Oriente y Occidente: hacia la comprensión mutua; 1960

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Oriente y Occidente: hacia la comprensión mutua; 1960

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ORIENTE

Y OCCIDENTE : hacia

la comprensión

mutua

ORIENTE Y OCCIDENTE HACIA COMPRENSI6N

GEORGES

UNESCO

LA MUTUA

FRADIER Ig

Publicadoen 1960 par la Organizacih a!elas Nm’on~sUnidaspara la Educación, la Ciencia y la Cultura, placedeFontenoy,Paris-Te Impresopor Drukkerij Holland .N.V., Amsterdam(PaísesBajos)

0

Unedco MC.59/D.41,%

1960

Índice

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indefinible

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II

El foso de la historia

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Introducción

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El Oriente

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La época de las incomprensiones. Los pasajes no son secretos Los orientales, El Occidente La comprensión La labor

pueblos

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modernos.

misterioso

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como meta

de la Unesco

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Para la portada se han utilizado una foto de Gilbert la obra Inde sacrée[izquierda], y una foto Giraudon

Étienne, tomada [derecha].

de

Wer sich selbst und andre kennt, Wird auch hier erkennen : Orient und Occident Sind nicht mehr zu trennen. Goethe - Westöstlichar Diwan

Introducción

Hay formas cándidas de la ignorancia. Citemos, por ejemplo, el caso de aquellos antiguos cartógrafos que, tanto en China como en Europa, problaban de ridículos monstruos las “tierras desconocidas” -es decir, la mayor parte del mundocuya existencia a duras penas admitían; o el de ese personaje de comedia que, hacia I 860, observaba con aires de hombre advertido que las lenguas extranjeras debían tener, después de todo, una cierta utilidad “ya que sin ellas los extranjeros tendrían dificultades para comprenderse mutuamente” ; 0, para citar un caso más, la ignorancia que se refleja en la pregunta que muchos buenos occidentales, con la mayor naturalidad y mientras le ofrecen de modo gentil una copa, suelen hacer a un indio amigo nuestro sobre el número exacto de sus esposas. Pero si es verdad que estas formas de ignorancia no tienen remedio, otras hay, en cambio, que sí pueden ser corregidas, sobre todo porque quienes las sufren no encuentran motivo alguno para complacerse en ellas. Tal es el caso de innúmera gente -hombres y mujeres cuya edad oscila entre los años de la adolescencia y los de la madurezque hoy experimenta, por su falta de conocimientos suficientes, una franca desazón ante el irritante problema que se denomina el Oriente. En efecto, se habla del Oriente como de un oscuro enigma que solo podrían descifrar los especialistas : continentes demasiado vastos, mares desconocidos, inmensas naciones de las cuales se hablaba muy poco antaño porque se solía considerarlas como imprecisas provincias o aledaños pintorescos de imperios de acusado carácter occidental ; pueblos increíblemente diversos y numerosos y que hablan lenguas tan múltiples y diferentes como las mismas regiones donde florecen y que, en fin, poseen tradiciones filosóficas, religiosas y literarias al mismo tiempo antiguas y extrañamente vivas, según parece. Ahora bien, los occidentales habían aprendido de paso, al correr de un texto de historia o de una página de ética elemental, que tales religiones y culturas en efecto existían. Se habían hecho fotografías de monumentos ; estatuas y pinturas llegaban a los museos y tiendas de Occidente. Podían parecer curiosas o impresionantes, incluso bellas. Pero sólo pertenecían al pasado y, con frecuencia, a un pasado sumamente vago. iCuál era la historia de esos pueblos? En los manuales escolares sólo se hablaba de ella en relación con el Occidente. Por ejemplo, los árabes hacían su aparición para invadir España y para 7

combatir en Palestina en torno a los Santos Lugares, después de lo cual volvían a la nada. La India surgía de una noche encantada y legendaria para ser explotada, desde el siglo XVI al XVIII, por dos o tres compañías mercantiles. La China salía de su hierático aislamiento para acoger a los “civilizadores” de la guerra del opio, mientras que el Japón, anquilosado desde hacía doscientos años en la armadura de un samurai degollador de misioneros portugueses, obtenla en 1853 exactamente el derecho a dos párrafos en un manual. Por consiguiente, nuestra ignorancia pudo a menudo explicarse y hasta excusarse. Pero hoy es intolerable. Parece peligrosa en un momento en que la verdadera política se hace en escala mundial y en que las palabras “el destino de la humanidad” no pertenecen exclusivamente al vocabulario de los moralistas sino al de los periódicos, que expresan más o menos claramente la conciencia y la inquietud de nuestro tiempo. Todo el mundo sabe y comprende que la paz, el progreso general y la prosperidad del mundo pueden depender también de la evolución, de las decisiones y el trabajo de países que se sitúan todavia sin gran precisión