Psicologia forense. Exploracíon y propuestas de intervención en México [1, 1 ed.]
 9786079061548

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PSICOLOGÍA FORENSE Exploración y propuestas de intervención en México

PSICOLOGÍA FORENSE Exploración y propuestas de intervención en México

eDuarDo Pérez camPos mayoral aDriana reyes Flores · eDuarDo l. Pérez camPos martha resénDiz lóPez · eric García lóPez

Psicología forense

Exploración y propuestas de intervención en México Copyright© 2018 Facultad de Medicina y Cirugía Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca Carretera a San Felipe del Agua S/N, Col. Reforma, CP 68040, Oaxaca de Juárez, Oax. Todos los derechos reservados. Este libro está protegido por los derechos de autor. Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada en un sistema de recuperación o transmitida en forma alguna y por ningún medio electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, sin autorización previa del editor. Primera edición, 2018 ISBN 978-607-9061-54-8 El contenido del libro es responsabilidad exclusiva del autor. El editor no se responsabiliza de ninguno de los conceptos transcritos por el autor y su aplicación queda a criterio de los lectores. Edición e impresión: Corporativo Intermédica, S.A de C.V. Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana Registro No. 2860 Estuvieron al cuidado y edición de la obra: Abelardo Rojas Flores Coordinador Editorial Luis Soriano Bello Corrección de estilo Sandra Ferrer Alarcón Diseño Gráfico Impreso en México / Printed in Mexico

Presentación

Distinguido lector: La Facultad de Medicina y Cirugía de la uabjo, en su labor constante y permanente de reivindicar su grandeza, se mantiene fiel a su antecedente histórico inmediato; el Instituto de Ciencias y Artes, consciente de los tiempos actuales marcados por los avances tecnológicos y descubrimientos médicos, señala el camino al dejar una huella que trascienda las fronteras de las generaciones de egresados de esta centenaria institución. La colección de libros que ahora presentamos recoge el quehacer de los profesores de la Facultad comprometidos con su entorno, incluyendo temas clínicos, de investigación y docencia, dirigidos a la comunidad estudiantil de nuestra Facultad en las licenciaturas, especialidades, maestrías y doctorados. Cada obra está cuidadosamente estructurada con el propósito de que su lectura sea fácil y ágil, que permita la integración completa de conocimientos de cada área. El compromiso de la Administración (2015-2018) es dar a la Facultad de Medicina y Cirugía de la uabjo la proyección académica que tiene en su campus, hacia la comunidad médica y estudiantil de la universidad y la población oaxaqueña. Como una muestra más de la grandeza histórica de esta centenaria Facultad de Medicina, sirva la presente colección para mostrar la riqueza que encierran nuestras instalaciones y que ahora se dan a conocer al mundo, deseando sea de utilidad para todos. V

Psicología forense

Seguros de que la aportación es el seguimiento de un camino trazado, deseo que esta obra sea de beneficio para su acervo.

“Ciencia-Arte-Libertad Ciencia-Arte-Humanismo la uabjo y Oaxaca uno mismo”

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Comité editorial

Doctor Guilebaldo Cruz Cortés Director de la Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca

Doctor Eduardo L. Pérez Campos Coordinador de Posgrado Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca

Doctor Conrado Robles Vásquez Coordinador Administrativo, Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca

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Editores en jefe

Eduardo Pérez Campos Mayoral Doctor en Ciencias Forenses

Adriana Reyes Flores Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense

Eduardo L. Pérez Campos Doctor en Ciencias Médicas

Martha Reséndiz López Doctora en Ciencias Médicas y Biológicas

Eric García López Doctor en Psicología Clínica, Legal y Forense

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Autores

María Antonieta Castañeda Álvarez Maestra en Derecho Penal y Criminalística Profesora por asignatura, Facultad de Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México.

Dolores Ceñal Murga Maestra en Psicología Forense Técnica de enlace de la Unidad para la Consolidación del Nuevo Sistema de Justicia Penal, Consejo de la Judicatura Federal. Profesora de la Licenciatura en Ciencia Forense, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.

Beatriz Arely Cruz Cruz Maestra en Salud Pública Profesora titular de Psicología del Programa Médico Cirujano de Pregrado, Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Daniel Estrada Silva Licenciado en Psicología Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México.

Cinthya Fernández Sarao Licenciada en Criminología, Criminalística y Técnicas Periciales Coordinadora Académica del Centro de Educación Continua, Abierta y a Distancia, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. XI

Psicología forense

Eric García López Doctor en Psicología Clínica, Legal y Forense Profesor Investigador de la Licenciatura en Ciencia Forense Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.

Edgar Alejandro García Martínez Maestro en Derecho y Ciencias Penales Suboficial de la Policía Federal Ministerial en la Procuraduría General de la República.

Edith García Zarco Maestra en Juicio Oral y Proceso Penal Acusatorio Profesora por asignatura Facultad de Derecho, Universidad Nacional Autónoma de México Docente en la Barra Nacional de Abogados.

Alfredo Gómez Vásquez Doctor en Derecho Profesor investigador, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Alfredo Guzmán Mayoral Médico Cirujano, Especialista en Psiquiatría, Jefe de hospitalización, Hospital Psiquiátrico Cruz del Sur en Oaxaca Profesor titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Georgina Hernández Castillo Maestra en Medios Alternativos de Solución de Controversias en el Nuevo Sistema Penal Perito Supervisora en la Especialidad en Psicología, Coordinación General de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México XII

Autores

Profesora de la Licenciatura en Ciencia Forense, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.

Nallely Hernández Magaña Licenciada en Psicología Perito en Psicología, Coordinación Estatal de Servicios Periciales en Aguascalientes Procuraduría General de la República.

Leidy Berenice Jarquín Saucedo Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Secretaría General de Gobierno del Estado de Oaxaca.

Diego Eduardo López Ruíz Maestro en Psicología Clínica, Legal y Forense Perito Psicólogo de la Vicefiscalía Regional de la Costa, Fiscalía General de Justicia del Estado de Oaxaca.

Rocío Martínez Helmes Maestra en Derecho Constitucional Coordinadora General del Centro de Investigaciones Jurídicas, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Claudia Edith Martínez Villalobos Maestra en Psicología Jurídica y Forense Perito en Psicología de la Coordinación Estatal de Servicios Periciales de Michoacán, Procuraduría General de la República.

Gabriel Mayoral Andrade Doctor en Ciencias en Desarrollo Regional y Tecnológico Profesor investigador, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. XIII

Psicología forense

Guadalupe del Carmen Morales Toledo Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Perito Oficial del Consejo de la Judicatura del Poder Judicial del Estado de Oaxaca Profesora titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense, Facultad de Medicina y Cirugía Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Jorge Esteban Negrete Guerra Licenciado en Derecho Profesor de asignatura de la Facultad de Derecho Universidad Nacional Autónoma de México.

Víctor Ojeda Meixuerio Maestro en Tecnologías de la Información Encargado del Área de Tecnologías de la Información del Centro de Educación Continua, Abierta y a Distancia Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Vilma Peral Torres Médico Cirujano Partero, Especialista en Psiquiatría adscrita al Área de Hospitalización, Hospital Psiquiátrico Cruz del Sur, Oaxaca de Juárez, Oax. Profesora titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense Facultad de Medicina y Cirugía Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Eduardo L. Pérez Campos Doctor en Ciencias Médicas Coordinador General de Posgrado, Facultad de Medicina y Cirugía Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Christian Perezcampos Mayoral Maestro en Tecnologías de la Información Responsable administrativo de la Licenciatura en Computación XIV

Autores

Coordinador Administrativo de la Unidad de Sistemas Biológicos e Innovación Tecnológica, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Eduardo Pérez Campos Mayoral Doctor en Ciencias Forenses, Profesor investigador de tiempo completo, Coordinador de las Maestrías en Ciencias Forenses Biomédicas y Psicología Clínica, Legal y Forense, Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Gabriela Pérez Ibáñez Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Perito y Psicóloga del Instituto de Servicios Periciales de la Fiscalía General de Justicia de Oaxaca, Profesora titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense, Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez, Oax.

Laura Flor Pérez Juárez Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense, Secretaría General de Gobierno del Estado de Oaxaca.

Carlos Perezcampos Mayoral Maestro en Derecho Constitucional Investigador de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Laura Pérez Campos Mayoral Doctora en Ciencias en Desarrollo Regional y Tecnológico Coordinadora del Doctorado en Ciencias Médicas y Biológicas, XV

Psicología forense

Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Gabriel Andrés Pizarro Mayoral Maestro en Psicología Clínica, Legal y Forense Asesor de Rectoría Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Martha Reséndiz López Doctora en Ciencias Médicas y Biológicas Psicóloga en la Unidad Medico-Familiar Número 1, Instituto Mexicano del Seguro Social en Oaxaca.

Adriana Reyes Flores Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Perito en Psicología en la Coordinación Estatal de Servicios Periciales en Oaxaca, Procuraduría General de la República Profesora titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Yuri Concepción Reyes Méndez Médico Cirujano, especialidad en Psiquiatría, subespecialista en Psiquiatría Legal y Forense Directora de los Servicios de Salud del Instituto de Psiquiatría del Estado de Baja California Profesora titular en la especialidad de Psiquiatría, Universidad Autónoma de Baja California.

Miriam Aurora Ríos Allier Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Encargada del Servicio de Psicología del Hospital General Doctor Aurelio Valdivieso Profesora titular de la Maestría en Psicología Clínica, Legal y Forense, Facultad de Medicina y Cirugía, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca. XVI

Autores

Arisel Rodríguez Cruz Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Colegio Minimalista de Ciencias Penales de Puebla.

Diana Monserrat Sánchez Canseco Maestra en Psicología Clínica, Legal y Forense Poli grafista del Centro de Control de Confianza de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Oaxaca.

Carlos Valentín Santiago Contreras Ingeniero en Tecnologías de la Información y Telecomunicaciones. Coordinador de Innovación Tecnológica del Centro de Educación Continua, Abierta y a Distancia, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca.

Vicente Torres Zúñiga Doctor en Ingeniería Eléctrica con especialidad en Instrumentación Óptica Profesor Investigador de la Licenciatura en Ciencia Forense, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.

Brenda Ibeth Vargas Díaz Maestra en Teoría Psicoanalítica Perito en Psicología Forense de la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México Profesora de la Licenciatura en Ciencia Forense, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México.

XVII

Prólogo

Disertar en temas de psicología en torno de lo forense es una actividad apasionante: se trata del análisis de la conducta humana con implicaciones en el campo de la justicia. Derecho y psicología son dos áreas del conocimiento que tienen en común el comportamiento del hombre en sociedad, lo cual explica la profunda relación que existe entre ambas cuando se aplican a los conflictos forenses. La obra que me honro en prologar es resultado de un esfuerzo significativo de un grupo portentoso no por el número de investigadores y profesionales participantes en psicología, derecho, medicina y otras disciplinas, sino por la relevancia de sus contribuciones en una compilación de esta naturaleza. Ello se afirma al sintetizar en pocas páginas sus reflexiones, resultados de investigación y análisis de temas muy variados en torno de la aplicación de la psicología como ciencia auxiliar en la impartición de justicia. Lo anterior es también el trabajo de un grupo investigativo que tiende sus redes más allá de una entidad federativa, claustro, escuela o institución y que intenta converger diversos temas de análisis para un gran sector de la piscología forense en México. Asimismo, se tratan temas conceptuales, como diferenciar la psicología forense de la jurídica, para explicar que el género es esta última y la especie es la primera, que se concentra en los conflictos judiciales. Se abordan también técnicas recurrentes en la aplicación psicológica forense, que si bien pudieran aplicarse en el campo clínico, en lo forense adquieren características específicas para conducir al dictamen judicial: me refiero a la entrevista psicológica forense, pruebas psicológicas, psicométricas y otras específicas, así como a la elaboración de perfiles psicológicos de potenciales delincuentes o víctimas. XIX

Psicología forense

Cabe destacar que la obra asume y explica que las determinaciones psicológicas forenses son siempre probabilísticas, como ocurre con cualquier otra determinación de naturaleza científica. Por ello, es de gran honestidad intelectual e integridad científica, pues las áreas de estudio de la mente humana en ocasiones han hecho afirmaciones contundentes que pueden originar confusión A un juez, actor jurídico u órgano decisor de la justicia no se le debe confundir ni hacer pensar que el dictamen científico se asume como verdad absoluta. Más bien, se le debe exponer la conclusión con base en los factores de error, probabilidad o acercamiento a una circunstancia de hecho. En este tema la obra ha sido cuidadosa y refleja la calidad con que se han conducido quienes participan en ella. Igualmente, se deben evitar peligrosas determinaciones de fenotipos psicológicos que den lugar a predisponer o predeterminar una decisión jurídica basada sólo en ello. Llegar a conclusiones en psicología forense como un indicio concatenado con otros elementos probatorios es lo que deben procurar no sólo los jueces, sino también sus auxiliares técnicos y científicos. En la obra se abordan temas específicos acerca de la manera como el análisis psicológico incide en la apreciación de otras pruebas no psicológicas, pero relacionadas con el análisis de la conducta humana, como la confesión, la cual por mucho tiempo fue la reina de las pruebas y que llevó a los órganos de indagación tratar de obtenerla a cualquier precio. La obra trata temas de la psicología forense aplicada no sólo al ámbito penal, sino también al familiar, en el que tiene un campo de acción muy significativo en la toma de decisiones sobre custodia de menores, violencia intrafamiliar, la llamada alienación parental, etc.; además, se analizan las características específicas del peritaje en materia familiar y de la evaluación psicológica de las competencias parentales. El contexto multidisciplinario que caracteriza a la obra ha dado cabida a temas como la aplicación de tecnologías en el análisis de la conducta humana con relevancia forense, de modo que en esta obra han participado no sólo psicólogos, sino también médicos, criminalistas, ingenieros, abogados y un físico. Me congratulo de ser testigo de esta amalgama tan perfectamente integrada para trabajar un fin común: la aplicación del análisis psicológico al campo forense, que no XX

Prólogo

es una rama específica de la psicología si se le ve bien, sino un campo amplísimo provisto de convergencia multidisciplinaria e interdisciplinaria y tendencia transdisciplinaria. Ese espíritu multifactorial anima la red temática de ciencias forenses, en cuyo contexto se publica esta obra y de lo cual se congratula toda la red. Dicho grupo de investigación, reconocido por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, existe formalmente desde 2016, parte de cuyos miembros fundadores y activos conforman la coordinación de esta obra. Los doctores Eduardo Lorenzo Pérez Campos y Eduardo Pérez Campos Mayoral han dejado una huella perenne en la red desde su integración y no cesan de alimentarla y animarla para que tome la entidad de un órgano de referencia nacional en el campo de la investigación científica forense. Hago público mi reconocimiento por tan gran labor, así como a la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Autónoma Benito Juárez del Estado de Oaxaca, la cual ha dado beneplácito y apoyo a esta importante obra, que refleja su labor investigativa y su actividad en el desarrollo de la ciencia. Ello ha sido posible por el interés y visión de su director, el doctor Guilebaldo Cruz Cortés. El presente libro es el mejor ejemplo de que el trabajo conjunto e interdisciplinario fortalece la investigación en los campos de interés nacional y de que las universidades e investigadores estamos conscientes de ello. Ciudad de México, Ciudad Universitaria, Marzo de 2018 Zoraida García Castillo

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Índice

Sección I Naturaleza de la psicología forense Capítulo 1. Generalidades de la psicología forense Cinthya Fernández Sarao

3

Capítulo 2. Principios éticos y competencias profesionales en psicología forense Adriana Reyes Flores

9

Capítulo 3. Límites difusos entre psicología, psicoterapia, poligrafía, criminología y psiquiatría Alfredo Guzmán Mayoral, Vilma Peral Torres y Yuri Concepción Reyes Méndez

17

Capítulo 4. Alcances forenses de la perfilación criminal Gabriel Andrés Pizarro Mayoral, Gabriel Mayoral Andrade, Laura Pérez Campos Mayoral, Carlos Pérezcampos Mayoral y Eduardo L. Pérez Campos

25

Capítulo 5. Psicología de la confesión Eduardo Pérez Campos Mayoral, Arisel Rodríguez Cruz, Diana Monserrat Sánchez Canseco y Beatriz Arely Cruz Cruz

33

XXIII

Capítulo 6. Fundamentación teórica de la conclusión pericial Claudia Edith Martínez Villalobos y Nallely Hernández Magaña

41

Sección II Psicología forense aplicada a casos civiles Capítulo 7. Peritaje psicológico en materia familiar: ansiedad-escucha-guarda y custodia (nnya) Guadalupe del Carmen Morales Toledo

53

Capítulo 8. Evaluación psicológica de las competencias parentales en los ámbitos forenses familiares Daniel Estrada Silva y Eric García-López

63

Capítulo 9. Síndrome de alienación parental (sap). Violación a derechos humanos mediante la violencia intrafamiliar Rocío Martínez Helmes, Alfredo Gómez Vásquez, Carlos Pérezcampos Mayoral, Laura Pérez Campos Mayoral y Gabriel Mayoral Andrade

73

Capítulo 10. Alienación parental y psicopatología forense, un enfoque desde la normatividad jurídica en México Jorge Esteban Negrete Guerra y Eric García- López

83

Sección III Psicología forense aplicada a casos penales Capítulo 11. Pruebas psicológicas como instrumentos forenses Martha Reséndiz López y Eduardo Pérez Campos Mayoral

97

Capítulo 12. Evaluación psicológica del abuso y violencia sexuales Georgina Hernández Castillo

XXIV

109

Capítulo 13. Ofensor sexual: aristas y abordajes Brenda Ibeth Vargas Díaz

119

Capítulo 14. Papel que desempeña la entrevista psicológica forense en la obtención y análisis del testimonio infantil en México Dolores Ceñal Murga

129

Capítulo 15. Técnicas de análisis de credibilidad de testimonios. Viabilidad en México por el psicólogo forense Eduardo Pérez Campos Mayoral, Edith García Zarco, María Antonieta Castañeda Álvarez y Edgar Alejandro García Martínez

139

Capítulo 16. Tendencias y límites del procesamiento digital de imágenes aplicados en la psicopatología forense Vicente Torres Zúñiga

151

Capítulo 17. Dictamen pericial en psicología forense. Propuesta de modelo para su elaboración Adriana Reyes Flores

