Obras completas

Citation preview

I

/'

HISTORIA DE LOS

HETERODOXOS ESPAÑOLES POR

El,

DOCTOR

DON MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO Director de

la

Real Academia de

Ex

la Historia.

nobis prodicriint,

Scui

(I.

SEGUNDA

EDICI(')N

TOMO

non erant ex

loANN.,

II,

REFUNDIDA

I

MADRID LIBRKRÍA (JKNERAL DK VICTORIANO SUÁREZ Calle de Preciados, 48

igi

I

19.)

no'ns.

OBRAS COMPLETAS DEL EXC.MO. SEÑOR

DON ^lARCELIXO ^lENÉNDEZ Y PELAYO

Digitized by the Internet Archive in

2009

with funding from

University of Toronto

http://www.archive.org/details/obrascompletas01men

HISTORIA DE LOS

HETERODOXOS ESPAÑOLES

Phot.Kaulak

yil,

yíÜmJlAUP^ '

¿^-

HISTORIA DE LdS

HETERODOXOS ESPAÑOLES POR

Kl.

DOCTOR

DON MARCELINO MENKNDEZ Y

ES PROPIEDAD

Madrid.— Establecimiento

tipográfico de Fortanet, Libertad,

29.— Teléfono

991.

B

la

bent^íta

memoria de mis

pat^res

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

La primera edición de

Historia de los heterodoxos españoles consta

la

de tres volúmenes, publicados desde 1880 á 1882 tirada de cuatro mil ejemplares, cifra

obras de erudición, no tardó gráfica, lo cual,

como

me

ninguna utilidad los

mucho en

bibliófilo

(i).

Con haber

sido la

que rara vez alcanzan en España

las

hoy una rareza biblioque soy, no deja de envanecerme, aunque agotarse, y es

proporcione. Los libreros se hacen pagar á alto precio

pocos ejemplares que caen en sus manos, y como hay aficionados para

todo, hasta para las cosas caras, han llegado á venderse á 25 duros los tres

tomos en papel ordinario y á 50 ó más de hilo.

En

pocos que se tiraron en papel

los

tanto tiempo, han sido frecuentes las instancias que de palabra y por

escrito se

me han hecho para que

que era de todas que estimo más.

las

mías

consintiese en la reproducción de esta obra,

más

solicitada,

aunque no sea ciertamente

la

mi interés pecuniario hubiese atendido, hace mucho

Si sólo á

que estarían reimpresos

la

los

Heterodoxos; pero no pude determinarme á

sin someterlos á escrupulosa revisión,

que iba haciéndose más

difícil

ello

conforme

los años y se acumulaban diariamente en mi biblioteca nuevos documentos de todo genero, que hacían precisa la refundición de capítulos

pasaban

enteros.

Los dos ejemplares de mi uso vinieron

á

quedar materialmente

anegados en un piélago de notas y enmiendas. Algún término había que poner á semejante trabajo, que mi conciencia de investigador ordenaba, pero

que

los límites probables

de

la

vida no

me

permitían continuar indefinida-

mente. Aprovechando, pues, todos los materiales que he recogido, doy á luz

El plan bastante detallado y dividido por capítulos, había aparecido en la RevisEuropea, 1876, tomo vni, páginas 459, 485 y 522. Allí están también algunos párrafos del primitivo prólogo, que refundí y amplié un aiío después. Para entonces había escrito ya los primeros capítulos. Téngase en cuenta esta indicación cronolójíica, para juz(i)

ta

garlos con la indulgencia que necesitan.

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

10

nuevamente

Historia de los heterodoxos, en forma que para mí habrá de

la

ser definitiva, aunque no dejaré de consignar en notas ó suplementos finales

que durante

las noticias

curso de

el

me

nuevas correcciones que se ello estropeo

mi obra. ¡Como

si

impresión vaya adquiriendo ó

la

ocurran.

No

faltará

las

quien diga que con todo

se tratase de alguna novela ó libro de pasa-

tiempo! La Historia no se escribe para gente frivola y casquivana, y

deber de todo historiador honrado es ahondar en

la

pueda, no desdeñar ningún documento y corregirse á sea menester. La exactitud es una forma de

la



el

primer

investigación cuanto

mismo cuantas veces

probidad

y debe

literaria

extenderse á los más nimios pormenores, pues ¿cómo ha de tener autoridad en grande

lo

el

que

se muestra olvidadizo

y negligente en

lo

pequeño? Nadie es

nombre

responsable de las equivocaciones involuntarias; pero no merece

de

escritor formal quien deja subsistir á sabiendas

un yerro, por leve que

parezca.

Bien conozco que es tarea capaz de arredrar

un

libro de erudición

renovación

más de

al

más intrépido la de refundir que han sido de

treinta años,

en muchas ramas de

total

casi

escrito hace

la

Historia Eclesiástica, y de

progreso acelerado en todas. Los cinco primeros siglos de

la Iglesia

han sido

estudiados con una profundidad que asombra. La predicación apostólica, historia

de

los

patrística, las

dogmas, los orígenes de

la liturgia cristiana,

persecuciones, los concilios,

más

recientes.

la constitución y nueva cuando se leen en

La Edad Media, contemplada antes con ojos

románticos, hoy con sereno y desinteresado espíritu, ofrece por riquísimo

campo



sola

á una legión de operarios que rehace la historia de las

instituciones á la

luz

de

crítica diplomática,

la

cuyos instrumentos de

trabajo han llegado á una precisión finísima. Colecciones ingentes de

mentos y

la

literatura

las herejías,

disciplina de la primitiva Iglesia, parecen materia los historiadores

la

docu-

de textos hagiográficos, de concilios, decretales y de todas las fuentes de jurisprudencia canónica, han

cartularios,

epístolas pontificias,

puesto en circulación una masa abrumadora de materiales, reproducidos con

todo rigor paleográfico y sabiamente comentados. Apenas hay nación que no posea ya un Corpus de sus escritores medioevales, unos Momimenta histórica,

una serie completa de sus crónicas, de sus leyes y costumbres; una ó varias publicaciones de arqueología artística, en que el progreso de las artes gráficas contribuye cada día más á

la fidelidad

de

la

aparato se ensanchan los horizontes de re los Templarios, los

apén-

dices de la Educación Popular que tanto enseñan sobre nuestra historia económica, y la misma Regalía de Amortización que está muy bien documentada. Salvo sus opiniones canónicas, de que á su tiempo hablaremos, fué uno de los españoles más ilustres y be-

neméritos del siglo xviu. Una de las principales tareas en que se empleó la actividad de nuestros eruditos (4) de la décimaoctava centuria fué la edición crítica de nuestra antigua colección canónica.

Es

cierto

que no llegaron á ser del dominio público los gigantescos trabajos del puede formarse idea por la carta que desde Toledo dirigió al

V. Burriel, de los cuales

21

ADVERTENCIAS PPvELIMIN'ARES

Una sombra hay en este cuadro: la expulsión de los jesuítas, que alejó de España á buen número de trabajadores formados en la escuela del P. Andrés Marcos Burriel, émulo de Flórez en la diligencia, superior en la amplitud de que

miras, coleccionista hercúleo y crítico sagaz,

se aplicó principalmente al

estudio de nuestras fuentes canónicas y de nuestra legislación municipal.

alcanzó aquel grande é infortunado varón

extrañamiento de

el

porque había sucumbido poco antes, víctima de le

arrancó

el

la

No

los suyos,

arbitrariedad oficial,

que

tesoro de sus papeles. Pero á Italia fueron y en Italia brillaron

su hermano, el magistral biógrafo de Catalina Sforza; el P. Aymerich, elegante autor del episcologio

de Barcelona;

autores de notables monografías;

Maceda, Tolrá y Menchaca, Juan Andrés, que comprendió en el

los PP.

P.

el

vasto cuadro de su enciclopedia literaria

(DdV

led' ogniletter atura) las ciencias eclesiásticas,

historiador español. valo,

Y

para no citar otros

que hizo ediciones verdaderamente

origine, progressi

ed stato attua-

que han tenido en

muy conocidos, el clásicas

de

las

P.

él

su linico

Faustino Aré-

obras de

S. Isidoro,

de los poetas cristianos primitivos (Juvenco, Prudencio, Sedulio, Draconcio)

Himnodia Hispánica, ilustrándolas con prolegómenos doctísimos que de la mejor crítica de su tiempo y no desdicen del nuestro. Gracias á estos proscriptos y á algún otro español residente en Roma,

y de

están

la

al nivel

comenzó á realizarse aquel plan de Historia Eclesiástica que en 1747 trazaba en una elegante oración latina el auditor D. Alfonso Clemente de Arósíegui, exhortando á sus compatriotas á eterna

la

exploración de los archivos de

la

ciudad

(i).

Tienen

los

buenos trabajos de

la

erudición española del siglo xviii no sólo

Rábago en 30 de Diciembre de 1754 (Cartas Eruditas y Críticas del P. Andrés Marcos Burriel, publicadas por Valladares, sin año, págs. 229-278), y por el opúsculo de La Sema Santander, Praefatio historico-critica in verain et genuinain 'collectionein veteruin Canonuin Ecclesiae Hispatiuie (Bruselas, 1800). Ni llegaron tampoco á realizarse en toda su amplitud los que anuncia la Xoticia di las antiguas y gentiinas Colicciones Canónicas P.

Pedro Luis Blanco (1798). Pero á la Real Biblioteca, hoy Nacional, y á su director D. Francisco Antonio González, se debió, por fin, la edición muy apreciable de 180S, que no entró en circulación hasta 182 1. Del saber y fina crítica de nuestros canonisLis del siglo xviii, son excelente muestra los tres tomos de D. Vicente González Arnao sobre las Colecciones de Cánones Griegos y Latinos (1793). inéditas de la Iglesia Española del bibliotecario D.

Ildephonsi Clemetitis de Arostegui de Historia Ecclesiae líispaniensis excolen(l) Kal. Sept. da exhortatio ad Hispanos, habita in palalio C. M. Reg. Hisp. Rom.

XH

MDCCXLVH. Esta oración, ya rara, está reimpresa en los apéndices del tomo i de la Historia EcleE-paña, de D. Vicente de la Fuente, 2."'* ed., págs. 2S5-292. Fué como la inaugural de una pequeña Academia de Historia Eclesiástica, que formaron los españoles residentes en Roma, y á la cual se debieron algunas buenas disertaciones, que ya se irán mencionando en el curso de esta obra. Es lástima que tuviese vida tan efímera esta institución, de la cual hubiera podido salir un trabajo que enmendase los graves errores del de Cayetano Cenni De antiquitatibus Ecclesiae Hispaniae

siástica de

Dissertationes (1741), en que la

amanerada

retórica del estilo encubre

cialidad contra las tradiciones de nuestra Iglesia.

mal

la aviesa par-

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

22

esmero y conciencia, pulso

común y

sino

un carácter de continuidad en

el esfuerzo,

desinteresado, una imparcialidad ú objetividad,

que da firmeza á sus resultados y contrasta con quico en que hemos caído después. Toda nuestra vida

dice,

adolece de esta confusión y desorden. El olvido ó

el

un im-

como ahora

se

individualismo anár-

intelectual del siglo xix

el frivolo

menosprecio con

que miramos nuestra antigua labor científica, es no sólo una ingratitud y una injusticia, sino un triste síntoma de que el hilo de la tradición se ha roto y que los españoles han perdido la conciencia de sí mismos. No llevaré el pesimis-

mo

que esto haya acontecido en todas

hasta creer

únicas á que en este discurso me cia,

sino renovación y progreso.

tiempos medios, la

La

En

las ciencias históricas,

algunas no ha habido decaden-

de

los

la historia del arte, la historia

de

historia literaria, especialmente la

arqueología artística y

y de las instituciones, la geografía antigua de España, la epiromana, la numismática ibérica, el cultivo de la lengua árabe, la histo-

legislación

grafía

la particular de algunos pueblos y comarcas, han contado y cuentan representantes ilustres, calidad aventaja al número. En las monografías que se les

de algunos reinados,

ria política la

la

refiero.

bibliografía y la paleografía,

en quienes

deben está

la

lo

las historias

más granado de nuestra erudición moderna, más bien que en

generales de España que con vario éxito se han emprendido.

Pero otras ramas del árbol histórico, que fueron antiguo, parecen, durante

guna tanto como

gún los

la

libro

mayor parte

la historia eclesiástica,

indicio suficiente,

llegado

la

si

tantos otros

las

más frondosas en

del siglo xix, mustias y secas.

cuya postración y abatimiento sería triste punto á que ha

no tuviéramos, del

conciencia religiosa de nuestro pueblo. Apenas puede citarse nin-

de esta

clase,

que en más de cincuenta años haya logrado traspasar

aledaños hispánicos y entrar en

la

corriente de la ciencia católica, á no

ser la hermosa obra apologética de Balmes (El Protesianiismo)^ que

que á

la historia

guerra de

lo

Nin-

la

propiamente dicha pertenece á

la filosofía

de

más bien La

la historia.

Independencia, dos ó tres guerras civiles, varias revoluciones,

una porción de reacciones, motines y pronunciamientos de menor cuantía, un desbarajuste político y económico que nos ha hecho irrisión de los extraños, el vandálico despojo y la dilapidación insensata de los bienes del clero,

muchas fundaciones de enseñanza y beneficencia, la al siniestro resplandor de las llamas que devoraban insignes monumentos artísticos, la destrucción ó dispersión de

la

ruina consiguiente de

extinción de las Ordenes regulares

archivos y bibliotecas enteras, el furor impío y suicida con que el liberalismo español se ha empeñado en hacer tabla rasa de la antigua España, bastan y .sobran para explicar el

de imputar á

De

la

fenómeno que lamentamos,

los tradicionalistas su parte

enseñanza

oficial

sin

que por eso dejemos

de culpa.

poco hay que esperar en esta parte, porque su vi-

ciosa organización acaba por desalentar las vocaciones

más

fuertes. Al

universitario pertenecen ó híwi pertenecido (dígase para gloria suya) la

parte de los investigadores de mérito que

cuerpo

mayor modernamente ha tenido España,

ADVERTENCIAS PRELIMINARES pero

casi

todos se formaron solos y no sé

si

alguno ha llegado á crear escuela.

Nuestros planes de estudios, comenzando por

de

la legislación francesa,

los franceses

cuyo

23

el

de 1845, han sido copia servil abandonado por

espíritu centralizador está ya

mismos. Entre nosotros semejante régimen,

nuestra índole, resultó

completamente

el

más contrario á

males han ido agraván-

y dose de día en día y de remiendo en remiendo. El cultivo de las lenguas sabias, sin el cual no se concibe erudición sólida, está vergonzosamente abanlos

estéril,

donado, con pocas y por lo mismo más loables excepciones. Limitándonos al caso presente, basta consignar escuetamente dos hechos.

Ha

desaparecido

la

única cátedra de Historia Eclesiástica que en España

aunque poco más que nominalmente y agregada de mala manera al doctorado de la facultad de Jurisprudencia. Poco se ha perdido en ello; pues existía,

¿qué fruto podían sacar de

tal

enseñanza nuestros Canonistas universitarios,

que llegan á licenciados con un año de Instituciones y empiezan y acaban su carrera sin saber latín ni poder leer el más sencillo texto de las Decretales?

Mucho

antes había desaparecido de nuestras Universidades la Facultad de

Teología, que gozaba de poco prestigio en los últimos tiempos, mirada con recelo por unos, con desdén por otros, con indiferencia por

la

mayor

parte.

muy de

menos, y nadie ha intentado seriamente su restauración, aunque medios había para ello dentro del régimen concordado en Nadie

la

echó

que legalmente vivimos. De este modo nos hubiéramos evitado

el

oprobio

de Suárez y Melchor Cano, sea el único pueblo de Europa que ha expulsado la Teología de sus Universidades. Todos, católicos

de que España,

la patria

y protestantes, la conservan, sin que este acatamiento rendido á la ciencia de las cosas divinas en centros de cultura abiertos á todo el mundo, se considere como signo de atraso en Alemania ni en Inglaterra ni en parte alguna. Entre nosotros

la

Teología y

el

Derecho Canónico tienen hoy su único

fugio en los Seminarios episcopales,

que según

la

re-

mente del Concilio Triden-

tino (i) se establecieron m'ás bien para la educación moral de los aspirantes al

sacerdocio, que para

lestra estaba

gios

el

entonces en

de algunas Ordenes

cultivo de las letras sagradas, cuya verdadera palas aulas universitarias

religiosas.

La vida

y en los florecientes cole-

científica

de

los

Seminarios espa-

ñoles puede decirse que no comienza hasta el reinado de Carlos

Prelados doctos, celosos y espléndidos los organizaron sas

como

III:

algunos

vertladeras ca-

de estudios en Barcelona, en Vich, en Murcia, en Córdoba, en Cuenca,

en Osma, en Salamanca y en otras diócesis: los métodos y la disciplina pedagógica solían ser superiores á los de las decadentes Universidades, pero

por desgracia se

como hoy nistas

(i)

infiltró

en algunos de ellos cierto modernismo teológico

diríamos, que los hizo sospechosos de tendencias galicanas, janse-

y quizá más avanzadas. Todo aquello fué de efímera duración y corto

Sess. xxiil, cap. xxiii.

ad mundi

«Cum

voUiptates sequcndas.....y'

adolesccntium aetas, nisi recU institualitr, prona

sit

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

24

VII apenas quedaba vestigio de

En tiempo de Fernando

influjo.

plan de estudios de 1824 reorganizó

mente

la

ello, y el enseñanza teológica con sentido neta-

tomista.

Pasada

la

horrible convulsión de la guerra civil de los siete años,

después de larguísimas negociaciones

do

el

y ajustaConcordato de 1851, comenzaron

á reorganizarse nuestros Seminarios, y es ciertamente notable lo que en

gunos de

ha conseguido

ellos

el celo

de

penuria económica. Es claro que los estudios

al-

mayor de Teología Dogmática y Mo-

los Prelados,

luchando con

la

han debido prevalecer sobre otros cualesquiera, y nunca han faltado en

ral

nuestros cabildos varones de sólida y profunda doctrina que den testimonia de que todavía quedan teólogos y canonistas en España. Los escriturarios

son más raros, porque

la

exégesis bíblica requiere una enciclopedia de co-

nocimientos especiales, que es

donde

es tan

pobre

dras de Griego y

casi

imposible adquirir en nuestra nación

material bibliográfico moderno. Así y todo, las cáte-

el

Hebreo

gún fruto en época no

se

van aumentando, y no pueden menos de dar alEn otros Seminarios se han establecido Cáte-

lejana.

dras de ciencias naturales, desempeñadas seriamente, y en algunos ha pene-

trado

la

Arqueología

artística,

para cuya enseñanza pi-áctica y teórica existen

ya importantes museos diocesanos y algunos buenos manuales.

La restauración de

las

Ordenes

religiosas trabajosamente lograda en el úl-

timo tercio del siglo xix, y combatida á cada sectaria,

humano. Algunas de

varios ramos de! saber

nemos

momento por

intolerancia

la

ha proporcionado á España excelentes educadores y escritores en las

mejores Revistas que hoy

están redactadas exclusivamente por religiosos, y no es

contribución que han aportado á los Congresos científicos

más

te-

pequeña

recientes.

la

En

general puede decirse, sin nota de exageración, que la cultura de nuestro clero secular y regular

no

es inferior á la

que suelen tener

los laicos

más aven-

tajados en sus respectivas profesiones.

Pero todavía

den menos de

falta

andar mucho camino, y

sentir los efectos

de

la

las ciencias eclesiásticas

languidez propia de todas

las

no puecosas en

Las traducciones y compilaciones son mucho más nu-

nuestro abatido

país.

merosas que

obras originales. Todavía no tenemos una Historia general

de

las

la Iglesia, escrita

por autor español

Félix Amat, ya de remota fecha

(i).

La

(2.^ edición,

del arzobispo de Palmira 1807),

don

apenas pasa de ser un

compendio de Natal Alejandro y Fleury, de cuyas ideas galicanas

participa-

Por entonces se tradujeron y continuaron los S/g¿os Cris/íanos de Ducreux, canónigo de Auxerre, (1790. 2.* edición, 1805-1S08) y más adelante la

ba.

(i)

La

erudición española del siglo xviii nada importante produjo en materia de monografía de los jesuítas desterrados á

historia eclesiástica general, salvo tal cual

Italia. La líistoria de la Iglesia y del Mundo del bibliotecario D. Gabriel Alvarez de Toledo, ni por semejas corresponde á su ambicioso título, puesto que el único tomo publicado (1713) no alcanza más que hasta ei diluvio. Como libro fdosófico y teológico

no carece de

interés,

aunque su composición es tan extravagante como su

estilo.

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

25

Historia de la Iglesia de Receveur (1842-1848), la de Béraul-Bercastel con

adiciones del barón de Henrion (1852-1S55), obras extensas pero de segundo

orden.

Mucho más

útiles

han sido

manuales alemanes de Al-

los excelentes

Hergenroether y Funk, traducidos sucesivamente por Puig y Esteve (1852), García Ayuso (1885) y el P. Ruiz Amado (1908); y el compendio latino

zog,

de

Berti, adicionado hasta nuestros días

López, de

en parte,

la

la

Orden de San Agustín

por

(1S89).

el

venerable y modesto Fr. Tirso

También fué

menos

traducida, á lo

obra enciclopédica de Rohrbacher, no exenta de tradicioualisvio,

y que según el plan adoptado por el autor, engloba toda la Historia univeren la Historia eclesiástica. Finalmente, en el momento en que escribo

sal

sale á luz el

primer tomo de

la bella

obra de Monseñor Duchesne sobre los

primeros siglos cristianos, esmeradamente vertida á nuestra lengua por P.

el

Pedro Rodríguez, agustiniano.

Tampoco extensión y

la

Historia particular de nuestra Iglesia ha sido escrita con

que

la crítica

la

tiempos presentes reclaman. Líbreme Dios de

los

regatear los méritos de la única obra de este género que en nuestra lengua se ha publicado

(i).

Su

católicos españoles, y los

autor, cuyo

muy

nombre vive en

particularmente en

la

la

de

memoria de todos

los

los

que fuimos discípu-

ó compañeros suyos, era un hombre de sincera piedad, de cristianas cos-

tumbres, que no impedían

la

franca expansión de su vigoroso gracejo y

libertad de sus opiniones en todo lo

que lícitamente es opinable; de

ciencia canónica probada en la cátedra durante

más de medio

siglo;

la

sólida

exposi-

tor claro y ameno; polemista agudo y temible, á veces intemperante y cho-

carrero por falta de gusto literario y hábitos de periodista no corregidos á

tiempo, pero escritor sabroso y castizo en medio de su incorrecta precipitación; investigador constante

y bien orientado, á quien sólo faltaba cierto esmano en muchas

crúpulo de precisión y atildamiento; trabajador de primera

materias históricas, que ilustró con importantes hallazgos; ligero á veces en sus juicios, pero pronto á rectificar siempre sus errores; propenso

cismo en

las cosas antiguas,

fué D. Vicente de

(i)

la

y á

la

al

escepti-

excesiva credulidad en las modernas. Tal

Fuente, tipo simpático y original de estudiante español

Apenas merecen tomarse en cuenta

las Anti¿:^ücdades eclesiásticas de

España en

los

cuatro primeros siglos de la Iglesia ^Q Fr. Pablo de S. Nicolás (Madrid, 1725), porque atendida su fecha tienen todavía menos importancia qt" e la obra de Padilla.

Puede considerarse también como un conato de historia eclesiástica, puesto que pertenecen á ella la mayor parte de sus capítulos, el primer tomo (único publicado) de la Historia de España vindicada de D. Pedro Per.alta Barnuevo (Lima, 1 730), polígrafo peruano de más erudición que crítica, pero notablemente instruido para su tiempo. La portada de este libro, raro en Europa como casi todos los impresos en Indias, anuncia que en él «se fijan las más ciertas épocas ó raíces del Nacimiento de Nuestro Salvador: »se defiende irrefragablemente la venida del Apóstol Santiago, la aparición de Nuestra »Señora al Santo en el Pilar de Zaragoza, y las translaciones de Su Sagrado Cuerpo: Se «vindica su historia primitiva eclesiástica, la de San Saturnino, San Fermín, Osio y otros »sucessos: Se refieren las persecuciones, los máríyres y demás santos, los Concilios y ^Progresos de la Religión hasta el siglo sextos

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

26

de otros tiempos. Alcanzó Los servácios que

talado.

Colaboró en

postrimerías de nuestras viejas Universidades,

las

conservó viva su tradición y

recogió en un libro tan curioso

la

continuación de

la

la

como

destar-

debe son muchos y de varia índole. España Sagrada. Fué casi el único español

erudición

la

le

que en nuestros días sacó á luz un texto inédito de la Edad Media no perteneciente á las cosas de España: el importante poema de Rangerio Viia Anselmi Lticensis, que tanta parte contiene de la Historia de S. Gregorio VII y de la Condesa Matilde. Ilustró con crítica muy original varios puntos de la

Aragón y de los orígenes tan obscuros y controvertidos monarquía pirenaica. Dedicó gran parte de su vida á la depuración del

Historia jurídica de

de

la

muy

texto de las obras de Santa Teresa, haciendo ediciones

das

que antes

las

se conocían, é ilustrándolas

de

tos trabajos suyoSj á pesar

los

superiores á to-

con preciosos documentos. Es-

defectos que tienen, nacidos los

más de

vma imperfecta ó negligente paleografía v de haber dado demasiada importancia á las copias del siglo xviii,

hoy tan

florecientes fuera

marcan época en

los estudios teresianos

de España.

La Fuente con más severa disciplina, con más surtido arsenal bibliográfico, el conocimiento que le faltaba de la moderna erudición, y con un poco más de gravedad y sosiego en el estilo, hubiera podido ser nuestro historiador eclesiástico. Tenía para ello notables condiciones, especialmente un amor con

puro y sincero á la verdad y un grande arrojo para proclamarla, aunque tropezase con preocupaciones arraigadas, aunque se granjease enemigos dentro

de su propio campo.

A

semejanza de aquéllos antiguos eruditos que fue-

ron martillo y terror de los

falsarios,

embiste sin reparo alguno contra todo

género de patrañas. La obra críticamente demoledora que comienza en Mon-

España Sagrada^ y termina con cierde Godoy

déjar y Nicolás Antonio, continúa en la to matiz volteriano en

la

deliciosa Historia de los falsos cronicones

Alcántara, tuvo en D. Vicente un colaborador insigne,

supo mantenerse dentro de

los

amplios límites que

que por otra parte

la Iglesia

otorga á estas

discusiones. Si se

prescinde del

estilo,

que muchas veces es vulgar é inadecuado á

materia, hay capítulos excelentes en

todo en

la

parte consagrada á

documentos nuevos, cosa muy la

España Sagrada

futuro sobre

la

Edad Media. El autor acude los archivos,

rara en los autores

fué su principal guía,

misma materia, pero no

es

casi

siempre á

y á veces da á conocer

de compendios. Por

como

lo será

lo de-

de todo trabajo

pequeño mérito haber ordenado

y sistematizado las noticias de carácter general que cidas,

la

Historia eclesiástica de España^ sobre

muestra familiarizado con

las fuentes, se

más,

la

la

allí

se encuentran espar-

haber aprovechado su caudalosa documentación sin perderse en aque-

lla selva. Los dos tomos que versan sobre los tiempos modernos, son sumamente endebles, y parecen improvisados en fondo y forma. El principal defecto de la obra de La Fuente consiste en ser demasiado elemental. Cuando apareció por primera vez en 1855, tenía el modesto ca-

ADVERTEN'CIAS PRELIMINARES rácter de adiciones al

Manual de Alzog, y aunque en

27 la

refundición publica-

da de 1873 á 1875, el trabajo de nuestro profesor campea independiente, y llena seis volúmenes en vez de los tres primitivos, todavía resulta insuficien-

como

te

Historia,

aunque tenga buenas proporciones como compendio. Algo

semejante hay que decir de cio

la

obra alemana del sabio benedictino

P. Bonifa-

Gams, Die KircJiengeschichte von Spajiien (Ratisbona, 1876-1879), exce-

lente historiador, de la mejor escuela, discípulo y biógrafo de Moelher.

obra del

Gams, á quien tanto por

P.

debemos

ella

como por

especial gratitud los españoles, aventaja á

la

de La Fuente en

dos los puntos de nuestra Historia que se relacionan con Iglesia

y con

pero

ra patrística,

tro compatriota, y

el

la

to-

general de

universales del Derecho Canónico y de

las fuentes

La

su Series episcoporum (1873)

la

la

Literatu-

contenido peculiarmente español es más rico en nues-

más

clara la

comprensión del espíritu nacional, á que un

extranjero difícilmente llega por docto y bien informado que sea. Tienen, pues, las dos Historias sus méritos particulares y no

una por

El gran valor de

la otra.

la

de

Gams

pueden

substituirse la

consiste en haber aprovechado

para beneficio de los anales de nuestra Iglesia

el

riquísimo caudal de

la Lite-

ratura teológica alemana.

Me

duele tener que mencionar, aunque sea en último término, L'Espagne

Chre'tie/me, del el fin

de

benedictino francés

época

la

visigótica.

Dom

Leclercq (1906), que alcanza hasta

Pero como en España cualquier librejo escrito

en francés pasa por un quinto evangelio

(sin

que en esto haya diferencia

entre los literatos modernistas y los devotos de buen tono)

prevenir á los lectores incautos contra

Dom

nualito de

está inspirado

española

,

la ligereza

creo necesario

,

y superficialidad del

ma-

Leclercq, que no sólo carece de valor científico, sino que

por un odio profundo contra

y aun contra

el

las

tradiciones de la Iglesia

genio y carácter de nuestro pueblo. Páginas hay,

tan sañudas y atroces, que sólo en Buckle, en Draper ó en otros positivistas,

denigradores sistemáticos de España, pueden encontrar alguna que re.

Pero quizá en esto ha tenido más parte

Increíble parece

que un sacerdote

la

católico,

desidia

que

la

las

supe-

malevolencia.

y benedictino por añadidura,

llegue á plagiar servilmente párrafos enteros de una de esas pedantescas sociologías ó psicologías de los pueblos

(i)

Como

el

que publica

el editor

Alean

(1).

Cosa

cargo es grave, conviene puntualizarle, para lo cual bastarán dos ó tres

ejemplos: A. Fouillée: (Esquisse psychologique des piuples europcins. París, 1903, pp. 167-168): «Suivant la tradition populaire, á l'origine du monde, l'Kspagne demanda au Créateur

une belle mer, de beaux fruits, de belles femmes, elle l'obtint Non, ce serait trop, et l'Espagne serait alors un paradis terrestre». Mais ce ne fut pas seulement de bons gouvernants qui furent refusés á rSspagne; ce furent aussi, trop souvent, des hommes gouvernables. Fcrdinand lo Catholique s'en plaignait íi Guichardin, ambassadeur auprés de !ui: «Nation tres propre aux armes, disait-il, mais desordonnéc, oü les soldats son meilleurs que les capitaines et oii l'on s'entend mieux ii combattre qu' i commander et íi gouvcrner». Kt Guichardin ajoute,

un beau encoré;

ciel, elle l'obtint;

— un bon gouvernement?

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

28

hubiéramos esperado de un erudito liturgista que conoce los buenos métodos y es autor de importantes trabajos sobre el África cristiana y otras materias. No es esto decir que falten en su libro algunos capítulos in-

muy

distinta

teresantes,

Dom

aunque

sin originalidad alguna,

Leclercq se muestra

al

por ejemplo,

el

de

Prisciliano.

tanto de las principales investigaciones de estos

últimos años, y no discurre mal cuando la pasión no le ciega. Pero no se

dans sa Relazione di Spagna. «C'est peut-étre par ce que la discorde est dans le sang des Espagnols, nation d'esprits inquiets, pauvres et tournés aux violences». Ce portrait, de nos jours, n'a pas encoré perdu toute sa vérité Dom Leclercq: (L Espag7ie Chrctienm, pp. xxiii): «A Torigine du monde, raconte une legende, l'Espagne demanda au Créateur un beau ciel... etc.» Y sigue copiando las diez y seis líneas de Fouillée, con dos variantes solas, de las cuales la primera tiene gracia: en vez de belldsf¿mines, el pudibundo benediclino escribe bdles cpoitscs: sin duda las españolas

Fouillée

no casadas pueden

ser feas

impunemente.

(p. 145):

«Durs pour

les

animaux domestiques, durs pour

les

hommes, durs pour eux-mémes,

par l'absence de bonté sympathique et sociable qu' ils contrastent avec d'autres peuples. Cette dureté est un des signes caractéristique de la race ibére et berbére, comme de la race sémitique, telle que nous la monstrent sur tout les Phéniciens. Les Esc'est

pagnols se croyaient bien differents des Maures; au point de vue ethnique, ils en étaient Ils n'ont pas regu assez d'élements celtiques et germaniques pour avoir le douceur dans le sang; ils sont demeurés Africains, et ees Occidentaux sonr aussi des Orientaux. Leur insensibilité, dont les Indiens conquis firent l'épreuve, all i

déjá tres voisins.

souvent jusqu a

la

cruauté froide et a la férocité. Les peintres

eux-mémes

se plaisent

á represénter des supplices.»

Dom

Leclercq

«Durs pours

(p.

les

xxvii):

animaux domestiques, durs pour

les

hommes, durs pour

eu.x-mé-

Catorce líneas plagiadas sin cambiar una palabra. Lo único que hace Dom Leclercq es reforzar más y más el miso-hispanismo de Fouillée, añadiendo, no s j si de su cosecha, ó tomadas de otra parte frases como esta «// (l'espagnol) met en toutedioses une passion de bcte déchainée, furieuse, dépourvue de vastes horizons intellectuels el

mes,

etc., etc.»

de réjlexion... n'a plus qu' une sensibilité de

tete qui est I' egoisme farouche». quien estas atrocidades escribe es un benedictino y las firma en la abadía d>í Fairnborough, donde él y sus hermanos reciben asilo y espléndida protección de un gran señora andaluza, de trágico y memorable destino en los anales del mundo! ¡

Y

Pero hacemos mal en indignarnos con un historiador, de cuya formalidad puede juzgarse por este rasgo sobre nuestro gran poeta Prudencio: «Prudence ne qu'il parle gril, tenailles,

pinces et chaudiéres; dix siecles plus tard

il

tarit

plus

di's

partagerait son

temps entre les courses de taureaux et les auto-da-fe. II faut plaindre ceux qui ont a gouverner de pareilles gens.» A quien hay que compadecer es al público que lee tales tonterías, sólo porque están escritas en francés. El capítulo de Fouillée que Dom Leclercq ha entrado á saco es una rapsodia atropellada é incoherente, como casi todo lo que se ha escrito de sociología española. Fouillée es un metafísico de gran talento, pero sus trabajos de psicología étnica no pueden tomarse en serio porque están improvisados sin preparación histórica, y respecto de España lo ignora todo, la lengua, la literatura, las costumbres. Una sola frase castellana de seis palabras cita, y dos de ellas están groseramente alteradas (p. 164). Tal es el

Dom Leclercq en materia de psicología española. Es frase proverbial y muy gastada ya la de llamar obras de benedictino á las trabajadas con mucho esmero. De benedictino es la de Dom Leclercq, pero de un benedictino que no parece ni prójimo siquiera de Dom Mabillon y Dom Montfaucon. Corruptio

oráculo de

optimi pessiina.

ADVERTENCIAS PRELIMINARES puede

escribir bien

ce ser

el caso

de

Dom

de

lo

que en

el

29

fondo del alma se desprecia, y éste pare-

Leclercq, respecto de la España antigua y moderna.

Cuando en 1880 comencé á publicar el imperfecto ensayo que hoy refundo, La Fuente, que como censor eclesiástico hubo de examinarle, sostenía

el Dr.

casi solo el

peso de

que no amenguó desenfado

el

la

controversia católica en

peso de los años ni

el

de

terreno histórico, con bríos

el

la

contradicción que su genial

encontrar donde menos debiera. Pero ya empezaba á formar-

solía

se una nueva generación de trabajadores, que con método más severo y

inmediato contacto de

la

más

erudición que en otras partes florecía, daban en

forma monográfica contribuciones y rectificaciones de valor á nuestra histoAl frente de ellos hay que colocar, hasta por orden cronoló-

ria eclesiástica.

gico, al P. Fidel Fita,

cuyo nombre es

desde i866 en que ilustró

fista

como

legión,

conocido como insigne epigra-

las inscripciones del ara

de Diana en León;

Edad Media desde 1872, en que apareció su bello libro Los Reys d'Arago y la Scu de Giro?ia. Desde aquella fecha, y sobre todo después de su ingreso en la Academia de la Historia investigador de las memorias de

la

(1879), la actividad del docto jesuíta ha llegado á términos

El Boletín de

la

corporación

le

diendo de sus notorios méritos como arqueólogo,

de nuestros

días

apenas creíbles.

debe gran parte de su contenido, es, sin

que ha publicado mayor número de documentos de

Media, enlazados con nuestra historia canónica y litúrgica y con terior é interior

En esta parte, España Sagrada. No sólo con

de nuestras

de

igual después

y,

la

su esfuerzo

Iglesias.

prescin-

disputa, el español la

Edad

la vida

ex-

no ha tenido

este preclaro varón,

que

todavía in senectiitc bona continúa incansable su labor, sino con otros digní-

simos de alabanza ha contribuido

la

tudios históricos en nuestra patria,

Compañía de Jesús

como

al

progreso de

lo evidencian Ja edición

de

los es-

las

Car-

ias de Sati Ignacio, los Aíonumenta Societatis Jesu, la Historia del primer siglo

de la Covtpatiía, del P. Astrain, y el

monumento

bibliográfico del P. Uriarte,

que cuando sea íntegramente conocido eclipsará

Sommervogel

á los

y á todos los que se han ejercitado en

el

hermanos Backer, á mismo tema.

Otros institutos religiosos han renovado dignamente sus tradiciones de cultura histórica. Antes que nadie los agustinos, que están obligados á

cho por

el

recuerdo del

P.

disciplinas intelectuales manifiestan la Revista AgustiniaJia y

Dios,

donde

se

han publicado muy buenos artículos de

encontrará digno empleo en

mu-

Flórez. El saludable impulso que en todas las

la

La Ciudad

de

y de erudición, Biblioteca Escurialense que está hoy confiada crítica

á su custodia, y prenda de ello es ya el primer volumen del catálogo de los

códices latinos de aquel insigne depósito, que en estos días sale de las prensas

por diligencia de su bibliotecario

Fr. Guillermo Antolín.

Con

él se

rea-

nuda, para bien y honra de España, un género de publicaciones sabias, que parecía interrumpido desde los días de Pérez Bayer, Casiri y D. Juan de Iriarte.

Los benedictinos franceses de

la

escuela de Solesmes, venidos en buena

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

30

hora á nuestro suelo, han contribuido á nuestro movimiento histórico, no sólo con excelentes trabajos propios, nasterio de Silos, de

Dom

varios monjes españoles que han la historia de Castilla, lla

que

como

Berganza.

el P.

como

Férotin, sino

comenzado

y cartulario del mo-

la historia

educando en la

la

ciencia diplomática á

publicación de las Fuentes de

empresa muy propia de quienes visten

En

la gloriosa

la misma coguOrden de Santo Domingo, predominan,

de Teología y Filosofía Escolástica sobre los pero también éstos tienen aventajada representación en Fr. Justo

es natural, los estudios

históricos,

Cuervo, que nos ha dado

la

mejor edición de

las

obras de Fr. Luis de Grana-

da y prepara un libro, acaso definitivo, sobre el proceso del Arzobispo Carranza. Otros nombres podrían citarse aquí de franciscanos y carmelitas y

de otras congregaciones regulares, pero no pretendo improvisar un catálogo que necesariamente sería incompleto. Ocasión habrá, en el curso de esta obra, de mencionar á todos ó la

mayor parte de

ellos.

Honrosa ha sido también la colaboración del clero secular en esta especie de novísimo renacimiento que saludamos con júbilo. El canónigo de Santiago, D.

Antonio López Ferreiro, por cuya reciente pérdida viste duelo

la

ciencia patria, renovó por completo la historia eclesiástica y civil de Galicia

durante

la

Edad Media en una

serie

de libros que todavía no han sido bien

estudiados ni han producido todos los frutos que debieran (Historia de la

y su tierra^ Galicia en el López Ferreiro era un modelo de investigadores, perjudicaba una excesiva tendencia apologética respecto de las

Iglesia Compostelatia, Fzieros municipales de Satitiago

último tercio del siglo XV.....)

á quien sólo

tradiciones de su Iglesia.

Priscilianismo (1879), ha

sobre

el

Su primera monografía, Estudios críticos sobre el quedado anticuada como todo lo que se escribió

célebre heresiarca antes de los descubrimientos de Schepss; pero

ya en aquel juvenil ensayo se ve

varón que llevaba de frente

la

el criterio

son también de nuestros cabildos D.

rablemente

el

archivo de

la

luminoso y sagaz del preclaro

historia religiosa

y

social

de su país. Honra

Roque Chabás, que ha organizado admi-

Catedral de Valencia y no cesa de ilustrar los

anales de aquel antiguo reino con sabias publicaciones relativas no sólo á historia eclesiástica, sino á la jurídica y literaria; D.

la

Mariano Arigita, canóni-

go de Pamplona, que ha escrito con suma diligencia

la

biografía del gran

canonista Martín de Azpilcueta y las de otros navarros ilustres

Pero quiero

detenerme en esta enumeración, para no incurrir en omisiones que yo deploraría

más que

nadie.

Los pocos nombres que he citado bastan para probar que

el

aspecto de

la

hoy muy diverso de lo que era en 1880, aunque nuestro ardor patriótico desearía. Mi libro

ciencia eclesiástica española es

que no sea

ni

con mucho

el

reaparece en condiciones más favorables que entonces, no sólo porque encuentra un ])úblico mejor preparado y más atento á

las

cuestiones históricas,

sino porque su propio autor algo ha aprendido y adelantado durante el curso

de una vida estudiosa que toca ya en

las fronteras

de

la vejez.

Aproveche-

ADVERTENCIAS PRELIMINARES mos, pues, este crepúsculo para corregir

No

se diga por

Nada envejece



la

indulgencia que á los padres

his patriae cecidere

como un

tan pronto

libro

I

obra de los alegres días juveniles,

la

y corregirla con entrañas de padre, pero sin suele cegar.

3

de

mamis.

historia.

Es

triste

verdad, pero

hay que confesarla. El que sueñe con dar ilimitada permanencia á sus obras y guste de

las noticias

y juicios estereotipados para siempre, hará bien en

dedicarse á cualquier otro género de literatura, y no á éste tan penoso, en que

cada día trae una rectificación ó un nuevo documento. La materia histórica es

y móvil de suyo, y el historiador debe resignarse á ser un estudiante perpetuo y á perseguir la verdad dondequiera que pueda encontrar resquicio flotante

de

ella, sin

que

le

los principios, si

de

les

en

él

en

la historia, ni

ideas, ni la

detenga

en

el juicio

temor de pasar por inconsecuente. No

el

lo será

en

están bien arraigados; no lo será en las leyes genera-

con que juzgue

el criterio filosófico

los sistemas

y

las

moral que pronuncie sobre los actos humanos. Pero en

depuración de los hechos está obligado á

con más rigor que en otra ninguna, por

lo

y en

la historia eclesiástica

mismo que

su materia es altísima

serlo,

y nada hay en ella pequeño ni indiferente. La historia eclesiástica se escribe para edificación y no para escándalo, y el escándalo no nace de la divulgación de la verdad, por dura que sea, cuando se expone con cristiana intención y decoroso estilo, sino de

dedos de

la

la

ocultación ó disimulación, que está á dos

mentira. Afortunadamente, todos los grandes historiadores católi-

cos nos han dado admirables ejemplos que pueden tranquilizar del

más escrupuloso, y no

es nuestra literatura la

la

conciencia

que menos abunda en

maestros de varonil entereza.

Modestamente procuré seguir sus huellas en historia,

la

primera edición de esta

cuyo éxito, que superó á mis esperanzas, debo atribuir tan sólo á

la

resolución que formé y cumplí de trabajar sobre las fuentes, teniendo en

cuenta las heterodoxas y

muy

especialmente

manejada por nuestros antiguos eruditos.

la literatura protestante,

Hoy reconozco en

apenas

aquella obra

muchos defectos nacidos de mi corto saber y de la ligereza juvenil con que me arrojé á un empeño muy superior á mis fuerzas, pero no me arrepiento de haberla

escrito,

porque fué un

convicción, en que recogí buen vas,

libro de

número de

buena

noticias,

fe,

pensado con sincera

que entonces eran nue-

y ensanché cuanto pude, dentro de mis humildes facultades, los límites un capitulo entero de nuestra histo-

del asunto, escribiendo por primera vez ria eclesiástica,

con

casi

no de

los

más importantes,

sin

duda, pero que se relaciona

todos y es de los más arduos y difíciles de tratar. Del plan no estoy

descontento ahora mismo y

le

conservo con poca alteración. Alguien ha di-

que

la

Historia de los Heterodoxos era una serie de

cho, en son de censura,

si ellas fuesen buenas. En forma de moMemorias de Tillemont, y no dejan de ser uno de los más sólidos y permanentes trabajos que la erudición antigua produjo. Pero sin evocar el recuerdo de obra tan insi^'ne, ya advertirá el lector que

monografías. Nada perdería con eso nografías están escritas

las

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

32

las monografías de los heresiarcas están ordenadas de modo que compenetren y den luz unas á otras, sino que formen un organismo histórico sometido á un pensamiento fundamental, en que no insisto porque está expuesto con bastante claridad en el prólogo de la primera edición,

en mi plan no sólo

que

se

se leerá después del presente. Este

pensamiento es

la raíz

de

la

obra, y

va contenido en las palabras del Apóstol, que la sirven de epígrafe. Entendi-

da de este modo, ria peculiar

la

Historia de los Heterodoxos viene á constituir una histo-

y contradictoria dentro de la historia de España;

es,

por decirlo

de España vuelta del revés. Su contenido es fragmentario pero no carece de cierta unidad sintética, que se va viendo heterogéneo, y más clara conforme la narración avanza y llega á su punto culminante en el

así, la historia

siglo XVI

que es

,

centro de esta Historia

el

como de

cualquier otra que con

criterio español se escriba.

Si en el plan

no he innovado nada

cuanto

al desarrollo;

riantes

,

sustancial,

y son innumerables

las

de

ban

la

mismo en

de todo punto nuevos, y en

todos

casi

edición anterior añado párrafos y secciones que no existían ó esta-

muy poco

apéndices.

Á

tórico de la

desarrollados, y aumento, sin compasión, el

todo esto y

mucho más me

solitario,

número de notas y

obliga el prodigioso movimiento his-

época actual, que en España es tan

difícil

seguir,

por

lo cual

me

de un autodidacto y de resulte en algunos puntos manca é imperfecta, á pesar de todos

resigno de antemano á que esta labor mía, obra

un

lo

que han sido completamente refundidas ó

vueltas á escribir. Introduzco capítulos los

no puedo decir

pues apenas se hallará página que no lleve algunas va-

al fin

mis esfuerzos. la biblioteca

de Würzburg y publi-

có en 1889 once tratados de Prisciliano, ha brotado de

las escuelas teológicas

Desde que Jorge Schepss descubrió en

una copiosa

literatura priscilianista en

de Alemania, y aun de forma de tesis, artículos de

revistas, libros

de

y á otros, nuestra patrología de los siglos iv

otros países,

textos. Gracias á Künstle

de controversia y publicaciones

y v, que parecía tan exigua, empieza á poblarse de libros: unos, enteramente inéditos; otros, que andaban anónimos y dispersos en las colecciones de escritores eclesiásticos, sin que nadie sospechase su prigen español. No sólo la herejía de Prisciliano, sino otros puntos más importantes relativos á la tradición dogmática, á

En cuanto crítica

el

á la historia

de

los

comienza en Félix Dahn

tnaniae histórica hizo las

y la liturgia de nuestra primitiva Iglesia, han reciinesperado auxilio de estos hallazgos.

la disciplina

bido nueva luz con

Mommsen

fuentes legales, con todo

el

,

suevos y de los visigodos, cuya restauración basta recordar que en los Mojiumenia Gerla

edición de los cronicones y

prestigio y autoridad

nombres. En esta parte, por fortuna no ha sido pequeña ia

ciencia indígena,

como

lo

prueban

las

Zeumer

que acompaña á la

la

de

tales

colaboración de

excelentes obras de Pérez Pujol,

Fernández-Guerra, Hinojosa y Ureña. Otro tanto puede decirse de los arabistas que forman uno de los grupos

ADVERTEN'CIAS PRELEVIINARES

más

activos de

la

erudición española, aunque no tan numeroso

Sus trabajos, especialmente

ra.

la

conocimiento de

el

como

debie-

sabia y piadosa Historia de los Mozárabes

de Simonet, cuya publicación se había retardado para

33

las relaciones religiosas

tanto, son indispensables

entre

raza invasora y el

la

pueblo conquistado.

La escuela de traductores de Toledo, punto de conjunción entre oriental

y

la

de

las escuelas cristianas,

la

ciencia

ha sido doctísimamente ilustrada, no

sólo en las obras ya antiguas de Wüstenfeld y el Dr. Leclerc, sino en el libro capital

de Steinschneider sobre

sobre

las

traducciones hebreas de

como

sobre los judíos considerados

Escolástica del siglo xiii en sus relaciones con

la

Edad Media y Guttmann

la

intérpretes (1898), en el de la

literatura judía

y en las numerosas monografías que sobre los escritos filosóficos del arcediano Gundisalvo ó Gundisalino han compuesto Hauréau (1879), Alberto (1902)

Loewenthal

(1890),

Baeumker

A. Endres (1890), Pablo Correns (1891), Jorge

J.

Bulow

Baur (1903) y oíros colaboradores de la sabia publicación que aparece en iSIünster con el título de Beiir¿ige zur Geschichte

(1897), C.

(1898), Luis

der PhiJosophie des Aíittelalters, á

la cual

vicios, el texto íntegro del Fo^is Vitae,

qué

el

Líber de processio7ie

,

debemos, entre otros grandes ser-

de Avicebrón. Cuando en 1880 publi-

apenas sonaba en

nombre de Gundisalvo, que hoy uno de los que más influyeron en

la

historia

de

la Filosofía el

resulta autor del famoso Líber de unitate, la

gran

crisis escolástica del siglo xii.

Las extensas y eruditas monografías de Hauréau y Littré sobre Arnaldo de Vilanova y Raimundo Lulio, publicadas respectivamente en los tomos xxviii y xxix de la

la

Histoire Littéraire de la France (1881 y 1885), volvieron á llamar

atención de los doctos sobre estas dos grandes figuras, que personifican la

vida intelectual de Cataluña en la

ilustrar

Edad Media. Acerca de

vida del célebre

la

de Aragón y de Sicilia, que ya en 1879 tuve la fortuna de con documentos importantes y nuevos, ha añadido muchos el profe-

médico de

los reyes

sor de Friburgo Enrique Finke, primero en su libro sobre Bonifacio (1902), después en sus Acta Aragonensia. Otros

cubierto D.

Roque Chabás y mi

digno catedrático de

la

fraternal

muy

amigo D. Antonio Rubio y Lluch,

Universidad de Barcelona.

revista Estudis universitaris catalans, ha

VIH

importantes han des-

Y ala hora

presente en

comenzado á aparecer

el

la

cartula-

rio

de cuantos documentos impresos ó inéditos se conocen relativos á Arnal-

do.

Son varias

las tesis

de estos últimos años en que se

estudia no sólo

le

como médico (verbigracia en las de E. Lalande y de Marcos Haven, sino como político y teólogo laico (en la de Pablo Diepgen, 1909). El renacimiento vigoroso de

la

historiografía catalana ha

depuración de

la

biografía de Arnaldo,

manera,

así á la

los estudios lulianos,

que, casi interrumpidos desde

excepción importante que

la

ayudado en gran

como

el

1896),

al

desarrollo de

siglo xviii, sin

más

de D. Jerónimo Roselló, han vuelto á florecer

en Mallorca con espíritu verdaderamente

crítico,

como

lo

manifiesta la

preciosa colección de los textos originales del Doctor Iluminado, en cuyo Mesksdez t Vv.kYO.—HeterodoxoSf

I.

3

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

34

estudio y recolección tuvo tanta parte mi malogrado condiscípulo D. Mateo

Obrador y Bennasar. En suma, apenas hay asunto de

los

que se

tratan

en

el

primer tomo de mis

Heterodoxos primitivos, que no haya sido enteramente renovado por

mismo

trabajo de estos últimos años; lo

la herejía

de

el

Albigenses de

los

Provenza y de sus adeptos catalanes que las sectas místicas de origen italiano ó alemán, que tuvieron también prosélitos en nuestro suelo.

La

historia

de

la Inquisición, tan

estrechamente enlazada con

la

de

las

ha sido escrita con vasta y sólida información, y con cierta objeti-

herejías,

vidad, á lo

menos

varios libros

Enrique Carlos Lea, en

apaléente, por el norteamericano

que deben tenerse por fundamentales en

vengan otros que

los refuten

En

ó mejoren.

la

un grande adelanto; pero para penetrar en aquella institución, urge publicar el

ya que son relativamente pocos los

ha comprendido

el P. Fita,

esta materia, hasta

que

parte documental representan

el espíritu

y procedimientos de

mayor número de procesos originales, que han llegado á nuestros días. Así lo

dando á conocer en

el Boletín de la

Real Academia

más importantes documentos de la Inquisición castellana del tiempo de los Reyes Católicos. Así también el Dr. Ernesto Schaeñer, de la Universidad de Rostock, á quien debemos no sólo un amplio extracto de

de la Historia los

los

procesos formados á los luteranos de Valladolid en tiempo de Felipe

sino un comentario verdaderamente científico y desinteresado, en que

aunque protestante,

llega á conclusiones

que ningún historiador

el

II,

autor,

católico

rechazaría.

Siguiendo paso á paso

el índice

de mi libro podría apuntar aquí todo

lo

que de nuevo hemos aprendido en estos años sobre erasmistas y protestantes, iluminados

y hechiceros, judaizantes y moriscos, jansenistas, enci-

clopedistas y aun sobre las luchas religiosas de nuestros días. Pero esta recapitulación,

van en hacer en

el

lo

además de ser en

grado

puesto que

fastidiosa, sería inútil,

más exactas y completas que he podido, remediando en

lo restante, las faltas

Ante

alto

texto las oportunas indicaciones bibliográficas, que he procurado

este

de

la

esto,

como

primera edición.

cúmulo de materia nueva, que me obliga á tantas adiciones y me hubiera sido más fácil escribir una segunda Historia

rectificaciones, quizá

que refundir de

la

la antigua.

Pero nadie, y menos quien se despidió hace tiempo

juventud, puede hacer largos cálculos sobre

duración de

la

la vida,

y

la

que Dios fuere servido de concederme pienso emplearla en otros proyectos literarios

de ejecución menos ingrata.

cuyos inconvenientes no se

He

He

adoptado, pues, un término medio

ocultan, pero

el

texto mismo, sin advertirlo

que he notado de

fechas,

nombres y

que era acaso

me

conservado del antiguo texto cuanto

corrigiendo en riales

me

el

único posible.

ha parecido apiovechable,

al pie,

todos los errores mate-

detalles históricos

de cualquier

genero.

He

revisado escrupulosamente todas

las citas,

compulsándolas con los

ADVERTENCIAS PRELIMINARES

35

originales, y reduciendo las de la misma obra á una sola edición, que he procurado que sea la mejor, ó que por lo menos pueda citarse sin peligro •de falsas lecciones. La descripción bibliográfica de cada libro se hará, por

regla general,

primera vez que se

la

mencione.

le

En

obras que todo

las

el

mundo

conoce y que son fuentes generales del Derecho Canónico y de la Historia Eclesiástica, la indicación será muy sucinta, pero precisa y exacta. Las adiciones se intercalarán en el texto, siempre que no quebranten su

•economía ni puedan engendrar confusión. Pero cuando sean tantas y tales •que den

un nuevo aspecto de

los hechos,

como sucede en

la

herejía de Pris-

pondrán á continuación del capítulo antiguo (depurado y corregido faltas que ya lo eran en 1880), para que de este modo pueda cotejarse

•ciliano, se

-de las lo

que

la

investigación histórica había logrado hasta aquella fecha y lo

que

^ha descubierto después.

Las rectificaciones de materia grave, en que

el

autor corrige ó atenúa por

virtud de nuevos estudios algunos juicios de personas y acontecimientos,

serán tratadas en notas especiales. Ni quiero ocultar mi parecer antiguo, ni infalible el moderno, sin que me arredre el pueril temor, de la Historia, de aparecer en contradicción conmigo mismo. He retocado ligeramente el estilo, borrando muchos rasgos que

dar por

indigno

hoy

me

parecen de mal gusto y de candidez infantil; muchas incorrecciones gramaticales y otros defectos que hubieran saltado á la vista del leyente más

benévolo y que sólo tenían disculpa en los pocos años del autor. Esta opeTación, aunque extensa, no ha sido muy intensa, por no querer privar al libro na.

— Creencias,

ritos

y supersticiones de

España prehistórica.

la

célticos. — In—Esculturas y pinturas cueva de Altamira y otras. — Conjeturas sobre de época paleolítica: totemismo. simbolismo de las pinturas rupestres. — El fetiquismo y Indicios de necrolatn'a: esqueletos del Valle del Tajo. — El culto de los muertos en edad neolítica. — Diversos modos de sepulturas. — Cavernas naturales y —Signos (vulgarmente Utreros) de las cuevas de Carchena, Fuencaliente y Vélez Blanco. — Otras análogas de Portugal. — Se-

Antigua confusión de los monumentos prehistóricos con los dicios de la religioadad del

hombre

cuaternario.

la

la

el

el

la

artificiales.

pulturas en cuevas naturales ( Albuñol,

Alhama de Granada y

Criptas

otras

de An-

(^Palmella y —Sepulturas en grutas —Dólmenes. — Zona geográfica megalíticas. —Su

dalucía y PortugalV

clasificación.

abarcan: diversos nombres que reciben. artificiales

otras).

artificiales

Antas de Portugal.

que

— Cavidades

en algunos monumentos megalíticos: piedras de cazoletas:

—Supersticiones

co-



que con ellas se enlazan. Conjeturas sobre una escritura simbólica. Afras de Extremadura y otros monumentos prehistóricos de la misma región. Prehistoria de Galicia. Su riqueza. Tradi-

vinkjs.





ciones de ciudades lacustres.

— Supersticiones

lantes: la li/i?Iairüi.—MeMJ¡ircs, cromlcchs

y alineamientos.

— Castros

y md-

— Prehistoria castellana. — Trepanación prehistórica y perforaciones cranianas. — Monumentos megalíticos de Andalucía. — Tumbas de Antequera. — Prehistoria del Valle del Guadalquivir. — Necrópolis de Carmona. — Prehistoria de Cataluña. Husis.

(i)

— Dólmenes



relativas A las piedras osci-

de Asturias, Cantabria y Álava.

Elste trabajo es

enteramente nuevo. De

las

cuatro páginas que en

la

primera edición dediqué á este asunto, ya atrasadas y pobres de noticias cuando se publicaron, apenas he podido conservar algunas frases.

PROLEGÓMENOS

70

Pinturas rupestres de Cogul. tiva civilización del arte.

— Monumentos de

razas primitivas

de

toria

de

La

el

de España desde

punto de

historia

de

Península.

la

transición: las Cita7iias.



el

punto de

de

los metales.

—Sus ritos

— El

— Primi-

fúnebres.

— Su

ídolo neolítico.— Las

vista antropológico.

— Prehis-



y navetas de Menorca. Prehistoria Ritos fúnebres: embalsamamientos. Los guanches

las Islas Baleares.

las islas Canarias.

desde

— Dólmenes. — Edad

Sudeste de

Talayots



vista antropológico y etnográfico.

las

creencias religiosas profesadas en

España antes

del Cristianismo, es preliminar indispensable á la historia de los he-

terodoxos españoles.

En

esos cultos primitivos, indígenas ó impor-

de algunos fenómenos que, durante

tados, está acaso la explicación el

curso de los siglos, se repiten en nuestras sectas heréticas, y son

ó pueden ser una prolongación atávica.

contrarse en

fondo obscuro de

el

Algo de

y

ha de en-

populares,

las supersticiones

también del paganismo oriental y clásico se tar el influjo

ibérico

refleja

en

ellas.

y

algo

Aquila-

persistencia de estos elementos no es materia ajena

del historiador eclesiástico, pero

no cae de lleno en su jurisdicción,

y exige tratados especiales que en España apenas existen, salvo dos

como

ó tres brillantes excepciones

obras de Costa y Leite de

las

Vasconcellos. Esta materia que anda dispersa científicamente,

y no

clasificada

puede dar ocupación provechosa á

la

aún

vida de un

hombre, y exige un cúmulo de conocimientos especiales, puesto que sus fuentes no

pueden

más

ser

monumentos de arqueolo-

diversas;

gía prehistórica, ibérica é hispano-romana,

textos de historiadores

y geógrafos griegos y

Mucho deseamos que algún educado en disciplinas tan truir

una

teoría,

hoy

monedas

é inscripciones,

latinos.

erudito de buena escuela, seriamente

varias,

y

libre

de

la

presunción de cons-

imposible, sobre los pueblos de la Iberia pri-

mitiva, se decida á recoger sistemáticamente el material

que posee-

mos, y á interpretar los hechos conforme á los positivos resultados

que va logrando (merced á

los

progresos de

la lingüística

y de

la

arqueología) la Ciencia de las Religiones ó Mitología comparada, tan

digna de respeto cuando se sujeta á históricas,

culativa.

en

las

y no intenta penetrar en

Yo, que por mis

nuevas y

aficiones

dificilísimas

las el

y

condiciones de

campo de

la

las ciencias

Teología espe-

estudios soy bastante forastero

ramas del saber que tienen por campo

PROLEGÓMENOS las

7I

edades remotas del género humano, sólo intento aquí, movido

por exigencias de mi asunto, agrupar con cierto método

que conozco acerca de

pales noticias religiosa

en nuestra Península antes de

las princi-

manifestaciones de

las la

predicación de

la

vida

la

doctrina

más modesto, puesto que ha-

evangélica. !Mi propósito no puede ser

bré de apoyarme casi siempre en investigaciones ajenas, excepto en

de

lo relativo á los textos históricos

antigüedad, que leo é inter-

la

preto por mi cuenta. Pero aún circunscrita

misma. Comienzo por

la

exposición va impuesto por

la Prehistoria,

períodos paleolítico y neolítico, sino

que llaman algunos Protohistoria,

incluyendo en las

ella,

materia

la

no sólo

los

primeras edades del metal,

razón á mi juicio, porque no

sin

verdadero conocimiento histórico cuando no existe

existir

cronología ni sabemos siquiera

rresponden

leyere

que sólo pueden tener un valor provisional.

El orden que adopto en

puede

mi tarea, es de ardua

mayor indulgencia de quien

ejecución, por lo cual solicito la estos apuntes,

así

el

nombre de

mos. Las denominaciones que hoy se cionales, suelen estar

tomadas de

les

la

las

gentes á quien co-

y arqueológicos que estudia-

los restos antropológicos

dan son puramente conven-

geografía moderna

y carecen

de todo valor etnográfico. Puede admitirse que esas razas hayan

dado origen á ria

con

los

la

poblaciones que luego vemos aparecer en

nombres de Ligures,

cétera, ó se

de

las

la histo-

Iberos, Tartesios, Libios, Celtas, et-

hayan mezclado con

ellas,

pero hasta ahora los hombres

España primitiva continúan siendo anónimos para nosotros. La

ciencia de las antigüedades prehistóricas se detiene los

documentos

los

mismos para cada región. En Egipto,

nastías,

históricos

más

que pertenece ya á

donde empiezan

antiguos. Sus límites no pueden ser la

época de

la historia positiva, se

las

grandes

opinión común, á más de cuatro mil años antes de nuestra era.

España y de

las Gallas,

De

apenas comenzamos á tener datos seguros

en escritores griegos del siglo vagos.

di-

remonta, según

vi,

Hoy mismo hay pueblos

y aún

éstos son

muy

cazadores, de África

cortos

(como

y muy

los

bos-

quimanos), de América (como los botocudos y los habitantes de tierra del

la

Fuego), de Oceanía (como algunas tribus australianas), que

viven en pleno prehistorismo, tria sirven

y cuyos rudimentos de

arte é indus-

á los antropólogos para explicar por comparación

la

pie-

PROLEGÓMENOS

72 tografía

los vestigios industriales del

y

ó rengífero, que habitó

las

hombre de

cavernas de

la

edad del reno

la

Europa occidental en

el

período cuaternario.

La arqueología

prehistórica es de ayer,

y no hubiera podido

antes que la geología, la paleontología

tir

y

la

mica fuesen abriendo sus caminos y dándole sólida base,

no hubiera pasado de novela

A la segunda

mitad del

que tuvo por

llo,

científica ó

siglo xix

exis-

antropología anatósin la cual

de curiosidad insustancial.

pertenece su portentoso desarro-

iniciador principal

al

francés

Boucher de Perthes,

y por organizador científico, al sabio danés Worsaae, director que fué del ]\Iuseo de Copenhague. Pero

los hallazgos

gún

muy

atrás,

están notados por escritores antiguos con verdadera pre-

y algunos

cisión. Sirvan

siglo XVI,

de objetos prehistóricos vienen de

de ejemplo estas palabras de un cronista nuestro del

Per Antón Beuter;

escritor español:

las

más antiguas que recuerdo de

«Agora, en

el

nin-

año del Señor, de 1534, cerca

»de Fuentes, á media legua de Cariñena, en Aragón, donde está un »monesterio de Cartuxos, se ha hallado en un campo lleno de mon»tes de tierra,

»de

gran multitud de huessos grandes, y de anuas hechas de

tierra,

á manera de hierros de

»pedernal, y>Uos

cavando por otra ocasión, que estava poco debaxo

saetas,

y

y

como ciuhi-

á manera de medias espadas, y muchas calaveras atravessadas

aquellas piedras como hierros de lanzas

)>>de

de lanzas,

y

saetas (i)». El pasaje

es importante, no sólo por su fecha, sino porque demuestra que

Beuter comprendió perfectamente Primera Parte, de

(i)

del

Reyno de Valencia

la Crónica

el

destino de aquellas hachas de

General de toda España, y especialmente

Compuesta por

el

Doctor Pero Antón Beuter, Maestro

en sacra Theologia. Impressa en Valencia, en casa de Pedro Patricio Mey, 1604, fol.

1

16 vto.

La primera edición de

de

1538, y la

la

Crónica de Beuter (primera parte) en catalán es

primera en castellano de 1546.

El pasaje relativo á los hallazgos de Cariñena fué citado ya por los SS. Vi-

lanova y Tubino en su Viaje Científico d Dinaiiiarca y Suecia con motivo del congreso ititernacional prehistórico celebrado en Copenhague en 1S69 (Madrid, 1

87

ron

1,

pág.

la cita

cisión.

14),

pero omitieron indicar

el folio

del libro de Marin y Mendoza,

que

en que se la trae

halla.

con

la

Acaso toma-

misma impre-

PROLEGÓMENOS

73

además en

el

Pero otros autores de fecha más reciente, se dejaron llevar de

la

piedra, puntas de flecha

fenómeno de

la

y

de pedernal, y se

lajas

fijó

perforación de los cráneos.

antigua y arraigada preocupación, que atribuía celeste origen y virtudes sobrenaturales á las llamadas ceraiinias 6 piedras de rayo, y

consideraron

como

tales las

davía se designan con ese Entre

(i)

en

el

nombre en muchas comarcas

los textos clásicos relativos á esta superstición, es

por referirse á España,

ñaron

hachas de piedra pulimentada, que to-

el

de Suetonio relativo á

advenimiento de Galba

el lago

al

los presagios

Otros,

(l).

muy

curioso,

que acompa-

imperio. Los doce segures descubiertas

de Cantabria donde cayó

rayo serían probablemente doce ha-

el

chas neolíticas. «Non multo post in Cantabriae lacum fulmen decidit, reper-

taeque sunt duodecim Cf.

Claudiano en

securesi> (Galba, cap. viii).

el

Elogio de Serena:

Pyrenaeisque sub antris ígnea flumineae legere Ceratinia nymphae. (Laus Serenae reginae, v. 77-78.)

