Preliminares y colofó

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MUJERES EN LA NUEVA ESPAÑA C o o rd in a ció n

E s t e l a R o s e l l ó So b e r ó n Al b e r t o Ba e n a Za p a t e r o

Lizette Amalia Alegre González • Gonzalo Camacho Díaz José Miguel Hernández Jaramillo • Rosalva Loreto López Andreia Martins Torres • Esperanza Mó Romero • Isabel Morant Pilar Pérez Cantó • Lénica Reyes Zúñiga Andrea Rodríguez Tapia • Estela Roselló Soberón Antonio Rubial García • Javier Sanchiz

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO MÉXICO 2016 DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Mujeres en la Nueva Es-paña / coordinación Estela Roselló Soberón, Alberto Baena

Zapatero ; [autores] Lizette Amalia Alegre González, [y otros doce] 278 páginas. - (Serie Historia Novohispana ; 99) ISBN 978-607-02-8746-6 I. Mujeres - Condiciones sociales - Siglo XVIII. 2. Mujeres - Historia. 3. Feminismo. 4. Roles sexuales - Historia. 5. Mujeres - Igualdad. I . Roselló Soberón, Estela, editor II . Baena Zapatero, Alberto, editor. III . Alegre González, Lisette, autor. IV. Serie HQ1121 M85

Primera edición: 2016 DR © 2016. Universidad Nacional Autónoma de México In s t i t u t o d e I n v e s t i g a c i o n e s H i s t ó r i c a s Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad Universitaria Coyoacán, 04510. Ciudad de México ISBN 978-607-02-8746-6 Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales. Impreso y hecho en México DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

Mujeres en la Nueva España editado por el Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, se terminó de imprimir bajo demanda el 15 de diciembre de 2016 en Documaster, Plásticos 84, local 2, Ala Sur, Fracc. Industrial Alce Blanco, 53370, Naucalpan de Juárez, Estado de México. Su composición y formación tipográfica, en tipo NewBaskerville de 11:13, 10:11.5 y 8.5:9.5 puntos, estuvo a cargo de Sigma Servicios Editoriales. La edición, en papel Cultural de 90 gramos, consta de 300 ejemplares y estuvo al cuidado de Juan Domingo Vidargas, Eduardo Besares Coria y Rosalba Alcaraz Cienfuegos

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ÍNDICE A b rev iatu ras............................................................................................. Introducción

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P ilar Pérez C a n tó .................................................................................

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Mujeres e historia. La construcción de una historiografía, 1968-2010 Isabel M o r a n t ......................................................................................

25

El condado del Valle de O rizaba a través de sus mujeres J a vier Sanchiz ....................................................................................

55

H erm anas en Cristo. Balances, aproxim aciones y problem áticas del m onacato novohispano R osalva Loreto L ó p e z ..........................................................................

91

Las beatas. La vocación de com unicar A ntonio R u bia l G a rcía .......................................................................

121

La joyería fem enina novohispana. Continuidades y rupturas en la estética del adorno corporal A ndreia M artins Torres .....................................................................

145

Surcando el lado oscuro de la luna: mujeres fandangueras

Lizette A m alia Alegre G onzález, Gonzalo Camacho D íaz, Lénica Reyes Z ú ñ ig a y José M igu el H ernández J a r a m illo ..........

183

“La Castrejón”, una “alcahueta” o “lenona” ante la justicia crim inal en Nueva España, 1808-1812 A ndrea R odríguez Tapia ..................................................................

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MUJERES EN LA NUEVA ESPAÑA

El m undo fem enino de las curanderas novohispanas Estela Roselló S o b e ró n .......................................................................

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Salir del silencio: lecturas y escritos fem eninos en la prensa m exicana de principios del XIX E speranza M ó R o m e ro .......................................................................

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ABREVIATURAS Archivo del Convento de la Concepción de Puebla, Puebla, México (ACLCP) Archivo del Convento de Santa Rosa, Puebla, México (ACSRP) Archivo General de Indias, Sevilla, España (AGI) Archivo General de la Nación, Ciudad de México, México (AGN) Archivo General de Notarías de la Ciudad de México, México (AGNCM) Archivo General de Notarías del Distrito Federal, Ciudad de México, México (AGNDF) Archivo Histórico de Hacienda, Ciudad de México, México (AHH) Archivo Histórico Municipal de León, Guanajuato, México (AHML) Archivo Histórico Nacional, Madrid, España (AHN) Biblioteca Histórica Municipal, Madrid, España (BHMM) Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, Ciudad de México, México (BNAH) Breamore House, Inglaterra (BHI) Centro Nacional de Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli, Ciudad de México, México (CITRU) Denver Art Museum, Denver, Colorado, Estados Unidos de América (DAM) Diccionario de la Real Academia Española (RAE) Museo de América, Madrid, España (MAM) Museo de Antropología de Madrid, Madrid, España (MNA) Museo Nacional de Historia, Castillo de Chapultepec, Ciudad de México, México (MNH) Real Academia de la Historia, Madrid, España (RAH)

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INTRODUCCIÓN Sepan, pues, las mujeres que no son en el conocimiento inferiores a los hombres: con esto entrarán confiadamente a rebatir sus sofismas, donde se disfrazan con capa de razón las sinrazones.

Benito Jerónimo Feijóo, “Defensa de la mujer”, en Teatro crítico universal, 1726 En 1726, el padre Benito Jerónim o Feijóo, en el prim er tom o de su obra enciclopédica E l teatro crítico universal, dedicó el “Discurso XVI” a la “Defensa de la m ujer” y con él rom piendo en su favor algo más que una lanza1 no sólo elevó los problem as de las m ujeres a categoría cien­ tífica sino que provocó lo que en su época fue llam ado “debate de los sexos”, controversia en la que participaron personajes muy relevantes desde dentro y fuera de la academ ia y duró, en tres oleadas sucesivas, hasta más allá de la m itad del setecientos. El benedictino, heredero de la querelle des fem m es que recorrió Europa desde el siglo XV y de F. Poulain de la Barre, entre otros cartesianos, recogió la antorcha y partiendo del discurso de la excelencia — rechazando toda autoridad apriorística y, como buen ilustrado, guiándose únicam ente po r la razón y la expe­ riencia— afirmó que las mujeres eran iguales que los hom bres en enten­ dim iento y que sólo el papel adjudicado a ellas po r la sociedad en la que vivían, regida po r los varones, y la falta de instrucción las hacía com portarse de form a diferente.2 La cita elegida y la breve introducción sobre su autor nos perm iten explicitar que, con escasas excepciones, la historia de la hum anidad ha sido, hasta bien entrado el siglo XX, escrita p or hom bres y como tal m uestra la m anera que ellos tuvieron de ver el m undo. Para las histo1Victoria Sau, “Introducción”, en Benito Jerónimo Feijóo, Defensa de la mujer, Barcelo­ na, Icaria, 1997, p. 9. 2 Pilar Pérez Cantó, “La Ilustración española y el debate de los sexos, 1726-1750”, en Andreina de Clementi (ed.), Il genere dell’Europa, Roma, Biblink, 2003, p. 97-133. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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riadoras feministas de hoy, la historia de las mujeres o, aceptando un concepto más amplio, los estudios de las mujeres han sido la historia de un olvido no casual sino culturalm ente construido. Obras como la que presentam os tratan de dar voz a las mujeres del pasado a través de todas las manifestaciones en las que ellas estuvieron presentes, incluidas aquellas en las que el género gram atical masculino, utilizado como uni­ versal, las opaca. Se pretende reescribir una historia no androcéntrica y por tanto más real en la que mujeres y hom bres coprotagonicen los hechos y cuando no es así explicar las razones que postergan u ocultan su presencia. En la segunda década del tercer milenio, creemos que son m inoría los que ponen en duda que las mujeres han participado, en el devenir histórico junto a los hombres y cada vez un mayor núm ero de ellas se pregunta que si esa fue la realidad cuál es la razón para que la historia tradicional las haya ignorado y todavía hoy las siga dejando al m argen. Las respuestas son múltiples y desde los años ochenta se insis­ te en la escasez de las fuentes, en la calidad de las mismas o en el m odo “ideologizado” que de ellas han hecho algunas historiadoras.3 Recordar el cam ino recorrido po r las historiadoras e historiadores en el intento de reescribir una historia inclusiva, y como tal no andro­ céntrica, creemos que nos aclararía hasta dónde hemos llegado y lo que nos queda por hacer. Para Joan Scott, “La historia de las mujeres debe enfrentarse críticam ente a la política de las historias existentes, y así empieza inevitablem ente la reescritura de la historia”.4 Empecemos por señalar que el sujeto histórico abstracto, representado por un individuo poseedor de derechos, convertido en el centro del debate político a lo largo de los siglos XVII y XVIII, po r las razones ya conocidas de una Ilustración que, tras afirm ar que todos los seres hum anos nacían libres e iguales, se olvidó de la m itad de ellos, se encarnó en la figura mascu­ lina y esa es la historia que durante siglos nos han contado. No obstante, desde ese m om ento histórico, finales del siglo XVII y todo el siglo XVIII, un grupo de mujeres privilegiadas supo que era po­ sible vindicar la igualdad que hasta entonces les había sido vedada e iniciaron un largo cam ino hacia el logro de la ciudadanía, concepto que ocupó un lugar central en el debate de la M odernidad y que revolucio­ nes m ediante había convertido a los súbditos en ciudadanos. Las m uje­ 3Joan W. Scott, Género e historia, México, Fondo de Cultura Económica/Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2008. 4Ibid., p. 47. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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res, en el camino em prendido, tuvieron que vencer los límites de la razón ilustrada y no les resultó fácil, algunas como Olivia de Gouges, autora de la Declaración de los Derechos de la M ujer y de la Ciudadana, paga­ ron con su vida. Para Celia Amorós, una lectura desde el feminismo del discurso ilustrado se convierte en un test que pone de manifiesto: [...] en qué medida la matriz ilustrada desarrolla o no de modo coheren­ te sus propias posibilidades emancipatorias, qué peculiaridades revisten sus conceptualizaciones diferenciales cuando son aplicadas para “tram­ pear” la universalidad de sus propios postulados y hasta qué punto estas mismas peculiaridades son sintomáticas de contradicciones y tensiones internas en la Ilustración misma.5 Sin embargo, a pesar de las tram pas teóricas de la m ayor parte de los ilustrados, Rousseau entre ellos, y de las contradicciones señaladas, feminismo e Ilustración son dos fenómenos complejos que se prestan a lecturas muy diferentes. En esta ocasión nos referimos a ellos como un conjunto de ideas que eclosionan en un m om ento histórico más o menos preciso, fundam entalm ente en el siglo XVIII, como respuesta de un gru­ po social determ inado, la burguesía, y a una situación política, económica y social precisa, el absolutismo. No obstante, la Ilustración, que invocó la razón para luchar contra todo apriorism o y en su nom bre luchó contra todo prejuicio, incumplió sus promesas: “[...] la razón no es la Razón Universal. La m ujer queda fuera de ella como aquel sector que las Luces no quieren ilum inar”.6 Señalar los límites del discurso ilustrado no es óbice para adm itir que el feminismo es hijo de la Ilustración, aunque, como indica la filósofa Amelia Valcárcel, fue un hijo no deseado. La vin­ dicación de la igualdad, para la autora, es un rasgo distintivo de cierta literatura del siglo XVIII, que sólo fue posible en el seno de las Luces y que no puede considerarse heredera de textos anteriores.7 La presencia de mujeres en los orígenes de la vindicación circuló por la ocupación de espacios antes vedados como salones privados devenidos en públicos por voluntad de las anfitrionas, participación en la prensa como escri­ toras, lectoras o protagonistas, vinculación más o menos plena en socie­ dades y presencia en paseos, teatros o reuniones. 5 Celia Amorós, Tiempo defeminismo, Madrid, Cátedra/Instituto de la Mujer/Universitat de Valencia, 1997, p. 142. 6Cristina Molina, Dialécticafeminista de la Ilustración, Barcelona, Anthropos, 1994, p. 20. 7Amelia Valcárcel, La política de las mujeres, Madrid, Cátedra/Instituto de la Mujer/ Universitat de Valencia, 1997, p. 53 y siguientes. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Los nuevos espacios de sociabilidad ilustrada proliferaron en todo el territorio de la M onarquía, si bien hay que señalar que en los territorios ultram arinos el proceso fue más tardío y con diferen­ cias de u n virreinato a otro, aunque la m ayor p arte vinculados al m ovim iento em ancipador. No obstante, no podem os olvidar que la historia de las m ujeres en la Am érica hispana durante la Edad Mo­ d ern a es el fruto de u na conjunción de experiencias de influencia dispar que acabó po r redefinir un m odelo diferente de aquel diseñado para ellas por la sociedad castellana y trasportado al Nuevo M undo p or los conquistadores como parte de su bagaje cultural; a ella se sumó la experiencia autóctona anterior proveniente de potentes civilizaciones poseedoras de su propio diseño social en el que las mujeres tenían un protagonism o determ inado y la de un tercer grupo procedente de Áfri­ ca que llegó a América de form a compulsiva. A la com plejidad cultural se añadió la biológica y a ambas unas relaciones políticas que en el marco de la conquista no dieron las mismas oportunidades de influen­ cia y desarrollo a un grupo hum ano que a otro. Com o resultado del proceso, la historia de las m ujeres en los territorios de ultram ar distó m ucho de la evolución peninsular, no sólo p o r el hecho de que en u na sociedad de frontera, com o la surgida en el nuevo continente, el m odelo hispano se desdibujó, sino porque las diferentes etnias, las interrelaciones culturales y la coexistencia de intereses vitales dife­ rentes dio lugar a u n m odelo distinto donde algunas m ujeres tuvie­ ron oportunidades de influir en la sociedad ocupando espacios que según el m odelo patriarcal no le eran propios: el ám bito político y el económ ico. Antes de finalizar este breve recorrido por el m om ento fundacional del feminism o al que algunas filósofas como Celia Amorós o historia­ doras, entre otras la que escribe, han denom inado “prim era ola” del feminismo, no parece baladí señalar que fueron las interpelaciones a la historia desde el fem inism o las que propiciaron en diferentes m o­ m entos el avance de la historia de las m ujeres y nos han perm itido hacer las siguientes preguntas: ¿cómo escribir la historia de las mujeres de las épocas en que las fuentes las ignoran?, ¿qué hacer para desen­ trañar sus vivencias cuando carecem os de su voz?, ¿en qué fuentes debem os apoyarnos para desentrañar el protagonism o de las mujeres en la América hispana? Las respuestas son variadas y ya en 1997, en una reflexión metodoló­ gica com partida con estudiantes de doctorado y colegas preocupados por DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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los estudios de las mujeres en la Universidad de Málaga,8 tuvimos ocasión de plantear algunas de ellas que no repetiré por extenso aquí; sin em bar­ go, me perm itiré recordarlas, no sin antes señalar que es requisito im­ prescindible releer las fuentes desde otra m irada y, sin abandonar el rigor científico, buscar nuevas fuentes. En aquella ocasión, advertía: No podemos definir el modelo construido para ellas por una sociedad determinada, en un momento histórico concreto sólo a partir de las nor­ mas culturales, educativas o jurídicas que pautaban la vida de las mujeres, despreciando el estudio de los resultados reales obtenidos por la aplica­ ción o no de dichas normas. Tampoco podemos fijar nuestra atención en la vida de mujeres excepcionales que por el hecho de serlo no son repre­ sentativas de la mayoría de las mujeres. Ambas fuentes, normativas y bio­ gráficas, son importantes pero deben ser completadas, buscando siempre aquellas que muestren el comportamiento de colectivos de mujeres: viudas, casadas, monjas, solteras, mayores de edad, solas, etcétera.9 En aquella reflexión propuse algunas de las fuentes posibles, que hoy deben ser ampliadas, para reescribir la historia de las mujeres colo­ niales. Algunas de ellas serían: las opciones educativas que se ofrecían a las mujeres, por quién y cuál fue su cumplimiento; los textos costumbris­ tas incluidos en los relatos de viajeros; la legislación que fijaba los límites al com portam iento de las mujeres y, por tanto, señalaba su estatus en la sociedad. En este sentido se debe tener en cuenta no sólo el Derecho indiano y el Derecho castellano, sino tam bién la costumbre como fuen­ te del derecho10 y la jurisprudencia; los archivos eclesiásticos y, de m odo especial los de la Inquisición, proporcionan inform ación sobre mujeres que no aceptaron el m odelo diseñado para ellas, pleitos por herencia o separación conyugal. Sin dejar de lado el m undo privado, espacio adju­ dicado a ellas como prioritario, debem os bucear en el público y quizá redefinir para la Edad M oderna lo que era público y privado, ¿acaso las mujeres no producían excedentes para los mercados internos?, ¿cómo catalogar a las mujeres viudas que gobernaban haciendas y encomiendas? La familia sería un tem a estrella, la antropología y la sociología, antes 8 Pilar Pérez Cantó, “La mujer colonial a través de los textos: una reflexión metodo­ lógica”, en Isabel Jiménez Morales y Amparo Quilez Faz (coords.), De otras miradas. Reflexio­ nes sobre la mujer de los siglos XVII al XX, Málaga, Universidad de Málaga, 1998, p. 19-51. 9 Ibid., p. 20. 10 José María Ots Capdequí, Bosquejo histórico de los derechos de la mujer en la legislación de Indias, Madrid, Reus, 1920.

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que la historia se han ocupado de él; sin embargo, hoy existen equipos de investigación consolidados. Sirvan como m uestra los trabajos de Pilar Gonzalbo para México o de Pablo Rodríguez para América del Sur11 y la compilación de Scarlett O ’Phelan y M argarita Zegarra para la Amé­ rica Latina a partir del siglo XVIII,12 o el más antiguo de Sonia Montecino13 sobre la familia mestiza en Chile; la dem ografía histórica, aun tratándose de una época preestadística, nos puede proporcionar datos de interés para aproxim arnos a com portam ientos colectivos: familias españolas, criollas, indígenas, mestizas, negras, de esclavos, todas ellas con m odos de vida distintos. Se debería rastrear todo aquello que rodea la vida cotidiana de las m ujeres de los diferentes grupos étnicos: pro­ ductos de uso personal, m obiliario, joyas, m edicina casera,14 descrip­ ciones de cronistas. No despreciar las fuentes visuales: grabados, ilustraciones como las de M artínez C om pañón para el XVIII peruano y m ateriales expuestos en los museos (pintura, cerámica, textiles). D ocum entar su protagonism o en la esfera pública es el aspecto más com plejo pero no inabordable, su actividad com o agentes eco­ nóm icos no siem pre ha dejado huellas pero las testam entarias, los protocolos notariales, las contabilidades de haciendas o los registros de im puestos com o la alcabala pueden ser muy útiles. Requiere un esfuerzo añadido para hacerlas visibles y éste abarca un doble sentido: llegar a un acuerdo en qué se entiende p o r actividad económ ica y am pliar el objeto de estudio a todas las m ujeres y no sólo a las españo­ las y criollas. A través de docum entos visuales hem os encontrado m u­ jeres populares que ejercen todo tipo de trabajos: recolectan, lim pian y m aceran el maíz, tejen, lavan oro, trabajan en la fragua, dan apoyo a la m inería, cuidan el ganado, acarrean alimentos, preparan la chicha y la venden en m ercados y pulperías, recolectan hierbas medicinales, actúan com o parteras y curanderas; valgan de ejem plo las crónicas de B ernardino de Sahagún para México, los dibujos de la crónica de Gua11 Pilar Gonzalbo, “Ordenamiento social y relaciones familiares en México y América Central”, Isabel Morant y Pablo Rodríguez (coord.), “La familia en sudamérica colonial”, en Historia de las mujeres en España y América Latina, II, El mundo moderno, Madrid, Cátedra, 2005, p. 613-664. 12Scarlett O’Phelan y Margarita Zegarra (eds.), Mujeres, familia y sociedad en la historia de América Latina. Siglos XVIII-XXI, Lima, Centro de Documentación sobre la Mujer/Pontificia Uni­ versidad Católica del Perú, Instituto Riva-Agüero/Instituto Francés de Estudios Andinos, 2006. 13Sonia Montecino, “La conquista de las mujeres”, en M. Barring y N. Henríquez (comps.), Otras pieles. Género, historia y cultura, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 1995. 14Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres..., v. V, Madrid, Cátedra, 2006. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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m án Poma de Ayala o los ya citados de M artínez C om pañón p ara el XVII y XVIII peruanos o los de M ariño de Lovera p ara Chile. El pro­ blem a, en ocasiones, radica en que m uchos de estos trabajos no se consideraban productivos sino u n a prolongación de las tareas dom és­ ticas; sin em bargo no sólo se trataba de una econom ía com plem entaria sino de trabajos esenciales p ara la com unidad y m uchos de ellos el único m edio de subsistencia de las m ujeres que los practicaban y de su familia. O tras m ujeres m ejor situadas en la sociedad heredan casas y haciendas que adm inistran, venden o alquilan. En las actas de los cabil­ dos aparecen mujeres que piden licencias para explotar minas, pujan por los ejidos o acuden a remates para prestar un servicio al cabildo. En los protocolos notariales son protagonistas de testamentos, contratos de com praventa, reciben u otorgan poderes. Así mismo, en los archivos eclesiásticos los conventos de m onjas actúan como prestam istas o p er­ cibiendo rentas de edificios alquilados. El asociacionismo fem enino en los aledaños de las órdenes religiosas, tanto fem eninas como m asculi­ nas, es más difícil de rastrear, pero se debería intentar conocer su m odo de vida y su repercusión económ ica cuando la hay, como se hace en uno de los artículos de esta obra al que más adelante me referiré. U na atención especial m erecen las viudas criollas cuyo poder eco­ nóm ico era relevante; algunas de ellas, a pesar de la recom endación de la C orona de volver a contraer m atrim onio, prefieren m antener su independencia y convertirse en adm inistradoras de sus bienes y tutoras de sus hijos. Sirvan com o ejem plo p ara el México del siglo XVIII la saga de m ujeres de la familia aristocrática Regla-Miravalle o doña Ber­ narda Rebolledo, m adre de ocho hijos que adm inistró y conservó su hacienda hasta su m uerte en el Perú del siglo XVII. Expuestas algunas de las posibles fuentes, el recuento no pretende ser exhaustivo. Debemos reflexionar sobre dos aspectos: el prim ero, que la diversidad de las fuentes merece una lectura com parada, y el segundo, no olvidar que los interm ediarios de esas fuentes eran varones y tras sus construcciones culturales sobre las mujeres subyace un modelo patriarcal. La im agen de las mujeres fue una creación de hombres, intelectuales, educadores, eclesiásticos, todos ellos con preem inencia sobre ellas ya que ocupaban el papel protagonista que la sociedad les había adjudicado. Ambas dificultades deben ser com pensadas con una lectura crítica. Otra pregunta a la que debemos responder sería ¿cómo utilizar el gé­ nero como instrum ento de análisis histórico para estas épocas del pasado siendo así que es un concepto nacido a mediados de los ochenta? Sin DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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entrar ahora en los equívocos, rechazos o pertinencia de su uso,15 que de todo ha habido y que Isabel M orant recoge de forma, a nuestro modo de ver, acertada y m inuciosa en su contribución a esta obra y a la que me referiré más tarde, creemos que el género resulta útil como instrum ento de análisis ya que nos perm ite conocer la construcción cultural m edian­ te la cual la sociedad m oderna adjudicó papeles diferenciados a mujeres y hombres y explicitó no sólo los espacios donde debían ejercerse sino tam bién cómo ellas y ellos debían relacionarse. La m atriz intelectual de la construcción genérica fue en gran parte hispana y pasó a América, como ya hemos com entado, como parte de la transferencia cultural a través de la literatura normativa, costumbrista y de los sermones ecle­ siásticos. Definir el m odelo como construcción cultural nos perm ite des­ pojarlo de su “naturalización” y una vez negado su esencialismo adm itir que éste puede y debe ser de-construido y reconocer, por un lado, las razones de la ausencia de las mujeres en la historia, y por otro, el lento camino que las mujeres han recorrido interpelando a la historia tradi­ cional para convertirla en una historia no androcéntrica. La contem poraneidad nos dio más y m ejores fuentes, instrum en­ tos de análisis y nuevos conceptos p ara reescribir la historia de las mujeres, sin olvidar a las m ujeres ilustradas en el siglo XVIII y a las su­ fragistas y algunas de ellas tam bién teóricas feministas del siglo XIX; sin em bargo, no será hasta el siglo XX cuando de form a m enos excep­ cional las m ujeres dejarán oír su voz. No obstante, el cam ino no fue fácil y la m etodología p ara lograrlo no nos fue dada de u n a sola vez; estuvo plagada de preguntas, contradicciones, debates y desencuen­ tros. Los problem as que se plantearon, y aún hoy perduran, las histo­ riadoras serán epistem ológicos. En Am érica Latina, al igual que en Europa y Estados Unidos, el cam ino estuvo m arcado p or pautas sem ejantes aunque en ocasiones difieran en el tiem po o se vean retrasados o interrum pidos po r acon­ tecim ientos políticos; las dictaduras del siglo XX tanto en España como en varios países de Iberoam érica no fueron propicias para el desarro­ llo del fem inism o y la historia de las mujeres vio afectada su evolución. No incidiré en estos aspectos porque de ellos deja constancia Isabel M orant, po r extenso, en esta m ism a obra. Cabe, no obstante, señalar las influencias recibidas y los intercam bios acaecidos entre las historio­ grafías de las dos orillas del Atlántico: influencias de los países anglo15Joan W. Scott, Género e historia... DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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sajones (sobre todo Estados Unidos), de Francia y de España son visibles y, al m enos en el últim o caso, para las y los profesionales de la historia de la América de habla hispana y portuguesa los préstam os recorren cam inos en las dos direcciones. Aunque no pretendem os abandonar el enfoque metodológico y la referencia a las fuentes posibles, creo que es conveniente señalar de la m ano de Dora Barrancos, Gabriela Cano y Asunción Lavrin el contexto en el que se desenvolvió la historia de las mujeres en América Latina en general y especialmente en México, ya que fuentes y m etodología corren paralelas a situaciones políticas y posibilidades ofertadas a las mujeres. Dora Barranco señala que a finales del siglo XIX surgieron en di­ ferentes lugares de América Latina trabajos que hacían referencia al protagonism o fem enino y que si bien su raigam bre patriarcal era evi­ dente y en ocasiones tam bién su am ateurism o, no p or ello debem os olvidar su contribución al rescate histórico de la biografía de ciertas mujeres, en ocasiones con ribetes de heroínas, en el m om ento funda­ cional de sus naciones. El em peño, aunque m arginal, fue m eritorio y, según la autora, debería hacerse una relectura de esa protohistoriografía de las mujeres y preguntarse cuáles de los relatos fueron escritos p or hom bres y cuáles p or m ujeres y desde qué circunstancias, si que­ remos realm ente entender su significado. No obstante, no fue hasta los años ochenta de la centuria pasada cuando “la disciplina histórica fue sacudida po r la em ergencia de la vertiente especializada en las mujeres, con resonancia diferencial”.16 A partir de ese m om ento, en todos los países latinoamericanos, la crítica feminista y los estudios de las mujeres utilizaron el género com o instrum ento de análisis sin resistencia alguna y pronto el térm ino anglosajón fue tam bién adoptado por la academia y perm itió a las historiadoras y los historiadores, desde 1990, prescindir de los esencialismos en su interpelación a la historia tradicional ha­ ciendo posible la historia de las m ujeres com o una corriente historiográfica que ganaba espacio y potencia. El caso de México ofrece algunas singularidades, pues su estabili­ dad política, aunque con ciertas lim itaciones po r el predom inio del PRI durante décadas, perm itió la eclosión de un m ovim iento fem inista heterogéneo en diferentes ciudades, no todas en el Distrito Federal, 16 Dora Barrancos, “Mujeres y género en la historiografía latinoamericana”, en Pilar Pérez-Fuentes Hernández (ed.), Entre dos orillas. Las mujeres en la historia de España y América Latina, Barcelona, Icaria, 2012, p. 19-43. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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circunstancias a las que se sumó la convocatoria po r la ONU de la Pri­ m era Conferencia Internacional de la M ujer en este país, en julio de 1975, que contó con una nutrida representación de mujeres mexicanas y de la que el m ovim iento fem inista salió reforzado. Al inicio de los ochenta los estudios de las m ujeres y de género entraron en las univer­ sidades, siendo la UAM Xochimilco y El Colegio de México las prim eras receptoras a las que siguió la UNAM. Además, el país conoció desde los años setenta una renovación historiográfica de gran calado que facili­ tó el diálogo entre teorías diferentes y fue ese m ovim iento de reconsi­ deración histórica el que a la vez estim uló la historiografía sobre las mujeres. H istoriadoras como G abriela Cano, Silvia Arrom o Carm en Ramos Escandón fueron protagonistas de esa construcción historiográfica, pero, al igual que el resto de los países tanto de Europa como de América, las influencias y los préstam os circularon en varias direc­ ciones y al final las historiografías anglosajonas, francesas e hispánicas se cruzaron de form a reiterada. U na obra reciente, dirigida po r Isabel M orant, da buena cuenta de la realidad que aquí esbozam os.17 Las fuentes en la edad contem poránea y sobre todo en las prim eras décadas del siglo XXI no sólo han aum entado en cantidad y calidad sino que, y esto nos parece lo más relevante, se han vuelto asequibles, pues la globalización creciente que caracteriza el m om ento histórico en que vivimos ha afectado el m odo de realizar la investigación; cada vez más fuentes del pasado, las ya señaladas anteriorm ente y algunas a las que no teníam os acceso, están siendo digitalizadas y m ediante webs institucionales puestas al alcance de cualquier estudiosa o estu­ dioso en cualquier m om ento y lugar. Valga como ejem plo el Archivo G eneral de Indias cuya digitalización avanza sin pausa, la Biblioteca digital Cervantes y las secciones de parte de los archivos nacionales de todos los países latinoam ericanos. Esta accesibilidad se com plem enta con los intercam bios bibliotecarios internacionales que en tiem po p ru ­ dencial ponen en m anos del investigador la obra requerida. A las facilidades enunciadas p ara la historia de las mujeres y los estudios de género en general, debem os añadir la voz de las propias mujeres que, desde inicios del siglo XX y cada vez con m ayor fuerza a lo largo de la centuria y hasta nuestros días, prescindió progresivamente de la m ediación masculina para expresar sus vivencias y se hizo pre­ sente en todos los ámbitos de la vida. Los estudios de las mujeres, y 17Idem; Isabel Morant (dir.), Historia de las mujeres..., v. III y IV. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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entre ellos la historia, están presentes en la m ayor parte de las universi­ dades de lo que denom inam os m undo occidental, organismos interna­ cionales llevan a cabo y divulgan estadísticas y encuestas, un horizonte de igualdad entre mujeres y hom bres preside las políticas de la mayor parte de los países y la inequidad se considera un déficit democrático. Las mujeres hoy son escritoras, ingenieras, arquitectas informáticas, aca­ démicas, biólogas, directoras de cine, historiadoras, magistradas, presi­ dentas de gobierno, ministras y un largo etcétera. Reciben prem ios y son reconocidas. ¿Significa que todos los avances citados han unificado el m odo de escribir la historia de las mujeres?, ¿hemos logrado hom ogeneizar el m étodo em pleado o po r el contrario seguimos interpelando a la historia tradicional y buscando nuevas respuestas? y, lo más im por­ tante, ¿las m ujeres están presentes en los libros de historia? De nuevo las respuestas son m últiples y en el m undo académico conviven trabajos cuyas características pertenecen a distintos enfoques: discurso de la excelencia, historia contributiva, biografías de mujeres, historia de las mujeres, historia del género. En ocasiones la diferencia entre la historia de las m ujeres y la historia del género es m eram ente nom inal, lo relevante es si la teoría que sustenta el discurso se apoya o no en las teorías de género. Desde el feminismo se sigue leyendo de form a crítica la historia más tradicional y aportando teoría a los plan­ team ientos más renovadores. No obstante, pese a todos los avances, las mujeres no coprotagonizan la historia de form a tan norm alizada que hiciese innecesaria una historia de las mujeres. En la parte del m undo a la que nos referimos, m ujeres y hom bres tienen reconocidos los mis­ mos derechos y los mismos deberes, pero este aserto no siempre refleja la realidad y sigue siendo necesario hacer visibles a las mujeres y dejar constancia de sus huellas en la historia. Finalizaré esta introducción con u na breve referencia a las/los au­ toras/es y al contenido de la obra que presentam os aunque de alguna de sus contribuciones ya hem os hecho m ención. Se trata de un grupo internacional e interdisciplinario de investigadoras e investigadores, la m ayor parte de historia, avezados en estudios de las mujeres, pero tam bién hay una antropóloga/arqueóloga y cuatro profesores de escue­ las de música, tanto de México como de España. Tienen en com ún su lengua hispana, con la excepción de Andreia Martins que es portuguesa, y ciertas raíces culturales ibéricas. Los diez trabajos se pueden agrupar desde el punto de vista del planteam iento: dos que se ocupan del es­ tado de la cuestión, el trabajo de Isabel M orant de la construcción de DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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una historiografía, la de las m ujeres, y el de Rosalva Loreto que p re­ senta un balance sobre el m onacato novohispano. El resto se enm arca en la m icrohistoria y cuatro de ellos se ocupan de colectivos de mujeres: curanderas, prostitutas, fandangueras y beatas; dos más tienen como protagonistas a m ujeres privilegiadas (virreinas y m ujeres nobles y profesionales), y, finalm ente, dos de las contribuciones tratan de la prensa com o espacio de sociabilidad ilustrada y de la joyería com o adorno corporal y simbólico de las m ujeres que la portan. Si nos ocupamos de su contenido, destacaríamos aquellos trabajos teóricos como el ya citado de Isabel Morant, “Mujeres e historia. La cons­ trucción de una historiografía, 1968-2010”, en el que se profundiza no sólo en las diferentes etapas por las que ha pasado la historia de las m u­ jeres sino en los debates, las contradicciones, los problemas epistem oló­ gicos, las autoras más determ inantes y los acuerdos o desacuerdos frutos de las diferentes aportaciones, y se hace con la claridad y maestría de quien dom ina los saberes del oficio. Las aportaciones que se ocupan de reescribir la historia de colectivos de mujeres y desentrañar, como indica una de las autoras: “Cómo fue posible que estas mujeres que vivían más bien en los márgenes del orden social lograron adquirir poder y conver­ tirse en m ediadoras para resolver diferentes problemas que alteraban el funcionamiento de las relaciones cotidianas com unitarias”. Esta cita, to­ m ada de “El m undo fem enino de las curanderas novohispanas”, podría servir para todas las biografías colectivas que integran la obra, con excep­ ción de las de las monjas. En este caso Estela Roselló, al centrarse en las curanderas, lleva a cabo un análisis teórico sobre lo que suponía actuar desde los márgenes de la sociedad como “negociadoras culturales” te­ niendo en cuenta en todo m om ento las relaciones de género consagra­ das por la sociedad novohispana en el siglo XVII y evidenciando los estereotipos que esas m ujeres superaron hasta adquirir reconocimiento y poder. En la segunda parte de su trabajo, ilustra sus teorías de género con un fragm ento de vida de la curandera María Calderón. Los conventos fem eninos y p or ende las herm anas de Cristo son los protagonistas de la aportación de Rosalva Loreto; en ella, tras una introducción sobre la im plantación del m onacato, se centra en los con­ ventos de m ujeres en especial en la orden franciscana que era la más im portante corriente evangelizadora y cultural , sin dejar de referirse al resto de órdenes que surgieron para satisfacer la dem anda social. No obstante, la parte más novedosa de su trabajo es el balance historiográfico hispanoam ericano sobre el m onacato, fruto de su profundo DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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conocim iento del tem a y la aportación bibliográfica que es un regalo inestim able p ara expertas y neófitas. Desde u n a tem ática cercana, An­ tonio Rubial nos presenta un interesante ensayo sobre L a s beatas y su vocación de com unicar y a través de él nos introduce en un m undo de mujeres desubicadas, ni casadas ni monjas, de toda edad, etnia y con­ dición, que desean vivir su independencia sin estridencias y si es posi­ ble en los m árgenes de u n a orden religiosa que les prestase cierto grado de legitim idad. Se trataba, según el autor, de hacer de su piedad el instrum ento para ser reconocidas y respetadas. El artículo de A ndrea Rodríguez, basado en el proceso judicial contra la Castrejón, es asimismo un estudio del lenocinio en la ciudad de México a principios del siglo XIX, e ilustra la práctica judicial fren­ te a los delitos sexuales en el m om ento de la transición del antiguo régim en al pretendidam ente liberal que se interesó por castigar lo que entendía com o pecados públicos, cuyas protagonistas eran las mujeres porque el sexo atravesaba todas las categorías legales y catalogaba a las mujeres en honestas y decentes o viles y sueltas. Resulta relevante la diferencia entre prostitución y lenocinio y su relación con la naturale­ za fem enina propensa al pecado o libre albedrío p ara com erciar con los cuerpos de otras. En definitiva lo que pone de manifiesto el traba­ jo es el intento de la sociedad po r el cum plim iento del m odelo dise­ ñado para las m ujeres y el castigo y la m arginalidad para todas aquellas que pretenden confrontarlo. El fandanguito es un “son de m ujeres”, así definían los músicos jarochos de la época al fandango bailado p or las mujeres y en torno a esta pieza musical cuatro profesoras/es de la Escuela Nacional de Mú­ sica de la UNAM, Gonzalo, Lénica, José Miguel y Lizzette, nos regalan una interesante y bella aportación. Las m ujeres bailadoras hacen de la danza una construcción cultural que les perm ite expresar su lirismo, ser dueñas de sus cuerpos, ser adm iradas en público y convertirse en portavoces de la com unidad. Los autores/as señalan el papel jugado p or las mujeres en la creación de las culturas musicales de México, sin em bargo ésta ha sido olvidada y el olvido m argina y soterra el cuerpo fem enino como elem ento de subversión. Era objetivo de prédicas ecle­ siásticas y leyes civiles que en ocasiones perseguían y prohibían el fandanguito. E ntienden que a través de la m úsica se produce cierta movilidad social y geográfica. Las mujeres privilegiadas son objeto de dos aportaciones de distin­ to significado Las virreinas y el ejercicio del poder en N u e v a E spaña y E l DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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condado del Valle de Orizaba a través de sus mujeres. Javier Sanchiz, por su

