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6

HISTORIA DE LA

POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA POR EL DOCTOK

DON MARCELINO MENÉNDEZ Y PELAYO EDICIÓN ORDENADA Y ANOTADA

DON ADOLFO BONILLA Y SAN MARTIN

TOMO

111

MA ÜRID LIBRERÍA GENERAL DE VICTORIANO SUÁREZ Calle de Preciados, 4S 1

g

1

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OBRAS COMPLETAS DON MARCELINO MENENDEZ Y PELAYO

HISTORIA DE LA

POESÍA CASTELLANA EN LA EDAD MEDIA

n5^Z7

\

OW*S>

Covr^l«Ta$,

danter en diversas partes del reino».

»(dice el cronista) »diz, el

que

el

vuestra

duque de Medina con

el

merced sabe

Marqués de Cá-

conde de Cabra con Don Alonso de Aguilar, tienen cargo

»de destruir toda aquella tierra de Andalucía, é meter moros »

cuando alguna parte destas se viere en aprieto. Estos siempre

»nen entre



»con robos, que se facen unos á otros cada »guas por tres meses, porque diesen lugar »laba toda

»por

la

tie-

las discordias vivas é crudas, é crecen con muertes é

la tierra,

guerra,

parte por

la

al

día.

esterilidad del

que no daba lugar á

la

Agora tienen

tre-

sembrar; que se aso-

año pasado, parte

labranza del campo... Del

»reino de Murcia os puedo bien jurar, señor, que tan ajeno lo repu-

»tamos ya de nuestra naturaleza como »carta, mensajero,

procurador

el

reino de Navarra; porque

ni cuestor, ni

viene de

allí

ni

va de

»acá más ha de cinco años. La provincia de León tiene cargo de »deslruir el clavero

(1)

que

D. Alonso de Monroy.

se

llama maestre de Alcántara

(i),

con

O

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I

»

algunos alcaides é parientes que quedaron sucesores en

tad »con

la

enemis-

del maestre muerto. El clavero sive maestre, siempre

duerme

la

lanza en la

¿Qué

cientas... » cibdad »

mano, veces con cient

diré,

pues,

señor,

lanzas, veces

seis-

cuerpo de aquella noble

del

de Toledo, alcázar de emperadores, donde grandes y me-

ñores todos viven una vida bien triste por cierto

^Levantóse

al

^Ribera que tenía

conde de Fuensalida é á sus é á todos

el alcázar,

los del

»Los de fuera echados han fecho guerra á »bien á los de fuera: é

sidores de

y desaventurada?

pueblo con don Juan de Morales é prior de Aroche,

el

»y echaron fuera

la fe,

como

la

fijos,

Diego de

é á

señor maestre

cibdad,

la

dad qué herejías

Guadamur y otros lugares la fe, quemaron muchas

fallaron en los bienes de los labra-

robaron é quemaron, é robaron

la

Los de

(2).

»de

fuera,

con este mismo celo

casas de Burguillos, é ficieron tanta

»guerra á los de dentro, que llegó á valer en Toledo sólo

»de un pan un maravedí por

de

falta

leña...

de Castronuño

»duque de Alba para

Hase levantado contra

(3).

lo cercar;

cocer

el

Medina, Valladolid,

»Toro, Zamora, Salamanca, y eso por ahí está debajo de »cia del alcaide

(i).

cibdad tam-

aquellos cibdadanos son grandes inqui-

»dores de Fuensalida, que toda »á

con

y no creo que podrá, por

la

cobdi-

él el la

señor

ruin dis-

»posición del reino, é también porque aquel alcaide... allega cada vez

»que quiere quinientas ó seiscientas »conél, porque dé seguridad para »naturales son las asonadas, é no

Andan agora en tratos que no robe ni mate. En Campos lanzas.

mengua nada

su costumbre por la

»indisposición del reino. Las guerras de Galicia de que nos solíamos

immo

»espeluznar, ya las reputamos ceviles é tolerables,

^condestable,

el

conde de Treviño, con esos caballeros de

lícitas.

las

El

Monta-

»ñas, se trabajan asaz por asolar toda aquella tierra hasta Fuenterra»bía.

Creo que salgan con

»Castilla;

si

no,

ello,

más guerras

según

habría...

»guna imagen de provisión, porque

»contamos

las

priesa le dan.

No hay más

Habernos dejado ya de facer ni se

obedesce

ni se

El de Santiago, D. Juan Pacheco.

(2)

Alude á

(3)

Pedro de Mendaña, uno de

los

la

desmanes contra

mayor parte de

como

los conversos.

los

las

al-

cumple, y

roturas é casos que acaescen en nuestra Castilla,

(1)

Puso á rescate

la

mayores facinerosos de aquel tiempo. ciudades de Castilla

la Vieja.

CAPITULO XXI

II

acaesciesen en Boloña, ó en reinos do

»si

s>no

alcanzase...

»los

jueces

no ahorcan hoy un hombre por

»gún crimen que cometa en toda »que

lo

merescen,

ticia...

nuestra jurisdicción

señor, que podría bien afirmar que

Certificóos,

como

Castilla,

justicia

que fueron llamados

»años ha, gastados é cansados ya de

»más por alguna reformación de

faciendas que por conser-

sus

»

merced,

la

el

se lo

coman,

solo

que se

de ciento é tantos cuentos uno

^pudiese haber para ȇ vuestra

monedas:

é

que

bien repartido por caballeros é tiranos hallará

tres

andar acá tanto tiempo,

vación de sus consciencias, otorgaron pedido s>qual

ella asaz

quier que algunos se ahorcan por injus-

Los procuradores del reino,

»bien se

por nin-

habiendo en

despensa del Rey. Puedo bien certificar

que estos procuradores muchas é muchas

veces se trabajaron en entender e dar orden en alguna reforma-

»ción del reino, é para esto ficieron juntas generales dos ó tres »veces: é mirad

quán crudo

está

aún este humor é quan rebelde,

»que nunca hallaron medicina para

le curar;

de manera que, deses-

»perados ya de remedio, se han dejado dello. Los perlados eso mis-

»mo acordaron de

se juntar, para remediar algunas tiranías

»entran su poco á poco en

que

se

destotro temporal;

la iglesia, resultantes

»é para esto el señor arzobispo de Toledo, é otros algunos obispos,

Menos

»se han juntado en Aranda.



presume que aprovecha-

se

esto.»

Basta este cuadro, cuyas tintas (conforme sericordioso de Pulgar) son

comprender

el

al

más bien atenuadas que

caos de que sacó á Castilla

Reina Católica, asistida por

genio blando y mi-

el

la

excesivas, para

fuerte

genio político y

mano de

la

la bizarría militar

de su consorte. El mal exigía remedios heroicos, y por eso fué aplicado sin misericordia el cauterio. Ninguno de los más ardientes panegiristas de la

Reina Católica

(¿y

quién puede dejar de serlo?) ha

contado entre sus excelsas cualidades

la

tolerancia y

bre excesivas, que, cuando hacen torcer

han de llamarse virtudes, sino

vicios.

vienen en que fué más inclinada á seguir la piedad; s>la

«y esto

facía

vara de

la

Todos, por la

el

la

mansedum-

la justicia,

no

contrario, con-

vía del rigor que la de

(añade su cronista Pulgar) por remediar á

gran corrupción de crímenes que

falló

en

el

reino cuando sub-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

12

»cedió en él»

(i).

Más de I.500 robadores y homicidas desaparecie-

ron de Galicia en espacio de tres meses, ante dos jueces pesquisidores que

los

seis fortalezas

ticiados riscal

la

fueron derribadas entonces, y veinte más tarde: ajus-

como

principales malhechores Pedro de Miranda

Pero Pardo. Cuando en 1477

alcázar

de

terror infundido por

el

Reina envió en 1481: cuarenta y

«fueron sus justicias (según

Sevilla,

y

el

ma-

Reina puso su tribunal en

la

el

el

dicho de Andrés

»Bernáldez) tan concertadas, tan temidas, tan executivas, tan es-

»pantosas á los malos», que más de cuatro mil personas huyeron

de

la

ciudad, unos á Portugal, otros á tierra de moros. Aquietados

bandos de Ponces y Guzmanes; convertido en héroe épico y en Aquiles de la cruzada granadina el más terrible de los banderizos

los

andaluces; allanada en Mérida, en Medellín

y en Montánchez

la

de-

sesperada resistencia del feudalismo extremeño, sostenido en los

hombros hercúleos organizada en

las

del clavero de Alcántara D.

hermandades

la resistencia

y salteadores, pudo ponerse mano en reino,

empresa harto más

que

difícil

la

lo

Alonso de Monroy;

popular contra tiranos

restauración interior del

había sido

la

de vengar

la

afrenta de Aljubarrota en los llanos de Toro, y depositar los trofeos de aquella retribución sobre la

No

tumba

bastaba decapitar materialmente

llas terríficas

lobos, sino

y

que era preciso cortarla

Y

las raíces

el

Dr. Villa-

para impedirla reto-

entonces se levantó con formidable imperio

potestad regia, nunca más acatada y

porque nunca, desde

los

I.

anarquía mediante aque-

espantables anatomías de que habla

ñar en adelante.

blo,

la

del malogrado D. Juan

la

más amada de nuestro pue-

tiempos de Alfonso XI, habían tenido

nuestros reyes tan plena conciencia de su deber, y nunca había

hecho tanta el oficio

(1)

falta lo

de rey.

Y

que enérgicamente llamaban nuestros mayores

con este

«En tiempos de

los

oficio

Reyes

cumplieron

los

Reyes

Católicos, de gloriosa

Católicos,

memoria

no

(dice el

»Dr. Villalobos en el metro 38 de sus Problemas morales) había tanta severi-

dad •>que

en los jueces, que ya parecía crueldad, y era entonces necesaria, poraún no estaban apaciguados del todo estos reinos, ni acabados de do-

»mar en

ellos los soberbios

y tiranos que había, y por eso se hacían muchas

>carnecerías de hombres, y se cortaban pies y *sin

perdonar

ni disimular el rigor

de

manos

la justicia.»

y espaldas y cabezas,

CAPITULO XXI

13

ciertamente á sabor de los que hoy reniegan de sieran amoldarla á sus peculiares antojos, pero

con

de nuestra civilización y con

las leyes

el

ó qui-

la tradición, sí

en consonancia

impulso general de

las

monarquías del Renacimiento. Puede decirse que en aquel momento

solemne quedó

fijada nuestra constitución histórica.

La reforma de

y mercedes de 1480, verdadera reconquista

juros

del patrimonio real, torpemente enajenado por D. Enrique IV; la

incorporación de los maestrazgos á

imposible

corona, con lo cual vino á ser

la

existencia de un estado dentro de otro estado; la pro-

la

y allanamiento de muchas tiranía señorial se derrumbó

hibición de levantar nuevas fortalezas,

de

con cuyos muros

las antiguas,

para siempre;

la centralización del

nueva planta dada

á los tribunales, facilitando la

pedita administración de justicia;

de los tico,

legistas; la

la

poder mediante

anulación de

no como fuerza

el

social; las tentativas

men

directa

la

municipal,

y

porque quizá

hondamente degenerado por

lo exigía

si

pesos y medidas,

al

entonces

la

la

la

que por

á Europa;

y en otro orden de

ración de

la

la

la

anarquía del siglo

la

1

492;

mismo pensamiento el

resadamente

y

del comercio

transformación de

ejército siglo

cosas,

la

las

bandas

moderno, con su invenci-

y medio había de dar

muy

reforma de

revolución religiosa del siglo

la

in-

régi-

simplificación de monedas,

la ley

diverso, la cruenta depu-

los regulares claustrales

observantes, que, realizada á tiempo y con

A

el

raza mediante el formidable instrumento del Santo Ofi-

edicto de

para todo

pero no

corona en

defensa del trabajo nacional, son

ganadería;

Edad Media en

ble nervio, la infantería,

la

sin duda, la

desarrollo de la industria naval

fomento de

guerreras de

el

polí-

pecan de prohibitivas con exceso,

dignas de alabanza en lo que toca á

y

de

eficaz intervención

rables pragmáticas, las cuales,

cio

como elemento

nuevo sistema económico que se desarrolló en innume-

anterior; el

interior, al

más pronta y ex-

de codificación del doctor

Montalvo y de Lorenzo Galíndez, prematuras fecundas;

la

predominio cada día creciente

aristocracia

la

Consejos;

los

político,

xvi...

mano

y

firme, nos ahorró

son aspectos diversos de un

cuya unidad y grandeza son

visibles

que, libre de las pasiones actuales, contemple desinteel

espectáculo de

robustez de

la

la historia.

organización interior; á

la

enérgica disciplina

I

HISTORIA DE LA P02SIA CASTELLANA

\.

que, respetando ter nacional,

y vigorizando

la

genuina espontaneidad del carác-

supo encauzar para grandes empresas sus indomables

bríos, gastados hasta

entonces míseramente en destrozarse dentro

de casa, correspondió inmediatamente una expansión de fuerza juy avasalladora, una primavera de glorias y de

venil

triunfos,

conciencia del propio valer, una alegría y soberbia de

la vida,

una que

La fory como que

hizo á los españoles capaces de todo, hasta de lo imposible.

tuna parecía haberse puesto resueltamente de su lado,

abrumar su

se complaciese en

historia

de sucesos

felices

y aun de

portentos y maravillas. Las generaciones nuevas crecían oyéndolas,

y se disponían á cosas cada vez mayores. Un siglo entero y dos mundos, apenas fueron lecho bastante amplio para aquella desbordada corriente. ¿Qué empresa humana ó sobrehumana había de

y nietos de los que en el breve término de cuay cinco años habían visto la unión de Aragón y Castilla, la victoria sobre Portugal, la epopeya de Granada y la total extirpaarredrar á los hijos renta

ción de

Navarra,

la la

morisma,

el

recobro del Rosellón,

reconquista de Ñapóles,

cés en Italia y en el Pirineo, la

Europa, iniciada en Oran

mar de Occidente

islas

la

el

la

incorporación de

abatimiento del poder fran-

heguemonía española triunfante en

conquista de África, y surgiendo del

que eran leve promesa de

incógnitas,

mensos continentes nunca soñados, como latación del genio de nuestra raza,

si

faltase tierra

y para que en todos

para

in-

la di-

los confines

del orbe resonasen las palabras de nuestra lengua?

A

tan prodigioso alarde de fuerza

y poderío; á tanta extensión de imperio, no podía menos de acompañar un desarrollo de cultura

más ó menos proporcionado á ríodo.

Y

así fué,

la

grandeza histórica de aquel pe-

en efecto, aunque no con

todos los órdenes de

la

la

misma intensidad en

actividad intelectual, porque no

todos los frutos á un tiempo, ni

las

maduran

peculiares evoluciones del arte

se ajustan siempre con estricto rigor á la cronología política, por

más que remota ella.

En

é indirectamente

nunca dejen de enlazarse con

aquel período están los gérmenes de cuanto floreció en

nuestro siglo de oro, pero casi nunca son más que gérmenes.

En

aquel reinado nacieron, y en parte se educaron, los grandes refor-

madores de

la

poesía y de la prosa castellana en tiempo del

Empe-

CAPITULO XXI

15

rador Carlos Y, los Boscán, los Garcilaso, los Mendoza, los Villalobos, los Guevara, los Valdés, los Oliva, pero sus triunfos pertenecen

á

generación siguiente. Salvo

la

tiempo de

la literatura del

bien á

la

Edad Media que

maravilla de

la

la Celestina,

todavía

Reyes Católicos corresponde más

los

período clásico, aunque de mil modos

al

anuncia y prepara. El teatro se emancipa y seculariza, pero sin todavía de sus formas elementales, églogas, farsas, representa-

le

salir

ciones, de tosquísimo artificio. fusión,

no avanza un paso sobre

historia, ni

crónica.

en Pulgar mismo,

el

arte

como

el

II.

En

es espíritu

nos en tiempo de

tro siglo.

los

Reyes

Es evidente que

vista,

Católicos.

la

el

Un fenómeno

la literatura del

no-

siglo,

se echa

de

faltar

me-

idéntico, pero

primer tercio de nues-

romanticismo, sobre todo en Francia,

Revolución y de

más

bargo, nada

que más

parece que debía

germinó en imaginaciones excitadas desde tumulto de

lo

la

refundi-

de novedad, audacia para lanzarse por rumbos

observamos en

general,

los del

toda esta literatura de fin de

desconocidos; lo que, á primera

más

forma de

la

Los monumentos más importantes de

por otra parte tan digna de consideración,

menos

abandonar

se atreve á

Amadís de Garci Ordóñez de Montalvo, son

ciones de libros anteriores.

in-

campo de la imitación de los Menas y Santillanas. el

Los moralistas más originales parecen un eco de

reinado de D. Juan vela,

remoza en parte por

lírica se

de elementos populares, pero, en

erudita,

La

La

las

la

cuna por

el

grandioso

guerras del Imperio; y sin em-

lejano del romanticismo

que

la

tímida,

acompasa-

da y académica literatura de

la

Revolución y del Imperio.

No pretendemos extremar

la

comparación entre cosas tan diver-

sas,

mucho más cuando, estudiando atentamente

postrimerías del siglo xv, descubrimos en

que indican un vigor

ella

la literatura

de

las

esperanzas y prome-

y explican y preparan la magnífica eflorescencia del tiempo del Emperador. Pero no hay duda que

sas

latente,

aquella edad fué de transición en todas las esferas del arte,

en ninguna llegó á crear una forma propia y cinde de

la

excepción

definitiva,

si

y que

se pres-

solitaria antes indicada.

¡Pero qué lujo de detalles, qué exuberancia de fantasía, qué

pom-

pa y suntuosidad en algunas de estas formas de transición, especialmente en

las

maravillas de decoración que entonces produjo la

6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

1

arquitectura! Parece que el arte ojival, en este postrer período, su-

cumbe ahogado bajo una en Toledo. La ligereza, la

esbeltez

dan en segundo término, ante ción. Diríase

de

lluvia

flores

y

la

en Burgos, en Valladolid,

elegancia de las líneas, que-

y el lujo de la ornamentaconstruye más que para decorar, para hala-

que no se

la

riqueza

gar los ojos con visiones espléndidas, trabajando labor de encajes, convirtiendo las fachadas

y

la

los patios

de orfebrería, pidiendo á una fauna y á una

rates

piedra

como

en escapa-

flora fantásticas

motivos incesantemente renovados por una imaginación caprichosa é inagotable.

Es condición de toda forma de coexistir con la

que

la

arte sobrevivirse á

sucede. Por



misma, y

más de sesenta años siguieron

levantándose en España fábricas ojivales, más ó menos floridas, lado de los primeros edificios del Renacimiento.

Y

lejos

al

de ser vio-

lento el choque entre los dos estilos, ni poder tirarse bien en los

primeros momentos una línea divisoria, vemos que reció tímidamente

con

él

y

casi á la

el

segundo apa-

sombra del primero, combinándose

en diversas proporciones, de donde resultó un conjunto abi-

garrado, pero no falto de originalidad: un estilo de transición que

en

Castilla

llamamos plateresco, profuso en menudísimas labores.

Poco á poco do

al

más

las

bóvedas

semicircular,

altas

de

lo

si

se rebajaban, el arco

apuntado iba cedien-

bien las columnas greco-romanas aparecían

que tolera Vitrubio, y

el

frontón se aguzaba hasta

cerrarse en pirámide; la invasión de los nuevos elementos era, con

mucho

todo eso, indudable, por

trabajo que á veces cueste reco-

nocerlos: ¡tan desfigurados están!

ejecución salvan de ciosa,

la

tacha de

Los primores incomparables de

falta

de armonía esta manera licen-

pero elegante, que se personifica en

el

gran nombre de Enri-

que Egas. Al mismo tiempo, Fr. Juan de Escobedo, educado sólo en las prácticas ojivales,

se arroja

de un monumento de

la

nada menos que á

la

restauración

antigüedad, y casi por instinto levanta los

arcos derruidos del acueducto de Segovia. El predominio de á

medida que

Los Egas,

los

Bustamante,

la

arquitectura romana iba creciendo por días,

los españoles dilataban su

Fernán Ruiz, los

los

paseo

Diego de Riaño,

triunfal los

por

Italia.

Covarrubias, los

Juan de Badajoz, son ya arquitectos de pleno Re-

CAPITULO XXI nacimiento, en las obras de los cuales,

nes antiguas no andan

muy

17 las

si

medidas y proporcio-

exactamente observadas,

tendencia

la

que en sus

á sujetarse á ellas es innegable, siquiera la regularidad

pomposa, alegre y lozana vegetación que campea en sus portadas, y que hace el efecto de una

obras buscan, yazga oprimida por

la

Los acce-

selva encantada del Ariosto ó de los libros de caballerías.

ahogan

sorios

conjunto y sin duda lo enervan; pero son tales los

el

de menudísima escultura,

detalles

frontones

y

frisos,

que

el

crítico

belleza de los medallones,

tal la

más severo no puede. menos de

darse por vencido ante un arte que de

modo busca

tal

el

placer de

y lamentar de todo corazón la triste, seca y maciza regularidad que después vino á agostar todas aquellas flores, á ahuyentar

los ojos,

de sus nidos á aquellos pájaros y á interrumpir aquella perpetua fiesta

mo

que

tal

impresión de regocijo y bienestar produce en

áni-

el

no preocupado por teorías exclusivas é inexorables.

Pero este arte tan español, tan halagüeño y tan gracioso, llevaba en

propio



miembros de

el

germen de

su ruina.

Al

crestería de la antigua iglesia gótica

como

miento, se procedía

pendiente de

la

vestir la

arquitectura romana, lo

la

con

construcción. Las artes, que en la

ron auxiliares de

arquitectura

la

y

se confundieron

unidad del templo, se sobreponían

al



los

al sustituir la

los relieves del

ornato tuviese por

si el

desnudez de

mismo que

Renaci-

un valor inde-

Edad Media en

fue-

la

grandiosa

arte principal, le

ahogaban

con sus abrazos, y le quitaban robustez y virilidad á fuerza de abrumarle de galas. La escultura, que ya se levantaba pujante y transformada, encontraba en esto sus ventajas, acelerándose

el

instante

de su emancipación. El cincel lozanísimo de Gil de Siloe apuraba en los sepulcros de

la

Cartuja de Miraflores todos los primores y

delicadezas del arte ojival en sus postrimerías, convirtiendo

bastro en sutilísima tela labrada

como

á punta de aguja.

el ala-

La antigua

imaginería, próxima á caer envuelta en las ruinas del templo gótico, hacía el derroche

y alarde más ostentoso de sus riquezas en

los

colosales retablos de varios cuerpos, en los nichos con doseletes,

en

las

en

los

portadas de

las iglesias

monumentos

y de

los palacios; pero, sobre todo,

funerales, tan risueños á veces,

imaginados para hacer apacible Mknkndkz t Pela yo. — Poesía

la idea

castellana.

111.

de

la

muerte.

que parecen

No hay ¿

acci-

8

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

1

dente del

que no

traje

se reproduzca en la piedra

con tanta minu-

como mismo tiempo que Damián Forment, en cuyas obras

ciosidad

bordara en seda ó en terciopelo.

si el artista

y de

del aliento

la fiereza

de Donatello, inunda

y

manejo, según

de los entalladores; sillerías

las

las

medidas

directa en

de Andino en

clasicas.

artífice el

los

de Sevilla. Pero en

la

de

los

en

estilo:

el

mausoleos de

iniciación pura

la

escultura de

la

los pri-

sepulcro del arzobispo la

Cartuja de las Cuevas

Capilla Real de Granada, enterramiento

doña Juana y D. Felipe, quizá florentino Domenico Fancelli quedó vencido por el del

Reyes Católicos y de sus

hijos

español Bartolomé Ordóñez, aunque favores,

una

español procuró regirse por

momento de

y genoveses dieron en Andalucía

Hurtado de Mendoza; en

la fortuna,

avara con

haya mantenido hasta nuestros tiempos en

su nombre,

burga-

el

sepulcrales antes que en ningún otro género de

meros ejemplares del nuevo

el cincel del

las

lo era

del Condestable,

la capilla

gusto italiano, y ésta se verificó en

el

monumentos

los

de

la reja

Era llegado

obras. Artífices toscanos

de

(que entonces

herreros, se adelanta con firme paso

y

primeras obras en que

de

los

los rejeros

el arte

apogeo en

llega á su

el arte

Renacimiento, inmortalizando su nombre

las vías del

Íes Cristóbal

y

madera

trabajo en

de coro de Felipe de Borgoña; y

y maravilloso) de en

el

terrible

expresión de Jusepe Martínez,

la

al

de Ara-

las iglesias

gón con sus figuras de magnífica grandeza esculpidas con resolución

Y

se siente algo

el

más digno de

de siglo mostraba

de sus

obscuridad

ser citado entre los predecesores de

Berruguete, que en 1520 volvía de

de Miguel Ángel. Al lado de

la

él

la

la escultura,

Italia,

trayendo en triunfo

el arte

enérgica vitalidad que en aquel

produciendo obras que

ni

fin

antes ni

después han sido igualadas en nuestro suelo, parecen pobre cosa los

primeros conatos de

arte

germánico y

Aragón que en los

la

la

pintura, oscilante entre los ejemplos del

los del italiano,

de

Castilla,

y más

como

Conselhres, de Luis Dalmau,

lo

floreciente en la corona de

prueba

la

famosa Virgen de

memorable ensayo de imitación

del

primitivo naturalismo flamenco. Pero fuera de ésta

oxcepción

muy

señalada, las tablas que nos

y alguna otra quedan del siglo xv,

interesantísimas para el estudio del arqueólogo, y no bien clasifica-

das aún, dicen poco

al

puro sentimiento estético, y

los

nombres de

CAPITULO XXI

Fernando Gallegos, Juan Sánchez de Castro,

sus obscuros autores

Juan Núñez, Antonio eco ninguno de

del Rincón,

gloria. Sin

notable progreso en

Pedro de Aponte, no despiertan

embargo,

evidente; ya Alejo Fernández

y decorativa tiene

19

rompe

progreso de unos á otros es

el

la rigidez hierática

Y, por otra parte,

la técnica.

en

alta representación

las

tiene caracteres propios

y

refleja el

y

sabia imitación italiana, que cubre

un

pintura mural

la

único que

el

alma naturalista de

siglo

realiza

obras de Juan de Bor-

goña. El arte pictórico español, propiamente dicho,

ha nacido aún; tardará todavía un

y

en nacer, un

y disimula

el

no

la raza,

de tímida

siglo

volcán próximo á

estallar.

También reinado,

y

música asoció su voz á los triunfos y pompas de este

la

vio cumplirse durante él notables evoluciones en su par-

á

te especulativa,

los

la

vez que en

la

práctica

empezaban á ampliarse

términos de su dominio. Los Reyes mismos daban

ejemplo

el

de protegerla: más de cuarenta cantores fueron asalariados por Reina

Isabel, tan

más de

famosos algunos

como Anchieta y

la

Peñalosa, ade-

de órgano, clavicordio, laúd y otros instru-

los tañedores

mentos. El Libro de la

Cámara

del Príncipe

D. Juan, que compuso

Gonzalo Fernández de Oviedo, nos muestra cuánta importancia se concedió á

«Era

el

la

música en

principe

la

educación del primogénito de

Don Joan mi Señor

^inclinado á la música, é entendíala

»era

tal

como

él

(dice

muy

la

corona.

Oviedo) naturalmente

bien,

aunque su voz no

En

su cámara avía un

era porfiado en cantar...

>claviórgano, é órganos, é clavecímbanos, é clavicordio, é vihuela de

j>mano é vihuelas de arco é

flautas, é

en todos estos instrumentos

»sabía poner las manos. Tenia músicos de tamborino é salterio é ^dulzainas et de harpa, é

un rebelico muy precioso que

tañía

un

»Madrid, natural de Caramanchel, de donde salen mejores labrado-

res que músicos, pero

»muy jas

éste lo fué

muy

bueno. Tenia

el

Principe

gentiles menistriles, altos de sacabuche é cheremías é corne-

é trompetas bastardas, é cinco ó seys pares

>unos é los otros eran

lían para

muy

el servicio é

Existía, pues,

la

los

como conve-

casa de tan alto principe.»

además de

cuyas relaciones con

de atabales: é

hábiles en sus oficios, é

la

música

religiosa,

un arte cortesano,

música popular son evidentes en algunos

O

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2

cantarcillos

villancicos

y

mente con

la letra,

de Juan del Encina, cuyos tonos, junta-

nos ha conservado

el

de

inestimable Cancionero

Y

auny publicado por Barbieri. compositores profanos de este tiempo no hubiesen los todavía que biblioteca de Palacio, transcrito

la

alcanzado á emanciparse de los visible

en

música á

Igual

la letra.

campo de

deseo de acomodar

la

fenómeno acontecía simultáneamente en

el

el

mismos hombres,

á veces por virtud de los

y

poesía,

la

ya es

del contrapunto,

artificios

tendencia expresiva y

ellos la

puesto que Juan del Encina (por ejemplo) era á un tiempo músico poeta. Los temas del arte popular pasaban

y

fano

y

al

arte erudito, lo pro-

compenetraban estrechamente, y la labor inde los artistas se reforzaba con las audacias de

lo religioso se

consciente

genial

y

los preceptistas

mero, y que

si

y escritores técnicos, que eran ya en bastante núbien en los fundamentos especulativos suelen per-

manecer aferrados á

la

doctrina de Boecio,

la

modifican y atenúan

con originales interpretaciones, arrojándose algunos cipios

para

á

sentar prin-

notablemente revolucionarios y de no pequeña trascendencia musical. Autorizado

la estética

Música y su puesto entre

el

carácter matemático de la

las disciplinas liberales

por Casiodoro, por

Boecio, por San Isidoro, por todos los grandes institutores de

Edad Media, había logrado temprano en

más famosas la

mazonería

el

universidades, ni el

de

la

monásticas, y luego en las

y donde nunca tuvieron asiento

la

el

arte de

imaginería, á pesar de los portentos que

cada día creaban. El Bachiller Alfonso de térprete de

muy

arte del sonido penetrar desde

escuelas episcopales

las

la

la

ciencia oficial del siglo xv,

Torre, autorizado in-

expone bellamente en

ble, la

y enciclopédica que llamó Visión Delectaelevada noción que entre sus contemporáneos prevalecía so-

bre

Música y sus

aquella novela alegórica

la

efectos.

á la propia Música),

que

»ciplina perfetamente.

«Tanta es

mí no

sin

Aun

la

necesidad mía (hace decir

se sabría alguna sciencia

la esfera

voluble de todo

el

ó

dis-

universo

»por una armonía de sones es traída, et yo soy refeción et nudri»

mentó singular

del alma, del corazón et de los sentidos, et por

»se excitan et despiertan los corazones en »et provocan á causas arduas

levados

los

y

fuertes;

corazones penosos de

la

las batallas,

y

se

por mí son librados

tristura,

y

se olvidan



animan et re-

de las

CAPITULO XXI

acongojas acostumbradas.

Y

21

por mí son excitadas

devociones

las

»et afecciones buenas para alabar á Dios supremo et glorioso, et

»por mí se levanta

la fuerza intellectual á

pensar transcendiendo

las

»cosas espirituales, bienaventuradas y eternas.»

Este concepto científico de sobre sus hermanas consigo

el peligro,

la

Música,

las otras artes,

muy

si

que

es cierto

realzaba

la

injustamente desheredadas, traía

Música misma, de ver

sensible para la

olvi-

dada y sacrificada su verdadera importancia estética en aras de fantásticos idealismos ó de un vano y pedantesco aparato geoméPor fortuna y como reacción y contrapeso á esta tendencia estéril, los cantores y músicos prácticos, los organis-

trico.

dogmática y

y maestros de

tas

capilla,

comenzaron

á imprimir ciertos

epítomes

ó cuadernos puramente prácticos, sumas de canto llano y canto de órgano. Guillermo Despuig, uno de los más antiguos, declaraba

francamente en 1495 que

la institución

musical de Boecio, aunque

singular y divina, «era casi enteramente inútil para tar».

Y

todavía fué

más

allá

el

de can-

arte

Gonzalo Martínez de Bizcargui (1511),

acusado por su adversario Juan de Espinoa «de enseñar

á

poner

en escripto herejías formales en Música, contradiciendo á Boecio... é á todos cuantos autores antes dellos desta mathemática». Pero

que

ces, el

tardase

la historia

más de

el

et

en su tiempo han escripto

gran revolucionario musical de enton-

general del arte no ha olvidado, por

cien años en fructificar su reforma, adoptada y des-

arrollada luego por Zarlino, fué el andaluz Bartolomé Pareja,

más que

que desde 1482 se había hecho famoso en

la

Ramos de

Universidad de

Bolonia con su doctrina del temperamento, que inició nueva tonali-

dad y levantó nueva escala contra niendo necesariamente alteradas tas

en

los

el

las

hexacordo

razones de

tradicional, supo-

las

cuartas y quin-

instrumentos estables.

Trazado rápidamente, y no otra cosa permiten

los límites

de esta

digresión, el cuadro de la vida nacional en aquellos órdenes que

más ó menos inmediatamente tras indagaciones, literatura,

se ligan

con

el

que es objeto de nues-

procede ya concentrar nuestra atención en

haciéndonos cargo ante todo de

que aceleraron su progreso durante

este

los

la

dos grandes hechos

reinado y abrieron

puertas de una nueva era. Estos dos hechos son

la

las

influencia triun-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

22

fante de los humanistas,

y

la

introducción de

la

imprenta en nues-

tro suelo.

La cultura clásica, que de un modo imperfecto y á veces de segunda mano, había penetrado en la corte de D. Juan II, y que con más severa

disciplina habían recibido algunos españoles

en

corte

la

napolitana de Alfonso V, triunfa en tiempo de los Reyes Católicos,,

merced á

combinados de humanistas

los esfuerzos

italianos residen-

en España y de humanistas españoles educados en

tes

unos

y compensa, que no nacían de vano

Italia.

y estímulo

regia protección

ni á otros faltó altísima

y

narcas estaban de cumplir así una misión civilizadora.

lo

mucho de

Católico distase

persuade

el

cipal

la

lengua

y protegió exclamar letras:

al

«La

el

Aunque el como

ser ajeno á las buenas letras,

el

maestro Francisco Vidal de Nova,

y más directa y eficaz iniciativa Isabel, que ya en edad madura

des de

mo-

hecho de haber sido educado clásicamente por un

traductor de Salustio,

Reina

re-

dilettantismo, ni de efímero ca-

pricho de la moda, sino del convencimiento en que nuestros

Rey

Ni á

latina,

bajo

el

la prin-

en este orden pertenece á

magisterio de

Doña

estudio de las humanidades con

tal

Beatriz Galindo,

ahinco, que hizo

protonotario Lucena, en su Epístola exhortatoria d

muy

clara

la

llegó á superar las dificulta-

ninpha Carmenta letras latinas nos

las-

dio: per-

adidas en nuestra Castilla, esta Diana serena las anda buscando;

»quien sepa de >cir

las letras latinas

que perdió

»mienzan aprehender, mirando su

»bueno ó malo, todos ensayamos de »cer á nos mesmos:

no sólo estudiaba

la

véngalo á de-

bueno, por apla-

la

Jugaba

el

rey,

Reina, somos agora estudiantes.»

Reina, sino las Infantas, sus

bradas todas cuatro por Luis Vives cluir á la infeliz

lo facer: si es

es malo, por aplacer á ellos.

si

»eran todos tahúres: estudia

Y

Castilla,

¿Non vedes quantos corealeza?... Lo que los reyes fasen

á su dueño, é avrá buen hallazgo...

Doña Juana, que

como mujeres

hijas, cele-

eruditas, sin ex-

contestaba de improviso en lengua

latina á los discursos gratulatorios

que

la dirigían

en

las

ciudades de

Flandes. Del príncipe D. Juan refiere su criado Gonzalo Fernández de

Oviedo, que «salió buen latino é » lio

que á su

tas latinas

real

muy

bien entendido en todo aque-

persona convenía saber». Todavía tenemos car-

suyas entre

las

de Marineo Sículo; y Juan del Encina,

al

CAPITULO XXI

23

dedicarle su traducción de las Bucólicas de Virgilio, dice de «favorescía maravillosamente la sciencia, »

él

que

andando acompañado de

tantos é tan doctísimos varones».

El ejemplo de

la

casa real fué prontamente seguido por los pro-

ceres castellanos, que en todo aquel siglo venían ya distinguiéndose

más ó menos

por

la afición

res.

El Almirante D. Fadrique Enríquez hizo venir en I484 á Lu-

cio

Marineo Sículo;

trajo

el

ilustrada á las letras

Conde de

mentar en Salamanca

embajador en Roma,

Tendilla,

en 1487 á Pedro Mártir de Anglería,

el

empezó por co-

cual

de Juvenal, con

las sátiras

á sus cultivado-

y

tal

aplauso y con-

curso de gentes, que tenía que entrar en clase llevado en hombros

de sus discípulos.

A

estos dos principales educadores de la nobleza castellana,

que añadir los nombres, literariamente

menos famosos, de

los

hay dos

hermanos Antonio y Alejandro Geraldino, encargado el primero de enseñanza de la Infanta Doña Isabel, y el segundo de la de sus

la

hermanas. tores: del

Uno y otro dejaron más fama de pedagogos que de escrihermano mayor sólo se citan unas Bucólicas Sagradas;

del menor, que fué protonotario apostólico

mamente obispo de toria al

sido

la isla

y poeta laureado, y

Papa Inocencio VIII. Tiene, no obstante,

uno de

los

últi-

de Santo Domingo, una oración gratulael

mérito de haber

primeros que empezaron á recoger lápidas é ins-

cripciones romanas en España.

Mucho mayor sólo

por

el

es la importancia del

lombardo Pedro Mártir, no

gran número de discípulos que tuvo en Valladolid y en

Zaragoza, 'figurando entre ellos los primeros nombres de cracia castellana, sino por

la aristo-

originalidad de su persona, por su

la

talento nada vulgar de escritor,

de sus

libros,

considerados

y por el grande interés histórico como fuente histórica, abundantísima,

aunque no siempre segura, para

cos

y de sus sucesores desde 1488

cortesana en rra había la

las

cosas de su tiempo. Pedro Már-

de Anglería ó Anghiera, andante en corte de

tir

las artes liberales;

tomado parte y

á

del primitivo

Reyes

Católi-

á 1526; preceptor de la juventud

canónigo de Granada, en cuya gue-

cuya conquista

asistió;

Jamaica, donde no residió nunca; embajador

miembro

los

al

primer abad de

sultán del Cairo:

Consejo de Indias; corresponsal asiduo de

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

24

Papas, Cardenales, Príncipes, magnates y hombres de letras, ofrece

en su persona uno de

zaban en renovar toga y día,

clásicos tipos

la historia

á los héroes contemporáneos,

muy

en una latinidad

de

abigarrada

y

él

y

vestir

con

dando con todo

oía,

la

escribía día por

pintoresca, llena de chis-

mur-

tosos neologismos, cuanto pasaba á su lado, cuantos chismes y

muraciones

que

lo

noticiero. Mientras otros latinistas se esfor-

formas clásicas de

las

el laticlavio

más antiguos y

los

hoy diríamos periodismo

incesante pasto á su propia

ello

curiosidad siempre despierta, y á la de sus amigos italianos y espa-

Tenía para su oñcio

ñoles.

y no tomar excesivo

gran cualidad de interesarse por todo

la

interés por ninguna cosa,

con

podía

lo cual

pasar sin esfuerzo de un asunto á otro, y dictar dos cartas mientras le

preparaban

el

almuerzo. Acostumbrado á tomar

la

vida

como un

espectáculo curioso, gozó ampliamente de cuantos portentos

brindaba aquella edad, colocado en

las

sin igual

en

historia;

la

mejores condiciones para verlo y comprenderlo

todo, desde la guerra de

Granada hasta

la

revuelta de las

dades. Su espíritu, generalmente recto, propendía

que á

lencia

la

más á

raba honores y mercedes que contentasen su vanidad,

larga

la

Comunibenevo-

censura, sobre todo con aquellos de quienes espe-

de punto, aunque inofensiva, y su dades y á

le

y estuvo siempre

las riquezas,

que

la

muy positivo amor

fortuna

mano. Hombre de ingenio

fino

le

y

muy

á las

subida

comodi-

concedió ciertamente con

sutil, italiano

hasta las uñas,

quizá presumía demasiado de su capacidad diplomática; pero, á lo

menos, poseyó en

alto

grado

el

don de observación moral,

cono-

el

cimiento de los hombres. Sus juicios no han de tomarse por definitivos;

pero reflejan viva y sinceramente

El mismo,

paso y

como todos

sin violencia

los escritores

alguna

la

impresión del momento.

de su género,

cada

rectifica á

que en cartas anteriores había consig-

lo

nado. El Opus Epistolarum es un periódico de noticias en forma epistolar, dividido

juzgado. novo,

que fueron un

la historia

pa.

en 812 números, y no de otro

Más aparato

La

histórico tienen

libro

de revelación,

del descubrimiento de

latinidad no era

este defecto,

muy

el

ser

primer libro por donde

América vino

clásica

modo debe

sus ocho Dccadcs de Orbe

á difundirse en

Euro-

que digamos; pero á pesar de

que en aquellos tiempos difícilmente se perdonaba,

CAPITULO XXI

todo

público letrado de

el

dando ejemplo de

ello el

mesa

y

á su sobrina

Italia

devoró ávidamente

mismo Papa León X, que

peculiar instinto, había elegido lo

más pintoresco y divertido de

estas

Decadas,

las leía

de sobre-

Pedro Mártir, siguiendo su

los Cardenales.

á

25

más ameno,

más

lo

exótico, lo

aquella materia novísima, detenién-

dose, no poco, en las rarezas de historia natural, en los detalles antropológicos, y en notar maligna y curiosamente los ritos, las cos-

tumbres y supersticiones de

en aquello en que más

los indígenas,

contrastaban con los hábitos del Viejo Mundo. Esta especie de cu-

además

riosidad científica realza sobremanera su libro,

de su pero

estilo,

muy

del agrado

incorrectísimo ciertamente y á veces casi bárbaro,

suelto, chispeante é ingenioso.

Tiene Pedro Mártir,

como

preceptor y gramático, su importante representación en la historia humanismo español, y pudo escribir sin mucha nota de jactan-

del

cia,

aunque en

mamado

la

frases

de pedantesco y depravado gusto, que habían

leche de su doctrina casi todos los proceres de Castilla

(suxerunt mea

litteraria

ubera principes Castellae fere omnes), pero

cuál fuese la calidad de esta leche, no poco desemejante de

la láctea

están pregonando á voces los

mismos

libertas

de Tito Livio,

escritos

de Mártir; y ciertamente que

maestros indígenas, ras,

de

lo

como

no hubiese llevado

y

De hizo á

Núñez y Verga-

barroca, que viene á ser

emulado

ni

clásica del siglo xvi los esplendores

de

fraseología moderna, no hubiera

España

severa disciplina de otros

gusto por senderos más clásicos que los

el

esta latinidad viciada

si la

los Nebrijas, Barbosas,

todos modos, es harto evidente

el

calco de una

menos excedido la Italia

el servicio

que Pedro Mártir

de nuestro más glorioso reinado, para que por

la historia

defectos de forma

hayamos de

regatearle sus méritos de observa-

dor incansable y curioso, no menos que de narrador sensato y do.

Más modestos, aunque no menos

prestó

el siciliano

la

del siglo xv.

positivos,

lúci-

fueron los que

la

Lucio Marineo, discípulo de Pomponio Leto, y

profesor en Salamanca de Elocuencia y Poesía latina desde 1484 aula regia,

acom-

Católico en su viaje á Ñapóles (l5°7)

como

hasta 1496, en que pasó á ejercer su ministerio

pañando luego

al

Rey

mismo que

capellán suyo.

Su

mucho dentro

del reinado de Carlos V, y

vida, lo

la

al

de Pedro Mártir, se prolongó lo

permitió dejar varios

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

26

enteramente consagrados á

libros

la ilustración

de nuestras cosas,

con espíritu sobremanera encomiástico, y quizá adulatorio en algún caso. Su correspondencia familiar en diez y siete libros, menos explotada hasta ahora que

de Mártir, abunda en noticias singu-

la

para nuestra historia política y

lares

de Aragón, especialmente en de

los primeros;

el

literaria.

En

ilustrar los anales

período próximo á su tiempo, fué

será consultada con utilidad, aunque no

y siempre

sin cautela, la vasta enciclopedia histórico-geográfica

que

De

tituló

rebus Hispanice memorabilibús, cuyos primeros libros, por su traza

y por

la

variedad de especies que en ellos se mezclan, tienen

parecido con los modernos libros de viajes,

pertenecen enteramente á para

la ilustración

Reyes El

de

la

así

como

narración histórica, y conducen

de D.Juan

los reinados

II

mucho

los últimos

mucho

de Aragón y de los

Católicos.

mismo Marineo

Sículo,

en una oración dirigida á Carlos V,

nos dejó curiosa conmemoración de los eruditos españoles de su tiempo, contando entre ellos á sus propios discípulos

Pedro Mártir, muchos de

á los de

nada dejaron impreso, pero

los cuales

cuyo ejemplo influyó mucho por

y

prosapia de los que

alta

la

le

daban. El Arzobispo de Zaragoza, D. Alfonso de Aragón, hijo bastardo del

Rey

Católico; el Arzobispo de Granada,

Herrera; los Obispos de Salamanca Bovadilla

y D. Gómez de Toledo;

el

y

Plasencia,

D. Francisco de I).

Francisco de

futuro Arzobispo de Sevilla é

Inquisidor general, D. Alonso Manrique, que en su juventud había

enseñado griego en Alcalá, grande amigo y protector de Erasmo; el Cardenal de Monreal, D. Enrique de Cardona, y su hermano don Luis,

Obispo de Barcelona;

ríquez, á quien califica

de

Osma

el

Abad de

Marineo de

Valladolid, D. Alfonso

liitcratissimits juveuis; el

Cabrero, concionator egregias;

el

muy

natural de Plinio; el

el

gimnasio de Sala-

joven, las epístolas de Ovidio y

Marqués de

los

Obispo

Condestable D. Pedro

de Velasco, á quien Marineo oyó explicar en

manca, siendo

En-

la

Historia

Vélez, D. Pedro Fajardo;

Duque de Arcos, D. Rodrigo Ponce de León;

el

el

Marqués de Denia,

D. Bernardo de Rojas y Sandoval, que emprendió sexagenario

el

estudio de

el

la

gramática

latina,

y

llegó á

ser

eminente en

doctísimo Conde de Oliva, D. Serafín Centelles;

el

ella;

Conde de Ten-

CAPITULO XXI D. Iñigo López de Mendoza, «vir sapiens

dilla, el

27 exctdtuss>;

et litteris

Marqués de Tarifa y Adelantado de Andalucía, D. Fadrique En-

ríquez de Rivera, gran conocedor de

la historia

de una dinastía de Mecenas y de cultivadores de

y vastago

antigua,

las letras

y de

las

Rodrigo Tous de Monsalve, patricio hispalense, lomni genere

artes;

doctrinae doctissimus»... Si á todos estos nombres aristocráticos,

recordados en

discurso de Marineo, se añaden los de sus pro-

el

pios corresponsales

y

los

de Pedro Mártir,

tales

como

el

Duque

de Braganza y Guimaraens, D. Juan de Portugal, D. Alonso de Silva, D. Diego de Acevedo, Conde de Monterrós, D. García de Toledo y D. Pedro Girón, no podrá menos de formarse

muy

ven-

tajosa idea del ardor desplegado por la nobleza española para iniciarse

en

la

nueva

secundando

cultura,

el

ejemplo de los Reyes

Católicos.

Pero

ni

Pedro Mártir,

aristocráticos, cia,

y en

ni

Lucio Marineo,

más ó menos

tureros literarios

brillantes,

hombres harto medianos de carácter y de

los cuales se

inteligen-

trasluce siempre algo del advenedizo

podido extender

parásito, hubieran

aven-

ni los Geraldinos,

preceptores meramente

ra del recinto cortesano,

si

no

les

la

y

del

acción del Renacimiento fue-

hubiese secundado, y en parte pre-

cedido, una legión de humanistas españoles, que con

mayor

celo

y y con más espíritu didáctico, trabajaron por difundir en escuelas de España la noción clásica que habían recogido en Ita-

desinterés las lia.

Lo primero

dono de

los

era la reforma de los

antiguos

ros vocabularios, original,

y

métodos gramaticales,

y bárbaros textos, la

difusión

de

los

la

formación de

de Palencia, que haber vivido en

pueden disputar si

la

la

aban-

prime-

autores clásicos, ya en su

ya en versiones más ó menos ajustadas.

esta parte pocos

el

los

Y es

cierto

que en

prioridad de tiempo á Alonso

no llegó á poseer

la

lengua griega



pesar de

domesticidad del Cardenal Bessarion y de haber

tenido familiar trato con Jorge de Trebisonda y otros doctos bizantinos),

y de

por

y revesadas traducciones de Plutarco poco aprecio, mereció bien de las huma-

lo cual sus infieles

Josefo lograron

muy

nidades latinas por trabajos estrictamente filológicos, que son los

más antiguos de tenía

su genero en Castilla:

ya terminado en 1472, y

el

el

Opus sinonimorum, que

Universal Vocabulario en latín

y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

28

romance, trabajo de su vejez, emprendido por orden de

y dado á

Isabel,

tonio de Nebrija, que le lleva grandes ventajas

mente

sepultó en

le

más bien

gentes

las

Reina

la

en 1490, un año antes del Diccionario de An-

luz

Hoy

olvido.

el

y que inmediatala memoria de

vive Palencia en

á título de cronista

que de lexicógrafo, por más

vigorosa y pintoresca á veces, aunque crespa y enmarañada, de sus Décadas, bien se trasluzcan los esfuerzos de su

que en

la latinidad,

autor para dominar la prosa clásica, cuyo estudio

sanchar los lindes de

que muestra tado de

Pero

la

nuestra hasta

Batalla de los lobos

la

el

y perros, y más

Perfección del triunfo militar

la

los trabajos

de Palencia,

humanista, no fueron

más que

Tormes

del

>Nebrija,

Arias Barbosa) (2).

las

todavía

el

tra-

(1).

meramente como

si

se le considera

el

preludio de los de Antonio de

Nebrija, el extirpador de la barbarie, el el helenista

para en-

le sirvió

grado de relativa perfección

que mezcló (como cantaba

sagradas aguas del Permeso con

«Fué aquella mi doctrina tan noble

con justo aunque poco disimulado

(decía el

orgullo),

las

mismo

que aun por

»testimonio de los envidiosos y confesión de mis enemigos, todo »

aquesto se

me

otorga:

que yo

fui el

primero que abrí tienda de

»lengua latina y osé poner pendón para nuevos preceptos

»ya

casi

de todo punto desarraigué de toda España

»los Peros Elias

y

otros

los Doctrinales,

nombres aun más duros, como

»los Ebrardos, Pastranas

y otros no

la

y que

los Gaiteros,

qué apostizos y contrahechos Y que si cerca de



»gramáticos, no merecedores de ser nombrados. »los

hombres de nuestra nación alguna cosa

se habla

de

latín,

»aquello se ha de referir á mí. Es, por cierto, tan grande

(1)

tin

[Consúltense: G. Cirot: Les Decades

hispanique (1909),

tomo

xi, págs.

d' Alfonso

425-437. — A

el

de Palencia, en

el

todo

galarBulle-

Paz y Mélia: El cronista

Alonso de Palencia; Madrid, 1914. {A. B.)\ ^

Miscuit lúe sacris Tormi/i Permessidos uncus,

/

Barbaricum nostro

Primus

Non

et

rep///it

orbe genus:

in palriam Phoebum, doctasqut sórores

tdli tacta detulit ante dio:

Pegasidumque ausus puro defonte sacerdos Nostra per ausonios orgia ferré choros. (Esta elegía de Arias Barbosa anda al principio

guas de

la

Gramática de Nebrija.)

de muchas ediciones anti-

CAPITULO XXI

»dón deste mi »se

trabajo,

puede pensar»

29

que en este género de

mayor no

letras otro

(i).

Nebrija, en efecto, que tornaba de Italia en 1473, después de una

residencia de diez años,

y muchos

antes que Pedro Mártir ni Lucio

Marineo pensasen en venir á nuestro

suelo, traía

como

pojo de su largo viaje, é iba á difundir por medio de

primero en

Sevilla,

después en Salamanca

calá, la última palabra

método pírico

racional

y

de

(2)

de Lorenzo Valla, contrapuesto

opúsculos,

Su

y condensada

Gramática (cuya primera edición sobre las ruinas del alcázar de

munal certamen. Su nombre

y desde

el siglo

enseñanza,

de entonces, es decir,

la filología clásica

filosófico

mada en innumerables

la

y finalmente en Al-

rutinario de los gramáticos anteriores.

y

triunfal des-

al

el

em-

doctrina, derra-

en su extensa

al fin

de 1481), se alzó triunfante

es

la barbarie,

por

él

abatido en desco-

en sinónimo de gramático,

se convirtió

xvi hasta nuestros días, los artes para enseñar

la

lengua latina siguieron intitulándose con su nombre, aunque poco conservasen de su doctrina,

ni

menos

del

generoso espíritu de

cultura que la informaba. Casi nadie, por ejemplo Abril,

y

muy

éste

alta

Simón

(salvo

tardíamente), le siguió en lo que constituía la se-

gunda parte de su método, en

lo

que implicaba un apartamiento de

tendencia escolástica, una dirección popular. Si en su volumino-

la

sa Gramática, escrita para uso de los maestros, había seguido la cos-

tumbre, universal entonces, de exponer tina,

no por eso cayó en

el

los

preceptos en lengua

absurdo (triunfante hasta

el siglo

la-

pasa-

do) de creer que fuera cosa conveniente, ni siquiera posible, iniciar á nadie en los rudimentos de una lengua, valiéndose de la

lengua que

el

principiante ignoraba. Por eso, siguiendo

piración de la Reina Católica, escribió, en

romance contrapuesto

al latín,

sus Introducciones «para que con facilidad

» todos,

y principalmente

»á Dios».

De

sus obras de

(1) v

2/

este

la

las religiosas

modo (como

sombra y

él

y

puedan aprender

otras mujeres consagradas

decía) «sacaba

la

tinieblas escolásticas á la luz

Prefación de su Vocabulario. Spectatrix aderat tota Salmantica nutro...

Cum

misma

la alta ins-

veni, vidi, vid... listóla i

I'


HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

34 edición es de

1

516.

Erasmo y

tera independencia, y

perjudicar

el

A

al del otro.

los

complutenses trabajaron con en-

merecimiento de decir verdad,

los

ambos

unos en nada debe

de

textos adolecen

no leves defectos, como fundados en códices relativamente moder-

y todos de

nos,

la familia bizantina.

¿Quién ha de pedir á aquellas

ediciones del siglo xvi, primeros vagidos de la ciencia filológica, la

exactitud

y

esmero que en nuestros

el

ha podido dar á

días

las su-

yas Tischendorf, sobre todo después del hallazgo del códice Sinaí-

Erasmo tuvo que

tico?

valerse de algunos códices de Basilea

medianos; muchas veces corrigió su texto por -

en

la cuarta,

quinta

miendas tomadas de

y

el

de

muy

Vulgata,

la

y

sexta de sus ediciones, introdujo algunas en-

la

Complutense.

Pocos príncipes han igualado á Cisneros en esplendidez como Me-

y como

cenas

protector del arte tipográfico.

publicó á sus expensas

ta,

el

Misal y

taurando en parte aquella antigua Catalina de Sena, del Cartujano,

y

la

otros

todas del Tostado;

Además de

muchos

liturgia; las

el

mucha

libros

la Políglo-

Breviario Mozárabes, resEpístolas de Santa-

Escala de San Juan Clímaco,

conventos de monjas;

los

el

Meditaciones

las

de devoción, que repartió por

Tostado sobre Ensebio, y luego

parte de las de

Raimundo

las

obras

Lulio, á

cuya

doctrina tenía especial afición, interviniendo en las ediciones los

mosos

lulianos Nicolás de Paz

y Alonso de Proaza;

de Gabriel Alonso de Herrera, que repartió entre las

la

fa-

Agricultura

los labradores,

y

obras de Medicina de Avicena. Tenía, finalmente, pensado hacer

una edición greco-latina esmeradísima de todas teles,

las

obras de Aristó-

empresa tan monumental en su género como

la

Políglota,

pero murió antes de ver acabados los trabajos. Parte de especial los de

Juan de Vergara, todavía se conservan entre

ciosas reliquias

de

la

en

las pre-

Biblioteca Complutense.

Pero no es del caso detenernos á sa escuela,

ellos,

que además, por

lo

tejer los anales

de aquella famo-

que toca á su período más

fueron dignamente ilustrados por Alvar

Gómez de

brillante,

Castro en su

y por Alfonso García Matamoros en su clásica oración Pro adserenda hispanorum eruditionc. Por otra parte, vida latina del Cardenal,

sería á la

ya traspasar

los límites cronológicos

de este reinado

el asistir

formación del grupo erasmista, cuyo corifeo en Alcalá fué

el

CAPITULO XXI

abad Pedro de Lerma;

35

menos enumerar

ni

los elegantes

con que ya en prosa, ya en verso, comenzaban dia del antiguo Lacio

Alvar Gómez, señor de

escritos

á renovar la facun-

Pioz,

Juan Sobrarías,

Juan Pérez, que latinizó su apellido llamándose Petreyo, Juan Maldonado, y otros muchos humanistas, cuyos mejores trabajos perte-

necen

al

reinado siguiente. Baste decir que, en

no se encerraba ya en

siglo xvi, la cultura greco-latina

universitarios, sino

eminentes,

la

difundían por todas las ciudades

y Andalucía; en

de Andrés Laguna; en Soria,

censor de

los centros

que muchos profesores privados, algunos de

consideración de Castilla tro

primer tercio del

el

las ficciones

el

y

ellos

de alguna

villas

Segovia, Juan Oteo, maes-

Bachiller Pedro de Rúa, ingenioso

de Fr. Antonio de Guevara; en Valladolid y

en Olmedo, Cristóbal de Villalón; en Toledo, Alfonso Cedillo, maestro de Alejo de Venegas; en Calahorra, dilla;

en Santo Domingo de

el

Bachiller de la Pra-

Calzada, Pedro Lastra; en Sevilla,

la

Diego de Lora y Cristóbal de Escobar, dignos precursores de los Malaras, Medinas y Girones; en Granada, Pedro Mota; en Écija, un cierto

Andrés, á quien por excelencia llamaron

El estudio de femenil rineo,

más

y en

las

aristocrática

el

el

Griego. ¿Qué más?

humanidades formó parte integrante de

y

exquisita;

y en

las cartas

la

cultura

de Lucio Ma-

Gynecaeiun Hispanae Miuervae, que compiló D. Ni-

colás Antonio, viven, juntamente con

el

nombre de La Latina,

los

de Doña Juana Contreras, Isabel de Vergara, Antonia de Xebrija, la

Condesa de Monteagudo, Doña María Pacheco, Doña Mencía de

Mendoza, marquesa de Zenete, y otras doctas hembras, de una de por lo menos (Doña Lucía de Medrano), consta, por re-

las cuales,

lación de Marineo, el cual habla

tedra pública en

la

planación de los clásicos latinos.

educación de

la

como

civilización alcanzado

A esta rápida

Y

-cos.

el

no hay duda que

el indicio

más seguro

la

cá-

ex-

grado de

y

del punto

por un pueblo.

la

manera

la

imprenta, que precisamente entró en Es-

mismo año en que comenzaron á imperar

De 1474

el

difusión del saber contribuyó en gran

prodigiosa invención de

paña

que tuvo

mujer, cuando es verdadero cultivo del espíritu

no pedantesca ostentación, suele ser de

testigo ocular,

Universidad de Salamanca, dedicándose á

á 1475 datan las

los

Reyes

Católi-

más antiguas impresiones de Valen-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

36

Certamen poetich,

cia (el

que tiene

como en

el

Comprehensorintn,

de haber precedido á todas

la gloria

diatamente

de España, en ésta

dos capitales de

las otras

la

inme-

Corona de Aragón, Barce-

entre las ciudades de los dominios castellanos

y

en 14/6; Salamanca, en I480; Zamora, en 1482; Toledo,

Sevilla,

En

en 1483; Burgos, en 1485; Murcia, en 1487.

menos

siglo, la

tipografía hebrea, desde 1485.

imprenta se extiende, no sólo á

nasterios de

Durante las

Lisboa existía por resto de aquel

el

ciudades de Lérida, Ge-

Pamplona, Valladolid y Granada, sino á

rona, Tarragona,

y

las

ciudad

otras manifestaciones de la cultura (i). Siguiéronla

lona y Zaragoza,

lo

el Salustio...),

los

mo-

Miramar en Mallorca (1485) y Monserraten Cataluña,, Monterrey en Galicia. Pasman el número y variedad

á la villa de

de impresiones de estos veintiséis años, didez de

muchas de

vulgar, alternando

de este reinado, publicación

la

con

monumentos de

son

ellas, la

la

primor y aun

la

esplen-

Y

las latinas, así clásicas

como

sabiduría legislativa

del generoso espíritu

las varias

y venta de

Carta-orden de 25

el

abundancia relativa de obras en lengua

y

escolásticas.

disposiciones encaminadas á favorecer

comenzando por

libros,

la

memorable

de Diciembre de 1477, dirigida á

la

ciudad

de Murcia, mandando que Teodorico Alemán, impresor de libros de molde en estos reinos, sea franco de pagar alcabalas, almojarifazgo ni otros derechos, por ser

y factores del arte de hacer muchos peligros de la mar, por res

con

uno de libros

los principales invento-

de molde, y exponerse á

traerlos á

España y ennoblecer

En 24 de Diciembre de 1489 vemos al librero Antón Cortés Florentín, y en

ellos las librerías.

gada (1)

igual franquicia

El opúsculo barcelonés que lleva

el título

otor-

12 de

de Pro condenáis orationi-

fecha de 1468, no es un libro apócrifo, pero es evidentemente un

bus y

la

libro

que tiene

la

fecha equivocada por lo

menos en veinte

años,

como

lo

persuaden todas sus circunstancias tipográficas. Es lástima que un patriotis-

mo

local

mal entendido, eternice este error y otros en la historia de nuestra como acontece con los libros impresos en Tolosa, que indisputa-

Tipografía,

blemente son de Tolosa de Francia, y no de del mismo nombre.

la

modesta

villa

guipuzcoana

[Según cierto documento hallado por D. M. Serrano y Sanz (Arte Español, tomo 1, años 1914 — 19 15), los primeros libros españoles salieron de

revista, las

prensas zaragozanas. (A. £.)].

CAPITULO XXI

37

Diciembre de 1502 á Melchor Garricio de Novara, librero de Toledo.

Merced

á este desarrollo de la imprenta, se salvó en su

mayor

parte la producción literaria de este tiempo, que quizá por eso pa-

rece -ella,

más considerable que

Abundan en

de épocas anteriores.

la

como habían abundado en

la

corte literaria de D. Juan

II,

las

traducciones de libros clásicos, predominando entre ellos los de historia: el Plutarco y el Josefo, de Alonso de Palencia; el Apiano, de Alonso Maldonado, y el de Juan de Molina; el Julio César, de Diego López de Toledo; el Salustio, de Vidal de Noya; el Tito Livio,

de Fr. Pedro de Vega;

el

Castañeda;

el

•,

Francisco Alegre, y

al

las

castellano por

Juan del Enzina, que fué

el

De

Metamorfosis de Ovidio,

Cardenal Mendoza;

la del

la

poetas de

la

catalán, por

al

un anónimo, cuya versión es las

Bucólicas de Virgilio, por

primero en abandonar

mente usada hasta entonces para

el

de Gabriel de

el castellano

Frontino, de Diego Guillen de Avila.

antigüedad, se tradujeron

diversa de

de Hernando de Flores;

Herodiano

Quinto Curdo, catalán, de Fenollet, y

la

prosa mala-

interpretación de los poetas;

algunas sátiras de Juvenal, por D. Jerónimo de Villegas, prior de

Covarrubias.

Y

nuestra lengua

entre otras obras de pasatiempo

cediano de Sevilla.

oro,

de Apuleyo, castellanizado con mu-

por Diego López de Cortegana, ar-

No hay

para qué proseguir un catálogo que en

este lugar resultaría indigesto. Pero no

dominio de el siguiente,

á

estilo

El asno de

cho donaire y viveza de

y amenidad, pasó

la literatura italiana,

podemos

se manifiesta en obras tales

traducido en coplas de arte

omitir que

el

pre-

tan vivo en todo aquel siglo y en

como

mayor por

el

el Infierno,

de Dante,

arcediano de Burgos

Pedro Fernández de Villegas; un Decamerone de intérprete anóni-

mo, pero

muy

digno de que su nombre se supiera; y varias ver-

siones totales ó parciales de los Triunfos del Petrarca, por Alvar

Gómez de Ciudad

Antonio de Obregón y otros, aunque ninatreva todavía á remedar el metro del original, y Real,

guno de

ellos se

prosigan

fieles á la

También

entre

antigua versificación castellana.

las

producciones originales se aventajan en nú-

mero, y por lo común en calidad, las históricas, que habían sido el nervio de nuestra literatura durante todo aquel siglo. á la vez que

Y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

38

en algunos narradores

de sucesos contemporáneos y bió-

oficiales

escuela

como Hernando del Pulgar, formado en la de Fernán Pérez de Guzmán y del Canciller Ayala, es pa-

tente

tendencia á

grafos de claros varones,

la

la

observación moral, y junto con

ximación á los modelos tercalando en

que

clásicos,

el

ella la

autor procura remedar in-

proceso de su relación largas epístolas y arengas,

el

que indirectamente revelan su pensamiento

político;

en otros más

apartados de esta dirección erudita, persiste en lo esencial ter

de

la historiografía

de

los

Palacios, el cual, así

timo de nuestros cronistas, propiamente

más ameno y sabroso de todos

ellos,

rés cuasi novelesco de las cosas

cuanto por haber sabido unir á

todo y ner

de

Con yen á

la

ilustrarla

de

indirectas,

como

fué el úl-

vino á resultar el

tales,

tanto por la grandeza é inte-

los antiguos narradores cierta lucidez, cierto

que

la historia

carác-

que registra y que en parte vió r amable ingenuidad y á la brillan-

espíritu de curiosa indagación

la materia,

el

tiempos medios, como es de ver en

Andrés Bernáldez, cura de Los

tez pintoresca

apro-

ellos

no

y

mé-

de distribuir y compo-

arte

solían tener.

de aquellos tiempos se dan

mano, y contribu-

la

en gran manera, ciertas manifestaciones, directas

ó

elocuencia política, ya en razonamientos que

á

la

como

veces no tienen traza de invención retórica,

de Gómez:

el

de Alonso de Quintanilla pro-

Manrique

al

pueblo de Toledo, ó

poniendo

el

establecimiento de las Hermandades; ya en opúsculos

el

de circunstancias, escritos á veces con tan

libre espíritu

tan democrático como

los

bles.,

za

y

llamado Libro de

que viene á ser dura acusación contra la

torio

y

podremos

incluir,

sentido

pensamientos varia-

las tiranías

de

la

opresión de los labradores. Ni en otro género que en

recitados nunca, la tiz,

el

nobleel

ora-

aunque no conste que fuesen públicamente

mayor parte de

los tratados del Dr.

Alonso Or-

que en medio del aparato escolar y á veces pedantesco, tiene

arranques sublimes de sentimiento patriótico en toria dirigida á los

nada.

De

Fr.

res sagrados,

Reyes Católicos después de

Hernando de Talavera, como de queda más bien

el

la

la

oración gratula-

conquista de Gra-

otros grandes orado-

recuerdo de sus obras vivas que de

sus palabras muertas; pero todavía sus libros de moral doméstica

conservan algún

reflejo

del alma de aquel

apostólico varón, al

CAPITULO XXI

mismo tiempo que aprovechan para

39

estudio de las costumbres

el

de su tiempo.

En rias

lo didáctico, la

más

lengua comenzaba á ser aplicada á

mate-

las

diversas. Villalobos, inspirándose en el Cántico de Avice-

exponía en romance trovado, llana y popularmente, el compendio de los conocimientos médicos de su edad, y abría nuevos rumna,

bos á

la

ciencia en

la

sección que trata de las pestíferas bubas,

monografía ponderada como dechado de observación por grafos

más

vulgar

el

recientes.

Hernán Alonso de Herrera lanzaba en idioma

primer grito de rebelión contra Aristóteles, y un deudo

suyo ennoblecía

labores del campo, exponiéndolas por

las

elegantísimo, que hubiera puesto envidia

Las si

los sifilió-

flores

de

la

al

modo

tan

mismo Columela.

imaginación engalanaron este robusto tronco, y la novela española, ni entonces llegó tampoco

no nació entonces

á su apogeo, todavía hay que contar entre los timbres literarios de este período la redacción

definitiva del

Amadís de Gaula;

cepción sentimental y casi wertheriana de

Diego de San Pedro; de Amor; y

ma y

allá

la

la

con-

Cárcel de Amor, de

tentativa histórico-novelesca de la Cuestión

á lo lejos, no

la novela, sino

la

como forma intermedia

como obra esencialmente

entre

el

dra-

dramática, que anun-

y prepara un arte nuevo, la Tragicomedia de Calisto y Melibea, con su serenidad de mármol clásico, levantado como piedra miliacia

ria entre la

Edad Media y

Antes de exponer

lo

el

que

Renacimiento. la

poesía

lírica fué

zoso era dar razón del ambiente moral vivieron.

de

los

No

hombres en tan corto número de años,

poderosa.

Y

en que los poetas

de estremecerse

al

ni es posible

como deslumhrados por

que por todas partes

les

que

la

contacto de una realidad tan

aunque en general pueda decirse que

aquella generación, luz

en este reinado, for-

literario

pasan en vano tantas y tales cosas delante de los ojos

fibra poética deje

de

y

aquella

los

poetas de

misma

efusión

penetraba, no acertaron sino rara

vez á expresar digna y adecuadamente lo que sentían, dejando re-

servada esta tarea para sus inmediatos sucesores; todavía importa saber en qué grado y medida concurrieron

dor que bajo la

el

cetro de

la

introducción necesaria á

al

movimiento

civiliza-

Reina Católica se desarrolla, y que es grandezas del siglo xvi. Vivían aún

las

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

4-0

en este reinado y durante

él

escribieron algunas de sus

princi-

pales composiciones, la may-or parte de los poetas del reinado anterior,

Antón de Montoro, Alvarez Gato, Pero

govia, los dos

Guillen de Se-

Manriques, cuyas obras conocemos ya. Pertene-

cen más peculiarmente á esta época los franciscanos Fr. Iñigo de Mendoza y Fr. Ambrosio Montesino,

el

cartujano D. Juan de

músico y poeta Juan del Enzina, el procer aragonés don Pedro Manuel de Urrea, el panegirista de la Reina Católica Diego Padilla, el

Guillen de Avila; innumerables versificadores del Cancionero General, entre los cuales

logran

mayor nombradía Cartagena, Garci-

Sánchez de Badajoz, Rodrigo de Cota y Diego de San Pedro; un

grupo numeroso de ingenios portugueses del Cancionero de Reséñele,

que cultivan indiferentemente

algunos catalanes gües.

En

el

y examen

la

analítico

la castellana,

que vamos á hacer de toda

y confusa producción poética, en primer orden, notaremos de

lengua patria y

y

valencianos que también comienzan á ser bilin-

la

cual

la persistencia

la literatura del siglo xv:

el

esta varia

hay muy pocas cosas de

de ciertos rasgos propios

imperio de

la alegoría

dantesca, la

tendencia moral didáctica y sentenciosa; y advertiremos

al

propio

tiempo síntomas de novedad y de transformación, si no en los metros, en el espíritu; maridaje frecuente de lo vulgar con lo erudito, desarrollo visible

de

los

elementos musicales del lenguaje, y un

lento infiltrarse de la canción popular en la lírica cortesana, que hasta entonces

la

había desdeñado.

.

CAPITULO

XXII

[LA POESÍA RELIGIOSA EN TIEMPO DE LOS REYES CATÓLICOS.

FRAY IÑIGO

DE MENDOZA: SU VIDA Y SUS OBRAS LA Vita Ckristi\ ROMANCES Y villancicos; escenas dramáticas del poema; COMPOSICIONES políticas DE FRAY ÍÑIGO.- FRAY AMBROSIO MONTESINO; SUS OBRAS EL CdílCtOnero de montesino; influencia en él de la tradición franciscana y especialmente del beato jacopone de todi; transfusión de la poesía popular en la artística. el Cancionero de juan de luzón. FRAY HERNANDO DE TALAYERA] J



;



La



poesía religiosa, en tiempo de los Reyes Católicos, está repre-

sentada especialmente por dos franciscanos, Fr. Iñigo de Mendoza

y

Fr.

lla.

Ambrosio Montesino, y por un monje

cional de su orden, fluencia así

en

de

la

y en

el

Marqués de

unido con

la

la sátira

la

Su

la in-

como en

lo

can-

moral.

vida de Fr. Iñigo de

Santillana.

poesía tradi-

la

Beato Jacopone de Todi,

expresión popular de los afectos místicos,

Poco sabemos de

Juan de Padi-

segundo, sobre todo, es visible

los Cánticos Espirituales del

doroso y enérgico de

del

cartujo,

Los dos primeros conservan muchos rasgos de

Mendoza

(i),

apellido induce á creer

homónimo que estaba

casa del Infantado por algún género de parentesco le-

gítimo ó ilegítimo, ó meramente por adopción en

bautismo, y deudo espiritual. Quizá fuera judío converso y habría tomado al bautizarse llos

nombre de su padrino, como

era costumbre en aque-

tiempos. Las noticias que tenemos de este fraile

presentan

(i)

el

el

como muy

López de Mendoza

cuentro

el

rígido observante, sino

le

llaman

López en ninguna de

las

Amador de

menor no

le

más bien como uno de

los Ríos y otros,

pero no en-

ediciones antiguas de su Cancionero.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

42

aquellos conventuales aseglarados á quienes tuvo que reformar, con tanta contradicción

muy

lucha, el gran Cisneros.

y

Vemos

al

Fr. Iñigo

introducido en palacio, festejado de los cortesanos por su ta-

y envuelto al parecer en galanteos, muy ocasionados y pecaminosos. Dos largas composiciones hay en el Cancionero General (núms. 814 y 815)) destinadas únicamente á zaherirle por su gala y atildamiento, impropios de un religioso, y por su afición á lento poético,

los placeres

mundanos.

Un

obscuro trovador, llamado Vázquez de

Palencia, endereza ciertas coplas á su la obra de « Vita Christh,

que

era,

amiga porque

como

sólido

fundamento de

cha

ocasión para decir del fray le revolvedor

la

la

le

envió á pedir

adelante veremos,

el

más

reputación poética de Fr. Iñigo; y aprove-

res, las siguientes lindezas,

y

y afortunado en amo-

que por brevedad omito:

otras

Este religioso santo,

Metido en vanos plazeres,

Es un lobo en pardo manto: ¿Cómo entiende y sabe tanto Del tracto de Tiene

Con muy

Y

las

mujeres?

los ojos

por suelo

falsa ypocresía,

con esto haze vuelo:

Que todo viene al señuelo De su gentil fantasía. Que no penséys por Mas antes dentro en

las ramas,

el bayle,

Vi de sus perversas ramas,

En

afeytes de las

Quál

el diablo

damas

puso

al fraile.

Otro galán, descontento también del lindo frayle de palacio, increpa en estos términos, con acusaciones todavía directas:

Discreto Frayle, señor,

Ya

callar esto

no puedo,

Porque amores dan dolor

Á

vos que serie mejor

Cantar bajo vuestro Credo...

le

más graves y

CAPITULO XXII

Que

el

amor

del

43

como

vos,

Frayle profeso y benigno,

Todo deve estar con Dios, No querelle traer en pos

De quien tuerce tal camino. Amor de ser el primero

A

vuestras oras venir

Mucho

Amor

presto y muy ligero; de ser postrimero

Del monesterio

No C071

sallir;

el primero de los

damas que dan

moles

deseo,

Envidar, tener sus cotes;

Las razones sin dar botes Rechazarlas de boleo.

Amor de traer cilicio, Amor de gran abstinencia, Amor de hazer servicio Al señor del beneficio,

Amor de buena Amor

conciencia.

en siempre rezar

Las horas devotamente;

Amor

de

muy

bien guardar

Vuestra regla sin errar;

Amor de ser obediente: No guardar mirar por

dónde

Hablares la dama vuestra...

No por

gracia el cecear

Contrahaciendo

el galán;

No el reyr, no el burlar, No de muy contino estar

Do amores

vienen y van.

No pedir favor á damas, No servirlas con canciones, No encenderos en sus flamas, Que

son peligrosas llamas

Para sanar los perdones.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

44

No

con risueño mirar,

Viendo gracia en la mujer, Desealla festejar,

Y dalle

bien

á mostrar

Que cartas layrdn á

Xo

las

ver.

monjas requsrir

Alachas veces á mentido. A. tal distancia

de tiempo, es imposible determinar

que pueda

lo

haber de cierto en estas detracciones, nacidas acaso de

de

que disfrutaba Fr.

los cortesanos contra el favor

la

envidia

y quizá rasgos satíricos en que

más de la libertad y franqueza de los abundan sus composiciones, sin exceptuar las

todavía

Iñigo;

ascéticas,

bieron de granjearle más de un enemigo. Pero

si

y que de-

sus costumbres

hubiesen sido tan livianas como se da á entender en los versos transcritos,

jamás

la

severidad de

su corte á tan relajado

la

fraile,

reina Isabel hubiera consentido en

aun antes de

la

reforma de

los regu-

en que tanto empeño mostró aquella heroica hembra. Por

lares,

otra parte, en los

muchos versos que tenemos de

cosa alguna que desdiga de su profesión religiosa,

muchas que

la libertad cristiana

de su espí-

la

ritu

ferviente piedad de su corazón.

y

la

hay



prueban

entereza de su carácter,

Fr. Iñigo, no

y

Estas obras, hoy demasiado olvidadas, pero que fueron en su

tiempo de

las

honores de Ch?'isti,

món

más populares, y de

la

tuperio de las

armas

Dechado de

la sensualidad, los las

el

poema de

del rey

D. Fernando,

el

la reina

Isabel, la

la

las

discí-

la

Pasión del Redentor,

Lamentación á

la quinta angustia, (i).

obras poéticas de Fr. Iñigo de Mendo-

más raros de la tipografía del siglo xv; y como fecha, no es fácil determinar su orden cronológi-

za se cuentan entre los libros

algunas de ellas no llevan

las

vi-

Coplas en

guando Nuestra Señora tenía á Nuestro Señor en sus brazos Las primitivas ediciones de

Ser-

Justa de la razón contra

Gozos de Nuestra Señora,

Coplas al Espíritu Santo, y

(i)

el

Cena que Nuestro Señor fizo á sus

Doña

Vita

Dictado en

malas mujeres y alabanza de las buenas,

loor de los Reyes Católicos, la el

primeras que merecieron los

compuesto á petición de Doña Juana de Cartagena;

trovado sobre las

pulos,

las

imprenta, son principalmente

CAPITULO XXII

La más extensa de

y

estas obras,

la

45

que en su tiempo fué más

célebre, es el Vita Christi, que, con ser

muy

del estado de fragmento, pues no alcanza

co.

De

las

más antiguas

es, sin

duda,

no pasó nunca

más que hasta

que posee

la

larga,

la

degolla-

Biblioteca Escurialense,

la

libro gótico, sin lugar ni año, ni foliatura ni reclamos; pero con signaturas

á ocho hojas. Contiene el Vita xpi fecho por coplas... dpetició de la

de

muy virtuosa

señora doña Juana de Cartagena; el Sermón trobado que fizo frey yñigo demédoza

al muy alto y muy poderoso príncipe rey y señor el rey do femado rey de Castilla y de aragon sobre el yugo y coyundas que su alteza traite por devisa; el Dezir de D. Jorge Manrique por la muerte de su padre, y el Regimiento de Principes de

Gómez Manrique, con

la

dedicatoria en prosa.

Las poesías de Fr. Iñigo de Mendoza fueron cancioneros, que son indisputablemente los

Hay uno

fondo principal de varios

el

más antiguos que

pero que á juzgar por

se publicaron

de Antón de Centenera, impresor de Zamora. Comienza con el Vita Christi, al cual siguen el Sermón trobado, las Coplas en vituperio de las malas hembras y en loor de las buenas; otras en que declara cómo por el advenimiento de los Reen España.

sin lugar ni año,

los tipos, es

yes Católicos es reparada nuestra Castilla; el Dechado de la Reina Católica; la

Justa de la razón contra la sensualidad; los Gozos;

Pasión de nuestro Redentor; coplas á tación de la quinta angustia.

Manrique,

las

Ocupan

la

la

Verónica y

lo restante del

de Juan de Mena sobre

los

de Sancho de Rojas á un aragonés sobre

Cena de Nuestro Señor; al Espíritu

tomo

las

Santo;

coplas de Jorge

pecados mortales, y una pregunta el

amor.

Centenera reimprimió en Zamora «á 25 de Enero, año de 1482» ti

y

el

Sermón

trobado,

de Príncipes de

Amador de

los

los

Regimiento

Ríos menciona otra edición de Toledo, en casa de Juan

Centenera, y además

la

la

primitiva de

Pasión de Cristo del Comendador Román. Juan Váz-

quez imprimía ya en 1486, la

al

pocos ejemplares que se conservan.

Vázquez, sin año, que contiene todos los tratados incluidos en

anterior á

Vita Chris-

el

que se encuentran constantemente unidos

Gómez Manrique, en

la

Lamen-

y,

por consiguiente, esta edición suya puede ser

de Zaragoza, «por industria y expensas de Paulo Hurtas de Cons-

tancia alemán», 1492,

que

de la Cena có la pasió

y

lleva por encabezamiento Coplas de Vita Chrislz\

de la Verónica có la resurrecció de nuestro redentor.

É las siete angustias ¿siete gozos de Nuestra Señora, vechosas. Este rarísimo cancionero

reproduce

la

con otras obras mucho pro-

mayor parte de

las

obras de

y también las Coplas de Jorge Manripecados mortales, y añade otras varias

Fr. Iñigo contenidas en los anteriores,

que, y las de Juan de

Mena sobre los tales como las «Coplas

de diversos trovadores,

de la pasión» y las «de las siete

angustias de Nuestra Señora» por Diego de St. Pedro; unas «Coplas en loor de

Nuestra Señora, fechas por Ervías»;

María

la

del Pilar de Zaragoza, fechas por

Hystoria de

la

Sacratissima Virgen

Medina (que quizá sea

la

más antigua

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

46

ción de los inocentes. Otras partes de

la

vida del Redentor trató

Fr. Iñigo en las coplas de la Cena, en las de la Pasión, etc., pero

no

es seguro

que

que tienen unidad propia, y

estas composiciones,

poesía sobre este argumento"; la Obra de la Resurrección de Nuestro Redentor,

por Pero Ximénez; un Dezir gracioso y sotil de la muerte, por Fernán Pérez de Guzmán; la Obra de los diez mandamientos é de los siete pecados mortales con sus

y las catorce obras de misericordia temporales y por Fr. Juan de Ciudad Rodrigo.

virtudes contrarias

espirituales,

El Cancionero de Ramón de Llavia, impreso también en Zaragoza, y

al

pare-

cer algunos años antes de éste, trae de Fr. Iñigo dos composiciones no más: el

Dechado y regimiento de prÍ7i:ipes y

Coplas á las mujeres en loor de las vir-

las

tuosas y reprehensión de las que no son tales. Las

demás poesías son de Fernán

Pérez de Guzmán, Juan de Mena, Jorge Manrique, Juan Álvarez Gato, D. Gó-

mez Manrique, Gonzalo Martínez de Medina, Fernán Sánchez Talavera y Fr. Gauberte Fabricio de Vagad: todas ellas más ó menos ascéticas. D. Fernando Colón, en

Registrum de su biblioteca, anota otra edición de

el

las Coplas de Vita Christi (al

parecer

solas),

lumnas y con láminas. Los Cancioneros generales contienen

de Valencia, líneas.