En

estos dos casos se trata de presagios, pero también se atribuía á las

ceraunias virtud contra el rayo. siste

en ciertas danzas que pudiéramos llamar salvajes. Al romper

»]os individuos

sdicados

al

que toman parte activa en

que suelen ser

el festival,

pastoreo principalmente, se lanzan á

la calle

^cabeza con pieles de animales y llevando colgados á íbles

último

campanas de cobre. Enmascarados con tan

el día,

los

de-

cubiertos de pies á

la cintura

innumera-

y salvaje disfraz, »corren, saltan y se agitan como poseídos de furiosa locura, produciendo á »su paso un ruido atronador é insoportable.» Añade el Sr. Alcalde del Río

que

al

caer

la

tarde se congregan en

esperan á los danzantes de

ella

el límite

original

fronterizo á

que han celebrado

distinto tótem, según la interpretación de Reinach).

guerra. Si aceptan

la

la

aldea vecina, y

igual fiesta (otro clan

Les ofrecen

primera, danzan todos juntos. Si prefieren

la

la

paz ó

de !;»

guerra, se

magullan á golpes hasta caer rendidos. (Las pinturas y grabados de las cavernas prehistóricas, pág. 23.) Sería curioso saber si los mozos de las diversas aldeas usan disfraces de animales distintos.

PROLEGÓMENOS primitiva, se contará entre las

Nadie cree hoy en

ria» (l).

gratuitamente suponían

el

más

gi

bellas conquistas

de

Prehisto-

la

ateísmo del hombre cuaternario, que

?^Iortillet

y Hovelacque.

Un

erudito nada

sospechoso, porque no sólo es judío de origen, sino radicalmente

Salomón Reinach, ha hecho sobre

positivista,

raciones lo

más

que no

es

explícitas:

«La vida primitiva de

exclusivamente animal, es

este punto las declala

religiosa.

humanidad, en todo

La

religión es

derecho,

el arte, la agricultura, el

racionalismo»

la

moral,

la política

y hasta

vas de Cantabria, pero de improviso un nuevo

portentoso descubrimiento nos za en otra región

muy

distinta

le

de

ba de revelarnos los

cue-

y por todo extremo

Península, en la provincia de

la

existencia de una

montaña

escrita^

y Aguiló, en que

aca-

las pin-

grabados están, no ocultos en misteriosos antros, sino

aire libre. Este llan

la

las

presenta con extraordinaria rique-

Teruel, donde un alentado explorador, D. Juan Cabré

y

el

(2).

Nuestro arte cuaternario parecía confinado hasta ahora á

turas

como

de donde salen sucesivamente, y se van especificando,

la cantera,

al

monte, en cuyos inmensos bancales que se desarro-

en casi tres kilómetros de extensión se han encontrado vesti-

gios de civilizaciones

muy

diversas, lleva el

nombre de Peñalba, y

se

En

él

se encuentran á cen-

tenares inscripciones ibéricas, ibero-romanas

y

latinas arcaicas,

extiende desde Villastar hasta Albarracín.

que

pronto serán objeto de sabio estudio por parte de nuestro primer epigrafista.

De

los restantes hallazgos sólo

ahora, por una breve

contemplar

tenemos

memoria de

los dibujos

que

la

su descubridor, pero basta leerla y acompañan para comprender su paren-

tesco con los de las cuevas de la costa septentrional. dinaria profusión figuras geométricas, signos

algún extraño

completo caballo,

el

rito,

Hay

en extraor-

que sugieren

la

grabados de animales, entre los cuales

bisonte, pero

muchos

noticias, hasta

hay bellos ejemplares de

toros, gallos en actitud

recer, acuáticas, perfiles

idea

falta

ciervos, algún

de pelea, otras aves,

al

pa-

de hombres (aquí no puede dudarse que

son), con los brazos en cruz,

de

por

lo

no levantados como en Altamira, y con

(i)

Déchelette, pág. 271.

(2)

Cuites, j\Iythes ei Religions,

tomo

i,

pág.

7.

PROLEGÓMENOS

g2

marcada expresión Pero

bestial.

religiosa,

más sorprendente hasta ahora en esta prodigiosa la figura humana, no confusa y

lo

primera aparición de

montaña ambiguamente delineada, es la

gulo

más

otro dibujo con dos cabezas de tipo

llada en relieve,

sino en forma de ídolo grabado en

no guarda relación con

líneas rectas indican los ojos, nariz

cruz, se

Unas

resto del cuerpo.

el

y boca;

ta-

que están en

los brazos,

marcaron sobre una superficie expresamente pulimentada. El

ídolo, ó lo

que

fuere, lleva

tímetros de altura.

no de

án-

el

monte. La cabeza, que está bárbaramente

saliente del

allí,

una inscripción con caracteres de 20 cen-

otro paraje de la

misma

sierra,

pero

cerca de Albarracín, ha descubierto también

«un peñón en realista

En

el

muy

el Sr.

Cabré

que se hallan pintados en blanco, con efecto

y verdadero

lo varonil», sobre

arte,

todo

muchos

lo cual

toros,

promete

y en medio de

ellos

leja-

muy

un ído-

escribir estudio especial (l).

Tales revelaciones, cuya importancia se comprende desde luego, servirán acaso para resolver grandes enigmas de la

España

primitiva,

acaso para suscitarlos nuevos. Parece indudable que nos encontra-

mos con un monte sagrado, que cos y ante-históricos, pues

si

lo fué siempre,

las

en tiempos

históri-

últimas inscripciones, cuyo con-

tenido no se ha publicado aún, nos hacen penetrar en plena época

romana,

las

pinturas rupestres son paleolíticas, según

el

autorizado

parecer de Breuil.

De

las

sepulturas y ritos funerales de los

hombres anteriores

período neolítico, nada puede decirse con certeza. Hasta ahora

al

las

únicas observaciones hechas en nuestra Península son las de Leite

de Vasconcellos sobre

los

montículos en gran parte constituidos de

restos de cocina (en danés kjoekkenmoedings^

nombre de áspera pro-

nunciación, pero universalmente adoptado en la ciencia). P2stos depósitos ó paraderos que

abundan en todas

cas, se hallan unas veces dentro

de

las

las estaciones prehistóri-

cavernas y otras

al aire libre.

Están constituidos por grandes acumulaciones de conchas mezcladas

con esqueletos humanos y huesos de animales, instrumentos de piedra, maderas carbonizadas, arenas, etc.

(i)

La

A

este género pertenecen

Boletín de la Real Academia de la Historia,

Motitaua escrita de Penalba, pág. 279.

tomo

lvi,

Abril de 1910.

PROLEGÓMENOS de

los

Mugem

en

el valle

Carlos Ribeiro, Paula

En

y

93

del Tajo, estudiados por Pereira da Costa,

y otros arqueólogos portugueses

Oliveira

(l).

han encontrado muchos esqueletos humanos

estos depósitos se

(más de 20o), y su colocación

no parece casual sino intencio-

allí

nada, formando un verdadero cementerio. Había, pues, inhumación regular

y

cierto respeto piadoso á los muertos.

número

queletos se encuentran en gran

característicos de la primitiva industria,

para que acompañasen

al

Al pie de esos de

los instrumentos

sílice

que parecen colocados

Mugem

allí

prema-

difunto en la otra vida. Quizá es

turo afirmar que los salvajes de

es-

ó de cualquier otro yaci-

miento análogo profesasen una verdadera necrolatria 6 culto de los muertos. Pero

el

reciente

y notabilísimo descubrimiento de

de Grimaldi cerca de Mentón

tas

conjetura, ya en



misma muy

(2),

y como en

España no ha sido hasta ahora indicada ninguna que pueda

más

se al cuaternario, reservamos este punto para

Con

el

período neolítico ó de

sin transición brusca,

gru-

razonable. Estas sepulturas no se

distinguen en nada esencial de las del período neolítico,

aunque

las

ha venido á robustecer esta

la

en un

atribuir-

adelante.

piedra puhmentada entramos,

mundo nuevo, en que

el

hom-

bre cazador se convierte en pastor y agricultor; en que sin extinguirse la vida troglodítica, van

y

las

chozas se agrupan en poblados, y se fortifican

turales ó artificiales, las

quedando deshabitadas

y aparecen

las cavernas,

las colinas

grandes construcciones megalíticas.

A la

escultura

y

Da

Pereira da Costa,

existencia do

homem em epochas remotas

do Tejo. Noticia sobre os esqueletos humarlos descobertos

710

y

á la pintura

del período magdaleniano ó altamirense, sucede una vasta é

(1)

na-

los palafitos ó ciudades lacustres,

impo110

valle

Cabero d' Amida.

Lisboa, Imprenta Nacional, 1865.

Ribeiro (Carlos), Les Kiokkenmoeddings de la

Rendu

valle'e

du Tage. (En

el

Comptc

del Congreso Internacional de Lisboa de 1880).

Paula y Oliveira (Francisco), Note sur

les

ossements humains

e.xisiaiits

dans

Musée de la Commission des iravaux gc'ologiques (En las Communicafoes da Comm. dos trabalhos geológicos de Portugal, Lisboa, 888- 1892, tomo 11, pági-

le

1

na

i.^).

Nouvclles fouilles faites dans

(memoria postuma). En (2)

el

les

kiokkctimoeddings de la vallce du Tagc

mismo tomo de las Commuiiicafo^s, pág. 57. Admite resueltamente la e.xistencia

Vid. Déchelette, págs. 289-300.

de un culto funeral entre

los trogloditas cuaternarios.

PROLEGÓMENOS

94 nente arquitectura:

de

arte de los cazadores de renos

al

los

hombre de

cro7nlechs. Si el culto del

un naturalismo zoomórfico, en

como en

nes impera, los la

y

bisontes, el

constructores de dólmenes, de menhires^ de alineamientos, de

manes de

Egipto,

los antepasados.

cavernas parece haber sido

las

la religión del

la idea

Todos

de

hombre de

los

dólme-

muerte y la devoción á monumentos religiosos de

la

los

época neolítica son cámaras sepulcrales.

Y

no son pocos

los

arqueólogos que se inclinan á explicar por

influencias orientales, especialmente egipcias, la completa transfor-

mación que experimenta período anterior á

hoy

insuficientes ó

turaban á dar á

la

prehistórico occidental en

más

humana 240.000 años de

altas,

comienzan también á

muy

cronologías históricas, que nunca estuvieron

sobre

los egiptólogos

reinado de Menes: la

el

como

Lubbock y r^Iortillet, mal interpretados datos geológicos, se aven-

especie

otras fechas todavía

y

mundo

están, las fantásticas cronologías de Lyell,

que con

las

el

explotación de los metales. Arruinadas,

la

trar en el

las

de Morgan

(l),

conoce con

el

firmes.

Dudan

de 4,455 (Brugsch)

cifras oscilan entre la

las

incierto, entre 4,777

pormenor de

que gracias á

y

fecha de la primera dinastía, es decir, del

la

de 5>004 años (Mariette) y actualmente Petrie

que de un modo

existencia

sufrir rebaja

la coloca,

aun-

^o tenemos que

y 4,715-

en-

estos cálculos ni de su fundamentos, puesto

exploraciones del

sabemos que

existió

mismo

Petrie

y

á los estudios

un Egipto prehistórico que se

nombre de edad de Xegadá; por

ser este el

nombre

del primer cementerio explorado. El pueblo constructor de las pi-

rámides fué precedido en rios,

y

los aluviones

el

valle del Nilo por

hombres cuaterna-

de Tebas, de Tuj, de Abidos son otras tantas

estaciones paleolíticas, con hachas chellcnses del las nuestras

Pero

lo

de San

que ofrece más interés para

arte son las pictografías

mente son en

la

(1)

el

germen de

de

las

Vid.

la f)bra ct les

tipo

que

la

comparación con nuestro

rocas de Egipto, que indudable-

la escritura ideográfica,

edad histórica son conocidas. «En

de la pierrc

mismo

Isidro.

de Morgan Rechcrchcs sur

¡uctaux. París, 1896,

las

les

cuyas evoluciones

pictografías egipcias

origines de

V Égypte. L'áge

PROLEGÓMENOS

95

un arqueólogo español) A'emos figuras de hombres, de cua-

(dice

drúpedos, aves y peces; barcos, las líneas onduladas que representan las corrientes aguas del Xilo; pirámides, que acaso eran sepulturas,

también en su forma embrionaria, y otros macizos que acaso raban territorios ó circunscripciones de familias ó tribus»

(l).

figu-

El se-

ñor Mélida, que hace esta descripción, encuentra singular semejanza entre algunos signos egipcios

cha de que

las

y

gentes que por

otros españoles, é indica la sospetal

medio esbozaban en nuestra Pe-

nínsula el arte de la escritura fuesen oriundas de Egipto, que pasa-

ron á nuestra Península en los remotos días geológicos en que todavía estaba unida (Itras

al

continente africano.

cuevas hay en España,

al

parecer del período neolítico, que

presentan signos de indudable parentesco con los de Altamira

peña

esciiia

de Torralba. El difunto profesor

y la de Granada, D. Ma-

nuel de Góngora y Martínez, primer tratadista de las antigüeda-

des prehistóricas de Andalucía, dio razón de algunas de (2),

muy

digno de crédito.

que fazer em Portugal para ter de ir ocupar-me de paises estranhos, ainda

T>mesmo quando, como no caso presente, a historia »enlaqada

página xxivj.

mente de

d'elles está

intimamente

do meu, e Ihe serve de esclarecimento>, dice Leite (tomo i, Esos paises extraños que el Sr. Leite se abstiene patriótica-

com

a

estudiar, sin

y Extremadura.

duda para no contagiarse de hispanismo, son Galicia

PROLEGÓMENOS

112

y que

campesinos

los

conocen con

los

Cartailhac tampoco sabía

más en

1

886,

el

nombre de garitas

(l).

y eso que ya para entonces

se habían publicado algunas noticias curiosas, aunque á la verdad sin bastante precisión arqueológica,

Xo me

nados.

detendré en

como dadas por meros

aficio-

lancha de Valdejuán, descrita

la

xdi

en

1794 por D. Gregorio Sánchez de Dios, cura del Casar de Cáceporque de la misma descripción se infiere que el entendido

res (2),

párroco tuvo razón en considerar como mera curiosidad natural

enorme monolito que

el

pues se trata de

se erguía sobre dicha lancha^

una piedra oscilante «que un muchacho movía con sólo reclinarse en

aunque

ella,

se calculaba su

peso en muchas toneladas

>.

Hoy

esta piedra ha desaparecido, pero se citan otras análogas, en

camino de Garrovillas á Alcántara y en («el

la sierra

el

de ]Montánchez

cancho que se menea»).

Pero son positivamente túmulos y antas tara

y

la

dehesa de Mayorga, citados en

sus Antigüedades de

Extremadura

pués en Garrovillas por

el

presbítero

(3),

y

los 1

de Valencia de Alcán-

Viu en

8 52 por D. José

los

explorados poco des-

D.Jerónimo de Sande, que des-

cubrió una estación prehistórica de verdadera importancia; dos dól-

menes

techumbre y restos de otros varios, extraademás de las acostumbradas hachas, cuchillos y

cubiertos, tres sin

yendo de

ellos,

puntas de lanza, unas «cuentas de collar, de piedras colores, agujereadas por

zarritas con caras ello

y manos y

toscamente con rayas

(4).

caracteres desconocidos figurado todo

Otros amuletos del mismo género se

han encontrado en Portugal, como sabemos. También (i)

de varios

finas,

en medio para ser ensartadas, y además//-

las ruinas

de

Los monumentos megaliticos de Andalucía^ Extremadura y Portugal y

los

aborígenes ibéricos. (En el ]\Iuseo Español de Antigüedades,

tomo

vn, pági-

nas 303-364-) (2)

Vid. Barrantes (D. Vicente): Aparato bibliográfico para la Historia de

Extremadura, tomo (3)

i.

Madrid, 1875, págs. 452-456.

Extremadura. Colección de

de Viu. Madrid,

1852,

tomo

i,

S7¿s

en un solo tomo, es de Cáceres

de menguada (4)

crítica.

Notas d

las

inscripciones

y monumentos

,

por D. José

La primera, escritor Viu era un pobre y hombre

pág. 244 (2.^ edición aumentada).

Mucho más

(1846).

valan las notas de su adicionador.

Antigüedades de Extremadura de D. José Viu, por Felipe

L. Guerra. Coria, 18S3, imp. de Montero, págs. 24-26.

PROLEG OBVÍENOS

II3

antiguas poblaciones prerromanas, descubiertas por

el

humanista

D. Felipe León Guerra, cerca de Santiago de Vencáliz y en otros puntos de

Extremadura Alta, pueden sugerir

la

citanias del Miño, pero todavía

ploradas Si

más

creer á Barrantes,

vestigios ante-históricos

mismo

dantes. Él

(2).

ser éstos tan

abun-

y más de un menhir, junto

trilito

ó casa fuerte de la Erguijuela, cuyo contorno peñascoso

Todo

De

neolítico,

de Cáceres conserva

territorio

el

que romanos, con

en roca

está lleno de sepulcros abiertos

nes

las

dice haber descubierto, en Diciembre de 1873,

más de un dolmen, más de un

gamos.

recuerdo de

(i).

hemos de

al castillo

el

no han sido convenientemente ex-

viva,

tal vez de inscripcio-

y

esto aviva la curiosidad sin satisfacerla

y ya en

mucho que

di-

proceden bastantes hachas del último período

Trujillo la

Exposición universal de París de

1

867, cuando

ciencia prehistórica estaba todavía en mantillas, figuraron dos de

la

Valencia de Alcántara, remitidas por

con otras procedentes de

tre,

(i)

Ibid., págs.

I

Don

el

ingeniero D. Amalio Maes-

Benito, de la Puebla del Maestre,

(-12.

Conjeturas más bien que datos sobre algunas citanias extremeñas (Medellín,

Alanje, Frejenal, Sierra de Monsalud) contiene un artículo del

de Monsalud en

la

Revista de Extremadura^ tomo

nas 6-13. Más precisas son las que en dio D. Mario Roso de

Luna (Ruinas

misma

la

iii.

Revista,

Marqués

Cáceres, 1901, pági-

tomo

iii,

págs. 249-255,

protohistóricas de Logrosáti, Santa

Cruz

y Solana de Cabanas). Del último de estos yacimientos procede una lápida sepulcral de pizarra existente hoy en el Museo Arqueológico y que «presenta tallados

mango

á

corto,

modo de

una

jeroglífico

un escudo, un espej

>,

perfecta figura de un guerrero», y lápida,

aunque atribuida á

la

lanza,

una espada de ancha hoja y lusitana, la im-

una á manera de mitra al

parecer un carro de combate. Esta

edad de bronce, puede pertenecer á tiempos

plenamente históricos (Boletín de la Academia, tomo xxxii, págs. 179-182). Otra piedra semejante y casi con los mismos atributos, pero más toscamente grabados, descubrió en Almendralejo

el

Marques de Monsalud, y su dibujo Academia (tomo xxxiii, pág. 407).

está publicado también en el Boletín de la

En

el tomo Luna sobre

xlv, págs. 507-510,

hay otra breve comunicación de Roso de

citanias extremeñas, y

en

el

tomo

iv

de

la

Revista de Extrema-

dura (1902), un nuevo artículo suyo sobre excavaciones en ta

la

Sierra de San-

Cruz. (2)

Aparato,

tomo

i,

págs. 454-455.

Meníndez t Pblato. — Heterodoxos,

I.

8

PROLEGÓMENOS

114

de Llerena, de Usagre y de Rivera del Fresno, pueblos todos de de Badajoz, que

prov'incia

dor prehistórico

chado

al

tu\'0

por primero y

la

casi único investiga-

difunto catedrático de Sevilla D. Antonio

Ma-

(l).

Si llega á realizarse la fundación de la

Sociedad excursionista ex-

tremeña, que algunos aficionados de Plasencia y Cáceres proyectan,

ancho campo se abre á su actividad en parajes que para

poco menos que

logía son

arqueo-

la

ignotos. Sábese á ciencia cierta

que en

míseras y desventuradas Jurdes, hay una cueva, probablemente

las

prehistórica,

que dicen de

Cabras pintadas, «porque en

las

las pe-

que están tan perpendiculares como paredes de casas con sus

ñas,

esquinas

y ángulos

ven

rectos, se

muy mal

ciertas figuras,

hechas

por los pastores con almazarrón, en que parece quisieron representar cabras».

Son palabras

Ponz en 1778

del viajero

(2);

dos siglos antes, Lope de Vega, archivo viviente de españolas, había recogido en su graciosa

(1)

Hoy debe

nombre

añadirse el

más conocido como

epigrafista

(Revista de Extremadura, tomo

comedia Las Batuecas

11,

La

en que se ve grabado

tes;

bajo

el

En

1900, págs. 193-201).

el

esta interesan-

de inhumación y restos de cerámica

de sepulturas,

de incineración: abundan extraordinariamente

tro,

(es-

vega de Harjiina en Almendralejo

el

los

iguales á los de las cuevas de Palmella, y las hachas de

Una

cerca de

del malogrado IMarqués de Monsalud,

te estación neolítica coexisten dos tipos

artísticos se citan: «i.°

y

tradiciones

romano. Véase, entre otros artículos suyos,

titulado Prehistoria de Extremadura,

el

las

ofita.

Como

objetos

rodaja de pizarra gris de 8 centímetros de diáme-

el

Sol de forma circular con otros rayos divergen-

Sol un árbol con tronco y ramas, y por el opuesto lado una

cigüeña trazada con sencillez y primor. 2.° Una piedra de jadeita, en forma de pirámide cuadrangular truncada, ostentando en cada una de sus caras

un animal grabado en hueco,

caballo,

al parecer, un ciervo y un ganso.> El dolmen más importante de

provincia de Badajoz, es

la

de

el

de

la

los

y en

la

base dos que son,

que hasta ahora

se

han indicado en

gamo,

dehesa de

etc.,

la

Granja, en término de Jerez

los Caballeros.

De

la

provincia de Cáceres se ha publicado algo más. Vilanova e.xploró

cinco antas en

el

término de Valencia de Alcántara, y dio razón de sus ha-

llazgos en el Boletín de la

Pero (2)

las

Academia de

la Historia,

tomo xv, 18S9, pág. Roso de Luna.

principales exploraciones han sido las del Sr.

Ponz, Viaje de España. Madrid, Ibarra, 1778, tomo

vii,

pág. 1S8.

192.

PROLEGÓMENOS crita al

parecer en 1597),

no eran precisamente de

1^ noticia

1 1

de esas pinturas ó de otras que

cabras:

Ni esos fuertes animales

Tan Con

feroces ni tan listos,

garras y lanas tales,

Son en nuestros valles vistos Por montañas ni arenales.

Hoy, según informes recogidos de na fidedigna

(l),

un caballo que,

no sólo se ven al

labios rústicos

por perso-

cabras pintas, sino también

las

donde

decir de los naturales, señala el punto

está escondido gran tesoro (2). ¿Quién sabe

se trata

si

de una

es-

tación paleolítica análoga á la de Altamira, ó á las cuevas de la

Dordoña?.

En más

despejado terreno nos coloca

la rica

prehistoria de Gali-

cia,

que ha dado motivo á interesantes trabajos de

mil

y

Castro, Murguía, Maciñeira Pardo

región

de

en algunos de

(3),

la teoría céltica.

interpretación,

(i)

Pero

que en

el

y

otros arqueólogos de la

los cuales persisten lo

los Sres. Villaa-

demasiados vestigios

importante aquí son

los

hechos y no su

estado actual de tan difíciles estudios no

Revista de Extremadura, tomo

de D. Vicente Paredes, sobre

la

xi,

Cáceres, 1909, pág. 437. Artículo

Sociedad excursiojiista extremeña y algo de

Prehistoria de Extremadura. (2)

Parece que en Extremadura abundan extraordinariamente

llamadas de cazoletas, que algunos quieren interpretar cos ó alfabéticos. ras,

En

sólo cinco pueblos de

la

como

las

piedras

signos numéri-

provincia de Cáceres (Abertu-

Miajadas, Villamerías, El Puerto y Santa Cruz) ha reconocido el Sr.

de Luna más de un centenar de Extremadura, en

ellas. (Vid.

el Boletín de la

su artículo

Academia de

La

Roso

escritura ógmica en

la Historia,

tomo

xliv, pági-

nas 359-360, y tomo XLV, págs. 352-353, con reproducción de muchos signos.) Cf. en la Revista de Extremadura, tomo viii, 1906, Notas arqueológicas, páginas 433-439'

niosamente

Eq

el Sr.

tomo anterior de la misma Revista filosofa larga é ingeRoso sobre estos simbolismos arcaicos de Extremadura (pá-

el

ginas 417-448), fundándose en ciertas doctrinas astronómicas y teosóficas que

no son (3)

del dominio

de

la

Arqueología.

Saralegui y Medina (D. Leandro de), Estudios sobre la época céltica en

Galicia. Ferrol, 1867, imp.

conocemos

la

de Taxonera. De este libro hay tercera edición (no

segunda), hecha también en El Ferrol, 1894.

Villaamil y Ca«tro, Antigüedades prehistóricas

y

célticas de Galicia.

Lugo,

PROLEGÓMENOS

Il6

puede considerarse más que como provisional, y acaso substituya unos errores con otros nuevos.

De

época paleolítica es

la

muy poco

lo

que hasta ahora se cono-

y Castro exploró antes de 1873 dos cuevas cerca de Mondoñedo, la llamada del Rey Cintou¡0 y A jurada d'os cans. Los hallazgos paleontológicos no fueron ce en

las proA'incias gallegas. Villaamil

de grande importancia, excepto ciertos huesos de bos primigenitis ó

de rengífero, cortados como para extraer

el

tuétano; ni

tampoco

los

industriales ó artísticos, pues se limitan á los instrumentos silíceos

más comunes en otras naturales

las estaciones cuaternarias.

y

Tanto esta cueva, como

tienen su correspondiente leyenda de

artificiales,

damas encantadas, y tesoros escondidos y guardados por dragones

y

gigantes: «mil bobadas»;

imp. de Soto Freiré, 1873.

La

al

2.^

decir del P. Sarmiento, tan incapaz

parte no se publicó entonces, pero apare-

ció luego refundida por su autor en los trabajos siguientes.

Adornos de oro eticontrados en Galicia. En

tomo

el

Aluseo español de antigüedades,

1874, págs. 545-555-

III,

Armas,

iiiensilios

y adornos de bronce encontrados en Galicia. En

español de antigüedades,

Los Castros y

las

tomo

Mámoas

iv, 1875,

el

Museo

págs. 59-71.

de Galicia.

En

el ]\Iuseo,

tomo

1876, páginas

vii,

199 a 237. Poblaciones, monumentos y carninos antiguos del Norte de la provincia de Lugo.

En

el Boletín

déla Sociedad geográfica de Madrid, tomo

Barros Sivelo, A?itigüedades de Galicia.

Murguía

(D. Manuel), Historia de Galicia,

ré, 18Ó6, 2.^ edición, Id. Galicia.

(En

la

muy

tomo

i.

v, 1878,

págs. 81-139.

1875.

Lugo, imp. de Soto Frei-

La Coruña, lib. de Carro. España y sus mo?mmentos), Barcelona,

refundida, en 1901.

colección titulada

ed. Cortezo, 18S8. El

mente de

La Coruña,

primer capítulo, que es

muy

extenso, trata exclusiva-

prehistoria.

Maciñeira y Pardo (D. Federico), Investigaciones p-ehistóricas en Galicia (dos artículos Id.

en

La

Ilustración artística de Barcelona, 4 y 25 de Febrero

Castros prehistóricos de Galicia.

En

la

de

1S95).

Revista crítica de Historia y Lite-

ratura, Madrid, 1897 y 1899. Id.

Ejemplares gallegos y porttigueses de la escritura hemisférica.

tín de la

Academia de

la Historia,

tomo

xl, 1902, págs. 431-444.

que en

la

existen

más de trescientos túmulos prehistóricos. López (A. del), Protohistoria. Los castros

comarca de Santa María de Ortigueira (provincia de

Castillo

Coruña, 1898.

gallegos,

En

Dice la

el Bole-

el

autor

Coruña)

2? edición.

La

PROLEGÓMENOS

como la

sentido de las leyendas populares.

el

1 534 por el de mencionar cierta cueva,

de Corujo, visitada en

la

Conde de Altamira. Él y

los

que

estas fué

el siglo

acompañaban, según

le

por

tástico relato, anduvieron largo trecho

un

Una de

ya

genealogista Vasco da Ponte, con ocasión

consignada en

el

I

parte de los hombres del siglo xviii de comprender

mayor

la

poesía y

I

la

xv por

este fan-

gruta hasta «encontrar

vieron del otro lado del, gentes extrañas, ricamente

río caudal

y y tañendo instrumentos y viendo grandes tesoros» (l). Numerosas y antiguas son también en Galicia las tradiciones de

vestidas,

ciudades lacustres análogas á los palafitos suizos, que conocidamente

pertenecen á

la

edad

ron siendo habitados en Cartailhac

(2),

trado

el

menor

ellos continua-

edad de bronce y aun en

las históricas.

demasiado incrédulo respecto de

los

fundándose en que hasta ahora no se ha encon-

resto de ellos ni el objeto

da suponerse de dignos de

la

se manifiesta

palafitos gallegos,

aunque algunos de

neolítica,

más

insignificante

procedencia. Pero autores antiguos,

tal

que pue-

al

parecer

dan testimonio de que en otro tiempo se encontraban.

fe,

El licenciado Molina, que en

1

55o imprimió en Mondoñedo su Des-

cripción del reino de Galicia, dice

así:

Tamago nace de una laguna que llaman las LaGua, tiene en torno más de una legua; de este lago se cuen-

«Este río del

mas de

tan dos cosas tan extrañas, que

de crédito y de mucha

Guando

fe,

no

si

me

no

las oviesse

este lago algunos años por falta de

parte del, en aquello que queda hierro labradas

y piedras

oido á personas

ocupara mucho en

agua se viene á secar

como tremedales

cortadas,

y

escrivillas

ladrillos,

se hallan cosas de

y clavos y

hollas,

y

todas otras cosas desta calidad, que demuestran claro aver ávido allí

edificios

(i)

y población; cosa

es

de admirar»

(3).

En

el siglo xvii,

Relación de algunas casas y linajes del remo de Galicia. Escrita por

Vasco de Aponte. (En Galicia^

el

apéndice del tomo

de D. Benito Vicetto. Ferrol,

(2)

Pág. 71.

(3)

Descripción del

«Fue impresso

el

vi

de

la

desatinada Historia de

1872, pág. 440.)

Reyno de Galizia y de las cosas notables del... (Al fin): en la ciudad de Mondoñedo en casa de

presente tratado

»Agustin de Paz. Acabóse

el

segundo dia del mes de Agosto. Año mil qui-

»aientos y cinquenta». Fol. 40.

PROLEGÓMENOS

1 1

Boan y

el P.

Gándara

(l),

repiten la noticia de ^Molina, confirmán-

primero como testigo de vista, aunque su testimonio no memucho crédito. Además de la laguna de Santa Cristina, nombre actual de estas

dola

el

rece

hay tradiciones de ciudades anegadas en

latfias,

Carragal y Doniños (estas dos indicadas

la,

en sus tos

Viajes),

en

que creemos

En

ñas.

la

el

Sarmiento

P.

próximos á Betanzos, y en otros punmencionar (2).

inútil

como

el

recuerdo de estas ciudades

el

vulgo dice asolegadas, son muchas y extra-

de Santa Cristina suenan

ladru (Francia).

por

de Reiris, Ante-

los juncales

Las leyendas que se enlazan con sumergidas, ó

3^a

las

las

cam.panas

En un documento de

1 5

como en

13, citado por

de Pa-

la

el

poético

historiador ]\Iurguía, se dice que el ejército del rey Artús, convertido en cínifes, vuela sobre las aguas del lago de Antela ó de la L¡-

mia

(3),

pero parece que aquí hemos de ver una reminiscencia

literaria.

El texto más antiguo y capital sobre estas leyendas está en

podemos

la

que

llamar primera parte del pseudo Turpin, compuesta en

Santiago de Galicia por un monje probablemente francés, que escribía en glo

el siglo xi,

XII,

entre II31

según opina Gastón

y

1 1

34,

según

el

Paris, ó antes

de mediar

el si-

parecer de Dozy. El capítulo ter-

cero contiene una curiosa geografía de España, donde se enumeran las fabulosas

conquistas de Carlomagno,

y entre

ellas la

ciudad de Lucerna, in valle viridi (Valverde), que fué

más obstinada ses,

resistencia.

El Emperador

cayendo por

tierra los

hasta el día presente.

En

que opuso

el

milagro de

muros y quedando desierta la ciudad que ocupaba surgió una negra la(4).

G. Paris opina, que estos pes-

Cisne Occidental cania las palmas y triunfos de Galicia... Obra pos-

iutna compuesta

Agustín

fuerte

el sitio

guna, donde nadan peces negros

El

la

la

tuvo sitiada cuatro me-

hasta que por intercesión de Santiago se repitió

Jericó,

(i)

la

de

por

el

P.

M.

Fr. Felipe de la Gándara, del Orden de

Madrid, sin año (1678), tomo

i,

San

pág. 44.

(2)

Murguía, Galicia^ pág. 34 y siguientes.

(3)

Galicia^ pág. 38.

cOmnes praefatas urbes, quasdam scilicet sine pugna, quasdam vero (4) cum magna et máxima arte tune Karolus acquisivit, praeter praefatam Lu-

PROLEGÓMENOS cados, aunque

el

Turpin no

que padecen

bitantes de la ciudad,

sus pecados, la historia

lo dice

IIQ

claramente, son los mismos hatal

metamorfosis en castigo de

y recuerda un cuento análogo de Las Mily una Noches,

del joven Sultán de las Islas

(l).

Dozy apoya

salir del

cuento árabe,

Negras

esta indicación del sabio romanista francés.

Pero

que á

ni el relato del falso

lo

menos en

mos que la en la Edad

Turpin ha podido

su forma actual es

fabulosa crónica, á pesar ^Nledia

y de

lo

mucho más moderno, ni creede lo mucho que se difundió

enlazada que está con las tradiciones com-

postelanas, haya podido ser fuente de leyendas populares en Galicia.

El tema es evidentemente áe folk-lore general, pero con aplica-

ciones geográficas diversas dentro de cada región. ¿Cuál puede ser

determinación de Lucerna y Valverde? El Turpin habla de

la

inmediatamente después de Falencia, y aunque por dición de ciudad lacustre, existe la laguna de la

blado que lleva

de

la

el

nombre de Valverde. Acaso

ellas

no hay

allí

tra-

Xava y un despoes

un eco también

leyenda hoy perdida, lo que algunos hagiógrafos refieren en

la

vida de Santo Toribio, de haber sido inundada la ciudad por el río

Carrión en castigo de

la

protervia con que los priscilianistas de

aquella ciudad se oponían á la predicación del Santo

Apoyado en

estos antecedentes, se inclina

Dozy

(2).

(3) á

poner

fabulosa Lucerna en tierra de Campos; pero quizá tiene razón

cernam, urbem munitam, quae est in valle

viridi,

ultimum nequivit, Novissime vero venit ad eam circa

eam quatuor mensium

spatio,

et facta prece

Deo

atri

amnis

in

habentur». (Cap. m). Al

medio fin

del

eius surrexit, in

mismo

et Sancto lacobo

quo magni

capítulo añade:

ad

eam, et sedit

cecJderunt muri eius et est deserta usque in hodiernum diem.

enim gurges

Mur-

qaam capere usque

et obsedit

la

«Hae

Quídam

piscas nigri

sunt urbes

postquam gravi labore acquisivit, maledixit, et ideo sine habitatore permanent usque in hodiernum diem: Lucerna, Ventosa, Caparra, quas

ille,

Adania.?'

Sigo el texto de Dozy, publicado en

la tercera

sur l'histoire et la litlérature d'EsJ>agne pcndatit

tomo

II,

le

edición de sus Recherches

Moyen Age (Leyde,

pág. cvi del Apéndice.

(i)

Hisioire Poe'tique de Charlemagne. París, 1865, pág. 270.

(2)

España Sagrada, tomo

(3)

Recherches^

tomo

11,

viii

fiTSs), pág. 10.

pág. 385.

1881),

PROLEGÓMENOS

120

guía en llevarla á otros parajes

más próximos

embargo,

reducción

la

parece que hay de

Enrique

y

Gil,

al

lago de Carrucedo en

común

la mefítica

donde has-

á Galicia,

No me

ta ahora parecen localizadas estas creencias.

el

convence, sin

Bierzo, pues nada

entre las poéticas ondas idealizadas por

laguna de los peces negros.

Los primeros exploradores de todas partes, confundieron los

monumentos

como en con muchos

en Galicia

la prehistoria,

megalíticos

bloques erráticos que por su forma rara ó por sus dimensiones habían atraído

el interés

Los autores modernos arqueología.

En 1887

descripciones

dras Jítas, sus

ó se ligaban con alguna superstición popular. los

excluyen sin compasión del campo de

la

escribía Cartailhac: «resulta claramente de las

y láminas de D. José

y

Villaamil

altares^ sus peñas altares, sus

Castro, que sus pie-

peñas abaladoir as, nada

tienen que ver con nuestro asunto. Solo exceptuaremos el recinto

monte Das Fachas

del

cerca de Barreiros. Se

(l),

compone de

sie-

te bloques, con elevación de un metro, puestos simétricamente á

redonda sobre una eminencia. Sería

muy

la

importante sin duda hacer

excavaciones en este punto.»

Respetando, como es debido,

dando por supuesto que en la

mano

del

la

doctrina de los especialistas,

estas piedras para

y

nada ha intervenido

hombre, no por eso puede mirarlas con indiferencia

el

historiador de las religiones, puesto que la litolatria es una de las

formas más antiguas del culto naturalista, y sabemos por nio de San Martín Bracarense (en que

que entre

sistir),

sin

los rústicos

de Galicia

el

hombre

paleolítico

aprovechó

testimo-

más adelante hemos de persistía

aún en

que se haga distinción entre rocas naturales y

como

el

las

in-

el siglo vi,

artificiales.

Así

grutas naturales para ha-

Pachas, dice equivocadamente Cartailhac. (Les Ages Préhisioriques,

(i)

página

191.)

Del mismo

modo

convierte

la

Lama de

Santa Cristina en Cama,

acaso por ignorar el sentido gallego, portugués y castellano de

bra lama (pág.

71).

Villamil: cosas

la

Y, por supuesto, á D. José Villaamil le convierte en

pala-

Don

de franceses, hasta cuando escriben libros enteros sobre

España.

Sobre

el

de Cartailhac en

se un artículo del vista

de

la

Coruña

mismo

la

parte concerniente

Villaamil,

Galicia, 1887,

La edad

tomo

i,

al

país gallego,

puede ver-

prehistórica de Galicia, en la re-

pág. 75.

PROLEGÓMENOS cer de ellas su

morada y

y

el

hombre

como

la Península,

las vacilantes

y

como

altares ó

ñtas 6 hincadas que tanto abundan en

de

I

neolítico convirtió las ca-

vernas en sepulturas antes de crear su arquitectura fúnebre, es natural que aprovechase

2

de su arte y cubrir sus paredes de

el taller

representaciones zoolátricas;

1

muy

oráculos las piedras

nomenclatura geográfica

la

ú oscilatorias. Qran parte de las cú-

pulas ú oquedades á que varias veces hemos hecho referencia, están excavadas artificialmente en piedras naturales, lo cual no autori-

en verdad

za

tes la

como

sueños de altares druídicos en que corría á torren-

los

sangre de indicio

víctimas

las

(l),

pero se considera generalmente

de algún concepto simbólico. El pueblo mismo ve algo

de misterioso en estas rocas, como

pena d'o altar y penas algunas de ellas, y las

prueban

lo

y

d'os gigantes

nombres de

que ha dado á

d'os gentíls

que de otras consignan

raras tradiciones

autores antiguos, prescindiendo de los modernos

sospechosos de adulteración

los

que pueden ser

D. Mauro Castellá Ferrer, que

literaria.

publicó en 1607 su Historia del Apóstol Santiago, registra la conse-

de haberse reunido en

ja

gir caudillo

de

que

las cien doncellas.

del

el

Campo de

«Y

Mellid los gallegos para ele-

moros que exigían

los guiase contra los

el tributo

sobre una gran piedra que estaba en medio

campo, de que poco ha

se ha

hecho

Sebastián, que está á la entrada de la

el altar

villa,

de

la

ermita de San

echaron suertes con tinos

dados-» (2). Aquella piedra debía de estar consagrada á la adivina-

ción desde antiguo,

y

duda para borrar

sin

aprovechada como ara de notable

(i)

que estaba

«Era como

al

la

«que en

el

el P.

ello fué

de

más

Sarmiento nos cuenta de

pie de la ermita de

estas piedras, la

la

recuerdo de

vecina ermita. Todavía es

San Guillermo, en

ó cama de piedra en

pila

Hablando de una de

llaamil y Castro

humano en

en

bárbara superstición que

la

cierta roca nisterre.

altar

la

la

Fi-

cual se echaban á

Recadieira, dice

el Sr.

Vi-

concavidad que presenta se adapta un cuerpo

posición supina y aptitud

muy

propia para ser degollado, y que

su sangre corra por un profundo canal de un decímetro de ancho y otro tanto de fondo». (2)

Historia del Apóstol de Tesas Christo Satitiago Zcbcdco, patrón y capitán

general de las Españas.

Año

En

1610, folio 242 vuelto.

Aladrid, en la oficina de Alonso Martin de Balboa.

PROLEGÓMENOS dormir marido y mujer que por ermita,

lla

y

allí,

indecorosa, se

mandó por

visita

cama, y se quitó

dra, pilón ó

estériles recurrían al santo

}'

á aque-

y por ser cosa tan (episcopal) quitar aquella gran pie-

delante del santo, engendraban,

concurso»

el

cas á que en diversos países se atribuye á las mujeres estériles.

En

(l).

Son muchas

la virtud

las ro-

de hacer fecundas

Portugal se cita una, cerca de

Lamego

(2),

y en Francia varias, que algunos quieren explicar como restos de un culto fálico, pero todo esto son fantasías sin ninguna consisten-

Lo que importa recordar

cia.

practican en tral del

es la peregrinación

que hoy mismo

India las mujeres estériles, lavando con

la

agua

el

sagrado Ganges los huecos de algunas peñas, como ya he-

mos consignado en otro lugar. Abundan en Galicia las piedras

oscilatorias, llamadas allí

d'mtbade, movmtes, ahaladoiras., cabaladas 6 cabaleiradas,

de

ellas

bre es ca),

lus-

y

podras algunas

han sido cristianizadas con piadosas leyendas. La más céle-

el

inmenso bloque de Mugía (Piedra de

la

Virgen de

la

Bar-

que está descripta en estos términos por un anónimo peregrino

alemán en 1446. «Desde Finisterre pasé ala Barca de Nuestra amada Virgen sa

que

Alaría,

que en todo mi

grande, cerca de

es sin

viaje vi.

ella

hay

duda

la

cosa

más estupenda y

Es de piedra, de una

otra, á

manera de

mástil,

sola pieza

muy

que podrá tener

de largo como unos quince klasters y cada klaster unos

Es tan grande

m-ilagro-

seis pies.

y pesa tanto, que veinte bueyes podrían apenas moverle de su sitio; y, sin embargo de esto, si algún pereeste mástil

grino se acerca á

él

puede moverle con un dedo

nor dificultad. Para eso es preciso que esté en

pecado mortal, porque

si

el

solo, sin la

hombre que

lo está, ó

si

la

me-

mueve no

ha sido excomulgado

y no ha hecho penitencia, de ninguna manera puede hacer que se mueva el tal mástil. Muchos van allí, hasta niños de pocos años á Apud Murguía,

(i)

Galicia, págs. 74 y 75.

Se

le

olvidó indicar

la

obra del

y como son innumerables los manuscritos del polígrafo benedictino, me ha sido imposible, hasta ahora, evaP.

Sarmiento de que toma

cuar

la cita,

la noticia,

aunque no dudo de su exactitud. Probablemente estará en sus

Viajes. (2)

Vid. Leite de Vasconcellos,

to, 1882),

pág. 92.

Tfadifoes populares de Portugal (Opor-

PROLEGÓMENOS

1

Yo mismo moví

quienes he visto hacer lo que otros no pueden. aquella

brosa»

enorme piedra con

la

mayor

23

facilidad, cosa

para mí asom-

(l).

Aunque en

escrituras

áe piedras fitas y petras

de

la

Edad Media

que servían de

erectas^

dándose á entender que algunas de qtiae ab antiquo

fucrimt

cia se encuentran,

na pueda

y

calificarse

constrtictae),

ellas

mención

es frecuente la

límites ó términos,

eran

hoy son

artificiales

raras las

(petras

que en Gali-

parecer son naturales todas, sin que ningu-

al

de menhir, como reconoce Villaamil y Castro.

Murguia sospecha que fueron sistemáticamente destruidas para que campesinos no llevasen á

los

qué

se dejaron subsistir los túmidos

carácter gentílico

pero entonces ¿por

ellas sus ofrendas,

mucho más

y

obvio,

las

mámoas^ que tienen un

y fueron siempre objeto de

supersticiones?

Parecen

muy

alineamientos.

inseguras las noticias que se dan de cromlechs

A

lo

sumo puede concederse

el

primer nombre

d'as Fachas^ que presenta siete piedras en círculo,

nos de los publicados por

Worsae en

y recuerda

y al

algu-

sus Antigüedades de Di-

namarca. El mismo Cartailhac encarece su importancia, que es

mayor todavía por la (2).

rareza de estos

monumentos en

camino de Oporto á Almeida uno que

to en el

moria

la

la

penínsu-

El viajero inglés Twis, que escribía en 17/2, dice haber visle trajo

á la

me-

Stone-Henge de Inglaterra, pero, ó se engañó tomando

el

por círculo

artificial

de piedras alguna agrupación de rocas natura-

Viaje de España^ por un anónimo. 1 446-1 44S. Traducido directamente

(i)

del alemán por E. G. R. (D.^ Emilia

Gayangos de Riaño). Madrid, imp. de Fau-

re, 1883.

En

(2)

Pardo «dos cromlechs enteramente uno de 27 metros de diámetro, el otro de 10 escasos, observados estación de Puente de García Rodríguez, en la gran planicie que riega 1895, descubrió el Sr. Maciñeira

iguales: el

en

la

el río

Eume, mediando entre uno y

no cuatro mámoas dolménicas

muchas partes según cree tros

más

el

otro unos 200 metros, y teniendo en tor-

Si estos «círculos

autor, nadie

puede aún

decirlo con certidumbre.

Algunos me-

arriba de ellos, está un túmulo ó cairn, de cuya cámara se

ron un torques y un puñal de bronce». demia de

de piedras ^, como en

se llaman, fueron templos ó lugares para asambleas políticas,

la Historia,

tomo

(E.

Hübner, en

xl, 1902, pág. 550.)

el Boletín

exhuma-

de la

Aca-

PROLEGÓMENOS

124.

Ó

les,

en

más

cromlech ha desaparecido sin que nadie

el tal

se fijase

él (i).

característicos de la prehistoria, así en Galicia

Los monumentos

como en Portugal, son con

y

los castras

las

misma abundancia en una región que en

la

se encuentran

y

7ndmoas,

otra.

«En algunas

partes no se camina legua que no se halle alguno», decía en 1610

Verea y Aguiar, en 1838,

Castellá Ferrer (2). casi tantos

mos

la

como

parroquias

(3).

Villaamil

y

escribió

que eran

Castro, á quien debe-

más extensa y concienzuda monografía sobre estas antigüe-

dades, exploró

más de medio centenar en un

territorio

de 900

ki-

lómetros cuadrados.

Fácilmente podemos prescindir de los castras^ llamados también

porque nadie

croas,

dos,

les

niega hoy

el

carácter de recintos fortifica-

que su mismo nombre y su estructura declaran. Pero también como de costumbre, el romanticismo druídico,

sobre ellos deliró,

tan en boga á mediados de nuestro

Verea y Aguiar los congallegos», dando tan pere-

siglo.

grinas

como «templos de los celtas razones como «la forma perfectamente

ellos»,

y

sideraba

la

circular

de todos

semejanza que creía encontrar con los círculos de los

druidas en Escocia, que son los mismos castros llamados

allí

en

lengua céltica Cairn. Martínez Padín, otro de los que por entonces emprendieron escribir la historia de Galicia quedándose en

el

umbral, opinaba que los castros «fueron erigidos para plantar y adorar en ellos la encina consagrada al Dios

dica»

(i)

Teut por

la

religión druí-

five

stones standing

(4).

«This morning

I

observed on the side of the road

»

upright, of eight feet each in height, and four others of the

»

sions lying by them, resembling a little stone henge.>

(Travels tíirough Portugal

Londres, 1775, Pág-

and

Spain, in JJ72

and ijjj,

by

same dimen-

Richard Twis

,

55-)

(2)

Historia del Apóstol Santiago,

(3)

Historia de Galicia. Primera parte. Ferrol, imp. de Taxonera, 1838,

fol. 141.

págs. 136-137. (4)

Historia

política., religiosa

y descriptiva de Galicia, por D. Leopoldo i, págs. 234 y ss. Es el primero que

Martínez de Padín. Madrid, 1849, tomo publicó, en forma de apéndice, un

y mdmoas de

Galicia,

pequeño tratado especial sobre

los castros

PROLEGÓMENOS

el

frágil

25

quimeras, ni puede admitirse tampoco

Inútil sería refutar estas

sobre

1

apoyo de vanas etimologías ó de alguna leyenda

moderna que puede

ser eco de del folklo7'e extranjero, el carácter

de «ciudades sagradas» que todavía se atribuye á algunos castros. Siendo, es

como realmente

de suponer que no

podemos pasar en

fueron, verdaderas poblaciones fortificadas,

cabe duda alguna sobre

y arcas cuando

do su cubierta de

un santuario, pero de aquí no

los celtas este sistema

de

mucho mefortificación.

carácter fúnebre de las

mámoas^

]\'Iurguia interpreta ¡ociis

dormitio-

el

llamadas también medorras (que nis), medelas^

ellas

estado actual de los estudios, ni

el

nos continuar atribuyendo á

No

en

faltaría

se trata

de dólmenes que han perdi-

«Generalmente no contienen más que un

tierra.

hay de tres y más, denomina Worsae, con bas-

solo recinto (dice el historiador citado) pero los

verdaderas sepulturas largas^

más razón que

tante

llanse las

los

como

las

que ven en

Há-

caminos cubiertos

ellas

vtámoas formando círculo entre

como



las

hemos

visto

en Santiago, rodeando un pozo ó laguna (Brandomil), de tres en tres,

en

rio, al

línea, aisladas, al azar,

cual da

d'as

teiro

olas,

semejando un vasto campo mortuo-

vulgo indistintamente

el

Campo

d'as olas

muy

su aspecto interior varían

el

nombre de

Oleiros,

y Campo d'as mamoinhas

forma de una campana

la

(i).

En

poco, y vista una, están vistas to-

das, sólo se diferencian en el tamaño; pero las hay,

contadas, que afectan

Oic-

aunque son

Algunos de

los

grandes dólmenes presentan en su cara interior curiosos signos,

como

los hallados

en

la

notable

trazados con líneas negras

Sobre

(i)

la

mámoa

y encarnadas

voz Okyros, dice

el

de Melón

cuyos dibujos

se parecen á las grabadas

P. Sarmiento:

«Es nombre de muchos

»

lugares en Galicia. Si se pregunta á un gallego ¿porque se llaman oleyros

>

estos lugares?, dirá

»

He

que porque en

de que

se fabricasen ollas.

»

noticia

j>

que se llamaban Oleyros de

»

ban en aquel

»

sitios

» vi;

ellos viven

hombres que fabrican

ollas.

transitado por seis ó siete lugares llamados Oleyros, y en ninguno hallé allí

la

Y

sitio las ollas cinerarias

en que se depositaban

pues en donde

vi

al

punto

me

saltó á la imaginación

voz Ollarios, porque en ,

al

modo que

los huesos. Fortifícase

muchas Mamoas,

allí

lo

antiguo se coloca-

se llaman osarios los

mi conjetura por

lo

que

estaba un lugar llamado Oleyros...>

(Semanario Erudito, de Valladares, tomo xx, Madrid, 1781, pág.

71.)

I

PROLEGÓMENOS

26

en

los

dólmenes del Morbihan, que De Cussac dio

mundo

sabio»

conocer

á

aunque tienen semejanza más señalada con

(l),

publicados por Góngora en sus Antigüedades prehistóricas de

al

los

An-

dalucía.

El material arqueológico que las mánioas gallegas han suministrado hasta ahora es

muy

escaso,

ticamente violadas durante

Hay

por

casi todas fueron sistema

buscadores de tesoros.

los

varios procesos del siglo xvii contra personas que sin licencia

del fisco abrieron

«mámoas, madorras y castros donde había

y sepulturas de

ros

porque

siglos

gentiles», llegando á extraer, en

los

cantidad, objetos de oro. Para hacer estas excavaciones

mientos

de

solía recurrirse

á prácticas supersticiosas,

y

como

ciertas varillas mágicas (cuya ^'enta se prohibió en

1683) y

el

famoso

libro

de San

teso-

bastante descubri-

el

empleo

Orense en

Cipiidn, de t[ue hablaremos á su

tiempo.

Son pocas

En en

que

las sepulturas

se

han salvado del común estrago.

todas ellas en encuentra la urna cineraria, ó pedazos de

mayor parte

la

chas de piedra

vestigios de incineración.

y bronce,

armas de bronce y

vasijas

de

y

y

de oro y

que continuaron siendo

época llamada hoy protohistó-

Pero tales hallazgos son cada vez más raros, y

rica.

ella,

utensilios son ha-

cristal, brazaletes

hierro: lo cual indica

utilizados estos enterramientos en la

Los

Castro declara no haber registrado ninguna

el Sr.

mdmoa

Villaamil

que no estu-

viese enteramente saqueada.

En las

la

Edad Media

antas portuguesas. El docto investigador

cionar, cita

una

serie

los siglos IX al XIV,

de testamentos, donaciones y privilegios de

donde

se encuentran,

molas antiquas», «ipsas mamulas»,

nombre de modorra

mismo que que acabamos de men-

sirvieron de piedras terminales, lo

es

menos

demarcando

«veredas de

límites,

«ma-

mamonela». El

frecuente, pero se halla en ima carta

de 1348 del Monasterio de Penamayor. El carácter

artificial

de

estos túmulos era reconocido, puesto que en una demarcación de la

sede episcopal dumiense, hecha en 921, se emplea este rodeo

«térra túmida quae

(i)

fuit

Galicia^ págs. 96-97.

manufacta.»

PROLEGÓMENOS

I27

El P. Sarmiento, á cuya universal curiosidad no podían ocultarse

mismo nombre

estas antiguallas, reúne bajo el turales

y

los

montículos na-

pero los deslinda. «.Mamblas en castellano, y tierra, ó de

artificiales,

viamoas en gallego, son unos montes naturales, ó de

que representan

piedras,

monte

nificación de

en

la

comunísima

es

mammula

voz

de una teta ó pirámide redonda,

ho}'

en Galicia

un montecillo de figura de las

la

las ollas

y

muy

mamoa, para

los

signi-

á mano, á imitación

mamoas no son

naturales. Estas

ó urnas cinerarias

Los ga-

los privilegios.

y hecho

tierra artificial

mamoas

cosa sino los antiguos sepulcros de

colocaban

voz mamoa^

para significar un monte, que es término

por donde pasa un apeo, ó demarcación en

de

la

esta sig-

instrumentos antiguos es

los

llegos extendieron la significación de dicha voz ficar

En

mamelles

los franceses

mambla. En

Castilla la voz

común

la figura

también

á los quales llaman

otra

Romanos, en cuyo centro El error del sabio bene-

(l).

dictino en cuanto á la atribución clásica, es propio de la arqueolo-

gía de su tiempo,

y aun puede tener por excusa

trado algún epígrafe romano en

negarse que

muchas de tintos

y

él

las cuales

ó cual túmulo. Pero no puede

estaban intactas aún.

extremidades de

entre las rías de Padrón

Noya,

tierra,

que se llama

el

monte de

blado, que llaman el

campo de

de mamoas sepulcrales.

mamoas de

que median junto allí

existe.

la Ciudad,

y

Minas,

el

las

visto (dice) en dis-

ázia Salvatierra, etc.,

y de Noya. Azia

hubo una grande Ciudad, que ya no sitio

«He

distantes países de Galicia, muchísimas

azia las

haberse encon-

fué el primer explorador de estas cámaras fúnebres,

ázia la Coruña, ázia Rianjo, ázia

todo

tal

el

al

éstas;

y sobre

mar

alto,

hay tradición de que Pero se conserva un

allí

un páramo despo-

qual he visto poblado

:^>

Sorprende en verdad que siendo Galicia y Asturias regiones de tanta afinidad étnica, sean hasta ahora tan escasos en

monumentos de arqueología primera. La mayor parte de

(i)

prehistórica los

la

segunda

que tanto abundan en

los la

que hasta ahora se han señalado en

Semanario Erudito, de Valladai-es, tomo xx. Informe de Fr. Martín al Conde de Aranda, sobre construcción de Caminos Reales, pági-

Sarmiento nas 69-73.

1

PROLEGÓMENOS

28

comarcas asturianas, corresponden á

las

bronce

(l)

y no

las

edades del cobre y del

faltan algunas inscripciones ibéricas.

Pero los dól-

menes son bastante raros, y apenas hay dos ó tres que hayan sido materia de formal estudio. El

de cripta á

sirve

pequeña

la

más importante parece

ser el

que

de Santa Cruz de Cangas de

iglesia

Onís. «Dentro, en la iglesia, está una cueva, á que se entra por

una boca como pozo», decía Ambrosio de Morales en su Viaje de 1572 (2). En el siglo xvii, el P. Carballo habla también de la cueva, que

los naturales del país

cuerpo santo,

y de

la cual

consideraban

para curar ciertas enfermedades el

monumento y tuvo que

fiarse

«dolmen complicado ó gruta de vaciones

dejando

al

de

En

1857, Assas, que no vio

las

hadas»

(4).

del

En

le calificó

de

1871 hizo exca-

Museo Arqueológico, componen las

descubierto las cinco grandes losas que

la

las

de

la

primera piedra

cubierta habían desaparecido. lateral derecha,

ciertas extrañas labores, hechas

juzgar por cas á las

(3).

de información ajena,

Rada y Delgado, por comisión

paredes del dolmen: interior

como enterramiento de un

sacaban tierra que suponían con virtud

el

La cara

mostraba de relieve

con instrumento de piedra

pequeño apunte que entonces

(5).

A

se hizo, parecen idénti-

que se han reconocido en algunos dólmenes portugueses.

\Jn erudito local de principios del siglo pasado, D. Pedro Canel

(i)

Por ejemplo,

los

de

la

antiquísima mina de cobre del Milagro, á seis

kilómetros de Covadonga, los del monte Aramo,

etc.

Vid. Mottografía de As-

por D. Félix de Aramburu y Zuloaga, Oviedo, 1899, págs. 23 y siguienDe los monumentos megaliticos trata especialmente en el capítulo 4.°, pá-

turias, tes.

ginas 53-65. (2)

Pág. 17 de

Oviedo, 1866, pág.

la

edición de Sangrador (Biblioteca Histórica Asturiana^

17).

Antigüedades y cosas memorables del Principado de Asturias, obra postuma del P. Luis Alfonso de Carvallo, S. I. (escrita en 1613, publicada en Asturiana, Ovie1695). Tomo I de la reimpresión de la Biblioteca Histórica (3)

do, 1864, pág. 224. (4)

Semanario Pintoresco Español, 1857, pág.

133.

Memoria que presentan al Excmo. Sr. Ministro de Fomento D. Juan de (5) Dios de la Rada y Delgado y D. Juan Malibran dando cuenta de los trabajos practicados y excavaciones hechas para el Museo Arqueológico Nacional, ^Nla,

drid, 1871.

PROLEGÓMENOS Acevedo, señaló darles este

nombre) en

ma

concejos del Occidente de

los

de Boal:

el

montañas de este mismo

las

esta manera:

bierta,

«

Encuéntranse por

dentro de

el

provin-

la

cimas

las

sepulcros antiquísimos en

país,

primero se presenta un gran montón de

de cono, y en

29

existencia de verdaderas manioas (aunque sin

especialmente en

cia,

de

la

I

en

tierra

for-

centro una caxa grande de piedra con su cu-

hay huesos todavía en unas, y en otras ya (l). La semejanza con los túmulos

la cual

están enteramente deshechos»

gallegos no puede ser

más

y

clara,

está confirmada por

un explo-

rador moderno, D. Bernardo Acevedo, que ha reconocido perso-

nalmente varias de estas mamoas y también algunos

castros^

dras aballadoiras ú oscilantes. Estas son naturales,

como sabemos,

pero suelen encontrarse en

acaba de persuadirnos de mitivo hizo de

Un

cierta relación

la

en los dólmenes,

aplicación religiosa que

el

y pielo cual

hombre

pri-

ellas.

ejemplar de dolmen y otro de piedra movediza se encuen-

tran á corta distancia, en la extensa llanura de

mar, y distante cinco kilómetros de límite occidental de Asturias. cia los Sres. D.

la villa

De ambos

Campos, próxima de Tapia,

casi

en

al

el

megalitos han dado noti-

Alejandrino Menéndez de Luarca

y D. Marcelino

Fernández. «El dolmen es de los llamados exteriores, aparentes ó

compuesto de

libres,

seis

grandes soportes en forma de plano

por medio á manera de tribuna» contradicción entre los datos de

(2).

incli-

Ver un paso

nado, cubiertos por extensa piedra cortada, dejando

Se advierte alguna pequeña

ambos exploradores, pero

lo

más

importante y positivo de este hallazgo, y de otros hechos en concejo del Franco, son

las seis inscripciones ibéricas,

sobre

las

Hübner autorizadísimo dictamen (3). Parece que en dolmen de Campos hay también otros signos no alfabéticos. les emitió

La provincia de Santander, ufana de serva pocos vestigios de

uno de

los

la

edad

el

cuael

sus cuevas paleolíticas, con-

siguiente.

El más importante y

primeros que en España tuvieron explorador alentado é

(i)

Citado por Aramburu, Monografía, de Asturias, pág. 61.

(2)

Aramburu, pág.

{3)

Boletín de la Real Academia de la Historia,

60.

tomo xxx,

pág. 226, Ins-

cripciones ibéricas de Asturias.

Mkkíkdsz y

Vs.i.kxo.— Heterodoxos.

I

o

PROLEGÓMENOS

130 inteligente, es el

dolmen

del

cubierto en 1857 po^ Dsu concordancia con

Abra en

Ángel de

la sierra

los

Ríos y Ríos, que estableció

famosa Mesa de

la

de Brañosera, des-

los

Mercaderes de Locma-

riaquer en la Bretaña francesa, presentando juntos los dibujos de

ambas construcciones megalíticas, y citando otras también análogas de la isla de Anglesey y de Cornualles. El dolmen del Abra fué en

modo

cierto

cristianizado por la vecina ermita (que subsistió hasta

el siglo xYiii)

de Nuestra Señora de

mandad de Campóo de

las

«Aún

Suso.

Nieves, patrona de

existen viejos (decía

her-

la

señor

el

que recuerdan haber oído contar á sus padres, cómo iban á

Ríos)

ermita de

la

cumbre, y entre otras

cosas, dicen

que se nombraban

doncellas por cada pueblo, que subían la tarde anterior á la

vidad (15 de Agosto) y pasaban

allá la

noche como todos

iban, en hogueras, bailes, etc. ¿Quién sabe

que

culto

hoy que

se

se

daba

al

conoce

dolmen»

(l).

si

la

festi-

que

los

no era algún resto del

Aventurada parece

conjetura,

la

destino sepulcral de estos megalitos, pero la

el

indicación debe recogerse.

Lo más

notable que hasta ahora ofrece

la

prehistoria vascongada,

son los dólmenes de Álava, especialmente los de Eguilaz y Arrízala,

en

bierta

y

el

llano

nada del tipo utensilios

de

la

de Salvatierra. Son dos hermosos túmulos con cu-

galería el uno, descubierto el otro, pero

común, á juzgar por

encontrados

allí,

huesos

y

osario:

«Su conca-

y 10 de ancho, contenía en su ámbito más de 5 pies desde su pavi-

calaveras hasta la altura de

mento, colocadas niente

Las armas y

unos eran del período neolítico y otros

edad de cobre. El de Eguilaz era un gran

vidad, de 13 pies de largo

no se apartan en

las descripciones.

las

cabezas á

La entrada á

la

parte de Oriente

y

los pies al

Po-

este sepulcro por el Oriente, principia á los

20 pies, poco más ó menos, con un camino cubierto de 4 pies de poca distancia de este camino se encuentra ancho y 4 de alto quemada Las calaveras y huesos hallados en el tierra que parece

A

sepulcro indican una estatura de hombres regulares

conozca haber de mujeres ó niños.» Así

(i)

le

describía en

sin 1

que se

83 3 el al-

Semanario Pintoresco Español, 1857, págs. 249-251. Monumentos

cos de Campóo.

célti-

PROLEGÓMENOS

I3I

calde de Salvatierra D. Pedro Andrés Zabala, en una comunicación

á

la

Academia de San Fernando.

Y

en 1845 ampliaba sus informes

Comisión provincial de ^^lonumentos: «El número de cadáveres

la

encerrados en este sepulcro debió de ser considerable, viéndose to-

dos hacinados y vueltos

al

especie de lanzas, unas de cuchillos corvos

Oriente. Las armas consistían en una

de piedra, y otras de cobre, y unos

filo

con uno ó más agujeros en

la

parte opuesta á la

punta. Había también varios corazoncitos con agujeros en su parte

más ancha, presentando algunos en

muy

finos

duro.»

A la

su alrededor dientes

á manera de sierras, y siendo todos de pedernal

muy

entrada del túmulo había una pequeña galería que terminaba en cavidad del centro, viéndose en

quemadas»

(l).

ella

la

todavía porción de tierras

El dolmen de Arrízala, llamado en vascuence Sor-

de menores proporciones y se halla en peor estado de conservación. Otros hay de menos impor-

guiñeche (casa de

las

brujas),

es

tancia, y algunos han sido destruidos en estos últimos años. No sabemos si entre ellos habrá que contar uno que D. Julián Apraiz

exploró en 1892, á

yendo de

él

seis

kilómetros del balneario de Zuazo, extra-

un cráneo con

la

caracterísca trepanación prehistórica

de que luego hablaremos. El número de cadáveres se acercaba á 130, y no estaban tendidos, sino sentados ó acurrucados

Dícese que hay varias grutas

Albaina á ^Nlarquinez, y en se consigna

pidas

y

la

que en alguna de

artificiales,

(2).

principalmente desde

Descripción geológica de la provincia ellas se

sepulcros abiertos en la roca

ven figuras toscamente escul-

Xo

necesito encarecer

la

importancia de este dato, que quizá nos dé algún otro eslabón en

la

(3).

(i)

Transcribe estos documentos Assas (Semanario Pintoresco^ págs. 156-

158),

con tres grabados del túmulo de Eguilaz: alzada, planta y sección del

sortir le

et,

les

a lieu

de croire

On

voulait faire

mauvais esprit logé á l'interieur du malade ou bien donner a

»

l'áme du mort une issue pour s'échapper, de

on

»

tombeau.» (2)

y

temps historiques, on doit pen-

>

a

(2).

digna de aten-

par analogie avec une coutu-

•>

la

como

des vivants, soit des morts,

les cránes, soit

semblable encoré en vigueur dans

el

El fragmento

quien era preciso dar salida especial y conveniente

la

si

había entrado otro espíritu, á

allí

soin de

ménager dans

le

méme

Leite, Religióes da Lusitania,

méme que

chez

les

Iroquois

but un petit conduit dans chaqué

tomo

i,

págs.

1

86.

PROLEGÓMENOS ción.

Así como hay pueblos que atribuyen

entrada de espíritus malos en las explican

que

te

por

la salida

el

las

I

39

enfermedades á

la

organismo, hay también otros que

y ausencia temporal

y no para que

entrase,

el

trepanación postuma se practicaría para del muerto.

de estos

De

De

espíritu

malo

el

el

alma

y

saliese,

entrada

facilitar la

todos modos, parece indudable

trepa-

la

nación quirúrgica tendría por objeto abrir un paso para que del doliente

admi-

del alma. Si se

pueblos prehistóricos tenían ideas semejantes,

los

la

alma

al

carácter religioso

ritos.

cuando

su persistencia durante las edades metálicas,

bre, el bronce

y

el

hierro sustituyeron

al sílice,

luego mencionaremos, y

Carmona, que

calavera de Itálica, estudiada por

bio anatómico D. Federico Olóriz en

co-

dan testimonio, no

sólo los descubrimientos de la Alcarria, sino los de la

el

un informe magistral

el sa-

(l).

