el apo191

d e r a m i e n t o ilegítimo de la clave que p r o p o r c i o n a el acceso al bienestar m a t e r i a l ) , etc. T o d o coincide hasta el último detalle: a Hiram herido, que recibió el primer golpe c o n la regla del primer "compañero" en las puertas meridionales del T e m p l o y luego el segundo golpe c o n la escuadra p r o p o r c i o n a d o por el segundo "compañ e r o " en las puertas occidentales, lo remata en las puertas orientales el t e r c e r "compañero", y lo h a c e además c o n un martillo, el mismo que reluce c o n oro en la band e r a c o m u n i s t a , la antigua b a n d e r a del " B l o q u e del Este" (que, por c i e r t o , también participa en el ritual masónico, simbolizando la sábana e n s a n g r e n t a d a c o n la q u e c u b r e n al Arquitecto m u e r t o ) . C u r i o s a m e n t e t a m p o c o los "pioneros" * soviéticos esc a p a n a ese simbolismo inquietante. Su saludo reproduce fielmente el saludo secreto de los iluminados de Baviera de Adam Weishaupt. La m a n o levantada hasta la altura de la frente al principio simbolizaba el gesto de p r o t e c c i ó n n a t u r a l a n t e la luz c e g a d o r a q u e desp r e n d e el "mundo intermedio", el m u n d o de la Estrella Flamígera, el m u n d o de Lucifer... (Por cierto, la poesía de Púshkin " c o m p a ñ e r o , ten fe, ella ascenderá, ascenderá la estrella de la cautivadora felicidad... y sobre las ruinas del absolutismo..." sólo puede ser c o m p r e n d i d a d e n t r o de ese c o n t e x t o masónico donde se c o m b i n a n el " c o m p a ñ e r o " , la "estrella" y la rebelión c o n t r a el "absolutismo", y por consiguiente, contra el poder legítimo de los "señores", de los "maestros".) Terminando ya con el análisis del simbolismo de la "Era Proletaria", sería interesante señalar el carácter único de la fecha de la "Gran Revolución Socialista de Octubre", la fecha en la que apareció la "Nueva Babilonia". En el libro del profeta Daniel, a la hora de describir el "coloso sobre los pies de barro", se mencionan sus medidas: 6 x 60 "codos" (en total 3 6 0 ) . Pero c o m o ya hemos visto se trata en realidad de una extensión en el tiempo y no en el espacio, por lo que esas cifras deben de interpretarse c o m o datos cifrados que proporcionan información relacionada c o n * O r g a n i z a c i ó n c o m u n i s t a infantil. (;V. del T.)

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Los "pioneros" soviéticos (organización juvenil comunista, hoy ti/suelta) no fueron ajenos a la parafernalia ocultista y conlrainiciálica, adoptando, por ejemplo, el saludo secreto de los iluminados de naviera. Según su sentido originario, la mano levantada a la altura de la frente, durante un desfile ante los dirigentes del parti­ do en el Mausoleo de Lenin (ellos también habrán hecho el mismo saludo), indica el gesto natural ante la "luz cegadora del Ángel Rebelde en presencia".

d e t e r m i n a d o s períodos históricos sacrales. Algunos representantes de la Tradición denominan el período de 3 6 0 años c o m o el "ciclo de Daniel" o "el día de Daniel". L a " s e m a n a d e D a n i e l " equivaldría e n t o n c e s a 2 . 5 2 0 años. Si t o m a m o s c o m o punto de partida la fecha del sueño profético de Nabucodonosor en el que se le apareció el coloso de la Historia (el año 6 0 3 a.C.) y le añadim o s la "semana de Daniel" (2.520 años) ¡tendremos com o fecha el año 1917!