parte, centrándose en el valle de O rizaba y con una m etodología histó­ rica con préstam os de la sociología, recupera el protagonism o de las mujeres vinculadas al condado de Orizaba. El autor hace hincapié en el valor estratégico de las mujeres en varios sentidos: como aportadoras de categoría social por sus antecedentes familiares o por su contribución con su dote al patrim onio com ún; el caso más relevante fue el de doña Graciana Suárez de Peredo, que aportó el mayorazgo del mismo nombre y, además, porque de su fertilidad dependía la pervivencia del linaje. Esperanza Mó y A ndreia M artins aprovechan los recursos de la m icrohistoria para profundizar en dos temas que afectan a las mujeres, ambas inician sus trabajos en el siglo XVIII aunque la prim era abarca hasta principios del XIX. “Salir del silencio” es el título elegido po r la profesora Mó p ara explicitar lo que la prensa, a partir de la segunda m itad del setecientos y en México a principios de la centuria siguiente, significó para las mujeres: un nuevo espacio de sociabilidad, un espa­ cio en el que ni el género ni el estatus social im pedían que se expresa­ ran e intercam biaran noticias, preocupaciones y novedades. A partir del D iario económico de M éxico la autora profundiza en la incorporación de las mujeres como lectoras y autoras y su papel al contestar el m o­ delo que la prensa reproducía para ellas. La im portancia de los pape­ les periódicos no se lim itaba al núm ero de m ujeres que los leían sino al efecto m ultiplicador que ejercían al ser com entados en tertulias, salones y sociedades. A ndreia M artins, desde la antropología, a la que añade sus conocim ientos arqueológicos, contribuye a esta obra con un trabajo en el que analiza la joyería utilizada por las m ujeres novohispanas como uno de los aspectos de la cultura m aterial capaz de sinte­ tizar diferentes vertientes del diálogo cultural. Entiende la autora que el mestizaje biológico y cultural de la población autóctona, española, africana y asiática acabó po r conform ar u n a estética m exicana muy peculiar. Con una m irada crítica, que le perm ite analizar las interm e­ diaciones sufridas po r las colecciones que ha podido estudiar, no sólo museísticas sino tam bién po r la influencia política o religiosa de un m om ento determ inado, nos indica que las joyas han sido un recurso social com ún para expresar el estatus y el poder de la familia. Su uni­ verso simbólico trasciende al m aterial en el que se presenta la joya y es diferente en la iconografía de cada grupo étnico analizado. P ila r P érez C a n t ó DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l



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Fu e n t e s

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KB MUJERES E HISTORIA La c o n s t r u c c ió n de u n a h ist o r io g r a fía 1968-2010 I sabel M o r a n t Universidad de Valencia1 Introducción He dudado mucho antes de escribir un libro sobre la mujer. Es un tema irritante, sobre todo para las mujeres, y no es ninguna novedad. La polémica del feminismo ha hecho correr tinta suficiente, y ahora está prácticamente cerrada: punto en boca. Y sin embargo, seguimos hablando de ello. Y no parece que las voluminosas tonterías proferi­ das durante este último siglo hayan arrojado ninguna luz sobre el problema. Además, ¿hay un problema? ¿Cuál es?

Simone de Beauvoir, El segundo sexo La publicación de E l segundo sexo de Simone de Beauvoir, en 1949, puso de relieve un problem a que según la propia autora parecía olvidado. Así m anifiesta sus dudas respecto de la cuestión que pretende abordar. De las m ujeres — escribe— se ha hablado m ucho, pero después de tan ta polém ica se ha im puesto u n silencio clam oroso. En la m ente de los filósofos las cosas parecían perfectam ente ordenadas: las m uje­ res eran diferentes de los hom bres y sus vidas se ajustaban a la condi­ ción y a las capacidades que eran naturales en el sexo fem enino. Así, pues, ¿existe realm ente un problem a?, ¿cuál es? El problem a para Beauvoir era la consideración de las mujeres como un “segundo sexo”, en relación con los hombres, cuyas cualidades y va­ lores se consideraban superiores. La autora acude a Poulain de la Barre 1 Este artículo forma parte del Proyecto de Investigación HAR2011-26129: El proceso civilizador y la cuestión de los individuos. Normas, prácticas y subjetividades (siglos xvil-xix). DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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para poner de relieve la sospecha respecto de las teorías que defienden la desigualdad de los sexos. Este clérigo cartesiano había escrito ya en el siglo XVII un tratado titulado De l’égalité des deux sexes para m ostrar el pre-juicio, mayoritario en su época, de los que sostenían que los hombres y las mujeres no eran iguales. Coincide con el filósofo cuando dice: Todo lo que han escrito los hombres sobre las mujeres es digno de sos­ pecha, porque son a un tiempo juez y parte [...]. Los que hicieron y com­ pilaron las leyes eran hombres, por lo que favorecieron a su sexo, y los jurisconsultos convirtieron las leyes en principios, dice también Poulain de la Barre. Legisladores, sacerdotes, filósofos, escritores, sabios, se afa­ naron en demostrar que la condición subordinada de la mujer era grata al cielo y provechosa en la tierra.2 En sus reflexiones sobre las mujeres, Beauvoir se enfrenta a la he­ rencia del pasado, representada por la obra de Rousseau, en cuya obra E m ilio se dice que “El m acho es m acho solo en ciertos m om entos, la hem bra es hem bra toda la vida o, al menos, m ientras es joven”. Esta interpretación de la biología servirá de base para la construcción de un potente discurso cultural sobre la diferencia de los sexos, en el cual, por otro lado, se apoyarían las políticas de diferenciación y segregación sexual que habían com enzado a aplicarse desde finales del siglo XVIII. Con gran aceptación social. Com o explica Genevieve Fraisse, el régi­ m en político surgido de la revolución en Francia llevaba la m arca de los hom bres de espíritu roussoniano que hicieron las leyes de la dem o­ cracia: la segregación educativa en la escuela pública, la diferenciación de los derechos y deberes ciudadanos, la dem ocracia exclusiva de los hom bres y el gobierno de la familia que correspondería a las m ujeres.3 Beauvoir no niega la causa de la biología, adm ite que en los oríge­ nes de la hum anidad las m ujeres debieron estar constreñidas p or el peso de la m aternidad que las habría alejado de los trabajos más duros que realizaban los hom bres, pero observa tam bién los im pedim entos culturales y políticos que históricam ente habrían puesto trabas al pro­ greso social de éstas. Su idea de que “una m ujer no nace sino que se hace” abriría la puerta a otro m odo de pensar la historia, sin las trabas de las explicaciones que redundaban en la repetición de los determ i2Simone de Beauvoir, Le deuxieme sexe, 2 v., París, Gallimard, 1949, p. 56. 3 Geneviere Fraisse, Musa de la razón. La democracia excluyente y la diferencia de los sexos, trad. de Alicia H. Puleo, Madrid, Cátedra, 1991. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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nismos producidos po r la naturaleza, el cuerpo biológico o la voluntad de la razón práctica. En defensa de su argum ento aduce los cambios producidos en las form as de vida fem eninas: la progresiva incorpora­ ción al m undo del trabajo, la m ayor educación que habría propiciado la entrada de algunas en las instituciones del saber y la m ayor presen­ cia fem enina en los mismos espacios sociales y políticos de los hom ­ bres, incluso en las guerras y revoluciones. Beauvoir espera que la igualdad se acelere de m anera significativa en el presente, gracias a los avances de la ciencia que perm ite a las mujeres controlar la m aternidad, trabajar y tener ingresos propios y alcanzar mayores cuotas de autono­ m ía económica, libertad e influencia social. E l segundo sexo, publicado en 1949, en general fue muy mal acogido. Intelectuales, políticos y creadores de opinión se apresuraron a censu­ rarlo desde distintos ángulos: unos se aferraron a los argum entos tradi­ cionales de la inm utable y perfecta Naturaleza; otros, con más sutileza, defendieron que era razonable y necesario que las mujeres se ocuparan en asegurar el buen orden y la felicidad de la sociedad y de las familias. Pero más allá de las razones m ejor o peor expuestas, este tipo de escritos ponen de relieve una violencia inesperada, incluso para la pro­ pia autora, que se queja del tono de las críticas que se dirigen no tanto al contenido del libro como a su persona. Algunos pudieron deducir entonces que la obra reflejaba el m alestar de Beauvoir, una filósofa re­ conocida pero cuya vida no podía ser feliz; am ante de un filósofo cono­ cido, no se había casado, no había tenido hijos y su sexualidad era más que dudosa. Alguno se atrevió a com entar entonces que después de leer el libro de Beauvoir sabía todo lo que había que saber sobre la vagina de la autora. Estos textos, publicados de nuevo con motivo de cumplirse los cincuenta años de la edición de esta obra, ponen de relieve la interesada confusión que se cernía sobre determ inados temas relacionados con las identidades, los sentimientos y la sexualidad, que muchos preferirían que no salieran del ámbito de lo privado. Quizás por eso, el libro tuvo tam bién una gran acogida entre el público y las mujeres m ostraron su satisfacción porque se sacara a la luz pública su malestar.4 Pero ni los filósofos ni los historiadores se sintieron interpelados entonces po r la obra de Beauvoir. No parecían incóm odos, ni p or el silencio ni po r el tratam iento que sus disciplinas daban a la cuestión 4 Ingrid Galster (dir.), Simone de Beauvoir. Le deuxieme sexe. Le livrefondateur du féminisme moderne en situation, París, Honoré Champion, 2004. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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de las mujeres. Todavía en los años setenta era clam orosa la falta de estudios críticos y la inexistencia de un vocabulario que sirviera para pensar la diferencia entre los sexos. Tam poco los historiadores daban im portancia a la “invisibilidad” de las m ujeres en sus libros, pues p en­ saban sencillam ente que las mujeres, pertenecientes en razón de su sexo al m undo de lo privado, no habían tenido ningún protagonism o en la Historia, con mayúsculas: política, económ ica o cultural. Con otra sensibilidad, Virginia Wolf ya en los años treinta había m anifestado su desconcierto porque en los libros de historia que m anejaba para escri­ bir su obra U n a habitación propia las mujeres no aparecieran. Esta histo­ ria le parecía “un poco rara, tal como es, irreal, desequilibrada”, por lo que se pregunta si “¿acaso no se podría añadir un suplem ento a la historia? Por supuesto dándole un nom bre poco llamativo, así las m u­ jeres podrían figurar en ella sin im propiedad”. L a historia de las mujeres. Los inicios Cuando en el corazón de los cambios ideológicos y sociales de los años 1970 ha surgido lo que llamamos ahora “historia de las mu­ jeres'“, no era cuestión de preguntarse si esta historia era posible. Se imponía, por la fuerza de la evidencia y la necesidad, el deseo de hacerla, después de escribirla. Así nació una práctica, al mismo tiempo que un tema nuevo en el campo de la disciplina histórica.

Arlette Farge, “Pratiques et effets de l’histoire des femmes”, en Michelle Perrot (ed.), Une histoire des femmes est-elle posible?, 1984 A finales de los años sesenta, la historia debía de ser interpelada por el feminismo que denunciaría la invisibilidad de las mujeres en los libros de historia. Lashistoriadoras pondrían entonces de relieve la parcia­ lidad de la disciplina que privilegiaba el estudio de los hechos y los espacios dom inados p or los hom bres. Así, escriben que “el territorio del historiador durante largo tiem po ha sido exclusivo de un sexo, paisaje que encuadra los lugares donde se ejerce el poder de los hom ­ bres y sus conflictos, rechazando fuera de sus límites los espacios de las mujeres”. Las mujeres existieron, pero para los historiadores —hombres y m ujeres— que por entonces ponían sus esfuerzos en el estudio de los grandes hechos o las estructuras económicas o sociales, se trata de una historia sin relevancia, pero aquellas historiadoras feministas que con DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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otra m irada habían comenzado a poner el foco sobre las mujeres sabían que estaban produciendo un desplazamiento de los límites de la historia. Se dice, entonces, que “portadoras de esta historia sin cualidades, p o r­ tadoras de esta historia no identificable a través de las cualidades recono­ cidas por los hábitos dom inantes, las mujeres desplazan, sin duda, los límites en donde queda fijada la representación del m undo”.5 En aquellos años la historia de las mujeres se im puso como una evidencia y una necesidad existencial de las propias feministas, muchas de ellas historiadoras, que se implicarían en su realización. En los pri­ meros estudios, entre la m em oria y la historia, en efecto, se trataba de dar relevancia al pasado de las mujeres; así, lejos de las ideas que incidían en la semejanza de las vidas femeninas o en su falta de protagonismo, se quería m ostrar que las mujeres habían sido sujetos activos y que sus acciones, diferentes de las de los hombres, m erecían ser objeto de estu­ dio. Por este cam ino se descubriría la presencia activa de las mujeres en el m undo del trabajo o sus aportaciones a la economía familiar; tam bién había sido relevante su presencia e influencia en los acontecim ientos familiares y la vida de las com unidades o que muchas eran portadoras de un saber y una cultura femeninas. De m anera particular se ponía el enfoque en figuras de la rebelión: las herejes, las curanderas, las brujas o las rebeldes primitivas, mujeres que, actuando en los márgenes, habrían gozado de una libertad inesperada y, en m uchos casos, habrían sido influyentes y reconocidas por sus conocimientos y capacidades. En estos estudios, sin embargo, se solía obviar los costes de su rebeldía, la cárcel o la hoguera, que acogía las disidencias femeninas. En los inicios de los ochenta las historiadoras feministas, que se habían implicado en la construcción de la historia de las mujeres, podían observar, con satisfacción, el crecim iento de la producción historiográfica, pero, al mismo tiem po, com probarían los problem as de los resul­ tados y la necesidad de reflexionar sobre las líneas que se habían seguido en las investigaciones. Como escribe Michelle Perrot en la pre­ sentación de uno de los prim eros coloquios organizados para hacer balance de la situación: “Después de un tiem po de ‘acumulación prim i­ tiva’ hecha en todas direcciones, sin plantearse problem as, como si el descubrim iento fuera suficiente en sí mismo, ha llegado el m om ento de la reflexión, de cam inar en sentido inverso los caminos recorridos”.6 5 Christiane Dufrancatel et al., Lhistoire sans qualités, París, Galilée, 1979, p. 9 y 11. 6 Michelle Perrot (ed.), Une histoire des femmes..., p. 7-8. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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En este encuentro no se trataba ya, como en los prim eros años, de interrogarse sobre la pertinencia o las posibilidades de hacer la historia de las mujeres, sino de analizar las prácticas y los efectos de una histo­ ria en expansión. En las universidades se habían com enzado a im partir algunos cursos o seminarios y el tem a com ienza a estar presente en las investigaciones. Como escribe Arlette Farge, no sin ironía, m uchos es­ tudiosos encuentran ahora interesante añadir: “un párrafo a un artículo, un capítulo a una tesis o unas hojas a un libro”. Pero la m ism a autora se preocupa po r el peligro de banalización que corre paralelo al éxito de los estudios. Muchos de éstos se conform an con repetir los tópicos consabidos de que las mujeres visibles eran una excepción que vendría a confirm ar la regla de que su historia estaba aún p or llegar. En este sentido el descubrim iento de los textos norm ativos escritos durante siglos po r los hom bres — filósofos, sacerdotes y m oralistas— debían servir tanto p ara dar cuenta — o denunciar— el vilipendio del sexo femenino, como para m ostrar la perm anencia del poder que las había sometido. El resultado de estos estudios fue el reforzam iento de la dia­ léctica de la dom inación m asculina y la sumisión femenina. Las historiadoras com probarían al mismo tiem po su soledad den­ tro de la profesión. Los historiadores, sorprendidos en m uchos casos, guardaron silencio y, en la práctica, m ostraron que no se sentían invo­ lucrados por u na historia que no era la suya. En este sentido Arlette Farge destacaba que en la revista A nnales, que hacía bandera de la re­ novación historiográfica, apenas se prestaba atención a los estudios de historia de las mujeres. En las publicaciones de aquellos años hubo muy pocos artículos con este enfoque y los com entarios que de ellos se hi­ cieron fueron más bien fríos. Está claro que esta actitud disgustaba a las historiadoras que, trabajando en las mismas instituciones, hubieran esperado otra actitud hacia la historia de las mujeres, que, po r otro lado, trabajaban en la m ism a línea de renovación historiográfica. Estas historiadoras eran conscientes adem ás del peligro del gueto que llegó a producirse, pues en los prim eros años la historia de las mujeres fue hecha por m ujeres que, tom ando el símil de Natalie Davis, trabajaron en los m árgenes del m undo académ ico.7 En las publicaciones de aquellos años, sin embargo, se pone de re­ lieve la creatividad de los prim eros debates, muchas veces ruidosos, que dieron lugar a una form a particular de hacer historia. Se distingue ésta 7Arlette Farge, “Pratique et effets...”, p. 17-35. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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por las preguntas suscitadas por el feminismo y, por otro lado, por la influencia de la historiografía, particularm ente de la historia social re­ novada y por la antropología, muy desarrollada en Francia. Estos plan­ team ientos se notan en los prim eros estudios dedicados a nom brar, identificar y m edir la presencia de las mujeres en lugares, instancias y papeles que les son propios, nos aparece como una etapa necesaria, un justo retom ar de las cosas. Se ponen así al descubierto las categorías de lo masculino y lo femenino, hasta ahora sofocadas por un neutralismo sexual sólo provechoso para el m undo masculino. En estos estudios, en efecto, a los temas habituales de los antropólogos se sum an otros antes descuidados, en relación con las mujeres. Así se ponen al descubierto los trabajos de las mujeres, incluidos el parto y la m aternidad; los espa­ cios de sociabilidad femeninos, como las casas o el lavadero; o la vida cotidiana en las com unidades rurales, donde se nota la influencia feme­ nina. Se señala sin embargo que, del mismo m odo que en los estudios clásicos, la m irada se dirige hacia los espacios y las acciones de los hom ­ bres en los nuevos estudios dirigidos ahora a las mujeres, se m antiene el criterio y la im agen de la separación; así, se dice que después de que los estudios de antropólogos e historiadores se hubieran fijado en “los modos de la sociabilidad masculina tales como las abadías de juventud, quintas, cafés y cabarets, camarillas o la partida de caza, es lícito estudiar la sociabilidad fem enina siguiendo el mismo criterio de no m ixicidad”.8 En estos estudios se refuerza la im agen de la diferencia de las m u­ jeres, a las que se descubren com o poseedoras de u na cultura fem eni­ na, que im plicaba un poder y un saber específico suyo, pero la idea de una cultura específica fem enina sería muy pronto cuestionada p or las historiadoras que defendían un enfoque histórico más global y relacional. Entendían que las mujeres y los hom bres form aban parte de una mism a sociedad y com partían muchos valores, creencias y costumbres culturales. En consecuencia, los estudios debían fijarse en las relaciones de desigualdad entre los sexos, sin olvidar los conflictos generados por las diferencias que, por otra parte, quedaban ocultos en los enfoques de larga duración: “Lo que hay que hacer ahora es entender cómo se constituye una cultura fem enina en el interior de un sistema de rela­ ciones desigualitarias, cómo enm ascara los fallos, reactiva los conflictos, 8 Cécile Dauphin et al., “Culture et pouvoir des femmes. Essai d’historiographie”, Annales. Histoire, Sciences Sociales, marzo-abril de 1986, p. 82-83. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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jalona tiem pos y espacios, y cómo piensa, en fin, sus particularidades y sus relaciones con la sociedad global”.9 Desde esta perspectiva se introduce la cuestión del poder, que se trataba de definir preguntándose cómo se adquiere y quién lo tiene. H abía que cuestionar la im agen unidim ensional de un p o d er sólo masculino, desde un planteam iento foucaultiano, interesado en señalar que éste debía ser com prendido y estudiado en todas sus dimensiones: actuando ciertam ente de arriba abajo, según la dialéctica dom inaciónopresión, pero tam bién de abajo arriba. Así pues, proponen analizar la articulación de poderes y contrapoderes que actuaban en las rela­ ciones entre los sexos, señalando los fallos de estas articulaciones y las brechas por donde se colaba el poder fem enino o, al menos, su influen­ cia. En este mismo sentido proponen analizar los mecanismos de com­ pensación que se ofrecían a las m ujeres, po r ejem plo, m ediante la galantería que exaltaba las cualidades físicas o los valores m orales de la fem inidad, que producían imágenes de influencia y poder femeninos, que podían ser utilizados po r las mujeres. En esta propuesta se incluía tam bién el estudio de la resistencia que las m ujeres oponían a los m e­ canismos que servían para ocultar la dom inación m asculina.10 Género e historia Creo que debemos interesarnos por la historia de ambos, de mujeres y hombres, que no deberíamos trabajar sólo sobre el sexo sometido. Nuestro objetivo es comprender los significados de los sexos, de los grupos de género en el pasado histórico. Nuestro objetivo es descubrir toda la gama de símbolos y de roles sexuales en las distintas socieda­ des y periodos, encontrar los significados que tienen y cómofuncionan para mantener el orden social o para promover el cambio del mismo.

Joan Wallach Scott, Género e historia La categoría de género, procedente del debate del feminismo en los Estados Unidos, responde a la voluntad teórica de las estudiosas ame9 Ibid., p. 87. 10 Estos debates y propuestas pueden verse en Lucía Ferrante et al.

(eds.), Ragnatele di rapporti. Patronage e reti di relazione nelle storia delle donne, Torino, Rosenberg&Sellier, 1988; Isabel Morant, “El sexo de la historia”,Ayer, Asociación de Historia Contemporánea/Marcial Pons, Madrid, n. 17, 1995, p. 29-66.

DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ricanas, dispuestas a m ostrar su insatisfacción porque en la m ayoría de los estudios orientados a este debate no se logre desprenderse de las im ágenes esencialistas que tradicionalm ente se asocian con las mujeres. En los años ochenta, en efecto, los trabajos parecían estan­ cados po r las explicaciones recurrentes al Sexo, escrito con mayúsculas; en ellas las m ujeres se representaban m arcadas p o r la biología o la condición social capaces de decidir sus destinos ineludibles. La cate­ goría género perm itía p o n er de relieve el carácter ideológico y los mecanismos del poder que actúan en la producción y reproducción de la persistente desigualdad entre mujeres y hombres. Como escribe Joan Scott: “El term ino género denota unas determ inadas “construcciones culturales“, toda la creación social de las ideas acerca de los roles apro­ piados para las m ujeres y los hom bres”.11 Y esta teoría se extiende pronto m erced al carácter internacional del fem inism o que la difunde p or Europa. A este respecto es de desta­ car la influencia de Joan Scott, particularm ente su artículo “El género: una categoría útil para la H istoria”, publicado en inglés en 1985, tra­ bajo en que se analizan los cuerpos teóricos entonces m anejados por las estudiosas feministas: el concepto de patriarcado, las categorías procedentes del m aterialism o histórico o del psicoanálisis, por más que su autora señale su insuficiencia para producir una explicación histó­ rica. Aunque lo que me parece más significativo es la im portancia que la historiadora concede a que las feministas apuesten p or la renovación que se insinúa en las críticas que se dirigen a las ciencias sociales, do­ m inadas entonces po r el estructuralism o. Así, escribe que: Me parece significativo que el empleo de la palabra género haya surgido en un momento de gran confusión epistemológica que en algunos casos implica que los científicos de las ciencias sociales cambien sus paradigmas científicos por otros literarios (del énfasis puesto en las causas a otro cen­ trado en el significado, haciendo confusos los géneros de investigación); y que, en otros casos, la forma de los debates teóricos entre quienes afirman la transparencia de los hechos y quienes insisten en que la realidad se in­ terpreta y se construye. En el espacio que este debate ha abierto y en el de crítica de la ciencia desarrollada en el campo de las humanidades, y en el del empirismo y el humanismo de los posestructuralistas, las feministas no sólo han comenzado a encontrar una voz teórica propia sino que también 11 Joan Wallach Scott, Género e historia, México, Fondo de Cultura Económica/Univer­ sidad Autónoma de la Ciudad de México, 2008, p. 53.Ibid., p. 53. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ISABEL MORANT han encontrado aliados académicos y políticos. Dentro de este espacio debemos formular el género como categoría analítica. Y es en el interior de este espacio que debemos articular el género como categoría analítica.12

En el contexto de este debate los historiadores, que han sido cues­ tionados en sus métodos, deben cam biar las formas de escribir la histo­ ria. Así dice: ¿Qué deben hacer los historiadores que, después de todo, han visto cómo algunos teóricos desechaban la historia como una reliquia del pensamiento humanista? No creo que debamos dejar los archivos o abandonar el es­ tudio del pasado, pero tenemos que cambiar algunas de las formas con que nos hemos acercado al trabajo. Necesitamos examinar atentamente nuestros métodos de análisis, clarificar nuestras hipótesis de trabajo y explicar cómo creemos que tienen lugar los cambios.13 En este sentido, Scott señala sus nuevas influencias: Foucault y D errida. La crítica del prim ero a la continuidad de la historia obliga a dejar en un segundo plano el problem a de los orígenes y las causas; así, afirm a que sólo el estudio de los procesos puede perm itir al histo­ riador conocer las causas: En lugar de investigar los simples orígenes, tenemos que concebir aquellos procesos que están tan interrelacionados que no pueden desenredarse. Por supuesto vamos a seguir identificando los problemas para estudiar [...] Pero son los procesos los que debemos tener en cuenta. Debemos pre­ guntarnos más a menudo cómo ocurrieron las cosas para encontrar por qué ocurrieron. Por otro lado, se señala que el trabajo del historiador no debe fi­ jarse tanto en establecer los hechos, sino en el estudio de los significa­ dos que adquieren los hechos: “Me parece entonces que el lugar de la m ujer en la sociedad hum ana no es producto, en sentido directo, de las cosas que hace, sino del significado que adquieren sus actividades a través de la interacción social concreta”. En esta m ism a línea se dis­ tancia de la percepción habitual de los historiadores de un poder social unificado, coherente y centralizado y propone la im agen de un poder 12Ibid., p. 64. 13Idem. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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disperso que actúa como “constelaciones dispersas de relaciones des­ iguales, construidas discursivamente en “cam pos” sociales de “fuerza”.14 En cuanto a la teoría del género, Scott señala dos partes: define el género com o un elem ento constitutivo de las relaciones sociales, basa­ das en las diferencias percibidas entre los sexos; pero es tam bién una form a prim aria de las relaciones simbólicas de poder. Como elementos constitutivos de las relaciones sociales de género señala cuatro aspec­ tos relacionados entre sí: los símbolos disponibles que evocan diferentes representaciones de la mujer, como los de Eva o M aría en la tradición cristiana, pero tam bién los mitos de pureza o corrupción, etcétera; los conceptos norm ativos que se expresan en las doctrinas religiosas, cien­ tíficas o educativas, legales o política; que afirm an de m anera categó­ rica y coactiva el sentido b in ario del hom bre y la m ujer; las instituciones sociales y las organizaciones, que im ponen la segregación sexual, como la familia, pero tam bién las formas del trabajo o la edu­ cación, etcétera, y la construcción subjetiva de la identidad, que se produce a partir del reconocimiento de los construcciones del lenguaje. La segunda parte de su teoría se refiere al género com o un cam po prim ario de las relaciones simbólicas del poder, que se construyen y conviven con otras relaciones sociales en las que interviene el poder, pero aquellas relaciones se distinguen y caracterizan po r su universa­ lidad y persistencia. Como en su día había afirm ado el sociólogo Pierre Bourdieu: “La división del m undo basada en las referencias a las dife­ rencias biológicas y especialm ente a aquellas que se refieren a la divi­ sión del trabajo de la producción y la reproducción opera como las que están m ejor fundadas en ilusiones colectivas”.15 La propuesta de Scott fue bien acogida p or las estudiosas feminis­ tas, que podían valorarla com o una incitación a la reflexión teórica y tam bién como una apertura de los tem as y los m étodos renovadores, pero al m ism o tiem po sentían el desafío de la propuesta; el cuestionam iento de la categoría m ujeres y la m erm a de confianza en los proce­ dim ientos de la sociología y de la historia social significaban el abandono de las preguntas sobre la agencia histórica o la igualdad de las mujeres. En este sentido se com prende la resistencia surgida enton­ ces entre las historiadoras que, como ella misma, habían trabajado, en otro sentido, p ara hacer la historia social de las mujeres. La propia 14Ibid., p. 65. 15Ibid., p. 68. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Scott reconoce esta etapa de su investigación, realizada en colaboración con Louise Tilly, dedicada al estudio del trabajo fem enino en el m ar­ co de la transición hacia el capitalism o. En el debate, Tilly adm ite el interés de la categoría de género p ara el análisis histórico pero m an­ tiene su acepción sociológica. En este sentido distingue entre los es­ tudios que perm anecen aún muy descriptivos y u na historia social analítica que estudia un pasado m arcado po r el género, pero en el relato de la propia Scott sobre la construcción de las m ujeres en los años ochenta se pondrá el acento en las diferencias; entre la historia social de las m ujeres y los estudios de género marcados po r el posestructuralism o, que se representan como una novedad y ruptura respec­ to de la etapa anterior, a la cual se refiere como “historia de ellas”. L a historia de las mujeres en Occidente Cristalización de un trabajo invisible, llevado a cabo por caminos diversos, esta “Historia” se inscribe ella misma en un terreno más vasto: el de las investigaciones sobre las mujeres y la diferencia de sexos, la cuestión concierne hoy, poco o mucho, a todas las disciplinas, que deben preguntarse por lo universal.