La

perforación de los cráneos no es un fenómeno puramente prehistórico,

y

se admite con el profesor citado

si

se es del siglo iv ó v,

no hay duda que

primeros tiempos cristianos. Pero no sé

tal si

que

cráneo italicen-

el

costumbre alcanzó á

los

hay bastante certidum-

bre en esta cronología.

En una por

el

necrópolis de

la

edad de hierro, explorada recieatemente

marqués de Cerralbo en

el

término de ]\Iontuenga (Soria),

han parecido varios esqueletos con sus correspondientes clavos hincados en

el

cráneo. Pero esta es una de las singularidades

dignas de notarse en

y

señoril largueza en toda la

en

ella las

menos

grandioso conjunto de las excavaciones que

académico va realizando con noble entusiasmo

ilustre

el

el

científico

cuenca del Alto Jalón, descubriendo

más peregrinas antigüedades. De algunas se hablará en Ahora baste decir que con ellas puede se-

sus lugares respectivos.

guirse un

desde

el

pequeño curso de prehistoria y protohistoria

ibérica,

yacimiento cuaternario de Torralba, donde han parecido

restos del elephas antiquus, y aun del vieridionalis según parece, y hachas del más primitivo tipo chellense, hasta la caverna neolítica de Somaén, con cerámica igual á la de Ciempozuelos; las pri^

(i)

Boletín de la Academia de la Historia^

una calavera antigua perforada por un

tomo xxxi,

pág. 257. Estudio de

clavo, encontrada en Itálica.

PROLEGÓMENOS

140

mitivas habitaciones rupestres de Velilla

Valladares, compues-

y

de dos pisos con pozos de comunicación;

tas

Santa María de Huerta;

el

castro ciclópeo de

muralla megalítica de Monreal de Ari-

la

imponentes ruinas de una ciudad

za; la necrópolis del Sabinar; las

que nuestro académico reduce á Arcóbriga, y á poca disque en su poética y brillante imagi-

ibérica,

tancia de ellas la extraña roca

como pila de sacrificios humanos levantada en campo de una asamblea celtibérica (l). nación considera

el

Sin entrar en esta parte conjetural ó discretamente fantaseada,

hay en

exploraciones de Cerralbo hechos interesantes, que se

las

relacionan con nuestro objeto. tas al castro megalítico de te

En una de

conservado un esqueleto de gigantesca

con

dido,

brazos también así

los

supina, pero recostada

mirar

al

to, casi el el

sepulturas inmedia-

talla.

y junto

«Se hallaba exten-

cuerpo, en estación

al

cabeza sobre su lado derecho, buscando

Poniente y ofreciendo

dos adobes entre

para

la

las

Monreal de Ariza, se halló perfectamen-

extrañeza de conservar colocados

la

cabeza y los hombros, puestos aquéllos de can-

la

uno junto

dejar

al otro, sin

más espacio que

ruda cabeza bovina y un escarabajo. La cerámica de

de

más bárbaro

lo

metal,

y

muy

posible:

cueva es

no se ha encontrado ningún objeto de

que algunos arqueólogos admiten ya en

el

período neo-

pero que se trata de símbolos religiosos y fúnebres parece

probable. Cerca de Monreal de Ariza hay también una cueva

llena de signos cupuliformes,

nes

la

una

sólo hachas de piedra pulimentada. Habrá, ó no, influen-

cia egipcia, lítico;

preciso

el

cuello del cadáver...» Estos adobes parecen representar

enumeran

los autores

glíficos: cazoletas aisladas

donde

se hallan cuantas combinacio-

que han estudiado esta especie de jero-

y unidas por

rayas, signos

como

de

los

nuestra puntuación, líneas horizontales con otras que las alcanzan ó

cruzan verticalmente, tiforme. El

bolismo (i)

y también

ciertas rayas

Marqués de Cerralbo

sideral,

fundado en

el

culto de la

El AUo Jalón. Descubrimientos

con tendencia alfabe-

se inclina á ver

Luna

en

ellas

un sim-

(2).

arqueológicos. Discurso leído por

don

Enrique de Aguilera y Gamboa, Marqués de Cerralbo, en junta pública de Real Academia de la Historia. Madrid, 1909. (2)

Págs. 79-83.

la

PROLEGÓMENOS

I4I

Prosiguiendo nuestra rápida excursión geográfica, no podemos

menos de

en

fijarnos

que son de

las

más

las

antigüedades prehistóricas de Andalucía,

ricas é interesantes de la Península,

edad de cobre, sino en

la

no sólo en

período neolítico. El más importante

el

dólmenes españoles y uno de los más bellos de Europa es el impropiamente llamado Cueva de Menga en el camino de Antede

los

quera á Archidona. La vasta cámara aparece naves por tres grandes pilares dispuestos en sustentar la techumbre. Este

de que en

847

1

le

es conocido

y famoso des-

Otras dos tumbas extraordinaria-

(l).

han descubierto hace pocos años en

se

ciones de la

misma cueva. Una de

pertenece

tipo

al

dividida en dos

longitudinal para

describió el arquitecto D, Rafael !Mitjana, cali-

ficándole de templo druida

mente curiosas

monumento

como

el eje

inmedia-

las

llamada del Romeral, no

ellas, la

dolménico ordinario, sino á otro que en nuestra

Península sólo se encuentra en Andalucía y en

el

Sur de Portugal,

y Asia Alenor. Son las llamadas titmbas ejemplar más perfecto es la Tesore7'ía de Aireo en cuyo cúpula, de fuera de ella en Grecia

y

Micenas. El arte miceniano construye en aparejo regular y cierra

cámara

la

circular

con bóveda

elíptica. Floreció este arte

pos que podemos llamar protohistóricos

en

el ]\Iediodía

tema de

el

edad homérica), pero

de España, parece haber coexistido con

los constructores

con otro más primitivo,

rudo

el

de dólmenes, y se combinó con

el

monumento subterráneo

na en 1906

(la

en tiem-

de

las

grutas

artificiales,

descubierto en

la

como

él

lo

necrópolis de

sis-

y aun

prueba

Carmo-

(2).

Los hallazgos prehistóricos en toda Andalucía vienen de antiguo,

y son muy numerosos. Ya en 1857 D. Aureliano Fernández Gue-

(i)

Memoria

sobre el templo druida hallado en las cercanías de la ciudad de

Antequera, provincia de Málaga, que describe y clasifica D. Rafael Aliijana

y

Ardison, arquitecto titular del Ayuntamiento de la ciudad de Málaga. Presenta-

da y leída por su autor en la Comisión Provincial de Monumentos en 20 de Noviembre de 1847. Málaga, imp. dejóse Martínez de Aguilar, 1847. (2)

Mélida, Iberia Arqueológica Attter romana, pág. 32.

Gómez Moreno (D.

M.): Arquitectura tartesia: la necrópoli de Antequera.

Boletín de la Academia de la Historia,

tomo

importante monografía habremos de

insistir al tratar

xlvii, 1905, págs. 81-132.

de

los

En

el

Sobre esta

tiempos históricos.

PROLEGÓMENOS

142 rra había el

dado

noticia

de algunos de

la

vienhir llamado piedra de las Vírgenes entre Baena

sobre

que

el

(2).

un

cual existe

como

provincia de Córdoba,

cantarcillo popular (t);

y

y Bujalance, de Lu-

el trilito (?)

El libro de Góngora y Martínez publicado en 1868 fué un

gran paso, y todavía conserva interés, aunque no puede prestarse fe

ciega á sus descripciones ni á los dibujos, demasiado artísticos,

que

acompañan. Describe hasta trece cámaras megalíticas. La

las

más importante parece haber {dos leguas

y

tierra

Sur de Granada), que conservaba su montículo de

al

el círculo

destrozado por es

de piedras clavadas en

los

mineros que

de memoria ó de Entre

ticidad.

fantasía.

Illora

las

monumentos

le

pero fué

el suelo;

descubrían,

y

muy

reconstrucción

la

Otros ofrecen más garantías de auten-

y Alcalá

rededor de Baza, y en tran algunos

dolmen complicado de Dilar

sido el

la Real,

al

Noroeste de Granada,

al-

pendientes de Sierra Nevada, se encuenmegalíticos.

En

el

camino de

los

baños

de Zújar descubrió Góngora un vasto campo de sepulcros, y exploró más de un centenar de ellos. «Tenían todos los esqueletos

muy

singular colocación: la cabeza hacia Poniente, pero inclinada

€n dirección hacia

el

al

Norte.

Sur; los pies á Levante, pero dirigidas sus puntas

Uno

de

supina; reposaban sus

ellos

miraba

manos sobre

veras ni huesos hacinados á sus pies,

barro»

(3).

¿Acaso ofrenda

D. Antonio Machado

al cielo

el

y

en perfecta posición

pecho; no había otras calatenía á la diestra

un

\'aso

de

fúnebre.?

(4)

y D. Francisco

]^Iaría

Tubino

(5) en-

Jilica jilando

(i)

Puso aquí este tango,

Y Menga Lo (2)

INIengal

volvió á quitar.

Estas noticias fueron publicadas por Assas, en sus artículos del Sema-

nario Pintoresco, 1857, págs. 130-13

1.

(3)

Góngora, Antigüedades prehistóricas de Andalucía, pág.

1

14.

(4)

Publicó varios artículos sobre temas prehistóricos en

la

(5)

Revista de

de Sevilla (1869-1874), y en otras. y Esludios prehistóricos, Madrid, 1868. Trata del túmulo de Castilleja de

Filosofía, Literatura

Ciencias,

Guzmán, y de las excavaciones del cerro Muriano (provincia de Córdoba). Los Monumentos megalíticos de Andalucía, Extremadura y Portugal. (En el tomo vil del Museo español de antigüedades, 1876).

PROLEGO MEKOS

de

la

dólmenes en

las

inmediaciones de Morón, en

los

andaluza con

prehistoria

campo de San Roque. Pero no nos detendremos en

Jerez, en el

estos trabajos ya antiguos,

porque

solicitan nuestra atención otras

exploraciones en mayor escala que han revelado incógnita

queza en

muy

del Guadalquivir,

el valle

cores de Carmona. Sobre ellos versan nes de D. Carlos Cañal, D. Feliciano las

ri-

especialmente en los Al-

las interesantes publicacio-

Candau y muy especialmente

de D, Jorge Bonsor, que tanta parte ha tenido en

mientos

43

límites

sancharon un tanto noticias de nuevos

1

los descubri-

(l).

Los túmulos se designan en Andalucía con

el

nombre de mot¿-

llas (2).

Hasta sesenta y cinco llevaba exploradas en 1899

Bonsor.

En

señor

el

estas sepulturas se encuentran practicados los tres ritos

fúnebres, lo cual prueba que pertenecen á épocas distintas. Pero es

sabido que en

la

Europa occidental no pueden deslindarse tan

rosamente como en Escandinavia allí

corresponde á

la

el

período de

edad de piedra, y

característico de las edades metáücas.

bió preceder

(i)

al

el

de

la

inhumación, que

incineración,

la

Es claro que

segundo, pero algunas grutas

y

rigu-

el

que es

primero de-

antas de Portu-

Cañal (D. Carlos): Sevilla prehistórica. Yacimientos prehistóricos de la

provincia de Sevilla. Clasificación y descripción de contrados. Inducciones acerca de la industria

.,

los objetos

arte.,

y monumentos

razas, costumbres

los primitivos habitantes de esta región. Sevilla, 1894.

y

eft-

usos de

Nuevas exploraciones de

yacimientos pr ehistóricos en la provincia de Sevilla (En los Anales de la Socie-

dad española de Historia Natural, tomo xxv, 18971. Candau y Pizarro (D. Feliciano): Prehistoria de la provincia de Sevilla. Sevilla, 1894. Tanto esta obra como la del Sr. Candau (premiadas ambas en un mismo concurso por el Ateneo y Sociedad de excursiones de Sevilla) llevan un mapa prehistórico de la región. Bonsor (G.j: Les colonies agricoles pré-romaines déla valle'e du Bétis. Accessit du concours Martorell (Barcelonne. Avril iSgj). Extrait déla Revue Arche'ologique, tomo xxxv, París, Leroux cd. 1899. Esta palabra, aunque no consta en el Diccionario., no ha de tenerse (2) por andalucismo, puesto que es de uso corriente en otras regiones, á lo menos como denominación geográfica, v. g. la Motilla del Palancar fprovincüa

de Cuenca

_;.

Motilla, diminutivo de mota, designa cualquier elevación del

terreno pequeña y aislada, sea de origen natural ó

artificial.

PROLEGÓMENOS

144

mayor ó en menor abundancia

gal (l) presentan en

nes y huesos humanos quemados,

Y los

coexistían en los tiempos neolíticos.

más

lucía nos revelan otra cosa

de

la

cenizas, carbo-

prueba que ambos

lo cual

ritos

monumentos de Anday

singular aún,

es

que

el

período

incineración fué interrumpido por un segundo período de in-

humación con caracteres diversos

del primitivo.

La necrópolis más importante de

las

estudiadas por Bonsor es la

del Acebuchal, que es un grupo de once motillas.

guas, que son meras

acurrucados, con

la

sición llamada embrionaria., es la

las

más

anti-

aparecieron sentados ó

fosas, los esqueletos

cabeza junto á

En

las rodillas.

misma que

Este género de po-

se ha observado en los

depósitos de conchas del valle del Tajo, en una caverna de Alcoy,

en

las fosas circulares

de Piles cerca de Tarragona; y dentro de ver-

daderas urnas, ó bajo losas de piedra, en varios puntos del

Almería y Murcia, explorados por

hermanos

los

fosas subterráneas de la importante estación de las

más inmediatas

á

litoral

de

En los silos y Campo Real, una de Siret.

Carmona, ha encontrado Bonsor huesos huma-

nos en desorden, que parecen haber sido sometidos á una operación violenta,

demostrada por

minadas, y por

huesos de el Sr.

las

la

los

cráneos rotos, cuyas partes están dise-

desaparición de

la

mayor parte de

vértebras y de las falanges.

Bonsor dos pasajes de

A este

Silio Itálico,

fúnebres de varios pueblos, dice que en

los

pequeños

propósito recuerda

que enumerando

la tierra

los ritos

ibera fué costumbre

antigua exponer los cadáveres para que se los comiesen los buitres: is mos antiquus, Hibera Examina obsccenus consumit corpora vultur

Tellus, ut perhibent,

(Púnica.,

1.

xni. 471-472).

His pugna cecidisse decus, corpusque cremari

Tale nefas: coelo credunt superisque Inpastus carpat

si

membra

{Puii.,

(i)

Tal acontece en

la

referri,

jacentia vultur. 1.

ni,

341-343)-

gruta de la Ftirtiinha (Peniche), en

la del

Po(0

Velho (Cascaes) y en el anta del Cabefo dos Moinhos (Figueira da Foz). Sobre esta última puede consultarse la interesante memoria del Dr. Santos Rocha Peixoto, Anliguidades prehistóricas de Coticelho da Figueira., Coimbra, 188S

y

1

sa.

89 1, una de las mejores que se han publicado sobre prehistoria portugue-

Tomo

11,

pág. 86.

PROLEGÓMENOS

1 45

Pero aun concediendo valor histórico á estos lugares de sólo

puede deducirse de

nefanda

no que recogiesen

ña, pero

En

de

chillos

los

aborígenes ibéricos tenían por

los huesos

las

aves de rapi-

para enterrarlos.

que cubrían estos vestigios humanos se han en-

los detritos

contrado,

que

ellos

cremación y exponían sus cadáveres á

la

Silio,

como de costumbre, hachas de

piedra pulimentada, cu-

unas medias lunas de barro con los extremos per-

sílice,

que podrán haber sido amuletos, y algunos fragmentos de cerámica más primitiva. No hay vestigio alguno de metales. Pero

forados, la

en un túmulo de inhumación colectiva (diez y ocho esqueletos), descubierto en Bencarrón, entre Mairena

bre aparece en forma de anillos

y

y Alcalá de Guadaira, el comarcando una era

brazaletes,

de transición. Los cadáveres continuaban siendo inhumados con rodillas

sobre

becera,

y

al

lado de la

pátera.,

cie

Ó.Q.

un

collar,

las

pecho; algunos de ellos tenían una piedra por ca-

el

mayor

parte de los cráneos había una espe-

obra de rudísima cerámica negra. Apareció también

cuyo carácter de amuleto parece innegable, puesto que

estaba compuesto de tres conchas, una piedra negra, un pedazo de colmillo de jabalí, una espiral de cobre

A los

y una piedra

cilindrica.

indígenas que inhumaban á los muertos en esta forma, su-

cedió una población que los incineraba, y que había llegado á adquirir

un grado de

civilización

túmulos del Acebuchal,

muy de

el

notable.

La mayor parte de

la Alcantarilla, el

de

Ruiz Sánchez, pertenecen á este misterioso pueblo, que introdujo la agricultura en

de

sílices

el valle

arte

marcadamente

marfil

con figuras grabadas, de marcado tipo

den las

calificarse

de les

oriental, especialmente los peines

fenicios,

pueden

asirlo,

hoz

y placas de

representando

porque no hay en rigor arte

atribuir, puesto

la incineración, sino la

casi forzoso, creer la

la

parte de ellas animales. Claro es que estos objetos no pue-

tumbas se

caban

parecer

de

que estas tumbas nos revelan tiene ca-

rácter

mayor

al

del Bétis, valiéndose

dentados, que se tiene por oriunda de Egipto y más re-

motamente de Asia. El

la

los

Cañada de

la

que

los fenicios

muy

inhumación; pero es

que esos tipos

artísticos fueron

fenicio, ni

no practinatural

y

importados por

colonización fenicia, primera que con certidumbre histórica pue-

de afirmarse en

las

regiones meridionales de España.

Mksiísdez y ^t.x.kYO.— Heterodoxos.

I.

De

todos lo

mo-

PROLEGÓMENOS

146

dos, SU procedencia exótica es indudable,

y nada

que ver con

tiene

y esculturas del período paleolítico. 1 894 D. Carlos Cañal los «grabados en hueso y concha» descubiertos en las primeras excavaciones del Acebuchal,

las piedras

Enumerando en

y en gran

parte dispersos luego, citaba

como

animal que parece ser una cabra montes, una

chando uno

como en

tras otro,

le sigue;

entre flores de loto

,

de peces, mar-

hilera

la cola del

una cabeza de

que

le

la figura

nero, cuyos cuernos están trazados al estilo caldeo» le

no

que usaban

igual, al

Por su importancia

túmulos de

los

Gandul.

No

la

otras varias la

mi-

cara

y

muy

semejan-

la

las asirías» (l).

artística,

superan á todos

riores las seis tablillas de marfil, descubiertas

de

y

la

tad superior del tronco de una mujer, con un tocado te, si

la

de un car-

llamó principalmente

«grabado en hueso, que representa

el

precede y

ave, las de dos rumiantes

una placa donde se ve

representaciones zoológicas, Pero lo que

atención fué

«un

procesión, de los cuales sólo uno se

conserva entero, viéndose también cabeza del que

los principales:

los hallazgos ante-

por Bonsor, en uno

necrópolis de Bencarrón, cerca de

la

Mesa de

son ya meras representaciones de animales, sino esce-

nas completas, en algunas de

una de

na. Representa

las

cuales interviene la figura

ellas la lucha,

huma-

seguramente simbólica, entre

un león y un guerrero, en cuyo auxilio acude un grifo. En otra, un un jinete que va á lanzar un dar-

grifo defiende á dos gacelas contra

do.

En

las restantes, se

cela entre

ve un toro atacado por dos leones, una ga-

un león y un

grifo, etc.

nera los bajo relieves asirlos. Opina

ducido en estas opuesta á

tablillas

la del león.

y protector respecto gacelas contra

el

este simbolismo

Del mismo los peines

gro:

(i)

Todo el Sr.

ello

recuerda en gran ma-

Bonsor, que

hombre contra

el

león

,

modo

en cuanto

al

benéfico

y respecto de

hombre, pero no podemos determinar

estilo,

repro-

puede designar alguna influencia misteriosa,

Esta influencia se ejerce de un del

el grifo

el

las

valor de

estado futuro del difunto.

y esmerada son necrópolis de la Cruz del Ne-

y de ejecución igualmente

de marfil, procedentes de

la

fina

un león en reposo, que tiene un pájaro entre

Sevilla trehistórica, págs. 89, 167 y siguieates.

las

patas delante-

PROLEGÓMENOS

I

47

y otro en ia parte posterior; dos gacelas acostadas entre papiros en flor; un león poniendo una de las patas sobre una gacela; un toro delante de una flor de loto. Los fenicios han impuesto su marras,

ca en tres de estos peines, grabando

el

shin en

las

ancas de

las

gacelas. Si las tablillas ó placas de Bencarrón nos presentan escenas

sosiego.

de

los peines

en

-de lucha,

Cruz del Negro todo respira paz y

la

La gacela no huye ya

del león,

y

pájaros vienen á

los

como de

posarse sobre éste y á jugar entre sus patas. Algo

purifi-

cación y beatitud mística parece que se adivina en estos símbolos.

La

civilización

de

los Incinerados

^

como

llama

el

Sr.

Bonsor á

estos primitivos agricultores de la Bética, se vio bruscamente inte-

rrumpida por muertos.

En

invasión de una nueva tribu que no

la

este

segundo período de inhumación,

el

quemaba

sus

cráneo mira

siempre á Occidente, y suele estar aplastado bajo una piedra: indiacaso de un

sepulturas de la edad neolítica, Pero en

encontró un objeto singular tallado en forma de cruz

ellas se

en un pedazo de pizarra. Los hermanos Siret

le

un amuleto, imagen de alguna divinidad, que

se enterraba

muertos para protegerlos en

con

comparación de

la

conocemos

Uno de de

rito la

la

En

bronce empleados co-

la otra vida.

las placas

consideran comtí

con

Esta conjetura se refuerza

de Portugal y Extremadura, que

ya.

los caracteres distintivos

incineración de

los

de

la

época de transición es

muertos, que va suplantando

al

inhumación. Las tumbas de nuestras estaciones no contenían

armas

ni

servaba para

los

hombres y

único que puede afirmarse es riaban acaso con los

el

de ni

instrumentos, sino solamente objetos de adorno junto á los

cuerpos no quemados, ¿Quiere decir esto que

dos

los

el

la incineración se re-

la

inhumación para

la

coexistencia de dos

las

mujeres?

ritos,

Lo

que va-

sexo, con la edad ó con la categoría social. To-

adornos encontrados con

los esqueletos

son de uso femé-

nil (I).

«En

esta fase

de

la

civilización prehistórica del Sudeste

paña se ha dado un gran paso: se conocen

(i)

por

Revue des

los

qjtesiiojis scientifiques,

hermanos

Siret. (Págs. 24-25

de

el

bronce,

las

de Es-

proporcio-

de Bruselas. 1888 (resumen de su obra la

tirada aparte.

PROLEGÓMENOS

156

nes con^enc¡onales de

la aleación, el arte

consiguiente

se encuentra en esta región,

bronce ha sido importado. Lo mismo puede

el

decirse de la cornalina.

Un

nas adornos de bronce

y

cobre de

los minerales

debe este progreso? Evidentemente á

del país. Pero ^á quién se

una influencia extranjera. El estaño no

y por

de extraer

extranjero fué quien trajo á los indíge-

cornalina, quien les enseñó á extraer el

minerales del país, á incinerar sus muertos, á construir

los

más

habitaciones

sólidas,

en una palabra, á mejorar sus condiciones

de existencia. El cuadro del tercer período va á mostrarnos que este

mismo pueblo

emanciparse hasta cierto punto de

llegó á

alcanzó por



mismo un grado de

«Las sepulturas de de

las habitaciones.

le lloraban,

los

y probablemente

(pastor, cazador

y

muertos

la

El

agricultor ya)

la tutela extranjera,

más

cultura de los

edad del metal estaban abiertas en

mismo techo cobijaba

los vivos se

al

difunto

encargaban de velar por

los

y

el

suelo

á los

que

despojos de

(l).

»Hemos explorado más de

mil trescientas sepulturas, que nos

han proporcionado un número enorme de instrumentos, armas, hajas

y

y

notables.

objetos de cerámica.

En

incineración, para volver de un

época se había abandonado

esta

modo

exclusivo á

la

alla

costumbre fu-

neraria neolítica de la inhumación. Las cuatro quintas partes de

nuestros sepulcros eran grandes jarras. Casi siempre

con

recía replegado,

barba.

las rodillas

Xo creemos que pueda

y

racional parece suponer

cuerpo apa-

manos levantadas hacia

la

establecerse una relación simbólica

entre la posición original del feto

Más

las

el

y

la del difunto

en

el

sepulcro.

que se adoptaba esta posición para

ganar espacio. La confección de estas soberbias urnas funerales, hechas sin

la

rueda del alfarero, denota gran habilidad

»E1 mueblaje fúnebre, todavía más que

muestra

la

sus manos, atrevidos tivos.

el

(2).

modo de

enterrar,

gran cultura de este pueblo, que sin otra máquina que

doma

y da

al

la arcilla recalcitrante, fabrica

barro formas tan artísticas con medios tan primi-

Poco sabemos sobre

(i)

Pág. 30.

(2)

Págs. 36-39.

vasos elegantes y

el

destino de todos estos objetos; pero

PROLEGÓMENOS

muchos de

no han podido ser fabricados únicamente para de-

ellos

positarse en las tumbas.

Puede creerse que cerca

colocaban los utensilios que cia.

de

Importa distinguir entre mujeres, aunque

las

terísticas

haga

I57

la

del difunto se

habían servido durante su existen-

le el

tesoro funeral de los hombres

muchas veces

la

y

el

ausencia de piezas carac-

determinación imposible. Se reconoce á los hom-

bres en una hacha, una alabarda ó una espada, á la cual acompa-

ñan ordinariamente un cuchillo ó un puñal

»En

Hemos encontrado con taurus. Era,

gran

viaje.

(l).

de barro se depositaban probablemente alimentos.

los vasos

frecuencia en las tumbas una tibia del bos

sin duda, el

trozo escogido

como

pro\"isión

Estos alimentos atestiguan evidentemente

en otra vida

la

para

el

creencia

(2).

»E1 arte de modelar está representado, en nuestros hallazgos de la tercera

época, por algunas groseras estatuitas pequeñas de barro

cocido, que figuraban vacas. Las piernas están reunidas dos á dos: falta la

cabeza:

el

ídolos ó juguetes.^

trabajo es extraordinariamente primitivo. .Eran

Schliemann ha encontrado estatuitas

muy seme-

jantes á las nuestras en la cuarta ciudad de Hissarlik. Las encontró

también en Micenas, pero estas últimas tenían ornamentos pintados.

En

sido

exhumadas en Hungría. El

el

Museo Nacional de Buda-Pesth

se

ven algunas que han

]\Iuseo Británico

que proceden de una tumba de Rodas. En

el

posee otras muchas

Líbano se han encon-

trado figuritas de becerros en bronce, y también en las Gallas

(3).

Nuestra primitiva edad metálica conocía, por rara excepción,

no sólo

«No

la industria

faltará

del cobre

del bronce, sino la de la plata.

y

quien se admire de ver

la

plata en

manos de un pue-

blo prehistórico, inmediatamente después de las edades neolíticas.

Creíase hasta ahora que este metal precioso era desconocido antes

de

la

edad del

hierro.

Pero en

escasa profundidad,

(i)

Pág. 43.

(2)

Pág. 43-

(3)

Pág. 35.

región que

la

plata existía en estado nativo. Se

la

y todo induce

hemos explorado,

ha encontrado en

á creer

que en

la

1

870 á

la

muy

antigüedad se

PROLEGÓMENOS

158 la

encontraba en

superficie del suelo. Nuestros

la

prehistóricos la

recogieron, y la emplearon no solamente en las alhajas, sino en la fabricación de armas é instrumentos. Nuestras excavaciones

confirmado en este punto los relatos de

y han hecho

los historiadores

han

antiguos

\-erisímiles las tradiciones concernientes á los tesoros

que este rico país encerraba. Estas minas de plata nativa están en

situadas en las Herrerías de Cuevas,

zona donde se encontraban

época

las

el

estaciones

mismo de

centro

más

de

ricas

la

la

tercera

(l).

»Este cuadro sumario de

civilización

la

muestra que se distingue de

la

de nuestra tercera época

edad del bronce en Europa, por ca-

racteres especiales.

La gran

armas va unida á

riqueza de las materias primeras. El bronce se

la

empleaba menos que

temor

al

de

instrumentos

los

y de

la plata bastaría

por

enemigo

sólo



precauciones defensivas de estos hombres

las

las

cobre, porque el estaño, producto extran-

El descubrimiento de

jero, era raro.

para explicar

el

sencillez

y

su

(2).

s>En la edad neolítica, el extranjero parece venir

trae los beneficios de la civilización.

En

la

como amigo que

edad del metal, por

el

probablemente un enemigo que acabará por aniquilar

contrario, es

esta civilización naciente.

En

los

dos casos vemos en manos de los

habitantes del país, objetos de bronce que revelan por su ejecución

una mano más experimentada que

deben de haberse dado antes de

la

la

suya.

Frecuentes combates

caída final de nuestras acrópo-

y cuando la suerte favorecía á sus habitantes, traían sin duda á sus muros los despojos de los vencidos. De ello son indicio las eslis,

padas y los objetos de bronce que encontramos en sus tumbas

(3).

»E1 trabajo del cobre por los indígenas, no prueba que lo hayan descubierto por del bronce falta

no



mismos. Prueba solamente que

les traía

más que poco ó ningún

el

estaño,

de cosa mejor fabricaban sus instrumentos con

poseían

(4).

(O

Pág. 59-

(2)

Pág. 60.

(3)

Pág. 65.

(4)

Pág. 70

importador

el

y que á

cobre que

PROLEGÓMENOS

159

»Si es cierto que la primera noción de los metales ha sido traída

á nuestras costas por un pueblo

que haya sucedido

lo

mismo con

más el

según toda probabilidad debe atribuirse á

Acaso

la fábula del

no puede creerse

civilizado,

descubrimiento de los

la plata,

que

mismos indígenas.

incendio de los Pirineos sea una expresión le-

gendaria del hallazgo de

la plata

nativa en

del suelo.

la superficie

Este descubrimiento debe de ser antiguo, y haber excitado viva-

mente

la

imaginación de los pueblos,

ravillosos relatos

como

lo

atestiguan los

de Diodoro Sículo y otros, acerca de

de España. El yacimiento de plata nativa de

zas

puede ser considerado como ción

el

las

ma-

rique-

Herrerías

las

foco de nuestra primitiva civiliza-

(l).

mercaderes extranjeros,

la

queza debió de ser origen de luchas continuas, durante

las

»Excitada

la codicia

de

los

industrias indígenas, entre ellas la metalurgia,

nueva

ri-

cuales las

permanecen entre-

mismas y adquieren un desarrollo especial. Los fundidores del país forjan armas de un tipo constante y sencillo. Sus jefes

gadas á



elaboran algunas piezas donde se revelan aspiraciones plata se transforma bajo sus martillos de piedra en cillos,

artísticas.

La

ornamentos sen-

pero graciosos. También conocían y trabajaban

gunos fragmentos de plomo, aleaciones de plata con

el

el

oro.

Al-

cobre ó el

bronce, anuncian nuevos ensayos metalúrgicos. Este desarrollo fué

bruscamente detenido por

la

caída de nuestro pueblo.

»Las estaciones del tercer período nos muestran, en un país relativamente de corta extensión, un pueblo

gún otro de 1°

Por

la

la

más

Península. Este pueblo está caracterizado:

piedras cimentadas con tierra

Por

armas, de

el

los

cuente del

y por baluartes de

(2).

y del bronce en la fabricación de instrumentos y de las alhajas, á pesar del empleo uso del cobre

sílice

las fre-

reservado para usos especiales.

(O

Pág.75.

(2)

Este rasgo no tiene nada de caracterísco, puesto que es

general en

que nin-

elección que hacía, para edificar sus poblaciones, de

colinas escarpadas defendidas por la naturaleza



civilizado

la fortificación

de

los castras (M. P.).

el

sistema

1

PROLEGÓMENOS

6o

Por

3.°

conocimiento de

el

y aun para armas y

tos de adorno

4° de

la

la plata

Por cerámicas

muy

que

se

empleaba para obje-

utensilios.

aunque logradas

artísticas,

sin el

rueda, siendo notables especialmente las copas

y

empleo con

v^isos

pie (I).

Por

5.°

costumbre general de enterrar á

la

en gran-

los difuntos

des urnas de barro cocido.



Por

la

costumbre de practicar

mismo de

bral

En

7.°

fin,

las

inhumaciones en

el

um-

las viviendas.

y de un modo

tada que contrasta con

la

una

general, por

forma primitiva de

civilización adelan-

armas y de

las

los

utensilios (2). 3>¿Cuál es el

de extraer

el

pueblo que trajo á este

país,

juntamente con

el arte

cobre, la costumbre de incinerar á los difuntos,

y de

depositar sus cenizas en urnas de tierra cocida?

»La urna conocida de

manecido

funeraria, los

fieles al

ticularmente

según Rougemont

aria,

antiguo sistema de inhumación.

»E1 bronce, y por tanto

sus muertos. Si

el

los

conocimiento de

es par-

la

metalurgia, ha

á las opiniones corrientes so-

pueblo sería

lurgia en esta región estaría

Hacen

La urna

España por un pueblo que quemaba

hemos de atenernos

la incineración, este

europeo»

parece haber sido des-

indo-europea, jafética.

sido importado al Sudeste de

bre

(3)

Egipcios y de Ips semitas, pueblos que habían per-

ario,

y

el

origen de

íntimamente ligado con

la

la del

metabronce

(4).

notar los hermanos Siret

la

notable semejanza de los ído-

que Schliemann encontró en Hissarlik con un ídolo de esquisto

tallado,

que procede de una de

las

tumbas

neolíticas

de

la

región

alménense, y se inclinan á admitir relaciones entre Grecia, Italia y España, muy anteriores á la fundación de Sagunto (200 años antes de

la

(i)

guerra de Troya). Opinan que á esta costa debieron dirigirse Notabih'simas, en efecto, pero emparentadas con las copas y vasos de

Palmella, de Ciempozuelos, de Talavera de (2)

Pág. 91.

(3)

L'cígc

(4)

Págs. 106-107.

du bronze ou

les Sétnites

la

Reina y de Carmona.

en Occidcnt.

PROLEGÓMENOS

con preferencia

los

de suponerse que

l6l

navegantes fenicios para surtirse de las relaciones entre los

y

indígenas

Pue-

plata.

los sidonios

eran amistosas. Ignoramos hasta qué punto llegaría á verificarse fusión de razas. Pero lo cierto es que en el tercer período

hermanos

desaparece por completo

y desaparecen también

las alhajas

risímilmente

¿No

de bronce

los brazaletes ovales

y

de cornalina.

»Sabemos por testimonios nor.

la

los

Argar (nombre de la prinel rito de quemar los ca-

Siret llaman argariano ó del

cipal estación)

dáveres,

que

la plata

históricos

y de

la plata

de España (ve-

nativa de las Herrerías) llegaba al Asia

sería acaso la única fuente

reunió Salomón

que

la

de

de Troya y de

la plata

la

Meque

que se conocía en tiempo de Abraham?

»Las analogías de algunos de nuestros descubrimientos con otros hechos en Hissarlik son sorprendentes, y no se puede menos de pensar que

dos pueblos pertenecían á una misma fase industrial.

los

»E1 del Argar, no obstante, es más primitivo que

Troyano, y probablemente más antiguo. El primero muestra más sencillez en la

confección de joyas y objetos de alfarería

objetos

como

fundo de

la

las

íl).

el

Pero tanto estos

diademas de plata prueban un sentimiento pro-

verdadei-a elegancia

Prosiguiendo Luis Siret

la

(2).

carrera de descubrimientos que con su

hermano había emprendido, encontró un verdadero

tesoro de anti-

güedades prehistóricas, púnicas, romanas, visigóticas y árabes, en las estaciones

rresponde á

de Villaricos y Herrerías, de

cuales

la

primera co-

antigua Baria^ en la última estribación meridional

la

de Sierra Almagrera, entre río

las

el

Mediterráneo y

Almanzora. En vista de estos hallazgos,

la

desembocadura del

rectificó

en parte, y en

parte reforzó su antigua cronología, llevándola á los tiempos plena-

mente

históricos

lechette,

y como

(3).

la

Sus conclusiones han sido impugnadas por Dé-

(i) (2) (3)

gique,

la mayor importancia para como veremos, con el tema de

controversia es de

nuestra arqueología, y se relaciona,

Pág. 98. Pág. 105.

Essai sur la clironologie proiohisiorique 4.'' serie, tomo 11, 1907, págs. 373-395)Mbnkndez

r T?vA.k-ío.— Heterodoxos.

Ij

de

V Espagne.

(Rcvue Archéolo-

n

1

PROLEGÓMENOS

62

las primitivas religiones ibéricas, conv^iene extractar las principales

razones de los dos antagonistas.

Bajo tica,

nombre de

el

prehistóricas, engloba Siret las épocas neolí-

del bronce, del hierro

conquista romana.

España uno de

del cual fué

ropa contra

y

Son para

la

dominación cartaginesa hasta

la

de un solo y gran drama, principales teatros: la lucha de Eu-

él capítulos

los

invasión del elemento asiático.

la

El primero de estos capítulos está constituido por

la

aparición en

Occidente, en plena barbarie post-cuaternaria, de los elementos fun-

damentales de

cerámica, ideas

la civilización: agricultura, arte,

giosas. Esta edad,

que merece propiamente

reli-

nombre de edad de

el

piedra pulimentada, es contemporánea en los dos extremos del

la

Mediterráneo.

Cuando sula,

encontraron

neolítica. cios,

allí

los principales focos

que venían

á buscar la plata

lado de las láminas

y de

el

de

la

Penín-

última civilización

la

en una época en que

los indíge-

suelo de las casas prehistóricas, al

de

las flechas

y de todos

los vasos primitivos

neolítico,

Mediodía de

el

El primer cobre conocido en España se debe á los feni-

nas ignoraban su uso. Sobre

de

en

los fenicios se establecieron

sílice,

de

las

puntas de hueso,

productos habituales de

los

en series de capas sobrepuestas y vírgenes de toda

ración, se encuentran rastros abundantes de

una metalurgia primi-

tiva del cobre. El cobre es el punto de partida

y no

el

la

última civilización neolítica,

nes que no

le

contienen no son por eso más antiguas que

las

punto de

numerosas estacio-

término de

y

las otras:

son únicamente más pobres, en comparación con estos centros vilegiados. El cobre era

paso que estaciones

el

difícil

de obtener y relativamente raro,

al

más

ricas del

Mediodía de

la

Península poseen bastantes sílice

constituyen

inmensa mayoría, más de noventa mil, y son, en general, de

muy

bella ejecución.

Empeñado la

pri-

trabajo del sílice era una industria preexistente. Las

instrumentos de cobre, pero los instrumentos de la

lo

alte-

edad

Siret en hacer

neolítica,

remontar

enumera entre

zación que importaron, ídolos en gran cantidad

las

la

presencia de los fenicios á

los caracteres

propios de

la civili-

cúpulas funerales de tipo micénico, los

y de formas vanadas

(betylos

— estatuitas

fe-

PROLEGÓMENOS

I

— doble triángulo sexual ó — pulpo estilizado y alado —imágenes del Sol y de

63

meninas de triángulo sexual

hacha bi-

penne

la

símbolo de

Luna

palmera). Claro es que en su teoría no representan

la

más que el papel de transmisores ó medianeros, puesto mismo reconoce que las pinturas de los ídolos en hueso, re-

los fenicios

que

él

producen

los

motivos del repertorio chipriota de una época deter-

minada. Entre las perlas, el

ámbar

y

del Báltico, el lignito,

procedente de

introducidas por

las substancias

marfil africano

el

comercio cuenta

perfumes de Oriente,

asiático, los

probablemente de Inglaterra,

yacimientos occidentales del estaño.

los

mica, los vasos de pinturas geométricas

y

En

la cerá-

simbólicas, de yeso, en

forma de huevos de avestruz, grabados y pintados; los vasos de bastro con decoración rectangular ó romboidal, de tierra con

mas de animales. Al lado de debe señalarse

la

estos productos de

cerámica nacional de

muy

vasos caliciformes. Es sido imitados por los

el

la calláis^

un

lujo, á la cual

alafor-

arte exótico,

pertenecen los

probable que estos productos hayan

fenicios

y difundidos en todo

el

Mediodía de

Europa. Siret identifica las Cassiterides

con

el

nífico

Morbihan

(l),

desarrollo de

que presentan todos líticos.

En

ma con

con

Armórica, y especialmente

la

magy los rasgos comunes dolménicos ó de monumentos mega-

y atribuye

al

comercio de

los fenicios el

la civilización neolítica,

los países

realidad, para él esta

época es

extraordinaria seguridad que

debido de comenzar en

la

la

sobreviven.

afir-

comercio de los fenicios ha

el

primera mitad del segundo milenario.

«Los monumentos megalíticos, tan abundantes de piedra,

que

histórica, puesto

En

el

al fin

de

la

edad

Mediodía de España he encontrado

cúpulas neolíticas, que han sido utilizadas todavía en

la

edad del

bronce. Numerosos dólmenes han sido erigidos durante esta última época: hay continuidad perfecta en litos

los

y no

dos períodos.

(1)

construcción de los mega-

la

se advierte laguna entre los descubrimientos relativos á

En

la

continuación de

Véase sobre este punto

publicado en

L Anthropologic:

niciens. (París, 19 10).

la

la

edad del bronce,

los ritos

importante Memoria que recientemente ha

Les Cassiléridcs

et

l'Empirc colonial des Phc-

PROLEGÓMENOS

164 funerales se modifican, se

abandonan

grandes sepulturas comu-

las

nes para inhumar los muertos aisladamente en cuevas pequeñas ó

en jarras enterradas bajo

el

suelo de las casas...»

El estudio comparativo de

y de

lo neolítico

proporciona uno de los datos más notables de

la

edad del bronce, de

lo prehistórico

la

Península. Se la puede resumir en pocas palabras: desaparición radical

de

Atribuye Siret

versa.

rio fenicio

por

este

sustitución de otra totalmente di-

y

la civilización neolítica

cambio súbito

á la destrucción del

impe-

las razas célticas.

como

»E1 nuevo conquistador estaba, del bronce, pero

no venía como

el

primero, en plena edad

á organizar la explotación de los

él

metales en prov^echo de una metrópoli lejana, sino á buscar nueva patria, atraído, sin

duda, por

pues, su propia civilización,

dos de

la

fama de sus riquezas. Implantó,

la

emancipada hacía tiempo de

edad de piedra, y suprimió completamente

tria del fin

los recuer-

la bella

indus-

del período neolítico.

»Los últimos neolíticos poseían muchos ídolos ó amuletos de

ma

variada, lo cual es

muy

oriental, al

tura de la edad del bronce se ha encontrado terios célticos carecen igualmente

^Desaparecen por completo

de

las

recen

los

uno

sólo.

Los cemen-

ídolos.

mercancías de pacotilla

fenicia:

En

vez de

huevos de avestruz, perfumes, ámbar, estas substancias,

for-

paso que en ninguna sepul-

lignito, calláis.

que prueban un comercio

muy

extenso, sólo apa-

productos locales. La importación muere, pero

la

meta-

lurgia nacional se desarrolla en beneficio del país mismo.

»La cerámica ofrece otro importante elemento de comprobación.

En

lo neolítico, la

tura grosera,

y

vasos pintados.

y

hay de dos

es, sin

La

embargo,

otra es la

más abundante

es de fac-

la

que nos proporciona

los raros

se

puede llamar cerámica de

especies: la

que

lujo,

es conocida singularmente por los bellos ejemplares del valle del

Tajo. cios,

La creo producto de un que

le

imitaron para

la

mitad occidental de Europa son

las

»En ros:

más la

arte indígena, superior

exportación las

y

al

de

los feni-

dieron á conocer en

la

copas llamadas caliciformes, que

típicas del grupo.

edad del bronce se puede decir que no hay vasos grose-

todos están bien hechos, de dimensiones más grandes, de for-

PROLEGÓMENOS

I 65

variadas, de superficies negras cuidadosamente ali-

mas elegantes y

sadas; su técnica

y

ciertos perfiles

remedan

los

vasos caliciformes,

pero éstos están cubiertos de ornamentos que faltan absolutamente

en aquéllos.

»A

pesar de ciertas diferencias,

ce en España es de

misma

la

cerámica de

la

que

familia

la

la

edad del bron-

cerámica

céltica,

se

y

aleja absolutamente del arte asiático.

»Con

la

desaparición de los fenicios coincide también

cámaras circulares con bóveda

y de los vasos de yeso y en forma de animales. »En lo tocante á las costumbres funerales, divido bronce en dos partes: durante

la

de

la

primera se conservan

nerarios de lo neolítico; durante la tos aisladamente cerca

de

la

las

elíptica, la de las pinturas murales

edad del

los ritos fu-

segunda, se entierra á los muer-

casas ó dentro de ellas.»

las

Siret conjetura que, al principio de la conquista, los indígenas

y

conservaron cada cual su manera de inhumación, y los dos sistemas se practicaron simultáneamente durante cierto los extranjeros

tiempo; después se consumó del

la

mezcla de

»Las tumbas neolíticas son

las casas eternas del

ataúd de

la

edad del bronce, por

el

los

hábitos

»Es una revolución completa en la

las

del

Mame, donde

la

du-

osarios.

En

el viaje,

y

á su lado se

creencias religiosas. Los ritos

edad del bronce se reconocen en

mación

alma, de

contrario, se introduce el

cuerpo entero, vestido y preparado para deposita un trozo de carne.

de

y

no son más que

plicación del difunto. Habitualmente el

las razas,

vencedor prevalecieron.

se observa

las

sepulturas galas de inhu-

con mucha frecuencia

el

de-

pósito de una comida para el muerto.

»E1 empleo de grandes jarras

muy

épocas sigodos.

Con

En

estos

lejanas: la

como

de bronce y

la

ataúdes, lo encuentro en dos

de

la

dominación de

los vi-

este último caso están reservadas para los niños.»

y

otros argumentos,

más ó menos

especiosos, quierc-

sostener Siret su hipótesis de una poderosa invasión que hizo pasar el litoral ibérico

de

la

dominación de

de un pueblo belicoso Tirios en el siglo

xii,

(los Celtas).

antes de

la

los

mercaderes fenicios á

La fundación de Gadir por

la

los

era cristiana, señala para Siret no

1

PROLEGÓMENOS

66 principio ni

el

sidonio,

el

apogeo, sino

menoscabo y

el

que tiene que refugiarse en aquella

ruina del imperio

la

plaza, vencido

por

la

invasión céltica.

No

disimula

el

ingeniero arqueólogo de Almería que esta gran

antigüedad que concede á los Celtas en España es contraria á todas opiniones corrientes, que reducen á tiempos

las

aquella invasión: á principios del siglo v los textos clásicos

no

le

muy

posteriores

cuando más. Pero aunque

favorezcan, ni haya ninguno que permita

afirmar ni conjeturar siquiera esa supuesta expulsión de los Feni-

por

cios

hipótesis

admite

los Celtas, él la

sin vacilar,

no menos sorprendente,

gos, amigos

y

aliados

mentos de que

de

la

y

la

enlaza con otra

aparición de los colonos Grie-

Los argu-

los Celtas contra los Fenicios.

se vale para defender tan extraordinarias

noveda-

des, son de carácter arqueológico.

«La edad del hierro en España es poco conocida. Las tumbas son cavernas redondas ó rectangulares, cubiertas de particularidad de esta época es

la

Una

tierra.

usurpación frecuente de las se-

pulturas neolíticas, cuyo mueblaje se encuentra á veces intacto.

Los cuerpos están inhumados ó incinerados,

las cenizas

en urnas con sus tapaderas correspondientes. El

y de sus tapaderas recuerda técnica es la

misma que en

los

la

de

las

urnas

vasos de las necrópolis galesas.

La

edad del bronce. Muchas veces están

adornadas de dibujos grabados,

casi

Europa que están

cinerarias de

perfil

encerradas

idénticos á los de otras urnas

clasificadas

como de

la

época del

Téne. Este grupo de sepulturas parece que debe colocarse hacia los siglos IV

y

V,

y nos muestran

á

España en plena

»Pero en ciertos casos se encuentran,

al

civilización céltica.

lado de estos objetos,

cerámica de factura diferente, de color claro, de pintura las

roja, per-

de pasta esmaltada, huevos de avestruz pintados que sirven de

recipientes.

»Esta mezcla se explica por

la

venida de

los cartagineses.

ha observado en Almería y Granada y existe en

cho más

do

y

las necrópolis,

la

mu-

ricas, de los alrededores de Carmona, que han suministra-

bellos peines de marfil

rés,

Se

objetos

muy

con escenas grabadas del más

alto inte-

preciosos del arte púnico.

2>He aquí las huellas materiales de las primeras invasiones de los

PROLEGÓMENOS cartagineses, á expensas de

necen, sin duda, á

la

la

1

67

población céltica ó celtizada. Perte-

época que siguió á

la

ruina de Tiro, cuando

Cartago acrecentó su poderío, y los gaditanos

le

llamaron en su

auxilio contra los indígenas.

»Estas sepulturas son de incineración, con ó sin urna; nunca se

han encontrado armas. Son probablemente contemporáneas de

inhumación y de carácter exclusivamente púnique he explorado en la necrópolis cartaginesa de Baria, hoy Vi-

otras sepulturas de co,

llaricos, á orilla

de

la

mar; y acaso

lo

son también de

las

tumbas de

inhumación de Cádiz.

»Hay un grupo de

muy

Península, que proporcionan documentos

como

tipo la

que acabo de

y numerosas en

necrópolis características

que he excavado en

la

variados. Escogeré

de

Villaricos, al lado

las

tambas

señalar.

»Las sepulturas son todas de incineración;

las

cenizas están en-

cerradas en urnas ó depositadas en pequeñas cavidades; las urnas están colocadas, ya aisladamente sobre

el

variable hasta diez en ataúdes de piedra, á veces revestidas de yeso blanco

muy

terreno,

ya en número

ya en bóvedas de

En

sólido.

las

piedra,

urnas se po-

nían con los huesos objetos menudos, alrededor de ellos armas,

ordinariamente dobladas.

»Las armas varían mucho en su forma. Todas son de fectamente cocida, de color rojo ó amarillo claro. la

arcilla

No hay

per-

rastro

de

cerámica de calidad inferior y de colores obscuros, propia de los

tiempos prehistóricos. Muchas son monocromas. Otras adornadas

de bandas horizontales de pintura van ornamentos pintados de trico,

formados de

circulares

y

series

concéntricas.

los

morena y negra. Otras llemismos colores, de estilo geoméroja,

de líneas

A

esta

paralelas,

misma

contrados en las casas, con ornamentos el

repertorio

comprende numerosas

presentaciones humanas.

En

fin,

rectas,

onduladas ó

clase pertenecen vasos enflorales.

figuras

En

otras estaciones

de animales, y aun re-

para encerrar

las cenizas se valie-

ron también de vasos griegos ó ítalo-griegos con figuras rojas, que

datan del siglo

iv al

iii.

»Muchos arqueólogos terminar

la

se

han ocupado hace algún tiempo en de-

nacionalidad del arte de los vasos pintados geométricos

1

PROLEGÓMENOS

68

y con decoraciones vegetales y animales. Pedro París quiere buirlos á una influencia micénica mu)'- antigua.

Hubo

atri-

ciertamente,

edad de piedra, una influencia venida de Oriente y que introdujo en la Península elementos de arte emparentados con el

al fin

de

la

pero no tuvieron tiempo de desarrollarse. Entre los

estilo micénico,

vasos pintados neolíticos

y

los

de

las

más antiguas

colonias carta-

ginesas se extiende un espacio de seis siglos, durante los cuales

más completa

arte de la cerámica española es la antítesis

vasos pintados.

los

siglo IV

del

y

He hecho

micénico, no presentan,

como

muy

positivas con el arte

los del neolítico, el

motivo del pulpo,

que

es propiedad exclusiva de los productos atribuidos

Por

el

uno de

contrario,

una serpiente,

»Hay que

los

Península.

el

micénico.

pájaro mordiendo

atenerse á los hechos. Estas necrópolis y sus vasos

A

mica, que no es tiene

temas espaiioles,

al

es esencialmente púnico.

pintados corresponden á la

de

del

notar en otra parte que los vasos del

aunque tienen relaciones

iii,

el

ella

la

época de

hay que

supremacía cartaginesa en

atribuir la aparición

más que una rama

representantes

la

en todo

del

Mediterráneo.

el

de esta arte cerá-

grupo seudo-micénico, que

En

cuanto á

las

armas, especialmente á los sables ondulados, parecen imponerse las

mismas conclusiones.»

He gún 1.

aquí

el

cuadro de

la ci-onología

protohistórica de España, se-

L. Siret:

Edad de

la

piedra pulimentada. Mito de Hércules. El Occi-

dente civilizado por una corriente venida del Egeo. 2.

cia.

(A.

1

700- 1 200). Cobre y

Supremacía sidonia en

bella talla del sílice. Invasión feni-

el interior

de

la

Turdetania. Exporta-

ción de los metales de Occidente, plata, estaño, oro, cobre,

ámbar

monumentos

funera-

del Norte les, 3.

y otros productos. Extensión de

los

cúpulas y megalitos. (1

200- 1 100). Invasión de

los celtas

en Occidente, destruc-

ción del imperio fenicio. 4.

(1100-800).

de Gadir por

Edad

los Tirios.

del bronce. Invasión céltica. Fundación

Comercio

fenicio reducido al África

y á

las

costas oceánicas de Europa. Concurrencia griega en el Mediterráneo

y á

través de

la

Galla celtizada.

Aprovechamiento

local

de

los

me-

PROLEGÓMENOS tales

169

en Occidente. Decadencia y abandono de

galítica. Sepulturas

en grandes

Edad

Numerosas

jarras.

Apogeo

del hierro.

la

arquitectura

me-

acrópolis.

del comercio griego.

5.

(800-600).

6.

(600-400). Preponderancia de los cartagineses en

rráneo occidental. Preludios de su extensión en

la

Medite-

el

Península. Sepul-

turas de incineración.

(400-200). Invasión de

7.

la

Península por los cartagineses. Con-

quistas de los Barcas. Necrópolis de incineración, con vasos pinta-

dos y sables ondulados. (200-150). Conquista romana. Aniquilación de

8.

dad

nacionali-

la

fenicia ó púnica. P^in de la influencia oriental en Occidente.

Tan

inauditas novedades, sostenidas

ingenio por uno de los

quizá

primero de todos por

el

número y

con verdadera habilidad é

grandes obreros de lo vasto

la prehistoria ibérica,

de sus exploraciones y

el

no podían menos de

calidad de sus descubrimientos,

publicado Siret su artículo,

y hacer surgir, por misma Revista donde había apareció al año siguiente un nuevo en-

sayo de Délechette sobre

cronología prehistórica de

controversia entre los especialistas,

suscitar

contradicción, nuevas teorías.

la

dedicado en gran parte á impugnar

ibérica,

su predecesor neolítico,

misma

la

En

y

la

(l).

Gran parte de

la tesis

Península

la

etnográfica de

esta discusión versa sobre el ídolo

pretensa figura del pulpo, que Délechette relega á

categoría de seres imaginarios á que pertenece

la

la

lechuza

de SchUemann. Para Délechette no tiene duda que se trata de una representación antropomorfa. Pero este es punto de capital importancia que reservamos para

ahora

que en

lo

división

y

el

adelante, limitándonos á recoger

estudio del arqueólogo francés se refiere á la

notas específicas de las edades primitivas.

Uno de

los principales

meridional consiste en jetos de cobre, tales cétera, etc. lo neolítico

(i)

más

En y

toda

la

caracteres de lo neolítico de la

como punzones, granos de la

Europa

aparición casi constante de pequeños ob-

Pluropa meridional es

lo eneolítico.

En España, en

Revue Archéologique, 1908, tomo

11,

collar, espirales, et-

muy

Italia

difícil

y aun en

deslindar el

Medio-

págs. 218-265, 390-415. Délechette:

Essai sur la chronologie pféhistorique de la péninsuk

ibérique.

PROLEGOMEKOS

lyo

día de Francia, fué sincrónico con lo neolítico puro del Norte de

Francia

(l).

revisión sumaria de los principales descubrimientos neolíti-

Una

cos de España basta para poner de manifiesto

une esta

con

civilización primitiva

Las sepulturas y Palmella

y

las

el

la del territorio

íntimo lazo que egeo.

habitaciones de los Millares, las grutas de

cúpulas de Andalucía y Portugal no tienen rela-

las

ción con los famosos sepulcros de Micenas. Para explicarlas debe-

mos

recurrir á los

más antiguos

padas de bronce, á pesar de

como

arcaicos

las flechas

de

La fase miy magníficas es-

recintos de Hissarlik,

cénica, la de la sexta ciudad, período de largas

conservación de algunos tipos

la

sílice,

difiere

claramente del período

industrial anterior, al cual pertenecen los puñales

de cobre,

los va-

sos decorados con ojos, los ídolos en forma de caja de violín

menudos

recipientes de alabastro. Este es precisamente

el

y

los

estado

primitivo de cultura á que corresponde lo neolítico ó eneolítico ibero

(2).

No procede supone

de los Fenicios

la civilización

Esta civilización, que es

Siret.

la

Amorgos, no puede suponerse posterior paso que

al

la

cos la fecha de

la

La edad los

como

del período cicládico ó de al fin

del tercer milenario,

fundación de Cádiz tiene en los historiadores clási1

100, sin que pueda alegarse en contra la fabulosa

tradición (recogida por

ránea de

de los Millares,

Pomponio

guerra de Troya del bronce en

Mela), que

la

suponía contempo-

(3).

España

descubrimientos de Siret en

la

es conocida principalmente

por

estación del Argar. Las cuatro

quintas partes de las sepulturas estaban en jarras.

La

desaparición

y amuletos, que se observa lo mismo en España que en las Galias, puede explicarse sin necesidad de suponer una transformación radical en las ideas religiosas. Pudo consistir en un camde

los ídolos

bio de material,

que sustituyó

las figurillas

de madera á

las

de pie-

dra ó de barro. Desde que los fabricantes de ídolos tuvieron á su

(i)

Pág. 230.

(2)

Pág. 238.

(3)

Pág- 239-

PROLEGÓMENOS disposición sierras, cuchillos

dieron ensayar

la

y

I71

otros instrumentos de bronce, pu-

escultura en

el

leño del nogal ó de

encina,

la

y perecederas por la endeblez de su materia. Únicamente los símbolos de los dioses cornudos, que pre-

pero estas obras eran

gonan

frágiles

continuidad de

la

las

creencias religiosas de

ca en la del bronce, sobrevivieron á

la

la

edad

neolíti-

destrucción por haber sido

modelados en barro ó tallados en piedra,

es decir, confeccionados

con materias incombustibles. De estos símbolos hablaremos más adelante.

Con

evidente error había sostenido Siret que

Mediodía de España, en

Europa

central, representada

ciudades lacustres, en los cementerios de

arte de

y

tos en

en

las

épocas de Hallstatt y

las

hasta en sepulturas de nuestra era.

Ningún

vestigio del

Chipre, de Fenicia ó de Micenas, ausencia completa de

ornamentación el

cerámica del

edades del bronce y del hierro, perte-

las

necía á la gran familia de la

del Téne,

la

neolítica,

dominio de

todo esto

le

movía á

clasificar tales obje-

la civilización céltica.

Supone Délechette que

la

conclusión errónea de Siret procede

de un conocimiento incompleto de los descubrimientos egeos. «Si en vez de comparar

los

vasos del Argar con

la

cerámica del Marne

y de Hüttigwiler, es decir, con objetos demasiado recientes, unos del siglo IV antes de

rrogado

las

de encontrar

mera edad

J.

C,

el

verdadero modelo de

los vasos del

En de

feliz

los barros ibéricos

sorpresa

de

la pri-

del bronce, en los vasos de la primera fase del arte cre-

tense primitivo (Early

con

otros del tiempo de César, hubiese inte-

colecciones de Cnosos, habría tenido la

Minoan de Evans), emparentados á su vez

Egipto prefaráonico»

virtud de esta comparación,

los Millares

y

el

principio de la

son sincrónicos con arte cretense.

el fin

de

lo

(l).

hay que admitir que edad dei bronce

(nivel del

neolítico egeo y con

La fecha aproximada de

lo neolítico

el

Argar)

primitivo

esta civilización es el princi-

y debe considerarse como temeraria toda hipótesis etnográfica sobre las tribus que habitaban entonces

pio del segundo milenario,

el

Sur de España, pues

(i)

Pág. 250.

los textos históricos

más antiguos no son

PROLEGÓMENOS

172

aplicables siquiera á los primeros años del último milenario antes

de nuestra era

(I).

Las sepulturas en jarras no pueden atribuirse á

que precisamente

faltan

en

aunque no exclusivas de las

ha encontrado en

nas de Troya, entre naan, en

el

en

el

por-

y son propias

Ouersoneso de Tracia, en

los habitantes primitivos

Egipto prefaraónico, en

Cuanto más se penetra en

los Celtas,

las Gallas,

regiones meridionales de Europa. Se

las

Italia,

de

el territorio

de

las rui-

de Ca-

la tierra

Perú, etc..

el

estudio de los comienzos de la edad

el

del bronce en España, sea cual fuere el punto del horizonte arqueo-

más evidentes

lógico hacia el cual se dirija la mirada, aparecen influencias del

mar Egeo,

sin

primitiva civilización del país de los Iberos. céltica pertenece á tiempos

La mayor gus en los

las

que se discierna ninguna otra en

muy

La acción de

la

la

cultura

posteriores.

parte de las mil sepulturas exploradas por

Fur-

el P.

necrópolis de San Antón, cerca de Orihuela, presentan

la

mismos

ritos

fúnebres que

Argar, y un mueblaje idén-

las del

tico (2).

Es verdaderamente con

la

de

las

extraordinaria la semejanza de esta cerámica

tumbas de esqueletos en

cuclillas,

de Bohemia, en

la

época llamada de Annetitz (edad del cobre y principio de la del bronce). Como no puede admitirse comunicación entre Bohemia y España, hay que suponer que bohemios c iberos tomaron sus tipos industriales en la

Bohemia y

misma

el litoral

fuente, es decir, en la civilización egea.

ibérico se encontraban respectivamente colo-

cados en cada una de

las

dos grandes vías de comunicación, por

cuales los países helénicos se comunicaban con

y

(0

Pág. 253.

(2)

Vid. P. Furgus,

Fe\

1903,

La Edad prehistórica

reimpreso en

el

apéndice

Ernesto Gisbert y Ballesteros. Tambes prcliistoriqnes des environs



iii

de

la

Europa

del

en Orihuela, en la revista la

las

Nor-

Razón

Historia de Orihuela por don

d' Orihuela^ province d' Alicante,

en los

Annales de la Socieié d' Archéologie de Bruxelles (1905).

— Sepulturas prehistóricas de la provincia de Alicante, en

ciedad Aragonesa de Ciencias Naturales, aparte).

tomo

v,

1906,

el

Boletín de la So-

núm.

10 (hay tirada

PROLEGÓMENOS

De

te.

una era marítima,

estas dos vías,

I

la

otra terrestre: frecuenta-

das ambas desde tiempos remotísimos por los comerciantes que

Este traficaban con bar del Báltico

«Una de

los metales,

y en

Europa

la

73

central con el

al

ám-

(l).

las principales

Antón, descrita por

el P.

tumbas de Furgus

la

edad del bronce en San

contenía bajo un túmulo

(2),

esqueleto replegado de una mujer acostada sobre

el

el

lado derecho.

Los huesos, pintados de color rojo y negro, mostraban huellas de semicremación. Al lado del cráneo yacían dos grandes anillos espide

rales

de

hilo

plata,

que debían de haber

dos

serv-ido para sujetar

trenzas de cabellos. El tesoro fúnebre contenía además un gran vaso, setenta

y

tres

pequeñas perlas cónicas vaciadas en oro, algu-

nos otros pequeños objetos de adorno,

y en

fin,

cerca de la cintura

un gran puñal triangular de cobre, y dos punzones, el uno todavía con mango del mismo metal, el otro de hueso. Al puñal iba adherido un pañuelo de lloso estado

tela,

plegado cuidadosamente, y en maravi-

de conservación, gracias á

las sales

de cobre de que es-

taba saturado.»

«Esta sepultura recuerda, por

misma época,

to,

composición de su aparato fúne-

una tumba importante de Lusitania, que parece pertenecer á

bre, la

la

la

de

la

Quinta de

Agua

Branca, cerca de Por-

cuidadosamente descrita por Fortes. Allí

el

esqueleto, que sin

duda era también de mujer, había sido sepultado igualmente con dos anillos espirales, pero no de

mismo

ples del lobo,

plata, sino

de oro; dos

anillos

sim-

metal, una diadema de oro, adornada de dientes de

y un puñal triangular. Esta arma, protegida por una seda, es, tipo, un poco más reciente que la de San Antón. La abun-

según su

dancia de

en

las espirales

de cobre, de bronce, de plata y aun de oro

las sepulturas hispánicas del principio

de

la

edad del bronce,

constituye uno de los rasgos característicos de esta civilización.

abundan menos en Bohemia durante

Después

(i)

del

período del Argar,

la

misma época»

los

vestigios

No

(3).

materiales de la

Pág. 261.

(2)

Tambes prehisioriques des cnvirons d' Orihuela, 1905, pág.

(3)

Págs. 261-262.

14.

PROLEGÓMENOS

7^

1

edad del bronce en España se van haciendo raros y esporádicos. Los más importantes son, sin duda, las losas con representaciones de armas, que se han descubierto en algunas sepulturas de Extremadura y del Alentejo (l). Los vasos que acompañan á los esqueletos la

no dejan duda sobre

la

atribución de estos enterramientos á

primera edad del bronce. Estas esculturas recuerdan inmediata-

mente

grabados similares de

los

Suecia y Noruega y en

las

la

misma época, descubiertos en

cercanías de

Tende

en losas fúnebres, y otras en paredes de roca Entre

la

edad del bronce y en

la

península

Los elementos más armadura,

la

(2).

de

la

primera edad del bronce

céltico: la espada, pieza principal

uno de

fíbula,

demás regiones

las

itálica.

característicos

son verdaderamente de origen la

unas veces

hay en España una so-

que no se advierte en

lución de continuidad, célticas ni

la del hierro,

(Italia),

los objetos

más

característicos

indumentaria ó de adorno. El mismo origen se reconoce en

de de

la dis-

posición de las sepulturas.

Los principales documentos cronológicos sobre este interesante período, nos los proporcionan las excavaciones de Bonsor en los Alcores de Carmona; sepulturas de un pueblo profundamente penetrado por

la civilización

púnica, pero que no era de raza semítica.

Délechette impugna resueltamente en este punto

las

teorías

de

Bonsor.

Tanto ción de

el rito

funeral adoptado por los Fenicios,

sus enterramientos, difieren por

como

completo de

lo

la disposi-

que encon-

tramos aquí. Los Fenicios no incineraron sus muertos antes del glo IV

Por

ó

si-

III.

el contrario, las

sepulturas de los Alcores ofrecen extraordi-

naria semejanza con las sepulturas prehistóricas de los países célticos. la

«La descripción de

las

tumbas de Acebuchal podría pasar por

de algunos túmulos bávaros ó borgoñones de

hierro. El

(i)

modo de

primera edad del

Vid. Leite de Vasconcellos: Estudos sobre a época do brorizo em Poriti-

gal (O Archeologo poriug7iez, 1906, pág. (2)

la

construcción con lóculo central de piedras se-

Pág. 264.

179),

PROLEGÓMENOS cas

y capa de barro

Andalucía marcan

mulos

es la

misma en unos y

el límite

meridional de

que comienzan

célticos,

I

al

otros.