EL MISTERIO DE LOS TIEMPOS SIN LEY A pesar de que la degradación de las castas sigue su desarrollo lógico, actualmente empiezan a surgir procesos q u e a p a r e n t e m e n t e p a r e c e n n e g a r el carácter final de la "Era Proletaria", ya que la "Nueva Babilonia", después de resistir setenta y tres años, está siendo sustituida p o r otro tipo de civilización. En ese caso las profecías de Nostradamus nos sorprenden de nuevo con su exactitud. El profeta del siglo XVI describe lo que hasta h a c e unos días se h a c o n o c i d o c o m o "perestroika" c o n los siguientes términos: "La ley (de la utopía) de Moro será sustituida por otra ley más tentadora: en primer lugar caerá Borístenes, tras sucumbir ante regalos y promesas más atractivos." Quatrin

L a "ley de M o r o " es el socialismo. "Borístenes" es el n o m b r e antiguo del Dniéper, y por analogía, propia en la formulación de profecías, simboliza a Rusia en general. E n c u a n t o a "otra ley más tentadora" está claro que se trata del "capitalismo occidental". P e r o todavía hay más: "El tiempo y el espacio serán semejantes a sirenas (textualmente: dejarán paso al hombre-pez), la ley comunal se convertirá en su contraria: los viejos (principios) opondrán resistencia, pero luego cederán el paso, el 194

(principio) de la distribución comunal de bienes entre los amigos se debilitará considerablemente." Quatrin

D a la sensación q u e N o s t r a d a m u s preveía incluso con sus más mínimos matices todo lo que iba a ocurrir en estos últimos años dentro del bastión del comunism o mundial: las promesas del bienestar capitalista por parte de los economistas ("sirenas"), el a b a n d o n o de la "ley c o m u n a l " , el c o n s i d e r a b l e d e b i l i t a m i e n t o de los principios de la "distribución c o m u n a l de los bienes" (la b a n c a r r o t a del socialismo) e incluso la resistencia a la "perestroika" por parte de los "viejos principios" que hoy reciben el n o m b r e de "mecanismos de freno". Y lo más sorprendente es la descripción exacta del funcionamiento de los "procesos de la perestroika" en la Epitre 51: "Los países, las aldeas, las ciudades, los reinos y las provincias abandonarán sus antiguas opiniones para liberarse, pero caerán en una esclavitud aún peor; añorando secretamente su libertad perdida y la religión perfecta, ellos llamarán a las puertas de la izquierda para volver a la derecha." Aquí se indica incluso la confusión entre la "izquierda" y la "derecha" tan característica de las fórmulas demagógicas de la "perestroika", pues el a b a n d o n o de la ideología c o m u n i s t a "ultraizquierdista" a favor de la i d e o l o g í a c a p i t a l i s t a "de d e r e c h a " t r a n s c u r r e e n la U R S S bajo la consigna de "cambio a la izquierda". P e r o h e aquí c ó m o terminará esa "perestroika" extrañ a y a primera vista p o c o lógica desde la perspectiva de la degradación cíclica: "La plebe se sublevará en apoyo (del nuevo régimen), y expulsará a los partidarios del gobierno de derecho, y parecerá que en los países, debilitados por el gobierno del Este (Bloque del Este), Dios-Creador haya liberado a Satán del abismo infernal para que éste cree al gran Dog y Doham quienes organizarán en las Iglesias un conflicto tan repugnante que ni los rojos, ni los blancos podrán 195

intervenir en la práctica o en la teoría (textualmente, ni con el ojo, ni con la mano), y el poder se les escapará." Epitre

