Necesidad de conciencia

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AUTORES, TEXTOS Y TEMAS

CIENCIAS SOCIALES . .,, ....-

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Colección dirigida por Josetxo Beriain "·

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Proyecto editorial América Latina en el debate contemporáneo. Creación y apropiación critica de las ideas

Otros títulos del autor Los horizontes de la razón

I: Dialéctica y apropiación del presente, 1992 II: Historia y necesidad de utopía, 1992

Subjetividad: wnbrales del pensamiento social, 1997 (con Emma León, coords.) Sujeto: existencia y potencia, 1998 SuplementosAnthropos, n.º45 (1994) (coord.): «Círculos de reflexión latinoamericana en ciencias sociales. Cuestiones de teoria y método»

Rugo Zemelman

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135518 NECESIDAD DE CONCIENCIA Un modo de construir conocimiento

Prólogo de Horacio Cerutti Guldberg Introducción de Josetxo Beriain

EL COLEGIO DE MÉXICO A. C. ----=---..

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!JIBLIOlECAS Y t\CER\/OS DOCUMENTALES DH C.U.C.S.H.

Necesidad de conciencia: Un modo de construir conocimiento I Hugo

Zc.?melman ; prólogo de Horado Cemtti Guldberg; introducción de Josetxo

!3eliain.

-Rubí (Barcelona) : Anthropos Editorial ; México : El Colegio de

México ; Morelia : Escuela Normal Superior de Michoacán ; X alapa : Universidad Veracmzana, 2002

XVII+ 138 p.; 20 cm. - (Autores, Textos y Temas. Ciencias Sociales ;

ISBN:

34)

84-7658-630-2

2. Conocimiento, Teoría del - Metodología 3. Conciencia so cial y sujeto I. Cerutti Guldberg, H., pr. II. B eriain, J., int. lII. El Colegio de México {México) IV. Escuela Normal Supe ri or de Michoacán {Morelia) V. Universidad Veracmzana (Xalapa) VI. Título VII. Colección 316.63 1. Ciencias sociales - Filosofía

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2002

©El Colegio de México, A.C., 2002 © Anthropos Edit01ial, 2002 Edita: Anthropos Editorial. Rubí (Barcelona) En coedición con El Colegio de México, A.C. (México D.F.); Escuela Normal Superior de Michoacán (Morelia); Universidad Veracruzana (Xalapa) ISBN: 84-7658-630-2 Depósito legal: B. 25.984-2002 Diseño, realización y coon:linación: Plural, Servicios Editoriales (Nariño, S.L.), Rubí. Tel. y fax 93 697 22 96 Impresión: Novagrafik. Vivaldi, 5. Monteada i Reixac Impreso

en

España

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- Printed in Spain

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni e n parte, ni registrada en, o transmitida por, un siste ma de recuperación de infonnación, en ninguna fomia ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, el trónico, n1agnético, e]ec­ troóptico, por fotocopia, o cu alqu i er otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

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SER

Mi pensamiento atraviesa muros de nada buscando lo que no soy ni seré.

En cambio mi hacer resume

todo lo que he sido y a nuncia todo lo que voy a ser. Mi camino, y el ca mi nar, no nw-yonfo nnap: confo n:r¡an

g

apenas· Ja inda ación que ardiente muerde mi ser. THIAGO D. MELLO, Silencio y palabra

I

PRÓLOGO

Ansias de dignidad destila este esfuerzo constmctor de cono­ cimiento social, el cual aspira, transgresivamente, a la recons. tmcción de unas ciencias sociales incisivas, capaces de desenvol­ ver la fecundidad teórica latente en la cotidianidad, en la coyun­ tura, e11 la vida diaria, en la dimensión tan ninguneada de lo

micro. Se cumpliría así aquella incorporación de la vida y de la

historia a la teoría o conciencia histórica anhelada por Rodolfo Mondolfo, cuando resistía al fascismo en su exilio pedagógica­

mente fecundo en tierras del sur. Y se calmaría, ¿por qué no?,

nquel malestar de .Erich Fromm, quien, resistiendo también al nazismo, hizo escuela en México� repudiando la producción de gente enferma en pro de una economía pretendidamente sana... Esta modalidad transgresora de la inercia administrativa de

