Rivera 9781780420561, 1780420560, 9781783102211, 1783102217

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Rivera
 9781780420561, 1780420560, 9781783102211, 1783102217

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Rivera

Texto: Gerry Souter Traducción al español: Millán González Díaz Edición en español: Mireya Fonseca Leal Página 4: Autorretrato, 1941 Óleo sobre lienzo, 61 x 43 cm Smith Collage Museum of Art, Northampton Diseño: BASELINE CO LTD 33 Bis – 33 Ter Mac Dinh Chi St., Star Building; 6th Floor District 1, Ho Chi Minh City Vietnam © Confidential Concepts, Worldwide, Estados Unidos © Sirrocco, Londres, Reino Unido © Banco de México Diego Rivera & Frida Kahlo Museums Trust. Av. Cinco de Mayo nª 2, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc 06059, México, D.F. ISBN 978-1-78042-056-1 Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede reproducirse o adaptarse sin el permiso del propietario del copyright. A no ser que se especifique de otro modo, el copyright de las obras reproducidas pertenece a los respectivos fotógrafos. A pesar de una intensa investigación, no ha sido posible determinar la propiedad del copyright en todos los casos. Se agradecerá cualquier información al respecto. 2

“La obra de Mr. Rivera parece contener una apreciación de la superficie de la pared como tema de su decoración que apenas conoce parangón desde los de Giotto”. — James Monroe Hewlett (Presidente de la Liga de Arquitectos de Nueva York, la Sociedad de Pintores de Murales y miembro de la Academia Nacional de Diseño), 1929.

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Biografía 1886:

Diego Rivera nace el 8 o el 13 de diciembre de 1886 en Guanajuato. Rivera novelaba tanto su vida que incluso la fecha de su nacimiento es incierta. Tiene orígenes mexicanos, españoles, indígenas, africanos, italianos, judíos y portugueses.

1892:

Se instala en Ciudad de México.

1894:

Entra al Colegio del Padre Antonio, en donde permanece tres meses. Luego se inscribe en el Colegio Católico Carpentier. Asiste igualmente al Liceo Católico Hispano-Mexicano.

1898:

Recibe una beca que le permite continuar sus estudios, a tiempo completo, en la Academia de Bellas Artes de San Carlos.

1906:

Obtiene su diploma con honores.

1907:

Comienza su viaje por Europa. Llega primero a España para estudiar a uno de los principales retratistas de Madrid, Eduardo Chicharro y Agüera. Luego parte a Francia en donde descubre la vida artística de Montparnasse. Traba amistad con Modigliani.

1914:

Se encuentra con Picasso en su taller, quien aprueba su trabajo y lo admite en su círculo. Frecuenta a personajes de París como Juan Gris, Guillaume Apollinaire, Robert Delaunay, Fernand Léger y Albert Gleizes. Se casa con Angelina Beloff, con quien tendrá un hijo.

1920:

En enero, empieza una travesía por Italia que durará diecisiete meses, para descubrir el arte de los frescos. Después de esta viaje, el Gobierno le propondrá realizar murales en las paredes del Anfiteatro Bolívar (Escuela Preparatoria Nacional de Ciudad de México).

1922:

Se casa con Guadalupe (Lupe) Marín, con quien tendrá dos hijas. Al final de este año, ingresa al Partido Comunista.

1924:

Trabaja en la capilla de Chapingo para la Escuela Nacional de Agricultura. 5

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1927:

Viaja hacia la Unión Soviética. Se divorcia de Lupe Marín.

1929:

Regresa a México. En agosto contrae nupcias con Frida Kahlo. En septiembre recibe una proposición para pintar un fresco en Cuernavaca, en el palacio del conquistador de México, Hernán Cortés.

1930:

Llega a Estados Unidos. Pinta en la Escuela de Bellas Artes de California, en la Universidad de California en Berkeley y en el Instituto de Arte de San Francisco.

1931:

Regresa a México. Empieza la construcción de la casa de Diego y Frida. En noviembre regresan a los Estados Unidos para la exposición de Rivera en el MoMa, en Nueva York.

1932-1933:

Trabaja sobre veintisiete paneles en el Instituto de Arte de Detroit.

1933:

Comienza su proyecto en el Rockefeller Center, en Nueva York.

1934:

Regresa a México. Trabaja en la decoración del mural del Palacio de Bellas Artes de México.

1939:

Se divorcia de Frida Kahlo.

1940:

Realiza su último viaje a los Estados Unidos. Rivera pinta los frescos para la exposición internacional del Golden Gate, en San Francisco. El 8 de diciembre, fecha en que Diego celebra su cumpleaños, se vuelve a casar con Frida.

1949:

Se realiza una retrospectiva de su obra en el Instituto Nacional de Bellas Artes de México.

1954:

El 13 de julio muere Frida Kahlo.

1955:

Se casa con Emma Hurtado, su agente desde 1946.

1957:

El 24 de noviembre, Diego Rivera muere en San Ángel. 7

Sus primeros pasos

D

iego Rivera novelaba tanto su vida que incluso su fecha de nacimiento está envuelta por el mito. Su

madre María, su tía Cesárea y los registros del Ayuntamiento indican que vino al mundo a las 7:30 de la tarde el 8 de diciembre de 1886. Ese es precisamente el auspicioso día de la fiesta de la Inmaculada Concepción. Sin embargo, en el registro eclesiástico de Guanajuato, la documentación bautismal constata que el pequeño Diego María Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodríguez vio la luz el 13 de diciembre.

Paisaje 1896-1897 Óleo sobre lienzo, 70 x 55 cm Colección Guadalupe Rivera de Irtube

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El hermano gemelo de Diego, Carlos, murió año y medio después, mientras que el endeble Diego, que padecía de raquitismo y tenía una constitución muy débil, se convirtió en el protegido de su institutriz indígena tarasca, Antonia, que vivía en la Sierra. Allí, según el relato de Diego, ella lo trataba con medicina herbal y practicaba con él rituales sagrados, le daba de beber leche fresca de cabra directamente de las ubres, mientras vivía en los bosques salvajemente, entre todo tipo de criaturas.

Paisaje con un lago c. 1900 Óleo sobre lienzo, 53 x 73 cm Colección Daniel Yankelewitz B., San José

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Sea cual fuere la verdad en relación a su nacimiento y a su infancia más temprana, Diego heredó un agudo intelecto analítico a través de un complejo mestizaje, que incluía ascendencia mexicana, española, indígena, africana, italiana, judía, rusa y portuguesa. (A lo largo de toda esta lucha) el joven Diego fue una especie de niño consentido. Era capaz de leer a la edad de cuatro años y, ya por aquel entonces, había comenzado a pintar en las paredes. El traslado a Ciudad de México le abrió los ojos al maravilloso mundo de una ciudad que se levanta en una elevada meseta, sobre el antiguo lecho de un lago al pie de los volcanes gemelos Iztaccíhuatl y Popocatépetl, coronados por la nieve.

Autorretrato 1906 Óleo sobre lienzo, 55 x 54 cm Colección Gobierno del Estado de Sinaloa, Ciudad de México

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Diego estaba sobrecogido por las vías públicas pavimentadas de la capital con su elegante arquitectura francesa y por el Paseo de la Reforma, que podía rivalizar con los mejores bulevares europeos y que poco tenía que ver con las polvorientas carreteras rurales y las casas de tejado plano de Guanajuato. A la edad de ocho años ingresó en el Colegio del Padre Antonio, en el que estudió durante tres meses, luego lo intentó en el Colegio Católico Carpentier y al final terminó en el Liceo Católico Hispano-Mexicano.

Paisaje con un molino, paisaje de Damme 1909 Óleo sobre lienzo, 50 x 60,5 cm Colección Ing, Juan Pablo Gómez Rivera, Ciudad de México

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Tras haber expulsado a los franceses de México en 1867, el presidente Díaz dedicó los siguientes años de su administración a exterminar la democracia de Benito Juárez y a restablecer la cultura francesa y la internacional como ejemplos de progreso y civilización para el pueblo de México. El aspecto negativo de su importación cultural fue la denigración de la sociedad, las artes, el idioma y la representación política de los nativos. Los pobres fueron abandonados, mientras que los ricos y la clase media eran halagados por su dinero y, a su vez, ellos se mostraban agradecidos por permitírseles conservarlo.

Notre-Dame de París 1909 Óleo sobre lienzo, 144 x 113 cm Colección privada, Ciudad de México

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El mismo año en que Díaz y Juárez expulsaron a los franceses de México, se publicó El Capital: Una crítica de Economía Política, Volumen 1, que representaba un estudio de la época sobre la economía política de la clase trabajadora, enfocado con una perspectiva científica. Esta obra evitaba las habituales demandas incendiarias de

trabajadores

reprimidos,

sustituyéndolas

por

deducciones bien fundamentadas que establecieron las premisas socialistas básicas de su creador, Karl Marx. Si alguna vez ha habido un gobierno autocrático maduro para una fuerte corriente revolucionaria, basada sobre los pilares intelectuales de una ideología socialista digna de ese nombre, fue sin duda el caso del mexicano.

Retrato de Angelina Belof f 1909 Óleo sobre lienzo, 58 x 45 cm Colección Gobierno del Estado de Veracruz, Veracruz

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La filosofía cultural y económica del gobierno de Díaz se desarrolló estrictamente alrededor del concepto de creación de riqueza, sin ocuparse de los problemas de los pobres que, desgraciadamente para los científicos mexicanos que establecían las políticas económicas, no morían con la suficiente rapidez para equilibrar su velocidad de procreación. A la edad de 10 años, el joven Rivera ya había experimentado los resultados de la autocracia en México. Explotar al máximo su talento para el dibujo y la realización de bocetos se convirtió en la mayor preocupación de sus padres. A Diego le gustaba dibujar soldados, por eso su padre consideró una carrera militar, pero lo cierto era que el niño también pasaba gran parte de su tiempo libre en la estación de ferrocarril dibujando trenes... así que ¿por qué no un trabajo como conductor de tren?

Los viejos 1912 Óleo sobre lienzo, 210 x 184 cm Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México

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Dejando a un lado estas disquisiciones, la madre de Diego desafió los deseos de su marido de que el joven ingresara al Colegio Militar y, en su lugar, lo envió a la Academia de Bellas Artes de San Carlos, donde asistió al turno nocturno. Diego luchó con esta educación escolar diurna y nocturna durante un año hasta que, a la edad de once años, recibió en 1898 una beca para estudiar tiempo completo en esta academia. Sin embargo, a pesar de que era considerada la mejor en México, su programa de estudios estaba constreñido por el polvoriento dogma artístico europeo, sintetizado por la ingeniería social de los científicos en el poder que predicaban la fuerza por encima de la debilidad en todos los ámbitos de la vida.

Retrato de un español (Hernán Alsina) 1912 Óleo sobre lienzo, 200 x 166 cm Colección privada

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En 1906, Rivera cumplió ocho años de estudio en San Carlos y se graduó con matrícula de honor, exhibiendo veintiséis de sus obras en la exposición final realizada por los

estudiantes.

Sus

esfuerzos

se

habían

visto

recompensados con una excelente reputación entre los miembros del Gobierno, a los que se suponía que tenía que impresionar para que le continuaran concediendo el dinero de las subvenciones. Aunque lo logró, el dinero para estudiar en Europa tardó seis meses en llegar, lo que permitió al joven Diego llevar la vida de un artista bohemio entre sus camaradas de la escuela. Esta cuadrilla de «intelectuales, artistas y arquitectos» (El Grupo Bohemio), que había pasado apuros para concluir como es debido sus estudios en la Universidad, trabajaba duro sin embargo a la hora de explorar aquel estilo de vida disipada.

Estudio para El cántaro 1912 Aguada sobre papel, 28,5 x 23 cm Colección María Rodríguez de Reyero, Nueva York

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Durante esta época, entró también en contacto con el curioso personaje Gerardo Murillo, profesor universitario y agitador político anarquista contra Díaz. Murillo escogió el nombre de «Doctor Atl» mientras residía en México. En dialecto indígena “Atl” es el nombre del cuarto de los cinco soles, Nahui Atl, que significa “Sol de Agua”; sin embargo, Murillo era en realidad sólo un criollo provocador, igual que el resto de la clase gobernante.