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"Rojos" y "blancos" —así se d e n o m i n a n tradicionalm e n t e las dos fuerzas políticas principales que luchan e n t r e sí a lo largo de este último siglo en Rusia, en la E u r o p a O r i e n t a l y en Asia—. Significativamente, en la lucha c o n t r a el nuevo mal, "Dog y Doham", que recuerdan c l a r a m e n t e a las "ordas de Gog y Magog" bíblicas (es decir, los seres que p e r t e n e c e n a las "tinieblas" y que se sitúan c o m p l e t a m e n t e fuera del Arquetipo h u m a n o ) , ni los "rojos", ni los "blancos" podrán h a c e r nada porq u e "el p o d e r se les escapará". En los países debilitados por la tiranía comunista tendrá lugar un infortunio todavía p e o r que, además, será c o n s e c u e n c i a de la "sublevación de la p l e b e " dirigida contra el "gobierno de der e c h o " . En otras palabras, después del final de la "Era proletaria" va a h a b e r algunas c o n m o c i o n e s escatológicas más, relacionadas especialmente con la Iglesia y la Religión, tal y c o m o lo subraya el texto. Tal vez aquí es d o n d e se esconde la clave de la contradicción entre el carácter escatológico del "orden proletario", su misión final dentro del ciclo h u m a n o , y su necesaria d e r r o t a frente a algo que parecía p e r t e n e c e r a la fase a n t e r i o r de la historia sacral, a la fase que hem o s definido c o m o N O , pero n o ANTI, es decir, frente al capitalismo. ¿Pero acaso el m o d e r n o capitalismo occidental es un capitalismo auténtico? ¿Y acaso los antiguos regímenes "proletarios" podrán pasarse al c a m p o e n e m i g o , a b a n d o n a n d o tan fácilmente su específica misión infernal, convertida ya en la "segunda naturaleza" del "nuevo h o m b r e " socialista? Si en c u a n t o a la capacidad de los estados "proletarios" para e n t r a r en el sistema capitalista tan sólo nos q u e d a manifestar nuestra profunda duda, basada en la oposición del final semejante a toda lógica del desarrollo cíclico de la H u m a n i d a d y también en el análisis del estado real de la e c o n o m í a y la política de los países socialistas, en el caso del capitalismo c o n t e m p o r á n e o la situación es todavía m u c h o más clara, ya que ese capita196

lismo, de h e c h o , se h a convertido hoy en u n a forma­ ción político-ideológica nueva y peculiar, muy alejada ya del régimen g u b e r n a m e n t a l de la casta de c o m e r ­ ciantes. Tal aspecto queda patente sobre todo en el mo­ delo a m e r i c a n o que p o c o a p o c o se convierte en el mo­ delo único y sin alternativas posibles para todo el mun­ do o c c i d e n t a l o s o m e t i d o a O c c i d e n t e . E l p a p e l de América, de la Nueva Atlántida, de la "Sociedad de la Abundancia" en la geopolítica actual, dista m u c h o de ser el bastión de defensa de los intereses de la tercera casta. Paulatinamente y sin cataclismos visibles, a dife­ rencia de lo que sucedió en Rusia, la realidad política de los Estados Unidos pasó a ser dominada por un régi­ m e n p u r a m e n t e bancario y monopolista q u e está total­ m e n t e c o n t r o l a d o , pero n o p o r el racionalista y prag­ mático "consenso de los individuos" ( c o m o en un régi m e n burgués n o r m a l ) , sino p o r u n a nueva clase de b a n q u e r o s parásitos quienes, gracias a los intereses co­ brados p o r los préstamos, provocan la d e p e n d e n c i a de los p r o d u c t o r e s y los c o m e r c i a n t e s ( t e r c e r a casta) de ese nuevo colectivo que a su vez tampoco está guiado p o r motivos s i m p l e m e n t e individualistas o racionales. La c o m u n i d a d universal de los b a n q u e r o s actúa guiada, lo mismo que los comunistas, p o r intereses "puramente políticos", p o n i e n d o las fuerzas racionales y profanas de la sociedad al servicio de un "superobjetivo" n o m e n o s "oculto" que la misión escatológica de las "revoluciones proletarias". Esa "élite" bancaria se distingue p o r el mis­ m o parasitismo descastado y subhumano que la "élite" partocrática comunista, p e r o a diferencia de los since­ ros y descarados "satanistas" que proclamaron el "adve­ n i m i e n t o comunal", la b a n c o c r a c i a actúa más a escon­ didas, con más perfidia. Visto desde el Este, el m u n d o occidental, política e ideológicamente, p a r e c e bastante h o m o g é n e o , pero en realidad a nivel espiritual y cultu­ ral se p u e d e observar en él un profundo y dramático a n t a g o n i s m o e n t r e dos tipos de civilización esencial­ m e n t e distintos: entre el capitalismo por inercia euro­ peo (en p r i m e r lugar, "continental", romanogermánic o , el c a p i t a l i s m o de la t e r c e r a casta, el c a p i t a l i s m o 1