La

1511, sólo

otra es

muy

hecha en

Sevilla, 1506, á

dos co-

pocas poesías de Fr. Iñigo.

hay dos brevísimas: una de

ellas es

una canción, que reproduzco, por ser

la

En

el

un mote de cuatro única poesía pro-

fana y amatoria que nos queda de nuestro autor: Para jamás olvidaros

Ni jamás á mí olvidarme, Para yo desesperarme

Y

vos nunca apiadaros,

¡Ay que mal hize en miraros!

No pueden mis ojos veros me causen sospiros,

Sin que

Mi forzado requeriros, Mi nunca poder venceros. Para siempre conquistaros

Y vos

siempre desdeñarme,

Para yo desesperarme,

Y

vos nunca apiadaros,

¡Ay qué mal hize en miraros!

En

la

Biblioteca del Escorial

(III.

crito de las principales poesías

K.

de Fr.

7) se

conserva un cancionero manus-

Iñigo,

que ofrece muchas variantes

respecto de los textos impresos.

Además de

sus poesías, hay de Fr. Iñigo un libro rarísimo en prosa,

Gallardo describe en estos términos:

que

CAPITULO XXII

como

-que siempre se imprimieron

47

piezas distintas, fuesen destina-

das por su autor á entrar en su obra capital; ni están tampoco en

mismo metro.

el

El Vita Christi resulta tan dilatado, merced á

morales y aun satíricas con que á cada autor su narración. dobles,

La mayor parte

comenzando con

del

las digresiones

momento interrumpe el poema está en quintillas

esta cristiana invocación:

Aclara, sol divinal,

La cerrada

Que en Por

la

niebla oscura

el linaje

humanal

culpa paternal

Desde

el

comienzo nos dura;

Despierta

la

voluntad,

Endereza

la

memoria,

Porque syn contrariedad

A

tu alta majestad

Se cante divina

Vienen á continuación dos con una picante

mas

del tiempo

vocó

las iras

toria

de

la

los loores

sátira

sobre los devaneos y flaquezas de

la

la

en

presentación de Jesús en

el

cuadro de

narración hay

la

la

lo

sComietifa un tratado breve y

el

el

Encarnación, la

las

da-

pasaje que prola his-

adoración de los

templo, llenan lo res-

queda interrumpido, como ya se

degollación de los inocentes.

mucha

parte satírica; pero

la

duda

Circuncisión del Señor,

tante del libro, que bruscamente

la

sin

de sus censores). El misterio de

Reyes Magos,

En

de Nuestra Señora, entrevera-

de Fr. Iñigo (y éste fué

Natividad,

ha dicho, en

gloria...

fluidez

y

gracia; notable

desembarazo

que principalmente recomienda

muy bueno de

el

poema

las cerimonias de la missa có sus

contéplaciones compuesto por frav Iñigo de medoca.-»

(Al

En

fin): « Acabóse este presente tratado...

el

Impresso por tres alemanes cópañeros.

año del nascimiento de nuestro señor de Mil

VII días

del

CCCC y XCIX

mes de Junio.* Cuarto gótico, sin reclamos

ni foliatura,

años,

d

pero con

signaturas.

Este tratado, dividido en doce capítulos, está dedicado á Doña Juana de Mendoza, mujer de Gómez Manrique, y precedido de una carta al maestro en Teología Gómez de Santa Gadea, sometiendo á su juicio y corrección el libro.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

48

y le da carácter popular, es la presencia de elementos líricos, himnos, romances y villancicos. La aparición de los romances, sobre todo, es

muy digna

de tenerse en cuenta, y veremos que se repite en

cionero de Fr.

Ambrosio Montesino.

Fr. Iñigo de

Mendoza

el

Can-

intercala

en su Vita Christi uno que pone en boca de los serafines, y comienza: Gozó muestran en

Y en

el

la tierra,

limbo alegría;

Fiestas fagan en el cielo

Por

Todavía

es

más

que trovado á

parto de María...

tiempo y de

característico del

resca semi-popular en esta desfecha de

el

que no dudamos

afiliar

la

escuela trovado-

á nuestro franciscano,

un villancico que parece de Juan del Enzina, aun-

lo divino:

Eres niño y has amor: farás cuando mayor?

¿Qué

A

la

Christi

vez que estos accesorios líricos, encontramos en

una escena

casi dramática, la aparición del

tores para anunciarles la Natividad:

representación, escrita en

á

riso-»

el

el

el

Vita

á los pas-

una especie de égloga,

mismo lenguaje

de que se había valido

Ángel

farsa

ó

villanesco «provocante

autor de las Coplas de

Mingo Re-

vulgo, é iba á valerse el ilustre músico salmantino, patriarca de nuestra escena. Fr. Iñigo prepara

se

de este

modo

el episodio,

disculpándo-

de mezclar cosas de donaire y honesta alegría en tema tan sagrado: Porque non pueden

En un

estar

rigor toda vía

Los arcos para

tirar,

Suélenlos desempulgar

Alguna pieza del

día.

Pues razón fué de mezclar Estas chufas de pastores

Para poder recrear,

Despertar y renovar La gana de los lectores. Si se

todo

lo

exceptúan algunos versos de relato en que habla

demás

es

el

autor,

un diálogo perfectamente representable, entre los

CAPITULO XXII pastores Juan

y Mingo y

el

49

Ángel. Véase alguna muestra, ya que

esta pieza ha sido enteramente olvidada por los los orígenes

de nuestra escena: Cata, cata, Juan Pastor,

Mingo.

Yo juro á mí pecador Un hombre vien volando. Juan.

¡Sí,

Y

para Sant Julián!

allega

Purraca

somo el

la

peña.

zurrón del pan,

Acogerme he á Sant Milián, Que se me eriza la greña... ¿Tú eres

Mingo.

hi

de Pascual,

El del huerte corazón?

Torna, torna en

zagal;

ti,

Sé que no nos hará mal

Tan adornado garzón. Pónteme aquí á la pareja, Y venga lo que viniere;

Que la mi perra Bermeja Le sobará la peleja

A

quien algo nos quisiere.

Y

Juan.

si

nos habla bien luego

Faremos presto del fuego Para guisalle un tasajo;

Que no puedo

imaginar,

Hablando, Mingo, de veras,

Qué hombre sepa Si

Que Ángel.

volar

no es Johan escolar, sabe de encantaderas...

¡O pobrecillos pastores,

Todo el mundo alegre sea; Que el Señor de los Señores Por salvar los pecadores

Es nacido en vuestra aldea! Es ya vuestra humanidad Por este

fijo

de Dios

Libre de catividad.

Y

es fuera la enemistad

De

entre nosotros y vos:

Menéndez t Pelayo. — Poesía

castellana. III.



que han tratado de

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA



Y

vuestra muerte primera

Con su muerte

Y

Sabe que

Á

será muerta,

luego que aqueste muera, el cielo os

espera

todos á puerta abierta.

No

Y os

curéis de titubar

daré cierta señal:

do suelen atar

Id á

Los que vienen á comprar Sus bestias en el portal;

Do

Ó

sin

más

pontifical,

varones sin engaños,

Veréis en carne mortal

La persona divinal

Empañada en pobres

paños.

Minguillo, daca, levanta,

Juan.

No me

muestres más empacho,

Que, según éste nos canta,

Alguna cosa

Debe Mingo.

muy

santa

ser este mochacho.

Para sa-caso te digo

Que puedes asmar de tanto, Que si no fueses mi amigo, Allá no fuese contigo,

Según que tengo

el

espanto:

Que hoy á pocas estaba De caer muerto en el suelo, Cuando el hombre que volaba Oiste que nos cantaba

Que

era Dios este mozuelo.

Mas no quiero

De

lo

que

tú,

estorcijar

Juan, has gana;

Pues que tú huiste á baylar

huy á rogar

Cuando

te lo

Para

bodas de Juana.

Mas

las

lleva allá el caramiello,

Los albogues y el rabé, Con que hagas al chiquiello

Un

huerte son agudiello,

Que

quizá yo bailaré.

Pues luego de mañanilla

CAPÍTULO XXII

Tomemos

Y

5

nuestro endiliño,

lieva tú en la cestilla

Puesta alguna mantequilla

Para

Y

si

la

madre

Como

es día

Harás

tú,

Que

Y

del niño.

están ahí garzones,

de Domingo,

Juan, de los sones

sabes de saltajones:

verás cuál anda Mingo.

Llamemos

á Pascualejo,

El hi de Juan de Trascalle,

Para que mire sobejo

Aquel ciaron tan bermejo

Que relumbra

todo

el valle.

¡Cuan claro que está

Yo

el otero!

te juro á Sant Pelayo

Para ser cabo

enero

el

Nunca vi tal relumbrero, Ni aunque fuese por el mayo. ¡Ó, bien

Que

de mí, qué donzella

canta cabo el chiquito!

Mira qué voz delgadiella:

Mal año para Juaniella,

Aunque

canta voz en grito.

qué gasajo

¡Oh, hi de Dios,

Habrás, Mingo,

si

lo escuchasl

Ni aun comer sopas en

ajo,

Ni borregos en tasajo,

Ni sopar huerte

las

puchas.

¿No sientes huerte pracer

En

oir aquel cantar?

¡Ó,

cuerpo de su poder!

No me puedo contener Que no vaya á lo mirar. Mira cuánto gran lucillo

En

Belén

el aldeyuella:

Llama, llama á Terrebillo:

Tañerá su caramillo

Y

yo

la

mi churumbella.

Yo tañeré mi rabé

Que tengo en

la

mi hatera,

1

52

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA El que viste que labré,

me

Después que

Andando en

desposé

el encinera...

La misma animación y regocijo, y el mismo alegre y saludable realismo, hay en la relación del pastor, que cuenta todo lo que había visto en el portal

de Belén: El uno dijo en concejo:

de Mingo,

¡Ó, si vieras, hi

Nieto de Pascual

el viejo,

En un pobre portalejo Lo que vimos

el

domingo!

Vi salir por el collado

Claridad relampaguera,

Aunque estaba enzamarrado, Durmiendo con mi ganado En esa verde pradera. Los zagales con

la

dueña

Cantaban tan hnertemente,

Que derramé



La leche de mi

la

peña

terrena,

Por mejor para-llo miente.

Y

más

te digo

Que aun

de veras,

antes rodeando

Las ovejas parideras,

De somo Vi

los

las

conejeras

Ángeles cantando.

El tempero ventiscaba

De cabo de

regañón,

El cierzo asmo que helaba,

El gallego lloveznaba

Por todo mi zamarrón.

Mas viendo cantar de vero

Con la gayta los garzones, Desnuyé la piel de cuero, Por correr

Á

notar

así ligero

las sus

Vilos claros

Y Á

canciones.

como

el

rayo,

al

ruedo de sus cantares,

la

hé dejé mi sayo,

CAPÍTULO XXII

Y

53

baylé sin capisayo

Por somo

Y tomé

los escolares,

tanta alegría

Con su linda cantadera, Que á sobejo parecía Que panar se revertía Por

Hemos

la

mi gargomillera...

indicado antes

el

parentesco literario que media entre

autor del Vita Ckristi y

el

de

las

Coplas de Mingo Revulgo. Esta

y aun el mismo parte del poema en que,

derivación es principalmente visible, declara la

y

confiesa,

mala guarda de la

Fr. Iñigo la al tratar

de

rompe bien inesperadamente en una

Circuncisión del Señor,

sátira política,

de

en aquella

el

exhortando á

los castellanos

dormir de

la Justicia, el

Prudencia y los cohechos de

Y circunscide

la

á

que circunciden

Templanza,

la

la

ceguedad

la Fortaleza: Castilla

El atreverse del vulgo

Contra

Que

Perra

la

en

vistes

Jtistilla

la trailla

Del pastor Mingo Revulgo. Sino que

Que no

han barruntado

si

está

la

perra suelta,

Los veréis como priado,

Nunca medrará

Y

el

el

ganado

pastor con ella á vuelta.

Justillo,

no

sale íuera.

¡Ay que guay de nuestro hato,

Porque mala muerte muera

Duerme

la

otra tetnpera

Perra de Gil Arr ib atol

¡Ó negligente pastor!

Ve circuncidar el Que en el día del Hasta

el

dolor

cordero menor

Te hará pagar

Y

sueño;

acaba remitiéndose, para

el

su dueño.

remedio de

los

jaquel pastoral escripto de las Coplas Aldeanas*.

males del reino, á

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

54

Estas alusiones políticas hacen creer que pertenezca

el

Vita

Christi á los primeros días de este reinado, en que tanto el fraile

Mendoza como Gómez Manrique, Antón de Montoro y otros trovadores nobles y plebeyos, pusieron dignamente su musa al servicio de

la

causa de

la justicia

desconcierto de que, con Católica.

Tres

Iñigo:

mano

durísima, iba triunfando la Reina

enteramente

composiciones

largas

quedan de Fr.

del orden social contra el anárquico

y

el

Dechado de

la

reina

suele también llamarse Regimiento de Príncipes,

Manrique),

Sermón trovado

el

Fernando «sobre divisa» (i)

y

las

muy la

entonces príncipe de Sicilia don

reparada nuestra Castilla»

altos señores es

más ingeniosa y bien

alegórico peca de

hay en

de sonar en

Doña Isabel (que como el de Gómez

yugo y coyundas que su alteza trahe por «coplas en que declara como por el adveni-

miento destos

valentía

excesivamente

sutil.

de

la

aunque

muy

soberano,

Nuestro natural señor, Contraste de lo tirano,

De

lo

sano castellano

Mucho amado

A

y amador,

quien de drecho y razón

Vestieron ropa de estado

De

Castilla y de

León

Bordada con Aragón... (2)

Inc.

¡Oh divina Caridad,

Quien limpia nuestras mancillas,

Tú que siguiendo verdad Con tu santa santidad Haces siempre

Tú que

maravillas:

vives, tú

que duras,

Sólo bien que no se daña;

Tú que

en tus santas alturas

Soldaste las quebraduras

De

(2).

artificio

¡Pero cuánta sinceridad

poeta,

Comienzan: Príncipe

el

y cuan bien debieron Reina Católica, por lo mismo que

los consejos del

los oídos

escrita,

iban limpios de toda mancha de adulación é interés!

(r)

nos

el

El Dechado es

y

al

políticas

nuestros reinos de España...!

capitulo

xxn

Pues, reyna nuestra señora,

Lo que dora Los

leales gobernalles,

Es que ande por las Fecha dalles

calles

Vuestra espada matadora;

Que

si la

gente traydora,

Robadora,

Anda

A

suelta sin castigo,

Dios pongo por testigo,

Ved que os digo, Que veres el mal de agora Cómo siempre se empeora. Pues

si

non queréys perder

Y ver

caher,

Más de quanto

está caydo,

Vuestro reyno dolorido,

Tan perdido,

Que

es dolor

de

lo ver,

Emplead vuestro poder

En

facer

mucho complidas; Que matando pocas vidas

Justicias

Corrompidas,

Todo

el

reyno, á mi creer,

Salvaréys de perecer.

En

el real

corazón

Nunca pasión Debe turbar la esperanza: Su

real lanza y balanza

Sin

mudanza

Se muestre siempre en un son; Que, segund

la

presunción

Desta nación, Si le sienten cobardía,

Vos veréis la tiranía, Cada día Sembrará más destruyción En toda nuestra región.

55

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

56

A

los alanos crescidos

Los ladridos

De los pequeños Non da temor el Ni

perrillos oillos

el sentillos

Alrededor tan ardidos,

Pues

así los alaridos

Desabridos

A

los reyes

de vasallos

Non deben nada mudallos Nin turballos, Pues se

En

este

ficados (y

sermón puede

poético,

subidos

fallan tan

Que deben de

ser temidos.

que tiene trozos

muy

gentilmente versi-

leerse íntegro en el texto de nuestra Antología)

compitió Fr. Iñigo de Mendoza con

mostrándose aventajado discípulo

lo

así

mejor de Gómez Manrique, en

modo, y convirtiendo, á imitación suya,

como en

substancia

la

la sátira política

el

en severo

magisterio y función social generosa, en vez del carácter agresivo é iracundo

que había tenido en

afrentosos tiempos de Enri-

los

que IV. Para conocer por entero á este simpático

que

leer

y fecundo poeta, hay composiciones alegóricas, como la Justa y di-

además sus

ferencia que hay entre la razón

y

la

sensualidad sobre la felicidad y

bienaventuranza humana, donde manifiestamente sigue

de Juan de Mena en

Coplas de

las

los siete

meramente didáctico-morales con punta

las huellas

pecados mortales; y

satírica,

especialmente

las el

Dictado en vituperio de las malas hembras, que no pueden las tales ser dichas mujeres...

y en

loor de las

buenas mujeres que mucho tritm-

fo de honor merecen. Pero, en general, sus versos sagrados valen más

que

los profanos, á

pesar de las malignas insinuaciones de sus ad-

versarios.

Sólo en materias piadosas ejercitó

de Menores, en Fr.

el

pluma otro

fraile

de

la

orden

convento de San Juan de los Reyes de Toledo,

Ambrosio Montesino,

sista

la

natural de Huete, obispo de Cerdeña, pro-

de grave, castizo y abundante

mucha ingenuidad y sentimiento

estilo,

piadoso.

poeta de rica vena, de

Fué

su principal trabajo,

CAPITULO XXII

emprendido por mandamiento de

comúnmente llamado

conforme

al

Reyes

los

Católicos, la traducción

monje cartujo de Strasburgo Landulfo de Sajo-

del Vita Christi del rna,

57

el

Cartujano; extensa vida del Redentor

texto de los Evangelios, dilatado con meditaciones

y

comentarios, donde caudalosamente vierte su autor, famoso en los

tiempos medios,

La

Iglesia.

y

es

más

lo

selecto de

doctrina de los Padres de

la

traducción, que está hecha en noble

una de

las

mejores muestras de

y robusto

la

lenguaje,

prosa de aquel tiempo, me-

la

reció la honra de servir de lectura espiritual al Beato Juan de Avila

y

á Santa Teresa de Jesús,

y durante todo

el

de

siglo xvi fué libro

uso frecuente entre los predicadores, para quienes había dispuesto el

traductor una Tabla metódica á

modo de

él

inauguró dignamente

de cuatro hermosos volúmenes en

folio,

completo en ninguna biblioteca. Al

fin

«Aquí

se

acaba

iissimo seraphico Frácisco el rey

\

y horrado

primer tomo, se

primera parte del

por mádamiento de

Stanislao

apenas existe juego

muy

noble villa de Alcalá

d

1

lee:

vita

y

¡

a

Es-

ipmido por idusiria y arte del

d Polonia varó precipuo del muy noble varón henares

xpi cartuxano,

la ordé del sanc-

los xpristianissimos reyes de

Isabel...

impremiose á costa ei expensas del virtuoso é en la

Retocó,

de Alcalá. Consta

la tipografía

los cuales

fray Ambrosio mótesino de

do Fernando y la rei?ia doña

igenioso

de

del

el primero volutnen de la

interpretado del latín en romáce por

muy

(i).

Este Vita Christi del Cartujano fué magníficamente impreso á costa

(i)

de Cisneros, que con

paña

repertorio

XX

r J

ij

arle impssoria: e

garcía de rueda

j

días del mes de Hebrero del

año de nra reparación de mili y quinientos y tres.-» El segundo y tercer tomo tienen la misma fecha, pero

el

cuarto lleva

la

de 1502 en algunos ejemplares, y como no es de suponer que se imprimiese antes que los otros, parece necesario admitir la existencia de dos ediciones del

mismo impresor, una más

lujosa

que

otra.

(Vid. Catalina García,

Ensayo

de tina Tipografía Complutense, Madrid, 1889.)

De á

la

las

notas finales de estos volúmenes, se infiere que Fr. Ambrosio «diose

interpretación en la noble cibdad de

turaleza,

XXIX días

del

quatrocientos y noventa

año en

la villa

Huepte cibdad de su nacimiento

mes de noviembre año de

y nueve

años», y terminó

e'

na-

la natividad del señor de mil la

y

primera parte aquel mismo

de Cifuentes.

Ya en 1446 había

sido traducida al portugués

la

misma obra por

Fr.

Ber-

nardo de Alcobaza, cisterciense, por encargo de su abad D. Esteban de Aguiar.

Creemos que

esta traducción era diversa

después fué impresa también en cuatro tomos en

de

la

que cincuenta años

en Lisboa, 1495, P or Nicolás de Sajonia y Valentín de Moravia, compañeros, pues en ésta se dice folio,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

¿8

Rey

además, Fr. Ambrosio, por orden del versión de las Epístolas

y

trinas

y

Orador Ckristiano,

la

traductor fué

el

el

Abad

Doña

la infanta

el

año con sus doc-

que Mayans, en su

tal suerte,

llama, con razón,

que fué mandada hacer por que

Evangelios para todo

sermones, mejorándola de

una antigua

Católico,

«un monumento del

len-

duquesa de Coimbra, y

Isabel,

del Monasterio de San Pablo, cuyo trabajo fué

revisado y corregido por los padres franciscanos observantes de Enxobregas.

También aquí terior

al

se da la rareza de aparecer el cuarto

tomo con

fecha algo an-

tercero (éste en Noviembre, aquél en Marzo).

No menos

apreciable que las traducciones castellana y portuguesa, bajo

aspecto del lenguaje, y todavía más rara que ninguna de

el

ellas,

es la

catalana que hizo el famoso poeta valenciano Juan Roiz de Corella, maestro

en Sagrada Teología; á ruegos del magnífico caballero Fr. Jayme del Bosch,

de

orden de Montesa. Son también cuatro espléndidos volúmenes en

la

folio,

que es

casi

imposible ver juntos. El primer tomo (Lo primer del

Cartoxa) aparece impreso en 1496,

el

segundo en 1500,

el tercero

no tiene

lugar ni año, y el cuarto (Lo quart del Cartoxa), por una singularidad biblio-

que se repite aquí por tercera vez en impresiones de este

gráfica

llévala fecha de 1495, y fué reimpreso en 1513. Oracio'ti

de Corella, que es uno de

Termina con

mejores trozos de

los

la

la

libro,

magnífica

poesía catalana

del siglo xv.

El Vita Christi del Cartujano no debe confundirse con otras obras del mis-

mo

título

y asunto que por entonces estuvieron muy en boga, tales como de Elna, la cual hizo traducir

del catalán Fr. Francisco Eximenis, obispo

la al

Hernando de Talavera, y pasa impreso en Granada, siendo por otra parte uno de los

castellano, corrigiéndola y adicionándola, Fr.

por

el

más

primer libro

bellos

que en todo aquel

siglo se

imprimieron en cualquier parte de

Europa. (Primer volumen de Vita Xpi de Fr. Francisco Xymenes, corregido y añadido por el arzobispo áe Granada: y hizole imprimir porque es muy provechoso.

Contiene quasi iodos los evangelios del año...

grande

e

nóbrada cibdad de Granada en

del Señor de mili

el

CCCC XC Vj, por Afevnardo

manes); y el rarísimo Vita Christi de Yillena (en el siglo

la

la

Vngut

abadesa de

Doña Leonor Manuel de

marqués D. Enrique), dado á

Fué acabado y

empresso... en la

postrimero dia del mes de Abril. e

Jhoánes de noréberga

la

Año ale-

Trinidad, Sor Isabel de

Villena, hija natural del famoso

estampa en Valencia, 1497, por Lope de Roca,

alemán.

Los diversos volúmenes del Cartujano de Montesino fueron varias veces por Juan Cromberger, 1537, 1543, ( 53 pero son raras todas estas ediciones, y las más veces se encuentran descabaladas, por el gran consumo que se hacía de ellas. La última que

reimpresos, casi siempre en Sevilla •544. '55'--)¡

Nicolás Antonio cita es de 1627.

1

1

,

CAPITULO XXII

59

guaje castizo español». Por algún tiempo sufrió todas

versiones totales ó parciales de

las

lengua vulgar, siendo recogida según hasta que volvió á imprimirla en

tuvo

el

1

Román de

lenguaje

el

de obras de piedad hizo Fr. Ambrosio, entre

La primera edición de

(1)

No

1512.

hemos

la

de 1535: Epístolas Según

i evágelios. /

Por

Castilla:

lud de las animas de fin):

Aquí

que

ellas

las

Meditaciones

segunda, también de Toledo, que es

todo el año có sus do trinas

y ser/nones. ¡ fray Ambrosio mon-

Muy li / mada y reducida a la very a la propiedad de los vo- / cabios del roobra muy catholicay de gran provecho y devoción para la sa- /

Por mandado

dadera intelligencia de

mdce de

Vallecillo,

Otras versiones

(i).

la reformación ¿interpretación que / desta obra hizo

tesino. [

(Al

sí la

expurgatorio,

y Evangelios se hizo en Toledo,

las Epístolas

pero

visto,

á

Sagrada Escritura en

las reglas del

585 Fr.

mal acuerdo de modernizar

la

común

suerte

la

se

del rey nuestro señor. las sentencias:

¡

los fieles

da fin á

dejesu christo. lmpressas Año

la interpretación

y

II.

D.XXXV.

declaración de las Epístolas

y

Evágelios de todo el año: según que la seta, madre yglesia los evágeliza por diversas partes del mudo: en iodos los domingos riales: assi del

y

fiestas:

y en

iodos los otros dias fe-

santo advenimiento del señor como de la quaresma

otros dias q tiene eplas y evágelios propios.

fuñios: có todos

los

y de

La

qual interpretado fué reformada y restau-

rada có grá diligencia y reduzida a la verdadera ppiedad del estilo, y de

E a la verdade? a y propia inlelligécia

todo este libro se cótiene: q eslava cia del auctor o

por

vicio

los

muy corruptas y

el

O

disformes.

por inadverten-

La qual reformado

reverendo señor padre fray Ambrosio montesino de la

fraxles menores: en el moneslerio de sant Juan de los Reyes de la

dicha orden en la imperial ciudad de Toledo. Por

muy poderoso Rey don Fernando nuestro veynte y siete dias de Otubre.

años.

los voca-

de las sentencias que en

defecto de los diversos impressores.

y

y correcció y emieda hizo orden de

de

sermones principales: catholicos: morales y muy devotos q a

cada domingo y fiesta pertenecen... blos castellanos.

todos los

Y del comñ de los santos: y de los

Fue impressa en

Año

mandado

señor...

del señor de mil

del

Acabóse

y quinientos

la imperial cibdad de Toledo en casa de

mas

catholico e

la presente

obra a

y treyntay cinco

Juan de

Villaqui-

rán y Juan de Ayala. Fol.

En la epístola prohemial dice Fr. Ambrosio: «La cual obra vuestra Alteza »mandó á mí su más leal y antiguo predicador y siervo reformar, restaurar y »reduzir á la verdadera interpretación é integridad della según el romance »

de

Castilla,

porque estaba muy corrompida, confusa é disforme:

así

por

la

impropiedad y torpedad de los vocablos que tenía, como por la confusión »y escuridad de las sentencias. La qual en algunos passos más parecía escrip»

>

tura de bárbaros

que de

»del autor, y parte por

la

fieles.

Lo qual pudo

ser parte por inadvertencia

negligencia y error de los impressores...

Yo he

HISTORIA DE

6o

U

POESÍA CASTELLANA

de

San Agustín, que quedaron

la

Inmaculada Concepción, para uso de

inéditas;

y compiló un Breviario de las religiosas

de su orden,

semana y algunos himnos. Sus obras poéticas están recogidas en un Cancionero, de que hay

con lecciones para todos

por

menos cuatro

lo

de 1508

»

mucho

(i).

los días

la

ediciones, todas ellas de Toledo, la primera

La mayor parte de

trabajado por

de

las

obras incluidas en esta colección,

quitándole todos los defectos que tenía, con

la limar,

»gran vigilancia y diligencia.» Yerran, pues, Jos que con Mayans creen trabajo exclusivo y personal de Ambrosio esta versión, de la cual fué corrector y no autor, como bien

Fr.

claramente se infiere de

Recogido

el libro

lo transcrito.

á consecuencia del índice Expurgatorio de Valdés de

no volvió á imprimirse hasta

1586,

índice de Quiroga. (Epístolas

y

después de alzada

Evangelios... Compuesto

Ambrosio Montesino... Agora nuevamente orde?i

y

estilo del missal,

R. P. fray Román de Officio en la villa de

La traducción la

rezo

Romano

Vallezillo,

Medina

por Francisco del Canto, Biblioteca de

y

visto

y

la

por

corregido,

de nuestro

muy

S.

1

559,

prohibición por el

el

muy R. P. fray

y puesto conforme al Por el muy

P. Pío V.

de la orden de San Benito y conmissario del Sto.

del

Campo y su

partido...

En Medina

Campo,

del

folio.)

inédita de las Meditaciones de San Agustín, se conserva en la

Historia (colección Salazar).

Cancionero de diversas obras de nuevo trobadas: todas compuestas: hechas y / dre fray Ambrosio Montesino de / la orden de los menores.

(1)

corregidas por el pa (Al

fin):

Aquí acaba

padre fray mismo reformé y corngié: estando ¡presente

el cancionero de todas las coplas del rever édo

Ambrosio montesino... Las guales

él

á

en la imperial ciudad de Tole-

esta impression que

fué fecha

mes de junio del año de nuestra reparado de Mili

— Toledo, por Juan cinco dias del

v

¡

do

de Villaquirán, impressor de libros. Acabosse

mes de Mayo, ano de mil

et quinientos

á XVJ

del

quinientos v ocho años.

y

á

veynte

y

veinte años.

— Toledo, en casa de Miguel de Eguia. Año de mily quinientos y veinte e — Toledo, por Juan de Ayala. Año de mil y quinientos y treyntay

siete años.

siete.

D. Justo Sancha hizo antología que con la Biblioteca

En

el

el

buen servicio de reimprimir esta obra en

título

de Rivadeneyra (tomo

el Bulle tin

la

curiosa

de Romancero y Cancionero Sagrados formó para 35).

du Bibliophile de Techener

(Paris, 1844, pp.

1157a 1161)

publicó A. Jubinal una noticia bibliográfica del Cancionero de Montesino (ed.

de

1527) y

de otros dos rarísimos

libros españoles conservados

blioteca-museo de Fabre (Montpellier). Notó acertadamente cias

las

en

de canciones populares, y íué el primero que transcribió íntegro la muerte del príncipe de Portugal.

mance de

la

Bi-

reminiscenel

ro-

CAPÍTULO XXII

6

I

fueron compuestas á instancias de los príncipes y de los más en-

cumbrados magnates de su tiempo, y ostentan en su principio

nombres de

la

Reina Católica, del rey D. Fernando, de

la

los

reina de

Doña María Pimentel, de

Portugal, de la duquesa del Infantado,

la

Condesa de Coruña, de Doña Guiomar de Castro, duquesa de Xájera,

de

los cardenales

Mendoza y Jiménez, de

de Doña Juana de Peralta,

la

marquesa de Moya,

Condestable de Navarra; de

hija del

la

condesa de Osorno, de Doña Mariana de Guevara, del prior de San Juan D. Alvaro de Zúñiga, de Doña Marina de Mendoza, y también

de algunas personas más humildes,

Todo ello prueba como autor de versos

la

sas.

predicador.

fueran »

Y

»

espirituales

que

ejercitados en el gusto

alta

que

autor alcanzaba

el

la

que tenía como

merecía, aunque sus propósitos literarios.

Escribía en verso «por-

las cosas divinas á los

que no están

y dulzor dellas, cuando se les da

debajo de alguna elegancia de prosa ó de metro de suave

»que cuando »tas

los participan

palabras». Sus

teológicas, fe

menos

la

que muchas veces saben mejor

»muy

monjas y damas piado-

general reputación que

devotos, no

en verdad que

más bien

frailes,

y de

más extensos poemas son exposiciones

aunque en

los

estilo,

por comunidad é llaneza de incompues-

estilo

muy

liso

y

llano,

de

los misterios

casi

de

la

pasos de mayor edificación en ambos Testamentos:

tractado del Santísimo Sacramento de la hostia consagrada: coplas

del misterio de la santa visitación que la Reina del Cielo hizo á Santa Isabel: de la

llevó

á

la

columna del Señor: tractado de

cumbre del Gólgota, que

es el

la vía

y penas que

Cristo

Monte Calvario: coplas del

árbol de la Cruz. Fr. Antonio Montesino no es propiamente un

poeta místico, sino un orador sagrado en forma poética, un expositor popular del

su ciencia tico, sino

al

dogma y de

alcance de las

la

moral

cristiana,

un teólogo que pone

muchedumbres con un

fin

no escolás-

de edificación práctica, valiéndose de aquellos símiles y

razonamientos que más derechamente podían herir

la inteligencia

enfervorizar la voluntad de sus oyentes. Por eso cae

y muchas veces

en prolijidad, y otras en familiaridad desmayada, y dejándose llevar

de su

fácil

vena, olvida

muchas veces dar color poético á sus

que corren con cierta

fluidez insípida.

no tiene

el

la elevación,

nervio y

el

versos,

Es indudable que esta poesía decoro que mostró luego

la

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

62

musa

religiosa en el siglo xvi; pero se

recomienda por su propia

y candorosa, por la ausencia de todo artificio y de toda reminiscencia literaria, por la absoluta y plena sinceridad de sentimiento que en ella rebosa. Aunque venido en época tan simplicidad agradable

adelantada y culta, Fr. Ambrosio Montesino parece un eco de los franciscanos del siglo

xm, y especialmente del Beato Jacopone de

Todi, cuyos Cantos Espirituales conocía seguramente se parece, sobre todo, en el enérgico realismo cas.

Así

le

vemos

(i),

y

intercalar en las Coplas de la Visitación de

Señora una doctrina y reprehensión de

las

á quien

de sus pinturas

satíri-

Nuestra

mujeres en sus tres estados

de doncellas, casadas y viudas, donde se leen rasgos tan expresivos

como

éstos:

E De

las

negras devociones

misas, ermitas, velas,

¿Qué son más sino ocasiones

De torpes delectaciones, Que es fruto de sus cautelas? Si hablasen los rincones,

Bien darían señas expresas,

Por dó van

Y

del

fin

Y Mas

devociones;

los

perdones

promesas.

la

Que por

A

las

de

viuda cejihecha calles se

derrama,

perderse va derecha,

Porque á todos da sospecha

De

Y

la

muerte de su fama.

Traen guantes engrasados perfumes encendidos,

Mas no cabellos mesados,

A

los

maridos pasados

Bien debidos. Otras hay de torzalejos

(i)

Sin duda en su original, puesto

que no fueron traducidos

al

castellano

hasta 1586:

Cantos Morales, Spirituales y Contemplativos. Compuestos por el Beato F. Jacopone de Jode, Frayle menor. Traduzidos nuevamente de vulgar Italiano en

//español (Lisboa, en casa de Francisco Correa, 1586).

CAPÍTULO XXII

Y

63

de tocas azufradas,

Que por

libros leen espejos,

Por curar defectos viejos

De

sus caras estragadas.

¡Qué deseos tan sobrados

Dar color á

los carrillos,

Que, después de arrebolados, Parecen perros asados,

Bermejuelos y

amarillos!...

Versos que involuntariamente traen á

món

memoria

el

célebre ser-

Umbría:

del penitente de la

O A

la

femine, guárdate

le mortal ferute,

Nelle vostre vedute Basilisco pórtate..,

La misma semejanza tumbres de las

monjas

con

la

y

el

y

fausto

menos

propia de un

fraile

pobreza:

Mas la

¡ay!

santa

que algunos prelados fe cristiana,

Tienen ya cuasi olvidados Estos puntos señalados

De

la

cruz que mejor sana;

Miremos

esta cadira

Entre nuestras presunciones,

Y

al

Señor que en

Sin rancores é sin

Entre

No

las cos-

á los prelados

opulencia mundana, y á quienes increpa

la cristiana libertad

De

de

regulares, sin perdonar á

lisonjeras, de entrincados apetitos, ni

que viven en con toda

se advierte en la reprehensión

los eclesiásticos seculares

ella expira, ira,

los tristes ladrones.

tienen guantes ni anillo

Las manos que nos formaron,

Mas clavos que con

martillo,

Que es lástima de decillo, En ti, árbol, se enclavaron.

menor, desposado

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

6+

Siguiendo, aunque de

de su maestro en

lejos, las huellas

la bellí-

sima canción, Dolce amor di povertade,

Quanto

hace Fr. Ambrosio

ti

deggiamo

la glorificación

amare!...

de

la

pobreza:

Pobreza es tesoro puro

Y gran

bien no conocido;

Es del Evangelio muro,

Y

recambio

Que da

Pero donde

la

más afortunada, tos

muy

seguro

reino prometido.

imitación de Jacopone es es

más

visible,

y también

en los pequeños diálogos de Navidad, compues-

probablemente para ser recitados ó cantados en conventos de

como sabemos que

monjas,

estas sencillas

él

en

la

metros del poeta

expresión infantil

italiano,

y pura

su alma: María.

;Si

dormís, esposo,

De mí más amado? Josef.

No, que de tu gloria Esto desvelado.

¿Quién puede dormir,

Oh

Reina del

cielo,

Viendo ya venir Angeles en vuelo ¡Ay! á te servir

Tendidos por suelo? María.

¿Qué habedes sentido

En noche Josef.

tan

fría?

Señora, sonido

De

Y

dulce armonía,

el aire

Gómez Manrique. En del pesebre, Fr. Ambro-

alguno de

lo fué

y afectuosas representaciones

sio imita hasta los

con

el

vestido

De tan claro día, Que hasta los abismos Se han alumbrado.

y

á veces se confunde

del regocijo

que inunda

CAPÍTULO XXII

A

María.

65

mi parescer,

Esposo

leal,

Ya quiere nascer El rey eternal;

Así debe

ser,

Pues que este portal Claro paraíso

Se nos ha tornado.

Fr.

Ambrosio Montesino, no

sólo participa

mucho

del carácter

de su orden y por la imitación deliberada que hace de los poetas franciscanos de Italia, sino por el gran popular por

las tradiciones

número de elementos, genuinamente

españoles, que

toma de

la

y música de nuestro pueblo. Y ésta es precisamente la parte más curiosa de su Cancionero. Casi todas las poesías breves que en poesía

él se hallan, se

nas,

escribieron para ser cantadas al son de otras profa-

que corrían entonces en boca de todo

del Nacimiento, hechas por

bían cantarse con

mandado de

mismo tono de

el

el

mundo. Las coplas

marquesa de Moya, de-

la

este villancico:

¿Quién os ha mal enojado,

Mi buen amor? ¿Quién os ha mal enojado?...

La lamentación sobre

Cristo atado á la columna:

¡Oh coluna de El dolor que en

Pilato! ti

sentí

Ha medio muerto á mi Madre, Que no tiene más de á mí... es

una trova ó parodia de este cantar, que también glosó Juan del

«.,.„*„ de Montanches,

Encina:

¡Oh

castillo

Por mi mal te conocí! ¡Cuitada de

Que no Por encargo de Juan Evangelista,

la

la

tiene

mi madre,

más de

á mí!

Reina Católica, compuso unas coplas de San

para cantar al son de

«

Aquel pastorrico, madre,

que no viene». Las del nacimiento de Cristo, compuestas por manMknbndkz t Pelayo. — Poesía

castellana. III.

5

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

66

damiento del provincial de San Francisco en losa, se

cantaban

al

tono de

La

con

el gallo

Zangorromango...

y otras que fuera

(i)

prolijo apuntar, repetían los sones

A la

Juan de To-

extravagante canción que principia:

la

zorrilla

Castilla, Fr.

de

puerta está Pelayo,

Y llora... Ya cantan los gallos, Buen Amor, y vete; Cata que amanece...

Nuevas Carillo,

(2)

te traigo,

de tu mal.

— Dámelas

hora, Pascual.

más celebrados de Juan del Encina. Cumplíase, pues, en las obras de Fr. Ambrosio Montesino aquel

este último

fenómeno

uno de

literario

los

que ya hemos reconocido como uno de

los prin-

cipales caracteres de la lírica de este tiempo: la transfusión de la

poesía popular en la artística.

nos

la

Y

más comprobación quisiéramos,

si

daría el hecho de figurar en

el

Cancionero del predicador

(1)

Núm. 442

(2)

Esta linda canción se encuentra íntegra en el Cancionero Musical de

del Cancionero Musical de Barbieri.

Barbieri (núm. 413) con

el

nombre

del músico Vilches,

tro voces el villancico popular:

Ya

cantan los gallos,

Buen Amor, y

vete:

Cata que amanece.

— Que canten los gallos, Yo ¿cómo me

iría,

Pues tengo en mis brazos

Lo que más

querría?

Antes moriría

Que de aquí me fuese, Aunque amaneciese.

— Deja

tal porfía,

Mi dulce amador, Que viene el albor, Esclarece

Pues

el

el día;

alegría

que armonizó

á cua-

CAPÍTULO XXII

de

los

largas,

67

Reyes Católicos, hasta ocho romances impresos en

como

forma: todos (á excepción de uno) de materia espiritual, del

lo

es el resto

la

poesía heroica

cisión enérgica, tón,

como

Cancionero; pero llenos de reminiscencias de

y saturados todavía de su espíritu. Por la conmás parece romance caballeresco del ciclo bre-

ó carolingio, que romance de

patriarca de su cisco,

líneas

versos de diez y seis sílabas, que fué su primitiva

Orden,

fraile,

compuesto en loor del

que Fr. Ambrosio hizo

el

por mandato del Cardenal Cisneros: Andábase San Francisco Por

montes apartado.

los

Usaba de duras peñas Por blanda cama y estrado.

De No

espinas y duras guijas

defendió calzado;

le

Sayal áspero vestía

Junto

cuerpo remendado.

al

Su oratorio fué

el

sereno,

El hielo más destemplado;

Y

sumirse por

la

nieve

Desnudo y aprisionado.

Por poco fenece, Cata que amanece.

— ¿Qué mejor Vitoria Darme puede amor, Que el bien y la gloria

Me

llame

al albor?

¡Dichoso amador

Quien no

se partiese

Aunque amaneciese! ¿Piensas, mi señor,



Que

só yo contenta?

¡Dios sabe

Que

el

dolor

se m'acrecienta!

Pues

la tal afrenta

A

se



¡Vete,

me

ofrece,

que amanece!

á

San Fran-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

68

Silencio fué su lenguaje

Y

los

yermos su poblado;

Estregaba en

los zarzales

Su cuerpo muy delicado, Por tener dentro en

la

carne

Espíritu libertado.

Hay, además, un romance de carácter no devoto, sino históen este Cancionero: el de la muerte del príncipe de Por-

rico,

tugal

D. Alfonso, esposo de

sucumbió á

Católicos, el cual

una caída de

caballo,

cerca

hija

la

los diez

primogénita de los Reyes

y

seis

no es popular, merece serlo (y por eso en su colección), es el que comienza: si

Hablando estaba

En

años, en 1491, de

de Almeirín. Este romance, que

la

dio entrada

le

Duran

Reina

cosas bien de notar...

La rúbrica de este romance dice expresamente que le hizo Fray Ambrosio Montesino; pero un descubrimiento de estos últimos años puede hacer dudar que sea enteramente suyo. El eminente Gastón París publicó en el número tercero de la Romanía, tomándola de un manuscrito francés de

nima sobre ir

el

acompañada de

fin del siglo

xv, una canción anó-

asunto, que difiere en ser

mismo

estribillo;

pero en

la

mucho más breve

é

cual se conservan todos los

rasgos poéticos y populares del romance de Fr. Ambrosio, en general con las mismas palabras. He aquí la canción: ¡Ay, ay, ay,

qué fuertes penas!

¡Ay, ay, ay,

qué fuerte mal!

Hablando estaba

la

reina

-en

su palacio real

de Castilla,— princesa de Portugal; con grandes lloros llorar: Allí vino un caballero «Nuevas te traigo, señora, dolorosas de contar.

Con

la infanta







¡Ay!

no son de reino extraño;— de aquí son, de Portugal:

Vuestro príncipe, señora,— vuestro príncipe real Es caído de un caballo,— y Taima quiere á Dios dar; Si lo

queredes ver vivo— non querades de tardar. rey su padre— que quiere desesperar;

Allí está el

Lloran todas

las

mujeres— casadas y por

casar.

CAPÍTULO XXII

Cotejando este romance con

69

de Fr. Ambrosio (que va en

el

el

cuerpo de nuestra Antología), puede creerse, como creyó Gastón

que Montesino refundió y amplió

París,

la

canción popular, aña-

diendo ciertos pormenores históricos; ó bien preferir Milá,

del

que supone que algún juglar ó cantor del vulgo se apoderó

romance

zones,

si

y conservando tan sólo lo que otro sentir hay buenas ra-

del fraile, abreviándole

más popular. Para uno y

ofrecía carácter

más

opinión de

la

bien yo, salvo

respeto debido á mi maestro, encuentro

el

verisímil en este caso la opinión de Gastón París

(i).

Ni sólo por razones arqueológicas y de genealogía

recomendable

el

literaria es

Cancionero de Montesino, sino también por su

in-

trínseco valor poético, el cual no se manifiesta, á la verdad, en nin-

guna composición entera, como no sea de reluce á cada felices

que

carías,

y

el

momento en

se hallan en

las

versos y expresiones

muchas de

ellas.

más

breves; pero

y comparaciones

Se aparece

el

ángel á Za-

poeta escribe con íntima delicadeza:

Fué su voz tan pavorida, Que turbaba los oídos, Tan delgada y recogida, Cual no oyeron en su vida

Los (1)

En

el

nacidos...

mismo arTambién se han conservado popular portuguesa, como lo prueban estos

Cancionero de Resende hay varias poesías sobre este

gumento, entre

ellas

una de Alvaro de

vestigios de él en la tradición

Brito.

versos de un romance de las Islas Azores, publicados por Th. Braga:

Vosso marido e morto

Rebentou o

que corresponden

fel

no corpo

|

|

caiu

no

areal,

en duvida de escapar,

á los del romance:

Que cayó

de un mal caballo,

Corriendo en un arenal,

Do

yace casi defunto

Sin remedio de sanar.

(Vid. Cantos Populares do Archipelago Aforiano, publicados e annotados por

Theophilo Braga, Porto, 1869, pp. 328-331.)

Jorge Ferreira de Vasconcellos compuso un romance erudito sobre

mismo

asunto,

que

está en su

donda, cap. xlvi, y reproducido en (1869), págs. 49 á 53.

el

Memorial das Proesas da Segunda Tavola Rela

Pío/ esta de varios romances

de T. Braga

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

JO

Xo

intentaré ciertamente comparar

el

himno de

I\Ianzoni,

Tacita un giorno á no só qual pendice...

con

las

coplas de San Juan Bautista que hizo nuestro Fr. Ambrosio,

Con pasos

Pero á

la

Por

los valles

y

collados...

falta del arte exquisito

y

del admirable poder de conden-

sación lírica

guo

acelerados

Virgen preciosa

Iba

que

tiene el poeta

moderno, no puede negarse

cierto candoroso sentimiento

de

la situación,

cido por su lenguaje, que aquí no sólo es puro

jado y lozano:

La luz eterna más clara La esforzaba por de dentro. ¡Oh, bendito el Si

en

tal

que

hallara,

hora caminara,

Tal encuentro! ¡Oh, quién fuera pastorcico,

Que

te viera

y preguntara:

— -;Dónde vas, tesoro rico? Dímelo, yo te suplico.

Con

tan gloriosa cara!

¡Oh,

si la

Tú mi

vieras cuál iba,

alma, esta princesa

Por aquel recuesto Vieras en

ella

arriba!...

colores

Diversas en fermosura,

Y

del

mucho andar

Más que bálsamo

De

sudores,

ni flores

frescura...

Hacíala Dios un viento

Que entre los cedros rugía, Que le puso pensamiento No ser aire de elemento, Según su dulce armonía.

y

al anti-

fielmente tradu-

terso, sino regoci-

CAPITULO XXII

Fué

Fr.

Ambrosio Montesino

lica,

y por encargo suyo

leer

en su vida

simpático su

de

los

pular;

(i).

y

poeta favorito de

el

la

escribió los últimos versos

Reina Cató-

que

pudo

ella

Esta razón, sin tantas otras, bastaría para hacer

nombre en

de

la historia

primeros en infundir si

71

la literatura castellana.

sentimiento místico en

el

pecó á veces por excesiva llaneza

aventajaron luego en perfección técnica, pocos

miento fresco y en ingenuidad primitiva

(2).

la

familiar, le

Fué

poesía po-

y muchos

ganaron en

le

senti-

Ni dejó de poner en

sus versos, con ser de materia tan ascética, algún recuerdo de la

vida de su tiempo, que interesa más por

(1) bel,

lo

inesperado.

No

sólo

Estas coplas hizo fray Ambrosio Montesino, por mandado de la reina Isa-

estando su Alteza en el fin de su enfermedad.

(2)

Véase

esta risueña tabla del Nacimiento,

restaurar, suprimiendo

muchos versos Su velo

le

que levemente me permito

inútiles para el sentido:

puso encima

Al Niño por ornamento,

Y

á los pechos se le arrima,

Abrigándose del viento,

Y

quedó

De

la

el

cabello exento

Virgen

muy

Al sereno está

Con

No

se lava ni se peina,

Como

hizo Dios otra

Mas

Virgen, madre prudente,

No

sabe

como como

A Y Y

engastado-

ella es

de verlo diferente,

de otros niños mudable,

La

O

tal:

perla oriental

Dios en

Si

Reina

aire todo real;

Mas no

Y

dorado...

la

los

cómo

le hable,

á Dios perdurable, á niño empañado.

mares embravece,

turbaba todo Kgipto, está aquí que

no parece

Sino armiño ó corderilo,

La teta mirando en hito, Mas tal leche había probadoDe coronas muda sillas, Mil reinos tiene en su seno,

Y

apenas tiene mantillas,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

72

menciona, como era justo,

San Juan de

los

ros claustrales, sino

á los que Indias,

fundación del glorioso monasterio de

la

Reyes, «.obra decora», en que

que alude con

comenzaban

él

fué

uno de

los

prime-

vaguedad y misterio

lírico

á volver de las tierras incógnitas halladas en

y nos da razón de

bridores.

cierta

curiosidad con que se recibía álos descu-

la

l os hombres que navegando muy remotas,

Hallan tierras

Cuando vuelven, que

es ya

cuando

Los estamos esperando

En el puerto con sus flotas, Que nos digan les pedimos Las novedades que vieron;

Y si algo nuevo oímos, Más velamos que dormimos Por saber lo que supieron...

No

fueron éstos los únicos cultivadores de

la

poesía religiosa en

Al mismo género pertenece

el

Cancionero de Juan

aquel reinado

(i).

Y

por oro viste heno:

Yo

quisiera, Infante bueno,

Ser

el

barro de tu estrado.

Con

cien mil greñas aliña

Cuando

despierta del sueño;

Jaspe ni dorada pina

Con

él

son valor pequeño,

Según que lindo y risueño Está en los pechos turbado...

Ya

los toma,

ya los deja

Los pechos con gestos

bellos;

Ya se ase á la madeja Que su madre ha de cabellos; Gorjea y

estira dellos

Como ruiseñor en pradoComo recrea el abeja En frutal bordado en flores, Que de mil formas volteja Por hacer miel y dulzores, El Niño destos temores

Con (i)

Por

el

nombre de

la teta está ocupado...

su autor, que fué uno de los

más

insignes hebrai-

zantes del siglo xvi, y uno de los principales colaboradores de

la

Poliglo-

CAPITULO XXII

de Luzón, impreso en Zaragoza,

1

73

508. Era su autor criado de

Doña

Juana de Aragón, duquesa de Frías y condesa de Haro: es cuanto

sabemos de su persona. Su apellido induce á tenerle por madrileño; pero Gallardo nota en sus versos algunos galicismos, que más bien

parecen catalanismos, por ejemplo realme. Ocupa del

que

volumen un largo poema el

la

didáctico, en coplas de arte mayor,

autor llama Epilogación de la

virtudes cardinales, contra los vicios

Moral Philosophía sobre

y

quinta de

la

de

la

Prudencia,

la

las

pecados, dividido en cinco

partes: la primera trata de la virtud en general, la Justicia, la tercera

mayor parte

cuarta de

segunda de

la

la

Fortaleza, la

Temperancia ó Templanza. Ca'da copla va seguida de

un difuso comentario en prosa que nada de particular enseña, aunque algunas veces alude á personajes y sucesos contemporáneos, la conquista de Ñapóles por el Gran Capitán. Completan el

como

volumen

que están trovadas

varias coplas de arte menor, en

contemplaciones de San Bernardo sobre salmos Miserere y

De profundis,

hizo el Obispo de Valencia;

el

la

conforme á

cántico

las

Pasión: paráfrasis de los la

glosa que sobre

¡Oh gloriosa domina! y

ellos

otros

versos de devoción, entre ellos los Gozos del nacimiento de San

Juan Bautista: en todo 397 coplas de arte mayor, y 225 de arte menor. En el Miserere y el De Profundis, va engastado en la glosa castellana el texto latino del Salmo, en esta forma:

ta,

debe hacerse mención del Tratado de

loor de virtudes en metro castellano,

compuesto por Alfonso de Zamora, regente en la Universidad de Alcalá (Alcalá

de Henares, por Miguel de Eguía, á XXIII días de Enero de mil y quinientos y XXV), un tomito en 12. de 83 hojas sin foliar. Hay también una edición ,

del año anterior, la cual se describe en el Registrum

de D. Fernando Colón.

Está escrito en versos cortos, y dividido en tres partes, de las cuales la primera trata de la brevedad de la vida y desús trabajos, y de los provechos

de

la ciencia; la

segunda de

los siete

pecados mortales, y

la

tercera de doc-

trinas generales.

A

este libro (que recuerda

refiere

mucho

los Consejos del

Rabí Don

Sem Tob)

Gonzalo Fernández de Oviedo en sus Quincuagenas, cuando

dice:

se

«Un

mundo impreso de sentencias y doctrinas de la Sagrada breve y que cuesta pocos dineros, y de mucho provecho y utilidad »cathólica, el qual está en versos castellanos, y le compuso el docto maestro

»librico anda por ese «escritura,

»

Alouso de Zamora, rigente en

la

Universidad de Alcalá de Henares.»

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

74

Miserere mel, Dios mío,

me

Pues

por tuyo,

criaste

Y aunque

de

lejos

huyo,

ti

Perdona mi desvarío, Perdona mi gran pecado,

Perdona mis malas obras, Perdona en males mis sobras,

Y en bienes lo que he faltado... De profundís anegado En el hondo de los males, De los pecados mortales

Y

no de

Porque

los veniales,

se pasan á nado,

Clamavi he suplicado,

Ad te

sólo en quien espero...

Luzón era ingenio de poca ó ninguna fantasía, y escribió más por ejercicio de piedad que de literatura. Sus propósitos de moralista cristiano los declara

»que más

conozca y

lea,

se

»marla en romance »

mismo en

él

use

la

y trobarla por metro, porque memoria, como quier quel arte de tro-

»bar está ya tan disfamado por

mal usan

»

nidos

»

viveza»

(i)

pero también

por locos,

sdellos es

mala intención de

la

que no solamente todos

della,

«Por-

quise su

filosofía)

castellano...

mejor se guarde en

»

la dedicatoria:

moral

(la

los

misma

la

ya profanada, siendo de suyo

que

los

trovadores son te-

por

arte

culpa

la

de mucho ingenio y

(i).

Cancionero de

Iuá de Luzon.

¡

\

Epilogación de la

Moral Philosophia:

\

sobre las virtudes cardinales: contra los vicios y pecados mortales: proveída có

razones y auctoridades divinas glosada en

lo necessario:

san Bernardo riosa do-

(Al

/

fin):

so-

/

y humanas y

có exemplos anli-

aprovada por muchos theologos: có

bre la pasión: el

Salmo Mise-

'

j

rere, de

guosy psentes:

las cóteplaciones de

profun-

¡

dis, o glo~

mina...

Acabada fue toda

la psente

obra

el postrero día d'l

mil quinientos y seys años: en la ciudad de Burende los muy altos

muy

\

mes

¡

de Julio: de

gos cabe c a de Castilla.

poderosos y esclarecidos Principes, reyes y

señor rey don Felipe y la señora rey na doña Juana nuestros seño-

/

/

Estando

señores el res.

/

Y fué

hecha y glosada por luán de luzón, criado d la muy ¡ excelcte y muy catholica señora la señora doña Juana Daragon, duquesa de Frías, condesa de hato... -1

Y fue

imprimida

¡

por industria de Jorge Cocí Alemán en la muy noble

ciu-

CAPITULO XXII

Quizá debamos añadir

tiempo

el

al

75

catálogo de poetas espirituales de este

nombre venerable

del primer arzobispo de Granada, va-

rón verdaderamente apostólico, Fr. Hernando de Talavera,

como

suya,

afirma Fr. Juan de Pineda en su libro de

la

a

parte, diálogo trigésimoprimo, Salamanca,

cierta obra docta

devota sobre la salutación angélica, que

ra Cristiana

inserta,

y

(2.

y

y también en

otro libro del

mismo

excelencias maravillosas del glorioso

se

Vida

Baptista (Barce-

de este piadoso fragmento no

lona, 1596). El estilo

1589)» allí

P. Pineda, titulado

San Juan

es

si

Agricultu-

difiere

mucho

Ambrosio Montesino, y pertenece manifiestamente á la época de Talavera, del cual sabemos, por su más antiguo biógra-

del de Fr.

que «en lugar de responsos, hazia cantar algunas coplas de-

fo (i),

»votissimas, correspondientes á las liciones.

»santo varón á

gente á los maytines

la

De

como

esta

manera

á la misa. Otras veces

»fazia hazer algunas devotas representaciones, tan devotas,

»más duros que piedras

No

faltó

los

atraía el

que eran

que no echavan lágrimas de devoción.»

quien dijese que esto era «mudar

la

universal costumbre de

y que era cosa nueva decirse én la iglesia cosa en lengua y murmuraban dello fasta decir que era cosa supersticiosa»; pero aquel santo varón, que veía el fruto que por tales me-

»la Iglesia,

^castellana;

dios iba logrando cada día en la conversión

de judíos y moros,

«tuvo estos ladridos por picaduras de moscas y por saetas echadas »por manos de niños» (2).

dad

i

ntetos

de Carago ca:

y

última, (1)

ocho. 4.

y

acabóse

á xij días

del mes de Octubre del

¡

año d' mili qui-

gótico con signaturas a-n, todas de ocho hojas,

menos

la

que tiene cuatro. El autor de

la

Breve suma de la santa vida del reverendísimo y bienaven-

turado don Fr. Hernando de Talavera, contenida en el

Academia de

la

Historia

donde están

los versos

mismo códice de

la

de Álvarez Gato.

¿Tendrá algo que ver con estas coplas y representaciones devotas, (2) compuestas ó mandadas componer por Fr. Hernando de Talavera, el rarísimo libro siguiente, que sólo conocemos por las sucintas noticias que dan de él

Salva y los traductores de Ticknor?

— Cancionero Espiritual,

en el qual se tratan muchas y

muy

excelentes obras

sobre la concepción de la glorio sis sima Virgen nuestra señora Sánela A/aria y de ¿as tetras de su nombre, con

y assi mesmo

se tratan

un passo del

muy

nascimiento,

y otras muchas cosas en su

loor.

excelentes maravillas de la pasión de xpto.y del com-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

j6

bale del corazón espiritual

Hecho por (Al la

muy

u?i religioso

fin):

Fué

del ansia del

y

villosos dichos y canciones del

mundo

vueltas

amor de á

Y oíros

Dios.

lo divino, todo

muy mara-

en metros diferentes.

de la orden del bienaventurado Satit Hieronimo.

impressa la presente obra intitulada Cancionero espiritual, en

noble villa de Valladolid, en casa del honrrado varón

Juan

de Villaquirán,

impressor d costa y tnissió?i del auctor. Acabóse d quatro días de hebrero de mil quinientos y

XLIX años.

Parece que

la

composición más larga del tomo es una disputa alegórica, en

quintillas dobles,

con este

título:

introduzen seys capitanes que

le

dado, Te?nor, Dolor y Passion.

Nacimiento, todo ello en del xvi,

y

gótico, á dos columnas, 56 hojas.

4.

el

Obra llamada combate

del corazón, en que se

guerrean y fatigan, que son Ansia, Tristeza, Cui-

Hay también

villancicos,

y un paso ó égloga

al

gusto de fines del siglo xv ó de los primeros años

más bien que de la fecha bastante adelantada en que se imprimió el linombre por esta consideración que en el prólogo expo-

bro. El autor ocultó su ne:

«Porque

casi los

más de los que han cursado

>á motivos profanos y

amores no

castos,

este arte se han

encaminado

y aun también porque viendo

las

per-

»sonas nobles y de calidad (que tan aficionadas fueron antes á metrificar) que >cada persona baxa se ponia á hacer coplas, y muchas de ellas torpes, las de-

»xaron ellos de hacer, paresciéndoles derogarse su autoridad; y

assi les

ha

»acaescido á este exercicio lo que algún tiempo acaesció á los trajes, que »

viendo

los señores ataviarse

de sedas

los

muy baxos populares, comenzaron

y de poco precio.» No afirmaré que este monje Jerónimo, de quien nada dice Fr. José de Sigüenza en la Historia de su orden, sea el mismo Fr. Hernando de Talavera, sellos á se vestir

pero á

lo

de paños

viles

menos debe tenérsele por imitador suyo.

xxm

capitulo

poemas dantescos y alegóricos durante el reinado de los

[los

JUAN DE PADILLA (n. I468); SUS OBRAS; EL RetaVida de Cristo; Los doce triunfos de los doce apóstoles;

REYES CATÓLICOS. blo de la

COMPLICADA URDIMBRE DE ESTE POEMA) LA IMITACIÓN DE DANTE; CA-

RÁCTER NACIONAL DE LA OBRA LA DICCIÓN POÉTICA DE PADILLA; IMI(el autor del Libro de la Celestial Jerarquía). ;

TADORES de éste

JUAN DE- NARVÁEZ.

DIEGO GUILLEN DE ÁVILA.

— histórico. —

LA Historia Pat'tke-

nopea del sevillano alonso Hernández; su interés

otros versificadores de asuntos históricos].

Continuaron en este reinado escribiéndose largos poemas dantescos

y

alegóricos,

fano, en el

ya de materia sagrada, ya de tema

metro y

estilo

de

historial pro-

de Juan de Mena. El

las Trescientas,

poeta que á todos se aventajó en este orden, llegando á colocarse entre los

más

felices

Padilla, nacido ría

^

de

las

imitadores de Dante, fué

en 1468, monje profeso en

Cuevas

(i),

el sevillano

sentía tan

el

embebecido

Mirando sus cosas de gran maravilla,

Como

en

el

templo de nuestra Sevilla

El rústico simple que nunca

O como

la vido;

cualquiera de Francia venido

Mirando en Las Cuevas

la

nave ya

surta,

De sobre las torres y mesa de murta, Donde yo hice primero mi nido. (Retablo de la vida de Cristo, cántico

¿No sabes, Señor,

A

lo

Juan de

Cartuja de Santa

y generalmente conocido por

Yo me

'

la

que tengo ofrecido

Christo de quien la su vida preciosa

.•.";

Ma-

sobrenombre

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

78

que usa en sus

del Cartujano, único

escritos,

si

bien, al fin del

Retablo de la vida de Cristo, pone en un acróstico su nombre

y

apellido en esta forma:

Don

religioso la regla rae puso,

Jurado con voto canónico puro; ^4«te su vista

De

la

me

hallo seguro

mundo

tormenta del

confuso.

Carece por ende mi nombre recluso,

Digno

lector, si lo vas inquiriendo;

Llama,

si

En

sus mocedades,

mi nombre diciendo:

quieres,

Monje Cartujo

la

obra compuso.

y antes de entrar en religión tan austera, hamusas profanas, de lo cual más tarde

bía cultivado el trato de las

mostró arrepentirse en estos versos del Retablo: Deja por ende

De

las falsas ficciones

los antiguos gentiles selvajes,

Las quales son unos mortales potajes Cubiertos con altos y dulces sermones:

Sus fábulas

falsas y sus opiniones Pintamos en tiempo de la juventud;

Agora mirando

la

suma virtud

Conozco que matan á

los corazones.

Consta, en efecto, que en 1493 había dado á luz en Sevilla un

poema de

ciento cincuenta coplas de arte mayor, con el título del

Laberinto del Marqués de Cádiz (seguramente á imitación del Laberinto

de Juan de Mena), obra que, dados

autor y

el

los alientos poéticos del

interés histórico de su héroe, en quien se cifra la

mayor pudo

gloria de la caballería española durante la guerra de Granada, ser de

grande importancia. Pero este poema parece irrevocable-

mente perdido, pues aunque

se

conocen

queda una pequeña descripción de fuerzo de los

más doctos

bibliófilos

la

fecha

y

el

impresor, y

lo material del libro,

todo

Canté con mi lengua mortal y penosa

En una gran Cueva Aunque de

el

es-

para llegar á ver un ejemplar, ha

feroz escondido,

afuera se muestra graciosa? (Los Dcce Triunfos, triunfo primero, cap.

II.)

CAPITULO XXIII resultado hasta ahora infructuoso

poemas

tujano por dos

vida de Cristo

blo de la

Miguel Denis, en

(1)

el

religiosos, (2)

dice:

La?

ciento

muy

de

desigual mérito,

Car-

al el

Reta-

los doce apóstoles.

suplemento á Maitaire, hace de este libro el P.

— El Laberinto del Duque de 2,

Sólo podemos juzgar

(i).

y Los doce triunfos de

guiente descripción, que copia

Pág.

79

la si-

Méndez en su Tipografía Española:

Cádiz D. Rodrigo Po7ice de León.

y cincuenta

del Laberinto, compuestas por

fray Juan

de Padilla, cartuxo, antes que religioso fuese.

Dedicado á Doña Beatriz Pacheco, duquesa de Arcos. (Al

fin):

Aquí

se

acaban las ciento y cincuenta coplas por fray Jua?i de Padilla,

carluxo profeso de las Cuebas de Sevilla. Impresas en Sevilla en quatrocientos e noventa y tres, por 4.°,

Meinardo Ungtd

á dos columnas, 16 hojas en letra de

Del Retablo de

(2)

e

el

año de mili

e

Lanzalao Polono.

tortis.

por

la vida de Cristo hay,

lo

menos,

edi-

las siguientes

ciones:

— Retablo (Al

fin):

d' l

cartuxo sobre la vida

Acabo

se d'

componer

d'

nró redéptór jesu xpó.

el retablo... jueves

a xxiiij dias de deziebre:

lia d' la

natividad de nró Señor: cóplidos los años de mili

bileo de

roma. Fue empmido en la muy noble

Cromberger alemán, a mili y qniétos

y

iiij

muy

e

dias del ?nes de margo.

dezisexs. Folio, á

qnientos.

e

Año

vigi-

delju-

leal cibdad de Sevilla,

Año

por

de nr salvador jesuxpo deó

dos columnas, letra de

tortis,

con grabados

intercalados en el texto, y una lámina grande después del colofón.

Esta es indisputablemente

la

primera edición, y está descrita en

la Tipo-

grafía Hispalense de D. Francisco Escudero y Perosso (Madrid, 1894), nú-

mero 188, con presencia de un ejemplar que existía en — Una de Sevilla, 15 18, citada por Nicolás Antonio.

— Retablo d la vida de christo fecho en metro por 1

ten

la

biblioteca de Uclés.

devoto frayle de la

Car-

tuxa, 1529. (Al

fin):

vicbre, ras.

76

año

Acabosse la presente d'

fojas.

mili

v

Quietos

obra... en

Alcalá de Henares a ocho dias

y XXIX. Folio

(Edición descrita por Brunet

Nacional de París. Falta en

la

d'

no-

gótico, á dos columnas, con figu-

como

Tipografía

existente en

la

Biblioteca

Complutense del Sr. Catalina y

García.)

— Toledo,

por Juan de Ayala, 1565. (Al

fin,

1559.) Descrita

por Gallardo.

— Sevilla,



por Juan Várela, 1530. Citada por N. Antonio y Brunet. Retablo de la vida de Christo hecha en metro por el devoto padre don Juan de

Padilla monje Cartuxo. Impresso con licencia en Toledo. Por Francisco Guzmán,

año de 1570. Tiene, como todas

las restantes,

grabados en madera. El ejem-

de 1567, que será la verdadera de la libro no circulase hasta después de 1569, que es la fe-

plar visto por Salva tenía al fin la fecha

impresión, aunque

cha del privilegio.

el

(Sigue la nota.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

8o

La fortuna de cada uno de

poemas ha estado en razón inversa

estos

de su valor intrínseco; y mientras

mayor excelen-

Retablo, por la

el

de su asunto, llegaba á ser libro popular y era reproducido en

cia

— Alcalá de Henares, por descrita

Sebastián Martínez, 1577. La tuvo Salva, y está

minuciosamente en su Catálogo.

—Valladolid,

1582, en casa

de Diego Fernández de Córdoba.

—Toledo, por Pedro López de Haro, su Romancero y Cancionero Sagrados.

— Toledo, por Pedro Rodríguez,

por D. Justo Sancha en

1585. Citada

1593.

—Alcalá, por Sebastián Martínez, 1593. — Alcalá de Henares,

en casa de

Edición de aspecto popular, y en

Juan Gradan,

muy

q?¿e

sea en gloria.

Año 1605.

mal papel, con toscas viñetas graba-

das en madera.

— Retrato

de la vida de Cristo. Edición popular del siglo pasado, en

(sic¡

auna Pasión en quin-

Valladolid, casa de la viuda é hijos de Santander; unida

que es

tillas,

de Diego de San Pedro, adicionada por

la

— Edición fragmentaria de Londres, Los Doce Triunfos, que

por

1841,

el

el

Bachiller Burgos.

canónigo Riego,

al fin

de

citaré después.

La

Salva describe un rarísimo librito que lleva por título

Bendita Señora María Virgen, emperatriz de

los cielos,

Vida de Nuestra

en la qual también se con-

y muerte de Nuestro Dios y Salvador Jesu ChrisObra de Julio Pontana, pintor y vezino de la muy noble ciudad de Verona.

tienen el Nascimievto, Passion to...

Con algunos los

versos, hechos parte

por un

devoto cartuxano,

Cerros de Trenio. Sin lugar (¿Venecia?) apud

láminas

muy

bien grabadas

tomados

sos explicativos,

al

la

Lucam

agua fuerte, que llevan en

mayor parte de

y parte por Jusepede

Guarino, 1569. Son 40 la

parte inferior ver-

de nuestro

ellos del Retablo

autor.

Con

esta abundancia de ediciones del Retablo, contrasta

de Los Doce Triunfos, pues sólo se pueden

citar tres; y

la

escasez de

aun una de

las

ellas es

dudosa.

— Los doze sed

María

triüphos de los doze Apostóles: fechos por el cartuxaiio: ffesso en

a" las

Cuevas en

Sevilla.

donde en doce nichos están lorada, lo

mismo que

los

el título.

Có previlegio. El

frontis figura

un retablo,

doce apóstoles con sus nombres en letra coAl dorso

la

cabeza de San Juan Bautista.

Hay

entre las hojas de principios otras dos láminas, una del cielo estrellado y otra del signo de Aries. (Al

fin):

Aquí

se

La obra comienza en

acaba

el iriüpho de

la

séptima hoja.

Sant Mathias

apóstol:

y

postrero de los

doze triüfos. Acabóse la obra de cdponer domingo en xiiij de Febrero de mili y quinientos xviij años d:a de sant Valentino martyr.

Fue impremida en

y muy

V días

leal cibdad de Sevilla,

por Juan Várela a

de nró. Salvador de mili y quintetos y

XXI

d' l

la

muy

noble

mes de Octubre: año

años. Folio gótico, 6 hojas prelimi-

.

CAPITULO XXIII

numerosas ediciones hasta

y aun en tiempos próximos que son incomparablemente superio-

siglo xvn,

el

á nosotros; Los doce triunfos,

quizá no fueron reimpresos

res,

y eran una de

tos años,

las

ni

una vez sola en más de trescien-

mayores rarezas

Homero y Dante cido en

los

que

le

Al

folios.

la crítica

se advierte

fin

lite-

han perjudicado más que favoredesapasionada. Con más acierto

y templanza D. Luis Usoz y Río se limitó á decir nares y 62

de la

sacó del olvido

autor con los disparatados calificativos de

al

español,

estimación de

la

bibliográficas

Riego

ratura española, hasta que el canónigo

en 1842, abrumando

81

que

que «ninguna

(i)

cesta divina y apostólica obra fué

muy

¡>diligentemente vista y aprobada por los reverendos señores Martín Nava-

rro, canónigo en >en

la

Sancta iglesia de Sevilla, y Sebastian Monzón, racionero

la

misma Sancta

iglesia,

»presencia del autor de

— Edición de

dignísimos maestros en artes y sacra theologia, en obra.»

la

La Serna Santander, pero no

1529, citada por

vista

por nin-

gún otro bibliógrafo.

— Los

doze triumphos de los doze Apostóles, fechos por el Cartuxano: professo

en Slá.

María

Dante

español).

por más de

Poema

de las Cuevas en Sevilla.

Lo saca á

heroico cristiano (del

Homero y

luz de las tinieblas del olvido en que estaba sepultado

trescientos años, fiel y

hoy existe en la Librería del

cuidadosamente trasladado de un Exemplar que

Museo Británico: y que antes pertenecióy aun ahora,

debiera pertenecer, á no habérsele privado de él malamente, al Editor de esta Di-

vina y Apostólica obra

Don Miguel

de Oviedo. Londres, im-

del Riego: canónigo

preso por D. Carlos Wood, JS41

El bibliófilo que dirigió esta curiosa reimpresión, y cuyo extraño gusto

bien puede comprenderse po.

la

portada, fué

del Riego, emigrado en Londres,

nocido rió

él

mismo por

en su casa y

Al

fin

le

la

hermano

el

canónigo asturiano D. Miguel

del célebre D. Rafael, y

Hugo

grande amistad que tuvo con

Foseólo,

muy

co-

que mu-

legó sus manuscritos.

de Los Doce Triunfos puso extractos considerables del Retablo de

la

vida de Cristo.

Entre la

los

pocos críticos españoles que han tratado del Cartujano, dándole

estimación debida, figura en primer termino

en su juventud iniciaba

en

la

el

Floresta Andaluza, revista de Sevilla

drid (1844), y en

la

siglo

XV de

(i

En

el

prólogo

Men£ndkz

84

1

á 1842), en

el

tomo

1

R. Foulché-Delbosc (tomo xix de

Autores Españoles). [A. (1)

los Ríos,

que ya

El

Tiempo, de Ma-

Revista Literaria del Español (1845).

[Véanse también Los doze Triumphos en no del

Amador de

estudio de este poeta en varios artículos publicados

al

del Cancionero castellala

Nueva

Biblioteca de

/?.)].

Cancionero de Burlas.

y PbIiAyo.— Poesía castellana.

I

tí.

6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

82

nación en

1

52 1 puede presentar tan buen discípulo de Dante

es el Cartujanos]

queña

gloria para

Ambos poemas como

las

á nuestro juicio, esta es

y

Juan de Padilla

que esto pueda

de Juan de Mena; pero todos

los versos

que se advierta en

ca, al parecer sistemática,

que hay en

de esta semejanza de forma,

profundamente entre la

verdad,

el

decirse.

mayor

son rigurosamen-

ellos la irregularidad métri-

Pero, fuera

las Trescientas.

Retablo y Los doce triunfos difieren

en todo



como

y no es pe-

están compuestos en estancias de arte

te dodecasílabos, sin

de

el

la

lo

que pertenece

al

plan

y

composición. El del Retablo, obra más piadosa que

es sencillo por todo extremo, rigurosamente narrativo,

artificio

literaria,

sin

mezcla

de alegoría, ni simbolismo. El autor, aludiendo claramente á Juan

de Mena, manifiesta su propósito de no

empleo de

la

mitología y de

la

imitarle, sobre

todo en

el

historia profana:

Aquí no pintamos

las vueltas

humanas,

cómo las vuelve la triste fortuna, Ni cómo se mueven los cielos y luna, Ni

Ni sus influencias enfermas y sanas: Callo las cosas del

Dejo

los

Repruebo

Y las

mundo

los

hechos de Palas y Marte

opiniones de gentes profanas.

Huyan, por ende,

Á

las Estigias

En

livianas,

hechos romanos aparte,

nuestro divino

Las tienen

las

musas dañadas

do reina Plutón;

muy

los santos

alto

por

sermón

muy

reprobadas.

Aquí celebramos las cosas sagradas, La vida de Cristo con su nacimiento, Sus llagas y muerte, pasión y tormento,

Con todas El asunto del

poema

sus cosas

muy

es la vida

los cuatro Evangelios, sin

bien memoradas.

de Cristo, conforme

al

texto de

ninguna especie de adición apócrifa ni

circunstancia que no esté contenida en

el

Sagrado Texto. Así

lo

preámbulo y así se cumple en el libro: «Comienza la »vida de Cristo, compuesta por un religioso monje de la orden de

anuncia

el

»la Cartuja

en versos castellanos, ó coplas de arte mayor, á causa

CAPÍTULO XXHI

»que mejor sea

turalmente »vide toda

»blo de

porque, según

sentencia de Aristóteles, na-

la

hombre en

verso y música. El qual di-

el

obra en quatro Tablas, porque su intención

la

aparece en

leída;

se deleita el

83

segundo cántico de

el

la

no apócrifas

las historias

jare Iglesia alas

las tiene,

y

Y

«salvo por cánticos...

La primera

y

tabla

allí

y ha de venir á juzgar á la

la

santa

no por

hasta

La

ma-

capítulos,

el

domingo "de

tercera hasta

los vivos

«Los lectores paren mientes, quando vieren ó doctor, señalado en

como

comienza del principio has-

»Lázaro, que se llama Dominica in Passione.

afeta,

por orden po-

doctores, que van por

las Tablas,

bautismo de Cristo. La segunda, de

»subió á los Cielos,

así

ni falsas, salvo

los santos profetas

márgenes puestos. Van divididas

»ta el

según

vida de Cristo nuestro Redentor. Las quales quatro ta-

la

ablas corresponden á los quatro Evangelios.

smiendo

es,

primera tabla, hacer un Reta-

y

los

que

muertos.

evangelista, ó pro-

el

margen, porque en derecho del ver-

aso do está señalado, comienza á decir su dicho, hasta que viene aotro siguiente; así van todos por orden.

Quando

el

quiera que algu-

anos doctores no tuvieren señalados sus originales ó libros, hase de

^entender que

lo

dicen sobre

el

texto Evangélico, en exposiciones,

Thomás en su Catemás que otro ninguno

^homilías, sermones ó postillas; así hace Santo aría

áurea, y Lodulpho Cartujano,

«compiló

muy

ael Concilio

altamente

el

qual

vida de Cristo, según fué aprobado en

la

de Basilea. Estos doctores han sido

»autor en esta obra; quando

él

muy

familiares al

pusiese con ellos el cornadillo de su

Y pro-

apobreza, no pone su nombre, salvo este nombre: autor...

testa de no poner historias de gentiles paganos, salvo algunas que

amucho

hiciesen

aponer entre

al

asalvo las verdaderas

«nuevo.

Y

caso y fuesen verdaderas. Cosa temorizada es

las historias

de Cristo historias reprobadas y

y aprobadas que

tiene el

Testamento

nota que no tan solamente aquí se describe

«Cristo, pero la

la

falsas,

viejo

y

vida de

de Nuestra Señora y de San Juan Bautista, padre

agracioso de los Cartujos.»

Esta clarísima exposición hecha por

de

insistir

sobre

el

contenido de

ga serie de poemas sobre

la

la

el

obra,

autor

que es

mismo nos excusa uno más en la lar-

vida del Redentor, iniciada en

por nuestro español Juvenco, á quien se parece

el

el siglo iv

autor del

84

-

HISTORIA' DE LA POESÍA

CASTELLANA

Retablo hasta en haber dividido su obra en cuatro libros, aunque

en Juvenco

ni

en

ni

corresponda cada uno de ellos á

Padilla

un Evangelio, puesto que

narración va seguida y hecha siem-

la

pre con presencia de los cuatro: Así

Y

ele

como

salen del huerto primero

su fontana de gran perfección,

Los quatro conductos Phisón y Gion, Eufrates y Tigris, de curso ligero; Así de

fuente de Dios verdadero

la

Saco mis tablas por cuatro canales,

Que son

los

conductos evangelicales,

Según adelante mejor

La la

parte original del autor, que

nota indicada, es

nes

y

á

tal

muy

lo profiero.

cuida de advertir siempre con

él

pequeña: se reduce á algunas comparacio-

cual sentencia.

Al

de cada uno de

fin

una oración en versos octosílabos, y á veces, en solemnes y dolorosos de sa,

que

la

ticos

momentos más

los

mucho más

de Los Doce Triunfos; son raros en

que dan tan especial color

al estilo

él los

llano

muchos

del segundo de estos poe-

la patética sencillez y la fuerque pueden dar muestra estas

pasajes, de

octavas, tomadas del cuadro de la Crucifixión:

Ya comenzaba Hacer

Señor dolorido

el

las señales del

último punto;

Mostraba su cara color de difunto,

La carne moría, moría

el

sentido;

El pecho sonaba con ronco latido,

Los ojos abiertos,

Llena de sangre

la vista

la

turbada,

boca sagrada,

Fríos los pies, y su pulso perdido.

Luego por medio

Que

estaba en

el

se

rompe aquel

templo delante

Comienza muy recio

la

Por medio se quiebran

Pierden su lumbre El sol

y

la

velo,

el altar;

tierra á temblar, las

piedras del suelo

los signos del cielo,

luna también

y popular

neologismos enfá-

mas, y en cambio se recomienda por za expresiva en

hay

Pasión, intercala lamentaciones en pro-

á manera de sermón. El lenguaje es el

los cánticos,

la

perdieron,

CAPÍTULO XXIII Los cuerpos de santos Cree

el

allí

85.

resurgieron,

Centurio con grave recelo.

El agua

salía, la

sangre brotaba,

La sangre por precio de nuestros pecados.

Y

para que fuesen del todo lavados,

El agua

muy

santa perfecta manaba...

mucho más Los doce triunfos de los doce poema enteramente dantesco en el conjunto y en los por-

Literariamente valen Apóstoles,

menores, aunque

de

trarca,

historia sólo

y en

del Cartujano no es

aparece en

Laberinto.

el

artificio

también tiene alguna reminiscencia. Este

los cuales

gundo poema

de esta

»poner doce

recuerde desde luego los Triunfos del Pe-

el título

Un

sotil

ya

como en

los episodios,

se-

historial, sino alegórico; la la

Divina Comedia

argumento en prosa declara previamente

el

é divina obra: «La intención del autor es com-

triunfos,

en que describe los hechos maravillosos de

van divididos por los doce signos

>los doce Apóstoles; los quales

»del Zodíaco que ciñe toda

Esfera...

la

por los quales

el

Sol y los

^Planetas hacen su curso. Por el Sol se entiende Cristo... y todos >los otros Planetas

y señales del

torial, los trae sutilmente

al

Cielo, allende del seso literal é his-

el

á Santiago sobre el signo de León,

el

»lio

y va hasta mediado Agosto, que entra

sma

del qual se

pone San Bartholomé...

ne

signo que viene: así

qual entra mediado Ju-

signo de Virgo, enci-

describe en diversos lula

Cosmografía, convie-

á saber las partidas, provincias, rey nos y ciudades por

¿los Apóstoles predicaron

>hace de

la

y de

idolatría triunfaron.

la

Y

que

los Sarila tierra

>doce bocas infernales en un hondo >del profundo del infierno;

asigno del Zodíaco, y no las quales

donde

Esto mismo

por semejante, representa en

Astrología, á causa de representar

»tos tienen en el Cielo.