un conocimiento pasteurizado y esterilizador pretende -¡nada

menos!- estimular la capacidad colectiva para esgrimir la ne­

cesidad de conciencia histórica, como una fonna de reconoci­

miento de la propia calidad de sujeto en el ámbito de una histo-

1icidad indetenninada y desconocida. Sin olvidar, por cierto;

que esa calidad de ser sujeto se define por la incesante búsque­ dn (¿o atribución?) de sentido a la propia experiencia vital co­ : lectivo-individual. La necesidad no es fn1to de una i'ltoralina exhaustamente represora e imperativa de deber ser a cuanta mnnifestación humana se cn1za por delante, sino expresión de

lo que el autor denomina, no sin riesgos, fuerza magmática de 1111 sujeto erguido, el cual se encuentra en la realidad como en 1111 espacio de posibilidades en el que decir (¿optar?) se haría

l'uctible (¿de nuevo? ...).

IX

No 1·" 6sta, aunque así lo apreciarán lecturas apresuradas, obrn que pretenda anacrónicos retornos a las insuficiencias dC' luN filosofías de la conciencia. Antes bien, se adelanta provo­ cudommente, como exigencia de un filosofar que permita asu111ir las demandas de conciencia histórica, para que el conoci­ miento y la transfonnación de lo social sea viable utópicamen­ te, más allá de los corsés impuestos al desenvolvimiento huma­ no por artificios presuntamente naturalizados. De ahí su afán de introducción procedimental a un esfuerzo que completa, con éste, una trilogía de textos en la ambiciosa y sugerente empresa abarcadora de rnodos de producir conocimiento fecundo, len­ guajes en que esos modos se viabilizan y características de los agentes del cambio histórico generadores de aquellos conoci­ mientos y usuarios de estos lenguajes. Un esfuerzo epistémico aventurado, que exige renovaciones tem1inológicas («desafíos», «dilemas», «ángulos») sólo significativas en sus redes de com­ plejas rearticulaciones innovadoras, lo cual implica reorganiza­ ción de límites y hábitos transdisciplinarios en un esfi.1erzo de paideia radical. Ello quizá explique, aunque no justifique del . todo, el que encabalgamientos de metáforas se sucedan como exigencias de la misma exploración ensayística a la que se ve obligado el autor en la consecución de su objetivo. ¿Que se po­ drían decir las cosas de otra manera? ¡Que las diga el que pue­ da! Por ahora, el autor se exhibe valientemente en toda la nudez de su enérgico despliegue de esfuerzos. Con esta obra, Rugo Zemelman cumple un giro cualitativo en su esfuerzo prolongado por colaborar en la refondación epis­ témica de las ciencias sociales en la región. Y lo hace a su modo, con su urticante estilo que convoca al debate, la crítica, la discusión apasionada e ineludible, porque aspira a «pensar con los ojos, elaborar conceptos desde el deseo de voluntad, asutnir la voluntad en conjunción con la inquietud por explicar [. ] mostrar poder frente al poder [ .]». Mal haríamos si, con compliddad gratui�, nos._oej ára�ÓS llevar por una escritura que organiza a sus adeptos de manera disciplinante mediante -entre otros recursos- incesantes preguntas retóricas y no ad­ virtiéramos que reclama, también con toda fr1erza, lectores du­ chos, hábiles en seguir adelante y no en quedar atrapados en sus seductoras redes; condenados a la mera glosa. Si no se asu­ me esta exigencia, el efecto retórico del texto podría evidenciar111m

..