Adoración de la virgen 1912-1913 Óleo y encausto sobre lienzo, 150 x 120 cm Colección María Rodríguez de Reyero, Nueva York

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El descubrimiento de Europa Diego Rivera tenía veinte años cuando llegó a Santander, España, a bordo del barco de vapor Rey Alfonso XIII, el 6 de enero de 1907. Cuando Rivera llegó a Madrid, ya abrigaba dentro de sí la suma de lo que sería durante el resto de sus días. Su vida, como dicen los gitanos, estaba escrita en las líneas de la palma de su mano. Su ética del trabajo era brutal y, aunque sus concepciones políticas estaban aún sin formar, ya se inclinaban hacia el nivel más bajo de la economía, a la que sólo le llegaban las migajas de unos magnates que ya habían arruinado a su padre. Su arte carecía de dirección pero era una vasija vacía esperando ansiosamente a ser llenada. Diego estaba preparado para aprender lo necesario acerca de las mujeres;

Retrato del pintor Zinoviev 1913 Óleo sobre lienzo, 97,5 x 79 cm Colección privada

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poseía una gran sensibilidad, una naturaleza gentil, una capacidad de mentir con sinceridad y, desde entonces, ya inventaba historias que se convertirían en los mitos de su vida. Nunca le faltarían las mujeres. Al día siguiente de su llegada, se presentó en el estudio de uno de los retratistas más sobresalientes de Madrid, Eduardo Chicharro y Agüera. Diego exhibió su carta de presentación por parte del Doctor Atl y fue conducido a un rincón del estudio, que a partir de entonces pudo considerar «su» rincón. Los demás estudiantes escudriñaban a aquel campesino mexicano y gordinflón, que no les causó una gran impresión.

Mujer junto a un manantial 1913 Óleo sobre lienzo Museo Nacional de Antropología, Ciudad de México

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La sala estaba impregnada de un aroma embriagador a pintura y aguarrás y había por doquier botes abiertos de aceite de linaza, lienzos en bruto y tablas de pino para hacer bastidores; se puso a trabajar de inmediato. Estuvo pintando durante días, llegando muy temprano y marchándose tarde. Gradualmente, gracias a su concentración y determinación intachables, no exentas de obstinación, su valoración entre sus compañeros de clase fue creciendo y se convirtió, por fin, en parte de su círculo social.

Naturaleza muerta 1913 Óleo sobre lienzo, 84 x 65 cm Museo del Ermitage, San Petersburgo

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Fue precisamente en Madrid donde abrió sus ojos a una interesante paleta de contenidos en los temas generados en su propia pintura. No se conservan noticias de pinturas religiosas dentro de la obra del joven Diego. Lo que más se vendía eran las escenas sagradas de la Biblia y, cuanto más elocuentes, más aceptación tenían. Diego, sin embargo, que conservaba malos recuerdos de la Iglesia y de los escritos anticlericales de su padre, eludió las ostentosas representaciones morales de los pintores comerciales de Madrid. Continuó siendo como era: un joven mexicano que procuraba seguir su camino con libertad y que trabajaba duro para encontrar su propia visión y su estilo.

La torre Eif fel 1914 Óleo sobre lienzo, 115 x 92 cm Colección privada

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El pincel de Diego, junto a la vanguardia de Madrid, hizo que se enredara en un movimiento artístico que se oponía a lo moderno, el Museísmo, que exigía el abandono del arte moderno en beneficio del arte de El Greco, que contaba entonces 300 años de antigüedad. Esto distaba de ser un salto hacia el futuro. De hecho, la pintura de Rivera durante sus dos años de aislamiento en España no pasaba de convencional: era hábil, pero insulsa.

Retrato de los señores Kawashima y Foujita 1914 Óleo y collage sobre lienzo, 78,5 x 74 cm Colección privada

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Mientras Picasso estaba creando sus revolucionarias Demoiselles d’Avignon (Las señoritas de Aviñón), Rivera pintaba obras como La fragua, La piedra vieja, Nuevas flores y El bote de pesca. Aunque resultaban bellas por su soberbia técnica, esas pinturas no hubieran desentonado en cualquier tienda de baratijas para turistas. El estilo de vida bohemio terminó por agotar a Diego, por lo que dejó de beber y se embarcó en una dieta vegetariana. Daba largos paseos y comenzó a leer autores muy serios: Aldous Huxley, Émile Zola, Arthur Schopenhauer, Friedrich Nietzsche, Charles Darwin, Voltaire y Karl Marx. Devoraba libros sobre matemáticas, biología e historia, alimentando así su cuerpo, acostumbrado hasta entonces al hedonismo, con estímulos meramente intelectuales.

Paisaje zapatista (La guerrilla) 1915 Óleo sobre lienzo, 144 x 123 cm Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

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Después de esperar pacientemente durante dos años y tras ganar un dinero en un casino español, tomó un tren a París. En cuanto dejó su equipaje, Diego se apresuró colina abajo, cruzó el Sena y se dirigió al Louvre. La escena artística de París debió causarle una profunda impresión. En los dos meses que pasó en la ciudad no perdió el tiempo: salía constantemente, equipado de sus pinturas y sus pinceles, para unirse a todos los demás pintores hechizados por París en los márgenes del Sena. Recorría las galerías una y otra vez, observando las obras de Pissarro, Monet, Daumier y Courbet. Las paredes de las galerías y los museos resplandecían con colores, puntos de vista y técnicas que resultaban chocantes para su recatado realismo provinciano.

Retrato de Martín Luis Guzmán 1915 Óleo sobre lienzo, 72,3 x 59,3 cm Fundación Cultural Televisa, Ciudad de México

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Sin embargo, durante buena parte del mes de junio se vio obligado a interrumpir su febril absorción del arte francés, ya que terminó postrado en su cama abatido por una hepatitis crónica, una enfermedad que después volvería a aquejarlo ocasionalmente a lo largo de toda su vida. Esta convalecencia le dio tiempo para planear un viaje a Bruselas. Enrique Friedmann, un pintor germanomexicano, lo acompañó. Mientras el verano iba conquistando Europa, Rivera y Friedmann viajaban desde los museos de Bruselas, feudo de los maestros flamencos, hasta la pequeña ciudad de Brujas, a la que muchos consideraban el centro neurálgico del Simbolismo. Allí comenzó a pintar su Casa sobre el puente, una de las muchas pinturas que culminó en esa ciudad, levantándose al amanecer y pintando sin parar hasta la desaparición de la luz del día.

Retrato de una mujer, Madame Zetlin 1916 Aguada sobre papel, 16 x 13 cm Colección Claude y Pierre Ferrand-Eynard, París

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Esta introspección sirve de réplica de sus tempranos paisajes mexicanos y resume su anhelo de ser el observador, el extraño que vierte su mirada hacia el interior, el que observa a través de su talento para interpretar artísticamente. Subsistiendo prácticamente con lo puesto, Rivera y Friedmann entraron a un café de Brujas a comer un bocado antes de ir a echar una siesta en la sala de espera de la estación de ferrocarriles, como si estuvieran esperando el siguiente tren. Un letrero fuera del café ofrecía «Habitaciones para viajeros». Con la esperanza de encontrar alguna ganga, entraron, ocuparon una mesa y pidieron un panecillo y dos cafés.

Autorretrato 1916 Óleo sobre lienzo, 82 x 61 cm Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México

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Rivera estaba comiendo cuando levantó la vista y descubrió a María Blanchard, una compañera de España, que le sonreía desde la puerta del café. Se puso de pie y abrió sus brazos de par en par. Con ella venía «... una joven y espigada pintora rusa de rubio cabello...» llamada Angelina Beloff. Inseparables, los cuatro amigos se embarcaron a Londres para luego regresar a París. Finalizó su Casa sobre el puente iniciada en Brujas y comenzó una nueva pintura, El Puente de la Tournelle, en la que trasladaba, a los márgenes del Sena, la niebla de Londres que conservaba en el recuerdo, con sus tonos rosas y grises únicos. Esta pintura muestra obreros descargando al atracadero barriles de vino de una barcaza.

Naturaleza muerta con una casa verde 1917 Óleo sobre lienzo, 61 x 46 cm Museo Stedelijk, Amsterdam

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Para Rivera, esto suponía una primera mirada a lo que iría cobrando forma como su propio estilo y dejaba entrever que se avecinaba su empatía por la dura faena del trabajador. Atribuyó esta nueva sensibilidad de clases sociales a su relación con Angelina Beloff y a los escritos de Karl Marx. El Salon des Indépendants aceptó seis de sus pinturas: cuatro paisajes de Brujas, la Casa sobre el puente y El Puente de la Tournelle. Había alcanzado un punto en su técnica en el que podía pintar de la manera que se le antojara, pintar como cualquier artista que escogiera; como cualquier artista, pero no como él mismo. Había pasado cuatro años en el extranjero y, a pesar de que había madurado considerablemente a sus veinticuatro años de edad, seguía sintiendo nostalgia por su patria.

Paisaje del mediodía 1918 Óleo sobre lienzo, 79,5 x 63,2 cm Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México

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Regreso a México El 2 de octubre de 1910 descendió en el puerto de Veracruz por la pasarela del barco de vapor con una amplia sonrisa dirigida a su padre y su hermana María. Junto a su familia, había representantes de la Sociedad de Pintores y Escultores Mexicanos, así como miembros de la prensa, disparando sus obturadores y con sus cuadernos de notas listos. Diego Rivera, como proclamarían los periódicos, era la nueva imagen publicitaria de los esfuerzos del presidente Porfirio Díaz en introducir la cultura y los valores europeos en México. Para reforzar aún más la aprobación gubernamental de su exposición, la esposa del presidente, Carmen (Carmelita) Romero Rubio de Díaz, la inauguraría el 20 de noviembre.

Retrato de Angelina Belof f 1918 Óleo sobre lienzo, 116 x 146 cm Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México

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El Presidente Díaz optó por no asistir a la inauguración de Diego en vista de que en todo México había bandas de peones inexpertos y analfabetos sublevándose junto con valiosos campesinos, formando pequeñas cuadrillas que se fundían entre sí y que daban lugar a auténticos ejércitos. Emiliano Zapata había conducido su ejército a caballo desde el sur hacia Morelos, a escasas millas de Ciudad de México. Se amplió la duración de la exposición de Diego hasta el 20 de diciembre, fecha en que se vació la Academia de San Carlos. Se habían vendido trece de las treinta y cinco pinturas, lo que reportó al artista 4.000 pesos.

Alrededores de París 1918 Óleo sobre lienzo, 65 x 80 cm Colección privada

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Rivera abandonó Ciudad de México el 3 de enero de 1911, en dirección a un pequeño pueblo a dos horas de distancia en tren llamado Amecameca. Teniendo en cuenta que disponemos de pruebas de los movimientos y asociaciones de Rivera durante el período entre 1910 y 1911, el autorretrato que Diego Rivera ideó años después de un «revolucionario» y un «patriota» a lo largo de este encendido período de la historia mexicana queda reducido a una fabulosa ficción. Mucho más tarde, cuando ya había vuelto a convertirse en el símbolo artístico de México y se vio obligado a exhibir sus credenciales cívicas al último régimen, su participación en la revolución mexicana entre 1911 y 1920 se convirtió en un ufano cuento de aventuras.

Naturaleza muerta con botella de anís o Naturaleza muerta española 1918 Óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm Museo Casa Diego Rivera, Guanajuato 54

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Su nuevo exilio en Europa Durante el tiempo en el que Diego Rivera permaneció en París y viajó a Italia, su tierra natal volvió a verse envuelta en llamas y volvió a inundarse de violencia. Los ejércitos combinados de Emiliano Zapata, Pancho Villa y Venustiano Carranza se oponían al gobierno de Huerta. Villa combatía para vengar a Madero y convertirse en el siguiente presidente, Zapata lideraba una revuelta agraria de los campesinos y Carranza aducía que combatía para crear un México democrático. Durante los diez años que siguieron al asesinato de Madero (conocidos como la “década de dolores”), estos tres campeones legendarios de México fueron asesinados. El último de ellos en caer fue el retirado Pancho Villa, que murió ametrallado en una emboscada en 1923.

El matemático c. 1918 Óleo sobre lienzo, 115,5 x 80,5 cm Museo Dolores Olmedo, Ciudad de México

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La muerte de Villa aún era un punto lejano en el futuro por la época en que Diego dibujaba bosquejos a lápiz empleando planos fracturados cubistas. Creó paisajes de Toledo con colinas partidas en rodajas, árboles cezannescos y casas embarulladas. Por último, pintó el retrato cubista Hombre con un cigarrillo y rindió su talento al servicio de un mundo visto con los parámetros de este movimiento. En el extranjero, justo cuando parecía que la revolución mexicana se había aplacado por fin, comenzó la «guerra de todas las guerras», con el asesinato de un archiduque de pacotilla por parte de un lunático. El arte parecía concretar la fragmentación de todo lo que no era reducido a pedazos por la artillería.

Mujer con un chal rojo 1920 Óleo sobre lienzo, 80 x 75 cm Colección privada, Ciudad de México

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Con la muerte de Madero en el asiento de atrás de un coche de policía, la subvención de Rivera se evaporó. El comienzo de la revolución de octubre en Rusia hizo que la asignación gubernamental de Angelina Beloff también se esfumara. Mientras que ella podía dar clases para sobrevivir, Diego tenía que vender sus pinturas. Al encontrarse repentinamente sin ningún ingreso, el pintor se vio obligado a confiar en su increíble resistencia y en su hábil capacidad para vincularse rápidamente con el cubismo, “le commerce du jour” (El negocio de la actualidad).

