Nadie vio Matrix [6 ed.] 9789504918042

Entérese y salga de la Matrix: ¿Qué es lo que en realidad ocurrió el 11 de septiembre de 2001? ¿Qué intereses económicos

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Nadie vio Matrix [6 ed.]
 9789504918042

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Walter Graziano

NADIE VIO MATRIX

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Graziano, Walt er Gust avo Nadie vio Mat rix.- 6º ed. - Buenos Aires: Planet a, 2010. 472 p.; 23x 15 cm . I SBN 978- 950- 49- 1804- 2 1. Narrat iva Argent ina I . Tít ulo CDD A863

Diseño de cubiert a: Depart am ent o de Art e de Edit orial Planet a Diseño de int erior: Susana Mingolo © 2007, Walt er Gust avo Graziano Derechos exclusivos de edición en cast ellano reservados para Argent ina, Chile y Uruguay: © 2007, 2010, Grupo Edit orial Planet a S.A.I .C. Publicado baj o el sello Planet a® I ndependencia 1668, C 1100 ABQ, Buenos Aires, Argent ina www.edit orialplanet a.com .ar 6 a edición: m arzo de 2010 2.000 ej em plares I SBN 978- 950- 49- 1804- 2 I m preso en Art esud, Concepción Arenal 4562, Capit al Federal, en el m es de m arzo de 2010. Hecho el depósit o que prevé la ley 11.723 I m preso en la Argent ina Ninguna part e de est a publicación, incluido el diseño de cubiert a, puede ser reproducida, alm acenada o t ransm it ida en m anera alguna ni por ningún m edio, ya sea eléct rico, quím ico, m ecánico, ópt ico, de grabación o de fot ocopia, sin el previo perm iso escrit o del edit or.

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MORFEO: ¿Crees en el dest ino, Neo? NEO: NO. MORFEO: ¿Por qué no? NEO: NO m e gust a la idea de que no pueda cont rolar m i vida. MORFEO: LO sé perfect am ent e. Déj am e decirt e por qué est ás aquí. Est ás aquí porque sabes algo. No puedes explicar ese algo. Pero lo sient es. Lo has sent ido t oda t u vida... Est e m undo t iene algo raro. No sabes qué es, pero ahí est á.... com o una ast illa en t u m ent e, volviéndot e loco. Est a sensación es la que t e ha t raído a m í. ¿Sabes de qué est oy hablando? NEO: ¿La Mat rix? MORFEO: ¿Quieres saber lo que es? NEO: SÍ . MORFEO: La Mat rix est á en t odos lados. A nuest ro alrededor. Aun aquí en est e m ism o cuart o. La ves cuando m iras por la vent ana... o cuando enciendes el t elevisor. La sient es cuando vas a t rabaj ar... cuando vas a la iglesia... cuando pagas t us im puest os. Es el m undo que t e han puest o sobre los oj os, para cegart e a la verdad. NEO: ¿Cuál verdad? MORFEO: Que eres un esclavo, Neo. Com o t odos, nacist e para esclavo. Nacist e en una prisión que no puedes oler, probar ni t ocar... Una prisión para la m ent e. Desafort unadam ent e uno no le puede decir a nadie lo que es la Mat rix. Necesit as verla con t us propios oj os. Est a es t u últ im a oport unidad. Después ya no puedes echart e para at rás. Si t e t om as la píldora azul... la hist oria acaba, despiert as en t u cam a... y crees lo que t ú quieras creer. Si t e t om as la píldora roj a... t e quedas en el País de las Maravillas... y t e enseño qué t an profundo es el aguj ero. Recuerda, lo único que t e ofrezco es la verdad. Nada m ás. Part e de la escena ocho del film Mat rix.

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Hay m ás cosas en el cielo y en la t ierra, Horat io, que las que t u filosofía puede soñar. William Shakespeare, Ham let , Prim er Act o, Escena quint a.

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Prólogo La decadencia

Trinit y a Neo ( por com put adora) : ¡Despiert a, Neo! La Mat rix t e t iene... Mat rix

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No t e m e engrías, dinero, Aunque sin cesar t e busco, Ya sabes que no t e quiero. Jorge Guillén, Tréboles, VI I

Decadencia. Ésa es la palabra clave de los t iem pos que se viven. No en vano est a obra com enzará con la descripción del colapso del I m perio Rom ano. La decadencia siem pre opera com o una señal ant icipat oria de lo que viene. Decadencia en las art es, en la filosofía, en la lit erat ura, en la m úsica que se escucha m asivam ent e, en las religiones, en la escala de valores de las gent es. Decadencia. I m ágenes y sim ulaciones. Sim ulación de capit alism o com pet it ivo cuando en realidad cada día las m egacorporaciones concent ran m ás dinero y poder, y dom inan cada vez m ás el universo económ ico. Ello im plica una progresiva im posibilidad de libre

com pet encia

en

cada

vez

m ás

m ercados.

Escandalosas

operaciones

económ icas en las som bras, a veces m udas, secret as, y a veces a cielo abiert o, que conspiran cont ra la supuest a " libert ad" de la que deberían gozar los ciudadanos de una vast ísim a cant idad de países —si es que ést os aún exist en en un sist em a globalizado— del m undo. Part idos polít icos indiferenciados. I zquierda y derecha que se ent recruzan, cam bian de roles y se m iran al espej o, proyect ando la m ism a im agen. Polít icos cada día m ás parecidos, casi clonados ent re sí. La verdadera dem ocracia, si la hay, es sólo rem anent e, para cuest iones cada día m ás m unicipales y barriales. Sólo subsist e

en

cont adas

excepciones,

en

algunas

—m uy

pocas—

naciones

desarrolladas y algunos países en vías de desarrollo que est án recobrándose lent am ent e de sus escom bros, y oponiéndose —com o pueden, y m ient ras puedan— a los dict ados del Nuevo I m perio Rom ano. Los pueblos, en general, est án cada día m ás alej ados de las grandes polít icas nacionales, que —y no es un j uego de palabras— nada suelen t ener de nacionales. Gran paradoj a de los sist em as que dicen respet ar el concept o de dem ocracia represent at iva y republicana. Bast a con encender el t elevisor para ver cada vez m ás la repet ición al infinit o, a t oda hora, de los crím enes que se producen en las ciudades, en las periferias, que ayudan a encubrir las verdaderas not icias que perm anecen ocult as t ras

el

efect o

hipnót ico

de

la

t elevisión,

donde

—con

algunas

honrosas

excepciones— ya se puede ver casi cualquier basura t ravest ida de not iciario, de program a periodíst ico, de espect áculo, de ent ret enim ient o, o de parodia de la propia realidad que se copia y copia a sí m ism a, aut o- generándose. Periodist as con t em or a pregunt ar y ent revist ados que im ponen —t ácit a o t axat ivam ent e— agendas de pregunt as y respuest as casi apegadas a un guión. Est e fenóm eno, circense en

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varios países en vías de desarrollo, se conviert e en realidad en algo m ucho m ás siniest ro en el propio cent ro del Nuevo I m perio Rom ano donde el despliegue de fondos colabora a t apar, con despliegue de corresponsales y derroche de dinero, la verdadera inform ación que suele encubrirse con desinform aciones, falsedades, y m edias verdades. Es suficient e con salir a la calle, o ir a una discot eca por las noches, en cualquier ciudad im port ant e del m undo, para ver cóm o han cam biado las cosas: la j uvent ud ha sido caut ivada en buena m edida por la cocaína, el éxt asis, el alcohol, la prost it ución y fenóm enos aun m ucho m ás grot escos, t rist es y preocupant es. Pero a la vez se presient e, se int uye, una confusa señal del necesario y saludable fin de fiest a que en algún m om ent o deberá ocurrir. Ésas son algunas de las caract eríst icas del m undo " m oderno" y del supuest o " progreso cient ífico y t ecnológico" , que en sí m ism o no es ni bueno ni m alo, dado que depende de cóm o sea ut ilizado, a qué ayuda o qué daña. Nada de est o carece de consecuencias para ninguno de nosot ros. El bom bardeo desinform at ivo que recibim os de los m edios cada día nos hace desconfiar m ás del vecino, del desconocido, del conocido, del sem ej ant e y del diferent e. Relaciones sociales de grupos cada vez m ás cerrados en sí m ism os, casi endogám icos, am ist ades cada día m ás ceñidas al ciberespacio, al e- m ail y al chat . George Orwell decía en su m agnífico 1984 que la libert ad es la esclavit ud. No se t rat a de algo m uy diferent e de lo que se ent revé en el enigm át ico y crípt ico film Mat rix, que encierra un saber cercano a lo m uy poco que exist e de sano esot erism o. Allí, Morfeo le adviert e a Neo que la t rist e verdad de la hum anidad —y la suya propia— es que ha nacido para ser esclava. Mat rix debe ser t om ada m uy en serio.

No

cont iene

sólo

un

divert im ent o

para

adolescent es,

sino

un

claro

m et am ensaj e. En la propia página web de la Warner Bros., realizadora de la película, figuran m uchos ensayos de t odo t ipo de lo que en realidad quiere y puede significar. 1 A nosot ros nos queda m uy claro que el principal m et am ensaj e del film es que exist e ot ra realidad t ras la realidad. Y, por lo t ant o, que lo que llam am os usualm ent e realidad no es ot ra cosa que una m era apariencia... La abrum adoram ent e m ayorit aria esclavit ud que se vive en el m undo " m oderno" se caract eriza por el hecho de t ener que t rabaj ar cada vez m ás horas, cada vez por m enos placer y por un dinero que alcanza, a duras penas, para un nivel de vida —m ej or dicho, de consum o— difícil de poder m ant ener. El gran desarrollo t ecnológico que se evidencia cada vez m ás debe ser t om ado com o ot ra m anifest ación de la decadencia que im pera y del ocaso que se avecina, dada la invención cada vez m ayor de t ecnologías superfluas y carent es de valor: cuando en un t eléfono celular en m iniat ura se incluye fum adora, conexión a I nt ernet , radio y 1

Véase por ej em plo en dicha página w eb Gnost icism and Buddhism in t he Mat rix , de Francis Flannery Davis y Raquel Wagner ; The Mat rix as Met aphysics, de David Chalm ers, o Morpehus and Berkeley on Realit y, de T. J. Mawson, y especialm ent e Realit y, w hat m at t ers, And t he Mat rix , de I ak ovos Vasiliou.

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reproduct or de MP3, o cuando se generan aut om óviles capaces de llegar a los 300 kilóm et ros por hora, sólo se desperdicia t alent o hum ano en aras de un consum o im posible. En aras de nada. En un m undo donde el ideal es el consum o, en una sociedad basada para y por el consum o, la libert ad no puede ser m ás que m era apariencia, un sem blant e cada día m ás delgado, una quim era irrealizable. Podem os, m ej or dicho, algunos podem os, conect arnos al inst ant e con Tokio, vacacionar en París, j ugar t enis o golf, m algast ar el dinero en la superficialidad de Las Vegas o la art ificialidad de Miam i, o disfrut ar de un día libre cada t ant o. Pero allí acaba t odo. Ésos son los pobres lím it es de la nueva esclavit ud que el capit alism o corporat ivo, am parado por la fachada perversa de la supuest a dem ocracia represent at iva y republicana, llam a libert ad. Pocos, en realidad pueden ser libres, libres en serio —y asum en las consecuencias, que no son sim ples—, pero aun así no dej an de padecer —y a veces m ucho m ás— el sist em a cruel que sufren e int ent an desconocer quienes est án de lleno inm ersos en él. Pero, ¿cuándo com enzó t odo est o? La " cárcel m ent al" que m encionaba Morpheus nos puede im pedir ver que —con sus alt os y sus baj os— el sist em a esclavist a que hoy padecem os no es nada nuevo. Ha ido progresando con el t iem po. Es una est ruct ura que no se funda así nom ás en unos pocos años, ni en unas pocas décadas. Es algo progresivo. En la t ent at iva de poner una fecha bien podríam os ubicarla en el cat ast rófico año de 1776, caract erizado por t res hechos t rágicos para la hum anidad. En prim er lugar, se puso la piedra fundacional, en Nort eam érica, del Nuevo I m perio Rom ano, en lo que quizás algún día t erm inen siendo los Est ados Desunidos. Quien descrea de est a int encionalidad im perial para nada novedosa, puede observar en el reverso del billet e de un dólar el " Gran Sello de los Est ados Unidos" . En el ext rem o izquierdo aparece una ext raña pirám ide cuya cúpula est á separada del rest o por un sím bolo esot érico: " El Oj o que Todo lo Ve" y la inscripción " Novus Ordo Seculorum " ( una variant e de la expresión Nuevo Orden Mundial, pero m ucho m ás am biciosa: Nuevo Orden de los Siglos) . En el ext rem o derecho: el águila, un ave de rapiña, elegida ex profeso por haber sido el sím bolo de ot ros im perios y su significado esot érico. Se t rat a en realidad del " Gran Sello de los Est ados Unidos" desde su inicio com o nación. Alguien podrá decir que el diseño del billet e de un dólar corresponde recién a los años t reint a, cuando Franklin Roosevelt era president e. Es ciert o. Pero el Gran Sello de los Est ados Unidos no. Es m uchísim o m ás ant iguo. Dat a casi del propio origen de lo que se denom ina la " prim era nación libre, dem ocrát ica y capit alist a" del m undo pero que en realidad es una especie de " caj a negra" que no se sabe bien qué es lo que en realidad encierra: los Est ados Unidos. El segundo hecho nefast o que se produj o en 1776 fue la aparición de la obra La Riqueza de las Naciones escrit a por Adam Sm it h, em pleado a sueldo del rapaz m onopolio que fue la Brit ish East

I ndia Com pany, gran corporación

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m onopólica que en los siglos XVI I y XVI I I , que se beneficiaba con el t ráfico de esclavos, cult ivaba opio en I ndia y lo vendía, a la fuerza, en China para apropiarse las reservas de oro de ese país. Esa obra, difundida, com ent ada y alabada por la prensa de la época gracias a la " generosidad" del cuasi m onopolio banquero londinense y la propia Brit ish East I ndia Com pany, es el basam ent o fundam ent al de casi t oda la econom ía m oderna: la liberal, a m arxist a, la neoliberal, la m onet arist a, el keynesianism o, y la escuela de las expect at ivas racionales, se basan en los concept os de Sm it h, que propugnaba la libre com pet encia desde su confort able puest o de em pleado en aquel rapaz m onopolio. Esa obra dio el basam ent o t eórico e ideológico de la act ual m at rix esclavizant e que nos genera la ilusión de libert ad y libre com pet encia. El t ercer hecho t rágico acaecido en el año 1776 fue la fundación y expansión europea y am ericana —con fondos del clan Rot hschild, especialm ent e— de la sociedad secret a denom inada " I llum inat i de Baviera" , que inm ediat am ent e fundó una " sucursal" en Est ados Unidos con un nom bre en código de let ras griegas: " Phi Bet a Kappa" . Ent re 1820 y 1840 hubo una fuert e presión cont ra las sociedades secret as en Est ados Unidos porque buena part e del pueblo advirt ió que las sociedades secret as se habían infilt rado en el poder polít ico, t ant o en el ej ecut ivo y el legislat ivo com o en el j udicial. Ello produj o que se llegara a fundar un Part ido Ant im asón, que incluso acaparó, fugazm ent e, una buena cant idad de vot os, y que am enazaba con crecer. Fue recién la gran popularidad del president e Andrew Jackson —un caso m uy curioso: un m asón enem igo de los banqueros— lo que logró cont ener la ira popular cont ra las sociedades secret as en Est ados Unidos. El precio que ést as t uvieron que pagar fue salir a la luz y hacerse públicas. Fue así com o Phi Bet a Kappa hoy aparece com o una respet able sociedad de las m ent es universit arias m ás brillant es de Est ados Unidos. Las que ayudan a diseñar la agenda educat iva. Pero el com ponent e de poder polít ico secret o se t rasladó a ot ra sociedad secret a, hij a direct a de los I llum inat i de Baviera: la sociedad denom inada " Skull & Bones" ( t ext ualm ent e: " Calavera y Huesos" ) , grupo que ha t enido un enorm e poder en las som bras dado que est uvo —y est á— com puest o por los elem ent os m ás oligárquicos de la sociedad nort eam ericana. Recordem os que nada m enos que Bush padre y Bush hij o son socios. Y hast a John Kerry, el rival de Bush hij o en 2004, lo es. Adem ás lo son vást agos de m uchas ot ras fam ilias que no han dado president es, pero que han ej ercido un enorm e poder, el que ha det erm inado el nom bram ient o de president es. Com o ej em plos se puede nom brar a los clanes Rockefeller y Harrim an. Ent ienda bien el lect or la real gravedad del t em a: las sociedades secret as han sido las reales creadoras de los principales servicios de int eligencia de una vast a cant idad de países. Ést os se financian con fondos públicos para sus operaciones legales, y con fondos provenient es del crim en organizado de las peores caract eríst icas para sus act ividades m ás oscuras y secret as. No est án al servicio de

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los países que dicen defender con operaciones de " int eligencia" , sino al servicio de la oligarquía globalist a que conform a la cúpula de las sociedades secret as, aunque los financiem os en part e nosot ros con nuest ros im puest os y en buena m edida los m arginados sociales con la com pra de drogas o arm as para crím enes o act os t errorist as. Y han sido t am bién los m iem bros prom inent es de las sociedades secret as los que han conform ado los t hink t anks ( com o el CFR y el RI I A) —círculos cerrados de " cerebros" : int elect uales, periodist as, em presarios, polít icos, m ilit ares, educadores— que conform an lo que en Hit ler ganó la guerra hem os llam ado, creem os que acert adam ent e, El Gobierno del Mundo, sobre t odo en est a et apa de la globalización, dado que —a pesar de un " disenso int erno cont rolado y lim it ado" que sólo sim ula independencia int elect ual— diseñan en buena m edida las polít icas que luego los gobiernos adopt an. Sus act ividades se desarrollan sobre t odo en el cent ro del Nuevo I m perio Rom ano, los Est ados Unidos, y en su hoy sat élit e obsecuent e: Gran Bret aña. Es necesario que quede claro que cuando nos referim os a las sociedades secret as querem os hacerlo sin incluir ningún t ipo de com ponent es esot éricos —que los hay, m uchos, y de t odo t ipo— porque lo fundam ent al es su inj erencia y su infilt ración en las est ruct uras de poder, lo que indudablem ent e nos afect a a t odos. Las sociedades secret as est uvieron y est án present es en el poder polít ico. Han sido j efes de Est ado m uchísim os m asones de izquierda y de derecha en una enorm e cant idad de países. Bast a con m encionar que ext rem os t an opuest os com o Salvador Allende y August o Pinochet figuran com o m iem bros en varias obras sobre las sociedades secret as. Para que el lect or t enga una idea acabada de hast a dónde llega el t em a, habrían sido m iem bros o al m enos m uy cercanos a las sociedades secret as ext rem os t an opuest os com o Hit ler —hast a que llegó al poder— y Trot sky, e incluso Lenin —t am bién hast a que t om aron el poder— en Rusia. 2 No es una coincidencia que hayan pert enecido, ni que las hayan ut ilizado, ni que luego las hayan derogado. Ocurre que los regím enes t ot alit arios saben el enorm e poder de las sociedades secret as: sus cúpulas dict at oriales las conocen bien desde adent ro, por eso las prohíben una vez que acceden al poder. Para im pedir que ot ras sociedades secret as socias, pero de ciert a rivalidad, les disput en el poder. Pero si en los regím enes t ot alit arios las sociedades secret as se enquist an y producen las 2

Trot sky adm it e haber escr it o un verdader o t rat ado sobr e la m asonería que —según él m ism o— luego fue ut ilizado, en su ausencia, para hacer una fogat a, de lo que se ent eró m ient ras buscaba denodadam ent e recuperarlo... Más t arde, el propio Trot sk y señalar ía su concept o sobre la m asoner ía escr ibiendo: " Creo que est o influyó el ent ero curso de m i subsiguient e desarrollo int elect ual" . O sea, su saber m asónico fue su puert a de ent rada al m ar xism o. Todo est o lo reconoce nada m enos que la propia m asonería en una de sus páginas web. Puede leer se el ar t ículo " Trot sky on Freem asonry" en ht t p: / / freem asonry.bcy.ca/ public_percept ions/ t rot sky.ht m l. Aun cuando r ecién después de dedicar se a la m asonería leer ía a Marx y Engels, ello no significa que la abandonara, dado que adm it e que en algunos lugares había adquirido caract er íst icas revolucionar ias. Tr ot sky m enciona específicam ent e, en t al sent ido y por su nom bre, a los " I llum inat i de Bav iera" . Recordem os de paso que las sociedades secret as, com o la m afia ( una de ellas) , son ent es a los que se puede ent rar, pero no salir, aunque en t eoría se lo adm it a. Poco im port a en t al sent ido que el saber de m asoner ía de Trot sky haya sido ant erior a su conocim ient o del m arxism o.

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propias fuent es del poder, el panoram a no es m ej or en las dem ocracias, sino peor, com o irem os viendo. A fin de no falt ar a la verdad, es necesario explicar que la elección del año 1776 com o el inicio de " est a realidad" que nos t oca vivir hoy, es bast ant e caprichosa. Es un año em blem át ico de algo m uchísim o m ás ant iguo. Viene desde la propia noche de los t iem pos. Quien quiera divert irse y preocuparse sobre el t em a desde la rem ot a ant igüedad puede, por ej em plo, releer cuant as veces haga falt a la abst rusa, oscura y lum inosa novela de Um bert o Eco t it ulada El Péndulo de Foucault , obra m onum ent al, falsa y verdadera a la vez, que desent raña m ist erios y encierra ot ros acerca de los Tem plarios, la Prieuré de Sion, los Superiores Desconocidos, los Assasins ( " t errorist as" m edievales m usulm anes que se habrían hecho grandes am igos de sus rivales crist ianos los Caballeros de la Orden del Tem ple...) , ent re ot ras sociedades secret as. Pero es posible abreviar el cam ino, sobre t odo para quienes est án m ás int eresados en el present e y el fut uro, y la esclavit ud que im ponen las obligaciones " m odernas" les im piden sum ergirse a conocer la verdadera y real hist oria de la Edad Media y de la Ant igüedad. Sólo

direm os

desapasionadam ent e,

que

si

se

m ira

el

t em a

desde

ciert a

dist ancia,

las sociedades secret as son un fenóm eno que se ha

reduplicado a sí m ism o en m últ iples circunst ancias dist int as del t iem po y del espacio. Han sido com o la m aleza. Siem pre crece, y siem pre es necesario, en algún m om ent o, cort arla de raíz. Ocurre que t odo t ipo de est ruct ura social genera excluidos. Dent ro de esos excluidos los hay pobres y m arginales —t erm inan m uchas veces m uriendo de desnut rición o drogándose— y los hay ricos y poderosos. Por ej em plo, lo han sido los banqueros en la Edad Media en los países crist ianos, en los que los prést am os a int erés —generalizados com o usura— est aban prohibidos para los cat ólicos y est aba ét ica y socialm ent e m uy m al vist a su act ividad. Y t am bién, en China, ot ro país en el que est as sociedades han proliferado, vem os el fenóm eno: han sido m iem bros sus com erciant es. Ocurre que durant e la larga época en que ese país fue gobernado con una concepción confuciana del universo que rebaj aba el com ercio —act ividad m uy lucrat iva— a una de las act ividades sociales m ás despreciables, los com erciant es eran socialm ent e m arginados. Hem os m encionado sólo dos de los m uchos casos, pero podríam os cit ar t am bién Egipt o, I ndia, la Mesopot am ia, África, Judea, y un largo et cét era. Lo ciert o es que est a clase de excluidos ricos, y por lo t ant o poderosos, t ienden a luchar

cont ra

su

m arginación

social

y

cont ra

el

orden

social

im perant e,

agrupándose y com plot ando, conspirando cont ra el propio régim en que, si bien los ha hecho ricos, a la vez los excluye socialm ent e. Obviam ent e, lo hacen en secret o. Toda conspiración es secret a. Para los t ont os, o los que hablan por hablar aun cuando ni siquiera lo sepan, para los que dicen no creer en conspiraciones ni t eorías conspirat ivas, bast a con recordarles que

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aun la hist oria oficial —" m ent irosa y em bust era" , com o Balzac la llam aba— no es m ás que una hist oria de conspiraciones vict oriosas. ¿Alguien puede acaso dudarlo? ¿Qué revolución, según la propia hist oria oficial, no nació de una conspiración? ¿Qué guerra no se t ram ó en secret o? ¿Qué golpe de Est ado no se gest ó en la oscuridad? Lo que volvem os a rem arcar, y pret endem os que el lect or no olvide, es que en est a obra lo que nos int eresa de las sociedades secret as y sus conspiraciones y com plot s es lo que at añe a sus obj et ivos polít icos, económ icos y geoest rat égicos. No sus creencias religiosas, esot éricas, m orales o filosóficas, que aunque puedan haber sido su fundam ent o inicial, han perdido, en el m undo m oderno, casi t oda su im port ancia. Por lo t ant o, com prendem os que m uchísim os m iem bros de esas sociedades secret as han ingresado —y aún ingresan— a ellas de " buena fe" y con fines alt ruist as. Pero ello, a nuest ros fines, no int eresa. Suponem os que el lect or ya sabe a qué at enerse. Quienes prefieran la " píldora azul" , o m ej or dicho, seguir consum iéndola, com o lo hacen t odos los días, creyendo a pies j unt illas en lo que se dice en los m edios m asivos de com unicación y propagan las agencias de not icias, pueden —y deberían— abandonar aquí m ism o, sin dem ora, la lect ura de est e libro. En cam bio quienes decidan elegir la " píldora roj a" deberán prim ero com prender, o soport ar, según sea el caso, algunos concept os económ icos en el prim er capít ulo para am pliar el horizont e y ent ender el porqué de lo que sigue desde el segundo, 3 que, aunque pueda llegar a lím it es desconocidos de asom bro, no es ciencia ficción sino una breve descripción de la m at rix que est am os viviendo, que nos encierra y que nos precede, por m ucho t iem po, a nosot ros m ism os. Esa m at rix sin duda est á en decadencia, por lo que podem os especular que en algún m om ent o dará lugar, com o verem os, a profundos cam bios sociales, polít icos y económ icos. A ot ro régim en, quizá. Si opt a por ingerir la " píldora roj a" , ent onces, adelant e.

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Las not as a pie de página que se incluyen en t odo el libr o generalm ent e no se r epit en en las am plias referencias bibliográficas que se encuent ran al final de cada capít ulo.

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A quienes prefieran la píldora roja.

Uno El presente: dominio a través de dólares y petróleo

Neo: ¿Por qué m e duelen los oj os? Morpheus: Porque nunca los habías usado. Mat rix

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Pan y Circo para el pueblo. Nerón

Muchas veces se nos enseña la hist oria com o una sucesión de hechos, guerras, conquist as y revoluciones casi caót icas. Com o sucesos desconect ados ent re sí. Com o si los fact ores económ icos casi no hubieran exist ido com o m ot ivo de esa sucesión de acont ecim ient os polít icos a la que se suele denom inar Hist oria. Cuando ello ocurre, se pret ende que el público piense que la hist oria no es m ás que una lucha personal por el acceso al poder, en la que los int ereses de las principales em presas y bancos no serían m ás que not as accesorias a pie de página, casi irrelevant es a la hora de iniciarse los sucesos t rascendent ales para la hum anidad. Obviam ent e,

quien

siga

con

at ención

la

apret ada

sucesión

de

acont ecim ient os desde que com enzó la globalización, ent iende fácilm ent e que no es así. En t al sent ido, la globalización económ ica y financiera ha ayudado a advert ir y despert ar al público, el cual ahora sí com prende claram ent e que t ras cada uno de los principales acont ecim ient os hay fact ores económ icos preponderant es, que son el verdadero m ot or de la hist oria. Más bien, lo han sido siem pre, aunque la hist oria oficial no lo regist re. Práct icam ent e en t odas las épocas y en t odo el m undo ha sido de la m ism a m anera. Tam bién fue así ant es de la caída del Muro de Berlín, aunque los hist oriadores e hist oriógrafos oficiales generalm ent e no lo hayan regist rado, m ant eniendo su caráct er de suj et os funcionales al poder económ ico de t urno, el cual obviam ent e nunca debe ni desea aparecer involucrado en el m anej o de dem ocracias, m onarquías y t odo t ipo de gobiernos. La causa de ello es clara, sobre t odo en la era de la " dem ocracia" : si la verdadera hist oria no es m ás que una cont inua disput a de int ereses económ icos y de fact ores de poder, queda ent onces m uy claro que la dem ocracia, t al com o se la conoce hoy en el m undo, est á m uy lej os de ser el gobierno del pueblo y para el pueblo. Si se conocieran las verdaderas causas de los acont ecim ient os, que generalm ent e se m ant ienen t ras bam balinas, quedaría m uy claro que lo que hoy se suele denom inar " dem ocracia" en realidad no es m ás que una fachada t ras la cual se m anej an ot ros int ereses. Ocurre que con el barniz de una supuest a legalidad popular, m ediant e procesos eleccionarios, se esconden los int ereses de los grupos económ icos m ás poderosos. Los part idos polít icos de las dem ocracias suelen est ar abrum adoram ent e financiados por esos grupos económ icos que t am bién son los que m ant ienen el sist em a de prensa en una vast a cant idad de países. Sist em a —en singular— de prensa que t ras la supuest a com pet encia de diversos periódicos, radios y canales de t elevisión esconde en realidad la verdadera causa de los acont ecim ient os hist óricos, lo que est á det rás de cada uno de los form idables

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sucesos que sólo cada t ant o nos m uest ran los m edios de com unicación. Adem ás, es claro que cuando lo hacen casi siem pre present an esos hechos desconect ados ent re sí. Si acept am os la idea de que por

fact ores económ icos,

sociales y

geoest rat égicos el m undo se dirige a posibilidades inusit adas y desconocidas hast a ahora, coincidirem os en que, para poder est ar advert idos de lo que puede llegar a ocurrir, es necesario en prim er lugar est ablecer m uy claram ent e qué es lo que en realidad ha venido acaeciendo en el pasado. Porque si el diagnóst ico es incorrect o, sólo por un raro azar el pronóst ico podría no serlo. Las prem isas generales de esa ley corren t ant o para el público que desea inform arse realm ent e de lo que ocurrió, ocurre y ocurrirá, com o para quienes est án desint eresados en lo que ocurrió en el pasado y sólo focalizan su at ención en el fut uro, sea ést e personal o social. Por una doble causa, ent onces, vale la pena com enzar con el desarrollo y caída del I m perio Rom ano. En prim er lugar porque los paralelos ent re la Rom a im perial y la act ual est ruct ura de la globalización pueden ayudarnos a ent rever qué puede deparar el fut uro. En segundo lugar porque t al com paración const it uye una clara m uest ra para t odos aquellos en principio no int eresados en la hist oria de cóm o y cuando se ensam blaron la globalización y la econom ía, con ella los procesos concept ualm ent e se sim plifican, son m ás fáciles de ent ender, y ya no es necesario recurrir a una m em oria at iborrada de nom bres, bat allas y fechas —al revés de com o el propio " sist em a" nos enseña desde la niñez—, para com prender lo que en verdad ocurrió. Cuando se ensam blan la hist oria y la econom ía, la hist oria encuent ra su hilván y cobra un sent ido que en m uchos m anuales y libros de t ext o suele, lam ent ablem ent e, perm anecer m uy ocult o al lect or.

La le cción qu e la h ist or ia oficia l ocu lt a ¿Quién hubiera dicho, en pleno auge del I m perio Rom ano, que ést e acabaría de la m anera en que lo hizo? Nada m enos que en un t ot al colapso económ ico y polít ico, con la propia Rom a práct icam ent e despoblada, I t alia dividida en com arcas donde gobernaban fam ilias locales, las t ierras ant es conquist adas en Europa, Asia y África en m anos de diferent es reyes, príncipes y señores feudales. Los viej os cam inos, rut as y acueduct os, ant es sím bolos de esplendor y grandeza, en pocos años convert idos en ruinas que result aban refugio de crim inales y señoríos de bandoleros. El com ercio int ernacional, ot rora fuent e de poderío económ ico, t ransform ado en un m ero recuerdo. La econom ía opulent a replet a de bienes de luj o y derroche de consum o de las clases alt as, t ransform ada en poco t iem po en una lucha desesperada por la subsist encia. El poder, ant es concent rado en el em perador, unos pocos clanes fam iliares ricos y un puñado de generales que

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decidían a su ant oj o las cuest iones de un im perio que se ext endía en t res cont inent es, at om izado en una serie inacabable de luchas sangrient as ent re dinast ías locales que, a veces, se disput aban t errit orios de unos pocos kilóm et ros cuadrados. Quién hubiera predicho que ése era el dest ino del I m perio Rom ano, y sin em bargo, es lo que ocurrió. Hoy no est am os baj o la égida de Rom a, sino baj o la del im perio del capit alism o a la m anera nort eam ericana: la que endiosa el individualism o, el libre m ercado, la libre com pet encia y el libre com ercio. Práct icam ent e el m undo ent ero lo est á. Hoy t am bién est e sist em a económ ico capit alist a al est ilo nort eam ericano, que ha desem bocado en la globalización, parece indest ruct ible y et erno. Sin em bargo, sus cont radicciones int ernas, frut o de sus excesos, han llegado a un punt o t al que no es difícil presagiar su final, y aquí puede result ar m uy út il una com paración hist órica. Ocurre que el proceso económ ico m ediant e el cual el I m perio Rom ano llegó a su t rist e final posee algunas sim ilit udes m uy relevant es con el proceso que puede darse con el capit alism o. Veam os: La opulent a expansión del I m perio Rom ano est aba basada en la conquist a de t ierras aj enas. Cuando el ej ércit o rom ano conquist aba un lej ano país, incaut aba sus riquezas de oro y plat a y las llevaba a Rom a. Con esos m et ales se podía acuñar m oneda, y así gast ar fort unas en caros y exót icos product os de consum o t raídos de Orient e, especialm ent e, del I m perio Chino, y pagar los m uy cuant iosos gast os del propio ej ércit o. A su vez, las poblaciones de las t ierras conquist adas eran esclavizadas y se las obligaba a t rabaj ar para el im perio. Los hom bres debían labrar las t ierras de sol a sol y las m uj eres m ás bellas eran obligadas a t rabaj ar de esclavas sexuales. Los ej ércit os rivales, t ras ser diezm ados en los cam pos de bat alla veían cóm o sus generales eran asesinados sum ariam ent e, sus hom bres m ás valient es enviados a m orir en el Coliseo com o gladiadores, y la soldadesca era asim ilada para ser m asacrada en las prim eras filas de próxim as bat allas cont ra ot ros pueblos. Todo el auge y parám et ros:

expansión

del I m perio Rom ano se dio baj o esos

el robo, el pillaj e, el saqueo y la expoliación de los vecinos

conquist ados. Parecía un sist em a infalible, y de hecho lo fue hast a que t odo el sist em a económ ico ent ró en cont radicción. Para pagar los inm ensos cost os m ilit ares eran necesarias nuevas guerras. Si no las había, en t iem pos de paz, m ant ener las legiones en los lím it es del im perio significaba un cost o abrum ador. Así, la guerra result aba im prescindible para que el propio ej ércit o pagara, m erced a los bot ines, sus propios cost os. La guerra, era un negocio. La paz, no. Llegó un m om ent o, ent onces, en el que no era fact ible seguir int ent ando conquist as, dado que m ares, m ont añas y desiert os lej anos com enzaban a result ar est orbos dem asiado cost osos de flanquear, de m anera que los bot ines de guerra com enzaban a result ar insuficient es para financiar los propios cost os de la guerra y los gast os adm inist rat ivos que había que sufragar cada vez que el im perio se

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inst alaba en una lej ana com arca. Cuando est o ocurrió, los em peradores y el Senado decidieron invent ar un art ilugio para poder seguir m ant eniendo la sit uación claram ent e deficit aria del Est ado sin por ello am inorar su fast uoso consum o: alt erar el valor de la m oneda. Fue así com o ant iguas m onedas de oro y plat a se fundían en nuevas aleaciones que t enían cada vez m enos oro y m enos plat a y m ás cobre y est año, respect ivam ent e. Durant e un t iem po el t ruco funcionó, debido, sobre t odo, a que el porcent aj e de oro y plat a de las nuevas m onedas t odavía era m uy alt o. Pero rápidam ent e el sist em a m onet ario ent ero del I m perio com enzó a colapsar. Tant o es así que en un período de sólo cincuent a años el denario rom ano pasó de t ener un 70% de plat a a sólo un 10% . En el año 218, el em perador Heliogábalo decidió hacer la m oneda rom ana sólo de cobre. Pero los com erciant es del Orient e no acept aron esa m oneda, lo que represent ó un m uy rudo golpe para Rom a. Sólo dos años m ás t arde, en el 220 d. C, la plat a era t an escasa en Rom a que la depreciada m oneda im perial no t enía ya respaldo alguno en ese m et al. Com o consecuencia de ello, el im perio repudió su deuda pública. Est o result ó en la definit iva caída de Rom a com o gran com erciant e m undial, y en la im posibilidad del gobierno de pagar su fuerza m ilit ar. Com o puede observarse, el sist em a económ ico rom ano —volcado al m ilit arism o y la conquist a m ás que a la com pet it ividad— fue el " t alón de Aquiles" del I m perio. Para m ant ener un opulent o consum o, era necesario expoliar a los vecinos. Para ello era necesario cont ar con una im presionant e m aquinaria m ilit ar. Pero la m aquinaria m ilit ar significaba ot ro enorm e cost o que afront ar, y, con frecuencia, no generaba los suficient es recursos para pagar sus propios gast os. Las avent uras m ilit ares se fueron convirt iendo en fuent e de pérdidas, en vez de aport ar ingresos. Y com o no exist ía el papel m oneda, ello produj o un fluj o hacia afuera del I m perio de t odo el oro y la plat a que los rom anos habían conseguido com o part e de sus bot ines de guerra. A part ir de ese punt o, el dest ino del im perio est aba sellado: la fragm ent ación, la anarquía, la pérdida de t odo poder y aut oridad y el inexorable declive económ ico hast a el punt o de que la subsist encia diaria const it uía un problem a. Pero los dislat es económ icos no concluyeron allí. La falt a de previsión para cuidar la ecología de las t ierras del im perio hizo declinar su fert ilidad. Com o durant e largos

años

se

int ent ó

obt ener

beneficios

dem asiado

alt os

de

las

t ierras

suprim iendo los períodos de descanso o " barbecho" , los suelos conquist ados com enzaron a perder su riqueza, con lo que las cosechas com enzaron a declinar. De t al m anera, dado que ya no había oro ni plat a para poder im port ar alim ent os del ext erior, las alzas en el precio de los alim ent os, la carest ía y la escasez en un pueblo con cada vez m ayor cant idad de habit ant es, com enzaron a producir un clim a social de pobreza y desesperación.

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Para colm o de m ales, com o t am poco se había hecho una adecuada planificación

de

la

adm inist ración

de

los

recursos energét icos,

com enzó

a

dificult arse, incluso, cocinar y calefaccionar las casas. Ocurre que los rom anos t alaron los bosques de su im perio con una rapidez alarm ant e. La m adera y la leña, o sea, las fuent es principales de energía de aquella época, eran en un principio bienes barat os, dado que su disponibilidad era m uy abundant e. Sin em bargo, con el paso del t iem po, y sobre t odo a m edida que no pudieron cont inuar adelant e con las conquist as de nuevas t ierras, en vast as zonas del im perio com enzaron a result ar bienes m uy difíciles de conseguir, de form a que am plios sect ores de la población quedaron sin poder cocinar sus alim ent os y calent ar sus casas. Así dadas las cosas, no sólo el im perio em pezó a desm em brarse, sino que la propia Rom a t erm inó despoblándose. Hacia el siglo VI I I era sólo un pobre villorrio de unos pocos m iles de habit ant es que vivían en las viej as ruinas de las const rucciones im periales. ¿Quién hubiera podido predecir t al dest ino en la época de su prim er em perador, August o? Nadie, y sin em bargo, repet im os, fue lo que ocurrió. Un panoram a relat ivam ent e sim ilar quizás espera al act ual sist em a económ ico capit alist a al est ilo nort eam ericano que hoy, inst alado en el m undo ent ero, m uest ra desequilibrios de t odo t ipo: algunos, los sociales, evident es a sim ple vist a en una gran cant idad de países, y ot ros económ icos y financieros un poco m ás ocult os para la población general del " Prim er Mundo" , pero no por ello m enos problem át icos y conflict ivos, a punt o t al que bien pueden det erm inar el final de est a era de globalización en la que im peran, supuest am ent e, el individualism o, el " libre m ercado" y el libre com ercio.

Cr ón ica de u n a m ue r t e a n u n cia da La caída del Muro de Berlín en 1989 significó el t riunfo del capit alism o nort eam ericano sobre el com unism o leninist a y la aparición de un nuevo sist em a económ ico. Se t rat ó de algo nunca ant es vist o: la globalización, un fenóm eno m ucho m ás problem át ico en sus posibles consecuencias que el individualism o, el libre m ercado y el libre com ercio en una ciudad, un país, o un cont inent e. En el pasado, cuando un país padecía una crisis podía soport ar una buena cant idad de años de " vacas flacas" con crédit os de ot ros países. En cam bio, con la globalización se corre el riesgo de que una crisis en un país de suficient e im port ancia t om e rápidam ent e proporciones m undiales, debido a que exist e libre m ovilidad de capit ales y libre com ercio de bienes en práct icam ent e t odo el m undo. Países, em presas y bancos se han hecho m ucho m ás int erdependient es en el m undo act ual. Mient ras ningún país, ningún banco, o ninguna em presa de suficient e m agnit ud sufran una crisis m uy seria, los problem as de una econom ía det erm inada

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report an pingües ganancias para las grandes corporaciones y para una part e de la sociedad ( la m ás rica, que cuent a con capit al) de m uchos países. Sin em bargo, las m inicrisis int ernacionales de la serie que se ha vivido t ras poco m ás de una década y m edia de globalización nunca fueron originadas en un país realm ent e grande. Las sucesivas devaluaciones, default s y crisis financieras experim ent adas desde 1994

en

México,

Tailandia,

Rusia,

Brasil,

Turquía y

Argent ina, afect aron seriam ent e nada m ás que a sus vecinos y socios m ás direct os, pero no llegaron a afect ar gravem ent e a los " t res grandes" : Ni en Est ados Unidos ni en Europa ni en Japón se vivieron los peores efect os de las crisis de países m edianos o pequeños. Sin em bargo, hay que rem arcarlo, la globalización lleva sólo una cort a — aunque acelerada— vida, y hast a ahora no ha sido puest a a prueba por lo que podría significar una crisis de gran im port ancia en uno de sus socios grandes. Ésa es una posibilidad que, lam ent ablem ent e, se hace cada día m ás fact ible a m edida que los desequilibrios de la econom ía de Est ados Unidos se m ult iplican. Veam os las razones: Durant e los años novent a y el com ienzo del nuevo m ilenio, m ás allá de períodos cort os de recesión, la econom ía nort eam ericana ha venido creciendo a buen rit m o. Tasas de crecim ient o de 3% y 4% anual son m uy frecuent es en las est adíst icas económ icas de ese país. Ello ha llevado a hacer pensar a m uchos que el papel hegem ónico de Est ados Unidos, t ant o en lo económ ico com o en lo cult ural, est á garant izado por décadas y décadas ent eras. Sin em bargo, quienes piensan así se equivocan, y m uy gravem ent e. El com ienzo del siglo XXI quizá se recordará por los efect os de la caída de las Torres Gem elas, pero t am bién por el recrudecim ient o de los llam ados " déficit gem elos" en Est ados Unidos. Solam ent e en el año 2006, el déficit ext erno de Est ados Unidos se aproxim ó a los 900.000 m illones de dólares. Para t odo el 2007 se proyect a una cifra igual o superior, y se t rat a de cifras oficiales, quizás influidas por necesidades y decisiones polít icas. Un déficit de esa m agnit ud im plica una cifra m uy peligrosa ya que supone que cerca del 7% del PBI de ese país se encuent ra com prom et ido. Para que el público com ún t enga una idea de lo que significa, es necesario decir que hoy los Est ados Unidos gast an en un año, en exceso de su producción int erna, el equivalent e de t oda la producción anual conj unt a de Brasil, Argent ina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile. En efect o, los Est ados Unidos lit eralm ent e han venido " t ragándose" en los últ im os t iem pos, año t ras año, un m ont o superior a la producción anual del Mercosur a cuent a de su exceso de gast o int erno. Vale decir que si las t asas de crecim ient o nort eam ericano han sido m uy acept ables últ im am ent e, hast a 2006, es sólo porque ese crecim ient o ha sido financiado con endeudam ient o público y privado. Endeudam ient o net o que se eleva cóm odam ent e a cifras superiores al 20% anual.

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Com o fácilm ent e se advert irá, nadie puede endeudarse a ese rit m o en form a acum ulada sin t ener a la larga problem as m uy, pero m uy serios. Cuando la serie de países que sufrieron crisis a lo largo de la década de los 1990, com enzaron a padecer sus m ayores dificult ades, sus déficit s ext ernos —que fueron en general el " gat illo" de las crisis en casi t odos los casos— no llegaban al 7% de sus PBI . Pues bien, la econom ía nort eam ericana ya ha alcanzado esos niveles. Si ha podido m ant enerse

a

flot e

ha

sido

porque

los

grandes

bancos

cent rales

y

las

m egacorporaciones de Asia ( principalm ent e de Japón, China, Corea del Sur, Taiwán y Singapur, ent re ot ros) han venido acum ulando reservas en dólares en form a de bonos del Tesoro est adounidense, depósit os bancarios en dólares, acciones de em presas y ot ros t ít ulos públicos y privados de deuda nort eam ericana. Pero esa sit uación est á generando serias dist orsiones int ernacionales: los bancos cent rales asiát icos vienen invirt iendo en bonos est adounidenses el product o de sus superávit s com erciales con los Est ados Unidos, con lo cual m ant ienen art ificialm ent e subvaluadas sus propias m onedas, y m uy líquidos sus propios m ercados financieros, dado que generalm ent e com pran con em isión m onet aria los dólares que ingresan. Todo eso les perm it e m ant ener un nivel de act ividad alt o en relación con el que t endrían si los Est ados Unidos corrigieran su exceso de dem anda de product os ext ernos y no les com praran en la m agnit ud que hoy lo hacen. Si el m undo ha crecido en conj unt o acept ablem ent e bien en el inicio del siglo XXI ha sido, ent onces, m erced a que fue posible m ant ener un equilibrio que no puede ser est able en el m ediano plazo:

Est ados Unidos ha liderado el

crecim ient o m undial gracias a un enorm e desequilibrio de balanza com ercial, especialm ent e con Asia, pero t am bién con Europa y Am érica lat ina. Así, han sido los socios com erciales y financieros de Est ados Unidos lo que han podido evit ar que ese país cayera en una cruent a recesión. Han ut ilizado sus enorm es superávit s para financiar cada vez m ás a su deudor: el Est ado y el sect or privado nort eam ericanos. El

gran

problem a es que est e esquem a

no

puede ser

m ant enido

indefinidam ent e. La deuda ext erna pública y privada de los Est ados Unidos es ya dem asiado abult ada, y para em peorar la sit uación no t iende a est abilizarse, sino a crecer en form a de espiral. Com o en el ej em plo de Rom a, la raíz del m al que consum ió al ant iguo im perio est á t am bién ya m uy desarrollada en el nuevo im perio nort eam ericano: un persist ent e déficit de la balanza de pagos, que sólo se ha revert ido en las dos últ im as décadas en form a m uy t ransit oria ( en 1991, exclusivam ent e) gracias a una fuert e recesión. En el caso act ual, sólo ha sido posible llegar a est a sit uación m erced a que en el act ual sist em a int ernacional de pagos es fact ible y fácil endeudarse, cosa im posible cuando la m oneda de pago debía ser el oro o la plat a, y m uy lim it ada en los viej os regím enes al est ilo " pat rón oro" que dej aron form alm ent e de exist ir del t odo en 1971 con la caída del llam ado " acuerdo de Bret t on Woods" de 1946.

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No hay ej em plos en el m undo de déficit s de la balanza de pagos sost enidos de m anera persist ent e y crecient e sin el advenim ient o de bruscas crisis de credibilidad respect o de la m oneda del país en cuest ión. Una de esas crisis, especialm ent e virulent a, se aproxim a a t oda velocidad en el propio epicent ro de la globalización: los Est ados Unidos. Es necesario señalar, ent onces, que una event ual crisis de credibilidad del dólar y una event ual corrección del déficit ext erno nort eam ericano pondrían en j aque no sólo a la econom ía nort eam ericana y con ella a aquellas dependient es de sus export aciones hacia los Est ados Unidos, sino a la econom ía m undial en su t ot alidad, y a la propia est ruct ura de la globalización. Hay que pensar est o con m ucho det enim ient o, dado que no quedan arm as en el arsenal de la t eoría im perant e del librecam bio que no hayan sido ya puest as en práct ica: los m ercados en general han sido desregulados, los países se han deshecho de la propiedad est at al de las em presas públicas, el com ercio m undial j am ás t uvo t an pocas regulaciones com o ahora, y los m ercados de capit ales se han abiert o considerablem ent e. Si el discurso económ ico librecam bist a hoy im perant e int ent ara at acar cualquier at isbo de crisis con la m ulet illa de una m ayor disciplina fiscal,

sólo se lograría em peorar

una crisis global,

sin por

ello solucionar

absolut am ent e ninguna de las graves causas de los problem as que se avecinan, dado que los act uales problem as t ienen que ver sólo m inorit ariam ent e con lo fiscal. Aplicar propaganda o disciplina " fiscalist a" sería com o echar naft a al fuego. Supondría at acar una event ual recesión m undial sin precedent es con m ás recesión. Sin em bargo, es necesario t ener en cuent a que est e m ecanism o financiero por el cual los Est ados Unidos se endeudan progresivam ent e con t odo el m undo, m ient ras el rest o de los países financia el exceso de gast o nort eam ericano, ha sido posible, al m enos en part e, gracias a la aparición del " t errorism o islám ico int ernacional" . Tal com o el econom ist a Kennet h Rogoff lo señala en una not a aparecida en el diario La Nación del 8 de j ulio de 2005, t it ulada La Econom ía del Miedo y publicada sólo un día después del gran at ent ado de Londres, la sit uación de gran inseguridad m undial que se vive a raíz del t errorism o favorece las inversiones en act ivos financieros de riesgo m ínim o, com o pueden ser considerados los bonos del Tesoro nort eam ericano. Ese fact or cont ribuye a baj ar las t asas de int erés de esos bonos y a subir sus precios, fact or que ayuda a que los países asiát icos, sea a t ravés de sus bancos cent rales o a t ravés de sus corporaciones, sigan proclives a m ant ener en sus balances cant idades m uy alt as, casi exorbit ant es, de esos act ivos de deuda nort eam ericanos. Tal com o Rogoff lo señala, el m ecanism o no es nuevo, sino que es el m ism o que hacía que durant e los años 1950 y 1960, en el apogeo de la " Guerra Fría" , las t asas de largo plazo se m ant uvieran m uy baj as en Est ados Unidos, hecho que favorecía lo que en aquella época fue una excelent e era de crecim ient o cont inuo. Com o puede observarse, ent onces, el t errorism o no ha sido aj eno a est e est ado de cosas en la est ruct ura financiera int ernacional:

ha

favorecido la posibilidad de que Est ados Unidos siga creciendo y gast ando en

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exceso, gracias a la financiación ext ra que se le ot orga a t ravés del m iedo. Claro que ello no puede durar para siem pre por m ás recrudecim ient o que experim ent e el t errorism o int ernacional. El crecim ient o de la deuda es t an grande y t an rápido que se gest an grandes problem as financieros y económ icos que bien pueden est allar m ucho ant es del fin de la publicit ada " guerra cont ra el t errorism o" . Para colm o de m ales, la posibilidad —cada vez m ás probable— de la explosión de una severa crisis financiera int ernacional, con un enorm e correlat o recesivo en la econom ía global, se ve agravada por fact ores que hast a hace poco no est aban en j uego en el t ablero, y que los m edios de com unicación anglosaj ones sist em át icam ent e esconden en t oda su envergadura: el preocupant e com ienzo de la escasez de hidrocarburos fósiles ( pet róleo y gas nat ural) de los cuales depende en la act ualidad m ás del 75% de la energía m undial ( si se sum a el carbón, la cifra casi alcanza el 85% ) . De m ás est á decir que la confluencia de una previsible crisis m onet aria y del sist em a de pagos int ernacionales con epicent ro en los Est ados Unidos ya de por sí sola indica la probabilidad de consecuencias im predecibles en t odo el m undo. Pero si a ello se le agregan los efect os de una probable crisis energét ica int ernacional, ¿qué es lo que puede quedar indem ne de la act ual est ruct ura de la globalización?

El pe t r óle o Si bien los precios del crudo se han elevado apreciablem ent e desde inicios de 2003, lo ciert o es que una buena part e de la población m undial perm anece ext rañam ent e im pasible ant e est e dat o clave, aun cuando la vida hum ana ent era, en las sociedades m odernas, depende en enorm e m edida t ant o de la disponibilidad com o del cost o de la energía. La m uy preocupant e inform ación en lo concernient e a la posibilidad de que el m undo est é t ocando su t echo de producción pet rolera en est os años ha com enzado a circular en m últ iples libros, lo que de ser ciert o im pondría una serie de increm ent os bruscos en los precios del barril —por m ás que haya est abilizaciones t ransit orias o incluso baj as pronunciadas— hast a que sean t om adas decisiones m uy im port ant es en cuant o a la m odificación de la t ecnología energét ica. Lo ciert o es que m uy pocas voces se han escuchado acerca de est e t em a, y cuando ha habido pronunciam ient os, ést os casi nunca han sido cubiert os por los m edios m asivos de com unicación, que suelen j uzgar que se t rat a de un t em a em barazoso, y lo t rat an t angencialm ent e. Muchas veces el problem a es abordado com o si se t rat ara sim plem ent e de la falt a de inversiones en el sect or energét ico, cuando en realidad se t rat a nada m enos que del inicio de la fase del agot am ient o de los recursos energét icos fósiles. Las consecuencias de ese agot am ient o podrían ser enorm es:

un m uy duro aj ust e de cint urón en las

poblaciones de práct icam ent e t odo el m undo result aría ineludible. Sin em bargo, la m era ilusión, m uy irracional, de que algo m ágico sucederá e im pediría la

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m at erialización de est e problem a gravísim o que recién com ienza, es lo que im pide que las lógicas prot est as populares cont ra la t ecnología pet rolera se hayan concret ado. Puede pensarse que en buena m edida esas ilusiones se deben a la m em oria de las crisis pet roleras de los años set ent a, que fueron sucedidas por un largo período de baj as en los precios del pet róleo a niveles im pensados sólo unos pocos años ant es. Lo que no se suele t om ar en cuent a cuando se cae en ese razonam ient o sim plist a es que en la década de 1970 exist ía la posibilidad t écnica de producir pet róleo m uy por encim a de la dem anda m undial, y que el alza de precios de los com bust ibles se dio por m ot ivos polít icos. ¿Que ocurrió en 1973? ¿Por qué los precios del barril se cuadruplicaron en pocos m eses en aquella oport unidad? Desde

1971

Est ados

Unidos

est aba

perdiendo

aceleradam ent e

su

suprem acía com o cent ro del m undo financiero, a raíz de su apresurada salida del sist em a de Bret t on Woods que ligaba el dólar al oro. Richard Nixon decidió un t ant o apresuradam ent e abandonar el pat rón- oro en lugar de devaluar fuert em ent e al dólar cont ra el m et al y seguir con el m ism o sist em a. A raíz de esa m edida, una gran cant idad de capit ales se fugó a Europa y Japón. Wall St reet corría el riesgo de perder su lugar de suprem acía financiera m undial, y lo propio ocurría con la Cit y de Londres. La elit e anglo- nort eam ericana diseñó un esquem a para consolidar esa suprem acía, el cual adem ás le report aría ot ras pingües ganancias. Se t rat aba de hacer subir el precio del pet róleo a niveles nunca ant es vist os. De t al m anera habría de producirse una gran t ransferencia de ingresos principalm ent e de Europa y Japón —que im port aban e im port an casi el 100% del pet róleo que consum en— hacia los principales países product ores del m undo, la m ayoría árabes. Al m ism o m om ent o de producida la crisis, ent onces, una gran m asa de fondos iba a inundar los países árabes, que a su vez t endrían que dirigir sus dólares hacia el ext erior. Num erosos asesores financieros, ent re ellos David Mulford, fueron despachados en form a perm anent e a los países árabes beneficiados por el alza del precio del barril, a fin de que los diversos j eques y reyes supieran a ciencia ciert a cóm o y dónde invert ir el exceso de pet rodólares. Est a verdadera t ask force financiera invirt ió los pet rodólares solam ent e en Nueva York y Londres, con lo que así, gracias a la crisis pet rolera que angust iaba a vast as part es del m undo, Wall St reet y la Cit y consolidaban su lugar com o cent ros financieros m undiales. En aquella oport unidad ent onces, se est uvo m uy lej os de que se produj era una crisis pet rolera " nat ural" . Se t rat aba de un proceso m anipulado polít icam ent e por la elit e globalist a, al punt o de que Henry Kissinger j ugó un papel cent ral en su explosión.

Según William

Engdahl,

Kissinger

engañó alt ernat ivam ent e a los

enviados t ant o de I srael com o de los países árabes enfrent ados con el Est ado j udío, pues parecía conducirse com o si est uviera int ent ando evit ar una guerra cuando en realidad su m isión era producir t odo lo cont rario. De t al m anera, el secret ario de Est ado nort eam ericano ocult ó a am bos lados enfrent ados los punt os m ás salient es

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de la posición cont raria. Así fue que la guerra de Yom Kippur de 1973, ent re Egipt o y Siria por un lado, e I srael por el ot ro, se hizo inevit able, y sirvió com o verdadero pret ext o a la crisis pet rolera int ernacional. Su direct a consecuencia fue el em bargo ordenado por los países árabes product ores de pet róleo, el cual afect ó en el m undo desarrollado a t oda Europa cont inent al y a Japón. Est ados Unidos aún producía int ernam ent e en aquella época cerca del 80% del pet róleo que consum ía, por lo que nunca t uvo verdaderos problem as de abast ecim ient o. Las com pañías pet roleras nort eam ericanas, a su vez deseosas de increm ent ar sus ganancias, aprovecharon la vast a propaganda que t uvo el bloqueo para elevar en form a inm ediat a los precios y producir un aut ént ico fenóm eno de hist eria colect iva, que en sí m ism o im pidió que alguien cuest ionara el alza de los com bust ibles ant e el j ust ificado t em or a que la alt ernat iva fuera carecer absolut am ent e de ellos. Com o se ve, en 1973 la elit e no se lim it ó a rest it uir a Wall St reet y la Cit y londinense com o cent ros financieros m undiales gracias a los pet rodólares. Las t asas de ganancias de los pulpos pet roleros se m ult iplicaron dado que el cost o de ext raer el barril práct icam ent e no había aum ent ado en ninguna región del m undo. Lo que hubo fue una lim it ación t ransit oria en la ofert a de pet róleo, m ient ras por un período de t iem po se dej aba que exist iera, en la indust ria pet rolera, una gran capacidad product iva ociosa. Una reducción de sólo el 5 % en la producción m ensual árabe durant e unos pocos m eses produj o un aum ent o de precios del orden de 400% . Nunca ant es, ni después, las ganancias pet roleras habrían de pegar t al salt o, pero los beneficios para la elit e no quedaron allí. En segundo lugar, las em presas pet roleras inglesas, principalm ent e Shell y Brit ish Pet roleum , obt uvieron beneficios adicionales m uy im port ant es: por un lado, Gran Bret aña fue el único país europeo occident al que pudo escapar com plet am ent e del bloqueo árabe dado que firm ó un t rat ado especial con los países árabes. Alem ania int ent ó hacer lo m ism o, pero su canciller en aquella apoca, Willy Brandt , recibió una prot est a form al de Henry Kissinger por int ent ar salt ar el bloqueo árabe en form a unilat eral, y debió t irar al cest o su proyect o de neut ralidad germ ana en el conflict o árabe- israelí. Finalm ent e, y de m anera m uy im port ant e, con las nuevas cot izaciones del barril de crudo em pezaba a ser rent able, por prim era vez, ext raer el pet róleo que las cit adas em presas brit ánicas poseían en el fondo del Mar del Nort e, cuya explot ación no era fact ible ant es del aum ent o de 1973. Result a evident e que, lej os de ser las víct im as, las em presas pet roleras nort eam ericanas e inglesas fueron las grandes beneficiarias j unt o a las elit es de los países árabes y los cent ros financieros de Wall St reet y la Cit y londinense. La hist oria oficial nada regist raría de t odo est o, obviam ent e debido al dom inio que sobre la prensa anglo- nort eam ericana ej ercen las agencias de not icias y los hist oriadores oficiales, financiados unos y ot ros por la m ism a elit e financieropet rolera.

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Lo que hay que hacer not ar, adem ás de la art ificialidad de aquella guerra árabe- israelí urdida con obj et ivos claram ent e económ icos por Henry Kissinger com o agent e de la elit e est adounidense, es el hecho de que est a vez, en pleno 2007, las cosas son m uy diferent es de las crisis pet roleras de la década de 1970. La causa del alza de los precios de los com bust ibles est a vez no es la necesidad de recom poner la hegem onía financiera de Wall St reet , hoy aún indiscut ible. El increm ent o en las cot izaciones del crudo, aunque aum ent a las ganancias de las em presas pet roleras, t am bién aum ent a el riesgo colect ivo que enfrent a el sect or respect o de la posibilidad de que se increm ent en las presiones sociales y polít icas para reem plazar los hidrocarburos fósiles por ot ras form as de energía. Ocurre que por prim era vez el m undo com o un t odo se asom a a una crisis pet rolera de nat uraleza est ruct ural. A diferencia de 1973, est a vez no hay una capacidad de ofert a ociosa que se pueda poner en m archa firm ando un t rat ado de paz o m ediant e disposiciones unilat erales t endient es a volver a aum ent ar el cupo de producción de crudo. Est a vez es m uy diferent e, y por prim era vez nadie, absolut am ent e nadie, t iene el verdadero cont rol de lo que ocurre con los precios y las cant idades de hidrocarburos fósiles que se ext raen en el m undo. Por lo t ant o, la act it ud com placient e de las poblaciones m undiales ant e lo que ocurre en el m ercado pet rolero y gasífero bien puede result ar a la post re una act it ud m uy equivocada. Cuant o m ás t ardía sea la reacción social y popular en el m undo desarrollado respect o del aum ent o en los precios del barril, m ás cost os no sólo económ icos, sino t am bién sociales y en núm ero de vidas hum anas habrá que pagar. Veam os por qué. Cuando ocurrieron los at ent ados del 11 de sept iem bre de 2001 en Nueva York y Washingt on, el pet róleo no era not icia en ningún m edio de com unicación im port ant e. Los precios del barril oscilaban ent re 20 y 25 dólares, y aunque geólogos y econom ist as especializados venían advirt iendo sobre el inicio event ual de una era de escasez, poco y nada llegaba al público com ún. Cuando el 11 de m arzo de 2004 se produj eron en Madrid los at ent ados en At ocha y ot ras est aciones de t ren en los que perdieron la vida m ás de 200 personas, si bien la cot ización del barril ya est aba en alza, el aum ent o de precio del " oro negro" t odavía no era not icia. Y hoy por hoy, en 2007, ello t am poco ocurre. Si bien el cost o del barril se ha t riplicado con relación a unos pocos años at rás, poco y nada dice acerca de las verdaderas causas de est e pronunciado ascenso. Los m edios han confundido a la población en t odo el m undo, at ribuyendo el alza a sucesos punt uales com o el j uicio en Rusia a la pet rolera Yukos, los at ent ados t errorist as en I rak, o los problem as polít icos en Venezuela o sindicales en Nigeria. Se t rat a, en t odos los casos, de sucesos que son habit uales, dado que nunca ningún m ercado del m undo est á exent o de inconvenient es de esa envergadura. Por ot ra part e, la m ayoría de esos problem as se ha ido solucionando y de t odas m aneras el pet róleo ha vuelt o a subir. Es ent onces cuando aparece ot ra " cort ina de hum o" desde la prensa: para m uchos m edios, el fuert e crecim ient o de le econom ía china sería el principal responsable.

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Pues bien, China consum e hoy sólo el 8% del pet róleo m undial, aun cuando su población represent a m ás del 20% . El consum o de pet róleo per cápit a en China es m enor a un décim o del de los Est ados Unidos. ¿Podría decirse ent onces que es el fuert e crecim ient o de la econom ía nort eam ericana el responsable del increm ent o en el cost o de la energía? Pues bien: t am poco. Ocurre que t asas de crecim ient o de 3 o 4% anual son usuales en la hist oria económ ica nort eam ericana, y no por ello esos índices desem bocaron en el pasado necesariam ent e en alzas en el precio del pet róleo. A veces, y con relat iva frecuencia, ocurría precisam ent e lo cont rario. ¿Qué es lo que ocurre ent onces? Pues bien, que aunque año t ras año la producción m undial de pet róleo ha aum ent ado —y sigue aum ent ando— ent re 1 y 2% anual, y la de gas nat ural al 3% anual, aum ent ando adem ás la eficiencia del uso de am bos, no ha habido práct icam ent e descubrim ient os im port ant es de pet róleo en los últ im os quince años en ninguna región del m undo. De est a m anera, aunque la producción aum ent a en el Golfo Pérsico, ha com enzado a descender en una vast a cant idad de países. En m edio de esa sit uación, el principal perj udicado es Est ados Unidos, que t ocó su " t echo de producción" en 1970 y hoy im port a cerca del 65% de t odo el pet róleo que consum e. Se est im a que ese porcent aj e deberá seguir subiendo año t ras año hast a llegar al 100 por cient o. Son m uchos los analist as int ernacionales que han venido advirt iendo, casi siem pre en círculos reducidos, sobre est e problem a. Al m ism o t iem po, es m uy poca la at ención que se les ha prest ado en los m ás im port ant es m edios de com unicación a escala m undial, que norm alm ent e reflej an la equivocada opinión de los analist as a sueldo de las grandes pet roleras oligopólicas m undiales, que " sedan" a la población con la cant inela de que t odo el problem a se reduce a la falt a de inversión en áreas clave com o la exploración pet rolera en busca de nuevos yacim ient os. Es necesario advert ir que es sum am ent e im probable que una gran cant idad de nuevos yacim ient os pet roleros se descubran y ent ren en el circuit o product ivo por la sencilla razón de que se sabe, gracias a la t ecnología m oderna, que una vast a m ayoría de la superficie m undial no cuent a con reservas apt as para la explot ación. Sencillam ent e, no exist en. El int erés de los Est ados Unidos por int ervenir o am enazar a países donde se sabe que hay pet róleo no es ent onces ningún dat o casual, sino que se buscan excusas cuyo int erés prim ordial es el pet róleo, el gas, o las zonas de su paso: I rak, I rán, Venezuela, ent re ot ros, son claras m uest ras de cóm o gobiernos que no son dóciles a la elit e pet rolera- financiera son crecient em ent e forzados —cuando no reem plazados— para que sus líderes apliquen las polít icas funcionales a los Est ados Unidos que son básicam ent e t res: en prim er lugar, garant izar una acelerada explot ación de pet róleo y gas y su puest a en ofert a en el m ercado int ernacional; en segundo lugar, garant izar el rápido envío de hidrocarburos a los Est ados Unidos y el Reino Unido, para abast ecer sus m ercados nacionales al m ej or precio posible; en t ercer lugar, acrecent ar lo m áxim o posible la part icipación de los gigant escos pulpos pet roleros nort eam ericanos e ingleses en el

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proceso product ivo del gas y el pet róleo, que de ot ra m anera, a m edida que se van secando los pozos de Texas, Nuevo México, California y el Mar del Nort e, deberían ir saliendo del m ercado, lo que no sólo los condenaría a una rápida ext inción com o em presas, sino que adem ás pondría en j aque la salud de los grandes bancos nort eam ericanos relacionados con las pet roleras no sólo a t ravés de enorm e cant idad de prést am os y crédit os, sino t am bién societ ariam ent e. O sea, las m ism as fam ilias que m anej an

desde las som bras a las grandes pet roleras anglo-

nort eam ericanas son las que m anej an a los principales bancos nort eam ericanos. En adelant e, ent onces, vivirem os un preocupant e problem a energét ico. Est am os hablando de pet róleo y gas: el 75% de la energía que hoy se usa en el m undo. Y aunque cam biar el sist em a energét ico hacia ot ros insum os es posible en form a t eórica, no es m enos ciert o que result a sum am ent e difícil, t ant o en cuant o al t ransport e com o en el área de generación de elect ricidad. Con la act ual t ecnología es sum am ent e

arduo,

y

m uy

im probable,

que

pueda

reem plazarse

a

los

hidrocarburos fósiles en t ant o fuent e de energía. Cabe recordar que al hablar de pet róleo y gas no est am os hablando solam ent e de un elem ent o cent ral para la globalización, sino de un asunt o vit al para la vida urbana y el t ransport e de personas y alim ent os. Recapit ulando ent onces, t enem os a la vist a dos grandes crisis en ciernes. Una, financiera y económ ica, causada por la espiralización de consum o vía crédit o ext erno en Est ados Unidos a niveles nunca ant es vist os, y ot ra, energét ica, de m agnit ud aún hoy im previsible. Es m uy probable que a la globalización le cuest e m uchísim o solucionar los problem as ocasionados por la prim era. Su propia subsist encia est ará cuest ionada y am enazada. Para enfrent ar la segunda no hay planes oficiales que sean, al m enos, prelim inares, m ás allá de la " propaganda" de Bush y ot ros polít icos de los dos part idos nort eam ericanos, realizada para consum o m asivo a fin de escaparle al t em a. En realidad aunque parezca increíble, es nat ural que así ocurra y que nada se planifique desde los gobiernos m ás im port ant es del m undo: t ant o George Bush padre com o su hij o, Bill Clint on, Tony Blair, Silvio Berlusconi, José María Aznar, José Luis Rodríguez Zapat ero, Vladim ir Put in y m uchos ot ros líderes accedieron al poder, o se m ant uvieron en él, gracias a sus cont act os y acuerdos con el est ablishm ent financiero- pet rolero conform ado por los grandes pulpos anglonort eam ericanos y los bancos m ás im port ant es del m undo asociados a la indust ria del pet róleo. Las cam pañas elect orales son llevadas a cabo con fondos provenient es de los grupos económ icos m ás grandes e im port ant es del m undo y esos fondos generalm ent e se dest inan a apoyar a los candidat os que les ofrecen m ás garant ías de subsist encia y crecim ient o a esos m ism os grupos económ icos, no solam ent e en puest os presidenciables, sino t am bién en los cuerpos legislat ivos. Con m ucha frecuencia se observa t am bién que hast a los candidat os oposit ores son financiados por los m ism os int ereses económ icos, com o candidat os " suplent es" , por result ar

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m uchas veces considerados m enos " t ropa propia" que quienes suelen ganar las elecciones, generalm ent e con m ás presupuest o para las cam pañas, proporcionado por esas m egacorporaciones. Pero hay que t ener m uy en claro que hast a los " suplent es" —generalm ent e perdedores en las elecciones— son t am bién en buena m edida t ropa propia de la elit e financiero- pet rolera.

Socie da de s se cr e t a s com o m e t odología de pode r Todo est o, sin em bargo, no es nada nuevo, sino que ha sido llevado a cabo a lo largo de m uchísim as décadas. Vale la pena m encionar aquí que hace varios siglos los principales em presarios y banqueros ya solían agruparse en sociedades secret as —m uchas veces logias m asónicas—, en las que t om aban cont act o con personas int eresadas en la act ividad polít ica. En un principio ese m ovim ient o em presario const it uía una est rat egia defensiva: el afán de lucro est uvo m uy m al vist o en Europa Occident al durant e t oda la Edad Media, debido al t ipo de m oral ant iem presaria que la I glesia Cat ólica, fact or predom inant e de poder en aquella época, defendía. Adem ás, las propias m onarquías europeas, m ás allá de oscilar ent re la obediencia al papado y una abiert a rebeldía cont ra ést e, t am bién const it uían un fact or de poder que m iraba con recelo el crecient e avance de una burguesía com ercial y financiera que, generalm ent e sin ant ecedent es arist ocrát icos, com enzaba a disput ar cuot as de poder a las casas reales, que guerreaban ent re sí con prést am os de esa burguesía financiera. Por lo t ant o, preso del papa y las casas reales, ent re esos dos fact ores de poder a los cuales en el fondo det est aba, el incipient e em presariado com ercial y financiero vio con buenos oj os la asociación clandest ina com o form a de present ar un frent e unificado cont ra un poder polít ico y ot ro religioso a los que se consideraba una verdadera am enaza para sus int ereses. Los m ovim ient os que est uvieron det rás del propio Renacim ient o y de la llam ada I lust ración est uvieron usualm ent e m anej ados por esos int ereses em presarios represent ados en sociedades secret as. A m edida que el capit alism o fue desarrollándose m ás en Europa, banqueros y com erciant es com enzaron a det ent ar una m ayor cuot a de poder, y la organización en sociedades secret as com enzó a ser un fact or preponderant e en la lucha subt erránea que buena part e del em presariado llevaba a cabo cont ra reyes y papas. En t al sent ido, hay un año que represent ó un verdadero quiebre en la correlación de fuerzas ent re el em presariado y las m onarquías y el papado: 1776. Ese año, el fundador de la poderosa dinast ía financiera Rot hschild financió en Bavaria a un oscuro ex clérigo j esuit a para que fundara una sociedad secret a con el propósit o de liderar las logias m asónicas que se habían reorganizado en 1717 y respondían a la m onarquía inglesa. Se t rat ó de la logia de los I llum inat i de Baviera. Los I llum inat i no eran, o m ej or dicho, no son, una sociedad secret a m ás, sino una sociedad con obj et ivos claram ent e polít icos, dispuest a a aplicar una m et odología

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revolucionaria, ut ilizando m uchas veces golpes m ilit ares, act os de t errorism o y guerras para lograr sus obj et ivos de dom inación global y debilit am ient o de las polít icas nacionales que han sido y son siem pre una barrera para el em presariado financiero y com ercial. Con gran rapidez, la logia de los I llum inat i de Baviera se infilt ró en los Est ados Unidos, principalm ent e a t ravés de sus universidades y colegios. Prim ero lo hizo por m edio de la red elit ist a de est udiant es y graduados llam ada Phi Bet a Kappa, y luego, desde 1832, baj o la form a de la sociedad Skull & Bones ( Calavera y Huesos) afincada en la Universidad de Yale. Es necesario m encionar que algunos de los m ás prom inent es m iem bros de Phi Bet a Kappa part iciparon codo a codo con im port ant es m asones, com o George Washingt on, y Benj am ín Franklin para producir la guerra de independencia nort eam ericana, suceso considerado apet ecible por una vast a part e del em presariado europeo, incluso part e del inglés, dado que ayudaba a m inar la aut oridad de la Corona brit ánica, y a acrecent ar sus negocios hacia y desde el Nuevo Mundo. ¿Por qué m encionam os est o? El lect or podrá deducirlo con facilidad si t iene en cuent a que t ant o George W. Bush com o John Kerry, los cont endient es en las elecciones nort eam ericanas de 2004, son m iem bros de Skull & Bones, com o t am bién lo han sido —de est a y ot ras sociedades secret as— ot ros president es nort eam ericanos y m uchísim os ot ros m iem bros de sus gabinet es, así com o num erosos em presarios, diplom át icos, m ilit ares, periodist as, et c., que han llegado a sus cargos m erced al conocim ient o previo que la elit e posee de ellos gracias a su pert enencia a dichas sociedades. Sin em bargo, a m edida que las sociedades secret as avanzaban hacia el obj et ivo de la elit e que las dom ina, o sea, hacia un dom inio polít ico y económ ico global y represent ado en un Nuevo Orden Mundial caract erizado por países sin polít icas económ icas, educat ivas ni sociales realm ent e independient es, se t oparon con

un

problem a

im previst o.

Su

act ividad

realizada

clandest inam ent e

fue

denunciada en una vast a cant idad de naciones, y la gent e en aquellas épocas com enzó a present ir y pensar que había m ucho de verdad en la idea de que m uchos de los grandes sucesos polít icos habían sido en realidad m anipulados desde las som bras y carecían de la espont aneidad que m uchas veces la hist oria oficial les adj udica. El peor de est os m om ent os se dio en t orno de la Prim era Guerra Mundial, donde las denuncias de las act ividades de est as sociedades se realizaban m uy seguido en Francia, Alem ania, I nglat erra, I t alia, Est ados Unidos y Rusia, ent re ot ros países. Fue por est e m ot ivo, y por el efect ivo cont rol que las clases em presariales de Est ados Unidos e I nglat erra ya ej ercían t ras la Prim era Guerra Mundial sobre los recursos energét icos m undiales, que los principales em presarios advirt ieron la necesidad de que una buena part e de los obj et ivos económ icos, polít icos y sociales se t razara en form a m enos secret a, aunque no t ot alm ent e pública. De est a m anera

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nacieron el Consej o de Relaciones I nt ernacionales ( Council on Foreign Relat ions: CFR) y el I nst it ut o Real para los Asunt os I nt ernacionales ( Royal I nst it ut e for I nt ernat ional Affairs: RI I A) . Am bos cent ros de poder fueron fundados en 1919 y 1921, con base en Nueva York y Londres, con el fin de elaborar las polít icas que los gobiernos —del part ido polít ico que fuere— deberían adopt ar en práct icam ent e t odos los t errenos: econom ía, educación, cult ura, et cét era. Esos cent ros de poder t rabaj an en form a m uy silenciosa, pero para nada clandest ina. En sus reuniones suele haber m iem bros prom inent es de t odas las disciplinas, y t am bién dueños de los principales m edios de com unicación y los principales periodist as. De t al m anera, los m edios de com unicación post eriorm ent e realizan lobby, o al m enos hablan en form a benevolent e —ciert o disenso acot ado siem pre se perm it e— de lo que se acuerda com o " saludable" para que sea encarado t ant o por Est ados Unidos com o por el rest o del m undo en el m arco de sus polít icas de acción. Est os cent ros de poder, que luego desarrollaron los llam ados Grupo Bilderberg

y

Com isión

Trilat eral

con

el

fin

de

incluir

en

algunas de

sus

deliberaciones a los principales em presarios y polít icos de Europa Cont inent al y Japón, elaboran sus polít icas con un com placient e silencio de prensa sobre sus reuniones, sus debat es y sus obj et ivos, aunque sin la clandest inidad de sus ant ecesores, las sociedades secret as, que obviam ent e siguen exist iendo y gozando de enorm e poder, dado que sólo los " pret ext os cient íficos y polít icos" son dej ados en m anos del CFR, el RI I A, el Grupo de Bilderberg y la Com isión Trilat eral. No hay t em a im port ant e sobre las áreas de pet róleo, finanzas, polít icas com erciales, invasiones a países " díscolos" , o negociaciones de países con el FMI o el Banco Mundial, que escape al discret o cont rol del CFR y el RI I A, grupos que ej ercen un verdadero " gobierno m undial en las som bras" y que son los reales " apunt adores de let ra" para los gobiernos de los Est ados Unidos y m uchísim os ot ros países. Pero ese poder de influir en el país m ás poderoso del m undo no ha sido siem pre igual, sino que se ha acrecent ado en form a de " salt os cuánt icos" prim ero con Jim m y Cart er en 1976 y luego de nuevo m uy fuert em ent e en especial desde que George Bush padre ganó las elecciones en 1989. Se observará ent onces que t ant o el CFR com o el RI I A no son ent idades t ras un único part ido polít ico, sino que influyen en form a predet erm inant e en los dos part idos polít icos del país m ás poderoso del m undo. La creación de los servicios secret os com o el FBI y la CI A, copiando el m odelo del espionaj e inglés de principios del siglo XX, corresponde al m ism o fenóm eno. Esos servicios son una especie de " hij os nat urales" de dichos cent ros de poder, con el fin de que sean t ales agencias las que lleven a cabo los procedim ient os que est im an necesario realizar, pero que no pueden ser aplicados por gobiernos legít im os sin despert ar la indignación de las m asas populares. Desde los años ochent a, la elit e financiero- pet rolera viene prefiriendo, en general, a los polít icos m ás conservadores del Part ido Republicano, ya t ot alm ent e

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corrom pido por esos int ereses, pues se han dem ost rado com o m ej ores ej ecut ores de sus polít icas. Sin em bargo, llegado el caso, t ienen una gran cant idad de " hom bres de reserva" en el Part ido Dem ócrat a —com o lo fue en su m om ent o Bill Clint on—, para ser puest os en m ovim ient o en m om ent os en los cuales result a necesario " apret ar el freno" y m ost rar la cara m ás gent il de la globalización, sin dej ar de avanzar en ella, pero en form a m ás encubiert a.

H it le r ism o sin H it le r El ala conservadora del Part ido Republicano —hoy m uy predom inant e en ést e— ha venido nut riéndose de la filosofía polít ica de un alem án em igrado por m ot ivos raciales durant e el Tercer Reich: Leo St rauss. Afincado en los Est ados Unidos, St rauss fue m uy bien recibido en la Universidad de Chicago ( fundada y dirigida por los int ereses del pet róleo, donde adem ás t rabaj aban los econom ist as m ás conservadores com o Milt on Friedm an y los físicos que habían llevado a cabo los est udios para desarrollar la bom ba at óm ica) . En Chicago, St rauss desarrolló sus t eorías polít icas que han inspirado no sólo al Part ido Republicano sino t am bién al CFR, de la m ism a m anera que en el pasado m ás lej ano las sociedades secret as se nut rían de la filosofía de la hist oria hegeliana para llevar a cabo sus act ividades revolucionarias. Las t eorías de St rauss pueden resum irse en una prem isa básica y t res líneas de acción para lograr los obj et ivos. St rauss era un lect or acrít ico de Nicolás Maquiavelo y fue, de hecho, su cont inuador, o quien reform uló sus t esis. Su prem isa básica es la siguient e: Por derecho nat ural, los fuert es deben gobernar sobre los débiles. Sus t res líneas de acción represent an una verdadera m et odología para lograr obj et ivos de dom inio a t ravés de la globalización. Ést as han sido y siguen siendo las siguient es: a) Dado que no exist en verdades absolut as, sino sólo relat ivas, es necesario que los gobiernos m ient an. Los gobiernos deben dar a la población a t ravés de la prensa sólo un m ínim o indispensable de inform ación fidedigna, pues en general, no cabe ot ra opción que la m ent ira y el engaño, a fin de m ant ener lo m ás m onolít icam ent e posible la fe de las m asas en un fut uro m ej or y en una escala de valores. La m ent ira y el engaño deben ser las arm as para im pedir t odo at isbo de escept icism o o nihilism o por part e de las m asas, lo que bien podría llevar a la anarquía. b) Cont rariam ent e a lo que est ablece la m ayoría de las const it uciones dem ocrát icas en lo que respect a a la necesidad de separar el Est ado de la

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I glesia,

St rauss

pensaba,

nort eam ericanos con

Bush

al

igual

que

a la cabeza,

los

polít icos

conservadores

que la fe religiosa

y

las

invocaciones a un dios t odopoderoso ayudan en buena m edida a que ese escept icism o o nihilism o se reduzca a un m ínim o posible. La religión ent onces, cualquiera que sea, es una pot ent e arm a de dom inio, al igual que la m ent ira y el engaño, para lograr encolum nar al pueblo t ras un líder y t ras la clase dom inant e que debe gobernar un país por " derecho nat ural" . Las sociedades secret as anot aron m uy bien est a indicación, com o verem os en el capít ulo cinco. c) La base de cualquier Est ado y de cualquier gobierno es la exist encia de un enem igo. La lucha cont ra un enem igo com ún sirve para aglut inar m ás a las m asas. Un peligroso enem igo ext erno m uchas veces aparece de m anera espont ánea o im previsible, pero según St rauss, y los polít icos que han caído baj o su influencia, si ese enem igo no exist e, es necesario crearlo. Si no hay uno a m ano, ést e debe ser fabricado, porque sin un enem igo poderoso se corren riesgos de que se den las condiciones para que aparezcan im port ant es niveles de disenso int erno que pongan en riesgo la conducción del Est ado y el dom inio de un país por los " elegidos" a t ravés del derecho nat ural, o sea los m ás fuert es. Obviam ent e es necesario ent ender que en un régim en capit alist a global, los m ás fuert es no son ot ros que los m ás ricos. Puede result ar curioso, pero a pesar de ser un perseguido de Hit ler por m ot ivos raciales, St rauss t erm inó por im it ar a su odiado enem igo. Si sust it uim os " los m ás fuert es" por " la raza aria" , nos encont raríam os con idént icas percepciones acerca de una raza o una clase " elegida" para gobernar el m undo por derecho nat ural. Asim ism o,

la

frase

m ás fam osa

que

se

recuerda

del

m inist ro

de

Propaganda de Hit ler, Joseph Goebbels, era " m ient e, m ient e, que algo quedará" , y es casi idént ica a la prim era prem isa st raussiana de gobierno. Durant e el Tercer Reich no había una religión considerada de Est ado, aunque las creencias paganas y los sím bolos hindúes ut ilizados por el nazism o ( com o la cruz gam ada) , así com o t odas las creencias y leyendas sobre el origen indoeuropeo de la raza aria, const it uían un sist em a de creencias al est ilo de las religiones, que cohesionaba a los alem anes, aun cuando Hit ler no dej ara de apoyar al cat olicism o y al crist ianism o en general. Finalm ent e, en la idea de crear un enem igo si ést e no est á a m ano, St rauss no hace m ás que copiar algunas de las propias t áct icas de Adolf Hit ler, cuando por ej em plo en 1933 el Führer habría ordenado incendiar el Reichst ag ( Parlam ent o) y luego culpar del at ent ado a un com unist a con la finalidad de suspender

t ot alm ent e la act ividad de los part idos polít icos,

acabar

con

el

34

Parlam ent o y gobernar dict at orialm ent e el país, siem pre en guardia cont ra el posible avance del " com unism o" y el " pueblo j udío" . En sínt esis, Leo St rauss no ha propuest o ot ra cosa que un régim en hit leriano sin Hit ler baj o la apariencia de una dem ocracia, donde la gent e cree que vot a por candidat os e ideas diferent es cuando en realidad los dos candidat os han sido coopt ados de ant em ano ( aunque siem pre hay un preferido com o lo ha sido Bush) , o bien las propias t áct icas st raussianas llevadas a cabo desde los cent ros de poder, se encargan de borrar t odo at isbo de posible salida hacia un esquem a verdaderam ent e dem ocrát ico. Si se lo piensa bien, es difícil saber qué régim en encierra una dosis m ayor de perversión: si los t ot alit arism os de izquierda o derecha, o si el st raussianism o dom inando las dem ocracias desde las som bras. Se sabe perfect am ent e bien que t ant o la Unión Soviét ica de St alin o el Tercer Reich de Hit ler eran sist em as en los que no había libert ad alguna y se vivía en un clim a t ot alm ent e opresivo. Sin em bargo, ésa era la ley en am bos sist em as, y quedaba clara para t oda la población. Baj o la act ual apariencia de dem ocracia, en cam bio, los m edios de com unicación adorm ecen a poblaciones ent eras a t ravés de not iciarios vacíos de verdaderas not icias, replet os de casos policiales ( present ados para que el t elevident e desconfíe del vecino o del desconocido y nunca del propio Est ado o del sist em a) y sat urados de banales ent ret enim ient os escapist as o de deport es, en los cuales se suele deposit ar falazm ent e lo poco del nacionalism o que puede quedar en la era de la globalización. Desde la caída de las Torres Gem elas hay pocas dudas de que el m undo ent ero se ha sum ergido —con m ás o m enos fuerza según cada país— en una cruel dict adura t ravest ida de dem ocracia, con cent ro en Nueva York y Londres, hacia la cual los gobiernos sólo pueden present ar una obedient e sum isión, com o la de los países que se encolum naron t ras los Est ados Unidos y el Reino Unido para invadir I rak, o bien apenas pueden ent ablar negociaciones est rat égicas de relat iva oposición en el m arco de una sit uación de m uy clara debilidad. En la próxim a part e verem os cóm o act ualm ent e el CFR y las sociedades secret as que se esconden det rás, verdaderos t it irit eros del gobierno de George W. Bush y sus predecesores, m anipulan sit uaciones para que, usando las t áct icas st raussianas, aparezca un enem igo, el cual si bien m uchas veces es aparent em ent e ext erno, en realidad es m anufact urado de alguna u ot ra m anera en los Est ados Unidos: un enem igo m ade in USA. Todo baj o la fachada de la " m ayor dem ocracia del m undo" .

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40

Dos Terrorismo: el nuevo "enemigo"

Neo: ¿Est am os dent ro de un program a de com put ación? Morpheus: ¿Acaso es realm ent e t an difícil de creer? Neo: ¿Es est o real? Morpheus: ¿Qué es " real" ? ¿Cóm o defines " real" ? Mat rix El sim ulacro no encubre la verdad. Es la verdad la que encubre el hecho de que ella m ism a no exist e. El sim ulacro es la verdad. Prim era frase de Sim ulacro y Sim ulación, de Jean Baudrillard. El libro es m ost rado a cám ara por Neo durant e apenas una fracción de segundo en la escena 3 de Mat rix.

41

¿Probaron con la OLP ( Organización para la Liberación de Palest ina) ? Ellos necesit an m ás t errorist as... Secret ario de Est ado Henry Kissinger al canciller argent ino César Guzzet t i el 6 de j unio de 1976.

El 6 de j unio de 1976 se reunieron a puert as cerradas en Sant iago de Chile funcionarios de la adm inist ración del president e Ford con enviados argent inos del gobierno del dict ador Jorge Videla. Quienes encabezaban la reunión eran Kissinger y Guzzet t i, los cancilleres de am bos países. Lo que se t rat ó en ella se m ant uvo en secret o hast a que en

el año 2004

se desclasificaron

los docum ent os.

La

t ranscripción t ext ual de ést os indica que t ras hablar sobre el fut uro t orneo m undial de fút bol de 1978 a realizarse en la Argent ina —respect o del cual Kissinger predij o acert adam ent e en esa reunión que sería ganado por la selección argent ina— y t ras est ablecer cont act os para que David y Nelson Rockefeller se ent revist aran en form a privada con

el m inist ro de Econom ía argent ino José Mart ínez de Hoz,

la

conversación discurrió sobre t em as m ás lúgubres. Ocurre que el gobierno argent ino est aba em barcado en un proceso de desaparición de personas al cual Kissinger dio un vist o bueno t ácit o, a pesar de t rat arse de t errorism o de Est ado. Sin em bargo, la part e m ás j ugosa del diálogo se dio cuando el alm irant e Guzzet t i expuso el problem a del m edio m illón de inm igrant es, en gran m edida de izquierda, que el país había recibido de 1973 a m arzo de 1976. Guzzet t i t rat aba ese problem a porque sabía que la Argent ina se expondría a enorm es problem as diplom át icos fut uros si aplicaba

a

los

ext ranj eros

la

m ism a

t áct ica

em pleada

con

quienes

eran

considerados t errorist as argent inos: la t ort ura y la m uert e sum aria sin j uicio. La respuest a de Kissinger, cit ada en el epígrafe de est e capít ulo, es indicat iva de cóm o, a puert as cerradas, los m áxim os dirigent es nort eam ericanos o de regím enes dict at oriales pueden llegar a t rat ar con t ot al solt ura el asunt o del t errorism o, y cóm o ést e sirve post eriorm ent e de pret ext o para alcanzar obj et ivos polít icos. Cuando Kissinger hizo esa afirm ación, I srael y los palest inos est aban t ransit ando uno de los m om ent os m ás t ensos de la hist oria de sus relaciones. Obviam ent e, el t errorism o palest ino proporcionaba a los Est ados Unidos pret ext os suficient es para int ervenir en una zona cara a sus afect os, no t ant o porque en ést a se encuent ren m illones de j udíos víct im as de las polít icas de t error de Hit ler o St alin, sino m ás bien porque la zona es m uy cercana a donde hoy se encuent ra concent rado el 80% del pet róleo del m undo. De t al m anera, las agresiones que I srael pudiere sufrir siem pre son una buena excusa para poner un pie en los países de los que depende y dependerá cada vez m ás el m undo ent ero en m at eria de

42

abast ecim ient o energét ico. En t orno de est e fact or t am bién gravit a no sólo la salud de los enorm es pulpos pet roleros anglo- nort eam ericanos, sino el m undo de las finanzas en Wall St reet .

Los

act os

m ás

crueles:

guerras,

at aques

t errorist as,

sangrient as

revoluciones y golpes de Est ado, convenient em ent e m anipulados por las agencias int ernacionales de not icias y

los ult raconcent rados m edios de com unicación

nort eam ericanos, generalm ent e provocan " explicaciones oficiales" que no son m ás que fachadas para que sean t olerados im pávidam ent e por poblaciones ent eras a fin de que la elit e financiero- pet rolera pueda conseguir sus obj et ivos de dom inio económ ico y poder polít ico. Verem os cóm o est o ocurre en el m undo act ual, y, t am bién cóm o no se t rat a de nada nuevo. La gran diferencia, que debe quedar m uy clara al lect or, es que m ient ras hast a bien ent rados los años ochent a el t errorism o era un inst rum ent o de la elit e para provocar acciones y reacciones en diferent es países en form a aislada, una vez desaparecida la Unión Soviét ica, ent rados los años novent a, y sobre t odo durant e el nuevo m ilenio, ést e es convert ido en El enem igo. Un enem igo int ernacional y sist ém ico, de la m agnit ud de lo que ant es fue la Unión Soviét ica.

¿D ón de e st á Osa m a bin La de n ? Si hay un suceso que ha m arcado a fondo el com ienzo del nuevo m ilenio, es precisam ent e el at aque que sufrieron los Est ados Unidos el 11 de sept iem bre de 2001. A pesar de la explicación oficial que pret endió cerrar cualquier debat e sobre los hechos, m uchos punt os perm anecen m uy oscuros y aún no han sido explicados. Ent re ellos vale la pena m encionar la im posibilidad de que las Torres Gem elas cayeran sólo por el im pact o de los aviones, el t ipo de derrum be de ést as que sólo es frecuent e en procesos de dem olición cont rolada, la especulación bursát il desde unas sem anas ant es del at aque con opciones de vent a de las em presas aéreas dam nificadas, el hecho de que el boquet e que dej ara en el Pent ágono el supuest o avión que lo im pact ó fuera de m enor t am año al que produciría un Boeing, la ausencia de rest os del avión dent ro y en las cercanías del Pent ágono, la ext raña " supervivencia" de varios de los t errorist as involucrados en los at aques, quienes ni siquiera est aban en los Est ados Unidos el día de los at ent ados, la ext raña " vía libre" dada a los fam iliares de Osam a Bin Laden resident es en los Est ados Unidos para que abandonaran el país sin cuest ionam ient o alguno, la rara act ividad sísm ica —no producida por im pact os de aviones— evidenciada por sism ógrafos cercanos a Nueva York, la supresión en los videos edit ados de los at ent ados de llam at ivas im ágenes de hum o m uchos pisos m ás abaj o de aquellos en los que im pact aron los aviones y, sobre t odo, las sorprendent es declaraciones de George W. Bush en dos conferencias

43

de prensa regist radas en el sit io web de la Casa Blanca, en las que declara haber vist o en direct o el im pact o del prim er avión desde Miam i. Ést os son sólo algunos de los punt os oscuros relacionados con los at ent ados. 1 A pesar de la ausencia de pist as sólidas acerca de su aut oría, en sólo veint icuat ro horas los m edios de com unicación difundían que había pruebas irrefut ables de que se debían a la red Al Qaeda de Osam a bin Laden, hecho que sirvió de j ust ificat ivo para la invasión de Afganist án. El m ism o hecho habría servido de j ust ificat ivo para invadir I rak si no hubiera caído rápidam ent e la hist oria del gobierno de Bush acerca de los at aques con ánt rax, al com enzar a saberse que habían

sido

realizados

por

un

agent e

de

biodefensa

del

propio

gobierno

nort eam ericano y no eran part e de ninguna labor de cooperación ent re Bin Laden y Saddam

Hussein, quienes en realidad eran m ort ales enem igos desde hacía

m uchísim os años. 2 La caída de esa acusación llevó post eriorm ent e a la necesidad de invent ar el fam oso pret ext o de las arm as de dest rucción m asiva de Hussein, a fin de invadir I rak, el país con las segundas o t erceras —según la fuent e— reservas pet rolíferas del m undo, t ras Arabia Saudit a. Lo ciert o de t odo est o es que apenas divulgada en la prensa la presunt a culpabilidad de Osam a bin Laden, él m ism o em it ió un com unicado negando t oda responsabilidad. Se im ponía ent onces la necesidad de encont rar un argum ent o cont undent e para acabar con las dudas acerca de sus aut ores y com enzar la seguidilla

de

invasiones

y

guerras

que

favorecerían

los

int ereses

de

las

m egaem presas pet roleras anglo- nort eam ericanas y del narcot ráfico, indust ria que ha renacido desde el año 2002 en Afganist án. En ese t erreno, se t rat a de un país que ost ent a, baj o el act ual president e pro nort eam ericano Ham id Karzai —puest o por las t ropas de los Est ados Unidos—, el oscuro récord de ser el prim er product or m undial de opio, m at eria prim a para la elaboración de la heroína que se consum e en Nort eam érica y Europa, y que sería fuent e de grandes recursos para los servicios secret os est adounidenses ( especialm ent e la CI A) , los cuales podrían financiar con esos ingresos la gran cant idad de operaciones ilegales y secret as no presupuest adas que realizan en t odo el m undo. 3 Sólo direm os aquí que según est im aciones del propio Depart am ent o de Est ado nort eam ericano, en Afganist án se produce el 90% del opio m undial, y en 2006 se produj eron 5.644 t oneladas m ét ricas, m ient ras que en 2005 la cifra alcanzada fue 4.475. Por ot ra part e, la ext ensión de los cam pos de cult ivo experim ent ó un salt o ent re 2005 y 2006: según el organism o dirigido por Condoleezza Rice pasó de 107.400 hect áreas a cerca de

1

Un análisis pr ofundo del t em a puede encont rarse en el capít ulo 3 de Hit ler ganó la guerra, de Walt er Graziano, edit ado en 2004 por Sudam ericana.

2

3

I bid.

I bid.

44

172.000. Las cifras report an un aum ent o cercano al 30% en la producción y el 60% en el área cult ivada. 4 En cam bio, en la época de los t alibanes el cult ivo de am apola, la flor de la que se ext rae el opio, est aba prohibido. Para acceder a m ás inform ación, a fin de no desviarnos, rem it im os al lect or a la fuent e de referencia. 5 ¿Cuál fue ent onces el argum ent o " irrefut able" que se encont ró para culpar a Bin Laden? A las pocas sem anas de producidos los at ent ados, los m edios de com unicación de t odo el m undo em it ieron fragm ent os de un video en el que ést e conversaba con ot ros presunt os líderes de Al Qaeda y se aut oincrim inaba. Esas t ransm isiones t uvieron lugar sin ot ra seguridad de la aut ent icidad del video que la palabra de los organism os de int eligencia nort eam ericanos, pero lo ciert o es que ést e, que dura casi una hora y es la pieza cent ral del argum ent o de Bush para com enzar las operaciones bélicas, da t odas las señales de ser falso. En prim er lugar, m uest ra señales de haber sido edit ado. En algunas escenas se ve a Bin Laden con un anillo en una de sus m anos, y en ot ras ese anillo no exist e. En segundo lugar, el Bin Laden que allí aparece t iene al m enos quince kilos m ás de peso que en las fot ografías ant eriores, y que en un video inm ediat am ent e post erior del 13 de diciem bre de 2001 en el cual aparecería el aut ént ico Osam a bin Laden, flaco y envej ecido. En t ercer lugar, la m ayor part e del t iem po sólo se oyen m urm ullos inaudibles, salvo en los precisos m om ent os en los que quien parece ser Bin Laden se aut oincrim ina en pocas frases en un t rabaj oso idiom a árabe m al pronunciado, que sorprendent em ent e, parece conocer m uy bien. En cuart o lugar, en algunos fragm ent os del film se ve al supuest o Bin Laden escribiendo algunas not as con su m ano derecha cuando se sabe perfect am ent e que Bin Laden es zurdo. En quint o lugar, un equipo independient e de periodist as alem anes que invest igó el video com probó que ést e había sido m al t raducido por los organism os de seguridad nort eam ericanos, los que sólo pusieron com o excusa que no encont raron m ej ores t raduct ores. Finalm ent e, el supuest o Bin Laden que aparece en el film habla con t erm inología nort eam ericana que no exist e en el lenguaj e árabe, por ej em plo dice: " At 5.a.m ., our t im e" ( " A la 5 a.m ., de nuest ra hora" ) . Pero ésas no son las únicas causas por las que se puede suponer que el video divulgado por la CI A es falso, y que un act or —que no se parece m ucho al aut ént ico Bin Laden— ha t om ado su lugar. Ocurre que, com o podem os leer en Hit ler ganó la guerra, desde m ucho t iem po ant es Osam a bin Laden padecía una afección renal por la cual en j ulio de 2001 t uvo que at enderse en Dubai, nada m enos que en un hospit al nort eam ericano, donde t uvo una conversación a solas con el j efe de la CI A en la región, un agent e de esa m ism a agencia y el príncipe Turki —j efe de la int eligencia saudí al m om ent o de producirse los at ent ados—, 4

Véase " Afghan Econom y t o Quicken, I MF Says, Reducing Opium Dependence" , ht t p: / / www .bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601087&sid= ao_os_A992HU&refer= hom e.

5

en

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. 3.

45

quienes seguram ent e pudieron const at ar in sit u su m uy delicado est ado de salud, que hacía presagiar un rápido desenlace fat al y lo podría ubicar com o chivo expiat orio ideal, dado que los m uert os no hablan y por lo t ant o no pueden defenderse, por m ás m illones de dólares que t engan. Tant o la CI A com o el president e de Pakist án, Parvez Musharraf, sabían que luego de esa at ención en Dubai, Bin Laden llevó consigo a Afganist án dos cost osos art efact os para poder realizar diálisis. Uno de ellos era para su uso personal, com o lo reconoció Musharraf ant e la prensa. Post eriorm ent e,

cuando

Est ados

Unidos

y

sus

aliados

invadieron

Afganist án, la CNN le realizó un report aj e a uno de los m édicos m ilit ares nort eam ericanos que part icipó de la operación, quien afirm ó que era sum am ent e im probable que Bin Laden est uviera vivo por varias razones: la diálisis es un proceso de t rat am ient o a enferm os renales t erm inales, pero para poder ser realizada con éxit o se requiere no sólo un art efact o, sino t am bién elect ricidad, agua est erilizada, y varias personas especialist as en la m at eria que sepan qué nivel de diálisis necesit a el pacient e, el cual varía según el m om ent o que est é pasando. Señaló adem ás que según lo que se puede observar en el video aut ént ico de Bin Laden del 13 de diciem bre de 2001 —en el cual aparece m uy flaco, dem acrado, oj eroso y canoso—, que práct icam ent e no m ueve su brazo izquierdo, y que ello puede ser una consecuencia secundaria de su enferm edad renal, pues cuando es m uy

avanzada suele provocar

com plicaciones cardíacas com o infart os y

la

consecuent e im posibilidad de m over los brazos. Todo indica que el m édico est aba en lo correct o: el 26 de diciem bre de 2001 el diario egipcio Al- Wafd reproduj o una not a necrológica de Bin Laden que se im prim ió prim ero en The Observer de Pakist án. En ella se refiere su m uert e pacífica debida a com plicaciones pulm onares derivadas de su enferm edad renal. La m ism a fuent e inform a que uno de sus corresponsales observó en persona el rost ro del fallecido Bin Laden, que t reint a de sus seguidores de Al Qaeda, unos pocos am igos t alibanes y algunos de sus fam iliares asist ieron a su funeral realizado en una zona no det erm inada de las m ont añas del sudest e de Afganist án, y que m uy difícilm ent e los nort eam ericanos podrían encont rar siquiera un rast ro de su cadáver dado que según el rit o de ent ierro wahhabi —colect ividad islám ica a la que pert enecía Bin Laden—la t um ba no t iene m arca ni nom bre.

Post eriorm ent e,

el president e

paquist aní Musharraf reconoció que con t oda seguridad Bin Laden est aba m uert o, y hast a la m áxim a aut oridad de cont rat errorism o del FBI , Dale Wat son, se expresó públicam ent e acerca de la im posibilidad de que est uviera vivo. Sin em bargo, la supuest a resurrección de Bin Laden se dio en m arzo de 2002 cuando un diario londinense aseguró haber recibido un correo elect rónico de él, lo cual se prest aba a t odo t ipo de suspicacias, dado que era difícil im aginar a Osam a bin Laden conect ado a I nt ernet en las m ont añas, sin luz ni agua, y t endido en un cat re en una cueva afgana, m algast ando su t iem po para declararse vivo —

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sabiendo que se lo buscaba en t odas part es— y de paso apoyar nuevos at aques t errorist as palest inos cont ra I srael. A part ir de ese m om ent o volvieron a aparecer t ant o cint as de sonido com o nuevos videos. Si bien rápidam ent e se supo que varias de las cint as de audio con su presunt a voz eran falsas, la prensa cubrió am pliam ent e su aparición y divulgó su cont enido, pero no refirió ni siquiera m ínim am ent e la const at ación de su falsedad. De la m ism a m anera, algunos de los videos eran aut ént icos, pero film ados m ucho ant es de los at aques del 11 de sept iem bre de 2001. Al igual que con las grabaciones, ese hecho no fue divulgado por la prensa, que en part e m anipulada por los organism os de seguridad nort eam ericanos y en part e presionada por la necesidad de dar prim icias —invent ándolas, de ser necesario— difundió en t odo el m undo los viej os videos de Bin Laden com o si fueran nuevos, por lo que durant e t odo el 2002 y el 2003 se generó la creencia de que el líder islám ico est aba vivo. Respect o de est e punt o, debem os pregunt arnos por las razones por las cuales el gobierno nort eam ericano o sus organism os de seguridad no aclararon t oda est a enorm e confusión y nunca dej aron en claro que la resurrección de Osam a bin Laden no podía ser ot ra cosa que un invent o. La explicación parece ser sum am ent e sencilla: el m ayor favorecido de que el m undo crea que Bin Laden est á vivo es precisam ent e el gobierno nort eam ericano, dado que en esas circunst ancias es m ucho m ás fácil cont inuar la guerra m undial cont ra el t errorism o. Adem ás, esa creencia puede ser ut ilizada con fines elect orales. No hay que olvidar que m uy pocos días ant es de las elecciones presidenciales de 2004 en Est ados Unidos apareció ot ro video, profusam ent e divulgado en t odo el m undo, en el que serenam ent e y sin los usuales argum ent os religiosos invit aba a los elect ores nort eam ericanos —si se lo piensa bien, algo increíble propio de una com edia— a sopesar el vot o que en pocos días debían efect uar. Pues bien, su m era reaparición en los m edios de com unicación a horas de las elecciones de 2004 produj o un claro efect o: las encuest as previas m arcaban una t endencia m uy reñida y parej a ent re George W. Bush y John F. Kerry, pero el m ero fant asm a de Bin Laden ayudó a Bush a ganar las elecciones, dado que ést e era considerado m ucho m ás efect ivo que Kerry en m at eria ant it errorist a. Por lo t ant o, si el líder de Al Qaeda en realidad est á m uert o y ent errado, com o parece ser, Bush le debe m ucho al act or que personificó a su archienem igo y a la vez ex socio personal. 6 Sin em bargo, el hecho de que cada vez aparezcan m ás dudas e incógnit as acerca de Bin Laden t am bién puede est ar llevando a la propia CI A y al gobierno nort eam ericano a preparar la " hipót esis cont raria" com o reaseguro, en caso de que algo salga m al y sea necesario ent errarlo de golpe. Recordem os que el 23 de sept iem bre de 2006 un m at ut ino francés divulgó la inform ación de una filt ración del servicio secret o de ese país, basada a su vez en una fuent e de int eligencia saudí, 6

I bid., caps. 3 y 4.

