Moralia XII - Tratados Antiepicureos

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PLUTARCO

OBRAS MORALES Y DE COSTUMBRES (MORALIA) XII TRATADOS ANTIEPICÚREOS

INTRODUCCIONES, TRADUCCIÓN Y NOTAS DE

JUAN FRANCISCO M ARTO S M ONTIEL

fk EDITORIAL GREDOS

BIBLIOTECA CLÁSICA GREDOS, 323

Asesor para la sección griega: C a r l o s

G a r c ía G v a l.

Según las normas de Ia B. C. G., la traducción de este volumen ha sido revisada por C arlos G arcía Gu al .

©

EDITORIAL GREDOS, S. A. Sánchez Pacheco, 85, Madrid, 2004. www. editoria ¡gredos.com

Depósito Legal: M. 21076-2004. ISBN 84-249-1601-8. Obra completa. ISBN 84-249-2714-1. Tomo XIL Impreso en España. Printed in Spain. Gráficas Cóndor, S. A. Esteban Terradas, 12. Polígono Industrial. Leganés (Madrid), 2004. Encuademación Ramos.

INTRODUCCIÓN

1. Plutarco y el epicureismo En la historia de la recepción de la filosofía epicúrea, Plu­ tarco ha jugado un papel ciertamente paradójico. Por un lado, desde el siglo xv, en que se recuperan textos fundamentales para la comprensión del epicureismo como el poema De re­ rum natura de Lucrecio, la biografía de Diógenes Laercio o los escritos filosóficos de Cicerón, pero sobre todo desde el XVII, con la obra de Pierre Gassendi, que inaugura una nue­ va etapa de los estudios epicúreos Plutarco se convierte en una verdadera mina de la que los estudiosos van extrayendo paulatinamente numerosas citas, referencias, alusiones y pa­ sajes paralelos que ayudan a entender y profundizar en el pensamiento de Epicuro2. Por otro lado, sin embargo, el pro­ pio Plutarco, por más que recoja algunos aspectos de la habitual polémica antiepicúrea de la Antigüedad en su con­ dena de Epicuro, a quien acusa principalmente de falta de fe 1 Vid. E. G a r i n , «Ricerche sull’epicureismo del Quattrocento», en Epicurea in memoriam Hectoris Bignone, Génova, 1959, págs. 217-231, y C. G a r c ía G u a l , Epicuro, Madrid, 1981, págs. 252 ss. 2 Cf. H. U s e n e r , Epicurea, Leipzig, 1887, pág. LXIV: «Praeter secta­ tores et Laertium testimonia de Epicuro magis locupletia et copiosa non sunt quam M. Tulli Ciceronis et Plutarchi».

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TRA TADO S ANTIEPICÚREOS

en la providencia divina, de irreligiosidad y de inmoralidad, contribuyó en buena medida a la formación y difusión de las acusaciones que desde finales de la Antigüedad y durante todo el Medioevo fueron tradicíonalmente dirigidas contra Epicuro, desde Clemente de Alejandría, que repite las mis­ mas acusaciones de Plutarco, cuya obra conocía bien (aun­ que nunca lo cite como fuente)3, hasta Teodoro Metoquita, quien a comienzos del siglo xrv se adhiere plenamente y de forma explícita a la condena del Queronense4. En general, Plutarco, como buen platónico que era, es­ taba obligado a oponerse con fuerza al materialismo de la doctrina epicúrea, que encuentra en la materia y el azar las claves para una interpretación coherente y totalizadora del universo, enarbolando un idealismo dualista y finalista para 3 Cf. K . Z ie g l e r , Plutarco, ed. italiana [trad, por M.a R. Z a n g a n Ridel libro Plutarchos von Chaironeia (Stuttgart, 1949), Brescia, 1965, pág. 374. Para C l e m e n t e d e A l e j a n d r í a , Slrom. 1 1 ,2 ; 50, 6; 52, 4, etc., los epicúreos son unos ateos inmorales que suprimen !a providen­ cia divina y divinizan el placer. Sobre la presencia del epicureismo en la obra de Clemente, vid. A. D e s s i , «Eiementi epicurei in Clemente Alessandrino. Alcune considerazioni», Athenaeum 60 (Î982), 402-435. 4 En su ensayo «Sobre Plutarco» (cap. 71 de su M iscellanea philosop­ hica et historica, págs. 463-481 en la edición de M. C. G . M ü l l e r -M. T. K ie s s l i n g , Leipzig, 1821), algunas de cuyas páginas, en especial las dedi­ cadas a la crítica plutarquea del epicureismo (págs. 468-471), parecen re­ flejar una lectura directa de la obra de Plutarco, y en concreto del tratado Non posse suaviter vivi secundum Epicurum, que el Metoquita conoció probablemente a través de la edición planudea de 1296, sobre la que ha­ blaremos más adelante: vid. L. T a r t a g l í a , «II Saggio su Plutarco di Teodoro Metochita», en Ταλαρίσκος. Studia Graeca A. Garzya sexage­ nario a discipulis oblata, Nápoles, 1987, págs. 339-362, y F. J. O r t o l à S a l a s , «Plutarco, educador de bizantinos: de Agatías Escolástico a Teo­ doro Metoquita», en J. G . M o n t e s -M . S á n c h h z -R . J. G a l l é (eds.), Plu­ tarco, Dioniso y el vino. A ctas del Vf Simposio Español sobre Plutarco (Cádiz, 14-16 de mayo de 1998), Madrid, 1999, págs. 349-357, en pág. 355. n a l d i n i ],

IN T R O D U C C IÓ N

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el cual el alma, de esencia divina, es infinitamente superior a la materia. No es de extrañar, por tanto, la frecuente ex­ presión de los sentimientos antiepicúreos del Queronense en bastantes de sus obras (principalmente en sus escritos polé­ micos contra esta escuela, sobre los que hablaremos en se­ guida, pero también en muchos otros tratados de los Moralia y en algunas de sus Vidasj5, y por consiguiente la conserva­ ción en ellas de numerosas referencias a las doctrinas y es­ critos del propio Epicuro y de varios de sus seguidores. Como es sabido, el epicureismo era una filosofía plena­ mente vigente en la época de Plutarco: los propios tratados antiepicúreos de éste, así como otras refutaciones escritas contemporáneamente, por ejemplo la de Epicteto, son buena prueba de la continuidad y vitalidad de la escuela entre fina­ les del siglo i y comienzos del a 6. Testimonio de ello son también los diversos amigos epicúreos que tuvo Plutarco7, mencionados en distintos lugares de los Moralia y tratados en general con corrección y a veces incluso con cierta sim­ patía: Boeto, amigo de los días de estudiante de Plutarco 5 Una relación completa y detallada de todas las obras en las que Plu­ tarco ataca al epicureismo puede verse en J. B o u l o g n e , Plutarque e t l ’