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"burgués") y el p s e u d o c a p i t a l i s m o a m e r i c a n o (y más a m p l i a m e n t e anglosajón), c o m p l e t a m e n t e sometido a la b a n c o c r a c i a y sus objetivos metapolíticos o c u l t o s . E n t r e las dos fuerzas se libran verdaderas batallas, ganadas fatal y sucesivamente por el "americanocentrismo" y sus adalides e u r o p e o s . Esa "guerra" tiene c o m o objetivo la aniquilación del tipo h u m a n o representativo de la "tercera casta" c o n su ideología del "profanismo constructivo". S u lugar está siendo ocupado por un nuevo tip o de h o m b r e - r o b o t , neotecnócrata y neofuncionario. Ese tipo, a diferencia del burgués racional, tiende a las formas pseudorreligiosas sectarias y neoespiritualistas, similares a la New Age n a c i d a en N o r t e a m é r i c a y que a h o r a invade Europa. New Age se traduce textualmente c o m o "Nueva Era". Su principal mensaje lo constituye la idea de la fase específicamente mesiánica e hiliasta de la Historia (a veces d e n o m i n a d a astrológicamente c o m o la Era de Acuario) q u e estaría iniciándose ahora y cuyo principal signo característico sería en realidad el florecimiento del "ocultismo" de la más baja estrofa c o m b i n a d o con el tecnocratismo. E n general, la New Age aparece c o m o una var i a n t e d e la n u e v a i d e o l o g í a , c r e a d a c o n el fin de expandirla universalmente y, por lo tanto, simplificada al m á x i m o . L o sorprendente es que su esencia coincide casi por c o m p l e t o c o n las teorías del "cosmismo ruso" q u e d e s e m p e ñ ó el papel de la "doctrina en la sombra" del c o m u n i s m o ruso y que en su versión depurada conj u n t a m e n t e c o n el marxismo formó la base de la muy peculiar "ciencia soviética". A nivel ideológico la nueva etapa del conflicto i n t e r n o occidental se ha convertido en u n a lucha entre el racionalismo y el agnosticismo de la burguesía tradicional c o n t r a el n e o m i s t i c i s m o y el neoespiritualismo de los hombres-robots "americanizados". E n el plano e c o n ó m i c o , esa lucha se refleja en el antagonismo de los propietarios privados y productores p o r un lado y de los monopolios anónimos por el otro. Todas esas consideraciones indican que después de la "era proletaria", todavía por debajo del "barro" de los pies del coloso de Nabucodonosor, se esconde alguna 198

otra realidad, aún más involucionada, n o solamente respecto al capitalismo, sino también respecto al "régimen comunista". A lo mejor, el n o m b r e que después de la Revolución Islámica se aplica en el Irán chuta a América — e l "Gran Shaitán" (mientras que a la U R S S se califica simplemente c o m o el "Pequeño Shaitán")— podría darnos idea acerca de c o n qué nos estamos topando. D e m o d o que el "infierno rojo" de la Nueva Babilonia dejará de existir sólo para dar paso a una realidad todavía más siniestra, donde ya n o gobernará la casta más baj a dentro del marco del Arquetipo, sino los seres que ni siquiera son hombres —Dog y Doham, los Gog y Magog. Es muy significativo que en el período de la "perestroika" sean j u s t a m e n t e los E E . U U . los que aparezcan en la URSS c o m o ejemplo a seguir. Por otro lado, se está extendiendo el tipo de conciencia "cosmista" que a lo largo del proceso de la construcción del socialismo había pasado a un segundo plano. El "cosmismo" se manifiesta ahora en la e n o r m e atracción social hacia los fenómenos paranormales, hacia las personas dotadas de percepción extrasensorial, hacia los platillos volantes, etc., y también en las digresiones pseudocientíficas sobre la "noosfera". Por cierto, el lema principal de la "perestroika" es el de la "nueva mentalidad", término que se acerca bastante al de la "new age" —"nueva era"—. Se sabe, además, que el propio Gorbachov prestaba especial atención a Sviatoslav Roérich, continuador de la causa de su padre quien, a su vez, fue el dignatario de la secta neoespiritualista "A.M.O.R.C" muy extendida hoy (y que n o posee ninguna vinculación c o n la tradición esotérica, h a b i e n d o sido creada por el "ocultista" americano S. Lewis). Hasta el día de hoy el lugar de residencia del "Emperador" de esa orden pseudorrosacruz sigue siendo América, desde donde se controla la actividad de los centros dispersados por todo el m u n d o . P o r sus c o n c e p c i o n e s y el bajo nivel intelectual, "A.M.O.R.C." se inscribe de forma natural en la c o r r i e n t e general de la New Age. Al mismo tiempo, Roérich también estuvo relacionado c o n algunas logias masónicas "irregulares" y c o n organizaciones neohinduistas que a b a n d o n a r o n la Tradición ortodoxa 199