47

de que Osam a bin Laden había m uert o de m alaria en agost o de 2006 en Pakist án. En Washingt on no se confirm ó la not icia, pero t am poco se la negó rot undam ent e. Lo m uy raro del caso es que el servicio secret o saudí responde ciegam ent e a la CI A y a los Est ados Unidos. El servicio secret o francés com pró esa inform ación y luego se produj o la filt ración que quedó com o una falsedad, pero adj udicada por ent ero a Francia y a algunos de sus m edios de com unicación. 7 Es que es m uy posible que en algún m om ent o convenga al gobierno nort eam ericano y a la CI A dar a Bin Laden por m uert o, y buscar ot ro pret ext o para las guerras y las luchas cont ra el t errorism o, dado que con el t iem po, el affaire Bin Laden puede t erm inar en un escándalo de proporciones incalculables, si no se lo " ent ierra adecuadam ent e" . Bien puede servir ent onces, en algún m om ent o " m at ar" a Bin Laden y buscar ot ros cabecillas de la fant asm agórica Al Qaeda. Pero hay aún m ás inform ación que hace sospechar que desde hace m ucho t iem po Osam a bin Laden est á m uert o: el 26 de oct ubre de 2002, la cadena CNN inform ó que la revist a árabe Al Maj alla, con sede en Londres, publicó el t est am ent o que Osam a bin Laden habría fechado el 14 de diciem bre de 2001. Algunos de sus párrafos son realm ent e significat ivos. He aquí la t ranscripción t ext ual de uno de ellos: Ent re los t alibanes, sólo m uy pocos se m ant uvieron y lucharon. El rest o o bien se rindió o bien huyó... Mi últ im o consej o a los m uj ahidines de cualquier lugar: t om en un respiro y frenen por un t iem po la lucha cont ra los j udíos y los cruzados, dediquen sus esfuerzos a purificar sus grupos de los agent es, de los cobardes y de los im post ores que dicen ser sus m aest ros ent re ust edes. A m is hij os, ést e es el consej o m ás precioso que les puedo dar: Quiero que se alej en de Al Qaeda, no sigan su cam ino y busquen un nuevo liderazgo... Es difícil pensar que est e t est am ent o no sea real. El hecho de que Bin Laden aconsej e a sus reales seguidores que frenen un t iem po la lucha cont ra los j udíos hace im pensable la posibilidad de que se t rat e de una falsificación. Más bien parece que en sus últ im os m eses de vida ent revió, por prim era vez, en qué m agnit ud su organización había sido infilt rada por agencias de int eligencia ext ranj eras, y que por eso consideraba que era necesaria una " purificación int erna" ant es de cont inuar la lucha. El consej o a sus hij os de abandonar la organización y buscar nuevo liderazgo lo dice t odo. Ahora bien, si Osam a bin Laden est á en realidad m uert o, y si el video en el que se aut oincrim ina es falso, las sospechas acerca de la aut oría de los at ent ados 7

Véase " Fr ance Looks int o Bin Laden Deat h Report " , www.washingt on post .com / wpdyn/ cont ent / ar t icle/ 2006/ 09/ 23/ AR2006092300217_pf.ht m l y " Oussam a Ben Laden serait m ort " , en www.polit ique.com / forum / archive/ index.php/ t - 380.ht m l.

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del 11 de sept iem bre de 2001 crecen aún m ás por encim a de las dudas que ya fueron expresadas al inicio de est e capít ulo. En los últ im os años varios libros reveladores aparecieron en los Est ados Unidos, plant eando que en realidad lo ocurrido el 11 se sept iem bre no es ot ra cosa que, o bien un aut oat ent ado, o, en el m ej or de los casos, un at ent ado consent ido y con alt o grado de com plicidad int erna. Obviam ent e no se t rat a de que Al Qaeda no exist a, ni que no est é com puest a por m usulm anes fanát icos, sino que en últ im a inst ancia no sería ot ra cosa que una red t errorist a cuya cabeza respondería direct am ent e a la CI A o a algún organism o de seguridad nort eam ericano. Al respect o, es necesario recordar que t odo el com plicado m ecanism o t errorist a afgano com enzó a gest arse en los años ochent a, baj o la direct a supervisión de la CI A para operar en la guerra que Est ados Unidos y la Unión Soviét ica libraban en Afganist án. Tras el fin de esa guerra, es sum am ent e im probable que la CI A haya decidido de buenas a prim eras dej ar librado a su propia suert e a un ej ércit o t errorist a de m iles de m iem bros especialm ent e ent renados para m at ar, m asacrar y generar espant osos act os de t errorism o. Esa posibilidad no t iene cabida en ningún razonam ient o serio. Por lo t ant o, que el aut or de los at ent ados del 11 de sept iem bre sea Al Qaeda no es para nada incom pat ible con el concept o de aut oat ent ado que señala part e de la bibliografía relacionada con est e capít ulo. Si est o es así, habría que pensar que Al Qaeda, adem ás de ser una organización t errorist a, opera con los m ism os códigos de las sociedades secret as, en las que sólo una m uy pequeña cúpula conoce realm ent e la finalidad de los acont ecim ient os que se provocan, m ient ras que el grueso de los m iem bros opera com o brazo ej ecut or de act os que ni siquiera conoce. En t al sent ido, las frecuent es t ensiones ent re los Est ados Unidos y Pakist án sufridas en 2006 y resurgidas en form a m ás virulent a en febrero y j ulio de 2007, acerca del " renacim ient o" de células de Al Qaeda en est e últ im o país, pueden deberse — especulam os— a que Musharraf est é perdiendo progresivam ent e el cont rol de la organización t errorist a en su propio país. 8 Ello significaría, quizá, que en 2006 se gest aron disidencias int ernas en Al Qaeda, y que algunos de sus cuadros no obedecen t an ciegam ent e a sus m andos. La int erpret ación alt ernat iva puede ser aun peor: podría ser que se desee hacernos pensar eso a quienes ent endem os que la versión oficial de Al Qaeda no es ot ra cosa que un cuent o para niños. Sin em bargo, los sucesos acaecidos en Pakist án en j ulio de 2007, con la t om a de la " Mezquit a Roj a" por part e de fanát icos m usulm anes opuest os al régim en de Musharraf dan crédit o a la posible " sublevación" de células o m iem bros de células de Al Qaeda.

8

Véase " Bush t o Warn Pakist an t o Act on Terror" , New York Tim es, 26- 2- 2007, ht t p: / / www .ny t im es.com / 2007/ 02/ 26/ world/ asia/ 26pakist an.ht m l?_r= 1&t h&em c= t h&or ef= slogin y Cheney St ops in Afghanist an Am id Taliban Resur gence" , en ht t p: / / www .bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601087&sid= a.EUoHa4rI V4&refer= hom e.

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Al Za r qa w i, e l a m igo de l Pe n t á gon o A pesar de ello, pocas dudas pueden caber de que el cont rol general de la organización por part e de las propias supuest as " víct im as" del t errorism o ha sido abrum ador. Tom em os por ej em plo el caso de la propia act ividad de Al Qaeda en I rak. Esa organización no exist ía en el país baj o el régim en de Saddam Hussein. La enem ist ad de Hussein con Bin Laden dat a desde al m enos 1990, cuando Bin Laden deseaba derrocar a Hussein sin la part icipación de los nort eam ericanos. Ahora bien, t ras la invasión de I rak en 2003, y m ient ras las t ropas est adounidenses y brit ánicas garant izaban la seguridad de I rak y la ent rada y salida de gent e y product os al país, nació —casi de la nada— una filial de Al Qaeda en I rak, com andada por el j ordano Abu Musab Al Zarqawi, quien según las inform aciones de la prensa est adounidense, había ingresado a I rak para am put arse una pierna. La inm ensa m ayoría de los act os t errorist as de 2003 a 2007 en I rak fue com et ida —según la versión oficial de la prensa— por Al Qaeda, liderada hast a 2006 por Al Zarqawi. Ahora bien: ¿cóm o pudo y puede ocurrir est o m ient ras hay una ocupación m ilit ar anglo- nort eam ericana que cont rola la ent rada y salida del país? La respuest a no es difícil de pensar: el t errorism o act ual en I rak conviene precisam ent e a los int ereses de brit ánicos y nort eam ericanos, dado que es la excusa ideal para perm anecer en I rak, vigilando cuidadosam ent e los recursos pet rolíferos a fin de poder seguir surt iendo de crudo al m ercado int ernacional, acent uar el dom inio de las pet roleras anglo- nort eam ericanas en la zona, y sost ener los enorm es niveles de ganancias de las em presas nort eam ericanas de guerra y logíst ica. En t al sent ido, es un craso error pensar que los Est ados Unidos o Bush han perdido o est án perdiendo la guerra de I rak. Ést a no est á diseñada para ser ganada, sino para ocupar el país. No hay que olvidar que en la vecina Arabia Saudit a, a pesar de la exist encia de un régim en t an am igo de los int ereses pet roleros nort eam ericanos com o el que represent a la casa real Saud, hay t ropas y m ilicias privadas nort eam ericanas por razones de " seguridad nacional" que en realidad encubren los int ereses de las pet roleras. Con m ás razón ent onces, las t ropas de los Est ados Unidos deben perm anecer en I rak, pero la gran excusa frent e a la opinión pública no fue ot ra que el t errorism o de Al Qaeda, con Al Zarqawi a la cabeza. A propósit o de est e oscuro personaj e, hay m uchas dudas acerca de quién lo financió, hast a su m uert e acaecida en j unio de 2006, para realizar sus act ividades t errorist as, dado que hast a hace pocos años no era m ás que un pobre j ordano em igrado a Afganist án com o volunt ario de la Jihad cont ra la Unión Soviét ica. Era un personaj e m ás de los t ant os m iles que se sum aban a la guerra, pero t ras algunos años en prisión se t ransform ó súbit am ent e en el j efe de Al Qaeda en I rak. Se t rat ó de un salt o m uy curioso y sospechoso que pudo ser part e, según m uchos, de ot ro invent o

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de la CI A. Al respect o, t am bién cabe recordar que el prim er video de Al Zarqawi se difundió recién a principios de m ayo de 2006. Unos pocos días ant es de la aparición de ese sospechoso video en el que el supuest o t errorist a aparece con una am et ralladora que no sabía m anej ar y calzado con im pecables zapat illas deport ivas nort eam ericanas, seis alt os generales ret irados del Pent ágono habían pedido públicam ent e la renuncia de Donald Rum sfeld debido al m al m anej o dado por el prim er secret ario de Defensa de Bush a la guerra en I rak. De m ás est á decir que la m era aparición de Al Zarqawi por prim era vez en un video favoreció la perm anencia en el cargo de Rum sfeld y el pedido de su renuncia por part e de varios generales ret irados se desvaneció súbit am ent e de la prensa int ernacional. Exist en, ent onces, varios elem ent os sobre los que vale la pena m edit ar: la presunt a reaparición del resucit ado Bin Laden favoreció la reelección de Bush, la aparición de Al Zarqawi favoreció la cont inuidad de Rum sfeld y el m ant enim ient o de las t ropas anglo- nort eam ericanas en I rak. ¿A favor de quién, ent onces, han j ugado en realidad los dos principales t errorist as int ernacionales? La m uert e de Al Zarqawi t am bién favoreció a Rum sfeld por part ida doble. Por un lado, el único video del t errorist a lo m ost raba con dos piernas, cuando según t odas las inform aciones sólo t enía una, fact or que com enzó a levant ar t odo t ipo de suspicacias acerca de su aut ent icidad e incluso sobre la exist encia del propio líder. Por el ot ro, el anuncio de su m uert e t erm inó favoreciendo la perm anencia de Donald Rum sfeld en su puest o por m ás t iem po, así com o la de las t ropas nort eam ericanas en I rak. En vida, Al Zarqawi t am bién había sido funcional a los Est ados Unidos por part ida doble. Por un lado, su act ividad t errorist a perm it ía que los soldados nort eam ericanos perm anecieran —com o lo siguen haciendo— en I rak en una guerra que, debem os rem arcar nuevam ent e, no est á diseñada para ser ganada, sino para est ar donde se encuent ra el pet róleo. Por el ot ro, su supuest a residencia en I rak fue el único m ot ivo que usó la adm inist ración Bush para j ust ificar algún nexo ent re Al Qaeda y ese país, cuando es bien sabido que Saddam Hussein nunca había dej ado que dicha organización se inst alara en I rak. Lo ciert o es que t ras la not icia de la m uert e de Al Zarqawi, apareció ot ra de las " grabaciones" de Osam a bin Laden am enazando con m ás violencia a raíz de la m uert e de su lugart enient e en I rak, fact or que obviam ent e favoreció la presencia —y el aum ent o— de la cant idad de t ropas nort eam ericanas en el Golfo Pérsico. Lo ciert o es que cuando se hizo necesario aliviar la presión sobre Rum sfeld y el Pent ágono, no se vaciló respect o de la ut ilidad de " m at ar" a Abu Mussad Al Zarqawi, quien com o bien han docum ent ado el Washingt on Post , The Wall St reet Journal y NBC, m ás de seis veces había quedado vivo ent re 2003 y 2004 a pesar de que Washingt on conocía su exact a ubicación ( m ás aún, la propia CNN inform ó que fue arrest ado y liberado " por error" en 2004) . Bien cabría t am bién esperar que alguna vez ocurra lo propio con el casi seguram ent e m uert o hace t iem po Osam a bin Laden. Si en algún m om ent o hay que

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volver a " sacar las cast añas del fuego" por el sucesor de Rum sfeld, Gat es, Bush, o por quien lo suceda, no debería ext rañar que se anuncie la m uert e del saudí, cuando en realidad, com o dij im os, habría ocurrido en 2002. Por ot ra part e, es im port ant e t om ar en cuent a que quienes en los Est ados Unidos se encuent ran desencant ados con George W. Bush porque t ienen la im presión de que est á llevando a cabo m uy m al la guerra en I rak, sin una fecha de ret orno ciert a para las t ropas, se equivocan. La polít ica ocult a de su gobierno es perm anecer allí t odo el t iem po posible, y para ello no habrá problem a alguno en producir act os de t errorism o, o una guerra civil ent re chiít as y sunit as, si unos u ot ra result an út iles com o excusas para m ant ener la ocupación. De t odas m aneras, la relación de baj as ent re iraquíes y nort eam ericanos es m ayor a 100 a 1, dado que Al Qaeda, por lo m enos hast a el m om ent o, efect úa y concent ra sus at aques abrum adoram ent e m ás en los propios dest acam ent os y civiles iraquíes que en las bases nort eam ericanas. Para colm o de m ales —para los iraquíes— ahora el riesgo es una guerra civil ent re connacionales. La exist encia de t ropas nort eam ericanas en I rak no sólo favorece los int ereses de las pet roleras anglo- nort eam ericanas, t am bién los de los dos part idos polít icos nort eam ericanos y los de Wall St reet . Por ej em plo, sólo " a cuent agot as" fue divulgada la not icia publicada por Naom i Klein acerca de que los grupos Carlyle, con el ult raderechist a republicano Jam es Baker I I I , y Albright ( dirigido por Madeleine Albright , ex secret aria de Est ado de Clint on, y cóm plice del genocidio en Ruanda) habían t ej ido un acuerdo para consolidar la deuda que I rak m ant enía con Kuwait desde los años ochent a, la cual había quedado im paga y ascendía a 57.000 m illones de dólares. La consolidación de la deuda habría report ado enorm es ganancias a republicanos relacionados con George Bush y dem ócrat as leales a Clint on, dado que la com isión para la reest ruct uración de la deuda que cobró el I nt ernat ional St rat egic Group ( el consorcio ent re Carlyle y el Albright Group) era una cifra poco usual: nada m enos que 5% . Casi 3.000 m illones de dólares de ganancia por una sim ple consolidación de deuda est at al. Cuando nos referim os a Jam es Baker I I I es necesario t ener en cuent a que es el m iem bro fundam ent al del I raq St udy Group, un grupo especial creado por el gobierno est adounidense para diseñar las polít icas fut uras a poner en práct ica. O sea que quien lucra con la deuda ext erna iraquí es el m ism o personaj e que " est udia" y " aconsej a" qué hacer con el país. ¿A qué int ereses conviene ent onces la presencia anglo- nort eam ericana en I rak, garant izada con cada nuevo at ent ado t errorist a t ant o dent ro com o fuera del país? A la elit e, y a los m ás prom inent es m iem bros de los part idos Republicano y Dem ócrat a. Recordem os que la invasión a Afganist án en 2002 fue vot ada en el Senado nort eam ericano por 99 a 1. Quien crea que las cosas han cam biado algo desde ent onces se equivoca de cabo a rabo. Veam os, por ej em plo, uno de los t it ulares del New York Tim es del 29 de sept iem bre de 2006: " Senat e: 100- 0 approves Budget for Pent agon" ( " Senado: aprueba 100 a

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0 el presupuest o del Pent ágono") . El art ículo adm it e que el debat e fue " m ínim o" . El Congreso nort eam ericano aprobó así un gast o est at al en arm as de 378.000 m illones de dólares para un solo año fiscal. Tam bién aprobó lo gast ado en la guerra de I rak. Todo est o, m enos de dos m eses ant es de las elecciones parlam ent arias de 2006, las cuales Bush y su gent e sabían que perderían. Si el gast o m ilit ar de 2007 ya est aba aprobado, ¿para qué vot ó ent onces el pueblo nort eam ericano en noviem bre de 2006? Pero adem ás el result ado de cien a cero m arca que no se sabe m uy bien hast a dónde t iene sent ido vot ar en Est ados Unidos. Las pet roleras, em presas de arm as y los grandes int ereses del narcot ráfico deben agradecer m ucho por ese cien a cero abrum ador. 9

Volviendo al t em a específico del " t errorism o" , una idea m ás aj ust ada acerca de lo que realm ent e ocurre con Al Qaeda puede obt enerse si se t iene en cuent a que han sido encont radas células falsas de esa ent idad subversiva. En la bibliografía el lect or podrá encont rar inform ación de una célula de Al Qaeda m anipulada por el Mossad, de ot ra com puest a ínt egram ent e por nort eam ericanos en la ciudad de Filadelfia y de un supuest o t errorist a de Al Qaeda que result ó ser un agent e del FBI . Mient ras t odo est o ocurre, ya em igraron de I rak en cuat ro años m ás de 2 m illones de personas, de los m enos de 30 m illones que habit aban ese país, hecho que favorece el concept o de las pet roleras anglo- nort eam ericanas según el cual despoblar I rak es la m ayor y m ej or garant ía de que el pet róleo iraquí est é baj o su cont rol indirect o.

Los a t e n t a dos de l 1 1 de m a r zo de 2 0 0 4 e n M a dr id Quienes siguen est a línea de razonam ient o norm alm ent e encuent ran un obst áculo

para

concluir

que

el

t errorism o

act ual

es

m uchísim as

veces

aut ot errorism o. El at ent ado del 11 de m arzo de 2004 en Madrid es norm alm ent e el ej em plo que se pone en t al sent ido para debilit ar cualquier t eoría que hable del posible aut oat ent ado del 11 de sept iem bre, o de una part icipación de int ereses pet roleros en los m ás grandes at ent ados. Ocurre que el ant erior president e del gobierno español, José María Aznar, era considerado un excelent e socio de Bush y Blair. Los acom pañó sin chist ar en la invasión a I rak y se m ost ró siem pre com o un fiel senador en esa cam paña ant it errorist a en la que Bush decía est ar dispuest o a ir hast a el final. Esa im agen de Aznar hace que m uchos piensen que no puede ser que 9

Se puede consult ar inform ación relacionada en ht t p: / / abcnews.go. com / Polit ics/ w ireSt ory?id= 2507670 y en www.m ilit ary.com / New sCont ent / 0,13319,115333,00.ht m l dado que el " progr esist a" New York Tim es borró la not icia de su archivo de I nt er net .

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los propios servicios de int eligencia nort eam ericanos o los int ereses pet roleros est én det rás de las organizaciones t errorist as com o Al Qaeda. De ot ra m anera, ¿cóm o podría explicarse que esa m ism a organización haya efect uado un at ent ado t errorist a en Madrid m at ando m ás de 200 personas t an sólo t res días ant es de las elecciones en las que el Part ido Popular ( PP) de Aznar t enía t odas las de ganar? La pérdida de los com icios por part e del PP se debió indudablem ent e a ese at ent ado que lit eralm ent e dio vuelt a las encuest as y propició que el supuest am ent e socialist a José Rodríguez Zapat ero derrot ara al socio de Bush. Sin em bargo, quienes así piensan desconocen las causas profundas del at ent ado del 11 de m arzo de 2004. El lect or que ej ercit e bien la m em oria seguram ent e recordará un m uy raro suceso del que la prensa dio cuent a de m anera fragm ent ada el 17 de j ulio de 2002. En las prim eras planas de m uchos diarios podía verse unas pocas decenas de soldados españoles invadiendo un pequeño islot e m arroquí llam ado " Perej il" , clavando la bandera española ant e la m irada at ónit a de unas pocas cabras que habit aban el lugar desde que los españoles subrept iciam ent e m andaron a sus casas a los seis soldados m arroquíes que prot egían la isla. Daba t oda la im presión de que el m undo se había vuelt o t ot alm ent e loco y hast a el nom bre del islot e, j unt o a la fot ografía, causaba risa. Sin em bargo, los reales ant ecedent es del caso, m al narrados

o

desfigurados

en

general

por

la

prensa

int ernacional,

no

sólo

cont ribuyeron a que se produj era aquel episodio, sino que a la post re habrían t enido gran incidencia en el t rágico at ent ado de At ocha en Madrid. Ocurre que al sur de Marruecos se encuent ra un t errit orio que aún hoy es " t ierra de nadie" : el ex Sahara español. Est e es conocido por sus riquezas m inerales, y Marruecos siem pre lo ha considerado com o t errit orio propio ant e la negat iva de m uchos de quienes viven en ese desiert o —los sahuaríes— que reclam an que esa ex colonia española sea un país independient e. Est e conflict o ent re España y Marruecos, que se inicia con la ret irada española del Sahara Occident al en 1975, siem pre t uvo un perfil relat ivam ent e baj o —incluso para España y pet roleras

se

m ost raron

int eresadas en

Marruecos—,

hacer

hast a que varias

exploraciones

en

las

aguas

t errit oriales del Sahara Occident al, porque consideraron que la zona podría albergar grandes cant idades de pet róleo. El conflict o se agudizó cuando Aznar firm ó concesiones pet roleras a Repsol a pocos kilóm et ros de Gibralt ar, en aguas que Marruecos considera propias, a lo que el rey Moham ed VI respondió ot orgando concesiones de exploración en aguas del Sahara Occident al a la em presa nort eam ericana Kerr- McGee, corporación que sería una especie de subsidiaria del poderoso pulpo pet rolero Chevron- Gulf- Texaco cuyo cont rol est á en m anos de la fam ilia Rockefeller. El enfriam ient o en las relaciones diplom át icas ent re am bos países t erm inó por provocar los sucesos conocidos con las not icias sobre Perej il. El conflict o del islot e se solucionó sólo en la superficie cuando el Depart am ent o de Est ado nort eam ericano, en el 2002, con Colin Powell al m ando,

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presionó al gobierno de Aznar para que se ret irara de ést e, y la not icia baj ó " para siem pre" de los m edios de com unicación, aunque en la realidad el t em a se t ransform ó en una " papa calient e" en las som bras. Aznar y su part ido act uaban de m anera im previst a para el gobierno de Bush y para la propia CI A Ahora bien, hay que punt ualizar que desde hace años un gran am igo de George Bush padre, Jam es Baker I I I , t am bién fuert em ent e involucrado con los int ereses del oligopolio pet rolero nort eam ericano y de Wall St reet , present ó en las Naciones Unidas un plan de " descolonización" para que el Sahara Occident al gozara de aut odet erm inación, pero no de independencia plena. Sus recursos económ icos, si se aplicara el " Plan Baker" serían adm inist rados por la corona de Marruecos, donde, com o hem os dicho, hoy reina Moham ed VI , socio incondicional de las pet roleras nort eam ericanas. El gobierno de Aznar en cam bio pret endía la t ot al independencia del Sahara Occident al, para así poder ingresar en la dist ribución de la t odavía m ít ica " t ort a pet rolífera" sahuarí con Repsol, que sólo m inorit ariam ent e aún est á en m anos de corporaciones nort eam ericanas ( nada m enos que en las del Morgan- Chase 10 ) . Desde el conflict o de Perej il, Aznar reforzó esa posición independent ist a para el ex Sahara español, que colisionaba de frent e con los int ereses de las pet roleras nort eam ericanas. En los Est ados Unidos com enzaron a desconfiar cada vez m ás de Aznar y el PP, y sobre t odo luego de la invasión a Perej il, hecho que si hubiera perdurado en el t iem po y llegaba a una confront ación m ás am plia, incluso podría haber puest o en peligro la navegación por el Est recho de Gibralt ar. Adicionalm ent e, ocurrió un hecho que agravó la sit uación: el act ual president e del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapat ero, cuando era candidat o, no sólo visit ó Marruecos en pleno m om ent o de enfriam ient o de relaciones bilat erales, sino que se expresó públicam ent e a favor del " Plan Baker" , o sea de los planes nort eam ericanos cont rarios a los int ereses españoles. No se t rat ó de una j ugada personal, sino de una polít ica m ancom unada del PSOE ( Part ido Socialist a Obrero Español) ya que Felipe González, su m áxim o exponent e hist órico, hizo lo m ism o. Por lo t ant o, si Aznar y el Part ido Popular est aban siendo vist os com o obsecuent es respect o de los Est ados Unidos y Bush en lo referent e al t em a I rak, lo m ism o cabe para Zapat ero, Felipe González y el PSOE por el t em a Sahara Occident al, con el agravant e de que erosionaron gravem ent e la capacidad de negociación de su país, España, frent e a los int ereses nort eam ericanos. Pero el enfrent am ient o de Aznar con Est ados Unidos no t erm inaba allí. Más al sur, en la m ism a cost a africana donde se encuent ra el Sahara Occident al, hay ot ra ex colonia española, hoy independient e, donde desde 1997 ha com enzado a ext raerse pet róleo. Se t rat a de Guinea Ecuat orial, que hoy produce unos 330.000 barriles diarios. Aunque la cifra no es significat iva, el sit io oficial en I nt ernet de la 10

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. 2.

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I nt ernat ional Energy Adm inist rat ion est im a que en el m ar de Guinea Ecuat orial podrían encont rarse reservas pet rolíferas por hast a el 10% del t ot al de reservas m undiales hoy conocidas. Un frío cálculo indica que, si la EI A est á en lo correct o, en el m ar de Guinea Ecuat orial podría haber nada m enos que 90.000 m illones de barriles de crudo, 11 cifra que pondría al pequeño país africano en un pie de igualdad con I rak. Aunque es m uy posible que esas supuest am ent e inm ensas riquezas pet roleras no sean m ás que un espej ism o en el que fervient em ent e desean creer las com pañías, com o m uchos ot ros, la m era posibilidad despert ó la codicia de Repsol y Aznar. Después de t odo, Guinea Ecuat orial es una ex colonia española donde hoy en día sólo est án inst aladas t res pet roleras ext ranj eras: Exxon- Mobil ( que produce casi el 80% del pet róleo que se ext rae act ualm ent e allí) , Marat hon Oil y Am erada- Hess. Las t res firm as est án cont roladas de cerca por el clan Rockefeller. Com o el lect or ya debe est ar suponiendo, no es casual que Guinea Ecuat orial est é gobernada por un dict ador, t ildado usualm ent e com o corrupt o, que se llam a Teodoro Obiang. La cuent a de Guinea Ecuat orial en el ext erior, m ás precisam ent e en el Riggs Bank en Washingt on ( el m ism o banco donde t enían cuent as m ult im illonarias ot ros dict adores com o August o Pinochet ) est á regist rada con la sola firm a de Obiang y hay m ás de 600 m illones de dólares deposit ados allí, con lo que cabe concluir que los Est ados Unidos no sólo cont rolan el pet róleo de la pequeña nación africana sino t am bién a su dict ador y hast a los fondos de sus regalías. Pero volviendo nuevam ent e a Aznar, el ex president e del gobierno español habría ent rado en sucesivas conversaciones con el peor enem igo de Teodoro Obiang: Severo Mot o, quien no por casualidad vive exiliado en Madrid. Muchos m edios de prensa en I nt ernet acusan a Mot o y al gobierno de Aznar de haber sido los aut ores int elect uales de un int ent o de golpe de Est ado ej ecut ado en Guinea Ecuat orial el 8 de m arzo de 2004, sólo t res días ant es de los at ent ados de At ocha en Madrid. El golpe fracasó porque la CI A y el MI - 6 habrían ent rado en conocim ient o con m ucha ant erioridad. Est o habría ocurrido, en part e, gracias a los servicios prest ados por Mark That cher —hij o de la ex prim era m inist ra brit ánica Margaret That cher—, quien com o se recordará cayó preso en ese exact o m om ent o en Zim babwe por m ot ivos que la prensa j am ás aclaró, y fue inm ediat am ent e liberado, dado que habría sido un doble agent e. Así, cuando los m ercenarios de variadas nacionalidades int ent aban t om ar un vuelo desde Zim babwe a Guinea fueron apresados en el aeropuert o de Harare ( Zim babwe) , con lo que la operación, burdam ent e planeada, fracasó. Post eriorm ent e, m iem bros del gobierno de Obiang

11

Es posible que sólo se t rat e de un delirio de las " cabezas" nonagenar ias de los grandes oligopolios pet roleros que desean encont rar grandes y acim ient os —y m ant ener el poder— donde parece no haber una got a, o sólo pequeñas cant idades. Hace m uchos años que no aparecen m egayacim ient os, y las pr opias pet roleras parecen haber calculado m al, desde los años sesent a, las v er daderas posibilidades de cont ar con pet róleo por m uchísim o t iem po.

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responsabilizaron abiert am ent e de la int ent ona a los servicios secret os españoles, a Aznar y a sus ex colaboradores. Sum em os las causas: confront ación por el Sahara, sus aguas y su posible pet róleo, invasión inconsult a de Perej il, int ent o de golpe en Guinea Ecuat orial. En sum a, Aznar y el PP eran un gran dolor de cabeza para el ent onces secret ario de Est ado Colin Powell, George Bush y la CI A. Ocurrió, ent onces, lo que no podía dej ar de pasar. Cuando t odas las proyecciones de las encuest adoras privadas coincidían en que el PP de Aznar ganaría fácilm ent e los com icios del 14 de m arzo de 2004, t errorist as de Al Qaeda volaron t res días ant es cuat ro t renes en Madrid m at ando m ás de 200 personas inocent es, el gobierno de Aznar fue sancionado por acom pañar

a Bush en I rak, y

públicam ent e

a

Est ados

Rodríguez Zapat ero, quien había prom et ido

Unidos

sum arse

a

la

causa

de

las

pet roleras

nort eam ericanas y Jam es Baker por la " aut onom ía sin independencia" de los sahuaríes fue elegido president e casi por art e de m agia. Una vez m ás, sólo alguien m uy ingenuo podría considerar casual que Al Qaeda j uegue a favor de los int ereses de las pet roleras nort eam ericanas, con casi m ilim ét rica precisión, pues hast a los supuest os errores del grupo t errorist a son en realidad aciert os. Vale la pena recordar que uno de los det onadores de las bom bas en los t renes no alcanzó a accionar ( inst alado en un celular que no sonó) , por lo que en sólo horas se sabía que el responsable del at ent ado era Al Qaeda y no ETA. Y falt aban sólo horas para las elecciones que el PP t enía casi ganadas, con lo que el gobierno de Aznar no t uvo siquiera una excusa m ínim a para evit ar un enorm e " vot o cast igo" . Es necesario rem arcar

el

papel

que

j ugaron

los

m edios

periodíst icos

españoles

m ás

" progresist as" , que act uaron con t oda celeridad ent re el día del at ent ado y el dom ingo de las elecciones apoyando y difundiendo la t eoría de " fue Al Qaeda" , aun cuando no había elem ent os probat orios serios apart e de la palabra del j efe del servicio secret o español ( CNI ) . Ést e sorprendent em ent e declaraba a los m edios lo m ism o que hacía George Bush sobre el at ent ado de Madrid —que Al Qaeda era el responsable—, en t ot al disonancia con lo que decían Aznar y su gobierno: que el aut or de los at ent ados había sido el grupo t errorist a vasco ETA. Habría que pregunt arse ent onces varias cosas. En prim er lugar, ¿a quién responden los servicios secret os españoles?: ¿Al Reino de España, o a Bush, la CI A y el Pent ágono? En segundo lugar, por qué los m edios de prensa m ás " progresist as" , ligados frecuent em ent e al PSOE, se prest aron a la versión del servicio secret o español

sin

chequeo

alguno,

influyendo

en

las

elecciones.

Nos

referim os

concret am ent e a los grupos que act uaron con exceso de prisa. Pues bien, la respuest a parece ser la siguient e: la cúpula del grupo de prensa " progresist a" español m ás im port ant e t iene est rechísim os vínculos em presarios con los m edios venezolanos m enos progresist as y m ás fervient em ent e ant ichavist as. Adem ás, algunos de los m iem bros de esa cúpula de m edios venezolanos reaccionarios solían pescar

—a

solas,

por

supuest o—

con

George

Bush

padre

en

los

lagos

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nort eam ericanos. Podríam os pregunt arnos ent onces a quién responden los grupos de m edios m ás " progresist as" 12 de España, y el propio PSOE: ¿a los int ereses de España, y sus clases obreras que dicen represent ar, o a la fam ilia Bush, la CI A, el Pent ágono y las corporaciones pet roleras financieras que est án det rás de los president es republicanos y dem ócrat as que dicen gobernar los Est ados Unidos? Pero allí no t erm inan las " casualidades" que det erm inaron el inesperado t riunfo del PSOE en las elecciones de 2004. El nuevo gobierno socialist a de Rodríguez Zapat ero se m ost ró m ucho m ás am ist oso con las grandes em presas anglo- nort eam ericanas del sect or pet rolero que su ant ecesor José María Aznar, quien había vendido una fracción m inorit aria de Repsol- YPF en la Bolsa de Madrid, en vent a direct a al Chase Manhat t an Bank, com o hem os dicho. Ocurre que el m inist ro de Finanzas de Zapat ero, Pedro Solbes, " niño m im ado" del PSOE, present ó un proyect o para derogar la " acción de oro" que el Est ado español t enía en los cuat ro principales grupos est at ales españoles y facilit ar así su fut ura posible com pra por em presas de origen anglosaj ón. El proyect o fue aprobado. Nos referim os a la propia Repsol- YPF, Telefónica, I beria y Endesa, cuyos vencim ient os operaban ent re 2006 y 2007, pero que el Est ado español podía prorrogar y finalm ent e no lo hizo. ¿Parece ext raño est o de que Rodríguez Zapat ero sea m ás am igo de Bush y Blair que el propio Aznar, quien lim it aba su " alineam ient o" con los anglosaj ones a m andar unos cent enares de soldados a I rak, y fot ografiarse sonrient e con Bush y Blair? Pues bien, eso no debería llam ar la at ención por dos razones: en prim er lugar, el propio origen del PSOE, com o el de la gran m ayoría de los " m ovim ient os socialist as" , se ha dado, generalm ent e, en el m undo ent ero, en sociedades secret as est recham ent e vinculadas a —y

sobre t odo,

com andadas desde— Londres,

Washingt on y Nueva York, aun cuando la inm ensa m ayoría de sus m iem bros ni siquiera est é ent erado de que al pert enecer a las m ism as est á t rabaj ando para esos int ereses. En el caso del PSOE, las ant iguas fot ografías de m uchos de sus m iem bros m ás im port ant es, desde ant es de la propia Guerra Civil Española, con uniform e y parafernalia m asónica, así lo at est iguan. Uno de los m iem bros m ás prom inent es de est as sociedades secret as que siem pre han respondido a los int ereses anglo- nort eam ericanos, al m enos desde 1717, es un personaj e al que el act ual president e del gobierno español se refiere con gran frecuencia, elevándolo en un alt ar: su abuelo, el prom inent e m asón Juan Rodríguez Lozano, fundador de la logia " Em ilio Rodríguez Pallarés 15" en León. 13 Zapat ero lo m enciona frecuent em ent e en sus discursos, ensalzando su m em oria com o héroe de la Guerra Civil Española. Todo est o no sería m ás que anecdót ico si 12

Con t oda seguridad, no se t rat a del único caso en que m edios " progresist as" se ligan a int ereses claram ent e reaccionarios. De allí que las denuncias del " periodism o pr ogresist a" m uchas veces t rat en sólo cuest iones t riv iales o form ales disfrazadas de cuest iones vit ales para los sist em as polít icos o económ icos. 13

Véase ht t p: / / www.liber t addigit al.coin/ not icias/ not icia_1276292480.ht m l.

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no fuera por un " pequeño hecho" . José Luis Rodríguez Zapat ero acudió a la logia m asónica fundada por su abuelo sólo t res días ant es de aprobar la denom inada " Ley de Mem oria Hist órica" , que est ablece nada m enos que... el pasado hist órico de España:

Pet róleo y sociedades secret as... Gobierno y sociedades secret as...

Socialism o y sociedades secret as... El PSOE y sociedades secret as... Felipe González de " el prim er socialist a de España" al prim er capit alist a de las pet roleras anglo- nort eam ericanas... Todo m uy ext raño. O no, depende el crist al con que se lo m ire. 14 El PP de Aznar, de cort e m ás nacionalist a, era un obst áculo para los int ereses de los principales cent ros de poder anglosaj ones, a quienes nunca les gust ó el nacionalism o fuera de sus propias front eras. No fue por azar que durant e la era de Francisco Franco, hoy denost ado quizás en exceso, y sobre t odo por la ley de " Mem oria Hist órica" prom ovida por Rodríguez Zapat ero y los m edios de com unicación m ás " progresist as" , se persiguió en España incansablem ent e a las sociedades secret as. Y t am poco es por azar que hoy se vuelve a int ent ar " cam biar la hist oria" en España. Recordem os la frase de George Orwell: " Quien cont role el present e, cont rola el pasado. Quien cont rola el pasado, cont rola el fut uro..." Finalm ent e, volviendo al t em a específico del at ent ado del 11 de m arzo de 2004, si se desea saber quién lo com et ió, lo que hay que m irar es el planeam ient o de ést e y su financiación ( independient em ent e de que Al Qaeda sea el " responsable operat ivo" ) . Sin em bargo, por si lo dicho no es suficient e, bast ará con m encionar que el sat élit e nort eam ericano I konos fot ografió en form a det allada la est ación m adrileña de At ocha el 23 de agost o de 2003. En I nt ernet y en part e de la bibliografía indicada en est e capít ulo pueden verse las propias fot ografías del sat élit e.

La m a sa cr e de Be sla n fa vor e ce la r e e le cción de Bu sh Para ent ender el sangrient o at ent ado de sept iem bre de 2004 en la escuela de Beslan donde m urieron m ás de 330 personas, ent re ellas m ás de 200 niños, es necesario saber que el Est ado ruso y la pet rolera Yukos venían envuelt os en una áspera discusión acerca de la no liquidación de im puest os por part e de la pet rolera. Su j efe, Khodorkovsky, t enía int enciones de ingresar a la alt a polít ica rusa y ello fue m al vist o por Put in y su gobierno, quienes realizaron un severo cont rol de la corporación en 2003. Poco ant es de que el gobierno ruso ordenara —ent re ot ras m edidas— el congelam ient o de las acciones de Yukos, Khodorkovsky, uno de los m iem bros m ás prom inent es de los llam ados oligarcas que se hicieron cargo de las privat izaciones de la era Gorbachev- Yelt sin, hizo una donación del 100% de sus

14

Véase ht t p: / / www.liber t addigit al.conv'not icias/ not icia_l276292505.ht m l.

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t enencias accionarias a Jacob Rot hschild, según inform aron los m edios de prensa. 15 La causa de t al cesión de acciones a alguien que en t eoría nada t enía que ver con Yukos fue, según los m edios, " la m ut ua am ist ad desarrollada a part ir del m ut uo am or por las art es" . La t ransferencia de acciones se hizo en noviem bre de 2003, y luego de la int ervención del gobierno de Put in los accionist as ( sobre t odo Rot hschild) siguieron gozando de la capacidad de cobrar dividendos y m ant uvieron su derecho a vot o en la com pañía. Veam os ent onces cuál fue la " real" m ovida: el gigant e pet rolero Yukos valuado en 40.000 m illones de dólares ( se había privat izado por sólo 300 m illones) pasó a m anos de lord Jacob Rot hschild, m iem bro de una de las fam ilias que siem pre dom inaron la Royal Dut ch Shell, por un m ont o de dinero no especificado — aunque se supone baj o, debido al " apuro" de Khodorkovsky por desprenderse de las acciones ant e la m edida de Put in—, y a la vez Put in se liberó de un enem igo polít ico, aunque no sabem os si adem ás lucró de la m ano de Jacob Rot hschild, principal beneficiario del escándalo. Si las privat izaciones se realizaron m uy m al en la ex Unión Soviét ica en la era Yelt sin, podem os pensar que la elit e ahora se hace cargo del pet róleo ruso con el propio apoyo de Put in ( ex agent e de la KGB) y su gobierno. Est e episodio nos enseña a ent ender para quién t rabaj a realm ent e el act ual gobierno de Vladim ir Put in. Pero vayam os al at ent ado y lo que encubre: El año 2004, año elect oral en los Est ados Unidos, fue m uy prolífico en at ent ados t errorist as. En m arzo el de Madrid, y a m enos de dos m eses de las elecciones en las que Bush result aría reelect o, en Beslan, Rusia —m uy cerca de Chechenia—, un grupo de sanguinarios t errorist as chechenos ent renados en Afganist án, por la supuest a " ex" socia de la CI A, Al Qaeda, t om aron una escuela con cent enas de niños adent ro. El act o t errorist a concluyó con la m uert e de m ás de 200 niños, hecho que pudo observarse en los m edios de com unicación de t odo el m undo. El 28 de noviem bre de ese año, t ras las elecciones nort eam ericanas, Associat ed Press report ó desde Moscú que el j efe de la com isión parlam ent aria que invest igaba el t em a, Alexander Torshin, afirm aba haber encont rado evidencia de que " una agencia de int eligencia ext ranj era" est aba involucrada en la operación, quizás el m ás cruel de t odos los at ent ados t errorist as que se hayan vist o por involucrar la m at anza de niños. Sin em bargo, Vladim ir Put in, en un cable fechado el 11 de febrero de 2005 insist ió con la t eoría de la conexión de los t errorist as chechenos con Al Qaeda. La declaración dice t ext ualm ent e " Hay t odavía dinero de Al Qaeda, inst ruct ores de Al Qaeda y m ercenarios de algunos países m usulm anes reclut ados por fundam ent alist as" . Lo llam at ivo es que Put in nada m enciona acerca de lo que el j efe de la com isión parlam ent aria había señalado sólo un par de m eses ant es: la evidencia de que el at ent ado había sido efect uado con la colaboración de una agencia de int eligencia ext ranj era, y ello a pesar de que inm ediat am ent e 15

Véase el Washingt on Tim es del 3 t ont im es.com / world/ 20031102- 111400- 3720r.ht m .

de

noviem bre

de

2003:

ht t p: / / washing

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después del at aque el propio Vladim ir Put in había sugerido práct icam ent e lo m ism o, al decir que " algunos que añoran la Guerra Fría en Occident e, y que desean debilit ar a Rusia, ayudaron a los t errorist as" . Cabe m encionar que sólo la CI A y el MI - 6 pueden t ener la capacidad operat iva necesaria com o para realizar at ent ados t errorist as de la m agnit ud del acaecido en Beslan o " añorar los años de la Guerra Fría" . La alusión fue clarísim a, rem arquém oslo, porque las palabras suelen olvidarse fácilm ent e: aunque el j efe de la com isión parlam ent aria no lo haya señalado explícit am ent e, dada la conexión del t errorism o checheno con Al Qaeda, queda m uy claro que no hay ot ras agencias de int eligencia capaces de part icipar en un act o de sem ej ant e m agnit ud, y el propio Put in inicialm ent e —sólo inicialm ent e— así lo había sugerido. Put in no podía t am poco avanzar en el esclarecim ient o del t em a porque él m ism o y el FSB, la ent idad sucesora de la KGB, habían sido sindicados por el ex espía Alexander Lit vinenko —en el libro Blowing Up Russia 16 ( " Volando Rusia" ) — com o aut ores de los at ent ados que volaron dos edificios en Moscú en 1999. Según Lit vinenko, dicha operación habría t enido com o fin arm arse de una excusa válida para incursionar en Chechenia. La publicación del libro había sido financiada por el ex m agnat e ruso Boris Berezovsky, enem igo m ort al de Put in por haber sido desplazado del poder y del cont rol de sus em presas por el act ual President e, quien lit eralm ent e " desarm ó" el sist em a de privat izaciones ensayado por Boris Yelt sin, el cual favorecía a unos pocos em presarios conocidos com o " los oligarcas"

( uno de los cuales era

Khodorkosky) . Esa operación de Put in t uvo com o propósit o com enzar a asociar los recursos y las riquezas nat urales de Rusia con las m egacorporaciones anglonort eam ericanas, en vez de m ant enerlos circunscrit os al reducido grupo de m añosos rusos que habían seleccionado Yelt sin, su m inist ro de Econom ía Yegor Gaidar, y su prim er m inist ro Vikt or Chernom yrdin, quien era a su vez un oligarca. Si est o es así, lo que en los m edios de com unicación se vio en su m om ent o com o una " sucesión norm al" —la renuncia de Yelt sin y el acceso de Put in al poder— no fue ot ra cosa que un golpe de Est ado organizado desde el ext erior. Es necesario punt ualizar algo acerca de Chechenia. En prim er lugar, el t errorism o checheno es funcional al int erés de las pet roleras anglo- nort eam ericanas que operan al sur de ese país, en Azerbaij án, la ex república soviét ica m ás rica en pet róleo después de la propia Rusia. Una event ual independencia chechena facilit aría el poder de m aniobra de t ales pet roleras t ant o en Chechenia ( zona de paso obligado de oleoduct os) com o en Azerbaij án dado que el poder polít ico est aría fraccionado en líderes locales y no cent ralizado en Moscú. En segundo lugar, result a evident e que cualquier grupo con int erés polít ico que ej ecut e un at ent ado y m at e a 200 niños no se gana precisam ent e las sim pat ías de la población local ni m undial, 16

La m uer t e en Londres de Alexander Lit v inenko en 2006, envenenado con polonio, se debería a la decisión del ex espía de cont ar la verdad de esos dos at ent ados. El libro est á agot ado, pero puede leerse libr em ent e en la red en ht t p: / / www.felsht insky.com / books/ FSB2ndEngEd.doc.

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por lo que cabe concluir que en realidad un at ent ado de t ales caract eríst icas j uega en cont ra de los grupos independent ist as que podrían llegar a reivindicarlo. Por eso, para ent ender bien lo que sucedió, es necesario com prender quiénes salieron favorecidos por el horroroso hecho, que fueron principalm ent e dos: uno fue George W. Bush quien podía m ost rar al m undo ent ero, a poco m enos de dos m eses de una elección que se present aba reñida, cóm o el t errorism o islám ico int ernacional est aba " vivit o y coleando" y produciendo act os aún m ás horrorosos que los ocurridos en Nueva York, Washingt on y Madrid. El ot ro gran beneficiado fue Vladim ir Put in, quien pudo prom ulgar una legislación —con abrum ador respaldo popular debido al at ent ado— que elim ina la dem ocracia para elegir los gobernant es regionales, que ahora son elegidos " a dedo" por el President e. Ést e es un hecho m uy relevant e porque la población rusa siem pre ha t enido un com ponent e profundam ent e nacionalist a y cont rario a la presencia ext ranj era en los m edios de producción del país. Los líderes locales, que ant es eran elegidos dem ocrát icam ent e, debían priorizar esa cuest ión. Al cam biar el m ét odo de elección, la sit uación ya no es la m ism a. Que uno y ot ro han sido los principales beneficiados del at ent ado es algo incuest ionable si se t iene en cuent a que Put in nunca volvió a m encionar a quienes " ext rañan la Guerra Fría en Occident e" . Por lo cont rario, el 19 de oct ubre de 2004, apenas t res sem anas ant es de las elecciones nort eam ericanas, y j ust o cuando las encuest as m arcaban un em pat e t écnico ent re Bush y Kerry, Put in señalaba en declaraciones desde Tashkent que t uvieron gran t rascendencia en Occident e que " si Bush pierde, ello llevaría a que el t errorism o se desarrolle en t odo el m undo" . Ent iéndase bien est o:

Put in hacía cam paña por Bush, m ient ras la com isión

parlam ent aria que invest igaba el crim en de Beslan encont raba evidencia de que el at ent ado había sido organizado por una agencia de int eligencia ext ranj era, t al com o incluso él m ism o había sospechado en un prim er m om ent o. ¿Qué hay at rás de t odo est o? El lect or podrá com prenderlo con claridad si ext ract am os una not icia aparecida en la t apa del Financial Tim es el 30 de sept iem bre de 2004, apenas sem anas después del at ent ado, y de las declaraciones en las cuales Put in señalaba la presencia de " nost álgicos de la Guerra Fría en Occident e" . Veam os: El grupo pet rolero nort eam ericano Conoco Phillips y la pet rolera rusa Lukoil anunciaron ayer un acuerdo de am plia cooperación por el cual Conoco com pra una porción de Lukoil en 2.000 m illones de dólares, y adem ás am bas com pañías desarrollarán proyect os conj unt os t ant o en Rusia com o en I rak [ cabe señalar que Saddam Hussein había concesionado los cam pos pet roleros iraquíes ent re em presas europeas y rusas] ( ...) Conoco est á ingresando al polít icam ent e sensible m ercado pet rolero ruso luego de recibir

la

bendición

del

Krem lin

y

el

apoyo

de

las

aut oridades

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nort eam ericanas por un acuerdo que según las dos com pañías m ej orará el desarrollo energét ico bilat eral, incluyendo la ofert a de crudo ruso a Est ados Unidos. La operación de Conoco es la inversión ext ranj era m ás im port ant e en Rusia desde la adquisición el año pasado de una porción de 7.000 m illones de dólares de la com pañía TNK por part e de Brit ish Pet roleum . El acuerdo de Conoco significa la m ás grande privat ización por valor y llena un vacío en el port afolio del t ercer grupo pet rolero nort eam ericano. Rusia posee 11 de los 23 m egapozos pet roleros m ás grandes del m undo, con capacidad de producir m ás de 100.000 barriles diarios. El pozo de Qurna ( de Lukoil) en I rak Occident al es t am bién uno de los m ás grandes del m undo con reservas est im adas en 20.000 m illones de barriles ( ...) . Es necesario m encionar que la est at al Lukoil est aba vendiendo part e de sus pozos pet roleros a Conoco Phillips ( em presa cont rolada por el clan Rockefeller) j ust o en el m om ent o en que el pet róleo est aba alcanzando precios récord, por encim a de los 50 dólares por barril, por lo que cualquier alza post erior —com o ocurrió— revelaría que la vent a de reservas pet roleras rusas e iraquíes sería un m uy m al negocio para Lukoil y para Rusia, y un excelent e negocio para Conoco y Est ados Unidos. Fue lo que sucedió, y con el apoyo del Krem lin, o sea, de Put in. Ahora puede quedar bast ant e m ás claro ent onces el at ent ado de Beslan, la am enaza velada inicial de Put in sobre las " rem iniscencias de la Guerra Fría en Occident e" , su post erior silencio t ot al al respect o, aun cuando una com isión invest igadora parlam ent aria est ableció la part icipación de " una agencia ext ranj era" en el at ent ado que m at ó m ás de 200 niños en edad escolar, y finalm ent e, el apoyo de Put in a Bush t res sem anas ant es de las elecciones, con su argum ent o de que " el t errorism o int ernacional se desarrollaría en t odo el m undo si Bush pierde" . ¿Hace falt a m ás? Y t odo ant e nuest ras propias narices.

Los a t e n t a dos de Lon dr e s de j u lio de 2 0 0 5 : los t e r r or ist a s fa vor e ce n a Bla ir y Bu sh El 7 de j ulio de 2006 un nuevo act o de barbarie sacudió al m undo. Un supuest o grupo t errorist a m usulm án at ent ó cont ra el sist em a de t ransport e público de Londres y m asacró decenas de personas inocent es en los aut obuses y los subt erráneos. Las not icias acerca de los nexos ent re las células t errorist as que los ej ecut aron y Al Qaeda dieron rápidam ent e la vuelt a al m undo y los m edios de com unicación dej aron plasm ada en la " hist oria" una serie de falsedades acerca del nuevo at ent ado. Veam os algunos de los punt os oscuros que los m edios de com unicación en general silenciaron o no invest igaron en relación con los at ent ados del 7 y 21 de j ulio de 2005 en Londres:

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1. La explicación oficial fue que los t errorist as m usulm anes fueron ident ificados porque llevaban sus docum ent os consigo. Cabe pregunt arse por qué peligrosos t errorist as que evadieron la persecución de los servicios de int eligencia durant e años habrían de llevar consigo sus docum ent os al m om ent o de com et er at ent ados suicidas. Ést os habrían servido para que los servicios de int eligencia pudieran llegar hast a sus fam ilias, y darían la oport unidad para que los m ism os servicios descubrieran las vinculaciones personales ent re los m iem bros de la red t errorist a, que obviam ent e, pret enden m ant ener en secret o sus vinculaciones. Nadie en la prensa oficial se pregunt ó sobre est a obviedad. 2. Los t errorist as no pueden haber sido t an est úpidos para dej arse film ar j unt os por circuit o cerrado de t elevisión —com o la explicación oficial sost iene— en la King's Cross St at ion, donde se produj o uno de los at ent ados. Ocurre que esa est ación en part icular t iene una gran y conocida cant idad de cám aras dent ro y fuera de ella. Ello t am bién ayudaría a ident ificar en persona a los t errorist as y a sus vinculaciones fam iliares y personales con m iem bros de Al Qaeda. 3. Tam poco hay razón para que los t errorist as viaj aran a Londres j unt os, com o se dij o, porque est o podía facilit ar su det ección e ident ificación, e incluso posibilit arle a las aut oridades que im pidieran los at ent ados. 4. La explicación oficial dij o que los t errorist as viaj aron de Leeds a Lut t on y de allí a Londres. Pero ent onces, ¿dónde desem barcaron en Londres? ¿Lo harían precisam ent e en la est ación de t ren de King's Cross, uno de los post eriores blancos de at aque, frent e a t odas las cám aras de seguridad apost adas allí? 5. La explicación oficial indica que las cám aras de seguridad de la línea 4 de aut obuses —j ust o en la que se produj o uno de los at ent ados— no funcionaba j ust o el m ism o día de los at ent ados, por lo que no hay regist ro fílm ico de qué es lo que realm ent e pasó en el aut obús volado. ¿Por qué nunca fue divulgado el report e oficial del m ant enim ient o de la línea 4 de aut obuses londinense? Para peor, luego se supo que el m ant enim ient o de las cám aras de seguridad de los aut obuses se realizaba m uy a m enudo: ent re dos y t res veces a la sem ana, y que las cám aras podían grabar dos sem anas ent eras de la act ividad de los aut obuses en form a inint errum pida. Ahora viene " la frut illa del post re" : según un conduct or de la propia línea at acada, un m iem bro de la em presa de seguridad de los aut obuses pasó nada m enos que 20 horas el sábado ant erior al at ent ado presunt am ent e inspeccionando el buen funcionam ient o de las cám aras de seguridad. Para colm o no se t rat aba de una de las personas que regularm ent e hacían el servicio, y adem ás solían hacerlo en m uchísim o m enos t iem po. ¿Dónde est án los cables de las supuest am ent e serias Reut ers, Associat ed Press, Unit ed Press I nt ernat ional o BBC report ando esos

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hechos? Pero adem ás, por si est o fuera poco, el at ent ado del aut obús de la línea 4 se realizó en Tavist ock Square, donde no hay ninguna parada de la línea 4, pues el punt o se encuent ra fuera de su recorrido. O sea, el aut obús fue desviado adrede. 6. Un grupo t errorist a que verdaderam ent e hubiera deseado causar daño a I nglat erra habría com et ido los at ent ados ant es —y no después— de que el Com it é Olím pico I nt ernacional decidiera cuál sería la sede de las Olim píadas de 2012. El Com it é decidió oficialm ent e que la sede será Londres, en una elección en la cual su único rival era París. La decisión, am pliam ent e difundida en t odos los m edios de prensa, fue t om ada el 6 de j ulio de 2005. El prim er at ent ado fue solo un día después. ¿Qué clase de grupo t errorist a esperaría a que el Com it é se decidiera por Londres com o sede olím pica, cuando un at ent ado previo podría haber proveído la oport unidad de que Londres perdiera su candidat ura? 7. I nglat erra

Un se

grupo t errorist a que verdaderam ent e quisiera at ent ar habría

asegurado

de

que

su

accionar

conduj era

al

cont ra m ínim o

endurecim ient o posible en la legislación ant it errorist a. Pero ocurrió precisam ent e lo cont rario, el paquet e de leyes ant it errorist as present ado por Tony Blair t ras el prim er at ent ado era t an duro que el Parlam ent o no lo vot ó en una prim era inst ancia. ¿Casualidad? Just o un día ant es de que el Parlam ent o ent rara en el receso de verano, sin vot ar ese proyect o de Blair, se produj o el segundo at ent ado de Londres, lo que obligó al Parlam ent o a reunirse de urgencia y aprobar la legislación ant it errorist a present ada por el servicial Blair. ¿Así qué t errorist as pudieron act uar ayudando a Blair a ganar una bat alla parlam ent aria cuyos perj udicados son ellos m ism os? 8. Para que la causa por la que luchan los " t errorist as" t uviera alguna lógica, los at aques deberían cent rarse en un obj et ivo m ucho m ás cercano a la opresión a los m usulm anes en I nglat erra. Pero no: los at aques se cent raron en aut obuses y subt erráneos, donde viaj a gent e com ún ( nunca polít icos ni m ucho m enos em presarios m ult im illonarios) . Es hora de que la gent e m edit e de una vez por t odas sobre est a obviedad: los " t errorist as" at acaron aut obuses y subt erráneos en Londres, t renes en Madrid, una pobre escuela de niños carenciados en Beslan, las Torres Gem elas ant es de las 9 de la m añana en Nueva York —hora a la que nunca est án los m ás alt os ej ecut ivos de las em presas—, y en el Pent ágono lo hicieron precisam ent e en el ala opuest a a la que est aba la oficina de su supuest o " archienem igo" Donald Rum sfeld. ¿Qué es est o? ¿Por qué los " t errorist as" siem pre at acan a público com ún y corrient e, gent e pobre o de clase m edia que bien podrían const it uir su base de apoyo a la causa m usulm ana? Y los m edios int ernacionales m ás prest igiosos y sus periodist as ganadores de Prem ios Pulit zer, ¿t am poco se pregunt an nada?

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9. En el exact o m om ent o en que se produj o el prim er at ent ado en Londres, m uy cerca, en Gleneagles, Escocia, se est aba llevando a cabo la reunión anual expandida del G- 8. Est aban present es los principales líderes m undiales y sus num erosas com it ivas. O sea que el nivel de seguridad era m áxim o t ant o en la pequeña localidad com o en la propia Londres. ¿Por qué elegir ent onces para realizar los at ent ados j ust o la fecha en que pueden fracasar con m ás facilidad? La respuest a habría que buscarla por el lado de que si algo llegaba a salir m al con los at ent ados de los " t errorist as" el hecho de que los principales líderes m undiales est uvieran reunidos a puert as cerradas ( Bush y Berlusconi incluidos) podía llegar a garant izar un " pact o de silencio" ent re " caballeros" , adem ás de que Blair ganara el inm ediat o apoyo que los principales líderes de la com unidad int ernacional no t enían ot ra opción que brindarle, ant e su sorpresivo anuncio en privado. ¿Qué líder podría negarse a aparecer j unt o a Blair en la fot o de Gleneagles t ras los at ent ados? La fot o que se sacaron los líderes con cara circunspect a t ras el prim er at ent ado, m ient ras est aban en Gleneagles, parece recordar el viej o est ilo de la om ert à: la ley de silencio de la m afia siciliana. 10. Una serie de at ent ados en lugares con m enos exposición pública de cám aras de seguridad, o cont ra obj et ivos m ilit ares o gubernam ent ales, habría t enido m ucho m ás sent ido. 11. Al m om ent o de los at ent ados del 7 de j ulio se hallaba en Londres, hospedado en un hot el cercano a los lugares de los at ent ados, el ex prem ier israelí Benj am ín Net anyahu. Curiosa —y sospechosam ent e— recibió una advert encia para que no se m oviera de su hot el ant es de que t uviera lugar la prim era explosión. Luego se dieron una serie de explicaciones diciendo que la advert encia fue luego de la prim era det onación y m ient ras est aba fuera del hot el. Pero en t odo caso, ¿por qué no se lanzó ninguna advert encia pública a la población com ún y corrient e t ras la prim era explosión? Adem ás, los part icipant es de la conferencia en el lugar en que Net anyahu debía present arse ese día fueron evacuados del edificio, m ient ras que la propia población londinense recibió un t rat o kelper o sea, de ciudadanos de segunda. 12. Las explicaciones de Scot land Yard y las aut oridades israelíes se cont radicen m ut uam ent e acerca de la advert encia que recibió Net anyahu. 13. Pet er Power ( un ex agent e de la Scot land Yard) , direct or de Relaciones Públicas de la em presa Visor Consult ant s, que se denom ina a sí m ism a " consej era de adm inist ración de crisis" est aba al m om ent o de las explosiones del 7 de j ulio t rabaj ando con la unidad ant it errorist a brit ánica. Power declaró a la prensa que una

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gran corporación ( no dij o cuál) est aba, a las 9: 30 del 7 de j ulio de 2005, haciendo un sim ulacro en el exact o m om ent o y en el exact o m ism o lugar donde ocurrieron las explosiones en los subt erráneos. El sim ulacro consist ía en la ej ecución de " explosiones sim ult áneas" . Curiosam ent e, el 11 de sept iem bre de 2001 la CI A est aba

conduciendo

sim ulacros

que

envolvían

secuest ros

de

aviones

para

est rellarlos en el World Trade Cent er y en el Pent ágono a las 8: 30 de la m añana de ese fat ídico día. ¿Cuál puede ser el uso de los sim ulacros? Se dice que los sim ulacros pueden proveer una especie de cobert ura, una especie de " Plan B" , una explicación por si algún at ent ado sale m al, encubriendo así a sus aut ores reales. Power no reveló el nom bre de la com pañía que est aba t ras los sim ulacros del 7 de j ulio en Londres, porque ést a deseaba perm anecer en el anonim at o. Cabe pregunt arse: ¿por qué buscar el anonim at o si la act ividad era norm al y no t enía nada que ver con los at ent ados? Power sólo m encionó que se t rat a de una corporación con m ás de m il em pleados. 14. Las aut oridades brit ánicas dij eron oficialm ent e que los at ent ados se realizaron con explosivos de alt a pot encia, de probable uso m ilit ar, y no t ípicos disposit ivos caseros com o los que se usan en los at ent ados de pequeñas células con t errorist as suicidas. 15. La t elevisión brit ánica em it ió report aj es a t est igos de los at ent ados que lucían

ext rañam ent e

calm os

m ient ras

relat aban

las

explosiones.

Si

los

ent revist ados eran verdaderos t est igos y no agent es de los servicios secret os " plant ados para las cám aras" est o indica que los at ent ados no pueden haber sido de gran pot encia. Tam bién es posible que los " t est igos" hayan sido en realidad int egrant es del equipo que hizo los sim ulacros y que no hayan sido víct im as reales. 16. La prensa israelí report ó que los explosivos usados en los at ent ados eran probablem ent e idént icos a los ut ilizados en una explosión en Tel Aviv hecha por dos m usulm anes brit ánicos en una m isión suicida. Se dice que una de las bom bas falló y el t errorist a escapó, y que su cuerpo fue hallado luego en una playa. La prensa israelí m ost ró luego el pasaport e brit ánico del t errorist a frust rado que aparent em ent e, según la propia prensa israelí, era falso. Lo que no queda claro de t odo est o es desde cuándo es polít ica de los servicios de seguridad y prensa israelíes hablar sobre t em as e inform aciones concernient es a problem as int ernos de exclusiva incum bencia de la seguridad nacional brit ánica. 17. El 13 de j ulio de 2005 los agent es ant it errorist as brit ánicos realizaron una serie de " explosiones cont roladas" con los explosivos que los " t errorist as" de Londres del 7 de j ulio habían dej ado en un aut om óvil en Lut t on. ¿Por qué los t errorist as dej aron esos explosivos en un aut om óvil? Si eran para ot ra explosión

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que fue cancelada, ent onces los " t errorist as" habrían dej ado huellas fehacient es que conect aban los at ent ados de Londres con la est ación de t renes de Lut t on, lo que, de nuevo, podía ofrecer grandes pist as a los organism os de seguridad brit ánicos para est ablecer con m ucha exact it ud quiénes est án en la red Al Qaeda en Europa, cosa que precisam ent e, es lo que esa organización m enos debería querer. Ahora bien, algo que debe llam ar la at ención en form a adicional sobre est as " explosiones cont roladas" es que al realizarse se dest ruyó t oda evidencia que pudiera llevar a pist as adicionales sobre la organización t errorist a. Recuerde el lect or que las explosiones cont roladas fueron hechas sólo 6 días después del prim er at ent ado. ¿Sabe el lect or a qué hora se hizo det onar en form a cont rolada el aut o con explosivos? Nada m enos que en la oscuridad de las 4: 30 de la m adrugada, hora de Londres. ¿Había en ese aut om óvil sólo explosivos, o adem ás algo " explosivo" ? 18. El lect or m em orioso recordará que poco después de la invasión anglonort eam ericana de I rak est alló en Londres un gran escándalo cuando un cient ífico inglés, David Kelly, aseguró al Parlam ent o que el gobierno brit ánico sabía perfect am ent e ant es de la invasión a I rak que Saddam Hussein no t enía arm as de dest rucción m asiva y que Blair había m ent ido a t oda la población brit ánica de m anera descarada al respect o. A los pocos días David Kelly fue encont rado m uert o en m uy ext rañas circunst ancias. Si bien el t em a desapareció rápidam ent e de la prensa int ernacional, en la m em oria colect iva brit ánica quedó firm em ent e inst alado que Blair podía t ener que ver no sólo con las m ent iras sobre las arm as de Saddam , sino t am bién con la m uert e de Kelly. Los at ent ados de Londres ayudaron ent onces a Tony Blair a recuperar prest igio dado que m uest ran a la población del Reino Unido la verdadera peligrosidad del t errorism o islám ico int ernacional. El beneficiario polít ico direct o de los at ent ados de Londres ha sido el servicial Tony Blair. Y los beneficiarios económ icos, los servicios de seguridad brit ánicos y las em presas relacionadas con seguridad y defensa que gozan, obviam ent e, de m ás presupuest o. 19. Oficialm ent e se dij o que los t errorist as ident ificados com o aut ores de los at ent ados de Londres eran ciudadanos ordinarios que respet aban las leyes, que j ugaban al cricket y al basquet bol, que dos de ellos t enían hij os pequeños, uno de ellos incluso de apenas 8 m eses ( y ot ro t enía a su m uj er em barazada) , y que algunos eran m aest ros de niños con discapacidades. Con est o el gobierno bien pudo generar en la población el t em or a cualquier desconocido o hast a a cualquier conocido, con el propósit o de aplicar una agenda cada vez m ás rest rict iva de los derechos civiles. Pero cabe pregunt arse ¿es ést e el perfil de un t errorist a suicida? Adem ás, ¿por qué inm olarse? ¿Por qué no dej ar las bom bas en t renes y aut obuses y huir? Un t errorist a vivo sirve para hacer m ás at ent ados. ¿Por qué no escapar? Bueno, una de las razones, sobre t odo si recordam os el t em a Osam a bin Laden, es que un m uert o no puede incrim inar a nadie, y m ucho m enos, negar o probar la

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falsedad de cualquier cosa que se diga de él... O sea, es posible —y se especula sobre ello— que los supuest os " suicidas" hayan sido en realidad t raicionados por sus propios j efes. Es necesario recordar que hast a la prensa oficial dij o que llevaban los explosivos en bolsos y no adosados a sus propios cuerpos. 20. Gracias a los at ent ados de Londres, George W. Bush pudo prorrogar la denom inada " Pat riot Act " , ley ant it errorist a aprobada en t iem po récord —m enos de un m es— t ras los at ent ados del 11 de sept iem bre, a pesar de cont ar con m ás de cien m inuciosas páginas, varias de cuyas principales provisiones vencían poco t iem po después del at ent ado del 7 de j ulio de Londres. Bush y su grupo t am bién salieron beneficiados con los at ent ados de Londres. 21. Ot ra m uy ext raña coincidencia ent re los at ent ados de Nueva York y Londres es que sólo en cuest ión de horas la prensa de am bos países est aba publicando los nom bres y las fot os de los t errorist as suicidas, y acusando de los at ent ados a la red Al Qaeda, ent renada por la CI A en Afganist án hacia los años ochent a. 22. Según la prensa, uno de los cerebros del at ent ado de Londres fue Haroon Rashid Aswat , quien habría sido colaborador ant erior nada m enos que del MI 6 ( servicio brit ánico de espionaj e ext erior) . Lo curioso del caso es que precisam ent e por ese m ot ivo la int eligencia brit ánica había pedido en 1999 a la CI A que no arrest ara a Aswat cuando hizo un viaj e a Oregon. Pero no fue la única vez que ello ocurrió. Pocos días ant es de los at ent ados Aswat se hallaba en Sudáfrica, país que recibió un pedido de m iem bros de baj o nivel de la CI A para que lo arrest ara. Dado que la nacionalidad de Aswat es brit ánica, Sudáfrica reenvió la solicit ud a las aut oridades inglesas, las que, am parándose en el pasaport e brit ánico de Aswat , pidieron a las aut oridades sudafricanas que lo dej aran en libert ad. 23. Pero aquí viene lo peor sobre el asunt o. Ocurre que la periodist a Reda Hassaine, inform ant e a la vez de los servicios secret os brit ánico y francés, lo había vist o asist iendo en repet idas ocasiones a las m ezquit as de Londres y predicando la j ihad, hablando del m art irio para acceder al paraíso, y reclut ando suicidas para Al Qaeda. Ent re sus reclut ados figuran conocidos t errorist as " m art irizados" . Hassaine inform ó de ello a la int eligencia brit ánica, que no hizo absolut am ent e nada a pesar de que había rem arcado la peligrosidad del hom bre en cuest ión. Est a inform ación no fue difundida por ningún m edio " conspiranoico" sino nada m ás y nada m enos que por el propio diario Tim es de Londres de los días 29 y 31 de j ulio de 2005. La not a se puede leer en el art ículo t it ulado " Bom bs suspect 'arrest ed in Africa" y en

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" Tangled web t hat

st ill leaves worrying loose ends" 17 . Es el m om ent o de

pregunt arse, ent onces, si los grupos t errorist as com o Al Qaeda en realidad no est án com puest os de dos clases de personas: los idiot as út iles, fanát icos que est án dispuest os a poner bom bas, suicidarse, colaborar con bom bardeos o dej arse engañar, y una reducida cúpula de la red " t errorist a" que en realidad no es ot ra cosa que cóm plice y colaboradora de int ereses claram ent e occident ales y que nada t ienen que ver con el I slam . Pero dej em os por ahora est e int errogant e que develarem os m ás adelant e. 24. Hay un elem ent o inconsist ent e acerca de los cuat ro t errorist as que la prensa oficial rápidam ent e ident ificó com o inm olados en el at aque de Londres del 7 de j ulio. La prensa oficial inglesa m ost ró im ágenes de ést os ent rando en la est ación de Lut t on para dirigirse a King's Cross a las 7: 22 a.m . Oficialm ent e se dij o que llegaron a la est ación a las 8: 26, según las cám aras de vigilancia. Pues bien, el t ren de las 7: 40 que va de Lut t on a King's Cross fue cancelado ese preciso día. Ent onces, ¿cóm o hicieron los " suicidas" para llegar a las 8: 26 y ser grabados por las cám aras? Lo ciert o es que si bien la grabación de los suicidas ent rando a la est ación de t ren de Lut t on fue difundida por los principales m edios de prensa m undiales, j am ás fue divulgada la grabación que se dij o t ener de los suicidas arribando a King's Cross. 25. Para cont inuar con el m uy confuso t em a de la advert encia previa —o sim ult ánea— a los at aques por part e de la int eligencia brit ánica a la em baj ada israelí ( que ent re ot ras cosas habría puest o a salvo a Benj am ín Net anyahu de cualquier peligro event ual) , en una ent revist a concedida al diario Bild Am Sont ag el 10 de j ulio de 2005, Meir Dagan, j efe del Mossad, dij o que su oficina de Londres fue alert ada a las 8: 43 a.m , nada m enos que seis m inut os ant es de la prim era de las explosiones. 26. Exist e una gran cant idad de especulaciones acerca de la aut ent icidad del m at erial fot ográfico que las aut oridades brit ánicas brindaron a la prensa acerca del ingreso de los t errorist as " suicidas"

a la est ación

de Lut t on.

Algunos

invest igadores com o Fint an Dunne piensan que hay hast a t rece indicios claros de que el m at erial fot ográfico fue som et ido al phot oshop. Hay algunas cont roversias sobre est os punt os, pero una de ellas es incont rast able e indiscut ible: ocurre que cuando se ve el código fuent e de la im agen original en el w ebsit e oficial de la policía brit ánica se puede leer claram ent e la palabra " Adobe" en la prim era línea. Cabe

17

" Sospechoso de las bom bas «arrest ado en África»" , www.t im esonlineco. uk/ ar t icle/ 0,,229891713139,00.ht m l, y " Com plicada red que aún dej a preocupant es finales abiert os" , www.t im esonline.co.uk/ ar t icle/ 0,,2087- 1715122,00.ht m l.

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aclarar, para quienes no son afines a I nt ernet , que Adobe es la firm a que produce phot oshop, uno de los m ás populares program as de ret oque fot ográfico. 27. Nadie explica cóm o los supuest os " t errorist as suicidas" com praron pasaj e de ida y vuelt a desde Lut t on a King's Cross, donde desem barcaron en Londres, ni m ucho m enos para qué pagaron el est acionam ient o de su aut om óvil en Lut t on. ¿Acaso vuelve un suicida exit oso? 28. En la prensa se dij o prim eram ent e y de m anera oficial que los explosivos ut ilizados eran de nat uraleza m ilit ar. Poco t iem po después el t radicional coro de m edios de prensa cit aba que los explosivos habían sido caseros. 29. Algunos t est im onios de t est igos fueron rápidam ent e suprim idos de la prensa. Tales fueron los casos de Bruce Lait , herido en uno de los subt erráneos, y seis pasaj eros m ás de los vagones at acados. Los siet e señalaron que no vieron a nadie en la zona del vagón donde se produj o la explosión, ni t am poco advirt ieron la presencia de algún paquet e sospechoso. Pero lo m ás llam at ivo es que los propios policías brit ánicos que prim ero asist ieron al lugar señalaron, en coincidencia con esos t est im onios silenciados, que creían que los explosivos est allaron en realidad de afuera hacia dent ro, dado que los m et ales del piso de los vagones se levant aron, lo que, de ser ciert o, haría suponer que los explosivos habían sido " plant ados" en excavaciones en las vías y hechos det onar desde fuera de los t renes. Si est as versiones son ciert as, las explosiones nunca podrían haber sido dent ro de los t renes, dado que de haberlo sido, los m et ales de los vagones se habrían deform ado hacia afuera. Uno de los policías, según t est igos presenciales, llegó a decir " Miren ese aguj ero en las vías, allí est uvo la bom ba" . 30. En un art ículo t it ulado " La Econom ía del Miedo" publicado en el diario La Nación el 8 de j ulio de 2005, apenas un día después de los at ent ados, escrit o por el conocido econom ist a Kennet h Rogoff, graduado de Yale y Harvard, profesor de est a últ im a universidad y ex econom ist a j efe y direct or de invest igaciones del Fondo Monet ario I nt ernacional, se explica det alladam ent e los beneficiosos efect os del t errorism o para la econom ía de los Est ados Unidos. 18 Si se lee el agudo art ículo de Rogoff y se lo int erpret a correct am ent e, se ent iende que el t errorism o int ernacional ayuda a m ant ener la econom ía nort eam ericana art ificialm ent e " sana", dado que el m iedo global que el t errorism o produce acent úa un proceso de aversión al riesgo en los inversores int ernacionales, sean ést os em presas o part iculares. Esa aversión hace que ant e una sit uación de incert idum bre int ernacional —com o la que

18

El art ículo puede ser consult ado en www.lanacion.com .ar/ archivo/ not a.asp?not a_id= 719941&origen= acum ulado&acum ulado_id= &aplicacion_id = 12) .

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provoca el cont inuo " t errorism o" — m ás inversores decidan m ant ener depósit os, t ít ulos y acciones en dólares nort eam ericanos, lo que ayuda a sost ener la t asas de largo plazo art ificialm ent e baj as en relación con lo que deberían ser, los bancos nort eam ericanos cuent an con m ej or nivel de liquidez del que podrían si no hubiera t errorism o, aum ent a el financiam ient o a em presas y part iculares con baj as prim as de riesgo, y las acciones líderes nort eam ericanas se m ant ienen art ificialm ent e alt as. Adem ás, el proceso de ent rada de capit ales a los Est ados Unidos que t odo est o im plica favorece el financiam ient o del déficit fiscal nort eam ericano, pero por sobre t odo del exorbit ant e déficit ext erno de balanza de pagos de su econom ía, que ha llegado, com o hem os vist o, a niveles alarm ant es. Su corrección bien podría im plicar la necesidad de un m uy fuert e aj ust e de cuent as que pondría en vilo a t oda la econom ía nort eam ericana: sus fam ilias, sus em presas, sus bancos y su gobierno en pleno. Solam ent e cabe agregar que la econom ía inglesa est á fuert em ent e ligada a la nort eam ericana m erced a los est rechísim os lazos ent re la banca, las pet roleras y m uchas ot ras indust rias de am bos países. Ésa habría sido una de las principales causas por las cuales Gran Bret aña aún no ha adopt ado el euro com o m oneda. O sea, lo que favorece a los Est ados Unidos, t am bién favorece indirect am ent e a Gran Bret aña. Que el lect or j uzgue por sí m ism o qué es lo que en realidad ocurrió en Londres los días 7 y 21 de j ulio de 2005. En cuant o a la población londinense, hoy es la m ás vigilada del m undo, dado que a raíz de los at ent ados se han inst alado m iles y m iles de cám aras por doquier. Virt ualm ent e, puede m onit orearse la act ividad física de cualquier ciudadano londinense fuera de su casa día y noche. Blair t ransform ó a Londres en un experim ent o orwelliano. Londres est á cam biando m uy rápido. Ahora, y aunque parezca una ironía, la policía le ha llegado a pedir a las prost it ut as, en form a oficial y m ediant e un com unicado, 19 que no salgan a la calle porque un supuest o asesino serial las asesinaría a un rit m o sin precedent es.

H e zbolla h y la s in t e r ve n cion e s de I sr a e l e n El Líba n o A m ediados de 2006, una nueva guerra est alló por causa del " t errorism o" . La razón presunt a am pliam ent e divulgada en la prensa m undial fue la capt ura de dos soldados israelíes por part e de las m ilicias arm adas de Hezbollah, ent idad calificada com o t errorist a por el gobierno nort eam ericano, que cuent a con bases en el sur de El Líbano. La cont roversia que siguió fue acerca de si los soldados capt urados est aban en t erreno israelí o libanés al m om ent o de ser arrest ados. La 19

" Policía br it ánica pide prost it ut as alej arse calles" , cable de Reut er s del 13 de diciem bre de 2006 en ht t p: / / lt a.t oday.reut ers.com / news/ newsAr t icle. aspx?t ype= t opNews&st oryI D= 2006- 12- 13T160718Z_ 01_N13436020_RTRI DST _0_I NTERNACI ONAL- GBRETA- A- PROSTI TUTAS- SOL.XML.

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prensa oficial decía que Hezbollah había incursionado en el nort e de I srael. La " progresist a" , en cam bio, que los soldados israelíes est aban en t errit orio libanés. En realidad se t rat a de un fact or que en sí m ism o no revist e la m enor im port ancia y quizá sea por esa cuest ión que la cont roversia en la prensa se det uvo en ese punt o. No creem os que ni siquiera el lect or m ás ingenuo pueda creer que el arrest o de un par de soldados en t errit orio lim ít rofe pueda dar lugar al fuego cruzado que le siguió, con Hezbollah disparando pequeños m isiles de cort o alcance a aldeas del nort e de I srael, e I srael bom bardeando t odo el sur y cent ro de El Líbano, incluida su capit al y golpeando rudam ent e t odo el aparat o económ ico libanés, dañando severam ent e t oda su infraest ruct ura: diques, plant as de energía eléct rica, fábricas de alim ent os y hast a escuelas y hospit ales. Las reales causas de est e conflict o, sin em bargo, perm anecen en la oscuridad dado que los m edios de com unicación int ernacionales y las agencias de not icias en general se lim it aron a m ost rar los dest rozos y a señalar el com ienzo y el fin de las host ilidades, cuando se accedió al envío de t ropas int ernacionales para separar am bos países. Lo que hay que t ener en cuent a, sin em bargo, es que esa guerra es sólo una m ás de la serie de m uy confusos enfrent am ient os, guerras, guerras civiles, asesinat os polít icos y act os t errorist as que se han desarrollado en El Líbano en los últ im os cincuent a años. Tant o la invasión de 2006 com o la ent era serie de acont ecim ient os pueden ent enderse m ej or si se com prenden los siguient es cuat ro fact ores: a. En j ulio de 2006 t erm inó de const ruirse, y se inauguró, uno de los oleoduct os m ás im port ant es del m undo, el BTC ( Bakú- Tbilisi- Ceyhan) que lleva el pet róleo que se ext rae en Azerbaij án hast a los puert os t urcos. De allí se em barca m ayorit ariam ent e a Occident e. Sin em bargo, est á planeado const ruir una ext ensión de ese oleoduct o a la ciudad israelí de Ashkelon. De Ashkelon puede conect arse con facilidad, con la infraest ruct ura ya exist ent e, al puert o israelí de Eilat en el Mar Roj o, y em barcarse a China y al sudest e asiát ico. La idea es convert ir a I srael en un poderoso fact or " t riangulador" del pet róleo que se consum e en China, I ndia y t odo el Orient e Lej ano, de m anera que se pueda evit ar cualquier posible " ej e" chino- iraní o

indo- iraní y,

por

supuest o,

hacer

que el

pet róleo

azerí sea

cont rolado

ent eram ent e por las grandes corporaciones anglo- nort eam ericanas. El problem a de est e gran m egaproyect o es que la conexión ent re el puert o t urco de Ceyhan y el israelí de Ashkelon debe pasar por t ierra, o bien por m ar, de soberanía siria y libanesa. Am bos países result an un obst áculo a esas pret ensiones de las pet roleras de concent rar crecient em ent e el com ercio de pet róleo hacia el Orient e Lej ano en I srael. De allí la rudeza con la que el gobierno nort eam ericano viene t rat ando a Siria y t am bién la causa del at aque de I srael a El Líbano. Cuant o m ás desarrolladas est én am bas naciones, m ás facult ades podrían t ener para ent orpecer la rut a planeada del pet róleo. Por lo cont rario, cuant o m ás devast adas am bas naciones

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est én, m ás difícil les será oponerse a los deseos de las m egapet roleras y la elit e globalist a que las dom ina. b. Ésa no es, sin em bargo, la única causa " pet rolera" por la cual El Líbano es casi siem pre zona de conflict o, y Siria es frecuent em ent e dest acado com o país desest abilizador de Orient e Medio por el gobierno y la prensa est adounidenses. Ocurre que el pet róleo de los yacim ient os del oest e de I rak, m uy poco explot ados aún, bien podría ser t ransport ado en el fut uro hacia el m ar Medit erráneo m ediant e oleoduct os que at raviesen El Líbano y Siria. Más aún, por suelo sirio ya hay 2.000 km de oleoduct os const ruidos ( m ient ras en El Líbano casi no hay nada) . Usar el t errit orio de Siria y El Líbano puede ser en el fut uro m ás rent able y funcional para los int ereses occident ales que usar Basora y seguir efect uando el t ransport e de pet róleo a t ravés del Golfo Pérsico. I ncluso, en el fut uro, puede diseñarse una est rat egia para que la salida del pet róleo del oest e iraquí se concent re en puert os israelíes. El gran problem a para que ello sea efect ivo es que los oleoduct os deben at ravesar dos naciones que no son gobernadas incondicionalm ent e por m onarquías pro nort eam ericanas: Siria y El Líbano. c. En t ercer lugar, t ant o I srael com o El Líbano padecen fuert es lim it aciones de agua pot able. I srael la obt iene en m edida m ayorit aria de las alt uras del Golán ( t errit orios ocupados a Siria a part ir de 1967, y nunca devuelt os por est a razón principal) , que le dan acceso al río Jordán, y de los afluent es subt erráneos de Cisj ordania ( reclam ada por los palest inos com o propia) . Ést a es la causa por la cual la población palest ina de Gaza y Cisj ordania sólo recibe el 2% del agua pot able que se consum e en t odo I srael, donde exist e un racionam ient o t ácit o que se aplica a los palest inos. Aun así, la indust ria y el agro israelíes sufren cíclicam ent e por la escasez de agua dulce, fact or que ha hecho que incluso se haya est udiado la posibilidad de desalinizar agua m arít im a, lo que por el m om ent o se descart ó por su m uy alt o cost o. Lo ciert o es que las fuent es acuíferas israelíes se encuent ran en descenso. En el Mar de Galilea el nivel de agua dulce viene descendiendo de m anera acelerada, por lo que le result a necesario encont rar fuent es alt ernat ivas. En cam bio el ext rem o sur de El Líbano es at ravesado por la única fuent e acuífera que t ienen al alcance de la m ano: el río Lit ani, que incluso llega a fluir a m enos de 10 km de la front era israelí. Ya desde el propio origen del Est ado de I srael, Ben Gurión reclam aba que la front era nort e israelí fuera la ribera de ese río, previendo el problem a. Finalm ent e no lo pudo conseguir, pero la dest rucción sist em át ica que I srael viene haciendo del sur de El Líbano —hubo ya no m enos de siet e invasiones desde la creación del Est ado de I srael— t iene com o una de sus principales causas la necesidad de canalizar agua de ese río. Por lo t ant o, si el sur de El Líbano es una zona de perm anent e conflict o, devast am ient o y dest rucción, t ant o m ás fácil será generar la idea de que la zona est á en lit igio ent re las dos naciones ( cuando no es así) y

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posibilit ar el acceso al río Lit ani por part e de I srael, único país de Orient e Medio que cuent a con el vist o bueno est adounidense para alcanzar el est at us de nación desarrollada. Lo ciert o es que t ras varias " guerras del pet róleo" , est am os asist iendo a una de las prim eras guerras " del agua" . d. A m edida que el pet róleo com ienza a escasear en el m undo, y a concent rarse cada vez m ás en t orno del Golfo Pérsico, com ienza a result ar m ás im port ant e la dist ribución int erna del m ism o y del gas nat ural en la zona en cuest ión. Arabia Saudit a es el m ayor product or m undial y t am bién el país con m ás reservas declaradas de pet róleo, pero t iene m uy poco gas nat ural, con el agravant e de que algunos de sus yacim ient os pet roleros m ás im port ant es est án com enzando a dar señales de agot am ient o. Adem ás, no se sabe a ciencia ciert a cuánt os de los 120.000 m illones de barriles de reservas que declara poseer son realm ent e ext raíbles. La segunda nación en reservas m undiales de pet róleo es I rán, con el agravant e —para los Est ados Unidos— de que es t am bién el país que figura segundo en t odo el m undo en reservas de gas nat ural, t ras Rusia. Por lo t ant o, si el deseo geopolít ico de la elit e pet rolero- financiera globalist a es cont ar con los recursos iraníes aunque fuera al ext rem o de bom bardear o invadir el país, es necesario ir sum ando excusas. En el caso de Saddam Hussein las excusas fueron las inexist ent es arm as de dest rucción m asiva y su supuest o apoyo —irreal— a Al Qaeda. En el caso iraní una de las m ás poderosas excusas que se viene preparando desde hace m uchos años es el apoyo que su gobierno le prest a a las m ilicias de Hezbollah, sit uadas en el sur de El Líbano y consideradas com o t errorist as por el gobierno nort eam ericano y los grandes m edios de com unicación int ernacionales, aunque no por las Naciones Unidas. Hezbollah brinda ent onces una m uy út il excusa para las am biciones t ant o israelíes com o nort eam ericanas respect o de El Líbano e I rán, así com o Al Qaeda y Osam a bin Laden sirvieron com o excusa para invadir Afganist án e I rak. Vem os ent onces cóm o nuevam ent e el t errorism o sirve de pret ext o a la elit e para apropiarse de recursos aj enos. Si t odo est o queda claro, t am bién queda claro ent onces por qué El Líbano ha sido suj et o en los últ im os 50 años a m uy confusas guerras e invasiones, por qué est á

seriam ent e

dividido

polít icam ent e,

por

qué

su

aparat o

económ ico

es

sist em át icam ent e dest ruido y vuelt o a const ruir, por qué en la prensa se lo m enciona com o base de t errorist as, por qué su capit al Beirut es bom bardeada, sus líderes frecuent em ent e asesinados, y por qué Hezbollah es en el fondo funcional a los int ereses de las m ega- corporaciones pet roleras anglo- nort eam ericanas y de la elit e globalist a. Es posible que en est e punt o m uchos se sorprendan, pensando que est am os frent e a un fenóm eno novedoso: el " aut oat ent ado" o el " aut ot errorism o" , o el t errorism o provocado por m ist eriosas organizaciones com o Al Qaeda y Hezbollah —a las que ya volverem os—, con el propósit o de obt ener excusas a fin de lograr

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obj et ivos económ icos o polít icos. Sin em bargo, es bueno hacer not ar que est am os frent e a un fenóm eno que no posee nada de nuevo. Se t rat a de una m uy ant igua est rat agem a que es part e de los m ecanism os pulidos por Leo St rauss desde Chicago, pero que la propia elit e int uía a la perfección desde m ucho t iem po ant es. La clave de la est rat agem a es que, si se conocen los det alles de la verdad, est o sólo sea después de m uchos años, y sólo a t ravés de la aparición de cont rovert idas obras " no oficiales" acerca de la hist oria. Durant e largos años, en cam bio, se necesit a de un volunt ario o involunt ario encubrim ient o de la verdad. Para ello se requiere la com plicidad —por obj et ivos polít icos, o por desconocim ient o y falt a de invest igación— del propio periodism o del " Prim er Mundo" y de sus m edios de com unicación. Con los años, en cam bio, va a ser necesaria la com placencia de m uchos hist oriadores, quienes en general siguen las líneas t razadas por las casas de est udio, m uchas veces —aunque no siem pre— universidades inglesas y est adounidenses de prim era línea.

Com o hem os dicho ent onces, los " aut oat ent ados" o los at ent ados con com placencia int erna, no son una creación cont em poránea. Vienen desde m ucho t iem po at rás y suelen ser un arm a poderosísim a ensayada por sociedades secret as generalm ent e int ernacionalist as, que cum plen el rol de brazo arm ado de la elit e globalist a. Sin ir m ás lej os, t ant o el inicio de la Prim era Guerra Mundial com o el ingreso de los Est ados Unidos a am bas guerras m undiales se produj o después de sendos act os de t errorism o, que convenient em ent e m anipulados por los gobiernos nort eam ericanos e ingleses de t urno, fueron present ados a la sociedad com o salvaj es y crueles at ent ados com et idos por t erceras naciones. Tam bién en I t alia, el t errorism o fue funcional a los int ereses precisam ent e cont rarios que decía represent ar, o sea, los del pueblo. Veam os:

Br iga da s Roj a s: t e r r or ism o a la it a lia n a El fenóm eno de las Brigadas Roj as es uno de los m ás fascinant es, y conviene analizarlo en su cont ext o pleno, dado que si bien el grupo t errorist a desapareció hace ya m uchísim os años, sus consecuencias se viven aún hoy. Es necesario advert ir que hoy hay pequeñas células que am enazan con hacer renacer el fenóm eno. Tras la Segunda Guerra Mundial y el régim en fascist a, una proporción m uy am plia del elect orado it aliano se volcaba a la izquierda, lo que no est aba en los planes de Washingt on, Nueva York y Londres. Se diagram ó ent onces para I t alia un régim en m erced al cual el Part ido Com unist a I t aliano ( PCI ) no podría alcanzar el poder. Ese esquem a se basaba en la disput a crónica del gobierno, sobre t odo ent re la Dem ocracia Crist iana, el Part ido Socialist a y, en últ im a inst ancia, el Part ido

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Republicano, los t res m uy sim ilares ent re sí, con el adit am ent o de varios pequeños part idos que se alineaban en uno u ot ro bando. El PCI est aba m arginado de t odo acuerdo, y así debía ocurrir desde el final de la Segunda Guerra hast a la caída del Muro de Berlín. Un fact or que incidía en form a fundam ent al para im pedir el acceso de los com unist as it alianos al poder —seriam ent e alej ados de los ingleses y los nort eam ericanos— era la exist encia de un poderoso grupo t errorist a de izquierda en I t alia: las Brigadas Roj as, que periódicam ent e realizaban at ent ados con decenas y a veces cent enas de m uert os. Cada at ent ado de las Brigadas Roj as significaba m enos vot os en las próxim as elecciones para los com unist as it alianos ant inort eam ericanos. Pero hacia m ediados de los años set ent a, uno de los m ás progresist as polít icos it alianos que hayan exist ido, el dem ócrat a crist iano Aldo Moro, com ienza a pensar en la necesidad de com part ir el gobierno con los com unist as. La idea era com part ir el poder de m anera t al que la Dem ocracia Crist iana t om ara m ás dist ancia de Washingt on, y el Part ido Com unist a rom piera con Moscú, favoreciendo la form ación de un gobierno m ás nacional, independient e, y poderoso. La idea de Moro, que iba a crist alizar en hechos el m ism o día que fue secuest rado, m ediant e una ley parlam ent aria, t enía un enem igo front al: Henry Kissinger. Lo curioso del caso es que en 1978 Moro fue secuest rado y asesinado por las Brigadas Roj as, organización clandest ina que decía ubicarse en la ext rem a izquierda, j ust o cuando el PCI est aba a punt o de realizar lo que nunca pudo: llegar al poder, m ediant e el acuerdo ent re Aldo Moro con el m áxim o j efe com unist a Enrico Berlinguer, a fin de liberar a I t alia del esquem a m onopolar en el que polít icam ent e se recluía t ras una aparent e diversidad de part idos polít icos. Pero las cosas no quedan allí. Result a que durant e los años ochent a, cuando com enzó a dest aparse la com plicada t ram a de la logia m asónica Propaganda Due ( P2) liderada por Licio Gelli, que int ent aba t om ar el poder en I t alia e incluía varios cent enares de m iem bros prom inent es de t odos los part idos polít icos ( salvo el com unist a) , m ilit ares, periodist as, em presarios, banqueros, et c., com enzaron a realizarse invest igaciones que involucraban t ransacciones financieras realizadas ent re bancos. De esas t ransacciones, los invest igadores descubrieron que la logia m asónica P2, de ext rem a derecha ( Gelli había sido fascist a y ahora t enía excelent es cont act os con la CI A y los Est ados Unidos) , financiaba los act os t errorist as de las Brigadas Roj as, lo cual venía ocurriendo desde casi el propio inicio de la organización a principios de los años set ent a, dado que su líder, Mario Moret t i, no habría sido ot ra cosa que un infilt rado de la CI A. 20 Ello no result a para nada raro, ya que el enem igo com ún que t enían t ant o el sist em a polít ico it aliano que det ent aba el poder com o la logia P2 era el PCI —hay que repet irlo—, profundam ent e ant inort eam ericano. Lo que la P2 int ent aba llevar a cabo secret am ent e era un program a de acción para acercar m ucho m ás aún a I t alia a los Est ados Unidos, y aplicar 20

Al respect o se puede consult ar la siguient e dirección web: ht t p: / / www . larouchepub.com / ot her/ 2005 / 3203_sphinx .ht m l.

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int ernam ent e un orden social m ucho m ás represivo que lo que ent reveía com o el " excesivam ent e t olerant e" que venía realizándose desde hacía décadas ent re los part idos Dem ócrat a Crist iano, Socialist a y Republicano. O sea, la P2 int ent aba aproxim ar m ucho m ás a I t alia a los Est ados Unidos, que lo que el propio régim en polít ico it aliano im perant e ya concedía. La logia P2 fue supuest am ent e desart iculada t ot alm ent e en la década del ochent a. En la hist oria oficial figura que dej ó de exist ir, al igual que las propias Brigadas Roj as a las que financiaba. Pero ¿qué ocurrió ent onces en I t alia? Un oscuro caso de sobornos a polít icos conocidos sólo a nivel regional t erm inó en un escándalo nacional de proporciones gigant escas ( llam ado " Tangent ópoli" o " Mani Pulit e" ) gracias al accionar del sist em a de prensa y del propio sist em a j udicial it aliano, encabezado, sim bólicam ent e, por el procurador Ant onio Di Piet ro, quien a pesar de su accionar honest o y riguroso, t erm inó siendo funcional a los int ereses nort eam ericanos de disolver el ant iguo sist em a de part idos polít icos. El asunt o " Tangent ópoli" t erm inó con los part idos polít icos t radicionales it alianos, que era exact am ent e lo que se proponía la logia m asónica P2. Y ello ocurrió en form a sim ult ánea, pero para nada casual, con el derrum be del Muro de Berlín. Más aún, el " vendaval" de " Mani Pulit e" se desat ó con t oda su fuerza en febrero de 1992, llam at ivam ent e, apenas cayó la Unión Soviét ica, cuyo fin form al fue el 31 de diciem bre de 1991. La realidad era sencilla de com prender: el sist em a pluripart idario it aliano que había sido funcional a los int ereses nort eam ericanos durant e la Guerra Fría había dej ado de ser funcional a los int ereses de las m egacorporaciones m ult inacionales. Ya no cum plía el papel de im pedir que el com unism o llegara al poder en I t alia. Ello no hacía falt a pues el Muro de Berlín caía y la Unión Soviét ica se aut odisolvía. El Part ido Com unist a I t aliano est aba m uert o por fact ores ext ernos a I t alia. No había necesidad de seguir apoyando ent onces a part idos polít icos y personalidades que no accedían del t odo a los deseos de la elit e globalist a, y que incluso habían llegado a osar durant e los años cincuent a y sesent a a desafiar el m onopolio pet rolero anglo- nort eam ericano a t ravés de la creación de la pet rolera est at al ENI ( Ent e Nazionali I drocarburi) , que m ediant e su j efe inicial, Enrico Mat t ei ( asesinado poco ant es de Kennedy) disput aba palm o a palm o y con éxit o, los int ereses en el ext erior de Exxon, Shell, Texaco, Mobil y Chevron, ent re ot ras. I ncluso hay que t ener en cuent a que las buenas relaciones pet roleras de I t alia con países m uy conflict ivos para los Est ados Unidos en los años set ent a y ochent a com o I rán o Libia, se m ant uvieron aun cuando los nort eam ericanos se ret iraron por ent ero del prim ero de esos países para no volver. I t alia m ant enía una buena dosis de independencia en sus decisiones, aún alineada con el bloque nort eam ericano. Por ot ra part e, el sist em a polít ico part idario it aliano que im pedía el acceso del com unism o al poder ponía t rabas al ingreso de bancos ext ranj eros a I t alia, y a que el capit al ext ranj ero com prara acciones en sus bancos, m uchos de ellos

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est at ales, que m anej aban un porcent aj e alt ísim o del " ahorro nacional, y prom ovía un duro cont rol a la ent rada y salida de capit ales —el m ás duro de los exist ent es en países de Europa Occident al—, por lo que era m uy difícil para las em presas ext ranj eras com prar recursos nat urales o acciones en firm as it alianas. El sist em a polít ico era en buena dosis nacionalist a, dado que a pesar de los frecuent es cam bios de gobierno, a rit m o a veces de m ás de uno en el m ism o año, se m ant enía un delicado equilibrio de ciert a m ayor dist ancia con los Est ados Unidos que m uchos ot ros países. Ese sist em a polít ico que colapsó en 1992 era funcional a los int ereses nort eam ericanos para evit ar que el virulent o com unism o it aliano llegara al poder. Pero aunque un " m al m enor", no dej aba de ser un m al. Con la caída del Muro de Berlín y la explosión del " asunt o Tangent ópoli" o " Mani Pulit e" —hábilm ent e orquest ado— se derrum bó el sist em a polít ico it aliano por com plet o y en sólo m eses, com o result ado de ello, el m agnat e de los m ism os m edios

de

com unicación

Tangent ópoli" ,

Silvio

que

Berlusconi,

m ás ( al

denunciaron igual

la

" corrupción

del

t em a

que m uchos ot ros m edios ant es

relacionados con la P2) accedió al poder. Hay que t ener en cuent a que Silvio Berlusconi venía produciendo una im agen "popular" de sí, a fuerza de dem agogia pura, haciendo que su club de fút bol, el Milán, fuera la m ej or divisa del m undo durant e algunos años. El acceso al poder de Berlusconi se debió por lo t ant o, en m uy alt a dosis, a que en I t alia, com o en algunos ot ros países m ás, m uchísim a gent e decide pasar, increíblem ent e, su único día sem anal libre viendo a 22 m uchachos en pant alones cort os pat eando una pelot a y vist iendo coloridas casacas de fant asía ( com o si se t rat ara de un circo rom ano posm oderno) y, m ás sorprendent em ent e aún, pasa pegada a la t elevisión, la radio o los diarios los pocos rat os libres que t iene el rest o de la sem ana, at endiendo lo que dice m ucha ot ra gent e que nunca pat eó una pelot a, pero se lo pasa " analizando" ardua, frenét ica y cuasi cient íficam ent e el diverso ir y venir que t uvo la t rayect oria de la pelot a el dom ingo ant erior y el que probablem ent e t endrá el próxim o. 21 I t alia com enzó a basarse ent onces en un nuevo esquem a básicam ent e bipart idist a, part icularm ent e pro nort eam ericano y a la m edida nort eam ericana, con m uy pequeños part idos polít icos m enores que t am bién se prest an a ese j uego. 21

La funcionalidad del fút bol y de los dem ás deport es profesionales para la élit e globalist a es clar ísim a. Con los depor t es, cuant o m ás m asivos sean, m ás se logr a un cuádruple obj et ivo: por un lado lavar una buena cant idad de fondos provenient es de act ividades ilegales que r esult an del narcot ráfico, la vent a de arm as, y ot ros negocios; por ot ro, desviar cualquier at isbo de nacionalism o, regionalism o o localism o que las m asas y las clases m edias pueden llegar a albergar ínt im am ent e, hacia una infant il pasión por algo que sólo es una vist osa cam iset a colorida; el t er cer obj et ivo es llenar espacio en m edios de com unicación, lo que ayuda a que los m ism os desinform en y deform en la im port ancia relat iva de los diferent es aspect os de la realidad, im port ant e obj et ivo de la élit e globalist a. El cuart o, y novedoso beneficio obt enido por la élit e globalist a, es que m ediant e la act iv idad deport iva se puede influir para que la gent e v ot e en las elecciones por candidat os que de ot ra m anera nunca podr ían llegar al poder . No sólo Silv io Berlusconi lo logró con el fút bol, t am bién George W. Bush necesit ó est ar a la cabeza em presar ial del popular equipo de baseball Texas Ranger s para facilit ar su elección a gobernador del est ado de Texas.

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Forza I t alia, el part ido polít ico de Berlusconi cuyo nom bre se relaciona con el clam or popular de las pat eaduras dom inicales de pelot a, es adict o por com plet o a los sect ores m ás conservadores de los Est ados Unidos y a las polít icas de su president e. Por ot ra part e, su part ido rival, el Ulivo, de " cent ro" es m ás bien afín al Part ido Dem ócrat a, pero t am bién m uy út il a m uchas de las polít icas de Bush, com o la guerra en Afganist án, que le cost ó la renuncia a su líder y prim er m inist ro, Rom ano Prodi, en febrero de 2007. 22 I ndependient em ent e de esas diferencias aparent es, la libert ad de las polít icas energét ica, financiera, com ercial y hast a com unicacional it aliana se perdió quizá para siem pre ( la fut bolíst ica, en cam bio, sigue int act a) . Todo vest igio de nacionalism o fue dest ruido en el cam ino para que un ex m iem bro de la logia m asónica P2 —nos referim os nada m enos que al propio frat ello m asónico Silvio Berlusconi— accediera al poder. Berlusconi era el Herm ano 1816 de la P2. Cabe pregunt arse ent onces: ¿cóm o es esa hist oria de que la P2 fue dest ruida y desm ant elada? ¿O m ás bien se legalizó su acceso al poder y se le allanó el cam ino? Es necesario t ener en cuent a que su creador, el venerabile Licio Gelli, expresó recient em ent e, en la especie de aut orreclusión en la que vive act ualm ent e, que Silvio Berlusconi llevó a la práct ica m ej or que nadie la agenda de la P2 ( diario Clarín del 3 de diciem bre de 2006) , y t odo a plena luz del sol. Para colm o a la luz del sol de las derivaciones de banales dom inicales pat eaduras de pelot a. Si se t rat ara de una com edia de cine it aliano prot agonizada por Gassm an, Sordi, Giannini o Tognazzi podría causar risa, pero es la t rist e, m uy t rist e y lam ent able realidad. Enrico Mat t ei, Aldo Moro y Enrico Berlinguer se revolverían en sus t um bas si supieran lo que ocurre hoy en I t alia. Com o vem os ent onces, el t errorism o de Brigadas Roj as, las act ividades de la logia m asónica P2, e incluso el aparent em ent e saludable " asunt o Tangent ópoli" o " Mani Pulit e" , que se publicit ó com o un " lavado a fondo" del aparat o polít ico it aliano, no fueron m ás que inst rum ent os m anipulados —j unt o con el ascenso m ediát ico y fut bolíst ico del frat ello Berlusconi— de la elit e globalist a para derribar t odo at isbo de nacionalism o en I t alia y acercar a ést a filosóficam ent e —y en los negocios— a los Est ados Unidos, independient em ent e de su m em bresía de la Unión Europea. Va quedando ent onces claro no solam ent e qué es el " t errorism o" , sino adem ás qué ot ros inst rum ent os pueden llegar a ut ilizarse en el fut uro en ot ros países en

caso de que ést e no sea suficient e para com plet ar

la agenda

globalizadora. Por eso el caso it aliano m erece una gran at ención.