75

Las motillas de

vasta zona de los tú-

la

Este por Bohemia, comprende, en

Alemania, Baviera, Hesse, Wurtemberg, y en Francia se extiende principalmente por

las

provincias de Borgoña, del Jura, del Franco

Condado, y por las regiones del Gard y de los Pirineos. »La composición del mueblaje fúnebre de los Alcores confirma origen céltico de los túmulos.

el

La

fíbula

no es otra cosa que una variante local de largo resorte,

emparentadas ya con

de plata del Acebuchal

de

las fíbulas hallstatianas

las fíbulas

En

de La Certosa.

la

misma época hay que clasificar la fíbula serpentiforme de la Cruz del Negro. Además, figuran entre esta indumentaria pendientes huecos, como los que se han encontrado en las tumbas de la Alemania meridional, pertenecientes á

época hallstatiana segunda.

la

»Peroson de evidente importación

fenicia las magníficas tablillas

de marfil con grabados de personajes y animales, de

Pueden

incluirse en la

tiformes,

queños jas

de

y

A-asos

»A el

la

serie los peines, los

de

los

broches serpen-

navegantes semitas: pe-

de alabastro, cuentas de vidrio, ajorcas de oro,

lámparas de barro en forma de conchas (tipo

plata,

nocido por

misma

pacotilla corriente

la

estilo oriental.

las

excavaciones de Cartago), ánforas púnicas,

misma categoría de objetos

sorti-

muy

co-

etc. (l).

fenicios pertenecen el plato

ánfora de cobre ó de bronce descubiertos en

el

túmulo de

la

3'

Ca-

ñada de Ruiz Sánchez. Las dos asas móviles y semicirculares del plato tienen por remate cabezas de carnero. El

tipo del ánfora de

vino (oenochoe)^ cuya asa está sujeta por una pequeña palma, es

misma que aparece en

la

célebre

tumba etrusca de

la

Regulini-Galassi,

en Cervetri.

»La fecha

del tercer período

Europa

central

ga y de

estilo

y en

la

de

Hallstatt,

orientalista,

Kappel, de Hundersingen,

tales el

como

y de

los vasos

trípode de

crónica con este período proto-etrusco en

(i)

que introdujo en

Galia objetos de bronce

la

fábrica grie-

de Gráchvill, de

Garenne,

la Italia

la

etc., es sin-

del centro.

Vid. Hubner: Objetos del comercio fenicio inlroducidos en Andalucía

(Revista de Archivos, Bibliotecas y Muscos, 1900).

PROLEGÓMENOS

176

^Clasificadas entre los años

y

lassi,

y

como

las

tumbas Regulini-Ga-

la del

Duce en Vetulonia

de Bernardini en Palestrina, hay que encerrar entre

la

500

el

mismo

las del

700 y 600

grupo, tales

700 y

el

período de Hallstatt tercero. Las tumbas de los Alcores,

el

donde aparecen á

la

vez

las fíbulas hallstatianas

y

la oeiiochoe etrus-

son una nueva confirmación de este sincronismo, que puede

ca,

tenerse por un hecho adquirido para

«El descubrimiento de

la

ciencia» (l).

de Carmona

las sepulturas celto-púnicas

debe contarse entre los más importantes hallazgos de

Por una parte, demuestra que

gía peninsular.

desde en

el siglo vi

antes de

J.

C, no

la

arqueolopúnica,

la influencia

se limitaba á la zona del litoral

Mediodía de España, sino que había penetrado ya en

el

Por otra parte, nos procura sobre

rior.

la

inte-

el

fecha de la invasión célti-

ca en Iberia, datos que están bastante conformes con los de la his-

de

toria

la lingüística.

D'Arbois de Jubainville, interpretando

textos clásicos, coloca esta invasión hacia fines del siglo

más

tarde,

en

los

primeros años del siglo v

arqueología nos obligan á remontarla por

(2).

lo

Pero

menos

al

ó

lo

de

la

vi,

los datos

los

principio del

siglo VI (3).

»Puede tenerse por demostrado (continúa Délechette) que vilización

do

la

de

de

los

la

primera edad del hierro en Andalucía es en

pueblos célticos que construyeron

los

la ci-

el

fon-

túmulos de

Landas, de los Bajos Pirineos y del Alto Carona, es decir,

las

la civili-

zación del tercer período de Hallstatt. La disposición de los túmulos

de incineración,

de

las fíbulas, las

cios

el

tipo de los puñales de hierro

formas de

la

que se refuerzan mutuamente. Pero

pirenaicas, aislados en sus

con antenas, y

cerámica y su decoración, son indilos Celtas

de

las

montañas y conservando toda

regiones la

rudeza

de sus costumbres primitivas, formaban una población pobre. Por el

contrario, en la

nal,

misma época,

en contacto con

de su propia industria

(i)

sus

hermanos de

los Orientales, los objetos

la Iberia

mezclaban con

los

meridio-

productos

de toda especie con que

los

Pág. 396.

(2)

Les Celles en Espaf^ne {Revue

(3)

Pág. 398.

Celtique,

tomo

xrv, 1893, pág. 358).

ma-

PROLEGÓMENOS de Cartago surtían

rinos

los

I

siglo VI el origen

de

Acaso deba

bazares fenicios.

buirse á la alianza histórica de los Fenicios

y de

toscanas que

las influencias

sión de indicar en la arqueología ibérica.

los

y han podido

etrusco»

atri-

Etruscos en

el

hemos tenido oca-

Los ejemplares hispáni-

cos son ciertamente de fábrica indígena, pero los modelos son licos

77

itá-

ser importados directamente por el comercio

(i).

«En resumen,

la

primera edad del hierro en España y Portugal

comprende de seguro

Sus límites extremos cronológicos

el siglo vi.

podrían colocarse provisionalmente entre los años 600 y 400 antes

de Cristo, pero conviene esperar á que descubrimientos ulteriores precisen esta indicación revelándonos tumbas del

bronce»

dido entre

y

por un nuevo predominio de

el

año 133 antes de

arma ondulada de por

lo

los

elementos

tipo greco oriental (el sable

menos en

compren-

C, fecha

J.

fase se carac-

las influencias orientales, al

que se van debilitando gradualmente

tituye,

edad del

la

del hierro llama Déchelette al período

el principio del siglo iv

toma de Numancia por Scipión Emiliano. Esta

la

teriza

de

(2).

Segunda edad de

fin

célticos.

la Iberia meridional, á la

espada

hallstatia-

embargo,

con

los

de

Una

cerámica, de fábrica indígena pero derivada sin duda de

de fíbulas están todavía emparentados

los tipos

Europa

central,

aunque presentan formas

delos fenicios, se propaga por toda los Pirineos,

en

la

de

la

la

más

los

mo-

allá

de

Los vasos pintados helénicos penetran

industria púnica.

Sur por

más

mercados de Iberia con produc-

también en abundancia, introducidos gos, al

Península y aun

locales.

Galia meridional. Durante esta fase, los Cartagi-

neses abastecen cada día tos

Una

de Almedinilla), sus-

na. Sin

la

paso

al

Norte por

los colonos grie-

los Fenicios.

Las más importantes antigüedades de este período son hasta hoy las del tercer

ficación

de

grupo de

Siret.

la

necrópolis de Villaricos, según

la clasi-

Este grupo comprende 125 sepulturas de incine-

ración.

(i)

Págs. 402 y 403.

(2)

Pág. 404. Menéiidez t V-Eijkio.— Heterodoxos.

I.

13

PROLEGÓMENOS

lyS

El arma típica de este período, se deriva de un te

modelo de

por pinturas de vasos

se á los Fenicios

famoso sable de Almedinilla,

Grecia clásica, conocido especialmen-

la

á Iberia debe atribuir-

Su importación

(l).

más que

el

Griegos, porque

á los

la influencia helé-

nica no fué directa en las regiones del Mediodía de España.

Cartagineses, dueños

que importaban

del litoral, eran los

como

ductos de Grecia, tales

los

Los pro-

los vasos pintados.

La costumbre de depositar en

las

tumbas de

los guerreros espa-

y aun

das intencionadamente retorcidas, dobladas ó replegadas tres

cuatro veces, es un rito céltico, demostrado por numerosos hallaz-

gos en Xormandía, en Champagne, en

el valle

del

Ródano, en

del Rhin, en Suiza, en la Italia del Norte, en Hungría, en

en España,

}'

Rumania,

aun fuera del dominio propio de la civilización célti-

en Dinamarca y en

ca,

el

la isla

de Borholm

(2).

Fundado en estas consideraciones, opina Déchelette que

las

tum-

bas del período de Villaricos, atribuidas generalmente á los Feni-

de África, colonizadores de Iberia, deben

cios

menos en

parte, á

tura semítica.

En

primeros colonos

una fusión entre

una población esta época,

restituirse,

muy

celtibérica,

ya tan posterior á

fenicios, es verisímil

los Orientales

y

que

por

lo

penetrada de culla

llegada de los

se hubiese verificado

los Celtas é Iberos,

dando origen

á una cultura mixta, de aspecto oriental, pero con persistencia de

elementos indígenas. Aquí

la

penetración de los bárbaros por

tura mediterránea había sido más profunda que en

En

el siglo iv los

oriental,

«Una de

tumbas

las fíbulas

hierro en Iberia es de

la culItalia.

fieles al rito

primitivo de depositarla

(3).

más

características

un tipo

ha encontrado fuera de hallstatiana

Alta

Celtíberos estaban armados de una espada de tipo

pero se conservaban

retorcida en sus

la

la

de timbal, con

resorte están atravesadas

muy

de

particular

la

segunda edad del

que hasta ahora no se

Península. Es un derivado de la fíbula la

particularidad de que las espiras del

y sostenidas por una espiga

(1)

Cartailhac, Ages préliistoriques, pág. 255.

(2)

S.

(3)

Pág. 409.

Reinach, Revue Archéologique, 1907,

11,

pág. 453.

anular, sobre

PROLEGÓMENOS la cual,

79

en un punto diametralmente opuesto, se apoya igualmente

de

el pie

I

Abunda mucho en toda España. Horacio San-

la fíbula.

número de ejemplares entre

dars ha recogido gran

las

votivas del santuario de Despeñaperros, cerca de Cástulo,

ofrendas

y ha

tra-

tado de determinar su fecha con ayuda de algunas excavaciones en

Uno de

que han aparecido monedas.

ellos,

procedente de Dianium

mo-

(Denia), antigua colonia griega, estaba asociado con diez

seis

nedas de Marsella, de Rodas y de

era pró-

ximamente

del año

360 antes de

crópolis de Mataró,

donde

Sicilia; la

y más moderna

Cristo. Otras

proceden de una ne-

han encontrado una espada ibérica y vasos griegos, y que data probablemente del año 240 antes de Cristo (l). Los descubrimientos de Villaricos confirman y precisan esse

tos datos. Las fíbulas anulares no aparecen hasta el tercer la clasificación

de Siret

grupo de

(2).

Esta fíbula que Déchelette coloca en posible supervivencia en el

iii,

el siglo iv,

puede servir para

admitiendo su

clasificar cronoló-

gicamente otros objetos, por ejemplo, una estatuita de un personaje ibérico lo,

que

hombro derecho una

lleva sobre el

mode-

fíbula de este

según observación de Horacio Sandars. Más adelante habla-

remos de

la estela

púnica descubierta por

probar que había Fenicios entre

no que

la

Siret, la cual basta

los incinerados

para

de Villaricos, pero

necrópolis fuese púnica. El torso de esfinge alada, pu-

blicado por Siret, pertenece

Cerro de los Santos y de

la

al

mismo

Dama

estilo

de Elche

que

las esculturas del

(estilo greco-fenicio

de

España). La cerámica característica de este tiempo (vasos pinta-

dos ibéricos de decoración neración,

lineal)

procede de sepulturas de

muchas veces sobrepuestas, como en

de Orihuela, á

las

inhumaciones de

la

la

inci-

gran necrópolis

edad del bronce

(3).

Según

campamentos de Xumancia,

la

cerámica ibérica, á pesar de su carácter arcaico, ha durado hasta

el

Schulten, célebre explorador de los

año 133 antes de

(1)

Cristo.

Las excavaciones de Albertini en Alcudia,

H. Sandars, Pre-roman bronze votive offerings /rom Despeñaperros in

thc Sierra

Morena, Spain, pág.

21. (Cit.

por Déchelette).

(2)

Pág. 410.

(3)

Revue Archéologique, Enero á Junio de 1909, pág.

18.

PROLEGÓMENOS

1 8o

cerca de Elche, han revelado una cerámica pintada con figuras de

animales

No

(i).

es ocasión todavía de tratar otras cuestiones

brillante síntesis

que Déchelette

podemos

plantea en su interesantísimo estudio, pero no

que hace de sus opiniones acerca de

omitir la

la Iberia

pre-

histórica.

«Inagotable venero de los metales que alimentaban los mercados

de Oriente y Occidente, oro,

plata,

plomo, cobre y estaño, fué

la

Península ibérica uno de los crisoles en que vinieron á fundirse y amalgamarse los elementos de las civilizaciones del Norte y del Me-

Las caravanas

diodía. tres,

encontraron

y de

las islas griegas.

surcando

célticas,

los largos

senderos terres-

á los aventureros marinos de Tiro, de Cartago

allí

Del contacto de estos extranjeros con

las an-

tiguas poblaciones indígenas, Ligures é Iberos, nació una cultura pro-

Su originalidad

pia de Iberia.

Los

sus orígenes.

se debe, sobre todo, á la variedad

tipos industriales de lo

rentados con los de

zona egea y aun con

la

no se confunden con ninguna otra que

del bronce, en el grado en

mente con

mas

la

la

industriales bastante nuevas.

modelos de

no,

aunque importados de

de

la

tal

y á

casi

las

armas, de

»En

la

Europa

la

central,

misma época. La edad

conocemos, nos muestra, junta-

la

fuera,

Por último, en

la

edad del

hierro,

cerámica y de los objetos de ador-

no ya del Sur sino del Norte, expe-

todos una transformación que demuestra

industria local, por lo la

de

de

continuación de las mismas influencias, algunas for-

los

rimentan

serie

aunque empa-

neolítico, los

de

menos en

lo

que toca

la

actividad

á las artes del

me-

cerámica.

la esfera artística. Iberia recibió,

simultáneamente,

las leccio-

nes de Grecia y del Oriente semítico. Al Oriente del Mediterráneo, la cultura

nos á

reflejos.

las

cos.

más

leja-

Por su situación geográfica no pudo España transmitir

regiones occidentales lo que había recibido de los países clási-

Pero cuando

rritorio,

(i)

helénica proyectó hasta las riberas del Indo sus

los

bárbaros del Norte se establecieron en su telos

transformó tan

fouilles d' Elche.

Compie-Rendu de

entraron en contacto con esta cultura,

Albertini,

VAcadémic des

Rapport sommaire sur

les

Inscripiions^ 1905, pág. 611.

y

PROLEGÓMENOS rápidamente como

la civilización etrusca, del

costumbres de

ficó, hacia el siglo iv, las

»Tan poco Alcores,

10

Xorte de

modi-

Italia,

los galos cisalpinos.

legítimo parece llamar púnicas á las tumbas de los

como

lo sería el atribuir á los etruscos las sepulturas seno-

nesas de Montefertino, que encierran coronas de follaje de oro, es-

y muchos

pejos grabados, candelabros, strigiles

Donde quiera que

industria itáhca.

la

los

bárbaros han estado en relación inmediata con das, se

han dejado subyugar más ó menos por

una cultura superior. Los

celtas

de

los talleres púnicos, la

las

naciones civiliza-

misma

de

la fuerza atractiva

de Andalucía, como

descubrimientos de Carmona, debieron de tos

otros objetos de

pueblos bárbaros ó semi-

sentir,

lo

prueban

los

ante los produc-

codicia que los senones por las

alhajas toscanas ó los scitas de la Rusia meridional por los artefac-

muy

tos de la industria helénica. Pero por

como en Andalucía,

tanto en Etruria

costumbres ter

esta transformación

no llegó á modificar inmediatamente

célticas,

de los antiguos

profunda que haya sido,

el

de

las

carác-

ritos funerales.

»Estos pueblos invasores, fenicios y celtas, cuya presencia en

un tiempo por

suelo hispánico está atestiguada á

por

la Historia,

no deben hacernos olvidar

la

el

Arqueología y

antiguas poblaciones

las

indígenas, que fueron los primeros ocupantes del suelo. Si atribuí-

mos

á los celtas las sepulturas que contienen fíbulas hallstatianas (l)

y puñales de

hierro con antenas, parecerá verisímil colocar en la

del bronce la dominación de los ligures ó de los iberos en sula.

Pero distinguir, desde

estos dos elementos,

ya en

punto de

el

el

insoluble,

el

por

espacio, es falta

edad

Penín-

vista arqueológico,

tiempo, ya en

blema que parece actualmente

la

entre

un pro-

de datos preci-

sos en que pueda fundarse ningún criterio etnográfico.»

Tanto

Siret

como

Déchelette, en sus respectivas cronologías, in-

vaden resueltamente

vamos

tratar

en

el

las

edades históricas, de

capítulo siguiente,

mensa

dificultad

de

pueblos anónimos y

los

(i)

de trazar una línea divisoria entre

La importante

minación que

los

las cuales

la

de

los

nos reser-

aunque reconocemos que tienen en

la

la

in-

arqueología

los anales del

estación de Hallstatt (Austria) dio origen á esta

arqueólogos aplican á

la

primera edad del hierro.

deno-

1

PROLEGÓMENOS

82

género humano representación conocida, aunque sea incierta y crepuscular. Antes de relacionar ambas fases del desarrollo huma-

no con

prematuras

síntesis algo

si

bien deslumbradoras, conviene

documentos de nues-

seguir recogiendo, sin prev-ención alguna, los

que cada día va ensanchando

tra prehistoria,

el

círculo de su miste-

rioso dominio.

La gran exploración de

las estaciones prehistóricas

de Almería,

fué seguida pronto de análogos hallazgos en varias comarcas, citó el

todavía en su justo valor.

Ya

en

tropología de Copenhague, en

1

sus-

el

Congreso internacional de An-

869, había presentado D. Rogelio

de Inchaurrandieta una corta memoria sobre tida, á

y

recuerdo de otros anteriores que no habían sido estimados

la

montaña de

la

Bas-

cinco kilómetros de Totana, provincia de ^Murcia. El resul-

tado de sus exca\-aciones fueron veinte urnas cinerarias, dos sepulcros formados con losas pequeñas

bronce, plata y restos

y un gran número de

objetos de

oro. El hierro no apareció por ninguna parte.

humanos estaban depositados

casi

colocadas horizontalmente sin orientación

todos en grandes urnas

fija.

Dos de

ellas

en pie no contenían vestigios de huesos, sino solamente de carbón. Las urnas tenían

la

poco alargada. La boca de

puestas tierra

forma de una marmita elipsoidal y las

Los

y

muy

urnas estaba cerrada por una losa de

pizarra ó por un bloque de piedra. Las de los niños estaban coloca-

das en general cerca de

tamente con

las

de

los adultos.

los esqueletos, vasos

Había en

las urnas,

de diversos tamaños, espadas,

puñales, lanzas, flechas, punzones, anillos

y pendientes,

brazaletes de

bronce. ^Muchos de estos objetos ofrecían aún en su pátina

de

que

los tejidos

corvado sobre



los

la huella

habían rodeado. Al lado de un esqueleto en-

mismo

se

encontraban una punta de lanza de bron-

ce y dos pendientes, uno de plata Sr. Incharraundieta

jun-

que

el

y otro de bronce. Observó

el

oro se utilizaba no sólo para las alhajas,

sino también para los puños de espada.

Los importantísimos descubrimientos de

que hemos condensado ron en

el valle

aunque no litoral

al tratar

de

la

los

Alcores de Carmona,

época de transición, revela-

del Guadalquivir tres fases de civilización análogas,

idénticas, á las reconocidas

del Mediterráneo.

Nuevos

por

los

hermanos Siret en

ídolos de esquisto probaron

el

más y

PROLEGÓMENOS

más

la

semejanza con

Hasta en

el

ga encontró en

la

la

de Segobriga, suministró

del Argar. Estacio da Vei-

Algarbe curiosos sarcófagos constituidos por

el

de barro, dentro de

ollas

por Schliemann en Troya.

los descubiertos

centro de España, una cueva,

ejemplares de una cerámica análoga á

I 83

mentos de cobre, aunque

humanos

cuales había huesos

las

tipo sepulcral

el

predominante en este

límite meridional de la Península sean las cistas ó cajas

de piedra, dentro de

lares

queñas con huesos. Pero

muy

son

cuadrangu-

suelen encontrarse urnas pe-

las cuales

las estaciones

portuguesas de esta época

pobres en objetos metálicos.

Esta pobreza es total en

miento y

é instru-

Citanias del Miño, cuyo descubri-

las

exploración es un timbre de gloria para

el

insigne arqueó-

logo de Guimaraens, ]\Iartins Sarmentó, á quien se ha llamado algo

hiperbólicamente

el

Schliemann de nuestra península

nías no corresponden en rigor á la prehistoria ó á lo

tenecen totalmente á

(l).

Las Cita-

menos no per-

puesto que se han encontrado inscripciones

ella,

romanas con nombres indígenas

latinizados, v. g., Coroneri Caniaeli

domus, y monedas hasta del tiempo de Constantino, pero esto prueba solamente que continuaron siendo habitadas en cos, so,

no que antes no

lo

los

tiempos

hubiesen sido. La más antigua,

la

clási-

de Sabro-

no tiene vestigios de influencia romana, y puede admitirse, en

concepto de Cartailhac, que fué primero una estación

Trataremos, pues, rápidamente de

monumentos de

Vid. en

el

considerándolas

transición entre lo prehistórico

Las citanias son en grande

(i)

ellas,

tomo

i,

fase.

lo

2.°,

que

neolítica.

los castros

y

como

lo histórico (2).

en pequeño: recin-

pág. 417 de la revista Poríugalia, una

que nació en 1833 y murió en 1899. Sus no han sido coleccionados todavía, que yo sepa. Gran

biografía de F. Martins Sarmentó,

numerosos

escritos

número de

ellos se

encuentran en

dirigió desde 1885, y antes

en

el

primer trabajo de conjunto sobre el

la

Revista de Guimaraens^ que fundó y A Renascenga (1878 y 1879). El

periódico

las Cilanias, notabilísimo

de Hübner, publicado en portugués en

quín de Vasconcellos (fascículo

(tomo XV, (2)

galia,

v,

la

como

suyo, fué

Archcologia artisiica de Joa-

Porto, 1879), y en alemán en el Hernies

18S0).

F. Martins

tomo

i,

fase.

Sarmentó, i.°,

A

arte myccnica do Jioroeste de Hispania (Portu-

1899, págs. 1-12).

PROLEGÓMENOS

184

que encierran detrás de murallas

tos fortificados sobre altos cerros,

megalíticas restos de habitaciones, de forma circular, cuadrada ú

oblonga, di\'ididas entre



por

principales son las de Briteiros el valle del río

Ave, y

al

,

Santa

y Sabroso,

Iria

pie de la sierra de Falperra,

los baños termales de Caldas de Mzella y de

Pero existen otras análogas en

Ancora, alguna de el

empedradas. Las tres

calles estrechas

de

los valles

las cuales lleva el

situadas en

no

de

lejos

la villa

de Guimaraens.

los ríos

Lima, Neiva y

nombre de a cidade y

otras

genérico de o castro.

Las colosales excavaciones de Martins Sarmentó han descubierto el

esqueleto de la ciudad entera de Briteiros. Tanto en ella

la

de Sabroso,

las

como en

puertas de las habitaciones tienen restos de escul-

turas, elegantes detalles de ornamentación, círculos en los cuales

están inscritas estrellas hexagonales, cruces tipo de la Svástica: unas veces

de

figuras derivadas del

y

relieve, otras

en hueco. Ocasión

tendremos de volver á tratar de este signo misterioso que Emilio

Burnouf llamaba

el

vio de

Rama. Se

uno de

los signos

frente.

En

la

Schliemann

signo ario por excelencia. Figuraba ya en

na-

encuentra en multitud de edificios búdicos. Es

le

que

los sectarios

de Visnú se trazan hoy sobre

Europa occidental aparece desde

le

el

la

la

edad del bronce.

ha encontrado en Tirinto, en Micenas y en

los cua-

tro recintos superiores de Troya. «Este signo (dice Ouatrefages)

enlaza nuestras antiguas poblaciones y en particular

con

los Etruscos,

con

los Griegos,

con

los habitantes

tiguos y modernos.

Nos conduce mucho más

son ha descubierto

la

los

las

de Portugal

de

la

lejos todavía.

y

las

Steven-

Svástica en América, entre los habitantes de

pueblos de indios donde se han conservado intactas

bres

India an-

las

costum-

creencias antiguas. Schliemann asegura que se le ha encon-

Yucatán y en el Paraguay. Es una de las pruebas que confirman la realidad de los viajes hechos á América por los pere-

trado en

el

grinos budistas antes de los Escandinavos

La Svástica acompañada

(i)

es palabra sánscrita

V Espagne

Cristóbal Colón»

,

págs. 29-30.

(l).

que designa una especie de cruz

de cuatro clavos, y algo semejante á

á veces

Prefacio de A. de Quatrefagcs

toriqucs de

y de

al libro

la

que

de Cartailhac, Les ages préliis-

PROLEGÓMENOS

I

arqueólogos cristianos han solido designar con

los

85

nombre de

el

cruz gamviada. Su presencia en inscripciones celtibéricas y en el

estandarte imperial llamado cántabro^ hizo creer á antiguos eruditos nuestros

que algunas tribus hispánicas habían adorado

antes de la venida de Cristo. ble.

Burnouf

la

la

cruz

religioso parece induda-

define «diagrama místico de buen agüero». Puro ó

acompañando

duplicado,

Su carácter

á la

media luna ó

encuentra con variadas formas, no sólo en

á la cruz en aspa, se le

las inscripciones, sino

en

una multitud de objetos de metal y de cerámica. Toma á veces una curva graciosa, como se muestra en algunas piedras esculpidas de la citania

de Briteiros

(l).

Otros signos grabados en estas piedras parecen tener también misterioso sentido.

como en

Hay

círculos concéntricos

y hoyitos y cazoletas

y además líneas espirales y círculos atravesados otro por una espiga. Cartailhac encuentra perfecta

las antas,

de un lado

á

identidad entre estos dibujos y los de algunos tóricos de Escandinavia,

y sobre todo de

monumentos

ciertas regiones

de

prehisla

Gran

Bretaña (Northumberland y Escocia). Signos que se encuentran repetidos á tanta distancia no pueden menos de tener algún recóndito sentido,

y su hallazgo en

las citanias

prueba que en

la

época

romana no habían caido en desuso. «Entre

las piedras

esculpidas de la citania de Sabroso,

hay una

muy

extraordinaria que fué descubierta en

da

pórtico de la iglesia de San Esteban de Briteiros. Martins Sar-

al

mentó ha hecho volver emplear para neral de ta

montaña

á la

ello veinticinco pares

un frontón, cuando

se la

culpida,

con grabados

el

muy

de bueyes. Tiene

supone en

pie.

(i)

Vid. sobre

la svasii

Fernández Guerra en (2)

CartaiJhac,

la

el

aspecto ge-

El reverso presenel

resto de esta

contrario, la otra está enteramente es-

y enigmáticos. Hay un canal que parece destinado á facilitar y

singulares

abierto en el espesor de la losa,

corriente de un líquido»

y

traslada-

pedra formosa, necesitando

una figura extraña y no explicada hasta ahora;

cara está sin labrar. Por

la

\2i

el siglo xviii

(2).

ó svástica una carta del P. Fita á D. Aureliano

Cantabria de este (Madrid, 1880), págs. 36-38.

Les Ages préhistoriques, págs. 288-289.

1

PROLEGÓMENOS

86

Hay Pudo

quien considera

también

ser

la

\di

pedra formosa como piedra de

puerta de un

monumento

todos los conocidos hasta ahora en

las Citanias.

En materia de formas humanas, el do

tectónicos

arqueólogos el

arte de Briteiros está representa-

En cambio los detalles arquiy ornamentales son notabilísimos. La mayor parte de los

sólo por tres bárbaras esculturas

con

sacrificios.

especial diferente de

(2)

(i).

que han tratado de

arte de Micenas.

En

ellos

reconocen su parentesco

su vieja acrópolis, cuyos mara\-illosos te-

soros nos ha re\'elado Schliemann, hay frisos esculpidos que recuer-

dan

los

mismas

de Sabroso y Briteiros: espirales

cias históricas

y

los

laberintos, las

como

de

murallas de Tarragona, de

mado

la

castillo

svásticas.

relieve, las

Las consecuen-

que pueden deducirse de este y de otros hechos anátumba del Romeral en Antequera, el aparejo ciclópico

logos las

mismos andenes en

mismas

de Ibros en

la

la

acrópolis de Olérdula y del

provincia de Jaén, tendrán

lla-

más adecuado

lugar en la segunda parte de este capítulo. Para entonces reservamos

también

el

estudio de los llamados ídolos ibéricos, puesto que sería

temerario referir ninguno á

edades verdaderamente prehistóricas.

las

Sólo haré una excepción respecto del ídolo

neolítico,

denomina-

ción quizá impropia, puesto que se le encuentra también en sepulturas de la edad de cobre. El primer ejemplar conocido en

pertenecía, no obstante,

al

período de

la

España

piedra pulimentada, pues-

que sólo hachas de esta materia y cuchillos de sílice fueron encontrados con él. Es una tosca y bárbara figura, al parecer humato

na, labrada

en

esteatita,

que se halló en 188 1

(3)

en un dolmen de

Tíjola (provincia de Almería).

(i)

Vid

(2)

Es opinión

las figuras 417,

4187419

solitaria hasta

del libro de Cartailhac, pág. 291.

ahora

la

de Déchelette, según

la cual

las

Citanias son construcciones vulgares y groseras del provincialismo romano, y nada tienen que ver con las obras decorativas de Micenas y Tirinto. «El arte de Briteiros dice es el arte de la decadencia imperial, ya

de

al

do

los

bárbaros de

el estilo

ticia

invasión.

bárbaro con

Junio de 1909, pág. (3)

la

el estilo

No

es la primera vez

que

muy próximo

se ha confundi-

micénico». (Rcinic Archéologiquc^ Enero á

26),

Vilanova y Rada, Geología y Proiohistoria ibencas, págs. 496-497. Nocomunicada por el párroco de Tíjola D. Miguel Bolea y Sintas, explora-

dor de aquel dolmen.

PROLEGÓMENOS Aislado

al

pero no sucedió

lo

Siret reconocieron las necrópolis de la

encontrando en

ellas

Un

y,

en

fin,

de 10 á 50 centí-

betilos

conos truncados, provistos de ojos y

vaso pintado de rojo, procedente de

la

se-

estación de los Mi-

presenta un puro esquema simbólico, en que están figurados

llares,

solamente los ojos,

lleva

bárbaros ídolos de piedra en forma de caja de

con rudimentos de brazos, pequeños

metros de altura

como

mismo cuando los hermanos misma provincia de Almería,

análogos á los que descubrió Schliemann en Troya, otros

violín,

nos.

87

principio este descubrimiento, no llamó la atención de

los arqueólogos;

ídolos

1

la nariz

y

los trazos horizontales

principal motivo de ornamentación dos círculos ador-

nados en forma de Sol, semejantes á vasos daneses. La decoración líneas á

las mejillas

misma procedencia

ídolo egeo de Serifos. Otro vaso de la

el

como

de

modo de

compuesta de dos grupos de

facial,

escritura musical,

de los

los ojos lenticulares

|se

encuentra también en algu-

nas placas de pizarra descubiertas en Portugal por Leite de Vasconcellos, especialmente en la de

Idanha a Nova, y Cartailhac

re-

conoció desde luego su semejanza con otras figuras languedocianas. «Estos objetos (decía) son de los más curiosos y sugestivos; recuer-

dan nuestras esculturas antropomórficas de

de

ron»

grutas del ]\Iarne,

Avey-

sabia é ingeniosa teoría expuesta recientemente por

Déche-

las

(l).

Una lette,

las

estatuas del

dólmenes del Oise y del Gar y

los

da explicación

muy

aceptable de estas groseras manifestacio-

nes de un arte que no sabemos

si

llamar infantil ó degenerado,

después de los portentos del naturalismo paleolítico. Se trata de un ídolo femenino, custodio de las

sepulturas.

Aparece en

la

época

premicénica, en dos series de antigüedades egeas: vasos cerámicos

y placas de mármol conocidas bajo el nombre de ídolos de Amorgos. Los vasos provienen de la segunda ciudad de Hissarlik, la ciu-

dad quemada de Schliemann. En Oriente se encuentra el mismo esquematismo de las líneas. Quatrefages señaló la analogía de estos curiosos ejemplares del primitivo arte egeo con

el

de

las

grutas del

Marne, y Salomón Reinach ha llegado á decir que sólo un escep-

(i)

L AnthropologiCy

1898, pág. 721.

1

PROLEGÓMENOS

88

puede negarlo

ticisrao sistemático

(i). El, sin

embargo, defiende

la

insostenible teoría del influjo occidental por el cual se habría trans-

Europa meridional y al Asia Menor. Déchelette ha esforzado todos los argumentos en contra (2). Lo natural es creer mitido ese arte á

la

que esas representaciones se propagaron desde j\Ienor Islas,

las costas del

Asia

y

á las

del Archipiélago á la Península ibérica, á la Galia

y

siguiendo la más antigua vía marítima del comercio europeo.

Puede suponerse que llegaron á Escandinavia, pues aunque no encuentra

como

el ídolo

representación completa, hay,

muy

dicho, vasos decorados con dos ojos de dibujo esquemático,

semejantes á los nuestros de

la

se

como queda

necrópolis de los Millares. Estos

vasos proceden principalmente de Fionia, de Seeland, de Scania

y de

las islas

vecinas.

Forman un pequeño grupo en

la

prehis-

apenas se han indicado más de veinte, y pueden tenerse por importados. Lo mismo cabe decir de los tres cilindros de toria danesa:

materia calcárea, descubiertos en un dolmen de Folkton

Wold

(condado de York). Tienen dibujos geométricos enteramente análogos á los de Almería y Portugal, y en dos de ellos aparece la

máscara humana típica del ídolo prehistórico. «Estos vasos, únicos de su especie en considerarse

las Islas Británicas (dice

como productos

costas de Iberia»

Broca fué

el

no pueden

Déchelette),

indígenas: vinieron sin

duda de

las

(3).

primero que atribuyó carácter religioso á

las escul-

que abundan en varios departamentos franceses,

turas neolíticas

pero faltan enteramente en Bretaña, región clásica de los dólmenes. El sexo de ellas,

la

muchas de

divinidad está claramente señalado en

mismo sucede en nuestra

pero no en todas. Lo

cerámica, y

acaso sea temerario afirmar que este ídolo deforme represente

siempre un tipo femenino.

duda que va de

la

lo era,

y

La

la

mayor en

él

parte de los casos no hay

una personificación primiti-

maternidad, un prototipo de las diosas madres.

indicio para creer (i)

En

es natural ver

que

sciilpturc en

estas

Hay

algún

imágenes eran á veces polícromas. En

Europe avant

les influences

gréco-romaines.

En V Anthro-

fologie, 1894, pág. 179. (2)

Manuel

(3)

Pág. 596.

d' Archéologie Préhistorique^

tomo

i,

pág. 594 y siguientes.

PROLEGÓMENOS ídolo de Serifos

el

puntos que marcan

l8g

y en otro de Amorgos, la figura

cuatro líneas de

las

están pintadas de rojo

(l).

Nada más

puede decirse con fundamento sobre esta deidad enigmática cuyo culto irradió por tantas regiones.

Aquí llegábamos en nuestros

estudios,

cuando algunos hallazgos

de grande importancia y varias monografías ingeniosas y originales, el tema de nuestros cultos prehistóricos. En

han vuelto á plantear

una Memoria publicada en igo8, y ampliada en 1911, ha recopila-

do Luis

Siret todo el material arqueológico sobre las religiones neo-

No

de Iberia (2).

líticas

repetiremos este rico inventario, puesto

que ya hemos tenido ocasión de mencionar

mayor

la

La abundancia de algunas de

objetos que comprende.

parte de los estas series

pasma y maravilla, pero otras parecen confinadas á una sola comarca. Es muy raro encontrar este género de antigüedades en las sepulturas del período primitivo.

forma de Gárcel

violín,

y de El

que parecen

Arteal,

gundo período de

la

esquisto, de talco,

extremos de

cuernos. Diez

las

ambas en

proceden

la provincia

los ídolos

en

(estaciones de El

de Almería). Al se-

de mármol ó de alabastro, que tienen

rama superior presenta

la

forma

de una hacha, y dos horizontales son ó redondos ó en forma de la

y nueve sepulturas de

Almería, han proporcionado á este tipo,

ellas

más antiguos

piedra pulimentada reduce Siret los ídolos de

general de una cruz; los

De

los

vSiret

la

las provincias

de Granada y

hasta cuarenta ejemplares de

y Bónsor ha encontrado uno cerca de Carmona.

El último período neolítico se caracteriza por

muchedumbre de

ídolos

y amuletos, muy

la

invasión de una

varios en sus formas

y en

su materia. Groseras estatuitas de piedra, en form.a de pirámides truncadas, de sección

una especie de

más ó menos

canalillo (diez

rectangular, que tienen en torno

y nueve ejem.plares de Almizaraque,

(i)

Déchelette, pág. 598.

(2)

Réligions 7iéoUthiques de V Ibéric (Extracto de la Revuc P/éhisiorique,

Con quince láminas y muchas figuras intercaladas en el texto. En su ya citada Memoria sobre las Cassitérides (L'Attihropologie, 191 o- 191

1908).

ha vuelto á desarrollar Siret sus ¡deas sobre

do

la

las religiones neolíticas,

1)

amplian-

interpretación de algunos símbolos, y soltando en demasía las riendas á

su brillante imaginación.

1

PROLEGÓMENOS

go

cerca de las minas de Sierra Almagrera). Otras figurillas, general-

mente de

y Granada), también

alabastro (Almería

piramidales, pero

de sección casi siempre elíptica, y coronadas con una especie de gorros; dos de ellas presentan

marcados lateralmente

los

pechos

fe-

meninos. Falanges de animales, especialmente equídeos, cuya superficie

ha sido más ó menos trabajada y adornada: abundan espe-

cialmente en

de Portugal; pero

las sepulturas

más completos son

los

los

encontrados por Siret en

dos ejemplares

la estación

de Al-

De Almiza-

mizaraque, y en una sepultura de El Gorafe (Granada).

raque procede también un grupo extraordinario de huesos largos, cubiertos de dibujos grabados en hueco, mediante una especie de

procedimiento encáustico. Placas rectangulares de esquisto grabadas (se conocen más de doscientas, y han sido publicadas unas cuarenta; proceden casi todas de Portugal y

también se cias

las

valle del Tajo, pero

encuentra, aunque en menor número, en

las

provin-

de Granada y Almería).

Mucho más

raras son otro género de placas en forma de báculo,

cubiertas asimismo de dibujos, agujeros.

De

rresponden

de

polis

ta

el

á.

Portugal; uno

y que presentan

muy groseramente tallado, á la necróUn cuerno de Almizaraque presen-

los Millares (Almería).

una ornamentación análoga á

forado

á veces pequeños

ejemplares conocidos, casi todos co-

los seis ó siete

como

ellos.

la

de estos báculos, y aparece per-

En Extremadura

han descubierto algunas

se

placas en forma de hacha bipenne.

«Cerca de.

y en

las sepulturas neolíticas

relación

con

ellas (dice

Siret)

he encontrado algunas veces alineamientos de pequeños

lares,

que forman como rudimentos de

común

suele ser un cono truncado,

centímetros.

He

santuarios.

cuya

la

Su forma más

altura varía

de 15 á 6o

contado hasta 45 en un solo recinto. También se

han encontrado algunos en Portugal, sobre todo en rales

pi-

las

grutas fune-

de Cascaes. Estas piedras, que son betilos tienen muchas veces ,

forma de un tonel,

lo cual

voluminosas encontradas en

permite identificarlas con otras más el

centro de algunas sepulturas de

cúpula de Portugal y Almería».

Análogos en

cierto

modo

á los betilos

cilindros de piedra adornados

como

el

de

y

á las columnas, son los

la

Cova da Estria y

el

de

PROLEGÓMENOS

Moncarapacho en

el

Algarbe, y sobre todo

Museo Arqueológico de

del

IQI el

ejemplar bellísimo

^Madrid, que se distingue por su ex-

traordinaria riqueza de ornamentación.

En medio

de estos innumerables ídolos, sólo ha descnbierto Siret

humana, procedente de

una

efigie

una

estatuita

de mujer

sin

la

Es

estación de Almizaraque.

brazos ni cabeza. El órgano sexual está

cubierto de un gran triángulo lleno de puntos; las piernas están

bien marcadas pies.

,

y parece que

La materia en que

mismo

se ha querido indicar los dedos

esta grosera

de

imagen ha sido esculpida

los

es el

alabastro gris de los ídolos en forma de pirámide truncada,

que fueron encontrados en una casa

muy

próxima á

la

misma

la

de

estación de Almizaraque, en

la estatuita.

Estas circunstancias con-

firman que esta pieza única y rara es contemporánea de los demás fetiches.

Suelen encontrarse también en

las sepulturas,

y parecen haber

nido carácter de amuletos, ciertas conchillas, especialmente vas de pectén

presenta

la

y

los tritones,

te-

las val-

y una piedra bastante voluminosa que

forma de dos esferas reunidas. Las pinturas rojas de

al-

gunas cámaras sepulcrales del período dolménico (ya hemos habla-

do de

las paleolíticas,

que son mucho más importantes) ofrecen

in-

formes representaciones de seres humanos, y otras ininteligibles hasta ahora, pero que probablemente se enlazan con ritos fúnebres.

La cerámica debe

utilizarse

también para completar

En

datos relativos á los cultos prehistóricos.

los

la serie

vasos pintados,

de la

decoración suele ser puramente ornamental, pero hay uno proce-

dente de Los Millares que presenta dibujos simbólicos de misteriosa apariencia

ración es

más de

(el pulpo y la palmera, según Siret). Este género de decomucho más frecuente en los vasos grabados, donde ade-

círculos radiados, triángulos

aparecen representaciones

Puede

atribuirse

y

estilizadas,

otros símbolos geométricos,

predominando

también sentido religioso á

de animales (informes paquidermos por hallado en algunas grutas sepulcrales, Portugal,

y

la

de Gorafe en

la

lo

como

la

del ciervo.

los vasos

en forma

común) que la

se

han

de Carvailhal en

provincia de Granada; y á algunos

fragmentos de cuernos de tierra cocida, que suelen alternar con objetos de la primera edad metálica.

PROLEGÓMENOS

ig2

Conocidas

opiniones de Siret sobre

las

de España, no es

difícil

de adivinar

el

la

adopta respecto de todos estos datos. Para

muestra en estado rudimentario de

tos propios

reciente

él lo neolítico

parte de los refinamien-

las civilizaciones orientales. Establece, pues, el

lelismo entre los ídolos españoles

comparando

mayor

la

cronología prehistórica

sistema de interpretación que

y

de

los

las costas del

más antiguos de Almería con

los

los

para-

mar Egeo,

de Hissarlik, y

los

más modernos con los de Micenas. Los cultos neolíticos de Iberia, contienen el germen de casi todos los del Mediterráneo, en una for-

ma muy

primitiva, que en Grecia se alteró pronto por el desarrollo

La semejanza de

de la mitología.

y egeos

es visible,

pero

lo

perfiles entre los ídolos españoles

que distingue á

tendencias antropomórficas y zoomórficas de

En

todos estos ídolos se reconoce

pulimentada.

En

Almería,

los

segundos son

las

ornamentación.

la

culto fundamental del hacha

el

como en Micenas,

las

puntas laterales se

encorvan á veces hacia arriba en forma de cuernos ó de media luna. Varios ejemplares españoles ofrecen cuernos, prototipo de

bipenne

fija

en medio

Este tipo de

altar,

Micenas y en Creta á

que llevan de

los

el

el

hacha plantada entre dos

los altares bicornes

de Creta con

el

hacha

(l).

desarrollado por el zoomorfismo, conduce en la

creación de las cabezas de vaca ó de toro,

hacha entre los cuernos.

simulacros del hacha, engendra

Una deformación

particular

las figuras cruciformes

de

España y del palacio de Cnosos. El punto

más

débil de la hipótesis de Siret es lo

que se

refiere á

representación de un objeto enigmático que íigura dos veces

la

vaso pintado de Los Millares, y que nuestro arqueólogo asimila con el pulpo, tantas veces figurado en los vasos micénicos. Pero

en

la

el

determinación es tan incierta, que

lo

más seguro

es decir

que

las

figuras de todos estos ídolos neolíticos proceden de la yuxtaposi-

ción de diversos símbolos geométricos, á través de los cuales co-

mienza á insinuarse una tendencia antropomórfica. El cilindro de nuestro Museo Arqueológico, por ejemplo, representa un ser que

no es humano, pero que

(i)

Siret, pág. 23.

tiene vaga semejanza

con

el

hombre. Dos

PROLEGÓMENOS círculos hacen oficio de ojos; se percibe

extremos de

las cejas; los

y

en

las líneas

ziszás,

los

1

también

la

93

indicación de

brazos forman una especie de orejas;

que pueden ser símbolo del agua como en

Egipto, sirven también en este caso para representar los cabellos,

como en

algunas estatuas del Cerro de los Santos.

Otro caso de esta transformación del símbolo geométrico en antropomórfico ó zoomórfico

de

es

para Siret

de ciertos vasos

el

necrópolis de Los Millares, que presentan grabados pechos

la

de mujer

realmente

(si

de pares de

lo son),

líneas horizontales

gía de estos senos

con

acompañados

y

las divinidades

perfecta representación es

la

den haber conducido por

aladas orientales, cuya

el

procedimiento zoomórfico á

verdad está en

atrevida,

Todo

la

muy

esto es

con visos de quimérica, es

la

ría

de Federico Houssay, adoptada por el

Siret, la

mar, gran laboratorio de todas

las

que va generalmente ligado á

en quien la

el

la

la

teo-

potencia vital que

formas vivas. Los

dos triángulos reunidos por sus vértices son un símbolo de ración,

inge-

interpretación

demás símbolos. El supuesto pulpo representa, según

los

con

creación

el aire.

de

reside en

más

Diana ó Artemis pérsica. Por otra

del ave sagrada, el águila ministra de Zeus.

No menos

analo-

la

que no siempre van acompañadas de senos, pue-

parte, estas alas,

nioso, pero á la

á derecha é izquierda

Cree patente

paralelas.

la

gene-

representación del ciervo,

crecimiento de los cuernos está íntimamente asociado

virtud reproductora. Las cier\-as que le rodean completan el

cuadro genésico.

Simultáneamente con

el

doble triangulo que se

aparece en Creta y en España dera las

como un

ambos

como emblema

califica

de sexual,

hacha bipenne, que Siret consi-

equivalente de aquél, y Evans

divinidades de

quizá

el

como

el

atributo de

sexos, particularmente de las diosas,

del culto dualístico de

una pareja

y

divina. «El

culto de la bipenne (añade Siret) no puede separarse del culto del

hacha en general, como llo

el

culto del triángulo doble es

un desarro-

del culto del triángulo sencillo» (l). El hacha neolítica no es el

símbolo de

(O

la fuerza,

porque es un instrumento, no un arma.

P%32. Menkxdez

-i

'ÍT.i.kxo.— Heterodoxos.

1.



No

es

PROLEGÓMENOS

194

tampoco

símbolo del rayo, porque esta superstición nació cuando

el

estas hachas había caído en desuso,

empleo de

el

dado su primitivo destino

(l).

generación, se ha materializado en

la

usual cuya forma se acercaba

Puesto que estos ídolos, y

más

lo

se había olvi-

hacha, por ser

el

de alabastro y principio ó la divinidad de

las estatuitas

el

la

generación, fué natural que se les añadiesen pechos,

lo

secundario de

de

la

fecundidad, y

la

como símbo-

hubo de pasarse gradualmente

así

En

diosa hacha á la diosa mujer.

algunas de

las

placas de pi-

zarra trapezoidales, las diferentes líneas están dispuestas de

que dan

la

objeto

el

á la del triángulo simbólico» (2).

mismo

de animales, representan

las falanges

y

«El triángulo, símbolo geométrico de

impresión de una figura

humana con

manera

collares, brazos

y

accesorios de indumentaria. Por su constante hallazgo en las sepulturas, por los símbolos de que están cubiertas, estas placas

como

considerarse

pueden haber tenido también alguna aplicación

lo

deben

Las placas en forma de bácu-

estelas funerarias.

sus dibujos son enteramente diversos,

y

religiosa,

pero

se enlazan, al parecer,

con

otro orden de concepciones.

La

estatuita

confundirá con

femenina de Almizaraque, que ciertamente nadie las

de Micenas y Tirinto, es

naturalista de este período, á pesar

de

la estilización del

ticos son simbólicos, y,

(i)

Por

el contrario

gina 357) considera

el

de

triángulo sexual.

la

la

única representación

barbarie de su factura y

Todos

los

demás

ídolos neolí-

por consiguiente, más antiguos; pero se en-

Déchelette {Essai sur la

cJiroiiologie préJiistorique,

hacha como emblema del rayo, porque

los dioses

pá-

an-

tropomorfos derivados de este fetiche y asimilados con Zeus (Zeus Lahrandetis, Zeus Dollchenus) son portadores á la vez del rayo y del hacha doble.

Pero como los pueblos primitivos atribuían un origen común

y

al

á los rayos del Sol, el dios del rayo se encuentra estrechamente

tado con las divinidades del ciclo solar.

de

los

símbolos de

la

De

aquí nace

la

relámpago

emparen-

frecuente asociación

rueda ó de sus derivados y del hacha. El hacha bipenne

se asocia con otro símbolo que algunos arqueólogos consideran igualmente

como emblema

del Sol: los cuernos de toro. Adrián Blanchet hizo notar

que

edad de bronce, y aun á veces los instrumentos de sílice, solían depositarse en forma de círculo, con intención de reproducir, con

las

hachas de

la

ayuda de estos objetos votivos, (2)

Pág. 33.

la

imagen del

Sol.

PROLEGÓMENOS

I

95

caminan á un antropomorfismo conv'encional, que dará origen con tiempo á

el

betilos

y de

atributos singulares.

egeo y del culto fenicio de

las influencias del arte

las

los

palmeras, advierte Siret ciertas semejanzas entre

ornamentación de

la

y de

los ídolos vestidos

Además de

la

cerámica chipriota y

de nuestros huesos

la

grabados. El desarrollo de esta cerámica corresponde precisamente

á la época en que fenicios,

y

la isla

estos dilataban

de Chipre ejercía más el

sobre los

influjo

suyo por España. Pero en este caso

natural hubiera sido que la imitación de la cerámica chipriota se nifestase en nuestros vasos pintados,

Resumiendo

las

donde hasta ahora no aparece.

conclusiones de su estudio, afirma Siret:

El sincronismo y

«l.°

lo

ma-

la

dependencia de

y de

ciones neolíticas de Occidente

las diferentes civiliza-

sus fases paralelas en

Medi-

el

terráneo oriental. Los primitivos ídolos neolíticos son comunes á

y á Troya

Iberia

de

la

período neolítico medio de Es-

(Hissarlik); los del

paña se relacionan con

el

micenio antiguo, y

época neolítica más reciente, se deben á

aproximadamente entre

fenicios,

Uno

»2.°

de

los cultos principales, el

cipio

de

xual.

La necesidad de

la

más

y

presencia de los

la

el xii.

univ'ersal, el del prin-

generación, tuvo por primer símbolo fabricar fetiches

produjo objetos de piedra cuyo pulimentada, ción alteró

el siglo xvii

y más 6 menos

perfil se

sus formas,

y

el

triángulo se-

que ofreciesen esta confundía con

en objeto de

así se convirtió ésta

complejos

los cultos

el

culto.

figura,

del hacha

La

estiliza-

estas inspiraron el antropo-

morfismo y el zoomorfismo, que las convirtieron en estatuitas femeninas con cuernos, en alas, en media luna, ó en cabezas de toro y de vaca que llevan

y

el

hacha entre

los cuernos.

De

otras análogas nacieron las innumerables leyendas

estas

imágenes

que forman

mitología antigua. Así Artemis se convirtió en diosa de

porque su forma atávica,

imagen

el

palmera,

al

mismo

principio.

la

La vemos en nues-

de esquisto, en forma de embrión triangular cerca de

la

pie de la cual nació, según la tradición» (l).

Radicalmente opuestas á

(O

caza,

doble triángulo, estaba asociado con

del ciervo, símbolo del

tras placas

la

la

Pag. 48.

las

ideas de Siret sobre los primitivos

PROLEGÓMENOS

196

cultos ibéricos, son las de Déchelette, á quien su ^lanual de logía Prehistórica ha granjeado tan justa

y merecida fama

Arqueo(i).

Para

primero, todos los fetiches neolíticos son representaciones del

el

y de

principio generador

simbolizada en cia los

el

y

el

el

sin

la

res (2), le recuerda, punto por punto, los

ha notado también en

el

agua,

tatuaje de los

teoría, considera

como

necrópolis de los Aulla-

caminos cubiertos y

La presencia de un

las

ídolo femenino se

paredes de algunas criptas de

las

el

parte de las evoluciones supues-

por su predecesor. La descripción de

grutas artificiales de Francia.

por

segundo, tienen grande importan-

mayor

la

la tierra

culto de los muertos,

construir una nueva

y quiméricas

arbitrarias tas

fecundación de

pulpo. Para

símbolos solares,

ídolos femieninos,

la

la

Cham-

pagne. La figura femenina de Coizard presenta vestigios de ocre amarillo, restos probables de una policromia que ha desaparecido.

Conviene Déchelette con Siret en cuanto á tica

de

dos ojos

los

la

procedencia

simbólicos que caracterizan

la

artís-

más antigua

cerámica" de Los Millares. La zona de este curioso motivo de orna-

mentación cerámica comienza en Troya y termJna en Escandinavia, siguiendo el

el litoral

Atlántico. «El vaso decorado de ojos

gran camino marítimo por donde

la civilización

regiones egeas ha irradiado gradualmente del Sudeste

En uno de

los

marca ya

primitiva de las al

Noroeste.

ejemplares hispánicos, los ojos están asociados con una

representación puramente esquemática de cuadrúpedos cornudos,

grabados de

(i)

perfil al

lado de una especie de palma.

Las ideas de Déchelette sobre

La cerámica de

las primitivas religiones hispánicas es-

tán principalmente expuestas en su ya citado Essaisiir la chronologie préhistorique de la péninsule ihériqtie (Revue Arcliéologique, 1908 y 1909). (2)

«Jusqu'á l'hauteur de un métre, les parois sont fréquemment revétues

de dalles en

schiste, sur lesquelles

on retrouve parfois des traces d'enduit de

plátre et de peintures rouges; dans un cas

méme un

sein en plátre, en relief,

seul débris d'une répresentation humaine...

Devant

l'entrée

du monument, on retrouve

les restes

d'une terrasse, ca-

rree ou en demi-cercle, limitée par des pierres debout peu elévées; de cha-

qué cóté de

petits réduits á

1

'interieur desquels sont alignées des series

de

pierres cylindriques, coniques ou en aiguilles, de vrais bétyles, hauts de 15 á

60 centimétres». ti fiques,

(L. S'iret: L' Es/agne Pre'/i/s/or/que,

Octubre de

1893, p. 34).

Revuc des

qucstíotis scien-

PROLEGÓMENOS los recintos

I 97

segundo y quinto de Hissarlik, presenta análogas

raciones zoomórficas, de ejecución igualmente primitiva»

Con

lo

que de ningún modo quiere

vasos pintados

la

con

transigir Déchelette es

hipótesis del pulpo. «El Sr. Siret ha creído encontrar en

figu-

(l).

uno de

representación de un pulpo, y de esta hipótesis,

en nuestra opinión completamente errónea, ha deducido una etnográfica sobre neolítica.

presencia de los fenicios en España en

la

Por desgracia,

misma categoría de Schliemann. Todas

seres imaginarios

un instante á

la

que

la

la

famosa lechuza de

consideraciones étnicas, simbólicas y crono-

las

^jCómo no ha comprendido

resiste

tesis

época

pulpo hispánico de Siret pertenece á

el

una base

lógicas edificadas sobre esta conjetura, estriban, pues, en frágil.

la

los

el Sr. Siret

que su explicación no

comparación del pretenso pulpo con

la

los

menhires-estatuas del grupo de San Sernín, que son claramente an-

tropomórficas?

Y

es el caso

que -el mismo arqueólogo reconoce

la

semejanza, pero se cree obligado á formular una explicación inve-

suponiendo que

risímil,

mo

término de

la

cabeza de

los

menhires esculpidos,

llamente los rasgos elementales de este molusco: dos ojos,

po y cuatro pares de brazos en estado rudimental. Con en

insiste

las

entero de un animal á

En

pie.

realidad, el

explicación

el

este

muy

en que se haya sustituido

es decir,

cabeza de un personaje

la

humano

el

cuerpo

figurado

tema del vaso pintado de Los Millares tiene

sencilla.

El supuesto pulpo fenicio no es otra cosa

que un rostro humano, adornado de tatuajes semejantes á las estatuitas

de Amorgos en

bre de pintarse

el

de

de Bónsor en

las

las

po-

parte, se-

sepulturas neolíticas

Alcores.»

Pero no sólo se pintaban queletos.

Este de

(i)

de

los

período premicénico. La costum-

España como en cualquier otra

lo acreditan los hallazgos

los

el

cuerpo debió de estar tan difundida entre

blaciones primitivas de

gún

cuer-

motivo

metamorfosis divinas del panteón clásico, pero no cita

un solo caso análogo,

de

«últi-

singular evolución del pulpo», reproduce senci-

la

En

la

la

los

cuerpos vivos, sino también

vasta necrópolis de San

Antón (dos kilómetros

ciudad de Orihuela), ha reconocido su explorador

Pág. 225.

los es-

el

al

Pa-

PROLEGÓMENOS

igS

Uno

dre Furgus varios casos de este género de coloración.

de los

que describe constituye un hecho nuevo. El brazo y el antebrazo de una mujer adornada de un rico collar de oro, estaban embadurnados de negro y

y

rojo,

negra. La sepultura

el

cráneo cubierto de una espesa capa

se clasifica

primera edad del bronce, y

es,

con certidumbre entre

según Déchelette,

el

difícil

admitir la hipótesis del

de

la

primer ejemplo

de una pintura bicroma en un esqueleto prehistórico

Parece

las

(i).

mismo autor respecto de

las

placas de pizarra grabadas, cuyo destino cree análogo al de las paletas del

Egipto prefaraónico. Pero es mucho más plausible

acerca de

á reconocer la figura tatuada de Los ^Millares

Es

culpidos.

lo

que dice

ornamentación grabada de estos objetos, donde vuelve

la

cierto

que

y de

los menhires es-

símbolo se reduce aquí á su más sencilla

el

expresión y aun á simples trazos que parecen de escritura musical. Pero, no obstante esta íorma esquemática, es posible, agrupando

por series estos pequeños icones, reconstituir su verdadera

Y lo

mismo sucede con

tación: los huesos

Déchelette es ingeniosa lo.

}•

feliz

otros objetos

que tienen análoga ornamen-

de animales pintados ó grabados.

el

primero que ha propuesto una interpretación,

por todo extremo, de

las placas

en forma de bácu-

El hacha fetiche de los pueblos neolíticos presenta tres varieda-

des de representación en pleta con

mango y

las

Mesa de

los

esculturas de esta época:

cuchilla, la cuchilla sola

última figura aparece en

la

lleva al

tificación

y

el

hombro

de

varios

solo.

Esta

célebre piedra del dolm.en llamado

la

Una

la

estatuita

Biblioteca Nacional de Pa-

mangos de hachas de bronce. La iden-

de Portugal con

los báculos

hacha com-

el

mango

Mercaderes en Locmariaquer (Morbihan).

de un guerrero sardo, conservada en rís,

filiación.

el

mango de hacha de

piedra no parece dudosa. Precisamente las grutas sepulcrales de

Portugal ofrecen

el

modelo en piedra de cada uno de

los tres sím-

bolos figurados en los monumentos megalíticos. Al lado de rosas hachas sin

mango,

se encontraba en

una de

las

Cascaes, un facsímile de piedra, no único, puesto que

men de (i)

Estría ofrece otro

Pág. 228.

muy

el

nume-

cavernas de

anta ó dol-

semejante. El hacha, en cualquiera

PROLEGÓMENOS de sus

debe

tres formas,

bólicos,

clasificarse entre los objetos votivos

que acompañaban

El triángulo seKual de

correspondencia en

moso

ídolo de

al

la

muerto á su última morada

del

99

y sim-

(l).

estatua femenina de Almizaraque

arte premicénico, especialmente

el

plomo

I

tiene

,

con

el fa-

segundo recinto de Hissarlik, y con mu-

chas estatuitas de mármol blanco recogidas en las tumbas de las Cicladas.

Es patente también

analogía de los famosos «cuernos de

la

consagración» de Cnossos, con los cuernecillos de tierra cocida re-

Campos y por Bónsor en las habitaciones ó Campo Real. Estos objetos votivos se rela-

cogidos por Siret en

sepulturas neolíticas de

cionan con

el

culto del toro, tan difundido en los tiempos egeos por

Oriente y Occidente (2).

Lo

restante de la

Memoria de Déchelette

penetra ya en los tiempos históricos, por lo cual suspendemos aquí su análisis.

Pero otro importante estudio suyo sobre tiempos prehistóricos (3), da

la

el culto del

interpretación de uno de los

curiosos bronces ibéricos, que representa, ajuicio suyo, lar

Sol en

el

los

más

disco so-

conducido por un caballo.

En

este artículo presenta el ilustre arqueólogo

un árbol genealó-

gico de los signos solares, contando entre ellos la svástica ó cruz

gammada, según la teoría de ]Max Müller y Alejandro Bertrand. La mayor parte de los símbolos derivados de la rueda (círculos, cruces, estrellas, svásticas curvilíneas

y

rectilíneas, espirales, signos

en forma de S) han sido empleados como representación del Sol, desde

las

primeras fases de

valor simbólico

Xo

la

edad del bronce. Con

hubo de modificarse, pero nunca

el

tiempo este

se alteró del todo.

se trata de volver á las quimeras de los antiguos adeptos del sim-

bolismo, ni puede pretenderse que estos elementos gráficos consti-

tuyan una especie de lengua sagrada, de escritura hierática más ó

menos

misteriosa

parentesco y

y

filiación

(i)

Pág. 232.

(2)

De

(3)

Le

únicamente á

cuite

la

iniciados.

Pero su

que con

él

se enlazan, trataremos

prehistoria de Mallorca.

du Soleil aux iemps

págs. 305 á357).

los

son indudables.

este culto y de las antigüedades

más extensamente en I,

accesible

prc'liisíoriques

(Revue Arche'ologiquc,

191

1,

PROLEGÓMENOS

200

Al género de representaciones del caballo Déchelette,

el

según

solar pertenece,

bronce de Calaceite (provincia de Teruel) descubier-

y dado á conocer por.D. Juan Cabré con otros objetos de la misma procedencia (l). Este bronce, que tiene la forma

to en 1908, ibéricos

general de un candelabro, es de un tipo enteramente original litario

y

so-

hasta ahora. El caballo macizo, fijado á un disco horizontal

que sirve de base, va cargado con una columna vacía pasta negruzca. Esta columna, con capitel

llena

de una

y base en forma de cam-

pana, sostiene un segundo disco horizontal. Los dos discos tienen

aproximadamente

las

mismas dimensiones. Cuando

cubrió estaba entero; pero la ignorancia.

muy

de

las

Sin decidir

edad

lo

si

objeto se des-

destrozaron

El Museo del Louvre adquirió

restaba de las otras partes del los restos

pronto

el

monumento;

el

la

codicia

es decir, la

columna y

dos ruedas. este objeto pertenece á la primera ó á la

segunda

ibérica del hierro, Déchelette establece su concordancia

algunos pequeños bronces

Estos últimos se

itálicos

componen de dos

y reunidos por una

consagrados

al

con

culto del Sol.

discos horizontales sobrepuestos

especie de columnas.

Pero acaso Déchelette lleva demasiado

lejos su teoría,

quiere explicar por estas representaciones solares figuritas

y

caballo con lo que

de caballos en

la

primera edad de hierro

bre todo, en un detalle característico,

la

la

cuando

abundancia de

ibérica.

Se

fija,

so-

presencia de dos círculos de

en la grupa y en el pecho de los caballos. Al mismo Déchelette había explicado estos símbolos como

anillos concéntricos

principio, el

degeneración de

los

broqueles circulares

(2)

;

pero ahora abandona

esta hipótesis para seguir resueltamente la de los signos solares. El

y después de él el arte ibérico, han sobrepuesto aquí dos símbolos que por lo común están simplemente asociados.

arte itálico,

Cuando de un dios

este caballo lleva solar,

pomórfico de (i)

J.

un

podemos ver en

cuya aparición se explica por

las ideas religiosas.

el

él la

imagen

desarrollo antro-

Toda\-ía hay algunos

Cabré, Objetos ibéricos de Calaceite, en

mia de Buenas Letras de Barcelona, (2)

jinete,

monumentos

el Boletín de la

Real Acade-

1908, pág. 400.

Vid. Déchelette, Les petits bronzes ibériques, en L'Anthropologie, 1905,

páginas 31 y 35.

20I

PROLEGÓMENOS ibéricos de la época

romana que ofrecen

ción á un culto solar, y los

de

cia

las inscripciones al

los signos

de

la

consagra-

epigrafistas han notado

la

abundan-

Luna en todo

el

territorio

y á

Sol

la

hispánico.

Entre

guno

los

problemas oscurísimos que

lo es tanto

como

el

de

la Prehistoria plantea,

las razas primitivas.

nin-

La Arqueología

es

An-

impotente para resolverle, y tiene que invocar el auxilio de mucho de ser definitivas, esla

tropología, cuyas conclusiones distan

pecialmente en

lo

que toca á

las

edades cuaternarias, por

la

escasez

de restos humanos bien conservados. Nuestra absoluta impericia

en estas materias, que tienen por necesario instrumento anatómica, nos obliga á remitir cialistas

al

técnica

la

lector á los trabajos de los espe-

en esta rama del saber, honrosamente representada entre

nosotros por los SS. Olóriz, Antón, Aranzadi

y Hoyos

(l).

De

ellos

el

ana-

extractamos los datos siguientes: Partiendo de

la

fundamental clasificación establecida por

tómico sueco Reitzius, en

1842, se dividen los cráneos

en doUcocéfalos (de ocXc^cc, largo) y to).

Ambos

tipos

braqiiiccjalos (de

extremos aparecen en

tre los dolicocéfalos se distinguen dos

el

fósiles

í^0Ly\)c,,

cor-

período cuaternario. En-

tipos,

que por

los

nombres

las estaciones prehistóricas donde fueron encontrados sus primeros ejemplares, se llaman raza de Neanderthal ó de Spy, y raza de Cromagnon. La raza de Neanderthal sólo está representada en

de

España por un cráneo incompleto de Gibraltar que estudiaron Busk (i)

Olóriz (D. Federico) Distribución geográfica del índice cefálico en Espa-

ña. Madrid, 1894.

Antón

(D. Manuel).

Razas y naciones de Europa. Discurso inaugural de

la

Universidad Central en 1895.

Hoyos Sáinz U71 avance

á

(D. Luis).

la

Notas sobre Geología y Atitropología de Campdo, 1891.

Antropología de España, Madrid, 1892 (en colaboración con

Aranzadi).— Zí'j' Canipurrianos. Estudio antropológico. En ciedad española de Historia Natural, serie segunda, 1893,

los Anales de la So-

tomo

xxii, pág. 169.

Aranzadi (D. Telesforo). El pueblo euskalduna. Estudio de Antropología. San Sebastián, 1889. les

— Observaciones

ciones acerca de la raza basca. la

antropométricas en los caccreños. (En los Ana-

de la Sociedad de Historia Natural,

Euskal-Erria,



(En

la

tomo

xxiii,

1894, pág.

Euskal-Erria, 1896).

2.)

La

Considera-

raza basca (en

202

y

PROLEGÓMENOS

Falconer. «Llaman

cocefalia occipital, á

atención en este cráneo su exagerada doli-

la

vez que frontal;

la

el

relieve pronunciado de

sus arcos superciliares, que dejan atrás una frente baja las órbitas

y

la nariz

á

muy

la

redondas y enormes;

forma de

la

modo de herradura» Con

relativa

díticas.

retirada;

mandíbula, que se alarga y cierra por atrás

(l).

los restos

de

la

raza de

mejor estudiada délas prehistóricas, y la cadel período magdaleniense y de las habitaciones trogloes la

Esta raza era de ele\-ada estatura, y algunos antropólogos

suponen rubia,

la

y

achatamiento y anchura de

abundancia se encuentran

Cromagnon, que racterística

el

lo cual

es característica por su

parece demasiado afirmar. «La calavera

falta

de armonía,

largo y estrecho presenta una cara corta

verticalmente

,

parietales; la

norma

es

pentagonal por lateral

el

pues con un cráneo

y ancha;

la

bó\-eda, mirada

gran desarrollo de sus bolsas

muestra una frente perfectamente mo-

y de curvatura elegante, continuada por una línea que aplana en la coronilla, dando lugar á una bolsa ó saliente occipi-

delada, alta se T:al;

base del cráneo es aplastada, y su volumen total

la

muy

eleva-

do, pues llega á 1,590 centímetros^ El índice cefálico es de 73,76,

superior

al

de Neanderthal, del que vemos se diferencia por

los

otros caracteres. Esta dolicocefalia no es debida á la estrechez del

cráneo en general, occipucio,

como en

como en los

los australianos

y

negros,

europeos actuales, sino á

la

ni

de

á la del

la frente,

siendo, pues, raza de dolicocefalia posterior ú occipital» (2).