Creación 1922-1923 Encausto y hoja de oro, 708 x 1219 cm Anfiteatro Bolívar, Escuela Nacional Preparatoria Ciudad de México 60

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Diego buscó al marchante de arte cubista más prominente, Léonce Rosenberg. Moviéndose constantemente entre España y París en el período entre 1913 y 1917, la maquinaria de pintura de Diego Rivera funcionaba a pleno rendimiento. Al haberse incorporado tan tarde al movimiento cubista, estaba obsesionado con hacer alguna contribución y no limitarse a copiar la metodología (que era su fuerte). En algún momento del año 1914, Picasso y Rivera se encontraron en el estudio del maestro. Diego se quedó estupefacto ante la gran cantidad de pinturas de Picasso diseminadas por las paredes.

Bañista en Tehuantepec 1923 Óleo sobre lienzo, 63 x 52 cm Museo Casa Diego Rivera, Guanajuato

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Comieron y cenaron juntos y, por fin, Picasso accedió a ver la obra de Diego. Otorgó su aprobación a lo que vio y admitió a Rivera en su círculo. Esto le abrió las fronteras al mundo de Diego a visitas de amigos de Picasso, como Juan Gris y Guillaume Apollinaire, el poeta surrealista. La anuencia del maestro tenía un valor incalculable para el éxito de Diego y su aceptación en la comunidad pictórica parisina. Un nuevo círculo de amigos, llamados la Section d’Or (la Sección de oro) lo aceptó en sus filas, lo que le permitió conocer personalidades del arte como Robert Delaunay, Jean Metzinger, Fernand Léger y Albert Gleizes.

La fundición: vaciando el crisol 1923 Fresco, 438 x 316 cm Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 64

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Aunque Diego insistía en que su familiaridad con el marxismo provenía de tiempo atrás, hay dudas razonables sobre si los folletos de contenido social que leyó en su juventud seguían teniendo alguna vigencia en su vida. Así como se sumió en las teorías cubistas, absorbió también el núcleo del dogma marxista. En México, allá en su hogar, se estaba produciendo una sangrienta revolución. En la Rusia imperial de entonces reinaba un estado de agitación revolucionaria, mientras que el ejército del zar se estaba preparando para movilizarse y combatir a los imperialistas teutones que, por su parte, ya se estaban preparando para la guerra.

El abrazo 1923 Fresco, 478 x 183 cm Pared este, Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 66

Por todas partes, hombres y mujeres tomaban partido y defendían apasionadamente sus decisiones, hasta con la propia vida. Mientras esta confrontación doctrinaria se reflejaba en motines callejeros, huelgas laborales y una retórica de llamada a la acción, las cuitas de Diego se centraban en cuál sería la reacción a su primera (y única) exposición individual en París. Veinticinco de sus obras poblaban las paredes de la galería de Berthe Weill. En la primavera de 1916, el pintor expuso su obra junto con los post-impresionistas y cubistas en la Galería Moderna de Marius de Zayas, en el 500 de la Quinta Avenida en Nueva York.

Entrando a la mina 1923 Fresco, 474 x 350 cm Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 68

Más tarde, en octubre, Zayas organizó una segunda exposición, denominada “Exposición de Pinturas de Diego M. Rivera y Arte Mexicano Precolombino”. Durante el intervalo entre ambas exposiciones se produjeron dos eventos dignos de mención: el nacimiento del hijo de Diego y Beloff, Diego Jr, y la muerte de Porfirio Díaz, aún exiliado en París. La primavera de 1917 fue testigo de una severa ruptura dentro del, hasta entonces, firmemente unido campamento cubista. La guerra en Francia había mermado a la colonia artística. Braque se marchó en 1914 con el regimiento de infantería 224 y regresó con una Croix de guerre, una Légion d’honneur y una herida en la cabeza que interrumpiría su pintura durante dos años.

Salida de la mina 1923 Fresco, 478 x 215 cm Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 70

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Léger pintó camuflaje y anduvo de un lado a otro por el campo de batalla con una camilla, pero sufrió los efectos de un ataque con gas y lo licenciaron del ejército con una profunda y áspera tos. En 1916, Apollinaire, mientras escribía un fragmento de un inspirado verso en los alrededores de Champagne, al tiempo que apoyaba su cuaderno sobre la recámara de un cañón, sufrió una herida en la cabeza que lo debilitó sobremanera. Se había trepanado un orificio en su cabeza con presagios de aligerar la presión en su cerebro y regresó cargado de unos aparatosos vendajes. Apollinaire no se recuperó lo suficiente para superar el feroz brote epidémico de gripe de 1918 y falleció.

Mineros de superf icie 1923 Fresco, 426 x 210 cm Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 72

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El lugar de Apollinaire como crítico y portavoz de la colonia artística fue ocupado por el poeta y esteta Paul Reverdy. En su revista Nord-Sud, escribió un ataque mordaz sobre los pintores de retratos cubistas, atacando especialmente a los que se habían subido al tren del cubismo una vez que pioneros como Picasso y Braque habían sentado los cimientos. Entre las víctimas de su áspera arenga se encontraba Diego Rivera. Poco tiempo después, el marchante de Diego, Rosenberg, invitó a una velada a sus pintores contratados. Rosenberg y Reverdy eran amigos, así que el crítico apareció en la fiesta, trayéndose consigo su lengua excesivamente larga. Tras la comida en el restaurante Lapérouse, los artistas decidieron continuar la fiesta en el estudio de Lhote. Presa de los efectos del vin ordinaire,

Viernes de dolores en el Canal de Santa Anita 1923-1924 Fresco, 456 x 356 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 74

Reverdy se lanzó en un ataque verbal contra los parásitos del cubismo. Incapaz de soportar aquel abuso un segundo (y quizá creyendo en su propia responsabilidad como defensor de los oprimidos), Diego dio un paso al frente y le dio una bofetada al crítico. Chillando, Reverdy comenzó a tirarle de los pelos a Rivera. Diego bramaba, y golpeó a Reverdy en la boca. Los demás artistas, que se encontraban en diversos grados de embriaguez, se amontonaron unos sobre otros, la vajilla se hizo añicos y se rompió una ventana cuyos fragmentos cayeron a la calle. Finalmente, el cansancio puso fin a la refriega. Diego ofreció la mano a Reverdy en señal de disculpa, pero éste la rehusó. El escritor Max Jacob, que estaba junto a ellos, se encogió de hombros: “El rencor de los poetas es duradero”, apuntó.

Danza de las cintas 1923-1924 Fresco, 468 x 363 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 76

Como resultado de lo que pasó a denominarse L’Affaire Rivera, Rosenberg se deshizo de Rivera como pintor de contrato y retiró todas sus pinturas del mercado. Los demás artistas mostraron su rechazo a Diego y Reverdy escribió una reseña satírica sobre un presunto encuentro suyo con un “indio salvaje” no nombrado, omitiendo la bofetada y el puñetazo en la boca. Al renunciar al cubismo, Diego retornó a su paleta fauvista de colores resplandecientes. Una vez que por fin había aprendido a apreciar la dinámica cubista de doblar el espacio y manipular la perspectiva, comenzó a pintar a la manera de Cézanne. Sus dibujos a lápiz regresaron a la línea delicada y auténtica de Ingres a la vez que se adhería a las relaciones espaciales de Cézanne. Tras años de copiar todo y a todos, tenía la capacidad de poner inmediatamente a su servicio todas esas herramientas.

Día de muertos – La of renda 1923-1924 Fresco, 415 x 237 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 78

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En enero de 1920, Diego Rivera partió en tren desde la Gare de Lyon en dirección a Milán, armado con libros de bosquejos y la cabeza llena de culpa por no haber cumplido con su parte en la revolución mexicana (en realidad, así era). Su reunión con el bravo Siqueiros debió abrir aquella herida. Se había negado a reconocer la paternidad de su hija Marika que tuvo con una de sus amantes y su reputación en París estaba hecha un desastre después de L’Affaire Rivera y su brusco abandono de las filas cubistas.

Mercado 1923-1924 Fresco, Pared norte, Patio de Las Fiestas Secretaría de Educación Pública, Ciudad de México

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Durante un período de diecisiete meses, Rivera merodeó por Italia rellenando libros de bosquejos con cientos de dibujos. Estudió la manera en que los maestros del fresco usaban el paisaje no sólo como fondo, sino como un elemento integrante del diseño general y del escenario de la historia. Le intrigaba la manera en que Piero della Francesca, Giotto y Botticelli utilizaban sus paneles al fresco para que funcionaran en conjunción con detalles arquitectónicos como ventanas, escaleras y pilares y cómo introducían la arquitectura preexistente dentro de la composición, en lugar de tratarla como una intrusión.

La quema de los Judas 1923-1924 Fresco, 430 x 383 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 82

En los templos de Roma y las casas privadas de Pompeya, las paredes describían las exigencias de la práctica religiosa, así como la vida diaria, las tareas y los entretenimientos de personas desaparecidas hacía siglos. México poseía un legado parecido, profundamente enraizado en los ritos paganos de los constructores de las pirámides indígenas. Sus rituales y misterios metafísicos aún desafiaban la “civilización” en muchas partes de México, añadiendo un sabor y un toque exótico a la cristiandad patrocinada desde el Gobierno. Fue el período más largo de su vida sin crear ni una sola pintura importante. Dominaba con maestría un sinfín de técnicas pictóricas, pero aún le faltaba la que precisamente necesitaba. Poco después de regresar a París en mayo de 1921, compró un libro de Paul Baudoin sobre el arte del fresco.

Día de muertos – Fiesta en la ciudad 1923-1924 Fresco, 417 x 375 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 84

Los muralistas mexicanos Diego Rivera llegó a Ciudad de México dispuesto a poner manos a la obra y comenzar a pintar sobre las paredes. Sin embargo, estaba desacreditado ante el Gobierno, que vio su viaje como una huida de la revolución, así como también había perdido algunos puntos al distraerse por Italia a expensas de la billetera del Departamento de Educación. A pesar de que sus gastos fueron más bien austeros, Vasconcelos, el ministro de Educación, necesitaba una prueba de que la formación en murales que Rivera recibió en Italia merecía la pena de tantos pesos gastados. También tenía dudas acerca del estilo y las abstracciones picassianas cubistas de Rivera.

Reparto de la tierra 1924 Fresco. Edificio administrativo (vestíbulo del segundo piso) Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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Como echándole sal a la herida, el director colocó el estudio de Diego en un edificio sobre el que su viejo rival, Roberto Montenegro, hacía un mural para el Gobierno. Finalmente, a regañadientes, Vasconcelos le concedió a Diego una pared para él solo. El anfiteatro Bolívar era un espacio dedicado a los conciertos en la Escuela Preparatoria Nacional de Ciudad de México. La pared de Diego tenía unos siete metros de alto por doce de largo. Utilizó a amigos y a conocidos como modelos, haciendo de aquellos grupos un “quién es quién” de la comunidad artística de Ciudad de México. Esas figuras, algunas de ellas desnudas, son simbólicas y representan la Sabiduría, la Fábula,

Alianza del campesino y el trabajador de la industria 1924 Fresco. Pared norte, edificio administrativo (vestíbulo del segundo piso) Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo 88

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la Prudencia, la Justicia y la Fuerza, frente a la Danza, la Canción, la Música y la Comedia. Todos los personajes parecen estar atrapados en un rapto adolorido. Más allá de la esfera, observando desde la parte trasera del nicho, se encuentra la figura del Pantocrátor, que se eleva a partir del árbol de la vida, extraído del folclor mexicano. Lo último que quería hacer Rivera era desafiar la grandilocuente visión de Vasconcelos, que provenía de una herencia cultural mexicana originada a partir de sus raíces indígenas.

Bañistas en Tehuantepec 1925 Sanguina y pastel, 64,5 x 50 cm Colección Vicky y Marcos Micha, Ciudad de México

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Mientras Diego trabajaba en el mural de la Escuela Preparatoria Nacional, ocurrió algo que cambiaría su vida. Un día, la cantante mexicana Concha Michel llegó a su taller en el segundo piso y comenzó un intercambio de flirteos, que daba a entender que Diego no era más que un gigoló desvergonzado. La cantante había traído consigo a una amiga que quería conocerlo: con un ademán, abrió la puerta e invitó a entrar a Lupe Marín, de Guadalajara. Diego Rivera y Lupe Marín se devoraron pronto mutuamente con la mirada y, en junio, se casaron en una iglesia de Guadalajara. Establecieron su hogar en el número 12 de la calle Mixcalco, en el barrio viejo de Ciudad de México.