Michelle Perrot, “Introduction”, en Georges Duby y M. Perrot, Histoire des femmes en Occident, 1992 (Edición castellana: Historia de las mujeres, Barcelona, Taurus, 1993) La publicación de H istoire des fem m es en Occident entre 1988 y 1992, en cinco gruesos volúmenes, puso de relieve la consolidación de una his­ toriografía, particularm ente en Europa y Estados Unidos. Su edición fue una iniciativa de u n a casa editorial italiana, Laterza, activa en el sector de las ciencias hum anas y sociales y al acecho de novedades, que supo ver el interés social de esta historia. Dirigida po r Georges Duby y Michelle Perrot, la responsabilidad fue com partida con un grupo de historiadoras, que habían estado en vanguardia de los debates y en la producción historiográfica de los prim eros años; Schmiti-Pantel, Klapsich-Zuber, Fargue-Davis, Fraisse-Perrot y T hébaud figuran en la obra como directoras de los distintos volúm enes. G estionada esta historia desde París, se nota el peso de la producción francesa: el 60% de las contribuciones es de autores franceses y el 40% restante es básicam en­ te de procedencia anglosajona. La m enor presencia italiana produjo la queja de las historiadoras de ese país que consideraban que su parDR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ticipación no guardaba relación con la im portancia y el volum en de los estudios hechos en Italia. H ubo ausencia total de textos de proceden­ cia española y latinoam ericana, que se trató de corregir en la edición castellana, a propuesta del editor español, introduciendo una m irada española, que figura como un apéndice, en cada uno de los volúmenes. La coordinación de estas páginas corrió a cargo de Reyna Pastor, que introdujo algunos tem as latinoam ericanos.16 Para dar a conocer la obra, a la vez que como consecuencia de su éxito, se tradujeron de inm ediato los libros a varios idiomas, se organizó un coloquio en París, en noviembre de 1992, que fue significativo. Las responsables del encuentro eligieron la Sorbona para esta celebración, con la intención de que su gran anfiteatro, poco frecuentado por las mujeres en el pasado, fuera un espacio en que se hablara de ellas. En este coloquio masivo se puso de relieve el cruce de influencias que por enton­ ces incidían en la construcción de la historia de las mujeres; el debate del feminismo, o m ejor de los feminismos, que condicionaban sobre todo en la elección del objeto y la formulación de las preguntas y, por otro lado, el debate, entonces relevante de la historiografía, entre los procedim ien­ tos de la historia social, dom inante en los medios académicos, y la histo­ ria cultural, que ganaba terreno en el panoram a de la historiografía europea, particularm ente entre la tercera generación de los Annales . La ponencia de G ianna Pomata sirve de ejem plo sobre el m odo en que estos debates están presentes en los historiadores que se dedican a la historia de las mujeres. Pomata, una historiadora de procedencia ita­ liana, form ada en Francia y afincada en los Estados Unidos, conocedora de los presupuestos iniciales de la historia social de las mujeres, que ella mism a practica, se m uestra reticente respecto de los estudios que se dedican al análisis de los discursos y las representaciones de las mujeres, influidos p or la historia cultural. Considera que en estos trabajos, ba­ sados en fuentes de procedencia masculina, es difícil conocer la reali­ dad de las m ujeres, cóm o vivían o lo que hacían. Coincide con el pensam iento de Virginia Wolf, que en su día había escrito que en las grandes bibliotecas de Londres, “llenas de libros redactados po r pro­ fesores, m aestros de escuela, sociólogos, predicadores, novelistas, en­ sayistas, periodistas, que no tenían otro título que el de no ser mujeres, cada uno más locuaz que el otro”, no se encuentra ninguna inform ación sólida sobre las mujeres reales, que seguían estando en la sombra. En su crítica com prende tam bién a la historia del género, que por entonces 16Isabel Morant, “El sexo de la historia...” DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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com enzaba su desarrollo en la universidad am ericana y que conocía bien p o r su vinculación profesional. En su escrito late la polém ica, instalada en algunas universidades de Estados Unidos, entre las histo­ riadoras que, en la prim era etapa constructiva, habían com enzado a hacer una historia social de las mujeres, y las teóricas del género que, en la línea de Scott, señalan la im propiedad de seguir pensando en las mujeres com o una realidad social que pudiera ser com prendida por fuera de la retórica de los discursos o las representaciones. Así, escribe: La historia del género es un área de investigación histórica perfectamente legítima y extremadamente útil, pero no debe confundirse con la historia de las mujeres y no debe tener prioridad sobre la necesidad de una historia social de las mujeres. [Y añadía aún] Veo la principal tarea de la historia de las mujeres no como una “deconstrucción” del discurso machista, sino como un esfuerzo para superar “la escasez de hechos” acerca de sus vidas.17 Las reticencias de Pomata, com partidas po r otras m uchas historia­ doras, presentes en el coloquio, ponían de relieve la dificultad de la recepción de la categoría de género en Europa, particularm ente en Francia, donde tanto las teóricas del fem inismo com o las historiadoras se m ostraban po r entonces m enos proclives a los em bates de los posestructuralism os, procedentes del m undo anglosajón. Q uería destacar, por otro lado, las particularidades de la historia de las mujeres en Francia, que se aprecian en las intervenciones de las direc­ toras de Histoire des fem m es en Occident en relación con el objeto de estu­ dio. En este sentido plantean la diferencia entre Histoire des fem m es o Histoire des raports entre les sexes, y apuestan por el segundo enfoque, pero advierten, defendiéndose de las críticas que se esperan, que su elección no significaba una disminución del interés por las mujeres, que siguen siendo el objeto de los estudios, pero defienden el interés de las fuentes masculinas que, para los periodos más alejados de la historia, son casi las únicas disponibles. Más allá de esta constatación, su elección se basa en la consideración de que las mujeres no son un sexo diferente ni forman un colectivo social separado de los hombres, sino que pertenecen a la misma hum anidad y son parte integrante de la misma sociedad. En con­ secuencia, la historia debe fijarse no tanto en las mujeres como en las relaciones sociales que las diferencian de los hombres. Por eso, 17 Giovanna Pomata, “Histoire des femmes, histoire de genre”, en Georges Duby y Michelle Perrot, Femmes et histoire, París, Plon, 1992, p. 26-29. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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[...] elegir esta segunda opción no significa abdicar de lo femenino, aban donar las mujeres, sus espacios, sus grupos, su palabra, para no estudiar en definitiva, aún y como siempre, más que a los hombres y sus discursos? Nuestra elección se funda en la hipótesis de que no existen dos sexos separados, como si fueran dos especies, sino un proceso de diferenciación sexual, con fronteras a menudo inestables, cuya comprensión constituye el centro de nuestro trabajo.18 Las historiadoras francesas acusan los problemas, ya enunciados en el prim er apartado; el acento puesto en la diferencia sexual propio de los estudios específicos, que consideran que las mujeres serían portado­ ras de una cultura propia; o tam bién que, separadas del m undo de los hombres, habrían desarrollado formas particulares de acción social y política que la historia desvelaría. Su planteam iento, en cambio, entron­ caría con el principio de universalidad e igualdad, adoptados por el feminismo francés, que considera que las mujeres form an parte de la mism a sociedad que los hombres, pero que dom inadas y discriminadas por el poder aspiran a convertirse en sujetos de pleno derecho, social y político. En consecuencia, privilegian el estudio de las relaciones que producen las diferencias sexuales y la dom inación y, más aún, se inte­ resan en las acciones políticas que produjeron cambios en las relaciones, particularm ente se interesan en el estudio del feminismo. Entienden además que a diferencia de los planteam ientos biologicistas o natura­ listas, que aún perm anecen inscritos en m uchos escritos de historia de las mujeres, la mayoría de los autores de la Histoire des fem m es en Occident, optan por una definición cultural e histórica. Así, a la m anera anglosa­ jo n a distinguen el sexo (biológico) y el género (cultural) y privilegian el estudio del segundo que sería el único visible en la historia, pero al mismo tiem po m antienen las distancias respecto del giro cultural adop­ tado por una parte del feminismo americano. El caballo de batalla que se m antiene, aún hoy, era la de-construcción radical que se plantea en muchos de los estudios que llegaban, sobre todo, del otro lado del At­ lántico. Como escribe Michelle Perrot: ¿Se puede eludir del todo la biología? Y ¿se puede negar la presencia del cuerpo y el deseo? El debate pues perm anece abierto.19 18Arlette Farge y Michelle Perrot, “Débat”, en Georges Duby y Michele Perrot, Femmes 19Michelle Perrot, “Escribir la historia de las mujeres. La experiencia francesa”, p. 81.

et histoire, París, Plon, 1992, p. 68.

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Feminismos, ciencia y sociedad

En el coloquio intervino u n a serie de intelectuales procedentes de distintas ram as de las hum anidades y de las ciencias sociales que no habían participado en la obra, a los que se les pedía que hicieran una lectura crítica de los libros. En esta puesta en escena se quería poner de manifiesto la idea, defendida de un m odo particular desde la his­ toriografía fem inista en Francia, de que la historia de las mujeres no debía constituirse en un cam po de estudios acotado p or la teoría femi­ nista, sino en relación con los presupuestos de las ciencias próxim as, en particular con las hum anidades y las ciencias sociales. Señalan tam ­ bién que la práctica de esta historia no debe de ser un cam po reserva­ do de las mujeres sino abierto a los hom bres. Así escriben: “Q ue las mujeres hayan iniciado su historia (las m ujeres y algunos hom bres) es un hecho. N ada hay que objetar, a no ser que ellas quieran conservar el m onopolio. Q ue todos puedan escribir la historia de todos y de cada una es finalm ente deseable”.20 En consecuencia, los hom bres fueron llam ados a participar en los debates de la Sorbona, igual que antes habían participado en la dirección de la obra (Georges Duby) o en su escritura. (Un 20% de las contribuciones es de autores m asculinos.)21 En el debate, sin embargo, se pusieron de relieve las tensiones. Así se abordarían las críticas provenientes de la academ ia que acusan la ideología — fem inista— de los estudios de las mujeres, nacidos a im ­ pulsos del feminismo y sospechosos p or tanto de m ilitantism o. En las intervenciones de las historiadoras se reconoce la im pronta del femi­ nismo que, en los prim eros m om entos, propiciaría algunos temas y enfoques; el estudio de las víctimas o la sim patía p or las rebeldes y en general el interés p or las mujeres que condujeron sus destinos de m a­ nera inesperada, etcétera, pero defienden tam bién la profesionalidad de sus prácticas: en las páginas de los libros que se presentan no hay hagiografías y queda claro que los que participan en este libro conocen el rol de la subjetividad en la escritura de la historia y procuran su control. En este debate se pone de relieve la voluntad de las historia­ doras po r defender su prestigio académ ico en un territorio que sigue siéndoles hostil. Su actitud podía com pararse con la de las mujeres 20Arlette Farge y Michelle Perrot, “Débat”, Ayer, Asociación de Historia Contemporá­ nea/Marcial Pons, Madrid, n. 17, 1995.”, p. 71. 21 Georges Duby y Michelle Perrot, Femmes et histoire... DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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intelectuales en el pasado, las cuales, excluidas del saber, se vieron obligadas a asum ir la carga de la prueba para m ostrar su capacidad intelectual y la bondad de sus productos. Se podría pensar, como se ha dicho, que su actitud defensiva responde a la debilidad histórica de las mujeres en el m undo del saber. Pero en los argum entos de las historia­ doras se nota tam bién dem anda de responsabilidad a los que form ulan las sospechas: ¿por qué se acusa de ideología y de dispersar las reglas de la disciplina a la historia de las m ujeres cuando los historiadores han debido adm itir que la subjetividad existe en todos los casos? Como concluye Arlette Farge, “sabemos que la H istoria es m ortal”.22 Un segundo aspecto a destacar en el debate de los estudios feminis­ tas en Francia es la consideración de que estos estudios no debían cons­ truirse com o un cam po de estudios aparte sino en relación con las disciplinas afines; así lo defienden las historiadoras al afirm ar que la historia de las mujeres no pretende tanto poner en cuestión todos los supuestos afirmados por la historia sino que ofrece un nuevo paradigm a para la historia. En su favor argum entan contra el voluntarismo inicial que supone que después de diez años de trabajo no se ha dado la anun­ ciada ruptura epistemológica ni parece que ésta vaya a darse en un fu­ turo próxim o. Dados los obstáculos que se observan en el camino, ¿qué ocurre, por ejemplo, si se niega la cronología convencional para estudiar los periodos históricos sólo en función de su significado para las m uje­ res?, ¿hasta qué punto no perm anecen o se cruzan las cronologías habi­ tuales? Los dilemas y las preguntas que se plantean son si la historia de las mujeres puede aspirar a reescribir la historia general o sólo a inte­ rrogarla desde otros ángulos y si puede querer modificar los modelos interpretativos de los historiadores. En este debate, aún abierto, se pone de relieve la diferencia de la estrategia adoptada por las estudiosas fe­ ministas, que, sobre todo en Estados Unidos, defienden una mayor au­ tonom ía teórica que lleva incluso a abrir la posibilidad de construir una “ciencia feminista”. Esto implicaría tam bién una mayor independencia organizativa; la creación de departam entos, disciplinas, etcétera.23 Se podría pensar, como se ha dicho, que en las estrategias el femi­ nismo anglosajón se manifiesta no sólo una mayor confianza y ambición intelectual sino sobre todo una voluntad más reivindicativa, pero en el discurso y en las estrategias que adoptan las feministas francesas, ya 22 Michelle Perrot, “Escribir la historia de las mujeres...”, p. 71. 23Arlette Farge y Michelle Perrot, “Débat...”, p. 70-71. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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desde el siglo xvIII, puede darse la m ism a voluntad de cam bio; al p o n er en entredicho la falacia ilustrada del principio de universali­ dad las feministas francesas exigen que se cum pla la igualdad. Es decir que las leyes actúen para asegurar la presencia fem enina en las insti­ tuciones y la paridad del saber. El eco del coloquio nos perm ite referirnos por últim o a la recepción de la historia de las mujeres. En el balance de Michelle Perrot y Arlette Farge se destaca la buena acogida de la Histoire des fem m es, no sólo en Francia, por parte de los medios, sino tam bién por el público lector. Se m uestra particularm ente el afecto de las mujeres, que se consideran reivindicadas por una obra que las com prende. En contraste, estas au­ toras señalan la frialdad de los colegas que, si bien podían saludar el éxito de la obra y felicitar por ello a sus responsables, en general no pasarían de aquí, en una actitud que manifestaba la indiferencia ante un objeto que no acaban de reconocer como propio. Podría decirse que, a pesar de los esfuerzos de las historiadoras por integrar la historia de las mujeres en la historia, los recelos —o los celos— perm anecen y la distan­ cia no se acorta, al menos al ritm o que cabría esperar. El conflicto sigue, pues, abierto. H istoria de las mujeres en E spaña y A m érica L a tina [La] historiografía naciente en América Latina que se pliega al objetivo central de ofrecer memoria e identidad a las incipientes naciones, y que por lo tanto no difiere en absoluto de los grandes dictados de la “historia científica” decimonónica, se consagra a la operación celebratoria de la potencia masculina y no encuentra ra­ zón eficiente para vislumbrar a los sujetos secundarios.

Dora Barrancos, “Mujeres y género en la historiografía latinoamericana. Balance y perspectivas”, en Pilar PérezFuentes (ed.), Entre dos orillas. Las mujeres en la historia de España y América Latina, 2012 Al igual que había ocurrido en otros países, la construcción de la his­ toria de las mujeres en España y en Am érica Latina estuvo ligada al desarrollo del feminismo. Pero los tiem pos no fueron los mismos. En España, la dictadura de Franco — que puso freno a la evolución social e intelectual del país— retrasaría la em ergencia del fem inism o, pero con la m uerte del militar, en 1975, se iniciaría un proceso político de DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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cambio, la llam ada “transición dem ocrática” que propiciaría la apari­ ción del movimiento de mujeres. Éstas, sobre todo las jóvenes — muchas universitarias o profesionales— descubrían entonces su discriminación, la desigualdad, en relación con los hombres, im puesta por la educación, las costumbres o las leyes. Com probarían, además, el desinterés de los nuevos partidos y sindicatos sobre la llam ada cuestión de las mujeres, y las que m ilitaban contra la dictadura fueron conscientes de su relega­ ción en los órganos de dirección política. En consecuencia, se produjo un distanciam iento; las mujeres crearon sus propias organizaciones, círculos y plataform as, cuyos objetivos se fueron desplazando desde la denuncia general de la opresión y discrim inación hacia la construcción de una agenda feminista que dem andaba mayores derechos y libertades, así como la igualdad de derechos entre los sexos. No cabe duda de que las leyes dem andadas por las mujeres —el divorcio o la igualdad de derechos en el m atrim onio, la despenalización de los anticonceptivos, el derecho al aborto o la escuela m ixta— aportaron un plus de m oder­ nidad y libertad a la nueva dem ocracia española, pero no es menos cierto que la conjunción entre dem ocracia y fem inism o propició un m ayor y más rápido avance en la condición de las mujeres, con altiba­ jos según los gobiernos, y las feministas pudieron plantear sus propias exigencias y apoyarse en la política, particularm ente con la izquierda en el poder. El fem inism o trajo consigo un nuevo despertar intelectual. Las integrantes del m ovim iento querían saber y devoraban la literatura fem inista que nos llegaba de fuera. Los libros, en su versión original o traducidos, circularon com o no lo habían hecho antes. Recuerdo, por ejem plo, que E l segundo sexo de Sim one de Beauvoir, entre otros, llegó a E spaña desde México. Este contexto perm itiría que, com o había ocurrido poco antes en Europa, la academ ia fuera interpelada: profe­ soras, estudiantes o profesionales feministas criticaban el sesgo de los estudios y reclam aban otro enfoque de la ciencia. Com enzaron enton­ ces los encuentros, los sem inarios y las prim eras investigaciones. Las historiadoras que se afanaron en prom over la “visibilidad” de las m u­ jeres no eran ajenas a un clima político del m om ento en que la salida de la dictadura marcaba los objetos de estudio: el interés por el periodo contem poráneo, particularm ente por la II República, aplastada por el fascismo, y p o r las m ujeres que se habían destacado políticam ente; las republicanas, comunistas, anarquistas y po r las defensoras de los derechos de las mujeres. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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En Am érica Latina la política tam bién m arcaría el desarrollo del feminismo. Así se pone de relieve en el relato de Dora Barrancos, en su análisis sobre la em ergencia de los estudios feministas en los distin­ tos países latinos, en que se valoran los estudios pioneros dedicados a las m ujeres que participaron y tuvieron algún protagonism o en m o­ m entos álgidos de la política am ericana. Señala tam bién que fueron trabajos amateurs, realizados por fuera de la academia, cuyos miembros — destaca— no veían el interés de fijarse en las mujeres, pero observa tam bién que en los prim eros estudios se reproducen los tópicos de la fem inidad; la im agen de la m ujer de todos los tiem pos que perm ane­ cía fuertem ente anclada en la m entalidad de historiadores y lectores. Así, las m ujeres políticam ente activas o intelectuales se representaban, e incluso se veneraban, como una singularidad, como la excepción que venía a confirm ar la regla del sexo fem enino, som etido a su destino natural, la m aternidad, el cuidado físico y m oral y la felicidad de las familias. Dedicadas a estos m enesteres, las m ujeres habrían estado básicam ente ausentes en los espacios que interesan a la H istoria con mayúsculas: el saber, la econom ía o la política. Tam bién en América Latina la política, que interrum pió el desa­ rrollo social e intelectual de los países, puso trabas a la em ergencia del feminismo. Como ha explicado la propia Barrancos, la dictadura en A rgentina afectó significativamente la renovación de la historia, que había vivido un buen m om ento en contacto con la renovación historiográfica en Europa, representada po r la escuela de A nuales. En Chi­ le la dictadura fue aún más devastadora: la m uerte y el exilio de muchos intelectuales hizo retroceder el pensam iento varias décadas. Matiza, sin embargo, que el clima político no influyó del mismo m odo en todos los países. En México, po r ejem plo, la política no ahogó del mismo m odo el desarrollo cultural del país, de form a que la producción inte­ lectual se m antuvo, si bien con altibajos. El fem inismo había tenido aquí, adem ás, un desarrollo más tem prano: los prim eros movim ientos de m ujeres surgen con anterioridad a la Prim era Conferencia Interna­ cional de la Mujer, que la ONU convocó precisam ente en México, en 1975. Este encuentro, según Barrancos, señala un punto de inflexión del m ovim iento y la em ergencia de los prim eros estudios en las uni­ versidades: la U niversidad A utónom a M etropolitana, El Colegio de México y la U niversidad Nacional A utónom a de México.24 24Idem. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Pero el crecim iento generalizado y continuado de los estudios de historia de las m ujeres en los centros académ icos data de los años ochenta y se nota — las fechas no fueron muy diferentes en España— sobre todo a partir de m ediados de esta década y en los noventa.25 Las feministas m irábam os entonces hacia afuera, hacia las produc­ ciones del feminismo internacional que nos llegaban desde Francia, Italia y del m undo anglosajón. En España, al m enos en un prim er m om ento, se destaca la influencia del feminismo francés y la historio­ grafía próxim a a la escuela de los A n na les. Posteriorm ente se nota un m ayor contacto con la producción inglesa, básicam ente estadouniden­ se, que com ienza a circular a principios de los noventa gracias a los trabajos de Jo an Scott: el prim ero de sus artículos, “El género, una categoría útil para la historia”, fue publicado en castellano en 1990 y después la “H istoria de las m ujeres” aparece en 1993. Pero un debate en profundidad sobre la obra de Jo an Scott no se produjo sino hasta 2005, en un sem inario organizado para tal efecto po r la Asociación Española para la Investigación en H istoria de las M ujeres.26 En Amé­ rica Latina, en cambio, se nota una influencia más tem prana y gene­ ralizada del feminism o anglosajón.27 En los últimos años, sobre todo a partir de finales de los noventa, la categoría género se ha impuesto de m anera generalizada en España, tanto en el m undo académico, como en el lenguaje de la política y de los medios. El abandono de la categoría “mujeres” ha producido también algunas reticencias procedentes del feminismo, que considera que la categoría “género” —en muchos casos se hace servir para dar legitimidad académica a los estudios— oscurece los objetivos políticos del feminismo. Ocurre, además, que muchas mujeres, que no están en la academia, se sienten excluidas de lo que consideran un lenguaje —una jerga— que las aleja de las estudiosas, cuyo objetivo político se les escapa.28 Pero en las universidades los estudios de las mujeres se denom inan ahora de género, igual que en los estudios de historia, de forma que la denom ina­ ción “historia de las m ujeres” casi ha desparecido de los títulos de los 25Ibid., p. 34-35; Mary Nash, Presencia y protagonismo. Aspectos de la historia de la mujer, Barcelona, Serbal, 1984, p. 137-161. 26 Los resultados del encuentro pueden verse en Cristina Borderías (ed.), Joan Scott y las políticas de la historia, Barcelona, Icaria, 2006. 27 Dora Barrancos, “Mujeres y género...”, p. 19-44. 28 Silvia Tubert (ed.), Del sexo al género. Los equívocos de un concepto, Madrid, Cátedra, 2003; Amelia Valcárcel, Feminismo en el mundo global, Madrid, Cátedra, 2008. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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cursos, y de los artículos y libros académicos, sustituida por “historia de género o de las relaciones de género o perspectiva de género”. La cate­ goría género, en efecto, sirve para indicar una posición teórica o para marcar el carácter feminista de los estudios, pero su uso generalizado no siempre garantiza los enfoques de los trabajos. Así, escribe Joan Scott que en la mayor parte de los casos la categoría género se utiliza —im propia­ m ente— de m anera descriptiva: “El género es un tem a nuevo, un nuevo departam ento de investigación histórica pero no tiene el poder analíti­ co para dirigir (ni cambiar) los paradigm as históricos existentes”.29 Estas observaciones nos inducen a reflexionar sobre los equívocos que se producen en el uso de este concepto: la palabra género, que proviene del inglés, no se traduce fácilmente al castellano o al francés y, por lo tanto, se entiende vagam ente; preocupan tam bién las falsas apariencias de los estudios que se dicen de género sin mayores im pli­ caciones teóricas y, p or últim o, los historiadores debem os de ser sensi­ bles a los abusos de los estudios que se conform an con redundar la teoría sin dar oportunidad a la historia. Como advirtiera en su día Gi­ sela Bok: “Al considerar el pasado sólo en función del presente o como un instrum ento de éste, correm os el peligro de sucum bir al vicio pro­ fesional de m uchos historiadores de evitar, de ese modo, la posibilidad de sostener un verdadero diálogo con el pasado”.30 Para la reflexión sobre estos problem as nuevos resulta muy estim ulante la lectura de uno de los últimos libros de Genevieve Fraisse, que la autora titula, no sin intención: A cote dugenre. Sexe etphilosophie de l’égalité, publicado en 2010. Por otro lado, en los escritos de historia de las mujeres publicados en los últim os veinte años se pone de relieve la diversidad de los enfo­ ques que ponen el acento en la historia social de las mujeres, las rela­ ciones entre los sexos o el género. Ésta es una realidad que se percibe en las revistas especializadas o en las obras colectivas: en Arenal. R evis­ ta de H istoria de las M ujeres, que se publica en España desde 1995, y tam bién en los cuatro volúm enes de H istoria de las mujeres en E spaña y A m érica L a tina , que publicam os entre 2005 y 2006. Lo que se m uestra en estos ejem plos es la convivencia de las categorías y los procedim ien­ tos, se diría incluso que el concepto m ujeres dom ina sobre el de géne29Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, en Janes S. Anaelang y Mary Nosh (eds.), Historia y género. Las mujeres en la Europa moderna y contempo­ ránea, Valencia, Alfins el Magnánim, 1990, p. 52. 30 Gisela Bock, “La historia de las mujeres y la historia del género: aspectos de un deba­ te internacional”, Historia Social, n. 9, 1991, p. 58. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ro y, del m ism o m odo, se percibe la m ayor influencia de la historia social y cultural y un m enor m anejo de los presupuestos del giro lin­ güístico. La diversidad y la com plejidad, incluso el debate, agrio en muchos casos, que hoy observamos son resultado de nuestra propia trayectoria intelectual; de las particularidades adoptadas po r el femi­ nism o o m ejor po r los feminismos en nuestros países y tam bién del desarrollo de nuestra historiografía. ¿Qué hacer en estas circunstan­ cias? ¿Cómo podem os m anejar el desconcierto aparente? Nos interesa m antener los aspectos que unen los estudios y tam bién la diversidad y la com plejidad que los caracteriza. El debate continúa en nuestros días. L a historia de las mujeres: entre dos orillas L a historia de las m ujeres en E spaña y A m érica L a tin a es una obra que