c r e a n d o un sucedáneo sincrético dudoso de características c l a r a m e n t e "cosmistas". T o d o s esos significativos d e t a l l e s n o s a y u d a r á n a c o m p r e n d e r q u e después del final de la "era proletaria" n o habrá c o n v e r g e n c i a entre el socialismo y el capitalism o , sino q u e se tocará el fondo de la Historia H u m a n a , d o n d e todas las t e n d e n c i a s negativas, anticrísticas, se consolidarán, d a n d o lugar a algo que supera ya los marcos de las posibilidades humanas, a r r a n c a n d o el sello del "Misterio de los T i e m p o s sin Ley". Paralelamente, e n c o r r e s p o n d e n c i a c o n la doctrina tradicional según la cual el p u n t o más bajo del ciclo refleja a la inversa su p u n t o más alto, esa estructura final, postproletaria y lit e r a l m e n t e s u b h u m a n a , tendrá que reproducir en form a caricaturesca la estructura sacral n o r m a l de la sociedad tradicional, sólo que con el signo contrario. L a s señales de esa restauración al revés se encuentran hoy por doquier: n o sólo en los países proletarios se intenta restaurar g r o t e s c a y artificialmente la e x t e r m i n a d a casta de los c o m e r c i a n t e s , sino que en la misma E u r o p a dem o c r á t i c a los temas neomonárquicos son cada vez más populares. Mitterand, p o r ejemplo, a pesar de p o n e r de relieve su condición de "socialista", m a n t i e n e relaciones muy especiales c o n el último representante de la casa real de los B o r b o n e s , el C o n d e de París. (Destaquemos q u e d i c h a r a m a e n realidad n o tiene d e r e c h o de subir al t r o n o , pues su antepasado, al votar en su día a favor de la ejecución del Rey legítimo de Francia, perdió de h e c h o su dignidad real.) También en otros países en los q u e las tradiciones monárquicas parecían haberse olvidado empiezan a surgir esas tendencias . L a clase "cosmista" o "novoerista" de los tecnócratasparapsicólogos en c i e r t o sentido quiere reproducir la casta sacerdotal y, además, n o se m a n t i e n e en la perifel

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"Un s o n d e o e f e c t u a d o p o r u n a revista a l e m a n a de gran circulación reveló r e c i e n t e m e n t e q u e la mayoría de los alemanes preferirían t e n e r un rey antes q u e u n simple presidente d e República. Según la revista Bunte, casi el 6 0 % d e los alemanes interrogados se manifestar o n a favor d e la monarquía..." (O Comercio do Porto, 2 4 de Agosto de 1991).