La vendedora de f lores 1926 Óleo sobre lienzo, 89,5 x 109,9 cm Honolulu Academia de Artes, Honolulú

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Lupe posó desnuda para la figura que representa a la Fuerza. Esta relación acaloradamente posesiva ayudó a sentar las bases del acontecimiento que cambiaría la vida de Diego. Otro modelo para el mural, especialmente para la figura de la Poesía Erótica, fue la amante del sombrío amarquista librepensador Doctor Atl. Éste había otorgado a la oscuramente bella Carmen Mondragón el nombre de Nahui Olin. Diego, a pesar de las miradas airadas de Lupe Marín llenas de sospechas y de celos,

La quema de los revolucionarios 1926 Fresco. Pared norte, Patio del Trabajo Secretaría de Educación Pública, Ciudad de México

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también cayó irremisiblemente perdido en los encantos embriagadores de su última modelo. Fue durante un têteà-tête particularmente febril en el auditorio de la escuela cuando resonó un grito y una voz se alzó entre carcajadas: “¡En guardia, Diego! ¡Ahí viene Lupe!”. Echó un vistazo a su alrededor pero no vio a nadie. Pero al instante siguiente Lupe Marín llegó con la comida de Diego y se encontró una escena pulcramente profesional: un pintor dibujando y una modelo posando. En otra ocasión, cuando había acabado de almorzar en la sala y había sucumbido, en este caso, a las insinuaciones carnales de Lupe, la misma voz volvió a gritar: “¡En guardia, Diego! ¡Ahí viene Nahui!”.

México tropical y Xochipilli y sus adoradores 1926 Fresco. Pared norte, Patio del Trabajo Secretaría de Educación Pública, Ciudad de México

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De nuevo Diego fue incapaz de encontrar a la dueña de aquella voz de agudas carcajadas. Pero una tarde, mientras estaba pintando subido en el andamio y Lupe tejía abajo en su telar, se abrió la puerta y entró en el auditorio una esbelta muchachita de doce años. Llevaba el uniforme de estudiante de la Escuela Preparatoria y miraba hacia arriba a Diego con unos ojos oscuros y desafiantes. A pesar de algunas observaciones ofensivas por parte de Lupe, la muchachita se quedó allí tres horas. Posteriormente, Diego escribió, “un año después, descubrí que ella era la dueña oculta de la voz que provenía de detrás de la columna, y que su nombre era Frida Kahlo. Lo que no podía ni imaginar era que un día se convertiría en mi esposa”.

La noche de los pobres 1926 Fresco, 206 x 159 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 98

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A continuación, se enfrentaría al desafío más grande de toda su vida creativa. Había persuadido, seducido y engatusado a Vasconcelos para que le concediera una oportunidad increíble. El Ministerio de Educación en Ciudad de México ofrecía 128 paneles, que en total ascendían a 5.200 metros cuadrados y que abarcaban tres pisos de galerías abiertas. Se puso manos a la obra el 23 de marzo de 1923. Para Diego Rivera, aquel trabajo era un “todo o nada”: podía convertirlo en el número uno de los muralistas mexicanos.

El agitador 1926 Fresco. Capilla (pared oeste) Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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Diego Rivera se había empapado en la ideología comunista mientras vivía en París. De esta manera, Rivera se había convertido en el miembro 992 del Partido Comunista a finales de 1922. Aunque con anterioridad había esquivado su participación en el nacimiento de un México independiente, ahora reconocía la lucha de los trabajadores como el único sendero para que todos los mexicanos accedieran a una sociedad libre de clases. Así que, mientras el resto del mundo occidental hacía todo lo posible para alejar las promesas vacías del comunismo, los artistas de México demostraban de qué pasta estaban hechos, fundando la Unión Revolucionaria de Obreros Técnicos, Pintores, Escultores y Similares, llamada El Sindicato por la mayoría de sus miembros.

Los eruditos 1926 Fresco, 207 x 153 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 102

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Su labor era “... ¡transformar el mundo!...” Liderando esta marcha estaba el Comité ejecutivo de la Unión; Diego Rivera, Alfaro Siqueiros y Xavier Guerrero ocupaban tres de sus sillas. Organizándose para dar una publicidad insistente al pueblo mexicano, crearon un vocero para sus manifiestos y sus pronunciamientos: se trataba de un periódico gigante denominado El Machete. Había muchos miembros, tanto del Partido Comunista Mexicano como del Sindicato, que se acercaban, curioseaban un cierto tiempo y se volvían a marchar. La unión de pintores y escultores se jactaba de su “solidaridad”, pero fue diluyéndose en medio de disputas internas por obtener los mejores encargos, los celos,

Revelación del camino 1926 Fresco Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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los salarios, los derechos de autor y el resto de puntos de fricción usuales entre artistas creativos de pronunciado carácter egoísta. Así que los teóricos compradores de su obra rehusaron reconocer las exigencias de la unión, declarando que el dinero que iban a gastar en la obra de arte decorativo de aquellos artistas podía gastarse en otras cosas mucho más prácticas. Sólo Diego continuó en el Partido de manera intermitente a lo largo de los años. Convenció al ministro de que, independientemente del clima político, los ciclos murales al fresco debían continuar. Mientras Diego trabajaba, Lupe lo mantenía, pero debajo de la superficie hervían a fuego lento los celos, dando lugar a una ira contenida que de vez en cuando estallaba sobre él.

La abundancia de la tierra poseída con justicia 1926 Fresco Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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A pesar de todas las distracciones que había en su vida, el trabajo en los murales del Ministerio de Educación continuó su marcha implacable. Parecía como si todas las copias que había hecho de otros estilos a lo largo de su carrera (Renoir, Gauguin, El Greco, los cubistas y Giotto) hubieran demostrado su valor a la postre, a la hora de configurar el estilo distintivo del Diego Rivera pintor de frescos. Los murales, que incluían los 128 paneles en el Ministerio de Educación y los que había en las paredes de la capilla de Chapingo (un encargo posterior), tardaron años en terminarse. Con la intrusión del Gobierno y su creciente frustración por la manera nada sutil con la que Diego incluía el simbolismo comunista en su versión de la historia mexicana, la dificultad de la tarea se complicaba aún más.

Retrato de Guadalupe 1926 Óleo sobre lienzo, 67,3 x 56,5 cm Colección privada

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En el otoño de 1924, aceptó un encargo para trabajar en la capilla de Chapingo de la Escuela Nacional de Agricultura. Esta capilla se encuentra en un recinto propio, aparte del complejo principal de la escuela, y ofrecía a Rivera excelentes oportunidades para la narración histórica al fresco, desde su enorme pared trasera hasta espacios más íntimos por debajo de los arcos laterales y en la escalera, todos ellos protegidos de la intemperie. En total, había unos 140 metros cuadrados de espacio para su obra debajo de la cúpula de bóveda de cañón.

La tierra liberada con las fuerzas naturales controladas por el hombre 1926-1927 Fresco, 692 x 598 cm Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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Un panel, titulado La tierra liberada, hace explotar virtualmente la pared existente bajo la nervadura semicircular de la bóveda, hecho con imitación de mármol escarlata decorado con dorados. Entre los nervios que sirven de marco hay paneles llenados con personajes simbólicos y vinculados geométricamente a la manera de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel en Roma. Pero la pieza central es la gran figura desnuda de Guadalupe Marín embarazada.

Fuerzas subterráneas 1926-1927 Fresco, 355 x 555 cm Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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El trabajo de Rivera no gustaba a todo el mundo y hubo auténticos alaridos de indignación procedentes de funcionarios gubernamentales, que deseaban encalar las paredes y tapar las ofensivas imágenes. Sólo ciertos artículos de la prensa extranjera ensalzando los murales y el genio de Rivera fueron capaces de mantener a los vándalos a raya, pero los críticos locales seguían afilando sus colmillos. En agosto de 1927, apenas se secó el pigmento del último panel del encargo de Chapingo, Rivera hizo su maleta y se dirigió a la Unión Soviética.

Sangre de los mártires revolucionarios fertilizando la tierra 1926-1927 Fresco, 244 x 491 cm Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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Convocado como pintor invitado para colaborar en la conmemoración del Décimo Aniversario de la Revolución de Octubre por el presidente de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte, Edo Fimmen, Diego sería la estrella de la delegación mexicana. Se convertiría en huésped de la Unión Soviética, bajo el mando de su benefactor, Iosif Vissarionovich Djugashvili, ahora conocido como Josef Stalin. Para Diego, esto era una oportunidad para ver los frutos del comunismo de primera mano, así como una ocasión de escapar de la extremista Lupe. Afortunadamente, esta separación fue facilitada por un nuevo conocido, el joven y guapo poeta Jorge Cuesta, que un día confesó entre lágrimas su amor eterno por Lupe. Jorge y Lupe se casaron después de que Diego partiera hacia la Unión Soviética.

Formación del liderazgo revolucionario 1926-1927 Fresco, 354 x 555 cm Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo

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Mientras que Diego era agasajado y adulado, hablaba a grupos de artistas y mostraba fotografías de sus murales, los artistas rusos vieron en él un emisario que podía poner aquellas nuevas herramientas al servicio del comunismo a gran escala. Rivera dio conferencias acerca de la falta de efectividad de la pintura de caballete y su producción, concentrada en los pocos burgueses que podían permitirse comprarlas para colgarlas después allí donde sólo unos escogidos podían admirarlas. Los murales eran el auténtico arte del pueblo, pintados allí donde todo el mundo podía verlos... “y aprender de ellos”, puntualizó el Comisario de Educación e Ilustración.

Vista de la capilla mostrando La tierra liberada con las fuerzas naturales controladas por el hombre 1926-1927 Fresco, 692 x 598 cm Universidad Autónoma de Chapingo, Chapingo 118

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Cuando sugirió que los artistas debían fijarse en sus pintores emblemáticos (campesinos artesanos), fue acusado de apoyar a la Iglesia. De repente, se hizo más difícil encontrar voces favorables al proyecto del mural y los materiales empezaron a escasear. Estaba convirtiéndose rápidamente en una persona non grata dentro del mundo artístico soviético. Si bien no se había fijado con antelación fecha de conclusión de su estancia en la Unión Soviética, el Secretariado Latinoamericano del Kuomintern (Congreso Soviético) requirió que Diego se ausentara «durante unos pocos meses», que regresara a México. Poco después del desfile del primero de mayo en la Plaza Roja, Lunacharsky le comunicó a Rivera que el contrato del mural no iba a llevarse a cabo. Se le iban cerrando las puertas y, por su propia seguridad, Diego tenía que abandonar la Unión Soviética.

Retrato de Concha c. 1927 Óleo sobre lienzo, 62,3 x 48,3 cm Honolulu Academia de Artes, Honolulú

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Cuando regresó a Ciudad de México, sus conocidos percibieron que algo en su trabajo ya no era lo mismo. Los últimos frescos se habían hecho estridentes y habían perdido la calidez de los anteriores. En lo que respecta al comunismo, Diego se pasó el resto de su vida sumido en una especie de triste negación. Diego volvió a frecuentar el México bohemio y tenía a no pocas mujeres ardientes comiendo de su mano. En una de las fiestas de Modotti, en medio de invitados borrachos, conversaciones a gritos y una música atronadora que competía con un gramófono rayado, sacó su revólver e hizo callar para siempre al gramófono de un disparo seco. Fue testigo de este despliegue una jovencita menuda que caminaba con ademán rígido,

Distribución de las armas 1928 Fresco, 203 x 398 cm Pared sur, Patio de las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 122

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pero que hablaba como un hombre y hacía gala de una sonrisa cautivadora. Había sido estudiante en la Escuela Preparatoria y había sobrevivido a un terrible accidente de tranvía que le había causado una invalidez permanente, condenada a largos períodos de descanso en cama y a llevar corsés de escayola. También tenía talento para la pintura. Su nombre era Frida Kahlo. Se reencontraron algún tiempo más tarde, mientras Diego trabajaba en su fresco para el Ministerio de Educación. En efecto, según escritos posteriores de Diego y el diario de Frida, ella irrumpió en el patio del Ministerio de Educación mientras Diego estaba trabajando subido al andamio en la galería del tercer piso y vociferó: “¡Oiga, Diego, baje usted!”.

Emiliano Zapata (Mártir Emiliano Zapata) 1928 Fresco, 204 x 132 cm Pared norte, Patio del Trabajo, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 124

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Nadie le gritaba órdenes a Diego Rivera, y mucho menos una mujer. Desde su posición elevada, Diego miró hacia abajo y vio a una joven que le resultaba familiar, ya que se había fijado en ella en la fiesta de Modotti. Tenía el pelo cortado como un chico y le lanzaba su mirada debajo de unas cejas que prácticamente llegaban a unirse encima de su nariz. Llevaba un uniforme escolar azul y blanco y el cabello recogido en largas trenzas. En una mano llevaba un bastón sobre el que descansaba su peso, en la otra llevaba un lienzo que sostenía de tal modo que Diego no podía verlo. “Baje”, ordenó. «Quiero enseñarle algo».