publicó la editorial C átedra entre 2005 y 2006. Dirigida la obra po r mí misma, la parte am ericana fue coordinada por Asunción Lavrin, Pilar Pérez Cantó, G abriela Cano y Dora Barrancos. Sus cuatro volúm enes son sólo una parte de la producción acum ulada en los últim os 25 años en los países de habla castellana (incluido Brasil), pero su contenido nos sirve de referencia para evaluar los estudios de historia de las m u­ jeres; los temas y los enfoques privilegiados, así como sobre los resul­ tados obtenidos, y las semejanzas y las diferencias de la historia de las mujeres, a uno y otro lado del Atlántico. En los cuatro volúm enes que com ponen la obra podem os señalar los estudios que, desde la perspectiva de la historia social de las mujeres, ponen el acento en el estudio de la agencia colectiva como en las estra­ tegias individuales de los sujetos femeninos. Así, se estudian: las formas de trabajo o el papel que las mujeres desem peñaron en las economías familiares así como en el desarrollo económico de los países; en la so­ ciabilidad fem enina se destaca el papel en la familia, así como las re­ laciones con la religión o con la com unidad y la política. Desde un enfoque diferente, influido po r los procedim ientos de la nueva historia cultural, se estudian los discursos, las representaciones y, en general, las prácticas culturales que definen lo fem enino y lo masculino, así como la posición —-jerárquica— que se atribuye a los sexos. En la obra se refieren las acciones del poder masculino, pero no hem os buscado construir una historia victimista, sino que nos hem os preguntado tam ­ bién p or el poder o po r la influencia de las mujeres en determ inados DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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espacios sociales o familiares, así como en los m om entos en que se producen cambios en las relaciones. En este sentido se ha privilegiado el estudio de la palabra de las mujeres, de la voz fem enina que no se descubre fácilm ente y se ha de buscar en los silencios, en los pequeños gestos o en los textos inesperados que consienten, disienten o revolu­ cionan las leyes u opiniones com unes que se refieren a ellas.31 Debemos señalar, po r otro lado, los grandes temas, que se repiten en los distintos periodos cronológicos, y, sobre todo, los cambios que se producen en los m om entos que consideram os clave en la historia de las mujeres en España y en los países de Am érica Latina. Así, por ejem plo, resulta especialm ente interesante y novedoso el estudio de las grandes civilizaciones de la América precolonial, un periodo sobre el que pesa la escasez y la dificultad de las fuentes, pero en el que se logra descubrir el papel social de las mujeres, el protagonism o e inclu­ so el poder que ejercieron los personajes fem eninos de las elites y, por otro lado, se avanza en la com prensión de los significados culturales de la fem inidad. La incidencia de la religión en las vidas fem eninas es, sin duda, uno de los tem as m ejor estudiados y representados. Los es­ tudios analizan el pensam iento de la Iglesia católica sobre la fem inidad y la m asculinidad, así como su incidencia en las relaciones de los sexos, en el m atrim onio y en la vida conyugal. Otros trabajos abren la puerta a la vida en los conventos, para asistir a las formas de la espiritualidad fem enina o para enfrentarse con el poder carism ático de algunas reli­ giosas. Por otro lado, en los capítulos dedicados a las mujeres pertene­ cientes a las casas reales y a las aristócratas al servicio de la realeza, la política se descubre como un privilegio y cam po de acción y de atrac­ ción para estas m ujeres de las elites. Por últim o podem os destacar los estudios que se dedican a la relación de las m ujeres con el m undo del saber y de la ciencia; las religiosas o laicas que estudian o que se pre­ sentan como autoras o que pretenden form ar parte de las instituciones que representan o construyen los conocim ientos.32 En los estudios dedicados al siglo x ix cobra especial im portancia la revisión de las revoluciones nacionales que dieron lugar a la cons­ trucción de las naciones m odernas. En ellos se analizan los efectos de los cam bios políticos en las vidas de las m ujeres y se señalan los lími31 Isabel Morant (coord.), Historia de las mujeres en España y América Latina, t. I, Madrid, Cátedra, 2006, p. 7-16. 32 Isabel Morant, Historia de las mujeres..., v. I y II. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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tes del liberalism o y de las dem ocracias m odernas. Se pone de relie­ ve tam bién la presencia y la participación de las m ujeres en estos acontecim ientos; pero los trabajos referentes a este periodo se refie­ ren preferentem ente a la construcción ideológica de la fem inidad, la norm a y la conducta m oral, el m atrim onio o la m aternidad, señalan­ do su penetración entre los hom bres y las m ujeres de las clases m e­ dias, intelectuales y políticos, de distintas tendencias. Sin em bargo, com o señalan las coordinadoras del volum en, hace falta seguir inda­ gando sobre la em ergencia de un pensam iento crítico y sobre la acción social y política de las m ujeres de las clases m edias y de los sectores urbanos más m odernos, cuyas figuras han quedado oscurecidas p or las potentes im ágenes de las m ujeres dom ésticas, del ángel del hogar que se representa como la única form a posible y deseable de identidad fem enina.33 El siglo XX se señala como un periodo de grandes cambios en las vidas de las mujeres. Así se dice en la “Introducción” del volum en IV dedicado a este periodo cronológico: Si las primeras luces del siglo mostraron una tenue rendija que lo dife­ rencia del constrictor siglo XIX, sus momentos finales flanquearon nota­ blemente la vida de las mujeres. Tal como cuentan las narrativas de este volumen, en todos los países latinoamericanos tuvieron lugar cambios de su condición revelados en los más diversos sistemas relacionales. En efecto, los estudios que abordan la dinám ica de la política y los movim ientos sociales y culturales, que se producen, sobre todo, a p ar­ tir de los años veinte, com prueban el cambio en las vidas de las m uje­ res, las cuales, ahora más que antes, ejercen com o profesionales de la enseñanza, la m edicina o el derecho, son pioneras en estos campos, pero ya no son únicas. Los nom bres que conocemos han aum entado exponencialm ente y sus figuras, representadas en los grabados que acom pañan los textos que las describen, son sin duda más m odernas. El cambio se nota en los vestidos y tam bién las costumbres parecen más desenvueltas, pero, al m ism o tiem po, se descubren las marcas de la fem inidad en la m oral social o en las relaciones familiares y en las instituciones que se resisten a darles paso. En este contexto se destaca el feminismo, y su historia se cuenta en estudios que abarcan desde los 33 Dora Barrancos y Gabriela Cano (coords.), Historia de las mujeres en España y América Latina, t. III, Del siglo XIX a los umbrales del XX, Madrid, Cátedra, 2005, p. 547-556. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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m om entos iniciales del sufragismo, cuya debilidad es patente en estos países, hasta la em ergencia del m oderno m ovim iento de mujeres, en los años setenta. De este periodo se destaca tanto la particularidad de su nacim iento y desarrollo en los países latinos como sus conexiones con el fem inism o internacional. Interesa particularm ente el estudio del papel político que las m ujeres han desem peñado en distintos fren­ tes: en defensa de sus derechos, pero tam bién contra las dictaduras, en favor de las revoluciones y en la construcción de las dem ocracias m odernas.34 El balance de la obra, que tom am os de Dora Barrancos, nos p er­ mite señalar los puntos débiles que se observan en las investigaciones que se han dedicado a la historia de las m ujeres en España y América Latina. Esta autora indica el m enor conocim iento que tenem os sobre las m ujeres de las clases populares, en relación con lo que sabemos sobre las m ujeres de las elites. Se destaca tam bién el m enor núm ero de trabajos que se dedican al estudio de la familia; falta notable en España. El m atrim onio y la familia, temas privilegiados desde la his­ toria social renovada, aún no han sido suficientem ente tratados desde la perspectiva de la historia de las mujeres. Si bien es cierto que se han estudiado la leyes y las costum bres m atrim oniales o la com posición de las familias, se ha indagado m ucho m enos sobre las relaciones de poder o sobre los cambios y el papel que tienen los sentim ientos en las rela­ ciones de las parejas. La sexualidad es tam bién un tem a poco tratado en nuestra obra. Por extraño que parezca, el tem a no parece haber in­ teresado particularm ente a las feministas, al menos hasta fechas recientes, pero la cuestión parece haber sido retom ada a im pulso de los estudios de género. Tam bién es reciente el interés p or m asculinidad, de m odo que, en la obra que venimos com entando, sólo se le dedica un capítu­ lo en el volum en III. Cabe esperar, sin em bargo, que la progresiva pérdida de rigidez que notam os en la form ulación del objeto de estu­ dio trabaje a favor de que se am plíen los objetivos de unos estudios que interesen y com prendan tam bién a los hom bres.35 En otro orden de cosas, la construcción de la H istoria de las mujeres en E spaña y A m érica L a tin a ha perm itido estrechar las relaciones entre las dos orillas. Cabe recordar con agradecim iento el papel de las pio­ neras, en las figuras señeras de Reyna Pastor y Asunción Lavrin. Los 34Ibid., t. IV, p. 497-508. 35 Isabel Morant, Historia de las mujeres...; “Historia de las mujeres...” DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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contactos se han am pliado y las personas que hem os diseñado y las que han escrito los distintos apartados de las obras — 120 autoras y auto­ res— conocem os m ejor que antes la práctica y los resultados de la historia de las m ujeres en los distintos países. Internet, que nos ayudó en la construcción de la obra, nos perm ite ahora continuar una com u­ nicación intelectual que nos enriquece. En este sentido quiero referir­ me particularm ente al C oloquio Internacional M ujeres e Historia: Diálogos entre España y América Latina, organizado por la Asociación Española de Investigación en H istoria de las Mujeres (AEIHM) celebra­ do en Bilbao, en noviem bre de 2012, bajo la dirección de Pilar Pérez Fuentes y su equipo. El objetivo de este encuentro era “propiciar un espacio de encuentro entre las investigadoras de la historia de las m u­ jeres y de género de España y América Latina que perm itiese estable­ cer un diálogo fructífero sobre el estado de los estudios y sus perspectivas de futuro”.36 Este acontecimiento perm itió la reunión de las coordinadoras y de muchas de las historiadoras que habían contribuido a la escritura de la historia de las mujeres en España y América Latina. Y resultó un encuen­ tro mágico: al explicar en público el proyecto que habíamos puesto en pie, pudim os valorar nuestra labor como historiadoras, pero también nos percibíamos como usuarias de una historia que nos concierne p ar­ ticularmente, porque los problemas que se plantean, así como los relatos de vida y los análisis que producen en los libros, se refieren particular­ m ente a las mujeres, a las relacionales que m antenem os y a las formas de vida que estamos cambiando. Como se dice en el prólogo a la obra: El público al que se dirige nuestra historia es aquel que reconoce que las cuestiones desveladas por la historia de las mujeres constituye un saber nuevo y, quizás, más cercano sobre nosotros mismos, un saber relaciona­ do con nuestras vidas y con las relaciones que mantenemos con los demás. Un público que sabe que la historia que aquí se cuenta puede servir para pensar la vida que vivimos.37 Un mes antes de este encuentro viajé a la ciudad de México para participar en el coloquio internacional Las mujeres en la N u e v a E spaña, 36 Pilar Pérez-Fuentes (ed.), Entre dos orillas. Las mujeres en la historia de España y Améri­ ca Latina, Barcelona, Icaria, 2012, p. 7. 37 Isabel Morant, “Mujeres e historia. Los años de la experiencia”, en Virginia Maqueira (ed.), Democracia, feminismo y universidad, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 2005, p. 16.

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organizado p or el Instituto de Investigaciones Históricas de la U niver­ sidad Nacional A utónom a de México. En aquel encuentro, celebrado ente el 22 y el 24 de octubre de 2012, una vez más se puso de relieve el carácter internacional de la historia de las m ujeres, así com o el interés que despierta, particularm ente entre los estudiantes, que lle­ naron las salas del coloquio. Agradezco sinceram ente a sus organiza­ dores, Estela Roselló y A lberto Baena, la oportunidad que me dieron de presentar allí algunos de los episodios vividos en la construcción de la historia de las m ujeres y tam bién la posibilidad de ponerlos en for­ m a escrita com o u n a reflexión que nos lleve a conocernos y conocer m ejor las preguntas y los enfoques que nos perm itan seguir avanzando en las formas de hacer la historia de las mujeres. Fu e n t e s

concultad as

B ibliografía

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E L C O N D A D O D E L V A LLE D E O R IZ A B A A T R A V É S D E S U S M U JE R E S J a v ie r S a n c h iz U niversidad Nacional A utónom a de México Instituto de Investigaciones Históricas E n la lite ra tu ra , la d o c u m e n ta c ió n d e arch iv o , in c lu so e n el im a g in a rio co lectiv o , n o es e x tra ñ o e n c o n tr a r re fe re n c ia s a “la m é d ic a ”, “la b o ti­ c a ria ”, p a r a re fe rirse a la m u je r d e c a d a u n o d e d ic h o s p ro fe sio n a le s. M u c h o s a ñ o s ta rd a r ía n las m u je re s e n a c c e d e r d e p le n o d e re c h o al e jercicio d e u n a p ro fe s ió n lib e ra l, c o m o las m e n c io n a d a s . H ay o tro s o ficios (c o n s id e ra d o s m a n u a le s), c o m o el d e l m o lin o y la p a n a d e ría , q u e fu e ro n e je rc id o s d e s d e a n ta ñ o p o r las m u je re s; a veces d e m a n e r a in d e p e n d ie n te al tra b a jo q u e e je rc ía el c ó n y u g e , o tra s c o m o p a r te d e l q u e h a c e r c o tid ia n o d e la s o c ie d a d co n y u g al. C o m o p a r te d e ese q u e h a c e r e n la s o c ie d a d c o n y u g a l — a v eces tra d u c id o e n u n a in c ip ie n te e m p re s a — , e n c a ja ría n los n u m e ro s o s c a ­ sos d e m u jeres q u e e n c o n tra m o s e n la c iu d a d d e M éx ico d e d ic a d a s al m u n d o d e la im p re n ta : la v iu d a d e J u a n P ablos, la v iu d a d e C a ld e ró n , la v iu d a d e M . F e rn á n d e z y la v iu d a d e J o s é B e rn a rd o d e H o g al. L a in ­ e lu d ib le re fe re n c ia a la fig u ra d e l m a rid o es p ro p ia d e l c o n c e p to d e q u e la m u je r e s ta b a p o r lo g e n e ra l c o n d ic io n a d a p o r la p re s e n c ia d e la fi­ g u ra m a sc u lin a e n su v id a. S in a h o n d a r e n ello, p u e s re q u e riría m u ch o s y m u y v a ria d o s m a tices, re c o rd e m o s la fig u ra d e l p a d re o tu to r, h a s ta q u e to m a b a e s ta d o , o el m a rid o , a q u ie n u n a v ez c a s a d a d e b ía so lic ita r lic e n c ia p a r a actu ar. El fe n ó m e n o d e a sim ila c ió n d e n o m e n c la tu ra p ro fe s io n a l re fe rid o ta m b ié n a lc a n z ó a los e m p le o s h o n o rífic o s e n la so c ie d a d d e l A n tig u o R é g im e n . T al p a re c ie ra q u e la s o c ie d a d c o n y u g a l p e rm itía e ste tip o d e ex ten sio n es. E n la b ib lio g ra fía so b re el v irre in a to es lu g a r c o m ú n e n c o n ­ tra r referen cias a las v irrein a s, q u e ja m á s o b tu v ie ro n n o m b ra m ie n to p a ra e je rc e r c o m o tales. E n el im a g in a rio co lectiv o m e x ic a n o e stá asim ism o

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la fig u ra d e la c o rre g id o ra , así lla m a d a p o r el sim p le h e c h o d e h a b e r­ se c a sa d o c o n u n c o rre g id o r. H ay tres á m b ito s d e n tro d e l m u n d o d e las d ig n id a d e s e n d o n d e la m u je r sí tuv o p le n o d e re c h o ju ríd ic o a la in titu lació n : el p rim e ro d e ellos, e n el d e la C o ro n a , d o n d e e n c o n tra m o s so la m e n te u n caso d e re in a ti­ tu la r e n el p e rio d o q u e a b a rc a la h is to ria v irre in a l, co n la re in a J u a n a , q u e c o m p a rtió la titu la rid a d c o n su h ijo , C a rlo s I. El re sto fu e ro n c o n ­ so rtes — co n la salv e d a d d e M a ria n a d e A u stria, h a b ilita d a p a r a e je rc e r el g o b ie rn o b a jo la m in o ría d e e d a d d e C a rlo s II, co n el calificativ o d e “re in a re g e n te ” d e 1665 a 1675. L a lle g a d a d e los B o rb o n es, y el h a b e r­ se a d o p ta d o la L ey S álica e n tie m p o s d e F elipe V (p o r a u to a c o rd a d o d e 1713), a se sta ría u n ru d o g o lp e a lo a n te rio r, d e ro g a n d o las reg la s su ce­ so rias d e las P a rtid as y a n te p o n ie n d o el d e re c h o d e to d o s los v a ro n e s d el lin aje real a h e re d a r el tro n o fre n te al d e re c h o d e las m u jeres. J u n to al ejercicio d e la m o n a rq u ía , h ay o tro á m b ito e n d o n d e las m u je re s lle g a ro n a se r titu la re s d e oficios h o n o rífic o s c o n c e d id o s a v a ­ ro n es, tales c o m o re g id u ría s e n a y u n ta m ie n to s y c an cille rías e n A u d ie n ­ cias, y fu e p o sib le c u a n d o d ic h o s oficios fu e ro n v in c u la d o s a u n o s b ie n e s y la m u je r los recib ió p o r v ía d e h e re n c ia . E n el m ism o se n tid o e n tra ría n d ig n id a d e s d e o rig e n m ilita r c o m o las d e A d e la n ta d a y M ariscala. El te rc e r e sp a c io so b re el q u e m e d e te n d r é es el re fe rid o a los títu ­ los n o b ilia rio s — d e d u q u e , m a rq u é s, c o n d e , v iz c o n d e o b a ró n — , d o n ­ d e a las c o n s o rte s d e los titu la re s se las d e n o m in ó , d u q u e s a , m a rq u e sa , c o n d e sa , v iz c o n d e s a o b a ro n e s a . Es p ro b a b le q u e el o rig e n d e e llo se e n c u e n tre e n los p o s tu la d o s q u e e s ta b le c ía n las leyes d e las P a rtid a s d o n d e al h a b la r d e los c ó n y u g e s se m a rc a b a q u e p a rtic ip a b a n d e u n a m is m a s u e rte .1 T a m b ié n e n las P a rtid a s e n c o n tra m o s la re g u la c ió n d e la su cesió n d e la C o ro n a — h a s ta la lle g a d a d e los B o rb o n e s — , d e la c u a l se a sim iló c ó m o s e ría el m e c a n is m o d e su c esió n e n los e m p le o s h o n o rífic o s v in c u la d o s y e n los títu lo s n o b ilia rio s. A d ic h o c u e rp o j u ­ ríd ic o se s u m a ría p o s te rio rm e n te lo le g isla d o e n las L ey es d e T o ro . T a n to e n el o rig e n d e la m o n a rq u ía c o m o e n los e m p le o s h o n o r í­ ficos o los títu lo s n o b ilia rio s, el p rim e ro q u e los d e te n ta r ía fu e sie m p re u n h o m b re . A l re s p e c to lla m a p o d e r o s a m e n te la a te n c ió n u n caso n o v o h is p a n o , e n d o n d e tra s h a b e rs e c o n c e d id o el m a rq u e s a d o d e l V alle d e O a x a c a a fa v o r d e H e r n á n C o rté s, d o s d e los sig u ie n te s títu lo s 1 Gregorio López, Las Siete Partidas del muy noble rey don Alfonso el Sabio, Madrid, Com­ pañía General de Impresores y Libreros del Reino, 1844, Partida 4, Ley 1, título 2. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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EL CONDADO DEL VALLE DE ORIZABA A TRAVES DE SUS MUJERES

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n o b ilia rio s c re a d o s e n el sig lo XVII p o r F e lip e III tu v ie ro n c o m o b e ­ n e fic ia ría s a d o s m u je re s . A m b a s s itu a c io n e s so n caso s ra ro s , y casi p o d e m o s d e c ir q u e a isla d o s e n la fo rm a d e c o n c e s ió n d e e ste tip o d e d ig n id a d e s . L o a n ó m a lo d e la s itu a c ió n p ro v o c ó q u e se e la b o ra ra n , ju n to a las c a rta s d e m e rc e d d e ellas, o tra s p a ra le la s p a r a u n o d e sus h ijo s. N o e n b a ld e el p e s o h is tó ric o d e se r u n e sp a c io c re a d o p a r a los v a ro n e s se g u ía p re s e n te . L a p r im e r a d e las c a rta s m e n c io n a d a s fu e c o n c e d id a a M a ría d e V elasco Irc io y M e n d o z a , c o m o c o n d e s a d e S a n tia g o d e C a lim a y a , el 6 d e d ic ie m b re d e 1 6 1 6 .2 L a s e g u n d a fu e o to rg a d a a M a rin a V áz q u ez d e C o ro n a d o y E stra d a , c o m o m a rq u e s a d e V illa m a y o r d e las Ib e rn ia s , el 27 d e m a y o d e 1 6 2 7 .3 E n ellas n o o b s ta n te se re c o g ía n los m é rito s d e las fig u ra s v a ro n ile s d e l lin aje. A M a ría d e V elasco se la e n s a lz a b a p o r se r e s p o sa d e H e rn á n G u tié rre z A lta m ira n o y so b re to d o p o r se r h ija d e L uis d e V elasco. E n el caso d e d o ñ a M a rin a p r in c ip a lm e n te se re c o n o c ía n lo s serv icio s p re s ta d o s p o r su p a d re , q u e h a b ía sid o g o b e rn a d o r d e N u e v a G alicia. E n a m b o s caso s los p a d re s lle v a b a n d é c a d a s y a fallecid o s, p e ro el p e so d e los a n c e stro s n o d e ja b a d e e s ta r p re s e n te . N o h a b ía , p o r ta n to , u n re c o n o c im ie n to e x p líc ito a la fig u ra s o b re sa lie n te d e la m u jer. D e d o ñ a M a rin a sa b e m o s q u e fu e c é le b re e n su tie m p o n o só lo p o r su b e lle z a , a s u n to q u e la llev ó a se r c o rte ja d a p o r el II m a rq u é s d e l V alle d e O a x a c a . S e g ú n S u á re z d e P e ra lta , e r a la s e ñ o ra c o n q u ie n M a rtín C o rté s “tra y a re q u ie b ro y se rv ía ”, p o r lo q u e al “sa c a r u n d ía u n lie n z o d e n a ric e s d e las calzas h a y ó u n p a p e l e n ellas q u e d e c ía en él e sta le tra : P o r M a rin a , soy te stig o , / q u e g a n ó e s ta tie r r a u n b u e n h o m b re / y o tr a p o r e ste n o m b re / la p e r d e r á q u ie n y o d ig o ” .4 D o ñ a M a rin a fu e s e ñ o ra d e v a sta c u ltu ra ; h a b la b a y e sc rib ía el la tín p e rfe c ta m e n te y te n ía g ra n d e s p lá tic a s c o n los te ó lo g o s m á s ilu stre s so b re te m a s b íb lico s y d e e x ég esis. F ray A lo n so F ran co d ic e d e e lla q u e fu e u n a “d e las in sig n e s m u je re s q u e h a p ro d u c id o la c iu d a d d e M éxico, [...] re s p la n d e c ió e n e lla to d a v irtu d , ju n to c o n g ra v e d a d h u m ild e y s e ñ o río c o n lla n e z a y a p a c ib ilid a d [...] d ió le D ios m u c h o s a ñ o s d e v id a 2 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos y dignidades no­ biliarias en Nueva España y México. Volumen I, Casa de Austria, México, Universidad Nacional

Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 2008, p. 187. 3 Ibid ., p. 285. 4 Juan Suárez de Peralta, Noticias históricas de la Nueva España publicadas porjusto Zara­ goza, Madrid, Imprenta de Manuel G. Hernández, 1878, p. 200.

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y v io e n sí y e n su c a sa g ra n d e s a ltib a jo s d e fo rtu n a y s ie m p re u n a e n lo p ró s p e ro y e n lo a d v e rs o ”.5 E stas p e q u e ñ a s n o ta s a isla d a s so b re ella, y el h e c h o d e n o h a b e r lo c aliza d o m u c h o m ás, n o s h a b la n ta m b ié n d e u n a a u se n c ia d e estu d io s b io g rá fic o s so b re m u je re s q u e lle g a ro n a o c u p a r u n lu g a r d e s ta c a d o e n su m o m e n to . D e n tro d e la h is to ria d e c a d a u n o d e los títu lo s n o b ilia rio s la fig u ra d e la m u je r e r a p rim o rd ia l, d e s d e n u m e ro s o s p u n to s d e v ista. D e sd e el b io ló g ic o y re p ro d u c tiv o , y a q u e sin m u je r n o h a b ía p o sib ili­ d a d d e su cesió n ; h a s ta el e c o n ó m ic o , to d a v ez q u e g ra n p a r te d e l é x ito e c o n ó m ic o d e l c ó n y u g e d e p e n d ía d e la d o te o las h e re n c ia s q u e a p o r ­ ta b a la m u je r al m a trim o n io , y el so cial a tra v é s d e u n a la rg a re d d e p a re n te s c o s c o n s a n g u ín e o s y d e a fin id a d q u e fo rta le c ía n el d is c u rrir d e l e sp o so y d e los h ijo s; o el a d m in is tra tiv o y a q u e so n ellas p re fe r e n ­ te m e n te las e le g id a s — si so b re v iv en al c ó n y u g e — p a r a se r tu to ra s d e la d e s c e n d e n c ia e n su m in o ría d e e d a d o a lb a c e a s p a r a e je c u ta r la ú l­ tim a v o lu n ta d d e l esp o so . L a im p o rta n c ia d e la m u je r n o v o h is p a n a h a q u e d a d o p a te n te e n a lg u n o s estu d io s e n los q u e h e p a rtic ip a d o , ta m b ié n c o m o h ilo c o n d u c ­ to r d e n eg o cio s y casas c o m erciales a trav és d e las g e n e ra c io n e s.6 U n h ilo c o n d u c to r q u e a la v ez n o s re p o rta b a la n e c e sa ria in c u rsió n e n su p a s a ­ d o fam iliar. N o e n b a ld e la so c ie d a d v irre in a l, so b re to d o d u ra n te los d os p rim e ro s siglos d e vida, p e ro incluso ex ten sib le a los siglos XVIII y XIX, e stá c o n d ic io n a d a p o r las c a lid a d e s y m é rito s d e los a n te p a s a d o s . D es­ c e n d e r d e c o n q u ista d o re s y p rim e ro s p o b la d o re s d e l te rrito rio , p e rm itía a los su jeto s a c c e d e r c o n m a y o r facilid ad a u n lu g a r d e p re fe re n c ia e n la so c ie d a d tra d u c ib le e n e n c o m ie n d a s , p u e s to s d e g o b ie rn o , e in c lu so d ig n id a d e s n o b ilia ria s. P o d e r d e m o s tra r la e x iste n c ia d e m é rito s e n los a n te p a s a d o s y c a lid a d e s c o m o las d e n o b le z a y lim p ie z a d e sa n g re faci­ lita b a el acceso a co leg io s u n iv e rsita rio s. T a m b ié n situ acio n es c o n tra ria s, c o m o la d e d e s c e n d e r n o to ria m e n te d e ju d e o -c o n v e rso s o p e n ite n c ia d o s p o r el S a n to O ficio tra ía co n sec u en cia s tra d u c ib le s e n la ex clusión. N o es p o r ello e x tra ñ o q u e e n la e lec ció n d e la p a re ja a q u e llo s in ­ d iv id u o s q u e tra z a b a n e s tra té g ic a m e n te u n a c a rr e ra d e p re s tig io tuvie5 Fray Alonso Franco, Segunda parte de la Historia de la Provincia de Santiago de México, México, Imprenta del Museo Nacional, 1900, p. 500. 6Javier Sanchiz Ruiz, “Francisco Gil y el comercio veracruzano. Una historia de relevos mercantiles generacionales a través de las mujeres”, en Janet Long Towell y Amalia Attolini Lecón (coords.), Caminos y mercados de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2010, p. 517-549. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

EL CONDADO DEL VALLE DE ORIZABA A TRAVÉS DE SUS MUJERES

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ra n esp e c ia l c u id a d o e n las c a lid a d e s so ciales d e la m u jer. N o e n v an o , si sus h ijo s q u e ría n in g re sa r a a lg u n a d e las ó rd e n e s m ilita re s c o m o las d e S a n tia g o , C a la tra v a , A lc á n ta ra , M o n te sa o S a n J u a n d e J e ru s a lé n , te n d r ía n q u e d e m o s tra r la c a lid a d d e n o b le z a d e las lín ea s m a te rn a s. A n a liz a r el d e v e n ir d e las m u je re s d e n tro d e los títu lo s n o b ilia rio s e n el v irre in a to d e la N u e v a E sp a ñ a , n o es ta re a sencilla, si te n e m o s en c u e n ta q u e h u b o m ás d e 150 títu lo s n o b ilia rio s p re se n te s e n el v irre in a to , n ú m e ro q u e h a b ría q u e m u ltip lic a r p o r las g e n e ra c io n e s q u e lo d e te n ­ ta ro n . P o r ello, e n el p re s e n te artícu lo , y c o m o u n ejercicio d e siste m a ti­ zació n d e d a to s b io g ráfico s, m e d e te n d r é e n las h isto ria s d e v id a d e las n o b les titu la d a s q u e, b ie n c o m o c o n so rte o c o m o titu la r p le n a , fo rm a ro n p a rte d e u n o d e los títu lo s m á s sig n ificativ o s e n el im a g in a rio colectiv o d e la c iu d a d d e M éxico: el c o n d a d o d e l V alle d e O rizab a, q u e e n tre o tra s p erv iv e n c ias d ie ro n n o m b re a u n a d e las calles d e l c e n tro h istó ric o d e esta c iu d a d c o n o cid o co m o el C a llejó n d e la C o n d esa . T am b ién a b o rd a ré sus ascen d en cias, asp e c to q u e tra ta ré d e h ilv a n a r co n a lg u n a s c u e stio n es d o c u m e n ta le s relativ as al ciclo d e la v id a. E l c o n d a d o d el Valle d e O r iz a b a 7

E n 1627, p o r d e s p a c h o d e l rey F elip e IV, se c re a b a el títu lo d e c o n d e d e l V alle d e O riz a b a a fa v o r d e R o d rig o d e V ivero y A b e rru c ia ,8 fa m o ­ so p o r h a b e r n a u f ra g a d o e n u n o d e sus v iajes a F ilip in a s y h a b e r lle ­ g a d o san o al J a p ó n , e n d o n d e su a c tu a c ió n p e rm itió q u e a ñ o s d e sp u é s se c o n s o lid a ra n las re la c io n e s d ip lo m á tic a s e n tre E s p a ñ a y a q u e l p aís. H o m b re ta m b ié n fam o so p o r h a b e r sido u n re d o m a d o rev o lto so y iú n cio n a rio in c ó m o d o p a r a la C o ro n a , q u e al c o n c e d e rle el títu lo n e g o c ió co n él p a r a q u e a b a n d o n a ra el g o b ie rn o d e la A u d ie n c ia d e P a n a m á .9 A l m o m e n to d e o b te n e r la p re c ia d a c a rta e ra c asad o . L o h a b ía h e c h o e n 1591 e n la c iu d a d d e M é x ic o 10 c o n L e o n o r d e L u n a y d e Ircio , a 7 Para una completa secuencia de titulares del condado del Valle de Orizaba, extensión del grupo familiar, etcétera, véase el capítulo correspondiente en mi libro Historia genealó­ gica de los títulos..., v. II, p. 25-94. El presente trabajo tiene como antecedente la obra men­ cionada y su contenido se adecuó al objetivo del coloquio internacional Las Mujeres en la Nueva España. 8 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 229. 9 AGI, Panamá, 1, n. 365. 10 La fecha fue deducida de documentación coetánea. No se encuentra, sin embargo, la partida de matrimonio en los libros sacramentales de dicho año en la ciudad de México.