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ria y la marginación social, c o m o ocurre hoy con los representantes de las religiones ortodoxas, sino que ocupa el c e n t r o mismo de la realidad política, diseñando las "formas de conciencia" del nuevo régimen, de la "nueva mentalidad posthumana". También es bastante fácil determinar qué relaciones unen a la nueva "casta sacerdotal" con la neomonarquía caricaturesca. Para ello basta, por ejemplo, con estudiar el papel desempeñado por el príncipe Carlos de Inglaterra dentro del movimiento de la New Age. La "nueva jerarquía" social tendrá que poseer otro grado más que reflejaría en el espejo infernal el suprem o Principio Espiritual del E m p e r a d o r Sagrado, del Rey del M u n d o — Aquel que está por e n c i m a de las castas y a Quien la tradición hindú llama Chakra-Varti, "El Q u e Gira la Rueda"—. Esa figura que pondrá fin a la "Nueva Era" será el mismo Anticristo e n c a r n a d o —y n o se trata de ninguna alegoría que apunte a alguna función oestado c o n c r e t o de la realidad, sino de un ser de carne y hueso. Más allá del Arquetipo H u m a n o se está levantando el Hijo de la Perdición, rodeado por los habitantes de las "tinieblas" a los que se les permitió entrar en el m u n d o h u m a n o gracias a las prácticas neoespiritualistas y, extrasensoriales que abren las psique h u m a n a —antes cerrada por el materialismo cotidiano— a las influencias más bajas de los mundos situados por debajo del m u n d o físico. Son los "Gog y Doham" de los que habla Nostradamus. Son los "Gog y Magog" de la Biblia, los pueblos del "país septentrional", a veces llamado "Rosh, Mesheh y Fuval", tradicionalmente identificado c o n las tierras de Escitia y, por lo tanto, con las tierras rusas. T o d o ello nos permite suponer que con el fin de la "Era Proletaria", por desgracia, todavía n o se acabarán las catástrofes de nuestro ciclo h u m a n o . En el m u n d o entrará algo aún más terrible, algo para lo cual los "imperios rojos" (conjuntamente con la b a n c o c r a c i a mundial) tan sólo estuvieron preparando el terreno. Y no es casual que, según las profecías de San Malaquías, el actual Papa de R o m a sea el penúltimo en la c a d e n a de los 201

sucesores de San Pedro, y que, según las enseñanzas de los stárets o r t o d o x o s , el actual Patriarca de T o d a Rusia sea el último.

EL GRAN MONARCA DEL TERROR L a caída del c o m u n i s m o nos anuncia el desenlace escatológico final. Naturalmente que las energías destructoras y venenosas acumuladas y cristalizadas a lo largo de los setenta y tres años y siete meses de duración de la "Era Proletaria" n o desaparecerán, al contrario, serán utilizadas a la h o r a de entronizar al Anticristo personalizado, e n c a r n a d o en la figura de un h o m b r e . Sería lógico suponer que tales energías estarán dirigidas tanto c o n t r a la E u r o p a capitalista agonizante c o m o c o n t r a aquellas regiones de O r i e n t e que todavía intentan conservar los principios sagrados de la Tradición (en prim e r lugar, c o n t r a las regiones islámicas). Posiblemente, "la caída del Telón de Acero" y el "final de la G u e r r a Fría" traigan consigo la apertura de las barreras psíquicas c o l o c a n d o a O r i e n t e y a O c c i d e n t e bajo la intensa acción de las influencias demoníacas, muy activas y desarrolladas, que los desgraciados países proletarizados del b l o q u e soviético fueron acumulando a lo largo del período de p r e d o m i n i o de los símbolos infernales de la Disolución y de la M u e r t e (la Hoz y el Martillo). El modelo a m e r i c a n o , que está siendo afanosamente introducido en la Rusia de la "perestroika", servirá de catalizad o r p a r a esas t e n d e n c i a s negativas, y las fuerzas de Anticristo se duplicarán gracias a esa terrible alianza ya p r e f i g u r a d a e n su día p o r las cálidas r e l a c i o n e s q u e mantenían algunos representantes de la alta bancocracia n o r t e a m e r i c a n a c o n los bolcheviques, quienes recibían de E E . U U . u n a gigantesca ayuda material y financ i e r a j u s t a m e n t e en los años de mayor auge del terror r o j o ( y también después). Si el "Telón de Acero" se derrumba definitivamente se podrá prever la expansión pacífica del homo sovieticus hacia los territorios del Este y del Oeste a la búsqueda de u n a nueva víctima para su acostumbrado vampirismo y 202