La noche de los ricos 1928 Fresco, 205 x 157 cm Pared norte, Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 126

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Cuando, por fin, se encontró frente a ella, la joven comenzó a hablar sin preliminares educados, como si hubiera ensayado el discurso muchas veces. “No he venido aquí a flirtear, aun cuando tiene usted fama de mujeriego. Algunos de sus buenos amigos me han advertido que no debo hacer demasiado caso a todo lo que usted dice. Cuentan que si la persona que le pregunta su opinión es una chica joven y no es absolutamente horrible, usted está siempre dispuesto a lanzarse efusivamente sobre ella. Lo único que quiero es enseñarle mis cuadros. Si los considera interesantes, dígamelo; si no, dígamelo también, ya que, en ese caso, encontraré alguna otra cosa que hacer para colaborar en el mantenimiento de mi familia”.

Banquete en Wall Street 1928 Fresco, 205 x 155 cm Pared norte, Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 128

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Diego se encogió de hombros, se limpió las manos en el delantal manchado de yeso que pendía de sus axilas y tomó el cuadro con sus manos. Era un autorretrato. Diego mecía su mirada del cuadro a la joven y de la joven al cuadro. Ella le hizo un gesto con su bastón y Diego pudo ver tres pinturas más apoyadas en una columna. Diego enarcó una ceja en respuesta a la irreverente imposición de la joven, pero accedió a examinar las otras tres pinturas. Por último, regresó al autorretrato que tenía en su mano.

Nuestro pan 1928 Fresco, 204 x 158 cm Patio de Las Fiestas, Secretaría de Educación Pública Ciudad de México 130

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“En primer lugar”, dijo Diego, “me gusta el autorretrato. Es original. Me da la impresión que los otros tres han sido influenciados por cosas que has visto por ahí. Vuelve a casa y pinta otro cuadro. El domingo que viene pasaré por allí y te diré lo que pienso sobre él”. Frida termina así la anotación en su diario: “Se limitó a hacer eso, y concluyó que yo tenía talento”. Diego comenzó a cortejar a Frida Kahlo el día en que se desplazó hacia el número 126 de la Avenida Londres, en Coyoacán, hacia la Casa Azul donde Frida vivía con su devota y austera madre, Matilde —una mestiza—, su hermana menor Cristina y su padre Guillermo, un fotógrafo de cierto renombre.

El mundo azteca 1929 Fresco Palacio Nacional, Ciudad de México

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Frida había sido el hijo que su padre nunca tuvo. “¡Esa chica es un diablo!”, le confió Guillermo a Diego en un susurro cuando el pintor llegó a la Casa Azul, con intención de cortejarla. “Ya lo sé”, respondió Diego. “Bueno, al menos yo se lo he advertido”, dijo el padre, dio media vuelta y dejó a Diego en el patio. Frida tenía dieciocho años y Diego, cuarenta y tres. Para ser capaz de mantener a su nueva esposa y enviar dinero para colaborar en la manutención de sus tres hijos (uno con Angelina y dos con Lupe), además de poder pagarse sus materiales para que no se interrumpiera el flujo de pinturas de caballete y bosquejos que enviaba para ser vendidos en el Norte, Diego necesitaba encargos. Tenía el trabajo en los muros del Palacio Nacional, al que dedicaría sus esfuerzos a ráfagas durante veinte años.

La historia de Cuernavaca y Morelos – La esclavización de los indios – Construyendo el palacio de Cortés 1929-1930 Fresco Palacio de Cortés, Cuernavaca

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Pero los frescos para el gobierno mexicano, como ya se había puesto anteriormente de manifiesto, estaban muy mal pagados, teniendo en cuenta el tiempo y los gastos que requerían. Había aprendido el arte del fresco en las paredes del Ministerio de Educación, había perfeccionado su uso del color y el diseño en la Capilla de Chapingo y ahora se encontraba inmerso en la producción de otro desfile de eventos históricos en el Palacio. Debía sentir que estaba virtualmente “regalando” su nueva maestría creativa que tanto tiempo le había costado lograr.

La historia de Cuernavaca y Morelos – La conversión de los indios 1929-1930 Fresco Palacio de Cortés, Cuernavaca

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En este punto, vio cómo desaparecía repentinamente bajo sus pies el sistema de creencias que otrora lo había sustentado. Los enfurecidos ideólogos del Partido Comunista Mexicano se habían ido indignando cada vez más hasta ponerse de acuerdo sobre la manera en que Diego había ratificado el gobierno de Calles, decorando sus paredes y aceptando dinero por el trabajo. Era un colaborador. Vendía pinturas de caballete a los millonarios americanos. Había sido visto con funcionarios gubernamentales en eventos sociales. ¡Se había vendido al capitalismo!

La historia de Cuernavaca y Morelos – Cruzando la barranca 1929-1930 Fresco Palacio de Cortés, Cuernavaca

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Diego insistía en que el Partido había obrado correctamente al expulsarlo. Sin embargo, después cayó en una crisis nerviosa, entregándose a los tiernos cuidados de Frida, que veló por él hasta que se recuperó. Su desesperación por ser readmitido se chocó en tres ocasiones con el rechazo a la solicitud de reingreso. A pesar de que seguía considerándose un comunista, no se le concedió la readmisión en el Partido hasta 1955, dos años después de la muerte de Stalin. Diego Rivera fue nombrado director de la Academia de Arte de San Carlos veinticinco años después de haber sido expulsado de dicha institución. Enardecido por un fervor igualitario, Diego abrió de par en par las puertas de la Academia a artesanos (sopladores de vidrio,

La historia de México – Desde la conquista hasta el futuro 1929-1930 Fresco, 749 x 885 cm Paredes oeste y norte, Palacio Nacional, Ciudad de México

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grabadores y trabajadores de fundición) y mezcló artistas y artesanos en una entidad única y llamada “Trabajadores Sindicados de las Bellas Artes”. En el turno nocturno se ofrecería un programa de estudios de tres años, de modo que los estudiantes pudieran pasarse el día trabajando duro en las fábricas junto con habilidosos artesanos. Con su particular estilo férreo, Diego intentaba preparar a los artistas en varias disciplinas para que apreciaran todos los aspectos de la expresión plástica, un método que hoy en día se considera bastante normal y productivo. En 1929, sin embargo, era una herejía. “Diego Rivera quiere ser el Mussolini de los artistas”, clamaba el titular de un periódico.

La historia de México – El mundo de hoy y del mañana 1929-1935 Fresco. Palacio Nacional, Ciudad de México

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Volviendo atrás, en septiembre de 1929, Diego había recibido una proposición que reactivó su futuro financiero y creativo. Estando aún reciente el rechazo del Partido Comunista, asistió en una ocasión a una presentación del embajador de los Estados Unidos en México, Dwight Morrow. En la reunión, se hizo la propuesta de pagar a Diego (del bolsillo del propio embajador) para que pintara un mural en lo que había sido el palacio del conquistador Hernán Cortés en Cuernavaca. El proyecto era un gesto del Gobierno de los Estados Unidos, que quería mostrar su aprecio por la larga historia de México. Se le ofreció a Diego la increíble suma de $12.000 por sus murales, lo que incluía su salario, los materiales y la paga de su equipo de preparación.

La creación de un f resco, muestra de la construcción de una ciudad 1931 Fresco, 568 x 991 cm Instituto de Arte de San Francisco, San Francisco

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Mientras estaba trabajando, Frida le llevaba la comida todos los días y se quedaba un rato para charlar. Como reflejo del amor de Diego por la cultura nativa, su vida había comenzado a cambiar y había dejado de ser un marimacho para convertirse al “mexicanismo”, esto es, el orgullo de ser mexicano, dejar a un lado las influencias europeas y norteamericanas. Frida se vestía con el ropaje típico del Istmo de Tehuantepec. Estaba embarazada y, a pesar de que los doctores le habían advertido que dar a luz era un imposible debido a sus lesiones pélvicas, ella no les hizo caso. A los tres meses de embarazo sufrió un aborto espontáneo. El efecto fue devastador, pero no menos impactante que enterarse de que Diego había tenido un romance con una de las asistentes de su equipo de preparación. Pero también tenía una sorpresa para ella: se irían a San Francisco.

Retrato de un militar Museo Regional de Guadalajara, Jalisco

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Un comunista donde los americanos La tarjeta de admisión de Diego Rivera para los Estados Unidos ya se había empezado a fraguar mucho antes, en 1926, cuando el escultor Ralph Stackpole le dio una de las pinturas de Rivera a William Gerstel, presidente de la Comisión de Arte de San Francisco. Gerstel le ofreció a Rivera $1.500 por pintar 11 metros cuadrados en la Escuela de Bellas Artes de California. Entretanto, Stackpole había estado buscando por todas partes más patrocinadores para Rivera, cuando recibió un encargo para trabajar junto con otros artistas en las decoraciones de la nueva Torre de la Bolsa situada en el número 155 de la Sansome Street.

Alegoría de California 1931 Fresco, 43,82 m² La Bolsa del Pacífico, San Francisco. CA.

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Por supuesto, las opiniones extasiadas de unos pocos coleccionistas y conservadores de arte poco tenían que ver con los momentos de aprieto que atravesaba el servicio federal de inmigración. Su primera exposición individual en América se produjo en el Palacio de la Legión de Honor de California, mientras galerías de todo el estado intentaban pescar algo que tuviera su nombre para colgarlo en sus paredes.

Retrato de John Dunbar 1931 Óleo sobre lienzo, 199,5 x 158 cm Colección privada

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Tras terminar el mural de la Bolsa del Pacífico, Diego y Frida se alojaron como invitados en casa de la viuda de Sigmund Stern. Mientras estaban allí, Diego pintó un curioso mural casero al fresco de 1,6 x 2,6 metros sobre una base de acero galvanizado que lo convertía en portátil. La escena representaba a los hijos de la familia Stern, al hijo del jardinero de la finca y algunos trabajadores atendiendo un fértil huerto de almendros. Un tractor simbolizaba la agricultura moderna junto con símbolos del pasado. La obra fue trasladada a la Sala Stern, parte del campus de la Universidad de California, en Berkeley. Aquel pequeño mural era también reflejo de un período de cierta tranquilidad que disfrutaron los Rivera en 1931.

Paisaje con cactus 1931 Óleo sobre lienzo Colección privada

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De entre los encargos de California aún quedaba pendiente la pequeña sección de pared para el Instituto de Arte de San Francisco. Sin embargo, el nuevo presidente de México, Ortiz Rubio, otro antiguo general e ingeniero acostumbrado a respetar calendarios y contratos, exigía que Diego regresara y terminara los murales del Palacio Nacional. William Gerstle, el principal partidario de la obra de San Francisco, se reafirmó en sus posiciones. Varios representantes de la embajada pusieron sus manos a la obra, hasta que se decidió permitir a Diego terminar sus encargos en Estados Unidos antes de regresar a México.

Bienes 1931 Fresco, 239 x 188 cm Colección Dolores Olmedo, Ciudad de México

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Iniciado en abril y terminado en junio de 1931, el mural de la Escuela de Arte supuso el provechoso punto final de la primera visita de los Rivera a los Estados Unidos. Se marcharon de regreso a México, de modo que Frida pudo volver a respirar el polvoriento aire de su ciudad natal y Diego, volver a alimentar su cuenta bancaria. Al mismo tiempo, el presidente vio cómo los murales del Palacio Nacional proseguían, por fin, su escalada por la escalera central. Pero mientras trabajaba en el mural de la escalera, sus pensamientos volaban, seguramente hacia a Estados Unidos y hacia el largo camino a Detroit, Michigan, el corazón alimentado de acero del midwest industrial americano.

Edsel B. Ford 1932 Óleo sobre lienzo, 97,8 x 125,1 cm Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Mientras se encontraba trabajando en la Bolsa del Pacífico, Rivera había conocido a William Valentiner, director del Instituto de las Artes de Detroit. Valentiner mostró con efusividad su deseo de contar con el trabajo del mayor muralista del mundo en las paredes de su Instituto de las Artes. Valentiner se apresuró en regresar a Detroit y se reunió con la Comisión de las Artes para llevar a Rivera a su ciudad y decorar dos paredes del patio central del Instituto de las Artes. Ajeno a las conversaciones que estaban dando forma a su futuro, Diego había regresado a su trabajo día y noche en los murales del Palacio. Al mismo tiempo, se había gastado algo del dinero que había traído de California en dos

La raza roja 1932 Pigmento marrón y rojo con carboncillo sobre carboncillo claro 270 x 585 cm Colección privada 158

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casas que serían diseñadas y construidas por el arquitecto-pintor Juan O’Gorman, en el barrio de San Ángel de Ciudad de México: una grande para sí mismo y otra más pequeña para Frida, conectadas por una pasarela en el segundo piso. La vida le sonreía a Diego Rivera, pero una mañana se puso aún mejor. Frances Flynn Paine le hizo una visita en su andamio y le ofreció una exposición individual en el Museo de Arte Moderno (MOMA) de Nueva York. Diego, Frida y el asistente que había estado con él tantos años, Alva de la Canal, todos bajo el cuidado de Mrs. Paine, llegaron a Nueva York el 13 de noviembre de 1932. Con la ayuda de Clifford Wight, Lucienne Bloch y Canal, Diego se lanzó en este maratón de pintura de quince horas diarias para lograr hacer siete de estas nuevas obras.