• Por

E

el

el

mucho de

»gares, discurriendo por la obra,

por quan-

autor ha tomado esta in-

tención de poner cada un Apóstol sobre

jcomo

Y

seso moral y alegórico...

>to el año va dividido por sus meses,

á

gloria

valle; las quales dice

y cada qual de

menos

la

ellas

que salen

corresponde A un

cada triunfo de los Apóstoles

doce bocas, se tragan y atormentan doce géneros

>de pecados... que son

las

transgresiones contrarias

finge que habla con algunas ánimas,

y de

apenas, aras

y

les

la tierra

demanda

la

causa de sus

otros que penan en el inñerno... Grandes historias cía-

y obscuras,

é intrincadas materias van por esta contemplativa

»obra...»

Hay que distinguir, pues, en la complicada urdimbre de este poema varios hilos; en primer lugar un simbolismo astrológico, en que el

Sol representa á Cristo, y los signos del Zodíaco á los Apósto-

les (i);

en segundo, una Cosmografía ó descripción de todas

tierras en que predicaron los Apóstoles; y finalmente, un viaje

fiemo y

como

al

Purgatorio, en que San Pablo sirve de guía

Virgilio había servido á Dante.

Todo

lo

al

las

al In :

poeta,

anuncia y abarca la

invocación del poeta:

Yo

canto

las

armas de

los Palestinos (2)

Príncipes doce del Omnipotente,

Sus doce triunfos de don excelente, Triunfos de gloria seranea dinos:

Y pongo

la tierra

debajo los sinos

Del cinto dorado de

los animales,

Y junto las altas celestes señales, Y los fortunados y casos indinos De

(1)

los

pasados é vivos mortales...

Recuérdese, como extraña y curiosa coincidencia, aquella obra á prinhoy tan olvidada, de Dupuis, sobre el

cipios de nuestro siglo tan ruidosa, y

Origen de

los Cultos,

en que

el

zodiacal se ve

mismo símbolo

y aun contra toda religión. Reminiscencia evidente del Arma virunque

empleado contra

el cristianismo (2)

nes de

la

Eneida, especialmente de

Triunfo 4°, cap.

la

cano...

descripción de

Hay la

otras imitacio-

tempestad en el

ni.

Así navegando los golfos tirrenos

Meptuno

se leva

Rogando que

con ínvido dolo,

suelte sus vientos Eolo._

Esta descripción virgiliana estaba entonces tado Juan de Mena; y simultáneamente con la

Historia parthenopea, pero con todo

su nulidad poética.

el

muy de moda:

el

ya

la

Cartujano lo hizo

había imiel

autor de

mal suceso que podía esperarse de

CAPÍTULO XXIII Estos materiales se mezclan de un

de muy desigual

Toda

valor.

la

87

modo

bastante confuso, y son

parte astrológica

y cosmográfica

es

en extremo cansada y pedantesca. Por el contrario, la visita á las mansiones infernales es la parte mejor de la obra: aquí el Cartujano 'sigue

veces

paso a paso le

de Dante, y calca sus episodios, y unas

las huellas

imita y otras

traduce, pero siempre con desembarazo,

le

nervio y estilo propio. Su dicción es escabrosa y desigual, á veces enfática

y

altisonante, á veces

comparaciones via poética.

(1)

De

desmayada y pedestre, pero en

las

mucha

sa-

descripciones suele mostrar

(i)

y en

las

cualidades de Dante acertó á asimilarse una de

las

Juzgamos conveniente transcribir algunas, no sólo por

la

extraña ori-

ginalidad de varias de ellas, sino por tratarse de un poeta tan olvidado, y cuyas obras, aun en la edición de Londres, son de difícil acceso: Alzaba

la

cara con altos bramidos

Que retronaban aquella montaña, Bien como toros bramando con saña, Huyendo de otros después de vencidos...

Y como

quien tuerce los hilos pendientes

Entre las palmas con fuerza de dedos;

Como

los sastres sentados y

quedos

Los tuercen colgados de solos dos

dientes:

Así las dañadas y pérfidas gentes

Tuercen sus lenguas del todo sacadas, Para que sean

Con

sotil

enhiladas

agujas de fuego pungentes,

las

Puesto que sean

Como Tienen á

muy más

los toros,

en

abrasadas.

tales lugares *,

fuertes colunas ligados:

Así vide cuerpos de bestias atados

Por

las

Tenían Bien

gargantas y los paladares. las caras

con sus aladares,

como unos humanos

mortales:

Los miembros de cuerpos no poco

bestiales,

En parte conformes, y en parte dispares De asnos sardescos que son desiguales.

Como

los brutos galápagos suelen

Tener sus cabezas y cuello de fuera El matadero ó carnicería de que habla antes.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

88 las

más

características: el

tico,

poder de representación de transformar

el arte

las realidades concretas;

y de producir con elementos

cosa presente

palpable.

y

Por Si

mundo

del

expresión

la

remansos de alguna

los

no

En

el

invisible la visión

ribera,

Tal se mostraban, y mucho se duelen

Las

cabezas por esta laguna...

tristes

En lo más hondo del valle penoso Oímos sonar unas ciertas cuadrillas: Así como suenan algunas tablillas,

Y

roncas gargantas del pueblo leproso,

Que

pide limosna de fuera las

Como

villas.

de noche corusca del cielo

Súbita lumbre relampagueando,

Hace su rayo sotil radiando Que súbitamente veamos el suelo; Pero tornando

Quedan

Y

la

noche su velo

como

los ojos así

tanto se

monta

muertos:

tenellos abiertos,

Cuanto cerrados á luz de señuelo

Que

suelen de noche poner á los puertos.

Y como

delante de los caminantes

Traviesan corriendo

los ciervos ligeros,

Heridos á veces de los ballesteros

Con

yerbas peores que pasavolantes:

Así nos pasaron delante bramantes

Unas amargas personas, heridas

Con armas de

fuego cruel encendidas;

Sus trancos y pasos así festinantes Como las cebras por llano corridas.

Y

bien

Aunque

A A

como vemos que muchas

corridas, se paran

los cazadores,

vegadas,

mirando

que van ya callando

causa que sean más presto cazadas,

Así nos giraron sus caras cuitadas,

Y

se detuvieron en

Y como

en

la Isla

Bebe del agua que

La qual por



las

razonantes...

de Hierro

el

la

gente

árbol destila,

hojas pendientes ahila

y viva de

de

Cartujano es más dan-

dan causa que hondo se cuelen:

les

eficaz

lo fantástico en icás-

CAPÍTULO XXIII

89

más

tesco que Juan de Mena, aunque éste tenga épico.

La cruda familiaridad del

zos en que se olvida de

no menos de su natural

instinto

Hasta que hinche Así destilaba

Por todos

la

que

monje

húmeda

la

Padilla,

y

en los

modelo que

del gran

tro-

se deja llevar tenía

fuente;

sangre reciente

miembros de

los

Que todos

estilo del

afectación retórica

la

partes de poeta

los cativados:

charcos de agua menguados

los

Llenos quedaban de sangre rubente,

La

qual no pudieran beber los ganados.

Y como

los peces los cuervos marinos,

Las almas amargas con ansia tragaban. Asi nos llegamos á poco de rato

A

la ribera,

Uno que

Como

do

vi

que penaba

cieno hediondo tragaba

quien traga la miel de Cerrato.

Su mano

traía cruel garabato,

El suelo rasgaba con

Y como

él abarrisco;

quien anda buscando marisco

Tal rebuscaba con férvido El cieno

muy negro

flato

cubierto de cisco.

Véase, en contraposición á tan hórridas pinturas, esta dulce entrada del 'l?runfo cuarto^

que recuerda análogos principios de algunos cantos de Dante:

Como

la

dulce calandra volando

Entona su canto, subiendo su vuelo Facia

Con

la parte

más

alta del cielo,

sus alillas sutil aleando:

Pero después de sobida callando

Contempla

Y

Muy

la

forma de aquella su vida,

vagorosa se viene calando

Kacia

o es rara

la

con alegría mezclada sobida,

la

propia terrena manida.

suavidad y ternura de expresión en Así rastreando la

Como

los niños

Que dejan

la

el

triste plañía,

que van gateando;

cuna, la

madre buscando,

Puestos en esta continua porfía,

Hasta que callan,

la teta

mamando.

Cartujano^

v. gr.

gO

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

á la vista, va bien con

entonación sombría de los cuadros en

la

que principalmente se complace. Veamos algunos do precisamente aquellos en que es más visible

trozos, eligienla

imitación de

Dante, y en que, por consiguiente, el arte del imitador tiene que luchar con más desventaja. Sea el primero la aparición de Satanás, imitada del último canto del Infierno: Lo' mperador del doloroso regno

Da mezzo

'1

petto uscia fuor della ghiaccia...

En medio del pozo según parecía, Vimos de bruzas estar aleando Una muy

fea visión, trabajando

Por levantarse maguer no podía. Las manos y cola de grado tenía,

Y más las espaldas atan escamadas Como las sierpes de Libia conchadas;

Y como la Hidra su cuello tendía Con siete gargantas y lenguas sacadas. Las

Y

de

alas,

mayores que velas

morciélagas no

las

Dos vientos Helantes

las alas

latinas,

diferían:

batiendo hacían,

las partes del

pozo vecinas.

Por agujeros, resquicios y minas Brotaban helados y negros vapores:

Helaban

las

carnes de los pecadores,

Doblando sus males y penas continas,

Y

otros secretos tormentos mayores.

muy grande zombido Como colmenas después de castradas; Suena de dentro

Ó como Á

las

dar en

el

aguas que van despeñadas

pozo que tieuen seguido...

Nadie dejará de recordar

las

capas de plomo con que Dante

(canto XXIII) revistió á los hipócritas: Egli avean cappe con cappucci bassi

Dinanzi agli occhi,

fatte della taglia

Che'n Cologna per

li

monaci

fassi.

CAPITULO xxiii Di fuor dórate son

Ma dentro

tutte

Che Federigo

Véase cómo Juan de vigor, las

le

ch' egli abbagiia;

si

piombo e gravi mettea

tanto,

di paglia...

Padilla imita libremente, pero

unas

sustituyendo con

este pasaje,

gi

capas de Dante:

Y

que por ásperos

vi

riscos sobía

Una gran parte de gente gimiendo: Como cargado que gime subiendo Ásperos puertos, sin senda

Cada qual de

ellos,

yo

vi

ni guía.

que

tenía

Cubierta su cara con otra fingida,

Hecha de plomo muy más que bruñida,

Y

blanca su ropa, según parecía.

De

pelos de lobo

Llevaban

sutil retejida.

las cíiras

y cuerpos corvados,

como hace cualquier ganapán, Que lleva gran peso con pena y afán Á los navios en Cádiz fletados. El plomo hacía sus rostros pesados. Así

Siendo

Por

las

máscaras deste metal

adelante por

ir

el

pedregal:

Atrás se tornaban con pasos trabados,

Hacia

lo

hondo

del valle mortal.

Las máscaras graves, de plomo

Y

talladas,

todas sus ropas y trajes fengidos,

Allí se derriten

después de heridos,

Quedando sus caras muy más inflamadas. Y como de alto las peñas lanzadas Vienen con

furia la cuesta rodando,

Tal se mostraban

Hacia

lo

allí

despeñando,

hondo de aquellas quebradas,

Estos blasfemos de Dios reclamando.

En

este gran trato de cuerda penaban

Otros semblantes de mitras y togas; Eran sus lenguas las ásperas sogas

Que

con mucho

máscaras de plomo

los sobían y los abajaban.

Todos sus miembros se descoyuntaban, Y más rebotaban los huesos quebrados:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

92

Y como Muy

los cuellos

Venas y cuerdas,

Y

que

el

de

los ahorcados,

estiradas sus lenguas mostraban. los

bezos

inflados...

Cartujano había llegado á conquistar los más terribles

secretos de la fiera penalidad dantesca, lo muestra bien aquel epi-

sodio en que nos describe los canes que devoraban las carnes

y duras de

lenguas heladas

de tragados, volvían á rehacerse en forma de demonios,

atormentaban

el

y

cuyos miembros, después

los apóstatas,

cuerpo de que procedían, y á

los

los cuales

mismos canes del

Infierno que se habían cebado en su madre.

Mostraban aquellos ministros cruentos,

Como

verdugos y bravos leones. garfios de mil condiciones,

Manos y

Y

otras maneras de nuevos tormentos.

Despedazaban

Y lenguas

los cuartos sangrientos

babosas de aquellas quimeras;

Las cuales colgaban de Allí

Bien

do picaban

espeteras,

las

buytres hambrientos,

los

como cuervos de cuencas

Y como

los gatos

de

las

enteras.

asaduras

Afierran con uñas, no poco gruñendo:

Tal se mostraban los canes, comiendo

Las carnes y lenguas heladas y duras. rehacerse por las coyunturas

A

Tornaban sus miembros, después de tragados, Pero después que

Tornaban en

otras

los vi

revesados

más

feas figuras.

Hechos del todo diablos formados. Los viboreznos con dientes crueles

Royen

la

madre después de

parida:

Tal se mostraban con rabia crecida Estos nóvelos diablos rebeles.

Contra

los

canes

muy más

infieles

Volvían sus uñas crueles y dientes,

Despedazando sus carnes Para vengarse

En

No hay

los

dolientes;

muy más que

lebreles

de caza venados mordientes.

en los Doze triunfos episodios de carácter épico que com-

pitan con la heroica muerte del

Conde de

Niebla, y con otros que

CAPITULO XXIII

en

En

Trescientas se admiran.

las

forjados en

el

93

más

el

mundo de

curso de su peregrinación por

el

infernal laberinto,

patria,

el

la historia.

no

poeta de encontrar semblantes conocidos de gentes de su

el

y

acierta á veces á retratarlos

brío que cuadra á un tan

de

realista,

que ocupar mucho más espacio que

Pero en deja

mundo

austero, el

un modo tan

sobrenatural, aunque visto é interpretado de tenía

de San Bruno,

los versos del hijo

silencioso retiro del claustro

pena

los apóstatas,

el

fiel

con

toque vigoroso y som-

el

discípulo de Dante. Así, en el círculo

arzobispo

Don Opas:

así

en

obscura y

la

helada laguna, llena de juncos silvestres y de espíritus roncos, don-

de son castigadas llero

de

la

almas

las

y

frías

levanta

Banda Dorada, menospreciador de

pleaba en correr

monte, «tratando

el

en hollar y destruir los panes de azotado por su codicia

tibias,

el

¿os

la

cabeza

las fiestas,

el

que

caba-

él

em-

sacres y vivos halcones-»

los labradores;

y no

lejos

de

y

allí,

turbio viento y por los espesos copos de nieve, pena

avariento y usurario mercader

el

Que en todos los bancos de Flandes cambiando, Hizo muy llena la bolsa vacía... el cual,

Sevilla

extendiendo su trato á Florencia, Venecia y Genova, Lyon,

y Valencia, tuvo en Medina y en Valladolid

brocados. Así en

la

pregonando en

Yo de Hice

las

la silla

muy

el autor,

altas

pero se

infiere

triste

santa romana

cosas que nunca debiera;

ganancia que pierde y no gana.

La sangre propincua, mortal y muy vana, Fuera la causa de tantos errores, Haciendo á mis

Y dando

hijos

muy

grandes señores,

manera por donde renueva

Esta dolencia por otros menores.

Verás

Donde (i)

Pecunia.

la

caldera por forma de ara

se funde

la

que ha de

voces su condenación eterna:

Multiplicando por mala manera

La

de

negra caldera de los simoníacos hierve un papa

(cuyo nombre no quiere declarar ser Alejandro VI),

rica tienda

dulce pecuña

i

),

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

94

Y

donde se ofrece después que se cuña Con impresión de la falsa Tiara...

Luego reguardo con

tales razones

La negra caldera hervir á meriudo,

Y

lo

En

que

ella

mente notar aquí pudo,

la

hervían

muy

ricos bolsones.

Brotaban por cima de

los

borbollones

Revueltos en forma de gruesos gusanos:

Como

perdiendo

los cibos livianos,

Saltan y tocan los vivos tizones

No

socorridos de fuerza de manos.

Varios episodios, de mucha curiosidad histórica, nos transportan

á

la

época de anarquía que precedió inmediatamente á

Católicos.

Uno

roy

(i);

(como

la terrible

figura del clavero D.

otro el del montañés homicida, del

si

Reyes

comendador de Extremadura, en quien

es el del

parece vislumbrarse

los

dijéramos, un héroe de los de

Alonso de Mon-

bando de

los

Negretes

Lope García de

Salazar),

condenado con un tropel de malhechores de su especie á correr (0

Yo

só,

me

dijo, del

Estremadura;

Donde las rayas reales ya juntas, Hacen la tierra no mucho segura. Tuvo mi pecho la cruz colorada; Pero con odio que tuve de uno, El qual aquí viene también de consuno,

Fué mucha sangre por nos derramada.

La

cruz que traía de fuera bordada,

Dentro no tovo mi mal corazón Por

ella

perdida semblante pasión;

Pero mi alma salió condenada

Súbitamente sin más confesión.

Este con grave coraje de presto,

Como

quien rabia con férvida basca,

Con uñas

crueles su pecho se rasca,

Después de rascado su lánguido

Y

gesto.

súbitamente yo vide, con esto,

Salir de su

pecho cruel horadado

Un drago con su corazón travesado: Bien como perro que saca del cesto El pan que

la

moza no

tiene

guardado

in-

capitulo xxin cesantemente, *.como via

95

en tiempo de brama», bajo una

los ciervos

de saetas enherboladas y encendidas

llu-

(i).

El carácter nacional de este poema se acentúa más y más en

Calahorra, es decir, de Santo Do-

visión del candido lirio de

mingo de Guzmán: en cuya boca pone de España,

la

la

el

Cartujano

descripción de las armas de Castilla

los

y de

loores los es-

tandartes de las doce principales casas del Reino, que rodeaban

en manera de pabellón

(0

de Santiago; y

trono

el

— ¡Oh ánimas

que tan fatigadas

(dije)

Vais caminando, de fuego llagadas,

Decidme,

O de

si sois

de

las provincias

la

nuestra Castilla,

en torno pobladas!

Uno responde con

alto

gemido,

Sentido que hobo mi lengua materna:

— Porque mímente mejor Dime

Yo

te dicierna,

primero, dó fueste nacido?

le repuse, sin ser

prevenido:

— ¿Y cómo no sientes que só castellano? No

hablo tudesco ni menos toscano:

Basta que sepas haber yo bebido

Las aguas del

río sotil sevillano.

Mas dime, quien

Y Y

eres ¡oh

ánima

triste!

quien son aquestos que van á tu lado?

qué fué

Por donde

la

tu

causa de tanto pecado,

cuerpo

hábito viste?

tal

— Só montañés de la brava montaña, Y más

gamboyno, llorando me

dice:

Tales excesos mortales yo hice,

Por donde padezco

Los unigueses

*

la

pena tamaña.

con férvida saña

Maté con mis manos,

sin lo merecer,

Y

más en Bilbao queriendo valer Hice no menos semblante fazaña

Por donde

la villa se

quiso perder.

Por ende con armas de fuego llagado

Vó caminando

sin

agua

Cual muerte yo daba,

Con

estas saetas que

ni cibo;

tal

pena recibo

vó travesado.

Otros de aqueste convento penado Hicieron

lo

mismo, que fueron

Giletes,

Sin causa matando los nobles Negretes.

Oñacinos.

los

triunfantes

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

g6

esfuerzos de los reyes y batalladores de

Reconquista, de los

la

cuales dice enérgicamente:

Que muestran y entre

sangrientos los brazos y codos;

los cuales se levanta la

fortado por

el

sombra

del

campeón

burgalés, con-

San Lázaro:

aliento de

Mostróse Laines, cruel batallando

Con

resuello del Santo llagado.

el

Tenía debajo su fuerte persona, Por pavimento de su

A

rica silla,

Búcar y toda su grande

Los quales domara su hoja

Bajo ta,

el

á sus labios, aunque la

tizona.

hábito del cartujo late briosamente

y no puede contener

dole á

cuadrilla,

le

memoria de

Salve,

el

el

corazón del patrio-

magna parens frugum, que acude

ponga súbito correctivo San Pablo, retrayénla patria eterna:

La grande excelencia de nuestras Españas

Excede

la

pluma de

los oradores.

Fértiles tiene sus grandes montañas,

Y

más

De

Y

vegas amenas;

los collados y

todos metales abundan sus venas,

dellos reparte

Haciéndose

— Basta,

rica

me

dijo

Lo contemplado Duro

lo halla

Aquel que

por

muy más que no

tierno

por Dios poderoso:

muy más virtuoso

La mente que ama la

mi Santo precioso,

del suelo materno:

lo deja

El hábito hace

Esta

tierras extrañas,

con doblas ajenas.

la

patria superna:

vida segura gobierna

Aquí en este suelo mortal y penoso, Que muchas vegadas las almas enfierna.

La tradición

épica,

que con

las

maravillas de fines del siglo

xv

parecía haber cobrado una segunda juventud, la cual iba á conti-

nuar potente y gloriosa durante una centuria entera, tiene en

el

CAPITULO XXIII

97 i

poema de Juan de el

autor interroga

y

Dolfos,

Padilla inesperadas manifestaciones: ya al

banderizo montañés sobre

malignamente contesta, según

él

Urraca

ya cuando, en medio

lo

la

la

cuando

suerte de Bellido

voz popular:

sabe mejor á dó anda;

del fiero

y hediondo tremedal, comienza

vantar la cabeza, del légamo donde yace atollado,

el

á le-

espectro del

rey D. Rodrigo, vestido de tosco sayal de paño pardo. El poeta se apiada de tan inmensa desventura, quiere excusar á D. Rodrigo

la

acerba confesión de sus culpas, y por un rasgo que bien puede llamarse de genio dramático, hace surgir un rutilante real caballero,

que

se anuncia en estos términos:

Yo

só Pelayo: mi padre, Favila.

El restaurador de España es

contar

pérdida de

la

ella, y,

el

que más ejemplarmente puede

en efecto, empieza á referirla desde

quebrantamiento de los candados de Abrió de Toledo

Do

Y

cuando

que toda

la

vido

la tela

la

la

el

mágica cueva de Toledo:

gran cerradura,

con bultos pintados...

la visión gloriosa del

vengador se va alejando, diríase

Naturaleza se alegra á su paso:

Luego de súbito desaparece, Dejando

Como

las

auras olientes y netas:

las rosas

y

las violetas

Heridas del ayre después que amanece...

No hemos

pretendido apurar todo

se en este raro

lectura en

lo

poema, tan desigual á

mucha

la

que hay digno de estudiarverdad, y de tan inamena

parte de su contexto, pero sembrado por

donde

quiera de rasgos de talento descriptivo, nacidos de una fantasía viva. Tiene Juan de Padilla la robustez y alteza de versique en todo tiempo ha sido gala y timbre de los poetas andaluces: tiene además el instinto de la dicción poética noble y soplástica

y

ficación

nora,

que

él

Mena

procura enriquecer, á imitación de Juan de

(segundo maestro suyo después de Dante), con gran número de tinismos é italianismos

más ó menos

Mesbndez y Pelayo. — Poesía

castellana. III.

felices,

por

lo cual,

no

la-

sin cier7

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

98

ha contado entre los precursores de

ta verisimilitud, se le sevillana.

Es frecuente en

él

empleo de

el

la

escuela

los participios

latinos

(semblante nitente, selva manante, piélago rubente), no

mismo

introducción de algunos adjetivos del

la

quedaron en

el dialecto

origen,

que no han prevalecido, como serénico

creyésemos que estas innovaciones constituyen

lo del Cartujano,

desciende á cada sin

que

gran ventaja de

florentino, fué el

la

á los idiotismos

los secretos

de mantener despierta

más

alusiones á lo que debía de serle

de Medina;

de Cabra; los

el

que robó la

al

el

potro de Córdoba;

Es muy curioso

lo

la

puerta de Goles;

las

la

sima

lonja de los

Gradas del tem-

cuando pequeño,

el autor,

que

(i); la

la

de Armas, donde se hurtaban

la calle

arneses antes que se abriese

donde

excelso poeta

atención del lector con

aquelarre de las hechiceras de Durango

plo sevillano por

llanos,

familiar, á los negocios, tráfa-

de Barcelona;

Ginoveses de Sevilla;

(1)

más populares y

con indicaciones topográficas precisas:

día,

la tabla

esti-

enfática,

fuerza expresiva en" que principalmente

Uno de

gos y solaces de cada

fondo del

el

de sostenerse en esta cuerda

lejos

momento

consiste su mérito.

feria

lira

noche corusca é divido dolo. Pero mucho nos engañaríamos

cielo,

no

que luego

poético (aurora lúcida, clarífico fuego,

dulcísona), sin contar otros

si

menos que

se paseaba con

se refiere á artes mágicas en el cap.

vn del

primer Triunfo, que debe cotejarse con pasajes análogos de Juan de Mena.

Además de

los nigrománticos,

judiciarios)

pone Padilla en su registro Los que

hechiceros y mathemáticos (es decir, astrólogos

las

á

uñas del muerto cercenan,

Para mezclarlas con otra

malicia...

y recogen los ojos y dientes de los ahorcados; á los que hacen cercos dañados; á los que se guían por los puntos pitagóricos, ó por augurio de constelaciones, ó

por cualquier otro de

Y

los signos

callo

no menos

que recopila en esta última octava: la loca

manera

Del que reguarda con ojo malino,"

Quando

la liebre traviesa

camino

Y el ciervo bramando sin su compañera; O si del encina, del bosque somera, Canta

la triste siniestra corneja;

Y cómo

conjura

la

trémula vieja

Los cuerpos compuestos de

Con

líquida cera

su profana prolixa conseja.

CAPITULO XXIII

un

venta de Zarzuela y

libro abierto; la

donde

99 coto de Guadalherce,

el

bolsa pesada recela», hasta que se ve «verdeguear

«-la

la

vara

del quadrillón»; la cuesta de la Plata de Valladolid, frecuentada de

tratantes

y

logreros; la aldehuela de tierra de Zafra, famosa por el

gigante Juanico; «las hornillas del hierro labrado de Lipuzca (Gui-

púzcoa)»;

la

Oro «cabe de

frío

la

piedra horadada del puerto de San Adrián;

Bético río»;

el

la

Atalaya de

Palomera de Avila;

el

las

la

Almadrabas;

monte de Torozos y

Torre del el

páramo

puente de

la

Guadiato, familiares á los salteadores, en especial á aquel Cristóbal

de Salmerón, que había sepultado á veintidós hombres en un pozo; el

brasero de Tablada, funesto á los judaizantes;

de

la isla

de Hierro;

con

halló las perlas

que

las

el oro...

davía puestos los ojos en

Fué de todas aunque

brillase

no tuviese recedera,

la

las

viejo.

el

poema, se ve

pero que tiene to-

mayores poetas

pormenores que en

fortuna de ligar su

como

amor y un

los

al cielo,

la tierra.

suertes uno de los

más en

árbol maravilloso

Leyendo atentamente

Cartujano aspira constantemente

el

el

«ondas iamás navegadas-» por donde Colón

nombre

á

del siglo xv,

conjunto,

el

y aunque

una composición impe-

Coplas de Jorge Manrique ó

el

Diálogo entre

Llegó demasiado pronto para unas cosas y dema-

siado tarde para otras: encerró sus mejores pensamientos en

ma

el

alegórica que ya

empezaba

á caducar; en el

molde de una

la for-

versi-

monótona de suyo y condenada á próxima muerte: vivió en una época de transición (que en arte las hay ciertamente, aunque ficación

tanto se abuse del nombre): fué de los

que tocaron en

del Renacimiento sin llegar á penetrar en

daderos poetas de tesca, torcido

y

la

Edad Media:

él,

y

sin ser

las puertas

tampoco ver-

su erudición tuvo que ser pedan-

violento su estilo. Pero sus fuerzas nativas eran

grandes, quizá superiores á las de cualquier otro poeta del tiempo

de

los

Reyes

Católicos;

y

si

en absoluto no se

le

puede dar

entre los imitadores castellanos de Dante, sólo Juan de

compartirla con

él,

la

palma

Mena puede

viniendo á ser uno y otro medios Menandros

respecto del altísimo poeta á quien tomaron por modelo.

Tuvo Juan de

Padilla algunos imitadores, entre los cuales

contarse á un anónimo religioso de

bablemente andaluz, que dedicó

al

puede

la orden de los Mínimos, y produque de Medinaceli, D.Juan de

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

IOO

Cerda, un nuevo

la

poema dantesco

hasta en

el título:

Libro de la

Celestial Jerarquía y Infernal Laberinto, metrificado en verso heroico

grave

El autor había oído leer en casa de su Mecenas las coplas

(i).

de Garci Sánchez de Badajoz (de quien da

muy

peregrinas noticias,

que aprovecharemos después) y doliéndose de ver empleado tan

buen ingenio en materias profanas y aun escandalosas, deliberó aplicar por su parte la poesía á temas espirituales, como antídoto con-

(

i

Comienga

)

de la celestialj erarchia y inffernal labirintho, metriffi-

el libro

cado en metro castellano

eri

verso heroyco grave por un religioso de la orden de los

mínimos, dirigido al illustrey

Medina

celi,

muy

magnifico señor donjuán de la cerda, duque de 1 lí 'aria. Sin lugar ni año, folio gótico, 2

conde delpuerto de Sánela

hojas preliminares y xxu foliadas, con una más para

las erratas.

Es libro de

extraordinaria rareza.

Comienza imitando

la

invocación de Juan de Mena:

Al

muy prepotente supremo monarcha,

Aquel que

A la

misma escuela pertenece, aunque

Cartujano,

que obra

el

y

fué impreso antes

que

las

literaria fué el

como en

madre de

cumplimiento de una penitencia que impuso el frontis se

el

al

poe-

expresa: «Por alabanza de la preciosa

maria: por

christo ihesu: comiéca el libro intitulado triñpho de

martin martinez de ampies, compuesto; y en emienda de sus delictos á

por

obras del

Triumpho de Maria, de Martín Martínez de Ampies, que más

ta su confesor,

Virgen

los cielos y tierra esclarece.

él

otorgada

reverendo doctor fray gonfalo de rebolledo, frayle menor, como por padre de

su cófessió.y

Es un poema en octavas de arte mayor, con glosas á estilo de las de Juan de Mena, seguido de varias canciones de los coros celestes, de los justos, de los santos y del linaje femenino de la gloria, en alabanza de Nuestra Señora.

En

la

signatura

g comienza

su

nuevo poema De

los

Amores de

la

Madre

de

Dios, que vienen á ser unos gozos en versos de arte menor.

Al

fin

del

tomo

después de »

substentándome ense-

me

el

hazer algún

Conde de Oliva me envió offr escimiento,

á llamar, et

según su magnificencia,

preguntóme de mi doctrina: haziéndose admirado como tantos

»años había en Valencia estado

sin quél supiesse

de mí,

et assi de-

snotó querer servirse de alguna de mis escripturas, á causa de lo »cual

yo

le hize

un presente de un

que de

libro

la partida del

ánima

muy

alegremente y por treinta »días continuos leyéndolo á muchos cavalleros, en el fin del dicho

»hobe compuesto, y

él

recibiéndolo

dez Guerra ('8 hojas en

4.

,

sin foliatura, Alcalá

de Henares). Está en octavas

misma mano que las del Panegírico de la Reina Católica, si bien la diferencia puede consistir en el carácter rústico y villanesco del asunto, y en el zafio lenguaje de los interlocutores, que el poeta remeda con el mismo desenfado realista que Rodrigo de Reinosa. El de arte mayor, pero que no parecen de

conjuro del pastor es curioso para

Yo

te

la historia

de

las supersticiones:

conjuro con San Julián,

Aquel que pintado

Con

la

está en nuestra hermita,

todas las voces que dan y

Al toro que lidian

También

te

allá

la grita

por San Juan;

conjuro con

el

rabadán

Toribio Hernández y Juan de Morena, Que tú me digas si andas en pena,

O Y

que es

el quillotro

Mas

conjuro y

te

te

te

de todo tu afán. reconjuro,

torno y retorno á reconjurar,

Con agua, con fuego, con viento seguro, Con yerbas, con piedras, con tierra, con mar; Con todos los lobos de en torno el lugar, Con la Marota y sus Maroticos, Con puercos, con perros, con cabras, cabritos; Que digas lo que has, sin más dilatar...

CAPITULO XXIII

^tiempo demostró no querer servirse »el dicho libro, et

como

el

et

cuya causa yo cobré

yo cobrarlo fuese tan

mayor no pudo

caso

tal

A

del.

Conde dexarlo

¿grande novedad (que para en s>ré

IO9

ser), delibe-

sobre ello hazer un libro de Lamentaciones.»

Dos

son, pues, los libros de Juan de Xarváez

nosotros: el libro de la Partida del

Anima y

el

que han llegado á de

las

Lamentacio-

nes Valencianas, así llamadas por haber sido compuestas en Valencia.

Uno y

poemas de

otro son

moral, en

filosofía

género del

el

Bías contra fortuna, del Marqués de Santillana, escritos con gran fluidez,

naturalidad

Partida del

Anima

y

soltura,

en octavillas de versos cortos. La

está en forma de diálogo entre el

A nima y

la

Razón, y puede considerarse como una exposición popular y sencilla de los principales temas de la psicología escolástica, insistiendo principalmente en

dad

del

alma

la

muy

del estilo hacen

más substancia

la espiritualidad é

inmortali-

y

la tersura

La suavidad de

la

versificación

apacible la lectura de este tratadillo, que con

pertenece todavía á

filosófica,

disputaciones entre tura de la

demostración de

racional.

el

alma y

el

la

larga familia de las

cuerpo, tan frecuentes en

la litera-

Edad Media. Acaba con algunas oraciones para ayudar

bien morir, y una Canción de la Razón á la Partida del

Anima

á

(i).

Este simpático y cristiano poeta se muestra con carácter más personal en

Las Valencianas Lamentaciones, que son también un

diálogo entre

(i)

el

El estribillo

autor dolorido y quejumbroso por

la

da carácter popular. Empieza: ¡A. y

de

ti,

ánima mía!

¿Qué harás cuando viniere

Aquel temeroso

día,

Si Jesu Christo dixere:

«Vete de mi compañía?» Vivirás et morirás:

La La

vida para morir;

muerte, para sentir

Las penas que

Nunca

sufrirás.

ternas alearía,

Ni podrás estar do fuere; Escura será

tu vía

Si Jesu Christo dixere:

«Vete de mi compañi

la

desestimación

IIO

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

que de su

libro había

hecho

conforta, trayéndole á la

Conde de

el

memoria

Oliva;

y

Razón que

la

los infinitos trabajos

le

y sinsabores

que cercan y atribulan al hombre en todos los estados de la vida, sin perdonar á los poderosos monarcas, ni á los caudillos invencibles, ni á los

más

los

magnates opulentos,

altos grados

de

la

que están constituidos en

ni á los

De este modo la algún modo recuerda

jerarquía eclesiástica.

obra se convierte en un largo sermón que en

Rimado

el

sátira

de Palacio, y que va, como él, entreverado de rasgos de más amarga que festiva, si bien el efecto total de la obra es de

resignación

y conformidad con

la

Providencia

(i).

El manuscrito de Las Valencianas Lamentaciones y de la Partida del

(i)

Anima, perteneció á en

de

los decretos

la del

Conde

la biblioteca del

del Águila, y se conserva ahora

Cabildo de Sevilla (vulgarmente llamada Colombina).

Ha

sido

mag-

níficamente impreso por generosa solicitud de una ilustre señora, en edición

muy corto número de ejemplares: Las Valencianas Z a mentaciones y el tratado

de

Juan calos

de la Partida del Anima,

de Narváez, con un prólogo de D. Luis Montoto

por primera vez

Candan, de Hoyos.

la

Excma. Señora Doña María

Sevilla, imp. de

por

y Rautenstrauch. Publídel Rosario de

Massa y

E. Rasco, i88q.

Antecede á tán:

las dos obras un largo prólogo en prosa dirigido al Gran CapiLas Valencianas tienen además una especie de introducción en verso:

Exhortación del autor al

De cómo

en que sucesivamente se tratan estos puntos: memorar la escriptura para bien juzgarse. De y

lector,

se debe leer, entender

la gramática que observa el autor y de la perfección de la lengua castellana.

buen uso; de su gravedad

los versos castellanos: de su

que demás de los versos los nuestros reciben de Dios.

et utilidad.

— De

— — De

— De las gracias

cómo se debe usar la

y del daño que de ella se recibe, etc. Es digno de leerse algo de lo que dice en recomendación de

poesía,

tellana,

aun en cotejo con

entusiasmo que

le

la latina.

Traslúcese en

las frases

la

lengua cas-

de Narváez

el

inspiraban las grandezas de su tiempo, á vista de las cuales

exclama con desmedida arrogancia: Cuanto

los hábitos

De mayores

son

perfecciones,

Tanto sus pronunciaciones

Son de mayor

perfección:

Pues ¿quien

generación

De

la

los nuestros

vence ó sobra,

Ni quién iguala á su obra

En

aquesta habitación?

Por nos

cierto se

ennoblescen

CAPITULO XXIII Intercalado en la obra hay un elogio de Gonzalo de Córdoba que tiene cierta importancia histórica, porque en él parece responder el

poeta cordobés á

los

sospechas de infidelidad que tan injustamente

Artes, ciencias y exercicios:

Por nos decaen

Y

los vicios

las virtudes florescen:

Entre nos vemos que crescen

Los ingenios Por nos

naturales:

los actos reales

Sobre todos resplandescen.

No Las

sólo nos son tractables

tierras

que conquistamos,

Mas los mares navegamos Que fueron innavegables. Pugnamos quasi impugnables,

A

ninguno obedecemos,

Salvo á Dios, por quien tenemos

Las

victorias

E aun

si

memorables.

carescemos

Del mundo todo mandar,

La

causa quiero

callar,.

Pues monstramos que podemos.

Empero En esto

si

padescemos

dificultad,

Desta gran prosperidad Esperanza no perdemos-

No

al

dulce metro hispano,

Al bético mayormente,

Sea alguno maldiziente, Si tiene el sentido sano:

Porque Dios, bien soberano,

Según su gran

Ya

Y

claridad,

visita nuestra

edad

nos guarda de su mano.

Ya nos da Dios que cantemos Las gracias que nos infunde, Y por todo el orbe cunde

Los bienes que poseemos.

A Y

todos honra hazemos

todos nos pagan mal,

Ciegos de envidia mortal

Del mucho bien que tenemos.

No Es

lo

de nuevo en nuestras parles

que

al

presente cuento,

112

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA



circularon contra su héroe, acusándole de querer alzarse con

no de Ñapóles, dos veces conquistado por »(dice Xarváez en

el

él:

«A

lo

cual

el rei-

me movió

preámbulo) una bárbara opinión y cognoscida Pues antes del sacro advento Dios nos dio gracias

Y si

et artes.

tales baluartes

Perdieron nuestros pecados,

Ya

por Dios nos son tornados

Los pendones y estandartes. Cuanto Estiman,

las otras

muy

Traemos yuso

Como

Y

al

naciones

revés

los pies

bien pequeños dones.

las altas

perfecciones

Que no pueden

alcanzar,

Continuamos bien usar

Con

valientes corazones.

Terminados estos prolegómenos, comienzan Las Lamentaciones, que se

di-

viden en dos partes, y comprenden 471 estrofas de arte menor. La primera parte trata del estado

gunda, del estado

laical,

dividido en común, mediano, magno y real:

la

se-

clerical.

Pondremos alguna muestra del fácil y ameno estilo del autor. Véase, por la contraposición que hace entre los caballeros cortesanos y los sol-

ejemplo,

dados comunales: Es

causa ver pomposos

la

Los caballeros nombrados,

De

seda y oro chapados

Los vestidos sumptuosos: Siempre se muestran gozosos,

En sus salas muy servidos De manjares prevenidos Con música deleitosa. ¿Quién se puede soportar

Viendo

las

armas doradas,

Más famosas que aceradas, Que buscan para se armar? ¿Qué lengua basta

callar

Cosas tan desordenadas? armas muy pintadas

Ca

las

No

son para pelear.

Es

el

oro

tal

metal,

Según todos son

testigos,

CAPITULO XXIII » invidia, »

que de

la

II3

boca de algunos en mis orejas

et

aun en mi

ánima, muchas veces andando por estas partes, ha tocado.» Des-

graciadamente

los versos

no corresponden aquí

Que en la lid los enemigos Nunca del reciben mal. Espada, lanza y puñal acero, que no de arambre,

De

Suelen derramar

En

la batalla

Como

la

sangre

campal.

están los delicados

Arboles en

las ciudades,

Con templadas humedades Sostenidos y guardados,

Los caballeros nombrados Tienen

tal la

propiedad,

Que viven en la ciudad Y en el campo son finados. ¿Quién sufre los grandes males

En

O

las batallas

romper,

cuáles suelen vencer,

Sino aquestos comunales?

Los cuales de

virtuales *

Las huertas y montes talan, Y contraminan y escalan

Las

torres

más

principales.

menos armados Y hacen más cruel guerra Por el mar y por la tierra Que los otros alegados: Estos van

Por aquestos son ganados Los reinos y señoríos, Sufriendo hambres y

fríos,

De calor y sed postrados. En estos vemos pintadas Las

historias de las guerras,

Las

batallas y desferras,

Las cruezas extremadas. Estos las piernas quebradas, Estos los brazos cortados,

Estos son despedazados,

Sus carnes amanzilladas... *

Esto

es,

á fuer de valientes.

Mesékdez y Pelayo.— Poesía

castellana. III.

al

noble propósito

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

114

y son de

del autor ni á la excelsitud del héroe,

obra

los

más

flojos

de

la

(i).

Verdad

es

que

el

Gran Capitán ha

(0

sido siempre

ítem digo consecuente

Quién

A

es el

Gran Capitán

quien todos honra dan,

Honra

del siglo presente;

El cual salió del Poniente,

Y

con su consejo y manos

Hizo más que

En

los

romanos

las partes del Oriente.

Cuya honra limpia

et pura,

Cuya sapiencia y ley Estima muy más su Rey

Que de

otra criatura.

Este es peso y mensura

De De

nobleza y castidad,

grandeza y caridad,

Dechado de fermosura. Contra todas

las

naciones

Contrarias ha conquirido,

Ha

fecho guerra y vencido

Las celadas y traiciones. Ha hecho los corazones

De

toda Francia temblar.

Ha

bastado á derrocar

Sus altivas presunciones.

La

Italia tan

nombrada,

Mujer de muchos maridos,

Por quien tantos son perdidos, Es por éste sojuzgada.

Cuya

A

sobrada

victoria

Ñapóles ha ganado

Dos veces, y delibrado De Francia la memorada.

Mas

puesto ser otorgado

El loor que aqueste tiene,

El qual por línea

De tiempo muy

le

viene

prolongado,

Es de algunos sospechado,

No

su magnanimidad,

Mas menguan Acerca de

lo

su fieldad

ganado.

Esa fama no

se canta,

poco afortunado

CAPITULO XXIII

115

en esto de encontrar poetas que dignamente celebrasen sus hazañas.

La comedia en que Lope de Vega mejores suyas, y

la

le

sacó á

las tablas,

no

de

es

de Cañizares no es más que un plagio de

la

las

de

Antes es yerba que nasce,

La

cual yo creo que pasee

Alguna gente non

Las Valencianas no tiene fecha, pero no parece difícil fijarla, en las murmuraciones contra Gonzalo; y á otra que más

El libro de

de esta alusión, á

vista

adelante hay

al

Papa Julio

menzó

Hay

el

cisma, y

1

5

poema

otro

aunque muy

1

y á su lucha con los cismáticos del conciliábulo de

5,

del

en que

falleció

rareza, sino

Titúlase

La

vida

v /nclila

y

en Granada

mismo género y

inferior á él en todo,

tremada

sencia del

II

poema hubo de componerse,

Pisa (estrofa 261). El

Leal

sancta...

por

el

gran

si

pues, entre 15 el

mismo metro que

del

número de

la muerte, y al fin dice:

clito

noticias históricas

Hans

mesmo Padre fray Francisco Dávila que

Rey D. Fernando con 4.

de Narváez,

que contiene. e?i

la

muy

Gysscr, alemán, en pre-

fué personal San Lucas, en el año de

la compuso; y

de nuestro Salvador Jesucristo de mil quinientos y ocho anos. Gu-

la silla apostólica el

de Castilla:

el

«Esta obra fué impresa

ciudad de Salamanca por Maestre

Encamación

bemante

en que co-

bien digno de aprecio, no sólo por su ex-

corrector della. Acabóse víspera del glorioso Evangelista la

10,

conquistador de Ñapóles.

gót.,

Papa

Felicísimo Julio Secundo, y á Castilla el ín-

la lima. Sra.

Doña Juana,

su hija, natural Reina

109 pp. ds. y 4 de principios. Descrito y extractado lar-

gamente por Gallardo. Después de

la tabla

empieza en

el folio 5.

la Altercación, pleito

rencilla é cuestión contra la muerte: del reverendo

y

disputa,

padre fray Francisco de Avila,

de la observancia de los menores, encabezada con dos epístolas comendaticias y exhortativas del autor al Cardenal Cisneros, una en prosa y otra en verso.

En

la

primera declara

así la

intención de su obra: «El subjecto deste libelo

stoca tan umversalmente á todos, que á vuestra prudentísima reverencia po-

ndrá ser asaz sabroso y provechoso. En esta obra, habida principal ocasión > de litigar, disputar y altercar con la muerte, se tocará el rigor del juicio »

universal,

»damente

de muerte eterna, de se hará

la

vera felicidad en

mención de muchas

>

personas, así en estado

»

malos é profanos, que

»

en varias tierras

la

vida beata; y señala-

ilustres, insignes,

como en armas y

letras, ansi

famosas é nobles

buenos é

santos,

como

muerte ha llevado en diversos tiempos y edades, é naciones, é por diversas maneras; muy en especial se la

»hará breve memoria é compendioso sumario de algunas

muy

esclarecidas y

agrandes personas, notables, escogidos y nobles varones destos reinos, que »en pocos tiempos pasados en nuestros días han fallecido: porque sean pues-

tos por

notorio ejemplo, cercano y claro espejo á nuestros serenísimos y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Il6

Lope. El poema latino de Cantalicio preso por primera vez en poética; pero así

»

y

De

506, tiene

1

im-

bis recepta Partkenope,

más curiosidad

todo, vale infinitamente

más que

que

histórica

los

dos únicos

magníficos reyes, á los grandes eclesiásticos ó seculares señores, á los caba-

lleros, á los letrados, á los ministros de justicia, á otros ministros, oficiales y » curiales de su curia prosperada; y en ella y fuera de ella á todas otras perso-

E sin duda

»

ñas, grandes ó pequeñas,

de todos

»

bios y cautos lectores,

con atención ocupasen

» >

si

estados...

el

que

los

que fueren

tiempo en leer hasta

sa-

ei fin

en paso á paso, de día en día este tractado, ternán salubérrimo, honesto y jola obra en metro, y no en pro-

cundo pasatiempo... Va, señor prudentísimo,

»sa,

porque

el

verso



de

juicio

los

que bien sienten y son del capaces) es

»más sentencioso, compendioso, sabroso y apacible, más vivo, más atractivo, »de más sotileza, de más lindeza, de más eficacia, de más audacia, de más » incitación, de más impresión y perpetuidad para quedar más afijado en la » memoria de los lectores.» El poema da principio, según la inevitable rutina de los malos imitadores Yendo por

alta ribera

De muy estrecho camino, Con pluvia que recreciera Tempestad y

torbellino,

Vi semblante mortecino

De

tan terrible pavor,

Que

dije

con un temblor:

¡Ay de mí, que

Se encuentra, en

efecto,

nada menos que con

«denodado agresor reciamente

perándola por sus le contesta

desatino...!

la

la

Muerte, á quien «como

acomete, acusándola, increpándola y vitu-

terribles crueldades y fieros atrevimientos».

con no menor

La Muerte

hasta que sobreviene San Buenaventura, que

furia,

y da como arbitro la sentencia, comenzando penas del infierno y la gloria del cielo. La Muerte hace un interminable catálogo de las gentes notables que ha matado,

pone en paz á por describir

los contendientes,

el juicio final, las

comenzando por

los personajes bíblicos

y los de

tendiéndose mucho más en los su de tiempo.

la

historia antigua;

Hay muchas

estrofas

enteramente de apellidos. En esta ridicula letanía se encuentran, go, especies curiosas, por ejemplo, el entusiasta elogio

Talavera, y

la

enumeración de

pero ex-

compuestas sin

embar-

de Fray Hernando de

los principales teólogos, canonistas, letrados,

astrólogos, físicos, médicos, poetas, etc., de su tiempo. Entre estos cita á

mez Manrique y & dro, á Juan de

la

los franciscanos

I).

Gó-

Jorge galán, á Guevara, á Cartagena, á Diego de S. Pe-

Encina, á Musen Diego de Valera, y más especialmente á

Mendoza y Montesino:

CAPITULO XXIII

poemas do.

Uno

Trillo

117

mismo asunto, que por el momento recuerpoemas, el más moderno, la Neapolisea (165 1), de

castellanos del

de estos

y Figueroa, poeta gallego recriado en Granada, nada

sirve

Cayó también en mi choza El sotil componedor

Fray Iñigo de Mendoza,

Muy alto predicador, Muy gracioso decidor, De trovadores monarca, De profundos dichos arca,

Y

minero de

Yo

seré

dulzor...

muy

triunfante

D'aquel poeta lozano,

Orador muy elegante

En

metro castellano,

el

Gran pregonero

cristiano

Del Sacro Verbo divino, Fray Ambrosio Montesino, Tradutor del Cartujano. Sirve, entre otras cosas, este catálogo para probar

que en 1508 había

falle-

cido ya Fray Iñigo de Mendoza, de quien se tienen tan pocas noticias. Cita

también á un músico, Lope de Baena: Tovimos

á nuestra vista

Un artista tañedor, Muy subido citarista, De tañedores primor. Fué su músico dulzor

Que

Y

Muy Es curioso

el

quitaba toda pena,

era

Lope de Baena,

sotil

componedor.

elogio de Antonio de Nebrija:

Con

doctrina

muy

prolija

Nuestras tierras embotadas,

Por el famoso Lebrija Quedaron acecaladas:

Son

las gentes

alumbradas

De su ciega grosería: Ya no hablan barbaria, Mas razones acordadas. Entre

las

mujeres doctas, menciona á Galinda la

lindo), y á la Sepúlveda, «demedia

muy

sabidora.-»

latina

(Doña Beatriz Ga-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Il8

para

como

la historia,

ya su fecha tan remota de

lo indica

de

la

Gonzalo de Córdoba, y nada vale poéticamente, puesto que Trillo y Figueroa, ingenioso y ameno en las burlas, cultivador feliz de la poesía ligera, hasta confundirse á veces con Góngora el Bueno, resulta, cuando quiere embocar la trompa épica, uno de los más furibundos, enfáticos y pedantes secuaces de Góngora el Malo, sin ningún acierto que compense sus innumerables desvarios.

La Historia Parthenopea

del sevillano

Alonso Hernández,

libro

aunque bastante conocido y citado por nuestros eruditos, tiela ventaja de estar escrita con más llaneza; y la ventaja

raro,

ne siquiera

mayor de

todavía la

tradición viva

y

contemporáneo, que pudo recoger

impresión directa que había dejado

la

ánimos de

gran

el

los

españoles á quienes hizo arbitros de

espíritu militar

formó y educó para más de una cen-

caudillo en los Italia,

y cuyo

turia.

Y aunque

gloria,

ser obra de un

el

monumento no

hay que reconocer

sea, ni

lo sincero

de

la

con mucho, digno de su admiración que

el

poeta

y que da valor á su testimonio, muy distinto del entusiasmo puramente retórico de Trillo y Figueroa ó de cual-

sentía por su héroe,

quier otro zurcidor de cantos épicos, de los que han sido en todos

tiempos plaga de nuestra prendió

le

parescía cualquier

»nalmente obligado »caballero».

Y

al

hombre que

fuesse hispano eter-

nombre y memoria deste

añade con cierta solemnidad de

excellentissimo

estilo,

mayor que

que suele emplear en sus versos: «¿Quién es aquel que

la »

Hernández declara que em-

trabajo de la Parthenopea por contentamiento propio,

el

y «porque

literatura.

campo de

de un tan excelente capitán

las cosas gloriosas

le

n'el

deva

»ó pueda fallescer eloquencia, y quién es tan sordo á cuias ore-

jas no haya venido, no digo »clássico

ȇnimo que, amando

turna

la

fama de sus hechos, mas aun

las

y de ánimo qual con su propia

sus cosas traspasar syn ser notado 4e ingrato

»corrupto y extremadamente

muy

envidioso:

»virtud ha sobrado, desterrado, submerso »la

el

trombas; y quién es de tan gastado letras y siguiéndolas, pueda so tiniebla noc-

y sublime son de

el

y vencido toda forma de

Ynvidia?»

A éste

este, pues,

«lucero de

España que

de quien con verdad pudo decirse:

el

Lacio ha alumbrado», á

CAPÍTULO XXIII

119

Agora ya el mundo ha cierto sabido Que fuerzas potentes del gran Occidente, De hispanos, yo digo, d'España y su gente,

A

fuerzas francesas las han sometido...

quiso celebrar con dotes bien desproporcionadas á su intento

el

pro-

tonotario apostólico Alonso Hernández, de quien no tenemos más noticias

que

que constan en su

las

libro; es á saber:

que era natural

muchos años en Roma, y que obtuvo especial de Sevilla, que protección del célebre y turbulento cardenal de Santa Cruz, don vivió

Bernardino Carvajal, alma que fué del concilio ó conciliábulo de Pisa.

A

Carvajal habían debido

suyos

triotas

el

levantaron en

salvar

Roma

la

Hernández y otros muchos compael tumulto y la persecución que se

vida en

contra los españoles después del fallecimien-

to de Alejandro VI,

Que hizo la nuestra hispana nación mundo odiosa, qual nunca se viera...

Al

La casa

del Cardenal de Santa Cruz se vio convertida entonces

en hospicio de hispanos:

Tu casa fué el arca donde han escapado Toda nobleza de gente de España, Según

Que Carvajal tuvo viese á

el

gran odio, rencor y gran saña

tanta Alexandre nos ovo dexado...

mucha

emprender

parte en que Alonso Hernández se resol-

labor de la Historia Parthenopea

la

y de

otros

«diversos tractados de varias cosas no desplacibles», que se proponía publicar bajo sus auspicios, Christi,

doce libros de

educación del príncipe,

y entre

la esperanza,

y

enumera una

los cuales

doce de la

los Siete triunfos

justicia,

de las

ocho de

siete virtudes,

probablemente serían algún poema alegórico á imitación de Triunfos del Petrarca.

Todo

esto se ha perdido,

rece grande, á juzgar por la poca títulos anuncian,

y por

el

novedad de

la

ita

la

que los

pérdida no pa-

materias que los

gusto

menos exigen-

ella hizo el

autor presente

exiguo precio que

De

y las

\

el

te

puede conceder á

al

Cardenal, en un prólogo lleno de pedantescas y graciosas metá-

foras:

«Los quales

la

Parthenopea.

libelos, illustrissimo Príncipe,

como

fresco

y ma-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

120

»duro parto y qual niños antes de su tiempo devido de] útero materno lanzados, los dó y presento á la ynstrucción de tu preclaris»simo gimnasio, porque de ally bien educados, del sacro y salutífero »(sic) leche

de

fuente de tu sapiencia bien limados

la

y

corregidos,

^después vestidos y ornados del tu vestiario y del lugar do tus pre»ciosas cosas son respuestas,

den

al

mundo

ilustre espectáculo del

s>triumpho hispano.»

No

llegó

Alonso Hernández á ver

salir

su libro de las prensas

romanas de Maestre Stephano Guillen de Loremio, donde de estampar á 18 de Septiembre de puesta

al fin

de

la

do de

la

que «por haber seydo

cuitad

»

causa,

se

acabó

advertencia

el

autor priva-

presente vida antes que acabar pudiese de bien limar

»bien pulir su elocuente poema, »

En una

obra, nos informa su amigo Luis de Gibraleón,

clérigo residente en Xápoles, »

1

516.

el

trasladador no sin miincha

y

difi-

pudo sacar á luz el presente tratado, asy por la ya dicha como por haver munchas partes y consonancias de lengua

sytaliana mistas con los presentes versos, á causa del largo uso que

A nombre de este Gibraleón está dado X para la impresión, y por eso algunos, y en-

»el poeta en aquella tenía». el privilegio

de León

mismo Gallardo, le han creído equivocadamente autor poema del que no fué más que editor y copista, ó tresladador, como él dice, quizá á título de albacea de su paisano Alonso Hertre ellos el

del

nández.

Compuesta

la

Historia Parthenopea en los primeros años del

glo xvi, pertenece todavía, por el gusto del siglo anterior.

y por

Es un poema medio

el

metro, á

histórico,

Juan de Mena, como casi todos

este capítulo

los

si-

escuela

medio alegórico,

en estancias de arte mayor, una deliberada imitación de cientas de

la

las

Tres-

poemas de que en

venimos dando cuenta. Pero Diego Guillen de Avila,

y, sobre todo, el autor

tenían bríos poéticos

de

muy

los

Doce triunfos de

los

doce Apóstoles,

superiores á los del mísero Alonso Her-

nández, cuya Historia Parthenopea nadie se atreverá á contar sino entre

las

obras más ínfimas de su género. Para colmo de desgracia,

está llena

de italianismos, que desfiguran, no sólo

sino hasta lo material de las palabras, tranjeriza,

como de

dando

autor mal versado en

la

al

la

construcción,

libro catadura ex-

lengua castellana, y eso

121

CAPITULO XXIII

que

él

se preciaba de haberse «esforzado con la profundidad de los

»

sesos interiores y con los niervos de las cosas grandes, de alzar

»

expolir la lengua de la hispana musa».

Salvo

poema

y

las visiones

la

máquina mitológica, todo

lo

se contiene es materia rigurosamente histórica,

modo

de ningún

que en este

que

el

poema

autor

el

podía alterar tratándose de acontecimientos con-

temporáneos y tan famosos. Se encontró, pues, según ingenuamente refiere, en un conflicto entre la historia y

«Sy en

y

el

hombre

propio

él

la poesía:

narra símplicimente las cosas hechas,

»sale fuera de los floridos quicios de aquél: y sy cuenta la verdad »

de

con coberturas y 'con

las cosas hechas,

ticas, prívase

Para

salir

de

la fe

de

la

verdad de

la

las figuras

y cosas poé-

cosa.»

atolladero (en que iban á caer sucesivamente

tal

todos los autores de poemas épico-históricos que en tan deplorable

abundancia produjo aquella centuria) discurrió, por una parte, atenerse «á

simplicidad de

la

»gun que he podido

no añadiendo

la historia,

lo cierto della saber»;

»tan excellente capitán, qual

es el

de

la

y por

ni faltando, se-

otra,

como

«á un

perfection de la gloria suya,

»se requiere carro triumphal, paludamentos y trábeas... apagar »

menos

la

» tristes

y malencónicas, y de mí no poco quexosas sy por

» dellas

no se dava

el

mérito triumpho

al

la

al

muy

sed de las sitibundas musas, á las quales veía estar

parte

nuevo bético Cipión

in-

»vincible».

Es de suponer que

las

Musas

se

quedasen tan sitibundas,

tristes

y malencónicas como antes; puesto que todo el gasto de invención que al poeta se le ocurrió, fué resucitar al cantor Demodoco de la Odisea, para hacerle referir á Ulises la conquista de Ñapóles. esto,

y una aparición de Palas Atenea

desconcertada imitación del libro

I

de

á los la

Reyes

Católicos,

Con

y una

Eneida, haciendo que Eolo,

á ruego de Neptuno y de las ninfas marinas, presididas por Calatea,

Gran Capitán y las todavía más disparatado que

levante furiosa tempestad contra las naves del

ponga á punto de anegarse; y un viaje por el reino de Ñapóles emprende Mercurio, hospedándose, como

la Duquesa de Milán, y siendo duque de Calabria con un juego de cañas: con

personaje de tanta cuenta, en casa de

obsequiado por estos, digo,

el

y otros

tales episodios, quiso

amenizar

la

narración his-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

122 tórica, para

que

las

Musas no

se pudieran «lamentar

»tion ó privación de sus varias

y

místicas dulcezas

de

subtrac-

la

y tan floridos

^ornamentos suyos». Pero dejando aparte

duda aun entre

de su

poema, que

su interés para

clase;

añada muchas

en

esté, tiene cierta viveza

historia es innega-

y

el espíritu patriótico del

autor de

noble entusiasmo que sentía por

mente por

y en

de

la

las glorias

los sucesos.

los

el

de su nación, y especial-

gran estratego del Renacimiento, que en Ceriñola

las del

Reyes

Así son de

Historia Parthenopea,

predominio militar de España. Por eso exclama dose á

porque

y torpemente formulado

Garellano había fijado para más de un siglo

el

ni

frescura que no puede encontrarse

las relaciones escritas á larga distancia

notar

sin

circunstancias á los conocidos, sino porque siempre

testimonio de los coetáneos, por ruda

que

la

pésimo

es

no precisamente porque contenga hechos nuevos

ble,

el

los

lo literario del

el

la

rueda del

poeta, dirigién-

Católicos:

Desque

las

Españas han sido perdidas,

Jamás fueron Reyes que os sean iguales,

Ny

tal lealtad

Y aquestass

de

con sus naturales,

on cosas del Alto

tejidas.

Verso bueno, por excepción, este último, y en que la grandeza la misión histórica de España parece haberse mostrado como en

iluminación súbita á los ojos del desmayado rimador, favoreciéndole

con una ráfaga de poesía. Otras hay, sin embargo, aunque no es curioso

y

muy

frecuentes. Sobre todo

tiene algunos toques felices el retrato de los españoles,

puestos en contraposición con sus enemigos los franceses.

muestras interesantes de narración, pueden citarse letta, la

rendición de Tarento,

asalto de la abadía de reliquias

y

el

la

defensa de

Monte Cassino, con

el

el

la isla

Como

desafío de Bar-

de Ischia y

curioso episodio de

el

las

tesoro salvados de la rapacidad de la soldadesca por

García de Lisón.

No tir

fueron éstos los únicos versificadores que intentaron transmi-

á los venideros la noticia

de los grandes sucesos de aquella edad,

aunque preciándose más de cronistas que de poetas. Consta, por

CAPITULO XXIII ejemplo, que un

Hernando de Rivera, vecino de Baza,

guerra de Granada en metro, con cio retórico,

como parece

«Y

en

la

dico, aquello decía

menos que en

que era

»

hecho ó acto digno de escrebir,

mesa de Su Alteza, donde estaban

»

pasado»

muy

oí ai

leía á la

hacer se habían

lo

la

verdad había

(2).

Un poema

de

escrito

tal

de lamentar),

siciones históricas

no podía ser más que una

suerte,

rimada (cuya pérdida en

crónica

que en

los

aprobaban ó corregían, según en

é lo

Rey Don Rey Cató-

del

ponía en coplas y se

lo

artifi-

Doctor Ga-

porque en pasando algún

lo cierto;

»

» hallado,

el

muchas veces yo

verdad, según él

escribió la

puntualidad y tan poco

tal

acreditarlo el testimonio del

líndez de Carvajal (i), fundado nada

Fernando:

I23

concepto de

tal

merecen otro nombre

ni

las

es

demás compo-

de este reinado, por ejemplo,

por Hernán Vázquez de Tapia, describiendo

crónica

las

la

Obra hecha

fiestas

que se

hicieron en Santander con motivo de la llegada á aquel puerto

de

princesa

la

Doña Margarita de Flandes,

emperador

hija del

Maximiliano; los desposorios verificados en Villasevil;

miento que Burgos hizo á

Medina y Salamanca,

mismo año de

Don

49/: narrado todo ello en

strissimo

/

y muy reverédissimo

don bernaldino de caravajal, Cardenal de sania Cruz, cópuesta por el

/

muy

[

san-

1 la

her-

1

Mu-

Historia partlicnopca dirigida al

(1)

Señor

recibi-

muerte del príncipe

y, finalmente, la

Juan, acaecida en aquel

el

su paso por Valladolid,

los príncipes;

eloquente varón alonso hernádes, ele- / rigo ispalésis, protkonotario de la

Sede apostólica, dedicada en loor del

nandes de cordova duque de térra-

i

/

/

Illustrissimo Señor don goncalo

nova gran Capitán de

los

muy

altos

Reyes de spaña.

Al

fin

Impresso en

/

Roma por Maestre

Fól. 4

stephano Guillen de

y quinientos X VI hojas preliminares y 102 de texto.

nuestro Redentor de Mili

¡

á

los diez

lo

/

Reno año de

y ocho de Setiembre.

El erudito napolitano Benedetto Croce, tan benemérito de nuestras letras,

ha publicado primero en fascic.

sobre

111),

la

el

Archivo Storico per

(2)

Provincie Napoletane (año

Historia Parthenopea, que lleva por título

síncrono, interno alie imprese del

para

le

19,

y luego en tirada aparte de cien ejemplares, un curioso estudio

Gran Capilano

Anales breves del reinado de la Historia de

los

Di un poema

spagnuolo

nel Regno di Napoli.

Reyes Católicos (Documentos Inéditos

España, tomo xvm, pág. 227 y siguientes).

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

124

ciento dos coplas de arte mayor, sin ningún género de entonación

poética

(i).

Faltó, pues, cantor digno á los grandes sucesos de este reinado,

y tampoco pueden subsanar gunos humanistas (Carlos

esta falta los ensayos retóricos de al-

como Pablo Pompilio y

italianos

y Marcelino), cuyos poemas

máticos, sólo sirven para atestiguar

mundo

cristiano causó el súbito

dos Verardis

los

no sólo épicos, sino dra-

latinos,

asombro que en

el

la capital del

engrandecimiento de España

(2).

Obra hecha por Hernando Vázquez de Tapia escribiendo en summa algo

(1)

de las fiestas y recebimiento que se hicieron al tiempo que la

Doña Margarita

Princesa nuestra Señora

celente

muy

esclarecida

de Flandes, hija del

y ex-

Empera-

dor Maximiliano desembarcó en la villa de Santander: y assi mismo de como fue ,

festejada del Señor Condestable de Castilla: y de como vinieron el

Señores d su alteza: y de como

cipe nuestros

Rey y Prin-

el Reveretidissimo señor

Patriarca

en un lugar que se dice Villasevil tomó las manos al Principe y Princesa nuestros Señores:

y de como

llegaron todos

jindamente

Ramos

sábado de

(

1

9

Marzo

1497) d la ciudad de Burgos, ado?ide los Principes nuestros Señores fueron suntuosa/tiente recebidos.

En

Sevilla,

por Meinardo Ungut, alemán, y Lanzalao Po-

lono, 1497.

Aludo

(2)

al

Panegyris de Triumpho Granaiensi de Pablo Pompilio, roma-

no, que comienza:

Nunc

age, Musa,

y fué impreso en Roma,

1495,

tubam majoris suscipe

P or Euchario Sylber,

cou otras composiciones latinas del autor. bre y raro libro que se

De

cantus...

alias

Franck, juntamente

los Verardis,

tenemos

el

céle-

titula:

Caroli Verardi, Caesenatis, Cubicularii Pontifica, Historia Baetica, sen de expugnaiiofie Granatae a Ferdinando Catholico et Hellisabet, gibus. Alarcellitii Verardi, Elegía et Car?nina nonnulla.

Hispaniarum Re-

Ejusdem Fernandos

Ser-

va tus. Impressum Roma; per magistrum Eucharium Sylber, alias Franck, 14QJ.

Tanto ticas,

la

Historia Baetica

exornadas de coros á

como la

el

Fernandas Servatus son piezas dramá-

manera

antigua, y fueron representadas en

Roma. Entre

las

ad poetas, litlcris

poesías sueltas de Marcelino Verardi, hay también una Exhortalio

ul iriumphum de hosie

Mauro ab Hispaniarum

mandent, y una Elegía quá fides Fernando

eorttm opera

Maurorum

Después de

la

el

Principibus subacto,

Hellisabet gratías agí!, quod

catenis fuerit liberata.

suscripción hay una canción italiana, con

grabada en madera.

la

música notada y

CAPITULO XXIV



Hernando del castillo. los trovadores aristocráticos: el vizconde de altamiraj don luis de vivero; don diego lópez de haro; Cartagena; probabilidad de que sea este último el llamado «el caballero de cartagena». — garci Sánchez de Badajoz; su vida, anécdotas sobre su persona; sus obras; [los poetas del Cancionero general

t>y.

las Liciones de J-ob; otras composiciones.

GUEVARA.

— COSTANA.

— badajoz

DON ANTONIO DE VELASCO.

el

COMENDADOR ROMÁN.

— el



FAVOR CRE-

TAPIA.

CIENTE DE LA CANCIÓN POPULAR ENTRE LOS POETAS CULTOS.

GOS en el Cancionero de castillo.

músico.

LOS DIÁLO-

comendador escrivá.

— el

DIEGO DE SAN PEDROJ LA Cárcel de atHOV Y SU

continuación por Nicolás núñez; influencia de la Cárcel de amor

en la literatura; otras obras de diego de san pedro.

— la Cuestión

de Amor, tentativa de novela histórica; identificación de sus personajes; LA POESÍA ESPAÑOLA EN ITALIA.

go entre

el

amor y un

viejo, pieza

RODRIGO DE COTA Y SU Dtálo-

capital en la literatura del

SIGLO XV, SU CARÁCTER DRAMÁTICO; SUS IMITACIONES.

PERÁLVAREZ DE AYLLÓN.

EL COMENDADOR

COLECCIONES QUE PRECEDIERON AL CanClOlterO

DE HERNANDO DEL CASTILLO: EL Cancionero DE JUAN FERNÁNDEZ DE costantina; el Dechado de galanes en castellano; el Espejo de ena morados. la primera edición (i 5 i i) del Cancionero de castillo; -



SU CONTENIDO.

LAS EDICIONES SIGUIENTES. —IMPORTANCIA DEL

CanCW-

nero de castillo].

El cuerpo ó colección general de

Reyes

res del tiempo de los

Hernando

del Castillo

las

obras de los poetas meno-

Católicos, es el Cancionero general

en su primera edición de

un pequeño número de

las piezas

dores más antiguos, tales

1

51

1,

de

pues aunque

contenidas en ella son de trova-

como Juan Rodríguez

del Padrón, Juan de

Mena, Lope de Stúñiga, Fernán Pérez de Guzmán y el Marqués de Santillana, y de otros que más bien corresponden al reinado de Enrique IV, tales

como Gómez Manrique, Diego de Burgos, Pero Gui-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

126

de Segovia, Antón de Montero y Juan Alvarez Gato, puede decirse que todos los restantes, hasta completar el crecido número de

lien

138 que abraza

el

tiempo de

tas del

Cancionero, sin contar con los anónimos, son poela

Reina Católica, circunstancia que no siempre se

ha tenido en cuenta para

clasificar sus versos,

graves confusiones cronológicas en

la historia

de

Siendo de todo punto imposible, y además decir absurdo,

el

examen

y que ha producido la lírica del siglo inútil,

xv.

ó por mejor

de todos estos versificadores, en

analítico

gran parte débiles y amanerados, limitaremos nuestra tarea á los diez

ó doce que, ó por haber logrado más celebridad, ó por tener mérito

más

positivo ya en una sola composición, ya en varias, ó finalmente

por alguna singular circunstancia de su persona ó de su vida, merecen campear aparte, y

salir

de

la

turba en que andan confundidos.

Empezaremos, pues, por descartar

(y

no son pocos ciertamente)

todos aquellos autores del Cancionero general que no tienen más lo ilustre de sus títulos y apellidos, ni sirven más que para confirmar hecho tan notorio como es la cultura inte-

recomendación que

lectual

que alcanzó

la

nobleza española en todo aquel

siglo.

Xada diremos, por consiguiente, de los versos del Maestre de Calatrava, de los Duques de Medina-Sidonia, de Alba y de Alburquerque; de los Marqueses de Astorga

(1)

De

éste

nero), citadas

(i),

de Villena y de Villafranca;

pueden leerse unas Coplas á su amiga (núm. 249 del Canciolas que tienen mejor estilo. Hay en esta

por Juan de Valdés entre

composición cosas dichas con agradable Vida de

la

sencillez,

por ejemplo:

vida mía,

¿A quién contaré mis quexas Si á

Y

estrofas

muy

ti

no?

notables por lo original é inusitado de las compara-

ciones, v. gr.:

Ante ü

d

S£S0 mío

Siente tantos alborozos

De

turbado,

Como cuando va Por

el

eljudío

monte de Torozos

Al mercado.

En

el

mandad.

monte de Torozos

solía ejercer sus

cruentas justicias

la

Santa Her-

CAPITULO XXIV

de

127

Condes de Benavente, de Haro, de Coruña, de Castro, de

los

Feria, de Ureña, de Paredes

y de Ribagorza,

del

Almirante de Cas-

Adelantado de Murcia, del Mariscal Sayavedra y de otros grandes señores, harto desconocidos en el reino de las Musas, y de tilla,

del

ninguno de

les cuales

puede decirse que

tiva vocación, sino por solaz

prueba

carácter

el

mismo de

cultivara la poesía por na-

y esparcimiento cortesano,

poesías que se les atribuyen,

las

generalmente se reducen á invenciones y sas,

como

letras

y que

de justadores, glo-

motes, preguntas y respuestas, ó triviales é insulsas galanterías.

Entre estos trovadores aristocráticos, merece exceptuarse, bargo, por haber manifestado el

lo

más elevadas aspiraciones

sin

em-

poéticas,

Vizconde de Altamira, D. Rodrigo Osorio de Moscoso, que com-

puso un diálogo elegante y miento

por

(i)

A

él

el

sentimiento

y

el conoci-

y algunas coplas de amores, delicadas y conceptuosas,

el estilo

(1)

entre

sutil

de

las siguientes:

pertenecen estos pensamientos: Tiene Séneca por

Aunque en

esto

no

ley,

lo

alabo

*,

Que no hay sangre de esclavo Que no haya sido de rey,

Y

de rey esclavo

al

cabo.

;Oh! ciegos locos perdidos

Los que

lloráis á los muertos;

Que

muertos son los vivos,

Y

los

los vivos sean ciertos

Para penar son nascidos.

La

vida cuanto es

Tanto

la

más

larga,

muerte más dura;

Que, en este mar de

tristura,

Cuanto se carga, descarga Al puerto de sepultura.

Estos bienes de fortuna

Con

Y *

En

crático,

trabajo son ávidos,

por ello son perdidos

las ediciones posteriores,

aunque estropeando

«.Aunque en

esto lo alabo.»

el

desde

verso, sin

la de 1527, escribieron con sentido más demoduda por habérseles olvidado el pronombre yo:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

128

La más durable conquista Desta guerra enamorada,

Es una

Que

gloria delgada,

se passa sin ser vista.

Y de Su

guisa tropieza

tal

que amor

visión

Que, en alzando

Ya no vemos

Y Y

la

se nombra,

cabeza,

sino sombra:

pues tiene buena vista

donosa

la

mirada,

Huyamos gloria delgada, Que se passa sin ser vista. Quizá

le

aventajó en dotes poéticas otro caballero de Galicia, á

quien Garci Sánchez de Badajoz llama hermano de Altamira, ya

porque realmente estuviesen ligados por vínculo de parentesco,

ya por fraternidad en

D. Luis de Vivero, y

tal

tras

de armas ó

el ejercicio

letras.

Caucionero contiene

el

de su numen, especialmente

muy

Llamábase

lucidas mues-

composición alegórica Guerra

la

de amor, que hizo en memoria de

la

logo con

una y otro con gallarda

la Tristeza:

versificadas

No

muerte de su amiga, y

más de

los

Los

los nascidos:

sin ellos, por ganallos;

Los con

por tenellos;

ellos,

Los unos, por no otros,

perdellos;

por alcanzallos;

Son perdidos

ellos y ellos.

1527, 1540 y 1557, añaden que parecen de diverso autor.

Los cancioneros de estrofas,

En

los versos

poetas de

la

el diá-

soltura.

sólo persona una,

Mas

Los

el

amorosos, imita ó excede

corte de D. Juan

las

á esta composición

muchas

hipérboles irreverentes de los

II.

Del infierno

el

mayor mal

Dizen que es no ver á Dios;

Luego

el

mío

es otro

tal,

Pues no espero ver á vos.

De del

algunos villancicos suyos hizo las coplas Nicolás Núñez, por ejemplo,

que empieza:

Vev¡r JQ s¡n yer

No

.

voS(

quiero, ni quiera Dios.

>

CAPITULO XXIV

Don Diego López de Haro,

12g

ingenio de nobilísima estirpe y gran-

de amigo de Álvarez Gato, merece también trovadores adocenados, no sólo por

diálogo entre la

».

s

Razón y

casi

con

Adán

y Eva,

el

contestando

el

el

Wamba

rey

y Mahoma;

autor sucesivamente

mancebos de su tiempo», crédito

la

curiosa

unos historiales y otros alegó-

De

(i).

el

rey Priamo, Jesu-

á todos los cuales

este

lo

cual no le impidió

embajada de Roma. En

el

va

Diego López dice

Oviedo en sus Quincuagenas que «fué espejo de

mucho

muy

ángel que los echó del paraíso, las

ciudades de Troya y Jerusalén personificadas, cristo, Julio César,

el filosófico

el título

vienen más de sesenta personajes, ricos, entre ellos

mejor

de Aviso para cuerdos, y cerca de mil versos, en que interdramático de

se conserva manuscrita

un diálogo

la

Pensamiento; sino por otra

el

vulgo de los

poesías suyas que se inser-

las

tan en el Cancionero general, de las cuales es

que

salir del

la

gala entre los

desempeñar con

Infierno de amor, de

Garci Sánchez de Badajoz, figura entre los más leales y martiriza-

dos amadores: Vi que estaba en un hastial

Den Diego López de Haro En una silla infernal, Puesto en

( 1

)

Esta obra

se

el

más

lugar

llama «Aviso para cuerdos*

señor de la Casa del Carpió. (Biblioteca de ción de misceláneas

la

claro,

fecha por Diego López de Haro,

,

Academia de

que fué de D. Antonio Murillo

este poemita moral está en octosílabos pareados,

la

Historia: colec-

Gran parte de que hoy diríamos metro de ¡Mateos.;

aleluyas, v. gr.:

Los que dan consejos

A

los vivos

ciertos

son los muertos...

Quien á Dios ha de entender,

Lo que él sabe ha de saber... Todo mal que aquí se tiene, Por

hombre

el

al

hombre

viene....

Ser mal seso, ó ser cordura,

Quien

lo

muestra es

Mala guarda

De

la

que

solía usar

la ventura... N

temor

vida del señor...

«Para sacar estas discretas liaridad

es el

máximas

(dice Gallardo, con la expresiva fami-

en sus cédulas

bibliográficas)

hay que leer mucha

pamplina. Es obra mediana. Mkníndk?

v Pf.uayo.

— Poesía

¡.antillana.

III.

o

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I30

Porque era mayor su mal. Vi

Y

luego arder

la silla

sentado á su plazer

él

Publicando sus tormentos.

Y

diziendo en estos cuentos:

Caro me cuesta tener

Tan

altos los pensamientos.

Largamente, y con calor digno de asunto de más entidad, han disputado nuestros eruditos sobre el

como

Gallardo (i)

Cartagena no era otro que

mo

apellido; al paso

que

La

cuestión en



el ilustre

(4),

mismo

los versos á otro autor del

los

Ríos

(2),

que

el

prelado de Burgos, del mis-

de Ticknor

niegan

y más do

(3)

identidad y atribuyen

tal

y quizá de

apellido

la

no importa mucho, pues aunque

del llamado Cartagena no sean de los cione?'0 se

Cancionero general, sos-

el

y Amador de

los traductores

propósito D. Pedro José Pidal

milia.

personalidad del poeta que con

nombre de Cartagena aparece en

solo

teniendo unos, tal

la

misma los

más vulgares que en

encuentran, tampoco bastan por



fa-

verso

el

i

Can-

solos para dar gran

reputación de poeta á quien quiera que los compusiese. Ni mirada la

cuestión bajo otro aspecto, parece tan grave ofensa á

Burgos

del obispo de

el

si

tilo.

memoria

haberle supuesto autor de unas cuantas

coplas, amatorias, es cierto, en su

ó

la

mayor

parte; pero tan honestas,

como casi todas las de su género y esque Gallardo, con su acostumbrada malignidad cuan-

se quiere tan insípidas,

Es

cierto

do se trataba de cosas ó personas sacarlas punta,

y aún

llega á

eclesiásticas,

suponer que

el

procura á su

modo

afecto de Cartagena

por su señora Oriana (bajo cuyo disfraz cree descubrir á una

doña Ana de Osorio) no era estrictamente platónico; pero como esta maliciosa sospecha de Gallardo está enlazada

gante capricho de atribuir

al

obispo Cartagena

el

con su extrava-

Amadís de Gaula

(conocido en Portugal y en Castilla tanto tiempo antes), no debe

(1)

Ensayo,

(2)

Estudios históricos, políticos y literarios sobre

11,

pág. 254. los judíos

drid, 1848), págs. 392-405. (3)

Tomo

(4)

Estudios literarios (Madrid, 1890),

1,

págs. 554-557-

tomo

11,

págs. 39-62.

de España (Ma-

CAPITULO XXIV

hacerse ningún caudal de

La cuestión no

ella, ni

es moral, ni

I3I

aun perder

tampoco de

el

tiempo en

refutarla.

de

historia eclesiástica, sino

y quien conoce la historia y la literatura de aquellos tiempos, no tiene por qué escandalizarse mucho. Versos de la misma historia literaria;

especie que los atribuidos

Mendoza, y

nal

ojalá

al

obispo Cartagena, hizo

Gran Carde-

el

que no hubiesen pasado de ahí sus

Mi opinión, conforme en

lo substancial

y

flaquezas.

sóio en un punto di-

versa de la que con tanta erudición y fuerza de lógica expuso don

Pedro

Pidal, es

J.

que

el

obispo de Burgos fué realmente poeta, pero

que no ha llegado á nosotros composición auténtica suya, y que de seguro no le pertenece ninguna de las que á nombre de Cartagena figuran en

Cancionero general, todas

el

ron escritas por licos,

emparentado, aunque no

ilustre familia

las cuales, sin

un trovador cortesano del tiempo de

muy

el

Obispo pertenecía.

Para tener por cultivador más ó menos asiduo de los

la

timonio de Fernán Pérez de Guzmán, quien ciencias

que quedaron

llorosas

poesía á don

cancioneros examinados hasta

hoy no hayan aparecido versos suyos, no me fundo y

Reyes Cató-

directa é inmediatamente, con la

de conversos judaicos á que

Alonso de Cartagena, siquiera en

excepción, fuelos

al

sólo en

enumerar

y desamparadas con

la

el tes-

las artes

muerte del

prelado burgalés, cuenta entre ellas la so til poesía, lo cual, forzando algo

el

sentido, podría entenderse del conocimiento teórico de la

poesía ó de

la pericia

tica personal.

crítica

en

ella,

y no de la producción poémucho más decisivo y

El texto que puedo alegar es

como

terminante, y procede de persona tan abonada para darle

arcediano de Burgos D. Pedro Fernández de Villegas, en

mio á su famosa traducción del Infierno, de Dante. confutar

la

pequeña autoridad»,

¿quántos gravísimos varones

>de Mendoza...