X

..

se como altamente contrario a su pretensión movilizadora en la

praxis y, además, resultaría paralizante ele la teorización. Inter­

locutores fuertes y seguros es lo que requiere. Capaces de evitar convertir prosa de combate en discurso magistral, de soportar

la tensión del desafío provocador para unos (¿nosotros?) lecto­ res ingeniosos. Y esto conduce ele lleno a apasionante cuestión:

\ ¿cómo

leemos los latinoamericanos para impulsan1os mutua­

mente a seguir adelante? Se me ocurre que sólo de manera crí­ tica, capaz de culminar en creación propia. Con una recepción recreativa o recreadora. 1

Dado que no le compete cumplirlo efectivamente, a entrar

en este juego crítica y creativamente quiere invitar este prólogo

a los lectores. No sin antes saludar efusivamente esta nueva y estimulante im1pción de su autor en el esfuerzo conjunto por

advertir que si la ontogenia recapitula la filogenia, el poder er­ guirse podría ser anticip;;tdo alborozado de logro humano inte­ gral o en vías de... HORACIO CERUTII GULDBERG

XI

INTRODUCCIÓN

EL SUJETO FRONTERIZO SIN FRONTERAS

Nada es solamente lo que es. MARíA ZAMBRANO Mientras que la naturaleza, girando indiferente enrosca en tomo al huso la longitud eterna de la hebra, en tanto la inarmónica muchedumbre de todos los seres vibra entre sí con son desapacible, ¿qtúén distribuye esa fila, que siempre fluye igual, animándola en modo que se mueva con ritmo? ¿Quién llama al individuo al rito uni­ versal, en donde pulsa espléndidos acordes? ¿Quién hace que el huracán de las pasiones se enfurezca? [...] ¿Quién afianza el Olimpo y congrega a los dioses? Pues

la. fuerza del hombre, patente en el poeta.

JoHAN WoLFGANG GOETHE En

este nuevo e interesante ensayo de Rugo Zemelman el au­

lot' nos convoca a revisitar, a repensar, uno de los grandes temas 1 JI lt' comparecen en su obra anterior -H01izontes de la razón y '�ufeto, e,xistencia .Y potencia-, aquel que interroga por el sujeto 11clor que se hace como conciencia de su temporalidad histórica.

( 1>mienza Zemelman no por la Razón mayúscula y autodetermi­ n&1dn sino por las minúsculas razones de un hombre que se ve 11hllgado a aceptar la necesidad de su propia condición antropoló­ "kn de «estar abierto al mundo» (Gehlen), de estar transido por la 'llX·centricidad» (Plessner), por la necesidad de cruzar todo um­ lui1l 11atural o social. Este sujeto aparece como constructor de su pmpla historia (o historias) y consiguientemente de su propio des­ ll11c>, uparece como actor «erguido» ante el mundo y en el mundo. 1 Ir· sujeto zemelmaniano es alguien que hace, que produce, que 1 11111Lniye, historia -no la historia como metatemporalidad sepa1111 lu del sujeto- en circunstancias que él no ha elegido plenamen­ h y ¡·uyas consecuencias tampoco controla plenamente, pero que, 1 pt1snr de tales condiciones limitantes de posibilidad tal sujeto XIII

pt'l'lllllllt'l'tl ccerguido» , en posición « siempre gestante», de autode-

111nl1o 11!11 fin. Siendo consciente de su s límites, sin embargo, no

h111:0 Klno trascenderlos constantemente. Siendo consciente de que

11n1bará en posición yaciente, puesto que, aunque tarda un poco la vida en darse cuenta de su sino, ya que sólo y de forma radical al

l'inal se revela lo que la vida es desde el principio, c21J!..iij}�hlii't1;,�in

embargo, tal sujeto se mantendrá en posición «de erguido», desde el profeta que proclama la redención del sufrimiento del inocente en el j udaísmo antiguo hasta el cyborg y el don actuales que se rebelan contra su creador, el hombre. La vida , según Geo rg Simmel, a través de su agencia dinámica, el alma humana, extrae de su magma imaginario de contenidos, de su indete nninación de posibilidades, unas detemrinadas for­ mas, tmas constelaciones de sentido, se autolin1 ita siendo ella m is­ ma sin-lín1ite al originar su alteridad, la forma, la objetividad)'EJ. k..... modo de existencia que no restringe su realidad al momento presente, situando el pasado y el futuro en el ámbito de lo i rreal, eso es lo que llamamos vi d�/La condición última, metafísicamente �

......