Hamy, bral,

y

«el

hombre de Cromagnon presenta en

en su cráneo y en su esqueleto, una curiosa mezcla de nobleza

bestialidad. Este precursor

industria

fuerza

la

y

de

la civilización

la

Europa

narias.

este iniciador de la

,

del arte, debía necesariamente unir

que

al

espíritu

que crea

ejecutas».

Esta raza parece haber constituido

de

Según

su sistema verte-

occidental,

y pronto

la

el

principal elemento étnico

encontraremos en

La estación peninsular más notable por

letos encontrados, es la

Cueva de

(i)

Hoyos, Etiiografia, pág.

(2)

Id. pág. 107.

102,

la

el

las islas

Ca-

número de esque-

Solana, en territorio de Xavares

PROLEGÓMENOS

y

(Segovia),

sus enterramientos son

203

muy

parecidos á los de los

guanches. Los cráneos procedentes de dicha gruta, que se conser-

van en nuestro Museo de Historia Natural, pertenecen á épocas distintas,

dio

(l).

según

el Sr.

Antón, que

les

ha dedicado especial estu-

Los más antiguos son de raza pura de Cromagnon;

los res-

pueden calificarse de mestizos de esta raza y de otra neolíque dicho antropólogo llama atlante ó beréber. Admite tam-

tantes tica

bién una tercera raza cuaternaria, cuyo tipo son los cráneos encontrados por D. Guillermo Macpherson en la Cueva de la Mujer

(Alhama). Quatrefages y

de

la raza

ponden

Hamy

clasificaron estos cráneos entre los

de Neanderthal, pero

el Sr.

Antón supone que

á la raza de los primitivos iberos.

corres-

Los caracteres del cráneo

son intermedios entre los dos tipos de dolicocefalia: frente estrecha, notable altura vertical del cráneo, afilada nariz (leptorrinia) y ele-

vado índice orbitario

(2).

Los cráneos braquicéfalos no edad cuaternaria, con

la

se encuentran

en España durante

la

única excepción acaso de los qiiioqueme-

dingos del valle del Tajo, cerca de Lisboa. Allí se han señalado cráneos de dos tipos, braquicefálico y dolicocefálico, y

el

anatómico

portugués Paula y Oliveira creyó reconocer un tercero que llamaba sub-braquicefálico. Los cráneos dolicocéfalos presentan ciertos caracteres anatómicos

que

los

separan del tipo de Cromagnon, y

Quatrefages se inclinaba á establecer con ellos una raza nueva, raza de 'Mugem, llamada también del perro, por ser

el

la

único animal

doméstico que parecen haber conocido. Esta raza presenta muchos caracteres de inferioridad

(3).

Algunos

la

suponen nacida de un

cruzamiento de los cromañones y de los braquicéfalos laponoides,

conservando de

primeros los caracteres, forma y proporciones del cráneo, y de los últimos el aspecto facial y las proporciones los

del esqueleto. Otros

suponen que

el

elemento dolicocéfalo fué

el

de Neanderthal.

Las razas neolíticas parecen producto de cruzamientos y mezclas (i)

Cráneos hallados en Navares de Ayuso (Segovia).

ciedad de Historia Natural, 1884, tomo (2)

Hoyos, Elnografta, pág.

(j)

Lfiite

de Vasconcellos,

xiii,

En

los Anales

pág. 76.

124.

Religióes

da Lusiíania, tomo

i,

pág. 32.

de

la

So-

PROLEGÓMENOS

204

de

las razas cuaternarias.

conservó pura hasta

En el

les.

lado en

la

Entre nosotros,

Cromagnon

raza de

la

edad de bronce en

las

se

provincias meridiona-

centro de España hay más mezcla. El P. Capelle ha seña-

la

Cueva de Segóbriga dos

razas distintas, caracterizada la

primera por un dientes

muy

exagerado prognatismo del maxilar superior y proclives en la mandíbula inferior, siendo muy de

Los

notar que los discos vertebrales faltan en todos los ejemplares.

cráneos de la otra raza son braquicéfalos, grandes y pesados. El esqueleto denota en algunos individuos una talla verdaderamente extraordinaria. Los cráneos de Ciempozuelos no presentan verda-

deras analogías con los tipos braquicéfalos cuaternarios, excepto

con

los

de ?ilugem en Portugal

(l).

Este tipo mestizo se ha recono-

cido en varias partes.

Los yacimientos de

edades metálicas ofrecen una confusión

las

de tipos cranianos, que no puede llegarse hasta ahora á ningún

tal

resultado general. Víctor Jacques, colaborador de los hermanos

en

Siret, estudió los cráneos del Sudeste, distinguiendo

primero equivale

tipos. El

al

de Cromagnon por

caracteres y por las medidas, pero

la

el

prognatismo menos marcado. El segundo es

el

conjunto de sus

menos

cara es

ellos tres

larga

y

el

de Furíboz, repre-

sentado por algunos cráneos especialmente femeninos. El antropólogo belga conjetura que las dos razas mezcladas constituyen

pueblo levantino

que heredó de

,

neo,

y de

y

disminución de

la

los braquicéfalos

de

los

la raza

la estatura.

cromañones de Grenelle

El tercer tipo,

la

el

forma del cráforma de

la

cara

mucho menos

fre-

la

cuente, tiene alguna semejanza con los cráneos vascos. Tales son,

si

no

los

hemos entendido

mal, los principales resulta-

dos que con carácter provisional enuncia sobre

las primitivas razas

hallazgos de restos

conclusiones.

En

el

la

que poblaron nuestra península. Nuevos

humanos pueden conñrmar ó

con

(i)

los

pueblos ibéricos que han

tomo xxx,

págs. 448-467.

el

estas

prematuro c

enlace de estas ra-

dejado rastros de su existen-

Antón, Cráneos antiguos de Ciempozuelos.

de la Historia,

rectificar

estado actual de los estudios sería

imprudente aventurar conjetura alguna sobre zas

ciencia antropológica

En

el Boletín de la

Academia

PROLEGÓMENOS cia

en

los testimonios

en

las inscripciones,

de

205

los autores clásicos griegos

y

latinos,

en

medallas y en cualquier otro documento de

las

índole histórica. Conviene guardarse también de falaces teorías fun-

dadas en cla la

asimilación de la etnología con la lingüística. Esta

la

mez-

ha sido perjudicial á ambas ciencias, que son afines y auxiliares

una de

por



pero que nunca deben confundirse. La lengua

la otra,

sola

no basta para determinar un tipo étnico. Ejemplo me-

morable de

sea

ello

el

pueblo euskalduna ó vasco que por

la

singu-

laridad de su lengua verdaderamente antiquísima, ha sido conside-

rado por

mucho tiempo como un pueblo de

dándose en

finlandés, el lapón

neos que

raza pura. Reitzius, fun-

carácter de lenguas aglutinantes que presentan el

el

él tenía

y

el

vascuence, y en

por vascos y se acercaban

tuvo que estos pueblos representaban

de dos crá-

la braquicefalia al

tipo laponoide, sos-

raza primitiva de Europa,

la

anterior á la invasión de los arios dolicocéfalos. Esta opinión, segui-

da por muchos, tuvo su primer impugnador en Broca (l8Ó2 y

que estudiando, en colaboración con

un exagerado ortognatismo. Pero como todos

misma

863),

Dr. Velasco, óo cráneos de

el

Zarauz, encontró en ellos una dolicocefalia moderada

la

1

los

y

occipital

y

cráneos eran de

no resultaba concluyente, y caso de Zarauz com.o debido á una

localidad, la generalización

Pruner-Bey quiso explicar

el

antigua emigración de navegantes irlandeses,

y

^•olvió á la teoría

de

Reitzius, calificando á los vascongados de turanios. y mogoloides.

Otros explicaron

la dolicocefalia

con

el

ditado, recurso de las colonias fenicias.

pormenores de

socorrido, pero ya desacre-

Xo entraremos

esta discusión, bastando

remitirnos

al

en todos los trabajo

que

no ya sobre cráneos de cementerios, sino sobre indi\'iduos vivos hizo en 1889

el

joven y distinguido naturalista vascongado, D. Te-

de Aranzadi.

En

que honra á su autor y á la moderna ciencia española, se consignan observaciones y medidas

lesforo

tomadas en

esta IMemoria,

2 50 individuos procedentes

de toda Guipúzcoa desde

Fuenterrabía á Salinas y Motrico, de catorce pueblos de limítrofe de

Vizcaya y de algunos de Navarra.

estudios deduce rior

máximo de

dolicocéfalas,

y por

la

zona

sus minuciosos

Aranzadi que «por

el

diámetro antero poste-

cabeza se aproxima

el

vascongado á

el Sr.

la

De

el

trasverso

máximo

á

la

las razas

branquicéfala, resul-

PROLEGÓMENOS

206

tando que

el

De donde

índice cefálico de latitud es intermedio».

como probable, «que el actual pueblo vascongado se puede considerar como la unión de un pueblo afine al berberisco y un infiere,

pueblo boreal, que tiene algo del

En

finés

de un pueblo kimri ó germano»

terior

y

del lapón, con mezcla pos-

(l).

su libro fundamental sobre la distribución geográfica del ín-

deducida del estudio de 8.368 varones

dice cefálico en España,

adultos, hace notar el Dr. D. Federico Olóriz

que

«la

demarcación

regional deducida del índice cefálico es insuficiente para trazar la división etnológica de España. fica

siempre identidad de

raza,

La uniformidad

y aun

las

del índice

no

signi-

provincias de series

más

regulares contienen elementos étnicos diversos en su población

hasta caracteres de razas diferentes asociados en dividuos; de

modo que

por conocidos nes por

ambos

la

á la

conocer

el

los pueblos, ni el

forma general de

la

los índices,

muchos de sus

no basta para dar

que dos grupos humanos sean

afi-

cabeza significa que pertenezcan

demás

raza ni coincidan igualmente en los

misma

y

in-

carac-

Hay, pues, que abstenerse de generalizar y de

teres anatómicos.

establecer tipos étnicos regionales sólo porque haya determinadas

formas de

la

cabeza dominantes en cada región; pero tampoco se

debe pecar por creto, sino iia,

el

que estudiando

reconociendo

vando

el

extremo opuesto y encerrarse en

el

los focos

hecho con-

de braquicefalia y dolicocefa-

sentido en que esos focos se irradian, obser-

asiento de las provincias, cuyas series sean

neas y de curvas

el

más

más heterogé-

irregulares, será legítimo inducir algunos he-

chos generales acerca de los tipos de conformación cefálica que existen en España, de

de

la

manera cómo se reparten

variedades de combinación que otrezcan en

las

marcas de nuestro país»

el territorio

las

y

diversas co-

(2).

El admirable estudio del Sr. Olóriz, que representa hasta ahora el

á

mayor avance en las siguientes

«I.^

la

Antropología española, conduce, entre

otras,

conclusiones:

Puede considerarse

el

pueblo español como uno de

(i)

El pueblo

(2)

Distribución geográfica del índice cefálico en España, pág.

euskalduna, pág. 42. 1

40.

los

más

PROLEGÓMENOS puros de Europa, no sólo por

por

res, sino

cado entre

la

la

mezcla íntima y

207

afinidad de sus principales facto-

la

fusión avanzada que se ha verifi-

con bastante uniformidad en

ellos,

el

territorio

na-

cional. 2.*

tander,

de

La población dominante en todas las provincias, menos SanOviedo y Lugo es mesaticéfala (de 75 a 80), la proporción

más de 80) domina en

los braquicéfalos (de

citadas,

todas

las

que

nor, á la vez 3.^

las tres ¡Drovincias

de los dolicocéfalos (de menos de 75) en casi demás y es muy variable. El grupo dolicocéfalo es el me-

excede á

la

el

más constante y

el

más uniforme.

Las comarcas de población esencialmente dolicocéfala

['/ó

y /^) son en España la faja mediterránea desde Cartagena al Ebro, la cuenca media .de éste, la parte de Castilla la Vieja situada al

N. del Duero, y

la alta

Andalucía.

Las comarcas de población relativamente braquicéfala (79 á 83) son las vertientes septentrionales de la cordillera cantábrica, 4.^

y

comprendido entre

el litoral

bajas del Mediodía, desde

Coruña y Santander,

Huelva á

Tajo. 5.^

la

^Motril,

y

la

las tierras

cuenca media del

I

La población de

índice intermedio (78)

abunda más en

la

Mancha, Cataluña, cuenca superior del Ebro, Extremadura y curso

medio del Guadalquivir.

6^

El pueblo vascongado no presenta índice característico;

suyo es más bajo que el

el

de

los

vascos franceses y algo mas

general de España. El pueblo de Madrid es algo

que

el

7.*

más

alto

el

que

dolicocéfalo

de España entera.

Hay verdadera

frontera étnica en el Pirineo, excepto entre

Gerona y el Rosellón (l), lo cual se comprende bien considerando que el Rosellón es por todo género de razones étnicas, históricas y un pedazo de Cataluña, separado de

lingüísticas,

ella

en tiempo mo-

dernísimo. Por análogas razones tampoco existe frontera étnica

portuguesa.

Aunque

el

trabajo del Sr. Olóriz importe, sobre todo, para nues-

tra población actual, sugiere

(i)

también importantes cuestiones de

Índice cefálico, págs. 275-27S.

his-

PROLEGÓMENOS

208 toria primitiva, alguna

adelante.

pueden

En

de

las cuales

no

faltará

ocasión de tratar más

cuanto á los tiempos prehistóricos, los resultados no

ser tan importantes ni tan seguros, por la escasez

de crá-

neos cuyo índice cefálico haya sido examinado (en 1894 no pasaban

de 119), pero algo nuevo é importante declaran, en virtud del mé«El índice cefálico de los cráneos antiguos es

todo comparativo.

menor que una de

el

de

los

las regiones,

conjunto de España y en cada

modernos, en

el

menos

Sudeste en que

la del

dolicocéfalos todavía que los primeros.»

más

ral del índice

cefálico en los tiempos prehistóricos coincide

rasgos principales con decirse respecto á

Zampa, respecto á ron ya en

los

cambiado

las

la

que hoy

España

Italia (i):

lo

se observa

mismo que

que

son

los últimos

«La distribución geneen sus

Podría, según esto, resulta del trabajo

de

los tipos étnicos actuales existie-

tiempos primitivos, y que desde entonces, sólo han proporciones en que concurren á formar la población

contemporánea»

(2).

Larga é impertinente parecerá á algunos esta digresión sobre geografía antropológica de España, cuando sólo de historia religiosa tratamos. Pero

¿cómo

es posible considerar aspecto

alguno de

la

y mucho menos de la prehistoria, sin atender á la constitución fisiológica del hombre que es sujeto de ella, y que ni siquiera nos ha dejado su nombre pero sí las reliquias de su esqueleto.'' Por

historia

otra parte,

nos

útil

para

ahora en

de

la

mos

al

las

hacer estas indicaciones, algo sentamos que puede serel

estudio de las razas históricas, que encerrado hasta

vagas,

inciertas

á veces

y

contradictorias noticias

geografía clásica, alguna luz puede recibir de estos novísi-

estudios,

aunque

inciertos también,

y digámoslo

así,

crepuscu-

lares.

Para completar esta rapidísima excursión por nuestra prehistoria, sólo nos falta centes, Baleares

y Canarias, enlazadas

de España desde tiempos

(i)

R. Zampa, Crania

viii,

las

En

las

Memoric

las islas

adya-

la historia

las otras

en

el

de/la Poutificia Acca-

1891. Citado por Olóriz.

Olóriz, Índice cefálico^ pág. 262,

dominios de

primeras con

remotos, incorporadas

itálica velera.

demia dei Nuovi Lincei, tomo (2)

muy

los

hacer memoria de

^/(¿^

yUemJimj^

ARCHIVO BIBLIOGRÁFICO

HISPA NO-A ME Ríe A NO En

anunciaremos

este Suplemento

!a

compra y venta de obras de adquisición

difícil.

Lo3

lecto-

res del Archivo que deseen utilizar este servicio, se dirigirán á la Librería general de Victoriano Suárez, Preciados, 48, Madrid, detallando claramente los títulos de las que pretendan

adquirir ó enajenar.

OBRAS QUE SE SOLICITAN

López Cogolludo (Fr. Diego). Historia de Yucatán. Madrid, 1688.

Alemán

(Mateo).

— San

Antonio de

Paclua. Lisboa, 1605.



AuRRECOCHEA (José M.^) Mcmoria geográfica económico-política del departamento

de

Venezuela.

Cádiz,

1814. Madrid, 1845.

Beltrán de Santa Rosa (Fr. PeArte del idioma Maya reducido á sucintas reglas. México, 1746.

dro).



Peralta Barnuevo (Pedro). Lima fundada ó conquista del Perú. Poema heroico, etc. Lima, 1730. 2 tomos.



García Peláez (Francisco de P.) la historia de Guate-

Memorias para mala. 1851-52.

3

tomos.

Juarros (Domingo). — Historia de Guatemala. 808-1 81 6. 2 tomos. 1

La

Celestina, tragi-comedia de Cay Melibea. Ediciones españolas impresas desde 1499 hasta i6oo. lixto

León Pinelo (Antonio

me

NúNEZ DE LA Vega t^Fr. Francisco), Constituciones diocesanas del Obispado de Chiapa. Roma, 1702.

de

la

de).

— Epito-

biblioteca oriental y occi-

dental, náutica y geográfica. Madrid, 1629.

da, etc.

Historia de España vindicaLima, 1730.



Pérez de Rivas (A.) Historia de de nuestra Santa Fe, etcétera. Madrid, 1645.

los triunfos

Ruiz (Joaquín).— Gramática yucateca. Mérida, 1844.

Vélez de Guevara

i^L.)

— El

dia-

blo cojuelo. Madrid, 1641.

Villagutierre Soto-Mayor (Juan Historia de la conquista de la provincia del Itza, reducción y progresos de la del Lacandon, etc. Made).



drid, 1701.

Epítome

de

la

biblioteca

oriental y occidental, náutica y geo-

añadido y enmendado nuevamente, etc. Madrid, 1737-38. 3 tomos.

gráfica,

Madrid.

Zapata

(Luis).

— El

arte poética

de

Horacio, traducida del latín en español. Lisboa, 1592.

Imp. de Fortanet.

ARCHIVO BIBLIOGRÁFICO

HISPA NO-AMERICANO TOMO

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

IV

Menéndez V Pelayo

("Marcelino).

Historia de los heterodoxos españoles. Segunda edición, refundida, lo-

mo

Madrid. Est.

I.

En

1911.

4.°,

de Fortanet. un retrato

tip.

516 págs. y

15 pesetas-

del autor Tiradas especiales: En pape! de hilo En papel Japón

30 100

Obras completas, edición sada por

El

definitiva, revi-

el autor. I.

nombre del Excmo. Sr. Menéndez y Pelayo, de

D. Mar-

celino

la

más

excelsa y genuina representación de nuestras glorias en la historia de la literatura española, es sólida garantía

de

la

bondad de

cesita alabanzas,

Ni

su obra.

porque en

ésta nesí

misma

lleva el sello de las grandes creacio-

nes del insigne polígrafo, ni su autor mendigar elogios ajenos, pues su reputación como hombre de letras descansa sobre tan inconmovibles ci-

mientos y se eleva á tan inconmensurable altura, que

no podrán conmo-

verla los esfuerzos de sus adversarios, si los tiene,

ni acrecentarla las

cidas alabanzas de sus

mere-

admiradores,

que se cuentan á millares. Porque, (l).

Los capítulos relativos á Tenerife ofrecen menos novedad, después de conocidos

Espinosa y de Viana. Alguna

los libros del P.

variante se observa, sin embargo, en los nombres dados á la Divi-

nidad

(2)

lo cual es

,

con

buche como

el

de que los tres autores bebieron en

indicio

«Su habla era diferente de

la tradición oral.

las otras islas;

los africanos», dice el P.

hablaban

Abreu, que por otra

parte señala en los Guanches con bastante precisión, los caracteres

de

la

edad de

de hierro

piedra pulimentada: -ni tenían herramientas ni cosa

la

de otro metal. Aprovechábanse para cortar de unas

ni

como

piedras negras,

pedernal, que, dando una piedra con otra,

y con estas

se hacían rajas,

á estas llamaban tahonas-»

Xo "\itud,

pero el

hecho de mujeres,



les

desollaban;

(3).

cierta distinción

de

castas,

mito siguiente: «Decían

las

que

demás

islas, la

escla-

los indígenas explica-

los desta isla

que Dios

los

había

y y que había criado tantos hombres como había dado ganado y todo lo que habían menester, y agua,

tierra

y

y sajaban y

en Tenerife, como tampoco en

existia

ban con

rajas cortaban

que después de criados

le

pareció que eran pocos, y que crió

hombres y mujeres, y que no

les

quiso dar ganado,

más

y pidiéndoselo

respondió que sirviesen á esotros y que ellos les darían de comer, y de allí descienden los villanos que llaman Achicaxna, y que son los

que sirven»

(4).

El capítulo que trata de los embalsamamientos, no es modelo de claridad

y parece

de Espinosa.

De

escrito de referencia, sin

Abreu, que era

P.

más guía que

todos modos, fué lástima grande que sin

duda

el

más completo y

el

texto

el libro

del

noticioso de los

(i)

Págs. 175 y 176.

(2)

«Tenían un Diosa quien llamaban en su lengua Achgnayerxei-ati^ Acho-

Achaman, que quiere decir eu nuestro lenguaje, sustentador de cielo y tierra. También lo llamaban Achuhuyan, y Acbuhucanac, y Acguayaxerax^ que ron,

es decir,

el

grande,

(3/

Pag. 193.

(4)

Pág. 194.

el

sublime,

el

que todo

lo sustenta.» (pág. 192).

PROLEGÓMENOS

244

quedase manuscrito por entonces y que el extenso trabajo del Doctor en ]Sle-

escritos sobre Canarias,

mismo

lo

dicina D.

aconteciese con

Tomás Marín y

Cubas, natural de Telde en

que dedica buena parte del

ria,

da en 1694 á

libro

y

los usos, costianbres

Gran Cana-

la

segundo de su obra termina-

naturaleza de los indígenas

Interesantes son algunas de las noticias que da, pero no es

seguro su origen, el

como

embalsamamiento. Es

la

cebada en

el

y por

el sacrificio,

forma de mal ó bien»

La descripción de más

los

detallada en INIarín

de Lanzarcte

los isleños

práctica

la

único también que supone entre los

el

indígenas de Fuerteventura

la

muy

tiempo bastante moderno. Es

escritas en

único autor que atribuye á

del

(i).

«quemaban

superstición augural:

humo, derecho ó ladeado, juzgaban

(2).

enterramientos de Gran Canaria es

mucho

que en Abreu Galindo, aunque evidente-

mente inexacta en algún pormenor: «Al difunto lavaban todo con agua caliente, cocidas yerbas, y con el

vientre por la parte derecha debajo de

media

luna, sacaban todo lo de dentro,

sacaban

los sesos (3),

y

estregaban; abríanle

ellas lo

modo de

las costillas á

y por

quitado todo hasta

la

lo alto

de

la

cabeza

lengua, llenaban los

huecos de mezcla de arena, cascaras de pino molidas y orujo de

yoga ó mocanes, y volvían á hacerle muy curiosamente: lo ungían con manteca y ponían al sol de día y de noche al humo, y por quince días le lloraban haciendo exequias, y estando enjuto

le

ponían en

las cuevas con otros mirlados; á otros hacían torreoncillos de piedra»

(i)

Histoj'ia de las Siete Islas de Canaria, orioen, descubrimiento y conquista^

Tomás J\íarin y Cubas. Esta Crónica ó Museo Canario, pero no he podido proporcionarme esta Revista. Los trozos que cito de Marín y Cubas están tomados de las obras de Millares y de Chil, que transcriben largos pasajes.

dividida en tres libros, compuesta por D.

parte de ella se ha publicado en

(2)

Apud

(3)

El Dr. Chil (tomo

Chil,

tomo

i,

el

pág. 442.

1,

pág. 4S0) hace notar

posible extraer el cerebro sin fracturar visto

ninguno en esas condiciones,

nasal por

que

donde Viera supuso que

los canarios

ni

el

tampoco con

,

la fractura

en

la

región

se hacía la extracción. Finalmente, opina

no extraían ninguno de

cavidades, cefálica

que era absolutamente imél no había

cráneo, y declara que

torácica y abdominal

valían para obtener la momificación es

,

un

los

órganos contenidos en

y que

el

misterio.

las tres

procedimiento de que se

PROLEGÓMENOS

245

malpayses y bóvedas: llevábanles de comer á rido á

mujer,

la

y

Tenían por gran

comiesen

á

ella

él.

Algunos en

delito enterrar

las sepulturas, el

se hallan vestidos

la tierra

de gamuzas.

pura, á que los gusanos

difunto; algunos se sepultaban en palos huecos

el

ma-

como

pesebres de tea y otros maderos enterrados, y encima ponían piedras grandes en forma de cruz ó de tan por memoria,

eran

siete,

y

otras de tres

muy

grandes á

y

lo

común

y alrededor un

lo largo,

hacían grandes romerías adonde había sepulcros en

torreoncillo:

riscos sagrados á su secta,

como Tirma y Almogaren. Entrando en y respondían:

ó cuevas saludaban diciendo: Tamaragiia^

las casas

«Aquí viene

Sansofí, que significa:

venido».

Quemaban en poyos

de carbón y leña

noel,

que

el

huésped

ciertos palos

es el

amomo, y

y



.

Pues sea bien

teas odoríferas, tea

lignoaloes,

que Dioscó-

rides llama spina alba{\).-»

Al

de

tratar

las creencias religiosas

de

los

Canarios, Marín

Cubas puntualiza más que ninguno de sus predecesores ciones locales relativas á los antiguos adoratorios

«Juraban por Magec, que es

que

él sólo

tierra,

llamado Gaviot.

que padece

Decían ser

el sol.

padecía tormentos y fuego eterno en

A el alma

y

las tradi-

y casas sagradas: sólo un Demonio, las

entrañas de

la

tenían por inmortal hija de Magec,

y hambre... A las fande Magec. Llaman Tibicenas á las

afanes, congojas, angustias, sed

tasmas llaman Magios ó hijos apariencias del

Demonio, que muchas y frecuentes veces, de

de noche, se aparecía en forma de perros lanudos,

como

pava, gallina con pollos, becerro, etc. Adorábanle en

sitios

sagrados y venerados, así

casas,

riscos,

y juraban por

como montes,

ellos

muy

día

y

y otras de aves, cuevas,

muchos

bosques,

solemnemente. El mayor

adoratorio donde hacían romerías era Almogaren d£ Htimiaya, que es una casa de piedra sobre un alto risco en Tirajana llamado Riscos blancos, que fueron de allí

hay

frutos,

tres braseros

menos

carne,

Antón de

la

Santidad, conquistador.

de cantos grandes donde quemaban de todos

y por

el

humo,

si

iba derecho ó ladeado,

hacían su agüero, puestos sobre un paredón á

grandes piedras y enlosado

(i)

Apud

Aún

Chil, pág. 477.

lo alto del

modo de

altar

de

monte; y ha quedado una

PROLEGÓMENOS

246

como

capilla,

muy

dras

y

sacarrones, dentro todo de una gran cerca de pie-

grandes,

y

Estas casas ó

sitios.

cabras...

es

el

las

regaban con leche de

ropón hasta

el suelo;

religión;

barruntaban

Faisages; observaban algunas moralidades,

y eran

dos sabían de memoria ellos se

mas descollado de todos aquellos

de adoración,

Había hombres que vivían en clausura á modo de

vestían de pieles, largo

venir

risco

el

sitios

lo

y en

por-

corri-

de sus antepasados, que entre

las historias

quedaba; contaban consejas de

los

Montes

Clai'os de

en metáfora de palojnas, águilas. Estos eran maestros

Atlante

que iban á

enseñar muchachos á los lugares; había nobles para nobles, y villanos para enseñar lo que conviniese á los villanos, y hábiles los enviaban á

Humiaya^ como

que fuesen de fuerza y ánimo para

es

primer

que

A este

había niños si

no

guerra, porque este era su

la

Instituto...

cOtro adoratorio hay en bre,

si

mayor Universidad,

á

el

término de Gáldar, que dura

el

nom-

de Tirina, lleno de caserías y grandes cuevas. Maguas en romería llevando vasos de leche para

es el risco

iban las

y ramos en las manos, y de allí bajaban al mar que está cerdaban con ellos golpes en el agua, pidiendo á Dios socorro en y sus necesidades, y ellos tenían fe en ser remediados. I\Iás de dos regar,

ca,

leguas alrededor tenía este risco de sagrado para delincuentes, así

para ellos

como para

sus ganados,

y

así era

muy

habitado este

sitio.

»Era sagrado también

las casas

de

Maguas, que

las

los españoles

llamaban Marimaguadas. Era una cerca de pared, casas y cueva, habitación de

muchas doncellas, desde catorce hasta que

treinta años;

porque después

si

de

podía hablar, y solamente cuando habia

la vida, les

querían casarse podían

salir,

agua y hambre, salían en procesión á rogar á Iban mirando za

al cielo,

haciendo

visajes

allí

Tirma

y meneos con

nadie,

pena

falta

de

les socorriese.

los ojos,

cabe-

y cuerpo, ya cruzando los brazos, ya abriéndolos y extendiendo

decían:

Almene Coran, que

ber rodeado nasterio las

el risco

significa

caminaban hacia

Maguas para bañarse en

Válgame Dios: después de hael

el

diputados que todos lo debían saber, y

do se

mar. Salían fuera de su Momar, y para ello había dias algún hombre por descui-

si

hallase con ellas ó las encontrase en el camino, perdía la vida:

PROLEGÓMENOS

247

solamente cuando iban á adorar á Tirma en

casa Tanogante po-

la

día desde lejos mirarlas».

«En

el

lugar de Gaete, junto á la casa fuerte de los Mallorquines,

había una casa grande pintada por dentro, que fué Seminario de doncellas, hijas de nobles, que de toda

como

der

escuela,

trece Mallorquines,

les

y

venían

para apren-

allí,

comercio, fué

faltar el

el

que

les

codiciaban

hembras para robárselas, y aun se dice que uno muy principal llevó á Levante una, y se casó con ella. Aprendían á cortar pie-

las

se

y

la Isla

dícese que la causa de matar los Canarios á

modo de gamuza, y á hacer costuras y esteras no como empleita, que no supieron, y sacar hilos

adobarlas, á

y á

de junco

tejido,

de los nervios de cabras y de

y

las tripas,

agujas de espinas de pes-

cados y huesos. Las maestras eran ancianas de buena vida»

La

diligencia

que Marín y Cubas mostró en sus pesquisas, no se

encuentra en los demás historiadores canarios del El licenciado Núñez de

cuyo

siglo xvii.

Peña (1676) farragoso genealogista,

la

y

libro casi se contrae á Tenerife,

es curioso para su historia

municipal, no hace en los capítulos de antigüedades

servilmente á Espinosa, Viana y

P.

el

Fray José de Sosa, franciscano, que

Xúñez de trata,

la

Peña

la

(2).

Por

glosar

contrario.

el

escribió para vindicar contra

primacía de Gran Canaria, de esta

alguna

(3).

La obra

á

fieles

isla

solo

ley natural, sin mezcla de idola-

la

descriptiva

tín del Castillo (1739), tiene

ta

Abreu

más que

poniendo mucho ahinco en probar que sus aborígenes se ha-

bían mantenido siempre tría

(l).

y geográfica de D. Pedro Agus-

de curioso para nuestro objeto

que su autor hizo á una de

las grutas artificiales

cap. XVIII. Apud, Chil,

tomo

(i)

Lib.

(2)

Co7iquista y ajiligüedades de las islas de la

ción, con

II,

muchas

i,

de

la

muy poderosa

isla

Gran Canaria y

de Tlienerife, compuesto por

do D. Juan Núñez de la Peña. Madrid, en

la

isla,

págs. 324-527.

su descrip-

'advertencias de sus privilegios, conquistas, pobladores

particularidades en la

la visi-

misma

y otras

el licencia-

Imprenta Real, 1676.

Reimpreso en Santa Cruz de Tenerife, 1847, Imprenta Isleña. Topografía de la isla afortunada Gran Catiaria, cabeza del partido de (3) toda la provincia, comprensiva de las siete islas llamadas vulgarmente Afortunadas... escrita

en la

M. N. y

tnuy leal

Ciudad Real de las Palmas, por un hijo

suyo este año de iój8. Santa Cruz de Tenerife, 1849, Imprenta Isleña.

PROLEGÓMENOS

248

que habían tenido destino religioso en tiempos antiguos, y haber sido quizá

el

primero que prestó alguna atención á

El arcediano Viera

do en

las

y

idilio,

con reminiscencias de

que cayó en

sino



mismo

la

la isla él la

guró que «eran puros garabatos, juegos de los antiguos

bárbaros»

Descripción histórica

(i)

De

(2).

artificia-

las

de

la

la

Palma, fiándose de

llama cordata^ que

le ase-

casualidad ó de

la fan-

la

momias

escribe con ver-

geográfica de las islas de Canaria

y

consagra al principe N. S. D. Fernando llo

no

ligereza de no prestar atención alguna á

notable inscripción de Belmaco en

de

la

con-

naturalista,

cuevas naturales y

las

una persona poco entendida, aunque

tasía

la investigación,

que pudiera esperarse de un tan distinguido

sólo desdeñó explorar por les,

(l).

de mucho talento é inbuí-

Clavijo, escritor

Odisea y del Telémaco. Pero algo desidioso en tra lo

momias

ideas filantrópicas del siglo xviii, convirtió la primitiva

de Canarias en delicioso

historia

las

de Boi-bón, D.

^

que dedica y

Pedro Agustín del

Casti-

Ruiz de Vergara, sexto alférez mayor hereditario de Ca?iaria y dccaiio perpe-

tuo de su cabildo

año

y ayuntamiento. Santa Cruz de Tenerife. Imprenta

Isleña,

1848.

Pág. 56. «En cierta ocasión que yo pasé en

de llaman

la

Dehesa, dos hombres de

los

la

jurisdicción de Guía,

adon-

primeros de aquel lugar que

me

acompañaban, me dijeron si quería ver uno de los cenobios ó conventos de estos antiguos, que está en un alto y rápido sitio, sobre el barranco que llaman de Valerón. Guiáronme á

él los

dos hidalgos, y entré con bastante pe-

y confieso de mí haberme causado admiración ver la fábrica, que en un risco se hizo sin herramientas templadas, porque no las conocieron los antiligro,

guos de estas

islas,

sino lascas de pedernales, que fijaban en unos palos

grueso pino ú otro árbol.

En

la

como

maderas, y cortaban el más frente de aquella montaña, cortado como un

hachas ó azuelas, con que labraban también

las

grande arco, y dentro de él á la entrada, corría un largo cañón ó crujía que corría hacia dentro, y de un lado y otro con grande igualdad y correspondencia,

mucho número de

tanillas,

celdas ó aposentos, unos sobre de otros con sus ven-

y á un lado y otro de

la

entrada

como dos

torrejones, que se subían

por dentro, con ventanas para su luz que caían sobre ferido barranco; representóseme lo (2)

En una obra suya

pués de

la

muerte de su

que

la

profundidad del re-

se nos pinta de la Tebaida».

posterior á las Noticias, é impresa

medio

autor, en el Diccionario de Historia

siglo

des-

Natural de

las

Islas Canarias (Las Palmas, 1866-1S69), libro tan notable por su mérito científico

como por ser una de

las

mejores muestras de

la

culta y elegante prosa

PROLEGÓMENOS

249

dadero entusiasmo, y á su tiempo pertenece

el

necrópolis del barranco de Herque, entre Arico fe),

donde se han encontrado más de

son

muy

someras y menos precisas que ,

las

la

Historia de

Refiere este autor, que parece ser

por

archipiélago en

el

la

y Guimar (Tenerilas noticias

que da

que copia de una

mandada

ción de un viajero inglés del siglo xvi,

obispo de Rochester en

pero

mil,

hallazgo de la gran

rela-

publicar por el

Sociedad Real de Londres.

Tomás

Nichols,

y haber

viajado

5 26, que habiendo prestado á los guanches

1

algunos servicios en calidad de médico, obtuvo de ellos permiso para visitar las cavernas sepulcrales de Guimar, que mii-aban con

gran veneración y procuraban defender de la curiosidad de los ex«Son estas unas concavidades formadas en las peñas por

traños.

mano de

la naturaleza,

y perfeccionadas por

el arte.

Los cadáveres

están envueltos en pieles de cabras, cosidos con correas tan sutil-

mente, que es una admiración. Aunque arrugados, y perdido el cose ven tan enteros, que en ambos sexos se distinguen los ojos,

lor,

los cabellos, las orejas, narices, los dientes, los labios, las barbas,

etcétera. El autor contó en

una sola cueva de trescientos á cuatro-

cientos cuerpos, unos de pie llos

y

otros tendidos sobre ciertos catreci-

de madera que los guanches^ no sé con qué secreto, ponían tan

hay hierro que

dura, que no

les salían fuera

la

pueda romper. Por punto general

de este pequeño lecho

la

cabeza y

los pies,

que des-

cansaban sobre dos grandes piedras. Añade que cierto cazador cortó

en una ocasión un trozo de

encima del estómago,

que

la piel

que tenía uno de estos difuntos

que estaba tan suave dócil y ,

libre

de co-

escribían nuestros naturalistas de la centuria décimaoctava, Viera

Clavijo habla en

«En

la isla

Belmaco... al

la

de

muy la

y

distintos términos de la famosa inscripción palmense:

Palma sobresalen

La cueva de Belmacose

lugar de Mazo, mirando

al

las

halla

dos famosas cuevas de Niquiomo y de

en

Sur. Está

el

barranco de este nombre, y junto bien hecha y es capaz de alojar

muy

cuatro yuntas de bueyes; pero lo que en ella llama toda la atención de un anticuario son dos lápidas que se ven perpendiculares al arco de

en

las cuales se registran

con

buril,

unos extraños caracteres, grabados

todos de un dedo de ancho.

Una de

al

la

entrada,

parecer como

estas piedras tiene cuatro

varas de largo y tres de ancho; y la otra siete cuartas de largo, y de ancho, cinco...

(Tom.

i,

págs. 249-250. Art. Cueva (Spelunca).

PROLEGÓMENOS

250 rrupción, que la empleó

como

dáveres tan ligeros

dones y aun

las

que parece

y

venas y arterias á

guanches en estos

los

muchos años en la paja,

sitios

varios usos.

modo de pequeños

estos ca-

hilos.

fúnebres unos vasos de tierra

ponían con leche ó manteca

los

Son

se les distinguen los nervios, ten-

al

Tienen

muy

dura,

lado de los muertos;

y decían que en Tenerife había más de veinte cuevas con los cuerpos de sus Reyes y otras personas distinguidas, sin las que ellos mismos ignoraban, porque sólo los viejos eran depositarios de aquel secre-

y estos no eran hombres que revelaban nada» En lo que Viera se fijó por primera vez es en el

to,

tas cuentas prehistóricas

y de

pulcral,

ciertos

las cuales

que formaban parte de presenta un dibujo.

muchachos, que subían por

«En

los riscos del

á arrancar yerbas para pastos, trajeron de

las

la

(l).

hallazgo de cier-

indumentaria seel

año de 1767,

pueblo de Guimar

cuevas de

los

Guan-

ches una considerable cantidad de cuentas, de figura cilindrica,

y de tres en tres. Su materia es un barro cocido, tan sumamente duro que parece piedra. Algunas tienen un encarnado como de coral, otras son rubias y otras pardas y negras. La pulidez con que están hechas y horadaalgunas de

ellas

unidas de dos en dos,

das es singular. Se encuentran entre los cadáveres; es de presumir

que

las

usaban ensartadas para adorno»

(2).

Las narraciones pesadas y confusas de naron mucha amenidad y elegancia bajo

ga-

los antiguos cronistas la

pluma de Viera, que

las

expurgó también de algunos pormenores absurdos, pero en realidad el

estudio de las primitivas antigüedades canarias es

en su clásica obra, cuyo verdadero interés empieza en Casi inútil bajo

(i)

No he

Sprats en la

la

el

muy somero la

conquista.

aspecto histórico y arqueológico, aunque ten-

tenido ocasión de leer

la

relación publicada por el obispo

History of ihe Royal Sociefy, año 1682, ni puedo comprobar

misma que figuraba antes en

Bergaron tradujo

al franc(ís

la

si

es

colección de Hakluit y Parchas, y que

en 1630, atribuyéndosela á Thomas Nichols. De

documento parece algo sospechoso, y ya hizo notar Bory de Saint- Vincent (Essais sur les ilcs Fortunécs, p. 64), que jamás la entrada de las

todos modos,

el

cavernas había sido un misterio entre los antiguos canarios, ni era posible ocultarla. (2)

Noticias,

tomo

i,

págs.

1

61-162.

ga interés en

1

científico, es el

PROLEGÓMENOS

25!

Ensayo sobre

que

801 publicó siendo todavía

Bory de

muy

las islas Ajortimadas,

jo\'en, el luego célebre

añadiendo de su cosecha muchas declamaciones contra tadores,

geólogo

Saint- Vincent (l). Copia á Viera, sin entenderle á veces (2),

ciertos cantos, amatorios

y

y

los conquis-

que atribuye á

pastoriles,

los

Guanches, piezas ridiculamente apócrifas y que revelan la mano de un falso Ossián sin talento y sin gusto. De las cuentas ó cilindros de barro cocido opina que son signos numéricos y forman un trata-

do de

En una

cálculo.

lámina presenta otros objetos prehistóricos,

una hacha de tahona^ un punzón de hueso

(3).

des de Egipto

Opina resueltamente que

nuestro archipiélago, lo Santo,

y

las

de Canarias,

los sepulcros

islas

mismo que

Convierte en pirámi-

Azores, Madera y Porto

las

de Cabo Verde (Gorgades) son rehquias de

la

Atlántida de Platón, y dando asenso á los delirios del historiador

de

Astronomía

la

sobre

el

Bailly,

construye una especie de novela filosófica

fabuloso imperio de los Atlantes, inventores de aquella

ciencia.

Aluy diverso concepto merece

tomo primero de

Berthelot. El

cada bajo

los auspicios del

comprende

esta

Essais sur

les lies

Webb

y Sabino

voluminosa enciclopedia, publi-

Gobierno francés desde 1836 á

más importante

duda de

sin

Foriunées

los

1

8 50,

Conquista; trabajo de

la

que

se habían publica-

Vantique Atla?it¿de^ ou Précis íicl'His-

et

V Archipel des Cañarles, par J. B. G. JL Bory de Saint-

toire genérale de

Vlncetity

París, Baudoin, Germinal, an. ^7(1802).

offtcier frangais. (2)

gran monumento le\-antado á

Etnografía y los Anales de

la

Berthelot, el

(i)

el

Natural de las Canarias, por Barker

la Historia

Véase un chistoso ejemplo de quid pro

quo.

Había hablado Viera de

ú oratorios de Tenerife y Bory convierte los tales efcneques en una secta que profesaba un culto sublime. «Los Efeneques adoraban á Dios,

los efetieques

»bajo

el

,

nombre de Creador, esparciendo ofrendas sobre una piedra redonmuros circulares, y esta piedra se llamaba fayra.

»da, encerrada en varios »

¿Quién no reconoce aquí

>que

le sirve

de

altar;

la

imagen de

la tierra esférica,

en los recintos concéntricos

3>de la esfera, y hasta la palabra griega acsalpa

de llevarse más (3)

lejos el desatino.

Pág. 77, con la lámina adjunta.

la

figura

en fayra?

r>

obra de Dios y de los círculos

(Pág. 517).

No pue-

PROLEGÓMENOS

252

do después de

las

Noticias de Viera

Berthelot,

(l).

que por

amor

el

y por su larga residencia en él como cónsul de su nación, podía considerarse como hijo adoptivo de las islas, que

tu\'o al archipiélago

no cesó durante su larga vida de

como

importantes algunos

marcan

libros

de

las ciencias antropológicas

vas cuestiones, y otras han sido planteadas de

en

vista

Estos

(2).

principio de una nueva era en la historiografía isle-

el

ña. El progreso

con nuevos trabajos, tan

ilustrarlas

sus Antigüedades Canarias

ha hecho surgir nue-

muy

distinta

manera

de positivos hallazgos arqueológicos, que obligan á someter

á revisión los datos de los antiguos cronistas.

Limitándonos á nuestro asunto, es imposible admitir aquella especie de deísmo filosófico

á los Guanches, interpretando á su

Abreu

observantes de

fieles

de piedra de que habla todo

lo

demás;

el

modo

de Espinosa,

los textos

y demás predecesores suyos, que también

Galindo, Sosa

habían supuesto

que \'iera y Clavijo atribuyó

patriarcal

y

la

la

ley natural

(3).

los

El ídolo

relación de Boccaccio, tan puntual en

grupo de animales ante

el cual se

hacían libacio-

nes según Bernáldez, no parecen meras consejas que puedan re-

Y

chazarse sin examen.

Canarios no conocieron dibujo natural

(i)

(4),

aunque generalmente la escultura, ni

esta afirmación es

Histoire Natwelle des

tles

r Instructioii

les

publique. París, 1836-1840.

volúmenes ó

partes. El

tomo

i.°,

que

los

tuvieron siquiera idea del

de todo punto

Canaries par

Sabin Berthelot... Ouvrage publié soiis

se afirme

MM.

auspices de

Tres tomos en

que contiene

M.

incierta,

pues

P. Barkcr-Webb

et

Guizot, tninisire de

íolio,

divididos en seis

la Et7tografía

y Anales de

la

Conquista y las Misceláneas Canarienses es enteramente de Berthelot. ,

(2)

Á7itiquitc's

occupcrent les (-o?iquéte.

Una

Canarietí7ies

iles Fortu?tces,

02c

atmotatiofis sur Vorigine

des peuples qui

depuis les premiers tcmps jusqu 'á l'époque de

lew

París, Plon, 1877.

bibliografía

de

las

obras de Berthelot se encuentra en

el libro

de don

Elias Zerolo, Legajo de J^ar/os. (París, Garnier, 1S97, págs. 260-268). (3)

También

se atribuyó á los primitivos iberos esta especie de monoteís-

mo, y hoy es imposible sostener tan candida afirmación. (4)

En

Chil, Estudios, el

I,

pág. 519.

mismo tomo, pág.

622, tuvo

Antiquités Cafiar/cnjics, de Berthelot:

que

«A

rectificar la especie

vista

de

los

en

vista

de

las

grabados que presenta

nuestro ilustrado autor y de lo que sobre ellos dice, no

me queda duda de

PROLEGÓMENOS el

mismo

bla de

253

Dr. Chil, que en alguna parte de su libro la prohija, ha-

una figura procedente de Tenerife, llevada á París por

Dr. Verneau,

mente un

ídolo

primitivos,

y no un mero símbolo

(l).

Tratándose de pueblos

no alcanzamos á comprender distinción tan

dos modos,

el

bien manifiesta la duda de que fuese verdadera-

si

los ídolos,

eran raros,

los había,

si

y

De

sutil.

no consistía únicamente en ofrendas de

ser simplicísimo, pero

che y manteca, sino en

to-

debía de

el culto

le-

de animales, especialmente de

sacrificios

cabras.

Son muy pocos

los

que hoy quedan de templos y adoejeneques de Fuerteventura ha llegado á

vestigio

queda en Tenerife de lugares consagrados

los vestigios

ratorios.

Ninguno de

nosotros.

Ningún

al culto.

No

así

en

la

Gran Canaria, donde

se

han señalado restos

de dos alrnogarenes, que describe en estos términos D. Agustín Millares:

«Hay

al

borde de

la

gran cuenca ó cráter de Tirajana un

macizo basáltico que se eleva en tituyendo su

mayor

altura.

la

meseta central de

Llámasele en

mapas

los

la isla,

los

cons-

Pechos^

entre los isleños el Campariario. Tiene una altura total de

metros. Este elevado grupo de rocas se cree que constituya

bre adoratorio de Umiaga, ó sea

sitio

el

1.

y

95

el céle-

donde tenían lugar

las

ofrendas religiosas. Después de una subida llena de peligros, se llega á

una excavación de 10 á 15 metros de

altura,

terminada por

dos explanadas oblicuas, formando ángulo obtuso, y abiertas Sudeste. roca,

En

la

explanada superior existen cinco

que es de un basalto

figura circular,

y dos

muy

elípticas,

pilas abiertas

en

al la

duro, de las cuales tres son de

ordenadas de

modo que

las

tres

que en efecto tenían idea del dibujo natural, revelándolo así el pico del jarro que representa una cabeza de cerdo, y el pequeño ídolo ó amuleto encontrado en una gruta de esta isla, representando un rostro humano.» (i)

tomo

Chil, Estudios,

11,

pág. 33.

Yendo de un extremo

á otro con su

habitual ligereza, parece dar gran valor á las figuras que dice haber visto «talladas en la roca del santuario,

dibujo de

ellas, ni las

de

las

Harimaguadas t, pero

ni

presenta

describe, ni deja entrever siquiera lo que puedan ser.

Esto no obsta para que á renglón seguido añada que «los Guanches de

Gran Canaria, como

los

de todas

las

demás

tales historiadores es imposible entenderse.

islas,

eran deístas puros».

la

Con

PROLEGÓMENOS

254

circulares se encuentran en el centro

y

las

dos elípticas á

los extre-

mos, hallándose estas últimas en comunicación cada una con otra circular,

y quedando

centro aislada de

la del

las

demás. Al pie de

roca gotea una agua pura y cristalina, que recogen

la

redondas, y cuando éstas se desbordan, pasa

el

Hallánse labradas con tan rara perfección, que

ticas...

duda con qué clase de

narlas se

cincel se

segunda explanada forma un ángulo de

y hay en

zonte,

un corte

el

hayan podido

treinta grados

es el

al

exami-

abrir.

con

el

La

hori-

que podrá tener más de Soo metros de elevación,

vertical,

parte Sur

pilas

las elíp-

borde vestigios de una pared, siguiendo luego

precipicio espantoso, cuya vista produce vértigos.

que

las

sobrante á

culminante de

la isla,

Desde

este

sitio,

se domina completamente toda su

y Oeste, presentando un espectáculo tan grandioso como

imponente.»

«En hacia

otro de los bordes del el

mismo

cráter de Tiraiana,

Sudoeste, se levanta una montaña llamada

que tiene sobre

nivel del valle unos

el

250 metros de

perforada en su base por un túnel natural que

que mira

la Fortaleza^

altura. Hállase

la

atraviesa de

oriente á poniente. Esta curiosa abertura tiene 30 metros de longi-

tud por 8 de ancho, con una altura cómoda y proporcionada, y rampas artificiales para su entrada y salida.

»En es

montaña coloca

esta

hoy de

ditícil

trándose en

ella

la

tradición otro ahnogaren^

y aunque

acceso, ha sido, sin embargo, explorada, encon-

una multitud de cuevas, que se supone estuvieron

habitadas por los Faicanes, encargados de recibir las ofrendas expia-

El lugar consagrado especialmente á este uso, parece haber

torias.

sido

una concavidad en figura de brasero, abierto en piedra, de metros de diámetro, que se eleva en

tres á cuatro

una de

las estribaciones

»En Tirma,

localidad

de

la

hoy

lo

más

alto

de

montaña...

árida

y

desolada, no se han encontrado

vestigios de abnogarenes-» (i).

En

la isla

de

la

conquistadores, se

Gomera, de cuya

religión

nada nos dijeron

han descubierto curiosas antigüedades en

meseta de basalto llamada Fortaleza de Chipude. Hay entre

(i)

Historia general de las Islas Canarias, tomo

11,

págs. 210 á 212.

los la

ellas

PROLEGÓMENOS restos de

255

un piteo 6 brasero, en cuyo fondo

se han encontrado

huesos de cabra y cabrito calcinados, y cuchillos de piedra, que

pudieron servir para

los sacrificios (l).

Los Guanches de Tenerife eran de

trogloditas,

y también

los isleños

Gomera. De unos y otros dice terminantemente Azurara que casas, sino que vivían en chozas y cavernas. Muchas de

la

no tenían

como las de los reyes de Güimar, y sólo se percibe la mano del hombre en algunos toscos nichos y asientos tallados en las paredes. En la Gran Canaria las cuevas se presentan más trabajadas, como la de los Pilares, cerca de Telde, y aun exornadas con decoraciones pictóricas como la de Gáldar, y la cueva estas grutas son naturales,

del Guaire,

al

pie de la

montaña de Bentaiga en Tejeda

(2).

Pero

no todas servían de habitaciones, y ya Clarín y Cubas distinguió las que eran enterramientos: «Las cuevas son, unas, muy grandes y comunicadas por dentro, y puertas ó ventanajes para lumbreras; algunas de pequeña entrada, y dentro algunos huecos llenos

largas,

de huesos de difuntos; otras se ven en

los

mirlados y huesos, y en partes tan

altas,

entrar; á algunas entran

peinados riscos que tienen

que sólo aves pueden

colgando con sogas»

Estas grutas funerarias

artificiales sólo se

Gran Canaria y en Fuerteventura

,

(3).

han encontrado en

la

como en Lanzarote algunos

así

túmulos que cubren sepulturas hechas en

el suelo.

En

Tenerife, la

Palma, Gomera y Hierro, los muertos se depositaban en cuevas naturales

de

secas.

difícil

acceso, cerradas á veces por losas ó

La cueva

muros de piedras

del barranco del Infierno en Tenerife, la del barran-

co de Guayadeque en Gran Canaria, Hierro, pertenecen á esta clase.

En

la

del Tablón en la

isla

del

esta última encontró su descu-

bridor D. Aquilino Padrón «una veintena de cadáveres en posición supina,

como

que en vez de

(i)

estar

como

aquéllas, sobre

ui,

antiguas abadías, pero

un basamento de piedra,

pág. 355.

Vid. Verneau, Habiíations, Séptdüires

nariens, París, 1889. (3)

los

Vid. un curioso artículo de D. Juan Bethencourt Alfonso en la Revista

de Canarias, tomo (2)

yacentes de

las estatuas

Apttd Chil,

tomo

i,

pág. 586.

et

Lieux sacres des ancims Ca-

PROLEGÓMENOS

256

tenían unas piedras de bastante magnitud, colocadas encima, á lo largo del cuerpo (l).

Pero aunque

vivienda troglodítica para vivos

la

dominante en

la

sólo en Lanzarote cía

más

y Fuerteventura, donde

nica de Tenerife (por lo cual

en

dureza de

que

hubo que labrar

las

la

la

muy

curioso lo

distinta, al

que coexistió y se mezcló con

la

Conquista: «Los mejores edifi-

en Gáldar, que era cabeza de

del Guanarteme. Edificaban sus casas bajas

y de grandes piedras, bríanlas

sin

muros de

que acerca de esto dice Sedeño, uno

de los primitivos historiadores de cios de Canaria había

no

roca ofre-

llamadas casas

introdujo la construcción de verdaderos edificios con

piedra seca. Es

fuese

toba volcá-

de Gran Canaria, donde una raza

la isla

parecer, de la de los Guanches, pero ella,

la

resistencia á las herramientas de piedra

hondas)., sino

y muertos

archipiélago, este sistema padecía excepción,

el

la isla

y

asiento

y de paredes muy anchas

mezcla de barro, sino

tierra pisada.

Cu-

con vigas y tablones de tea fina y otras maderas perpetuas, labraban con pedernales puestos en cuernos á manera de

las cuales

azuelas.

Sobre

las vigas

con masaigo por

arriba,

y tablones ponían piedras llanas y delgadas, que es una rama como caña, que dura mu-

cho. Guardábanse que no llegase la tierra á la madera,

y sobre

estas

dejaban tierra mojada y pisábanla mucho, de tal manera, que aunque llue\'a muchos días corre por encima y no cala por dentro.

lajas

»La casa del Guanarteme era toda aforrada de tablones de

muy

tea,

y pintados por encima, y sólo esta casa era atorrada... Otra casa está junto á ésta, muy pintada y grande,

puestos estos

juntos

que servía de recogimiento de

hijas

de hombres principales»

(2).

Restos de estos edificios de Gáldar se conservaban todavía á fines

Sosa los visitó en 1675, y quedó según dice, «reparando en lo pulido y labrado de sus

del siglo XVII, puesto

fuera de

sí,

maderos, y en (i)

Aptid Chil,

(2)

Apud

el

que

el P.

ajuste de sus tablones

y vigas»

(3).

tomón, pág. 155. tomo 11, pág. 245.

Millares,

P''^g- '74- -^^ ^No son las momias únicamente, es también la manera de prepararlas lo que nos ofrece relaciones visibles entre los Guanches y los Egipcios. En uno y otro pueblo son gentes odiosas visto que esto no

mientos:

las

es enteramcfite exacto).

para los ricos,

la incisión

la

que disecan

los

cadáveres {ya hemos

Había varios géneros de embalsamaintroducción de un licor corrosivo para

las gentes menos acomodadas y para los pobres (mucho más radical era la difere?tcia de ritos ft'mebres eJi la Gran Canaria). Los Guanches estaban obliga-

dos,

como

los Egipcios, á

que reemplazase mino de cumplía Egipcios

la el

el

hacer secar los cadáveres

calor del sol

preparación era

fijo

(es

muy

al aire

ó en una estufa

probable^ pero no está probado). El tér-

(en Egipto

si,

en Canarias no).

Cuando

se

plazo legal, los parientes reclamaban la momia, porque entre los

el fiatron la

nían natrón, el sol

la

hubiese consumido, y entre los Guanches, que no tehubiese desecado excesivamente. Se depositaba á las

gentes que podían pagar los embalsamamientos más caros en un ataúd de sola pieza y de una madera que pasaba por incorruptible >En Egipto, á pesar de haberse conocido muy pronto el hierro, era una piedra de Etiopia la que servía para hacer la incisión... El uso de los embal-

una

samamientos debió de ser anterior á encuentra

que

el

mismo uso en

la

la

era de los metales en este pueblo. Se

mutilación de los sacerdotes frigios de Cibeles,

se operaba con un sílice cortante, y en

según j>Lo

la

orden que

el

Señor dio á Josué (Fac

que prueba más

la

la

circuncisión de los Judíos,

tibi cultros lapídeos,

Cap.

v. v. 2.)

relación entre la piedra de Etiopía y las Tabanas

guanches es que dicha piedra no es otra cosa que un basalto excesivamente

duro y compacto

(^Invcjiit

eadcm yEgipius in JEthiopia,

ferrei colorís atqtie durítiae. Plin. Xat. Hist.,

también un basalto

muy duro

lib.

qiiairi

vocat basalten,

36, cap. xi.)

y de grano compacto.»

La tabana es

PROLEGÓMENOS

que

se

ceta»

daba tan bien una cisura como con

la

más apuntada

lan-

(l).

Tanto cuidado y esmero para una

265

la

conservación de los muertos, en

civilización por otra parte rudimental,

del archipiélago creencias

muy

prueba en

arraigadas sobre

la

los

indígenas

vida futura,

más

ó menos espiritualmente entendida, y hace sospechar que no fueron extraños

con

culto de los antepasados. Esta sospecha se corrobora

al

atribuye supersticiones

«llamaban á

muy

Maxios 6 encantados, que eran

los

cuando

los

fiestas,

los

de sus

los espíritus

mares y venían

allí

á darles aviso

llamaban, y dicen que los v^eían en forma de nubecita á

las orillas del

día del

les

poéticas: en los sacrificios \o^ jaicmies

antepasados que andaban por

mar

los días

mayores del año, cuando hacían grandes

aunque fuese entre enemigos, y veíanlos

mayor apartamiento

nosotros corresponde estos

Gómez Escudero, que

testimonio del Licenciado Pedro

el

el

á la

madrugada

del sol en el signo de Cáncer,

día de

el

que á

San Juan Bautista». Suponían que ciertos campos ó bosques de

Maxios moraban de ordinario en

deleite,

«y que

allí

están vivos, y algunos están arrepentidos de lo

mal que hicieron contra sus prójimos... esto decían Faicanes»

(2).

Existían también ritos expiatorios

encomendadas leyenda de

de quien

más avisados

los

la

en Castilla

la

al juicio

de Dios, de

y

cierto

lo cual es

género de pruebas notable ejemplo

reina Ico de Lanzarote, referida por

el

la

Padre Abreu,

toman todos los historiógrafos posteriores: «Reinando el

rey D. Juan

I...

hizo una

armada por

la

mar de

cier-

y puso por capitán de ellos á un caballero vizcaíno que se decía Martín Ruiz de Avendaño, el cual corría toda la costa de tos navios,

Vizcaya y Galicia é Inglaterra, que sería año de mil y trescientos y setenta y siete, poco más ó menos, el cual navegando le dio temporal que les hizo arribar á Lanzarote,

y tomó

puerto,

y

salió el

capitán y gente en tierra, y los isleños lo recibieron de paz

(i)

Pág. 171.

(2)

Aj>ud Ch'ú, pág. 443.

Majoreros es ro iuguriis kabuere, quia

aut mutandi copia erat: bant.

Oceanum

ñeque materia

mare magnum

magis: iique álveos navium inversos in agris,

Hi paullatim per connubia Gaetulos

tantes agros, alia deinde

alia,

ñeque ab Hispanis emundi,

et ignara lingua sibi

commercia prohibe-

miscuere: et quia, saepe ten-

loca petiverant, semet ipsi

Numidas appe-

llavere...

San Isidoro que sigue literalmente á Salustio de

los

Númidas

al

(Etytn. lib. xv, cap. xii) las llama

engañado quizá por una

falsa

etimología;

describir las habitaciones

no mapalia sino

«Magalia aedificia

viagalia,

Numidarum

agrestium oblonga, incurvis lateribus tecta, quasi navium carinae sunt, sive

rotunda Punici

in

modum

novam

furnorum; et magalia dicta quasi magaria: quia mager

villam dicunt, una littera

commutata

L

pro

JR*.

PROLEGÓMENOS libro

De

pompeyano cordobés

Bello Hispanicnsi, del suicidio del

muy

Scapula, con circunstancias

en tiempo de Xerón libertos

3I

las

que había de tener

Munda, convocó á sus siervos y

fugitivo de la batalla de

mandó

familiares, distribuyó entre ellos sus tesoros, les

una pira y preparar una cena espléndida, tendiendo para riquísimos, se ungió los cabellos con resina

ma vez

de los placeres de

y

le degollase

á

un

la

alma de

las

y

construir

ella

tapetes

nardo, disfrutó por

últi-

mesa, dio órdenes á un siervo para que

liberto para

que encendiese

como

¡Lástima que narraciones el

de los

jefe

principal autor de la sedición andaluza, cuando llegó á

y

Córdoba

parecidas á

muerte de Petronio. Scapula,

la

estas,

la

hoguera

que tanta

(l).

luz arrojan

sobre

generaciones pasadas, sean tan raras en los historia-

dores clásicos, .atentos en demasía

al

tumulto de

las

operaciones

militares!

La grandiosa manera de Tito Livio va degenerando en

manos de

los retóricos

que escribieron compendios de

la historia

romana, cuyo fondo principal son sus Décadas. La concisión que afectaron apenas deja

campo para

los detalles.

Las elegantes plumas

de V^eleyo Patérculo y de Floro tejieron digna corona al heroísmo ibérico y á la indómita constancia de nuestros remotos progenitores (2), pero

Tácito, el

nada nos dicen sobre sus creencias é instituciones.

más grande de

los historiadores

de

la

antigüedad, rarí-

sima vez tuvo que mencionar á España, pacificada y quieta durante (i)

«Scapula, totius seditionis familiae et libertinorum capiit, ex prae-

pyram

Cordubam quum venisset, famüiam exstruxit; coenam aíTerri quam opimam

et libertos convocavit;

dum

in praeseatia familiae donavit. Ipse

lio

vestimentis:

pecuniam

et

de terapore coenavit, resinam

argentum et

sibi

imperavit; ítem optimis insternen-

nardum identidem

sibi ¡nfundit. Ita

novi-

ssimo tempere servum jussit et libertum, qui fuisset ejus concubinus, alterum se jugulare, alterum (2)

so

«Illae

pyram incendere» (De

Bello Hispaniensi^ cap. xxxiii).

enim provinciae Scipiones consumpserunt;

XX annorum

bello sub

terrore numantini belli

illae

contumelio-

duce Viriatho majores nostros exercuerunt;

populum romanum concusserunt.

In

illis

illae

turpe Q.

Pompeii foedus, turpiusque Mancini, senatus cum ignominia dediti imperatoris rescidit: illa tot cónsules, illa tot praetorios

que ri

aetate, in

tantum Sertorium armis

extulit, ut

non potuerit, Hispanis, Romanisue

populus

alteri

pariturus foret> (C.

colección Lemairc,

lib.

11,

in

absumpsit duces, patrumper quinquenium dijudica-

armis plus esset roboris, et uter

Velleius Paierculus, ed.

cap. xc, págs. 219-220).

Ruhnken, en

la

PROLEGÓMENOS

312

cuyos anales

siglo del Imperio,

primer

el

la

ros de la

Gran Bretaña, que puede dar

algunos ritos

(l),

debemos

sino que le

colonia Tarraconense levantó

extendiéndose en breve

rio,

él escribía.

Pero no sólo

importante conjetura del origen hispánico de

consigna

al el

los Silu-

comunidad de

luz sobre la

templo que

la noticia del

la

Divo Augusto, en tiempo de Tibenuevo culto á todas

las

provincias

sabio

y amenísi-

del Imperio (2).

Dos autores griegos de bien

mo

desigual mérito:

el

Plutarco de Queronea, en cuyos libros de historia y

moral vive gran parte de

antigüedad, que sin

la

imperfectamente conocida; y

el

filosofía

muy

nos sería

él

adocenado compilador Apiano Ale-

jandrino, cuyas obras importan, sin embargo, porque sustituyen á las fuentes

perdidas que

él

pudo

consultar,

nuestra primitiva biblioteca histórica:

el

ocupan un puesto en

primero por algunas de sus

Vidas paralelas^ en que incidentalmente trató de sucesos acaecidos

en

Península,

la

y

el

segundo por su tratado de

Guerras Ibéri-

las

y por lo que escribió de España en los libros primero y segundo de las Guerras Civiles. En Apiano se encuentra el interesante cas^

cuadro de

las

exequias de Viriato, que no sólo acrecienta lo poco

que sabemos de gua

la

los ritos fúnebres

«Silurum colorati vultus, et

(i)

de

los Lusitanos, sino

que

existencia de cierta poesía lírica ó épica entre ellos. torti

plerumque

atesti-

A

los

crines, et posita contra

Híspanla, Iberos veteres trajecisse, casque sedes occupasse, fidem faciuut» (Julii Agricolae Vita, cap.

«Templum

(2)

xi).

ut in colonia Tarraconensi strueretur Augusto, petentibus

Hispanis permissum; datumque in omnes provincias lib»

I,

exemplum» (A?mal/um,

cap. Lxxviii).

Quintiliano nos ha trasmitido un chiste de Augusto contestando á los aduladores de Tarragona que vinieron á contarle que en su ara había nacido

una palma. «Se conoce que

Emperador

muy

rara vez encendéis fuego

(Institutioiies Oratorias, lib. v, cap.

111,

allí»

respondió

Del templo Tarraconense hace mención también Elio Sparciano en del

emperador Hadriano,

hiemavit: ubi sumtu suo

nem

in

missu.s,

cap.

xii.

somniavit primo,

Y

en

la

vida

restituit,

ómnibus Hispanis Tarraco-

ni. «Tune ad Hispauiam templum Tarraconense Augusti quod

de Severo, cap.

sibi dici, ut

jam labebatur. restitueret» tomo I, págs. 14 y 144).

la

«Post haec Híspanlas petiit, et Tarracone

aedem Augusti

conventura vocatis».

el

pág. 77).