La raza negra 1932 Pigmento marrón y rojo con carboncillo sobre carboncillo claro 264 x 582 cm Colección privada 160

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Cuatro de los murales eran adaptaciones de sus paneles de México. Los otros tres giraban alrededor de escenas de la construcción de Manhattan. Además de trabajar en los murales portátiles, Diego ayudó a preparar ochenta y nueve dibujos, estudios, pasteles y acuarelas creados para otros murales, junto a cincuenta y seis pinturas de caballete. En 1931, el MOMA no tenía aún unas paredes propias, sino que alquilaba salas en el Edificio Heckscher, en el 730 de la Quinta Avenida, a diez plantas sobre el nivel del suelo. Ésta era la decimocuarta exposición del museo y sólo su segunda muestra individual y la fuerza de la pintura de Diego pulverizó todos los récords de asistencia previos, alcanzando

los

57.000

visitantes

en

30

días.

La raza blanca 1932 Pigmento marrón y rojo con carboncillo sobre carboncillo claro 271 x 584 cm Colección privada 162

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Recibió la aclamación tanto por parte de la crítica como de las frenéticas masas de público asistente. Conforme iba bajando la afluencia en su exposición de Nueva York, la mente de Diego se trasladó al encargo que le esperaba en Detroit. En 1932, el Instituto de las Artes de Detroit era mucho más pequeño que hoy, si tenemos en cuenta que se le han añadido dos nuevas alas. Pero en aquella época su entrada no era menos elegante, subiendo por una escalera en dirección a la Sala Grande con su techo abovedado y sus ventanas de medio punto, a las que sólo faltaba el cristal coloreado para completar la sensación de estar en una catedral. Para Edsel Ford y los demás industriales que apoyaban el proyecto, se trataba de un dinero bien gastado. Sin embargo, los reclutamientos sindicales y las huelgas contra los fabricantes del sector del automóvil habían dado lugar a desgraciados enfrentamientos.

La raza amarilla 1932 Pigmento marrón y rojo con carboncillo sobre carboncillo claro 269 x 582 cm Colección privada 164

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La única manera verdaderamente auténtica de apreciar el genio de Diego Rivera es ponerse al frente de su trabajo mural al fresco. A diferencia de un cuadro, un mural al fresco permanece allí donde fue creado como una parte más de la arquitectura. Mientras proseguía el trabajo de preparación y Diego hacía los bosquejos, Lucienne Bloch y Frida se pusieron a preparar el apartamento de los Rivera en el Wardell Hotel. La larga estancia de Frida en los Estados Unidos, enfrentándose a aquel choque cultural y a las secuelas de las numerosas galas y reconocimientos, hizo que su salud se deteriorara. Y ahora, además de descubrir una lesión tropical en el pulgar de su pie, descubrió que estaba embarazada de nuevo.

Industria de Detroit (pared sur) – La prensa de estampación 1932-1933 Fresco. Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Deseaba con locura tener un niño con Diego, pero el coro de doctores renunció al unísono a la idea a causa de la interferencia que producían sus lesiones pélvicas con la matriz, con el canal de nacimiento y, virtualmente, con todos y cada uno de los aspectos del embarazo. Por si su estado no era suficientemente precario de por sí, Lucienne y ella se vieron obligadas a hacer un tortuoso y largo viaje en tren desde Detroit a Coyoacán, donde la madre de Frida estaba agonizando. Todo parecía estar en contra de ella y a los cuatro meses de embarazo sufrió una hemorragia. Presa de la histeria causada por el remordimiento y el dolor, la sacaron en silla de ruedas de su habitación para ser intervenida quirúrgicamente, mientras los asistentes trataban de detener el flujo de sangre. El feto de un varón salió en pedazos. Frida se desvaneció en medio de un vacío de narcóticos.

Industria de Detroit (pared sur) – Farmacia y Cirugía 1932-1933 Fresco. Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Mientras Frida se recuperaba durante el cálido julio de 1932, Diego comenzó a trabajar en los veintisiete paneles, contando su historia en tres niveles por cada pared. A lo largo de los muros ondulan estratos del terreno, ganchos de líneas de montaje, circuitos de vagonetas de cable que suben y bajan por cintas transportadoras, todo ello describiendo el desfile evolutivo sin fin que va desde la tierra hasta los materiales hechos por el hombre. A la vez que se destacan algunos retratos —la mayoría de hombres vistiendo traje y corbata—, los trabajadores tiran, elevan y empujan juntos en una coreografía unísona, mientras detrás, alrededor y debajo de ellos, toda esa colmena funciona en medio de una cacofonía de convulsa composición. Las máquinas implacables de acero perforan y agujerean, atornillan y machacan. Suenan los silbatos dividiendo las horas en intervalos de trabajo.

Industria de Detroit (pared sur) – Producción del exterior del automóvil y ensamblaje f inal 1932-1933 Fresco. Instituto de las Artes de Detroit, Detroit 170

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El 13 de marzo de 1933, Diego enfundó sus pinceles y declaró la obra concluida. La edición del Detroit News del 18 de marzo de 1933 decía, entre otras cosas, que los murales eran “... de concepción tosca... estúpidamente vulgares... carentes de significado para el espectador inteligente... una denigración para los trabajadores de Detroit... antiamericanos”. Conforme Diego se acercaba a los cincuenta años, su vigoroso régimen de trabajo comenzó a pasar factura a su condición física. Cuando Frida regresó, después de haber arreglado todo lo relativo a la muerte de su madre en México, apenas reconoció a Diego al encontrarse en la estación. La reacción de Diego a la fatiga provocada por tantas horas de trabajo fue una dieta vegetariana que se llevó consigo casi cuarenta y cinco de sus abundantes kilos.

Industria de Detroit (pared norte) – Fabricación de bombas de gas venenoso y Células sofocadas por gas venenoso 1932-1933 Fresco Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Ocho meses después de su desastroso aborto natural, y seis meses después del largo viaje en tren de ida y vuelta a México, Frida estaba físicamente agotada. Ambos se alegraban de dejar Detroit. Llegaron a Nueva York el 20 de marzo. La construcción del Rockefeller Center de Nueva York estaba próxima a su conclusión. El arquitecto que trabajó para los Rockefeller, Raymond Hood, había creado los parámetros para un mural heroico en el vestíbulo público del edificio. Al estilo del mundo de los negocios, lanzó una petición de oferta a cada uno de estos tres artistas: Pablo Picasso, Henri Matisse y Diego Rivera.

Industria de Detroit (pared norte) – Vacunación y embrión humano sano 1932-1933 Fresco Instituto de las Artes de Detroit, Detroit 174

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Picasso ni siquiera se dignó mirar el documento (ni a la persona que se lo entregó). Matisse se mostró educado, explicando que su estilo no tenía nada que ver con la petición. Y titulado El hombre en la encrucijada mirando con esperanza hacia la elección de un futuro nuevo y mejor, Diego comenzó los bosquejos preliminares. Rivera presentó su bosquejo, consiguió que lo aprobaran los Rockefeller y continuó con el mural, que se elevaría en la pared frontal y en los laterales de los ascensores que había frente a la entrada principal del Centro. Pronto, no obstante, aquel “futuro” pareció dejarse en manos de un “líder de los trabajadores” en el cuadrante inferior derecho de la composición,

Industria de Detroit (pared norte) – Producción y fabricación del motor y la transmisión 1932-1933 Fresco Instituto de las Artes de Detroit, Detroit 176

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cuya cara se había ido manteniendo neutral, pero que ahora se había convertido claramente en el que Diego consideraba patriarca de la clase trabajadora igualitaria, Vladimir Lenin. Cada vez más gente se iba dando cuenta del retrato y el rumor terminó por llegar a Rockefeller, quien envió a Diego una nota en un tono muy educado pero que venía a decir “¡Deshazte de Lenin!”. El magnate expresó su rechazo con educación pero, al mismo tiempo, con una arrogancia casi humorística: “... antes que mutilar la concepción, preferiría la destrucción física de la concepción en su totalidad, para preservar, al menos, su integridad”.

Industria de Detroit (pared este) 1932-1933 Fresco. Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Como nunca había tratado con hombres del particular espíritu combativo de Rockefeller, Rivera se llevó una sorpresa cuando el personal de seguridad del Rockefeller Center se presentó junto al andamio y les dio a él y a sus asistentes el tiempo justo para bajar con sus pinceles, paletas y materiales. Se había acabado la gran aventura, pero Diego aún encontró una pared final para pintar, en la Nueva Escuela de Trabajadores situada en la West 114th St.

Industria de Detroit (pared este) – Mujer cogiendo grano 1932-1933 Fresco, 257,8 x 213,4 cm Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Las últimas décadas Volver a México no era necesariamente sinónimo de felicidad y así lo pudo comprobar Frida cuando se mudaron a sus dos nuevas casas. Frida comenzó de nuevo a sospechar que Diego tenía un romance con otra y descubrió que el último interés amoroso de Diego era su hermana pequeña, Cristina. Las dos personas que más amaba en el mundo y en las que más confiaba eran las que la habían traicionado más amargamente. Sufrió un tercer aborto natural en su tercer mes de embarazo. Le extrajeron el apéndice, y el dolor en su pie derecho se había agudizado tanto, que hizo que le amputaran los cinco dedos.

Industria de Detroit (pared este) – Mujer cogiendo f ruta 1932-1933 Fresco, 257,8 x 213,4 cm Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Por si todo esto fuera poco, su aflicción aumentó cuando Diego se negó a poner fin a su romance con Cristina. La decepción de Frida y la herida que le infligió el propio Diego ya nunca se curarían por completo. Frida hizo maletas y se marchó a Nueva York con dos amigas. Disfrutó una etapa de hedonismo, tanto con hombres como con mujeres, pasando como un vendaval entre la élite social que era a la vez aburrida y aventurera. Diego, como de costumbre, se refugió en su trabajo. Solicitó al Gobierno una pared para reproducir el mural que había propuesto para los Rockefeller y que se había quedado a medias. Le concedieron una pared en el tercer piso del centro de cultura nacional, el Palacio de Bellas Artes. Fue el primer artista mexicano que recibió este honor.

Industria de Detroit (pared oeste) 1932-1933 Fresco. Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Una vez más, Rivera entrelazó la composición con los sospechosos habituales: Marx, Engels, Lenin, Trotsky y el biógrafo de Diego, Bertram Wolfe, todos ellos agrupados en el lado “bueno” del tríptico, detrás de un estandarte comunista

proclamando

la

IV

Internacional,

un

movimiento antiestalinista. El retrato de Nelson Rockefeller constituye un añadido en el lado “malo”. Una vez terminados los murales del Palacio de Bellas Artes y el Palacio Nacional no quedaba ya ninguna pared pendiente en el futuro inmediato de Diego, de modo que regresó a las pinturas de caballete y los retratos.

Industria de Detroit (pared oeste) – Vapor 1932-1933 Fresco, 518,2 x 169 cm Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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A pesar de que muchos de sus temas eran mujeres adineradas como Adalgisa Nery, Natasha Gelman y la actriz Paulette Goddard, también realizó pinturas a partir de bosquejos de lugareños indígenas trabajando (El cargador de flores, 1935) y jugando (Baile fandango en Tehuantepec, un torbellino festivo con reminiscencias de Gauguin). A lo largo de la década de los 40, Diego realizó muchos estudios acabados de una niña india con sus trenzas atadas a la altura de sus omoplatos. Su presencia se convirtió en toda una seña de identidad en sus últimas pinturas y frescos. Otro elemento distintivo fueron las calas, unas flores blancas dominadas por un estambre amarillo muy grande que surge de su centro.

Industria de Detroit (pared oeste) – Electricidad 1932-1933 Fresco, 518,2 x 170,2 cm Instituto de las Artes de Detroit, Detroit

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Escondidos por sus partidarios en lugares seguros, Trotsky y su mujer Natalia iban de refugio en refugio a través de toda Europa. Diego vio esta situación como la posibilidad de realizar un acto patriótico que favorecería su readmisión en el Partido. Se empeñó en convencer al presidente mexicano Cárdenas a prestar refugio a tan importante figura política internacional. Los Trotsky fueron conducidos a la Casa Azul de Frida, donde pasarían dos años sin pagar alquiler. Desde su primer encuentro, Trotsky, que en aquel momento tenía cincuenta y siete años, inconfundible con su melena plateada y su brillante intelecto, se sintió atraído por la encantadora joven mexicana que, a sus veintinueve años,

Unidad proletaria (panel diecinueve de Retrato de América,

una serie de veintiún frescos portátiles pintada para la Nueva Escuela de Trabajadores) 1933 Fresco, 161,9 x 201,3 cm Museo de Arte de la ciudad de Nagoya, Nagoya, Japón 190

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era una artista en pleno florecimiento y poseía un agudo ingenio. Su autoestima también había mejorado tras sus fiestas neoyorquinas y un romance de ocho meses con el atractivo escultor Isamu Noguchi. Los dos amantes planeaban irse a vivir juntos a un apartamento en Ciudad de México, pero cuando el mobiliario encargado para el nido de amor terminó yendo a parar a la puerta principal de Diego, incluido el recibo, Rivera perdió la razón y echó mano de su fiel Colt 44. Afortunadamente, antes de que irrumpiera en la Casa Azul, que era donde se citaban, Noguchi logró salir del dormitorio y cruzar el tejado. Diego nunca tuvo una oportunidad clara de lograr un buen tiro.