169

Capítulo 18. Acompañamiento psicológico a niñas, niños y adolescentes Gabriela Pérez Ibáñez

177

Capítulo 19. Primeros auxilios psicológicos a víctimas Miriam Aurora Ríos Allier

187

Sección IV Análisis forense en poblaciones particulares Capítulo 20. Mujer, delito y reincidencia delictiva femenina Leidy Berenice Jarquín Saucedo

203

XXV

Capítulo 21. Trastorno de estrés postraumático en elementos policiales Laura Flor Pérez Juárez

213

Capítulo 22. Estigmatización en delitos sexuales Diego Eduardo López Ruiz

225

Capítulo 23. Psicología social como auxiliar en el desarrollo de políticas de seguridad y prevención del delito Carlos Valentín Santiago Contreras, Cinthya Fernández Sarao, Christian Pérezcampos Mayoral y Víctor Ojeda Meixuerio

Índice alfabético

XXVI

235 247

Sección I

Naturaleza de la psicología forense •

Generalidades de la psicología forense



Principios éticos y competencias profesionales en psicología forense •

Límites difusos entre psicología, psicoterapia, poligrafía, criminología y psiquiatría •

Alcances forenses de la perfilación criminal



Psicología de la confesión



Fundamentación teórica de la conclusión pericial

Capítulo 1 Generalidades de psicología forense Cinthya Fernández Sarao

Todo delito causa varias víctimas Beristáin

Introducción El vocablo forense proviene del latín forensis y significa de manera literal perteneciente o relativo al foro. García López (2011) señala que “el término forense (de foro, curia, sitio o lugar donde los tribunales oyen y enjuician las causas), por convenio y tradición, hace más alusión a la práctica pericial, al informe del experto ante los tribunales de justicia, a lo que se entiende como psicología para el derecho” y Collado Medina (2009) afirma que “la psicología forense consiste en aplicar la psicología (métodos y conocimientos) a la realización de pruebas periciales en el ámbito del derecho. Por tanto, es la psicología aplicada a los tribunales o a aquellas actividades que el psicólogo puede realizar en el foro”. A su vez, Varela Macedo (2014) dice que la psicología forense “es una disciplina que abarca el estudio, la explicación, la promoción, la evaluación, la prevención y en su caso el asesoramiento y/o tratamiento de los fenómenos psicológicos, conductuales y de relación que inciden en el comportamiento de las personas con implicaciones legales, mediante el uso de los métodos propios de la psicología científica y cubriendo distintos niveles de estudio e intervención”. En general, el término psicología forense abarca las actividades que el psicólogo puede realizar en el foro en intervenciones específicamente solicitadas. En palabras de J. Urra (1993), “es la ciencia que enseña la aplicación de todas las ramas y saberes de la psicología ante las preguntas de la justicia y que coopera en todo momento con la administración de justicia, al actuar en el foro (tribunal) y mejorar el ejercicio del derecho”. 3

Fernández Sarao

Con la finalidad de detallar los ámbitos de actuación de dicha disciplina se menciona la clasificación que hace Collado Medina (2009), quien divide a la psicología forense en clínica y experimental. La primera hace referencia a la evaluación psicológica respecto a las secuelas que presentan los individuos implicados en un proceso judicial, mientras que la segunda es la revisión e integración de los resultados vinculados con los procesos cognitivos (como la atención, la percepción y la memoria). Por ello, su participación tiene injerencia para dictaminar lo inherente al estado de las facultades mentales. Es común confundir los conceptos de la psicología forense y la psicología jurídica, pero en definitiva no son lo mismo, sino constituyen dos disciplinas que participan de manera conjunta en la necesidad de esclarecer o definir un hecho o situación legal, en la que las personas implicadas deben ser sometidas a pruebas que permitan obtener elementos tangibles respecto a su estado y capacidades mentales. Con ello se busca que el responsable de resolver o dictar sentencia, según su competencia, tome una decisión imparcial, pero sobre todo justa. Mencionado lo anterior, se debe hacer referencia a García López (2011), quien sugiere que la psicología jurídica estudia, investiga y analiza el comportamiento humano en relación con el derecho y la justicia. A su vez, Aristizábal, Díaz Granados y José A. A. (2012) aportan que la psicología jurídica “es una rama de la psicología que aplica los conocimientos psicológicos a las leyes y a la justicia; así, la psicología jurídica abarca varias áreas de especialización, entre las cuales se encuentra la psicología forense”. En el trabajo del doctor Germán Álvarez Díaz de León (2003) se advierte que el desarrollo histórico del estudio del comportamiento humano en materia jurídica ha sido mayor en los ámbitos del derecho penal y de la criminología en detrimento de áreas que resultan de gran importancia en la sociedad, como la civil, familiar, laboral y victimológica. Por ello, conviene hacer hincapié en que la psicología jurídica no se reduce al análisis del comportamiento en el derecho penal, sino que su metodología de trabajo puede servir a todas las áreas del derecho. La psicología forense funge como auxiliar a la psicología jurídica, si bien ambas disciplinas forman parte de los procesos en los que participan la psicología y las leyes, ya que, como menciona Thompson (1997), “el hombre tiene una habilidad aparentemente ilimitada para desarrollar pensamientos complejos y abstractos” que sólo 4

Generalidades de psicología forense

puede desentrañar un experto que, además de los conocimientos que aporta una licenciatura en psicología, ha adquirido la “metodología específica a emplear en la evaluación del objeto pericial, así como los diferentes métodos para tratar la enfermedad mental (señalando especialmente los de abuso de sustancias, agresión sexual y desórdenes de personalidad)” como claramente hace alusión Collado Medina (2009). Por lo anterior se debe mencionar que el perito es la persona capaz de proporcionar al juez, tribunal o fiscalía una visión clara de una situación u objeto que se le ha encomendado analizar, basado en el vasto conocimiento que poseen sólo quienes se encuentran inmersos en el tema. El documento mediante el cual el perito colabora con el órgano judicial es el dictamen, en el cual el experto en cualquier arte, profesión o actividad conoce su punto de vista respecto al análisis del caso u objeto en cuestión (Lázaro Ruiz, 2014). Un psicólogo forense debe tener conocimientos multidisciplinarios relacionados con victimología, derecho penal y familiar, por mencionar aquellos en los que interviene con mayor frecuencia, a fin de contribuir de manera exitosa a una resolución judicial; por ejemplo, diagnosticar de forma precisa a la víctima y al victimario, estableciendo con certeza quién es quién o en su caso alguna psicopatología (Arch-Marín y Jarne-Esparcia, 2014). Enseguida se listan las participaciones más frecuentes de un psicólogo forense (Arch-Marín y Jarne-Esparcia, 2014): a) Derecho penal: se valoran cuestiones como la responsabilidad delictiva en casos de trastorno mental de un acusado (evaluación de la imputabilidad del procesado), la competencia de un individuo para ser juzgado o prestar testimonio, las secuelas de las víctimas, etcétera. b) Derecho civil: principalmente procesos de tutela e incapacitación de adultos, internamientos psiquiátricos involuntarios, protección de niños, niñas o adolescentes, valoración de daños y secuelas psicológicas, etcétera. c) Derecho de familia: temas de adopción y privación de derechos parentales de los progenitores (patria potestad), en la atribución de la custodia de los hijos en caso de divorcio, nulidad y separación, 5

Fernández Sarao

recomendaciones sobre planes de comunicación y contacto, adopciones, filiación, etcétera. d) Derecho laboral: valoración de daños y secuelas psíquicas en accidentes o situaciones de trabajo, etcétera. En esas intervenciones, Collado Medina (2009) hace referencia a algunas de las técnicas que se aplican con mayor frecuencia en la psicología forense, como las que se mencionan a continuación: a) Entrevista psicológica forense: es el procedimiento más utilizado en psicología forense, el cual permite obtener datos para el informe pericial y la formulación de hipótesis, así como para planificar pruebas ulteriores o su verificación. b) Entrevistas semiestructuradas y estructuradas: las semiestructuradas (conocidas comúnmente como abiertas, si bien dirigidas hacia la información que se quiere obtener) facilitan, al dar opción de responder libremente, obtener más datos de los que se esperaría de manera ocasional; las estructuradas son específicamente diseñadas con un propósito y, por tanto, con un guión más o menos definido, se utilizan sobre todo en casos de violencia de género, agresiones sexuales, actitudes parentales, trastorno de estrés postraumático, déficits neuropsicológicos o toxicomanías, entre otros. c) Pruebas psicológicas: habitualmente utilizadas después de las entrevistas para la evaluación específica de determinados parámetros, se aplican sobre todo para evaluar la inteligencia, la personalidad normal y patológica y el estado neuropsicológico; así, en general, puede distinguirse entre pruebas psicométricas y proyectivas. •

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Pruebas psicométricas: constituyen fundamentalmente una medida objetiva y tipificada de una muestra de conducta, suponen uniformidad en el procedimiento de aplicación y puntuación, así como la interpretación de los resultados conforme a normas establecidas. Las más utilizadas son los tests de inteligencia, las pruebas de personalidad y las neuropsicológicas. A su vez, las pruebas proyectivas se basan en la evaluación del comportamiento dinámico de los sujetos ante diversos estímulos (por ejemplo, dibujos o juegos).

Generalidades de psicología forense



Pruebas específicas: las más utilizadas se circunscriben a la evaluación de las agresiones sexuales, conducta violenta, de las víctimas de agresiones, toxicomanías y la evaluación en guarda y custodia. - Evaluación de toxicomanías: existen diferentes técnicas que pueden aplicarse para su evaluación. Entre las más comunes se encuentran el Cuestionario de alcoholismo (audit, por sus siglas en inglés), el Índice de severidad de la adicción (asi, ídem) o el Protocolo para la evaluación psicológica de las farmacodependencias. - Evaluación en guarda y custodia disputada: además de las entrevistas estructuradas, se usan diferentes cuestionarios y escalas, como el Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil (tamai), el Cuestionario de conductas infantiles para padres (cbcl, por sus siglas en inglés) o la Escala de comunicación padres-adolescentes (pacs, ídem).

d) Prueba poligráfica: el psicólogo forense capacitado para llevarla a cabo es el poligrafista, aunque también puede realizarla el profesional certificado por la Asociación Americana de Poligrafía (apa, por sus siglas en inglés). En nuestro país se aplica como parte del proceso de ingreso y permanencia en los órganos de impartición de justicia y en algunas empresas; sin embargo, ha sido una prueba polémica, en la que se cuestiona la correcta interpretación de los resultados, así como las condiciones en las cuales se lleva a cabo. Estas técnicas han sido elementos cruciales en los procesos de administración de justicia; no obstante, la ética y los conocimientos para su correcta aplicación e interpretación por el psicólogo forense determinarán su eficacia, funcionalidad y vigencia. Por lo anterior, el psicólogo forense forma parte esencial con una actitud responsable, ética y precisa en el proceso de impartición de justicia, ya que con los conocimientos propios para el ejercicio de su labor debe resolver situaciones durante el proceso de toma de decisiones que le permitan brindar transparencia al proceso de evaluación encomendado, sin disminuir la calidad en su informe o dictamen a pesar de las particularidades del individuo en cuestión (por ejemplo, 7

Fernández Sarao

su cultura o el idioma en el que se vea obligado a rendir su dictamen) y sin menoscabo de una visión amplia fundamentada en criterios técnico-científicos al margen de influencia social, política o religiosa, que sin pretender un estudio global de la situación mental se centre en la relevancia del caso.

Bibliografía Aristizábal, E. y José, A. A. (2012), Psicología forense, estudio de la mente criminal, Barranquilla, Colombia: de la U. Beristain, A. (2000), “Victimología, nueve palabras clave”, Valencia: Tirant lo Blanch, en Collado Medina, J. (2009), Teoría y práctica de la investigación criminal. Díaz

de

León, M. (2003), “Juicio oral en el proceso penal” en Jornadas

iberoamericanas sobre oralidad en el proceso y justicia, México: Inacipe. García, L. E. (2011), Fundamentos de psicología jurídica y forense, Ciudad de México, Oxford University Press. Lázaro, E. (2014), El perito en el sistema penal acusatorio. México: Flores López Vergara, J. (2000), Criminología, introducción al estudio de la conducta antisocial, Tlaquepaque, Jalisco: iteso. Martínez, S. J. (2009), La psicología de la mentira, México: Paidós. Thompson, R. F. (1975), “Introducción a la psicología fisiológica” en J. Urra (1993), Manual de psicología forense, Madrid: Siglo xxi. Varela, M. (2014), Psicología jurídica y psicológica. Temas y áreas de interés, Revista Electrónica de Psicología Iztacala, pp.13-52. Zamora, J. (2003), La víctima en el sistema penal mexicano, México: Inacipe.

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Capítulo 2 Principios éticos y competencias profesionales en psicología forense Adriana Reyes Flores

El perito es por definición un experto, por lo cual debe demostrar que en efecto posee los conocimientos especiales en su ciencia, arte, técnica u oficio que la ley le solicita (artículo 368, Código Nacional de Procedimientos Penales –cnpp–, 2016) y pericia en las intervenciones que realiza. Para ello, no es suficiente poseer título ni cédula profesional, como lo establecen los códigos procesales (de las áreas civil, penal y laboral, así como de los fueros estatal, federal y militar), sino además especialización en el tema específico que dictamina, como lo regulan diversas leyes especiales. Por ello, se pretende reflexionar respecto a la exigente necesidad y dificultad de especialización, subespecialización y capacitación forense para un idóneo desempeño en los temas en los que participa el perito en psicología.

Diferencias curriculares de la formación en psicología Antes de detallar las particulares competencias profesionales exigidas al psicólogo forense, es pertinente considerar la formación del psicólogo en general. La enseñanza universitaria de la psicología es relativamente reciente. Zanata Colín y Camarena (2012) ilustran su desarrollo en México a partir de los programas de estudios en la Universidad Nacional Autónoma de México y demuestran el aumento desmesurado de planteles educativos que ofrecen diversos perfiles de egreso para los estudiantes. Sin embargo, se advierte claramente una falta de consenso en el diseño curricular como consecuencia de las diversas concepciones 9

Reyes Flores

de la psicología como ciencia descriptiva o profesión, de la perspectiva teórica adoptada o del área de estudio a la cual pertenece (de la salud, social, humanidades, etcétera). Así, los profesionales desarrollan competencias diferentes, por lo cual no puede esperarse su idóneo desempeño en cualquier actividad sin haber recibido previamente capacitación suficiente y una adecuada supervisión en la práctica que permitan su apto ejercicio como lo exige el Código Ético del Psicólogo (Sociedad Mexicana de Psicología (smp, 2014).

Especialización en psicología forense Requisito indispensable para intervenir como perito es contar con título y cédula profesional para aquellas profesiones en las que así esté reglamentado (a nivel federal: artículo 144 del Código Federal de Procedimientos Civiles, 2012; artículo 223 del Código Federal de Procedimientos Penales, 2014; y artículo 369 del cnpp, 2016); sin embargo, “en el nuevo sistema de justicia penal acusatorio adversarial, para la acreditación de los peritos se espera una formación especializada y una vasta experiencia que demuestren su idoneidad” (Reyes, 2017, p. 94). Para ello, se parte del supuesto de que sólo con el ejercicio y práctica profesionales se reafirman los aprendizajes teóricos, premisa congruente con los tres aspectos que conforman una competencia: adquisición de conocimientos teóricos, perfeccionamiento de habilidades y sensibilización de actitudes. Así, la idoneidad pericial es un requisito para la admisibilidad de la prueba pericial, como lo es también “la fiabilidad del peritaje, es decir, si el experto aporta información considerada razonable dentro de la comunidad científica a la que pertenece o a la disciplina en la cual desarrolla su arte u oficio” (Duce, 2005), incluida la correcta metodología. En ese tenor, el forense está obligado en su opinión pericial a aportar datos puntuales que relacionen el acto analizado y sus hallazgos, con un riguroso sustento teórico y metodológico. En ese sentido, pese a que existe un área de conocimientos, principios éticos, metodologías e instrumentos comunes, las actividades y el marco teórico de referencia de los psicólogos distan considerablemente unos de otros según el área de trabajo en que se encuentren. 10

Principios éticos y competencias profesionales…

Como refiere Roe (2003, citado en Bravo-González, Vaquero-Cázares y Valadez-Ramírez, 2012), en cada ámbito laboral se requieren diferentes actividades y técnicas, por lo que las competencias profesionales deben ser específicas a cada uno de éstos, al ejercer de algún modo en calidad de especialistas. Concretamente, en el área forense son sustanciales las diferencias respecto a la evaluación clínica, desde el objetivo de ésta, la relación con el evaluado y la actitud de éste, la confidencialidad, las fuentes y el uso de la información, los estándares y requisitos, el tipo de informe y el ámbito de la evaluación (Dzib Aguilar, 2016; Echeburúa, Muñoz y Loinaz, 2011). Por ende, es preciso profundizar en el estudio del área forense para participar como perito, y sustentar una actuación legal y ética, además de contar con los conocimientos propios de la disciplina (Reyes, 2017). Dzib Aguilar (2016) agrega además que la evaluación forense debe realizarla un psicólogo con especialización en el área forense. Entonces, no es factible que un clínico sin la formación y experiencia suficientes en las particularidades de esta área intervenga indiscriminadamente en asuntos relacionados con la justicia, a menos que, sin haber realizado un peritaje, sea llamado a los tribunales para testificar en relación con los servicios psicológicos proporcionados. Incluso un perito difícilmente tendrá conocimientos periciales en todas las áreas del derecho, pues “ejerce funciones en diversos ámbitos de actuación, como el penal, el civil, el familiar, el del menor y el penitenciario” (Dzib Aguilar, 2016, p. 33). De este modo, en cada área se requieren intervenciones y opiniones periciales específicas, por lo cual tampoco se considera pertinente la actuación indiscriminada en asuntos de cualquier índole legal, sino preferentemente la práctica exclusiva en un área del derecho, que permita afinar conocimientos, destrezas y actitudes.