El ca so Lu sit a n ia

22

Véase " I t alian Prem ier Resigns Aft er Losing Senat e Maj orit y" , en ht t p: / / www.bloom berg.com / Apps / new s?pid= 20601087&sid= asvlTOt LI BMc&r efer= hom e.

80

El

t errorism o,

com o

arm a

propagandíst ica

de

pot encias

m ilit ares,

financiada e ideada por las m ism as, no es un fenóm eno nuevo. Veam os: desde 1909 ( al m enos) , polít icos y banqueros de Europa y los Est ados Unidos venían preparando el caldo de cult ivo para una conflagración m undial. El propio cam bio en el sist em a energét ico del m undo, del carbón —abundant e en el Reino Unido— al pet róleo —concent rado en algunas zonas alej adas de Gran Bret aña— 23 así ayudaba a det erm inarlo. Ot ro elem ent o que paradój icam ent e conducía a la guerra era el propio progreso: la irrupción del ferrocarril com o principal fuent e de t ransport e de m ercancías am enazaba a Gran Bret aña —que t enía un gran predom inio en los m ares—, con la generación en el largo plazo de un fuert e vínculo capaz de unir polít ica y económ icam ent e a las naciones de Europa Cont inent al, lo que iba direct am ent e cont ra los int ereses de predom inio de los ingleses. Ent onces los ingleses eran los principales int eresados en la generación y est allido de la Prim era Guerra Mundial. El conflict o est alló cuando en 1914 el t errorist a Gavrilo Princip, m iem bro de la sociedad secret a " Mano Negra" de Serbia, asesinó al heredero del t rono aust ríaco Francisco Ferdinando en Saraj evo. La " Mano Negra" era una de las ent idades que Giuseppe Mazzini, j efe de la m asonería europea en el siglo XI X, había ayudado a fundar en cada una de las naciones que conform aban el m apa europeo de aquella época. Pero la " Mano Negra" no era un ent e aut ónom o, sino que dependía de la int eligencia serbia. Sin em bargo, la m ism a era, a su vez, una especie de sat élit e de la policía del zar Nicolás I I , la Okhrana. Pero lo que hay que t ener m uy en cuent a es que los servicios secret os brit ánicos habían infilt rado a la Okhrana desde hacía t iem po. Ést e es un claro ej em plo de que m uchas veces los t errorist as fanát icos son usados, y quienes los usan pueden llegar a ser, a su vez, usados. Ahora bien, a su vez, sus act os en últ im a inst ancia dependen de int ereses t ot alm ent e cont rarios a los que creen servir. Ocurre que Gran Bret aña venía buscando la guerra con Alem ania debido adem ás de la causa ant es m encionada, a que el país germ ano venía indust rializándose a un rit m o m uy superior al que se expandía la econom ía inglesa. Esa t asa de expansión podía seguir en el fut uro siendo m uy superior por los excelent es lazos del kaiser Guillerm o I I con el I m perio Ot om ano. Más aún, Alem ania planeaba const ruir el ferrocarril Berlín- Bagdad, lo que le garant izaría el abast ecim ient o de pet róleo sin problem as, com bust ible que ya en aquella época se ent reveía com o reem plazo del carbón. Alem ania t enía relaciones am ist osas con Aust ria, Hungría y Bulgaria, lo que le garant izaba el fácil acceso al pet róleo de los ot om anos, que ocupaban el t errit orio de las act uales Arabia Saudit a, I rak y Kuwait . Se t rat aba de un est ado de cosas inacept able para I nglat erra, que no t enía ot ro acceso al pet róleo que las im port aciones desde los Est ados Unidos y México. Y para peor, los Est ados Unidos com enzaban a rivalizar con su ex corona. 23

El pet róleo inglés del Mar del Nort e se descubriría m uchas décadas m ás t arde.

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Los ingleses necesit aban una guerra por m ot ivos de cort o plazo cont ra los alem anes, y la pudieron propiciar m erced a ese at ent ado t errorist a de una sociedad secret a. Obviam ent e, los t errorist as en el fondo est aban sirviendo int ereses m uy diferent es de los que creían cuando asesinaron al heredero aust ríaco. Pero el real enem igo de los ingleses era el im perio ruso del zar Nicolás I I , de orden nacionalist a, que im pedía una radicación m onopólica de las pet roleras" y dem ás em presas ext ranj eras, sobre t odo las inglesas y nort eam ericanas. La " sabiduría inglesa" hizo dividir ent onces a sus enem igos en dos bandos que lucharon ent re sí, aliándose ellos m ism os con el m ás peligroso de largo plazo ( el zarism o ruso) , pero socavándolo int ernam ent e durant e t odo el conflict o de la Prim era Guerra Mundial, haciéndolo así caer, ant es de su final. Com o bien lo dice el adagio popular, los ingleses y nort eam ericanos " m at aron dos páj aros de un t iro" en esa cont ienda bélica. 24 Pero el t errorism o durant e la Prim era Guerra Mundial no acaba allí: la posición est adounidense era de absolut a neut ralidad al com ienzo de esa guerra, y el president e Woodrow Wilson había llegado en 1912 al poder gracias a que había prom et ido no ingresar en la guerra que era evident e que en poco t iem po m ás iba a producirse en Europa. La principal prom esa de Wilson fue ésa, y sólo durant e un cort o t iem po est uvo dispuest o a cum plirla, dado que su especie de alt er ego, el coronel ( o m ej or dicho " colonel" ) House est aba negociando con I nglat erra en secret o el ingreso de los Est ados Unidos a favor del bando aliado. El ingreso de los Est ados Unidos fue facilit ado por el hecho de que al frent e del alm irant azgo brit ánico fue nom brado Winst on Churchill y com o secret ario de Marina nort eam ericano est aba Franklin D. Roosevelt . Am bos fut uros líderes, y am bos prom inent es m iem bros de sociedades secret as, veían sin decirlo —igual que Wilson— con beneplácit o el ingreso de los nort eam ericanos a la guerra m undial a favor del bando inglés. Lo que no t enían era un pret ext o. No les fue difícil crearlo. Ocurre que una buena part e de la guerra se desarrollaba en los m ares donde el predom inio inglés era evident e: había dos buques ingleses por cada em barcación alem ana. Ese predom inio inglés había llevado a una especie de " bloqueo naval" a Alem ania. O sea, a Alem ania le cost aba aprovisionarse no sólo de m at erial bélico, sino t am bién 24

I dént ica est rat egia es la que habían aplicado los ingleses un siglo ant es. Su enem igo de cor t o plazo era Napoleón. Para luchar cont ra él se alist aron en el m ism o bando con España, cuyo im per io era su real enem igo de largo plazo. Durant e el conflict o de la guerra napoleónica, los ingleses avanzaron secr et am ent e cont ra España haciendo declarar la " libert ad" de diferent es " Provincias Unidas" y com arcas am er icanas, debilit ando a su enem igo de largo plazo, pero socio en la guerra cont ra la Francia napoleónica. Tras la guerr a cont ra Napoleón, los ingleses legit im aron la sit uación cont ra España prom oviendo rápidas declaraciones de independencia en t oda Sudam ér ica. Es m uy ext r año, o quizá no lo es para nada, que ni la hist or ia oficial, ni la " revisionist a pr ogresist a" vean est e t ípico doble j uego inglés: enfrent ar ent r e sí a dos de sus enem igos al m ism o t iem po que se alían con uno de ellos, el cual soport a el grueso del conflict o, pero en unos pocos años queda debilit ado al m áxim o, y cae con " un soplido" después de que el prim er enem igo, el front al, ya est á m uert o y ent errado. Est o se viene repit iendo, y la supuest a " plur alidad het erogénea" de los " hist oriadores" , t ant o de derecha com o de izquierda, m ira, con pocas ex cepciones, para ot ro lado.

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de víveres para su población civil porque la m arina dirigida por Churchill bloqueaba sus puert os. Ello llevó a una guerra m arina sin cuart el en la que Alem ania am enazó con dest ruir cualquier buque que llevara la bandera inglesa en el m ást il, por considerarlo enem igo. Era un problem a sólo relat ivo para la arm ada inglesa, dado que a finales de 1914 el espionaj e inglés había descifrado el código secret o naval alem án, con lo que sabía con bast ant e exact it ud la ubicación de sus em barcaciones y subm arinos. Fue precisam ent e ent re 1914 y 1915 que la relación ent re Roosevelt y Churchill se est rechó al punt o de que la Arm ada nort eam ericana le cedió a la inglesa el buque Lusit ania, apt o t ant o para el t ransport e de pasaj eros com o para el de carga. La Marina alem ana se ent eró del hecho, y dado que se t rat aba del t ransat lánt ico m ás im port ant e de la época, se encargó de sacar avisos en 50 diarios nort eam ericanos advirt iendo a la población acerca de los alt os riesgos de cruzar el At lánt ico en el Lusit ania debido al est ado de guerra t ot al en los m ares ent re I nglat erra y Alem ania. Aun así, en 1915 el navío part ió hacia las cost as brit ánicas, donde est aba planeado que un dest ruct or inglés, el Juno, lo escolt ara a la cost a. A raíz de direct as inst rucciones de lord Winst on Churchill el Lusit ania fue dej ado sin escolt a alguna, y t am poco fue avisado de la cercanía de t res em barcaciones de guerra alem anas, de las cuales la Marina inglesa conocía que est aban en las inm ediaciones. De est a m anera, el Lusit ania fue im pact ado por un m isil alem án, t ras lo cual se hundió rápidam ent e al explot ar la carga de explosivos que llevaba en sus bodegas para proveer a las t ropas inglesas. El hecho, vast am ent e publicit ado en Nort eam érica com o un frío act o t errorist a ej ecut ado cont ra una nación neut ral com o los Est ados Unidos, sin em bargo no fue suficient e para dar un vuelco en la ant ibelicist a población nort eam ericana.

A

raíz

de

ello

el

president e

Wilson

debió

cont inuar

dem agógicam ent e con su discurso cont ra la ent rada del país en la guerra durant e t odo 1916, año en que fue reelegido. Sólo a com ienzos de 1917, una vez pasadas las elecciones, usó convenient em ent e el hundim ient o del Lusit ania, j unt o a ot ros acont ecim ient os, para j ust ificar su ingreso del lado inglés. Wilson t enía m ás m ot ivos para ello, sobre t odo, su deseo desm edido de generar una especie de " gobierno m undial" llevado a cabo a t ravés de la Sociedad de las Naciones ( o Liga de las Naciones) en la que basaba una buena part e de sus form idables am biciones personales,

que

m uchos

adj udican

a

desvaríos.

Sin

em bargo,

el

Senado

nort eam ericano no rat ificó el ingreso del país a esa especie de " gobierno m undial" , con lo que t odos los esfuerzos de Wilson fueron en vano. Es curioso, pero si el president e nort eam ericano hubiera sabido que su proyect o m egalom aníaco iba a ser boicot eado por el propio Senado, con apoyo de las m asas que no querían " gobierno m undial" alguno, es probable que no hubiera m aniobrado en secret o com o lo hizo y que los Est ados Unidos no hubieran ingresado en la guerra, dado que si no se hubiera fabricado esa " t ram pa t errorist a" habría sido m ucho m ás difícil el ingreso a la guerra al cont ar con m enos j ust ificat ivos. En buena m edida el país

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ingresó en aquella guerra porque la elit e supo explot ar los desm edidos deseos de grandeza de Woodrow Wilson, quien era ut ilizado por funcionarios de m enor j erarquía form al, m uchas veces t am bién m iem bros de sociedades secret as com o Roosevelt , que t enían ot ras m ot ivaciones. En el hundim ient o del Lusit ania m urieron m ás de 1.200 personas, casi t odas ellas civiles. Vem os ent onces que ya desde com ienzos del siglo XX el gobierno nort eam ericano est aba dispuest o a dej ar m orir m iles de sus propios ciudadanos a fin de j ust ificar obj et ivos claram ent e polít icos com o el ingreso a una guerra sin m ot ivo. Práct icam ent e lo m ism o ocurrió en lo que fue su ent rada en la Segunda Guerra Mundial. Curiosam ent e, los m ism os personaj es, Roosevelt y Churchill, ocuparían a finales de la década de 1930 y principios de la de 1940 los m áxim os puest os de gobierno en sus respect ivas naciones.

Pe a r l H a r bou r La Segunda Guerra Mundial parecía haber llegado a su final en 1941, cuando Hit ler obt uvo la rendición francesa, y, t ransit oriam ent e, Gran Bret aña se quedó com o su única enem iga. Churchill y Roosevelt deseaban el ingreso de los Est ados Unidos en la guerra, pero no poseían j ust ificat ivo alguno. Adem ás, la población nort eam ericana est aba en cont ra y ya desde 1936 Roosevelt exhibía com o est andart e de cam paña elect oral —en un calco de la act it ud del president e Wilson en 1912 y 1916— su t ot al oposición al ingreso nort eam ericano en la Segunda Guerra Mundial. Se necesit aba ot ro Lusit ania ent onces para poder declarar la guerra al ej e Berlín- Rom a- Tokyo, que por un t rat ado t ripart it o se com prom et ía a considerar enem igo com ún a cualquier nación que at acara al m enos una de las t res. Hit ler no cayó en la t ram pa que hábilm ent e había t ej ido Roosevelt para que la Arm ada alem ana hundiera un buque est adounidense cerca de las aguas de I slandia, pero los m áxim os esfuerzos del president e nort eam ericano para que el Ej e at acara a los Est ados Unidos y m at ara unos cuant os m iles de ciudadanos inocent es rindió frut os con Japón. El gobierno de ese país t oleraba la ayuda nort eam ericana al general chino nacionalist a Chiang Kaishek, quien est aba en guerra cont ra Japón, dado que sabían de la peligrosidad del ingreso de los nort eam ericanos en la guerra, pues podrían dar vuelt a la relación de fuerzas, y asegurar, t al com o ocurrió, el t riunfo aliado. Roosevelt t uvo ent onces que redoblar esfuerzos: t rasladó part e de la flot a del Pacífico, que est aba segura en la cost a oest e nort eam ericana, a la bahía de Pearl Harbour en Hawai, m ucho m ás cerca de Japón. Los nipones soport aron la provocación, por lo que los esfuerzos de Roosevelt por lograr que lo at acaran t uvieron que redoblarse aún m ás. El president e nort eam ericano ordenó ent onces que algunas naves de guerra est adounidenses ingresaran en aguas m uy próxim as al Mar del Japón, lo que const it uía un incuest ionable act o de provocación. Sin

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em bargo, t am poco esa vez los j aponeses cam biaron su act it ud. Si bien las relaciones ent re los dos países eran m uy t ensas, no había m ot ivo para el ingreso de los Est ados Unidos en la guerra. Ya ant es Roosevelt había sugerido a la Arm ada realizar un bloqueo com ercial al Japón, cosa que en un principio no logró por la resist encia del alm irant azgo. ¿Qué hizo ent onces? Algo sencillo:

ordenar la

aplicación de un em bargo pet rolero y luego uno com ercial t ot al cont ra Japón. Com o ese país no producía pet róleo, rápidam ent e la sit uación se t ornó insost enible. Ocurre que la econom ía m oderna no funciona sin pet róleo, y m ucho m enos en t iem pos de guerra: ni los ej ércit os ni las naves pueden m overse sin pet róleo. El est rangulam ient o energét ico al que había sido som et ido Japón no t enía, en el m ediano plazo, ot ra solución que la declaración de guerra, que llegó a Washingt on m uchas horas ant es del at aque a Pearl Harbour, del cual Roosevelt est aba t am bién al t ant o por fuent es diplom át icas. Nada hizo el president e para evit ar o al m enos dem orar el at aque j aponés. Todo lo cont rario, su int ención había sido provocarlo. De est a m anera, los buques est adounidenses m ás m odernos fueron ret irados de Hawai, y sólo se dej ó una t reint ena de naves m uy ant iguas o averiadas y sus respect ivas t ripulaciones. En ot ro oscuro act o de t raición a su propio país por part e del gobierno nort eam ericano, el com andant e de la flot a est adounidense en Pearl Harbour ni siquiera fue not ificado por Roosevelt de que en solo cuest ión de horas sería at acado por la aviación nipona, por lo que nada pudo prepararse adecuadam ent e y las baj as fueron m uy fuert es cuando finalm ent e se produj o el at aque el 7 de diciem bre de 1941: m ás de 2.000 nort eam ericanos m urieron. En cuest ión de días Roosevelt obt uvo el consenso int erno que necesit aba para ent rar en la guerra, y t ras unas pocas sem anas hubo acuerdo del Congreso para el inicio de las operaciones bélicas cont ra el ej e Berlín- Rom a- Tokyo. A la población

nort eam ericana se le ocult ó prolij am ent e t oda est a

inform ación. Los m edios de prensa, que ya desde m ucho t iem po at rás eran los m ás im port ant es del m undo, nada dij eron al respect o. Sólo en los años cincuent a y sesent a com enzó a salir a flot e la inform ación, en form a fragm ent ada. La hist oria solam ent e fue cont ada t al com o fue en libros alt ernat ivos o m inorit arios de hist oria. Cada act o de t raición del propio Roosevelt que se descubría seguía siendo m inim izado u ocult ado por la propia prensa, que int ent aba seguir m ant eniendo la verdad am ordazada. Com o se ve, los at aques " t errorist as" act uales t ienen precedent es en act it udes m ucho m ás ant iguas de los propios gobiernos nort eam ericanos, que buscaban que su país fuera at acado a fin de encont rar un j ust ificat ivo int erno para em prender cam pañas bélicas con obj et ivos económ icos favorables a su elit e em presarial. Sin em bargo, es necesario t ener en cuent a que hay una variant e en los grandes at aques t errorist as de est e nuevo m ilenio con respect o a los hechos relacionados con el Lusit ania y Pearl Harbour. En la act ualidad se ha dej ado de

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guardar las m ínim as apariencias, y da t oda la im presión de que ya ni siquiera se busca un at aque enem igo para j ust ificar la guerra. Ahora, direct am ent e se m anufact ura, se crea de la nada al enem igo, com o casi seguro ocurrió con Al Qaeda. Se t rat a de un enem igo " sint ét ico" , art ificial, fabricado int ernam ent e. Evident em ent e, los pensam ient os de Leo St rauss han calado m uy hondo en la elit e nort eam ericana que realm ent e m anej a el poder, y que usa a personaj es del est ilo de Bush y Clint on com o m arionet as. De t odas m aneras, St rauss no hizo ot ra cosa que dar un m arco int elect ual a una línea de pensam ient o que calzaba com o anillo al dedo a lo que ingleses y nort eam ericanos venían haciendo durant e m uchos años, com o lo dem uest ran los at aques cont ra el Lusit ania y Pearl Harbour. Ya desde m uchísim o t iem po at rás, las m ism as est rat agem as se em pleaban cont ra enem igos m enos sint ét icos y m ás reales. Verem os ahora cóm o hace m ás de dos siglos una de las revoluciones m ás conocidas del m undo era cuidadosam ent e planeada y cóm o, cuando algo salía m al, se int ent aba m aniobrar para aj ust ar el desarrollo de los acont ecim ient os a los fines deseados por la elit e anglosaj ona. Nuest ro últ im o ej em plo será la llam ada " Revolución Francesa", una de cuyas peores et apas aún hoy se llam a " el Gran Terror" .

La Re volu ción I n gle sa e n Fr a n cia La Revolución Francesa posee t odos los condim ent os de m uchos de los acont ecim ient os que se viven act ualm ent e: bandos en pugna, int ereses económ icos y financieros puest os en j uego, subversión del orden polít ico, act os de t errorism o, y finalm ent e, m anipulación de la prensa y de la hist oria que, en su versión " oficial" , desfigura los reales sucesos y los present a com o un avance de los derechos del hom bre y de la dem ocracia, cuando en realidad lo que ocurrió fue algo m uy diferent e. Veam os: hast a el día de hoy los hist oriadores no se ponen de acuerdo acerca de la influencia de elit ist as sociedades secret as, ínt im am ent e conect adas con la banca al m enos desde finales del siglo XVI I I , ni sobre la influencia de los polít icos y em presarios brit ánicos en la Revolución Francesa de 1789. Sin em bargo, si bien esa cuent a no est á saldada, absolut am ent e nada se dice acerca de la exist encia y act ividades polít icas de las sociedades secret as en la Francia del siglo XVI I I . Est o de por sí ya debiera llam ar la at ención. Lo ciert o es que ni Luis XV ni Luis XVI fueron m iem bros de logias m asónicas ni de sociedades secret as. Vale recordar que la m asonería había recibido un gran im pulso con su refundación en 1717 en I nglat erra; que el m onarca inglés es considerado com o la verdadera cabeza de la est ruct ura piram idal m asónica desde esa fecha, y que en 1776 se fundó la m uy elit ist a y polít icam ent e revolucionaria orden de los I llum inat i de Baviera con el

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apoyo de algunos de los banqueros, em presarios y nobles m ás poderosos del m undo de aquella época. Esos sucesos fueron t erreno fért il para la m ult iplicación de las sociedades secret as en Francia durant e el siglo XVI I I . Hacia 1700 práct icam ent e no exist ían las sociedades secret as en ese país. Sin em bargo, en poco m ás de 80 años las m ism as llegarían a ser m ás de 1.000, con m ás de 40.000 m iem bros, ent re los que se encont raban pequeños em presarios y nobles generalm ent e inconform es con el orden económ ico- social im perant e en Francia. Las condiciones de m uy lent o crecim ient o de la econom ía em peoraron ent re 1775 y 1789. Francia había ayudado financiera

y

m ilit arm ent e

a

las

colonias

nort eam ericanas

para

que

se

independizaran de Gran Bret aña, y no obt uvo a cam bio práct icam ent e nada, m ás allá de deudas. La sit uación em peoró con la firm a de dos t rat ados en 1783 y 1787, m ediant e los cuales ese país se com prom et ía a debilit ar las barreras aduaneras y com enzar una era de libre com ercio con Gran Bret aña. En pocos m eses la act ividad indust rial y agropecuaria francesa colapsó debido a la falt a de com pet it ividad de sus product os respect o de los ingleses y aquellos im port ados de las colonias brit ánicas. Francia com enzó ent onces a desarrollar un abult ado déficit ext erno de cuent a corrient e que im plicaba —adem ás—, que el oro y la plat a en circulación se t ransferían en cort o t iem po a Londres a cam bio de bienes de consum o. O sea que t ras la recesión acaecida a raíz de los t rat ados com erciales, adem ás la propia escasez de m oneda agravaba aún m ás la sit uación económ ica. La producción francesa, por supuest o, t ant o agropecuaria com o la de su incipient e indust ria, quedó arruinada. El caldo de cult ivo social para un cam bio en la form a de gobierno est aba ent onces dado. Los ingleses deseaban est ablecer en Francia una m onarquía parlam ent aria a su propio est ilo, con una cám ara alt a ocupada con prom inent es m iem bros de sociedades secret as, la que, dom inada por la elit e inglesa, podría haber dado a I nglat erra un gran poder sobre Francia. Obviam ent e, con un sist em a así, la dem ocracia no podría haber t enido absolut am ent e ninguna im port ancia, porque exist e un vet o posible de la arist ocracia. Es una sim ple sim ulación de sist em a dem ocrát ico. Est a cám ara de los lores, que aún hoy exist e en el Reino Unido, es la que —independient em ent e de su fachada dem ocrát ica— decide las cuest iones m ás im port ant es del país y est á com puest a en form a excluyent e por nobles que adquieren sus t ít ulos en form a heredit aria, m erced a favores de la corona o por ser agent es del rey. Se t rat a ent onces de un régim en oligárquico en el que la dem ocracia es una ilusión. El poder del pueblo con el vot o es m uy lim it ado en regím enes com o ést e, donde una de las dos cám aras no se selecciona por elección direct a ni indirect a. Las sociedades secret as est ablecidas en Francia, especialm ent e las logias m asónicas y la superelit ist a de los I llum inat i de Baviera prepararon ent onces cuidadosam ent e el t erreno en varios frent es. Por un lado t enían baj o su órbit a la

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incesant e act ividad de escrit ores j acobinos com o el suizo Marat , financiados direct am ent e por el j efe francés del Gran Orient e ( una poderosa sociedad m asónica) , el duque de Orleans, quien era prim o de Luis XVI y luego t om aría el nom bre de Philippe Egalit é ( Felipe I gualdad) . Cont aban, adem ás, con el apoyo de m uchos ot ros influyent es nobles. Pero t am bién m anej aban la econom ía y las finanzas del Rey con la ayuda de un siniest ro banquero suizo probrit ánico, Jacques Necker, m inist ro de Finanzas. Necker era acreedor de la corona francesa y fue precisam ent e por ese hecho que fue nom brado en el cargo. Ent re la ayuda a las colonias nort eam ericanas en su guerra por la independencia, las exenciones im posit ivas a la nobleza y al clero, y la sit uación recesiva que vivía Francia, Luis XVI necesit aba ganarse la confianza de los acreedores para m ant ener su inest able equilibrio y por eso no t uvo m ás rem edio que poner a un zorro a cuidar el gallinero. De allí el nom bram ient o de Necker, quien recurrió a la fácil solución de endeudar exponencialm ent e a Francia y m aquillar las cuent as públicas para que los prést am os siguieran aflorando, de m odo que la cort e pudiera m ant ener su nivel de gast o. Fue Necker quien aconsej ó a Luis XVI el llam ado a los Est ados Generales, o sea a una especie de asam blea conform ada por los nobles, el clero y la burguesía. Fue él t am bién quien le dio la idea de que la represent ación ent re los t res sect ores no fuera por t ercios, sino que la burguesía, el Tercer Est ado, cont ara con la m it ad de los vot os. Su aspiración secret a era generar un est ado de cosas para que Francia adopt ara el régim en polít ico inglés que ya hem os com ent ado: una oligarquía financiera y t errat enient e gobernando baj o la apariencia de una m onarquía const it ucional. Sin em bargo, algo no salió com o est aba planeado, y los Est ados Generales se m ost raron host iles a Necker aunque no al Rey, se declararon en asam blea soberana y proyect aron inst it uir un régim en polít ico m uy diferent e: la idea era aplicar una m onarquía const it ucional m ucho m ás dem ocrát ica que la inglesa, sin Cám ara de los Lores. La idea no le cayó bien a I nglat erra ni a las sociedades secret as inst aladas en Francia. En j ulio de 1789 Luis XVI expulsó del país a Necker, y vacilaba acerca de la posibilidad de aliarse con los Est ados Generales. En ese m om ent o la oligarquía financiera inglesa y las sociedades secret as est uvieron a punt o de perder t odo el poder en Francia. Y fue en ese preciso m om ent o que se proyect ó un act o t errorist a en París para " dar vuelt a" esa peligrosa sit uación para los int ereses financieros ingleses. Por un lado las sociedades secret as y los banqueros m anipularon a las m asas disconform es por m edio de la prensa francesa 25 —com prada t iem po at rás por los int ereses brit ánicos— para que se m anifiest ara de m anera violent a con el 25

Los m edios de com unicación y buena part e de la m asoner ía m oder na t ienen una fuent e en com ún: las " sociedades lit erarias" y " cír culos de lect ura" . Desde —com o m ínim o— la Revolución Francesa ( o m ej or dicho, I nglesa en Francia) , la prensa en general es dir igida en beneficio de los int er eses elit ist as, y su buen desem peño radica en m alinfor m ar, desinfor m ar, o direct am ent e idiot izar —en el caso de la t elevisión— con el fin de m anipular a las m asas y clases m edias.

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argum ent o de que la expulsión de Necker iba a represent ar graves consecuencias para Francia. Así nació la idea de im pulsar un at aque a la Bast illa, que era una cárcel en la que práct icam ent e no había presidiarios, y al m ism o t iem po, m erced a la presencia en París de t ropas suizas, socias brit ánicas de hecho, ordenaron al j efe m ilit ar de la Bast illa que abriera fuego cont ra el pueblo. Est os fact ores com binados m ot ivaron la m uy sangrient a revuelt a conocida com o " Tom a de la Bast illa" que, com o se ve, en realidad fue un proceso cont rarrevolucionario m anej ado por I nglat erra, los banqueros y las sociedades secret as para abrir un abism o insalvable ent re Luis XVI y la Asam blea Nacional. Con la t om a de la Bast illa el proyect o de m onarquía parlam ent aria en el que

est aban

int eresados

los

franceses

quedó

en

la

nada.

Pero

el

clim a

revolucionario ya est aba im puest o y no podía ser frenado. Las sociedades secret as int ent aron conducirlo por m edio de la act ividad de m uchos de sus m iem bros inst alados en el poder: Dant on, Mirabeau, Marat , Talleyrand, Robespierre, ent re ot ros. Sin em bargo, la sit uación no encont ró est abilidad ni siquiera baj o el Gran Terror, cuando los j acobinos financiados por los ingleses t om aron el poder hacia 1794, debido en buena m edida a que los int ereses de las sociedades secret as y de sus m ás conspicuos int egrant es m uchas veces chocaban ent re sí. Las sociedades secret as eran revolucionarias, pero la revolución se había salido de cont rol y el t error de Est ado t am poco sirvió para lograr un orden de cosas m edianam ent e favorable a los int ereses de la elit e financiera inglesa, que veía cóm o m uchos de los m iem bros m ás prom inent es de sus sociedades secret as est ablecidas en el país eran diezm ados por la propia m aquinaria fuera de cont rol que era la revolución. Com o si fuera poco, la hiperinflación diezm aba la econom ía francesa, carent e de m et ales preciosos y de un papel m oneda fiable. Es en ese m om ent o cuando ent ró en escena Napoleón Bonapart e, quien no era m ás que un oficial en ascenso rápido hast a que el golpe de Est ado de Brum ario en 1799 lo eleva al prim er consulado ( m áxim o puest o de gobierno en aquella época) . Apenas nom brado, Napoleón form ó el Banco de Francia, a iniciat iva de los banqueros suizos que habían financiado el golpe de Brum ario. En poco t iem po el Banco de Francia, nada m enos que un banco privado con banqueros suizos — frecuent em ent e socios de los ingleses— com o algunos de sus m ás prom inent es accionist as, sería de allí en m ás el agent e m onopolist a de la em isión de dinero. Por prim era vez había at isbos de est abilidad polít ica, cosa deseada por las sociedades secret as, que se encont raban exhaust as t ras la descont rolada revolución que ellas m ism as habían puest o en m archa. Ent onces Napoleón era vist o com o un oficial am bicioso que podía cuadrarse fácilm ent e ant e las sugerencias de los banqueros que lo rodeaban, sobre t odo por el hecho de que inicialm ent e no se m ost raba dem asiado disgust ado con la m asonería, y de hecho exist e bibliografía que habla acerca de su pert enencia a la m ism a. Pero Napoleón no result ó ningún sum iso servidor. Muy pront o, en 1802,

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t ras la efím era paz firm ada con el Reino Unido, se negó a firm ar t rat ados com erciales parecidos a los que había sellado Luis XVI , con lo que est a vez la recesión se cernía principalm ent e sobre I nglat erra, que no podía colocar en Francia sus grandes excedent es product ivos de la era de la Revolución I ndust rial. La guerra por m ot ivos económ icos est aba nuevam ent e en m archa. Los banqueros de uno y ot ro lado, m uchas veces socios ent re sí, veían con beneplácit o un nuevo est ado de guerra en Europa, dado que las confront aciones de ese t ipo propiciaban el m ej or de t odos los negocios bancarios: exigían fuert es expansiones de crédit o a alt as t asas de int erés, pagadas por los gobiernos, que son siem pre los m ej ores deudores. Adem ás, aún no se ent reveía que Napoleón se iba a revelar com o un aut ént ico genio polít ico y m ilit ar, dificilísim o de dom est icar. Cuando ello com enzó a not arse, ya era t arde. Napoleón no se m ost raba dispuest o a dej arse presionar por sociedad secret a alguna, por m ás poderosa que fuera. Se había coronado em perador y nuevam ent e la sit uación est aba fuera de t odo cont rol para los ingleses en Francia. Más aún, Bonapart e —una aut ént ica m ent e brillant e—, sabiendo que el fut uro est aría dom inado por las burguesías, int ent ó generar una burguesía aut ént icam ent e francesa independient e de la brit ánica, ent regando t ierras abandonadas por la arist ocracia a " nuevos burgueses" que le respondieran incondicionalm ent e. Su creación del Banco de Francia había sido nada m enos que un " arreglo de com prom iso" con los banqueros pro brit ánicos para consolidar su poderío personal en Francia. De hecho, vale la pena considerar que en su cabeza rondara la idea de cóm o m odificar las cosas en lo financiero una vez consolidado su poder cont inent al, cosa que finalm ent e no ocurrió. Más aún, t ras su caída, el " orden m undial" baj o el dom inio económ ico- financiero de los ingleses renació en Europa con t oda su fuerza. Est e resurgim ient o se oficializó en el Congreso de Viena de 1814- 1815, m ediant e el cual los diversos países acordaron reponer las m onarquías derrocadas por Napoleón Bonapart e, acent uar la dependencia de las m ism as respect o de la banca londinense, y asegurarse la posibilidad de propiciar m ás guerras que debilit aran a las naciones de Europa cont inent al m erced a la declaración form al —en ese congreso del que part iciparon act ivam ent e las sociedades secret as— de que Suiza sería neut ral frent e a cualquier confront ación, generando así un paraíso financiero en el corazón de Europa que perm it iera esconder las reservas de oro de las naciones beligerant es. Sin un paraíso financiero así, siem pre neut ral, las guerras post eriores en Europa quizás hubieran sido im posibles, porque sin el oro a resguardo, la m ism a guerra result aría im posible, dado que sin oro a salvo no hay crédit os bancarios para financiar cam pañas bélicas. Hay que cit ar aquí un fact or que sólo será ent endido m ej or m ás adelant e: el único gran oposit or del Congreso de Viena fue el zar Alej andro I , quien al igual que varios de sus sucesores, y en form a not able Alej andro I I y Nicolás I I , im pusieron gobiernos fuert em ent e nacionalist as a un pueblo ruso de por sí ya m uy

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nacionalist a, y se convirt ieron en enem igos de cualquier im perialism o: t ant o el francés liderado por Napoleón com o el exist ent e desde el siglo XVI I : el brit ániconort eam ericano. Quizá por ello, m uchos de los zares de la dinast ía Rom anov m urieron asesinados. Lo ciert o es que la guerra cont ra Napoleón dem andó m ás t iem po, esfuerzo y dinero de lo que j am ás podía pensarse. Sin em bargo, la definit iva derrot a francesa en Wat erloo, orquest ada por sociedades secret as que convencieron a varios de los lugart enient es de Napoleón de t raicionarlo en esa crucial bat alla, 26 significó no sólo el final del últ im o obst áculo al predom inio inglés del siglo XI X, sino t am bién el definit ivo encum bram ient o de la casa Rot hschild en Europa, que m erced a desleales especulaciones con los bonos brit ánicos en la Bolsa de Londres a propósit o del result ado de Wat erloo, lograron m ult iplicar su capit al en pocos días, arruinar a gran part e de su com pet encia y a incont ables fam ilias inglesas, y t ransform arse en la fam ilia banquera m ás im port ant e de t oda Europa. Com o se ve, el escaso cuart o de siglo que separa el inicio de la Revolución Francesa y la caída definit iva de Napoleón, lej os de la visión " rom ánt ica" que la hist oria oficial ha querido vendernos, es una obra m aest ra de la act ividad de las poderosas sociedades secret as ligadas con la banca. Una obra m aest ra de t error que posee t odos los condim ent os que se visualizan en la sociedad act ual: t errorism o ( las palabras t errorism o y t errorist a nacen durant e la Revolución Francesa, y en Francia) , guerra, ruinosos t rat ados económ icos de libre com ercio, golpes de Est ado financiados por los bancos, y creación de m onopolios financieros privados. A t odos aquellos que aún duden acerca de la relación que pueden haber t enido con t odos esos acont ecim ient os las oscuras sociedades secret as —y por lo t ant o, la elit e financiera que las dom ina—, quizá les bast e con saber que el lem a de la Revolución Francesa, " Libert ad, I gualdad, Frat ernidad" , era el lem a de la m asonería en Francia. Y m ás aún: no sólo de la m asonería francesa: com o una gran cant idad de m at erial fot ográfico de logias m asónicas it alianas de los años 1900 lo dem uest ra, el lem a había sido adopt ado t am bién por la m asonería it aliana com o propio. A propósit o de ello, cabe m encionar que los m asones se llam an ent re sí " herm anos" , de m odo que la palabra " frat ernidad" t endría su origen en el lem a revolucionario francés. Cuando se dice que la Revolución Francesa no fue ot ra cosa que una revolución burguesa se dice una verdad por una sencilla razón: j am ás, ni en los m om ent os m ás radicales de la revolución, se puso en riesgo la propiedad privada que no fuera del clero o de la part e de la nobleza que había huido de

26

La venganza cont ra Napoleón no se habría lim it ado a der rot arlo y confinarlo en la isla de Sant a Elena hast a su m uer t e. Por lo cont rario, los ingleses habrían planeado secr et am ent e su m uer t e ant icipada envenenándolo con ar sénico. Finalm ent e, en un post rer gest o de odio, su cadáver habría sido cam biado por ot ro, com o hace pensar el hecho de que las m áscaras funerarias que se le hicieron t ras su m uer t e, en dos oport unidades, no coincidan ent r e sí, por lo que no sería él quien hoy est á ent errado en Les I nvalides de París.

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Francia. En segundo lugar, en ningún m om ent o de la revolución se repudió la deuda pública,

ni

siquiera

en

los

m om ent os

en

que

Francia

sufrió

una

t errible

hiperinflación, cuando, ent re 1793 y 1797, hubo un aum ent o acum ulado de precios que llegó al 10.000% en sólo 5 años. Ocurre que repudiar la deuda pública hubiera significado afect ar seriam ent e los int ereses de los banqueros, quienes habían posibilit ado y arm ado el caót ico est ado de cosas de Francia ant es y durant e la revolución. Recapit ulando ent onces, veam os qué ocurrió a fines del siglo XVI I I : Luis XVI y Francia financiaban m ediant e prést am os, t om ados en las principales casas bancarias, la Revolución Am ericana, en la cual part iciparon la m asonería y los I llum inat i. Com o ret aliación, aunque sólo en part e, las sociedades secret as y los propios I llum inat i form aron el caldo de cult ivo para la Revolución Francesa sobrevenida t rece años m ás t arde. La m ism a culm inó con Napoleón, niño m im ado —y luego rebelde— de las sociedades secret as, quien al principio de su im perio fundó el Banco de Francia, un banco privado cuyos accionist as eran los m ism os beneficiados con las deudas cont raídas por Luis XVI para el sost enim ient o de la Revolución Am ericana, así com o con aquellas cont raídas por los ingleses para orquest ar

la

propia

Revolución

Francesa.

¿Quiénes

fueron

los

indiscut ibles

ganadores? Los banqueros y las sociedades secret as. ¿Quiénes los perdedores? Francia quedó hecha t rizas, I nglat erra exhaust a t ras com bat ir a Napoleón, y los Est ados Unidos se hicieron independient es, aunque a la vez se m ant uvieron com o una nación endeble e incipient e, una m era ex colonia. Las naciones, com o fuent e de poder, son las verdaderas perdedoras. ¿No es ést e, acaso, el obj et ivo polít ico y económ ico —y siem pre lo ha sido— de la elit e globalist a? Pero sería erróneo creer que los obj et ivos de la denom inada " Revolución Francesa" fueron solo económ icos. Tam bién los hubo geoest rat égicos. Ocurre que el m at rim onio ent re Luis XVI y María Ant oniet a había sido efect uado con la int ención de est rechar vínculos ent re Francia y el Sacro I m perio Rom ano- Germ ánico, dado que la reina francesa era hij a de los em peradores aust ríacos de la casa Habsburgo. En aquella época el Sacro I m perio abarcaba lo que hoy es Aust ria, el cent ro y nort e de I t alia, el sur de Alem ania, Hungría y Checoslovaquia. Era socio nat ural del papado y había sido gobernado con frecuencia, aunque no exclusivam ent e, por príncipes Habsburgo, m uchas veces prot ect ores y ot ras rivales de Rom a. Una asociación con Francia era deseada para frenar los planes expansionist as de I nglat erra y form ar de esa m anera una gran alianza europea cont inent al. Por eso la cam paña cont ra Luis XVI y María Ant oniet a se lanzó apenas concret ado el m at rim onio. Toda suert e de rum ores circulaban al respect o en las calles de París, fact or que m inaba la confianza popular en los reyes. Circulaban innum erables rum ores, desde supuest as infidelidades m ut uas hast a el hecho de que los hij os del m at rim onio no eran en realidad de Luis XVI . Lo ciert o es que el sucesor del t rono podría haber sido no sólo rey de Francia, sino t am bién em perador

92

de una especie de " Unión Europea" cont inent al. La denom inada Revolución Francesa, azuzada por diversas sociedades secret as socias de I nglat erra — especialm ent e los I llum inat i—, im pidió el nacim ient o de un superim perio europeo rival del inglés. Ello sería solam ent e un prim er paso cont ra la Unión de Europa cont inent al, pero habría dos m ás. El segundo sería dado en 1870, cuando t ras la incesant e act ividad de sociedades secret as se form aron los reinos de I t alia y Alem ania. La form ación de am bos países —hast a ese m om ent o fraccionados en diversos reinos, principados y ducados— no solam ent e rest ó t ierras al Sacro I m perio Rom ano- Germ ánico, sino que t am bién gest ó la posibilidad de grandes rivalidades ent re naciones europeas que podrían derivar en guerras propicias a las am biciones im periales de I nglat erra y los int ereses de los banqueros londinenses que las financiarían. El t ercer y últ im o paso cont ra el Sacro I m perio fue dado en 1918, cuando t ras la Prim era Guerra Mundial cayeron o se debilit aron las m onarquías de Europa cont inent al

que

podían

represent ar

algún

obst áculo

a

los

int ereses

de

fragm ent ación de los ingleses. No es casualidad, ent onces, que j ust o en ese m om ent o, cuando desaparecieron los últ im os obst áculos al im perialism o anglonort eam ericano, nacieron sim ult áneam ent e el CFR ( Council on Foreign Relat ions) y el RI I A ( Royal I nst it ut e for I nt ernat ional Affairs) , verdaderos t hink t anks que, baj o la fachada de sociedades pluralist as y filant rópicas, ayudaban a regularizar las act ividades de verdadero saqueo que hast a ese m om ent o se venían realizando exclusivam ent e por la acción de sociedades secret as. En el m om ent o en el cual desaparecieron los rivales en Europa cont inent al, y adem ás se cont aba con influencia eficaz sobre casi t odas las zonas del globo con recursos nat urales im port ant es, es cuando las act ividades —salvo el t errorism o— que ant es llevaban a cabo clandest inam ent e sociedades secret as, em piezan a ser realizadas a la luz del día por el CFR y el RI I A. 27 Com o se ve, Leo St rauss no hizo ot ra cosa que sist em at izar siniest ras reglas de acción que las sociedades secret as —y la elit e que las dom ina— int uit ivam ent e ya conocían. Quizá sus únicas reales innovaciones fueron dos. En prim er lugar, dej ar de lado el sent im ient o ant irreligioso que m uchas de las prim eras const it uciones nacionales reflej aban al declarar el laicism o. St rauss se daba cuent a de que el fervor religioso podía ser un arm a de cohesión popular que podía encolum nar a las m asas t ras un líder. En segundo lugar, su creación " fuert e" es la noción de que si no hay un enem igo es posible invent arlo. Veam os cóm o se hace eso ahora:

La " H e r m a n da d M u su lm a n a " 27

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. 5.

93

El t errorism o m oderno, en una m uy buena part e, t iene una raíz islám ica. Hay dos aspect os en t al sent ido que vale la pena est udiar. En prim er lugar el económ ico, y el segundo, el polít ico. En cuant o al aspect o económ ico, los act os de t errorism o m oderno requieren fuert es sum as de dinero para poder concret arse. Se t rat a de at ent ados que requieren m eses —o años— de preparación y suponen una act ividad previa de int eligencia generalm ent e cost osa. La ej ecución de los m ism os depende de gran cant idad de hom bres organizados en células que deben ser m ant enidos durant e m eses y a veces años para que lleven a cabo sus propósit os. Y finalm ent e, suelen ut ilizarse cost osos explosivos, a veces con sofist icados det onadores que requieren una t area previa no sólo de logíst ica sino t am bién de adecuado ent renam ient o en su uso. Por lo t ant o, el t errorism o necesit a de fuert es sum as de financiam ient o. Al respect o han aparecido en la prensa occident al algunas not as periodíst icas que luego invariablem ent e pasan al archivo o al olvido, com o aquella de The Tim es of I ndia que t ant o preocupó al hist oriador nort eam ericano Gore Vidal en su obra Dream ing War, acerca del financiam ient o parcial de los at ent ados del 11 de sept iem bre por part e del j efe de la int eligencia pakist aní ( I SI ) Mam oud Ahm ed, 28 quien curiosam ent e se hallaba en Washingt on sost eniendo conversaciones secret as con prom inent es polít icos de las áreas de defensa y seguridad el m ism o día en que los aviones im pact aron el World Trade Cent er. El hecho de que la inform ación de The Tim es of I ndia se divulgara m ot ivó el alej am ient o de Ahm ed de su cargo, pero no hubo invest igaciones que cont inuaran esa pist a ni reclam os nort eam ericanos para que Pakist án ent regara a su ex j efe de int eligencia para ser int errogado. Ahora bien, en general, el financiam ient o que puede canalizarse con fines t errorist as proviene de dos grandes fuent es. En prim er lugar, el com ercio ilegal de drogas ( recuérdese que Afganist án es hoy el prim er product or m undial de opio y lo era t am bién en el pasado, hast a que los t alibanes prohibieron el cult ivo de am apola) ,

y

en

segundo

lugar

el

dinero

provenient e del

pet róleo.

Si las

inform aciones sobre est e m uy espinoso t em a no aparecen m ás en la prensa es debido a que t odos los indicios apunt an en dos direcciones problem át icas: En prim er lugar al est ablishm ent cercano de la fam ilia real saudí, al com probarse que el banco saudí Al Taqwa, cuya filial caribeña debió cerrar por im plicación en la financiación de act ividades t errorist as, era dirigido nada m enos que por el príncipe Turki, j efe de la int eligencia saudí, m ient ras se producían los at ent ados del 11 de sept iem bre de 2001. En segundo lugar, las conexiones de elem ent os radicalizados del t errorism o m usulm án y sus fundaciones llegarían hoy en día a rozar a dos figuras m uy cercanas a George W. Bush y al est ablishm ent del Part ido Republicano: Grover Norquist y nada m enos que a la m ano derecha de 28

I bid., capít ulo 3.

94

Bush, Karl Rove, el publicist a y cerebro de varias de sus iniciat ivas. Es por est as causas que la inform ación acerca de que alt as conexiones de Arabia Saudit a con los at ent ados que se reproduj eron en casi t odos los m edios de prensa occident ales no sólo se desvanecieron de los m edios de prensa y las agencias int ernacionales de not icias, sino que la " pist a saudí" no siguió siendo invest igada a fondo desde 2001. Adem ás, personaj es conocidos por su act ividad cercana al financiam ient o del t errorism o t am bién est arían part icipando en form a act iva en la financiación de los part idos polít icos nort eam ericanos. A inicios de 2007 se descubrió, por ej em plo, que Abdul Ali Alisht ari había donado m ás de 15.000 dólares de m anera personal a la cam paña del Part ido Republicano. Alisht ari donó esa cifra al Nat ional Republican Congressional

Com m it ee

( NRCC) ,

era

m iem bro

del

núcleo

cent ral

de

esa

organización, y obt uvo el prem io al " hom bre de negocios del año" ( " businessm an of t he year" ) ent re 2003 y 2004, t ras lo cual se descubrieron sus lazos con el t errorism o que incluían el envío de 250.000 dólares para el ent renam ient o y equipam ient o de t errorist as islám icos. 29 A m uchos puede surgirle ent onces la t rist e idea de que el t errorism o suele ser una act ividad m ucho m ás oficial de lo que en un prim er m om ent o se piensa. En cuant o a la fachada polít ica, el t errorism o islám ico int ernacional poseería un oscuro grupo que coordina y fom ent a sus act ividades: una sociedad sem isecret a denom inada Herm andad Musulm ana ( Muslim Brot herhood) que fue creada en 1928 en El Cairo por un fundam ent alist a islám ico a fin de generar un m ovim ient o panarabist a, o sea un grupo de acción que luche cont ra los event uales nacionalism os en países árabes. Si bien la int ención fundacional habría sido sincera, el grupo pasó a est ar rápidam ent e cont rolado por los servicios secret os y sociedades secret as inglesas. Su cuart el general hoy se encuent ra en Londres, y el segundo principal en Ginebra. La Herm andad Musulm ana posee sucursales en t odos los países árabes o islám icos, m uchas veces con nom bres diferent es, y m anej a un gran cant idad de t hink- t anks, com it és islám icos, universidades, colegios y gran diversidad de inst it uciones, incluso en Occident e. El int erés brit ánico en est a organización habría part ido del hecho de que result a funcional a sus int ereses ant inacionalist as en países im port ant es geopolít icam ent e por causas pet rolíferas. Los dos Est ados árabes laicos,

gobernados por

el part ido Baas han

sido

t radicionalm ent e I rak y Siria, enem igos de los Est ados Unidos e I nglat erra porque su vert ient e nacionalist a los ubica en las ant ípodas de lo que los int ereses occident ales prefieren para el m undo árabe: un exacerbado fervor religioso que da lugar al fundam ent alism o. Tal radicalism o religioso alberga el t erreno fért il para proveer m ilit ant es al t errorism o, usado com o excusa —por lo que la elit e globalist a desea que exist a— para invadir países, em pobrecerlos y apropiarse de sus recursos nat urales. Si no hay fundam ent alism o islám ico, no hay enem igo. De allí que la 29

Véase " Accused Terrorist is Big GOP Donor" , en ht t p: / / blogs.abcnew s. cot n/ t heblot t er / 2007/ 02/ accusedj errori.ht m l.

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Herm andad Musulm ana y las que serían sus ent idades " cont roladas" Al Qaeda, Ham as y Hezbollah sean, paradój icam ent e, los m ej ores aliados de los int ereses financiero- pet roleros occident ales. Esas organizaciones ult rarreligiosas son una m anera de im pedir que líderes nacionales cerrados a los int ereses de las pet roleras anglo- nort eam ericanas gobiernen los países islám icos dado que prom ueven, en el largo plazo, la unidad de t odo el I slam . Desde la década de 1950, la Herm andad Musulm ana habría ent rado en est recho cont act o con la CI A, agencia de int eligencia que defiende los int ereses de la elit e pet rolera- financiera anglo- nort eam ericana, dado que t ant o una com o ot ra se oponían a los regím enes t ant o de cort e nacionalist a com o com unist a que se est aban inst alando incipient em ent e en algunos países árabes. Se t rat aba de un enem igo com ún. Desde ese m om ent o la Herm andad Musulm ana, a t ravés de organizaciones sat élit es, habría com et ido ent re ot ros hechos el asesinat o de Gam al Abdel Nasser, por prom over un cerrado nacionalism o en Egipt o; el derrocam ient o del Sha Moham m ed Reza Pahlevi en I rán; el asesinat o de Zulfiqar Bhut t o en Pakist án; la m uert e de Anwar El Sadat en Egipt o, y varias acciones en Afganist án. Todas est as operaciones habrían sido desarrolladas en coordinación con la CI A, desde que la " Guerra Fría" adquirió una at m ósfera " calient e" en esa zona a fines de los años 70. La Herm andad Musulm ana sería la ent idad que diseña, ayuda a financiar, planea act ividades, y event ualm ent e cont rola a Hezbollah, Ham as, Al Qaeda y el t errorism o checheno, ent re ot ros grupos cuya act ividad ilegal sirve a los int ereses de

la

elit e

pet rolera- financiera

anglo- nort eam ericana.

Su

relación

con

las

organizaciones chechenas t iene que ver con que su accionar t errorist a t am bién proporciona la gran excusa para influir en el Cáucaso y ot ras zonas consideradas est rat égicam ent e im port ant es por sus reservas pet rolíferas, su pot encial para la producción de drogas ilegales, sus recursos acuíferos y cualquier ot ro int erés geopolít ico. Los m iem bros de la Herm andad Musulm ana m uchísim as veces ingresan de buena fe a est a especie de logia islám ica, debido a que es una fuent e de excelent es cont act os y financiam ient o en el m undo m usulm án. Sin em bargo, los int ereses a los que sirve son los de la elit e globalist a occident al. En realidad, el perfil de sociedad secret a propio de esa organización se debe a un hecho ant erior a su fundación oficial en 1928, dado que se originó com o un desprendim ient o direct o de la m asonería egipcia, que no exist ía hast a 1798, cuando el m ariscal Kleber, m asón francés, fundó la logia de I sis. Es fácil ent ender, ent onces, cóm o el fanat ism o islám ico de est a oscura sociedad se adecua a los precept os de Leo St rauss que t ant o convienen a los int ereses anglo- nort eam ericanos: por un lado, se puede hacer " m arket ing" de que hay un enem igo. Por el ot ro el islam ism o ext rem o sigue los lineam ient os básicos st raussianos: proporciona hom ogeneidad a una supuest a " causa popular" que se

96

cont rapone a los int ereses " occident ales" , que no son ot ros que los de la indust ria pet rolera, las em presas de arm as y la banca. Por últ im o, no sólo la elit e es beneficiaría del t errorism o, sino que su brazo arm ado —o sea, las agencias de int eligencia— t am bién lo son. No result a para nada descabellado pensar que las agencias de int eligencia occident ales y el t errorism o islám ico son socios y no enem igos. Después de t odo, t ras el fin de la Guerra Fría y la caída de la Unión Soviét ica, ¿cóm o podrían j ust ificar su exist encia las agencias de int eligencia

en

un

m undo

globalizado

si

no

exist iera

el

t errorism o?

Sus

presupuest os se recort arían severam ent e, y las posibilidades de realizar oscuros negocios ilegales serían cada vez m enores. Sin agencias de int eligencia, las posibilidades de invadir países serían nulas. Desde que Nerón quem ó m edia Rom a para com prar t ierras a precio de ganga, t ocando la lira y cant ando sus odas ant e t an dant esco espect áculo m ient ras hacía perseguir a los crist ianos y los acusaba públicam ent e del hecho, el t errorism o ha sido, en general, aut ot errorism o. Sólo que ahora result a m ás siniest ro y perverso, porque los m edios de com unicación se encargan de repet ir que im pera la libert ad y la dem ocracia, cuando en realidad la peor de las m afias se ha encaram ado en el poder del país m ás im port ant e del planet a, los Est ados Unidos, y en su ex Corona devenida sat élit e: el Reino Unido. Hay una cuest ión que debe quedar m uy en claro, ent onces: ant es el t errorism o y los aut oat ent ados servían a la elit e com o pret ext o para realizar act os en det erm inados países. Ahora, desde la caída de la Unión Soviét ica, el t errorism o se ha convert ido en " El Gran Enem igo" del sist em a. Las polít icas de m uchísim os países a raíz de est a " t errible am enaza" —m anufact urada en realidad por la elit e globalist a— siguen, y lam ent ablem ent e seguirán, afect ando al m undo ent ero det erm inadas por la necesidad de enfrent ar su supuest a exist encia com o enem igo m ort al. Con su lógica st raussiana del enem igo necesario, la elit e ahora ha llegado a un lím it e desconocido hast a hace poco, al punt o de generarlo, cuando ni siquiera em brionariam ent e lo hay.

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107

Tres La "Cortina de Humo": el enemigo anterior

Morpheus: Has est ado viviendo en un m undo de sueños, Neo. Ést e es el m undo t al cual exist e en la act ualidad. Bienvenido al desiert o de lo real. Mat rix

108

La Unión Soviét ica es un secret o envuelt o en un m ist erio, que encierra un enigm a. Winst on Churchill Debem os reconocer que los países socialist as son cóm plices de la explot ación im perialist a. Ernest o Che Guevara, últ im o discurso público, pronunciado en Algiers. Febrero de 1965

Si el enem igo act ual del capit alism o corporat ivo anglo- nort eam ericano, m anej ado por su elit e, no es ot ro que el t errorism o islám ico int ernacional, m anufact urado por ella m ism a, es necesario hacer not ar que hast a hace poco m ás de una quincena de años no era así. Ent re 1989 y 1991 se derrum ba el bloque soviét ico, que desde la Segunda Guerra Mundial, era el " gran enem igo occident al" según lo que práct icam ent e t oda la prensa int ernacional reconocía. Sólo ent onces, cuando se derrum bó el im perio soviét ico, " nació" el t errorism o en la m agnit ud y con la m et odología act ual. ¿Qué hubiera ocurrido si en cam bio t ras el derrum be soviét ico, el m undo hubiera ingresado en una et apa de paz m undial m uy prolongada,

com o

algunos

pronost icaban?

Las

agencias

int ernacionales

de

espionaj e habrían perdido una buena part e de su razón de ser, las em presas de arm as habrían vist o recort adas sus ganancias, y deberían haber afront ado un duro proceso de reconversión, la indust ria pet rolera anglo- nort eam ericana se encont raría en una m uy difícil sit uación, dado que no t endría pret ext os para em puj ar a sus gobiernos a la guerra en Orient e Medio, con lo que sus posibilidades de negocios se ext inguirían a m edida que se acaba el pet róleo inglés del Mar del Nort e y el nort eam ericano en Texas. Finalm ent e, m uchos de los principales bancos del m undo probablem ent e se encont rarían en un m uy precario est ado de debilidad debido a sus lazos con esos sect ores, dado que no se han lim it ado a proporcionarles financiam ient o, sino que son cont rolados por los m ism os clanes fam iliares, propiet arios ocult os de las pet roleras. Sobrarían recursos para la lucha cont ra el narcot ráfico, el cual no podría t rabaj ar con las grandes facilidades que hoy lo hace en países com o Afganist án o Colom bia. Una lucha con m ás y m ej ores recursos cont ra el narcot ráfico debilit aría a su vez a m uchas agencias int ernacionales de espionaj e, que se nut ren de esos fondos " negros" , y a buena part e del sist em a financiero int ernacional que ha obt enido grandes ganancias del lavado —y de la liquidez— que aport an sus ganancias. Ent onces, est aríam os en ot ro m undo, quizá no necesariam ent e est able, pero sería un m undo en el que la elit e que hoy det erm ina los acont ecim ient os t endría m ucho m enos poder, y la m ism a se iría

109

ext inguiendo y fraccionando. Por supuest o, no est aríam os leyendo en las prim eras planas de los diarios t it ulares com o Clarín del 12 de sept iem bre de 2006, basado por ent ero, según declara el m at ut ino, en una not icia publicada por USA Today del día ant erior: " I ncrem ent o m illonario del gast o en seguridad en t odo el m undo: Est e año se invert irán US$ 59.000 m illones, seis veces m ás que en el año 2000" . Por eso es de hacer not ar que la presencia de algún enem igo m ort al com o es hoy el t errorism o, y ant es lo era la Unión Soviét ica, es siem pre funcional a los int ereses de esa elit e que ha corrom pido las est ruct uras polít icas y económ icas de m uchísim as naciones t ras la fachada de la " dem ocracia" y del supuest o " capit alism o de libre m ercado" . Sin

em bargo,

así

com o

el

t errorism o

act ual

es

práct icam ent e

m anufact urado a " m edida" de la propia elit e que se dice horrorizada por su exist encia, cuando se invest iga el ocaso y la caída del bloque soviét ico aparecen varios elem ent os que son una m uest ra clara de que la m anipulación, la creación, o al m enos un est ím ulo det erm inant e a la organización y el sost enim ient o del enem igo no son nada nuevos.

D óla r ve r su s r u blo Durant e la época de la " Guerra Fría" , la propaganda const ant e en los m edios de com unicación ingleses y nort eam ericanos —y en las agencias de not icias cont roladas por la elit e— acerca del grado de peligrosidad del com unism o y de la Unión Soviét ica en general eran una const ant e a la cual t odos t uvim os que habit uarnos. Esa propaganda im pedía pensar con libert ad la sit uación int ernacional, dado que act uaba com o un condicionant e m ent al para m uchos pensadores. De t al m anera, pasó inadvert ida una debilidad est ruct ural int rínseca que t enía el régim en soviét ico en com paración con el sist em a capit alist a al est ilo nort eam ericano. Dicha debilidad era de t al m agnit ud, que no era difícil advert ir que el im perio soviét ico no era m ás que un enem igo con pies de barro, t al com o quedó en evidencia con su caída. En realidad se t rat a de una cuest ión bast ant e sencilla de explicar. Ocurre que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, la unidad m onet aria ut ilizada en Occident e com o reserva de valor era, y es, el dólar. Los pagos int ernacionales debían efect uarse en esa m oneda, t ant o en lo concernient e al com ercio de m ercancías y servicios com o a los m ovim ient os int ernacionales de capit ales. En los raros casos en los que esas operaciones no se concret aban en dólares, se lo hacía en ot ras divisas fuert es. El rublo j am ás fue, ni siquiera en la era m ás dorada del im perio soviét ico, ni siquiera una alt ernat iva m ínim a com o reserva de valor frent e al dólar. No era, y nunca lo fue, lo que se llam a una divisa y es posible ident ificar las causas de esa condición. Por ej em plo, los abult ados déficit fiscales en los que incurría la Unión Soviét ica se solían solvent ar con la em isión lisa y llana de rublos.

110

Com o el sist em a soviét ico se caract erizaba por una planificación cent ralizada con cuot as de producción y precios fij ados por el Est ado, esa em isión de rublos en un prim er m om ent o no causaba alt a inflación dado que las fábricas y los com ercios vendían y com praban a precios fij os y cont rolados " desde arriba" . Sin em bargo, la em isión m onet aria en la URSS presionaba de m anera incesant e sobre la paridad del rublo en el " m ercado negro" , haciendo que se devaluara const ant em ent e cont ra el dólar y ot ras m onedas occident ales, debido a lo cual la dem anda de rublos en Occident e era práct icam ent e nula. De t al m anera, desde los años 80 especialm ent e, las im port aciones que realizaba el bloque soviét ico en conj unt o debían ser pagadas en dólares cont ant es y sonant es, y ya no a crédit o com o en buena m edida se hizo hast a est a esa fecha. En cam bio, las im port aciones que realizaban los Est ados Unidos podían siem pre pagarse en dólares, que son em it idos a discreción por el FED, el banco cent ral privado nort eam ericano. En ot ras palabras, la Unión Soviét ica y sus sat élit es querían y necesit aban dólares, m ient ras que en Occident e nadie est aba int eresado siquiera en ver cóm o era el billet e de un rublo. Esa asim et ría ent re el dólar y el rublo, o sea el hecho de que los Est ados Unidos pudieran im prim ir billet es verdes según su propia necesidad para efect uar pagos, m ient ras que la Unión Soviét ica dependía indefect iblem ent e de un abult ado superávit de balanza com ercial para realizar nuevas com pras de product os de consum o, bienes int erm edios, m at erias prim as y bienes de capit al, det erm inaba una debilidad est ruct ural del sist em a soviét ico, que por esa sola causa no podía ser un verdadero rival económ ico de los Est ados Unidos. La debilidad soviét ica se acent uó m ucho m ás luego de 1971, cuando el m undo ent ero, con los Est ados Unidos a la cabeza, abandonó el sist em a de Bret t on Woods que se caract erizaba por una paridad fij a ent re las m onedas de los diversos países y el oro. Hast a 1971, los Est ados Unidos t enían ciert as rest ricciones para em it ir dólares: m ient ras sus reservas de oro fueran abult adas no había problem as, pero si caían, sus posibilidades de expansión credit icia y de com pra en el ext erior se veían det erioradas. El único m om ent o cuando la suprem acía del dólar sobre el rublo se vio levem ent e am enazada fue precisam ent e cuando en los Est ados Unidos se t om ó la decisión de abandonar la paridad rígida con el oro. En ese m om ent o se corría el riesgo de que el m undo ent ero prefiriera el oro y repudiara al dólar com o reserva de valor. Sin em bargo, salvo durant e las crisis pet roleras de los años set ent a, cuando el oro subía sin cesar, eso no ocurrió, y por lo t ant o el dólar consolidó y acent uó su papel int ernacional de reserva de valor. Desde 1971, ent onces, los Est ados Unidos ya ni siquiera necesit aban acum ular oro para respaldar al dólar. Los pagos int ernacionales generalm ent e se hacen en su m oneda, t odas las m at erias prim as cot izan en su m oneda y por lo t ant o su poderío m undial se acent uó por est e sim ple hecho: la gent e, en el m undo, suele acept ar dólares y at esorarlos com o form a predom inant e de ahorro.

111

El rublo, en cam bio, no cont aba con esa vent aj a en ningún lugar del m undo. Ni siquiera int ernam ent e, donde la población est aba dispuest a a pagar varias veces lo que la paridad oficial ent re dólar y rublo valía para poder t am bién ahorrar en la m oneda nort eam ericana, el supuest o " rival a m uert e" de la Unión Soviét ica. Est e fact or, que m arcaba una debilidad int rínseca m uy im port ant e de la econom ía soviét ica, se vio agravado por un elem ent o adicional: la URSS sólo era com pet it iva

en

t res

product os:

pet róleo,

oro

y

arm as.

Por

lo

t ant o,

las

export aciones soviét icas se concent raban en esas t res áreas, con un agravant e: las arm as generalm ent e se vendían a los socios soviét icos, países que generalm ent e podían pagar sus arm am ent os en rublos y m uchas veces a crédit o, por lo que la Unión Soviét ica casi no veía dólares por sus vent as int ernacionales de m at erial bélico. Si est as grandes desvent aj as no se hicieron sent ir fuert em ent e en los m ercados durant e los años set ent a, acelerando la caída soviét ica, fue solam ent e porque los precios del pet róleo y el oro alcanzaron sendos récords m undiales en aquella década, lo que le proporcionó ciert a capacidad de soport ar una sit uación cada vez m ás com plicada a m edida que la brecha ent re la cot ización oficial del rublo y la del " m ercado negro" se am pliaba, ocasionando una espiral negat iva en cuant o a com pet it ividad del país. El gran " aj ust e de cint urón" que siem pre vivió la población rusa en cuant o a su capacidad de consum o se relacionaba con est as cuest iones. La Unión Soviét ica debió llegar a gast ar hast a 25% de su PBI en defensa, a fin de poder m ant ener la paridad bélica con los Est ados Unidos. Ello m arcaba una pronunciada inclinación de la econom ía hacia la indust ria de la guerra, con m uchas im plicaciones negat ivas: un baj o nivel de vida, falt a de com pet it ividad, escasez de bienes de consum o y baj os niveles de dólares en las reservas para com prar en el ext erior. El m odest o nivel de vida prom edio de los soviét icos debió servir para advert ir en Occident e que en realidad el " gigant e com unist a" nunca podía ganar la guerra ni la paz con los Est ados Unidos. Sin em bargo, la propaganda y la publicidad disem inadas en form a const ant e en los m edios de com unicación im pidieron que est as sencillas cuest iones fueran t om adas en cuent a.

El com ie n zo de l fin Con el acceso de la dupla Reagan- Bush al poder en los Est ados Unidos, a com ienzos de los años ochent a, se aprovecharon algunas cuest iones de polít ica int erna de ese país que podían ayudar a derrum bar para siem pre al " gigant e com unist a" . En los Est ados Unidos se present aba una alt a t asa de inflación que obligaba a su banco cent ral a m ant ener alt as las t asas de int erés. Fue en ese m om ent o cuando la CI A, con Bill Casey a la cabeza y Robert Gat es com o su segundo, planificó m inuciosam ent e una especie de " guerra ocult a y silenciosa" para

112

ganar definit ivam ent e la " Guerra Fría" . Tenían m ot ivos, com o verem os, para " desem barazarse de ese enem igo y pasar a ot ro" . Las alt as t asas de int erés nort eam ericanas desde el com ienzo de la década de 1980 se hicieron sent ir con t odo su rigor en los países periféricos com o los de Am érica lat ina. Sin em bargo, derrum bar a la Unión Soviét ica, el " im perio del m al" según Reagan, exigía una serie de polít icas concert adas que explot aran a fondo las vent aj as que los Est ados Unidos, según hem os vist o, t enían. Fue de est a m anera que el gobierno nort eam ericano aplicó las siguient es m edidas, planificadas en reuniones secret as en las que casi nunca part iciparon m ás de cinco personas a la vez. Los principales personaj es de esas reuniones secret as fueron Ronald Reagan, George Bush padre, William Casey, John Poindext er y Caspar Weinberger. Concret am ent e, las m edidas son las siguient es: a. Acordar con Arabia Saudit a una superproducción pet rolera a cam bio de arm as y " prot ección" est adounidense para la casa real saudí —duram ent e resist ida por algunos sect ores saudit as y ent re sus vecinos países— a fin de deprim ir los precios del pet róleo hast a que llegaron a caer por debaj o de los 10 dólares el barril. De esa m anera, el principal product o por m edio del cual la Unión Soviét ica se nut ría de los dólares que necesit aba para pagar al ext erior valía cada vez m enos, con lo que ést a veía reducidas sus posibilidades de im port ar m at erias prim as, bienes int erm edios, y ot ros product os del ext erior. Se t rat aba de una reducción not able, pues el precio del barril en los prim eros años de la década rondaba los 34 dólares y los Est ados Unidos deseaban deprim irlo por debaj o de los 20 dólares. De esa m anera, la URSS se vería privada de unos 14.000 m illones de dólares anuales de ingresos. El pet róleo era la principal export ación soviét ica, const it uyendo, según el año, ent re el 50% y el 75% de sus vent as al ext erior en m oneda dura. Sus reservas de oro alcanzaban un nivel de 30 o 40.000 m illones de dólares, según est im aciones

de

la

CÍ A,

por

lo

que

una

caída

del

barril

significaría

un

rudísim o golpe a sus export aciones, con el agravant e de que la URSS había alcanzado sus t opes de producción. La consecuencia inm ediat a fue una im port ant e reducción en su capacidad de im port ar bienes, un det erioro de su crecim ient o y una m erm a en sus reservas ext ernas de oro y m oneda dura. b. Acordar con Sudáfrica una producción crecient e de oro en un cont ext o de aum ent o de t asas de int erés en Nort eam érica. El result ado fue un pronunciado derrum be en el precio del m et al, que cayó en pocos años de m ás de 900 dólares la onza a m enos de 280. De t al m anera, la Unión Soviét ica veía t am bién m enguadas sus posibilidades de acceder a bienes im port ados, dado que se t rat aba de su segundo product o generador de divisas. El " duopolio" t ácit o que exist ía en el m ercado m undial del oro por part e de am bos países ( Sudáfrica y la Unión Soviét ica) , que m uchas veces se ponían de acuerdo para fij ar producción,

113

export ación y precios del m et al, quedó t runco a part ir de la visit a del direct or de la CI A, William Casey, a Pret oria en 1982. c. El t ercer rubro de export ación —y con est os t res se cubren m ás del 90% de las export aciones soviét icas en " m oneda dura" — era el m at erial bélico. A los países de la órbit a com unist a se lo vendía en rublos, es decir que los subsidiaba. Sólo a los países del Golfo Pérsico, rico en pet róleo, se los podía vender en dólares. Pero desde inicios de los ochent a, los Est ados Unidos, a t ravés de acuerdos de la CÍ A y ot ros organism os, lograron ser proveedores m ayorit arios y casi exclusivos de arm as a los países del Golfo, porque en la guerra ent re I rak e I rán de los años 80, proporcionaron arm as a am bas naciones a pesar de que I rán era su archienem igo —lo cual dio lugar al fam oso caso " I rán- Cont ras" —, y t am bién a Arabia Saudit a y ot ras naciones del Golfo que se arm aban para pelear ent re sí, llegado el caso. Doble t riunfo para Reagan- Bush: no sólo daban un cont undent e golpe económ ico a los soviét icos, sino que inst alaban un clim a de m ut ua desconfianza, recelos y hast a posible guerra de " t odos cont ra t odos" en la zona del m undo m ás rica en pet róleo, product o que com o hem os dicho había llegado a su " pico de producción" en los Est ados Unidos en 1970. 1 d. Provocar un salt o en la carrera arm am ent ist a m erced a la llam ada " Guerra de las Galaxias" ( St rat egic Defense I niciat ive, o " St ar Wars" ) , lanzada al com ienzo de la era de Reagan, y archivar el proyect o de t rat ado arm am ent íst ico conocido com o SALT I I , a fin de obligar al im perio soviét ico a concent rar cada vez m ás sus esfuerzos en una guerra que nunca se produciría, alej ando t oda posibilidad de que pudiera haber una m ej ora en el nivel de vida de su población. Est o conduj o a que en la segunda m it ad de la década el gast o público en m at eria m ilit ar y de defensa alcanzara nada m enos que el 25% del presupuest o t ot al soviét ico, algo sost enible solam ent e en plazos m uy cort os, t rat ándose de una econom ía basada en una m oneda débil com o el rublo y con problem as crecient es para obt ener divisas. Todo est o cont aba con un agravant e: la t ecnología soviét ica est aba diez años at rasada en com paración con la est adounidense, y los avances de la com put ación y la elect rónica en los sist em as de defensa que proponía Reagan no sólo ponían en un enorm e bret e a t odas las fuerzas arm adas rusas, sino que dem andaron enorm es desplazam ient os de recursos. Est o facilit ó el cum plim ient o de la profecía del polit ólogo francés Em m anuel Todd quien m uchos años ant es plant eaba que el ej ércit o, j unt o a la burocracia del Part ido Com unist a pasarían de ser la defensa del sist em a, a convert irse en el propio corazón del sist em a, a ser el sist em a. Muchas de las escasas reservas soviét icas de dólares debían gast arse en insum os im port ados para su indust ria bélica, y ello sólo cuando era posible escapar al em bargo 1

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. I I .

114

t ecnológico que " ext rañam ent e" nunca había exist ido ent re 1920 y 1980, el cual acent uaba —por supuest o— su escasez de dólares. e. Presionar a los organism os de crédit o int ernacional com o el Banco Mundial y los bancos privados europeos y nort eam ericanos para que recort aran las líneas de crédit o y elevaran pronunciadam ent e las t asas de int erés a los países del bloque soviét ico que ya est aban afiliados al FMI , com o Polonia. La m edida t uvo com o fin debilit ar a los aliados de la Unión Soviét ica y obligar a elevar el nivel de ayuda en divisas fuert es desde Moscú a ot ras capit ales de Europa Orient al, ext enuando m ás las propias reservas en divisas. f. Est ablecer un boicot a la vent a de bienes de capit al de la indust ria pet rolera a los soviét icos en t odo Occident e, con el propósit o de im pedir la const rucción de un gran gasoduct o desde los cam pos rusos a Europa Occident al. El proyect o era vist o com o una cuest ión de vida o m uert e por los planificadores soviét icos, dado que podría haber provist o de im port ant es divisas en dólares provenient es de Europa a la Unión Soviét ica durant e la década de 1990. El boicot se ext endió luego a t odo t ipo de t ecnología y bienes de capit al est adounidenses, o hechos baj o licencia est adounidense en t erceros países. La URSS dependía desde su m ism a fundación de la t ecnología y los bienes de capit al nort eam ericanos que los Est ados Unidos proveían no t ant o por afán de lucro, sino para hacer de lo que sólo era ot ro sist em a económ ico y polít ico, un enem igo de grandes proporciones según los principios " filosóficos" que ya hem os vist o, y a los cuales Leo St rauss, desde la Universidad de Chicago, dio luego form a e im pulso, pero que en sí m ism os ya exist ían. g. Provocar la invasión de Afganist án por part e de la Unión Soviét ica, m ediant e una previa infilt ración de la CÍ A en la región, a fin de ext enuar al enem igo com unist a en una larga guerra sin posibilidades de t riunfo m ás allá de m ant ener el régim en com unist a en aquella lej ana zona y cort ar a la vez los gasoduct os que, pasando por Afganist án, proveían de gas casi grat uit o al sur de Rusia. Pakist án fue, desde ese m om ent o, un aliado incondicional de los Est ados Unidos en esa operación. La CI A logró t ransform ar una guerra de m uy baj a int ensidad en una confront ación a gran escala en la que los soviét icos t uvieron que dilapidar reservas m onet arias, nat urales, m anufact uras y decenas de m iles de soldados. h. Fom ent ar un est ado de caos en Polonia m ediant e la financiación del sindicat o Solidaridad a fin de que Moscú t uviera que desviar recursos de áreas priorit arias

para

at ender

a

su

socio

est rat égico

de

Europa

Orient al.

El

financiam ient o inicial había sido efect uado por la cent ral obrera est adounidense AFL- CI O —la principal de ese país— durant e los años set ent a con Jim m y Cart er en

115

el poder. La CI A apoyaba desde ent onces la infilt ración nort eam ericana en un país que, según el t rat ado de Yalt a, era de la órbit a soviét ica. Desde la presidencia de Reagan, la propia CÍ A se encargó de proporcionar fondos, logíst ica y adiest ram ient o a m iem bros de Solidaridad, haciendo vano el int ent o soviét ico de est abilizar la sit uación en Polonia. Solidaridad no era ot ra cosa que la punt a del " iceberg" baj o el cual se escondía la CI A. i. Propiciar un em bargo int ernacional de cereales a la Unión Soviét ica al cual debían plegarse, al m enos, los Est ados Unidos, Canadá y Aust ralia, con el fin de que la población no pudiera abast ecerse de alim ent os y se produj era el caldo de cult ivo int erno para el surgim ient o de convulsiones, o al m enos una t ot al desaprobación popular hacia el gobierno. j . Convencer a sus aliados europeos de la OTAN de que baj aran su dependencia del pet róleo soviét ico a m enos del 30% de su consum o, acercando posiciones ent re Europa y la OPEP para que países del Golfo Pérsico reem plazaran a los rusos en el abast ecim ient o europeo. Est o se realizaba al m ism o t iem po que se bloqueaba

la

vent a

de

t ecnología

nort eam ericana

para

la

const rucción

de

gasoduct os ent re la URSS y Europa, fact or que hacía " evaporar" ot ra am enaza geoest rat égica de largo plazo para los Est ados Unidos: la creación lent a, pero consolidada por las propias leyes inexorables de la econom ía, de un bloque económ ico- energét ico " eurorruso" . k. La em isión de un docum ent o clasificado al m áxim o nivel en los Est ados Unidos,

el

NSDD- 75,

firm ado

por

Reagan

y

elaborado

por

Richard

Pipes

( curiosam ent e, hoy hist oriador de cuest iones soviét icas en Harvard) , en el que los Est ados Unidos " derogaban" unilat eralm ent e el t rat ado de Yalt a en form a secret a, y daban por sent ado que los países de la órbit a soviét ica debían pasar lo ant es posible a la est adounidense. l. Todo eso se coronaba con la necesidad de m ant ener m uy alt as t asas reales de int erés en el área del dólar, a fin de dificult ar y encarecer cualquier acceso de la Unión Soviét ica al crédit o int ernacional, cosa que adem ás convenía en los Est ados Unidos en ese m om ent o para luchar cont ra la inflación.

A

la

luz

de

los

result ados,

rápidos

y

cont undent es

para

los

est adounidenses, cabe pregunt arse ent onces si la denom inada " Guerra Fría" era una lucha ent re dos superpot encias, o fue m ás bien una lucha ent re la ya única superpot encia ( los Est ados Unidos) y una nación grande, m ilit arm ent e poderosa, pero t ecnológicam ent e at rasada y con " los pies de barro" en m at eria económ ica y

116

financiera. ¿Fue la " Guerra Fría" , acaso, poco m ás que un slogan en los m edios de com unicación? ¿Era la caída del com unism o y la URSS un hecho que podía det onarse cuando los Est ados Unidos lo decidieran? ¿Por qué decidirlo en los años ochent a? Est a últ im a pregunt a t iene una respuest a cont undent e: desde 1970 la producción nort eam ericana de pet róleo venía reduciéndose año a año, y por lo t ant o una gran part e de la dist ancia en el " poder real" de am bas naciones podía ir reduciéndose a m edida que las reservas pet roleras y gasíferas cayeran m ás rápidam ent e en los Est ados Unidos. Est o se com enzó a dar precisam ent e en los años ochent a y novent a. Con las doce prem isas básicas que hem os vist o la CI A logró el obj et ivo de fract urar prim ero al bloque soviét ico y luego a la propia URSS en los años ochent a y principios de los novent a. A ello es necesario agregar un m uy im port ant e fact or adicional: el t ecnológico. La econom ía soviét ica no prom ovía la im aginación ni la creación de nuevas t ecnologías. Al no exist ir propiedad privada ni un régim en de pat ent es que prem iara al descubridor de un det erm inado product o, no había incent ivo alguno a las m ej oras t ecnológicas. Dada est a circunst ancia, y desde el propio inicio de la Revolución Rusa en 1917, los soviét icos se veían en la obligación de copiar la t ecnología occident al. Para ello acudían al fácil recurso de im port ar bienes del ext erior, desarm arlos, com prender así su funcionam ient o, y luego fabricarlos. Lo m ism o hacían con m aquinarias y bienes de capit al. En Occident e las propias em presas que export aban a la Unión Soviét ica conocían el procedim ient o y a pesar de eso nada hacían por det enerlo. No era solam ent e una cuest ión de ganar dinero con los dólares que los soviét icos podían pagar m erced a sus export aciones de pet róleo. Tam bién era, m uy por sobre t odo, una cuest ión geoest rat égica: si la econom ía soviét ica dependía de la t ecnología occident al para sobrevivir, se generaba una dependencia que podía m ant enerse e incluso incent ivarse en t ant o y en

cuant o

result ara

convenient e

que

el

" enem igo"

siguiera

funcionando

correct am ent e en su rol de " enem igo" . En cuant o com enzara a result ar vit al que el " enem igo" fuera derrot ado, bien se podrían cort ar rápidam ent e las export aciones de bienes de alt a t ecnología a la Unión Soviét ica y encerrarla así en un crecient e at raso t ecnológico. Exact am ent e eso fue lo que ocurrió, dado que las export aciones de bienes de ese t ipo alcanzaban un 32% del t ot al de export aciones nort eam ericanas a la URSS en 1975. En 1983 esa proporción había descendido al 5 por cient o. Est e fact or no debe ser m inim izado: según el especialist a Ant ony Sut t on, de los 24 sect ores indust riales de la econom ía soviét ica, sólo en uno, concent rado en la producción de ciert os alim ent os, no había ninguna dependencia de la t ecnología occident al. En t odos los dem ás, incluidos los est rat égicos sect ores m ilit ar, aeroespacial, aut om ot riz y eléct rico, ent re ot ros, la dependencia de t ecnología im port ada de Occident e —y por lo t ant o la vulnerabilidad del sist em a

117

soviét ico— era m uy alt a. Sut t on calcula que en t odos ellos la dependencia t ecnológica iba del 50 al 100 por cient o.

El pa pe l de An dr opov y Gor ba ch e v Ahora bien, si com o hem os vist o la CI A orquest ó un am plio plan para derrot ar al " enem igo" y el m ism o incluyó baj as en los precios de sus product os export ables, asfixia financiera, cost osas guerras y revuelt as en zonas baj o la influencia

soviét ica,

hay

algo

que

no

puede

explicarse

por

esos

fact ores

únicam ent e. Muchos países del m undo sufrieron en los años ochent a las consecuencias de un alza brut al en las t asas de int erés, asfixia financiera, baj as en sus product os export ables y ocasionales guerras o cost osas revuelt as. Es ciert o que ello produj o m uy duras pérdidas, ocasionales cam bios de regím enes polít icos int ernos, et cét era, pero no por ello se desvanecieron, se fract uraron o fueron borrados del m apa, com o fue el caso soviét ico. Es ciert o que, t al com o hem os vist o, la Unión Soviét ica j am ás fue la pot encia que la propaganda occident al nos hacía creer. Las m edidas llevadas a cabo

m erced

a la

int eligencia de la

CI A bien

podían

dañarla

severam ent e, ocasionándole incluso un " default " y severos perj uicios de t odo t ipo. Lo que es im posible es que se haya podido fract urar definit ivam ent e en t an breve lapso sin siquiera quej as not ables, sin acusaciones cruzadas desde Moscú que m encionaran un boicot nort eam ericano, casi sin obj eciones. Est o bien puede result ar ext raño al lect or, y sería sano que así fuera. En la propia econom ía soviét ica podía est ar el caldo de cult ivo para la desint egración, pero un caldo de cult ivo no es ot ra cosa que un com bust ible, y bien se sabe que un com bust ible no se prende sin la acción de un com burent e. ¿Cuál fue ese com burent e? ¿Cuál fue la m echa prendida que se le acercó a la Unión Soviét ica? Es necesario, a fin de ent enderlo, t ener ciert a paciencia y hacer un poco de hist oria: El m om ent o de m áxim a t ensión que se haya vivido en la Guerra Fría fue indiscut iblem ent e el período ent re los años 1960 y 1963. Si una guerra abiert a ent re los Est ados Unidos y la Unión Soviét ica no t uvo lugar en aquellos años fue porque t ant o John Kennedy com o Nikit a Kruschev hicieron t odo para im pedirlo. En sólo un año, sin em bargo, ninguno de am bos seguía en sus puest os. La guerra era deseada sobre t odo por los " halcones" del Pent ágono, recelosos de los m isiles soviét icos en Cuba y de ciert a paridad arm am ent íst ica ent re am bas naciones. Si bien los Est ados Unidos t enía gran superioridad económ ica y t ecnológica, una buena cant idad de m iem bros de la elit e financiero- pet rolera apoyaba a esos " halcones" del Pent ágono. Ocurría que energét icam ent e, los Est ados Unidos se iban a encont rar en una desvent aj osa sit uación en unos pocos años:

ya no se

aut oabast ecerían de pet róleo com o hast a inicios de los años cincuent a, razón por la cual las pet roleras nort eam ericanas debían expandirse al ext erior para at ender el

118

consum o est adounidense. Adem ás, debido al escaso descubrim ient o de nuevos yacim ient os im port ant es en los Est ados Unidos, se preveía que en pocos años la producción nort eam ericana iba a com enzar a declinar, lo que efect ivam ent e com enzó a ocurrir al poco t iem po: com o hem os dicho, de 1970 hast a el día de hoy la producción nort eam ericana de pet róleo no ha cesado de declinar año t ras año. Esa desvent aj a energét ica que en los círculos pet roleros est adounidenses ya debía conocerse desde varios años ant es, hacía im prescindible la obt ención de fuent es ext ernas. La Unión

Soviét ica,

en

cam bio,

era por

aquellos años el principal

export ador de crudo. De hecho, no sólo se aut oabast ecía sino que surt ía a buena part e del m undo, incluyendo los propios Est ados Unidos m erced a dos oleoduct os que la em presa nort eam ericana Occident al ( prim a herm ana de la ant igua St andard Oil, cuya principal " hij a" es Exxon) del pet rolero Arm and Ham m er había hecho const ruir en Rusia m erced a sus buenas relaciones con St alin y sus sucesores, las que llegaban hast a I rán, desde donde se em barcaba el crudo hacia los Est ados Unidos. El im perio soviét ico poseía adem ás las reservas conocidas de pet róleo m ás grandes del m undo, y se consideraba que podían encont rarse m ás yacim ient os m uy im port ant es en sus t errit orios. Su pet róleo podía ent onces result ar, adem ás de una excelent e fuent e de ganancia para las pet roleras anglo- nort eam ericanas, un fact or geoest rat égico

fundam ent al.

Result aba

im perioso

que

los

Est ados

Unidos

derrot aran definit ivam ent e a la Unión Soviét ica ant es de que la dependencia del pet róleo im port ado fuera de t al m agnit ud que hiciera correr riesgos a su suprem acía est rat égica com o única pot encia m undial. Es im port ant e hacer not ar que los ej ércit os no pueden m ovilizarse sin com bust ible, y que las propias poblaciones civiles urbanas experim ent arían un m uy rápido descenso en su nivel de vida si se cort aba el sum inist ro de hidrocarburos fósiles, razón por la cual la vent aj a abrum adora de los Est ados Unidos sobre la URSS bien podía esfum arse en cuant o com enzaran

a

depender

de

pet róleo

im port ado,

m ient ras

ést a

cont inuaría

aut oabast eciéndose por com plet o, cosa que la elit e globalist a conocía en secret o. Los " halcones" m ilit ares t enían ent onces com o socios, en sus sueños de guerra ent re las superpot encias, a m uchos em presarios. Pero la dist ensión producida por el ret iro de los m isiles rusos de Cuba desvanecía la posibilidad de un em prendim ient o

m ilit ar

—quizá

nuclear— a

gran

escala.

Debían

em plearse

m ecanism os m ás "subt erráneos" y lent os para ganar la Guerra Fría. De cualquier m odo, había t iem po: el pet róleo nort eam ericano no se iba a ext inguir de la noche a la m añana. Falt aba aún m ucho t iem po para que el crudo im port ado alcanzara m agnit udes gigant escas com o hoy, cuando los Est ados Unidos im port an m ás del 65% del pet róleo que consum en. Los em presarios y financist as nort eam ericanos venían t ej iendo excelent es lazos con los j erarcas m ás im port ant es del Part ido Com unist a Soviét ico m erced a

119

los negocios que llevaban a cabo especialm ent e con el pet róleo, desde m ucho m ás allá de la era de St alin, com o m ás adelant e verem os. Sin em bargo, con el paso del t iem po, y a raíz de las crecient es necesidades pet roleras de los Est ados Unidos, esos lazos se fort ificaron y fueron m uy est rechos aún en los m om ent os en que la Guerra Fría volvió a generar t ensiones im port ant es ent re los Est ados Unidos y la Unión Soviét ica. Según Joseph Finder en su obra Alfom bra Roj a ( Red Carpet ) — m et áfora del t rat o cuidadoso y preferencial que se le daba a ciert os em presarios occident ales en la URSS—, David Rockefeller, W. Averell Harrim an y Arm and Ham m er, ent re ot ros prom inent es m iem bros de la elit e pet rolera- financiera, eran calurosam ent e bienvenidos en Moscú para realizar negocios, aun cuando la prensa est adounidense

t rat aba

con

circunspección

esos

viaj es

sem isecret os.

David

Rockefeller era la única persona del m undo, j unt o a Leonid Brezhnev, que t enía un hangar propio en el aeropuert o de Moscú en los años sesent a. I ncluso llegó a vacacionar en Rusia durant e m om ent os álgidos de la Guerra Fría. La idea de la elit e había sido, y seguía siendo, ir infilt rando lo m ás posible el aparat o de gobierno soviét ico, para lo cual era necesario sobornar a ciert os agent es, producir una ciert a descom posición en los cuadros del aparat o est at al, y por supuest o encum brar con el t iem po a esos " cuadros propios" , sit uándolos en los m áxim os puest os de poder de la Unión Soviét ica. No debió ser dem asiado difícil si t enem os en

cuent a la

suprem acía

del

dólar

ant es com ent ada,

y

la

gran

burocrat ización que venía experim ent ando t odo el esquem a de poder soviét ico. El principal obj et ivo de ese plan de corrupción era la KGB y fue de esa m anera que a lo largo de los años sesent a se report ó en la prensa occident al, no sin m ucho est upor, la deserción sucesiva de varios de los espías m ás im port ant es de la CI A y del MI 6 ( servicio secret o brit ánico) a Moscú. Est o podía m ost rarse en Occident e com o ot ro elem ent o de gran peligro en lo que se refería a la Guerra Fría, cuando en realidad se t rat aba de ot ra cosa, m ás precisam ent e de lo cont rario. Lo ext raño del caso es que los agent es desert ores, siem pre de alt o nivel, incluso arist ocrát ico, se conocían ent re sí desde las épocas universit arias. Philby, Blunt , Burgess y Mclean eran m iem bros de una sociedad secret a —est ablecida en Cam bridge— con clara t endencia m arxist a llam ada " The Apost les" , y t odos est aban baj o la direct a supervisión de lord Víct or Rot hschild. Los " Apóst oles" de Cam bridge eran una sociedad secret a sim ilar a Skull & Bones en los Est ados Unidos, la sociedad anglofila de la cual han sido y son socios por generaciones ent eras los Bush, Harrim an, Rockefeller y ot ras fam ilias arist ocrát icas. En el caso de los Apóst oles, su t endencia com unist a hace recordar a la " Sociedad Fabiana" inglesa 2 con la que t ant o sim pat iza la elit e financiero- pet rolera anglo- nort eam ericana. Debería llam ar la at ención, ent onces, que ese select o grupo de cinco o seis espías

2

I bid., cap. V.

120

pasara a la hist oria en general sólo com o un grupo de " t raidores" a la CI A y al MI 6 com o la prensa inglesa y nort eam ericana creyeron y nos han querido hacer creer. Lo ciert o es que en ese grupo de espías uno descollaba part icularm ent e: Kim Philby, quien era el núm ero dos del espionaj e brit ánico, est aba acredit ado en Washingt on dado que era nada m enos que el nexo oficial ent re el MI 6 y la CI A, y se m anej aba la posibilidad de que se t ransform ara en su núm ero uno, cuando em pezó a surgir inform ación acerca de la posibilidad de que fuera un " doble agent e" al servicio de la KGB. Lo raro —o no— del caso es que, a pesar de que la inform ación acerca de su " doble lealt ad" com enzó a circular, obt uvo el " perdón" del j efe del FBI , Edgar Hoover—alguien que se dist inguía precisam ent e por no perdonar a nadie— quien nada hizo al respect o, a pesar de que el FBI , la CI A y el MI 6 no podían desconocer que en su j uvent ud Philby incluso se casó con una agent e soviét ica en los años 30 durant e su residencia en Aust ria, donde cont ribuyó a desest abilizar el régim en de ext rem a derecha del canciller Dollfuss. Lo ciert o es que Kim Philby habría sido en realidad un agent e t riple al m ás alt o nivel. O sea, los secret os de int eligencia y m ilit ares que dio a la KGB m ient ras vivía en Washingt on y Londres ( ent re ellos m uchos que habrían facilit ado que Moscú obt uviera la bom ba at óm ica) fueron ot orgados con la anuencia t ácit a de la prim era línea de la CI A, el MI 6 y el Pent ágono. Debem os det enernos aquí un inst ant e. ¿Cuál sería ent onces el obj et ivo de esas organizaciones al facilit ar a Moscú, m ediant e espías com o Philby, secret os m ilit ares cruciales? Facilit ar la carrera arm am ent ist a ent re los Est ados Unidos y la Unión Soviét ica, y la event ualidad de una guerra nuclear que en oct ubre de 1962 est uvo cerca de producirse y sólo fue evit ada, com o hem os dicho, por la int ervención personal de John Kennedy y Nikit a Kruschev, cont ra el consej o de m uchos de sus colaboradores. Una guerra nuclear a gran escala ent re Washingt on y Moscú habría producido, t ras su final, el direct o cont rol de los cuant iosos recursos nat urales de las repúblicas soviét icas por part e de la elit e, dado que t al guerra no podía ser ganada por la URSS. La verdad sobre el caso Philby solam ent e pudo saberse m ucho después, cuando desde su exilio en Moscú, poco ant es de m orir, cont rat ó los servicios del escrit or Philip Knight ley a fin de que escribiera su hist oria. Philby narra en esa obra, en la que a pesar de decir sólo m edias verdades cuent a las suficient es, que aunque la CI A y el FBI nada hicieron para que dej ara de espiar para los soviét icos, lord Vict or Rot hschild en persona, j unt o a un agent e del Mossad, le dieron una especie de " ult im át um t ácit o" para que desert ara definit ivam ent e a Moscú al hacerle ver que sabían desde hacía m ucho t iem po que era un agent e doble, pero no lo det enían. Es bueno hacer not ar que el propio lord Vict or Rot hschild t am bién est aba involucrado en casos de " doble espionaj e" t al com o lo revela la obra El Quint o Hom bre ( The Fift h M a n ) . Philby llegó a Moscú en 1963 —j ust o luego de la gran crisis de la Guerra Fría, y cuando la elit e financiera- pet rolera se percat ó de que la

121

Guerra Fría debería ganarse por m ét odos dist int os de ot ra guerra m undial— y aunque la versión oficial es que a part ir de ese m om ent o fue una especie de agent e casi ret irado de la KGB, la realidad parece haber sido ot ra: Philby, quien en realidad nunca dej ó de ser un agent e al servicio de la elit e pet rolera- financiera anglonort eam ericana ent ró en cont act o con un j oven y am bicioso m iem bro del Part ido Com unist a, cuya carrera sin em bargo no avanzaba dem asiado: Yuri Andropov. Philby habría not ado el pot encial que ese j oven agent e soviét ico podía t ener para defender los int ereses occident ales y habría pasado a la elit e la suficient e inform ación al respect o com o para que Andropov fuera nom brado en 1967 j efe m áxim o de la KGB, sin ant es hacer carrera int erna en ese organism o policíaco ni, supuest am ent e, en el m undo del espionaj e. Andropov es uno de los personaj es m ás oscuros de la hist oria m undial, dado que apenas ocupó su sit ial en la KGB se dedicó a borrar t odo rast ro seguro de su propia hist oria. Lo único que se sabe con cert eza sobre él es que era un gran am ant e del j azz y del buen whisky escocés. No se sabe a ciencia ciert a dónde y cuándo nació, quiénes fueron sus padres, si era casado, viudo o solt ero. Se sospecha que era viudo, pero t am poco se sabe el nom bre de la que habría sido su cónyuge y ni siquiera si t uvo o no hij os ( se cree que al m enos t uvo uno, I gor, pero t am poco se sabe si realm ent e era suyo) . El m ist erio que rodea la vida de Andropov no se desvaneció ni siquiera en 1983, cuando al ocupar el m áxim o cargo de secret ario general del Part ido Com unist a —m áxim a aut oridad soviét ica— despert ó la obvia curiosidad de la prensa occident al. Se especula con que el secret o y m ist erio que rodea su vida se deben en part e a que habría cam biado su ident idad, y que su nom bre real no sería Yuri Andropov, sino Uriah Lieberm an. Adem ás, ot ra cosa que Andropov habría deseado ocult ar bien sería su pert enencia a una sociedad secret a llam ada " The Trust " est ablecida en Polonia al inicio de la Revolución Rusa con el apoyo de León Trot sky y del servicio secret o brit ánico. Exist en especulaciones de que esa red secret a habría t enido com o obj et ivo inicial sem brar desinform ación en Occident e acerca de la Unión Soviét ica, aunque su act ividad real habría ido precisam ent e en dirección cont raria. Se especula que " The Trust " siem pre habría sido una sociedad m anej ada por los servicios secret os brit ánicos y quizás —es sólo una presunción— post eriorm ent e el israelí. Pero hay algo m ás aún. El ascenso de Andropov al m áxim o poder soviét ico se produj o a la m uert e del prem ier ruso Leonid Brezhnev, quien en 1982, aunque de salud precaria, se desenvolvía aut ónom am ent e, pero fue rodeado de guardaespaldas por Andropov, quien ent onces era j efe de la KGB, y esgrim ió el pret ext o de cuidarlo al m áxim o. Pues bien, la m uert e de Brezhnev fue m uy ext raña dado que saludó a su esposa, se ret iró a descansar un rat o a su cuart o, y a los pocos m inut os uno de los agent es de Andropov le avisó a su m uj er Helena Pet rovna que había fallecido. No se le pract icó aut opsia ni se dej ó que un m édico revisara el cadáver, que fue em balsam ado y ent regado a su m uj er dos días m ás t arde en m edio de una

122

cerem onia pública, una vez dispuest o en el at aúd. Pet rovna creyó siem pre que su m arido t uvo un final violent o a m anos de la KGB de Andropov. 3 ¿Se t rat ó de un golpe de Est ado organizado por la KGB? ¿Cont ó con el apoyo ext erno de " alguien" ? Veam os, y sobre t odo, m edit em os: A part ir del inicio de su relación con Philby, Andropov había com enzado una m et eórica carrera que incluyó la j efat ura de la KGB, al m ism o t iem po en que la elit e financiera- pet rolera anglo- nort eam ericana venía llenando convenient em ent e los bolsillos de una buena cant idad de funcionarios soviét icos y m iem bros del m ás alt o nivel de la KGB para aum ent ar sus negocios en Rusia y obt ener favores polít icos. Lo ciert o es que Andropov se convirt ió en j efe m áxim o de la KGB en 1967, y a la m uert e de Leonid Brezhnev fue nom brado secret ario general del Part ido Com unist a. Durant e el cort o año en que Andropov ocupó el m ás alt o cargo de la Unión Soviét ica, hast a su m uert e, realizó una purga en los m ás alt os cuadros del Part ido y encum bró a sus aliados en puest os clave. Algunos de ellos fueron Alexandre Yakovlev asignado a la est rat égica em baj ada en Canadá —que perm it ía un fácil y fluido cont act o con la flor y nat a de Wall St reet — y Oleg Kalugin designado j efe m áxim o del cont raespionaj e soviét ico. Ot ro dat o clave en t al sent ido, es que t ant o Yakovlev com o Kalugin habían est udiado nada m enos que en la universidad de Colum bia, baj o un program a de int ercam bio est udiant il ent re los Est ados Unidos y la URSS, que sorprendent em ent e est uvo en vigencia durant e la década de 1960, cuando la prensa int ernacional señalaba un m áxim o enfriam ient o en las relaciones bilat erales. Es necesario señalar, en ese m ism o sent ido, que dicha universidad es precisam ent e la que m ás m iem bros posee en el elit ist a CFR, 4 y la principal encargada —ent re t odas las im port ant es

universidades

nort eam ericanas—

de

disem inar

la

propaganda

globalist a. Kalugin era uno de los cont act os m ás im port ant es que t enía Philby en Moscú, incluso fue quien preparó su est ancia definit iva en esa ciudad. Tras su nom bram ient o, Kalugin fue acusado en form a inm ediat a por m uchos de sus colegas de la KGB de ser en realidad un agent e de la CI A, y sin em bargo Andropov no hizo nada: lo m ant uvo en el est rat égico cargo de j efe de cont raespionaj e de la KGB. Años m ás t arde, en plena perest roika, Kalugin hablaría t an m al de la agencia y del sist em a com unist a que debió ser sancionado en plena era " progresist a" de la Unión Soviét ica. Est os fact ores deberían hacernos m edit ar acerca del grado de cont rol que la elit e pet rolera- financiera t enía sobre la KGB desde varias décadas ant es de la desint egración de la URSS. Habría que ver t am bién hast a dónde las filt raciones y las inform aciones acerca de la CI A y los Est ados Unidos que la KGB obt uvo durant e 3

Se puede consult ar al respect o Behind t he High Krem lin Walls, de Vladim ir Solovyov y Elena Klepikova y Vict ory, de Pet er Schw eizer .

4

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. V.

123

m uchos de los peores años de la Guerra Fría no eran m ás que desinform aciones est rat égicam ent e plant adas por la elit e a fin de incent ivar la carrera arm am ent ist a, lo que produciría t ant o el debilit am ient o de las finanzas soviét icas com o la posibilidad de pingües ganancias para las em presas proveedoras del Pent ágono. Volviendo a est os personaj es, m uchos años m ás t arde am bos serían señalados com o agent es de la CI A por el últ im o j efe de la KGB, Vladim ir Kryuchkov. Yakovlev aprovechaba su alt o cargo en Ot t awa para ent rar en cont act o con la elit e de Wall St reet a la cual en part e conocía desde sus est udios en Colum bia, y Kalugin habría report ado para la CI A desde el puest o m ás sensible de la KGB. Volviendo a Andropov, es necesario recordar que, conscient e de su próxim o final, dado que est aba m uy enferm o al asum ir su cargo, encum bró a su " delfín" Mikhail Gorbachev, posicionándolo en los m ás alt os cargos de poder del aparat o polít ico soviét ico. At ención a est o: t an sólo unos pocos años ant es, Gorbachev ni siquiera vivía en Moscú y era sólo un oscuro funcionario de provincia experim ent ado en cuest iones agrarias. Experim ent ado es un decir, porque si se est udia el desem peño agrícola soviét ico durant e la adm inist ración agraria de Gorbachev, salt a a la vist a que fue el peor desde la posguerra. Durant e el m andat o de Andropov, y presunt am ent e por órdenes secret as de ést e, Gorbachev realizó un viaj e a Canadá durant e el cual se ent revist ó a solas y durant e varios días con Yakovlev, quien había sido obligado a ocupar la em baj ada en Canadá años at rás debido a un curioso art ículo que había escrit o en Lit erat urnaya Gazet a, en el que at acaba m uy fuert em ent e la t endencia nacionalist a que aún evidenciaba buena part e del pueblo ruso. A propósit o de ést e, vale la pena dest acar que el nacionalism o ruso se m ost raba com o una seria am enaza a los deseos encubiert os de la elit e globalist a para posibilit ar la fract ura de la Unión Soviét ica. Gorbachev era funcionario agrícola, y poco y nada debía debat ir oficialm ent e en Ot t awa en 1983 con Yakovlev, pero Andropov ya llegaba al final de su vida, se sabía acerca de su próxim a m uert e y la sucesión y los acont ecim ient os post eriores est aban en preparación. En Ot t awa, Gorbachev habría sido adoct rinado por Yakovlev acerca de la necesidad de una fut ura perest roika, o sea una reest ruct uración

de

la

econom ía

soviét ica

con

rápidas

desregulaciones

y

privat izaciones generalizadas. Tras la m uert e de Andropov, si bien su sect or en el polit buró presionó a fin de que Gorbachev fuera prim er m inist ro, la m ayoría de ese organism o, reacia y desconfiada, nom bró j efe suprem o a Konst ant in Chernenko, quien m urió a los m uy pocos m eses de m anera bast ant e dudosa. Fue ent onces, recién cuando ya no había oposición int erna suficient e para que Gorbachev ocupara el m áxim o cargo de la Unión Soviét ica, cuando la gran t raición int erna t erm inó de consum arse. En su elección pesó de m anera definit iva la opinión del j efe de la KGB. Una de sus prim eras m edidas fue t rasladar a Alexandre Yakovlev a Moscú y convert irlo en su m ano derecha encargándole, ent re ot ras

124

cosas, el cont rol de la prensa rusa, que a part ir de ese m om ent o se " unificó" favoreciendo a la perest roika de la m ism a m anera en que lo hacía la prensa nort eam ericana. Un dat o, m ás que curioso, es que en sus " Mem orias" , aparecidas en la década del novent a, Gorbachev habla m uy poco de Yakovlev. Llegó a declarar que no lo conocía desde ant es de su viaj e a Ot t awa, y sin em bargo Yakovlev com ent ó post eriorm ent e a la prensa que conocía a Gorbachev desde hacía m uchos años, pero se cuidó m uy bien de inform ar en qué circunst ancias. Todos esos hechos hacen pensar en la exist encia de una especie de sociedad secret a, o al m enos encuent ros

secret os,

ent re

los

m iem bros

m ás

encum brados

del

polit buró,

conspirando cont ra el m ism o. Lo ciert o es que Gorbachev no sólo encum bró a Yakovlev al est rat égico cargo de supervisor de la prensa soviét ica, sino que t am bién se desprendió de los m iem bros de la " viej a guardia" que sobrevivieron a la purga de Andropov.