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JAvIER SANcHIz

q u ie n las fu e n te s p r e s e n ta n ta m b ié n c o n lo s n o m b re s d e L e o n o r d e Irc io y M e n d o z a , L e o n o r d e M e n d o z a e Irc io , n a c id a e n la c iu d a d d e M éx ico . A m b o s c o n tra y e n te s e ra n crio llo s. D o ñ a L e o n o r p ro c e d ía d e u n a d e las fam ilias m á s e n c u m b ra d a s d e la so cie d a d n o v o h isp a n a d e l siglo XVI; su p a d re C a rlo s d e L u n a y A rellan o , crio llo n a c id o e n M éxico, d e te n ta b a la d ig n id a d n o b ilia ria d e m a ris­ cal d e C astilla y e ra e n E sp a ñ a se ñ o r ju risd ic c io n a l d e las villas d e C iria y B o ro v ia ,11 q u ie n h a b ía c o n s e g u id o u n a re le v a n te p o sic ió n so cial y e c o n ó m ic a a trav é s d e su d e s e m p e ñ o c o m o e n c o m e n d e ro y e n el e je r­ cicio d e l co m e rcio , m ism o q u e c o m p a g in ó c o n im p o rta n te s ca rg o s e n g o b ie rn o s m u n ic ip a le s c o m o los d e A n te q u e r a y P u e b la d e los Á n g eles; su m a d re , L e o n o r d e Ircio y M e n d o z a , e ra c u ñ a d a d e l v irre y L uis d e V elasco, y h a b ía v iv id o e n o tro s tie m p o s u n a h is to ria u n ta n to e s c a n d a ­ lo sa p a r a la ép o ca, p u e s su m a d re , se g ú n escrib ió al rey e n a b ril d e 1569, “le fu e q u ita d a a v iv a fu e rz a p a r a q u e se c a s a ra c o n d o n C a rlo s ”.12 El h e c h o n o s re m ite fu n d a m e n ta lm e n te a los co n flicto s so ciales q u e p o d ía p ro v o c a r la “lib re v o lu n ta d ” e n el m a trim o n io , y q u e é ste e s ta b a su je to p o r lo g e n e ra l a la c o n v e n ie n c ia fa m ilia r e n u n d e te rm in a d o m o m e n to , y p o r e llo la p o lític a m a trim o n ia l se o rie n ta b a e n fu n c ió n d e las n e c e s id a d e s y q u e re n c ia s d e l cla n . N o se n o s o lv id e q u e , a n te to d o , el c o n tin u is m o social y e c o n ó m ic o e r a fu n d a m e n ta l. E n e ste b re v e a n á lisis d e los a n te c e d e n te s d e d o ñ a L e o n o r h ay q u e te n e r p re s e n te q u e e ra n ie ta d e M a ría d e M e n d o z a , m e d io h e rm a n a d e l v irre y A n to n io d e M e n d o z a , y q u e la fa m ilia Irc io fu e el v e h íc u lo so cial e n el q u e se fu s io n a ro n d o s d e los g ru p o s p o lític o s a n ta g ó n ic o s d e su m o m e n to , los M e n d o z a y los V elasco. L a q u e s e ría f u tu r a c o n d e s a c o n s o rte d e l V alle d e O riz a b a h a b ía llev ad o al m a trim o n io u n a d o te e s tim a d a e n 30 0 0 0 p eso s d e o ro co m ú n — 1 0 0 0 d e ellos e n u n a s casas y tie n d a e n la calle d e la C e la d a d e M éxico, 6 0 0 3 p e so s e n re a le s, 3 0 0 0 e n ju r o s , 10 0 0 0 m á s e n cen so s im p u e sto s e n las h a c ie n d a s d e G a rc ía d e A lb o rn o z y 10 0 0 0 p e so s m á s e n c o n c ep to d e las a rra s q u e el m a rid o le o fre c ió al m o m e n to d e c e le b ra rs e el m a 11 Ricardo Ortega y Pérez Gallardo, Estudios genealógicos, México, Imprenta de Eduar­ do Dublán, 1902, p. 101. 12 Confrontar con Francisco del Paso y Troncoso, Epistolario de la Nueva España, Méxi­ co, Antigua Librería Robredo de J. Porrúa e hijos, 1940, v. X, p. 292-308. doc. 620: “Carta al rey de doña María de Mendoza, viuda de Martín de Ircio, haciendo extensa relación de los agravios que les inferían el virrey, oidores y otras justicias de México, con motivo de los pleitos que le promovían sus yernos D. Luis de Velasco y D. Carlos de Arellano”, México, 7 de abril de 1569. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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trim o n io — .13 El m o n to d e la d o te es re la tiv a m e n te a lto p a r a la é p o c a , sirv a c o m o e je m p lo la c a n tid a d d e 4 0 0 0 p e so s e n q u e fu e d o ta d a la m a d r e d e la c o n d e s a c o n s o rte d e M ira v a lle , o la d e e s ta m is m a q u e a lc a n z ó los 9 9 0 4 p e s o s.14 Si b ie n n o se c o n o c e n m u c h o s d a to s d e L e o n o r d e Irc io so b re su p a s o e n la v id a, a p a rte d e la d e ser h ija, e sp o sa y m a d re , d e b e h a b e r te n id o u n a re le v a n c ia so cia l d e s ta c a d a , p u e s el 16 d e n o v ie m b re d e 1610 re c ib ió e n su in g e n io d e O riz a b a la v isita d e l ilu s trís im o se ñ o r A lo n so d e la M o ta y E sco b ar, o b isp o d e P u e b la -T la x c a la .15 H ay c o n s­ ta n c ia d e q u e te stó e n T e c a m a c h a lc o el 30 d e ju n io d e 1642 a n te el m ism o e s c rib a n o F ra n c isc o M ig u e l F e rre ra , sin e m b a rg o su d e fu n c ió n n o h a p o d id o se r lo c a liz a d a p o r la p é r d id a d e los lib ro s p a rro q u ia le s d e e s p a ñ o le s d e d ic h o lu g ar. D o ñ a L e o n o r sólo tu v o u n h ijo v a ró n . A s u n to q u e n o s re m ite a la fra g ilid a d d e m u c h a s d e las casas n o b les, d o n d e la fa lta d e d e s c e n d e n ­ c ia “le g ítim a ” p o n ía e n g ra v e p e lig ro la c o n tin u a c ió n d e l lin a je. F u e este h ijo L u is d e V ivero e Irc io d e M e n d o z a , q u ie n e n 1636 s u c e d e ría co m o II c o n d e d el V alle d e O riz a b a . E n la sig u ie n te g e n e ra c ió n n o h u b o q u ie n p u d ie r a u s a r el títu lo d e c o n d e s a d e l V alle d e O riz a b a , p u e s las e sp o sa s d e l fu tu r o c o n d e fa lle c ie ro n a n te s d e q u e él d e te n ta r a el títu lo . Y h a b lo e n p lu ra l p u e s d o n L uis, el s e g u n d o c o n d e , c o n tr a e r ía m a tr i­ m o n io e n d o s o c asio n es. C a b e te n e r p re s e n te q u e e n a m b a s o ca sio n e s lo h iz o sie n d o s o la m e n te “su c e so r” e n el c o n d a d o . El p r im e r m a trim o n io lo re a liz ó e n T u la n c in g o ,16 el 19 d e m a rz o d e 1613, c o n la c rio lla G ra c ia n a S u á re z d e P e re d o y A c u ñ a — ta m b ié n n o m b ra d a G ra c ia n a d e A c u ñ a y J a s s o — , n a c id a e n tre 1600 y 1602. L la m a la a te n c ió n q u e p a r a la c e le b ra c ió n d e e ste e n la c e p re c e d ie r a la re a liz a c ió n d e c a p itu la c io n e s m a trim o n ia le s e n la c iu d a d d e M éxico, a n te el e s c rib a n o A n to n io G ó m e z .17

13 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, p. 30. 14 Javier Sanchiz Ruiz, “La dote entre la nobleza novohispana”, en Nora Siegrist y Edda

O. Zamudio (coords.), Dote matrimonial y redes de poder en el Antiguo Régimen en España e Hispanoamérica, Mérida, Venezuela, Universidad de Los Andes, 2006, p. 176. 15 Memoriales, publicados en Anales del Museo Nacional, 5a. época, t. I, p. 252; Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuatro nobles titulados en contienda por la tierra, México, Centro de Investi­ gaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1995, p. 33-34. 16 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 229. 17 Aguirre dice haber capitulado en Orizaba el 23 de febrero de 1613. Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuatro nobles titulados..., p. 36.

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Si b ie n a l e s tu d ia r los d o c u m e n to s n o ta ria le s g e n e ra d o s p o r el m a ­ trim o n io so lem o s e n c o n tr a rn o s c o n c a rta s d e p ro m e s a d e d o te , y a v eces la c a r ta d e p a g o d e la m ism a , e n las fa m ilia s n o b le s n o es e x tra ­ ñ o e n c o n tr a r ese d o c u m e n to d e c a p itu la c io n e s m e n c io n a d o , m u c h o m á s c o m p le jo , e n d o n d e q u e d a b a n fija d a s las c o n se c u e n c ia s e c o n ó m i­ cas q u e u n e n la c e re p o rta b a y q u e n o s h a b la d e in te n s a s n e g o c ia c io n e s p o r p a r te d e los p ro g e n ito re s . A su n to n o p o r d e m á s triv ial, si te n e m o s e n c u e n ta q u e d o ñ a G ra c ia n a a p o rta b a a la s o c ie d a d c o n y u g a l e n c o n ­ c e p to d e d o te la c a n tid a d d e 100 0 0 0 p e so s. L as c a p itu la c io n e s m a tri­ m o n ia le s d e ja b a n b ie n c la ro q u e to d o e s ta b a “a ta d o y b ie n a ta d o ”; p o r ello, ju r íd ic a m e n te se c o n s id e ra b a n d e s d e e n to n c e s c a sa d o s p o r p a la ­ b ra s d e fu tu ro , fre n te a la c e re m o n ia d e la b o d a e n d o n d e el m a trim o ­ n io q u e d a b a in s titu id o p o r “p a la b ra s d e p r e s e n te ”. C u a tro a ñ o s d e s p u é s d e e s ta r c a sa d a , d o ñ a G ra c ia n a se c o n v irtió e n la p r im e r a p o s e e d o r a d e l m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e re d o , q u e in s titu y e ra n sus p a d re s a su fav o r.18 A su n to , p o r o tro la d o , n a d a triv ia l e n la h is to ria d e l c o n d a d o , p u e s im p licó , la im p o s ic ió n d e l a p e llid o d e “S u á re z d e P e re d o ” y el u so d e las a rm a s d e la fam ilia. A p a r tir d e e n to n c e s, c o n la e s p o sa d e L uis d e V ivero, y a p e s a r d e n o h a b e r sid o c o n d e s a c o n s o rte , se d io u n v u e lc o a la h is to ria d e l c o n ­ d a d o . D e sd e ella, to d o s los d e s c e n d ie n te s p a s a ro n a a p e llid a rs e c o m o ella. O al m e n o s, c a d a v ez q u e a p a re c ía n e n u n d o c u m e n to re la c io n a ­ d o al m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e re d o , d e b ía n a p a re c e r c o n d ic h o s a p e llid o s (véase fig u ra 1). C o m o re s u lta d o d e las c a p itu la c io n e s m a trim o n ia le s , los b ie n e s q u e a p o rtó d o ñ a G ra c ia n a q u e d a ro n v in c u la d o s al títu lo n o b ilia rio . A d em á s d e n u m e ro sa s tie rra s d e la b o r y estan cias d e g a n a d o sitas e n los valles d e T e p e a p u lc o y M a c a te p e c , c o n u n a e x te n sió n su p e rfic ia l d e 741 k iló m e ­ tro s c u a d ra d o s e n p a s to s y tie rra s d e p a n lle v a r y o tra s p ro p ie d a d e s e n T u la n c in g o , se e n c o n tr a b a n u n a s casas p r in c ip a le s “c o n sus a lto s y b a jo s y to d o lo a e lla a n e x o y p e rte n e c ie n te y la p la z a q u e es d e la m is­ m a c a sa ” q u e su p a d re h a b ía c o m p ra d o d e H e r n a n d o d e Á v ila y asi­ m ism o “la c a sita p e q u e ñ a q u e se v a la b ra n d o e n el c a lle jó n p e g a d a a e s ta ca sa y a sim ism o la q u e e s tá a su la d o e n el m e sm o c a lle jó n q u e h u b e y c o m p re d e d o ñ a C a ta lin a P é re z ” .19 18 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 136. 19 RAH, Madrid, Colección Salazar y Castro, ref. M-9, f. 236. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Figura 1. Escudo de arm as del condado del Valle de Orizaba, tras la incorporación de los bienes vinculados de los Suárez de Peredo. AGN, U niversidad, v. 286, f. 560 S o b ra d e c ir q u e las casas a las q u e se re fe ría n las c a p itu la c io n e s, so n e n las q u e p o ste rio rm e n te se c o n stru y e ra la “fam o sa C asa d e los A zu­ lejos”. Y el callejón m e n c io n a d o q u e se co n o cía co m o C allejón d e los D o ­ lo res, fu e se d e s p u é s lla m a d o C a lle jó n d e la C o n d e s a . N o o b s ta n te re s p e c to a e ste ú ltim o p u n to , n o p u e d e re fe rirs e el c a lle jó n a d o ñ a G ra c ia n a , p u e s ella, c o m o v im o s, n i s iq u ie ra fu e c o n d e s a c o n s o rte . O tro a s u n to im p o r ta n te e n la é p o c a e r a la p ro s a p ia fa m ilia r g e ­ n e a ló g ic a q u e a p o r ta b a G ra c ia n a a la d e s c e n d e n c ia y q u e n o s r e m i­ tía a n u m e ro so s c o n q u is ta d o re s y p rim e ro s p o b la d o re s d e l te rrito rio . U n a d e sus b isa b u e la s, in c lu so h a b ía sid o c u ñ a d a d e H e r n á n C o rté s (véase fig u ra 2). DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

Diego López Peredo

Diego Yanguas Pangua

Luisa Bazán Pulgar

Luis Acuña

Ana Martínez de Arellano

DR© 2017. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

Constanza Suárez Marcalda

Juan Jasso

Isabel Payo Patiño

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EL CONDADO DEL VALLE DE ORIZABA A TRAVES DE SUS MUJERES

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D e sp u é s d e sólo n u e v e a ñ o s d e m a trim o n io d o ñ a G ra c ia n a falleció e n T u la n c in g o d e ja n d o d e su m a trim o n io c in c o h ijo s. El s e g u n d o c o n ­ d e v o lv ió a c a s a r e n 1631 c o n su p a r ie n te e n te rc e r g ra d o d e c o n s a n ­ g u in id a d , C a ta lin a P e llice r A b e rru c ia .20 El m a trim o n io e n tre c o n s a n g u ín e o s fu e u n a p rá c tic a so cial, b a s ­ ta n te fre c u e n te , n o só lo e n tre los g ru p o s n o b le s. U n e je m p lo d e ello n o s lo o fre c e n las in s c rip c io n e s d e los lib ro s d e m a trim o n io e n el n o ­ ro e ste n o v o h is p a n o o la z o n a d e N u e v a G alicia, c o m o c o n s e c u e n c ia d e la a u s e n c ia d e p re te n d ie n te s c o n sim ilares c a ra c te rístic a s so cio -raciales. E n o tro s esp acio s, c o m o las u rb e s y so b re to d o e n tre las clases p riv ile ­ g ia d a s, h ay q u e le e r e n ellas la p rá c tic a q u e te n d ía a d is m in u ir la p o ­ sib ilid a d d e d is g re g a c ió n d e los b ie n e s, situ a c ió n q u e so lía o c u rr ir al sa c a r los b ie n e s d e la fa m ilia c o n m o tiv o d e la b o d a d e las hijas. L a c o n s a n g u in id a d n o rm a lm e n te a c a rre a b a el p a g o d e fu e rte s c a n ­ tid a d e s d e d in e ro p a r a c o n s e g u ir la d is p e n s a ec lesiástica. E n e ste caso la c o n s a n g u in id a d p a re c e h a b e r sid o u n a e s tra te g ia tra z a d a p o r los p a d re s d e d o ñ a C a ta lin a , q u ie n e s d is fru ta b a n d e l m a y o ra z g o fu n d a d o e n 1574 p o r M ig u e l R o d ríg u e z d e A cev ed o y su m u jer, C a ta lin a P ellicer d e A b e rru z a . E n el lib ro d e a m o n e s ta c io n e s d e l S a g ra rio d e M éx ico , e x iste re fe ­ re n c ia d e l trá m ite h e c h o a n te el V atican o p a r a c o n s e g u ir la d is p e n s a .21 Si a te n d e m o s a la in s c rip c ió n d e las a m o n e s ta c io n e s , L uis d e V ive­ ro a p a re c e c o m o v iz c o n d e d e l V alle d e S a n M ig u el, a n o ta c ió n so b re la q u e c ab e h a c e r u n a a c la ra c ió n (véase fig u ra 3). A d m in is tra tiv a m e n te , a n te s d e c re a rs e u n títu lo n o b ilia rio d e c o n ­ d e, m a rq u é s, e tc é te ra , so lía c re a rs e el títu lo d e v iz c o n d e , lo q u e p e r m i­ tía a la C o ro n a , e n tre o tra s cosas, c o b ra r v a ria s v eces p o r la m e rc e d o to rg a d a . E ste títu lo n o b ilia rio d e v iz c o n d e q u e d a b a s u p rim id o y c a n ­ c e la d o c u a n d o se c o n c e d ía el sig u ie n te . A p e s a r d e ello, e n la h is to ria d e N u e v a E s p a ñ a v em o s u s a r a los n o b le s titu la d o s ta n to el v á lid o c o m o el s u p rim id o , p a r a d a r m á s ín fu la s al h o n o r a c c e d id o . N o o c u rrió así c u a n d o se c re ó el c o n d a d o d e l V alle d e O riz a b a . L a c a rta d e c re a c ió n n o c a n c e ló la d e l v iz c o n d a d o d e S a n M ig u el, p o r lo 20 AGN, Indiferente Virreinal, Matrimonios, caja 5727, exp. 90. 21 Sobre estas dispensas, Benedetta Albani ha venido trabajando

en los últimos años una muestra de sus aportaciones. Véase Benedetta Albani, “La concesión de dispensas ma­ trimoniales en la Nueva España, materia ardua y de mucho peso”, ponencia presentada en el Colloque International Nouveaux Chrétiens, nouvelles Chrétientés dans les Amériques (16e-19e siecle), París, 8-10 de abril de 2010. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Figura 3. Amonestaciones de Catalina Pellicer de Aberruza. Parroquia del Sagrario de la Ciudad de México, Libro de Amonestaciones c u a l los c o n d e s u s a ro n e n u n p rin c ip io d e fo rm a le g a l a m b o s títu lo s. S in e m b a rg o , só lo p a g a ro n im p u e s to s p o r el d e O riz a b a , d e fo rm a q u e p a s a d a u n a g e n e ra c ió n e s tu v ie ro n u s u r p a n d o el d e S a n M ig u e l.22 D e m a n e ra c o n s u e tu d in a ria , el h e re d e ro d e l c o n d a d o , a d q u irid a la m a y o ría d e e d a d , u s a b a so c ia lm e n te el títu lo d e v iz c o n d e p a r a d e s ­ tacar. El a p u n te d e l lib ro p a rro q u ia l re c o g e la m e z c la d e V alle, S a n M ig u el, v iz c o n d e , c o n p o c a p re c is ió n . Si b ie n d o ñ a C a ta lin a n o fu e c o n d e s a , só lo v iz c o n d e s a , la d o c u m e n ta c ió n c o n s e rv a d a so b re ella, e la b o ra d a p o s te rio rm e n te a su fa lle c im ie n to y re la tiv a a la fu n d a c ió n d e u n a c a p e lla n ía , n o s la m e n c io n a n c o m o “c o n d e s a d e l V alle” . D e e lla sa b e m o s q u e n a c ió e n la c iu d a d d e M éx ic o y fu e b a u tiz a d a e n el S a g ra rio el 19 d e m a rz o d e 1 6 0 8 .23 F alleció a n te s q u e su m a rid o , y o to rg ó te s ta m e n to el 13 d e a b ril d e 1633 a n te el n o ta rio P e d ro S antillán , d e ja n d o p o r h e r e d e r a d e sus b ie n e s a su tía L e o n o r d e A cev ed o , p o r c u a n to n o tu v o d e s c e n d e n c ia ,24 c o n s ig u ie n d o c o n ello q u e los b ie ­ n e s a p o rta d o s a su m a trim o n io y el d e s tin o d e l m a y o ra z g o re g re s a ra n al lin a je d e los R o d ríg u e z d e A cev ed o . El s e g u n d o c o n d e , n o o b sta n te , sí h a b ía c o n s e g u id o d e s c e n d e n c ia d e sus n u p c ia s c o n G ra c ia n a . P o r ta n to e n e lla fin c a ría la su cesió n al c o n d a d o . C in c o h ijo s. D os d e ello s v a ro n e s y tre s m u je re s. El m ayor, 22 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, p. 23 Parroquia del Sagrario, Libro de bautismos de españoles (1606-1611), f. 106. 24 AGNCM, Notario 627, l. de 1633, f. 103-106.

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N ico lás, so b re el q u e c o n tin u a re m o s ; el m e n o r R o d rig o , q u e casó p e ro n o tu v o d e sc e n d e n c ia , y d e las m u je re s c o n v ie n e te n e r p re s e n te a la m a y o r d e ellas, lla m a d a M a ría d e S a n D ieg o V ivero y S u áre z d e P ered o , d a d o q u e re g re s a re m o s so b re su v id a y c irc u n sta n c ia s. N ico lás a c c e d ió al c o n d a d o c o m o te rc e r c o n d e d e l V alle d e O rizab a, al fa lle c e r su p a d r e e n 1 6 4 3 ,25 y c e le b ró su m a trim o n io tre s a ñ o s d e s ­ p u é s. P o r v ez p r im e ra , s o c ia lm e n te y p o r m a trim o n io , u n a n o v o h isp a n a se c o n v e rtía e n c o n d e s a d e l V alle d e O riz a b a . N u e s tra p ro ta g o n is ta fu e J u a n a U rru tia d e V e rg a ra y B a stid a B o ­ n illa, n a c id a e n la c iu d a d d e M éx ic o y b a u tiz a d a e n el S a g ra rio el 28 d e m a y o d e 1 6 3 3 .26 El c a lib re d e la c o n s o rte n o p u e d e se r a p re c ia d o s u fic ie n te m e n te sin m e n c io n a r q u ié n e r a su p a d re . F ue é ste A n to n io U rru tia d e V e rg ara y G a rc ía d e E s p in a re d o s . A n d a lu z , a v e c in d a d o en N u e v a E s p a ñ a d e s d e el p r im e r te rc io d e l sig lo XVII, y q u ie n ac u m u ló , e n tre o tro s, los e m p le o s y g ra d o s m ilita re s d e ju e z r e p a r tid o r (1 6 2 7), a lcald e m a y o r d e T a c u b a (1638), alférez, c a p itá n d e in fa n te ría , sa rg e n to m ayor, m a e s tre d e C a m p o (1 6 4 3 ) y c o rre o m a y o r (1 6 5 1 ).27 H a s ta a q u í u n a sim p le c a rr e ra d e m é rito s y lo g ro s, p e ro U r ru tia d e V e rg a ra fu e m u c h o m á s q u e e so y su p ro ta g o n is m o e n la v id a d e l v i­ rre in a to to d a v ía e s p e ra u n p ro fu n d o e stu d io . F ue p riv a d o (¿) d e l v irrey m a rq u é s d e C e rra lb o , y sus g ra n d e s d ife re n c ia s c o n el te so re ro , F ra n ­ cisco d e la T o rre , lo lle v a ría n a la cárcel, d e d o n d e c o n sig u ió e sc a p a r.28 E l v irrey , o b is p o P a lafo x y M e n d o z a (1 6 4 2 ), lo d e c la ró c u lp a b le d e se d ic ió n y le im p u so u n a m u lta sim b ó lica d e 2 0 0 0 d u c a d o s y la c o n d e n a d e se r d e p o rta d o d e la N u e v a E sp a ñ a , p e ro , tra s m a n e ja r sus in flu e n ­ cias, n o se c u m p lió la se n te n c ia . E l v irre y d u q u e d e A lb u rq u e rq u e lo lla m ó “e l c o m e rc ia n te m á s g r a n d e d e las I n d ia s ” ta n to p o r sus d o te s p e rs o n a le s c o m o p o r su e n o rm e fo rtu n a .29 E n 1655 p re s tó a la C o ro n a 6 0 0 0 0 p e so s; e n 1659 o b tu v o el re m a te d e l m o n o p o lio d e los n a ip e s e n la N u e v a E sp a ñ a , y 25 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 136, exp. 2, f. 53 y v. 218. 26 Parroquia del Sagrario, Libro de bautismos de españoles (1 de octubre de

1629-26 de oc­ tubre de 1634), f. 271. 27 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, n. 97, p. 197. 28 Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vidapolítica en el México colonial, p. 201-202 y 208. 29 Confróntese con Virgilio Fernández Bulete, “El poder del dinero en el México del siglo XVII. El financiero D. Antonio Urrutia Vergara”, en Antonio Gutiérrez Escudero y María Luisa Laviana Cuetos (coords.), Estudios sobre América, siglos X VI-XX , Sevilla, Asociación Española de Americanistas, 2005, p. 653-672. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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e n tre g ó p a r a ello 8 1 0 0 0 0 p e so s. E n tre sus m u e s tra s d e fid e lid a d a la C o ro n a d io c o m o d o n a tiv o p o r el n a c im ie n to d e l p rín c ip e C a rlo s J o s é 1 0 0 0 0 0 0 d e p e so s. El v irre y c o n d e d e B a ñ o s lo d e s te rr ó n u e v a m e n te d e la c iu d a d d e M éx ico e n 1663, c u a n d o U rru tia d e V erg a ra se p a s ó al b a n d o e n el q u e se e n c o n tr a b a n el a rz o b is p o D ie g o O s o rio d e E s c o b a r y los c rio llo s q u e se h a lla b a n e n c o n flic to c o n el v irrey ,30 p e ro u n a ñ o d e s p u é s, al s u stitu ir el a rz o b is p o al v irre y e n el ca rg o , el d e s tie rro q u e d ó in su b sis­ te n te . A d e m á s d e f u n d a r tre s m a y o ra z g o s, al fa lle c e r A n to n io U rru tia d e V e rg a ra d e jó u n c a u d a l q u e e x c e d ía los 2 0 0 0 0 0 0 d e p eso s. C o n eso s a n te c e d e n te s d e fo rtu n a fa m ilia r y d e im p o rta n c ia p o lí­ tic a d e la fa m ilia , n o es e x tra ñ o q u e la fu tu r a c o n d e s a d e l V alle d e O riz a b a fu e ra o b je to d e u n a n u e v a e s tra te g ia , ta n to p a te r n a c o m o d e l n o v io , y al ig u a l q u e e n la g e n e ra c ió n a n te r io r se re a liz a ro n c a p itu la ­ c io n e s m a trim o n ia le s c e le b ra d a s e n M éx ico el 15 d e s e p tie m b re d e 1646 a n te J u a n d e S a riñ a n a .31 L a c o n d e s a c o n s o rte a p o rtó al m a trim o n io 3 0 0 0 0 0 p e so s, m á s las h a c ie n d a s d e S a n A n to n io y S a n N ico lás e n ju ris d ic c ió n d e T e p e a c a , las cu a le s, p o r c lá u su la s d e la c a p itu la c ió n , q u e d a ro n v in c u la d a s al m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e red o . J u a n a U r r u tia d e V e rg a ra fu e, d e s d e 1 6 8 6 “c o n d e s a v iu d a d e ”, n o m e n c la tu ra q u e es la c o rre c ta p a r a su d e s ig n a c ió n u n a vez fa llecid o el titu lar. N o o b sta n te , d e s d e m u c h o s a ñ o s a n te s p a re c e h a b e r te n id o u n a a c tu a c ió n d e s ta c a d a e im p o r ta n te q u e n o s h a b la d e u n a g ra n c a ­ p a c id a d d e g e stió n . A sí, e n 16 79 p re s e n tó los recib o s d e la te s ta m e n ­ ta ría d e J u a n d e C h a v a rría V alera d e l q u e h a b ía sid o a lb a c e a su esp o so .32 D o ñ a J u a n a falleció e n su ca sa d e la calle d e S a n F ran cisco d e la c iu d a d d e M éx ico (S a g ra rio ) el 26 d e a b ril d e 1 7 0 1 .33 T e stó c u a tro d ía s a n te s a n te J u a n L e o n a rd o d e S ev illa y d e jó p o r h e re d e ro d e su fo rtu n a al S a n tu a rio d e N u e s tra S e ñ o ra d e G u a d a lu p e , d o n d e fu e e n te rra d a . S o b ra c o n e llo d e c ir q u e n o d e jó d e sc e n d e n c ia , situ a c ió n q u e a ñ o s an tes, a la m u e rte d e l c o n d e , p ro v o c ó u n a crisis su ceso ria, q u e se tr a ­ d u jo e n d o s p le ito s p a ra le lo s. El p rim e ro d e ello s p o r la p o se sió n d e los b ie n e s, relativ o s al c o n d a d o d e l V alle d e O riz a b a y m a y o ra z g o d e V ive­ 30 Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales..., p. 265. 31 RAH, Madrid, Colección Salazary Castro, ref. M-9, f. 236. 32 AGN, Bienes Nacionales, v. 64, exp. 14, y v. 913, exp. 107. 33 Antonio de Robles, Diario de sucesos notables, México, Imprenta de Juan

1853, p. 32.

R. Navarro,

DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ro. El o tro fu e el to c a n te a la p o se sió n d e l m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e red o . L a C o m p a ñ ía d e J e s ú s tra tó d e c o n s titu irs e c o m o b e n e fic ia ria d e e ste s e g u n d o m a y o ra z g o , o p o n ié n d o s e a e llo el s o b rin o d e l te rc e r c o n d e , N ico lás D ieg o d e V ivero — h ijo n a tu r a l d e M a ría d e S a n D ie­ g o — , q u ie n c o n s e g u iría s e n te n c ia d e la R eal A u d ie n c ia a su fa v o r el 20 d e a b ril d e 1690; a u n q u e la C o m p a ñ ía d e J e s ú s se in c o n fo rm ó p o c o d e sp u é s, se ra tific ó el m a n d a m ie n to d e p o se sió n a d o n N ico lás el 2 d e m a y o d e d ic h o a ñ o .34 E n lo q u e re s p e c ta al c o n d a d o d e l V alle d e O riz a b a , L uis S e rra n o y V ivero sig u ió p le ito a n te la R eal A u d ie n c ia c o n la c o n d e s a v iu d a d e l V alle d e O riz a b a , J u a n a U r ru tia d e V erg ara , q u ie n d u r a n te c u a tro a ñ o s re h u s ó e n tre g a r e sc ritu ra s, te s tim o n io s y p r o p ie d a d e s v in c u la d a s e n el c o n d a d o , a le g a n d o sus d e re c h o s p rio rita rio s p o r h a b e rs e u tiliz a d o su d o te d e m á s d e 3 0 0 0 0 0 p eso s, e n los m e n e s te re s d e l in g e n io , e n el m a n te n im ie n to y c o m p o s tu r a d e la C a sa d e los A zu le jo s y e n o tro s m u c h o s m e n e s te re s .35 L uis S e rra n o o b tu v o s e n te n c ia a su fa v o r el a ñ o d e fe c h a 29 d e a g o s to d e 1 686 y e n tró e n la p o se sió n d e l m a y o ra z g o d e V ivero p o r a u to d e P e d ro d e E sc a la n te y M e n d o z a , a lc a ld e o rd in a rio d e la c iu d a d d e M éx ico . N o o b sta n te , el a u to a n te r io r a s u m ió el títu lo y los b ie n e s v in c u la d o s h a s ta 1690, c o m p a r tie n d o c o n la v iu d a d e l III c o n d e el ro l d e la c o b ra n z a e n el V alle d e O riz a b a .36 E n v id a d e la c o n d e s a v iu d a h u b o d o s c o n d e s m á s d e l V alle d e O riz a b a : J o s é S e r r a n o y V iv e ro y su h e r m a n o , el m e n c io n a d o L uis d e S e rra n o y V ivero, q u ie n e s p e rm a n e c ie ro n sin casar, p o r lo c u a l n o h u b o c o n d e sa s c o n s o rte s n i su cesió n . A c a b a d a a q u e lla lín e a d e d e s c e n d e n c ia , re c a y e ro n los d e re c h o s al títu lo e n la lín e a d e la h ija m u je r q u e tuv o , G ra c ia n a S u árez d e P ered o , y a q u ie n y a m e n c io n é , lla m a d a M a ría d e S a n D ieg o V ivero y P ered o , la c u al h a b ía n a c id o e n 1616 y q u ie n e n 1646 c o n tra jo m a trim o n io — p r e ­ v ia e s c ritu r a d e d o te e n T la x c a la e n 1 6 4 6 p o r 12 0 0 0 p e s o s d e o ro c o m ú n — co n D ieg o d e U llo a P erey ra y B azán, g o b e rn a d o r d e T la x c ala ,37 d e l q u e n o tu v o d e sc e n d e n c ia . 34 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, p. 37-38. 35 Ibid., p. 38. 36 Idem. 37 Juan Buenaventura Zapata y Mendoza, Historia cronológica de la noble ciudad de Tlaxca­

la, Tlaxcala, Universidad Autónoma de Tlaxcala, 1995, p. 279.

DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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P a re c ie ra q u e al n o h a b e r su c esió n h a b ía q u e b u s c a r n u e v a s lín e a s d e su cesió n , p e ro h e a q u í q u e d o ñ a M a ría , a n te s d e casar, tu v o u n a re la c ió n a m o ro s a y s e c re ta — m u y a m o ro s a d e b e h a b e r sid o y a q u e p ro d u jo tre s h ijo s, y p o c o s e c re ta p a r a u n e sp a c io ta n re d u c id o c o m o O riz a b a — c o n N ico lás d e V elasco y A lta m ira n o — d e la fa m ilia d e los c o n d e s d e S a n tia g o d e C a lim a y a — , d e la q u e p ro c e d ie ro n tre s hijos: el m a y o r d e ellos, N ico lás D ieg o d e V elasco y V ivero, c o n tin u a ría a ñ o s d e s p u é s c o m o V I c o n d e d e l V alle d e O riz a b a .38 El h ijo se c re to d e M a ría d e S a n D ieg o salió a re lu c ir e n el p r im e r te s ta m e n to q u e o to rg ó la h e rm a n a d e ésta, lla m a d a L e o n o r d e V ivero y M e n d o z a . E n d ic h o in s tru m e n to señ aló : Y p a ra descargo de m i conciencia d eclaro que d o n Nicolás d e Velasco es m i sobrino carn al, hijo de u n a de m is h erm an as legítim as, que fuim os cinco h erm an o s y es hijo d e u n a de estas, n atu ral, h ab id o en p erso n a noble con quien se p u d o to m ar estado d e casam iento, y dicho d o n N ico­ lás de Velasco m i sobrino es n ieto d e d o n Luis de Vivero y Velasco, m i señor, y d e d o ñ a G raciana de Jaso y A cuña, y biznieto d e d o n R odrigo de Vivero y D iego Suárez de Peredo, m is abuelos, p o r cuya causa lo h e fom en­ tad o y valga esta declaración en tod o tiem po au n q ue haya otros testa­ m entos y la firm e en 20 de agosto d e setenta y cu atro añ o s.39 N ico lás D ie g o d e V elasco y V ivero, ta m b ié n lla m a d o N ic o lá s D ieg o S u á re z d e P e re d o V elasco y A lta m ira n o , n a c ió e n el in g e n io a z u c a re ro n o m b ra d o S a n J u a n B a u tis ta e n ju r is d ic c ió n d e O riz a b a y d a d o su o rig e n ile g ítim o fu e b a u tiz a d o allí c o m o h ijo d e la ig le sia el 25 d e ju n io d e 1 6 34 , a p a d r in a n d o el a c to N ico lás d e V ivero y M a ría A n a d e V ive­ ro .40 T ra s su b a u tiz o fu e lle v a d o a O riz a b a d o n d e u n a m u la ta esclav a lo a lim e n tó y c rio a su p e c h o , p a r a lu e g o s e r c o n d u c id o a T ecali, e n ­ c o m ie n d a d e l c a s te lla n o d e U lú a , a c a rg o d e l c u ra b e n e fic ia d o P ed ro d e l C a stillo T in e o , q u ie n se d e s e m p e ñ ó c o m o p a d r e s u b ro g a d o y tu ­ to r.41 E stu v o a v e c in d a d o e n P u e b la d e los Á n g e le s, d e s d e los d ie z añ o s, y e n 1687 e r a v e c in o d e la ju r is d ic c ió n d e T u la n c in g o . R e aliz ó in f o r ­ m a c ió n d e s e r h ijo n a tu r a l el 25 d e ju n i o d e 1 6 8 7 a n te e l c a p itá n 38 Miguel Malo y de Zozaya, Genealogía, nobleza y armas de la familia Malo, San Miguel de Allende, La Impresora Azteca, 1971, p. 244; José Ignacio Conde y Javier Sachiz, Historia genealógica de los títulos... , v. I, p. 191. 39 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 229, exp. 3. 40 AGN, Vínculos y Mayorazgos, f. 285. 41 Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuatro nobles titulados..., p. 54. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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EL CONDADO DEL VALLE DE ORIZABA A TRAVES DE SUS MUJERES

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D ie g o d e C a rb a llid o y Z u rita , c a b a lle ro d e S a n tia g o , a lc a ld e o r d in a r io d e M éx ico . T ras el fallo d e la R eal A u d ie n c ia a su fa v o r fu e d e s ig n a d o le g a l­ m e n te V I v iz c o n d e d e S a n M ig u el y p o s e e d o r d e l m a y o ra z g o d e V ivero; p a r a e n to n c e s, las p r o p ie d a d e s v in c u la d a s al títu lo se h a lla b a n m u y g ra v a d a s y d e te rio ra d a s ; ta n to así q u e las e d ific a c io n e s d e l in g e n io d e O z tip a c e s ta b a n e n c o m p le ta ru in a y tu v o q u e h a c e r fre n te al e m b a rg o re a liz a d o p o r la In q u is ic ió n e n 1 7 0 2 .42 El o rig e n n a tu ra l d e d o n N ico lás, re v e la d o c o m o v im o s e n 1674, c u rio sa m e n te el m ism o a ñ o e n q u e d e c id ió c o n tr a e r m a trim o n io , te ­ n ie n d o y a la a v a n z a d a e d a d d e 4 3 a ñ o s, y tre s h ijo s h a b id o s c o n d ife ­ re n te s m u je re s c o n las q u e n o fo rm a liz ó re la c ió n , in flu y ó sin d u d a e n la c a lid a d a su v ez d e la c o n s o rte : Isa b e l F ra n c isc a Z a ld ív a r d e C astilla, o rig in a ria d e C elay a, e n G u a n a ju a to , q u e si b ie n p ro v e n ía d e a n tig u a s fam ilias c o n c ie rta c a lid a d social, e r a re s u lta d o d e lín e a s s e g u n d o n a s d e p a rie n te s q u e se h a b ía n a s e n ta d o e n el in te r io r d e l te r rito r io d e d i­ c á n d o s e al e jercicio d e la m in e ría .43 S o b ra d e c ir q u e los re c u rso s e c o ­ n ó m ic o s d e su fa m ilia d is ta b a n b a s ta n te d e las a n te rio re s c o n s o rte s d e q u ie n e s fu e ro n c o n d e s d e l V alle d e O riz a b a (véase fig u ra 4). L a p re s e n c ia d e los V ivero a te s tig u a n d o el m a trim o n io es u n a p r u e ­ b a in d u d a b le d e q u e el m u c h a c h o e ra b ie n c o n o c id o y u b ic a d o e n el g ru p o fam iliar. A p e s a r d e ello, al h a c e rse las a m o n e sta c io n e s e n el S a ­ g ra rio , se m a q u illó la in fo rm a c ió n h a c ié n d o lo p a s a r p o r h ijo le g ítim o d e o tro s p a d re s y a d e m á s se o b v ia b a el g ra d o d e p a re n te s c o q u e te n ía c o n la d e s p o s a d a e n 4° g ra d o (v éase fig u ra 5). T ra s 24 a ñ o s d e s o c ie d a d c o n y u g a l, Isa b e l F ra n c isc a Z a ld ív a r d e C a stilla fa lle c e ría e n M éx ico (S a g ra rio ) el 3 d e fe b re ro d e 1698, e s ta n ­ d o to d a v ía viv a la a n te r io r c o n d e s a d e l V alle44 y, si b ie n se la m e n c io n a c o n las titu la rid a d e s , p a re c e q u e el h e c h o d e n o h a b e r o to rg a d o te s ta ­ m e n to p u e d e h a b e r sid o c a u sa el n o te n e r b ie n e s p a r a h a c e rlo . N o se h a lo c a liz a d o d e e lla c a rta d e d o te n i c a p itu la c io n e s, y su m a trim o n io 42 Ibid., p. 51. 43Javier Sanchiz Ruiz y Amaya Garritz Ruiz, “Ozaeta y Oro. Apuntes biográficos y ge­ nealógicos de una familia guipuzcoana en distintos escenarios de los reinos de ultramar”, ponencia presentada en la XVII Reunión Americana de Genealogía, Quito, septiembre de 2011, en < http://xviiragquito.blogspot.mx/2011/09/7ma-javier-sanchiz-ruiz-amayagarritz.html>. 44 Parroquia del Sagrario, Libro de defunciones de españoles, 1 de enero de 1693-1 de octubre de 1698, f. 281v. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

DR© 2017. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

Hernán Gutiérrez Altamirano v Francisca Osorio Castilla

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d a la id e a d e h a b e r sid o a lg u ie n ó p tim o , sin m u c h a s p re te n s io n e s , p a r a la e s tra te g ia e n b u sc a d e l c o n d a d o q u e tra z a s e su m a rid o . Poco m á s sa b em o s d e ella. D e su d e rre d o r, te n e m o s n o tic ia d e la e x iste n c ia d e v arias esclavas y sirv ien tas m u la ta s q u e se v ie ro n en v u e lta s e n u n p ro c e s o d e n ig ro m a n c ia a n te el T rib u n a l d e l S a n to O ficio e n 1 6 9 3 ,45 así c o m o o tro sirv ie n te q u e fu e a c u sa d o p o r a d iv in o .46 D e su m a trim o n io , só lo n a c ió u n a h ija m u jer, la c u a l — s e g ú n las e stip u la c io n e s d e los m a y o ra z g o s, q u e c o m o d ije e s ta b a n fija d a s d e s d e las L ey es d e las P a rtid a s— h e re d ó los b ie n e s p a te rn o s y la titu la rid a d . F ue b a u tiz a d a c o n los n o m b re s d e M a ría G ra c ia n a d e S a n D ieg o : G ra ­ cia n a , e n re c u e rd o d e su b isa b u e la , y M a ría d e S a n D ieg o , e n los e x tre ­ m o s, p o r la a b u e la se creta. E n las fu e n te s a p a re c e c o m o M a ría G ra c ia n a A lta m ira n o d e V elasco y Z a ld ív a r d e C a stilla, o tra s v eces m e n c io n a d a c o m o M a ría G ra c ia n a S u á re z d e P e re d o V elasco Z a ld ív a r y C a stilla, o M a ría G ra c ia n a d e Pere d o V ivero y V elasco, y ta m b ié n G ra c ia n a M a ría F e rn á n d e z d e V elasco V ivero O so rio y M e n d o z a . D e e lla sa b em o s q u e n a c ió e n T u la n c in g o ca . 1683, q u e e r a h u é rfa n a d e m a d re d e s d e los 18 a ñ o s y q u e e stu v o av e­ c in d a d a e n la c iu d a d d e M éx ico d e s d e al m e n o s 1 7 0 8 .47 El h e c h o d e ser u n ig é n ita , su c o n d ic ió n d e m u je r — e n u n a so cie d a d e n la q u e e r a n e c e s a rio u n h o m b re c e rc a — y la c u a n tio s a h e re n c ia re c ib id a m a rc a ro n sin d u d a su e x iste n c ia . L a m a y o ría d e las r e f e r e n ­ c ias d o c u m e n ta le s s o b re e lla n o s h a b la n d e u n a d e d ic a c ió n p ia d o s a y u n a a c titu d r e ite r a d a c o m o m e c e n a s d e la ig le s ia d e l c o n v e n to d e S a n F ra n c isc o , sita e n fre n te d e sus casas. F u n d ó y fu e p a tr o n a d e la C o n g re g a c ió n y fie s ta d e los D e sa g ra v io s d e N u e s tro S e ñ o r, u n a fu n ­ d a c ió n p a r a la q u e c o n s e g u iría in c lu so u n b re v e p a p a l y lo a g re g ó al m a y o ra z g o d e los S u á re z d e P e re d o .48 F ue m e c e n a s e n la c o n s tru c c ió n d e l re ta b lo d e d ic a d o a S a n J u a n d e A lc a lá y ta m b ié n a su c o s ta se re a liz ó la e d ic ió n d e l fo lle to d e l s e rm ó n p re d ic a d o c o n m o tiv o d e la b e n d ic ió n d e l a lta r — el 30 d e ju n io d e ese a ñ o — p o r fray J o s é L ó p e z .49 In c u rs io n ó e n el m u n d o d e las a rte s e h iz o u n n a c im ie n to q u e se v alu ó a su m u e rte e n 5 0 0 p eso s. 45 AGN, Inquisición, v. 539, exp. 15. 46 AGN, Inquisición, v. 689, exp. 2. 47 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, p. 42. 48 AGN, Bienes Nacionales, v. 514, exp. 2. 49 Confróntese con Guillermo Tovar y de Teresa, Bibliografía novohispana de arte, p. 105;

José Toribio Medina, La imprenta en México, 8 v., México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1989, v. IV, p. 65 (n. 2, 642). DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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S u d e s ta c a d a p re s e n c ia social se v e re fle ja d a e n el h e c h o d e h a b e r sid o e s c o g id a n u m e ro s a s v eces p a r a a m a d r in a r el b a u tiz o d e v a rio s n iñ o s, ta n to so la c o m o c o n su c o n s o rte . R e c o n stru y ó la C a sa d e los A zulejo s, u n ie n d o la c a sa p a trim o n ia l h e r e d a d a p o r el m a y o ra z g o S u áre z d e P e re d o y la re s id e n c ia a d ju n ta q u e J u a n a U r r u tia a p o r tó al c o n d a d o c o m o p a r te d e su d o te ; ta m b ié n p u s o la fá b ric a d e la re s id e n ­ c ia e n m a n o s d e l m a e s tro a rq u ite c to D ieg o D u rá n .50 N o m e q u e d a la m e n o r d u d a d e q u e es a e lla a q u ie n h a c e m e n c ió n la d e n o m in a c ió n d e l c a lle jó n q u e h a b ía fre n te a sus casas. A p rin c ip io s d e 1739 re c ib ió la n o tic ia d e q u e J u a n d e C a rv aja l, VIII c o n d e d e F u e n s a ld a ñ a — q u ie n re p re s e n ta b a la lín e a le g ítim a d e l m a ­ y o ra z g o d e los V ivero, c o m o d e s c e n d ie n te d e l h e r m a n o m a y o r d e R o­ d rig o d e V ivero y V elasco— , le h a b ía p u e s to litig io p o r la titu la rid a d d e l c o n d a d o y los b ie n e s a él v in c u la d o s .51 E se m ism o a ñ o falleció e n la c iu d a d d e M éx ico , e n su c a sa d e la c alle d e S a n F ran cisco , el 11 d e n o v ie m b re d e 1739. C o n ta b a 53 a ñ o s d e e d a d y su c u e rp o “fu e te n d id o so b re u n p e ta te c o n c u a tro lu ces a los la d o s y a m o r ta ja d a c o n el h á b ito d e te rc e ra d e s c u b ie rta d e N u e stro P a d re S a n F ra n c isc o ” .52 C o m o o c u rrió c o n la m a y o ría d e los m ie m b ro s d e la fa m ilia d e los c o n d e s, se le e n te r r ó e n el c o n v e n to fra n c isc a n o , u b ic a d o fre n te a las casas p rin c ip a le s . M eses a n te s d e l d e c e so fo rm a ­ lizó su te s ta m e n to el 13 d e a g o sto a n te el e s c rib a n o J o s é d e M o lin a .53 L os in v e n ta rio s d e sus b ie n e s lib res se re a liz a ro n el 25 d e e n e ro d e 1740 re s u lta n d o u n m o n to d e 1 4 0 0 p e s o s .54 D a d o q u e al s u c e d e r a su p a d re te n ía e n su h a b e r u n a c u a n tio s a fo rtu n a , al m e n o s e n b ie n e s in m u e b le s, y a q u e el líq u id o p a re c e h a b e r e s ta d o p a r a e n to n c e s m u y m e rm a d o , n o es e x tra ñ o q u e, a sim ism o , p re c e d ie ra a su m a trim o n io la fo rm a liz ac ió n d e c a p itu la c io n e s m a trim o n ia le s .55 L a e s tra te g ia m a trim o n ia l te n ía c o m o re to e n c o n tr a r a u n c a n d i­ d a to cu y o s a n te c e d e n te s fa m ilia re s d e ja r a n f u e r a d e to d a d u d a u n a s u n to q u e ib a a p o n e r e n la c u e r d a flo ja a to d a la h is to ria d e l c o n ­ d a d o : la le g itim id a d d e l p a d re d e la c o n d e s a . El c a n d id a to fu e J a v ie r H u rta d o d e M e n d o z a y V id a rte , c rio llo d e la N u e v a G alicia, h ijo d e 50 AGNCM, José de Molina, notario 400, 13 agosto 1739. 51 Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuatro nobles titulados... , p. 57. 52 Ibid., p. 58. 53 AGN, Bienes Nacionales, v. 396, exp. 12. 54 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 217, exp. 2. 55 José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos ... , v. II, p.

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DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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p a d re s n o b le s, c o n a d s c rip c ió n a ó rd e n e s m ilita re s, y u n a a p a re n te c a rr e ra p ro fe s io n a l p ro m is o ria p u e s e r a re g id o r p e r p e tu o d e M éx ico . P o seía u n m o d e s to m a y o ra z g o d e su fa m ilia e n S o ria , si b ie n su fo rtu ­ n a e ra b a s ta n te p arca , p u e s al c a sa r su c a p ita l se c alc u la b a e n s o la m e n te 2 4 0 0 p e so s, p e ro e n c o n s id e ra c ió n a lo q u e c a lc u la b a h e r e d a r o freció e n c o n c e p to d e a rra s a su e s p o sa 10 0 0 0 p e s o s .56 El m a trim o n io se c e le b ró e n P u e b la d e los Á n g e le s el 19 d e m ay o d e 1 6 9 5 .57 H u rta d o d e M e n d o z a n o fu e a lg u ie n h á b il e n los n e g o c io s y lo e n c o n tra m o s c o n s ta n te m e n te m e n c io n a d o s o lic ita n d o p ré s ta m o s , c o n p le ito s p o r el e n d e u d a m ie n to y la fa lta d e p a g o y liq u id e z . C o m o c o n d e c o n s o rte d e l V alle d e O riz a b a c o n tin u ó c o n los p le ito s m a n te n i­ d o s c o n el c o n d e d e la Q u in ta d e E n ja ra d a , B e rn a rd in o C a rv a ja l, p o r la p o se sió n d e l m a y o ra z g o d e V ivero; a sim ism o , tu v o q u e a te n d e r n u ­ m e ro so s litig io s c o n los n a tu ra le s d e n u m e ro s o s d is trito s e n d o n d e se u b ic a b a n las p ro p ie d a d e s d e su e sp o sa . T a m b ié n , e n n o m b re d e su e sp o sa , e n 1726 a p a re c e re c u rr ie n d o la s e n te n c ia d e v ista d a d a el 18 d e ju n io d e 1721 e n el p le ito c o n tr a los n a tu ra le s d e l p u e b lo d e O ri­ z a b a so b re la p r o p ie d a d y p o se sió n d e d o s sitio s n o m b ra d o s E sc am e la y M assap a, q u e R o d rig o d e V ivero h a b ía c o m p ra d o el a ñ o d e 1 5 7 0 .58 E n 1738, s e g ú n d e c la ra ría su e sp o sa , se h a lla b a “q u asi d e m e n te ”, c o rrie n d o e lla c o n to d o s los n e g o c io s d e la casa, m u y m e rm a d o s d e p o r sí p u e s, a u n q u e s ie m p re h a b ía c o n tra d ic h o a su m a rid o , é ste h a b ía fu n d a d o sie te h a c ie n d a s d e la b o r a p e ra d a s y av ia d a s d e sus g a n a d o s c a d a u n a y “las tra b a jó y se p riv ó d e l a c re c e n ta m ie n to d e g a n a n c ia le s a fa v o r d e las h a c ie n d a s d e l m a y o ra z g o ” .59 L a v ejez d e la c o n d e s a , c o n el e s ta d o d e te rio r a d o d e su m a rid o y d e los b ie n e s p a trim o n ia le s , to d a v ía le d e p a ró o tro s in s a b o r c o n el h ijo v a ró n y su c e so r al c o n d a d o , q u e o c u rrió e n tre 1735 y 1 7 3 9 .60 D eb e h a b e r sid o m u y tira n te el a su n to , p u e s la c o n d e s a lle g ó a m o d ific a r su ú ltim o te s ta m e n to y d e s h e re d ó e n p a r te al p rim o g é n ito . S u v o lu n ta d se in c lin ó p o r la m a y o r d e sus h ijas, N ic o la sa H u rta d o d e M e n d o z a y V elasco, a q u ie n esco g ió p a r a s u c e d e r e n el v ín c u lo d e los S u á re z d e P e red o , a m p a rá n d o s e e n el e sc rito d e fu n d a c ió n d e J e r ó n im o A le m á n 56 Idem. 57 Sagrario

de Puebla de los Ángeles, Libro de matrimonios de españoles, n. 9, f. 31bis, 31r y 31v. 58 José Toribio Medina, La imprenta en México..., p. 173. 59 AGN, Civil, v. 881, exp. 7. 60 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 217, exp. 2. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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EL CONDADO DEL VALLE DE ORIZABA A TRAVES DE SUS MUJERES

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d e F ig u e ro a e n T u la n c in g o , y a q u e e n u n a d e las clá u su la s se d e c ía q u e “te n ie n d o el p o s e e d o r d o s h ijo s o h ija s p u e d a e le g ir a v o lu n ta d el m á s v irtu o s o y d e m e jo re s c a lid a d e s p a r a s u c e d e r e n el m a y o ra z g o ” . A l fa lle c im ie n to d e la c o n d e s a d e l V alle d e O riz a b a su h ijo b u scó , e n p r im e r lug ar, la m a n e ra d e a n u la r el te s ta m e n to m a te rn o y lle g ó a u n a c u e rd o c o n su h e r m a n a p a r a re c u p e ra r el c o n tro l so b re el m a y o ­ ra z g o d e S u á re z d e P e re d o . R e sp e c to al m a y o ra z g o d e V ivero, q u e sí se le h a b ía re s p e ta d o e n la ú ltim a v o lu n ta d m a te rn a , el a s u n to d e p o r sí e s ta b a b a s ta n te e n re d a d o . L os d u q u e s d e A b ra n te s, d e s c e n d ie n te s d e l h e rm a n o m a y o r d e l p r im e r c o n d e d e l V alle d e O riz a b a , e x ig ía n q u e se h ic ie ra v á lid a u n a d e las c lá u s u la s d e fu n d a c ió n d e l m a y o ra z g o d e V ivero, e n la q u e se e x ig ía q u e q u ie n lo d e te n ta r a fu e ra h ijo le g ítim o d e le g ítim o m a trim o n io , p o r lo c u a l la lín e a d e l VI c o n d e n o p o d ía o s te n ta r e l c o n d a d o . E l e m b ro llo ju r íd ic o e r a m a y ú sc u lo , p u e s al c o n ­ d a d o h a b ía q u e d a d o v in c u la d o el m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e re d o — re a lm e n te el q u e s u ste n ta b a al c o n d a d o — y al q u e n o te n ía n d e re c h o los p a rie n te s V ivero e s p a ñ o le s .61 P o r a u to fa v o rab le d e la R e al A u d ie n c ia d e 17 d e fe b re ro d e 1741, y tra s s e n te n c ia d e v ista y re v ista, J u a n d e C a rv a ja l, d u q u e d e A b ra n te s, fu e d e s ig n a d o c o n d e d e l V alle d e O riz a b a .62 N o h a b ía n tra n s c u rr id o tre s a ñ o s d e lo a n te r io r c u a n d o la R e al H a c ie n d a c o m e n z ó a a c o s a r a J u a n d e C a rv a ja l p o r los a d e u d o s d e los títu lo s ta n to d e l V alle d e O riz a b a c o m o d e S a n M ig u e l. N o h a b ie n d o c o n s e g u id o q u e se h ic ie ra v á lid a la in c o r p o ra c ió n p le n a d e l m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e re d o , C a rv a ja l b u sc ó tr a n s ig ir c o n el h ijo d e la a n te rio r c o n d e s a y e n 1744 f ir m a r o n d o c u m e n to p o r el q u e el d u q u e c e d ió a J o s é H u r ta d o d e M e n d o z a y a sus h ijo s y su c e so re s to d o el d e re c h o q u e c o m p e tía al m a y o ra zg o y estad o , o b lig á n d o se d o n J o sé a p a g a r al d u q u e 3 0 0 0 p eso s a n u a le s c a lc u la d o s so b re u n p rin c ip a l d e 6 0 0 0 0 p e so s e n q u e se v alu ó el m a y o ra zg o ; co n p o sib ilid a d d e r e d im ir la p e n s ió n a n u a l p a g a n d o 100 0 0 0 p e s o s.63 C u a n d o la a n te r io r c o n d e s a d e l V alle h a b ía d e c id id o s e p a ra r a su h ijo d e l m a y o ra z g o d e S u á re z d e P e re d o , y s e g ú n su p ro p io te stim o n io , lo h iz o “p o r h a b e r in c u r rid o e n c a u sa c rim in a l, al h a b e r e x tra íd o a u n 61 AGN, Vínculos y Mayorazgos, v. 217, exp. 1. 62 Guillermo S. Fernández de Recas, Mayorazgos de la Nueva España,

dad Nacional Autónoma de México, 1965, p. 165. 63 AGI, Indiferente, 1609.

México, Universi­

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p re s o (lla m a d o A n to n io d e C á c eres), d e la c árc el d e T u la n c in g o cuyo h e c h o fu e d e m u c h o e s c á n d a lo a las re p ú b lic a s y n o d e los q u e los fu n d a d o r e s q u ie r e n y p o r s e r ta m b ié n n o to rio el p le ito q u e m e h a p u e s to e n la R eal A u d ie n c ia a rg u y é n d o m e d e q u e n o lo a lim e n to , sie n ­ d o falso y a rg u y e n d o m i p u re z a (a u n q u e c iv ilm e n te ) d e u n a fa lse d a d cu y o s h e c h o s e n u n h ijo so n in ju ria s a tro c e s las c u ale s e n lo q u e to c a a m i p e r s o n a y p a r a d e la n te d e D io s n u e s tro s e ñ o r se las p e r d o n o y a m á n d o lo c o m o m a d re le p id o a D ios lo b e n d ig a c o m o y o lo b e n d ig o y le p id o a su m a je sta d lo p ro s p e re e n to d o ” .64 E sta a c titu d d e u n a n o b le titu la d a n o v o h is p a n a , q u e p u d ie r a p a r e ­ c e m o s m u y ríg id a y e stric ta , n o es sin e m b a rg o a isla d a. E n el sig lo XVIII la c o n d e s a c o n s o rte d e S a n C le m e n te e s c rib iría al rey s o lic ita n d o q u e se c a n c e la ra el títu lo d e c o n d e q u e le c o rre s p o n d ía a su h ijo , p u e s é ste n o e r a m e re c e d o r d e ta l y f u n d a m e n ta b a su so lic itu d e n la in c lin a c ió n d e l h ijo a las b e b id a s y el ju e g o , a d e m á s d e h a b e rlo s o rp re n d id o e n a m o re s c o n u n a m u la ta .65 El VIII c o n d e , J o s é F e rn a n d o [Javier] H u r ta d o d e M e n d o z a y d e V elasco — ta m b ié n lla m a d o J o s é J a v ie r S u áre z d e P e red o — , e sta b a y a c a sa d o c o n F ran cisca Ig n a c ia d e V illan u ev a C e rv a n te s c u a n d o acc ed ió al c o n d a d o . P o r eso n o a p a re c e la titu la c ió n e n la p a rtid a d e m a trim o n io . L a e sc o g id a p ro c e d ía d e u n a fam ilia c o n re n o m b re e n la b u ro c ra c ia vi­ rre in a l y carg o s im p o rta n te s d e sa rro lla d o s e n la A u d ien cia. T ras 23 añ o s d e v id a co n y u g al, falleció sin d e sc e n d e n c ia e n 1 7 51 66 (véase fig u ra 6). C u a tro m e se s d e s p u é s el c o n d e — q u iz á p o r la p re s ió n d e c o n s e g u ir d e s c e n d e n c ia p u e s y a c o n ta b a 4 8 a ñ o s d e e d a d — v o lv ía a c a sa rse en M éx ico (S a g ra rio ) el 25 d e ju lio d e 175 167 c o n J o s e fa M a ría M a tia n a M alo d e V illav icen cio y C a stro . L a n u e v a c o n d e sa h a b ía n a c id o e n la c iu d a d d e M éx ico y fu e b a u ti­ zad a e n el S a g rario el 3 d e m arzo d e 1733.68 Fue u n a d e los 14 hijos d e u n o d e los v irrey es in te rin o s d e N u e v a E sp a ñ a , el d o c to r P ed ro M alo d e Villavicencio. D iez a ñ o s sobrevivió a su m a rid o y falleció e n M éx ico el 4 d e m ay o d e 1781 e n su casa d e la calle d e V erg ara.69 O to rg ó te s ta m e n to en 64 AGI, México, 682; AGI, Escribanía, 210 A. 65 Los autos relativos a la petición se encuentran en AHML, Guanajuato, caja 1786. 66 Parroquia del Sagrario, Libro de defunciones de españoles, n. 16, f. 9v. 67 Parroquia del Sagrario, Libro de matrimonios de españoles, n. 23, 29 marzo 1751, f. 68 Parroquia del Sagrario, Libro de bautismos de españoles, 1 de enero de 1733-31

enero de 1734, f. 29. 69 Parroquia del Sagrario, Libro de defunciones de españoles, México, n. 25, f. 116v.