Subespecialización pericial Sumado a ello, diversas leyes especiales del país exigen la participación de profesionales especializados en los grupos de los cuales tutelan los derechos contenidos en su texto, considerando su especial condición de vulnerabilidad y promoviendo su mejor trato, así como procedimientos que faciliten el ejercicio pleno de sus derechos y eviten afectaciones derivadas de los procedimientos legales, 11

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en consonancia con los tratados internaciones firmados y ratificados por el Estado mexicano. De esa manera, las instituciones encargadas de la procuración y administración de justicia han generado diversos protocolos de actuación para la atención de personas que pertenecen a grupos vulnerables con la finalidad de que su contacto con los sistemas de justicia no sea motivo de revictimización o de violación de sus derechos. Al respecto pueden citarse aquí los protocolos de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren: a niñas, niños y adolescentes (Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn, 2014a), personas, comunidades y pueblos indígenas (scjn, 2014b), con discapacidad (scjn, 2014c), con perspectiva de género (scjn, 2015a), migrantes y sujetos de protección internacional (scjn, 2015b), orientación sexual o identidad de género (scjn, 2015c). De igual forma, la aún denominada Procuraduría General de la República (pgr) y diversas homólogas estatales han emitido protocolos semejantes que delinean la actividad de la triada ministerial, policial y pericial. En ese orden de ideas, la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad (2015) señala en sus artículos 29 y 30 la obligación de las instituciones de administración e impartición de justicia de contar con peritos especializados en las diversas discapacidades, así como la puesta en práctica de programas de capacitación y sensibilización dirigidos a su personal. A su vez, el protocolo emitido por la scjn para la atención de este tipo de población establece que el juzgador se auxiliará de expertos con experiencia en discapacidad (2014c). Igualmente, los artículos 47 fracción I y 49 fracción XXII de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (2015) señalan entre las obligaciones de la pgr y de las entidades federativas, sucesivamente, la especialización en derechos humanos y de género de los peritos y personal que atienda a las víctimas, mientras que el artículo 86 fracción VI de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes (2014) regula la obligación de los organismos que realicen actos de autoridad de proporcionar asistencia de personal especializado cuando la naturaleza del procedimiento lo requiera; además, la Ley General de Víctimas (2017) dispone en su artículo 161: Los servicios periciales federales y de las entidades federativas deberán capacitar a sus funcionarios y empleados con el objeto de que la víctima

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Principios éticos y competencias profesionales…

reciba atención especializada, de acuerdo con el tipo de victimización sufrido y tenga expeditos los derechos que le otorgan la Constitución y los tratados internacionales de derechos humanos.

Este contenido se relaciona con lo estipulado en los artículos 159 y 117, fracción I de dicha ley. Por ello, es necesario contar con suficientes conocimientos y experiencia para participar en investigaciones de determinados delitos, por ejemplo: agresiones sexuales, privación ilegal de la libertad, trata de personas y todo delito que tenga efectos en el ámbito psicológico de la víctima. En el mismo sentido, el artículo 275 del cnpp, relacionado con la práctica de peritajes especiales a personas agredidas sexualmente o cuando la naturaleza del hecho delictivo lo amerite, detalla que deberá integrarse un equipo interdisciplinario con profesionales capacitados en atención a víctimas, a fin de concentrar en una misma sesión las entrevistas que ésta requiera para elaborar el dictamen respectivo. De igual forma, el artículo 40 de la Ley General para Prevenir, Investigar y Sancionar la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes (2017) establece que cualquier peritaje realizado por la probable comisión del delito de tortura que involucre como víctima a una mujer, una niña, un niño o un adolescente deben realizarlo preferentemente profesionales con especialidad en el tratamiento de estos últimos. Incluso el artículo 44 de esa ley indica que el dictamen emitido debe contener el número de cédula profesional o de certificación y la experiencia con la que el perito cuenta en la materia médica y psicológica que garanticen su idoneidad. Asimismo, en el artículo 75 de la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes (2016) se lee: Los consultores técnicos o peritos que intervengan en el procedimiento en las materias relativas a […] psicología […] deberán contar con una certificación expedida por una institución educativa de reconocimiento oficial, o con una práctica profesional en la materia, por un plazo razonablemente prolongado y un prestigio o reconocimiento adquirido en ella que respalde su conocimiento amplio y actualizado en materia de niñas, niños y adolescentes.

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Aspectos éticos La ética profesional es un aspecto que influye directamente en el ejercicio diario de las actividades periciales, por lo que es responsabilidad de cada forense delimitar su actuación a los más altos estándares cívicos y éticos, los cuales coinciden con la norma legal. El artículo primero del código ético del psicólogo y el principio de cuidado responsable indican que el psicólogo sólo debe realizar actividades para las que recibió la formación suficiente, que es competente y para las cuales posee conocimientos, experiencia supervisada y destrezas actualizadas (Sociedad Mexicana de Psicología (smp, 2014). Así, no puede actuar más allá de sus competencias y resulta falto de ética desenvolverse en situaciones forenses para las cuales no se cuenta con el debido entrenamiento previo. Incluso se sugiere que en el trabajo con personas que pertenecen a determinados grupos, el psicólogo conozca las particularidades de esa población y trate, en la medida de lo posible, de utilizar instrumentos debidamente adaptados, por ejemplo: en el caso de grupos indígenas (smp, 2014).

La subespecialización y las divergencias entre el ser y el deber ser La necesaria subespecialización pericial del psicólogo para hacer frente a los requerimientos legales es incompatible con la plantilla de personal de las instituciones periciales, en las que la mayoría de las veces un mismo perito debe atender una diversidad de solicitudes, que impiden se especialice exclusivamente en un área y cuente con el tiempo libre suficiente para capacitarse en cada área y en cada tema específico. Al respecto, Olea (2011) hace referencia a la profesionalización en el servicio de carrera en la procuración de justicia en México, que tiene su sustento máximo en el vigesimoprimer artículo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública, cuyo objetivo último es lograr una actuación eficiente del personal acorde con el nuevo sistema de justicia penal. En ese sentido, es responsabilidad del Estado dar esta capacitación dentro de su jornada de trabajo, otorgando además las facilidades 14

Principios éticos y competencias profesionales…

necesarias para ello como lo estipulan las leyes que enlistan este requisito, y contar con mayor número de personal, pues –como Duce (2005) refiere– predomina la falta de capacidad de las instituciones periciales, así como la ausencia de cambio en los procesos de trabajo acordes con el nuevo sistema de justicia penal. Esas competencias y especializaciones requeridas por la legislación para estar en idóneas condiciones de fungir como perito son exigibles no sólo a los peritos institucionales, sino también al universo pericia; por ende, se exhorta a los psicólogos forenses a adquirir la formación necesaria y capacitarse suficientemente para contar con conocimientos y desarrollar habilidades y actitudes necesarias que permitan tener una adecuada práctica profesional. Para ello, en la actualidad existen posgrados específicos para psicología forense e infantil, así como capacitación genérica para los actores procesales relacionada con las áreas de subespecialización mencionadas. En conclusión, es responsabilidad del forense evaluar la pertinencia de su actuación y delimitar claramente los alcances y límites de su aptitud profesional para proporcionar servicios de calidad acordes con los conocimientos y metodologías avalados por la comunidad internacional que promueva “la calidad científica y profesional de la disciplina” (artículo 112, smp, 2014), incluso ante la expresa petición de las autoridades de dar respuesta a solicitudes que escapan a sus capacidades, colaborando exclusivamente en la medida en que se lo permitan la psicología y su propia competencia.

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Capítulo 3 Límites difusos entre psicología, psicoterapia, poligrafía, criminología y psiquiatría Alfredo Guzmán Mayoral Vilma Peral Torres Yuri Concepción Reyes Méndez

Para el presente capítulo las disciplinas propuestas que adolecen de límites difusos (¿entre ellas? o ¿cada una de ellas?) son cinco: psicología, psicoterapia, poligrafía, criminología y psiquiatría. Para emprender la tarea de exponer este defectuoso margen de fronteras se puede proponer la conceptualización de cada una, los límites de su competencia y la participación que pueden tener en lo particular con las disciplinas afines. A su vez, debemos preguntarnos si estas disciplinas se han constituido de forma imperfecta de tal manera que sus fronteras se han desvanecido o, si acaso, los agentes representantes de cada una “invaden” involuntaria, arbitraria u obligadamente el campo de una u otra, o si suceden una y otra cosa. En último término, lo anterior nos llevaría a disertar acerca del marco epistemológico de cada una, discutir su marco social y legal de actuación, además de cuestionar la formación de los profesionales que se insertan en el ejercicio de aquéllas. Dicha tarea es ambiciosa y necesaria, pero cuya exposición estricta se nos escaparía fácilmente de los límites y fines de este capítulo y del libro que el lector tiene en sus manos y para la que probablemente se debería convocar a más de un auténtico experto para su desarrollo. Tratemos entonces de no disolver más los límites desvanecidos y de esclarecer y proponer algunos elementos teóricos que ayuden a encontrar las coordenadas que guían a cada práctica objeto de este cuestionamiento, es decir, propondremos más que límites difusos o desdibujados, entrecruzamientos y puntos de convergencia entre estas cinco áreas, así como algunos elementos con los cuales puede demarcarse mejor el territorio que les es propio. Ése es nuestro reto y éste nuestro planteamiento. 17

Guzmán Mayoral • Peral Torres • Reyes Méndez

En dicho breve ensayo no pretendemos agotar la disertación que el tema merece; si bien podemos no concordar con puntos de vista distintos del nuestro, pero tampoco estamos en una posición dogmática que sólo entorpecería el florecimiento de las ideas y el progreso de las disciplinas. Asimismo, se propone que las áreas señaladas tienen en común algo que atañe al individuo, la persona o el sujeto. Para los fines de nuestra exposición habremos de tomar todos estos referentes como sinónimos, aunque las diversas disciplinas encargadas del ser humano tienen su propia definición acerca de sus objetos de estudio. De esta manera, el denominador común que parecen tener las cinco disciplinas que intentamos demarcar es el sujeto de un proceso judicial y en particular el sujeto partícipe de una conducta delictiva. Así, la psicología, la psicoterapia, la poligrafía, la criminología y la psiquiatría tendrían entre los objetos de su actuación al sujeto delincuente, entre otras materias de su interés. Cada una tiene sus métodos de abordaje, de estudio y de intervención, sin abarcar por completo el estudio de esta categoría de sujeto, de tal forma que la colaboración entre ellas nos parece necesaria y sus puntos de convergencia ineludibles, tanto o más que sus puntos de desigualdad. La primera convocada en el título del presente capítulo es la psicología, la cual algunos autores han intentado definirla sin llegar a un consenso; por ejemplo, Mayor y Pérez (1989) definen a la psicología como “lo que hacen los psicólogos”; en la misma línea deductiva, Wolman (1973) afirma que “la psicología se ocupa de algo tan diverso como los seres humanos, los animales, los organismos, las ideas, la bioquímica, la religión, el desarrollo a lo largo del ciclo vital, la publicidad” y un largo etcétera. Dada pues la dificultad para definir su(s) objeto(s) de estudio, la psicología se ha extendido a un amplio espectro de tales elementos de investigación. Esto la ha impulsado hacia una diversificación (que ha desvanecido los límites de su objeto de estudio) en diferentes ramas, como psicofisiología, psicología experimental, evolutiva, social, clínica, escolar, industrial o laboral, publicitaria, etc. Ante este panorama algunos estudiosos, como Galton, Cattell o Ballesteros han propuesto dar mayor solidez científica a dicha disciplina mediante la evaluación sistematizada y estandarizada de algunos parámetros psíquicos o mentales tanto cualitativa como cuantitativamente y que conocemos en forma genérica como psicometría, conjunto de determinaciones que evalúan 18

Límites difusos entre psicología, psicoterapia…

las funciones psíquicas mediante instrumentos que se conocen como tests mentales. En términos generales, estos recursos arrojan datos acerca de algunas experiencias o elementos, como ansiedad, depresión, paranoia, deterioro cognitivo, rasgos de personalidad, etcétera. Ante los planteamientos encontrados y para los objetivos de este capítulo, proponemos que la psicología en el campo forense puede colaborar en la evaluación clínica psicopatológica con base en medios estandarizados y en los reportes científicos que las sustenten a fin de fortalecer la opinión que clínicamente se obtenga de la apreciación del individuo estudiado. En cuanto a la psicoterapia, Wolberg (1970) la definió como una “forma de tratamiento para problemas de naturaleza emocional, en el que una persona entrenada establece una relación profesional con un paciente, a fin de eliminar, modificar o retardar síntomas existentes, modificar patrones alterados de conducta y promover el crecimiento y desarrollo positivo de la personalidad” (no nos ocuparemos en definir el vocablo positivo en este caso, por lo cual rogamos al lector considerarla en términos paliativos o terapéuticos). Nieto-Cardoso (1994) postuló que la psicoterapia “tiene como finalidad ayudar y propiciar en la persona, en la medida de lo posible, cambios emocionales, cognitivos y de comportamiento para solucionar problemas psicológicos o conductuales que afectan al individuo y/o a los demás con cierto grado de patología”. Actualmente dicha propuesta es la más utilizada ya que plantea implícitamente la individualidad de cada sujeto para modificar alguna característica de personalidad que ocasione algún sufrimiento a sí mismo y/o a su entorno. Con esta información se puede decir que los cambios que se pretenda realizar en un individuo están sujetos directamente a sus propias características de personalidad, su medio social, estado de salud física y al tipo de psicoterapia que se le ofrezca (psicoanalítica, cognitivoconductual, humanista, sistémica, etc.). De la poligrafía cabe agregar que también se llama psicofisiología forense, ya que se basa en la observación directa o indirecta de las reacciones adrenérgicas que se expresan en el cuerpo. En 1895 Lombroso fue el primero en utilizar un aditamento para detectar la mentira y en 1939 Keeler patentó el primer polígrafo; este investigador es considerado el padre de la poligrafía moderna. El objetivo es “detectar la falta de veracidad” en el testimonio del evaluado; esta metodología 19

Guzmán Mayoral • Peral Torres • Reyes Méndez

se empleó con fines de prevención y represión de las conductas antisociales, aunque también se usa en el ámbito privado para fortalecer la fiabilidad en las personas e instituciones pertenecientes al sistema judicial, para evitar que reincidan en alguna conducta antisocial o que ingresen personas que potencialmente pongan en riesgo la seguridad e imagen institucional. Es oportuno plantear que la poligrafía se encarga de registrar la actividad nerviosa simpática que genera la exposición a escalas de calificación determinadas para definir la falta de veracidad del testimonio de un individuo. Por otra parte, la criminología, según Ruiz y Quiroz (1970), es una ciencia sintética, causal-explicativa, natural y cultural de las conductas antisociales. El Coloquio de Londres de 1955 patrocinado por la Unesco concluye: Esta ciencia sintética se propone, hoy como ayer, disminuir la criminalidad y en el terreno teórico permitir llegar a este fin práctico; además, propone el estudio completo del delincuente y del delito, considerado este último no como una abstracción jurídica, sino como una acción humana y como un hecho natural y social. El método utilizado por la criminología es el método de observación y de experimentación, empleado en el marco de una verdadera clínica social.

Sin embargo, la certeza señalada se plantea en términos de probabilidad y no de seguridad o garantía. En ese orden de ideas, la criminología se centra en las conductas antisociales y en los sujetos que las cometen. Tales conductas se pueden definir categóricamente como las que atentan contra el bien común y la estructura básica de la sociedad, destruyen sus valores fundamentales y lesionan las normas elementales de convivencia. Por último, pero no menos importante, la psiquiatría es la rama de la medicina que trata las enfermedades mentales. Con Kraepelin (1891) se inicia el enfoque médico-clínico de la psiquiatría que ha evolucionado con el transcurso de los años y que en la actualidad se ha constituido como una especialidad médica, cuyo carácter científico se alcanza principalmente por medio de la psicopatología. La psiquiatría se ocupa entonces del estudio, prevención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos psíquicos, entendidos como tales las 20

Límites difusos entre psicología, psicoterapia…

enfermedades psiquiátricas definidas, los trastornos de la personalidad o las diversas condiciones médicas que se expresan clínicamente con síntomas psicopatológicos o psiquiátricos. Mediante estudios científicos que los respaldan, se han estandarizado sistemas de clasificación de dichas enfermedades; las más importantes son: la Clasificación internacional de enfermedades en su décima revisión (ice-10 o cie 10) de la oms y el Manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales (dsm 5) de la Asociación Psiquiátrica Americana. Estos sistemas taxonómicos los usa el experto para efectuar la valoración clínica global del individuo desde el punto de vista físico o biológico, de personalidad, de sus funciones cognitivas, de su contexto familiar o social y así diagnosticar la entidad nosográfica causante de los síntomas y para plantear las intervenciones en diferentes niveles de atención, como el preventivo, paliativo o curativo y de rehabilitación. De todo lo anterior de este apartado cabe concluir que la psiquiatría valora al individuo desde el punto de vista médico global (biopsicosocial) aunque con énfasis particular en la psicopatología para determinar el diagnóstico nosográfico o sindromático de personalidad, médico, no psiquiátrico u orgánico de las condiciones sociales imperantes, el tratamiento conveniente y el pronóstico de evolución ulterior para el individuo evaluado. Entonces es válido precisar que la psiquiatría, la psicología y la criminología son disciplinas corresponsables de la evaluación del sujeto en proceso legal, con miras a participar en la prevención del delito y en el tratamiento del sujeto dentro del sistema judicial. La psicoterapia se involucra en el sistema jurídico como un elemento adicional al tratamiento de rehabilitación psicosocial o de reinserción social. De esta manera, las distintas disciplinas pretenden –mediante métodos científicos– conjugarse y participar en el gran campo de la administración de justicia, mientras que la poligrafía, cuando no emplea métodos validados, correrá el riesgo de caer en desuso dada su baja fiabilidad metodológica para evaluar la veracidad del testimonio. En conclusión preliminar, tenemos al sujeto de un proceso judicial objeto de la actuación de múltiples saberes, procedimientos, intervenciones y agentes. Así, por mediación de diversos profesionales se colabora tanto en la determinación final en un individuo de un estado mórbido o de su ausencia, como en la prevención, tratamiento 21

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y rehabilitación de las circunstancias desencadenantes cuando estas disciplinas se insertan en el campo de la impartición de justicia. Dejamos a nuestro lector la reflexión final acerca de los límites difusos de las disciplinas propuestas.