(Scriptores Hisioriae Augustac

,

ed. Bipontina,

PROLEGÓMENOS funerales del indómito caudillo, primero

acompañaron

rrillero hispano,

sacrificios

313 tipo del gue-

y auténtico

y juegos gladiatorios,

honor suyo entonaron un epinicio sus compañeros de armas,

y en

tejien-

de solemne danza peones y jinetes en torno de la altísima pira en que se consumía su cuerpo (l). El mismo Apiano

do

cierta especie

y Plutarco, siguiendo al parecer un mismo original, que probablemente fué Salustio, nos hablan de la fatídica cierva domesticada por Sertorio para infundir en la supersticiosa m.ente de los Iberos la

creencia de que en ella

romano

proscrito

moraba un

sus oráculos en la vigilia

tonio y Dión Casio suponen que en

estaba

de Alejandro, ante

la efigie

que transmitía

espíritu divino

el

la

y en

el

sueño

(2).

al

Sue-

templo gaditano de Hércules

cual Julio César, siendo toda-

vía cuestor, derramó lágrimas de vergüenza por no haber hecho

cosa memorable á

gado

el

la

edad en que

Y relacionan

mundo.

el

héroe macedón había subyu-

con otra

esta anécdota

de un sueño incestuoso que también en Cádiz tuvo

el

muy

grosera

mismo César

y que miró como presagio de que había de ser el arbitro de la tierra, madre común de los vivientes (3). Plutarco no trae esta contampoco

seja ni

cleo de la

la

especie

muy

dudosa de que hubiese en

el

Hera-

gaditana una estatua de Alejandro, limitándose á

isla

decir que Julio César lloró de ambición leyendo en Iberia un libro

que trataba de

Una

las

hazañas del hijo de Filipo

riosos pormenores, históricos,

porque

corta inventiva, la

(4).

descripción del celebérrimo templo, exornada con

el

que no sabemos

al fin es

un poeta, aunque de

que nos

los transmite,

Guerra Púnica de

Silio Itálico,

Appiani,

(2)

De

^^

fría

cu-

imaginación

hallamos en

con ocasión de narrar

Appiani Alexandrini Ronianarmn Historiar:iin:

(i)

Didot, 1877, pág- 63-

muy

de rigurosamente

calificar

si

el libro

m

los votos

y

de

que

qiiae supcrstuit. (París,

rebus Hispaniensibus, cap. lxxv.

bcllis civilibns, lib.

i,

cap. ex, págs. 334-333.

Plutarchi Vitae, recensión de Teodoro Doehner (ParÍ5, Didot, 1S67), volu-

men

Sueto?tii

(3)

tomo Dion I,

la

colección Lemaire),

C. y. Caesar, cap. vii, pág. 13.

Casio, Historia

dot, 1850) (4)

y xx, págs. 684 y 690. Duodecim Caesares, (ed. de Hase, en

2.° Sertorius, caps, xi

tomo

III

Plutarchi

Romana,

lib. x.\xvii,

cap.

1,11.

Ed. de Gros (París, Di-

págs. 272-274.

Vitae. C. Julius Caesar, cap. xi,

tomo

11,

pág. 850.

PROLEGOMEXOS

314

Aníbal ofreció

al

dios de los fenicios de Cádiz, después de la

toma

de Sagunto: Exin

clavigeri veneratiis numinis aras

Captivis onerat donis, quae nuper ab arce

Víctor fumantis rapuit semiusta Sagunti.

«Cuéntase,

conserva

las

y no

es opinión

vana (prosigue

Silio),

que

el

maderas mismas de su primitiva construcción,

templo sin

que

ninguna mano haya tenido que repararlas después de sus fundadores; lo cual

atribuyen á

la

presencia del dios, que impide

dad de su templo. Los que tienen

en su sagrado recinto, prohiben entrar en tan del umbral á los puercos,

y

privilegio

el

el

á las mujeres

él

la

caduci-

honor de

como animales impuros. Xo

y

servir

ahu^-en-

se toleran

ante las aras vestidos de varios colores. Los sacerdotes usan túnicas blancas

y ciñen

ínfulas

de finísimo lino Pelusiaco. Para ofrecer

y según

incienso se desciñen,

el rito

de sus padres, adornan

Van

tiduras del sacrificio con el laticlavio. tonsuran.'j el cabello,

garse nunca

el

las

ves-

descalzos, se cortan (¿ó

observan rigurosa castidad, y no dejan apa-

fuego sagrado.

Xo hay

en

templo

el

efigie ni

simu-

lacro de ningún dios, pero en las puertas están esculpidos los traba-

jos de Hércules»:

Vulgatum, neo cassa

fides,

ab origine fani

aevum Condentum novisse manus: hinc credere gaudent Consedisse Deum, seniumque repeliere templis. Tum, quis fas et honos adyti penetralia nosse, Impositas durare trabes, solasque per

Femíneos prohibent gressus, ac límine curant Saetigeros arcere sues: nec discolor

Ante

ulli

aras cultus: velantur corpora lino,

Et Pelusiaco praefulget stamíne vértex. Discinctís

mos

tura daré, atque e lege

parentum

Sacríficam lato vestem distinguere clavo.

Pes nudus, tonsaeque comae, castumque cubile: Innestíncta focis servant altaría fiammae.

Sed nulla

effigíes,

símulacrave nota

Deorum

Majestate locum, et sacro implevere timore. In foribus labor Alcidae Lernaea recisis

Anguibus hydra

jacet...

(Pun.

III,

v. 14

y siguientes).

PROLEGÓMENOS

Hay

315

en esta descripción rasgos que parecen convenir á otros

templos, y hacen sospechar que SiHo los aplicó arbitrariamente

de Gades. Plinio habla de

maderas incorruptibles del santuario

las

de Apolo en Útica y del de Diana en Sagunto de

también de

lino eran propias

ni la coincidencia

de los

Fenicia, tienen nada

al

los sacerdotes

(I

de

).

Las vestiduras

Isis.

Pero

ni esto

de Cádiz con los del culto del

ritos

que deba sorprendernos, puesto que

sol

el

en

Hér-

cules Egipcio venerado en el templo de Cádiz era, según la opinión

más

plausible,

Silio,

una divinidad

solar.

con leve fundamento se ha creído natural ú

á quien

oriundo de nuestra colonia de hubiera llamado Italicense)

genio («maiore cura el

de

joven),

,

quam

Itálica

(en este caso

fué poeta de

más bien

más corrección que

se in-

como dice su amigo Plinio más que poner en hexámetros

ingenio»,

y generalmente no

hizo

servil imitación virgiliana la

prosa historial de Tito Livio, aña-

diendo nombres propios que parecen inventados por

y algu-

él,

nos colores y figuras retóricas. Pero cabalmente donde parece

más mos)

original (quizá por es

en

la

haber tenido otra fuente que no conoce-

parte de su

cribe magníficos elogios,

poema

relativa á España,

que acaso han sido

la

de

la cual es-

principal razón para

suponerle nuestro.

Hay, tanto en meración de

empresa de

las

descripción del

la

Silio

viene tomar

de Sagunto como en

restos de algunas leyendas mitológicas las

tenga

muy

costumbres de algunas gentes

mucho más de

al

pie de la letra estas noticias,

pueden estimarse como

reflejo

de

ciertos

ibéricas.

Pero

que pueden haber

y que en ningún caso

la Plispania primitiva, sino

mezcla de datos de distintos tiempos y civilizaciones. coincidencia de nombres basta para explicar Hist. Nat. XVI, 79 (ed. Lemaire,

y

historiador que de poeta, no con-

sido sugeridas á veces por falsas etimologías,

(i)

enu-

la

huestes españolas que acompañaron á Aníbal en su

Italia,

pormenores sobre

aunque

sitio

tomo

v,

la

como

Una mera

leyenda de Zacynto,

pág. 620).

Ez y 'Pzi^Axo.— Heterodoxos.

al 1.

que ma-

hecho de haber levantado una ai

PROLEGÓMENOS

322

estatua de bronce á Temístocles, en actitud de meditación,

y como

quien va á escuchar un oráculo.

Apolonio remontó

que seguramente es

hasta una ciudad que llama Hispola^

el río

Sevilla.

Del clima de

con toda verdad, que es tan agradable como otoño, en

tiempo de

el

los Misterios.

barbarie á los moradores de

el

del Ática en el

Pero pinta sumidos en

la

el

mayor

Turdetania, ya enteramente roma-

la

nizada en tiempo de Strabón, á los compatriotas de Séneca cano, hasta

y

Bética dice Filostrato

la

punto de que no tenían idea de

picos ni de los espectáculos teatrales, de

tal

y Lu-

certámenes olím-

los

modo, que habiéndose

presentado en Hispola un histrión trágico, los espectadores, sorprendidos por sus coturnos, por su máscara estentórea y por sus luengas

tomaron por un demonio, y echaron á correr precipitadamente. Todos estos disparates van sobre la fe de las Memorias vestiduras, le

(probablemente supuestas) del lonio

y

Damis, compañero de Apo-

especie de Sancho Panza de este D. Quijote filosófico. Es

probable que todos, ó signados los

asirio

3'a

la

mayor parte de

ellos,

estuviesen con-

en libros de maravillas y viajes fabulosos, de donde

tomaría Filostrato para enriquecer su colección de cosas estu-

pendas

(l).

Ofrece, por

el

contrario, singular interés

como

fuente geográfica,

algo turbia desgraciadamente, el libro primero (único conservado) del

poema

descriptivo de nuestras costas (Ora Ma7'itima), que

com-

puso Rufo Festo Avieno, procónsul de África en tiemipo del emperador Valentiniano (366 de texto,

y de

las dificultades

J.

C).

A

pesar de lo estragado de su

de interpretación que hasta ahora no han

sido enteramente vencidas por ninguno de sus comentadores, la

obra de Avieno contiene, aunque en forma algo indigesta, preciosos materiales compilados de antiguos periplos púnicos

y

griegos,

mezclados con noticias más modernas y hasta con algún recuer-

do personal lación

del autor.

y ruina

á

Como

testigo presencial habla

que en su tiempo había llegado

y poderosa Cádiz, aunque todavía conser\-aba

el

la

de

la

deso-

antes opulenta

templo y culto de

Hércules:

(i)

Philostraii Vita Apollonii,

lib. v,

caps. i-x. Ed. Didot, págs. 94-98.

PROLEGÓMENOS Gaddir hic

...

est

Nam Punicorum

323

oppidum,

lingua conseptum

locum

Gaddir vocabat: ipsa Tartessus prius

Cognominata

est;

^vo

vetusto,

nunc egena, nunc

Nunc

destiluta,

Nos

multa et opulenta civitas brevis,

nunc ruinarum agger

hic Jocoruin, praeter

est.

Herculaneam

Solemnitatem, vidimus miri

nihil.

(V. 267-274).

Otra ciudad que no sólo estaba arruinada sino deshabitada ya,

tiempo de Avieno, era Hemeroscopio^ y

•en

recido también

el

ciona, limitándose á decir

más que

estériles arenas

...

duda había desapa-

sin

templo de Diana, puesto que

que aquella parte de

ni siquiera le la

men-

costa no ofrecía

y pantanos.

Littus extendit dehinc

Steriles arenas:

Hemeroscopium quoque

Habilata pridem hic civitas: nunc jam solum

Vacuum incolarum

lánguido stagno madet. (V. 476-479)

Hay, pues, en

el

centón poético de Avieno, datos que

portan á los últimos tiempos del Imperio romano, y otros que se remontan á

la

geografía

más

rTos trans-

lado de ellos

al

vetusta, á la época

de

las

navegaciones del cartaginés Himilcon y del marsellés Piteas. Disquisiciones eruditísimas, libros enteros, se han escrito para deslin-

dar estos elementos, para concertar los

demás

textos de la antigüedad,

formidad consigo mismo,

lo cual

deslumbradores sistemas sobre desarrollado con

mucho

la

la

geografía de Avieno con

y para poner á Avieno en conno siempre

es fácil. Brillantes

saber y agudeza á

la

sombra de

los extra-

ños nombres de gentes, tribus y lugares que nos conserva ficador latino.

Xo

sólo la geografía, sino la etnografía

ca andan empeñadas en este debate, en que no

mos (i)

tomo

entrar

De V,

y

el versi-

la lingüísti-

podemos

ni

debe-

(l).

las

ediciones antiguas de Avieno es

parte 2.^ de los Poetae Latini Minores de

iadii, 1788).

y

primitiva población ibérica, se han

Hay una moderna

la J.

mejor

la

incluida en el

Chr. Wernsdorff (Helms-

edición crítica de Alfredo Holder (Innsbruck,

PROLEGO>rENOS

324

Afortunadamente,

los

pocos pasajes en que Avieno habla de

algún templo ó alude á algún mito, suelen ser de los más claros y menos controvertibles de su poema. Xo puede afirmarse, sin embargo, la verdadera situación del

guJHj ni de la tenía ella

la

promontorio de Venus (Veneris ju~

abundante de hierbas y consagrada á Saturno, que

isla

singular virtud de estremecerse toda

cuando

se acercaba

á

alguna nave: post pelagia est ínsula,

...

Herbarum abundan», atque Saturno Sed

Ut

sacra:

vis in illa tanta naturalis est,

si

Mox

quis hanc innavigando accesserit,

excitetur propíer insulam mare,

Quatiatur ipsa, et

omne

subsiliat

solum

Alte intremiscens, caetero ad stagni vicem Pelacrf) silente...

(V. 164-171).

Probablemente se

no

en

localiza

gación de

las

trata

de una mera ficción geográfica que Avie-

costa occidental de España, á cinco días de nave-

la

columnas de Hércules:

... cursus autem hinc classibus Usque in columnas efficacis Herculis Quinqué est dierum...

(V. 162-164).

1887).

Cortés y López incluyó también

duciéndola en unas líneas á

pecan contra Entre

modo de

medida ó contra

¡a

los trabajos publicados

el

Ora MarHima en su Aparato, traaunque son muchos los que

la

versos,

acento.

en nuestra península merecen especial aten-

ción los siguientes:

Martins Sarmentó (Francisco), Rufus Festus Avienus, Ora Maritima. Estado d'este poema

11a

Maritima. Estudo Europa.

2.^ ed.

parte respectiva a Galliza

d'este

poema na parte

Portugal. Porto, 1880.

— Ora da

Porto, 1896.

Costa (D. Joaquín). Litoral

ibérico del

de y. C. Este eruditísimo estudio

volumen del

e

respectiva as costas Occideniaes

Sr.

que no

Mediterráneo en

el siglo

llegó á terminarse,

JV-V antes

forma parte del

Costa titulado Estudios Ibéricos (Madrid, 1891-1895).

Blázquez (D. Antonio) El Pcriplo de Himilco tiana) segj'm el poema de

Rufo Festo Avieno

titulado

(siglo

VI antes

de la era cris-

Ora Maritima. Madrid, 1909.

PROLEGÓMENOS

En

la

costa meridional las cosas aparecen

cuanto

•en

325

más

claras.

No hay duda

Sacro Promontorio, tantas veces nombrado por

al

los

antiguos: Inhorret inde rupibus cautes Sacra,

Saturni et

ipsa..,

(V. 215-216),

En

el

país de los Tartesios había ...

un monte consagrado

al Céfiro:

inde tenditur jugum

Zephyro sacratum: denique

arcis

summitas

Zephyris vocata... (V. 225-227).

Más

adelante en un promontorio, cerca de

practicaban

los ritos del culto

cate), para los cuales había

de

la

laguna Etrefea, se

la

Diosa infernal Proserpina ó Hé(

que penetrar en una profunda y obscura

caverna:

Jugum

inde rursus, et sacrum infernae Deae

Divesque fanum, penetral abstrusi

cavi,

Adytumque caecum: multa propter Etrephea

est palas

dicta...

(V. 241-244).

Versos que nuestro arqueólogo poeta Rodrigo Caro, que reducía laguna Etrefea á Palos de Moguer, traduce de este

la

Antigüedades de

Levántase de

de

•cinco estadios

(i) lla,

allí

alto collado

ciego lumbrar no hay quien se atreva

Menciona también

tenía

un

Diosa consagrado:

penetrar; que en torno

La laguna

que

allí

la

es rico templo una escondida cueva

Cuyo

A

sus

Sevilla:

Del infierno á

Y

modo en

difícil

el

la isla

la

Etrephea

rodea

(1).

alcázar de Gerión

(Arx

Erythea, consagrada á

Gcroiitis), la

distante

\'enus marina,

un templo y un oráculo:

Antigüedades de Sevilla y Chorographia de su convento juridico... Sevi-

1634,

fol.

297.

PROLEGÓMENOS

326 ...

qua

diei occasus est,

Veneri marinae consecrata est

Templumque

Ínsula,

penetral cavum,

in illa Yeneris, et

Oraculumque.., (V. 314-317)-

En

cuanto á

columnas de Hércules se hace eco de una ver-

las

sión antiquísima, la del ateniense neles,

según

Euctemón, contemporáneo de Pé-

cual eran dos islas entre Libia

el

de espeso matorral, inhospitalarias para

y Europa, incultas y que las mi-

los navegantes,

raban con terror supersticioso, y no osaban permanecer en sino el bre\-e tiempo

ellas

que bastaba para cumplir sus votos en

templos y altares de Hércules que

allí

había.

Como

aquel

mar

los

era

de poco fondo y mucho cieno, se veían obligados á depositar sa

cargamento en

No sabemos laga,

y de

la isla si

la cual

de

la

Luna

esta isla será la

(

l).

que luego coloca enírente de !Má-

dice que fué consagrada por los Tartesios á

vinidad nocturna: Tartessiorum juris

illic

ínsula

Antistat urbem, Noctilucae ab incolis

Sacrata pridem... (V. 42S-430).

(i)

Atheniensis dicit Euctemón ítem esse saxa, aut vértices adsurgere Parte ex utraque: cespitem libyci soli Europae et oram, memorat, ínsulas duas Interjacere: nuncupari has Herculis, Ait columnas: stadia tríginta refert Has distineri: horrere sylvis undique Inhospitasque semper esse nauticis. Inesse quippe dicit oUis Herculis Et templa et aras: invehí advenas rates, Deo litare, abíre festino pede, Nefas putatum demorare ín insulis: Círcum atque juxta plurimo tractu jacens Manere tradit tenue prolixe mare. Navigía onusta adíre non valent locos Breve ob fluentum, et pingue líttorí lutum. Sed si voluntas forte quem subegerit Adíre Fanum, properet ad Lunae insulam Agerc carinam, eximere classí pondere, Levíque cymba víx superferri salo.

Non

(V. 350-370).

la di-

PROLEGÓMENOS Siguiendo por

y

tan poblado en otro tiempo de colonias

el litoral,

pero que en tiempo de Avieno estaba yermo de habitado-

fenicias,

res,

327

sólo ofrecía estériles arenas, se llegaba á

un promontorio co-

ronado por un templo de Venus:

Fanumque ad usque Veneris

et

Veneris jugum

Littus recumbit: porro in isto littore

Stetere crebrae civitates antea,

Phoenixque multus habuit hos pridem Inhospitales

Deserta

nunc arenas

teilus,

locos.

porrigit

orba cultorum sola

Squalent jacentque... (V. 437-443)-

En la costa oriental, menciona tro de la cual había una isla Palus per

illa

la

fértil

laguna de los Xaccaras, en

el

cen-

de olivos y consagrada á Minerva:

Naccararum

extenditur...

Stagnique medio parva surgit ínsula

Ferax

olivi, et

hinc Minervae stat sacra. (V. 492-495)-

Aun

con riesgo- de incurrir en repeticiones y prolijidad enfadosa, estas noticias, guardando en lo posible el

hemos querido recoger

orden cronológico de los autores que

las escriben,

más bien que

el

interno de las materias ó temas de investigación, que en rigor científico

debiera ser preferido. Pero juzgamos que convenía, ante todo,

exponer

la literatura

que bien pudiera

del asunto, sin someterla á una distribución,

ser deformación subjetiva

y

sistemática,

han sido tantas otras dignas de mejor fortuna por deza de sus autores. Basta

fijarse

correr estos breves pasajes, para

en

los ríos

de

tinta

el

y que estas

de quimérico.

Y

la

historias

ellos es

No hay en

la

hace-

España

la

tendrán siempre algo y aun

razón de esto es obvia.

lo

y agu-

que han hecho

comprender que con

dero trazar no sólo una, sino varias historias religiosas de primitiva,

como

saber

mucho

antigüe-

dad grecolatina un solo escritor que se haya propuesto trazar un cuadro de nuestra mitología é instituciones

apuntan está dicho, por incidencia, en

y

geografía.

Los más

religiosas.

Lo poco que

libros generales

de historia

antiguos, y precisamente los de aquellos via-

PROLEGÓMENOS

328

jeros cuyas impresiones personales serían

más

fidedignas, han pere-

cido sin dejar otro rastro que noticias sueltas, propias para excitar la curiosidad,

nunca para

desdeñar

nombres indígenas, que encuentran de áspera y bár-

los

bara pronunciación

satisfacerla.

(l). Si

Los geógrafos

clásicos suelen

alguna deidad ibérica citan, es asimilán-

dola por sus atributos, mejor ó peor conocidos, con alguno de los

númenes á quien

y

la

debida distinción entre

y unas veces dan por

tribus,

por

otras,

tributaban culto. Añádase á esto que no

ellos

siempre establecen

acaso tuvo

el contrario,

más

poblaciones

que pudo ser

lo

local,

y

reducen á una determinada región lo que

difusión étnica. Pocos de ellos son autores de pri-

mera mano en

lo

de mejor

como

juicio,

general

las varias

que atañe á

la

Península. Los

más minuciosos y

Strabón, escribieron sobre informes ajenos, y

no tienen reparo en consignar increíbles portentos y en dar carácter histórico á narraciones evidentemente míticas.

Por último,

la crítica

no ha andado hasta nuestros tiempos tan vigilante como debiera en depurar

el

valor de cada testimonio,

citado nuestrcs historiadores

de

liar

como

los Scipiones,

Filostrato, ó á

al

y con

la

misma confianza han

severo y concienzudo Pclibio, fami-

que á un retórico y fabulador de profesión

un poeta

del Imperio

como

Silio Itálico,

cuyos

procedimientos de combinación ó containi nación son harto visibles. Sería, pues,

muy

aventurado, ó por decir mejor temerario, inten-

con este montón de despojos

la

restauración de un edificio arrui-

nado para siempre. Pero hay entre

estas noticias algunas de tal sig-

tar

nificación é importancia,

(i)

ñol:

No

que son como rayos de

constituye excepción en esto

luz

en

el

caos de

Pomponio Mela, á pesar de ser espasunt, sed quorum nomina nostro

«Cantabrorum aliquot populi amnesque

ore concipi nequeunt.» (De

Sit.

Urb.

lib.

iii,,

cap.

i'.

Pero Marcial, que se jactó siempre de su origen

celtibérico,

no se avergon-

zaba de pronunciarlos, y consigna bastantes en dos de sus epigramas: Nos, Celtis genitos et ex Iberis, Nostrae nomina duriora terrae Gratu non pudeat referre versu...

Haec tam rustica, delicate lector, Rides nomina? rideas licebit. Ilaec tam rustica malo quam Bitumtum. (Lib. IV, cp. 55).

PROLEGÓMENOS

329

España primitiva, y algo nos dejan entrever de los mitos que había forjado la fantasía de sus moradores, ó dalos que había locala

lizado la antigüedad en estas postreras tierras occidentales.

Entre estos mitos descuellan

que

detania, lo cual no quiere decir

por

lo

pertenecientes todos á

tres,

allí

Tur-

naciesen, puesto que uno,

menos, es tema fundamental de toda mitología, y

los otros

y acentuada elaboración legenda-

dos,

aunque con variantes

ria,

tienen también paradigmas en

locales

la

la

tradición de otros pueblos.

Estos tres mitos, cuyas diferentes versiones van registradas en

páginas que anteceden, son

el

de Therón, rey de Cádiz, y

el

de

las

de Gerión y su lucha con Hércules;

de Gárgoris y Abidis, civilizadores

el

la Bética.

El carácter solar del primero de estos mitos es generalmente

reconocido por cuantos modernamente han tratado de

él,

y aunque

teoría general en que esta interpretación se apoya haya caído en

la

algún descrédito por

el

abuso que de

ella se

ha hecho aplicándola

inoportunamente á verdaderas leyendas históricas ó épicas,

el

caso

presente es de aquellos en que más confirmada parece por todo gé-

nero de argumentos y comparaciones mitológicas y lingüísticas.

un memorable ensayo sobre Hérailes y Caco, aplicación métodos de

discreta de los

tado

la fábula

Max

y en

griega de Heracles y Gerión con la leyenda latina de

la elegía g.^ del libro iv

Indra y Vritra, con varios de la falso,

el

el libro viii

de Propercio), con

mito iranio de

mitología germánica

(I).

en tan compleja materia,

filológico

el

rís,

punto de

1863).

et Caciis. Éliidc de Mythologie

Según reconoce

del mito de Caco con

el

de

tomo

J.

de Wittc,

viii),

Elude

mismo

la

Enei-

vista

No el

exclusivamente se

puede

soste-

verdadero autor

comp arde par Michcl Bréal (Pa-

Bréal, el primero

que señaló

la

analogía

de Vritra fue Rosen en su Rig-vedac spccimen.

No conozco más que por jos

el

de

mito védico de

Ormuzd y Ahriman, y con

en que Müller y Bréal se colocaban.

Hercuh

el

Puede parecer excesivo, y aun

ner hoy que «la lengua con sus variaciones es

Tt)

y muy

feliz

Müller, Miguel Bréal ha emparen-

Sanco y Cecio (cuyo último eco tenemos en da,

En

referencia del

mismo

Bréal y de Maury los traba-

Ilerculc ei Cc'rxon {Btdleim de V Académie royale de Briixelles,

s:ir le

myihe de Gc'ryon (Anuales de rinsíUuí archéologiqíic de

Rome, parte francesa, tomo

11,

1838, págs. 270 y sig.).

PROLEGÓMENOS

330

de

!a

mitología», ó

como

otros han dicho, que la mitología sea una

enfermedad del lenguaje. La mitología es ó menos artística de

lo

que

la

expresión total y más

pensó ó imaginó

sintió,

el

hombre

mitivo, en quien las ideas eran inseparables de las imágenes,

transformarse en signos abstractos. Pero con

gendra

pensamiento, ni

el

las

color que luego han perdido para

y un

palabras tenían una vitalidad

pri-

y

el

lenguaje no se en-

lenguaje solo ha podido ser creador de

el

conceptos intelectuales, que no dejan de serlo aunque se vistan de

forma poética, única posible antes de

humano. Hay mitos que

edad reflexiva del género

se explican por verdaderas ó falsas etimo-

hay que han nacido de

logías, los

la

confusión de diferentes senti-

la

dos de una misma palabra, pero otros revelan una elaboración más ó menos consciente, y no puede dudarse que son símbolos de ver-

dades metafísicas y morales vagamente entrevistas

más

cuya impresión en

intensa en

sumo

naturales, pero

grado,

no con

y tal

hombre

el

en

el

contraste entre

Pero es innegable solares,

y

el

exclusivismo que

la lluvia

la

primitivo tenía que ser viva é

llevarle á la personificación

de pensar en otra cosa que en

la

nocidos hasta

el

antigüedad y

y

el sol

los

agentes

las tinieblas

ó

importancia de los mitos

la sí

no pequeño del

es triunfo

armado de instrumentos de

advenimiento de

de

supongamos incapaz

sequía.

haberlos relacionado entre

sutil análisis filológico,

le

lucha entre

la

y

con

duda de fenómenos metereo-

claridad luego. Otros lo son sin

lógicos,

al principio,

la

nueva

precisión desco-

ciencia.

Con

ella se

han

disipado las quimeras de las antiguas escuelas históricas y alegóricas,

y en

este sentido tiene

«Cercenar

lo

completa razón Bréal cuando escribe:

maravilloso en un mito es suprimirle, y

la

pretensión

evemerista de reconocer detrás de las figuras mitológicas personajes reales

transformados en dioses por

la

imaginación popular, es

vana siempre que se aplica á una época primitiva. divinizados los que encontramos en

dioses transformados en hombres»

el

umbral de

No

son hombres

la historia:

El mito de Heracles y Gerión, idéntico en substancia cules

(i)

son

(l). al

de Hér-

y Caco (aunque sean Heracles y Hércules divinidades enteraHerailc

el Caciis,

pág. 50.

PROLEGÓMENOS

mente

distintas,

que se confundieron por una semejanza

nombres) pertenece

No

itálica.

es cierto

patrimonio religioso de

al

helénica se presenta

la fábula

más que uno de

es

que

único, pero sobre él labró

riquísima rión, y, cules,

mucho más

la

en suma, todos

los

león

Ñemeo,

la

de Alcmena, y

el

un tema

una varia y Cerbero, Ge-

monstruos ó gigantes vencidos por Hér-

son figuras distintas de un mismo ser fabuloso,

«La imaginación griega (dice Bréal) supo conservar aspecto maravilloso, hasta cuando cesó de comprender

La vaguedad con que cias fabulosas

que

la

se indica el

al

mito su

el

sentido.

lugar de la acción, las circunstan-

envuelven contrastan con

cisión topográfica del relato latino, del cual los

pero en

la raza aria,

fantasía de los Griegos el

de

desarrollado que en

los trabajos del hijo

La hidra de Lerna,

tela.

fortuita

parte de estos trabajos se reducen á

mayor

la

331

la

sequedad y

elementos míticos cuya significación se había perdido»

Incierta y vaga

sobre todo

es,

se la

si

en verdad,

compara con

la

pre-

han desaparecido todos (l).

geografía del mito de Gerión,

la

riguroso emplazamiento de la

el

cueva de Caco. Pero aunque no falten tradiciones que localicen reino de Gerión en

el país

de Argos, Anfiloquio y Ambracia

se jactase Olimpia de poseer sus huesos y su trono,

rado

como héroe

el

y en Epiro,

nacional en Sicilia

la

(2) y y fuese venetradición más

tra

y probablemente la más antigua, puesto que se encuenya en Hesiodo, es que Gerión apacentaba sus vacas purpúreas

en

la

del

mundo

constante

isla

Eritia,

cerca del grande Océano, en

occidental

(3).

(i)

Pág. 72.

(2)

Tal era

la

opinión del antiquísimo historiador Hecateo en un frag-

mento conservado por Arriano {Fragmenta IJer, tomo i, fragm. 349). (3)

el límite

histo}

icorum Gracconiin de C.

«El teatro de la lucha había variado mucho: se

la

Mü-

colocaba también

de Rodas, ó por mejor decir, se contaba en esta isla una historia que tiene evidentemente el mismo fondo que el combate con Gerión. Eritia, la región simbólica de Poniente, se confundió en algún tiempo con el Epiro, en

la isla

cuando este país era todavía para del

mundo. Cuando colonias de

los griegos

costas del Ponto Euxino, transportaron carenia, y se

uno de

los

puntos más remotos

este pueblo vinieron á establecerse en las

supuso que había sido

la

el

aventura maravillosa á

la isla

Tri-

reino de Gerión. Sólo en una edad

PROLEGÓMENOS

332

No

son Únicamente los poetas y los mitógrafos

transmitido esta poética narración

sentado muchas veces

en

copa del

la

Uno de

truo.

uno de

ros:

colocados

postrado en

á caer,

halla

se

y

dormido

á Hércules

Eritia á luchar

tierra,

el

con

el

mons-

segundo herido de muer-

tercero resistiendo todavía

el

en pie cerca de Hércules: á

y

ninfa Eritia,

la

conduce á

le

que nos han

estos vasos pinta á Gerión en figura de tres guerreellos

y próximo

te

Atenea

episodio de G3rión,

el

que

sol,

los

«Los vasos griegos han repre-

(i):

los

bueyes que

el

al

semidiós.

dos lados están

los

héroe acaba de con-

quistar» (2).

posterior,

cuando llegó á saberse que

Universo se extendía más

el

allá del

Estrecho, fueron las cercanías de Cádiz el lugar del combate, lo cual no es

como supone Witte, del origen fenicio de la leyenda, pudiendo serlo sumo de la asociación de tradiciones fenicias. No se puede decidir tam-

indicio,

á lo

poco

si

copa

la

(5¿na?j

rasgo tomado de cules,

la

la

cual navega Hércules hacia la isla Eritia, es

que asimilaban

los griegos á

un

Hér-

pues aunque parece idea propia de un pueblo navegante, también se

encuentran en

notado que

la

esta

ludia mitos de gran semejanza con éste. M. de Eckstein ha

la

mundo luminoso

e!

muy

copa podía

genio del fuego y de

para

en

historia del dios tirio

la

de

¡as libaciones

Agni ó Soma, atraviesa

el

sobre

la

cual el

Océano que

se-

del de las tinieblas.

»Ha acontecido respecto que había pasado con

bien ser

libación,

al

combate de Hércules contra Gerión

la victoria

de Perseo sobre

la

Gorgona, con

lo la

mismo

lucha de

y los dioses, con las islas Afortunadas. Todos los países fantáshan ido alejando cada vez más, como engañosos espejismos, á medi-

los gigantes

ticos se

da que avanzaba

de encontrar

el

conocimiento de

las localidades

tierra y era patente la imposibilidad

la

creadas por

la fábula.»

A. Maury, Histoire des Religions de la Gréce Antigüe, París, 1857, ginas 541 á 544, y los autores

que

cita

en

(i)

Bréal, Heraile et Cacas, pág. 71.

(2)

En

la

colección que

acompaña á

la

tomo

i,

pá-

las notas.

Simbólica de Creuzer, refundida por

Guigniaut, pueden verse varias representaciones de nuestro mito.

En una de

Hércules combate á Gerión que aparece con tres cuerpos, y armado con tres escudos, una lanza y una espada. El héroe tebano no tiene más armas que ellas

su clava y

la piel

de león, que

le sirve

de escudo. Una

figura con casco y es-

cudo, que según Creuzer, ó sus adicionadorcs, puede ser está sentada detrás de Gerión.

imberbe y desnudo, ataca con sino tres cabezas. Palas asiste

En un vaso la

al

del

la

Iberia ó la Eritia,

Museo de Ñapóles, Hércules,

clava á Gerión

que no tiene

tres cuerpos,

héroe, armada con el casco alado,

la lanza, el

PROLEGÓMENOS El velo

muy

333

transparente que envuelve algunas circunstancias

de esta fábula se rasga del todo cuando se pasa á los

himnos védicos. La lucha de hidra y Vritra

escudo y la coraza. Detrás está Kermes con rama de laurel en la otra, el petaso con alas en

el

la

mitología de

es la

de dos fuer-

caduceo en una mano, una

la cabeza,

y

la

clámide en los

hombros.

Pero el monumento más bello y completo de todos es una copa encontrada en Canino. Tres escenas hay pintadas en ella. En el centro de la primera,

que

se desarrolla circularraente al exterior de la magnífica copa, aparece

Hércules atacando

al tríplice

y está cubierto con la

piel

la

Gerión. El héroe tiene barba, viste túnica corta

de león. Con

la

mano derecha

levanta

la

maza, en

izquierda lleva el arco y dos flechas. Gerión está formado por tres guerre-

ros,

unidos entre

vía,

blandiendo

uno muestra una flecha en

por



emblema

el el

el

serpiente. Palas,

que

no

parte inferior del tronco. Dos están en pie toda-

del jabalí alado; el tercer hoplita, traspasado por

ojo derecho, ha

herido también

ligero peplo,

la

dardo, y cubriéndose con escudos argivos, de los cuales

el

Entre

ya.

los

combatientes yace

está detrás de Hércules, vestida con túnica talar y

lleva la égida, sino

horrible cabeza de la Gorgona. es lolas, el

sucumbido

perro bicéfalo Orthros, cuya cola termina en cabeza de

Un

compañero habitual de

un

un escudo redondo, decorado con

la

hoplita barbudo, que según la inscripción los trabajos

y tiene rendido á sus pies á Eurition,

el

de Hércules, presencia la lucha

pastor de Gerión, vestido con túnica

como la de las Bacantes y cubierto con un píleo. Por el lado opuesto cierra esta primera escena una joven que sigue á Gerión, arrancán-

corta y una piel

dose con una mano

los cabellos

clemencia de Hércules.

mismo tiempo

y extendiendo

Debe de

la otra

como para implorar

roja de Gadira, simbolizada también por

la isla

(Phoenix) plantada detrás de

ella.

la

ser Erítia, hija del rey, la cual significa al

Una segunda

la

palmera

escena, pintada enfrente de

primera, y que viene á ser su continuación, nos mue-tra los bueyes de Gerión conducidos por los compañeros de Hércules. Un grande árbol, igualla

mente

local, sin

duda

el

olivo salvaje ó Catinos (por

Eritia se llamó Cotinusa), extiende sus vastas

donde también

ramas sobre

el

puesto de un sólo toro que marcha acompañado de cinco vacas. tro guerreros

que

las

la isla

rebaño,

De

los

comcua-

conducen, todos, menos uno, son imberbes. Todos están

completamente armados y llevan escudos argivos, que tienen, entre otros emblemas, un gallo, un cántaro y un león. La pintura del interior de la copa no se

refiere al mito, sino al

cripciones consignan los

donante de

nombres

la

copa, «el bello Leagro».

del artista cerámico y del pintor

Dos

ins-

que traba-

jaron en esta joya. El primero se llamaba Xaxrilión y el segundo Eufronio. Religions de VAntiquiic\ cotisidérccs princi/^alcment daits leurs formes symboli-

ques et mythologiqucs. Ouvrage traduit de Vallemand du Dr. Fréderic Crcuzer,

PROLEGÓMENOS

334 zas de

naturaleza,

la

armado con

leste,

la

y se desarrolla en los aires. ludra, el dios cemaza del rayo, triunfa del demonio Vritra, que

tenía aprisionadas las aguas,

descender

el

de un rebaño de vacas

es el pastor

Indra

y rompiendo

nube tormentosa, hace

la

tesoro de la lluvia sobre la tierra árida y sedienta.

monstruo de

tres cabezas

reo.

Vritra^

l!e\'a

robadas á su antro, pero hidra

hiere con su omnipotente rayo,

y

le

de color purpú-

celestes,

y forma de serpiente, se

las

persigue, allana su caverna, le

restituye

leche cae en benéficos torrentes sobre

al cielo las

morada de

la

vacas, cuya

hombres.

los

Fácil es reconocer aquí todos los rasgos capitales del mito de

Gerión y del de Caco:

maza divina de Hércules;

la

del monstruo; el robo de los bueyes

y su

rescate.

de Vritra se ha conservado en griego bajo bre del perro de Gerión

La

manzana

(2).

Un

del mito de Gerión,

refondu en paríie, completé rís,

1

84

1,

y procede, según

tres

bata

á la fábula

bueyes (¿por qué

monstruo de

al

(Religions de

(i)

oveja,

del Océano. El sol presta de

dévdoppé par

j.

D. Guigniaut.

Mü-

]\Iax

y

[j.f;Xov,

las

áu-

nuevo su

Tomo

iv.

Pa-

de Gerión un sentido astronómico ó de calendario. tres?)

que Hércules,

el sol

de

la

primavera, arre-

tres cabezas, son las tres estaciones del

tomo 11, 1S29, pág. 199.) Sobre véase el tomo iii, 1S38, pág. 632.

Es la opinión de Max Müller, Zcitschrift für tomo v, pág. 150, citado por Bréal.

Ya Diodoro

(2)

et

isla

I' Antiquite',

de Gerión en Lidia, chung,

[if^Xcv,

págs. 284 y 288 á 291, con las láminas correspondientes.

Creuzer dio

Los

nombre

dragón, hijo de Tifeo y Equidna, custodia

pomas en una remota

reas

el

puede considerarse como

de una confusión entre dos homónimos:

11er,

Hasta

forma Ortkros, nom-

la

(l).

fábula del jardín de las Hespérides

una forma secundaria

cabezas

las tres

Sículo

«Unos afirman que en

los

(vi,

26) ponía

huertos de

año antiguo.

los vestigios del

mito

vergleichende Sprachfors-

en camino de esta int'erpretación: las

Hespérides había ciertas frutas

áureas custodiadas perpetuamente por un dragón. Otros que no eran manzanas, sino ovejas, llamadas de oro por su hermosura; y no falta quien diga

que

las

ovejas tenían un singular color semejante

rencio Varrón,

áurea mala,

De Re Rustica,

id est,

lib. n,

cap.

•J.rj.y.

«Ut

in

al

oro.» Vid. también M. Te-

Lybia ad Hespérides, unde

secundum antiquam consuetudinem, capras

cules ex África in Graeciam exportavit.

runt

i:

et oves

Her-

Ea enim sua voce Graeci appellave-

PROLEGÓMENOS copa á Flércuies para que navegue á rao,

aunque sea tan diverso

En

el

dualismo persa de

Xo

es sólo el

lucha del bien y

el

sin

el

es el mis-

mito naturalista

perder su significación

combate entre dos fuerzas

mal, de lo justo

el

que dio á

las tradiciones parsis

deísmo había sucumbido ante

lo injusto,

en

la

sino la

físicas,

que ha de resol-

forma épico-histórica

poeta Firdusi, cuando

el

la

y

Aun

triunfo final del bien.

ya

combate

el

Ormudz y Ahriman,

verse por

tros mitológicos,

y

ella,

trofeo de la \ictoria.

el

de los Vedas adquiere carácter moral, primitiva.

335

el

maz-

invasión del Islam, persisten ras-

sin sentido. El Feridiin,

héroe de

epopeya

la

persa, hereda en parte los rasgos del Trita ó Traitana de los

Ve-

das, del Thraetaona del Avesta, matador de la serpiente Aji-Dahaca,

que tenía

tres cabezas, tres colas

y

seis ojos.

Tesoros custodiados por dragones se encuentran también en mitología germánica, aun antes de llegar á

La

elaboración épica de

en que se mezclan elementos positivamente histó-

los Nibelungeiis ricos.

la

serpiente Fafnir guarda

el

tesoro del rey Nifling, es decir,

y sucumbe al brazo de Sigfrido, que hace papel de Hércules, aunque otras circunstancias de su leyenda del rey de las nubes,

asemejan más bien á Aquiles.

empresa

la

se atribuye á

Donar,

En

el

Edda escandinavo

la

el le

misma

Tho7' del terrible martillo, el dios

el

del trueno.

mitología clásica,

el

combate de

de Júpiter contra Tifón,

el

de Perseo contra-la Gorgona,

Sin salir de titanes, el

la

de Belerofonte contra

la

Quimera, son variantes del mismo tema,

que pueda negarse tampoco con

rides

A

la

la afinidad

del vellocino de oro

y

de

la

fábula de las

(l)

para restaurar

el

sin

Hespé-

su conquista por los Argonautas.

pesar de los ingeniosos esfuerzos que hizo

Joaquín Costa

lo

que

él

el

malogrado don

llamaba «el mito solar

Poesía popular española y mitología y literatura celto-hispatia. Ma-

(i)

drid,

los dioses contra los

1

88 1, págs. 289-315. Libro que revela,

como todos

los

de su autor, vasta

que debe ser leído con cautela, ptacque está etimológicas y de hipótesis arbitrarias. Costa, cuya imagi-

lectura y genial talento, pero lleno

de

fantasías

nación poderosa y constructiva se avenía mal con vivió siempre algo divorciado del

España primitiva.

método

crítico,

la

lentitud del análisis,

en sus trabajos sobre

la

PROLEGÓMENOS

336

de

la

Tartéside», reduciendo á una sola las leyendas de Gerión, de

Therón y de Abidis, parecen independientes entre

sí,

y

las

dos

úl-

timas no debieron de tener gran difusión, puesto que es un autor sólo

que nos transmite cada una de

el

No

ellas.

ha faltado quien

diese á la primera cierto sentido histórico, \-iendo en ella un sím-

bolo de la lucha entre los celtas venidos del Septentrión

y

los feni-

de Cádiz. Así han opinado ]Movers y D'Arbois de Jubainville,

cios

pero

el

carácter solar del mito fué ya reconocido por Macrobio ó

más bien por

el

autor griego á quien seguía,

tinúa pareciéndonos

con

violentarla

la"

más

y su explicación cony luminosa, sin necesidad de

racional

sincretismo de Costa. Evidentemente Gerión

el

y

sus bueyes nada tienen que ver aquí. El Hércules del templo gadi-

tano es

el sol

(dnx astrorum^ rex

dores de su cabeza protege y salva

teramente gratuito tifónica, oceánica,

Respecto de

la

el

las

que quiere debelar

rayos abrasa-

los

naos de sus devotos. Es en-

considerar á Therón

como una deidad

lunar,

templo de Cádiz.

el

leyenda de Gárgoris y Abidis, no vemos claro,

mucho menos, que se trate de un mito por

que con

igiiis)

solar.

Tal

como

la

ni

conocemos

epítome de Justino, es un relato épico, sumamente parecido

el

á la historia fabulosa de la infancia de Ciro,

doto en su C/ío (107-123), ó á

la

tal

como

la

cuenta Hero-

de Rómulo y Remo, narrada por

Tito Livio en su primera Década. Otras análogas hay de diversos

tiempos y razas, y todo

ello

parece indicar un fondo mitológico que

ha persistido en los cuentos populares; pero no sabemos por qué este fondo

dis

ha de ser perpetuamente

por qué los perros, lobos,

via, ni

el

símbolo de

cier\'os

jabalíes

la luz

ó de

la llu-

que salvan á Abi-

y han de tenerse por fuerzas solares y no por verdaderos animales,

como probablemente

lo serían

para

el

poeta turdetanoque cantó esta

leyenda, donde no puede desconocerse lonización de la Bética

(i)

Pasma

lo

el

fondo histórico de

la

co-

(i).

que sobre esto escribió Costa: «Gárgoris viene

á ser el

mis-

mo

monstruo que con nombres y formas infinitas aparece en pugna con un héroe solar en las mitologías aryas, y repite el tipo de Geryon, sea su origen la luna,

scanlo las nubes...

Podemos

señor soberano y luminoso,

más

claro, el fuego

el

concluir, con seguridad,

Dios luciente salido de

que brota de

la

las

que Abidis es

aguas de

tempestad, .\ndando los

la

nube,

siglos, este

el ó,

per-

PROLEGÓMENOS

Antes de

las inscripciones

lugares

ciertos

nombre conocido que

dioses ibéricos de

llegar á los

nos revelan

337

lapidares,

debemos

de que nos hablan

religiosos

Llama

dicar á qué deidad estaban consagrados.

monte de España, que

á aquel

Océano, donde se localizó fecundadas por corta vida

Lisboa

(2).

sacro Columela

se levanta al Occidente junto al

célebre superstición de las yeguas que,

muy

viento, producían crías

veloces,

pero de

Otro geopónico más antiguo, Marco Terencio Varrón,

(l).

llama Tagro

el

la

algo sobre

decir

los antiguos sin in-

al monte, y le coloca en Lusitania, en la comarca de Puede admitirse la corrección de Tagro en sacro pro-

sonaje se transformó en Persia en Feridún, y en España en Ferdinán Gonzá-

y en Bemaldo del Carpió, según

lez

es de ver

por

vaca Purmayeh, simboliza

mentado por

la

leche de

que Abidis habita con bien

la

noche, en que

nubes ó

las

en

la luz, el

por

esto es,

la cierva,

ella

las selvas,

los rasgos

La

de familia que ostentan estas cuatro leyendas...

rebaño

el

comunes y

cierva de Abidis, solar:

agua de

representan

el

la

Abidis es

la

ali-

nube; los años

tiempo de sequía, ó

oculta de los ojos de los mortales, y

el sol se

el aire

como

como que

se reproduce en la luna, á quien los ciervos estaban consagrados. El rey

Zohak

mismo

es el

da muerte á liza la

Gárgoris,

vaca (de

la

aquella con la del niño

joven de

la

mañana

La

Sol.,

(Horo'i

leyenda de explica

la

serpiente

que

de Feridún ó de Abidis simbo-

No me

la

Bemaldo, en

y

ha combifiado

Bemaldo es el sol tarde, que sucumbe

caduco de

al sol

la

serpiente Apep.» (Págs. 302, 304 y 306).

place insistir en estas aberraciones de un

mismo Costa

la cual se

completa la de Abidis:

vengando

diariamente á los golpes de

le á

encarnación de Aji-Dahaca,

libertad de las nubes llovedoras, y la salida del sol, la victoria de la

luz sobre las tinieblas.

El

la

las nubes): el triunfo

hombre de gran mérito.

se encargó de probar la temeridad de su sistema, aplicándo-

leyendas épicas de

la

Edad Media como

la

de Bernardo, invención tardía

y á personajes rigurosamente históricos, como el conde Fernán González. El empeño de querer abrir todas las puertas con la misma

de

los juglares,

llave ha sido la causa principal lingüística.

La

realidad es

de

los

mucho más

mayores extravíos en mitología y en rica, y no se deja aprisionar en una

fórmula. (i)

Cu7n sit notissimum etiam in Sacro monte Hispaniae, qui procurrit in

occideniem juxta Oceanmn, frequenter equas sine coitu ventrem pertulisse, foe-

tumque educasse, qui tamen te

absumitur. (De (2)

nia

In foetura

ad Oceanwn

Re

inuiilis est,

Rustica,

lib. vi,

vis incredibilis est in

in ea regionc, ubi est

Mkn¿2Debemo3 advertir, sin embargo: Que las piedras 430 y 2.409 I."

aplicó

citadas,

no mencionan á lun, sino

á Ivno. 2."

gún

Que

el

Diuhano de

la

inscripción 2.903 no es quizá

nombre de

nin-

dios.

3.°

Que

las tres

piedras mencionadas pertenecen á

Menésdez t Pelayo. — Heterodoxos.

I.

la

época romana.» a'

PROLEGÓMENOS

354

no residente en España, que cumplió un voto á

Más atención merece

país (l).

Coruña

del

Conde

probablemente

de su

antigua Clunia) que un Tito Fraterno, que

(la

sería gallego

có Matribus Gallaicis (C. es

las diosas

importantísima inscripción de

la

ii,

aunque

vivía

l.JjQ).

Lo que no tenemos hasta ahora

en

tierra celtibérica, dedi-

ninguna representación figurada de estas diosas, que generalmen-

y teniendo en las faldas flores y frutos, como aparecen en una escultura del Museo de Lyon, que reproduce Leite eran tres, sentadas

te

de \"asconcellos

(C.

como

Hadas, encontrada en (C.

Que

3.727).

II,

se

de Sepúlveda

las

Permanece

2.848).

2.764,

II,

Otros epígrafes hay de Matres 6 Maíronae

(2).

alguno,

epíteto

sin

\'alencia: Fatis

trata

de

las

Romanos

muy

Hadas

A

O.

y

!Muro de

Fabms

Hadas y no de

plausible, sostenida

identificaron á las Diosas

Agreda

una inscripción á

por Maury

Madres con

las

Nysiis ex voto los

Hados, bien

el

monumento.

mujer grabados en

claro lo declaran tres bustos de

Es opinión

solitaria

y

otros,

las

que

los

Parcas y las

(3).

la

categoría de dioses titulares de tribu, de gentilidad ó clan

6 de cualquier otro grupo étnico, deben referirse

los

Lares tantas ^

veces mencionados con epítetos locales en nuestras inscripciones.

Lares Gapeticoruní gcntUitatis^ en Capera (Extremadura), donde se encontraron otros dos epígrafes que hablan de cultores Larhiin publicariiv.i (C. 11,

804, 816, 817); Lares Tiirolici (C.

pairiis (4) en Freixo de

Xumao

(Portugal),

11,

431); Laribtis

de donde procede tam-

bién la célebre dedicación de Tiberio Claudio Sancio Dis deabusqtie

Coniuinbricensium (C.

11,

432); Lares Cerenaeci (C. 2.384); Lares

Erredici (C. 2.470); Lares Findenetici, ó Píndeneticí,

Hübner

(C. 2.47 1;;

prefiere

Lares Cusicelenses (C. 2.469); Lares Tarmucen-

baci Ceceaeci (C. 2.472), al

como

y

otros varios, pertenecientes casi todos

Norte de Portugal v á Galicia, donde también se ha encontra-

(i)

dice

Matres

Hübner

Ajifaniae...

(C.

11,

ab homine Germano videntur

da Lusiiania, tomo

(2)

Religioes

(3)

A. Maury: Croyances

(4)

Vid.

O

ciiltae esse in

Hispania,

5.413). n, pág. 176, fig. 37.

et légendes. París, 1896,

Arclieologo Portuguez,

tomo

viii,

pág.

págs. 7 y siguientes. 1

70.

PROLEGÓMENOS

do una jero:

inscripción á los Lares de los caminos, protectores del via-

Laribus vialibus

En

355

(i).

estrecha relación con

nio tutelar de

el

culto de los Lares aparece el del Ge-

municipios, que hubo de desarrollarse

los

época romana, Genius Turgalensitim^ en Trujillo

la

mucho en

(C. 6i8);

Ge-

nius municipü Anticarensis, en Antequera (C. 2.034); Genius Nesxaniae, no lejos de

ca de Almazarrón

en

el

2.006, 2.007); Genius loci Ficariensis^ cer-

allí (C.

(C.

3.525, 3-526); Genius municipii Laminitani,

campo de Montiel

Genius Lacimurgae

Genius oppidí Sabetani{C.

(C. 3.228);

(C. 5.068);

Algunas veces

•de Vizella (Portugal), &.

palabra Genio está susti-

la

como en

tuida por la de Tutela^ que indica lo mismo;

de una inscripción del Museo de Guimaraens

sis

2. 163);

Genius Laquiniensis en San IMiguel

Tutela Tirien-

(2).

A

pesar de

romanización de este culto, que se extendió, como más adelante

la

veremos, á ver en los

las colonias

y á

una importación

él

nombres indígenas de

un culto primitivo, que •de clientela

conventos jurídicos, no hemos de

los

clásica,

las

poblaciones, sino la transformación de

constituía

un lazo

y

el

A veces

^Tutela aparece también en las inscripciones •Genius

i,

como

la

cuyo poder se extendía no solamente sobre

loci,

los pactos

dos gentili-

Museo de Pontevedra,

Ephemeris Epigraphica, tomo vui, pág. 400, núm.

(2)

fué publi-

pág. 104. 1

1

1

á.

forma femenina del la

vida de los

hom-

sobre sus habitaciones. Las ciudades y todos los demás lugares

"bres, sino

tenían su tutela: se conoce

Tutela Vesuntiae, la Tute/a Tarraconis,

la

horreorum, y muchas Tuiclae

loci,

que en Roma todas

etc.»

loci hujtis,

Jiabeam propitiam, dice Petronio (Satyr. nio,

(3).

de Santiago, Galicia Histórica^ tomo

la revista

como

social,

hospitalidad formaban otro

Esta inscripción, que se halla en

(i)

(2).

No

7'editii

Aburi

es inverisímil

una inscripción votiva á Ci'esccntis Lttloncs

que sea

consta en una lápida riojana del valle de San

la

Oba-

misma Obiona, que

]\lillán (3),

pero cree-

mos infundada la suposición de que ambas formas puedan considerarse como variedades dialectales de Epona, diosa de las caballeriquien está dedicado un epígrafe de Sigüenza: «.Eponae S. Se-

zas, á

cundus

V. s. 7/¿.»

(4).

Epona

habla Juvenal en su sátira

es divinidad galo -clásica, de la cual

viii, v.

156-157, ponderando los sórdidos

gustos del joven patricio Damasipo, que sólo sabía vivir entre caba-

y no juraba más que por Epona, cuya imagen

llos

los

está pintada

en

hediondos pesebres: Jurat

Solam Ej>onam,

et facies olida

ad praesepia pictas.

pozo Airón, atribuido á simas ó pozos naturales, que han dado origen á temerosas leyendas. Tal es el pozo Airón, en el término del castillo de GarciINIuñoz,

en

la

misma provincia de Cuenca; otro en

la villa

de Hontoria del

Pinar, partido de Salas de los Infantes, provincia de Burgos, según nos avisa

nuestro compañero D. Francisco Coello; y aun en más lejanas tierras, en

Granada, se llama también pozo Airón á una plazuela que hay entre sus calles,

donde algunos ancianos cuentan que hubo una sima con apariencia de

volcánica.»

El pozo Airón mencionado por Cervantes y otros autores del siglo xvn debe

de ser

tomo

el

4.°,

de Garci-Muñoz, que era

el

más famoso. Vid.

la

nota de Clemencin,

pág. 238.

(i)

Boletín de la Academia,

(2)

Hübner: Ephemeris

(3)

Boletín de la Academia,

t.

xv, pág. 127.

cpigrap/iica, Berlín, 1872, t.

iv,

t.

i.°,

pág. 47.

1884, pág. 10. Artículo del P. Fita sobre

lápidas romanas. (4)

Fdz.-Guerra (D. Aureliano): Caniabria, Madrid, 1878, pág.

47.

PROLEGÓMENOS

No á

alargaremos este catálogo, puesto que sólo podríamos aña-

meros nombres

dir la

369

sin sentido alguno.

De

otros problem.as relativos

muy poco

vida religiosa de las tribus ibéricas, es

decirse con certeza.

Xo

se concibe

ningún culto

lo

que puede

sin sacerdotes,

pero

apenas sabemos de otros que los haritspices lusitanos de que habla Strabón, que sacaban agüeros de

la

observación de

la

de

de

las venas,

según

bién,

del vuelo

de

la

Silio Itálico, las

inspección de las entrañas

y y tam-

caída de los cadáveres,

que especialmente se

y de

aves {ornithoviancia)

la

refiere á los gallegos,

dirección de las llamas

templo de Endovellico había un oráculo y se daban respuestas, claro es que debía de haber ministros del dios

{pyromancid) Si en .

que

las

cuente

recogiesen é interpretasen, ó explicasen los sueños. Era la

creencia en éstos, atestiguada por

cantábrico que

Lugo

Xo y

el

3'a

hemos

notable

el

y por una de

citado

fre-

monumento

las inscripciones

de

á la diosa Verora: ex visu. sólo había sacerdotes, sino sacerdotisas

adivinadoras.

que Baebia

Xo

nos atrevemos

á afirmar,

y mujeres inspiradas como hizo Costa (l),

Crinita, «sacerdotisa turobrigense»

de Aroche (C.

11,

en una inscripción

964), estuviese consagrada al culto de Ataecina, conjetura, puesto

que

aquella diosa tenía su principal santuario en Turóbriga. Pero es

mu-

pero tampoco encontramos improbable

cho más curioso

lo

que Suetonio en

del vaticinio de aquella

men» conservado

muy

bierto

profetizado

/ÍzZ/íZ/Víz

doscientos años en

á tiempo por el

la

piiella el

la

vida de Galba nos refiere

de Clunia, que en un «car-

templo de Júpiter y descu-

un sacerdote advertido en sueños, había

imperio á un caudillo salido de España: lo cual se

tuvo por uno de los presagios que más decidieron

nador de

la

Tarraconense á arrojarse á

daba Víndice desde

(i)

(2)

ginis

las

Galias

(2).

la

gober-

al viejo

empresa á que

convi-

le

Este importante texto prueba

Poesía Popular y Mitología Celto-hispana, pág. 344, núm. 3. «Et confirmabatur quum secundissimis auspiciis et ominibus, tum

honestae vaticinatione; tanto magis, quod eadem

Jovis Cluniae

ex

penetrali,

illa

vir-

carmina sacerdos

somnio raonitus, eruerat, ante ducentos annos

similiter a fatidica puelJa pronunciata.

Quorum carminum

sententia erat,

coriturum quandoque ex Híspanla Principem dominumque rerum.> (Galba, cap. ix). M£S¿2;d£z r 'Pe.IjKyq.— Heterodoxos.

I.

a*

PROLEGÓMENOS

370 tres cosas: la existencia

de profecías escritas (cai'mina) á

se atribuía cierta antigüedad,

templo:

la

y que

cuales

las

se conservaban en el tesoro del

adivinación en sueños practicada por los sacerdotes;

la

existencia de profetisas ó doncellas inspiradas, virginis honcstac vaticinatione.

Lo que no puede confirmarse

hasta ahora con ninguna prueba

sólida es la existencia de una casta sacerdotal en la Iberia primitiva.

Cuanto se ha

escrito sobre el druidismo

de

los celtas

de Galicia, es

puro sueño y quimera: adaptación violenta de textos, que sólo tienen valor refiriéndose á las Gallas. Un celtista tan autorizado como

D'Arbois de Jubainville, no ha encontrado consigo

los celtas continentales llevasen

emigraciones

(l).

puesto que se funda en

res clásicos

y de las

el

menor

indicio

de que

culto druídico en sus

El argumento negativo puede tenerse aquí por

irrefutable,

Además de

el

el

absoluto silencio de los auto-

y demás monumentos arqueológicos. inscripciones, han quedado algunos vestigios del

las lápidas

y solitarios, donde perseveró dudominación romana. Ya hemos indicado algunas de estas

culto primitivo en sitios agrestes

rante

la

localidades

al tratar

de

vas de Calascovas, en tencia de

«II

de Menorca, que atestiguan

año

el

1

(2):

Cotirs de littéraUíre ccltiquc,

continentaux

l'est

l'aient

t.

1.°,

París, Thorin, 1883, pág.

du Rhin.

On

n'a pas

ait

1

13.

existe ni en Espagne, ni

trouvé de preuve que les Cel-

porté avec eux dans leurs migrations, quand, vers

sixieme siécle avant notre ere, quand, vers Tan 400 avant nord, quand,

la persis-

50 de nuestra Era; Hübner

ne parait pas demontre que ce sacerdoce

au sud des Alpes, ni á tes

parte prehistórica, especialmente las cue-

un culto indígena en

enumera algunas más

(i)

la

la isla

J.

C.

un peu plus d'un

netrerent en Gréce et en Asie.

ils ils

le

allerent s'établir au sud des Pyrénées,

commencérent

la

conquéte de

siécle aprés, ils atteignirent la

On ne

trouve

le

nom

mer

l'Italie

du

Noire, pc-

des druides dans aucun

dea textes, qui nous parlent des colonies celtiques établies dans ees contrées diverses.

Devons-nous en conclure que

Bretagne sur

du troisiéme

le

La

la

siécle avant notre ere?

cette matiére (2)

continent aprés

il

n'y a rien

de

le

druidisme aurait été importé de

plus récente de ees migrations qui date

Le

plus sur est, je crois, de diré qu'en

certain.»

Arqueología en España^ pág. 235.

Las inscripciones rupestres á Diana en

las ruinas

de Cabeza del Griego,

PROLEGÓMENOS

«En Panoyas, cerca de en Portugal,

esculpidas en del siglo

indican un

ella,

y respetado por

II,

nueva y detenida

revisión, sin

de aquel

»Otro análogo era

el

del

magistrados romanos.

No

están co-

2.395) que merecen una

ii,

que á pesar de

quepa duda sobre

ello

sitio.

Monte

Cristello, cerca del río Vizella,

de Guimaraens, término de Figueiras, diócesis de la

inscripciones

del culto, conservado hasta fines

sitio

los

y algunas

la roca,

piados con exactitud sus epígrafes (C.

el carácter religioso

de Tras-os-mon-

Villarreal, provincia

configuración de

la

San Pedro

aldea de Assento, diócesis de

la

de Valdenogueiras, término de tes,

37

S.

pro\incia del Miño, en Portugal. Entre los epígrafes de este

en parte

ininteligibles (C.

11,

uno

2.409),

y

Verísimo, en

lleva la fecha del

sitio,

año 159

de Cristo.

»En

otra roca, junto á Martos, la antigua Tucci^ existe

catoria,

que no está nombrada en otra parte

á Badalona, cerca del monasterio de

también en

la

No quedan

roca viva, otra

al

la

(C.

11,

una dedi-

1. 679),

y junto

Murta, se conserva, grabada

dios Sol (C.

11,

4.604).»

ruinas de ningún templo de época pre-romana, excep-

to el famosísimo del Cerro de los Santos, en término de ]\Iontealegre

(provincia de Albacete), que tanta riqueza escultórica nos ha re-

velado. Pero del santuario es casi nada lo que actualmente sub-

«El plano del cerro, levantado en

siste.

rón y Estevan, muestra en

un

edificio

la

de forma oblonga,

1

87 1 por D. Paulino Savi-

parte septentrional, los cimientos de al

parecer templo, puesto en dirección

de Oeste á Este, y por consiguiente de orientación muy exacta. El edificio tenía 20 metros de largo por ocho de ancho; se descubre su vestíbulo y una escalinata; puede, pues, considerarse con bastante probabilidad

pertenecen á tiese

la

recinto religioso. Existen, además, en el

época romana, pero no excluyen

en aquellos parajes un culto indígena á

imposible que no gida

como

la

Marte

dedicación que

Lusitania,

Coruña

al

estampó en

(C.

11,

2.559).

el la

la

probabilidad de que exis-

la diosa

de de

clásico, sino al dios ibérico

arquitecto

Gayo Sevio Lupo,

roca que sirve de asiento

Sobre este célebre

edificio

al

la caza. la

la entrada del

es

diri-

natural de Eminio, en

faro de Hércules en la

puede leerse

D. José Cornide, Investigaciones sobre la fundació7i y fábrica de

da de Hercules, situada á

Tampoco

guerra esté

la

Memoria de

la torre

llama-

Puerto de la Coruña^ Madrid, 1792.

PROLEGÓMENOS

372

cerro restos de murallas ciclópeas, algunos cimientos,

de otros

edificios;

particular, que, sin

templo.

al

dumbre

De

si el

escasos,

embargo, no es seguro que hayan pertenecido

estos restos

no se puede deducir con alguna

certi-

conjunto de ellos fué población primitiva, ó más bien

destinado

sitio

muy

unos fustes de columnas, y un capitel de forma

al culto,

del arte escultural,

que

Desde que Hübner

como parecen allí

se

indicarlo las

han descubierto»

escribió estas palabras en

numerosas obras

(l). 1

888,

aspecto del

el

Cerro ha cambiado por completo. Las sucesivas excavaciones hechas á veces por gente ignorante y codiciosa apenas han dejado piedra sobre piedra, y apenas puede formarse idea de lo que pudo ser aquella construcción. P. Paris, que visitó aquellas ruinas en 1898

presenta una fotografía de

conjetura que

ellas,

el

y pequeño santuario

estaba dispuesto á imitación de los templos griegos,

dos partes desiguales, que equivalían plo

m

antis., sin

decoración,

al

al

pronaos y

al

naos de un tem-

parecer, de frontón ni de friso

Algunos fragmentos de columnas y volutas jónicas, sirven

al

dividido en

y

cornisas,

uno ó dos

capiteles

mismo arqueólogo para probar que

(2).

de los

arquitectos de esta región tenían conocimiento de las formas ar-

quitectónicas

y ornamentales de

Grecia bajo su aspecto

más puro

doctrina que corrobora con otros capiteles,

y más

artístico (3),

todavía

más importantes, de Elche,

clasificándolos también en el arte

que llama ibero-griego.

La primera y más bárbara manifestación de lar

en que puede sospecharse carácter

la

escultura peninsu-

religioso,

son los informes

animales que han sido calificados indistintamente de toros, jabalíes, cerdos, osos,

y hasta de rinocerontes y

elefantes, pero

que suelen

denominación genérica de becerros, y designarse en bajo la de berróes en Portugal. El número de estos monstruos es Castilla bajo la

grande; ya en 1862 había noticia de más de 300

(i)

La

(2)

Protnenades Archéologiques en Espag7ic, págs. 5S-68.

(4),

y desde en-

Arqueología de España, págs. 236-237.

(3)

Essai sur l'Art

(4)

Véase

et

el discurso

V Industrie

de

V Espagnc primUive,

págs. 4 1-54'

de D. Aureliano Fernández Guerra en

de D. Eduardo Saavedra como académico de bibliografía posterior está registrada

en

las

la

la

recepción

Historia (Madrid, 1862).

La

obras de Hübner, P. Paris y Leite

PROLEGÓMENOS

373

En

tonces se han descubierto otros muchos.

Portugal parecen limi-

tados á Tras -os -montes, excepto dos fragmentos hallados por

Sarmentó en

]\Iartins

manera en

Citania de Sabroso. Pero

la

centro de España, especialmente en

el

los

valle superior

y también en

del Tajo, desde Toledo á Talayera,

donde antiguamente moraron

abundan sobreel

comarcas

las

Vetones, los Carpetanos y

Arevacos. Célebres son los toros de Guisando,

los

cerdos de Avila,

los

toro de la puente de Salamanca, los cuatro de Torralba cerca de

el

Talayera, el de Coca, en

deñosa,

Forca de Murga., en Portugal, con

la

más de una

curiosa superstición folk-lórica

España, cerca de ejemplar de

3-a

la villa

más

los

dico Idoi'tia),

cual

provincia de Segovia,

la

vizcaína de Durango,

En

el

va unida Norte de

encontramos un

que según parece tuvo una inscripción ibérica de

no quedan vestigios

En

(2).

y

de Vasconcellos. Merece recordarse 1902, págs. 354

y

cuatro de los toros de Castilla

el artículo

de D. Vicente Paredes, Esla

Revista de

Extremadu-

El mismo autor, en su libro Historia de

siguientes.

la

Coca), fueron grabadas inscripciones

culturas J>rotohistdricas de la Penins^da hispánica, en

Framontanos

la cual

de Car-

curiosos, el famoso ídolo de ]\íiqueldi (Miqtiel-

(Guisando, Ávila, Torralva

ra.,

(l).

el jabalí

celtibéricos (Plasencia, 1888), trae

un curioso mapa de

los

los sitios

en que se han encontrado estas bárbaras esculturas zoológicas. (i)

Según una de

ellas,

recogida por Martins Sarmentó,

la

Porca, que

todavía conserva restos de una pintura roja, servía cambiando de color para

dar testimonio de

la

inocencia ó culpabilidad de los indiciados de ciertos

crímenes (Leite, ReUgiles da Lusitania, tomo (2)

en su raro rango » T>

»

el

3.°,

Lisboa, 1909, pág.