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M éxico el 1 d e m ayo d e 1781 a n te J o sé A. T ro n co so . S in e m b a rg o , su fi­ g u ra q u e d ó o p a c a d a p o r el p ro ta g o n is m o d e su h ijo y la n u e v a c o n so rte. E se h ijo fu e e ste J o s é D ieg o H u rta d o d e M e n d o z a y M alo , q u ie n su c e d ió a su p a d r e c o m o IX c o n d e d e l V alle d e O riz a b a . Si b ie n la p r o ­ s a p ia fa m ilia r d e las m u je re s d e l c o n d a d o h a b ía id o in c re m e n tá n d o s e p o c o a p o c o , el s ig u ie n te su c e so r al c o n d a d o a q u ila tó las e s tra te g ia s m a trim o n ia le s c o m o n in g ú n o tro . S u s m ira s e s tu v ie ro n e n u n a d e las ricas h e re d e ra s q u e p e rte n e c ía a d e m á s al g ru p o d e las escasas fam ilias q u e v iv ían p a r a e n to n c e s e n la c iu d a d d e M éx ico y p e rte n e c ía n a la ra n c ia n o b le z a titu la d a : la e le g id a fu e M a ría Ig n a c ia d e G o rrá e z B eau m o n t d e N a v a rra y B e rrio , y c o n tra jo m a trim o n io c o n e lla e n M éx ico (S a g ra rio ) el 8 d e s e p tie m b re d e 1769, e n la c a p illa d e los m a rq u e se s d e S a lv a tie rra .70 (V éase fig u ra 7.) D o ñ a M a ría Ig n a c ia h a b ía n a c id o e n M éx ico el 5 d e o c tu b re d e 1752 y e r a la s ig u ie n te s u c e s o ra a los m a y o ra z g o s d e la c a sa d e los m a risc a le s d e C a stilla y m a rq u e se s d e C iria, y s o b rin a d e los m a rq u e se s d e J a r a l d e B e rrio y c o n d e s d e S a n M a te o d e V a lp a ra íso .71 S o b rev iv ió a su m a rid o y fa llec ió v iu d a e n M éx ic o el 30 d e a b ril d e 1820, co n te s ta m e n to o to rg a d o allí m ism o , a n te la fe d e l e s c rib a n o Ig n a c io d e la B a rre ra , el 11 d e a b ril d e d ic h o a ñ o .72 El m a y o r d e sus h ijo s fu e A n d ré s D ieg o H u rta d o d e M e n d o z a G orrá e z , q u e c o n tin u ó c o m o X c o n d e d e l V alle d e O riz a b a . L a ú ltim a d e las c o n d e sa s d e l V alle d e O riz a b a , y a la q u e to c ó v iv ir el trá n s ito d e la N u e v a E s p a ñ a al M éx ico in d e p e n d ie n te , fu e M a ría D o lo re s J o s e fa A n a A n d re a P a n ta le o n a C a b a lle ro d e los O liv o s y R o d ríg u e z d e S a n d o v al, n a c id a e n la c iu d a d d e M éx ico el 25 d e ju lio d e 1781 y b a u tiz a d a e n el S a g ra rio el 2 7 ,73 y q u ie n h a b ía c o n tr a íd o m a trim o n io e n el S a g ra rio d e M éx ico el 23 d e m a rz o d e 18 01 74 c o n el e n to n c e s su c e so r al c o n d a d o . D o ñ a M a ría D o lo re s e ra a h ija d a d e b a u tis m o d e su fu tu ro su eg ro , lo q u e n o s m u e s tra los ce rc an o s lazos d e fa m ilia rid a d q u e e x istían e n tre a m b a s fam ilias, m ism o s q u e su frie ro n u n a fu e rte fra c tu ra p u e s el m a tri­ m o n io d e la p a re ja tu v o q u e s o rte a r n u m e ro sa s d ificu ltad es im p u e sta s 70 Parroquia del Sagrario, Libro de matrimonios de españoles, n. 29, f. 27v. 71 Confróntese con los artículos respectivos al marquesado de Ciria, al marquesado

de Jaral de Berrio y al condado de San Mateo de Valparaíso en Ricardo Ortega y Pérez Gallar­ do, Estudios genealógicos..., p. 98, 92 y 174. 72 AGNCM, Ignacio de la Barrera, notario 90, 11 de abril de 1820. 73 Parroquia del Sagrario, Libro de bautismos de españoles, 1 de enero de 1781-31 de di­ ciembre de 1781, f. 109v. 74 Parroquia del Sagrario, Libro de matrimonios de españoles, n. 38, f. 22. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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p o r la o p o sic ió n d e l IX c o n d e d e l V alle. C e rc a d e c u a tro a ñ o s d u ró el p le ito e n tre d o n A n d ré s y su p a d re , y a q u e e ste ú ltim o a le g a b a “d is e n ­ so d e m a trim o n io ” p o r c o n s id e ra r q u e la n o v ia e ra h ija d e e s p u rio s .75 C o n el fin d e c o n tr a rre s ta r el d e s c ré d ito q u e c o n tal a cció n se o c a ­ sio n ab a, y p a r a d e m o s tra r la ó p tim a c a lid a d social d e la c o n so rte , se p re s e n tó a n te el v irrey M a rq u in a la e je c u to ria d e h id a lg u ía d e los C a b a ­ llero d e los O livos. El v irrey c o n c e d ió la lic en cia m a trim o n ia l y fu e p o s ­ te rio rm e n te a p ro b a d a p o r c é d u la real d el 27 d e d ic ie m b re d e 1802. C a b e te n e r p re s e n te q u e los C a b a lle ro d e los O liv o s h a b ía n re g is tra d o sus p a p e le s d e n o b le z a d e s d e 1789 e n el N o b ilia rio d e la c iu d a d d e M éx ico .76 L a v id a c o n y u g a l se tra d u jo e n seis h ijo s y se v io in te r r u m p id a d e fo rm a s ú b ita el 4 d e d ic ie m b re d e 1828, al s e r a s e s in a d o el c o n d e d e l V alle p o r el a lfé re z d e a r tille ría M a te o P alacio s, h e c h o e n m a rc a d o e n los su ceso s d e la lla m a d a R e v o lu c ió n d e la A c o rd a d a y q u e , a d e m á s d e l a ta q u e al P a riá n d e la c iu d a d , d e s a tó e n c o n a d a s a c c io n e s e n c o n ­ tr a d e la p o b la c ió n e s p a ñ o la .77 E n 1830, y a v iu d a y e n u n ió n d e sus h ijas, la c o n d e s a so licitó al g o b ie rn o q u e se h ic ie se ju s tic ia c o n el a se ­ sin o d e su esp o so , c o n s ig u ie n d o q u e é ste fu ese p ro c e s a d o y c o n d e n a d o a m u e rte , eje c u tá n d o se la sen te n c ia e n la p la z u e la d e G u ard io la, fre n te a la c a sa d e l c o n d e .78 S u p r e m a tu r a v iu d ez, a u n a d a a su re la tiv a lo n g e v id a d , p e rm ite n c o n ta r c o n u n a n u tr id a d o c u m e n ta c ió n e n la q u e p a rtic ip ó ta n to e n su c a rá c te r d e a lb a c e a c o m o d e fo rm a p e rs o n a l, a te n d ie n d o los p le ito s p e n d ie n te s , re c o n o c ie n d o d e u d a s , a r r e n d a n d o las p ro p ie d a d e s ru ra le s y o to rg a n d o p o d e r e s y fian za s. E l a n á lisis d e d ic h a d o c u m e n ta c ió n p e rm ite c o m p re n d e r c ó m o las sucesivas v en ta s, c e sio n e s d e b ie n e s y so b re to d o los p le ito s c o n sus h ijo s p o r el d is fru te d e las p ro p ie d a d e s e n d o n d e h u b o q u e n o m b ra r n u m e ro s o s á rb itro s y lle g a r a co n v en io s, im p lic a ro n el in ic io d e la d e c a d e n c ia d e la fa m ilia. G ra n p a r te d e la d o c u m e n ta c ió n , re a liz a d a y a e n el M éx ico in d e p e n d ie n te la re fie re n c o m o la ex c o n d e s a d e l V alle d e O riz a b a . L a in c lu s ió n d e d ic h a p a r ­ tíc u la, si b ie n m a rc a b a el ro m p im ie n to c o n la C o ro n a e s p a ñ o la , q u e 75 AGN, Criminal, v. 136, exp. 123, f. 372v-373. 76 Ayuntamiento de la Ciudad de México, Nobiliario, v. VII, exp. 7, f. 524-559v. 77 Luis González Obregón, Las calles de México. Leyendas y sucedidos, vida y costumbres de

otros tiempos, México, Porrúa, 1988, p. 21; México. Revista de sociedad, Artes y Letras, Imprenta

El Nacional, México, t. I, 1983, p. 5. 78 Confróntese con la nota periodística firmada por El Gladiador, “Ejecución de justi­ cia en el asesino del Conde del Valle”, El Censor, Veracruz, t. V, n. 895, martes 25 de enero de 1831.

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h a b ía o to rg a d o los títu lo s, p e rm itía m a n te n e r la ca lific a ció n d is tin tiv a so cial q u e h a b ía te n id o la d ig n id a d . S o b re e s ta s e ñ o ra se c u e n ta q u e d u r a n te la e p id e m ia d e c ó le ra m o rb o d e 1833, lla m a d a el c ó le ra g ra n d e , fu e d a d a p o r m u e r ta c u a n d o só lo s u fría u n a ta q u e d e c a ta le p s ia , s ie n d o d e p o s ita d a e n la ig le s ia d e S a n D ieg o . A l d e s p e r ta r e n la n o c h e tu v o q u e e m p r e n d e r la c a m i­ n a ta a tra v é s d e la A la m e d a h a s ta su p a la c io , c o n só lo su m o rta ja p o r v e s tim e n ta y u n o d e los g ru e so s cirio s q u e a lu m b ra b a n su catafalco , c a u s a n d o el p á n ic o d e q u ie n e s c o n e lla se tro p e z a ro n .79 A la c o m p le jid a d a d m in is tra tiv a d e los b ie n e s m a n e ja d o s p o r d o ñ a D o lo res, h u b o q u e s u m a r n u ev o s p le ito s q u e se su sc ita ro n tra s la m u e r­ te d e su h ijo p rim o g é n ito , ca . 1849, y q u e in v o lu c ra b a n a la te s ta m e n ­ ta r ía d e su d if u n to esp o so , e n d o n d e a d e m á s d e n u e v o s á rb itr o s y a b o g a d o s h u b o q u e r e c u r r ir a la c o m a n d a n c ia g e n e ra l. A lo la rg o d e l p ro c e s o se tra ta b a d e d a r so lu ció n a los re c la m o s q u e h ic ie se su hijo, A g u stín S u á re z d e P e re d o , d e 38 6 5 9 p e so s q u e le c o rre s p o n d ía n p o r la m ita d q u e se le re s e rv a b a d e l v ín c u lo e n q u e fu e in m e d ia to sucesor. L a te s ta m e n ta r ía d e l c o n d e le re c la m a b a a su vez 10 0 0 0 p e so s d e la m ita d d e l c e n so q u e se p a g a b a a l c o n d e d e S a n tia g o d e C a lim a y a y 24 0 0 0 p e so s d e l g ra v a m e n q u e el v ín c u lo d e b ía a l d u q u e d e A b ra n te s. A sim ism o , D o lo res C a b a lle ro d e los O livos re c la m a b a 7 4 6 8 p e so s a n u a ­ les e n c o n c e p to d e a lim e n to s — q u e c o n s titu ía n la q u in ta p a r te d e los líq u id o s d e l m a y o ra z g o — y d e m a n d a b a a A g u stín el p a g o d e los m ism o s d e sd e 1828 a 1837, q u e a s c e n d ía n a 80 0 0 0 p eso s. A d e m á s d e lo an terio r, la te s ta m e n ta r ía d e l c o n d e d e l V alle d e O riz a b a te n ía p e n d ie n te el re c la m o d e d e u d a s d e v a rio s p a rtic u la re s y el p a g o d e la d o te d e sus d o s h ijas, M a ría J o s e fa y R a m o n a H u r ta d o d e M en d o za , s e g ú n lo e s­ ta b le c id o e n la c lá u s u la 17 d e la fu n d a c ió n d e l m a y o ra z g o , re a liz a d a p o r fray D ieg o S u á re z d e P e re d o — c o rre s p o n d ie n d o a c a d a u n a 30 0 0 0 p e so s q u e d e b ía n p a g a r p o r m ita d y e n p a rte s ig u a le s la te s ta m e n ta ría d e A n d ré s y la d e d o n A g u s tín .80 T ras sucesivos in te n to s p o r lle g a r a u n a so lu ció n a fines d e 1852 y p rin c ip io s d e 1853, e n d o n d e p rev aleció el d e se o d e la c o n d e sa p o r d i­ v id ir e n v id a las fincas y a n te la c o n sta n te re tic e n c ia d e la v iu d a d e d o n 79 Son numerosos los autores que han tratado el caso, entre ellos Magdalena E. de Rangel, La Casa de los Azulejos. Reseña histórica del Palacio de los Condes del Valle de Orizaba, México, San Ángel Ediciones, 1986, p. 86; Marco Antonio Campos, El café literario en ciudad de México en los siglos X IX y X X , México, Aldus, 2001, p. 58. 80José Ignacio Conde y Javier Sanchiz, Historia genealógica de los títulos..., v. II, p. 75-76. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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JAvIER SANcHIz

A g u stín , se lleg ó a u n co n v e n io el 25 d e se p tie m b re d e 1855 p ro to c o li­ z á n d o lo a n te R a m ó n d e la C u ev a.81 P or d ic h o d o c u m e n to se ratificó el a v e n im ie n to d e 1 8 53 y n o se a lte r ó la a p lic a c ió n d e las fin ca s q u e d is fru ta b a e n c o n c e p to d e a lim e n to s d o ñ a D o lo res. S e a d ju d ic ó a la te s ta m e n ta ría d e d o n A g u stín la h a c ie n d a d e S a n ta A n a C h ic h ih u a tla, re c o n o c ie n d o d e b e r a la te s ta m e n ta ria d el p a d re los ré d ito s d e 14 0 0 0 p eso s (la m ita d d e ellos al 6% a n u a l so b re las fincas d e S a n tia g o , S an R afael y B u en av ista, y los o tro s 7 0 0 0 al m ism o in te ré s so bre las h acien d as d e Palo H u eco , T ecám acac y A m o lu can , sie n d o m il d e ellos p e rte n e c ie n ­ tes a los ré d ito s q u e se a d e u d a b a n d el a rb itra m ie n to d el se ñ o r M olinos). D ichos ré d ito s c u b riría n , m ie n tra s viviese, los alim en to s d e d o ñ a D olores. D o lo re s C a b a lle ro d e los O liv o s o to rg ó n u m e ro s o s te sta m e n to s: el p rim e ro d e l q u e te n e m o s n o tic ia fu e d e l 16 d e m a y o d e 1 835, a n te Ig n a c io P e ñ a ;82 u n s e g u n d o d e l 23 d e m a y o d e 1837 a n te F ran cisco C a la p iz ,83 al q u e sig u ió o tro el 7 d e s e p tie m b re d e 1847 a n te R a m ó n d e la C u e v a ,84 o tro el 4 d e a b ril d e 1849 a n te Ig n a c io P e ñ a ,85 y u n o m á s el 1 d e m a rz o d e 1852 a n te F e rm ín V illa,86 e n el q u e d e ja b a in stru c c io n e s secretas a sus a lb ace as A n d ré s D avis y M a n u e l S a n d o v a l. F alleció e n la c iu d a d d e M éx ico (S a g ra rio ) el 28 d e n o v ie m b re d e 1 8 5 7 ,87 b a jo u n ú ltim o te s ta m e n to d e l 11 d e a g o sto d e d ic h o a ñ o a n te Ig n a c io P e ñ a .88 A m a n e r a de co n c lu sió n

L a h is to ria d e l c o n d a d o d e O riz a b a , a tra v é s d e sus m u je re s, n o s m u e s ­ tr a a n te to d o la d ific u lta d d e re a liz a r u n e s tu d io d e la m u je r e n el es­ ta m e n to n o b le sin in te rre la c io n a rla s c o n el v a ró n . L a d o c u m e n ta c ió n q u e n o s h a n le g a d o las c o n d e sa s, b ie n c o n so rte s o titu la re s, su ele re m i­ tirn o s in v a ria b le m e n te a su p a p e l c o m o g e sto ra s d e la “ca sa n o b ilia ria ”, re le g á n d o se e n c ie rto s e n tid o su p ro ta g o n is m o ; p e ro la c asu ístic a d e l c o n d a d o m u e s tra a su v ez q u e la lo n g e v id a d q u e o c u rrió e n v a rio s d e los caso s y su c o n d ic ió n d e v iu d a s activ as g e n e r a ro n n u m e ro s a d o c u 81 AGNCM, Ramón de la Cueva, notario 169, 25 de septiembre de 1855. 82 AGNCM, Ignacio Peña, notario 529, 16 de mayo de 1835. 83 AGNCM, Francisco Calapiz, notario 155, 23 de mayo de 1837. 84 AGNCM, Ramón de la Cueva, notario 169, 7 de septiembre de 1847. 85 AGNCM, Ignacio Peña, notario 529, 4 de abril de 1849. 86 AGNCM, Fermín Villa, notario 719, 1 de marzo de 1852. 87 Parroquia del Sagrario, Libro de Testamentos, v. XII, s. f. 88 AGNCM, Ignacio Peña , notario 529, 11 de agosto de 1857.

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m e n ta c ió n , la c u a l a p a re c e a u s e n te e n la h is to ria d e o tro s títu lo s n o b i­ lia rio s d o n d e se d io u n a situ a c ió n in v e rsa . D e n tro d e los v a lo re s so ciales im p e ra n te s , el v a ró n — b ie n e n su c a lid a d d e c ó n y u g e o b ie n e n su c a lid a d d e p a d r e — sig u ió te n ie n d o u n p a p e l p re d o m in a n te q u e m a rc ó el d e s tin o d e las c o n d e s a s al h a b e r ­ se tra z a d o u n a selectiv a p o lític a m a trim o n ia l. D e fo rm a d istin tiv a , h u b o e n el c o n d a d o d e l V alle d e O riz a b a u n a c u e stió n h e rá ld ic a e n la q u e p e s ó s o b re m a n e ra la fig u ra fe m e n in a . Al c a s a r c o n el fu tu ro s e g u n d o c o n d e , G ra c ia n a S u á re z d e P e re d o a p o rtó , j u n to a n u m e ro s o s b ie n e s v in c u la d o s, la im p o sic ió n d e a p e llid o y a rm a s a su d e s c e n d e n c ia . A p a r tir d e ella, las a rm a s d e los q u e d e te n ta r o n el c o n d a d o tu v ie ro n q u e c o lo c a r e n el p r im e r c u a rte l d e l b la só n las a rm a s d e los S u á re z d e P e red o . L a b ú s q u e d a d e las h is to ria s d e v id a d e las m u je re s d e n tr o d e l c o n d a d o d e l V alle d e O riz a b a m u e s tra c ó m o d u ra n te los p rim e ro s siglos d e l v irre in a to n o v o h is p a n o la a u s e n c ia d e in fo rm a c ió n so b re las p r o ­ ta g o n is ta s es a sim ism o n o to ria , a v eces lim itá n d o s e a fe ch as e x tre m a s d e l ciclo d e la v id a y al h e c h o d e h a b e r o to rg a d o o n o te s ta m e n to ; u n a re a lid a d q u e lle g a in c lu so a a fe c ta r a la c ú s p id e so cial d e l v ir re in a to .89 El títu lo n o b ilia rio , co m o h ilo c o n d u c to r d e su relativ o p ro ta g o n ism o , n o s m u e s tra a su vez asp ec to s c o m p a rtid o s co n o tro s e stu d io s d e caso, e n d o n d e h ay u n a fra g ilid a d d e l m a trim o n io c o n se c u e n c ia d e la m u e rte p re m a tu ra d e las m u jeres, e n la m a y o ría d e los casos c o m o re s u lta d o d e l p a rto . E sa fra g ilid a d p o n ía e n rie sg o la su cesió n d e l títu lo , el c a m b io d e lín e a su ceso ria y e n ellas la b ú s q u e d a d e in c re m e n ta r el p re stig io social, c o n los a p o rte s g en e a ló g ic o s d e las su b se c u e n te s c o n d e sa s co n so rtes. Fu e n t e s co nsultadas A rc h iv o s

Archivo G eneral d e Indias, Sevilla, E spaña (AGI) Archivo G eneral d e la N ación, M éxico (AGN) 89 Un ejemplo de ello lo proporciona el reciente trabajo de titulación de Daniela Pas­ tor Téllez, Mujeres y poder. Las virreinas novohispanas de la Casa de Austria, tesis de maestría en Historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, 2013. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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JAVIER SANCHIZ

A rchivo G eneral d e N otarías d e la C iudad de M éxico (AGNCM) A rchivo H istórico M unicipal d e L eón, G uanajuato (AHML) A yuntam iento d e la C iudad de M éxico Parroquia del Sagrario, C iudad de M éxico Real A cadem ia d e la H istoria, M adrid, E spaña (RAH) S agrario d e Puebla d e los Á ngeles B ib lio g ra fía

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KB HERMANAS EN CRISTO Ba la n c es , a pr o x im a c io n es y problem á ticas DEL m o n a c a to NOVOHISPANO R osalva L o r e t o L ópez Benemérita Universidad Autónoma de Puebla Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades Introducción

La presencia de conventos femeninos se asocia con la historia de las ciudades del Nuevo M undo que más rápidam ente adquirieron im por­ tancia política, económ ica y cultural. En algunos casos su fundación fue auspiciada directam ente por los obispos, en otros partieron de iniciati­ vas de miem bros del clero secular y regular. En ambos casos tam bién fue recurrente el apoyo de fervorosos seglares y piadosas mujeres. En el am ­ plio proceso fundacional del monacato de m anera específica, los frailes mendicantes aportaron a sus filiales femeninas elementos de la organi­ zación general, jerárquica y carismática que se im plantó en la España de la reconquista y que se reprodujeron en América. En ambos hem isferios la expansión gradual de conventos y m onas­ terios coincidió con una política urbanizadora en la que frailes y m on­ jas form aban parte esencial con la estructura interior de las ciudades en m utua interacción. En este sentido es factible entender a la cristia­ nización am ericana como parte del proyecto de colonización im pulsa­ do precisam ente a raíz de la experiencia del repoblam iento territorial peninsular.1 D urante los siglos xv i y xviI el auge del m onacato feme1 El surgimiento de las órdenes mendicantes en América siguió de manera muy pare­ cida el mecanismo de implantación europeo, aunque asociado con el reordenamiento terri­ torial. En una primera oleada, arribaron los representantes de la orden religiosa masculina, coincidiendo su labor con la castellanización y la evangelización. Este proceso se vio impul­ sado por disposiciones reales mediante las cuales los ayuntamientos les dotaban de bienes inmuebles, servicios y mano de obra para su establecimiento a la vez que conformaban una DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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ROSALVA LORETO LÓPEZ

nino fue com patible con los intereses específicos de la Corona, misma que se sirvió de la religión p ara alcanzar objetivos políticos em pleán­ dola como instrum entum regni.2 En A m érica la expansión poblacional a la p ar que la espiritual com prendió la necesidad de integrar a las españolas y más tarde tam ­ bién a las criollas en este proyecto proporcionándoles orientación, instituciones y espacios sem ejantes a los establecidos en España. Esta dinám ica se enriqueció con las iniciativas de familias tan poderosas como piadosas que incentivaron, prom ovieron, financiaron y legaron parte de lo que más am aban a la Iglesia, sus hijas. De esta m anera fueron surgiendo los claustros en los que se albergaron y educaron a las m ujeres que p or vocación, orfandad, pobreza o viudez, no podían o no habían contraído m atrim onio. Com o parte de la tradición m onástica y concretam ente a partir de la llegada de los franciscanos, la Nueva España heredó adem ás de la transm isión de la palabra evangélica m ediante el sermón, la práctica educativa y la integración de grupos de m ujeres a prácticas peniten­ ciales. Fueron una com unidad que puso especial em peño en la congre­ gación organizada de laicas en segundas y terceras órdenes bajo la dirección espiritual de la orden articulando una política religiosa de integración social a lo largo de dos siglos. Cabe destacar que en el caso del virreinato novohispano la expan­ sión del m onacato no partió de la iniciativa de las tradicionales órdenes medievales existentes en la península, como las benedictinas o las cistercienses. Para su establecimiento se contó tan sólo con el influjo de la tradición m endicante que albergó y promovió, desde las disposiciones em anadas en el Concilio de Trento, la difusión de las órdenes contem ­ plativas de clausura absoluta y obligatoria. O tra novedad tuvo que ver con los particulares patrones evolutivos que las corporaciones conventua­ les desarrollaron para su subsistencia y reproducción. Se puede considerar que en América el m onacato como proyecto de integración social fue exitoso pues al term inar el siglo XVIII un poco más de m edio centenar de naciente división provincial. Así se conformó, por ejemplo, la Provincia del Santo Evange­ lio de los franciscanos o la de Santiago de los dominicos. 2 Jesús Suberbiola Martínez, Real Patronato de Granada. El arzobispo Talavera, la Iglesia y el Estado moderno (1486-1516). Estudio y documentos, Granada, Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Granada, 1985, citado en María del Mar Graña Cid, “Reflexiones sobre la im­ plantación del franciscanismo femenino en el reino de Granada (1492-1570)”, en María Isabel Viforcos Marinas y Jesús Paniagua Pérez (coords.), I Congreso Internacional del Monacato Feme­ nino en España, Portugal y América, 1492-1992, t. II, León, Universidad de León, 1993, p. 535. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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conventos albergaba a las hijas de descendientes de conquistadores, de pobladores notables o de connotados caciques [y principales] indígenas. En este capítulo, en la m edida en que ya se cuenta con avances historiográficos que plantean de m anera porm enorizada la presencia de las órdenes dominicas, carm elitas y jerónim as en el virreinato,3 se presenta un acercam iento a la problem ática de la im plantación del m onacato en el virreinato de la Nueva España, sus variados m ecanis­ mos de expansión y las exitosas adecuaciones de la ram a fem enina de los m endicantes.4 En un segundo apartado se pretende aproxim arse 3 Para el caso de las dominicas de Oaxaca, véase Juan Bustamante, “Notas sobre el convento de Santa Catalina de Oaxaca”, Boletín del Centro Regional de Oaxaca, Instituto Na­ cional de Antropología e Historia, Oaxaca, n. 5, suplemento n. 3, enero de 1976. Para el de las dominicas de Guadalajara, véase José Francisco Román Gutiérrez, “Presencia dominica en Guadalajara (México). El convento de Nuestra Señora de Gracia (1588-1609)”, en María Isabel Viforcos Marinas y Jesús Paniagua Pérez (coords.), I Congreso Internacional del Mona­ cato Femenino..., p. 129-136. También se cuenta con trabajos emergentes, por iniciativa de la misma orden, como María de Cristo Santos Morales y Esteban Arroyo González, Las monjas dominicas en la cultura novohispana, México, Instituto Dominicano de Investigaciones Histó­ ricas de la Provincia de Santiago de México, 1993; Eugenio Martín Torres Torres (coord.), Anuario dominicano, 4 v., México, Instituto Dominicano de Investigaciones Históricas de la Provincia de Santiago de México, 2005. Para el caso de la fundación dominica de Pátzcuaro, véase José Martín Torres Vega, “El proceso de fundación del convento de Santa María In­ maculada de la Salud en Pátzcuaro”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Vida conventual femenina (siglos XVI-XIX), México, Centro de Estudios de Historia de México Carso, 2013, p. 211-231. Desde hace varias décadas, las carmelitas han sido objeto de monografías his­ tóricas más específicas, como Ramón Martínez, Las carmelitas descalzas en Querétaro, México, Jus, 1963. De más recientemente publicación, también se cuenta con Manuel Ramos Medi­ na, Imagen de santidad en un mundo profano. Historia de una fundación, México, Universidad Iberoamericana, 1990; Manuel Ramos Medina, Místicas y descalzas. Fundaciones femeninas carmelitas en la Nueva España, México, Centro de Estudios de Historia de México Condumex, 1997. Para el caso de Puebla, véase Rosalva Loreto López (ed.), Una empresa divina. Las hijas de Santa Teresa de Jesús en América, México, Universidad de las Américas-Puebla, 2004. Por su parte, dos de las tres fundaciones jerónimas en la Nueva España ya han sido abordadas desde las perspectivas arqueológica e histórica. Véanse, respectivamente, Daniel Juárez Cossío, El convento de San Jerónimo. Un ejemplo de arqueología histórica, México, Instituto Na­ cional de Antropología e Historia, 1989; Alicia Bazarte Martínez y Enrique Tovar Esquivel, El convento de San Jerónimo en Puebla de los Ángeles. Crónicas y testimonios, Puebla, Litografía Magno Graf, 2000; Alicia Bazarte Martínez, Enrique Tovar Esquivel et al., El convento jeróni­ mo de San Lorenzo (1598-1867), México, Instituto Politécnico Nacional, 2001. Las clarisas recientemente también han sido objeto de atención. Al respecto, y para el caso de las clarisas de la ciudad de México, véase Alan Rojas Orzechowski, “Un patronazgo del siglo XVII: Andrés Arias Tenorio y el convento de Santa Clara de la ciudad de México”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Vida conventualfemenina..., p. 107-122. Para el de las monjas de esta orden en la ciudad de Oaxaca, véase Alejandro Hernández García, “El convento del Sagrado Co­ razón de Jesús y Patrocinio del Glorioso Patriarca San José de clarisas capuchinas recoletas españolas de Oaxaca. Fundación, apogeo y desaparición”, en idib, p. 167-192. 4 La historiografía mexicana cuenta ya con dos trabajos importantes que plantean de manera general y descriptiva la problemática del monacato novohispano. Nos referimos al clásico texto de Josefina Muriel, Conventos de monjas en la Nueva España, México, Santiago, DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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al estudio del aporte del franciscanismo fem enino como corriente cul­ tural en el desarrollo del monasticismo novohispano con el objeto de sopesar la im portancia de la orden en este proceso social.5 Se estable­ cerán las diferencias entre las herm anas de la orden —concepcionistas, clarisas y capuchinas— con el objeto de m arcar las continuidades con el caso español y las singularidades que definieron esta form a de reli­ giosidad fem enina en el contexto de la m odernidad am ericana.6 1946, el cual se refiere a estas instituciones en la ciudad de México, y al de María Concep­ ción Amerlinck de Corsi y Manuel Ramos Medina, Conventos de monjas. Fundaciones en el México virreinal, México, Grupo Condumex, 1995, el cual incluye de manera pormenoriza­ da los datos fundacionales de cada monasterio. Abocado al estudio de la significación social de los once conventos localizados en la segunda ciudad del virreinato, se cuenta con el aporte de Rosalva Loreto López, Los conventos femeninos y el mundo urbano de la Puebla de los Ángeles del siglo XVIII, México, El Colegio de México, 2000. La obra global más reciente y de corte más explicativo sobre las diversas problemáticas sociales generadas al interior del mundo conventual es la de Asunción Lavrin, “Indian Brides of Christ. Creating New Spaces for Indigenous Women in New Spain”, Mexican Studies/Estudios Mexicanos, v. xv, n. 2, vera­ no de 1999, p. 225-260. 5Se ha adoptado el término “franciscanismo femenino” como parte del esquema cultural y de conducción aportado por la orden masculina hacia las congregaciones de mujeres. Esto tuvo que ver con las prácticas sociales y los mensajes de rango espiritual o doctrinal específicos y con las opciones de vida ofrecidas por los mendicantes. Al respecto, véase María del Mar Graña Cid, “Reflexiones sobre la implantación...”, p. 523. 6La historiografía ya cuenta para cada una de estas órdenes con algunos trabajos sobre conventos específicos. Para los conventos de la orden concepcionista, véanse Rosalva Loreto López, “La fundación del convento de la Concepción. Identidad y familias en la sociedad poblana (1593-1643)”, en Pilar Gonzalbo Aizpuru (coord.), Familias novohispanas, siglos XVI al XIX, México, El Colegio de México, 1991, p. 163-180; María Concepción Amerlinck de Corsi, “Los primeros beaterios novohispanos y el origen del convento de La Concepción”, Boletín de Monumentos Históricos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, n. 15, octubre-diciembre de 1991, p. 6-21; Ana Eugenia Reyes y Cabañas, “Templo de San Bernardo. Ciudad de México”, en Mini guías, México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1992. Para el convento de Jesús María, véanse Nuria Salazar de Garza, “Historia artística del convento de Jesús María de México”, en La orden concepcionista. Actas del I Con­ greso Internacional, t. II, León, Universidad de León, 1990, p. 147-160; Nuria Salazar de Garza, Salud y vida cotidiana en la clausurafemenina. El convento deJesús María de México, 1580­ 1860, tesis de maestría, México, Universidad Iberoamericana, 2003. Véanse también Isabel Arenas Frutos, “Fundación y primeros tiempos del convento de Jesús María de México”, en La orden concepcionista..., t. I, p. 475-484; Isabel Arenas Frutos, “Nuevos aportes sobre las fundaciones de conventos femeninos de la orden concepcionista en la ciudad de México”, en María Isabel Viforcos Marinas y Rosalva Loreto López (coords.), Historias compartidas. Religiosidad y reclusiónfemenina en España, Portugal y América. Siglos XV-XIX, León, Universidad de León/Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2007, p. 261-283. Cierra la serie de trabajos sobre esta orden Margaret Chowning con su texto sobre el caso del convento de la Purísima Concepción de la ciudad de San Miguel de Allende. Véase Margaret Chowning, Rebellious Nuns. The Troubled History of a Mexican Convent, 1752-1863, Nueva York, Oxford University Press, 2006. Mayor atención han merecido las clarisas. Sobre ellas, y para los casos de la capital mexicana y de Querétaro, véase Ann Miriam Gallagher, The Family Background of the Nuns of Two Monasterios in Colonial Mexico. Santa Clara, Querétaro, and Corpus

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Im plantación del m onacato en N u e v a E spaña. Etapas de expansión y adecuaciones