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Capítulo 4 Alcances forenses de la perfilación criminal Gabriel Andrés Pizarro Mayoral Gabriel Mayoral Andrade Laura Pérez Campos Mayoral Carlos Pérezcampos Mayoral Eduardo L. Pérez Campos

La historia del estudio de las ciencias forenses es más profunda de la comúnmente presentada por los medios masivos de información; comienza de modo inesperado y diferente del resto de las ciencias y posee al precursor más tenebroso que una ciencia pudiese tener. La perfilación criminal surge de las ideas plasmadas en las novelas de Edgar Allan Poe, a quien puede considerarse el padre de la literatura de misterio. La perfilación criminal tiene una historia más o menos reciente, si bien la pretensión de identificar las características de un agresor desconocido por la evidencia psicológica tiene antecedentes muy antiguos. El desarrollo práctico más difundido a nivel internacional ha sido la del Buró Federal de Investigaciones (fbi por sus siglas en inglés) y su unidad de investigación especializada en elaboración de perfiles. De acuerdo con Turvey (2012), la perfilación criminal como recurso de investigación para los casos del orden delictivo tuvo su apogeo en las últimas décadas del siglo xx, debido a su utilidad como medio para detener al delincuente, metodología empleada en mayor o menor medida en casi todos los países, con los resultados más contundentes y positivos en Estados Unidos. Hablar de perfilación criminal necesariamente nos refiere a 1956 cuando un terrorista apodado el Dinamitero loco aterrorizó a la ciudad de Nueva York y colocó 32 paquetes con explosivos en sus calles. A ocho años de la primera explosión, la policía investigadora no tenía aún ninguna pista de la identidad del perpetrador de los atentados. Entonces el psiquiatra James A. Brussel proporcionó indicios de la personalidad del autor de los crímenes. En una revisión minuciosa de las fotografías tomadas a las escenas del crimen y las misivas enviadas a 25

Pizarro • Mayoral • Pérezcampos • Pérez Campos

los diarios por el perpetrador, dicho psiquiatra observó ciertas pautas de comportamiento que le permitieron determinar que el autor de dichos atentados era un individuo migrante de Europa Oriental de aproximadamente 40 años, quien probablemente vivía con su madre en Connecticut. Brussel añadió que el hombre quizá era muy pulcro y, por la escritura en las cartas, dedujo que debía tratarse de un paranoico que adoraba de manera obsesiva a su madre y que odiaba a su padre. El psiquiatra recomendó a la policía localizar a un individuo de complexión mediana y edad madura, nacido en el extranjero, católico, soltero y que viviese con su madre (Lambert, 2014). Con esa descripción, la policía identificó a George Metesky, los agentes al arrestarlo observaron que lo único que discrepaba del perfil dado por Brussel era que este hombre no vivía con su madre, sino con dos de sus hermanas solteras. El afamado psiquiatra explicó que el trabajo de todo psiquiatra consiste en examinar al individuo para derivar cuál será su comportamiento ante determinadas situaciones o circunstancias. A partir de los planteamientos de Brussel, se puede afirmar que nos encontramos ante una nueva etapa de las investigaciones criminales, la perfilación criminal, que ha permitido establecer retratos psicológicos o de comportamiento de una gran variedad de conductas delictivas: asesinos, secuestradores, terroristas, violadores, pedófilos, pirómanos, etcétera. No fue sino hasta la década de 1980 cuando en Estados Unidos esta técnica de la perfilación criminal se empleó como un mediorecurso eficaz en las investigaciones criminales. Dicha labor de perfilación la realizaban sociólogos o trabajadores sociales, pero un pequeño grupo de agentes del fbi fundó la famosa Unidad de ciencias del comportamiento (hoy llamada Unidad de apoyo a la investigación). Tras años de entrevistas a criminales y análisis de las escenas de delitos, pioneros en psicología criminal lograron que se crease el Vicap (Violent Criminal Apprehension Program), una gigantesca base de datos que aglutina la mayoría de los homicidios violentos cometidos en Estados Unidos y que permite establecer similitudes entre diferentes crímenes para buscar un agresor común (Abeijon, 2017). Al respecto se afirma lo siguiente: […] la perfilación criminal no es algo general, sino un proceso que trata de reconstruir un comportamiento individual. Tampoco pretende dar

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Alcances forenses de la perfilación criminal

nombre e identidad a un delincuente, sino que es una ayuda en la orientación de la investigación, en el interrogatorio de sospechosos en el juicio para comprender la motivación del asesino y para la prevención de otros crímenes tras un primero tanto en secuestros como en homicidios, terrorismo, violaciones, etc. (Abeijon, 2017).

Una vez establecido el perfil se puede describir al agresor por su comportamiento y determinar qué deseo quiso satisfacer con sus actos para predecir sus acciones posteriores. Luego se comunica a los investigadores, con consejos o sugerencias para su uso en el terreno en función del tipo de caso o en el interrogatorio de sospechosos, por ejemplo: en las técnicas proactivas. El problema de la perfilación es que el material base proviene del estudio del comportamiento humano que no deriva de ciencias exactas. Si un perfil está equivocado puede desviar la investigación; de ahí la importancia de contar con un perfil confiable que siempre puede y debe ser afinado en función de los nuevos elementos de investigación. El fbi alberga el archivo criminógeno más amplio del mundo con la mayor cantidad de datos recopilados para el análisis criminal. En esta institución se acuñó en la década de 1970 el concepto offender profiling o perfil del agresor (Rodríguez, 2011). El perfil psicológico criminal es un mediorecurso policial que coadyuva a impartir justicia mediante el estudio del comportamiento y la identificación de probables características del delincuente; además, es un recurso relativamente nuevo en México y su objetivo principal es esclarecer delitos mediante el análisis de las circunstancias previas y posteriores al acontecimiento. Para ello, utiliza técnicas como la autopsia psicológica, el análisis y la evaluación psicológica del lugar de los hechos, entre otras, todo lo cual se centra determinar las características psicológicas del responsable. La perfilación se fundamenta en el método estadístico, es decir, si pudiéramos compararlo con el ensayo-error en cada predicción efectuada, tendríamos la probabilidad de acertar en 50% (Rodríguez, 2011). En otras palabras, cuanta más información se obtenga del crimen más cerca se estará de atrapar al agresor. Con base en la suma de indicios objetivos y subjetivos encontrados en la escena del crimen y en las peculiaridades del acto, del modus operandi y de las distintas características de cada crimen, la perfilación 27

Pizarro • Mayoral • Pérezcampos • Pérez Campos

criminal intenta descubrir al posible autor del acto criminógeno. La perfilación criminal es un procedimiento que se lleva a cabo cuando el autor del delito es totalmente desconocido, su base principal es el psicoanálisis y su objetivo no es la identificación absoluta del presunto autor, sino procurar establecer las características de la personalidad del victimario, en inferir aspectos psicosociales del agresor con base en un análisis psicológico, criminalístico y forense del hecho. Sin embargo, la perfilación se apoya en diversas teorías y conocimientos que no sólo provienen de la psicología (cómo se pudiese creer), sino también se relaciona con otras ramas, como el derecho, la criminología, la victimología, la medicina legal, la patología, la ginecología y la obstetricia, entre otras. Las determinaciones forenses tienen carácter probabilístico al igual que la mayoría de las ciencias inexactas; así, la perfilación no es la excepción, ya que debe su existencia a la aplicación de instrumentos de medición biológicos y psíquicos. Por ende, es factible cometer errores, más cuando se intenta establecer el fenotipo psicológico a partir de evidencias circunstanciales o subjetivas. No obstante, cuando se aplica de forma correcta y las circunstancias están a favor del investigador, es factible obtener resultados positivos; para lograr esto, es necesario que el perfilador goce de un perfil particular que comparta las características de un buen investigador, como: persistencia, perseverancia, mente abierta, iniciativa, liderazgo, cooperación, responsabilidad social, autocontrol, tolerancia al estrés, adaptabilidad, flexibilidad, ser detallista, integridad, independencia, analítico y habilidad psicológica, entre otras. La perfilación criminal, al ser de carácter probabilístico, está sujeta a error en la toma de decisiones y a cambiar el curso de una investigación o incluso a provocar la detención de inocentes o a malgastar recursos materiales y humanos al sugerir una dirección equivocada. De acuerdo con Rodríguez (2011), “el investigador no puede cuestionar la moralidad del agresor, sino que su misión es caracterizarlo para capturarlo o neutralizarlo”. Para ello, el perfilador tiene como fin último entregar un informe detallado y completo de las características que con mayor claridad definan al perpetrador del crimen. A pesar de que esta técnica tiene más de tres décadas de uso, en la actualidad existe insuficiencia en la investigación de perfiles criminales y en las técnicas para elaborar dicho perfil. 28

Alcances forenses de la perfilación criminal

Una cuestión fundamental que ha recibido poca atención es la evaluación empírica de la información de los perfiles elaborados por profesionales. En 2003 Richard N. Kocsis redactó perfiles que predicen una acción delincuencial probable. Algunas desventajas encontradas en los primeros perfiles fue que sólo describían los atributos físicos de la persona y su relación con su conducta criminal; sin embargo, los nuevos perfiles contienen información acerca de los atributos físicos del delincuente y respecto a la escena del crimen y el comportamiento del delincuente antes, durante y después del crimen. El informe del perfilador no requiere elementos formales; por ende, aun cuando no sea de carácter probatorio, es indiciario. Kocsis (2002) publicó al respecto un artículo con los resultados del análisis de asesinatos con violencia sexual sucedidos en Australia y en las investigaciones policiales se desarrollaron perfiles criminales. La muestra del estudio fueron 85 casos, cuyo resultado de la perfilación arrojó cinco modelos de conducta sexual homicida con diferentes patrones de conducta. También existen estudios en los cuales se ha demostrado fiabilidad de los perfiles, como lo mencionan Kocsis y Hayes (2004), quienes basaron su investigación en el análisis del sesgo exhibido por los oficiales de policía en su percepción al realizar los perfiles elaborados, los cuales se replicarían en muestras de participantes no policiales. En el estudio se halló que cuantos más conocimientos se tengan en técnicas de perfilación, mayor será la probabilidad de elaborar un buen trabajo. Estudios de perfilación en abuso sexual en mujeres, mediante el empleo de análisis de conglomerados, encontraron en áreas urbanas que alrededor de 40% corresponde a abuso por sus parejas. El abuso psicológico fue significativamente mayor que el abuso físico, pues la mayoría de mujeres pensaban que sus parejas eran confiables. Este grupo de investigadores agruparon a los abusadores en tres grupos: en el primero quedaron los “confiables, pero abusivos” con bajas puntuaciones de violencia¸ en el segundo “positivos y controladores” con puntuaciones de violencia moderadamente altas, a diferencia del tercer grupo, en el cual quedaron los sujetos “peligrosamente abusivos”, con puntuaciones de violencia muy altas, y con problemas legales (Panchanadeswaran y cols., 2010). En la actualidad México se encuentra en una constante lucha para disminuir la violencia y detener la criminalidad, que “a ojos de la 29

Pizarro • Mayoral • Pérezcampos • Pérez Campos

sociedad” jamás podrá resolverse. La psicología forense y la perfilación criminal tienen un reto común: la ausencia de expertos en la materia que debieran prepararse para disminuir esta oleada creciente que devasta al país. La mayoría de los crímenes violentos que suceden en la República Mexicana tiene como límite de investigación una serie de peritajes practicados a los posibles sospechosos, así como a las escenas del crimen, que pueden resumirse en ocasiones a la teoría bibliográfica. Nuevas investigaciones, el desarrollo de técnicas objetivas y la relación de la psicología con otras ciencias harán del perfil criminológico una recurso más en los procesos de investigación policial y judicialización para intentar esclarecer la posible responsabilidad de una persona a quien se cree culpable de un delito. En resumen, las ciencias forenses, sobre todo la psicología forense y la jurídica, no han alcanzado el punto óptimo de aplicación en México país como ha sucedido en otros, por lo cual se requiere enseñanza e investigación en este campo; sin embargo, sería injusto no destacar el trabajo que se hace día a día dentro de los alcances de la justicia mexicana.

Bibliografía Abeijon, P. ( ), La perfilación criminal, recuperado en . Arse, R. (2005), Del alcance de la psicología jurídica, Universidad de Santiago de Compostela, España. García-López, E., Lacalle, J. y Pérez-Marqués, A. (2006), “Psicología jurídica forense y juicios orales en materia penal: perspectivas, riesgos y desafíos”, Revista Jus Semper Loquitur, núm. 50, pp. 2332, 2o., issn: 1405-8553. Kocsis, R. N., Cooksey, R. W. e Irwin, H. J. (2002), “Psychological profiling of sexual murders: An empirical model”, International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology, 46(5), pp. 532-54.

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Alcances forenses de la perfilación criminal

__________ (2003), “An empirical assessment of content in criminal psychological profiles”, International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology, 47(1), pp. 37-46. __________ y Heller, G. Z. (2004), “Believing is seeing II: Beliefs and perceptions of criminal psychological profiles”, International Journal of Offender Therapy and Comparative Criminology, 48(3), pp. 313-29. Lambert, L., Petruzzello, M., Metesky, G. (2014), American Terrorist, recuperado en . Observatorio Nacional Ciudadano Seguridad, Justicia y Legalidad (2017), Reporte sobre delitos de alto impacto, marzo, México, recuperado de . Panchanadeswaran S., Ting, L., Burke, J. G., O’Campo, P., McDonnell, K.A. y Gielen, A. C., “Profiling abusive men based on women’s self-reports: findings from a sample of urban low-income minority women”, Violence Against Women, 16(3), 2010, pp. 313-27. Rodríguez, R. (2011), “La perfilación criminal como técnica forense en la investigación del homicidio” en Revista de la Escuela de Medicina Legal. issn: 1885-9577, Universidad Complutense de Madrid. Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública. (2016), Incidencia delictiva del fuero común, Centro Nacional de Información, Secretaría de Gobernación, México, recuperado de .

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Capítulo 5 Psicología de la confesión Eduardo Pérez Campos Mayoral Arisel Rodríguez Cruz Diana Monserrat Sánchez Canseco Beatriz Arely Cruz Cruz

Introducción En 1988 en Austin, Texas, el estudiante Christopher Ochoa, de 22 años, confesó la violación y asesinato de Nancy de Priest. Para evitar la pena de muerte, durante el interrogatorio acusó de complicidad a su amigo Richard Danzinger y ambos fueron condenados a cadena perpetua. Años más tarde fueron exonerados gracias a pruebas de adn. Su historia puso de manifiesto los errores del sistema de justicia penal estadounidense. La confesión falsa de Ochoa se produjo después de dos sesiones de interrogatorio de 12 horas sin descanso cada una. El entonces presunto responsable concluyó que estaba condenado en cualquier caso y que su única opción entre la muerte por inyección letal y una vida en prisión era confesar un delito que no había cometido. Por ello, aceptó firmar confesiones inventadas por la policía y, como parte del acuerdo, testificar contra Danzinger, quien durante todo su encarcelamiento insistió en ser inocente. La libertad llegó cuando un condenado de nombre Achim Josef Marino envió misivas a varios funcionarios de Texas, incluido al en aquella época gobernador George W. Bush, en las cuales declaró que dos hombres inocentes estaban en prisión por el asesinato de De Priest, del cual él era el único responsable. Otros casos parecidos han sido documentados por el denominado Proyecto inocencia, dedicado a la búsqueda de casos con inconsistencias procesales, vicios durante la investigación policial o, como en el ejemplo descrito, con errores de procedimientos técnico-forenses para obtener confesiones válidas. Derivado de vivencias similares, en gran parte del mundo existe una imperiosa necesidad de determinar los mecanismos por los que se 33

Pérez Campos • Rodríguez • Sánchez • Cruz

producen confesiones falsas y cuáles técnicas de entrevista e interrogatorio son la mejor opción para las circunstancias del caso que se investiga. Con este trabajo se pretende ilustrar al lector acerca de las investigaciones que existen en la materia y que ayudan a obtener información verídica y confiable a partir de una entrevista y determinar cuándo es recomendable elegir el interrogatorio para obtener una confesión.

Antecedentes En los últimos años, la psicología ha tenido mayor auge en el ámbito forense debido a su aplicación en casos jurídicos. Una de las funciones de esta disciplina ha sido poner en marcha técnicas específicas y confiables para obtener información, especialmente en casos complejos por su naturaleza (por ejemplo, cuando una víctima alega haber sido abusada sexualmente, pero manifiesta no recordar nada del evento en sí –disociación–). Estas carpetas de investigación generalmente están “cargadas” con evidencia circunstancial y poca o nula evidencia física. Por ello, en estas investigaciones la entrevista aplicada por el psicólogo forense a la víctima, el victimario y el testigo desempeña un papel fundamental con la finalidad de llegar a la verdad sobre un hecho. Los procedimientos que desde el principio de la convivencia humana han tratado de establecer los elementos en los cuales basar las decisiones para determinar los hechos o manifestaciones como verdaderos o falsos son muchos (De Paulo et al., 2003; Fisas, 1997). Así, en los anales puede haber procedimientos que, a pesar de su actual rechazo, llegaron a constituir los únicos medios por los que se intentaba determinar la verdad. Una de las primeras operaciones documentadas son los “enfrentamientos judiciales” (Trial by Combat) entre las partes adversarias para determinar quién mentía y quién decía la verdad; en otras palabras, era representación de la más pura aplicación de la ley del más fuerte. Cada parte elegía un contrincante que, con base en su fuerza y mediante el duelo, impondría su derecho sobre el vencido (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002). Posteriormente aparecieron los denominados Trial by Ordeal (ordalías o juicios de Dios), que mediante el uso de la tortura física o 34

Psicología de la confesión

mental ponían a prueba a quien sería juzgado como culpable o inocente según los auspicios de poderes superiores al hombre (la divina providencia). Algunas prácticas consistían en obligar al acusado a sujetar un fierro caliente y, si no presentaba lesiones, era considerado inocente; de esta práctica se deriva la expresión “poner la mano al fuego por alguien” (Zimmerman, 1999, 2007). Algunas de dichas pruebas empezaron a ser prohibidas en el siglo xii en un intento de humanizar estos sistemas confesionales; sin embargo, la tortura aún se aplica de manera más o menos refinada (Fisas, 1997; Garrido, Masip y Herrero, 2006; Riquelme y Martínez, 1999). A su vez, los chinos utilizaban la prueba del arroz (Vicianova, 2015), determinaban acerca de la veracidad de las declaraciones con apoyo en el principio de que el miedo provocaría una respuesta adrenérgica en los sujetos culpables, lo cual les provocaba paralización de la función salival. El procedimiento consistía en obligar a los sospechosos a masticar arroz y posteriormente escupirlo: si lo escupían húmedo se asumía que habían sido honestos; en caso contrario quedaba demostrada su culpabilidad (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002; Kleinmuntz y Szucko, 1984). Otra prueba fue la del “hierro candente”, utilizada por las tribus de Rajmahal al norte de Bengala (Trovillo, 1939), la cual consistía en aplicar un hierro incandescente sobre la lengua de las personas sospechosas: la salivación evitaba la quemadura y la sequedad de la lengua la favorecía. En Europa se usó la Trial by Torture en la infame caza de brujas, la cual constaba de dos versiones: una, basada en la creencia de que las brujas no se hundían en el agua y para comprobarlo se lanzaba a ríos, lagos o pantanos a mujeres con una piedra atada al cuerpo: si no se hundían se les quemaba en la hoguera por brujas, pero si se hundían y por supuesto se ahogaban, se rezaba por su alma inocente. En cuanto a la segunda, había la creencia de que las brujas nacían con la denominada marca del diablo, la cual era invisible, salvo que la acusada de brujería dijera dónde la tenía, en cuyo caso se haría visible (Gordon, 2004; Gordon y Fleisher, 2002). En el año 250 antes de Cristo, en la India utilizaban la prueba del “burro sagrado” para detectar el engaño (Mayoral, Mayoral y Helmes; Inbau y Reid, 1967). A las personas sometidas a juicio se les decía que tenían un asno al que debían tirarle el rabo: si el animal rebuznaba 35

Pérez Campos • Rodríguez • Sánchez • Cruz

serían considerados culpables; pero si reinaba el silencio, se presumía que eran inocentes. Durante la prueba realizada dentro de una tienda, los inocentes seguramente jalarían el rabo del animal y los culpables no. De esta manera, “el juicio no se basaba en sí el burro rebuznaba, sino en la marca que dejaría o en la ausencia de ésta, ya que el rabo del asno estaba impregnado de una sustancia que quedaría adherida a la mano del inocente”.