»de Guzmán, » Burgos,

y

el

prohc-

tratando de

vana y vulgar opinión de que «quien face coplas es visto

»facer cosa de

nas

Allí,

el

el

escribe: «pues coplas castella-

las

López

escribieron? D. Iñigo

grave y doctísimo Juan de Mena, Fernán Pérez

Gómez Manrique, ü. Alonso de Cartagena,

obispo de

otros gravísimos auctores.»

Presupuesto, pues, que D. Alonso de Cartagena fué poeta, cosa

de que no hay para qué vindicarle, por ser indiferente en

y porque no

existiendo hoy sus versos, mal



misma,

podemos adivinar

si

ha-

:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I32

no cuadrase estrictamente con

bía en ellos algo que

de

su carácter episcopal,

vias,

pasamos á exponer

que impiden confundir

al

obispo de Burgos con

Cartagena del Cancioiiero. Cosa bien notoria es que en I456, y

consigna su epitafio. Pues bien:

así lo

gravedad

la

muy

las razones,

el

el

ob-

trovador

el

obispo murió

Cartagena del

Cancionero (que para su colector Hernando del Castillo era un sola poeta,

y no dos poetas

escribe versos á

y

diez

la

que pone juntas sus obras)

distintos, puesto

Reina Doña

que no subió

Isabel,

con Fray Iñigo de Mendoza que no fué creado hasta

1

(i),

47 1)

con

el

Vizconde de Altamira

siglo xv;

creído que

la

mita afirmarlo, y además

no difieren en nada Isabel: cosa

el Sr.

Amador

el

de

los

Ríos haya

del estilo

y lenguaje de esta composición

y lenguaje de las coplas á

de todo punto inverisímil

y en que

la

si

la

Reina

hubiésemos de suponer

menor que de cuarenta

lengua poética castellana experimentó una trans-

formación completa

(3).

fué, pues, el

Por mandado

al

nada hay en su contexto que per-

estilo

otros versos un intervalo no

entre unos

(1)

postrimerías del

despedida de Cartagena á su padre fué dedicada

canciller D. Pablo de Santa María,

¿Quién

las

v no hav en sus versos alusión alguna á cosas ó personas

de un tiempo anterior, pues aunque

(2),

(título

y con Garci Sánchez de Badajoz,

trovadores que no se dieron á conocer hasta

años

trono sino

al

ocho años después de esa fecha; alterna en justas poéticas

trovador erótico del Cancionero? D. Pedro

del Rey

compuso unas

coplas, reprehendiendo

de Mendoza, y tachándole los versos que hizo con

el título

á Fray Iñigo

de Justa de

¿a

Ra-

zón contra la Sensualidad (núrn. 140 del Cancionero). La principal acusación

que

le

hace es haber plagiado á Juan de Mena (seguramente en

las

Coplas de

los siete pecados mortales)

Va muy bien invencionado, Va también digno de pena, Porque

salió del

dechado

Que todos vimos labrado De mano de Juan de Mena... (2)

D. Pablo de Santa María murió en 1435.

(3)

Una prueba más de que

este poeta pertenece

Católicos, son los siguientes versos, en los judaizantes

de Sevilla en

el

al

que claramente

brasero de Tablada:

tiempo de

se alude á

la

los

Reyes

quema de

CAPITULO XXIV

133

José Pidal afirmó resueltamente que lo había sido D. Pedro de Cartagena,

hermano menor

del obispo

de Burgos, como tercero y

úl-

timo hijo de D. Pablo de Santa María, y persona de quien muchas veces se hace mención en las crónicas de su tiempo á título de valeroso caballero.

parecer) en

1

De

dice

él

(al

594, que «fué del Consejo de los reyes D. Enrique

»quarto y D. Fernando »del cuerpo del rey D. »esfuerzo,

Información de su ¡maje, impresa

la

como

Cathólico; y fué

el

Juan

é fué persona de

el II;

mostró en

lo

las batallas

el

nombrado por guarda

en que se

mucho halló,

valor y que fue-

»ron muchas, y en desafíos singulares; y ganó la fortaleza de Lara, »que en aquellos tiempos era cosa de mucha estima é importancia; »é por señal quedó

la

dicha alcaidía en Gonzalo Pérez de Cartage-

y en Hernando de Cartagena, su nieto». es enteramente imposible que este caballero pueda ser

na, su hijo,

No

el

Car-

tagena del Cancionero, puesto que su larga vida se prolongó hasta 1478, según consta por su epitafio, que está en San Pablo de Bur-

gos

(i);

pero sólo cuatro años del reinado de Doña Isabel pudo

al-

y no es verisímil que en edad tan avanzada... (había nacido en 1387) pagase á las musas tan largo tributo. Otro Cartagena hubo, canzar,

también de familia judaica, á quien con más probabilidad pueden adjudicarse los versos; y en

D. Marcos Ximénez de

la

grina erudición,

de

el

libro

él

se ha fijado el docto investigador

Espada, las

al

publicar, con notas de pere-

Andanzas de Pero Tafur. Llamóse

el

Caballero de Cartagena, y era hijo del doctor Garci Franco, del

consejo del rey D. Juan poeta, contador

el II,

mayor de

los

hermano de Antonio Franco, también Reyes

Su flama encendida

Con

la del

Como

Católicos;

assi es

y de Alonso de Sa-

comparada

reyno do siempre hay mancilla,

una figura de fuego pintada

En comparación

del

hecho en

Sevilla.

(N. 1+0 Hel Cancionero.)

(1)

«

Aquí está sepultado

el

cuerpo del virtuoso y ponderado caballero Pedro

de Cartagena, del Consejo del Rey nuestro Señor,

M

e

su regidor de esta ciudad, con

Doña Marta de Sarabia ¿Doña encía de Rojas sus primera é segunda mujeres. Finó á diez de Mayo de mili y qualrocientos y setenta y ocho, en edad de novenn'a años.y (España Sagrada, tomo xxvn, pág. 272, de \n segunda edición, 1824.)

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

134

uno de

ravia,

bía

adoptado

comuneros ajusticiados en Villalpando,

los

como Cartagena

apellido materno, así

el

mediatos parientes

el

el

cual ha-

de sus in-

obispo D. Alonso y su hermano D. Pedro,

el

Este parentesco era tan cercano, qué no habiendo dejado D. Pedro

de Cartagena, nieto del primer D. Pedro, más descendiente que

una hembra, Doña Isabel Osorio, yorazgo de á D.

los Cartagenas,

la cual,

por

las

condiciones del ma-

no podía heredarle, pasó

este

mayorazgo

Gonzalo Franco, nieto de D. Antonio. Fué este caballero de

Cartagena (según testimonio del cronista Gonzalo Fernández de

Oviedo en sus Batallas) «uno de

los

bien vistos

y estimados man-

»cebos galanes y del palacio, que ovo en su tiempo; gracioso é bien

de

»quisto, caballero

muy

lindas gracias

y

portes, é de tan sotil é

»vivo ingenio y tan lindo trovador en nuestro romance ¿castellana

como

» lengua,

» gusto

avrés visto en muchas ¿gentiles obras en que á

lo

juc'único poeta palaciano con

los

mi

de su tiempo, ¿hizo ventaja á

¿muchos que antes quél nascieron, en cosas de amores ¿ polidos ver-

¿galán

¿sos

estilo,

y aun

á

modernos puso envidia su manera de

los

ningún verso

¿trovar, porque

vere's

suyo forzado ni escabroso, sino

¿que en sí muestra la abundancia ¿facilidad tan copiosa, que en me-

¿díday

elegancia paresce que se hallaba hecho quanto quería decir,

acosas comunes

¿que ninguno ¿eso se

han

y

lo

bajas las ponía en tales palabras

hacía mejor de

ejercitado

ó qtierido

trovar...

»conquista del reyno de Granada, é »sirviendo á Dios é á su

(i)

Andanzas

e viajes de

(1874), páginas 390-398.

más

En

Rey con

la

él

y

lengua en

Le mataron los moros en la murió como buen caballero

lanza en

la

mano»

(i).

Pero Tafur por diversas partes del mundo ávidos

el

Liber facetiarum de Luis de Pineda, que se citará

adelante, hay estos dos cuentos sobre Cartagena,

sirve para ilustración

y

que en nuestro tiempo

los

y

buena gracia,

de unos versos suyos que en

«Cartagena llevaba por divisa

unos

cálices.

>ros, respondió: Si lo fueran, entre ellos

el

el

primero de

los cuales

texto se mencionan:

Preguntado

si

eran majade-

anduviórades vos.»

«Estando en las casas de Pedro de Cartagena, subióse encima de unas barandas un loco para echarse de allí abajo, y estando para echarse, viole el dicho Pedro de Cartagena de abajo; y como le preguntase que qué quería 5

>

hacer,

Ir

respondió que quería volar. Pedro de Cartagena

»y subiré á quitarte el capirote, para i

detuvo hasta que subió y

le

que veas por do has de

quitó de

allí.»

le dijo: ir.

Espera,

Y con

esto le

CAPITULO XXIV

Cuadra tanto

135

idea que Oviedo nos da del talento poético del

la

caballero de Cartagena, con los policios versos

que en

general leemos, que apenas puede dudarse de que

de aquellas palacianas todas

y gentiles

cortesano,

y en todas

Con dos

obras.

ellas se discretea prolija

sea

el

autor

solas excepciones,

un mismo género,

estas poesías pertenecen á

Cancionero

el

él

el

amatorio

y metafísicamente,

pero no sin cierta virtuositá ó destreza técnica, sobre temas de una pasión tan quintaesenciada y

como todos les

y

los

los

amores del Cancionero. El autor apura

conceptos para ponderar

sin llegar á

ó digámoslo mejor, tan

sutil,

convencernos de

ella,

el

aunque



de

lo

vivo y agudo de

la literatura italiana,

cialmente en las obras del Petrarca, á quien imita en

y en

menos digno de imitación, en que

las antítesis, tributo

el

hipérbo-

extremo de su amorosa llama,

su ingenio. Muéstrase un tanto versado en

trarca tiene

las

falsa,

lo

los juegos

gran poeta pagaba

al

que

espeel

Pe-

de palabras gusto de su

tiempo y quizá á la tradición provenzal, que tanto extravió á la lírica moderna en sus primeros pasos. Cartagena no se harta de encarecer, á ejemplo suyo,

La

lafiamma

fuerza del fuego

che mincende é strugge,

que alumbra, que ciega

Mi cuerpo, mi alma, mi muerte, mi

Do

entra,

do

hiere,

do

toca,

do

vida,

llega

Mata y no muere su llama encendida...

Otras veces siente que

el

alma, por

la fuerza del

dolor y de

la

pasión, quiere arrancársele del cuerpo, «/'alma, cui morte del sito al-

bergo caceta,

da me

si parte-»:

Mi alma, mi cuerpo, sofriendo

Han ya concertado

tal

pena.

partirse de en uno.

Pues ven ya, muerte: serás bien venida

E

consolarás

al

Que entrambos

desconsolado: la

piden aquesta partida,

El alma por verse del cuerpo salida,

E

el

cuerpo por verse de amores librado.

Esta canción, que pudiéramos llamar de opósitos, y que recuerda

también una

muy

célebre del poeta catalán

de varias glosas, entre

ellas

Mosén

Jordi, fué

tema

una de Francisco Hernández Coronel, y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Í36

otra del autor mismo. Pero con haber tenido tanta boga (sin

por su pedantesco

ficación

con

el

lo

que vala cali-

que Cartagena dirime echando

diálogo entre el corazón

mucho más

logo

que por

de ingeniosos. Tal sucede principalmente con

entre el corazón y los ojos, tre ellos;

juicio, lo

menos merecen

no vale, á nuestro

artificio) (i),

len otros versos de Cartagena,

y

extenso, y no sin trazas

Amor y un

terlocutores el dios de

y una versificación recomiendan otras cial

muy

á quien

mas,

Doña

Manuel

Hay

Hay

de Rodrigo de

dotes de estilo no vulgares

entre ellas glosas ó motes para varias da-

Catalina Manrique (nunca (esfuerze Dios

mucho

costó poco),

ellas.

Hay

No

sé para tal

parecer de Car-

canciones cortas que tuvieron

qué

nascí,

extremo

Que

el

Y

vevir no quiero

el

el

que empieza:

celebridad, por ejemplo, la

Pues en

Doña Ma-

todavía más famoso de Yo

el sofrir) y que fué glosado también por Jorge Manel

invenciones y letras de justadores, con

tagena sobre algunas de

mucha

dios se

y amena. Por análogos méritos se no obstante lo poco substan-

suelta

sin vos, sin mí, sin Dios, rique.

el

el

obrillas del autor,

de su contenido.

rina

debate

y con otro diádramáticas, en que son in-

aparece en sueños. Sin comparar este diálogo con él

el

el bastón en-

la lengua,

enamorado,

Cota, todavía pueden reconocerse en

duda

esto,

morir no quiere á mí, yo...

ó aquella otra que compuso á una amiga suya que

traía

un

cáliz

por

devisa: Vuestras gracias connscidas

Quieren que

cáliz traygais,

En que consumays las vidas De todos quantos mirays...

(1)

de

Cosas hay en

ella

Silva, tan gratas á

En

la

que recuerdan

Don

Su fuerza que

fuerza

Me esfuerza que

fuerce

mi

razones de Feliciano

fuerza por fuerza,

mi mal no

penúltima estancia se describe

Un juego

las intrincadas

Quijote:

el

diciendo...

juego de

tira

entre niños contino que anda...

y

afloja:

CAPITULO XXIV El objeto de esta pasión quiere declarar

si

era*

137

una dama Oriana, que Cartagena no

era dueña ó doncella, contentándose con llamarla Angélica natura, Criada sobre

El

nombre poético que

la

humana.

da es indicio seguro de

la

que ya por aquellos tiempos lograba cortesanos.

En

servicio de esta

la

reputación

Amadís de Gaula entre

el

dama, ó quizá de alguna

los

otra, fué

competidor del vizconde de Altamira, yéndoles tan mal al uno como al otro (núm. 146 del Cancionero), lo cual explica esta alusión de

poema de La

Gregorio Silvestre, en su

En Dos

Residencia del amor:

esto vieron salir

quererse

sin

partir,

Puestos en una cadena: El Vizconde y Cartagena...

Por todas estas composiciones mereció Cartagena práctico en amores, que tra los petrarquistas,

le

da

y por

Castillejo

ellas le

el

dictado de

en su donosa invectiva con-

puso Garci Sánchez de Badajoz

en su Infierno de amor, de que luego daremos cuenta. Pero en raras ocasiones en

que abandonó aquella insípida y

tería

para tratar más graves asuntos, se aventajó á

ción

y

espíritu poético;

mostrando mucho seso

albedrío (i);

\

l

J

y

propio en dic-

filosófico

teólogo en las coplas dirigidas á su padre sobre

la

y mente de

razón

ensalzando con sincero entusiasmo á Isabel

Que dest' arte navegamos En el mar y mal del mundo... Para bien ó mal pasalle,

Dios nos dio manera

La La

justa:

libertad es la fusta,

razón

En

el

gobernalle.

estas barcas

traemos

Nuestras almas y passamos: Si

a la fusta obedescemos,

Es forzado que perdamos

Lo que nunca cobraremos:

Y

pues

la

vida es passaje

galan-

artificial



las

y

el libre

la

Cató-



HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I38 lica

en unas quintillas llenas de brío, y que,

si

se prescinde

de algu-

nos toques de mal gusto, por ejemplo, del juego pueril sobre tras del

nombre de

poesías del Cancionero,

po pagó

la

musa

igual princesa,

matar lem

la

las

las le-

Reina, son sin disputa una de las mejores

la

y quizá

el

más noble

tributo

que en su tiem-

castellana á las heroicas virtudes de aquella sin

de quien esperaba

poeta, no sólo que había de re-

el

empresa de Granada, sino que había de pintar en Hierusa-

armas

Hasta aquella bizarra hipérbole,

reales.

En

Y

en

la

tierra la primera,

el cielo la

segunda,

con tener algo de irreverente y poco ortodoxo, suena bien en oídos españoles por tratarse de tal mujer, y no llega á los rasgos adulatorios

y desaforados de Antón de Montoro y

dorosamente obedecían por

el

al espíritu

otros poetas, que can-

de apoteosis gentílica renovado

Renacimiento, y que pocas veces tuvo tanta disculpa

como

en este caso.

Mayor

celebridad todavía que Cartagena,

como poeta

Que can presto passa y va, Aunque nadie se lo ataje, Pasar bien este viaje

En

el

gobernalle está.

Palabras son

muy

sabidas,

Que tenemos los mortales En nuestras manos metidas Nuestras muertes, nuestras vidas, Nuestras culpas, nuestros males...

— «Si yo mudo ni conciencia, c

Mudara Dios

No

el fin

mío?»

vale tal consequencia,

Antes anda su presencia

Con nuestro libre albedrío... En su saber infinito Todo está predestinado, Todo está claro y escrito; Mas el ser así ordenado,

No

costriñe el apetito...

erótico, lo-

CAPITULO XXIV

139

gró Garci Sánchez de Badajoz, debiéndola, no sólo á sus versos, sino

también á

los casos novelescos

de su vida, por virtud de

los cuales

vino á formarse en torno de su nombre una leyenda análoga á

Macías ó á

la

de Juan Rodríguez del Padrón,

sante y algo degenerada,

como

si

bien

estaba sin duda

lo

la

menos

intere-

mueva

doresca en estas postrimerías suyas. Por más que su apellido

Ecija.

(i),

se lee

Pudo llamársele de Badajoz por

aunque no hubiese nacido en

ser oriundo de aquella ciudad,

de

poesía trova-

á tenerle por extremeño, en libros de los siglos xvi y xvu

que era andaluz, natural de

la

ella;

y

de su familia sería probablemente Diego Sánchez de Badajoz, notable dramaturgo de los primeros años del siglo xvi,

en metro ha

exhumado

Convienen todos

Barrantes

el Sr.

los testimonios

cuya Recopilación

(2).

contemporáneos en que Garci

Sánchez, de resultas de una desdichada pasión amorosa, vino á perder

el juicio.

efecto de

Y

la ira

no faltaron graves varones que viesen en divina sobre

el

poeta, por las irreverencias

nidades que en sus versos había sembrado. Véase fraile

anónimo que

escribió

el

libro de la Celestial

nal Labirinto, dirigiéndose á su Mecenas D. Juan de

la

el

Jerarquía

un

profa-

y que dice

lo

Duque de

ello

el

e Infer-

Medinaceli,

Cerda:

«Acuerdóme,

ilustre

y

muy

magnífico señor, cuando

el

año pa-

usado mi padre provincial y yo fuimos á verá vuestra ilustre señoría: quiso (estando nosotros presentes y muchos nobles caballeros »de su casa) se leyesen no sé qué coplas que había compuesto Gar»ci

Sánchez de Badajoz, con una prima

»decir; en la cual él ponía

muchos

banes cortesanos había conoscido »E1

(1)

fin

ficción

y elegante y polido España que él ga-

caballeros de (3).

para que se leyeron, según que yo comprehendí, fué para

Por ejemplo, en un cuento de Juan Alonso Aragonés que citare luego,

y también en El Diablo Cojudo, de Luis Vólez de Guevara (que era ecijano):

*De aquífué Garci Sánchez de Badajoz, aquel insigne poeta castellano.» Parece infundada la conjetura, porque el autor de la ^Recopilación se (2) llamaba simplemente Diego Sánchez, y no pertenecía á la familia de los Sánchez de Badajoz. (Vid. Madrid, 191 5; pág. (3)

J.

López Prudencio: Dugo Sánchez

22). (A. B.)

Alusión evidente

al

Infierno de

Amor.

de

Badajoz.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I40

j>tomar nuestro parecer sobre

labras

del autor

y elegancia de pa-

vivez del ingenio

la

de aquella obra. Adonde yo preguntado, respon-

que tenía yo compasión de un hombre de ingenio tan vivo y »subttl, con tanta elegancia y abundancia de palabras doctado, no »dí,

»se haber

ocupado donde fuera mejor empleado,

vicio de aquel de quien todas »

mayor

»él »

no

juicio

hizo,

las

gracias vienen; las cuales,

no son recebidas, á

mas por

el

en ser-

es á saber,

él

si

para

han de ser reduzidas. Lo qual

contrario, las cosas de

la

Sagrada Escriptura

profanaba trayéndolas á su vano amor, ó más verdaderamente fu-

como

arioso desatino,

^trovadas,

las

paresce en

cuales cuando

me

él

fueron mostradas, no pude sino ma-

ravillarme; porque después de sallí

Liciones suyas de Job por

las

la

elegancia de palabras, estaban

condiciones tan primas del amor divinal, que no pude yo sino

»decir que todo pecado, en especial este deste vano desatino, es ^idolatría, ca se

da

al

que se debe á

ídolo lo

la

Soberana Majestad

»de Dios, adonde está suprema amabilidad con majestad incomprehensible...

Pues por

estos desatinos está loco en cadenas,

»nuestro Señor con misericordia «franca largueza

le

le

cual

al

privó de aquello que con su

había comunicado.»

Antes de su locura, había sido Garci Sánchez

muy

gentil

y

dis-

humor y dichos agudos, de de cuentos del siglo xvi. Dos

creto cortesano, celebrado por su lindo los cuales se leen

hay entre

algunos en libros

de Juan Aragonés, que acompañan

los

Sobremesa

y

de Juan de Timoneda, en algunas ediciones.

alivio de caminantes,

Me

al

parece curioso transcribirlos á continuación:

«Al afamado poeta Garci Sánchez de Badajoz, el cual era natural de *Ecija, ciudad en el Andalucía (este varón delicado, no solamente en »la

pluma, mas en promptamente hablar

ado enamorado de una señora, la cual

»IIo le hiciese

grandes

»en

tierra, dijo,

Ȏl tan presto,

fué á festejar delante de

fiestas,

una ventana

como encima de

su caba-

dando muchas vueltas por su

servicio,

estaba asomada. Pues

»de su casa, á

»acertó de tropezar

la

lo era) acaecióle que, estañ-

el caballo;

de manera que

y como él lo

la

pudo

señora

lo viese casi

oir: «.los ojos-».

y sin tener tiempo para pensar ...Señora, y el corazón, Vuestros son.>

lo

caído

Respondió

que había de

decir:

CAPITULO XXIV

«A

Garci Sánchez

le

141

acaesció que, estando penado por una dama,

»subióse muerto de amores á un terrado que tenía, desde donde al-

sgunas veces

»suyo

le fué

dicho que

y hallándolo

allá,

dió prontamente j>

Y

lo fué á ver: el cual

»estaba,

scho

podía ver.

la

estando

un grande amigo

día,

preguntando á sus criados que adonde

allá arriba

en

el terrado.

El se subió dere-

que cómo estaba

solo, le dijo

allí.

Respon-

Garci Sánchez: «¿adonde puede estar mejor

muerto que en terrado?» Dando

ato, era

un

allí

á

el

entender que, pues estaba muer-

razón que estuviese enterrado.»

Otra anécdota de Garci Sánchez, pero ya del tiempo de su locura,

se consigna en el Libro de chistes, de Luis de Pinedo (i). «Salió-

le un j>y

día Garci

Sánchez de Badajoz, desnudo, de casa por

Respondió

atenía seso.

»yo á

ti

él:

mismo cuento,

Sobremesa a

(1)

me

y

la

Liber facetiarum

nuscrito de

la

nombrar

mí una hora de

sufras tú á

á Garci Sánchez, sino atri-

edición de Rivadeneyra)

el similittidinum

se lee en

de Juan de Timoneda (par-

alivio de caminantes

cuento 55 de

,

sin

él,

muy enamorado y grande poeta,

buyéndole á un caballero

te 1.

tras

de nescio, y es mucho que

»loco!» Este

el



la calle,

llamándole loco y que no ¿Pues cómo? ¡Hete sufrido tantos años

un hermano suyo fué corriendo

(2).

Ludovici de Pinedo

e¿

aliorum. Ma-

Biblioteca Nacional, publicado por D. A. Paz y Melia en sus

Sales Españolas ó agudezas del ingenio nacional (Madrid, 1890), pág. 295. (2)

Quien

También Lope de Vega

ama

no ha°a fieros:

trae un cuento de Garci Sánchez, en la

comedia

A Garci Sánchez pedía Un sacristán que le hallase Una invención que sacase Su manga de cruz un día. Pero viéndole

el

calzón

Roto, y en pedir prolijo,

«Saca unas

Y En

el

calzas, le dijo,

será buena invención.»

Sobremesa de Timoneda

parte

1.

a ,

cuento 83) se lee este otro dicho

agudo de nuestro poeta: «Traían á un sobrino de Garci Sánchez dos mujeres >en casamiento, de

las

cuales

la

una era de

muy buena

parte, sino

»hecho un yerro de su persona, y la otra era confesa, con >cuento en dote. Llegando este mozo á demandar consejo »sobre cuál de aquestas tomaría por mujer, respondióle 1

querría que

me

diesen con

el

cuento, que no con

la

y

así:

que había

cual le daban un

parescer á su tío «Sobrino, yo

el /¡ierro.*

más

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I42

Aunque hay

que

indicios para sospechar

las

composiciones de

Garci Sánchez de Badajoz fueron coleccionadas en volumen aparte, cosa

muy

verisímil,

dada

la

celebridad del poeta

yo

(i),

sólo

puedo

juzgarle por los versos insertos en el Cancionero general,

que no están

y por otros pero que figuran en pliegos sueltos de gran rareza.

allí,

La más célebre de

no ciertamente

estas composiciones, pero

la

más

digna de alabanza, son las Liciones de Job apropiadas á las pasiones

de amor,

las cuales,

provocaron las

no

sin razón, escandalizaron á los moralistas,

ediciones del Cancionero general, por lo cual son

ejemplares de

que

él

y

Santo Oficio, que mandó expurgarlas de

los rigores del

de

se encuentran mutilados

muchos

las hojas

los

que de-

bían contener las tales Liciones. Estas parodias literalmente sacrilegas,

aunque quizá no

extraviada por

el

lo

fuesen tanto en

mal gusto, estaban

mente de sus

la

muy

de moda en

hay, en los Cancioneros manuscritos, algunas todavía tes las

autores,

el siglo

más

xv;

y

irreveren-

y escandalosas que las Liciones de Garci Sánchez; por ejemplo, dos Misas de amor, de Alosen Diego de Valera y Suero de Ri-

bera.

En

todas estas extravagantes composiciones,

la liturgia

va intercalado caprichosamente en

texto latino de

el

los versos castellanos,

formando un conjunto híbrido y grosero, que, no sólo ofende los sentimientos piadosos, sino también el sentimiento del arte. Muy

donosamente dice D. Diego de Mendoza que «Garci Sánchez »ba en punto, adas

las

si la

locura no

homelías y oraciones».

de testamento que, según

el

de hacer

le atajara,

A

las Liciones

mismo autor

al

diano de Toro, con

de

la

(1)

el

el

precede una especie

de Serveri de Gerona, con

No puedo

vía (¿quizá

el

mismo

recordar dónde he leído ú oído

poseyó, cita varias veces con

le

artificio,

la

y puede padel Arce-

el

varios poetas

convertido ya en

especie de existir toda-

en Extremadura?) un Cancionero manuscrito, formado en todo ó

en parte con versos de Garci Sánchez. ¿Será parecer

y con otros

francés de Villón,

Edad Media, que usaron

to-

declara, es imitación de

otro que había hecho antes D. Diego López de Haro,

rangonarse además con

esta-

mismo tono

Almendral aunque ,

[Según mis

sin detallar

noticias,

mismo que

Gallardo, que

al

de Cancionero de Mauro del

nunca su contenido?

ha sido encontrado

se publicará en breve. (A. B)\

el

el título

el

Cancionero de Garci Sánchez, y

CAPITULO XXIV

I43

un lugar común. Garci Sánchez, según su costumbre, extrema la

hipérbole amatoria hasta decir, entre otros conceptos que no

parecen de poeta cristiano:

Y

pues mi vectura quiso

Mis pensamientos tornar Ciegos, vanos,

No

quiero otro paraxso

Sino mi alma dexar

En

sus manos...

Mando,

por bien toviere

si

De pagar más los Que serví, Que

entierren do' quisiere,

?n

Y el responso y Diga Ttí

«

serVicios

los oficies

así:

que mataste á Alacias,

D' enamorada memoria...*,

De

la

manera cómo

ción sexta, sobre

el

hecha esta

está

den muestra

del oficio de difuntos,

etc.

irreligiosa

texto Quis mihi hoc tribual: ¡Quién otorgase, señora,

Qu' en

infierno escondiesses

el

Mi alma, y

la

defendiesses

Por tuya, y muriesse agora, Hasta que de mí partiesses E! enojo qu' en

ti

mora!

Y, aunque mil años durasses

En

tu saña, y

Allí

m' olvidasses,

temía reposo,

Señora,

si

señala;

Un tiempo tan venturoso En que de mí te acordasses. Allí tú

Yo no

te

me

llamarás,

responderé,

Señora, que ya estaré

Do nunca más me Obra de

Do

tus

y absurda parodia

los siguientes versos

verás:

manos fué

tu diestra extendí ras..

de

la lec-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

144

a

ó estos otros de la lección

En

7.

Spiritus mens attenuabitur:

,

el infierno es

mi

casa,

Si

vuestra merced quisiere.

Y

será

En

si le

sirviere

las tinieblas

de brasa

La cama en que yo durmiere: Al desseo diré padre

De mi cruel mal d' amores, De mis pensamientos vanos;

A

la

Y

á sus penas y dolores

muerte llamé madre,

Dixe: vos soys mis hermanos.

Sé yo que mi matador

Vive aunque mi vida muere.

Y que Sano

será mi dolor día

el

Con una

Me

que

la viere.

no vana

gloria

levantaré aquel día,

Viendo

la

señora mía

En mi misma carne humana

Como

A

viviendo

la

la vía.

qual tengo de ver

Yo mismo con

los

mis ojos,

Por do serán en placer Vueltos todos mis enojos...

Afortunadamente, no siempre escribió Sánchez de Badajoz con tan

depravado gusto. Parece imposible que Lo claro escuro, sea

el

versos del Sueño, que compiten con

de Santillana, y con se, así

lo

el

autor de las Liciones

mismo que compuso la

en nuestros cancioneros como en lírico

y

y de

deliciosos

Querella de amor, del Marqués

más excelente que de

de poética vaguedad y misterio

los suaves

este género

los gallegos.

puede

Una

hallar-

atmósfera

envuelve esta composición en

que Garci Sánchez, cual otro estudiante Lisardo, presencia en vida su propio entierro,

y oye

su muerte: «

á los pájaros cantar sus exequias, y referirle

— Ya sé por quién preguntays,

Por Garci Sánchez

Muy poco

dezís...

ha que pasó

Solo por esta

ribera...»

CAPITULO XXIV

Y

Y

I45

estas palabras diciendo

las

lágrimas corriendo,

Se fué con dolores graves. Yo, con otras muchas aves,

Fuemos empos

d' él

siguiendo.

Hasta que muerto cayó Allá entre unas azequias,

Y

aquellas aves y yo

Le cantamos

las

obsequias,

Porque de amores murió:

Y La

aun no medio fallecido,

tristeza

y

el

olvido

Le enterraron de

Y

crueles,

en estos verdes laureles

Fué

su cuerpo convertido.

D'

allí

nos quedó costumbre

Las aves enamoradas

De

cantar sobre su cumbre

Las tardes,

las alboradas,

Cantares de dulcedumbre...

le

Enamorado Garci Sánchez de este tema sentimental y fantástico, repitió con menos fortuna en dos romances, ó más bien compo-

siciones en octosílabos pareados, con villancicos intercalados (i), en esta forma:

Abajé por una senda

A

unos valles

muy

suaves,

Donde oí cantar las aves De amores apasionadas, Sus cabezas inclinadas

Y

sus rostros tristecicos.

Desque

En

vi los

pajaricos

los lazos del

amor,

Membréme de mi

(i

y

Son

números 1876

los

dolor

y 1S77 del Romancero,

de Duran, que los tomó

del Cancionero general y del Cancionero de Romances.

Caminando por mis males; casi

el

segundo Despedido de

una mera variante del primen», y repite

el

Comienza

consuelo. Este

el

primero

segundo es

villancico:

Hagádesme, hagádesme,

Monumento de amores MKHáHDKZ Y

V-íUAlo.

— Presia

casttllan.i.

III.

he...

,,

146

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Y quise

desesperar, cantar,

Mas escuché su

Por ver si podríe entendellas. Vilas sembrar mil querellas

Que de amor habíen

cogido.

cundido

Desque vi así El poder de amor en todo,

Yo tomé desde allí un modo De tener consolación; Dijeles esta razón,

Rogándoles que cantasen, Porqu' ellas no sospechasen

Que quena más de «Cantad todas,

triste son,

Las que hacéis Discantará mi

oillas:

avecillas,

pasión.»

Cuando oyeron mi ruego, Por mis penas amansar, Comenzaron de cantar Este cantar con sosiego: tMortales son los dolores

Que

se siguen del amor,

Mas ausencia es

dolor os duele,

muy más doliente, me hallo ausente,

soy d'él

Porque

si

No tengo

alas

con que vuele.»

Y desque hubieron cantado, Y yo hube respondido, Fué mi dolor conocido Y mi pena por más fuerte. '

Y

En

no estando bien constante el

mi determinar,

Pensando de no acertar, Este cantar comencé:

«¿Adonde

iré,

adonde

¡Qué mal vecino amor

Otra composición

muy

iré?

es!»

celebrada de Garci Sánchez de Badajoz,

histórico que poético, aunque para nosotros tenga hoy más interés cuanto en á su traza y artiser, fué el Infierno de amor, que viene á

CAPITULO XXIV

una alegoría dantesca,

ficio,

cie

147

en cuanto á su contenido, una espe-

y,

de taracea de retazos de diversas canciones de

los

más enamo-

rados trovadores de aquel reinado y de los dos ó tres precedentes,

todos los cuales penaban encantados en aquella especie de cueva de

Montesinos que

mal

draría

el

autor llama Casa de amor, y á la cual no cua-

el título

de Casa de locos de amor, que dio Ouevedo á

uno de sus Sueños. Los galanes treinta, entre los cuales figuran

allí

el

Marqués de

los

Santillana,

de

Gue-

Juan de Mena, D. Diego López de Haro, Jorge Manrique,

Diego de San Pedro, Cartagena,

Hay

número de

nombres tan conocidos como

Macías, Juan Rodríguez del Padrón, vara,

cautivos son en

vizconde de Altamira,

el

etc. (i).

algunos versos graciosos, por ejemplo, los que se refieren á

D. Alonso Pérez: Sepultado entre

Y

las flores,

cantándole un responso

Calandrias y ruiseñores...

y otros que tienen curiosidad biográfica, como los que mencionan heroico guerrero D. Manuel de León, el que sacó el guante de su

al

dama de

la jaula

Guerras

civiles de

de

los leones,

y

es

uno de

los protagonistas

Granada de Ginés Pérez de

Y

vi

más

Entre

De

las

las

á don Manuel

De León armado en

Vide

de

Hita:

blanco.

cuales pinturas

las siete figuras

los

moros que mató,

Los leones que domó,

Y

otras dos mil aventuras

Que de vencido Pero

el

mayor

venció...

interés de este poemita (que es

un centón á

la

manera del Conort, de Francesch Ferrer, y de otras composiciones análogas que en la literatura catalana y en la provenzal abundan), consiste en lo

(1)

de

que tiene de catálogo ó canon de

Esto es en

la

edición del

1527, 1540 y 1557 se añadieron

otros ocho poetas, entre ellos Mexía... Estas añadiduras

el

Cancionero de

los poetas eróticos

1511.

En

ocho estrofas más, con

las

los

posteriores

nombres de

conde de Haro, Lope de Sosa, Rodrigo

no parecen de Garci Sánchez.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Td8

más afamados en

y en

los días del autor,

que nos con-

los retazos

serva de sus canciones.

Por todas estas piezas amatorias, reqüestas, canciones, villancicos

y

así

como por

sus numerosas

común con

dezires, escritos por lo

donaire y soltura, obtuvo Garci Sánchez de Badajoz un puesto de preferencia en

la galería

de

los

poetas del Cancionero, y una reputa-

ción tradicional que duraba todavía en los siglos xvi y xvn, aun en

ánimo de

el

los

jueces más avisados y competentes. El severísimo

Juan de Valdés, en

el

Diálogo de la lengua, cuenta

Sánchez de Badajoz entre

las

que tienen mejor

Lope de Vega, que había hecho

mucho estudio de

Cancioneros, y que no rara vez se inspiró en

las

estilo.

ella,

la

coplas de

Y

el

lírica

gran

de

exclama en

los el

prólogo del Isidro: ¿Qué cosa se iguala á una redondilla de Garci

Sánchez ó de D. Diego de Mendoza}

(i).

Sus versos fueron reprodu-

cidos en colecciones de índole popular

como

el

Cancionero de Ro-

mances, y hasta en pliegos sueltos. Impresas se hallan en esta forma sus Lamentaciones de amores

(2),

que por ser tan extraña composi-

ción y no encontrarse en ninguna de las ediciones del Cancionero,

y por haber sido mencionada con estimación por Herrera en sus Anotaciones á Garcilaso, creo oportuno transcribir á continuación: Lágrimas de mi consuelo, Qu'avéis hecho maravillas

Y

hacéis:

Salid, salid sin recelo,

Y

regad estas mejillas

Que

soléis.

Ansias y pasiones mías, Presto me aveys d'acabar,

Yo

lo fío.

¡O planto de Hieremías,

Vente agora á cotejar Con el mío!

(1)

de

los

El

mismo Quintana, que

tan

desdeñosamente juzga á

poetas del siglo xv, reconoce en

las coplas

la

mayor parte

de Garci Sánchez *mucho

calor y agudeza*. (2)

Las reprodujo Usoz

en .Londres ípágs. 207 y

al fin

209).

del Cancionero de obras de burlas

que publicó

CAPITULO xxrv Ánimas de Purgatorio, Qu'en dos mil penas andáis Batallando:

mi mal os es notorio,

Si

Bien vereys qu' estáis en gloria

Descansando.

Y

que quedáis

vosotras,

Para perpetua memoria

En

cadena,

Cuando mis males

sepáis,

Pareceros ha q'es gloria

Vuestra pena. Babilonia,

La

que lamentas

tu torre tan famosa

Desolada,

Cuando mis Sentirás

ansias sientas,

rabiosa

la tu

Aconsolada. ¡O fortuna de

Que

la

mar,

trastornas mil navios

Á

dó vengo;

Si te quieres amansar,

Ven

á ver los males

Que

míos

sostengo!

Casa de Hierusalcín,

Que

fuiste

por tus errores

Destruida,

Ven agora

Y verás

tú también,

con que

En

te

goces

tu vida.

Constantinopla, q'estás Sola y llena de gente

A Vuelve tu

Viendo

lo

tu pesar;

y podrás, que mi alma siente, cara,

Descansar.

Troya, tú que

Que

En

el

mundo,

Gózate conmigo

Que

te perdiste,

solías ser la flor

triste,

ya llega mi clamor Al profundo.

149

:

Y vos,

císnesT

mendador que había ido á ner ->

la

encomienda y

Passava un día de ayu-

assí.

él

á la sazón estaba, un cierto co-

Roma

por dispensación para poder te-

ser clérigo de missa, lo qual el

comendador

mayor, que se llamaba Plernando de Vega, contradezía; y no ha-

blando en

la

venta qué comer, envió á

la villa

»viase algún pescado. D. Antonio, que sabía

»entre dos platos grandes luego

le

á D. Antonio, le en-

muy

bien

la historia,

envió una copla que dezía:

Ostias pudiera enviar

Dun

pipote que hora llega,

Pero pensara

el

de Vega

Qu'era para consagrar.

Vuessa merced no

De

las

coma,

licencia yo os despido,

Poique nunca dará Roma

Lo que

>Y

aveis de notar

que

ȇ

la

que en aquel Roma está otro primor, que aludió

Doña

reina

niega su marido.

Isabel,

aunque mostraba favorecer »contra

Y go:

la

que tenía al

las

narices un poco romas,

comendador,

al fin

no

lo

favorecería

voluntad del rey su marido.»

contesta un italiano, que es otro de los interlocutores del diálo-

«Yo

os

»más que

prometo que

pedir,

anegamos que

la

copla

y muestra bien

los

el

me

parece tan galana, que no hay

ingenio del que

la hizo.

Al

fin

no lo

españoles tenéis excelencia en semejantes cosas.»

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

I58

No



si

tocante al chiste de

lo

mismo parecer que Juan de Valdés en

todos serán del la

copla de D. Antonio.

juego insulso de palabras, y

me

admira que

Cuenca, tan descontentadizo por

lo

el

común en

A

mí me parece un

severo reformista de sus juicios literarios,

se pasase aquí de benévolo.

Poeta de los más fecundos entre los del Cancionero General, fué

Juan de Tapia

Tapia, persona probablemente distinta del

del Can-

cionero de Stúñiga (i). Parece haber sido grande admirador de Car-

tagena, de cuya excelencia los triunfos

que esto

le

y celebridad en

conquistaba entre

en unas coplas (núm. 697 del

poesía amatoria,

la

y de

damas, da testimonio

las

C. G.):

Porque vuestras invenciones

Y

nuevas coplas extrañas

Levantan lindas razones

Que

á los duros corazones

Abren luego

las entrañas.

Pero vos levays

Porque

la flor:

enamorada

d'arte

D' aqueste amor

infinito,

Nunca echastes tejolada Que la más más arredrada No tome debaxo el hito.

Más de

hemos

sesenta composiciones de Tapia

llegado á ver;

pero, en general, son de corta extensión y poca novedad, versando

sobre los más usuales tópicos de

en

el

Cancionero tantas muestras.

cierto diálogo entre

Tapia y

el

galantería cortesana, de que

la

Una de

Amor, que

las

hay

mejor versificadas es

se le presenta

Vestido como estranjero. En forma de gentil-hombre Cortesano.

(1)

Hay

entre los versos del Tapia del Ca)icio?iero General, uní pregunta á

Cartagena, una canción á un amigo suyo que partía á la guerra del otra á D. Diego la

Ampwdán,

López de Ayala, sirviendo en Alhama como soldado durante

guerra de Granada,

parece que basta para florece el segundo.

y,

finalmente, un

fijar la

epitafio á

distinción entre

César Borja; todo

ambos poetas y

la

lo cual

fecha en que

CAPITULO XXIV El poeta estaba á

la

sazón sin amores, pero

de buscarle una dama á quien

Flor de todas

las

(i), dirigió

se encarga

mujeres,

se declara en otras

Tapia muchas composiciones, llenas de requiebros

procurando conquistar su afecto por medio de una

gentilezas,

y

Amor

ninguna...

que era de Guadalajara, según

esta señora,

coplas

el

sirva,

Más hermosa que

A

I59

prima suya que

la servía

que era dama de

de doncella,

Xo

alta guisa (2).

bellezas de la corte, ni de

poner su

gos, pintando, por ejemplo,

el

lo cual

parece dar á entender

por eso dejó de celebrar á otras

musa

fácil

de sus ami

al servicio

desconsuelo en que con

la

Doña Mencía de Sandoval quedaron sus servidores, entre figuraban

de

el

Castilla;

duque de Alba, D. Fadrique de Toledo,

el

partida de los cuales

Almirante

D. Manrique de Lara, D. Diego Osorio, D. Alvaro de

Bazán y D. Diego de

Castilla.

Pero por mucho que apurase

mi

su amiga, nunca en esta poesía artificiosa

las hi-

y mi Dios á y amanerada acertó con

pérboles eróticas, hasta llamar continuamente

bien

verdadero tono del sentimiento, que sólo por excepción alcanza

el

en

la

glosa que hizo del viejo

y bellísimo romance de Fonte frida,

engastando con bastante habilidad

los versos

entre los suyos propios. Tiene, además, Tapia, sido

de la

la

canción popular

curiosidad de haber

poeta bilingüe (italo-castellano) y de haber cultivado, aun-

que no en su propio idioma,

mente son de

él



en

metro endecasílabo;

y no de algún homónimo suyo

ciones en tercetos que, no en neral, pero

el

las

la

las

si

es

que

real-

cinco composi-

primera edición del Cancionero Ge-

de Toledo, 1527,

Sevilla, I5-4A

y

? n todas las

posteriores se leen. El autor de estas poesías, que lo fué también de

Irés-á Guadalajara,

(1)

Do

veres la hermosura

Cuya

vista cuesta cara...

(Núm. 828 (2)

Núm.

del C. G.)

845:

Doncella de aquel Dios mío,

Verdadera prima mía, Señora de quien se

Lo que

á

fía

mí mismo no

fío...

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

60

un

epitafio á la sepultura del

Duque

Borja, parece haber vivido hasta

V, por

los

Valentino, es decir, de César

muy

entrado

el

período de Car-

no nos atrevemos á afirmar su identidad con

lo cual

el

Tapia del Cancionero de Valencia. El quinto de sus Capitoli no carece de valor poético, y para obra de un extranjero es realmente

además un documento muy

notable, siendo

la

primera mitad del

las

que

siglo xvi v intimidad

tomeu

los diez

Gentil, que,

y

seis

sonetos religiosos de un cierto Ber-

por su nombre, y aun por

á sus versos,

parece catalán ó valenciano.

sido impreso

modernamente en

Italia,

de un manuscrito de sus poemas

la fe

litano B. Croce,

por

B. Gentil, así

semejanza de

paso que no ofrece ninguna con

cuanto por el

1 5

con las

10, apenas

Tansillo, sobre

erudito napo-

el

(I) se inclina á

de

puestas

de estos sonetos ha

pero

líricos,

creerle de

quince restantes,

los

al

rimas de aquel poeta, el

Cancionero, cuando

empezaba

á darse á conocer

fecha en que aparece impreso en

la

Tansillo, nacido en

como En

Uno

estilo el

las rúbricas

como obra de

en un escrito reciente la

mismo Can-

salir del

de 1527, hay otros ejem-

cionero, pero sólo á partir de la edición

como son

la es-

dos penínsulas en

se manifestaba por el

uso promiscuo de ambas lenguas, del cual, sin

plos,

para probar

útil

trecha intimidad en que vivía la literatura de

poeta.

glosar y contrahacer romances viejos, aplicándolos á diverso

como en componer otros originales de carácter puray por lo común amatorio (que son los llamados roman-

propósito, así

mente lírico,

ces de trovadores),

acompañaron á Tapia otros ingenios

del Cancio-

nero General, dando testimonio todas estas imitaciones, glosas y parodias, del favor creciente que la canción popular, antes tan desdeñada, empezaba á cobrar entre los poetas cultos. Reservando para lagar

más oportuno,

literatura del

de

es decir, para el tratado

apreciación de este fenómeno, uno de los

tiempo de

los

Reyes

más

los

Católicos, no

debemos omitir

nombres de Francisco de León, de Lope de Sosa, de rós,

(1)

romances,

la

característicos de la los

Pinar, de Qui-

de Soria, de Cumulas, que glosaron ó contrahicieron, entre

Di alcuni

versi italiani di ciuiori spagnuoli dci seco/i

XV e

Rassegna Storica Napoletana di Lettere ed Arte, Ñapóles, 1894.)

XVI. (En

la

CAPÍTULO XXIV otros romances,

r-1

del

Conde Claros

l6l

(éste hasta tres veces), el

de Yo me era mora Moraima,

Rosajresca,

el

r andarte', el

de Digásme tú

el /¿ermitaño,

y

el

de

de Durandarte, Dn-

otros.

También Diego

de San Pedro y Nicolás Núñez, de quienes hablaremos después, se cuentan en

más de

el

número de

estos glosadores ó remedadores. Pero ade-

hay en

este género de trovas,

el

Cancionero,

si

bien en es-

caso número, romances artísticos originales y no siempre desgraciados,

de Soria, de Núñez, de D. Juan Manuel, del Comendador

Alonso

Ávila, de Juan de Leyva, de Garci Sánchez de Badajoz, de

de Proaza, de Juan del Enzina, de Durango, de D. Pedro de Acuña, y

aun de algunos caballeros valencianos y catalanes, como don

Alonso de Cardona y D. Luis de

muy

restante de

él, los

de Leyva á

En

ellos

esta pequeña, pero

predominan, como en todo lo

asuntos eróticos, pero no de

que no alternen con el

Castellví.

curiosa, sección del Cancionero,

modo

como

algún romance puramente histórico,

muerte de D. Manrique de Lara y

la

tan exclusivo

el

de Juan del

Enzina á la muerte del Marques de Coirón; alguno descriptivo y panegírico, como el de Alonso de Proaza en loor de la ciudad de Valencia;

alguno de asunto clásico,

Mcnelao, y aun alguno religioso,

como el de Soria Triste está el rey como el de la Pasión, que comienza:

Tierra y cielos se quexavan...

composición afectuosa y patética en extremo. Pero, en general, los trovadores prefieren para sus romances la enfadosa forma alegórica impuesta por

de

el

la literatura,

gusto dominante en aquel siglo á todas

y

se

complacen en una afectación

cada de pensamientos que de puro este la

como

atribuye á un D. Juan Manuel

(i),

(i)

Pudo

blemente

el

el

tema

del

veces

el caballero,

roman-

que

Castillo

romance

halla.

Otras veces

viejo, y á su

modo

ser el poeta portugués del Cancionero de Resenic, ó

le

el

castellana.

III.

glo-

amplía

más proba-

caballero castellano favorito de Felipe el Hermoso.

Mihkxdkx r Peuato. — Potiia

de

el

pero que conocidamente es obra

de Juan del Enzina, en cuyo Cancionero se sador entra en

A

felices reminiscencias

sucede, verbigracia, en

ce verdaderamente notable Gritando va

ramas

las

y alambi-

sutiles se quiebran.

mal gusto se templa ó modifica por

genuina poesía popular,

pueril

n

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

62

1

y

modo

parafrasea, de un

siempre con infidelidad

lánguido y verboso, es cierto, pero no

al espíritu

de

canción primitiva, ya que

la

no conserve su vigorosa rapidez. Por todas estas razones,

como

ces del Cancionero, así los originales

una de

las

más notables

cosas que en él hay,

muchos de

los

romances que están en

son

y merecieron este elo«Tengo por bue-

gio de Juan de Valdés en el Diálogo de la lengua: s>nos

roman-

los

los contrahechos,

Cancionero General,

el

»porque en ellos me contenta aquel su hilo de dezir, que va continuado y llano, tanto que pienso que los llaman romances porque »son muy castos en su romance.»

Son también

gala del Cancionero algunos diálogos, de corte bas-

tante dramático y de suelto y apacible el

de D. Luis Portocarrero, en

mo ra

poeta y su dama,

el

el

estilo,

descollando entre ellos

cual intervienen,

hermano de

ésta

además del mis-

Lope Osorio, y una

de sus amores, llamada Jerez. El diálogo es propio de

la

terce-

buena

comedia; y por lo fácil y animado, y por la sal y el donaire con que está escrito, recuerda los mejores que en la Propaladla de Torres

Naharro pueden

Más

leerse.

que no aparece todavía en

la

larga

y trabajada composición

es un;i

primera edición del Cancionero (donde

hay, no obstante, otros versos de su autor)

la

Queja que

Comen-

el

dador Escrivá da á su amiga ante el Dios de Amor, por modo de diálogo en prosa

y

verso,

formando todo

górico-sentimental, parecida en algún

ello

una corta novela

modo

á

El Siervo

ale-

libre de

amor, de Juan Rodríguez del Padrón, que conocemos ya, y á Cárcel de Amor, de Diego de San Pedro, que estudiaremos

la

muy

pronto. Los versos no carecen de mérito, dentro de su género con-

ceptuoso, y también en

buscar

(i)

el

la

prosa se nota cierto aliño y esfuerzo para

número y armonía que en

ella

caben

(i).

Era Escrivá va-

Véase, por ejemplo, este pasaje bastante agradable, á pesar de ciertas

afectaciones retóricas:

cEsperaba con estremo deseo »

mandó en

»que suelen

vina

los

la

venida del dichoso nuncio, cuando

cerrada nube con melodiosos cantares llevarme; y

rayos de Febo, relumbrando, esclarecer

un campo tan

llorido,

que mis sentidos, ya muertos,

dientes olores resucitaban: cerrado

«encima de

las

el

el al

día,

el

al

yo

Amor

tiempo

me

hallé

olor de tan exce-

derredor de verdes é

altas

montañas,

qualcs tan dulces sones se oían, que olvidando á mí,

la

causa

CAPÍTULO XXIV

163

leridano, y, en este género de prosas poéticas entremezcladas de ver-

parece haber seguido las huellas de Mosén Ruiz de Corella (Tra-

sos,

gedia de Caldesa, Historia de Biblis, Historia de Leaiider y de Hero...)

y de otros que en catalán neció Escrivá

al

las

componían

xv. Perte-

al finalizar el siglo

grupo, ya entonces bastante numeroso, de los poetas

y en el mismo Cancionero dejó muestras de versos cataaunque son mucho más notables los que andan fuera de él,

bilingües, lanes,

especialmente en

colección barcelonesa que lleva

la

de Jardinet d'Orats (Huertecillo de los

lo

Comendador

Escrivá (que fué Maestre Racional del

su embajador en Corella

1

497 ante

la

y con Fenollar, y otros trovadores de

como

Paris, ya sagrados,

como

los

Rey

títu-

aparece

el

Católico y el

mismo

más notables de

la visió deljudici de

de passió de Iesn Christ,

las Cobles fetes

composición notable por su vigor poético y por versificación

extraño

Santa Sede) alternando con

última época, ya en asuntos profanos,

la

el

locos). Allí

la

excelencia de su

(i).

Puede dudarse que

Comendador Escrivá de

el

los

cancioneros

y catalanes sea el mismo Ludovico Scrivá, caballero vaque en 1537 dedicó al Duque de Urbino, Francisco María

castellanos lenciano,

Feltrio de Roure, el

Veneris Tribunal, rarísima novela del géne-

ro alegórico-sentimental,

estando todo

lo

que no tiene en

latín

más que

el título,

restante en lengua castellana, con hartas afectacio-

»de mi venida olvidaba; mas después de cobrado mi juicio, por

lo

poco que

»mi alma en alegrías descansaba, maravillado de cómo tan súbitamente en »tan placible é oculto lugar

resta, en medio de

la

adentro tan suave armonía «concertadas voces en »claro é

muy

caudal

>nn viejo barquero

me

hallase, volví los ojos á todas partes

de

la flo-

monte de floridos naranjos, é de aves que volaban, al dulzor de tan

qual vi un pequeño fazian,

el aire

río,

á

que

las

pasaban: circuido

la orilla

al

derredor todo de un

del qual llegado, vi

muy

un pequeño barco que

regía.»

Esta composición alegórica apareció en el Cancionero de Toledo de 1527. (1.)

La compusieron por estancias alternadas Fenollar y Escrivá (Vid. Milá literarios, tercera serie, tomo vi de sus Obras, pági-

y Fontanals, Opúsculos

na

399).

Con ces,

bl título

de Contemplado á Jesús Crucifficat ha sido impresa varias ve-

juntamente con La Passió en

cia, i493> Í5 18

.

'5 6 4-)

cobles

de Fenollar y Pere Martínez (Valen-

:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

164

y pedanterías de

nes

que hacen de

estilo,

taciones de la Cárcel de Amo?'

demás obras

ella ni sus

(i).

Pero

han valido

le

ella

una de

realmente

si

las

peores imi-

la escribió,

celebridad que logra

la

ni

hoy

solamente por los cuatro primeros versos de una canción, cuyo texto

más antiguo y

así,

en

aunque no sea

autorizado,

Cancionero de Valencia de

el

el

más conocido,

dice

1 5 1 1

Ven, muerte, tan escondida,

Que no Porqu'

te sienta

conmigo,

gozo de contigo

el

No me torne á dar la vida. Ven como rayo que hiere, Que hasta que ha herido No se siente su ruydo, Por mejor herir do quiere

(2).

Assí sea tu venida, Si no,

desde aquí m'obligo

Qu'el gozo que avré contigo

Me

dará de nuevo vida.

Generalmente se citan estos versos, no en su lección primitiva, sino en la

que tienen en

el

Romancero General de 1614, de donde

copió Cervantes, consagrándolos para

en boca de

la

Condesa

inmortalidad con ponerlos

la

Trifaldi (Parte 2.

los

a

cap.

,

xxxvin del Quixote):

Ven, muerte, tan escondida,

Que no

te sienta venir;

Porque

el

No me (1)

lleva

placer de morir

torne á dar

la vida...

Sólo dos ejemplares he alcanzado á ver de este rarísimo libro, que

en

el frontispicio

grabado, en que aparecen varias figuras desnudas,

el

de Vemris Tribunal, y el nombre del autor, y en la última hoja tlmpressa en la nobilissima Ciudad de Vcnecia: á los doze dias del tnes de

solo título dice:

Apríl: del

año de nuestra redempcion de

Al.

D.

XXXV II per Aurelio Pincio

Vene-

ciano público impressor. 8.° Gót. 4 hojas preliminares, 67 folios y una blanca.

[En 1902,

el

ilustre bibliófilo

norteamericano Mr. Archer M. Huntington,

ha publicado una excelente reproducción en facsímile, dedicada á Mencndez. y Pelayo, del Veneris Tribunal. (A. B.)] (2)

De

estos versos parece

aquellos otros suyos:

que

se acordó el autor de

_. .. ,, ...¿Oh Muerte, ven callada ,

Como

sueles venir en la saeta—

la

Epístola moral en

CAPÍTULO XXIV

Fué glosada

Vega en

entre otros, por Lope de pular,

muchas veces

esta copla

que Calderón sacó de

haciéndola cantar en

ella

165

á lo divino

y

á lo

humano,

Runas Sacras; y era tan po-

sus

un poderoso efecto dramático,

escena más capital y trágica de El Tetrarca

la

de Jerusalén. Otras composiciones ligeras del Comendador Escrivá tienen, en su género delicadamente conceptuoso, un sabor análogo al

de los madrigales

Sirva de ejemplo este principio de

italianos.

unas coplas suyas, porque vida á su amiga peinándose al

Yo

vi al sol

que

s'

sol:

escondía

D' envidia de unos cabellos,

Q'á

A A

dos nos pesó vellos:

los

porque su

él

mí en ser

luz perdía,

tan lexos d'ellos...

Otras veces, con ausencia de verdadero pensamiento, y sólo por el rodar ingenioso

to

lírico,

de

la versificación,

llega á producir

un vago

efec-

ó más bien musical, por ejemplo, en este villancico: ¿Qué

corazón mío?

sentís,

¿No



¿Qué mal

¿Qué

dezís?

es el

que

Cuando mi señora

Que

sentís?

sentistes aquel día, vistes.

perdistes alegría

Y descanso ¿Cómo

á

¿No

¿Dónde

despedistes?

mí nunca

volvistes?

dezís?

estáis

que no venís?

¿Qué es de vos que en mí n'os

hallo?

¿Corazón, quién os agena?

¿Qué

es

de vos, que, aunque

Vuestro mal tan bien ¿Quién os ató á

tal

me

me

callo,

pena?

cadena?

¿No dezís?

¿Que mal es

el

que

sentís?

Estos versos no dicen nada, en rigor, pero es necesario ser ente-

ramente ajeno

al

encanto del ritmo, para no sentir

mente halagado con

ellos;

y de esto hay bastante en

el

el

oído dulceCancionero

General, y es sin duda un elemento artístico nada despreciable.

Comendador como

Escrivá, aunque de distinta orden militar, fué

)

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

66

Román, y su de

él

título

poesías de

anda unido constantemente á su

muy

diverso

apellido.

Quedan

unas, insertas en el Cancionero

estilo:

General, otras, publicadas aparte en pliegos sueltos de gran rareza.

Las que hay en

común de bien en la

el

Cancionero General, son todas profanas, y por lo

donaire, perteneciendo algunas á la sección de burlas,

más honesta acepción

del vocablo. Tales son las coplas en

que graceja con su amiga porque puso contra

el

llamó feo, ó

le

los

versos que com-

Ropero de Córdoba, motejándole de judío, con mucha

copia de picantes apodos y chistosas alusiones á los

y

si

supersticiones del pueblo de Israel

(i),

llamando

ritos, al

ceremonias

pobre Antón

de Montoro «pariente de Benjamín» y «hermano de D. Santo», «.circuncidado por vite

mano

del Rabí»,

y ofreciéndole por suculento con-

de boda, Adafina de ansarón,

Que

coció

la

noche toda

Sin tocino.

Que Román

hacía ya versos en tiempo de Enrique IV, consta por

haber dedicado á ción del

mente tizando las

la

Reina Doñajuana una glosa suya de cierta can-

Duque de Alba, de quien

lo fuese,

se titula criado, ó

porque

real-

ó por rendimiento cortesano. Pero que siguió poe-

mucho tiempo después,

comprueba

lo

la

más importante de

composiciones suyas que á nosotros han llegado, es á saber, las

Décimas al fallecimiento del Príncipe D. Juan, malogrado primogénito de los

Reyes Católicos, con

vinieron á deshacerse en

humo

la

acelerada muerte del cual en 1497

las

mejores esperanzas que por ven-

Bien sabréys decir Tebá,

( 1

Según vuestra

fe

decora

Que tratays: ítem más también

Y

Sabá,

adorar siempre la Tora

Quando

orays.

Pariente de Benjamín,

Hermano de Don

Y

Santo,

por fama

Sabréys dezir Gerubín

Y jurar

al

En

Dio el

sin

espanto

aljama.

(Núm, 993

del Cancionero.)

CAPÍTULO XXIV tura han florecido en historia

intérprete

campo

el

De

de España.

tan glorioso

aquel grande

como

infortunado de

la

universal dolor se hizo digno

y

Comendador Román en una

el

167

elegía

ciertamente

(i),

desigua!, pero esmaltada de graves pensamientos

flexiones sobre la vida

de Jorge Manrique y fica del

y melancólicas rehumana, que unas veces recuerdan las coplas de su

las

tío

Marqués de Santillana en

D. Gómez, y otras el

caciones históricas de su Comedieta de Ponza.

hay rasgos de una aldabadas en

la

fantasía lúgubre: la

puerta del Príncipe:

En

la

manera

la

Doctrinal de Privados, ó

la

filosó-

las

evo-

Y juntamente con esto,

Muerte que viene

á dar recias

cueva escura donde

éste,

yace,

qual do están colgados

Paños de ricos brocados,

Mas

tiene por vuestra plaga

Mucha tierra que deshaga Sus miembros tan delicados... Intervienen en esta obra les

muchos y diversos

y otros alegóricos, estableciéndose entre

personajes, unos rea-

ellos cierta

manera de

diálogo.

Pero no por eso se ha de considerar como obra dramática,

mucho menos lloró la

misma

lo es la

Tragedia Trovada en que Juan del Enzina

catástrofe en setenta

y ocho octavas de

los

Cancioneros, aunque sean

e!

tico

Sevilla

posee

el

Marqués de Jerez de

mayor.

mejor fundamento de

lama poética de su autor, pertenece actualmente á

que en

arte

Comendador Román,

El único ejemplar conocido de estas coplas del

(1)

que no aparecen en

ni

!a

la

riquísima colección

Es un pliego gó-

los Caballeros.

de ocho hojas á dos columnas, con este encabezamiento en letras capitales

negras:

— Esta obra es

sobre el ¡fallecimiento del Príncipe ?mestro se

gloria aya: liizola el co /

mendador rromán criado de

Reyes

los

/

¡

ñcr que santa

nuestros señores.

Las décimas son ciento dos. Se ha hecho de esta pieza una lindísima reimpresión de quince ejemplares numerados:

— Décimas al fallecimiento del Principe Doji Juan, por {siglo

XV). Ahora

Gómez Imaz. En

nueva?//enie reimpresas con

Sevilla.

En

el

Comendador A'jmdti

una carta prólogo por ü. Manuel*

la ojicina de E. Rasco.

Año

Sirve de complemento á un precioso opúsculo del

de jSqo.

mismo

Sr.

Gómez

titulado Algunas noticias referentes al fallecimiento del Principe D.

yepulcro de Fr. Diego Deza, su ayo (Sevilla, Rasco, 1890).

Imaz,

Juan y al

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

68

Ni fueron éstas

las

únicas poesías consagradas á tan lúgubre acaeci-

miento, bastando citar chiller

de

la Pradilla,

Domingo de

la

como de

las

catedrático de

mejores

Ba-

elegía latina del

la

Humanidades en

la villa

de Santo

Calzada, discípulo de Antonio de Nebrija, y mejor

versificador en la lengua clásica que en

la

nativa

(i).

La obra de Román que más dio á conocer su nombre entre sus contemporáneos, fueron

las

Trobas de la gloriosa pasión de Nuestro

Redentor Jesucristo, acabadas por mandamiento de los Reyes Católicos (2).

Pero nunca logró esta mediana paráfrasis del texto evan-

La

obra del bachiller de la prad/lla, calhe.drático de sancto domingo en

(1)

gramática, poesía y rhetórica.

de 33 hojas sin foliar. de este rarísimo opúsculo, y transcribe algunos trozos déla Gómez Imaz, en el primero de los opúsculos ya citados.

4.

gótico,

Da

noticia

gía, el Sr.

El Bachiller de

es autor, además, de cierta pedantesca Égloga

la Pradilla

Real... sobre la venida del

muy

qual compuso primeramente en

gua castellana

ele-

alio

y poderoso Rey y Señor el Rey D. Carlos... ¿a y por más servir á S. A. la convertid en len-

latín,

trobada. Presentóla en la

muy

noble villa

de-

Valtadolid en fin del

mes de Deciembre del año próximo de 547. Introdúcense cuatro pastores, Tele/o, Guilleno, Crispina y Menedemo: los guales, después que han hablado algunas cosas

alabanza de

e?i

S. A.,

provocan á

los estados de los

hispanos á que vengan

besar las manos, como vienen, y el I)ifante primero. Enxe'rense ciertas coplas en loor de la

A

muy Esclarecida Señora Infanta Afadama Leonor, Rey

Va en pastoril

tugal...

esta

(sic)

de Por-

y de arte mayor. 4. 45 hojas góticas. composición bilingüe, acompaña un largo é indigesto comentario en estilo

prosa.

En

el

Regisirum de D. Fernando Colón se citan otras dos piezas, hoy des-

conocidas, del

mismo

autor:

La Obra

del Bachiller de la Pradilla, cu coplas la-

(mas y españolas, de la venida del Rey D.

Felipe

y Doña Juana; y Coplas en

pañol del Bachiller de la Pradilla sobre la elección del obispo de Calahorra.

es-

Una

y otra se vendían ya en 1511. [Véase, en tículo

la

Revista critica hispano-americana, Madrid,

de A. Bonilla: Fernán López de Yanguas y

el

1915,

1,

44, el ar-

Bachiller de la

Pra-

dilla. (A. B.)].

Trobas de la gloriosa pasión de nro. redentor Jhu. xpo. enderécenlas á

(2)

muy

altos serenísimos

y muy poderosos

can de la cena de nro. Salvador Jhu. misterio

los reyes nros. señores, las guales

Por que no

se

los

comien-

pensó hazer más de aquel solo

y después por mandamiento de sus altezas fue acabada la dicha pasión,

hechos por el comendador

Román

su criado. (Al

Vazqs. Folio, gótico, á dos columnas.

fin.)

En

tolcdo en casa de

Juan

CAPÍTULO XXIV

169

gálico tanto favor entre las gentes piadosas

Cartujano Padilla, ó

como

como

otra versión métrica de

Retablo del

el

la

Pasión, que en

descargo de sus muchas prosas y versos profanos y amatorios com-

puso uno de

los

más notables ingenios

del siglo xv, de cuyas obras

paso á dar rápida cuenta.

Llamóse Diego de San Pedro, y de su persona poco sabemos, salvo que fué regidor de la ciudad de Valladolid y que anduvo al servicio del

nombre va

al

conde de Ureña y del Alcaide de los Donceles. Su frente de una de las novelas más famosas del siglo xv,

curioso ensayo del género sentimental con mezcla del alegórico y del caballeresco,

es la Cárcel de

digno de

y con interpolación de epístolas y

Amor,

libro

serlo, siquiera

más célebre hoy que

por

la

discursos. Ta!

leído,

aunque muy

viveza y energía de su prosa en los

trechos en que no es demasiadamente retórica. Fúndense en esta singular composición elementos de

minando entre

ellos el

de

mera manifestación había guida por

á

las

la

la

muy

varia procedencia, predo-

novela íntima y psicológica, cuya prila Vita Nuova de Dante, se-

sido en Italia

Fiammeta de Boccaccio, libro^que

corría ya traducido

lenguas castellana y catalana en los días de nuestro autor. Pero

á semejanza de Juan Rodríguez del Padrón, cuyo Siervo libre de

amor

parece haber conocido también, ingiere Diego de San Pedro en

cuento de

los

el

amores de su protagonista Leriano (que quizá son,

aunque algo velados,

los

suyos propios), episodios de carácter en-

teramente caballeresco, guerras y desafíos, y durísimas prisiones en encantados; diserta prolijamente sobre

castillos

sexo femenino, tema vulgarísimo en glo xv;

y

lo

cual

las

la

influencia dantesca

no es menos digno de repararse

parte de

con tanta frecuencia, la

pasión del héroe, y aun

con que

la

al

novela acaba,

nuevo

el

la Cárcel.

empleo de

la

Kn

la

forma

que puede decirse que una gran

novela está compuesta en cartas:

tintas lúgubres del cuadro,

así

que trascendía aún á todas

ramas del árbol poético cuando se escribió

epistolar,

excelencias del

literatura cortesana del si-

envuelve lodo en una visión alegórica, dando

testimonio de las

la

lo cual,

unido á

las

y á lo frenético y desgraciado de la suicidio

(si

bien lento y por hambre)

hace pensar involuntariamente en

Werther y en sus imitadores, que fueron legión en

las

el

postrimerías

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

T70

del siglo pasado (i)

y en

cual dice en su prólogo es

el

los albores del actual.

se ocultó á la erudición

que no

al

y

Cancionero de Burlas: «La Cárcel de

suele incluirse la Cárcel de

producciones del reinado de D. Juan cerse de que no

pudo

todavía los

más el

1

465) en que empezó á

de-

al

tiempo

Católicos.

autor que, yendo perdido por unos valles hondos y obs-

»feroz de presencia

manera de

escudo de acero

encuentro «un caballero

salir á su

como espantoso de salvaje»,

muy

el

fuerte,

muy

entallada en una piedra

todo de ca-

mano

izquierda un

cual llevaba en la

y en

derecha «una imagen femenil,

la

encadenado detrás de

minante que se apiade de

él.

Hácelo

sin algún sobresalto; y, vencida

mañana,

que no era

clara». El tal caballero,

un cuitado amador,

sí á

así

una agria

el

Amor»,

llevaba

cual suplica al ca-

Diego de San Pedro, no sierra, llega, al

despuntar

una fortaleza de extraña arquitectura, que es

á

sima cárcel de amor, simbolizada en

assi

vista, cubierto

otro que el Deseo, «principal oficial en la casa del

la

la

los Donceles, retrasa

fecha del libro, que no puede ser anterior

curos de Sierra Morena, ve

»bello á

las

basta leerla para conven-

ser escrita antes de

Diego Hernández, alcaide de

la

Reyes

Finge

>•
que puse en otro tractado que vio mió»? Brunet describe otra edición del Arnalte y Lucenda, también de Burgos, y

no menos rara que la precedente: Tratado de Arnalte y Lucenda por elegante y muy gentil estilo hecho por Diego de Sant Pedro y enderescado a las damas de reyna doña Isabel.

la

En

el

qual hallarán cartas y razonamientos de amores

de mucho primor y gentileza segü?i que por él verán. (Al

fin):

Aquí

se

acaba

ti

Burgos por

y Lucenda... agora postreramente impresso en Alonso de Melgar. 4. 28 hojas de letra de Tortis.

libro de Arnalte

,

A juzgar

por esta portada,

Lucenda deben de ser

las

las

formas artísticas empleadas en

mismas que en

la

el

Amalle y

Cárcel de Amor, es, á saber: car-

tas y razonamientos.

Cítanse también ediciones de Sevilla, 1525, y Burgos, 1527, y traducciones francesa de Nicolás Herberay des Essarts (famoso intérprete del Amadís), é italiana [El

de Bartolomé Marraffi, una y otra impresas varias veces. Foulché-Delbosc ha reimpreso el texto de la edición castellana

Sr.

citada por Brunet, en

la

Revtie Hispanique,

tomo xxv, año

191

1.

(A. B.)].

CAPITULO XXIV

179

algunos atribuyen también á nuestro autor, pero que más bien parecen de Juan de Segura

amor de un

(i), lo

cavallero llamado

Medusina, en que intervienen

mismo que

Lusiudaro

y

los prestigios

Quexa y aviso contra

la

los casos

y

de la hermosa

magia de una he-

la

chicera de Tesalia; el Veneris Tribunal, de Luis Escrivá; ción de amores, de Lucena, en

su amiga, donde rabella,

que se parodia

escolásticas; el Tractado compuesto

clusiones

y

se contiene el triste fin

Torrellas

la disputa de

el

la

método de

Repeti-

las

con-

por Juan de Flores á

de los amores de Grisely Mi-

y Brasayda

sobre quien

da mayor

occasion de los amores, los hombres á las mujeres ó las mujeres á los

hombres,

Amorosa

la

Hungría, y

la

historia de Aurelio

de Grimalte

y

é Isabela, hija del Rey

Gradissa, compuesta por

Flores, célebre la primera de ellas por haber sido citada

de

las

fuentes de

La

Tempestad, de Shakespeare;

el

d.e

el mismo como una

Libro de los ho-

y Ginebra, de Hernando Díaz, y otros que seguramente habrá, y que por el momento no recuerdo. Aun después de terminada su propia elaboración, que dura toda

nestos amores de Peregrino

primera mitad del siglo

la

xvi, este

género de novela erótica se com-

bina en varias proporciones con los tipos afines, así con

amores y de

bizantina de

viajes,

modelada sobre

el

la

novela

ejemplar de

Heliodoro (Clareo y Florisea, Selva de aventuras, Persiles y Sigis-

No ha habido más

(1) so,

razón para atribuir

que un pasaje de sus versos sobre

el



Diego de San Pedro

el

Proce-

Desprecio de la Fortuita, en que se

arrepiente de aquellas cartas de amores, escritas de dos en dos, lo cual bien pue-

de aplicarse

al

Arnalte y Lucenda, donde hay varias cartas, lo

mismo que en

Cárcel de Amor.

la

El epistolario en cuestión más bien parece de Juan de Segura, cuyo nom-

bre lleva en

que no en tegro

el

la

las

ediciones de Toledo, 154S; Alcalá, 1553; Estella, 1563, aun-

de Venecia, por

Giolito, 1553, apreciabilísima

por contener ín-

Diálogo de las condiciones de las mujeres, de Cristóbal de Castillejo,

las

Cartas de Blasco de Garay, y otros opúsculos.

Juan de Segura, siguiendo rías,

de

el

ejemplo de

los autores

de libros de caballe-

supuso traducidas del griego sus cartas; pero no corresponden á ninguno

los epistolarios eróticos

de

la

antigüedad: Processo de Cartas de Amores,

que entre dos amantes passaron... Con una caria de un amigo á otro, pidiéndole consuelo.

Mas una

quexa y aviso contra amor. Traducido del

nuestro polido castellano, por

Juan de Segura

estilo griego

en

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

8o

como con la pastoral italiana, notándose por primera ver la conjunción de ambos géneros (que, con venir de distintos orígenes, coincidían en el mismo falso concepto del amor y de la vida), munda...),

en

el libro

portugués de

conocido con

Saudades, de Bernardim Ribeiro, más

las

de Menina é Moga. Tal importancia histórica

el título

libro

la Cárcel de Amor, y por eso nos hemos detenido tanto en un que para el gusto de la mayor parte de los lectores de ahora

tiene

que resultar algo soñoliento.

tiene

Además de

la

Cárcel de

Amor

y del Arnalte y Lucenda, compuso

Diego de San Pedro otras muchas obras profanas en verso y prosa, que le dieron entre los donceles enamorados grande autoridad y magisterio, piadosas,

aunque fuesen miradas con ceño por que justamente se escandalizaban de

y nuamente Dios

á su

las

personas graves

oirle llamar conti-

dama, y comparar su gracia con la divina, y y vicisitudes de su amor la conme-

aplicar profanamente á los lances

moración de

las principales festividades

de

la Iglesia.

Así, en

Do-

mingo de Ramos, exclamaba: Cuando, señora, entre nos

Hoy

la

Passion se dezía,

Bien podes creerme vos,

Que, sembrando Nnsció

y en

el

día de Pascua

el

de Dios,

la

dolor de

la mía...

de Flores: Nuestro Dios en este día

Las

tristes

Mas

la

En

almas

fuego do

el

libró;

mía, porqu'es mía, solía

Se quedó...

y en

el

Domingo de Cuasimodo: Una

maravilla

vi

Sobre quantas nos mostraron:

Grande ha sido para mí

En ver que

n'os adoraron,

Pues estábades

y

llegaba, finalmente, al

rando

lo

ahí...

colmo de

la'

que llamaba su pasión con

irreverencia sacrilega,

la

del

Redentor

del

compa-

mundo:

CAPÍTULO XXIV

I

Si

Avedme ya compasión; No muera con falta d'ella, Por amor de

De quien Como yo,

la

Pasión

quiso padescella sin merescella.

Trovó, además, insípidamente algunos romances diando

el

de Yo m'estabd en Barbadillo en Yo

miento,

y

el

de Reniego de

ti,

Makoma, en Reniego de

también alguna composición de burlas, no de de



mas grosero que en

lo

el

lo

viejos,

m 'estaba más

ti,

amor. Hizo

ingenioso, pero

Cancionero se lee (núm. 989), y co-

ronó todos estos atentados poéticos suyos contra

el

buen gusto y

buenas costumbres, con un cierto Sermón, en prosa, «.porque

las

unas Señoras que

jeron

le

deseaba)! oir predicar». Este Sermón,

imprimió suelto en un pliego gótico y se halla también

se

paro-

en pensa-

algunas ediciones de literario

que

la

di-

que

al final

de

Cárcel de Amor, apenas tiene otro interés

haber servido de modelo á otro mucho más dis-

el

creto y picante que puso Cristóbal de Castillejo en su farsa Cons-

como

tanza, y que

en

a

\

las

que

Fray Nidel de

la

Orden de

Tristel.

enterró completamente

tillejo,

os obra

impreso muchas veces, el

nombre

y no poco mutilado), ya en ediciones populares en

autor usó los seudónimos de

el

ha

obras de su autor (aunque en éstas con

Capítulo,

;e

pieza aparte se

desmayada

y

sin el

al

1-21

El Menor de Aunes y de Sermón, en verso, de Cas-

de Diego de San Pedro, que

menor gracejo, como dice con razón

Gallardo. Todo se reduce á parodiar pobre é ineptamente

la traza

y disposición de los sermones, comenzando por una salutación al Amor, explanando luego el texto In patientia vestra sustinete dolores vestros, y contando,

Píramo y Tisbe

está

encontró gracia ante

mal tratado por

la

de

la

— Muy bien

hay en

él,

y

la crítica

Cárcel: — «Del

lo

una parte y por

la

de Juan de

libro

invención y

que toca á la otra.

El

la

de Ques-

muy

ga-

questión no

estilo,

en quan-

»to toca á la prosa, no es malo, pudiera bien ser mejor; en quanto »toca

al

sdezís?

metro, no

— El

estilo

me

contenta.

desse

me

— Y de

Cárcel dr Amor, ¿qué

parece mejor...»

me

CAPITULO XXIV

Lo

es,

ig

en efecto, y no hay duda de que

Cuestión se

como

su obra resulta agradable é interesante, que, distando

menos muy

al

anónimo autor de

pegaron demasiados italianismos. Pero

le

mucho de

como

Ja

está,

pintura de una corte

modelo de austeridad, era por

ser un

elegante, bizarra, caballeresca

mento tenemos en

tal

[

lo

y animada. Otro docu-

Cancionero General para restaurarla mental-

el

mente, y es una larga poesía con este encabezamiento: Dechado de amor, hecho por Vázquez á petición del Cardenal de Valencia, enderezado á la Reina de Ñapóles. Esta poesía se compuso, probable-

mente, en

1 5

IO.

No puede

ser posterior á

aparecen todavía como vivos Salerno,

la

el

condesa de Avellino y

los cuales fallecieron

porque en este año

1511, porque en ella

cardenal de Borja,

!a

princesa de

princesa de Bisignano, todos

la

en aquel año. No puede ser anterior á se'

1

509,

celebraron en Ischia las bodas de Victoria

como Marquesa de Pescara en este compuso parece hasta ahora persona

Colonna, que ya aparece citada Dechado. El Vázquez que

diversos

le

mismo Vázquez ó Velázquez de indicios atribuye D. Agustín Duran un

ignota; ¿será

el

ó colección de trovas, existente en

rillo

gos sueltos góticos que perteneció á ¿Será,

en

la

como

(i), el

es que, entre

Dechado y

el

y que cada una de

rarísimo cancione-

precioso volumen de plie-

la biblioteca de Campo- Alange? mismo Vasquirán que interviene

Cuestión de Amor, y que es quizá

cierto

simo,

B. Croce insinúa

el

Avila, á quien por

el

ella

autor de la novelar

puede

estas piezas

Lo

hay parentesco estrechíservir

de ilustración á

la otra.

El galante Cardenal de Valencia, que ordenó á Vázquez

la

com-

posición de este Dechado, no era otro que Luis de Borja, y aun es

que

el

lleva la palabra

rogar á

la triste

en todo

el

poemita, cuya traza se reduce á

reina de Ñapóles y á sus damas, enumerándolas una

por una, que labren cada cual un paño en que se vean tejidos

padecimientos de sus

¿Quién era esta

(

1

triste

de Duran, ya en

cero

)

La

la

reina} Todos

hemos

leído,

ya en

el

Roman-

Primavera, de Wolf, un sentido y bello ro-

corte dellc Tris ti Regina

cie Napolctane, 1894).

los

fieles servidores.

a Napoli (en

el

Archuno Slo rico per

le

provin-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

TQ2

manee que puede tenerse por uno de

los

últimos genuinament»

populares, y que, á pesar de sus anacronismos, es sin duda poco posterior á las catástrofes que recuerda: Emperatrices y reinas, Cuantas en

el

mundo

Las que buscáis

Y

huís de

La

había,

la tristeza

la alegría.

de Ñapóles

triste reina

Busca vuestra compañía...

Vínome

lloro tras lloro,

Sin haber consuelo un

día....

Yo lloré al rey mi marido, Que deste mundo partía; Yo

Don Alfonso

lloré al rey

Porque su reino perdía; Lloré

La

al

rey

Don Fernando,

cosa que más quería;

Yo lloré una su hermana, Que era la reina de Hungría: Lloré al príncipe Don Juan, Que era la flor de Castilla... Subiérame en una

La más

alta

Por ver

De

si

que

torre,

tenía,

venían velas

los reinos

de

Castilla:

Vi venir unas galeras,

Venían de Andalucía;

Dentro viene un

caballero.

Grao Capitán se decía:

— Bien Buena

En nas,

la triste

madre

vengáis, el caballero, fué vuestra venida...

reina de Ñapóles del romance, se confunden dos perso-

é hija,

entrambas reinas destronadas de

nesa de Ñapóles, y entrambas del distinguírselas llamándolas Juana

mana póles;

del

Rey

la hija,

Catolice-

la

dinastía arago-

mismo nombre, por lo cual suele y Juana IV. La madre fué her-

III

y viuda del rey Fernando ó Ferrante

viuda del llamado rey Ferrantino.

do una costumbre aristocrática de aquel

Una y

I

de Ña-

otra, siguien-

siglo, introducida, al

paré-

CAPITULO XXIV

193

por los españoles, firmaban en sus cartas y diplomas, Yo la

cer,

Reina, así

como Doña Marina de Aragón,

hija del

duque de

triste

Villa-

hermosa, D. Alonso, se firmaba la syn ventura Princesa de Salerno.