En los siglos XVI y XVII de m anera general, la sobrevivencia del m ona­ cato occidental puede verse como continuidad espiritual heredada de la tradición tardom edieval, con el surgim iento de congregaciones m o­ násticas com o las jerónim as y las carm elitas y con la m adurez de las segundas órdenes m endicantes. En este sentido América es directa­ m ente heredera de las tendencias reform istas que acom pañaron a la im plantación de estas últim as.7 De m anera específica en el virreinato novohispano, el proceso fundacional m onástico se asoció con el de la consolidación política, dem ográfica y espiritual de una nueva sociedad que dem andó la aper­ tura de m onasterios en el marco de condiciones m ateriales y étnicas Christi, Mexico City (1724-1822), tesis de doctorado, Washington, D. C., The Catholic Univer-

sity of America, 1972. De manera analítica, Asunción Lavrin estudió la administración de los bienes del convento de Santa Clara de Querétaro. Específicamente, este último caso ha sido descrito centrándose en los aportes artísticos presentes en Mina Ramírez Montes, “Del hábito y de los hábitos en el convento de Santa Clara de Querétaro”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria del II Congreso Internacional del Monacato Femenino en el Imperio Español, México, Grupo Condumex, 1995, p. 565-571; Mina Ramírez Montes, Niñas, donce­ llas, vírgenes eternas. Santa Clara de Querétaro (1607-1864), México, Universidad Nacional Autónoma de México/Instituto de Investigaciones Estéticas, 2005. Respecto a la misma orden, merece lugar aparte el estudio del monasterio de indias caciques adscrito a la primera regla de las clarisas. Para este tema, véanse Josefina Muriel, Las indias caciques de Corpus Christi, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1963; Asunción Lavrin, “Indian Brides of Christ...”, p. 225-260. María Justina Sarabia Viejo aborda el tema de la problemática étnica comparativamente. Véase María Justina Sarabia Viejo, “La Concepción y Corpus Christi. Raza y vida conventual femenina en México, siglo XVIII”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestaciones religiosa en el mundo colonial americano, México, Universidad Iberoamericana/Grupo Condumex/Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1994, p. 15-28. La orden de las capuchinas resulta la menos estudiada. Al res­ pecto, y para el caso de la ciudad de Puebla, véase Isabel Arenas Frutos, “Mecenazgo feme­ nino y desarrollo conventual en Puebla de los Ángeles (1690-1711)”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestaciones religiosas en el mundo., p. 29-41. Para la fundación de Lagos de Moreno, en Jalisco, véanse Salvador Reynoso, Fundación del convento de capuchinas de la Villa de Lagos, México, Jus, 1960; Emilia Alba González, “México, 1665: convento de San Felipe de Jesús de pobres capuchinas. Fundación toledana”, en Ma­ ría Isabel Viforcos Marinas y Jesús Paniagua Pérez (coords.), I Congreso Internacional del Monacato Femenino., t. I, p. 137-142; Luisa Zahino Peñafort, “La fundación del convento para indias cacicas de Nuestra Señora de los Ángeles de Oaxaca”, en Manuel Ramos Medi­ na (coord.), Memoria del II Congreso., p. 331-340. 7 Al cardenal Jiménez de Cisneros se le atribuyen en gran medida las reformas que reestructuraron las órdenes mendicantes a finales del siglo XV, de manera particular la de los franciscanos y, en consecuencia, la de las clarisas; sus preceptos definieron la evolución de la orden hasta el Concilio de Trento. Uno de los objetivos de Cisneros era la uniformización de las religiosas franciscanas bajo la orden de Santa Clara. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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que requerían m antener los límites sociales con el resto de la población no hispana. U na característica particular de este proceso inicial es que de entrada, a lo largo del siglo XVI, no se fundaron conventos a partir de la m igración voluntaria de monjas profesas de origen peninsular. Aquí, los espacios de reclusión voluntaria nacieron de la confluencia de in­ tereses vocacionales de españolas viudas, doncellas y huérfanas que necesitaban agruparse para sobrevivir, de la iniciativa del clero que se vio en la necesidad de crearles espacios de salvaguarda, de proporcio­ narles orientación espiritual y de facilitar la transm isión de la cultura que ellas aportaban. Durante la segunda m itad del siglo XVI las prim igenias fundaciones en el Nuevo M undo surgieron a partir de beaterios.8 De esta m anera nacieron los prim eros m onasterios de las concepcionistas, clarisas y dominicas.9 Ya en el siglo XVII esta tendencia fue seguida por carmelitas descalzas y agustinas. Estas instancias pueden considerarse como parte de una evolución propia del m onacato fem enino hispanoam ericano.10 Es im portante señalar que en el desarrollo de cada orden m onás­ tica fem enina el cam ino de su expansión no fue siempre el mismo. En algunos casos confraternidades de m ujeres seglares cam biaron de vo­ cación al sum ar sus intenciones y decidir convivir juntas cohesionán­ dose voluntariam ente en torno a una devoción específica y habilitando casas particulares com o beaterios. Esta m odalidad se percibe en los 8 En España, el modelo del beguinaje como forma espontánea de asociacionismo fe­ menino en un sentido estricto no formó parte de ninguna orden religiosa; su emergencia se asocia con la importación de un modelo religioso extendido en Andalucía y en el resto de la corona castellana que con toda probabilidad llevaron consigo las repoblaciones o que incluso fue establecido desde arriba por los poderes fácticos con vistas a la cristianización del territorio. El beguinaje es un fenómeno social de corte moderno que no floreció plena­ mente por tratarse de agrupaciones espontáneas ligadas tangencialmente al clero que co­ existieron con los monasterios formales sin evolucionar necesariamente como tales, salvo en excepciones asociadas con los mendicantes que los cobijaron y recondujeron. María del Mar Graña Cid, “Reflexiones sobre la implantación.”, p. 524-525. 9El de la Concepción de la ciudad de México procede del beaterio de la Madre de Dios, mientras que el de las clarisas lo hace del de las recogidas de San Nicasio. Al respecto, véase María Concepción Amerlinck de Corsi y Manuel Ramos Medina, Conventos de monjas..., p. 31. Por su parte, el de las dominicas de Santa Catalina tiene como antecedente el de Nuestra Señora Santa Ana. Véase Rosalva Loreto López, Los conventos femeninos... , p. 75. 10Esta modalidad fue compartida por las carmelitas descalzas en 1604 en la ciudad de Puebla. Véase Rosalva Loreto López (ed.), Una empresa divina...; Carmen Castañeda, “Re­ laciones entre beaterios, colegios y conventos femeninos en Guadalajara, época colonial”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria delII Congreso., p. 455-476. A esta tendencia respondieron el convento de Santa Teresa, el de Jesús María y el de Santa Mónica, todos en Guadalajara. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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conventos concepcionistas de N uestra Señora de Balvanera y de Regina Coeli, en la capital del virreinato, y de Santa Teresa y de Santa Rosa, en Puebla. En estos casos, cada poblam iento conventual se com pletó con monjas profesas procedentes de los m onasterios de la misma orden a la que habían decidido acogerse las beatas. O tra m odalidad surgió a partir de fundaciones directas de protomonasterios o monasterios “m atrices” cuyas habitantes prom ovían cada nueva fundación conventual garantizando los rituales traslados de una prim era generación de religiosas de velo negro y coro, ya experim en­ tadas en el seguim iento de su regla. O tra problem ática se define duran­ te el siglo xviI para algunos procesos fundacionales pues en repetidas ocasiones las fundadoras salieron de un convento ya establecido, por ejem plo de concepcionistas, a fundar uno de nueva regla como jerónimas, razón por la cual las monjas estaban conscientes de la posibilidad de m utar de regla con perm iso papal.11 Finalmente, a lo largo de dos centurias y m edia y de m anera paralela se instauró la reclusión fem e­ nina forzosa en recogimientos de casadas, “perdidas” o “arrepentidas”, los cuales fueron adaptándose y m utando lentam ente hacia colegios y posteriorm ente a m onasterios, ya en form a perm anente.12 11 Esta dinámica de poblamiento fue más o menos recurrida. También pueden men­ cionarse los casos de dominicas, como sor Mencia de Santo Tomás, que era sobrina del fundador de la Concepción y que salió del primero como fundadora (véase aclcp), o como las hermanas Raboso de la Plaza, que salieron de la Concepción en 1748 para fundar el monasterio dominico de Santa Rosa, también en Puebla (véase ACSRP). 12 Durante la segunda mitad del siglo xviII, el clero intervino directamente en la transformación de espacios de clausura forzosa y voluntaria, considerados marginales, hasta lograr su transformación en conventos. Aunque existen excepciones tempranas, te­ nemos el caso de Lima (1580-1660), como lo muestra Nancy van Deusen, “La casa de las divorciadas, la casa de La Magdalena y la política de recogimiento de Lima, 1580-1660”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria del II Congreso., p. 395-406; Nancy van Deu­ sen, “Instituciones religiosas y seglares para mujeres en el siglo xviI en Lima”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestaciones religiosas en el mundo., p. 65-87. Este fenómeno por lo regular fue tardío y compartido tanto en la península como en México. Esto se muestra en María Dolores Pérez Baltasar, “Beaterios y recogimientos para la mujer marginada en el Madrid del siglo xviIl”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria del II Congreso..., p. 381-195. Para el caso mexicano, véase Josefina Muriel, Los recogimientos de mujeres. Respuesta a una problemática social novohispana, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1964. En Puebla, un ejemplo es el caso del recogimiento de mujeres de Santa María Magdalena, que se transformó en colegio y luego en un asilo de mujeres casadas, para posteriormente dedicarse a las “arrepentidas” y de mala vida hasta derivar en el convento de Santa Mónica gracias al financiamiento y promoción del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz. También se localizan ejemplos en el Brasil tardo colonial, como el caso del recogimiento de la Santa Casa de la Misericordia, el cual se estudia en Maria Beites Manso, “Mujeres en el Brasil colonial. El caso del recogimiento de la Santa Casa de la Misericordia de Bahía a través de la depositada teresa de Jesús”, en María Isabel DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Las fundaciones conventuales atendiendo a cualquiera de estas va­ riantes obedecieron a razones bien diferenciadas. Por eso conviene dis­ tinguir qué prom ovió la creación de cada instituto y a qué procesos sociales estuvieron vinculados. Si bien es cierto que el prim er monasterio del virreinato se fundó hacia 1540 por iniciativa del obispo Zumárraga, resulta que el periodo de mayor expansión y consolidación legal y real se ubica a partir de 1567.13 Dado que para la precisión del periodo con­ tamos con fechas fluctuantes que incluyen desde las cartas en que se manifiesta por prim era vez el deseo de fundar hasta la fecha de poblam iento definitivo, hemos privilegiado cerrar como etapa inicial de la expansión del m onacato las fechas de 1567 a 1633. Fue en este periodo cuando se fundan los prim eros 30 monasterios en la Nueva España, lo que representa un poco más de la m itad de estos institutos religiosos. La eclosión conventual en el territorio novohispano durante este periodo se asoció con una dem anda social endogám ica producto del crecim iento poblacional y a consecuencia de im portantes oleadas m i­ gratorias. Cabe destacar que durante este tiem po se vive un periodo de religiosidad muy intenso en España caracterizado p o r la influencia de Santa Teresa y el fortalecim iento y expansión de las concepcionistas. La prim era fundación concepcionista fue apoyada y prom ovida p or el alto clero, com plem entándose y com binándose las subsecuentes fun­ daciones gracias a la iniciativa de los m endicantes. Este proceso formó parte del com prom iso religioso de apoyar las necesidades políticas de la Corona de estabilizar socialmente al asentam iento español en Am é­ rica. Esta propuesta se sustenta en interpretar a las fundaciones con­ ventuales como sinónim o de arraigo m aterial y espiritual, pues además de funcionar como m ecanismos de regulación económ ica que perm iViforcos Marinas y Rosalva Loreto López (coords.), Historias compartidas., p. 339-367; en Manila, como los casos estudiados en Marya Svetlana Camacho, “Los beaterios y recogi­ mientos en Manila en el siglo XVIII: acomodación religiosa y aportación social”, en María Isabel Viforcos Marinas y Rosalva Loreto López (coords.), Historias compartidas., p. 367-391; en Argentina, como se expone en Adriana Porta, “‘La Residencia’: un ejemplo de reclusión femenina en el periodo tardo colonial rioplatense (1777-1805)”, en María Isabel Viforcos Marinas y Rosalva Loreto López (coords.), Historias compartidas., p. 391-416; y en Ecuador, como el caso estudiado en María Isabel Viforcos Marinas, “Los recogimientos, de centros de integración social a cárceles privadas: Santa Marta de Quito”, Anuario de Estudios Ameri­ canos, v. L, n. 2, 1993, p. 59-92. 13 Dada la variabilidad cronológica entre las primeras agrupaciones femeninas, llá­ mense cofradías, beaterios o colegios, para la precisión de las oleadas fundacionales he considerado el arribo de las bulas de reconocimiento canónico del convento como las fechas de fundación legal. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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tieron la consolidación de capitales familiares, tam bién fueron expre­ sión de la reproducción de los esquem as culturales y simbólicos españoles en América. El m onacato floreció sobre todo en las ciudades cabeceras de obis­ pados, como México y Puebla y en m enor m edida en otras urbes de más tardía fundación y desarrollo.14 Predom inaron las fundaciones de concepcionistas (13), clarisas urbanistas (5), dominicas y jerónim as calzadas (6 y 3 respectivam ente) y carm elitas descalzas (1).15 U na de las posibles razones del inusitado éxito fundacional tuvo que ver con la im planta­ ción de un m odelo religioso fem enino que respondió a los requeri­ m ientos sociales im puestos tras la conquista, com o fueron la cohesión y fortalecim iento de un grupo definido por su origen peninsular, con el proceso de m aduración del grupo criollo, con la creciente difusión de las órdenes m endicantes y el fortalecim iento de sus provincias reli­ giosas como corporaciones, las cuales, para este periodo, se encontra­ ban fuertem ente vinculadas a la realidad social novohispana.16 Esta etapa se cierra con la presencia del obispo virrey Ju an de Palafox y M endoza, quien en 1641 inicia el proceso de secularización de las parroquias de los regulares y adscribe como atribuciones del episcopa14En este rubro, y dentro de esta primera oleada fundacional, quedan incluidas las ciudades donde, entre los siglos XVI y XVII, se erigió un solo monasterio, como Guadalajara, Oaxaca, Valladolid, Querétaro, Mérida, San Cristóbal de las Casas y villa de Atlixco. Será después de 1695 cuando en algunos de estos centros urbanos se expandió el monacato, fundándose entre tres y cuatro monasterios filiales más. 15Se definieron como modalidades conventuales de calzadas, descalzas y recoletas en función de la interpretación del voto colectivo e individual de pobreza. Dado que a las monjas no les es permitido mendigar, todas pagaban dote y se les permitía poseer propie­ dades que garantizarían el sustento de un determinado número de religiosas de velo negro y blanco. Las calzadas usaban chapines o zapatos, podían tener esclavas y sirvientas y edu­ caban niñas en sus muros. En sus conventos, aunque por constituciones tenían un número fijo, por licencia se permitió la entrada de numerarias cuyas familias pagaban, además de la dote, su peculio semanal. Las clarisas urbanistas, las carmelitas descalzas y las agustinas recoletas no variaban en su número constitucional, tenían rentas y monjas de velo blanco en número limitado, no educaban niñas y hacían de la pobreza colectiva parte de su carisma fundacional. 16El periodo de difusión del monacato femenino, que coincide con el de la consolida­ ción institucional fundada en el corporativismo religioso, tuvo mucho que ver en el proce­ so del logro de la independencia de las provincias de los regulares de España y su expansión territorial. Los franciscanos tenían seis provincias que administraban 200 conventos, los dominicos tres provincias que incluían 90 casas conventuales, mientras los agustinos con­ taban con dos provincias con 77 conventos. Antonio Rubial, “Las órdenes mendicantes evangelizadoras en Nueva España y sus cambios estructurales durante los siglos virreinales”, en Pilar Martínez López-Cano (coord.), La Iglesia en Nueva España. Problemas y perspectivas de investigación, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investi­ gaciones Históricas, 2010, p. 218 y 221. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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do la adm inistración de las rentas conventuales y la emisión, unifor­ m idad y edición de las reglas y constituciones en los m onasterios de calzadas de la ciudad de Puebla.17 Estos intentos de ejercicio de control y ordenam iento al interior del clero no fueron aislados. O tro ejemplo de esto fueron los autos de las visitas del arzobispo fray Payo Enríquez a los conventos de concepcionistas entre 1672 y 1675.18 Quizás a raíz del conflicto iniciado entre las diversas instancias del clero secular y regular se percibe un vacío fundacional a lo largo de 33 años, hasta que da inicio una segunda tendencia perceptible entre 1666 y 1761 cuando 19 conventos más se erigieron, algunos como filiales de las originales y prim igenias fundaciones. De m anera sobresaliente se definieron en este periodo nuevas tendencias en la religiosidad fem e­ nina. Esta oleada es coincidente con la consolidación del grupo criollo y su afianzam iento en ciertas urbes, las cuales a su vez se inscriben en un proceso de auge y crecim iento urbano.19 Este lapso tam bién incluye la em ergencia de algunos centros de segundo orden ligados a circuitos mercantiles regionales asociados con el mercado interno del Bajío, como Pátzcuaro y Lagos de M oreno y San Miguel el G rande, hoy de Allende. Esta etapa es rica en cambios y adecuaciones históricas ligadas a los primitivos ideales de las órdenes m endicantes, pues se trató de conven­ tos donde la pobreza y la sencillez asociadas a las funciones de la Iglesia prim itiva se convirtieron en partes fundam entales de su carism a fun­ dacional. Entre las innovaciones de este nuevo influjo del catolicismo se establecen las capuchinas (7, descalzas), las herm anas de la C om pa­ ñía de M aría (1, educadoras), carmelitas (3, descalzas), agustinas y do­ minicas recoletas (3 y 3, respectivamente), clarisas de prim era regla (1) y concepcionistas y brígidas, tam bién recoletas (1 y 1). Veinte años definen la diferencia con la siguiente, y últim a, oleada fundacional que corre entre 1782 y 1811. Este lapso es coincidente con 17Uno de los conflictos más importantes del periodo tiene que ver con la política episcopal de control más estricto. Una de sus atribuciones se centró en someter a los frailes a su influencia y convertir las antiguas doctrinas regulares en parroquias seculares. Palafox despojó a los regulares de 36 parroquias indígenas en la diócesis de Puebla. Éste sería el más importante antecedente de ejercicio de control político episcopal que se completaría en 1766 en las diócesis de México y Michoacán. 18Véase Leticia Pérez Puente (comp.), Autos de las visitas del arzobispo fray Payo Enríquez a los conventos de monjas de la ciudad de México (1672-1675), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios sobre la Universidad, 2005. 19En este periodo se fundaron en Guadalajara y en Oaxaca cuatro y dos monasterios más, respectivamente. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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el declive del m onacato novohispano y un cam bio en su papel dentro de la sociedad asociado con el advenim iento de obispos reformistas borbónicos. Sus logros en el ámbito del monasticismo fem enino pueden resum irse en la aplicación de las reform as a la vida com ún en los m o­ nasterios de calzadas de las ciudades de México, Puebla y Q uerétaro, G uadalajara y San Miguel el G rande, y en el condicionam iento y ade­ cuación de las dem andas fundacionales a una nueva política eclesiás­ tica tendiente a lim itar el crecim iento e im portancia de la Iglesia en su conjunto.20 Ocho m onasterios más abrieron sus puertas en este lapso entre los que sobresalen las capuchinas (4) y las herm anas de la Com ­ pañía de M aría (3) y carm elitas (1). Cabe señalar que en este periodo 20 Desde 1754, Fernando VI comenzó a dar visos de lo que sería la política de la Co­ rona respecto a las órdenes regulares, pues se acordó su injerencia en el dictado de los testamentos y se ejerció un estricto control en la aprobación de las nuevas fundaciones conventuales femeninas. De manera paralela, se aplicó una serie de reformas encaminadas a la prescripción de una vida claustral más apegada a la Iglesia primitiva, pugnando por el seguimiento de un modelo de pobreza colectiva a imitar en los conventos de calzadas de las ciudades de México, Puebla y Querétaro. Para las consecuencias de este proceso, véase Asunción Lavrin, “Ecclesiastical Reform of Nunneries in New Spain in the Eighteenth Century”, The Americas, v. xxiI, n. 2, octubre de 1965, p. 182-203. Luis Sierra Nava-Lasa hizo un primer acercamiento asociando la llegada de prelados como Lorenzana con los procesos sociopolíticos que desencadenaron las primeras medidas reformistas. Luis Sierra Nava-Lasa, El cardenal Lorenzana y la Ilustración, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1975. De igual manera, el tema es analizado desde sus implicaciones políticas en David Brading, Orbe indiano. De la monarquía española a la república criolla, 1492-1867, México, Fondo de Cultura Económica, 1991. Las consecuencias de las reformas en el interior de los conventos se tra­ taron en Nuria Salazar de Garza, La vida común en los conventos de monjas de la ciudad de Puebla, México, Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Puebla, 1990. En dicho trabajo, la autora hace una recopilación documental de los pareceres de las monjas de ambas facciones sobre el acatamiento de las reformas. Por su parte, María Justina Sarabia Viejo analizó algunos de los factores que orillaron a las monjas a aceptar el cambio de vida. Véase María Justina Sarabia Viejo, “Controversias sobre ‘la vida común’ ante la reforma monacal femenina en México”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria delII Congreso., p. 583­ 592. Un nuevo enfoque que incluyó la expulsión de las niñas de los claustros lo realizó Pilar Gonzalbo Aizpuru ligando por primera vez el problema de la expulsión de las educandas y la implementación y acogida en los colegios. Véanse Pilar Gonzalbo Aizpuru, Las mujeres en la Nueva España. Educación y vida cotidiana, México, El Colegio de México, 1987, p. 23; Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Reffugium Virginum. Beneficencia y educación en los colegios y conventos novohispanos”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria del II Congreso., p. 429-443. En el mismo sentido, Isabel Arenas aborda las adecuaciones que se pusieron en marcha para dar solución a la problemática mencionada. Véase Isabel Arenas Frutos, “Innovaciones educativas en el mundo conventual femenino. Nueva España, siglo xviII: el Colegio de Niñas de Jesús María”, en Manuel Ramos Medina (coord.), Memoria del II Congreso., p. 443-454. Rosalva Loreto dedica parte importante de su investigación a tratar de explicar la asimilación y las consecuencias sociales y arquitectónicas de las transforma­ ciones propuestas por el obispo Fabián y Fuero. Véase Rosalva Loreto López, Los conventos femeninos..., p. 85-167. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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se deben considerar otros indicadores en la validación de la últim a propuesta del expansionism o conventual, pues uno de sus aportes más im portantes fue su adecuación a la realidad hispanoam ericana que se abrió a la recepción de m ujeres caciques indígenas; más tarde, bajo la m odalidad de colegios, se dio cabida adem ás a otras de diversas calidades étnicas.21 L a im portancia del franciscanism o fem enino

Del total de los 57 conventos fundados en la Nueva España entre los siglos XVI y XVIII, más de la m itad de ellos procedieron de iniciativas en donde la orden franciscana tuvo injerencia directa. Esto representa un problem a historiográfico sobre el que merece la pena reflexionar. La época de oro del m ovim iento franciscano coincidió con la ex­ pansión de la orden en América, donde representó la inicial y más im portante corriente evangelizadora y cultural. Su posterior desarrollo constituye uno de los hitos fundam entales en la historia de la Iglesia de la Europa occidental pues m arcó u n a huella definitiva sobre los com portam ientos ético-religiosos de los hom bres y m ujeres de la his­ toria de la m odernidad. Es recientem ente cuando se ha com enzado a estudiar a fondo la relación entre los franciscanos, las ciudades, la población fem enina que en ellas habitaba y las repercusiones que sobre la m ism a pudo ten er su m ensaje doctrinal y devocional. Este proceso, de m anera práctica, aglutinó una serie de aspectos institucionales que llam an la atención. Partimos de considerar que esta orden ofreció el m ayor nú­ m ero de posibilidades de realización religiosa que cualquier otra. Las mujeres podían optar po r ser cofrades, beatas o acogerse com o tercia­ rias franciscanas con el debido cum plim iento de los votos tem porales. O tra posibilidad, no menos importante, tuvo que ver con el ofrecimiento de los frailes para lograr que las m ujeres pudieran abrazar la vida reli­ giosa canónica y regiam ente constituida. En cualquiera de sus vertien­ tes su estudio porm enorizado está aún por profundizarse con el fin de 21 Al respecto, además de la bibliografía de Muriel, Lavrin y Zahino sobre las indias caciques, se debe considerar la fundación de los cuatro colegios de la Compañía de María. Véase Pilar Foz y Foz, La revolución pedagógica en Nueva España (1754-1820), 2 v., Madrid, Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo del Consejo Superior de Investigaciones Científi­ cas, 1981. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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revalorar el im pacto que esta función social tuvo en el ordenam iento territorial en el Nuevo M undo. Si bien la ram a fem enina de la orden franciscana po r antonom asia fue la de Santa Clara, para el siglo XVI en Europa se vinculó con ésta, de diversas m aneras y en distintos m om entos, a la de la Inm aculada Concepción, pasando esta últim a, p or m om entos, a form ar parte de la familia contem plativa franciscana.22 En Nueva España la particular dinám ica fundacional y la asociación entre ambas perm itió, sin lugar a dudas, el florecimiento de las diversas variantes de las segundas órde­ nes franciscanas. A lo largo de casi 300 años la presencia de m onaste­ rios definió en gran m edida a la religiosidad fem enina en el Nuevo M undo. De m anera concreta las advocaciones conventuales concepcionistas p red o m in aro n avasalladoram ente en la p rim era oleada fundacional que duró cerca de 70 años. Esta prim era etapa puede caracterizarse asociada al m om ento clave del desarrollo de la orden en H ispanoam érica bajo influjo real y episcopal.23 22 Un problema dentro de la historiografía del monacato proviene de delimitar la adscripción institucional de la orden concepcionista. Dos tendencias se confrontan conti­ nuamente: una a favor de la autonomía y otra vinculada indisociablemente con la orden franciscana. El sustento de esta última procede de varios hechos históricos. Al principio, esta hermandad, por disposición canónica, fue acogida bajo la orden del Císter en 1489, lo que constituyó un mecanismo práctico y legal previo al reconocimiento de un nuevo instituto monástico. Posteriormente, en 1494 las monjas solicitaron adscribirse bajo la regla de Santa Clara por ser ésta más afín a su carisma. Hacia 1511, mediante la bula de Julio II, se aprobó su independencia y el seguimiento de sus propias reglas, constituciones y estatu­ tos específicos, mismos en los que participaron activamente los franciscanos. De acuerdo con el documento papal, se confiaba la nueva orden de manera especialísima al cuidado y solicitud pastoral de la primera orden de los franciscanos. Véase Eusebio García de Pesque­ ra, “La orden de la Concepción: su identidad y novedad en los umbrales de la Edad Mo­ derna”, en María Isabel Viforcos Marinas y Jesús Paniagua Pérez (coords.), I Congreso Internacional del Monacato Femenino..., p. 175. Se considera el nacimiento de este nuevo instituto religioso como un producto modelado por los franciscanos, pues sus postulados personificaban los ideales de la reforma cisneriana en relación con las mujeres. De hecho, la observancia femenina franciscana se presenta en España como concepcionista. Véase Luis Suárez Fernández, “Religiosidad femenina en la época de los Reyes Católicos”, en La orden concepcionista..., t. I, p. 35. 23 El nacimiento de la orden de la Inmaculada Concepción se produjo en el marco de las reformas cisnerianas a la orden franciscana. La rigidez de la regla concepcionista que incluía la clausura estricta constituyó el modelo acabado de comunidad monástica femeni­ na postulado por los reformadores. Es en torno a la definición del carisma fundacional donde se perciben diferencias entre una orden y otra. Las concepcionistas no pretendían definirse como una comunidad más de la segunda orden franciscana. Su carisma se asoció directamente al misterio de fe de la Inmaculada Concepción de María Santísima, lo que les permitió tener un “oficio específico y designación de hábito y regla”. Eusebio García de Pesquera, “La orden de la Concepción.”, p. 180. Cabe hacer una precisión en el recono­ cimiento de regla propia hacia 1511: en el capítulo cuarto se pide que los visitadores de la DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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Se puede sugerir que en A m érica el am or a la M adre de Dios fue un precepto de fe que alcanzó un auge extraordinario. U na de las posibles explicaciones de este fenóm eno social reside en el haber logrado un a articulación cultural y sincrética, tanto en ciudades como en pueblos, lo que explica su presencia com o dedicaciones y p atro ­ natos m arianos, pero sobre todo en el éxito alcanzado en el núm ero de fundaciones conventuales en Nueva España.24 Parte de su rápida difusión se debió a la solidez que el carism a concepcionista había al­ canzado en la península com o instituto religioso. El siguiente cuadro m uestra la secuencia de las fundaciones de la orden concepcionista (véase cuadro I). Aunque en cada ciudad los grupos de mujeres laicas contaron con la cercanía de los franciscanos, tanto como prom otores o como confeso­ res y directores espirituales, en principio las fundaciones concepcionistas fueron prom ovidas p or iniciativas del clero secular, como en el caso de las concepcionistas de las ciudades de México y Puebla. Dentro de la orden fuesen franciscanos, sometiéndose a sujurisdicción. Resulta importante señalar esto, pues es uno de los temas que causan diferencias historiográficas con motivo de la adscrip­ ción institucional de la orden. Lo que resulta relevante es señalar que esta articulación permitió que lo que a nivel de dogma defendían los franciscanos, las concepcionistas con su ayuda se comprometían a vivirlo a nivel de culto; de ahí proviene parte fundamental de la afinidad espiritual entre ambas órdenes. Este respaldo teológico facilitó la difusión de un paradigma. Véase José García Santos, “La regla de Santa Beatriz de Silva. Estudio com­ parado”, en María Isabel Viforcos Marinas y Jesús Paniagua Pérez (coords.), I Congreso In­ ternacional del Monacato Femenino . , t. II, p. 185-186. 24 A principios del siglo xviI, el culto mariano en la Nueva España había alcanzado una importancia semejante al reconocido en la ciudad de Toledo, cuna de la orden concepcionista. Para una comparación de la festividad en las dos ciudades, véanse María Isabel Viforcos Marina, “La festividad de la Inmaculada en León en el siglo xvil”, en La orden concepcionista., t. I, p. 341-348; Rosalva Loreto López, “La fiesta de la Concepción y las identidades colectivas, Puebla (1619-1636)”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestaciones religiosas en el m undo., p. 87-104. Para el siglo xviII, el reconocimiento de este misterio de fe había alcanzado tal madurez que se expresaba a través de múltiples devociones. Una fuente documental importante se estudia en Thomas Calvo, “El zodiaco de la nueva Eva: el culto mariano en la América septentrional hacia 1700”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestaciones religio­ sas en el m undo., p. 117- 31. En el mismo tenor, los jesuitas fueron, junto con los francis­ canos, una orden que promovió de manera sobresaliente el culto a la Madre de Dios. Véase Pilar Gonzalbo Aizpuru, “Las devociones marianas en la vieja provincia de la Com­ pañía de Jesús”, en Clara García Ayluardo y Manuel Ramos Medina (coords.), Manifestacio­ nes religiosas en el m undo., p. 105-116. Como reflejo de esta creciente y continua aceptación, Asunción Lavrin describe este esquema de devociones a través de las advocaciones conven­ tuales. Véase Asunción Lavrin, “Devocionario y espiritualidad en los conventos femeninos novohispanos. Siglos xvil y xviIl”, en María Isabel Viforcos Marinas y Rosalva Loreto López (coords.), Historias compartidas., p. 149-162. DR© 2017. Universidad Nacional A utónom a de México, Instituto de Investigaciones Históricas Disponible en: w w w .historicas.unam .m x/publicaciones/publicadigital/libros/m ujeres/nueva_espana.htm l

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