Confesiones falsas Según el artículo 207 del Código Federal de Procedimientos Penales, así como las jurisprudencias 105 y 108 sostenidas por el Pleno y la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la confesión se entiende como sigue: “Respecto a la confesión, sólo puede considerarse como tal la admisión de los hechos que realiza el imputado cuando ello implica el reconocimiento de todos los elementos constitutivos del delito”. Anteriormente una confesión en juicio era una prueba irrefutable de culpabilidad, y se le daba mayor trascendencia si era obtenida por medio de técnicas de entrevista e interrogatorio validados, aunque persistía la duda de si el relato era auténtico; actualmente, el nuevo sistema de justicia adversarial pide más pruebas que respalden la confesión. De ello se infiere que las confesiones falsas no son nuevas, pues seguramente los métodos descritos con anterioridad provocaban que un inocente fuese declarado culpable. En la actualidad, aunque existen técnicas más sofisticadas para evaluar la credibilidad, en muchos casos la culpabilidad o inocencia no siempre son claras, sobre todo cuando el caso se basa en evidencia circunstancial. ¿Por qué la gente hace confesiones falsas? Münsterberg (1908) observó este fenómeno como una conducta que depende de muchas variables psicológicas, y manifestó que “en algunos casos las personas confesas se creían realmente culpables, al igual que existen las seudo-confesiones que surgen en hombres que no están claramente sanos”. De manera sorprendente, la investigación moderna ha revelado datos similares acerca del tema, razón por la cual en Estados Unidos existe una clasificación de confesiones falsas. Una confesión falsa voluntaria ocurre cuando, en ausencia de cualquier presión externa obvia, un individuo se presenta a la policía y 36

Psicología de la confesión

admite un delito que no cometió. Kassin y Wrightsman (1985) sugieren algunas posibles razones de este comportamiento, por ejemplo, el deseo de notoriedad, sentir culpabilidad de un suceso anterior en su vida y creencia de que merece ser castigado, incapacidad para distinguir entre hechos reales y la imaginación, el deseo de proteger a otra persona (como a un niño o a la pareja). Al respecto Gudjonsson (2003) considera que la venganza es otro motivo que puede generar una confesión falsa, como fue el caso de un hombre que confesó falsamente con el objeto de hacer perder el tiempo a la policía, debido a una experiencia previa con las autoridades que él consideraba injusta. Una confesión obligada es aquella en la cual se persuade al individuo para que confiese. Kassin (1997) sugiere entender este concepto como un evento que se manifiesta cuando se aplican de forma errónea las técnicas de interrogatorio policial, como mantener en aislamiento a personas bajo custodia, situación que define Irving (1986) como aterradora e intimidante, la cual puede crear angustia o exacerbar problemas psicológicos y emocionales. Algunas técnicas arcaicas diseñadas para alentar al sospechoso a confesar incluían la mentira como parte de los recursosrecurso del investigador, cuyo objetivo era lograr una confesión (por ejemplo, convencer al interrogado de que sus cómplices han confesado) o incluso producir una evidencia falsa, como observaron Gudjonsson y MacKeith (1982). A su vez, Gudjonsson y Clark (1986) sugirieron que las personas sometidas a interrogatorio pueden manifestar un “set psicológico” en dos vertientes: puede ser un sospechoso hostil o cooperativo. Este conjunto cognitivo se relaciona con factores como la inteligencia, el nivel de estrés y el grado de experiencia de la persona en situaciones similares; dichos factores determinarán la estrategia del sospechoso para hacer frente a la situación.

¿Por qué confiesan las personas? Walters (1996) contribuye con las razones siguientes: • •

El sujeto sólo reconoce la realidad (confiesa) cuando siente que es un beneficio hacerlo. El miedo percibido de un castigo mayor si se queda callado. 37

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• • •

Existencia de evidencia abrumadora. Presión de la familia, amigos, asociados u opinión pública acerca de su negación frente a la evidencia. Ganar notoriedad o pensar que se controla la situación.

Wicklander y Zulawski (2002) proponen los siguientes motivos: el sospechoso cree que su culpabilidad puede ser probada, sentimientos de culpabilidad, reputación, adrenalina, proteger a otro, terminar el interrogatorio, no sabe decir que “no”, etcétera. Por su parte, Amável Sánchez (2011) refiere que: “Si a las personas se les presentan las condiciones correctas, confiesan. El miedo de exclusión y la reprobación por la sociedad (familia, amigos, púbico e incluso el interrogador) son más fuertes que el instinto de sobrevivencia”. Jane Goodman Delahunty (2014) señala que si bien se ha identificado una amplia gama de estrategias de entrevista, existen dos tipos principales: a) técnicas acusatorias, que utilizan la persuasión positiva, cuyo objetivo es obtener confesiones y que se usan predominantemente en América del Norte y Asia, y b) técnicas no coercitivas, basadas en una relación de confianza para recopilar información (entrevistas de investigación) como las que se practican en Australia, Noruega y el Reino Unido. Goodman agrega que las estrategias de entrevista se pueden dividir en cuatro tipos principales: legalistas, físicas, cognoscitivas y sociales, las cuales se pueden aplicar a cada persona de manera coercitiva o no coercitiva. Dicho investigador realizó un estudio en el cual empleó entrevistadores con experiencia y sin ella y concluyó que las técnicas de entrevista no coercitivas eran percibidas como más eficaces para obtener información significativa. Luego añade dicho psicólogo: “Las estrategias sociales, como la construcción de una relación profesional de trabajo y la justicia procesal, se asociaron con revelaciones anteriores y reciprocidad con revelaciones ulteriores”. Este estudio confirmó el creciente consenso internacional acerca de las prácticas efectivas en entrevistas no coercitivas y destacó la importancia de la influencia social o de las relaciones interpersonales basadas en la relación entre entrevistadores y sospechosos a fin de evitar la aparición de confesiones falsas. Si se emplea una técnica de corte acusatorio, el éxito de lograr una confesión estará en encontrar cuál fue el razonamiento que el criminal 38

Psicología de la confesión

inventó para justificar su conducta; sin embargo, como tratamos a personas, obviamente no hay una fórmula exacta para cada una, ya que esto depende de otras variables, como la personalidad, experiencias similares, y percepción acerca de las consecuencias sociales del delito, entre otras.

Teorías de la confesión Como se observa, un individuo puede confesar por distintos motivos (Gudjonsson, 2003). Algunas teorías están basadas en motivadores internos, como sugirió el psicoanalista y criminólogo Theodore Reik (1959) al argumentar que el proceso de confesión se debía a una necesidad inconsciente y compulsiva de manifestarse. Algunas otras teorías consideran factores externos que influyen en el proceso de toma de decisiones del entrevistado, como señalan Hilgendorf e Irving (1981). Estos psicoanalistas consideran tres fases en el proceso de confesión: en la primera, el sospechoso considera sus opciones y las consecuencias asociadas con sus actos; en la segunda, se evalúa subjetivamente la probabilidad de que la conducta pudiese ser probada; la última fase consiste en evaluar la utilidad o ganancia vinculada con distintos cursos de acción. A pesar de ello, las teorías hasta ahora existentes son por lo general escuetas en distinguir las verdaderas motivaciones que impulsan a una persona a confesar.

Conclusión Para obtener información de calidad, una admisión, un reconocimiento de hechos o finalmente una confesión con la finalidad de resolver una investigación, se necesita generar condiciones independientes de la técnica de entrevista o interrogatorio empleado. Las técnicas de entrevista e interrogatorio existentes comparten en alguna de sus etapas y con diferente nombre cierta característica; por ejemplo, estos elementos incluyen promover una relación profesional de trabajo entre el entrevistador y el entrevistado, respeto mutuo, confianza generada por la honestidad del entrevistador durante la explicación del proceso (como la aclaración de dudas), respeto de derechos fundamentales 39

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(como usar el sanitario, ofrecer un vaso de agua o cualquier necesidad del sujeto), además de su grado de competencia para generar empatía, rapport y actuar éticamente. Sin duda, tal abordaje permitirá obtener la información deseada y confiable.

Bibliografía Badillo, Grajales R. (2013), Entrevistas e interrogatorios (investigación criminal), Publicaciones Puertorriqueñas, México. Código Federal de Procedimientos Penales (2016). Goodman Delahunty, J., Martschuk, N. y Dhami, M. K. (2014), “Interviewing high value detainees: Securing cooperation and disclosures”, Applied Cognitive Psychology, 28(6), pp. 883-97. Ibáñez Peinado, J. y Dikenson S. L. (2009), Psicología e investigación criminal: el testimonio, España, pp. 289–91. Inbau, F. E., y Reid, J. E. (1967), Criminal interrogation and confessions. Baltimore: Williams & Wilkins, cap. 12, p. 171. Mayoral, E. P. C., Mayoral, C. P. C. y Helmes, R. M. (2017), La poligrafía en el siglo xxi: historia y evolución en México. Reid, Allan L. (2015), La técnica de Reid de entrevista e interrogatorio. Curso regular y avanzado, México, pp. 2-3. Sánchez Amável (2011), Anatomía de un interrogatorio, p. 15, versión electrónica, . Trovillo, P. V. (1939), “A history of lie detection”, Journal of criminal law and criminology (1931-1951), 29(6), pp. 848-81. Walters, S. B. (1996), Principles of kinesic interview and interrogation, Boca Ratón: CRC, cap. 10, pp. 287-98. Vicianova, M. (2015), “Historical Techniques of Lie Detection”, Europe’s Journal of Psychology, 11(3), pp. 522–34, . Zimmerman, H. (1999), Poner las manos en el fuego. Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, Buenos Aires: Aguilar. ____________ (2007), “Poner las manos en el fuego”, Revista El Abasto, núm. 88. Zulawski, D. E. y Wicklander, D. E. (2002), Practical aspects of interview and interrogation, Boca Ratón, Fla: CRC Press, cap 8, pp. 241-48.

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Capítulo 6 Fundamentación teórica de la conclusión pericial Claudia Edith Martínez Villalobos Nallely Hernández Magaña

El dictamen pericial se elabora conforme al método científico y, al igual que éste, conlleva una forma sistemática de proceder para dar respuesta a uno o varios problemas planteados. Así, el propósito de elaborar un dictamen pericial es dar respuesta a un planteamiento del problema, es decir, al cuestionamiento o pregunta que realiza una autoridad (Lázaro, 2017) y que implica la redacción explícita y precisa entre conceptos, ideas, casos o circunstancias en que se sitúa el fenómeno o hecho. Entonces, la base de toda opinión vertida en un documento de investigación, como lo es un dictamen pericial, se fundamenta en un método que debe cumplir una serie de pasos. A su vez, se entiende como investigación el conjunto de procesos sistemáticos y empíricos que se aplican al estudio de un fenómeno o problema (Hernández Sampieri, Fernández Callado y Baptista Lucio, 2014). Para León García y Montero García-Celav (2006), el proceso de investigación consiste en una serie de pasos secuenciales, en los que el punto de partida es la delimitación de un problema o planteamiento. Así, para resolver ese problema se postula una tentativa o hipótesis y de ella se deducen consecuencias contrastables empíricamente mediante la observación; para lo cual se diseña un plan, cuyo objetivo principal es verificar la hipótesis y la obtención de conclusiones. En la historia de la psicología, reconocida como ciencia, existe una amplia gama de teorías, entendiéndose como teoría un conjunto de afirmaciones acerca de información obtenida mediante la investigación (Consuegra, 2010). En el proceso de elaboración del dictamen es necesario formular una o varias hipótesis periciales, en cuya parte las teorías permitirán iniciar con la prueba pericial. 41

Martínez Villalobos • Hernández Magaña

¿Existe teoría en materia de psicología que explique el fenómeno planteado? Lo idóneo es tener un amplio conocimiento teórico respecto al problema planteado por la autoridad solicitante. En caso de desconocer al respecto o tener un bagaje conceptual limitado, es deber del forense indagar más lo relacionado con el tema específico. Este primer acercamiento permitirá determinar si el planteamiento del problema compete a la psicología. En la actualidad es común que aun los psicólogos desconozcan o no les sean claros los alcances y limitantes de la propia ciencia. Esta deficiencia ocurre principalmente cuando se intenta analizar fenómenos estudiados por diferentes ciencias de la salud afines (como psiquiatría, neurología, trabajo social y criminología). Contar con la teoría psicológica que pueda guiar y respaldar la intervención enfocada en el planteamiento del problema permitirá dar el primer paso importante, que implica para el perito aceptar el cargo conferido y con ello acceder a realizar la pericial en materia de psicología, o señalar su incompetencia ante el problema planteado y posiblemente sugerir a la autoridad la intervención de otra ciencia más idónea para la pericial. Al realizar la investigación documental y teórica se debe tener en cuenta que existen diversas fuentes de información, las cuales, de forma básica, Hernández Sampieri, Fernández Callado, y Baptista Lucio (2014) dividen como sigue: a) Fuente primaria: es la que el teórico investigador crea de primera mano, pues el autor de la teoría o investigación plasma sus resultados y no es filtrada, interpretada o evaluada por nadie más. Como ejemplo se proponen estudios de caso o experimentos empíricos o de campo (relatados o plasmados por el científico que participa, analiza y teoriza de forma directa y activa). b) Fuente secundaria: contiene información primaria reorganizada y sintetizada por una tercera persona y permite informarse de ideas principales o clave de diversas fuentes primarias, que abordan un mismo fenómeno en un solo documento gracias a la investigación documental realizada por quien elabora esta fuente. 42

Fundamentación teórica de la conclusión pericial

c) Fuente terciaria: contiene información sobre las fuentes secundarias y proviene después de dos o más reinterpretaciones, por lo cual en este nivel es posible encontrar un mayor rango de modificación y distorsión de las ideas o conceptos respecto a la fuente primaria. Para la intervención pericial es trascendental la selección minuciosa de las fuentes de información que permita atender la necesidad que se tiene; además, se recomienda que estas fuentes sean primarias y secundarias, constatar que sean documentos de carácter científico, que el autor sea reconocido y que el documento lo avale una institución educativa o grupo de divulgación científica reconocido. Así, cuanto más rigurosa sea la selección, mayor fiabilidad y validez tendrá la intervención dentro del marco teórico-científico. Es importante considerar y recabar fuentes de información que aborden temas de simulación y disimulación, pues en la labor pericial llegan a existir evaluados que manipulan la información con el propósito de obtener un beneficio o evitar un perjuicio. Por tanto, será fundamental para el perito psicólogo cotejar los datos expuestos por los peritados con múltiples fuentes de información (Muñoz, 2013).

Marco teórico Cuando se cuenta con la bibliografía idónea y se ha evaluado como factible la intervención pericial en materia de psicología forense, el siguiente paso es fundamentar teóricamente el estudio, lo cual también se denomina marco teórico o consideraciones técnicas. Esto es la base conceptual de la intervención pericial, que permite señalar desde cual teoría se asumen la evaluación y el marco específico dentro del cual se interpretarán los resultados. Las bases teóricas para elaborar un dictamen psicológico se apoyan en la psicología del desarrollo, la psicología aplicada y social, así como en la familiar, clínica, diagnóstica y jurídica (Fabián, Böhm y Romero, 2006); sin embargo, esto no es delimitativo, pues existen diversas ciencias que están íntimamente ligadas a la psicología y que pueden ser de gran utilidad para dar respuesta al planteamiento. 43

Martínez Villalobos • Hernández Magaña

Parte fundamental en la elaboración del marco teórico es definir los términos y conceptos más importantes o claves, porque darán claridad y certeza en lo buscado y evitarán que la intervención caiga en interpretaciones erróneas. También se debe evitar el caló y argot ambiguo o utilizar palabras que supongan sinónimos, pero que en realidad son conceptos diferentes u opuestos (por ejemplo, violencia y agresión). La psicología forense es una intervención de la ciencia en auxilio de una autoridad, por lo cual resulta importante analizar y presentar las bases legales relacionadas con la intervención pericial, que pueden ser artículos de la Constitución política mexicana o leyes especiales, extractos de tratados internacionales y protocolos de actuación, entre otros. Dichos elementos fungen en el dictamen como consideraciones, y con las normas que se relacionen, es decir, son los parámetros legales que se tuvieron en cuenta durante la intervención y que de forma directa o indirecta guiaron el estudio. Lo idóneo es establecer un apartado en el dictamen pericial en el cual se asiente el marco teórico, lo cual facilitará su consulta en el transcurso de la intervención, ya que la delimita. Escribirlo también permitirá acceder a él de forma fácil en caso de que en alguna audiencia o ante alguna autoridad se cuestionen la metodología y la intervención, en cuyo caso se pueden retomar para refrescar la memoria durante el interrogatorio. Asimismo, plasmar este marco teórico facilitaría a la autoridad u otra persona ajena a la materia iniciar el estudio y comprensión del fenómeno desde la perspectiva psicológica, así como aclarar al lector en qué se sostiene teóricamente el dictamen y cuáles son los cimientos, definiciones y procesos de la construcción pericial.