19).

D. Gonzalo de Otálora dio por primera vez noticia de esta antigualla librito Micrologia geográfica del asiento de la noble

íSevilla, 1634):

«Una gran

piedra, así monstruosa en la

Merindad de Duforma como en

tamaño, cuya hechura es una Abbada ó Reinoceronte con un globo gran-

dísimo entre los pies y en él tallados caracteres izotables y no entendidos, y por remate una espiga dentro de tierra donde está eminente más de dos

» varas...

No

dibujo que res.

se tiene

el P.

memoria de

él, si

bien corre por ídolo antiguo.^.

En

el

Flórez publicó en su Cantabria, ya no aparecen los caracte-

Prescindo de un extravagante artículo de D. Antonio de Trueba, Miquel-

dico Idorua (Capítulos de

reproducción del P. Paris,

tomo

IV,

L Idole

wt

libro,

monumento en

Madrid, 1864, págs. 271-295). su estado actual acompaña

al

Una

exacta

artículo de

de Miqueldi, a Duratigo (Bulletin Hispanique de Burdeos,

1902, págs. I-I

I.

PROLEGÓMENOS

374

romanas (prescindimos de epígrafes,

estos bárbaros

con

la

Son

pero es claro que estos

apócrifas);

las

aunque puedan darnos alguna

y

luz sobre el destino

de

tosquísimos monumentos, nada tienen que ver

época primitiva á que pertenecen. varias las hipótesis

que

han formulado sobre

se

estas repre-

sentaciones de cuadrúpedos. D. Aureliano Fernández Guerra, que hizo el primer estudio formal de ellos, los consideraba

como

piedras

terminales entre las diversas tribus ibéricas; opinión que prevaleció

por algún tiempo.

Hoy

se los mira

Hübner

les:

explicación que

ter

de epitafios que tienen

Pero

la

misma

como monumentos

el

las

cuatro inscripciones romanas

religioso

más extenso, que no

una forma de

zoolatría ó

prehistóricas,

y cuyos

pueden seguirse en

las

cavernas, en las figurillas de barro del Argar,

de

los toros mallorquines

(l).

prin-

un simbolis-

las

edades

pinturas de

las

y en

cabezas

las

de Costig,

Leite de Vasconcellos, que adopta P. Paris, concede, sin

el

se limitaba á los ritos fúnebres:

de totemismo^ transmitida desde

vestigios

carác-

el

rareza de estos epígrafes hace dudar de que

cipio sea aplicable á todos los casos. Quizá se trata de

mo

sepulcra-

primero, fijándose en

dio

la

opinión de Hübner y de

embargo, que no todas

de cua-

las figuras

drúpedos que existen en España son documentos de un culto funeral,

y que muchas, aunque fuesen de carácter sagrado, pudieron y empleo (2). El mismo Hübner no negaba

tener otra significación

que algunas de

ellas

pudiesen ser ex votos

Todavía parece más marcado crales en las estatuas

ten en grosería el

el

(3).

carácter de

de guerreros gallegos y

y barbarie con

los animales

monumentos sepul-

lusitanos,

de piedra.

que compi-

Ya

en 1610,

historiador de Santiago, Castella Ferrer, dio noticia de una de

estas estatuas,

que

se había descubierto por entonces cerca del

nasterio de Celanova: «figura de brazos, con

hombre de

un sayo largo hasta más arriba cuatro dedos de

Zeitschrift für allgemeine Erdkunde,

(i)

mo-

piedra, desnudos los

de Berh'n, tomo

14, 1863,

las ro-

págs. 340

y siguientes. da Lusitatiia, tomo

(2)

Re/igi'es

(3)

Revista Critica de Historia y Literatura española, 1895, tomo

gina

I.

3.°,

pág. 38. 1.°,

pá-

PROLEGÓMENOS ceñido con una cinta grabada, desnudas

dillas,

manos

tiene

con

siguiente letrero:

el

Tanto

Adrono

como

esta escultura

Academia de

en

el

Vcroti F.» (l).

otra encontrada en 1837 en Villar de

un dibujo en

la cual existe

han desaparecido, pero se conservan

Hübner

varias.

y de

estudió en 1861 las dos que están

jardín del Palacio de Ajuda, procedentes de Montalegre,

de Vianna del Castello, que figura en

que en parte za

Historia,

la

en Portugal otras

la

piernas; en las

las

una rodela ó escudo redondo con una punta en medio,

Barrio, á cuatro leguas de Orense, la

375

es

una

falsificación,

el ]\Iuseo

puesto que se

la

de Oporto,

y y

añadió una cabe-

moderna y un blasón heráldico para transformarla en un guerreEdad Media (2). Actualmente hay que añadir la de San

ro de la

Ovidio de Fafe y la

la

de San Jorge de Vizella

de Capelludos, en

el

jos de Basto, desfigurada

ciones modernas,

puesto que

y

mandó

poner coto á

la

como

la

se resistía

mismo

de sus

las supersticiones

Hübner

feligreses,

(como también varios de

á remontar su antigüedad

llega á reconocer, al fin

cultura singular

y

falsifica-

memoria,

que acudían en pro(3).

las inscripciones latinas

cionadas «deben considerarse

la

según dicen, un párroco celoso, para

cesión á la bárbara figura para pedirla lluvia ó sol

Aunque prevenido por

de Refo-

la

de Vianna por estúpidas

de Britello, de que sólo queda

destruirla,

estas estatuas llevan

de Guimaraens),

(]\Iuseo

^Museo Etnológico de Lisboa,

de su

como

artículo,

que algunas de

los toros

y jabalíes),

más

allá del siglo

que

las estatuas

los únicos restos

i;

él

men-

de una semi-

bárbara». La ejecución es tan horriblemente

fea,

tan destituida de todo sentimiento artístico y aun de toda habihdad

de mano, que sólo se concibe en una edad protohistórica

(4).

(i)

Historia del Apóstol Santiago,

(2)

Statuen gallákischer Kricger in Portugal una Galicien, en la Archáolo-

gische Zeitutig,

de

Berlín,

io\.

Octubre de

159 vto.

1S61. Esta

Augusto de Soromenho en su traducción de tugal,

Memoria

1871), y de alli pasó al tomo 11 de ed. La Coruña, 1905, págs. 617-627).

de Hübner (Lisboa,

Galicia,

de Murguía

(2.^

fué incluida por

las Noticias archeologicas de

(3)

Leite, ReligiZes da Lusitania,

(4)

Los epígrafes romanos nada prueban por

adiciones posteriores. El

11,

la

Por-

Historia de

57.

mismo Hübner

los



solos,

porque pueden ser

desestima tratándose de

los be-

PROLEGÓMENOS

376

En

cuanto

destino fúnebre de estos

al

monumentos,

casi todos

arqueólogos están conformes: Hübner, P. Paris, Leite de Vas-

los

segundo ha aducido un argumento de mucha

concellos. El

cTodas

fuerza.

estas esculturas de guerreros están cortadas por debajo de

la rodilla,

excepto

que recordar á

la

de Capelludos, que

lo está

por

la cintura.

que en Oriente, en Grecia,

este propósito

Hay

las divini-

dades chtónicas y funerarias eran representadas muchas veces en

forma de bustos cortados de esa misma manera, como inferior

de su ser permaneciese todavía debajo de

Podemos

bolizaban.

ha guiado á

si la

parte

que sim-

la tierra

creer que alguna idea religiosa de este género

los escultores ibéricos» (l).

Prescindiremos del supuesto grupo segoviano en que

Licen-

el

ciado Diego de Colmenares y tantos otros han creído ver una representación de Hércules con

el jabalí

parecer, se trata de un ángel

de Erimanto, puesto que,

moderno sobrepuesto

una de

á

al

las in-

formes cabezas de jabalí ó berraco, que tanto abundan en aquella región

(2).

El bajo relieve de Clunia descubierto en

dido después, que representa toro, lle\'aba inscripción fre

sabremos

si

el

en letras ibéricas. Acaso cuando se desci-

esta primera escena de la tauromaquia española

envuelve algún sentido religioso tuvo

la

pirámide truncada de

senta en una de sus caras otra,

774 y percombate de un hombre con un 1

la

(3).

Xo puede

dudarse que

Olesa, cerca de ^lataró,

le

que repre-

cabeza de un toro ó de una vaca; en

una cabeza humana con cuatro ojos y cuernos en forma de

pequeñas

alas.

En

las otras

COTOS, que para él son

monios de

la

dos caras de tan singular monumento,

monumentos

sepulcrales puramente ibéricos, y testi-

mitología de las razas indígenas. (La Ai-qiieología en España,

página 254). (i)

Essai sur l'art

et l'indusirie de

V Espagne primitive,

i,

pág. 71.

y aún existe empotrado en una pared (2) del convento de Monjas de Santo Domingo el Real de Segovia. Vid. Bosarte, Este raro

Viaje artisiico

á

monumento

existía

varios pueblos de España, Madrid, 1S04, págs. 29-32.

— Gómez

de Somorrostro (D. Andrés), El Acueducto y otras antigüedades de Segovia, 1S20, apéndice xi.— Paredes y Guillen (D. Vicente), El pretenso grupo de Hércules en Segovia, en

el Bulletin Hispaniqtie,

Essai surt l'Art, (3)

i,

tomo

vi,

1904, págs.

1

73-181.

— P. Paris,

págs. 73-79.

Vid. Hübner, Motiumenta linguae ibericac,

n.

xxxvi, pág. 173.

PROLEGÓMENOS

que recuerda alguno de órganos de

los

Aluy

la

de

lejos

de Almería, están representados

generación en ambos sexos

la grosería

una influencia oriental Levante

los ídolos

377

muy

marcada, aparecen en

las notabilísimas esfinges

y cabeza humana, entre

las

el

más conocido

conservando

la actitud

ha simplificado algunos cabeza y en

la cola.

es la llamada

insigne asiriólogo

el

especial estudio sobre la materia, el

prototipo de este monstruo procede de Caldea, ibero,

comarcas de

antigüedades ibéricas más curiosas de

nuestro ]\Iuseo Arqueológico Nacional. Según

León Heuzey, que ha hecho

las

ó monstruos de cuerpo de animal

los cuales

Bicha de Balazote, una de

(l).

de estos bárbaros esbozos, y revelando

y

detalles,

la

si

bien

escultor

el

estructura del animal compuesto,

especialmente en

primitiva, tal

como

los cilindros (2).

posee

el

Museo

está

comunmente reproducida en

En

ese

los

la

forma

grabados

Las dos esfinges, sumamente mutiladas, que

del Louvre, procedentes de Agost, cerca de Xovel-

da (provincia de Alicante), tienen más semejanza con arcaico.

la

Pero aun estas modificaciones se justifican por

ejemplos tomados del arte oriental, y son un regreso á

de

en

los cuernos,

mismo

!Museo, que

anhelo de lucro que en

la

la incuria ó

el arte

más bien

el

griego

sórdido

degenerada España actual hace estragos,

han permitido enriquecerse en estos últimos años con tantos despojos de nuestro pasado, hay otros dos fragmentos de esfinges con encontrados en

más bien palacios rica, P.

«Xo

los

el

grandes toros alados que guardaban

las puertas

de

los

y templos de Asirla. Pero á pesar de esta semejanza gené-

Paris las tiene por obras se las

puede confundir

ni

muy

originales de nuestros artistas.

con una obra

fenicia, ni

con una obra griega. La técnica

plumas en

las alas, la cola, la actitud,

(i)

alas

Salobral (provincia de Albacete). Estas recuerdan

el

asirla, ni

muy

con una obra

elemental de las

dibujo del vientre, de los

La primera indicación de este monumento se encuentra en

el

Voyage

pütofesque et historique de VEspapie, del conde Alejandro de Laborde,

tomo 2.°, 1820, lám. xv, núms. 2 y 3. Posteriormente han escrito sobre él D. Pablo Parassols, Revista Histórica^ de Barcelona, 1876, págs. 2137 siguientes,

y D. Salvador Sanpere y Miquel, On'gens y fonts de la

Barcelona, 1878, pág. 240 y (2)

Monuments

et

7iació catalana,

sigs.

Me'moires de la fondation Piot, 1901, pág. 120.

PROLEGÓMENOS

378 muslos, de las patas,

el

modelado

pecto general sobre todo, son

sin precisión

como

la

y

sin detalles, el as-

ñrma de un

escultor indíge-

na que no consiente, sean cuales fueren sus modelos, en abdicar su personalidad, por humilde que se la suponga»

(l).

La llamada

es-

ñnge de Bocairente (Museo de Valencia), parece más bien una leona en reposo. Es evidente que todas, ó pertenecen á

la

la

mayor parte de

estas figuras,

podamos determinar

simbólica religiosa, aunque no

precisamente á qué culto. El toro androcéfalo se encuentra varias veces en monedas ibéricas

,

y en un vaso

curiosísimo de

Ampurias

(Museo de Gerona). El arte indígena de Iberia, cuyas primeras manifestaciones son

y occidentales de

la

Península, tuvo espléndido desarrollo en la costa de Levante, bajo

la

tan rudas é informes en las regiones centrales

doble influencia del arte oriental y del arte helénico, incluyendo en este último el arte primitivo

de ^licenas,

meras manifestaciones del griego

griego arcaico,

el

clásico.

De

todo

ello

y

las pri-

dan razón

los

portentosos descubrimientos del Cerro de los Santos, de Elche,

de otras localidades comprendidas en

los antiguos reinos

de

y

]\Iurcia

y Valencia.

Xo

tiene la arqueología ibérica páginas

éstas. Gracias á ese cúmiulo

más importantes que

de monumentos escultóricos, de posi-

tiva belleza algunos, curiosos todos,

aun

los

más imperfectos y

degenerados, podemos seguir con relativa claridad y distinción las vicisitudes

de una escuela

artística,

que ha dejado por

lo

menos una

obra inmortal, y varias otras que, sin llegar á tanto, se recomiendan por

lo

grandioso de su factura y por cierta misteriosa gravedad

hierática.

Xo

es nuestro intento resumir,

cuando ya

lo

ha sido de mano

maestra y por arqueólogo de indisputable pericia, la copiosa litera1 se ha venido acumulando sobre las antigüeda-

tura que desde 187

des del Cerro de los Santos, en término de Montealegre, provincia

de Albacete, impropiamente llamadas antigüedades de Yecla. La

monogratía del docto académico

(i)

Essai sur

(2)

Las

l'ari,

i,

Sr. Mélida, publicada

en 1906

(2),

pág. 129.

es cu Huras del

Cerro de

los Santos.

Cuestión de autenticidad. Por

PROLEGÓMENOS

no

sólo recoge cuanto

de

útil

379

contienen los trabajos anteriores, sino

que presenta un catálogo descriptivo y razonado de

las piezas

hoy

existentes del célebre tesoro arqueológico del Cerro, con la debida distinción entre las auténticas crifas: distinción

y

que en todo ó en parte son apó-

las

que hasta tiempos

muy

y por

cercanos,

respetos

personales, había sido imposible establecer en las colecciones de

nuestro Museo, lo cual produjo

como una mancha de

cha de falsificación se extendiese

Tuvimos, en

la serie entera.

gravísimo daño de que

el

efecto, la

genuinos é imponentes restos de

la

sospe-

aceite sobre

inmensa desgracia de que los

la civilización

que

floreció á la

sombra del santuario de Montealegre, apareciesen revueltos desde principio con otros de sospechosa procedencia,

el

de diversos

y transportados

que se añadiesen á algunos objetos auténticos

sitios;

y absurdas inscripciones, y que en todo ello interviniese la torpe mano y la fantasía delirante de un seudo-aficionado, relojero falsas

de Yecla, cuyo nombre no se consigna aquí, porque espió terrible-

mente, con los cuales,

pérdida de

la

más bien que

la

razón, sus atentados arqueológicos, á

la codicia,

hubo de

arrastrarle cierta vani-

dad desatinada de pasar por descubridor de cosas peregrinas. Afortunadamente,

número de

las

sombras del escepticismo se han ido disipando:

falsificaciones resulta exiguo,

piezas de probada autenticidad,

puede decirse que ha llegado á mentos principales, gracias á

y

la

feliz

comparado con

término en cuanto á

los esfuerzos

León Heuzey, Arturo Engel y Pedro

Ramón

de

las

delicada operación del deslinde los

monu-

combinados de nuestros

arqueólogos y de algunos extranjeros tan eminentes

D. José

el

el

como Hübner,

Paris (l).

Mélida, director del ^luseo de Reproducciones Artísticas.

(Tirada aparte de (i)

la Revista de Archivos^ Bibliotecas y Muscos.) JMadrid, 1906. Las primeras noticias precisas relativas á excavaciones en el Cerro se

remontan á

1860. El

considerándolas

primer trabajo en que se habla de dichas antigüedades,

como

cristianas, es el

de D. José Amador de

los Ríos: Algu-

nas consideraciones sobre la estatuaria durante la vionarquia visigoda, inserto

en El

xirte en

España, tomón;, 1863, págs. 13-1S. En 1871 publicaron los

escolapios de Yecla el

de

la

notable Memoria del P. Carlos Lasalde, que reconoce

como de los objetos de metal y pueblo bastitano. En un artículo publi-

origen ante-romano, tanto de la cerámica las estatuas,

atribuyéndolo todo

al

PROLEGÓMENOS

380

A pesar de haberse extraviado

,

ó de conservarse en poder de par-

ticulares, bastantes objetos procedentes

nes

y de

otras

muy

Consta de 566 piezas, entre

Todo

este

de

las primitivas

posteriores, la colección del las cuales

cúmulo de reliquias

hay más de 300

artísticas,

cuanto de espurio se ha mezclado entre recinto ó estación arqueológica,

Museo

excavacioes

enorme.

esculturas.

descartando, por supuesto, ellas,

cuyo carácter

procede de un solo

religioso es imposible

aunque ninguna razonable conjetura pueda aventurarse sobre

negar,

cado en

Tlie Athe7iewn,

Yecla, D.

de Londres, 1S72, tomo

11,

pág. 23: A?it!quHies of

Juan Facundo Riaño creyó reconocer en algunas de

las estatuas

símbolos gnósticos, y se inclinó á atribuirlas á los siglos ni ó iv de nuestra era. Prescindiendo de algunos artículos de periódicos, en que alternan las

más

varias conjeturas, pero con

Ja filiación oriental,

marcada tendencia siempre á reconocer

egipcia ó fenicia, nos limitaremos á mencionar los estu-

más consideración y cuya lectura es necesaria para conocer la histode estos descubrimientos y las diversas interpretaciones que se les han

dios de ria

aplicado.

Savirón y Estevan (D. Paulino): Noticia de varias excavaciones del Cetro de Santos. (En la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, primera serie, tomo v; 1875.) Es la Memoria oficial de la Comisión del Museo Arqueológico que exploró en 1S71 el Cerro, é hizo las principales adquisiciones. Rada y Delgado (D. Juan de Dios) y Fernández-Guerra (D. Aureliano): Anlos

tigüedades del Cerro de los Sanios en término de Montealegré. Discursos leídos

ante

la

Real Academia de

estas dos disertaciones

del Sudeste

la

Historia en 27 de Junio de 1875.

un plano del Cerro, un mapa de

las

Acompañan

á

regiones antiguas

de España, y treinta láminas litografiadas que representan esculLa quimérica epigrafía que ocupa gran parte del dis-

turas y otros objetos.

curso de Rada, ha perjudicado á vez, y

y

las

para

la

parte

con no vulgar acierto, analogías de

de Chipre. La contestación del el

Sr.

artística,

en que señaló por primera

estilo entre las esculturas del

Cerro

Fernández-Guerra, importantísima

estudio geográfico é histórico de las comarcas de Levante, tiene algo

de imaginativa en

lo

que toca á

la

reconstrucción del que llama Santuario

Elotano, pero está escrita con singular pericia é ingenio, y en algunos pasajes

con verdadera elocuencia.

Como

tomo en que se imprimieron estos discursos se agotó pronto, á publicar el suyo en el Musco Español de Antigüedades, tomo vi, adicionó en el tomo vii, 1S76, pág. 595 y siguientes, con una noticia

el

Rada volvió 1875, y le

sobre Nuevas esculturas procedentes del Cerro y adquiridas por Arqueológico Nacional.

Hübner(E.): Artículo sobre

el

discurso de

Rada en

la

el

IMuseo

Jcnacr Literaturzeitung;

PROLEGÓMENOS

38

género de culto que en aquel templo ó adoratorio se rendía á una

el

deidad hasta ahora innominada, que debió de tener gran veneración

en toda aquella comarca, á juzgar por dedicaron sus devotos. Ningún

que

tantas veces repetida de

cumbre

el

número de ofrendas que

el

fundamento tiene

la

afirmación

la

templo estaba consagrado

al Sol,

y

un obser\'atorio astronómico y caldeos de sacerdotes magos colegio un y matemáticos. Xi hay que

que en

la

del Cerro existió

pensar tampoco en los misterios egipcios, ni en los símbolos del culto persa de ]Mithra, puesto que, evidentemente, las principales

esculturas son anteriores á la difusión de estos cultos en

en

demás provincias

las

una

1876, pág. 217

muy

parecer en

arte

y

su luminosa

y siguientes. Enteramente negativo en cuanto á

las inscripcio-

m.as bárbaros

y

primitivos.

escéptico en lo tocante á las estatuas. el

España y

romano, y revelan un

Con

civilización

nes, y

mucho

del Imperio

segundo punto, pero nunca en

el

Más adelante modificó su

primero.

En

los

Monumejita

linguae ibericae (págs. 207-210) puso primero todas las inscripciones no roma-

nas en

la sección de falsae vel suspectae, y en el Stipplementum del Corpus (números 514 a 522) realizó la misma operación respecto de las latinas, calificándolas á^ falsae vel alienae.

Lasalde

(P. Carlos):

Las antigüedades de

Yecla, artículos

en

La

Ciencia Cris-

de Madrid, tomos xvi y xvii (1S80 y 1881). Hay otros trabajos anteriores y posteriores del autor sobre el mismo tema, pero para la cuestión de autenticidad este es capital, por las revelaciones algo veladas que contiene. tiana, revista

Heuzey (León): ticité),

en

Statues espagnoles de style greco-phénicien. (Question d'authen-

los Comptes-rendus de

V Académie des Inscriptions

'ct

Belles Leitres,

1890, pág. 125, y Revue d' Assyriologie et d' Archéologie oriéntale. París,

tomo

II,

Engel (Arturo): Rapport

sicr ufie

Mission Arcliéologique en Espagne.

Nouvelles Archives des Missions scientifiqíics

La misión de Engel tuvo por el

1891',

págs. 96-114.

Cerro, y recoger en

la

et littér aires. París, 1893,

En

tomo

los iii.

principal objeto hacer nuevas excavaciones en

comarca todos

los datos

que pudieran

servir para

deslindar lo que hubiese de auténtico ó de apócrifo en las controvertidas an-

tigüedades.

Como

resultado de esta indagación, declara auténticas

parte de las estatuas, especióilmente las grandes, y casi toda

no tiene

la

la

mayor

cerámica que

inscripciones.

París (Pedro): Sculpiures du Cerro de los Santos, en el Bullctin Hispaniqtie,

tomo tive,

III,

1

90 1, págs.

tomo

I,

ginas 45-71'

págs.

1

13-134.

Essai sur l'Art

el

V Industrie

de

I' Espagne

primi-

162 á 279. Promenades Archéologiques en Espagne, pá-

PROLEGÓMENOS

382

fantasía de arqueólogo poeta, creyó ver en aquellas ruinas nuestro

inolvidable D. Aureliano Fernández Guerra los restos de la antigua

ciudad de Elo, que tenía su acrópolis en

y academia sacerdotal en

hemeroscopio

y operaciones mágicas, infiriendo de encontradas, que aquel centro de

allí

cado por

el

y

su

monedas romanas y de teurgia, vivifi-

las últimas

astrología

y por

doctrinas neo-pitagóricas

las

]\Ionte Arabí,

el

Cerro, consagrado á ritos

el

sincretismo de

la

escuela alejandrina, había persistido hasta los tiempos de Teodosio,

en que cayó envuelto en

la

ruina general de los templos paganos.

Espléndido y deslumbrador era todo

porque precisamente

nable,

y

siderales

los

esto,

pero tenía una base delez-

que se alegaban como símbolos

zodiacales, los supuestos jeroglíficos egipcios; el obelisco

en que pretendió ver algún arqueólogo

la

imagen del dios principal

del templo, á quien llamó Adonis-Osiris; el ave Fénix, el Cinocéfalo, el

resiste

Hipocampo,

menos

la

nave Argos, son de

análisis,

al

y entre

las inscripciones, ni

de ser sospechosa ó notoriamente único indicio serio de

las piezas

El

falsa.

la existencia

do Saavedra

muy hábil

de un observatorio

el

sola deja

,

solar,

sufre

no

aunque ha tenido

sabio matemático D. Eduar-

(l).

Tenemos que auténticas

defensor en

una

mismo cuadrante

leve contradicción en el juicio de los extraños,

entre nosotros

cuya falsedad

con

limitarnos, pues, á lo

la

muda voz de

que nos revelan

las esculturas

sus formas artísticas, en cu^'a apre-

ciación están bastante conformes los últimos arqueólogos, aleccio-

nados por

el

cotejo con los productos de otras civilizaciones vetus-

tísimas cuyo descubrimiento ha renovado por completo la faz de la ciencia en nuestros tiempos.

«Hallamos en España (dice León Heuzey) un grupo de esculturas de forma arcaica que ofrecen, como chipriota,

una fusión, ó por

lo

el

arcaísmo etrusco y

el

arcaísmo

menos una yuxtaposición bastante

íntima de elementos griegos y de elementos orientales. Pero tienen

un carácter siü generis y rasgos de originalidad completamente que no permiten confundirlas con figuras procedentes de Chi-

local,

(i)

El

cuadt-afíie solar de Yecla \ los relojes de sol en la antigüedad.

Miiseo Español de Antigüedades,

tomo x

(1880),

pág. 209.

En

el

PROLEGÓMENOS pre

383

de Etruria. Es griego en estas estatuas, con un sentimiento

ni

más ó menos marcado de arcaísmo, las figuras

y

carse de oriental, por

adorno, es

el contrario, sin

la tradición

de

Por último,

lo

que preside á

nores del

d,e

califi-

la ejecu-

que corresponde

que procede del medio ibérico en que

producidas, es la exageración violenta

tipo

el

Lo que debe

hablar de algunos detalles del

el espíritu

taller,

ción, el aprendizaje técnico. local, lo

dominante,

el estilo

disposición general de los paños.

la

estas obras

al

gusto

han sido

y bárbara de algunos

porm.e-

también un exceso de rudeza y pesadez en ciertas

traje, es

partes del trabajo.»

Las colonias griegas y can á

fenicias del litoral del

de Heuzey

los ojos

Mediterráneo expli-

aparición de este arte mixto en que

la

arcaísmo griego tuvo una acción regresiva sobre Califica, pues, el arte del Cerro,

greco-fenicio, ó,

si

Xo

difieren

mucho

la

hecho un detenido y profundo estudio de

su larga dura-

París,

las principales

des de Yecla, en su obra ya clásica sobre la

y admite

degeneración y barbarie de los pro-

conclusiones de Pedro

las

arte asiático.

tomado en conjunto, de arcaísmo

se quiere, greco-púnico,

y sucesivas etapas hasta ductos más recientes. ción

el

el

el

arte

y

que ha

antigüeda-

la industria

de

España primitiva.

En que

su opinión,

el

arte del Cerro es

un arte esencialmente

ibérico,

imposible confundir con ningún otro, ni de los tiempos

es

arcaicos ni de los tiempos clásicos, en Caldea, en Egipto, en Fenicia,

en Grecia

el estilo,

ni

en

Italia.

Su

característica está, principalmente,

que en algunos ejemplares

selectos,

como

femenina de nuestro ^^luseo Arqueológico, fascina

por

la

noble majestad de

la

la

al

en

grande estatua

contemplador

actitud, por la profunda gravedad reli-

giosa de la expresión. «Las amplias ropas sobrepuestas, los mantos

y

los velos complicados

pies con

de

las

mujeres, las cubren de

la

una castidad severa de sacerdotisas ó devotas, y

com-

vendas, de los discos pendientes de

plicación de

las mitras, de

las orejas, la

pesada opulencia de los collares

las

cabeza á los la rica

las

adorna de un

lujo

casi real» (l).

(i)

Essai sur V Ari

et

V Industrie de I Espagne primitive, tomo

i,

pág. 265.

PROLEGÓMEKOS

384

Hay también marca de

ciertos procedimientos

fabrica,

de

taller,

que son como

y que curiosamente enumera Mr.

la

Paris: la estili-

zación geométrica de los cabellos de los hombres, la representación

muy

particular del globo del

las

ojo,

deformaciones bárbaras de

las orejas.

Lo que Artemidoro, tocados de la

las

citado por Strabón, escribió acerca de los

mujeres iberas, recibe inesperada confirmación con

suntuosidad recargada

y

que revela

prolija

el

mundits muliebris

de nuestras estatuas.

Pero este fondo indígena está saturado de influencias extranje-

La

ras.

ofrenda, tantas veces repetida, del vaso de libaciones, pro-

cede de Caldea, como

mismo. Las

el rito

altas mitras

y

tiaras

no

sólo se encuentran en Oriente antes de la influencia del gusto grie-

go, sino

que Heuzey

las

ha reconocido en

figurillas rodias del si-

glo VI antes de nuestra era.

El arte de ]\licenas y de

Ilion,

el

llamado arte

egeo^

dejó huella

más profunda en nuestros primitivos escultores. Los adornos femeniles de muchas de las cabezas del Cerro tienen evidente paren-

todavía

tesco con las diademas de oro que Schliemann descubrió en

en

el

^Mayores semejanzas se advierten aún con las estatuas

873

y

el

arcaísmo griego, con

focenses de Marsella y las estatuas arcaicas de Cibeles,

descubiertas en leto,

1

tesoro de Hissarlik.

Cime

(Eolia),

con

las del

templo de Apolo, en

otras producciones del primitiv^o arte jónico, en

que

]\Ii-

se mez-

clan elementos plásticos tomados de Caldea, Asirla tuas de

y Egipto: estahombres y mujeres, de sacerdotes, sacerdotisas ó diosas,

con amplios vestidos, ropas

talares

y largos mantos. Nuestras estamanto ó del

tuas ibéricas reproducen los pliegues simétricos del

peplo, que caracterizan las obras anteriores á las guerras médicas.

En

la estatua milesia

de Chares, en

la

Louvre), aparecen cubiertos los pies de

en

la

grande estatua del Cerro.

ños y en á lo

la

más íntimo de

la

la

misma noble manera que

no sólo en

el

plegado de

los

pa-

disposición de las vestiduras, sino en rasgos que tocan

nal de las cabezas

como

Y

Juno de Samos (Museo del

de

la

la

más

expresión

artística,

antiguas, en

la

en

la sonrisa

gravedad y

convencio-

tristeza

de

otras,

grande estatua tantas veces citada, va reflejando

PROLEGÓMENOS

385

nuestro arte los caracteres del primitivo arcaísmo, del arcaismo

avanzado y del arcaismo expirante, cumpliéndose en

él

evoluciones

análogas á las de las escuelas griegas, que fueron indudables educa-

doras de

nuestra.

la

Toda

los excelentes trabajos

y confirmada, £1 pital

de

de Heuzey y de

esta es doctrina

ya mencionados, y

allí

P. Paris

en

puede verse ampliada

hallazgo del maravilloso busto de Elche, obra ca-

la plástica

ibérica,

ha acabado de

fijar las

ideas en este

punto, dando á nuestra primitiva escultura, iluminada alguna vez

por

que debe tener en

los resplandores del genio, la representación

la historia del

Arte; representación análoga á

como

del arte chipriota, que nacieron,

del arte etrusco

la

el ibérico,

y

de una combina-

ción de elementos griegos, asiáticos é indígenas.

El Sr. !Mélida, que estima

el

busto de Elche anterior á las escul-

como productos de una

turas del Cerro, considera éstas rática,

que por motivos

los artísticos.

religiosos

impuso y consagró

escuela hie-

mode-

ciertos

Esta escuela debió de vivir largo tiempo, mantenida

por un culto secular, que como

el

de

la

Acrópolis de Atenas antes

de la invasión persa, gustaba de colocar en torno de

la

deidad tute-

lar figuras femeniles. Las de la Acrópolis ateniense eran imágenes

de sacerdotisas ó de

han defendido; do

la

ofrenda de

es patente

la

las del

misma

la copa...

en todas estas

en su devoto recogimiento

En

este

diosa Atenea, pues

ambas

hipótesis se

Cerro representaban devotas mujeres hacienEl hieratismo, figuras,

la

solemnidad misteriosa

que parecen como petrificadas

(l).

pueblo de estatuas, es imposible reconocer ninguna cuya

imagen pueda corresponder á

la

incógnita divinidad del templo. Las

cabezas varoniles, entre las cuales hay algunas de enérgico realismo,

de franca y vigorosa ejecución, y profundo sello de raza, son exvotos, según la opinión más probable. La grande y soberana estatua de mujer, que antes del descubrimiento de ser considerada

como

la

de

las libaciones.

(i)

el

Dama de Elche,

podía

reina del arte ibérico, es una sacerdotisa ó

más bien una oferente que presenta con rablemente

la

Tanto Heuzey, como

mística solemnidad

P. Paris,

el

vaso

han sentido admi-

misterioso atractivo de esta figura grave, altanera

Las Esculturas

del Cerro de los Sanios, pág. 48.

Mknéndbz t V^i.KYO.— Heterodoxos.

I.

a*

PROLEGÓMENOS

386

y

«Xo

majestuosa.

miración (dice

es la belleza perfecta

que hace enmudecer

segundo de estos arqueólogos);

el

es

ad-

la

una mezcla

tras-

tornadora de refinamiento y de barbarie... La estatua es noble, y aun

osamos decir que

bella, á pesar

de sus defectos de ejecución tosca y

y verdaderamente divina, con un extraño género de divinidad, como cuadraba á un pueblo i::fantil y primitipesada; es imponente

La suntuosidad extraordinaria

del traje, las tres túnicas, el

vo»

(l).

rico

manto que

ral,

cuyas cadenas terminan en bellotas ó glandes, y las gruesas

sortijas

de

la

viste, la

mano

complicada diadema,

los collares, el pecto-

izquierda, todos los accesorios de tan prolija

variada indumentaria, no

abruman con su

la

lujo exótico; sino

y

que

á la grandiosa impresión del conjunto.

más bien contribuyen

Pero aunque esta escultura sea única que pueda considerarse

la principal,

no es seguramente

como verdadera obra de

arte.

Lo

la

es

también, aunque de distinta manera, una cabeza de mujer joven,

coronada de altísima mitra, radero se ignora, pero de seos.

la

néticas,

y aun con

pueden

citarse

pero en actual

,

las

lo exige,

donde pueden

la cual

oriental: pieza

cuyo actual pa-

existen vaciados en nuestros

Mu-

finísimas,

de

muy

las cuales

no

modo

y la expresión encantadora. La insonrisa ha sido comparada con la de las estatuas egi-

Las facciones son

genuidad de

al

las

Cores de la Acrópolis de Atenas. Otras

interesantes para

el

arqueólogo y

el artista,,

no nos detendremos, porque nuestro propósito

y

hay minuciosos y llenos de doctrina aunque en estas materias el mejor estudio

libros

estudiarse,

y contemplación directa. adocenadas y vulgares, y aun las rematadamente

sea siempre la inspección

Las esculturas malas, que

deben de pertenecer á tiempos de extrema decadencia

prolongada dentro del Imperio romano, abundan sobremanera en tan vasta colección, crifas.

las

Aun

en

la

y no siempre

es fácil distinguirlas

de

las

apó-

determinación de éstas no concuerdan del todo

opiniones de los críticos. Mélida, por ejemplo, con razones prin-

cipalmente

menos como retocadas y blemas del

(1)

sol, la

luna

y

no como enteramente

falsas,

á lo

adulteradas, las estatuas que ofrecen

em-

artísticas, rechaza,

si

las estrellas,

Promaiades Archéologiques, pág.

63.

copas que arrojan llamas, ser-

PROLEGÓMENOS pientes de extraña figura,

que parecen indicar

según

el rito

levantado

(l).

Por

imaginación del

la figura

griego, con sólo

Tiene re-

falsario.

que está en actitud de bendecir,

dedo índice de

el

contrario, P. Paris estima

el

la

que

no constituye prueba de

los símbolos astronómicos el

símbolo de un carnero, y otros detalles

el

la delirante

sueltamente por apócrifa

387

mano derecha la

presencia de

falsedad,

porque

puede ponerse en duda, y encuentran, por ejemplo, en numerosos cilindros

carácter oriental del arte del Cerro no

estos símbolos se

caldeos. El detalle de estar representado el sol por una figura ro-

deada de rayos,

imagen en

esta

se explica fácilmente por el estelas neo-púnicas,

hecho de encontrarse

y también

ibéricas, entre ellas

dos del Museo Arqueológico de Madrid, que son seguramente de arte

muy

primitivo

proceden,

y

factura indígena. Estas dos estelas funerarias

parecer, de Cástulo. Los Iberos han podido conocer

al

monedas

radiadas por las

las figuras

de Málaga. (Pudo

fenicias

añadir P. Paris que, según Macrobio, los Accitanos representaban la

imagen

del dios

símbolo de

la

Neton por una cabeza coronada de

El

rayos).

media luna se observa en amuletos de bronce

halla-

dos en Portugal y en una moneda de Játiba. Algo más desconciertan al arqueólogo francés el animal fabuloso, fuere, esculpido en relieve sobre

grabada en hueco que lleva llamas,

que

indica

un

una de

las

otra, el carnero

sacrificio.

dragón ó

lo

que

estatuas, la serpiente

puesto sobre

el

vaso de

Pero no se decide á condenar de

plano ninguno de estos objetos, porque ignorándose cuáles eran creencias religiosas de los devotos del Cerro, nos falta

simbolismo

(2).

En

cuanto á

atreve á excluirla, aunque tiano

y moderno, y

el

el

de todas rio,

las piezas

gesto de la

vaso de

riamente á un copón. Pero

estatua que da

la

la

la

la

bendición, no se

mano derecha parezca

el

factura le parece

signo de

la

muy

Las Esculturas

(2)

Essai sur VArt, tomo

(3)

Essai sur VArt, pág.

del Cerro, pág. 91, i,

págs. 208 y 209.

175.

superior á la

taller del falsa-

bendición se halla en numero

sas estelas cartaginesas (3).

(i)

cris-

izquierda se asemeje extraordina-

que conocidamente salieron del

y por otra parte,

la

las

clave de su

PROLEGÓMENOS

388

que envuelven

día lleguen á disiparse las nieblas

Acaso algún

como

historia religiosa del Cerro,

de sus orígenes

artísticos.

ha llegado á

se

la

la

determinación

Pero hasta ahora no se ha exhumado nin-

nueva

otra estatua que nos dé

sobre aquellos primitivos y misteriosos cultos de nuestros indígenas de Levante, sometidos á

guna

influencias orientales

y

Xo hay fundamento para calificar admirable de la Dama de Elche, joya

griegas.

religiosa el busto

de escultura

luz

incomparable del arte ibérico, tan pronto descubierta como perdida para España, aunque no para

contemplarla en

que sol

triste é

la

admiración del mundo, que puede

]Museo del Louvre: compensación, sin duda, aun-

el

incompleta, del destierro en que vive, lejos del radiante

que alumbró su cuna

(l).

Este busto, noblemente

realista,

pero

cuya expresión profunda y concentrada revela una verdadera aspiración ideal, puede ser una sacerdotisa ó una diosa; puede ser fune-

más

rario ó votivo, pero es

verisímil tenerle

por auténtica repre-

sentación de alguna mujer opulentísima, acaso de

la

esposa de un

Los pormenores de este lamentable negocio pueden verse relatados delectación en el libro de P. París, Promenades Archeologiques, morosa con páginas 79-87. Sabido es que el autor fué quien adquirió para Francia el (i)

busto.

Acerca de

Me

la

Dama de

limitaré á apuntar lo

Elche existe ya una literatura bastante copiosa.

más

esencial.

Mélida ÍD. José Ramón). En tercera serie, tículo,

en

que

tomo

es el

i

la

Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos,

(1897), pág. 440,

primero formal sobre

el Boletín de la

Real Academia de

Heuzey (León): Le

acompañado de una lámina. Este arla materia, se reprodujo el mismo año

la Historia,

biiste d' Elche et la

tomo xxxi,

mission de

M.

pág. 427.

En

Fierre París.

los

Comptes-rendus de l'Académie des Inscriptions. Setiembre, 1897. Paris (P.)

numents d' Elche.

sur

et

:

En

l'Arí...,

Hübner

Buste espagnol de

Memoires de la

style gréco-asiatique troiive

la Fondation Fiot,

tomo

Revue Philomatiqíie de Bordeaux

tomo

i,

a Elche.

iv, fase,

et

du Sud-Onest

los MoLa Dame

En

n (1898).

(1899).

Essai

págs. 279 y siguientes.

(Emilio): Die Biiste van

Ilici,

en

el

Jahrbuch des Kaiserlich-Deuts-

chen Archeologischen Instituís, 1898, pág. 114.

Jamot

(P.):

Arts, 1898,

Buste antigüe de femme troiivé a Elche.

tomo

11,

En

la

Gazette des

Beaux-

págs. 239.

Reinach (Teodoro):

La

tete

Eludes Grecques, 1898, pág.

d Elche

47.

au Muse'e du Louvre. En

la

Revue des

PROLEGÓMENOS

389

caudillo ibérico, ataviada con todo el lujo de sus collares

preseas,

y

más refinado y de mejor gusto que el de las estatuas de Yecla, pero no menos pomposo y exuberante, especialmente en el caracterísadorno de

tico

tado en

las

ruedas de

El tipo femenino represen-

las orejas.

piedra ilicitana tiene evidentes rasgos de parentesco con

la

que hoy mismo subsiste en

de Valencia y Murcia, y seguramente procede del modelo vivo, ora le interpretase un artista el

los reinos

griego morador de nuestras colonias de Levante en

de Jesucristo, como creen algunos en vista de

la

v antes

el siglo

perfección de esta

obra, superior á todas las de nuestra plástica; ora fuese obra de

un

escultor indígena, á quien habían llegado los reflejos de las obras

más

gloriosas del arcaísmo griego.

En

el

Museo

del

Louvre

el

busto

como de estilo greco-asiático, y á tal Heuzey y P. París; pero Teodoro Reinach

está oficialmente catalogado clasificación asienten L. insiste

en tenerle por obra pura del cincel griego, y más determi-

nadamente jonio y fócense, puesto que

este origen tenían las tres ó

cuatro colonias existentes en aquella parte del litoral mediterráneo,

siendo Hemeroscopion

con

fica

la

más vecina á Elche, que Reinach

la

Camilo Jullian ha hecho notar, en un interesante estudio

que aunque

los

la

era cristiana, ya en

sido suplantados por los cartagineses,

hasta

sistió

que,

si el

la

histórico,

Focenses habían aportado á nuestras playas, entre

años 620 á 640 antes de

los

identi-

ciudad Herna de Avieno, límite de los Tartesios. Pero

batalla de

535 habían

cuyo dominio marítimo per-

Himera en 480. De aquí deduce

Jullian

busto de Elche es una obra helénica producida entre los

años 500 y 450, no puede ser debida más que «á un meteco fócense, á un hijo de la Jonia vencida, extraviado en tierra bárbara» El

de

la

(l).

mismo Reinach observa, por

Dama

otra parte, que

de Elche no es griego; que

del tocado reproduce fielmente las

la

modas

el

tipo étnico

complicación y aparato españolas,

y que

el collar

es fenicio; lo cual equivale á reconocer en una ú otra proporción los

mismos elementos que en

(i)

La

las estatuas del

Cerro.

Lo que

Thalassocratie Phocéenne, a propos du buste d' Elche.

Hispanique, tomo

v,

págs. 10

1

y siguientes.

En

el

la di-

BulUtin

PROLEGÓMENOS

39^

ferencia de ellas es la incomparable maestría de la ejecución,

sentimiento estético

mucho más

nidad de

la

altanera,

dominadora.

más

lejos

melancólica sere-

que ningún otro arqueólogo en cuanto á

afirmación del hispanismo de esta obra.

Elche

la

el

misteriosa figura, su belleza algo irregular, pero grave,

P. Paris llega la

seguro,

y

libre

y

A

sus ojos, la

Dama de

incontestablemente, una obra ibero-griega, no sólo por

es,

el tipo étnico,

sino por el estilo.

«No

encarnado en esa maravillosa figura

es

un

artista griego el

España de

la

los Iberos,

que ha de

los

Fenicios y de los Focenses: es un español, un escultor indígena, de

de

espíritu libre, á pesar

las lecciones

que había recibido y que

acaso había ido á buscar en los talleres célebres de Grecia; un artista

nacido en la patria

misma de

esa encantadora mujer que su

genio ha inmortalizado. España tiene sí lo

que hay de más

tra» (l).

Xo



si

fiaerte,

estos elogios serán

nos del mal servicio que nos hizo maravillosa escultura, pero

dado

muy

el

derecho de reivindicar para

sabroso y atrevido en esta obra maes-

la

muy

el Sr.

Dama

eficaces para consolar-

Paris,

haciendo emigrar

la

de Elche debe de haber que-

complacida del espléndido homenaje de su rendido ado-

rador.

No

escribimos ahora de historia artística y, por consiguiente,

no nos detendremos en algunos notables fragmentos escultóricos,

donde

se ha reconocido

no ya

Ik

influencia del arcaísmo griego,

sino la del arte de las edades clásicas, sin mezcla de orientalismo

alguno, pero conservando

tendremos en

la triste

el tipo

tura religiosa en piedra.

comúnmente

(i)

Essai sur

(2)

De uno de

l'Art,

(2J.

Tampoco nos

de"

la Bética,

algún rastro más de escul-

Como imagen

de una sacerdotisa ha sido

en otra región de España, en

clasificada

indígena

decadencia del arte bastitano, y buscaremos

tomo

estatua sin cabeza, descubierta en 1833

la

i,

pág. 299.

estos fragmentos,

tro Museo, dice P. Paris (tomo

i,

una pequeña y mutilada cabeza de nues-

pág. 303) que

si

se hubiese recogido este

trozo entre los exvotos de Atenas, de Olimpia ó Belfos, no se hubiera du-

dado mucho en proclamarle griego. Llega á compararle con la cabeza que ha sido adaptada largo tiempo por error á un lindo torso de efebo encontrado en la acrópolis de Atenas.

PROLEGÓMENOS

en

el

es

muy

Cerro de

do de

las

seguro que los paños,

391

Vírgenes, cerca de Baena

monumentos de

los

ni siquiera

personaje sea femenino. La actitud,

el

recuerdan

las

notabilísimo elefante de

la

el

plega-

buenas esculturas del Cerro, y

manos parecen dispuestas para sostener Entre

pero

(l);

el

vaso de

las

las libaciones.

carácter funerario, no debe omitirse el

romana de Carmena

necrópolis

(2),

obra de arte ibérico con reminiscencias púnicas, que nada tiene que ver con los informes animales que en otras partes de España se encuentran.

En

el

Museo

provincial de Sevilla existen dos bajos relieves que

en algún tiempo fueron calificados inexactamente de visigodos, pero

que

P. Paris tiene por ibéricos,

mero representa dos ellas

guerreros; en

el

desnuda, conducen un carnero

fueron descubiertos en el

aunque de

el siglo xviii,

la

época romana. El

segundo dos

figuras,

una de

sacrificio.

Ambos

grupos

al

media legua de Estepa, y en

á

segundo han sido borradas dos figuras obscenísimas, de

un imperfecto dibujo á pluma

trae

Antigua Ostippo y actual Estepa

A

la sierra

la

(3).

las estelas

del Tajo Montero,

(4).

malagueño don

Las piedras encontradas son

primera, dentro de un edículo formado por dos pilastras

de capiteles

corintios,

que sostienen un frontón que

un pájaro y acroteras en (i)

Barco en su obra manuscrita

el ilustre epigrafista

Manuel Rodríguez de Berlanga

En

las cuales

de Estepa pertenece también un descubrimiento más

dadas á conocer en 1902 por

seis.

el P.

y mucho más importante:

reciente

pri-

los

lleva

en

el

centro

dos ángulos, aparece esculpido en bajo

Vid. Boletín de la Real Academia de la Historia, 1902, pág. 516. Anti-

mismo autor Baena (Toledo, 1903),

güedades de Baena, por D. Francisco Valverde y Perales. El volvió á tratar del asunto en su Historia de la villa de

páginas 35 y 36. Necrópolis romana de Carmona. Tumba del Elefante. Por D. M. Fernán(2)

dez López. (3)

por

Sevilla, 1899, págs. 25-32.

Manuscrito que posee en Estepa D. Antonio Aguilar y Cano, citado

P. Paris (Essai,

(4)

Febrero de igoo.

y

ss.

tomo

i,

pág. 33

1).

Descubrimietito arqueológico verificado en el Tajo Motttero

En

la

queólogos.

En

la

Revista de ArcliivoSy 1902.

á principios de

— P. Paris, Essai sur FArt,

interpretación de algunos pormenores difieren

i,

mucho ambos

332 ar-

PROLEGÓMENOS

392 relieve

un hombre desnudo, cuya

mera, de

cual pende un carcaj.

la

La segunda

en dos pedazos, nos presenta, según dos tañedoras de

de

porque

ellas,

la

muy

un arco y una pal-

interpretación de Berlanga,,

En

maltratada.

la

mano

derecha, aplicado

como de imponer

silencio.

pequeño que parece

ser

al

En

quedado intacto

mano

estelas,

dos, presentan cabezas varoniles, de barba

mano

Hay

das juntas dos cabezas de

poblada, laurel,

otra piedra en

Annia

inscripción latina se conserva:

re-

el

y

larga

y

y apoya

la

que están grabase

han

altar.

Estas piedras han formado parte de un

Han

muy

hombre y de mujer. Finalmente,

encontrado restos de un pequeño

solvit.

en

otro, puesto

mucho peor conserva-

coronada de

ellas está

izquierda sobre un cetro.

índice

izquierda tiene un animal

un ratón, y enfrente

Una de

el

labio inferior, está haciendo señal

la

borde del nicho. Dos fragmentos de

rizada cabellera.

á una

tercera piedra,

un busto de mujer, esculpido en una especie de nicho. Con la

fondo

estela, dividida hoy-

rota también transversalmente en dos partes, ha

de

el

menos no cabe duda en cuanto

flauta: á lo

la otra está

En

figura está mutilada.

del edículo, á derecha é izquierda, se distinguen

monumento

Sept'miia

sido presentados, por consiguiente,

voti\-o, cuj'a

votum animo

como

libens

ofrendas en

el

templo de alguna divinidad cuyo nombre ignoramos. Las figuras representadas se prestan á varias conjeturas, y parecen corresponder á cultos diversos. Las dos cabezas \'aroniles, especialmente la del cetro, son

de Hübner, P. París

si

de Júpiter, según bien

él

opinión más probable, que es

mismo ha pensado también en

en Neptuno, y Berlanga en

El dios de

dama de

la

los

el

dios oriental Baal

la

Esculapio,

Hamraón.

palmera es Apolo con sus atributos ordinarios. La

ratones parece tener más misterioso sentido, y revela

influencia cartaginesa, puesto

una

la

estela votiva

que

el

mismo animal

se encuentra

en

de Cartago.

El busto de Estepa, que está coronado de laurel, puede ser de

una diosa ó de una sacerdotisa adscripta era

como

el

al culto

de Angerona, que

paredro ó duplicación femenina de Horo Harpócrates»

divinidad egipcia del silencio, transplantada

un extraño sincretismo en

esta figura,

por no ser puramente egipcia,

que

al

panteón griego.

P. Paris califica

ni cartaginesa, ni griega,

Hay

de ibérica^ ni

romana.

PROLEGÓMENOS Estas esculturas pertenecen

al siglo

ner deduce de los caracteres de

ii

393

de nuestra

era,

Pero

la inscripción.

según Hüb-

rior

y

en que

el estilo

muy

fueron ejecutadas las enlaza con una tradición artística

ante-

y más griega que romana. El benemérito historiador del arte de la España primitiva llega á considerar las piedras

la industria

de Estepa como «un

de donde

Con

salió la

ser tan

filón

apenas contaminado de

numerosos é interesantes

ibérica (l), son

mina preciosa

la

dama de Elche.»

sumamente escasos

hasta ahora se han descubierto.

La

los restos

de

la

cerámica

de barro cocido que

los ídolos

coroplastia,

que en Grecia y en

Roma surtía á los pobres de imágenes de sus dioses, parece haber sido muy poco culti\-ada por nuestros indígenas, que prefirieron siempre

las figurillas

de bronce. Aunque

mayor parte de

la

los

obje-

de barro descubiertos en España sean de importación y pertenezcan á la época romana, Hübner admite la existencia de fábricas tos

indígenas

y

dice que en Tarragona existen algunos

de un carácter local bastante antiguo

El desarrollo de

(i)

sigue paso á paso,

En

la

(2).

muy

El actual catálogo del

cerámica ibérica (prescindiendo de

como ha probado

sencillos

P. Paris, el

de

la

la

y

Mu-

prehistórica)

cerámica de Micenas.

algunos vasos ó fragmentos de vasos procedentes del Cerro del Amarejo

(cerca de Almansa) se han notado siiástkas ó cruces

gammadas,

soles forma-

dos por un círculo y líneas radiantes, y una especie de astro, que tiene por cabeza una espiral ornada de crestas y termina en cola serpentina como si ,

quisiera representar un cometa, todo lo cual tiene

tido simbólico. Pero ni de ésto, ni de

la

fauna y

probablemente algún sen-

la flora fantásticas

que deco-

ran otros barros, especialmente los notabilísimos de Elche, ni de las rarísi-

mas

é informes representaciones de seres humanos, que se encuentran en

Meca (reino de Murcia) y en un curioso fragmento Museo de Tarragona (núm. 2.568), puede sacarse gran consecuencia para

otros de la acrópolis de del

nuestro estudio, puesto que todos ó casi todos estos temas decorativos tienen similares en la cerámica de los pueblos clásicos (vasos de Micenas, vasos italiotas,

proto -áticos, proto-beocios,

sudsiica,

de origen oriental

sin

etc.),

á quienes imitaron los nuestros.

duda, es un elemento

muy

usado en

la

La

deco-

ración griega primitiva. Los leones y perros, con un pájaro en la espalda y otro entre las patas, se encuentran lo mismo en los vasos de Elche

que en los peines cartagineses descubiertos por Bonsor en Carmona. (2)

La

Arqjieología de España, pág. 267.

los Alcores

de

PROLEGÓMENOS

394

seo de aquella ciudad (núm. 2.584) sólo menciona uno que repre-

senta una cabeza de toro cubierta de vendas,

como para

sacri-

el

Lleva dos letras que, sin razón, se han supuesto ibéricas, y muy bien ser latinas. Más importancia tienen, y segura-

ficio.

pueden

mente son más antiguas, una cabeza de hombre con largas orejas

y

nariz

tuita

prominente ^(exvoto del Cerro de

de una Diosa Aladre (Academia de Paris) por el asunto,

sante (dice P.

ó griego, por nica»

los Santos)

es

puramente

intere-

oriental

y también por

tipo arcaico del semblante,

el

esta-

la

«muy

la Historia),

que

y

la téc-

Esta imagen conserva rastros de pintura y está tratada

(l).

en bajo relieve. Pero

más curioso que

lo

hasta ahora conocemos

de este género, son algunas máscaras femeninas procedentes de las

excavaciones de Cabeza del Griego,

y que parecen haber

ser-

vido de antefijas en la decoración de algún edificio, acaso de un

templo.

La riqueza metálica de tiempos

muy

la

Península ibérica

y su explotación desde

antiguos, explica Ja abundancia de idolillos de bronce

y alguna vez de plomo. Los que parecen más primitivos son de ejecución tosquísima y compiten en barbarie

es

que no

los

las

estatuas

de

(si

exceden) con los cuadrúpedos de piedra y con

guerreros lusitanos. Representan figuras humanas, generalmente

desnudas, de hombres y mujeres, algunas andróginas con

ambos

cación de

sexos, sin símbolos, inscripciones ni ornamentos

de ningún género detalles,

Sin entrar en monótonos y repugnantes

(2).

basta mencionar,

plomo de

Jumilla,

Bermúdez

(3); el

(i)

Essai sur

(2)

Hübner

considerando

como

106.

de

Lozano y por Ceán Larrumbe ó de Gulina, con-

verisímil

que

fijaron la ateación

en estos

ídolos,

que fuesen producto del arte indígena más la

anti-

Academia de Ciencias de Berlín (Ary

1865, pág. 59).

(D. Juan): Historia antigua y nioderna de Jumilla (Murcia, 1800;,

Los caracteres

probablemente

/¿«/í/í7j que,

según Lozano, tenía

el ídolo, serían

ibéricos.

Ceán Bermúdez hay en España,

serie, el ídolo

l'art, n, 146.

chaeologische Anzeiger, 1864, pág. 282,

página

de esta

descrito por el canónigo

fué de los primeros

muy

Lozano

tipos

ídolo de bronce de

guo. Véanse sus comunicaciones á

(3)

la indi-

(D. Juan Agustín):

art. Jumilla.

Sumario de las antigüedades romanas que

PROLEGÓMENOS servado en

menos

el

Museo de Pamplona

bestiales del

395 otras

(l);

cuatro figuras no

Museo Arqueológico de Madrid Evora y

é informes bronces de

;

dos pequeños

Lisboa, publicados por Cartailhac

(2);

otro de la colección de D. Antonio Vives, en que se ha creído ver

representación de Neton,

la

ídolo andrógino de Granada,

do

el

dios lusitano de la guerra (3);

que dio á conocer D. Antonio Delga-

Academia de

(4); otros cuatro análogos del gabinete de la

Historia; seis del

Museo de Lisboa y dos

todos por Hübner

Al grupo de

la

del de Evora, catalogados

(5).

las

monstruosas figuras femeninas pertenecen dos de Ubeda

bronces encontrados en

la sierra

Madrid, notables por

enorme de

tura,

el

lo

procedente de Portugal

y

(7),

(6);

dos del Museo de

cabeza; una horrible carica-

la

Venus

cierta

ibérica hallada

en Almendralejo. Otra imagen de mujer, que lleva una especie de

diadema y aprieta sus pechos con

las

dos manos

(8) es

curiosa por

su semejanza con las Diosas Nodrizas del arte caldeo, que adopta-

ron y propagaron los fenicios

Taillebois (Emilio):

(i)

(g).

Deux objets d' aft

ibérique.

(En

el

Bulletin

monumen-

áe Caen, 1890, y en el Boletín de la Comisión de mommientos de Navarra, 1895, pág. 77.) Vid. también Mélida (D. J. R.): Revista de Archivos, 1897, pági-

tal

na

152, y 1900, pág. 76. (2)

E. Cartailhac: Ages pi'éhistoriqíces de V Espag7ie,

(3)

Mélida:

La

colección de brofices antiguos de

figs.

430 y 431.

D. Antonio

Vives. (Revista de

Archivos, 1900, pág. 73.)

Nuevo método

(4)

página (5)

de clasificación de las medallas autónomas de España,

t.

i.°,

CL.

Die antiken Bildwerke

i?i

Madrid, págs.

217, 334, 337,

con

las figuras

correspondientes. (6)

en

la

Formaron parte de

rra de Úbeda. (En (7)

la

colección del general Ezpeleta y figuran hoy

de D. Antonio Vives. Vid. Mélida, ídolos la

Ages préhistoriques,

fig.

432.

Hay

á éste, publicado por Salomón Reinach,

otro

La

pequeño bronce muy semejante sculpture en

fiuences gre'co-romaiítes, en IJ Anthropologie, 1895, (8)

Pertenece á

ibéricos encontrados en la Sie-

Revista de Archivos, 1899, pág. 98.)

la

fig.

Europe avant

les in-

257.

colección Vives, y ha sido publicada por Mélida, Revis-

ta de Archivos, 1900, pág. 75, lám. iv. (9)

De

los idolillos orientales

de este tipo

trata

especialmente León Heu-

zey en su Catalogue des figurines antiques de Ierre cuite du Louvre (págs. 32 y

ss.).

PROLEGÓMENOS

395

Además de

desnudas existen otras, encerradas,

las figuras

á la

manera de los xoajza griegos ó de los pequeños Hermes, en una caja ó vaina. Estos ídolos tienen los brazos pendientes

y

las

piernas

estrechamente juntas, y están envueltos en una vestidura sin pliegues. El cuerpo apenas está modelado, pero

el artista

en marcar con toda precisión los órganos sexuales.

que todas

estas groseras representaciones

y

otras

puso cuidado

Xo hay duda que hemos de

encontrar todavía, corresponden á un culto naturalista de

que ya hemos

ración,

en

visto manifestarse

la

la

gene-

época prehistórica.

Otras estatuitas pueden tener diverso sentido.

En una encontrada

cerca de Puente Genil se ha creído reconocer una ^Minerva, y de el arte de Troya y de Alicenas (l). Un preMuseo de Madrid, procedente sin duda de Murcia,

todos modos recuerda cioso bronce del

conserva su grave

la

forma de xoanoii

,

pero

la

cabeza mitrada de

y aun melancólica expresión,

la diosa,

pliegues regulares

los

y

simétricos del traje, establecen evidentemente su parentesco con las estatuas del

A

un culto

Cerro

local

(2).

debe de pertenecer otro

adornado

lencia, el cual tiene

el

idolillo

hallado en Fa-

vientre con una serie de círculos

concéntricos y de rayas, que se encuentran también en fíbulas de

misma

ciudad. Prescindo de otros tipos aislados

y más ó menos

la

sin-

y tampoco entraré en la ardua cuestión de decidir si son ibéricos, como sostiene P. Paris, los bronces calificados de sardos

gulares,

en nuestro Museo Arqueológico, que representan guerreros desnudos ó vestidos, con casco cónico, pequeña rodela, y en actitud de blandir la lanza con

la

mano

cintura un puñal ó sable corto,

un numen de cornudos y

y en cambio las estatuas

guerra.

la

las

derecha. Cuatro de ellos llevan á

En ninguno de

ellos

aparecen los cascos

extrañas armas características del estilo de Cerdeña,

es innegable la semejanza de los escudos con los de

de

los

guerreros lusitanos, y

fragmento escultórico de Elche: (i)

la

y todos parecen representaciones de

la

de

los sables

con un

lo cual da cierta verisimilitud á

Juntamente con esta estatua se encontró una moneda

fenicia

la

de Gadir.

Vid. Mélida, Revista de Archivos, 1S97, pág. 146. (2)

funto

Núm. I).

18.537

fiel

catálogo del Museo. Procede de

Eulogio Saavedra, que

la

formó

casi toda

en

la

la

colección del di-

región murciana.

PROLEGÓMENOS opinión del profesor de Burdeos dios de nuestra mitología el

que

nes hayan querido ofrecer á

la

397

sea

(l),

Neton ó cualquier otro

los artífices

de estas toscas imáge-

piedad de sus devotos.

Otro pequeño grupo de bronces hispánicos, cuyo carácter gioso parece demostrado, es

el

de

sacerdotes, que presentan abiertas

como

tud hierática,

y extendidas

al

cación ritual

(2).

Las

las

manos en

mantos y

desconocer

ififluencia del arte greco-asiático del Cerro;

como

ces,

el

signifi-

de tipo femenino abundan mucho

estatuitas

tiaras, mitras, collares,

la

acti-

pueblo; y aun otras que hacen,

más, y en sus

ejecución es siempre

reli-

probablemente de

un gesto obsceno, pero que puede tener alguna

parecer,

al

dirigiéndose

figuras,

las

mucho más

velos, es imposible

pero

la

bárbara, aun en los mejores bron-

que pudiéramos llamar

« la

dama

del

capuchón

(nú-

»

mero 3.515 de nuestro Museo, procedente de la colección del marqués de Monistrol). Es muy probable que todas estas efigies sean de sacerdotisas, y desde luego

que posee

el

académico de

lo es una,

de cierto valor

quísima é incomparable colección de bronces ibéricos

que no carece de elegancia, ofrece con

rilla,

de

las

pite

libaciones. El

ademán

artístico,

Historia D. Antonio Vives en su

la

religioso

de

las

también en cuatro estatuas de mujeres, una de

ri-

Esta figu-

dos manos

manos

las

(3).

el

vaso

abiertas se relas

cuales pre-

senta en su indumentaria ciertos detalles que vagamente recuerdan el

espléndido atavío de

La

la

Dama

de Elche

serie zoológica está representada

caballos

y

jabalíes, á los cuales

(4).

en estos bronces por toros,

pueden añadirse algunos carneros y de

cabras; una curiosa pantera de Puente Genil (bronce incrustado plata)

que puede ser de origen exótico, y algunos otros animales tan

(i)

Essai

(2)

Dos

S7ir

Vart^

11,

estatuitas del

corresponden

al

págs. 164 á 167.

Museo Arqueológico, y una de la colección Vives, manos abiertas. Una del Museo del Louvre, pro-

tipo de las

cedente del Cerro de los Santos, presenta

el

extraño gesto indicado, que se

repite en algunas otras. Vid. P. Paris, Bulletin Hispanique, 1900, pág. 133. (3)

Publicada por Mélida, Revista de Archivos, 1900, pág. 15Ó, lám.

hallada en (4)

la

v.

Fué

provincia de Valencia.

«La oferente (hace notar Mélida) lleva mitra, se adorna con gruesas

arracadas (iorques) y dos collares, el inferior con

el

colgante.»

PROLEGÓMENOS

398

groseramente modelados que no es pecie

Apenas hay entre

(I).

miende por verdaderas condiciones toro de Lisboa

(2),

identificación de su es-

fácil la

estas figurillas ninguna estéticas, á

la

ser el magnífico

«obra sincera y robusta, que evoca

del mejor arcaismo griego», según P. Paris; jabalí

no

que se reco-

recuerdo

el

y en menor grado un

de nuestro Museo Arqueológico (10.349), que formó parte de

antigua colección de

Biblioteca Nacional;

la

y quizá un

de bronce de Alcobaza, que Leite de Vasconcellos reduce á

romana

muy Los los

Pero todas estas

(3).

lejos

toritos

de

piezas,

aun

las

barbarie de los cuadrúpedos de piedra.

la horrible

Santos parecen exvotos; y la

época

más imperfectas, están

que en gran número se han encontrado en

más frecuente que

perrito la

la

Cerro de

el

representación de este animal,

de ningún otro, es nuevo indicio de su

culto,

que con gran verisimilitud puede reconocerse en España desde edades más remotas los caballos.

Después de

Son mucho más

ejecución suele ser la

(4).

Academia de

la

raros los cerdos

menos vulgar

(véase,

Historia, hallado

en

de bronce sólo se han encontrado en

de Cáceres. Por

que

la

jabalíes,

por ejemplo,

el

pero

la

que posee

la

provincia de León). Cabras

el

Alemtejo y en

el

término

inscripción latina que esta última lleva, consta

fué ofrecida á la diosa Adaegina,

ginas

y

las

en mayoría

los toros están

ya mencionada en estas pá-

(5).

Entre

los

bronces ibéricos de directa imitación griega ó romana,

que en general son obras mediocres, pesadas y sin carácter, importan para nuestro fin una Minerva de Mallorca, que algunos supo-

nen de importación etrusca

lo

(i)

Vid. P. Paris, Essaí,

(2)

O Archeologo portuguez,

11,

(6);

lo cual

t.

v,

pág. 345, Insignia de bronce antigua; artícuel

bronce como enseña de una legión

parece que no lleva camino.