De

la triste

reina

fué cantada por

Luna; pero

ni

madre el

se ha dicho, al parecer sin fundamento,

poeta italo-hispano Chariteo, con

Croce, son (i) de esta opinión.

8.

el

Pércopo, reciente editor de sus rimas,

Ambas

que

nombre de ni

tampoco

señoras residieron bastante

tiempo en España, entretenidas con vanas promesas de reparación por

Rey

el

Católico,

y en

su

compañía volvieron á Ñapóles en

1

506,

estableciéndose en Castel Capuano con título y consideración de

y reuniendo en torno suyo una verdadera corte de princesas destronadas ó venidas á menos, como la Duquesa de Milán, su hija Bona Sforza, y la reina Beatriz de Hungría. A pesar de tantas tristereinas,

zas juntas, la vida

que

se hacía

glo xvi parece haber sido

O

en aquel

muy amena y

felice di mille e

castillo á principios del si-

regocijada:

milleamanti

Diporto, e di regal'donne diletto,

Albergo memorabüe ed eletto

A

diversi piacer quest'anni avanti!...

exclamaba un poeta del tiempo, Galeazzo

así

di

Tarsia.

Dicen

malas lenguas (que nunca han faltado, aun entre los cronistas graves)

do

que de

la triste reina

madre era muy amorosamente

favoreci-

duque de Ferrandina, D. Juan Castriota, y que nuestro gran soldado Hernando de Alarcón (el señor Alarcón, que decían en Italia)

el

ayudaba á conllevar

ves se cuentan,

(1)

La

las tristezas á la hija.

Otras cosas más gra

y dignas de andar en melodrama, del género de

estrofa referente á ella, dice así:

Vos á quien mi alma

De

adora,

seda floxa encarnada

Labrad un

lazo, señora,

Do

se muestre cada hora

Mi

libertid enlazada;

Y unos

mármoles rompidos

En torno desconcertado?, Donde estarán assentados Mis males que, de pesados, Están en tierra caydos.

Hmíndv.2

y

Pi-xayo.— Poesía castellana

III.

,,

La

1

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

94

Tour de Xesle; pero

ellas

vención fantástica, por

más

lo

mismas están mostrando su carácter de

mucho que

in-

se parecen á otras leyendas

antiguas.

Esta sociedad es

la

modo puede

quez, que en cierto

ción á

la

que pone á nuestra

Cuestión de Amor. Las

vista el

Dechado de Váz-

complemento

servir de

damas enunciadas

son:

é ilustra-

Doña Juana

Doña María Enríquez, á quien servia cortesanamente el mismo Cardenal de Valencia, inspirador del poema (i), la duquesa

Castriota,

de Gravina, Doña Juana de Villamarín, Doña María Cantelmo, Doña Fórfida (de quien era servidor

el

marqués

de' Pescara),

Doña Ánge-

de Vilaragut, Doña María Carroz, Diana Gambacorta (que era

la

vorita de la reina), María Sánchez,

señora Maruxa, distinto, la

Doña Violante

y Bisignano,

ó sea

la

divina Victoria Colonna,

da, lo cual sirviese

Doña María de

Bona,

hija

Alife

muy

y

la

las

princesas de Sa-

marquesa de Pescara,

joven todavía y recién casa-

no era obstáculo para que, según

los

usos del tiempo,

con amor puramente platónico y caballeresco

el

Versi spagnuoli in lode di

(i)

sne damigelle. ^Xapoli, se, xiii,

viejo,

1

894.1

Lucrada

en

así

B orgia,

el

la

Duchessa di Ferrara

e delle

Están sacados del mismo códice (Poesie diver-

G. 42-43), donde se halla

la

variante del Diálogo entre el amor y un

de que luego daré cuenta.

Sospecha Croce que este anónimo poeta fuese aragonés.

que

lo

aliño, ni

mos

jor-

Cancionero General,

A

mí no

me

parece, y no es gran prueba de afecto á Aragón lo que dice de sus damas, ser

la

marqués

de Bitonto Juan Francisco Acquaviva, uno de los héroes de

nada de Ravena. Otros versos hay,

la

Después vienen, en grupo

Centellas.

duquesa de Milán y su

lerno

Doña Leonora de Beaumonte,

fa-

la

á

lo

do

de grossedad haya de entenderse, no en sentido de grosería ó poco

tampoco en

el

de gordura, sino en

el

de generalidad, como

mayor parte: Por huir prolexidad,

Dexo estar las ferraresas, nue np sé su propiedad, Puesto que en su grossedad

Parecen aragonesas.

Muchas muestran hermosura, Otras gala y gentileza,

Alguna tiene cordura, Otras con desenvoltura

Contruhazen

la belleza.

si

dijéra-

CAPITULO XXIV

como en

195

de burlas provocantes á risa, que evidentemente fueron

el

compuestos en Xápoles en estos primeros años del

y que

siglo xvi,

aluden á casos y personas de aquella sociedad; por ejemplo, la diabólica y picana Visión Deleitable, de autor anónimo, la cual nada tiene

que ver con

de

Torre, que lleva

la

el

mismo

En

título.

ella figuran,

pero ¡de qué

mismas encopetadas señoras en cuyo honor

suerte! las el

grave y filosófico libro del Bachiller Alfonso

el

se

compuso

Dechado. Así en

como en

asunto

el

el

metro, tiene esta composición de

Vázquez grandísima analogía con

ciertos versos castellanos

com-

puestos en Ferrara en loor de Lucrecia Borja y de sus damas, salvo que

Dechado

el

es

mucho más ingenioso y

está mejor escrito.

Estos versos forman parte de un códice misceláneo de

la

Biblioteca

Nacional de Ñapóles, y han sido recientemente dados á luz por B. Croce

A

(i).

primera vista pudiera dudarse cuál es

duquesa de Ferrara

la

á quien en estos versos se celebra, puesto que tiene fecha,

y

la letra lo

de principios del

xvi.

Y

mismo puede hasta por

la

composición no

ser de fines del siglo

xv que

circunstancia de hallarse

la

tal

composición en un Códice napolitano, pudiera alguien creer que se refería á

con

Leonor de Aragón,

hija del

rey Ferrante y casada en 1473

duque de Ferrara, Hércules de

el

aparece leyendo les, sin

el

Este. Pero toda

Loor de las damas de

excepción, constan

la

duda des-

duquesa, todas

como damas de Lucrecia en

los

las

cua-

Diarios

de Sañudo, y en otros documentos del tiempo, y son: Madama Isabeta la honrada (Elisabetha Senese), la señora doña Ángela (Doña

(1)

Es sabido que en algún tiempo

se consideró á Lucrecia Borja

como

poetisa castellana; pero

que hay en

la

hoy es cosa averiguada que los versos de su mano Ambrosiana no son originales, sino copiados de los cancione-

ros. Casi otro tanto

puede decirse de

los

que componía

para hacerse grato á los ojos de Lucrecia, haciéndola lisonjeando su

amor propio nacional con

más* propio de

la

galantería,

porque

el

Cardenal

decir que el

ile vezzose dolcezze degli

spagmtolt ritro-

vamtnti nella grave purita delta toscana lingua non kanno luogo, son,

non veré

e natiepasiotto,

mafinte

Hn, Pietro Bembo, t Lucrezia Borgia,

e si/

amere (Vid.

Roma,

1885).

Bembo

corte en su lengua y castellano era idioma

la

el

e se

pórtale vi

estudio de B. Morso-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

ig6

Borja), la gentil Nicola (Nicola Senese), la honesta Jeró-

Ángela de

la señora Cindya, la virtuosa Catalinolla

nima (Jerónima Senese),

napolitana, la estimada. Catalinela, la honrada

Luego

elogia

se

mando grupo

á todas

aparte, sin

en general,

Juana Rodríguez. como for-

finalmente,

y,

duda por su menor jerarquía en

y servidumbre de Lucrecia, se nombra á mila (Camilla Fiorentina), terminando con

¡a

casa

la

Samaritana y á Ca-

el

elogio general de las

íerraresas.

Los

versos,

aunque bastante

especial ni traspasan los

sa

línea de lo

la

y galanos, no tienen mérito más vulgar y adocenado que en

fáciles

cancioneros suele encontrarse. Además, los elogios de

y de

sus

la

duque-

damas son tan vagos, que apenas puede sacarse subs-

tancia de ellos para la historia anecdótica de aquella corte, tan ca-

lumniada por

la

musa romántica. Lo único que

entusiasmo del poeta por Lucrecia, siendo viene á unirse lebraron,

al

la

resulta claro es el

suya una voz más que

coro de tantos poetas latinos é

italianos

como

ce-

no sólo su hermosura, sino su recato y honestidad y

otras diversas prendas

y

virtudes:

Soys, duquesa tan real,

En Ferrara tan querida, Qu'el bueno y el criminal,

De

todos en general,

Soys amada, soys temida...

Ánima que nunca

yerra,

Soys un lauro divinal;

Soys

la

gloria desta tierra,

Soys

la

paz de nuestra guerra,

Soys

el

bien de nuestro mal.

Soys quien no debiera ser Del metal que somos nos.

Mas quísolo Dios hazer Por darnos á conoscer

Quién es

é!,

pues hizo á vos.

De los vicios soys ajena, De las virtudes escala, De la cordura cadena,

CAPITULO XXIV

Nunca errando cosa buena, Nunca hazéis cosa

mala...

Guarnecéis con caridad

Las obras de devoción, Ganáis con

voluntad,

la

Conserváis con

Gobernáis con

verdad,

la la

razón.

Alegráis los virtuosos, Quitáis los malos de vos,

Despedís

los maliciosos,

Desdeñáis á

los viciosos;

Sobre todo amáis á Dios.

Mas aunque Digo que son

Ante

digo mal,

hermosas

vos, ser divinal,

Cual es

Con

lo las

el

pobre metal

ricas piedras preciosas.

Son con vuestra perfición Qual

la

noche con

Qual con descanso Qual

el

el día,

prisión,

Viernes de pasión

Con la Pascua de alegría. Teniendo tan alto ser. Siempre habéis representado,

En En En

las

obras

el

la

razón

la

presencia

Y Que

la

valer,

el saber, el estado.

gran bondad d'aquel

tal

gracia puso en vos,

Os midió con

nivel

tal

Para que alabemos de

Quando viésemos Soys y

En

fuisteis

siempre una

los contrastes y pena,

Resistiendo á

No No

él

á vos.

la

fortuna;

tenéis falta ninguna,

tenéis cosa no buena.

Pues ¿quien podrá recontar

Por más que sepa

dezir,

Vuestro discreto hablar,

197

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Íg8

Vuestro gracioso mirar, Vuestro galano vestir:

Ua poner de tal manera, De tal forma y de tal suerte. Que, aunque

gala muriera,

la

En vuestro dechado

oviera

La vida para su muerte.

En la tierra vos soys una En medio vuestras doncellas, Más luciente que ninguna,

Como

en

Entre

las claras estrellas.

el cielo la

luna

¡Oh quántas veces contemplo

Con quán dulces melodías Iréis al

eterno templo,

Segund muestra vuestro exemplo

Ya después de

largos dias!

Pues tan entera ventura

A

que Dios traeros quiso

Por

las

ondas de

Fué por

tristura,

valle d'amargura.

Meteros en Parayso;.

Donde todo Es en

lo'

pasado

gloria convertido.

Pues, siendo aquello olvidado

Poseyendo

tal

estado,

Alcanzaste

tal

marido.

Estas quintillas, aparte de interés

de ser una de

llana cultivada

en

las

las

la

i

,

curiosidad de su asunto, tienen

más antiguas muestras de

la

el

poesía caste-

cortes de Italia. Pero no fué ciertamente la

única en su tiempo, puesto que los italianos patriotas, (.orno

el

Ga-

quejan acerbamente de

la

boga

lateo

en su tratado

que alcanzaban

las

De

cilucatione, se

coplas de los cancioneros españoles, con prefe-

rencia á los versos italianos. Entre los

deploraron

1

1

Alude

la

muchos poetas que en 1504 lo menos tres

muerte de Seraphino Aquilano, hay por

á los

primeros é

infelices

matrimonios de Lucrecia,

CAPITULO XXIV

199

españoles: Diego Velázquez, sevillano; Juan Sobrarías, de Alcañiz,

y el portugués Enrique Cayado. Y si había algún Carideu ó Gareth que abandonase su nativa lengua catalana y hasta su apellido, transformándole en Chariteo, no faltaban, en cambio, italianos que comenzasen

á versificar en castellano,

Además

como Galeotto

del Carretto (1).

comu-

del reino aragonés de Ñapóles, influyó en esta

nicación intelectual

el

poderío de

de

la familia

tenazmente española se mantuvo, aun medio plantada á Italia, y tan

los Borjas, que tan

después de

siglo

tras-

y amistad

relaciones de parentesco

vivas

conservaba en nuestra penísula. El docto editor de los versos en alabanza de Lucrecia, hace notar á este propósito, que en muchos actos notariales de

emplea

la

de

familia

dialecto valenciano:

el

extendidos en

los Borjas,

que no son pocas

quedan en castellano de Alejandro VI y de sus

que nos induce

hijos, lo cual

á pensar que los que formaban esta fiera colonia española en

acostumbraban usar entre

lengua de

sí la

la

madre

se

Italia,

las cartas

Italia

patria; y, final-

mente, que no faltan otros vestigios de costumbres y hábitos españoles en

la

vida de los Borjas, puesto que de César sabemos que

era aficionado

toreo y fortísimo derribador de reses bravas, y de

al

hermana Lucrecia que gustaba mucho de

su

y según un pasaje blico vestida

in veste brocati

de Burchardo,

del Diario

y ataviada á

la

bailar danzas españolas, solía

mostrarse en pú-

española: exivit ipsa domina Lucretiá

auri circuíala, more hispánico, cuvi longa cauda

quaedam pue/la

deferebat post

eam

Claro es que este influjo había de ser mirado con italianos patriotas,

que se dolían amargamente de

de su país y aborrecían de todo corazón

lo

mismo

El eruditísimo A. Farinelli, en un artículo de

(1)

quam

(21.

la

la

coreja puesto su gusto de dulzura,

»chos y largos

»que

la

días,

fama, no

me

y

mi pecho satisfecho en mu-

á

aliñó á colegir y recopilar algunas obras

menos uraña que

»el lenguaje fabricadas.»

me

avarienta, rimadas

Después de

lo

dejó en

cual advierte que sólo los

ahincados ruegos de sus amigos pudieron moverle á publicar juntas

primera por-

estas coplas, á lo cual se resistía por dos razones: «¿a T»qne

me gozaba ser yo relator de/las

»voz); s>

otro

lo

lenguas de

adoras de *bles pies.

porque no viniesen á

los

sobajadas de

los rústicos, las

y hermana-

sonorosos acentos y concordes consonantes

los

de viva

guales quasi siempre ó siempre suelen ser corrompe -

»

Constantina precedió

á Castillo hasta

en cosa tan esencial

romances viejos acompañados de sus

incluir

(i)

ser

(es decir, repetirlas

como

y romances

glosas,

Vi hace años un ejemplar completo de este rarísimo Cancionero en

Barcelona, en casa de mi difunto amigo D. Esteban Torrebadella. Otros dos

ejemplares,

parecer no enteros, se conservan en

al

Londres y en

la

el

Museo

Biblioteca de Munich. El título del libro dice

Británico de

así:

Cancionero

llamado Guirnalda esmaltada de galanes y etoquentes dezires de diversos autores.

La vuelta de prólogo,

al

la

portada está en blanco, y en

cual sigue,

la

hoja empieza sin foliación el

después de otra página en blanco,

composiciones, que ocupa cuatro páginas, leyéndose

al

Cancionero de muchos é diversos autores\ copilados y

ecolegidos

mín,'-, de Costantina, vecino de Bclmez.

78

folios.

No hay

Sigue luego

i

el

la

Tabla de

respaldo de

indicio alguno del lugar ni del año de

Bibliófilos Madrileños. (A. B.).]

las

última:

por Juan Fer-

texto del Caucionero en la

impresión. [Este

Caucionero ha sido reimpreso recientemente en un \olumen de

de

la

la

Sociedad

CAPITULO XXIV

21

I

modernos de trovadores, compuestos en parte como imitación ó parodia de los antiguos. Casi todos los del Cancionero General están.

ya en simo

la

Guirnalda

menor curiosidad de

la

donde por primera vez se imprimieron

libro,

Conde Claros,

de Fontefrida,

el

Durandarte y

te,

y no son

(I),

de Rosa fresca,

el

el

el

este rarí-

romance

del

de Durandar-

alguna otra joya de nuestra poesía popular.

Enlázanse con esta pequeña antología, que, á juzgar por su prólogo, ha

de ser

paña, otras dos

más antigua de poesías profanas publicada en Hs-

la

más breves y todavía más

lanes en castellano, que, á juzgar por

en

el

la

Registrmn de D. Fernando Colón

traordinariamente

un extracto de

al

ellos;

de Constantina y

y

el

raras: el

(2),

procedencia

el

segundo

él

se hace

debía de parecerse ex-

de

al

Castillo,

si

ya no era

Espejo de enamorados, que existe en

Biblioteca Nacional de Lisboa, y lleva para

y

Dechado de ga-

indicación que de

título

más

de Guirnalda esmaltada de galanes

eloqueutes dezyres de diversos autores: en el qual se hallarán

y

chas odras

romances

muy

gracioso é

y

glosas

y

canciones y villancicos: todo

dice haber sido formada «para 1

Triste estaba el

como breves

florilegios

muy

de notar en el

muy

la

segunda expresamente

mancebos enamorados», y

tiene

que

527, puesto que incluye una glosa famosísima

romance de

público,

mu-

apaziblc (3).

Estas dos coleccioncillas, de las cuales

ser posterior á

la

claro indicio de su

ellas,

Padre Sánelo, pueden considerarse

para uso de las gentes de mundo, siendo

por

predominio de

al

lo

los

que indica

tendencias del gusto

las

romances, de los villancicos, y de otras

formas populares ó popularizadas de

la lírica

nacional.

Precedido por una de estas colecciones, á lo menos, y seguido á corta distancia por las otras (sin que nos sea dado precisar la fecha exacta, por carecer de toda indicación de año estos tres librillos),

(1)

Puede verse

el

índice en

el

libro

De

la

Poesía Heroico-Popular-Casie-

llana, del Dr. Milá y Fontanals (Barcelona, 1874, pág. 421). (2)

Número

4.1 16.

Le compró D. Fernando en Medina

del

Campo, por

18

maravedís, en 19 de Noviembre de 1524. (3)

tomo

Vid

.

Ensayo de una

iv, col.

dos columnas.

1.457.

biblioteca

Es un opúsculo en

española de libros 4.

gótico, de

raros y curiosos;

16 páginas sin foliar, á

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2 12

en

salió

1

5

1 1

de

nable

prensas de Valencia (i)

Hernando

nero General de

de Oliva, que

las

es

uno de

voluminoso Cancio-

el

Conde

del Castillo, bajo los auspicios del

trovadores que en

los

número de composiciones, que

él

con razo-

figuran,

acreditan, por lo menos, de

le

aficionado inteligente.

General anuncia pomposamente en su en-

Si bien el Cancionero

cabezamiento que comprende «muchas y diversas obras de todos ó »de

los

más

principales trobadores d'España, en lengua castellana,

»assí antiguos rres,

como modernos; en

en burlas, romances,

devoción, en moralidad, en amo-

villancicos,

canciones, letras de inven-

aciones, motes, glosas, preguntas y respuestas»,

en

el

prólogo que su natural inclinación

»y recolegir de diversas partes

gencia que pudo, todas >

las

y

y

el

colector añade

le llevó á «investigar,

aver

más

dili-

diversos autores, con

obras que de Juan de

la

Mena

acá se es-

crivieron ó á su noticia pudieron venir, de los auctores que en este

«género de escrevir auctoridad tienen en nuestro tiempo», es cierto

lo

que su antología, aunque riquísima, puesto que consta nada

menos que de 964 composiciones, no tiene verdadero valor más la época de los Reyes Católicos, y aun en lo tocante á este

que para

período, refleja

más bien

el

gusto personal del colector que

portancia histórica de cada poeta. nero atribuciones critos, lo cual

falsas,

y

la

Además, no

en

Cancio-

lección suele ser mejor en los

manus-

prueba haberse valido

Castillo

de copias que muchas

veces eran imperfectas. Así y todo, su colección es digna de

Cancióero general de muchos y diversos autores.

( 1 )

La presente obra tillo.

Cum previlegio.

intitulada Cancionero General, copilado por

E impresso en la muy

im-

la

el

faltan

isigne cibdad de Valccia de

ma-

la

(Colofón.)

Femado

del

Cas-

Aragó por Xpobal Kofmó

alema de Basilea. Con previlegio Real q por espacio de cinco años en Castilla y de diez en Aragó tío pueda ser imprimido todo ni parte del ni t raido de otra parte á ser vendido por otras personas q mid, so las penas infra escritas.

Castilla

por aqllas por cuyas despensas

Es d

esta vez se impri-

saber de diez mil maravedís en los reytws de

XV

dios y de Aragó de cien ducados y perder todos los libros. Acabóse d Enero en el año de nra. salud de mil y quinientos y onze, etc. Folio

del mes de

gótico, á dos y A tres columnas, 234 hojas foliadas, sin contar las

minares de portada y

Hay hermosos ejemplares en lacio.

ocho preli-

tabla.

nuestra Biblioteca Nacional y en

la

de Pa-

CAPITULO XXIV

yor estima, por

lo

213

mucho qur contiene y que no

se halla

en ningu-

na otra parte.

Aunque inconsecuente y mal

seguido, hay en este libro un

conato de clasificación, que permite orientarse en su estudio. Comienza, pues, con

más endeble con

lo

las

obras de devoción, que son sin duda

la

parte

y que rara vez pueden parangonarse que en este género hacían entonces otros poetas que más de

propósito

le

del Cancionero,

cultivaban, tales

como

de Mendoza y Fr.

Fr. Iñigo

Am-

brosio Montesino. Si se exceptúan los salmos penitenciales de Pero

Guillen de Segovia, y algún rasgo suelto del valenciano

Mosén Ta-

de Nicolás Núñez y de algún otro, rara vez se encuentra

llante,

emoción

religiosa

en estas poesías, que, por

en sutilezas y conceptos teológicos,

falsos,

que hicieron que

el

abundan

el contrario,

y aun en irreverencias y desvarios Santo Oficio se mostrase inexora-

ble con ellas, haciéndolas arrancar de la

mayor

parte de los ejem-

plares.

Van tillo

obras de aquellos poetas

á continuación las

á

quienes Cas-

juzgó dignos de que sus versos fuesen coleccionados aparte,

formando pequeños grupos, y son principalmente

el

Marqués de

Juan de Mena, Fernán Pérez de Guzmán, Gómez y Jorge Manrique, Lope de Stúñiga, el Vizconde de Altamira, D. Diego Santularia,

López de Haro, D. Luis de Vivero, Hernán Mexía, Rodrigo de Cota, Costana, Suárez, Cartagena, Juan Rodríguez del Padrón, Guevara,

Álvarez Gato, Lope de Sosa, Diego de San Pedro y Garci-Sánchez

de Badajoz.

Como

en esta parte central del Cancionero no hay

divi-

sión por géneros, sino por autores, léense en ella poesías de toda clase,

predominando con mucho exceso

los

temas didáctico-morales

y todavía más los amatorios. Vienen luego seis breves secciones, determinadas por y no por

el

autor, lis

constan por lo

En

general,

la

común de

primera

me

de

las

cuatro versos, así

puede decirse de

>las canciones

la

ellas lo

satisfacen pocas,

que

el

género

canciones glosadas, que

como de ocho

dijo

la glosa.

Juan de Valdés: «De

porque en muchas veo no sé

»qué dezir bajo y plebeyo y no nada conforme á lo que pertenece »á la canción.» Es, con todo, uno de los géneros más característicos de

la

galantería cortesana;

y unas pocas de Tapia, Cartagena, Es-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

214

Núñez y algún

crivá, Nicolás

romances ya hemos hecho letras el

de justadores, en

las

otro son agudas

oportuno

y

graciosas.

De

los

Las invenciones y cuales «hay que tomar y dexar» (según el

elogio.

dicho de Juan de Valdés), son más bien un entretenimiento de

sociedad que un género poético. El Cancionero contiene doscientas

y en

veinte,

Cuestión de

la

de

nas, especialmente

ejemplo:

la

las

amor

se encuentran otras

que recogió

Conde de Haro, que sacó por

del

de noria, con esta

De Otro pasatiempo

muy

de males míos,

llenos,

análogo

Más importantes para

la

revela

unos arcaduces

esperanza los vacíos.

al

anterior es el de los motes glo-

sados de damas y galanes, de que hay en copia.

divisa

ya su origen

Cancionero bastante

el

literatura son los villancicos,

la

villanesco, así

como

muchos

esencialmente musicales, y todas

que

las

la

fueron asonadas sin duda.

Cancionero «no son de desechar», también

que pecan de excesivamente metafísicos y cortesanos, y mejores muestras de este género

fines del siglo xv, las

cura de

ellas

que en

la

Eran composiciones

(i).

autor del Diálogo de la lengua opina, con razón,

los villancicos del

es cierto

que

el

rastros

cuyo

su derivación de

escuela galaico-portuguesa (cantigas de vilháo), de

versificación conservan

Pero aunque

por

letra:

Los

nombre

muchas. Algu-

Castillo, tienen ingenio;

la

que mejor conservan

lírico, la

tan floreciente á

ingenuidad y

canción popular, no hay que buscarlas

obras de Juan del Enzina y en

los libros

allí,

la fres-

sino en las

de música. Las preguntas

son uno de los géneros más pueriles y fastidiosos de

la

poesía tro-

vadoresca, y las hay tan candidas y fáciles de resolver

enigma de Edipo, propuesto por Juan de Mena

al

como

el

Marqués de San-

tillana.

Terminados estos cinco grupos de carácter general, vuelve CasHay en reminiscencias

el

Cancionero General, con ser de fecha tan adelantada, otras

muy

curiosas de

la

antigua técnica de los cancioneros galle-

gos; por ejemplo: unas coplas de bien tondidor.

putóla

y

y mal

Jezi>\

que

//izo

un geni/7 hombre á un

Hay también una canción de las llamadas de macho y hembra, comglosada por Francisco Hernández Coronel.

CAPITULO XXIV tillo al

215

sistemado poner juntas composiciones de un mismo autor,

siendo generalmente más modernos los que en esta parte de! Cancionero incluye: así Portocarrero, Tapia, Nicolás Núñez, Soria, Pinar, Peralvárez

de Ayllón, Quirós,

el

bachiller

Ximénez y algunos más des-

valencianos y aragoneses, de que en otro capítulo trataré pacio, tales

como

el

Conde de

Oliva, D.

Alonso de Cardona, don

Francés Carros Pardo, Mosén Crespi de Valldaura, D. Francisco Fenollete,

Mosén Narcís Vínoles, Juan Fernández de Heredia, Mo-

sén Gazull, Jerónimo de Artes y otros, cuyas producciones, aunque,

por

lo general,

difusión

de

la

de exiguo mérito, sirven para probar

que ya alcanzaba

la

universal

la

poesía castellana en los diversos reinos

corona de Aragón.

Cierra este voluminoso

tomo

la

grosera serie de las obras de bur-

las, á la verdad mucho menos recargada de obscenidades en este primer Cancionero nue en otrus posteriores. La mayor parte ele las

poesías que encierra, aunque guaje, son

más bien

especialmente de

muy

libres

sucias é injuriosas

las del

y desaforadas en

el

ten-

que deshonestas, y algunas, el poeta mayor de este

Ropero, que es

grupo, podrían pasar, aun en época más culta, por chistosas, sin

daño das,

ni peligro

que

es el

de barras.

la

composición más brutal de to-

Aposentamiento que fué hecho en

muy gordo, llamado

bre

Aun

Jui'Cra,

la

persona de un lucu-

cuando estuvo en Alcalá

el

legado

Rodrigo de Borja, que luego fué Alejandro VI, no pasa

pontificio D.

de ser una alegoría soez y confusa, en que hace todo

el

gasto

la

obe-

sidad del dicho Juvera, aposentándose en las diversas partes de su

enorme corpachón todos comendador Román

del

los del séquito del

legado

contra Antón de Montoro,

de Paredes contra Juan de Valladolid, y aun

el

historia

de

las

costumbres,

si

mas, no parezcan tan cultas y cortesanas se

de

tales personajes,

Las coplas

las del

convite que

Manrique hizo á su madrastra, son documentos tes para la

(i).

muy

1

Conde >.

Jorge

interesan-

bien, en clase de bro-

como

pudiera esperar-

especialmente del Maestre de Santiago y de

su hijo. (1

Usoz, por DO haber visto edición del Cancionero anterior ú

se equivoca en

suponer que no

primera edición.

figura en el

1

Costilla) publicó otra

»mendada y corregida por »y

primera y más famosa edición del Can-

la

es, sin

as-

de To-

habiendo tenido

ocasión de cotejar estas tres ediciones, que sólo conocemos por

breve noticia que de

ellas

la

dan Brunet, Duran y Salva, no podemos lo que se añadió ó suprimió en ellas;

determinar con certeza qué fué

pero sabemos por Gallardo y Usoz que ya en está

la

la

de Toledo de 1520

indecentísima composición del Pleito del Manto, y no es

verisímil

que se

precisamente en

halle 1

5

también en

las

19 y en Valencia (por Juan Viñao) fué impreso

un pequeño Cancionero de obras de burlas provocantes á

Es uno de

(1)

los libros

más

raros de

la

en un club ó sociedad

el

Museo

de Londres (Royal

literaria

rígida

como

la

de

los cuákeros,

bien

muy

se co-

of LUeratwe,

colección de Re-

capricho, raro en un afiliado

el si

la

No

que

Británico, y antes

Society

Martin' place). D. Luis de Usoz y Río, famoso editor de

formistas antiguos españoles, tuvo

risa (i),

bibliografía española.

noce más que un solo ejemplar, existente hoy en

St.

in-

dos anteriores, puesto que

á.

secta tan

propio de su depravado gusto,

de hacer una linda edición de este Cancionerillo (Londres, 1841, en casa de Pickering, aunque lleva una falsa portada de Madrid, por Luis Sánchez, cuín privilegio).

Le encabezó con un docto

do, según su costumbre, las especies

y estrafalario prólogo, en que mezclan-

más inconexas, quiere achacar á

gos y frailes todas las inmundicias del Cancionero, nido

el

monopolio de

la

poesía en

la

como

si

ellos

cléri-

hubiesen te-

España antigua.

Por apéndice del Cancionero puso Usoz varias composiciones muy curiosas, tomadas de un volumen de pliegos sueltos del Museo Británico. Entre ellas figuran las Lamentaciones de amores de Garci-Sánchez de Badajoz, las coplas descanta, Jorgico, canta», que parecen de Rodrigo de Reinosa; otras coplas del mismo tal tono del baile del Villano», el lindísimo romance de una gentil-

dama y un

rústico pastor, los Fieros que hace

otro que se dezia Pardo, porque le requería

un rufián llamado Mendoza, contra de amores (que también

á su amiga

parecen de Reinosa), y Las doce copias móntales, que se atribuyen á Pedro de Lerma, famoso cancelario de la Universidad de Alcalá, y acérrimo secuaz de las

doctrinas

de-

Erasmo.

CAPITULO XXIV recopila todas las del Cancionero de

y desvergonzadas,

libres

ron todas

al tercer

haré mención.

las cuales,

1

5

1 1

ellas es

el

.

muy

y añade otras diez

á excepción de una sola, pasa-

Cancionero toledano,

Una de

217

el

de 15271 de que luego

citado Pleito del Manto, en

que

intervinieron varios trovadores, entre ellos García de Astorga, que dirige sus coplas á D. Pedro de Aguilar: composición tan escandalosa,

que

ni siquiera su

tema puede honestamente indicarse aquí,

bastando decir que es una parodia de

hecha con

más

las

feas palabras

los

procedimientos judiciales,

de nuestra lengua.

No

así la

Visión

deleitable, compuesta en Ñapóles, que siendo tanto ó más lasciva en el

fondo, no ofende por lo soez de la expresión, sino que procede,

á estilo italiano, por términos figurados y frases de doble sentido, del

modo que lo vemos, por ejemplo, en los Cauti carnaccialeschi No se valió de este malicioso recato de expresión el

de Florencia.

incógnito autor de

panaria de lios

las

en prosa,

tario

comedia, que es una parodia bestial y lu-

la C...

Trescientas de Juan de sin

Mena, acompañada de esco-

duda con intento de parodiar también

de Hernán Núñez. Estas

apostillas,

que por

lo

el

comen-

general contie-

nen cuentos y rasgos biográficos de famosas rameras, son todavía más desenfrenadas que el texto; pero á la verdad, están escritas con

más

soltura y gracejo

para

la

crónica de las

y pueden servir como documento malas costumbres á principios del siglo xvi, que

él,

puesto que vienen á ser una especie de topografía é historia anecdótica de las mancebías de España, especialmente de las frecuen-

tadas por estudiantes, desde Salamanca y Yalladolid hasta lencia,

donde,

al

Va-

parecer, fué redactado este bárbaro poema, del

cual pudiera sacarse un suplemento á nuestros diccionarios,

menos copioso que

el

Glossarium eroticwn que para

la

poco

lengua latina

existe.

Esta, y

el

Aposentamiento de Javera (que quizá se desechó por

obscura y anticuada), fueron nero de Burlas omitidas en

el

las

únicas composiciones del Cancio-

de Toledo de 1527, tan raro como

el

más estimable que él, no sólo por ser manos ningún ejemplar que no esté horri-

primitivo de Castillo, y aun

caso rarísimo haber á las

blemente mutilado, ya en

la

sección de obras devotas, ya en

burlas, ya en la una y en la otra, cuanto por el gran

la

de

número de

HISTORIA DL LA POESÍA CASTELLANA

2l8

poesías añadidas que contiene;

por seguro, que

la

si

bien sospechamos, y aun tenemos

mayor parte de

estas adiciones venían

dos ó en alguno de los tres Cancioneros de total,

sobre

1 5

14,

En

y 1520.

51 7

1

ya en to-

son 175

las

composiciones que lleva de ventaja esta edición

de

1 1

pero en cambio faltan 187 de

la

I

5

,

bía, algunas tan preciosas

la

Rerthomeu

amor

Querella de

muy

Marqués de

del

vario carácter, habiendo en-

de Boscán (en metros cortos), y sonetos

tre ellas hasta poesías

lianos de

como

Las adiciones son de

Santillana.

que en ésta ha-

las

Gentil,

y

capitolio

en tercetos, también

ita-

italia-

y versos catalanes de Vicente Ferrandis, de Mosén Vinyoies y otros valencianos. Pero en general predomina la escuela nos, de Tapia,

antigua, representada no sólo por sus la

primera mitad del

de

siglo xvi, tales

Castilla, del cual se

como

calificados imitadores de el

murciano D. Francisco

reproduce, aunque incompleto,

filosófico diálogo entre la

una de

más

Miseria

Humana y

que es

el Consuelo,

mejores poesías de este tiempo y de esta manera; sino

las

por composiciones de trovadores de fines del la

elegante y

el

siglo xv, omitidas

primera edición de Valencia. Particularmente se amplía

Nao

ción de los versos de Costana (incluyéndose su

tada de

la

la

en

sec-

de amor, imi-

de Juan de Dueñas), de Portocarrero, de Quirós, del co-

mendador

una parodia del Padre

Escriva, de Salazar, autor de

el tPatet Noster de las mujeres», y muy especialmente de Garci-Sánchez de Badajoz, que continuaba estando de

Nuestro, titulada

moda como tiséis tes,

prototipo de finos amadores,

composiciones nuevas, algunas de

como

Fortuna. Pero de

mas

la

las

se

ponen vein-

extensas é importan-

ellas

fantasía de las cosas de amor y

la

Cancionero,

y del cual las

coplas contra

la-

cosas hasta entonces inéditas que trae este

extensa, y

al

mismo tiempo una de

las

de más

apacible lectura, es cierto Doctrinal de Gentileza que hizo el comen-

dador Hernando de Jjidueña, Maestresala de ñora, obra que, á pesar

de

Reyna Nuestra Se-

la

lo reciente de su fecha y de las costum-

bres palaciegas que describe, está todavía dentro de provenzal, y,

más que con El Cortesano de

ción con los Eiisenhamens del derivación que

s¡-

viejo trovador

Amaneu

manifiesta también en atribuir

de amor, sobrenombre que se dio

á

tradición

la

Castiglione, guarda rela-

el

des Escás,

Doctrinal

al dios

varios trovadores entendidos en

CAPITULO XXIV

2TQ.

y que las trataron en modo grave y nuestro Serven de Gerona (i).

didáctico, entre

estas materias, ellos á

muy grande

Por

de

la licencia

no

circular,

con indicación de

tejado, sino libremente

del tipógrafo, libros tales

la oficina

Thcbayda y Seraphina,

ces,

con horrores

En

ble.

Cancionero General, que era

el

como

el

sin

y

Can-

que

ni

Inquisición hiciese alto en ello, no á todos los lectores

común

había de parecer bien encontrarse en un libro de

como

en efecto)

primer tercio del siglo xvi,

el

sombra de

á

cionero de burlas ó las comedias siquiera la

(y extraordinaria era,

imprenta española en

la

cuando podían

que supongamos

tales

como

obsequio, pues, de

purgado

el

radas,

la

de

fiel la

que

el

las

el

Manto

ó

la

la

al

Visión deleita-

primera de estas ediciones depu-

por Juan Cromberger, de

mismo impresor

preliminar que sustituye

Pleito del

personas honestas, comenzó á ser ex-

Cancionero, siendo Sevilla, 1535,

lectura,

breviario poético de enton-

el

la

cual es copia

en 1540. En una advertencia

repitió

prólogo de

anuncia que «se

Castillo, se

shan quitado del dicho Cancionero algunas obras que eran

muy

s>deshonestas y torpes, é se han añadido otras muchas, asi de devo-

como de moralidad; de manera que ya queda el más copioso »que se haya viste». Lo añadido, en sustitución de lo que se quita, »ción

son 88 composiciones, entre

una serie de las

muy

muy

yastas

ellas las

Coplas de Jorge Manrique, y

curiosa de obras en loor de algunos santos, sacadas literarias

que se liasen en Sevilla por institución del

reverendo ¿magnífico señor el Obispo de Scalas.

De

estas justas,

en que por estatuto de su fundador D. Baltasar del Río sólo se usa-

ban

los antiguos

italiana,

metros nacionales en oposición á

los

de

la

escuela

da razón Gonzalo Argote de Molina en su Discurso sobre

¿a

Cancionero general. Agora nuevaméte añadido. Oirá vez ympresso con adi-

(1)

ción de

muchas y muy escogidas

obras.

Las quales guié mas presto querrá

a la labia: y todas aqllas q lemán esia señal

+

ver vaya

son las nuevamente añadidas.

Colofón: La presente obra intitulada cancionero general copilado por Hernando del Castillo.

En

el

qual van a^ora nuevamente añadidas muchas obras muy bue-

nas y quien ¡as quisiere, Toledo,

dias del mes de mayo.

mil

e

etc.

Fué impresso en

la

por maestre Ramón de Petias, imprensor

quinientos

Año

e veyntc

y

muy (sic)

noble é Imperial cibdad de

de libros. Acabóse á doze

del nacimiento de nuestro salvador señor jesuchrislo de siete años.

Folio, letra gótica, 8 hojas preliminares y 195 folios.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

220

poesía castellana, haciendo notar su especial carácter. Entre los poetas

premiados

ha)'

nombres conocidos, como

cronista Pero Mexía,

el

el

bachiller Céspedes, el

capitán Salazar, Lázaro Bejarano, y otros

(i).

distinto forman, hasta por su apariencia exterior, puesto

Grupo

que son en octavo, y no en nos raros

ó,

si

dos Cancioneros de Amberes

folio, los

(por Martín Nució y Felipe Nució,

557 y 1573), que son

1

menos

se quiere, los

inaccesibles de toda

los

me-

la serie,

aunque rara vez suelen encontrarse íntegros y en buen estado. La de 1557 merece la preferencia, por contener mayor número de obras,

muy dís

y entre

ellas

57 que

le

son peculiares, habiéndolas entre

curiosas; por ejemplo: el Hospital de amor, el Canto de

(poema narrativo en octavas

vela del

mismo nombre),

el

reales,

fundado en

romance de Adonis,

el

la

de

la

ellas

Ama-

célebre no-

abdicación

de Carlos V, y un grupo de sonetos, coplas y canciones nuevas hechas en la ciudad de Londres, en Ingalaterra, año 1545, por dos caballeros cuyos nombres se dexan para mayores cosas: con ciertas obtas de otro autor, cuyo

ciente á

nombre también

la literatura

se reserva.

De

todo esto,

como

pertene-

del siglo xvi, no procede aquí adelantar noti-

cias,

bastando decir que entre estas poesías anónimas, algunas de

ellas

muy

notables (2), alternan los endecasílabos italianos con

mayor y menor y con

coplas castellanas de arte

(1

Antes de pasar

impresas aparte

las

al

las

formas de

la

las

poesía

Caucionero de Cromberger estos versos, habían sido

Justas de San Juan Evangelista (1531), San Juan Bautista

(1532), Santa María Magdalena y San Pedro Apóstol (1533), San Pablo y Sauta Catalina (1534). Todas se hallan juntas en un rarísimo volumen, que, procedente de la biblioteca de Osuna, se custodia ahora en la Nacional. A su tiempo

volveré á hablar de

ellas.

Las más curiosas históricamente son las compuestas en Inglaterra poi (2) los caballeros del séquito de Felipe II cuando fué á casarse con la reina María;

especialmente

las cancioncillas

que empiezan:

Que no quiero amores En Ingalaterra, Pues otros mejores

Tengo yo en mi

tierra...

¡Ay, Dios de mi tierra,

Saqueysme de ¡Ay,

aquíl

que Iugalaterra

Ya no

es para mil...

CAPITULO XXIV

221

popular ó popularizada, habiendo hasta dos composiciones de germanía,

las

más antiguas que conocemos en

La última edición de mable de

este dialecto rufianesco.

las antiguas del Cancionero,

y

la

menos

esti-

segunda de Amberes (1573), que no sólo no

todas, es la

añade nada, sino que suprime innumerables

piezas, entre ellas

todas

de burlas.

las

Aparte de citan

estas nueve impresiones del Cancionero General, se

vagamente otras cuya existencia es dudosa,

si

se exceptúa la

edición popular que en tres volúmenes pequeños publicó

de Zaragoza Esteban G. de Nájera, en nos se conoce

la

I

552, de

segunda parte ó tomo, existente en

el

por

la cual la

librero lo

me-

Biblioteca

Imperial de Viena y descrito por Wolf. Respecto de otro Cancio-

también de Zaragoza y también del impresor Nájera (1554), descubierto en la Biblioteca de Wolfembüttel por el mismo Wolf (i), nero,

y reimpreso por Morel

Fatio, no

procede aquí su estudio, por cons-

tar

enteramente de poesías del tiempo de Carlos V, en que alternan

las

formas indígenas con

zassi

por

el arte

Española como por la

guiente, un Cancionero de transición,

mos

lo indica el título:

Toscana-¡>. Es,

parte, relativamente escasa, de las poesías del Can-

cionero de Castillo pasó á la colección Fernández, á

Y

por consi-

cuya importancia procurare-

aquilatar á su debido tiempo.

Aunque una •

como ya

las italianas,

un soneto, cuyo anónimo autor, que tenía

el

la

Floresta de

mal gusto de no gustar de

bellezas inglesas, acaba con estos desaforados tercetos,

que prueban que

las

el

Cancionero de burlas todavía no estaba olvidado:

Me En

veo morir agora de penuria

esta desleal isla maldita,

Pues más á punto estoy que

Satilario;

Tanto que no se iguala á mi Ni

la

de Fray Anselmo

el

Ni aquella de Fray Trece

luxuria,

Carmelita, el Trinitario.

Este Satilario, tautas veces mencionado en poesías libres del siglo xvi, debió su celebridad á cierta escandalosa glosa de

También (1)

letín

está

allí

(sobre

la

Ein Bcitrag zur Bibliographie der de Sesiones de

Viena, 1853).

la

La

C...

comedia (copla 28).

copla 64) el cuento del Trinitario.

clase:

c

el tomo x del BoAcademia de Ciencias de

Cancioneros* (en

de Historia de

la

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

•222

Rimas de Bohl de Faber, á los dos Romanceros de Darán, y á otras antologías menos famosas, se hacía sentir la falta de una reproducción total

de este cuerpo poético, indispensable para

xv y

ratura de los siglos bliófilos

ha prestado en

1

el

gran servicio de poner de nuevo en

Cancionero General, no limitándose á copiar

circulación

el

edición de

I

añadido en

las

5

1 1

,

de

la lite-

Nuestra benemérita Sociedad de Bi-

xvi.

882

estudio de

el

la

primera

sino enriqueciéndola con un apéndice de todo lo

527, 1540

1

y 1557»

T

>

con numerosas variantes

sacadas no sólo de estas ediciones, sino de otros varios libros impresos y

de algunos cancioneros manuscritos: trabajo por extremo me-

ritorio,

como

todos los que ha realizado

el

Antonio Paz y Melia, que letras que muchos de nuestras hace más por

bliotecario D.

laborioso y discreto bisin

ruido ni alharacas

los

que tienen por

ofi-

cio su enseñanza ó su crítica.

Esta publicación debe servir de punto de partida para

la ilustra-

y menuda, que todavía exigen los poetas del Cancioque sólo en pequeña parte hemos podido realizar por el y carácter general de nuestra obra. Encarecer la importancia del libro ción analítica nero,

de

Castillo

ría repetir

que en trarse

como monumento

histórico

una vulgaridad de

este fárrago

más

las

y como texto de lengua,

se-

obvias; pero justo es añadir

de versos, muchas veces medianos, suele encon-

con más frecuencia que en otros centones de su género algo

que no

interesa sólo al filólogo y

de gusto. Bajo

tal

Cancionero de Castillo con

Resende.

Aun

erudito, sino también

al

al

hombre

aspecto, habría evidente injusticia en confundir el

de Baena, por ejemplo, ó con

el

el

de

prescindiendo de los pocos, pero exquisitos, roman-

ces viejos, cuyo primitivo texto está

puede formarse con

lo selecto del

allí,

recuérdese

Marqués de

el florilegio

Santillana,

que

de Fernán

Pérez de Guzmán, de los dos Manriques, de Rodrigo de Cota, de 1

)iego de

San Pedro, de Garci-Sánchez, de Cartagena, de Montoro,

de Alvarez Gato y de otros que omitimos por no repetir tantas veces unos mismos nombres. colección, en los

mera

facilidad

Aun

en los poetas más

que no lucen más que un

de rimar, hay por

lo

artificio

menos condiciones

triviales

de

La

huero y una técnicas

muy

estimables: casi todos versifican bien, y en los metros cortos quizá

no han

sido superados nunca, á no ser por aquellos discípulos suyos

CAPITULO XXIV del siglo xvi, Castillejo,

Montemayor,

Silvestre,

que apoderándose

de estas formas, ya vacías de contenido pero siempre galanas, infundieron un espíritu nuevo,

Conviene

huir, pues, del

rrada esta poesía sin leerla

así

en

relación con los elementos sociales

General se formó á

y por eso hay en

él

bulto,

como en

la sátira.

cómodo sistema de condenar á carga cecomo debe leerse, esto es, poniéndola en

en que se desarrolló. Estudiada está en las crónicas, sino

la lírica

las

que

produjeron y con

la

que á veces agrada é

como

dice

el

medio

no sólo enseña mucho que no

así,

interesa. El Cancionero

muy exactamente Lope de Vega,

desigualdades grandes, según

el

parecer del mismo

preclaro ingenio; pero lo bueno es bastante para compensar ó hacer

mas llevadero

el

hastío

que más abunda.

lo

que produce

Aun

lo

mediano, que es naturalmente

en tiempos en que dominaba

la crítica

aca-

démica, hubo ya quien sacara buen partido de los poetas del Cancionero, hasta para

poner ejemplos de

rica (que en esta parte es la

estilo.

mejor y más

cada paso, y no se harta de ponderar

el

Mayans en

útil

su docta Retó-

que tenemos )

los cita

;';

maravilloso juicio y gravedad

de Hernán Pérez de Guzmán y Jorge Manrique; el ingenio, discreción y gracia de su tío Gómez, de Hernán Mexía, de Nicolás Núñez, de D. Luis de Vivero, del comendador Escrivá, del vizconde de Altamira,

y

el

natural decir de todos ellos, suelto, castizo y agradable.

No hemos

terminado aún

examen de

el

la

abundante producción

poética del tiempo de los Reyes Católicos. Todavía nos falta estudiar al

mayor poeta de

luego

la

este período, es decir, á

Juan del Enzina, y

fijar

consideración en los ingenios aragoneses, entre los cuales so-

bresale D. Pedro Manuel de Urrea, y en los portugueses del Cancio-

nero de Resende, que escribieron en lengua castellana. V, finalmente,

diremos algo del autor de

de

los

Propaladla, considerado

la

como

lírico,

numerosos autores de pliegos sueltos que conocida ó

milmente son anteriores á Cristóbal de

Castillejo,

y

verisí-

en quien comienza

un nuevo período para esta escuela, remozada y transfigurada enteramente por él. Pero todo esto será materia del capítulo (i) siguiente,

ya que éste se ha dilatado más de

mis de

lo

que puede tolerar

El original:

*

volumen».

.1

la

que pensábamos, y quizá paciencia de nuestros lectores.

II.

.

lo

CAPÍTULO XXV [JUAN DEL ENZINA: SU BIOGRAFÍA; SUS OBRAS MUSICALES; SUS PRODUCCIONES literarias: su Cancionero; ¿sv doctrina literaria, según su

Arte de la Poesía Castellana; dirección de juan del enzina en las vías del renacimiento clásico: su adaptación de las Bucólicas de VIRGILIO AL

METRO CASTELLANO; SUS DONES POÉTICOS; LAS obras á

divino; poesías

lo

alegóricas y profanas; villancicos y glosasj7su

VERDADERO PUESTO EN LA HISTORIA DE LOS ORÍGENES DEL DRAMA NASU INFLUENCIA EN CIONAL; OBRAS DRAMÁTICAS DE JUAN DEL ENZINA \

LA ESCENA NACIONAL.]

Por

el

ta:

cia

número y variedad de

que en muchas de

sorcio

sus producciones; por

ellas hicieron la

el feliz

musa popular y

la

con-

erudi-

por su doble carácter de poeta y preceptista; por su importanen la historia del arte lírico-musical, y, finalmente, por su

venerable representación en los orígenes de nuestra escena, es Juan del Enzina el ingenio

más digno de

estudio entre cuantos florecie-

No pretendemos

ron en tiempo de los Reyes Católicos.

de tan interesante

este bosquejo los múltiples aspectos

á título de poeta á

tal

figura.

Sólo

Juan del Enzina, y consideración habremos de subordinar nuestro trabajo, donde lírico figura

sólo incidentalmente ticos

en este libro

abarcar en

que hacen

el

pueden entrar

los

nombre de Enzina

demás merecimientos

artís-

tan recomendable.

La biografía de este preclaro varón, días, á

(i)

casi

ignorada hasta nuestros

pesar de los loables conatos de D, Gregorio Mayans, en su

Noticia de los traductores de Virgilio; de D. Leandro Fernández de

El original: «esta antología». [A. snr.z y

Pelaío. — Poesía

catttllama.

B.'i

III.

13

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

226

Moratín, en su obra clásica sobre los Orígenes de nuestro teatro; de Gallardo, en sus inestimables cédulas bibliográficas,

Wolf, en un breve artículo de

y de Fernando

Enciclopedia de Grüber, va reci-

la

biendo en estos últimos años inesperada claridad, por virtud de los

y de

hallazgos

felices

aficionados

doctas inducciones de varios eruditos y

las

Quedan,

(l).

sin

embargo, muchos vacíos y no pocos

puntos opinables, que sólo en una monografía podrían tratarse á fondo.

y averiguado, comenzaremos por decir que no hay duda en cuanto al año del nacimiento del poeta, Ateniéndonos á

lo

más

cierto

aunque pueda haber alguna en cuanto

á su patria.

puesto que tenía cincuenta años cumplidos grinación á Jerusalén, en 1519» según

metros, en su Trivagia

(2).

Fué

hijo

al

él

mismo

de

la

Nació en 1469,

emprender su peredeclara,

en pésimos

ciudad de Salamanca, ó

de un lugar cercano llamado Encina, según opinaba D. Bartolomé Gallardo, fundándose en estos versos de un villancico suyo: ¿Es quizá vecina

De allá, de tu tierra? — Yo soy del Encina,

Y

(1) la

ella es

de

la sierra...

Cañete (D. Manuel): Teatro completo de Juan del Enema, publicado por

Academia Española en

1893, con adiciones del Sr. Barbieri.

Asenjo Barbieri (D. Francisco): Cancionero musical español de

y XVI, publicado por

la

Academia de San Fernando en

Cotarelo (D. Emilio): Juan del Encina y tículos publicados

XV

Teatro español (ar-

en La España Moderna, 1894).

Mitjana (D. Rafael): Sobre

para su

los orígenes del

los siglos

1890.

Juan

del Encina, músico

y poeta. Nuevos datos

biografía. Málaga, 1895.

[Díaz -Jiménez y Molleda (D. Eloy): Juan del Encina en León; Madrid, 1909. fAZ?,)]

Los años cincuenta de mi edad cumplidos,

(2)

Terciado ya

el

Después de

los

Y

el fin

Que

año de

ya llegado de

el día

Mi cuerpo

Tomando

los diez

la

es prolijo, la y

y nueve;

mil y quinijiitos encima,

mi alma de

la vía del

vera prima,

noche muy breve,

Roma

sanio

se

viaje...

mueve.

CAPITULO XXV

A que

lo cual

227

puede añadirse este paso, todavía más

significativo,

poeta parece distinguir entre su nacimiento en

el

la

en

aldea y su

crianza en la Universidad salmantina:

Aunque sos destos casares De aquesta silvestre encina, Tú sabrás dar melecina

A

mis cuitas y pesares,

Pues allá con

Ha De en

escolares

sido siempre tu

crio...

tiempos de su vida estudiantil queda memoria

los alegres

Aucto del Repelón, primero aunque rudísimo esbozo del

el

entremés castellano. Puede conjeturarse que fué en Humanidades uno de los primeros discípulos del maestro Nebrija, puesto

que

la

doctrina métrica que en su

Arte de la poesía castellana

expone, está substancialmente conforme con

la

que aquél había

enseñado en su Gramática Castellana. Es sabido que Nebrija volvió de Italia en

1

se hizo en 1481,

47 3, y que la primera edición de su Arte latino que es aproximadamente la fecha en que Juan

del Enzina debía contarse entre la regocijada turba escolar de Sala-

manca, que bebía de ñanza y

el espíritu

los labios del ilustre filólogo andaluz la ense-

del Renacimiento. Entonces adquirió Enzina

cultura clásica de que da muestra en su elegante paráfrasis de

ia

las

Bucólicas virgilianas, y que

le

fué

útil

hasta para sus ensayos

dramáticos, donde se mezclan las reminiscencias de pastoril

con

la

tradición del

drama

litúrgico

la

antigua poesía

y popular de

los

tiem-

muy

pron-

pos medios.

La vocación to en

Juan del Enzina.

nero,

según

él

afirma en

ron hechas desde cual

como la musical, se La mayor parte de las

poética, así

la

obras de su Cancio-

dedicatoria á los Reyes Católicos, *fue-

los catorce

invoca en su favor

desarrolló

el

anos hasta privilegio

los veinte

y

cinco», por lo

de menor edad. Probable-

mente como músico, más bien que como poeta, entró al

servicio del

so por recomendación de su la

joven

hermano D. Gutierre, cancelario de

Universidad de Salamanca en

estudiaba.

muy

duque de Alba D. Eadrique Álvarez de Toledo, aca-

los

mismos años en que Enzina

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

228

La época de mayor actividad

literaria

de nuestro poeta puede

I492, fecha de su imitación de

fijarse entre

las

églogas de Virgilio,

y 1496, en que por primera vez aparecieron sus obras recopiladas en un Cancionero, que, además de la parte lírica (poco aumentada, y aun mermada, en

las

ediciones sucesivas), contiene ya ocho de

sus piezas dramáticas, cuyas rúbricas nos informan de las circunstancias de la representación, que fué

do parte en

ella el

autor mismo, que hace frecuentes alusiones á los

sucesos de su tiempo, por lo cual es

nación de

el

mismo

patronos,

fácil casi

Aderezábanse estas

las fechas.

ora sagradas, ora profanas, con

que

puramente doméstica, toman-

Juan del Enzina

y que en gran parte

la

siempre

ia

determi-

sencillas representaciones,

música y letra de

componía para

los villancicos

solaz de sus nobles

se encuentran asonados

cionero musical de la biblioteca de Palacio,

en

el

que descifró é

Can-

ilustró

Barbieri.

La más antigua de

estas composiciones

escénicas,

que

es

una

égloga de noche de Navidad representada en I492, nos permite fijar

la

de Alba de Tormes, puesto que en

castillo

el

muy suyo.

en que Juan del Enzina entró como familiar en

fecha

alegre é ufano., porque sus señorías

Fué

duda

sin

el

tiarum de su palacio,

lo

le

habían

director de espectáculos,

mismo en

las

el

ella se

ya

muestra

recebido por

arbiter elegan-

regocijadas noches de antruejo

ó Carnestolendas, que en aquellos días en que devotamente se

conmemoraban

la

ó

Pasión

la

Resurrección

de Nuestro Señor

Jesucristo.

De una

de

las

églogas de Juan del Enzina, consta que fué repre-

sentada en presencia del príncipe D. Juan, que debe contarse entre

Mecenas de nuestro poeta, puesto que á él está dedicada la traducción de las bucólicas virgilianas. La inesperada muerte de aquel

los

príncipe en 1497, inspiró

al

vate salmantino una que llamó Tragedia

trovada, sin duda por lo doloroso del' asunto; pero que nada tiene

de dramática, siendo meramente un poema en coplas de arte mayor,

conforme

al estilo

De 1498 lluvias,

es

de Juan de Mena.

una égloga, comúnmente llamada

por aludirse en

cho año. De

ella á las

ella se infiere

la de las

grandes

copiosísimas que cayeron en di-

que Juan

del Enzina pretendió inútilmen-

CAPITULO XXV te

22g

por aquellos días una plaza de cantor, vacante en

Salamanca Quizá

el

la

catedral de

(i).

fracaso de esta pretensión suya fué lo

que

le

indujo á

(0 Juan.

Y

acuntió que en aquel día

Era muerto un sacristán.

RODRIGACHO. ¿Qué sacristán

era, di?

Juan.

Un

huerte canticador.

Antón. ¿El de la igreja

mayor?

Joan.

Ese mesmo.

RODRIGACHO. ¿Aquese?

Juan. Si.

RODRIGACHO. ¡Juro á

Que

mi

canticaba

muy

bien!

MlGUELLEJO. ¡Oh, Dios lo perdone, amén!

Antón. Hágante cantor á

ti.

RODRIGACHO. El diabro

te lo dará,

Que buenos amos te tienes; Que cada que vas é vienes, Con ellos muy bien te va. MlGUELLEJO.

No

están ya

Sino en

la

color del paño;

Más querrán cualquier extraño Que no á ti que sos d'allá. RODRIGACHO. Dártelo han,

si

son sesudos.


que no ha sido descubierta hasta ahora, pero que debe de

existir,

puesto que su fecha concuerda admirablemente con

Y

los datos transcritos.

como

personajes

corno no es de suponer que á tan ilustres

que realzaron

los

el

esplendor de aquel fastuoso

sarao, se les fuesen á servir manjares fiambres,

pulo que

égloga fué escrita

la

(y acaso única vez) en

Y

aquí

ad

creemos

hoc y representada por primera

primeros días de Agosto de

los

sin escrú-

1 5 1 3-

imaginación puede darse libre camino, reconstruyendo

la

pagana

á su placer aquella villa los chistes

con cuyo tono cuadraban á mara-

fiesta,

más que deshonestos de Eritea y Fulgencia, que risa al Cardenal Cornaro, no menos que

debieron de hacer morir de á la sigi/ora Albina.

Para entonces

la

fortuna mostraba mejor semblante á Juan del

Enzina, acaso por influjo de algún Mecenas desconocido, que bien

pudo

ser el Cardenal

de Aragón. Obtuvo, pues, sucesivamente, aun

antes de ser clérigo de misa, varios beneficios

según era frecuente en

ticas que,

tiempos, tuvieron

cobrar

las rentas,

pasando

Según chivo de

puesto que de

noticias la

la

eclesiás-

relajada disciplina de aquellos

más de nominales que de

mayor

la

la

y prebendas

efectivos, salvo

en

lo

de

residencia se curó poco ó nada,

parte del tiempo in curia.

que un curioso

del siglo

pasado extractó en

el ar-

Santa Iglesia de Salamanca, y que desde aquella ciudad

fueron comunicadas en 1867 á D. Manuel Cañete, cuando se ocu-

paba en preparar su edición del teatro de Enzina jandro VI, en 15 de Septiembre de poeta de una ración de te

de Antonio del

(1)

El

documento

la

1

502, hizo

(i), el

Papa Ale-

merced á nuestro

catedral de Salamanca, vacante por muer-

Castillo.

En

la

Bula se llama á Enzina Clérigo

original no ha sido encontrado aún, por

haber cambiado

de aquel archivo, pero no parece que puede dudarse de su existencia, puesto que lo que se cita de su contenido nada afirma qae sea inverisímil, y que no encaje perfectamente con todo lo demás que

de numeración

sabemos de

la

los legajos

vida de Enzina.

CAPÍTULO XXV

salmantino

233

y

Bachiller, familiar de S. S.

,

residente en la curia

romana. Seis años después, había ascendido de la categoría de racionero á

dignidad de arcediano de Málaga. El archivo capitular de aquella

la

iglesia,

explorado en buena hora por

inteligente aficionado musi-

el

D. Rafael Mitjana, nos ofrece interesantes y copiosos datos so-

cal

bre esta época de su vida. Extractaremos lo

En

acia del cabildo celebrado

el

que

ta:

el

el

día

más

esencial.

de Abril de

1 1

1

509, cons-

honrado Pedro Hermosilla, vecino desta dicha cibdad, ex

hibió una presentación firmada del

cabildo de que

Rey D. Fernando, dando cono-

Nuncio de

con asentimiento

de.

obispo de Málaga D. Diego Ramírez de Villaescusa, había hecho

co-

cimiento

lación

y

al

el

Juan del Enzina. Arcedianazgo Mayor «y ca-

canónica institución al licenciado D.

clérigo de la diócesis de Salamanca, del

longía á

S. S.,

él

(sic)

anexa, desta dicha iglesia y cibdad de Málaga», por re-

nuncia que había hecho en sus manos

el

licenciado D. Rodrigo de

Enciso, maestro en Sagrada Teología y último poseedor de aquella

Tomóse juramento y dióse posesión al mencionado Pedro de Hermosilla, como procurador de Juan del Enzina, firmando el dignidad.

acta Gonzalo Pérez, notario apostólico

Hasta

el 2

de Enero de

1 5

y secretario IO no consta que Juan

nombre en ninguna

diese en Málaga, ni se lee su

del Cabildo.

del Enzina resi-

acta capitular.

Marzo de dicho año, fué comisionado por su Cabildo para corte,

juntamente con

«paresciesen ante SS.

el

MM.

ir

En á la

canónigo D. Gonzalo Pérez, para que el

Rey y

Reina, y ante su Consejo é

¡a

Contadores mayores, y practicasen cuantas diligencias fuesen cony Privilegio desta Santa Iglesia y de su

ducentes sobre la Dotación

mesa capitular». Acompaña de

los

que habrán de te»,

una «Nómina é Instrucción

á esta acta

documentos que se entregaron á solicitar,

documento de gran

único autógrafo hasta ahora conocido de

los

cuenta del

feliz

A

todo esto,

dichos señores y de lo

y particulares que habrán de tener presenvalor, porque al pie de él se conserva el

del Enzina, archidiaconus malacitanus.

mado por

los

la

En

señores del Cabildo, y en

firma y rúbrica de Juan

14 de Octubre fué

lla-

20 de Noviembre daba

resultado de su comisión. el

arcediano poeta continuaba sin ordenarse, de lo

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

234

menos

cual sus émulos se valieron para excluirle del Cabildo, á lo

por algún tiempo, y reducir á benda.

Don

En

14 de Julio de

1

51

la

mitad

emolumentos de su pre-

los

«se expuso por

1,

señor Arcediano

el

Juan del Enzina, que había llegado á su conocimiento que

el

Cabildo había ordenado ciertos estatutos en que se mandaba que

el

presidente que por derecho fuese en

convocar á Cabildo ñor,

como

dicha

la

expreso mandato de todo

sin

presidente, derogaba y contradecía

por quanto era en perjuicio de

los

no pudiese

iglesia, él.

Que

dicho se-

citado estatuto,

el

demás presidentes y

le

su libertad de presidencia. Se acordó que se le oía y que se respuesta,

y

mandó

se le

platicó por el Cabildo

ordenado

su voto, así por lo

de esta Santa

que ningún canónigo

no debe ser admitido

in sacris,

que disponen

Iglesia.

Y

Luego

salir fuera del Cabildo.

así se

ñor Arcediano de Málaga, y

los

ni

cánones,

y

ni ser recibido

como por

acordó que se notificase

al

daría

se trató

dignidad que no fuese

Cabildo

á

quitaba le

estatuto

el

dicho se-

al

licenciado Pedro Pizarro, canónigo,

que, mientras aquéllos no eran ordenados in

sacris., se

abstengan

no fuese por su mandado».

Y

en

acta de 21 de Agosto se previno que «al señor Arcediano se

le

diese

del ingreso en dicho Cabildo

mitad del pan que

la

le

si

cabía por

el

el

repartimiento, por quanto, por

no estar ordenado de sacerdote según derecho, no debía percibir

más de

la

mitad de su prebenda».

Así y todo, Juan del Enzina debía de ser personaje de mucha cuenta en su

en

el

ro de

iglesia.

Lo prueba

el

haber llevado su representación

Concilio Provincial de Sevilla. Consta en 1

5 12,

Reverendo

que

Sr.

se hacía, en

se le concedió

Arzobispo de Sevilla en

nombre de

el

acta de

de Ene-

l.°

«poder para que pareciese ante el

el

Concilio Provincial que

este ilustrísimo Cabildo,

y su mesa capitular,

para que solicite las cosas que le convengan y fueren en pro y utilidad deste Cabildo,

y apele de

las

que contra éste se dieren».

del cumplimiento de la comisión testifican varios libramientos á

vor de Enzina, por cuenta de

los gastos

Pero como siempre tenía puestos aficiones artísticas, pronto halló sin

abandonar

Mayo

de

I

5

el

cuidado de

12, solicitó

de su viaje á Sevilla.

los ojos

en Roma, centro de sus

medio de volver á

los

visitarla,

negocios de su Cabildo.

y obtuvo que

Y fa-

los capitulares

le

aunque

En

7 de

concedieran

CAPITULO XXV todos los días que

donde

tes

encomendó

le

de confirmación de su tendida, y se hallaba Allí

compuso

pudiese dirigir ter

pocula

la

En

1

ir

Roma y

á

otras par

de Noviembre seguía

5

diligencia de traer

el

privilegio

«por cuanto era persona hábil y en-

iglesia,

presente en aquella ciudad •>.

al

representación

ni

saborear los vítores con que Ín-

Ar-

celebrarían los alegres comensales del Cardenal de

bórea, porque en 13 de Agosto

(el

estaba ya de vuelta y asistía

tó)

ir.

la

para

Égloga de Plácida y Vitoriano, pero no creo que

la

la

recles,

de

dijo tener necesidad

puesto que se

allí,

cupiesen de

le

235

cia fué cortísima,

mismo mes en que

se represen-

un cabildo en Málaga. Su residen-

á

como siempre. Primero

la

eludió con una comisión

de Castilla sobre cierto pleito (acta de 7 de Octubre), y luego no pensó más que en volver á Roma, donde tenía altos pro-

en

la corte

duda con su talento de músico y poeta. En anunció á sus compañeros de coro que esta-

tectores, granjeados sin

Marzo de

31 de

1

5

14>

ba ya de camino, y

y

ello,

le

ria

recles.

Esta vez,

el

se le

abona-

Cabildo no quiso pasar por

castigó privándole de parte de su beneficio. Pero los tiem-

pos eran de

romana

tes del

que

requirió formalmente para

les

ran todos los días de

tal el

andaba en

laxitud canónica, y tan bien quisto

castigado Arcediano, que no le fué

difícil

la cu-

obtener an-

14 de Octubre «ciertas bulas» del Papa León X, «sobre

que estando

diligencia de su ausencia, para

corte de

Roma, por suya propria cabsa ó

de su

fuera

iglesia,

la

en

ajena, no pudiese ser pri-

vado, molestado ny perturbado, no obstante

la

institución, erección

ó estatutos de la dicha iglesia».

Y á la

en efecto, todo

sombra

del gran

el

año de

1

51

Mecenas de

5

permaneció en

los literatos

miento. Pero apenas había vuelto á poner el

21 de

laga, la

Mayo de

1

5 16,

el

y

la

alma ciudad,

artistas del

pie

en

recibió una carta en que

el

Renaci-

tierra española,

Obispo de Má-

D. Diego Ramírez de Villaescusa, Presidente que había sido de

Cnancillería de Valladolid, y á

na Doña Juana, del beneficio,

le

comparecer en

tonces se hallaba

la

Mayor de

la

Rei-

excomunión y de privación dicha villa de Valladolid, donde en-

la

la

Corte, para tratar con

que ignoramos cuáles fuesen, pero perjuicio, quizá

sazón Capellán

intimaba, bajo pena de

él

de ciertos negocios,

que seguramente no

porque continuaba escudándole

la

le

pararon

protección del

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLA>"A

236

Papa Médicis,

y holgado, que

tivo

nombramiento de

á quien debió por aquellos días el

«Sub Colector de Espolios de le

la

Cámara Apostólica», cargo

permitió continuar faltando á

lucra-

residencia

la

el siguiente, y librarse finalmente de ella, medianpermuta que hizo con D. Juan de Zea, del Arcedianazgo Mayor

todo aquel año y te

de Málaga, por un beneficio simple de notificó al Cabildo en 21 de

una carta

y una

real

de Morón. Así se

la iglesia

Febrero de 1519, con presentación de

de Doña Juana y D. Carlos, autorizando

X

León

bula del Papa

Resignó Juan del Enzina

la

confirmándola.

el

Arcedianazgo en manos de

S. S.,

no consta que tomase posesión del beneficio de Morón, hubiera tenido tiempo para

Papa con

el

el

Priorato

de León, del cual se posesionó por procurador

del expresado mes, constando en

Roma

diendo en

ni

perú

apenas

puesto que en Marzo del último

ello,

año había sido ya agraciado por la iglesia

permuta,

acta capitular

el

mayor de el

día 14

que seguía

resi-

(i).

Por entonces se había verificado una mutación radical en su espíritu, frivolo

y mundano

hasta aquella hora, entregado no sólo á los

deleites artísticos, sino á otros

menos

pasaba de los cincuenta años, y bres que

la

sin

espirituales.

Su edad, que ya

duda desengaños y pesadum-

vida no perdona á nadie, habían abierto su ánimo á ideas

de devoción y de reforma moral, y empezaban á labrar en su inte-

Dice

(1)

cada por

«En •

el

así esta acta,

descubierta por D. Juan López Castrillón y comuni-

él á Barbieri, que. la

cabildo alto de

dio á luz en su Canciotiero Musical (pág. 29):

la iglesia

de León, lunes, catorce días del mes de

marzo de mil ó quinientos é diez é nueve años, estando bildo,

seyendo primieiero

»

dicha iglesia, estando

-.

como procurador

el

el

los

señores en su ca-

reverendo señor D. Felipe Lista, chantre de

la

señor Antonio de Obregón, canónigo, en nombre é

del señor Juan del Enzina, residente en la corte de

Roma,

»presentó ante los dichos señores una bulla é presentación del Priorazgo de >la dicha iglesia, fecha al

dicho Juan de

la

Enzina por nuestro

muy santo

»dre por resignación de mi señor García de Gibraleón, é por virtud de »é del juramento fulminado, pidió ó requirió á los dichos señores

»sen

la

possesión, c luego los dichos señores

»asignaron locación in capitulo

»de observar sus estatutos >

et

et choro, é

le

dieron

la

que

la

pa-

cual

le die-

dicha possesión é

le

juró en forma de ánima de su parte

consuetudines. Testigos los señores Francisco

Robles, é Matheo de Arguello, ó Alonso García, canónigos.»

de

CAPITULO XXV rior

237

un hombre nuevo. Quería ser verdadero sacerdote, y prepararse con ayunos, limosnas, romerías y peregrina-

á tan sublime ministerio

más píos que

ciones. Así lo anuncia, en versos

pio

cié la

elegantes,

Trivagia:

Los años cincuenta de mi edad cumplidos,

Mundo yo ya jubilado, resto muy bien empleado. Retraje en mí mesmo mis cinco sentidos, Que andaban muy sueltos, vagando perdido-. Habiendo en

el

Por ver todo

el

Sin freno siguiendo

Por darles

la

sensualidad.

la

vida conforme á

edad,

la

Procuro que sean mejor ya regidos.

Agora que

La

ya pierde su fuerza,

el vicio

fuerza perdiendo por fuerza su vicio,

Conviene á

la

Que vaya muy

vida buscar ejercicio, recto,

acierte,

y

y no tuerza.

El libre albedrío, que á vicio se esfuerza,

Al tiempo que tiene su

Gran yerro

Que

flor

sería, si á la

juventud,

senectud,

le es necesario, virtud

no

le fuerza.

Con fe protestando mudar de costumbre, Dexando de darme á cosas livianas, Y á componer obras del Mundo ya vanas: Mas tales que puedan al ciego dar lumbre. ¡Oh voluntad mía! ;Qué quieres obrar

Agora en

tal

tiempo, sino romerajes,

Ayunos, limosnas y peregrinajes, Que á tal tiempo debes orar y velar? ¡Oh Sol de

Y

el

Justicia!

cuerpo y

No puedo Ni haber A->í

me

el

alma,

limpia de escoria:

sin gracia entrar la

en

la

Gloria,

Corona de Triunfo y de Palma.

la vicia

Agora no

la Gracia, y no tarde, de se convertir,

es hora

Habiendo cumplido

A me

Alúmbrame

vida

que ya venga

NT tarde i

la

que yo más aguarde, los

años cincuenta,

preparar, á dar á Dios cuenta,

Mostrándome pigro

al

bien y cobarde.

al

princi-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

238

Entonces resolvió decir

en peregrinación á los Santos Lugares, y

ir

su primera misa:

allí

Tomemos la vía de Jerusalem, Do fué todo el precio de tu Redempción. Las jornadas pueden seguirse una á una en

Roma

á su vuelta publicó en

que

obra de devoción más que de

como

rés

en

1

521 con

el título

de Trivagia,

pero que ofrece algún

literatura,

y se recomienda por

viaje

itinerario poético

el

candoroso y

lo

inte-

sencillo del

relato.

Eran salió

de

de

los fines

Roma

visitando en

por

la

primavera de

1

5

19 cuando Juan del Enzina

puerta del Pópulo y tomó

la

el tránsito la

¡a

vía de

Ancona,

Santa Casa de Loreto en compañía de tres

Dálmatas Disformes de

De

traje,

mas no de persona, lo que vía;

honestas costumbres, según

Hiciéronme, cierto, buena compañía,

Maguer yo pensase

En Ancona

ser gente ladrona.

embarcó para Venecia con

se

tres frailes flamencos;

y perversos aires» les hicieron desembarcar á media navegación y tomar postas hasta Chiozza, de donde pero «los vientos contrarios

pasaron por agua á

Mucho la

de

ciudad reina del Adriático.

la

le deleitó el

maravilloso espectáculo de Venecia, aunque

encontró algo lastimada ó decaída en su comercio á consecuencia los

descubrimientos y navegaciones de los portugueses, á cuyas

manos comenzaba canta felices

las

á pasar el tráfico de la especería. El trozo en

grandezas de

que tiene

el

ciudad de

la

las

lagunas, es uno de los

poema:

Ciudad excelente, del Mar rodeada,

En agua zanjada, de zanja tan fina, Tan única al mundo, y tan peregrina, Que ciertu parece ser cosa soñada. No sé quién la puede saber comparar, Según

Que

Y

el

extremo que en

estáis

estáis

en

en

Las más de

la

la tierra,

y andáis por la mar: calles se pueden andar

la tierra,

las

ella se encierra,

mar, y andáis por

que

más

CAPITULO XXV Por mar y por

'¿39

por suelo y por agua:

tierra,

De Palas es trono, de Marte gran fragua, Que bien cien galeras, y aun más puede armar. Aquel mesmo día, no harto y cansado De ver y rever tan gran maravilla, Topé con personas de nuestra Castilla, Que cierto me hobieron muy mucho alegrado...

Estos castellanos tes,

de un

ilustre

le

dieron nuevas de

la llegada,

pocos días an-

peregrino que también se encaminaba á Jerusalén,

D. Fadrique Enríquez, Marqués de Ribera y Adelantado Mayor de Andalucía,

De sangre muy noble, de ilustre linaje, De quatro costados de generaciones, Enriquez, Riberas, Mendozas, Quiñones:

Señor muy humano, muy

Muy

llano en su traje,

gran justiciero, verídico y saje,

Más hombre de hecho que no de

Este gran señor, pues, que se hallaba

y que

á su vuelta á Sevilla había

mudejar y

las lindezas del arte

los

apariencia...

rico de

de eternizar su nombre, juntando primores del Renacimiento en

maravilloso edificio vulgarmente conocido con

de Pi/atos, había salido de

la

1 5

demás romeros,

la vela

fletaron pasaje en dos naves,

para Levante

el

de julio de 1519.

l.°

de navegación que hay de Venecia á alguno de tormenta, viento contrario

de largo

las costas

de

tuvieron dos días en

contemplación de

gran caso de

nombre de Casa

las

En

las

dos mil millas

no tuvieron accidente

ni asalto

de corsarios. Pasaron

de Rodas, ocupados principalmente en

devotas reliquias que

el

allí

había; y sin hacer

del Archipiélago,

fábulas falsas

atravesaron pacíficamente Jaffa,

Jaffa,

él

que se hicieron á

Esclavonia, Dalmacia y Albania: se de-

Istria,

la isla

las poéticas islas

Con

ó

el

el

suya de Bornos en 24 de Noviembre

18 con poco acompañamiento de criados; y, uniéndose á

de los

la

muebles y herencia

muy mucho

estimadas,

golfo de Setelías y surgieron en

donde tuvieron que esperar en

los

Joppe

barcos cinco ó seis días

hasta que se les diera salvoconducto y una escolta de guardas y

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

24O

moros y turcos. Hicieron el viaje en asnos, muías y camellos, 4 de Agosto llegaron á Jerusalén, donde fueron recibidos y aun

o-uías

y

el

agasajados, en lo que consentía su pobreza, por

Monte

franciscanos del

Más de

Sión.

en

Dos ó

El aspecto

que yacían

de

físico

la

Yo, cierto,

habían muerto de sed y calor

ellos el

Ramah.

desierto de

el

abandono en

lo

estéril

y

muy

al

poeta:

pedregosa...

tengo por admiración,

aquella haya sido la de Promisión:

Con todo ¡Oh

Do

término del viaje habían

Tierra Santa, no menos que

La tierra es

Que

de

al

santuarios, impresionó dolorosamente

y

iglesias

tres

que pasaron en

la terrible siesta

guardián y los

doscientos peregrinos habían

salido de Venecia, pero antes de llegar

perecido catorce.

el

la

estimo por

tierra bendita,

más que

do Christo

preciosa.

nació,

grandes injurias por nos padeció,

Pasiones, tormentos, y

al fin

cruda muerte,

Mis ojos indignos ya llegan á verte,

Y

A

á do resurgiendo

esta cristiana efusión

al

Cielo subió!

no corresponden desgraciadamente

fuerzas de nuestro ingenioso autor, ligera

bajo es

y no para

el

peso de

sublime, y que se encuentra

la

la terrible

un puro inventario

lo parecen,

de viaje

el

que había nacido para

sin

la

las

poesía

como anonadado

majestad del argumento. Su descripción

ningún color poético, en versos que apenas

y que allá se van con la prosa rudísima de su compañero Marques de Tarifa. Tres noches oró y meditó en el San-

to Sepulcro Juan del Enzina, con pío

y contrito corazón, pero

que una centella de poesía bajase á su alma. El carbón de encendió sus labios: quizá fuera éste

el

mayor

Isaías

sin

no

castigo de sus deva-

neos anteriores.

En gar:

el

Monte Sión

véase de que

tecimento de

dijo su primera misa dos días

modo

después de

tan pedestre nos noticia del

su vida espiritual: Dios sea loado, que gracia

me

dio,

Que

el

día primero,

Con

el

Marqués mesmo me comunique,

que

allí

dentro en, re,

lle-

mayor acon-

CAPITULO XXV

Que un

Y

Capellán suyo nos comunicó

aquel fue Padrino, que

En mi primer

En

la

(i):

administró

la Capilla,

Sacramento Christo

instituyó...

están hechas todas sus descripciones, hasta la

Tanto prosaísmo

del Calvario.

aflige,

se recuerdan los versos profanos del poeta.

madurándole

que

jetura

el

mismo tono

el

de Belén, hasta

cuando

do

me

Misa, que allá fui á decilla

Al Monte Sión, dentro en

A

241

había agostado

el seso, le

Acaso

la

edad,

lozanía del ingenio, con-

la

en cuenta que

fortalece teniendo

se

sobre todo

la

Trivagia es

la

última producción suya que conocemos. Por maravilla se registra

en sus versos alguna impresión pintoresca, como

el

recuerdo de

la

vega de Granada en presencia del valle de Jericó:

Que propio

semeja,

buen viso tengo,

si

La vega en España, que

Sobre en Jafa

vuelta no da

la

vi

de Granada.

pormenor alguno,

salvo que se

19 de Agosto, y que emplearon

el

travesía,

con veintidós días de escala en

en todo

el viaje

la isla

mil penalidades, en que

el

embarcaron

más de dos meses en

la

de Chipre, pasando

Marqués de Tarifa dio

continuo ejemplo de humildad, resignación y fortaleza.

En Venecia minándose

el

fué la despedida

Marqués á

Es decir, nos dio

(i)

la

y dispersión de los viajeros, encaSevilla, donde entró en 20 de 'Octubre, y

comunión.

Este capellán del Marques de Tarifa, á quien algunos han confundido con

Juan del Enzina, se llamaba Juan de Tamayo, según consta en un documento del Archivo de la casa de Alcalá (hoy

de Medinaceli), dado á

luz

por Cañete

y Barbieri:

«Yo

Gil

de Galdiano, canónigo de Tudela, doy

fe

que confesé

al Sr.

D. Fa-

drique Enríquez de Ribera, Marqués de Tarifa, en Jerusalén, dentro en

la

mes de Agosto de quinientos é diez é nueve años, é yo Jvan de Tamayo, clérigo español, doy fee como otro día siguiente, domingo siete del dicho mes de Agosto en la mañana, comulgué al dicho señor Marqués dentro en la capilla del Santo SeIglesia del

Santo Sepulcro, sábado en

la

noche

seis días del

pulcro, diciendo misa encima del con su hábito blanco vestido y con la cruz

de

la

orden de Santiago, puesta en

61,

nuestros nombres. Fecho en Jerusalén, Mbnkkdez

y Pki.ato.

— Poesía

y porque es verdad firmamos aquí

etc., etc.»

castellana. III.

id

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

242

dirigiéndose Juan del Enzina á

imprimió

al

año siguente

en 213 coplas de arte mayor rito literario, logró,

Roma, donde

placía vivir, y donde

le

tantas veces citada relación de su viajo

la

(i), la

cual, á pesar

de su exiguo mé-

por su doble carácter de libro de viajes y libro

de devoción, más popularidad que ninguna otra de

el

obras de En-

impresiones hasta fines del siglo pasado.

zina, llegando sus

En

las

preludio de

Trivagia anunciaba

la

ción de todas sus obras, delante de

las

el

poeta una nueva edi-

como

cuales iba

batidor

aquel poema, cuyo número de estancias no había querido que

lle-

gasen á trescientas, por no entrar en competencia con Juan de Mena:

Y

porque ya

Viaje

¡sus!

el

pueblo de mí nuevas haya,

andar: tú sé precursor

Del advenimiento de aquella labor

De

todas mis obras, que ya están á raya,

Labor que es en Lacio nacida y en Roma, Por dar cuenta á todos, y á gloria de Dios. Jamás tan gran causa, tan justa y tan buena tuve de obrar, como hora me sobra;

Yo

Por tanto yo quiero que vaya mi obra

Esta primera edición de

(1)

pero no sé que ninguno de

Hay muchas

la

Trivagia está citada por Nicolás Antonio,

los bibliógrafos

modernos haya llegado á

posteriores, entre ellas las de Lisboa,

1580; Sevilla,

verla.

por Fran-

cisco Pérez, 1606; Lisboa, por Antonio Alvarez, 1008; Madrid, 1733, por Fran-

cisco Martínez Abad, y 1786, por Pantaleón

Aznar (que es

la

más común), con

de Viaje y Peregrinación que hizo y escribió en verso castellano moso poeta Juan del Enzina\ en compañía del Marqués de Tarifa, en que el título

lo

?nás particular de lo sucedido en su Viaje

gunas de estas ediciones llevan unida Tarifa, así encabezada:

todas las cosas que en él coles 24 de

«

la

las

Este es el libto de

el viaje

que hize a Jerusalem, é de

me pasaron, desde que salí de mi casa de Hornos, miér-

Noviembre de 1518, hasta 20 de Octubre de 1520, que entré en

cina,

más antiguas

fa-

y Santos Lugares de Jerusalem. Alrelación en prosa del Marqués de

yo Don Fadrique Enrriquezde Ribera, Marqués de Tarifa. en

el

refiere

se halla el

Romance y sania de

No puedo

todo el viaje de

Sevilla,

decir

si

Joan del En-

que comienza:

Yo me

partiera de

Para Jerusalén

romance pedestre y de qué fundamento.

ciego,

Roma

ir...

de cuya autenticidad dudan algunos, no



con

CAPITULO XXV

En

mayor que más

arte

2J.J

alto suena:

Mas no que traspase mi cálamo y pena, Poco más ó menos, de coplas docientas, Pues llevan en todo

trecientas,

la flor las

Ninguno se iguale con

de ¡Mena.

su Joan

quedó en proyecto, y ninguna obra de Enzina Trivagia ha llegado á nosotros. Es más; tampoco te-

Tai compilación posterior á

nemos

la

noticias seguras de lo restante de su vida.

llegase á residir en su priorato

tiempo

le

de León

(i), ni

No

consta que

siquiera se sabe cuánto

conservó. Algunos dicen que fué canónigo de

la

catedral

de Salamanca y catedrático de música en su Universidad, pero nin-

guna de

estas especies tiene

comprobación hasta ahora. También que

es incierta la fecha de su muerte,

González Dávila la catedral

(2)

y que

pone en 1534, añadiendo que fué enterrado en se le erigió un monumento, de todo lo cual no

vestigio.

Afortunadamente,

compensa con creces de

cronista de Salamanca Gil

allí

queda ningún otro

estas

el

la

riqueza de las obras de Juan del Enzina

esta penuria

de datos acerca de su vida. Son

dos géneros: musicales y

obras de

las primeras,

literarias.

El hallazgo

ignoradas hasta nuestros días, y que han venido

á derramar inesperada luz sobre

uno de

los períodos

más obs-

curos é importantes de nuestra evolución artística, se debe exclu-

sivamente á

la

pasmosa y

feliz

diligencia del castizo é inolvidable

compositor español D. Francisco Asenjo Barbieri, que juntó á lauros de la inspiración creadora los del estudio razonado

y

los

eru-

dito de la historia de su arte. Barbieri tuvo la suerte de descubrir en la Biblioteca del Palacio

Cancionero musical de ción moderna, y

le

de nuestros reyes un inapreciable

xv y xvi, le transcribió en notacon abundantes comentarios y notas

los siglos

ilustró

biográficas de los poetas y

de los compositores. Entre unos y el nú-

otros descuella indudablemente Juan del Enzina, hasta por

(1)

Hay

Octubre de

noticias

de

la

permanencia

1536, hasta el 27

eje

de Enero de

Encina en León desde

1529.

el

2

de

Es seguro que había muerto

á fines de (529 ó principios del año siguiente. (A. B.). (2)

Historia de las antigüedades de la ciudad de Salamanca, 1602, pá-

gina 576.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

244.

mero de

llega á sesenta

y ocho, contándose entre

parte de los villancicos con

mayor

ellas la

que

sus obras,

que terminan sus pie-

hoy mismo

zas dramáticas, lo cual permitiría

acompa-

ejecutarlas

puso su autor; y es dato que puede ñadas de la servir á los inteligentes para penetrar más á fondo el peculiar carácmúsica que

les

ter

de este embrión de drama lírico-musical, en

los

más remotos orígenes

con

nombre de

el

que se hallan

el

del espectáculo conocido entre nosotros

zarzuela.

como

nuestra incompetencia para juzgar á Juan del Enzina

En

nos remitimos

artista musical,

«Cuando todos

los

al juicio

de quien

lo fué tan

eminente.

compositores de Europa (dice) procuraban en

sus obras hacer gala de los primores del contrapunto, con desprecio casi absoluto del sentido

de

la letra,

chas composiciones en las cuales

nera

muy

gran

altura, siendo sus

ellas se

notable á

adelanta de

presente»

la

En

poesía.

la

hallamos en

Cancionero

mu-

música se subordina de una ma-

esto Juan del Enzina se muestra a

obras dignas de particular estudio; alguna de

tal

modo

á su siglo,

que parece

en

escrita

el

(i).

Esta eficacia expresiva, esta subordinación de tra,

el

la

música á

la le-

que jueces tan competentes como Barbieri y Pedrell estiman

como

el

carácter

más

del Enzina, se explica

visible

muy

de

la

individualidad artística de Juan

naturalmente por su educación

literaria

músico y poeta. Por este inseparable y por su doble condición de establecía entre las dos artes del sose mente su en que maridaje nido, se

comprende también que como poeta

los villancicos

y

brillase

sobre todo en

otras composiciones ligeras destinadas á ser pues-

en música; y que sean musicales y no pintorescas nes que principalmente realzan sus versos.

tas

Hemos

dicho que

el

mismo

poeta, siendo todavía

las

condicio-

muy

recogió los que hasta entonces tenía hechos, en un copioso ñero,

joven,

Cando

-

impreso en Salamanca en 1496, y reimpreso en Sevilla, 1501;

XV

y XVI, transcrito y coVéase el Cancionero musical de los siglos (i) mentado por Francisco Asenjo Barbieri, individuo de número de la Real Academia' de Bellas Artes de San Fernando Publícalo la misma Academia, iSgo. El

número

son 460.

tota]

de composiciones del Cancionero (todas con

letra y

música)

CAriTULO xxv

243

Burgos, 1505; Salamanca, 1507 y 1509; Zaragoza, 1512 y 1516

Todas

estas ediciones se cuentan entre los libros

(i).

más peregrinos de

y probablemente hubo otras que no han llegado á nuestros tiempos. No es igual el contenido de todas ellas, bibliografía española,

la

muy

siendo

notables las añadiduras que en

tienen las de Salamanca, pleta, ó

das.

el

la

509; esta última,

1

colección quedaron

poema de

las églogas

y

507 y

digámoslo con más propiedad,

Fuera de

como

1

parte dramática con-

la

la

más com-

la

menos incompleta de

Trivagia, no compuesto ni impreso hasta

la

de Plácida y

to-

siempre otras obras de Enzina,

Vitoriano y Cristi tío

y

Febea.

De

52 1,

1

varias

Cancionero de las obras de Juan del Enzina.

( 1

Colofón: t.Deo gracias. Fue' impreso en Salamanca d veynte días del mes de

Junio de Mill.CCCC. de

título. (Biblioteca

— Sevilla, de

e

la

XCV1 años.*

Fol., let. gótica, 196 hojas, sin incluir el

Real Academia Española.

Hay

otro en

la

del Escoria!.

1501, por Juanes de Pegnicer y Magno Herbst, 16 de Enero

1501. (Biblioteca ducal

de Wolfembüttel.)

— Cancionero de todas las obras de Juan del Enzina, con otras añadidas. «

Fué empreñada

obra en la muy noble

esta presente

gos por Andrés de Burgos, por mandado de

aada

Juan Thomds Aavario:

e

la

qual

nal;

procedente de

la

e

muy

leal

cibdad de Bur-

honrrados mercaderes francisco

acabó a

se

del Señor Mili y quinientos y cinco.* Fol.,

los

let. gót.,

xiii dias de

Febrero en

101 hojas. (Biblioteca

el

año

Nacio-

de Bólh de Faber.)

— Cancionero de todas las obras de Juan del Enzina. Fué esta presente obra empr-imida por Hans Gysser alemán de Silgenstat en muy noble e leal cibdad de Salamanca: la qual acabóse a V. de enero del año

«

la

de mili quinientos

e siete.*

(Biblioteca de Palacio.)

— Cancionero de todas las obras de bardo «

e

Fué

en la

con el Auto del Repelón esta presente

muy

..

e

obra emprimida por

noble e leal cibdad de

Salamanca:

mes de Agosto del año de 1^0^ años.* perial

Juan

del Enzina, con las coplas de

Zam-

con todas otras cosas nuevamente añadidas.

Hans la

Gysser, alemán de Silgenstat,

qual dicha obra

Fol., let. gót.,

se

acabó a J del

104 hojas. (Biblioteca Im-

de Viena y Biblioteca particular que fué de D. Pascual de Gayangos.

— Zaragoza, 1512. (Mayans es el único que cita esta edición.) — Cancionero de todas las obras de Juan del Fuzi/ia. *J'ué imprimido el presente libro lia/nado Cancionero,

ragoca. Acabóse a

xv

dias del mes de deziembre.

Año

por Jorje

Coci, en

la

ejemplar

á D. Agustín Duran. Salva tuvo otro.)

Gallardo (tomo describe

l¡ -

de mili e quinientos e dezi-

seys años.* Fol. let. gót., 98 hs. dobles. (Biblioteca Nacional. Magnífico

que perteneció

C

11

de su Ensayo,

mayor parte de

art.

Enzina) es quien más detalladamente

estas adiciones.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

246

poesías insertas en una ú otra de los la

famosos Disparates trovados,

Don Juan,

muerte del Príncipe

como

ediciones del Cancionero,

las la

Justa de Amores, y

conocen ediciones

se

Tragedia á

la

sueltas;

y de

seguro hubo más, en esa forma de pliegos sueltos, que fué durante el

primer tercio del siglo xvi

popular

mos

si

y

popularizada.

laban de él

ellas

las

vehículo principal de nuestra poesía

el

antes de 1496 corrían mucho, no sabe-

de molde ó de mano,

y había quienes se

queja

Ya

las

composiciones de Juan del Enzina,

usurpaban y corrompían, y otros que se bur-

y de su autor.

De

estos detractores y maldicientes se

bajo su acostumbrado disfraz de pastor, en una de sus Re-

presentaciones, prometiendo sacar para

Mayo

(de

1

496)

la

copiiación

de todas sus obras... por que no pensasen que toda su obra era pastoril,

más

antes conociesen que á

más

se extendía

Déjate desas barajas.

Que poca ganancia cobras: Yo conozco bien tus obras: Todas no valen dos

pajas.

JUAN

No has tú visto las alhajas Que tengo só mi pellón; Esas obras que sobajas.

Son regojos e migajas

Que

se escuelan del zurrón.

Aunque agora yo no

travo

Sino hato de pastorea.

Deja tú venir

Y

verás

si

el

Mayo,

saco un sayo

Que relumbren

sus colores.

Sacaré con mi eslabón

Tanta lumbre en chico

Que vengan de Cada cual por

rato,

cualquier hato

su tizón.

Darles he de mi montón Bellotas para comer;

Mas algunas Qu'en roer

tales son, el

cascarón

Habrán harto que

hacer.

su saber:

CAPITULO XXV

247

.

MATEO Pues yo te prometo, Juan, Por más ufano que

estés,

Que te dé yo más de tres Que lo contrario dirán; Que bien sé que mofarán De tus obras é de ti...

muy

Los contemporáneos sabrían los literarios

bien quiénes eran estos

narlos á través de los disfraces de

Juan

el Sacristán,

de Pravos

Gaitero, del Carillo de Sorbajos, del Sobrino del Herrero les

y

con que

ému-

de Juan del Enzina, pero nosotros mal podemos adivi-

el

y otros

el ta-

poeta los apoda, retándolos con singular arrogancia

satisfacción de'



propio ante sus señores los Duques de Alba: Delante de esos señores

Quien me quisiere

Yo me

obrigo de

le

tachar,

dar

Por un error mil errores.

Tenme por

de

los mejores;

Cata que estás engañado;

Que

si

O

de trobas mayores,

si

De

quieres de pastores

todo

Y

sé, ¡Dios loado!

no dudo haber errada

En algún mi viejo escrito; Que cuando era zagalito Non sabía cuasi nada; Mas agora va labrad;; Tan por arte mi labor, Que, aunque sea remirada,

No Si

En

el

que toca

habrá. cosa mal trobada,

no miente

el escritor...

prólogo del Cancionero repite estas quejas, tanto por á la

respecto de

depravación que sufrían los partos de su ingenio, la

lo

como

censura agria y descomedida que algunos hacían de

ellos:

«Andaban ya t

mías que

3-

mas

tan

corrompidas y usurpadas algunas obrecillaa

como mensajeras

había enviado adelant--, que ya no mías,

ajenas se podían llamar; que de otra manera no

me

pusiera

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

248

»tan presto á sumar

»pude h

nio,

la

poniendo en

me

cuenta de mi labor é trabajo. Mas no

sufrir viéndolas tan ellas lo

mal tratadas, levantándoles

que yo nunca

Forzáronme también

me

dije ni

falso testimo-

pasó por pen-

y maldicientes, que

los detractores

»

Sarniento.

»

publicaban no se extender mi saber sino á cosas pastoriles é de

»poca autoridad; pues bren

si

bien os mirado, no

cosas pastoriles que otras;

las

»vime también á

menos

mas antes yo

copilación destas obras, por

la

ingenio requie-

creía

que más. Mo-

verme ya

llegar á

sperfeta edad y perfeto estado de ser vuestro siervo.» Antes de entrar en la vasta selva de las poesías de Juan del Enzina,

conviene decir algo de su doctrina

breve, pero

muy

literaria,

curioso tratado, que con

el

Poesía Castellana encabeza su Cancionero, y es

no

muy

expuesta en un

título la

de Arte de

principal,

la

aunque

lucida muestra, de la preceptiva de fines del siglo xv. Juan

del Enzina pertenecía á

su opúsculo está,

la

escuela de los trovadores cortesanos, y

como no podía menos, en

la

poéticas provenzales, que se remonta hasta

Dreita maniera de trotar de

Ramón

tradición de las artes el

siglo

xm

con

la

Vidal de Besalú; adquiere á

mediados del xiv proporciones de farragosa enciclopedia en las Leys d'amors de Guillermo Molinier, y pedantesca sanción en el malhadado Consistorio de Tolosa; recibe aplicación á la lengua catalana en los diccionarios rítmicos

tiempo de D. Juan

I

de Jaime March y Luis de Aversó, que en

trasplantan á Barcelona aquella institución ya

entonces anacrónica y funesta á los progresos de

la

legítima poesía;

y logra eco en Castilla merced al candido diletantismo de D. Enrique de Villena en sus fragmentos del Arte de la Gaya Scimcia, y á la varia y curiosa erudición del Marqués de Santillana en su célebn' Proemio al condestable de Portugal. Pero

si

Villena es un

petidor de las artes métricas de los tolosanos, Santillana,

mucho más entendimiento y de más

mero

re-

hombre de

selecta y digerida cultura, lec-

tor asiduo de los clásicos italianos en su original y de los latinos

si-

quiera fuese en traducciones, se eleva á ciertos conceptos generales acerca de

la poesía,

y presenta

ya,

no reduciéndola

al

mero

artificio

aunque en embrión, algunas ideas

de

los versos,

estéticas.

Juan del Enzina, venido rn edad más adelantada, cuando ya había triunfado en nuestras escuelas

la

pura noción del Renací-

CAPITULO XXV miento, por » Antonio

el

249

esfuerzo de aquel gran varón

cluyamos luego el trovar haber

Italia é

de

esparcídolas por nuestra España, adonde creo que ya florece

'allí

>más que en ninguna otra parte.» Enzina, no solamente

Olvida, pues, Juan del narrativa

y juglaresca,

la cual

con tanto desdén como ¿entes de baja ces,

y

canción popular; sino

que fué madre de todas en

digno de consideración!

la

la

el

lirismo cortesano,

á italianos en las artes de trovar.

que enseña sobre

el

mismo

él

hizo

roman-

y glosó felizmente algunos temas de misma escuela del Mediodía de Erancia,

la

tardío de

que

la.

líricos,

la

españoles y

embargo, que mirase

sin

Santillana, relegándola á

servil condición, puesto

bien puramente

si

no creemos,

Marqués de

el

antigua poesía

la

En

esta Poética,

mecanismo de

escuela tolosana,

la

que

la

que

inició a

¡Fenómeno por

cierto

se atiende sólo á lo

si

versificación, parece

como que desciende

un iruto

todavía á expli-

car las galas del encadenado, del retrocado, del redoblado, del multi-

pilcado y del reiterado, ni una vez suena venzales, inventores de tan

nombre de

el

revesada técnica.

pro-

los

No solamente

se

habían olvidado ya sus versos, sino que tampoco se leían sus poéticas.

El artificio de su

prosodia se había incorporado ya en

la

métrica de nuestros poetas palaciegos, y nadie se cuidaba de su origen.

Reaparecen también en rales

de

ciencia y

la

el

Arte de trabar ciertos conceptos gene-

preceptiva clásica:

el arte,

definido

la

aristotélica

distinción

como conjunto de

entre

de la flor de l uso de varones doctísimos, é reducidas en reglas ceptos; la alianza del ingenio

á

los

y del estudio,

la

observaciones sacadas

tal

como en

la

e

pre-

Epístola

Pisones se recomienda: «Pien sé que muchos contenderán para

CAPITULO XXV

25I

el buen natural, y y el fundamento; mas también afirmo »polirse y alindarse mucho con las observaciones del arte, que si al »buen ingenio no se juntase el arte, sería como una tierra frutífera

ninguna otra cosa requerirse salvo

»esta facultad

^concedo ser esto

lo principal

»y no bien labrada.» Pero, de los críticos antiguos, á quien con más frecuencia cita es á Quintiliano, y en su doctrina sobre la educación

apoya para inculcar

del orador se

preceptos de cicio

de

formar

la

la

al

poeta

elocución pura, elegante y

observancia de los

la

y

alta,

continuo ejer-

el

lectura en los mejores autores latinos y vulgares, para

el estilo

adquirir copias de sentencias.

y

Y

aun en

la

parte

métrica procede con ciertas aspiraciones clásicas, solicitando en

el

poeta entendimiento, no ya sólo de los géneros de versos, sino de los pies

y de

las sílabas

parte no va tan lejos

y de

como

la

el

cuantidad de

ellas,

bien en esta

si

maestro Nebrija, que, asimilando

nuestros metros á los latinos, encontraba en los romances tetrámetros yámbicos,

y en

los versos

de arte mayor adónicos doblados.

Juan del Enzina no entra en tan eruditas disquisiciones, para

las

cuales se reconoce falto de saber; y traza un brevísimo arte de versificación

enteramente práctico, reduciéndose

á algunas observaciones de puntuación

y

demás

lo

lectura

y

sensatas sobre las licencias y los colores poéticos, de los

que no

se

muy

deben usar

á

menudo, porque

miel no es bueno sin algún sabor de vinagre»

Más claramente

todavía que su Poética (en

y quedan muchos

contrarias

fluencias

Edad Media) marca

la

ducción

ó más bien adaptación, de la

guisado de

la

cual luchan dos in-

las

Bucólicas de Virgilio

la

Metamorfosis, de

las

de mi *

Heroídas, de

He reimpreso dos

(i)

*

la

las vías del

más antigua que yo sepa que de ningún poeta

las

veces este

la

Farsalia y de

tratarlito,

primero en

Eneida, de

Kl original

¡i.)

al

la-

las

Tragedias de

los

apéndices

Historia de las ideas estéticas en España, y después en

Antología.

la

ida á Italia, su tra-

tino se intentase en esta forma. Las traducciones de

tomo n de

mucha

vestigios del gusto de

dirección de Juan del Enzina en

clásico,

libre,

cuales dice

(i).

muchos años antes de su

Renacimiento

metro castellano:

«el

del tratado

á otras bastante

el

tomo

al

v

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

252

Séneca, hechas en

el

habían sido en prosa, generalmente ru-

siglo xv,

dísima, calcando groseramente terlineales, sin

texto

el

ninguna atención

al

modo de

al

las

versiones in-

sentido poético, y con un hipér-

baton tan estrafalario y pedantesco, que para entender preciso recurrir continuamente

al original.

poeta, procedió con las Bucólicas

rique de Yillena con la Eneida,

y rimbombante, hizo hablar

muy

al

muy

Juan

versión es

la

que en:

del Enzina,

de otra manera que D. En

y en vez de prosa crespa, dislocada mantuano en coplas de arte menor,

anacrónicas ciertamente, pero fáciles y graciosas. Interpretó

libremente á Virgilio con un desenfado que ya degenera en irreverencia y parodia, cambiando los asuntos de las églogas, aplicándolas

á

las circunstancias históricas

pastores arcádicos

la

brío,

bastante estrechos de

la

exquisito que

No

con desenvoltura,

el

sin

romper

versificación cortesana, pero

aunque á pequeñas

ellos,

los

lengua de los labriegos del campo de Sala-

manca: todo esto con

en

de su tiempo, haciendo hablar á

un

gotas,

los odres

derramando

mucho más suave y

licor

que antes solían contener.

se le ocultaban las dificultades

de su empresa:

lo

poco traba-

jada que estaba todavía nuestra lengua poética para tales ensayos, lo

que

llama: «el gran defecto de vocablos

él

^castellana en comparación de la latina; de

chos lugares no

poderles dar

la

que hay en

donde

lengua

la

en mu-

se causa

propia significación, cuanto más que

»por razón del metro é consonantes seré forzado algunas veces de ^impropiar

acrecentar é menguar, según hiciese

las palabras, é

ími caso, é aún muchas veces habrá que no se pueda traer

Mas en cuanto yo pudiere

opósito...

í>procuraré seguir

la

letra,

»personas, y enderezando » príncipe >(

é

al

mi saber alcanzare, siempre

aplicándola á vuestras

parte dellas al vuestro

más que

muy

reales

esclarecido

D. Juan. Por no engendrar fastidio á los lectores desta obra

añade en

la

dedicatoria

al

Príncipe) acordé de

la

trobar en diver-

»sos géneros de metro y en estilo rústico, por armonizar con »

ñ

pro-

el

poeta, que introduce personas pastoriles.»

Indicaremos algunas de estas aplicaciones á poránea.

En

^caballeros

la

la

historia

contem-

égloga primera: Melibeo... «habla en persona de los

que fueron despojados de sus haciendas, por ser

»des, conjurando con

el

Rey de Portugal que de

("astilla fué

rebel-

alzado»;

v

Títiro,

en nombre de

CAPITULO XXV

253

los arrepentidos,

que no perseveraron en su

rebeldía y contumacia contra

de

el

la

Reina Católica.

transformación de

la

égloga segunda, don-

hermoso Alexis, por quien suspiraba

el

pastor Coridón, está

Aún

es

más

singular

la

'.ransformado en Fernando

cuyo favor aspira

Católico, á

el

el

poeta:

Condón, siendo pastor Trovador,

Muy

aficionado al Rey,

Espejo de nuestra

ley,

Con amor Deseaba su

favor;

Mas con mucha cobardía

No De

lo

Por

creía

poder alcanzar.

los

montes se

salía

Cada día Entre

La égloga tercera

solo á pensar...



está aplicada «á los privados del señor

Rey

»D. Enrique, y á muchos grandes que con envidia dellos, é aun »ellos

mesmos

entre

sí,

sembraron gran discordia en nuestra

lla, é algunos dellos tentaron alzar por

E

Rey

al

Casti-

Príncipe D. Alfonso

maldades tanto se multiplicaron y »enjambraron en este reino, que no solamente 10 de la corona real, »su hermano...

»más aun »

las

con esto

las

propias haciendas unos á otros se robaban, é

malos pastores ordeñaban ajenas ovejas».

La pintura de

la

nueva edad de oro,

Saturno y Rea, que se profetiza en cindiendo de

la

tiempo de

menores no saben qué cosa

»en otro tiempo

la

del restaurado imperio

égloga cuarta,

de

poeta, pres-

el

interpretación que era tradicional en las escuelas

cristianas, la trae al »

como

los

mayores

sición va acendrando

é

los

es

Católicos, en

Reyes

temer

que «ya

los

las sinrazones é

demasías que

y en que

Santa Inqui-

les hacían»,

«la

cada día esclareciendo nuestra

fe:

ya no se

»sabe en estos reinos qué cosa sean judíos; ya los hipócritas son co-

nocidos,

é

cada uno es tractado según

El pastor Dafnis de

la

cipe de Portugal», esposo de K^ycs Católicos.

vive...»

égloga quinta es «el la

infanta

muy

Doña

desdichado prín-

Isabel,

hija

de

los

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2j4

En bre

égloga séptima,

la

mismo Juan

el

pastor Coriclón (bajo cuyo disfraz se encu-

el

del Enzina) canta ó llora 'da soledad

que

Castilki

>sentía cuando los reyes iban á Aragón...»

En

la

octava (cosa que

amores y hechicerías de derrota de

la

la

el

más

no pudiera sospechar),

lince

los

pharmaceutria sirven para alusiones á

Ajarquía ó de las lomas de Málaga, y

Hernando

j>que nuestro cristianísimo rey D.

«crecido

al

tenía en

la

amor

conquista

la

reino de Granada».

>>del

Esta colección de trovas ó parodias está generalmente versificada

en octosílabos de pie quebrado, combinados en estrofas de ocho, nueve, diez, once y doce versos. Por excepción,

causa de

la

solemnidad de su argumento y

prete obedeciese á traducido,

la

el Sicelides

estilo,

y como

Muses, á

si el

intér-

intimación del Paulo maiora canamus, está

con mucha valentía, en diez y

coplas de arte

seis

mayor. El estudio que empleó en esta versión libre y parafrástica de églogas de Virgilio, debió de adiestrar á Juan del Enzina en del diálogo,

que luego aplicó

muchas de

nes,

las cuales

á sus propias églogas

y

el

las

manejo

representacio-

no tienen más acción dramática que

las

Bucólicas antiguas, y sólo se distinguen de ellas en su carácter rea-

y á

lista

las

veces prosaico y de actualidad, y en

la

menor presen-

de elementos descriptivos. Leyendo á Juan del Enzina, no es

cia

aventurado decir que

en

los

en mantillas. Para zina;

la

égloga de Virgilio tuvo alguna influencia

primeros vagidos del drama español, cuando todavía estaba

mucho para

humanista

el

historiador de

el

Entrando ya en

significa

el

examen de

la

poco

la

literatura española.

las

poesías originales de Juan del

Enzina, que realmente escribió demasiado, según

de Valdés, y

es, sin

traducción de En-

la

opinión de Juan

duda, uno de los ingenios más desiguales que

pueden encontrarse, empezaremos por advertir que en ñero las poesías sagradas valen

posiciones largas

menos que

mucho menos que recibido de les:

de

la

cjue las profanas,

las cortas,

los villancicos

y

y

los versos

las glosas.

muy

fino,

y ejercitado con

su Canelo

y

las

com-

de arte mayor

Juan del Enzina había

naturaleza algunos de los dones poéticos

oído musical las

menos

el

más esencia-

cultivo simultáneo

dos artes; imaginación fresca y viva, que reproduce con ame-

CAPITULO XXV nidad, aunque de un raleza y

de

modo

superficial, ciertos aspectos

vida rústica; vena cómica,

la

^55 la

natu-

é inofensiva; ingenui-

fácil

dad de sentimiento; alma de poeta popular,

de

á veces.

Pero

le falta-

ron otros dones aún más excelsos, y por eso, más que por falta de pulimento y ele estudios (puesto que los tuvo desde su mocedad,

como hemos

y también por haber nacido en una época de

visto),

transición á la cual sólo un ingenio de primer orden hubiera podido

sobreponerse, no llegó nunca á

las alturas

de

la

gran poesía, rara

vez mostró verdadera pasión, se contentó con ser un poeta agradable, gastó tes

la

mejor parte de su talento en devaneos y jugue-

consistencia, y, á pesar de sus inconstantes aspiraciones

sin

clásicas,

continuó perteneciendo á

la

daderamente innovador más que en

Edad Media. No

fué ver-

que es su principal

el teatro,

gloria.

Las obras á

lo

divino son siempre

la

Cancioneros del siglo xv: parecen escritas

compromiso, para hacer pasar vienen después.

No

la

dedicó á su señora

bre

la

tra

la

devoción y como de

sin

libertad de las coplas profanas

la

ellas

que

de formidable extensión, que

Duquesa de Alba (Doña

Natividad de Nuestro Señor, sobre

magos, sobre

los

hace excepción á esta regla Juan del Enzina, en

composiciones, algunas de

las

más endeble en

parte

Isabel Pimentel) so-

la fiesta

Resurrección de Cristo, sobre

la

de

los tres

Reyes

Asunción de Nues-

Señora y otros temas piadosos. Su cristiana musa se ejercitó

también en loor de algunas diócesis de

iglesias

nuevamente

Salamanca y Zamora; y ensayó

la

edificadas en las

versión de algunos

como el Miserere^ de algunos cánticos de la Sagrada Escritura, como el Magníficat y el Nunc dimittis; de algunos himnos, como el Ave Maris Stella, el Qiiem térra pontits, el Vexilla regis, y salmos,

el

Te

Deum

ter, el

¿audamus; y, finalmente, puso en verso

Ave María,

el

Credo y

la

Salve.

el

Pater Nos-

Son notables algunas de

estas traducciones por su fidelidad casi literal; pero ni en ellas ni

en

las

poesías originales hay nada que recuerde la ternura y

la

suave efusión de Fray Iñigo de Mendoza y de Fray Ambrosio Montesino,

Algunos

ni

menos

la

robusta entonación del cartujano Padilla.

villancicos agradan,

inafectada; verbigracia, los

no obstante, por su misma sencillez

que principian:



HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

256

Quien tuviere por señora

La Virgen Reina

No

del Cielo,

tenga ningún recelo.

¿A quién debo yo llamar

Vida mía, Sino á

ti,

Virgen

La música que acompaña

María?...

á este último es de las

más

lindas

y ex-

presivas, según dictamen de Barbieri. Pero poéticamente son

muy

inferiores estas coplas á los villancicos profanos, siendo digno

notarse que

el

mismo Juan

del Enzina trovó

que antes había compuesto á

los

villancico dialogado

lo

á

lo

de

divino algunos de

humano. Sirva de ejemplo

el

que empieza:

¿Quién te

trajo, caballero,

Por esta montaña escura?— ¡Ay, pastor,

Cuya trova ó parodia

que mi

ventura!...

á lo divino es ésta:

¿Quién te

trajo,

Criador,

Por esta montaña oscura? —

Ay que

Y

tú,

mi

criatura...

tan popular debió de hacerse,

que

sirvió

poesías espirituales, entre ellas dos de Fray ¿Quién te

trajo,

Por este valle tan ¡Ay hombre! tú

¿Quién

te dio,

Rey de

de tema para otras

Ambrosio Montesino:

gloria,

triste?

me

trajiste...

Rey,

la fatiga

Deste sudor extremado?

¡Ay hombre! que

tu pecado...

Siendo de notar que esta última fué escrita por mandado de

la

Reina Católica.

La

visión alegórica, en el estilo de los imitadores

de Dante y Pe-

y en las formas métricas consagradas por Juan de Mena y Marqués de Santillana, contó entre sus más asiduos cultivado-

trarca,

y

el

res á

Juan del Enzina; pero tampoco en este género, que por

artificial

y pomposo cuadraba mal con

su índole,

lo

puede decirse

CAPÍTULO XXV

que

sino

mucho, quedando por de contado

brillara

Juan de al

2Í57

no sólo á

inferior,

que á trechos muestra condiciones de gran poeta,

Padilla,

mismo Diego

Guillen de Ávila; que no pasaba de versifica-

dor lozano y abundante. Estas obras del vate salmantino son, entre otras, el

Triunfo de Amor, dedicado

de Alba, D. García de Toledo, á recibir

á

al

primogénito de los Duques

quien sus malos hados destinaban

en I5IO> desventurada, aunque gloriosa muerte, en

Gelves; el Triunfo de la

los

Fama, compuesto en 1492 para celebrar

la

rendición de Granada; y

te

del príncipe

la

Tragedia trovada á la do lorosa muer-

Don Juan, en 1497

Este funesto suceso, que

(i).

también lloraron con acentos de verdadero y patriótico dolor el Comendador Román y otros poetas de entonces, dio pretexto á Juan del Enzina para setenta y

seis

octavas de arte mayor, que

empiezan de esta pedantesca manera, tan impropia de una

la-

mentación: Despierta, despierta tus fuerzas, Pegaso,

Tú que

llevabas á Beleroionte;

Llévame á ver aquel alto monte, Muéstrame el agua mejor del Parnaso,

Do cobre el aliento de Homero y de Y el flato de Maro, y estilo de Aneo;

Y

pueda alcanzar favor sofocléo,

Cantando en España muy mísero

Algo más

la

era casi imposible

lira

Fama

vale el 'Triunfo de la

haber terminado

mación de

la

caso...

(escrito

versión de las Églogas de Virgilio).

el

maldito

las huellas

la

consu-

formas de

gótica, cuatro hojas

lo estropea todo.

Pisando

la

primera edición del Cancionero, no

en

folio,

de papel y tipos idénticos á

encuadernado en

el

los del Cancio-

ejemplar de

la

Academia

Española. y

la

reforzado con

pero se imprimió aparte, en un pliego rarísimo, de letra

nero, al fin del cual se halla

XlKNÍNPLa

la

de sus predecesores, y repitiendo visiones

Por ser posterior en un año á él;

las

artificio alegórico,

una erudición indigesta y de mala ley,

pudo entrar en

Y en efecto,

Reconquista dejase de tener algún eco sonoro en

de un poeta tan nacional, aun cuando usase

servilmente

poco después de

que tan magno acontecimiento como

poesía cortesana. Pero

(1

Naso,

PkiATO.— Poesía

castellana

III.

17

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

258

que cada vez iban siendo más empalagosas, Juan del Enzina se supone transportado á la fuente Castalia, «á do vio á muchos poetas ?beber por cobrar aliento de gran

Es curiosa

estilo».

la

enumera-

ción de los españoles: Allí

Muy

también

vi

de nuestra nación

claros varones, personas discretas,

Acá en nuestra lengua muy grandes poetas, Prudentes,

muy

dotos, de gran perfección:

me

Los nombres de algunos

acuerdo que son

Aquel excelente varón Juan de Mena, Y el lindo Guevara, también Cartagena,

Y el

buen Juan Rodríguez, que fué

del Padrón...

Don Iñigo López Mendoza llamado, Muy noble Marqués que fué en Santillana, Aquel que dejó doctrina muy sana, También con los otros allí fué llegado: Y el sabio Hernán Pérez de Guzmán nombrado

E Gómez Manrique también allí vino, E el claro Don Jorge, su noble sobrino, E más otros muchos que tengo olvidado. Así que después que todos vinieron, fuente con gran procesión,

Cercaron

la

Tañendo

é cantando con

E todos

Aquesto pasado, de '

E

mucha

afición,

en orden del agua bebieron: allí

se partieron,

fuéronse luego por esas montañas,

Adonde

tenían los unos cabanas,

Los otros sus cuevas en que se metieron.

Yo que me Metido en

la

estaba

muy

bien ascondido,

mata ya había gran

rato,

Pasó Juan de Mena, cuando no

me

Tan cerca de mí que luego me

vido:

Después que

E supo

la

me

tuvo

muy

cato,

bien conocido

causa de mi caminar,

Mandóme en

la

fuente beber ó hartar,

Porque gozase descanso complido.

lo

Juan de Mena, pues, cuyo Labyrintho va remedando Enzina en que tiene de menos loable, es el guía que encamina los pasos

del poeta

al

templo de la

Fama, en cuyas

varias estancias ve figu-

CAPITULO XXV radas y entalladas

las

propia nación, entre

259

de griegos y romanos y

historias

las

de su

atraen principalmente sus ojos las

las cuales

de Isabel y de Fernando, que enumera en versos no enteramente malos, pero de más entusiasmo patriótico que fuerza poética:

glorias

Estaban encima de su real

silla

Pintadas las guerras, batallas venciendo,

A

los portugueses matando y prendiendo, Lanzándolos fuera de nuestra Castilla:

La En

fuerte batalla

que puso mancilla

sus corazones cubiertos de lloro:

Del todo vencidos

Y

allá

cabe Toro,

en Cantalapiedra dejaron

Dos

E

la villa.

también que estaban pintados

Allí vi

mil robadores, ladrones, traidores,

de otras maneras otros malhechores

Por modos diversos

allí

justiciados:

Al un cabo estaban herejes quemados,

E

al

otro

la

Fe muy mucho

Por un cabo estaba

la

ensalzada;

Santa Cruzada,

Por otro salían judíos malvados. Vi luego pintada después de estas cosas La guerra de moros muy bien guerreada

De

todo aquel reino que llaman Granada,

Con sus serranías muy mucho

Lo

flaco

y

lo fuerte,

graciosas.

por fuerza ó por grado,

Vasallos ó siervos sujetos quedaban;

Los unos vencidos,

Y

allí vi

los otros se daban,

también su Rey cativado.

Y en cabo de todo vi grandes Y justas reales, y cañas y toros, Ganada Granada, llorando

Que

los

torneos,

moros,

vían cumplidos ya nuestros deseos:

Y al Rey y á la Reina con rostros febeos Regir Occidente con buenas fortunas, Desde

las viejas

hercúleas colunas

Hasta los altos montes Pirineos...

En

esta última estancia, el autor se levanta

grandeza de

la

un poco en

materia; y es también un rasgo poético

alas

y

de

!a

feliz el

presentar por remate del cuadro histórico á los más famosos maes-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2ÓÜ

tros de la estatuaria griega, a los Lisipos, Praxiteles

brando

y Fidias,

la-

trono del príncipe D. Juan,

el

Gran principe trono que

el destino,

flor...

encarnizado siempre con España aun en

cumbre de su poderío, no paños de dolor

nuestro, de principes

la

había de permitirle ocupar; trocando en

de regocijo, y en elegías

las vestiduras

los

cantos

triunfales. Si

por su interés histórico puede soportarse

de la Fama, no sucede

lo

mismo con

el

la

lectura del Triunfo

Triiiufo de

Amor, que quizá

supera en pesadez á todos los innumerables Triunfos y Triunfetes

que compusieron visión,

los

malos imitadores del Petrarca.

que consta nada menos que de

guno de

los

1

.3

En

esta insulsa

50 versos, no

ornamentos propios del género:

el

falta nin-

obligado sueño del

poeta («sueño con caídas de modorra», que hubiera dicho Gallardo), la

aparición del Dios Cupido,

descripción de los palacios de

la

la

Razón y de la Ventura; las fiestas que se celebraron Libertad, de en el alcázar de Venus, que era un castillo de cuatro torres, donde la

estaba la

la

Sensualidad de portera;

Hermosura y

vas

y

divertidas

tahila

la

el

gran banquete á que asistieron

Prudencia] con otras invenciones no menos nue-

que

éstas,

y por supuesto con una interminable

de nombres históricos y mitológicos, puestos unos .

como en un padrón de vecindad. Lo poema contiene, es una enumeración de los otros,

re-

tras

de

único curioso que este instrumentos musicales

usados en tiempo del autor.

Pertenecen igualmente Cancioneros, res, la tal

como ya

género más

al

sus títulos lo indican,

Confesión de Amores,

nombre merecen,

trivial

la

el

de

la

poesía de los

Testamento de

Amo-

Justa de Amores: argumentos,

tratados antes de

él

si

por innumerables tro-

vadores.

]uan del Enzina, que á juzgar por sus obras, debía de ser

muy

las

confesiones que hace en

enamoradizo, no acertó,

ningún otro de su escuela, con

la

como tampoco

sincera expresión del sentimiento

amoroso, como no fuese en alguna de sus églogas dramáticas; pero se lució

mucho en

el

discreteo galante, compitiendo con

Alvarez Gato, á quien se parece hasta en

la

el

mismo

irreverente mezcolanza

CAPÍTULO XXV

de

sagrado y

lo

una

lo

la

este

género un tanto pecaminoso, son

á su amiga en tiempo de Cuaresma.

delicia las coplas

Para

En

profano.

26l

poesía frivola, vulgarmente llamada de sociedad, tenía Juan

Con amenidad y sin esfuerzo la hacía brocircunstancias mis triviales de la vida: coplas á tres genti-

del Enzina especial aptitud. tar

de

las

una dueña,

les mujeres, la

demandaron

colación,

nero, enseñándoles das, á

el



la otra

las

beata y

otra doncella, que le

la

cuales envía por burla un cuarto de car-

modo de

más

guisarle: coplas,

una señora que, paseando por

el

campo,

le

ideales

y delicadio un manojo de

y morados, con otras flores que se llaman maravillas: coplas á otra dama que le pidió un gallo para correr en su nombre. alhelíes blancos

Su genio blando é inofensivo, rica,

como en

las

rara vez muestra

«coplas hechas en

una punta

nombre de una dueña

á su

satí-

ma-

jado, porque siendo ya viejo tenía amores con una criada suya».

Sus versos de burlas, que más bien pudieran llamarse de recreación

y pasatiempo, son de todo punto

y parecen

la

expan-

sión de un ánimo regocijado, que sólo se propone hacer reír

acumu-

inofensivos,

lando desatinos é incongruencias. Tiene en este género tres composiciones bastante chistosas, cierto

la

Almoneda,

el

Juicio sacado de

más

de toda la astrología, y los llamados por antonomasia Dispa-

rates de Juan del Enzina.

La Almoneda

es el

inventario del pobre

ajuar de un estudiante perdido, que le malbarata para

Los que quisieren mercar Aquestas cosas siguientes, Mírenlas é paren mientes,

Que no

se

deben tardar:

Porque despulís de cenar '.

lo

El bachiller Babilonia

Las quiere malbaratar,

Que

se quiere ir á estudiar

Al estudio de Bolonia.

Primeramente un Tobías,

E

un Catón c un Doctrinal,

Con un Arte manual,

E E

unas viejas Homelías:

un libro de cetrerías

Para cazar quien pudiere,

ir

á Bolonia:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2Ó2

E

unas nuevas profecías

Que

dicen que en nuestros días

Será

E

lo

un

que Dios quisiere libro

de

las

(i).

Consejas

Del buen Pedro de Urdemalas

Con

sus verdades

muy

(2),

ralas

E sus hazañas bermejas: E unos Refranes de viejas. E un libro de sanar potras; E un arte de pelar cejas. E de tresquilar ovejas, E mas muchas obras otras...

E unas muy buenas escalas De maroma no muy gorda, E una buena lima sorda Para excusar alcabalas:

E

un azadón

E un

é dos palas,

par de ganzúas buenas

Para poder hacer salas

E

mantener grandes galas

Con

E

las

haciendas

ajenas...

dos ollas con un jarro,

E

tres cántaros quebrados,

E

cuatro platos mellados,

Cubiertos todos de sarro:

E

un buen salero de barro Con media blanca de sal,

E E

una escudilla, é un

Por manteles un

Por este

estilo

tarro,

por mesa un gran guijarro, costal...

prosigue una larguísima enumeración, en

la

cual

figuran, entre otras cosas,

Un

silbato ó cornezuelo

Para llamar las vecinas,

(1)

Estos dos versos puso

Quevedo en

la

Visita de los chistes

en boca de

Pero Grullo. (2)

Creo que es

la

primera vez que se nombra en nuestra literatura á

este personaje legendario. ¿Habría ya algún libro

de cuentos

relativo á él?

CAPITULO XXV Unos dados

ú un tablero

Para sacudir

el

Una

cobre,

vihuela sin son...

Unos naipes

sevillanos,

Rotos ya de mil

Es imposible la

memoria

el

con la

leer esta f aceda sin

ambos la

es visible, pero

poetas,

propia de su

la libertad

poesía de

reniegos...

que venga inmediatamente á

Petit Testament de Francisco Villon,

La semejanza

1456.

directa entre

263

que

no puede sospecharse relación

trataron, cada

humor

compuesto en

uno á su manera, y

respectivo, un lugar

común de

Edad Media, cuya forma mas antigua de autor espa-

ñol creo que ha de encontrarse en los versos provenzales inéditos del trovador Serveri de Gerona,

dro

contemporáneo

Don

del rey

Pe-

III.

El Juicio sacado por Juan del Enzina de astrología, es la

lo

más

cierto de toda la

primera muestra que yo he visto de esas composi-

ciones burlescas que con título de Juicio del año suelen estamparse

en

los

almanaques. Paréceme que en esta donosa burla de

las

dicciones astrológicas y meteorológicas de los zaragozanos tonces, tiró Juan del Enzina á tejado conocido casa,

poniendo en

solfa,

como vulgarmente

'

pre-

de en-

y muy cerca de su

se dice, los pronósticos

de un cierto maestro Diego de Torres, que, por rara coincidencia, á través

de más de doscientos años, con su homónimo

critor salmantino tico

de principios del

siglo

el

xvm, era como

festivo esél

catedrá-

la Universidad, y hacía también almanaques según lo indica el rarísimo libro que dio á luz con el

de Matemáticas en

y predicciones,

rótulo de Medicinas preservativas

y

curativas de la pestilencia que

significa el eclipse de sol del año 1485. Fuera éste ú otro el astrólogo

satirizado por Juan del Enzina,

cuando

E por no perder No me meto en los En

ae

puede negar

el tino

planetas.

estrellas ni cometas,

Ni quiero tratar de

•10

dice;

signo...

cierta gracia á esta parodia, en

ensartando todo género de perogrulladas:

que

el

poeta va

264

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Mas quiero, como supiere, Declarar

las profecías

Que

dicen que en nuestros días

Será

lo

que Dios

quisiere:

Porque nadie desespere, Hasta

año de quinientos

el

Vivirá quien no muriere.

Será cierto

lo

que

fuere,

Por más que corran los vientos.

E

serán tiempos tan sanos,

Quel placer será deporte;

Y Y

estará el rey en

en

la

corte,

corte cortesanos.

la

Serán los hombres humanos,

Por humanos que

los veas:

Habrá tantos ciudadanos,

Que

todos los aldeanos

Morirán por

No

las aldeas.

que no se baptizare,

El

será de nuestra lev:

Reinará cualquiera rey

En

reino que reinare:

el

Y

el

Si

por dicha no se escapa,

Si á

cardenal que papare,

Padre Santo llegare,

Aunque pese á quien pesare, No podrá escapar de Papa. Según

los Evangelistas,

Los que estudian por saber Estudiantes han de ser, Juristas

Los

ó no

juristas:

filósofos é artistas,

Los teólogos sagrados, Los honrados canonistas, Los médicos é legistas Serán,

En

si

fueren, letrados.

las partes

Tanta luz

Que

el sol

de oriente dará,

nascerá por allá

Primero que por Poniente...

CAPÍTULO XXV

Cuando

En

265

tiempo demudare

el

Avila y en Segovia,

La mujer que fuere novia Parirá desque empreñare,

Y

en Madrid, quien madrugare,

Levantarse ha de mañana; Y,

el

que en Toledo morare,

Hallará,

Que

el

bien contare,

si

que pierde poco

gana...

Lo que principalmente nos hace recordar composición es que,

andando

tada con soberana chispa é cisco de

Quevedo, cuando en

el

Visita de los chistes hace profetizar

la

que tienen mas veras de

á Pero Grullo «cosas

tan baladí,

honor de ser imitada y comenincomparable socarronería por D. Frantuvo

los tiempos,

que parecen».

las

Muchas cosis nos dijeron Las antiguas profecías: Dijeron que en nuestros días

Será

lo

que Dios quisiere.

Las mujeres parirán Si se

Y

empreñan y

los hijos

De

parieren,

que tuvieren

quienes fueren

Volaráse con

Andaráse con

serán...

las

plumas,

los pie~,

Serán seis dos veces

También Juan

tres."..

del Enzina figura entre los personajes populares

emblemáticos de este admirable Sueño, gracias á otra

festiva

y com-

posición suya que logró, sin saberse por qué, tanta notoriedad, que

su título vino á ser inseparable del

tiempos en que

el

Cancionero de éste yacía en

fundo. «Vivos de Satanás (dice

sjuan del Enzina), ¿qué j>mido?...

Soy yo

nombre de

el

me

la

su autor, aun en el

olvido

más pro-

sombra del poeta evocada por

queréis que

me

dejáis

malaventurado Juan de

^habiendo muchos años que estoy aquí (en

el

la

muerto y consuEnzina, el que

otro mundo), toda

la

»vida andáis, en haciéndose un disparate ó en diciéndole vosotros:

«No

hiciera

más Juan de

»la Encina.»

la

Encina; daca

los disparates

de Juan de

Habéis de saber que, para hacer y decir disparates,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

266 »

todos los hombres sois

»Encina es

muy

Juan de

Encina; y que este apellido de si por hacer una

la

largo en cuanto á disparates...

«necedad anda Juan de

Y

Encina por todos esos pulpitos y cate-

la

»dras,

con votos, gobiernos y estados, enhoramala para

»todo

el

Los

mundo

es

ellos,

que

monte y todos son Encinas.» que justifican plenamente

su nombre, y que pueden recordarse, comienzan

tales disparates,

sólo por su rara fortuna tradicional

de esta suerte: Anoche de madrugada, Ya después de medio día,

.

Vi venir en romería

Una nube muy

Y

cargada,

un broquel con una espada

En

figura

de ermitaño,

Caballero en un escaño...

De

estas desaforadas coplas,

que tuvieron

la

virtud de convertir

á su autor en un personaje de folk-lore, borrando casi en

de

las

la fantasía

gentes su personalidad histórica, no se desdeñó de hacer imi-

taciones (que otras cosas

el

malo y casero gusto del

muy amenas

como D. Tomás de con su

siglo

xvm

celebró

más que

y sensatas de su autor) un ingenio tan culto

Recuérdense aquellas tan sabidas décimas

Iriarte.

glosa:

Vino un díaMenelao, Sobrino de Faraón,

Conducido en un simón Hasta

y

las

no menos famosas

el

puerto de

quintillas,

parece que envuelven una burla de

Bilbao...

que tienen más gracia porque la

pedantería de cierta casta de

eruditos:

En

la

Historia de Mariana

Refiere Virgilio un cuento

De una

ninfa de Diana,

Que, por ser mala

cristiana,

Fué metida en un

convento...

Sería injusto quien, fijándose únicamente en composiciones de la

ínfima laya de los Disparates trobados, confundiese á Juan del

Enzina en

el

grupo de

los

copleros chabacanos y adocenados.

cho tuvo de coplero, como todos

los

Mu-

poetas de su tiempo y de su

XXV

CAPÍTULO escuela; pero también tuvo

267

relámpagos de noble y delicada poesía. la Consolatoria á un amigo en la

[Con qué tierna sencillez dice en

miterte de su madre, recordando los pensamientos de Jorge Manrique:

¿Qué es

la

vida sino flores

Nacidas en poco rato,

Que ya cuando no me Tienen muertas

cato

las colores?

¡Oh qué dulzor de dulzores Morir una vez no más,

Por cobrar

sin

más dolores

Vida de grandes primores,

Donde no mueren

jamás!

¡Con qué gentileza caballeresca sale á

la

defensa de las mujeres,

contradiciendo á los maldicientes trovadores de

la

escuela de To-

Rasgos hay en estas coplas que parecen dignos de

rrellas! (i).

la

suave musa que dictó El Premio del bien hablar: Si á

mujeres ultrajamos,

Miremos que deshonramos Las canas de nuestras madres.

(1)

sión

No sabemos qué

interpretación racional puede darse á

que contienen estos versos

por primera vez en

el

del

poema obsceno

la

extraña alu-

Pleito del Manió, incluido

Cancionero General de 1514: Ante Torrellas apelo,

Que merece

mil renombres,

Porque sostuvo

sin velo,

Mientras estuvo en

el suelo,

El partido de los hombres;

E si

dijeren que es muerto,

Por ser

del siglo pasado,

En Salamanca, por cierto, Un hijo suyo encubierto, Tiene su poder cumplido. El cual es aquel varón

Que muy

justo determina,

Sabidor con discreción

Que llaman Juan Si se trata

de paternidad

cumento más que Juan

serio.

Y

si

física, tal

del Encina...

especie necesitaría apoyo en algún do-

se trata de paternidad intelectual, en el sentido de

del Enzina hubiese

adoptado ó heredado

las ideas del

caballero ca-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

268

Pero hay que reconocer que en sus composiciones de más empeño,

si

Juan del Enzina acierta en ocasiones, rara vez se sostiene

mucho. Su misma le falta arte,

hace verboso y prosaico: y á pesar de sus aspiraciones dogmáticas, facilidad le

bién un elevado concepto de triunfos de la

dado como

le falta

tam-

no hubiera hecho más que

la poesía. Si

Fama

y justas de amores, su nombre yacería tan olvide otros innumerables poetas del siglo xv. Lo que le

los

salva son los elementos musicales

llancicos

le falta aliño,

y sus

y populares de

su poesía, sus vi-

Sus composiciones mayores yacen como

glosas.

in-

formes y pesados cuadrúpedos en el fondo dé su Cancionero, mientras zumba en torno de ellos un enjambre de espíritus alados. Aque!

germen bienhechor y misterioso de del ta,

la

canción popular, que salvó

amaneramiento cortesano una porción, no grande, pero de

la



selec-

poesía de los trovadores gallegos, y que luego en Castilla

ciñó las sienes del docto Marqués de Santillana con una guirnalda

de

flores

campesinas, más lozanas y vivideras que todas

las

que

artificialmente había cultivado en los jardines de su erudición: la

musa de

de

las pastorelas,

villanescas, fué

también

la

las

vaqueras, de

que sacó de

la

las serranillas

y de

las

medianía á Juan del Enzi-

el rumbo propio de su ingenio, y poniendo en sus un raudal de poesía dulce y sabrosa, natural y ligera, que traduce sin esfuerzo las impresiones de la juventud, de la primavera

na,

marcándole

labios

sonriente, del

amor

incompleto para

el

fácil.

El estudio de estas canciones será siempre

que no puede apreciar

el

talán y especialmente su aversión á las mujeres,

gún

la

leyenda; nada hay

pecialmente del

final

hubiera de tomarse

al

de

más contrario ellos,

que no

que dice

I

ensalzare su corona!

Viva, viva la persona

Del que más suyo se vierel Muera quien mal las desea Peor muerte que Torellas:

En

Y

le costó, se-

muestra de ternura el Pleito:

¡Bendito quien las sirviere

Y

que tan cara

á lo que resulta de estos versos, y es-

sería gran

pie de la letra lo

mérito de las sencillas

placer nunca se v

de Dios maldito sea

El que dijere nial de ellas

filial, si

CAPÍTULO XXV

26g

acompañan, y que no son extrañas al tema, como sucede, por ejemplo, en las canciones de Béranger, sino que fueron melodías que

las

compuestas ad hoc por

el

mismo

en esta música de palacio había, pulares,

En

que con

las letras

el

poeta. Diga quien sepa

como yo

y pueda

sospecho, elementos po-

tiempo habían de prevalecer y de emanciparse.

no cabe duda que

los hay,

si

bien incorporados en una

tradición lírica de carácter artístico. Algunas de estas letras,

poeta mismo

califica

de ajenas, parecen más antiguas que

nen sabor de fragmentos de romance ¡Oh

mismo Juan

que

él,

viejo:

te conocí!

¡Cuitada de

la

mi madre más de á mí!...

tiene

del Enzina había

hecho romances, no solamente

amorosos, sino también históricos y de asunto contemporáneo, el

de

la

como

toma de Granada: ¿Qué es de

ti,

desconsolado?

¿Qué es de

ti,

rey de Granada?...

menos inspirado á diálogo,

y

el-

tie-

de Montanges,

castillo

Por mi mal

Que no El

si

verdad que

la

que compuso sobre

el

el

brioso villancico, en forma de

mismo argumento:

Levanta, Pascual, levantaj

Aballemos á Granada,

Que

se suena

— Pues el

que

es tomada...

ganado se extiende,

Déjalo bien extender;

Porque ya puede pacer

Seguramente hasta allende.

Anda

acá;

no

te estés ende,

Mira cuánta llamarada;

¡Que se suena que es tomada!

— ¡Oh

qué Reyes tan benditos!

Vamonos, vamonos yendo,

Que

ya te voy percreyendo

Según oyó grandes

Llevemos estos

gritos.

cabritos,

Porque habrá venta chapada;

Que

se suena

que es tomada.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

270

— Aballa, toma tu hato, Contaréte á maravilla

Cómo

se entregó

la villa,

Según dicen no ha gran

rato.

¡Oh quién viera tan gran trato

Al tiempo que fué entregada!

Que

se suena que es tomada.

Ya luego Metidos en

allá estarán la

todos

ciudad

Con muy gran solenidad, Con dulces cantos é modos. ¡Oh claridad de

Reyes de

Que

gloria

se suena

los godos,

nombrada!

que

es tomada.

¡Qué consuelo é qué conorte

Ver por Alzar

torres é garitas

las

cruces benditas!

¡Oh qué placer é deporte!

Y

entraba toda

la

corte

A milagro ataviada, Que se suena que es Por otra parte, es sica

muy

de notar que Juan del Enzina aplicó mú-

nueva y de su composición

Claros:

«Pésame de vos,

probaría,

musa

si

felices

como

el

menester fuese,

vulgar. Sin ella

tomada...

romance

al

(i)

no hubiera atinado nunca con

éstos:

Montesina era

E

de

muy

la

garza

alto volar:

No hay quien

la

pueda

tomar...

Decidme, pues, sospirastes, Caballero, ques gocéis,

¿Quién es

la

que más

queréis?...

Romerito, tú que vienes

De donde mi

vida está,

Las nuevas della

(1)

Número 329

viejo del

Conde

Conde», y quizá á algún otro; lo cual su trato y comercio continuo con la

me

del Cancioiitro musical

da..,

de Barbieri

estribillos tan

r

capitulo xxv

Muchos de brión

y anuncian ya en emque con poco más desarrollo hizo sus

estos villancicos son dialogados,

poeta dramático

al

27

más y

églogas. Los

los

mejoras son pastoriles, y

los

hay sacros y

profanos. Los del Nacimiento tienen una gracia casi infantil.

En

los

de amores villanescos suele haber una punta de candorosa malicia, la salsa del género, y que en las parodias realistas de Hita había pasado algunas veces de la raya. Den-

que fué siempre del Arcipreste

tro de ella se contiene casi siempre

Juan del Enzina, en

los delicio-

que principian:

sos villancicos

Daca, bailemos,

carillo,

Al son deste caramillo...

Una amiga

tengo, hermano,

Galana de gran

Juro

á Dios!

valía,

más

es la mía...

Pedro, bien te quiero,

Maguera

vaquero...

Ya soy desposado, Nuestramo,

Ya soy

y

otros

desposado...

muchos que pudiéramos

tico, tan suelta

ran olor de trébol y de retama. es género

muy

citar, tan ricos

de vocabulario rús-

y limpiamente versificados, que parecen que respidistinto

de

la

En

la

poesía bucólica española, que

égloga clásica, Juan del Enzina es un

encantador maestro, y bien puede decirse que sólo fué superado

por

grandes dramaturgos del siglo xvn, por Lope y Tirso.

los

Algunos de mejores

ni los

estos villancicos de Enzina,

que más conservan

han logrado favor hasta entre

de

la

escuela clásica.

Y

como

la

cas tan rígidas

versos

como

el

aunque no por

cierto los

sabor del terruño de Salamanca,

los versificadores cultos

y

los críticos

no es raro encontrar en antologías y Poétide Martínez de la Rosa, citados con elogio

éstos:

¡Ay

triste

que veng

Vencida de amor,

Maguera pastor'. Más sano me fuera

No ir al mercado, Que no que viniera

>

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

272

Tan aquerenciado; Que vengo cuitado, Vencido de amor,

Maguera

Con

pastor...

vista halaguera

miróme:

Miréla, é

Yo no Mas

E

sé quién era,

ella

agradóme,

fuese, é

dejóme

Vencido de amor,

Maguera pastor...

De

ver su presencia

Quedé cariñoso, Quedé sin hemencia, Quedé sin reposo, Quedé muy cuidoso, Vencido de amor,

Maguera pastor...

Más vale trocar Placer por dolores,

Que estar sin amores. Donde es gradecido, Es dulce morir; Vivir en olvido,

Aquel no es Mejor es

vivir;

sufrir

Pasión y dolores,

Que

En

la

estar sin amores...

estructura de los versos cortos, ningún trovador del siglo xv

excedió á Juan del Enzina, porque nadie probablemente le igualaba en talento musical. ¡Con qué fluidez corren loshexasílabos de sus

Tan buen ganadico, más en tal valle,

Y

Placer

Y

es guardalle.

Ganado d'altura, más de tal casta,

Muy

presto se gasta

Su mala postura;

Y

en buena verdura,

Y más

t-n tal

valle,

Placer es guardalle.

idilios!

CAPITULO XXV

273

Ansí que yo quiero

Guardar mi ganado Por todo este prado

De muy buen

apero:

Con este tempero, Y más en tal valle, Placel es guardalle...

(1)

¡Con qué 3uave languidez y pausado timbre suenan pie quebrado!

Ya cerradas son

De mi

Y

la

las

las

coplas de

puertas

vida,

llave es ya perdida...

Hermitaño quiero ser Por ver,

Hermitaño quiero

ser...

Crescerán mis barbas tanto

Cuanto cresciere mi pena; Pediré con triste llanto:

«Dad para Si

me

la

Magdalena.»

quisieren valer,

Por ver,

Hermitaño quiero

ser...

Quizá que por mi ventura

Andando de puerta en Veré

puerta,

la gentil figura

De quien

tien

mi vida muerta;

Si saliesse á responder,

Por ver,

Hermitaño quiero

ser...

Los sospiros encubiertos

Que he

callado por mi daño, Hora serán descubiertos En hábito de hermitaño, Hora ganar ó perder;

Por ver,

Hermitaño quiero F.ste villancico sí

de

en él,

el

no se

ser...

halla en el Cancionero de

Cancionero musical de

la

biblioteca

ó más bien otra composición ;mónima sobre

en un pliego suelto gótico que empieza con de

las

Juan

del Enzina,

el

mismo tema,

Cofias de Anión

III.

se lee

Vaquerizo

Morana. ÍHDBZ t Pela yo.— Poesía castellana.

pero

de Palacio. Otra variante

^

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

27+

Aun

ia

de Juan del Enzina en

relativa inferioridad

giosa, tiene,

la

poesía

reli-

en esta parte de su Cancionero, brillantes excepciones,

ayudaban

música y

como

prueban

sin

duda porque

los

dos lindos, devotos y afectuosos villancicos que comienzan:

le

la

el

metro,

lo

¿A quién debo yo llamar

Vida mía, Sino á

Virgen

ti,

Pues que

tú,

Tanto

Da remedio

María?...

Reina del Cielo,

vale?,

á nuestros males...

Dicho queda que Juan del Enzina hizo romances, y aun hemos Y aunque todos ellos vayan en

tenido ocasión de mencionar alguno.

consonantes perfectos, según

el

po, y pertenezcan de lleno á

revela

el

resco se

uso de los trovadores de aquel tiemescuela cortesana, aun en ellos se

la

alma popular del poeta; y á veces infiltra á

lo

narrativo y caballe-

través de lo sentimental:

Por unos puertos arriba

De montaña muy Caminaba

el

Lastimado de

tristura.

El caballo deja

Y

él

escura,

Caballero

muerto

á pie por su ventura,

Andando de

en

sierra

sierr

De camino no se curn, Huyendo de las florestas, Huyendo déla frescura... Pero no fué en

la lírica

en que nadie puede negarle (i)

De

estos

trabando

la

Hay

gloria

romances aconsonantados

los versos impares,

Yo me Recordé

fonso

O/iceno.

de iniciador, y de maestro de era. fácil el

tránsito á las redondi-

hizo Juan del Enzina:

estaba reposando,

triste

solía,

llorando

La gran pena que el

otra región vastísima del arto

como alguna vez

Durmiendo como

Es exactamente

(i)

propiamente dicha donde Enzina dio ma-

yores pruebas de talento poético.

llas,

,

metro en que

está

sentía...

compuesto

el

antiguo Poema de Al-

CAPÍTULO XXV

una escuela cuya vida

se prolongó por

rar substancialmente el tipo

Y

aunque

más de medio

siglo, sin alte-

de representación dramática que

apreciación detenida de tales obras incumbe

la

ticularmente á

la historia

aquí alguna mención de

el

más

par-

tanto porque su conocimiento es in-

ellas,

número y

él fijó.

del teatro, es imposible dejar de hacer

dispensable para estimar toda

cuanto por

275

importancia del poeta salmantino,

la

valor de los elementos líricos

que en este

primitivo teatro se mezclaron.

Y

ante todo, ¿cuál es

debe ocupar en

verdadero puesto que Juan del Enzina

el

la historia

de

los orígenes del

drama

nacional? ¿En

qué consistieron realmente sus innovaciones?

puede

Casi sin salvedad alguna se le

antiguo poeta dramático de el

descubrimiento del Cancionero de

cido

el

como

Y

digo

Gómez Manrique

nuestro mas

porque

casi,

nos ha ofre-

texto de dos brevísimas Representaciones del Nacimiento y de

la Pasión,

gún

clasificar

nombre conocido.

que seguramente son anteriores á

artificio

escénico y

la

las suyas.

Pero

el nin-

extraordinaria sencillez de dichas piezas,

destinadas á un convento de monjas, no permiten ponerlas en com-

paración con un teatro tan copioso, tan vario y relativamente tan desarrollado

como

el

de Enzina.

Gómez Manrique, y seguramente

otros trovadores del siglo xv, pudieron ser ocasionalmente poetas

dramáticos, pero sólo Juan del Enzina lo fué de un nal,

modo

intencio-

con vocación, con perseverancia, y con una marcha ascendente

desde sus primeras obras hasta

las últimas;

siempre en demanda de

formas nuevas y más complicadas.

No

se equivocó, pues,

la

voz popular cuando llamó a Enzina «padre

comedia española». Pero como quiera que

de

la

res

que

le

ro estaba

dieron

muy

los

primeros escrito-

dictado vivieron en tiempos en que su Cancione-

tal

olvidado, no es maravilla que mezclasen con un hecho

cierto tradiciones fabulosas. Así el discreto representante Agustín

Rojas, en su famosa al

tratar

Loa de

la

Comedia (1603), que se

de este asunto, no sólo restringe á tres

églogas de hnzina, sino que equivoca

Y De Ha

los

donde más ha subido

quilates

sido

la

comedia,

donde más tarde

el

cita

de

siempre

número de

las

nombres de sus Mecenas:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

276

Se ha alcanzado

Que

Porque en

Que

el

es en nuestra la

uso della;

madre España.

dichosa era

aquellos gloriosos reyes,

Dignos de memoria eterna,

Don Fernando (Que ya con

De

echar de España acababan

Todos

De

Y

é Isabel

los santos reinan),

moriscos que eran

los

aquel reino de Granada,

entonces se daba en

Principio á

Se

le dio á

la

ella

Inquisición,

nuestra comedia

Juan déla Enzina

el

primero,

Aquel insigne poeta, Que tanto bien empezó;

De quien tenemos tres églogas Que él mismo representó Al Almirante y duquesa

De

Castilla y

Que

de Infantado,

éstas fueron las primeras;

Y para más honra suya Y de la comedia nuestra, En

De

gran riqueza

Nuevo Mundo,

Gran Capitán empieza

A sujetar A

la

Indias y

Y el De

que Colón

los días

Descubrió

aquel reino

Ñapóles y su

tierra,

descubrirse empezó

El uso de

la

comedia,

I'orque todos se animasen

A emprender cosas tan Sin

más apoyo que

estas noticias del

buenas...

Viaje entretenido, pero co-

metiendo nuevos errores, quizá por no haberlas entendido bien,

el

Méndez Silva, en su Catálogo real y cronológico, tan como todas sus obras, dio por sentado que «.en el año 1492 comenzaron en Castilla las compañías á representar pública-

cronista Rodrigo

atropellado

de

mente comedias por Juan del Enzina, poeta de gran donaire, graciosidad y entretenimiento», siendo así que Rojas no habla de repre-

CAPITULO XXV sentaciones públicas

ni

277

menos de compañías de cómicos: término

•enteramente impropio y absurdo cuando se trata del siglo xv. \ finalmente, puso

el

colmo

al

tampando, en su prólogo á

disparate D. Blas Antonio Nasarre, es-

las

Comedias de Cervantes,

la

estupenda

noticia de una pieza cómica de Juan del Enzina, representada en casa del

Conde de Ureña para

das celebradas en

Reyes Católicos en sus bo-

festejar á los

1 469; fecha en que el supuesto autor de esta pie-

za cómica, ó ingeniosa pastoral, como

la

llama Jovellanos, no había

cumplido todavía un año.

Dejando aparte ninguna de

las

tales desvarios, lo

que importa advertir es que en

piezas sacras ó profanas de Enzina se encuentra

el

más leve indicio de haber sido objeto de representación popular, y menos por compañías de cómicos asalariados. Las más antiguas fueron representadas en casa de los Duques de Alba: de otra consta

que

lo fué

ante

el

Príncipe D. Juan:

no, ó quizá alguna otra

la

Farsa de Plácida y

comedia que no conocemos,

en casa del Cardenal de Arbórea.

De

las

lo fué

Vitoria-

en Roma,

restantes nada puede

afir-

marse.

Por consiguiente, cuando se dice que Juan del Enzina emancipó y que en el fondo es verdade-

secularizó nuestro drama, se dice algo ro,

no sólo porque ninguna de sus piezas tuvo por escenario

sia,

sino porque sus representaciones profanas son notablemente su-

la igle-

y en mérito. Pero se Edad Media no era exclu-

periores á las devotas en número, en extensión olvida por una parte,

que

el

drama de

sivamente hierático, puesto que

al

la

lado de ¡os misterios existían los

juegos de escarnio, y otros rudimentos de farsa profana; y por otra, que el tránsito del teatro de la iglesia al de la plaza pública no en todas partes fué inmediato, sino que apareció muchas veces

forma intermedia

teatro aristocrático y cortesano,

el

al cual,

como

por

las

circunstancias externas y materiales de su representación, pertene-

cen

las

obras de Enzina, aunque sean profundamente populares su

inspiración y su estilo.

Nace das

este teatro,

las literaturas

tina,

en su parte

de

la

religiosa,

Edad Media:

del

de un fondo común á to-

drama que en

su

forma

la-

y aun en sus más antiguas formas vulgares, bien puede ser ca-

lificado

de

litúrgico,

puesto que de

la liturgia nació,

siendo

como

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

278

una ampliación popular de

sermón de San Agustín, se

leía

todo

en

de

bre canto de la

de

la vigilia

el ciclo

la

Vos,

urt

inquam, convenio, ó Judaei, que

Natividad del Señor, dio nacimiento á

de

los Profetas

varias

la Sibila,

Recuérdese, por ejemplo, que

ella.

el

Cristo, de

que forma parte

veces romanceado en

el

céle-

los dialectos

de

lengua de Oc. La más antigua muestra de drama litúrgico latino

Reyes Magos de

es el Misterio de los

la

catedral de Nevers, copiado

en un códice del año 1060; y por notable coincidencia es también el Magos la más antigua muestra conocida hasta

Misterio de los Reyes

ahora del drama religioso en nuestra lengua; Misterio que por otra parte compite en antigüedad con los de quiera de

lenguas vulgares,

las

y

más remota fecha en

quizá cede sólo

al

cual-

Misterio de las

vírgenes fatuas, mixto de latín y provenzal.

Pero por un fenómeno, á primera

puede presentar uno de

los

España, que

vista inexplicable,

primeros ensayos de representación pia-

completamente romanceada, y que fué de todas nes modernas la que más tiempo retuvo el género, la que dosa, ya

cionó y amplificó y

y en

tos

el

aunque

le

perfec-

la

que menor número de misterios de

posee, pues en castellano no vuelve á haber otro hasta

Gómez Manrique, que lán,

nacio-

dio sus formas definitivas en la comedia de san-

auto sacramental, es

Edad Media

la

le

las

es

las noticias

de

las

postrimerías del siglo xv; y en cata-

de representaciones abundan más

ejemplos se reducen á un fragmento de misterio de

la

(i), los

Magdalena,

del siglo xiv (que contiene por cierto la historia legendaria de Judas,

análoga á

la

de Edipo), y á

los textos,

tación popular, pero seguramente

de

los tres misterios

que

se recitan

vivos todavía en

muy modernizados en

los carros

la

en

represenla

lengua»

ó rocas del día del

Corpus en Valencia; y del famosísimo de la villa de Elche (Tránsito y Asunción de Nuestra Señora), que es hoy entre nosotros la única supervivencia que sepamos del primitivo drama religioso con sus peculiares caracteres, esto es, dentro de del clero

la iglesia

y con

el

concurso

y del pueblo.

Tan extraordinaria laguna en nuestros riquísimos anales dramá-

(1

\

Véase

tro catalán,

el

c

uñosísimo estudio del Dr. Milá y Fontanals, Orígenes del teael tomo sexto de sus Obras (1895).

qut he publicado en

CAPITULO XXV

de

ticos, contrasta

litúrgicos latinos,

modo con

tal

á qué atribuirla.

prodigiosa abundancia de dramas

de misterios franceses, de sacre rappresentazioni

de viiracle-plays

italianas,

la

'279

Y

ingleses,

que verdaderamente no sabe uno

aunque nuestros archivos

eclesiásticos, todavía

vírgenes en gran parte, quizá nos guarden sobre este punto alguna

agradable sorpresa, y nos sea dado leer algún nuevo misterio de los

y xv, no creemos que tan hipotéticos hallazgos lleguen á modificar mucho la impresión de pobreza que en este ramo ofresiglos xiv

ce nuestra literatura anterior contraste con

la

al

Renacimiento, formando pasmoso

enérgica vitalidad que desde entonces cobra

ma

nacional, sacro y profano, hasta

mas

llegan á cobijar a toda Europa.

Varias causas pueden señalarse de

poca importancia que se daba

ban siempre sobre manera, y en que

tal

dra-

penuria de documentos:

á la labor literaria

la

en obras que gira-

mismos tópicos desarrollados de

los la

el

que en tiempo de Lope sus ra-

la

misma

menos

parte del poeta era seguramente

esti-

mada que la del músico y el maquinista: y el no haber existido aquí, como en otras partes, cofradías dramáticas, verdaderos gremios de aficionados á este género de representaciones,

drama ¡ífica

vegetación de

siglo xv:

las

y en cuyas manos

Moralidades y de los Misterios franceses del

poemas de enorme extensión algunos de

veces formando

el

cada vez más, llegó á aquella pro-

religioso, secularizándose

ciclo. Si

en España son raros

ellos,

y ligados a

los misterios,

de

las

moralidades (piezas de carácter alegórico, con mezcla y aun predo-

minio de elementos satíricos) no se halla lo cual

en

el

ni el

nombre

siquiera (i),

no es decir que fuesen enteramente desconocidas, puesto que

teatro del siglo xvi

representaciones morales,

encontramos algunas piezas

calificadas

que seguramente no venían de Francia. Los

destinos de este género han sido

muy

varios: en

Francia, y aun en

Inglaterra (cuya primitiva literatura dramática es una secuela francesa), siguió una tendencia decididamente realista

de

las

y

de

la

prosaica,

y

abstracciones éticas fué pasando por grados á ser rudo esbo-

zo de comedia de carácter, confundiéndose á veces con las las sotties.

(1

de

En España, donde

[Cítalo, sin

embargo,

el

el

teatro religioso persistió

marqués de

Santularia. (A. H.)

j arces y

cuando en

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

200

todas partes había muerto, primitivo espíritu,

con la

el

y nunca degeneró enteramente de su combinó

parte alegórica de las moralidades se

la

elemento histórico y dramático de

los misterios,

engendrando

nueva y más depurada forma del auto sacramental, en que apa-

drama

recieron compenetrados los dos principios generadores del teológico, la Biblia

Y,

si

y

la Escolástica.

bien se mira, una moralidad sería aquella comedia alegórica

que en 1414 compuso D. Enrique de Villena para coronación de D. Fernando ella

intervenían

como

obviaverunt

al

de

las fiestas

la

versículo

Justicia, la Verdad, la

Paz y

la

del salmo 84: «.Misericordia

1 1

sibi: Justitia et

Pax

osculatae sunt.-»

El teatro del siglo xvi (único teatro que tenemos anterior

Lope de Vega) recogió

la

Honesto, en Zaragoza, puesto que en

personajes

Misericordia, conforme et Vertías

el

las tradiciones

drama

del perdido

al

de

religio-

so de los siglos medios, y sirve indirectamente para confirmar su existencia.

Es

cierto

que no se habla ya de misterios

ni

de morali-

dades, prefiriéndose los nombres de égloga, farsa, representación,

y aun tragicomedia alegórica; pero ¿quién duda que la Victoria Christi del bachiller Bartolomé Palau, por ejemplo, en que se des-

auto,

economía del Antiguo y Nuevo Testamento, es un inmenso misterio cíclico; y que, por el contrario, la Farsa moral, de

arrolla toda la

Diego Sánchez de Badajoz, «en que se representa cómo ^virtudes cardinales enderezan los actos humanos», ó su cional del libre albedrío, «en que se representa

»entre

el

Espíritu

y

la

la

cuatro

las

Farsa ra-

batalla

que hay

Carne», ó su Farsa de la Iglesia, ó

Juego de cañas espiritual de virtudes contra

vicios,

ó

la

del

la

Danza

de los

pecados, son moralidades hechas y derechas; sin que falte entre otras

muchas de

su autor, especialmente en

de la Muerte, acerca más

ni siquiera

y más

la

Farsa militar y en

una desvergonzadísima parte

la

satírica

Farsa

que

á sus congéneres del otro lado de los Pirineos?

las

¿Qué

es sino una moralidad inmensa, una sátira general de las costumbres

y de los estados humanos, el Auto de las Cortes de la Muerte, que comenzó Micael de Carvajal, y terminó Luis Hurtado de Toledo? La persistencia de estas formas del teatro medioeval, cuando ya en todas partes iban desapareciendo, es quizá la principal razón que explica

la

pérdida de los textos anteriores: razón análoga á

la

que

CAPÍTULO trajo la pérdida casi

XXV

más

sujetas están á continua

más popular y vivo

desmenuza en fragmentos

al

la

prosa historial, ó

épico-líricos, ó invade el teatro,

poesía narrativa se convierte en activa. Del popular,

un gé-

es

mutación sus formas. Lo que

ayer fué versos de gesta, mañana se ingiere en se

r

completa de nuestra primitiva poesía épica en

su forma de cantares de gesta. Cuanto nero,

28

mismo modo

y de drama

el

secularizarse, recibe la herencia del teatro litúrgico

y secombina con todo género de elementos profanos, y toscas formas antiguas bajo el prestigio de las nuevas.

militúrgico, le

entierra las

Esta segunda era comienza, sin disputa, en Juan del Enzina. La

obra anterior á

de

la

él

anónima y

era

colectiva: la

suya tiene ya

el sello

individualidad, hasta en aquellas primeras composiciones su-

yas que parecen más ajustadas

al

canon hierático. Cinco de estas

piezas pertenecen á aquel género de representaciones

gos pueden facer, según

palabras de

las

la

que

ley de Partida

los cléria

(1.

títu-

,

VI, ley 34): «assi como de la nacencia de nuestro señor Jesucristo

lo

-»en

que muestra cómo el ángel vino á los pastores, é como

les dijo

acarno era Jesucristo nacido... c de su resurrección, que muestra qiu •»fué crucificado

amueven al

orne

é resucitó al tercero día: tales cosas como estas que

d facer bien ¿ a haber devoción en

enteramente con estos preceptos

las

de Resurrección que compuso Enzina para de Alba: diálogos sobremanera presión de afectos, por esta parte

queda

muy

la

la

fe.-»

Cumplen

representaciones de Pasión y el

oratorio de los

sencillos, algo fríos quizá

Duques

en

la

ex-

índole poco ascética del poeta (que en

inferior á su

coetáneo Lucas Eernández), pero

la ortodoxia y hasta en el respeto con que tema evangélico, buscando siempre la forma indirecta (i).

decorosos, intachables en se trata el

(1)

Representación á la

muy

bendita pasión y muerte de Nuestro precioso Re-

demptor: adonde se introducen dos ermitaños, el uno viejo y dose como entre padre

monumento, cuando

to,

en un

Va

alIe°ós-.>

hijo,

á

ellos

una mujer llamada

crucificar, dejó

ella le dio

esto tnesmo introducido

el otro

mozo, razonán-

camino del Sanio Sepulcro; y estando ya delante de

d razonar con

le 1 1era han

paño que

y

para

se

í

'crónica,

d quien

'

Cris-

imprimida la figura de su glorioso rostro

alimpiar del sudor y sangre que iba corriendo.

un Ángel que

7j/'no

á contemplar en

el

monumento, y

les

trajo consuelo y esperanza de la santa resurrección.

Representación d la santísima resurrección de Cristo: adonde se introducen Jo-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

282

Pero

églogas de Navidad son cosa

las tres

ellas el

elemento profano alterna con

pone á

él.

El júbilo de

el

muy

diversa,

porque en

devoto, y á veces se sobre-

convidaba á usar de menos severi-

la fiesta

y espectadores podían entregarse sin remilgos á una infantil, franca y sana. La intervención de los pastores cua-

dad, y autor alegría

draba maravillosamente á esto, y ya hemos dicho que otros poetas coetáneos de Enzina ó poco anteriores á él, como el franciscano Fray Iñigo de

de

Mendoza en

Adoración con

la

Juan del Enzina

el

su Vita Christi, habían desarrollado el cuadro los

mismos toques de bucólica

mismo nombre

clásico

realista.

de égloga

(i),

Pero en

no usado

hasta entonces en nuestra literatura, que yo recuerde, y que luego siguió nuestro poeta aplicando á la

sefy la Mada/e?ia,y

mayor

parte de sus farsas profa-

que iban al castillo de Emaús; los cuales

los dos discípulos

eran Cleofds y San Lucas, y cada uno cuenta de qué manera Redentor. pultó;

Y primero Josef comienza

y después entró

otros dos discípulos; y la fe (

) 1

y

contemplando

el sepulcro

le

apareció nuestro

en que á Cristo se-

Madalena, y estándose razonando con él, entraron los á ellos por les acrescentar el alegría

la

en fin, vino un Ángel

de la resurrección.

Égloga representada en

la noche de la

Navidad de nuestro Salvador, adon-

de se introducen dos pastores, uno llamado Juan, é otro Mateo; é aquel que se llamaba, entró primero en la sala

bre de

Juan

del

adonde

Enzina llegó á presentar

el

cient coplas de aquesta fiesta

ra duquesa; é el otro pastor llamado Maleo, entró después los detractores é maldicientes comenzóse

alegre é ufano, porque sus señorías

le

á razonar con

porque

se las

desto,

él,

á

la seño-

é en -nombre de

é Juan estando muy

habían ya recebido por suyo, venció la me-

tida del otro. Ado?ide prometió que vertido sus obras,

Juan

duque é duquesa estaban, é en nom-

el

mayo sacaría

la compilación de

todas

usurpaban é corrompía?:, é porque no pensase?! que toda

su obra era pastoril, segú?t algunos decían, mas antes co?iosciesen que ó más se extendía su saber.

— Égloga representada en la los

misma

noche de Navidad, adonde se introduce?i

mesmos pastores de arriba: é estando

cían, entrara?? otros dos pastores, que

éstos

e?i

la sala

Lucas é Marco

adonde

los

maitines se de-

se llamaban, é todos cuatro

en nombre de los cuatro evangelistas, de la nal ¡vidad de Cristo se comenzaron d razonar.

— Égloga trovada por ¿a cual

á cuatro pastores,

los i?ifortu?iios de las

Juan

del Enzina, representada ta noche de

Navidad,

e?i

Miguellejo, Juan, Rodrigo é Antón llamados, que sobre

grandes lluvias é

un ángel aparesce, é elnascimiento dones á su visitación se apare/an.

la

muerte de un sacristán se razonaban

del Salvador les anunciando, ellos con diversos

CAPITULO XXV ñas, indica

un propósito deliberado de dar importancia á

en que

él

sobresalía,

nombre

le

tomó de

más que tico

de

el

la

283

según confesión de sus propios émulos. El

cuando tradujo sus Bucálicas; y algo nombre tomó, según creo: cierto concepto ideal y poéVirgilio,

vida rústica, que en

se va desenvolviendo lentamente,

él

no en contraposición, sino en combinación con tosco y

En

lo pastoril,

zafio,

de

los hábitos

y lenguaje de

alguna obra de su última manera pecó por

haciendo pastores sentimentales, como

remedo, á veces

el

los villanos

los

de

Zambardo y Cardonio. Obedecía entonces

el

la

de su tiempo.

extremo contrario, égloga de Fileno,

á otras influencias

que

luego notaremos. Pero es profundamente virgiliano, á pesar de la llaneza de expresión,

de

las églogas,

sentimiento de este delicioso pasaje de una

el

de Mingo y Pascuala: que las mañanas campo hay gran frescor;

Cata, Gil,

En

E

el

tiene

muy

gran sabor

La sombra de

las

cabanas.

Quien es duecho de dormir

Con

No

el

ganado de noche,

creas que no reproche

El palaciego

vivir.

¡Oh qué gasajo es oir El sonido de los grillos

Y

tañer los caramillos!

el

No hay

quien

lo

pueda

Ya sabes qué gozo El Pastor

muy

decir.

siente

caluroso

En beber con gran reposo

De

O

bruzas agua en

de

Por

Que

la

el cascajal

Se ve que

el

fuente;

bullendo,

se va toda riendo.

¡Oh qué pracer tan

antes

la

que va corriente

valiente!...

humilde poeta que escribió

esto, había

Fortúnate senex, y guardaba algún eco de cóndito de su alma.

Ya

el

él

en

traducido lo m«1s re-

antes de Juan del Enzi/ia, y antes que influyese en España

la

égloga clásica, los pastores, además del papel que desempeñaban

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

284

en

los autos

de Navidad, habían servido para otros

fines artísticos.

Las famosas coplas de Mingo Revulgo, que son un diálogo, aunque sin acción, presentan ya el mismo tipo de lenguaje villanesco que

predomina en Juan tos

del

teatro de nuestro autor, con la diferencia de ser en

el

Enzina poéticamente desinteresada

y costumbres de

paso que en Mingo Revulgo

los serranos, al

ve de disfraz alegórico á una sátira

en que mucha parte de

las

imitación de los afec-

la

política.

Este peculiar dialecto,

primitivas farsas y églogas están

puestas, ha sido calificado por algunos de sayagués,

por

tal el

de

la

pequeña comarca de Sayago, en

ses

entendiendo

ni

negar nada, por

de conocimiento personal del habla popular de aquella región,

cuyo estudio

está tan virgen

castellanos

y

ción,

me

(i),

como

el

de

los

demás

pues no creo que Enzina,

un determinado tipo

dialectos leone-

parece algo circunscrita dicha denominani

Lucas Fernández,

imitadores se sujetasen con estricta fidelidad a dialectal, sino

ni

ninguno de sus

reproducción de

la

que tomaron palabras é

inflexio-

nes de varias partes, y forjaron ellos otras muchas, creando

elementos de origen popular, pero exagerados hasta

una jerigonza

literaria

así,

con

la caricatura,

convencional, que Rodrigo de Reinosa llama-

ba lengua pastoril. Tal es tos

com-

provincia de Za-

la

mora; pero aunque carezco de datos para afirmar falta

sir-

han tratado siempre

que aquí sucediese otra

el

procedimiento con que los poetas cul-

y no hay razón para creer Auto del Repelón, que en algunos

los dialectos,

cosa. El

pasajes es obscurísimo, parece, no ya imitación, sino grotesca parodia del lenguaje de los aldeanos que acudían

manca.

No creemos que muchos

pone en su boca

De todos modos,

se

de

los

hayan dicho jamás, aun por

el filólogo

tiene

mercado de Sala-

al

barba rismos que

mucho que

la

En

el

principio.

Pero además de su buen

(1)

fácil,

vivo y gra-

Hemos

[Véase:

J.

1915. (A.

de Lamano /

muy aven-

visto que algunos de sus villancicos

estaban ya dialogados, y de ellos á

manca,

allí.

esta parte esencial del arte dramático, se mostró

tajado desde

autor

gente más ruda.

espigar

El diálogo en Juan del Enzina es casi siempre cioso.

el

la

égloga,

instinto, tenia

y Beneite:

el

paso no era

ya modelos en los

Bl dialecto vulgar

(

difícil.

ancio-

salmantino; Sala-

CAPÍTULO XXV

Una

ñeros.

serie

285.

de trovadores, que quizá se remonta á D. Pedro

González de Mendoza, abuelo del Marqués de Santillana, se habían valido de este artificio, ya para expresar graves

como en

mientos,

Blas contra fortuna; ya para

el

en que sobresalió

roso,

de estos diálogos, en

el

pensa-

filosóficos

y

el

discreteo

Y

rey de armas Fernán Mojica.

de Rodrigo de Cota, que no sabemos

el

amo-

en uno si

fué

representado, pero que tiene todas las trazas de haberlo sido, había

ya algún contraste de afectos y una pequeña fábula con nudo y desenlace. Juan del Enzina, que manifiestamente le imitó en ¡a Égloga de Cristino v Febea, debe ser contado también entre los herederos

de estas tradiciones de

la

poesía cortesana.

El aparato escénico en las églogas y farsas de Juan del Enzina es tan sencillo, que no induce á creer que en su elemental teatro in-

mucho aquellas pomposas representaciones palaciegas cocon el nombre de momos, de que tantas veces se hace men-

fluyesen

nocidas

ción en las crónicas (especialmente en la del Condestable Miguel

Lucas de Iranzo), y que á veces tenían palabras, como es de ver en una de Gómez Manrique; aunque sólo en lo exterior participasen del carácter dramático. Pero seguramente influyó en

Enzina,

el teatro

el arte

protano de

popular de los tiempos medios, cuya existencia es

indudable, por rudo, por tosco, por embrionario que le supongamos.

Este teatro era independiente del litúrgico, aunque á veces llegara á invadir sus dominios, profanándole. Debió de nacer espontánea-

mente, por tendencias imitativas y satíricas que están en

mismo de La de fué

la

comedia

clásica es

popularnunca, y en

en los

libros.

táculos de la

el

fondo

de todo punto

los últimos

inverisímil,

porque no

tiempos del Imperio vivía sólo

Las pantomimas burlescas y obscenas, últimos espec-

Roma

degenerada, habían sucumbido en todas partes

bajo los anatemas de

fuese en

el

naturaleza humana, sin necesidad de tradición literaria.

la

la Iglesia,

y nada restaba de

fondo obscuro de ciertos regocijos y

ellas,

como no

fiestas populares,

de Antruejo ó Carnestolendas. El teatro satírico de la

como las Edad Media tida:

«Los

aporque

tenía su

clérigos

los

nombre

propio, que consta en una ley de Par-

non deben

ser facedores de juegos de escarnio

vengan á ver gentes cómo

se facen: é

si

otros ornes los

uncieren, non deben los clérigos hi venir, porque facen hi

muchas

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

286

deben otrosí

^villanías é desaposturas: nin

decimos que

»eglesias, antes

»mente a

que

los



lo ficieren:

estas cosas facer en las

deben echar de

los

eglesia

la

deshonrada-

ellas

de Dios es fecha para orar,

»é non para facer escarnios en ella.» Otra ley declara viles á este

género de histriones: «Otrosí »/

los

facedores de

que son juglares, é

los

>pueblo ó cantan ó facen juegos por. precio»

Creemos que

los remedadores,

zaharrones, que públicamente andan por

los

se enlazan por remota derivación

muy

escarnio (naturalmente,

el

(i).

modificados. por

el

con

los

juegos de

progreso de

la cul-

tura) algunas representaciones de Juan del Enzina, especialmente el

Auto del Repelón dad

que en dos ó

no es demasiado maliciosa

(si

con

tres pasajes frisa la

la

obsceni-

interpretación que les damos),

rudo y plebeyo del estilo, por la enérgica grosería de burlas, anuncia, aunque toscamente, los futuros entremeses, á los

y que por las

(2),

lo

cuales hasta se parece en acabar á palos.

Mucho más comedidas son de Antruejo; en

la

las

primera de

dos églogas representadas en noche

como en

las cuales, así

otras piezas

suyas, se valió oportunamente Enzina de las circunstancias históricas del

momento para dar algún a

VI, ley 34, y

(1)

Partidas

(2)

Anclo del Repelón.

1.

Johan Paramas,

,

tít.

interés al diálogo. Pero la

En

,

tít.

VI, ley

4.

cual se introducen dos pastores, Pier?iicuerlo

los repelaron, faciéndoles otras burlas peores.

deanos, partidos el uno del otro por escaparse dellos, el

casa de

u?i

á contar

lo

caballero:

que

é entrando

le acaesció.

e?i

le

dos pastores, é levanta Johan (3)

Johan Paramas

la sala, fallándose fuera del.peligro,

Sobreviene Piernicuerto en la rezaga, que

todo el hato se ha perdido; é entró

cer la chanza, al cual como

(3)

e

estando vendiendo su mercadería en la plaza, llega-

los cuales,

ron ciertos estudiantes que

el

a 7.

segunda

un Estudiante, estando

ellos

f

Los se

comenzó

le dice

ablando,

al-

fué á

á

cómo refa-

vieron solo, echaron de la sala. Sobrevierten otros

Paramas

7i?i

villancico.

Égloga representada en la noche postrera de Carnal, que dicen de Antruejo

ó Carnestollendas: adonde se

introducen cuatro pastores, llamados Beneitoy Bras,

Y primero

Benciio entró en la sala adonde el Duque y Duquesa estaban, y comenzó mucho d dolerse y acuitarse porque se sonaba que ei Duque, su señor, se había de partir d la guerra de Francia; y luego tras él entró el

Pedruelo y Lloriente.

que llamaban Bras, preguntándole druelo, el cual

le

la

causa de su dolor; y después llamaron á Pe-

dio nuevas de paz, y en fin, vino Lloriente que

Écloga representada

la

mesma noche de Antruejo ó

les

ayudó d cantar.

Carnestollendas: adonde se

introducen Los mesmos pastores de arriba, llamados Beneilo y Bras, Lloriente y

CAPÍTULO XXV

en que

es verdadera égloga de Carnestolendas,

guo tema poético de

la

287 se dramatiza el anti-

de D. Carnaval con Doña Cua-

batalla

resma, terminando con un himno b.áquico y epicúreo: nunc ¿st

bibendum:

Hoy comamos

y bebamos

Y

cantemos y holguemos, Que mañana ayunaremos. Por honra de Sant Antruejo

Parémonos hoy bien anchos,

Embutamos

estos panchos,

Recalquemos

el pellejo.

Que costumbre es de concejo Que todos hoy nos hartemos, Que mañana ayunaremos... Tomemos hoy gasajado, Que mañan3 vien la muerte; Bebamos, comamos huerte; Vamonos cara el ganado. No perderemos bocado, Que comiendo nos iremos

Y mañana

ayunaremos.

Enzina dio un gran paso hacia

la

verdadera comedia en

dos

las

églogas que, por los nombres de sus interlocutores, pudiéramos

mar de Mingo, Gil y Pascuala, siderarse

como dos

actos de un

las cuales,

mismo pequeño drama, por más que

fueron escritas y representadas en años distintos. Por lindeza de

lla-

en realidad, pueden con-

la

frescura del

mejor

estilo

y por

de

que podemos llamar su primera manera. Pero hay también en

la

ellas

un

la

artificio,

contraste entre

causa

el

la versificación,

son, sin disputa, lo

aunque candoroso, superior

la

vida cortesana

rápido tránsito de

la

y

la

al

de

las restantes.

campesina, con

una á

la

los efectos

El

que

otra en personas criadas

en en uno ú otro de estos medios, está representado en esta graPedruclo. ban,

Y primero

y tendido en

había cenado,

Beneito

el suelo,

entro' diciendo

otra vez á cenar con resma, entraron

en la Sala adonde el

Duque y Duquesa

*

y

LLrlente y ,

di.

esta-

luego liras, que ya

Carnal fuera*, mas importunado de Beneito, tornó

y estando cenando y razonándose sobre

él,

tando con mucho placer

e?ilro

de gran reposo comenzó á cenar;

la venida de

Cua-

Pedrudo, y lodos cuatro juntamente, comiendo y can-

ron fin d su festejar.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

288

ciosa miniatura por

el

escudero á quien

amor de una

el

zagala

hace tornarse pastor, y por dos pastores transformados súbitamente en palaciegos. El diálogo es más vivo y más constante-

mente

feliz

que en obra alguna del poeta. Quizá

desdeñó acordarse de estos

infantiles

el

gran Lope no

balbuceos del drama cuando

en Los prados de León y en otras comedias suyas presentó análogas situaciones, humanas y simpáticas siempre, y que abrían ancho

camino á su raro talento de pintor de los

la

naturaleza

y de

la

vida de

campos.

Aun

los villancicos

del Enzina,

de estas dos piezas son de

y en uno de

ellos la poesía lírica

los

mejores de Juan

va acompañada del

baile;

innovación que también había de ser fecunda en resultados para el

arte escénico:

GasajémoDOs de hucia:

Que Viénese

el

pesar

sin le buscar.

Gasajemos

esta vida,

Descruciemos del trabajo;

Quien pudiera haber

gasajo,

Del córdojo se despida. Déle, déle despedida;

Que Viénese

el

pesar

sin le buscar.

De los enojos huyamos Con todos nuestros poderes; Andemos

tras los placeres,

Los pesares aburramos. Tras

los

placeres corramos;

Qu'el pesar

Viénese

sin le buscar...

Xo exageraba Barbieri cuando consideraba á Juan del Enzina como patriarca del género dramático- musical, conocido entre nosotros con el nombre de zarzuela. Es cierto que el elemento musical se concreta á los villancicos

gunos de

ellos

con que

las piezas

han de considerarse como meros

podrían eliminarse de

la fábula sin perjuicio

qu e siempre guardan alguna relación con

el

terminan; y que

al-

accesorios líricos que

de su integridad, aun-

fondo de

ella.

Pero otros

CAPÍTULO XXV

como

son intensamente dramáticos,

el

chasquido de

la

honda

Repastemos

el

que tiene todo

éste,

de un coro, en que parece que se siente ganado, y

289

el

carácter

el

ruido de las esquilas del

del pastor:

ganado.

¡Hurriallá!

Queda, queda, que se

Ya no

va.

tiempo de majada

es

Ni de estar en zancadillas; Salen las Siete Cabrillas,

La media noche Viénese

la

es pasada,

madrugada.

¡Hurriallá!

Queda, queda, que se Queda, queda acá

va.

el vezado.

Helo va por aquel cerro;

Arremete con

Y

el

perro

arrójale su cayado,

Que anda todo desmandado. ¡Hurriallá!

Queda, queda, que se

va... (1).

Égloga representada en requesta de unos amores: adonde

(1)

se introduce

una

pastor cica, llamada Pascuala, que yendo cantando con su ganado, entro' en la sala

adonde

el

Duque y Duquesa

estaban.

Y luego

después della entró un pastor llama-

do Mingo, y comenzó d requerilla; y estando en su requesta, llígó un escudero, que

también preso de sus amores, requesidndola y altercando el uno con sosacó y se tornó pastor por

Égloga representada por cidas, que son

go,

el otro, se la

ella.

las

un pastor que de

mesmas personas que en ajiles

la de arriba

van introdu-

era escudero, llamado Gil, y Pascuala, y Min-

y su esposa Menga, que de nuevo agora aquí

se introduce.

Yprimero

en la sala adonde el Duque y Duquesa estaban; y Mingo, que iba con

él,

Gil entró

quedóse á la

puerta espantado, que no osó entrar; y después, importunado de Gil, entró y en

nombre de Juan del Enzina

llegó

copilacióti de todas sus obras,

señorías

le

mandasen.

bailaron con ellas. tor,

y

Y después

Y otra vez

á presentar al Duque y Duquesa, su?

allí

prometió de

fio

trovar más, salvo

cióles

Y en fin,

lo

que sus

llamaron á Pascuala y d Menga, y cantaron y

tornándose á razonar

allí,

dejó Gil el hábito de Pas-

que ya había traído un año, y tornóse del palacio, y con

Pascuala.

señores, la

él juntamente la

Mingo y su esposa Menga, viéndolos mudados

su

del palacio, cre-

envidia,y aunque recibieron pena de dejar los hábitos pastoriles, también ellos

quisieron tornarse del palacio y probar la vida a" él. Así que lodos cuatro juntos,

muy

bien ataviados, dieron fin

Menlndez

y

á

Pelayo. — Poesía

la representación cantando el villancico del cabo. castellana. III.

iq

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2gO

Cierra dignamente este primer grupo del teatro de Juan del zina,

una primorosa representación

hecha ante

sin título,

el

En-

príncipe

D. Juan, y que se distingue de todas las demás por la intervención de un personaje alegórico, el Amor, que abre la escena con un soliloquio

(como más tarde había de hacerlo en

el

Aminta

del Tasso),

encareciendo en pulidos y acicalados versos su incontrastable poderío (i).

Hay en

estos versos claras reminiscencias del Diálogo de

Rodrigo de Cota, pero

la

imitación sostiene

la

competencia con

el

original:

Prende mi yerba do

Y

en llegando

La

vista

de

la

Luego

razón ciega,

Mi guerra nunca Mis

sosiega;

mañas,

artes, fuerzas é

E

llega;

corazón,

al

mis sañas,

Mis bravezas, mis enojos,

Cuando encaran á los ojos, Luego enclavan las entrañas. Mis saetas lastimeras

Hacen siempre

En

los hitos

Muy Muy

certeras,

penosas,

Soy muy

Y

tiros francos

y en los blancos

muy

ligeras.

certero en tirar

en volar,

Más que nunca nadie

fué;

Afición, querer y fe

Ponerlo puedo ó quitar.

Doy dichosa 6 triste suerte: Doy trabajo é doy descanso;

( i )

tre

Representación por

Juan

del Enzina, ante el

muy

esclarescido é

muy

i/las-

Príncipe don Juan, nues/ro soberano señor, lnirodúccnse dos pastores, Bras é

7ua?iillo,

é con

ellos

un Escudero, que d

las voces de otro pastor, Pelayo llamado,

frechas del Amor mal herido se quejaba; al con sus frechas é arco, de su gran pode

sobrevinieron; el cual, de las doradas cual,

andando por dehesa vedada

nándose, el sobredicho pastor había querido prendar. Gallardo,

El

il

reimprimir esta pieza en

triunfo de amor.

el

número

5.

de El

Criticón, la

llamó

CAPITULO XXV

Yo

soy

fiero,

Yo

yo soy manso,

soy fuerte,

Yo doy

vida,

E

los corazones

cebo

yo doy muerte,

De pasiones, De sospiros 6 cuidados. Yo sostengo los penados, Esperando gualardones.

Hago de mis

serviciales

Los groseros ser

polidos,

Los polidos más locidos

Y

especiales;

Los escasos

Hago de

liberales.

los aldeanos

Cortesanos,

E á los simples ser discretos, E los discretos perfetos, E á los grandes muy humanos. E

más é más potentes más sojuzgados; más acobardados

á los

Hago

ser

E

á los

E E

á los

mudos

á los

más botos é rudos

Ser valientes; elocuentes;

Ser agudos.

Mi poder haze é deshaze.

Hago más cuando me

place:

Los elocuentes ser mudos.

Hago de dos voluntades Una mesma voluntad: Renuevo con novedad Las edades,

E

ajeno las libertades.

Si quiero,

Y Mando

pongo en

concordir.

en discordia. lo

Yo tengo

bueno é el

lo

mando y

malo. el palo,

Crueldad, misericordia.

Puedo tanto cuanto quiero,

No tengo Tengo

par ni segundo.

casi

todo

el

Por entero,

mundo

291

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2g2

Por vasallo é prisionero: Príncipes y Emperadores

E

señores,

Perlados é no perlados;

Tengo de todos

estados,

Hasta los brutos pastores.

No

como

diré,

una poesía ta

Gallardo, que todo esto sea ático; pero

muy

lozana,

muy

profundo.

que halaga apaciblemente

que es



y que brocon espontaneidad suma de un ingenio verdaderamente poético,

aunque no

el

oído,

¿Marcó nuevos rumbos a este ingenio su larga residencia en lia?

¿Ha de

atribuirse á ella el

mayor adelanto

artístico

que mues-

tran bajo ciertos respectos las tres únicas piezas conocidas su segunda manera: la Égloga de Fileno

Plácida y, Viloriano,

que

la

firmada por

el

la

Farsa de

fundada cuando sólo se atiende á los

datos biográficos de Enzina, y

Roma

Zambardo^

hoy de

Égloga de Cristino y Febea? Esta suposición,

á primera vista parece

impreso en

y

Ita-

al

hecho de haberse representado é

una, por lo menos, de estas farsas, no resulta con-

examen de

mismas, en

las piezas

las cuales,

con

mejor voluntad del mundo, nada hemos podido encontrar que teatro italiano, salvo en

rectamente recuerde

el

del prólogo ó introito

(i).

Lo único que puede

una de

uso

ellas el

admitirse es que

la

di-

el es-

pectáculo de comedias más desarrolladas y más ricas de elementos

dramáticos que

sión.

gar,

más

intensidad, viveza

Pero aun esto no puede afirmarse

en tiempo de Juan del Enzina había

nas, reduciéndose

en rigor á cuatro:

Ariosto, que son de

(1)

ampliar su cuadro y dar

las suyas, le hiciesen

realce á los personajes,

[Sin

1

508 y

1

la

y nervio á

sin cautela.

muy

la

En primer

pocas comedias

Cassaria y

más

exprelu-

italia-

los Sappositi del

509; la Calandria, del Cardenal Bibbie-

embargo, según ha demostrado

el Sr. J. P.

(The Spanish Pastoral Drama; Philadelphia,

191 5; y

Wickersham Crawíord The Source of Juan del

Encina 's Égloga de Fileno y Zambardo, en Revue Hispanique, xxx, año 19141, la Égloga de Fileno y Zambardo procede de la segunda égloga de Antonio Tebaldi o Tebaldeo (1463- 1537), escrita en terza rima y cuyos interlocutores son Tirsi y Damón. El Sr. tos italianos

en

las

Wickersham Crawíord encuentra también elemen-

églogas de Cristino y Febea y de Plácida y Vitoriano. (A. B.)]

CAPITULO XXV

en

na, representada

corte de Urbino

la

Mandrágola



que no puede ser anterior á

ciones: cotéjense luego con

dará resuelta por

tipo de la

de

como

comedia de

se decía

nuco y de original,



1 5

de Enzina, y

la

latina: la

Calandria es una licenciosa repetición

Meneemos; I suppositi es una combinación

los

Sólo Maquiavelo había hecho una comedia italiana,

sería admirable

que

los pastores

hábito charro ni

si

el

de

muy la

la

segunda había abierto

Roma

la

misma perfección

él,

los

que modificaron su gusto

desigual mérito, pero igualmente leídos por

Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, y

el

las

fuentes del realismo

relegase á la lectura

le

la casuística

y

libro

algunos elementos, y

corporó bien ó mal en su incipiente dramaturgia; tina no acertó á imitar sino la parte

sódica,

ya

aunque su

privase de influencia

de su tiempo.

arte

más

si

bien de

trivial, las

los in-

la Celes-

escenas de bajo

que por su grosería misma habían de tentar más á

lectores vulgares citada,

y

la

más amplio, y que-

lo porvenir, le

la

sentimen-

pasión, la apoteosis del suicidio por amor:

Enzina se asimiló de uno y otro

las

mitad de su vida,

dejo salamanquino?

daba como un tipo dramático posible para

cómico,

¿Qué tiene que

ermitaños del pobre Juan

La primera había puesto de moda

devaneos de

directa sobre

pudiera pres-

publicación de su Cancionero, fueron dos libros caste-

la

sus contemporáneos:

los

y

los

que con haber pasado en

llanos en prosa,

Celestina.



en tiempo de Terencio), contaminación del Eu-

Los modelos que influyeron en

tal,

cuestión que-

el

ver nada de esto con

después de

y

Léanse estas cuatro produc-

12.

las farsas

cindirse de la profunda inmoralidad del argumento.

el

13,

las

genuinamente

nunca perdió

5

Ariosto y Bibbiena reproducen fielmente

los Cautivos.

del Enzina,

1

misma. Esas piezas son verdaderas comedias:

lo son.

la intriga

6 de Febrero de

de Maquiavelo, cuya fecha precisa no se sabe, pero

la

de Enzina no

el

293

á los imitadores de corto vuelo.

de

la

Una

los

escena epi-

égloga de Plácida y Vitoriano, basta y so-

bra para comprender lo que Enzina podía hacer en este género.

Mucho más

se inspiró en la Cárcel de

inaccesible el modelo, le

Amor, porque no era tan

y además porque su educación de trovador

ayudaba. Puso en buenas coplas aquellas eternas lamentaciones

de esquiveces y desdenes;

trató

con bastante habilidad todos

los lu-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

2g4

gares comunes del romanticismo erótico; y buscó

el

efecto trágico

haciendo que sus enamorados se diesen cruda muerte por sus propias manos;

de

la

si

bien en

mala suerte de

la

Farsa de Plácida y Vitoriano, condolido que la propia diosa Venus

la protagonista, hizo

bajase á resucitarla por ministerio de Mercurio.

ortodoxia

le

detuvieron todavía menos que

primitivo final de

el

en

la

al

Los escrúpulos de

autor de

égloga de Fileno y Zambardo,

la

la

tal

Cárcel.

como

En

se lee

edición suelta gótica, aunque luego se suprimió en el Cancio-

nero de 1509, se canoniza con

Zambardo

(i

).

En

la

profanación van todavía más

el

Santo Oficio

la

enamorada muerta, que

de Badajoz, ó de

la

irreverencia y

una monstruosa parodia de

es

el estilo

la

y nadie se asombrará de que índices, cuando lea la Vigilia de

lejos,

pusiera en sus

por los difuntos, en

frescura al suicida pastor

Farsa de Plácida y Vitoriano,

la

la

mayor

la

de

las Liciones

las

preces

de Job, de Garci Sánchez

Misa de Amor, de Suero de

Ribera, y con invoca-

ciones de esta guisa: Cupido, Kirieleisón;

Diva Venus, Christeleison; Cupido, Kirieleisón;

ó cuando llegue á

la

oración, no

que Vitoriano hace á

la

menos estrambótica y malsonante,

diosa Venus, encomendándole su alma para

la ponga con las de Piramo y Tisbe y Hero y Leandro. La égloga de Fileno y Zambardo (que Juan de Valdés llama comedia ó farsa) difiere de todas las demás de su autor por la conti-

que

(0

ZAMBARDO

No

Y

rueguen por

él,

Pues vamos llamar Al

muy

Cardonio, que es sancto,

debemos nos de

así lo

los

tener.

dos sin carcoma

santo crego que lo canonice;

Aquel que en vulgar romance se dice Allá entre groseros

el

Papa de Roma.

GIL

¿Qué es

lo

que queréis, oh nobres pastores?

ZAMBARDO Queremos rogar queráis entonar

Un

triste

réquiem que diga de amores.

CAPITULO XXV

nua gravedad del tonación

y

arte mayor; rito

estilo, sin

énfasis

de

295

mezcla alguna de gracejos, y por la enque es siempre en coplas de

la versificación,

metro nada propio del

teatro, lo cual acrecienta el

de Juan del Enzina en algunos trozos en que

afectos es viva y elegante, sin

La sierpe y

A

quien

la

menoscabo de

la sencillez:

el tigre, el oso, el león,

natura produjo feroces,

Por curso de tiempo conoscen

las

voces

De quien

los gobierna, y

Mas

do nunca moró compasión,

ésta,

Aunque

la

mé-

expresión de los

la

sigo después

humildes

le son.

que soy hombre

Y

soy hecho ronco llamando su nombre,

Ni

me

oye, ni muestra sentir mi pasión

(1

Otros lugares de esta pequeña tragedia caen en

1.

lo

declamatorio,

y adolecen de languidez y monotonía; pero el conjunto satisface por la templada armonía de sentimiento y estilo, y no carece de cierta poesía melancólica, siendo además digna de notarse la semejanza que tiene este cuadrito dramático con el

el

episodio de Grisóstomo en

Quixote, y con la canción del desesperado pastor. Menos me contenta la égloga ó farsa de Plácida y

(1)

Égloga trovada por Juan del Enzina, en

res, Fileno,

amor

Zambardo é Cardonio. Donde

cuenta sus penas

á Zambardo y Cardonio. El se

este Fileno,

cual, no

freso de

muy

desfavorecido,

fallando en

ellos remedio,

mata.

Égloga nuevamente trovada por Juan del Enzina, en

cen dos enamorados, llamada ella Plácido y

dada,

(2),

la cual se introducen tres pasto-

recuerda cómo

de tina mujer llamada Cefira, de cuyos amores viéndose

por sus propias manos (2)

se

Vitoriano

y añadido un argumento,

él Vitoriano:

la cual se introdu-

agora nuevamente emen-

siquier introducían de toda la obra, en coplas,

y

mks otras doce coplas que fallaban en las otras que de antes eran impresas. Con el

*Nunc

dimittis* trovado por el bachiller

argumento en prosa,

Fernando de Yanguas. (Con un largo

distinto del Introito en verso, puesto en boca de Gil

Cestero, que también cuenta de antemano

la

fábula de

Por daros algún solacio

Y

gasajo y alegría,

Ahora que estoy de espacio,

Me vengo acá por palacio. Y aun verná más compafiía. ¿Sabéis quién?

la pieza:)

2g6

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

no obstante que tan buen

como Juan de Valdés

crítico

todas las restantes. Es más larga que ninguna,

y

tiene

la

puso sobre

más compli-

cación de elementos dramáticos, ya sentimentales, ya naturalistas, Gente que sabrá muy bien Mostraros su fantasía.

Verná primero una dama Desesperada de amor;

La

cual Plácida se llama,

Encendida en viva llama,

Que

se va

Y

con gran dolor

querella

Viendo que se aparta

Un

della

galán su servidor.

Entrará luego un galán,

El cual es Vitoriano,

Lleno de pena y afán

Que

sus amores le dan,

Sin poder jamás ser sano:

Porque halla

Que

No

es posible ni en su

Y Y

forzado y dejalla

l'es

él

con

mismo él

Mas con

lidia

mano.

consigo,

su pensamiento, Suplicio, su amigo,

Eslinda su pensamiento,

Por

hallar

Remedio para

aplacar

El dolor de su tormento.

Y

aconséjale Suplicio

Que siga nuevos amores De Flugencia y su servicio, Porque con

tal ejercicio

Se quitan viejos dolores.

Mas aqueste Hirióle de mortal peste;

Que

Y

las curas

son peores,

no se puede

sufrir

Sin á Plácida tornarse

Aunque

se fuerza á partir;

Tornando por

la servir,

Halla que fué á emboscarse.

Un

pastor

Le da nuevas de

dolor,

Diciendo que fué á matarse.

Y

con

él

en busca della

CAPITULO XXV

297

ya fantásticos y mitológicos, pero no están combinados, sino meramente yuxtapuestos, con tan poco artificio, que más de la mitad de

las

escenas

(si tal

un ápice

se cercenara en

pieza tiene

nombre merecen) podrían

más

comedia,

nioso

y

(i).

la

auditorio romano, para quien fué escrita

al

El autor, en algunos versos del Introito,

mismo

este

autor de

pobrísimo argumento. Se ve que esta

el

pretensiones literarias que ninguna de las otras,

acaso en consideración

y representada

cuyo uso generalizó después

Introito,

la

el

llamó inge-

Propaladia, es remedo clarísimo de los pró-

logos del teatro latino é italiano: quizá del Enzina

disgregarse, sin que

tomó de

La

ellos.

la

única cosa que Juan

versificación

es

excelente, sobre

todo en los monólogos de Plácida, que expresan con ardor y vehemencia la rabiosa pasión de los celos. En esta parte afectiva,

nunca Enzina había rayado tan

mente Juan de Valdés en

su* elogio:

¡Que se

Que

y á esto atendería principal-

alto,

digo

Yo

vaya!...

estoy loca,

tal herejía...

Lástima que tanto toca,

¿Cómo

salió

por mi boca?

¡Oh qué loca

fantasía!

Fuera, fuera,

Va

Suplicio juntamente.

Yendo razonando della, Hallan qu'esta dama bella Se mató cabe una fuente.

Y

él así

Se quiere matar

Y

Venus no

Mas

A

allí,

lo consiente.

antes hace venir

Mercurio desd'el

Que

la

Y

dé nuevo

le

cielo,

venga á resurgir

De modo que

vivir,

su gran duelo

Se remedia,

Y

así

Con (1)

[En casa

del

acaba esta comedia gran placer y consuelo.

Cardenal Arbórea

(el

valenciano Jaime Serra),

como

antes se ha dicho; pero no en Agosto, según apunta erróneamente Graf, siguiéndole,

Menéndez y Pelayo,

sino en Enero de 1513. (A. B.)\

y,

298

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Nunca Dios

Que en

tal

cosa quiera;

su vida está la mía.

Cúmplase lo que Dios quiera; Venga ya la muerte mía, Si le place que yo muera. ¡Oh quién

viera é oyera

le

Los juramentos que hacía Por

me

¡Oh maldita

Que en

Do

haber!

mujer

la

juras de

hombres

confía!

esta el corazón abierto,

Las puertas se abren de suyo.

No

verná, yo lo sé cierto;

Con

otra tiene concierto;

Cuitada, ¿por qué no huyo?

«¿Dónde estoy?

No sé por qué no me voy. Que esperando me destruyo... Contra

No

tal

apartamiento

prestan hechicerías,

Ni aprovecha encantamento;

Echo palabras al viento, Penando noches é días. ¿Dónde estás? Di, Vitoriano, ¿do vas?

Di, ¿no son tus

Di,

¿No

me

¿Dónde ¿No

escuchas ni estás,

te duele

me

Ni

penas mías?

mi dulce enamorado, sientes?

mi cuidado,

traes á tus mientes!

¿Do

la fe?

Di, Vitoriano, ¿por

Me

me

desamorado?

que

dejas y te arrepientes?

¡Oh fortuna dolorosa! ¡Oh

triste

desfortunada,

Que no tengo Siendo

rica

dicha en cosa,

y poderosa,

CAPITULO XXV

Y

de

2gg

emparentada!

tal

FadOvS son:

En

el

viernes de Pasión

Creo que soy baptizada. Quiero

sin

duda ninguna

Procurar de aborrecello,

Mas

¡niña!

desde

la

cuna

Creo que Dios ó fortuna

Me

predestinó en querello.

¡Qué lindeza,

Qué saber y qué firmeza, Qué gentil hombre y qué bello! No le puedo querer mal, Aunque á mí peor me trate.

No veo ninguno

tal,

Ni á sus gracias nadie igual,

Por más que entre mil

lo cate.

Mas con todo, modo,

Vivir quiero de este

Por más que siempre Por

Y

los

las

me

mate.

ásperas montañas

bosques más sombríos,

Mostrar quiero mis entrañas

A

las fiera»

Y

á las fuentes y á los ríos;

alimañas,

Que, aunque crudos,

Aunque

sin razón y

mudos,

Sentirán los males míos...

Esto es pasión de mujer enamorada y celosa. Las quejas é imprecaciones de

la

pharmaceutria de Teócrito y de Virgilio

(que quizá recordaba Juan del Enzina, puesto que ducido en

las

las

no más sinceras

ni

más humanas que

éstas.

¿Quién sabe á dónde

hubiera podido llegar, en época más adelantada para mático, s'.najes?

el

poeta que de

ra todos los rasgos

en ecos,

tal

modo

Tales aciertos, y no son

Vigilia de la sin

había tra-

Bucólicas del mantuano) son más artísticas, pero

los únicos,

compensan con usu-

de mal gusto que hay en esta

la

dra-

hacía sentir y hablar a sus per-

enamorada muerta, y una pueril é contar con

el arte

farsa; la

ya citada

insufrible escena

obligada intervención de los pastores,

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

300

que en

esta pieza

no tienen gracia ninguna

ni sirven

más que de

me

parece infe-

estorbo.

En

rior á otra égloga tino

y

conjunto, sin embargo, Plácida

y Febea,

me

ya no

si

Vítor¿ano

mucho más breve de Juan engaña

único ejemplar conocido de

ella.

del Enzina, la de Cris-

vanidad de ser poseedor del

la

Se imprimió suelta en

pero no fué incluida en ninguna de

las

ediciones del Cancionero,

apenas nos explicamos cómo pudo salvarse de rial,

puesto que por

cida y

Vitoriano,

ermitaño, á quien dole con fábula,

la

ascética

el dios de

merecía tanto ó más que

Amor

y

censura inquisito-

la

la

de Plá-

Un

forma.

hace ahorcar los hábitos, tentán-

ninfa, es el protagonista

de esta sencilla

lindamente escrita y versificada, pero que no respira

y epicúreo contentamiento de

alegría sensual

creemos que

lo

la

aunque fuese mucho más delicada

hermosura de una

muy

más que

fondo

el

letra gótica,

el

la vida.

autor tuviese en mientes disuadir á nadie de

y contemplativa, pero

lo cierto es

que de su obra no

ta otra moraleja:

Las vidas de

las

hermitas

Son benditas,

Mas nunca son hermitaños Sino viejos de cient años,

Personas que son prescritas,

Que no

sienten poderío

Ni arnorio, Ni les viene cachondez;

Porque, mía

fe, la

vejez

Es de terruño muy

Y

Muy

mejor,

gozo y alegría;

La tuya de

día en día

de mal en peor.

Irá

¿Cómo podrás

Y

olvidar

dejar

Nada destas cosas

De

frío.

es la vida del pastor

De más

4

bailar,

todas,

danzar en bodas,

Correr, luchar y saltar?

Yo

lo

tengo por

Te

muy duro

lo juro,

la

Xo

vida

resul-

CAPITULO XXV

301

Dejar zurrón é cayado,

Y

de silbar

No

el

ganado;

podrás, yo te seguro.

qué gasajo y placer

¡Oh,

Es de ver Topetarse

Y Y

los carneros,

retozar los corderos, estar á verlos nacer!

Gran placer

es sorber leche

Que aproveche, E ordeñar la cabra mocha

E comer Yo no

la

miga cocha;

sé quién lo deseche.

Pues

si

digo

el

gasajar

Del cantar,

Y el tañer de caramillos, Y el sonido de los grillos, Es para nunca

Con

la

acabar...

misma hechicera ingenuidad

está escrita toda la pieza, en

que probablemente su autor no vería mal ninguno. La intervención

Amor, y otras circunstancias bien obvias, recuerdan, como ya hemos advertido, el Diálogo de Rodrigo de Cota, aunque éste de

del

Enzina es mucho más Tal

es,

examinado

del cual sólo

teatral (i).

muy

hemos dicho

á la ligera, el teatro lo

de Juan del Enzina,

preciso para no dejar incompleta, en

parte tan esencial, su semblanza. El estudio analítico de estas piezas ha sido

hecho ya, y bien hecho, por Moratín, Martínez de

la

Rosa, Schack, Cañete y otros, y últimamente, y con más extensión,

por Cotarelo; y no hay para qué rehacerle en un trabajo nuestro, consagrado principalmente á la historia de

En (1)

Égloga nuevamente trobada por Juan del Enzina, adonde

d Dios;

el

se aco?iseja,

un

se introduce

queriendo dejar este mundo é sus vanidades por

cual después de haberse retraído d ser /¿ermitaño, el dios de

Amor, muy enojado porque

sin su licencia lo había fecho,

tentar, de tal suerte que, forzado del amor, deja ios hábitos (2)

el

torno de Juan del Enzina (2) se agrupa una falange bastante

pastor que con otro servir

como

la lírica.

Las obras dramáticas de Juan del Enzina, de

una ninfa envia d y

le

la religión.

las cuales sólo

unas po-

cas habían sido incluidas en las colecciones de Moratín y Bóhl de Faber (y

é

-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

302

numerosa de poetas, que constituyen nuestra primera escuela dramática. Alguno de ellos, como Francisco de Madrid, apenas puede ñamarse discípulo suyo, puesto que

única égloga que conocemos

la

mayor parte de los restantes sí lo son, como el más próximo al maestro, Lucas Fernández, salmantino como él, y como él músico y poeta (según toda apariencia), menos fecundo que Enzina, y quizá menos espontáneo que él, pero más reflexivo, más artista, no inferior en los donaires cómicos y en las escenas pastoriles, y mucho más viril, más de

de

él es

1

494. Pero

descollando, entre

la

ellos,

austero en las representaciones sagradas, hasta llegar á cia trágica

Pero

ni

que rebosa en

Auto de

el

Lucas Fernández,

ni

Hernán López de Yanguas,

latino,

según

chiller

de

la

ni el clásico

á quien bien

expresión de Juan de Valdés;

la Pradilla, ni

elocuen-

la Pasión.

Diego de Ávila,

rrecto

la

Martín de Herrera,

ni el

y co-

mostraba ser

se le

pedantesco Ba-

ni otros

de

los cuales

todavía nos queda alguna obra, prescindiendo de todos aquellos de

quienes sólo restan nombres y

títulos

de

farsas,

desgraciadamente

perdidas ó no descubiertas hasta ahora, innovaron cosa alguna substancial

tas

en

la

fórmula dramática dada por Juan del Enzina. Las ver-

con muchas supresiones y enmiendas

recientemente por

la

mir Cañete en 1868, completo de

Juan

arbitrarias),

han sido publicadas

Academia Española, en un tomo que comenzó á impriy terminó Barbieri en 1893. Este tomo se titula Teatro

del Enzina;

pero acaso con

el

tiempo podrá añadirse á

él otra

égloga de Navidad que Salva dice haber visto impresa anónima, y que, á juzgar por su encabezamiento, apenas puede dudarse de que pertenezca á nuestro poeta:

Égloga inlerlocutoria: en la qual se introduzen tres pastores y vna zagala: llamados Pascual y Benito y Gilverto y Pascuala. Eti la qual recuenta cómo Pascual estaua en la sala del Duque y la Duquesa recontando cómo ya la seta de May otras muchas cosas; y entra Benito y le traua de la capa, y él dice cómo quiere dejar el ganado y entrar al Palacio: y Benito le empieza de contar cómo Dios era nacido: y Pascual, por el gran gasajo que siente, le

homa

se auia de apocar;

manda una borreca en

albricias:

dexen

y estándolo tanto alabando,

dizc

Pascual que

oyendo esto Gilverto, cómo tomó vn ca-

y y Benito los puso en paz; hasta que ya vienen d jugar á pares y d ?wnes. E acabando de jugar empicfan de alabar sus amos: y assi se salen cantando su villancico. [Ha sido reimpresa en la Revue Hispanique, nazca quien quisiere, que

yado para darle con

t.

le

el;

xxxvi, núm. 90. (A.

B )]

lo suyo,

CAPtTULO XXV

daderas innovaciones

un tiempo mismo Gil Vicente en

las hicieron á

Lisboa, y Torres Naharro en

tremeño eran ingenios

muy

303

Roma. Así

el

portugués

superiores á Enzina,

y

como

el ex-

paso que hicie-

el

mucho más avanzado. Crearon

ron dar á nuestra dramática fué

la

verdadera comedia, que Enzina no había hecho más que vislumbrar,

pero salieron de su escuela, comenzaron por seguir sus huellas, fe-

cundaron

na.

los

debe

gloria

gérmenes que sobre

reflejar

La posteridad

así lo

el

había sembrado, y una parte de su

él

iniciador

reconoce,

y

el

patriarca de nuestra esce-

hace plena

le

justicia,

amorosamente sus candidos bocetos, encontrando quizá en que

falta

en

las

producciones más brillantes de

dencia, porque, siglo xvi, »

como

dijo

«con más brío comienza á

que sea una

hojita sola,

las

bellamente un sabio salir

que cuando

»cargada de hojas». Estamos ya

estudia

ellos algo

épocas de decanuestro del

artista

una planta del suelo, aun-

se va secando,

muy lejos

y

de

aunque esté

en que

los días

el

nom-

bre de Juan del Enzina sólo servía para canonizar disparates ó para

encarecer antiguallas

(i);

como de una persona

en que

el

gran Quevedo hablaba de

semifabulosa; y en que

el P. Isla,

él

jugando del

vocablo, le hacía escribir cartas desde Fresnal del Palo contra los cirujanos romancistas de su tiempo. Ni

ahora á

la

especie de desdén con que

glo xvi, especialmente ideal artístico sin

le

sin

«Es más viejo que

estilo,

si-

á un

mezcla de intole-

tachó de rudo, bárbaro, rústico

y que de ningún modo cuadran

le

es posible asentir

trataron los clásicos del

duda más elevado, pero no

rante dogmatismo,

(1)

tampoco

Hernando de Herrera, que en obsequio

nes que, tratándose de lengua y

duda

le

(2), calificacio-

son siempre

muy

relativas,

discípulo de Nebrija, al traductor

al

las coplas del

Repelón», era dicho vulgar.

Y

sin

recordaba D. Francisco de Quevedo, cuando escribía en un soneto a

una vieja preciada de moza: Antes del Repelón, eso fué hogaño,

Ras con (2)

rudeza y poco ornamento que se permitía en su tiempo.*

(P.

l'Enzina, con

la

255 de las Ano-

taciones á Garcilaso.)

«Juan de l'Enzina siguió este

mismo

»y rústicamente, que ecedió á toda

la

lugar en su égloga V; pero tan bárbara

ignorancia de su tiempo.»

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

304

de Virgilio, estilo

al

familiar

de León X,

á rehabilitar á

más Juan

músico. ¡Ojalá que

hospitalaria

fué á lo

que

la

el

antigua preceptiva, comienza

del Enzina en su doble calidad de poeta el

si

Juan del Enzina no fué gran poeta,

menos un poeta muy simpático, y que dejó

cosas grandes! Gil Vicente

y de

presente estudio pueda contribuir en algo á

tan justa reparación, porque

la

que fué á su modo, y con

de su tiempo, un hombre del Renacimiento. La estética de

nuestros días,

de

al

la semilla

de

.

y Torres Naharro cultivaron también

dramática, y en

tal

la lírica á

Pero antes de hablar del primero, aunque ciso conocer el círculo literario en

que

muy

rápidamente, es pre-

vivió, la legión

de poetas bi-

lingües nacidos en Portugal, cuyas obras están recogidas en cionero de Resendc.

par

concepto solicitan ahora nuestra atención.

el

Can-

CAPÍTULO XXVI [LA LÍRICA PORTUGUESA.

EL

INFANTE DON PEDRO, DUQUE DE COIM-

EL CONDESTABLE DON PEDRO DE PORTUGAL (I429-I466); LA

ERA.

Sátyra defelice é

infelice vida;

la Tragedia de la insigne reina dona

otras obras; últimos días del condestable.

Isabel;

— los poetas del

Cancionero de resende: don juan de meneses; fernán de silveira;

ALVARO DE BRITO PESTAÑA; DUARTE DE BRITO; DON JUAN MANUELJ LUIS bernaldim ribeiro enríquez; garcía de resende: su Cancionero.



Y LA ESCUELA BUCÓLICA.!

La escuela

galaico-portuguesa, cuya dominación en las co-

lírica

marcas occidentales y centrales de

la

Península duró hasta fines

del siglo xiv, extiende sus últimas ramificaciones por el Cancionero

de Baena, y se pierde en tellana,

caudalosa corriente de

abandonándose, aun en

trovadoresca,

como

la

si

Galicia, el uso

bien se conserva

lo testifica, el

la literatura

cas-

de aquella lengua

vagamente su recuerdo

literario,

Prohemio del Marqués de Santillana. El mayor

poeta gallego del siglo xv, Juan Rodríguez del Padrón,

vez emplea su dialecto

natal,

y

lo

mismo

se observa

en

ni el

una sola

Vizconde

de Altamira, en Luis de Vivero y otros paisanos suyos de quienes

hay versos en

En

el

Cancionero general.

Portugal, que tenía conciencia de reino independiente,

y que

después del triunfo de Aljubarrota había entrado en su edad heroica

con

los

sión por

de

primeros descubrimientos marítimos y el litoral

la lengua,

como

la

primera expan-

completo

el

abandono

que se honraba ya con algunos monumentos en prosa,

las crónicas

didácticos del la

africano, no podía ser tan

de Fernán Lopes y sus continuadores,

Rey D. Duarte (0 Leal

Conselheiro),

los libros

y probablemente

primera redacción del Amadis de Gaula. Nada de esto impidió, Mi r.KNDEZ T Pelato. — Poesía

castellana. III

.

20

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

306 sin

embargo, que

los

portugueses durante todo

terreno de las armas,

como

lo

el siglo

xv se some-

y que, vencedores en

tiesen dócilmente á la influencia castellana,

fueron casi siempre hasta que

el

la for-

tuna los abandonó en los campos de Toro, gustasen, no obstante,

de poetizar en

la

lengua de sus odiados rivales, y los imitasen ade-

más, harto servilmente, en los versos que componían en su lengua

enorme colección de García de Resende, y se que muchos de aquellos ingenios son bilingües, sino

propia. Abrase la

no sólo

verá,

que toda

materia poética

la

provenzal de

la

archivada no pertenece

allí

antigua escuela gallega, sino á

cortesana del tiempo de D. Juan

vaba de

vetusta tradición

la

II,

lírica

la

la

al

lirismo

nueva escuela

cual algunos rastros conser-

peninsular, pero que no sólo

había olvidado á sus precursores, sino que manifiestamente difería

de

ellos

en muchas cosas y se movía bajo otros impulsos, entre

más notable

cuales era el

ia

imitación italiana, á través de

la

los

cual

algo del clasicismo antiguo comenzaba á insinuarse.

Tal fenómeno no tendría satisfactoria explicación, puesto que

abiertamente pugna con

las vicisitudes

de

la historia política, si

no

se tuviese en cuenta que Portugal carecía aún de tradiciones literarias propias,

fundido con

la

excepto en

provenzales

poética. lo

donde su

actividad se había con-

de los trovadores gallegos y con la de los

castellanos de los siglos

como lengua

la lírica,

Y

xm

y xiv que habían empleado

la lírica

por

sí sola,

como

el

el

muchos gallego

ejemplo de

confirma, no basta para dar perpetuidad

los

y funda-

mento sólido á una lengua y á una literatura. Portugal no alcanzó la

epopeya hasta

el

siglo xvi,

y esto por vía erudita, aunque de el genio de un gran poeta con el

maravillosa manera, coincidiendo

punto de mayor apogeo en

la

historia

de su pueblo. Pero en

la

épica popular de los tiempos medios, puede decirse que Portugal

no interviene para

muy

rico, es

nacía: su

romancero, por otra parte

muy

bello y

un suplemento del romancero castellano, del cual sólo

lengua y por la carencia casi absoluta de temas históricos, que son los que infunden propia y genuina vitalidad al nuestro y Le dan conocida superioridad sobre las canciones populadifiere

por

la

res de cualquier otra parte de Europa. Del tiva prosa

portuguesa crece á los pechos de

mismo modo la

la

primi-

prosa castellana:

la

CAPITULO XXVI

307

corte literaria de D. Diniz es un trasunto de

fonso

de su abuelo Al-

la

Sabio: se traducen primero y se imitan

el

luego nuestras

grandes compilaciones legales é históricas del siglo xm,

las

das, la Crónica General; se imita el mester de clerecía,

se tradu-

cen

versos del Archipreste de Hita. Libros franceses

los

Román

de Troie pasan por

finalmente,

más

el

por

Todo

las

peño

la

castellano antes de llegar

y bien

castellana en este orden, al paso

combatían en

el

campo de

la

guerra y de la afición,

política.

Ni

más difundida

allí

la

teramente probados,

muy

probables,

raíces en la fantasía tanto del pueblo

penetraban á

en

título

y en

los

Galicia), á la

célticos,

comenzaban

como de

los

libros

costumbres palaciegas, en

motes, siendo punto de

si

no en-

á echar hondas

las clases aristocrá-

de historia hasta en

se reflejaban en las

y

las divisas

y

ficciones caballerescas del ciclo bretón,

y que quizá por misteriosa comunidad de orígenes

jes (i),

de buen grado

centro de España (fenómeno que también se explica por

el

lectura de los devaneos

ticas,

el

que con tanto em-

ausencia de toda otra poesía narrativa en Portugal

la

el

materia y en

la

inclinaba, pues, á los portugueses á recibir

para contrabalancearla era suficiente

que en

en

influido

como

gallego, y,

portugués Fer-

tardío, cronista

muy directamente

al

Parti-

obras históricas del canciller Avala.

heguemonía

la

el

antiguo,

nán Lopes, aparece estilo

y

moda en

de

lina-

los saraos,

los

tiempos

I y sus inmediatos sucesores, tomar los caballeros y las nombres de los héroes de la Tabla Redonda, y proponérselos como ideal ó dechado en sus acciones. El Lanzar ote del

de D. Juan

damas Lago,

los

Baladro de Merlín,

el

capitales

y

es

pués

de este

muy el

ciclo, corrían

natural que en tal

Amadís

la

Historia de Tristán, y otros libros

ya traducidos en prosa portuguesa

medio fuese engendrado antes ó des-

peninsular, ingeniosa

y

original imitación,

que á su

vez había de tener prole tan dilatada, pero no en su primitiva for-

(1)

En

el

Nobiliario del conde D. Pedro de Barcellos, que es el

guo, no sólo de Portugal, sino de toda España, se ponen ya

rey Artús, (2)

la

leyenda del rey Lear y

la

rey D. Duarte.

el

más

anti-

genealogía del

del encantador Merlín.

Del Lanzarote portugués existe un códice en

Viena. El Merliny

la

Tristón constan en

el

la

Biblioteca Imperial de

catálogo de libros que poseyó

el

historia de la poesía castellana

308

ma,

cual fué olvidada

la

ciones, excepto el

Pero en

siglo xvi

el

que

portugués fué tanta,

de

habla de

el

la

metamor-

casi todas sus imita-

España central asu-

y aun en el xvn, la vitalidad del genio sin menoscabo de su sello peculiar tole-

empleo promiscuo de dos lenguas

el

no se eximió

el

mayor poeta de

tellanos sean parte

mismo con

lo

la

tres centurias sobre sus vecinas.

mió por



luego, sino en su

Palmerin de Inglaterra; mostrándose aun en esto

predominio y soberanía que

el

muy

y perdida

lengua que fué también

fosis castellana;

muy

la

raza,

literarias: si

secundaria de sus obras. Pero no acontece

otros poetas

prosistas

y

de

los

más

insignes: Gil

Vicente, Sá de [Miranda, D. Francisco Manuel, de quienes es difícil

decidir

castellanos:

si

tan

que

ley de

bien sus versos cas-

muy

importan más como escritores portugueses ó como

compensados están

los

méritos de su labor en

ambas lenguas.

Xo

alcanzan tan alto nivel los poetas cortesanos del siglo xv,

más antiguo de

bien el

los

que acabamos de nombrar pertenece á

esa centuria por su nacimiento llegar á flejo

él, la

y

sus orígenes literarios.

poesía portuguesa de aquel siglo no es

ó trasunto bastante pálido de

literarias

de D. Juan

II

si

y de

los

la

Antes de

más que un

re-

poesía castellana de las cortes

Reyes

Católicos, con la gran des-

ventaja de no ofrecer entre sus innumerables cultivadores ninguno

que remotamente pueda compararse con Juan de Mena, los

dos Manriques, y aun con otros ingenios de orden

Santillana,

muy

inferior.

empeño en imitar lo más trivial, lo más insulso, lo más empalagoso de sus modelos. El Cancionero de Resende contiene todavía mayor número de Parece que

poetas que

Nunca ria

los

el

trovadores portugueses ponen servil

de

Castillo: llegan á ciento

cincuenta los que incluye.

y tanta penuinterminagusto camina aquel buen por El lector de

se vio tan estéril abundancia de versificadores

de poesía.

ble arenal, sin encontrar apenas un hilo de agua con sed.

Afortunadamente

sólo nos

incumbe

el

que mitigar

estudio de

la

la

parte cas-

y aun así no podrá dejar de ser árida la materia, hacer más llevadera con las noticias biográficas procuraremos que de algunos de estos poetas, más interesantes en su vida que en sus

tellana del libro,

versos, pero á quienes alguna

buena memoria debemos, siquiera

CAPITULO XXVI

por

cortesía

la

como

tanto

Grato

me

y simpática

la

y

que mostraron en honrar nuestra lengua

solicitud

suya propia

fuera colocar figura del

(i). al

frente de esta galería poética la noble

segundo de

los hijos del

infatigable viajero que, según el decir siete

mo

309

Maestre de Avis, del

de nuestro vulgo, anduvo las

partidas del mundo, y cuya memoria se perpetúa aún,

en Portugal que en

Castilla, gracias á

un

mis-

lo

libro popular,

de los

más

llamados de cordel, que todavía se reimprime, aunque cada vez alterado y modernizado,

dos de los pueblos y en

y

formando parte esencial de de

esta relación

aun con

la

de viajes

de Simbad

suele encontrarse de venta en los merca-

extremos de nuestras ciudades,

los barrios

el

la

biblioteca folklórica

(2).

La veracidad

de Juan de Mandeville, y Marino, pero es indudable que el Infante allá se

va con

la

en su mocedad viajó mucho por Europa, Asia y África; que

asistió

emperador Segismundo de Hungría en su campaña contra los

al

hussitas (1419);

que hizo

la

romería de Tierra Santa, visitando en

camino Chipre, Constantinopla y

el

de

las tierras del

de

casi

el

Cairo,

Preste Juan; y, finalmente,'

y adquiriendo noticias que recorrió las cortes

todos los príncipes cristianos de su tiempo, invirtiendo en

estas peregrinaciones

más de

diez años,

y volviendo

á Portugal, en-

riquecido con un tesoro de experiencia y saber práctico, cual otro

Oses

qui mores multorum hominum vidit

Intentó ya

(1)

el

el

A

él,

tan afor-

estudio de estos poetas, con su habitual amenidad é iu-

genio, D. Juan Valera, en un artículo publicado en 1868.

Pero

et urbes.

Revistarle España,

la

tomo

haberle dado más extensión, hubiera hecho de lodo punto

1,

inútil

mío. (2)

La última edición que hemos

visto es

de 1873, con

el título

ria del infante D. Pedro de Portugal, en la cual se refiere lo viaje que hizo alrededor del

mundo

(sic).

en el

Escrita por Gomes de Santisteban, 1010

de los que llevó en su compañia. Las antiguas, así en portugués llano, se titulan: Historia del Infante

de Histo-

q?¿e le sucedió'

D. Pedro...

el

como en

qual anduvo las

caste-

siete parti-

das del?m¿7ido. Las hay de 1564 (Burgos, por Felipe de Junta), 1570 (Zaragoza, por Juan Millán), 1595 (Sevilla, por Domingo de Robertis), etc. El texto portugués actual parece traducido del castellano, pero éste puede ser abreviación ó refundición de otro

más antiguo, que

estarí.i

lengua. Oliveira Martins se esfuerza por vindicar

probablemente en aquella

el

carácter histórico de

gunas partes de esta relación, tenida comúnmente por fabulosa.

al-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

3IO

tunado como viajero, tan sabio como legislador, tan prudente y

sudo como regente de

la

V

sobrino D. Alfonso

monarquía durante

rrobeira, el

año 1449. El interés de sus

ministración, en

menor edad de su

la

(1438-1446), fué infelicísimo en el final

su vida, sucumbiendo víctima de la perfidia en

la

viajes, la

sorpresa de Alfa-

cordura de su ad-

la

anarquía señorial, que se levantó prepotente

sobre su cadáver para caer luego herida de muerte por II,

de

que tuvo que luchar á brazo partido, como D. Al-

varo de Luna, con

D. Juan

se-

apellidado

el

el

Principe Perfecto; y, finalmente,

puñal de la

gran-

deza trágica de su destino, rodean su nombre de una aureola de

no podía

gloria, á la cual

de aquel

siglo

ufanaban

se

tura de los moralistas Oficios

de Cicerón y

y de

y

el

De

los

más

la

cultura literaria de

los políticos, tradujo á su

el

re militari de Vegecio.

había obsequiado

te desarrolló su

Y

en conformidad con sus

el libro

afi-

de Marco Polo, con que

señoría de Venecia, cuando le recibió triun-

la

En

falmente en 1428. céticos de su alma,

lengua los

De Beneficiis de Séneca, que tituló De Regimine Principum de Egidio Roma-

ciones de viajero, trasladó también le

de

ilustres

los libros

Virtuosa Bemfeiloria, no,

faltar el prestigio

monarcas y proceres de Renacimiento. Cultivando con predilección la lec-

que noblemente

las

y en

Horas de Confesión exhaló los afectos ascarta de consejos á su hermano D. Duar-

la

pensamiento

político.

El Cancioneiro Gt ral incluye algunos versos suyos; pero los que

no son auténticos. El largo poema del contempto

trae en castellano

del

mundo que

yerro hasta

los

el

colector Resende le atribuyó, propagándose el

más modernos y

eruditos historiadores literarios de

Portugal y Castilla, no puede ser suyo, puesto que en la

él

se alude á

caída y suplicio de D. Alvaro de Luna, cuya muerte fué poste-

rior

en cuatro años á

la

Mirad

del Infante:

al

Maestre

si

vivió penando,

Mirad luego juncto su acabamiento.

Pertenece, por consiguiente, no

Coimbra, sino á su hijo

el

al

Infante D. Pedro,

duque de

Condestable de Portugal, llamado también

don Pedro, de cuya vida y

Lo que da

al

escritos trataremos inmediatamente.

Infante un puesto en

la

historia

de nuestra poesía,

:

CAPITULO XXVI siendo

al

mismo tiempo una de

311

más

las

curiosas muestras de la

avasalladora influencia castellana, son sus relaciones con Juan de

Mena,

y proclamándole príncipe de

que

le

envia-

los poetas

de su

á quien dirigía encomiásticos versos, pidiéndole

ra todas sus obras,

tiempo: Sabedor Gracyoso

et

em

bem

falante,

dizer,

Coronysta abastante

Em En del

su respuesta,

el

poesyas

trazer...

poeta cordobés alude á los famosos viajes

Regente de Portugal Príncipe todo valiente.

En

los fechos

El sol

muy

medido,

que nasce en Oriente

Se tiene por ofendido

De vuestro nombre

temido:

Tanto luze en Occidente. Sois de quien nunca os vido

Amado

públicamente,

Tan prefeto

Que por

esclarecido,

serdes bien regido,

Dios vos

fizo su

regente.

fué después,

ica

Quien viesse

ni ante,

los atavíos

E secretos de Levante, Sus montes,

Como

vos,

ínsulas, ríos,

Señor Infante.

Entre Moros y Judíos Esta gran virtud se cante;

Entre todos tres gentíos Cantarán los metros míos

Vuestra perfeción delante

No me detengo más en magistral semblanza que de sula ha

él

producido en nuestros

tratar del Infante,

trazó el días,

mayor

(1).

porque no quiero retocar

los suyos.

Sospecho,

sin

tor á las tendencias habituales

la

la

Penín-

mi inolvidable amigo Oliveira Martins, en

su libro Os Filhos de D. Jodo / Lisboa, '891), que es quizá

de todos

que

artista histórico

el

embargo, que obedeciendo de su

espíritu, pinta

al

más excelente

el

grande

escri-

Duque de Coim-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

312

Pedro apenas puede en rigor ser considerado

Si el Infante D.

como

poeta, no acontece

(1429-1466), tan parecido á

él

y cuyo nombre, por

casi todas

varias razones, está al

la

honrosamente vincu-

muerte del Príncipe de Viana.

pretensiones de su madre,

la

duquesa doña

el

su cabeza doá

fatalidades históricas, la

de

Játiva.

la

herencia de

Isabel, hija del

Desdichado, viniendo á juntarse de este

de Urgel, Jaime

A

de Alfonso V,

nista

castella-

paso que su acción polí-

Llevóle á tan alto y, finalmente, trágico destino,

Castillo

en

desenvolvió principalmente dentro de Cataluña, donde fué

rey intruso después de

las

Condestable

el

en su carácter y en sus desventuras,

lado en la historia de nuestra literatura, tica se

su hijo

tenemos importantes composiciones,

del cual no;

mismo con

lo

los quince años era,

Ruy de

Pina, «la

conde

modo en

de Alfarrobeira y

la

del

según expresión del cro-

más hermosa y más propor-

»cionada criatura que en su tiempo se podía ver»; y armado caballero

por

D. Enrique en

el infante

el

monasterio de San Jorge de

Coimbra, empezaba á tomar parte en bélicas empresas, marchando á Castilla por orden de su padre, grande amigo de D. Alvaro de

Luna y

partidario de su política, para ayudar

los infantes

caballo

al

Condestable contra

de Aragón, con un cuerpo de dos mil hombres de á

y cuatro mil peones, que llegaron cuando ya la contienda campos de Olmedo. Los vencedores recibie-

estaba decidida en los

ron en palmas

al

inútil su refuerzo,

Marqués de

el

joven Condestable portugués, aunque ya fuese

y

de mil modos, señalándose en

le festejaron

Santillana,

que con ocasión de

nero de sus obras, que D. Pedro

le

el

ello

cancio-

había pedido por medio de su

familiar Alvaro González de Alcántara,

aquel inestimable proemio, que es

remitirle el

le

dedicó en forma de carta

más antiguo conato de

historia

de nuestra poesía.

No

bastó

el

desastre de Alfarrobeira á saciar los odios del conde

de Barcellos (luego duque de Braganza), del conde de Ourem, del Arzobispo de Lisboa y de

los

demás émulos

del sacrificado Re-

bra más idealista y más pesimista de lo que realmente fué y de lo que cua-

draba á

De

la

psicología de su tiempo,

menos compleja

y retinada

que

la

nuestra.

todos modos, en ese maravilloso estudio está reunido cuanto se sabe y

cuanto se puede adivinar acerca del Infante y sus hermanos.

CAPITULO XXVI gente, sino que, extendiéndose

de su

dos,

y

él,

persecución á todos los miembros

la

Condestable se vio despojado de su dignidad,

familia, el

como también

313

así

del Maestrazgo de Avís: sus bienes fueron confisca-

finalmente, tuvo que refugiarse en Castilla,

donde

arrastró

más

constre-

mísera y errante vida desde 1449 á 1457- Entonces,

ñido de la necesidad que de la voluntad, según dice, abandonó su nativa lengua por la castellana,

de verso y prosa, que vida

De

(i).

y compuso

lleva el título

no menos desdichada que

Isabel,

temprana, no se infiere

texto á

el

de Sátyra de felice é

infelice

la reina

la

de Portugal doña

puesto que murió en edad

él,

De

sospechas de envenenamiento.

sin

que había comenzado á

que «traído

mezcla

hermana

hizo presente á su

él

libro,

extraño

el

muy

dedicatoria

la

escribir la obra en portugués, pero

deseada

fin,

é parte de las glosas en lengua

^portuguesa acabadas», determinó traducirlo todo «é lo que restaba >
seas,

demanda é

la fallase.

mytad de

E la

luego ella vía á aquel

El qual respuso: «Mi señotris-

conoscimiento de gentileza é cortesía, lleno de scelanza le dio una mortal ferida.

flaca é oios revueltos á la parte

las siguientes palabras:

la

hauia fecho, é

en cuyas pisadas yo entiendo uevir é fenescer mi

te

él,

la

le

E

do su sennora

dom

el

mejor que en aquel Cancionero se encuentra,

Pedro, filho del rrey

dom Joam da

error procedía acaso de la primera (

1

y

al

poema, «infante

gloriosa memoria*. Tal

rarísima edición gótica que

Die alten Liederbücher der Poriugiesen oder Beitráge zur geschichte der vom dreizehnten bis zum A?ifang des scchzclinten Jahr-

portugiesische?i Poesie iiunderts...

Berlín; bei Ferdinand Dümmler, 1840. PP. 29-31.

[La Tragedia ha sido publicada, con un precioso estudio preliminar, por D. a Carolina Michaülis de Vasconcellos, en el tomo del Homenaje a Menéndez 1

y Pelayo (Madrid,

1899).

table estaba escrita en (2)

Mana

Creo que

el

Entiende

Mayo de

primero que

la Sra.

Michaülis que

cita

Th. Braga.

obra del Condes-

le corrigió fue el difunto bibliotecario

Octavio de Toledo, en un artículo publicado en

de Lisboa, que

la

1457. (A. B.)]

la

D.José

Revista Occidental,

CAPITULO XXVI

321

de estas coplas, acompañadas de una glosa del aragonés Antón de Urrea, se hizo en Zaragoza ó en Lisboa, donde también se da á don

Pedro

(

1

el título

Coplas fechas por

)

las guales hay to

de Infante, aunque el

Mil versos

muy

illustre

sin decirle hijo

de D. Juan

I (i).

Señor Infante Don Pedro de Portugal: en

con sus glosas contenientes del menosprecio: e contemp-

de las cosas fermosas del mundo: e demostrando la su vana e feble beldad (Bi-

blioteca Nacional de Lisboa). El P.

Méndez

(Tipografía Española) describe

otro ejemplar que vio en poder de D. Santiago Sáiz, 34 hojas en folio, sin

nu-

meración y con letras de registro. En papel grueso como de protocolos. Cree que se imprimió en Lisboa, por ser igual en papel y tipos á la Glosa famosísima sobre las coplas de Don Jorge Manrique, impresa en la capital de Portugal por Valentín Fernández, en 1501. Oliveira Martins, no sé con qué fundamen-

supone de Zaragoza,

to, la

teca Lisbonense y

la

Acaso sean

1478.

que manejó

Poseyó éste un códice de

el P.

misma

la

distintas la edición

de

la

Biblio-

Méndez. obra, escrito en el siglo xv, papel

y hermosa, con 152 folios útiles; comprendía 126 octavas (en todo mil y ocho versos), muchas de ellas con su glosa como en el impreso, aunque con variantes. A las octavas antecedía, en seis hojas, un proemio grueso y

letra clara

en prosa, que

ediciones no traen, y cuyo principio era este: «Comienza el

las

»prohemio dirigido

al

»amado señor Alfonso »de

la

insigne e

muy

muy el

excelente e

muy

católico príncipe

guerrera africana cibdad...»

Finalizadas las octavas, proseguía en el manuscrito un

razonamiento de

despedida y amonestaciones cristianas, que se suponían hechas por Alfonso se

con

V á la Infanta

el

de Portugal Doña Juana, cuando vino á

rey Enrique IV. Esta pieza retórica que, á juzgar por

así:

«Venido es

el

tiempo, o dulce

fija

el

rey

Castilla á casar-

bien

el estilo,

puede ser del Condestable más bien que del monarca en cuyos pone, comenzaba

muy

temido e

quinto deste nombre: rey de los portugueses e señor

mia, en

labios se

que yo ca-

como yo pienso, á los convenibles años de los Y acababa: «Dame ya, my cara fija, los postrimeros e

nsarte debo: llegada es tu edat,

rmaritales tálamos... >

»amorosos abrazos: recuérdate de mis amonestamientos: recuérdate del nues-

tro deseoso despido: recuérdate «día

de Saturno, comenzado

el

que es romanos el

desta nuestra postrimera vista,

»quando... las secas tierras se aparejaban regar, fenecido según los día

de Delio, cuya

festividat

honor de

«surreccion del todo poderoso e misericordioso iesu celebramos, en

»de

la

la re-

el

año

venida de nuestro redemptor en canne, milésimo quadragentesimo

»quinquagesimo quinto, pasada »Enrique,

el

la

primera guerra contra losagarenos de don

quarto de este nombre rey de Castilla, adonde en los rreales

»cerca de las cibdades morismas tu fuiste, y »sabes, e las mis manos,

iscrvian

a

ti,

c.

te

que dexadas

las

en hedat creciente como

administraban los dulces manjares.»

Mixi-ni.kz v I'ki.ato.

— Poesía

castellana. III.

tu

armas con intenso c intimo amor

ai

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

322

Pero

mención del acabamiento de D. Alvaro de Luna (145 3)

la

basta para demostrar tituir el

poema

la

imposibilidad de

y para resel padre, no y

tal atribución,

á su verdadero autor, que es

el hijo

Condestable y no el Infante. Con razón ha dicho Oliveira Martins que estas coplas son el documento poético más notable de la literatura portuguesa de su

el

tiempo. Adolecen, es cierto, de

frialdad inherente á la poesía di-

la

y no son en gran parte más que repetición de lugares comunes bebidos en la lectura entonces frecuentísima de los moradáctica,

listas

antiguos,

estoicismo español

con que

el

perpetuo oráculo del

especialmente de Séneca, en todos

Los ejemplos históricos

siglos.

los

autor corrobora su doctrina, pertenecen también

fondo más vulgar de

la

cultura de su siglo; y, en suma, apenas

hay nada que por novedad de pensamiento llame indeleblemente en

ni se fije

al

atención

la

memoria. Pero en medio de

la

la ari-

dez que tales sermones poéticos tienen, cuando no es un Juvenal

quien los escribe, hay en este poemita no sólo un nobilísimo sentimiento de la justicia y un ideal

muy

noble de

la vida, sino

un

tono de melancólica resignación, que es indicio de ánimo sincero, á tiempo para concretar un poco

y nota personal introducida vaguedad de impide

al

Condestable

insistir

en sus propios casos

infortunios de su familia, pero la tiñe

ritu

percibir,

de lúgubre color á través del

los

la

muchos casos logra dar forma

mos del

éticos.

honda

desgracia.

saliente

y

al

fijos

la

del primero padre;

igual nascimiento;

Todos habernos á Eva por madre, Todos faremos un acabamiento. Todos tenemos bien flaco cimiento; Todos seremos en breve so

tierra,

El propio noblesce merescimiento,

E quien

al

los

á esto

que en

expresiva á ciertos aforis-

género humano: Todos somos

en

su espí-

hombre de corazón,

Añádase

Así dice, por ejemplo, hablando de

Todos trayemos

ni

tribulación de

rasgos de su pluma, dejándonos

moralista severo,

inicuamente perseguido por

la

Cierto pudor ó altivez aristocrática

los preceptos.

se piensa, yo pienso

que

yerra.

nativa igualdad

CAPITULO XXVI

De

323

ánimo desengañado:

é imperial dignidad habla con

la real

Menospreciad

De

los

aquell' alta

cumbre

imperios et de los reynados,

Pues non contiene en

si

,

clara lumbre,

Nin face los hombres bienaventurados.

Son siempre

los reys llenos

de cuidados

Y

temen aquellos de que son temidos, Son con amor vero de pocos amados, Nin

las

mas veces

salen de gemidos.

Los malos reyes, aborrecidos de Dios y del mundo, los privados infieles y mentirosos, no son en sus versos meras abstracciones: son

los

causadores de

hermana,

pan

los

que

ruina de su padre, quizá los asesinos de su

la

á él

mismo

le traían proscrito

y mendigando

el

del destierro. Si en los palacios le persiguen las ensangrentadas

sombras de

los suyos,

tan

poco espera nada del pueblo

ni

de su

vano amor. Le llama ingrato, crudo y nefando, ensalzador de

amar

malos, opresor de los buenos, que no sabe ra la virtud ni se cura de

V

ni

desamar,

ni

los

hon-

ella.

meramente

su pesimismo no es

político: á

mueve en

veces se

una esfera más trascendental: Desear

parescen engaños,

los fijos

Porque sus dolores son nuestro

Y

de

la

dolor...

ingratitud de los hijos traza este cuadro espantoso:

muy

Son causa

los fijos

A.

los tristes

padres que Jos engendraron,

Y

lo

que es más

feo,

Ya muchas veces

de males buscan

los fijos

las

fuertes,

sus muertes.

tentaron

De matar sus padres, et los desterraron De sus altos tronos et de sus reynados;

Y en las tinieblas los encarcelaron, De su mesmo ser muy mal recordados. Enérgicamente condena última mitad del

do

el

poema no

poeta por rechazar

el

el

deseo sobrado de largo

es ya filosófica, sino ascética, auxilio

de

las

maestro Juan de Mena había invocado en

el

y la empezan-

vivir;

musas profanas, que su Laberinto:

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

324

Id-vos d'aquí, Musas, vos que en Parnaso,

Según, los poetas, fecistes morada; Id-vos

muy

monte Caucáso,

allende del

Pues no sodes dignos d'aquesta jornada, Nin vuestra ponzoña será derramada

Con

la

su dulceza en las venas mías;

Ca ser no

me

plaze de vuestra mesnada,

Ni soy Omerista, nin sigo sus

vías.

Publicadas casi íntegras estas Coplas en nuestra Antología, no

procede aquí dar más extractos de de

de lengua y algunas de fica

ellas,

versificación, tolerables al las cuales

bastando decir que á pesar

en muchos trozos, y de

la flojedad del estilo

las

incorrecciones

cabo en pluma forastera (y

quizá puedan achacarse á

de Resende, que llenó de lusitanismos

la

incuria ortográ-

poesías castellanas de

las

su colección), ninguno de los poetas portugueses que en

el siglo

xv

escribieron en nuestra lengua hizo cosa mejor, ni quizá se encuentre

en todo

Cancioneiro Geral poesía de

el

más

más grave entonación, aun prescindiendo de da

el

nombre de

No sabemos poética de las

la

alto sentido

curiosidad que

fijamente á qué año corresponde esta exposición

máximas de Séneca, coronadas con ni si

ble á Portugal, en 1457,

precedió ó siguió á

venerable

las del

la vuelta del

Condesta-

cuando Alfonso V, apiadado de

ó quizá

él

por impulso de un remordimiento, consintió en levantarle

Narra

la

su autor.

Tomás de Kempis;

tierro.

y de

el

hecho

así

Ruy de

el

des-

Pina, en el capítulo 138 de su

Crónica de D. Alfonso V: «En este tiempo, y en

el

fervor de esta

cruzada (contra los moros de África) andaba aún desterrado en Castilla el señor D. Pedro,

que con mucha paciencia de grandes ne-

cesidades y desventuras, que en su destierro soportaba, y con una loable templanza

pre para le

el

que en sus palabras y en sus obras mostró siemy conmovió á éste para que

reino y para el Rey, obligó

dejase retornar á sus reinos, y le hiciese aquella honra y

que

él

por muchas causas merecía, especialmente porque

de Braganza,

así

que vio

la

muerte de

la

ella

hacía; y

aunque tenía promesa

duque

Reina, no contradijo

vuelta del Infante con tanta insistencia y tanto recelo

do

merced

el

del

como en

Rey de que

el

la

vida

dicho

CAPITULO XXVI

325

D. Pedro, en vida del Duque, no viniese sin su beneplácito á estos reinos, desistió

Acompañó

de

ella.»

Condestable á su primo y cuñado en

el

de Tánger, y se hallaba en

la

empresa

campamento de Ceuta cuando

el

reci-

bió una inesperada y honrosísima embajada, que parecía torcer

el

curso de sus destinos, hasta entonces tan infaustos.

Es sabido que, después de catalanes declararon roto

prestado á D. Juan

II

príncipes, entre ellos á les

la

muerte del Príncipe de Viana,

los

juramento de fidelidad que habían

el

de Aragón, y ofrecieron

Enrique IV de

Castilla,

la

corona á varios

ninguno de

los cua-

tuvo resolución para aceptarla. Entonces se acordaron de que

en Portugal quedaba sangre de sus reyes, y determinaron hacer

la

cuya fama de valeroso y cumplido caballero se extendía por toda España. En 30 de Octubre de 1463

misma

oferta al Condestable,

zarparon del puerto de Barcelona dos galeras, mandadas por rable Rafael Julia, conduciendo á los representantes de

condal, á quienes presidía

dor de

los

diputados de

generalidad

Condestable:

al

hono-

ciudad

Mosén Francisco Ramis, como embaja-

la

Era portador de una carta en que rey y señor

el

la

), y en -

1

donde quiere probar que la amada de Bernaldim designa con el nombre poético de Aonia) fue Doña luana de

otras publicaciones suyas,

Ribeiro (que Villiena,

el

prima del Rey D. Manuel é

hija del

Conde de Vimioso. También

el

ingenioso novelista Camilo Castello B raneo, en un artículo inserto en sus Noiles de imomnio (núm.

10,

pág. 29-36), sostiene con buenos arguir.cn-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

35°

atinó con la forma que convenía á todas estas vagas aspiraciones de

sus contemporáneos,

y poetizando libremente

con

de

relativa sencillez

los casos

de su vida,

(no libre, sin embargo, de tiquis-mi-

estilo

y con una armonía desconocida hasta entonces dio en el libro de sus Saudades (más generalmente lla-

quis metafísicos),

en

prosa,

la

mado Menina

e

moga, por ser éstas

primer ensayo de

el

la

mismo tiempo que Sanazaro creaba entera independencia de litano imita,

palabras con que comienza)

las

novela pastoril de nuestra Península, casi

él

al

pastoral italiana, pero con

la

otro rumbo. El poeta napo-

y siguiendo

ó por mejor decir, traduce y calca, á Virgilio, á Teó-

á todos los bucólicos antiguos. Bernaldim Ribeiro, hijo de

crito,

Edad Media, combina

elemento caballeresco con

el

el

la

ó

pastoril,

más bien subordina

el

como

Cuestión de Amor, del sistema de los anagra-

autor de

el

mas, expone bajo dos,

si

la

segundo

el disfraz

bien sobre

la

de

al

primero, y además, valiéndose,

hechos realmente aconteci-

la fábula

identificación

de cada personaje haya larga

controversia entre los eruditos. Pero del verdadero carácter de

la

novela de Bernaldim Ribeiro tendremos ocasión de volver á hablar

cuando tratemos de precursores

No quedan le

al fin

Diana de Jorge de Montemayor, entre cuyos contársele.

versos castellanos de Bernaldim Ribeiro, aunque es

de presumir que

Se

la

más inmediatos debe

como todos

los hiciese

los poetas

de su tiempo.

más razón que

hallarse

de una de sus églogas, en un pliego suelto de 1536.

Una de

han atribuido, no obstante, algunos,

sin

estas composiciones es aquel tan sabido soneto de Garcilaso, paráfrasis

de un epigrama de Marcial, Pasando

tos

que Bernardim Ribeiro no

Doña

ia

Infanta

ra

había partido paraSaboya

mar Leandro

el

fue

Beatriz, ni salió (5

el

animoso...

Gobernador de San Jorge de Mina,

de su

tierra sino

de Agosto de

1

ni

amó

á

después que aquella señe-

52 1). Afirma igualmente C. Cas-

Branco que Bernaldim Ribeiro, poeta, es persona diversa, no sólo del Gobernador de San Jorge, sino también de otro Bernaldim Ribeiro Pacheco, tello

Comendador de Naos de

la

Villa Civa,

de

la

Orden de Christo y Capitán mayor de

las

India.

[Véanse, acerca de Bernardim Ribeiro, los Orígenes de la Nove'a de

néndez y Pelayo.

(A. B.)]

Mc-

CAPITULO XXVI

35I

Las otras son dos glosas de romances, uno de darte y Belerma ces castellanos,

Pero

(i).

ellos el

de Duran-

no puede afirmarse que glosase roman-

si

hay que reconocer que su poesía, cuando

es mejor,

más honda y más sentida, tiene el sabor y aun el metro de romance. Nada hay en sus cinco églogas, nada en la de Chrisfal de Cristóbal Falcáo, nada en la

traño hechizo,

la

portuguesa de entonces, que tenga

lírica

misteriosa vaguedad del

serto en la segunda parte de

Menina

um

Pola ribeira de

Que

e

el

ex-

romance de Avalor,

in-

Moca:

río,

leva as agoas ao mar,

Vai o

triste

Nao sabe

de Avalor,

se ha de tornar.

As agoas levam seu bem, Elle leva o seu pesar,

E

só vai

sem companhia,

Que os seus fora elle leixar. Cá quem nao leva descanso, Descansa en só caminhar. Descontra donde ia a barca

Se

ia

o Sol a baxar.

Indo-se abaxando o Sol,

Escurecia-se o

Tudo

ar:

se fazía triste

Quanto havia de

ficar.

Da barca levantam remo, E ao som de remar Comeqaran os remeiros

Do

barco este cantar:

frías eram as agoas! ¡Quem as havrá de passar! Dos autros barcos respondem: ¡Quem as havrá de passar!

¡Qué

SenaQ quem a vontade póz a n5o pode tirar. Traía barca levam olhos, Quanto o dia dá logar. Nao durou muito; que o bem Nao pode muito durar. Vendo o Sol posto contr'elle,

Onde

(') _.

Trovas de dous pastores, Silvano y Amador, /citas por Bernaldim Ri-

beiro, 1536. (Vid. la ed.

Portugueza.)

de

las

obras de B. Ribeiro de 1852, en

la

Bibliotheca

352

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Soltou redeas ao cavallo

Da

beira do rio andar.

A noite

era callada

Pera mais o magoar, Que ao compasso dos remos Era o seu suspirar.

Querer contar suas magoas Sería aréas contar.

Quanto mais se alongando Se ia alongando o soar.

Dos seus ouvidos aos olhos

A

tristeza foi egualar;

Assim como

ia a

cavallo

Foi pela agua dentro entrar. E dando un longo suspiro,

Ouvía longe

falar;

Onde magoas levam alma Vao tambem corpo levar. Mas indo

assi,

per acertó,

Foi c'um barco n'agua dar,

Que

E

estava amarrado á tena,

seu dono era a folgar.

como

Saltou, assim

ia,

E

foi a

A

corrente e a maré

dentro,

amarra cortar:

Acertaram-no a ajudar. Nao sabem mais que foi d'elle, Nem novas se podem achar; Suspeitouse que era morto, Mas nao é para affirmar, Que o embarcou ventura Para só isso guardar. ?«Iais

sao as

Do que

(i)

se

magoas do mar

podem

Para mí no es cosa probada que

curar

el

(ij.

Don Bernaldino

del

romance

viejo

(núm. 293 de Duran)

Ya Ir

piensa

Don

su amiga

Bernaldino

visitar...

sea Bernaldim Ribeiro, pero así lo han creído graves autores, entre ellos

mismo D. Agustín Duran, y

es cierto

que

el

el

romance, más bien que popular,

parece del género de los amatorios que componían los últimos trovadores.

CAPITULO XXVII [gil Vicente; su ficos; SUS

carácter é importancia histórica; datos biográ-

PRIMERAS OERAS, IMITACIÓN DE LAS DE JUAN DEL ENZINAJ

el Auto de la sibila Casandra; el de la Fe; el de los cuatro tiempos; el Breve summario da historia de Deus, y su imitación por Bartolomé PALAU; OTRAS ALEGORÍAS SATÍRICO-MORALES DE GIL VICENTE; LIBERTAD DE PENSAMIENTO DE ESTE ESCRITOR; SUS moralidades', LA TRILOGÍA de las Barcas; las comedias de gil vicente; influencias que en ellas se advierten; la comedia de rubena y su material folklórico; APARICIÓN DE LA FIGURA DEL BOBO OTRAS COMEDIAS DE GIL vicente; sus composiciones sueltas; mérito extraordinario de gil \

vicente en la historia del teatro de su

la familia del poeta;

país;

ediciones de sus obras.]

La la

escuela portuguesa del siglo xv, legó

al

xvi su

mayor

poeta:

primera obra dramática de Gil Vicente fué representada en 1502.

Para hablar dignamente de este soberano ingenio, necesitaríamos un

cuadro más amplio, en que su figura se destacase sobre

las tablas

del teatro primitivo, en vez de asomarse tímidamente al coro de las

escuelas

líricas. Gil

Vicente es uno de

los

grandes poetas de

la

Pe-

y entre los nacidos en Portugal nadie le lleva ventaja, exépico Camoens, que vino después, que es mucho más imiy que abarca un círculo de representaciones poéticas menos

nínsula,

cepto tador,

el

extenso. El alma del pueblo portugués no respira íntegra

más que

en Gil Vicente, y gran número de los elementos más populares del genio peninsular, en romances y cantares, supersticiones y refranes, están admirablemente engarzados en sus obras, que son lo cional del teatro anterior á

Lope de Vega.

sulsos trovadores cortesanos del siglo xv,

yor parte de MxxfaDKZ t

los

A y

más

na-

diferencia de los in-

á diferencia de la

ma-

poetas humanistas del siglo xvi, Gil Vicente vivió

Pbi-ayo.

— Poesía

castellana. III.

23

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

354

en comunión íntima con

un nuevo y

ella la

tradición de su raza,

la

un teatro

y

jando además en grandes alegorías vida de su tiempo,

y

las ligadu-

solitario esfuerzo

melodrama romántico,

el

todo

satíricas

el

á las gran-

Reforma. Admirable

la

á veces por el vigor sintético de las concepciones, franco

en

la ejecución,

va;

amargo y

refle-

espectáculo de

y dando forma cómico- fantástica

des luchas de ideas del Renacimiento y de

de

genio,

el

que rompiendo

tales,

levantó por su propio

infantil, se

hasta la comedia de costumbres

la

acertó á sacar de

venero de poesía. Tuvo, además,

rico

creación dramática en términos

ras de

y

y osado

gran maestro de lengua familiar picante y expresi-

y muy sazonado en

cínico en las burlas

las veras;

poeta y pensador de doble fondo, en quien siempre se adivina algo más de lo que la corteza muestra; devoto á ratos, á ratos cínico y libertino;

pesimista

como todos

con un concepto personal

lírico,

grandes humoristas

los

tendencia demoledora, se da

con

el

las

más

primera mitad del siglo

la

mezcla de

más

lo

la plasticidad

xvi;

trivial

que cobran por

figuras alegóricas,

la

mación del conjunto, por

mano con

mundo

los Coloquios

la

de Erasmo,

Diálogo de Mercurio y Carón con

el

,

Vicente renueva,

sin

y anuncia

lo

pero por

y bajo con salir

al

el

las

la fantasía,

por

altas idealidades,

por

vuelo de

más

de sus manos

las

más extrañas

fuerza de los contrastes, por la férvida anila

silenciosa corre entre

conocía;

del-

han tenido: su obra, por

valientes imitaciones lucianescas, que en gran copia produjo

la

más

la

Elogio de la locura, con

le

vena poética, tanto más el

eficaz

cuanto

tumulto de chistes y bufonadas, Gil

pretenderlo,

la

que habían de

comedia ser,

aristofánica,

andando

el

que no

tiempo, los in-

mortales Sueños de Quevedo. Es fama que Erasmo, tan digno de

comprender á

Gil Vicente, tenía

Goes);

y que aprendió

res é idiotismos

dota,

tante,

más

de su

el

como

sin

hombres

Damián de

portugués para mejor saborear

estilo.

Sea

lo

que fuere del valor de

no tan comprobada como quisiéramos,

entre estos dos

un

en grande estimación sus obras

cuales quizá le había dado á conocer su amigo

(las

es innegable. Gil

el

los

donai-

esta anéc-

parentesco de ideas

Vicente no fué protes-

fundamento se ha pretendido,

ni

podía haber cosa

contraria á su índole; pero fué de pies á cabeza un trasmisia,

espíritu libre,

mordaz y agudo, como otros muchos doctos espa-

capitulo xxvii

355

ñoles de su tiempo, que con alguna rara excepción permanecieron

dentro de

la Iglesia

grandes escrúpulos

Como en

la

sin

daño de barras.

Vicente no tiene quien

aventaje

le

Europa de su tiempo. Quizá Torres Xaharro tenía más condi-

se acerca

estructura

y

y no

ni respetos,

artista dramático, Gil

ciones técnicas, era él;

ortodoxa, ejercitando su tendencia crítica sin

más

más

más hombre de

al tipo

de

menos alma.

regular, pero

En

soñar: Torres Xaharro nunca.

siempre de Gil Vicente: en

menos poeta que

teatro, pero

comedia moderna: sus piezas tienen

la

el

el

Gil

Vicente hace pensar

concepto

concepto

ideal, el triunfo es

realista, la farsa

de Inés

Pereira, para no citar otras, prueba lo que hubiera podido hacer las

condiciones de su auditorio no se hubiesen opuesto

arrollo de su arte.

Las primeras comedias

italianas

al total

si

des-

(exceptuada

la

Mandragora) parecen pálidas copias de una forma muerta cuando ,

se las

compara con

de tanta vida

estas obras

interior,

de apariencia tosca é informe, pero

de tanta

práctica,

filosofía

de tan sabroso

contenido.

Poco

es lo

ceptuando máticas.

lo

que con certeza se sabe de

que consta en

Todos

convencernos de autor de

la

bles. Si Gil

las rúbricas

los esfuerzos la

la

vida de Gil Vicente, ex-

de sus propias obras dra-

de Teófilo Braga

identidad del poeta con

custodia de

Belem y de

Vicente hubiese tenido

(i)

el

no han llegado á

orífice Gil Vicente,

otras piezas artísticas

tal oficio,

y

tal

memora-

maestría, sería im-

posible que no hubiese dejado rastro de ello en alguna alusión de sus

obras dramáticas, y que hubiesen guardado profundo silencio sobre su talento de artista todos los contemporáneos que hablan de él (2).

Xo

de duda

está fuera

En

(i)

la patria

su libro Bernaldim Ribeiro

e

de Gil Vicente: Lisboa, Barcellos

Os Bucolistas (233-265) y en otras pu-

blicaciones posteriores, especialmente en las Questdes de Lüteraiura e Arte

Poriugueza (Lisboa, 1881).

Sólo un genealogista muy posterior y no muy acreditado, Cristóbal (2) Alao de Moraes, en un nobiliario manuscrito de 1667, dice que Gil Vicente, el poeta, era hijo

hijo

no

gista,

le

de Martín Vicente,

atribuye

tal oficio,

sino

el

orífice

Cabedo de Vasconcellos, dice que

del rey D. Manuel.

de plata en Guimaraens, pero

al

de compositor de Autos. Otro genealoGil Vicente fué maestro de retórica

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

356

y Guimaraens

contienden sobre

Tampoco

ella (i).

se sabe la fecha

de su nacimiento, y sólo por conjeturas se la fija en 1469 ó 1 470; lo cual le hace exactamente contemporáneo de Juan del Enzina (2).

Una

rúbrica del Cancionero de

Resende

le

llama Mestre Gil, y esto

indica que fué graduado en Universidad, probablemente en

tad de Leyes. Desde los solaces poéticos.

to

muy joven frecuentó el palacio, y tomó parte en En 1482, un Gil Vicente, que no sabemos á pun-

es el nuestro, aparece designado

fijo si

de D. Juan

II,

Fué en el

ya como criado y escudero

y en 1492 escribía versos para

Vasco Abul, que puede verse en

Una

la facul-

el

proceso satírico de

Cancionero tantas veces citado.

el

circunstancia casual vino á revelarle su vocación dramática.

8 de Junio de 1502,

como queda

dicho.

príncipe que se llamó después D. Juan

Doña María

recién parida reina

de

(hija

los

III,

Acababa de nacer

y para

Reyes

festejar á la

Católicos), recitó

Son enteramente de broma estos versos del Auto da Lusitania, en que

(1)

no ha

faltado quien creyese leer preciosas noticias biográficas del poeta: Gil Vicente o autor

Me

fez seu

embaixador,

Mas eu tenho na memoria Que para tao alta historia Nasceo mui baixo doutor. Creio que he de Pederneira,

Neto de

um

Suarcga era

E

tamborileiro; parteira,

seu pae era albardeiro...

Los que han inferido de este pasaje que

Gil Vicente era hijo

tera y nieto de un tamborilero, podían haber añadido, con

dad, que se encontró

y que gicas:

le llevó á

al

diablo en figura de doncella, de

una cueva donde estuvo

todo lo cual continúa relatando de

Licenciado que hace

En

(2)

la

el

siete años sí

la

la

de una par-

misma

cual se

aprendiendo

autori-

enamoró;

las artes

má-

propio Gil Vicente, por boca del

prólogo del Auto.

Floresta de Engaños, compuesta en 1536, dice

el

poeta que tenía

y seis años. No parece, por consiguiente, que pueda ser la misma persona un Gil Vicente que ya en 1475 era moí° d£ estribeira del príncipe don sesenta

Juan, en hizo

j

482 porteiro dos Coutos do Almoxarifado de Be/a, en cuya ciudad

merced de algunos bienes D, Juan

tciro dos

II

Contos de A/estrado de Aviz (documentos de

blicados por Teófilo Braga), que sostiene Gil Vicentes posibles.

le

en 1485, y finalmente, en 1491/vr-

la

la

Torre do Tombo, pu-

identidad de éste y de todos

los

capitulo xxvii

en su cámara

Vicente

Gil

expresamente que «fué sentó». Asistieron dre,

y

la

el

357

monólogo del Vaquero, del

el

rey D. Manuel,

duquesa de Braganza su

la

hija.

reina

Doña

la

Beatriz su

al

deseo de lisonjear

Reina hablándola en su lengua, puesto que ya sabemos que

todos los poetas portugueses de aquel tiempo eran bilingües,

Vicente

que de siete

ma-

El monólogo fué en castella-

no, circunstancia que no ha de atribuirse sólo

á

cual dice

primera cosa que en Portugal se repre-

la

lo fué

las

y

Gil

con más ahinco y fortuna que ningún otro, puesto

cuarenta y dos piezas que

son puramente portuguesas:

componen

su repertorio, sólo

las otras treinta

y

cinco, castella-

nas en todo ó en parte.

Corrían ya para entonces dos ediciones, por cionero de Juan del Enzina (1496



menos, del Can-

I50í)> en que están todas las

y

églogas de su primera manera. Gil Vicente escribió á su imitación el

monólogo del Vaquero, de cuyo

puede juzgarse por estos

estilo

versos:

Todo el ganado retoza, Toda laceria se quita; Con esta nueva bendita, Todo el mundo se alboroza. ¡Oh que alegría tamaña!

La montaña

Y los

prados florecieron,

Porque ahora se complieron

En

Agradó en

la

misma cabana

esta

Todas

las glorias

de España...

corte este nuevo género de entretenimiento, y

Doña Leonor, viuda de D. Juan

reina vieja

protegido de un

modo

II,

la

la

cual parece haber

señalado á Gil Vicente, estimulándole á

la

composición de muchas de sus obras dramáticas, quiso que se repitiese el

monólogo en

los maitines

ninguna conexión con aquella pastoril castellano.

de Reyes

le

Quedó

la

de Navidad, pero como no tenía

fiesta, prefirió el

poeta hacer un auto

Reina tan satisfecha, que para

encargó otro Auto de

los

el

día

Reyes Magos.

Estas primeras obras son puras y netas imitaciones de Juan del

Enzina, sin ningún cambio

ni

progreso.

En vano

algunos autores

portugueses, con desacordado recelo patriótico, han querido negar

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

358

leer unas

hecho tan evidente. Basta que son de tamente,

la

misma

otras piezas, para

y

Los contemporáneos

familia.

y García de Resende

lo dijo

comprender

lo sabían perfec-

en su Miscelánea'.

Postoque que Juan del Enzina

O

No

comegou.

pastoril

implica esto, ni

mucho menos, que en Portugal durante la existido el teatro litúrgico. Existió, como

Edad Media no hubiera

en todas partes, aunque no haya quedado ningún monumento de

Unas

él.

Constituciones del Obispado de Evora, bastante tardías (i534)>

pero que suponen otras más antiguas, y sobre todo costumbres ya arraigadas

ciones,

extirpar, prohiben

y abusos que había que

iglesias ni en los atrios

de

ellas se

hagan juegos

que «en

las

(Indi) ni representa-

aunque sean de la Pasión de Nuestro Señor ó de su Resurrec-

ción ó de su Nacimiento, ni de día ni de noche, sin especial licencia del Obispo,

porque de

tales autos se siguen

y muchas veces producen escándalo en no están

muy

el

muchos inconvenientes, corazón de aquellos que

firmes en nuestra santa fe católica, viendo los desór-

denes y excesos que en esto se cometen». Puede suponerse también

que habría algún género de representaciones profanas, algún juego de escarnio.

amada gos

Y

por otra parte,

la

poesía popular, tan conocida y tan

de Gil Vicente, presenta rudimentos dramáticos en los jue-

infantiles,

en

los bailes,

y en

yas. Finalmente, existían los

Momos y

Entremeses,

las

otras diversas manifestaciones su-

grandes espectáculos palaciegos, los

cabalgatas

y moriscadas, danzas y panto-

minas, acompañadas de disfraces. Pero

el

primitivo teatro de Gil

Vicente no es nada de esto, aunque todo con corporárselo. ráneas,

que

Es un género

literario,

se llamaban églogas

el

tiempo llegó á

in-

imitado de obras contempo-

en vez de llamarse autos, como los

llamó Gil Vicente: á esto se reduce esto la gloria del poeta lisbonense,

la diferencia.

que no

En nada amengua

está cifrada en estos pri-

meros tanteos de su ingenio. Gil Vicente vale más, mucho más que Juan del Enzina, y en sus últimas obras apenas conserva nada de él, pero es'cierto que empezó imitándole en lo sagrado y en lo profano,

y que tardó mucho en abandonar esta imitación. Hasta el empleo de la lengua castellana, que en estas primeras piezas no es la domi-

capitulo xxvii

359

más

nante, sino la única, debía haber abierto los ojos á los críticos

preocupados, haciéndoles ver que era encontrase sus modelos en se á buscar

pan de

trastrigo

la

muy

natural que

Gil Vicente

lengua que escribía, en vez de andar-

en los misterios y moralidades francesas.

Semejante imitación en un autor portugués de principios del glo xvi,

cuando Francia no

ejercía

ya ningún género de acción

aunque otra

raria sobre nuestra Península, es altamente inverisímil,

cosa parezca á los portugueses de ahora, afrancesados hasta dula.

Nada hay en

que no se ni el

las piezas

de

si-

lite-

la

mé-

primera manera de Gil Vicente

la

también en Juan del Enzina y en Lucas Fernández:

halle

empleo de

los villancicos finales, ni siquiera las escenas satíri-

cas de ermitaños, que parecen tan geniales del poeta lusitano.

Donde sibila el

éste

comenzó á emanciparse,

Casandra, representado ante

la

dicha reina

monasterio de Enxobregas. «Trátase en

»presunción de »supiese

el

»gen de quien

»más quiso

Casandra, que,

la sibila

misterio de

la

Doña Leonor, en

(dice la rúbrica) de la

como por

espíritu profético ella

era la vir-

Señor había de nacer, y con esta opinión nunca

el

casarse.»

de Natividad era

él

Encarnación, presumió que

la

Auto de

es en el extraño

La intervención de

muy

antigua en

en

la Sibila

los Misterios

y procedía de

el teatro litúrgico,

aquel famoso sermón atribuido á San Agustín, en que varios personajes del Antiguo

y Nuevo Testamento son llamados á dar

monio del advenimiento

y después de

del Mesías,

ellos,

sentación de los gentiles, Virgilio, Nabucodonosor texto

más

largo es

del juicio

mente en

final.

que se pone en boca de

el

veintisiete exámetros,

que comprenden

de

la

lengua de

(i).

según creemos,

de

y

muy

el

la

El

consiste en

pronto, especial-

siguió cantándose en

y

él,

que

Milá y Fonta-

ilustró

Es de suponer que también

en otras lenguas y dialectos de fué,

oc,

muy próximos á los nuestros.

nals llegó á reunir bastantes versiones

en un trabajo especial

ésta,

en repre-

la Sibila.

descripción de las señales

Este trozo fué romanceado

los dialectos

algunas iglesias hasta días

Tal

la

y

testi-

doctamente las

Península y de fuera de

hubiese ella.

informe rudimento del cual Gil Viccn-

*

(i)

Véase Orígenes

nas, 294-311.

del teatro catalán.

En

el

tomo

vi

de sus Obras, pági-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

360 te,

dando por primera vez muestra de su potencia creadora, sacó

singular

y

fantástica poesía de su Auto; en

sola, sino las cuatro

de que

la

que no figura una

la

Sibila

antigüedad tuvo noticia, y con

ellas

de Casandra, y Salomón

Isaías,

Moisés y Abraham, calificados de

como

pretendiente á su mano. Nada, á primera

tíos

vista,

más extrava-

gante que este ensueño ó devaneo dramático, en que aparecen revueltos la Mitología sacro

y

y

Ley Antigua,

la

lo historial

lo profano, agitándose todas las figuras

danza fantasmagórica. Salvo za de Gil Vicente es

mer germen

muy

el

lo alegóricOj lo

contenido teológico, que en esta pie-

exiguo,

allí

está,

si

no

me

engaño,

el pri-

que por excelencia llamamos

del auto simbólico,

deroniano. Pero lo que hace

y

en una especie de

más apreciable

cal-

esta rara composición,

envolviéndola en un ambiente poético, es aquel género de lirismo

popular en que Gil Vicente alcanza

perfección sobre todos sus

la

contemporáneos, y llega á confundirse con las

el

pueblo mismo. Así en

coplas que canta Casandra: Dicen que me case yo;

No

quiero marido, no.

Más quiero

vivir segura

Nesta sierra á mi soltura,

Que no

en aventura

estar

Si casaré bien

ó no.

Dicen que me case yo;

No así

en

la folia

quiero marido,

que bailan

no...

los tres viejos:

¡Qué sañosa está

¡Ay Dios, quién

En

la sierra

Su ganado á

la niña! la hablaría!

anda

la

niña

repastar;

Hermosa como Sañosa como la

las flores,

mar...

y en el ingenuo canto de cuna con que los ángeles arrullan Ro,

ro, ro,

Nuestro Dios y Redentor, No lloréis, que dais dolor

A

la

virgen que os parió.

Ro, ro,

ro...

al

niño Dios:

CAPÍTULO XXVII

Pero por

el

la

361

duda esta cantiga, hecha y asonada lo mismo que Enzina, poeta y músico

perla del auto es sin

mismo

autor,

que

era,

á la vez:

¡Muy graciosa es Digas tú

Que en

el

las

Si la nave,

Es tan Digas tú

Que

el

naves ó

la estrella

caballero vestías,

ó

las

armas, ó

la

guerra

el

la

sierra

pastorcico

ganadico guardas,

el

Si el ganado,

Es

ó los

valles,

ó

tan bella.

Esto se bailaba, según indica cantándose, por despedida, llancico,

ó

tan bella.

Digas tú

Que

vivías,

bella.

Si el caballo,

Es

doncella!

la vela,

armas

las

la

marinero

la

tres,

contraste, el siguiente belicoso vi-

que probablemente alude á ¡A

de terreiro de tres por

el autor,

como

las

empresas de África:

guerra,

Caballeros esforzados;

Pues

A A

los ángeles sagrados

socorro son en

tierra,

la guerra!

Con armas resplandecientes Vienen del

cielo volando,

Dios y hombre apellidando

En ¡A

socorro de la

las gentes.

guerra,

Caballeros esmerados,

Pues

Todo, pues, hasta

yó á realzar conserva la Sibila

el

los ángeles

sagrados

A

socorro son en tierra,

A

la

la

guerra!

inspiración patriótica del

el prestigio

momento, contribu-

de este bellísimo auto, que por otra parte

dato tradicional de

las señales del juicio relatadas

Erytrea; indicio manifiesto del nexo que

tro litúrgico,

á*

le liga

con

el

por tea-

pesar de sus apariencias profanas. La versificación

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

362

y todo

es de una gracia incomparable,

poema, en medio de su

el

caprichosa estructura, respira unción religiosa lo

y piedad

sencilla,

por

cual nunca degenera en farsa irreverente.

No tiene particular

mérito

el

sencillísimo

Auto de la Fe, representa-

do en Almeirim delante del rey D. Manuel; pero debemos citarle, por ser la primera composición en que Gil Vicente hizo algún empleo de la

lengua portuguesa, mezclándola con

la castellana,

y por terminar

cantándose á cuatro voces una ensalada que vino de Fra?icia: de don-

de

muy gratuita y

temerariamente han querido

ción francesa, siendo así

que no trae

la letra

inferir

algunos imita-

de dicha ensalada, y con

decir que había venido de Francia, es claro que la da por ajena,

como Mucho más

un accesorio en que no intervino ni vale

el

Auto de

y

como poeta, ni como músico.

los cuatro tiempos,

en que ya

el

géne-

ro aparece enteramente secularizado, hasta con la intervención de

una divinidad mitológica. Sólo

el

principio

puede decirse que tengan conexión con

y

el fin

la fiesta

de

esta pieza

de Navidad. Lo

restante es un diálogo lírico-descriptivo, en que la lozana imagina-

ción del autor se explaya en deliciosas pinturas de

la

diendo como siempre sus alas á

y reanudando

la

poesía popular,

tradición del primitivo cancionero galaico:

«En la huerta nace Quiérome ir allá, Por mirar

Cómo

al

la.

rosa:

ruiseñor

cantaba.»

Afuera, afuera, nublados,

Neblinas y ventisqueros!

Reverdecen Los

los oteros,

valles, sierras

Reventado sea

Y

y prados!

el frío,

su natío:

Salgan los nuevos vapores, Píntese

el

campo de

Hasta que venga

«Por

flores

el estío.

las riberas del río

Limones coge la virgo: Quiérome ir allá, Por mirar

Cómo

al

ruiseñor

cantaba.»

naturaleza, pila

CAPÍTULO XXVII

363

Suso, suso, los garzones

Anden todos

repicados,

Namorados, requebrados:

Renovad

los corazones!

Agora reina Cupido,

Desque vido La nueva sangre venida: Agora da nueva vida Al namorado perdido.

«Limones cogía Para dar

al

Quiérome Para ver

Cómo

ir allá,

al

ruiseñor

cantaba.»

«Para dar

al

su amigo

En un sombrero de Quiérome

ir allá,

Por mirar

al

Cómo

virgo

la

su amigo.

sirgo.

ruiseñor

cantaba.»

Las abejas colmeneras

Ya me zuñen

los oídos,

Paciendo por los floridos

Las

flores

más

placenteras.

El tomillo por los montes

Huele de dos mil maneras... ¡Cuan granado viene

Gracias á Dios, quedaba vencida

Cancionero de Resende. tradicional

y nueva to

que

el

Nada más

de poesía

y enterrada gracioso

simbolismo erótico de

vida es, en efecto, naturalista,

la

el trigo!..

los

la

picara poesía del

y más profundamente limones-. Nueva sangre

que corre á oleadas por este fragmen-

que recuerda

los

mejores días de

la

bucó-

lica siciliana.

Gil Vicente,

vibraciones de

cuya alma de la

artista

conciencia de

era eco sonoro de todas las

su siglo, pasaba,

sin

esfuerzo,

de este paganismo ingenuo y desbordante, de esta embriaguez y plenitud de la vida, á la grave inspiración religiosa, al profundo

y moral

sentido de otros autos suyos, entre los cuales sobresale

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

364

que compuso en portugués con

el

da

historia de Deus,

D. Juan

III

y de

la

y

reina D.

a

título

el

de Breve Summario

representado en presencia

fué

Catalina, en 1527: obra

concebida y compuesta, donde se desarrolla

te

de

humano, desde

destinos del linaje

los

del rey

vigorosamen-

cuadro inmenso

el

Creación hasta

la

la

Redención, poniéndose en escena los hechos más culminantes que se narran to,

en

páginas sagradas: todo

las

ello

en

estilo

noble y robus-

y en un nuevo género de versificación más solemne y apropiala materia que el que hasta entonces había empleado, pues

do á

en vez de

los

metros cortos usa

verso dodecasílabo, pero no en

el

estancias líricas, impropias del teatro,

del Enzina, sino

movimiento

ágil

como

combinado con su hemistiquio,

lo cual le

da un

(1).

Trasunto de este auto de Gil Vicente,

poética, es la

hecho Juan

y variado, y constituye en realidad un nuevo ritmo

aptum rebus agendis personajes, pero

lo había

muy

en

así

el

plan

como en

los

amplificado, y no ciertamente con ventaja

famosa Victoria Christi del bachiller aragonés Barto-

lomé Palau, que su autor

de allegorica representación de

calificó

captividad espiritual en que el linaje

humano

la

estuvo por la culpa

original debajo del poder del demonio, hasta que Cristo Nuestro Re-

dentor con su muerte redimió nuestra libertad,

y

con su Resurrec-

ción reparó nuestra vida. Ignórase la fecha precisa

pero

de 15/7, año en que dejó de

existir

D. Hernando de Aragón, á quien laridad

fué grandísima,

algunos pueblos de

(:)

de este poema,

no cabe duda que fué escrito después de 1539 y antes

la

el

arzobispo de Zaragoza

la pieza está

dedicada. Su popu-

y hoy mismo sigue representándose en montaña de Aragón y de la de Cataluña:

Esta combinación se encuentra por primera vez en una de las Canti-

gas de Alfonso

el

Sabio, en

E

la 79,

que

esto facendo, a

Paregeu

Con

le

es,

por

cierto, deliciosa:

mui Gloriosa

en sonnos sobeio fremosa,

muitas meninas de maravillosa Beldad; e porén

Quisera se Musa

ir

con

elas logo;

Mas Santa Maria Ihe dis: Eu te rogo Que sse mig ir queres, leixes ris' e iogo 1

Orgull' e desden.

CAPITULO XXVII

365

supervivencia que no alcanza ninguna otra obra de nuestra primitiva escena.

Para mí es cosa clara que pero no creo que

ni

uno

bachiller Palau imitó á Gil Vicente;

el

ni otro

franceses, á pesar de la analogía

conociesen los Misterios cíclicos

que con

ellos tienen sus

composi-

Téngase presente que hemos perdido todo nuestro teatro

ciones.

Edad Media,

hierático de la

verisímil suponer

salvo dos ó tres fragmentos;

y

es

más

que en ese teatro estaban iniciados ya todos los

tipos de la dramaturgia religiosa,

que no recurrir á

de

la hipótesis

una influencia tardía é inverisímil. Lo primero es más conforme á las leyes de la evolución literaria.

de Francia, antes bien se pio, es decir,

desde

le

el siglo

No

se niega con esto el influjo

reconoce y afirma en su momento pro-

xn

al xiv.

Originalísimo se mostró Gil Vicente en otras alegorías satírico

morales que poco tienen que ver con

con

el

drama

litúrgico,

Ya hemos

de su tiempo.

las agitaciones religiosas

sus ideas eran las del grupo llamado erasmista, que,

do en ese

las fronteras

mismo año

de

la

1527, en

Reforma, no el

año

las

y mucho dicho que

aunque coloca-

traspasó casi nunca.

En

de Roma, hacía

re-

fatídico del saco

presentar Gil Vicente, meses antes de aquel gran escándalo de cristiandad, el la

Auto da Feira, cuyo sentido

puso

el

Secretario Alfonso de Valdés con

Lactancio

y un

y convida

á

Tiempo abre

arcediano. El

la feria

mundo

del

En nome

muy

es

formidable invectiva que, en son de vindicar el

al

título

A

feira,

chamada das Gracas, Belem...

á feira, igrojas, mosteiros,

Pastores das alma?, Papas adormidos;

Comprai aquí pannos, mudae os vestidos, Buscae as camarras dos outros primeiros

Os

O

antecessores...

presidentes do Crucificado,

Lembrae vos da

Do tempo

vida dos sanctos pastores

passado.

de Diálogo de

á todos estados de gentes:

Virgem parida em

de

su tienda de mercader,

daquelle que rege ñas pracas

a feira

A' honra da

al

Emperador, com-

D' Anvers e Medina as feiras que tem,

Comega-se

análogo

la

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

366

Roma

viene á

la feria,

y

diablo exclama:

el

Quero-me eu Porque lhe

De

Todo

el

sei a

concertar,

maneira

seu vender e comprar.

auto está salpicado de rasgos por

más cáusticos

el

mismo

estilo,

y aun

é irreverentes, llegando á tocar algunos en la materia

de indulgencias y jubileos, tan debatida entonces, y que dio ocael primer impulso á la Reforma:

sionalmente

Oh! vendei-me a paz dos ceos, Pois tenho o poder na térra

O Roma,

sempre

Que matas pecados

E

vi lá



leixas viver os teus.

E

nao te corras de mi,

Mas com

teu poder facundo

Assolves a todo o mundo,

E nao te Nem ves E

lembras de

que

ti,

te vas ao fundo...

nao digas mal da

feira,

Porque tu serás perdida

Se nao mudas

a carreira...

Gran temeridad parece á primera

vista

haber puesto en auto

de Navidad tan resbaladizos conceptos teológicos; pero cesa de todo punto

ban en

la

el

asombro, cuando se repara que

atmósfera de aquel principio de

hallan sólo en poetas

y

tales ideas esta-

siglo,

y que no

novelistas, á quienes los ensanches

libertad satírica pudieran hacer sospechosos

de

se la

de ensañamiento ó

hipérbole; pues todo lo que en Gil Vicente, en Torres Naharro,

ó en Cristóbal de Castillejo se

que dijeron

los

ascéticos

nada en comparación de

y moralistas

me

del tiempo

lo

de Carlos V,

cabe duda, y generalizando con excearrebatados de su celo por el bien de las almas y del calor

exagerando también, no so,

lee, es

CAPÍTULO XXVII declamatorio que su estilo cosas se

ahogo

la

367

musa de Juvenal, comunicaba

indignación,

á

La misma audacia y desenvoltura con que tales escribían, ya por fines de edificación, ya por mero des(i).

satírico,

prueban

la

robusta

de aquellos varones, y

fe

el nin-

gún recelo que tenían del inminente peligro que iba á atribular á la Cristiandad.

En más

cuanto á Gil Vicente, nunca su libertad de pensamiento pasó del límite que señalan los versos transcritos.

allá

de

Iglesia

Roma

el

poder de absolver

los

dulgencias; pero es iracundo censor de

más que de otro alguno, de

la

No

niega á la

pecados y de conceder

in-

simonía, plaga del siglo

xv

años antes, había dicho

la cual, seis

enérgicamente otro poeta nuestro, el cartujano Juan de Padilla,

cuya pureza de doctrina para nadie puede ser sospechosa:

Que por

De en

la

esta

Y más

los célicos dones.

y en

poco tenemos por un tes era

barata...

lo espiritual,

temporales

emponzoñada

disciplina

pecunia lo justo

la

Haciendo terreno

nacía una espantosa relajación

fuente,

las

costumbres. Gil Vicente, á quien tam-

muy

espíritu

austero,

Baste, por muchos, aquel terrible texto del

(1)

y que de todas

suer-

enemigo nato de toda hipocresía, encontró aquí una vena dominico Fray Pablo de

León, en su Guia del Cielo (1553): «¡Oh, Señor Dios! ¡Cuántos beneficios hay »hoy en la Iglesia de Dios que no tienen más perlados ó curas, sino unos »idiotas mercenarios,

que no saben

»de todos casos asuelven!... «iglesias catedrales habían

»de

allí

De Roma

exemplo de perfección,

ansí

como

los

de

Roma

ir,

los estudios

saben qué cosa es Sacramento, y

viene toda maldad, que ansí

no por

beneficios, sino por

Y

así...

está toda

la Iglesia

deprender

y escuelas particulares van á se per-

destos males y otros semejantes... ¡Tales rigen

«mandan!

las

los clérigos del

jfeccionar alas Universidades. Pero por nuestros pecados, en

»mo

como

obispado y tomar había de ser espejo de todo el mun-

de ser espejo de

»do, y los clérigos allá habían de

«perfección,

leer, ni

llena

de

la

Iglesia

Roma

es abis-

de Dios:

tales la

ignorancia... necedad, malicia,

«luxuria y soberbia... Y así hay canónigos ó arcedianos que tienen diez ó

«veinte beneficios, y ninguno sirven. >las ánimas,

y de

la

Ved qué cuenta darán

estos á Dios de

renta tan mal llevada.»

Otras muchas cosas, no menos tremendas, dice cuales pueden leerse en mi Historia de

el

bueno de Fray Pablo,

los heterodoxos españoles,

11,

28.

las

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

368

y de cuadros

inagotable de chistes

en

picarescos, ora nos presente

Farsa dos Almocreves (1526)

la

el

tipo

tesco del capellán de un hidalgo pobre,

bonachón pero gro-

que en

señor desciende hasta tener cuidado de los gatos de é

á hacer compras á

ir

dos (1533) traiga á

la

la plaza;

Romagem

ora en la

escena á un Fray Pago,

de su

servicio la

cocina,

de Aggrava-

fraile

cortesano,

con espada, guantes y gorra de velludo; ora pinte al clérigo de Beira (1526), que anda de caza rezando maitines con su hijo; ora en

Tragicomedia pastoril da Serra da Estrella

la

decir á

(1527) haga

un ermitaño epicúreo: Eu

desejo de habitar,

meu

N' hua ermida a

prazer,

Onde podesse

folgar...

E E

hum

que podesse eu dancar que

fosse n'

nella:

deserto

D' intuido vinho e pao,

E E

a fonte muito perto,

longe a contemplacüo.

Muita caga e pescarin,

Que podesse eu

E

a casa

ter coutada

temperada:

No verao que fosse fria, E quente na invernada.

.

Las obras de Gil Vicente fueron duramente castradas por Santo Oficio en

la

sos de aquellos en

tigados lo

que

escribió el poeta;

los vicios

y

se suprimió, para

cales

no exagerar

de Gil Vicente. Por ejemplo,

el

acción

porque enmendados ó mi-

abusos, era ya materia de escándalo

que en otro tiempo pudo ser hasta

que

en

muchos de

el

segunda edición de 1585, tiempos harto diver-

el el

útil.

Pero basta

fijarse

en

lo

alcance de las sátiras anticleri-

Auto da Mofina Mendes (1534),

por cierto, está deliciosamente intercalada y puesta en fábula de la lechera, empieza con un sermón jocoso pre-

cual, la

dicado por un

fraile:

de sermón, y en

lo

tinciones escolásticas

dicadores; clrrigos:

no

sin

mandóse

demás y

quitar,

por

la

irreverencia del título

se reduce á ligeras burlas sobre las dis-

las citas

impertinentes que hacían los pre-

alguna puntada contra

las

barraganías de los

CAPÍTULO XXVII

369

Estes dizem junctamente

Nos Se

livros aqui allegados:

filhos

haver nao podes,

Cria desses engeitados

(1)

Filhos de clérigos pobres...

En

la

comedia Rubena (1521),

nada limpia son un abad de

en

Nao

de aquella acción

de Campos, una doncella y un

tierra

no se prohibió por

clérigo mozo; pero

número de

los protagonistas

esto, sino

por contener gran

Nada de cuanto

hechicerías y oraciones supersticiosas.

amores (1527), en

Fragoa

amor

(1525), en el

Templo d' Apollo (1526) y en otras piezas se dice de

frailes, cléri-

la

d'

gos y ermitaños, tiene novedad

más mordaces

pullas ú otras

la

ni

d'

trascendencia alguna. Las mismas

se encuentran á cada paso en

Lucas

Fernández, en Torres Naharro, en Diego Sánchez de Badajoz, y en todos los autores de nuestras primitivas comedias, farsas y églogas. El ermitaño, sobre todo, hipócrita

un tipo cómico de

más

los

y embustero, había llegado

Quien escribiese hoy como

por un detractor

Gil Vicente, pasaría

encarnizado del estado monástico; pero en su tiempo, nadie

por

tal.

Todo

á ser

socorridos.

le

tenía

ese repertorio, en que la sátira es tan cruda y el len-

guaje tan libre y desvergonzado, sirvió de pasatiempo y regocijo,

no á un populacho tabernario, sino á una de y fastuosas del Renacimiento, á

de D. Juan

las cortes

más elegantes

corte portuguesa de D. Manuel

la

y

espléndida y rica con los tesoros del vencido Oriente.

III,

Los príncipes, magnates, damas y prelados que eran ornamento de de Gil Vicente, y no veían en ellos ca-

tales fiestas, reían los chistes

lumnia, ni aun malicia grave, porque desgraciadamente los originales

de

de aquellos retratos estaban á la

fie la

la vista

caprichosa fantasía del poeta aquel

Fragoa

d'

las

completas, y

el

había nacido

aseglarado y licencioso

sermón y

la

la capilla,

misa, y

Pareze-me bem andar

bailar

n'

hüa

folia...

Píireze-me

bem

jogar,

Expósitos. 1

l't.

.,'.

!'.

,

i. 1

castellana. III.

y

el

el silen-

la disciplina:

E

(1)

fraile

No

amor, que hace alarde de «aborrecer

»cordón, las vísperas y

cio y

de todos.

e*

}

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

370

Pareze-me bem

dizer:

— Vai chamar rainha mulher, Que

™e

Isto,

eramá, he viver.

»

Tales

frailes

como

frailes,

lo

a? a

de jantar.

que tuvo que reformar

éstos son los

menos,

vivir á sus anchas,

las

tenaz

tar á Gil

de

Y de tales

huyendo de su reforma.

dos terceras partes de

ellos,

y hacerlos cargar con

contra los moros de África

Pero dejando aparte esta digresión, á el

la cual sólo

empeño que muestran algunos

Vicente con

eco de las doctrinas de

me

Juan de Huss, y

ha conduen presen-

críticos (2)

de precursor d¿

los falsos colores

la

Reforma,

hasta de mártir de la

haciendo de su curiosísimo repertorio.

Abundan en

él las

que pudié-

ramos llamar moralidades: composiciones ya estrictamente

la

Auto da alma, ó más bien «de

la

alegóri-

hospedería del alma»

y lo más cómico con sucede en el Auto de como más devoto, Mofina Mendes, en que Prudencia, la Pobreza, la Humanidad y la Fe, departen, no

(1508); los

el

li-

breve reseña que veníamos

la

como

los

(i).

bertad de pensamiento, continuaremos

cas,

gran

bien podía decir Gil Vicente que convenía secularizar, por

arneses y pelear

cido

el

número de más de mil emigraron á Marruecos

Cisneros, los que en

en 1496 para

l

ya alternando

sólo con ángeles

y

y Payo Vaz. En

el

lo alegórico

con

patriarcas, sino

lo real,

con

los rústicos

Auto da Cananca, uno de

(0

Somos mais

Bras Carrasco

los últimos

que com-

frades que a térra,

Sem contó na christiandade, Sem servirnos nunca en guerra, E haviam mister refundidos Ao menos tres partes delles

Em E E (2)

gués...

leigos, e araezes n' elles,

assi

bem

apercebidos,

entSo a Mouros

com

elles.

Véase, entre otros, á Teófilo Braga, en su Historia do theatro portuVida de Gil Vicente é sua eschola, seculo

Nada nuevo enseña

el libro del

XVI (Porto

1870); passim.

Vizconde de Ougella: Gil Vicente

(Lis-

boa, 1890). [Cons. también a Arthur

Ludwig

Stiefel:

Zu

Gi.

Vicente,

en

el

Archiv für

das Studiion der neueren Sprachen und Literaturen, cxix, págs. 192-193. (A. B.)

CAPITULO XXVII

puso nuestro poeta

371

(1534), las tres figuras de Silvestra,

Hebrea y y la de

Veredina, personifican la ley de Naturaleza, la de Escritura Gracia.

Pero

obra maestra de Gil Vicente bajo este respecto, y quizá

la

más digna de consideración

la

del primitivo teatro peninsular, es la

notabilísima trilogía de las tres Barcas, del Infierno, del Purgatorio

y de

en portugués

la Gloria,

tellano, representadas

las

dos primeras, y

Doña María y D. Manuel, en

tugal

primera en Santos de

cámara

la

la

años

1 5

los

1/,

el

Reyes de Por-

1518 y

1 5

19; la

Hospital de Todos

ciudad de Lisboa, durante los maitines de Navidad,

tercera en Almeirim, ta litúrgica,

los

segunda en

regia, la

tercera en cas-

la

sucesivamente delante de

de

ponsos que en

y

lo cual

duda como complemento de alguna

sin

conserva indicios en

las lecciones

y

fies-

los íes-

ella se intercalan.

Estas Barcas son una especie de transformación clásica de

que tenían de

rrador, sino en lo

dos, clases

las

de la muerte, no en lo que tenían de lúgubre y ate-

Danzas

antiguas

la

y condiciones de

era idéntico, pero

el

sátira general

de los

vicios, esta-

Sociedad Humana. El cuadro general

la

simbolismo había variado, haciéndose más

ri-

sueño y enlazándose con los recuerdos artísticos de una mitología

nunca muerta del todo en

más vivaz que nunca en yentada

la horrible

asediado

la

los días del

las

de

las razas greco-latinas,

la

aguas de

los diálogos del satírico

Edad Media,

volvía

la infernal laguna,

de Samosata, no sólo

que había barquero

el

ejerciendo el oficio

como

de con-

ductor, sino el de censor agridulce de la tragicomedia humana,

modo de Menipo Grecia. ellos

nosotros

numento

el

las

Diálogo de Mercurio

el

argénteo

por

la

la

al

antigua

cultivaron en latín este género, y de

lenguas vulgares, siendo

estilo,

autor, digno á veces

sino

y

otros filósofos populares de

el

y Carón

tipo

más excelente entre

de Juan de Yaldés: mo-

clarísimo del habla castellana del tiempo del

no sólo por

no,

cínico

Erasmo y Pontano

pasó á

de su

el

y

segundo Renacimiento. Ahu-

pesadilla de la danza de espectros

imaginación de

Carón á surcar en

el espíritu

inafectada elegancia

de ser comparado con

profunda observación moral y

mentos de sabiduría práctica que contiene,

sin

el

Emperador, ática pureza

y mismo Lucia-

los graves

docu-

que se vislumbren

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

372

apenas los errores teológicos en que vino á caer aquel de Cuenca durante

ilustre hijo-

segundo período, enteramente místico, de

el

su vida.

Este diálogo se escribió é imprimió en

pudo

guiente, no

1528, y, por consi-

influir en las primitivas Barcas de Gil Vicente^

mucho más

pero influyó de seguro en una refundición castellana

extensa, acabada de imprimir en Burgos, en casa de Juan de Junta,,

mes de Enero de 1539, con

á 25 días del

media alegórica ción

d El

Paraíso

y

d'

El

el

Infierno:

de: Tragico-

título

Moral

representa-

camino que hacen las ánimas partiendo de esta

del diverso

presente vida, figurada por los dos navios que aquí parescen: el uno

del Cielo el

y

argumento de la obra

un un

se

puede

un

ver.

Son

y

mateiia en

un

interlocutores

inocente llamado

un

ángel,

Juan, un

un una moza llamada Floriana, un zapatero, una alcahueta, hidalgo,

diablo,

fraile,

cuya subtil invención

el otro del Infierno,

judío,

un

corregidor,

tro caballeros

logrero,

un abogado, un ahorcado por ladrón, cua-

que murieron en la guerra contra moros, el barquero

Carón.

Hay

en esta refundición

ca es mayor, limpia

y

el

mucho nuevo y bueno: más

diálogo tiene

la fuerza satíri-

viveza, la versificación corre

suelta, algunos trozos no tienen precio por lo acre

cante de los donaires. «Tiene cosas de

Quevedo), porque hace

reir

las cosquillas

lísima,

no dice

el

la

nombre

del autor.

de Moratín, parece que se lengua portuguesa, y luego

aumentándolo.»

¿castellana,

cita

En

(hubiera dicho

Yo

fiar

de que

él

Y

no acabo

otro manuscrito, copia sin

Aribau en sus notas á

leía la siguiente nota: el

mesmo

Si así fué,

esta ocasión se excedió notablemente á

versos castellanos.

pi-

edición de Burgos, de la cual poseo copia fide-

duda de diversa edición, que

»

y

con enfado y desesperación.» Pero esta

tragicomedia castellana ¿es en realidad de Gil Vicente?

de persuadírmelo:

más

autor lo trasladó á

En

Orígenes

la

lengua

hay que reconocer que en sí

mismo como

esto es precisamente lo que

fuese el traductor.

los

«Compúsolo en

me

artífice

de

hace descon-

sus coplas castellanas, Gil Vi-

cente tiene cosas hermosísimas, pero está lleno de incorrecciones,

de versos cojos, de rimas ses, propios

falsas,

de vocablos enteramente portugue-

de quien nunca había estado en

Castilla.

Nada ó muy

capitulo xxvii

poco de

esto

hay en

tragicomedia, que es una de las piezas mejor

la

escritas de aquel tiempo

Ticknor tiene

373

(i).

mérito de haber indicado por primera vez

el

semejanza entre estas alegorías de Gil Vicente y una de

de Lope de Vega, hemos de atenernos

las

más

auto sacramental del

tiguas piezas dramáticas

el

Viaje del alma, que,

á las indicaciones de

si

la

an-

El

Peregrino en su patria (novela que es en parte autobiográfica), fué representado en una plaza de Barcelona hacia

aunque

el

idea y

la

el

orden de

autor, lo cual dista

de detalle que de

la

el

año de 1599. Pero

historiador norteamericano afirma caprichosamente que

de

la

la

mismos en uno y otro

fábula son casi los

mucho de

no apunta más semejanzas

ser verdad,

los preparativos

de

viaje

que

Teófilo Braga, que acepta y amplía su Historia do theatro portugués ferencia entre

indicación de Ticknor en

la

nota con mejor acuerdo

(2),

ambas concepciones dramáticas. Pláceme

palabras del erudito profesor, inspiradas por la

las

demonio, arráez

el

barca del Infierno, hace en una y otra pieza.

miración

al

genio de Lope, á quien llama

el

más

mayor

la di-

transcribir

ferviente ad-

escritor

dramáti-

co de los tiempos modernos:

se

«Lope de Vega, como ingenio profundo y creador, aprovechósimplemente de la idea, dándole una forma original y más per-

fecta: las diversas

una

sola, el

ánimas de

Alma; y

aquí ayudado por

la

el

Gil Vicente fueron reducidas por

Diablo, que en las Barcas trabaja solo, es

Memoria, por

el

Apetito, por los Vicios. El es-

recuerda

tribillo

que cantan para darse ala

da por

Gil Vicente, la decoración indica

vela,

conoció los viejos autos portugueses. ria, trae Gil

la

nave de

»que por

En

el

y

En

forma

desde

usa-

¿Hay ejemplar de

la

Lope «descúbre-

y entena eran una

rótulo, tenía la esponja,

los clavos

los azotes,

Tragicomedia en el

Biblioteca Real de Munich, y

la

tomo

1

de su Teatro español

glo AT7(Madrid, 1913; Sociedad de Bibliófilos Madrileños). (A. B, Págs. 194-198.

cruz,

la lan-

y con muchas flámulas, estandarte y ga-

ha sido reproducido por U. Cronan en

(2)

lírica

auto da Barca da Glo-

auto de

el final del

Penitencia, cuyo árbol

la

jarcias,

»za, la escalera

(1)

la

también que Lope de Vega

Vicente esta rúbrica: «os Anjos desferrem a vela em que

»estd o Crorifixo pintado».

le

él á

ti*

.

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

374

sllardetes bordados

de

cálices

de oro».

En

aparece un Papa; en

el

auto de

Lope va

al

ces regía la Iglesia.

En

viene á gobernar

barca de

ce lo mismo,

la

como

»de

ella.»

auto de Gil Vicente el

Papa que enton-

el auto portugués, Cristo resucitado es quien la Gloria.

prueba

lo

»sona del maestro de

el

timón

En

el

auto de

Lope aconte-

siguiente acotación: «Cristo en per-

nave, con algunos ángeles

la

Finalmente,

la

como

impresión general que deja

la

el

oficiales

Viaje del

Alma, es que Lope conocía aquel modelo, aunque, por otra la

parte,,

invención tampoco pertenezca á Gil Vicente, puesto que los sím-

bolos cristianos sacados de

la

nave se remontan á

los

primeros

si-

glos de la Iglesia.»

A

estas

añadir que

tan oportunas observaciones de Braga, sólo hay que el tipo

de

al

teatro por Gil Vi-

los cantos intercalados

en estas piezas, es

barcarola lírica llevada

la

cente y Lope de Vega en

de indisputable origen galaico-portugués, encontrándose á cada paso bellísimas muestras, en

el

Cancionero Vaticano:

Per ribeira do

río

Vi remar o navio,

E

sabor ey da ribeira!

Per ribeira do

alto

Vi remar o barco;

Sabor ey da

As

troles

ribeira...

do meu amado

vam no

Briosas

barco;

E vam-se as flores D'aquel bem com meus amores. As froles do meu amigo Briosas

E

vam no

vam-se as

D' aquel

bem com meus

Cotéjense estas letras con

de Gil Vicente

los

navio;

flores

la

amores...

que cantan

al fin

del primer auto

cuatro fida/gos, caballeros de la Orden de Cristo >

que murieron en las parles de África:

A

barca, á barca segura:

Guardar da barca perdida;

A

barca, á barca da vida.





capitulo xxvn

A barca,

375

á barca, mortaes;

Porém na vida perdida Se perde á barca da

ó

el

bello

vida...

romance con que da principio

Auto da Barca do Pur-

el

gatorio:

Remando van remadores Barco de grande

Así

las

vismo en

formas el

líricas

y

alegría...

tradicionales persisten por misterioso ata-

arte de las edades cultas;

menso mundo poético que llamamos unidad armónica todos

los

y de

esta manera, en

el in-

teatro de Lope, se reducen á

elementos del genio peninsular.

Los autos hasta aquí citados, con otros de menor importancia constituyen

el

primer libro del cuerpo de

las

(i),

obras de Gil Vicente,

llamado por sus editores obras de devoción, aunque algunos pasos

poco tengan de devotos. El

libro

segundo comprende

las

comedias,

y el tercero las tragicomedias: división arbitraria, puesto que ninguna diferencia substancial separa en Gil Vicente los dos géneros, pudiéndose llamar indiferentemente comedias ó tragicomedias

Rubena y

la del

En

cambio, bajo

zas

como

las

Viudo, la

la

de D. Duardos y

la

de

de Amadís de Gaula.

la

rúbrica de tragicomedias, se confunden con pie-

dos últimamente mencionadas, una serie de represen-

y de circunstancias, que constituyen un género enteramente distinto. Y, por el contrario, en la sección cuarta se taciones alegóricas

agrupan, bajo

el título

de farsas, verdaderas comedias, aunque en

miniatura; escritas en portugués las

más de

ellas.

Prescindiendo,

pues, de esta división tradicional, que tampoco responde

al

orden

cronológico, examinaremos rápidamente las principales formas que tiene la

(i)

comedia de

Gil Vicente.

Auto pastoril, portugués (1523).

deus (no

fija la

Diálogo sobre a resurreifáo entre osju-

fecha: está todo él en portugués, y es

tura satírica de las costumbres de los judíos). castellano,

1504; representado ante la

Caldas, durante

la

muy

curioso por

la

pin-

Auto de San Martinho (en

Reina Doña Leonor, en

la iglesia

procesión del Corpus Christi. Es, por consiguiente,

el

de

más

antiguo de los autos sacramentales conocidos hasta ahora, pero no tiene relación alguna con aquella festividad, reduciéndose á tir

San Martín su capa con un pobre

.

la

sabida leyenda de par-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

376

Y ante

todo conviene advertir que ni

el teatro latino, ni el teatro

italiano del Renacimiento, influyeron en

mado

el

Plauto portugués, y á

cómicas, sobre todo en

pero

lo es

la

él

verdad,

las farsas, es

para nada. Se el

le

género de sus gracias

por semejanza de índole, no por disciplina

no

por

lo

nunca. Por

les imita

concepciones, por

el

literaria. Gil

la

las

pompa

riqueza y

desorden fantástico de

el

las

alusiones

lírica,

y de

recuerda

las invectivas,

mucho más

las

y

co-

probablemente no conocía, y cuya teatro moderno nunca ha sido directa. En algunas

medias de Aristófanes, influencia en el

y Te-

tránsito continuo de lo elevado á lo grotesco,

brusco é inesperado de

también por

lla-

más plautino que terenciano,

Vicente, que era humanista, habría leído de seguro á Plauto rencio, pero

ha

á quien

de sus alegorías, por ejemplo, en

la

Exhortación á

la

guerra, Gil Vi-

cente es un poeta aristofánico, hasta por

el sentido político y pade sus advertencias y profecías, que se levantan majestuosas en medio del fuego graneado de los conjuros del hechicero y de

triótico

las

bufonadas del coro de diablos.

En cuanto

á los poetas cómicos italianos, Gil Vicente no da mues-

tras ni siquiera

de haberlos

dramáticas del Ariosto,

ni

leído.

Nunca

de Bibbiena,

ni

se inspira

en

las fábulas

de Machiavelli, y eso que

de Florencia tenía más de un punto de

el espíritu del secretario

de

y de

afi-

los hipó-

nidad con

el

critas, Gil

Vicente no tenía que aprender nada de nadie, puesto que

suyo; para hacer

la sátira

los frailes

nunca pudo contener esta ingénita propensión suya.

Gil

Vicente es

originalísimo en su teatro profano, pero creemos que también en

debe alguna, aunque pequeña, obligación á Juan del En-

esta parte zina.

En

la

Comedia de Rubena

(15-21),

que están desconcertada en

y tan llena de fárrago como la Farsa de Pláhay una escena en ecos, y otras evidentes remi-

su plan, tan irregular cida

y

Vitoriano,

niscencias de aquella pieza.

tiempo, pudo aprender (

lo

Además, como todos

más profundo

los autores

del arte de la

de su

comedia en La

destina, de la cual tomó, entre otras cosas, el tipo de la alcah;.

Brígida Vaz, que tan desvergonzadamente anuncia sus baratijas en

Barca del

Infierno, pieza

sentada en

la

»santa reina

cámara

Doña

la

que (dicho sea entre paréntesis) fué repre-

regia, «para consolación

de

la

María, estando enferma del mal

muy

católica y

deque

falleció».

y capitulo xxvii

¿Debe contarse entre líadia

los libros

de Torres Naharro?

Muy

molde algunas de

Además,

tugal por la

glorias

las

libro es

comedia la

que en

Trofea,

media Aquilana, tiene que 14, al

que

la pri-

I",

muy

conocido en Por-

14 había escrito y hecho re-

5

paso que

la

la

se parece á otra

intriga es algo

la

co-

de Torres Naharro,

semejante á

ser anterior, puesto

Aquilana

las

famosa embajada que llevó

casualidad de que precisamente

la

Comedia del Viudo, cuya

1 5

1

de aquel reino, con motivo de

media de Gil Vicente que más

de

Propa-

Gil Vicente la

Santidad de León X, loando y magnificando

Tristán de Acuña. Pero da

la

de 15

poeta extremeño debía de ser

el

presentar ante

que estudió

verisímil parece, puesto

y ya antes corrían de piezas que comprende; por ejemplo, la Tinela-

mera edición de este famoso

ria.

377

que

ni siquiera figura

la

de

la

Co-

lleva la fecha

en

la

primera

edición de la Propalladia. Queda, pues, la graciosa miniatura de Gil

Vicente como primer ensayo del tema romántico, luego tan repetido, del príncipe disfrazado por amor: interesante situación

complica haciendo que

dos

hermano suyo á

corazón de

el

hijas del viudo, hasta

Don

que

el

autor

Rosvel fluctúe entre

las

que afortunadamente viene otro príncipe

resolver el conflicto, casándose con

la

menor:

Estánse dos hermanas

Doliéndose de

sí;

Hermosas son entrambas Lo más que nunca vi. ¡Hufa, hufa!

A

la fiesta,

á la fiesta,

Que las bodas son aquí. Namorado se había dellas Don Rosvel Tenorí; Nunca tan

Yo jamás

lindos

cantar

amores oí.

¡Hufa, hufa!

A

la fiesta,

Que

Todo

es

el

al

á

la fiesta,

bodas son aquí.

comedido y decoroso, todo

pieza, escrita

consolar

las

gentil

y caballeresco en esta el fraile que viene á

íntegramente en castellano: hasta

viudo, es, por caso único en Gil Vicente, un buen

contraste entre

el

fraile;

viudo desconsolado y un compadre suyo que se

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

378

queja de jor ley.

la

Todas

muy

cómico y de la meescenas están tocadas con una ligereza y una ele-

inaguantable mujer que tiene, es las

gancia que sorprenden en autor tan primitivo.

Nada, por

contrario,

el

combinado que embargo,

más

más incongruente y peor

grosero,

comedia bilingüe de Rubetia (1521), que tiene, sin fantástica poesía, y es la más antigua comedia de

la

cierta

magia de nuestro

teatro, ó á lo

menos

la

primera en que intervie-

nen hadas y hechiceras. Es también la única pieza de Gil Vicente que presenta división en escenas, las cuales, en realidad, son tres actos pequeños, precedidos de un argumento que recita un Licenciado. El uso de estos introitos explicativos,

había renovado en Plácida

y

constantemente, no es exclusivo de el

que Juan del Enzina

y que Torres Naharro usó comedia clásica: recuérdese

Vitoriauo, la

praecentor de los dramas litúrgicos, y

el

prólogo ó protocolo de los

misterios franceses.

En

la

primera de estas scenas, se presenta con

dad una situación repugnantísima: cida

y abandonada por un

clérigo.

el

la

mayor

brutali-

parto de una muchacha sedu-

Pero

Gil

Vicente era tan poeta r

que, en medio del bárbaro gusto de su tiempo, nunca deja de hacer

pasar por lo ideal.

Así se

más abyecto y horripilante un rayo de la luz de lamenta en un monólogo la desventurada Rubena:

lo

¡Oh, tristes nubes escuras,

Que

tan recias camináis;

Sacadme destas

Y

llevadme á

De

la

honduras

mar, adonde

Duélanvos mis

Y A

tristuras,

las

vais!

tristes hadas,

llevadme apresuradas aquel valle de tristura,

Donde Donde

están las mal hadadas, están las sin ventura

Sepultadas...

Riquísimo es

comedia. Con

el

ella,

material folk-lórico que puede sacarse de esta

con

el

Auto das fados, y con muchos rasgos un inventario

sueltos de todas las obras del poeta, sería hacedero

de oraciones supersticiosas, de ensalmos y conjuros, de prácticas

capitulo xxvii misteriosas

vitandas, de todas las formas

y

sobrenatural diabólico en claro el

379

que un

y manifestaciones de

maligno y aun escéptico como

espíritu tan culto, tan

de Gil Vicente, no había de participar de

pero se complace en las

ta,

supersticiones

las

lo

Es

mitología del pueblo peninsular.

la

la

como

recoge con pasión de coleccionador,

credulidad del vulgo, curioso las

y como artiscomo un

explota

elemento poético-fantástico, y parece que su poderoso instinto le hace penetrar hasta el fondo de esas reliquias del paganismo ibérico,

y

sentir

cómo

hierven confusamente en

gún otro poeta nuestro

le

el

alma popular. Nin-

ha aventajado en esta rara erudición, que

á veces traspasa las rayas del lícito conocimiento é invade las del

dilettantismo ocasionado

de

los detalles,

y pecaminoso. Es

que hace sospechar en

tal lo

concreto

y

preciso

Vicente procedimientos

Gil

análogos á los que en nuestros días empleó Jorge Borrow para hacerse dueño de

la

lengua de los gitanos y tan consumado en

noticia de sus costumbres.

No

se llega á saber tanto sin

la

mucha

familiaridad con el objeto conocido.

Pero otro más apacible género de poesía popular que brujas

de

y

cría,

las

comadres esmalta

la

Rubina:

Doña

así el

coro de

cantiga en

Alda, y

el

las

el

de Vamonos

mozas de

labor,

de

así los cantares del

que recuerda, entre otros viejos romances,

estaba

el

el

de

ama

París

—á París esa ciudad;

dijo

mi

que

alivian su trabajo

tío

En

las

con esta

gusto de Juan del Enzina: «Halcón que se atreve

Con garza guerrera, Peligros espera.»

La caza de amor Es de

altanería;

Trabajos de

De noche

día,

dolor:

Halcón cazador,

Con garza

tan fiera,

Peligros espera...

Finalmente, notaremos

la

primera aparición de

la

figura del bobo,

llamado en Portugués «parvo».

La Rubena

es

comedia novelesca de pura invención,

lo cual

ex-

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

380 plica su til

tosquedad y desaliño, bien perdonables en época tan infan-

del arte.

Don Duardos y Amadís

dadas en libros de caballerías,

más regular y agradable. La tada que

la teatral,

y

Cárcel de

Amor

más adelan-

que dar sus primeros pasos como de

las faldas

Juan del Enzina, buscando en la

por tanto, ofrecen un conjunto

y,

ficción novelesca estaba

ésta tenía

con andadores, ó asida á

de Gaula son tragicomedias fun-

primera. Así lo comprendió

la

novelas sentimentales del corte de

las

inspiración para sus últimas églogas. Gil Vicente,

cuyo sentido poético era tan superior, entendió que en caballerías,

más gustados en Portugal que en ninguna

una brava mina que explotar, y se internó por sendero,

como

otros varios,

al

algunos temas caballerescos

como

brillantes libretos

de que se valió Gil Vicente para estas dos

y más excelente de todos dor de toda

en

la

los

el

aunque su primitivo

el

título

Prima-león, así

mismo de

los

según

la

allí

opinión

más que

Campo

comúnmente

Garci

llamado,

fuese Libro segundo de Palmerín, que

y

Polendos sus

fijos:

y

assi

de don Duardos, principe de ynglaterra (1524), obra

de autor desconocido, pero que en el

primero

el

padre y dogmatiza-

(libro nacido,

trata de los grandes fechos de Primalcón

que

el

compues-

piezas,

refundición castellana del Regidor de Medina del

Ordóñez de Montalvo) y

teatro

al

de ópera. Los

probable, en Portugal, pero que ya no se conocía

la

parte, había

abriendo este

Amadís de Gaula,

de su género,

andante caballería

de

de Calderón, que todavía trató

al

tas totalmente en castellano, fueron

más

ella,

teatro español definitivo,

de Lope, y aun pudiéramos decir libros

los libros

PalmerUi. de

Oliva, á una

el siglo

xvi se atribuía, lo

dama de Ciudad Rodrigo

(la

mismo señora

Augustobriga), tradición ya consignada por Francisco Delicado en la

magnífica y correcta edición que del Primaleón publicó en Ye-

necia en 1534: «la que

lo

compuso era mujer,

pensaba cosas fermosas que decía á

En pocas cosas como en no

cente, turas

se advierte tanto

el

haberse perdido en

que contienen estos

libros, ni

y

filando al torno, se

la postre».

la

genio dramático de Gil Vi-

enmarañada selva de aven-

haber caído en

la

tentación de

dialogar una tras otra sus escenas. Se atuvo con sobriedad á una sola situación interesante,

res

que en

de Oriana, y especialmente

el

el

Amadís de Gaula son

episodio de

la

los

amo-

penitencia de Bel-

CAPITULO XXVII tenebrós en

la

Peña Pobre;

y,

en

el

38 X

Don Duardos, los amores

del pro-

Emperador de Constanti-

tagonista con la infanta Flérida, hija del

nopla. Dramatizó, pues, algunos incidentes novelescos, pero cribió la

no es-

comedia á manera de novela. De fábulas tan embrolladas

acertó á sacar un cuadro escénico, sencillo é interesante, prescin-

diendo de de

la

la

desaforada máquina de gigantes, vestiglos y endriagos,

monótona repetición de mandobles,

tajos

y

reveses, desafíos

y pasos de armas; insistiendo en la parte humana, y especialmente en aquella pasión que es el alma del teatro; y dando á veces muy viva

y delicada expresión

doncel de la

á los afectos

mar y de Don Duardos, en

pie quebrado; v. gr.: estas

que canta

el

y

á las cuitas amorosas del

pulidas

zado de hortelano: ¡Oh palacio consagrado,

Pues que tienes en tu mano Tal tesoro,

Debieras de ser labrado

De

otro metal

Que no

más ufano el oro!

Hubieron de ser rubines,

muy

Esmeraldas

polidas

Tus ventanas, Pues que pueblan serafines Tus entradas y

salidas

Soberanas.

Yo

adoro, diosa mía,

Más que á los dioses sagrados La tu alteza,

Que

eres dios de mi alegría,

Criador de mis cuidarlos

Y

tristeza.

A ti adoro, De este vil Que

A

ti

causadora oficio triste

escogí.

adoro, mi señora,

Que mi ánima Para

Por

Que

quisiste

ti.

los ojos

piadosos

te vi n'este lugar,

Tan

sentidos,

y

gentiles coplas

de

príncipe de Inglaterra, disfra-

382

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA Claríficos y lumbrosos,

Dos

soles para cegar

Los nacidos;

Que alumbres mi

corazón,

¡Oh Flérida, diosa mía,

De tal suerte Que mires la devoción Con que vengo en romería Por

la

muerte!

Tú duermes, yo me

Y también

está

desvelo,

dormida

Mi esperanza:

Yo

solo, señora, velo

Sin dios, sin alma, sin vida,

Y

sin

mudanza.

Si el consuelo viene á mí,

Como

á mortal

Le

enemigo

requiero:

Consuelo, vete de ahí,

No

pierdas tiempo conmigo,

No ¡Oh

te quiero.

floresta

de dolores,

Árboles dulces,

floridos,

Inmortales,

Secárades vuestras

flores,

Si tuviérades sentidos

Humanales!

Que

partiéndose de aquí

Quien hace tan soberana

Mi

tristura.

Vos, de mancilla de mí,

Estuviérades mañana Sin verdura.

Pues acuérdesete, Amor,

Que

recuerdes mi señora

Que se acuerde, Que no duerme mi dolor, Ni soledad sola un hora

Se me pierde. Amor, Amor, más te

Que cuando ya La

verás,

pido;

bien despierta

CAPITULO XXVII

Que

383

le digas al oído:

«¡Señora,

vuestra huerta!»

la

¡Y no más!

Porque, Amor, yo quiero ver,

Pues que Dios eres llamado Celestial,

poder

Si tu divinal

Hará

subir en brocado

Este sayal;

Que

A

para ser tú loado,

milagros te esperamos;

Que Ya

Y

sin

por

ti

lo

imposible andamos,

No

Toda -de ella

lo igual

se está acabado,

por

ál...

un delioso

esta tragicomedia es

quisito de su poesía

parable,

como no

hizo cantar al coro

lírica,

pero,

como

la

ella:

En el mes era de Abril, De Mayo antes un día, los lirios

y rosas

Muestran más su

alegría,

En la noche más serena Que el cielo hacer podía, Cuando

la

'

hermosa Infanta

Flérida ya se partía:

En

A

la

huerta de su padre

los árboles decía:

— Quedaos á Dios, mis flores, Mi

gloria

Voyme

que ser

mi padre

Que grande Digan que

Que no

solía;

á tierras extranjeras,

Pues ventura Si

fué

allá

me

me

guía.

buscare,

me quería, Amor me lleva,

bien

el la

si al fin

más

ex-

un romance incom-

á la inspiración popular,

remeda, que se confunde con

Cuando

lo

compuesto por trovador ó poeta

se hallará otro

de cancionero: tan próximo está

modo

idilio;

hubiese querido Gil Vicente dar una muestra de

culpa mía:

Tal tema tomó conmigo,

y de

tal



3B4

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

Que me venció

su porfía:

no sé á dó

Triste,

me

Ni nadie

vo,

lo decía.

hablara don Duardos:

Allí

— No lloréis, mi alegría, Que en

los reinos

de Inglaterra

Más claras aguas había, Y más hermosos jardines,

Y

vuestros, señora mía.

Teméis

De De

trescientas doncellas

alta genealogía:

plata son los palacios

Para vuestra señoría,

De De

esmeraldas y jacintos, oro fino de Turquía,

Con

letreros esmaltados

Que cuentan Cuentan

Que me

la vida

mia,

los vivos dolores

distes aquel día

Cuando con Primaléón Fuertemente combatía: Señora, vos

me

Que yo

no

á

él

matastes, lo temía.

Sus lágrimas consolaba Flérida,

que aquesto

Fuéronse á

oía;

las galeras

Que don Duardos

tenía.

Cincuenta eran por cuenta,

Todas van en compañía: Al son de sus dulces remos

La Princesa se adormía

En brazos de don Duardos, Que bien le pertenecía. Sepan cuantos son nacidos Aquesta sentencia mía: -

Que

coutra muerte y amor

Nadie no tiene

(i)

La versión portuguesa de

este

valía»

(1).

romance que

trae

Almei da-Garrett,

su-

poniéndola copiada de los manuscritos del caballero Oliveira, no ha existido nunca,

como tampoco

el mismo romance más bien arreglado, por Garrett,

esos fantásticos manuscritos. Es

castellano traducido libremente, ó

CAPÍTULO XXVII

Otra vena dramática abrió especialmente en

el

385

Gii Vicente,

que en

teatro español,

el

de Lope, había de ser caudalosísima. Su Come-

dia sobre la divisa de la Ciudad de Coimbra (1527), es

aunque rudísimo ensayo, de aquellas leyendas

locales, heráldicas

genealógicas, que de las historias de pueblos pasaron es

de aplaudir

el

río,

teatro.

al

y

No

absurdo embrollo que inventó Gil Vicente para

explicar los símbolos de Cáliz

primero,

el

la

Princesa, del León, de

que aquella ciudad tiene por armas, y

Serpiente y

la

el

tradiciones de su

las

otras antigüedades; pero ha de tenerse en cuenta lo que his-

y

tóricamente significa este conato de drama arqueológico, no ensa-

yado hasta entonces en ninguna parte de Europa. Comedias novelescas son, aunque con matices varios,

las

ahora llevamos citadas. Pero Gil Vicente cultivó además

de costumbres, y aun pudiéramos decir que aspiró á carácter.

Debe

advertirse, ante todo,

que

lo

cómico

como

su teatro de dos diversas maneras. Está

la

que hasta

la

comedia

comedia de

se manifiesta

en

difuso por todas sus

composiciones sagradas y profanas, penetra en todas sus alegorías, hace resonar sus cascabeles en las situaciones más solemnes, y otras veces se insinúa con blanda ironía, estrepitosa. Entran en

él

mucho más

por partes iguales

eficaz

cómico de imaginación, elevado á veces hasta tico.

Esta es quizá

la

que la carcajada

humor

el

el

y lo humorismo románsatírico

forma más elevada de su original talento,

la

ca-

tegoría superior de su arte. Pero posee también lo cómico de observación, y

manifiesta de un

le

modo

concreto en sus

comúnmente en portugués, y algunas de técnico, son lo

mejor de sus obras.

listas piezas,

sima composición, no tenían precedente alguno contarse por

ron quien

tal la

comedia francesa

del

aspecto

de breve y

sencillí-



no ser que quiera

Avocat Pathe/in), y no tuvie-

superase hasta que Lope de Rueda compuso sus pasos

las

En

sabrosísimos.

ésta,

que ser maestro de



como en

mismo y

tantas otras cosas, Gil Vicente tuvo

sacarlo todo de su propio fondo, ó

bien del asombroso poder que tenía para ver libres

de telarañas. Estas

farsas

la

entremeses de Cervantes,

los saínetes

otras joyas del antiguo género chico. /

1

Ikui

'.-

más

realidad con ojos

no son propiamente comedias, sino

cuadros de costumbres dialogados: algo parecido á

\iKNK,\i>i

farsas, escritas

bajo

el

las cuales,

Pettia ttuUllana.

de

Una

111.

I

>.

lo

que son

Ramón de

sola situación

la

lot-

Cruz, y

cómica, uno 6 a?

HISTORIA DE LA POESÍA CASTELLANA

386

dos personajes grotescos, bastan para en

da Jwrta y en

Velho

la

Farsa de Inés Pereira hay verdadera

nudo

acción: en las restantes, el

cuadro de Gil Vicente. Sólo

el

es flojísimo.

Pero ¡qué tesoro de len-

guaje popular! ¡qué animación picaresca! ¡cuánta espontaneidad y cuánta fuerza de sentido común! ¡qué galería de figuras risibles!, si bien

poeta abusa demasiadamente de los tipos, ya convencionales

el

y monótonos, de

frailes

escandalosos, de clérigos amancebados, y de

celestinas con puntas y collares de hechicería. El amaneramiento

escollo de

es en él lo

que rara vez se salva

muy

que más

poeta dramático, por

el

mismo que

que mejor sabe hacer y ha aplaudido. Ni Moliere se libró de ello con sus mé-

fuerte la tentación de repetir lo

se le

dicos y sus maridos pacientes,

Moratín con sus viejos y sus niñas.

ni

;Qué de particular tiene que no alcanzase á escribiendo en época tan ruda, en que

el

evitarlo Gil Vicente,

más

más complejas de

es admirable el

en compendio

los poetas

las

como

las inven-

edades cultas?

Aun

así

que esbozó, y que presentan como sociedad portuguesa del gran siglo, tomada por su

número de la

de

cómico

sencillo perfil

implicaba un esfuerzo de creación tan arduo, acaso, ciones

lo

es

tipos

aspecto menos heroico. El galancete enamorado ridículo, asiduo

que tañe

lector de cancioneros manuscritos,

su dama, con

cindad

acompañamiento de todos

(i): la infiel

los

la viola

á las puertas de

gatos

perros de

esposa sobresaltada por

la

do de (1)

la risa,

D. Manuel (1505): uno de

al

retortero á dos

labrador viejo

los Palacios

los criados habla

Auto da India, representado á

O

ve-

y

tenta-

doncellas que vienen á su huerta (3);

,

castellano (3)

las

Furga de iquem tem fárelos» representada en

•ante el rey (2)

perseguidor de

la calle (2); el

la

inesperada aparición

del marido que torna de la India, mientras ella trae galanes, uno en casa y otro en

y

la

reina

de

la

Ribera,

en castellano.

Doña Leonor

(15 19): hay un

que habla en su lengua.

No hay en

velho da Horta (1512).

castellano

¿Cuál es la niña

Que coge Si

las flores

no tiene amores? Cogía

La

la

niña

rosa florida,

El horlclanico

Prendas Si

no

le

tiene

pedia,

amorío

mis que un

cantarcillo:

CAPÍTULO XXVII judío casamentero

-el

(i); los

negros

Sancho Panza

Beira, juzgador á lo

(2)

(4); el

387

y

las

gitanas (3); el juez de

hinchado hidalgo de poca

que mata de hambre á sus servidores, empeñándose en tener

renta,

capellán y orífice propio y gran

número de

pajes

(5); el físico

maestre Enrique, precursor de los médicos de Moliere

te,

pedan-

(6)...

Para

encontrar caricaturas semejantes, hay que llegar hasta El Lazarillo

de Tormes, 6 más bien ni unas ni otras son caricaturas, sino trasuntos fidelísimos de

la

vida peninsular, interpretada por artistas

•de genio.

Interviene en la Farfa de Inés Pereira, donde sólo

(1)

ermitaño habla

el

-en castellano.

En

(2)

rín

(1

Farfa do Clérigo da Beira, representada á D. Juan III ea Almeise remeda con gracia la jerga de los negros de Guinea traídos como

la

526),

•esclavos á Portugal.

Farfa das Ciganas, representada en Évora

(3)

(1

52

1).

Toda

ella

jerigonza castellana que hablaban los gitanos, pero sin mezcla de

la

Es

primer documento de nuestra literatura que se refiere exclusivamente

el

á

en

calo'.

ellos.

Farfa do Juiz

(4)

de.

Beira, representada en Almeirín (1525).

Un

zapatero

habla en castellano.

Farfa dos Ahnocreves (de los arrieros), representada en Coimbra ( 526). Físicos. No se expresan el año ni el lugar de la representa-

(5)

1

Farfa dos

(6)

más libres y más francamente inmorales de Gil Vicente, pero no de las menos ingeniosas. Si algo hay en su teatro que recuerde el cinismo de la Mandragora de Maquiavelo es, sin duda, este auto. La ma-

ción.

Es una de

las piezas

yor parte de

él está

terlocutores:

el

en castellano, lengua que hablan

los tres principales in-

clérigo enamorado, el padre confesor de ancha

manga que

le

que bien merece su nombre, termina cantándose á voces una ensalada tan estrambótica como el argumento. Todo ello parece una bufonada de Carnaval, y puede darnos idea de lo que absuelve, y

el físico

ó médico. Esta

farsa,

eran los juegos de escarnio.

Aunque

calificada

de comedia, tiene mucha relación con

las farsas la Flores-

ta de engaños, última obra de Gil Vicente, representada en Évora en 1536, sino

que

es una farsa implexa, puesto

dad con poco

arte.

que combina dos ó

Es pieza bilingüe, predominando

tres

en una, á

el castellano.

la ver-

Los chascos

que son víctimas un logrero y un juez prevaricador, alternan confusamente con una intriga amatoria y mitológica, y con los diálogos episódicos de un filósofo y su criado, el bobo ó parvo, que aparecen sujetos á una misma

APÉNDICES

Lope de Estúñiga. «¡Oh



453

Querella. triste partida mía!»

Otras suyas, esforgando a

ssi

mismo estando preso.

«Pues vuestra desauentura.»



Dezir sobre

la gerca de Aliengia. (Inédito.)

«Sabet de nos, margarida.»

Suero de Quiñones. Canción. «Dezidle nuevas de mí.»

Francisco Bocanegra. Serrana.

«Llegando á Pineda.»

Carvajal ó Carvajales. Canción. «Pues mi vida es llanto o pena.»



Villangeic.

«Saliendo de un olivar.»



Romange por

la sennora rey na de Aragón.

«Retraída estaba



A

la

reyna.»

la princepsa de Rosario.

«Entre Sesa et Cintura.» Serranilla.

¿Andando perdido, de noche ya



era.»

Romange. «Terrible duelo fasia.»



Serranilla.

«Passando por



Toscana.

Por

la

la

Campanna.-

muerte de Iaumot Tenes.

«Las trompas sonaban



>

Acerca Roma.

VYniendo de



la

al

punto del

dia.»

Serranilla burlesca.

«Partiendo de Roma, passando ¡Marino.» Serranilla.

«Desnuda en una queqa.» i

>ibqo del Castillo.