Importancia de la fundamentación teórica o marco teórico La teoría también puede brindar pautas y consejos útiles acerca de la intervención; siempre con base en que es una intervención dentro de una situación legal o penal que debe contemplar el marco teórico-legal. Así, es común que a los psicólogos forenses les sea solicitado evaluar a posibles víctimas. Al respecto existe un gran bagaje 44

Fundamentación teórica de la conclusión pericial

de documentos promovidos por diversas instancias nacionales e internacionales de derechos humanos y de protección a las víctimas, en los cuales hay lineamientos mínimos indispensables para la intervención. Por ello, ignorarlos aumenta el riesgo de violentar los derechos de los evaluados y victimizarlos de nuevo, en cuyo caso las autoridades desvaloren o desechen la opinión pericial, o hasta incurrir en una falta que conlleve responsabilidad legal para el perito. Por otro lado, la bibliografía teórico-científica permite guiar de manera metodológica la intervención: pueden reproducirse modelos de intervención siguiendo casos de estudio, saber específicamente qué tipo de pruebas psicométricas o recursos pueden ser útiles según el planteamiento del problema, qué tipo de variables internas y externas se deben considerar en la intervención, conocer los alcances y limitantes de la investigación, así como aclarar cuáles son las expectativas de resultados. La actualización y capacitación constante permitirá al psicólogo forense caminar a la par de la ciencia. Es preciso evitar un estado de conformismo, pues la ciencia está en constante evolución y lo que hoy resulta el modo más idóneo para intervenir o indagar sobre un asunto pericial, probablemente en el futuro resulte obsoleta, disgregado y se reemplace por una metodología más certera, menos invasiva y más eficaz. Si se considera que toda investigación u opinión pericial debe cumplir con los pasos del método científico, es imprescindible llevar a cabo una revisión bibliográfica, es decir, establecer y asentar el procedimiento mediante el cual se recopila información que se requiere para sustentar teórica y conceptualmente una investigación. Una fundamentación bibliográfica no es un mero reporte de la bibliografía revisada, sino un texto analizado, procesado y redactado de tal manera que en él el investigador sustenta su trabajo, define los eventos, expone las posibles hipótesis y señala la teoría de la cual va a partir. Además, ello implica ir más allá del propio dicho o de conjeturas personales, ya que apoyarse en estudios científicos previos, así como nombrar y citar autores y científicos da fortaleza al planteamiento, hipótesis, metodología y resultados del informe o dictamen pericial. El objetivo de la revisión profunda de los documentos es allegarse un cuerpo de ideas que hagan posible la realización de un marco teórico 45

Martínez Villalobos • Hernández Magaña

conceptual respecto al objeto de estudio (García Ramírez, 2013). En este sentido, Muñoz (2013) agrega: El objeto de toda exploración pericial psicológica es dar respuesta a la demanda realizada desde el ámbito jurídico, es decir, realizar una valoración psicolegal. Desde un punto de vista técnico, esta intervención implica conocer qué áreas del funcionamiento psicológico han de ser exploradas al tenor del objeto de la pericial y conocer la investigación científica en el campo, para aplicar criterios decisorios basados en la evidencia empírica.

Prueba pericial en el nuevo sistema de justicia penal En tiempos no muy lejanos era una práctica común encontrar en los documentos periciales la leyenda “a mi leal saber y entender”, como si esta frase tuviera en sí el peso suficiente para sustentar conclusiones a las que arribaban los profesionales. La exigencia era mínima ya que sólo era hacer llegar el dictamen o documento pericial a la autoridad solicitante; en consecuencia, era poco o nulo el escrutinio al respecto, pues no había un proceso posterior de análisis del documento y no se le cuestionaba al perito sobre su trabajo y resultados. Poco a poco, se han ido integrando prácticas de interrogatorio cada vez más complejas y profundas en las cuales las autoridades buscan que los peritos expliquen y esclarezcan de viva voz de dónde provienen las conclusiones a las que llegaron. Parte de los cambios importantes que se llevaron a cabo en la implementación del sistema penal acusatorio es la forma como el perito intervendrá en este sistema, presentándose ahora como un testigoexperto, de tal modo que el éxito de su presentación del informe oral dependerá de una adecuada fundamentación científica. En este tenor, Lázaro (2017) refiere: El perito que tiene conocimiento de la metodología de la ciencia y metodología de la investigación debe procurar en su informe oral que sea claramente un reflejo de las etapas del método científico. También demostrar los fundamentos de sus conclusiones y contrastar el estudio

46

Fundamentación teórica de la conclusión pericial

científico con normas internacionales y el reconocimiento de sus limitaciones.

A su vez, Escoto Mora (2012) afirma al respecto: La argumentación es un tema que indefectiblemente se liga a la interpretación. Argumentar es establecer una consideración, plasmar un criterio y sostenerlo con base en fundamentos que den cimientos a la postura planteada; en este sentido, argumentar es tomar partido de una causa o una cosa y defender su existencia o preeminencia frente a otra. Quien defiende un punto de vista lo explica y al explicarlo lo interpreta.

Dicha argumentación no sólo se establece para el ámbito jurídico, sino también es parte fundamental de la complementación en el ámbito científico (Lázaro, 2017). La argumentación en las ciencias forenses tiene como finalidad fundamentar científicamente la intervención y proporcionar elementos sólidos y convincentes al juzgador para que tenga fiabilidad el trabajo pericial realizado. La labor del psicólogo en todas sus intervenciones está regida por un código ético (cep) (Sociedad Mexicana de Psicología, 2014), el cual establece que los servicios, la enseñanza y la investigación deben estar basados en un cuerpo de conocimientos válidos y confiables sustentado en la investigación científica (artículo 1, cep). Asimismo, el psicólogo debe mantenerse actualizado acerca de la información científica y profesional actual en su campo de actividad, y realizar esfuerzos continuos para mantener su competencia y pericia en las habilidades que emplea. Igualmente, recibirá la educación, formación, supervisión y consulta adecuadas (artículo 4, cep).

Conclusiones Las conclusiones en el dictamen pericial se formulan corroborando mediante el soporte científico o marco teórico que fundamenta los resultados de la investigación, lo cual da la respuesta al problema planteado, lo que equivaldría al fin del razonamiento (Lázaro, 2017). En ello no se debe dejar a un lado que el psicólogo basa sus conclusiones, sugerencias e intervenciones en resultados confiables y válidos de 47

Martínez Villalobos • Hernández Magaña

investigaciones científicas, valoraciones y diagnósticos psicológicos (artículo 31, cep). Las conclusiones deben ser claras y precisas, así como también se recomienda utilizar los mismos términos expuestos y explicados dentro del marco teórico, lo cual reflejará de forma palpable la conexión en lo abordado dentro del marco teórico y los resultados.

Bibliografía Consuegra, A. N. (2010), Diccionario de psicología, Bogotá: Ecoe, p. 263. Escoto Mora, I. (2012), El impacto de la argumentación jurídica. En los juicios y en la oralidad, México: Ubijus, p. 117. Fabián, T., Böhm, C. y Romero, J. (2006), Nuevos caminos y conceptos en la psicología jurídica, Berlín, Alemania: Lit Verlag. García Ramírez, F. J. (2013), Metodología de la investigación en las ciencias jurídicas y criminológicas, 4a. ed., México: Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (cescijuc), p. 63. Hernández Sampieri, R., Fernández Callado, C. y Baptista Lucio, P. (2014), Metodología de la investigación, México: McGraw Hill Interamericana, p.18. Hurtado de Barrera, J. (2008), El proyecto de investigación, 6a. ed., Caracas, Venezuela: Quirón-Sypal. Lázaro Ruiz, E. (2017), El perito en el sistema penal acusatorio, México: Flores. pp. 117, 458, 603 y 7. León García, O. G. y Montero García-Celay, I. (2006), Metodologías científicas en psicología, España: Universitat Oberta de Catalunya (uoc), p. 30. Muñoz, J. M. (2013), “La evaluación psicológica forense del daño psíquico: propuesta de un protocolo de actuación pericial” en Anuario de Psicología Jurídica, 23, pp. 61-9, Doi: . Sociedad Mexicana

de

Psicología (2014), Código ético del psicólogo, Mé-

xico: Editorial Trillas.

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Sección II

Psicología forense aplicada a casos civiles •

Peritaje psicológico en materia familiar: ansiedad-escucha-guarda y custodia (nnya) • Evaluación psicológica de las competencias parentales en los ámbitos forenses familiares •

Síndrome de alienación parental (sap). Violación a derechos humanos mediante la violencia intrafamiliar • Alienación parental y psicopatología forense, un enfoque desde la normatividad jurídica en México

Capítulo 7 Peritaje psicológico en materia familiar: ansiedad – escucha – guarda y custodia (NNyA) Guadalupe del Carmen Morales Toledo

Introducción El protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren a niñas, niños y adolescentes (NNyA), emitido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación (scjn, 2014), especifica que los derechos de la infancia están vinculados con el acceso a la justicia, lo cual implica que los órganos que integran el Poder Judicial de la Federación y, en especial, quienes tienen a su cargo la impartición de justicia son responsables de garantizar el respeto de tales derechos en los procedimientos judiciales.

Antecedentes La Primera Sala de la scjn resolvió la contradicción de tesis 256/2014 a propuesta del ministro José Ramón Cossío Díaz. Resolver respecto a la obligación del juez de escuchar a los NNyA dentro de un procedimiento constituye una regla irrestricta en cualquier juicio y, en su caso, si la conveniencia de escucharlos depende o no de la edad biológica del niño o niña en cuestión. Cuando resolvió el punto de contradicción, la Primera Sala determinó que, de conformidad con el artículo 12 de la Convención sobre los Derechos del Niño, los NNyA tienen derecho a expresar su opinión en todos los asuntos que los afectan y es obligación de los juzgadores dar el debido cauce a su participación durante los procedimientos jurisdiccionales (scjn, Contradicción de tesis 256/2014). 53

Morales Toledo

En el ejercicio pericial como parte de una función en el desarrollo de diligencias de escucha de menores, denominada así en el artículo 429 bis b del Código Civil de Oaxaca (2016), se efectúa la explicación a los NNyA (scjn, 2014) acerca de lo que se pretende efectuar y de las personas que van a intervenir; además, se destaca el soporte emocional y mental que recibirán durante su intervención, para lo cual se les pregunta si es su deseo ser escuchados, con el fin de no violentar su condición psíquica por la situación que viven. En este sentido, los ministros de la Primera Sala resolvieron que todo operador jurídico –en particular el juzgador– debe facilitar el ejercicio de los niños a ser escuchados. De conformidad con la resolución, la participación de los niños no constituye una regla irrestricta en todo procedimiento jurisdiccional, pues resulta fundamental que el ejercicio de este derecho se realice en sintonía con la plena protección del niño, según las circunstancias del caso y su interés superior, lo cual necesariamente involucra una valoración de parte del juez. Así, el juez debe evitar la práctica desmedida o desconsiderada de este derecho de participación, lo cual podría acontecer si sus derechos no forman parte de la litis (scjn, Contradicción de tesis 256/2014). Con lo anterior se busca la “no revictimización” de los NNyA, pues por la falta de acuerdos y la limitada comunicación entre progenitores proponen el uso de este derecho de los niños a ser escuchados en dicho procedimiento. Por tanto, el perito en psicología tiene la responsabilidad de cuidar que esos factores puedan volverse estresores para los NNyA, así como que generen el menor impacto posible en éstos a favor de su sano desarrollo.

Guarda y custodia La familia se ajusta a ciertas condicionantes que surgen de la interacción humana con el fin de dar seguridad jurídica y protección a todos los miembros del grupo familiar, fundamentalmente a los NNyA, quienes por sus características requieren toda atención y cuidado, como en los casos de controversias del orden familiar, desde el punto de vista tanto legislativo como judicial (Pérez, 2011).

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Peritaje psicológico en materia familiar…

Artículo 4.95. […] III. A falta de acuerdo entre los cónyuges, la guarda y custodia provisional de los hijos se decretará por el juez, debiendo escuchar a ambos progenitores, a las hijas o hijos y a cualquier otro interesado en función del interés superior de NNyA, así como de los sujetos a tutela. El juez actuará de la misma manera para determinar el régimen de convivencia (H. LVIII Legislatura del Estado de México, decreto 497).

De ello se deriva que la actuación del perito tiene a bien auxiliar al identificar los factores que favorecen u obstaculizan el sano desarrollo de los NNyA. Por ende, es importante escuchar a aquellos que formen parte del desarrollo del niño a favor de su adaptación psicosocial.

Escucha de menores La infancia se caracteriza por estructuras cognitivas particulares y distintas de las de una persona adulta. Estas características determinan de manera evidente la forma como se relacionan los NNy con su entorno y el modo como entienden sus vivencias, que son de carácter estructural e involuntarias, es decir, resultan característicamente inmodificables por voluntad o por interacción. Para poder establecer una interacción efectiva con estas personas, se requiere actuar en consideración con ellas y adaptándose a éstas. De igual forma, el desarrollo emocional del niño, la niña y el adolescente tiene implicaciones relevantes en su actuar y razonar. El desarrollo emocional, al estar relacionado con sus características cognitivas, también es de naturaleza estructural y, en consecuencia, inmodificable. Es así como las diferencias entre la infancia y la adultez se derivan no sólo de la condición de vulnerabilidad de la primera etapa, sino también de su desarrollo cognitivo y emocional. Las diferencias en estos rubros demandan el impulso de acciones especiales para lograr que el niño, la niña o el adolescente comprenda el escenario en el que participa y pueda expresarse libremente (Castañer, 2009).

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Morales Toledo

La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en su artículo 4o., párrafos sexto y séptimo, establece: En todas las decisiones y actuaciones del Estado se velará y cumplirá con el principio del interés superior de la niñez, garantizando de manera plena sus derechos. Los NNyA tienen derecho a la satisfacción de sus necesidades de alimentación, salud, educación y sano esparcimiento para su desarrollo integral. Esto deberá guiar el diseño, ejecución, seguimiento y evaluación de las políticas dirigidas a la niñez. Los ascendientes, tutores y custodios tienen la obligación de preservar y exigir el cumplimiento de estos derechos y principios.

El cuadro 1 muestra claramente qué puede realizar y qué no un niño o niña: Cuadro 1 Pueden

No pueden

Razonar si manipulan objetos

Razonar sólo con ideas abstractas

Describir lo que pasó

Explicar lo que pasó

Señalar/mostrar con objetos específicos

Describir variables de lugar y ubicación sólo con palabras

Describir la sucesión de hechos vividos según el vínculo subjetivo de su recuerdo

Describir lo que sintió y vivió

Explicar la causalidad que provocó un hecho

Ponerse en el lugar de otras personas y describir lo que éstas hacían

Narrar los hechos vividos, según recuerdos y con apego a un vínculo subjetivo

Narrar con una estructura objetiva el relato con inicio, desarrollo y fin para que lo comprenda quien funge de interlocutor Controlar las emociones mediante la razón y la voluntad

Tomado de la Oficina de la Defensoría de los Derechos de la Infancia, A.C. (2010). El niño ante la justicia, orientaciones para el operador jurídico, p. 12.

Dicho cuadro hace referencia a que puede haber variaciones en el desarrollo cognitivo de niños y niñas; por lo tanto, la atención, concentración y comprensión de lo que se pretende realizar al considerar la escucha pueden variar. En consecuencia, cobra importancia 56

Peritaje psicológico en materia familiar…

nuevamente la participación del perito en psicología para ayudar a los NNyA a entender la intención de la diligencia en conjunto, es decir, lo se pretende al escucharle.

Ansiedad en niñas y niños En un esfuerzo de sistematización y síntesis, Martínez (2012) agrupa los estresores en cinco grupos: Cuadro 2 Estresor

Características

Personal

Algunas características personales condicionadas por el entorno favorecen el estrés, por ejemplo, la excesiva inhibición, la falta de habilidades sociales y la baja autoestima

Familiar

La estructura familiar disfuncional, así como los estilos educativos parentales presididos por la permisividad, el autoritarismo o la sobreprotección son igualmente desaconsejables

Escolar

Existe insuficiente comunicación y malas relaciones interpersonales, al igual que la estructura y la gestión institucionales son predominantemente rígidas y verticales

Social

Hay continua exposición a estímulos amenazantes, por ejemplo: vivir en un entorno hostil. De igual modo, han de incluirse como factores que predisponen a la ansiedad la existencia de problemas económicos en la familia y la falta de apoyo social suficiente

Salud

Enfermedades –sobre todo crónicas, con malestar, dolor y temor concomitantes– son fuentes de estrés infantil, igual que la posible hospitalización que supone separación de la familia y alejamiento del entorno escolar y social, exigencias de adaptación a un medio extraño con frecuencia vivenciado como amenazante, etcétera

Dicho autor señala las afectaciones psicológicas, física y escolar que pueden reflejarse en los niños y niñas, las cuales se presentan a continuación:

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Morales Toledo

Cuadro 3 Afectación psicológica Desmotivación y desinterés • Irritabilidad • Ansiedad • Tedio • Disminución de la capacidad para pensar o concentrarse • Errores de memoria • Labilidad afectiva •

Afectación física • Alteraciones del sueño • Pérdida o aumento de • • •

peso Malestar general Cefaleas Problemas digestivos

Afectación escolar Rechazo de asistir a la escuela • Disminución del rendimiento • Aumento de los errores • Incumplimiento de tareas • Deterioro en las relaciones con compañeros o profesores •

Por otra parte, Órgiles, Espada y Méndez (2008) mencionan que la ansiedad de los niños al separarse de los padres es uno de los problemas psicológicos más frecuentes en la población infantil. En los hijos de padres divorciados, la vulnerabilidad a presentar el trastorno es mayor debido a la separación brusca de uno de los padres después de la ruptura, que el niño puede vivir como una experiencia traumática que le predispone a reaccionar de forma ansiosa ante las separaciones cotidianas. Las implicaciones clínicas de estos hallazgos son importantes, así como destacar lo primordial de la cooperación y el contacto frecuente del niño o niña con ambos progenitores para fomentar su seguridad y autonomía.

Relación entre los elementos Debido a que los niños, las niñas y los adolescentes tienen derecho a participar en el procedimiento judicial del orden familiar, en el cual se establecen conveniencias o inconveniencias de guarda y custodia, así como de convivencias con alguno de los progenitores genera la intervención de peritos oficiales, encargados de velar por su bienestar respecto a su condición de si se encuentran en adecuadas circunstancias para realizar la diligencia que pretende la autoridad. Dicha labor está dirigida por el protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren a niñas, niños y adolescentes (scjn, 2014), en cuyo caso deben seguirse los lineamientos con apego a la protección del interés superior de la niñez. Derivado del 58

Peritaje psicológico en materia familiar…

protocolo, es importante mencionar que la escucha se ha de efectuar con una actividad previa (scjn, 2014) para disminuir el nivel de estrés que puede crear la diligencia en los NNyA a escuchar; sin embargo, en la actualidad no se aplica alguna prueba mediante la cual se obtenga un resultado fehaciente de la condición por la que atraviesan los niños en un momento determinado, pues la labor se restringe a auxiliar a la autoridad para la entrevista y acompañamiento de los NNyA y, en caso necesario, brindar contención en un momento específico.

Elementos de apoyo para el perito en materia familiar En los procedimientos de guarda y custodia, el perito designado para auxiliar a la autoridad podrá apoyarse con la Escala de ansiedad manifiesta en niños cmasr-2 (Reynolds, Richmond, 2012), la cual se puede aplicar antes de la escucha programada. La escala fue creada por C. R. Reynolds y B. O. Richmond y ya se cuenta con un análisis en México realizado por Refugio Ríos Saldaña (2012), el cual consta de un cuestionario autoaplicable diseñado para determinar el nivel y naturaleza de la ansiedad en niños y adolescentes entre los 6 y 19 años de edad. Las estimaciones de fiabilidad que integran la prueba han sido mejoradas respecto a las del cmasr-2, con un valor de 0.92 para la puntuación y valores en un rango de 0.75 a 0.86 para las puntuaciones escalares (Reynolds, Bert). La cmasr-2 genera puntuaciones para las seis escalas: una puntuación mide la actitud a la defensiva, otra las respuestas incongruentes y las cuatro restantes brindan una puntuación de ansiedad total y puntuaciones para tres escalas relacionadas con la ansiedad. Según las puntuaciones naturales obtenidas, en la prueba se buscan los percentiles y puntuaciones escalares, correspondientes con las tablas cmas-r. Asimismo, otro de los elementos de apoyo que puede usar el perito en materia de psicología es la lectura de Justicia terapéutica, la cual, de acuerdo con Wexler (2014), es “el estudio de la función que desempeña la ley como agente terapéutico”, al ocuparse de su trascendencia en el espectro emocional y en el bienestar psicológico de las personas. 59

Morales Toledo

De lo anterior se infiere que después de la evaluación y posible escucha de los NNyA, se propone aplicar el programa Ruptura de pareja, no de familia a los miembros del núcleo inmersos en dicha situación. Esto favorece y minimiza las consecuencias antiterapéuticas y maximiza su valor terapéutico sin menoscabo del debido proceso, en las garantías de las personas o en otros valores legales y judiciales. Por ello, debe considerarse su aplicación en el Poder Judicial como un progreso en la impartición de la justicia.

Bibliografía Castañer, A. (2009), “Las características de la infancia y sus implicaciones procesales” en Griesbach, M. (coord.), El niño víctima del delito. Fundamentos y orientaciones para una reforma procesal penal, pp. 55–82. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos [Const.] (1917), (última reforma publicada el 24 de febrero de 2017), Diario Oficial de la Federación. Defensoría de los Derechos de la Infancia, Secretaría de Seguridad Pública, A.C. (2010), El niño ante la justicia, orientaciones para el operador jurídico, p. 12. H. LVIII Legislatura

del

Estado

de

México, “Decreto 497”, Periódico

Oficial del Gobierno del Estado Libre y Soberano de México, Registro dgc, núm. 001 1021. Martínez, V. (2012), “El estrés en la infancia: estudio de una muestra de escolares de la zona sur de Madrid capital”, Revista Iberoamericana de Educación, 2(59). Órgiles, M., Espada, J. y Méndez, X. (2008), “Trastorno de ansiedad por separación en hijos de padres divorciados”, Psicothema, 20(3), pp. 383-88. Pérez Contreras, M. (2011), “Reflexiones en torno a la custodia de los hijos. La custodia compartida y las reformas de 2004”, Boletín mexicano de derecho comparado, pp. 116, 501-34. Reynolds, C. y Richmond, B. (2012), Escala de ansiedad manifiesta en niños/revisada (cmasr-2), México: El Manual Moderno.

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Peritaje psicológico en materia familiar…

Suprema Corte de Justicia de la Nación (2014), “Protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que afecten a niñas, niños y adolescentes”, México: Suprema Corte de Justicia de la Nación. __________ (2015), “Contradicción de tesis 256/2014”,

do:

Gaceta del

Semanario Judicial de la Federación, 18 de mayo. Wexler D., Fariña, F., Morales, L. A., Colín, S. (comps.) (2014), Justicia terapéutica, experiencias y aplicaciones, Segundo Congreso Iberoamericano de Justicia Terapéutica, México: Poder Judicial del Estado de Puebla, Asociación Iberoamericana de Justicia Terapéutica e Instituto Nacional de Ciencias Penales.

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Capítulo 8 Evaluación psicológica de las competencias parentales en los ámbitos forenses familiares Daniel Estrada-Silva Eric García-López

La familia como sistema y unidad La familia –entendida como un sistema sociohistórico-cultural en constante transformación que abarca a un grupo de personas que viven en un espacio común, guardan parentesco por vía consanguínea o política y cumplen una función dentro de la sociedad o en el medio donde se encuentran– ha sido siempre considerada y reconocida como la primera y principal unidad social en la que se encuentra inserto el hombre (Estrada-Silva, 2014). Al estar ligada a los procesos de transformación propios de la cultura y la sociedad (Gracia-Fuster y MusituOchoa, 2000), es posible comprender a la familia como una unidad en constante actualización que al estar determinada por aspectos históricos, políticos, económicos, demográficos, culturales y sociales se convierte en la principal responsable de la promoción y garantía de satisfacción de necesidades biológicas, psicológicas y sociales.

Repercusión de la desintegración de la unidad familiar en escenarios de controversia familiar En los últimos años, la influencia de diversos factores –como la transcendencia informativa acerca del uso de anticonceptivos, el reajuste en los roles tradicionales de género, la migración y los procesos asociados con la desigualdad social y disparidad económica– ha incidido en que la familia realice modificaciones en cuestiones propias a su definición, conceptualización, tipología y funcionalidad, 63

Estrada-Silva • García-López

aunque sin renunciar al cumplimiento de los elementos relacionados con la promoción y satisfacción de necesidades emocionales, conductuales, comunicacionales, sexuales, educativas y de preservación cultural. Los factores mencionados han repercutido en que se reporte un aumento en la tasa de divorcios y separaciones, en la cual los tribunales de justicia han afrontado distintos problemas respecto a la resolución y ejecución de sentencias relacionadas con el otorgamiento de la guarda y custodia de niños, niñas y adolescentes, así como las vinculadas con el establecimiento de pensión alimenticia y convivencia entre hijos y padres no custodios, e incluso con la pérdida de la patria potestad para uno o ambos progenitores. Las ciencias afines a la administración de justicia, así como sus representantes han recurrido a la inclusión de distintos procedimientos del ámbito psicológico y de trabajo social con el propósito de brindar mayor solidez a las resoluciones que impliquen el comportamiento humano en situaciones jurídicas. En este sentido, el profesional en psicología se convierte en un participante activo en cuanto al esclarecimiento de elementos propios de su área, principalmente en lo que se refiere a los entornos cognitivos, emocionales y conductuales.

Repercusiones en los integrantes del entorno familiar Diversos autores (Poussin y Martin-Lebrun, 1999; Reyes, 2004; Cantón, Cortés y Justicia, 2007; Doddi y Souto, 2008) convergen en que las relaciones paterno-filiales sufren severas modificaciones durante los periodos previo y posterior a la separación, al tiempo que inciden en la aparición de distintos problemas de índole somática, afectiva y social tanto en los hijos como en los progenitores y, por supuesto, en los ambientes que rodean al entorno familiar. López-Orozco (2013) precisa que en torno de las controversias familiares se han identificado diversos conflictos, entre los cuales cabe resaltar que los padres deseen la exclusividad a cualquier precio (utilizando procedimientos de manejo emocional con los hijos), que no deseen cumplir con lo pactado con la ex pareja, desinterés progresivo que fomenta el incumplimiento de las responsabilidades establecidas, y la aparición de 64

Evaluación psicológica de las competencias parentales…

elementos relacionados con la desvinculación de la familia extensa respecto al progenitor no custodio.

Importancia del especialista en materia de psicología en la evaluación forense En el ámbito forense, derivado de los problemas planteados respecto a las controversias familiares, el perito o especialista en materia de psicología se ha convertido en parte fundamental del proceso, por lo que dentro de su quehacer ha recurrido a la inclusión de procedimientos y métodos confiables y válidos estadísticamente (tests e inventarios), así como a la inclusión de literatura centrada en la problemática referida. En este sentido, Lucio-Gómez Maqueo (2010) señala que, con el propósito de brindar certeza y garantía al proceso de evaluación, el psicólogo ha de usar todas las fuentes de información posibles, incluidos datos biográficos, historias médicas y psicológicas, así como instrumentos propios de la materia (pruebas proyectivas, entrevistas, etc.). Si bien algunos instrumentos han sido objeto de crítica por la comunidad científica, entre los cuales cabe destacar las pruebas proyectivas, principalmente por cuestiones alusivas a la fiabilidad y validez, así como su labilidad respecto a la subjetividad del evaluador, otros procedimientos –como el Inventario multifásico de la personalidad (mmpi2, en su última versión), las escalas de Inteligencia de Weschler, el Inventario de Millon de estilos de personalidad (mcmi), el Cuestionario para la evaluación de adoptantes, cuidadores, tutores y mediadores (cuida) o el Inventario de evaluación de la personalidad (pai), por mencionar algunos– han tenido cada vez mayor reconocimiento no sólo por su estandarización y proceso de baremación en aspectos de edad, grado escolar o localización geográfica, sino también por su aporte a la evaluación de factores vinculados con la simulación y la mentira. Ramírez-Acuña (2008) afirma al respecto que entre las principales capacidades o destrezas en torno de la evaluación psicológica, el perito debe indagar y explicar lo siguiente: a) cuidado básico de la niña o el niño (expresión y recepción de afecto, escucha, aceptación, resolución de problemas cotidianos, disciplina y atención de las necesidades de salud y alimento); b) autocontrol (estabilidad emocional, control de impulsos, roles y funciones parentales, y tolerancia a la 65

Estrada-Silva • García-López

frustración); c) manejo de estrés (con base en el autocuidado y su relación con redes de apoyo, capacidades de afrontamiento y organización financiera en la resolución de necesidades materiales del núcleo familiar); d) factores sociocognitivos (análisis, reflexión y resolución de conflictos asociados con las capacidades y necesidades de los niños), y e) capacidades de interacción social (respecto al conflicto de pareja, separación y relación paterno o materno filial). Si bien la Asociación Americana de Psicología (1994, 2010) cuenta con procedimientos que detallan las directrices necesarias para evaluar la custodia de niñas, niños y adolescentes en procesos de controversia familiar, resulta importante señalar que un análisis detallado acerca de la evaluación psicológica de las habilidades y competencias parentales debe brindar certeza no sólo en los aspectos vinculados con la psicopatología o los factores de riesgo presentes en los progenitores, tutores o mediadores inmersos en la disputa legal, sino también en los elementos de protección y promoción que los adultos guardan respecto a su hijo. Se hace mención a lo anterior toda vez que el carácter de la evaluación psicológica en los ámbitos forenses familiares no estriba en descalificar o connotar de manera negativa a los progenitores, sino en brindar certeza al juzgador respecto a las áreas de oportunidad y promoción que los padres guardan en la atención de hijos o familiares que pudieran estar bajo su cuidado. Un elemento que resulta imprescindible en la valoración psicológica de las competencias parentales es la entrevista, entendida –de acuerdo con García-Méndez (2007)– como el procedimiento mediante el cual se recaba información en torno de la problemática planteada en atención a factores observacionales (actitudes y comportamientos) y comunicacionales verbales o no. Entre los aportes más importantes asociados con dicho rubro pueden citarse los trabajos acerca de la Entrevista estructurada de apego (George, Kaplan y Main, 1985) y la Entrevista de prototipos de apego adulto (eppa o aapr por sus siglas en inglés). El primer procedimiento, afirman Casullo y Fernández (2004), permite obtener determinada información sobre el ámbito familiar y los recuerdos respecto a las experiencias infantiles asociadas. El segundo, señalan Martínez-Guzmán y Núñez-Medina (2007), versa sobre el análisis de las relaciones interpersonales del adulto, la clasificación de prototipos (respecto a los subtipos del apego) y la autoevaluación (en torno de la jerarquización del paso anterior). 66

Evaluación psicológica de las competencias parentales…

Marco referencial: teoría del apego y competencias parentales Como se mencionó, un elemento imprescindible en el proceso evaluativo en torno del ámbito psicológico estriba en la inclusión de bibliografía especializada que brinde sustento a la metodología, interpretación y respuesta a los cuestionamientos inherentes a la valoración. Entre los principales autores retomados como marco interpretativo se encuentran John Bowlby, Jorge Barudy y Maryorie Dartagnan. El primero, de acuerdo con Frías-Cárdenas y Díaz-Loving (2010), centró su interés en el análisis de los sistemas conductuales y tendencias programadas genéticamente que de forma conjunta brindaran explicación respecto a la probabilidad de sobrevivencia y, por ende, al éxito reproductivo relacionado con a las demandas del ambiente. De acuerdo con Pérez-Martínez (2012), Bowlby propone la teoría del apego, la cual sugiere que las experiencias ocurridas a lo largo de la infancia han de desempeñar un papel crucial en la formación de la personalidad adulta, con la formación y desarrollo de representaciones mentales y con la posibilidad de actualización e incluso nulidad conforme a la historia de vida del individuo y las situaciones de estrés que pudiera enfrentar. A su vez, Pinedo y Santalices (2006) afirman que los trabajos de Bowlby brindaron sustento para que investigadores como Mary Ainsworth, Mary Main y Peter Fonagy explicaran la influencia que las relaciones tempranas y la calidad de los vínculos que se establecen entre los niños y sus cuidadores tienen respecto al desarrollo socioemocional y mental de los infantes. Por su parte, Martínez-Guzmán y Núñez-Medina (2007) mencionan que la teoría desarrollada por Bowlby permite detallar de qué manera el niño construye representaciones de sí mismo y de la relación con sus figuras de apego, que constituyen modelos internos operantes, los cuales organizan pensamientos, memoria, sensaciones y sentimientos que han de servir como guía para tener comportamientos de apego con futuras relaciones. Asimismo, Barudy y Dartagnan (2010) han centrado sus estudios en el desarrollo de una teoría referente a la importancia de la parentalidad a partir de la articulación de factores biológicos y hereditarios en concordancia con las experiencias de vida y el contexto sociocultural de desarrollo de los progenitores o cuidadores de niñas y niños, a partir 67

Estrada-Silva • García-López

de los aportes de la pedagogía y la neuropsiquiatría. Dichos autores afirman que las competencias parentales son producto del entrelazado de procesos complejos que incluyen posibilidades personales innatas marcadas por factores hereditarios, procesos de aprendizaje influidos por los momentos históricos, los contextos sociales y la cultura, así como de las experiencias de buen o mal trato que los padres conocieron en sus historias personales, especialmente en su infancia y adolescencia. Barudy y Dartagnan (2005) reconocen que los componentes que permiten evaluar, promover y rehabilitar la parentalidad son dos: 1. Capacidades parentales fundamentales: conjunto de capacidades de origen biológico que se encuentran moduladas por experiencias vitales. Incluyen la capacidad de apegarse a los hijos (recursos emotivos, cognitivos y conductuales), empatía (capacidad para percibir vivencias internas de los hijos por la comprensión de sus manifestaciones emocionales y gestuales con las que manifiestan sus necesidades), modelos de crianza (que permitan responder a las demandas de cuidados de un hijo, incluidas implícita o explícitamente a partir de elementos de protección y educación) y capacidad de participar en redes sociales y de utilizar los recursos comunitarios (para promover la salud y el bienestar infantil). 2. Habilidades parentales: guardan relación con la plasticidad que los padres o madres cuentan para brindar respuesta adecuada y pertinente a las necesidades de sus hijos acorde con sus fases de desarrollo y posibles situaciones de estrés.

Estilos de apego en oposición a estilos de crianza La información obtenida con los procedimientos utilizados en la evaluación psicológica a los progenitores o integrantes del entorno familiar involucrados en la controversia permite explicar dos aspectos fundamentales para el bienestar de niñas, niños o adolescentes: el estilo de apego que brinda el tutor o cuidador y el estilo de crianza que éste posee respecto a los infantes. En torno al estilo de apego, Bermejo y cols. (2006) establecen la siguiente clasificación: 68

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a) Apego seguro: identificable en personas que cuentan con la capacidad para brindar estabilidad y contención al niño o adolescente al establecer relaciones emocionales maduras y satisfactorias y confianza ante los sentimientos que los demás muestran hacia ellos, adaptándose ante las pérdidas y los cambios que pudieran ocurrir en la cotidianeidad. b) Apego inseguro: de carácter ansioso (sujetos con dependencia emocional que relega su individualidad, inestabilidad emocional ante alguna separación con miedo a la soledad, rechazo y abandono) o evitativo (sujetos con incomodidad ante la proximidad afectiva de terceros y con pocas habilidades para involucrarse emocionalmente). Barudy y Dartagnan (2010) distinguen los siguientes modelos de apego infantil a partir del grado de competencias parentales (progenitores): a) Apego seguro y parentalidad competente: distingue a los progenitores emocionalmente disponibles, perceptivos y capaces de adecuarse a los estados mentales de sus hijos y las señales con las que manifiestan emociones y necesidades. b) Apego inseguro: conformado por el estilo evitativo (característico de padres emocionalmente inaccesibles o reactivos, no perceptivos y con deficiente capacidad para responder a las necesidades de sus hijos, y actitudes de rechazo o violencia física), ambivalente o resistente (poca disponibilidad y capacidad para percibir lo que sus hijos sienten o necesitan, incoherentes y negligentes para responder a sus señales). c) Apego desorganizado o desorientado: conformado por padres con incompetencias parentales severas: •



Desorganizado-controlador: padres con dificultades para coordinar su comportamiento en respuesta de quienes estén a su cargo, derivando en respuestas punitivas o controladoras y comportamientos evitativos que repercuten en que los niños manifiesten inversión de roles y atiendan las necesidades de sus padres. Desorganizado-desapegado: padres con ausencia de relaciones afectivas duraderas y continuas que derivan en comportamientos de atenta vigilancia por parte de los infantes. 69

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En lo que respecta a los estilos de crianza, Bermejo y cols. (2006) distinguen lo siguiente: a) Estilo inductivo: conformado por sujetos que suelen responder a las demandas y preguntas de niñas, niños o adolescentes con atención e interés a sus expresiones afectivas y necesidades, estableciendo una jerarquía de importancia en cuanto a su cualidad y expectativas. b) Estilo rígido: por sujetos que consideran que la educación debe basarse en el estricto cumplimiento de las normas que establecen, evitando en consecuencia tener en cuenta la opinión de los infantes, imponiendo normas de comportamiento y respondiendo al posible incumplimiento con castigo, mostrándose poco afectuosos y escasamente sensibles y receptivos a las necesidades y demandas de sus hijos. c) Estilo permisivo: dichos sujetos suelen tener una visión afectiva de sus relaciones con las personas que pudieran estar a su cargo con bajo nivel de exigencia respecto al cumplimiento de normas y reglas. d) Estilo sobreprotector: conformado por sujetos que manifiestan tendencia a disculpar los errores de sus hijos a fin de evitar situaciones que pudieran resultar conflictivas, con lo cual se fomentan infantilismos que corresponden a etapas de desarrollo previas a la edad de sus hijos.

Conclusiones La evaluación psicológica es una de las funciones más importantes de la psicología no sólo por la importancia que implica, sino también por las repercusiones que sus resultados representan en los correspondientes contextos. La valoración de las competencias parentales en los ámbitos forenses familiares es una labor complicada que requiere del profesionista en psicología una constante actualización en temas vinculados con los problemas planteados, así como un conocimiento profundo en metodología y procedimientos para su desarrollo. La relevancia del presente artículo estriba tanto en la descripción de distintos procedimientos que conforman la evaluación psicológica en 70

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los ámbitos forenses familiares, así como en la determinación de que dicho análisis no consiste en descalificar o connotar de manera negativa a los progenitores, sino en brindar certeza al juzgador acerca de las áreas de oportunidad y promoción que los padres guardan en la atención de sus hijos o familiares a su cuidado.

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Capítulo 9 Síndrome de alienación parental (sap) Violación a derechos humanos mediante la violencia intrafamiliar Rocío Martínez Helmes Alfredo Gómez Vásquez Carlos Pérezcampos Mayoral Laura Pérez Campos Mayoral Gabriel Mayoral Andrade Con la aparición y evolución del hombre en la Tierra, éste empezó a tener múltiples problemas, por lo cual debió encontrar satisfactores a sus necesidades. En esa línea evolutiva y con el invento de la agricultura al volverse sedentario, el hombre desarrolló diversas formas de agrupación que se han tratado de conceptualizar y justificar en el transcurso de la historia de la Humanidad; de todas ellas, la agrupación más exitosa ha sido el Estado. Autores como Thomas Hobbes, John Locke, Jean-Jacques Rousseau y Niccolo di Bernardo dei Machiavelli, entre otros, trataron de justificar la existencia de dicho ente; sin embargo, la base de cualquier sociedad, incluido el Estado, es la familia; institución que, al igual que el ser humano, ha evolucionado y adaptado a las necesidades y exigencias del contexto social de cada época y agrupación humana. En su obra El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, Friedrich Engels hace una narrativa de las distintas formas en las que el ser humano se ha agrupado en su historia. En cuanto a la familia, menciona a la consanguínea, la punalúa y la sindiásmica hasta llegar a la monogámica y dice: “Esta última nace en la transición entre el estadio medio y el superior de la barbarie, fundándose en el predominio del género masculino y con el fin expreso de procrear hijos cuya paternidad sea indiscutible, ya que dichos hijos adquieren la calidad de herederos y éstos han de entrar algún día en posesión de los bienes de su padre” (Engels, 1993). En todas las sociedades y en todos los estadios de su evolución, estaremos frente a alguna forma de organización familiar. La familia, como hemos referido, se ha modificado con el tiempo, pero siempre ha existido, por lo cual se considera el grupo social más universal. 73

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En su evolución, la familia se presenta unida a la institución del matrimonio. Al referirnos al matrimonio, tendremos en cuenta lo estipulado por el Código Civil para el Ciudad de México, que en su artículo 146 lo define como “la unión libre de dos personas para realizar la comunidad de vida, en la cual ambos se procuran respeto, igualdad y ayuda mutua”. Dicho contrato solamente se disuelve por la muerte de alguno de los cónyuges o por el divorcio. Según la referida legislación en su artículo 266, el divorcio se conceptualiza como la “institución que disuelve el vínculo del matrimonio y deja a los cónyuges en aptitud de contraer otro” (Código Civil para el Ciudad de México, 1928). Dos personas se unen en matrimonio con la finalidad de realizar proyectos en común, procurarse ayuda mutua, desarrollarse individual y colectivamente en distintos ámbitos de su vida, procrear y criar hijos y, en general, compartir su vida para alcanzar un bienestar económico y emocional. Cuando estos planes o proyectos se ven truncados por alguna circunstancia imputable a uno o a ambos cónyuges, dicho vínculo del matrimonio se disuelve mediante el divorcio; este último deviene cuando el acuerdo o la conciliación fracasan o los consortes asumen posturas irreductibles que dificultan alcanzar un entendimiento entre ellos. Cuando existen posturas irreconciliables en el matrimonio, sin duda los más afectados son los hijos y durante la etapa de la tramitación del divorcio o después de su culminación surge el denominado síndrome de alienación parental (sap).

Síndrome de alienación parental (sap) El concepto del sap fue planteado en la década de 1980 por Richard Gardner, quien en esa época trabajaba como psiquiatra infantil en la Universidad de Columbia y escribió numerosos artículos y libros acerca del tema. Según Gardner, tal síndrome es un desorden que se presenta la mayoría de las veces en las disputas sobre la custodia de los hijos en los divorcios: consiste en que uno de los progenitores (padre alienador, alienante o inductor) induce o influye en el niño, la niña o el adolescente por medio de una campaña de denigración en contra del otro progenitor (padre alienado, padre denigrado o víctima). Dicha 74

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campaña no sólo consiste en lo que Gardner considera “lavado de cerebro” o “programación”, sino también se combina con la contribución de los niños, niñas y adolescentes con sus propios elementos a esa campaña de denigración; simbiosis de factores que justifica la designación de sap (Gardner, 1999). Otra definición del sap es la que lo conceptúa como […] una serie de comportamientos, artilugios o estratagemas que adopta aquella persona a la cual se le confió la custodia de sus hijos destinada a obstaculizar o entorpecer infundadamente que se genere o conserve una relación afectiva estrecha con el otro padre (o su familia ampliada), de forma que de modo egoísta obran sobre la psiquis de aquéllos, provocando un apartamiento radical de la rama familiar que sólo tiene atribuido un régimen de comunicaciones y visitas (Howard, 2014).

La inducción que sufre un niño, niña o adolescente se considera abuso psicoemocional que conlleva a la destrucción permanente del vínculo de amor, unión y respeto entre padres e hijos. Esa influencia es ejecutada para evitar la convivencia y el contacto entre el progenitor alienado y su hijo, asedio que la mayoría de las veces se presenta como un disfraz con el que supuestamente se pretende proteger a los hijos de las infundadas prácticas abusivas del progenitor alienado. Para identificar el sap, Gardner propone la convergencia de ocho síntomas que se pueden identificar en un niño, niña o adolescente que es víctima de este tipo de abuso (Gardner, The Relationship between the Parental Alienation Syndrome (pas) and the False Memory Syndrome (fms), 2004): a) Una campaña de denigración consistente en que el menor se obsesiona con denigrar, denostar e incluso llega a manifestar odio hacia uno de los progenitores, en cuyo caso su discurso es repetitivo casi a manera de una retahíla. b) Racionalizaciones débiles, absurdas o frívolas para la desaprobación, en cuyo caso los argumentos planteados por el menor suelen ser irracionales, injustificados e incluso hasta ridículos para evitar el contacto. c) Ausencia de ambivalencia, es decir, no hay la presencia de sentimientos que se contrapongan. 75

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d) El fenómeno del “pensador independiente”; en esta situación, los menores afirman que su rechazo hacia uno de sus progenitores es por voluntad propia, derivado de los malos tratos o violencia a la que se le expuso. e) Apoyo reflexivo al padre alienante en el conflicto, en cuyo caso los menores aceptan y apoyan los argumentos esgrimidos por el padre alienador en contra del alienado, aun cuando exista evidencia de que el padre alienador se equivoca o miente. f) Ausencia de culpa acerca de la crueldad y/o explotación hacia el padre alienado, en cuyo caso los hijos no muestran remordimiento e incluso se puede presentar indiferencia respecto a los sentimientos del padre víctima de alienación. g) La presencia de escenarios prestados; este síntoma se caracteriza por la presencia de un discurso ensayado o premeditado. Se puede identificar con el uso, por parte del menor, de un lenguaje que no le es propio o que no corresponde a su edad. h) Extensión de la animosidad hacia los amigos o la familia extendida del padre alienado. En este contexto, el menor hace extensiva su animosidad en contra de personas con las cuales pudo o tenía una relación estrecha o de convivencia habitual. Dicho síndrome puede presentar distintos grados de afectación palpables en el comportamiento de los hijos, que van desde un rechazo “leve, moderado o intenso” (Bolaños, 2004). El rechazo leve se caracteriza por la presencia de conductas de desagrado en función de la relación con el padre o la madre alienado, sin que la convivencia o relación con el progenitor se vea interrumpida; en el rechazo moderado se presentan expresiones del menor de no querer ver o convivir con el progenitor alienado, evitar su presencia y negar sus sentimientos hacia él; a todo ello hay un acompañamiento de justificaciones para evitar dicha convivencia o trato, en las que generalmente se destacan aspectos negativos del padre víctima de alienación. Tal conducta tiende a replicarse en los parientes o familiares del padre odiado, la relación se mantiene por un carácter obligatorio si es que no se ve interrumpida; el rechazo intenso, también denominado severo, “supone un afianzamiento cognitivo de los argumentos que lo sustentan” (Bolaños, 2004), también se caracteriza por ansiedad intensa ante la presencia del progenitor e incluso puede haber fobia y una serie de 76

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mecanismos para evitar al padre o madre alienado. Cualquiera de los casos anteriores se puede presentar durante el proceso de divorcio, después de formalizada la separación o luego de algunos años de haber ocurrido ésta.

Estado actual del sap Independientemente de que el sap sea o no considerado un padecimiento psicológico o trastorno mental y aunque la Asociación Americana de Psiquiatría no lo mencione en su Manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales e incluso la Organización Mundial de la Salud no lo contemple en su Clasificación Internacional de Enfermedades, no hay lugar a dudas de que en las relaciones de familia se pueden presentar conductas que tienden a influir en los elementos más vulnerables dentro de ese núcleo familiar, máxime cuando se trata de un conflicto en el que las partes difícilmente pueden tener una reconciliación. Para nadie es un secreto que a veces resulta sumamente difícil probar dichos actos dada la naturaleza subjetiva del pensamiento, en los que los padres manipulan a sus hijos con la finalidad de tener una posición de primacía respecto del otro progenitor; incluso hay ocasiones en las cuales alguno de los padres tiende a victimizarse con la finalidad de que los hijos se vuelvan partidarios y partícipes en el conflicto en contra del otro ascendiente. Por tales supuestos, el sap debe considerarse, si bien no como una enfermedad mental o psicológica, un abuso mental en contra de los niños, las niñas o los adolescentes, una forma de violencia en el núcleo familiar. Por tal razón, es deber de las autoridades en todos los ámbitos jurisdiccionales proteger y salvaguardar a los niños, las niñas y los adolescentes en sus derechos e integridad psicoemocional. Jurídicamente, el derecho de los niños a vivir una vida libre de violencia lo enuncian y establecen los organismos y documentos internacionales. El 20 de noviembre de 1959 la Asamblea General de las Naciones Unidas (onu), mediante su resolución 1386 (XIV), proclamó la Declaración de los Derechos del Niño con la finalidad de: […] garantizar que los niños y niñas tengan una infancia feliz y gocen para su beneficio y el beneficio de la propia sociedad los derechos y las

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libertades que en ella se enuncian, exhortando a los padres, las madres y a las autoridades en el ámbito de sus competencias a reconocer sus derechos y a implementar medidas que los protejan y garanticen (Organización de las Naciones Unidas, 1959).

Derivado de esa declaración, el 20 de noviembre de 1989 la onu hizo un reconocimiento de que en “todos los países existen niños que viven en condiciones excepcionalmente difíciles y que necesitan especial consideración”. Enseguida añadió que el niño debe “estar plenamente preparado para vivir una vida independiente en sociedad y ser educado en el espíritu de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidas y, en particular, en un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad, igualdad y solidaridad”. En esa fecha se proclamó la Convención sobre los Derechos de los Niños, la cual enuncia en su artículo 19, numeral 1, que “los Estados adoptarán medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas para proteger al niño contra toda forma de prejuicio o abuso físico o mental” (onu, 1989). Esta convención, acorde con lo dispuesto en su artículo 46, correlativo con el 48, quedó abierta para que los Estados pudieran adherirse a ella. En el caso de México, tal adhesión ocurrió el 21 de septiembre de 1990 con la ratificación hecha a la convención durante el mandato del entonces presidente Carlos Salinas de Gortari. Lo anterior se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 25 de enero de 1991. Al ratificar México la referida convención y acorde con lo estipulado en el artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, ese instrumento internacional se convierte en parte del sistema jurídico mexicano y forma parte de la Ley Suprema de la nación, por lo cual su observancia es de carácter obligatorio. Aunado a lo anterior, la reforma al artículo 1o. de la Constitución federal del 10 de junio de 2011 en materia de derechos humanos obliga a todas las autoridades en el ámbito de sus competencias a “promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos de conformidad con los principios de universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad” (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 1917). Todo lo anterior confluye en las disposiciones contenidas en el artículo 323 bis del Código Civil Federal, el cual contempla que “un miembro de una familia tiene el derecho a que los otros miembros 78

Síndrome de alienación parental (sap)

respeten su integridad física y psíquica”, en concordancia con el correlativo 323 ter, el cual establece que “los miembros de una familia deben evitar conductas que generen violencia intrafamiliar, entendida como el empleo de la fuerza física o moral o las omisiones graves que atenten contra la integridad física y psíquica” de un miembro de la familia (Código Civil Federal, 1928). Por otra parte, el Código Penal Federal tipifica en su artículo 343 bis como un delito la violencia intrafamiliar y dispone: […] comete el delito de violencia familiar quien lleve a cabo actos o conductas de dominio, control o agresión física, psicológica, patrimonial o económica

a alguna persona con la que se encuentre o haya estado uni-

da por vínculo matrimonial, de parentesco por consanguinidad, afinidad o civil, concubinato, o una relación de pareja dentro o fuera del domicilio familiar.

La violencia psicológica es una circunstancia que, aun cuando no sea comprobable por actos y pruebas fehacientes, resulta innegable, como también lo es que las hipótesis planteadas por Gardner (2015) para identificar el sap son susceptibles de comprobación y análisis. Por ello, el Estado mexicano –en coordinación con las entidades federativas– debe elaborar protocolos que auxilien a los juzgadores para que antes de la separación de los cónyuges o al disolver un vínculo matrimonial puedan practicarse pruebas indubitables que demuestren o no que un menor es influido por alguno de sus progenitores en contra del otro. En ese sentido, se deben crear y estandarizar protocolos que servirán de guía para que los jueces conozcan y no tengan duda alguna acerca de la valoración que el especialista haga respecto de cada caso. Aunado a lo anterior, habrá de plantearse que los especialistas estén debidamente certificados y cuenten con la experiencia necesaria para emitir un diagnóstico certero e imparcial en cuanto a si se está ante la presencia de sap o no. Parte del problema que se plantea en este campo es la falta de medios para explorar el vínculo padre-hijo desde un aspecto negativo. Actualmente se ha diseñado un inventario de la alienación hacia los padres (iap) (Dai y cols., 2017), validado en una población de China, mediante análisis factorial exploratorio y confirmatorio, validez del criterio y análisis de fiabilidad. 79

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En síntesis, la formulación de dicho síndrome tiene por objeto descubrir la influencia negativa que un progenitor realiza en su menor o menores hijos con la finalidad de denigrar a su consorte. De ello se puede derivar un caso de doble victimización, ya que no sólo los menores son víctimas del abuso psicológico, sino también el padre alienado, quien por una actitud muchas veces imperceptible se vuelve a su vez víctima de esa violencia, e incluso peor: se puede convertir en una víctima del sistema de impartición de justicia al ser condenado a la pérdida de la patria potestad e incluso a una prohibición de convivir con sus descendientes. Es menester que las instituciones, como se mencionó, armonicen los criterios y normativas para detectar y descubrir este tipo de abusos en los menores, así como evitar que al progenitor denigrado se le violente en su ámbito jurídico.

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