El hombre, controlador del Universo 1934 Fresco, 485 x 1145 cm Museo del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México

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Trotsky y Frida se comunicaban a través de notas que dejaban en un libro y supieron llevar su affaire con discreción, viéndose en casa de Cristina. Por aquella época, Frida ya había perdonado el romance de su hermana con Diego. Sin embargo, la mujer de Trotsky, Natalia, no demostró una mente tan abierta cuando descubrió dicho romance y le lanzó a su marido un “o ella o yo”. Como buen ideólogo contumaz que era, Trotsky veía el divorcio como un perjuicio para su imagen y, por aquella época, había empezado a sentirse “incómodo” con el reincidente empeño comunista de Diego. Natalia y él buscaron alojamiento en otra parte y se trasladaron a Coyoacán.

El portador de f lores 1935 Óleo y temple sobre Masonita, 121,9 cm x 121,3 cm Museo de Arte Moderno de San Francisco, San Francisco, CA

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El 24 de mayo de 1940, actuando como sicarios estalinistas, David Alfaro Siqueiros y Vittorio Vidale atacaron la sede de Trotsky, pero fracasaron en su intento de asesinato. Más tarde, otro agente estalinista llamado Ramón Mercader consiguió ganarse la confianza de Trotsky y se acercó lo suficiente al envejecido revolucionario como para clavarle un piolet en el cráneo. Frida se puso histérica cuando se enteró de su muerte. Conocía a Mercader y había estado con él en París cuando se había separado de Diego. En octubre de 1938, Frida se había marchado a Nueva York para realizar su primera exposición individual de pintura en la Levy Gallery. Durante la primera quincena de noviembre se vendió alrededor de la mitad de las 25 obras.

Una parodia del folclor y la política mexicana (La dictadura, La danza de los huichilobos, México turístico y folclórico y El festival de Huejotzingo) 1936 Fresco, 389 x 211 cm Museo del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México 196

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A su regreso tras la exitosa gira por las capitales del mundo artístico, encontró a Diego un tanto frío con ella. Aunque a Rivera nunca le habían importado sus devaneos lésbicos, acostarse con Noguchi, Murray y Trotsky era ya demasiado y Diego le pidió el divorcio. Por aquel momento, Diego mantenía un romance con la estrella de Hollywood Paulette Goddard. El intento fallido de Siqueiros y Vidale del 24 de mayo puso a Diego en guardia con respecto a su propia seguridad. Con estalinistas disparando a discreción en su propio patio trasero, Diego cogió el teléfono y le dijo a Paulette que hiciera sus maletas. Con un simple gesto de la cabeza y un guiño (y un pasaporte diplomático), despegó del aeropuerto de Ciudad de México, cruzó la frontera de los Estados Unidos, se detuvo en Brownsville,

Retrato del poeta Lalane 1936 Óleo sobre lienzo Colección privada

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Texas, donde el Servicio de Inmigración y Naturalización le expidió un visado para un año, y continuó hacia San Francisco. Allí, casualmente, el arquitecto Tim Pflueger y el adinerado devoto de Diego, Albert Bender, tenían un contrato para un mural al fresco que parecía estar esperándole. La Exposición Internacional del Golden Gate estaba en fase de preparación y Diego debía pintar un fresco móvil para el público que contemplara uno de los complejos de la Exposición llamado Arte en Acción.

Modesta 1937 Óleo sobre lienzo Colección privada

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Cuando la policía irrumpió en la casa de los Rivera, llamó a Diego desde la Casa Azul para anunciarle que lo llevaban a un interrogatorio de doce horas. Como Diego tenía a guardias armados, cuidando su lugar de trabajo en la isla. Dispuso lo necesario para que Frida fuera a San Francisco a principios de septiembre, donde se pondría en manos de su fiel amigo, el doctor Eloesser. Él le diagnosticó osteomielitis, la obligó a dejar de fumar y le recomendó que guardara reposo en cama, en el apartamento que Diego tenía en 49 Calhoun Street, en la parte alta de la Colina del Telégrafo. Tras un breve período de recuperación, voló a Nueva York, donde continuó recuperándose con sus amigos.

Retrato de Lupe Marín 1938 Óleo sobre lienzo, 171,3 x 122,3 cm Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

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El día del cumpleaños de Diego, el 8 de diciembre de 1940, Frida y él volvieron a casarse bajo las condiciones de Frida. “Ella quería ser económicamente autosuficiente a través de su propio esfuerzo y vivir de lo que ganaba vendiendo sus propias obras; yo debía hacerme cargo exclusivamente de la mitad de los gastos domésticos, nada más; no habría relaciones sexuales. Frida explicó esta condición diciendo que era imposible para ella superar la barrera psicológica que se levantaba cuando pensaba en todas mis otras mujeres. Yo estaba tan loco de alegría de volver a tener a Frida conmigo que accedí a todo”. Ninguna de las condiciones superó la prueba del paso del tiempo. Los paneles murales móviles de Rivera para la Exposición del Golden Gate en la Isla del Tesoro le llevaron seis meses.

Autorretrato 1941 Óleo sobre lienzo, 61 x 43 cm Smith College Museum of Art, Northampton, Massachussets, Estados Unidos 204

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El mundo del arte había cambiado ya completamente de órbita. Los impresionistas habían sido reemplazados por los post-impresionistas, la salvaje realidad de la Primera Guerra Mundial había puesto al arte en contacto directo con la representación de la angustia en estado puro, la forma humana se había desvanecido en la abstracción de sus elementos y el espacio que la rodeaba. Ahora menguaba el número de cubistas e incluso de surrealistas, dentro de un mundo de lienzos gigantes trabajados con las preocupaciones que emanaban del ser humano que empuñaba un pincel, una espátula o un palo remojado en pintura, con un aprecio meramente nominal por una vaga conexión con el espectador.

Retrato de Natasha Gelman 1943 Óleo sobre lienzo Colección privada

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Diego Rivera se había convertido en un anacronismo. Sus pinturas seguían vendiéndose apenas se secaban, pero ya no como gran arte, sino más bien como nostalgia, residuos relacionados con aquellas grandes imágenes fantasmagóricas entrelazadas sobre paredes al sur de la frontera que sobrevivían a duras penas en los Estados Unidos. Además, sus pinturas poseen una pureza por lo que respecta a su punto de vista: no son parte de un todo mayor, sino meras observaciones de un artista con una visión aguda y penetrante, es decir, Rivera en su salsa, observando la vida a su alrededor.

Retrato de Natasha Gelman 1943 Óleo sobre lienzo Colección privada

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Durante la Segunda Guerra Mundial, se enfrascó en la construcción de una combinación de estudio, templo y búnker, hecho de piedra volcánica y dividido en tres pisos, destinando el superior a albergar su estudio. Su función original era convertirse en un espacio museístico que diera cabida a su enorme colección (42.000 piezas, en el momento de su muerte) de antigüedades precolombinas que había acumulado con cada centavo que ahorraba. En opinión de muchos, aquello iba ser su tumba.

Vendedora de alcatraces 1943 Óleo sobre lienzo Colección privada

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Se pasó años embarrando incoherentemente con su pincel las paredes del Palacio Nacional y, además, legó al Instituto Nacional de Cardiología una colección de cabezas retratadas, arracimadas como uvas por encima de grisallas que retratan escenas de las artes curativas. Más tarde, se sacudió el polvo y un ataque de bronconeumonía para crear Sueño de un domingo por la tarde en la Alameda sobre una pared de un restaurante del Hotel del Prado.

La historia de la cardiología 1943-1944 Fresco, 600 x 405 cm Auditorio Universidad Ibero-American, Tlapan, México

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El mural narra la historia del México moderno desde el siglo XIX hasta el siglo XX utilizando un compendio cronológico de personajes reconocidos que tuvieron influencia sobre esa historia. Es una procesión fantástica autobiográfica de estos personajes, como si el desfile se detuviera lo suficiente —una pausa teatral— para que todos ellos se giraran para mirar a los clientes del restaurante. Hay un plano frontal, uno medio y uno de fondo que da profundidad, todos ellos por debajo de un dosel de ramas de un árbol con forma de tentáculos. Un grupo de globos para los niños refleja, en primer plano, al globo aerostático que se eleva en el plano de fondo.

El sastre Henri de Châtillon 1944 Óleo sobre lienzo, 121 x 152 cm Colección Vicky y Marcos Micha, Ciudad de México

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Casi en el centro, vemos a Diego como un niño pálido con calcetines a rayas frente a una Frida adulta que lleva puesto un rebozo de color rojo carmín y descansa su mano sobre el hombro de Diego. Éste coge de la mano a la célebre caricatura de un esqueleto vestido con ropa a la moda, La calavera. Lupe Marín está más a la derecha junto con las dos hijas que tuvo con Diego, representadas adultas, cerca del personaje de Diego por antonomasia, la niña indígena con sus trenzas atadas.

Retrato de Adalgisa Nery 1945 Óleo sobre lienzo, 123,3 x 62,4 cm Colección Dora y Rafael Mareyna, Ciudad de México

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En su representación de esta bucólica escena, no podía faltarle al menos un toque del credo personalsocial-político del pintor en el desfile histórico. En un trozo de papel de unos cinco centímetros hay una cita de un estudiante de la Academia de Letrán, que estaba situada en la parte sur del parque. Ignacio Ramírez, personaje que se ganó reconocimiento abogando por la separación de Iglesia y Estado bajo el gobierno de Juárez, lo había proclamado en una conferencia a los estudiantes y al profesorado: “Dios no existe”.

La gran ciudad de Tenochtitlán 1945 Fresco, 492 x 971 cm Palacio Nacional, Ciudad de México

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“¡Muerte a Diego Rivera!” bramaban los gritos de las multitudes conservadoras que invadían el hotel, ricos religiosos partidarios de una contrición de golpecitos culpables en el pecho. “¡Larga vida a Jesucristo!”, gritaban. Volaban piedras por las ventanas del estudio de Rivera en San Ángel y hasta en el recibidor de la Casa Azul en Coyoacán. Un grupo de estudiantes reaccionarios irrumpió en el hotel y rayó la cita ofensiva. Con la ayuda de sus colegas artistas, Orozco y el fervoroso Siqueiros, Diego organizó una contramanifestación y, mientras los manifestantes les lanzaban andanadas metafísicas, ellos repararon el daño.

Campesinos 1947 Óleo sobre lienzo Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Paulo, Sao Paulo 220

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Pero el problema no acabó ahí y los periódicos no paraban de publicar ataques, mientras los dueños del hotel temblaban de miedo. Como de costumbre, Diego se opuso a todas las peticiones de cambiar las palabras. Finalmente, se levantó una mampara tapando el mural, que se quitaría sólo a petición de dignatarios importantes. En 1949, después que la controversia del mural del Prado hubiera tenido tiempo de sobra para desvanecerse, el gobierno mexicano hizo algunos cálculos rápidos y constató que Diego Rivera había sido un artista con gran capacidad de trabajo que había representado a su país durante cincuenta años. Se convocó a coleccionistas y museos de todo el mundo y fue posible reunir quinientas piezas en el Instituto Nacional de Bellas Artes,

Paisaje nocturno 1947 Óleo sobre lienzo, 111 x 91 cm Colección INBA, Museo de Arte Moderno, Ciudad de México

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organizando una exposición retrospectiva de aquellos 50 años. La retrospectiva le devolvió a Diego su antiguo status de estrella. Para el evento, Diego crearía un mural especial móvil, cuyo tema sería la paz. Hizo, pues, una obra enorme de 10 x 4,5 m, titulada La pesadilla de la guerra y el sueño de la paz. La pintura representaba a un sonriente Josef Stalin y a un idealizado y paternal Mao Zedong que se enfrentaban a la severa seriedad de la efigie del tío Sam, con una ametralladora colgada a su espalda, la Biblia en una mano y una bolsa de dinero en la otra, frente a hombres ahorcados y un negro clavado a una cruz, un John Bull de aspecto matón y la francesa María Antonieta, con la mirada perdida y desconcertada.