La t r a ición El aparat o est at al soviét ico ya est aba ent onces t ot alm ent e en m anos de los " renovadores" que nacieron de la m ano del ex j efe de la KGB, Andropov, quien aparent em ent e desde hacía m ucho t iem po era agent e de la CI A. Desde su t om a del cargo, Gorbachev reduj o drást icam ent e los subsidios a los países sat élit es de Europa Orient al, ahogados financieram ent e por la " guerra económ ica" que la CI A venía desplegando, lo que en últ im a inst ancia m arcó la pérdida de t odos esos países para la órbit a soviét ica. En el caso part icular de Alem ania Orient al, Gorbachev propuso la lisa y llana unión de las dos Alem anias, ant e la m irada azorada de los represent ant es de Alem ania Orient al, quienes no deseaban llegar t an lej os, sino est ablecer una especie de confederación ent re los dos Est ados. Ni Ronald Reagan podría haber defendido los int ereses de la elit e globalist a com o lo hizo Mikhail Gorbachev. Muchos dat os de la vida de Gorbachev hacen pensar que se t rat a de un caso m uy sim ilar al de Andropov. Ent re ot ras cosas hay que m encionar que durant e m uchos años la KGB ocult ó algunos viaj es frecuent es que Gorbachev había efect uado a Occident e en años ant eriores, y una presunt a vinculación con la m asonería que el ex prem ier soviét ico habría t enido en París 5 en 1972. Más t arde Gorbachev, ya j efe suprem o, acept ó a la prensa que había viaj ado, pero no han quedado regist ros int ernos sobre el enigm át ico viaj e que, increíblem ent e, habría hecho en aut om óvil, m anej ando de Moscú a París, según él m ism o expresó, cosa a t odas luces increíble.

5

Consúlt ese la obra de John Daniel t it ulada Scarlet and t he Beast , vol. I , edit ada por JKI Publishing en 1994.

125

Ni qué hablar de su ext raña vinculación —post erior a su renuncia— con la sect a Moon, pregonadora de una religión universal al est ilo m asónico, y acusada de narcolavado en m uchos países; hay que anot ar que George Bush padre, su gran am igo, t am bién se encuent ra relacionado con ella. Es evident e que habría t enido conocim ient o previo de lo que significaría años m ás t arde la globalización, m erced a su frecuent e expresión acerca del Nuevo Orden Mundial, propia t am bién de Bush padre. En su obra Perest roika abundan, ent re ot ras, las referencias al " Nuevo Orden" y el " Socialism o con dem ocracia" . Para coronar las suspicacias y especulaciones acerca de Gorbachev, bast a con conocer el oscuro pasado de sus dos abuelos, am bos encarcelados por St alin, según Gorbachev adm it e en su propia aut obiografía, aunque sin m encionar las causas. Al m enos en uno de los casos puede sospecharse una afiliación al t rot skysm o

int ernacionalist a

que

conspiraba

cont ra

St alin,

dat o

por

dem ás

int eresant e, ya que m ás adelant e podrem os ver qué int ereses est aban det rás de Trot sky y el t rot skysm o en la Unión Soviét ica.

Los h idr oca r bu r os r u sos e n los bolsillos a n glo- n or t e a m e r ica n os Baj o la j efat ura de Gorbachev, y con la ayuda incondicional de Yakovlev se planearon las grandes reform as del sist em a soviét ico que incluían su t ácit a aut oelim inación y su cam bio por un régim en capit alist a de m ercado. Pero fueron Boris

Yelt sin

privat izadores

y en

su

m inist ro

form a

Yegor

concret a,

Gaidar los

quienes

cuales

en

firm aron

realidad

los

fueron

decret os prim ero

aprovechados por ex m iem bros de la KGB y oscuros personaj es rusos del aparat o polít ico quienes se hicieron cargo, a cam bio de reducidas sum as, de los grandes negocios que suponían los servicios públicos soviét icos y la explot ación de sus recursos nat urales. Se t rat a de " hom bres salidos de la nada" que han sido baut izados com o los oligarcas, los cuales m ant ienen est rechas conexiones con la m afia rusa. Ocurre que polít icam ent e las cosas aún no est aban dadas para que en Rusia se perm it iera el ingreso de capit al ext ranj ero en la privat ización de pet róleo, gas y ot ros recursos. Un cam bio t al hubiera despert ado la inm ediat a sospecha del pueblo ruso que podría haber arm ado por sí m ism o el rom pecabezas y deducido que la perest roika no era ot ra cosa que un engaño para vender a las em presas nort eam ericanas e inglesas los recursos nat urales de la Unión Soviét ica. Fue por esa causa que se necesit ó, durant e años, la presencia de virt uales t est aferros o em presarios int erm ediarios para que conduj eran las riendas de las ant iguas em presas públicas ent onces privat izadas por Gorbachev y su sucesor, Boris Yelt sin. Recién unos quince años años m ás t arde con Vladim ir Put in, ot ro ex m iem bro de la KGB,

en

el

poder,

la

penet ración

del

capit al

financiero- pet rolero

anglo-

nort eam ericano pudo hacerse m ás abiert am ent e m erced a la gran cant idad de

126

j oint - vent ures ent re em presas rusas y occident ales. Para ello fue necesario com enzar a deshacerse al m enos en part e de los oligarcas, que durant e un t iem po de t ransición sirvieron para desest at izar las em presas públicas, las cuales t ras cort as " reest at izaciones" llevadas a cabo por funcionarios de Put in se t ransform an en conglom erados privados, pero est a vez con m egacorporaciones occident ales com o socias no oficiales. Vale recordar los casos de Conoco Phillips- Lukoil y TNK- Brit ish Pet roleum que han sido referidos en el capít ulo ant erior. Pero pueden nom brarse m uchos m ás casos: sin ir m ás lej os, según el Financial Tim es del 30 de sept iem bre de 2004, Exxon Mobil t iene una gran presencia en la región de Sakhalin ( Siberia Orient al) , y Chevron- Gulf- Texaco posee una alianza con Gazprom , la m ayor em presa gasífera rusa. Chevron t am bién est á est udiando un j oint - vent ure con Sibneft , y ha sido ligada a part e de los act ivos de Yukos. 6 Al m ism o t iem po, Conoco Phillips est aría pensando en una com pra adicional de act ivos de Lukoil, para lo que ya fue aut orizada por el gobierno ruso. Gazprom com ienza a com part ir sus negocios con el poderoso grupo brit ánico- holandés Royal Dut ch Shell, cuyos " cont rolant es" son las coronas brit ánica y holandesa y, por supuest o, el clan Rot hschild. Y Rosneft , t ras absorber la part e m ás im port ant e de Yukos ( Yukosneft egaz) fue parcialm ent e privat izada en Wall St reet , siendo Brit ish Pet roleum una de las com pañías que sacaron m ayor t aj ada. Todo ello m ient ras el enorm e lío legal provocado por Put in en t orno de Yukos, daba una m ano para que el poderoso clan Rot hschild ( m uy vinculado a Shell) asum iera el cont rol form al del paquet e m ayorit ario de acciones de esa com pañía, com o hem os vist o en el ant erior capít ulo. Las m egafusiones pet roleras de est e t ipo m uchas veces se present an a la prensa y la opinión pública rusa com o pat riót icas renacionalizaciones. Ello se debe a que el m ayor conglom erado gasífero del país, Gazprom ( en t eoría, est at al) am agó con adquirir Rosneft y post eriorm ent e com pró Sibneft —que era propiedad del oligarca Abram ovich, quien hoy inviert e fondos de oscura procedencia en el negocio del " nuevo circo rom ano" : el fút bol—, por lo que el " pet róleo est at al" ruso alcanzaría ya el 30% de las reservas del país. Nada m ás lej os de la realidad: en prim er lugar, Rosneft decidió a finales de 2005 un lanzam ient o de nada m enos que el 49% de sus acciones a la Bolsa, lo que se concret ó en Wall St reet a m ediados de 2006, por lo que las em presas pet roleras est adounidenses e inglesas podrán adquirir proporciones crecient es del capit al de la em presa. En segundo lugar, la com pra de Sibneft por part e de Gazprom , concret ada por valor de 13.000 m illones de dólares fue financiada con prést am os de poderosos bancos occident ales, ent re ellos nada m enos que Cit igroup y Morgan, con lo que el gigant e gasífero- pet rolero 6

Es necesar io rem arcar que la persecución j udicial de Put in a Yukos y su ex m áxim o j efe, Mik hail Khodorkosky, se realizó luego de que fallaran negociaciones encaradas en 2003 para que Chevron o Exxon com praran dir ect am ent e una part e de Yukos. Para profundizar al respect o se puede ver: " Yukos Founder Golubev Dies in London, Em bassy Says" en ht t p: / / www . bloom berg.com / apps/ new s?pid = 20601087&sid= aYKVnsHBx UzE&refer= hom e.

127

pasó a est ar fuert em ent e endeudado con esos bancos afines a las pet roleras anglonort eam ericanas. Pero hay aún m ás: sucede que Gazprom , que hast a 2005 est ablecía lim it aciones para que las grandes corporaciones ext ranj eras com praran sus acciones en la Bolsa, est á est udiando levant ar ese t ipo de regulaciones, de m odo que con

el correr

de unos pocos años las m ism as pet roleras que

encum braron a Bush y a Blair van a poder ocupar puest os en el direct orio y t ener part icipaciones accionarias m uy im port ant es en ella. Todo est o baj o la at ent a m irada del ex KGB Vladim ir Put in. Com o se puede observar, respect o del pet róleo ruso, m ient ras el gobierno dice una cosa, ej ecut a ot ra. Obviam ent e, se t rat a de un lam ent able doble discurso, al cual la prensa de los países m ás poderosos del m undo se ha prest ado sist em át icam ent e a fin de hacer creer a vast as poblaciones de diversos países que no hay un oligopolio pet rolero en las som bras. Lo que hoy se hace y lo que se dice con est as t ransacciones se asem ej a bast ant e a lo que en la et apa soviét ica se hacía y se decía acerca de la KGB: se la present aba en los m edios de prensa occident ales com o el brazo arm ado del Part ido Com unist a Ruso en su lucha cont ra Occident e. Sin em bargo, desde finales de los años set ent a y m arcadam ent e en los años ochent a, Andropov —uno de sus j efes— preparó la caída de la URSS. Asim ism o, su principal " niño m im ado" , Gorbachev, se ocupó de dem olerla en unos pocos años; Yelt sin la ent regó a la m afia y, finalm ent e Put in, uno de los m ás oscuros ex agent es de la KGB, se encarga ahora de ent regar la propiedad de sus recursos energét icos est rat égicos ( Rusia es el segundo export ador m undial de pet róleo y el prim ero de gas) a las m ult inacionales pet roleras anglo- nort eam ericanas, m ient ras enfervoriza a la población haciéndole creer que los est á nacionalizando. En sínt esis ent onces, t ras años de ardua discusión acerca de la filosofía de la perest roika, nos venim os a ent erar de su real m ot ivación: la necesidad de las pet roleras anglo- nort eam ericanas de reem plazar la propiedad de pozos secos en los Est ados Unidos y el Mar del Nort e por pozos llenos en t erceros países. La perest roika y las frecuent es guerras en Orient e Medio no parecen t ener causa m ás im port ant e que ésa, de m odo que para llevar a cabo t ales polít icas de apropiación forzada, y m uchas veces sim ulada, se aplican t áct icas y t écnicas de engaño colect ivo llevadas a cabo por los m edios de com unicación. Est am os en condiciones, ent onces, de ver el " gran panoram a" .

Pu t in y la KGB ( h oy FSB) : de gu a r dia n e s de l com u n ism o r u so a a da lide s de l ca pit a lism o a n glosa j ón En esas t áct icas que la elit e globalist a y sus secuaces de las sociedades secret as aplican con gran dest reza, el paso del t iem po es un elem ent o fundam ent al para despist ar. La m em oria de la gent e es frágil y los m edios se ocupan de que así

128

sea de m odo t an ingent e que parecen exist ir fundam ent alm ent e para que sea de esa m anera. El vendaval de not icias nuevas y grot escas que aparecen día a día en los m edios perm it e dar " adecuada sepult ura" a lo que en verdad ocurre. La " gran est rat egia" de la elit e globalist a con la Unión Soviét ica, a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI , ha sido la siguient e: en prim er lugar, derrocar al zarism o ruso, profundam ent e nacionalist a y ant ibrit ánico, que im pedía o perm it ía sólo a cuent agot as el ingreso del capit al ext ranj ero a la explot ación de los recursos rusos, al m ism o t iem po que indust rializaba el país con un sent ido nacionalist a. El leninism o- st alinism o era un " m al m enor" frent e a la dinast ía de los Rom anov, m ucho m ás después del apoyo del zar Alej andro I I a Lincoln, com o verem os m ás t arde. Los " com unist as" abrieron m ucho m ás el grifo que perm it ía las inversiones ext ranj eras en la explot ación de recursos nat urales rusos, fundam ent alm ent e, el pet róleo. Pero el " com unism o" t am poco era una solución perfect a a las ansias de dom inio de los reducidos clanes fam iliares que gobiernan hoy al m undo. Hubo que corrom perlo, y se lo hizo sabia y lent am ent e, com o hem os vist o, a t ravés de la propia KGB y del polit buró ruso. Philby, Andropov y Gorbachev, ent re ot ros, fueron piezas fundam ent ales que j ugaron a los fines globalist as. Cuando el papel de Gorbachev hubo t erm inado, asum ió, en una " parodia" de " golpe de Est ado" —com o ahora verem os— Boris Yelt sin, aut ént ico " niño m im ado" de la prensa occident al m ás cercana a la elit e durant e la segunda part e de los ochent a com o The Econom ist y el Financial Tim es, con el argum ent o de su " credo liberalizador" . Yelt sin, desde el propio día que asum ió com o una especie de héroe nacional, se dedicó a privat izar em presas públicas, o m ás bien a concent rar la propiedad de las em presas est at ales rusas en m anos de unos pocos " am igos" . Ést os,

ent re

los

que

se

encuent ran

personaj es

com o

Boris

Berezovsky,

Khodorkovsky, Abram ovich, y hast a su prim er m inist ro Chernom yrdin, llam ados com únm ent e oligarcas, pero que en realidad son los j efes de la m afia rusa, quienes las adquirieron por m enos del 10% de lo que realm ent e valían. Mient ras eso ocurría, la elit e globalist a com enzó a penet rar aún m ás a la Unión Soviét ica, dado que los oligarcas rusos necesit aban el capit al occident al —del que no disponían— para m anej ar sus em presas. Yelt sin y sus socios de la m afia creían que cont rolaban Rusia, cuando en realidad no est aban haciendo ot ra cosa que " dorm ir con el enem igo" . Mient ras Yelt sin iba preparando su sucesión polít ica deseando que su puest o fuera ocupado por su socio, el oligarca Chernom yrdin, la elit e globalist a encum bró al ex KGB Vladim ir Put in al poder, y desplazó —m uy a su pesar— con el apoyo de la ex KGB a Yelt sin, con la idea de que Put in podría reem plazarlo en " elecciones dem ocrát icas" . Pero ni siquiera hizo falt a eso, pues hast a el propio Yelt sin dio finalm ent e su " apoyo" a Put in, m ediant e un sencillo recurso: renunciar al cargo por " problem as de salud" , aunque vivió casi siet e años m ás. Y lo hizo por la sencilla razón de que

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eran t an escandalosas sus asociaciones con los oligarcas —la m afia— que le quedaban dos salidas: renunciar y ceder su cargo a Put in, o darle su apoyo en las fut uras pero lej anas elecciones, que de t odas m aneras ganó m ás adelant e, corriendo adem ás el riesgo de ser invest igado. Result aría realm ent e insólit o est o de que las m asas populares rusas, que odiaban y siguen odiando profundam ent e el sist em a opresor de delaciones que había sido inst aurado durant e décadas por la KGB, hubieran elegido alegrem ent e com o president e a un ex m iem bro prom inent e de esa agencia, cosa que sí hicieron luego. Para explicar est o es necesario recordar un viej o refrán que se adj udica a St alin en referencia al sist em a dem ocrát ico occident al, que la FSB parece haber t enido m uy en cuent a: Los vot ant es no cuent an. Los que cuent an, son los que cuent an los vot os. ¿Qué hizo Put in una vez inst alado en el poder? Se dedicó a perseguir a los oligarcas, ant iguos am igos de Yelt sin, socios m ayorit arios de las pet roleras y ot ras em presas occident ales en la explot ación de recursos nat urales rusos, y forzó la sit uación con argum ent os j udiciales m uy " lim pios" y " legales" que perm it ieran ent regar cada vez m ás la propia t enencia —o sea, no ya sólo la explot ación, sino la propiedad— del pet róleo, el gas y los recursos rusos a las pet roleras anglonort eam ericanas

cont roladas

por

los

m ás

prom inent es

clanes

globalist as-

m onopolist as occident ales, com o el Rockefeller y el Rot hschild. Frent e a t oda est a parodia de la " espont ánea" caída de la " Cort ina de Hierro" —en t odo caso const ruida con m at erial ferroso one hundred per cent ruso—, los principales m edios de com unicación occident ales alent ados por las agencias de not icias, cont roladas por los m ism os clanes 7 que gozan ahora de la propiedad m ayorit aria de lo que ant es fue de los zares, el Part ido Com unist a y la m afia rusa —unos dist int os de ot ros, pero al fin y al cabo rusos—, aplauden y cant an loas a lo que consideran com o un " avance del capit alism o com pet it ivo" y la " dem ocracia" en lo que em pieza a ser un " paraíso de seriedad libreem presaria" . Frent e a est a sit uación de progresiva " nort eam ericanización" de Rusia, no debe llam ar la at ención que la Unión Europea est é buscando suplant ar lo ant es posible a Rusia com o principal proveedora de pet róleo y gas europeo. Las señales se hicieron cada vez m ás evident es a finales de 2006. 8 Todo ello est uvo sazonado con una inst alación en los organism os de poder rusos de ex agent es de la KGB o agent es de la act ual FSB cada vez m ás evident e. Según la socióloga Olga Krycht anoskaya, aut ora de Anat om ía de la elit e rusa, m ás de las t res cuart as part es de ést a han pasado por las agencias de espionaj e de ese país, y la m ayoría de ellos debe escribir un inform e m ensual para " la agencia" ( la FSB) . Est os espías son 7

8

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. V.

" EU, Alger ia Will Form Energy Par t ner ship to I ncrease Supply" , ht t p: / / www .bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601100&sid= a.KhMbZySqUY & refer= germ any.

en

130

int roducidos com o alt os ej ecut ivos en las principales m egacorporaciones rusas por recom endación direct a del Krem lin. En Gazprom , la em presa de hidrocarburos núm ero uno del país, nada m enos que 17 m iem bros o ex m iem bros de la KGB y el FSB han sido inst alados en puest os clave de dirección. I ncluso en la Dum a ( parlam ent o) el FSB t iene la voz cant ant e, con lo cual Rusia se ha convert ido en una parodia de dem ocracia y capit alism o. Est o lleva a Krycht anoskaya a baut izar al act ual régim en de Vladim ir Put in com o una m ilit arocracia, 9 que a nuest ro ent ender se encuent ra al servicio de los int ereses anglo- nort eam ericanos, dado que la clave es que se busca renacionalizar act ivos privat izados a precio de ganga por Yelt sin para ent regarlos en Wall St reet a las pet roleras anglo- nort eam ericanas. Si cabe alguna duda de est o, bast a con t ener en cuent a que en sólo dos años, y baj o el pret ext o de problem as con los precios del gas nat ural y el pet róleo que los ex países soviét icos de Ucrania y Bielorrusia pagan a Moscú, Put in ha cort ado sin m ás ni m ás y de un día para el ot ro, el sum inist ro a am bos países en diferent es fechas. 10 En realidad los m ism os son cent ros por los cuales pasan los oleoduct os y gasoduct os que abast ecen a t oda Europa Occident al, de m odo que por una disput a por cant idades m ínim as de gas y pet róleo con " ex repúblicas herm anas" , la Rusia de Put in am enaza con cort ar los sum inist ros a t oda Europa. Esa act it ud m uest ra la dependencia del president e ruso respect o de los Est ados Unidos y el Reino Unido y confirm a la infilt ración de los servicios de espionaj e occident ales desde los años sesent a en la KGB, de la cual Put in fue t enient e coronel en Berlín Est e. Adem ás, las am enazas de desaprovisionam ient o lanzadas por él obligan a los países europeos a buscar fuent es alt ernat ivas de energía, por lo que ést os t rat an de m ult iplicar acuerdos con países product ores africanos, dada la desconfianza, inconfesada e inconfesable, que im pera en los europeos respect o de Put in y el pet róleo ruso. Quizá, cuando el m áxim o geopolít ico de Hit ler, Karl Haushofer pensaba que la única form a de derrot ar al im perio económ ico financiero anglo- nort eam ericano era const it uir un ej e europeo- ruso- nipón, no se equivocaba. Y los Est ados Unidos, en part e por necesidades energét icas cada día m ás im periosas, y en part e conocedores de ese fact or geopolít ico que podría conducirlos a la derrot a, han aum ent ado su infilt ración en el gobierno ruso hast a lím it es inaudit os, t ras lo que aparent a ser un régim en nacionalist a. Hast a las aparent es disput as del propio Put in con los Est ados Unidos o con Bush no parecen m ás que parodias. El enfrent am ient o verbal

de

m ediados de

2007

por

el

asunt o

de

la

inst alación

de

m isiles

nort eam ericanos en Europa Orient al fue resuelt o am ist osam ent e por am bos, m erced al ofrecim ient o de Put in de que t ant o los m isiles est adounidenses en Europa com o los rusos apunt en hacia I rán. 9

Clarín, 5 de enero de 2007.

10

La Nación, 9 de enero de 2007.

131

Com o hem os vist o, el t iem po es la variable fundam ent al en la est rat egia de la elit e globalist a y las sociedades secret as que les sirven a la vez de escudo y felpudo. El t iem po ayuda, por supuest o, adornado de las suficient es vuelt as y " cam bios de m anos" , para que se pierda en el recuerdo la hilación correct a de los acont ecim ient os y se la cam bie por una sucesión de novedades y t rivialidades diarias grot escas y sin sent ido que se dan en t odas part es y que se suelen llam ar not icias. ¿No est á Rusia ahora acaso viviendo una gran dem ocracia plet órica de capit alism o? Sugerim os al lect or det enerse aquí un rat o y revisar det enidam ent e el apart ado del capít ulo ant erior sobre el at ent ado de Beslan, en el que m urieron cerca de 300 niños. Bast ará con cit ar, com o corolario, ot ras t áct icas de engaño: aquel ext raño golpe de Est ado sucedido en Rusia en agost o de 1991, dado por la " línea dura" , ant iprivat izadora, de la Unión Soviét ica. Gorbachev fue advert ido varios m eses ant es del golpe por el propio George Bush padre, según él m ism o declaró varias veces, de m odo que su declaración post erior de que no creyó en esa posibilidad no puede considerarse. ¿Cóm o es que no hizo nada para prevenirlo? Gorbachev se habría prest ado ent onces a una parodia de golpe de Est ado j unt o al president e ruso Yelt sin, su socio ocult o disfrazado de enem igo personal: am bos dej aron que los golpist as llevaran a cabo su int ent o m ient ras preparaban su fracaso irrem ediable. Más aún, Gorbachev habría j ugado el papel de " doble agent e" en el m ism o, haciéndole creer a los com plot ados que part icipaba de la conspiración, m ient ras en realidad la boicot eaba. Los cuadros subalt ernos de la KGB —alert ados— no part iciparon de la int ent ona, las com unicaciones con el ext erior nunca se cort aron durant e el golpe, y las vidas de Gorbachev y Yelt sin j am ás est uvieron en riesgo a pesar de las not ificaciones cont rarias de la prensa est adounidense. Se t rat ó de una de las peores parodias de que se t enga not icia. Los m edios periodíst icos m ás im port ant es de Nort eam érica y Gran Bret aña venían hablando abiert am ent e de la posibilidad de un golpe " conservador" , por lo que es necesario concluir que a su alrededor había una especie de " operación de prensa" a fin de vender en Occident e una operación dest inada a fracasar com o una especie de t elenovela en la que el fut uro de la perest roika —y de la propia hum anidad— est aban en j uego. La part icipación de Gorbachev en el int ent o excede las leyes lógicas de la am bigüedad. Por un lado j am ás est uvo de acuerdo con el m ism o. Por el ot ro, parece haberlo incent ivado a fin de elim inar del Krem lin a los últ im os personaj es que podían obst aculizar sus polít icas económ icas, y acelerar la fract ura de la Unión Soviét ica y las privat izaciones, ant e las que sus reales socios en Occident e se frot aban las m anos. Finalm ent e, y a la m anera en que la propia elit e pet rolera lleva a cabo sus acciones, Gorbachev logró un t ercer obj et ivo im port ant ísim o: t erm inar de dest ruir por com plet o a la Unión Soviét ica, dado que a consecuencia del golpe de agost o de 1991 se aceleró su desint egración, que en aquella época aún no era un dat o ciert o. Tras el golpe, en form a casi inm ediat a, varias repúblicas de la URSS

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com enzaron a " salt ar el cerco" . En pocos m eses, en diciem bre del m ism o año, la URSS ya no exist ía, y aun cuando el fut uro polít ico de Gorbachev quedara en la nada, pues no ocuparía cargo alguno t ras el fracasado golpe y la post erior disolución de la Unión, su fut uro personal y profesional est aba garant izado, al com enzar a codearse con los m iem bros m ás prom inent es de la elit e. Su fam a int ernacional t am bién, y los negocios podrían llover. No est aba nada m al para un funcionario de provincia nacido en un lej ano pueblo del nort e de Arm enia, en el Cáucaso, que com o funcionario agrícola era un fracasado, y que hast a pocos años ant es ni siquiera vivía en Moscú. ¿Qué fue ent onces de Mikhail Gorbachev desde 1991? Adem ás de am igo del reverendo Moon, e ínt im o de George Bush padre, es m iem bro de honor nada m enos que del CFR, el núcleo de poder con base en Nueva York por m edio del cual la elit e de los negocios financieros y pet roleros se ha hecho cargo de los recursos nat urales del m undo. Preside la " Green Cross" , ent idad con fines presunt am ent e ecológicos que en realidad ve la m anera de que las m ás grandes corporaciones puedan hacerse cargo de los recursos nat urales del planet a sin despert ar oposiciones populares y

con

argum ent os ecologist as,

y

adem ás preside la

" Fundación Gorbachev" , ent idad con sedes en Moscú y San Francisco que recibe fondos de la Fundación Rockefeller y que codirige un ex direct or de la CI A: Andy Deut ch. En su j unt a direct iva t am bién se encuent ran m iem bros de sociedades secret as, ex j efes de algunas de las m ás im port ant es em presas de arm as nort eam ericanas, y m iem bros de algunos de los m ás im port ant es bancos de la elit e financiera. En sínt esis, podem os decir que la Unión Soviét ica se derrum bó por la t raición de sus propios líderes, quienes decían desear que m ant uviera su lugar com o pot encia m undial. Y Rusia sigue cayendo en la decadencia m erced a las vent as de sus act ivos a corporaciones anglo- nort eam ericanas. Puede result ar paradój ico, pero lo ciert o es que la Unión Soviét ica m urió de la m ism a m anera en que nació: debido a la t raición. Si se observa su inicio, hacia 1917, se puede com prender bien por qué.

Tr ot sk y, e l a ge n t e de los ba n qu e r os, y e l in icio de la Un ión Sovié t ica Usualm ent e se suele escuchar que la Revolución Rusa de 1917 fue el suceso lógico en que cayó Rusia luego del caos económ ico en que la había sum ergido su part icipación en la Prim era Guerra Mundial. Sin em bargo, t al apreciación no es m ás que una sobresim plificación en la que suelen incurrir la hist oriografía y el periodism o anglo- nort eam ericano. Las revoluciones no se financian ni se producen solas, y los ant ecedent es de la Revolución Rusa deben buscarse bast ant e ant es del propio inicio de la Prim era Guerra Mundial en 1914.

133

Ya hem os vist o que uno de los obj et ivos ingleses para producir aquella cruent a guerra fue el deseo de frenar el crecim ient o alem án que se revelaba com o superior al inglés en el com ienzo del siglo XX. Com o hem os dicho, la alianza con el im perio ot om ano le perm it ía a Alem ania obt ener pet róleo barat o y abundant e, dado que dicho im perio alcanzaba incluso los act uales t errit orios de I rak, Kuwait y las cost as de Arabia Saudit a y los Em irat os Árabes Unidos. Com o em pezaba a reconocerse en

el pet róleo al sucesor

del carbón,

e I nglat erra no poseía

yacim ient os, debía provocar un suceso form idable que pudiera cam biar el m apa geopolít ico m undial y le perm it iera acceder a la energía del fut uro. Sin em bargo, si bien Alem ania era el rival " oficial" en la m ira, se observaba desde m ucho t iem po at rás que el real enem igo de largo plazo de Gran Bret aña era la Rusia zarist a, pues poseía en sus vast ísim os t errit orios grandes riquezas m inerales ent re las que sobresalía el pet róleo. Rusia ya era el prim er product or m undial a inicios del siglo XX, y el zar Nicolás I I se m ost raba bast ant e int ransigent e a la hora de ot orgar concesiones para la explot ación a com pañías ext ranj eras. De hecho le había prohibido la ent rada al clan Rockefeller en el país. Al m ism o t iem po, Nicolás I I est aba llevando a cabo una m uy profunda t ransform ación en la econom ía rusa que pasaba en pocos años de ser agropecuaria a indust rial. Si se dej aba que el país cont inuara por aquel cam ino, en poco t iem po podría result ar una am enaza m uy poderosa para el Reino Unido y los int ereses de la elit e anglo- nort eam ericana, que había fom ent ado su debilit am ient o con el advenim ient o de la guerra rusoj aponesa de 1905. El zar se m ost raba ent onces com o un hueso m uy duro de roer, y Rusia podía —con algunos años m ás de crecim ient o— cont ar con los suficient es capit ales com o para no depender m ás de prést am os ext ernos. Adem ás, en aquella época causaban furor en los círculos int elect uales de Londres y Nueva York las ideas de uno de los " padres" de la geopolít ica: Halford Mackinder, quien en 1904 había escrit o un influyent e art ículo t it ulado " El pivot e geográfico de la hist oria" , en el cual desarrollaba la t esis del inm inent e desvanecim ient o del im perio brit ánico com o pot encia m undial predom inant e, a m anos de Rusia, debido a que la m ism a poseía el cont rol de buena part e de Europa orient al y Asia cent ral, t ierras cuyo cont rol era para Mackinder la verdadera fuent e del poderío m undial, debido a las expect at ivas que provocaban sus enigm át icos recursos nat urales que, en la era del ferrocarril, ya no necesit aban ser t ransport ados t ant o por los m ares, donde el predom inio brit ánico era enorm e. En ot ras palabras, el " nuevo t ransport e" —el ferrocarril— podía llegar a int egrar Europa y aislar a los brit ánicos. Era vit al ent onces para los int ereses de la elit e anglosaj ona que Rusia ent rara en la Prim era Guerra Mundial, dado que pagaría los cost os m ás im port ant es de la guerra, lo que debilit aría al ej ércit o im perial ruso y en últ im a inst ancia al zar, j aqueado desde el ext erior adem ás por algunos revolucionarios que com o Lenin y Trot sky no cesaban de em it ir propaganda cont ra su régim en.

134

Fue en esas condiciones que el ej ércit o alem án, que deseaba sacar a Rusia de la guerra y poder ocuparse así de un solo frent e, am parado por algunos de sus m ás influyent es banqueros —que t enían m ot ivaciones bien diferent es de las del ej ércit o— envió a Lenin a Pet rogrado ( en un t ren sellado) desde su exilio en Suiza. Pero es necesario rem arcar que el pasaj e desde Est ocolm o a Pet rogrado fue pagado, y la ent rada a Rusia perm it ida e incent ivada por el gobierno provisional de Alexander Kerensky, que t ras la fachada de un " gobierno m oderado" que había suplant ado al zar, solam ent e est aba esperando el t iem po necesario para que la " guardia dura" bolchevique ret ornara a Rusia del exilio, a fin de ent regarle el poder a los m ism os y em igrar al ext erior. Com o buen m asón que era, Kerensky obedecía órdenes. Ocurre que la Revolución Rusa en su faz m ás radical, la de oct ubre de 1917, no podía derrocar direct am ent e al zar, porque los principales bolcheviques ni podían pisar t errit orio ruso con el zar en el poder. Al m ism o t iem po que se preparaba el viaj e de Lenin con el apoyo del alt o m ando alem án, Kerensky, los banqueros int ernacionalist as y el gobierno de Woodrow Wilson daban un pasaport e a Trost sky, quien t ras haberse casado con la hij a de un banquero asociado a la banca Rot hschild ( Abram Zhivot osky) , se había t ransform ado en un m iem bro del " clan" . Es por eso que en su cort o exilio en Nueva York ant es de la revolución de 1917, Trost sky disfrut aba de un m uy elevado nivel de vida, viviendo con su fam ilia en una luj osa m ansión del cent ro de Manhat t an, y ocasionalm ent e se paseaba en lim usina, aun cuando no t rabaj aba ni se le conocía fort una. Las lim usinas no eran nada usuales en 1917 ni siquiera en Nueva York. Trot sky, com o hem os vist o, no t enía ingresos propios m ás allá de un puñado de dólares por unos pocos art ículos en un pequeño diario est adounidense, y fue la " generosidad" de sus am igos banqueros lo que le propició t oda suert e de t ranquilidades financieras no sólo en Nueva York, sino que lo financiaron a m anos llenas a fin de que pudiera em barcarse rum bo a Rusia con m uchos ot ros revolucionarios para profundizar el clim a de agit ación y revolución en aquel país. Jacob Schiff —agent e de los Rot hschild—, años m ás t arde, se ufanaría de haber donado a Trot sky y su gent e nada m enos que 20 m illones de dólares ( del año 1917) . Más aún: lo financiaron para que generara y conduj era en form a personal al propio Ej ércit o Roj o. No eran ningunos t ont os los banqueros de Wall St reet . No iban a aport ar m illones y m illones de dólares para que en Rusia se form ara un ej ércit o poderoso que no respondiera direct am ent e a un m uy fiel servidor. Cuando las aut oridades canadienses det uvieron circunst ancialm ent e el periplo de Trot sky desde Nueva York a Pet rogrado, por considerar que un recrudecim ient o del clim a revolucionario en Rusia podría hacerla ret irar de la guerra y por lo t ant o profundizar el conflict o bélico y las propias baj as del ej ércit o canadiense, haciendo t odo m ás cost oso y largo, fueron las propias aut oridades brit ánicas las que ordenaron a las canadienses que dej aran a Trost sky proseguir de inm ediat o el viaj e. Ést e se había

135

em barcado, com o hem os vist o, con decenas de am igos revolucionarios y gracias al financiam ient o de la flor y nat a de la banca de Wall St reet , no precisam ent e por m ot ivos t uríst icos. Quien vea en t odo est o a Trot sky com o un personaj e dual, am bivalent e, se queda cort o. Veam os un par de curiosidades de su vida: poco ant es de 1917 ni siquiera era bolchevique, sino que pert enecía a los cuadros m encheviques, sus rivales m ás serios. Tras ese cam bio cam aleónico, y t ras ganar los bolcheviques la revolución, los m áxim os dirigent es en el poder cam biaron sus nom bres por seudónim os: Vladim ir Ulianov por Lenin ( "el hom bre que sabe" ) , Josip Dj ugashvili por St alin ( " el hom bre de acero" ) , y Lev Davidovich Bronst ein por Trot sky. Pero Trost sky

no significaba nada:

era sim plem ent e el apellido de uno de los

guardiacárceles que había t enido años at rás en Rusia. Realm ent e un dat o curioso, el de no cam biarse el nom bre por alguna m et áfora sino por el nom bre del propio ex carcelero. Los banqueros de la elit e y Trot sky est aban de acuerdo en algo, aunque por m ot ivos bien dist int os: su obj et ivo com ún era debilit ar lo m ás posible a las naciones y est ablecer en el largo plazo un régim en com unist a a nivel global. La gran diferencia ent re los banqueros y Trot sky era que m ient ras los prim eros deseaban t al cosa ( lograda luego con la globalización) est ableciéndose ellos m ism os com e la clase dirigent e, Trot sky ent endía que un m ovim ient o int ernacionalist a hacia el com unism o debía ser liderado por el Part ido. Pero no olvidem os que al est ar asociados Trot sky y los banqueros, am bas cosas bien podían confundirse en una sola. Los lazos, incluso personales, ent re Trot sky y los banqueros fueron det erm inant es para que los dólares aparecieran de la nada t ras la Revolución de Oct ubre de 1917, y el incipient e Est ado bolchevique pudiera cont ar así con ej ércit o propio: el " Ej ércit o Roj o" que baj o el com ando del propio León Trot sky derrot aría a inicios de la década de 1920 al " Ej ércit o Blanco" . Más aún, según Ant ony Sut t on, est o parecía im posible el 1 o de m ayo de 1918, cuando la guerra civil rusa que se desat ó

t ras

la

caída

de

Nicolás

II

parecía

est ar

siendo

ganada

por

los

m encheviques. Es en ese m om ent o cuando Wall St reet crea en Washingt on la " Liga Am ericana de Ayuda y Cooperación con Rusia" para apoyar a Lenin y Trot sky. Se t rat ó de un com it é creado por los banqueros de Wall St reet y George Whalen de la Vacuum Oil —propiedad de los Rockefeller—, Coffin y Ouden de la General Elect ric, Thom pson del Federal Reserve Syst em y el em presario ferroviario Willard, j unt o a algunos socialist as. 11 Trot sky fue convirt iéndose desde las som bras en un aut ént ico personaj e poderosísim o durant e el régim en bolchevique de Lenin. Tuvo m uchísim o m ás poder de lo que se cree, al punt o de que presidió la com isión que debía est udiar las 11

Véase las obr as de Ant ony Sut t on: Wall St reet and t he Rise of Hit ler y Wall St r eet and t he Russian Revolut ion.

136

concesiones de recursos nat urales rusos concedidas a em presas ext ranj eras, que los com unist as debían hacer para obt ener dólares. En est e punt o no caben dudas: los bolcheviques eran, desde su propio inicio, m ucho m ás proclives que los funcionarios zarist as a dej ar ent rar al gran capit al ext ranj ero para que explot ara los recursos rusos. Los m iem bros de la elit e, m ás allá de su pública confront ación con la ideología de los revolucionarios, se frot aban las m anos ant e el hecho consum ado de la caída del zar: hast a la St andard Oil ( hoy Exxon, y m uchas ot ras m ás) , conglom erado pet rolífero de la fam ilia Rockefeller, largam ent e proscript a en la Rusia zarist a, podría ingresar con el apoyo —y de la m ano— de Trost sky, a explot ar algunos de los cam pos pet roleros m ás grandes del m undo. Más aún, gracias al hecho de que los bolcheviques nacionalizaron el pet róleo, la St andard Oil com pró a precio de rem at e las acciones de la principal em presa pet rolera ext ranj era inst alada en la Rusia zarist a: la de los herm anos suecos Nobel. Muchas ot ras em presas pet roleras privadas, m ás de cien en t ot al, fueron t am bién com pradas a precios m ínim os por ent idades anglo- nort eam ericanas gracias a la nacionalización del pet róleo ruso encarada por los bolcheviques, quienes t an sólo después de m eses debieron

pact ar

con

los

grandes

conglom erados

pet roleros

ingleses

y

nort eam ericanos a fin de poder ext raer y vender pet róleo a cam bio de dólares. Ot ra gran beneficiaria de la polít ica pet rolera bolchevique fue la Royal Dut ch Shell, que, si bien ya se encont raba inst alada en Rusia desde la época de Nicolás I I , logró una gran expansión en aquel país m erced a los acuerdos que firm ó en las eras de Lenin y St alin. Pero el pet róleo no era el único product o en los que las grandes firm as de la elit e podían invert ir en la Unión Soviét ica: el oro, el cobre y m uchos ot ros m inerales eran ext raídos y export ados a Occident e com o nunca ant es se había podido hacer desde Rusia. I ncluso el propio Banco de Com ercio Ext erior soviét ico, form ado a inicio de los años veint e, t enía en su direct orio a varios de los m ism os personaj es que dirigían los m ás im port ant es bancos de las fam ilias Rockefeller y Morgan, aunque no sólo de ést os: Schiff, Warburg, Kuhn, Loeb, Lehm an eran sus asociados, y t am bién del poderoso clan Rot hschild, e int ervinieron a veces personalm ent e en el financiam ient o bolchevique. La elit e, int ernacionalist a y globalist a desde sus propios inicios, lograba así m at ar varios páj aros de un t iro: a t ravés de propaganda de prensa se lograba hacer creer en Occident e que había nacido un poderoso enem igo del régim en dem ocrát ico y capit alist a, fact or por el cual se sost enía la carrera arm am ent ist a ( no hay que olvidar que las em presas de arm as siem pre fueron " prim as" de las pet roleras y grandes asociadas y t om adoras de crédit o de los m ás grandes bancos) . Al m ism o t iem po, se condenaba a Rusia al at raso, apenas ést a había est ado m ost rando grandes apt it udes para indust rializarse hast a la guerra de 1914, a perm anecer

137

com o un m ercado caut ivo de bienes de consum o, int erm edios y de capit al occident ales y com o un Est ado burocrát ico y dependient e en t odo lo que se refiriera a t ecnología. En sum a, se lograba facilit ar la explot ación ext ranj era de los recursos rusos e ingresar en Moscú incluso en el negocio financiero, cosa ni siquiera soñada unos pocos años ant es. Es obvio que sim ult áneam ent e y con un doble discurso ej em plar, se condenaba con palabrerío en la prensa occident al a la Unión Soviét ica. En realidad, la gran condena rusa era el dest ino de est ar siem pre en una sit uación de at raso con respect o a los Est ados Unidos e I nglat erra, pues el sist em a económ ico im plant ado por los bolcheviques era de ant em ano ineficient e en com paración al occident al, dada la asignación caprichosa de los recursos de una econom ía de planificación cent ralizada com o la soviét ica, en confront ación a la que podían realizar los m ercados, propia del capit alism o. Y t odo ello gracias, com o hem os vist o, al " pact o secret o" ent re algunos de los m ás alt os dirigent es bolcheviques ( sobre t odo Trot sky) y algunos de los dirigent es capit alist as m ás im port ant es e influyent es del m undo. Al respect o, com o dat o adicional que abre t odo t ipo de suspicacias acerca de las sociedades secret as com o inst igadoras del m ovim ient o bolchevique, 12 es necesario decir que el propio León Trot sky adm it ió ser un conocedor en profundidad de t em as de la m asonería, la cual lo influyó poderosam ent e, al punt o de haber confesado que escribió obras al respect o m ient ras est aba en prisión. Según sus propias declaraciones, incluso int ent ó recuperarlas y no pudo, porque las m ism as fueron quem adas. En t odo caso, ant es de im buirse en las t eorías de Marx ya est aba " iniciado" en esos t em as. I ncluso la propia m asonería reconoce est o. Bast a con visit ar el sit io web oficial de la Gran Logia de la Colum bia Brit ánica y el Yukón. 13 A la m uert e de Lenin, est aba planeado que Trot sky le sucediera en el cargo. La elit e así lo deseaba, e incluso Lenin afirm ó varias veces que no deseaba ser sucedido por el ot ro rival: St alin. 14 Si ello hubiera sucedido, se hubiera reforzado el poderío de la elit e en la Unión Soviét ica. Sin em bargo, en el preciso m om ent o en que Lenin m oría, Trot sky cayó enferm o y St alin pudo t om ar el poder. Ést e era m irado con desconfianza por la elit e, la que t em ía que al est ar en el poder, en el largo plazo, se habría erigido en una especie de nuevo zar que no respondiera a sus int ereses.

12

Las sociedades secr et as habrían influido de m anera det erm inant e en la creación de los dos sist em as económ icos pr incipales del siglo XX: t ant o el capit alism o com o el com unism o soviét ico. El capít ulo VI I de Hit ler ganó la guerra, cont iene un apar t ado denom inado " Nociones de Hegel" , el cual puede ser consult ado al r espect o.

13

14

ht t p: / / freem asonry.bcy .ca/ public_per cept ions/ t rot sky.ht m l. Se especula con el hecho de que Lenin t am bién habría per t enecido a sociedades secret as.

138

Gr a n Br e t a ñ a vu e lve a e n fr e n t a r a Ru sia y a Ale m a n ia Precisam ent e por esa causa, los m ism os banqueros que habían financiado la Revolución Rusa, y que hacia 1919 t am bién desearon, infruct uosam ent e, un Est ado socialist a en Alem ania, t ras varias j ugosas asociaciones con los indust riales y financist as alem anes en los años veint e que les dem ost raron que aún perdedores en la guerra podían ser m uy buenos socios en la paz, aprovecharon la sit uación y decidieron hacer lo cont rario de lo que querían una década at rás: com enzaron a financiar

al

régim en

m ás

enfrent ado

al

com unism o

en

el

m undo,

al

nacionalsocialism o de Hit ler en Alem ania, a fin de generar un enem igo m ort al de St alin, quien no era t an fiable, y del com unism o soviét ico que ant es habían ayudado a crear y que seguían sost eniendo. Adem ás del beneficio que represent aba producir dos regím enes m ort alm ent e enem igos ent re sí, después de t odo, a pesar de su declarado nacionalism o y exacerbación de la raza aria, el régim en nazi t am bién les result aba favorable. ¿No daba acaso Hit ler la bienvenida y t oda suert e de facilidades a la radicación de capit ales ext ranj eros en una m uy vast a cant idad de sect ores económ icos en Alem ania? ¿No result aba Hit ler, en sus com ienzos, m ej or aún que los socialist as alem anes para ingresar con j oint vent ures de em presas est adounidenses e int ernacionales en suelo alem án? ¿No deseaba evit ar a t oda cost a un enfrent am ient o con los Est ados Unidos? St andard Oil, Ford, General Elect ric, I BM, I TT, la elit ist a firm a de Wall St reet , Brown Brot hers Harrim an, y m uchas ot ras eran bienvenidas en Berlín en los años t reint a. Claro que luego Hit ler se revelaría com o m ucho m enos fiable para el " capit alism o anglosaj ón" que el propio St alin. Con el t iem po, Hit ler se les saldría de las m anos —m ucho m ás que el propio St alin— al no acept ar presiones de los banqueros, e im prim ir dinero est at al sin int ervención de la banca capit alist a occident al, con fines de desarrollo nacional. Desde que est o ocurrió, la Segunda Guerra Mundial est aba práct icam ent e sellada: Hit ler y St alin debían dest ruirse m ut uam ent e a fin de que la elit e pudiera recuperar el poder en Europa y Rusia, que no est aba firm em ent e concent rado en sus m anos t al com o deseaba. Por esa causa siguieron financiando a la Alem ania nazi y a la Unión Soviét ica. Una nueva guerra m undial, a su vez, les podía ot orgar la vent aj a de dej ar a Europa con el m apa geopolít ico que los banqueros t enían pensado para el fin de la Prim era Guerra Mundial y que no se había concret ado del t odo porque Lenin había decidido, cont rariam ent e a lo deseado por Trot sky, firm ar la paz por separado con Alem ania en el t rat ado de Brest - Lit ovsk de 1918. La elit e financiero- pet rolera deseaba en 1917 que Rusia cont inuara la guerra, asum iera el m ayor cost o e invadiera part e de Alem ania, t al com o ocurrió al fin de la Segunda, generando un Est ado socialist a alem án. El t rat ado de Brest Lit ovsk lo im pidió, y por lo t ant o los banqueros decidieron el apresurado final de la Prim era Guerra Mundial, al est ar la principal " presa de com bat e" , o sea Rusia, fuera

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del escenario bélico por m ot ivos que los banqueros no habían podido cont rolar. ¿Qué sent ido t enía para los banqueros que la guerra cont inuara una vez fuera de la m ism a Rusia? Por lo t ant o, dado que en Alem ania no habría socialism o luego de 1918, dado que así lo deseaban los banqueros, el cont rol del Est ado debía efect uarse con un ahogo financiero sin precedent es. El m ism o com enzó durant e la propia Guerra Mundial cuando la banca cort ó t oda posibilidad credit icia al kaiser Guillerm o I I y obligó la rendición alem ana. Est a cuest ión no careció de consecuencias, dado que las t ropas y el propio Est ado Mayor alem án se sint ieron t raicionados por los banqueros, dado que aún est aban luchando en t errit orio francés y en el ot ro frent e, el orient al, habían conseguido grandes t errit orios ant es en m anos de Rusia gracias al acuerdo de Brest - Lit ovsk con Lenin. Pero un fact or im previst o fue fundam ent al en la decisión de los banqueros de dej ar sin financiam ient o al bando germ ano en el conflict o: el est allido de una pandem ia de influenza ( la m uchos años después resucit ada " gripe aviar" ) en m ayo de 1918 con una enorm e, increíble, t asa de m ort andad, m uy superior a las ant eriorm ent e vist as en el m undo, que am enazaba no sólo a am bos bandos, sino con especial crueldad a la población nort eam ericana. Por lo t ant o, si no se cort aba bruscam ent e el crédit o al kaiser Guillerm o I I se corría el serio riesgo de que la Prim era Guerra Mundial prosiguiera con consecuencias y result ados im previst os e indeseados por la elit e global. El final de la guerra est aba sellado. Con cort ar el crédit o, bast aba. No hay guerra sin prést am os y sin deudas. Tras el arm ist icio, en el Trat ado de Versalles, los banqueros, que form aron part e de las delegaciones brit ánica y nort eam ericana para la discusión y firm a del m ism o,

im pusieron

cláusulas

t an

duras

a

Alem ania

que

garant izaban

su

prolet arización y t odas las penurias económ icas y sociales que sufrió durant e los años veint e, hiperinflación incluida. Com o puede observarse, la int ención era que los dos enem igos de Gran Bret aña y de su poderío financiero, Alem ania y Rusia, est uvieran reducidos a Est ados dependient es de la ayuda de los bancos. La guerra era el m ecanism o de dom inio preferido por part e de los bancos, generaba deudas m uchas veces im posibles de pagar con lo que se podía com enzar a dañar la est ruct ura de los Est ados- nación y dar enorm es pasos en la ej ecución de la agenda int ernacionalist aglobalist a que la alt a banca posee desde hace siglos, filosofía que sus reales dueños disem inan en las sociedades secret as a las que pert enecen, pero se cuidan de que aparezca en los " m edios de com unicación" . Volviendo a la sit uación alem ana de 1919, la sensación de la t raición de la banca era t al, que dio lugar a un fuert e y sent ido acent uam ient o del nacionalism o y el ant isem it ism o, dado que al hacer responsabilizar de la derrot a a los banqueros que habían cort ado el crédit o a Berlín, se com enzaba a considerar culpable al pueblo j udío en su conj unt o de lo que en realidad era responsabilidad de un pequeño núcleo de financist as, que en secret o ya t enía planeado desde ant es cuál debía ser la pot encia t riunfadora ( Gran Bret aña) , la derrot ada ( Alem ania) , y la

140

soj uzgada por un nuevo régim en ineficient e ( Rusia) . Buena part e del pensam ient o ant ij udío en la Alem ania de los años veint e se originó ent onces en esa act ividad m anipuladora de los banqueros que financiaba a am bos bandos de la guerra a la vez, pero al m ism o t iem po decidían cuál debía ser el Est ado t riunfador. Ahora bien, si Rusia se t ransform ó en la Unión Soviét ica en unos pocos años, y la incipient e y florecient e econom ía indust rialist a del zar Nicolás I I se convirt ió en una econom ía focalizada en la indust ria pesada con fines bélicos, com o lo fue t ras la asunción de los bolcheviques, ello fue posible en part e t am bién m erced a la incesant e act ividad de sociedades secret as que fueron preparando el cam ino para la revolución, en " dos et apas" , de 1917. Nicolás I I no era m iem bro de sociedades secret as y parece haberlas aborrecido. Sin em bargo, desde inicios de la década de 1910 venía escuchando inform aciones de sus espías acerca de la gran infilt ración de agent es brit ánicos en Rusia que venían organizándose en form a secret a con revolucionarios. A pesar de ello, poco y nada pudo hacer. Los propios bolcheviques en sus com ienzos act uaron con t odos los condim ent os de una sociedad secret a con fines polít icos. I ncluso, com o hem os vist o, Kerensky, quien había organizado un gobierno provisorio t ras la dim isión del zar, era m iem bro de la m asonería rusa y la nula oposición que present ó ant e el golpe de Est ado que a los pocos m eses le darían los bolcheviques, se habría debido a que habría recibido una orden desde el ext erior de que cediera el poder a Lenin. Si bien al acceder al poder los bolcheviques, y m uy especialm ent e Trot sky, prohibieron form alm ent e la act ividad de la m asonería en la URSS, es necesario hacer not ar que ello se debía a que las sociedades secret as habían logrado t ot alm ent e su com et ido: t om ar el poder en Rusia, y ya no result aba funcional la act ividad de personaj es poderosos reunidos secret am ent e que bien podían poner en riesgo el poder bolchevique o incluso fract urarlo. A pesar de ello, Trot sky nunca dej ó de m ant ener a m uchos de sus socios agrupados secret am ent e. Ésa fue la causa de las purgas de t rot skyst as que St alin desplegaría años m ás t arde. Varios de los act os considerados com o at roces com et idos por St alin luego, durant e los años t reint a, cobran su verdadero sent ido a la luz de est os hechos: las sangrient as purgas st alinist as de " t raidores t rot skyst as" ( ent re los que habría figurado al m enos uno de los abuelos de Gorbachev) t enían una base verdadera, dado que se acusaba a los elem ent os residuales del t rot skysm o com o m uy peligrosos. Uno de esos elem ent os, el ex em baj ador soviét ico en Francia, Christ ian Rakovsky, quien había part icipado en form a prom inent e en los acuerdos ent re los soviét icos y las pet roleras est adounidenses e inglesas, llegó en sus confesiones a dar porm enorizados det alles de la alianza ent re el capit al financiero de Wall St reet y Trot sky

y

el

t rot skysm o.

Lo

sorprendent e del

caso

es que el

em baj ador

nort eam ericano t est ificó a favor del revolucionario t rot skyst a que había confesado y reclam ó su perdón, que no obt uvo. ¿Cóm o puede est o ent enderse si oficialm ent e el t rot kysm o era considerado en los Est ados Unidos com o m ás peligroso aún que el

141

st alinism o

por

sus

caract eríst icas

virulent as

de

" revolución

perm anent e"

y

socialism o sin barreras nacionales? Se t rat aba sólo de propaganda. Por eso las cosas se dieron de ese m odo, y el real j uego de t odos los int egrant es de esa t ragedia no pudo conocerse en su m om ent o. La m aquinaria de propaganda de la prensa de la elit e poco y nada inform ó del t em a, de m anera que siem pre se percibió a St alin com o una especie de paranoico en el poder cuando, en realidad, t enía una exact a conciencia de la capacidad de su enem igo int erno, organizado en form a secret a.

Un a ge n t e doble lla m a do José St a lin Sin em bargo, es necesario t ener en cuent a aquí que St alin est aba m uy lej os de m ost rar credenciales de bolchevique im pecable. No sólo fue un carnicero com parable con Hit ler, sino que según m uy recient es descubrim ient os efect uados, m erced a la apert ura m uy t ardía de archivos soviét icos, se descubrió que durant e t odo el inicio del siglo XX habría sido un " agent e doble" de espionaj e. ¿Qué querem os decir con est o? Que m ient ras m ilit aba en el Part ido Bolchevique, com o hem os vist o, profusam ent e financiado y apoyado por la banca de Wall St reet y Londres, prest aba servicios a la vez a la policía secret a zarist a ( Okhrana) , espiando dent ro del Part ido y dando inform ación a los agent es secret os del zar. El aut or Rom an Brackm an en quizá la m ej or biografía de St alin ( The Secret File of Joseph St alin - El Archivo Secret o de Joseph St alin) docum ent a acabadam ent e su doble condición y m uest ra a la vez cóm o m uchas de las sangrient as purgas que realizaba periódicam ent e una vez inst alado en el poder t enían un obj et ivo m uy dist int o del que se suele repet ir en la hist oria oficial: elim inar a cualquier t est igo o presunt o conocedor de su act ividad secret a al servicio del zar. Más aún, m uchos de esos crím enes que sus acusados y ej ecut ados debían confesar baj o t ort ura, habrían sido com et idos por el propio St alin, quien según Brackm an se regocij aba al oír de boca de ot ros sus propios " grandes pecados" . No hay que olvidar que St alin acusó a sus cam aradas Zinoviev y Kam enev nada m enos que de haber sido agent es dobles en el pasado m ilit ando en el Part ido e inform ando para la policía secret a. Lo ciert o es que est e gran secret o de St alin, sólo m uy recient em ent e revelado, puede echar luz acerca de por qué el aún oscuro pasado de Trot sky no fue revelado por St alin, quien en cam bio lo perseguía sólo con acusaciones ideológicas y polít icas, com o conspirar cont ra su gobierno, sin aclarar j am ás el asunt o de sus "socios banqueros occident ales" . St alin nunca aclaró del t odo el pasado de Trot sky, quizá porque ello habría ayudado a dest apar su propio pasado. En est e punt o queda m ucho m ás claro por qué si la elit e pet rolerafinanciera prom ovió en 1917 la creación de la Unión Soviét ica, t am bién prom ovió su dest rucción set ent a años m ás t arde. La causa es sencilla: lo que en un m om ent o puede

result ar

convenient e

a

la

elit e,

en

ot ro

puede

result ar

alt am ent e

142

inconvenient e. Hacia 1910 la elit e t enía m uy pocas concesiones de negocios en Rusia —sólo las fam ilias Rot hschild ( a t ravés de Shell) , y sobre t odo la sueca Nobel, cont aban con negocios pet roleros— y veía crecer a un enem igo pot encial aj eno a sus int ereses: Nicolás I I . El bolchevism o le result ó inst rum ent al para acabar con esos dos problem as. Set ent a años m ás t arde, el pet róleo com enzó a escasear en los Est ados Unidos, que debían im port ar ya en 1990 la m it ad del que consum ían. Por lo t ant o, la salud de los grandes pulpos pet roleros de la elit e se veía am enazada, y t am bién su propio sist em a financiero, dada la cant idad de lazos y nexos ent re las pet roleras y los grandes bancos. En ese m om ent o, com enzó a result ar necesario cont ar con la propiedad de nuevos yacim ient os pet rolíferos fuera de los Est ados Unidos. En ese cont ext o, Rusia, algunas de las ex repúblicas soviét icas y los Est ados del Golfo Pérsico se t ransform aron en las piezas m ás codiciadas del enorm e com plej o pet rolero occident al, que de ot ra m anera correría el riesgo de quedarse sin negocios, afront ando una acelerada ext inción. Es allí cuando com enzó a ser funcional acabar con el propio m onst ruo al que se le dio gest ación 70 años ant es. Si nos det enem os aquí un m om ent o, verem os que durant e el siglo XX no hubo ot ra cosa que una gradual apropiación de los recursos m inerales rusos y de Asia Cent ral por part e de la elit e. Quizás ahora pueda com prenderse por qué Churchill t enía razón cuando decía que la Unión Soviét ica era un secret o envuelt o en un m ist erio, que encerraba un enigm a. Tam bién por qué el Che Guevara se quej aba de las decisiones de Moscú. No le falt aba j ust ificat ivo. Recién ahora, t am bién gracias a I nt ernet y a la posibilidad de adquirir libros a dist ancia, podem os arm ar el rom pecabezas y t ener una idea acabada de lo que sucedió. Quizá no haya m ás que deducir que la " Cort ina de Hierro" , com o t al, nunca exist ió. Lo que en realidad el m undo sufrió fue una espesa cort ina de hum o producida por la elit e y por sus m edios de prensa asociados. Esa cort ina de hum o fue im port ant e para la elit e: así pudo disim ular cóm o creaba, m ant enía, y luego dest ruía el régim en bolchevique que había sido financiado a m anos llenas desde Wall St reet y Londres, y que esclavizaba al est e europeo, a Rusia y al Asia Cent ral, siendo uno de sus principales obj et ivos dest ruir t odo t ipo de sent im ient o nacionalist a, cosa m uy deseada por la elit e globalist a que se m ant iene en el poder a t ravés de las generaciones. Si fue la propia elit e la que financió a Trot sky, el agent e bolchevique presunt am ent e m ás revolucionario y m ás ext rem ist a, y fue la propia banca elit ist a la que planeó con cuidado buena part e de sus act ividades revolucionarias, cabe hacerse una pregunt a adicional: ¿Por qué no pensar que lo m ism o puede est ar ocurriendo ahora con algunos de los m áxim os j efes del t errorism o m usulm án que engañan a algunos de los j óvenes m ás fanát icos dispuest os a inm olarse? El problem a para est os j óvenes, verdaderos " idiot as út iles" , es que lo hacen por el bien de Bush, la CI A y la elit e globalist a.

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Cuatro Kennedy, Lincoln y otros, o cuando el enemigo es interno

Morpheus: ¿Qué es la Mat rix? Cont rol. La Mat rix es un m undo de sueños generado por com put ación, const it uido para m ant enernos baj o cont rol, a fin de convert ir al ser hum ano en est o... ( le m uest ra a Neo una bat ería que t iene en la m ano,) . Neo: ¡No! ¡No puedo creerlo! Morpheus: No dij e que fuera fácil, Neo. Pero es la verdad. Mat rix

148

Desde que ingresé a la polít ica, m uchos hom bres se m e han acercado para confiarm e sus pensam ient os de m anera reservada. Algunos de los m ás im port ant es hom bres de los Est ados Unidos, de las áreas del com ercio y de la indust ria est án asust ados de alguien, est án asust ados de algo. Saben que en algún lugar hay un poder t an organizado, t an escondido, t an vigilant e, t an int errelacionado, t an com plet o, que es m ej or no hablar m ás alt o que el ruido de la respiración cuando se lo condena. Woodrow Wilson, President e de los Est ados Unidos ( 1912- 1920)

Que la frase del epígrafe la haya pronunciado Wilson en 1913 en una ent revist a concedida al New Republic, y no ot ro president e de los Est ados Unidos, t iene una especial significación no sólo porque se t rat a de un president e nort eam ericano que result ó reelect o, sino porque Wilson no fue uno que se haya opuest o a los deseos de la elit e pet rolero- financiera. Más bien fue t odo lo cont rario: ayudó a los banqueros a crear un banco cent ral privado —el FED— cuyas acciones est án en las m anos de los bancos m ás im port ant es de Wall St reet y no del Est ado nort eam ericano. 1 Fue Wilson quien m ient ras repet ía públicam ent e que no deseaba que los Est ados Unidos ingresara en la Prim era Guerra Mundial, t ram aba en secret o con funcionarios y banqueros la m anera de ent rar lo ant es posible en la m ism a, aun cuando no t uviera una razón. Fue Wilson quien llevó adelant e la agenda de la elit e para generar la Sociedad de las Naciones, ent idad cuyo obj et ivo inicial era int ent ar est ablecer un gobierno m undial globalizado t ras la derrot a de las pot encias cent rales

en

1919.

Tam bién

fue

quien

creó

el

act ual

sist em a

im posit ivo

nort eam ericano, que cobra im puest os a la clase m edia y a los pobres m ient ras que except úa del pago de im puest os a los m ás ricos y opulent os em presarios que pueden esconder legalm ent e sus fort unas en fundaciones libres del pago de t odo im puest o. Por ot ra part e, fue el president e que ayudó a que la disolución del m onopolio pet rolero nort eam ericano cont rolado por la fam ilia Rockefeller, que represent aba la St andard Oil ( hoy Exxon y ot ras) , fuera sim plem ent e una parodia de proliferación de nom bres que rem it en a varias em presas que operan en las som bras com o una sola. Finalm ent e, fue Wilson quien ordenó que se le diera un pasaport e nuevo al revolucionario ruso León Trot sky para que pudiera realizar la

1

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. V.

149

Revolución Rusa de oct ubre de 1917, inst alando el bolchevism o en ese país t al com o era deseado por la elit e globalist a en aquella época. Com o puede verse ent onces, quien hablaba de la exist encia de un poder ocult o y secret o no era un t eórico de las conspiraciones ni un paranoico que ve enem igos donde no los hay. Era uno de los m ás est rechos colaboradores que la elit e globalist a encont ró en t odo el siglo XX. Bien podría aplicarse ent onces el viej o refrán: " A confesión de part e, relevo de prueba" . Sin em bargo, es im port ant e est udiar cóm o fue desarrollándose en las dist int as et apas de los siglos XI X y XX el desarrollo del poder de est a elit e globalist a. Hem os dicho que uno de los negocios m ás im port ant es con los que cont aba la banca desde inicios de la Edad Moderna era financiar a am bos bandos en las guerras, a fin de obt ener ganancias, ext ender su influencia, hacerse de recursos nat urales y debilit ar a las naciones com o t ales. Desde la filosofía polít ica de Leo St rauss, la elit e ha podido form alizar y pulir ciert os conocim ient os que int uit ivam ent e ya poseía acerca de la necesidad perm anent e de un enem igo que a la post re debe ser derrot ado y cam biado por ot ro.

Hem os vist o

t am bién

que cuando ese enem igo

no

exist e debe ser

m anufact urado, t al com o la elit e lo ha hecho, con la ayuda de la CI A, al generar de la nada a Al Qaeda y ot ras fuent es de t errorism o islám ico gracias a la base en Londres de la Herm andad Musulm ana. La gran diferencia, sin em bargo, ent re el enem igo act ual —el t errorism o— y el enem igo ant erior —el com unism o y la Unión Soviét ica— es que el grado " sint ét ico" , o sea art ificial del enem igo es cada vez m ayor. Sin duda había un caldo de cult ivo en Rusia de 1917 para realizar la revolución. Si bien la elit e cont ribuyó de m anera det erm inant e a generar el com unism o soviét ico, había un grado de organización propia de los elem ent os revolucionarios rusos. ¿Hubieran podido t ener acceso al poder sin la ayuda de ricos banqueros y pet roleros occident ales? Seguro que no. Pero había un elem ent o genuino. En el " enem igo act ual" —el t errorism o islám ico— t am bién hay un com ponent e genuino de fanat ism o religioso ( precisam ent e el que St rauss aconsej a explot ar) y disconform idad por part e de buena part e del pueblo árabe acerca de lo que se considera com o una invasión de valores occident ales. Sin em bargo, la gran diferencia es que el " nuevo enem igo" no podría j am ás haber t enido una base organizat iva propia sin la gran ayuda de la CI A, ot ras agencias de int eligencia y la Herm andad Musulm ana, una de las versiones islám icas de las sociedades secret as occident ales. O sea, el com ponent e art ificial y espurio del enem igo act ual es m ayor. Es m uy superior, al punt o que hoy parece vivirse en m edio de una especie de " realidad m anufact urada" . Los m edios de com unicación, y la t elevisación en vivo y en direct o de casos com o la caída de las Torres Gem elas no hacen m ás que acent uar la sensación de que hoy est am os viviendo en un m undo m uy " guionado" de

150

ant em ano. Al est ilo de los film es de Spielberg, o del " cine cat ást rofe" de Hollywood. Por supuest o, se t rat a de un guión con t ant as fallas, que debe ser enm endado a cada rat o, por lo que a la post re, m uchos t erm inan dándose cuent a de la cruda realidad: o sea, la realidad —o irrealidad, según se vea— del enem igo invent ado com o t al. Ahora bien, si a la elit e le ha result ado funcional la aparición de enem igos com o los bolcheviques en 1917, o los m usulm anes enoj ados hacia inicios de los años ochent a, que con el t iem po se fueron t ransform ado por ej em plo en lo que hoy es Al Qaeda, no le result a funcional cualquier enem igo. Algunos pueden obst ruirle seriam ent e el cam ino. En t al caso, la solución pasa por una est recha gam a que va desde la " m uert e polít ica" del enem igo en cuest ión a su pura y llana elim inación física. Part icularm ent e dañina para los int ereses de la elit e fue la circunst ancial aparición dent ro de los propios Est ados Unidos de president es que se rebelaron, sea por las razones que fuera, de m ercado, o por convicción propia, cont ra los deseos de la elit e. A pesar de que en t ales casos la hist oria regist ra asesinat os a m anos de supuest os " locos suelt os" , renuncias al cargo por causas adm inist rat ivas o raras enferm edades, lo que habría pasado en casi t odos los casos habría sido bien diferent e: " correcciones de guión de últ im o m om ent o" , podría decir un cineast a. Crím enes sin cast igo, im punes y a sangre fría, diríam os en cam bio nosot ros. Veam os los casos:

W a t e r ga t e : e l " gr a n in ve n t o" pa r a e x pu lsa r a N ix on Nixon había sido desde su j uvent ud un leal servidor de la elit e globalist a. Durant e la década de los años cincuent a se perfilaba en los Est ados Unidos com o una especie de " niño m im ado" de la indust ria pet rolera y de Wall St reet . Por esa razón, t ras ocupar una banca en el Senado, y la propia vicepresidencia, recibió t odo el apoyo de la elit e para suceder a Dwight Eisenhower en la presidencia de la nación. Sin em bargo, unos escasos vot os de diferencia lo convirt ieron en perdedor frent e a Kennedy. En los Est ados Unidos, norm alm ent e quien pierde una elección presidencial pasa aut om át icam ent e a una especie de est ado de " ret iro efect ivo" . O sea, no vuelve a disput ar una elección, sino que se conform a con ocupar durant e largos años una cóm oda banca en el Senado. Sin em bargo, Nixon result aba a finales de los años cincuent a e inicios de los sesent a un act ivo de t al valor para la elit e globalist a, que siguió concent rando alrededor de sí el poder en el Part ido Republicano, por lo que volvió a present arse a la cont ienda por la presidencia en 1968, la cual ganó. Si bien Nixon llegó al m áxim o cargo polít ico m erced a los fondos de la elit e, no llevó a m iem bros del CFR a los principales cargos del poder ej ecut ivo, t al com o lo harían post eriorm ent e t odos sus sucesores elect os. Nixon creía que realm ent e

151

era el president e nort eam ericano y podía guardar ciert a dist ancia de los int ereses que lo habían llevado al cargo. Sus dos presidencias consecut ivas —la segunda bruscam ent e int errum pida por su renuncia— no se vieron exent as de graves problem as que int ent ó solucionar por cam inos m uchas veces apart ados —a veces sencillam ent e divergent es— de los int ereses que lo habían llevado al poder, lo que le cost aría el cargo. Desde ant es de 1970, los Est ados Unidos venían perdiendo vast as cant idades de sus reservas de oro, que se est aban cont rayendo porque naciones ext ranj eras

( ent re

ot ras

especialm ent e

Francia)

reclam aban

ya

desde

las

post rim erías del gobierno de Lyndon Johnson que se les pagara con oro y no con dólares o cuent as en dólares. A part ir de finales de la Segunda Guerra Mundial el m undo había vuelt o a un esquem a de paridades fij as cont ra el oro. Ésa era la base del sist em a m onet ario int ernacional im puest o por el recient em ent e creado Fondo Monet ario I nt ernacional. Com o los Est ados Unidos veían reducir sus reservas de oro día a día, la m edida inconsult a con la elit e globalist a que adopt ó Nixon fue acabar con el sist em a de pat rón oro. Desde 1971 el dólar ya no t endría respaldo en oro, por lo que la cot ización del m et al iba a com enzar a fluct uar con violencia, generalm ent e hacia arriba. En aquel m om ent o se t em ió lo peor para el dólar, dado que a pesar de que desde la posguerra era la reserva de valor m undial inobj et able, bien podía ocurrir que m uchos países, m uchas em presas y m uchos part iculares eligieran el oro com o reserva de valor y form a de ahorro, y repudiaran el dólar. Durant e t odo el rest o de los años set ent a se corrió el riesgo de que eso sucediera, y apenas en los años ochent a, t ras el paso de dos president es m ás, los Est ados Unidos pudieron conseguir que el dólar y no el oro fuera la m odalidad indiscut ida de ahorro en el m undo. De m ás est á decir que con las arriesgadas m edidas de Nixon en el ám bit o del m ercado de cam bios, el dólar est uvo cerca de perder su papel hegem ónico en el m undo, lo que hubiera result ado el m ás rudo golpe que la elit e globalist a que m anej a el CFR hubiera podido recibir en t oda su hist oria. No es que Nixon se haya t ransform ado de la noche a la m añana en un enem igo de los int ereses que lo pusieron en el poder, sino que creía verdaderam ent e en la posibilidad de adopt ar polít icas con ciert as dosis de independencia de lo que los em presarios y financist as m ás im port ant es podían llegar a sugerir. Las desvent uras económ icas de Nixon no acabaron allí: com o consecuencia del final del régim en de pat rón oro en los Est ados Unidos, sucesivam ent e las dem ás naciones t am bién com enzaron a " salt ar el cerco" y dej ar flot ar sus m onedas cont ra ese m et al.

Ent re ellas,

especialm ent e las m onedas asiát icas com o el yen

experim ent aron una m uy fuert e t asa de depreciación cont ra el oro, fact or que les perm it ía conservar las vent aj as com pet it ivas que t enían en una gran cant idad de product os indust riales con respect o a los Est ados Unidos. Por lo t ant o, la devaluación del dólar cont ra el oro bien podía perder t odas sus vent aj as iniciales:

152

t ras las devaluaciones asiát icas, los Est ados Unidos iba a perder la com pet it ividad ganada. Nixon no se quedó quiet o y dispuso un arancel m óvil a las im port aciones desde varios países de Asia, principalm ent e a Japón. El arancel equivalía a una part e sust ancial de la devaluación que las m onedas asiát icas habían com port ado desde la salida del sist em a de pat rón oro. Las prot est as de los em presarios asiát icos, socios de la elit e, fueron enorm es. Se consideraba una verdadera deslealt ad que los Est ados Unidos t om ara ese t ipo de m edidas prot eccionist as. El asunt o era m uy grave porque am enazaba con dar com ienzo a una guerra de aranceles ent re los diferent es países del m undo, el escenario m enos deseado por la elit e globalist a que buscaba unificar com ercial y financieram ent e el m undo t al com o lo ha hecho de m anera consolidada t ras los gobiernos de Bush padre y de Bill Clint on. Las disput as com erciales llegaron a t al nivel que la elit e dispuso crear un nuevo foro de discusión que const it uía un desprendim ient o aún m ás elit ist a del CFR, pero con m iem bros j aponeses y europeos incluidos: la Com isión Trilat eral, fundada por David Rockefeller en 1973. A pesar de las prot est as —est a vez unificadas— de em presarios j aponeses y de la elit e globalist a nort eam ericana, Nixon no daba el brazo a t orcer. Las cosas no se det uvieron allí: en 1973 el m undo experim ent aría la prim era seria crisis pet rolera de su hist oria com o consecuencia del em bargo pet rolero de los países árabes hacia las naciones que habían colaborado con I srael en la recient e guerra. Dado que los Est ados Unidos ya había com enzado desde hacía bast ant e t iem po a no aut oabast ecerse com plet am ent e en m at eria pet rolera, y adem ás veían cóm o desde 1970 su producción había com enzado a declinar, ello facilit ó que el barril de pet róleo aum ent ara varias veces su valor en sólo cuest ión de sem anas. Com o ya hem os vist o, el hecho est aba lej os de ser m al vist o por la elit e financiero- pet rolera, dado que m erced a la crisis de Orient e Medio y al alza las pet roleras podían aum ent ar fuert em ent e sus ganancias con un precio int ernacional del pet róleo en brusco ascenso. Después de t odo, el cost o del barril a precios int ernacionales se alej aba cada vez m ás de su real cost o de ext racción. Los m árgenes de ganancias, ent onces, aum ent aban fuert em ent e. ¿Cuáles fueron las respuest as del gobierno de Nixon frent e a est os dos hechos? En prim er lugar lanzó una cam paña pública de propaganda de ahorro de pet róleo, precisam ent e lo que la elit e no quería para nada, porque una dem anda pet rolera en baj a iba a socavar sus ganancias y a generar un gran lobby int erno, con apoyo popular, para reem plazar el pet róleo por ot ras fuent es energét icas. Nixon fue aun m ucho m ás allá: fij ó precios m áxim os a las naft as y elim inó algunas rest ricciones a la im port ación de pet róleo ext ranj ero. Se t rat aba de dos m edidas fuert em ent e

resist idas

por

la

indust ria

pet rolera

nort eam ericana

que

iban

post eriorm ent e a incidir en su expulsión del poder.

153

Pero Nixon no se quedó con eso y nada m ás, int ent ó dar un paso m ás: quit ar a la indust ria pet rolera nort eam ericana un privilegio que t enía desde 1913 ( im puest o nada m enos que por Woodrow Wilson e increm ent ado por Calvin Coolidge en 1926) llam ado " oil deplet ion allowance" ( exención im posit iva por agot am ient o de los pozos pet roleros) por m edio del cual la indust ria pet rolera podía deducir de sus im puest os a las ganancias —que const it uían el 35% — nada m enos que hast a un 27,5% anual, con el argum ent o de que al ext raer el pet róleo las em presas consum en su propio capit al. Esa norm a, que ya había sido at acada ant es, com o verem os m ás adelant e, pero nunca rem ovida, era una especie de " vaca sagrada" para el sect or pet rolero. De hecho, había sido apoyada por Nixon en los años cincuent a y sesent a. Ahora en cam bio, el president e se volvía cont ra ella y venía am enazando con derogarla, pero no lo logró, pues fue rem ovido del poder com o consecuencia del escándalo de Wat ergat e. Pero el asunt o alcanzó t al publicidad que años m ás t arde el president e Cart er no t uvo m ás rem edio que acabar con ese privilegio de la indust ria pet rolera y a pesar de que era un socio m ucho m ás est recho de la elit e globalist a de lo que había sido Nixon. Sin em bargo, ya la producción nort eam ericana de pet róleo se encont raba en franca declinación y no se descubrían nuevos yacim ient os de m agnit ud en t errit orio nort eam ericano, por lo que levant ar ese privilegio result aba un t em a m ucho m enos espinoso para Cart er, uno de los colaboradores m ás sum isos que haya t enido la elit e financieropet rolera. Com o puede fácilm ent e deducirse, las relaciones ent e Nixon y la elit e globalist a, m uy est rechas ant es de su vict oria presidencial, se habían t ornado poco m enos que gélidas. Nada quería m ás fervorosam ent e la elit e que desem barazarse de ese m olest o president e que los había m et ido en una m ult it ud de líos económ icos y financieros en una m agnit ud t al que se les había im puest o la necesidad de generar " de apuro" la Com isión Trilat eral, a fin de calm ar los ánim os con los em presarios asiát icos, verdaderos socios, que est aban realm ent e m uy enoj ados con el gobierno. Por lo t ant o, la serie de desaciert os del president e en el espinoso caso de espionaj e de Wat ergat e —en el que la prensa en general se m ost ró com o verdadero cóm plice de la elit e al focalizar su at ención en lo anecdót ico del caso y no en el m óvil real de Nixon para espiar a los dem ócrat as— sirvió para que se produj era un aut ént ico golpe de Est ado por m edio del cual la elit e globalist a se alzó con el poder en Washingt on al desem barazarse del president e. Toda esa operación fue present ada com o un sano caso de j ust icia que m ost raba el buen funcionam ient o del sist em a. De cualquier m odo, hay que reconocer que a pesar de su renuncia deshonrosa, Nixon " la sacó barat a" , pues a diferencia de lo que sucedió con m uchos de

sus

ant ecesores,

no

fue

necesario

m at arlo

para

desplazarlo.

El

caso

inm ediat am ent e ant erior dat aba de apenas poco m ás de una década, y t enía com o prot agonist a a John Fit zgerald Kennedy.

154

El a se sin a t o de Ke n n e dy y la h ist or ia de u n libr o Mucho se ha dicho y escrit o acerca de la m uert e de John Kennedy. Hay cient os de libros diferent es que hablan acerca de conspiraciones que det erm inaron su asesinat o. Muchos de ellos son excelent es y, sin em bargo, est a gran abundancia de m at erial bibliográfico ha j ugado a favor de los int ereses de quienes lo asesinaron. La causa es sencilla: la abundancia de t eorías conspirat ivas sobre su asesinat o sólo ayuda a desacredit ar esa t esis, pues son t ant os los sospechosos de planearlo ( la Mafia, los cubanos ant icast rist as, el FBI , la CI A, el Servicio Secret o, la KGB, Fidel Cast ro, et cét era) que t erm ina " reinando" la t esis oficial de la Com isión Warren acerca de la culpabilidad de un único y solit ario t irador: Lee Harvey Oswald. Es por ello que solicit am os al lect or un poco de paciencia para que pueda ent enderse acabadam ent e qué int ereses había det rás de la m uert e del president e de

los

Est ados

Unidos.

Por

ello

le

sugerim os

que

siga

at ent am ent e

las

consideraciones que vienen a cont inuación. Aunque inicialm ent e puedan parecer dat os superfluos, al final de la explicación quedará m uy claro por qué ha habido t al abundancia de libros y t eorías dist int as al respect o. Ocurre que nada m ej or que int ent ar " esconder una aguj a en un paj ar" , com o verem os a cont inuación. John F. Kennedy fue asesinado en Dallas, Texas, el 22 de noviem bre de 1963. Al día siguient e, en sim ult ánea con el m om ent o en que el Est ado encaraba la invest igación oficial del crim en que produciría el dict am en de la " Com isión Warren" —que concluyó que no había habido conspiración alguna y que Lee Harvey Oswald act uó com o único t irador—, su herm ano Robert R Kennedy le solicit ó a un am igo de la fam ilia, Daniel Pat rick Moynihan, que invest igara privadam ent e dos cuest iones: en prim er lugar si el sindicalist a Jim m y Hoffa, enem igo acérrim o de los Kennedy, había t enido que ver con el asesinat o; en segundo lugar, si el Servicio Secret o ( no la CI A ni el FBI ) , encargado de la cust odia de Kennedy en sus viaj es, había sido sobornado para facilit ar el asesinat o. A los pocos m eses, Moynihan le acercó a Kennedy los result ados de su invest igación. Las respuest as a esos int errogant es eran dos " no" .

Sin em bargo,

Robert

no se quedó ni t ranquilo ni quiet o.

Sencillam ent e no podía creer en la t esis oficial de Oswald com o único asesino, y cont act ó a un ex agent e de la int eligencia brit ánica ( MI 6) a fin de que encarara una invest igación reservada acerca del asesinat o. El agent e brit ánico fue, a su vez, rápidam ent e cont act ado por agent es del servicio secret o francés que ya est aban analizando e invest igando diferent es pist as. Aparent em ent e, los franceses est aban int eresados en saber exact am ent e quién o quiénes habían ordenado el asesinat o debido a que en años ant eriores el propio president e francés Charles De Gaulle había sufrido dos at ent ados. De Gaulle creía que había conexiones ent re el crim en de Kennedy y los at ent ados que había

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sufrido, 2 y habría ordenado una invest igación privada del servicio secret o francés. Desde que el ex agent e brit ánico elegido por Robert fue cont act ado por los servicios secret os franceses, la invest igación " reservada" se habría llevado en conj unt o, y habría durado desde 1964 hast a 1967, cuando Robert Kennedy recibió el inform e definit ivo. En ese m om ent o decidió lanzar su candidat ura presidencial para las elecciones de 1968. Tam bién en 1967 el fiscal Jim Garrison inició su invest igación de oficio, pues la oficial había sido cerrada por la Com isión Warren. Garrison había j unt ado ciert a inform ación y algunas pist as acerca de una conspiración, pero no podía avanzar t odo lo que quería dado que no t enía pruebas concluyent es cont ra los eslabones m ás alt os de la cadena que había ordenado el crim en. Fue por eso que en el j uicio en el que act uó com o fiscal debió lim it arse a incrim inar sólo a eslabones int erm edios del crim en, t al com o puede observarse en el film J F K de Oliver St one. Adem ás, se especula que Garrison fue elegido com o fiscal del caso precisam ent e porque se pensaba que no podía llegar a resolverlo, t al com o ocurrió. Pues bien, en ese año Garrison recibió una llam ada de la edit orial europea Front iers, que est aba por publicar un libro acerca del crim en. El libro, aseguraba la edit orial, resolvía definit ivam ent e el crim en, y Front iers le ofreció adelant arle el m at erial para que pudiera avanzar en el proceso que llevaba a cabo. Garrison acept ó la propuest a y a las pocas sem anas recibió t res cuadernillos con inform ación de lo que m ás t arde sería L'Am érique Brule ( Am érica se quem a) escrit o por un t al Jam es Hepburn en francés. Cuando t erm inó de leer el m at erial, encont ró que encaj aba perfect am ent e con las pist as que él est aba siguiendo, por lo que decidió enviar a St eve Jaffe, un agent e propio, a Ginebra, sede de Front iers, para que se ent revist ase con Hepburn. En Ginebra, Jaffe se sorprendió al advert ir que Front iers sólo t enía una m esa de ent rada en lo que en realidad era un est udio j urídico. La firm a en realidad t enía sede en Vaduz, Liecht enst ein, pero allí t am poco había nada que invest igar, dado que Front iers no había exist ido ant es com o edit orial. Su único proyect o era L'Am érique Brule y t raducirlo al alem án, el it aliano y el inglés. El aut or, Jam es Hepburn, t am poco exist ía com o t al, sino que se t rat aba del seudónim o de un francés llam ado Henri Lam ar. Pero con el t iem po t am bién se descubrió que Henri Lam ar era, a su vez, ot ro pseudónim o. La pist a llevaba rápidam ent e al servicio secret o francés, o sea al m ism o que Robert Kennedy y su ex agent e del MI 6 habrían cont act ado. Jaffe se dirigió ent onces a París donde se ent revist ó con el j efe m áxim o del SDECE ( servicio secret o francés) , André Ducret , quien obviam ent e no podía 2

De Gaulle no se equivocaba, si se est udiar a el crim en de Kennedy por el lado de la " rut a del dinero" se encont rar ía que había v inculaciones ent re una oscura cor poración, pero a la vez un " sello de gom a" — PERMI NDEX— que habría part icipado en la financiación del asesinat o de Kennedy y ot ra corporación, t am bién un " sello de gom a" : Cent ro Mondiale Com m er ciale ( paradój icam ent e en inglés World Tr ade Cent er) que est aba det rás de los at ent ados cont ra Char les De Gaulle.

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oficializar la invest igación que su propio servicio de int eligencia venía haciendo, lo que hubiera significado un problem a diplom át ico con los Est ados Unidos. Jaffe pidió a Ducret una ent revist a personal con el general De Gaulle a fin de profundizar acerca de las fuent es de la inform ación que le habían acercado a su j efe. Ant e t al pedido, Ducret se ret iró de la reunión y volvió al rat o con una t arj et a personal de De Gaulle, a la cual el president e francés había añadido una frase de puño y let ra: " Est oy m uy im presionado por la confianza que ust ed deposit ó en m í" . La señal era clara: la inform ación secret a sobre Kennedy había sido llevada a cabo por el SDECE francés, pero no podía ser oficializada. Aun así, el propio De Gaulle la respaldaba. Ello explicaba por qué Front iers no había exist ido ant es com o edit orial, por qué el aut or del libro escribía baj o seudónim o, y por qué había una buena cant idad de fondos para publicarlo en ot ros idiom as. Mient ras los franceses avanzaban en el vuelco final del inform e secret o a un libro de vent a m asiva a publicarse en cuat ro idiom as y Garrison cont inuaba su t rabaj o, Robert Kennedy, quien com o hem os dicho ya conocía los result ados de la invest igación francesa, fue asesinado inm ediat am ent e después de ganar las prim arias presidenciales de California, y a días de asegurar por prim era vez en una conferencia de prensa que en caso de asum ir la presidencia de la nación podría reabrir, e invest igar hast a el final, el proceso j udicial oficial del asesinat o de su herm ano John. Lo pudo decir solam ent e una vez, dado que según la hist oria oficial ot ro " loco suelt o" , Sirhan Sirhan, lo asesinó, aunque t odo indica que ést e no pudo ser el vict im ario real a pesar de est ar arm ado, pues las balas que m at aron a Robert no podían provenir de la ubicación en que se hallaba Sirhan Sirhan durant e su discurso. El servicio secret o francés se habría puest o en cont act o ent onces con Ted, el único herm ano sobrevivient e que act uaba en polít ica, para ver qué línea de acción quería adopt ar la fam ilia Kennedy con respect o a la invest igación secret a de la m uert e de John, sobre t odo, t ras el asesinat o de Robert . Ted habría declinado en el act o cualquier posibilidad de proseguir. A part ir de ese m om ent o el servicio secret o

francés se

encont ró

absolut am ent e

solo

con

los result ados de

la

invest igación: la que realizaba Garrison no llegaba lo suficient em ent e " arriba" ni había acum ulado pruebas necesarias para im plicar a los personaj es m ás poderosos que habían planeado la m uert e del president e. Los franceses se enfrent aron ent onces a la necesidad de concluir su part icipación en la t area. No encont raron ninguna edit orial nort eam ericana ni inglesa que deseara publicar el libro en los Est ados Unidos o el Reino Unido, a pesar de su éxit o en Francia, Alem ania e I t alia, países en los que podía leerse en t res idiom as. Finalm ent e se decidió publicarlo en inglés en Bélgica con ot ro t ít ulo: Farewell Am erica ( Adiós, Am érica) y enviar los ej em plares por barco al Reino Unido y vía Canadá a los Est ados Unidos.

157

Sin em bargo, el FBI ya est aba al t anto sobre la act ividad edit orial de los franceses, por lo que les solicit ó a las aut oridades canadienses que bloquearan la posibilidad de que ingresara a los Est ados Unidos. Com o no había causa legal para im pedir el ingreso de los libros desde Canadá, las aut oridades de ese país invent aron de la noche a la m añana un im puest o a los libros publicados en Bélgica e im port ados a Canadá. El im puest o era ret roact ivo, por lo que la exist encia de Farewell Am erica en

los puert os canadienses era ilegal.

Los libros fueron

confiscados por Canadá en 1969 y perm anecieron en un depósit o durant e quince años, hast a cuando fueron finalm ent e rem at ados. La m it ad de los libros habrían sido com prados por el propio FBI —a fin de ser incinerados— y la ot ra m it ad por un part icular llam ado Al Nevis, quien resist ió presiones y hast a persecuciones del FBI para que se los vendiera. Com o se ve, Farewell Am erica es un libro sum am ent e part icular. Sólo en 2002 fue publicado por prim era vez en los Est ados Unidos, cuando ya no podía causar el daño irreparable que podría haber ocasionado a la elit e globalist a y en el seno del gobierno de los Est ados Unidos, pues el caso Kennedy est á cerrado desde hace varios años, y ya no puede t ener casi im pact o en la escasa prensa independient e de los Est ados Unidos. La propia hist oria del libro revela, ent onces, que su cont enido es vit al para ent ender lo que le sucedió a John Kennedy y por qué. Y a la vez su propia hist oria, com o hem os vist o, ayuda a ent ender por qué fue asesinado su herm ano Robert , quien habría podido producir un aut ént ico escándalo de proporciones m undiales si en caso de ser elegido president e —cosa sum am ent e probable— reabría la causa j udicial acerca de la m uert e de John. Ahora est am os en condiciones de ent ender el valor que posee ese libro, y hast a nos abre las pist as necesarias para ent ender los fact ores que conduj eron al asesinat o de su herm ano Robert . Pero, ¿qué dice ent onces el libro? Farewell Am erica inform a que el candidat o predilect o de la elit e en las elecciones de 1960 no era Kennedy sino Nixon, que había m ost rado un m ayor grado de sum isión a los m ás poderosos em presarios de los Est ados Unidos. Sin em bargo, la candidat ura de Kennedy era t olerada por el hecho de que descendía de una fam ilia pat ricia y rica que en el pasado había sido socia de la elit e. El padre de John, Joe Kennedy, había sido em baj ador en Gran Bret aña en t iem pos de la Segunda Guerra Mundial, función que revela las im port ant es relaciones de la fam ilia. Adem ás hast a m uy poco t iem po ant es de la elección, Nixon lucía com o favorit o absolut o en las encuest as, por lo que no se consideraba que Kennedy t uviera grandes oport unidades. Sin em bargo, Kennedy ganó. Y sus acciones de gobierno a poco t iem po de andar se m ost raron claram ent e cont rarias a los deseos de la elit e y sus socios del aparat o indust rial- m ilit ar. A inicios de los años sesent a la Guerra Fría pasaba por uno de sus peores m om ent os, y los " halcones" del Pent ágono no deseaban enfriar el enrarecido clim a que se había generado con la Unión Soviét ica, sino ir a fondo.

158

I nclusive no se descart aba una guerra. El Caso Cuba, que había sido resuelt o pacíficam ent e ent re Kennedy y Kruschev en oct ubre de 1962, podría haber significado el inicio de una t ercera guerra m undial si los m isiles rusos no hubieran sido ret irados de la isla, dado que a Kennedy no le habría quedado ot ra salida que bom bardear las inst alaciones m isilíst icas cubanas. Pero el hecho de que el conflict o se hubiera resuelt o pacíficam ent e había enoj ado m ucho a algunos de los m ilit ares m ás poderosos del Pent ágono, los fabricant es de arm as y los cubanos ant icast rist as resident es en Florida, que obviam ent e rechazaban el acuerdo por m edio del cual m ient ras Rusia ret iraba sus m isiles, los Est ados Unidos hacían lo m ism o con los suyos en Turquía. Pero la act ividad ant ibélica de Kennedy no sólo hacía im probable una guerra abiert a con la Unión Soviét ica o una invasión a Cuba: t am bién hacía im posible pensar en una escalada en la guerra de Viet nam com o la que finalm ent e se produj o baj o su sucesor Lyndon Johnson. Kennedy, que inicialm ent e se había prest ado a un aum ent o en las act ividades nort eam ericanas en Viet nam , venía planeando un ret iro t ot al de las t ropas del sudest e asiát ico para fines de 1964, y lo había hecho saber. Los generales m ás recalcit rant es del Pent ágono y las principales em presas bélicas eran los prim eros dam nificados por la act it ud pacifist a del president e, pero no eran de m anera alguna los únicos: la indust ria pet rolera era la ot ra gran perdedora en la m at eria dado que una de sus int enciones era explorar la cost a viet nam it a, 3 que en aquellas épocas se consideraba —erróneam ent e— com o un sect or del planet a con m uy vast as posibilidades pet roleras a m ediano plazo. Kennedy habría advert ido rápidam ent e que debía enfrent ar la oposición de esos sect ores a sus planes, pero no se quedó at rás ni se am edrent ó: a fin de dificult ar la oposición a sus m edidas pacifist as em it ió un decret o por m edio del cual los Est ados Unidos se reservaban la posibilidad de incaut ar recursos nat urales de propiedad de em presas nort eam ericanas en el ext erior en caso de guerra. La advert encia a las pet roleras era clara: si había guerra podían perder, y m ucho. Quizá creyó que así podía fract urar el inm enso bloque em presarial que se le oponía, y a la vez im pedir la guerra. Aunque fuert es, aquéllos est aban lej os de ser los únicos gest os host iles hacia la elit e que Kennedy t om aría en su cort o m andat o de poco m enos de 3 años. Em prendió una suert e de cruzada cont ra el m onopolio int erno que ej ercía la Unit ed St eel, principal fabricant e est adounidense de acero, cuyos const ant es aum ent os de precios eran int erpret ados por Kennedy com o operaciones m onopólicas que afect aban la salud de la econom ía y el bolsillo de los nort eam ericanos. Los em presarios vieron en general con t em or esa m edida del president e, quien m ediant e claras am enazas públicas logró hacer ret rot raer los precios del acero.

3

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. VI .

159

Sin em bargo, la principal m edida que t om ó Kennedy y que habría sellado la suert e t ant o de su gobierno com o de él m ism o, habrían sido dos disposiciones cont ra los int ereses del sect or pet rolero oligopólico. Concret am ent e, al m om ent o de su m uert e Kennedy proyect aba una rebaj a del " oil deploym ent allowance" —que, com o hem os vist o, m ás t arde le daría fuert es " dolores de cabeza" a Richard Nixon— pero por sobre t odo fue aut or de una ley ( la " Kennedy Act " , aprobada finalm ent e el 17 de oct ubre de 1963, apenas un m es ant es de su m uert e) , por m edio de la cual a las corporaciones nort eam ericanas se les igualaba la t asa de im puest os de las ut ilidades dist ribuidas con la de las ganancias reinvert idas en el ext erior. Si bien la m edida era para t odos los sect ores económ icos, afect aba especialm ent e los result ados de las pet roleras, y sobre t odo en lo que com pet ía a sus vast os yacim ient os en el ext erior, cuyos beneficios est aban exent os del im puest o a las ganancias porque no est aban gravados. Com o las pet roleras nort eam ericanas se est aban expandiendo rápidam ent e en t odo el m undo, est o afect aba de m anera m uy det erm inant e sus int ereses. Después de la aprobación de la " Ley Kennedy" el sect or pet rolero debía pagar el 35%

de im puest o a las ganancias por t odos sus

im port ant es

ext erior.

beneficios

en

el

Kennedy

había

considerado,

m uy

correct am ent e, que las pet roleras gozaban de una m uy inj ust a vent aj a sobre ot ros sect ores al no pagar im puest os por sus cuant iosas act ividades en el ext erior, y selló esa " vent anilla abiert a" , con lo cual t am bién habría sellado su suert e. La elit e, según Farewell Am erica, habría form ado un com it é con la función de planear la m uert e del president e. Ést e habría est ado form ado, ent re ot ros, por el pet rolero t exano H. Lafayet t e Hunt y el general " halcón" del Pent ágono Edwin Walker, degradado poco t iem po at rás por Kennedy debido a sus expresiones públicas acerca de la necesidad de un enfrent am ient o bélico con la Unión Soviét ica. Sin em bargo, según se desprende de la invest igación francesa, ést os no habrían sido los aut ores int elect uales del crim en —cuya aut oría no es difícil de im aginar—, sino los encargados de planearlo para que no hubiera fisuras. Había que planificar det enidam ent e el hecho dado que Kennedy se m ovía a t odos lados con su cust odia del Servicio Secret o. Era necesario com prar com plicidades, cont rat ar t iradores infalibles, encont rar un candidat o para que fuera culpado del hecho, desviar cualquier int rusión m olest a de la policía t exana y del FBI , m anipular la act ividad de la prensa, et c. El com it é habría hecho t odo eso y habría cont ado con el apoyo y la com plicidad del FBI y su poderoso j efe J. Edgar Hoover, la policía t exana ( según Farewell Am erica m uy corrupt a y com placient e con los grandes em presarios de la zona) , alt os cuadros de la CI A ( m uy enoj ada con Kennedy desde la expulsión de su j efe, Allen Dulles) y con un aut ént ico " escuadrón" de personas relacionadas con la Mafia y los cubanos ant icast rist as, quienes iban a llevar a cabo el crim en a nivel operat ivo. O sea, se t rat ó de un crim en diseñado en 3 niveles: el operat ivo, el t áct ico y el est rat égico. Farewell Am erica det alla cóm o hast a el it inerario seleccionado para

160

el aut om óvil presidencial de aquel fat ídico 22 de noviem bre de 1963 est aba diseñado para que la velocidad del vehículo que conducía a Kennedy no pudiera sobrepasar en algunos sect ores los 30 kilóm et ros por hora y se facilit ara el crim en, de cuya com plicidad no habría escapado ni siquiera el propio chofer, quien conducía a una velocidad ext rem adam ent e baj a en algunos sect ores del t rayect o y no habría acelerado lo suficient e después del prim er im pact o de bala, lo que facilit ó el segundo, m ort al. La Mafia se habría prest ado m uy gust osa a ceder part e de sus cuadros para realizar

el

asesinat o,

dado

que

t ant o

John

com o

Robert

Kennedy

habían

dem ost rado ser, desde un prim er m om ent o, enem igos encarnizados de la Cosa Nost ra al int ent ar luchar m ucho m ás que sus ant ecesores cont ra el crim en organizado. Todo habría sido preparado hast a en sus m ínim os det alles. I ncluso el aut om óvil en el que era conducido el president e —una lim usina descubiert a—, el vehículo ideal para facilit ar un at ent ado, fue proporcionado por el propio FBI . La conclusión a la que arribó el servicio secret o francés en Farewell Am erica es básicam ent e la m ism a a la que luego llegaría Oliver St one en su film J F K : t res t iradores com o m ínim o, y probablem ent e cuat ro. Ninguno de ellos habría sido Lee Harvey Oswald, quien engañado, habría sido seleccionado desde m eses at rás para represent ar el papel de asesino. Ése era el aport e de la CI A, ensañada con Kennedy por el freno que ést e ponía a la invasión de Cuba y por la expulsión de su j efe m ás querido, Allen Dulles. Dat os post eriores al libro, que apareció en 1968 y recién pudo leerse m arginalm ent e en los Est ados Unidos a part ir de 1984, revelan que la versión cont enida en el m ism o es sum am ent e aj ust ada a la realidad. Por ej em plo, un t est im onio de 1992 —casi veint icinco años después de la publicación— de la am ant e del ex president e Lyndon Baines Johnson, Madeleine Brown, quien adem ás fue m adre de St even, un hij o suyo, señaló que la noche ant erior al crim en de Kennedy presenció que se habían reunido a puert as cerradas en la casa del pet rolero Clint Murchison, en Dallas, el t am bién pet rolero Haroldson Lafayet t e Hunt , J. Edgar Hoover ( m áxim o j efe del FBI ) , Richard Nixon, Clyde Toison ( FBI ) , John McCloy ( ex president e del Chase Manhat t an Bank y hom bre de confianza de la ex St andard Oil) , y Harvey Bright ( em presario pet rolero) . El vicepresident e Lyndon Johnson llegó t arde a la reunión. Al cabo de la m ism a, Johnson se despidió de Madeleine Brown diciéndole al oído: " Desde pasado m añana esos m aldit os Kennedy no m e van a volver a avergonzar. No es una am enaza, es una prom esa" . Lo ciert o es que con el t exano Lyndon Johnson en el poder, los m ilit ares y las em presas de arm as lograron que la guerra de Viet nam , lej os de acabar en cort o t iem po, se profundizara a lím it es im pensados. Asim ism o, las em presas pet roleras vieron cóm o caía en el archivo la posible reducción de la " oil deploym ent allowance" planeada por Kennedy.

161

El asesinat o habría sido recibido con beneplácit o, adem ás, en algunos de los m ás poderosos despachos de Wall St reet , dado que John Kennedy había com enzado a em it ir dólares desde el Depart am ent o del Tesoro, rom piendo con la cost um bre de que sólo el Banco de la Reserva Federal em it iera m oneda. El FED es, y siem pre fue, un banco privado propiedad de los m ás poderosos financist as de Wall St reet . 4 Tal act it ud podía sent ar un peligroso precedent e para la elit e financiera, dado que era un paso para quit arle a los banqueros privados la pot est ad de la em isión de m oneda en los Est ados Unidos. Por ot ra part e, t am bién había despert ado alegrías en la NASA, agencia a la cual el president e había int ent ado bloquearle en un principio buena part e del presupuest o dado que prefería dist ribuir el ingreso de ot ra form a. No hay que olvidar que los principales proveedores de la NASA son las propias em presas de arm as que firm an m ult im illonarios cont rat os con el Pent ágono y Kennedy no deseaba llevar adelant e cost osos proyect os espaciales sino dist ribuir esos fondos equit at ivam ent e. Habría sido el propio Lyndon Johnson, m uy relacionado con la NASA, quien habría m ediado ant e él para lograr que no se bloquearan part idas presupuest arias de la agencia espacial, frent e a lo cual Kennedy habría t ransigido a regañadient es, fom ent ando la carrera espacial con el fin de que las em presas arm am ent ist as est uvieran at areadas proveyendo insum os a la NASA y ganaran dinero de esa form a, a fin de que no lo presionaran para generar m ás guerras. 5 La prensa oficial nort eam ericana no sólo hizo oídos sordos ant e las evident es señales de que había habido una m uy poderosa conspiración det rás del crim en de Kennedy, sino que incluso m iró para ot ro lado cuando surgían las pruebas, por ej em plo, cuando la propia Madeleine Brown apareció en 1992 en un show t elevisivo llam ado A current affair en el que hizo por prim era vez sus explosivas declaraciones luego volcadas en su libro Texas in t he m orning, silenciado t am bién por la prensa al servicio de la elit e. Pero hay un m uy j ugoso dat o adicional, m ás que sugest ivo. El lect or debería, al t erm inar est e párrafo, det enerse un rat o a m edit ar sobre el m ism o: el fiscal del reabiert o caso Kennedy en los años sesent a, Jim Garrison —quien, com o hem os dicho, para algunos fue designado com o fiscal del caso precisam ent e porque no se t rat aba de un invest igador dem asiado sagaz— escribió un libro con las m em orias de sus invest igaciones sobre el j uicio. El m ism o se llam a On t he Trial of t he Assassins ( E n la búsqueda de los asesinos) . En él cuent a algunos ent ret elones de la invest igación que sólo pudo llegar hast a escalones baj os, los niveles

4

I bid., cap. V.

5

Pocos días ant es de m or ir, Kennedy pronunció un discurso en Texas en el que disparó una m uy irónica frase, a propósit o de su decisión de t ransform ar la car rera arm am ent ist a cont ra los rusos en una inofensiva carr era espacial: " ¿Por qué vam os a la Luna? Muy sim ple: ¡Porque est á ahí! " , dij o frent e a un audit orio que reía y a un Lyndon Johnson que a sus espaldas m iraba t odo el t iem po para ot ro lado con gest o de disgust o.

162

operat ivos del asesinat o —que funcionaban específicam ent e en Nueva Orleans—, de la com plicada m araña que conduj o hast a el crim en. En las páginas 30 y 31 de dicho libro dice algo revelador, y lo hace com o al pasar: que algunas de las reuniones secret as del equipo operat ivo se desarrollaban en un galpón que funcionaba a m et ros de la Oficina de I nt eligencia Naval, del Servicio Secret o ( dependient e del Depart am ent o del Tesoro) , y sobre t odo del cuart el general de la CI A en la ciudad de Nueva Orleans. Pero el dat o no t erm ina allí, pues los cuart eles generales de la CI A y el FBI en Nueva Orleans funcionaban dent ro del Tem plo Masónico de la ciudad en los años sesent a. Es algo que no debe ext rañarnos. Recordem os las palabras que expresó el propio John F. Kennedy en su discurso público sobre sociedades secret as y m edios de prensa el 27 de abril de 1961, en el Waldorf Ast oria, en el que em bist ió front alm ent e cont ra las sociedades secret as y cont ra t odo el sist em a de prensa nort eam ericano. Ese discurso fue redact ado en form a inm ediat a t ras el fallido int ent o de la CI A de invadir Cuba. Dicha agencia le había solicit ado a Kennedy por t eléfono, infruct uosa y sospechosam ent e, una aut orización de últ im o m om ent o a t ravés de su j efe Allen Dulles ( luego expulsado) 6 nada m enos que en la m adrugada del propio día del desem barco en Bahía Cochinos. Recordem os t ext ualm ent e a Kennedy

en un fragm ent o de su

m ás

im port ant e discurso: La propia palabra " secret o" es repugnant e en una sociedad libre y abiert a, y nosot ros, com o pueblo, est am os inherent e e hist óricam ent e opuest os a las sociedades secret as, los j uram ent os secret os y los procedim ient os secret os. Kennedy declaraba eso, reit eram os, en el m ism o discurso en el que crit icaba durísim am ent e al sist em a de prensa nort eam ericano. 7 En el m ism o —que recom endam os al lect or leer o escuchar ínt egram ent e— pronunciado ant e la Am erican Newspaper Publisher Associat ion, luego dice con t odas las let ras: Se nos opone alrededor de t odo el m undo una m onolít ica y despiadada conspiración que se apoya, prim ariam ent e, en m edios encubiert os para aum ent ar su esfera de influencia ( ...) Es un sist em a que ha reclut ado

6

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. I V.