parasitismo que, en general, siempre han caracterizado a los representantes de la cuarta casta, la casta de los proletarios, cuyo n o m b r e etimológico designaba en la R o m a Antigua a las personas sólo capacitadas para la función de la p r o c r e a c i ó n . E n realidad, dicha posibilidad encuentra extrañas resonancias en la leyenda de los "Gog y Magog" de la tradición islámica. Según ella, Alejandro Magno (Zu-ul-Karnaiyn en la lengua del Corán) construyó u n a muralla de hierro d e s t i n a d a a p r o t e g e r a la Humanidad de las ordas formadas por los habitantes de las "tinieblas" (los Gog y M a g o g ) . Esa muralla caería poco antes del final de los tiempos —entonces, esas salvajes y numerosas ordas se escaparán de allí y devastarán tierras y continentes enteros—. (Aquel que alguna vez haya visto a los turistas soviéticos en Europa no podrá negar que su comportamiento coincide hasta en los más mínimos detalles con la descripción tradicional de esos seres escatológicos.) Y si añadimos a ello la influencia cada vez mayor en la URSS de las tendencias "comunistas" y neoespiritualistas (y también de las sectas extáticas e irregulares), el efecto superará con creces las previsiones más espectaculares. La New Age de los EE.UU., acompañada por la oligofrénica cultura de masas americana y el control militar y financiero, podría fusionarse con el "cosmismo ruso" y la "nueva mentalidad" que fluirá violentamente desde el antiguo "Este proletario" j u n t o c o n el t o r r e n t e de la emigración que traerá consigo todo el h o r r o r de la larga experiencia soviética. Posiblemente, c o m o resultado de esas transformaciones "postproletarias", surgirá el último conflicto mundial, convencionalmente d e n o m i n a d o la "Tercera Guerra Mundial". Según los datos astrológicos, acaso esa guerra tendría lugar durante los años 9 0 . En las mismas fechas se prevé la hipotética aparición del Anticristo personalizado. Existe i n c l u s o un t e s t i m o n i o (sacado de fuentes dudosas de finales del siglo XIX, pero que extrañ a m e n t e e n c u e n t r a múltiples c o n f i r m a c i o n e s d e n t r o del marco de los datos tradicionales o r t o d o x o s ) , según el cual, el Hijo de la Perdición nacería en el año 1962 y que, parodiando a Cristo, comenzaría sus enseñanzas a 203

los treinta años. E n cualquier caso, casi todos los atributos a s o c i a d o s c o n su venida ya están p r e s e n t e s e n el m u n d o actual y aparecen con tintes claramente escatológicos ( e m p e z a n d o por Chernóbil-Ajenjo y terminando por los muy particulares defectos físicos de algunos políticos actuales más importantes). A pesar del e x t r e m o dramatismo y del carácter catastrófico de esos acontecimientos, a pesar de la globalidad del posible conflicto y sus consecuencias terribles, al final de todas esas tragedias sucederá la tan esperada por todos los verdaderos creyentes, que "no aman el m u n d o ni lo que hay en el mundo" siguiendo el mandamiento de Cristo, y que en sus oraciones de cada mañana repiten sin cesar: "de repente llegará el J u e z , y quedarán al descubierto las obras de cada cual", la Venida del Salvador T o d o p o d e r o s o , a v e c e s l l a m a d a la Venida Terrible de Nuestro S e ñ o r Jesucristo. El Anticristo que llega después de la "Era Proletaria" de todas maneras aparecerá antes de la única verdadera Venida que pondrá fin a este mundo y al mal en el que ese mundo está inmerso. No solamente la tradición cristiana c o n o c e y espera ese instante decisivo. En el Islam, el salvador escatológico es el Ultimo Imán Oculto ( a veces llamado "Ka ym"). En el hinduismo es el Kalki, el Décimo Avatára (encarnación del Principio Divino) montado sobre un caballo blanco. En el budismo es el Maitreya —el Buda de los tiempos futuros—. En el Zoroastrismo ese Salvador recibe el nombre de Saoshyant. Pero en todos los casos, la aparición de esos salvadores vendrá precedida por terribles transformaciones y cataclismos. Siempre esa Venida, que anulará definitivamente el poder del Diablo, de Shaitán, del Demonio Mará, de la Ilusión Cósmica, de Ahrimán, etc., se describe c o m o terrible. Claro está que nadie conoce la fecha exacta en la que eso sucederá, ni siquiera los ángeles (como lo señalan los Evangelios), p e r o n o porque la fecha en sí constituya u n t r e m e n d o s e c r e t o , sino p o r q u e en ese instante el tiempo c h o c a r á c o n la Eternidad que suprime el tiempo c o m o tal, y por consiguiente, esa fecha es por su esencia atemporal, única y milagrosa. Sin embargo, en u n o de v

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los mensajes de Nostradamus se puede e n c o n t r a r una clara alusión al m o m e n t o c u a n d o los sufrimientos humanos cesarán. (Lo sorprendente es que algunas sectas señaladamente satánicas indicaban la misma fecha, pero interpretada al revés, desde su propia óptica, creyendo firmemente en la victoria final del Diablo.) Vamos a reproducir ese célebre pasaje de las "Epístolas a Henri" (con la salvedad de que n o insistimos en nada en particular y que nuestro papel se reduce a la simple exposición de algunos h e c h o s y consideraciones que n o contienen ningún secreto iniciático y son accesibles a todas las personas interesadas en el tema escatológico): "En el año 1999, después de siete meses, del cielo bajará el gran Rey del Terror: para resucitar al gran Rey de Angulema, después de que Marte haya reinado durante bastante tiempo." Se trata de la profecía más clara de Nostradamus. El reinado de Marte inequívocamente designa la "guerra". En tanto que la resurrección del m o n a r c a de la dinastía de los C a p e t o s ("Rey de A n g u l e m a " ) se c o r r e s p o n d e e x a c t a m e n t e c o n la tradicional idea del p e n s a m i e n t o esotérico-monárquico europeo acerca de la resurrección al Final de los Tiempos del Rey muerto o escondido. (La misma idea, fundamentada en la Edad Media, insiste en la espera del r e t o r n o a través del cráter del E t n a del E m p e r a d o r gibelino Federico II de Hohenstaufen, e incluso en el siglo X I X similares creencias místicas estuvieron muy extendidas entre los creyentes tras la muerte de Alejandro I.) Por muy distintas reacciones que provoque la exactitud de la fecha —la duda, la desconfianza o el temor— nadie n u n c a y en ninguna circunstancia podrá impedir el h e c h o en sí de la Segunda Gloriosa y Terrible Venida que, c o m o una piedra desprendida de la montaña, sin la ayuda de las manos del h o m b r e , derrumbará al coloso de la Historia apoyado en los pies de b a r r o del "bolchevismo" y aniquilará para siempre las creaciones ilusorias, pero venenosas del estéril Infierno, arrojando a la gehena de fuego al propio Diablo y a la propia Muerte. Antes 205

o después, lajerusalén Celeste bajará resplandeciendo e n t r e los rayos de la Gloria y pondrá fin al difícil y martirizante ciclo e r r a n t e de la H u m a n i d a d expulsada del Paraíso y obligada a arrastrarse por el oscuro laberinto de su degradación. Indudablemente, para algunos, esa aparición será más terrible que todos los tormentos j u n tos, pues ningún castigo infernal podrá compararse con el t e r r o r que sentirán aquellos quienes por vileza o por ignorancia caerán bajo el brazo fuerte del Señor. C o m o dice la Biblia: "Terrible es c a e r en las m a n o s de Dios Vivo".

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Icono de los mártires sacrificados por la Revolución Soviética. La canonización de lodos los mártires rusos, declarada por la Iglesia rusa en el exilio, será en breve reco­ nocida por el Patriarca de Moscú Alexis.

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