Las tentaciones de San Antonio 1947 Óleo sobre lienzo, 90 x 110 cm Museo Nacional de Arte, Ciudad de México

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Stalin ofrece un bolígrafo al horrible trío mientras más abajo, en su silla de ruedas del dolor, una leal Frida Kahlo de mirada destrozada sostiene la Petición de Paz de Estocolmo para ser firmada. Diego estaba seguro de su readmisión al Partido Comunista. Naturalmente, al descorrer el telón de la obra por primera vez en México, el Gobierno profirió un aullido colectivo. El gobierno le notificó inmediatamente que su Pesadilla no podía ser colgada, mostrada o reproducida en ninguna parte representando nada que tuviera que ver algo con México.

Sueño de una tarde de domingo en el Parque de la Alameda 1947-1948 Fresco, 480 x 150 cm Museo Mural Diego Rivera, Ciudad de México

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Una derivación del escándalo de París salió a la superficie en Detroit, cuando el Ayuntamiento de la ciudad hizo una llamada al Instituto de las Artes solicitando una reevaluación de los murales que aún adornaban el patio del museo. Los comisarios del Instituto de las Artes de Detroit dieron muestra de una firme integridad al responder a la solicitud del Ayuntamiento: “Es indudable que Rivera disfruta creando problemas... pero este hombre, que a menudo se comporta como un niño, es uno de los talentos más sobresalientes del hemisferio occidental... Ningún otro artista en el mundo podría haber pintado murales de tal magnitud y fuerza. Recomendamos que esas pinturas permanezcan expuestas”.

Retrato de una actriz 1948 Óleo sobre lienzo, 61 x 49 cm Colección Gobierno del Estado de Veracruz, Veracruz

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En abril de 1953, Frida Kahlo fue protagonista de su primera y única exposición individual en México, en la Galería de Arte Contemporáneo. Allí, estaba constantemente rodeada de una multitud de amigos y admiradores que la animaban con sus comentarios, intentando que no decayera la alegría. Pero cualquiera que mirara al rostro de la que en otro tiempo había sido la chica de la Casa Azul de Coyoacán, elevada de espíritu, profana, leal, habladora, talentosa, inteligente, podía darse cuenta de que se estaba muriendo.

Retrato de Ruth Rivera 1949 Óleo sobre lienzo, 199 x 100 cm Colección Juan Coronel Rivera, Ciudad de México

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Le ordenaron que no saliera de la cama, pero el 2 de julio de 1954 Frida insistió en acompañar a Diego a una manifestación comunista contra la CIA y a su manera de orquestar el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz Guzmán. Diego escribiría: “La tarde anterior, me dio el anillo que había comprado para nuestras bodas de plata, para las que faltaban diecisiete días. Le pregunté por qué me daba entonces el anillo y ella replicó ‘porque siento que te voy a dejar muy pronto’”.

Autorretrato 1949 Temple sobre lino, 34,9 x 27,9 cm Colección privada

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Frida tenía 47 años cuando murió la tarde del 13 de julio de 1954 en la Casa Azul, justo en la misma habitación en la que había nacido. La desesperación de Diego lo envejeció terriblemente, minando su ilimitada energía. Su único alivio por la pérdida de Frida llegó con el mensaje de Moscú que le informaba que había sido readmitido en el Partido Comunista. El anuncio pareció reavivar su llama. Dieciséis días después del primer aniversario de la muerte de Frida, Diego se casó con la editora Emma Hurtado. Esta era una unión inverosímil, ya que sólo nueve meses tras la muerte de Frida le habían diagnosticado a Diego cáncer de pene. El sexo había pasado a mejor vida. Quizá fue Frida Kahlo la que rió de últimas…

Retrato de la Señora Doña Evangelina. Rivas de Lachica 1949 Óleo sobre lienzo, 198,1 x 139,7 cm Colección privada

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Aun conociendo su impotencia, Emma se casó con él y, a lo largo del poco tiempo que duró su relación, ésta no estuvo exenta de amor. Después de su boda, Diego y Emma se marcharon a Moscú, donde se sometió a tratamientos de cobalto para curar su cáncer. Mientras estaba allí, con Emma a su lado, la necesidad que sentía por trabajar se sobrepuso a la insistencia de los doctores para que guardara reposo en cama. Muy al contrario, Diego creó más de 400 bosquejos y acuarelas durante su estancia de siete meses en la Unión Soviética.

Autorretrato 1949 Óleo sobre lienzo, 31 x 26,5 cm Colección privada. Houston

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Regresó a México con el certificado de curación expedido por los médicos soviéticos. Durante el año siguiente, volvió a saltar a la palestra. El 15 de abril de 1956, irrumpió en el Hotel del Prado al frente de un gran contingente de periodistas alertados por él, hizo que instalaran un andamio junto al mural oculto y pintó encima de la declaración “Dios no existe”. Al salir, proclamó también: “Yo soy católico”. Este reconocimiento, en boca de aquel viejo librepensador comunista, dejó boquiabiertos a todos los que le conocían. De un plumazo, había apaciguado a Roma, que siempre había condenado su “herejía” y su falta de fe.

La civilización totonaca 1950 Fresco, 492 x 527 cm Palacio Nacional, Ciudad de México

238

239

Cumplió 70 años en diciembre de 1956 y, por aquel entonces, su ritmo vital y creativo ya había decrecido. A menudo concedía entrevistas y algunas de sus últimas pinturas de caballete ilustraban los artículos, pero se refería constantemente a su necesidad de regresar a los frescos, su auténtica forma artística. En la Escuela de Cardiología le estaba esperando una pared y se puso a hacer algunos bosquejos preparatorios. Hizo algunos retratos y unas cuantas ardientes puestas de sol, pero no conseguía avanzar.

La historia de la medicina en México – El pueblo en demanda de salud 1953 Fresco Hospital de la Raza, Ciudad de México

240

241

En septiembre de 1956 fue víctima de un ataque de flebitis que paralizó su brazo derecho. Hizo que le instalaran una cama en su estudio de San Ángel, rodeado por sus pinturas, bosquejos, viñetas y cientos de ídolos, objetos curiosos y amuletos precolombinos. En la medianoche del 24 de noviembre de 1957, su esposa Emma oyó sonar la campanilla de Diego y se acercó a la cama de su estudio. “¿Quieres que levante la cama?”, le preguntó a Diego. “No”, replicó, “al contrario, bájala.”

Historia popular de México 1953 Mosaico Teatro de los Insurgentes, Ciudad de México

242

Y entonces, en el dormitorio de la casa que había construido junto a la de la mujer que había amado, Diego Rivera murió. Sus cenizas se guardaron en una urna en el Bellas Artes junto con las de otros hombres célebres de México. Su deseo había sido que se mezclaran sus restos con las cenizas de Frida Kahlo, una última unión eterna, pero su fama en el momento de su muerte lo había lanzado más allá del sentimentalismo doméstico. Ahora pertenecía a la historia del arte mundial. El hombre-niño, el “buscaproblemas”, el príncipe-rana, el maestro del fresco, el pintor “rojo”... cualquiera que crea conocerlo conserva la imagen del gran hombre con su sombrero.

El taller del pintor 1954 Óleo sobre lienzo, 179 x 150 cm Colección Acervo Patrimonial de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Ciudad de México 244

Durante décadas había deseado encontrar una voz y una visión propias. Cuando encontró en la pintura al fresco ese modo de comunicación único, encontró al mismo tiempo un pacto con el diablo que hacía necesarios

espacios

públicos

para

exhibir

sus

convicciones e interpretaciones profundamente sentidas. Sus mujeres —a pesar del mal trato que daba a sus sentimientos y su constante promiscuidad— nunca dejaron de hablarle. Era un producto de su propio mito que sólo al final se convirtió en una triste caricatura. Pero Diego derrotó a la mortalidad y vive en su arte al igual que vivió en vida: a lo grande. Viva, Diego. Viva.

México prehispánico y colonial – La conquista o Llegada de Hernán Cortés a Veracruz 1957 Fresco Palacio Nacional, Ciudad de México 246

247

Lista de ilustraciones A Adoración de la virgen

27

Alegoría de California

149

Alianza del campesino y el trabajador de la industria

89

Alrededores de París

53

Autorretrato

13

Autorretrato

45

Autorretrato

205

Autorretrato

233

Autorretrato

237

B Bañista en Tehuantepec

63

Bañistas en Tehuantepec

91

Banquete en Wall Street

129

Bienes

155

C Campesinos Creación 248

221 61

D Danza de las cintas

77

Día de muertos – Fiesta en la ciudad

85

Día de muertos – La ofrenda

79

Distribución de las armas

123

E Edsel B. Ford

157

El abrazo

67

El agitador

101

El hombre, controlador del Universo

193

El matemático

57

El mundo azteca

133

El portador de flores

195

El sastre Henri de Châtillon

215

El taller del pintor

245

Emiliano Zapata (Mártir Emiliano Zapata)

125

Entrando a la mina

69

Estudio para El cántaro

25 249

F Formación del liderazgo revolucionario

117

Fuerzas subterráneas

113

H Historia popular de México

243

I Industria de Detroit (pared este)

179

Industria de Detroit (pared este) – Mujer cogiendo fruta

183

Industria de Detroit (pared este) – Mujer cogiendo grano

181

Industria de Detroit (pared norte) – Fabricación de bombas de gas venenoso y Células sofocadas por gas venenoso

173

Industria de Detroit (pared norte) – Producción y fabricación del motor y la transmisión

177

Industria de Detroit (pared norte) – Vacunación y embrión humano sano

175

Industria de Detroit (pared oeste)

185

Industria de Detroit (pared oeste) – Vapor

187

Industria de Detroit (pared oeste) – Electricidad

189

Industria de Detroit (pared sur) – Farmacia y Cirugía

169

250

Industria de Detroit (pared sur) – La prensa de estampación

167

Industria de Detroit (pared sur) – Producción del exterior del automóvil y ensamblaje final

171

L La abundancia de la tierra poseída con justicia

107

La civilización totonaca

239

La creación de un fresco, muestra de la construcción de una ciudad

145

La fundición: vaciando el crisol

65

La gran ciudad de Tenochtitlán

219

La historia de Cuernavaca y Morelos – Cruzando la barranca

139

La historia de Cuernavaca y Morelos – La conversión de los indios

137

La historia de Cuernavaca y Morelos – La esclavización de los indios – Construyendo el palacio de Cortés

135

La historia de la cardiología

213

La historia de la medicina en México – El pueblo en demanda de salud

241

La historia de México – Desde la conquista hasta el futuro

141

La historia de México – El mundo de hoy y del mañana

143

La noche de los pobres

99 251

La noche de los ricos

127

La quema de los Judas

83

La quema de los revolucionarios

95

La raza amarilla

165

La raza blanca

163

La raza negra

161

La raza roja

159

Las tentaciones de San Antonio

225

La tierra liberada con las fuerzas naturales controladas por el hombre

111

La torre Eiffel

35

La vendedora de flores

93

Los eruditos Los viejos

103 21

M Mercado

81

México prehispánico y colonial – La conquista o Llegada de Hernán Cortés a Veracruz

247

México tropical y Xochipilli y sus adoradores

97

Mineros de superficie

73

252

Modesta

201

Mujer con un chal rojo

59

Mujer junto a un manantial

31

N Naturaleza muerta

33

Naturaleza muerta con botella de anís o Naturaleza muerta española

55

Naturaleza muerta con una casa verde

47

Notre-Dame de París

17

Nuestro pan

131

P Paisaje Paisaje con cactus

9 153

Paisaje con un lago

11

Paisaje con un molino, paisaje de Damme

15

Paisaje del mediodía

49

Paisaje nocturno Paisaje zapatista (La guerrilla)

223 39 253

R Reparto de la tierra

87

Retrato de Adalgisa Nery

217

Retrato de Angelina Beloff

19

Retrato de Angelina Beloff

51

Retrato de Concha

121

Retrato de Guadalupe

109

Retrato de John Dunbar

151

Retrato de la Señora Doña Evangelina Rivas de Lachica

235

Retrato de los señores Kawashima y Foujita Retrato de Lupe Marín Retrato de Martín Luis Guzmán

37 203 41

Retrato de Natasha Gelman

207

Retrato de Natasha Gelman

209

Retrato de Ruth Rivera

231

Retrato de un español (Hernán Alsina)

23

Retrato de un militar

147

Retrato del poeta Lalane

199

Retrato de una actriz

229

Retrato de una mujer, Madame Zetlin 254

43

Retrato del pintor Zinoviev Revelación del camino

29 105

S Salida de la mina

71

Sangre de los mártires revolucionarios fertilizando la tierra

115

Sueño de una tarde de domingo en el Parque de la Alameda

227

U Una parodia del folclore y la política mexicana (La dictadura, La danza de los huichilobos, México turístico y folclórico y El festival de Huejotzingo)

197

Unidad proletaria (panel diecinueve de Retrato de América, una serie de veintiún frescos portátiles pintada para la Nueva Escuela de Trabajadores)

191

V Vendedora de alcatraces Viernes de dolores en el Canal de Santa Anita

211 75

Vista de la capilla mostrando La tierra liberada con las fuerzas naturales controladas por el hombre

119 255