7

El discurso ent ero ( 20 m inut os) puede escucharse en ht t p: / / www.911 podcast s.com / files/ audio/ fj k_secret _societ y_speech.m p3, una versión abreviada en: ht t p: / / www .infor m at ionliberat ion.com / ?id= 14306, o en ht t p: / / ww w. yout ube.com / wat ch?v= LlEqt aWpKEU. Puede leerse ent ero en ht t p: / / www . libert yforum .or g/ showflat .php?Cat = &Board= news_hist ory&Num ber= 294723477&view= collapsed&sb= 5& o= 21&part = o en ht t p: / / m illercent er.v ir ginia.edu/ scrippsldiglibrary/ prezspeeches/ kennedy/ j fk_1961 _0427.ht m l.

163

vast os recursos hum anos y m at eriales para const ruir una m uy bien at ada y alt am ent e

eficient e

m aquinaria

que

com bina

operaciones

m ilit ares,

diplom át icas, de int eligencia, económ icas, cient íficas y polít icas. Sus preparat ivos son secret os, no se publican. Sus errores se ent ierran, no se señalan. Quienes disient en son silenciados, y no reconocidos. Para ello no se repara en gast os. Los rum ores no se publican. Ningún secret o se revela. Es la m áquina que conduce la Guerra Fría, en resum en, con una disciplina rigurosa que ninguna dem ocracia puede esperar o desear alcanzar... 8 No se refería al com unism o, sino a la est ruct ura de la cual la CI A era sólo la punt a del iceberg. Respect o de la prensa, se despachó en idént ico sent ido, crit icándola por part ida doble: por desinform ar sobre las cuest iones im port ant es y revelar secret os de Est ado cuya difusión iba cont ra los int ereses de los Est ados Unidos, pero a favor de la carrera arm am ent ist a, y por lo t ant o de la elit e. Decía Kennedy, ant e la at ónit a m irada de los dueños de m edios, edit ores y periodist as: Sin debat e, sin crít ica, ninguna adm inist ración y ningún país puede sobrevivir. Es por eso que el legislador at eniense Solón decret ó que un ciudadano que escapaba de las cont roversias com et ía un crim en. Y es por eso que la prensa fue prot egida aquí por la Prim era Enm ienda a la Const it ución. Es el único negocio prot egido const it ucionalm ent e. Y no lo est á principalm ent e para divert ir y ent ret ener. No lo est á para enfat izar lo t rivial y lo sent im ent al. No est á prot egida para " dar al público sim plem ent e lo que ést e quiere" , sino para inform ar, para enardecer, para hacer reflej ar, para m ost rar nuest ros peligros y nuest ras oport unidades, para indicar nuest ras crisis y nuest ras opciones, para liderar, m oldear, educar e incluso a veces, para hacer enoj ar a la opinión pública...

8

El discur so de Kennedy est á dirigido a la pr ensa nort eam ericana. No m enciona una sola vez la palabra " com unism o" por no est ar dir igido a los soviét icos sino a sect or es int ernos est adounidenses, enquist ados en la CI A, m iem bros de sociedades secret as, que le hacían el j uego a quienes pret endían elevar las t ensiones m ilit ares y provocar m ás escaladas ar m am ent ist as con los rusos. Kennedy dice en el m ism o discurso, en una quizá no dem asiado enigm át ica frase. " Los event os de las últ im as sem anas pueden llegara «ilum inar» el desafío para algunos..." A buen ent endedor , pocas palabras con respect o al significado de " ilum inar" . Es t am bién en esa m ism a alocución cont ra las sociedades secret as y los que " pueden ilum inar el desafío" que Kennedy hace clara referencia a que no se t rat a de aum ent ar las t ensiones con la URSS, cuando afirm a " Ahora los vínculos ent re las naciones pr im ero form adas por el com pás [ N. del A.: sím bolo m asónico] nos han conver t ido a t odos en ciudadanos del m undo [ N. del A.: viej a pret ensión de las sociedades secret as] . Las esperanzas y t em or es de uno, son las esperanzas y t em ores de t odos" . Obv iam ent e, se t rat aba de un discurso claram ent e pacifist a, en el que Kennedy crit icaba fuert em ent e al sist em a de prensa nort eam er icano por apoyar abier t am ent e a los sect ores m ás reaccionar ios del Pent ágono y de la indust ria arm am ent íst ica, y colaborar con sociedades secr et as y la CI A para fom ent ar la peligrosísim a carrera arm am ent ist a que él deseaba ev it ar y que las sociedades secr et as int ent aban fom ent ar con el apoyo de la pr ensa en general. Para inform arse sobre la part icipación de George Bush padre en los hechos, consult ar Hit ler ganó la guerra, cap. I V, o el m uy com plet o The Unaut hor ized Biography of George Bush, de Webst er Tarpley y Ant on Chait k in.

164

El propio president e de los Est ados Unidos —quizás en realidad su últ im o president e " en serio" — em best ía a diest ra y siniest ra cont ra nada m enos que las sociedades secret as y la prensa, en sus propias narices, reprochándole a las prim eras su accionar secret o, ant inacional y sect ario, y a la segunda el uso de los m edios para desinform ar y producir el escapism o barat o que hoy se suele observar en los m edios en su m áxim o exponent e, sobre t odo en los audiovisuales de casi t odo el m undo.

¿Cóm o puede llam ar

la at ención

ent onces que la prensa

nort eam ericana haya acept ado sin crít icas el dict am en de la Com isión Warren acerca del asesinat o de Kennedy a m anos de " un loco suelt o" y por m edio de " una bala m ilagrosa" que efect uó alrededor de 10 perforaciones y rebot es en su lim usina descubiert a? Vergonzoso, cínico, siniest ro y hum illant e para nuest ras int eligencias. ¿Qué m undo t endríam os hoy si Kennedy no hubiera m uert o y hubiera sido reelect o en 1964, t al com o era previsible? Es difícil saberlo. Tant o John com o Robert

Kennedy

eran

verdaderos

m ut ant es

respect o

de

la

arist ocracia

nort eam ericana. Aunque habían sido educados en el seno de una rica fam ilia de la elit e, est aban encarando ( Robert era procurador de Just icia de su herm ano John, y luchaba seriam ent e cont ra la Mafia) m edidas realm ent e revolucionarias. Se est aban enfrent ando m uy abiert am ent e con el corazón de la elit e. John at acaba los privilegios de la indust ria pet rolera donde m ás le dolía a ést a, at acaba la carrera arm am ent ist a y la posible guerra con la Unión Soviét ica que algunos de sus propios cuadros int ernos est im ulaban. Adem ás, deseaba ret irar a los Est ados Unidos de Viet nam . Ya com enzaba a at acar los privilegios de los principales y m ás conspicuos bancos nort eam ericanos con

la em isión

de dólares " por

la vent anilla"

del

Depart am ent o del Tesoro, y no m ediant e el FED, y at acó en su últ im o y m onum ent al discurso a la flor y nat a de la prensa nort eam ericana cóm plice de la elit e. John Fit zgerald Kennedy hizo t odo sin dudarlo, front al y, por sobre t odo, m uy generosam ent e. Por eso lo m at aron, y por eso su asesinat o se ej ecut ó de esa m anera, quizás " advirt iendo" m añosam ent e a cualquier sucesor lo que le podía esperar si no se acogía ciegam ent e a la agenda de la elit e.

La e x t r a ñ a m u e r t e de W a r r e n H a r din g La m et odología de m at ar o hacer echar a los president es nort eam ericanos " díscolos" respect o de la elit e no es nueva. Es casi una const ant e con quienes, desde el m áxim o cargo del gobierno est adounidense, se resist en a aplicar las polít icas que les son dict adas o m uest ran signos de independencia de crit erio. El caso ant erior a Kennedy puede encont rarse en los años veint e. Tras la segunda presidencia de Woodrow Wilson era obvio que la población no iba a vot ar a un candidat o dem ócrat a, pues los est adounidenses se sent ían t raicionados por Wilson. No les gust aba su proyect o de " Liga de las Naciones" para inst aurar un gobierno m undial, y de hecho los Est ados Unidos no ingresaron a la m ism a durant e

165

su gobierno porque el Senado bloqueó la posibilidad. Era necesario, ent onces, encont rar un candidat o republicano que fuera lo suficient em ent e m anipulable por el m undo de las finanzas y el pet róleo, y Warren Harding parecía un candidat o " hecho a la m edida" de la elit e. Viej o ex periodist a y edit or del est ado de Ohio, ocupaba una banca en el Senado desde hacía m uchos años, y era conocido por su buen hum or, su t ranquilidad y el exagerado grado de confianza que prest aba a sus am ist ades, de m odo que con frecuencia delegaba t areas y no revisaba a fondo lo que sus colaboradores hacían. Harding ganó la presidencia en 1920 y se rodeó de varios de los m ás prom inent es m iem bros de la elit e com o Andrew Mellon, gran pet rolero y banquero de la época. Pocos años m ás t arde, cuando buscaba la reelección, en 1923, m urió en oscuras c i r cunst ancias durant e un largo viaj e a Alaska. Su m édico personal en un prim er m om ent o anunció a la prensa que Harding present aba señales de envenenam ient o, m ient ras que m ás t arde rect ificó ese diagnóst ico por el de " m uert e nat ural" debida a supuest as fallas cardíacas que habría padecido desde hacía años. Obviam ent e no es frecuent e que un diagnóst ico de envenenam ient o sea cam biado luego por el de m uert e nat ural. ¿Qué había ocurrido? A los pocos m eses se dest apó del t odo un gran caso de corrupción ocurrido baj o su adm inist ración: su secret ario del I nt erior, Albert Fall, fue acusado de ent regar secret am ent e, baj o soborno, las reservas est at ales de pet róleo de Teapot Dom e y Elk Hills a em presas privadas. Las com pañías favorecidas no eran propiedad de m iem bros prom inent es de la elit e, y de hecho el rival m ás im port ant e que j am ás t uvo la St andard Oil dent ro de los Est ados Unidos había obt enido t odas las reservas de Elk Hills: Harry Sinclair, dueño de Sinclair Oil. Ést e era un pet rolero incont rolable para la St andard Oil, un nuevo rico que había com enzado a hacer fort una unos pocos años ant es, en 1916, m erced a un golpe de suert e. Era dem asiado am bicioso, al punt o que t am bién deseaba desplazar a la St andard Oil de la recién fundada Unión Soviét ica, precisam ent e el boccat o d i cardinale que había m ot ivado t oda la cost osa cam paña cont ra el zar Nicolás I I financiada por el pulpo pet rolero, ent re ot ras em presas anglo- nort eam ericanas, desde inicios del siglo XX. Sinclair había com et ido la int repidez de viaj ar a Moscú y ent revist arse con Lenin para que su em presa obt uviera concesiones pet roleras a cam bio de un et éreo apoyo financiero que decía poder conseguir por m edio de sus influencias en Wall St reet . Si bien se t rat aba de un advenedizo, su figura em pezaba a ser m uy peligrosa para la St andard Oil, precisam ent e porque Harding y Albert Fall le facilit aban las cosas ot orgándole yacim ient os oficiales, a cam bio de pet róleo para las t ropas y dinero para ellos. La operación rusa nunca se concret ó: los banqueros de Wall St reet no iban a t raicionar su larga sociedad con el clan Rockefeller para ayudar a un com pet idor, el único real en m uchísim os años. Los yacim ient os de Teapot Dom e y Elk Hills fueron reest at izados, Sinclair y Albert Fall fueron a la cárcel, y Harding, que venía

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defendiendo a Fall ant e los at aques que la elit e le lanzaba a t ravés del Wall St reet Journal, ya est aba m ist eriosam ent e m uert o. Sinclair nunca recuperó su prest igio perdido y t ras varios años su em presa fue com prada por el clan Rockefeller, su gran rival de ot ros t iem pos. Sin em bargo, el asunt o no t erm inó con la m uert e de Harding y el declive de Sinclair. Los rum ores acerca de la posibilidad del asesinat o de Harding eran generalizados y podían servir de peligroso precedent e. En est e cont ext o, la propia elit e arm ó una t eoría conspirat iva al respect o. Por supuest o, fue una hist oria arm ada a su m edida. Se cont rat ó a un ex em baucador y presidiario, y luego agent e de la predecesora del FBI para que escribiera un libro luego profusam ent e divulgado en la prensa. Quien quería leer acerca de Harding y su asesinat o podía hacerlo en una obra llam ada The St range Deat h o f President Harding ( La ext raña m uert e del president e Harding) escrit a por ese oscuro personaj e, llam ado Gast on Means. Fogoneado por la elit e, el libro fue un aut ént ico best - seller ent re fines de los años veint e y com ienzos de los t reint a. En él Means invent aba una hist oria, un verdadero novelón de adult erio y celos desenfrenados de la m uj er de Harding, en el que ella t erm inaba envenenando a su m arido. El conocim ient o personal que t enía el aut or respect o de la m uj er facilit aba su credibilidad, y ni ella ni su m arido est aban vivos para enj uiciarlo. Hoy día es una hist oria im posible de creer, pero en la época de Lo que el vient o se llevó ese t ipo de hist orias se creían. Obviam ent e, de pet róleo no se decía una sola palabra en el libro. Podem os ver ent onces una de las clásicas t áct icas de la elit e para dist raer la at ención de la gent e: prim ero evit ar que alguien pueda creer en conspiraciones. Si ello no da result ados, invent ar una que desvíe la at ención de la cuest ión de fondo y financiarla profusam ent e a t ravés de la prensa " oficial" . Para ello, ya en los años 20 se usaban los agent es de la agencia que luego sería el FBI : el Bureau of I nvest igat ions.

Pa t r ón Or o, e l a se sin a t o de M cKin le y y e l a sce n so de Th e odor e Roose ve lt Si la elit e pudo ej ecut ar el asesinat o de Harding con ciert os t oques de refinam ient o y hast a pudo m ant ener en secret o, o al m enos fuera de la prensa, el hom icidio, fue precisam ent e porque no se t rat aba de novat os en la supresión del enem igo int erno. Sólo 22 años ant es del asesinat o de Harding, la elit e pudo culm inar una com plicada j ugada polít ica que incluyó el asesinat o de ot ro j efe de Est ado nort eam ericano, William McKinley, haciendo aparecer el m agnicidio com o obra de ot ro " loco suelt o" , un anarquist a: Leo Colgosz. El asesinat o le daba ent onces un t riple beneficio. Elim inaba a un personaj e que nunca fue del t odo fiel a los planes elit ist as, daba acceso inm ediat o al poder a Theodore Roosevelt —el vicepresident e—, quien sí era servidor incondicional, y en t ercer lugar servía de

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propaganda cont ra los m ovim ient os sociales com o el anarquism o, que a com ienzos del siglo XX am enazaban con t om ar el cont rol de los m edios de producción. Veam os bien lo que ocurrió: McKinley, republicano, fue elegido president e dos veces: la prim era en 1896 y la segunda en 1900. La causa por la cual su cam paña obt uvo una financiación m uy abundant e, en am bas ocasiones por part e de la elit e, fue principalm ent e el hecho de que se lo consideraba el " m al m enor" frent e a quien represent aba un verdadero dolor de cabeza para los grandes em presarios: William Jennings Bryan, candidat o dem ócrat a en am bas elecciones, un dem ócrat a fuera de serie, quizás el m ej or orador de la hist oria de los Est ados Unidos, y adem ás un personaj e que confront aba radicalm ent e con las int enciones de la elit e. El Part ido Dem ócrat a había sido m uy m anipulado durant e buena part e del siglo XI X por August Belm ont , un prom inent e banquero alem án radicado en los Est ados Unidos que era un conocido agent e de la poderosa casa Rot hschild. Belm ont alzaba o baj aba el pulgar de los candidat os dem ócrat as a piacere. Sin em bargo, su m uert e en 1890 había hecho que la elit e perdiera el cont rol del que había sido su part ido, lo cual se not ó en las elecciones de 1892 cuando el Part ido Dem ócrat a est uvo a punt o de im pedir que un ex president e " am igo" de ést a, Grover Cleveland, alcanzara la nom inación y post eriorm ent e la propia presidencia. Para las elecciones de 1896, en cam bio, Bryan ya era el líder indiscut ible del Part ido Dem ócrat a y por esa época result aba indom est icable. Era el abanderado de la cam paña, m uy popular en aquella época, para que las aut oridades relaj aran la legislación m onet aria y perm it ieran la libre acuñación y circulación de plat a y billet es respaldados con plat a y no con oro. ¿Qué había pasado? La cont roversia acerca de la plat a arroj a m uchísim a luz acerca de lo que est aba sucediendo en la econom ía nort eam ericana en la segunda m it ad del siglo XI X, y las disput as con lo que

t odavía

era

la

hegem onía

financiera

londinense

en

los

recient em ent e

independizados Est ados Unidos. Veam os: La Const it ución nort eam ericana est ablece un orden m onet ario bim et álico. Es decir que t ant o el oro com o la plat a —y los billet es ínt egram ent e respaldados en am bos m et ales— podían circular librem ent e. Sin em bargo los " padres de la pat ria" int roduj eron t am bién una llam at iva cláusula: la paridad ent re gram o de plat a y gram o de oro quedaba fij a e inam ovible en una relación de 16 a 1. ¿Qué significaba eso? Nada m enos que un excelent e negocio para la banca londinense: com o la relación ent re la plat a y el oro nunca est aba fij a en los m ercados, sino que fluct uaba, si en el m ercado europeo la plat a se valorizaba y por lo t ant o con m enos de 16 unidades se com praba una de oro, ent onces Nueva York le daba la oport unidad a los banqueros ingleses de realizar un excelent e negocio: em barcar oro a los Est ados Unidos y obt ener allí 16 unidades de plat a por cada una de oro que se vendía allí. Por lo cont rario, si el oro en Europa se valorizaba en relación a la plat a y se necesit aban m ás de 16 unidades de plat a para com prar una de oro,

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ent onces se em barcaba la plat a y se obt enía en Nueva York oro barat o gracias a la relación fij a de 16 a 1. Ese sist em a bim et álico con paridad fij a im plicaba en el fondo que en los Est ados Unidos iba a circular m oneda denom inada en un solo m et al: o bien la plat a, o bien el oro, en form a alt ernat iva, dado que salvo que la relación ent re uno y ot ra en Europa fuera siem pre 1 a 16, un m et al " desaparecía" y ot ro " aparecía abundant em ent e" en los Est ados Unidos. El lect or puede pregunt arse por qué los " padres de la pat ria" habían concedido t am aña vent aj a a la banca inglesa si se est aban independizando. Es una m uy buena pregunt a, pero no nos at añe ahora. Sólo direm os que varios " padres de la pat ria" nort eam ericana eran en realidad " hij os de los bancos ingleses" . Ese sist em a m onet ario se m ant uvo durant e casi un siglo, pero luego de varias décadas, lo que era en realidad una gran vent aj a para la banca londinense liderada por la casa Rot hschild se había t ransform ado igualm ent e en un dolor de cabeza para la elit e: por un lado, el hecho de que en los Est ados Unidos circulara siem pre el m et al que se est aba depreciando m ás en Londres —fuera oro o plat a— suponía una vent aj a com pet it iva para la indust ria nort eam ericana, dado que el sist em a siem pre operaba con un dólar- oro o dólar- plat a subvaluado frent e a la libra est erlina, respaldada solam ent e en oro. Est o provocaba un gran problem a en Londres: se hacía m ucho m ás arduo export ar bienes indust riales a los Est ados Unidos, y la clave de la econom ía inglesa era com prar m at erias prim as barat as en el ext erior, procesarlas en I nglat erra y venderlas en el rest o del m undo. Pues bien, est o era cada vez m ás difícil para I nglat erra con un dólar respaldado por el m et al que fuera, pero siem pre el que est aba en t ren de depreciarse. En segundo lugar, y en form a m uy m arcada, en la segunda m it ad del siglo XI X, y t ras el boom del oro californiano, se est aban descubriendo enorm es yacim ient os de plat a m uy barat a de ext raer. Ello represent aba ot ro enorm e problem a para la elit e: si la plat a se hacía m uy abundant e, podían aparecer una gran cant idad de pequeñas casas bancarias que le disput aran el poder. Com o para ser banco había que t ener en la caj a fuert e oro o plat a, fundam ent ales para em it ir papel m oneda respaldado en m et al, la vent aj a de los poderosos bancos ingleses del siglo XI X era que el respaldo fuera siem pre en un m et al m uy escaso, y si ést e se hacía m uy abundant e, era im posible im pedir la proliferación de nuevos bancos que disput aran riqueza y poderío financiero. Fue luego de m edit ar sobre est os t em as que la elit e inglesa influyó de m anera decisiva para que los Est ados Unidos adopt aran el pat rón oro y se alej aran del bim et alism o, cosa que se concret ó en 1873 m ediant e una ley " ilegal" por ser inconst it ucional, escrit a por un poderoso represent ant e de la elit e financiera: el senador Sherm an ( la ley es recordada com o " El Crim en de 1873" ) , el m ism o que m ás t arde escribiría la fam osa " ley ant it rust " baut izada con su nom bre, cuya part icularidad consist ía en que en realidad perm it ía que los t rust s u oligopolios se

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m ant uvieran a la som bra de una proliferación de nom bres, com o sucedió con la St andard Oil. En 1873, ent onces, los Est ados Unidos abandonaron inconst it ucionalm ent e la posibilidad de respaldar m oneda en plat a, y com o la paridad del oro subía, la m oneda nort eam ericana subía t am bién al rit m o del encarecim ient o del oro. Com o consecuencia de ello, el últ im o cuart o del siglo XI X fue especialm ent e recesivo en ese país. Varios polít icos —sobre t odo William Jennings Bryan— com prendieron que la raíz de los m ales económ icos, la desocupación y las agit aciones sociales est aba en el respaldo en oro de la m oneda, y com enzaron a reclam ar a viva voz la posibilidad de volver a perm it ir la libre acuñación y circulación de plat a. Por supuest o la m era posibilidad de que ello ocurriera erizaba la piel de la elit e financiera inglesa est ablecida en Wall St reet de la m ano del clan Rot hschild, de m odo que est aba dispuest a a respaldar a cualquier candidat o con t al de frenar la candidat ura de Bryan, quien venía enfervorizando a las m asas. Les cont est arem os a sus dem andas de un pat rón oro: No vam os a dej ar que caiga sobre el t rabaj o est a corona de espinas. Ust edes no van a crucificar a la hum anidad en una cruz de oro, decía, en el m ás célebre discurso de la hist oria nort eam ericana, cont ra la banca londinense, el Pat rón Oro y Wall St reet , y las m asas lo ovacionaban frenét icas. 9 Bryan repet ía la frase, y hacía alusión al t em a cada vez que podía, y podía cada vez m ás veces y en m ás lugares. Su irrupción en la escena polít ica, con apenas 36 años, fue un verdadero vendaval, un aut ént ico t errem ot o polít ico que est uvo m uy cerca de producir consecuencias im previsibles para la elit e, dado que si Bryan lograba realm ent e acceder al poder y aplicar una agenda de libre acuñación de plat a, podía no sólo poner en j aque a la indust ria brit ánica —para colm o ya golpeada

por

nort eam ericano,

esos

años—

t odavía

en

sino

derrum bar

aquellos años

el

oligopolio

asent ado

banquero

anglo-

predom inant em ent e

en

Londres. Ello causó que la elit e prest ara t odo su apoyo al único candidat o republicano que podía derrot arlo t ant o en 1896 com o en 1900: William McKinley, quien daba garant ías de cont inuar con el Pat rón Oro. En ninguna de am bas elecciones había ningún ot ro candidat o capaz de derrot ar a Bryan, y la elit e logró sacarse de encim a a la peor de sus pesadillas. 10 McKinley se convirt ió en president e, t ras una reñida cont ienda. 9

" Bryan’s Cross of Gold Speech" , en ht t p: / / hist orym at t ers.gm u.edu/ d/ 5354/ .

10

En una t r ist e m uest ra de cóm o los sist em as polít icos dem ocrát icos descom ponen con el paso de los años aun a los represent ant es m ás popular es, cabe señalar que William Jennings Bryan t er m inó siendo un eficaz funcionario de Woodrow Wilson m uchos años m ás t arde, y hast a grabó su fam oso discurso de la " Cruz de Oro" pronunciado el 9 de j ulio de 1896, 25 años m ás t arde, para Gennet t Records.

170

Pero McKinley era un personaj e bast ant e aut ónom o. Ya durant e su prim er gobierno fij ó alt os aranceles a la im port ación a fin de frenar la desvent aj a com parat iva que t enían los Est ados Unidos desde que el oro había com enzado a revaluarse fuert em ent e cont ra la plat a. A I nglat erra ello no le agradaba nada, dado que se le volvía a dificult ar la colocación de sus product os indust riales en los Est ados Unidos. McKinley adem ás no est aba dispuest o a generar una guerra civil en Colom bia con el fin de producir la secesión de Panam á y facilit ar así la const rucción del fam oso canal que est uvo durant e casi 100 años baj o cont rol y adm inist ración nort eam ericana. Pero el " cert ificado de defunción" de McKinley fue su decisión de no int ervenir ni regular los ferrocarriles, los cuales eran en aquella época el principal em prendim ient o privado, a t al punt o que em pleaban m ás gent e que el gobierno federal. Las t arifas ferroviarias habían com enzado a baj ar abrupt am ent e y sin parar desde 1877, debido a la durísim a com pet encia que pequeños ferrocarriles, que ofrecían descuent os y baj os precios, realizaban cont ra la red oligopólica de la elit e financiera de Wall St reet ( Morgan, Harrim an, ent re ot ros) , la cual cont rolaba dos t ercios de la red ferroviaria t ot al de los Est ados Unidos. El t ercio rest ant e le est aba dando enorm es dolores de cabeza a los dueños de los principales bancos que eran, com o hem os dicho, t am bién los dueños de la m ayor part e de la red ferroviaria. Las pérdidas que sufría la elit e por la " vent anilla ferroviaria" no podían ser fácilm ent e cont rarrest adas por ganancias financieras, dado el t am año relat ivo de la indust ria ferroviaria. La elit e solicit ó a McKinley que int erviniera y regulara el m ercado, fij ando precios art ificialm ent e alt os, prohibiendo descuent os y elim inando t odo lo posible a la com pet encia, pero ést e se negó del prim ero al últ im o día de su gobierno. Fue por eso que para la segunda presidencia de McKinley la elit e se cuidó de que lo escolt ara com o vicepresident e alguien de com plet a lealt ad a los clanes fam iliares elit ist as, y de enorm e sagacidad a la hora de m ent ir y m anipular a las m asas: Theodore Roosevelt . A los pocos m eses de reelegido, McKinley había perdido t oda ut ilidad para la elit e: Bryan est aba definit ivam ent e derrot ado, su cam paña a favor de la acuñación y circulación de plat a est aba ent errada. McKinley no iba a avanzar un solo ápice en la regulación ferroviaria ni en la cuest ión del Canal de Panam á, y no dej aba de prot eger sect ores indust riales est adounidenses que no eran priorit arios para la elit e financiero- pet rolera, cuyo poderío t odavía est aba m ás en Londres que en Nueva York. Mat ar a McKinley y dej ar que Theodore Roosevelt ascendiera al poder era buen negocio, dado que el vicepresident e apoyaría incondicionalm ent e los int ereses de la elit e t ant o en el m ercado ferroviario com o en t odos los am biciosos proyect os que la elit e t enía pendient es y que McKinley podía llegar a archivar. El lect or ya debe haber adivinado correct am ent e que el result ado fue el asesinat o de McKinley a m anos del " anarquist a" Colgosz, quien en realidad, luego se descubrió, era m iem bro de la sociedad secret a " Knight s of t he Golden Eagle"

171

( " Caballeros del Águila Dorada" ) , quizás en referencia al propio sím bolo m onet ario nort eam ericano,

el

dólar,

ya

con

respaldo,

definit ivam ent e,

sólo

en

oro.

Obviam ent e, ser anarquist a y m iem bro de una sociedad secret a con fines polít icos, cuando ést as son siem pre fundadas por la elit e y con m uy rígidas j erarquías int ernas piram idales, son cosas t ot alm ent e incom pat ibles ent re sí. Pero ni la prensa oficial

nort eam ericana

ni

los

hist oriadores

nort eam ericanas propiedad de la elit e

11

financiados

por

universidades

y hast a casados generalm ent e con hij as de

prom inent es m iem bros de la m ism a, vieron algo raro, y la t eoría del " loco anarquist a suelt o" quedó enm arcada dent ro del " lindo cuent it o para niños" que es la hist oria oficial, de la m ism a m anera que se ocult ó t odo lo que se pudo la exist encia de la sociedad secret a que planeó el asesinat o. Con el correr de los m eses, la elit e se congrat ulaba de la m uert e de McKinley. Roosevelt result aba un as del engaño: regulaba los ferrocarriles t al com o ést a lo deseaba, y sim ult áneam ent e anunciaba una inexist ent e cam paña cont ra los grandes capit ales m onopólicos. Es m ás: decía que regulaba, para luchar cont ra los m onopolios. Bast a una anécdot a para saber quién fue realm ent e est e personaj e: cada president e nort eam ericano, cuando es nom brado, selecciona el cuadro de un ex president e para que lo acom pañe en su despacho. Se t rat a de elegir al ex president e con quien uno se sient e m ás ident ificado: ¿Quién eligió recient em ent e el ret rat o de Theodore Roosevelt ? Nada m enos que George Bush padre en 1989, un aut ént ico m aest ro a la hora de engañar y desviar la at ención. 12

Ve loz pa r t ida a l ot r o m u n do de l pr e side n t e Ga r fie ld La expulsión de Nixon del poder y las m uert es de Kennedy, Harding y McKinley no son las únicas obras m aest ras de la elit e a la hora de elim inar al enem igo int erno m ás poderoso que haya podido t ener: la independencia de crit erio de algunos ocupant es de la Casa Blanca. Si vam os m ás at rás en el t iem po, precisam ent e hast a 1881 encont rarem os ot ra ext raña m uert e de un president e nort eam ericano, coincident em ent e, según la hist oria oficial, a m anos de un " loco suelt o con un arm a" . Est a vez se t rat a de uno de los m ás de 20 president es nort eam ericanos m iem bros de una sociedad secret a, uno de los m ás poderosos m asones de la época y de los m ás im port ant es generales de la Guerra Civil. Probablem ent e creyó que podía m anej ar el país de la m anera vert icalist a con la que los ej ércit os y las sociedades secret as son m anej adas, pero se equivocó.

11

Véase Hit ler ganó la guerra, caps. I , V y VI .

12

Si queda alguna duda de que George Bush padre fue y es un aut ént ico m aest ro del engaño, vale la pena leer el capít ulo V de Hit ler ganó la guerra, o m ej or aun su biografía escr it a por Webst er Tarpley .

172

Jam es Garfield había ganado las elecciones de 1880 y llevaba sólo t res m eses en el poder cuando, en la est ación de t ren de Washingt on DC, uno de sus ex part idarios, Charles Guit eau, desequilibrado m ent al del cual la elit e aparent em ent e supo aprovecharse, le disparó dos t iros enoj ado porque Garfield no deseaba nom brarlo com o em baj ador en Francia. Lo ciert o es que Guit eau, presunt am ent e loco, venía am enazando al president e Garfield m ediant e anónim os increíblem ent e firm ados con iniciales —de m odo que dej aba en claro que el anónim o era de alguien que t odo el m undo podía saber quién era—, y no m enos de cuat ro veces est uvo arm ado a m uy pocos m et ros de Garfield con la int ención de m at arlo. En sólo t res m eses de gobierno, Garfield era un blanco fácil. Pero ¿lo m at ó o no Guit eau? Si fue él quien disparó, ¿t enía ayuda? Las crónicas oficiales señalan que el arm a elegida por Guit eau era un revólver especialm ent e luj oso a fin de que luciera bien en un m useo, y que a la salida de la est ación ferroviaria en la que disparó lo esperaba un carruaj e- t axi que pret endía usar para poder ent regarse personalm ent e a la policía a la m anera de una especie de dandy. Com o se ve, la hist oria oficial es en est e punt o t an ridícula que explica por qué generalm ent e los hist oriadores poco y nada hablan del cort o período de Garfield en la Casa Blanca. ¿Qué ocurría en realidad? Durant e

los

90

días

que

duró

la

presidencia

de

Garfield,

t odo,

absolut am ent e t odo, se dio con una excepcional rapidez salvo su m uert e, cosa que ya verem os. Lo ciert o es que durant e la prim era sem ana de gobierno salt ó un escándalo que asom bró a la nación. Miem bros de la ant erior adm inist ración habrían est ado cobrando coim as de una em presa de correos, la St ar Mail, para sobrevaluar el cost o de envío de t oda la correspondencia oficial durant e años. El escándalo envolvía a m iem bros del " círculo áulico" del ant erior president e Rut herford Hayes, republicano com o Garfield, y dañaba seriam ent e los int ereses de las com pañías ferroviarias que eran dueñas t am bién del correo privado. Com o ya hem os vist o al hablar de McKinley, con los ferrocarriles no se podía j ugar sin pagar alt os cost os personales. Recuerde el lect or que a Garfield lo balearon nada m enos que en la est ación ferroviaria de Washingt on DC, que podría haber funcionado a la vez com o " zona liberada" y m ensaj e m añoso a su sucesor. Garfield no t apó el t em a y ordenó invest igarlo con rapidez. A las pocas sem anas recibió la inform ación de que aclarar definit ivam ent e el t em a enlodaría a su part ido. Ni aun así se am ilanó y decidió ir a fondo con el asunt o, al t iem po que se enfrent ó abiert am ent e con el poderoso senador de Nueva York Roscoe Conkling —republicano t am bién—, quien deseaba nom brar en la j efat ura de la aduana neoyorkina a un personaj e proclive a dej ar pasar m ercaderías im port adas de Londres sin cobrar los aranceles a la im port ación. Garfield bloqueó esa decisión, nom bró a un " duro" y provocó la caída de Conkling, quien era un poderosísim o personaj e en el Part ido.

173

La ot ra m edida im port ant e que pudo t om ar en su escaso t iem po de m andat o fue rescat ar una cost osa em isión de deuda del Tesoro nort eam ericano que había sido hecha al 6% anual y canj earla por bonos que pagaban solam ent e el 3% , fact or que dañaba los int ereses de la elit e de Wall St reet , precisam ent e t am bién relacionada ínt im am ent e con la de los ferrocarriles. Evident em ent e,

en

m uy

pocas

sem anas

Jam es

Garfield

se

había

enem ist ado con t odo su part ido, con la gent e del ant erior president e Hayes, con el senador m ás poderoso de los Est ados Unidos —Conkling—, con la elit e de negocios de Wall St reet , y con la elit e de Londres que veía cóm o ahora sus m ercancías debían pagar aranceles en el puert o de Nueva York. No debe ext rañar ent onces su rapidísim a " ej ecución" . Con su sucesor, el vicepresident e Chest er Art hur, los escándalos que Garfield dest apaba iban a volver a t aparse para siem pre. Las invest igaciones no llegaron al fondo y nunca hubo siquiera procesados por el escándalo de las coim as. Pero hay un dat o m ás que sirve para saber cuán deseada era su m uert e por algunos de los m iem bros m ás poderosos de la elit e. Ocurre que los dos disparos de Guit eau no m at aron a Garfield ni lo hirieron en ningún órgano vit al, y a pesar de ello una de las balas no pudo ser ext raída por los m édicos en nada m enos que set ent a días de lent ísim a agonía. ¿Cuál era el argum ent o para no ext raer la bala? ¡Que la m ism a no podía ser encont rada! Y con el incongruent e pret ext o de encont rar la bala los m édicos fueron t ransform ando una herida de solo dos pulgadas, en una de veint e, e incluso llegaron al exceso de em plear un " det ect or de m et ales puros" recient em ent e invent ado por Thom as Alva Edison para encont rarla, cosa que t am poco funcionó porque la cam a de Garfield t enía un arm azón de m et al, lo que los m édicos percibieron... ¡sólo después de que Garfield m urió! Y ést a es la hist oria oficial. No le falt a nada para una aut ént ica com edia de enredos. Suena —y es— increíble de principio a fin. Finalm ent e Garfield m urió a raíz de la infección provocada por los m édicos en su herida. ¿Pueden caber dudas de quiénes m andaron m at ar a Garfield? Pues bien, nuevam ent e, ni la prensa oficial ni la inm ensa m ayoría de los hist oriadores financiados por las elit ist as universidades nort eam ericanas abrieron la boca siquiera para reclam ar una versión oficial m enos hilarant e que el sainet e en que se convirt ió la hist oria. Quizá sea por eso que la era de Garfield es uno de los períodos de la hist oria nort eam ericana de los que m enos se habla y se est udia.

M a t a n a Lin coln y e l Su r ga n a la gu e r r a Para ent ender quién ordenó la m uert e del president e Abraham Lincoln en 1865 es necesario com prender las causas económ icas que llevaron a la guerra civil nort eam ericana. Lincoln fue at acado el Viernes Sant o de 1865, a sólo seis escasos

174

días de haber obt enido la rendición t ot al de los ej ércit os del Sur en la cruent a Guerra Civil, luego de la sangrient a bat alla de Appom at t ox. Hast a el est allido de la guerra los Est ados Unidos eran un país con dos sist em as económ icos que funcionaban sim ult áneam ent e: los est ados del Nort e, a diferencia de los del Sur, habían abolido la esclavit ud hacía décadas, en t ant o era inconducent e respect o del sist em a económ ico indust rial que buscaban em presarios y polít icos de esa región, m enos apt a para los cult ivos com o el algodón, export ado a I nglat erra desde los est ados del Sur. La esclavit ud nunca podría funcionar bien en un sist em a económ ico basado en la indust ria y con una población m ayorit ariam ent e urbana, pues la m oneda y el dinero son fact ores cruciales para una organización social de est as caract eríst icas. De t odas m aneras, la " cam a y com ida" a cam bio de t rabaj o a dest aj o que exist ía en las econom ías esclavist as bien podría ser suplant ada a cam bio de un " salario de subsist encia" que alcanzara para lo m ism o: " cam a y com ida" . La diferencia principal ent re lo que recibían en el siglo XI X el esclavo del am o y el asalariado del pat rón, era que al recibir un salario el t rabaj ador posee al m enos una lim it ada capacidad de elección personal acerca de cuáles bienes consum ir o dónde vivir, m ient ras que en la econom ía esclavist a el esclavo es un ser inferior, equiparable a las best ias que se usan para el t rabaj o de los cam pos y que no puede poseer siquiera el derecho a su propia vida, de la cual puede ser despoj ado por el am o. La posibilidad de la exist encia de dos sist em as económ icos —indust rialism o y esclavism o lat ifundist a— est aba garant izada por una ley que reglam ent aba las zonas geográficas donde cada uno podía prim ar. Hacia m ediados del siglo XI X la econom ía nort eam ericana t odavía era m uy pequeña en com paración con la brit ánica,

aunque

acaudaladas

se

encont raba

fam ilias

banqueras,

en

franco

crecim ient o.

t errat enient es

e

Si

bien

indust riales

ya en

había suelo

nort eam ericano, el poder financiero real est aba sit uado en Londres. Por su part e, el I m perio Brit ánico est aba en su apogeo y poco t iem po at rás había liderado dos cruent as guerras cont ra el chino a fin de que el em perador dej ara ingresar el opio que los brit ánicos producían en la I ndia m erced al t rabaj o casi esclavist a de m illones de indios. Los brit ánicos querían venderlo librem ent e en China dada la afición del pueblo del país a esa droga, y sabiendo que un ej ércit o adict o al opio sería fácil de derrot ar y China se convert iría, en consecuencia, en un im perio fácil de cont rolar y dom inar. Los brit ánicos buscaban equilibrar la deficit aria balanza com ercial que poseían cont ra China, que export aba product os a Gran Bret aña pero no le com praba práct icam ent e nada. La producción de opio en la I ndia, cont rolada por los ingleses de la Brit ish East I ndia Com pany, en la cual eran socias la corona brit ánica y las m ás ricas fam ilias de la elit e financiera, cum plía ent onces varios propósit os: im pedir la pérdida de reservas brit ánicas de oro expoliando las chinas, m ant ener a Londres com o cent ro financiero y com ercial indisput ado del m undo, y debilit ar al I m perio Chino. Las t eorías del " libre com ercio"

175

florecieron especialm ent e en esa época, la prim era m it ad del siglo XI X, dado que const it uían una poderosa arm a ideológica para que China no prohibiera las im port aciones de opio ni les cargara arancel alguno a pesar de la alt ísim a nocividad de esa droga. Buena part e de t oda la ideología liberal alrededor del individualism o y el libre com ercio se basa en esas necesidades com erciales y geopolít icas que los brit ánicos em pezaron a experim ent ar, y no sólo con China, t ras la definit iva derrot a de Napoleón Bonapart e en 1814. Dent ro de est e cuadro en el que Londres era la m et rópolis m undial, su esquem a de dom inio del planet a se com plet aba con el com ercio de esclavos y la com pra de m at erias prim as m uy barat as a fin de m ant ener la solidez que la indust ria brit ánica venía experim ent ando desde la revolución indust rial de m ediados del siglo XVI I I . Si bien esos bienes indust riales no podían ser vendidos en China, Europa era un

com prador

incondicional y

los Est ados Unidos t am bién

los

necesit aban. Por lo t ant o, el cuadro com ercial y financiero brit ánico se com plet aba con el t ráfico de esclavos desde África a los Est ados Unidos, la com pra de m at erias prim as nort eam ericanas y provenient es de sus propias colonias —las cuales result aban m uy barat as al ser producidas con m ano de obra esclava—, la t ransform ación de esas m at erias prim as en Gran Bret aña, y la vent a de sus product os indust riales t ant o en Europa com o en los Est ados Unidos a cam bio de oro m et álico. Dent ro de est e esquem a, ent onces, el esclavism o nort eam ericano era funcional a los int ereses brit ánicos, y la derogación de la esclavit ud que Abraham Lincoln prom ulgó desde el inicio de su m andat o increm ent aría considerablem ent e los cost os de las m at erias prim as que Gran Bret aña com praba en los Est ados Unidos consolidando a ese país com o un im port ant e rival com ercial e indust rial. 13 Ésa fue una causa fundam ent al de la decisión t om ada por la elit e inglesa para financiar a los est ados agrícolas y esclavist as sureños a fin de que declararan su independencia del Nort e indust rialist a, se arm aran hast a los dient es y sost uvieran la cruent a guerra civil. En realidad, la banca inglesa financió en un inicio a am bos bandos, t al cual era su cost um bre, pues podía obt ener variados beneficios con una larga confront ación. La nación percibida com o rival —los Est ados Unidos— podía debilit arse m uy considerablem ent e, t al com o ocurrió. Pero los obj et ivos iban m ucho m ás allá: el deseo brit ánico era dividir a los Est ados Unidos en dos países diferent es o propiciar un t riunfo de los est ados sureños con la consecuent e readm isión legal del sist em a económ ico esclavist a. A pesar de financiar la com pra de arm as por part e de am bos ej ércit os, el Sur era m ucho m ás " dom est icable" respect o de los int ereses brit ánicos que el díscolo y peligroso Nort e. No hay que olvidar, com o hem os dicho ant es en referencia al post erior asesinat o de McKinley, que el Part ido 13

Más aún, cerca de t reint a años ant es de la Guerra Civil, I nglat erra veía com o pr incipal enem igo al Sur y no al Nort e, dado que el algodón sureño com pet ía en el m undo con éxit o frent e al que los ingleses cosechaban con m ano de obra no m enos esclava en I ndia.

176

Dem ócrat a est aba cont rolado financieram ent e por un agent e de la casa Rot hschild que ni siquiera podía evit ar que lo t ildaran de t al: August Belm ont . Y es que hast a bien ent rado el siglo XX, m ás precisam ent e hast a la depresión de los años t reint a, el part ido que defendía los int ereses de los pobres y los desposeídos en los Est ados Unidos en general no era el Dem ócrat a ( salvo durant e el cort o liderazgo de William Jennings Bryan) , com o supuest am ent e lo es hoy, sino el Republicano. Fue Franklin Delano Roosevelt durant e sus largas presidencias ( 1932- 1945) quien int roduj o ese cam bio al dar t rabaj o a negros y pobres con polít icas keynesianas para salir de la recesión. No es casual ent onces que casi t odos los president es m uert os asesinados ant es

de

Kennedy

( Lincoln,

Garfield,

McKinley

y

Harding)

fueran

t odos

republicanos. Hast a la irrupción de Franklin Delano Roosevelt el " part ido de la gent e com ún" era el Republicano, de Lincoln, prim er president e de esa recién nacida organización. Obviam ent e no dej a de ser ciert o que el Part ido Republicano em pezaría a ser t am bién un m uy sólido aliado de la elit e desde que en 1901 Theodore Roosevelt accedió al poder. Una m uest ra de est a m ayor independencia de los republicanos la daba Lincoln durant e la propia Guerra Civil, dado que fue él quien decidió dej ar de t om ar deuda con la banca brit ánica, que result aba especialm ent e onerosa para los Est ados Unidos dados los alt os int ereses que im ponía, y a em it ir una m oneda nacional sin respaldo en oro ni plat a ( t al com o hoy ocurre con t odas las m onedas del m undo) : el " greenback" , originariam ent e llam ado así por su color, dado que su prim era función fue pagar al Ej ércit o, cuyo uniform e era verde. Esa decisión de Lincoln t erm inó de enfurecer a la elit e inglesa —ya dist anciada de él por sus polít icas ant iesclavist as y ant ilibrecam bist as— y selló su suert e: se había convert ido en un personaj e incont rolable para la elit e y podía llegar, t ras la guerra, a decidir cont inuar con las em isiones de " greenback" , con lo cual los Est ados Unidos —si seguían unificados com o nación— podrían independizarse financieram ent e de la t ut ela brit ánica, basada en el anclaj e de las diversas m onedas al oro o la plat a, que físicam ent e eran " cust odiados" sobre t odo por los bancos ingleses y en Londres. Lincoln est aba bast ant e m ás solo de lo que se cree —com o m uchos años m ás t arde lo est aría Kennedy— y ya durant e la propia Guerra Civil recibía presiones, a veces de su propio part ido, a fin de hacer concesiones a la banca brit ánica. Frut o de esas presiones nació la Nat ional Banking Act ( Ley de la Banca Nacional) m ediant e la cual se creaba una especie de banco cent ral nort eam ericano ant erior al FED. Ese banco cent ral era privado com o su sucesor, y sus acciones est aban en m anos de la banca inglesa y sus agent es m ás prom inent es de Wall St reet . Sin em bargo, Lincoln y sus part idarios habían logrado que el m ism o t uviera severas lim it aciones: en prim er lugar, la em isión de papel m oneda est aba lim it ada y supervisada por el Congreso; en segundo lugar, si bien se est ipulaba que el Est ado deposit aría en él sus reservas, ello no revest ía un caráct er obligat orio. En

177

t ercer lugar y en form a m uy im port ant e, no se t rat aba de un banco m onopolist a en la em isión de papel m oneda. Com o se observa, la elit e inglesa y su socia m enor de Wall St reet habían conseguido sólo a m edias su obj et ivo de cont rolar la em isión de m oneda y las reservas m et álicas de los Est ados Unidos. Por lo t ant o no sólo la previa em isión de " greenback" ponía a los banqueros ingleses en una act it ud m uy recelosa acerca de Lincoln. Las leyes bancadas delinedas por él les hacían suponer que t arde o t em prano su presencia a la cabeza de los Est ados Unidos se convert iría en un grave problem a. En esas circunst ancias, si el Nort e vencía, las consecuencias iban a result ar aún peores. Fue precisam ent e por est a causa que, en las post rim erías de la guerra, en Gran Bret aña se llegó a pensar m uy seriam ent e en int ervenir m ilit ar y oficialm ent e a favor del Sur. Fue la act it ud del zar Alej andro I I

—asesinado años m ás t arde—, quien am enazó

claram ent e a los ingleses con ayudar t ant o económ ica com o m ilit arm ent e a Lincoln en caso de que int ervinieran, lo único que los disuadió de part icipar sin ningún pret ext o serio en una confront ación aj ena, m ot ivada y financiada por ellos. Era t an serio el conflict o ent re el gobierno y la escuadra form ada por la banca inglesa en general y con su aliada de Wall St reet , que aun durant e la guerra y poco ant es de ser asesinado en 1865, pronunció una frase célebre en un discurso efect uado luego de no poder evit ar que la Nat ional Banking Act , int roducida en el Congreso por iniciat iva de Salom on Chase, secret ario del Tesoro hast a 1864 y agent e de los Rot hschild en los Est ados Unidos ( el Chase Manhat t an Bank, hoy J. P. Morgan- Chase, fue baut izado en su honor) . Dij o Lincoln: El poder del dinero es un parásit o de la nación en t iem pos de paz, y conspira cont ra ella en t iem pos de guerra. Es m ás despót ico que las m onarquías, m ás insolent e que las aut ocracias y m ás egoíst a que las burocracias. Veo en el cort o plazo una crisis aproxim ándose que m e inquiet a y m e hace t em blar por el fut uro de la nación: las corporaciones han sido ent ronizadas, una era de corrupción en los m ás alt os cargos le seguirá. El poder del dinero int ent ará prolongar su reinado t rabaj ando ent re los prej uicios del pueblo hast a que la riqueza sea acum ulada por unas pocas m anos y la república sea dest ruida. En 1865 Lincoln acababa de ser reelect o, cosa im pensable unos m eses ant es dado que no se preveía la rápida derrot a del Sur hacia m ediados de 1864, lo que increm ent aba su im popularidad. Lincoln ya est aba t ot alm ent e enfrent ado a los int ereses de la indust ria londinense, que quería algodón barat o del Sur y export ar sin t rabas sus product os indust riales a los Est ados Unidos, pero m ás enfrent ado aún est aba con la banca brit ánica y m uy buena part e de los int ereses de su sat élit e, Wall St reet . El repunt e de su popularidad ant es de las elecciones de finales de 1864, y su vict oria en las m ism as, t am bién iban a significar su t um ba. Dent ro de

178

los est rechos m árgenes en los que se m ovía, Lincoln sólo pudo seleccionar com o vicepresident e a Andrew Johnson, un dem ócrat a sureño, de aquel part ido lleno de polít icos generalm ent e racist as y socios incondicionales de la banca inglesa en aquella época. La elit e se puso m uy cont ent a ent onces, dado que bien podía aprovechar su vict oria y a la vez preparar su pront o ent ierro sin poner en j aque el " sist em a republicano dem ocrát ico" de los Est ados Unidos. El asesinat o de Lincoln se llevó a cabo días después del fin de la guerra, en el t eat ro Ford. Un act or, John Wilkes Boot h, lo asesinó de un t iro por la espalda, se lanzó al escenario y ant e la sorprendida concurrencia exclam ó: " Así m ueren los t iranos. El Sur ha sido vengado" , t ras lo cual huyó. En lo que respect a al asesinat o de Lincoln, nadie puso en duda de que se t rat ó de una conspiración, dado que un grupo de personas fue ahorcado a los pocos m eses por com plicidad con Boot h. Pero se t rat ó de ot ra pist a falsa. Todos los aj ust iciados parecen haber sido perej iles. El problem a, que nunca se dilucidó oficialm ent e, a lo cual cont ribuyeron t ant o la prensa nort eam ericana com o los hist oriadores oficiales, fue ent ender cuáles habían sido los reales alcances de la conspiración. Todo indica que sólo se cort aron los escalones m ás baj os de la m ism a, si es que fueron en sí m ism os escalones. Se sabía que los servicios secret os de los est ados sureños —organizados a im agen y sem ej anza de los brit ánicos— hacía t iem po est aban planeando m at ar a Lincoln, con arreglo a esos fines se habría ut ilizado una sociedad secret a llam ada " Knight s of t he Golden Circle" ( Caballeros del Círculo Dorado) . Est a oscura sociedad ya había cam biado t res veces de nom bre en sólo unas pocas décadas de vida y ello m uest ra la gran habilidad de las sociedades secret as para aparecer y desaparecer sin disolverse. El cam bio de nom bre t orna inocent e a la nueva sociedad respect o de los crím enes convert idos por la ant erior. De hecho, apenas producida la m uert e de Lincoln,

el

m ism o

año

de

1865,

la

m ism a

volvió

a

cam biar

de

nom bre

( ¿casualidad?) , y baj o la const ant e asesoría del general sureño Albert Pike —el m asón m ás im port ant e del m undo en aquella época, j unt o al it aliano Giuseppe Mazzini— se convirt ió en el Ku Klux Klan. Pero no bast aba con que una poderosa sociedad secret a est uviera det rás del asesinat o: se necesit aba un alt o grado de com plicidad int erna para que fuera llevado a cabo. Al respect o Edwin St ant on, el propio secret ario de guerra de Lincoln, oposit or suyo varias veces durant e la guerra, habría sido uno de los principales t raidores, ya que ret iró a Lincoln la cust odia personal que t enía al m om ent o de dirigirse al t eat ro Ford, dist ribuyó inicialm ent e a la prensa fot os del herm ano de John Wilkes Boot h —en vez de las del propio asesino— cosa que lo t ornó irreconocible y por lo t ant o inhallable, prohibió al general Ulysses Grant que concurriera al t eat ro Ford aquella noche dado que ést e debía sent arse al lado de Lincoln y su fuert e cust odia podía llegar a im pedir el asesinat o y, por si ello fuera poco,

liberó

un

cam ino

de

salida

de

Washingt on,

curiosam ent e

elegido

" int uit ivam ent e" por Boot h, quien pudo escapar.

179

Si bien la hist oria oficial señala que un policía pudo ubicar y m at ar a Boot h a m uchos kilóm et ros del lugar del hecho, lo ciert o es que nadie presenció el episodio ni reconoció el cuerpo ni siquiera durant e el j uicio que se desarrolló sobre el caso, dado que St ant on se negó a declarar dónde est aba la t um ba. Según ot ras crónicas habría huido a Gran Bret aña, donde habría vivido el rest o de sus días de m anera m uy luj osa, no sin ant es visit ar a su m adre resident e en los Est ados Unidos, según señala su propia parient e I zola Forrest er en su libro de los años veint e t it ulado This One Mad Act ( Est e act o de un loco) y " desaparecido" rápidam ent e de librerías. La com plicidad del Sur y de la banca de Londres en el asesinat o de Lincoln va m ás allá de t oda duda. La orden final la habría dado el m inist ro de Finanzas del Sur, Judah Benj am in, est recham ent e ligado al clan Rot hschild. La com plicidad del vicepresident e Andrew Johnson t am bién es señalada por m uchos aut ores, dado que luego de m uchos años se descubrió que había sido " com pañero de andanzas" de Boot h m ucho t iem po ant es en el est ado de Tennessee, donde hast a int ercam biaban sus am ant es. Más aún, el propio Boot h dej ó una t arj et a personal con una inscripción m anuscrit a en el hot el donde se hospedaba Johnson el día ant es del asesinat o, la cual luego fue descubiert a en el bolsillo de su t raj e. Y las cosas no t erm inan ahí, en un escándalo que com o vem os t om a ribet es de sainet e. Sim on Wolf, j efe de B’nai B’rit h, ot ra organización secret a est recham ent e ligada con los int ereses de la banca londinense, adm it ió m uchas décadas m ás t arde en su obra President s I have known ( President es que conocí) que el día del asesinat o t om ó unas copas con Boot h y conversó un buen rat o con él —a pesar de no conocerlo de ant es— sólo por no ser descort és. Lo m ás curioso es que en la m ism a obra de 1918, no reedit ada, Wolf señala que su propio parecido físico con Boot h, que era realm ent e sorprendent e, lo llevó a posar para un pint or que quería ret rat ar el asesinat o de Lincoln en la escena del crim en. Raya con lo onírico, pero lo ciert o es que el com pañero de copas de Boot h del día del at ent ado t erm inó realizando para la ficción lo que su desconocido- conocido ej ecut ó en la realidad. Por si ello fuera poco, cabe pregunt arse si horas ant es de com et er el asesinat o, Boot h est aba lo suficient em ent e relaj ado y no t enía nada m ej or que hacer que t om arse unas copas y charlar con un desconocido que " casualm ent e" era j efe de una sociedad secret a cont rapuest a a los int ereses de Lincoln. Adem ás, debem os señalar que t ant o St ant on com o el propio vicepresident e de Lincoln, Andrew Johnson, eran t am bién m iem bros de sociedades secret as. Am bos figuran en la m ism a list a de prom inent es m asones que el especialist a m asónico Alien E. Robert s m uest ra en su obra House Undivided ( sugest ivam ent e La Casa I ndivisa) , en la que m uest ra que los m asones del Nort e y del Sur se ayudaron t odo el t iem po ent re sí durant e la Guerra Civil, im pidiendo que las logias fueran quem adas en los sit ios y asalt os de diversas ciudades, m ient ras que las dem ás propiedades eran a veces devast adas hast a los cim ient os. Debem os repet ir que es

180

bien sabido que al m enos desde 1717, el j efe m áxim o de la m asonería m undial es, al m enos en t eoría, la Corona brit ánica, y que su obra est á al servicio de los int ereses financieros brit ánicos ( y ahora est adounidenses) por m ás que los propios m asones, m uchas veces engañados en su buena fe, no lo sepan com o parece ser en la gran m ayoría de los casos, o sim ulen no hacerlo. Lo ciert o es que con el asesinat o de Lincoln y el acceso al poder de su vicepresident e sureño Andrew Johnson, se dej aron de em it ir " greenbacks" sin respaldo, se rescat aron t odas las em isiones ant eriores por m oneda con respaldo en plat a y oro, com o Londres y su banca deseaban, y se prom ulgó una Ley de Quiebras en t odo el país que facilit ó enorm em ent e que los t errat enient es de enorm es lat ifundios del Sur, t écnicam ent e quebrados por la guerra, pudieran m ant ener la propiedad de sus cuant iosas t ierras. 14 ¿Para los esclavos ent onces, qué? Bueno: la libert ad de volver a elegir al m ism o am o com o pat rón. Por eso, la t ierra, ahora en vez de ser t rabaj ada por esclavos lo era por libert os que seguían viviendo en las m ism as —y a veces, m ucho peores— desast rosas condiciones que ant es. Va quedando claro ent onces con los asesinat os de Kennedy, Lincoln, McKinley, Garfield y Harding, y la expulsión de Nixon del poder, lo peligroso que puede result ar para la elit e el enem igo int erno en el m áxim o cargo de los Est ados Unidos. Ocurre que un enem igo int erno es a la vez real y poderoso. La elit e globalist a necesit a que los enem igos sean fict icios, m anufact urados com o Al Qaeda, o

bien

reales

pero

m uy

dependient es,

y

por

lo

t ant o,

poco

poderosos

económ icam ent e, com o la Unión Soviét ica. Con el enem igo int erno, la elit e t iene una sola vía de acción: lo elim ina sin piedad y lo ant es posible. Y aún hay m ás casos.

La m u e r t e de Za ch a r y Ta ylor : u n e nigm a de 1 4 1 a ñ os Para ent ender por qué el Part ido Dem ócrat a nort eam ericano hoy es sim plem ent e una parodia de oposición a las duras polít icas de hegem onía global que desarrolla el Part ido Republicano es necesario conocer su m ás rem ot a hist oria. Cuando el Part ido Ant im asón Nort eam ericano, se fusionó con el Part ido Nacional Republicano hacia m ediados de la década de 1830, se conform ó el llam ado " Part ido Whig" , cuyo líder nat ural fue Henry Clay hast a 1850. Clay era un fervient e ant ibrit ánico y un verdadero nacionalist a. Él y su desaparecido Part ido Whig propugnaban t res m edidas program át icas básicas, que fueron denom inadas en aquella época " Sist em a Am ericano" : 15 a) un alt o arancel aduanero a fin de prot eger 14

15

Véase The Reconst ruct ion of t he Sout hern Debt ors, de Elizabet h Thom son. Al respect o véase ht t p: / / en.wikipedia.org/ wiki/ Am er ican_Syst em _( econom ic_plan) .

181

a los Est ados Unidos de las im port aciones barat as de I nglat erra, que im pedían el desarrollo indust rial nort eam ericano; b) un banco cent ral nacional em isor de m oneda que hiciera a los Est ados Unidos independient es financieram ent e de los bancos de la Cit y londinense, y c) una m ej ora de la infraest ruct ura nort eam ericana para m ej orar el com ercio int erno y unificar a los Est ados Unidos com o nación. El part ido

rival

al

denodadam ent e

Whig cont ra

era esa

nada

m enos

agenda

que

el

nacionalist a

Dem ócrat a, y

pret endía

que

luchaba

acent uar

la

dependencia de los Est ados Unidos hacia Gran Bret aña. Clay nunca llegó a ser president e, a pesar de ser candidat o cinco veces, pero varios de sus correligionarios sí lo fueron. Uno de ellos, Zachary Taylor, ganó las elecciones de 1848. Aunque Taylor nunca propugnó verdaderam ent e el program a nacionalist a whig, se m ant uvo m uy firm e en un principio básico: era, al m enos en form a relat iva, ant iesclavist a. Fom ent ó act ivam ent e la fundación de los act uales est ados de California y Nuevo México a part ir de su ant iguo est at us de t errit orios, e im pulsó que am bos prohibieran la esclavit ud, 16 cosa que fue decret ada en California durant e su vida, t erm inada ant es de finalizar el m andat o. Los grandes lat ifundist as sureños, basam ent o del Part ido Dem ócrat a, se oponían fuert em ent e a la agenda abolicionist a de Taylor, quien de no haber m uert o en m ist eriosas circunst ancias durant e su presidencia podría haber ido aun m ucho m ás allá cont ra los int ereses probrit ánicos del Sur esclavist a. El est ado de t ensión ent re Taylor y el Sur era enorm e, dado que ya en aquel ent onces el Sur am enazó con la secesión, y Taylor a su vez respondió con una clara advert encia de que est aba dispuest o a com andar al ej ércit o cont ra cualquier est ado sureño que se sublevara. Con la m uert e de Taylor, que durant e m uchos años se especuló com o debida a una gast roent erit is, al cólera o a la fiebre t ifoidea, accedió al poder su vicepresident e, un whig dem ocrát ico: Millard Fillm ore, quien firm ó el denom inado " Com prom iso de 1850" , 17 al que se oponía Taylor, según el cual se respet aban las garant ías esclavist as de t odos los est ados sureños y hast a se ponían a disposición de los t errat enient es las t ropas federales para que persiguieran a los esclavos fugados hacia el Nort e ( Fugit ive Slave Act ) . Fillm ore, sin em bargo, debió t olerar el hecho consum ado de que la esclavit ud no exist iera en California. Su frase m ás fam osa es: Dios sabe que det est o la esclavit ud, pero es un m al exist ent e. Debem os hacerla perdurar y prot egerla com o si est uviera garant izada por la Const it ución. 18

16

17

18

Véase ht t p: / / en.w ikipedia.org/ w iki/ Zachary_Taylor. Véase ht t p: / / en.w ikipedia.org/ w iki/ Com prom ise_of_1850. Véase ht t p: / / en.w ikipedia.org/ w iki/ Millard_Fillm ore.

182

El enigm a de la causa de la m uert e de Zachary Taylor se resolvió m ás de un siglo después, cuando en 1991 su cuerpo fue exhum ado para realizarle una aut opsia debido al punt o al que habían llegado las sospechas sobre su m uert e. Los m édicos encont raron arsénico.

D e bu t y de spe dida de l pr e side n t e W illia m H a r r ison Si hubo un president e nort eam ericano que duró lo que un lirio, fue precisam ent e William Henry Harrison. Su presidencia duró 30 días, 11 horas y 30 m inut os. 19 Ya hem os com ent ado cóm o desde m ediados de la década de 1830 Henry Clay venía inst alando en la sociedad nort eam ericana una agenda claram ent e nacionalist a y ant ibrit ánica. En las elecciones de 1840 se perfilaba claram ent e com o ganador. Su popularidad est aba en el cénit . Fue precisam ent e por esa causa, para que Clay no ganara las elecciones —t al com o hem os vist o que sucedería m uchos años m ás t arde con William Jennings Bryan— que los socios nort eam ericanos de I nglat erra propugnaron la candidat ura de William Harrison en el part ido Whig, dest inado a ganar las elecciones por la gran im popularidad del gobernant e Part ido Dem ócrat a m erced a la gran crisis económ ica de 1837. Harrison era un ant iguo héroe de la guerra de 1812 cont ra Gran Bret aña y por esa causa era m uy popular siendo el único capaz de derrot ar en una int erna part idaria a Henry Clay en 1840. Pero t am bién era un hom bre ya m ayor para aquella época: cont aba con 67 años. Fue así com o el propio día de su nom bram ient o com o president e, Harrison em pezó a m orirse. Pronunció el discurso inaugural m ás largo de la hist oria nort eam ericana, que duró m ás de dos horas. Y duró en el cargo pocas horas m ás de un m es, dado que el 4 de m arzo de 1841, el m ism o día que j uró, cont raj o una sim ple gripe product o del frío invernal, m ient ras est aba dando su discurso. A raíz de la gripe, Harrison se recluyó en la Casa Blanca, en la que sólo llegaría a prom ulgar

una

única

pero

cont undent e

m edida:

un

llam ado

a

sesiones

parlam ent arias ext raordinarias, cosa que le exigía —y logró— su enem igo polít ico y co- part idario Henry Clay a fin de aplicar el denom inado " Sist em a Am ericano" . Tras ese llam ado ext raordinario al Congreso, claram ent e cont rario a los int ereses de Londres en los Est ados Unidos, m urió de sept icem ia generalizada, enferm edad severa en la cual m uy raram ent e deviene una sim ple gripe por t om ar frío una m añana. Claro que los m édicos pueden haber ayudado a la m et am orfosis de una enferm edad leve en una m ort al: lo t rat aron con opio, aceit e de cast or, plant as ext rañas y hast a serpient es. 20 Lo ciert o es que su vicepresident e, John Tyler, 19

20

Véase ht t p: / / en.wikipedia.org/ w iki/ Wlliam _Henry_Harrison. Véase ht t p: / / en.wikipedia.org/ w iki/ William _Henry_Harrison.

183

asum ió la presidencia y la prim era y m ás im port ant e m edida de t odo su oscuro m andat o fue anular el llam ado a sesiones ext raordinarias del Congreso y elim inar así t oda posibilidad de aplicación de la progresist a aplicación de las ideas de Henry Clay que const it uían el " Sist em a Am ericano" . Tyler m aniobró de m anera incansable para im pedir la creación de un banco cent ral nort eam ericano aj eno a los int ereses ingleses. Gran Bret aña, ent onces, seguía m anipulando desde las som bras la polít ica int erna, la econom ía y las finanzas de su supuest a ex colonia, t al com o ant es de 1776, pero sin cargar con los cost os que im pone el gobierno colonial a una m et rópoli.

La de pe n de n cia de la I n de pe n de n cia N or t e a m e r ica n a Llegado est e punt o, nace una pregunt a: ¿por qué el " enem igo int erno" ha sido m uchas veces un president e nort eam ericano? En realidad m uchos ot ros m agnicidios ocurridos en ot ros países t am bién han sido com et idos por agent es de la elit e y las sociedades secret as ( los zares Alej andro I I —aliado de Lincoln— y Nicolás I I —enem igo de la elit e financiero- pet rolera—) , la Casa Borbón en Francia ( la caída y post erior m uert e de Luis XVI en Francia) , y el heredero del I m perio Aust roHúngaro ( Francisco Ferdinando) en Saraj evo en 1914, son apenas algunos de los m uchos casos en los que la elit e y las sociedades secret as que les sirven act uaron liquidando físicam ent e a un j efe de Est ado enem igo. Pero en ninguno de est os casos se t rat aba de un " enem igo int erno" , sino de obst áculos para im plem ent ar la agenda globalist a que desde hace cent urias t iene la elit e, y desde hace m ilenios inspira a las sociedades secret as. Un president e nort eam ericano es ot ra cosa, es alguien que desde adent ro, y m uy arriba, en el propio corazón de la est ruct ura de poder, puede dañar seriam ent e la im plem ent ación de dicha agenda. Para ent ender est o adecuadam ent e es necesario ent onces saber lo que realm ent e son los Est ados Unidos. De ot ra m anera, no queda claro por qué nos referim os a los casos cit ados en est e capít ulo com o " enem igos int ernos" de la elit e, diferenciados de ot ros j efes de Est ado que eran sólo " enem igos" a secas. Para la hist oria oficial, los Est ados Unidos son independient es desde el 4 de j ulio de 1776, cuando se declaró form alm ent e la separación de la Corona brit ánica. Oficialm ent e ent onces, el 4 de j ulio de 1776 nació un nuevo país, soberano e independient e, en el cual se im pusieron por prim era vez en la m odernidad — rem arquem os est o, que luego cobrará ot ra dim ensión— los ideales republicanos, dem ocrát icos y del capit alism o de libre com pet encia y libre em presa. Ahora bien:

¿cuál es el hecho que precipit ó est o? En las colonias

nort eam ericanas había un ciert o clim a de agit ación social cont ra la Corona brit ánica. Por lo m enos desde principios del siglo XVI I I se habían inst alado en las m ism as una buena cant idad de m iem bros de sociedades secret as, especialm ent e m asones, provenient es de Gran Bret aña, y es preciso recordar que los m ism os

184

profesaban los ideales de " libert ad, igualdad y frat ernidad" propios de la m asonería y eran profundam ent e ant im onárquicos y enem igos de los privilegios económ icos de la Corona. Esos int ereses de las sociedades secret as est aban m uy ent relazados t ant o en las colonias nort eam ericanas com o en I nglat erra con la llam ada Brit ish East I ndia Com pany, dado que la corona era socia m inorit aria de la m ism a, en la cual habían invert ido m uy fuert em ent e los principales banqueros y com erciant es brit ánicos. Por lo t ant o, ser m iem bro de una sociedad secret a y a la vez t om ar part ido por los int ereses de la Brit ish East I ndia Com pany ( BEI C) eran cosas no sólo perfect am ent e com pat ibles y usuales sino t am bién com unes. Pero ocurre que la fuent e de m uchos conflict os ent re las colonias y la Corona eran los im puest os especiales sobre los product os que la propia BEI C export aba desde I nglat erra o desde I ndia a Nort eam érica. Ello ocasionaba un perj uicio t ant o a la BEI C com o a los consum idores de las colonias, que vivían una vida llena de penurias dado que aum ent aban el precio de los product os y dism inuían el volum en del com ercio y las ganancias de la BEI C, que aunque t enía al rey com o socio m inorit ario, veía cóm o el m onarca ent orpecía su act ividad con el fin de aum ent ar su pat rim onio personal. Cabe acot ar aquí que m ient ras algunos t errit orios brit ánicos de ult ram ar eran posesión direct a del rey de Gran Bret aña, com o las colonias nort eam ericanas hacia las cuales se obligaba a enviar dinero y diversos bienes, ot ros com o la I ndia est aban baj o adm inist ración y gobierno direct o de la BEI C. Por lo t ant o, en Nort eam érica la BEI C no t enía la libert ad de acción, m ovim ient o y com ercio que gozaba en ot ras part es del I m perio. Ello hizo que m erced a los est rechos lazos de las sociedades secret as brit ánicas y nort eam ericanas por un lado, y la BEI C por el ot ro, se fuera gest ando en las colonias nort eam ericanas un am bient e m uy poco favorable al rey y se fuera considerando la posibilidad de la independencia, im plant ando así un sist em a que a la vez favoreciera los ant iquísim os ideales de las sociedades secret as. Cuando en 1776 el rey decret ó un alt o im puest o al t é indio que la BEI C vendía en las colonias nort eam ericanas, la respuest a de ést as fue com plot ar cont ra la Corona y declarar la independencia. Ent onces se form ó el independent ist a " Bost on Tea Part y" , est recham ent e ligado a la BEI C. Para m uchos hist oriadores, de la t alla de Art hur Schlesinger, el asunt o del t é fue sólo un pret ext o de un grupo con una agenda secret a. 21 La prueba irrefut able de la act ividad de las sociedades secret as en la independencia es que los m iem bros del " Bost on Tea Part y" eran conocidos nada m enos que com o " Brazos de la Masonería" ( " Free- m asons Arm s" ) , que se reunían secret am ent e en la Green Dragon Tavern, t am bién llam ada " Cuart el de la Revolución" , y preparaban la independencia acusando a la Corona de que se

21

The Colonial Merchant s and t he Am er ican Revolut ion, Art hur Meier Schlesinger , Nueva York, 1939.

185

los som et ía a " Taxat ion wit hout Represent at ion" , es decir que se les cobraban im puest os pero no se les daba represent ación en la Cám ara de los Com unes. Es necesario rem arcar que en el m ism o año de 1776, unos pocos m eses ant es, nacía en Alem ania, y se propagaba casi en form a inm ediat a a las colonias nort eam ericanas y a t oda Europa el m uy violent o y radicalizado grupo secret o de los I llum inat i de Baviera, infilt rado t am bién en la m asonería, financiado por la casa bancaria Rot hschild y con un ideario revolucionario que com part ía por ent ero la filosofía de los " padres de la pat ria" m asones nort eam ericanos. Ahora bien, t odo ese clim a revolucionario y de agit ación cont ra el rey no significaba de m anera alguna la rupt ura de relaciones con la BEI C. Todo lo cont rario, abarat aba el com ercio ent re ést a y las colonias nort eam ericanas. Más aún, m uchos aut ores consideran en est e punt o que la idea inicial era convert ir las colonias en corporaciones, algo sim ilar a lo que era la I ndia. Es por t odo est o que no debe llam ar en lo m ás m ínim o la at ención que las nuevas e independient es colonias nort eam ericanas adopt aran la propia bandera de la BEI C, que const aba de 13 rayas horizont ales roj as y blancas con una cruz roj a con fondo blanco —cruz de San Jorge, la bandera real inglesa, donde hoy se sit úan las 50 est rellas de la bandera de los Est ados Unidos—, m odificada en sólo un det alle: en el ángulo superior izquierdo figuraban las 13 est rellas de las 13 colonias nort eam ericanas iniciales. Tam poco debe llam ar la at ención ent onces que de los 20 prot agonist as de la independencia nort eam ericana nacidos en las colonias, diez hayan sido m asones confirm ados, cinco m uy probablem ent e lo eran dado que hablaban bien de esa organización secret a —aunque no ha quedado prueba docum ent al de su afiliación—, no se sepa nada de cuat ro, y se t enga la cert eza de la exist encia de un solo hum anist a no m asón. 22 A ello hay que sum arle que el principal referent e ext ranj ero de la revolución nort eam ericana, el m arqués de Lafayet t e, t am bién era m iem bro de la m asonería. 23 Menos aún debe llam ar la at ención que George Washingt on haya sido no sólo m asón sino j efe de la m asonería, que j urara su cargo presidencial sobre un ej em plar de la Biblia m asónica, sobre la que luego j uraron t odos los president es nort eam ericanos, salvo uno. 24

22

Los diez m asones confir m ados fueron George Washingt on, Benj am in Franklin, Et han Allen, Edm und Burke, John Claypole, William Daw s, John Hancock , John Paul Jones, Robert Liv ingst one y Paul Rev ere. Los cinco probables m asones fueron John Adam s, Sam uel Adam s, Thom as Jefferson, Jam es Madison y Daniel Webst er . Los cuat ro de los que no se sabe nada, Nat han Hale, Benj am ín Harrison, Pat rick Henry y Francis Scout Key. El hum anist a fue Thom as Paine.

23

Lafayet t e habría iniciado a Francisco de Miranda en la Masonería en 1783, lo que abre varias suspicacias a los fines de la hist oria hispanoam er icana, dado que Miranda habría fundado la logia " Gran Reunión Am ericana" , y quizá t am bién la logia " Laut aro" .

24

Con la excepción de George W. Bush en el año 2000. El día era m uy lluv ioso, se t em ía que la Biblia de Washingt on se dañara y Bush j uró sobre un libro que llevó su padre de su bibliot eca personal.

186

La propia arquit ect ura y el diseño urbano de la capit al nort eam ericana, Washingt on DC, es ínt egram ent e m asónico y de aut oría de la Gran Logia de Maryland. 25 Com o m ínim o la m it ad de sus 43 president es han sido m asones, y un buen núm ero de los que no lo fueron, al m enos pert enecieron o lo hacen —com o George Bush— a sociedades secret as. En el caso de Bush, pert enece a Skull & Bones, descendient e de los I llum inat i de Baviera. 26 Com o se ve ent onces, los int ereses de las sociedades secret as, la BEI C y la banca londinense est aban est recham ent e ligados, y no eran cont rarios ent re sí. La disput a no era con Gran Bret aña ni cont ra los int ereses económ icos de los bancos y com pañías com erciales, sino cont ra la Corona. Quizás ello explica m ej or por qué George Washingt on le ganó la decisiva bat alla de Yorkt own en 1781 al inglés Cornwallis ( quien de t odas m aneras capit uló en la bat alla, pero no se rindió en la guerra) asegurando la independencia nort eam ericana, y por qué Cornwallis " dej ó escapar" varias oport unidades para derrot ar al casi indefenso, por m om ent os, ej ércit o revolucionario en diferent es fechas ant eriores. Se abren ent onces t odo t ipo de suspicacias cuando post eriorm ent e a est e fracaso la BEI C lo nom bró en un alt ísim o cargo en la I ndia. Quien siga descreyendo aún del rol definit orio que las sociedades secret as han t enido en el advenim ient o de los Est ados Unidos puede darle una hoj eada a la cart a que Thom as Jefferson le escribió a George Mason en Filadelfia el 4 de febrero de 1791. Decía: No puede negarse que ent re nosot ros hay una sect a que cree que cont ener cualquier cosa 27 es perfect o en las inst it uciones hum anas. 28 Los m iem bros de esa sect a t ienen nom bres y cargos considerados en alt a est im a por nuest ros com pat riot as. 29

25

26

Véase The Secret Ar chit ect ure o f our Nat ion Capit al de David Ovason, Harper, 2004. Véase Hit ler ganó la guerra, cap. I V.

27

El t ér m ino " cont ener cualquier cosa" ( " t o cont ain what ever" en el original) significaría que dicha " sect a" expresam ent e m encionada, pero sólo aludida en su nom bre —quizás por t em or personal— por Jeffer son, no discr im ina de m anera alguna ent re lo bueno y lo m alo, y sus m iem bros cr een que lo perfect o debe cont ener am bas cosas.

28

El ot ro nom bre de los I llum inat i de Baviera era " Sociedad de los Per fect ibilist as" . Jefferson escribía est as palabras aludiendo, presunt am ent e no sólo a los I llum inat i de Baviera sino t am bién a Alexander Ham ilt on, quien, com o Secr et ario del Tesor o, propugnaba, por t odos los m edios, la generación de un banco cent ral privado nort eam er icano único em isor de m oneda ( que m uy pront o ex ist ir ía y ser ía ya el segundo de los ant ecesores del FED: el Fir st Bank of t he Unit ed St at es) , y la em isión de deuda pública. Ham ilt on servía, sabiéndolo o no, a los gr andes int ereses de la banca brit ánica en los recient em ent e independient es Est ados Unidos. Una v ez m ás, ent onces, v em os cóm o los grandes int er eses financieros y los de las sociedades secr et as m ás im por t ant es han ido de la m ano con el correr de los t iem pos. 29

Véase Jefferson versus Ham ilt on de Noble Cunningham , Bedford, 2000.

187

Pero volviendo ent onces con lo cent ral, no bien finalizada la guerra ent re los Est ados Unidos y Gran Bret aña en 1781, las relaciones ent re am bas naciones se t ornaron m ucho m ás am ist osas de lo que la hist oria oficial narra. 30 Los Est ados Unidos enviaron a I nglat erra a t res personaj es para que firm aran diversos acuerdos en varios años: Benj am ín Franklin, John Jay y John Adam s. Los t res ost ent aban cargos de nobleza incom pat ibles con la Const it ución nort eam ericana ( eran Esquire) , los t res eran m asones, y fue así com o llegaron a varios acuerdos con banqueros, com erciant es e incluso el propio rey. Esa profusión de pact os indica claram ent e que la división ent re los Est ados Unidos y el Reino Unido desde su propio inicio fue una división polít ica, pero de ninguna m anera económ ica. El principal biógrafo de Benj am ín Franklin, Bernard Fay, dej a en claro est o

31

cuando señala: Franklin est aba ident ificado con el espírit u de la m asonería inglesa y deseaba la hegem onía de la civilización brit ánica, con sus ideales de Libert ad y Prot est ant ism o. Le parecía j ust o que el cent ro del I m perio est uviese algún día en el Nuevo Mundo, al que I nglat erra debería su prosperidad. Pero después ( ...) perdió la fe. Dirigió ent onces sus m iradas hacia I nglat erra, única nación que podía ser fundam ent o de un I m perio ( ...) Dedicó a ella t oda su int eligencia privilegiada y su vast a experiencia polít ica. Y sin em bargo, el rost ro de Franklin aparece hoy en el anverso del billet e

de cien dólares. Cabe recordar, por si t odo est o no fuera suficient e, que en la propia Const it ución nort eam ericana figura la paridad fij a ent re plat a y oro en 16 a 1, que favorecía a la banca londinense. Franklin, Jay y Adam s acordaron form ar el Bank of Unit ed St at es a fin de que las colonias independizadas no em it ieran papel m oneda por

separado y

hubiera un m onopolio m onet ario nacional,

com o la banca

londinense deseaba y logró, dado que el 80% del capit al accionario del prim it ivo banco cent ral est aba en m anos ext ranj eras. Adem ás se m ant uvo el m onopolio de com ercio de los Est ados Unidos con I nglat erra, dado que se acordó que las m at erias prim as que ent raban y salían del país fueran com erciadas con los ingleses, aunque con im puest os lim it ados, y los Est ados Unidos se com prom et ieron a no repudiar sus deudas con Gran Bret aña. En el t rat ado ent re am bas naciones de 1783, dos años después de que t eóricam ent e los Est ados Unidos ganara la guerra, 30

Quizá por el fact or nada despreciable que desde al m enos en 1717 Londres era la capit al m undial de las sociedades secret as al cr earse en ese año la " Gran Logia Unificada de I nglat err a" , ent idad que al m enos form alm ent e dirige a la m asoner ía univer sal. 31

Consúlt ese Fr anklin, Fay, Bernard - Lit t le, Brown & Co., 1929. Hay t raducción al español de Edit orial Juvent ud Argent ina, 1939.

188

se sigue reconociendo al rey inglés com o " Príncipe del Sacro I m perio y de los Est ados Unidos" . En ese t rat ado, el prim ero de una larga serie, se not a claram ent e que los Est ados Unidos no negociaban con su ant iguo dom inador desde ninguna posición de fuerza, sino que pagaba el precio de una gran dependencia económ ica y financiera para lograr la libert ad polít ica. Obviam ent e, fueron las sociedades secret as las grandes beneficiarias de t odo est o j unt o a la BEI C y la banca londinense. Ocurre que por prim era vez en el m undo m oderno se lograba que una nación im port ant e adopt ara el régim en dem ocrát ico de gobierno,

se apart ara de la m onarquía —cuest ión buscada

arduam ent e por las sociedades secret as— y com enzara en lo económ ico por abolir los privilegios de la arist ocracia, aunque m ant uviera la dependencia de la burguesía com ercial y financiera londinense baj o la fachada de la " libert ad de m ercado" . El program a

de

la

m asonería

y

de

los

I llum inat i

com enzaba

a

aplicarse

florecient em ent e. Los Est ados Unidos nacieron com o un ensayo, un " experim ent o" , exit oso por ciert o, de las sociedades secret as que luego export arían, con sus variant es, el m odelo de " dem ocracia" y " libre em presa" ( dependient e, claro est á) prim ero a Lat inoam érica y luego al corazón m ism o de Europa cont inent al. Por lo t ant o, en 1776 el I m perio Brit ánico com enzó a desm em brarse exclusivam ent e en cuant o a su ident idad polít ica, pero para nada en su ident idad económ ica y financiera. Los lazos de esa índole no solam ent e se m ant uvieron, sino que nunca hubo ninguna int ención de que fueran rot os desde Londres, ni desde las colonias. Los Est ados Unidos nunca repudiaron sus deudas con Gran Bret aña, y m uy pront am ent e su secret ario del Tesoro, Alexander Ham ilt on, se ocupó de endeudarlos, hacerlos m ucho m ás dependient es aun de la banca londinense. Ent onces, el I m perio Brit ánico, en lo económ ico y financiero, siguió int act o después de la independencia nort eam ericana. I ncluso cuando en 1811 expiró el m andat o del prim it ivo Banco de los Est ados Unidos, que había com enzado a m onopolizar la em isión de m oneda gracias en part e a Benj am in Franklin —adem ás de noble brit ánico y em baj ador en Londres, est recho colaborador de las casas bancarias londinenses—, est alló una nueva y cort a guerra con el Reino Unido. Ést a cesó cuando los Est ados Unidos se volvieron a endeudar con la banca inglesa para la guerra cont ra el propio ej ércit o inglés, y accedieron a conform ar un nuevo banco cent ral ( The Second Bank of t he Unit es St at es, que sería el t ercero, si se t om a en cuent a al fallido Bank of Nort h Am erica) , en el que de nuevo hubo preem inencia en el cont rol m onet ario por part e de la banca brit ánica. Pero incluso en lo polít ico había grandes coincidencias, a pesar de la división, ent re am bas naciones. El principal part ido polít ico inicial en los Est ados Unidos era el Federalist a. Washingt on, Jefferson, Adam s y ot ros eran " federalist as" , y accedieron al poder en t al condición. Pues bien, el Part ido Federalist a que dom inó los Est ados Unidos de 1776 hast a casi 1820 era fervient em ent e pro brit ánico.

189

Sólo hacia 1826 el pueblo nort eam ericano com enzó a ent rever que el sist em a dem ocrát ico de libre em presa en el cual vivía en realidad era una fachada t ras la cual se escondían las sociedades secret as. En ese año un m iem bro de la m asonería, el capit án William Morgan, escribió un libro en el que revela cóm o t oda la est ruct ura de poder nort eam ericana est aba dom inada por las sociedades secret as que respondían a los int ereses de Londres. A consecuencia de ello fue asesinado, y el encubrim ient o del crim en al que se prest aron alt os m agist rados y legisladores fue t an am plio y escandaloso que provocó una verdadera revuelt a popular cont ra la m asonería nort eam ericana —hoy la m ás poderosa del m undo— que casi derriba a t oda la est ruct ura de poder de las sociedades secret as. Se conform ó el Part ido Ant im asón que llegó a obt ener, de la nada, el 10% de los vot os. Ést e part icipó en las elecciones de 1828

com o aliado del Part ido Nacional Republicano ( los

federalist as est aban ya ent errados para siem pre) , liderado por el ent onces president e John Quincy Adam s, un gran progresist a lam ent ablem ent e olvidado por la hist oria, t am bién fervient e ant im asón, quien buscaba la reelección y la perdió por m uy pocos vot os. Fue sólo con el paso de los años y gracias a la gran popularidad personal de un m asón profundam ent e ant ibanquero, Andrew Jackson, el " m al m enor" para la elit e de negocios brit ánico- nort eam ericana y las sociedades secret as,

que

la

alianza

del

m ovim ient o

ant im asón

y

el

Part ido

Nacional

Republicano que en las elecciones de 1824 había conseguido nada m enos que 44% de los vot os, ascendiendo al poder con John Quincy Adam s a la cabeza, cayó en el olvido. Jackson fue un enem igo m ort al del cit ado Second Bank of t he Unit ed St at es al punt o de dest ruirlo, pero dej ó int act os el poder de las sociedades secret as y la alianza de negocios brit ánico- nort eam ericana. Fue sólo así com o se fueron aplacando las cosas de m anera t al que el I m perio económ ico y financiero conform ado ent re Londres y los Est ados Unidos siguió int act o, al m enos hast a la irrupción de Abraham Lincoln. Com o hem os vist o ent onces, la independencia de los Est ados Unidos fue un suceso que dist a de ser lo que en los libros de hist oria se dice. El I m perio Brit ánico pasó a ser un ent e puram ent e económ ico y financiero, un " im perio en las som bras" que hoy subsist e aunque su " sede real" haya cam biado, y del que sólo recién ahora com ienza la decadencia. Se t rat a nada m enos que de un exit oso experim ent o de las sociedades secret as y la buguesía inglesa, las que con la " dem ocracia" generada en los Est ados Unidos y luego export ada a t odo el m undo, t al com o lo ha señalado Arnold Toynbee, derrum baron m onarquías que les eran cont rarias. Por su part e, con el " capit alism o de libre em presa" est adounidense, t am bién export ado con variant es, infilt raron y debilit aron poco a poco, y en t odo el m undo, int ereses nacionales, conform ando una com unidad de int ereses im periales que hoy día es denom inada Brit ish Com m onwealt h ( Com unidad Brit ánica) . La diferencia es que su

190

cabeza ya no est á Londres, sino en Nueva York, donde est á la sede del Council on Foreign Relat ions ( CFR) . 32 Queda

claro

ent onces

por

qué

un

president e

nort eam ericano

indom est icable com o lo fueron Kennedy o Lincoln, y m uchos ot ros en m om ent os crít icos, era nada m enos que un enem igo int erno, y por lo t ant o, peligrosísim o para la elit e globalist a. El hecho de que cada uno de ellos fuera int erno y se m anej ara con aut onom ía cont ra los propios int ereses im periales y de las sociedades secret as, hacía necesario ent onces que ocurriera lo que ocurrió, que se los elim inara sin piedad y con los peores m ét odos: que se los ej ecut ara, y cuando se los consideró direct am ent e t raidores y no m eros obst áculos polít icos, que la ej ecución fuera pública, por m edio de una bala.

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195

Cinco El Vaticano: de enemigo eterno a socio

Neo: No puedo volver at rás, ¿no? Morpheus: No. Pero si pudieras, ¿de verdad querrías hacerlo?... Te debo una disculpa. Tenem os una regla: Nunca liberam os una m ent e que ya ha alcanzado ciert a edad. Es peligroso, la m ent e t iene problem as para dej arse ir. Lo he vist o ant es, y lo lam ent o. Hice lo que hice... porque... ¡Lo t enía que hacer...! Mat rix

196

De alguna griet a, el hum o de Sat anás ha ent rado en el Vat icano. Papa Paulo VI en su hom ilía del 29 de j unio de 1972

Hast a hace no dem asiado t iem po, las sociedades secret as y el Vat icano est aban enfrent ados en lo que t odos consideraban una guerra a m uert e. Eran frecuent es las encíclicas papales condenando la m asonería y t oda suert e de sociedades secret as, excom ulgando a cualquier crist iano que adhiriera a ellas. La causa que m ás se publicit ó acerca de ese enfrent am ient o era que la I glesia percibía que las sociedades secret as pract icaban rit uales y creencias de origen pagano. Pero en realidad, y con m ucha m ás fuerza desde la fundación de los I llum inat i de Baviera, de la cual, com o hem os dicho, desciende la orden Skull & Bones, era fácil percibir que el m ot ivo de la lucha sin cuart el no era ot ro que una pugna m ort al por el poder. Esa sociedad secret a en realidad aborrecía la serie de rit uales ocult ist as que m uchas logias m asónicas pract icaban. Más aún, su fundador, Adam Weishaupt , había ent rado y salido de la m asonería ant es de crearla, disgust ado con la pérdida de t iem po que represent aban esas creencias. Sólo accedió a volver a ingresar a la m ism a cuando su m ecenas, Meyer Am schel Bauer —fundador de la dinast ía Rot hschild—, se lo exigió con la m aquiavélica idea de liderar una poderosa fuerza supranacional de personas bien conect adas en t odo el m undo a fin de infilt rar la fuerza del poder financiero en las diferent es naciones. Durant e t oda la Edad Media y la Moderna el poder polít ico en Europa est aba en m ayor o m enor m edida concent rado en el papado y las m onarquías. La burguesía com ercial y financiera, si bien financiaba a esos poderes polít icos para que llevaran acabo, ent re ot ras cosas, las guerras en las cuales se em barcaban, sabía que la única form a de aum ent ar su dom inio en Europa era socavar las bases del poder t ant o de los papas com o de los reyes. Por lo t ant o se asociaban secret am ent e para llevar a cabo sus obj et ivos. Buena part e del financiam ient o que recibieron t ant o los cient íficos e invest igadores com o los m edios de com unicación en siglos pasados provenía de m iem bros de esas sociedades, quienes por m edio de la ciencia y la prensa deseaban dem ost rar que las doct rinas religiosas del Vat icano eran equivocadas y que las casas reales europeas no t enían " derecho nat ural" alguno a ocupar sus lugares. Las sociedades secret as, m ás allá de las práct icas ocult ist as y a veces sat anist as de las cuales sus enem igos m ás encarnizados las acusan, algunas veces con causa y razón j ust ificada, se oponían al régim en polít ico, social y religioso im perant e en Europa no t ant o por cuest iones ideológicas, religiosas o m orales, sino

197

com o una form a efect iva de acum ular poder en los est am ent os en los que les est aba vedado. Es por est a causa que en general est aban —y est án— com puest as por part idarios acérrim os de la form a republicana de gobierno. Ello no era product o de un deseo dem ocrát ico genuino para liberar a las m asas de la opresión que podían padecer por el poder m uchas veces abusivo de reyes y papas, sino com o alt ernat iva polít ica para alzarse con el poder. O sea, no fue la beneficencia ni ningún ideal progresist a lo que las im pulsó a apoyar financieram ent e la serie de revoluciones que det erm inaron los cam bios polít icos en Europa y los Est ados Unidos hacia la form a republicana de gobierno, sino el propósit o práct ico de dem oler el poder de los rivales. Así nacieron lo que hoy llam am os dem ocracias. Por lo t ant o, m ás allá de las insalvables diferencias religiosas y rit ualíst icas de m uchas sociedades secret as con la I glesia Cat ólica, desde fines del siglo XVI I I hay un poderoso elem ent o adicional que dist ancia a am bos bandos com o enem igos m ort ales: la lucha por el poder que la burguesía com ercial y financiera pret endía t om ar de la aut oridad papal y de los reyes. Es por eso que la poderosa sociedad secret a de los Carbonari —heredera de los I llum inat i de Baviera—, sit uada en Francia e I t alia, elaboró a principios del siglo XI X un m et iculoso docum ent o t it ulado " I nst rucción Perm anent e de la Alt a Vendit a" por m edio del cual se inst a a sus m iem bros, y a los m iem bros de ot ras sociedades, a llevar la lucha cont ra la I glesia hast a su definit iva dest rucción. Ést a, principalm ent e a t ravés de los papas Pío I X y León XI I I , respondió con durísim as encíclicas que ot ros papas post eriores cit aron repet idam ent e o profundizaron hast a que, principalm ent e luego de la Segunda Guerra Mundial, poco y nada hicieron para im pedir su avance. Más aún, durant e el largo papado de Juan Pablo I I , el t ercero m ás largo de la hist oria, práct icam ent e ningún docum ent o fue elaborado en el Vat icano cont ra la act ividad de su ant iguo enem igo m ort al. ¿Por qué?

Jose ph Ra t zin ge r ( Be n e dict o XVI ) : e l Pa pa de Bu sh Joseph Rat zinger, conocido hoy com o el papa Benedict o XVI , es el descendient e nat ural —y el sucesor preferido— de Juan Pablo I I . Durant e el largo pont ificado de Karol Woj t yla, Rat zinger act uó com o su m ano derecha y hast a se lo sindicaba com o el real " cerebro" del papado de Juan Pablo I I , quien ent re 1978 y 2005 habría t enido suficient e t iem po com o para designar su sucesor al haber nom brado, en esos 27 años, una abrum adora m ayoría de los cardenales que lo elegirían. Obviam ent e, Juan Pablo I I eligió cardenales filosóficam ent e afines a su agenda conservadora, fact or que ha hecho perder ascendencia a la I glesia Cat ólica sobre sus fieles, la m it ad de los cuales se concent ra hoy en Am érica lat ina, y una part e im port ant e rest ant e en Europa. Esa pérdida de ascendencia es un hecho m uy deseado por la elit e, socia y creadora de las sociedades secret as, dado que una

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I glesia m uy cercana a la gent e podría result ar un enem igo m uy digno de la agenda globalizadora de la elit e. Los pueblos de m uchas naciones lat inoam ericanas y europeas podrían canalizar buena part e de su disgust o cont ra la globalización a t ravés de una inst it ución com o la I glesia, la cual, si est uviera m uy cercana a las poblaciones bien podría const it uirse en un poderoso fact or ant iglobalización. En vez de ello, durant e la era de Juan Pablo I I , m ás allá de sus frecuent es viaj es apost ólicos, la persist encia casi obsesiva del Vat icano en negarse a dej ar de lado algunos de sus dogm as m ás ant icuados com o la grave sit uación de pecado m ort al para quienes acept en m ecanism os ant iconcept ivos, alej ó a m uchísim os fieles. Com o se observa, el cat olicism o no es —m ej or dicho, no era hast a hace décadas— precisam ent e el t ipo de religión m ás consonant e con las reglas de Leo St rauss, al haber sido algo m ucho m ás que una religión: una verdadera inst it ución t errenal con el poderío suficient e para disput ar durant e casi veint e siglos el poder de los m ás im port ant es reyes europeos.

Pero

ést a

t am bién

result ó

m uchas veces una

m aquinaria

recaudat oria de dinero m ediant e nefast os m ecanism os com o la I nquisición o diversos

im puest os,

cuyas

víct im as

result aban

precisam ent e

los

incipient es

m iem bros de las burguesías, herm anados en sociedades secret as. Que la agenda de Rat zinger iba a ser aún m ás conservadora que la de su ant ecesor quedaba claro t an sólo con el dat o, m uy difundido, de que en su adolescencia pert eneció a las Juvent udes Hit lerianas. Sin em bargo, hay un dat o clave acerca del cardenal alem án que casi no fue divulgado por la prensa, pero que m uest ra m uy claram ent e dónde est á sit uado en est e m ilenio, m ás allá de lo que haya hecho o pensado en la década de 1940. Com o se recordará, en noviem bre de 2004 se desarrollaron los com icios presidenciales en los Est ados Unidos en los cuales, t ras una dura lucha inicial, George W. Bush —de fe baut ist a y ant iabort ist a— logró su reelección ant e John Kerry, cat ólico apost ólico rom ano, pero de pública afiliación a los m ovim ient os " prochoice" , o sea abort ist as. Pocos m eses ant es de las elecciones, Joseph Rat zinger envió un m em orando confidencial a t odas las diócesis cat ólicas est adounidenses en el que decía t ext ualm ent e: Apart e del j uicio individual de una persona sobre su calificación para recibir la Sagrada Com unión, el sacerdot e puede encont rarse a sí m ism o en una sit uación en la que debe rechazar dist ribuirla, por ej em plo en los casos de excom unión, int erdicción o una obst inada persist encia en m anifest ar pecado grave ( ...) El sacerdot e no debe hacer un j uicio subj et ivo sobre la culpabilidad de la persona sino reaccionar ant e la pública incapacidad de la persona en cuest ión, debido a una obj et iva sit uación de pecado.

199

La posición abort ist a de Kerry era conocida en t odos los Est ados Unidos, y la I glesia Cat ólica, con la firm a de Rat zinger, le ret iraba t odo el apoyo de sus propios círculos nort eam ericanos, m ient ras que Bush gozaba del de los influyent es círculos prot est ant es. Pero en ese m em orando, vergonzosam ent e confidencial a fin de que las m asas cat ólicas de fuera de los Est ados Unidos no se ent eraran del apoyo del Vat icano a Bush, m ient ras que los cat ólicos nort eam ericanos m ás influyent es est aban m uy al t ant o, el ent onces cardenal Rat zinger fue aún m ucho m ás allá, y escribió: No t odos los t em as m orales t ienen el m ism o peso m oral que el abort o y la eut anasia. Puede haber una legít im a diversidad de opinión, aun ent re cat ólicos, sobre las declaraciones de guerras o la aplicación de la pena de m uert e, pero no con respect o al abort o y la eut anasia. O sea, Rat zinger no sólo int ervino polít icam ent e ret irando t odo apoyo a John Kerry, sino que en form a abiert a proclam ó a sus fieles est adounidenses que el Vat icano no consideraba los act os m ás salvaj es de George W. Bush com o las guerras de Afganist án e I rak, o su récord de condenas a m uert e com o gobernador de Texas, com o act os reñidos en sí m ism os con la m oral de la I glesia Cat ólica. En sum a, el cardenal Rat zinger, con el t ácit o perm iso del ent onces papa Juan Pablo I I —que no podía desconocer la cuest ión y a quien Rat zinger pret ende nom brar sant o en t iem po récord— bendij o la candidat ura de Bush y convirt ió en anat em a la de Kerry. ¿Y quién fue el principal disem inador en los Est ados Unidos de est a m isiva elect oral del cardenal Rat zinger? Nada m ás y nada m enos que el cardenal Avery Dulles, parient e de los fam osos herm anos Allen y John Fost er Dulles, j efes de la CI A y del Depart am ent o de Est ado en la era Eisenhower, el prim ero de ellos expulsado —com o hem os vist o— por John F. Kennedy. El cardenal Dulles proviene de una fam ilia ent eram ent e prot est ant e, ¿cóm o se dio su conversión al cat olicism o al punt o de llegar a ser uno de los cardenales m ás influyent es de los Est ados Unidos? ¿Por obra y gracia del espírit u del sant o dinero? Más adelant e lo ent enderem os m ej or. Lo ciert o, sea com o fuere, es que Benedict o XVI se convert ía en una gran ayuda, dent ro de la com unidad cat ólica nort eam ericana, para George W. Bush, al igual que Vladim ir Put in, el presunt am ent e fallecido Osam a bin Laden ( t res días ant es de las elecciones en su video m uy probablem ent e t rucado) y Silvio Berlusconi,

quien

no dudó en

brindar

t am bién

t oda su

colaboración

a la

candidat ura, deseándole el t riunfo. La int encionalidad polít ica del m em orando de Rat zinger es indiscut ible, porque fue em it ido 90 días ant es de las elecciones. En ot ras palabras, ni a Rat zinger ni a Woj t yla parecían im port arles dem asiado las posiciones abort ist as de John Kerry ant es de que ést e se convirt iera en un candidat o con posibilidades de derrot ar al m andat ario nort eam ericano.

200

Rat zinger expresó, en su hom ilía navideña Urbi et orbe de 2005, una ext raña llam ada a un " Nuevo Orden Mundial" , al igual que lo hizo años ant es su ant ecesor Juan Pablo I I y, ent re ot ros, t am bién lo había hecho George Bush padre, est e últ im o significat iva o casualm ent e el día 11 de sept iem bre de 1990, en un fam oso

discurso.

Muchos

ot ros

personaj es

" poderosos" ,

com o

Gorbachev,

pronunciaron " coincident em ent e" esa m ism a expresión m uchas veces, en público y frent e a t oda la prensa. " Nuevo Orden Mundial" es la frase que est á en lat ín ( Novus Ordo Seculorum ) en el reverso del billet e de un dólar, baj o la pirám ide part ida en su cum bre con y por el " Oj o que Todo lo Ve" , caract eríst ica de las sociedades secret as y sobre t odo de los I llum inat i de Baviera, por lo que rem it e direct am ent e a ellas. ¿Cóm o pueden haberla dicho ent onces Juan Pablo I I y Benedict o XVI ? Ahora bien, en est e punt o m ás de un lect or puede llegar a pregunt arse cóm o ha sido posible t odo est o si adem ás el Vat icano no podía desconocer la pert enencia de George W. Bush a la sociedad secret a de Skull & Bones, dado que el propio Bush lo reconoce en su aut obiografía publicada en 1999 j unt o a Karen Hughes. Esa pregunt a t om a especial sent ido si se t iene en cuent a que, com o hem os vist o, desde hace siglos la I glesia est aba enfrent ada m ort alm ent e a las sociedades secret as. Quizá dem os con la respuest a al final de est e capít ulo. Pero si t odo est o no bast ara para levant ar grandes dudas acerca de quién es en realidad el papa, hay que recordar que eligió nada m enos que el 11 de sept iem bre de 2006 para pronunciar aquel polém ico discurso, en el que no sólo cit ó una frase pronunciada por el em perador bizant ino Manuel Paleólogo I I en siglo XI V, la ahora conocida: Muést ram e qué es lo que Mahom a ha t raído de nuevo, y solo encont rarás cosas m alas e inhum anas, com o su creencia de im poner la fe por la espada. Benedict o XVI fue m ucho m ás allá en ese discurso de Regensburg, pronunciado en esa fecha clave, porque dij o, t al com o lo reflej a el New York Tim es del 12 de sept iem bre de 2006 —pero m uchos m edios silenciaron—, una frase indeleble, m ucho m ás que significat iva: La violencia, encarnada en la idea m usulm ana de la Jihad, o guerra sant a, es cont raria t ant o a la razón com o al plan de Dios, y Occident e est á obligado a razonar que el I slam no puede ent enderlo. Si est o no es un t ácit o llam ado a una especie de " cruzada" , ¿qué es? ¿Qué significa que Occident e est á obligado a razonar que el I slam no puede ent ender su nat uraleza violent a? ¿Est am os obligados a darnos cuent a de que t odos los m usulm anes no pueden ent ender que son irracionales y que se oponen al " plan de

201

Dios" ? ¿Quién es el papa para hablar en esos t érm inos? ¿Cree el papa ser el vicario de Crist o, o acaso Dios m ism o para hablar así? Para colm o de m ales, la frase fue dicha durant e la perm anencia ilegal de los Est ados Unidos y el Reino Unido en I rak, las am enazas perm anent es de los Est ados Unidos a I rán, la invasión y dest rucción de El Líbano por part e de I srael y las crecient es t ensiones occident ales cont ra Siria. Nada dij o Rat zinger acerca de las perm anent es agresiones e int rom isiones de los Est ados

Unidos

concent ran

en

t erceras

naciones,

los recursos pet rolíferos y

generalm ent e gasíferos,

islám icas

y

donde

se

ni cont ra la globalización,

em pobrecedora crecient e de las m asas populares de países pobres y ricos, ni sobre la acum ulación de capit al en m anos de la elit e globalist a que aum ent a su poder día a día. Las post eriores " disculpas" del Vat icano no pueden borrar el m ensaj e, m ucho m enos porque fue leído y no im provisado. 1

Ju a n Pa blo I I : e l Pa pa de Ron a ld Re a ga n y Bu sh pa dr e Hem os vist o en el capít ulo 3 cóm o la CI A, con William Casey a la cabeza, elaboró a principios de los años ochent a un plan det allado para provocar la caída del Muro de Berlín y la disolución del im perio soviét ico. Ese plan incluía la provocación de un gran clim a de agit ación social en Polonia, iba a ser llevado a cabo por el sindicat o Solidaridad dirigido por Lech Valesa y debía ser financiado por la CI A. El problem a era que la CI A no cont aba con m edios hum anos para sost ener los grandes m ovim ient os sociales que se desarrollarían en Polonia. La agencia no podía girar fondos a un banco polaco para que un agit ador los ret irara porque en Polonia, en aquella época t ras la " Cort ina de Hierro" , había cont rol de cam bios y los fondos podían ser fácilm ent e ident ificados por las aut oridades m onet arias. El apoyo de la CI A debía ser secret o. Para ello debía encont rar un socio que sigilosam ent e ayudara a ingresar los fondos y los dist ribuyera, y la I glesia Cat ólica era el candidat o ideal. El papa polaco Karol Woj t yla habría dudado en un principio acerca de si debía prest arse o no a esa m aniobra, pero t ras el at ent ado que sufrió en 1981, 2 at ribuido erróneam ent e a la KGB —cuando en realidad habría sido planeado por la propia CI A con int ención de herirlo solam ent e— habría decidido colaborar con la CI A, cosa que no debe ext rañar porque Juan Pablo I I coincidía con la posición de Reagan y Bush padre en el sent ido de que el com unism o era el peor de los m ales que asolaban a la Tierra. De est a m anera, los fondos se habrían dist ribuido a t ravés de m iem bros afines a la I glesia Cat ólica polaca, fact or que fue predet erm inant e para el post erior desm em bram ient o de Europa Orient al de la URSS.

1

2

" Pope Assails Secular ism , Adding Not e on Jihad" , New Yor k Tim es, 12 de sept iem bre de 2006. Véase Hit ker ganó la guerra, cap. VI .

202

Pero la colaboración de Juan Pablo I I con la elit e globalist a no se lim it ó de m anera alguna a la asociación con la CI A para desest abilizar al régim en soviét ico. A lo largo de su pont ificado, el papa dio cada vez m ás preem inencia al Opus Dei, const it uyéndolo en prelat ura personal y elevando a la cat egoría de sant o a su fundador Josem aría Escrivá de Balaguer. El Opus Dei se ha const it uido en una ent idad de gran poderío económ ico y financiero en Am érica lat ina, España y los Est ados Unidos, donde varios de sus m iem bros ocupan puest os m uy prom inent es en Wall St reet . Asim ism o, nom bró a m uchos de sus sacerdot es com o cardenales, y su act uación fue det erm inant e a la hora de elegir a Joseph Rat zinger com o nuevo papa. Vale la pena m encionar especialm ent e al español Julián Herranz y a dos cardenales colom bianos: Darío Cast rillón Hoyos y Alfonso López Truj illo. Los t res organizaron conciliábulos previos al cónclave para que Joseph Rat zinger fuera papa. El t radicionalism o cat ólico de Rat zinger y Woj t yla se corresponde m uy bien con el gran t radicionalism o y conservadurism o de las doct rinas del Opus Dei, enfrent ado con las t endencias t ercerm undist as de m uchas organizaciones cat ólicas lat inoam ericanas. La preem inencia del Opus Dei dent ro de la I glesia habría perm it ido, ent re ot ras cosas, la aplicación de las polít icas liberales y la privat ización de recursos nat urales y de em presas públicas en Am érica lat ina, donde la población es aún m ayorit ariam ent e cat ólica. El Opus Dei correspondió de form a m uy generosa al Vat icano por " inclinar la balanza" de la correlación de fuerzas en la I glesia lat inoam ericana a favor de sus t endencias t radicionalist as —y en cont ra de los grupos t ercerm undist as que podrían haber sido un duro obst áculo al liberalism o y a las privat izaciones lat inoam ericanas—, ayudando a engrosar el presupuest o del Vat icano, que hast a ant es de Juan Pablo I I m ost raba m uy fuert es " roj os" que ponían

en

peligro

su

est abilidad

financiera.

Lo

hizo

m ediant e

donaciones

sist em át icas a la Sant a Sede por m ont os de hast a el 30% de los gast os de la m ism a, según una especie de " acuerdo t ácit o" de repart ij a de favores, com o ya verem os. En realidad, Karol Woj t yla era un agent e del Opus Dei desde m ucho t iem po at rás. Mucho ant es ya de la m uert e de Paulo VI pert enecía a una sociedad del Opus Dei llam ada Priest ly Societ y of t he Holly Cross ( Sociedad Frat ernal de la Sant a Cruz) . Cada vez que Woj t yla viaj aba a Rom a por asunt os religiosos com o arzobispo de Cracovia, desde años ant es de su llegada al papado, pernoct aba en una de las sedes del Opus Dei en esa ciudad, donde t enía la oport unidad de conversar e int ercam biar pareceres con algunos de los m ás im port ant es m iem bros de esa organización, quienes así com enzaron a est rechar lazos con él, a quien podían ver cada vez m ás com o un pot encial papable. Durant e el papado de Paulo VI , la organización había obt enido algunas vent aj as dent ro de la j erarquía cat ólica, pero era aún un sect or m uy m inorit ario, y el propio Paulo VI parecía desconfiar de ella, y le negaba, cada vez que podía, el est at us de prelat ura personal. El propio Escrivá de Balaguer, su fundador, había ofrecido a Paulo VI apoyo m onet ario para la

203

alicaída sit uación financiera del Vat icano, pero no había obt enido result ado alguno. Por lo t ant o, los m iem bros del Opus Dei consideraban que debía ser sucedido por algún cardenal m uy afín a su visión conservadora y t radicionalist a en lo religioso, pero librecam bist a y privat ist a en lo polít ico y económ ico. Durant e su papado, Juan Pablo I I no se quej ó —m ás allá de lo m eram ent e declam at orio— de los excesos visibles de pobreza, m arginalidad y desem pleo que la globalización

provocaba

crecient em ent e.

Tam poco

—m ás

allá

de

cort as

declaraciones form ales— t rat ó de im pedir las guerras en que los Est ados Unidos incursionaron durant e su pont ificado, y ni siquiera se refirió a la serie de guerras desat adas en Yugoslavia durant e t oda la era Clint on. Quizás, en buena m edida, por ello t ant o George Bush padre com o Bill Clint on asist ieron a su velorio. Se lim it ó a viaj ar incesant em ent e a países pobres, buscando el aplauso fácil de las m asas cat ólicas, llevando m ensaj es de fe vacíos de cont enido efect ivo. Esos viaj es, generalm ent e de cont enido propagandíst ico, ayudaban a reforzar la fe cat ólica en las m asas em pobrecidas, pero Juan Pablo I I , en vez de condenar las polít icas Liberales con t oda crudeza e insist ent em ent e —lo que habría radicalizado los sent im ient os ant iglobalizadores de vast as poblaciones— se lim it ó a int ent ar renovar la fe de la feligresía con su m era aparición en recóndit os lugares del planet a. Su polít ica era est ar, sonreír, m ost rarse y bendecir, sin hacer ni decir de m ás. Recordem os que su verdadera vocación de j uvent ud est aba relacionada con ser act or, según él m ism o expresó en varias oport unidades. Hay algo m ás acerca de Juan Pablo I I que sigue siendo una gran incógnit a: su origen, su infancia y su j uvent ud perm anecen en una verdadera nebulosa. Veam os qué dice acerca de su ingreso al sacerdocio la obra Quiénes gobiernan al m undo act ual: 3 Term inados sus est udios [ secundarios] se t rasladó con su padre, en 1938, a Cracovia. Allí com enzó sus inquiet udes int elect uales que lo llevaron a escribir poesía, pract icar deport es y salir periódicam ent e a esquiar o de cam pam ent o, m ient ras t rabaj aba en una fábrica de product os quím icos. Durant e

la

ocupación

alem ana

m ient ras

desem peñaba

sus

t areas

habit uales organizó un grupo am at eur de t eat ro. En 1941 m urió su padre en la guerra y poco t iem po m ás t arde resolvió dedicarse a la carrera religiosa ingresando a un sem inario clandest ino en el arzobispado de Cracovia, m ient ras cont inuaba t rabaj ando. En 1942 desapareció de su lugar de t rabaj o y reapareció recién a finales de la guerra, habiendo com plet ado sus est udios sacerdot ales. Fue ordenado el 1 o de noviem bre de 1946 y enviado a Rom a, donde obt uvo el Doct orado en Filosofía.

3

Quiénes gobiernan al m undo act ual, Florencio Hubenak , Eudeba, 1981.

204

¿Poesía m ient ras Hit ler am enazaba a sus com pat riot as polacos y a m illones de j udíos con perseguirlos en t oda Europa? ¿Poesía? ¿Práct ica de deport es, esquí y cam pam ent os en Polonia en 1938 a sólo un año de la Segunda Guerra Mundial? ¿Asalariado deport ist a de una em presa quím ica devenido líder de aspirant es a act ores? ¿Organización de un grupo " vocacional de t eat ro" en plena ocupación nazi de Polonia? ¿Suena est o piadoso y religioso? ¿Sem inario clandest ino en lo que aún en guerra era un arzobispado? ¿Clandest inidad y desaparición j ust o en Cracovia, la ciudad polaca m enos at acada por los nazis, con sus ant iguas iglesias int act as? ¿Desaparición durant e t res años, j ust o de la ciudad m ás segura en Polonia para un cat ólico, con t ot al desconocim ient o de su paradero? ¿Carrera sacerdot al en la clandest inidad? ¿Es posible, es creíble? Para colm o: ¿Mient ras Pío XI I era " am igo" de Hit ler, del cual recibía financiam ient o? ¿Reaparición súbit a al final de la guerra t ras t res años de silencio sin ninguna inform ación sobre su paradero? ¿Ordenación sacerdot al inm ediat a t ras su reaparición? ¿Post erior envío en el act o a Rom a, con nada m enos que Pío XI I aún en el papado? Dem asiados punt os oscuros, increíbles punt os oscuros, o quizá no t ant o. ¿Se t rat ará de una biografía oficial y " arm ada" ? ¿Quién fue en realidad Juan Pablo I I , o Karol Woj t yla, a quien Rat zinger, su m ano derecha y el Papa de Bush pret ende sant ificar en t iem po récord? ¿Por qué sant ificarlo en t iem po récord, violando los propios reglam ent os vat icanos? Dudas, enigm as, m ist erios y clarísim as sospechas de que t ras la hist oria de Juan Pablo I I hay im port ant es y quizá m uy oscuras cosas que desconocem os. Por cit ar algunas m ás, cabe m encionar sus dos viaj es a los Est ados Unidos m ucho ant es de ser papa, el prim ero de ellos a Bost on en 1969. 4 Durant e el m ism o, com o m iem bro de un aut odenom inado com it é nort eam ericano- polaco de buena volunt ad, alm orzó — langost a incluida—, con polít icos y clérigos est adounidenses. 5 Ent onces, su anfit rión bost oniano, el cardenal Buczko, predij o durant e esa est adía que llegaría a papa. Y luego uno en 1976, en el que asist ió a la Cat holic Universit y of Am erica ( CUA) sit uada en la capit al arquit ect ónica de la m asonería: Washingt on DC. En dicho viaj e, Woj t yla t rabó est recho cont act o con el decano Doughert y, quien en 1978 t am bién predij o, curiosam ent e, que llegaría a papa, y asist ió al Cosm os Club 6 donde t rabó est recho cont act o con sus m iem bros. Es necesario m encionar que el Cosm os Club es " lo m ás cercano a una sede social para la elit e int elect ual de Washingt on" , según escribe Wallace St egner, y sus socios persiguen " el avance de

4

Véase " A look back" en ht t p: / / news.t bo.com / news/ MGBQOVKW17E.ht m l.

5

Véase " New England Reflect ions" en ht t p: / / www.bost on.com / new s/ wor ld/ art icles/ 2005/ 04/ 08/ new _england_reflect ions.

6

" Papal Anniv ersary: CUA Celebr at es ht t p: / / publicaffairs.cua.edu/ news/ 04pope1.ht m .

Special

Bond

Wit h

John

Paul

II",

en

205

sus m iem bros en la ciencia, la lit erat ura y el art e" y nada m enos que " la ayuda m ut ua para m ej orar m ediant e el int ercam bio social" . 7 Com o vem os, los papados de Benedict o XVI y Juan Pablo I I han sido funcionales al poder financiero de Wall St reet , las m egacorporaciones y las sociedades secret as t an odiadas por el Vat icano en ot ras épocas, e incluso han servido a los sect ores m ás recalcit rant es del Part ido Republicano est adounidense. Para ent ender cóm o es posible que est o ocurra es necesario sum ergirse en el papado de Paulo VI y en la rara y prem at ura m uert e de su sucesor, Albino Luciani ( Juan Pablo I ) .

" Por a lgu n a gr ie t a , e l h u m o de Sa t a n á s..." Com o hem os vist o en el epígrafe de est e capít ulo, en 1972 el papa Paulo VI había pronunciado una ext raña frase, con m ucha am argura, en m edio de una hom ilía. La referencia a Sat anás t iene un significado inequívoco para los est udiosos de las sociedades secret as y la m asonería. La acusación m ás sonora que se les hace es la de pract icar el sat anism o o luciferianism o. Ést a t iene poco de raro si se t iene en cuent a, por dar sólo un ej em plo, que el m asón m ás poderoso del siglo XI X, el general sureño y cofundador del Ku Klux Klan Albert Pike, hacía referencias inequívocas en sus escrit os a la preem inencia de Lucifer —el príncipe de la luz— en el universo. De t al m anera, la frase de Paulo VI cobra su sent ido si se ent iende que est aba diciendo que las sociedades secret as se habían infilt rado en el Vat icano, y varios de sus m iem bros ocupaban alt os puest os dent ro de él. Sin em bargo, debe hacerse not ar que Paulo VI fue papa hast a 1978, y no volvió a expresarse con t al claridad al respect o desde 1972, ni a am pliar sus declaraciones cont rarias a las sociedades secret as y a su infilt ración vat icana. Est o puede result ar m uy llam at ivo, dado que Paulo VI est aba declarando que el enem igo m ort al y ancest ral de la I glesia ya est aba dent ro de ella. Lo ciert o es que a su m uert e, el poder polít ico y financiero de los Est ados Unidos y Londres deseaba que accediera al papado un cardenal conservador que bloqueara los avances de la Teología de la Liberación, que se consideraba " filom arxist a" , en Am érica lat ina, región m uy densam ent e poblada por cat ólicos. Se t rat aba j ust am ent e del m om ent o en que era funcional a esos cent ros de poder la exist encia de dict aduras m ilit ares en t odo el cont inent e, las cuales por obvios m ot ivos m ant enían excelent es relaciones con los sect ores m ás conservadores de la I glesia, y aplicaban t eorías económ icas neoliberales. A su vez, los cardenales sindicados com o m asones infilt rados —en una list a de m iem bros de la logia P- 2 publicada en I l Giornale de Turín por el periodist a Mino

7

Véase " The Cosm os Club" en ht t p: / / dcpages.com / Ent ert ainm ent / Privat e_Clubs/ index.ht m l.

206

Pecorelli, un renegado de la m ism a que luego fue asesinado, eran nom brados Jean Villot y Paul Marcinkus, y ot ras fuent es señalan a Polet t i, Baggio y Casarolli— deseaban evit ar a t oda cost a cualquier at isbo de renovación en el Vat icano. No solam ent e com part ían los int ereses ideológicos de sus nuevos socios, los núcleos prot est ant es de poder en Nueva York, Washingt on DC y Londres, sino que necesit aban evit ar que se dest apara un gran escándalo financiero con la banca relacionada con la Sant a Sede y en part e, propiedad del Vat icano. Lo peor es que esa relación financiera involucraba a la I glesia en lavado de dinero de la droga y t ráfico de arm as, fondos de la m afia, y m ás aún. Varios de esos cardenales que habrían sido m asones dirigían las finanzas vat icanas. El Opus Dei t am bién reclam aba un candidat o conservador, y est aba alineado, por una confluencia de fact ores, con la CI A y la m asonería. A la m uert e de Paulo VI , el candidat o de est os sect ores era el " ult raconservador" Siri, y su oponent e, Giovanni Benelli, era un progresist a nat o. Pero había un em pat e t écnico y ninguno podía llegar al papado. Era necesario encont rar un t ercer candidat o y fue gracias a la incesant e act ividad de Benelli que surgió com o papa Albino Luciani, llam ado Juan Pablo I , quien era un progresist a que quería depurar a la I glesia de los m iem bros corrom pidos que habían afect ado, y peor

aún, ensuciado al

cat olicism o con rarísim os m ovim ient os financieros. Tam bién quería ext ender la act ividad de los " t eólogos de la liberación" en Am érica lat ina, dado que consideraba que la I glesia debía aproxim arse a la gent e. El obispo John Magree —a quien se señaló en su m om ent o com o quien descubrió el cadáver de Luciani— declaró m ucho t iem po m ás t arde ( los m edios de com unicación no lo reflej aron) que Juan Pablo I le confesó varías veces que su papado sería m uy cort o y su sucesor sería " El Ext ranj ero" ( Woj t yla est aba sent ado casualm ent e j ust o frent e a Luciani en el cónclave que eligió a est e últ im o com o papa) . Luciani sabía de la connivencia de los sect ores m ás reaccionarios y conservadores de la I glesia con los oscuros cent ros de poder de la CI A, la m asonería y el Opus Dei y las alt as finanzas. Es claro que ent reveía su próxim a m uert e, y m uy probablem ent e su reem plazo por Woj t yla, dado que no est aba dispuest o a ceder en sus convicciones y sabía m uy bien el t am año form idable de los int ereses a los que se est aba oponiendo. Más precisam ent e lo sabía desde m ucho ant es de que t uviera una m uy agria discusión con Marcinkus, cuando lej os aún de ser papa era Pat riarca de Venecia, dado que aquél había vendido la Banca Cat t olica del Venet o, la cual hast a ent onces daba pequeños prést am os a las clases m edias y baj as venecianas y de zonas aledañas. Marcinkus vendió ese banco cat ólico al siniest ro Banco Am brosiano, y de nada sirvieron las arduas int ervenciones del cardenal Luciani por evit arlo, pues act uaba com o un banquero, y no com o un cardenal y Luciani lo sabía m uy bien desde hacía m uchos años. No lo iba a dej ar pasar si alguna vez llegaba a papa. El cardenal Benelli, enrolado en la línea de Luciani, t am bién lo sabía m uy bien. Pero Luciani no t enía la

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fuerza de Benelli, y el " bloqueo" a su nom inación com o papa por los part idarios del cardenal Siri había arruinado las oport unidades de que el cardenal it aliano m ás progresist a —verdaderam ent e fuert e y sagaz— llegara a la silla de San Pedro. Quizás ot ra hubiera sido la hist oria. Al m enos Benelli, m oviéndose con sagacidad, pudo lograr el nom bram ient o de Luciani, dado que en ese m ism o cónclave ya se m anej aba la posibilidad m uy seria de que Woj t yla, un incondicional del grupo CI AOpus Dei- m asonería, fuera firm e candidat o al puest o ant e el " bloqueo" del propio Benelli y su archienem igo Siri. Por eso Luciani se había referido a la brevedad de su papado y al " Ext ranj ero" . Pero la sit uación puede com prenderse aun m ucho m ás allá de los elem ent os ideológicos y geopolít icos involucrados en la conform ación de esa " ext raña" y non sanct a alianza t ripart it a, si se ent iende en det alle lo que est aba ocurriendo en form a específica con las finanzas vat icanas. Ocurre que los ingresos del Vat icano venían cayendo en relación con su increm ent o en los gast os. Com o el Vat icano no genera ningún " product o de export ación" , la financiación de los déficit se t ornaba difícil. Después de t odo, ¿para qué prest arle fondos a una inst it ución com o la I glesia, que no puede generar recursos genuinos que garant icen el pago de las deudas? A fin de facilit ar el financiam ient o de esos déficit , Paulo VI había nom brado al arzobispo de Chicago, Paul Marcinkus, com o j efe del Banco Vat icano ( I OR) . Marcinkus t enía fuert es vinculaciones con la banca int ernacional, y se suponía que podía hacerse cargo con m ayor eficiencia de las finanzas vat icanas. Era el precio que había que pagar para obt ener financiam ient o, dada la m em bresía de m uchos de los m ás prom inent es banqueros occident ales respect o de las sociedades secret as. De ot ra m anera no est arían en sus puest os en m uchos bancos, pues las sociedades secret as y ot ras discret as ( com o el CFR) son las asociaciones m ediant e las

cuales

la

elit e

financiero- pet rolera

t om a

cont act o

con

personas

con

caract eríst icas prom isorias y elige a los direct ivos de sus em presas. Obviam ent e, si " el hum o de Sat anás" había ingresado al Vat icano, en buena m edida era porque el propio Paulo VI lo había dej ado ingresar. Pero volviendo específicam ent e al t em a, desde m ediados de los años set ent a el Vat icano se habría prest ado a un acuerdo con el socio it aliano de la banca est adounidense: la Mafia siciliana,

que no es m ás que ot ra sociedad secret a,

exclusivam ent e a negocios ilegales e inm orales

8

pero dedicada

sin ent rar en consideraciones

geopolít icas, geoest rat égicas, ni de cualquier t ipo que no t engan que ver con el dinero cont ant e y sonant e. Cabe agregar adem ás aquí que la Mafia ya venía colaborando est recham ent e con la CI A desde finales de la Segunda Guerra Mundial ( cuando la CI A se llam aba OSS) dado que Mussolini la perseguía t ant o com o a los aliados. El acuerdo, ent onces, habría sido el siguient e: el Vat icano prest aba su banco ( I OR) para que la Mafia pudiera girar fondos al ext erior ( sobre t odo a Suiza) , 8

Véase Hit ler ganó la guerra, Cap. VI I .

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al ser el único banco it aliano exent o de las duras rest ricciones a la fuga de capit ales que había en aquella época en I t alia, y a cam bio podría quedarse con una m uy generosa com isión sobre los fondos girados. Al poco t iem po, el acuerdo se com plem ent aría con ot ro m ucho m ás est recho, dado que por m edio del m ism o el Banco del Vat icano se asociaba a capit ales provenient es de bancos occident ales, especialm ent e de la Mafia y de la logia m asónica Propaganda Due ( P- 2) , m anej ada por Licio Gelli —que com o hem os vist o era un socio de la CI A—, a fin de m anej ar por part es iguales el Banco Am brosiano. El acuerdo podría represent ar m uy buenas fuent es de ingresos para la I glesia, pero los direct ivos del Banco Am brosiano vaciaron al m ism o en los años set ent a, de m odo que cuando el Banco de I t alia audit ó sus cuent as descubrió un falt ant e de cient os de m illones de dólares, fact or que precipit ó la int ervención oficial del Banco Am brosiano y su post erior liquidación. Pero la invest igación oficial no t erm inó allí, sino que llegó hast a el propio Banco Vat icano ( I OR) , de t al m anera que la conexión ent re el Vat icano y la Mafia para lavar dinero de la " Cosa Nost ra" quedó al descubiert o, com o t am bién el hecho de que part e de los fondos del Vat icano provenía del crim en organizado. Albino Luciano ( Juan Pablo I ) no sólo est aba m uy al t ant o de t odo desde m ucho ant es, com o hem os vist o, a raíz de aquella rara vent a de la Banca Cat t olica del Venet o al m asónico Banco Am brosiano, y sus prot est as cayeron en saco rot o, dado que Paulo VI era involunt ario prisionero de los crónicos problem as financieros de la Sant a Sede y del ej e Villot - Marcinkus- Siri- Baggio- Polet t i- Casarolli. Luciani t am bién sabía que el Vat icano est aba operando com o una suert e de " paraíso fiscal" por m edio del cual la Mafia y la logia P- 2 podían sacar de I t alia cient os de m illones de dólares sin cont rol alguno, dado que su banco era ext rat errit orial, y sin pagar im puest os ni ser afect ado por las regulaciones del m ercado cam biario que en aquel m om ent o la Banca de I t alia est ablecía sobre t odos los m ovim ient os de capit ales desde y hacia el país. Lo ciert o es que el Vat icano había dej ado en m anos de sus nuevos socios, los m iem bros de la P- 2, el m anej o del Banco Am brosiano. Al quebrar ést e, se encont ró de la noche a la m añana, m erced al fraude hecho por sus direct ivos Michele Sindona y Robert o Calvi, con un pasivo im previst o de 500 m illones de dólares de la época, por el cual debía responder. La sit uación financiera era sum am ent e difícil para la I glesia, que poseía las riquezas que Bernardino Nogara había dej ado a t ravés de su " pragm át ica" serie de inversiones en grandes em presas de Wall St reet , pero no t enía ni un cént im o m ás, a no ser que se decidiera a hipot ecar la Ciudad del Vat icano con la Capilla Sixt ina incluida. Ese asunt o parece haber dañado severam ent e la salud de Paulo VI y precipit ado su m uert e. El " aguj ero negro financiero" fue finalm ent e cerrado m erced a prést am os que obt uvo el cardenal Casarolli gracias a sus excelent es cont act os con im port ant es bancos y sociedades secret as ( no olvidem os que se lo sindicaba com o uno de sus socios) ,

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pero los prést am os son eso: deudas que un día hay que pagar. El Vat icano había post ergado —y no solucionado— un grave problem a. Cuando m urió Paulo VI , el Vat icano ya habría est ado virt ualm ent e en m anos de los prest am ist as y sus asociadas: las sociedades secret as. Cuando se eligió com o papa a Albino Luciani, quien t om aría el nom bre de Juan Pablo I , se pensaba en la posibilidad de convencerlo para que cont inuara m ant eniendo en secret o la precaria sit uación financiera y la enorm e serie de " t rapos sucios" . Pero Luciani, lej os de m ost rarse com o el clérigo sum iso y dom inable que m uchos pensaban que era, parece haber decidido depurar a la I glesia de sus m iem bros m asónicos, expulsar a Marcinkus y vent ilar am pliam ent e a la prensa la sit uación. I ba a com enzar, m ás precisam ent e el día post erior a su m uert e. El t é que le sirvieron a Luciani la noche ant erior a lo que habría sido su envenenam ient o, det erm inó que no lo pudiera hacer, y t am bién un brusco cam bio en la hist oria t ant o del Vat icano com o de sus relaciones con el m undo, la Mafia, la CI A, el Opus Dei, la m asonería,

y

hast a con

la propia Unión

Soviét ica y

el nacim ient o de la

globalización, si se lo m ira bien, dado el advenim ient o de Woj t yla. Tras la m uert e de Luciani era necesario elegir un sucesor que se prest ara a seguir t apando la com plicada sit uación y, a la vez, se hacía im prescindible conseguir financiam ient o para salir de la ruinosa sit uación financiera. Allí ent ró a j ugar el Opus Dei y su candidat o, el polaco Karol Woj t yla, com o el propio Luciani previó. El Opus Dei podría brindar el financiam ient o que la I glesia Cat ólica necesit aba m erced a sus est rechos lazos con Wall St reet , pero el problem a sería qué hacer con la " viej a guardia" m asónica, que ocupaba prom inent es puest os en el Vat icano. En aquellos t iem pos el Opus Dei, t radicionalist a a pie j unt illas, seguía la doct rina oficial de la I glesia y no soport aba escuchar hablar de la m asonería y las sociedades secret as que eran sus enem igas. No hay que olvidar que el Opus Dei nació en la España de Franco, con el apoyo t ácit o del Generalísim o, que est aba em peñado en una verdadera cruzada ant im asónica. Pero t odo alej am ient o puede arreglarse cuando la necesidad apriet a, y m ucho m ás precisam ent e cuando la m ism a viene del bolsillo, porque, a diferencia de lo que el refrán dice acerca de Dios, el bolsillo no sólo apriet a, sino que t am bién ahorca. Fue en ese m om ent o, ent re la m uert e de Luciani y el advenim ient o del cardenal polaco con vocación de act or com o posible sucesor, cuando se produj o un " pact o perverso" ent re el Opus Dei y la m asonería: el Opus Dei proveería de financiam ient o const ant e al Vat icano y respet aría los puest os de los cardenales y ot ros religiosos m asones. Adem ás, el asesinat o de Luciani no sería invest igado, se lo t aparía com o una m uert e nat ural. A cam bio, el Opus Dei obt endría el papado con un cardenal m uy afín, coparía una serie de alt os puest os y dict aría la línea oficial de la I glesia alej ándola de cualquier act it ud progresist a. Y t odos cont ent os: el Opus Dei, la m asonería infilt rada al m ás alt o nivel, y por supuest o la CI A, con la " vía libre" para lanzar sus proyect os en Am érica lat ina, incluir a los nuncios papales

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ent re los " influyent es" que respaldaban a los dict adores e incluso com enzar a influir en la Unión Soviét ica para derribarla del t odo. Cuando post eriorm ent e, en 1982, el libro de David Yallop t it ulado ¿Por volunt ad de Dios? dest apó el hecho del envenenam ient o de Juan Pablo I , acerca de lo cual circulaban am pliam ent e rum ores por lo baj o en t oda I t alia, Juan Pablo I I , quien habría decidido t om ar ese nom bre precisam ent e para m ost rar cont inuidad con su ant erior y ayudar a t apar el t em a de su m uert e, no m andó hacer ninguna invest igación seria al respect o. A Juan Pablo I no se le pract icó aut opsia. Al cont rario: con fines puram ent e periodíst icos cont rat ó al aut or John Cornwell —quien había escrit o acerca de la presunt a sociedad del papa Pío XI I con Hit ler baj o el sugest ivo t ít ulo de El Papa de Hit ler y por lo t ant o había ensuciado a la I glesia en la época en que m asones y curas eran rivales a m uert e—, para que escribiera una obra acerca de la m uert e nat ural de Juan Pablo I . Cornwell, que con su ant iguo libro había sido funcional a los fines de las sociedades secret as en el sent ido de desprest igiar a la I glesia Cat ólica, volvía a escribir ahora sobre t em as vat icanos, pero de una m anera m ás " benévola" que la de Yallop, dado que su nueva obra A t hief in t he Night : t he m yst erious deat h of pope John Paul I ( U n ladrón en la noche: la m ist eriosa m uert e del papa Juan Pablo I ) , daba una versión un t ant o rosa de la m uert e de Juan Pablo I , cont radiciendo la obra de Yallop y explayándose sobre supuest os problem as coronarios, que no sólo nadie había " vist o" en la curia rom ana, y " olvidando" que la fam ilia de Luciani declaró que j am ás los había t enido. Adem ás, t res sem anas ant es de su m uert e los m édicos habían dict am inado que est aba en excelent e est ado de salud. Finalm ent e, hay algo com o para pensar: t ras m uchos años, el " vat icanólogo" Cornwell escribió una t ercera obra, nada m enos que una edulcorada biografía de Juan Pablo I I .

Ca ba lle r os de M a lt a La est recha colaboración evidenciada ent re la CI A y el Vat icano durant e la era de Juan Pablo I I y Ronald Reagan, que derivó en la caída de la Unión Soviét ica, no es sin em bargo algo novedoso. La Segunda Guerra Mundial encont ró a la I glesia inicialm ent e con t endencias filonazis a t ravés de la act ividad del papa Pío XI I , quien est aba sum am ent e preocupado por la represión religiosa que se vivía en la URSS, donde est aba proscript a cualquier fe religiosa. Ent re los dos bandos, el Vat icano opt ó en su m om ent o por una m ayor " com prensión" del régim en de Hit ler, pero con el correr de la guerra Hit ler se reveló com o un carnicero no sólo de j udíos, sino t am bién de crist ianos, lo que provocó ciert o enfriam ient o en las relaciones y un post erior acercam ient o con los Est ados Unidos. Una vez concluida la guerra, el acercam ient o se consolidó m erced al nom bram ient o com o caballero de la Orden de Malt a —una especie de logia cat ólica ult raarist ocrát ica— del fundador de la CI A, " Wild Bill" Donovan, y de Allen Dulles,

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ex em baj ador nort eam ericano en Suiza, quien t am bién habría t enido t endencias filonazis, y fue post eriorm ent e j efe m áxim o de la Agencia y del CFR. La Orden de los Caballeros de Malt a inició así, en nom bre del cat olicism o y baj o la m irada perm isiva de Pío XI I y ot ros papas post eriores, una colaboración con la agencia secret a de int eligencia nort eam ericana. Si bien para acceder a ser caballero de la Orden de Malt a era necesario en un principio ser cat ólico, arist ócrat a e it aliano ( o j efe de Est ado de ot ra nación) el reglam ent o fue relaj ado a fin de poder nom brar una gran cant idad de personaj es ext ranj eros y no cat ólicos. Fue de esa m anera que la fruct ífera relación que la I glesia const it uyó con la CI A derivó en el nom bram ient o com o caballeros de esa orden de varios direct ores de la m ism a post eriores a Donovan y a Allen Dulles. Bill Casey, William McClone y George Bush padre fueron nom brados com o m iem bros prom inent es de la orden, que supuest am ent e colabora con la vigilancia de la consolidación del cat olicism o en vast as regiones del m undo, aunque claro, en realidad sus obj et ivos viraron fuert em ent e hacia cuest iones económ icas y geopolít icas. Juan Pablo I I t am bién nom bró a Ronald Reagan, y m ucho ant es, en la segunda posguerra, se hizo lo m ism o con el general Reinhard Gehlen, m áxim o espía de Hit ler, t ras su pact o secret o con la CI A. La Orden de Malt a habría colaborado con los servicios secret os nort eam ericanos a fin de que m uchos nazis prom inent es pudieran abandonar Europa durant e el preciso m om ent o en el que se desarrollaba el proceso de Nürem berg, vast am ent e difundido en la prensa, por el cual se int ent aba hacer creer a las poblaciones de m uchos países que el m undo encont raba un sent ido de j ust icia. Los lazos ent re la Orden de Malt a y la CI A se est recharon ent onces al m ism o rit m o al que se est rechaban los lazos de la orden con la m asonería. Sin ir m ás lej os, varios m iem bros de la ot rora ult rapoderosa logia Propaganda Due, com o Um bert o Ort olani, fueron iniciados com o caballeros, fact or que post eriorm ent e habría cont ribuido a que la elit e copara el m anej o de las finanzas vat icanas, prim ero con la propia m asonería y m ás t arde con el Opus Dei. La Orden de Malt a est aba —y est á— firm em ent e afincada en dos regiones en part icular hacia las cuales apunt a la elit e globalist a, infilt rada dent ro del cat olicism o con el vía libre de varios papas: Am érica lat ina y África, cont inent es con am plia cant idad de recursos nat urales. Muchos gobiernos lat inoam ericanos y africanos han sido influidos por esa organización supuest am ent e cat ólica que t iene un veedor propio en las Naciones Unidas. I ncluso hay ciert a inform ación de que el golpe de Est ado del general August o Pinochet en 1973 fue dado con la aprobación de esa poderosa orden religiosa nom inalm ent e crist iana y cat ólica. Pero la influencia de la Orden de Malt a en los gobiernos lat inoam ericanos no se reduce en m odo alguno a ello, sino que m uchos de sus m iem bros han sido im port ant es president es y m inist ros del cont inent e. Si lo m ant ienen en silencio es porque ést a

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t iene los m ism os com ponent es de secret ism o que la m asonería y ot ras sociedades secret as. La colaboración ent re la CI A y la Orden de Malt a cum plía un com et ido desde el com ienzo de la Guerra Fría: unir esfuerzos cont ra el at eísm o com unist a. Fue por est a causa y por sus cont ribuciones m onet arias que el cat olicism o est adounidense, si bien m uy m inorit ario, com enzó a t ener una gran inj erencia en las decisiones del Vat icano, no sólo en lo que respect a a sus doct rinas, sino t am bién en lo que hace a la progresiva " ext inción" de las expresiones cat ólicas de izquierda ant es abundant es en Lat inoam érica, y hast a en cuest iones de polít ica int erna de países t radicionalm ent e cat ólicos. Un fact or adicional que hay que com prender en referencia a dicha orden es que sus m iem bros no pueden obedecer ningún int erés por encim a al de la organización. Si hay algún conflict o de int ereses, debe privar el int erés de la Orden de Malt a. Por lo t ant o se t rat a de una organización supranacional sem isecret a con gent e m uy poderosa y arist ocrát ica en sus filas, que por obvias razones no va a defender el int erés de los diversos países al ocupar cargos en gobiernos, parlam ent os, j uzgados y ej ércit os, sino el int erés m ancom unado de la asociación CI A- Vat icano, o m ej or dicho, el de la elit e globalist a que encont ró en ella un poderoso inst rum ent o para im poner la globalización en los países donde la población es m ayorit ariam ent e cat ólica y en los que, hast a la Segunda Guerra Mundial, t enía un m uy inferior grado de penet ración. Pío XI I habría sido un m iem bro de la I glesia apt o para realizar t odas las alianzas polít icas que acabaron, años m ás t arde, por enlodarla seriam ent e con escándalos financieros y ocasionarle una pérdida de credibilidad ent re una feligresía cada vez m ás sólo nom inalm ent e cat ólica. Es necesario recordar que su propio nom bram ient o se asem ej a al de Juan Pablo I I . Ant es de la Segunda Guerra Mundial la silla de San Pedro est aba ocupada por Pío XI , quien era un fervient e ant ibelicist a. Ese papa —al igual que Juan Pablo I — habría sido asesinado por el padre de Claret t a Pet acci —la am ant e de Benit o Mussolini—, por inst rucción del Duce, a fin de que el Vat icano no se const it uyera en un duro obst áculo a sort ear para la ent rada del régim en fascist a en la Segunda Guerra Mundial. Con el nom bram ient o de Pío XI I ( Eugenio Pacelli) , dúct il diplom át ico ( ése era su cargo durant e el papado de Pío XI ) , el cam ino est aba abiert o para que la I glesia m ost rara en un prim er m om ent o una act it ud m ucho m ás t olerant e con el fascism o y el nazism o, y se asociara post eriorm ent e con la CI A.

N a da n u e vo ba j o e l Sol Mient ras aut ores de best - sellers com o Dan Brown en El código Da Vinci ayudan a generar el im aginario colect ivo de que act ualm ent e se libra una lucha a m uert e ent re el Vat icano, o m ej or dicho el Opus Dei, y las sociedades secret as

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com o la m asonería, la realidad parece ser bien diferent e. Ent re los sect ores part idarios del m ás acérrim o t radicionalism o cat ólico y las sociedades secret as de nat uraleza " pagana" parece haber un com placient e grado de colaboración. Si observam os hacia el pasado, encont rarem os que si bien m uchos papas se han expresado en form a pública cont ra las sociedades secret as, inst rum ent os de poder de la elit e globalist a, no result a infrecuent e encont rar en el papado m iem bros de prom inent es fam ilias de banqueros o de la m ás rancia nobleza it aliana. Según el aut or cat ólico Claudio Rendina en su obra The Popes: hist ories and secret s ( Los papas: hist orias y secret os) , los condes de Tuscolo t uvieron cinco papas, los condes de Segni: cuat ro, las arist ocrát icas y ricas fam ilias Savelli, Orsini y Médici: t res cada una, y las opulent as fam ilias Anici, Caet ani, Borgia, Colonna, Cast iglioni, Della Rovere, Fieschi y Piccolom ini, dos cada una. Es necesario hacer not ar que esa list a est á com puest a sólo de m iem bros de los respect ivos clanes arist ócrat as. No incluye t odos aquellos papas que m uchas de las m ism as fam ilias lograron nom brar con el correr de los siglos a raíz de su influencia, dado que el som brero de cardenal — puest o necesario para ser papable— se com pró y vendió com o una cara m ercancía durant e siglos. Por obvias razones, sólo select as fam ilias adineradas y arist ocrát icas podían acceder al cardenalat o. Por lo t ant o, cabe concluir que el present e y el pasado recient e de la I glesia no dist an dem asiado de siglos ant eriores, cuando t ras cónclaves presunt am ent e ascépt icos los círculos de poder económ icos lograban nom brar papas afines que convalidaran las guerras, invasiones y ot ros act os de barbarie que los grupos m ás elit ist as debían llevar a cabo para hacerse de los recursos nat urales o con las zonas geoest rat égicam ent e vit ales para sus com et idos. Tam poco se puede negar la penet ración de las sociedades secret as en el propio corazón de la I glesia Cat ólica en siglos pasados. Dan Brown señala, por ej em plo, en su novela Ángeles y Dem onios —en la que no sólo dist orsiona gravem ent e inform ación de los I llum inat i de Baviera, sino que int ent a negar hacia su final la exist encia act ual de esa sociedad secret a— que en la capilla Chigi ( una poderosa fam ilia de banqueros del siglo XVI I ) ubicada dent ro de la iglesia de Sant a María del Popolo, en pleno corazón de Rom a, hay dos grandes pirám ides de clara ascendencia m asónica sobre la t um ba fam iliar. Lo que Brown " olvida" señalar es que esa pirám ide fue encargada y elaborada por el propio papa Alej andro VI I ( nacido Fabio Chigi) , quien evident em ent e t enía ciert a filiación con la m asonería, al igual que sus ant ecesores banqueros. Com o vem os, las act uales asociaciones non sanct as de la I glesia con las sociedades secret as no son algo nuevo, sino que abundan en su hist oria. Sin em bargo, hay que señalar que el grado de asociación del Vat icano con los int ereses de la elit e desde la Segunda Guerra Mundial, y de m anera cada vez m ás progresiva, const it uye un peligro m ucho m ás im port ant e para el m undo que la act ividad cercana a los bancos y a las sociedades secret as que m uchos papas pudieron haber

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t enido en el pasado. Est o se debe, sobre t odo, a que ya no est am os t ant o en un m undo dividido por naciones o ideas enfrent adas, sino baj o el im perio de la globalización. Hem os vist o cóm o la elit e globalist a ha sabido m anej ar a uno de sus ot rora enem igos m ás poderosos: el Vat icano. Ahora sí ent onces, los precept os de Leo St rauss, en el sent ido de que el fervor religioso bien puede servir para cohesionar a las m asas y servir a los int ereses de la elit e, han sido seguidos con éxit o. De inst it ución poderosa por peso y opinión propios, la I glesia se ha convert ido cada vez m ás en un socio m enor de la propia elit e, a veces por su convicción ant icom unist a, pero en ot ras por problem as financieros. Y en realidad, si se exam ina el origen fam iliar de los papas de hace siglos, t am poco era m uy diferent e en el pasado. De t al m anera, una de las inst it uciones supranacionales que m ayor riesgo podría represent ar para la elit e globalizadora, ya no sólo no represent a peligro alguno, sino que adem ás se ha convert ido en uno de sus m ej ores aliados para llevar a cabo la globalización. No hay que olvidar que el ecum enism o que ha sido im pulsado con fuerza desde el papado de Juan Pablo I I ha sido est ablecido en form a bast ant e desigual: m ient ras se han est rechado fuert em ent e los lazos de la I glesia Cat ólica con el j udaísm o y el anglicanism o ( religión preem inent e en la elit e de negocios inglesa y est adounidense) , el acercam ient o a ot ras religiones com o las dist int as versiones del I slam o el budism o ha sido m uchísim o m enor. O sea, ha coincidido con la propia polít ica ext erior de los Est ados Unidos en las últ im as décadas, que observa com o enem igos al fanat ism o islám ico en el cort o plazo, y probablem ent e a China en el largo plazo.

Un con cu bin a t o de la r ga da t a Com o hem os vist o, sería erróneo int erpret ar que la relación non sanct a ent re la I glesia y los grandes capit ales nort eam ericanos se origina en la segunda posguerra. Ent onces se est rechó un vínculo m ucho m ás viej o. Hay t am bién ot ras causas financieras y económ icas m uy relevant es. Hagam os un poco de hist oria: cuando Napoleón fue derrot ado en Wat erloo, m ediant e el Congreso de Viena se diseñó el nuevo m apa europeo. Ent re las disposiciones de ese congreso se convino en devolverle al papado algunas de las t ierras que Napoleón le había confiscado. Esos t errit orios, gobernados direct am ent e por los papas, const it uían los denom inados " Est ados pont ificios" y abarcaban cuat ro áreas geográficas it alianas: el Lazio, la Um bría, las Marcas y la Em ilia- Rom agna. Esos " Est ados pont ificios" eran la fuent e de los ingresos papales, dado que la I glesia recaudaba im puest os en ellos sobre la act ividad económ ica. De esa form a, hast a 1870 el Vat icano sufragaba sus gast os con recursos int ernos de sus t errit orios.

Ent re

1850

y

1870

los

" Est ados

pont ificios"

vieron

recort ados

progresivam ent e esos dom inios, que se iban anexando a los reinos que luego

215

conform arían, en form a unificada, lo que hoy es I t alia. Fue ent onces cuando los papas em it ieron las m ás duras encíclicas cont ra la m asonería y las sociedades secret as, dado que eran los Carbonari, la Giovane I t alia y la m asonería, las sociedades que m ás luchaban para unificar el país y despoj ar al papado de sus t errit orios. Ocurre que a m edida que el papa perdía t ierras, t am bién perdía fuent es de recaudación. Fue precisam ent e por esa causa que desde 1850 el Vat icano debió recurrir regularm ent e a prést am os ext ernos que eran ot orgados por las casas bancarias de la fam ilia Rot hschild, paradój icam ent e principal im pulsora de la m ás ant icat ólica de t odas las sociedades secret as: los I llum inat i de Baviera. En 1860, a fin de pagar los int ereses de esas deudas y los gast os corrient es del papado, se est ableció el act ual sist em a: un salvavidas denom inado " óbolo de San Pedro" , por m edio del cual las diócesis ext ranj eras debían aport ar una proporción de sus ingresos al Vat icano. Com o desde la Guerra Civil nort eam ericana los Est ados Unidos no cesaría de crecer hast a t ransform arse en la prim era pot encia m undial, las diócesis de ese país se fueron t ransform ando con el paso del t iem po en las prim eras aport ant es de los recursos económ icos con los que cuent a la Sant a Sede. Es

necesario

t ener

en

cuent a

que

a

m edida

que

las

diócesis

nort eam ericanas se fueron t ransform ando en los prim eros aport ant es de fondos del Vat icano t am bién se fueron est rechando los vínculos ent re el Vat icano y las grandes em presas nort eam ericanas. Ello dio pingües beneficios a am bos lados. Por una part e el Vat icano vio aum ent ar sus ingresos económ icos corrient es cada vez que un gran crecim ient o de la econom ía nort eam ericana hacía florecer a sus diócesis y por el ot ro los grandes capit ales nort eam ericanos fueron logrando que la I glesia Cat ólica, aún m uy fuert e en Europa y Am érica lat ina, " facilit ara" la im posición de la agenda globalizadora. Es por esa causa principalm ent e que el Vat icano no levant ó la voz ant e la dura represión m ilit ar de los años set ent a cont ra m ovim ient os lat inoam ericanos de índole socialist a, ni ant e la int ensa cam paña privat izadora que se vivió en las naciones lat inoam ericanas durant e la década de los novent a. Es por esa m ism a causa que hay una especie de vet o t ácit o —provenient e de los poderosos cardenales nort eam ericanos— a la posibilidad de que sea elect o un papa lat inoam ericano: la idea sería im pedir cualquier at isbo de " progresism o religioso" que pueda com plicar la agenda globalizadora de la elit e. Los lazos de la propia I glesia Cat ólica nort eam ericana con los obj et ivos de las principales corporaciones de los Est ados Unidos y la CI A siem pre han sido m uy est rechos. En los años del papa Paulo VI se solía ironizar sobre esos fuert es vínculos y sobre la gran preponderancia de la I glesia Cat ólica nort eam ericana en las decisiones

polít icas

del

Vat icano,

m erced

a

la

exist encia

de

un

" papa

nort eam ericano en las som bras" : el cardenal Francis Spellm an. Pero si la dependencia de los fondos de sus diócesis ext ranj eras por part e del Vat icano —vit al desde que en 1870 el papa perdió t odos sus t errit orios— ha

216

ayudado a t ej er fuert es lazos ent re Rom a y Wall St reet , ést os no son de ninguna m anera los únicos. En 1929 se firm ó el Trat ado de Let rán ent re el Vat icano y el gobierno de Mussolini, el cual est aba dest inado a zanj ar definit ivam ent e los pleit os de la I glesia Cat ólica e I t alia ocasionados por el despoj o de los Est ados pont ificios. El

gobierno

de Mussolini

acordó,

ent re ot ras cosas,

brindar

al

papa

una

com pensación de 90 m illones de dólares de la época por la confiscación de los Est ados. Adem ás, I t alia se encargaría de sufragar los sueldos y gast os de los sacerdot es it alianos, lo que const it uyó una m anera de que ést os no levant aran la voz ant e un acuerdo que podía result arle escandaloso a m uchos que est aban ent erados de la " let ra chica" del pact o. Fue ent onces cuando el Vat icano cont rat ó los servicios de un financist a llam ado Bernardino Nogara con la int ención de que invirt iera esos fondos a su leal saber y ent ender. Nogara logró del papa Pío XI " m anos libres" para invert ir esos fondos sin ninguna consideración religiosa, sim plem ent e t eniendo en cuent a su propia est im ación personal de rent abilidad y riesgo hacia diferent es act ivos financieros. Ent re los años t reint a y fines de los años cincuent a, Nogara fue un personaj e sum am ent e poderoso

en

el

Vat icano.

Su

t ot al prescindencia

de

cuest iones religiosas o m orales a la hora de realizar inversiones logró que los fondos se m ult iplicaran. A inicio de los años set ent a, ya creada oficialm ent e la banca vat icana ( I OR) esos fondos habrían llegado a superar los 500 m illones de dólares. Ent re las em presas en las cuales Nogara invirt ió los fondos se cuent an Shell, Esso, General Elect ric, General Mot ors, JP Morgan, Chase Manhat t an Bank y —según se especula— hast a em presas de arm am ent os. Las operaciones se hicieron generalm ent e a t ravés del banco " cabeza de puent e" que había adquirido en part e m inorit aria el Vat icano en los Est ados Unidos, por inst rucción de Nogara: el Bankers Trust . Vale decir que se convirt ió en socio m inorit ario de los int ereses de los sect ores est adounidenses m ás relacionados con las propias sociedades secret as cont ra las cuales los papas ant ecesores int ent aban luchar. Por consiguient e, se asoció con los elit ist as clanes fam iliares com o los Rot hschild y los Rockefeller, que m anej an enorm es m egacorporaciones e influyen en form a det erm inant e en las sociedades secret as. Ahora bien, durant e las décadas de 1930 y 1940 la I glesia Cat ólica com enzó a t ener ot ro " socio adicional" : el régim en nazi de Adolf Hit ler, que im puso un im puest o proporcional sobre t odos los salarios alem anes para uso exclusivo y discrecional del Vat icano, dado que, al igual que Mussolini, no sólo necesit aba una religión " de Est ado" , a pesar de sus propias creencias paganas, sino que adem ás no deseaba " propaganda host il del Vat icano" , conocedor de sus lazos con Nogara y Wall St reet . Ese im puest o, llam ado " Kirchenest euer" , nunca fue derogado, y cont ribuye a explicar la exist encia act ual de un papa alem án, m ás allá de su afinidad ideológica con el sect or que hoy predom ina am pliam ent e en la I glesia: el m ás reaccionario.

217

Com o se ve, est e fact or puede explicar t am bién en buena m edida la " neut ralidad" del papa Pío XI I en la Segunda Guerra Mundial frent e a los dos bandos en lucha, su asent im ient o t ácit o a m uchas de las polít icas de Hit ler e incluso la red secret a en la que se habría involucrado el Vat icano —j unt o con la propia CI A— en la posguerra para sacar j erarcas nazis de Europa. La relación con Hit ler t am bién se había fort alecido por ot ros m ot ivos: Bernardino Nogara había hecho, a principios de los años t reint a, fuert es inversiones en em presas it alianas que colaboraban est recham ent e con el régim en de Mussolini y sus planes bélicos expansionist as. La relación se acent uó con la " súbit a desaparición" del ant ibelicist a Pío XI j ust o ant es de em pezar la Segunda Guerra Mundial, y su reem plazo por Eugenio Pacelli ( Pío XI I ) herm ano de Francesco Pacelli, el cardenal que hizo excelent es lazos personales con funcionarios del régim en nazi durant e los años t reint a, cuando se encont raba dest acado en Alem ania. Con la excepción del régim en com unist a de la Unión Soviét ica que había prohibido desde su propio inicio el cult o religioso, el papa era " am igo de t odos" en la Segunda Guerra Mundial. Por eso, debe llam ar especialm ent e la at ención que en años recient es renaciera en form a cont rovert ida la discusión acerca de los lazos ent re Pío XI I y Hit ler, y se focalizara el t em a sólo en ello, cuando en realidad lo que el Vat icano recolect aba m es t ras m es de Alem ania era invert ido en Wall St reet . Pero nada es grat is, y ese florecim ient o de la riqueza financiera vat icana t raj o aparej ado un inconvenient e adicional: com o una proporción m uy alt a de los fondos

invert idos

por

Nogara

est aba

colocada

en

acciones

de

em presas

nort eam ericanas cot izant es en Wall St reet , las finanzas del Vat icano quedaban at adas de pies y m anos a los beneficios de las m egacorporaciones est adounidenses. Por lo t ant o, su dependencia de las grandes em presas nort eam ericanas se daba por part ida doble: por un lado, sus ganancias dependían —y dependen— de la " generosidad"

de

las

donaciones

de

part iculares,

em presas

o

fundaciones

est adounidenses, a las diócesis de los Est ados Unidos. Por el ot ro, un alza de las acciones en Wall St reet hace m ás rico al Vat icano, m ient ras que una baj a lo em pobrece. No debe ext rañar en absolut o ent onces que desde finales de la Segunda Guerra Mundial la sum isión de la I glesia a los grandes int ereses de Wall St reet haya ido en aum ent o, al punt o de que en 1978 Karol Woj t yla haya sido elegido papa, fact or que facilit aría el definit ivo derrum be de la " Cort ina de Hierro" . No le falt aba razón a Paulo VI ent onces cuando señalaba que por alguna griet a el " hum o de Sat anás" había ingresado al Vat icano. Pero lo que no se puede dej ar de not ar es que el origen y la ext ensión de esa profunda griet a no podían dej ar de ser conocidos por casi t odos los papas del siglo XX, quienes sin em bargo, al igual que el act ual Benedict o XVI , opt aron por silenciar el t ácit o pact o perverso exist ent e ent re Rom a y Wall St reet y dej ar de host ilizar a las sociedades secret as, dado que Est ados Unidos es el paraíso de las m ism as ( en el año 1900 exist ían m ás de 600, según Albert St evens) , y ellas son funcionales a los int ereses de las

218

corporaciones anglo- nort eam ericanas. ¿Cuál puede ser una act it ud cat ólica frent e a t odo est o? Quizá, por sobre t odas las cosas, rezar para que ent re ot ras, las acciones de General Mot ors, la Exxon y la General Elect ric suban y suban. Cuant o m ás: m ej or. No hay que olvidar que un viej o refrán popular en Wall St reet señala: " ¡Lo que es bueno para la General Mot ors, es bueno para el Papa! " .

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223

Seis Sepultando al enemigo

Morpheus: Mient ras la Mat rix exist a, el ser hum ano nunca será libre. Neo: Sé lo que est á t rat ando de hacer... Morpheus: Est oy t rat ando de abrir t u m ent e, Neo, pero sólo puedo m ost rart e la puert a. Tú eres el que t iene que at ravesarla... Tienes que dej arlo ir t odo, Neo: m iedo, angust ia, incredulidad. ¡Libera t u m ent e! Mat rix

224

La t raición j am ás prospera, porque si prosperara, nadie osaría llam arla t raición. Sir John Haringt on, poet a inglés del siglo XVI I . Es m uy difícil hacer que un hom bre ent ienda algo, cuando su salario depende de que no lo ent ienda. Upt on Sinclair

Usualm ent e suele pensarse que los grandes hechos a t ravés de los cuales la elit e globalist a ha increm ent ando su poder con el correr de las décadas se han definido en cam pos de bat alla, t rat ados int ernacionales y decisiones polít icas y económ icas al m ás alt o nivel. Puede pensarse ent onces que ha sido así que la elit e ha sepult ado cada uno de los obst áculos que ha encont rado. Ello puede ser ciert o en cada caso part icular, pero nada nos dice acerca de la m et odología general. Y es que, aun cada enem igo part icular vencido necesit a de una sepult ura en general. O sea, no bast a con derrot arlo por la form a que fuere. Es necesario t am bién que los sucesos se narren a la opinión pública de una m anera t al que parezca que det rás de cada uno de los grandes hechos polít icos y económ icos hay fines alt ruist as y decent es, cuando en general son usualm ent e t odo lo cont rario, com o hem os venido viendo. Es im prescindible, ent onces, que a las m asas se les diga lo que conviene que escuchen. St rauss lo dij o claram ent e. Para ello la elit e ha organizado con el t ranscurso de las décadas un com plicado y eficient e aparat o de prensa que baj o la apariencia de independencia es en realidad la part e m ás peligrosa de la incisiva m áquina colect ivist a- oligárquica al est ilo Orwell —m ezcla de socialism o y nazism o— que es en

realidad

la globalización,

sólo

supuest am ent e libreem presist a

y

dem ocrát ica. Es m ediant e el uso y abuso de la " prensa independient e" que la elit e logra que las m asas digieran una gran cant idad de not icias falsas o t endenciosas propagadas de m anera supuest am ent e rigurosa a t ravés de los m ás conocidos m edios de com unicación. Y ésa es la form a en que se sepult a a cada enem igo part icular: en la t um ba general que ofrecen los m edios de com unicación y la hist oria oficial, m uchas veces escrit a por hist oriadores a sueldo de la propia elit e. Tan a sueldo com o los propios m edios de com unicación y las agencias de not icias int ernacionales, verdaderos oligopolios de su propiedad direct a. Sin la sepult ura general que la realidad requiere de la prensa y la hist oria oficial, el nivel de disgust o que t endrían las m asas populares sería m uy superior al que ya de por sí provocan las duras condiciones de la globalización, y ello generaría

225

un caldo de cult ivo m uy peligroso para la elit e globalist a. Es por eso que m uchas grandes verdades hist óricas son conocidas sólo por un m inúsculo grupo de especialist as o t est igos direct os de los hechos, m ient ras que las m asas creen saber cóm o es la realidad, cuando los m edios y la hist oria oficial ofrecen un m undo de ilusiones. Es por eso que cabría pensar que lo que conocem os com o realidad, a t ravés de los m edios, la prensa y la hist oria oficial no es ot ra cosa que una especie de alucinación colect iva. Es com o si cada vez que recibim os un " baño de inform ación" t elevisiva, radial o escrit a en diarios y revist as solo nos est uviéram os som et iendo volunt ariam ent e a una ensoñación. El problem a, claro est á, es que las relaciones ent re las personas est án int erm ediadas por los m edios de com unicación. Vale decir que est am os frent e a un fenóm eno m uy com plej o: paradój icam ent e para poder hablar de la " realidad" —y com prender lo que dicen ot ros seres hum anos— es necesario conocer y hast a com part ir esa verdadera alucinación colect iva que se nos im part e a t ravés de los m ás im port ant es m edios de com unicación int ernacionales y las agencias de not icias. Podríam os pregunt arnos ent onces qué grado de verdadera com unicación podem os t ener con nuest ros sem ej ant es si casi t odas las charlas de café, diálogos t elefónicos o conversaciones de sobrem esa acerca de los m ás im port ant es t em as int ernacionales est án basados en falsedades. La ot ra conclusión bast ant e frust rant e que podem os sacar de t odo est o es que en realidad lo que denom inam os hist oria no es ot ra cosa que algo m uy conj et ural. No podem os saber exact am ent e qué es lo que ocurrió en el pasado, sólo podem os t ener versiones de los hechos, hilaciones diversas de sus conexiones causales. Sin em bargo, aun cuando no podem os saber del t odo lo que ocurrió exact am ent e en el pasado, y m ucho m enos lo que ocurre en el present e, es posible evit ar caer en la incert idum bre. El cam ino correct o es aplicar la lógica est rict a y evit ar caer en conj et uras hist óricas que, por conocidas y difundidas que sean, encierren inconsist encias int ernas graves. A fin de graficar est o, vam os a dar en est e capít ulo cuat ro ej em plos de cóm o nuest ra visión del m undo puede est ar dist orsionada por el bom bardeo de inform ación de los m edios, que cuando se acum ula en form a decant ada, conform a lo que puede llam arse hist oria oficial. Nos ocuparem os de dos personaj es hist óricos, Hit ler y Saddam Hussein, y de dos de los hechos m ás t rascendent ales ocurridos en los últ im os set ent a años: la Segunda Guerra Mundial y los hechos del 11 de sept iem bre de 2001.

Un pe r fe ct o de scon ocido lla m a do Adolfo H it le r En años recient es apareció una biografía de Hit ler que según sus propios edit ores y buena part e de la prensa es la " versión definit iva" de la vida del dict ador nazi. Se t rat a de la obra en dos volúm enes de I an Kershaw, edit ada en t odo el m undo y vast am ent e publicit ada en los m edios de com unicación. ¿Por qué

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est ablecer una biografía " definit iva" de Hit ler a casi sesent a años de su m uert e? Ya hem os dicho que a la elit e le conviene dar adecuada sepult ura a sus enem igos, prim ero m ediant e la desinform ación de la prensa, y post eriorm ent e m ediant e la m anipulación de la hist oria. Hay básicam ent e t res hechos de la vida de Hit ler ( aunque podríam os nom brar m ás) que conviene " ent errar" —y que aún no lo han sido en la m edida suficient e—, porque podrían despert ar t odo t ipo de suspicacias, cont roversias y acusaciones a la elit e globalist a que im pera en Wall St reet . Ést as son las siguient es: a. Los fluidos lazos ent re Wall St reet , y m uchas de las principales corporaciones anglo- nort eam ericanas ( hay

varias pet roleras y

bancos com o

Morgan, Chase, Nat ional Cit y Bank, Brown Brot hers & Harrim an, la hoy Exxon, Texaco y Shell, I BM, Ford, General Elect ric, ent re m uchas ot ras) , seriam ent e com prom et idas en el ascenso de Hit ler al poder, en su financiam ient o una vez en el poder, y aun en su auxilio durant e la guerra. I ncluso el propio abuelo pat erno de Bush fue uno de los financist as de Hit ler. Est os punt os los hem os t ocado con ciert o det alle en el capít ulo I V de Hit ler ganó la guerra, así que no los volverem os a t rat ar aquí. El lect or podrá acceder adem ás a ent ret elones con m ayor m inuciocidad aún en las obras Wall St reet and t he Rise of Hit ler ( Wall St reet y el Ascenso de Hit ler) de Ant ony Sut t on, y en la m ej or obra sobre el padre de George W. Bush: George Bush: The Unaut horized Biography, de Webst er Tarpley y Ant on Chait kin. Kershaw poco y nada habla de est os m uy espinosos t em as. La hist oria oficial debe ent errar est a cuest ión no sólo para salvar el buen nom bre de las act uales m egacorporaciones, sino t am bién el de Franklin Delano Roosevelt , quien est aba perfect am ent e al t ant o de t oda est a m uy delicada sit uación debido, ent re ot ros m uchos fact ores, a los inform es que le enviaba su em baj ada en Berlín ant es y durant e el inicio de la guerra. b. El gran im pulso que dio a la carrera de Hit ler, quien t ras la Prim era Guerra Mundial era sólo un cabo ret irado del ej ércit o y un desocupado, su relación con las sociedades secret as alem anas y con el ocult ism o, m uy especialm ent e con la Sociedad Thule —em parent ada con los I llum inat i de Baviera— que le perm it ió una m et eórica carrera desde su punt o inicial de orador en m it ines polít icos del m inúsculo Part ido Obrero Alem án a nada m enos que j efe y dict ador de t oda Alem ania. Esa relación con la Thule Societ y y sus m iem bros m ás prom inent es com o Diet rich Eckhardt y el conde von Sebbot endorf le proporcionó el financiam ient o inicial de los principales indust riales alem anes a inicios de los años veint e, cuando su carrera polít ica aún est aba en pañales. Por lo t ant o, si es necesario " ent errar" las conexiones económ icas y financieras ent re el I I I Reich y Wall St reet , t am bién conviene sepult ar para siem pre un det enido exam en de la relación de Hit ler y las sociedades secret as, no sea que se dest apen m uchísim as ot ras relaciones ent re los

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m ás im port ant es polít icos y las sociedades secret as, y se descubra quiénes son los que realm ent e m anej aron y m anej an el poder polít ico en el m undo. Obviam ent e, la biografía " definit iva" de Kershaw apenas hace m ención de la Sociedad Thule, y ni siquiera la m uest ra acabadam ent e com o una sociedad secret a, sino apenas com o una especie de grupo nacionalist a para nada secret o. Sobre est e fact or t am poco hablarem os ahora dado que lo hem os desarrollado en el capít ulo VI I de Hit ler ganó la guerra. c.

El

t ercer

punt o

que

la

hist oria

oficial

debe

ent errar

y

olvidar

definit ivam ent e acerca de Hit ler, son algunos de los aspect os de su vida privada, especialm ent e desde su origen hast a su crist alización com o líder indiscut ible de Alem ania, dado que es ot ra cuest ión espinosa que de revelarse no sólo m ost raría el cost ado hum ano de lo que oficialm ent e conviene m ost rar com o un "m onst ruo" , sino que adem ás podría llegar a despert ar algunas inquiet udes que aún no se sabe a ciencia ciert a adónde pueden conducir, ni derivar. De su vida privada, poco se ha dicho: se ha sugerido que era o bien hom osexual, o que t enía al m enos t endencias hom osexuales, y que su relación con Eva Braun, su com pañera una vez inst alado com o Führer alem án, pasaba m ás por lo " decorat ivo" que por lo que suelen ser —o deberían— las relaciones ent re un hom bre y una m uj er. Respect o de ese punt o no se sabe si es real. El de su hom osexualidad en cam bio, casi seguro es una fábula y la confusión puede provenir del hecho de que una vez convert ido en dict ador, Hit ler casi dej ó de t ener vida privada. Toda su libido est aba concent rada en m anej ar Alem ania y, post eriorm ent e, en los int ereses alem anes en la Segunda Guerra Mundial. Así que en cuant o a esa época, poco y nada int eresa de su vida personal. Es su origen, su infancia y su j uvent ud lo que la hist oria oficial debe silenciar, la de Kershaw lo logra casi a la perfección. Vayam os ent onces direct am ent e a est e últ im o punt o. Hacia 1930, Hit ler ya est aba consolidado com o polít ico en Alem ania y en Europa, pero aún est aba m uy lej os de acceder al poder. En esa época uno de sus herm anast ros lo ext orsionó con la am enaza de difundir que el origen de su fam ilia, aust ríaca, era j udío. Hit ler le confió el problem a a Hans Frank, post eriorm ent e gobernador de Polonia, acusado y sent enciado a m uert e en Nürem berg. Durant e su det ención, Frank le narró la hist oria com plet a a Gust ave Gilbert , psicólogo de las t ropas aliadas encargado de at ender

a los prisioneros,

quien

post eriorm ent e escribió

una obra t it ulada

Nürem berg Diaries ( El Diario de Nürem berg) , donde narra una buena part e de la hist oria, reflej ada por ot ros hist oriadores y biógrafos de Hit ler com o Joachim Fest . Ot ra vert ient e por m edio de la cual se revela el propio origen de Hit ler es la CI A, dado que su predecesora, la OSS ( Overseas Secret Service) , había elaborado un inform e com plet o, post eriorm ent e edit ado com o libro de aut oría de Walt er Langer baj o el t ít ulo de The Mind of Adolf Hider ( La Ment e de Adolf Hit ler) , en el que se va

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m ucho m ás allá de las especulaciones sobre su sangre j udía, y se lo em parent a con el clan Rot hschild, dado que su abuela pat erna, Maria Schickelgruber, t rabaj ó com o m ucam a en la m ansión vienesa de la fam ilia y allí habría quedado em barazada de uno de sus m iem bros. No lo decim os nosot ros, lo dice la ant ecesora de la CI A en un libro que —si bien no se sabe si acert ó en su origen— al m enos sí se sabe que acert ó en su dest ino, dado que ant icipó que se suicidaría. Ahora bien, pocos años ant es de la anexión de Aust ria por part e de Alem ania, el canciller aust ríaco Dollfuss realizó una invest igación sobre el t em a y descubrió que, efect ivam ent e, el abuelo biológico pat erno de Hit ler no era ot ro que un m iem bro del clan Rot hschild, lo que t endría que ver de m anera det erm inant e con el asesinat o de Dollfuss por part e de las t ropas alem anas inm ediat am ent e después de su ent rada en Aust ria. Pero ¿cóm o puede ser ciert a esa hist oria? Pues bien, el padre de Hit ler, de nom bre Alois Hit ler, pudo t ener ese apellido cuando t enía 39 años de edad debido a que su m adre, Maria Schickelgruber, cont raj o m at rim onio con un anciano al enviudar ést e, de apellido Hut t ler. Pero Hut t ler sólo reconoció com o hij o a Alois m uchos años después de su m at rim onio con Maria. Ese reconocim ient o t ardío, j unt o al sospechoso hecho de que el regist ro de nacim ient o de Alois present a señales de haber sido adult erado, indicarían que Hut t ler no era su padre biológico. La " adopción" habría servido a Alois, sin em bargo, para dar im pulso a su carrera adm inist rat iva dado que podía m ost rar, con el cam bio de apellido, que no era un bast ardo de padre desconocido. La hist oria descubiert a por Dollfuss y por la propia OSS a t ravés de Langer era, si no ciert a del t odo, al m enos m uy bien fundam ent ada. Lo ciert o, es que Hans Frank narró en Nürem berg a Gust ave Gilbert , con luj o de det alles, su versión acerca de la hist oria de la vida privada y el origen del dict ador, pero no lo hizo ant e el t ribunal, que j am ás pregunt ó nada al respect o. Dado su rol de abogado personal de Hit ler ant e la ext orsión de su herm anast ro, conocía a fondo los porm enores del caso. Frank cont ó que descubrió, al com ando de la invest igación que el propio Hit ler le encargó una vez anexionada Aust ria, que el verdadero padre biológico de Alois, y por lo t ant o el real abuelo pat erno de Adolf, era un m iem bro del clan j udío Frankenberger, dado que Alois Schickelgruber—com o se llam ó hast a los 39 años— recibió sost én económ ico de esa fam ilia hast a los cat orce años, y exist ía docum ent ación que dem ost raba la conexión ent re Maria y los Frankenberger, dado que se cart eaban con m ucha frecuencia. Habría que pregunt arse en est e punt o si la conexión " Hit ler- Rot hschild" y la conexión " Hit ler- Frankenberger" son incom pat ibles ent re sí o en realidad result an, si se exam ina bien el caso, perfect am ent e com pat ibles ent re ellas, dado que una cosa es la pat ernidad biológica, y ot ra el sost én financiero. Más aún, result a nat ural pregunt arse si los dos clanes j udíos est aban en alguna m edida relacionados ent re sí. Est e asunt o, especialm ent e

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espinoso —no t ant o por la sangre j udía de Hit ler, sino por su parent esco con los Rot hschild o los Frankenberger— es urt icant e para la elit e globalist a y sus subordinados hist oriadores porque bien podría ocurrir que, si se invest iga a fondo, la m et eórica carrera al poder de Hit ler y su post erior gobierno con m ano de hierro en Alem ania y Europa, adquieran una dim ensión t ot alm ent e diferent e. Ahora bien, una vez ent erado Hit ler de su ascendencia j udía, una de las prim eras cosas que hizo fue ordenar a sus t ropas que dest ruyeran por com plet o el cem ent erio en el que est aba ent errada su abuela pat erna, cerca de la ciudad de Graz. Ya m ost raba la hilacha: en el afán de profanar la t um ba de su propia pobre abuela, t erm inó profanando las t um bas del cem ent erio ent ero con el pret ext o de que algunas t ropas alem anas debían est ablecerse allí. No se t rat a sólo de que Hit ler había querido borrar lo m ás posible su origen j udío, sino t am bién del hecho de que habría profesado un odio —inconfesado y profundísim o— hacia su padre. Alois Hit ler, su progenit or, se había casado en segundas nupcias con una m uj er m uchísim o m ás j oven llam ada Klara Polzl, la m adre de Adolf. Era el t ut or de ella cuando era una niña, y t uvieron cinco hij os. Tres m urieron ant es de que Hit ler llegara al poder. Las confesiones hechas por Hans Frank a Gust ave Gilbert ant es de m orir ahorcado fueron m ás allá, son j ugosísim as y perm anecen com plet am ent e fuera del circuit o de la hist oria oficial, que dej a un gran vacío en la figura infant il y j uvenil del dict ador, por lo que no puede explicar el " fenóm eno Hit ler" . Lo ciert o es que Adolf era el preferido de la m adre, pero t am bién al que el padre t rat aba en form a m ás sádica. Desde m uy pequeño habría observado escenas t erribles, dado que las peleas conyugales alcanzaban niveles que dieron pie a que él m ism o las llam ara " bat allas" en su obra Mein Kam pf. En la m ism a obra las describe señalando que " eran de t al crudeza que no dej aban nada a la im aginación" . Hit ler habría observado, ya desde m uy pequeño no sólo act os sexuales ent re sus padres, sino verdaderas golpizas y violaciones, dado que Alois se alcoholizaba casi t odos los días y era el pequeño Adolf el que debía ir a rescat arlo de las t abernas por las noches. De allí el odio profundo que t uvo siem pre al alcohol y el t abaco. Jam ás fum aba ni perm it ía

fum ar,

ni

bebía

alcohol

ni

siquiera

en

los

brindis,

en

los

que

rut inariam ent e, él celebraba con agua m ineral. Es probable t am bién que el pequeño Adolfo haya vist o a la m adre haciéndole durísim as recrim inaciones al padre en el que los t érm inos de " bast ardo" y " j udío" no est aban ausent es, según lo que relat an Robert o Merle y Raym ond Saussure en su obra Psicoanálisis de Hit ler, basada en la obra de Gilbert . Hay que t ener en cuent a que la fam ilia de Hit ler se com ponía en su niñez de siet e personas, dos adult os y cinco niños que vivían hacinados en dos habit aciones pequeñas. Hit ler t enía esos m ot ivos para odiar en secret o a su padre, pero exist ía t am bién la violencia que em pleaba cont ra él m ism o, ant e la cual reaccionaba siem pre igual: cont eniendo el llant o y sin proferir una sola quej a, cosa que había

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aprendido de un libro que había leído acerca del com port am ient o de los indígenas. Ést e es un asunt o llam at ivo dado que de adult o lloraría con gran facilidad ant e det erm inadas sit uaciones polít icas, cuest ión que m arca hast a qué punt o su sit uación infant il lo m arcó, y hast a dónde los llant os y las quej as suprim idas en su niñez, t enían efect os en su com port am ient o adult o, y en t oda Alem ania y el m undo. I ncluso la elección de su prim era carrera —pint or— habría sido j ust am ent e por rebeldía frent e a los deseos de su padre, ex em pleado aduanero, que deseaba que Adolf siguiera sus pasos en la adm inist ración pública, a la que luego volvería — paradój icam ent e— con consecuencias nefast as para el m undo. Si se m ira bien el asunt o, la sit uación en que se hallaba el j oven Hit ler no era m uy diferent e de la concepción que t enían m uchísim os alem anes de la sit uación de su propio país. Hit ler había padecido —ésa era su visión— en su casa la sit uación de

una

m adre

germ ana

" profanada"

por

un

padre

sanguinario

de

raíz

probablem ent e j udía. Ello ocurría en el m ism o m om ent o en que m uchos alem anes veían a su pat ria " profanada" por los com erciant es y banqueros j udíos, dado que el ant isem it ism o de una buena part e del pueblo alem án no nació con el Trat ado de Versalles de 1919 diseñado por unos pocos banqueros y polít icos elit ist as, sino de m uchísim o t iem po ant es. Es usual que m uchas veces los pueblos de t odo el m undo vean sus culpas, com plej os y m iserias com o algo causado por un perseguidor, algo que los excede y que est á fuera de ellos m ism os. Esa correspondencia ent re la sit uación fam iliar en la que creía que se hallaba Adolf Hit ler, y la que creían en que se encont raban m uchísim os alem anes de la época, favorecería m uchos años m ás t arde el acceso de Hit ler al poder. Ést e, al no t ener nadie en quién ident ificarse, se ident ificaba con el pueblo alem án en su conj unt o y con la raza aria en su concepción idealizada de Alem ania y del m undo. En los años t reint a, y hast a finales de la Segunda Guerra Mundial, esa m ut ua ident ificación " Hit ler- pueblo alem án" y " pueblo alem án- Hit ler" ayudó a resolver —m ej or dicho, a m ant ener— el com plej o de inferioridad que abarcaba a am bos frent e a las sit uaciones que vivían, y que se habían t ransm ut ado, a raíz de esa fusión, en su cont rario: com plej o de superioridad y m egalom anía, según Merle y Saussure. Si Hit ler puso t oda su libido en su carrera polít ica y en prepararse bélicam ent e para invadir países y hacer la guerra, es porque no podía ponerla en un obj et o sexual det erm inado. Aunque la hist oria oficial lo acusa de t ener t endencias hom osexuales, en su j uvent ud en Viena Hit ler se enam oró perdidam ent e de una j oven m odelo que posaba para él y para su am igo Greiner. Llegó a t al punt o que, recordando e int ent ando repet ir las escenas sexuales ent re su padre y su m adre —después de t odo era el único t ipo de act o sexual que est aba habit uado a visualizar—, lo que hizo fue lanzarse sobre la pobre m odelo que huía espant ada del at elier al m ism o t iem po que su am igo Greiner llegaba al m ism o. El sent im ient o cont enido de Hit ler no acabó allí, sino que la persiguió por Viena incluso después de que la m ism a se com prom et iera con un j oven de sangre j udía, fact or que aum ent ó

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el odio que sent ía por el pueblo j udío. Adolf llegó a aparecerse en la iglesia donde se est aba realizando el casam ient o ent re su am ada y el j oven j udío e int ent ó int errum pirlo a los grit os y gest iculando, de m odo que la policía debió ingresar y desaloj arlo a la fuerza para que el casam ient o pudiera cont inuar. Quizás est a m arca que dej ó en el ánim o de Hit ler la frust ración de su am or con la m odelo fue lo que años m ás t arde lo llevó a t ener com o parej a a Eva Braun, cuya profesión t am bién era m odelo. Salvo est e hecho con la m odelo, hast a bien avanzados los años veint e no se le conocen am oríos previos a la irrupción, det erm inant e t am bién en su vida, de su sobrina Angela ( Geli) Raubal. Adolf le llegó a decir a su am igo Greiner, uno de los pocos am igos ( si se lo puede llam ar así) que hizo en su infancia y j uvent ud, y quien est aba sum am ent e int rigado por su falt a de int erés por las m uj eres t ras el asunt o de la m odelo, que " lucía dem asiado t uberculoso com o para at raer m uj eres u hom bres" , lo que abre ciert as dudas —pero no m ás que eso— acerca de una am bivalencia sexual,

pero ningún

indicio

exist e de que t uviera t endencias

hom osexuales. En realidad, hast a 1934 t oleraría sin problem as las act ividades hom osexuales de Ernst Roehm , uno de sus lugart enient es, y de algunos de los j efes de una de sus " fuerzas parapoliciales" , las SD. Pero t ras la purga de Roehm de su m ovim ient o nazi, el odio de Hit ler por los hom osexuales se equipararía con el que sent ía por los j udíos: los m andaba rut inariam ent e a cam pos de concent ración con la m arca de un t riángulo rosa en la espalda. La segunda —y últ im a— m uj er que at raería poderosam ent e a Hit ler fue, com o dij im os, Geli Raubal, cuando su carrera polít ica ya est aba avanzada, pero aún m uy lej os de alcanzar el poder en Alem ania. El fut uro gobernant e se convirt ió en parej a inseparable de su sobrina, repit iendo, quizá sin saberlo, la hist oria de su propio padre con su m adre, de la que había sido t ut or. Pero Geli, una bella m uchacha, al cabo de un t iem po com enzó a sent ir una profunda repulsión por su t ío, que según Merle y Saussure, se debía a algunas práct icas sexuales que la j oven desaprobaba, pero j am ás se pudo conocer si se t rat aban de alguna perversión o de algo sin im port ancia. Sea lo que haya sido, est o le causó un grave problem a a Hit ler, dado que la sit uación llegó a un punt o de t irant ez t al que Geli deseaba escapar de la casa y ést e com enzó a encerrarla con frecuencia. Un día, según t am bién le confesó Ot t o St rasser a Gilbert poco ant es de recorrer el m ism o cam ino que Hans Frank hacia la horca, su herm ano Gregor le com ent ó que Hit ler, en un m om ent o de desesperación, le confesó que había m at ado a Geli en un arranque de furia con su pist ola. Luego int ent ó suicidarse, cosa que St rasser t uvo que im pedir en form a personal, porque est aba fuera de sí por el crim en que había com et ido. El asunt o Geli Raubal había llegado en form a fragm ent aria a la prensa alem ana de la época. Hit ler est aba lej os aún de ser canciller de Alem ania y había poderosos int ereses polít icos ( el president e Hindenburg y los com unist as, ent re ot ros) que se oponían de plano a su ascenso que, no obst ant e, se int uía en el crecim ient o

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indiscut ible que se verificaba en la cant idad de bancas obt enidas por su part ido ( NSDAP) en el Congreso ( Reichst ag) cada vez que había elecciones parlam ent arias. Lo ciert o es que t odos aquellos que est uvieron en cont act o con la verdad del t em a Geli Raubal fueron convenient em ent e asesinados en las purgas del NSDAP de 1934, incluido Gregor St rasser, el periodist a Gehrlich ( que había filt rado la inform ación del asesinat o a un diario) y quien le dio las pruebas irrefut ables al Part ido Nazi ( una cart a de Hit ler sobre el t em a) para que las dest ruyera: el padr e Sem ple. Sólo uno de los personaj es que lo sabían perm anecía vivo y era cada vez m ás poderoso: Herm ann Goering, quien le confesó en Nürem berg a Gilbert poco ant es de m orir que Hit ler se hizo veget ariano al día siguient e de la m uert e de su sobrina Geli, que para la j ust icia alem ana quedó siem pre com o un suicidio efect uado con su pist ola. Es lo único que Goering adm it ía del " asunt o Geli" fuera de la verdad oficial, pero Gilbert se dio cuent a de que m ent ía porque habría sido precisam ent e él quien ayudó a Hit ler a disfrazar la escena del crim en para que t odo aparent ara un suicidio. El psicólogo descubrió la m ent ira de Goering por una causa m uy sencilla: adm it ió haber llegado a la casa donde vivía Geli a los pocos m om ent os de su m uert e. Fue la prim era persona que llegó a la escena del crim en, y si llegó allí no fue por casualidad sino porque lo había llam ado el propio Hit ler. Est e hecho haría pensar que exist ía una especie de pact o secret o ent re los dos, que Gilbert ent revió. Lo ciert o es que Hit ler no se desprendería j am ás de Goering, quien alcanzaría a ser el m áxim o j efe de la Fuerza Aérea Alem ana ( Luft waffe) , y según m uchos t am bién uno de los principales responsables de que Alem ania no ganara la Segunda Guerra Mundial, dado que habría sido la incom pet encia de Goering la que habría im pedido dar el paso que le falt ó a Hit ler para liquidar la confront ación ant es de que la m ism a " recom enzara" con la invasión a la Unión Soviét ica. A Hit ler sólo le falt ó invadir I nglat erra, y en esa t area la Fuerza Aérea era una pieza fundam ent al que aparent em ent e no est uvo a la alt ura de las necesidades, debido, ent re ot ras causas, a Goering. En sínt esis, la vida privada de Adolfo Hit ler t uvo una enorm e influencia en su act ividad polít ica. La falt a de libido que experim ent aría por las m uj eres t ras la frust ración con la m odelo y la m uert e de su sobrina Geli en 1931, y su falt a de deseo sexual, según Merle y Saussure, acent uaron la carga libidinal que puso en su act ividad polít ica y m ilit ar, que llegó a lím it es febriles, a punt os que el m undo ent ero conoce m uy

bien.

Pero,

al m ism o t iem po,

su vida privada est uvo

det erm inada por su infancia, y la m ism a por su posible origen j udío. Si en realidad su origen pat erno se rem ont a al clan Rot hschild o al clan Frankenberger, podem os decir que en realidad desconocem os, casi seguro, la verdadera hist oria de su vert iginoso ascenso y su accionar, dado que t odo a su alrededor bien podría im plicar ot ra suert e de consideraciones, causas y consecuencias en las que no nos

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ext enderem os aquí, pero que, repet im os, pueden llevar a t ener que cam biar t oda la hist oria, y no sólo la de Hit ler. Sólo aparent em ent e no relacionados con est o, hay, al m enos cuat ro " det alles" de la vida de Hit ler que m erecen una consideración especial. Hit ler nace a la vida polít ica pública a raíz del llam ado " put sch" de Munich, cuando en 1923, desde una cervecería y en form a t ot alm ent e descabellada, int ent a dar un golpe de Est ado que t erm ina con él y varios de sus com pañeros en la prisión de Landsberg. En ese ridículo " put sch" del cual era líder part icipó nada m enos que el m ariscal Ludendorf, quien en la Prim era Guerra Mundial había sido m áxim o com andant e de las t ropas nacionales y héroe de guerra j unt o a Hindenburg. Hit ler en cam bio apenas había llegado al rango de cabo. ¿Cóm o es que en sólo 4 años Ludendorff se puso a las órdenes de Hit ler, quien m ilit aba en un m inúsculo part ido polít ico, para realizar un act o que en la hist oria m undial es calificado de grot esco? Un verdadero m ist erio, pero que m uest ra a las claras que hay una buena part e de la hist oria que desconocem os. El segundo " det alle" que la hist oria oficial t am bién nom bra, pero no se det iene a explicar en lo m ás m ínim o, es por qué Hit ler odiaba profundam ent e sobre t odo a dos grupos: los j udíos y los bolcheviques, com o si fueran la m ism a cosa. En la hist oria oficial —la de Kershaw, por ej em plo, y en la ant erior " hist oria oficial" , la de William Shirer— no queda clara la causa, ni lo que int ent a ocult arse t ras esa ident ificación ent re am bos grupos. Pero ahora se sabe que Hit ler sabía de un hecho m uy poco conocido: que m ás del 90% de la dirigencia bolchevique que lideró en Moscú y San Pet ersburgo la Revolución de 1917 era de sangre j udía, y m uy poco t enía que ver con la generalidad del pueblo ruso. Las excepciones, sólo relat ivas, eran Lenin y St alin. Y decim os relat ivas porque Lenin era un verdadero crisol de razas. Al igual que Hit ler, uno de sus abuelos era j udío. En el caso de St alin, en cam bio, habiendo nacido en la caucásica república de Georgia, provenía de una fam ilia que aunque no era j udía, se apellidaba Dj ugashvilli, que significaría en georgiano nada m enos que " hij o de j udío" ( el equivalent e del inglés Jewison) lo que quizá puede indicar un origen, o no. Por est as cuest iones, que Hit ler conocía y ahora nosot ros conocem os, el dict ador nazi, en su furia racist a, ident ificaba com o uno solo a am bos grupos. Obviam ent e, que el hecho t enga una explicación no significa en m odo alguno que t enga j ust ificación alguna. El t ercer " det alle" es un hecho curioso y aún inexplicado, si bien se pueden t ej er varias conj et uras alrededor de ést e. Hacia fines de 1940 Hit ler t enía casi ganada la Segunda Guerra Mundial porque su único enem igo era Gran Bret aña. Todavía est aba vigent e el t rat ado de paz con la Unión Soviét ica, y hast a le ofrecería a St alin form ar part e del Ej e. Por lo t ant o, cabe pregunt arse por qué dej ó part ir desde Dunquerque 335.000 t ropas brit ánicas int act as que est aban est acionadas en Europa Occident al una vez que se hizo con el cont rol de los Países Baj os y Francia. A esa alt ura, Gran Bret aña era su único " enem igo real vivo" , y m asacrar esas

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t ropas que est aban

al alcance de la m ano hubiera sido m uy

fácil.

Pero

sorprendent em ent e las m ism as pudieron part ir sin acoso alguno ¿Por qué ayudaría Hit ler a su enem igo? ¿Fue acaso un gest o de " buena volunt ad" com o presum en los pocos hist oriadores que realm ent e se ocupan del caso? Finalm ent e, en cuant o al cuart o " det alle" , direm os que Hit ler era un fanát ico de los oráculos y que t odo el Part ido Nazi era adict o al ocult ism o. 1 A m anera de ilust ración, recordem os que el Part ido Nazi cont rat ó a Ot t o Rahn para que encont rara el Sant o Grial en el sur de Francia. El propio Hit ler parecía est ar en ocasiones obsesionado por encont rar la " Lanza de Longinus" , y en un verdadero ext rem o, Heinrich Him m ler llegó a enviar una expedición de las SS a la zona del m ont e Him alaya en busca del yet i, por su supuest a relación con la raza aria. Com o se ve, el grado de superst ición era enorm e en el ent orno de Hit ler, quien creía fervorosam ent e en t odas esas cuest iones anecdót icas, al punt o que el m ism o t uvo varios oráculos.

Uno

de

ellos,

Eric Hanussen,

t uvo

especial

influencia

en

predest inarle un rol m esiánico para Alem ania. Lo convenció de eso ent re 1930 y 1933. Hit ler y Hanussen —fam oso en aquellos años— se ent revist aron a solas una docena de veces en t res años. En 1932 Hanussen pronost icó que en solo un año Hit ler llegaría al m áxim o cargo de Alem ania: canciller. Ent onces ello parecía com plet am ent e im posible, pero ocurrió con precisión m ilim ét rica en el exact o m om ent o que Hanussen predij o. Ahora bien, algo m uy curioso sucedió en 1933. Hanussen dirigía un pequeño periódico y en el m ism o pronost icó que el Reichst ag ( Parlam ent o) sería incendiado al día siguient e, cosa que en realidad t am bién ocurrió, y que en la hist oria oficial figura com o un aut oat ent ado que Hit ler realizó para culpar a los com unist as y acabar con la dem ocracia. 2 La gran pregunt a perm anece sin resolverse y es:

¿Cóm o sabía Hanussen que ello ocurriría?

Obviam ent e, no " veía el fut uro" , así que alguien se lo dij o. Puede ser ciert o que el incendio del Reichst ag fuera un aut oat ent ado, cosa m uy probable, pero lo único seguro es que no fue com et ido por quienes fueron acusados: el Part ido Com unist a y sus agit adores. Por lo t ant o, hay que especular que Hanussen obt uvo la inform ación de alguien m uy cercano a Hit ler o a quienes planificaron el at ent ado direct am ent e. Pero en t al caso, habría que ver hast a qué punt o Hanussen vat icinaba lo que un pequeño núcleo secret o de gent e le indicaba que le vat icinara. El punt o es m uy im port ant e, porque Hit ler est aba m uy influenciado por el rol m esiánico que le pronost icaba Hanussen, lo que significaría, en últ im a inst ancia, algo que a prim era vist a no puede pensarse cuando se lee o se ven películas, series

1

Rene Alleau, en Hit ler et les societ és secreèt es, afir m a que t odo el Part ido Nazi era en realidad una sociedad secret a que llegó al poder, y por esa causa prohibió a las dem ás sociedades secret as que podían result ar sus com pet idoras. 2

Result a curioso que la prensa y la hist oria oficiales acept en las t eor ías del t errorism o com o aut oat ent ado con sum a facilidad y sin cuest ionam ient os cuando se t rat a de personaj es repudiables com o Hit ler , pero no en ot ros casos.

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o docum ent ales en cine o t elevisión: que Hit ler fue en ciert a m edida, al m enos, m anipulado, y que Hanussen fue ut ilizado con ese fin. Lo ciert o es que en est e t em a est am os m uy lej os de saber la verdad, dado que Hanussen fue asesinado en ese m ism o año de 1933 por part idarios nazis. Si Hit ler ordenó o no su m uert e, no se sabe. Lo único que se sabe con cert eza es que Hanussen era j udío. ¿Cóm o Hit ler, que m andaba a invest igar hast a a los abuelos de los alem anes para det ect ar sangre j udía y cat alogar com o t ales a quienes t uvieran un solo ancest ro de esa sangre —al punt o de convert ir esa práct ica en ley de Est ado—, lo escuchaba, y se dej aba influir por él? Es un gran m ist erio. Pero recordem os que el propio " gran m ist erio" en t orno de Hit ler es su presunt o origen j udío, y su parent esco con los Rot hschild o los Frankenberger. Lo único que est am os en condiciones de afirm ar es que, aunque el m undo ent ero lo padeció, en el m ej or de los casos Adolf Hit ler fue y es, hast a el m om ent o, un personaj e desconocido. Si la visión de Hit ler cam bia una vez que accedem os a esa inform ación, lo m ism o ocurre con la propia Segunda Guerra Mundial en la cual él y m uchos ot ros em barcaron al m undo. Veam os la serie com plet a de m it os y realidades en t orno a la m ism a, y luego saquem os nuest ras propias conclusiones.

M it os y r e a lida de s de la Se gu n da Gu e r r a M u n dia l Los siguient es son algunos ej em plos de cóm o la verdad se ha desfigurado en el caso de la Segunda Guerra Mundial: M I T O : El origen de la Segunda Guerra Mundial debe buscarse en el ascenso de Hit ler al poder en Alem ania en 1933. REALI DAD: El origen de la Segunda Guerra debe buscarse en el Trat ado de Paz de Versalles de 1919, cuando t ras la Prim era Guerra se im pusieron a Alem ania durísim as sanciones económ icas relacionadas con el pago de los cost os de la guerra a Gran Bret aña, con el fin de que ese país pudiera a su vez saldar las deudas que había cont raído sobre t odo con la banca Morgan durant e la confront ación. Ello y la pérdida de grandes t errit orios por part e de Alem ania y el im perio ruso m erced al Trat ado de Versalles generaron las condiciones obj et ivas para ot ra guerra. M I T O : La polít ica inglesa ant erior al inicio de la Segunda Guerra era apaciguar a Hit ler perm it iéndole la anexión de Aust ria y la t om a de part e de Checoslovaquia. REALI DAD: La pasividad con la que I nglat erra asum ió la anexión de esas dos zonas por part e de Alem ania no obedecía a ningún afán apaciguador. No se apacigua a alguien accediendo ínt egram ent e a sus deseos. En realidad I nglat erra buscaba est im ular a Hit ler para que buscara una expansión hacia el Est e, de m anera t al que la form idable m aquinaria bélica nazi se enfrent aba, en últ im a

236

inst ancia, al Ej ércit o Roj o de St alin. Una pot encial guerra ent re la Alem ania de Hit ler y la Unión Soviét ica debilit aría en gran m edida a am bas naciones, por lo que Gran Bret aña podría recobrar así el prot agonism o perdido en Europa en lo que iba del siglo XX. M I T O : El prot ocolo secret o firm ado por los cancilleres de Hit ler y St alin en 1939, inm ediat am ent e ant es del com ienzo de la Guerra, que sellaba el repart o de Polonia ent re Alem ania y la URSS, respondía sólo a las desm esuradas am biciones t errit oriales de am bos j efes de Est ado. REALI DAD: Polonia había sido creada de la nada luego de la Prim era Guerra Mundial por insist encia de Gran Bret aña y Est ados Unidos con t errit orios que pert enecían a Alem ania y Rusia. No exist ía ningún est ado polaco desde 1815. Am bas naciones consideraban que la creación de Polonia era un m ero golpe a su soberanía. El nuevo Est ado polaco había sido m uy afín —polít icam ent e— a I nglat erra. Su exist encia servía para generar t ensiones ent re Alem ania y la URSS dado que am bas reivindicaban la anexión de Polonia y no poseían una front era com ún que podría haber significado su int egración económ ica. Por lo t ant o, el prot ocolo secret o de repart o de Polonia ent re am bos Est ados est aba diseñado con la finalidad de evit ar fricciones ent re am bas naciones ant e la event ual ext inción del Est ado polaco. M I T O : Los brit ánicos y los franceses no sabían que en sept iem bre de 1939 Hit ler invadiría Polonia. REALI DAD: Am bas naciones sabían que Hit ler iba a invadir Polonia porque el Tercer Reich present ó un plan de 16 punt os a los brit ánicos para no invadir Polonia. El em baj ador inglés en Berlín, Neville Henderson, consideró que los 16 punt os eran m uy acept ables. Ent re ellos figuraba com o prioridad que cesaran las host ilidades hacia ciudadanos alem anes en Polonia y la cesión de Danzig a Alem ania. Es necesario recordar que el gobierno brit ánico venía incent ivando al gobierno

polaco

del

coronel

Beck

a

realizar

act ividades t em erarias cont ra

ciudadanos e int ereses germ anos en Polonia con la finalidad de que una event ual invasión de Hit ler a aquel país desat ara una respuest a bélica inm ediat a por part e de St alin. Los brit ánicos t uvieron en " la cuest ión polaca" una posición m ás que am bivalent e. Sólo int ent aron apaciguar al gobierno de Beck en su act it ud ant igerm ana una vez que Hit ler y St alin habían firm ado el pact o de no agresión con su prot ocolo secret o de repart o de Polonia. Ya era dem asiado t arde para frenar a los act ivist as polacos ant igerm anos. El ult im át um que Hit ler dio a Polonia para el inm ediat o cese de host ilidades cont ra ciudadanos alem anes en ese país se debió a que si no lo invadía en sept iem bre de 1939, luego ya sería dem asiado t arde por cuest iones clim át icas que t ornarían dem asiado pant anoso el t erreno.

237

M I T O : El pact o de no agresión ent re Alem ania y la URSS inm ediat am ent e ant erior a la Segunda Guerra era inviable en el m ediano y largo plazo porque se daba de bruces cont ra los int ereses económ icos de am bas naciones. REALI DAD: El pact o de no agresión fue com plem ent ado, adem ás del prot ocolo secret o, por un acuerdo económ ico ruso- germ ano por m edio del cual Alem ania obt endría alim ent os, pet róleo y m at erias prim as de la URSS a cam bio de bienes indust riales alem anes. Am bas naciones en realidad eran com plem ent arias económ icam ent e, y ése era el gran t em or anglosaj ón: la int egración de Rusia con Europa cont inent al. M I T O : el pact o de no agresión germ ano- ruso es una clara m uest ra de la falt a de escrúpulos t ant o de Hit ler com o de St alin. REALI DAD: Ni Hit ler ni St alin deseaban una guerra en dos frent es. Hit ler sabía que en caso de una invasión a Polonia era posible la declaración de guerra de I nglat erra y Francia. St alin a su vez est aba preocupado por la alt a t ensión exist ent e con los j aponeses que habían invadido Manchuria, y había buscado un pact o de m ut ua defensa con ingleses y franceses ant es de firm ar el acuerdo con Hit ler. La act it ud dilat oria de la delegación inglesa, que ni siquiera t enía poder alguno para firm ar t rat ados, obligó a St alin a acept ar el acuerdo propuest o por Hit ler y dej ar a los ingleses con las m anos vacías. St alin sabía que en realidad los brit ánicos deseaban una guerra ent re Alem ania y la Unión Soviét ica a causa de Polonia y que por eso nada iban a firm ar con su m inist ro de Relaciones Ext eriores, Molot ov. Hit ler vio la ocasión de recuperar t errit orio polaco que había sido alem án sin ingresar en una guerra en dos frent es. No le falt aba lógica a los razonam ient os de ninguno de los dos en aquel m om ent o. M I T O : El pact o de no agresión germ ano- ruso est aba dest inado a rom perse debido a que el régim en nazi alem án y el bolchevique de la U RS S eran enem igos ideológicos irreconciliables. REALI DAD: En m at eria de sucesos graves com o son las guerras, las ideologías se dej an de lado a la hora de ponderar fact ores práct icos. Hit ler ofreció dos veces a St alin que la URSS int egrara el Ej e ( pact o t ripart it o Berlín- Rom aTokyo) , asegurándole que el m ism o no era un ej e ant isoviét ico sino ant ibrit ánico y ant inort eam ericano. La prim era vez St alin no cont est ó y la segunda supedit ó el ingreso de la URSS al Ej e a que Alem ania reconociera a Rum ania y Finlandia com o zonas de influencia soviét icas, y por lo t ant o, com o países suscept ibles de invasión por part e de la URSS con acuerdo alem án. Hit ler im port aba gran part e de su pet róleo de Rum ania y su níquel de Finlandia, y si accedía ello hubiera significado aum ent ar enorm em ent e su dependencia pet rolera respect o de la URSS, ya que sólo podía obt ener pet róleo de ella y de Rum ania debido al bloqueo brit ánico de los puert os alem anes del m ar Bált ico. No podía acceder al requerim ient o de St alin por esas causas, y ello —una razón fundam ent alm ent e práct ica— es lo que im pidió que

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dos regím enes t eóricam ent e irreconciliables se aliaran baj o el paraguas del Ej e, lo que hubiera significado un durísim o golpe a Gran Bret aña y Est ados Unidos. M I T O : Sólo el desm esurado deseo de m ás " lebensraum " ( espacio vit al) llevó a Hit ler a su desast rosa invasión a la URSS. REALI DAD: Con la anexión de Aust ria y Checoslovaquia y con una part e sust ancial de Polonia Hit ler

ya había am pliado el " espacio vit al"

germ ano

not ablem ent e. La invasión a la URSS fue m ot ivada prim ariam ent e por cinco causas: a) el hecho de que los soviét icos sólo deseaban efect uar com pras de bienes indust riales alem anes en form a de arm am ent os de últ im a t ecnología, lo que levant aba las suspicacias de los dirigent es nazis; b) la negat iva de St alin a aprobar el ingreso de la URSS al Ej e; c) la dependencia en m at erias prim as y alim ent os de Alem ania respect o de la URSS; d) la expansión de las front eras soviét icas que t uvo lugar en 1939 y 1940 ponía a Alem ania en sit uación est rat égicam ent e desvent aj osa frent e a los soviét icos, dado que la aviación soviét ica podía bom bardear Berlín y cent ros indust riales alem anes despegando desde t errit orio soviét ico, m ient ras que aviones alem anes no podían bom bardear Moscú despegando desde t errit orio alem án, y e) Hit ler percibía que la guerra no acabaría hast a que la URSS no fuera derrot ada bélicam ent e, dado que I nglat erra no se rendiría hast a que hubiera un at aque de St alin a Hit ler. Por supuest o que una vez t enidas en cuent a est as cinco consideraciones hay que reconocer que la anexión de vast os t errit orios soviét icos era vist a con beneplácit o por Hit ler en Berlín. M I T O : La guerra ent e Alem ania y la URSS se debió ínt egram ent e a los conflict os y fricciones ent re am bas naciones y sus líderes. REALI DAD:

La guerra ent re am bos países com enzó t ras una fuert e

cam paña de los servicios de int eligencia ingleses para enfrent ar a uno cont ra ot ro. Los

servicios

brit ánicos

subt erráneam ent e

venían

sem brando

t odo

t ipo

de

desconfianzas ent re am bas naciones y sus líderes. La cam paña de desinform ación llevada a cabo por los brit ánicos para llevarlos a la confront ación llegaba hast a el m ás alt o nivel. Vale cit ar que el 25 de agost o de 1940 Winst on Churchill escribió una cart a personal a José St alin advirt iéndole de un inm inent e at aque de Hit ler e incit ándolo a golpear prim ero. Lo ciert o es que en agost o de 1940 Hit ler aún no consideraba la invasión de la Unión Soviét ica, hecho que sólo pensaría com o algo inevit able en noviem bre de ese año. Tenía un grave dilem a m uy difícil de resolver: si at acaba prim ero —com o finalm ent e hizo— podía perder o ganar. En cam bio si esperaba un año, el m uy acelerado rit m o de rearm e soviét ico y el adiest ram ient o del nuevo alt o m ando que St alin realizaba aceleradam ent e t ras las purgas de generales en su ej ércit o podían poner a Hit ler no sólo en apriet os, sino ant e la desast rosa posibilidad de una guerra defensiva para la cual la Werm acht ( ej ércit o alem án) no est aba preparada. Adem ás el sist em a de com unicaciones germ ano

239

podía llegar a ser una rápida presa de las t ropas soviét icas. Est e t ipo de dudas ent re am bos líderes fue eficient em ent e explot ado por los servicios secret os brit ánicos, m aest ros a la hora de generar la discordia aj ena. Un dat o m ás ponía a Hit ler m uy nervioso, y le hacía t em er la posibilidad de ser t raicionado por St alin: el hecho de que en la Unión Soviét ica m uchísim os de los principales cargos est aban ocupados por j udíos, a los cuales Hit ler perseguía y acusaba sin t regua. M I T O : Hast a su ingreso t ardío a la Segunda Guerra a fines de 1 9 4 1 , Est ados Unidos había sost enido una act it ud t ot alm ent e neut ral y aislacionist a. REALI DAD: Est ados Unidos siem pre apoyó con crédit os y vent as de m at erias prim as y bienes indust riales a Gran Bret aña durant e la guerra, t al com o lo había hecho en la Prim era Guerra. Una event ual derrot a inglesa habría ubicado a la banca de Wall St reet en una sit uación m uy difícil, dado que habría hecho irrecuperable la deuda cont raída por Londres. Pero la ayuda direct a a los ingleses no

fue

la

única,

dado

que

durant e

t odos los años t reint a

la

t ecnología

nort eam ericana era export ada a la Unión Soviét ica com o form a de sost ener el régim en de aquel país. Al m ism o t iem po, t am bién durant e los años t reint a, Hit ler logró financiam ient o para su régim en nazi m ediant e la colocación de diversos em prést it os en los Est ados Unidos por part e del banco UBC ( Union Banking Corp.) , que era una ent idad sat élit e de la poderosa Banca Harrim an y operaba baj o la dirección de Prescot t Bush, abuelo pat erno del act ual president e. Est ados Unidos colaboró ent onces t ant o con Gran Bret aña com o con St alin y Hit ler. Pero la est abilidad del sist em a financiero nort eam ericano dependía de que Gran Bret aña ganara la guerra. M I T O : La invasión de dos países neut rales com o Noruega y Dinam arca que Hit ler desplegó m arca a las claras el at ropello del Tercer Reich a sus naciones vecinas. REALI DAD:

la provisión de m ineral de hierro del Tercer Reich era

ínt egram ent e dependient e de las cant eras del nort e de Suecia. El hierro se t ransport aba vía Noruega y Dinam arca hast a Alem ania. Hit ler se ent eró de un plan de invasión de Gran Bret aña a am bos países para cort ar la provisión de hierro a Alem ania. Por lo t ant o, ordenó prevent ivam ent e su invasión 24 horas ant es de que los propios ingleses lo hicieran. M I T O : Las invasiones de Holanda, Bélgica y Luxem burgo por part e de Hit ler const it uyeron un act o de agresión sin sent ido. REALI DAD: Francia había declarado la guerra a Alem ania y un gran cont ingent e de t ropas inglesas había desem barcado en t ierra francesa para com bat ir a Hit ler t ras su invasión de Polonia. Hit ler no podía at acar a Francia en form a direct a porque la front era est aba prot egida por la denom inada " línea

240

Maginot " , una cadena m uy bien fort ificada de defensas y fort ificaciones francesas. Por lo t ant o, no t uvo m ás rem edio que invadir Holanda, Bélgica y Luxem burgo para poder invadir desde allí a Francia y prevenir así un at aque a su t errit orio. M I T O : Las invasiones a Yugoslavia y Grecia que Hit ler realizó ant es de su at aque a la Unión Soviét ica son ot ra prueba de sus am biciones t errit oriales ilim it adas. REALI DAD: LOS ingleses habían invadido prim ero Grecia para desaloj ar de allí a los it alianos que sin consult ar a Hit ler habían t om ado ese país vía Albania, y m erced a su ubicación dom inaban el est e del Medit erráneo, el Canal de Suez y el acceso al Mar Negro. Hit ler necesit aba desaloj arlos por esas cuest iones geopolít icas. Ésa fue la causa de la invasión de Yugoslavia, que se había t ornado host il al Tercer Reich debido a un golpe dado por los brit ánicos. Belgrado era paso obligado a Grecia. En realidad las cam pañas a am bos países pusieron en un gran apuro a Hit ler, quien t uvo que act uar de urgencia ant e un error de los it alianos. Hit ler ya planificaba la invasión de la URSS y am bas cam pañas est uvieron a punt o de ret rasar e incluso boicot ear esa operación. M I T O : A Hit ler no le im port aba que Alem ania afront ara un est ado de guerra perm anent e con sus vecinos. REALI DAD: El gobierno alem án est aba preocupado porque las grandes operaciones bélicas que debía realizar m inaban las posibilidades de su producción indust rial. Adem ás, porque la sit uación geográfica de Alem ania le im pedía obt ener pet róleo fácilm ent e. Hit ler llegó a ordenar en plena época de guerra, hacia 1940, una reducción de las divisiones del ej ércit o de 155 a 120 con el fin de perm it ir una m ayor producción indust rial y poder cum plir t ant o con la provisión int erna de bienes indust riales com o con las export aciones a la URSS. El alt o m ando del ej ércit o debía elaborar t odos sus planes bélicos con el concept o de " Blit zkrieg" , at aques relám pago a los países invadidos, con el fin de conseguir m uy rápidas vict orias y pasar lo m ás rápidam ent e posible a una sit uación de paz. Sin em bargo esa est rat egia fracasó con Gran Bret aña y la URSS, países con los cuales la guerra se prolongó sobrem anera. En el prim er caso fue por la negat iva inglesa a acept ar dos condiciones básicas que Alem ania solicit aba para reanudar la paz: a) respet o de Gran Bret aña a las nuevas front eras alem anas y al papel hegem ónico de la nación en Europa cont inent al, b) recuperación de las colonias alem anas t ras la Prim era Guerra Mundial para que el Tercer Reich pudiera aut oabast ecerse de m at erias prim as. A su vez, el argum ent o declarado por Hit ler para invadir la URSS era su deseo de acabar lo ant es posible la guerra con Gran Bret aña. M I T O : la cam paña bélica alem ana a la Unión Soviét ica est uvo signada por algunos errores enorm es com o el " capricho" de Hit ler por t om ar St alingrado debido

241

a que present ía que la caída de esa ciudad —que nunca se produj o— podía proporcionar un golpe sim bólico m uy rudo a St alin. REALI DAD:

la t om a de St alingrado t enía que ver con una realidad

est rat égica, pues la act ual Volgogrado est aba sit uada en el punt o m ás occident al del río Volga, por m edio del cual se t ransport aba el pet róleo del Cáucaso hast a los m ás im port ant es cent ros urbanos rusos. Cort ar los sum inist ros est ablecidos m ediant e el Volga podía paralizar a la Unión Soviét ica y acabar m ucho ant es la guerra. St alingrado, ent onces, no era apet ecible por un " valor sim bólico" . Sin em bargo, la fract ura en dos del " frent e soviét ico sur" que Hit ler había est ablecido ant es

com o

unificado,

produj o

efect os

desast rosos

para

Alem ania:

el

fraccionam ient o de las t ropas en dos colum nas diferent es que se dirigieron a St alingrado y al Cáucaso debilit ó su at aque, con lo que Hit ler se quedó sin t om ar esa ciudad —y por lo t ant o sin poder cort ar el sum inist ro de pet róleo a Moscú— y sin los pozos pet roleros del Cáucaso, los que, de haber sido t om ados, podrían haber supuest o la vict oria. M I T O : Sólo a m edida que los aliados iban recuperando t errit orios en Polonia y Alem ania se t uvo una cabal idea de las brut alidades que Hit ler había com et ido con m inorías ét nicas, y especialm ent e con los j udíos. REALI DAD: La polít ica ant isem it a del Tercer Reich era vast am ent e conocida en

Occident e

desde

m uchos

años

ant es

de

desat arse

la

guerra.

Hit ler

responsabilizaba al pueblo j udío de la desast rosa sit uación alem ana t ras el Trat ado de Versalles, y los consideraba inasim ilables. Tant o en Est ados Unidos com o en Gran Bret aña los gobiernos sabían con luj o de det alles la polít ica de ext erm inio m asivo de j udíos que est aba desarrollando Hit ler. I ncluso la prensa occident al est aba perfect am ent e al t ant o de las aberraciones que est aba com et iendo el dict ador alem án, a pesar de lo cual t ej ió un m ant o de silencio casi t ot al sobre el t em a durant e el desarrollo de la guerra. I ncluso la prensa cont rolada por em presarios de sangre j udía —com o el New York Tim es— conocía en t oda su m agnit ud el problem a y lo silenciaba. Algunos alt ísim os dirigent es j udíos com o Ben Gurión y Chaim Waizm ann t am bién habrían est ado al t ant o, según fuent es j udías, pero nada hicieron para im pedir la m asacre ni para favorecer la concient ización del dram a en los países aliados. ¿Por qué? Probablem ent e porque la m asacre indiscrim inada que est aba desarrollando Hit ler proporcionaría t ras la Segunda Guerra el elem ent o falt ant e para crear el Est ado de I srael, cuya planificación se venía desarrollando al m enos desde finales de la Prim era Guerra Mundial con la llam ada " declaración Balfour" . Adem ás es necesario t ener en cuent a un art ículo de Winst on Churchill en el I llust rat ed Sunday Herald del 8 de febrero de 1920, en el cual señala, ent re ot ras cosas, " por supuest o, Palest ina es dem asiado pequeña para acom odar m ás de una fracción de la raza j udía; adem ás, una m ayoría de los j udíos no desean ir allí" . El Holocaust o ent onces habría servido en form a siniest ra, no sólo

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a Hit ler sino a dos obj et ivos ingleses y nort eam ericanos: crear el Est ado de I srael a pesar de la oposición del pueblo palest ino y del árabe en general, y convencer a una gran cant idad de j udíos a radicarse allí para evit ar la posibilidad de m ás m asacres com o las ej ecut adas por los nazis. M I T O : El " Día D" —el del desem barco de ingleses y nort eam ericanos en Norm andía— represent a el com ienzo de fin del régim en hit leriano en el aspect o m ilit ar. REALI DAD: Hit ler había invadido la Unión Soviét ica el 22 de j unio de 1941. Las prim eras derrot as im port ant es de Alem ania en el frent e orient al se produj eron en 1942. La guerra en ese frent e se desarrollaba con un nivel de crueldad y barbarie nunca ant es vist o, y m ucho m enos en el frent e occident al. Si bien los Est ados Unidos ingresaron form alm ent e en la guerra a finales de 1941 t ras los sucesos de Pearl Harbour, que hem os com ent ado en el segundo capít ulo, el desem barco de los aliados en Norm andía, o " Día D" , no se produj o hast a el 6 de j unio de 1944, o sea dos años y m edio después, y pasados t res del inicio de la invasión de la URSS. Los soviét icos habían pedido varias veces el desem barco de t ropas inglesas y nort eam ericanas en Francia a fin de aliviar la t errible presión que sus t ropas venían sufriendo en propio t errit orio ruso. A pesar de ello, Churchill y Roosevelt , con diferent es pret ext os, se negaron a hacerlo hast a que las t ropas alem anas hubieran est ado exhaust as y abocadas de lleno a una ret irada del frent e orient al. Al m om ent o de producirse el llam ado " Día D" , Hit ler t enía cerca de 160 divisiones en la lucha cont ra la Unión Soviét ica y sólo unas 60 en el frent e occident al, lo que facilit ó sobrem anera la t area de ingleses y nort eam ericanos, que esperaron hast a últ im o m om ent o para ret om ar Europa cont inent al. M I T O : El desarrollo de la bom ba at óm ica por part e de Est ados Unidos t enía com o único obj et ivo inicial el posible bom bardeo de obj et ivos m ilit ares —y no civiles— del Ej e. Su post erior uso en Hiroshim a y Nagasaki sólo se explica por la vocación del gobierno de Harry Trum an de acort ar la guerra y salvar así cent enas de m iles, o m illones de vidas. REALI DAD: LOS Est ados Unidos com enzaron a realizar est udios para desarrollar la bom ba at óm ica a raíz de una cart a de Albert Einst ein al president e Roosevelt , en la que det allaba que a t ravés de la fisión nuclear se podía generar una bom ba de inédit o poderío, y a la vez se m ost raba preocupado por la posibilidad de que Alem ania llegara prim ero a alcanzar esa t ecnología. Años m ás t arde, pocos m eses ant es de que la prim era bom ba fuera lanzada sobre Hiroshim a, volvió a escribir a Roosevelt m anifest ándole su preocupación, dado que t enía inform ación de que Est ados Unidos había alcanzado la t ecnología nuclear, pero poseía indicios de que los m ilit ares del Pent ágono pensaban lanzarla, t al com o ocurrió, sobre obj et ivos civiles. Einst ein no t uvo respuest a de Roosevelt , quien poco después

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m urió.

Su

sucesor,

Harry

3

Trum an,

prom inent e

m iem bro

de

la

m asonería

4

nort eam ericana ( al igual que Roosevelt ) no dudó en lanzar dos bom bas at óm icas sobre ciudades j aponesas con el pret ext o de acort ar la duración de la guerra y salvar vidas. Una recient e invest igación del aut or j aponés Tsuyoshi Hasegawa dem uest ra que el real obj et ivo de lanzar las bom bas at óm icas no fue salvar vidas sino im pedir que Japón se rindiera ant e la Unión Soviét ica y lo hiciera ant e los Est ados Unidos. Tras t erm inar su guerra con Alem ania los soviét icos se aprest aban a invadir Japón, y los Est ados Unidos consideraban que Japón no debía quedar —ni t ot al ni parcialm ent e— baj o el área de influencia soviét ica. Las bom bas de Hiroshim a y Nagasaki cum plieron ent onces ese obj et ivo geopolít ico que prescindía t ot alm ent e de consideraciones hum anit arias. El gobierno j aponés t am poco est uvo a la alt ura de las circunst ancias t ras las bom bas at óm icas, dado que sólo accedió a rendirse una vez que le fue asegurado que el em perador Hirohit o no sería rem ovido de su cargo, lo que t uvo aún m ás efect o para t erm inar la guerra en el Pacífico que las propias bom bas at óm icas. M I T O : En la conferencia realizada en Yalt a ent re Roosevelt , Churchill y St alin, donde se planeó la división del m undo t ras la guerra cont ra el Ej e, los grandes errores de negociación de Roosevelt y Churchill provocaron lo que sería el propio germ en de la Guerra Fría dado que Occident e le " regaló" a St alin una am plísim a área de influencia en Europa Orient al y Asia. Muchos países que ant es de la guerra no cont aban con regím enes com unist as ahora padecerían esa cruel dict adura aum ent ando el poder de la URSS. Si Roosevelt y Churchill hubieran negociado de m anera m ás dura, el com unism o no habría llegado a ser lo que fue en cuant o a ext ensión geográfica. REALI DAD: A Est ados Unidos y Gran Bret aña les result aba virt ualm ent e im posible negarle a la Unión Soviét ica vast as zonas de Europa orient al y Asia. Es necesario recordar que ant es de la guerra Hit ler ya había ofrecido a St alin un " área de influencia" que abarcaba los países bált icos y part es de Polonia y Rum ania, ent re ot ras zonas de Europa Orient al. Esas áreas de influencia ya las t enía la URSS ant es de ent rar en guerra. Gran Bret aña post eriorm ent e hizo t odo lo posible para que ést a ent rara en la guerra, pues ésa era su única oport unidad para derrot ar a Hit ler. Por lo t ant o, dado que la URSS result ó uno de los vencedores, no había m anera alguna de negarle una zona de influencia aún m ayor. Adem ás el m ayor cost o m at erial y en vidas hum anas de la guerra lo había pagado la Unión Soviét ica dado que la guerra en el frent e orient al adquirió niveles de inhum anidad y salvaj ism o que 3

La m asoner ía nort eam er icana luego escribió un libro ent ero en honor de Trum an. El libro se llam ó Brot her Trum an: t he m asonic life and philosophy of Harry S. Trum an ( Her m ano Trum an: la vida y la filosofía m asónica de Harry S. Trum an) , Anchor Com m unicat ios, 1985.

4

Llegó al m ás alt o cargo oficial de la m asonería nort eam ericana: grado 33 del Rit o Escocés Ant iguo y Acept ado.

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j am ás t uvo en el frent e occident al. Los soviét icos perdieron m ás de 20 m illones de hom bres en el com bat e. ¿Cóm o negarle ent onces a St alin una am pliación de las zonas de influencia soviét ica t ras el conflict o? Result aba virt ualm ent e im posible. Pero hay m ás razones por las cuales a la elit e le int eresaba una am pliación im port ant e de las zonas de influencia soviét ica. En prim er lugar, una Unión Soviét ica con varios países socios y afines en su régim en com unist a ofrecía la posibilidad de una prolongada Guerra Fría, y la m ism a posibilit aba una carrera arm am ent ist a im port ant e t ant o en Orient e com o en Occident e. La indust ria bélica era —y es— socia de los bancos y las em presas pet roleras m anej adas en las som bras por esa reducida elit e. Sin em bargo ése t am poco es el principal fact or por el cual deseaba un m undo dividido en dos bloques durant e unas cuant as décadas. Com o hem os vist o, la cúpula del part ido bolchevique ya desde 1917 había sido financiada y prom ovida por la elit e globalist a con el fin de que derrocara al régim en zarist a de Nicolás I I , su acérrim o enem igo. A cam bio de ello, y m ient ras en Occident e se difundía una fuert e propaganda cont ra el régim en soviét ico en los m edios de com unicación, la elit e conseguía ser socia en la explot ación de los recursos nat urales de la URSS, cosa que ant es sólo había conseguido a cuent agot as. Adem ás, la m ism a elit e había conseguido ser el proveedor m onopolist a de financiam ient o y t ecnología del régim en soviét ico, relación que se m ant enía en el m ayor secret o posible en Occident e. Por lo t ant o, la elit e globalist a no era ot ra cosa que una excelent e socia del Part ido Com unist a soviét ico. Si la Unión Soviét ica pasaba a cont rolar vast as zonas de Europa Orient al y Asia era posible t am bién cont rolar económ icam ent e de m anera indirect a los nuevos países que se incorporaban al área soviét ica. La elit e ya había financiado de form a diversa a los principales t eóricos t ant o del sist em a capit alist a com o del com unist a y creía que según el caso, el país del cual se t rat ara, convenía aplicar uno u ot ro régim en. En países occident ales, y sobre t odo en los que no había fuert es t endencias nacionalist as, generalm ent e opt aba por sist em as polít icos dem ocrát icos y económ icos de t int e capit alist a. En cam bio, en países orient ales m ás at rasados en los que no había t enido dem asiada penet ración y en los que los sent im ient os nacionalist as podían ser m uy fuert es, el régim en com unist a era el que prefería. El com unism o soviét ico int ent ó de m anera sist em át ica borrar t oda huella de la cult ura rusa, y post eriorm ent e, de la de los dem ás países de la órbit a soviét ica. Ello era sum am ent e convenient e a los deseos de penet ración de la elit e en países de m ent alidad host il a la penet ración ext ranj era. Si se ent iende est o, se com prenderá que la división de Yalt a en zonas de influencia de Est ados Unidos y la Unión Soviét ica se debió a los designios de la elit e y no a errores de negociación por part e de Roosevelt y Churchill.

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MI TO:

Los aliados no com et ieron crím enes de guerra y no albergaron,

luego de la Segunda Guerra Mundial, crim inales de guerra nazi, los cuales se escaparon sobre t odo a Argent ina, Brasil, Bolivia y Paraguay. REALI DAD: LOS aliados com et ieron crím enes de guerra de lesa hum anidad al igual que los nazis. La dest rucción casi t ot al de la ciudad de Dresden, en Alem ania, en la que m urieron decenas de m iles de civiles inocent es —por cit ar un ej em plo— no obedecía a ningún obj et ivo m ilit ar. Adem ás, la guerra est aba práct icam ent e t erm inada. Sólo obedeció a un deseo de venganza cont ra el régim en nazi. En cuant o a la fuga de alt os crim inales de guerra alem anes, habría habido dos redes que organizaron el operat ivo. Una operó a t ravés de los cont act os del Vat icano. La ot ra a t ravés de la CI A, llam ada en aquella época OSS ( Overseas Secret Service) . Am bas est aban relacionadas y m uchos crim inales de guerra t erm inaron en Sudam érica, pero m uchos ot ros encont raron refugio en los Est ados Unidos, al igual que m uchos de los cient íficos que había en la Alem ania nazi y fueron arduam ent e disput ados, com o el caso de Von Braun, ent re los Est ados Unidos y la Unión Soviét ica. La red de espionaj e nazi ( la Abwehr) , cuyo cerebro era Reinhardt

Gehlen, t ras la sum aria ej ecución del alm irant e Wilhelm

Canaris

( ordenada por Hit ler por colaborar con el enem igo en el at ent ado que sufrió) quedó práct icam ent e por ent ero en m anos de los Est ados Unidos y fue incorporada a la nacient e CI A con el obj et ivo principal de brindar inform ación de prim era m ano acerca de las act ividades de los países de Europa Orient al que t ras la guerra quedaron en la denom inada esfera soviét ica. A fin de no repet ir inform ación, no nos referirem os aquí al fiasco de Pearl Harbour, que hem os com ent ado en el segundo capít ulo, un hecho no sólo conocido con ant icipación por el prom inent e m iem bro de una sociedad secret a, Franklin Delano Roosevelt , sino incent ivado previam ent e con est udiadas m edidas. Es un asunt o que m erece figurar sim plem ent e en el capít ulo sobre t errorism o. Que j uzgue el lect or, con la inform ación disponible, qué papel j ugaron y j uegan la " hist oria" , los " hist oriadores" , la " prensa" y los " periodist as" que se han referido en form a unilat eral a la Segunda Guerra Mundial. Lo ciert o es que t ant o Hit ler, un ant iguo am igo de la elit e t ransform ado súbit am ent e en el peor enem igo de la m ism a, com o su cruel y t errible régim en nazi, fueron m ost rados para siem pre com o el peor desast re ocurrido a la hum anidad en m uchísim os siglos. ¿Qué m ej or m anera de sepult ar al enem igo para siem pre? Vayam os ahora a ot ro int ent o de ent ierro definit ivo de un enem igo.

El j u icio a Sa dda m H u sse in Ant es, durant e y después de la invasión de I rak ej ecut ada por la coalición que encabezan Est ados Unidos y el Reino Unido, los m edios de prensa m ás im port ant es del m undo, sobre t odos los de habla inglesa, venían inst alando el t em a

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de las supuest as arm as de dest rucción m asiva en poder del líder iraquí, y de que ést e no era ot ra cosa que un genocida. Sin em bargo, una vez derrocado Hussein y encont rado escondido en un foso a los pocos m eses cerca de su pueblo nat al de Tikrit , com enzó el real " ent ierro" del ex m áxim o j efe de I rak. El j uicio cont ra Hussein se llevó a cabo en una cort e iraquí, y el fallo de condena a m uert e fue dado a conocer sólo dos días ant es de las elecciones parlam ent arias nort eam ericanas de noviem bre de 2006. Por lo t ant o, es im posible dej ar de señalar que exist e un elem ent o de part ida que com prom et e seriam ent e la im parcialidad del t ribunal. Era visible que si se condenaba a m uert e a Hussein por genocidio a sólo 48 horas de las elecciones nort eam ericanas, buena part e del elect orado podría convencerse de que la invasión est aba j ust ificada aun cuando las arm as de dest rucción m asiva no exist ieran allí. Por lo t ant o, el hecho de que el t ribunal iraquí le dio una gran m ano a Bush y a los candidat os republicanos en esas elecciones es algo que queda fuera de discusión. La sent encia de m uert e a Saddam Hussein se basó en un único caso de genocidio: la condena a m uert e de 148 personas ocurrida al poco t iem po de que en 1982 Saddam Hussein sufriera un at ent ado en el poblado de Duj ail que casi le cuest a la vida. Tras ese at ent ado, las t ropas iraquíes det uvieron a cerca de 500 personas, de las cuales 148 fueron ej ecut adas luego de j uicios llevados a cabo en poco t iem po. Ant es que nada cabe rem arcar el cont ext o en que fue realizado el at ent ado: I rak est aba en guerra con I rán, la sit uación en la zona era de m áxim a t ensión, y el hecho de que at ent aran cont ra la vida de Hussein en dicho m arco explica la rapidez con la que se efect uaron los j uicios y la ej ecución de los 148 condenados, en cuest ión de m eses. El asunt o podía ser vist o com o un caso de " t raición a la pat ria" m ás que com o un int ent o de hom icidio de un j efe de Est ado. Est e t em a ni siquiera fue m encionado en los m ás renom brados m edios de prensa int ernacionales, sum am ent e int eresados en señalar a Hussein com o un dict ador digno de la peor de las barbaries. Pero si bien ese fact or ayuda a relat ivizar lo acaecido con la suert e de los 148 habit ant es de Duj ail, es necesario señalar un elem ent o adicional y reflexionar sobre él. Ocurre que la prensa y el gobierno nort eam ericanos venían sost eniendo que Hussein com et ía crím enes m asivos habit ualm ent e. Por lo t ant o, cuest a ent ender que un supuest o dict ador derrocado en 2003 sea condenado por genocidio en 2006 por un crim en com et ido en 1982. ¿Y t oda la serie de supuest os crím enes que se anunciaron en la década de 1990 y a inicios de est e m ilenio? ¿Qué fue de ellos? ¿Exist ieron o fueron pura fant asía de la prensa y los sucesivos gobiernos nort eam ericanos? Lo ciert o es que Hussein fue enj uiciado sólo por dos causas: los hechos de Duj ail y las cam pañas de Anfal, llevadas a cabo cont ra la población kurda en I rak. Ése es el hecho que esperaba ot ra sent encia de un t ribunal iraquí, pero si la sent encia a m uert e se llevaba a cabo t al com o ocurrió, a fines de diciem bre de 2006, el segundo j uicio quedaba en la nada. ¿Por qué era im port ant e que sucediera

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de esa m anera? Según algunos, com o Michel Collon en su libro At t ent ion Media! ( ¡Cuidado, Periodist as! , pero t raducido al español com o Oj o con los m edios) , en realidad las m asacres de kurdos de los años 80 no las realizaron Saddam Hussein ni ningún iraquí sino algunas fuerzas t urcas, país aliado de los Est ados Unidos, fact or que explicaría por qué la resolución de ese ot ro caso se dem oraba hast a quedar en la nada. El nivel de cinism o occident al a la hora de enum erar los hechos de 1982 de Duj ail y de Anfal no t iene lím it es, dado que se t rat a de años en los cuales el gobierno de Reagan y Bush padre le vendía arm as a m anos llenas a Hussein para que en soledad defendiera de I rán a Orient e Medio. A esa relación cont ribuían t am bién Arabia Saudit a y Kuwait , que concedían facilidades financieras a I rak sin pregunt arse durant e m uchísim o t iem po absolut am ent e nada de lo que había ocurrido en Duj ail, a pesar de que no se t rat aba de desapariciones clandest inas sino de hechos docum ent ados ya en los m edios de prensa de aquella época aunque, claro est á, con el enfoque convenient e a aquel m om ent o. Lo ciert o es que hubo que rem ont arse m ás de veint e años en la dict adura de Saddam Hussein para encont rar algún hecho que lo incrim inara seriam ent e. De t odas m aneras, el t ribunal que j uzgó los hechos de Duj ail fue acusado por Am nist ía I nt ernacional y Hum an Right s Wat ch de llevar adelant e arbit rariedades que deberían hacer nulo lo act uado. Cabe recordar que am bas ent idades defensoras de los derechos hum anos no sólo t ienen base, sino t am bién financiam ient o y capit al, provenient e de la propia elit e globalist a, int eresada en m ost rar que en el planet a queda algún guardián de los derechos hum anos. Aun así, am bas ent idades se pronunciaron sobre el t em a con m uy escasas repercusiones de prensa. Hay que t ener en cuent a que se inst aló en la m ent e de la gent e, a t ravés de los m edios, durant e años y años, que Hussein era un genocida, y las declaraciones de am bas ent idades de derechos hum anos apenas m erecieron unas pocas líneas —cuando no el silencio— de los m ism os m edios de com unicación. Am nist ía I nt ernacional se pronunció al día siguient e del veredict o del t ribunal. Su vocero señaló, t ext ualm ent e, que la organización ( ...) ha venido m onit oreando el j uicio y encuent ra que hubo int erferencias polít icas que influyeron en la independencia e im parcialidad de la cort e, lo que provocó la renuncia del prim er j uez del caso y el bloqueo en el nom bram ient o de ot ro com o su sucesor. La cort e fracasó en t om ar m edidas adecuadas para asegurar la prot ección de t est igos y de los abogados defensores, t res de los cuales fueron asesinados durant e el curso del j uicio. Se le negó a Saddam Hussein acceso a asesoram ient o legal durant e el prim er año de su arrest o, y los cuest ionam ient os que sus

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abogados hicieron durant e el desarrollo del j uicio no fueron t enidos en cuent a adecuadam ent e. 5 Si las declaraciones de la organización hum anit aria recibieron un pequeño recuadro en los diarios y casi ninguna cobert ura en t elevisión, las de Hum an Right s Wat ch, efect uadas de m anera m ucho m ás docum ent ada y en form a post erior, no recibieron ningún com ent ario de la prensa a pesar de la cont undencia de las 95 páginas del docum ent o Judging Duj ail 6 ( Juzgando Duj ail) , que va m ucho m ás lej os que el de Am nist ía I nt ernacional, dado que no se det iene en las cuest iones de influencias polít icas y de m at eria procesal que ya de por sí deberían anular el result ado del j uicio, sino que opina t am bién sobre las cuest iones de fondo — cuest iones sust anciales— del j uicio sobre Duj ail. Al respect o, Hum an Right s Wat ch señala, ent re m uchas ot ras cosas, que se int ent ó sobornar a algunos t est igos y se arrest ó e incom unicó a ot ros ant es de que declararan en el j uicio para que incrim inaran a Saddam Hussein y t res de sus ex funcionarios corresponsables de los hechos de Duj ail ( pág. 72) . En cuant o al fondo de la m at eria, la organización declara que si bien es ciert o que Saddam Hussein rat ificó las sent encias de m uert e de las 148 personas j uzgadas por el at ent ado cont ra su vida, no exist en pruebas de que se t rat e de un genocidio, dado que no est á

com probado,

ni

t am poco

hay

elem ent os

que

dem uest ren

que

hubo

com plicidad ent re el " nivel operat ivo" que llevó a cabo los arrest os de las 500 personas, y el alt o m ando iraquí de aquella época, si es que hubo t ropelías y violaciones a los derechos hum anos de los habit ant es de Duj ail en 1982. Es posible que, de haber exist ido, no hayan sido ordenadas por Saddam ni su alt o m ando. Adem ás, en form a m uy específica, Hum an Right s Wat ch señala que a diferencia del j uicio de Nürem berg, en el que se dem ost ró la corrupción del sist em a j udicial nazi, que funcionaba m eram ent e com o una sucursal del Est ado y el Part ido Nazi, en el caso de Duj ail no exist en pruebas que indiquen la sim ilaridad del caso. En ot ras palabras, bien podría t rat arse de un crim en m asivo, pero t am bién de una sit uación en la que no hay crim en alguno, sino la aplicación de un sist em a de j ust icia quizá m uy part icular, quizás " inj ust o" , pero legal. Por eso es que hubo un j uicio a 148 personas por el at ent ado a Hussein, una condena conform e a la ley de I rak, y finalm ent e la aplicación de la pena de m uert e, que Saddam rat ificó. Si bien las penas se ej ecut aron con rapidez, hay que volver a rem arcar que I rak est aba en guerra con I rán ant es, durant e y después de los hechos de Duj ail. Lo peor de t odo, ent onces, es que puede que ni siquiera haya habido caso j udicial posible cont ra Saddam y su alt o m ando, según Hum an Right s Wat ch. Ahora bien, 5

Véase " I raq: Am nest y I nt er nat ional deplores deat h ht t p: / / new s.am nest y.org/ index/ ENGMDE140372006.

6

sent ences in

Saddam

Hussein

t rial"

en

Puede leerse en ht t p: / / hrw .org/ report s/ 2006/ iraq1106/ ir aq1106web.pdf.

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del inform e de Am nist ía I nt ernacional, la prensa habló poco, pero del de Hum an Right s Wat ch, m ucho m ás com plet o e incisivo, una palabra lo dice t odo: nada. En lo que at añe a la ej ecución de Saddam Hussein, realizada en la horca, t elevisada hast a el hart azgo en t odo el m undo por m edios de com unicación supuest am ent e serios, pero en realidad sedient os del peor sensacionalism o y sin ningún t ipo de cont rol real de sus cont enidos por part e del Est ado, poco y nada hay que decir. A Saddam Hussein hast a se le negó un derecho fundam ent al de t odo condenado, y sobre t odo, de t odo condenado a m uert e: el de apelar la sent encia. No pudo hacerlo ni siquiera en prim era inst ancia. Su inj ust ificable e incalificable ej ecución se debe en buena m edida a lo que ya hem os dicho: era t an escandaloso el proceso j udicial que se adelant ó en su cont ra, t an viciado de nulidad no sólo por causas form ales sino t am bién porque ni siquiera se sabe si hubo " crim en" o " genocidio" con los 148 habit ant es de Duj ail, que result aba m uy práct ico " sepult ar" al enem igo lo ant es posible. Adem ás, seguir llevando a cabo el j uicio por supuest os crím enes cont ra los kurdos podría haber t erm inado con el dest ape de una m uy seria y com prom et ida sit uación, no t ant o para Hussein com o para ciert a part e de la dirigencia t urca de hace m ás de una década, socia incondicional de los Est ados Unidos. Pero hubo una causa m ás para ej ecut arlo sum ariam ent e, sin apelación y, m ucho peor aun, ant e la salvaj e irrupción de la t elevisión: incent ivar la violencia ét nica en I rak ent re sunnit as y chiít as ( Saddam era m iem bro de la m inoría sunnit a) , que facilit aría y j ust ificaría la m ovilización de m ás y m ás t ropas anglo- nort eam ericanas en el país, cust odiando el pet róleo y dando de com er a las m egacorporaciones encargadas de la vent a de arm as y de la logíst ica m ilit ar, y preparando quizá, m uy de ant em ano, incident es front erizos con la vecina I rán. Tras su m uert e se reproduj o en los m edios de prensa la prim era m it ad del últ im o poem a de Hussein ( com o hem os dicho en Hit ler ganó la guerra, escribió baj o pseudónim o t res novelas de am or y fervor pat riót ico) . La prim era m it ad del poem a —la única hecha pública al m enos en un prim er m om ent o y en los m edios, que es lo que en realidad im port a a la elit e— concluye así: Sacrifico m i alm a por t i y por nuest ra nación/ La sangre es barat a en los m om ent os difíciles/ Nunca nos arrodillam os ni cedem os en el at aque/ pero igual t rat am os al enem igo con honor... 7 O sea que se decide censurar el últ im o poem a de un escrit or —por m ás dict ador que haya o no haya sido— en el inst ant e en el que Hussein m ism o inst a a t rat ar con honor al enem igo que lo est á colgando ant e la t elevisión m undial. Si est o no es una verdadera hum illación para la hum anidad, cuest a ent ender ent onces, qué

7

La Nación, 5 de enero de 2007.

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es lo que significa la palabra " hum illación" , o peor aun qué es lo que en el m undo hay hoy de hum anidad.

¿Qu é e s lo qu e e n r e a lida d h a br ía ocu r r ido e l 1 1 de se pt ie m br e de 2 0 0 1 ? Los hechos acaecidos el 11 de sept iem bre de 2001 fueron com enzados a ser sepult ados casi inm ediat am ent e m ediant e una verdadera cat arat a de supuest a inform ación brindada por los m edios de com unicación nort eam ericanos y las agencias inform at ivas int ernacionales, generalm ent e " cust odiadas" por los servicios secret os m ás im port ant es del m undo. Pero est a vez no va a ser t an fácil, y hast a puede que " el m uert o resucit e" , dado que ya son m uchos quienes t ienen dudas acerca de qué part e de la inform ación oficial es verdadera y cuánt a es falsa. El president e de Venezuela, Hugo Chávez, acusó a las propias aut oridades nort eam ericanas del at ent ado. Puede leerse, por cit ar un ej em plo, en la edición virt ual del diario Clarín del m art es 12 de sept iem bre de 2006, un art ículo t it ulado " Chávez avaló la posibilidad de que la Casa Blanca haya planeado los at ent ados del 11- S" . La not a, que apareció en el sect or " Últ im o Mom ent o" , de la edición virt ual del diario, no apareció en su edición im presa. Sin em bargo, el m ism o diario inform aba en su edición del 9 de sept iem bre de 2006, en la página cent ral del suplem ent o respect ivo, varios de los punt os oscuros de los at ent ados. Una gran cant idad de m edios, m ayorit ariam ent e en I nt ernet , pero t am bién en ediciones im presas, radiofónicas y t elevisivas, poco a poco van anim ándose a vent ilar algo de lo que no se com prende acerca de lo ocurrido el 11- S. El t em a es espinoso y podrían escribirse m iles de páginas al respect o com o de hecho las hay en I nt ernet . Por lo t ant o int ent arem os resum irlo lo m ej or posible. En prim er lugar, t odos conocem os la versión oficial de los sucesos, así que no hace falt a repet irla. En segundo lugar, hay m uchos punt os oscuros, gran part e de ellos vit ales, que no se han invest igado y siguen silenciándose en los m edios, aun cuando cada vez m ás gent e los conoce o los supone. Los enum erarem os brevem ent e. El lect or que desee profundizar en los det alles puede leer el capít ulo I I I de Hit ler ganó la guerra, donde se los despliega a fondo. Veam os: 1. Los t errorist as no sabían m anej ar avionet as pero pilot earon en form a precisa Boeings. 2. Los t errorist as secuest raron cuat ro Boeings y som et ieron a la t ripulación y a los pasaj eros con cuchillos de plást ico. 3. No hay film aciones precisas sobre el at aque al Pent ágono, a pesar de est ar vigilado por decenas de cám aras.

251

4. Un " vuelo casi im posible" im pact ó en el Pent ágono práct icam ent e a ras del suelo. 5. El im pact o del Pent ágono se dio j ust o en un área que est aba en reparación. Hubo pocos y " est rat égicos" m uert os en el episodio. 6. En el World Trade Cent er se derrum bó prim ero la Torre Sur, aunque fue golpeada después, y fuera de su est ruct ura cent ral. La Torre Nort e fue golpeada ant es, y en el cent ro. 7. La im posibilidad física de que los incendios, t ras los im pact os de los aviones, derrit ieran el acero de las Torres Gem elas. 8. El t ipo de derrum be que se produj o en el caso de las Torres Gem elas sólo es posible —y m uy usual— en dem oliciones cont roladas. 9. Los t est im onios de bom beros y sobrevivient es indican que escucharon det onaciones en las Torres.

10. Casi inm ediat am ent e después de los at ent ados de las Torres Gem elas se hizo present e la em presa " Cont rolled Dem olit ion I nc." . 11. La inm ediat a vent a de los rest os de las Torres Gem elas a China y Corea del Sur, im pidiendo pericias forenses. 12.

Derrum be

t ot al

de

las

Torres,

im posible

en

dem oliciones

no

cont roladas. 13. Las Torres, diseñadas para soport ar el im pact o de aviones, cayeron a los pocos m inut os de ser im pact adas. 14. George W. Bush declaró dos veces a la prensa que vio por t elevisión desde Miam i cuando el prim er avión dio en la prim era t orre, cosa que ningún m edio t ransm it ió, y el sit io web oficial de la Casa Blanca reproduj o sus declaraciones t ext ualm ent e. 15. Se produj o una inusual act ividad de opciones de vent a relacionada con las acciones de Am erican Airlines y Unit ed Airlines en los días previos a los at ent ados, a t ravés de un banco que había sido recient em ent e dirigido por uno de los direct ores de la CÍ A. 16. La desaparición y disem inación de los rest os del cuart o avión, del cual se dij o que se había est rellado cerca de Pit t sburg. 17. La caída de las Torres Gem elas se produj o cuando los incendios int ernos com enzaban a apagarse. 18. Un Boeing no ent ra en el aguj ero dej ado en el Pent ágono. Al respect o se puede consult ar La Terrible I m post ura, de Thierry Meyssan. 19. Falt an los rest os del fuselaj e del avión que im pact ó el Pent ágono, cuyo peso sería de unas 1.000 t oneladas. A propósit o de est a inconsist encia puede ser consult ado el libro de Meyssan cit ado arriba, así com o Pent agat e, del m ism o aut or. Desaparecieron, adem ás, las t urbinas de t it anio del supuest o avión ( véase la declaración de Chávez ant e cit ada) .

252

20. A pesar de la " volat ilización" del fuselaj e de alum inio del avión del Pent ágono, se reconocieron los cadáveres de ést e m ediant e sus huellas dact ilares. 21. Varios de los t errorist as inm olados e ident ificados por los m edios de prensa fueron localizados viviendo t ras los at ent ados en Arabia Saudit a, y declararon que j am ás est uvieron en los Est ados Unidos. 22. Se com probó la falsedad de la inform ación inicial brindada por la prensa est adounidense acerca de una supuest a " debilidad est ruct ural" de las Torres Gem elas. 23. Hubo pequeñas explosiones evident es a sim ple vist a en pisos inferiores a los que se derrum baron. Sólo aparecieron en lo t ransm it ido inicialm ent e en direct o por la t elevisión. 24.

La velocidad

de derrum be de las Torres result a im posible en

dem oliciones no cont roladas. 25. Un sism ógrafo de la Universidad de Colum bia capt ó act ividad sísm ica en la zona del World Trade Cent er poco ant es de los at ent ados. 26. La cepa del ánt rax ut ilizada t ras los at ent ados sólo es producida en los Est ados Unidos. 27. Se descubrió que el ánt rax fue enviado por un cient ífico de Biodefensa del gobierno de George W. Bush, y post eriorm ent e desapareció el t em a de la prensa est adounidense. 28. Hubo una declaración inicial de una prom inent e periodist a dest acada en la Casa Blanca de que George W. Bush sabía que los at ent ados iban a producirse. Post eriorm ent e ést a guardó silencio. 29. Se concedió perm iso de salida inm ediat a de los Est ados Unidos a los fam iliares

de

Osam a

bin

Laden

t ras

los

at ent ados,

sin

ningún

t ipo

de

int errogat orios. 30. Las Torres Gem elas fueron alquiladas siet e sem anas ant es de los at ent ados a un m uy raro y sospechoso em presario, 8 dueño de un cabaret vinculado al lavado de dinero y al t ráfico de drogas, quien reclam ó t ras los at ent ados una cifra superior a la inicialm ent e invert ida. Ést e es un ext ract o m uy resum ido de la inform ación que el lect or puede encont rar en Hit ler ganó la guerra. Podríam os cit ar aún m ás dat os y det alles reveladores. Por ej em plo, la ret ención inicial, por part e del FBI y post erior desaparición, de la film ación de la cám ara de seguridad de la est ación de servicio

8

Es hora de decir que el Pent ágono t iene cinco lados, cinco pisos y cinco anillos concént r icos. No es casualidad ni capricho. Franklin Delano Roosevelt ordenó, cuando era president e, ese diseño para el edificio que concent ra y com anda a las fuerzas arm adas est adounidenses. Hay que recordar que los m iem bros de las sociedades secr et as m uchas veces dan significados sim bólicos y ocult os a los núm er os. Roosev elt era m asón de grado 33 ( m áx im o nivel) en el Rit o Escocés Ant iguo y Acept ado —m uy influyent e en los Est ados Unidos— de la m asoner ía, cuyo origen en su fase m oderna se encuent ra en Londres.

253

cercana al Pent ágono. La t ragicóm ica inform ación brindada por los m edios de prensa est adounidenses de que se halló int act o en m edio de los escom bros uno de los pasaport es de los t errorist as inm olados en las Torres Gem elas ( est e hecho sería nada m enos que una advert encia m afiosa a la prensa acerca de que debe acept ar ciegam ent e

la

inform ación

que

le

brinda

el

gobierno

nort eam ericano,

sin

cuest ionam ient os) . El hecho de que los t errorist as que secuest raron el " avión" que im pact ó en el Pent ágono hayan decidido —con un vuelo rasant e riesgosísim o— im pact arlo en uno de sus cost ados, m inim izando el efect o dest ruct ivo, que habría sido m ucho m ayor im pact ándolo desde arriba. La decisión de los t errorist as de im pact ar el Pent ágono j ust o en el lado cont rario en donde se encont raba la oficina de Donald Rum sfeld. Las declaraciones del port ero de una de las Torres Gem elas acerca de una gran explosión subt erránea que hizo t em blar t odo el edificio, sucedida ant es del prim er im pact o, que fueron desoídas por la prensa. La prensa ni siquiera cuest ionó la versión oficial acerca de la exist encia de llam adas por t eléfono celular desde los aviones por part e de angust iados pasaj eros a fam iliares en t ierra. En el año 2001 no exist ía la t ecnología para efect uar llam adas por t eléfono celular desde los baños de los aviones, y m uchísim o m enos viaj ando a 900 kilóm et ros por hora y 10.000 pies de alt ura. La falsedad flagrant e de las llam adas de esos celulares, difundidas abundant em ent e por los m edios est adounidenses. La cuest ión llega al ridículo de que una de las llam adas difundidas por los m edios com ienza con la frase: Hola, m am á, soy Mark Bigham ... Un solo fam oso m uert o en los at ent ados, la periodist a de CNN, Bárbara Olson, acérrim a enem iga de Bill Clint on ( quien hoy aparece frecuent em ent e en fot os por t odo el m undo con Bush padre) , y sobre t odo enem iga m ort al de la ent onces fut ura candidat a presidencial Hillary Clint on, sobre la cual había escrit o el devast ador libro Hell t o Pay ( El infierno para pagar) . Los m edios de com unicación est adounidenses act uaron desinform ando, m ient ras sus propios periodist as,

incluso ganadores de prem ios Pulit zer

—frecuent em ent e

agent es o ex agent es de int eligencia— m iran para ot ro lado. En sínt esis, la versión oficial de los at ent ados del 11 de sept iem bre de 2001 es un verdadero e increíble bochorno. Y es por eso m ism o que est e m uert o sí puede resucit ar en cualquier m om ent o. Si ocurriera ello habría que esperar consecuencias im previsibles. Si ocurriera —la probabilidad es inciert a— la propia elit e debería desem barazarse rápidam ent e de algunos de sus m ás leales, poderosos y serviles asociados, por m ás alt os cargos que ocupen o hayan ocupado. Pero ent onces, ¿qué es lo que ocurrió ese día? Porque hay cosas que sí sabem os m uy bien que son ciert as. ¿Cuáles son? Sólo est as cuat ro: 1) se derrum baron las Torres Gem elas, 2) el Pent ágono sufrió un boquet e, 3) casi 3.000 personas m urieron, 4) cuat ro aviones desaparecieron con t odos sus pasaj eros y t ripulant es. Todo lo dem ás ent ra en el t erreno de la especulación, que a veces no discierne ent re lo posible, lo im posible, lo probable y lo im probable. Y una

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abrum adora part e de lo que se escuchó t iene t oda las caract eríst icas de una falsedad deliberada para confundir a la población y j ust ificar las guerras de Afganist án e I rak, que favorecieron a Bush y su agenda represora, así com o a unos pocos sect ores: el pet rolero, las em presas de arm as y de seguridad, los bancos que financian a esos sect ores, y el narcot ráfico, una de cuyas bases principales se encuent ra en las t ierras afganas donde los t alibanes im pedían la producción de opio con el que se elabora la heroína. 9 ¿Qué pudo haber ocurrido? Sabem os que la versión oficial no puede ser ciert a. No sólo en sus det alles, pues la versión ent era parece poco m ás que un cuent o. Un m uy m al cuent o, de baj ísim a calidad. Podríam os decir que " el m uert o no fue bien sepult ado" , o m ej or, que el " m uert o est á vivo y desea salir de la t um ba" . Hay m uchas hipót esis al respect o de lo que pasó realm ent e el 11 de sept iem bre de 2001. Algunas son m ás fiables o probables que ot ras. Repet irem os aquí, lo m ás t ext ualm ent e que el espacio nos perm it e, la que parece cerrar m ej or los casi t reint a punt os oscuros que hem os m encionado ant es. Al lect or le puede sonar a ciencia ficción. Pero ant es de cat egorizar la explicación de esa m anera, lo que debe evaluar es si " cierra" o " no cierra" m ej or esos punt os oscuros que la versión del gobierno de George W. Bush y los m edios de prensa est adounidenses han dado sobre los at ent ados. Por lo t ant o, es necesario advert ir aquí, y que se ent ienda m uy bien, que no vam os a decir qué ocurrió el 11 de sept iem bre de 2001, sino a expresar la m ej or form a que hem os encont rado para cerrar los punt os cit ados. Se t rat a, ent onces, de una hipót esis, pero de t odas m aneras creem os haber explicado al inicio del present e capít ulo que la hist oria sólo puede escribirse o conocerse de m anera conj et ural, aunque la versión oficial siem pre da a ést a la caract eríst ica de cert eza, lo cual es sólo una ilusión. Puede result ar est a hipót esis, al principio, t am bién un poco confusa por su m inuciosidad, pero solicit am os al lect or que la lea despacio y con at ención. Si es necesario, que la relea y repase. Ya verá cóm o al final se sim plifica. El original puede encont rarse en el sit io de I nt ernet www.serendipit y.li/ wt c4.ht m , a cuyo t ext o nos ceñirem os lo m áxim o posible. Que quede claro que nos ceñim os al t erreno de las hipót esis, que después de t odo es lo único que puede hacerse con respect o a lo ocurrido el 11 de Sept iem bre. 1. Un reducido núcleo de personal m ilit ar est adounidense preparó t res aviones para ser pilot eados a cont rol rem ot o con un sist em a que la em presa arm am ent íst ica Nort hrop Grum m an desarrolló hace años. Ninguno llevaría pilot os ni t ripulación a bordo. De ellos, uno es un j et m ilit ar cargado con explosivos de gran pot encia o m isiles, o am bas cosas a la vez ( de aquí en adelant e lo llam arem os

9

Véase Hit ler ganó la guerra y en especial la bibliografía del cap. I I I .

255

Pseudovuelo 11. El segundo es un Boeing 767, pint ado por fuera para que frent e a las cám aras t elevisivas luzca com o un j et de Unit ed Airlines ( en adelant e lo llam arem os Pseudovuelo 175) . El t ercero es un avión o quizás algún t ipo de m isil con cubiert a ext erior para que a dist ancia parezca un Boeing 757, diseñado para que

la

cubiert a

pueda

dest ruirse

com plet am ent e

m ediant e

explosivos

( lo

llam arem os de aquí en adelant e Pseudovuelo 77) . Adicionalm ent e se necesit an dos o t res m isiles que, según el sit io web que seguim os, probablem ent e serían de la cat egoría

AGM- 86C,

desarrollados por

los Est ados Unidos,

capaces de ser

disparados desde un avión B- 52, ser t eledirigidos y generar calor de m ás de 2.000 grados cent ígrados. 2. En la m añana del 11 de sept iem bre de 2001, t al com o la versión oficial señala, el vuelo 93 de Unit ed Airlines ( un Boeing 757) despegó del aeropuert o de Newark a las 8: 01 hs. hacia San Francisco, con ent re 26 y 38 pasaj eros ( el 16% de la capacidad) , y siet e t ripulant es a bordo. Ése fue el vuelo que supuest am ent e se est relló en Pennsylvania. A las 7: 58 hs. el vuelo 175 de Unit es Airlines ( un Boeing 767) part ió del aeropuert o de Logan, Bost on, hacia Los Ángeles con ent re 47 y 56 pasaj eros ( el 26%

de su

capacidad)

y

nueve t ripulant es a bordo.

Ése fue el j et

que

supuest am ent e golpeó la Torre Sur a las 9: 03 hs. A las 7: 45 hs. part ió del aeropuert o de Logan, Bost on, el vuelo 11 de Am erican Airlines ( Boeing 767) hacia Los Ángeles, con ent re 76 y 81 pasaj eros ( cerca de 39% de su capacidad) y 11 t ripulant es a bordo. Era el vuelo que supuest am ent e im pact aría en la Torre Nort e a las 8: 45. El vuelo 77 de Am erican Airlines ( un Boeing 757) part ió del aeropuert o Dulles, cerca de Washingt on DC, a las 8: 10 hs. rum bo a Los Ángeles, despegando con ent re 50 y 58 pasaj eros ( alrededor de 27% de su capacidad) y seis t ripulant es. Ese vuelo supuest am ent e se est relló en el Pent ágono a las 9: 35 hs. 3. El Pseudovuelo 11 y el Pseudovuelo 175 despegaron de alguna base m ilit ar, volando a cont rol rem ot o de t al m anera que int ercept aron las rut as aéreas de los vuelos AA11 y UA175. 4. Alrededor de m edia hora m ás t arde, los pilot os de los cuat ro vuelos civiles fueron inform ados de alguna m anera sobre la posibilidad de que ocurriera un at aque t errorist a y recibieron la orden de cerrar sus t ransponders 10 ( código de ident ificación de los vuelos que facilit a su det ección en radares aeroport uarios de uso civil) y at errizar en una base m ilit ar o de ot ro t ipo, en un est ado del nordest e nort eam ericano. Los pilot os de los cuat ro vuelos obedecieron la orden y cam biaron su rut a.

10

Est e dat o es fundam ent al. Los cuat ro vuelos civiles cerraron sus t ransponders, cosa que habr ía sido m uy im probable si hubieran sido realm ent e secuest rados por t errorist as, dado que con el t ransponder apagado cualquier vuelo es pasible de ser derribado por las Fuerzas Arm adas nor t eam er icanas al no poseer código de ident ificación y desapar ecer así de algunos de los radares.

256

5. En el m om ent o en que los vuelos 11 y 175 dej aron de em it ir señales a t ravés de sus t ransponders, los Pseudovuelos 11 y 175 com enzaron a t ransm it ir señales en su lugar. Volaron hacia Nueva York, y, al ser visibles en los radares de cont rol de t ráfico aéreo, a los cont roladores les parecieron los reales vuelos AA11 y UA175, pero volando hacia Manhat t an. 6. El Pseudovuelo 11, a cont rol rem ot o, se acercó a la Torre Nort e a las 8: 45, descargó desde m uy cerca sus m isiles y luego se est relló en ést a, det onando explosivos previam ent e puest os en el edificio. George W. Bush declaró haber vist o ese prim er im pact o en t elevisión, lo que de ser ciert o sólo pudo haber sido por circuit o cerrado m ient ras viaj aba en su lim usina a una escuela del Est ado de Florida. 7. El Pseudovuelo 175 se acercó t am bién a Manhat t an y se est relló en la Torre Sur a las 9: 03. Quienes lo t eledirigían casi le erran al blanco, pero lograron im pact arlo en un ángulo. En el m ism o m om ent o en que im pact ó, un m isil incendiario fue disparado desde el avión a fin de crear la t em perat ura suficient e dent ro del edificio para asegurar la ignición del com bust ible que se derram aría por el im pact o. El result ado fue la enorm e bola de fuego que pudo verse por t elevisión en t odo el m undo. 8. Después del segundo im pact o, George W. Bush cont inuó escuchando a los niños que leían un cuent o sobre un cabrit o por alrededor de un cuart o de hora y luego anunció a la Nación que había hecho algunos llam ados t elefónicos, pero no ordenó ninguna acción defensiva a la Fuerza Aérea, cuyos j et s apost ados cerca de Washingt on

DC podrían

haber

int ercept ado

los

ot ros

dos

vuelos:

el

que

supuest am ent e se est rellaría en el Pent ágono y el que caería en Pennsylvania, si hubiera habido un alert a m ilit ar por part e del president e. 9. Alrededor de las 9: 15 los cuat ro vuelos reales de Am erican y Unit ed Airlines est aban ya en la base m ilit ar hacia la cual habrían sido dirigidos. Los cerca de 199 pasaj eros y las t ripulaciones de los vuelos AA77, AA11 y UA175 fueron subidos al vuelo 93 de Unit ed Airlines, donde se j unt aron con sus 33 pasaj eros y su t ripulación, haciendo un t ot al 232 personas. Había explosivos cargados a bordo. 10. El Pseudovuelo 77 voló a alt a velocidad hacia Washingt on DC, efect uó una espiral descendent e de gran precisión para alcanzar una alt ura cercana al suelo y a las 9: 30, luciendo ant e los t est igos oculares com o un Boeing 757, hizo una aproxim ación horizont al al Pent ágono, golpeando algunos post es de luz en el cam ino. Just o ant es del im pact o, fue com plet am ent e dest ruido por los explosivos que llevaba, lo que luego provocó el hecho de que no se encont raran rast ros del fuselaj e de alum inio. 11. Planeado para coincidir con est e suceso, se efect uó el lanzam ient o de dos o t res m isiles de alt a velocidad que llegaron al Pent ágono desde direcciones apenas alej adas ent re sí, viaj ando t an rápido que los t est igos no los not aron dado que fueron dist raídos por la ext raña presencia del Pseudovuelo 77. Ést e sería el

257

origen de lo que algunos t est igos del hecho calificaron com o " sonido de silbido" . Los m isiles penet raron la pared ext erna del Pent ágono en el exact o lugar en el que se " est relló" el Pseudovuelo 77 produciendo —hecho poco conocido y m ucho m enos difundido a pesar de ser real— los 3 orificios de salida que se produj eron en el t ercer anillo de los cinco con que cuent a el Pent ágono. 12. Hacia las 9: 45 el vuelo 93 de Unit ed Airlines despegó de la base m ilit ar con los pasaj eros y las t ripulaciones de los ot ros 3 vuelos a bordo, lo debió hacer a cont rol rem ot o, o baj o el cont rol de un pilot o que desconocía su propia m uert e cercana y voló hacia Washingt on DC en un falso at aque t errorist a. 13. La Torre Sur colapsó a las 9: 59 m ediant e una dem olición cont rolada, 56 m inut os después del im pact o. 14. Los explosivos a bordo del vuelo 93 de Unit ed Airlines fueron det onados en pleno vuelo, o el avión fue im pact ado por un m isil disparado por un F- 16 de la Fuerza Aérea, cayendo sobre Pennsylvania a las 10: 06 de la m añana, casi una hora y m edia luego de haber despegado inicialm ent e del aeropuert o de Newark en Nueva Jersey. Ello explicaría que los rest os de est e avión se dispersaran en un radio de 8 m illas del lugar del incident e, t al com o ocurrió, y el hecho de que los resident es de I ndian Lake, población de la zona, hayan declarado ver un F- 16 volando y una bola de fuego cayendo del cielo, según la propia agencia Reut ers inform ó el 13 de sept iem bre. Por lo t ant o, t odos los pasaj eros y las t ripulaciones de los vuelos " secuest rados" fueron elim inados, quizá con la excepción hipot ét ica de los 34 pasaj eros de la list a oficial de m uert os que no coinciden con los de la list a de pasaj eros que se em barcaron dada por las líneas aéreas. 15. La Torre Nort e colapsó a las 10: 29, t am bién baj o un proceso de dem olición cont rolada, 1 hora y 44 m inut os después del im pact o. 16. Part e de la pared ext erna del Pent ágono colapsó para que el pequeño aguj ero producido por los m isiles no fuera visible desde afuera. 17.

Hacia

m ediodía,

los

m edios

de

com unicación

est adounidenses

com enzaron a difundir la hist oria de que el " at aque t errorist a" fue planeado por Osam a bin Laden. 18. Hacia las 5 de la t arde el edificio conocido com o WTC 7 —en el que había oficinas y archivos de la CI A—, colapsó en un proceso de dem olición cont rolada evident e a m uy sim ple vist a. 19.

Engañada

por

la

Casa

Blanca

y

los

m edios

de

com unicación

est adounidenses, buena part e de la ciudadanía nort eam ericana com enzó a pedir venganza cont ra lo que creían que eran t errorist as m usulm anes árabes. 20. George W. Bush anuncia la " Guerra Tot al cont ra el Terrorism o" ( su padre había lanzado la " Guerra Tot al cont ra las Drogas" en los ochent a, y vem os lo que en realidad ocurrió después) , y el Pent ágono se abocó a im plem ent ar sus previam ent e preparados planes de invasión de Afganist án.

258

¿Y los " t errorist as" de Al Qaeda, ent onces? Com o hem os vist o, m uchos de los 19 cit ados ni siquiera est aban en los Est ados Unidos. Ot ros, en cam bio, pasaron un t iem po prolongado al m enos en el est ado de Florida, int ent ando, o " haciendo com o que int ent aban" aprender a volar avionet as. Moham m ed At t a y Marwanal AlShehhi indudablem ent e vivieron en Florida, por ej em plo. Ahora bien, el at ent ando de las Torres Gem elas habría sido financiado por el servicio secret o paquist aní ( I SI ) , según revelaron The Tim es of I ndia y el hist oriador Gore Vidal. Para ent ender a fondo est o es im prescindible leer el capít ulo 3 de Hit ler ganó la guerra y el libro Dream ing war, de Gore Vidal, al igual que el art ículo de The Tim es of I ndia. El I SI es un socio incondicional de la CI A, y su j efe m áxim o en 2001 era el general Mam oud

Ahm ed,

quien

habría

girado

100.000

dólares

a

Moham ed

At t a,

presunt am ent e para que realizara los at ent ados. A dónde fue ese dinero en realidad, es t an difícil de saber com o conocer qué pasó realm ent e con At t a. 11 De hecho, Ahm ed incluso se encont raba en Washingt on el 11 de sept iem bre de 2001, sost eniendo conversaciones con varios alt os polít icos nort eam ericanos, ent re ellos el j efe de la CI A George Tenet . Ahm ed t uvo que renunciar cuando The Tim es of I ndia lo involucró, el 9 de oct ubre de 2001, direct am ent e con el financiam ient o de los at ent ados en una act it ud que no es, precisam ent e la de un inocent e. 12 Ahm ed respondía direct am ent e al j efe de Est ado paquist aní Pervez Musharraf, curiosam ent e uno de los m andat arios que m ás visit a a George W. Bush. El det alle revelador de hast a dónde llegaría la real responsabilidad por los at ent ados apareció en la prensa nort eam ericana el 22 de sept iem bre de 2006, en una not icia que parece insignificant e a prim era vist a. Por ej em plo, el Wall St reet Journal de esa fecha, en una not icia t it ulada " Everyone is an aut hor, even Musharraf" 13 en la cual se com ent a que la visit a del president e asiát ico a Bush coincidió con la aparición de un libro de Musharraf, en el que narra, obviam ent e, la

11

Es m uy probable que t odo el " asunt o At t a" y sus com pañeros en Florida no sea m ás que una hist or ia de desinform ación generada por los propios serv icios de I nt eligencia a fin de despist ar a t odos aquellos que se pregunt aran y com enzaran a inquirir seriam ent e acer ca de lo ocurrido, una " pist a falsa" sem brada especialm ent e para desviar la at ención de los hechos. Es necesar io t ener en cuent a que el com port am ient o " expansivo" de At t a ant es del at ent ado coincide m ás con el de un señuelo que con el de un t errorist a. Tam poco es im probable que est uviera envuelt o en Florida en algún t ipo de act ividad m afiosa o ilegal. Bast a señalar que uno de sus " am igos" m ás cercanos en ese est ado, Wolfgang Bohringer, pilot o de la CI A, fue det enido en Kiribat i, cer ca de Hawaii, donde quer ía poner una academ ia para enseñar volar aviones DC- 3 que hoy sólo se usan, generalm ent e, para el t ransport e ilegal de arm as y drogas, por sus relaciones con la m afia. Lo ciert o es que el " asunt o At t a" llevó a algunos invest igadores serios com o Daniel Hopsick er a creer que los hechos del 11 de sept iem bre de 2001 no son m ás que un episodio de una " guerra ent re dos clanes del narcot ráfico" —los Bush y los Bin Laden— cuando en realidad no es así, aun cuando haya nexos ent r e el 11- S y el narcot ráfico. Al respect o véanse el capít ulo 3 de Hit ler ganó la guerra y ht t p: / / www .m adcowprod.com / 120112006.ht m l y www.m adcowprod.com / 09062006.ht m l. 12

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259

" visión oficial" paquist aní de la guerra cont ra el t errorism o. Lo ciert o es que en conferencia de prensa conj unt a ent re Bush y Musharraf, ant e una pregunt a de un periodist a al m andat ario paquist aní que ést e no quiso cont est ar, Bush int errum pió a am bos y dij o: " En ot ras palabras... com pren el libro" . Ent endam os bien la sit uación: Bush est aba recom endando un libro que aún no había salido a la vent a, escrit o por el j efe de Est ado de un país cuyo j efe de int eligencia no t uvo m ás rem edio que renunciar cuando se lo acusó en I ndia —y en un reducido núcleo int elect ual de los Est ados Unidos— de haber girado 100.000 dólares a Moham m ed At t a pocos días ant es de los at ent ados, y para colm o donde acusa a funcionarios nort eam ericanos de la adm inist ración Bush de obligar a su país a ayudar a la lucha cont ra el t errorism o " baj o la am enaza de bom bardearlo hast a hacerlo volver a la Edad de Piedra" . La m ism a not icia apareció en el New York Tim es, Chicago Tribune y el Balt im ore Sun, ent re ot ros, del 22 de sept iem bre de 2006. Y rem arquem os, lo hizo en los propios Est ados Unidos, al lado de Bush, m ient ras ést e recom ienda leer su libro, cuando t odavía no había siquiera salido. ¿Queda claro con t odo lo dicho hast a aquí hast a dónde puede llegar la responsabilidad por los at ent ados? Pero adem ás, es público y not orio, algo ya m uy difundido: que el origen de Al Qaeda est uvo en la propia CI A ent renadora de los m uj aidines afganos para que lucharan cont ra la Unión Soviét ica en los años ochent a. Nadie duda eso. ¿Queda claro ent onces quién cont rola realm ent e a Al Qaeda? ¿Queda claro cuál es el int erm ediario act ual ent re la CI A y Al Qaeda? At t a y el reducido núcleo de gent e que lo acom pañó en Florida bien pueden haber sido una especie de " Lee Harvey Oswald" , con la diferencia de que era m ucho m ás efect ivo no det enerlos en absolut o, sino hacerlos desaparecer. A propósit o de Moham m ed At t a, vale la pena señalar que t ras los at ent ados el sist em a de prensa nort eam ericano difundió una gran variedad de report aj es a t est igos que dij eron haberlo vist o en Florida sem anas ant es del 11 de sept iem bre bebiendo vodka frecuent em ent e en bares noct urnos y en

parej a

con

una go- go

dancer

de un

cabaret .

No

es precisam ent e el

com port am ient o que puede esperarse de un fanát ico religioso islám ico, y m ucho m enos de alguien que pret ende inm olarse, para lo cual es necesario llam ar la at ención lo m enos posible y no correr riesgos. Precisam ent e lo que la prensa oficial adm it e y declara que At t a no hacía. Ret om ando el t em a " Bush- Musharraf" , es visible que Pakist án quiere com enzar a " despegarse" , a deslindar responsabilidades, de lo que para el president e nort eam ericano y su gent e es, curiosam ent e, un éxit o y una m et a a cont inuar: la " lucha cont ra el t errorism o" . La causa probable es el alt o grado de resist encia int erna que en 2006 y 2007 hay cont ra Musharraf y su régim en. Hem os dicho que " el m uert o" , en est e caso, lo sucedido el 11- S no est á bien sepult ado, y ni siquiera parece est ar m uert o. Uno bien podría pregunt arse por qué ent onces no son los propios fam iliares de los alrededor de 7.000 fallecidos en los hechos ese día los que est án a la cabeza de los reclam os a favor de una invest igación seria. Est o

260

t iene una explicación lam ent able y sencilla. Recordem os que en general las víct im as eran hum ildes t rabaj adores. Bush creó ent onces el " Vict im Com pensat ion Fund" ( Fondo de Com pensación a las Víct im as) que dist ribuyó 7.000 m illones de dólares ent re las fam ilias del 97% de las víct im as, las cuales firm aron que no t ienen nada m ás que reclam ar al Est ado nort eam ericano. A razón de un m illón de dólares por m uert o, puede ent onces cerrarse la boca de m ucha gent e. Volviendo a la hipót esis que hem os cit ado sobre lo que realm ent e ocurrió el 11 de sept iem bre, a algunos, quizá, pueda sonarles a ciencia ficción. Puede ser real o no, o puede ser real en part e con algunos det alles m odificados. Quizá, nunca lo sepam os. Lo ciert o es que los m ás de 40 punt os oscuros y gruesas cont radicciones de la versión oficial, t rist em ent e avalada por el propio Congreso nort eam ericano en un vergonzoso inform e bicam eral aparecido años m ás t arde, desaparecen, se desvanecen por com plet o, lo que dej a asom ar ciert a claridad en m edio de la penum bra. Claridad siniest ra de ser est o ciert o. Pero claridad, al fin.

Bibliogr a fía BI BLI OGRAFÍ A ESPECI AL DEL TEMA 11- 9 Sobre las incongruencias de los at ent ados del 11 de sept iem bre de 2001, véase capít ulo 3 de Hit ler ganó la guerra y la correspondient e bibliografía cit ada ent re las páginas 96 a 101 de dicha obra. Sobre la hipót esis de resolución de lo ocurrido el 11 de sept iem bre de 2001 véase principalm ent e: " What act ually happened? En www.serendipit y.li/ wt c4.ht m . Y t am bién: " Operat ion

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Siete El final de la globalización

Morpheus: La Mat rix es un sist em a, Neo. Ese sist em a es nuest ro enem igo. Pero cuando est ás adent ro y m iras. ¿Qué ves? Hom bres de negocios, m aest ros, abogados, carpint eros. .. Las m ent es de la gent e que querem os salvar. Pero hast a que lo hagam os, esa gent e es part e de ese sist em a, y eso los conviert e en nuest ros enem igos. Tienes que ent ender que m ucha de est a gent e no est á list a para ser desconect ada de la Mat rix. Y m uchos de ellos est án t an habit uados, dependen

t an

desesperadam ent e

de

ese

sist em a,

que

pelearán para prot egerlo... Dent ro de la Mat rix, ellos son t odos... y son nadie... Mat rix

267

Lam ent ablem ent e, es m uy usual que una gran cant idad de gent e pase, dem asiado rápido, de un est ado de negación a uno de desesperación. Al Gore Jr., La Verdad I ncóm oda Conocerás la verdad, y la verdad t e hará libre. Paradój ica inscripción en m árm ol a la ent rada de la sede cent ral de la CI A —principal fuent e m undial de desinform ación. Tom ada de la Biblia ( Juan 8: 32) .

Hem os vist o hast a ahora los inst rum ent os que ut iliza la elit e anglonort eam ericana para efect uar los cam bios hist óricos que le son convenient es. Básicam ent e se t rat a de guerras, revoluciones, at ent ados t errorist as ej ecut ados con com plicidad int erna, cont am inación progresiva de est ruct uras com o la I glesia Cat ólica, asesinat os de j efes de Est ado " díscolos" , et c. Tam bién hem os vist o que det rás de est a variada gam a de hechos casi siem pre violent os se esconde un esquem a de dom inio sut il, ocult o a t ravés de dos fact ores cent rales de poder: el poder de em it ir la m oneda considerada com o reserva universal de valor y el poder de cont rolar m ayorit ariam ent e las fuent es de energía. En realidad am bos fact ores de poder est án ent relazados ent re sí: sin energía de poco y nada serviría el dinero, y sin dinero, la energía no podría est ar disponible. Pero en realidad no se t rat a de nada nuevo. Ya en los siglos XVI I , XVI I I y XI X ocurría m ás o m enos lo m ism o, aunque de ot ra m anera. En aquella época el I m perio Brit ánico est aba en su apogeo. La m oneda considerada casi universalm ent e com o reserva de valor era la libra est erlina, y la energía m undial est aba basada sobre t odo en el carbón. No se t rat aba de ninguna casualidad que los brit ánicos ej ercieran una suert e de hegem onía m undial com o la que hoy ej ercen los Est ados Unidos. El Reino Unido t enía vast ísim os yacim ient os de excelent e carbón m uy barat o. Con ello, y con el férreo cont rol de la banca, hicieron posible su suprem acía económ ica en Europa y t odo el m undo. Cuando la guerra civil nort eam ericana concluyó, una nueva t ecnología energét ica asom aba com o m uy superior a la del carbón: se t rat aba del pet róleo, m ás dúct il, m enos cont am inant e, m ás fácil de t ransport ar y de ut ilizar. Sin em bargo, el Reino Unido no cont aba con reservas conocidas en aquella época. Pero dado que sus reservas carboníferas iban declinando irrem isiblem ent e, la banca inglesa financió de buena gana el desarrollo de la t ecnología pet rolera en los Est ados Unidos. Adem ás, desde bast ant e ant es de la guerra civil nort eam ericana cont aba con socios m uy cercanos en Wall St reet , m uchos de ellos vinculados con ella a t ravés de lazos fam iliares y origen.

268

Sin em bargo, perder la suprem acía financiera a m anos de Wall St reet no est aba en los planes ingleses. Si ello ocurrió fue sólo porque el nacim ient o de la t ecnología del pet róleo provocó algunos inconvenient es im pensados al m om ent o en que la fam ilia Rot hschild y sus asociadas com enzaron a financiar el desarrollo de la St andard Oil del clan Rockefeller. No est aba en los planes ingleses que Alem ania se desarrollara indust rialm ent e de form a t an rápida com o lo hizo luego de la guerra franco- alem ana de 1870, y m enos aún que est rechara fuert es lazos con el im perio ot om ano, que se im ponía, ent re ot ras zonas, sobre lo que hoy es Arabia Saudit a, Kuwait , Em irat os Árabes Unidos e I rak. Tam poco est aba en sus planes que el m uy cerrado régim en zarist a ruso descubriera vast ísim os yacim ient os pet roleros en zonas com o el Cáucaso, y se convirt iera a inicios del siglo XX, en el prim er product or m undial, seguido por los Est ados Unidos. I nglat erra había financiado el inevit able nacim ient o de la era del pet róleo en buena m edida porque sus yacim ient os de carbón ya no eran m uy abundant es y adem ás su producción int erna era cada vez m ás cost osa. Pero no figuraba en sus planes que a t ravés de pact os polít icos o de descubrim ient os en t errit orio propio, Alem ania y Rusia pudieran convert irse con el correr de los años en cent ros indust riales que llegaran a disput ar su hegem onía económ ica y financiera. Com o hem os vist o, ést a fue la real causa de la Prim era Guerra Mundial y de su subproduct o alt am ent e deseado por la elit e de negocios anglo- nort eam ericana: la Revolución Rusa, el desaloj o del zarism o del poder en San Pet ersburgo y el nacim ient o del régim en bolchevique, que en buena part e por necesidad se acom odaría m ej or con los años a los int ereses financieros y pet roleros anglonort eam ericanos. Sin em bargo, el t riunfo aliado en la Prim era Guerra Mundial produj o un único gran ganador: los Est ados Unidos, que se habían beneficiado enorm em ent e con el inicio de la guerra de 1914 dado que a raíz de la inest abilidad europea pudieron at raer enorm es cant idades de oro, principalm ent e del m ercado financiero inglés, y convert irse adem ás en un m uy im port ant e acreedor de Londres para que I nglat erra pudiera derrot ar a Alem ania. Por lo t ant o, los ingleses se encont raron con ot ra sit uación im pensada: ya no t enían la peligrosa rivalidad de alem anes ni rusos y adem ás com enzaban a cont rolar im port ant es pozos pet roleros en I rán a t ravés de la recién nacida Brit ish Pet roleum . Pero su " socio m enor" , la elit e nort eam ericana, com enzaba a disput arle el predom inio hegem ónico. Después de t odo el pet róleo era m uy abundant e en los Est ados Unidos, y ahora la banca nort eam ericana era acreedora de la inglesa y no al revés. Ello dio origen a un conflict o de int ereses ent re socios, cuest ión que ocasionó la m ás seria crisis económ ica que la hum anidad haya experim ent ado: la " Gran Depresión" .

El Tr e in t a

269

A raíz de la Prim era Guerra Mundial, los países europeos debieron recurrir a la fácil operación de aum ent ar su gast o público para poder encarar los enfrent am ient os bélicos. Ello iba a significar la necesidad de em it ir m oneda a un rit m o ant es nunca vist o. Por lo t ant o, la consecuencia inm ediat a de esos déficit fiscales financiados con em isión de m oneda fue la necesidad de abandonar en form a generalizada los regím enes de pat rón oro. I nglat erra ya conocía el asunt o por experiencia propia, dado que un siglo ant es, cuando se desarrollaron las guerras napoleónicas había hecho lo m ism o con excelent es result ados. Había podido volver al " pat rón oro" sin cost os t ras la derrot a de Napoleón, logrando aum ent ar su hegem onía m undial. Sin em bargo, la cosa era m ucho m ás com plicada y difícil t ras la Prim era Guerra Mundial. La em isión de libras sin respaldo había hecho aum ent ar el nivel general de precios en el Reino Unido. Tras la guerra, Londres deseaba recuperar la hegem onía financiera que ya se volcaba hacia el dólar, pero el problem a era que los ingleses se encont raban ant e un dilem a cruel: si la libra volvía al pat rón oro —cosa que debía ocurrir para recuperar la hegem onía financiera— a la cot ización ant erior a la guerra, su m oneda se encont raría fuert em ent e sobrevaluada, por lo que la indust ria inglesa iba a perder t odo t ipo de com pet it ividad. Si en cam bio la libra est erlina reingresaba al pat rón oro t ras una devaluación com pat ible con la inflación producida en los años de la guerra, I nglat erra recuperaba com pet it ividad, pero ya no podría volver a ser el cent ro financiero del m undo. La decisión inglesa, t om ada t ras largos cabildeos, fue volver al pat rón oro en 1925, a la cot ización ant erior a la Prim era Guerra Mundial. Londres deseaba ent onces recuperar su rol de cent ro financiero m undial aun al precio de sacrificar en m asa a su ant es poderoso sect or indust rial, y condenar al desem pleo y la pobreza a m illones de t rabaj adores ingleses. ¿Por qué hacían est o los ingleses? Porque la burguesía financiera era la clase dom inant e en I nglat erra y porque sabían que recuperar la preem inencia com o cent ro financiero m undial les podía ot orgar m ayores beneficios económ icos e influencia geopolít ica a nivel m undial que el cam ino alt ernat ivo. Fue de est a m anera que los banqueros ingleses a t ravés de Mont agu Norm an

influyeron

de

m anera

det erm inant e

sobre

el

j efe

m áxim o

del

recient em ent e creado Federal Reserve Bank of Nueva York, Benj am in St rong, a fin de que m ant uviera art ificialm ent e baj as las t asas de int erés en los Est ados Unidos. El obj et ivo era claro: para recuperar el papel de cent ro financiero m undial habían fij ado la libra cont ra el oro a niveles de preguerra. Pero sólo a t ravés de t asas de int erés art ificialm ent e baj as en lo que ya se const it uía com o el incipient e cent ro financiero alt ernat ivo m undial, Wall St reet , podrían lograr que Londres recuperara el oro perdido durant e la guerra. Com ercialm ent e ello iba a ser im posible, dado que la sobrevaluación de la libra iba a im pedir que el Reino Unido se beneficiara de un refluj o de oro com o subproduct o del com ercio int ernacional. El oro sólo afluiría a

270

Londres si las t asas de int erés nort eam ericanas se ubicaban siem pre por debaj o del nivel de las exist ent es en I nglat erra. Ése fue el fact or ocult o, silenciado en innum erables libros de hist oria económ ica, que provocó el boom y el post erior crack de Wall St reet , y, derivada de ellos, la horrible gran depresión de los años t reint a, que conduj o a la Segunda Guerra Mundial. Mient ras el oro volvía lent am ent e a Londres, las baj ísim as t asas de int erés en los Est ados Unidos produj eron una burbuj a credit icia, inm obiliaria, y principalm ent e en el m ercado de valores accionarios. Los propios banqueros ingleses cont ribuían a alim ent arla, dado que, con la liquidez que generaba el refluj o del oro a Londres, las principales casas bancarias londinenses se unieron a la burbuj a nort eam ericana financiando a alt os rendim ient os las com pras especulat ivas de acciones en Wall St reet . Todo com enzó a t erm inar cuando el Banco de I nglat erra, considerando que el refluj o de oro a Londres había sido insuficient e para garant izar su lugar de cent ro financiero del m undo, decidió efect uar un verdadero act o de t errorism o financiero com o últ im o int ent o por recuperar la hegem onía m onet aria: elevar art ificialm ent e hacia finales de 1929 las t asas de int erés en I nglat erra y ordenar la inm ediat a repat riación de los fondos líquidos de las casas bancarias inglesas que est aban ayudando a financiar la burbuj a de Wall St reet . Fue el det onador que la burbuj a bursát il y la expansión de los " años locos" necesit aban para est allar, que m uest ra a las claras que las divisiones int ernas de la elit e, cuando se t rat a de recuperar el predom inio absolut o, pueden derivar en sucesos incont rolables. Cuando t ras unos pocos m eses, ya en 1930, el Banco de I nglat erra int ent ó lim it ar —baj ando sus propias t asas de int erés— la caída de Wall St reet , que había sido m uy superior a la inicialm ent e previst a, ya era m uy t arde. Las cot izaciones bursát iles en t odo el m undo est aban dando " salt os al vacío" , los bancos privados quebraban por doquier al no poder devolver a los deposit ant es los fondos que reclam aban, dado que habían prest ado una gran part e de esos fondos deposit ados en crédit os para la com pra de acciones que ahora casi nada valían. Los deposit ant es lo sabían, y por eso se agolpaban para ret irar sus ahorros de los bancos. La crisis financiera, la depresión económ ica, el desem pleo, la deflación y la pobreza invadieron el m undo ent ero. La t erquedad inglesa por no ceder el rol predom inant e a nivel financiero m undial la pagó t odo el m undo, I nglat erra incluida, dado que la crisis obligó al Banco de I nglat erra a volver a suspender la paridad fij a de la libra cont ra el oro, cosa que pocos m eses m ás t arde el FED no t uvo m ás rem edio que im it ar. Lo que sucedió es bast ant e conocido: devaluaciones bruscas de unas m onedas cont ra ot ras, int ent os desesperados de los países por export arse unos a ot ros el m ayor cost o posible de la recesión int erna a fin de que el clim a social dom ést ico no se det eriorara aún m ás, cosa que bien podía alim ent ar una sit uación de t am baleo de los regím enes polít icos.

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En el caso específico de los Est ados Unidos, principal dam nificado de la m ovida de la banca inglesa, hubo algunas m edidas económ icas y financieras encaradas

por

el

president e

Franklin

Delano

Roosevelt

que,

si

fueran

lo

suficient em ent e conocidas, hoy despert arían el espant o de cualquier inversor: la suspensión de la convert ibilidad ent re el dólar y el oro, la incaut ación de t odo el oro en m anos de la población a un precio art ificialm ent e baj o, la prohibición de acum ular oro, y la im posición de una especie de " corral" financiero por m edio del cual los deposit ant es de los bancos ya no podían ext raer los fondos deposit ados en los m ism os. Est a últ im a fue la prim era m edida que encaró Roosevelt ni bien inaugurado su gobierno en 1933: cerró los bancos por t iem po indet erm inado. No hizo m ás que dar un m arco legal a algo que de t odas m aneras ya ocurría de est ado a est ado, en una especie de " efect o dom inó" . Lo que m ucho m ás t arde se conoció com o " New Deal" , fue un conj unt o de m edidas het erodoxas para salir de la recesión y fom ent ar el em pleo público a t ravés de obras de infraest ruct ura que solam ent e lograron en form a lim it ada ese com et ido, dado que los Est ados Unidos volverían a los niveles de em pleo, salarios reales y producción indust rial ant eriores a la crisis de 1929 nada m ás con el advenim ient o de la Segunda Guerra Mundial. Est a det erm inaría, t ras su final, el definit ivo encum bram ient o de Wall St reet com o cent ro financiero del m undo, del dólar com o m oneda de reserva de valor m undial, y la t ecnología del pet róleo com o la indisput ada prevalecient e frent e al carbón.

La s dos fa se s in icia le s de l im pe r ia lism o n or t e a m e r ica n o: 1 9 4 5 - 1 9 7 0 y 1 9 7 1 - 2 0 0 1 La crisis del t reint a y la Segunda Guerra Mundial sirvieron ent onces com o fact ores prim ordiales para inclinar la balanza a favor del dólar com o refugio de valor. Para garant izar ese cam bio, el dólar y las dem ás m onedas volvieron a un esquem a de paridades fij as cont ra el oro desde 1949. El FMI , recién creado, iba a encargarse inicialm ent e de vigilar el cum plim ient o y funcionam ient o del nuevo sist em a

de

pagos

creado.

Est a

prim era

fase

de

hegem onía

financiera

nort eam ericana se apoyó en dos pilares principales: el dólar com o reserva de valor, y las abundant es reservas pet roleras nort eam ericanas que hacia inicios de los años cincuent a posibilit aban t odavía el aut oabast ecim ient o pet rolero en aquel país. Su gran crecim ient o, no acom pañado por un descubrim ient o igualm ent e acelerado de nuevos pozos pet roleros en t errit orio nort eam ericano obligó a que los Est ados Unidos com enzaran a im port ar pet róleo de t erceros países hacia finales de esa década. La sit uación se pudo m ant ener est able hast a 1970, cuando los Est ados Unidos, sorpresivam ent e para m uchos t ocaron su "t echo de producción" pet rolera. Ello recién se percibió con claridad en 1972, por lo que fue el fact or preponderant e de las crisis pet roleras de esa década, t al com o hem os com ent ado en el prim er capít ulo.

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En los años set ent a se abre ent onces una nueva fase de la hegem onía nort eam ericana: el dólar ya no est aría respaldado por lingot es de oro a raíz de los incipient es déficit de balanza com ercial de los Est ados Unidos. Y el pet róleo, adem ás debía ser im port ado en m ont os crecient es año a año. Por lo t ant o, el papel hegem ónico del dólar fue reforzado a raíz de un pact o secret o negociado ent re los Est ados Unidos y la m onarquía saudí ent re 1973 y 1974, y concluido en 1975: el crudo sólo cot izaría en Nueva York y Londres, y lo haría en dólares. Los países y las em presas im port adoras de pet róleo debían ent onces t ener cuent as en dólares y en esos cent ros financieros para poder realizar las t ransacciones en la principal m at eria prim a: el pet róleo. A su vez, los fondos provenient es de las vent as de pet róleo de los países product ores iban a ser invert idos en act ivos denom inados exclusivam ent e en dólares com o bonos del Tesoro nort eam ericano y depósit os bancarios a alt as t asas de int erés en los Est ados Unidos e I nglat erra. La liquidez excedent e provenient e de esa enorm e m asa de fondos producida con el crecim ient o de las t ransacciones m undiales del pet róleo, los pet rodólares, se reinvert iría a su vez en países en vías de desarrollo, com o los lat inoam ericanos, que iban a endeudarse en dólares, y para pagar sus deudas iban a necesit ar obt ener esa m oneda en el fut uro. Se arm aba por lo t ant o un verdadero circuit o en dólares con el dinero del pet róleo que afianzaba la hegem onía del dólar, aun cuando ést e ya no t enía respaldo en oro, y la econom ía nort eam ericana padecía de dos graves m ales: inflación y desocupación. Ello no im port aba, dado que se creaba una especie de pócim a m ágica por m edio de la cual una m oneda que había perdido gran part e de su credibilidad —cuando en 1970 se decide elim inar su respaldo—, lograba reforzarse com o m edio de pago y reserva de valor m undial. Las m onedas europeas y asiát icas, generalm ent e sust ent adas en dat os económ icos m ucho m ás est ables t ales com o superávit de balanza com ercial, presupuest os equilibrados y m enores t asas de inflación, pasaban a un oscuro segundo lugar frent e a la suprem acía de la m oneda nort eam ericana, reflot ada en form a secret a ent re los Est ados Unidos y la OPEP, en cuyo seno influiría predet erm inant em ent e Arabia Saudit a. Fue est e esquem a el que prim ó desde la década de 1970 hast a bien ent rado el siglo XXI . Sin em bargo, esa suprem acía que los Est ados Unidos lograron m erced a la im posición del m ecanism o de los pet rodólares, por m edio del cual im port adores y export adores de pet róleo y países endeudados no pueden salir del área dólar, ha com enzado a dem ost rar serias señales de agot am ient o. En prim er lugar, la posibilidad de em it ir dólares o inst rum ent os de deuda sin respaldo en oro fue llevada por los Est ados Unidos hast a punt os ext rem os. Déficit de balanza de pagos superiores al 4% del PBI son peligrosos para cualquier econom ía del m undo. De m ás est á decir que niveles cercanos al 7% com o los de los años 2005, 2006 y 2007 en ese país m arcan señales roj as en ciernes para el cort o y m ediano plazo, no sólo para los Est ados Unidos sino t am bién para el dólar.

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En segundo lugar, la aparición de un rival com o el euro, una m oneda europea cont inent al, pone en j aque el papel del dólar com o única posibilidad de reserva de valor. En t ercer lugar, la aparición de líderes árabes —com o el caso de Saddam Hussein— que int ent an salt ar el cerco de los pet rodólares para invert ir los recursos provenient es del pet róleo en euros ( cosa que crecient em ent e hace I rán ahora) hace que t odo el com plicado esquem a creado para que el dólar sin respaldo t enga un dom inio excluyent e caiga en serios riesgos. Hoy m ás de la m it ad de la deuda pública nort eam ericana est á en poder de países ext ranj eros. Aunque aún no se haya not ado en t odas sus consecuencias, result a obvio que con esa t raslación de la riqueza financiera nort eam ericana a m anos de t erceros países, em presas e individuos ext ranj eros, ya no son el —ahora sobreendeudado— público nort eam ericano ni su gobierno quienes pueden m ant ener por sí m ism os la salud de la econom ía nort eam ericana y su m oneda. Pero a est e grave fact or financiero se le ha sum ado ahora uno de índole real que m arca que cuant o ant es se hagan los necesarios cam bios financieros y energét icos en el m undo, m ej or para t odos, aun a pesar de que el cam bio no pueda producirse sin t raum as, t al com o hem os observado que fue el paso de la libra est erlina com o m oneda de reserva m undial al dólar o el del carbón al pet róleo. El m undo est á llegando rápidam ent e al " t echo m undial" de producción de pet róleo y gas nat ural. Desde finales de los años ochent a la ext racción anual de crudo supera con creces a los nuevos descubrim ient os. Las reservas reales de crudo est án descendiendo aun cuando nuevas t ecnologías ext ract ivas m ej oran las posibilidades de rendim ient os de m uchos pozos. Est e t em a es especialm ent e conflict ivo si se t iene en cuent a que en los próxim os años los Est ados Unidos necesit arán increm ent ar sus im port aciones de pet róleo en 7,5 m illones de barriles diarios, debido a que el increm ent o anual de consum o est adounidense del orden del 2% , y la caída de su producción es del orden del 3% . Pero aquí nos encont ram os con un inconvenient e insoslayable: el m undo hoy est á produciendo a un rit m o de 82 m illones de barriles diarios, y en pocos años no podrá ya m ant ener ese nivel, sino que lo verá caer a rit m o probablem ent e acelerado, por lo que abast ecer a los Est ados Unidos con 7,5 m illones de barriles diarios adicionales im plicaría dej ar desabast ecidos de pet róleo a m uchos países desarrollados y no desarrollados. Est am os ent onces frent e a proyecciones de consum o pet rolero de im posible cum plim ient o, cosa que est á dando lugar, com o hem os vist o, a sangrient as guerras y act os de t errorism o. La suprem acía del pet róleo y el gas nat ural com o fact ores energét icos prim ordiales no podrá ent onces durar ya dem asiado t iem po. El grave problem a es que el sect or pet rolero, especialm ent e el anglo- nort eam ericano, es un acérrim o enem igo de cualquier ot ra t ecnología, y que las diversas dem ocracias del m undo est án en m ayor o m enor m edida cont am inadas con fondos de su indust ria, que alim ent a a los polít icos de diversos part idos. Es difícil esperar ent onces que el

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financiam ient o para el desarrollo rápido de nuevas t ecnologías alt ernat ivas sea im plem ent ado por los gobiernos en general. No hay que olvidar que el paso del carbón al pet róleo sólo fue posible debido a que la elit e financiera inglesa veía decrecer sus propias reservas en form a rápida y poseía aliados incondicionales en t errit orio nort eam ericano. El paso del pet róleo y el gas a ot ra t ecnología no va a ser t an fácil com o en aquella oport unidad, dado que los int ereses de los bancos de Wall St reet y la " Cit y" londinense est án alineados en general con las propias pet roleras. Hast a el m om ent o lo que les ha result ado funcional fue asociarse con dict aduras árabes en general para abast ecerse y m ant ener férream ent e el circuit o financiero de los pet rodólares. Pero el desarrollo de una t ecnología alt ernat iva podría significar el fin, la ext inción definit iva de los gigant escos pulpos pet roleros, y por lo t ant o, t am bién del circuit o cerrado de los pet rodólares. Son dem asiados int ereses en j uego com o para que la elit e anglo- nort eam ericana decida de buenas a prim eras ceder el poder que t ant o les cost ó acum ular a t ravés de los siglos. Es m uy probable que para que el cam bio se produzca sea necesario que prim ero haya un cam bio de m anos en el poder financiero, a fin de que luego sea posible la t ransform ación t ecnológica en m at eria energét ica. O sea, si en los Est ados Unidos encuent ran dificult ades crecient es para financiar su déficit ext erno y si la causa de ello es que el rest o del m undo decide increm ent ar sus t enencias de euros y deshacerse de act ivos excedent es en dólares, ent onces puede que se inicie una nueva era de cam bio de m anos del poder, que a t ravés de la cont inuidad ent re el im perio brit ánico y el est adounidense no sólo se ha vuelt o insost enible hast a el m om ent o ( recordem os que el 85% de la energía que hoy m ueve al m undo proviene de hidrocarburos fósiles) sino que adem ás ha venido soj uzgando a la hum anidad en los últ im os cuat ro siglos. Sólo si ello ocurre por decisión propia de bancos cent rales, em presas y part iculares puede evit arse que la rest ricción energét ica a raíz del abuso de la t ecnología del pet róleo y del gas nat ural lleve al m undo a una de las peores encrucij adas a nivel energét ico de que se t enga m em oria. De ot ra m anera, los cam bios igualm ent e ocurrirán, debido a que de t odas form as la producción m undial de crudo y gas nat ural va a com enzar a descender m uy probablem ent e en apenas unos pocos años. Pero esperar a que la rest ricción energét ica se venga encim a para em pezar

a

realizar

los

cam bios

que

la

elit e

pet rolera- financiera

anglo-

nort eam ericana no haría de m ot u propio im plicaría cam bios t ardíos, posiblem ent e desesperados —y por lo t ant o m al hechos al ser de apuro—, m uy probablem ent e excesivam ent e crít icos, con m uchas m ás guerras y act os de t errorism o que los que hem os evidenciado en est a prim era part e del siglo XXI , últ im a et apa ascendent e del inevit able, aunque m uy cost oso, final de la era del pet róleo y el gas nat ural. El t alón de Aquiles del sist em a financiero m undial es bast ant e claro y grande. La caída del dólar com o reserva de valor m undial, cont rariam ent e al t em or que pueda inspirar a m uchos, puede inaugurar una nueva fase auspiciosa aunque

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inicialm ent e sea m uy dolorosa. Si eso no ocurre, algunas rest ricciones energét icas van a com enzar a operar. Pero a fin de com prender acabadam ent e el fenóm eno es necesario com prender cóm o est á operando la globalización en est os m om ent os.

La globa liza ción fr e n t e a l va cío La crecient e int egración com ercial y financiera ent re t odos los países del m undo ha provocado una serie de fenóm enos com plej os. El principal de ellos, a nivel económ ico, es que la int egración m undial, alt am ent e deseada por la elit e de negocios anglo- nort eam ericana, im plica un gran aum ent o en los beneficios de las principales em presas t ransnacionales que poseen capacidad de operación para invert ir en form a direct a en los m ercados asiát icos en general ( China, I ndia, el Sudest e Asiát ico y Rusia) . Est a am plia zona del m undo que encierra m ás de la m it ad de t oda la población m undial poseía —y posee aún— salarios m uchísim o m ás baj os que los exist ent es en Occident e. El negocio, en general, ha sido ent onces el siguient e: t rasladar en form a crecient e la producción de una vast a gam a de product os hacia esos países con deprim idos niveles salariales y enorm es m asas de población desem pleada. Eso ha provocado un gran descenso en los cost os m edios de las grandes em presas y los grandes capit ales occident ales, dado que el principal cost o de la producción es el t rabaj o y los gast os laborales en general. Pero la m anufact uración crecient e en países asiát icos de los product os que Occident e consum e ha producido por una doble vía el aum ent o en los niveles de desem pleo y el descenso en los niveles de salario real en m uchos países occident ales. Por un lado, la progresiva inst alación de em presas en Asia det erm ina una presión " hacia la baj a" en los puest os de t rabaj o y salarios en Occident e. Por el ot ro, las em presas que se quedan radicadas en Occident e deben adopt ar cada vez m ás t ecnologías m enos int ensivas en t rabaj o para poder com pet ir con los baj ísim os salarios asiát icos. Ese doble proceso ha posibilit ado hast a ahora que las t asas de inflación en Occident e hayan sido m uy baj as desde el propio inicio de la década de los novent a, a pesar de las fuert es t asas de expansión m onet aria evidenciadas sobre t odo en los Est ados Unidos, y ha provocado presiones deflacionarias que si bien benefician a aquellos t rabaj adores que gozan de m ej ores em pleos y salarios, perj udican a las enorm es m asas de t rabaj adores no especializados, desem pleados e incluso a una vast a gam a de profesionales universit arios occident ales. Los presum ibles beneficios de cont ar con una vast a gam a de product os ahora fabricados a m enor cost o y vendidos a precio final m enor, se pierden por ent ero para una am plia m ayoría de t rabaj adores de m edio y baj o salario y para aquellos que no disponen de t rabaj o alguno, los grandes dam nificados del proceso de la globalización. Ést e es el principal fact or por m edio del cual en los últ im os quince años han aum ent ado en Occident e las desigualdades sociales, las enorm es

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diferencias en la dist ribución del ingreso, y la pobreza y la m iseria. Occident e no est á en condiciones de com pet ir indust rialm ent e con los baj os salarios asiát icos. En los países occident ales con m enos acceso al crédit o barat o —com o los lat inoam ericanos— ello se ha not ado desde el propio inicio de la globalización. En ot ros, com o en los Est ados Unidos ello ha pasado hast a el m om ent o inadvert ido m erced a dos fact ores prim ordiales: el acceso indefinido al crédit o fácil y barat o de las propias em presas radicadas en países asiát icos y de los bancos cent rales de esos países, y la posibilidad de t rasladar m ano de obra de sect ores indust riales hacia el sect or de servicios, sobre t odo a los servicios relacionados con la const rucción y com ercialización de casas y bienes raíces. Sin em bargo, ello ha sido posible, hast a el 2005, sólo m ediant e el alza indefinida del precio de las casas en los Est ados Unidos y ot ros países occident ales, financiadas m asivam ent e por las propias divisas generadas en los países asiát icos. En sínt esis, ent onces, m ient ras la producción y el em pleo indust rial se m ovilizan en form a crecient e a países asiát icos que acum ulan act ivos en dólares de m anera incesant e con el product o de esos excedent es indust riales, el em pleo y el salario en Occident e sólo ha podido ser m ant enido adecuadam ent e en los Est ados Unidos m erced a la generación de una " burbuj a" inm obiliaria que logró m ant ener el consum o privado, el em pleo y el salario a pesar de la crecient e falt a de com pet it ividad de los product os nort eam ericanos.

El gran problem a, com o el de t oda generación art ificial de em pleo en el sect or de servicios financiado con ent rada de capit ales ext ernos, es que no se genera capacidad de repago de las deudas que se cont raen con el ext erior, por lo que, a la cort a o a la larga, el esquem a naufraga con una crisis en el sist em a de pagos al ext erior. Por las caract eríst icas globales —y por lo t ant o m asivas— de est e esquem a, hay razones m ás que suficient es para pensar que est a vez la crisis puede t ener una m agnit ud inusit ada, y probablem ent e en su m agnit ud relat iva sólo pueda com pet ir, en t am año, con la de los años t reint a, si el necesario aj ust e de consum o y gast o est adounidense se m anej a m al. Una virt ual caída m ayor —o aun una m era est abilización en el t iem po— de los precios de la propiedad en los Est ados Unidos, derivaría con rapidez en caídas del nivel de consum o, crecient es deudas im posibles de pagar por part e de los propiet arios y consum idores nort eam ericanos hacia los bancos

est adounidenses

y

una

debilidad

ext rem a

del

sist em a

financiero

nort eam ericano. Tal hecho sólo podría ser com pat ible con una caída m uy acent uada del dólar que podría llegar a poner en cuest ión el papel de la divisa nort eam ericana com o reserva de valor m undial. Sin em bargo, los Est ados Unidos no serían el único gran dam nificado de una crisis com o ésa. Los países asiát icos en general, que han disfrut ado de t asas de crecim ient o fenom enal gracias a la crecient e radicación de capit ales

ext ranj eros

que

explot an

sus

baj os

salarios,

no

podrían

seguir

277

aum ent ando la producción ni el em pleo, dado que una crisis les quit aría el principal m ercado que absorbe sus product os. Por supuest o, las dem ás naciones t am poco podrían salir indem nes, dado que un fenóm eno de est as caract eríst icas im plicaría agudas presiones deflacionarias en bienes de consum o, m at erias prim as, bienes de capit al y servicios a nivel m undial. De allí la causa de que m uchos bancos cent rales no apuren un t raslado m ás rápido de act ivos en dólares a act ivos en ot ras divisas, especialm ent e euros. La globalización, ent onces, bien puede concluir en una m egarrecesión a escala m undial, con un inconvenient e adicional m uy grave: al no haber ningún país im port ant e que quede exent o de ese proceso, no habría ninguna fuent e exógena de dem anda de product os o de ayuda financiera capaz de t irar nuevam ent e del " carro" . Las pot encias occident ales se verían, t ras un cort o t iem po, en la obligación de aplicar polít icas fiscales y m onet arias sum am ent e expansivas, y por lo t ant o en el largo plazo m uy peligrosas para m ant ener niveles m ínim os acept ables de dem anda y act ividad. Pero la asfixia económ ica y financiera que t odo est o im plicaría en una vast a cant idad de naciones bien debería hacer naufragar por com plet o la globalización, con barreras aduaneras a la im port ación, subsidios para la sust it ución de im port aciones y t odo t ipo de cont roles a la salida de capit ales. La globalización bien puede concluir en una fragm ent ación desordenada y caót ica si el necesario aj ust e nort eam ericano

se m anej a

m al,

con

países cerrándose com ercial

y

financieram ent e los unos a los ot ros. Ahora bien, si la globalización fue posible de alcanzar, ello ha sido gracias a que los m edios de com unicación m ás im port ant es del m undo, verdaderos socios de la

elit e

globalist a,

dist ribuyeron

ent re

la

población

m undial

una

incesant e

propaganda librecam bist a. Se lo ha hecho casi com o una profesión de fe. Vast as poblaciones del m undo creyeron ent onces a pie j unt illas que si los gobiernos se abst ienen de int ervenir en la econom ía y se lim it an a ot orgar el m áxim o de libert ad económ ica posible sin ningún t ipo de int erferencia est at al, se alcanza el m áxim o bienest ar

social posible.

Esa presunción,

basada ínt egram ent e en la t eoría

1

económ ica clásica de Adam Sm it h , fue dem ost rada com o incorrect a en la década de 1950 por el m at em át ico John Nash, hecho que fue silenciado en una am plia gam a t ant o de foros académ icos com o de m edios de com unicación. Aún hoy, frent e a los crecient es problem as de pobreza y m arginalidad que la globalización ha producido en gran cant idad de países, m uchos, sobre t odo econom ist as, dudan t odavía de est a cuest ión, pregunt ándose si es o no así. Al respect o cabe aclarar que Sm it h pensaba que si se garant iza el m áxim o posible de libert ad a los m ercados la econom ía alcanza el m áxim o grado de bienest ar general, el " ópt im o de t odos los ópt im os" , que es el único equilibrio posible en su línea de pensam ient o. Nash dem uest ra que, en cam bio, en los llam ados " j uegos no cooperat ivos" —y los regím enes de " com pet encia perfect a sm it hsoniana" lo son— y 1

Véase Hit ler ganó la guerra, Cap. I .

278

en el m undo real no exist e un único punt o de equilibrio para cada m ercado sino la posibilidad de " equilibrios m últ iples" . En ot ras palabras, según los descubrim ient os de Nash, nada garant iza que el accionar de los m ercados en libert ad t ot al converj a al m ayor bienest ar general, sino que puede ocurrir t odo lo cont rario o incluso puede que el equilibrio final se encuent re en el m áxim o bienest ar para sólo uno de los part icipant es en el j uego. Para Nash exist en int ereses sect oriales específicos que, en caso de que un gobierno no los pueda cont rolar, logran im poner al rest o de la sociedad sus est rat egias, alcanzando para ellos m ism os su m áxim o bienest ar posible pero condenando al rest o de la sociedad a condiciones de m ucho m enor bienest ar general que el que sería posible con regulaciones gubernam ent ales adecuadas. Est e saber, com o hem os dicho, se silenció por com plet o durant e décadas, y las t eorías librecam bist as de Sm it h y David Ricardo han ocupado el cent ro de la escena desde m ucho ant es de concluir la Guerra Fría. En sínt esis, ent onces, la globalización fue publicit ada com o una panacea social por los m edios de com unicación m ás im port ant es y poderosos del m undo, que prepararon el t erreno para la m ism a. Muchísim os m illones de personas la acept aron por la m era cuest ión de que eran los propios m edios m ás im port ant es, y las universidades m ás renom bradas los que la daban a conocer y porque aparent em ent e se basaban en un saber " cient ífico" . Mient ras la verdad cient ífica se m ant enía am ordazada, los part idos polít icos de m uchos países se peleaban ent re sí por aplicar polít icas librecam bist as y capt ar así el vot o de las m asas, que, adorm ecidas, creían que el derrum be de la " Cort ina de Hierro" debía ser seguido del librecam bism o m ás acérrim o a fin de lograr elim inar lo ant es posible el desem pleo y la pobreza. El result ado ha sido diferent e, m ás bien el cont rario. Una verdadera t rit uradora de em pleos y salarios en Occident e y una redist ribución de ingresos que favoreció a los grandes capit ales occident ales que se radicaron con su propio nom bre o a t ravés de subsidiarias en países asiát icos para explot ar sus inferiores cost os de producción. Lo que parecía un sueño se t ransform ó en una pesadilla para m illones y m illones de personas de los sect ores m edios y m ás pobres. El final que la globalización puede llegar a t ener, com o hem os vist o, t am poco puede aport ar soluciones inm ediat as para est os sect ores, m ás allá del hecho de que const it uye una necesidad ineludible para salir del sist em a económ ico que ha esclavizado con baj os salarios a Asia y ot ros cont inent es, y con desem pleo a m illones de t rabaj adores de países desarrollados. Es necesario m encionar, a fin de t ener una idea acabada de la m agnit ud de los problem as que se vienen encim a, que en t odo est e esquem a hem os dej ado de lado lo que puede ocurrir con el pet róleo y el gas nat ural que —sin cont ar el carbón— son hoy fuent e del 70% de la energía que el m undo consum e. Es hora de int roducir ese fenóm eno nuevam ent e en el análisis, para observar en t oda su m agnit ud lo problem át ico de la sit uación, dado que a la m uy probable aparición de una crisis económ ica y financiera global se le puede sum ar nada m enos que una

279

crisis energét ica no m enos global. Am bos fact ores pueden result ar en la pérdida de m illones y m illones de puest os de t rabaj o, una baj a im port ant e en los salarios reales m edios, dificult ades serias en el financiam ient o de m uchos países y un em pobrecim ient o general superior al evidenciado hast a ahora, adem ás de una crisis bancaria generalizada, porque el sist em a financiero global est á int erconect ado. Sin em bargo, t am bién es la gran ocasión para que el m undo se saque de encim a definit ivam ent e el yugo im puest o por la elit e de negocios pet rolera- financiera anglo- nort eam ericana, lo que, a la post re, debería significar grandes beneficios para t odos.

¿Cóm o se ge n e r ó la sit u a ción a ct u a l? La sit uación de " m ar de fondo" t ras una aparent e calm a en los m ercados financieros no se generó de la nada ni en unos pocos años de " globalización desenfrenada" . Viene de m ucho t iem po ant es de la caída de la Unión Soviét ica, y vale la pena recordar cóm o la crisis de 1929 se fue gest ando desde el propio fin de la Prim era Guerra Mundial, cuando el Reino Unido decidió m ant ener int act o el valor de la libra est erlina con relación al oro ( y por lo t ant o, cont ra el dólar) a pesar de que el Banco de I nglat erra había em it ido m oneda de m anera m uy acelerada durant e cuat ro años para financiar la guerra, y a pesar de la pesada carga de su endeudam ient o, principalm ent e con la nort eam ericana banca Morgan, para darse cuent a de que los procesos caót icos t ienen sus raíces —fuert es y profundas— en el pasado lej ano. El inicio de est e largo proceso económ ico y financiero que bien puede poner a los Est ados Unidos —y

el m undo ent ero— en

una sit uación

crít ica de

caract eríst icas aún inciert as pero quizá con consecuencias peores que las sufridas en los años t reint a, se generó en los años ochent a cuando el ex cowboy de películas de serie " B" , Ronald Reagan, llegó a la presidencia. Reagan, que poco y nada sabía de econom ía, creía que su país se encont raba en un " sano" proceso de crecim ient o del ahorro y la inversión del sect or privado, cuando en realidad baj o su presidencia los Est ados Unidos est aban em barcados en un exceso de gast o y consum o, un verdadero derroche, t ant o del sect or privado com o del público. Ello generó los denom inados " déficit gem elos" . O sea, un fuert e exceso del gast o público sobre la recaudación

de im puest os ( déficit

en

las cuent as públicas)

y

un nivel de

im port aciones m uy superior al nivel de export aciones de los Est ados Unidos ( déficit ext erno) . En econom ía, se pueden solucionar am bos problem as con una variada gam a de m edidas. Pero cuando los desequilibrios son grandes —com o ya lo eran en la época de Reagan— ninguna de las recet as para solucionar esos problem as puede prescindir de un com ponent e fundam ent al: la devaluación. Teniendo en cuent a que el déficit ext erno llegaba hacia 1985 al —en aquel m om ent o est rat osférico— nivel

280

de 3,5% del PBI nort eam ericano, las aut oridades de lo que en aquel m om ent o era el G- 5 ( los Est ados Unidos, Alem ania Occident al, Francia, Reino Unido y Japón) decidieron firm ar un acuerdo el 22 de sept iem bre de 1985, dest inado a devaluar el dólar cont ra las principales m onedas del m undo. El anuncio del denom inado Plaza Accord ( por haber sido firm ado en dicho hot el, en Nueva York) , produj o una devaluación del dólar cont ra el yen del orden del 100% en un par de años, y una caída algo m enor cont ra el m arco. Las bases est aban sent adas ent onces para que los Est ados Unidos " se sacaran de encim a" un peligroso desequilibrio en sus cuent as ext ernas, " pasándole la pelot a" de sus problem as a Europa, pero sobre t odo a Japón, con el cual t enía un m uy fuert e desequilibrio ext erno. Así dadas las cosas, los capit ales com enzaron a em igrar del dólar hacia ot ras m onedas, principalm ent e el m arco y el yen. Las aut oridades j aponesas, preocupadas ent onces por la crecient e avalancha de dólares que int ent aban " pasarse a yenes" —cosa que había sobrepasado las propias expect at ivas del G- 5— reduj eron fuert em ent e las t asas de int erés, pero esa m edida no dej ó de t ener consecuencias. Tal com o señaláram os que ocurrió en la últ im a part e de los años veint e en los Est ados Unidos, las baj as t asas de int erés generaron un verdadero boom bursát il y de la propiedad inm obiliaria en Japón, dado que el cost o del crédit o era m uy barat o, lo que incent ivaba la especulación en act ivos financieros y físicos j aponeses. Pero t ras el alza de ese t ipo de act ivos, com enzaron a subir en Japón los precios de los bienes básicos de consum o, dado que las baj as t asas de int erés t am bién financiaban el consum o a crédit o. Fue en ese m om ent o cuando de m anera precaut oria el Banco de Japón subió las t asas de int erés. Las consecuencias fueron caót icas. El índice Nikkei —principal índice de la Bolsa nipona— se derrum bó de m ás 41.000 punt os a sólo 14.000, las propiedades inm obiliarias se desplom aron en sus valores, y los bancos j aponeses —a las cot izaciones de m ercado de aquel m om ent o ent re yen y dólar—, los m ás grandes del m undo, est aban t écnicam ent e quebrados dado que habían invert ido los depósit os que t enían en yenes en crédit os inm obiliarios a m uy largo plazo, que ahora eran im pagables. Com o se ve, a Japón le había cost ado carísim a la " gran m ano" que le había dado a los Est ados Unidos en 1985. Sólo cinco años m ás t arde la sit uación era caót ica. La recesión j aponesa era abrum adora y afect aba a la econom ía m undial. La econom ía que en los años ochent a parecía la m ás florecient e del m undo había com enzado un proceso recesivo, el cual duraría —al m enos— diecisiet e años, dado que aún en 2007 la recesión no ha cedido del t odo. La consecuencia inm ediat a al desplom e bursát il y accionario, acom pañado del verdadero t em bladeral en que se había t ransform ado el sist em a bancario j aponés, obligó a su Banco Cent ral a reducir nuevam ent e las t asas de int erés de m anera rápida y acent uada hast a alcanzar niveles de 0% , a fin de hacer lo m ás leve posible la depresión económ ica que t enía claros com ponent es deflacionarios ( caída en los precios al consum idor) . La respuest a de los m ercados fue inm ediat a:

281

el yen com enzó a desplom arse frent e al dólar, ant e la huida en est am pida de los capit ales que habían ingresado sólo unos años ant es. De los casi 80 yenes por dólar a los que la m oneda j aponesa cot izaba en los albores de la crisis, se había pasado en pocos años a una cot ización que llegó casi a los 145, ant e la m irada at ónit a del Banco de Japón que seguía inundando la plaza financiera de yenes para im pedir la caída en m asa de su sist em a financiero. La sit uación obviam ent e com plicaba a los bancos nort eam ericanos que t enían est rechos lazos con los j aponeses. Si los bancos j aponeses caían, los nort eam ericanos no podían cobrar, por lo que en un inicio era una crisis financiera y económ ica circunscript a a Japón podía t raducirse en una crisis m undial de consecuencias im predecibles. Para colm o de m ales, la rápida caída del yen — sum ada a la devaluación del yuan chino— com enzó a producir una enorm e dist orsión m onet aria en t odo el Sudest e Asiát ico, que había acom pañado la expansión

económ ica

previa

j aponesa.

Las m onedas de

Tailandia,

Malasia,

I ndonesia, Filipinas, Taiwán, Singapur, Hong Kong y ot ras com o el won coreano est aban pegadas al dólar a pesar de pert enecer claram ent e a la " zona yen" , y ello produj o una valoración en las m onedas asiát icas a m edida que el dólar subía cont ra el yen, el yuan y las m onedas europeas, pero no cont ra las m onedas del rest o del Asia. Esa valoración acent uó los ya im port ant es déficit ext ernos de los cit ados países que venían creciendo a alt ísim o rit m o m erced a la ent rada de capit ales " golondrina" . De t al form a, Japón recuperaba com pet it ividad m ient ras t odos sus vecinos la perdían. Cuando el déficit ext erno t ailandés llegó al est rat osférico nivel de 8% de su PBI se desat ó la crisis que en cuest ión de días, com o un vendaval, asoló t odo el Sudest e Asiát ico y Corea. En un verdadero " sálvese quien pueda" económ ico, los capit ales com enzaron a em igrar en m asa produciendo abrupt as caídas bursát iles, m ercados inm obiliarios con baj as abism ales, y quiebras de im port ant es firm as relacionadas con el financiam ient o. La crisis no t ardó en t rasladarse a Wall St reet . Un gran fondo especulat ivo de inversiones ( " hedge fund" ) que ni siquiera era banco —exist ent e gracias a la " fiest a" desreguladora que durant e la era Reagan- Bush se había desarrollado en los Est ados Unidos— había quedado " enganchado" con m alas inversiones financieras de m anera t al que era im posible evit ar su caída sin ayuda del sist em a financiero nort eam ericano. El " hedge fund" en cuest ión se llam aba Long Term Capit al Managem ent ( LTCM) y est aba dirigido por un exót ico e ignot o personaj e que se hacía apodar " Mast er of t he Universe" . Lo ciert o es que " el am o del universo" t enía deudas im pagables con los bancos nort eam ericanos por valor de nada m ás y nada m enos que 50.000 m illones de dólares —que obviam ent e nunca había t enido com o capit al propio—, debido a que había operado en el sist em a de " derivat ivos" ( fut uros y opciones) con m onedas y acciones asiát icas. O sea con poco dinero había com prado opciones de

282

com pra ( " calls" ) de m onedas y acciones de los países involucrados en la crisis, que ahora no valían nada. Alan Greenspan puede haber sido cualquier cosa m enos un t ont o. Lej os de quedarse quiet o y m irar cóm o se desplom aba Wall St reet y con él el sist em a financiero, organizó desde el FED 2 el salvat aj e de ese fondo, inicialm ent e a t ravés de los principales bancos nort eam ericanos. La " pelot a" que los Est ados Unidos habían pat eado lej os, hacia Japón, les venía " de rebot e" ahora con t oda su fuerza a pesar de que habían, a principios de los años novent a, aliviado bast ant e pero nunca solucionado del t odo su problem a de sect or ext erno de balanza de pagos. Result aba que la caída del LTCM y del " Mast er of t he Universe" eran sólo la " punt a del iceberg" de un problem a m uy com plej o que podía involucrar a m uchos m ás " hedge funds" y por lo t ant o a los bancos que financiaban —y financian— sus alocadas operaciones por abult adísim os m ont os que, obviam ent e, no t ienen com o capit al. Por lo t ant o, arguyendo, en part e acert adam ent e que la crisis económ ica asiát ica iba a producir en cort o t iem po una recesión en los Est ados Unidos, Greenspan, al com ando del FED, com enzó a baj ar las t asas de int erés en los Est ados Unidos. Est aba t erm inado ent onces el proceso de largo plazo de valoración del dólar. Las t asas llegaron a baj ar hast a sólo el 1% en los Est ados Unidos, pero ese descenso en las t asas de cort o plazo provocó un alza en las acciones que cot izan en Wall St reet y una com pra desenfrenada de bonos del Tesoro y privados en los Est ados Unidos. El boom bursát il est adounidense se ext endió rápidam ent e a su m ercado inm obiliario y al consum o privado. Las propiedades nort eam ericanas duplicaron y t riplicaron sus valores en poco m enos de una década y los consum idores llegaron a gast ar m ás del 100% de sus ingresos con dinero que, obviam ent e, no era de ellos sino de los capit ales que buscaban refugio ant e la inest abilidad de la econom ía m undial. Todo fue m uy confort able hast a las caídas de Enron, WorldCom y Tyco, ent re ot ras, que m ost raron cóm o los balances de las firm as nort eam ericanas que cot izan en Bolsa pueden no ser m ás que papeles con t int a negra garabat eada, llena de ceros t ras alguna ot ra cifra, pero nada m ás que eso: papeles. A part ir de ese m om ent o la Bolsa nort eam ericana dej ó de subir al rit m o que lo venía haciendo. Los especuladores, que podían t om ar dinero prest ado en Japón al 0% , en los Est ados Unidos al 1% y en Europa al 2% , t enían " dinero barat o" para invert ir, pero la Bolsa ya no era una alt ernat iva viable. ¿Qué hicieron ent onces? Exacerbaron la burbuj a inm obiliaria. Después de t odo una casa es una casa. No est á const ruida con papel, sino con ladrillos, que algo valen. Mej or dicho, con m adera t erciada, que es la que m ayorit ariam ent e se ut iliza en los Est ados Unidos. Así, casas com unes y corrient es en lej anos lugares est adounidenses com enzaron a valer cient os y cient os de m iles —y a veces m illones— de dólares, cuando const ruirlas cuest a unas pocas decenas de m iles.

2

I bid., cap. V.

283

La burbuj a bursát il se frenó en lo que va del m ilenio, y se est ancó en niveles de " alt a cant idad de aire" , pero la inm obiliaria siguió creciendo, con t odo el sist em a financiero nort eam ericano enganchado en la alegre " fiest a" de prest ar dinero para com prar casas a precio oro. Mient ras t ant o, el consum idor prom edio nort eam ericano t am bién ha sido part ícipe de la fiest a aun cuando no com prara casas. Se ha gast ado en poco m ás de una década el dinero que puede llegar a ganar en dos, en la falsa creencia de que el fant asm a del desem pleo y de los despidos es cosa del pasado. A m edida que el alza del pet róleo y de ot ros bienes básicos com enzó a elevar las t asas de inflación en los Est ados Unidos, el FED com enzó a subir con sum a caut ela, y a niveles neut ros, las t asas de int erés de cort o plazo, con enorm e t em or de que la m edida pudiera causar un derrum be bursát il o inm obiliario, cuidando de no elevar dem asiado la " vit al" t asa de int erés de largo plazo, con la cual se financia la com pravent a de propiedades inm obiliarias. He aquí

cóm o

hem os

llegado

a

la

sit uación

act ual

que

algunos

organism os

int ernacionales, com o el ya inservible FMI , int ent an desconocer m ient ras " silban baj it o" . Una som era descripción indica que se m ant iene una gran sobrevaluación de la propiedad inm obiliaria, una sobrevaluación de las acciones en Wall St reet y un exceso de consum o nort eam ericano que en 2006 causó un déficit ext erno de alrededor de 900.000 m illones de dólares, lo que equivale a cerca del 7% del PBI nort eam ericano. Recordem os que est e " j ueguit o" de " pat ear la pelot a lo m ás lej os posible" com enzó en los Est ados Unidos a m ediados de los años ochent a cuando el déficit ext erno est aba en 3,5% del PBI , cifra que se consideraba " m uy peligrosa" . Pues bien, ahora la " pelot a" est á de nuevo en los Est ados Unidos y el déficit ext erno es el doble de aquél, con los grandes bancos nort eam ericanos " enganchados" en crédit os al consum o y a la com pra de casas a valor oro m erced a la globalización que ha perm it ido la insania de que los fondos fluyan en m asa y sin dem oras ni barreras de un país a ot ro causando prim ero boom s y luego huracanes financieros. ¿Dónde cree el lect or que casi seguram ent e debe " soplar el huracán" ent onces? El gran problem a es que " pat ear la pelot a lej os" ahora no es t an fácil com o ant es: Japón sigue en recesión y una valoración excesiva del yen lo pondría lit eralm ent e " de rodillas" . Europa es m ás est able y sólida que t odos los dem ás cont inent es, pero no viene creciendo lo suficient e com o para absorber una crisis nort eam ericana de m agnit ud. Los Est ados Unidos necesit an devaluar m ucho el dólar, pero Japón no puede soport arlos, Europa puede pero con ciert as reservas y China se niega persist ent em ent e a dej ar que su m oneda se valorice dem asiado cont ra la nort eam ericana. ¿Cóm o t erm ina ent onces t odo est e crecim ient o t ot alm ent e art ificial que el m undo ha com port ado durant e la era de la globalización? ¿Cóm o calificar t odo est o sino com o una verdadera " burbuj a global" , gest ada desde los novent a, y financiada en buena m edida por los bancos cent rales y sus baj ísim as t asas de int erés para evit ar crisis sucesivas? ¿Sabrá qué hacer Ben Bernanke?

284

Ar t ilu gios y a r t ificios Cuando se leen en los periódicos not icias t ales com o " Más cont roles para ent rar en los Est ados Unidos: Tom arán las diez huellas digit ales de quienes lleguen a sus aeropuert os" ( La Nación, 8 de enero de 2007) , uno bien puede pregunt arse cóm o puede ser que los Est ados Unidos sigan siendo el dest ino preferido de una gran cant idad de capit ales fugados de ot ros países. Suena inaudit o, dado que con las diez huellas dact ilares de una persona se pueden invent ar m uchas cosas, pero lo ciert o es que es así. Por lo t ant o, y con t odo lo dicho hast a ahora, huellas dact ilares incluidas, bien podríam os pregunt arnos, sin em bargo, si Wall St reet es " a prueba de balas" o algo por el est ilo. Hem os vist o cóm o hacia finales de los años ochent a, cuando el Banco de Japón com enzó a subir las t asas de int erés para im pedir un aum ent o en la t asa de inflación, t erm inó provocando una crisis prim ero financiera, luego inm obiliaria, y finalm ent e bancaria y económ ica que lleva casi diecisiet e años. Ést a es la lección que China debe t ener en cuent a cada vez que los Est ados Unidos la presiona para que el yuan se revalúe cont ra el dólar. O sea, no debería prest arse al m ism o j uego al que se prest ó Japón hacia fines de los ochent a. Hem os vist o t am bién cóm o la FED, prim ero con Greenspan y luego con Ben Bernanke, subió las t asas de int erés de cort o plazo del 1 al 5,25% anual en el t ranscurso de casi dos años, y sin em bargo la Bolsa nort eam ericana pudo m ant ener sus niveles de cot izaciones sin problem as, cont ra t odas las suposiciones que se podían hacer previam ent e. ¿Por qué Wall St reet no cae? Ant es de m et ernos de lleno en el t em a, es necesario t ener en cuent a que una caída abrupt a pondría en j aque a la econom ía nort eam ericana. No sería sólo una cuest ión bursát il, sino que dada la precaria sit uación del sect or inm obiliario y bancario nort eam ericano, podría ser la señal inequívoca —aunque bien podría ser ni única ni necesaria— del com ienzo de un proceso de fuga de capit ales de los Est ados Unidos al rest o del m undo, que podría poner en serio riesgo el dom inio m undial de la elit e pet rolero- financiera a t ravés de los m ecanism os financieros de Wall St reet . Si a ello le sum am os el hecho de que el déficit de sect or ext erno nort eam ericano se encuent ra en t orno del 7% de su PBI en 2006 y 2007, ent onces queda claro que evit ar una crisis en Wall St reet es un asunt o de " vida o m uert e" para la elit e. ¿Cóm o han logrado evit arlo t ras la caída escandalosa de Enron y ot ras grandes em presas? ¿Cóm o han podido subir las t asas de int erés sin ent rar en una crisis? Hay varios fact ores en j uego, m uchos de ellos son sencillos art ilugios y art ificios. Veam os: 1. La suba de m ás de cuat ro punt os porcent uales anuales en las t asas de cort o plazo ensayada por la FED desde el 2004 al 2006 no fue acom pañada por un aum ent o sim ilar de las t asas de largo plazo que hubiera sido let al, dado que con ellas se fij a el cost o de las operaciones de com pravent a inm obiliarias.

285

2. Desde 2001, la " Guerra cont ra el Terrorism o" viene ayudando a m ant ener alt os niveles en los bonos de deuda pública y privada nort eam ericana, y —por lo t ant o— a sost ener las cot izaciones de acciones, precios de los inm uebles y liquidez del sist em a bancario nort eam ericano. Ocurre que cuando se genera un fenóm eno de incert idum bre casi persecut oria, com o hoy result a el " t errorism o" , una gran cant idad de capit ales acum ulados por em presas y personas prefieren las plazas de inversión, las m onedas y los act ivos de m ínim o riesgo. O sea, por ej em plo, depósit os bancarios en grandes bancos nort eam ericanos considerados inexpugnables por el com ún de la gent e ( j ust o los de m ayor inj erencia de la elit e) o bonos de deuda del Tesoro est adounidense. La " Guerra cont ra el Terrorism o" ha favorecido, hast a el m om ent o, la ent rada de capit ales a los Est ados Unidos, com o ya hem os vist o en el capít ulo 2 de est e libro. 3. La últ im a gran crisis bursát il dat a de 1987, cuando las acciones baj aron m ás de 10% en un solo día. Sólo las ágiles m aniobras de Greenspan y Corrigan desde el FED im pidieron el crack. Fue a raíz de ese proceso que en los Est ados Unidos se conform ó un " grupo de acción" sem isecret o llam ado " Plunge Prot ect ion Team " ( Grupo Prot ect or de Derrum bes) , conform ado por el j efe del FED, el secret ario del Tesoro y algunos de los principales banqueros privados. Se t rat a de un grupo de consult a " inform al" , que cuando observa un peligro real en algún m ercado im port ant e decide int ervenir m ediant e el uso de derivat ivos ( fut uros y opciones) , de t al m anera que m ediant e pocos fondos se pueda int ervenir de m anera gigant esca. Ést e habría sido un fact or fundam ent al para im pedir que las varias caídas que Wall St reet t uvo en los últ im os años se t raduj eran en una aut ént ica crisis financiera. 4. La gran desregulación financiera que im pera en Wall St reet ha facilit ado un m ecanism o que ha sido ut ilizado por m uchas em presas que cot izan en Bolsa ant e la caída de sus acciones: se t rat a de la recom pra de acciones de la propia em presa ( " St ock Buyback" ) . De est a m anera, una em presa puede int ervenir en el m ercado para t rat ar de im pedir una caída de su propia cot ización " recom prándose a sí m ism a" con liquidez propia o con un prést am o bancario. Obviam ent e es t oda una inconsist encia desde el punt o de vist a económ ico, porque ¿cóm o es est o de com prarse a uno m ism o su propio capit al? Es nada m ás que un art ificio. Sin em bargo, m uchas grandes em presas han hecho uso de él y, en un principio, ha dado result ados. 5. Desde la época en que Bush padre fue president e, luego con Clint on, y ahora con Bush hij o, se ha dado un incesant e proceso de fusiones y adquisiones que ha ayudado a fom ent ar la form ación de verdaderos " pulpos oligopólicos" en una gran cant idad se sect ores en los que, com o hem os vist o, la " libre com pet encia" es sólo una ilusión. Muchas de esas com pras se realizan m ediant e la ofert a pública de un precio de la acción m uy superior al cot izant e en el m ercado, a fin de que los accionist as

m inorit arios

se

desprendan

de

sus

acciones.

La

concent ración

286

oligopólica —obj et ivo de la elit e— t iende ent onces a sost ener los precios del m ercado accionario, com o lo hace ot ro m ecanism o puest o de m oda desde la época de Bush padre: la denom inada " com pra apalancada" ( Leveraged- Buyout ) , un ingenioso y perverso m ecanism o m ediant e el cual un fondo de inversión puede com prar una em presa aun cuando su grupo de cont rol no desee venderla. ¿Cóm o? Tom a una deuda con algún banco, paga precios m uy superiores a los de m ercado elevando la cot ización de la acción, y una vez que se const it uye en el cont rolant e de la em presa le pasa la deuda cont raída. Est e m uy perverso m ecanism o ha generado la art ificialidad de que m uchas em presas suban abrupt am ent e sus cot izaciones bursát iles al m ism o t iem po que su solvencia y rent abilidad dism inuye, debido a que deben asum ir una deuda m uy grande sólo por el hecho de que ha cam biado el grupo que la cont rola, y nada m ás que por eso. 6. Exist en en los Est ados Unidos y en paraísos fiscales conect ados con Wall St reet una gran cant idad de fondos especulat ivos de inversión, sum am ent e agresivos en sus operaciones ( " Hedge Funds" ) que, operando en el m ercado de derivat ivos ( fut uros y opciones) , realizan apuest as por ent re 5 y 100 veces su propio capit al. Muchos de los reales dueños de est os " hedge funds" son los propios bancos de Wall St reet , deseosos de im pedir cualquier baj a accionaria y, en algunos casos, del dólar que los afect e. Por lo t ant o, m uchas veces esos fondos especulat ivos son ut ilizados para levant ar art ificialm ent e ciert as cot izaciones. Para que se t enga una idea de los m ont os de los cuales est am os hablando, es necesario aclarar que las est im aciones m ás conservadoras de los m ont os invert idos por los " hedge- funds" en act ivos de nat uraleza especulat iva son de aproxim adam ent e 1,3 t rillones de dólares. Se t rat a de fondos que casi no t ienen supervisión alguna. Recién ahora, en Wall St reet se habla, bast ant e vagam ent e, de est ablecer un m arco regulat orio, pero el hecho de que m uchos de ellos t engan su radicación en " paraísos fiscales y financieros" t orna m ás ardua la t area, pero no hacerlo es m ás riesgoso. 3 Lo m ás espinoso, sin em bargo, es que m uchos de los principales bancos de Wall St reet han prest ado grandes sum as de dinero a est as ent idades sin ningún t ipo de cont rol ni pedir el suficient e colat eral, con lo que los bancos est adounidenses involucrados en t ales m aniobras t endrían m ucho m ás riesgo de lo que sus m uy " sólidos" y pret enciosos nom bres parecen indicar. 4 7. La legislación ordinaria t am bién ha ayudado en gran m edida a im pedir un derrum be en las acciones que cot izan en Wall St reet . Cuando se dest apó el escándalo de los balances t rucados de Enron, WorldCom , Tyco y ot ras, Bush pudo frenar la caída de m uchas ot ras acciones haciendo aprobar por el Congreso —de

3

Al respect o se puede consult ar " SEC plans t o raise Hedge—Funds I nvest ing Requirem ent s" , en www.bloom berg.com / apps/ news?pid= 20601087 &sid= aseDgoFdQt os&r efer= hom e.

4

Véase por ej em plo: ht t p: / / www.bloom berg.com / apps/ news?pid= 20601087& sid= aM FZqx2S 1 a Wg&refer= hom e.

287

m ayoría republicana en ese ent onces— la denom inada ley Sarbanes- Oxley por m edio de la cual el audit or de cada com pañía debía " j urar" que el balance de la m ism a era correct o. Por supuest o, habría que pregunt arse cuál es el sent ido de t ener que creer en j uram ent os, si no se puede creer en un balance. No obst ant e ello, aún hay una cont roversia acerca de si los audit ores de los balances de las em presas que cot izan en Wall St reet pueden ser llevados a j uicio o no por " audit ar m al" , con lo cual result a poco relevant e el dict am en del audit or. Si se lo piensa bien, ent onces, la propia ley Sarbanes- Oxley —volunt arist a desde la base— es irrelevant e a la larga. 5 8. Los fondos de j ubilación nort eam ericanos ( " Mut ual Funds" ) est án m anej ados por ej ecut ivos m uy relacionados con los bancos de Wall St reet o por las propias em presas donde los t rabaj adores desarrollan sus act ividades. Es por est a sencilla

cuest ión

que

los

ahorros

para

la

j ubilación

de

los

t rabaj adores

nort eam ericanos se inviert en en acciones, aun cuando las m ism as present en riesgos o est én sobrevaluadas. El m ecanism o se int ensifica cada vez que una baj a accionaria am enaza con desplom ar el precio de las acciones. De m ás est á señalar el enorm e riesgo que significa ese procedim ient o, porque la j ubilación fut ura de los t rabaj adores depende de la " salud" bursát il. Adem ás, son m uchos los fondos de j ubilación que inviert en buena part e de su capit al en " hedge- funds" de dudosa solvencia. 9. La legislación ext raordinaria m uchas veces t am bién es un art ilugio para m ej orar la liquidez de los bancos nort eam ericanos y las cot izaciones bursát iles. Su expresión m ás recient e ha sido la aprobación, ent re gallos y m edianoche, de la llam ada —y desconocida por una gran m ayoría de econom ist as— AJCA ( Am erican Jobs Creat ion Act ) , el 22 de oct ubre de 2004, pocos días ant es de la reelección de George W. Bush, " t apada" en los m edios de com unicación por la lucha elect oral. Mediant e esa ley que sólo eufem íst icam ent e m ej oraba la creación de puest os de t rabaj o, se reduj o por el período de dos años fiscales la t asa de im puest os a la repat riación

de

dividendos,

acum ulados durant e

décadas por

las em presas

nort eam ericanas en el ext erior, del 35% ( decret ado por John F. Kennedy) a una t asa inferior al 5% , según la em presa. La ley t enía una duración de dos años, y m ediant e la m ism a las grandes em presas nort eam ericanas podían repat riar t odos los dividendos acum ulados que desearan, casi sin pagar im puest os. I ncluso se perm it ía que cualquier firm a ingresara a los Est ados Unidos hast a 500 m illones de dólares por em presa, aun cuando no lo pudiera j ust ificar en sus balances com o dividendos. Por lo t ant o, no se t rat a sólo de una ley de " repat riación de dividendos casi grat is" , sino de una que legit im a el lavado de dinero " negro" en los propios Est ados Unidos, cosa cont ra la cual ese gobierno dice luchar. Se calcula que ent re 5

Más inform ación al respect o puede ser obt enida en " SEC's Palm rose May Push t o Shield Audit ors From Fraud Lawsuit s" ( " Palm ore, del SEC, busca prot eger a los audit ores de legislación por fraude" ) , ht t p: / / www . bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601109&sid= aBN3a00110m A&refer= hom e.

288

2005 y 2006 las em presas nort eam ericanas repat riaron ent re 400.000 y 500.000 m illones de dólares, produciendo una gran m ej ora en la liquidez bancaria, una m ej ora en m uchas cot izaciones de Wall St reet y una valorización art ificial del dólar, hast a el final del periodo, el 22 de oct ubre de 2006. 10. La legislación em presarial t am bién result a m uchas veces gran aliada de Wall St reet . Pero no se t rat a únicam ent e de leyes com o la Sarbanes- Oxley, de aplicación por t iem po indefinido, sino t am bién de las im posit ivas. George W. Bush fue acusado —con m ucha j ust icia— de baj ar los im puest os a los ricos. La legislación que Bush int ent a prorrogar y que est á en vigencia desde hace varios años recort a los im puest os a los dividendos accionarios a solo el 50% de lo que hist óricam ent e se pagaba en el país. 11.

Las

baj as

t asas

de

int erés

que

dom inaron

los

m ercados

nort eam ericano, europeo y j aponés durant e buena part e de los años novent a y com ienzos de est e m ilenio t am bién favorecieron la com pra de acciones aun en el caso de que m uchas em presas fueran poco rent ables. Si bien las t asas de int erés han subido después en los Est ados Unidos y en Europa, Japón m ant iene sus t asas m uy cercanas al 0% , con lo que se conviert e en un " surt idor" de dinero barat o que m uchos fondos especulat ivos t om an para invert ir en act ivos en dólares, fact or que ayuda a baj ar las t asas de largo plazo en los Est ados Unidos y colabora indirect a, pero pot ent em ent e, para m ant ener elevados de m anera art ificial los índices bursát iles de Wall St reet . 12. Uno de los grandes " enigm as" financieros de los últ im os años en los Est ados Unidos ha sido —y es aún en el 2007— la causa de las baj as t asas de int erés a

largo

plazo.

O sea,

los rendim ient os de

los bonos del

Tesoro

nort eam ericano, que no son cont roladas direct am ent e por el FED. El baj o nivel de las m ism as ha incent ivado la com pra de acciones en Wall St reet y fom ent ado el financiam ient o barat o de la propiedad inm ueble. El 27 de sept iem bre de 2006, el subsecret ario del Tesoro nort eam ericano Jam es Clousen advirt ió en un discurso la causa profunda de ello: las t asas de m uchas em isiones de bonos del Est ado nort eam ericano han sido art ificialm ent e baj as m erced a la m anipulación que la m ayoría de los 22 bancos que operan direct am ent e con el FED efect úan, lo que genera una escasez art ificial de m uchas de esas em isiones de deuda pública a fin de que los bancos puedan financiarse a t asas de int erés de cort o plazo m uy baj as, de niveles incluso j aponeses, con la diferencia de que ni siquiera hay riesgo cam biario, dado que el financiam ient o es en dólares. Se t rat a de t asas que según Clousen adm it ió fueron, en part e de febrero de 2006, cercanas al 0% , m ediant e las operaciones conocidas com o REPO, para las cuales se usa la com pravent a de t ít ulos públicos en el cort o y m ediano plazo. ¿Qué hacen los grandes bancos con ese financiam ient o int erno de operaciones no legales casi grat uit o? Com pran m ás

289

bonos, acciones, y dan m ás prést am os inm obiliarios a largo plazo. Es un proceso que t iene t odas las caract eríst icas de una burbuj a. 6 13. El sist em a financiero nort eam ericano se financia en buena m edida con fondos provenient es de países subdesarrollados, m uchos de ellos lat inoam ericanos. El negocio para la banca nort eam ericana y los Est ados Unidos es que esos fondos queden allí y no reingresen a sus países de origen. Por lo t ant o, no debe sorprender que a m edida que el déficit ext erno de los Est ados Unidos se ha t ornado cada vez m ás grave, com iencen a " proliferar" leyes " ant ilavado" de fondos en lat inoam érica y en m uchos países de ot ros cont inent es, com o así t am bién rest ricciones a la com pra de propiedades con dinero en efect ivo. Es una m anera de com plicar cualquier ret iro im port ant e de fondos del sist em a financiero nort eam ericano. Lo paradój ico es que m ient ras en Am érica lat ina, y en m uchos ot ros países, los ciudadanos y resident es cada vez encuent ran m ás obst áculos para efect uar depósit os bancarios o com prar bienes que superen det erm inado valor sin explicar fiscalm ent e el origen de los fondos, en los propios Est ados Unidos se ha facilit ado sobrem anera el lavado de dinero " negro" en los años 2005 y 2006 m ediant e la cit ada ley de " creación de t rabaj o" conocida com o AJCA. Es necesario rem arcar ent onces que la " lucha" que las em baj adas est adounidenses y los funcionarios del Depart am ent o de Est ado de aquel país prom ueven, y obligan a aplicar a m uchas t erceras naciones cada vez que pueden, no son m ás que una fachada para m ant ener el financiam ient o no ya del result ado deficit ario ext erno anual de los Est ados Unidos, sino de su propia deuda acum ulada ant erior, y por supuest o, de su débil sist em a financiero. Ello, con el preocupant e

agravant e

de

que

result an

m ét odos

sem icom pulsivos

de

financiam ient o del endeudam ient o público y privado nort eam ericano. 14. El propio sist em a de prensa anglo- nort eam ericano t iene m ucho que ver en t odo est e " colchón" que ha perdurado ya m uchos años para que Wall St reet no baj e. La form a en que se difunden las not icias en los m edios de com unicación m ás especializados apunt a, generalm ent e, a reavivar el int erés inversor en los m ercados financieros. Se m inim izan las m alas not icias, se vent ilan en form a grandilocuent e las buenas, se cont act a m ucho m ás seguido a los " analist as" que pronost ican alzas que a los que hablan de posibles baj as. Un claro ej em plo de ello es el caso de las denom inadas " Fusiones y Adquisiciones" ( Merger & Acquisit ions: M&A) . Cada vez que en Wall St reet t an solo se rum orea la probabilidad de la fusión o la com pra de una gran corporación por ot ra, las acciones de las m ism as, o al m enos las de la com pradora, com ienzan a subir de valor. Se t iende a creer, en form a un t ant o " m ágica" , que las fusiones y adquisiciones de grandes em presas por ot ras son cam inos cort o hacia las grandes ganancias, " sinergias posit ivas" y nuevas vías de expansión, cuando en realidad m uchas veces t ras eso en realidad hay una necesidad de baj ar cost os, recort ar m ano de obra ant e m árgenes de ganancia que

6

Véase el sit io oficial del Tesoro nort eam er icano: ht t p: / / w ww.ust reas.gov/ press/ releases/ hp118.ht m .

290

se achican, o m ucho peor aún, un verdadero " aguj ero negro" que la cont abilidad no reflej a adecuadam ent e en alguna —o am bas— corporaciones. Todos est os vicios ocult os pueden exist ir aún a pesar de la nueva lesgislación Sarbanes- Oxley, t ras el caso Enron, pero m erced a las cam pañas m ediát icas m uchos operadores se desesperan por com prar papeles accionarios cuando en realidad ni siquiera saben m uy bien lo que est án com prando, y m uchas veces aun recom iendan hacerlo a t ravés de los m edios de com unicación especializados en t em as financieros orient ados al público apenas especializado. Los M&A a la post re result an un gran negocio seguro y rent able para m uy pocos:

los

bancos

o

agent es

de

colocación

de

acciones

que

act úan

de

int erm ediarios y cobran j ugosísim as com isiones por efect uar el m ero cálculo de cuant as acciones de la " nueva em presa" habrá que repart ir por cada una de las viej as. Se t rat a de un cálculo que en realidad puede realizar t ranquilam ent e en casa cada uno de nosot ros con inform ación clara y precisa que proporciona en I nt ernet generalm ent e, en sit ios m ás escondidos de los m ism os m edios de com unicación. Sería provechoso que las aut oridades regulat orias nort eam ericanas realizaran un det allado est udio acerca de si las M&A no son, m uchas veces incluso un m ero t ruco para

repart ir

m illonadas

de

dólares

ent re

los

funcionarios

de

los

bancos

int ervinient es y de las cúpulas de las em presas dest inadas al " m at rim onio" que significa una M&A, lo que bien podría dar lugar a acciones penales y hast a a volver a ver por t elevisión a grandes em presarios nort eam ericanos con esposas ( no precisam ent e m at rim oniales) en sus m uñecas saliendo de un rascacielos para ingresar en un celular policial, com o ocurrió a inicios de est e m ilenio y luego se t apó convenient em ent e. Adem ás, m uchas veces la em presa com pradora de ot ra en un M&A est á m et iendo sus narices no sólo en una em presa que no conoce a fondo, sino en m ercados com plet am ent e desconocidos, por lo que el M&A puede t erm inar en un desast re com part ido que bien puede disim ularse t ras la cont abilidad de la nueva m egacorporación. Com o hem os vist o, m uchos y variados son los m ecanism os con los cuales se ha im pedido varias veces un aut ént ico desplom e de Wall St reet . Sin em bargo, est os art ificios y art ilugios no pueden durar para siem pre, y aun cuando lo sigan haciendo durant e m uchos años no pueden im pedir una aut ént ica devaluación de las acciones cot izant es allí si el dólar cae —cosa m uy posible por el t am año de su déficit ext erno— com o debería hacerlo, no sólo frent e a las m onedas m ás fuert es del m undo, sino t am bién cont ra m uchas divisas " débiles" . En t al caso, aun cuando Wall St reet m ant uviera sus niveles o subiera m oderadam ent e, el valor de las acciones nort eam ericanas en ot ras m onedas se det erioraría severam ent e. Algo de ello ya ha com enzado a ocurrir si se t iene en cuent a que el dólar ya no vale lo que ant es: de sus m áxim os niveles de los últ im os quince años de 0,82 por euro ha pasado a valer, en j ulio de 2007, 1,38 por euro. Est e proceso, en m archa y con largos y cont radict orios alt ibaj os, est á lej os de est ar com plet o respect o de la divisa

291

europea, y est á lej os aún de haberse iniciado con respect o al yen, el yuan, y m uchas ot ras divisas. Por t odo est o, Wall St reet debería caer, quit ando ent onces a la elit e globalist a una buena part e de su poder, que quedaría diluido. Pero aun cuando est o no suceda o se ret rase m uchísim o en el t iem po, el m ism o efect o se lograría con una aparent em ent e inevit able caída del dólar.

¿Y e n t on ce s, qu é ? La cla ve su r gió e n I r a k Es necesario diferenciar ent re el m ediano y el largo plazo. Dej arem os est e últ im o para el próxim o apart ado. Direm os, en cuant o al m ediano plazo, que cabe esperar algunas cosas: En prim er lugar, el est ablishm ent polít ico y económ ico nort eam ericano y londinense est á int ent ando, y probablem ent e siga haciéndolo, " adm inist rar" el alza del precio del barril de pet róleo de m anera que pueda conseguir dos obj et ivos al m ism o t iem po: en prim er lugar, im pedir que aum ent en descont roladam ent e las presiones populares en varios países a fin de acelerar el reem plazo del pet róleo y los dem ás hidrocarburos fósiles por ot ras fuent es de energía, y al m ism o t iem po, im pedir que las naciones product oras y export adoras de pet róleo se enriquezcan de m anera t al que puedan afect ar en form a direct a los int ereses geopolít icos nort eam ericanos y de sus pet roleras. No hay que olvidar que t ant o I rán, com o Venezuela, I rak y Libia, ent re ot ros países, han t enido, o t ienen, enorm es problem as m ás allá de lo m eram ent e diplom át ico con los Est ados Unidos. Por lo t ant o, si sus reservas m onet arias siguen aum ent ando al son del aum ent o del barril de pet róleo, t am bién pueden independizarse financieram ent e de los Est ados Unidos, el FMI y sus inst it uciones paralelas, y generar un problem a grave para los Est ados Unidos en un m undo que la elit e globalist a desea unipolar. Pero no hay que olvidar que hacia 2003 el pet róleo cot izaba a 25 dólares el barril, y en cam bio ahora, cuando ocasionalm ent e baj ó de los 60 dólares, la OPEP se reunió y est udió el recort e de la producción y las cuot as de export ación, por lo que se deduce que es inevit able, en el m ediano plazo, que los hidrocarburos fósiles cont inúen su carrera alcist a, con el agravant e de que en algunos años com enzará a verificarse, adem ás, una reducción cont inua, año a año, de la producción m undial en m edio de una dem anda global en perm anent e alza. 7 Por eso m ism o, por ej em plo, no debe ext rañar que la sit uación de const ant es

act os

t errorist as

en

I rak

favorezca

la

presencia

de

t ropas

nort eam ericanas en ese país y en la región, lo cual es deseado por Washingt on y Londres, m ás allá de que nom inalm ent e se hable y se escriba acerca de la necesidad de una ret irada ordenada. Lo ciert o es que cuando la opinión pública 7

Hit ler ganó la guerra, Cap. I I .

292

nort eam ericana e inglesa se volcó m ás abiert am ent e hacia el ret iro de t ropas, en form a " casual" el president e iraquí, Jalal Talabani, pidió públicam ent e que los Est ados Unidos dej en sus soldados en I rak al m enos hast a el 2009 8 a fin de im pedir m ás at ent ados. I ncluso se usa com o excusa la posible lucha a m uert e ent re sunnit as y chiít as iraquíes para t ener m ás argum ent os para dej ar t ropas en Orient e Medio que en realidad est án cuidando las reservas pet roleras, las inversiones de los oligopolios anglo- nort eam ericanos y la infraest ruct ura creada alrededor del " oro negro" iraquí por la em presa de servicios Halliburt on ( ant es presidida por Dick Cheney) , a t ravés de su filial Kellog & Root ( hoy KRB) que, por sí sola, ya lleva un financiam ient o est at al nort eam ericano acum ulado de 20.000 m illones de dólares ent re la invasión de 2003 y oct ubre de 2006, sin rendir cuent as al Est ado nort eam ericano respect o de los m ás elem ent ales gast os que realiza. La labor de la com pañía excede con creces lo est rict am ent e pet rolero, dado que es la encargada de la logíst ica y abast ecim ient o de las t ropas nort eam ericanas dest acadas en I rak. ¿Cuál es el negocio para las pet roleras y las em presas de arm am ent os y de logíst ica al ret irarse de I rak? Ninguno. Por eso am bos part idos, Republicano y Dem ócrat a, difieren en el cóm o hacer y no en el qué hacer en I rak. Prueba suficient e de ello son las not icias acerca del envío de presidiarios nort eam ericanos a luchar com o soldados en I rak, 9 a un rit m o que podría rondar los 30.000 por año ent re 2003 y 2006, y que se int ensifica en 2007. Cabe pregunt arse: ¿qué ent renam ient o m ilit ar puede t ener un ex delincuent e y presidiario? Y no sólo eso: los heridos de guerra nort eam ericanos en I rak —que deberían considerarse héroes— ret ornaban para ser at endidos en un hospit al de Washingt on DC infest ado de cucarachas y rat as, y deben soport ar largas dem oras para recibir t rat am ient o, hecho que fue divulgado por el Washingt on Post y produj o la renuncia del Secret ario del Ej ércit o nort eam ericano Francis Harvey. 10 Pero los cam bios al m ás alt o nivel en el Pent ágono y ot ros im port ant es sect ores de la adm inist ración nort eam ericana t am poco im plican cam bios de rum bo. Por ej em plo, en cuant o al reem plazo del secret ario de Defensa Donald Rum sfeld por el ex j efe de la CI A Robert Gat es a raíz de la derrot a republicana en las elecciones de noviem bre de 2006, las perspect ivas que se abren son m enos halagüeñas de lo que m uchos han considerado. Gat es ha t rabaj ado en un t ask force del CFR codo a codo con Zbigniew Brzezinski, ex secret ario de Est ado de Cart er, y j unt os han 8

Al respect o se puede consult ar el canal de t elev isión Al Jazeera ht t p: / / english.alj azeera.net / NR/ ex eres/ 05801C8F- FD47- 199E- A5BB- 02ABEA4E_5390.ht m .

en

9

Véase " Expunged Crim inal Records Live t o Tell Tales" en el New York Tim es del 17 de oct ubr e de 2006, en ht t p: / / www .nyt im es.com / 2006/ 10/ 17/ us/ 17 expunge.ht m l?ex= 1318737600 &en= lacf439e647 cce 96 &ei= 5090&part ner= r ssuse rland&em c= rss. Tam bién " Ej ér cit o de los Est ados Unidos sum a cada v ez m ás a reclut as con ant ecedent es penales" , en ht t p: / / ww w.26not icias.com .ar. 10

" Arm y Secret ary Oust ed" , en ht t p: / / www.washingt onpost .com / wp- dy n/ cont ent / ar t icle/ 2007/ 03/ 02/ AR2007030200438.ht m l, y " Revés de Bush por una grave denuncia" , en ht t p: / / www . lanacion. com .ar / ext erior / not a.asp?not a_id= 888246&origen= rss.

293

elaborado un docum ent o del CFR denom inado " I rán:

t iem po de una nueva

aproxim ación" , en el que se post ula una solución para las relaciones con la vecina I rán basada en el " diálogo" y no en el enfrent am ient o direct o 11 . De darse ello, podría haber alivios circunst anciales respect o del alza del precio del barril y evit arse una guerra direct a, aun cuando el propio Robert Gat es parece a veces un " clon" de Donald Rum sfeld, en lo que se refiere a la búsqueda de expandir las zonas de conflict o. 12 Lo que hay que t ener bien present e es que Robert Gat es fue el sucesor de William Casey en la CI A, y fue nom brado por George Bush padre. Am bos ent ret ej ieron la com plicada est rat egia, que hem os com ent ado en el capít ulo 3, a fin de derrum bar a la Unión Soviét ica sin necesidad de un conflict o arm ado. Por lo t ant o, es necesario rem arcar que George Bush hij o nom bró en la secret aría de Defensa a un verdadero " expert o" en corrom per y socavar los sist em as polít icos y económ icos de los grandes rivales de los Est ados Unidos.

En

sínt esis,

el

nom bram ient o de Gat es en lugar de Rum sfeld puede dar lugar a una variant e en la t áct ica, pero nunca en la est rat egia: alinear a I rán, por los m edios que sea, con los Est ados Unidos, para lo que pueden usarse un variado arsenal de arm as económ icas y financieras, el espionaj e, y la corrupción de funcionarios iraníes, ent re ot ros elem ent os. Si alguna duda cabe, a pocos días del nom bram ient o de Gat es, el New York Tim es t it ulaba: " U.S. Considers Raising Troop Levels in I raq" ( " Los Est ados Unidos considera aum ent ar las t ropas en I rak" ) en su edición del 21 de noviem bre de 2006. 13 El ot ro cam bio clave ocurrió a finales de 2006:

el

nom bram ient o del em baj ador est adounidense en la ONU, John Negropont e, com o subsecret ario

de

Est ado.

I m plica

un

brusco

endurecim ient o

de

la

polít ica

est adounidense en Orient e Medio, la posibilidad de un est ado de t ensiones, guerras civiles y acont ecim ient os inesperables m uy difícil de im aginar, dado que se t rat a de uno de los m ás rígidos " halcones" de la polít ica ext erior nort eam ericana. No debe ext rañar ent onces que el nom bram ient o de Negropont e haya sido acom pañado de un pet it orio de Bush al Congreso nort eam ericano de aum ent ar en 20.000 —hast a 150.000—, el núm ero de t ropas nort eam ericanas en I rak, y del cam bio y desplazam ient o de m uchos de los com andant es del ej ércit o en aquel país. Por si ello fuera poco, la prueba m ás m arcada de que el t riunfo del Part ido Dem ócrat a en las elecciones parlam ent arias de 2006 no fue, ni presagia para m ás allá de 2008, un alivio en la sit uación int ernacional, es necesario t ener en cuent a que la nueva vocera de los dem ócrat as en la Cám ara de Represent ant es, Nancy 11

" I ran: Tim e for a new Approach" , en www .cfr.org/ publicat ion/ 7194/ iran.ht m l.

12

Véase " Gat es Assails on I ran for negat ive role on I raq ht t p: / / www .bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601070&sid= azCMqm rTseRc&refer= hom e.

13

ht t p: / / www .nyt im es.com / 2006/ 11/ 21/ world/ m iddleeast / 21t roops.ht m l? slogin.

_r= l&t h&em c=

War" ,

t h&oref

294

Pelosi, ha sido " frenada" en cuant o a lo que m uchos de los int egrant es de su part ido consideran " posiciones ext rem as" , y que esas m ism as elecciones m arcaron el ascenso de John D. Rockefeller I V com o j efe del neurálgico Com it é de I nt eligencia del Senado. Rockefeller es senador por el est ado de West Virginia com o m iem bro del Part ido Dem ócrat a, a pesar de que el propio David Rockefeller ha im pulsado cada vez que pudo a George W. Bush. Est o m uest ra una gran versat ilidad polít ica del clan pet rolero- financiero, y lo poco que en realidad im port a en los Est ados Unidos el cam bio de m anos de las cám aras legislat ivas, o incluso del propio poder ej ecut ivo, ent re part idos que no se diferencian en cuest iones de fondo, sino apenas en est ilos. 14 La

oposición

que

los dem ócrat as puedan

efect uar

en

el

Congreso

nort eam ericano a los planes de Bush en I rak no es ot ra cosa que un " narcót ico" para consum o m asivo, dado que, com o bien hace not ar la principal agencia de not icias financieras del m undo, Bloom berg, la oposición dem ócrat a no va a hacer cam biar los grandes núm eros acerca de I rak, dado que, con el fin de favorecer no sólo al sect or pet rolero anglo- nort eam ericano sino t am bién al arm am ent ist a, los Est ados Unidos gast arán en defensa durant e el 2007 un m ínim o de 543.000 m illones de dólares aprobados con el gran apoyo de los dem ócrat as, el 58% m ás que durant e el año fiscal 2002. Las principales com pañías de defensa han vist o aum ent ar sus ganancias un 20% en 2006, y se espera ot ro t ant o en 2007, superando am pliam ent e al índice general de la Bolsa nort eam ericana. Las ut ilidades de est as em presas ( ent re ot ras Lockheed Mart in, Rayt heon, General Dynam ics, Boeing y Nort hrop Grum m an) est án am pliándose aún m ás debido a com pras hechas por países de Orient e Medio com o Arabia Saudit a y del Lej ano Orient e com o Taiwán. 15 Est o hace que los accionist as e inversores de las em presas de arm as nort eam ericanas se frot en las m anos con el nom bram ient o de personaj es siniest ros com o John Negropont e 16 en el cargo de subsecret ario de Condoleezza Rice. En ese cont ext o, el 18 de enero de 2007 el propio Pent ágono, ahora m anej ado por Robert Gat es, anunció un nuevo m anual de operaciones m ilit ares por m edio del cual los sospechosos de t errorism o que sean j uzgados por t ribunales m ilit ares pueden ser encarcelados o hast a incluso ej ecut ados m ediant e el uso de t est im onios arrancados baj o coerción. I ncluso los abogados de los det enidos, según las nuevas inst rucciones, no pueden usar librem ent e inform ación clasificada para

14

Consúlt ese ht t p: / / www .t m t hout .org/ docs_2006/ 012007Z.sht m l.

15

" Defense shares m ay rise even as Dem ocrat s oppose Bush I raq en ht t p: / / www .bloom berg.com / apps/ new s?pid= 20601109&sid= aI Qj I j URdxRE&refer= hom e. 16

Plan" ,

Sugerim os al lect or que haga una sencilla indagación sobre la t rayect or ia de John Negropont e.

295

defender a los acusados, según anuncia la propia Associat ed Press. 17 Mient ras t ant o, a raíz de una direct iva de Dick Cheney, el Pent ágono est aría elaborando una est rat egia probable para bom bardear I rán y " ot ros obj et ivos" ( ¿Siria?) ant e la event ualidad de un " Segundo 11- S" . Un suceso así daría pret ext o para at acar al principal enem igo que le queda a los Est ados Unidos, sin necesidad de efect uar siquiera las m ínim as " invest igaciones" que se efect uaron t ras el prim er 11- S para det erm inar que el " foco t errorist a" est aba en Afganist án. Cabe m edit ar profundam ent e sobre las im plicaciones de est a últ im a inform ación, porque quiere decir dos cosas: a) polít icos m uy influyent es com o Cheney creen en la posibilidad m ás o m enos inm inent e de un " Segundo 11- S" ( ya hem os vist o lo que en realidad habría sido el prim ero) , y b) creen que habría que culpar a I rán en form a direct a e inm ediat a del m ism o at acándolo sin dem ora. 18 Para ello la est rat egia podría ser ut ilizar un plan secret o elaborado por el Pent ágono que incluya el uso de arm as nucleares —según el Concept Plan 8022 del Pent ágono ( CONPLAN 8022) — a fin de llegar a blancos subt erráneos m uy profundos en I rán. 19 Tan solo considerar esa posibilidad causa vért igo. Pero volviendo al t em a energét ico en part icular, en gran m edida fuent e de t oda est a realidad pesadillesca que hem os narrado y que los m edios en general ocult an o disem inan con cuent agot as en m edio de las t oneladas de banalidades a las que llam an

" inform ación" ,

las pet roleras anglo- nort eam ericanas ya han

ingresado no sólo a la com ercialización, sino a la ext racción y propiedad del pet róleo iraquí ( las t erceras reservas del m undo) m erced a un proyect o de ley ( present ado hacia inicios de 2007) de la parodia de parlam ent o que hoy t iene I rak, ot orgándole a Exxon, Shell y Brit ish Pet roleum la " part e del león" de sus recursos. En form a nunca ant es vist a en Orient e Medio, esas m ism as corporaciones podrán em bolsar nada m enos que 75% de los beneficios en los prim eros años de vigencia de los cont rat os, que serán a 30 años. 20 Si las pet roleras anglosaj onas ingresan al m ercado iraní ( las segundas reservas del m undo) , dom inado hoy por com pañías de Europa occident al —t al com o Saddam Hussein deseaba que ocurriera en I rak y no pudo—, un porcent aj e abrum ador de las reservas m undiales est arán baj o cont rol direct o o indirect o de un pequeño grupo de m egacorporaciones anglosaj onas, cont roladas por un poco m ás de un par de clanes fam iliares, ent re ellos, los Rockefeller y Rot hschild. Es necesario en est e punt o que el lect or est é advert ido de 17

Véase ht t p: / / new s.yahoo.com / s/ ap/ 20070118/ ap_on_go_ca_st _pe/ det ainees_t r ials sit io web ht t p: / / www .t r ut hout .org/ docs_2006/ 011807R.sht m l.

o el excelent e

18

" El Pent ágono est aría preparando un «segundo 11- S» para j ust ificar un at aque cont ra I rán" , en ht t p: / / www .11- s.net / segundo11s.php.

19

Al respect o consúlt ese el art ículo " Nuclear War Against I ran" , de Michel Chossudov sky en ht t p: / / www .globalresearch.ca/ index.php?cont ex t = viewAr t icle&code= CH20060103&art icleI d= 1714.

20

Véase The I ndependent del 7 de enero de 2007 o La Nación del 8 de ener o de 2007.

296

que m ás allá de lo que las cot izaciones del barril m arquen diariam ent e, y m ás allá de fuert es presiones ocasionales a la baj a, la t endencia de m ediano y largo plazo es claram ent e alcist a, o m ej or dicho, m uy alcist a. Mient ras m ás del 80% de la energía que se consum e en el m undo siga proveniendo de hidrocarburos fósiles, la dependencia de t odos los habit ant es de la Tierra de la volunt ad de unos de esos pocos clanes fam iliares es un hecho. No hay m anera de revert irlo si no hay un cam bio energét ico. Adem ás, com o verem os m ás adelant e, de producirse es necesario precisar m uy bien cuál, en qué t iem po, con qué clase de t ecnología, a qué precios y cost os, y sobre t odo qué grado de com pet encia t endrá ese nuevo m ercado en oposición al act ual. En cuant o a la ot ra arm a de dom inio, el dólar, ya hem os com ent ado la precaria sit uación financiera nort eam ericana, sus causas, sus derivaciones, y cóm o Wall St reet evit a, t ransit oriam ent e hacer El aj ust e. Por obvias razones, hoy no est án dadas las condiciones, y t am poco los Est ados Unidos desean hacerlo, para repet ir una especie de " Plaza Accord" . Con un déficit ext erno superior al 7% del PBI nort eam ericano, pues el m ism o bien podría ser caót ico. Es por eso que t am bién se busca " adm inist rar" la depreciación del dólar vis- à- vis al euro y ot ras m onedas, al m ism o t iem po que a los Est ados Unidos les conviene que Japón, gran surt idor de capit ales, siga creciendo m uy poco y m ant enga t asas de inflación m uy baj as, o incluso sufra deflación, aun cuando el yen siga art ificialm ent e subvaluado cont ra el dólar. La recesión j aponesa es un gran negocio para los Est ados Unidos que de esa m anera pueden financiar buena part e de su déficit ext erno vía el m ovim ient o especulat ivo de bancos y " hedge- funds" , que t om an yenes prest ados para invert ir en

dólares,

aprovechando el diferencial de t asas de int erés.

Es necesario

rem arcarlo: el peor negocio del m undo para los Est ados Unidos sería que se produzca una react ivación im port ant e del consum o y la inversión int erna j aponesa, pues obligaría a los Est ados Unidos a una cont racción m uy im port ant e de su consum o. Por ot ra part e, el m undo ent ero ent raría en recesión si las t asas de int erés de cort o plazo com ienzan a t repar en Japón unos dos o t res punt os porcent uales anuales. Por lo t ant o, m ient ras las t asas de int erés no suban en Japón ni baj en en los Est ados Unidos, es relat ivam ent e fácil adm inist rar una caída m ódica y ordenada del dólar frent e a una gran cant idad de divisas y m onedas: digam os, ent re un 5% y un 15% anual ( lo que no es poco) . De t odas m aneras, es posible esperar que cuando las t asas de int erés de cort o plazo com iencen a descender en los Est ados Unidos m erced al previsible enfriam ient o de su m ercado inm obiliario y su consum o privado, la " adm inist ración" de la baj a del dólar se t orne m ucho m ás ardua, pudiendo depreciarse a un rit m o m ucho m ás acelerado. Un m ercado financiero en esas condiciones, en las que result a difícil " adm inist rar" la caída del dólar, quizá paradój icam ent e facilit aría la " adm inist ración" del alza del barril de pet róleo en plazos cort os, dado que el escenario de m ediano

297

plazo, vayam os por el cam ino que vayam os, es rem arcadam ent e m ás recesivo que el que el m undo ha vivido ent re 2004 y 2007. Lo que hay que ver es cuánt o.

La e con om ía de l fu t u r o Tal com o han ido las cosas, da t oda la im presión de que el m undo se encam ina —a veces m ás rápido,

a veces m ás lent o— hacia dos cam bios

fundam ent ales. Los m ism os pueden dem orar unos pocos años o hast a un par de décadas, pues dependen de la velocidad que adquieran algunos acont ecim ient os de la realidad. Pero las propias cont radicciones económ icas del m undo act ual y de la rapacidad

del

capit alism o

m egacorporat ivo

y

oligopólico

para

" encerrar"

a

práct icam ent e a t oda la hum anidad en sus parám et ros los van t ornando poco a poco inevit ables. El prim ero de ellos, a m edida que los Est ados Unidos sigue acum ulando déficit ext ernos que los van poniendo en una peligrosísim a posición deudora net a es —nada m ás y nada m enos— que un progresivo cam bio en la divisa unidad de cuent a, m edio de pago y reserva de valor m undial. El reem plazo del dólar com o " m oneda m undial" puede ser provocado por un acont ecim ient o sim ilar o de ot ras caract eríst icas, o incluso por " got eo" , con gran lent it ud. Pero, al m enos por ahora, no hay indicio alguno de que pueda evit arse. Dos son las m onedas candidat as a reem plazarlo por el m om ent o: el yen y el euro. El prim ero posee grandes inconvenient es: es desconocido en Occident e, su t asa de int erés ha sido cero por años y años, y la recient e depresión económ ica j aponesa ha durado dem asiados años com o para volver a posicionar a Japón com o una econom ía lo suficient em ent e creíble para que su m oneda reem place al dólar. El euro no t iene ninguno de esos problem as. Las recesiones económ icas europeas han sido t an suaves com o sus t asas de expansión. En las últ im as dos décadas Europa casi nunca ha alcanzado los niveles de crecim ient o de los Est ados Unidos, pero t am poco ha incurrido en el derroche de consum o ni en la peligrosa t endencia est adounidense de invert ir recursos t om ados en form a de deuda ext erna en sect ores que no generan capacidad de pago de esas m ism as deudas. La sit uación fiscal y ext erna europea ha sido y es, en general, ordenada, y el euro ya cot iza

en

m últ iples

plazas

financieras

donde

se

realizan

t ransacciones

de

considerable nivel con esa m oneda. Muchos bancos cent rales van adopt ando una crecient e proporción de sus reservas en esa m oneda, y hast a la cot ización de varios " com m odit ies" com ienza a efect uarse en euros. Por ej em plo, t ant o I rán com o Venezuela han decidido com enzar a cot izar pet róleo en euros, para " salt ar el cerco" que el pet rodólar im ponía, y aún im pone. Que el euro sea adopt ado com o unidad de cuent a, m edio de pago y reserva de valor m undial en form a progresiva puede significar un m uy rudo golpe a la elit e globalist a y a las sociedades secret as que son su soport e. El debilit am ient o de la

298

m ism a sería insoslayable. Pero con est e cam bio y nada m ás, la elit e est aría lej os de perder t odo su poder. Ocurre que en un m undo globalizado, m uchos de los m ás prom inent es m iem bros de la elit e son europeos y adem ás el propio núcleo est adounidense e inglés bien puede diversificar sus act ivos a euros. Pero el esquem a de dom inio de los Est ados Unidos en su fase superim perialist a act ual ent raría en fuert e decadencia haciendo im pract icables las avent uras m ilit ares en las que act ualm ent e se em barca el t odavía " Nuevo I m perio Rom ano" . Ahora bien, un cam bio de la unidad de cuent a m undial no puede darse sin ot ras consecuencias que seguram ent e la elit e globalist a va a lam ent ar m ucho. Ocurre que una acum ulación de los ahorros m undiales en euros en lugar de dólares im pact aría m uy fuert e en el alza de la m oneda europea, cuest ión que am enazaría con sit uar a Europa en recesión porque dificult aría seriam ent e la act ividad export adora. Adem ás, com o el euro es la m oneda de 25 países, una excesiva sobrevaloración de la m ism a puede generar t ensiones ent re los países que la ut ilizan, dado que algunos ent rarían m ás fácil y profundam ent e en recesión que ot ros. Pero dada la presum ible inevit abilidad de una progresiva —puede que con alt ibaj os— fort ificación del euro vis- à- vis al dólar y m uchas ot ra m onedas, sería necesario efect uar cam bios fundam ent ales en el esquem a act ual de com ercio m undial que ha t endido, en las últ im as décadas, a baj ar los aranceles a la im port ación en una inm ensa m ayoría de los países del m undo, m erced a las presiones de la elit e globalist a en la WTO ( Organización Mundial de Com ercio) . Es probable, ent onces, que si el euro reem plaza al dólar com o " m oneda m undial"

sea

necesaria

la

aparición

de

m uchas

rest ricciones

al

com ercio

int ernacional a fin de at enuar los efect os recesivos que podría producir un " supereuro" en Europa. Sin em bargo, no sería nada que el m undo ya no haya vist o ant es. Por ej em plo, en los propios años t reint a. Pero si el cam bio económ ico y financiero que puede im plicar el declive del dólar y el auge del euro com o " m oneda m undial" im plica la solución de algunas cuest iones y la aparición de ot ras nuevas, m ucho m ás ardua y com plej a aún result a la sust it ución de los com bust ibles fósiles por ot ras fuent es de energía. El cam bio energét ico sí puede ser —si es efect uado de m anera adecuada— un golpe m ort al para la elit e globalist a. Los hidrocarburos fósiles ( pet róleo, gas nat ural) o est án acabándose, o bien no pueden volver a ser ut ilizados com o ant iguam ent e, y hast a acelerarían su propio declive en cant idad de reservas si se los ut ilizara, t al com o es el caso del carbón. 21 El problem a principal para el cam bio energét ico viene por el lado del t ransport e personas y bienes, no t ant o por el consum o energét ico para act ividades dom ést icas o fabriles, dado que podría int ensificarse el uso de la energía at óm ica, 22 21 22

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. I I .

Buena part e del lobby cont ra la energía at óm ica, realizado en pseudoecologist as, ha sido en realidad financiado por la indust r ia pet rolera.

part e

por

inst it uciones

299

hidroeléct rica, eólica, solar, o de ot ros t ipos. En el caso del t ransport e no es t an fácil dado que esas fuent es energét icas no pueden ser ut ilizadas, y result a ut ópico pensar en " enchufar" aut os, cam iones y aut obuses para recargar bat erías. Hay una im posibilidad física para ello, y adem ás el pet róleo, el gas nat ural y el carbón hoy represent an nada m enos que cerca del 85% de la energía ut ilizada m undialm ent e en t odos los sect ores. Dos son por ahora los grandes candidat os a reem plazar a los com bust ibles fósiles: el hidrógeno y los biocom bust ibles. Am bos t ienen la vent aj a de ser fuent es de energía m ucho m ás lim pias y abundant es que los com bust ibles fósiles. El hidrógeno se encuent ra en el agua y puede ser obt enido m ediant e elect rólisis, los biocom bust ibles son derivados indirect os de la energía solar dado que provienen de los aceit es de oleaginosas y ot ros veget ales. Pero am bos ofrecen problem as de m uy difícil solución si no se planea su uso con m ucho t iem po —algunos creen que décadas— de ant elación. George W. Bush ha repet ido en varias ocasiones que desea fom ent ar el reem plazo del pet róleo por el hidrógeno, pero no ha hecho nada al respect o, y se ha com port ado com o un t ít ere de las em presas pet roleras que lo han seleccionado com o una especie de " m esías negro" para consolidar su poder. Él y

sus

propios

nort eam ericano.

funcionarios

principales

provienen

del

sect or

pet rolero

23

Hay m uchos que hoy sost ienen que la sust it ución del pet róleo y el gas nat ural por el hidrógeno no es ot ra cosa que un lobby del sect or pet rolero. Para realizar la elect rólisis del agua y separar las m oléculas de hidrógeno y oxígeno logrando com bust ible es necesario que el t ransport e ( aut os, cam iones, aut obuses) ut ilicen bat erías que hagan el t rabaj o. Y las bat erías sólo podrían ser cargadas con pet róleo y gas nat ural. De esa m anera m ant endríam os una vit al dependencia de los com bust ibles fósiles aun cuando su uso fuera m uy inferior al act ual. Sin com bust ibles fósiles los aut os a hidrógeno no podrían funcionar. Eso podría facilit ar la cont inuación del oligopolio m undial pet rolero, dado que frent e a la escasez m undial que se avecina a paso acelerado, se lo ut ilizaría m enos, pero en form a aún vit al. El problem a es com plej ísim o porque no bast a con que cada país por separado encuent re una solución propia al problem a, sino que el m undo ent ero debe ponerse de acuerdo en el uso de la m ism a t ecnología. Jerem y Rifkin sost iene, sin em bargo, en La econom ía del Hidrógeno, que el cam bio del pet róleo por el hidrógeno es posible sin recurrir a lo nefast o que significaría t ener que usar el hirocarburo en form a reducida pero vit al en bat erías, y que el hidrógeno podría ser t an barat o de producir que significaría el fin de la pobreza en vast as zonas del planet a. Sin em bargo, no aport a soluciones concluyent es sobre el t em a.

23

Véase Hit ler ganó la guerra, cap. I V.

300

La ot ra solución podría venir por el lado de los biocom bust ibles. Sin em bargo hast a el m om ent o el uso de los m ism os se ve dificult ado por un par de inconvenient es. En prim er lugar result an caros de producir ( aunque con el pet róleo por encim a de 80 dólares el barril no lo serían t ant o) . Y en segundo lugar, aún no hay señales concluyent es de que la im prescindible " ecuación energét ica" cierre. ¿Qué significa est o de la ecuación energét ica? Muy sencillo: para que una fuent e de energía sea viable, es necesario que la energía invert ida en su fabricación sea m enor a la que se obt iene con el com bust ible fabricado. Esa fue una de las causas por la cual el alcohol de caña de azúcar, usado en el pasado en Brasil dej ó de ser ut ilizado. Sin em bargo, algunos sost ienen, 24 en una not a aparecida en La Nación del 15 de febrero de 2006 que la ecuación energét ica com ienza a cerrar bien para los com bust ibles a part ir del uso de la paj a de cereales, basándose en un inform e del I NRA ( I nst it ut Nat ional de la Recherche Agronom ique, francés) . A pesar de ello, las cifras parecen no cerrar para m uchas fuent es de biocom bust ibles, dado que la " ganancia energét ica" est aría aún m uy por debaj o de la de los com bust ibles fósiles. En prom edio, en el m undo, invirt iendo un barril de pet róleo pueden ext raerse cinco. En cam bio, en lo referent e a biocom bust ibles, esa ganancia se recort a severam ent e a m enos de dos. Lo ciert o es que aun cuando ello fuera posible, y los biocom bust ibles fueran el reem plazo fut uro de los com bust ibles fósiles, queda pendient e el problem a de su cost o y su precio. Ocurre que si se usan cereales para la fabricación de energía, la dem anda m undial de los m ism os aum ent aría m uy

sensiblem ent e,

elevando

fuert em ent e sus cot izaciones, lo que a su vez im plicaría cost os y precios m uy superiores al precio act ual del barril de pet róleo. Adem ás habría que t ener en cuent a el previsible aum ent o en los precios de los cam pos cult ivables, dado que en los m ism os no sólo se producirían alim ent os, sino t am bién la fuent e de energía con la que com enzaría a m overse el m undo. El alza en el precio de los alim ent os sería quizás inevit able ent onces " por part ida doble" ( aum ent o de precios de los cereales, y de los cam pos) , t ornando m ás difícil la sit uación de los países en los que vast as proporciones de la población sufren desnut rición o pobreza y m iseria. Queda una t ercera vía, enigm át ica por ciert o, ent errada hace décadas, pero parece ret om ar fuerza: la denom inada " fusión fría" . Se t rat a de energía nuclear t ot alm ent e alej ada de los riesgos de la fisión, hoy predom inant e com o energía at óm ica en el m undo. Sin em bargo, si el hidrógeno y los biocom bust ibles son obj et o de polém icas, la " fusión fría" ha provocado m ás discusiones. Lo ciert o es que hoy

ningún

organism o ni gobierno m undial est á

t om ándose en form a seria el grave problem a que se aproxim a. En part e la culpa es del propio sist em a dem ocrát ico que se usa en t odas part es, dado que prom ueve que los gobiernos est én m ás preocupados por los problem as que aparecen o se

24

Véase La Nación del 15 de febrero de 2006: " Cóm o usar m enos pet róleo" , de Elv io Baldinelli.

301

pueden resolver durant e su propio período, y no por el país ni en el m undo que van a dej arle a sus sucesores. Mient ras ello ocurre, la indust ria pet rolera, la m ej or socia del siniest ro sect or arm am ent ist a, se frot a las m anos y sigue provocando guerras, invasiones y m uert e por doquier. Dólar y pet róleo. Pet róleo y dólar. Las dos caras de una m ism a m oneda. La m oneda de la elit e globalist a que ha ent rado, sin saberlo, en decadencia. Una decadencia que, result a m uy deseable, quizá concluya en su propia caída y desaparición.

La Gu e r r a y la Pa z Es

necesario

rem arcar

lo

siguient e:

la

sit uación

financiera

de

la

globalización bien puede conducir a un " t errem ot o económ ico" que provoque una guerra m undial a gran escala. Hem os vist o cóm o la depresión de los años t reint a conduj o, a fin de react ivar su m ercado int erno, a que los Est ados Unidos int erviniera en la Segunda Guerra Mundial. A su vez la m ism a t uvo com o fact or preponderant e la falt a, y por lo t ant o, dependencia del pet róleo, en la que habían quedado los países del Ej e ( Alem ania, I t alia y Japón) t ras la Prim era Guerra Mundial. A su vez el propio cam bio del sist em a energét ico m undial del carbón al pet róleo, fue un fact or preponderant e en el est allido de la Prim era Guerra Mundial, cuyo principal propiciador fue I nglat erra. Ahora, de nuevo, se ciernen sobre el m undo serios problem as financieros y energét icos. Cada uno de ellos es capaz de generar una guerra de peores consecuencias que la Segunda Guerra Mundial, pero am bos pueden condenar al m undo a algo verdaderam ent e nunca vist o. Que ello no ocurra depende de que los Est ados Unidos efect úe su necesario aj ust e económ ico y financiero lo ant es y m ej or posible, y de que se elij a un sist em a energét ico m undial barat o y abundant e. De ot ra m anera, seguir con el pet róleo y gas nat ural a m edida que se alcance su " t echo m undial de producción" , y peor aun, cuando ent ren en declive product ivo, necesariam ent e va a im plicar una gran guerra ent re las naciones que son sus principales consum idoras, no sólo la invasión o m anipulación de los países product ores y export adores. Pero el cam bio de un sist em a energét ico a ot ro, t am bién puede suponer grandes desast res, com o ocurrió en 1914. Hay que repet irlo: debe buscarse un sist em a energét ico basado en una fuent e barat a y abundant e. No es probable que la elit e así lo desee, porque perdería el cont rol sobre el sist em a energét ico, y con él el del m undo. La posibilidad de que el act ual gran m alest ar social m undial no se t raduzca en algo m uchísim o peor en algunos años, depende de que, por prim era vez en cent enas de años, la elit e pierda su poder. La cruda realidad es ést a: si ellos m ant ienen el poder, m illones y m illones de personas perderán la vida.

302

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306

Final abierto: La Matrix

Morpheus:

Neo, t arde o t em prano t e

darás cuent a, com o yo lo hice, de que hay una diferencia ent re conocer el cam ino y recorrerlo... Mat rix

307

Cuando Prom et eo abrió la caj a de Pandora, de ella se escaparon t odos los m ales. Menos uno. Ese m al que quedó adent ro es el peor de t odos, y es la esperanza. La esperanza es el peor de t odos los m ales, porque prolonga el t orm ent o. Friedrich Niet zsche Usualm ent e, lo que llam am os " realidad" no es ot ra cosa que una alucinación colect iva inducida por los m edios de com unicación. W. G. G.

Digám oslo sin vuelt as: la m at rix que padecen vast as poblaciones del m undo, y cuyo origen y epicent ro se sit úa en el propio corazón del im perio anglonort eam ericano es un t riángulo. Nada m ás, pero t am bién, nada m enos, que un t riángulo en cuyos vért ices se encuent ran los t res poderes. Cuando se habla de los " t res poderes" se suele pensar generalm ent e en el ej ecut ivo, el legislat ivo y el j udicial. Craso error. Ésos no son los t res poderes reales que ej ercen un dom inio cada vez m ás efect ivo y abrum ador sobre nosot ros, quienes en m ayor o m enor m edida est am os encerrados dent ro del t riángulo. Vale la pena aclarar que la definición de esos t res poderes t al com o la hem os cit ado m ás arriba corresponde a Mont esquieu, quien post uló un poder polít ico para cada país dividido en ej ecut ivo, legislat ivo y j udicial. Pero la doct rina de Mont esquieu no se hizo m undialm ent e conocida gracias a la " libert ad de prensa" ni a que im plícit am ent e fuera m ej or que t oda ot ra t eoría sobre cóm o debe ser gobernado un país. Se hizo conocida a nivel m undial gracias a un fact or preponderant e: Mont esquieu, nacido en Francia, vivió varios años en I nglat erra, donde fue un " niño m im ado" de la Royal Societ y, sociedad

—al

est ilo

del

act ual

CFR— donde

se

proyect aban

y

planeaban

acont ecim ient os que iban a t ener repercusiones en t odo el m undo, pero siem pre cuidando los int ereses de la arist ocracia y la burguesía brit ánica. La " división de poderes" fue post ulada por Mont esquieu en su obra El Espírit u de las Leyes, que se hizo fam osa m undialm ent e aun ant es de ser efect ivam ent e publicada, gracias a dos fact ores: la cit ada afiliación de Mont esquieu a una sociedad m onárquica de ot ro país, com o la Royal Societ y, y su afiliación a la m asonería que dat a de diecisiet e años ant es de la aparición de El Espírit u de las Leyes. Pero Mont esquieu no era de m odo alguno un m asón m ás, sino uno de los fundadores de la m asonería m oderna en Francia. Recordem os que desde 1717, cuando se fundó la m asonería m oderna, la " cabeza m undial" de esa organización secret a es la Gran Logia Unificada de

308

I nglat erra. Adem ás, Mont esquieu era gran am igo del socio núm ero cuat ro de la Gran Logia de I nglat erra: lord Chest erfield. ¿Por qué el int erés de I nglat erra y de las sociedades secret as en las t eorías de Mont esquieu? Muy sencillo: la división del poder polít ico en ej ecut ivo, legislat ivo y j udicial era funcional a I nglat erra, dado que ese país deseaba ext ender su im perio y para ello necesit aba debilit ar las m onarquías absolut ist as exist ent es en Europa, sobre t odo, la francesa, que podían obst aculizar el dom inio m undial com ercial y financiero de los ingleses. Hoy, en la act ualidad, la t eoría de la división del poder polít ico de Mont esquieu t am bién es funcional a los int ereses del gran I m perio anglo- nort eam ericano, dado que la fragm ent ación del poder polít ico sirve para que el m ism o sea débil frent e a los int ereses de las grandes corporaciones que con sus cuant iosos fondos pueden financiar candidat os, convert ir abogados en j ueces, presionar a los legisladores para que aprueben det erm inadas leyes, et c., et c. Quizás es por eso que aún hoy en día en una gran cant idad de escuelas, colegios y universidades se lo señala com o uno de los " próceres" de la " dem ocracia republicana" olvidando que siendo francés defendía los int ereses ingleses, que era m iem bro

conspicuo

de

una

sociedad

secret a,

que

sus

t eorías

causaron

innum erables y sangrient as guerras y revoluciones en t odo el m undo, y que t ras las m ism as se esconden los int ereses de las corporaciones. El día que se escriba la verdadera hist oria de est e y m uchos ot ros " héroes" de la " dem ocracia" y el " libre m ercado" com o Rousseau, Volt aire, Adam Sm it h, David Ricardo y John St uart Mill, probablem ent e no quede piedra sobre piedra del prest igio de los fundadores de los sist em as polít icos y económ icos con los cuales se rige hoy el m undo: un ut ópico y cada vez m ás lej ano " libre m ercado" regido cada vez m ás por m egacorporaciones que no com pit en ent re sí, y una falsa " dem ocracia" prost it uida por int ereses económ icos. Vale la pena m encionar aquí que est os m ales polít icos y económ icos est án m ás acent uados y fort alecidos en los Est ados Unidos y el Reino Unido, y m ás at enuados en varias naciones europeas y, crecient em ent e, lat inoam ericanas, en las que parece renacer un sent im ient o de cort e net am ent e ant iim perialist a. Com o hem os vist o ent onces, el t riángulo del poder real no aj ust a sus t res vért ices precisam ent e en los t res poderes de Mont esquieu, sino por ot ro lado. Los t res vért ices del t riángulo del poder del im perio anglo- nort eam ericano son: el poder económ ico, el poder polít ico y los m edios de com unicación de los Est ados Unidos y el Reino Unido. Veam os la int erdependencia de ést os, los t res aut ént icos poderes del im perio anglo- nort eam ericano: el poder económ ico —claram ent e predom inant e— surt e de fondos t ant o al poder polít ico ( financia el cost o de las cam pañas elect orales, el m odo de vida de los polít icos, y m uchas veces t am bién sus negocios, legales o no) ,

y

t am bién

financia a los m edios de com unicación

( avisos,

propaganda, solicit adas, prem ios, dinero " arriba" y " abaj o" de la m esa, y hast a coloca a algunos de los periodist as) . El poder polít ico brinda cobert ura a los

309

designios del económ ico m ediant e decret os, leyes, sent encias j udiciales y t odo t ipo de decisiones visibles ( com o guerras)

e invisibles ( com o la generación del

" t errorism o" y t am bién la propia " lucha" cont ra él) . A su vez da a los m edios de com unicación inform ación, desinform ación, cargos y puest os dent ro de la est ruct ura de gobierno, y hast a sost iene agent es de int eligencia t ravest idos m uchas veces de periodist as. Finalm ent e, los m edios de com unicación brindan cobert ura al poder económ ico, haciendo conocer la inform ación que las m egacorporaciones desean que se conozca, y escondiendo en lo posible la que ést as consideran inconvenient e y digna de ser ocult ada, y le dan cobert ura y legit im idad al sist em a polít ico apoyando al gobierno de t urno, o a la oposición, a republicanos o dem ócrat as e incluso a independient es en algunas ocasiones, pero siem pre cuidando de que la gent e siga creyendo que en los Est ados Unidos, en el Reino Unido y —en m ayor o m enor m edida en el m undo ent ero— se est á viviendo realm ent e en " dem ocracia" y en un régim en realm ent e " capit alist a de libre m ercado" . Ést a es la m at rix im perial anglonort eam ericana baj o la cual t odos los ciudadanos del m undo, en m ayor o m enor m edida est am os suj et os m erced a la globalización. Su gest ación lleva nada m enos que cuat ro siglos. En la m at rix, no hay ni arriba ni abaj o. Mucho m enos " izquierda" ni " derecha" , t érm inos invent ados a raíz de la " Revolución Francesa" según la posición que ocupaban los asam bleíst as en el recint o de sesiones en aquella época. Prueba de que la " izquierda" y la " derecha" son t érm inos no sólo perim idos, sino hast a int ercam biables ent re sí es el hecho de que algunos de los " halcones" m ás conservadores, fanát icos del Pent ágono al m om ent o de com enzar las invasiones " bushist as" de t erceros países, com o Paul Wolfowit z y Richard Perle, t ienen un denom inador com ún: sus padres m ilit aban en el m inúsculo grupo de dirigent es t rot skyst as nort eam ericanos. Wolfowit z, inclusive, es m uy versado y conocedor a fondo de las t esis t rot skyst as. No son los únicos casos: el propio j efe m áxim o del ult raconservador PNAC ( Proj ect for t he New Am erican Cent ury) que diseñó las invasiones de I rak y Afganist án, William Krist ol, present a la m ism a " coincidencia" que los ot ros dos, no son esos los únicos casos: hay m uchos m ás. No t iene nada de raro, si se lo piensa bien, dado que la doct rina de George W. Bush del " at aque prevent ivo"

se habría originado en

el concept o de Trot sky

de " revolución

perm anent e" . O sea, no sería ot ra cosa que "t rot skysm o a d a p t a d o al capit alism o corporat ivo" . 1 Más aún. Según Frances St onor Saunders, en " La CI A y la Guerra Fría Cult ural" , la CI A respaldó a los m ovim ient os t rot skyst as en t odo el m undo e incluso ayudó a financiar el Congreso Trot skyst a de Nueva York de 1949, event o realizado en el arist ocrát ico, pero parece ser que prolet ario, hot el Waldorf Ast oria. ¿Por qué sorprenderse? Ya sabem os m ás acabadam ent e quién fue realm ent e Trot sky. 1

Véase el j ugoso art ículo " Trot sky’s ghost wandering t he Whit e House" , publicado en el Nat ional Post del 7 de j unio de 2003 que puede encont rar se en www.pr isonplanet . com / t rot skys_ ghost _ wandering _t he _whit e_house.ht m l.

310

¿Y dónde quedan en la m at rix los diversos servicios de int eligencia? No son ot ra cosa que el brazo ej ecut or del poder económ ico. Realizan las polít icas y las acciones que el poder polít ico no puede llevar a cabo por cuest iones obvias. Por lo t ant o, no est án al servicio de los países que los han conform ado, ni m ucho m enos de los ciudadanos que —en gran part e— los financian con el pago de im puest os, sino de int ereses t ransnacionales. Es por eso que es m uy pert inent e hablar de una " red" de servicios secret os que a veces " hacen ver" que se pelean y disput an ent re sí, cuando en realidad, en las principales cuest iones t rabaj an para la m ism a gent e. Quizá sorprenda est o, pero es necesario decir que los servicios de int eligencia y las agencias de not icias t ienen un origen en com ún. Ya desde el siglo VI I I ant es de Crist o, el rey Sargón I I de Asiria había est ablecido un servicio de int eligencia especializado en recabar inform ación de los pueblos vecinos y, a la vez, disem inar en ellos not icias falsas acerca de sus int enciones. 2 Com o puede observarse, algo m uy sim ilar a lo que hoy realizan en form a conj unt a la CI A y el MI 6 con la colaboración casi incondicional de las m ás im port ant es agencias int ernacionales y m edios de com unicación de m ás prest igio, en los que est án infilt rados al m ás alt o nivel, y hast a ent re m uchos de sus propios periodist as y art iculist as. Pero la colaboración ent re servicios secret os y la prensa en la era cont em poránea se perfeccionó en la m al llam ada Revolución Francesa, cuando los periódicos de la época, en m anos de las sociedades secret as al servicio de los int ereses ingleses, m anipularon a las m asas populares disem inando inform ación falsa para producir los t rágicos event os que com enzaron con la t om a de la Bast illa. De allí en adelant e el m ecanism o se ha sublim ado, por em plear un t érm ino im propio para lo dram át ico de la sit uación act ual. ¿Y dónde se ubican las sociedades secret as en est a m at rix t riangular? Nada m enos que en los t res vért ices. Pero volviendo al t em a cent ral que nos ocupa, lo ciert o es que el result ado final de est a m at rix t riangular es cada vez m ás perverso a m edida que el im perio int ent a, por necesidad propia, dada su escasez cada vez m ayor de recursos nat urales, expandirse y hacerse con los recursos de t erceras naciones m ucho m ás débiles que el epicent ro del t riángulo. Sus alcances son m ucho m ayores de lo que el lect or

puede

a

prim era

vist a

suponer,

dado

que

las

propias

relaciones

int erpersonales est án por lo general m ediadas o basadas en la " inform ación" difundida por los m edios de com unicación. I ncluso la inform ación que parece m ás inocua com o la deport iva o policial t iene efect os que a prim era vist a pueden ser desconocidos por una vast a m ayoría pero son planificados para adorm ecer el razonam ient o y el conocim ient o de las m asas populares y de las clases m edias. Mediant e el deport e y su desm edida difusión se int ent a, desde el poder económ ico, canalizar los sent im ient os nacionalist as, regionalist as y localist as que m uchísim as poblaciones del m undo en m ayor o m enor m edida poseen. De t al m anera, m uchas 2

Al respect o se puede consult ar el libro " People of Ancient Assyria" en ht t p: / / ww w. aina.org/ books/ poaa/ poaa.pdf.

311

veces " la pat ria" y el " him no" pasan a ser sím bolos que est am os dispuest os a escuchar en part idos de fút bol, cam peonat os m undiales de basquet bol o copas de t enis. Ocurre que el poder económ ico, que financia a m anos llenas la act ividad deport iva, no desea ningún t ipo de problem as con la globalización, para ello es necesario acabar lo ant es posible con nacionalism os, regionalism os y localism os varios, y desviar la at ención hacia el part ido de fút bol de cada dom ingo. De la m ism a m anera, la desm edida proliferación de not icias policiales cum ple una doble función para la elit e globalist a: por un lado, se llena espacio en diarios, t elevisión, radio, et c., lo que sirve para desviar la at ención de ot ras inform aciones polít icas o económ icas que la pondrían en apuros. Por el ot ro, se logra generar una aut ént ica cam paña de desconfianza en el desconocido y hast a en el conocido —en ot ras palabras, en el sem ej ant e—, t ant o ent re las m asas populares com o ent re las clases m edias, at errorizadas a nivel m undial por las not icias. Con ello la elit e globalist a logra aplicar legislaciones que cada vez cercenan m ás los derechos individuales y va t ransform ando aun a algunos de los países con fam a de m ás " dem ocrát icos" en verdaderos est ados policíacos. La elit e globalist a ha logrado, en buena m edida, robot izarnos y hacer que desconfiem os unos de ot ros para que confiem os ciegam ent e en ella, la verdadera aut ora de nuest ros m ales, debido a que su riqueza y su poder t ransform a a sus int egrant es en ciudadanos de un prest igio irreprochable e int achable, m erced a nuest ra ceguera. La elit e se conviert e en casi una garant ía de confianza. Si eso no es est ar durm iendo con el enem igo, es difícil saber qué puede serlo. Paradój icam ent e, en un m undo en el que cada vez hay m ás y m ás inform ación de t odo t ipo y al inst ant e, lo que se logra es que haya un apreciable grado de confusión dado que no es fácil seleccionar lo que realm ent e m erece ser t enido en cuent a y aquello que es sólo pasat iem po, desinform ación o engaño. La elit e ha logrado que a t ravés de los principales m edios de com unicación int ernacionales y de las propias agencias int ernacionales de not icias —colm adas de agent es de int eligencia disfrazados de periodist as y cronist as— se dest ruyan conexiones, se suprim an relaciones causales y se aíslen hechos que en realidad est án m uy ent relazados unos con ot ros. Se t rat aría, ent onces, nada m enos que de la difusión de los sim ulacros y sim ulaciones, 3 ent ronizados com o la realidad, para 3

Leer cuidadosam ent e Sim ulacro y sim ulación, de Jean Baudrillard ( Galilée, 1981) . En esa m onum ent al obra post ula, ent r e ot ras cuest iones, que el poder polít ico, el m undo bipolar y la propia " realidad" m ur ieron con el asesinat o de Kennedy. Todo el caso Wat ergat e no fue m ás que una sim ulación para m ost rar al público que ex ist e una " ley" que en realidad no es m ás que un sim ulacr o de ley, y que la guerra de Viet nam fue ganada por los Est ados Unidos porque logró sus dos obj et ivos cent rales: asim ilar a China al sist em a de " coexist encia pacífica" , al cual y a había sido asim ilada la Unión Sov iét ica, y encolum nar t oda la oposición viet nam it a ant inort eam ericana en el ej ér cit o com unist a de Viet nam del Nort e, cont rolando los focos ant inor t eam ericanos de grupos rebeldes m ediant e su incorporación al ej ércit o de línea de Hanoi, liderado por Ho Chi Minh. Para Baudrillard el sim ulacro y la sim ulación im peran hoy y han t om ado el lugar de lo real, precediéndolo y convirt iéndose en " lo real" , cuest ión que ha dado lugar al ingr eso del m undo en una m uy peligrosa " hiperr ealidad" , un espacio puram ent e virt ual que v ivim os com o real. Las guerras, para Baudr illard, han dej ado de ser r eales par a conv ert irse en hiperr eales, y se desarrollan en un hiper espacio, por m ás m uert os que haya y bom bas que explot en. Baudrillard encuent ra en est e hecho el sent ido de la frase de George Orwell: la guerra es la paz. Ese

312

consum o m asivo, cuando la m ism a se m ant iene incognoscible para una vast ísim a proporción de la población, aunque paradój icam ent e, las m asas y las clases m edias creen saber lo que ocurre en el m undo. Es por eso —y no por el hecho de que aquí seam os una especie de " oráculo" — que la inform ación que el lect or ha leído en est a obra puede result arle t an im pact ant e, asom brosa y cont rovert ida cuando en realidad no debiera result arle así. Lam ent ablem ent e, en el m undo m oderno, est am os t odos som et idos a la verdadera " droga" que result an los m edios de com unicación. La peor de t odas es la t elevisión, en la cual el nivel general —no sólo de la inform ación— es cada día peor, m asificant e y decadent e, sino que por el m ero hecho de est ar encendida ya de por sí ej erce un nefast o efect o hipnot izant e, aun cuando sim plem ent e suene su " palabrerío de fondo" . No nos engañem os ent onces: el deseo de la elit e es fort alecer y agrandar lo m ás posible la m at rix t riangular que nos encierra y gobierna. En ese afán de dom inio y cont rol no se han ret aceado m edios, em pleando incluso el " t errorism o" a fin de generar excusas para invadir países, quit ar derechos civiles y fort alecer el dólar y los m ercados financieros est adounidenses, ent re ot ras cosas. Sin em bargo, a m edida que el t riángulo se " est ira" ya abarca cada vez m ás países y regiones del planet a, t am bién se debilit a, en vez de fort alecerse. Es por eso que en la act ualidad vem os algunos de los peores " m anot azos de ahogado" de la elit e ant e el previsible fin de la era del pet róleo y del dólar. No sabem os aún a ciencia ciert a ni cuándo ni cóm o la m at rix va a aut odest ruirse, pero la probabilidad de que ello no ocurra es m uy baj a. Ya hay evident es signos de resquebraj am ient o en las t res paredes del t riángulo que operan com o cárcel de nuest ras m ent es. 4 Por un lado, el aum ent o del déficit ext erno de los Est ados Unidos y su consecuent e posición deudora net a del ext erior conviert e al dólar en una m oneda peligrosa, aunque una vast a m ayoría del m undo aún no lo adviert a. La posibilidad de una crisis económ ica y financiera global va en aum ent o año t ras año, y la m ism a podría hacer añicos a la m at rix. Por ot ro lado, el florecim ient o de I nt ernet com unicación

debilit a crecient em ent e a los m edios de

int ernacionales considerados ant es com o m ás " prest igiosos"

y

" serios" , que se han revelado últ im am ent e com o t ít eres y m onigot es de la elit e globalist a, la cual incluso cont rola las agencias de not icias. Ello puede conducir —de hecho ya lo est á haciendo— a un crecient e escept icism o respect o de la inform ación hiper espacio y esa hiperrealidad est án cont rolados por el capit al, que no est á suj et o a ningún " cont rat o social" . Esa hiperrealidad, om nipresent e, est á com puest a de sim ulacr os y sim ulaciones, generados a part ir de disposit ivos y m at r ices desde, al m enos, el inicio de los años ochent a. 4

Si Baudr illard t iene razón, creem os que nuest ra m at rix en realidad sería un t et raedro, un espacio t et radim ensional, una pirám ide de t r es lados y una base t r iangular , cuyos vér t ices serían el poder polít ico, el poder económ ico, los m edios de com unicación y las sociedades secret as y sem isecret as o " discret as" , separadas com o fact or de poder de los ot r os t res, aunque sus int egrant es se hubier an infilt rado en ellos. A fines de sim plificar la cuest ión, aquí la hem os reducido a un sim ple t riángulo, con las sociedades secr et as y sem isecret as o " discret as" const it uyendo par t e de los t res poderes.

313

que se disem ina en los m edios de com unicación, lo que t am bién debilit a a la m at rix. Finalm ent e, la propia realidad polít ica de los Est ados Unidos hace que el descont ent o popular

en

ese país t ant o hacia republicanos com o hacia los

dem ócrat as —verdaderos socios— vaya en aum ent o. Hacia m ediados de 2007 am bos

part idos

han

discut ido

sólo

t ecnicism os

ínfim os

sobre

varias

leyes

claram ent e violat orias de cualquier principio dem ocrát ico y republicano, com o qué vej ación debe considerarse " t ort ura" y cuál no ent re las m uchas aplicadas a fin de arrancar confesiones a prisioneros. Am bos part idos han aprobado la parodia de " guerra cont ra el t errorism o" que el m undo padece y aprobaron que el nuevo m esías negro, George W. Bush, pueda dict ar norm as secret as para t rat ar a prisioneros acusados de t errorism o, aunque no exist an pruebas de ello. 5 Por si aún queda alguna duda acerca de que en los Est ados Unidos sólo se vive una parodia de dem ocracia y que no son una república, bast a con dedicarle cinco m inut os al New York Tim es del 29 de sept iem bre de 2006, donde se publicó un art ículo t it ulado " Senat e, 100- 0, Approves Budget for Pent agon" , en el cual se com ent a cóm o luego de un m ínim o debat e de unas horas el m esías negro George W. Bush logró aprobar un presupuest o de 507.000 m illones para que los Est ados Unidos pudieran seguir con las act uales guerras de rapiña, y encarar fut uras. El hecho im plica un aum ent o de nada m enos que de 70.000 m illones de dólares de un año a ot ro. Sólo en I rak los Est ados Unidos ya han gast ado cerca de 400.000 m illones de dólares en los t res prim eros años de invasión, en una guerra que no est á diseñada para ser ganada ni para ser perdida, sino sim plem ent e, para perm anecer en el país a fin de favorecer los int ereses de las indust rias pet roleras, de los fabricant es de arm am ent os, y de los bancos que las financian. Es por eso que en I rak hay at ent ados t odos los días con decenas de m uert os, casi siem pre iraquíes. Esos at ent ados favorecen la presencia de los Est ados Unidos en la región. Si el lect or leyó con at ención, deducirá m uy fácilm ent e quiénes son los que en realidad facilit an y planifican el est ado generalizado de violencia en I rak, que ni siquiera el ex agent e de int eligencia naval devenido " periodist a est rella" , prem io Pulit zer, edit or del sim ulacro de diario que es el Washingt on Post y gran encubridor del " affaire Wat ergat e" , Bob Woodward, se at reve a señalar en su últ im o libro St at e of Denial, en el que baj o un aparent e at aque a la polít ica de Bush en I rak, favorece y alient a que los Est ados Unidos envíe m ás t ropas y m ás arm as a la región. Y el Senado, aprueba por cien a cero el aum ent o del presupuest o para esa parodia de guerra. Ahora, si est am os en condiciones de saber t odo est o desde m uy lej os de los Est ados Unidos, y sim ult áneam ent e a cuando ocurre, si la sit uación financiera y económ ica nort eam ericana no da para m ucho m ás, si el dólar es sim plem ent e un 5

Véase " Pr esident t o Define Prisoner Abuse in Agreem ent wit h Senat ors" , del 22 de sept iem br e de 2006 en, www .bloom berg.com o " Le Congres legalise le Program m e Sécret de la CI A" , del 23 de sept iem bre de 2006 en www.lefigaro.com .

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papel pint ado de verde con una pirám ide dibuj ada por ser em blem a de la sociedad secret a que cont ribuyó al propio origen de los Est ados Unidos, si la propia población nort eam ericana se t om a cada vez m enos en serio a sus polít icos y a sus part idos, si am bos candidat os en las elecciones presidenciales de 2004 pert enecen a la sociedad secret a de Skull & Bones ( Calavera y Huesos) , ent onces hay que concluir que la propia m at rix se est á convirt iendo en una parodia de sí m ism a. Est o m arca su debilit am ient o y la probabilidad de su m ism o colapso. Pero que el dest ino m arque la im posibilidad de que la elit e globalist a y su m at rix

cont inúen

para

siem pre

en

su

form at o

act ual, 6

no

quiere

decir

necesariam ent e que los cam bios ocurran m uy rápido. Más bien puede ocurrir lo cont rario, lam ent ablem ent e. No hay que olvidar que aún siguen vigent es, para los Est ados Unidos, los concept os expresados por Henry Kissinger en el llam ado " Mem orandum 200" del Consej o Nacional de Seguridad del 24 de abril de 1974, por m edio del cual oficialm ent e ese organism o expresaba: La despoblación debería ser la principal polít ica a seguir para con los países del Tercer Mundo 7 ( ...) porque la econom ía [ nort eam ericana] requerirá de crecient es cant idades de recursos m inerales ubicados principalm ent e en el Tercer Mundo. Por lo t ant o, cuant o m ás t arde se ent ere la gent e com ún y corrient e de las cuest iones m encionadas en est e libro y en Hit ler ganó la guerra, y de los m uchos libros y art ículos que cit am os en la bibliografía, es probable que los cam bios — necesarios y saludables— ocurran m ás bien t arde que t em prano. Apelam os ent onces a la responsabilidad

del lect or.

Conocem os por

experiencia propia que est a clase de t em as despiert an prim ero curiosidad, luego int erés, post eriorm ent e asom bro, y finalm ent e espant o, que cont ribuye a que m uchas veces se adopt e una act it ud de resignación. En m uchas ot ras ocasiones, en cam bio, cuando se concluye la lect ura de est e t ipo de libros, m uchos lect ores int ent an " hacer com o que no los han leído" , adopt an una act it ud perversa: act úan un " com o si" est o no se hubiera leído. En am bos casos —resignación o perversión— el lect or que caiga en t ales sit uaciones se t ransform aría aut om át icam ent e en corresponsable de los propios acont ecim ient os que él m ism o repudia al leerlos. Es ciert o que nada " act ivo" puede hacer por evit arlos, pero t am bién es ciert o que el propio lect or puede cont ribuir al colapso de la m at rix si m enciona lo 6

En t ér m inos est r ict am ent e " geom ét r icos" , podría decirse que una globalización t ot al —y por ende, la m et a m ilenaria de las sociedades secr et as— es una quim era im posible, por la sencilla razón de que un t riángulo de superficie infinit a ( o un t et raedr o de volum en infinit o) no const it uye m ás un t riángulo ( o un t et raedro) , por que en t al caso no exist e el " afuera" , con lo que desaparecen sus vért ices, o sea, los poderes. 7

Véase " Kissinger , kissingereugenics.ht m .

Eugenics

and

Depopulat ion"

en

ht t p: / / www.r ense.com / general

59/

315

que ha leído a conocidos y no conocidos, si no lo olvida, si dej a la " droga barat a" de los m edios int ernacionales de com unicación. Ésa es la m ej or form a en la cual el lect or puede cuidar los int ereses de su núcleo fam iliar que en t eoría t odo el m undo quiere defender, pero que en la práct ica la gent e, con su act it ud pasiva frent e al conocim ient o —y al propio t ranscurrir— de los hechos, favorece la disolución de los vínculos fam iliares y personales, que t ant o pret ende cuidar. Si el lect or llegó hast a est e punt o es porque ha digerido la píldora roj a que Morpheus dio a Neo. Ello no dej a de t ener consecuencias, y lo advert im os claram ent e en el inicio de est e largo viaj e por la m at rix. " Todo lo que com ienza debe t ener u n final" , es el lem a general de la t rilogía cinem at ográfica Mat rix, divert im ent o j uvenil pero, t am bién, m uy buena alegoría de la act ualidad. De lo que no pueden quedar dudas es que no es lo m ism o que probem os el t rago am argo de la dest rucción de la m at rix m ás bien rápido, pero nos liberem os de ella rum bo a un orden económ ico y social m ás j ust o, m enos opresivo y m ucho m ás aliviant e, o que nos resignem os o " hagam os de cuent a que" nada hem os leído. ¿Por qué? Porque, com o bien decía John Maynard Keynes, cuando inst ando a la acción, se le sugería en cam bio esperar y dej ar que el propio m ercado solucionara la crisis de los años t reint a: En el largo plazo, est am os t odos m uert os. Sus hij os y sus niet os t am bién.

W ALTER GUSTAVO GRAZI ANO Buenos Aires, 23 de j ulio de 2007

El aut or recibe com ent arios en walt er@walt ergraziano.com y walt er@walt ergraziano.com .ar

316

Che sarà, sarà. Ant iguo proverbio napolit ano que significa " lo que será, será" .

M ATRI X ( en pant alla de com put ación) : Llam ada recibida... N EO ( llam ando desde una cabina t elefónica) : Sé que est án allá afuera. M ATRI X : ADVERTENCI A: ANOMALÍ A EN EL TRANSMI SOR N EO : Lo S puedo sent ir ahora. M ATRI X :

PROGRAMA DE UBI CACI ÓN DEL TRANSMI SOR:

EJECUTANDO... N EO : Sé que t ienen m iedo. Nos t ienen m iedo a nosot ros. Tienen m iedo al cam bio... M ATRI X : FALLA EN EL SI STEMA. N EO : No sé qué depara el fut uro. No vine aquí a decirles cóm o va a t erm inar est o. Vine aquí a decirles cóm o va a em pezar est o... M ATRI X : FALLA EN EL SI STEMA. N EO : Voy a colgar el t eléfono y le voy a m ost rar a la gent e lo que ust edes no quieren que vean. Les voy a enseñar un m undo... sin ust edes. M ATRI X : FALLA EN EL SI STEMA. N EO : Un m undo sin reglas ni cont roles, sin front eras ni lím it es. Un m undo donde t odo es posible... M ATRI X : FALLA EN EL SI STEMA. Neo: Adónde vam os después... es una elección que deben hacer ust edes... M ATRI X : FALLA EN EL SI STEMA. Final de la escena 37 —penúlt im a— de Mat rix

En una época de engaño universal, decir la verdad es revolucionario. George Orwell, 1984

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En un m undo que no nos quiere m ás, m i cant o libre eres t ú. Y la inm ensidad se abre en t orno a nosot ros. Más allá del lím it e de t us oj os, nace el sent im ient o, nace en m edio del llant o y se alza alt ísim o, y va... Y vuela sobre las acusaciones de la gent e, a t odos sus rast ros indiferent e, provist o de u n respiro de am or, de verdadero am or. En un m undo que prisionero es, libres respirábam os t ú y yo, pero la verdad, clara brilla hoy y nít ida su m úsica sonó. Nuevas sensaciones, nuevas em ociones, se expresan ya purísim as en t i. El velo del fant asm a del pasado, cayendo dej a el cuadro inm aculado, y se alza u n vient o t ím ido de am or, de verdadero am or. De I l m io cant o libero, canción de Lucio Bat t ist i y Mogol, 1972.

( Gracias, Let t y)

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Índice Prólogo: La decadencia ................................................................................. 6 1. El present e: dom inio a t ravés de dólares y pet róleo ..................................... La lección que la hist oria oficial ocult a ........................................................ Crónica de una m uert e anunciada.............................................................. El pet róleo ............................................................................................. Sociedades secret as com o m et odología de poder ......................................... Hit lerism o sin Hit ler ................................................................................. Bibliografía.............................................................................................

15 17 20 24 30 33 35

2. Terrorism o: el nuevo " enem igo" ................................................................ ¿Dónde est á Osam a bin Laden?................................................................. Al Zarqawi, el am igo del Pent ágono ........................................................... Los at ent ados del 11 de m arzo de 2004 en Madrid ....................................... La m asacre de Beslan favorece la reelección de Bush ................................... Los at ent ados de Londres de j ulio de 2005: los t errorist as favorecen a Blair y Bush .................................................. Hezbollah y las int ervenciones de I srael en El Líbano .................................... Brigadas Roj as: t errorism o a la it aliana ...................................................... El caso Lusit ania ..................................................................................... Pearl Harbour ......................................................................................... La Revolución I nglesa en Francia ............................................................... La " Herm andad Musulm ana" ..................................................................... Bibliografía.............................................................................................

41 43 50 53 59 63 72 76 80 84 86 93 97

3. La "Cort ina de Hum o" : el enem igo ant erior ................................................ 108 Dólar versus rublo .................................................................................. 110 El com ienzo del fin ................................................................................. 112 El papel de Andropov y Gorbachev ............................................................ 118 La t raición ............................................................................................. 125 Los hidrocarburos rusos en los bolsillos anglo- nort eam ericanos..................... 126 Put in y la KGB ( hoy FSB) : de guardianes del com unism o ruso a adalides del capit alism o anglosaj ón .................................................................. 128 Trot sky, el agent e de los banqueros, y el inicio de la Unión Soviét ica ............. 133 Gran Bret aña vuelve a enfrent ar a Rusia y a Alem ania................................. 139 Un agent e doble llam ado José St alin ......................................................... 142 Bibliografía............................................................................................ 144 4. Kennedy, Lincoln y ot ros, o cuando el enem igo es int erno ........................... 148 Wat ergat e: el " gran invent o" para expulsar a Nixon .................................... 151 El asesinat o de Kennedy y la hist oria de un libro......................................... 155 La ext raña m uert e de Warren Harding....................................................... 165 Pat rón Oro, el asesinat o de McKinley y el ascenso de Theodore Roosevelt ...... 167 Veloz part ida al ot ro m undo del president e Garfield ..................................... 172 Mat an a Lincoln y el Sur gana la guerra ..................................................... 174 La m uert e de Zachary Taylor: un enigm a de 141 años................................. 181 Debut y despedida del president e William Harrison ..................................... 183 La dependencia de la I ndependencia Nort eam ericana .................................. 184 Bibliografía............................................................................................ 191

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5. El Vat icano: de enem igo et erno a socio ..................................................... 196 Joseph Rat zinger ( Benedict o XVI ) : el Papa de Bush ..................................... 198 Juan Pablo I I : el Papa de Ronald Reagan y Bush padre ................................ 202 " Por alguna griet a, el hum o de Sat anás..." ................................................. 206 Caballeros de Malt a ................................................................................ 211 Nada nuevo baj o el Sol ........................................................................... 213 Un concubinat o de larga dat a................................................................... 215 Bibliografía............................................................................................ 219 6. Sepult ando al enem igo ........................................................................... 224 Un perfect o desconocido llam ado Adolfo Hit ler ............................................ 226 Mit os y realidades de la Segunda Guerra Mundial........................................ 236 El j uicio a Saddam Hussein ...................................................................... 246 ¿Qué es lo que en realidad habría ocurrido el 11 de sept iem bre de 2001? ...... 251 Bibliografía............................................................................................ 261 7. El final de la globalización ....................................................................... 267 El Treint a .............................................................................................. 269 Las dos fases iniciales del im perialism o nort eam ericano: 1945- 1970 y 1971- 2001 ............................................. 272 La globalización frent e al vacío ................................................................. 276 ¿Cóm o se generó la sit uación act ual? ........................................................ 280 Art ilugios y art ificios ............................................................................... 285 ¿Y ent onces, qué? La clave surgió en I rak .................................................. 292 La econom ía del fut uro ........................................................................... 298 La Guerra y la Paz .................................................................................. 302 Bibliografía............................................................................................ 303 Final abiert o: La Mat rix .............................................................................. 307

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