problemática, de la vida radica en que es continuidad sin lím ite y al mismo tiempo es ego detenninado por sus fomws lin1itadas. La vida empuja más allá de la fo nna orgánica, espiritual u objetiva de lo realmente ex istente y sólo por esta razón la trascendencia es

inmanente a la vida. La vida se revela a sf misma como tm conti­ nuo proceso de .;;tl:!_to�cengep._c;iª,_,..proceso este de autorrebasa­ miento que la caracteriza como unidad, como la unidad del panta

rei heracliteo, como el ser propio del devenir. En su extraordinario

texto intitulado f.µ�11Je .')L[l14erJ_q,. de19..0..9.,.Si!Jl-1.:ucl ineqtúvocamente

ya había manifestado que «el hombre es el ser fronterizo que no tiene ningtma frontera ». El individuo es ese ser que crea límites, pero, para sobrepasarlos. Es esencial para el hombre, en lo más profundo, el hecho de que él mismo se ponga una frontera, pero con libertad, e sto es, de modo que también pueda superar nueva­ mente esta frontera, situarse más allá de ella. Aquí Simmel nos

pone de man ifiesto cómo el hombre crea su propio destino (como también aptmtaba Weber), pero no un destino metasocialmente dado, más allá de su intervención, sometido a instancias supraso­ ciales, como Dios o la naturaleza, sino un destino producido por él mismo, un destino que emerge en la correferencia entre ser y de­ ber ser, decisión y resultados, libertad y dependencia, en definitiva, en1re vida y fonna. XIV

Zemelman retoma esta idea en su regreso a la «región» dioni­ síaca apuntada por Nietzsche en

El nacimiento de la tragedia. De

esta guisa, el mundo apolíneo de las formas no existiría si previa­ mente el «inframundo» dionisíaco no hubiese segregado sus con­ tenidos, pulsiones, necesidades. Lo real es algo más que la mera fonna, «lo real comparece como la presencia permanente .de lo gestante». El individuo crea fonnas socioculturales que, en un de­ tenninado momento se objetivan, se separan, de él e incluso reac­ cionan en su contra

(sic Marx), pero, es esa «conciencia que se

hace verbo en busca de su predicado» la que vuelve a franquear los límites, a romper el canon, el esquema clasificatorio, el para­ digma, la verdad (o la ausencia de ella) socialmente construida para volver a crear nuevas formas. Para Zemelman como para Rorty, la verdad no es algo que nos preexiste sino el producto histórico del choque dialógico entre hablantes, sea cual sea el re­ sultado. La realidad no está hecha de fragmentos insulares separa­ dos unos de otros, sin ningún tipo de ambivalencia, por límites claramente diferenciados, sino de entidades con contornos vagos y borrosos que a menudo «Se vierten» unas en otras. Nonnalmente se presenta no en blanco y negro, de fonna inequívoca, sino con matices grises y con zonas ambiguas así como con esencias inter­ medias que conectan entidades varias. La labor de segmentación de tales archipiélagos de significado -políticos, económicos, teni­ toriales, ·religiosos- frecuentemente se apoya en alguna conven­ ción social, y la mayor parte de los límites son, por tanto, meros artefactos sociales. Tales marcos de significación, así como las lí­ neas que los separan, a menudo varían de una sociedad a otra, así como a lo largo de períodos históricos, dentro de una misma so­ ciedad. Por este motivo, la precisa localización -sin hacer men­ ción ya a su existencia- de tales clasificaciones es a menudo

obje­

to de disputa dentro de una sociedad dada. Sin duda, Zemelman le concede gran importancia a la dimen­ siórr utópica de la conciencia histórica como la diniensión más genuinamente instituyente de lo social-histórico, puesto que es el horizonte de expectativas futuro el que pennite reinterpretar y su­ Lurar (si cabe) las heridas del pasado que confluyen en el espacio de experiencia del presente. Como dice Lamartine, las utopías no son sino «Verdades prematuras» que el futuro se encarga de hacer realidad, mientras que las ideologías tienden a blindar el presente frente a la indetenninación y a la incertidumbre del cambio. ZeXV

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