(3)

O Archeologo portugiiez^

(4)

Véase

lo

y

pág. 196-208.

de Gabriel Pereira, que considera

romana,

otra evidentemente indígena

v, pág. 8, fig. 4.

que hemos dicho

al tratar

de

los

bronces prehistóricos de

Costig(págs. 215-217).

Diodoro Sículo afirma que en Iberia sagrados, y lo enlaza con

el

las

mito de Gerión

vacas eran tenidas por animales (vid. supra,

pág. 304).

(5)

Vid. pág. 350.

(6)

Colección Vives. Vid. Revista de Archivos, 1900, pág. 70.

PROLEGÓMENOS

399

bastante bárbara, que apenas conserva del tipo clásico de Palas

Atenea más que es

los atributos del casco, la lanza

pequeño como

figurilla (quizá

de los guerreros lusitanos

el

amuleto) del

dad Real), que por

Campo de

la actitud

dios

el

del silencio,

con que tapa

Museo Arqueológico (núm.

catura del

Amor

importancia.

Muy

Roma

el

{3),

España

Ange-

es

un

(2);

ridículo

2.667), . Esta hipótesis aventurada, pero lo que resulta claro es que

el arte

parece

muy

del hábil orfebre,

estas fajas, era un arte compuesto y modificado en España con elementos de varias procedencias, predominando siempre

que labró

lo

mismo que en

y en nuestra cerámica. restos arqueológicos enumerados hasta

ahora, se agru-

la influencia del arte

egeo y del griego arcaico,

nuestra escultura

Todos pan bajo

los la

siquiera la

denominación general de

mayor

tribus indígenas de la Península, sino asiáticos

ibéricos,

no porque todos,

ni

parte, pertenezcan original é íntegramente á las

porque

los

elementos greco-

que se manifiestan en estos primeros ensayos de nuestra

cultura, aparecen transformados por

una elaboración más ó menos

consciente, pero que revela instintos de raza. Conviene separarlos,

por consiguiente, de artísticas

los

Sorprende á primera

(i) ie

En

productos de importación y de

debidas sin género de duda á vista

carta á Schlumberger,

las

colonias fenicias

las

y

que sean tan raras entre nosotros

que este publica en su estudio de

la

Arcluologique.

Menékdez r

obras

griegas.

V'EX.^xo.—Htterodoxos.

1.

26

las

Gazet-

PROLEGÓMENOS

402 relia uias

de

la civilización fenicia,

que tan profunda huella marcó

en nuestra historia primitiva, y cuya influencia hemos tenido que reconocer tantas veces. Los fenicios, descubridores de España y de las Baleares,

fundadores de Cádiz, quizá en

el siglo xi

civilizadores del valle del Guadalquivir y del

litoral

antes de Cristo,

de

los Bástulos

(Malaca, Sex, Abdera...), primeros explotadores de nuestra riqueza

monumentos de su larga dominación comercial en el país que por ellos recibió el nombre bíblico de Tarsis (l). Todavía en iSSS podía escribir Hübner: «Xada de arquimetálica, apenas han dejado

tectura fenicia se conserva en la Península.

cimientos

muy

grandes de

En

Cádiz se observan

edificios, construidos

sobre

la

roca ba-

declamaciones retóricas de los historia-

tida por las olas. Pero las

dores de Cádiz, antiguos y m.odernos, que en ellos reconocen

templo de Hércules, y

el

otros edificios de este emporio célebre de la

colonización fenicia, no se fundan sobre investigaciones detalladas

y planos esmerados de estos restos, y por ello no nos enseñan mucho (2). A un Schliemann del porvenir está reservada la tarea de Sin entrar en la espinosa cuestión de Tarsis-Tarteso, y de las flotas de (i) Salomón, en que con tanto afán se ocuparon los eruditos antiguos, tales

como

Aldrete, el P. Juan de Pineda, Bochart, el obispo Huet, el

Mondéjar, los autores del Diario de

los Literatos, los

Marqués de

PP. Mohedanos, Masdeu...

y que modernamente han tratado, entre otros, Movers, Die Phoe?iizier in Cades und Tjirdeianien, en la Zeitscimftfür Philosophie und katholische Theologie, y F- Lenormant, Tarchisch en la Rcvue des questions hisioriques^ Julio de 1SS2, y Les Origines de V Histoire, París, 1884, tomo 11, segunda parte, paginas 86- 16; baste consignar que son muy pocos los exegetas que dudan de que 1843;

1

se refieran á la

España

segundo de

los

Paralipómenos, y de

se lee en

el

texto hel^reo

varon

Setenta y

los

(2)

Algunas de

la

fenicia los textos del libro tercero

el

las

nombre de

de

los

Reyes, del

profecías de Isaías y Ezequiel, Tarsis,

aunque no siempre

donde

le conser-

Vulgata.

las noticias

consignadas por estos historiadores no son de

desdeñar, sin embargo, especialmente las de los más antiguos.

Agustín de Horozco escribía á fines del siglo xvi: «A doce millas desta ciu-

dad en i

lo oriental della dicen

que estaba este famoso templo (de Hércules),

pues quatro millas valen tanto como una legua española,

i

doce millas hacen

tres leguas, tengo por cierto que este templo estaba cerca de donde agora es el castillo i puente de Suazo, junto al qual por todo aquel sitio he yo visto

algunas cuevas

i

soterraneos con muchos cimientos, paredes

i

argamasas

PROLEGÓMENOS

403

descubrir los vestigios del gran templo de Hércules en Cádiz, 6 las

En

construcciones púnicas de Cartagena.

fortísimas, fraguadas dellas

de

que

lo

se labra

con

ladrillos

i

y en

Alálaga, en Cádiz

muy

casquillos de texas

en esta edad, todo como rastro de aver estado

diversos

allí

grandes

edificios...

»Alguno3 que an tratado desta ciudad,

que cerca

dezas, dicen

por

los

d05.

en

marineros calles,

personas,

i

i

i

en aposentos. Esto

por eso he deseado saber

buen fundamento para darle

crédito,

toda

el

i

i

los edificios,

pos

ha,

i

que cayeron

(o sea

dellos,

i

se

sumergieron en

el

i

lo

que en

la i

de fortaleza en forma de arcos, paredes

i

muy

descom-

agua tantos años

gastado de tierra ó piedra flaca de

i

«Dicese almadrava de Hércules torre,

i

antigua,

que entre

los

el

lo

i

tiem-

que fueron,

hondura y centro del agua, dice le parecieron edificios, será lo que

de resistencia, pudiendo ser en tanta cantidad i

deshace

los

braveza del mar, que aqui es mayor que en

quien quiera) que vio

agua ha entresacado

duro

con aten-

si

partes de recias murallas que se an

no podrán agora estar en forma que demuestren

que aun aya señal

i

paréceme que carece del

i

que quaiquiera que hiciere buen discurso se persuadirá á creer

que

pescador

gran-

praticar a muchas mas no he hallado ningún

quan en breve luego en cayendo

continuo movimiento

la isla,

i

mesmo he oido

lo cierto;

i

ción se mira a los grandes peñascos

pone

de sus antigüedades

escrito

pescadores, quando es baxamar, algunos edificios forma-

en casas

caido en mis dias,

i

della en sus baxios a la parte del poniente son vistos

lo

la

ni el el

que es más fuerte

deshecho, que dexe lo

cimientos...»

i

almadrava desta

moradores de

isla,

la isla

por una pequeña

desta comarca con-

i

serva este nombre. Al pie, y cerca della, se an hallado en nuestros dias algunas piedras

i

monedas con

la

figura de Hércules

dos atunes.>

i

Historia de Ja ciudad de Cádiz, compuesta por Agustín de Horozco (publicada

conforme á una copia de D. Bartolomé

J.

Gallardo). Cádiz, 1845, págs. 25,

189 y 195.

«Muchas ruinas se veen por toda en cia,

los escriptores.

son

las

Entre estas

que oy vemos en

la

las

esta Isla,

pero dellas no hallo memoria

que muestran mas grandeza y magnificen-

parte Occidental, entre

hermita de Santa

la

Caterina, y la casa, que llaman de Folugo; cuyos dos edificios son términos

de aquesta gran obra. Su forma es oval pies,

muy

prolongada: tiene de largo 1.200

y de ancho 400, está hecha de quatro murallas, que

otras,

y hazen

la

las

unas ciñen á

las

forma que emos dicho. La primera es de quatro pies de

gruesso, fabricada toda de sillares quadrados;

la

segunda de dos

pies,

y otro

tanto terrapleno; la tercera de tres pies de gruesso, y el terrapleno de otros tres; tras esta está

un ancho terraplén de diez

de cuatro pies de gruesso, que

que

el

gruesso de

las

es

la

última por

pies, la

y una pared que

lo ciñe

parte de dentro: de suerte

murallas con los terraplenos, hazen veynte y ocho pies.

PROLEGÓMENOS

404

demás

las

colonias de la costa meridional,

tos del arte semítico... El día en

Por

el

lado que mira

tampoco

liay restos cier-

que se descubriera

el

primer

mo-

Norte se señala una entrada y puerta que cae sobre isla el Occeano. No se puede averiguar con cer-

al

una caseta, que haze en esta teza,

qué

edificio fuesse éste...

porque no

se descubre

mas que

los cimientos,,

y a trechos algunas paredes, todo caydo y desfigurado.» Gra7idezas y ajitigüedades de la isla y ciudad de Cádiz... Por Joan Baptistode Salazar, Racionero

eti

Sania Iglesia de

la

Cádiz... Cádiz,

por Clemente Hi-

dalgo, 1610, pág. 133.

No sabemos

si

aunque

se trata aquí de una construcción realmente fenicia,

D. Adolfo de Castro (Historia de Cádiz

y

szí

provincia, Cádiz, 1S58, pág. 10 1)

lo

da por seguro. Pero algunos de los sepulcros de que en otra parte habla

el

mismo Suárez de

geo fenicio como

Salazar, indican

los hallados

tenían por costumbre o religión no

pequeñas bobedas, puesto

el

que en su tiempo se descubrió un hipo-

en nuestros

«De aqui

días.

quemar

los

que en

esta Isla

rostro á este templo

(el

de Hércules): como que

tuviessen depositadas todas sus esperanzas. Assi lo he observado en

alli

chos sepulcros antiguos, y aora

zanxas para un

e7i

estos dias en

lienzo de muralla, que se haze

á

mu-

míos que s6 hallaron abriendo

la

Puerta de Tierra, donde se

vian los cuerpos convertidos en un subtil polvo, pero en forma de un algo denegrido; v con algunos huessos, de

en

sus difuntos, los enterraban

que con

madero

facilidad se colige la pos-

tura del cuerpo» (pág. 185).

«Entre los muchos sepulcros antiguos que cada día se descubren en Cádiz,, ellos: los unos y no mas ordinarios son en forma de obra mosayca tosca, o labrados de piedra de

he visto tres diferencias de de aljibes la

mesma

muy pequeños isla

sin

mezcla

ni otro

zulaque alguno, no mayores de aquello

que puede ocupar un cuerpo humano. Estos sepulcros eran proprios de los que no acostumbraban quemar sus difuntos... De donde parece que esta

manera de sepulcros que en Cádiz dores,

como Fenices de

se halla, fué de sus

político a los Egypcios, o de aquellas familias antiguas,

bidos los ritos

mas antiguos mora-

nación, y tan parecidos en su religión y govierno

Romanos, guardavan todavía

la

que después de

reci-

costumbre de sus mayores»

(pá-

gina 290).

«La ultima forma de

los sepulcros

que en Cádiz se

hallan, es

mas

particular

y notable. Son tinas bóvedas labradas de buena cantería debajo la tierra, enluzidas las paredes de tina cal muy blanca y lustrosa, de catorze pies de largo,

ancho y de

alto.

Por

siete

la parte interior tietien abiertas en el gruesso de la pared

chas tacas a media vara del media vara de hueco.

En

suelo,

de

mu-

unas en contra de otras, y todas de no mas que bobedas se hallan muchos carbones, y

el suelo de las

huessos de estatura grande, y al rededor algunas losillas con sus inscripciones.

En

algunas de las tacas que hemos dicho, están huessos

muy pequeños

sin señal

4O5

PROLEGÓMENOS

Tiumento cierto del arte fenicio en España, formaría época en arqueología peninsular»

la

(l).

Este día iba á llegar más pronto de

lo

que Hübner pensaba, ó

más bien había

llegado ya, aunque sólo le alcanzó la noticia para

aprovecharla en

las

mente, en

paraje llamado

el

En

últimas páginas de su libro.

Punta de

Cádiz precisa-

un

la Vaca, había aparecido

magnífico sarcófago antropoide de mármol.

En

otra

tumba cercana

se habían encontrado amuletos y alhajas de indisputable origen

que evidenciaban más y más

nicio,

Hübner afirmó desde

el

fe-

carácter de aquella necrópolis.

luego, sin vacilación, que

el

sarcófago era ante-

y pertenecía á la Gades fenicia, pudiendo colocarse aproximadamente en el siglo v antes de nuestra era.

rior á la época cartaginesa,

de cenizas ni carbo7ieSy

sÍ7io ellos alli

amontonados y

limpios, sin inscripción ni

titulo alguno» (pág. 294).

algunos vasos sepulcrales, a vueltas de los huessos y cenizas, se hallan en

'S.E71

esta Isla joyas de oro

mas particular que tada en

él

una

y plata,

desto

tal como zarzillos, collares, anillos y manillas...

ha venido a mis mauos, ha

cornerina, en la qual se ven dos

se leva^itan dos espigas^ (págs. 314 la

sido

manos

tm

anillo de

Lo

engas-

o?-o,

asidas, de entre las cuales

y 315). Aquí un tosquísimo grabado con

joya.

En cuanto rea,

á las ruinas de antiguos edificios que se descubrían con la

ma-

no se muestra tan incrédulo como Agustín de Horozco: «Lo que se com-

prueba con

lo

que afirman todos

los

que cruzan este mar, que por

del Mediodía, estando el agua clara, se ven

debaxo

della

una legua

la

parte

a la

mar

y ruynas, buenos testigos de lo que el Océano ha ganado por esta parte, y gana cada día como lo vemos» (pág. 12). «Dizen los pescadores, que estando el agua clara ven una legua a la mar edificios,

grandes ruynas de murallas, y en especial una portada tuosa a

la

muchos

muy

grande y sump-

parte del Mediodía: y no es cosa desproporcionada; pues oy

aljibes

de

los

que hemos dicho muy metidos en

la

vemos

mar, los quales es

cierto fueron fabricados bien lexos della>' (pág. 128).

Suárez de Salazar era un erudito formal y prudente, que ha merecido

los

elogios de Dozy, el cual dice de su libro que «aunque antiguo está escrito

con cuidado, y puede consultarse fructuosamente» (Rccherches, 3.^ ed., t. 11, apéndice, pág. xcvii). De las antigüedades del templo de Cádiz discurre con

más plenitud de noticias y mejor crítica que ninguno de sus sucesores, sin al mismo Mondéjar, que dedica íntegra al asunto la disquisición diez

excluir

y siete de su Cádiz Phenicia. (i)

La

Arqueología de España, pág. 222. Vid. también págs. 257 y 25S.

PROLEGÓMENOS

406 Nuestro Berlanga fué

primer arqueólogo que estudió

el

el

sarcó-

cuando todavía conservaba claros restos de pintura que luego

fago,

han ido desvaneciéndose, y hace de él la siguiente descripción (l). «Ocupaba el sepulcro mayor, que era el que estaba más al Oeste» una arca de mármol blanco, no tan grande de

misma forma que

la

la

de 1855 y conservada en

»La tapa de

la

esta arca funeraria,

representativa del difunto;

cado sobre tando todo

que

al

el

que se

diferencia, sin

la

cara

boca y

muy

de piedra gaderitana, es ella

muy

estaba esculpida

bien formada;

cuidadosamente arreglado,

la frente, la

la

cubierta de toda inscripción sepulcral.

na del más detenido examen. Sobre

da, el bigote

pero

fina labor,

Louvre, que guardaba los despojos

el

mortales de Esmunazar, rey de Sidón, de

embargo, por carecer

de tan

ni

descubierta cerca de Sayda en Enero

el

la

la

barba

los ojos bien caracterizados, presen-

rostro un conjunto tan armónico

al original; tal

riza-

pelo profusamente colo-

y

natural á la vez,

contemplarlo no queda duda que debió ser un trasunto

parecido

dig-

imagen

es la expresión

máscara inanimada. Sigue luego todo

y

la

muy

movilidad de aquella

cuerpo apenas perfilado y como envuelto en una túnica, que bajando de la cabeza, sólo deja al

el

descubierto los brazos, las manos y los extremos de los pies. Di-

chos brazos aparecen apenas delineados en izquierdo sobre

el

pecho, oprime con

á un corazón humano; extendiendo

costado y descansando sobre rrar con la diestra

en

la

piedra,

como

el

derecho á

redonda, que

ni !a

el

canto de

la

de aquel

lo largo

lado, figura aga-

que no

está

que parece corazón, sino pintada sobre

hecho desaparecer aún. También

do pintado

laurel,

el

algo que se parece

muslo del mismo

grabada

ella,

con-

monumento algfunas hohumedad ni la intemperie habían

servándose aún visibles cuando examiné jas trazadas á la

mármol; recogido

la siniestra

el

una ancha corona de el

el

me

el

dijeron que se había conserva-

suela del calzado con

que se quiso repre-

sentar á aquel personaje, aunque por mi parte no logré notar la huella dé (1)

tal

pintura, ni distinguir dibujadas las correas, que debie-

El Nuevo Bronce

de Itálica, Málaga, 1891, págs. 295-296. Este estudio

del Dr, Rodríguez de Berlanga sobre los SepiilC7-os antiguos de Cádiz se había

publicado antes, aunque menos completo, en

Borges de Figueiredo, Lisboa, Marzo de 1888.

la

Revista Archeologica de A. C.

PROLEGÓMENOS ron

fijar

aquella especie de sandalias al pie,

debajo de

la

desnuda y bien conservada.

los pies

y algunos

tanto la punta de la nariz

»Se ha de notar, en el

bien pudieron estar

si

indicada túnica, que sólo dejaba ver en la escultura la

parte extrema de

venido

^OJ

escultor

detalles

de

Xo

lo estaba

los ojos...

tapa de este sarcófago, que sobre

la

marcando desde

hombros

los

del cuerpo, los contornos de los muslos

y

las

las líneas

ella

ha

ondulaciones

de

las piernas,

representando un cadáver cubierto con cierta especie de túnica ó

y no una momia liada con largas y manos y dando al cuerpo la rigidez de sudario

cede en

»La

la inferior

ocultando los brazos

las líneas rectas,

como

su-

sarcófago de Esmunazar.

la escultura del citado

caja

fajas,

de mármol gaderitana estaba compuesta de dos partes,

de una sola piedra, y

tapa de otra, coincidiendo

la

ambas

perfectamente en sus líneas externas y midiendo de largo dos me-

ancho por

tros quince centímetros, de seis centímetros,

de alto noventa y

cubierto, siendo de sesenta

siete,

mayor noventa y

la parte

cuando

el

sarcófago estaba

y dos centímetros cuando no estaba

ce-

rrado. Dentro del arca descrita se hallaron restos de otra de madera,

que se ha creído fuese cedro; fragmentos como de vestido ó de sudario, pero

ambas cosas muy deshechas; un

tarro

muy pequeño y

y dos clavos de cobre como de unos dos centímetros y además el esqueleto del diíunto, que aún se conservaba, cuando lo vi, en el mismo sitio donde fué encontrado.»

roto de barro escasos,

Berlanga acertó plenamente del sepulcro de Cádiz

diado por

el

con

el

establecer la absoluta semejanza

al

famoso cofre de Sidón (Saida) estu-

duque de Luynes

(l),

tropoides descubiertos en Fenicia piedra de las cajas de las

tuvieron desde sexta. la

Luynes

el final

fijó

en

momias

de

la

la

y con

los

demás sarcófagos an-

y en sus colonias, imitación en

egipcias con la

dinastía

misma forma que

décima nona hasta

segunda mitad del

la

siglo vi antes

época del sepulcro del rey Esmunazar, pero

vigésima

de Cristo

es tan visible la in-

fluencia del estilo griego arcaico en las cabezas de estas esculturas,

que en opinión de L. Heuzey (i)

Mémoire sur

le

sarcophage

(2) et

y de

los

dos clásicos historiadores

Vinscription funcraire d' Esmunazar roi

de Sidon. (2)

Catalogue des figurines de ierre cuite du Musée du Louvre, pág. 85.

PROLEGÓMENOS

408 del arte antiguo, Perrot

medio

nos,

siglo

Es opinión

y Chipiez

(l),

hay que

rebajar,

por

lo

me-

de aquella fecha.

corriente entre los arqueólogos, que las figuras repre-

sentadas en estos sarcófagos no son retratos del personaje difunto (2). El

mismo Berlanga modificó

nociendo que

la

su opinión en esta parte, reco-

estatua de Cádiz pudiera

griego con\-encional, con peluca egipcia

suavidad del cincel helénico

la

En en

la

el

segundo de

Punta de

mas de

hierro

muy

y barba

bien ser un tipo asirla,

tratado con

(3).

sepulcros descubiertos simultáneamente

los tres

la

Vaca, nada fenicio se encontró. Los restos de

y

toscos adornos de fabricación ibérica, indicaban

ar-

que aquella tumba había pertenecido á un caudillo indígena. El un esqueleto de mujer, que aún

tercer sepulcro contenía restos de

conservaba entre

y

piedra de ágata,

un

anillo

con aro de oro

engarzada de modo que puede

hacerse girar,

falanges de sus dedos

las

presentando labradas de distinta forma sus dos caras. Por

convexo tiene esculpido un escarabajo. Por al

el

lado

lado plano una figura,

el

parecer femenina, cubierta con una especie de velo ó de toca que

baja hasta los hombros, la diestra lleva

y

\'estida

un jarro que

las asas la

nariz para olería,

exactamente

mujer esculpida sobre una

queños

sujeta una

y que

es de lotus ó de papirus,

si

lo

cajita

mangas. «En

mismo que

la

flor,

que no

se lleva á la

pequeña

figura de

de marfil que debió contener pe-

tarros de perfumes, hallada en la necrópolis de Sidón» (4).

No puede

negarse

la

procedencia fenicia de este

anillo,

que tiene

similar en otro escarabajo de ágata descubierto en Siria (5).

mismo ha de con

Y

lo

decirse del collar encontrado en la sepultura gaditana,

diez cuentas

vidrio

los

de una gran ánfora de bronce

mano opuesta

puede conocerse

sin

de igual figura á

casi toca al suelo,

que aparecen cincelados en encontrada en Chipre. Con

con una túnica

de oro, nueve de ágata, tres adornos de pasta ó

y un colgante con nueve

hojas, algunas

rArt dans V Antiqídtc,

de

Histoirc de

(2)

Vid. Perrot y Chipiez,

(3)

El Nuevo Bronce

(4)

Ib.,

(5)

Perrot y Chipiez: Histoire de VArt, m, pág. 205.

t.

iii,

esmaltadas.

Phcnicie, págs. 1S2 y 1S3.

(i)

ni,

ellas

435.

de Itálica, pág. 319.

pág. 324.

PROLEGÓMENOS

En 1897 y 1902 el

la

4O9

necrópolis fenicia de Cádiz se enriqueció con

descubrimiento de once hipogeos más, similares en todo á

las

tumbas subterráneas de Arados, Biblos y Sidón. La revelación hubiera sido de todo punto espléndida si hubiesen podido salvarse á tiempo muchos de por el

que fueron sustraídos y enajenados

los objetos

primeros exploradores. Entre los que se conservan, ya en

los

Museo

provincial de Cádiz,

^-a

en poder de varios particulares,

figuran, según el catálogo del Sr. Berlanga (l):

cUn

cilindro

hueco de oro y bronce, de 39 milímetros de

primera un

la

bronce de

anillo

de oro de cuatro milímetros; de óxido de cobre;

17, cubierto

oro de dos, terminando

la

gavilán, sobre la cual se

ve

anilla

Forma

segunda otro de

tercera un aro de

la

cuarta con una delicadísima cabeza de el

para colgar del cuello

disco solar con

el

el nreiis

La cabeza

amuleto.

ureus mide 16 milímetros y está cincelada

el

la

por

alto

cinco de diámetro en su base, dividido en cuatro secciones.

al

y detrás una con

del gavilán

repujado con arte

exquisito; las plumas, los ojos, el pico, están tratados

con gran

es-

mero. El interior del cilindro se encontró en parte vacío y en parte

una substancia que no

relleno de

se ha

podido averiguar

lo

que

fuera.

5>Otro cilindro igual O

con cabeza de

león.

»Otro también idéntico con cabeza de carnero. »Otro que afirman que representa un obelisco. »L^n collar de niña con cuatro cuentas

muy

chicas

y un colgante

pequeño.

ȟn

collar

de mujer con

1

7 cuentas de oro, 15 de ágata

gante grande en forma de rosa,

mero que

»Cna

se encontró en la

estatuita

(i)

esmaltar, algo ma3'or que

tumba inmediata

al

(;Osiris?).

Xo

col-

el pri-

antropoide.

de bronce de 12 centímetros de

tando una divinidad egipcia

La En

s\v\

y un

alto,

represen-

es enteramente seguro

Nuevos descubrimientos arqueológicos hechos en Cádiz, del 1891 al lSg2.

}nds antigua necrópolis de

Gades y

la Revista de Archivos, Bibliotecas

los primitivos civilizadores de la HisJ>ania.

y Museos,

t.

v, 1901, págs. 312-313.

Vid. también Babelon, en el Bulletin de la Société des Antiquaires de France, 1890, pág. 155 lousie,

en

la

y siguientes, y

De

Laigne, Les nécropoles phe'niciennes en Anda-

Revue Arche'ologique, 189S,

1. 11.

pág. 328.

PROLEGÓMENOS

41o

que esta obra de

pacotilla

proceda de

infunde sospechas de falsedad y es

por Perrot»

Aun

(l).

queólogo entre Caldea.

lares,

tampoco

necrópolis, pero

análoga á otra reproducida

siendo tan escasos estos restos del tesoro funeral de Cádiz,

confirman plenamente

y

la

muy

el

la casi

identidad notada por

aparato sepulcral de los fenicios

En uno y

el

y

el

mismo

ar-

de Egipto

otro encontramos figurillas de divinidades tute-

amuletos y preseas que sirvieron para

uso del difunto. Las

el

mujeres eran inhumadas con sus brazaletes,

collares,

zarcillos

y

tumbagas. Es frecuente encontrar en los sepulcros fenicios idolillos

que representan polis

Hammon,

á Baal

de ligeros estuches de oro ó de

mo

Bes, Phtah, Astarte.

La necró-

de Tharros, en Cerdeña, ha suministrado muchos ejemplares plata,

que encierran láminas del mis-

metal enroscadas alrededor de un delgado cilindro de bronce

dorado. Sobre estas laminitas hay inscripciones que no han sido des-

y que acaso contengan fórmulas mágicas destinadas á reposo de los muertos. Tales estuches suelen estar ador-

cifradas aún,

proteger

el

nados con una cabeza de león ó de gavilán, apareciendo

el tireiis

sobre ambas. »E1 anillo de suspensión que tienen dichos estuches, hace creer

que sujetos por un cordón pendían los hubiese

A las

del cuello

usado en vida como talismanes»

de difunto, que quizá

(2).

antigüedades fenicias de Cádiz, pueden añadirse otras, aun-

que en escaso número, procedentes también del

Merece especial mención

el

litoral

de

la

Bética.

hallazgo en Málaga de una pequeña pie-

dra ovalada de cornerina, perforada en

la

dirección de su eje mayor,

labrada por un lado en forma de escarabajo, y que presenta en la cara opuesta tres signos grabados. Adolfo Erman, director del Museo egipcio de Berlín, que clasificó este objeto á ruegos de Hübner, le

estima indudablemente fenicio, aunque ofrece,

los

de su

clase, signos egipcios

como

casi

todos

degenerados. El signo superior es

la

diadema de una divinidad con cuernos y dos sierpes ó ureos. El signo central, un sol con dos iircos, y el inferior, un hieroglífico que

(i)

Histoirc de l'Art. Egypie,

(2)

Hisioire de l'Art,

iii,

t.

i,

pág. 53,

núm.

36.

Phénicie, págs. 237 y 23S.

PROLEGÓMENOS se encuentra en

y que

significa orOy

4II

muchos camafeos

egipcios

y

fenicios (l).

En

Vélez-!Málaga se descubrió en

1

874 «un preciosísimo

cilin-

dro de hematites de diez y ocho mih'metros de largo por un decí-

metro de ancho, á cuyo alrededor aparece finamente grabada en hueco una escena mítica, sin leyenda alguna aclaratoria, loga en su forma á

mis, de Chipre, siendo en

Los

talleres fenicios

muy

aná-

que figura en otro cilindro encontrado en Sala-

la

extremo semejantes ambas joyas entre

sí.

labraron numerosos dijes de esta ciase, copián-

dolos de los asirlos»

Trátase evidentemente de una obra de

(2).

importación exótica, labrada probablemente en

el

Xorte de

Siria,

según opina Erman, y traída á España por algún fenicio; pero no se atreve á dar interpretación alguna del asunto.

Las inscripciones faltó

en

en España, aunque no

fenicias son rarísimas

quien se entretuviese en

el siglo xviii

como

únicas que pueden citarse

descubierta en Cádiz en 1873,

en Puerta de Tierra, y

la

al

falsificarlas

13).

Las

auténticas son las de una sortija

desplomarse un lienzo de muralla

que se encuentra en

los restos

de un vaso

griego pintado, con figuras encarnadas en fondo negro (ÍNIuseo de

Granada). D. Antonio Delgado fué grafe gaditano,

primero que publicó

el

que consta de dos renglones y diez letras el sello grabado en la piedra de este

langa hace notar que Cádiz, por la

manera cómo

misma de

piedra, es

la

epí-

(4).

Ber-

de

anillo

y por la figura semejante á otro igualmente fenicio

aparece

muy

el

la inscripción

con una ágata, encontrado debajo de uno de

los

grandes toros del

palacio de Jorsabad (5).

La

inscripción de Granada, que tiene la singularidad de estar he-

cha con un punzón en un vaso griego transportado á España por

(1)

Berlanga:

(2)

Id.,

(3)

Entre

El Nuevo Bronce

ellos D.

Arqueología como en

y Franco, en (4)

(5)

el

Cándido M.* Trigueros, de tan las letras

1

87

1,

amenas. Vid.

Rheinisches Museum,

Nuevo Método de

Sevilla,

de Itálica^ pág. 332.

pág. 333.

t.

Vid. Perrot y Chipiez,

n(,

artículo

xvii, 1862,

clasificación de las

Prolegómenos, pág.

el

recuerdo en

núm.

la

de Hübner, Trigueros

pág. 288 y siguientes.

monedas atiiónomas de España,

c.xxxi.

pág. 645,

triste

446.

t.

i,

PRO LEGOM EXOS

412

navegantes fenicios, fué publicada é ilustrada por

en l88i, y consta de un sólo renglón

En

plinto

él

senta

al

el

mismo Berlanga

(l).

de una pequeña estatua de bronce, que repre-

(Museo Arqueológico de

dios Harpócrates

^Madrid),

una inscripción fenicia publicada en 1869 por Schroder

modo por A. Abdaschmum,

hijo

de Chantasbar... Pat,

hijo

se la comunicó Hübner, é interpretada de este

vy: «Harpócrates, concede

de Astarothjathon,

vida á tu siervo

la

de Magón,

hijo

hijo

(2),

hay

á quien

Le-

de Tathan» (3). Pero todo induce á creer que esta escultura no fué encontrada en España,

sino adquirida fuera de

por su

ella

primer poseedor D. Pedro Franco Dávila, cuya colección pasó antiguo Gabinete de Historia Xatural, tor

al

de que fué primer Direc-

(4).

Entre

por

los

objetos de fabricación oriental importados á España

los fenicios,

blillas

hay que contar en primer término

los peines

de marfil con figuras grabadas, de marcado tipo

y

ta-

encon-

asirlo,

trados por Bonsor en los Alcores de Carmona; la estela púnica descubierta por Siret en

necrópolis de Villaricos,

la

tísimos hallazgos de estos últimos años, que ya

de mencionar en otras partes de este

y otros interesanhemos tenido ocasión

libro,

por haber aparecido"

mezclados con antigüedades prehistóricas é ibéricas

Que

los fenicios

cuerdan

(5).

no tuvieron arte propio, es punto en que con-

sin discrepancia

alguna todos los arqueólogos. Sujetos alter-

nativa ó simultáneamente los cananeos del litoral á la influencia de asirlos

y egipcios, tomaron de unos y de otros

la

mayor

sus símbolos, sus formas arquitectónicas, la planta

de sus templos, tropoides,

los

hipogeos abiertos en

que reproducen

la roca, los

forma general de

la

y

parte de

disposición

sarcófagos an-

las cajas

de

las

mo-

mias, los ídolos de barro cocido, las esfinges, los tíreos^ los escarabajos, juntando á veces en

un monumento mismo

los

emblemas

monstruosos del Nilo y del Eufrates. Su religión fué también (i)

Los Bronces de LasctUa, Bonatiza y

(2) (3)

Dlc Ph'ónizische Sprachc, Leipzig, 1872, pág. 253. Phonhischc Studieti, t. iv, Breslau, 1870, págs. 61 á

(4)

Hübner: Die Autiken Biltwcrke

(5)

Vid., págs. 146-147

de

los

in

Aljustrel, pág. 397,

núm.

3.

62, lám. 13.

Madrid, pág. 224.

presentes Prolegómenos.

híbri-

PROLEGÓMENOS

413

da y compuesta; pero con predominio del elemento nico.

por

asirio y babilóy cosmogonía, apenas puede formarse idea fragmentos que llevan el nombre de Sanchoniaton puesto

De

los

su teogonia

,

que han pasado por dos elaboraciones: de Eusebio de Cesárea

la

de Filón de Biblos y

pero son conocidas

(l);

la

las principales di-

vinidades, y los rasgos característicos de su culto, que Movers, el más profundo investigador de sus antigüedades, ha definido «una

apoteosis de las fuerzas

y de

de

las leyes

ción de los seres en que se producen

ban como activas». El dios supremo de de

las tribus

la naturaleza,

y en

cananeas, se confundía con

y en general

los fenicios, el

una adora-

los cuales se considera-

mundo

material emana-

do de su substancia, y recibía diversos nombres, llamándose entre los Héteos, Hittitas ó Chetas Sed y Sutek (el omnipotente), entre los

Árameos Hadad

Ammonitas Molock lel rey), entre los ]\Ioabitas Kamos (el dominador); pero el nombre más generalmente usado era el de Baal (el Señor). Este dios, uno y múlúnico), entre los

(el

desarrollaba en una serie de hipostases ó divinidades se-

tiple, se

cundarias, llamadas los Baaliuu que eran otras tantas personifica-

ciones de sus atributos

(2),

Pero.la jerarquía distaba tan sabiamente organizada

gún afirma Rawlinson

mucho de ser tan numerosa y de estar como el panteón asirio y el egipcio. Senombres de

(3), los

los dioses

Vid. en la colección de C. Müller, Fragmenta Hisioricoruní Graeconim

(i)

(Biblioteca Didot),

los

t. iii,

fragmentos de Filón de Biblos, págs. 560-572.

Siguen siendo obras fundamentales para

(2)

los Fenicios

como para todo

lo

demás de su

el

estudio de

historia

Iheiten der Pkónizier, 3 vols.;

y

el artículo

qui porte

le

Phonizier en

nom

die Religión tind

de de Go-

la

Enciclopedia de Ersch y Gruber. Vid.

I' origine

et le caraciere véritable de Vliistoire pké-

de Sanchoniathon, París,

1

860,

y Mission de

Phe'nicie^

863- 1 874; el artículo de Felipe Berger sobre Fenicia, en la Encyclope-

1

die des scienccs religieuses,

de Lichtenberger;

los

Betylos, en la Reviie de VHistoire des Religions,

sobre los Cabiros en

remberg y (3)

las

Bonn, 184;; Das Phónizische Alteríhuvi^ Berlín, 1849-1856,

también Renán, Me'moire sur 7iicienne

la religión

y arqueología,

Movers, Die Phonizicr (Berlín, 1840), Untersuch2mge7i ueber

París,

venerados en

Saglio;

el

t.

iii,

pág. 31 y siguientes, y

Dictionnaire des antiquitcs grecqjies

et

romaiaes, de

y otras sabias monografías que sería prolijo

Les Religions de rancien monde,

pág. 156.

de F. Lenormant, sobre los

trad.

Da-

citar.

de C. de Faye, Ginebra, 1887,

PROLEGÓMENOS

414

y en

Fenicia

sus colonias no pasan de veinte: Baal, Astaroth,

Dagón, Esmun, Hadad, El, Eliun,

carth, INIoloch, Adonis,

Onca, Samas, Sadec, tres últimos

estos

nombres son

numen.

Así,

los Cabiros, Tanit,

de importación extranjera.

El

Eliun

fuerte),

Altísimo), Sadec

(el

Osiris; estos

V evidentemente algunos de que se aplican á un mismo

títulos honoríficos

(el

Hammon y

Mel-

Baaltis,

(el justo),

son

advocaciones distintas de Baal, que además recibe denominaciones

según

varias,

Había

de Hermón,

Como

en que se

los santuarios locales

Baal de

el

Tiro,

de Sidón,

el

y

el

tributaba culto.

Líbano,

el del

el

monte Fegór.

el del

todos los cultos naturalistas,

cipio activo

le

de Tarso,

el

principio pasivo del

el

de Fenicia divinizó

mundo. Las

el prin-

diosas fueron una

manifestación ó segundo aspecto del dios masculino, y á cada uno

de

los

Baalim correspondió una Baalcth^ que duplicaba ó más bien

integraba su esencia. Así se formaron diversas parejas femeninas,

como en

Tiro, la de ^^lelcart

en Cartago, con

la

puesto que

la

del concepto

como ción

el

y

sideral,

Astarte de los griegos),

(la

Tanit. L'na

y

pero no de un

otra adquirieron

modo

exclusivo,

y de la luna era sólo una parte que se manifestaba también en otras formas,

personificación del sol físico,

culto del

fuego, principio de la vida, agente de renova-

destrucción; la litolatría ó adoración de las piedras sagra-

por

das, llamadas betylos,

origen meteórico;

lugares

como

Hammon y

de Baal

tiempo carácter

el

y Astaroth

altos,

casi

lo general

la idolatría

de forma cónica y á veces de

practicada en las montañas ó en los

de que hace repetida mención

la Biblia.

Estos

ritos,

todos los del paganismo oriental, iban mezclados con

con

humanos, orgías y prostituciones sagradas, horrible mezcla de lujuria y sangre, en que los

prácticas obscenas

y

feroces,

cananeos, y especialmente

sacrificios

los fenicios,

no obstante su

civilización

material, en algunas cosas tan adelantada, excedieron á todos los

pueblos

asiáticos,

las fiestas

de

como

Tammuz

lo

prueban

el delirio

en Gebal y en

el

lúgubre y frenético de

Líbano, y

la

espantosa con-

sagración de los primogénitos, haciéndolos pasar por las llamas en

ofrenda á Moloch, Si prescindimos los fenicios

el dios del fuego.

de

la

execrable barbarie del ritual,

puede considerarse como un

la

religión

de

tránsito entre los cultos

PROLEGÓMENOS

y desempeñan orientales

la religión

griega

(l).

4I

Aquí, como en todo

demás,

lo

papel de propagandistas comerciales, introduciendo

el

Citera, en Rodas, en Tasos, y quizá en LemImbros nos, en y en Samotracia, los dioses que habían tomado de Asiría y de Egipto. Y si el espíritu luminoso de la Helada rechazó

en Creta, en Chipre, en

pronto

en

los sacrificios

humanos, de

Minotauro y otras análogas,

la fábula del

aún quedan vestigios

los cuales

la

Astarte de Sidón se

convirtió en Afrodita, tu\-o templos el Hércules tirio (Melcart), floreció el

culto de Adonis,

y tomó nueva forma

el

de los Ca-

biros. Inútil sería

detenernos en materias que están ya tratadas hasta

saciedad en obras especiales.

que algunas de

La

Lo que nos importa

divinidades fenicias dejaron en España.

las

principal es, sin duda, ^Melcart,

tutelar

de

el c.rey

de Tiro, en cuyo honor fué edificado

rival del

la el

el

numen

Templo de

Cádiz,

ciudad»,

de su metrópoli, en opulencia y nombradía, y seme-

jante hasta en su situación insular. Melcart es

símbolo de neo.

la

es seguir el rastro

la

colonización fenicia en todo

La confusión que

los griegos hicieron

el

Hércules

tirio, el

el litoral

del ]\Iediterrá-

de

el

él

con

Heracles de

su leyenda tebana, no altera los rasgos esenciales de su figura ni

simbolismo bien patente de sus trabajos.

No

volveremos sobre

el

el

mito de Gerión, que ya procuramos ilustrar en páginas anteriores,

tampoco sobre

ni

columnas de Hércules, que entre

las

los

antiguos fueron materia de tan varias interpretaciones

mismos (2).

Del

templo no tenemos ninguna descripción formal y digna de crédito, y apenas puede entreverse algo á través de las fábulas y amplificaciones retóricas de Silio Itálico y del biógrafo de Apolonio de Tiana.

\ como

el

templo de Tiro que probablemente

ha desaparecido, y son

de

los santuarios

que pertenezcan

muy escasas

las ruinas

le sirvió

de modelo,

que en Chipre quedan

de Pafos y Golgos, y no es enteramente seguro al

arte fenicio los de Malta

y Gozzo, nos

falta

toda

base de reconstrucción conjetural. El único templo fenicio del cual existen ruinas importantes

es el de

Amrith (Maratus), que puede

(i)

Ph. Berger, en

(2)

Vid. pág. 301 de estos Prolegómenos.

el

ya citado artículo Phcnicie, pág. 537.

PROLEGÓMENOS

41

considerarse egipcios. ticos, se

En

como una reducción ó

simplificación de los templos

centro de un vasto patio ó témenos^ rodeado de pór-

el

elevaba

6 santuario destinado á contener

la celia

el

simula-

cro divino, que era generalmente una piedra ó betylo. Delante del

templo se erguían tres grandes cilindros monolitos terminados en punta cónica, cuyo grosero simbolismo es innecesario explicar

Los ídolos antropomorfos estaban excluidos de á pesar del grande uso

y en

las sepulturas.

En

que de el

ellos se

los

hacía en

templos

el

(l).

fenicios,

culto doméstico

templo de Tiro no vio Herodoto más que

dos columnas, una de oro purísimo, y otra de una esmeralda que lanzaba de noche extraordinario fulgor

más símbolo

En

(2).

divino que el fuego inextinguible

sacerdotes, según Silio Itálico.

de Cádiz no había

el

que conservaban

Puede darse crédito

los

á Filostrato

dos columnas de oro y plata reducidos á un solo color, labradas como yunques, y que contenían inscripcio-

cuando nos habla de

las

nes en letras desconocidas; y aun en lo que dice del olivo de oro de

Pjgmalión, cuyo fruto era una esmeralda^ símbolo, Melcart

tirio.

Hércules, que

En cuanto el

mismo

parecer, del

al

á las representaciones de los trabajos de sofista

cretismo posterior, ó estaban,

menciona, ó procedían de un sin-

como da

á entender Silio Itálico,

y grabados en sus puertas. Los ritos y de los sacerdotes, las vendas de lino pelusiaco con que

fuera del recinto del templo, traje

el

ceñían sus sienes, mostraban,

como

la arquitectura, huellas

induda-

bles de origen egipcio.

No

consta que el bárbaro culto de Moloch fuese practicado nunca

en España: era

lo cual

no deja de sorprender

dios nacional de Cartago,

el

,

si

se tiene en cuenta

donde apenas

se

ha encontrado

ninguna tabla votiva en que no aparezca su nombre. Astarot ó Astarte, tos era

la

solía representarse

con cuernos, y bajo

«gran madre», el símbolo del principio femenino en

naturaleza, Afrodita ó (i)

Venus en suma, deidad

Lenormant-Babelon: Hisioirc

1888, págs. 5S5-587.

predilecta de los

attcienne de rOrient, 9.^ ed.,

Lo que dicen sobre

el arte fenicio es casi

Perrot y Chipiez. (2)

En cambio

Tanit cartaginesa, que bajo uno de sus aspec-

la

una deidad lunar que

otro era

que

Historiarum,

lib.

11,

c.

44, pág. 87

de

la ed.

Didot.

t.

vi,

la

ma-

París,

un extracto de

PROLEGÓMENOS

417

y traficantes, no sólo tiene amplia representación en las monedas de la Bética, como veremos en seguida, sino que con el rineros

nombre

de Salambo, y combinándose con

sirio

conservaba todavía en

el siglo

culto de Adonis,

el

de nuestra era numerosos y

iii

vientes devotos que prolongasen sus misterios

y

sus fiestas,

nos lo revela uno de los más curiosos documentos de

dades eclesiásticas de

la

las antigüe-

antigua Hispalis.

El mito de Adonis no es de origen clásico, sino oriental, rición fué

por

las

muy

tardía en Grecia.

mujeres, era una deidad

profeta Ezequiel (vin, I4):

el

fer-

como

Adonis,

siria

«^/

ó

el

dios muerto

llorado

de que ya nos habla

fenicia,

introdiixit

y su apay

me per

ostiitm portae

ad aqiiilonem: et ecce ibi vmlieres plangentes Adonidem.i> El nombre que en el texto hebreo corresponde al de Adonis, es Thamnmz; pero todos los intérpretes de la Sagrada Escritura, así como los mitólogos modernos, están conformes en la identificación de ambas divinidades. Este culto era una de donms Dominio

qitod respiciebat

abominaciones idolátricas que habían contaminado á

las

días de aquel Profeta. gocijo, coincidía

La

fiesta

en Oriente con

Israel

el solsticio

de verano, y era celebra-

da principalmente en Biblos de Fenicia y en Antioquía, á nes del Orontes. Enlazada,

con

como

las

márge-

todas las creencias de los fenicios,

de Asiria y Babilonia,

los cultos

en los

de Thamnmz^ mezcla de llanto y re-

^^a

por derivación directa, ya

por proceder de una fuente común, simbolizaba en primer término la

leyenda de Adonis,

el

cambio y

la

renovación anual de

ciones, la alternativa de las fuerzas conservadoras del

mundo; viniendo á

ser

Adon

(el

Señor) uno de

y

los

las esta-

destructoras

Baalim 6 per-

sonificaciones secundarias del gran dios naturalista, á quien solían

llamar Baal; y algunas veces El.

En

la

tradición

antigua, en los misterios de Gebal, Adonis era

siderado en

por

la

que parece más dios del Sol con-

estación de primavera, muriendo cada año, abrasado

los calores del estío ó

entorpecido por los hielos del invierno,

para renacer, siempre joven y hermoso, con la

el

el

calor fecundante

y

vegetación nueva. Dos partes tenían, pues, los Adonias: una lúgu-

bre, en

que

sin ceñidor,

las

con

mujeres, vestidas de duelo, con túnicas flotantes los cabellos sueltos las

cortados de raíz, iban á Mejíf.xdez

la orilla del

t Vzíkyo,— Heterodoxos.

I.

de Biblos, y río

las

y

de Alejandría

á llorar á

la

divinidad a7

PROLEGÓMENOS

41

muerta, cuya imagen solía exponerse sobre un lecho fúnebre ó un catafalco colosal, terminando por lo

Y una segunda

entierro del dios.

común

lamentaciones con

las

parte, toda de alegría orgiástica, en

que alrededor del lecho de Adonis resucitado símbolos del poder generador

de

jas

plata, llenas

de

vivificante,

sembrando en

plantas (especialmente la lechuga, llándose rápidamente por

la

y

se reunían todos los

se plantaban

el

ellos

eneldo,

gérmenes de

de

la

lo instable

Ya

ciertas

concentración del calor, crecían, y mo-

nuevo y gracioso la vez que

perpetua renovación de

la

Naturaleza, á

y de

la

vida humana.

y efímero

vasi-

que, desarro-

el trigo)

rían después de una vegetación de pocas semanas:

emblema de

en

ó simplemente en tiestos de barro, los

tierra,

faraosos jardines de Adonis^

y

del placer

los antiguos señalaron notables analogías entre este culto

y juntos parecen haber pasado

egipcio de Osiris,

de donde se transmitieron á

el

la

y

el

de Chipre,

á la isla

Grecia continental en época que no

puede señalarse con certidumbre, pero que, según

el

parecer de

dichos mitógrafos, no es anterior al siglo vi antes de nuestra era.

Sabemos por Plutarco (Vida de celebraban ya

Adonias en tiempo de

las

pero sus vestigios en tado, no está

tampoco en aunque

al

el

la literatura

nombre de Adonis en

parecer, estaba en

el

8)

que en Atenas se

guerra del Peloponeso,

los

tal

poemas homéricos,

como hoy

ni

conocemos,

la

texto que manejó Apolodoro. El

su Biblioteca

(iii,

en prosa

14, 4) extracta

lo

poeta cíclico Paniasis había escrito de Adonis, hijo incestuoso

de Smirna

dioses: fué

mundo,

y de su padre el rey de Asiría, Tiante. Nació del madre había sido transformada por castigo de los

(Alirra)

árbol en que su

el

el

la

1

son bastante tardíos. Por de con-

Teogonia de Hesiodo,

la

mismo Apolodoro, en que

Alcibíades,

amado de le

Afrodita, que para ocultarle á los ojos de todo

encerró en una arca, de

la

cual confió la custodia á

Persefone (Proserpina), que encendida también en sus amores, no quiso entregar

monarca de

el

depósito. Sometida la cuestión

los dioses decidió

año con Afrodita, y cuatro en

En

la

oriental,

tradición griega,

al fallo

de Zeus,

el

que Adonis pasaría ocho meses del la

sombría morada de Proserpina.

y probablemente también en

Adonis muere en una cacería, herido en

el

la

primitiva

muslo por

el

diente de un jabalí. Este animal se encuentra en mitos análogos de

PROLEGÓMENOS

En

diversos pueblos.

la

Sanmonokodon; entre

península de Siam mata

los

escandinavos á Odino.

remota antigüedad de su simbolismo,

la

419

como

así

al dios

Todo

de

la luz,

esto prueba

lodoro, extractando á Paniasis, demuestra sin réplica

el

primitivo

Adonis

carácter astronómico de la leyenda. El jabalí funesto para

La

es el invierno.

alternativa

morada

Apo-

pasaje de

el

del dios en el imperio de Pro-

y en el de Venus, es símbolo del paso del sol por los signos zodiacales. Adonis ostenta siempre los atributos de una divinidad serpina

solar, sin la tierra

que por eso deje de simbolizar en ocasiones

que

el sol

Como

te el trigo.

madura y hace

se le invocaba unas veces lo cual

como masculino y

siempre quedaron reliquias en

su culto. Pero ya entre

planeta Venus,

el

y

la

los misterios

otras

órneos

como femenino;

enervadora tristeza de

la

luna, otras con la tierra,

asimilada por los griegos con su

Afrodita, aunque en su origen tuviese frigia, así

y especialmen-

daba por dolorida esposa

los fenicios se le

á Astarte, identificada unas veces con algunas con

más semejanza con

como Adonis, privado de su virilidad por

la

la

Cibeles

herida en la

ingle, recuerda al mutilado Atis. Pero en el culto chipriota,

de Pafos, Amatunta é ló á los griegos

de

los frutos

todas las divinidades naturalistas de origen orien-

Adonis era primitivamente andrógino, y en

tal,

de

llegar á granazón,

Idalia,

donde

en

el

esta divinidad asiática se reve-

por vez primera y tuvo sus más famosos santuarios,

Astarte siro-fenicia no fué nunca divinidad lunar ni terrestre, sino

la

que de

fué la propia Afrodita, nacida de la

Erix de

Sicilia,

y en

sión de Teócrito Sobre

(i)

el

primer término, resulte

espuma de

las olas,

deidad

navegantes y deidad del amor, adorada en Corinto y en

los

el

mil templos de diversos nombres, según expre-

(l).

desenvolvimiento é interpretación de este mito, véase, en la Simbólica,

de Creuzer, obra inmortal en conjunto, aunque

hoy anticuada en algunas de sus

partes,

y no sean aceptables todas

sus explicaciones excesivamente alegóricas y sutiles (Symbolik icnd Mythologie der alten Volker..., ed. de 1840,

t.

11,

págs. 417-436), y la traducción ó

bien refundición francesa, de Guigniaut, Religions de

mera

V Antiquité,

t.

11,

más pri-

parte, págs. 42-56, con la importante nota añadida por el traductor

{917-943), discutiendo las opuestas opiniones

de Movers y Engel, sobre

el

origen fenicio ó chipriota del mito, y dando cuenta de sus numerosas repre-

sentaciones en

monumentos

escritos y figurados, especialmente en espejos

PROLEGÓMENOS

420

Refiere Elio Lampridio que

el

insensato emperador Heliogábalo,

se hizo iniciar en todos los cultos orientales, celebraba, entre

que

de

otros, el

la

diosa siria Salambo-, con todo

el

cortejo de lamenta-

como un

ciones frenéticas que le acompañaba, lo cual pareció

sagio de su cercana muerte: Salambonem etiam omni planctti

pre-

et jac-

tatione Syriaci cultus exhibíate ornen sibi faciens inminentis exitii (l).

El culto de esta diosa en Sevilla está atestiguado por sinceras

y

auténticas de las Santas Justa

como único

piadosas doncellas,

y Rufina

(2).

nunca ha desaparecido de lebraba

llaman Salambo-»

de

idólatras, solicitando las

y

mujeres nobles que

que

que se ce-

le

como

demanda y proclama-

llevaban procesionalmente en hombros, le

dejaron caer, rompiendo todas

y destrozándose

las santas,

tal

Y

desprecio que hacían de aquel ídolo,

el

quedaron tan sobrecogidas que de

de

.,

dos cristianas vírgenes se resistiesen á

las vasijas

alfarería

Un día

Bétis.

algún utensilio para su culto.

ellas

sen en altas voces su fe las

el oficio

de «aquel execrable y portentoso monstruo, que fueron asaltadas por la turba de los

la fiesta

los gentiles

márgenes del

las

Tenían estas

recurso de su pobreza,

vender ciertos vasos de barro, industria popular de

Actas

las

valerosamente rechazaron. Tal fué

la

el

ídolo

mismo que

causa de su pasión

ellas

y mar-

tirio (3).

etruscos, vasos

de

la

Magna

Grecia, bajos relieves, grupos de barro cocido,

sarcófagos, urnas, pinturas murales, etc., Cf. Maury, Histoire des religions de la Gréce antique, 1859,

t.

pág. 193 y siguientes, y F. Lenormant, // mito-

iii,

d'Adone Taínuz, Florencia, 1878.

.

(i)

Historiae Augustae Scriptores^ ed. Bipontina, t

(2)

«El culto de estas santas es antiquísimo,

i,

pág. 234.

como prueba

el

Códice Vo-

Romano pequeño y los templos dedicados á Dios Vírgenes... En Toledo es, y fue muy famoso, el de Sania

ronense, el Martyrologio

en nombre de estas Justa,

primero de todos

los Muzárabes.»

Horez: España Sagrada,

ix, 1752,

t.

pág. 280.

Vid. también las Memorias autenticas de las Stas. Justa

por

el

P. Andrés Burriel, en

criticas, eruditas, etc.,

el

tomo de

por D. A.

i

V.

la Colección de

y Rufina,

recogidas

algunas obras inéditas,

D. S. (Valladares de Sotomayor), Ma-

drid, 1806. (3)

una

diosa, la llamada esposa mística,

Del segundo espejo de

la

misma

que es de cun dibujo parecido,

tabla, dice

»con una mujer más. Ambas mujeres están, por

lo general, vestidas,

y llevan

»gorro frigio; una de ellas distinguiéndose á veces por una corona de rayos:>.

«Se refiere Gerhard en varios pasajes á

numentos, que dan á conocer anotar

al

el

el

las

nombre de

párrafo en que describe

el

inscripciones de los citados

mo-

indicada divinidad. Así es

que

la

primer espejo de

la tabla

segunda,

dice que iMalache, conocida por heroína lémnica, y en particular por esposa

íde Eufemos, corresponde á

la

denominación frecuentemente hallada de

D^Ialacisch ó de Malafisch, que se da en varios espejos á una mujer cómo-

»damente sentada para dejarse adornar de «Reuniendo todos estos

novia»...

datos, y teniendo en cuenta los diversos tipos

de

monedas de Malaca... podrá reconocerse en el Cabiro del anverso, con gorro igual al que se representa en alguno de los espejos de Gerhard, con

las

las tenazas

que acusan su origen lémnico, y la leyenda conteniendo un nomel de la ciudad, el mismo Cabiro cuya esperada

bre que se ha creído sea

theophania retratan dichos espejos. El reverso, figurando una cabeza radiada,

podrá

sin esfuerzo

tomarse por

la

prometida esposa mística del resucitado

monumentos etruscos también aparece con una y que lleva en los mismos el nombre de Malacisch. En este

Cabiro, que en los citados

corona de rayos,

caso, la frecuente inscripción púuica del anverso rencia, tanto á Malaca,

indicada divinidad.»

nombre de

¡a

ciudad,

de estas medallas, hará refe-

como

á Malache^ que es el de la

PROLEGÓMENOS

43© Inseparable de

la

arqueología fenicia es

la

de su gran colonia

afri-

cana, sin que á veces pueda establecerse un verdadero deslinde en-

que peculiarmente atañe á

tre lo

tuciones sociales de uno

promiscuamente

y otro

la religión, cultura artística é insti-

pueblo. Los antiguos mismos, usando

nombres de

los

fenicios

peños, introdujeron un

y

elemento de confusión, que no disipan del todo

moder-

los estudios

nos, con ser tan notables los que á Cartago se han dedicado

Con

(i)

patriótica satisfacción leemos en

todavía de Heeren,

De

la Politiqíie et

(l).

obra célebre y no anticuada

la

du Commerce des peuples de P ant¿qiiite\

1832, pág. 27, nota: «Todo lo mejor que se ha debemos á escritores españoles. Citaré, entre otras, obra muy recomendable de Campomanes, Antigüedad marítima de la repi'i-

trad.

de Suckau,

iv, París,

t.

escrito sobre Cartago, lo la

Mica de Cartago

Ya en

>.

xvi Florián de

el siglo

Ocampo

(lib. ni,

cap. 9) ilustró

Hannon. En

geográfica, rara en su tiempo, el Periplo de

las

con una pericia doctas investi-

gaciones del canónigo Bernardo Aldrete sobre las Antigüedades de España, África y otras provincias (Amberes, 16 14), y del Marqués de Phenicia (escrita en 1687, ed.

hay mucho que atañe á

muy

la historia

Mon dejar,

Cádiz

tardía en Madrid, 1805, tres volúmenes)

En

de Cartago y de sus colonias.

el si-

glo xviii, además de los trabajos ya mencionados de Velázquez, Pérez Bayer, los PP.

Mohedanos y Masdeu, merece buen recuerdo

mucho menos conocido de D. Gregorio Mayans, vocis ¿//-(Madrid, 1779),

que prescindiendo de

veces aventurera y fantástica

na recopilación de nínsula,

como en todos

los textos clásicos

sobre

el libro

eruditísimo y

Traciatus de hispana progenie

la

parte etimológica, muchas

los libros antiguos, es

una bue-

geografía é historia de la Pe-

la

manejados con mucha destreza y pulso. Los capítulos xiv y xvi de que Mayans dedicó á la Sociedad Latina de Jena, de que era

esta monografía

individuo, tratan respectivamente de las colonias fenicias y púnicas en España.

El libro de D. Pedro Rodríguez Campomanes, tan expresivamente elogiado

por Heeren, Antigüedad marítima de la ge7ieral

Hannon, traducido

que más honran Por

el

método,

repi'iblica

de Cartago con el Periplo de su

del Griego é ilustrado (Madrid, 1756) es

uno de

los

y modesta erudición española de aquella centuria. sobriedad y el orden, parece un buen libro moderno.

la sólida

la

Nuestra bibliografía del siglo xix no ofrece en esta materia más que dos traducciones de obras

Dureau de

la

muy

apreciables, la Historia de la ciudad de Cartago, de

Malle, por D. Vicente Diez Canseco (Madrid, 1845), y la Histo-

ria de Cartago, del profesor inglés Alfredo

J.

Church, sabiamente ampliada y

anotada, sobre todo en la parte epigráfica y en lo concerniente á España, por

D. Francisco Fernández y González (Madrid, Las obras siempre importantes de Movers

1889). (vid.

especialmente Die Phoni-

PROLEGÓMENOS

Lo que mejor conocemos, y de

Polibio,

es

43

gracias á los testimonios de Aristóteles

su constitución política. El

historiadores latinos nos han hecho familiar rras

púnicas,

campos de

mismo

y

Polibio

la historia

de

lo^

gue-

las

que tuvieron en España uno de sus principales

batalla,

y

como

á las cuales concurrieron

auxiliares los

españoles, aun en tierras lejanas de las suyas. Pero con ser tantos

y

tan históricos

y puntuales

los datos

de esta índole que poseemos

sobre los cartagineses, verdaderos conquistadores de una buena par-

de

te

la

antigua Iberia, y no meros fundadores de factorías maríti-

mas (aunque

la

penetración fenicia en nuestro país resulta

tensa de lo que en otros tiempos se imaginaba), son

que podemos añadir en Euera de duda

el

muy

más ex-

pocos los

punto que ahora tratamos.

está que, á excepción

mayor

de

las

primitivas acuñacio-

parte de las

monedas púnicas de

nes de Gades y Ebusus,

la

España anteriores á

época romana fueron labradas durante

la

dominación cartaginesa. Después de Hasdrúbal, fué

muy

la

la

fundación de Cartagena por

natural que la poderosa familia de los Barqui-

das, principal explotadora de nuestro suelo,

una especie de soberanía, se

sirviese,

donde

para acuñar

llegó á fundar la

moneda que

necesitaba, de las riquísimas minas de plata de aquella región,

descubrimiento se atribuía

fabuloso Aletes.

al

cuyo

Compruébase

esta

conjetura, no ya con ejemplares aislados, sino con varios importantes hallazgos de tesoros,

gena, en

1

861,

y

el

como

el

de Almazarrón cerca de Carta-

de Cheste (provincia de Valencia), en

«Las monedas de plata y cobre,

allí

monetal, sus tipos y algunas letras aisladas fenicias

y

iod)^

rJer, /,

(el

alcph^ el

pueden considerarse coa suma probabilidad, como Gescliiclite

1

864.

encontradas, por su sistema

el

betJi

dinero

der Colonicn) deben completarse y rectificarse con ayuda

de trabajos más modernos, como

la Gescliichte

der Karthager de O. Meltzer

(Berlín, 1879).

El primer ensayo formal sobre

la

mitología cartaginesa fue el de Münter,

Religión der Karihager (Copenhague, 1821). Posteriormente las excavaciones

han dado mucha luz sobre este asunto. lles

Vid., entre otros libros, Beulé, Foiii-

a Cartliage (París, 1858); Davis, Cartago and

it

remains (Londres, 1862);

Reinach y E. Babelon, Recherches arche'ologiqjies en Tunisie (18S6); Ph. Berger, Les ex-voios dii temple de Tanii a Cartliage, en la Gazette Arc/ie'ologique,

S.

1880, etc.

PROLEGÓMENOS

432

emitido por los Barquidas. El Sr. Zobel demostró,

el

primero,

la sin

par importancia histórica de estas monedas, que son dracmas y sus

más

múltiplos, del sistema tiro-babilónico. Sus tipos, en la serie antigua, consisten en la cabeza de Ceres,

nedas cartaginesas de

Sicilia;

Hércules,

palmera,

el caballo, la

en

como

mo-

primitivas

las

de

posterior, la cabeza

la serie

el elefante,

luego

la

proa,

y

las ca-

bezas de reyes con sus nombres, diciendo, según parece, urmnd^ refiriéndose á

un rey Vermina^

Barquidas. Difieren tanto de

las

que no se puede dudar de

ca,

donde deben haber Jesucristo»

Xo

la

hijo

de Sifax,

monedas púnicas acuñadas en

Arrí-

verdad de su atribución á España,

sido batidas entre los años

228

al

220 antes de

(l).

existen en

España ruinas de ningún templo

cartaginés, ni si-

quiera noticia de otros que los de Cartagena citados por Polibio

que

da

les

Entre

los

los objetos

de importación fenicia

(3) habrá,

muchos que procedan de Cartago, pero de perteneciente á

P. Paris (4)

excepcional mérito

la

(i)

ninguno puede

casi

la

afir-

exceptúa sólo una alhaja de oro,

artístico,

presenta en sus dos caras figuras estamíbices^

de

estilo heráldico,

una, recuerdan algunas de las obras

y de

seguramente,

colección de D. Antonio Vives. Esta joya, de

la

padas con sumo primor. Los dos

la glíptica

(2),

nombres griegos de Asclepio, Hefesto y Cronos.

marse con certeza.

recen en

y

quizá aliado de los

y

La

orfebrería de !Micenas.

más

excelentes de

otra cara,

Hübner, La Arqueología di España^ págs. 199 y

que apa-

que repre-

200.

El primer trabajo de D. Jacobo Zobel de Zangróniz sobre estas monedas,

apareció en lengua alemana, en las Actas de

la

Academia de

Berh'n, 1863, pá-

gina 253 y siguientes, Über einen bei Cartagena gemachten Finid spa^üscli-pho7iikischer Silbermünzen.

Posteriormente trató de

de la moneda antigua española,

t. i,

ellas

en su Estudio histórico

pág. 73 y siguientes,

impugnando

niones de ^lüller en su Xuinismatique de Tancienne Afrique

t.

iv,

las

opi-

1874, pág, 61

y siguientes). (2)

(3)

En

la

Vid. pág. 291 de los presentes Prolegómenos. Vid. E. Hübner, Objetos del comercio fenicio encontrados en Andalucía.

mente á (4)

Cf.

t. iv, pág. 338 y siguientes. Se refiere principalde Jorge Bónsor en Carmena.

Revista de Archivos, los hallazgos

En

las Méla7iges Perrot, pág. 255,

Essai sur

l'art,

t.

i,

págs. 96-101.

Bijou phe'nicien trouvc en Espagne.

PROLEGo^rENOs senta á un Faraón (con la venda real

el

símbolo de

pertenece á

imitadora del arte egipcio,

industria fenicia,

la

Como no

cuyos temas decorativos reproduce.

no por

el estilo, á lo

menos por

de dos placas

se trata

simplemente sobrepuestas, y hay que admitir si

barca de

la

rematando á un enemigo y rodeado de muertos y prisione-

Osiris) ros,

y

433

la

unidad del objeto,

procedimientos de

los

la técni-

ca y por las dimensiones de las figuras, el perito arqueólogo se inclina á atribuírselo todo á un orfebre cartaginés, notando gran

semejanza con otro

dije

encontrado en 1897 por

el P.

Delattre en la

necrópolis púnica de Duimes, en Cartago, y conservado hoy en

Louvre

]\Iuseo del

to

que

el

(l).

Pero

la

el

analogía no parece tan grande, pues-

pequeño monumento de Cartago ofrece sólo una extraña

mezcla de símbolos egipcios y fenicios dos ureos),

al

paso que

el

(el

disco alado,

la

media luna,

nuestro presenta una mezcla de elementos

de Micenas y de Egipto, nueva hasta ahora al parecer. Con mucha más probabilidad pueden creerse oriundos de Cartago,

artísticos

aunque también cabe que sean imitaciones hechas por

artistas indí-

genas, un cipo ó pedestal y un bajo relieve, descubiertos en chena, que

hoy

presenta, con

figuran en el ^^luseo Municipal de Sevilla. El cipo

muy

incorrecto dibujo, un caballo á galope

ma, símbolos frecuentes en

que

es

de ejecución

amamantando no es

el estilo

Una y

y

el

artística

monedaje púnico

muy

(2).

ni

puramente griego, ibérica,

donde

ni

y una

una cierva

Según

P. Paris,

puramente cartaginés, sino

se sienten

combinadas

la influen-

la griega.

otra fueron poderosísimas en nuestro suelo,

y determina-

ron los caracteres del arte que con más ó menos propiedad se

(i)

En

pág. 281, (2)

las

fig.

Mémoires de 14.

la Sociéié des Antiquaires de Frunce, 6.* serie,

(La Nécropole piinique de Douimes a

Reproducido en

traducción castellana de

con esta nota del figura deja

dudar

Sr. si

el la

t.

vi,

t.

i,

pág. 118, y en

la

Historia de Cartago, de Church, págs. 17S y 179,

Fernández y González: