Migracion De Retorno En America Latina

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Migración de retorno en América Latina Una visión multidisciplinaria

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA Dr. Juan Eulogio Guerra Liera Rector Mc. Ilda Elizabeth Moreno Rojas Directora de Editorial Dr. César Ramón Aguilar Soto Director de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas

Erika Cecilia Montoya Zavala Miriam Nava Zazueta (coordinadoras)

Migración de retorno en América Latina Una visión multidisciplinaria

Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas Universidad Autónoma de Sinaloa Juan Pablos Editor México, 2015

Migración de retorno en América Latina : una visión multidisciplinaria / Erika Cecilia Montoya Zavala y Miriam Nava Zazueta, coordinadoras. - - México : Universidad Autónoma de Sinaloa : Juan Pablos Editor, 2015

1a. edición



399 p. : ilustraciones ; 14 x 21 cm



ISBN: 978-607-711-331-7

T. 1. Trabajadores migratorios - Condiciones sociales triación T. 3. Emigración e inmigración

T. 2. RepaJV6217 M54

Migración de retorno en América Latina. Una visión multidisciplinaria de Erika Cecilia Montoya Zavala y Miriam Nava Zazueta (coordinadoras) Primera edición, 2015 D.R. © 2015 Erika Cecilia Montoya Zavala y Miriam Nava Zazueta (coordinadoras) D.R. © 2015 Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas Universidad Autónoma de Sinaloa Prol. Josefa Ortiz de Domínguez s/n, Ciudad Universitaria Culiacán, Sinaloa, 80040 D.R. © 2015 Juan Pablos Editor, S.A. 2a. Cerrada de Belisario Domínguez 19, Col. del Carmen, Del. Coyoacán, México, 04100, D.F.

Dibujo de portada: Sabrina Gutiérrez Beltrán Diseño de portada: Daniel Domínguez Michael ISBN 978-607-711-331-7 Impreso en México Reservados los derechos Juan Pablos Editor es miembro de la Alianza de Editoriales Mexicanas Independientes (AEMI) Distribución: TintaRoja

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Introducción general Erika Cecilia Montoya Zavala Anna O’Leary Ochoa

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EXPLICACIONES TEÓRICAS DEL RETORNO

Ilusión del retorno y construcción social de la identidad del migrante Guillermo Ibarra Escobar y Tania E. Ceballos Álvarez21 La espacialidad del migrante internacional. El espacio social transnacional y la trialéctica espacial de Lefebvre y Soja Adriana Moreno Martínez y Guillermo Ibarra Escobar53 Migración de retorno: una interpretación teórica y conceptual frente a las cifras de migrantes retornados de Estados Unidos a México Martha Cecilia Herrera García y Erika Cecilia Montoya Zavala75 [7]

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MIGRANTES DE RETORNO Y SU INSERCIÓN ECONÓMICA La inserción laboral de los migrantes de retorno en Brasil, Ecuador y México: una aproximación a partir de los microdatos censales de 2010 Fortino Vela Peón y Gabriela Cabezas Gálvez109 Jóvenes migrantes de retorno e incorporación al mercado de trabajo. El caso de los profesores de inglés en Sinaloa Blas Valenzuela Camacho y Ashley Kamille Medina151 Migrantes retornados y emprendedores en Colombia Luis Miguel Tovar Cuevas y María Teresa Victoria Paredes181 MIGRANTES DE RETORNO Y SU INSERCIÓN SOCIAL Y POLÍTICA Familias retornadas de Estados Unidos y su reintegración a la Zona Metropolitana de Guadalajara Marcela Alejandra Ortiz Rangel209 Derecho a la reintegración de los migrantes de retorno en México Jorge Ibarra Martínez249 MIGRACIÓN DE RETORNO Y EDUCACIÓN Retorno educativo. Jóvenes universitarios de regreso a México Erika Cecilia Montoya Zavala y Martha Cecilia Herrera García277

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Percepción del estudio frente a la empleabilidad en Estados Unidos en hogares transfronterizos en la frontera norte en México José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez, Víctor Hugo Rentería y David Rocha Romero301 MIGRACIÓN INTERNA E INMIGRACIÓN

Migración interna y de retorno hacia Tijuana: la necesidad de programas y políticas públicas para la inserción laboral Ernesto Sánchez Sánchez335 Inmigrantes en el Centro Histórico de Mazatlán: difusión del arte visual y modificación del espacio urbano. El caso del Art Walk Miriam Nava Zazueta365

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INTRODUCCIÓN GENERAL

Hablar de migración de retorno es referirse a una parte del proceso migratorio, entendida la migración como un proceso de desplazamientos de personas, de ida y de regreso, enmar­ cados en contextos históricos, sociales, culturales, económicos, familiares, personales, espaciales y transnacionales. Mestries (2013) define la migración de retorno como una reintegración permanente en la nación de origen después de estar ausente por un periodo prolongado. Puede ser un retorno voluntario o forzoso, el que viene con la deportación. La migración de retorno se distingue de los patrones cíclicos, donde el retorno es temporal. También señala que el número de migrantes de retorno puede incluir a niños estado­ unidenses cuyos padres están regresando a su país de origen (Mestries, 2013). Esa parte del proceso migratorio, el retorno, se ha incrementado en los últimos años a cifras históricas, es por eso que enfocamos este libro a su análisis, su comprensión y sus efectos. No hay duda de que la migración de retorno está motivada por múltiples factores (Alonso, 2012). En este libro se mencionan dos aspectos importantes que impulsaron este retorno de migrantes desde Estados Unidos: por una parte, se afirma que la crisis económica de Estados Unidos en 2008 incentivó la migración de retorno no sólo de mexicanos, sino también de colombianos y brasileños, a quienes el efecto de la crisis les dificultó o anuló las oportunidades de trabajo en [11]

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Estados Unidos, les permitió tener una visión optimista de su lugar de origen y los motivó a regresar. Sin embargo, en la publicación de Rendall y sus colegas (Rendall, Brownell y Kups, 2011) se examina la afirmación de que la migración de retorno aumentó sustancialmente en respuesta a la recesión de 2008-2009 en Estados Unidos y la posterior crisis financiera mundial. En el análisis de diver­ sas fuentes de datos sobre la migración, los resultados indican que la migración de retorno disminuyó en el grupo de hombres migrantes entre 18 y 40 años de edad y los que no cuentan con educación universitaria; asimismo, se produjo una disminución real de la migración de retorno en el cuarto trimestre de 2008, inmediatamente después de la crisis financiera mundial. Los resultados son consistentes con lo que se ha sabido sobre la migración de retorno después de las recesiones estadounidenses de las décadas de 1970, 1980 y 1990. Los resultados también son consistentes con los estudios de los patrones de migración de retorno en Europa a raíz de la recesión mundial. Por otra parte, el endurecimiento de las políticas migrato­ rias en Estados Unidos ha dificultado la vida social, laboral y educativa de los migrantes indocumentados, y las iniciativas de las leyes migratorias van encaminadas a repeler la entrada y la permanencia de los inmigrantes en ese país, aspectos que también han motivado el retorno hacia América Latina (Arriola Vega, 2014). En el desarrollo de este libro podemos encontrar cinco vertientes del análisis de la migración de retorno: el análisis teórico, la reinserción económica en las comunidades de origen, la reinserción social y política, la relación del re­ torno con objetivos educativos en el nivel universidad y la migración interna e inmigración de extranjeros. La primera parte se enfoca en explicar teóricamente el retorno. Se analiza la construcción de la idea y la añoranza de retornar, el cómo los migrantes lo construyen en su mente con base en recuerdos de su lugar de origen y sus experiencias vividas,

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para después decidir concretarlo o seguir soñando con el retorno por un tiempo más, o por toda la vida. Asimismo, se analiza cómo se construye un tercer espacio entre las comunidades que envuelven al migrante. Los flujos materiales, las instituciones y los ambientes culturales, así como las ideas, sueños y añoranzas flotan en un ambiente transnacio­ nal que sobrepasa las fronteras y los límites de los estados. Los migrantes y sus mundos contribuyen en la construcción de este tercer espacio, donde pueden moverse físicamente o influir en la distancia sobre ellos de manera económica, po­ lítica, social y cultural. Por otra parte, se describen y analizan las teorías de la migración internacional para explicar las causas y el comportamiento del retorno. Fijar el estudio en los contextos re­ gionales, históricos y particulares de las migraciones es la manera apropiada de lograr explicaciones más certeras en este fenómeno. Por ejemplo, en el estudio de D’Aubeterre Buznego (2012) la dinámica de salida y regreso en las regiones tradicionales de migración a Estados Unidos son útiles para comparar otras experiencias en áreas como Pahuatlán, Puebla, donde las recientes nuevas migraciones de las mujeres indígenas y mestizas fueron aceleradas en la década de 1990. Otra vertiente de discusión en este libro es la reinserción laboral de los migrantes retornados. El interés académico se encamina al análisis de las oportunidades que tienen los migrantes de desarrollarse laboralmente en sus comunidades de origen y las capacidades que trae el migrante para abrirse oportunidades laborales en el contexto de sus comunidades, en donde influyen factores como la educación. En el nivel nacional, los estados con mayor migración de retorno, como Michoacán, Guanajuato y Zacatecas, experimentaron un rápido crecimiento de la población con educación secundaria y técnica. Los resultados econométricos sugieren un efecto positivo de los que regresan y que tienen una educación superior (Mendoza, 2013). Aquí

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también se ha visto que la integración se complica con la ciu­ dadanía. En un estudio de familias retornadas (Medina y Men­ jívar, 2015) con base en entrevistas a profundidad con 13 familias de estatus mixto que regresaron a México en el perio­ do 2005-2010, se muestra cómo la ciudadanía y la condición jurídica de los distintos miembros de la familia determinan su incorporación en México. A medida que estos estatutos jurí­ dicos son moldeados tanto por el contexto de Estados Unidos en la recepción y el contexto mexicano de rentabilidad, las in­vestigadoras sostienen que los dos aspectos (la ciudadanía y la condición jurídica) están íntimamente relacionados y le dan forma a los retos que enfrentan las familias durante su incorporación a su regreso. De igual manera, se analizan el emprendedurismo y el capital social como factores que determinan su éxito en su reinserción laboral, pero también cómo el contexto económico de los lugares de llegada es un factor determinante para su inserción laboral (Massey y Espi­ nosa, 1997). Se ha señalado que los migrantes obtienen bene­ ficios con la migración a través de sus vínculos con ambos países (Prickett, Negi y Gómez, 2012). La tercera y la cuarta parte de este libro se orientan al análisis de la reinserción social, política y educativa de los migrantes. Una parte importante en el retorno son las redes sociales en las comunidades de origen, las cuales son un re­ curso indispensable durante el proceso de reintegración, ya que proporcionan apoyo en la incorporación a las dinámicas imperantes en la sociedad, además de constituir un soporte emocional importante. De hecho, la muestra tomada por Arriola Vega (2014) indicó que la mayoría de los inmigrantes de Campeche en el periodo 2007-2008 regresaron por la fuerza de los lazos familiares. Además, otro estudio encontró que entre los inmigrantes mexicanos en Dallas que tenían conexiones con su comunidad de origen en México era más palpable la intención de regresar a México que para aquellos sin conexiones sociales. Por el contrario, los que tienen co­ nexiones en la comunidad de destino en Estados Unidos

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tienen más probabilidades de permanecer en ese país que los que no cuentan con este tipo de conexiones (Ravuri, 2014). Asimismo, se estudia el retorno y su relación con la edu­ cación. Se analiza el retorno por causas educativas, debido a las políticas migratorias que dificultan la vida educativa en el nivel universitario, y la falta de reformas migratorias que tomen en cuenta a las familias mixtas o jóvenes que han vivido la mayor parte de su vida en Estados Unidos. Y por úl­ timo, se estudia la migración interna y la migración de ex­ tranjeros en México, retomando sus aportes y sus efectos en el contexto laboral y espacial. Podemos decir que los mi­ grantes construyen un entorno, una atmósfera en su espacio de acuerdo con su cultura, sus necesidades de expresión y sus necesidades materiales, las cuales son consumidas por otros y por ellos mismos, ya sea en los lugares de lle­ gada o al volver a sus comunidades de origen. De igual manera, se observa que los migrantes sobreviven a rupturas y continuidades laborales, sociales, culturales, donde los menos favorecidos y más vulnerables tienen que pasar por trabajos precarizados y estimular la formación de organizaciones y políticas públicas que los incluyan y que les permitan insertarse económica, política y socialmente tanto en sus lugares de destino como en los de tránsito y en sus contextos de retorno. Uno de los aspectos más relevantes de estos estudios es la humanización del migrante, su descripción como un indi­ vi­duo que al atravesar por un proceso migratorio experimen­ta de diferente manera los desafíos de la vida: estudiar, trabajar, socializar, hacer amigos, curar las enfermedades, cuidar la salud,1 formar y mantener una familia. Todo esto representa un mayor desafío y se desenvuelve con mayores tropiezos cuando está enmarcado en un proceso migratorio. 1  Aunque los pocos estudios hasta la fecha han sido contradictorios y no concluyentes, el estudio por Arenas et al. (2015) indica que los migrantes en Estados Unidos que regresaron a México en el periodo 20052012 tenían peor salud que los que permanecen en Estados Unidos.

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Asimismo, con estos estudios se manifiesta que las percepciones sobre los lugares de origen se distorsionan, las depresiones y enfermedades mentales se vuelven recurrentes, los mercados laborales se amplían, los referentes compa­ rativos de educación se duplican, las culturas se mezclan, el dominio de dos idiomas se explota con mayor facilidad o se reprime, todo en un marco de migración que va en varios flujos de ida, de regreso, de estadía, de permanencia, de temporalidad, de definitividad, de remigración y de volver a retornar. Erika Cecilia Montoya Zavala Anna O’Leary Ochoa BIBLIOGRAFÍA Alonso Meneses, Guillermo (2012), “Recesión económica, reflujos migratorios y violencia antiinmigrante entre México y Estados Unidos”, en Norteamérica. Revista Académica del CISAN-UNAM, vol. 7, núm. 2, julio-diciembre, pp. 221-251. Arenas, Erika; Noreen Goldman, Anne R. Pebley y Graciela Teruel (2015), “Return Migration to Mexico: Does Health Matter?”, en Demography, vol. 52, núm. 4, pp. 1868-1893. Arriola Vega, Luis Alfredo (2014), “  ‘Return Migration from the United States to Rural Areas of Campeche and Tabas­ co’/‘Migración de retorno desde Estados Unidos hacia zonas rurales de Campeche y Tabasco’  ”, en Migraciones Internacionales, vol. 7, núm. 4, julio-diciembre, pp. 101-135. D’Aubeterre Buznego, María Eugenia (2012), “Empezar de nuevo: migración femenina a Estados Unidos. Retornos y reinserción en la Sierra Norte de Puebla, México”, en Norteamérica. Revista Académica del CISAN-UNAM, vol. 7, núm. 1, enero-junio, pp. 149-180.

INTRODUCCIÓN GENERAL

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Massey, Douglas S. y Kristin E. Espinosa (1997), “What’s Driving Mexico-U.S. Migration? A Theoretical, Empirical, and Policy Analysis”, en American Journal of Sociology, vol. 102, núm. 4, enero, pp. 939-999. Medina, Dulce y Cecilia Menjívar (2015), “The Context of Return Migration: Challenges of Mixed-Status Families in Mexico’s Schools”, en Ethnic & Racial Studies, vol. 38, núm. 12, pp. 2123-2139. Mendoza Cota, Jorge Eduardo (2013), “  ‘Migración de retorno, niveles educativos y desarrollo socioeconómico regional de México’/‘Return Migration, Educational Attainment and Regional Socioeconomic Development in Mexico’  ”, en Estudios Sociales, vol. 21, núm. 42, juliodiciembre, pp. 57-85. Mestries, Francis (2013), “  ‘Los migrantes de retorno ante un futuro incierto’/‘Return Migrants in the Face of an Uncertain Future’  ”, en Sociológica, vol. 28, núm. 78, enero-abril, pp. 171-212. Prickett, Julia C.; Nalini Negi y Luis Jesús Martínez G. (2012), “Return Migration in the Transnational Context: The Case of Male Transmigrants from Petlalcingo, Mexico”, en Journal of Ethnic and Cultural Diversity in Social Work, vol. 21, núm. 1, pp. 55-73. Ravuri, Evelyn D. (2014), “Return Migration Predictors for Undocumented Mexican Immigrants Living in Dallas”, en Social Science Journal, vol. 51, núm. 1, pp. 35-43. Rendall, Michael S.; Peter Brownell y Sarah Kups (2011), “Declining Return Migration From the United States to Mexico in the Late-2000s Recession: A Research Note”, en Demography, vol. 48, núm. 3, pp. 1049-1058.

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ILUSIÓN DEL RETORNO Y CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA IDENTIDAD DEL MIGRANTE

Guillermo Ibarra Escobar Tania E. Ceballos Álvarez

INTRODUCCIÓN En años recientes se ha puesto énfasis en la investigación social que analiza a los migrantes de retorno, dando lugar a la aparición de un cuerpo de literatura en torno al ciclo inver­ so de la población en movimiento, en términos de la moti­ vación, el contexto y los medios para regresar a los lugares de origen, así como a la reinserción laboral y social que le si­ gue. En este ensayo nos enfocaremos en una faceta de la construcción de la identidad del “yo” del migrante. Uno de esos elementos es la permanente ilusión de que en algún momento de su vida va a retornar a su lugar de origen, en una especie de reconquista de un pasado que no fue exitoso pero que puede reintentarse con la experiencia y los recursos adquiridos en el destierro. Es una especie de síndrome de Odiseo (Ulises, de La Ilíada de Homero), quien siempre está pensando en regresar a Ítaca para rencontrarse con su fami­lia (aunque hay una segunda leyenda en La divina comedia, de Dante Alighieri: ya retornado comenzó a preparar de nuevo su salida y pereció sepultado en mar abierto). La condición de migrante genera una identidad múltiple a partir de permanentes reconceptualizaciones del ser y estar de la persona; de tal suerte que la relación afectiva que mantenga con su tierra de nacimiento es imprescindible, pues es una constante en la autoafirmación decidir si se regresará [21]

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o no en algún momento, hasta que sobreviene una ruptura y su desenlace. En un grupo de hombres y mujeres radica­dos en Los Ángeles, California, intentamos analizar el sen­ timien­to asociado al retorno e indagar sobre el papel que juega en sus estrategias de sobrevivencia cotidiana. EL RETORNO CONSTRUIDO CON RECUERDOS Mestries (2013) hace una síntesis de la literatura sobre el retor­ no de migrantes a su lugar de origen después de permanecer en el extranjero, el cual puede ser voluntario, inducido, circu­ lar o definitivo, este último por motivos económicos, o por añoranza por la tierra de origen. Esta decisión es una especie de “sueño mexicano” que suplanta al anterior “sueño americano” por el que abandonaron su tierra, aunque se ve limitado por “compromisos adquiridos en la sociedad receptora”, aún más cuando el migrante y su familia viven en el lugar donde laboran, ya que los hijos criados ahí se portan renuen­tes a vivir en un país más pobre y relativamente aje­ no. Las motivaciones, reconoce el autor, son una mezcla en­ treverada de factores objetivos y subjetivos. Woo (2013) considera que una perspectiva de género de este tipo de migración permite interconectar esta decisión con las relaciones familiares y la estructura social. Encontró que los hombres son más proclives a retornar de Estados Uni­ dos. En el censo de 2010 se registró que retornaron a la zona metropolitana de Guadalajara 83% de hombres y 17% de mu­ jeres. Las mujeres que no quieren regresar son las que tienen familias de primera y segunda generación en Estados Unidos, trabajan y cuentan con redes sociales, así como las mujeres sin hijos que progresan socialmente. Las que regre­ san son mujeres que aceptan la decisión del marido que tiene problemas con la ley, temerosas de ser deportadas por care­ cer de documentos o porque sus redes sociales son débiles. La decisión del hombre ya no constituye una fuerte limitan­

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te para el retorno, pues la mujer ha avanzado en su esta­tus de igualdad. En contraste, Canales (1999) considera que las dife­ rencias de la migración de retorno por género son socialmen­ te construi­das y no responden a una especie de proclividad específica del carácter masculino o femenino, pues tienen siempre, según el momento social, una significación concreta. A continuación abordaremos esta situación desde un enfoque más subjetivo, relacionado con el carácter de la persona y su identidad como migrante a partir de la construcción de su memoria, contextualizándolo en la pregunta de Cruz (2006), referida al papel de la memoria en la historia personal y colectiva: “¿Qué hacemos cuando recordamos?”. Reflexionaremos cómo el migrante puede hacer memoria de su experiencia de vida en el momento de tomar la decisión de regresar a su lugar de origen o permanecer en Esta­ dos Unidos. Cruz (2006) pretende responder en torno a la función que desempeña el recuerdo en la formación de la identidad perso­nal al formular la pregunta: ¿qué hacemos cuando re­ corda­mos? Parte de considerar que la memoria per­­mi­te re­­cu­ perar nuestras experiencias pasadas y con ello man­te­­ner la unidad de nuestra personalidad. La función de la memo­ ria es jerarquizada y tiene múltiples significados. Una primera di­ferencia se establece entre memoria voluntaria e involunta­ria, cada una de las cuales puede tener otras distinciones. En la memoria voluntaria se alojan los recuerdos que las personas, de manera consciente, pondrán en un lugar importante en la narrativa de su vida; por ejemplo, los migrantes le otorgan a las causas, motivaciones y circunstancias por las que emigraron una importancia central. La gran mayoría de los migrantes analizados en Estados Unidos otorgan esta relevancia al día en que salieron, la fecha en que cruzaron la frontera, las personas que los acompañaron y, por supuesto, los propósitos que los alentaron. De la mis­ ma manera, una madre le otorga al nacimiento de su hijo,

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conscientemente, un carácter inolvidable. La memoria involuntaria es más compleja, pues la involuntariedad de algu­nos actos de recordar tiene un efecto específico de ruptura, provoca un sobresalto en el relato que las personas construyen sobre sí mismos a lo largo del tiempo. El autor cree que a lo largo de nuestra existencia los in­ dividuos tejemos una trama o red narrativa que incorpora los diferentes sucesos que nos ocurren y que configuran la memoria de nuestra existencia; son las formas ordinarias de autoconciencia. Esta acumulación de sucesos recordados voluntaria e involuntariamente permite responder a la pregunta acerca de quiénes somos nosotros y qué sentido tiene nuestra existencia. De ordinario, la sucesión de experiencias y la elaboración del relato acerca de uno mismo marchan a consuno, de tal manera que, para el observador externo, incluso cabría hablar de una cierta alimentación recíproca. Un relato adecuado es aquel que permite ir incorporando cuanto ocurre, mientras que, por su parte, una existencia cargada de sentido es aquella en la que las cosas que nos van ocurriendo, por sorprendentes que en un primer instante puedan parecer, de inmediato encuentra su lugar en el espacio narrativo (Cruz, 2006:90).

La memoria que discurre cotidianamente se puede alterar de manera inesperada cuando ocurre algún suceso que irrumpe con una fuerte intensidad convirtiéndolo en un “acontecimiento” que puede tener un carácter traumáti­co o heroico, al sobrepasar el poder de significación que tienen otros hechos en nuestra cotidianidad y alterando momentá­ neamente el sentido que le damos a nuestra existencia. Ante ello existe la tendencia a “intentar zurcir la red” de re­ cuerdos, porque ese acontecimiento la rompe. Este nuevo suceso vivido no se deduce de lo ocurrido previamente, sino que alienta una visión retrospectiva del pasado, iluminando zonas oscuras que no se veían antes y obligándonos a reela­ borar el relato de nuestra vida, hecho con la materia prima

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de nuestros recuerdos. Al estar ante una “realidad interior” las cosas se complican aún más que cuando tratamos de re­ formar nuestro conocimiento sobre algo externo a nosotros. El autor descarta que esta experiencia interruptora de nuestra narrativa interior sea un dejá vu, es decir, un recuerdo de otro recuerdo, sino que constituye una reorientación del sen­ tido de nuestra vida. Es cierto que de cualquier suceso cabe afirmar que va per­ dien­do su fuerza inicial a través de los reiterados actos de memo­ria que lo van desactivando. Pero lo característico del acontecimiento no era sólo su intensidad o magnitud, sino el hecho de que las mismas horadaban la red del relato, im­ pugnaban la narración dominante, por medio de la cual aspi­ rábamos a la inteligibilidad de lo existente (Cruz, 2006:93).

Así, la red narrativa tiende a recomponerse de múltiples maneras, dependiendo del propósito que se busca; al final de cuentas se obtiene un relato remendado en el que se ha restablecido la coherencia, pero con una nueva forma de concebirnos. Para seguir considerándonos a nosotros mismos como una cierta persona a la que los demás reconocen, procedemos, según Cruz (2006), a contarnos y recontarnos lo que nos ha ocurrido, para no dejar de ser “de una determinada manera”. Las personas intentamos incorporar de manera definitiva a nuestro ser deseado, lo mejor o lo más intenso que nos ocurre para evitar que se nos escape; por ello, sostiene el autor “la imposibilidad de mantener la idea de un ‘yo’ único, persistente, capaz de llevar a cabo la travesía de la propia vida manteniendo incólumes sus determinaciones básicas”. En consecuencia existe una pluralidad de “yos” —que pueden ser distintos los pasados del actual—, pero las personas finalmente nos hacemos cargo de todos ellos, y la demarca­ ción entre el yo actual y los yos pasados es tenue y variable. Se genera en esta extraña tarea de reconciliación un esfuerzo

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por reconocerse a uno mismo, y en ocasiones las personas tienden a desentenderse de algunos yos pretéritos que generan incomodidad, pudiendo presentarse una situación en la que nos encontrarnos con un yo anterior, o bien, podemos darlos por perdidos. Esta pluralidad de yos permite liberarnos de grilletes que nos encadenan a una determinada forma de ser y con un destino predeterminado. Podemos también formularnos promesas de ser distintas sobre la base de ejercer nuestra libertad y responsabilidad, liberándonos de encru­ cijadas imposibles de resolver. A partir de esa caracterización de la memoria y la construc­ ción del yo, analizaremos la identidad que algunas personas han construido sobre sí mismos en su calidad de inmigrantes en Estados Unidos, reflexionando sobre cómo afectan al relato de su vida algunos “acontecimientos” y cómo reaccio­ na frente a la posibilidad del retorno, tratando de relacionar ambas cosas. Nuestra materia prima son algunas historias de vida recabadas en un largo trabajo de campo en la ciudad de Los Ángeles (Ibarra, 2013). En la memoria voluntaria de los migrantes está registrada de forma indeleble la decisión de migrar para tener éxito, mejores oportunidades laborales, formar una familia en condiciones favorables; en fin, para lograr la felicidad. Por tanto, plantearse la posibilidad de regresar implica una valoración de si se hace por haber fracasado o por haber te­ni­ do éxito, o bien, buscar una tercera oportunidad de regre­ sar a México en mejores circunstancias que las previas a su partida. Al migrante le ocurren “acontecimientos” en el sentido planteado por Cruz (2006) que lo afectan inesperadamente, marcando su personalidad y el relato de sus vidas frente a sí mismos. Esos acontecimientos nos pueden revelar qué tan dispuestos estarían para volver a México si se presentase esa disyuntiva. Tener frente a sí la realidad o posibilidad de retorno constituye también otro “acontecimiento”, que de ocu­ rrir rompería la trama de la historia de su existencia y pon-

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dría en duda o resaltaría elementos que parecían ocultos hasta ese momento y, finalmente, es también un acontecimien­ to el desenlace al adoptar la decisión. Regresar o no hacerlo implica que uno de los yos se impone sobre otro. La hipóte­ sis central de este trabajo es que las personas, desistan o no de su situación trasterrada, tienen que librar esa lucha, con­ sistente en aceptar que vale la pena seguir de inmigrante o asumir la imposibilidad de lograr el sueño americano. Los acontecimientos dramáticos o gloriosos de su vida migrante arrojan elementos sobre las posibles respuestas e, incluso, aunque decida quedarse, subyace un dejo de melancolía que identificamos como la nostalgia del retorno, mediante la cual aflora una intranquilidad interior consistente en manifestar que en otras circunstancias regresaría a su tierra. Existen otros casos en los que la identidad lograda al incorporar algunos “acontecimientos” pretéritos a su memoria, permite con li­bertad asumir que el retorno ya no es ni siquiera una ilusión. Mariana Nuestro primer caso es el de Mariana. Nació el 12 de junio de 1954, en Rancho Viejo, Jalisco; entre sus memorias volunta­ rias conserva la de sus padres labrando la tierra para obtener todo lo que necesitaban. Recuerda el fogón de leña, el agua de la noria, alimentar a los animales, así como su boda con Ismael el 1 de marzo de 1973, a los 18 años, cuando su padre la llevó al templo parroquial de la Virgen de la Asunción en Jalostitlán, para contraer nupcias. Siente haber sufrido tanto que le duelen sus remembranzas, sobre todo aquel día en que abordó el “Pacífico”, un camión de pasajeros de segunda, al lado de Ismael y embarazada de su primer hijo de cuatro, quienes na­cerían en Los Ángeles. La primera parada fue Me­ xicali, donde cruzaron con la ayuda de un tío de San Juan de los Lagos que también esperaba para migrar. Su impresión era que iban en un horno, donde el principal incentivo para no

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desfallecer era el temor de achicharrarse en el suelo. El tiempo de espera para ella fue de una semana, pues Ismael cru­zó en menos de dos días. Recuerda haber pasado por Calexico en la cajuela de un carro grande, viejo y oxidado, que aunque incómodo era maravilloso comparado con quienes pasan caminando por el desierto con el riesgo de morir en cualquier momento. Llegaron con familiares que ya tenían tiempo viviendo en Estados Unidos y encontrar trabajo no fue difícil para ellos, pues ya tenían los contactos necesarios. El nacimiento de su primer hijo, el 3 de abril de 1973, tras un embarazo complicado, es otra de las fechas inolvidables para Mariana, así como la de su primer trabajo en la calle Olympic, en una fábrica llamada Princess Fashion a la que ingresó con sólo su documento de Seguro Social, que no era complicado obtener en aquel tiempo. Ahí aprendió a coser y a usar las máquinas construyendo nuevas memorias, pues aunque en México tenía su máquina de pedal no se comparaba con las industriales de la fábrica. Ha trabajado en distintos lugares, limpiando casas o en negocios de marcos fotográficos, pero el mejor ha sido la costura, principalmente por las retribuciones económicas. Tras cuatro años de permanecer en su trabajo, Mariana regresó a México al ser deportada cuando la Oficina de Inmi­ gración la encontró trabajando en la fábrica, por una supues­ ta denuncia provocada por envidias laborales. Durante dos años, junto con su hijo, quien le fue enviado a Tijuana, per­ ­manecieron en su tierra, sin establecerse, pues Ismael no tenía la intención de retornar junto a su familia; por el con­ ­tra­­rio, quería ahorrar para llevarlos de vuelta al nor­te. Así regresa ilegalmente Mariana, pero esta vez realiza­ría los trá­ ­mites para volverse residente, gracias a la legislación vigente y a que su hijo había nacido en Estados Unidos. A pesar de lograr la residencia y posteriormente la ciudadanía, seguía trabajando mucho, ya no sólo en la fábrica, sino que se llevaba trabajo a su casa para poder costear su nueva forma de vida en el sistema estadounidense.

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A la fecha de la entrevista, y después de haber laborado en cuatro o cinco fábricas con el apoyo de sus redes sociales, Mariana se estableció en una de las más famosas empresas de costura, con un sentido de pertenencia, pues está orgullo­ sa de formar parte de ella; sus jefes hablan español y no se siente discriminada. Ahora tiene amigas de distintas naciona­ lidades, comparte con sus vecinos y aunque no acostumbra salir, ya hizo de la televisión, en especial, las telenovelas, su único modo de diversión. A pesar de los años que lleva vi­ viendo en Los Ángeles, Mariana no ha terminado de adaptar­ se, aún no habla un inglés fluido, pero lo entiende y se hace entender. Percibe entre sus mayores logros la obtención de su residencia, que le posibilitó regresar en 1978 a Rancho Viejo, a visitar a sus padres, y tener la posibilidad de viajar casa seis meses para verlos, por lo que finalmente decidió arreglar sus documentos para llevarlos a vivir con ella. La mitad de los hermanos de Mariana —siete de 14— radican en Los Ángeles. Sus dos hijos más grandes están casados y ahora vive con los más chicos y dos sobrinos que ayudan con los gastos de la casa, pues aunque Mariana dejó su tierra, nunca se ha desentendido de su familia y ha ayudado a quienes tenían la inquietud de emigrar, además de enviar dinero para sus padres y hermanos menores. Mariana vive en una casa cómoda, y aunque es rentada tiene auto y dinero suficiente para sus gastos; sin embargo no siente que haya progresado pues no ha tenido la oportu­ni­ dad de ahorrar. Tras la muerte de su esposo, quien fue alcanzado por una bala en un tiroteo entre pandillas y policías, tuvo que hacerse cargo de sus dos primeros hijos, luego inició una nueva relación de la que tendría dos hijos más, pero se separó al no contar con el apoyo de su nueva pareja. A pesar de que considera que ha sufrido bastante para criar a sus hijos y mantenerse en Estados Unidos, es cons­ cien­te de que esto hubiera sido aún más difícil lograrlo en México. Lo que no puede explicar es aquello que ese país (Estados Unidos) no ha podido y que sólo puede darle su

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tierra y afirma que si tuviera la oportunidad de regresar a Mé­xico, la tomaría. Si no lo ha hecho hasta ahora es por sus hijos, para que estudien inglés y tengan mejores oportunidades. Sin embargo, la ilusión del retorno no desaparece; la idea de cumplir 60 años y obtener la pensión del gobierno le parece como un boleto para regresar a su pueblo. Después de la primera vez que regresó a Rancho Viejo, luego de 14 años, surge en la vida de Mariana un fuerte “acontecimiento”, en el sentido de Cruz (2006): existe un reencuentro con sus memorias, con las calles de tierra por donde camina­ba cuando iba por la leña, el canto de los pá­ jaros y la gente montada en sus caballos. Ahora su realidad es la fábrica, la casa y hacer los tamales, que es la forma que ha encontrado para obtener dinero extra para darse ciertos gustos y consentir a sus hijos menores. La añoranza de volver permanece intacta; la nostalgia de los recuerdos supera la percepción de sus allegados, hijos y amigos que ya la conciben como ciudadana estadouniden­ se. Sus hijos, que nacieron ahí y cuya única realidad es Los Ángeles no pierden oportunidad de disuadirla; su mamá regresó a Rancho Viejo, su padre murió ahí y ella desea ha­cer lo mismo o regresar al menos para ser sepultada en sus raíces. Aunque se resiste a reconocerlo, le gusta vivir en Estados Unidos, pero siente mucha presión. Para todo necesita el reloj, para ir a trabajar, para regresar. Va con gusto a trabajar porque en su casa se aburre. Está acostumbrada al trabajo —tal vez sea por la necesidad, porque el cansancio es notorio. En México lo piensa diferente, pues en sus recuerdos no había relojes; se levantaba al salir el sol y se iba a descan­ sar cuando se ocultaba. No tiene planes a futuro, pues vive al día; espera que sus hijos terminen la escuela y deja en Dios la decisión de regresar o permanecer en Los Ángeles. Isela Nuestro segundo caso es el de Isela Villavicencio, nacida en 1956 en Cruz Grandes, Guerrero, con 44 años de edad al

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momento de entrevistarla. Es madre soltera con tres hijos, uno nacido en California, de 12 años, y los otros dos naci­ dos en Michoacán, de 22 y 23 años cada uno. Viven todos jun­ tos. Pro­viene de una familia de campesinos pobres, estudió hasta sexto de primaria y llegó a Los Ángeles el 6 de febrero de 1981, dejando en su tierra un trabajo de baja calidad pero con seguro social. Tuvo muchas dudas al venir pero una prima la ayudó. El cruce de la frontera no fue nada fácil, aun­que logró pasar luego de haber sido detenida por la patru­ lla fronteriza. Este acontecimiento marcó su concepción de que llegar a la tierra prometida era algo que pocos pueden lograr, o que tiene un alto costo en términos de su­frimiento. Nos ayudó a cruzar la frontera una persona que contactó mi prima. En ese tiempo pos’ estaba barata la pasada de los coyotes. Nos cobró como 75 dólares. La cruzada fue triste para mí porque pos’ […] este […] Era el tiempo de enero, febrero, era tiempo de frío. Hacía mucho frío, verdad, y, este […] Por otras cositas. La primera vez que nos pasaron nos detuvo mi­ gración y este […] Nos tuvieron detenidas como dos horas. No me creían que era mexicana. Pensaban que era como puertorriqueña o de por allá de Haití, yo creo que por negrita. Me da risa nomás de acordarme y este […] Me preguntó unas cosas el migra. Que qué era lo que se hacía en México, como las tortillas, cómo allá en Guerrero se hace una tortilla, en comales, así. Le dije que me iba a regresar pero nos pusieron en una perrera y nos echaron para afuera a todos los que íba­ mos con el coyote. Ya en Tijuana regresé al hotel donde estaba hospedada. Luego nos volvimos a venir otra vez y, sí, ya esta vez entramos, nos pasaron. Yo venía en la cajuela de un carro. Desde San Isidro hasta Los Ángeles, duramos como tres horas. Me sentí mal porque veníamos cuatro personas acostadas y sí es un poco molesto y sofocante, pues imagíne­ se, la cajuela viene cerrada y luego pues ni aire te da ni nada.

Isela quería hacer suyo el famoso “sueño americano”, tener un buen trabajo, comprar casa y vivir bien. Después de varios trabajos poco estables se colocó como costurera en

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una fábrica, donde trabajó ocho años. En 1989 logró hacerse residente gracias a la amnistía de la Ley Simpson-Rodino (IRCA); se sindicalizó y consiguió algunas prestaciones, pero su situación económica siempre fue de sobrevivencia y con los años empezó sentirse mal, a quejarse, a quedar mal en los trabajos. Ahorita ya tengo un mes descansando de la costura. Tuve un problema en la fábrica. Me sentía mal, cansada, por la presión que tiene uno. A los patrones no les interesa cómo te sien­tas. Ellos lo que quieren es explotar, explotar y explotar a la gen­ te. Al principio me llevaba muy bien con ellos pero ya al úl­ timo no aguanté que me pagaran poco. Pues le gritan a uno que si quieres trabajar, trabaja; que si no, vete, la puerta está muy ancha, y que no sé qué. Y yo digo: “¿Por qué te tra­tan así, después de que estás ayudándolos a sacar su trabajo y además no se lo quieren pagar a uno bien? ¿A ver, por qué?”. Me salí y fui a pedir ayuda de desempleo. No quiero trabajar ahorita. Quisiera otra cosa, limpiando oficinas o cuidando ni­ ­ños, porque la mera verdad no estoy preparada para otros mejores trabajos. No he aprendido inglés pues, como yo soy madre soltera, me dediqué a trabajar.

Sus hijos estudiaron en Los Ángeles hasta preparatoria. La mujer está casada. Desde hace algunos años, Isela perdió el gusto por la diversión y está deprimida. Como que ando con las pilas bajas. No sé, no tengo yo ánimo y cuando me viene la menstruación me queda una flojera, un acabamiento, como ya tengo mis cuarenta y tantos años. […] No tengo ya ánimos como antes que decía: “yo quiero esto”, “quiero esto otro” y, por lo menos, si no lo hacía, lo pen­ saba.

Tiene un conflicto interior: por un lado se queja de Méxi­ co y reconoce que vive mejor en Los Ángeles, justificando el haber migrado.

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La vida aquí es más o menos. Estoy acostumbrada mal que bien y cuando voy para mi México querido, luego, luego, me quiero venir. Yo no sé bien qué está pasando allá […] muchos mexicanos opinan que está muy mal, que por la política de los presidentes nosotros andamos para acá, porque se llevan todo el dinero que hay en México. Por eso uno tiene que venirse a sufrir para acá, ¿verdad?

Al mismo tiempo se hace la ilusión de regresar a México y se imagina un viaje al descanso, tranquilidad, relaciones familiares armoniosas, con sus problemas materiales resueltos; es una versión del “sueño mexicano”. Lo piensa hacer en cuanto llegue a ser ciudadana estadounidense, pa­ra regresar a Guerrero pero tener la opción de venir a Estados Unidos. Mi hijo me dice que si ya estoy cansada, que si ya no quiero batallar, que si ya no quiero estar aquí, que va a hacer lo po­ sible para que me vaya a México a descansar allá, a ver a mis padres, pero no estoy muy decidida. Pero sí, yo quiero irme a México. Yo quiero irme pa’ mi México. Aunque va a ser más adelante. Pienso ir en diciembre. Quiero ir a ver el terreno que estoy pagando, que le estoy comprando a mi papá en una playa y quiero contratar a una persona para hacer una casa frente al mar, aunque no sea lujosa, ¿verdad? Para ir de vacaciones o ya quedarme para siempre. Yo le digo a mis hijos que nos vayamos y ellos dicen que no.

Es el síndrome de la ilusión del retorno, que refleja una escisión de los yos de Isela; uno le hace refrescar los recuerdos voluntarios de haberse ido a triunfar y lograrlo a medias, y otro que le dice que quizá sería mejor regresar, aunque por su situación real ella no podrá hacerlo. Es un personaje escindido, que no logró el sueño americano y per­manece anhelando otra ilusión ya menos posible: el “sueño mexicano” de retorno.

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María Luisa Nuestro tercer caso es también el de una mujer madura, nacida el 10 de diciembre de 1951, en Michoacán, de padres agricultores ya fallecidos. Está casada y tiene tres hijos, dos varones y una niña. Llegó a los 23 años, en el momento de la entrevista ha cumplido 49. Nunca fue a la escuela y aprendió a leer y escribir por su propia cuenta. Su esposo es obre­ ro, nacido en Navolato, Sinaloa. Perdió su empleo e intentó comprar y vender carros, pero ella tiene claro que no le gusta trabajar. María Luisa es el sostén de su casa. Asumir que ella es la única que puede crear las condiciones para progresar la hace consciente de tener una responsabilidad en la que no había pensado antes. No le confiere crédito moral a su esposo. Creo que le dio flojera trabajar ya, y no porque esté enfermo. Dice que va a buscar trabajo, que ya va a trabajar, pero ¡así está diciendo desde hace siete años! ¡Tiene siete años sin un tra­bajo fijo! De vez en cuando vende por ahí un carro, pero eso no es un ingreso seguro. Antes apenas la pasábamos, pero aho­ra soy la única que trabaja y si no fuera por lo que gano no nos mantuviéramos.

María recuerda que salió de su casa el 7 de mayo de 1977 hacia Morelia, con su abuelito; de ahí con una prima fue a Mexicali, donde vivieron unos meses, luego cruzó a Estados Unidos por Tijuana con la ayuda de un coyote. La pasaron en carro para después caminar largas travesías hasta llegar a Los Ángeles. El sacrificio era necesario para resolver sus carencias. Decidí venirme a Estados Unidos porque ya no estaba muy joven. Pero en sí, eran muchas cosas por las que yo ya no me sentía a gusto, la necesidad, que carecíamos de muchas cosas, ver a mis hermanos que no podían estudiar y también que mi mamá no se quería mudar. Yo quería que mi mamá

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se viniera con nosotros a un lugar más civilizado, a una ciu­ dad donde mis hermanos pudieran estudiar, donde pudieran ver otra clase de vida. Aunque la tierra era de ella y tenía ga­ nado, de todos modos no estábamos cerca de la ciudad, donde pudiéramos superarnos un poco.

Su primer trabajo fue en la costura y se convirtió en una obrera habilidosa, talentosa, con buen salario; se especializó en trajes de baño. Sus hijos son su gran satisfacción. Maricruz, una niña que va a la escuela; Luis, que estudia arquitectura y trabaja en Arizona, y Amador, el mayor, graduado en mecá­ nica y propietario de un taller. Ése ha sido su principal lo­gro en Estados Unidos. Hacer conciencia de este mérito la ha mar­cado interiormente. Hasta ‘orita yo estoy muy satisfecha de lo que mis hijos han logrado. No porque mis hijos sean excelentes, pero sí me siento orgullosa porque nunca han estado en pandillas, no toman, no me han salido muy vagos. Sí salen, pero me avisan a dónde van, con quién van. Cuando estuvieron chicos nunca se me fueron de la escuela, nunca se pintearon las cla­ ses, jamás me llegó una noticia de que hayan salido sin avisar. Nunca se me pusieron un tatuaje, un arete o que trajeran el pelo largo. Nunca se me vistieron fuera de lo normal. Sólo con eso, yo estoy muy contenta, nunca me dieron un problema y han estado estudiando, trabajando, echándole ganas. ¡Me siento muy orgullosa con eso!

Sus limitados ingresos y la poca ayuda de su esposo no han mermado su ánimo, ha construido una imagen de sí misma muy reconfortante; aprecia de forma vicaria el sueño americano a través de sus hijos. ¿Que si he progresado? Hasta la fecha, siento que no he pro­ gresado mucho. Casa no tengo. Bienes no tengo. Lo único con lo que he podido sentirme más tranquila es que he tenido la ayuda del gobierno pero por muy poco tiempo. La única vez que la he pedido, la dejé lo más pronto que pude.

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Me siento satisfecha de eso, que no he dejado que nos mantenga el gobierno. Mi familia, al sólo decirles que les voy a sacar un medical se enojan, no les gusta el welfare. Me siento bien porque he podido pagarles sus vacunas, de que con lo poco que he podido darles ellos no estén atenidos a que los mantenga el gobierno, los pude sacar adelante yo misma, a como he podido. La mejor inversión que tengo es lo que les he dado a mis hijos, es todo, ¿por qué no? Mis hijos es lo úni­ co que tengo. Con un poco de ayuda mía, ellos están saliendo adelante. Creo que ellos sí sienten que progresan, el más grande está dando pasos chiquitos pero seguros. El que está estudiando y trabajando, le pone ganas.

Al momento de pensar en el retorno a México, considera que si no se hubiese casado, soltera y sin hijos, sí lo hubiera hecho, pero ahora que sus hijos tienen una vida encaminada no podría hacerlo. Le gusta la idea de regresar pero sólo por temporadas. No obstante, la ilusión del retorno no la abandona. Si yo fuera a vivir 20 años más, y que ellos, mis hijos, estu­ vie­ran maduros y que la niña ya tuviera su propia vida, enton­ ces tal vez me regresaría, sí me iría a un asilo a morirme para allá, en mi ranchito, sola, allá en donde no molestara a nadie, pero aunque ellos digan que ya no lo ocupan a uno, aunque maduren, de todos modos uno ya no los deja. Tal vez, si yo pudiera tener mi casa, tener de qué vivir, tal vez regresaría a México, si allá realmente mejoraran mis condiciones de vida. Pero eso no creo que pase. Sí, a veces pienso en regresar con mi familia, que es lo que más añoro en la vida, es lo que más quisiera, pero para quedarme a vivir allá no, por­que estaría nuevamente dividida: entre mis hijos aquí, y yo allá.

Juliana Nuestro cuarto caso es el de Juliana, de Acapulco, Guerrero, llegada a Los Ángeles en 1982. Proviene de una familia de

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campesinos cafetaleros, estudió hasta quinto año de primaria y en su tierra trabajaba de mesera. Tiene tres hijos, una mu­ jer de 19, nacida en México, un adolescente de 15 y una niña de 13 años. Vive unida con el padre de dos de ellos. Llegó por Tijuana con la esperanza de ganar buen dinero, alentada por su hermana que trabajaba en un taller de costura. En 18 años sólo ha ido dos veces a Acapulco, de forma ilegal. Su trabajo siempre ha sido en labores de costura. Hace algunos años vivió una experiencia muy fuerte: trabajaba en un taller en El Monte, propiedad de unos tailan­ deses que mantenían recluidos en condiciones de esclavitud a varios de sus connacionales, y al ser descubiertos se generó un gran escándalo internacional. Su vida posterior ha girado alrededor de este acontecimiento. A ellos los ponían a trabajar casi sin descansar. Lo que hacían ellos nos lo traían a nosotros. Nosotros trabajábamos en el día y ellos en parte del día y toda la noche; los tenían como es­ clavos. Recuerdo que veíamos cómo les arrimaban comida que llegaba en una troca grande que traía bastante carne y verdura. El dueño cargaba una cosa llena y se la llevaba. No sabíamos que estaban en problemas. Supimos hasta que los agarraron, que fue todo un escándalo porque uno de los que tenían encerrados se salió. Y vaya que estaba difícil porque te­ nía alambrado y electricidad, por si en la noche querían esca­ par se quedaran atrapados. Además, tenían gente de su misma raza para que los vigilaran si se querían escapar mientras los demás estaban trabajando o si los patrones estaban durmiendo. Uno de ellos se escapó. Se salió por un hoyo. Ese trabajador denunció a los patrones a la policía. Los agarraron en agosto. Llegaron por ellos a la factoría a las cinco de la ma­ ñana. A raíz de todo eso se inició un proceso legal en contra de los tailandeses. Tuvimos entrevistas con los abogados de las compañías de las marcas a las que les trabajaba la empresa.

Juliana participó en el juicio como testigo, apoyada por la UNITE, el sindicato de costureras, pues no tenía residencia

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legal; tuvo mucha exposición en los medios y la televisión, y a partir de ese momento se hizo activista sindical, aunque de bajo perfil. De ahí estuvo en múltiples talleres, pero en po­cos de ellos duraba trabajando; ella cree que la notoriedad del caso de los tailandeses le dificultaba encontrar ocupación. Hasta se cambió de nombre, dice. Así estuve varios años. Tuve muchos empleos pero por corto tiempo. Batallé mucho, tanto que me tuve que cambiar hasta el nombre. Pero no hay problema, este nombre que estoy dando es mi verdadero nombre. Si yo voy a un lado me lla­ mo Leticia; si voy a otro lado me llamo María. Eso lo hago para poder trabajar. Hasta mi pelo me lo hacía diferente pero aun así no falta que alguien me reconozca y digan: “Oye, yo te he visto”. Y todo esto fue por lo que hice con los patrones tailan­ deses, que hizo que me tomaran mucha atención los noticieros y la gente. Pero eso lo hice porque nos trataban muy mal, muy mal nos trataban: en tiempo de calor nos quitaban el agua fría; en tiempo de frío, si queríamos hacer café, nos qui­ taban el agua caliente: no podíamos tomar esa agua porque era para las máquinas. Todo eso me dio mucho coraje y les gritaba y les decía: los tailandeses y los coreanos son iguales y hasta la fecha lo digo, aunque me correteen. Que me correteen pero son iguales.

Su vida en Los Ángeles es de sobrevivencia, ella y su marido se mueven en un carrito viejo, siempre ha vivido en departamentos rentados y su principal entretenimiento es ver televisión. No cree estar progresando y eso la hace sufrir, y le atribuye al caso de El Monte una permanente an­siedad que la carcome. Después de tantos años aquí siento que no he progresado nada, que estoy igual que cuando llegué. Muchos creyeron que con la miseria de dinero que me dieron de recompensa en el caso de los tailandeses se me iba a olvidar todo lo que sufrí ahí pero no fue así. Quedé toda nerviosa, llena de varices y estoy con mi cuerpo más feo. Además de lo poco que me

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dieron, el gusto que me quedó fue que hablé mucho. Mostré una realidad y le hablé a mucha raza para que se diera cuen­ ta […] Después de dieciocho años de estar aquí me siento pues bien acabada, bien cansada. Ahorita sólo estoy luchando por mi niña, la más chica, que está aquí.

Ante esta situación de pobreza y por su fracaso en arreglar la residencia legal en Estados Unidos, continuamente acude a su memoria la ilusión del retorno; especula acerca de retornar a vivir a México. Aunque dice que es peligroso, al mismo tiempo añora a su papá, y exclama: “Ya me enfadé de estar acá, ya me enfadé de sufrir”, pero sabe que no podrá regresar. Yo quiero ya devolverme a México y más porque mi papá ya está grande y quisiera estar los últimos días con él; pasármela con él. No quiero que me pase lo mismo que cuando mi mamá se murió, pues no fui, no pude estar allá […] Pero aho­ rita no veo la posibilidad de devolverme porque mi niña no se quiere ir. Mi esposo me dice que un año más y nos vamos porque él también tiene muchos años trabajando en la costura. Desde México viene trabajando desde hace 33 años. Y pues, sí, él es mayor para mí. Me dice que un año más, ya que la niña agarre bien el inglés, y nos vamos, pero pues mi niña no quiere irse.

Amelia Finalmente, tenemos a Amelia, una señora enérgica, alegre, nacida en la sierra de Badiraguato, Sinaloa. Llegó en 1977, a la edad de 22 años. Es un caso que hasta hoy ha logrado superar la nostalgia del retorno. Ella se repite continuamen­te a sí misma: “Bien valió la pena que me viniera porque aunque hayan pasado muchos años logré hacerme residente cuando la amnistía de 1986, y con el paso del tiempo lo­gré hacerme ciudadana y aquí tuve a mis tres hijos”.

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Tiene ella muy grabadas sus carencias en el pueblo y cómo pudo superarlas; en el relato de su vida esto juega un papel central, es un recuerdo voluntario emblemático, y expli­ ca por sí mismo su decisión de emigrar, progresar, conseguir que sus sueños se hicieran realidad. Cuando yo tenía ya 15 años, no conocía las televisiones en mi casa. Yo sabía que los ricos tenían una televisión, pero en mi casa yo nunca tuve una y pues soñaba con tenerla. Cuando recién que me fui con el papá de mi hija, allá en México, él me llevó a vivir a una casita de palma, en donde yo hacía mi buró con una jaba de tomate, pero le ponía trapitos arriba, les hacía forritos y así ya la cubría. Era igual para hacer mi toca­ dor, mi buró: dos jabas abajo, dos jabas arriba y un espejito. Ese era mi tocador. O sea, yo soñaba con tener mi comedor, con tener algún día mi juego de sala y pues, a como estábamos vi­ viendo, allá no lo iba a tener. En cambio, aquí lo he logrado. Gracias a Dios, todos mis sueños, todo lo que yo soñaba, lo he tenido aquí, gracias a Dios. Sé que aquí es muy difícil por la familia de uno, que está lejos, porque cuando uno se viene de allá, de su México, las cosas son fuertes. Yo lloraba, llo­ ra­ba, lloraba. Oía una canción ranchera y me acordaba de mi Badiraguato y lloraba. Ya me acordaba de mi tío y lloraba, y me acordaba de mi hermano y lloraba, porque toda mi familia está allá y yo nomás estoy aquí.

El ingreso de Amelia a Estados Unidos por Tijuana fue muy accidentado, intentó pasar de muchas maneras, con pa­ peles falsos, por la playa, caminando, estuvo en los centros de detención pero logró establecerse en Los Ángeles, y desde entonces ha trabajado sin cesar; consiguió formar una fami­ lia, educar a sus hijos, conformar un patrimonio. El recuento de su vida está lleno de sobresaltos y este traumático ingreso a Estados Unidos es un acontecimiento definitivo en su idea de ser una mujer que debe seguir siempre adelante. La primera vez que crucé fue por Tijuana. Duré diez días por­ que me agarraron seis veces. Le busqué de muchas maneras,

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de todas las que se han ideado para pasar a Estados Unidos sin documentos. Primero, con papeles chuecos por la línea, pero como no oculté mi nerviosismo ante el oficial, me echaron para atrás. La segunda vez traté de pasar en la noche con unos amigos, por el cerro, y me agarraron de nuevo y va pa’ fuera. Después, al tercer intento, me fui por la playa, agarrada de la mano de uno, intentando aparentar como que era mi no­ vio, platicando por la orilla de la arena, y nada, no se pudo. En una sola noche lo intenté dos veces, pero las dos veces me agarraron. Caminé mucho por el cerro, brincando salí por arri­ ba de los techos de unas casas, como enfiltradas en lomas. En ese entonces no me daba miedo porque estaba decidida a entrar a Estados Unidos. No era sólo viajera, era mi sueño vivir aquí, llegar hasta acá y no me importaba cómo hacerlo. Finalmente pasé en la cajuela de un carro: me metieron en una Van que estaba estacionada en un parque en Tijuana.

Comenzó a trabajar de costurera en el centro de Los Án­ geles, pero en unos cuantos meses fue deportada a México, con un grupo de 36 trabajadores que laboraban sin papeles legales en un taller del Fashion District del centro, y ahí pa­ deció un verdadero viacrucis; admite que regresar a Estados Unidos en esa ocasión fue la más difícil de su vida. Ese acon­ tecimiento la marcó y le permitió forjar una idea de sí misma, y que sólo podría hacer una buena vida en este país remando contra la corriente. Recordar día a día su su­fri­ miento, la desesperanza de aquella experiencia, fue algo que le permitió construirse un “yo” muy decidido a luchar por ser estadounidense. Para poder regresar a Estados Unidos vino la parte más difí­ cil en la historia de mi vida. Fue un lunes cuando nos agarró la migra y el martes ya estábamos en Tijuana, y el miércoles intenté regresar para acá. Nos venimos un grupo con el co­ yote. En la noche salimos de ahí, todos juntos rumbo a Tecate y ya nos pasaron al otro lado. Caminamos todo el miércoles en la noche. Ya el jueves, según nos iba a recoger alguien pero no lo hizo. Duramos todo el día entre unas piedras, en el

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monte, en el cerro; todos acostados debajo de unas piedras; unos por acá, otros por allá, pero todos juntos ahí, en el mis­ mo cerro. El jueves volvimos a caminar toda la noche y no teníamos más que agarrar las ramitas empapadas con el fres­ co del sereno porque ya nos andábamos muriendo de sed. No llevábamos ni agua ni nada porque se suponía que según la misma noche del miércoles antes de que amaneciera nos iban a recoger. Pero no fue así. Llegó el viernes y de nueva cuenta todo el día estuvimos otra vez entre piedras. Ya por la noche, a las doce o una, muchas personas se empezaron a desmayar por el hambre y la sed y entonces el coyote nos llevó y nos metió en una cueva, que era como una piedra grande pero tenía un hoyo, y por ahí nos metió, pa’ dentro de la piedra. Nos dejó a todos encerrados ahí y se fue a traernos comida. Ya de regreso nos trajo galones de agua, latas de fri­ jol, barras de pan, pero cuál es nuestra sorpresa que el chingado viejo de la marqueta donde el coyote compró las cosas le puso el dedo. A mí se me hizo raro que el señor trajera tanta comida de ese ranchito, Oxfield, que era como de dos o tres casitas nomás. En cuanto él llegó con la comida, al ra­tito ya llegó la migra y nos agarró. Nos llevaron a Tecate y nos echa­ ron a la cárcel. Esa noche dormimos en la cárcel, en un cuarto lleno de meados, ahí donde echaban a todos los borrachos. Todos estábamos ahí tirados, en el suelo, sin almoha­das, sin cobijas, sin nada, nomás en el suelo. Ahí dormimos. Fue en esa cárcel donde pude ver los sentimientos de la gente: la ayuda de perfectos desconocidos y la prepotencia de la autoridad. Resulta que el domingo en la mañana cayó un borrachito en la cárcel y lo encerraron junto con nosotras las mujeres. Ya en la mañana antes de que saliera pagando la multa se dio cuenta de que teníamos mucha hambre porque no había­ mos co­mido en todo el fin de semana. Así que fue y nos trajo unas canastas de burritos: de papa, chorizo, frijoles, puros burritos. Nos trajo muchos y al otro día desayunamos con lo que sobró. También un viejito que era el guardia de la cár­cel ya en la tarde fue y nos trajo queso, kilos de tortillas y una lata de chiles jalapeños. Pero cuál va a ser su sorpresa que lo cas­tigaron porque nos ayudó, lo hicieron trabajar doble turno. Ya el lunes en la mañana nos dijeron que nos iban a soltar,

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pero con la condición de que fuéramos a limpiarles las casas a las viejas, las queridas de los policías. Nos mandaron de tres mujeres a una casa, cuatro a otra, y así nos repartieron a to­ das. Una vez que limpiamos las casas nos mandaron pa’ atrás, nos sacaron de la cárcel y fueron y nos tiraron en la central de Tecate. Yo no tenía dinero ni pa’l pasaje, ni pa’ comida, ni pa’ na­ ­da. De suerte tenía una amiguita que iba con nosotros que sí llevaba dinero. Ella me pagó el boleto a Tijuana y nos llevó como a cinco de nosotras a una casa de su tía. Ahí la viejita nos dio batas de ella para que laváramos la ropa negra que traíamos, porque teníamos como una semana sin cambiarnos. Estando yo en Tecate, mi esposo se las ingenió para irme a buscar allá. Luego dio con la casa de la tía de mi amiga. Se había llevado unas micas de unos amigos y de una señora, y con una de ellas pasé.

Amelia es muy entusiasta, aprendió muy bien el oficio y se convirtió en una costurera calificada laboralmente, luego decidió coser en casa para poder criar a sus hijos; no ganaba mucho dinero pero logró estar con sus hijos, llevarlos y traerlos a la escuela, llevarlos a las prácticas de béisbol, a la iglesia a la doctrina. Fue una vida heroica, una etapa de madre/esposa/trabajadora que la marcaría también. Trabajaba entre quehacer y quehacer: una vez que dejaba a los niños en la escuela recogía un poquito la casa y a coser, a coser y a coser. Me levantaba de la máquina a la una, una y media, a hacer lonche, a hacer comida para cuando mis niños salieran a las dos y media de la tarde. Ya después me iba a la escuela, los recogía, venía y les daba comida. Cosía otro rato hasta que les tocaba la práctica del béisbol, los llevaba, los traía y así todo el día.

Ella y su esposo lograron comprar una casa grande, tienen dos autos, dinero ahorrado y ella tiene en su casa un Child Care para cuidar niños; le resultó un buen negocio y gracias a ello dejó la costura, que hizo estragos en sus articu­

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laciones. Puede enviar dinero a su familia en Badiraguato, divertirse. A la pregunta de si tiene pensado regresar no tiene duda, no quiere hacerlo, y lo reconoce abiertamente sin mostrar la ilusión del retorno a México; por el contrario, pien­sa que debió venirse más joven. Sé también que las cosas aquí son complicadas. Uno vive con mucho estrés, lo que complica la vida misma. Como el tiempo es de oro, uno mismo nada más se la pasa viendo el reloj. Y pues allá en México supongo que las cosas son más tranquilas. Me imagino que se vive con menos estrés, aunque eso no lo aseguro porque yo no viví mucho tiempo allá; cuando empecé a trabajar fue cuando yo me vine. Pero todo eso vale la pena porque aquí se tiene la oportunidad de hacer lo que uno quiera, de lograr lo que uno quiere, de realizar los sueños que uno tenga. ¡Eso es preferible mil veces! Creo que si vol­viera a nacer, volvería a vivir todo lo que he pasado. Pero eso sí, ¡me volvería a venir de soltera para así poder divertirme más!

LOS HOMBRES Para establecer un contraste vamos a presentar dos casos de hombres que enfrentan la pregunta del retorno a México como una posibilidad. Pérez, Sangabriel y Miranda (2013) afirman que la decisión de los hombres para retornar se socializa menos que en las mujeres; trata de ocultarse o negarse pues, sobre hacerlo público, creen que es “una afren­ ta a su condición de hombres decir que fracasaron por el des­ ánimo, la nostalgia, la incertidumbre, la envidia, todo ello en medio del llanto, poco visible en los varones”. Belisario Tiene 35 años en el momento de la entrevista. Nació en Tu­ la, Hidalgo, en agosto de 1965; estudió hasta la secundaria.

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Han pasado diez años desde que llegó a vivir a Estados Uni­dos, llegó en 1991; migró por problemas personales con su papá, con quien trabajaba en una cadena de tortillerías. Vive con su esposa y sus dos hijos más pequeños, una hija mayor vive en Tula con su mamá. Su primera llegada a Es­tados Unidos fue relativamente fácil a pesar de no tener papeles, caminó por Tijuana hasta el aeropuerto de San Diego. Regresó poste­ riormente a México y fue un tormento poder reingresar. Esas experiencias de salir y estar en peligro de no regresar han marcado la idea que se ha formado de sí mismo, de que ne­ cesita tener éxito en Estados Unidos. He regresado a México como tres veces y para volver he ba­ tallado. En 1994, a los tres años de estar aquí, fui a México con mi esposa y mi hijo a pasar toda la Navidad, regresamos en enero y nos agarraron una vez. Luego cruzamos por enfrente del aeropuerto, corriendo, y ya de este lado nos levantó un carro. Estuvimos en San Diego todo el día y ya en la noche pasamos caminando por un ladito de San Clemente, y de ahí nos volvió a levantar otro carro que nos trajo a Los Ángeles sin problemas, todo tranquilo. En esa ocasión pagué como 700 dólares por los tres. En 1996 fui otra vez por dos semanas, cuando falleció mi apá, fui para verlo por última vez, estuve en el entierro y novenario y me regresé. Esa vez me fue muy mal porque ya no podía pasar, me agarraron como nueve veces. En esa ocasión mi familia se quedó aquí, mi esposa estaba por aliviarse, entonces, desesperado me dije: “Tengo que ir, me tengo que ir, porque ya andaba en días para que naciera mi hijo”. Hasta la décima vez pude pasar, igual, caminando por el cerro, pero ahora por Mexicali que estaba más tranquilo y más cerca para alcanzar el otro lado. No se caminaba mucho, ahora ya no se puede pasar por ahí. Lo sé porque en diciembre del año pasado fui a Tula a los quince años de mi hija, aunque ¡yo no quería ir! No quería ir por lo difícil que es regresar con familia y pagar, aunque no me pesaba el dinero, no era el problema, sino cómo volver. A la niña, como es nacida aquí alguien se la trajo fácil. Pero a mi esposa, a mi hijo y a mí nos agarraron tres veces; estu-

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vimos una semana intentando pasar por Nogales, más no se pudo porque hay mucha migración por ahí; a final de cuentas pasamos por Tijuana, pagamos para cruzar por el cerro.

Empezó haciendo de todo en Los Ángeles, fue lavaplatos, dependiente en una tienda; en el momento de la entrevista era gerente en un taller de costura, un empleo relativa­ men­te estable y no mal pagado en relación con lo que gana un obre­ro común. Los dueños son coreano-brasileños, gente compli­cada con quienes él ha sabido tratar. Es una perso­ na cumplida y ordenada en su trabajo. Aunque no tiene oportunidad de mejorar ha aprendido a diseñar por compu­ tado­ra y eso lo motiva. Tiene además un trabajo extra para completar los gastos de su familia, la renta y algo de comida. Como en todo lo que hace, es muy sistemático. Quiere ahorrar para pa­garles la universidad a sus hijos y poner un negocio. Además de la fábrica tengo un trabajo extra en la madrugada. ¡Desde las tres de la mañana ando trabajando repartiendo el periódico Los Angeles Times! Lo conseguí para poder ahorrar un poquito. Me dicen que es muy pesado pero no lo es, siempre y cuando uno duerma sus cinco horas como mínimo. Yo me acuesto a las diez de la noche y me levanto a las tres de la mañana para entregar rápido los periódicos. A las seis de la mañana ya estoy de regreso en mi casa y me acuesto o des­ canso otro rato hasta las siete y media. Ya me levanto, me baño y me voy a trabajar a la fábrica. Hay ocasiones en que no vuelvo a la casa y me voy directo al otro trabajo. En el re­ parto de Los Angeles Times no fallo ningún día, en eso gano 800 dólares mensuales que ayudan a pagar una parte de mi renta y algo de mi comida. Sé que hay menos convivencia con la familia, pero esto nos permite vivir un poco mejor. Trabajo duro para ahorrar; no sé si pa’ poner un negocio, pa’ la universidad de mi hija o de mi hijo, pues aquí la universidad no te la paga el gobierno si eres ilegal, y si eres legal te

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puede ayudar con unas becas pero, si no, a ver cómo consi­ gues si quieres que tus hijos estudien una carrera.

Su esposa no trabaja y cuida a un niño con discapacidad auditiva y vocal (sordomudo), que gracias a los servicios médicos de la ciudad de Los Ángeles ha podido ser aten­ dido, permitiéndole tener una vida normal. Al descubrir el padecimiento del menor se desesperó, pero pudo lograr la tranquilidad para ayudarlo. Eso forma parte de sus recuerdos heroicos que han moldeado su identidad personal. No queríamos aceptarlo, por un año le siguieron haciendo estudios pero seguíamos sin aceptarlo, cuando nos dijeron que definitivamente el niño no iba a oír fue muy difícil. Uno dice: “Cómo me está pasando esto a mí, que tenga un hijo que no oye, que no habla y que no va a poder hablar ni oír”. Uno se resiste hasta que acepta la situación. Fue un trance muy difí­ cil para mi esposa, mucho más que para mí porque la mujer resiente más a los hijos. Pedí el Medical y gracias a Dios, hasta la fecha, los estudios y el tratamiento, todo, lo ha paga­ do el gobierno; asistencia médica, aparatos para los oídos, escuela especial gratis, educación gratis. Por esa parte no me he preocupado, mi hijo va a cumplir once años. Se ha desarrollado muy bien con la educación especial que recibe, se ve muy normal, simplemente no puede hablar. Ahorita está estudiando diseño en la computadora, que es un poco difícil, pero va muy bien, pronto se va a poder valer por sí mismo.

Está consciente de que en México su hijo no hubiese podido rehabilitarse y por eso se siente contento de vivir en Estados Unidos, pues tiene un sobrinito en Tula con el mismo padecimiento y no ha tenido atención. Es un hombre sacrificado, siempre está ocupado, aunque pasea con su familia los domingos. Reconoce que en México hay cares­ tía, que los empleos no son buenos, que la gente ya no come carne como antes, que es muy difícil mantener a los hijos, pero reconoce que la universidad es gratuita. El estilo de vida

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en Estados Unidos lo tiene presionado; tiene miedo de regresar; recuerda que en Tula tomaba mucho y era “muje­riego”. Belisario es consciente de que no tiene condiciones para retornar, no obstante lo invade, como a la mayoría, el sín­ drome del “sueño mexicano”: estar de nuevo en casa, poner un negocio, liberarse de las angustias de tanto trabajar. Él mismo se contesta que eso no es posible. En México al menos hay una cosa mejor, la universidad casi no cuesta, así que con que tengan para comer pueden los hijos estudiar. Por todo eso, yo quiero poner mi negocio allá, pero antes quiero darles una buena educación a mis hijos. Me siento contento de vivir aquí en Los Ángeles, aunque a veces llegan momentos en que me siento presionado, pero hay que saber sobrellevarlo […] Muchas veces pienso que en México estaría mucho mejor pero no me arrepiento de vivir aquí porque mi hijo tiene más. Por él estamos en Los Ángeles. Le digo a mi esposa que aquí vamos a estar hasta que él diga. Cuando ya termine su educación, cuando pueda valerse por sí mismo. Hasta entonces nos iremos para Méxi­ co, pero por mientras sigo haciendo mi lucha para poder vivir y ahorrar, y en un futuro ir a poner una tortillería en México, que es lo que me gusta. O bien, poner algún otro nego­ cio. Pero no sería tan pronto, tendrían que pasar otros trece años más, cuando el niño ya sea un hombre y diga: “Ya ten­go mi carrera”, que la termine y sepa valerse por sí mismo.

Gonzalo Nuestro último caso es Gonzalo, con 32 años de edad, nacido en 1968, en Zumpango, Estado de México, de oficio albañil, de familia humilde. Vino a Los Ángeles a buscar oportunidades pero se ha hecho muy complicado sobrevivir en esta ciudad. Cruzó la frontera caminando por Tijuana, cruzando el cerro; duró dos días y medio haciendo largas caminatas nocturnas y ocultándose de la migra durante el día. A pesar de haber superado esa prueba que a muchos marca, él ya

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tomó la decisión de regresar, de intentar de nuevo en su tie­ rra natal. Me vine para conseguir un futuro mejor pero me encontré con obstáculos para conseguir trabajo en Los Ángeles, más que nada por el idioma. Lo más disponible es el centro, en factorías de ropa, pues conseguirlo en otro tipo de industria es muy difícil porque piden documentos legales.

Ha tenido muy poca fortuna, se siente muy pesimista y no cree que vaya a mejorar, además la nostalgia familiar lo atormenta. Me siento igual que en México o, más bien, peor, porque es­ toy separado de la familia. En Zumpango mi sueldo no era malo, ganaba 1 500 pesos a la semana. Aquí, midiéndolo en pesos, gano como 900 más pero tengo el doble de gastos, man­ dar dinero a mi familia y cubrir los gastos aquí. Por eso yo, por mi experiencia, le diría a la gente que no venga, no tiene caso, somos más los que seguimos igual. Ésa es la verdad.

Además, ha tenido experiencias de violencia con pandilleros, lo que ha aumentado su desesperanza. En los primeros días en que llegué tuve un altercado con unas personas de color, no sé qué me decían, ni ellos tampo­ co supieron lo que yo les dije, hasta que llegamos a los gol­ pes. Ellos fueron los que me golpearon, realmente no pude hacer nada, no supe qué hacer. Es duro estar solo y enfrentarse a gente que no te acepta en su país como si no te acepta­ ran en su propia casa. Tienden a odiar a los demás que no son como ellos. Hacen culpables de su condición y luego la agarran con uno. Eso pasa cuando se es nuevo en un lugar totalmente diferente y desconocido. No es fácil desenvolverse. Lo único que logré después de que me atacaron esas personas fue regresarme a la casa.

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Gonzalo consideraba que la situación en México mejoraría con los gobiernos del PAN, y ahora acepta humildemente su fracaso. Hay un dicho allá en México que dice: “Cada quién platica de la feria como le va en ella”. En lo particular no me ha ido mal, tampoco me ha ido bien, pero por los gastos que tengo en México más los de aquí, ya no me alcanza. Además empiezo a extrañar a mi familia. Me voy a regresar, a más tardar la próxima semana. Tan sólo esperaré mi paga semanal para poder pagarme el viaje. Me voy muy agradecido de Estados Unidos porque me brindó una oportunidad, a pesar de estar ilegalmente. Tal vez no supe aprovecharla. Lo único que no me gusta es su sistema de vida. Es muy aburrido. Hay mucha, mucha gente vaga en la calle.

CONCLUSIONES Las experiencias de vida que se reseñan en este capítulo co­ rroboran la mayoría de los presupuestos teóricos sobre las motivaciones de los migrantes de retorno, incluso por sexo, con la ventaja adicional de abrir una ventana al interior de la conciencia y la identidad de los individuos al momento de decidir algo tan trascendental como cambiar el lugar de vida. Los estudios sobre migración en México requieren un giro hacia la historia de las mentalidades, cultura, psicología; toda vez que el exceso de categorizaciones abstractas impiden redimensionar la tragedia que viven las poblaciones obli­ gadas a desplazarse por cuestiones políticas, económicas o conflictos que son ajenos a su arbitrio. Como señaló lúci­ damente Giddens (2007), la globalización ha generado un “mundo desbocado” que impacta de manera profunda en la intimidad y las emociones de las personas y familias. Frente a esa realidad las ciencias sociales no pueden ser ajenas en sus intentos heurísticos, no pueden prescindir del mundo de las emociones y la vida interior de las personas.

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LA ESPACIALIDAD DEL MIGRANTE INTERNACIONAL. EL ESPACIO SOCIAL TRANSNACIONAL Y LA TRIALÉCTICA ESPACIAL DE LEFEBVRE Y SOJA Adriana Moreno Martínez Guillermo Ibarra Escobar

INTRODUCCIÓN El objetivo del presente ensayo es explorar la espacialidad del migrante internacional mediante: a) el concepto de espacio social transnacional, b) la incorporación de la trialéctica espacial de Lefebvre y Soja al estudio de la espacialidad del migrante y c) la comparación de ambas perspectivas; todo ello con la finalidad de lograr una mayor comprensión del proceso mediante el cual el transmigrante construye sus pro­ pios espacios de convivencia, lucha y vida cotidiana. El Dic­ cionario de Oxford define al espacio como “el medio físico en el que se sitúan los cuerpos y los movimientos, y que suele caracterizarse como homogéneo, continuo, tridimensional e ilimitado”. De manera similar, la Enciclopedia Británica puntualiza que el espacio físico es el lugar donde se encuentran los objetos y donde los eventos que ocurren tienen una posición y dirección relativas. Sin embargo, en un mundo globalizado esta caracterización del espacio como homogéneo y continuo, donde los eventos ocurren en una posición y dirección determinada en el globo, resulta insuficiente y hasta errónea. Los complejos procesos sociales, como el de la espacialidad del migrante internacional, no pueden ser analizados a partir de una concepción simplista del espacio; por ello, en la perspectiva teórica transnacional, se acuñó el concepto de espacio social transnacional para el estudio de las relaciones sociales de las comunidades transmigrantes que se [53]

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entretejen más allá de los límites nacionales. El espacio so­ cial transnacional es un lugar hipotéticamente desterri­ torializado y plurilocal donde el transmigrante construye su cotidianidad de forma simultánea en dos o más países. Este concepto aún en construcción ha sido objeto de debates en torno a su significado y alcance. Existen, sin embargo, herramientas analíticas provenientes de campos distintos a los estudios de la migración, como el tercer espacio de Soja o la tríada del espacio social de Lefebvre; éstas, al combinarse con la perspectiva transnacional del espacio pueden generar un mayor entendimiento de cómo la comunidad transmigrante genera su propia espacialidad. En su definición más burda, la migración internacional implica el desplazamiento de la población de un país a otro por razones económicas, sociales o políticas. Consiste en un cambio de residencia de forma temporal o definitiva para trasladarse a otro país o región en la búsqueda de una mejor calidad de vida. Este movimiento transfronterizo genera un sinnúmero de fenómenos tanto en el lugar de origen como en el lugar de destino, en la dinámica familiar de los migran­ tes, en su identidad, valores y representaciones del espacio y la vida cotidiana. Para explicar tales fenómenos ha surgido una amplia variedad de perspectivas teóricas que desde distintas disciplinas buscan descifrar la complejidad el fenómeno migratorio. Estas perspectivas se pueden clasificar en tres generaciones de teorías: la primera generación corres­ ponde al paradigma clásico economicista (neoclásico) ligado a la corriente estructuralista; la segunda generación de teorías resalta la importancia de los elementos socioculturales y políticos para explicar los procesos migratorios y se vincula con las teorías posestructuralistas; por último, la ter­ cera generación nace en los años noventa, estrechamente ligada a los efectos de la globalización y los avances tecnológicos que modificaron la percepción del espacio de modo tal que fue posible “estar social o simbólicamente presente en dos o más lugares al mismo tiempo”, de donde nació la perspectiva de la transnacionalidad (García, 2007).

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Pese a que la migración internacional es un fenómeno intrínsecamente espacial, las principales corrientes teóricas para explicar este proceso habían considerado al espacio como un elemento secundario o accesorio del análisis migra­ torio. Para la perspectiva estructuralista, por ejemplo, es la demanda de trabajadores inmigrantes no calificados en los países industrializados lo que induce la migración. Algunas de las teorías que se desprenden de este enfoque son la teoría de la base exportadora, la teoría del mercado de trabajo dual o segmentado y la teoría de las global city regions. En este orden de ideas consideramos, al igual que García (2007), que dicha perspectiva exagera el poder del mercado y “deja de la­ do la problemática histórica y social del fenómeno”. Por otra parte, las teorías posestructuralistas —como la teoría de la asimilación, la teoría de la mezcla cultural o melting pot, la teoría de la asimilación segmentada, la teoría de las redes migratorias y las teorías del capital social— hacen hincapié en los aspectos políticos y socioculturales ignorados por los estructuralistas para explicar el proceso migratorio; sin embargo, en ambos enfoques la dimensión espacial es menoscabada y considerada como un elemento marginal de la explicación, aun cuando ésta es parte central del proceso mi­ gratorio. Lo anterior es una tendencia generalizada no sólo en los estudios sobre migración; existe una inclinación a pensar, vivir y analizar nuestro mundo a través de las dimen­ siones sociales e históricas, dejando de lado el ám­bito espacial (Soja, 1996). No obstante, a principios de la década de 1990 nace una tercera generación de teorías en el estudio de la migración; me refiero a la perspectiva transnacional. Esta corriente se consolidó con la publicación del trabajo de Nina Glick Schil­ ler, Linda Basch y Cristina Blanc-Szanton (1992), quienes co­lo­caron al espacio como uno de los elementos principa­ les de su análisis al incorporar conceptos como simultaneidad, circuitos transnacionales y espacio social transnacional (en el cual profundizaremos más adelante) a fin de destacar

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la esencia espacial del fenómeno migratorio. El transnaciona­ lismo patentiza las limitaciones de las teorías clásicas con su énfasis economicista y asimilacionista, las cuales domina­ron los estudios de la migración hasta la década de los ochenta (Cas­­tro Neira, 2005). Por el contrario, el transnacionalismo alu­de a un desplazamiento constante “de ida y vuelta” entre co­mu­nidades de origen y destino, habilitando al migrante para man­tener presente su figura en ambas sociedades y cul­ turas (Portes, 2007). Plantea que “los flujos migratorios ya no pue­den seguir explicándose apelando al Estado como contenedor natural de los procesos sociales por medio de los cuales se forjan y mantienen relaciones sociales multiestra­ti­ ficadas” (Schiller y Levitt, 2004, en Jiménez, 2010), construyendo así campos o espacios sociales transnacionales “al modo de una red de redes” (Jiménez, 2010). Es decir, los mi­grantes establecen y alimentan una red multidireccional de relacio­ nes sociales transnacionales entre las comunidades de origen y destino instituyendo un espacio social que trasciende las “fronteras geográficas, culturales y políticas” (García, 2007). El concepto de espacio social transnacional es la herramienta teórica que nace de la perspectiva transnacional para analizar la espacialidad humana del migrante. Es una noción en construcción que posee amplia riqueza analíti­ca aún no explorada en su totalidad; por ello consideramos que puede ser comparada, complementada y enriquecida con conceptos o teorías originados fuera de los estudios migratorios. Para esto proponemos explorar la concepción trialéc­ tica del espacio social desarrollada por Lefebvre y la noción de tercer espacio de Soja, con la finalidad de identificar si­ militudes, diferencias y posibles aportes de estos autores a la perspectiva transnacional del espacio. A continuación pre­ sentamos en primer lugar la literatura que aborda el concep­ to de espacio social transnacional, posteriormente exploramos los aportes de Soja y Lefebvre a la teoría de pro­ducción del espacio social, al tiempo que comparamos y complementamos el concepto de espacio social transnacional con la visión

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de Lefebvre y Soja para explorar, como ya se mencionó, los posibles aportes de estos dos autores a la perspectiva transnacional y su concepción del espacio. ESPACIOS SOCIALES TRANSNACIONALES Iniciaremos este apartado con la definición del sociólogo alemán Ludger Pries (1999:63) de los espacios sociales trans­ nacionales: Por espacios sociales transnacionales entendemos aquellas realidades de la vida cotidiana y mundos de vida que surgen de manera esencial en el contexto de los procesos migratorios internacionales, que geográfica y espacialmente no son unilocales sino plurilocales y que, al mismo tiempo, constitu­ yen un espacio social específico que, lejos de ser transitorio, conforma su propia infraestructura de instituciones sociales (por ejemplo, de posiciones y posicionamientos sociales, ac­ titudes e identidades, prácticas cotidianas, proyectos biográficos, significados, etcétera).

El espacio social transnacional es por tanto el espacio de la cotidianidad de los migrantes, es plurilocal y no se limita a un lugar específico en el mapa sino que “se entreteje entre diferentes lugares” (Pries, 1999). Este espacio se forma y consolida por intercambios multidireccionales a través de los cuales los transmigrantes construyen un nuevo espacio social “más allá” de su lugar de origen y de arribo, el cual se expande en y por medio de prácticas sociales, artefactos y sistemas de símbolos transnacionales con elementos materiales e inmateriales de ambas comunidades. El espacio so­ cial transnacional se convierte así en “el contenido de una nueva existencia”, con nuevas formas de coexistencia social que trascienden los recipientes geográficos (Pries, 1999, 2000). En el análisis sociológico y antropológico del espacio so­ cial transnacional la definición que se hace del mismo va más

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allá de los aspectos territoriales o geográficos. Su emergencia cuestiona que la vida social de las comunidades esté limitada por espacios geográficos cerrados; antes bien, “el espacio social del mundo-vida se emancipa cada vez más del espacio geográfico-físico y se puede extender sobre y entre espacios geográfico-físicos diferentes” (Pries, 1999). Al respecto Valdez-Gardea y Balslev (2007) apuntan que los EST no están constituidos bajo “el contenedor lógico de la nación-Estado” sino que se construye con base en valores, símbolos, creencias, costumbres y reglas, tanto del país de origen como del país de acogida, creando así una “comunidad imaginaria” o la que otros autores denominan comunidad transnacional. Este tipo de comunidad es indispensable para que el es­pacio transnacional se constituya como tal; en ella los in­ dividuos, las familias y las organizaciones experimentan de manera simultánea las dimensiones de su vida diaria en el país de origen y en el de destino, lo cual es posible gracias a las tecnologías de comunicación y transporte. Esta comuni­ dad se integra por inmigrantes y no migrantes vinculados por un sinnúmero de intercambios materiales y simbólicos, tan­ gibles e intangibles, cuya finalidad es la reproducción social cotidiana (Narváez, 2007). A diferencia de Narváez, quien señala la importancia de la comunidad transnacional en la construcción de los EST, autores como Mendoza (2004), Ji­ mé­nez (2010) y Solé et al. (2007) destacan la influencia de las redes sociales transnacionales en la configuración de estos espacios, pues a través de éstas se intercambian, orga­nizan y transforman las relaciones sociales, las ideas, las prác­ticas y los recursos. Cecilia Jiménez (2010), tomando como referencia los aportes de Liliana Suárez (2008), afirma que existen dos mo­ dulaciones del espacio social transnacional, una débil y otra fuerte. En la modulación débil se articulan lo local y lo glo­ bal por medio de redes; en el análisis se incluyen los agentes que se trasladan físicamente y los que permanecen en su lugar de origen, pero que son incluidos por las acciones de

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los primeros. Por otro lado, la modulación fuerte del campo social “nada tiene que ver con lo espacial” (Suárez, 2008), sino que es una construcción analítica “sustentada en la perspectiva epistemológica de Pierre Bourdieu” (Jiménez, 2010); aquí el espacio social transnacional es un campo de relaciones jerárquicas producto de los procesos de la globali­ zación en los mercados de trabajo internacionales, lo cual se refiere a la estructura y las relaciones de clase en la sociedad. Entonces, el espacio social, según Bourdieu: Es un sistema de posiciones sociales que se definen las unas en relación con las otras (v.g., autoridad/súbdito; jefe/subor­ dinado; patrón/empleado; hombre/mujer; rico/pobre; distin­ guido/popular; etc.). El valor de una posición se mide por la distancia social que la separa de otras posiciones inferiores o superiores, lo que equivale a decir que el espacio social es, en definitiva, un sistema de diferencias sociales jerarquizadas (la distinción) en función de un sistema de legitimidades socialmente establecidas y reconocidas en un momento determinado (Giménez, 2002:6).

El concepto de espacio social de Bourdieu se caracteriza por tres rupturas importantes: la ruptura con la “tendencia a privilegiar las sustancias (los grupos sociales) en menoscabo de las relaciones; la ruptura con el economicismo que ignora la multidimensión de la vida social, y la ruptura es con el objetivismo que olvida las luchas simbólicas”. Mediante esta noción, Bourdieu representa al mundo social en un espacio de múltiples dimensiones que se construye sobre “principios de diferenciación o distribución dados por el conjunto de propiedades que actúan en el universo social” (Bourdieu, 1989); tales propiedades confieren poder a quienes las poseen. Es decir, “los agentes se definen por sus posiciones relativas en este espacio y la clase está dada por las posiciones vecinas”. Para Bourdieu es posible “representar el mundo social bajo la forma de un espacio social” que se organiza en función de tres capitales: el capital económico

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u objetivado, el capital cultural o capital incorporado y el ca­ pital simbólico (Bourdieu, 1989). De este modo, el posicionamiento en el espacio social del agente o el transmigrante dependerá de los tipos, el volumen y el origen de capital so­cial que posea. En su análisis del transnacionalismo y las migraciones, Cecilia Jiménez (2010) emplea la modulación fuerte del concepto de espacio social transnacional. Desde la perspectiva teórica de Pierre Bourdieu visualiza al espacio social transnacional como “un campo de clases sociales a escala mundial” y a las migraciones internacionales como “estrategias de movilidad que no sólo son geográficas, sino estrate­ gias de reproducción social adoptadas por los agentes, entre otras posibles, para mantener su posición relativa en el es­ pacio social”. Sin embargo, en la literatura se observa que el espacio social transnacional no siempre se refiere a una posición jerarquizada de poder de los agentes en la sociedad (modulación fuerte de origen bourdieuana), sino que el concepto de espacio social transnacional implica la construcción imaginaria y simbólica de un espacio alternativo —o un tercer espacio en palabras de Soja— lleno de simbolismo y signos compartidos. Un espacio donde la distancia es debilitada y desafiada por las tecnologías de comunicación y transporte, permitiendo la simultaneidad de compromisos del transmigrante con su familia y la comunidad en las lo­ calidades de origen y destino, generando “configuraciones territoriales y formas de vida comunitaria novedosas” (Castro Neira, 2005). Para Mendoza (2004) el concepto de espacio transnacional se define en relación con “un hipotético tercer espacio” o a una “transnación deslocalizada”; en ambos casos se refiere a un espacio que rebasa la dinámica nacional y la concepción objetiva del espacio. Por su parte, Moraes (2007) inicia su artículo, titulado “Identidad transnacional, diáspora/s y nación: Una reflexión a partir del estudio de la migración uru­ guaya en España”, con el epígrafe “Yo no sé de dónde soy, mi

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casa está en la frontera”, del músico y cantautor uruguayo Jorge Drexler, quien reside en España. La autora hace alusión metafóricamente a la “frontera”, o a lo que otros autores definirían como espacio transnacional, como un lugar donde el migrante es “un ser de doble conciencia, poseedor de una identidad limítrofe e híbrida, a través de quien lo nacional anuncia su irremediable defunción”. Este lugar “entre medio”, es decir la “frontera” según Moraes o el espa­ cio transnacional como otros autores lo identifican, trascien­ de al Estado-nación, puesto que es “representado bajo el ima­ginario de un tercer espacio” o una tercera vía (Beck, 1998). LA TRIALÉCTICA ESPACIAL SEGÚN HENRY LEFEBVRE Y EDWARD SOJA Como la subrayamos anteriormente, en la literatura académica el espacio social transnacional es caracterizado como un nuevo espacio social “más allá” del lugar de origen y de arribo (Pries, 1999), como un lugar “entre el medio” (Moraes, 2007), una tercera vía (Beck, 1998), una forma de vivir en “la frontera” (Moraes, 2007), en un “hipotético tercer espacio” o en una “transnación deslocalizada” (Mendoza, 2004). Todo esto refiere una nueva espacialidad que trasciende los confines del Estado-nación construida por la realidad y el imaginario del transmigrante. Esta nueva espacialidad —que nace en la cotidianidad del migrante y es representada en la teoría transnacional por el espacio social transnacional— puede explorarse más profundamente con la incorporación de los conceptos de espacio social de Henry Lefebvre y de tercer espacio de Edward Soja. Estos conceptos buscan explicar la producción de la espacialidad humana y poseen notables similitudes con el de espacio social transnacional, sólo que este último analiza específicamente la espacialidad generada por el fenómeno de la migración internacional.

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Consideramos que la integración de los aportes de Lefe­ bvre y Soja al estudio de la espacialidad del migrante pueden enriquecer el estudio y la comprensión de cómo los transmigrantes construyen sus propios espacios de vida cotidiana. Por lo tanto, en este apartado se hará una breve reseña del significado del espacio social de Lefebvre y del tercer espacio de Soja con la finalidad compararlos con el concepto de espacio social transnacional, encontrar diferencias y similitudes con este último e integrarlos al análisis de la espacialidad humana del migrante. Ciertamente, la primera idea que viene a la mente del ser humano al hablar del espacio es “la porción del territorio en la que se ubican los seres humanos, la cual modifican y adaptan de acuerdo con sus necesidades” (Pardo, 2012:46), es decir, el espacio físico. No obstante, si se quiere analizar un fenómeno social como la migración resulta insuficiente hacer referencia únicamente al espacio objetivo (o físico). Le­febvre reconoce esta realidad al identificar la trialéctica de la espacialidad humana compuesta por lo físico, lo men­ tal y lo social. Para este autor, en el espacio social (espacio vivido) se fusionan lo objetivo (espacio físico) y lo subjetivo (espacio mental), por lo que propone visualizarlo de dos maneras: primero, como un campo separado que distingue entre el espacio físico, el espacio mental y el espacio social y, segundo, “como una aproximación a un modo de pensamiento espacial que todo lo abarca” (Soja, 1996:62). De igual manera, el concepto de tercer espacio de Soja (1996) posee los múlti­ples significados adjudicados al espacio social de Le­ febvre. Para Soja, la espacialidad del hombre es una tríada compuesta por el primer espacio (físico), el segundo espacio (mental) y el tercer espacio (social). Este último es un espa­ cio que se distingue de los otros dos espacios, pero también es una combinación que trasciende todos los espacios (tercer espacio). Dado que la trialéctica de Soja se deriva de la tríada espacial de Lefebvre, analizaremos los aportes de am­ bos autores de manera conjunta.

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El primer componente de la tríada de Lefebvre es la prác­ tica espacial (o el espacio percibido), entendida como “el pro­ceso de producir la forma material de la espacialidad hu­ mana” (Soja, 1996:66); es el objeto de estudio tradicional de las ciencias espaciales y está ligada a la realidad cotidiana, que incluye la producción y reproducción de los lugares (Val­ doski, 2013). La práctica espacial es la “base material de lo que Soja redes­cribe como primer espacio” (Soja, 1996:66). Para Soja, la episte­mología del primer espacio privilegia la forma material de las cosas en el espacio, apuntando hacia las ciencias formales del espacio. La describe como […] una espacialidad física, material o materializada, que está directamente integrada en configuraciones medibles de forma empírica: en las absolutas y relativas localizaciones de las cosas, actividades, sitios, situaciones, patrones de distribución y diseños (Soja, 1996:74).

En Estados Unidos las transformaciones suscitadas en el “primer espacio” producto de la cotidianidad de la inmigración mexicana son evidentes en barrios como La Villita y Pilsen. Localizados en la ciudad de Chicago, en ambos vecin­ darios encontramos una espacialidad física que evidencia los múltiples intercambios materiales, simbólicos, tangibles e intangibles que mantienen los migrantes con sus comunidades de origen, intercambios que posibilitan la existencia de una comunidad transnacional y por tanto de espacios sociales transnacionales. La práctica espacial del mexicano en Chicago reproduce a miles de kilómetros de distancia un escenario típico de los pueblos y ciudades de México. En La Villita, por ejemplo, lo anterior se patentiza en el área comercial del vecindario por medio de los artículos que se venden, los servicios que se prestan y el diseño de al­ gu­nos edificios y monumentos representativos, como el arco que se encuentra en la entrada del barrio (véase la figura 1). En este sector del sur de la ciudad de Chicago, “los sabores,

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FIGURA 1

PRÁCTICA ESPACIAL DEL MEXICANO EN VECINDARIO LA VILLITA, CHICAGO

FUENTES: fotografía superior izquierda: Univisión.com; fotografía superior derecha: Local Initiatives Support Corporation Chicago (LISC); fotografía inferior izquierda: Chicago Freedom and Reason Forum (2009); imagen in­ ferior/centro: La Raza (2014); fotografía inferior derecha: Iooper (2005).

olores, colores y sonidos de México se reproducen por doquier”, particularmente sobre la calle conocida como la Vein­ tiséis, que ha reproducido los rasgos de “una céntrica avenida de una ciudad mexicana”. El espacio percibido por el migrante a través de la espacialidad material lo hace sentir muy cerca de su país: “Aquí hágase de cuenta que es México”, expresó el señor Adolfo Tovar Ruiz, entrevistado en marzo de 2015 por Notimex. Él es uno de los numerosos vendedores ambulantes de la calle Veintiséis quien con 38 años en Chicago expresa lo siguiente: “Nos hemos traído a México con nosotros y lo tenemos aquí en La Villita […] México no deja de ser mi patria, pero ya me acostumbré a vivir aquí” (Noti­ mex, 2015). A su vez, en el vecindario de Pilsen, Chicago, la práctica espacial del mexicano se manifiesta de forma distinta; es por

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medio del arte urbano que el inmigrante transforma el diseño y la imagen de su espacialidad física. Murales en casas, edificios y espacios públicos transforman el entorno colmándolo de símbolos e iconos de la mexicanidad y de la experiencia migratoria. Un ejemplo de ello es el mural conocido como “Gulliver en el país de las maravillas” (Gulliver in Wonderland) del muralista e inmigrante michoacano Héc­ tor Duarte. Este artista convirtió su casa de tres pisos, locali­ zada en el barrio Pilsen de Chicago, en el lienzo de su obra (véase la figura 2). En este mural, un hombre atrapado en un alambre de púas representa a los inmigrantes que fallecen al cruzar la fronFIGURA 2

MURALES LOCALIZADOS EN EL VECINDARIO DE PILSEN, CHICAGO, ILLINOIS

FUENTES: fotografía superior derecha estudio de Héctor Duarte, mural “Gulliver in Wonderland”, en Architecture Chicago Plus (2014); fotografía superior izquierda murales urbanos de La Villita del fotógrafo Romeo Banias (Flickr, s.f.); fotografía inferior: Elige Chicago.

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tera. El artista tomó al protagonista de la obra clásica de Jona­ than Swift, Los viajes de Gulliver, para manifestar los problemas enfrentados por los inmigrantes en su traslado a Estados Uni­ dos y a través de su integración a la sociedad estadounidense (El Universal, 2013). La práctica espacial de la comunidad transmigrante no só­lo transforma la realidad de las localidades de destino, sino tam­bién modifica la especialidad material de sus comunida­ des de origen. Mediante múltiples intercambios bidireccionales, el migrante modifica la dimensión física del es­pacio social transnacional al invertir en la construcción de escuelas, hospitales y parques, en remodelaciones de calles, iglesias, plazas o de sus propias casas. De esta manera transforma su entorno físico y evidencia la simultaneidad de compromi­ sos con su comunidad de origen y destino (véase la figura 3). El siguiente elemento de la tríada es lo que Lefebvre iden­ tifica como representaciones del espacio (espacio concebido o segundo espacio), que vincula lo mental y lo cognitivo. Soja explica que este espacio “conceptualizado” es propio de plani­ ficadores, urbanistas, tecnócratas y científicos, pues son ellos quienes codifican el espacio físico y lo representan con ma­ pas o signos; son por tanto representaciones de poder, ideología, control y vigilancia. Está vinculado a las relaciones de producción y al orden o diseño que la teoría impone (Soja, 1996; Valdoski, 2013). El espacio concebido se asocia a la for­ ma en que el fenómeno de la migración “crea y recrea nuevos discursos migratorios”, vinculando “desde arriba” la iden­ tidad nacional del migrante con la forma de representar el espacio transnacional (Pardo, 2013). Se refiere también a la “verdad oficial del espacio” (Iglesias, 2005), a su significado hegemónico representado en mapas y planos que distinguen los límites geográficos entre un país y otro, límites que determinan el estatus migratorio de las personas, su naciona­ lidad, ciudadanía, así como sus derechos políticos y civiles. La última pieza de la tríada de Lefebvre es el espacio vi­ vido o los espacios de representación (lo que para Soja es

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FIGURA 3

INFLUENCIA DEL MIGRANTE EN LA TRANSFORMACIÓN DEL ENTORNO FÍSICO DE SU COMUNIDAD DE ORIGEN

FUENTES: la fotografía en la parte superior fue publicada en El Universal Unión el 23 de julio de 2013, en el artículo “Participa Tonalá en programa 3x1 para migrantes”, la cual muestra la pavimentación de una calle de Tonalá financiada por migrantes y gobierno; la fotografía inferior fue publicada el 12 de marzo de 2014 en el artículo “Paisanos remodelarán su iglesia des­de NY”, en el Diario de México, y muestra la iglesia de Ixcateopan que será remodelada por migrantes que residen Nueva York.

el tercer espacio). Éstos ejercen una doble función: primero, como un elemento más de la tríada, independiente de los otros y, segundo, como elemento abarcador de los demás. Tanto el tercer espacio de Soja como los espacios de representación de Lefebvre comprenden o integran en sí los tres espacios —percibido, concebido y vivido— sin privilegiar inherentemente a alguno de ellos. En los espacios de representación encontramos el mundo de la percepción y del universo biográfico que transita entre “el espacio real y el ima­

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ginado pero va más allá de esta dualidad”, trasciende la mate­ rialidad de lo físico e inaugura una forma distinta de pensar el espacio ligándolo al simbolismo y a la experiencia subjetiva: éste es por tanto el espacio directamente vivido. Los espacios de representación (o el tercer espacio) se convierten en la realidad cotidiana experimentada por los migrantes que al incluir los vínculos, relaciones e interacciones múltiples con su sociedad de origen generan lo que la teoría transnacional denomina el espacio social transnacional. A di­ferencia del tercer espacio, que puede desarrollarse de un modo más introspectivo e individual, el espacio social transnacional requiere de la comunidad transnacional para existir; es plurilocal, pero con esa pluralidad constituye un espacio social específico conformando su propia estructura de relaciones, reglas, instituciones, identidades y valores cul­ turales híbridos. Los transmigrantes ligan en este tercer espacio su realidad con la realidad de su comunidad de ori­ gen a través de elementos tangibles e intangibles. Al respec­ to, Hiernaux (citado por Castro Neira, 2005:188) señala que el territorio posee gran importancia material y simbólica, por lo que el migrante, al desplazarse geográficamente, “no sólo lleva objeto y afecto, sino también espacio”. Es decir, el migrante lleva al espacio “en sus objetos materiales, sus memorias y sus nostalgias”. Otro aspecto importante de los espacios de representación, y que no ha sido considerado en el análisis de los espacios sociales transnacionales, es que éstos son los espa­ cios dominados por las representaciones espaciales de podercontrol, los cuales son apropiados y transformados por la imaginación de los migrantes. El transmigrante se resiste a asimilarse a la cultura de acogida y a someterse al poder de las representaciones espaciales impuestas por la sociedad anfitriona, por lo que reproduce, de formas materiales y sub­ jetivas muy diversas, su cultura, identidad y familiaridad de origen. Se puede afirmar entonces que al igual que los espa­ cios de representación, los espacios sociales transnacionales

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son “los lugares seleccionados para la lucha y la emancipación; son el terreno donde se generan los contraespacios o espacios de resistencia al orden dominante”, es el lugar don­ de el migrante se levanta en contra de su posición subordinada, periférica o marginal (Soja, 1996). CONCLUSIONES La dimensión espacial como categoría analítica en el estudio de la migración internacional había sido relegada a un segundo plano por dos de las corrientes más importantes que abordan esta temática: la estructuralista y la posestructuralista. No obstante, a principios de la década de 1990 nace una nueva perspectiva teórica transnacional que posiciona al es­ pacio como elemento fundamental en la explicación del proceso migratorio. Es en esta perspectiva teórica donde surge el concepto de espacio social transnacional para explicar la realidad de la vida cotidiana del migrante, quien a través de vínculos y relaciones que trascienden las fronteras constituye un espacio social específico. En la literatura encontramos dos vertientes del concepto de espacio social transnacional; una de ellas, la modulación fuerte, no tiene relación con lo espacial sino que se constru­ye analíticamente de acuerdo con la epistemología del espa­cio social de Bourdieu. Para los autores que parten de esta visión el espacio social transnacional es un campo de relaciones je­ rárquicas. Por otro lado, en la modulación débil del concepto sobresale la importancia de las redes e interconexiones entre los migrantes y sus comunidades en ambos lados de la frontera, creando un espacio alternativo de interacción y con­ vivencia social. Este espacio alternativo es una tercera vía o un tercer espacio “hipotético” moldeado por la realidad y el imaginario del transmigrante, lo cual da lugar a una nueva es­ pacialidad que trasciende los confines del Estado-nación. Este tercer espacio hipotético guarda una estrecha relación con

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la trialéctica de la espacialidad humana de Lefebvre y con la tríada espacial de Soja, integrada por lo físico, lo mental y lo social. Una contribución de la trialéctica espacial de Lefebvre y Soja al estudio del espacio social transnacional es la idea de que puede ser considerado como un espacio de re­ sis­tencia o contraespacio, donde el migrante conserva a tra­vés de formas materiales y subjetivas su cultura e identidad. A diferencia de los espacios de representación que pueden existir sin interconexiones, el espacio social transnacional es inherentemente relacional y depende de interconexiones en­ tre el inmigrante y la comunidad transnacional; es un espacio simbólico pero se apoya en la existencia de elementos materiales como las tecnologías de comunicación y transporte, que permiten la vinculación entre las localidades de origen y destino. Si cada sociedad crea su propia espacialidad, el es­ pacio social transnacional es el espacio creado por la comunidad migrante. Éste es transformado por el transmigrante y todos aquellos que de una u otra forma se relacionan con este fenómeno, con el objetivo de reproducir en el extranjero la cotidianidad y las situaciones de vida de su comunidad de origen. BIBLIOGRAFÍA Architecture Chicago Plus (2014), “Estudio de Héctor Duarte”, disponible en . Beck, Ulrich (1998), ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Barcelona, Paidós. Bourdieu, Pierre (1989), “El espacio social y la génesis de las clases”, en Estudios sobre las Culturas Contempora­ neas, año/vol. III, núm. 7, pp. 27-55, México, Universi­dad de Colima. Castro Neira, Yerko (2005), “Teoría transnacional: revisitando la comunidad de los antropólogos”, en Política y Cultura, núm. 23, enero, pp. 181-194.

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MIGRACIÓN DE RETORNO: UNA INTERPRETACIÓN TEÓRICA Y CONCEPTUAL FRENTE A LAS CIFRAS DE MIGRANTES RETORNADOS DE ESTADOS UNIDOS A MÉXICO

Martha Cecilia Herrera García Erika Cecilia Montoya Zavala

INTRODUCCIÓN En los últimos años, el interés por estudiar la migración de retorno en México ha ido en aumento. Diversos factores, entre los que se encuentran el endurecimiento de la política migratoria estadounidense y la crisis económica de 2008, han motivado el retorno de mexicanos desde Estados Unidos, así como su estudio y su análisis. En este trabajo se realiza un acercamiento teórico y conceptual a la migración de retorno, lo que nos permite te­ ner un punto de partida para el entendimiento de las cifras actuales de la migración de retorno en México. Concretamente, se revisan las diversas interpretaciones que teóricos e instituciones le han dado al concepto migración de retorno. Además, se examinan algunas teorías de migración a partir de las cuales se ha explicado el retorno, así como las teorías de retorno derivadas de las mismas. Finalmente, se exponen algunas cifras sobre el volumen actual de la migra­ ción de retorno en México. Nuestro análisis busca proporcio­ nar un acercamiento teórico y conceptual que nos permita ubicar el retorno de migrantes en nuestro tiempo y espacio. Respecto a la estrategia de análisis de este trabajo, se recu­ ­rrió a la investigación documental de los trabajos de mi­ gración de retorno. Después de revisar varios trabajos de inves­tigación, empíricos y teóricos, retomamos los que de al­­ [75]

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guna forma han llegado a conclusiones de tipo teórico y con­ ceptual. Por otra parte, se revisan cifras de migración de retorno pro­venientes de dos fuentes: el Instituto Nacional de Migración y el Consejo Nacional de Población. ALGUNOS ANTECEDENTES EN LOS ESTUDIOS DE LA MIGRACIÓN DE RETORNO

La migración de retorno es un fenómeno tan antiguo como la migración misma, tal como lo muestra la historia de las mi­ ­graciones internacionales (D’Anglejan, 2009:19; Wyman, 2001: 16). Sin embargo, históricamente los estudios sobre migración de retorno han sido menos cuantiosos que los estu­dios de migración en general. En este sentido, en un estudio rea­li­ zado por Mangalam (1968, citado por Gmelch, 1980:135; King, 1986:1) sobre bibliografía de migración publicada, solamente diez de los 2 051 títulos revisados correspondían a migración de retorno (citado por Gmelch, 1980:135; King, 1986:1). Así pues, podemos ver que el surgimiento de los estu­dios de mi­ gración de retorno se remonta aproximadamente a la dé­ca­da de los años sesenta; sin embargo, no fue sino hasta finales de los años setenta y principios de los ochenta cuando se presta mayor atención al fenómeno. Para entender el surgimiento de los estudios sobre migración de retorno nos referimos a la crisis del petróleo de 1973, la cual puso en una situación crítica a países industrializados y no industrializados en el mundo que hasta ese momento habían gozado de auge económico. La crisis provocó que los países industrializados, que en años anteriores habían admitido a migrantes, hicieran esfuerzos para de­ tener el flujo migratorio de llegada y, además, promover el retorno de los que ya se encontraban en el país (Callea, 1986; Debart, 1986; King, 1986). Debido a estos acontecimientos, en la década de los setenta y ochenta se presentó un auge en el interés, sobre todo académico y político, por mejorar la

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comprensión acerca de la migración de retorno, fenómeno particularmente intenso en esos momentos. A partir de esta época surgieron múltiples investigaciones acerca de la migración de retorno. Entre estos estudios existen diversas vertientes, algunas enfocadas desde el punto de vista del país de acogida, desde el punto de vista del país de origen, cuestiones de salud, economía, seguridad, género, educación y análisis teóricos, entre otros. Cualquiera que sea el enfoque de las investigaciones, todas han aportado información valiosa, pues nos permiten tener acercamientos al fenómeno en diversos tiempos y espacios y desde distintas perspectivas, a partir de lo cual podemos mejorar nuestra comprensión sobre la migración de retorno. ¿QUÉ ES MIGRACIÓN DE RETORNO? DIVERSAS CONCEPCIONES Y TERMINOLOGÍA ASOCIADA A través del tiempo y de diferentes experiencia migratorias, distintos autores e instituciones han intentado definir la migración de retorno, por lo que el concepto ha estado sujeto a diversas interpretaciones; algunas veces provisto de ma­ tices por parte de instituciones, otras veces guiado por la perspectiva de autores y también conciliado con el enfoque de las investigaciones empíricas. Es por eso que clasificamos el concepto de acuerdo con lo aportado por teóricos e investigadores y lo desarrollado por las instituciones encargadas de analizar y explicar los flujos migratorios, para dar una posible solución al fenómeno de la migración de retorno. LA PERSPECTIVA DE TEÓRICOS E INVESTIGADORES En primer lugar, encontramos que hay una diversidad de tér­ minos para referirse a la migración de retorno, algunos de ellos son: reflujo de la migración, la migración hacia casa,

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flujo de remigración, la migración de segundo tiempo, repatriación. Gmelch (1980:136) define la migración de retorno “como el movimiento de los emigrantes a sus países de origen para reestablecerse”. Castles por su parte, se refiere a los migrantes de retorno como “las personas que regresan a su país de origen después de un periodo en otro país” (2000:271). En el mismo tenor, Vilar (2003:263) enuncia diversas for­ mas con las que se alude a la migración de retorno; algunos de estos términos son: retorno, movimiento migratorio de retorno, emigración de retorno o inmigración de retornados. Comenta que estas expresiones […] indican la vuelta de ese emigrante desde el país o países de destino (en todo caso desde el último de permanencia en el extranjero) al de procedencia, entendiéndose por tal el lugar, comarca o región de nacimiento, o bien el punto de salida o, en su caso, embarque.

El término migración de retorno también puede implicar que el individuo regresa a su contexto social, familiar, po­ lítico y económico en su lugar de origen, en el cual ya ha vivido antes, después de experimentar el proceso migratorio y haber vivido en otro contexto fuera de su país. Sin em­ bargo, es claro que hay personas que siendo inmigrantes no han vivido el proceso que implica regresar o retornar a su lugar de origen. En este sentido, los migrantes que dejaron su lugar de origen siendo pequeños, los cuales no recuerdan o no viven la experiencia de cambiar de contextos familiares, sociales, culturales, etc., con el proceso migratorio de re­ ­torno —podemos decir— viven el proceso migratorio por primera vez y no están retornando, sino emigrando. Es la situación que viven los mexicanos nacidos en Estados Unidos, pero cuyo contexto familiar los lleva a vivir una emigra­ ción a México, más que un retorno en el sentido estricto de “vivir la experiencia”.

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Sin embargo, si consideramos la nacionalidad de los in­ dividuos, el concepto de migración de retorno sí abarca a los que “regresan” a donde nunca han vivido y a los que no han experimentado una emigración. En este sentido y en referencia a la pertenencia al lugar de origen, la nacionalidad es el criterio más conveniente, y se puede determinar con relativa facilidad, además de que le da un sentido de leal­ tad y pertenencia a la nación (Population Division Depart­ ment of International Economic and Social Affairs United Nations Secretariat, PDDIESAUNS, 1986). Aunque se reconoce la existencia de dobles nacionalidades, para el Population Division Department of International Economic and Social Affairs United Nations Secretariat (1986) las personas que ingresan al país por primera vez difícilmente podrían ser consideradas “retornados”. Sin embargo, hemos de recordar que en algunos países, como es el caso mexicano, la doble na­cionalidad es permitida y los hijos de padres mexicanos pueden por derecho obtener la nacionalidad, por lo que debe considerárseles retornados. Otro de los aspectos que no está claro en el concepto de migración de retorno es el tiempo de estancia que deben tener los migrantes, tanto en el país de destino como en el de origen, para ser considerados migrantes de retorno. Cobo (2008:163) considera, para fines de su investigación, “que cualquier individuo que regresó a su lugar de origen, independientemente del tiempo de duración de la experiencia migratoria y del ciclo de vida en el cual ocurra, debe verse como un migrante de retorno”; su definición incluye a los que regresan definitiva o temporalmente a México. Esta de­ finición se enfoca en el movimiento de ida y de regreso y no tanto en la experiencia económica, política, social o cultural que pueda tener el individuo en su estancia en otros países. King (1986:4-5), por su parte, establece una distinción entre migración de retorno y repatriación. En referencia al primer término, señala que “migración de retorno se utiliza

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cuando la gente regresa a su país o región de origen después de un periodo significativo en el extranjero o en otra región”, mientras que “el término repatriación es usado cuando el retorno no es iniciativa de los migrantes pero sí es forzada por acontecimientos y autoridades políticas, o quizá por algún desastre personal o natural”. Así pues, en la exposición hecha por King podemos vislumbrar una diferenciación entre retorno voluntario y forzado. En una línea similar, Pekin distingue entre retorno volun­ tario y obligatorio. De acuerdo con el autor, el retorno volunta­ rio “se caracteriza por ser individual y espontáneo, e incluye a los migrantes que regresaron por voluntad propia”; entre las causas de este retorno se encuentran la falta de adaptación al país de inmigración y razones personales. El retorno obligatorio, por otra parte, es aquel que involucra “[…] a mo­ vimientos de masas a gran escala y se incluye en esta categoría a los migrantes que están obligados a regresar debido a una situación económica desfavorable en el país de inmigración”. En este tipo de retorno no son cuestiones persona­ les sino el contexto situacional el que “obliga” a los individuos a retornar (Pekin, 1976, citado por Dumon, 1986:113). Por su parte, Dumon (1986:114) considera a la migración forzada en el sentido estricto del término, es decir, los migran­ tes que son expulsados. Por el contrario, la migración volunta­ ria se relaciona con “movimientos libres si están causados por factores personales o por las circunstancias”. Además, dentro de la categoría de retorno voluntario el autor distingue entre retorno espontáneo y el retorno de incentivos. El retorno espontaáneo es el retorno voluntario causado por mo­ tivos personales o familiares. El retorno de incentivos es el retorno voluntario causado por factores circunstanciales, que generalmente están más allá del control del individuo, como podría ser una crisis económica. D’Anglejan asevera que: […] Existen muchas modalidades del retorno. Puede ser voluntario u obligatorio. Puede ser temporal o definitivo. Pue-

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de ser espontáneo o incitado. Puede realizarse sin ayuda o de forma asistida. Puede ocurrir después de una estancia corta en el exterior o después de una estancia de larga duración (2009:20-27).

La autora también nos habla del “retorno coercitivo”, alu­diendo a las deportaciones, nombradas también como devolu­ciones, expulsiones, repatriaciones, entre otros. En este sentido expone: No todos los retornados son deportados, pero todos los deportados entran en la categoría general de retornados. El retorno del migrante es considerado voluntario cuando se efec­ túa dentro del plazo que le otorga la legislación nacional para irse, generalmente a más tardar un mes. Si el inmigrante no sale dentro del plazo legal, se vuelve deportable por las autori­ dades. La diferencia entre un inmigrante irregular retornado voluntariamente y un deportado se basa en las modalidades en las cuales se efectúa el retorno. El retornado voluntario se devuelve libremente a su país, a veces ayudado financiera­ mente por ciertos programas, públicos o privados, por ejem­ plo a la hora de conseguir un tiquet de regreso. El deportado es devuelto esposado, generalmente escoltado por representantes de la fuerza pública, hasta su país de origen o un país de tránsito, por tierra o por avión (D’Anglejan, 2009:26-27).

Así pues, la migración de retorno, en términos generales, es el regreso de un migrante a su país de origen. Resulta oportuno señalar que el regreso debe tener la finalidad de establecerse en el país, aunque resulte incierto descifrar si se logrará, el asentamiento definitivo.

LA PERSPECTIVA INSTITUCIONAL Debido a la variedad de significados que se le da a la migración de retorno, ya en los años ochenta se procuraba estable-

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cer los criterios necesarios para dilucidar el retorno. Así, se sugería que algunos elementos fueran considerados para la conceptualización de la migración de retorno, teniendo en cuenta por lo menos dos criterios: uno asociado al sentido de pertenencia al país de origen y otro que determina el es­ tado de la migración. Además de los criterios mencionados anteriormente, un sinnúmero de características podrían ser utilizadas para la identificación de los migrantes retornados, pero en general se da prioridad a la duración de estancia en el extranjero y el periodo que se pretende residir en el país de origen (PPDIESAUNS, 1986). Así pues, de acuerdo con el PPDIESAUNS (1986), un retor­ nado es una persona con las siguientes características: 1) posee la nacionalidad del país al que retorna; 2) es un emigrante que ha pasado, por lo menos, un año en el extranjero; 3) tiene la intención de permanecer, por lo menos, un año en el país de origen. Para la División de Estadísticas de las Naciones Unidas: […] un retornado es una persona que retorna a su país de origen, el país de ciudadanía, después de haber sido migrante internacional durante un periodo de corto o largo plazo, y que tiene la intención de quedarse en el país de origen para una duración de por lo menos un año (citado por D’Anglejan, 2009:20).

Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (2006) define a la migración de retorno como “el movimiento de una persona que regresa a su país de origen o residencia habitual después de permanecer al menos un año en otro país”. Asimismo, se reconoce que el retorno pue­ de o no ser voluntario. Un concepto estrechamente ligado al de migración de retorno y que alude al retorno no voluntario es el de deportación, que de acuerdo con la OIM (2006):

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Se refiere al acto de un Estado por medio del cual saca a una persona que no es su ciudadano de su territorio después de que se le negó la admisión o que se le terminó el permiso para permanecer en él. Considerando que la migración de retorno puede ser espontánea o asistida (y por lo tanto incorpora un elemento de volición), la deportación es la ejecu­ ción real de la remoción.

En el mismo sentido, encontramos el término expulsión, que es “el acto de informar sobre la prohibición de permanecer en el territorio de un Estado. Una orden de expulsión se otorga, ya sea si el individuo entró ilegalmente o no está autorizado para permanecer en ese Estado” (OIM, 2006). Respecto a la definición institucional existente en Méxi­ co para el retorno, el Consejo Nacional de Población (Conapo), en sus estimaciones de migración quinquenal México-Estados Unidos 2005-2010, considera migración de retorno a la “población de cinco años o más, nacida en México que en 2005 vivía en Estados Unidos y para 2010 ya residía en México” (Conapo, 2012). Como se puede observar, aunque el Conapo reconoce la existencia de mexicanos de segunda y tercera generación, en sus estimaciones de migración quinquenal esta población no es considerada, ni contabilizada, como migración de retorno. En el mismo sentido, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para el Censo de Población y Vivienda 2010, considera migrante de retorno al “migrante internacional que en el momento de la entrevista se encontraba residiendo nuevamente en México”. Además de las definiciones anteriores, en el país existen términos usados en materia migratoria que guardan una estrecha relación con la migración de retorno, como los “de­ vueltos por las autoridades migratorias de Estados Unidos”, “migrantes procedentes de Estados Unidos”, “migrante remo­ vido de Estados Unidos” o “migrante retornado de Estados Unidos” (INM, citado por Conapo y Fundación BBVA Banco­

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mer, 2014:151), los cuales en términos generales y resaltando la importancia de las experiencias vividas por los individuos y sus familias, pueden ser considerados como migración de retorno. TEORÍAS SOBRE MIGRACIÓN DE RETORNO Aunque no existe un andamiaje teórico que explique específicamente la migración de retorno, algunos autores han tratado de explicar teóricamente el fenómeno a partir de las teorías preexistentes de migración. Algunas de las teorías frecuentemente mencionadas son la teoría neoclásica, teoría de la nueva economía de la migración laboral, teoría de redes sociales y el enfoque estructuralista (Izcara, 2011; Durand, 2004; Cassarino, 2004; Massey, Arango, Graeme, Koua­ ouci, Pellegrino y Taylor, 1993; Dumon, 1986; Reyes, 1997). A continuación se examinan algunas explicaciones del retorno derivadas de estas teorías. Por una parte, la teoría neoclásica plantea que uno de los principales alicientes de la migración son las dispari­ dades regionales, que se exteriorizan principalmente en salarios diferenciales entre los países de origen y los países de destino (Todaro, 1969, citado por Durand, 2004:108). Por otra parte, esta teoría, en su versión micro, afirma que la mi­ gración es una decisión individual y racional, hecha de acuer­do con un cálculo de costos y beneficios económicos (Borjas 1989, citado por Durand, 2004:109). Así pues, la teoría neoclásica postula que la decisión de migrar se basa en factores económicos, y que las personas migran a los lugares donde sus beneficios serán maximizados. De acuerdo con las consideraciones anteriores, se puede afirmar que la teoría neoclásica percibe la migración como un proceso unidireccional que prevé un abandono definitivo del lugar de origen, ya que si el migrante persigue una maximización de ingresos y la encuentra en el país de

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destino, el retorno no es una decisión lógica, más bien es una manifestación del fracaso del proceso migratorio: El emigrante retorna a su comunidad de origen sólo si en la sociedad de destino no pudo sacar partido de las ventajas ofrecidas por un mercado laboral más favorable; por lo tanto, no existe posibilidad de un retorno exitoso. El migrante retorna “porque en la sociedad de acogida no fue capaz de obtener más recursos que en la comunidad de origen” (Izca­ ra, 2011:95).

Ahora bien, a la luz de la teoría neoclásica se encuentra la teoría de la decepción. La teoría migratoria de la decepción asevera que los migrantes retornan debido a que “fracasaron”, lo que significa que no pudieron encontrar empleo o sólo encontraron empleos de baja remuneración en el país de destino (Herzog y Schottman, 1982, citado por Reyes, 1997: 12). De acuerdo con la autora, este fracaso se debe a que las personas migran con el propósito de establecerse en una nueva ubicación social y económica, pero la información que tienen sobre el lugar de destino es limitada, por lo que los beneficios de la migración pueden calcularse mal y conducir al “fracaso” migratorio. En efecto, de acuerdo con la teoría neoclásica, la migración de retorno implica exclusivamente a migrantes que co­ ­metieron errores en los cálculos de los costos de migración y que, por lo tanto, no pueden obtener los beneficios de ma­yores rendimientos. El retorno se produce como consecuencia de su experiencia migratoria fallida o debido a que su capital humano no fue recompensado como se esperaba (Cassarino, 2004:255; Reyes, 1997:12). En afinidad a la teoría de la decepción podemos ubicar “el principio del rendimiento decreciente”, un postulado he­ cho por Durand (2004:114-115), quien hace uso del princi­ pio económico de la ley de los rendimientos decrecientes para explicar el retorno voluntario. El autor sostiene que los mi-

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grantes observan al inicio de su experiencia migratoria rendi­ mientos crecientes, pero con el paso del tiempo los migrantes advierten un descenso en los rendimientos que esperaban obtener con la migración. En palabras del propio autor: […] en los primeros meses de trabajo el migrante está deslum­ brado por el salario que gana, porque piensa en términos de la moneda nacional de origen. Luego viene una etapa de rea­ lismo y finalmente el desencanto, porque es muy difícil salir del mercado de trabajo migrante […] La toma de concien­ cia, por parte del migrante, de que se ha llegado a un límite, sea por­que ha logrado el éxito o porque ya no es posible reci­ ­bir mayores ingresos, lo coloca en una disyuntiva donde tiene que evaluar nuevamente costos y beneficios económi­cos, sociales, familiares y personales (Durand, 2004:114-115).

Así pues, la migración de retorno se puede explicar asumiendo que los migrantes utilizan un mecanismo equivalente a su regreso que el que utilizaron al migrar, es decir, hacen un análisis de costo-beneficio entre quedarse o regresar. El autor sostiene que una vez estando en el país de destino la disparidad salarial, que al principio fue un impulso para mi­ grar, ya no parece tan relevante. El dicho y la lógica económica del migrante mexicano de: ganar en dólares y gastar en pesos, carece de sentido cuando uno se queda a vivir en Estados Unidos, gana salario mínimo y tiene que pagar la renta, el transporte y la comida en dólares (Durand, 2004:109).

De acuerdo con Durand, las posibilidades de movilidad social del migrante en los países de destino son mínimas, pues generalmente éstos se encuentran ubicados en empleos de baja remuneración y en las partes más bajas del estrato social: “Para la mayoría de los migrantes, la única op­ ción viable de movilidad social se da en el contexto del retor­ no, de ahí que este argumento sea definitivo cuando se hace un cálculo de costos y beneficios” (Durand, 2004:109).

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La teoría de la nueva economía de la migración laboral (NEML), en concordancia con la teoría neoclásica, basa sus fundamentos en la elección racional. Sin embargo, para la NEML la decisión de migrar no es una decisión individual aislada, sino que es una decisión que resulta de un análisis de costo-beneficio en el ámbito familiar. La migración es una estrategia de maximización de beneficios, pero también puede ser una estrategia orientada a diversificar las fuentes de ingresos con el fin de reducir los riesgos existentes en los países de origen. Si bien la finalidad de la migración es ma­ ximizar los ingresos, éstos no se expresan necesariamente en términos absolutos, ya que pueden estar en relación con otros hogares en su grupo de referencia en el lugar de origen, ha­ciendo alusión a la noción de privación relativa (Stark y Taylor, 1989, citado por Arango, 2003). El concepto de privación es relativo, pues no significa solamente la privación existente de algún bien o servicio, también significa no tener aquello que es común dentro del grupo de referencia (Izcara, 2011:96). La nueva economía de la migración laboral expone la condición transitoria de los procesos migratorios, es decir, la migración se origina con el objetivo de percibir mayores ingresos y ahorrar lo suficiente para, entonces, poder retornar (Constant y Massey, 2002:9-12, citado por Izcara, 2011:96). De acuerdo con la NEML, el retorno es una prueba del éxito del proyecto migratorio. El retorno significa que se logró revertir la situación de privación gracias a los ahorros acumulados en el país de inmigración. Así pues, […] el migrante retorna siempre exitoso; nunca regresará de modo voluntario si a su llegada no puede acceder a más bie­ nes y servicios de los que disfrutaba antes de emigrar, o si no puede escalar peldaños en la escala social […] (Izcara, 2011:98).

Otro concepto afín a la NEML es la teoría del ingreso obje­ tivo. Esta teoría sostiene que las personas migran con el fin

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de acumular ahorros y a su retorno poder invertir en mejor tecnología o para comprar más tierras en su lugar de origen (Borjas, 1994; Hill, 1987; Lindstrom, 1996; Massey et al., 1993, citado por Reyes, 1997:14). De acuerdo con esta teoría, los migrantes prefieren permanecer en sus lugares de origen en lugar de una reubicación permanente en los lugares de destino; sin embargo, debido a los bajos salarios en sus luga­ res de origen, se ven en la necesidad de migrar (Berg, 1961, citado por Reyes, 1997:14). Así, según Reyes, los inmigrantes permanecerán en el lugar de destino el tiempo suficiente para ahorrar un determi­ nado monto. Cuanto más alto sea su ingreso, más rápido po­ drán acumular su ingreso objetivo y retornar a casa. En este sentido, Durand (2004:110) expone: […] hay que señalar que a mayor brecha salarial entre el país de origen y el de destino, mayor posibilidad de lograr los objetivos previstos y, por tanto, mayor opción al retorno […] Las disparidades regionales, sobre todo entre países veci­ nos, pueden ser tanto la causa de partida, como de un pronto retorno.

En cuanto a las teorías de las redes sociales que explican la migración, podemos resaltar que Las redes de migrantes son conjuntos de lazos interpersona­ les que conectan a migrantes, ex migrantes y no migrantes en las zonas de origen y destino a través de lazos de parentesco, amistad y comunidad de origen en común (Massey, et al., 1993:488).

De esta manera, tenemos que las redes sociales aumentan la posibilidad de la migración internacional debido a que reducen los costos y riesgos de la misma, al mismo tiem­po que aumentan las expectativas de los beneficios esperados de la migración (Hugo, 1981; Taylor, 1986; Massey y García, 1987; Gurak y Caces, 1992, citados por Massey et al., 1993:448-449).

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De acuerdo con Massey et al. (1993:449), los primeros migrantes no cuentan con vínculos sociales en el lugar de destino, por lo que los costos y riesgos de la migración suelen ser altos; no obstante, una vez que los primeros migrantes se han ido, los costos y riesgos potenciales de la migración para familiares y amigos, es decir los miembros de su red, se re­ ducen sustancialmente. Así pues, se puede afirmar que cada nuevo movimiento migratorio amplía la red migratoria, lo que reduce considerablemente los costos y riesgos de la mi­ gración a los nuevos migrantes. Tal como se ha visto, independientemente de las causas que dieron origen a los primeros movimientos migratorios, sean éstas de naturaleza individual o familiar, e independientemente de que estas causas sigan existiendo, la presencia de redes sociales aumenta la probabilidad de la migración y puede hacer de ésta un proceso autosostenible en el tiempo. En lo que se refiere al retorno, de la misma forma como las redes migratorias pueden dinamizar y hasta perpetuar la migración, estas mismas redes pueden facilitar e impulsar el retorno. “El capital social puede servir tanto para emprender una aventura migratoria como para regresar” (Durand, 2004:110). Es decir, si en una red migratoria existen personas con experiencia de retorno, esto incrementa las posibilidades de retorno para los aún migrantes. “El retorno exitoso puede ser tan motivador como lo es el éxito de los migrantes para in­ ducir la migración” (Durand, 2004:110). En efecto, “si una persona mantiene sus lazos con la comunidad de origen y con su familia extensa, cuenta con un sistema de apoyos que le facilitan el retorno y hacen menos riesgosa la aventura” (Durand, 2004:111-112). Así pues, las redes migratorias funcionan como un mecanismo de reducción de costos y riesgos para emprender la experiencia migratoria, pero también pueden funcionar en forma inversa ayudando a las personas que desean o que tienen que retornar, a tener información

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adecuada, asistencia y facilitar la búsqueda de empleo en el lugar de origen. Es decir, las redes migratorias ayudarían a reducir los riesgos y costos del retorno. Por otra parte, a lo largo de la historia se ha podido observar una relación entre los ciclos económicos y los ciclos migratorios, tanto en periodos de auge económico como en los de recesión. Por siglos, ciertos países han recibido migrantes que han contribuido al nacimiento, mantenimiento y crecimiento de estas naciones, un claro ejemplo es la cons­ trucción y crecimiento de países europeos y de Estados Unidos de América, donde la migración tuvo un papel significativo; sin embargo, cuando los países se enfrentan a épo­cas de estancamiento o recesión económica frecuentemente cambian sus políticas migratorias con el fin de dismi­ nuir los flujos migratorios (Castles, 2000:273-274; D’Anglejan, 2009:12-14). De esta forma, en periodos de auge económico los gobiernos tienden a alentar la llegada de migrantes y, en periodos de recesión, endurecen sus políticas migratorias para disminuir los flujos migratorios y aliviar la presión sobre el empleo local; así, se busca que los flujos migratorios funcionen como una válvula de escape de las condiciones existentes en el país. En este sentido, y en vista de los entornos económicos cambiantes, Dumon (1986:115) expone que el fenómeno de la migración de retorno no puede ser adecuadamente definido como un exclusivo problema personal como el fracaso, por ejemplo la no adaptación, o como una fase de la migra­ ción, por ejemplo la etapa final de una persona en el ciclo migratorio. En cambio, la migración de retorno puede definirse como un problema social, es decir, como un problema creado no por los migrantes individualmente, sino por situaciones que les afectan. En efecto, varios autores afirman que la migración de retorno es un proceso que no puede limitarse al migrante como el objeto de la investigación, sino que debe incluir las situaciones y los mecanismos que determinan el proceso

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migratorio (Papantoniou-Frangoulis, 1984:1, citado por Dumon, 1986:115). En esta línea de pensamiento se sitúa el en­ foque estructural de la migración de retorno. De acuerdo con Korkiasaari (1985, citado por Dumon, 1986:115), el enfoque estructural analiza: a) las causas estructurales y las condiciones previas a la migración de retorno, como situación del mercado laboral, la xenofobia, etc., y b) las consecuencias que la migración de retorno puede tener en las sociedades de origen. En este sentido, Durand expone que: […] en casos de recesión y de crisis económica, el retorno es la única opción para muchos migrantes […] En este caso son las condiciones estructurales las que obligan al retorno, pero finalmente hay un proceso de toma de decisiones, de retorno voluntario (2004:112-113).

El retorno, sea éste una realidad o un plan a futuro, está perfilado por las expectativas de los retornados en los países de origen (Rogers, 1984; Callea, 1986; Richmond, 1984, citados por Cassarino, 2004:258). De acuerdo con Cassarino, el retorno está fuertemente influido por las oportunidades que los migrantes esperan obtener en sus lugares de origen, sopesado con las oportunidades que tienen en los países de destino. Los factores que los migrantes toman en cuenta van desde el tipo individual y familiar hasta factores estructurales como lo son cuestiones sociales, económicas y políticas (Moran-Taylor y Menjivar, 2005; Horton y Cole, 2011; Bergmark, Barr y Garcia, 2008; Bhatt y Roberts, 2012). Desde el enfoque estructural, el retorno no se analiza únicamente tomando como referencia la experiencia individual del migrante, sino también vislumbrando los factores sociales e ins­ titucionales en los países de origen. En efecto, el retorno es también una cuestión de contexto (Cassarino, 2004:257). Como podemos observar, la migración de retorno se ha tratado de explicar a partir de las teorías preexistentes de mi­

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gración; algunas de las teorías en las que se han apoyado los estudiosos de la migración de retorno son: la teoría neoclá­ si­ca, la teoría de la nueva economía de la migración laboral, la teoría de las redes sociales y el enfoque estructuralista, ade­ más de la teoría de la decepción, el principio del rendimiento decreciente y la teoría del ingreso objetivo. Sin embargo, el análisis teórico del retorno está lejos de agotarse, las teorías presentadas nos dan un punto de partida para poder teorizar e interpretar el retorno en nuestro tiempo y espacio. Creemos que en la actualidad existen factores, además de los mencionados por los autores en las teorías analizadas, que están impulsando el retorno; es indudable que ciertas particu­ laridades sobre el fenómeno han cambiado a través del tiem­ po y, por lo tanto, aún se tiene que profundizar y teorizar sobre ellas. Es importante no dar por sentado que todas las explicaciones han sido dadas. Consideramos fundamental no homogeneizar la teoría a todas las regiones, pues en cada región el retorno puede tener singularidades que es importante descubrir. Contextualizar el retorno a nuestro espa­cio económico, social y geográfico es lo que nos permi­tirá generar nuevas explicaciones teóricas para este fenómeno social. MAGNITUD DE LA MIGRACIÓN DE RETORNO EN MÉXICO El uso de fuentes de información para el estudio de la migración de retorno plantea variados retos. Los cálculos realizados por diferentes instituciones generalmente presentan cualidades y limitaciones propias de la metodología utilizada. A continuación analizamos la magnitud de la migración de retorno considerando dos fuentes: el Instituto Nacional de Mi­ gración (INM)1 y el Consejo Nacional de Población (Conapo).2 1  Centro de Estudios Migratorios, Unidad de Política Migratoria, Segob, con información del INM, 2015. 2  Estimaciones realizadas con datos del INEGI, muestra de 10% del Censo de Población y Vivienda, 2000 y 2010.

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El Instituto Nacional de Migración (INM) da cuenta de las repatriaciones de mexicanos desde Estados Unidos; dichas cifras nos pueden ilustrar sobre las personas que están regresando al país, aunque sólo nos muestra un segmento de la migración de retorno. Sin embargo, cabe puntualizar que las cifras se refieren a eventos, debido a que una misma perso­ na pudo haber sido repatriada en más de una ocasión, por lo que la cifra pudiera contener sobrevaloraciones. De acuerdo con información del Instituto Nacional de Migración, en el periodo 2000-2014 la repatriación de mexica­ nos desde Estados Unidos tuvo las cifras más altas durante los años 2000 y 2001, con 1 150 906 y 791 256 repatriaciones, respectivamente. A partir del año 2002 las cifras comienzan a descender y se mantienen relativamente estables hasta los años 2008 y 2009, cuando hubo un ligero repunte con 577 826 y 601 356 repatriados respectivamente; a partir de 2010 los eventos de repatriación disminuyen (véase la gráfica 1). Las cifras registradas en los años 2000 y 2001, que presen­ tan los números más altos, pueden explicarse por las políGRÁFICA 1

400 000

243 196

332 865

2013

601 356

2009

369 492

577 826

2008

2012

528 473

2007

405 457

530 132

2006

2011

557 357

2005

469 268

525 115

2004

600 000

559 949

800 000

2003

1 000 000

583 408

1 200 000

2002

1 400 000

1 150 906 791 256

EVENTOS DE REPATRIACIÓN DE MEXICANOS DESDE ESTADOS UNIDOS, 2000-2014

200 000

FUENTE: elaboración propia con datos del INM, 2015.

2014

2010

2001

2000

0

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ticas migratorias y de control fronterizo implementadas por Estados Unidos a mediados de los años noventa; esto provo­ có, entre otras cosas, un aumento de aprensiones de migran­ tes indocumentados que alcanzaron cifras récord durante los años mencionados. Ahora bien, es importante señalar que durante los últimos años la composición de las personas repatriadas ha cam­ biado considerablemente y cada vez es mayor el número de repatriados que llega a México después de vivir por largos periodos en Estados Unidos (París, 2010:10-18). Respecto a la edad de las personas repatriadas, de acuerdo con la estadística del INM se puede clasificar a los repatriados en dos grupos edad: 18 años y más, y menores de 18 años. Para el periodo 2000-2012, el grueso de la población repatriada se encuentra en el grupo de 18 años y más (véase la gráfica 2). GRÁFICA 2

EVENTOS DE REPATRIACIÓN DE MEXICANOS DESDE ESTADOS UNIDOS

Total de 18 años y más 

228 844 14 352

2014

315 894 16 971

2013

352 363 17 129

2012

389 933 15 524

2011

448 830 20 438

2010

575 340 26 016

2009

543 743 34 083

2008

490 717 37 756

2007

490 373 39 759

2006

514 086 43 271

2005

483 609 41 506

2004

507 414 52 535

2003

535 823 47 585

2002

727 500 63 756

2001

2000

116 938

1 033 968

POR GRUPOS DE EDAD, 2000-2014

Total de menores de 18 años

FUENTE: elaboración propia con datos del INM, 2015.

No podemos considerar a todo este grupo como migrantes de retorno, sin embargo, sí podemos suponer que un gran por­ centaje de este grupo puede ser considerado como tal. Esto se debe a las consecuencias administrativas, en algunos casos

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penales, que conlleva ser devuelto por las autoridades migra­ torias estadounidenses, lo cual, junto con una frontera cada vez más vigilada, desalienta la migración. Las cifras del INM dan cuenta de un número importante de migrantes repatriados; si bien es cierto que en últimas fechas las repatriaciones han mostrado un declive, está lejos de explicarse como parte de una flexibilización de las políticas migratorias de Estados Unidos. Más bien, esta reducción en las repatriación puede explicarse por las evidencias de la disminución del flujo migratorio de mexicanos hacia Estados Unidos (Massey et al., 2009; D’Anglejan, 2009; Berumen, 2011; Pew Hispanic Center, 2012). Por otra parte, el Conapo realiza estimaciones de migración con base en el Censo de Población y Vivienda. Estas es­ timaciones se elaboran a partir de encuesta de cobertura nacional y, al ser una encuesta, toca muy variados temas; el aparta­do sobre migración no indaga a profundidad el fenómeno del retorno, sin embargo da luz acerca de la magnitud y algunos aspectos de la migración de retorno. De acuerdo con estimaciones de la Conapo (2002), la mi­ gra­ción de retorno en México para el año 20003 fue de 267 150 migrantes. Por su parte, la migración de retorno calculada para 20104 fue de 824 414 migrantes (Conapo, 2012) (véase la tabla 1). Al comparar las cifras de los años 2000 y 2010, es evidente el aumento del retorno en el último año; existe un incremento de 557 264 migrantes retornados para 2010 comparado con el periodo anterior, es decir, un aumento de 208%. Se puede intuir que dicho aumento en el retorno está fuertemente relacionado con la situación poco favorable a la que se enfrentan los migrantes en Estados Unidos, pues de ninguna manera se percibe que este retorno se encuentre 3  Población de cinco años o más, nacida en México que en 1995 vivía en Estados Unidos y para 2000 ya residía en México. 4  Población de cinco años o más, nacida en México que en 2005 vi­ vía en Estados Unidos y para 2010 ya residía en México.

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vinculado con una mejora en las condiciones económicas y sociales en los lugares de origen de los migrantes. En las cifras por entidad federativa podemos observar que las tres entidades con mayor número de migrantes de re­ torno para los dos periodos son Guanajuato, Michoacán y Jalisco. Para el año 2000, Guanajuato tuvo 20 736 migrantes retornados, Michoacán 29 520 y Jalisco 36 090. Para el año 2010, Guanajuato alcanzó 65 451 migrantes de retorno, Michoacán 68 985 y Jalisco 71 603. Así pues, las entidades con mayor número de migrantes de retorno pertenecen a la llamada región tradicional de mi­ gración, sin embargo, se advierte un aumento considerable del retorno en la totalidad de las entidades del país. Respecto a los 267 150 migrantes de retorno para el año 2000, se advierte que 65.1% eran hombres y 34.9% mujeres. En relación con los 824 414 migrantes de retorno estimados para 2010, es conveniente precisar que 72% de ellos eran hombres y 28% mujeres (véase la gráfica 3). En prime­ra ins­ tancia, se podría considerar que la mayor participación masculina en el retorno está vinculada a una migración de tipo predominantemente laboral, en la que los hombres tie­ nen mayor participación; no obstante, es importante mencionar que el significativo porcentaje de retorno de los hombres también puede explicarse por las evidencias existentes de una tendencia de los hombres al retorno, mientras que la tendencia en las mujeres es al establecimiento, ya que cuentan con mejores procesos de adaptación (Durand, 2004). En referencia a la edad de los retornados, para el año 2000 el mayor porcentaje se encuentra en el grupo de 25 a 29 años, 21%; seguido por 17.5% del grupo de 30 a 34 años. Respecto a la edad de los retornados para el año 2010, el gru­po con ma­yor porcentaje es el de 30 a 34 años, 18.8%, seguido del grupo de 25 a 29 años, 18.7% (véase la gráfica 4). Se hace evidente que la mayoría de la población retorna­ da se encuentra en edad productiva, más aun, en una etapa altamente dinámica de edad productiva. Para el año 2000 tan sólo los grupos de 20 a 34 años de edad suman en conjunto

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TABLA 1

MIGRACIÓN DE RETORNO DESDE ESTADOS UNIDOS. PERIODOS QUINQUENALES 1995-2000 Y 2005-2010 Migrantes de retorno de Migrantes de retorno de Estados Unidos, 1995-2000 1 Estados Unidos, 2005-2010 2 Distribución Distribución Absolutos Absolutos porcentual porcentual Nacionales 267 150 100.0 824 414 100.0 Aguascalientes 4 167 1.6 12 423 1.5 Baja California 20 719 7.8 40 173 4.9 Baja California Sur 723 0.3 3 183 0.4 Campeche A B 2 571 0.3 Coahuila 4 856 1.8 13 709 1.7 de Zaragoza Colima 4 030 1.5 10 215 1.2 Chiapas 701 0.3 11 579 1.4 Chihuahua 14 162 5.3 35 853 4.3 Distrito Federal 9 295 3.5 17 673 2.1 Durango 7 186 2.7 18 272 2.2 Guanajuato 20 736 7.8 65 451 7.9 Guerrero 10 238 3.8 37 149 4.5 Hidalgo 5 575 2.1 33 288 4.0 Jalisco 36 090 13.5 71 603 8.7 México 13 597 5.1 51 702 6.3 Michoacán 29 520 11.0 68 985 8.4 de Ocampo Morelos 6 127 2.3 21 697 2.6 Nayarit 6 764 2.5 16 414 2.0 Nuevo León 7 712 2.9 14 546 1.8 Oaxaca 7 031 2.6 35 091 4.3 Puebla 9 748 3.6 35 664 4.3 Querétaro 2 635 1.0 14 521 1.8 de Arteaga Quintana Roo 546 0.2 3 672 0.4 San Luis Potosí 7 627 2.9 24 457 3.0 Sinaloa 5 223 2.0 19 292 2.3 Sonora 6 881 2.6 28 923 3.5

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MARTHA C. HERRERA GARCÍA, ERIKA C. MONTOYA ZAVALA

TABLA 1 (CONTINUACIÓN)

Tabasco Tamaulipas Tlaxcala Veracruz-Llave Yucatán Zacatecas

Migrantes de retorno de Migrantes de retorno de Estados Unidos, 1995-2000 1 Estados Unidos, 2005-2010 2 Distribución Distribución Absolutos Absolutos porcentual porcentual A B 3 532 0.4 7 239 2.7 25 956 3.1 969 0.4 6 180 0.7 4 490 1.7 48 628 5.9 1 341 0.5 4 688 0.6 10 724 4.0 27 324 3.3

Población de cinco años o más, nacida en México que en 1995 vivía en Estados Unidos y para 2000 ya residía en México. 2 Población de cinco años o más, nacida en México que en 2005 vivía en Estados Unidos y para 2010 ya residía en México. A En conjunto, los migrantes de retorno de estas entidades federativas suman 498 personas. B En conjunto, los migrantes de retorno de estas entidades federativas re­ presentan 0.2 por ciento. FUENTE: elaboración propia con estimaciones del Conapo con datos del INEGI, muestra de 10% del Censo de Población y Vivienda, 2000 y 2010 (Conapo, 2002 y 2012). 1

GRÁFICA 3

MIGRACIÓN DE RETORNO DESDE ESTADOS UNIDOS, 2000 Y 2010, POR SEXO

65.10%



72%



34.90%

2000 Hombres 

28%

2010 Mujeres

FUENTE: elaboración propia con estimaciones del Conapo con datos del INEGI, muestra de 10% del Censo de Población y Vivienda, 2000 y 2010 (Conapo, 2002 y 2012).

CIFRAS DE MIGRANTES RETORNADOS DE ESTADOS UNIDOS

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GRÁFICA 4

MIGRACIÓN DE RETORNO DESDE ESTADOS UNIDOS

Pordentaje de grupos de edad

2000 Y 2010, POR GRUPOS DE EDAD 25 20 15 10 5 0

0-11 años

2000 7.1 2010 3.6

12-19 años

20-24 años

25-29 años

30-34 años

35-39 años

40-44 años

8.3 6

13.2 10.9

21 18.7

17.5 18.8

11.5 15.1

6.8 9.8

45-49 59 años años o más 4.1 10.5 6.2 10.9

FUENTE: elaboración propia con estimaciones del Conapo con datos del INEGI, muestra de 10% del Censo de Población y Vivienda, 2000 y 2010 (Conapo, 2002 y 2012).

51.7% del total de migrantes de retorno; para el año 2010, los grupos de 25 a 44 años agrupaban 52.6% de los retor­ nados. Las cifras anteriores sugieren la necesidad de investigaciones que profundicen sobre la situación laboral de los retornados en el contexto de sus comunidades de origen y los principales centros de retorno de esta migración. Las cifras analizadas por medio del Conapo resaltan un aumento a escala nacional en los flujos de migrantes de retor­ no provenientes de Estados Unidos, pero también se advierte un aumento considerable en la totalidad de las entidades del país. La migración de retorno es un fenómeno real en México. CONCLUSIONES Aunque el andamiaje teórico que aborda específicamente la migración de retorno no es particularmente extenso, se ha

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tratado de explicar el fenómeno a partir de las teorías pre­ existentes de migración. Algunas de las teorías en las que los estudiosos de la migración de retorno se han apoyado son: la teoría neoclásica, la teoría de la nueva economía de la migración laboral, la teoría de las redes sociales y el enfo­ que estructuralista, además de la teoría de la decepción, el principio del rendimiento decreciente y la teoría del ingreso objetivo. Los estudios revisados en este trabajo nos muestran que las motivaciones que inducen el retorno de los migrantes pueden ser múltiples. A menudo los migrantes no tienen un motivo único que provoque su regreso, sino que la decisión de retornar está influida por una variedad de factores de índole personal, familiar, laboral o social, entre otros. Del mismo modo, cada migrante de retorno tiene sus propias características, forjadas por el estilo de vida, motivaciones de la migración y experiencia migratoria, entre otros. Las investigaciones presentadas han hecho aportes importantes a la literatura y, por lo tanto, al entendimiento de la migración de retorno. A pesar de los progresos realizados por las investigaciones sobre migración de retorno, y aunque existe un interés creciente por entender el fenómeno, resulta oportuno señalar que aún se tiene que profundizar en el estudio y la comprensión del retorno. En este sentido, es destacable la necesidad de hacer investigaciones sobre migración de retorno, sobre todo aquellas que nos ayuden a entender las características del fenómeno en regiones específicas, ya que las cifras pueden mostrarnos macroescena­ rios del fenómeno, pero al interior de un país o de un estado pueden existir particularidades en torno a la migración de retorno. Es decir, el retorno puede estar definido por especi­ ficidades del contexto personal, económico, social o espacial. Además, el flujo migratorio de retorno puede estar enmar­ cado por factores no económicos ni laborales que ameritan un análisis más profundo, como el retorno educativo, en un contexto de endurecimiento de las leyes migratorias para los

CIFRAS DE MIGRANTES RETORNADOS DE ESTADOS UNIDOS

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jóvenes no documentados que sueñan con una formación universitaria. Otro aspecto no laboral es el retorno por salud, enmarcado en un encarecimiento de los servicio de salud en Estados Unidos. De esta manera, tenemos que una estructura política migratoria que dificulta la vida en general de los migrantes canaliza el flujo de migrantes de retorno con motivos muy particulares como la salud y la educación, en una era en la que las desigualdades económicas entre las naciones son valoradas de distinta manera. Las coyunturas políticas, sociales y económicas cambiantes pueden ocasionar que los resultados de ciertas investigaciones, válidos para su tiempo y espacio, presenten limitaciones en nuestro tiempo y espacio. Los contextos alta­ mente cambiantes en los que vivimos nos presentan el reto de investigar y generar nuevas explicaciones que nos permitan profundizar en el entendimiento del retorno y sus consecuencias para el migrante, su familia y la sociedad a la que regresan. BIBLIOGRAFÍA Arango, Joaquín (2003), “La explicación teórica de las migraciones: luz y sombra”, en Migración y desarrollo, núm. 1, octubre, pp. 1-30. Bhatt, Wasudha y Bryan R. Roberts (2012), “‘Forbidden Return’: Return Migration in the Age of Restriction”, en Journal of Immigrant y Refugee Studies, vol. 10, núm. 2, pp. 162-183. Bergmark, Regan; Donald Barr y Ronald Garcia (2008), “Me­ xican Immigrants in the US Living Far from the Border may Return to Mexico for Health Services”, en Journal of Immigrant and Minority Health, vol. 12, núm. 4, pp. 610-614. Berumen, Salvador (2011), “Tendencias recientes de la emigra­ ción mexicana hacia Estados Unidos”, ponencia presen-

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MARTHA C. HERRERA GARCÍA, ERIKA C. MONTOYA ZAVALA

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CIFRAS DE MIGRANTES RETORNADOS DE ESTADOS UNIDOS

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MIGRANTES DE RETORNO Y SU INSERCIÓN ECONÓMICA

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LA INSERCIÓN LABORAL DE LOS MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO: UNA APROXIMACIÓN A PARTIR DE LOS MICRODATOS CENSALES DE 2010

Fortino Vela Peón Gabriela Cabezas Gálvez

INTRODUCCIÓN Desde mediados de los años ochenta del siglo XX, la migración internacional ha mostrado fuertes cambios. Por un lado, en las características de los individuos migrantes, con un fuerte aumento en la intensidad y volumen de la migración, la diversificación de destinos y la feminización de las migraciones. Por otro lado, el aumento de la migración internacional ha dado como resultado mayores movilidades humanas, incrementando así la multidimensionalidad y la multidireccionalidad del fenómeno. En las últimas décadas, y sobre todo a partir del siglo XXI, ha surgido una gran varie­ dad de condiciones migratorias en varios contextos: emigra­ ción, inmigración, migración de tránsito, refugios y retornos son algunas de las más visibles (Castles y Miller, 2004; Álvarez, 2012). Estas características de multidimensionalidad y multidireccionalidad siempre han formado parte de la migración, pero no tenían un interés en la investigaciones, las cuales se centraron por muchos años en la idea lineal de la inmigración e integración en los países receptores, olvidando la compleja relación con el origen (Sayad, 1998; Ariza y Portes, 2007). No es sino a partir del segundo lustro del siglo XXI cuando la migración de retorno se convierte en un tema de importancia actual. Es de recordar, sin embargo, que el estudio [109]

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de esta fase del proceso migratorio ha estado presente, aunque de forma esporádica, en toda la historia de las migracio­ nes. Al respecto, Ravenstein (1885) señalaba —en sus “leyes de migración”— que una gran corriente migratoria hacia un área siempre genera otra corriente de migración de retorno a la zona de partida: […] We have already had occasion to refer to the fact that side by side with each main stream or current of migrants there runs a counter-current which more or less compensates for the losses sustained by emigration […] This counter-current is not by any means composed of migrants who return homeward disappointed in their hopes or in the possession of a competency, for ex-migrants of this class are included in the native county element, and no data for even approximately determining their number are in our possession […] Ravenstein (1885:187).

El interés en el estudio del retorno migratorio se debe en gran medida a su creciente aumento, en especial en los países de la región latinoamericana. En las investigaciones sobre el tema se ha explicado el fuerte incremento por dos razones: por una parte, las políticas migratorias restrictivas de los países receptores, sobre todo de Estados Unidos; y por otra parte, la crisis económica y financiera que afectó a Estados Unidos y a los países de Europa. Si bien los aspectos por comprender del retorno son diversos, parte de los estudios se han concentrado en los motivos que han oca­ sionado el regreso y las políticas migratorias; otros en las formas del retorno y el individuo como agente-sujeto migrante retornado; también se han iniciado debates sobre la medición y captación de los retornados en el lugar de origen. Algunos investigadores se han planteado la discusión de la concepción del fenómeno, y algunos otros la integra­ ción social y laboral en el lugar de origen (Gmelch, 1980; Galor y Stark, 1990; Durand, 2004, 2006; Cassarino, 2004; Cobo, 2008; Aznar, 2009; Aguilar, 2010; Eguiguren, 2010; Cobo, Gior­guli

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y Alba, 2010; Nieto, 2011; Alfaro y Izaguirre, 2011; Rivera, 2011, 2013 y 2013a; Schramm, 2011; Moncayo, 2011; Masferrer y Roberts, 2012; Anguiano, Cruz y Garbey, 2013; Prieto y Koolhaas, 2013; Terán, 2014; Gandini, Lozano y Gaspar, 2014). Particularmente, la bibliografía que vincula la experiencia laboral en el país receptor y la situación de trabajo en el país de origen en el momento de regresar de este tipo de mi­ grantes, establece, en términos generales, dos ideas básicas: los que consideran que los migrantes que re­gresan traen nuevos conocimientos y habilidades a sus países de origen, los cuales fueron adquiridos en forma de capital humano durante su experiencia migratoria en el país de des­tino, ofrecién­ doles alguna ventaja con mejores niveles de inserción laboral en el lugar de origen (Zourkaléini y Piché, 2007; Haas y Fo­k­ kema, 2011); en contrapartida, aquellos otros que señalan que los migrantes que regresan pueden presen­tar desventa­ jas en su inserción laboral por el simple hecho de haber per­ dido capital social (entendido en forma amplia como sus redes y vínculos sociales que les ayudarían a insertarse en el mercado de trabajo local), y que el éxito de la inserción en el lugar de origen tiene alguna relación con haber dejado de alimentar las relaciones sociales y familiares (Wang y Fan, 2006; Schramm, 2011; Demurger y Xu, 2011). Es así que la li­ te­ratura empírica del desempeño laboral de los migrantes de retorno está configurada por la dicotomía éxito-fracaso, la cual ha sido criticada por ser quizá demasiado estrecha. Este trabajo se inscribe en esta línea de investigación teniendo como propósito identificar si en la inserción laboral de los migrantes retornados influye, además de sus carac­ terísticas sociodemográficas, la ubicación geográfica de los mismos en los tres países analizados: Brasil, Ecuador y México. En otras palabras, se parte de la idea de que los resultados en el mercado laboral de los migrantes retornados se encuentran en función no sólo de sus características individuales sino también de las contextuales, particularmente su lugar de residencia. En este sentido, el trabajo reconoce

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la posibilidad de contar con dos niveles diferentes de análi­ sis, lo que sugiere, desde un punto de vista empírico, el uso de un modelo multinivel como una técnica adecuada para estimar los efectos entre estos niveles. Para ello se utiliza la información que ofrecen los datos censales recopilados en la Serie Internacional de Microdatos Integrados de Uso Público (Integrated Public Use Microdata Series International, IPUMS, por sus siglas en inglés), por el Centro de Población de la Universidad de Minnesota, correspondientes al año 2010. El resultado de una inserción laboral para este estudio se mide por la probabilidad de que un retornado se encuentre ocupado (en el momento de haberse recolectado la información). Si bien las características individuales presentan varias dimensiones —como la demográfica, la económica y la social—, una premisa coincidente en parte importante de la bibliografía sobre el tema sugiere que el sexo, la edad, el es­ tado conyugal, y sobre todo el nivel educativo, se relacionan de manera significativa con la variable de resultado. Por lo tanto, la hipótesis es que no sólo el ser hombre, unido y con un ni­vel educativo más alto se deberá relacionar positivamente con la probabilidad de estar empleado (Cobo, Gior­guli y Alba, 2010; Prieto y Koolhaas, 2013; Gandini, Lozano y Gaspar, 2014), sino que además ubicarse en una provincia o estado especi­fíco pudiera modificar esta probabilidad. Estudios previos han encontrado que un entorno o contexto favorable se relaciona positivamente con una mejor inserción laboral de los migrantes de retorno (Cobo, Giorgu­ li y Alba, 2010; Terán, 2014). Si bien es cierto que el contexto puede medirse por una amplia variedad de variables (e.g. cre­cimiento económico, niveles de inversión, etapas de industrialización, etc.), la limitación de la fuente de datos uti­li­ zada nos restringe a considerar sólo el ámbito de residencia en el que fueron captados los retornados. En este sentido, la hipótesis referida a los factores contextuales se simplifica con la idea de que una provincia o estado, con quizás un

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entorno más favorable y un mercado de trabajo más dinámi­ co, está relacionado con una mayor posibilidad de emplear a los migrantes retornados. Para este trabajo, la forma de estimar los efectos de moderación entre los distintos niveles de análisis (individual, nivel 1; contextual, nivel 2) se efectúa a partir de un modelo logístico binario multinivel, aplicado por separado a cada uno de los países considerados. En el documento, además de esta introducción, se presenta una breve revisión de la literatura sobre los factores que inciden en la inserción laboral de las personas migrantes retornadas. Se incluye también una descripción general de la fuente de datos y la metodología utilizada, así como la comparación de los resultados de la estimación de los mode­ los considerados. Por último, se exponen algunas reflexiones generales en forma de conclusiones. MIGRACIÓN DE RETORNO Y MERCADO LABORAL Desde la perspectiva del binomio migración internacional y mercado de trabajo, hay una correspondencia con respecto al desarrollo y el papel que juegan los migrantes en el país de origen y de destino. La mayoría de los estudios que han investigado esta relación se han centrado en la inmigración y la inserción en los mercados laborales de los países receptores, permitiendo toda una corriente de análisis sobre la inmigración, la integración y el desarrollo (De Haas, 2010). En general, estas investigaciones sostienen que los individuos emigran a los países desarrollados en busca de mejores condiciones de seguridad, oportunidades de empleo, niveles de vida e ingresos más altos, y que su inserción e integración repercute no sólo en los mercados laborales de los países receptores, sino también tiene efectos en los países de origen a través del envío de remesas, provocando un cierto desarrollo local que puede inducir a ciertas trans-

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formaciones en los mercados de trabajo locales. Los estudios sobre migración e inserción laboral han sido vistos linealmente, a pesar de los esfuerzo por ligarlos al desarrollo local de las comunidades de origen. Por un lado, se mantiene la idea de que la migración es económica y tradicional en el sentido sur-norte, y que la inserción laboral ocurre en mercados de trabajo segmentados pero globalizados, en donde los migrantes se insertan en empleos no calificados. Por otro lado, se relaciona a la migración internacional con el lugar de origen gracias al envío de remesas y al desarrollo local que se logra a través de esto (Rivera, 2004; Delgado Wise y Márquez Covarrubias, 2007, 2010; Khoudour-Castéras, 2007; Solimano y Alledes, 2008; Canales, 2008; De Haas, 2010). Esta visión unilineal de la inserción laboral sólo en el mer­ cado laboral del país de destino ha cambiado en los últimos tiempos gracias al incremento de la migración de retorno y a la concepción de la migración internacional como un proce­ so compuesto por etapas. El retorno es concebido como una fase más dentro del proceso migratorio; por lo mismo, puede ser considerado como el final del proyecto o como una etapa transitoria para volver a migrar. De esta manera, la in­ serción laboral en el lugar de origen está muy vinculada con la experiencia migratoria en el país de destino (Durand, 2006; Ariza y Portes, 2007). No obstante, poco se sabe sobre la conexión entre la eta­ pa del retorno y la inserción en el mercado laboral en el lugar de origen. Dada la magnitud del fenómeno, cada vez aparecen más investigaciones que muestran cómo ocurre la inserción laboral en el contexto de retorno. Uno de estos enfoques considera la perspectiva de la acumulación de ca­ pitales (Massey, Arango, Graeme, Kouaouci, Pellegrino y Taylor, 2000; Heer, 2002). El enfoque de la acumulación de capital (físico, humano y/o cultural) ha sido utilizado en es­ tudios tanto cualitativos como cuantitativos para explicar la relación del retorno y la inserción en los mercados de trabajo. Esta perspectiva señala que los migrantes acumulan

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valioso capital físico (ahorros de sus trabajos), capital humano (acumulación formal con estudios, en experiencia y competencias adquiridas en el trabajo en el país receptor), ca­ pital cultural (con la adquisición de nuevos valores aso­ ciados a la experiencia cultural en la sociedad receptora). Estudios tanto cualitativos como cuantitativos utilizan este marco teórico para analizar la reinserción de los migrantes luego de su retorno (OIM, 2010). En una visión histórica, Grönberg (2003:12) señala que el flujo de migración de retorno de Norteamérica a Europa en los años precedentes a la Se­ gunda Guerra Mundial permitía identificar claros patrones de comportamiento: las corrientes fueron dominadas por los hombres en edades activas (de 15 a 45 años), principalmente de trabajadores no unidos (aun cuando la proporción de unidos era más alta en cifras que la de los emigrantes), con poca calificación, con un número alto de mujeres prove­ niente de actividades domésticas, donde los migrantes de retorno con frecuencia regresaban a su lugar o región natal. Hoy en día, el estudio de la migración de retorno busca identificar los factores determinantes del regreso a los países de origen. Lo anterior enfrenta varios desafíos para lograr­ lo, y quizás el principal es la disponibilidad de información empírica que permita identificar a esta subpoblación. A lo anterior se agrega la dificultad de identificar y cuantificar con relativa claridad las posibles causas del retorno (Bilsborrow, 1998). Entre las variables explicativas más importantes en las investigaciones que analizan los determinantes de la partici­ pación laboral de la población retornada aparecen en primer lugar las sociodemográficas (como el sexo, la edad, la educación y el estado conyugal); las relacionadas con las caracte­ rísticas de los hogares (tipo de jefatura, número de integrantes y el número de perceptores), así como las de vivienda (propiedad y equipamiento), y también las espaciales como los municipios, los estados o provincias y/o la región de ubicación de los retornados.

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En cuanto a las implicaciones en la inserción o reinserción, autores como Mercado e Ibiett (2003), Cobo (2008), Az­nar (2009), Cobo, Giorguli y Alba (2010), Shima (2010), Rivera (2011, 2013a, 2013b), Schramm (2011), Nieto (2011), Anguiano, Cruz, y Garbey (2013), Prieto y Koolhaas (2013), Terán (2014), y Gandini, Lozano y Gaspar (2014), entre otros, han analizado la inserción laboral de los retornados en varios lugares de origen de América Latina (con un énfasis en estudios en México). Algunos hallazgos encontrados en estos trabajos han confirmado el aumento del retorno en los ultimos años, así como la dificultad de insertarse en el mercado de tra­ ba­jo en comparación con la población nativa, a pesar de contar con una acumulación de experiencias migratorias. Sin embargo, esto no es generalizado; los estudios cualitativos co­mo el de Rivera (2011, 2013a, 2013b) y Aznar (2009) muestran que tanto la inserción social como la laboral dependen mucho de la experiencia del migrante, pero también depen­de del contexto de retorno. Estas autoras explican que en la inserción del retornado existe una serie de implicaciones ligadas a su entorno, no solamente por los cambios estructurales y coyunturales del contexto, sino también por cómo el retornado es concebido socialmente y cómo el mismo re­ tornado concibe la sociedad a donde regresa. Estas implicaciones crean tensiones y conflictos que juegan un papel importante en la inserción en el mundo del trabajo mismo. Desde el ámbito laboral, los estudios de Cobo (2008), Co­ bo, Gioguli y Alba (2010), Prieto y Koolhaas (2013) y Terán (2014), coinciden en señalar que muchas veces la movilidad ocupacional de los retornados no depende de su experiencia laboral durante su trayectoria migratoria, sino de las po­ sibilidades y la dinámica del mercado laboral local, por lo que la inserción laboral de los retornados resulta menos favorable que la de la población nativa. Algunos otros trabajos cuestionan la adquisición de capital humano como un elemento positivo para la inserción laboral en el retorno. Al respecto, Nieto (2012) documenta un

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

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estudio de caso sobre la inserción laboral de migrantes peruanos retornados desde Italia, donde la trayectoria laboral de los migrantes en el país de destino fue en descenso; es de­ cir, estos migrantes con niveles educativos universitarios se insertaron en trabajos no calificados en el país de destino, y al retornar al país de origen observaron una pérdida de des­ trezas que trajo como consecuencia problemas en su inserción en el mercado de trabajo local. En contraste, existen otras investigaciones que enfatizan la importancia que tienen la acumulación de capital humano para la inserción laboral de los retornados, aspectos tales como el periodo de estancia en el país receptor, la duración en los trabajos realizados, la posición en el trabajo, la sa­tis­fac­ ción laboral (medida a través del salario, prestaciones, am­bien­ te laboral, entre otros) y, en general, todos aquellos aspectos que promueven la adquisición de habilidades (Mercado y Ibiett, 2003; Shima, 2010). ASPECTOS ANALÍTICOS DE LOS MODELOS MULTINIVEL Los modelos multinivel, originalmente planteados en el ámbito de la educación, han encontrado también aplicación en la investigación en otras áreas de las ciencias sociales debido al deseo de diferenciar entre los efectos individuales y contextuales implícitos en la estructura jerárquica1 de cierto tipo de datos. Particularmente en los estudios de la migración, este tipo de herramienta estadística resulta ade1  Una estructura de datos jerárquicos es aquella en donde las observaciones del más bajo nivel (individual, por ejemplo) están agrupadas en unidades de información más amplias (grupos, hogares, provincias, entre otros), y se toman medidas tanto en el nivel más bajo (los individuos) como en los niveles más altos (los grupos). En la investigación en ciencias so­ ciales distintas fuentes de información presentan este tipo de estructura jerárquica, siendo los datos censales uno de ellos. En este trabajo, los indi­ viduos (nivel 1) se encuentran anidados en estados o provincias (nivel 2).

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FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

cuada debido a que toma en cuenta el aspecto del entorno local/regional, lo que permite identificar si el contexto social o económico puede tener un impacto en el comportamiento individual por encima y más allá del efecto en el nivel indivi­ dual (Bilsborrow y Zlotnik, 1994:73; Bilsborrow, 1998:428; Clif­ ford, 2009). En esencia, los modelos multinivel son extensiones de los modelos de regresión lineal clásicos, ampliaciones me­ diante las cuales se elaboran varios modelos de regresión para cada nivel de análisis (Reise y Duan, 2003; Bickel, 2007). Desde un punto de vista puramente estadístico, en un mo­ delo de regresión multinivel el supuesto de independencia entre las puntuaciones de la variable de respuesta se viola y por tanto los errores estándar de los coeficientes estima­dos están sesgados negativamente (Snijders y Bosker, 2012); esto podría dar lugar a coeficientes de regresión que se determi­ nan como estadísticamente significativos cuando en rea­ lidad no lo son.2 El uso de un modelo multinivel tiene la ventaja de que los errores estándar se estiman correctamente, lo que a su vez permite confiar en la significancia estadística de cada parámetro en el modelo (Snijders y Bosker, 2012). Otra característica de este tipo de modelos reside en que permiten descomponer la variación observada de la varia­ ble de respuesta dentro de un nivel, así como la proveniente de las otras unidades de orden superior.3 2  Una particularidad de los datos anidados jerárquicamente consiste en que las observaciones que se encuentran en un mismo nivel son más parecidos entre ellos a aquellas otras observacio­nes que se ubican en otros niveles. Si bien en principio se pudiera pensar en ajustar distintos modelos estadísticos para cada nivel, esto no resulta adecuado ya que lo que se busca es que los distintos niveles se encuentren integrados estadísticamente dentro de un solo modelo. En los modelos multinivel un aspecto esencial ne­cesariamente implica la integración estadística de los diferentes niveles de interés (Kreft y De Leeuw, 2002:2). 3  Dadas las características de estos modelos, el concepto de correlación intraclase resulta de vital importancia. La correlación intraclase, indicada generalmente por r, describe el grado en que los individuos comparten

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

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Particularmente, la investigación en migración que emplea en algún punto los modelos de regresión lineal como herramienta analítica, típicamente ha llevado sus trabajos considerando los distintos niveles de análisis (el individual o el agregado) por separado; esto es, el que utiliza datos de en­ cuesta que ofrecen características relacionadas con el comportamiento individual de migrantes, o bien el que maneja información de nivel agregado (que puede ir desde el hogar, una ciudad o un estado o provincia) para tener la posibilidad de generalizar sobre las características agregadas de los migrantes. El problema se deriva del hecho de que este enfoque convencional no permite combinar —en un solo modelo— la particularidad que presentan los datos con una estructura jerárquica. En términos esquemáticos, el planteamiento pro­ puesto en este trabajo considera un modelo multinivel que sigue la lógica que se muestra en la figura 1: el nivel 1 corres­ ponde a las características individuales de los retornados y al nivel 2, la entidad federativa (estado o provincia) donde fueron ubicados en la muestra censal.4 FUENTE Y UNIVERSO DE ESTUDIO Para este trabajo se utilizó la muestra censal proporcionada por IPUMS Internacional equivalente a 10%, en los casos de Ecuador y México, y de 5% para Brasil. Esta base de datos experiencias comunes debido a la cercanía en el espacio y/o tiempo. Tam­ bién se puede llamar una medida de la homogeneidad grupo. De manera más formal, con datos que tienen una estructura de dos niveles je­rár­ quicos, se define como la proporción de la varianza en la variable de resul­ tado que se encuentra entre las unidades de segundo nivel (Kreft y Leeuw, 2002). 4  Las limitaciones de la fuente de datos nos restringen a considerar tan sólo en el nivel contextual al estado y/o la provincia donde se ubica el retornado (véase el apartado “Fuente y universo de estudio”, más ade­ lante).

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FIGURA 1

Estado o provincia donde reside Resultado en el mercadolaboral

Nivel 1

Nivel 2

MARCO ESQUEMÁTICO DE LOS MODELOS CONSIDERADOS

Características individuales

Trabaja/no trabaja

• Edad • Sexo • Estado conyugal • Nivel educativo • Retornado FUENTE: elaboración propia.

armoniza las variables para que sus definiciones conceptuales sean las mismas. Las variables consideradas fueron: la provincia o entidad (entidad) correspondiente al hogar donde fue captado el respondiente; la edad y su valor al cuadrado (edad y edad2, respectivamente); la condición de actividad (empleo), el sexo del entrevistado (sexo), su situación conyu­ gal (sitcony); el nivel educativo del individuo (educa1, educa2 y educa3), así como la condición de migrante retornado (re­ tornado), tal y como se detallan en el cuadro 1. En la variable entidad se tomó en cuenta la división po­ lítico-administrativa de cada país, la cual se sustenta en las fronteras históricas convencionalmente desarrolladas con el tiempo.5 Para el caso de Ecuador éstas fueron 20;6 en Brasil  En Ecuador la provincia es la división político-administrativa de pri­ mer orden. En Brasil y México, que corresponden a Repúblicas federales, lo es la entidad federativa. 6  Las provincias consideradas fueron: Azuay, Bolívar, Cañar, Carchi, Cotopaxi, Chimborazo, El Oro, Esmeraldas, Guayas, Santa Elena y Galápa­ gos, Imbabura, Loja, Los Ríos, Manabí, Morona Santiago, Pastaza, Pichincha 5

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

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y México, 25 y 32, respectivamente.7 Para la variable edad se realizó un corte etario considerando sólo a las personas de 15 a 69 años, que se ajusta de manera aproximada a la población en edades laboralmente activas. Adicionalmente, se in­ cluyó al cuadrado de esta variable, como una forma de tomar en cuenta la relación cuadrática que se ha observado entre la característica de estar empleado a medida que avanza la vida. Para definir los valores de la variable empleo, nos enfrentamos a ciertas limitaciones; como es sabido, los censos de población no son una fuente especializada en captar las características del mercado de trabajo (como suelen ser las encuestas de empleo). Por tal razón, las definiciones que utiliza IPUMS para determinar si un individuo está empleado sólo toman en cuenta si las personas declararon haber trabajado al menos una hora la semana anterior al levantamiento de la información, lo cual, sin ninguna otra pregunta o control que verifique su situación laboral, sólo ofrece una aproximación a la situación de estar empleado. Por lo que respecta a la variable sexo, ésta considera si el respondiente fue hombre o mujer. La variable sitcony reclasificó a los individuos en tan sólo dos estados conyugales: uni­do (casado en cualquier modalidad, o en unión libre), y no unido (solteros, separados y divorciados). Para el nivel edu­ cativo de los individuos (variables educa1, educa2 y educa3) y Santo Domingo de los Tsác, Tungurahua, Zamora Chinchipe, Napo, Orellana y Sucumbíos, así como las Zonas en Disputa. 7  En Brasil las siguientes entidades federativas consideradas fueron: Rondônia, Acre, Amazonas, Roraima, Pará, Amapá, Maranhão, Piauí, Cea­rá, Rio Grande do Norte, Paraíba, Pernambuco, Alagoas, Sergipe, Bahía, Minas Gerais, Espírito Santo, Rio de Janeiro, São Paulo, Paraná, Santa Catarina, Rio Grande do Sul, Mato Grosso y Mato Grosso do Sul, Goiás and Tocantins y Distrito Federal; para México: Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Coahuila, Colima, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Durango, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, México, Michoa­ cán, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala, Ve­ racruz, Yucatán y Zacatecas.

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FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

se tomaron en cuenta tres condiciones: primaria o menos, se­ cundaria completa y universidad completa. Para definir a la población retornada se consideró a las personas de cinco o más años de edad que residían en el país en el momento del censo en 2010, y que además declararon residir en el ex­ terior en un periodo de referencia de cinco años antes.8 CUADRO 1

DESCRIPCIÓN DE LAS VARIABLES UTILIZADAS EN LOS MODELOS Nivel Contextual

Nombre de la variable Entidad edad edad2 empleo sexo sitcony educa1

Individuo educa2

educa3

retornado

Categorías

Tipo

Código de IPUMS Numérica Numérica 0 = desempleado 1 = empleado 0 = hombre 1 = mujer 0 = no unido 1 = unido Categoría de referencia (primaria o menos) 0 = distinto a secundaria completa 1 = secundaria completa 0 = distinto a universidad completa 1 = universidad completa 0 = no retornado 1 = retornado

Cualitativa Cuantitativa Cuantitativa

Escala de medición Nominal Razón Razón

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

Cualitativa

Nominal

FUENTE: elaboración propia con base en la muestra IPUMS censales 2010 de cada país.  Esta definición se logró gracias a la armonización de las variables, ya que los censos de los tres países son conceptualmente diferentes; México y Brasil son censos de jure, y el de Ecuador es de facto. 8

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

123

Como se puede observar en el cuadro 1, las variables del nivel 1 corresponden a aquellas características individuales. En el nivel 2 sólo se consideró la ubicación geográfica. ESPECIFICACIÓN DE LOS MODELOS En los modelos que se muestran a continuación se consideró como la variable de resultado a empleoij (codificada como 1 si el individuo está empleado y 0 en caso contrario), correspondiendo ésta a una variable de respuesta binaria. Los subíndices i y j representan a la persona i en la provincia j, respectivamente. Después de excluir las observaciones cuya información no se encuentra en ninguna de las variables uti­lizadas en el análisis, la muestra de cada país se conformó sólo de la población de retornados, quedando de la siguiente manera: 5 472 individuos para el caso de Brasil, en donde cada grupo de entidades federativas (25)9 tuvo en pro­ medio al­rededor de 218.9 individuos; para Ecuador (20) estas ci­fras alcanzaron los valores de 4 663 y 235.2, mientras que en México (32) 73 363 y 2 292.6, respectivamente. Se defi­ nió en­­tonces la probabilidad de que la variable de respuesta fuera igual a uno, es decir, pij = prob(empleoij = 1), utilizando para ello una función de enlace logit.10 Las covariables incluidas, a excepción de la edad y su valor al cuadrado, fueron codificadas como variables dicotómicas o dummy (como fueron descritas en el cuadro 1). En el nivel contextual nin­guna variable fue considerada dadas las limitaciones ya se­ñaladas. Tomando en cuenta lo anterior, el primer paso consistió en establecer la validez del segundo nivel (provincia) como elemento que interviene en la relación entre las caracterís9  El número entre paréntesis indica el número de provincias o enti­ dades federativas de cada país en cuestión. 10  El supuesto convencional es que empleoij tiene una distribución de probabilidad Bernoulli.

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FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

ticas individuales y la posibilidad de estar empleado. Para ello se estimó un modelo sin covariables (es decir, el mode­ lo nulo). Aquí se considera la existencia de diferencias úni­ camente en la organización político-administrativa, es decir, a escala de las provincias en las que se encuentran los países en cuestión, en donde además cada provincia tuviera su propio intercepto, dando así originen al llamado modelo de “in­tersección aleatoria”, o simplemente de efectos aleatorios, el cual está dado por: πij log = ß0 + u0j (1) (1 –πij)

donde

ßo = constante del modelo y se interpreta como la media total para el total de la población. uoj = el efecto aleatorio específico factor de la provincia j de residencia.11 A continuación se incluyeron a las covariables en el modelo pensando que el impacto de estos factores pudiesen (o no) modificar la varianza entre provincias. De esta forma, se procedió a estimar el modelo πij log = ß0 = ß1sexoij + ß2educa2ij + ß3educa3ij +  (1 –πij) (2) ß4edad ij + ß5edad2ij + ß6sitconyij + uoj

donde ßk = k-ésimo coeficiente de regresión que estima la rela­ ción entre la variable de respuesta y la variable explicativa correspondiente, para k = 1, 2,...,6.  Es de notar que el término uoj se considera independiente, suponiéndose además de que presenta una distribución de probabilidad normal, con un valor esperado 0 y varianza s2. 11

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

125

Los modelos (1) y (2) han hecho que la variable de respuesta dependa tanto de la provincia de residencia, por una parte, para agregarle posteriormente las características indi­ viduales de los retornados, por otra. Esto se logró considerando que el intercepto estuviera determinado de forma aleatoria a través de provincias, pero asumiendo, sin embar­ go, que los efectos de las características individuales fuesen los mismos en cada provincia. Finalmente se extiende el modelo de intercepto aleatorio, considerando que la pendiente de la covariable sexo también es aleatoria, esto es:

πij log = ß0 = ß1sexoij + ß2educa2ij + ß3educa3ij (1 –πij) (3) + ß4edad ij + ß5edad2ij + ß6sitconyij + uoj + usjsexoij

donde ud j = parte aleatoria del coeficiente de regresión edad. De esta manera, los modelos estimados corresponden a las ecuaciones (1), (2) y (3), a los cuales denominamos mo­ delos 1, 2 y 3, respectivamente. Para ello se utilizó al paque­ te estadístico STATA12 (versión 13.0), considerando ambos sexos en los cálculos. RESULTADOS A continuación se presentan los resultados obtenidos en el análisis de las poblaciones en estudio. En el cuadro 2 se ob­ serva al conjunto de poblaciones reportadas por IPUMS, así 12  Se utilizaron los procedimientos de STATA del método de máxima verosimilitud restringida, a través del procedimiento del gradiente, con el algoritmo Newton-Raphson generalizado (véase el manual de STATA de esta versión).

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FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

como las poblaciones retornadas correspondientes a nuestro universo de estudio. También se presentan las estadísticas des­ criptivas de las características sociodemográficas correspondientes (este cuadro considera la información de la muestra ponderada, es decir, realiza la inferencia estadística para obtener los totales poblacionales). En la parte superior del cuadro se muestran los resultados de la población total registrada por los censos oficiales de Brasil, Ecuador y México, así como la estimada por las muestras censales del IPUMS para estos países. Como se puede observar existen ligeras diferen­ cias que pueden considerarse como mínimas. A continuación, en el segundo panel se reporta a población de 15 a 69 años de edad que sirvió como universo de estudio de este trabajo. Para el caso de Brasil, la cifra de migrantes de este gru­po de edad ascendió a 156 442 personas, mientras que para Ecuador y México ascendió a 71 240 y 799 866, respectivamente. En relación con la composición por sexo de cada una de las poblaciones de retornados, las cifras señalan que existió predominancia de la población masculina para México, mientras que existen cifras muy similares en Brasil y Ecuador. Esto corresponde perfectamente a la dinámica migrato­ ria de los tres países: México se ha caracterizado por tener un perfil con una migración mayoritariamente masculina, a pesar de que en los últimos años hemos presenciado un aumento de mujeres, que es relativamente pequeño (Ariza, 2000); por su parte, Ecuador y Brasil se han caracterizado por la fe­ mi­nización de la migración, con el incremento en volumen pero también en la motivación para migrar, convirtiéndose en agentes (Assis y Sasaki, 2001; Herrera, 2006, 2012). Estas carac­terísticas de la composición por sexo de los tres casos se re­fleja en la migración de retorno. En lo que corresponde a la edad media, ésta resulta ligeramente mayor para la población retornada ecuatoriana, con un diferencial de aproximadamente tres años respecto a las otras dos poblaciones de retornados. Esta diferencia se puede explicar por los procesos migratorios muy particula-

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

127

CUADRO 2

CARACTERÍSTICAS SOCIODEMOGRÁFICAS DE LAS POBLACIONES RETORNADAS DE BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO, EN 2010 (POBLACIÓN PONDERADA)

Variables Brasil Ecuador Población oficial censada 2010 190 732 694 14 483 499 Población total ipums 190 822 749 14 482 330 Migración retornada Población migrante retornada 176 200 79 600 Población migrante retornada 156 442 71 240 de 15 a 69 años Sexo 100.0 100.0 Hombres % 53.7 54.8 Mujeres % 46.3 45.2 Edad media Composición por grupos de edad De 15 a 19 años De 20 a 24 años De 25 a 29 años De 30 a 34 años De 35 a 39 años De 40 a 44 años De 45 a 49 años De 50 a 54 años De 55 a 59 años De 60 a 64 años De 65 a 69 años Estado conyugal Unidos No unidos Nivel de escolaridad Primaria completa y menos Secundaria completa Universidad completa Condición de actividad Trabaja Desempleado Inactivo

México 112 336 538 111 960 139 860 263 799 866 100.0 71.3 28.7

33.5 100.0

36.2 100.0

33.6 100.0

5.1 7.5 17.7 19.3 16.0 12.2 8.6 6.1 3.7 2.2 1.5 100.0 53.7 46.3 100.0 42.5 35.0 22.5 100.0 63.1 8.0 28.9

6.5 7.2 12.6 18.4 16.3 11.7 10.0 7.1 4.7 3.3 2.2 100.0 57.0 43.0 100.0 47.9 40.0 12.1 100.0 53.2 5.9 40.9

3.4 12.6 21.6 20.5 15.6 9.8 6.4 4.3 2.7 1.9 1.3 100.0 64.5 35.5 100.0 78.1 16.2 5.7 100.0 65.3 5.7 29.0

FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censales 2010.

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FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

res en Ecuador, al estar divido en dos olas migratorias, de las cuales seguramente los retornados de la primera ola son los más envejecidos (Ramírez y Ramírez, 2005; Álvarez, 2012). Cuando se observa la composición por grandes grupos de edad, se puede notar que en los casos de Brasil y México más de la mitad de la población retornada se ubica en edades jó­ venes (de 25 a 39 años) con puntajes de 53.0 y 57.7%, respec­ tivamente. En Ecuador esta proporción resultó ligeramente menor (47.3%). En contraste, el porcentaje de retornados en el grupo de edad de 40 a 59 años de Ecuador resulta mayor (33.5%) que los de Brasil (30.6%) y México (23.2%). La gráfi­ ca 1 presenta a la estructura por edad y sexo de la población retornada de cada uno de los países correspondientes al año seleccionado. Como se podrá notar, en el caso de México exis­ te una mayor proporción de población masculina sobre la femenina, alcanzando los mayores porcentajes las que tienen entre 25 y 35 años; Ecuador y Brasil muestran un patrón más similar, en donde la cúspide de los retornados se ubica en edades entre 25 y 45 años. De igual manera, el montón de población envejecida es ligeramente mayor al caso de México. Analizando el estado civil de la población retornada, se observó que el mayor porcentaje se encuentra en unión (Brasil, 53.7, Ecuador, 57.0 y México, 64.5). El nivel de escolaridad muestra que tanto Brasil como Ecuador tienen una mayor proporción de población retornada con niveles de secundaria y universidad comple­ta, exis­ tiendo una proporción mayor de retornados mexicanos con primaria completa o menos. Estas cifras dan la impresión de que la población de retornados en México tiene niveles esco­lares más bajos, lo que concuerda con estudios realizados sobre la migración internacional de los tres países y sus perfiles educativos, que han mostrado que la migración me­ ­xicana se caracteriza por tener bajos niveles de escolaridad, lo que ha limitado en muchos casos su integración exitosa en el país de destino. Mientras, para los migrantes de los paí­ ses sudamericanos la escolaridad ha sido una variable de

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

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GRÁFICA 1

ESTRUCTURA POR EDAD Y SEXO DE LOS MIGRATES RETORNADOS EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO, 2010 75-79 65-69 Años

55-59 45-49

Brasil

35-39 25-29 15-19

5-9 25.00 15.00 5.00 5.00 15.00 25.00

75-79 65-69 Años

55-59 45-49

Ecuador

35-39 25-29 15-19

5-9 25.00 15.00 5.00 5.00 15.00 25.00

75-79 65-69 Años

55-59

México

45-49 35-39 25-29 15-19

5-9 25.00 15.00 5.00 5.00 15.00 25.00 Hombres 

Mujeres

FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censales 2010.

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selectividad positiva que se manifiesta en altos porcentajes de niveles de estudio (Camacho, 2008; Caicedo, 2010). Por lo que se ve reflejado en la fase del retorno, en la misma mantienen sus características escolares los tres casos. Conservando la clasificación propuesta por IPUMS para dar cuenta de la condición de actividad, se observa que en los tres países la mayor parte de los retornados trabaja, seguidos por aquellos que son inactivos y finalmente por los que están desempleados. El cuadro 3 presenta algunas de las características de los retornados (de entre 15 a 69 años) de Ecuador, clasificados de acuerdo con su condición laboral y según la provincia de residencia. Se observa que su monto ascendió a 4 663 individuos. Si bien la proporción de los retornados que se encuentra empleada no varía mucho entre las provincias (oscilando en un rango de 0.85 y 0.97, para Manabí y Morona Santiago, respectivamente), su desviación estándar da cuenta de una importante heterogeneidad al cambiar entre 0.17 y 0.36,13 lo que sugiere la posibilidad de que la provincia de residencia tenga algún efecto sobre la condición laboral de los retornados y da la pauta para la consideración del análisis multinivel. De igual manera, el cuadro 4 presenta al número de re­ tornados clasificados de acuerdo con su situación laboral y según el estado de residencia en Brasil, siendo un total de 5 472 personas. Nuevamente, si bien la proporción de retornados que se encuentran empleados no varía mucho entre los esta­ dos (oscilando en un rango de 0.68 para Rio Grande du Norte y 0.98 para Ceará), su desviación estándar indica una ma­yor heterogeneidad al cambiar entre 0.15 y 0.49, lo que sugiere que en Brasil existe la posibilidad de un efecto geográfico 13  Si bien las “zonas disputadas” muestran el valor más bajo, seguramente éste no representa un valor adecuado de considerar, dado que se tratan de áreas que no presentan una clara delimitación de su división político-administrativa.

131

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

CUADRO 3

ESTADÍSTICAS DESCRIPTIVAS PARA LA POBLACIÓN RETORNADA DE 15 A 69 AÑOS DE EDAD, POR ESTADO, ECUADOR 2010 Provincia

Condición laboral Desempleado Empleado

Total

Media

Desviación estándar

Azuay

35

448

483

0.92

0.26

Bolívar

2

15

17

0.88

0.33

Cañar

13

148

161

0.91

0.27

Carchi

2

21

23

0.91

0.29

Cotopaxi

7

63

70

0.90

0.30

Chimborazo

12

106

118

0.90

0.30

El Oro

23

225

248

0.91

0.29

5

72

77

0.94

0.25

Guayas, Santa Elena y Galápagos

94

698

792

0.88

0.32

Imbabura

14

120

134

0.90

0.31

Loja

30

240

270

0.89

0.32

Esmeraldas

Los Ríos

9

72

81

0.88

0.32

Manabí

30

165

195

0.85

0.36

2

69

71

0.97

0.17

Morona Santiago Pastaza Pichinca

1

30

31

0.96

0.18

155

1 379

1 534

0.90

0.30

16

183

199

0.92

0.27

Zamora Chinchipe

7

54

61

0.89

0.32

Napo, Orellana y Sucumbíos

7

87

94

0.93

0.26

Zonas disputadas

0

4

4

1.00

0.00

464

4 199

4 663

0.90

0.30

Santo Domingo de los Tsachilas Tungurahua

Total

NOTA: esta información corresponde a la muestra sin ponderar. FUENTE: elaboración propia con datos de los IPUMS censales 2010.

representado por el “estado” de residencia sobre la situación de empleo de los retornados, haciendo plausible la conside­ ración de un análisis multinivel. Por su parte, el cuadro 5 muestra la población retornada en México para 2010, de acuerdo con el estado en el cual

132

FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

CUADRO 4

ESTADÍSTICAS DESCRIPTIVAS PARA LA POBLACIÓN RETORNADA DE 15 A 69 AÑOS DE EDAD, POR ESTADO, BRASIL 2010 Condición laboral

Total

Media

Desviación estándar

131

145

0.90

0.30

1

19

20

0.95

0.22

4

18

22

0.82

0.39

Roraima

5

18

23

0.78

0.42

Pará

9

83

92

0.90

0.30

Amapá

3

20

23

0.87

0.34

Maranhão

2

22

24

0.92

0.28

Piauí

1

9

10

0.90

0.32

Ceará

1

44

45

0.98

0.15

Rio Grande do Norte

7

15

22

0.68

0.48

Paraíba

5

22

27

0.81

0.40

Pernambuco

8

54

62

0.87

0.34

Alagoas

2

5

7

0.71

0.49

Sergipe

0

8

8

1.00

0.00

Estados

Desempleado

Empleado

14

Acr Amazonas

Rondônia

Bahía

30

117

147

0.80

0.40

Minas Gerais

125

859

984

0.87

0.33

Espírito Santo

31

165

196

0.84

0.37

Rio de Janeiro

24

176

200

0.88

0.33

São Paulo

135

938

1073

0.87

0.33

Paraná

101

936

1037

0.90

0.30

Santa Catarina

36

331

367

0.90

0.30

Rio Grande do Sul

20

158

178

0.89

0.32

Mato Grosso y Mato Grosso do Sul

39

281

320

0.88

0.33

Goiás y Tocantins

40

348

388

0.90

0.30

Distrito Federal Total

2

50

52

0.96

0.19

645

4 827

5 472

0.88

0.32

NOTA: esta información corresponde a la muestra sin ponderar. FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censal 2010.

133

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

CUADRO 5

ESTADÍSTICAS DESCRIPTIVAS PARA LA POBLACIÓN RETORNADA DE 15 A 69 AÑOS DE EDAD, POR ESTADO, MÉXICO 2010 Estado Aguascalientes Baja California Baja California Sur Campeche Coahuila Colima Chiapas Chihuahua Distrito Federal Durango Guanajuato Guerrero Hidalgo Jalisco México Michoacán Morelos Nayarit Nuevo León Oaxaca Puebla Querétaro Quintana Roo San Luis Potosí Sinaloa Sonora Tabasco Tamaulipas Tlaxcala Veracruz Yucatán Zacatecas Total

Condición laboral Desempleado 67 105 7 6 69 45 55 173 49 137 344 313 295 518 230 528 122 59 63 478 281 128 9 212 49 174 15 73 71 301 26 274 5 276

Empleado 615 816 133 172 696 766 1 107 2 324 755 1 666 3 170 3 824 3 305 6 313 2 634 6 184 1 424 864 790 10 226 4 721 875 188 2 051 509 1 793 97 934 1 104 4 660 837 2 534 68 087

Total

Media

Desviación estándar

682 921 140 178 765 811 1 162 2 497 804 1 803 3 514 4 137 3 600 6 831 2 864 6 712 1 546 923 853 10 704 5 002 1 003 197 2 263 558 1 967 112 1 007 1 175 4 961 863 2 808 73 363

0.90 0.89 0.95 0.97 0.91 0.94 0.95 0.93 0.94 0.92 0.90 0.92 0.92 0.92 0.92 0.92 0.92 0.94 0.93 0.96 0.94 0.88 0.95 0.90 0.91 0.92 0.87 0.93 0.94 0.94 0.97 0.90 0.93

0.30 0.32 0.22 0.18 0.29 0.23 0.21 0.25 0.24 0.27 0.30 0.26 0.27 0.26 0.27 0.27 0.27 0.25 0.26 0.21 0.23 0.34 0.21 0.29 0.28 0.28 0.34 0.26 0.24 0.24 0.17 0.30 0.26

NOTA: esta información corresponde a la muestra sin ponderar. FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censal 2010.

CUADRO 6

sitcony

educa3

educa2

sexo

edad2

edad

Intercepto

Efectos fijos

0.6842* (0.1327) -0.3739 (0.0916)

 

 

 

 

0.2311** (0.0970)

 

(0.0886)

 

 

0.6938*

 

-0.0014* (0.0003)

 

(0.0238)

 

 

0.1008*

 

0.2252 (0.5000)

0.0884*

Modelo 2

(2.0045)

Modelo 1

Brasil

(0.0916)

-0.3737*

(0.1328)

0.6857*

(0.0970)

0.2317**

(0.0898)

0.6907*

(0.0003)

-0.0013*

(0.0238)

0.1006*

(0.5015)

0.2331

Modelo 3

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(0.0748)

2.2392*

Modelo 1

(0.1038)

-0.4489*

(0.1788)

0.7166*

(0.1094)

0.0337

(0.1034)

0.2138**

(0.0004)

0.0005

(0.0316)

-0.0227

(0.6468)

2.7700*

Modelo 2

Ecuador

(0.1040)

-0.4476*

(0.1795)

0.7131*

(0.1100)

0.0312

(0.1705)

0.0738

(0.0004)

0.0005

(0.0316)

-0.0224

(0.6593)

2.8797*

Modelo 3

(0.0573)

2.5439*

Modelo 1

(0.0313)

-0.5480*

(0.1049)

0.3285*

(0.0463)

0.1424*

(0.0664)

-0.9045*

(0.0001)

-0.0003*

(0.0087)

0.0217**

(0.1954)

3.7127*

Modelo 2

México

(0.0313)

-0.5465*

(0.1050)

0.3256*

(0.0463)

0.1404*

(0.1007)

-0.8973*

(0.0001)

-0.0003*

(0.0087)

0.0216**

(0.1981)

3.7094*

Modelo 3

RESULTADOS DE LOS MODELOS LOGÍSTICOS DE EFECTOS ALEATORIOS PARA LA PROBABILIDAD DE LOS RETORNADOS POR ESTAR EMPLEADO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO, 2010

134 FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

2.29 (0.0651) 5472

 

   

0.0238 (0.0279)

Modelo 1

9.97 (0.0008) 5472

0.0530 (0.0402)

Modelo 2

Brasil

10.0800 (0.0179) 5472

(0.0313)

0.0628 (0.0547) 0.0015 (0.0089) -0.0098

Modelo 3

1.88 (0.0854) 4663

 

0.0233 (0.0257)      

Modelo 1

2.01 (0.0784) 4663

0.0304 (0.0319)

Modelo 2

Ecuador

El número entre paréntesis corresponde a su error estándar.     * Significativo al 0.01. ** Significativo al 0.05. NOTA: Estos resultados se realizaron sobre la muestra sin ponderar. FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censales 2010.

Estadísticas de ajuste  Estadístico LR (valor p) n

Covarianza (sexo, constante)

Varianza (sexo)

Efectos aleatorios Varianza (constante)

Efectos fijos

CUADRO 6 (CONTINUACIÓN)

6.30 (0.0940) 4663

(0.0874)

0.1068 (0.0913) 0.1110 (0.1025) -0.0978

Modelo 3

282.25 (0.0000) 73363

 

0.0880 (0.0276)

Modelo 1

281.75 (0.0000) 73363

0.0871 (0.0274)

Modelo 2

México

290.12 (0.0000) 73363

(0.0568)

0.0921 (0.0546) 0.1393 (0.0762) -0.0690

Modelo 3

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

135

136

FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

fueron registrados y clasificados por su condición laboral, en donde su volumen total fue de 73 363. La proporción de los retornados que se encuentran empleados por entidad fede­ rativa en este país oscila en un rango de 0.87 (para Tabasco) y 0.97 (Yucatán y Campeche). La desviación estándar indica que se trata de una población con gran heterogeneidad, al cambiar de 0.17 (en Yucatán) a 0.34 (en Tabasco y Que­réta­ ro), lo que sugiere la posibilidad de que el estado de residen­cia ejerza alguna influencia sobre la condición de empleo de los retornados y sea posible la consideración de un análisis mul­ tinivel, como lo vimos también en los dos países anteriores. A su vez, el cuadro 6 muestra defectos aleatorios en los resultados obtenidos en los modelos logísticos 1, 2 y 3, seña­ lados anteriormente para cada uno de los países en con­si­de­­­ ra­ción. Respecto al modelo 1 se puede decir que el loga­ritmo de momios de estar empleado en una provincia pro­medio se estimó en 0.884 en Brasil, mientras que en Ecuador y Mé­ xico estos valores fueron de 2.2392 y 2.5439, respectivamente. En todos los casos, este coeficiente resultó significativo. El intercepto para la provincia j fue entonces el valor corres­ pondiente al intercepto de cada país más la varianza del tér­­ mino de error estimado, la cual se calculó, para cada uno de estos países, en 0.0238, 0.0233 y 0.0880. Quizás el aspecto más relevante en los resultados de este modelo sea el valor que toma el estadístico de la razón de verosimilitud (LR), el cual se muestra al final del cuadro (así como su valor de probabilidad asociado entre parén­tesis), ya que dicho indicador señala la importancia o no de considerar como válido el efecto de la provincia (nivel 2). Al res­ pecto, se tiene que en todos los casos resulta relevante al considerar la provincia como el nivel 2, aunque en Brasil y Ecuador esto sucede en un nivel de significancia sólo de 10%, mientras que en México ocurre al uno por ciento. En la gráfica 2 se muestran los residuales estimados del modelo nulo, los cuales dan cuenta del efecto del nivel 2, junto con su intervalo de confianza a 95% para cada una de

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

137

GRAFICA 2

EFECTOS ALEATORIOS DEL INTERCEPTO DEL MODELO NULO PARA CADA UNA DE LAS PROVINCIAS DE LOS PAÍSES EN ANÁLISIS Efectos aleatorios por estado: intercepto –1 –.5 0 .5 1

Ecuador

0 5 10 15 20 Rango de u0

Efectos aleatorios por estado: constante –4 –2 0 2 4

Brasil

0 5 10 15 20 Rango de u0

Efectos aleatorios por estado: constante –1 –.5 0 .5 1

México

0 10 20 30 Rango de u0

FUENTE: elaboración propia con datos de la muestra IPUMS censales 2010.

138

FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

las provincias de los países considerados. Como se puede ob­ servar, un número sustancial de provincias no se encuentra traslapado con la línea horizontal ubicada en cero. Esto indi­ caría que el estar empleado, en promedio, para cada una de las provincias es significativamente más alto (por encima de la línea cero), o más bajo (por debajo de la línea cero). Por lo que respecta a los resultados del modelo 2, se pue­ de observar que al agregar a las covariables consideradas para este modelo, Brasil modifica de manera relevante la significancia estadística del intercepto, dejando de serlo, pero no así en los casos de Ecuador y México. Adicionalmente, se puede observar un aumento en la estimación de la varianza del coeficiente asociado al intercepto, lo que sugiere que la distribución de una o más covariables resulta más dispersa a través de las provincias. Esto puede explicarse porque po­ siblemente algunas de las provincias tienen poblaciones más educadas, de mayor edad, así como con situaciones conyuga­ les diversas. Nuevamente el estadístico LR revela la importancia de considerar el nivel provincia en todos los países, siendo más débil en esta ocasión para Ecuador, que tan sólo lo logra con un nivel de significancia de diez por ciento. El modelo 3 considera, además de un intercepto aleatorio y de la inclusión de las covariables, la posibilidad de con­ tar con un coeficiente aleatorio específico de una de estas variables, la cual correspondió en nuestro caso al sexo de los retornados. El significado de este modelo se interpreta de la siguiente manera: además de que la provincia influye en la posibilidad de estar empleado (modelo 1), junto con las características individuales de los retornados (modelo 2), existe la posibilidad de que el efecto de la variable sexo del retornado sea diferente en cada una de las provincias en donde se ubican (modelo 3). Esto es, el modelo 3 es de alguna forma la suma de los elementos considerados en los modelos (1) y (2), pero considerando un efecto aleatorio distinto en cada entidad para la variable sexo. Los resul­tados de la esti­ mación señalan que además de modificarse la significancia

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

139

estadística de las covariables del modelo, su validez (medida por el estadístico LR) es diferencial en cada uno de los países en análisis. Así, mientras que en México se observa un nivel de 1%, para Brasil es de 5% y en Ecuador de tan sólo diez por ciento. En resumen, si pensamos en nuestra hipótesis inicialmente señalada, sobre la posibilidad de que la ubicación geográfica del retornado (medida por la provincia o estado donde reside) influye en la probabilidad de trabajar, la esti­ mación de los modelos considerados sugiere que sí es relevante en todos los países. Sin embargo, cuando se considera junto con las características individuales de los retornados, el efecto del nivel geográfico es diferencial.

CONCLUSIONES La migración de retorno es un tema de plena actualidad particularmente para los países de América Latina, en donde no existe aún un conocimiento pleno de los efectos que ésta tiene en las distintas esferas de la vida en el lugar de origen. La bibliografía sobre el tema ha mostrado que en el plano laboral variables como la edad, el sexo, la situación conyugal y el nivel educativo, principalmente, son factores que influyen de manera importante en su inserción al ámbito laboral en el lugar de origen. En este trabajo se buscó mostrar la importancia que tie­ ne la ubicación geográfica de los migrantes retornados como variable adicional a los antes retornados. La idea que hay detrás es que el mercado laboral en los países de origen varía según la dinámica económica de las provincias y los estados en cada país y, por lo tanto, las personas retornadas tendrán una mejor inserción laboral en función de las espe­ cificidades locales. Para ello se consideró que la herramienta estadística que ofrecen los modelos multinivel resultaba

140

FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

adecuada para probar la importancia del factor geográfico en la inserción laboral de la migración de retorno. Para probar lo anterior, en un primer momento se analizó el perfil sociodemográfico de los migrantes de retorno en cada uno de los países. Los resultados mostraron que existen diferencias sustanciales en lo que respecta a la composición por sexo y el nivel de escolaridad, ya que la migración retornada de México es mayoritariamente masculina y con niveles educativos más bajos en comparación con las poblaciones retornadas de Brasil y Ecuador, en donde la dis­ tribución por sexo es similar y con niveles más altos de esco­ laridad. Para probar la relevancia empírica del factor geográfico en la posibilidad de trabajar se consideraron tres modelos: en el primero se tomó en cuenta únicamente a la provin­ cia como elemento estadístico de importancia (modelo 1); posteriormente se agregaron las características individuales de los retornados (modelo 2), y en última instancia se consideró un efecto diferencial de la variable sexo (modelo 3). Los resultados en esta parte señalan que el factor geográfico sí es relevante, aunque en diferentes grados. Esto sugiere que el nivel geográfico considerado de manera aislada en el modelo 1 fue importante para la inserción laboral de los migrantes de retorno en los tres países. No obstante, cuando se agregan a este factor las características individuales (modelo 2) se debilita de alguna manera esta variable para Ecuador y Brasil. De aquí se interpreta que la dinámica geográfica de los mercados de trabajo tiene más peso en México que en los otros dos países, en donde parecería que las características individuales favorecen más para estar empleado en Ecuador y Brasil. De alguna manera, esto se confirma en el modelo 3, en donde el efecto diferencial únicamente de la variable sexo en cada país, modifica otra vez la relevancia del factor geográ­ fico, que nuevamente es más fuerte para México, seguido por Brasil y Ecuador.

MIGRANTES DE RETORNO EN BRASIL, ECUADOR Y MÉXICO

141

Aun con todo lo anterior, es claro que son múltiples y complejos los factores y las circunstancias que actúan detrás de la migración de retorno, por lo que es fundamental continuar avanzando en el estudio de esta temática. En este trabajo hemos querido hacer una pequeña contribución cuantitativa y empírica de los factores que afectan la relación de la migración de retorno y el mercado laboral, buscan­ do cuantificar el peso que tiene la ubicación geográfica en este binomio. BIBLIOGRAFÍA Aguilar, José Franco (2010), “Los que regresan: migración de retorno en la región de los Altos de Jalisco”, tesis de maestría en Población y Desarrollo, Flacso, Méxi­co. Alfaro, Yolanda y Lorena Izaguirre (2011), “Migración de retorno en la región andina: hacia una agenda de investigaciones”, en Revista del Observatorio Andino de Migraciones Tukuymigra, núm. 6, octubre, pp. 34-50. Álvarez, Soledad (2012), Estado del arte de los estudios migratorios ecuatorianos, Quito, Flacso. Anguiano, María Eugenia; Rodolfo Cruz y Rosa María Garbey (2013), “Migración internacional de retorno: trayectorias y reinserción laboral de emigrantes veracruzanos”, en Papeles de Población, vol. 19, núm. 77, pp. 115-147. Ariza, Marina (2000), “Género y migración femenina. Dimensiones analíticas y desafíos metodológicos”, en Dalia Barrera y Cristina Oehmichen (eds.), Migraciones y relaciones de género en México, México, Gimtrap/Insti­ tuto de Investigaciones Antropológicas-UNAM, pp. 33-62. y Alejandro Portes (2007), “Introducción. La migración internacional de mexicanos: escenarios y desafíos de cara al nuevo siglo”, en Marina Ariza y Alejandro Por­ tes (coords.), El país transnacional migración mexicana

142

FORTINO VELA PEÓN, GABRIELA CABEZAS GÁLVEZ

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JÓVENES MIGRANTES DE RETORNO E INCORPORACIÓN AL MERCADO DE TRABAJO. EL CASO DE LOS PROFESORES DE INGLÉS EN SINALOA*

Blas Valenzuela Camacho Ashley Kamille Medina

INTRODUCCIÓN Uno de los temas más discutidos en los estudios migratorios México-Estados Unidos tiene que ver con la naturaleza de la relación entre migración y movilidad ocupacional. Para el caso de la inserción del migrante en la sociedad receptora, la lite­ ratura discute la forma en que el capital humano con el que éste arriba resulta funcional para el mercado de trabajo de una sociedad capitalista desarrollada, y sus implicaciones para el ingreso y la movilidad laboral durante su estancia migratoria. Cuando se trata de migración de retorno, un fenómeno menos estudiado (Fernández, 2011), el debate gira alrededor del papel que juegan los cambios ocurridos en el capital hu­ mano de los migrantes durante su estancia migratoria, en el proceso de la reinserción económica y laboral de los retornados y su consecuente movilidad ocupacional una vez que se reintegran a su sociedad de origen. Frecuentemente, la inte­ rrogante de investigación busca conocer si el capital humano adquirido durante la experiencia migratoria representa una ventaja o una desventaja en el proceso de reinserción económica del retornado (Papail, 2002; Cobo, 2008; Gitter, Git* Esta investigación contó con el apoyo del Programa de Fomento y Apoyo a Proyectos de Investigación de la Universidad Autónoma de Sina­ loa (Profapi-2013/197).

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ter y Southgate, 2008; Dustmann, Fadlon y Weiss, 2011; Mon­toya Arce, Salas Alfaro y Soberón Mora, 2011; Calogero y Kilic, 2011; Nieto, 2012; Anguiano-Téllez, Cruz-Piñeiro y Garbey-Bu­ rey, 2013). Los trabajos sobre el tema transitan entre dos posturas extremas, aquellos que sostienen que la modificación del capital humano ocurrida durante la estancia migratoria difícilmente facilitará la reinserción del retornado dadas las enormes asimetrías en los mercados de trabajo entre ambos países (Nieto, 2012; Anguiano-Téllez, Cruz-Piñeiro y GarbeyBurey, 2013), mientras que otros análisis afirman que algunos destinos migratorios funcionan como centros de aprendizaje donde los inmigrantes pueden obtener conocimientos y habilidades de manera más efectiva, incluidas aquellas que pueden ser aplicadas en el lugar de origen. Este capital humano, en efecto, representa una ventaja en el momento de la reincorporación al mercado de trabajo del lugar de ori­ gen o del lugar de reinserción en México (Dustmann, Fadlon y Weiss, 2011). Con el objetivo de contribuir a este debate, el presente trabajo analiza el caso de reinserción económica de un grupo específico de jóvenes migrantes de retorno que laboran como profesores de idioma inglés en el estado de Sinaloa, un territorio de fuerte tradición agrícola y pecuaria, no indus­ trializado, con actividades terciarias de bajo perfil y con mer­ cados de trabajo de baja calificación que presentan, desde una visión general, condiciones poco propicias para su reinserción laboral. Sostenemos que el análisis de la interacción entre capital humano y mercado de trabajo de reinserción debe explorar más allá de supuestos absolutos donde se asume que merca­ dos de trabajo deprimidos son incapaces de incorporar labo­ ralmente a inmigrantes de retorno, quienes presentan un amplio espectro de capital humano. En su lugar, el análisis debe tomar en cuenta las características específicas del mercado de trabajo de retorno en toda su complejidad, asumiendo

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que cada región de retorno es única y diferente y por tanto sus mercados de trabajo también lo son; de esta forma se abre la posibilidad de integrar variantes particulares de capital humano. Un análisis específico de mercados de trabajo con características precarias desde una perspectiva general, como sería el caso del mercado laboral sinaloense, puede mostrar la capacidad de ofrecer puestos de trabajo de media­ na y alta calificación. El caso de estos jóvenes no encaja en las características del migrante tradicional quien, habiendo laborado en México antes de su emigración, se inserta en el mercado laboral de Estados Unidos durante un tiempo para después reinsertarse de nuevo en el de su lugar de origen. En cambio, se trata de individuos que, en ocasiones, emigraron de niños a Estados Unidos acompañando a sus padres en el proceso, e incluso de algunos nacidos en Estados Unidos de padres si­naloenses, considerados de segunda generación, y que retornan al lugar de origen de sus padres. En ambas situaciones el retor­no puede tener motivos laborales no propios sino paternos, y también aparece un motivo adicional poco mencionado en la literatura sobre el tema: el retorno educa­ tivo de jóvenes de generación 1.51 (Rumbaut, 2004) e incluso de segunda generación con aspiraciones de crecimiento profesional; ante la dificultad para costear sus estudios universitarios en Estados Unidos —debido a las barreras legales implan­tadas a los estudiantes de origen extranjero, o a las  Se conoce como “generación 1.5” a los jóvenes nacidos en México que emigraron a Estados Unidos siendo menores de 18 años, por lo regular como parte de la migración de sus familias. Específicamente, la definición se aplica a aquellos inmigrantes que llegaron al destino en edad escolar y recibieron toda o gran parte de su educación básica en Es­ tados Unidos. La paradoja de la generación 1.5 es que, a pesar de sentirse estadounidenses, no cuentan con el estatus legal para permanecer en ese país y, por otra parte, siendo mexicanos por nacimiento, frecuentemente no hablan español o lo hacen de manera deficiente y conservan pocos o nulos recuerdos, conocimiento y relación con su lugar de origen. 1

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barreras económicas—, retornan a Sinaloa, donde pueden acceder a educación superior pública y a bajo costo. Para nuestro caso de estudio, nos concentramos en jóvenes de retorno que se encuentran en el mercado laboral como profesores de inglés en escuelas que enseñan dicho idioma como segunda lengua; sin embargo, a la par que in­ cursionan en el mercado de trabajo como docentes, algunos de ellos también fungen como alumnos del programa de li­ cenciatura en Docencia del Idioma Inglés que ofrece la Universidad Autónoma de Sinaloa. Es decir, si bien tienen conocimiento del idioma y lo utilizan para obtener ingresos, también buscan formalizar el dominio de dicho idioma con un título universitario. En este contexto, esta investigación en­ contró que, bajo condiciones específicas del te­rritorio sinalo­ ense, de las cuales se hablará más adelante, el capital humano adquirido por estos jóvenes sí les provee de una vía de prime­ra inserción o de reinserción laboral, la cual les permite condi­cio­ nes de desarrollo profesional y eco­nómico con perspectivas de mejoramiento a mediano y largo plazos. Estas condiciones ocurren, paradójicamente, en un mercado de trabajo como el de Sinaloa, que presenta escena­rios generales poco propicios al estar dominado por actividades primarias y ter­ ciarias de muy bajo perfil. SINALOA, RETORNO MIGRATORIO EN UN PANORAMA ECONÓMICO ADVERSO

Según la Oficina Nacional de Investigación Económica de Estados Unidos (NBER), la economía estadounidense entró en recesión en el último trimestre de 2007 y se agudizó a fines de 2008 y principios de 2009; esta crisis se caracterizó, entre otras cosas, por el desplome en el mercado laboral (D’An­ glejan, 2009). A partir de la caída del empleo, una cantidad creciente de migrantes de origen mexicano se vio obligada, por diversas

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razones, a abandonar el sueño americano y regresar a su país de origen. En este contexto, se refuerza el argumento de D’Anglejan (2009:10), quien sostiene que los migrantes son más vulnerables al desempleo en ambos periodos, de crecimiento y recesión; la tasa de desempleo para los trabajadores latinos en septiembre de 2008 fue de 7.6% y después de un año se incrementó a 12.2%. Los sectores con mayor pér­ dida de empleos fueron la construcción, la manufactura y el comercio; la cifra acumulada en estos tres sectores fue de poco más de seis millones, lo que representa alrededor de 75% de los más de ocho millones de empleos perdidos en total entre 2007 y 2009. En 2007, la proporción de inmigrantes mexi­ canos que trabajaron en estos tres sectores fue de 51%, y en consecuencia fue una población especialmente afectada por la crisis económica (BBVA Bancomer, 2012). En consecuencia, con lo anterior, de acuerdo con la ma­ yoría de los informes, la migración comenzó a presentar un movimiento inverso desde 2008 (Ramírez y Aguado, 2013). Muchos mexicanos, ante la crisis económica y el endure­ cimiento de las leyes antiinmigrantes de Estados Unidos (Massey, Pren y Durand, 2009; Arriola, 2014), tuvieron que regresar al país de forma voluntaria o por deportación forzosa. Incluso el Pew Hispanic Center, a través de un boletín de prensa fechado en abril de 2012, informó que el flujo neto migratorio de México había caído a cero, esto es, que el flu­ jo de ambos sentidos, migración y retorno, se habían igualado (Passel, Cohn y González Barrera, 2012). Esos dos factores, la crisis económica y el endurecimiento de las medidas antimigratorias en Estados Unidos, afecta­ rían a los migrantes sinaloenses de modo similar a como lo hizo con el resto de los migrantes mexicanos. En consecuencia, también aparece el fenómeno del retorno en Sinaloa. Cálculos de Guillermo Ibarra publicados en el periódico No­ r­oeste en 2013, sostienen que vivían en Estados Unidos más de 650 mil sinaloenses, entre los nacidos en Sinaloa y sus descendientes nacidos allá. La migración de retorno es un fe-

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nómeno que ha adquirido importancia nacional desde el año 2006, cuando llegaron 274 mil migrantes de retorno a México; en 2009 llegaron a 674 mil y, por último, en 2010 se al­can­ zó la cifra de 985 mil mexicanos. De los retornados en 2010, por ejemplo, 636 mil fueron deportados, es decir, sufrieron un retorno forzoso. Del total de los nacionales de retorno, Si­ ­naloa representa 2.3%, sin embargo, teniendo en cuenta a los repatriados por la fuerza, ocupa el número nueve del país. El investigador sostiene que esta situación se mantuvo en 2011 y 2012, lo que implica que Sinaloa recibió al menos a 30 mil sinaloenses que regresaron de Estados Unidos por año (Gallardo, 2013). Según estimaciones del Conapo, los hogares sinaloenses con migrantes de retorno pasaron de 3 576 en el año 2000 a 13 225 para 2010, un aumento de 370% en diez años. El núme­ ro de migrantes de retorno al estado pasó de 5 223 en el año 2000 a 19 292 para 2010, representando 2% y 2.3% del total nacional respectivamente (Consejo Nacional de Población, 2014). El principal problema con el gran número de migrantes de retorno es que el mercado de trabajo en el estado de Sina­loa no está preparado para recibirlos; no existe una política pú­ blica específica para ayudarles y mucho menos una oficina especial que les otorgue el servicio adecuado. Los municipios con el mayor movimiento migratorio son Culiacán, Mazatlán, Ahome, Guasave, Sinaloa de Leyva y El Rosario (Ibarra, Valen­ zuela y García, 2004; Valenzuela y Montoya, 2012; Gallardo, 2013). Pero ¿por qué decimos que Sinaloa no está preparado para recibir a sus migrantes de retorno? De acuerdo con Iba­ rra (2009) y Granados (2009), la situación económica de dicha entidad no está en su punto más alto y no lo ha estado durante mucho tiempo. En las últimas tres décadas aparece es­ tancado en relación con los avances promedio del resto de los estados de México. Datos sobre el comportamiento del pro­ ducto interno bruto (PIB) desde los años setenta indican un

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crecimiento más lento del PIB per cápita en comparación con el nacional, una pérdida en la capacidad de absorción de la inversión extranjera directa y la disminución del porcentaje de participación en el comercio internacional de México. Además, ofrece un mercado laboral que se inclina más hacia las actividades de los sectores primario y terciario que son de baja calificación. ¿Qué o quién es el culpable de esta crisis económica? Esta larga ola de estancamiento de la economía regional está rela­ cionada con la última ronda de la globalización económica que ha revolucionado tecnológica y productivamente el mundo, la liberalización del mercado, la formación de cadenas de producción mundial, la expansión de la economía de servicios y de las industrias culturales. Algunas regiones de México se han beneficiado, incluyendo la región central y algunas zonas del Bajío y la frontera norte; otros lugares, como Sinaloa, han resultado perdedores. Entre las causas del debilitamiento económico de Sinaloa pueden mencionarse el aislamiento de los mercados resultante de una infraestructura de comunicaciones insuficiente, baja calificación de la mano de obra y baja industrialización, baja competitividad de las ciudades, un marco regulatorio inadecuado, falta de alianzas estratégicas entre programas de actores regionales y esclerosis en instituciones clave como las universidades, en­tre otras causas (Ibarra, 2009). Al respecto, Granados Alcantar (2009) argumenta que las transformaciones económicas en los sectores productivos de México desde la década de 1980, ocasionaron que Sinaloa se convirtiera en un estado expulsor de población calificada, y, por otra parte, en una entidad con fuerte atracción de in­dígenas provenientes del sur del país, especialmente de Oaxaca y Guerrero, que llegan a trabajar a los campos agríco­ las de la entidad. De esta forma, los actores de los flujos migratorios que entran y salen de Sinaloa desde esa década son trabajadores de distintos tipos: ingresan masivamente trabajadores de baja calificación provenientes del sur del

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país, mientras que la emigración está formada por sinaloenses de baja y mediana calificación que no están dispuestos a insertarse en el trabajo de los campos agrícolas, ni en la eco­ nomía terciaria de baja remuneración, así como un segmento con alto nivel educativo; en ambos casos, optan por buscar mejores oportunidades en el norte del país o en Estados Uni­ dos. Debido a estas particulares condiciones, el Estado de Sinaloa aparece como una región cuyo flujo migratorio crece rápidamente a partir del segundo lustro de la década de 1980. Dada esta situación, el análisis de la migración de retorno a Sinaloa revela un desafío particular: al regresar a su lugar de origen, el migrante de retorno se enfrenta con problemas al querer integrarse económicamente. Uno de ellos es que el mercado laboral en Sinaloa, como ya se mencionó, se inclina más hacia las actividades de los sectores primario y terciario, pero de baja calificación, lo que dificulta aprovechar el capi­tal humano adquirido por los migrantes durante su estancia en el extranjero, y frecuentemente ofrece salarios y prestaciones que no cumplen las expectativas de los retornados. Es evidente que Sinaloa está sufriendo económica­ mente, y su mercado de trabajo es precario. Debido a esto, es de suponer­se que la reinserción económica de los migrantes de retorno al estado traerá distintos problemas. Sin embargo, en contraparte a su debilidad económica, Sinaloa tiene una importante actividad educativa, es­ pecialmente en educación superior. Tan sólo la Universidad Autó­noma de Sinaloa (UAS) tuvo una matrícula de 135 mil estudiantes para el ciclo escolar 2012-2013, 53 318 de nivel bachillerato (39.5%), 59 848 de nivel licenciatura (44.3%), además de nivel medio profesional, técnico superior univer­ sitario, posgrado y enseñanzas especiales, donde se cuentan las escuelas de idiomas. La matrícula ha tenido un crecimien­ to notable desde el ciclo escolar 2008-2009, sin embargo, ya para 2001 rebasaba los 100 mil alumnos (véase la gráfica 1) (Universidad Autónoma de de Sinaloa, 2015). Tan sólo en ma­ teria de enseñanza de idiomas, la UAS cuenta con centros de

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estudios de idiomas en las ciudades de Culiacán, Maza­tlán, Los Mochis, Guasave, Guamúchil y Navolato. Los programas que ofrecen admiten estudiantes desde los siete años de edad, quienes ingresan al Programa Intensivo Sabatino de Inglés (PISI), hasta estudiantes de todas las edades, incluso mayores de 65 años, quienes asisten a los cursos diarios re­ gu­la­res y al Programa de Adultos Sabatino de Inglés (PASI). Si bien los programas de enseñanza del inglés son los que ma­ yor matrícula tienen, se imparte también enseñanza de fran­ cés, italiano, alemán, chino, japonés, portugués y español. Adicionalmente, en los centros de idiomas de Culiacán y Maza­tlán se ofrece la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés. Además de toda la estructura de la UAS, en Sinaloa existe la Universidad de Occidente, a cargo del gobierno estatal, que cuenta con su propio centro de estudio de idiomas; también confluyen en el territorio sinaloense instituciones privadas de enseñanza de idiomas de distintas franquicias reconocidas. GRÁFICA 1

EVOLUCIÓN DE LA MATRÍCULA EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA, 2001-2013 140 000

Matrícula

130 000 120 000 110 000

2012-2013

2011-2012

2010-2011

2009-2010

2008-2009

2007-2008

2006-2007

2005-2006

2004-2005

2003-2004

2002-2003

90 000

2001-2002

100 000

FUENTE: Coordinación General de Acceso a la Información Pública de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Portal de Transparencia (2015).

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Esta mezcla peculiar de mercado laboral precario con elevada actividad educativa ha creado en Sinaloa condiciones especiales que propician la constante emigración de jóvenes sinaloenses egresados de educación superior, pues no tienen lugar en el mercado laboral del estado. Y en contrapartida, la inserción laboral de jóvenes migrantes de re­ tor­no que buscan acceder a la educación superior que les fue negada en Estados Unidos; mientras estudian, se emplean como profesores de inglés en las diversas escuelas y centros de idiomas del estado. Como se ha mencionado, el Centro de Estudios de Idiomas de la Universidad Autónoma de Sinaloa ofrece un programa de licenciatura en Docencia del Idioma Inglés en sus instalacio­ nes de la capital del estado, Culiacán, y asimismo en Maza­ tlán, la segunda ciudad en importancia. Si se tuviera que elegir al azar a un estudiante de esta carrera es muy probable que sea un migrante de retorno, dado que alrededor de 60% de ellos cumple el perfil de haber vivido en el extranjero. Este patrón en las aulas de los futuros licenciados en Enseñanza del Idioma Inglés, que se reproduce entre los jó­ venes que ejercen como profesores en las escuelas de idiomas del estado, ha despertado el interés de quienes investigan acerca de los factores involucrados en la conformación de este nicho laboral de migrantes de retorno que trabajan como profesores de inglés en Sinaloa. Como se ha mencionado, la principal preocupación es la posible incapacidad de los migrantes de retorno para ob­ tener un empleo adecuado una vez que están en su lugar de origen, y se analiza, como caso de estudio, a un grupo de mi­ grantes de retorno que se han colocado como profesores de inglés en la entidad. Lo anterior no implica que insertarse en el mercado laboral sinaloense como profesor de inglés no sea deseable, pero sí surge la interrogante acerca de si estos migrantes de retorno obtuvieron este empleo al no tener otra opción disponible, si ésta era su aspiración o si a pesar de no haberlo considerado antes, la toman como una opción satis­

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factoria y motivante, y cumple al menos requisitos mínimos de nivel de ingreso y prestaciones. La mayoría de estas personas seguramente obtuvo en Estados Unidos cierto capital humano que se puede aplicar. En algunos casos el retornado trabajó o estudió en un área completamente distinta a la académica. De alguna manera, él o ella terminan estudiando en Sinaloa la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés o entran en la fuerza laboral edu­ cativa directamente, sin especializarse en el campo. El obje­ tivo de esta investigación es analizar el proceso de inserción de este grupo específico de jóvenes migrantes de retorno para ver si han experimentado movilidad ocupacional hacia arriba insertándose con éxito en posiciones acordes con sus ca­ pacidades, su experiencia laboral y migratoria, o si debido a la debilidad del mercado laboral en Sinaloa están colocándose en posiciones de bajos ingresos. Finalmente, desde la perspectiva de Cobo (2008), los re­ tornados traen consigo capital humano (en forma de conocimientos, habilidades y disciplina laboral) y capital físico (en forma de recursos financieros), aunado a nuevas habili­ dades empresariales que si son aprovechadas, pueden generar nuevos puestos de trabajo y oportunidades económicas. Los migrantes que regresan no representan solamente un desafío para la economía al demandar puestos de trabajo, existe evidencia de que también pueden contribuir al desarrollo del lugar al que retornan por su marcada inclinación a abandonar el trabajo asalariado para convertirse en empresarios (Papail, 2002; Black y Castaldo, 2009; Démurger y Xu, 2011; Marcheta, 2012). Por otra parte, los retornados, de­­bido a su experiencia binacional, también tienen el poten­ cial de actuar como un puente de diálogo y promover una mayor integración económica entre México y Estados Unidos. Éste es par­ticularmente el caso de los retornados que traen con ellos miembros de la familia nacidos y/o educados en Estados Uni­dos o que han dejado atrás familiares y amigos en aquel país. Estos últimos son propensos a permanecer

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conectados en el futuro con aquel destino, incluso si ellos mismos deciden no volver a emigrar (Hazán, 2014). RESULTADOS Y DISCUSIÓN Se aplicó, entre los meses de abril y mayo de 2014, la Encues­ ta para Identificar Migrantes de Retorno en Sinaloa (EIMRS) a 74 sujetos en las ciudades más importantes de Sinaloa (Los Mochis, 14; Mazatlán, 17; Culiacán, 43). Los sitios en los que se buscó a los migrantes de retorno fueron principalmente estaciones de autobuses, universidades con programas educativos relacionados con temas internacionales y escuelas de idiomas. Posteriormente se entrevistó a diez migrantes de retorno dedicados a la enseñanza del inglés en las dos ciuda­ des de origen con la mayor cantidad de maestros de inglés que se ajustan al perfil de esta investigación: Culiacán y Mazatlán. Culiacán es la ciudad en la que la búsqueda de los migran­ tes de retorno fue mucho más simple. Es la capital del esta­ do y la ciudad con mayor número de habitantes con casi 700 mil (INEGI, 2011a); es también donde se encuentra la escuela de idiomas más grande, que pertenece a la Universidad Autónoma de Sinaloa (Centro de Estu­dio de Idiomas de Cu­ liacán), así como una estación de autobuses con gran actividad. En segundo lugar está Mazatlán, una ciudad y puerto popular en el turismo; también cuenta con un Centro de Es­ tudios de Idiomas importante y, al igual que en Culiacán, ofrece la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés, donde la mayoría de los jóvenes migrantes de retorno identificados son actualmente estudiantes. Sin embargo, la cantidad de inmigrantes de retorno por aula en la licenciatura no fue tan concentrada como en Culiacán. Además, la cantidad de es­ tudiantes del programa en Mazatlán es significativamente menor, con 80 estudiantes, en comparación con los 150 en Cu­liacán.

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El tercer lugar, Los Mochis, no cuenta con la licenciatura en inglés, pero tiene una pequeña escuela de idiomas (también el Centro de Estudios de Idiomas de la UAS). Contraria­ mente a las dos primeras ciudades, los retornados aquí trabajaban fuera del mercado de profesores de inglés o mediante el método de “bola de nieve”. Los lugares de procedencia de los retornados más frecuentes fueron California y Arizona, con 45.9% y 13.5%, res­pectivamente, mientas que otro 13.5% se reusó a contestar. El restante 27.1% corresponde a varios estados de la Unión Americana, cada uno en pequeña proporción, como Colorado, Texas, Oklahoma, Nevada y Washington, entre otros. Los encuestados son en su mayoría jóvenes: 56.7% tiene entre 18 y 25 años; 18.9% entre 26 y 35; sólo 8.1% tiene entre 36 y 45, y 16.3% son mayores. En la mayoría de los casos resultaron ser adultos jóvenes, algunos incluso migrantes de segunda generación, esta­do­ unidenses por nacimiento que actualmente están estudiando o trabajando. El hecho de no ser capaces de mantenerse económicamente o no tener un lugar dónde quedarse en Estados Unidos los obligó a retornar junto con sus familias a su lugar de origen. En algunos casos se trata de jóvenes na­ cidos en México que volvieron después de recibir la mayor parte de su educación en la Unión Americana. El caso de los de mayor edad es diferente: más de la mitad residió en Es­ tados Unidos por motivos de empleo temporal o por proyec­ tos de investigación. Del total de la muestra, 72% declaró tener un puesto de trabajo en el momento de la encuesta, 19% eran estudiantes de tiempo completo, mientras que el otro 9% se declaró desempleado. Estos últimos consideran que no pudieron ob­ ­tener un trabajo adecuado debido a que su campo de especia­ lización era inexistente en Sinaloa; es decir, las capacidades o habilidades aprendidas durante su estancia migratoria no tenían lugar en el mercado laboral. Los que estaban emplea­ dos lo atribuyeron a su capacidad de hablar inglés (habilidad

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que se confirmó en 100% de los migrantes) y, adicionalmen­ te, el haber obtenido durante su estancia en el extranjero una ética de trabajo más eficiente. De aquellos que tienen empleo, 51% ejerce como profesor de inglés, mientras que el restante 49% está inserto en una amplia variedad de ocu­ pa­ciones, en su mayoría de servicios. Al indagar acerca de su ocupación durante su estancia en el extranjero, se encontró que 35.1% de ellos eran estudian­ tes de tiempo completo y no laboraban (éstos, por supuesto, están en el grupo de edad más joven), pero entre aquellos que trabajaron, 24.3% se empleó principalmente en el sector servicios, con trabajos como minoristas, vendedores, ca­ mareros, ayudantes de camarero, entre otros, o puestos de trabajo en el sector de los servicios personales. El siguiente grupo, formado por 14.9%, se declaró desempleado, en su ma­yoría por ser menores de edad o haber ocupado su tiempo estudiando. Un grupo un poco más pequeño (13.5%) está conformado principalmente de hombres que trabajaron como ayu­ dantes de almacén; se considera popularmente que este empleo es temporal y siempre está disponible. El migrante de origen mexicano comúnmente labora en este tipo de pues­ tos de trabajo. Un pequeño grupo (5.4%) está formado por mujeres que trabajaron cuidando niñas, ocupación que no provee el ingreso suficiente como para permitirle al migrante grandes gastos e invertir como empresario, pero como trabajo inicial es frecuente. Finalmente, los grupos más pequeños estaban en los sectores agrícola (4.1%) y académicos (2.7%), ambos escasos. La gran mayoría de los migrantes (75%) considera que han sido capaces de aplicar con éxito los conocimientos obtenidos en el extranjero al insertarse laboralmente en México. Todos están de acuerdo en que mejoraron su inglés, habilidad que se tradujo en la base de nuevas oportunidades de trabajo y fue determinante en la procuración de empleo como profesor de inglés en la mayoría de los casos.

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Por último, el migrante comparó su vida actual con la que tuvo antes de su estancia en el extranjero. Un sorprendente 51.4% consideró que había obtenido un trabajo mucho mejor después de haber retornado, comparado con el que tenía antes de irse. Sólo 24.3% estimó que su trabajo actual es peor que el que habían realizado antes y 1.4% lo consideró igual. Finalmente, 23% se abstuvo de responder. Estos resultados parecen indicar que a pesar de que el migrante probablemente recibe un ingreso más bajo en comparación con el que recibió en el extranjero, poder trabajar libremente con un estatus legal y sin temor a la deportación, y no trabajar por menos del salario mínimo, influyó en que su trabajo actual sea considerado mejor. DE MIGRANTE RETORNADO A PROFESOR DE INGLÉS Además de aplicar la encuesta, se entrevistó a diez migrantes de retorno en las dos ciudades con la mayor cantidad de maestros de inglés que se ajustan al perfil de esta investiga­ ción: Culiacán y Mazatlán. La guía de la entrevista consistió en 26 preguntas (en algunas entrevistas se utilizó la improvisación); tres sujetos eran de Mazatlán y los siete restantes de Culiacán. Estas entrevistas proveyeron la información más completa y valiosa para esta investigación. Los principales objetivos de estas entrevistas son los siguientes: conocer los motivos del retorno a Sinaloa; analizar los efectos causados ​​por su experiencia migratoria y cómo ha influido en su movilidad laboral, y por último, de­ terminar los motivos de la alta incidencia de retornados que trabajan como profesores de inglés. Iniciando con el primer par de sujetos, quienes estudiaron la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés en la mis­ ma generación y actualmente coin­ci­den también en uno de sus empleos. Los sujetos se conocen como: #1, Jesse (hom­ bre, 23 años), y #2, Luigi (hombre, 26 años). Ambos coinciden

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en varios puntos y se diferencian en otros. Esta comparación es interesante debido a que se encuentran exactamente en la misma situación, aun cuando sus ca­minos fueron distintos. Ambos son nativos de Culiacán, pero la edad a la que emigraron es diferente; Jesse viajó a Estados Unidos a la edad de ocho años, mientras que Luigi lo hizo siendo ya un adolescente. Ambos vivían en el sur de California (Jesse era indocumentado, mientras que Luigi tenía un estatus lícito). Jesse completó en aquel destino todos sus estudios, desde pre­ escolar hasta bachillerato, mientras que Luigi sólo asistió al bachillerato. Ambos sujetos desempeñaron una variedad de empleos, desde la comida rápida hasta la construcción. Algo que contrasta en ellos es el hecho de que Jesse se vio obligado a retornar por problemas económicos después de que sus dos padres quedaron desempleados, debido a la crisis económica de 2008. Las razones de Luigi para el retorno tam­ bién pueden estar relacionadas con el aspecto económico, teniendo en cuenta que lo hizo porque no podía pagar la ma­ trícula de la universidad en Estados Unidos. A su llegada a Culiacán ambos tuvieron dificultades para elegir una carrera; el caso de Jesse fue muy similar al del resto de migrantes de retorno que crecieron en el extranjero: al tener todos sus documentos escolares expedidos en Es­ tados Unidos, tuvo dificultades para la inscripción. Si bien deseaba la carrera de medicina, Jesse terminó cursando su segunda opción, que era la licenciatura en Docencia del Idio­ ma Inglés, debido a que se cursa en sólo tres años y me­dio y fue muy fácil inscribirse en ella. Por su parte, Luigi había elegido la misma carrera tomando en cuenta que era un campo de trabajo con mucha demanda. Necesitaba un empleo, y el de instructor de inglés fue el camino rápido para ganarse la vida dignamente. Desde su perspectiva, la jornada de trabajo no es demasiado de­ mandante, lo que le permite estudiar la licenciatura al mismo tiempo, y la paga es de más del mínimo que en cualquier otro trabajo común en Sinaloa.

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Ambos sujetos tomaron en cuenta su nivel de inglés, y el hecho de que el programa de la carrera era bastante corto (sólo siete semestres). Jesse actualmente es el coordinador de enseñanza de inglés en una prestigiosa escuela privada en Culiacán y, a pesar de que inicialmente quería ser médico, se muestra agradecido por su empleo y por la situación social que le ha otorgado. Ambos casos coinciden en que, en comparación con su vida de ritmo rápido en el extranjero, hoy disfrutan de una vida “color de rosa”, más tranquila. Ninguno de ellos es el sos­tén económico en su hogar; ambos siguen viviendo con sus pa­ dres en la casa de cada familia. En Culiacán tienen más tiempo para el ocio y ambos tienen su propio automóvil, mien­tras que en Estados Unidos no podían darse el lujo de comprar­lo y no tenían tiempo para desarrollar actividades fuera de su trabajo. El segundo grupo de sujetos se compone de cinco estudiantes que cursan la carrera de enseñanza del idioma inglés en Culiacán, con al menos uno de cada grupo de cada año escolar. El grupo está formado por dos hombres (22 y 25 años) y tres mujeres (22, 20 y 19 años). También fueron los más participativos en la sesión de grupo. Comenzando con los dos varones, ambos eran migrantes indocumentados en Estados Unidos, vivían cerca de la frontera. Ambos fueron ca­ paces de obtener una educación básica hasta el bachillerato. También en ambos casos, inicialmente sus familias viajaron al extran­jero buscando oportunidades de trabajo. Los dos tuvieron dificultades para encontrar puestos de trabajo adecuados, teniendo en cuenta su situación ilegal. El más joven participó en actividades ilícitas antes de ser atrapado por la Oficina de Inmigración y ser enviado rápida­ mente a Tijuana, Baja California. El otro individuo retornó voluntariamente. Los dos coinciden en sus razones para ele­gir la misma licenciatura. A su juicio, el inglés que adquirieron en el extranjero fue cla­ve para que eligieran esta carrera. Esto coincide y sucede

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con muchos migrantes de retorno que estudiaron en el extran­ jero la mayor parte de sus vidas; a pesar de haber apren­­di­­do un poco de español de los miembros de su familia, no fue suficiente para aplicarlo en la lectura o la escritura de nivel universitario. La licenciatura en Docencia del Idioma In­ glés es la única carrera en el sistema de la universidad pú­ ­blica que se imparte íntegramente en inglés en Sinaloa; ésa es la razón de que sea tan atractiva para los jóvenes migrantes de retorno. La mayoría de ellos encontró demasiado di­fí­ ­cil estudiar una carrera con el español como primer idioma en las materias de enseñanza. En la sesión grupal, estos jó­ ve­­nes de retorno señalaron haber probado con otras carreras, pero debido a la falta de documentación o de su bajo nivel de español terminaron estudiando en el Centro de Idiomas. Respecto a las tres mujeres en este grupo, la primera de ellas, de 22 años de edad, emigró a Estados Unidos siendo una adolescente de 15 años. Ella se cuenta entre los pocos que emigraron a un estado alejado de la frontera sur (Carolina del Norte). Estudió allá hasta bachillerato y estaba realmente interesada en convertirse en maestra de inglés al llegar a Sinaloa. Los cambios en su vida fueron mucho más simples, sin embargo, su proceso de asimilación en Estados Unidos fue difícil debido a la falta de población hispana en Carolina del Norte. Ésto le ayudó a perfeccionar su inglés mientras trabajaba como niñera (un trabajo popular entre las migrantes mexicanas). En cambio, las otras dos mujeres han tenido un proceso migratorio mucho más complicado. Las dos se fueron siendo niñas pequeñas a Estados Unidos y vivían cerca de la fronte­ ra. Las dos recibieron la educación pública básica y vivieron una infancia normal dentro de sus circunstancias, hasta que sucesos desafortunados las obligaron a regresar a México. En el primer caso, la madre de la persona entrevistada sufría una enfermedad terminal y, teniendo que regresar a su ciu­ dad natal, decidió quedarse en Culiacán por el tiempo restan­ te de su vida. La segunda joven, nacida en México, retornó a

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su país para asistir a un funeral; en el momento de la re­no­ vación de su visa, le fue negada. Ambas decidieron conver­ tirse en maestras de inglés debido a su manejo del idioma y su afinidad hacia el trabajo docente. No están completamen­te convencidas de que la enseñanza es su vocación, pero por el momento, y debido a sus circunstancias, era la mejor op­ ción. “Fue la carrera que parecía casi predeterminada por el destino, y eso me ha dado estabilidad económica”. El tercer grupo pertenece a la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés en la Escuela de Idiomas en Mazatlán, for­mado por un varón de 31 años y dos mujeres: una de 22 y otra de 20 años. Cada estudiante fue elegido en función de su perfil y de cada año en la licenciatura. En primer lugar, el varón en este grupo es uno de los entrevistados de mayor edad; fue el más abierto a expresar una idea de su vida en el extranjero y su reintegración a Mazatlán. Muchas personas que regresan de Estados Unidos dicen que tienen dificultades para asentarse y acostumbrarse a la vida aquí en México. En mi opinión creo que la mayoría de las per­ sonas que dicen eso es porque estaban acostumbradas a la co­ modidad de conseguir todo más barato o mejor, zapatos, ropa, coches, teléfonos, bellas ciudades, lugares, etc. y realmente te acostumbras, a quién no le gustan todas esas cosas bonitas. Me crié en un hogar humilde, sé lo que es tener cosas que la gente te regala o comprar ropa en la tienda de segunda ma­no, pero también he sabido lo que es comprar ropa de mar­ca, ya sé lo que se siente al subirse a los autobuses, pero también he sabido lo que es conducir un Mercedes Benz, eso me enseñó a apreciar las cosas que se tienen, mientras se tienen. Creo que es una cuestión de sentirse cómodo con lo que tienes en ese momento del tiempo. Pero nunca dejar de establecer metas y trabajar para lo que quieres. Si pones tu mente y esfuerzo en un objetivo se puede lograr cualquier cosa, en cualquier lugar que se encuentren, en Estados Unidos, en México, en Canadá, en Brasil, siempre y cuando ten­gas fe en ti mismo y en las habilidades que Dios te dio. Un esta-

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do de ánimo de ser feliz con uno mismo y con lo que esta vida te da. Aceptarla, vivirla y disfrutarla. No tendrás otra oportu­ nidad.

La cita anterior es una declaración directa del sujeto; durante la entrevista él fue el más abierto a hacer comentarios. Relató haberse mudado a Estados Unidos siendo ya adulto, y vivir saltando de un trabajo a otro cada fin de mes (en las peluquerías, los almacenes o en las obras de construcción). Comenta sobre la acumulación de experiencia de trabajo en muchas áreas y la tristeza de tener que volver en contra de su voluntad debido a la deportación. Llegó a Mazatlán calculando que una carrera en enseñanza del idioma inglés, su herramienta más poderosa, le aseguraría un futuro mejor en esas circunstancias. Las últimas dos mujeres de este grupo son casi de la mis­ ma edad y ambas estudiaron desde la educación básica hasta el bachillerato mientras vivían en el extranjero. Regresaron a Mazatlán por motivos de reunificación familiar y decidie­ ron que la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés era la carrera más accesible, teniendo en cuenta su nivel de in­ glés, y el hecho de que eran reacias a perder un ciclo escolar mientras mejoraban su español. La mayor de ellas desempeñó una variedad de puestos de trabajo en Estados Unidos; fue camarera, niñera e incluso vendedora al menudeo. Haber ocupado puestos de trabajo que implicaban una constante interacción con otras personas la hizo considerar una carre­ ra como profesora. Finalmente, acerca del tema de migrantes de retorno, la coautora de este trabajo cuenta por experiencia propia. Siendo migrante de segunda generación, habiendo crecido en Estados Unidos con un padre inmigrante y un ciudadano estadounidense, tuvo que trasladarse a México siendo una adolescente debido a los planes de jubilación anticipada de sus padres. Pero a diferencia de los otros casos, después de ha­ ber pasado más años en la educación básica en México (parte

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de la secundaria y todo el bachillerato), su español como se­ gunda lengua se había desarrollado casi a un nivel nativo. En este caso particular, no estudió la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés pero sí la licenciatura en Estudios Internacionales, que ofrece también la Universidad Autónoma de Sinaloa, cuyos alumnos frecuentemente se emplean como profesores de inglés para obtener ingresos y costear sus gastos. Mientras estudiaba la licenciatura, la oportunidad de convertirse en maestra de inglés para niños había surgido y en ese momento parecía una muy buena elección. El calendario de trabajo era corto y bien pagado, no interferiría con los estudios universitarios; parecía una tarea sencilla pues en la mayoría de las escuelas el único requisito era tener un alto nivel de inglés para obtener el trabajo. Durante el tiempo que se desempeño en ese empleo se sometió a la certificación internacional con los costos a cargo de la institución para la que trabajaba (UAS). Trabajar como maestra de inglés no es­ta­ ba entre los planes de esta persona, pero el mercado labo­ral, combinado con su conocimiento del idioma, determinaron su inserción. Volviendo al grupo de entrevistados, al ser interrogados colectivamente acerca de su grado de satisfacción en su área de trabajo, la mayoría respondió “no totalmente”, debido al hecho de que esta carrera no era su primera opción. Si hubieran tenido la oportunidad de ingresar a una carrera dife­rente con las mismas facilidades, o sea, imparti­ da completamente en inglés, sobre todo por sus limitaciones con el idioma español, hubieran elegido de otra forma. La barrera del idioma llevó a prácticamente todos los retornados a elegir esta carrera y el área de trabajo. Al comparar su vida actual con la que tuvieron en el extranjero, en la mayoría de los casos la respuesta fue que en México era mejor o, a lo sumo, igual. Hay pros y contras de ambas situaciones que viven. Aquellos que no tenían los documentos apropiados para su estancia legal en el extranjero, sienten que hoy

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tienen una vida más relajada y libre en comparación con la que llevaban en Estados Unidos. Los otros pocos sujetos que eran ciudadanos legales o tenían permisos de residencia, sienten que su estilo de vida es lo mismo, una vez que consideran los pros y los contras. El ambiente de trabajo, en opinión de todos los sujetos, era mejor en el entorno exterior. Lo consideran mucho más organizado y con procedimientos más transparentes. Es­ tados Unidos, en su opinión, tiene mejor ética de trabajo, mientras que en México hay más cabos sueltos. Varios de los sujetos presentes habían experimentado personalmente o sabían de casos de colegas que habían sufrido experiencias negativas, específicamente acoso laboral en las escuelas donde laboran como profesores de inglés, debido a problemas de jerarquía interna. Estos problemas no son ajenos a las instituciones en el extranjero, pero parecen mucho más frecuentes en Sinaloa. Paradójicamente, y a pesar de su opinión positiva sobre la vida en Culiacán, sólo en dos casos respondieron que no desean regresar a vivir a Estados Unidos y que prefieren su situación actual. El resto quería avanzar en su carrera y mudarse de nuevo al extranjero, aprovechando lo que ellos llaman el “lenguaje universal”, y ponerlo en práctica en otros países. Finalmente, las últimas preguntas que giran alrededor del mercado de trabajo de Sinaloa serán analizadas en conjunto con las conclusiones, dado que es el tema principal de esta investigación. CONCLUSIONES La mayoría de los migrantes de retorno estudiados fueron capaces de obtener un empleo, el problema radica en las ca­ racterísticas de dicho empleo. Como se comentó en la parte inicial, en Sinaloa el mercado laboral suele ofrecer puestos

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de trabajo de bajo perfil, con un salario mínimo. En su mayoría, los retornados han tenido empleos de mejor paga, y con una ética de trabajo diferente durante su estancia migratoria, donde la obtención del empleo depende más de sus ca­pacidades laborales y su capital humano que de sus relaciones de parentesco, amistad o lealtad con el empleador, algo co­mún en sociedades en desarrollo. Al buscar empleo en Sinaloa, frecuentemente enfrentan situaciones en las que obtenerlo depende más de sus redes sociales que de su capacidad profesional. Sin embargo, en muchos casos los retornados llegaron a Sinaloa sin ninguna red existente en el sector del empleo, lo que limitó sus posi­ bi­lidades. Sin embargo, debido a la alta demanda, buena parte de los retornados, en especial los más jóvenes, logran im­ple­mentar sus nuevas habilidades en el campo del idioma, es­pecíficamente como profesores de inglés. Si bien em­ plearse como profesor de inglés no es el único empleo disponible en Sinaloa, sí es el más estable en sus circunstan­ cias y con la mayoría de los beneficios. Trabajar en insti­ tuciones educativas públicas o privadas con la posibilidad de obtener una plaza laboral es más seguro y conveniente que los em­pleos temporales. Estos jóvenes estudiantes cursaron la educación primaria y hasta el bachillerato en Estados Unidos; así, obtuvieron su enseñanza en inglés y sólo hablaban español de manera muy limitada en sus hogares. Los padres de estos retornados suponen que sus hijos obtuvieron al menos los conceptos bá­ sicos en español, pero no toman en cuenta la escritura y la lectura, que resultan deficientes para enfrentarse a los desafíos de comunicarse en español como estudiantes universi­ tarios. Cuando llegaron a México y decidieron continuar sus estudios se enfrentaron a ese problema. Su lengua principal es el inglés, el español es prácticamente ajeno a ellos, por lo que los estudios universitarios en español les resultaron demasiado difíciles. Las únicas escuelas que ofrecen carreras

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con asignaturas impartidas en inglés son instituciones priva­ das y costosas, como el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM). Estos estudiantes en su mayoría abandonaron Estados Unidos debido a las secuelas de la crisis económica, y claramente no pueden acceder a esas instituciones. Sus miras están dirigidas principalmente a los centros de idiomas en las instituciones de educación pública, especialmente en la Universidad Autónoma de Sinaloa, donde se ofrece la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés, impartida íntegramente en ese idioma. En los casos de los retornados que cursaron la educación básica en México antes de emigrar y que también son maestros de inglés, a pesar de no tener limitaciones lingüísticas para estudiar una carrera en español, tomaron en considera­ ción que la enseñanza de inglés conforma un mercado educativo en crecimiento en Sinaloa, y tiene mejores beneficios en comparación con otros puestos de trabajo. Además, la mayoría de las escuelas de idiomas patrocinan a sus profe­sores en cursos y certificaciones que tienen valor curricular en otros países y para otros empleos, como el de traductores o el de coordinadores. Los retornados estiman aceptable su empleo como profesores de inglés, sin embargo, aspiran a tener mejores posi­ ciones laborales en el futuro. Consideran el empleo como un escalón en su carrera profesional. No lo menosprecian, pero reflexionan que en muchos casos no fue su opción preferida y aspiran a tener mejores posiciones en el futuro. De los diez migrantes de retorno entrevistados, ocho de­ sean regresar al extranjero, los dos restantes se sienten bien viviendo en México y consideraron su destino migratorio sólo como un hogar temporal. Cuando el retornado habló de regresar a Estados Unidos, la falta de documentación figuró como el principal impedimento. En conclusión, los retornados que tienen éxito en la re­integración al mercado laboral de Sinaloa no se convierten automáticamente en profesores de inglés; no obstante,

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existe una significativa participación de estos jóvenes, la cual se manifiesta en que más de 60% de la matrícula de la li­cenciatura en Docencia del Idioma Inglés está formada por migrantes de retorno. Además, 36.5% del total de los 74 inmigrantes de retorno encuestados a lo largo del estado son profesores de inglés. En Sinaloa las escuelas están repletas de estudiantes de todas las edades que desean aprender inglés, y hay una demanda importante de maestros. Los ingresos re­ ­basan el promedio en comparación con los empleos comu­ nes que ofrece el entorno. Finalmente, respondiendo a la principal interrogante de nuestro caso de estudio, el capital humano adquirido duran­ te la estancia migratoria, específicamente el manejo del idioma inglés, no sólo facilita sino que determina la inserción laboral de los sujetos de estudio, quienes claramente están conformando un nicho laboral identificable en Sinaloa que vincula a jóvenes de retorno con la ocupación de profesor de idiomas. De esta manera, como se menciona al principio del capí­ tulo, se sostiene que el análisis de la interacción entre capital humano y mercado de trabajo de reinserción debe explorar más allá de supuestos absolutos donde se asume que merca­ dos de trabajo deprimidos o precarios, como el que presenta el estado de Sinaloa, son incapaces de incorporar laboralmente a inmigrantes de retorno que presentan un amplio es­ pectro de capital humano. Deben dejarse de lado prejuicios de incompatibilidad para atender las particulares características de cada perfil, para tomar en cuenta las características únicas y diferenciadas de cada mercado de trabajo de retorno, en toda su complejidad, asumiendo que cada región de México es diferente en niveles más desagregados y que, por lo tanto, sus mercados de trabajo también lo son. Econo­ mías agrícolas-terciarias como la sinaloense, con dominio de pues­tos de trabajo de bajo perfil, deben ser analizadas a la luz de particularidades como su gran mercado de trabajo en el sector educativo; de tal forma, las posibilidades de in­corporar

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variantes particulares de capital humano pueden resultar re­ levantes. BIBLIOGRAFÍA Anguiano-Téllez, María Eugenia; Rodolfo Cruz-Piñeiro, Rosa María Garbey-Burey (2013), “Migración internacional de retorno: trayectorias y reinserción laboral de emigrantes veracruzanos”, en Papeles de Población, vol. 19, núm. 77, julio-septiembre, pp. 115-147. Arriola Vega, Luis Alfredo (2014), “Return Migration from the United States to Rural Areas of Campeche and Tabasco”, en Migraciones Internacionales, vol. 7, núm. 4, julio-diciembre, pp. 101-135. BBVA Bancomer (2012), “Situación migración”, México, julio, disponible en , consultado el 4 de septiembre de 2015. Black, Richard y Adriana Castaldo (2009), “Return Migration and Entrepreneurship in Ghana and Côte D’Ivoire: The Role of Capital Transfers”, en Tijdschrift voor Economische en Sociale Geografie-2009, vol. 100, núm. 1, pp. 44-58. Calogero, Carletto y Talip Kilic (2011), “Moving Up the Ladder? The Impact of Migration Experience on Occupational Mobility in Albania”, en Journal of Development Studies, vol. 47, núm. 6, pp. 846-869. Cobo, Salvador (2008), “¿Cómo entender la movilidad ocupacional de los migrantes de retorno? Una propuesta de marco explicativo para el caso mexicano”, en Estudios Demográficos y Urbanos, vol. 23, núm. 1, eneroabril, pp. 159-177. Consejo Nacional de Población (Conapo) (2014), Índice absoluto de intensidad migratoria, México Estados Unidos 2000-2010, disponible en , consultado el 22 de septiembre de 2015. D’Anglejan Chatillon, Suzanne (2009), “Migraciones internacionales, crisis económica mundial y políticas migratorias. ¿Llegó la hora de retornar?”, en Observatorio de Análisis de Sistemas Internacionales (Oasis), núm. 14, Bogotá, pp. 7-36. Démurger, Sylvie y Xu Hui (2011), “Return Migrants: The Rise of New Entrepreneurs in Rural China”, en World Development, vol. 39, núm. 10, octubre, pp. 1847-1861. Dustmann, Christian; Itzhak Fadlon y Yoram Weiss (2011), “Return Migration, Human Capital Accumulation and the Brain Drain”, en Journal of Development Economics, vol. 95, núm. 1, pp. 58-67. Fernández Guzmán, Eduardo (2011), “Revisión bibliográfica sobre la migración de retorno”, en Norteamérica. Revista Académica del CISAN-UNAM, vol. 6, núm. 1, enero-junio, pp. 35-68. Gallardo, Guillermo (2013), “El Sinaloa del retorno”, en Noroeste.com, 10 de abril, disponible en . Gitter, Seth R.; Robert J. Gitter y Douglas Southgate (2008), “The Impact of Return Migration to Mexico”, en Estudios Económicos, vol. 23, núm. 1, enero-junio, pp. 3-23. Granados Alcantar, José Aurelio (2009), “El impacto de la re­ estructuración económica en los procesos migratorios en Sinaloa, 1985-2005”, en Región y Sociedad, vol. 21, núm. 45, mayo-agosto, pp. 205-226. Hazán, Miryam (2014), “Understanding Return Migration to Mexico: Towards a Comprehensive Policy for the Re­ integration of Returning Migrants”, Center for Comparative Immigration Studies (CCIS), disponible en , consultado el 4 de septiembre de 2015. Ibarra Escobar, Guillermo Eduardo (2009), Ensayos sobre el desarrollo económico regional de Sinaloa, Culiacán, Juan Pablos/UAS/Instituto Sinaloense de Cultura.

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MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA* Luis Miguel Tovar Cuevas María Teresa Victoria Paredes

INTRODUCCIÓN En 2012, 4 700 000 colombianos eran emigrantes internacionales (Ministerio de Relaciones Exteriores, 2013) y en 2013, según el Banco de la República, los flujos de remesas in­ ternacio­na­les hacia Colombia ascendieron a US$4 219.96 millones. Por otra parte, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Migraciones Internacionales, aplicada a 18 ciudades colombianas1 con alta incidencia migratoria, en 2009, 6% de los hogares de la muestra contaban con emigran­ tes y 5% con retornados (Mejía, 2009). Ahora bien, el retorno constituye una fase de la migración, pues quien se va, siempre tiene la posibilidad de regresar, para asentarse en su país de origen definitivamente o intentar más tarde una reemigración.2 El retorno puede ser voluntario y obedecer a cambios en la situación personal *Este capítulo se deriva de una investigación financiada por la Ofici­ na de Investigación, Desarrollo e Innovación de la Pontificia Universidad Javeriana, Cali, en el año de 2014. Ambos autores pertenecen al grupo de investigación Ideas, del Departamento de Economía de dicha institución. 1  Barranquilla, Soledad, Cartagena, Bucaramanga, Floridablanca, Cúcuta, Medellín, Bello, Envigado, Manizales, Dosquebradas, Pereira, Arme­nia, Cartago, Sevilla, Palmira, Cali y Bogotá. 2  Todavía hay trabajos en los que el retorno es entendido como el re­greso definitivo al país de origen (Gmelch, 1980; Hercog y Siegel, 2011).

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o familiar del emigrante, así como a cambios económicos y/o políticos en los países de origen y/o destino, o en las políticas migratorias. De igual modo, el migrante puede querer regre­ sar cuando haya alcanzado los objetivos trazados (en términos de ahorro, por ejemplo) o cuando no se hayan cumplido sus expectativas en el exterior. Por otro lado, el retorno será involuntario si es motivado por cancelaciones de visa, depor­ taciones, negaciones de asilo, etcétera (Lucas, 2005). Es importante mencionar también que los retornados tie­ nen la necesidad de integrarse social y laboralmente a su país de origen. En efecto, para el caso de Colombia, según informa­ ción acopiada por el Centro de Referencia y Oportunidades: Bienvenidos a Casa3 (BAC), la mayoría de los retornados re­fie­ ren necesitar un empleo (73%) o una actividad productiva (23%).4 Además, 66% de los retornados tiene entre 21 y 50 años, las edades más activas de la vida productiva, y 36% busca aprovechar oportunidades económicas en el país (OIM Colombia, 2010). Las anteriores estadísticas ponen en evidencia la posibilidad de que los retornados ejerzan presión en el mer­cado laboral y sea necesario adoptar medidas de política que fa­ci­li­ ten su reincorporación al país, en todos los aspectos. En este contexto, las actividades de emprendimiento pueden convertirse en una alternativa para que los retorna­dos generen ingresos y satisfagan sus necesidades. Esto, por supuesto, Entre los que constituye una etapa del proceso migratorio, que puede ser temporal, están: OCDE (2008), Pedone y Gil (2013). 3  Proyecto piloto desarrollado por el programa Colombia Nos Une, en coordinación con la Alcaldía de Bogotá y la OIM, en el marco del Plan de Retorno Positivo del Ministerio de Relaciones Exteriores. Orienta a los retornados acerca del acceso a servicios y redes institucionales, les brinda asistencia prioritaria, les facilita el transporte terrestre hasta sus luga­ res de origen y el acceso a programas de formación y procesos de in­serción laboral (OIM Colombia, 2010). 4  Otras necesidades de los retornados fueron clasificadas en las siguientes categorías: vivienda (8%), educación (14%), salud (19%) y asesoría jurídica (20%) (OIM Colombia, 2010).

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

183

justifica la realización del trabajo presentado en este capítulo, que tiene por objeto caracterizar a los retornados y explorar la asociación entre estas características y el empren­ dimiento. Además, de acuerdo con Newland y Tanaka (2010), las ac­ tividades de emprendimiento contribuyen a la generación de empleo y al desarrollo económico de los países de origen, a través de la innovación, la creación de pequeñas y medianas empresas, así como de redes a través de las fronteras. Lo que resta del capítulo está organizado de la siguiente manera: en la segunda sección se presenta una revisión de los conceptos y las teorías de retorno y emprendimiento; en la tercera sección se reseñan los estudios que han aportado evidencia empírica sobre el emprendimiento de los retornados, y en la última sección, se hace una caracterización de los colombianos retornados y se explora la asociación en­tre estas características y el hecho de ser emprendedor. MIGRACIÓN DE RETORNO Y EMPRENDIMIENTO: CONCEPTOS Y TEORÍAS

Para los conceptos migración de retorno y emprendimiento exis­ten diferentes definiciones en la literatura que tratan de explicar estos fenómenos a través de teorías postuladas desde disciplinas tan diversas como la sociología, la antropo­ logía y la economía. En este sentido, Tovar y Victoria (2013) advierten sobre las precisiones hechas en varios trabajos sobre el concepto: retorno voluntario, asistido, transgenera­ cional, forzoso, etc. Lo mismo sucede respecto al concepto em­prendimiento, cuya definición, según Bula (2012), varía de­pen­diendo del enfoque y la perspectiva teórica desde el que se mire. Ahora bien, el retorno ha sido explicado desde la teoría neoclásica y la nueva economía de la migración laboral (NEML), así como desde el enfoque estructural y la teoría transna-

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LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

cional. La diferencia más importante entre la teoría neoclási­ca y la NEML es el supuesto acerca de quién toma la decisión de retornar: el individuo o el hogar. Por otro lado, desde el en­foque estructural, en la decisión de retornar incide también el contexto social e institucional del país de origen, y desde la teoría transnacional son importantes las redes que el mi­ grante puede establecer mientras permanece en el ex­terior. Según la teoría neoclásica, es el individuo quien toma la decisión de retornar con base en un análisis costo-beneficio (Sjaastad, 1962; Todaro 1969; Harris y Todano, 1970). En la NEML, la unidad de análisis es el hogar que alguna vez de­ cidió la emigración de uno de sus miembros para hacerle frente a los riesgos de ingreso y producción a los que se vio enfrentado (Stark y Bloom, 1985) y, en el momento del po­ sible retorno, debe evaluar si ya se cumplieron las metas que se habían trazado en términos de ahorro y acumulación de capital (Cassarino, 2004). Por su parte, el enfoque estructural, considerando la dificultad de adaptarse de nuevo al país de origen, encuentra que el retorno no sólo dependerá del capital humano y financiero que se haya adquirido en el exterior, sino también de las condiciones económicas, políticas, sociales e institucionales del país al que retorna. Adicionalmente, en el enfoque transnacional o de redes sociales, los vínculos que ha creado el migrante con los países de origen o destino son de­ terminantes al momento de retornar (Cassarino, 2004; Tovar y Victoria, 2013). De igual forma, coexisten diferentes definiciones para el concepto de emprendedor. Para Roberts y Woods, “el empren­ dedor es quien descubre, evalúa y explota oportunidades rentables, tomando en cuenta el riesgo, alerta a las oportunidades y necesidad por la innovación” (2005:46). Para Mon­ dragón-Vélez y Peña (2010:89), corresponde a un individuo con la ocupación principal de operar un negocio, con el ob­ jeto de hacerlo crecer o, al menos, sostenerlo en el tiempo, trabajando solo o empleando a otros.

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

185

Gubert y Nordman (2008) argumentan que un emprende­ dor puede ser empleador, autoempleado regular o no regular con al menos un empleado. Por su parte, Marchetta (2012) considera que éste puede ser empleador o autoempleado, co­ mo ocupación principal o secundaria, en actividades no agrícolas, incluyendo actividades informales y sin localización fija. Por otro lado, como lo señalan Tovar y Victoria (2013), algunos trabajos describen al emprendedor como el propietario o creador de una empresa. Respecto al emprendimiento, Simpeh (2011) identifica seis principales tipos de teorías. Las teorías económicas, como la clásica o la neoclásica, exploran los determinantes que mejo­ ran el comportamiento empresarial. Las teorías psicológicas estudian las características personales que inciden en la posi­ bilidad de volverse emprendedor. Desde la sociología, se pone el énfasis en los factores del contexto (redes socia­les, identi­ ficación étnica, sistema político y legislación, entre otros). La teoría antropológica se centra en la función de la cultu­ra sobre la actitud hacia el emprendimiento. Según la teoría basada en la oportunidad, los empresarios no causan el cambio sino que aprovechan las oportunidades, que sí cam­bian, para crear (las preferencias de los consumidores, por ejemplo). De acuerdo con las teorías basadas en los recursos (teoría de la liquidez y el capital financiero, teoría del capital social o de redes sociales y teoría del capital humano del emprendi­ miento), el acceso a recursos financieros, redes sociales, educación y experiencia determinan la explotación efectiva de las oportunidades de creación de empresas. MIGRACIÓN DE RETORNO Y EMPRENDIMIENTO: EVIDENCIA EMPÍRICA

Luego de aclarar los conceptos de retorno y emprendimiento y las teorías que los explican, a continuación se reseñan los trabajos que han estudiado la relación entre el emprendi-

186

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

miento y el retorno. De acuerdo con Tovar y Victoria (2013), un retornado se convertirá en emprendedor dependiendo del capital financiero, humano y social que haya acumulado en el exterior, la experiencia migratoria, la brecha de salarios entre los retornados y los no retornados, además de otros fac­ tores como el sexo, la ocupación antes de emigrar, la du­ración de la migración, la edad, etcétera. En Colombia, Murillo (1983) estudió los efectos de la emi­ ­gración y el retorno acaecidos en la década de los años ochenta, después de la primera gran oleada migratoria de colombianos. Encontró que los retornados tendían a auto­ emplearse en actividades productivas informales, condu­ cidas tan precariamente que no lograban su objetivo; sólo en casos excepcionales lograban romper con su condición de trabajadores pobres. Por su parte, Cárdenas, Medina y Trejos (2010) estimaron el efecto económico y social de las remesas y la experiencia migratoria (que incluye la posibilidad de ser retornado) en los individuos y los hogares colombianos. No hallaron evidencia estadísticamente significativa del efecto de estas variables sobre la probabilidad de ser auto­ empleado o participar en el mercado laboral. De acuerdo con la literatura, se han realizado varias in­ves­tigaciones sobre retorno y emprendimiento en otros paí­ ses. Ilahi (1999) en su estudio sobre esta situación en Pa­ kistán, encontró que la migración internacional y el retorno tienen es­casa influencia sobre los emprendimientos agrícolas. Sin embargo, concluyó que existe una alta tendencia a que los retornados se autoempleen en actividades no agríco­las, lo cual es favorecido por los ahorros acumulados en el país de destino. A su vez, en la investigación realizada por Black y Castaldo (2009) para Ghana y Costa de Marfil, se halló que los ahorros acumulados y el haber visitado el hogar durante su vida en el extranjero, estaban positivamente relacionados con la inversión en actividades de emprendimiento. Además, la experiencia de trabajar en el exterior era un determinante más

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

187

importante que la educación ganada en el exterior y los hombres tenían mayor probabilidad de invertir en un negocio a su retorno que las mujeres. Por otra parte, la probabilidad de ser emprendedor en Tú­ nez, Marruecos y Argelia depende positivamente de la edad, el nivel educativo, el área (urbana, con respecto a la rural), tener doble nacionalidad, haber recibido entrenamiento profesional en el extranjero, haber sido emprendedor antes de la migración y haber enviado remesas. Por el contrario, ser mujer produce un efecto negativo. Además, las condicio­ nes del retorno afectan la probabilidad de iniciar actividades empresariales después del retorno (Gubert y Nordman, 2008). En los hallazgos del estudio realizado por McCormick y Wahba (2004) para Egipto, los ahorros aumentan la probabi­ lidad de que un retornado invierta en proyectos empresariales, agrícolas o no; también encontraron que la duración de la experiencia migratoria tiene un efecto positivo sobre la probabilidad de invertir en empresas no agrícolas, nuevas o ya existentes, y negativo sobre probabilidad de invertir en proyectos agrícolas. Por otro lado, la edad no influye en la pro­ babilidad de iniciar actividades empresariales y los retornados con mayor educación son tan propensos a emprender como los menos educados. Finalmente, la inversión en negocios, agrícolas o no agrícolas, está determinada por la zona de origen de los individuos (urbano o rural). Para el caso de ciudadanos turcos retornados en la déca­ da de 1980, desde Alemania, Dustmann y Kirchkamp (2002) encontraron que un periodo de migración más corto, menos edad y mayor escolaridad aumentaban la probabilidad de participar en el mercado laboral como autoempleado o asala­ riado. Asimismo, haber estado casado y haber sido trabajador por cuenta propia antes de emigrar incrementaban la proba­ bilidad de convertirse en autoempleado luego del retorno. Démurger y Xu (2011) encontraron que, en la provincia Anhui (China), los retornados tenían mayor probabilidad de ser emprendedores que los no migrantes, mientras Wang y Chang (2013) concluyeron que, en las zonas rurales de Chi-

188

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

na, la experiencia migratoria mejoraba las posibilidades de adquirir un empleo asalariado luego de retornar, pero tenía un impacto negativo sobre las actividades de emprendimiento. En el caso de Mozambique, Batista, McIndoe-Calderz y Vicente (2014) consideran que tener a un retornado en la fa­mi­lia aumenta en 12.5% la probabilidad de crear empresa y, en Egipto, los ahorros y la experiencia adquiridos por los retornados en el extranjero aumentan la probabilidad de volverse emprendedor, aunque hayan perdido, potencialmente, las redes sociales (Wahba y Zenou, 2012). Para el caso de Albania, Piracha y Vadean (2010) encontraron que la experiencia migratoria tenía un efecto positivo tanto en la probabilidad de ser autoempleado como empleador, y Kilic, Carletto, Davis y Zezza (2007) hallaron que cada año de experiencia migratoria aumentaba 5% la probabilidad de participar en actividades de autoempleo en un negocio no agrícola; además, que el efecto podía diferir en magnitud de acuerdo con el país de destino y que los primeros emigrantes tenían mayor probabilidad de iniciar un negocio, de­ bido, seguramente, a haber acumulado mayores ahorros y habilidades en el extranjero. CARACTERÍSTICAS DE LOS RETORNADOS EN COLOMBIA En esta sección se hará una caracterización de los retornados colombianos, emprendedores y no emprendedores, con base en los datos de la encuesta realizada por el Proyecto Monitor de Emprendimiento Global (GEM, Global Entrepreneurship Monitor) del año 2012. El proyecto GEM es una ini­ ciativa a escala mundial que tiene como propósito estudiar la actividad emprendedora desde la perspectiva del individuo. En la versión 2012 del cuestionario aplicado en Colombia, se incluyeron algunas preguntas que indagaban sobre la migración de retorno.

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

189

En las principales ciudades del país y en las capitales de departamento, la encuesta GEM fue aplicada mediante entre­ vistas telefónicas, y en los municipios con menos de 10 mil habitantes, a través de entrevistas cara a cara. La encuesta tie­ne una cobertura urbana y rural y su diseño muestral es estra­tificado en cinco regiones del país para asegurar la re­ pre­sen­tatividad estadística de los resultados. Contiene información sobre 565 individuos en edades entre 18 y 64 años que son colombianos, han vivido fuera del país y, al momento de con­testar la encuesta, se encontraban en Colombia (colombianos retornados). Ahora bien, en este trabajo se entiende por actividad emprendedora la que está realizando un emprendedor naciente o un nuevo empresario. Como emprendedor naciente se conoce al que se ha involucrado en la puesta en marcha de una empresa en la que, hasta el momento, lleva tres me­ses pagando salarios. Por otro lado, un nuevo empresario será aquel que tiene una empresa y ha pagado salarios durante un periodo que va de tres a 42 meses. Según los datos, 25.3% de los retornados estaba involucrado en una actividad empren­dedora (143 individuos), de los cuales 60.1% eran emprendedores nacientes y 39.9% nuevos empresarios. FACTORES PSICOLÓGICOS Entre los factores psicológicos, que pueden afectar la decisión de crear o no una empresa, están la aversión al riesgo, la percepción de oportunidades y la percepción de capacidades. De acuerdo con los datos, 72.4% de los retornados (380 individuos) consideraba que había buenas oportunidades para emprender un negocio en un horizonte temporal de seis meses, además de creer contar con la habilidad y capa­cidad necesaria para hacerlo. Sin embargo, como se observa en la gráfica 1, únicamente 28.7% y 32.4% de estos re­tor­nados optó por ser emprendedor (109 y 123 individuos, res­pecti­ vamente).

190

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

GRÁFICA 1

CARACTERÍSTICAS PSICOLÓGICAS DE LOS RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES 100

Porcentaje

80

71.3

76.7

67.6

60 40

28.7

32.4 23.3

20 0

Hay oportunidades en Tiene conocimiento, los próximos seis habilidad y meses para crear un experiencia para crear negocio un negocio No emprendedores 

El miedo al fracaso lo detendría para poner en marcha un negocio

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

Por otra parte, 26.8% refirió que el miedo al fracaso podría detenerlo en la puesta en marcha de un negocio (150 individuos); a pesar de ello, 23.3% se volvió emprendedor (35 individuos). Ahora bien, se pudo establecer que la percepción de oportunidades y habilidades está asociada con la posibilidad de ser emprendedor (p = 0.029 y p = 0.000, respec­tiva­ mente), mientras que la aversión al riesgo no. LOCALIZACIÓN DE LOS RETORNADOS De los retornados, 92% se localizaba en el área urbana del país (520 individuos), de los cuales 26% eran emprendedores. Además, 72.7% de los retornados se concentraba en dos de las cinco regiones del país (Bogotá, la capital, 204 individuos; Atlántico, 203). Las otras tres regiones albergaban entre 7% y 10% de los retornados (Central, 41 individuos; Oriental, 57, y Pacífica, 60). El mayor porcentaje de emprendedores se encontraba en Bogotá (27.9%) y en la región Oriental (28.1%) (véase la gráfica 2). No se encontró evidencia estadística de

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

191

GRÁFICA 2

LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA DE LOS RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, POR ÁREA Y REGIÓN 100

Porcentaje

80

76.9

75.6

72.1

78.3

71.9

77.8

74.4

60 40 20 0

23.2

24.4

27.9

28.1

21.7

22.2

25.6

Región Región Región Región Región Área Área Atlántica Central Bogotá Oriental Pacífica rural urbana No emprendedores 

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

asociación entre la localización geográfica y la posibilidad de ser emprendedor. ENTRENAMIENTO EN CREACIÓN DE EMPRESAS De las personas retornadas, 25% había recibido alguna capacitación en la creación de empresas en el colegio (141 individuos) y 40% después del colegio (225 individuos). Sin embargo, de cada uno de los dos grupos, sólo aproximadamen­ te 30% son emprendedores (véase la gráfica 3) y únicamente la capacitación después del colegio presentó una asociación estadísticamente significativa con la posibilidad de ser emprendedor (p = 0.010). CARACTERÍSTICAS DEMOGRÁFICAS Según el sexo, 59% de los retornados son hombres (334 indi­ viduos) y 41% mujeres (231 individuos). Entre las mujeres

192

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

GRÁFICA 3

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES QUE RECIBIERON CAPACITACIÓN EN CREACIÓN DE EMPRESAS 100

Porcentaje

80

70.9

68.9

60 40

29.1

31.1

20 0

Recibió capacitación para creación de empresas en el colegio No emprendedores 

Recibió capacitación para creación de empresas después del colegio Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

se presenta un porcentaje más bajo de emprendimiento (19.5%), en comparación con los hombres (29.34%) (véase la gráfica 4). Esta característica está altamente asociada con el emprendimiento (p = 0.008). A su vez, según el estado civil, 52% de los retornados es­ tán casados o viven con una pareja (291 individuos), 34% están solteros (192 individuos) y el resto es viudo, separado o divorciado (81 individuos). Entre estas tres categorías, el mayor porcentaje de emprendedores se encuentra entre los casados (aproximadamente 26%), seguidos muy de cerca por las otras dos (véase la gráfica 5). No se encontró evidencia de que el estado civil estuviera asociado con la posibilidad de ser emprendedor. De los retornados, 29% tiene entre 25 y 34 años (166 in­ dividuos), 27% entre 35 y 44 años (153 individuos), 18% en­tre 45 y 54 años (100 individuos), 14% entre 55 y 64 años (80 in­dividuos) y el resto entre 18 y 24 años (66 individuos). Entre estos grupos de edad, el mayor porcentaje de emprendedores está en el grupo de 25 a 34 años (32.5%), seguido de los

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

193

GRÁFICA 4

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, SEGÚN SEXO 100 80.5

Porcentaje

80

70.7

60 40

29.3

19.5

20 0

Mujer

Hombre

No emprendedores 

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

GRÁFICA 5

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, POR ESTADO CIVIL 100

Porcentaje

80

75.0

76.5

74.2

60 40

25.0

25.8

23.5

20 0

Soltero

Casado o vive en pareja

No emprendedores 

Viudo, separado o divorciado

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

grupos de 35 a 44 años (28.1%) y 45 a 54 años (23%) (véa­se la gráfica 6). Por otro lado, la variable edad está asociada con la posibilidad de ser emprendedor (p = 0.013).

194

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

GRÁFICA 6

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, POR RANGOS DE EDAD 100 83.3 Porcentaje

80

67.5

85.0

77.0

71.9

60 40 20

32.5

28.1

16.7

23.0

15.0

0 18-24 años

25-34 años

35-40 años

No emprendedores 

45-50 años

55-64 años

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS Únicamente 511 del total de retornados reportó su salario familiar. Entre los que reportaron el ingreso, la mayoría (36.6%) tiene un ingreso familiar menor a dos salarios mínimos legales vigentes (SMLV)5 (187 individuos) o entre dos y cinco SMLV (188 individuos). Estos dos rangos representan 74% de los retornados. El resto cuenta con ingresos salariales familiares mayores a cinco SMLV (26.4%). Por otro lado, la mayoría de los retornados cuenta con educación superior: 35% tecnológica o universitaria (199 individuos) y 20% de posgrado (113 individuos), 29% tiene educación secundaria o técnica (166 individuos) y 15% secundaria incompleta o menos (86 individuos). En términos generales, de acuerdo con la gráfica 7, el porcentaje de retornados emprendedores aumenta a medida que mejora el  El salario mínimo de Colombia en el año 2012 era de 566.700 pesos, y la tasa de cambio a diciembre 31 de ese mismo año era de 1 768.23 pe­ sos por dólar. 5

195

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

nivel educativo o se incrementa el salario familiar. Sin embargo, el incremento es mayor respecto al salario familiar (pasa de 18.7% en el nivel más bajo a 37.8% en el más alto) que en relación con la educación (pasa de 12.8% en el nivel más bajo a 30.1% en el nivel más alto). Las dos ca­racterísticas analizadas (salario familiar y nivel educativo) están altamente asociadas con la posibilidad de ser emprendedor (p = 0.001 y p = 0.021, respectivamente). GRÁFICA 7

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, SEGÚN CARACTERÍSTICAS SOCIOECONÓMICAS 100

Porcentaje

80

87.2

81.3

74.6

60

0

71.4

37.8

40 20

75.3 62.2

18.7

24.7

25.4

69.9

28.6

30.1

12.8

Menos de Entre 2 Más de 5 Secundaria Secundaria Tecnoló- Posgrados 2 SMLV y 5 SMLV SMLV incompleta completa gico o uni o menos o técnico versitario

No emprendedores 

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

CARACTERÍSTICAS RELACIONADAS CON EL RETORNO Tiempo por fuera del país y momento del regreso Según los datos, 41.3% de los retornados permaneció menos de un año en el exterior (233 individuos), 32.3% entre 12 y 35 meses (182 individuos), 15% entre 36 y 71 meses (84 in­ dividuos) y el resto 72 meses o más (65 individuos). Ahora bien, en la gráfica 8 se puede apreciar que el porcentaje de emprendedores en cada uno de estos grupos disminuye entre

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LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

mayor sea el tiempo de estadía en el exterior, presentán­dose el porcentaje de emprendedores más alto entre quienes estu­ vieron menos de un año (27.5%) o entre 12 y 35 meses (26.9 por ciento). En cuanto al momento del retorno, del total de 552 individuos que lo reportaron, 57% regresó a Colombia antes del estallido de la crisis económica mundial de 2008, mientras que 43% lo hizo entre 2008 y 2012. En la gráfica 8 se aprecia que el porcentaje de emprendedores es mayor entre quienes regresaron durante o después de la crisis (29%) que entre los que regresaron antes de 2008 (22.9%). No se encontró evidencia estadísticamente significativa de que el tiempo por fuera del país y el momento del regreso estuvieran asociados con la posibilidad de ser emprendedor. GRÁFICA 8

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, SEGÚN DURACIÓN DE LA ESTADÍA EN EL EXTERIOR Y PERIODO DE REGRESO 100

Porcentaje

80

72.5

79.8

73.1

80.0

77.1

70.9

60 40

27.5

26.9

20 0

Menos de 12 meses

12-35 meses

20.2 36-71 meses

No emprendedores 

72 meses o más

29.1

22.9

20.0

Antes del 2008

Entre 2008 y 2012

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

MOTIVO DEL RETORNO Del total de individuos que reportó el motivo del retorno (559 individuos), 41% lo hizo por asuntos familiares, proble­

197

MIGRANTES RETORNADOS Y EMPRENDEDORES EN COLOMBIA

mas de adaptación o la deportación; 27% por la terminación de sus estudios o su contrato laboral; 17% por cambios en la situación económica y 15% debido a otros motivos no espe­ cificados. Por otra parte, en la gráfica 9 se aprecia que el porcentaje más alto de empren­dedores se encuentra entre aquellos que regresaron por asuntos económicos (28.7%) y por cuestiones familiares o de adaptación (26.8%). No se en­ contró evidencia estadísticamente significativa de que el mo­ tivo del retorno estuviera asociado con la posibilidad de ser emprendedor. GRÁFICA 9

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, SEGÚN EL MOTIVO DEL RETORNO 100

Porcentaje

80

77.2

71.3

76.5

73.2

60 40 20 0

28.7

22.8

26.8

S ituación económica Terminó estudios Asuntos familiares, del país de origen o contrato laboral no se adaptó, y destino deportado

No emprendedores 

23.5

Otro

Emprendedores

FUENTE: elaboración propia, con datos de la GEM Colombia 2012.

PREPARACIÓN DEL RETORNO Del total de retornados, sólo 550 respondieron a la pregunta con respecto a si habían preparado o no su regreso a Colom­ bia, mediante ahorros o inversiones previas. Adi­cionalmente, 547 contestaron a la pregunta referente a si habían hecho o no algún contacto con personas o empresas que son o po­ drían ser sus clientes, proveedores o socios. Entre los retor-

198

LUIS MIGUEL TOVAR CUEVAS, MARÍA TERESA VICTORIA PAREDES

nados que contestaron afirmativamente a estas preguntas, 41.3% (227 individuos) lo hicieron en re­la­ción con los ahorros y 26.7% (146 individuos) refirió los contactos. Por otro lado, según la gráfica 10, cuando los individuos planearon su regreso mediante ahorros o inversiones, el porcentaje de em­prendedores fue de 30%, comparado con 44.5% (65 indi­ viduos), cuando la preparación fue hecha a través del establecimiento de contactos. Ambas variables están asociadas con la posibi­lidad de ser emprendedor (contactos p = 0.042, ahorros p = 0.000). GRÁFICA 10

RETORNADOS EMPRENDEDORES Y NO EMPRENDEDORES, SEGÚN LA MANERA EN QUE PREPARARON EL RETORNO

Porcentaje

80

70.0

60

55.5 44.5

40

30.0

20 0



Hizo ahorros No emprendedores 

Hizo contactos Emprendedores

FUENTE: elaboración propia con datos de la GEM Colombia 2012.

CONCLUSIONES De acuerdo con los resultados del conjunto de variables ana­ lizadas hasta aquí, la mayoría de los colombianos retornados son optimistas respecto a las oportunidades que brinda la economía y a sus propias habilidades para crear un negocio, están dispuestos a asumir los riesgos que implica montar una empresa, se concentran en áreas urbanas, no han recibido capacitación en emprendimiento, y son hombres, casa­ dos, en una edad altamente productiva (entre 25 y 44 años),

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con educación superior, salario familiar mayor o igual a dos SMLV. Además estuvieron fuera del país por un periodo relativamente corto (menos de tres años) y regresaron antes de la crisis económica de 2008, principalmente por motivos fami­liares, falta de adaptación o deportación; no prepararon su regreso mediante ahorro o inversiones previas, ni hicieron contactos con potenciales clientes, proveedores o socios. Ahora bien, cuando se analiza el porcentaje de emprende­ dores que se encuentra en cada característica, hay que resal­ tar que oscila entre 13% y 44.5%. En general, el porcentaje de emprendedores era mayor a 30% cuando los retornados percibían contar con los conocimientos y habilidades necesarios para crear una empresa, habían sido capacitados en emprendimiento después del colegio, tenían entre 25 y 34 años, su salario familiar era mayor a cinco SMLV, su nivel edu­ cativo era de posgrado, habían preparado su regreso a través de ahorros o inversiones, y habían hecho contactos con per­ sonas o empresas que podían ser sus clientes, proveedores o socios. Por otro lado, aunque la caracterización de los colombia­ nos retornados se hizo considerando 17 aspectos, sólo se en­ con­tró evidencia de asociación estadísticamente significativa entre nueve de éstos y el emprendimiento, a saber: percepción de oportunidades, percepción de habilidades, capacitación en creación de empresas después del colegio, sexo, edad, salario familiar, nivel educativo, ahorros y contactos. Entre los fac­ to­res que estaban asociados con el emprendimiento, las aso­ cia­ciones más fuertes (en un nivel de significancia de 1%) se presentaron con el ahorro, el salario familiar, el sexo y la percepción de habilidades. Los resultados de este estudio son consistentes con los de otros trabajos. En efecto, Black y Castaldo (2009), Mesnard (2004) e Ilahi (1999) aportaron evidencia sobre la asociación entre el emprendimiento de los retornados y el capital social y financiero logrado en el exterior. Sin embargo, con respec­

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to a la edad y el sexo, los resultados pueden variar entre paí­ ses, indicando que no se puede generalizar el efecto de los factores sociodemográficos sobre la posibilidad de volverse emprendedor (Black y Castaldo, 2009; Gubert y Nordman, 2008). Adicionalmente, en esta ca­racterización, la educación parece tener una asociación po­sitiva con el emprendimiento, bien sea porque representa mejor capacidad socioeconómica o porque puede estar reco­giendo el esfuerzo de capacitación en creación de empresas realizado en el país, principalmente en las instituciones de educación superior, en el marco de la Ley 1014 de 2006 de Fo­mento a la Cultura del Emprendimiento (Congreso de Colom­bia, 2006). Gubert y Nordman (2008) también encuentran resultados similares, contrario a McCornick y Wahba (2004), según los cuales los retornados más educados son tan propensos a montar empresa como los menos educados. Es importante mencionar que, aunque el momento del retorno y los motivos para hacerlo no estaban asociados con el hecho de ser emprendedor, entre estos fac­tores, el porcen­ taje más alto de emprendedores se caracterizaba por haber regresado motivado por cambios en la situación económica colombiana o de los países de destino, y por haberlo hecho durante la crisis de la economía mundial declarada en 2008. Lo anterior también está en consonancia con lo afirmado en el informe Perfil Migratorio Colombia 2010, según el cual la mayoría de los colombianos retornados manifiestan como necesidad principal conseguir un empleo o vincularse a una actividad productiva (OIM Colombia, 2010). Por último, con el fin de poder realizar estudios más completos sobre las características que inciden en la posibilidad de que los migrantes retornados a Colombia puedan desarrollar una actividad emprendedora, es necesario contar con fuentes de datos que indaguen las características socioeconómicas de los migrantes y sus familias antes, durante y después de la experiencia migratoria. Asimismo, los datos disponibles deberían facilitar la comparación de resul-

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tados a través del tiempo y entre varios países. En efecto, sería conveniente que la Encuesta GEM Colombia siga incluyendo preguntas sobre retorno y que, además, se invite a otros países a hacer lo mismo. BIBLIOGRAFÍA Batista, Catia; Tara McIndoe Calder y Pedro C. Vicente (2014), “Return Migration, Self-Selection and Entrepreneurship in Mozambique”, en IZA Discussion Papers, núm. 8195, mayo, Institute for the Study of Labor, disponible en . Black, Richard y Adriana Castaldo (2009), “Return Migration and Entrepreneurship in Ghana and Côte D’Ivoire: The Role of Capital Transfers”, en Tijdschrift voor Economische en Sociale Geografie, vol. 100, núm. 1, pp. 44-58. Cárdenas, Mauricio; Carlos Medina y Andrés Trejos (2010), “Measuring Economic and Social Impacts of Migration in Colombia: New Evidence”, en Borradores de Economía, núm. 601, Banco de la República, pp. 1-54. Cassarino, Jean Pierre (2004), “Theorising Return Migration: The Conceptual Approach to Return Migrants Re­vi­si­ ted”, en International Journal on Multicultural Societies, vol. 6, núm. 2, pp. 253-279. Congreso de Colombia (2006), “Ley 1014”, en Diario Oficial, núm. 46.164, disponible en . Démurger, Sylvie y Hui Xu (2011), “Return Migrants: The Rise of New Entrepreneurs in Rural China”, en World Development, vol. 39, núm. 10, pp. 1847-1861. Dustmann, Christian y Oliver Kirchkamp (2002), “The Optimal Migration Duration and Activity Choice After ReMigration”, en Journal of Development Economics, vol. 67, núm. 2, pp. 351-372.

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FAMILIAS RETORNADAS DE ESTADOS UNIDOS Y SU REINTEGRACIÓN A LA ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA* Marcela Alejandra Ortiz Rangel

INTRODUCCIÓN En las sociedades contemporáneas, donde las mercancías, símbolos y capitales fluyen alrededor del mundo, las perso­ nas intentan integrarse a esta movilidad salvando varios obs­ táculos; uno de éstos son los gobiernos que tratan de regular sus fronteras mediante políticas de control y restricción en el tránsito de los individuos. Durante estos desplazamientos ocurre una reconstrucción simbólica de las memorias, los lu­ gares y prácticas sociales de la tierra natal en los contextos de destino, de origen y de tránsito. La migración es sustentada en redes sociales y determinada por políticas de Estado que configuran hechos específicos (Feldman-Bianco, Rivera, Stefoni y Villa, 2011:15-30). La migración de retorno, considerada parte del proceso migratorio, es un tema de reciente atención para los investigadores. En comparación con la abundante literatura referente a la migración internacional, la migración de retorno ha sido poco explorada en los países de origen; al menos en México, es un campo de investigación reciente, con muchas aristas aún por descubrir. * Este capítulo se construyó a partir de la tesis titulada “Migración de retorno de Estados Unidos a la ZMG. Estudio de familias en proceso de re­ integración social”, realizada por la autora del capítulo y presentada en enero de 2015 para obtener el grado de Maestría en Ciencias Sociales por la Universidad de Guadalajara.

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En la actualidad están volviendo adultos, niños, jóvenes hombres y mujeres portando un bagaje cultural a entornos que sin duda han cambiado mientras no estaban; de hecho, las experiencias vividas en el país extranjero también han cambiado al retornado. Éstos son algunos de los factores que in­ tervienen en la forma de ver a la sociedad de origen por parte del retornado, lo que eventualmente determina la posibi­ lidad de reincorporarse al lugar de origen. En este trabajo se expone la migración de retorno desde el ámbito familiar como un hecho social vivido en “familia”, donde todos sus integrantes son participantes activos del proyecto migratorio y son afectados por éste. El presente capítulo tiene por objetivos: a) dar cuenta de las experiencias y dificultades vivenciadas por las familias que retornan de Estados Unidos a la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) y b) proponer el concepto de reintegración social como unidad de análisis dentro del proceso migratorio. El documento se divide en dos grandes secciones; en la primera se aborda la parte teórica: por un lado, se examinan algunas investigaciones referentes a la migración de retorno y, por otro, se plantea la propuesta conceptual de incorpo­ rar la “reintegración social” en los estudios del retorno. En la segunda sección se analizan las experiencias de las familias retornadas a la ZMG bajo dicho concepto, además se profundiza en su incorporación al mercado laboral, el capital social como proveedora de recursos y dificultades vivenciadas durante la instalación en la ciudad. APROXIMACIÓN A LOS ESTUDIOS DE MIGRACIÓN DE RETORNO

A grandes rasgos, la literatura sobre la migración de retorno se centra principalmente en tres aspectos: 1) evidenciar por qué los migrantes deciden volver a sus lugares de origen; 2) a partir de estas motivaciones, se plantean tipologías

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de retornados, y 3) exploran los posibles impactos (sociales y económicos) de la migración de retorno en el país. Más re­ cien­temente se ha indagado sobre algunas de las condiciones sociales (la posesión de una red social afianzada), institucionales (incorporación al sistema educativo, el acceso a los servicios de salud), económicas (incorporación al merca­do laboral) y culturales (sentimiento de compatibilidad con la sociedad de origen) disponibles durante la reinstalación de los migrantes en la sociedad de origen. Referente a las motivaciones que propician el retorno, autores como Gmelch (1980:139-140) y King (2000:14-18) su­ gieren factores sociales como la añoranza por el capital social construido en el lugar origen, asuntos familiares, la xenofo­ bia, el sentimiento de incompatibilidad con el país de acogi­ da o el sentimiento de pertenencia fuertemente afianzado al lugar de origen; también, factores económicos como las de­ presiones económicas en los países de destino, el desempleo o la ausencia de empleos constantes que permitan la captación de ingresos estables, y factores políticos rela­cio­ nados con las disposiciones gubernamentales sobre el control de la población migrante en las sociedades de destino. Estudios realizados en México identifican: los asuntos personales, el desempleo, problemas de salud, casamiento, el nacimiento de un hijo, la enfermedad de algún pariente y la deportación como sucesos que propician el regreso (Montoya, Salas y Soberón, 2011:159). Lo anterior nos lleva a reflexionar que los motivos de retorno son múltiples, no obe­ decen únicamente a razones económicas, la elección racional o el cúmulo de capitales; de hecho, pareciera tener una gran importancia el contexto familiar y el ciclo de vida del migrante. Al respecto, Hazán (2013:35) señala que los asuntos familiares figuran como el principal motivo de retorno, entre los asuntos se encontraba la nostalgia por el capital social en México, el cuidado de un pariente, el matrimonio o la intención de formar una familia y problemas familiares en Estados Unidos.

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La autora (2013:40) explica que no es casualidad que los asuntos familiares sean el principal motivo de retorno porque al momento de intensificarse el control de la población migrante en Estados Unidos a través de diferentes iniciativas como e-Verify,1 el Criminal Alien Program2 (CAP), el re­for­za­ miento de la frontera, junto con las constantes deporta­cio­ nes, los migrantes se ven forzados a romper sus vínculos con sus lugares de origen, a tal grado que el sentimiento de lejanía y la añoranza aumentan, a pesar de los avances tec­ nológicos en la comunicación. De igual forma, la sensación de pérdida de libertad o de sentirse vigilados y estar siempre alerta en la rutina diaria por parte de los migrantes a partir de la implementación enérgica de políticas xenofóbicas por parte del gobierno de Estados Unidos, contribuye al deseo por vol­ver al país de origen. Otras investigaciones, como la de Ruiz y Valdez-Gardea (2012:162), señalan como causas del retorno familiar dos si­ tuaciones concretas: la primera tiene que ver con la crisis económica de Estados Unidos en 2008, lo cual trajo como consecuencia para el entorno familiar el cierre de negocios familiares, el término del contrato laboral o el empobreci1  E-Verify es una plataforma cibernética de Estados Unidos que permite a las empresas verificar que sus empleados o candidatos a cubrir vacantes pueden trabajar legalmente en aquella nación, ya sea porque son ciudadanos estadounidenses o ciudadanos extranjeros con el permiso necesario para laborar. Este sistema compara la información del empleado incluida en el formulario I-9 (Employment Eligibility Verification) con los datos contenidos en los registros del Departamento de Seguridad Na­cional de Estados Unidos y de la Administración del Seguro Social para con­firmar la legalidad del empleado (USCIS, 2015a). 2  El Criminal Alien Program (CAP) es un programa del Immigration and Customs Enforcement (ICE) que se encarga de la deportación de extranje­ ros (legales e ilegales) con antecedentes criminales. Este programa identifica, detiene y deporta a “extranjeros prioritarios” que se encuentran en las cárceles estatales o federales de Estados Unidos; asimismo, de­porta a aquellos extranjeros con antecedentes criminales que no se encuentran recluidos en una prisión (USICE, 2015b).

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miento de la economía del hogar, y dos, el retorno por condiciones forzadas como la deportación y los problemas legales. Respecto a la tipología de los migrantes retornados, se tiene la contribución hecha por Durand, quien distingue seis tipos: migrante que regresa de forma definitiva o volun­ taria, migrante de retorno programado, migrante de retorno temporal, migrante de retorno voluntario por razones de fra­ caso, migrante de retorno forzado y migrantes de retorno transgeneracional (Durand, 2004:104-107). A esta tipología se puede agregar el retorno involuntario identificado por Woo (2007:40); las mujeres en su rol de esposas no deciden volver por voluntad propia, sino a petición o presión del esposo. Este tipo de retorno se puede identificar no sólo en la re­lación conyugal (esposa-esposo) sino también en la relación pater­ nofilial (entre padres e hijos), pues en algunas ocasiones los hijos/as no desean volver al país de origen y son per­sua­­di­dos u obligados por sus padres a retornar junto con ellos. Fernández (2011), por su parte, construyó una tipología de retornados a partir de una investigación realizada en un medio rural, ésta es muy semejante a la de Durand (2004), aunque aquél les asigna un nombre diferente; sin embargo, una particularidad de dicho estudio es la incorporación de los migrantes que por diversas circunstancias, como el sentimiento de incompatibilidad con el país de origen o la falta de oportunidades de empleo, decide reemigrar. A esto el autor le llama retorno meditado pero no definitivo (Fernández, 2011:204-206). Desde el extranjero, King3 (2000:9-13) distingue diversas tipologías a partir de ciertas condiciones, por ejemplo, los ni­ veles de desarrollo económico de los países involucrados en los desplazamientos, es decir, entre naciones en vías de desa­ 3  Tanto King como Gmelch hacen referencia al flujo de migrantes ori­ ginarios del Caribe y Europa del Este, quienes se dirigían al norte de Euro­pa y al noreste de Estados Unidos (países de destino) durante las décadas de 1960 a 1990.

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rrollo y países industrializados o de primer mundo, y entre países de economías similares; de igual forma, distingue a migrantes de retorno en función del tiempo de estadía en el país de origen: retornos ocasionales, retornos estacionales, re­ tornos temporales y retornos permanentes. A partir de sus investigaciones realizadas a migrantes italianos, Cerase (1974, citado en Ammassari y Black, 2001) observó cuatro tipos: 1) retorno fallido (return of failure): se refiere a aquellos migrantes que no lograron adaptarse al entorno cultural del extranjero y por lo tanto no pudieron construir una cotidianidad, lo cual los motivó al regreso; éstos se adaptan de forma rápida a sus contextos de origen pues por lo regular no pasan largo tiempo en el extranjero; 2) retorno de conservadurismo (return of conservatism): si bien los sujetos logran integrarse a las dinámicas del país de destino y formar algún capital financiero, humano y so­ cial, una vez cumplido este objetivo regresan a sus lugares de procedencia con la intención de seguir practicando sus costumbres y retomar su estilo de vida habitual; 3) retorno de innovación (return of motivation): estos actores sociales traen consigo nuevas habilidades, valores, ideas y conocimientos recolectados a lo largo de su experiencia migratoria con la intención de implementarlos en sus sociedades de origen para mejorar su entorno, siempre y cuando las condi­ ciones estructurales lo permitan, son potencialmente actores de cambio; 4) retorno de jubilación (return of retirement): son migrantes que han concluido su etapa de vida laboral y utilizan sus pensiones o ahorros para regresar y residir en su país de origen (Cerase, 1974, citado en Ammassari y Black, 2001:22). Los dos primeros tipos (retorno por fracaso y de conservación) también fueron identificados por Gmelch (1980:138), aunque no los nombra así, sólo los define. El autor también identifica aquellos migrantes que deciden volver porque los objetivos propuestos al emigrar han sido cumplidos, a lo que King (2000) llama “migrantes objetivos” y, para Durand

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(2004), son “migrantes de retorno programado” en el caso mexicano. El proceso de toma de decisiones a lo largo del proyecto migratorio se produce en contextos de reflexión donde constantemente se reevalúan los recursos disponibles en los niveles familiar/individual para llevar a cabo determinadas acciones. Woo propone que: […] los individuos toman decisiones influenciadas por factores estructurales (salario, falta de empleo, reformas en la política migratoria en Estados Unidos) y factores familiares e individuales (antecedentes migratorios, violencia doméstica y/o problemas familiares, proyectos personales) (Woo; 2007:30).

Desde esta perfectiva, cabría preguntarse, ¿qué tan “voluntario” es el retorno?, pues un migrante puede manifestar el haber regresado porque así lo decidió, sin mencionar al­ guna situación que lo haya llevado a tomar tal determinación; sin embargo, cuando se conoce el contexto en el cual se toma esa decisión, es posible evidenciar ciertas condiciones que de alguna forma llevaron al individuo a optar por dicha opción. La migración de retorno es un fenómeno social que posee diferentes componentes (como las condiciones económicas, políticas, sociales, familiares, etc.), los cuales difí­ cilmente pueden ser analizados de forma aislada, pues todos ellos se configuran para crear escenarios particulares de retor­ no. El retorno resulta un tema complejo porque no se trata de una situación […] individual o una aventura aislada. Este fenómeno migratorio tiene una categoría de espacio y tiempo, se encuentra contextualizada en un proceso histórico, geográfico y cultural. El retorno implica que los individuos y sus familias tomen decisiones estratégicas enmarcadas en complejas coyunturas sociales, políticas y económicas. El proceso en-

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vuelve la salida, el tránsito, la llegada y el retorno, además de los lazos y relaciones establecidas entre el lugar de origen, destino y llegada (Valdez-Gardea, 2012:22).

Los migrantes y sus familias no toman decisiones a la lige­ ra o de forma mecánica, sino las llevan a cabo en un contex­ to de reflexividad en donde se piensa en aspectos económicos y en elementos subjetivos como los intereses personales, tan­ to del individuo como de la familia. Todos estos balances son también jerarquizados, de tal manera que si el jefe/jefa de familia siente insatisfacción por determinada situación, aun­ que se toma en cuenta la opinión del resto, la resolución tiende a favorecer al primero; de ahí la importancia de tener presente en el análisis de la migración de retorno, concretamen­ te en el proceso de reintegración social, factores como la edad, la posición en la estructura familiar, los ciclos de vida y los proyectos e intereses de cada uno de los miembros de la familia, con la intención de comprender cómo es vivencia­da esta etapa del proceso migratorio. En este sentido, concuerdo con Espinosa (1998), Durand (2004; 2005) y Woo (2007) en contemplar dentro del análisis de la migración de retorno aspectos relacionados con el con­ texto inmediato del migrante tales como las condiciones fa­ miliares y los intereses individuales de sus miembros, pues tanto la decisión de retornar como los procesos sociales vi­ venciados al llegar al país de origen (como la reintegración social) son experimentados por todos los miembros de la familia de forma diferenciada según su género, posición en la estructura familiar y participación en el proceso migrato­ rio. Esto nos invita a analizar con detalle las relaciones familiares, con la finalidad de comprender cómo es que se conjugan proyectos e intereses relativos a la colectividad, pero también propios de cada integrante de la familia, con el pro­pó­ ­sito de comprender, por ejemplo, por qué la reemigración se convierte en una opción cuando uno o más miembros de la familia no sienten empatía por el lugar de origen.

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Varios autores (Papail, 2002; Durand, 2004; Franco, 2010; Montoya, Salas y Soberón, 2011; Fernández, 2010) proponen que las vivencias en el extranjero propician, al retorno del individuo, una mejora en las condiciones de vida tanto para el migrante como para su familia, pues dicha experiencia se traduce en formación y acumulación de recursos y/o capitales utilizados en la reproducción social y económica en la sociedad de origen. Por ejemplo, Durand (2004:109; 2005:312) indica que la disparidad regional, primordialmente en términos monetarios, trae como resolución para el migrante la decisión de volver al terruño; pues en este contexto de inmovilidad social en el país de destino (debido a los nichos laborales tan delimitados para la población migrante), el retorno es una posible opción de movilidad social ascendente; además, la es­tancia en el extranjero produce capital social y humano, es­ te último materializado en el dominio de ciertos oficios o en la adquisición de habilidades que permiten la obtención de me­jores empleos o la gestión de negocios propios. De esta forma se obtienen mejores condiciones para resta­ blecerse en el lugar de origen; el costo de la migración es percibido como una in­versión para el posterior beneficio (Durand, 2005:313-314). Para Papail: […] el efecto más importante de la migración internacional es la transformación del estatus laboral (o movilidad ocu­ pacional) que ocurre entre el primer desplazamiento hacia Estados Unidos y la reinstalación en México. Esta transformación —esencialmente, de un estatus de asalariado a trabajador por cuenta propia o patrón— es una constante en la vida de las generaciones sucesivas (Papail, 2002:91).

Al respecto, Fernández (2011:303-312) opina que la migración de retorno es un medio para mejorar tanto las condiciones familiares como las sociales y económicas de los lugares de origen, también representa un medio de movilidad social para el individuo y su grupo familiar.

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Por su parte, Montoya, Salas y Soberón (2011:163-164) y Hazán (2013:19) señalan que los migrantes de retorno traen consigo nuevas habilidades sociolaborales tales como una mayor disciplina en la ejecución de oficios y una mayor ex­posición bicultural y binacional; estas características cons­ tituyen buenas oportunidades de desarrollo en el país de origen. El posible impacto de la migración de retorno en el país tiene que ver con las condiciones estructurales imperantes en el mismo, por ello se debe tomar con cautela. Si el medio al que regresan los migrantes no tiene las condiciones de aplicabilidad necesarias, difícilmente sus aportaciones podrían contribuir al desarrollo del país. Algunos factores como el bajo (o nulo) crecimiento económico, el desempleo, la informalidad del trabajo remunerado, los bajos salarios, las desigualdades sociales propias del contexto mexicano, provocan una gran incertidumbre respecto a las potencialidades que pudieran desarrollar los retornados en el país (Hazán, 2013:4). Sabemos, como se mencionó anteriormente, que las condiciones económicas de los retornados se han precariza­ do debido al entorno (crisis económica, promoción de leyes antiinmigrantes) en el que se están llevando a cabo los despla­ zamientos. En estas circunstancias y en contextos de migración familiar, las familias difícilmente pueden acumular dinero debido a que sus ingresos son utilizados para el gasto corriente en el país de destino, por lo tanto, las posibilidades de ahorrar para el retorno son pocas. “REINTEGRACIÓN SOCIAL” COMO PROPUESTA CONCEPTUAL PARA EL ANÁLISIS DEL RETORNO

El proceso de reintegración social como parte de la migración de retorno es un tema que aún no se ha estudiado del todo; se le ha dado prioridad a indagar sobre algunos aspectos

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como la incorporación al mercado laboral de los sujetos retornados o la utilidad de una red social afianzada durante el arribo a la sociedad de origen. No se ha presentado algún debate analítico respecto a la forma idónea de nombrar a dicho fenómeno (al lapso durante el cual la familia/migrante se reinstala en el país de origen mediante la incorporación a determinadas dinámicas). En las investigaciones que tratan de la reintegración social de los migrantes de retorno se da por sentado que to­ dos entendemos dicho término y sus implicaciones, es decir, se piensa que conocemos los significados y las manifesta­ cio­nes de ese hecho social, de tal forma que no se ahonda en los elementos de éste o en los ámbitos de análisis; tal vez esto se deba a que el estudio sobre la migración de retorno en México es reciente. Por otra parte, algunos investigadores optan por utilizar el término reinserción, aunque al hacer una búsqueda sobre el tema es evidente la asociación de este concepto al ámbito jurídico, específicamente la reincorporación a la so­ ciedad de personas que han cumplido alguna condena en algún centro penitenciario; la reinserción se ha trabajado mayoritariamente en el contexto del derecho penal. El diccionario de la Real Academia Española (2012) da como definición para el concepto de reinserción: “volver a integrar en la sociedad a alguien que estaba condenado penal­ mente o marginado”; mientras que reintegración lo define como “volver a ejercer una actividad, incorporarse de nuevo a una colectividad o situación social o económica”. El concepto de reintegración implica el involucramiento de di­ ferentes ámbitos de la reproducción social; se trata de la reincorporación de un individuo/familia a los contextos imperantes de un lugar determinado, no de la simple acción de colocar a alguien en un grupo, en una ciudad o en una so­ciedad. La familia migrante debe hacer frente a ciertas situaciones para garantizar la estabilidad y el bienestar de sus miembros.

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Por su parte, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) define la reintegración como la reinserción o reincorporación de una persona a un grupo o proceso (OIM, 2011:82), por medio de la reintegración cultural, entendida como la readopción por parte del migrante de retorno de los valores, estilos de vida, principios morales, ideología y tradiciones de la sociedad de origen; la reintegración económica, mediante la incorporación del retornado al sistema económico de su país de origen, con la intención de satisfacer las necesidades básicas, y por último, la reintegración social, que implica la reincorporación a las estructuras sociales del país de origen por parte del migrante de retorno, esto in­cluye la creación o fortalecimiento de una red personal (ami­gos, familiares, vecinos) y, por otro lado, implica la in­corporación a estructuras de la sociedad civil como las asociaciones y los grupos de autoayuda. La “integración” como tal se ha trabajo en las sociedades receptoras de migrantes, es decir, en este contexto se entien­ de por integración el proceso mediante el cual el migran­te se adapta, en mayor o menor medida, al lugar de destino (García, 2006:238) (OIM, s/f:5); esto implica la incursión en ciertas dinámicas como la incorporación al empleo, el aprendizaje de normas civiles, el adiestramiento de un nuevo idioma (en el caso de la migración entre México-Estados Unidos) y todas aquellas actividades involucradas en la instalación en lugares desconocidos. Cuando se desplaza toda la familia y se llevan hijos en edad escolar, también se busca la incorporación a los sistemas educativos. García (2006:239-240) señala algunos factores importantes que influyen en el proceso de asentamiento e integración de los inmigrantes: socioculturales, legales o jurídicos, institucionales, el mercado de trabajo y sus condiciones. El pri­ mero se relaciona con el grado de compatibilidad entre la cultura propia y la de la sociedad receptora, la sensación de aceptación/rechazo por parte de la población nativa hacia el migrante, los contextos familiares e individuales de cada

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persona e incluso las proyecciones que se tengan sobre el retorno o la permanencia en el extranjero. El segundo tiene que ver con aspectos legales como el estatus migratorio o la promoción de derechos civiles y políticos. El tercero hace referencia a la posibilidad de acceder a créditos, cuentas bancarias, propiedades, el pago de impuestos, entre otros más. El cuarto se refiere al tipo de empleos que ocupa la población migrante en el extranjero, las prestaciones laborales, los sueldos o ingresos, las tasas de desempleo. Todos éstos se configuran para “alcanzar un determinado nivel del bienestar”, el cual puede o no ser calificado positivamente por el migrante. El autor nos brinda pistas para desentrañar los elementos presentes en los procesos de integración social, ahora convendría trasladar dichos factores a contextos de retorno para dar cuenta de las vicisitudes por las que atraviesan los migrantes y sus familias. Pensar que los lugares de origen no sufren cambios es una idea errónea. Si bien el migrante puede estar familiarizado con el país de origen, esto no quie­ re decir que éste permanezca igual; por el contrario, han ocurrido cambios tanto en el migrante como en la sociedad nativa y, por lo tanto, se lleva a cabo un proceso reintegración, de reconocimiento de las nuevas dinámicas sociales, donde se vislumbran factores emocionales, socioculturales, económicos e institucionales. En el presente estudio se define la reintegración social como proceso multifactorial en el que intervienen aspectos estructurales, como las condiciones del mercado laboral (opor­ tunidades reales de empleo, salarios y prestaciones laborales), el acceso a los sistemas sociales de protección (seguridad social, Infonavit, Afore) y el ingreso al sistema educativo; factores microestructurales como la situación familiar o la posesión de una red social afianzada, y aspectos psicoemocionales como el sentimiento de empatía por el lugar de origen o la disposición de reestablecerse en la sociedad nativa.

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Por su parte, Cassarino (2004:19) contempla el proceso de reintegración dentro de su tipología de retornados según el nivel de preparación; por ejemplo, los retornados con alto nivel de preparación logran incorporarse a la sociedad de origen después de un proceso de redescubrimiento de las características reales del país, después de adaptarse y negociar su entorno. Los retornados con bajo nivel de prepara­ ción tienen una reintegración conflictiva porque carecen de recursos (monetarios o sociales) suficientes para solventar la reinstalación; los familiares son su principal fuente de apoyo tanto económica como emocional. Los retor­nados que no tuvieron la oportunidad de preparar su regreso experimentan una reintegración deficiente con altas posibilida­des de reemigración porque no se tienen recursos económicos ni sociales para reestablecerse en la ciudad de origen, pues el re­ torno se produce de forma abrupta. Para Cassarino (2004), los procesos de reintegración se relacionan con las condiciones previas al retorno como el es­tatus migratorio, las motivaciones que orillaron al regreso, la posesión de recursos tanto tangibles (ahorros moneta­ rios, bienes inmuebles, automóviles, etc.) como intangibles (redes sociales afianzadas, habilidades intelectuales, adiestramiento en determinados oficios) y el tiempo de estadía en Estados Unidos. De tal manera que elementos como el capital social (redes sociales de apoyo) y el capital humano (habilidades, conocimientos o el adiestramiento en determinados oficios) serán de utilidad para el análisis de la reintegración social de las familias retornadas, con la finalidad de evidenciar la in­ jerencia de éstas en el mejoramiento de las condiciones de vida al arribo a la sociedad de origen o, por el contrario, si el capital humano es desaprovechado debido a que no se tienen las condiciones económicas, laborales y educativas para potencializar dicho recurso e impactar de forma sig­nificativa en las condiciones de vida de los retornados.

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A continuación se exponen algunos aspectos metodológicos contemplados en el análisis de la reintegración social de las familias retornadas con la intención de aclarar cuáles fueron los criterios de selección y el tiempo que duró el tra­ bajo en campo, entre otros aspectos. ACOTACIÓN METODOLÓGICA Las familias entrevistadas tienen las siguientes características en común: en el momento de la entrevista todas ellas radicaban en la ZMG, habían vivido en Estados Unidos por más de un año, habían regresado a México más de siete me­ ses antes, los padres y al menos uno de los hijos nacieron en México, y al menos un hijo fue a Estados Unidos cuando tenía más de diez años. Tal vez resulta extraña la condición de edad y de lugar de nacimiento como características de selección; esto obedece a que en el transcurso de la investigación se cuestiona la pertinencia de llamar “reintegración” a aquellos casos donde los hijos fueron llevados por sus padres a Esta­ dos Unidos cuando eran muy pequeños; de tal manera que ellos no tienen referencias o recuerdos de la vida en México, por lo que se debía utilizar otro término, como el de integración. De la misma forma, esto sucede en las familias con nacionalidades mixtas: los hijos que nacieron en el extranje­ ro no tienen ninguna experiencia de vida en México, fueron socializados en Estados Unidos y su primer idioma es el inglés; a su llegada a México ellos viven procesos de integración semejantes a los de sus padres, y en ocasiones a los de sus hermanos cuando éstos llegaron por primera vez a Estados Unidos y se instalaron en aquella sociedad. Con la finalidad de resolver dicha situación, se buscaron familias en donde los padres llevaron a uno de sus hijos na­ cidos en México a la Unión Americana cuando tenía al menos diez años de edad, con la intención de que tuviera recuer-

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dos de México, hubiese aprendido español y cursado algún grado escolar en el país, para que a su regreso se viviera una etapa de reencuentro con los contextos ya vivenciados y de esta forma poder llamar “reintegración” al establecimiento en la ZMG. El tiempo de estancia mínimo de un año en Estados Uni­ dos se estableció con la intención de garantizar que las familias hayan establecido sus rutinas y cotidianidad en aquel país y se hayan alejado territorialmente de contextos y situaciones prevalecientes en el lugar de origen. De igual forma, se instauró una temporalidad de siete meses en la per­ manencia al regreso a México, pues en este lapso de tiem­po ya se definieron algunos aspectos de la vida cotidiana en las familias como la organización familiar, la incursión a alguna actividad remunerada, la incorporación al sistema educativo y a otras instituciones. En los apartados siguientes se muestra el análisis de nue­ ve entrevistas realizadas a cuatro familias migrantes de retor­ no4 de Estados Unidos a la ZMG entre noviembre de 2013 y enero de 2014; éstas se realizaron en el domicilio de cada familia, fueron grabadas con previa autorización y transcritas. Las familias se identifican como familia A, familia B, familia C y familia D.

EL REGRESO DE LAS FAMILIAS MIGRANTES A LA ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA Los motivos de retorno son diversos; se entretejen dinámicas individuales, familiares y contextuales. Las madres de familia identifican el “detonante”, es decir la situación (suceso o sentimiento) que desencadenó el regreso a México; sin embargo, cuando se analizan los testimonios y se identifican 4

 Se conversó con las madres de familia y con uno de los hijos.

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las condiciones imperantes en grupo, es posible evidenciar otras circunstancias que influyeron en el proceso de toma de decisión. En la familia A, el retorno se realizó de forma parcial y en diferentes momentos; Flor (madre) y sus hijas vienen a Gua­ dalajara de vacaciones en julio de 2012, una de sus hi­jas (Carmen) decide quedarse y no regresar a Estados Unidos, pues no logró adaptarse a la sociedad estadounidense a causa del idioma, tampoco pudo encontrar empleo y dependía de familiares para salir a algún lugar. Posteriormente, Flor y su hija menor regresan a México en julio de 2013, mientras que el padre de familia se quedó en Estados Unidos. Flor señaló como principal moti­vo de retorno la añoranza por su hijo e hijas y demás familiares, empero, se evidenció otro motivo: el agotamiento físico por las múltiples actividades desarrolladas en el vecino país de norte: cuidaba a su hermana que padecía de sus facul­ tades mentales, trabajaba en labores domésticas, estudiaba in­­glés, atendía a su esposo e hija y se hacía cargo del mante­ nimiento de la casa de su hermana, donde vivía Flor con su esposo e hijas. Esto le trajo a Flor un agotamiento físico y mental además de enfado; no tenía oportunidad de recrearse, pasear o distraerse porque no podía dejar a su hermana sola; comentó que su rutina era de seis de la mañana a diez de la noche. La familia B regresó a México en diciembre de 2011 (ex­ cepto por su hijo mayor), los motivos enunciados por Susana (madre) fueron el sentimiento de angustia y te­mor ocasionado por fenómenos meteorológicos recurrentes como los tornados; no obstante, se habló de la depresión que padeció Susana por el estilo de vida que se tenía en Es­tados Unidos, donde la mayoría del tiempo la familia se encontra­ba en casa debido a las largas temporadas invernales; ade­más, como la madre no aprendió inglés y tampoco a conducir, salía sólo en compañía de algún pariente.

Hija 32 años SEM

Hija 29 años SEM

Familia A

Hija Hija 21/24 12/14 años GC años GC

Flor 52/55 años GC

Apuntes: al momento de la entrevista el padre se encontraba en Estados Unidos. SEM: sin experiencia migratoria. GC: se tiene permiso de residencia en Estados Unidos. Los integrantes con los que se conversó se resaltan en negro. La primera edad corresponde a la emigración y la segunda, al retorno. La madre y sus dos hijas menores emigraron en 2011. La hija de 24 años retorna en 2012 (reside diez meses en Es­ tados Unidos) y su madre y hermana menor regresan en 2013, su estancia en el extranjero fue de un año y seis meses.

Hija 36 Hijo 33 años años SEM SEM

Padre 58 años GC



Familia B

NMEX-VT

Susana 42/48 años

Apuntes: la primera edad corresponde al momento de la emigración, la segunda a la del retorno. NMEX-VT: nacieron en México y emigraron con visa de turista. Los integrantes con los que se conversó se resaltan en negro. La familia emigra a Estados Unidos en 2005. Su estancia en el extranjero fue de seis años, a excepción del hijo mayor, quien se queda en Estados Unidos. El resto de la familia regresa a Guadalajara en 2014.

Hijo 17/26 Hija 15/24 Hija 11/20 Hija 9/18 Hijo 4/13 años años años años años NMEX-VT NMEX-VT NMEX-VT NMEX-VT NMEX-VT

NMEX-VT

Padre 47/53 años

GENOGRAMA DE LAS FAMILIAS ENTREVISTADAS

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NMEX-VT

Alicia 19/23 años

NEU-DB

Hijo 11/14 años

NMEX-VT

Padre 21/25 años

Familia C

EUA NMEX-VT

Familia D

NMEX-VT

Cecilia 35/47 años

NEU-DB

NOTA: La construcción de genogramas fue inspirada en la forma de representación mostrada por Ofelia Woo Morales en el capítulo: “La vulnerabilidad de la población mi­grante de retorno en la Zona Metropolitana de Guadalajara”, en prensa.

Apuntes: la madre y sus hijas emigran a Estados Unidos en el año 2000, su padre las acompaña hasta 2004. La hija mayor retorna a la ZMG en 2007 después de siete años; su padre regresa en 2008, desde ese momento sus padres han estado separados. La madre y su hija menor regresan a Guadalajara en 2012, después de 12 años de vivir en el extranjero; su hija menor nace en aquel país. La hija intermedia permanece en Estados Unidos, desde el año 2000 no ha vuelto a México. NMEX-VT: nacieron en México y emigraron con visa de turista. NEU-DB: nacido en Estados Unidos y posee doble nacionalidad. Los integrantes con los que se conversó se resaltan en negro.

NMEX-VT

Hija Hija 7/20 años, Hija 11/18 años continúa en 8 años

NMEX-VT

Padre 37/41 años

GENOGRAMA (CONTINUACIÓN)

Apuntes: la madre va a Estados Unidos en 1999 para tener a su hijo, vuelve a México y emigra toda la familia en el año 2000, retornan cuatro años más tarde, en aquel entonces su hijo tenía cuatro años de edad. Posteriormente su hijo emigra solo a Estados Unidos en el año 2010 (tenía 11 años de edad) y regresa tres años más tarde en 2013, a los 14 años. La primera edad representada en los padres corresponde al momento de la emigración y la segunda al momento de retorno. NMEX-VT: nacieron en México y emigraron con visa de tu­ rista. NEU-DB: nacido en Estados Unidos y posee doble nacionalidad. Los integrantes con los que se conversó se resaltan en negro.



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De igual forma, a la familia B también le afectó la crisis económica de Estados Unidos en 2008, el padre perdió su em­ pleo y tuvo que incursionar en la realización de nuevos ofi­ cios como el de mesero en restaurantes de comida rápida; también sus hijas mayores trabajaron en dicho lugar, sin embargo no lograron mejorar la situación económica y los padres, agobiados por la situación y su estado de ánimo, de­ cidieron tomar sus pertenencias (ropa, electrodomésticos, un poco de dinero, una camioneta) y volver a México. Por otro lado, en la familia C se identificaron contradicciones en el proceso de toma de decisión ante el retorno a México. Alicia (madre) constantemente destacaba las co­ mo­didades y beneficios gubernamentales que tenía mientras vivía en Estados Unidos; en comparación con el resto de las familias entrevistadas, Alicia comentó con gran entusias­ mo y detalle su rutina en la Unión Americana. No obstante, hubo “asuntos familiares” como la apatía de su esposo por vivir allá, la enfermedad del padre de Alicia y el fallecimiento de su abuela materna; estas situaciones orillaron a la fa­ milia a volver a Guadalajara. En la familia D, al igual que en la familia A, el retorno se produjo en diferentes momentos. Bertha (hija mayor) regre­ só en 2007 a causa de su insatisfacción por el estilo de vida que tenía en Estados Unidos; el primer año de estancia en aquel país fue, a decir por ella, el peor año de su vida; así lo comentó: […] el idioma fue una de las principales barreras al llegar allá; yo diría que fue uno de los peores años de mi vida el primer año que viví ahí en Estados Unidos por el idioma, es muy di­ fícil darte a entender o hacer que te entiendan cuando no co­ noces los principios del idioma […] siento yo que caí en una cierta depresión, yo llegaba de la escuela y me la pasaba en mi cuarto encerrada y no quería ni comer porque el comer me hacía llorar y me sentía deprimida por el mismo bullying de los compañeros, porque sabían que uno llegaba sin conocer

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una sola palabra de inglés y te hacían sufrir porque no te querían ayudar […].

Por su parte, Cecilia, madre de la familia D, vuelve junto con su hija menor a Guadalajara en 2012; ella involucró diversos factores al reflexionar sobre sus motivos de retorno, que correspondieron a la añoranza por la convivencia familiar en el lugar de origen, la nostalgia por la pérdida de sus seres queridos y la percepción de inmovilidad socioeconómica en Estados Unidos. Aunque Cecilia tenía el deseo de volver a México, hubo un detonante que concretó el regreso: la gravedad de la salud de su padre. Así lo relató ella: Yo sí quería regresar para acá porque aquí sí convives con tu familia, con tus amistades, puedes salir más y allá no; uno añora siempre el estar con la familia porque no hay nada más bonito que la familia, la convivencia familiar […] A ve­ces dice uno: “¡híjole!”. Pensaba: estoy acá (en Estados Unidos), tengo tantos años sin convivir con mi familia, ya cuando murió mi mamá dije: “ya se murió mi mamá”; luego se pone mi papá malo y ahora que murió mi papá digo: “¡ay Dios mío, se va acabando la familia!”. Y uno allá y ¿qué estás ganan­do? Nada, porque nunca vas a salir de lo mismo, de perico perro porque no te vas a hacer rico allá porque si tú estás vi­viendo allá estás gastando lo que vas ganando y lo gastas con­forme lo ganas, entonces tú te harías de algo si tú mandaras para acá (México) dinero pero mientras tú estés viviendo allá y estés manteniendo una familia tú no vas a salir adelante […].

En la mayoría de las familias, a excepción de Bertha (fami­ lia D), el retorno se produjo en una relación de dependencia (emocional y económica) hacia los padres; los hijos no querían volver a Guadalajara, sin embargo no se opusieron porque la mayoría se encuentran en edad escolar, dependían económicamente de sus padres y aún estaban vislumbrando sus proyectos de vida. El proceso de toma de decisiones en relación con el re­ torno, como bien lo señalaban García y Oliveira (2006), se

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llevó a cabo en contextos de disparidad de poderes, donde no todos los miembros de la familia estuvieron de acuerdo con la decisión tomada por sus padres y donde algunos miem­ bros no concordaron con los intereses del grupo y decidieron optar por sus propios intereses (seguir en Estados Unidos), pues no todos los miembros del grupo familiar tienen el mis­ mo poder de veto o de apoyo dentro de la dinámica fa­miliar. Aceptar voluntaria o forzosamente las decisiones de los padres depende tanto del ciclo familiar en el que se encuentra ésta como de la edad, el género, las condiciones económicas y el grado de emancipación de cada uno de sus miembros. RECURSOS DISPONIBLES PARA RETORNAR Las familias migrantes utilizan sus ingresos percibidos en Estados Unidos para la manutención del grupo, por lo tanto, la capacidad de ahorro para el retorno es reducida. La mayoría de las familias regresaron con apenas lo necesario para solventar sus necesidades durante las primeras semanas de estadía en la ZMG; sólo la familia C aseguró haber traí­ do más ahorros, no obstante tampoco fueron suficientes para adquirir una vivienda propia. Únicamente la familia A posee casa propia. La familia B trajo pocos recursos, los necesarios para instalar un negocio de alimentos (la venta de licuados, jugos y gelatinas). Ninguna de las familias tiene grandes lujos, pagan renta o viven con parientes, algunos de ellos se encontraban desempleados y sus ingresos son variables. Todas las familias entrevistadas tienen una red social afianzada y establecida en la ZMG; los parientes, amigos y conocidos constituyeron un apoyo crucial durante la reinstalación en la metrópoli, proporcionaron pautas de acción para la incorporación a las dinámicas imperantes en la ciudad, además de que constituyeron un soporte emocional importante para las familias retornadas.

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Uno de los conocimientos adquiridos a partir de la experiencia migratoria, principalmente por los hijos de las familias entrevistadas, fue el aprendizaje del idioma inglés, mientras que sus padres aprendieron la disciplina laboral propia de la dinámica estadounidense; además, en mayor o menor medida, desarrollaron habilidades (comunicacionales, sociales y económicas) para establecerse en lugares des­ conocidos en donde se tiene un idioma, una cultura y un ritmo de vida diferentes. Al realizar un recuento de los recursos disponibles para el retorno, encontramos una variedad de condiciones con algunas generalidades; por ejemplo, el estatus migratorio es irregular porque, si bien la mayoría ingresó a Estados Unidos con visa de turista, ésta no les autoriza la realización de ac­ti­vidades remuneradas, lo cual orilla a las familias a ingre­sar a empleos precarios (extenuantes horas laborales, em­pleos eventuales y poco remunerados). Advertimos que los motivos de retorno son una mezcla de factores indi­ viduales, familiares y estructurales, no obstante, los detonantes del re­torno suelen ser incidentes familiares (como la muerte de parientes o la depresión en un integrante de la familia). La duración de la estancia en Estados Unidos fue variable, sin embargo, en la mayoría de los casos rebasaron el año. Económicamente, sus recursos monetarios son escasos, más bien poseen una red social de apoyo sólida conformada pri­ ­mordialmente por familiares, además tienen un cúmulo de conocimientos, habilidades y experiencias que pueden poner en práctica en la vida cotidiana. LA REINTEGRACIÓN EN LA ZONA METROPOLITANA DE GUADALAJARA Considerando la propuesta teórico-conceptual de Cassarino (2004), la reintegración de los retornados puede ser plena,

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deficiente o nula según el nivel de preparación5 para el re­ torno y la movilización de recursos disponibles. Con estos elementos se intentará analizar el proceso de reintegración de cada de una de las familias con las que se tuvo la oportu­ nidad de conversar. Después de esta reflexión, se ahondará con más detalle en el aspecto laboral, el capital social como proveedor de recursos y las dificultades vivenciadas por las familias durante este proceso de reintegración. La familia A, tiene una larga tradición migratoria de tipo circular, pues el lugar de trabajo del padre siempre ha sido Estados Unidos; medio año estaba en México con su familia y el resto del año en aquél país. No fue hasta 2011 cuando el padre logró obtener el permiso de residencia para su es­ posa (Flor) y sus dos hijas menores (Carmen y Yerania). Más de año y medio después Flor y Yerania regresan,6 sin el padre de fa­milia. El padre ha sido el principal proveedor eco­ nómico de la familia desde un comienzo y tienen casa propia. Flor se ha dedicado gran parte del tiempo al cuidado y aten­ción de sus hijos e hijas y ha trabajado a lo lar­go de su trayectoria laboral en empleos informales como la venta de alimentos y la limpieza en escuelas. Según lo propuesto por Cassarino, se tendría una rein­ te­gración nula con altas probabilidades de reemigración en la familia A; esto por una parte es cierto, porque al poseer el per­ miso de residencia estadounidense se obliga a los indivi­duos a residir cierto tiempo en Estados Unidos para no perder este beneficio; además, en el caso mencionado, el padre de fami­lia sigue viajando al extranjero con fines laborales, por lo tanto la reemigración está presente y es una opción en la fa­milia A. 5  El nivel de preparación se determina por medio del estatus migra­ to­rio, las motivaciones para el retorno, la movilización de recursos y la duración de la estancia, a partir de estos ámbitos se clasifica a los migran­ tes como con alto, bajo y sin nivel de preparación para el regreso al país de origen (Cassarino, 2004:19). 6  Recordemos que Carmen ya había vuelto desde antes, sólo permaneció diez meses en Estados Unidos.

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En lo referente a la reintegración, no se puede decir que es nula o deficiente porque tanto Flor como Yerania (hija me­nor) recordaban cómo era su rutina en México debido al corto tiempo que estuvieron en el extranjero (18 meses); re­cordaban el idioma y la movilidad en la ciudad, los sa­ bores de la comida y, en general, les fue fácil retomar la co­ tidianidad en Guadalajara; tuvieron algunas dificultades principalmente en la incorporación al sistema escolar por parte de Yerania, pero no les ocasionó ningún malestar físico o psicológico el retorno a la sociedad tapatía. La familia B, por su parte, viaja a la Unión Americana en 2005 con visa de turista, duraron seis años en el extranjero, su principal motivo de emigración fue mejorar sus condiciones económicas por medio de la obtención de empleo en aquel país. Tuvieron tiempo para preparar el retorno pues a partir de la crisis económica de 2008 su situación financiera se vio afectada, ya que el padre de familia era el úni­co proveedor económico y perdió su empleo en ese tiempo; a partir de esta fecha no logró incorporarse a empleos estables con ingresos fijos. No fue hasta 2011 cuando decidieron volver a México. Sus ahorros fueron pocos y sólo contaban con lo necesario para instalarse en la ciudad durante los pri­meros meses, pagar renta y abrir un puesto de alimentos. Aunque tuvo más tiempo para preparar su retorno, la familia B enfrentó dificultades para reintegrarse a la sociedad tapatía, primordialmente en el aspecto educativo, en la incorporación al mercado laboral y en el aspecto psicoemocional por parte de algunos de sus miembros (hijas). Una de las hijas se muestra insatisfecha por la vida en Guadalajara y constantemente les manifiesta a sus padres su deseo de volver a Estados Unidos. La instalación en la ciudad generó entre sus miembros, principalmente en los hijos, mayores inconformidades/dificultades; por ejemplo, el hijo menor no comprendía del todo el español, por lo tanto su incorporación a la dinámica escolar le resultó difícil; su hija mayor no continuó con sus

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estudios porque no pudo revalidar las materias correspondientes a la preparatoria, entró a trabajar en un call center pero renunció a los seis meses debido a que en varias ocasiones le robaron su bolso en el transporte público; su situación en el momento de la entrevista era indefinida, pues no estudiaba y no trabajaba. Sus hermanas, después de un año de haber llegado a México, apenas iban a ingresar a la preparatoria en una escuela privada debido a las dificultades en la revalidación. Para la familia C la historia migratoria es distinta a la del resto de las familias. Alicia (madre) viaja a Estados Unidos en 1999 para tener a su único hijo, regresa a México y vuelve a viajar en 2000 junto con su esposo y su hijo, regresan a Guadalajara en 2004 después de cuatro años de vivir en el extranjero; desde esta fecha los padres no han viajado. Posteriormente su hijo viaja solo a la Unión Americana en 2010, dura casi tres años allá y vuelve a la ZMG en 2013. Siguiendo a Cassarino (2004), la reintegración en esta familia se puede definir como plena, pues aunque rentan una casa, los padres lograron incorporarse a empleos que les proveen de estabilidad económica y acceso a prestaciones sociales como la seguridad social. Alicia es servidora pública y su esposo tra­ baja como soldador para una fábrica automotriz de prestigio internacional. Su hijo no tuvo mayores dificultades para incorporarse a las dinámicas prevalecientes en la metrópoli, sin embargo las complicaciones se presentaron en aspectos administrativos en cuanto a la revalidación de estudios. Además, él com­ prendía el idioma español, sólo tenía algunos problemas en la redacción, y la mo­vilidad en la ciudad la recordaba, te­nía cono­cimiento previo de las dinámicas escolares en México. Por otro lado, en la familia D, Cecilia (madre) es quien de­ cide viajar a Estados Unidos en busca de empleo en el año 2000, y siete meses más tarde sus hijas llegan a vivir con ella. La situación conyugal en la familia es problemática; se dijo que siempre tuvieron problemas y nunca fue una relación

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estable. Antes de la emigración el padre vivía con la familia, posteriormente, cuando Cecilia va al extranjero se separan; luego, en 2004 el padre va a Estados Unidos y vive con ellas durante cuatro años. Posteriormente regresa a México (en 2008) y desde entonces no han vuelto a vivir juntos. Como se mencionó, Bertha (hija mayor) regresa a Guadalajara en 2007, Cecilia y su hija menor (nacida en Estados Unidos) lle­ gan a la ZMG en 2012. Bertha estuvo en el extranjero siete años y Cecilia 12 años. Al igual que en las familias A y B, en la familia D los hi­ jos nacidos en México aprendieron en idioma español debido a que sus padres no comprendían del todo el inglés; en casa, la comunicación paterno-filial se daba principalmente en español. Para Bertha (hija mayor de la familia D), el re­ torno a la ZMG le brindó un crecimiento personal, aunque no fue fácil ya que se vio en la necesidad de ingeniárselas para trasladarse en la ciudad, para conseguir empleo, para administrarse y salir adelante ella sola, claro está, junto con el soporte emocional de su familia extensa (su prima, principalmente); así lo relató: Yo tenía mucho miedo cuando llegué, al principio no salía de mi casa, viví por un tiempo en Zapopan, vivía lejos de mis rumbos, ya que mis rumbos siempre habían sido esta colonia (una colonia ubicada en el municipio de Guadalajara), entonces el hecho de vivir lejos de mis rumbos era como ¡no podía! porque no conocía la ciudad […] No sé por qué tenía tanto miedo; ya después fui conociendo más la ciudad, de hecho ya ahorita conozco casi toda la ciudad y de rutas conozco ¡un buen! Fue como un crecimiento porque en Estados Unidos vivía como dentro una cajita de cristal desde la cual observaba y desde ahí veía cómo el mundo giraba a mi alrededor pero yo estaba protegida como adentro de una cajita, así me sentía, y una vez que llegué aquí a México me di cuenta de que no, que yo también era parte del mundo y que también tenía que rodar junto con él. Mi prima es psicóloga, ella también me fue ayudando en eso, después me

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hice muy hábil, aprendí los nombres de todas las calles, sabía dónde andaba, sabía cómo llegar y cómo regresar […].

Cecilia no tuvo tiempo de preparar con anticipación su retorno, en una semana renunció a su trabajo, organizó los documentos que tenía a la mano y regresó a México. Su reintegración tuvo algunas dificultades principalmente en términos de movilidad en la ciudad; para ella las vialidades y la distribución en la metrópoli habían cambiado significativamente. La propuesta de Cassarino es de utilidad para identificar y organizar los elementos presentes en el posretorno, sin embargo, la heterogeneidad de los casos analizados en el presente trabajo no permite ubicar a las familias en su propuesta, pues se presenta una imbricación de elementos que no necesariamente corresponden a lo previsto por el investigador. Por ejemplo, en el caso de la familia D, se supondría que por su estancia prolongada en el extranjero habrían recabado mayores recursos materiales y financieros, el estatus migratorio se habría legalizado y se planearía con anticipación el retorno. De tal forma, al llegar la familia a Méxi­co, su integración sería plena al contar con recursos para solventar la instalación y establecer una negociación con las condiciones reales de país, de tal manera que la familia terminaría por establecerse en la ciudad. Sin embargo, para el caso mexicano esto no sucede debido al contexto laboral prevaleciente (desempleo, empleo informal, bajo poder adquisitivo, bajos sueldos) y porque la incorporación a las ins­ tituciones sociales encabezadas por el gobierno se vuelve complejo debido a la burocracia. Cecilia (madre) no pudo aho­ rrar du­rante su estancia en el extranjero, no planeó con an­ telación su retorno, se incorporó a un empleo precario y al final de­cidió renunciar; se mantiene económicamente de la venta de artículos por catálogo; su hija Bertha se encontraba desempleada en el momento de la entrevista, a pesar de su domi­nio del inglés.

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En el caso de las familias B y D, el retorno implicó para algunos de los hijos la incorporación al mercado laboral con la finalidad de contribuir a la economía familiar, por lo tanto, el proceso de reintegración social conllevó una negociación de roles. La incursión a nuevas dinámicas se carac­terizó por una menor dependencia (hacia los progenitores) para pasar a dinámicas que implicaron mayores grados de autonomía. De igual manera, se modificaron las prácticas de con­ sumo pues los padres ya no tienen los mismos ingresos para satisfacer las demandas de los hijos. La edad en el momento de emigrar influye en el proceso de reintegración social al retorno; de tal forma que existe una diferencia significativa entre aquellos hijos de familias que emigraron a Estados Unidos cuando eran pequeños y los que lo hicieron en edades posteriores (de nueve años o más). La mayoría de los hijos de las familias entrevistadas que emigraron a mayor edad (entre nueve y 11 años) comprendían el español y tenían experiencias escolares y culturales de México; estos elementos influyeron para que su proceso de reintegración no fuera tan difícil. INCORPORACIÓN AL MERCADO LABORAL En la familia A, antes de emigrar, Flor vendía alimentos en las escuelas cercanas a su domicilio, limpiaba casas y planchaba ropa ajena; estas actividades fueron trabajos temporales y no ofrecían prestaciones sociales pues se hacían por cuenta propia. Al retornar a México, Flor no realizaba ningu­ na actividad remunerada. Es importante recuperar el con­ texto de desenvolvimiento habitual de Flor: dedicó gran parte de su vida al cuidado de su hogar y de sus seis hijos debido a la ausencia de su esposo; el aspecto monetario estuvo a car­ go principalmente de su esposo y, conforme sus hijos crecieron y obtuvieron empleo, fueron aportando a este rubro.

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Una forma de incorporación al mercado laboral es por medio del autoempleo, opción que fue tomada por la familia B. Susana y su esposo atienden un pequeño negocio don­ de venden licuados, jugos, gelatinas y otros alimentos por las mañanas, cerca de su domicilio. La idea de vender alimen­ tos surgió como una alternativa de empleo al considerar que ya estaban grandes en edad (48 y 56 años, respectivamente) como para ser contratados por una empresa. Ambos ve­ nían con la idea de iniciar un negocio, pues al preguntarle a Susana sobre su percepción del mercado laboral en México, enfatizó aspectos referentes a los bajos salarios y el desempleo. Las hijas de la familia B, se han desempeñado en diversas labores; la mayor laboró en un centro de atención telefónica durante un año. Su madre considera que le iba bien pero ella ya no quiso seguir trabajando por la inseguridad pública y la mala calidad en el servicio del transporte público. Sus otras dos hijas, de 20 y 18 años respectivamente, laboraban en una tienda de ropa como vendedoras; su sueldo era de mil pesos quincenales por medio día de trabajo, de lunes a sábado. Por su parte, en la familia C, el primer trabajo obtenido por el padre de familia (dos semanas después de haber lle­ gado a la ZMG) fue en una refresquera; después trabajó para una empresa de soldador, oficio que aprendió en dicho lugar y que le permitió acceder a un puesto en la fábrica de Honda, en donde labora actualmente desde hace ocho años. Ali­cia, desde que llegó de Estados Unidos, labora en el Ayuntamien­ to de Guadalajara, donde un “conocido” le informó sobre el puesto e inmediatamente (a los dos días de haber llegado a GDL) entró a trabajar. Para Alicia, hablar inglés fue deter­ minante en la obtención de empleo; su conocido le llamó directamente para informarle sobre la vacante, pues éste no conocía a otras personas que hablaran inglés, idioma indispensable para el puesto de guía de turistas.

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En la familia D, Cecilia (madre), antes de emigrar vendía utensilios de cocina y artículos de belleza por catálogo, además de alimentos preparados; todas estas actividades las hacía por cuenta propia. En Estados Unidos trabajó en fábricas como obrera. A su regreso a la ZMG, Cecilia laboró en una fábrica de muebles durante siete meses; su actividad consistían en recoger del suelo las telas y costuras realizadas por las zurcidoras, las debía colocar nuevamente en la máquina de coser según la etapa del proceso de fabricación correspondiente. Ella calificó como mala esa experiencia laboral, ya que las jornadas de trabajo eran de diez horas diarias y sólo le pagaban ochocientos pesos semanales; además su salud se vio deteriorada y sus rodillas se lastimaron al grado de no poder caminar, por lo que renunció. La hija mayor de Cecilia ha realizado diversas actividades remuneradas. Su primer empleo consistió en atender una tienda de ropa propiedad de una prima, ahí estuvo dos meses; luego entró a trabajar en una imprenta perteneciente a otro familiar, en esta ocasión duró tres meses; posterior­ mente, una tía la invita a trabajar en una casa hogar como cuidadora de niños, en donde estuvo dos meses. Más tarde laboró como asistente en una campaña política, este periodo duró tres meses. También trabajó en un call center, en donde sólo se le pidió como requisito dominar el inglés y saber utilizar de forma básica la computadora, ahí laboró ocho meses. Después, otra prima le consigue un empleo de profesora de inglés en una primaria, donde estuvo durante un ciclo escolar; en seguida trabajó como mesera en un restaurante, ahí duró aproximadamente cinco meses. Su último empleo fue como asistente administrativo, estuvo ahí siete meses. En el momento de la entrevista se en­contraba desem­ pleada. Como se puedo observar, las trayectorias laborales de las familias entrevistadas son diversas, no obstante, se aprecian algunas regularidades, como el hecho de que la experiencia migratoria en los padres de familia no repercutió de manera

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significativa en la obtención de mejores empleos a su regreso a México (excepto por la familia C); de la misma manera, las familias no cuentan con prestaciones sociales pues la mayoría realiza actividades remuneradas por cuenta propia y sus ingresos son variables. Por su parte, los hijos de las familias se encuentran en proceso de consolidación de sus proyectos de vida, están en edad escolar y, si bien la mayoría son bilingües, esta habilidad no les ha traído beneficios significativos en la mejora de sus niveles de vida. EL CAPITAL SOCIAL COMO PROVEEDOR DE RECURSOS Estudios como el de Schramm (2011) sugieren que el capital social y la familiaridad con los contextos del lugar de origen minimizan los costos psicológicos que el retorno pudiera traerle al individuo. Enfatiza la importancia de las redes sociales con familiares y amigos cercanos (vínculos fuertes) durante la reintegración social, pues mitigan la incertidumbre emocional, brindan apoyo y permiten la construcción de expectativas. La pertenencia a una red social afianzada se caracteriza por una fuerte cercanía emocional, relaciones de solidaridad y reciprocidad. Los principales apoyos recibidos por las redes sociales fueron la residencia temporal, la orientación sobre trámites burocráticos, el soporte emocional e información/recomendación sobre vacantes de empleo. El arribo a la ZMG es un evento en donde se festeja el reencuentro con parientes, amigos y conocidos, es por ello que al principio las reuniones son frecuentes, luego, conforme pasa el tiempo, éstas se aminoran debido a que las familias retornadas se van incorporando a sus rutinas diarias. El principal apoyo que la familia A recibió por parte de su red de parientes, amigos y conocidos durante las primeras semanas de estadía en la ZMG fue el acompañamiento emocional y asesoramiento burocrático. Flor (madre) men-

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cionó que a su llegada al aeropuerto fueron recibidos por sus hijos, nietos y demás familiares; de la misma forma, constantemente resalta la felicidad que siente por estar con sus hijos y nietos, pues la mayoría de ellos viven en su casa. En relación con el asesoramiento burocrático, Flor mencionó haberle pedido a una hermana, maestra normalista, que la orientara sobre el proceso a seguir para inscribir a su hija menor a la secundaria. Una conocida de la hermana de Flor la orientó sobre dónde y a quién dirigirse para realizar dicho trámite. A su llegada a la ZMG, la familia B residió temporalmente en la casa de una hermana del padre de familia; ella los llevó a las instancias correspondientes para realizar los trámites para la apertura de su negocio, también les consiguió el contacto de la persona que hoy les renta la casa donde viven. Susana (madre) dijo no haber experimentado ansiedad por la reinstalación en la ciudad pues sentía el acompa­ ñamiento de su familia extensa. Así lo señaló: Vivimos con mi cuñada, ella nos apoyó muchísimo, estuvimos en su casa como 15 días en lo que conseguíamos la casa, nos llevaba para un lado y para otro en su carro ¡a gusto! […] estuvimos con su familia muy a gusto, felices, sin problemas, porque estábamos acompañados por ella (su cuñada).

La familia C, al arribo a la ZMG, residió en casa de los sue­gros de Alicia, mientras su esposo y ella conseguían un em­pleo y se acostumbraban a las nuevas rutinas. Recordemos también que “un conocido” le informó a Alicia sobre la vacante, que cubría en el momento de la entrevista. La familia D reside en la casa de los padres de Cecilia (madre), comparten la vivienda con la hermana de ésta, quien está casada y tiene hijos. Como la casa es de dos pisos, Cecilia y sus hijas viven en la parte superior, mientras que su hermana vive en la parte inferior. Ambas tienen accesos independientes a su domicilio, sin embargo, comparten gastos de servicios de electricidad, agua y telefonía.

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Cecilia consiguió el empleo en la fábrica de muebles por recomendación de un hermano de su cuñado. Por su parte, su hija mayor accedió a algunos de los empleos por medio de familiares y amigos; ellos directamente la emplearon en negocios propios, o bien, la recomendaron para un puesto. De la misma forma, durante los primeros meses de haber lle­gado a la ZMG, sus tíos le brindaron hospedaje y alimentos. Su prima le brindó apoyo emocional para superar su te­ mor de salir a la calle y además le recomendó leer en español para me­jorar su ortografía; este ejercicio fue de gran utilidad para habituarse al idioma español de forma verbal y tam­ bién para recordar el significado de ciertas palabras. DIFICULTADES EXPERIMENTADAS POR LAS FAMILIAS El tema educativo se vuelve un obstáculo durante el proceso de reintegración social; la incorporación al sistema educa­ tivo nacional por parte de los hijos de las familias retornadas resulta desgastante, implica la realización de trámites que generan gastos económicos, fatiga emocional, confrontaciones con servidores públicos, la pérdida de ciclos escolares y, en algunos casos, el abandono escolar. Algunos de los prin­ cipales problemas son la falta de promoción de programas como el Probem,7 el desconocimiento por parte de los servi­ dores públicos sobre los trámites y procedimientos, la petición de documentos originales recientes y la falta de comunicación entre dependencias. El proceso de revalidación de estudios implica para las familias retornadas invertir una gran cantidad de dinero, par­­  El Programa Binacional de Educación Migrante (Probem) “busca asegurar con equidad y pertinencia la continuidad y calidad de la educa­ ción básica para niños y jóvenes que cursan una parte del año escolar en México y otra en Estados Unidos” (Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de Jalisco, 2013). También brinda a los migrantes de retorno la orientación necesaria para revalidar grados escolares e incorporarse al sis­ tema educativo nacional. 7

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ticu­larmente cuando se tienen muchos hijos, además de tiem­ po para reunir toda la documentación requerida y paciencia para llegar a las instancias adecuadas. El retraso que ocasionan los trámites burocráticos y la desinformación en el ámbito educativo contribuyen al retraso escolar y al abandono de los estudios. Aunque se domine el idioma inglés y aparentemente se pueda percibir un buen sueldo con sólo tener la preparatoria, en comparación con personas que desconocen dicho idioma, el desarrollo académico de estos jóvenes retornados se ve obstaculizado. Los jóvenes tienen una habilidad demasiado valorada en estos tiempos de globalización y de empresas multinacionales; sin embargo, no se les permite acceder a mejores puestos de trabajo porque no se promueve la profesionalización de los migrantes de retorno, evitando que tengan un mayor impacto en los países de origen. El aspecto laboral representa un obstáculo para lograr la plena reintegración de las familias, ya que el ingreso mo­ netario se convierte en el tema fundamental para la sobrevivencia de los grupos familiares. Se tiene la percepción de que “el dinero no alcanza” además de “ser costosa la vida” debido al bajo poder adquisitivo. Estos aspectos, en combina­ ción con los demás (la inseguridad pública y los obstáculos escolares), contribuyen a que los retornos no sean defini­ tivos, principalmente cuando éstos son realizados sin recursos suficientes para sobrellevar la situación económica en el lugar de origen; la reemigración sigue siendo una op­ción de mejoría de las condiciones familiares, más aún si ya se tiene un conocimiento previo de la experiencia mi­gratoria. CONCLUSIONES La reintegración social de las familias retornadas es un proceso multifactorial en el que intervienen aspectos estruc­ turales, como las condiciones del mercado laboral, el acceso

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a los sistemas sociales de protección y el ingreso al sistema educativo; factores microestructurales como la situación familiar o la posesión de una red social afianzada, y aspectos psicoemocionales como el sentimiento de empatía por el lugar de origen o la disposición por reestablecerse en la sociedad nativa. Durante el trabajo de campo encontramos familias tan diversas que, al reflexionar sobre ellas bajo una propuesta teórica, resulta difícil incorporarlas tácitamente en ese mode­ lo, de tal forma que en ocasiones hay lógicas nada sen­cillas de comprender, situaciones y eventos que hacen más complejo el análisis de los testimonios. En este caso, la pro­puesta de Cassarino (2004) fue muy útil para identificar elementos presentes en la reintegración social; sin embargo, los contextos de las familias entrevistadas son tan diversas que tienen sus propias dinámicas, las cuales se intentaron expo­ ner a lo largo del documento. La edad de los hijos al emigrar influye de forma importan­ te en el proceso de reintegración al retornar, de tal forma que los hijos que llegaron a mayor edad a Estados Unidos tienen mayores herramientas para reincorporarse a la socie­ dad de origen: hablan el idioma, tienen experiencias es­­co­la­res, conocen la ciudad y poseen referentes culturales. Los recursos monetarios de las familias retornadas son escasos principalmente porque los ingresos percibidos en el extranjero se utilizan para el gasto corriente; además, situaciones como la crisis económica de Estados Unidos en 2008 obstaculizan aún más las posibilidades de ahorro para el re­ torno. Por lo que se pudo analizar a partir de las entrevistas realizadas, la experiencia migratoria no favorece significativamente la obtención de mejores empleos al volver al lugar de origen, por el contrario, las familias retornadas se incorpo­ ran a empleos precarios o al mercado informal; esto pareciera no tener correspondencia con la meritocracia, sino con los contextos laborales que imperan en México, los cuales

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afectan no sólo a las familias retornadas sino también a la población en general. Poseer una red social afianzada en el lugar de origen es un recurso indispensable durante el proceso de reintegración, ya que proporciona pautas de acción para la incorporación a las dinámicas de la sociedad, además de que constituye un soporte emocional importante. Los principales apoyos de las redes sociales son la residencia temporal, la orientación sobre trámites burocráticos y la información o recomendación sobre vacantes de empleo. BIBLIOGRAFÍA Ammassari, Savina y Richard Black (2001), “Harnessing the Potential of Migration and Return to Promote Develop­ ment. Applying Concepts to West Africa”, en IOM Migra­ tion Research Series 5, agosto, Londres, OIM. Cassarino, Jean-Pierre (2004), “Theorising Return Migration: A Revisited Conceptual Approach to Return Migrants”, en International Journal on Multicultural Societies, vol. 6, núm. 2, pp. 253-279. Durand, Jorge (2004), “Ensayo teórico sobre la emigración de retorno: el principio del rendimiento decreciente”, en Cuadernos Geográficos, vol. 35, núm. 2, pp. 103-116. (2005), “Ensayo teórico sobre la migración de retorno: el principio del rendimiento decreciente”, en Raúl Delgado Wise y Beatrice Knerr, Contribuciones al análisis de la migración internacional y el desarrollo regional en México, México, Universidad Autónoma de Zacate­ cas/H. Cámara de Diputados LIX Legislatura/Miguel Ángel Porrúa, pp. 309-318. Espinosa, Víctor M. (1998), El dilema del retorno: migración, género y pertenencia en un contexto transnacional, México, Colmich/Coljal. Feldman-Bianco, Bela; Liliana Rivera Sánchez, Carolina Stefoni y Marta Inés Villa Martínez (comps.) (2011), La

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DERECHO A LA REINTEGRACIÓN DE LOS MIGRANTES DE RETORNO EN MÉXICO Jorge Ibarra Martínez

INTRODUCCIÓN El objetivo de este capítulo es encontrar un marco de entendi­ miento que permita conceptualizar el derecho que tienen los migrantes de retorno a la reintegración en México. Para ello se estudian las condiciones que hacen del migrante de retorno un desplazado económico que forma parte de los ex­ cluidos del progreso capitalista global, y presenta condiciones de vulnerabilidad que hacen necesaria la implementación de estrategias del Estado para lograr su reincorporación. En este trabajo la integración/reintegración se entiende como un proceso eminentemente político cuya finalidad es lograr que las personas adquieran las habilidades necesarias para convertirse en participantes activos de la sociedad. En este tránsito de excluido a ciudadano, se analizan la experiencias internacionales más destacadas en materia de integración para entender las vías en que se pudiera reintegrar a los mi­ grantes de retorno en México, tomando en cuenta las particularidades que hacen único su contexto. LA ODISEA DEL MIGRANTE DE RETORNO La historia del migrante mexicano se parece a la aventura de Odiseo, un viaje interminable de ida y vuelta en el que el [249]

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aventurero se convierte en un errante que anhela el regreso a su tierra. Para el migrante los retos comienzan desde que decide salir por primera vez de la pobreza cierta para tomar el camino del progreso incierto. En su andar se topa con fron­ teras militarizadas que lo orillan a ponerse en manos de trafi­ cantes ligados al crimen organizado, quienes controlan las rutas del desierto por las que es más factible penetrar hacia su des­­tino, por las que muchos sucumben por la fatiga para ja­más ser encontrados. Una vez cruzada la frontera, el acomodo no es menos ago­ biante. El migrante debe conseguir empleo y alojamiento, trabajar horas extras, comenzar a entender un idioma, adoptar costumbres y reglas a las que no se está acostumbrado. La discriminación pega en el orgullo, pero aprenden a agachar la mirada, a pasar inadvertidos para evitar la deportación y continuar con el ahorro para reunificar a la familia o para en­ viar ayuda a los que se quedaron. Así continúan por unos años, pero cuando todo parece asentarse llegan más migrantes, el trabajo escasea por la competencia, los salarios bajan y se hace necesario moverse más adentro para buscar mejores oportunidades. Empezar de nuevo. En algún momento los migrantes se dan cuenta de que en las sociedades a las que llegan es difícil ser algo más que un insumo de los mercados globales. Cuando la economía se con­ trae no hay estado que los cobije, no hay sociedad que los arrope, ni seguro de desempleo que los amortigüe en tiem­ pos de crisis. Para ellos no queda más que pensar en el re­ greso a su país, aunque eso implique el hecho afrontar una posible derrota y dejar una vida que costó demasiado sacrificio construir. Es posible que muchos migrantes tengan ex­ pectativas de volver en algún momento, quizá en su época de retiro para llevar una vida apacible —materializando la nos­talgia— pero las circunstancias precipitan su retorno. El regreso de los migrantes a México se ha convertido en una realidad que no debe dejar de estudiarse fuera de la hipótesis sobre el fin de todo un ciclo de migración de mexi-

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canos hacia Estados Unidos. De acuerdo con cifras del Pew Hispanic Center, entre 2007 y 2012 se redujo en 900 mil el número de migrantes irregulares mexicanos en Estados Uni­ dos, y para 2014 la cifra habría llegado ya al millón. En sus últimas publicaciones, Jorge Durand explica que esta disminución obedece a diversos factores, entre los que destacan: el aumento del costo y el riesgo de cruzar la frontera, el incremento de los controles fronterizos por parte del gobierno estadounidense, la criminalización de la migración, las políticas restrictivas en muchas localidades, y principalmente la disminución de la demanda de mano de obra y lo poco atractivo que hoy resulta el mercado de trabajo en Es­ tados Unidos. Ante estas circunstancias, afirma Durand, estamos en presencia del cierre de toda una etapa centenaria de migración México-Estados Unidos (Durand, 2013). Al analizar las estadísticas de la Encuesta Nacional Sobre la Dinámica Demográfica en México es posible apreciar que a partir de 1990 comienza una leve tendencia a la baja en el número de mexicanos que migraban de manera permanente a Estados Unidos, a la par de un aumento casi imperceptible en el número de migrantes de retorno. Hasta el año 2000 esta correlación se mantuvo estable, 1 209 000 migrantes permanentes, sobre 267 mil migrantes de retorno. Sin embargo, a partir de 2004 el número de migrantes de re­ torno se duplicó abruptamente al alcanzar la cifra de 562 mil, por lo que la diferencia respecto a la cantidad de migrantes permanentes comenzó a ser más estrecha. Fue sólo hasta el periodo entre 2005 y 2010, cuando el número de re­ tornos se disparó a 824 mil, que la migración de retorno superó por primera vez a las personas que decidían migrar de manera permanente. El actual retroceso de los flujos migratorios nos hace conscientes una vez más del carácter dinámico y bidireccio­ nal de la migración. Hasta hace poco dominaba la hipótesis de que la mayoría de los migrantes que volvían a México lo hacían a causa de las deportaciones, sin embargo, un estudio

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reciente publicado en 2013 por la organización Mexicans and Americans Working Together demuestra que el retorno por deportación representó tan sólo 11% de todos los mexicanos que volvieron a su país entre 2005 y 2010. De manera similar a lo expuesto por Durand, este informe hace ver que las razones para el regreso están fuertemente ligadas a factores económicos, como la recesión en Estados Unidos, y factores políticos como las políticas migratorias, aunque, por otro lado, también concluyen que muchos migrantes regresan a México por razones emocionales (MATT, 2013). LA VULNERABILIDAD DEL MIGRANTE DE RETORNO Existe una diferencia entre los conceptos de migrante y de refugiado que conlleva una desigual protección de los derechos humanos de las personas en movimiento trasnacional. Mientras que el migrante es percibido como una persona que de manera consciente y voluntaria decide dejar su lugar de origen para buscar mejores oportunidades de vida, al refugiado se le considera una persona que huye de su país por conflictos armados o persecución. Con esta distinción, el derecho internacional protege a los refugiados a partir de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967, en donde se delimitan los derechos básicos que los Estados deben garantizarles. A los migrantes, por su parte, la comunidad internacional les niega la posibilidad de asilo y protección por considerar que su condición de salida no es motivada por asuntos de riesgo. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados, por ejemplo, considera que “Los migrantes eligen trasladarse no a causa de una amenaza directa de persecución o muerte, sino principalmente para mejorar sus vidas al encontrar trabajo o educación, por reunificación familiar, o por otras razones” (Edwards, 2015). Con este mismo argumento, la gran mayoría de los países receptores de migrantes se han ne-

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gado a ratificar la Convención Internacional sobre la Protec­ ción de Todos los Derechos de los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, con lo cual niegan todas las prerrogativas que este acuerdo internacional establece en beneficio de los migrantes. La renuencia a considerar a los migrantes como des­ plazados ocasiona que las condiciones de vulnerabilidad para este grupo se vuelvan más críticas. En su reflexión so­ bre la humanidad en movimiento, Zygmunt Bauman explica que los migrantes no se mueven buscando la riqueza, sino que huyen perseguidos por la pobreza, y que tanto migrantes como refugiados son producto del mismo triunfo del capitalismo internacional y del fracaso de los medios para gestionar la inclusión de los excluidos por el progreso avasa­ llador de la modernidad. Anteriormente, dice Bauman, el pro­ blema de los marginados del progreso en Europa, duran­te la primera etapa de la modernidad, “encontró soluciones glo­ba­ les en las tierras vacías del Nuevo Mundo, las cuales re­ci­ bieron el excedente de población que no podía ser absorbida por la economía emancipada de las constricciones familiares y comunitarias”; ahora, por el contrario, cuando cientos de miles de personas se ven obligadas a arreglárselas lejos de las fronteras de su país, cuando ya no quedan más tierras va­­cías donde albergarlos, los países desarrollados han optado por cerrar sus fronteras y negar toda solución glo­­bal de la cual en algún momento ellos se beneficiaron (Bauman, 2007). El problema con el capitalismo del siglo XXI es la entrada de su fase de acumulación por desposesión. Éste es un término utilizado por David Harvey para referirse a cómo el sistema resolvió la última crisis de generación de ganancia, a partir de la exposición de los bienes colectivos al capital pri­ vado y a la competencia, generando con ello toda una clase de desposeídos, desempleados, trabajadores informales y des­ plazados económicos (Harvey, 2004). En su estudio sobre la migración en México, Faranak Miraftab utiliza este con-

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cepto de acumulación por desposesión para explicar que la migración de mexicanos a Estados Unidos fue producto del desmantelamiento de toda una serie de instituciones so­ ciales urbanas y rurales que daban estabilidad al modelo de desarrollo en este país (Miraftab, 2014). El resultado geográfico más catastrófico de la acumu­ lación por desposesión es la creación de un nuevo planeta de ciudades miseria donde se acumulan todos esos excluidos del progreso global. Las ciudades miseria, o slums, como tam­ bién se les llama, son asentamientos de viviendas pobres ca­ racterizadas por el hacinamiento, la informalidad, el acceso inadecuado a las medidas sanitarias y los servicios públicos, así como por la inseguridad con respecto a la propiedad. De acuerdo con un informe del Programa de las Naciones Unidas para los asentamientos humanos, los residentes de estas áreas urbanas hiperdegradadas constituían para principios del siglo XXI, 78% de la población urbana de los países menos desarrollados, y al menos un tercio de la población ur­bana global (ONU-HABITAT, 2003). Mike Davis asegura que estos espacios marginales aparecen en un contexto histórico en el que los países en vías de desarrollo fueron presionados a aplicar una serie de ajustes estructurales que ocasionaron la ruina del campo, al poner a competir a los pequeños propietarios agrícolas en los mercados globales de materias primas dominados por la agroindustria del primer mundo. Al mismo tiempo estas medidas, afirma Davis, “quitaron de un puntapié la escalera que las naciones habían utilizado históricamente en su ascenso de la agricultura a los bienes y servicios urbanos de alto valor”, por consecuencia, […] las ciudades miseria crecen bajo la ruina del campo, del aniquilamiento de las industrias protegidas por la sustitución de importaciones, la reducción del sectores público, la devaluación, privatización, supresión de subvenciones alimenta­ rias, y el pago forzoso del costo real de la sanidad y la educación (Davis, 2004).

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Las ciudades miseria están ligadas en múltiples aspectos a la migración, tanto la permanente como la de retorno. Es­tos espacios son, como ya dijimos, el refractario de cam­ pe­si­nos expulsados de sus tierras, trabajadores urbanos informa­les y desposeídos en general. Sin embargo, como la pobreza también se globaliza, las ciudades miseria se vuelven es­pacios interconectados por relaciones transnacionales. Son centros mediadores entre la desposesión del campo, los de­sempleados urbanos y el reclutamiento de mano de obra barata para los mercados internacionales; son el albergue del ejército industrial de reserva a escala mundial. Para el caso de México, la relación entre ciudad y migración puede verse de manera clara cuando se analiza la secuencia de las etapas migratorias en el país, y en donde se percibe un au­ mento de la migración de origen urbano a Estados Unidos, justo después de la aplicación de las políticas neoliberales, las devaluaciones, el recorte del gasto público y, en general, un clima de pobreza urbana (Lozano, 2001). El impulso del retorno migratorio tiene la misma lógica del desplazamiento económico. Para Rivera (2011), el regreso de los migrantes a México no se trata de una acción planea­ da mediante la acumulación de ahorros, o bajo condiciones favorables que les permiten reinstalarse como trabajadores por cuenta propia o como jubilados; por el contrario, los migrantes de retorno son personas en plena edad productiva desplazadas por las crisis económicas o por el relevo laboral a edades más tempranas en el mercado de trabajo secundario de Estados Unidos. Garduño (2012) también comenta que los retornados sufren para encontrar empleos estables y remunerativos, pues la mitad de los que logran conseguir trabajo a su regreso lo hace en el sector informal, y de ellos, 70% gana hasta un salario mínimo diario y 80% no cuenta con seguro social. La dinámica de la migración de retorno no debe estudiarse de manera aislada, como si el fenómeno estuviera des­ ligado de los desplazamientos económicos por desposesión,

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el desmantelamiento del Estado de bienestar, la aparición de espacios contenedores de miseria conectados a mercados globales de fuerza de trabajo poco calificada y regulados por políticas migratorias que responden a la oferta y demanda de mano de obra internacional. A su regreso, los migrantes vuelven a estar expuestos a las condiciones que dieron origen a su primera partida: no están de regreso porque las con­ diciones en México hayan mejorado, continúan formando parte de ese grupo de desplazados que no encuentran acomodo. La diferencia es que ahora en México por lo menos son ciudadanos con plenos derechos; el reto de su reinte­ gra­ción, por lo tanto, implica necesariamente el fortalecimiento de un Estado democrático, que de manera general apli­que todos sus recursos institucionales para hacer frente a los desajustes macrosociales ocasionados por la globalización neoliberal, y que de manera particular implemente estrategias directas para reintegrar a los que regresan y mejorar los espacios urbanos en los que se asientan. LA IMPORTANCIA DE LA REINTEGRACIÓN La reintegración de los migrantes es importante y justificable en varios sentidos. En primer término, por una cuestión de derecho. Sobre este aspecto encontramos al menos cuatro vías por las que los migrantes de retorno se vuelven su­ jetos de derecho en México. El primero y el más obvio es que los migrantes de retorno son ciudadanos que gozan de todos los privilegios que otorga la constitución y las leyes mexicanas, por lo que el Estado está obligado a establecer las medidas necesarias para procurar su bienestar. En segun­ do lugar, los migrantes de retorno son sujetos de derecho porque su condición de desplazados económicos los coloca como parte de un grupo vulnerable, con dificultades par­ ticulares para tener una participación social activa y en igual­ dad de condiciones respecto al resto de la sociedad. Por tanto,

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su situación justifica todavía más la intervención del Estado en la aplicación de políticas públicas que posibiliten su integración. En este sentido, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos en México considera a los migrantes en­tre una amplia gama de grupos vulnerables que, más allá de su condición de pobreza, viven en una situación de riesgo que hace necesaria la intervención del Estado para la pro­tección de sus derechos humanos. En tercer lugar, son sujetos de derecho porque a pesar de restablecer su residencia de nueva cuenta en el país, quienes retornan a México continúan siendo migrantes; incluso, muchos de ellos cuentan con doble nacionalidad o con familias y lazos binacionales, de tal manera que, en su calidad de migrantes, gozan de la protección que el Estado otorga en esta materia. La Ley de Migración, en sus disposiciones preliminares, manifiesta que migrante es el individuo que sale, transita o llega al territorio de un Estado distinto al de su residencia por cualquier motivación. En este mismo sentido, la Ley General de Población otorga protección a los migrantes de retorno, al establecer en su artículo 83 que: […] la Secretaría [de Gobernación] será la facultada para coordinar de manera institucional las acciones de atención y reintegración de mexicanos repatriados, poniendo especial énfasis en que sean orientados acerca de las opciones de em­ pleo y vivienda que haya en el lugar del territorio nacional en el que manifiesten su intención de residir (Ley Gene­ral de Población, 2014).

Por último, el migrante de retorno se vuelve sujeto de de­recho debido al principio de convencionalidad incluido en la reforma constitucional de 2011, en donde se establece la pa­ ridad jerárquica de los tratados internacionales y la consti­ tución mexicana. A consecuencia, el migrante de retorno tiene un repertorio más amplio de derechos que el Estado mexicano está obligado a satisfacer. De manera particular,

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la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los Trabajadores Migratorios y sus Fami­ liares, que establece que un trabajador migratorio es toda persona que vaya a realizar, realice o haya realizado una actividad re­munerada en un Estado del que no sea nacional, obliga al Estado mexicano en su artículo 67 a: […] cooperar de la manera que resulte apropiada en la adopción de medidas relativas al regreso ordenado de los trabaja­ dores migratorios y sus familiares al Estado de origen cuando decidan regresar, cuando expire su permiso de residencia o empleo, o cuando se encuentren en situación irregular en el Estado de empleo.

Y en los referente a la integración, el mismo artículo se­ ñala en el párrafo segundo: Los Estados parte interesados cooperarán de la manera que resulte apropiada, en las condiciones convenidas por esos Es­ tados, con miras a fomentar condiciones económicas adecua­ das para su reasentamiento y para facilitar su reintegración social y cultural duradera en el Estado de origen (Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de To­ dos los Trabajadores Migratorios y sus Familiares, 1990).

Por otro lado, la reintegración de los migrantes debe ser una cuestión prioritaria para el Estado mexicano debido al capital cultural y económico que este segmento cosmopolita de la población representa. Ya muchos escritores e intelectuales han destacado la virtud del viajero y la fortaleza de su espíritu. Constantino Cavafis, en su famoso poema a Ulises decía: Si vas a emprender tu viaje hacia Ítaca pide que el camino sea largo, rico en experiencia, en conocimiento […]

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[…] que numerosas sean las mañanas de verano en que con placer, felizmente arribes a bahías nunca vistas; detente en los emporios de Fenicia y adquiere hermosas mercancías, madreperlas y coral, y ámbar y ébano, perfumes deliciosos y diversos, cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes; visita muchas ciudades de Egipto y con avidez aprende de sus sabios […]

Así pues, la mayoría de los migrantes, en su viaje de ida y de vuelta adquieren nuevas capacidades y destrezas por encima del promedio. La necesidad y la experiencia los acos­ tumbra a resolver problemas de manera práctica. Muchos de ellos son bilingües, tolerantes, abiertos e innovadores por el contacto con otras culturas y formas de trabajo. Se han desprendido del paternalismo y el nacionalismo pernicioso, son críticos, conocen las ventajas de la cooperación, la organización política y comunitaria. Mantienen vínculos trasnacio­ nales, algunos cuentan con ahorros y están conectados a mercados de consumo binacional. México requiere que este tipo de personas se integren al país; el Estado debe impulsar sus capacidades para que se conviertan en líderes, empresarios, activistas o artistas que encabecen los proyectos que el país requiere. Por último, más allá de los aspectos jurídicos, económicos, culturales y de derechos humanos, otro elemento de ca­ rácter moral que justifica la prioridad que debe darse a la integración de los migrantes de retorno es la deuda que la so­ ciedad mexicana tiene con ellos, debido a su contribución por el envío de remesas. De acuerdo con información del Banco de México, los migrantes mexicanos en Estados Unidos enviaron 248 mil millones de dólares entre 2005 y 2015 (Ban­ co de México, 2015), aporte que contribuyó tanto al bienestar de las familias como a la economía del país, mediante el incremento del consumo y la contribución impositiva. Esto,

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por lo tanto, hace moralmente justificable que la sociedad mexicana discuta y haga suya la empatía por los migrantes de retorno, y exija el ajuste de leyes y la implementación de programas destinados a su integración. DE LA INTEGRACIÓN A LA REINTEGRACIÓN El reto de reintegrar a los migrantes que vuelven a México después de un largo tiempo fuera de su país implica hacer uso de la imaginación sociológica, no en el sentido de autoconciencia que Charles W. Mills le da a ese concepto, sino en relación con la posibilidad de concebir estrategias iné­ ditas ante la escasez de experiencias internacionales que orienten de manera directa la forma en que se debe llevar a cabo el proceso de reincorporación de las personas y fami­ lias que retornan a su lugar de origen. Sin embargo, antes de hacer uso de la imaginación, creemos necesario revisar los esfuerzos que ya otros países receptores han hecho para incorporar a los migrantes que deciden establecerse en su territorio de forma permanente. Antes debe aclararse que las estrategias de integración en las sociedades modernas no son concebidas de manera natural o como un asunto predecible. Antes bien, la lógica dominante ha sido la del rechazo o la exclusión, por lo que la historia de países que formulan e implementan políticas con el objetivo de hacer más sencilla la incorporación de los migrantes a las comunidades en las que se instalan es re­ ciente y limitada; sobre todo desde finales del siglo XIX, cuando se fortalecieron los nacionalismos en el mundo y la migración comenzó a verse como una amenaza para la cultura patriótica y para la estabilidad de los trabajadores. El problema durante esos años, sin embargo, consistía en que los países que recién comenzaban a industrializarse no conta­ ban con la suficiente mano de obra en relación con su poten­ cial económico, por lo que fue necesario importar trabajadores

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extranjeros, aunque esto significara ponerlos en confrontación con los trabajadores locales. Es por eso que las políticas de asimilación fueron la primera solución que los países aplicaron al problema de atraer mano de obra migrante sin poner en riesgo la unidad nacional. Robert Park y E.W. Burgess (1970) definieron la asimilación como el proceso de interpenetración y fusión mediante el cual una persona o grupo adquiere memorias, sentimientos y actitudes de otras personas o grupos. Y aunque de manera general esta definición no necesariamente implicaba la dominación de una cultura sobre otra, en la práctica la asimilación consistía en la posibilidad que una per­ sona tenía de obtener algún reconocimiento legal por parte del Estado, con la condición de olvidar los valores que compo­ nían su herencia cultural y adoptar incondicionalmente las costumbres, valores e idioma del país que estaba dispuesto a incorporarlo. Guiados por ese anhelo, pero sin demasiado éxito como medio para acabar con el racismo y marginación de los que eran objeto, los mexicanos en Estados Unidos conformaron a principios del siglo XX diversas organizaciones para promover entre su comunidad los valores patrióti­ cos estadounidenses. Estaban convencidos de que su falta de progreso como comunidad obedecía a su poca capacidad de adaptación, aprendizaje del idioma y asimilación del modo de vida de ese país. Con el paso del tiempo, la tolerancia y valoración por la diversidad cultural se impuso como principio de derecho entre los países. En el año 1945 la comunidad internacional aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y en 1966, de manera vinculatoria, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y el Pacto Internacional de Dere­ chos Económicos, Sociales y Culturales. Éste fue un lapso reflexivo para la humanidad, en el que se logró establecer el reconocimiento de las culturas como elemento fundamen­ tal para el mantenimiento de la paz.

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Los efectos de esta toma de conciencia pueden ser medidos por la conformación de un nuevo orden internacional que buscó establecer un régimen jurídico y una serie de ins­ tituciones supranacionales para la mediación entre países, pero también por la aparición de todo un conjunto de movimientos sociales de grupos minoritarios que surgieron para hacer efectivos esos derechos que en el ámbito internacional estaban ya reconocidos. De otra manera no pudiéramos entender cómo en ese mismo periodo reflexivo y de agitación social, Estados Unidos eliminó la barrera que había impuesto a chinos, indios y filipinos para obtener la ciu­ dadanía estadounidense; suprimió el sistema de cuotas de nacionalidad que había instaurado a principios del siglo XX para asegurar la preferencia por los migrantes europeos, al mismo tiempo que aprobó la Ley por los Derechos Civiles para poner fin a la segregación racial en ese país. Por otro lado, la distensión de los conflictos entre trabajadores nacionales y extranjeros fue también un factor que influyó en una mayor apertura hacia la integración de los migrantes. Por muchos años los sindicatos en Estados Unidos culparon a los trabajadores extranjeros de abaratar los costos de la mano de obra; sin embargo, en años recientes los trabajadores sindicalizados tuvieron la necesidad de hacer alianzas con los trabajadores migrantes para fortalecer el poder de los trabajadores en el ámbito internacional, y así hacerle frente a un corporativismo global. Ya sea por la aceptación de la diversidad cultural como un derecho humano, por la aparición de movimientos socia­ les en defensa de las minorías, o por la conciliación de la fuerza de trabajo internacional, los países han estado cada vez más abiertos a crear estrategias de integración para los migrantes; sin embargo, a la vuelta del siglo XXI, el mundo ha sido testigo de un retroceso en los esfuerzos que se venían haciendo en este sentido. La xenofobia y la criminalización de la migración reaparecieron como consecuencia de grupos ultranacionalistas que vieron en los migrantes una ame-

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naza para su cultura y su nivel de bienestar económico. En Europa, por ejemplo, Amnistía Internacional señaló en su último informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo que las denuncias de abusos contra extranjeros no son casos aislados, y que han detectado un incremen­ to preocupante de actos discriminatorios en el ámbito laboral, educativo, acceso a la vivienda y lugares de ocio (Amnistía Internacional, 2015). En contraste con este marco de intolerancia, en el mundo han aparecido también otras ciudades más progresistas que desean continuar el sendero de la integración cultural de manera positiva. Estos lugares reconocen los aspectos po­ sitivos de la migración para sus localidades, e incluso elaboran políticas de atracción migratoria y estrategias para que puedan incorporarse de la mejor manera. Destacan que la migración rejuvenece la fuerza laboral, mejora las finanzas de los sistemas de seguridad social, aumenta el consumo, favorece la generación de empleo y contribuye con la recau­ dación de ingresos vía impuestos. De esta forma, algunos gobiernos locales han comenzado a reconocer que la integración de los migrantes beneficia la vida civil, económica y cultural de las ciudades, y que resulta necesaria una adecuada política pública para su incorporación. El gobierno de la ciudad de Nueva York, por ejemplo, mediante su ofici­ na de asuntos migratorios, expone que para mantener la com­ petitividad las ciudades deben atraer y retener a los recién llegados, que los inmigrantes, independientemente de su condición jurídica, son habitantes de las ciudades, y por lo tanto deben tener igualdad de acceso a los recursos. Entre las medidas que algunas ciudades de Estados Unidos han puesto ya en marcha para promover la integración de los migrantes aparece la creación de oficinas y programas especializados. La ciudad de Boston, por ejemplo, creó la Ofi­ cina para Nuevos Bostonianos; Seattle, la Oficina de Asuntos de Inmigrantes y Refugiados; Chicago, la Oficina de Nuevos Americanos; San Francisco, la Oficina de Participación

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Cívica y Asuntos Migratorios. Por su parte, Nashville creo el programa El protector; Austin, el programa Bienvenida Internacional, y Filadelfia, el programa Filadelfia Global. A escala nacional, existen pocos países que de manera ins­titucional reconocen la valía de los migrantes, no sólo pa­ ra su economía sino también para hacer frente a las bajas tasas de natalidad, o simplemente como resultado de una cul­ tura global y de respeto a los derechos humanos. De acuerdo con el índice de políticas de integración de migrantes, los países desarrollados que cuentan con las mejores políticas de inte­gración son Suecia, Portugal y Finlandia. En el caso de Finlandia, por ejemplo, un país en el que 15% de la po­ bla­ción nació en el extranjero y que recibe alrededor de 100 mil mi­grantes cada año, la actitud hacia la integración es de tal magnitud que 80% de la población cree que el gobierno debe otorgar a los migrantes los mismos derechos que cualquier ciudadano. Impulsado por ese respaldo de la población, Finlandia centra sus fortalezas en políticas que promueven la integración de migrantes al mercado laboral, la no discriminación, la reunificación familiar, el acceso a la educación y las facilidades para la obtención de una residencia permanente (MIPEX, 2015). Por otro lado, para valorar en su justa dimensión las po­ líticas y estrategias de integración, primero es importante dejar en claro la distinción entre integración y asimilación que veníamos exponiendo anteriormente. Sobre este debate, Daniel Pfeffer expresa que mientras que la asimilación asu­me que los migrantes deben adherirse de manera uni­ di­reccional a la cultura principal o dominante, la integración re­conoce que los migrantes aportan sus particularidades cul­ turales para la conformación de una unidad híbrida. Pfeffer incluso asegura que la integración no tiene por qué tener un componente cultural, antes debe entenderse como un proce­ so político por el cual los recién llegados adquieren las ha­bi­ lidades necesarias para convertirse en participantes activos de la sociedad. Un participante activo hace referencia a la

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res­ponsabilidad de contribuir en la vida pública mediante un intercambio recíproco con otros grupos minoritarios y con la mayoría. Es por eso que, al contrario de la asimilación, la integración no requiere un nivel mínimo de convergencia cultural entre grupos (Pfeffer, 2014). El que hoy se tenga claro que las políticas de integración deben contribuir a generar los mecanismos institucionales para que los migrantes participen, aporten y se beneficien de la vida social en igualdad de circunstancias que cualquier otro ciudadano, es un adelanto que nos servirá más adelante en nuestra tarea de construir estrategias para reincorporar a los migrantes mexicanos de retorno. Sin embargo, antes de poner en práctica nuestro ejercicio de imaginación social, todavía podemos rescatar algunas prácticas de integración utilizadas por países receptores de migrantes. Para este propó­ sito, el índice de políticas de integración de migrantes contiene un pertinente marco de referencia que sugiere ocho pilares en el que puede ser posible enfocar los esfuerzos de integración. Los pilares son los siguientes: 1) la no discriminación, 2) el acceso a una residencia permanente, 3) el acceso a la salud, 4) la reunificación familiar, 5) acceso a la nacionalidad, 6) el acceso a la participación política, 7) el acceso a la educación y 8) la integración al mercado laboral. LOS PILARES DE LA INTEGRACIÓN Dentro de los pilares de integración, las estrategias para la no discriminación tienen el propósito de crear un marco ins­ titucional que asegure la igualdad en el acceso a los recursos del Estado, así como el de promocionar un ambiente social adecuado para el desarrollo de la libertad y la capacidad in­ dividual. En su acepción política, la discriminación implica una relación asimétrica entre las personas, un trato de inferioridad y una diferenciación por atributos distintos como raza o religión, cultura, forma de pensar, género o preferen-

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cias. Es por eso que para favorecer la integración es indispen­ sable crear marcos normativos que castiguen la discriminación y promuevan la igualdad entre personas sin importar su ori­ gen o condición migratoria. Sobre este aspecto, algunos países receptores de migrantes han adoptado leyes que garantizan la igualdad de trato entre las personas y prohíben los actos discriminatorios que puedan llegar a realizar los servidores públicos y, al mismo tiempo, desarrollan programas de concientización en los centros de trabajo, escuelas, lugares públicos y redes so­ciales, para promover el respeto por los derechos humanos median­te ejercicios de diálogo y reconocimiento inter­ cultural. Más allá de los mecanismos normativos que inhiben su exclusión, la integración de los migrantes también está determinada por los instrumentos que permitan su inclusión política. En este sentido, es fundamental el acceso a una residencia permanente, sobre todo como un paso para acce­ der a una ciudadanía completa. En la mayoría de los casos, el derecho de residencia se adquiere luego de unos años de permanencia en el país. Para acelerar este proceso, algunos lugares han disminuido ya sea los costos de tramitación, el tiempo para ser elegible, las restricciones de elegibilidad o los trámites burocráticos necesarios para obtener la residencia. El pleno empoderamiento de los migrantes se logra con el acceso a la naturalización o adquisición de ciudadanía. De acuerdo con el índice de políticas migratorias, ésta es el área más débil en la mayoría de los países receptores, ya que por lo común se manejan estándares demasiado altos, y en ocasiones costosos trámites que desalientan a las personas a buscar integrarse como ciudadanos. A pesar de lo anterior, en años recientes Alemania se ha posicionado como la nación que mayores oportunidades ofrece a los migrantes para convertirse en ciudadanos. En ese país, un migrante puede nacionalizarse tras sólo cinco años de su llegada y al aprobar

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un examen de lenguaje y ciudadanía, para lo cual el gobierno facilita cursos de preparación. Otro de los beneficios que este país otorga en este rubro es el reconocimiento de la doble ciu­ dadanía. Independientemente de los derechos que otorgan la resi­dencia permanente y la nacionalidad, las estrategias de integración de los migrantes también contemplan el acceso a participar en la vida política del país. Sin embargo, al igual que el proceso de ciudadanización, el derecho a la par­ ticipa­ción política es otro de los aspectos que todavía no son dema­siado populares dentro de las estrategias de integración, puesto que la mayoría de los países todavía permanecen herméticos a que los migrantes voten en elecciones o decidan sobre los asuntos políticos. Sin embargo, incluso en este contexto existen variaciones entre el grado de permisividad que los países establecen sobre la participación política de los migrantes. La participación política no sólo se refiere al derecho de votar y ser votado en las elecciones, también se refiere a otros aspectos como las libertades políticas, el acceso a las libertades democráticas como la libre expresión, el derecho a ser consultado, el derecho a la organización política y al fi­­ nanciamiento para actividades político-comunitarias. Luxem­ burgo es el país más abierto a ofrecer oportunidades políticas para los migrantes. En ese país todo residente puede actuar en la vida democrática; incluso luego de unos años de haber adquirido la residencia, el migrante puede participar como candidato en elecciones populares en el nivel local e incluso nacional. Asimismo, está permitida la organización de los migrantes como grupos de la sociedad civil. El factor que más incide en la permanencia estable de un migrante es la oportunidad de la reunificación familiar. La mayoría de los migrantes económicos dejan en su país de origen a sus familias a la espera de su regreso o, si las circuns­ tancias lo permiten, reunirse una vez que haya conseguido un trabajo con el que puedan costear las condiciones de vida

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para todos. Es por eso que las parejas transnacionales son las principales beneficiadas de los programas de reunificación familiar que establecen algunos países para integrar a los migrantes, y con ello incentivar además las tasas de cre­ cimiento poblacional. De esta forma, una vez que un migran­ te ha adquirido derechos de residencia, obtiene también el derecho de reunirse con su familia mediante procedimientos cortos y rápidos. Sin embargo, la reunificación fami­liar dentro del proceso de integración implica algo más que el hecho de asegurar la permanencia de la familia al interior del país, pues es necesario que se establezcan las medidas para que los recién llegados, como núcleo familiar, se incorpo­ren a la vida social, se beneficien del derecho a la educación y tengan acceso a la salud. El proceso de integración a partir de la educación englo­ba varias estrategias, entre las que se incluyen: una apertu­ra del sistema escolar, la creación de un currículo especiali­zado, la capacitación de los maestros, el financiamiento adicio­nal para las escuelas y la promoción de una enseñanza basada en valores interculturales. En materia educativa, Suecia lidera las políticas más favorables para los migrantes, ya que su sistema permite que cualquier niño que viva en el país pueda asistir desde el preescolar hasta la universidad. Entre sus estrategias más efectivas está el entrenamiento de sus profesores para detectar las necesidades específicas de los estudiantes recién llegados y nivelarlos mediante cursos ex­ traordinarios. Suecia busca además que la escuela funcione como motor de la integración de la familia migrante en la co­ munidad; es por ello que los centros educativos brindan la opor­tunidad para que los padres migrantes impartan cursos sobre su lengua y su cultura de origen, promocionando así la in­tegración a partir del diálogo intercultural. En cuanto al acceso a la salud, a pesar de ser un derecho humano reconocido, hacerlo efectivo se ha vuelto complicado por la creciente privatización de los sistemas de salubridad en gran parte de los países desarrollados. Hoy en día

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incluso existe un debate sobre el alcance y la capacidad fi­ nanciera del Estado para implementar un sistema de salud gratuito para sus ciudadanos. Es por eso que algunos países han desarrollado políticas que restringen el uso de los servicios para los migrantes. En algunos lugares como Portugal, por ejemplo, que en otros rubros mantiene favorables políticas de integración, prohíbe que los migrantes hagan uso a los servicios de salud que otorga el Estado. Sin embargo, aun con los problemas financieros que impiden una cobertura universal de salud, es posible encontrar estrategias que hacen más accesible estos servicios, incluso si hay que pagar por ellos. Entre las mejores prácticas podemos encontrar el ofrecer una atención de salubridad enfocada en las necesidades de los migrantes y de sus hijos, con personal de mediación lingüística y empática a las diferencias culturales. Por último, la integración al mercado laboral implica la facilidad que se ofrece a los migrantes para acceder a puestos de trabajo y para potenciar su capacidad productiva mediante el entrenamiento y el aprendizaje. Este tipo de medidas se han vuelto populares debido a que los países se han dado cuenta del desperdicio que implica limitar la contribución económica de los migrantes. Es por eso que países como Por­ tugal, Alemania, Dinamarca y Holanda han establecido me­ didas de apertura para que los migrantes puedan certificar sus habilidades y profesiones, así como tener acceso a una preparación universitaria o a entrenamiento técnico. CONCLUSIONES La ausencia de experiencias internacionales sobre la implementación de estrategias específicas para la reintegración de migrantes nos hizo buscar lo que algunos países han avanzado en materia de integración, a fin de encontrar ideas que contribuyan a establecer los mecanismos efectivos para re­ incorporar a los migrantes que vuelven a México. Sin em-

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bargo, para completar esta tarea y establecer un parámetro distintivo para la integración, es necesario analizar las simi­ litudes y diferencias entre las condiciones que enfrenta un migrante que busca incorporarse a un nuevo lugar, y las condiciones que enfrenta cuando trata de reincorporarse al lugar de donde originalmente se fue. La diferencia entre ambos escenarios es esencialmente legal. El migrante, cuando está fuera de su país, se encuentra desprotegido porque el Estado al que llega no le reconoce derechos que normalmente están mediados por un título de ciudadanía. La integración en estos casos se puede ver como una carrera por la nacionalización. No obstante, esta visión es limitada puesto que la integración de una persona no se debe sólo a su capacidad jurídica, sino a una serie de con­ di­ciones que posibilitan su participación en la vida social. Así, un migrante puede estar totalmente integrado sin que necesariamente tenga derechos de ciudadanía, o por el contrario, puede tener derechos reconocidos pero habitar en una comunidad que jamás ha hecho lo posible por integrarlo. Lo mismo ocurre con los migrantes que retornan a una nación que les reconoce plenos derechos pero que los ve como extraños por su condición de errantes. Por eso cabe recordar que el migrante de retorno continúa siendo un mi­ grante a pesar de su regreso, en el sentido de que permanece atado a vínculos binacionales que no puede disolver. El viaje transforma su identidad al hacerlo adquirir nuevos valores que se entrelazan con las costumbres arraigadas de su pasado; por tanto, el regreso implica un esfuerzo por adap­ tarse a una sociedad a la que ve distinta de lo que era antes. Más aún, en la mayoría de los casos los migrantes nacionales regresan con hijos sin documentos que acrediten su nacionalidad, que no saben el idioma del país de sus padres y a quienes se les dificulta entender las costumbres y los mo­ dos de relacionarse. En estos casos se pueden rescatar las estrategias que otros países han adoptado para reforzar el diálogo intercul-

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tural. En México es esencial que se reconozca y valore la diferencia cultural de los migrantes de retorno. Se debe bus­car el diálogo, sobre todo en las escuelas, las iglesias, los centros de trabajo y los espacios públicos en los vecindarios, porque éstos son el vínculo de la familia con la comunidad. Las escuelas en particular deben establecer programas que faciliten la incorporación de los hijos de migrantes de retor­ no, hacer planes de estudio flexibles e impartir clases de ni­­­ velación y de reforzamiento del idioma español. La vulnerabilidad es otro de los aspectos que mantiene al migrante en la condición de desplazado económico, sin importar que haya regresado a su país. En este sentido, el migrante de retorno sigue siendo una fuerza de trabajo desechable y susceptible de ser afectado por la volatilidad de los mercados y las crisis financieras. Tanto en la ida como en el retorno, el aspecto más problemático para la vida ma­ terial del migrante es su inestabilidad laboral y sus derivacio­ nes, como el acceso a la salud para él y su familia. Es por eso que las estrategias de reintegración en México deben alentar las capacidades productivas de los migrantes de retorno mediante el crédito y la capacitación a emprendedores. Por otro lado, el Estado mexicano debe establecer programas para incorporar a los migrantes de retorno al sistema de salud y evitar así que caigan en el círculo pernicioso de enfermedad y pobreza. La integración finalmente es un proceso político, recordemos que es el medio por el cual las personas adquieren las habilidades necesarias para convertirse en participantes activos de la sociedad. Aquí la urgencia no es sólo para los migrantes, es un problema de país y sobre todo un problema espacial. Las ciudades han agotado sus espacios públicos, que son la fuente del diálogo, la interacción, la discusión y los acuerdos. Por eso la tarea de integración política queda como una asignatura pendiente en la que los migrantes de retorno, junto a los excluidos del desarrollo que jamás se fue­ ron, recapturen el espacio de las ciudades del que han sido desplazados.

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MIGRACIÓN DE RETORNO Y EDUCACIÓN

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RETORNO EDUCATIVO.

JÓVENES UNIVERSITARIOS DE REGRESO A MÉXICO Erika Cecilia Montoya Zavala Martha Cecilia Herrera García

INTRODUCCIÓN El contexto antiinmigrante y la crisis económica en Estados Unidos han incrementado el retorno de mexicanos a su lugar de origen. Especialmente, consideramos que el retorno de los jóvenes universitarios está relacionada con las políticas antiinmigrantes puestas en marcha en Estados Unidos, las cuales dificultan la vida familiar, social, el trabajo y la educación universitaria de los inmigrantes indocumentados en este país. El objetivo de este capítulo es conocer el marco legal que limita la educación universitaria de los jóvenes indocumentados, describir la tipología de migrantes retornados que se ha desarrollado teóricamente en diferentes contextos históricos y regionales, así como conocer la experiencia de los jóvenes que han retornado a la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Planteamos que el retorno de jóvenes en edad universitaria está vinculada con los deseos de continuar los estudios universitarios de los jóvenes indocumentados y su falta de oportunidades para continuarlos en Estados Unidos. La migración de retorno por motivos educativos es algo que se está presentando en un nuevo contexto de políticas migratorias en Estados Unidos, lo cual genera otro tipo de consecuencias para ambos países como la separación fami­ liar “al revés”; es decir, ahora los padres de familia se quedan [277]

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en Estados Unidos y los hijos toman la decisión de regresar a México. También conlleva un reencuentro y primer encuentro de los jóvenes con un contexto familiar, educativo y social nuevo para ellos, con todas las implicaciones perso­ nales que pueda tener. Son aspectos que documentaremos a lo largo de este trabajo de investigación. DISEÑO METODOLÓGICO El estudio se enfocó en jóvenes estudiantes en la Universidad Autónoma de Sinaloa que han tenido una experiencia migratoria y educativa en Estados Unidos, es decir, que hayan vivido y estudiado en aquel país, sin importar el periodo ni los años de su residencia. Esto con la finalidad de detectar la importancia cuantitativa de los estudiantes que han tenido este tipo de experiencia, para después proceder a su análisis y su mayor comprensión. Para lograr esto, primeramente se visitaron las facultades en las que consideramos podrían existir estudiantes con este perfil. Se inició la búsqueda en la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas, por ser donde laboran las autoras de este capítulo y por tener antecedentes de la existencia de estudiantes retornados. Después continuamos con la Escuela de Idiomas de la UAS, donde está la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés, porque consideramos que es una estrategia lógica de los estudiantes que vienen de Estados Unidos: estudiar esta licenciatura para aprovechar su dominio del inglés. Y después visitamos la licenciatura en Comercio Internacional, pues consideramos que los jóve­ nes retornados pueden aprovecharla como una estrategia para regresar a Estados Unidos, por las opciones laborales que ofrece una vez terminada la licenciatura; es decir, poder tra­bajar en alguna empresa transnacional y tener la oportu­ nidad de conseguir documentos migratorios. Estas ideas nos las dieron los mismos estudiantes con los que iniciamos la

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investigación; sus argumentos nos sirvieron de justificación para elegir las licenciaturas donde puede haber mayor número de jóvenes retornados. Con esto no comprobamos que en otras licenciaturas haya menos o más estudiantes re­tor­ nados, pero nos ha servido para orientar nuestra investi­ga­ ción a la licenciatura de Estudios Internacionales, Políticas Públicas, licenciatura en Docencia del Idioma Inglés y licenciatura de Comercio Internacional, las tres pertenecientes a la Universidad Autónoma de Sinaloa. En estas facultades se realizó un censo en todas las aulas para localizar a estudiantes retornados; se consiguió infor­ ma­ción general de ellos, su familia y sus teléfonos para contactarlos posteriormente. Después, se prosiguió a estable­cer contactos personales con ellos y ellas para realizar una entre­ vista semiestructurada, con la finalidad de conocer más sobre su experiencia migratoria y educativa en ambos países, sus planes de estudio y su futuro laboral. El censo a estas facultades y las respectivas entrevistas semiestructuradas se realizó entre 2013 y 2014. Asimismo, tu­vimos la oportunidad de reunir un grupo de discusión con siete jóvenes de retorno en la Facultad de Estudios In­ ternacionales, donde discutieron entre ellos acerca de su experiencia migratoria, experiencia de estudio en Estados Unidos, del retorno, su experiencia en las escuelas en México y sobre sus perspectivas laborales y educativas en el futuro. Se logró filmar un video de su discusión, el cual ya ha sido presentado en la misma facultad, de donde se retoma parte de los testimonios aquí presentados. CONTEXTO DE LAS POLÍTICAS MIGRATORIAS. DIFICULTADES PARA ESTUDIAR LA UNIVERSIDAD SIENDO INDOCUMENTADO EN ESTADOS UNIDOS

En Estados Unidos los migrantes indocumentados viven un ambiente de políticas antiinmigrantes enfocadas a excluirlos

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de la vida económica, educativa, social y política en las comu­ nidades de destino; estas políticas exacerban la discriminación y el racismo hacia los inmigrantes mexicanos (Romero 2008; Goldsmith, Romero, Rubio-Goldsmith, Escobedo y Khou­ ry, 2009). Una de las consecuencias de estas leyes la padecen los jóvenes en edad de estudiar la universidad. Los jóvenes in­ migrantes indocumentados tienen derecho a estudiar gratui­ tamente hasta la preparatoria en Estados Unidos. Al cumplir 18 años pueden estudiar en universidades privadas, con elevados costos y sin acceso a préstamos estudiantiles, ni a becas de fondos federales; en el caso del estado de Arizona tampoco pueden cualificar a becas de fondos estatales. En las universidades públicas les cobran una colegiatura de una persona “fuera del estado” (out-state tuition), que supone el doble para los estadounidenses que vienen de otros estados, de otro país o sin documentos (aunque ciertos estados sí lo permiten, como veremos más adelante). Además, en Estados Unidos los indocumentados no pueden adquirir una licencia de conducir, tarjetas de crédito o viajar libremente por el país, aspectos que también dificultan su vida como estudiantes en ese país. Por lo tanto, en lo referente a la edu­ cación universitaria de indocumentados en Estados Unidos, el problema radica principalmente en los costos que implica solventarla; en promedio, el costo de estudiar en una universidad pública por cuatro años a un estudiante residente estatal (in-of-state student) es de 7 020 dólares, y a un residente de otro estado (out-of-state students), en promedio, le cuesta 11 528 dólares (NCSL, 2015). El marco legal que dificulta la educación universitaria de los inmigrantes indocumentados lo encontramos en la Higher Education Act de 1965, en la cual se especifica que los soli­ citantes para financiar con fondos federales su educación tienen que ser residentes legales en Estados Unidos. Asimis­ mo, en la Reforma de Inmigración Ilegal y el Acta de Respon­ sabilidad Migratoria (IIRIRA/Illegal Immigration Reform and

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Immigrant Responsibility Act 1996) se especifica que las personas presentes en Estados Unidos de manera indocumen­ tada no podrán ser elegibles para ningún beneficio en la edu­ cación postsecundaria. […] an alien who is not lawfully present in the United States shall not be eligible on the basis of residence within a State (or a political subdivision) for any postsecondary education bene­ fit unless a citizen or national of the United States is eligi­ble for such a benefit (in no less an amount, duration, and scope) without regard to whether the citizen or national is such a resident (NCSL, 2015).

Por último, en la Ley de Responsabilidad Personal y Re­ conciliación de Oportunidades Laborales (PRWORA, Personal Responsibility and Work Opportunity Reconciliation Act [por sus siglas en inglés], 1996) se especifica que las personas indocumentadas no podrán ser beneficiarias de ningún fondo federal, incluidos los fondos para el retiro, de salud, discapacidad, asistencia para casas, educación postsecundaria, asistencia alimenticia o desempleo (NCSL, 2015). En este sentido, la propuesta de ley The DREAM (Development, Relief, and Education for Alien Minors), la cual es una propuesta bipartidista introducida por primera vez en 2001, propone permitir a los estados cobrar a los inmigrantes indocumentados como si fueran residentes estatales (in-state tuition). También se propone otorgar residencia temporal a los inmigrantes inscritos en la universidad o que estén en servicio militar; además, esta legislación podría proporcionar un camino para obtener la residencia permanente de los indocumentados. Sin embargo, ha tenido que enfrentar varios rechazos en la cámara de legisladores; el último de ellos fue en el periodo de Obama, en 2012. Debido a que no se concretó esta iniciativa de ley, en junio de 2012 el presidente Barack Obama firmó el decreto de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (De-

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ferred Action for Childhood Arrivals, DACA), acción que con­ cedía la permanencia legal durante dos años a aquellos jóvenes que llegaron antes de los 16 años al país y antes de junio de 2007, que estudiaban o se habían graduado y no tenían registros criminales. Les permitía trabajar por dos años y los excluía de una deportación. Esta Acción Diferida no confiere un estatus legal o un camino para la ciudadanía. Como resultado, para junio de 2014 U.S. Citizenship and Im­ migration Services (USCIS) ha otorgado el estatus DACA a al­ rededor de 581 mil individuos y se lo ha negado a alrededor de 24 mil (Departament of Homeland Security, 2015). En 2014 el decreto se modifica y pretendía incluir también a las personas que entraron al país hasta 2010, sin embargo el 16 de febrero de 2015, la corte federal del distrito en Texas emitió una orden que pone el programa de “DACA ampliada” en retención temporalmente. Como consecuencia de esto, los inmigrantes indocumentados no pueden solicitar la DACA ampliada en este momento, es decir, los que arribaron antes de 2010, pero sí pueden hacerlo quienes arribaron antes de 2007. Actualmente existen 18 estados que permiten un cobro de colegiaturas como si fueran estudiantes residentes del estado (in-state tuition) para indocumentados; esto se ha logrado a través de modificaciones a la ley estatal o a través de deci­siones tomadas por los órganos de gobierno de las uni­ versidades. Los estados son: California, Colorado, Connecticut, Florida, Illinois, Kansas, Maryland, Minnesota, Nebraska, Nuevo México, Nueva Jersey, Nueva York, Oregón, Texas, Utah, Washington, Oklahoma y Rhode Island. Por otra parte, son varios los estados que se enfocaron en legislar para prohibir la colegiatura como residente estatal (in-state tuition rates) para indocumentados. Tal es el caso del estado de Arizona, que en 2006 pasó la propuesta de ley 300, con la cual se prohíbe a los indocumentados cualificar para in-state tuition rates y para cualquier tipo de ayuda de financiamiento estatal. En 2008, Colorado y Georgia legislaron para prohibir este trato

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(in-state tuition) a los indocumentados en el pago de sus co­ legiaturas. En 2013, Colorado rechazó esta legislación y ahora sí pueden ser calificados para pagos de colegiatura como si fueran del estado. En Carolina del Sur lo prohíben con la legis­ lación nombrada Illegal Immigration Reform Act, pa­sada en 2008. En Indiana con la HB1402, pasada en 2011, y en Alabama lo prohíben en junio de ese mismo año (NCSL, 2014). Como podemos ver, este contexto de políticas migratorias es un aspecto más que ha dificultado la vida de los indocumentados en Estados Unidos1 y ha orillado a los jóvenes migrantes indocumentados a buscar otras alternativas para lograr su sueño de tener una carrera universitaria, algo que no han podido lograr en Estados Unidos y que buscan poder lograr retornando a sus comunidades de origen en México. TIPOLOGÍAS DE MIGRACIÓN DE RETORNO Entre las preocupaciones más recurrentes de los estudiosos de la migración de retorno se encuentra, por una parte, co­ nocer los motivos de los migrantes para el retorno y, por otra parte, conocer el tipo de migrante que retorna, a partir de lo cual han elaborado tipologías de los migrantes de retorno. Resulta oportuno precisar que las motivaciones del regreso pueden ser múltiples. El migrante de retorno puede no tener un motivo único que impulse su regreso sino va­ rios; así, la decisión, en caso de que el retorno sea voluntario, se da en medio de múltiples factores, algunos con más peso que otros (Gmelch, 1980; Callea, 1986; Álvarez, 1996). Respecto a las motivaciones del retorno, Callea (1986:63) menciona las siguientes: necesidades familiares (como los estudios de los niños), el alcance de la edad de jubilación, di­  Para ver cómo las leyes en el estado de Arizona han dificultado la vida económica de los indocumentados mexicanos en el estado, véase el estudio reali­zado por Montoya, O’Leary y Woo (2014 y 2015). 1

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ficultades para trabajar en el extranjero, la posibilidad de en­ contrar trabajo en el país de origen y razones personales (nostalgia, salud, etc.). En la misma perspectiva, Rogers (1984, citado por Callea 1986:64), propone una serie de motivos más extensa; el autor plantea ocho motivaciones para el re­ torno: 1) el emigrante observa cambios positivos en su país de origen; 2) eventos que se producen en su país de origen exigen su presencia; 3) el país de residencia ya no satisface sus necesidades; 4) eventos que se producen en el país de residencia, que hacen que sea menos deseable la estancia; 5) se han alcanzado los objetivos definidos en su salida; 6) su familia lo necesita; 7 ) se da cuenta de que las necesidades que desea satisfacer pueden realizarse mejor en su país de origen, y 8) se da cuenta de que los sacrificios que tiene que hacer son demasiado grandes. Por su parte, Wyman (2001:4-8) realizó un estudio que ana­ liza sobre todo el retorno de América a Europa entre 1880 y 1930. El autor plantea cinco razones principales del retorno: porque tuvieron éxito, porque fallaron, por nostalgia, por necesidades familiares y porque rechazaron el estilo de vida de Estados Unidos. Uno de los exponentes clásicos de la literatura de migración de retorno es George Gmelch; en lo concerniente a las motivaciones del regreso explica que algunos estudios apuntan a las condiciones económicas desfavorables en la sociedad de acogida como la principal causa del retorno, sin embargo, los factores no económicos son los más frecuentemente mencionados como la principal motivación para la migración de retorno. El autor afirma que en algunos ca­sos la decisión de regresar fue influenciada por factores negativos en la sociedad de acogida o factores de “empuje”, no obstante, en general las atracciones o atributos positivos de la sociedad de origen, los factores de “atracción”, parecen tener más influencia en la decisión de retorno que los facto­ res de empuje (Gmelch, 1980:138-140).

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En lo tocante a las tipologías de migrantes retornados, Gmelch propone la siguiente tipología (Gmelch, 1980:137-138). a) Los retornados cuyos planes de migración eran temporales. Para este tipo de migrantes el momento del retorno es cuando han alcanzado el propósito(s), gene­ ralmente de tipo económico, que habían proyectado conseguir en el momento de la emigración. b) Los retornados cuyos planes de migración eran permanentes pero que se vieron obligados a regresar. Este tipo de migrantes preferiría quedarse en el país de destino, pero a causa de factores externos, en luga­ res de origen o destino, se ven obligados a regresar. c) Los retornados cuyos planes de migración eran perma­ nentes, pero optó por regresar. Este tipo de migrantes falló en adaptarse a la forma de vida en el país de desti­ no debido al lenguaje o las costumbres, o la nostalgia influyó en su decisión de retornar. Asimismo, una de las tipologías más influyentes que podemos encontrar en la literatura sobre el retorno es la realizada por Cerase (1970:219-223), quien distingue cuatro categorías: a) Retorno de fracaso. Es el tipo de retorno de los migrantes que no lograron adaptarse a la sociedad de destino, ya sea por factores culturales, familiares o laborales; esta falta de adaptación es lo que estimula el retorno. b) Retorno de conservadurismo. Es el tipo de migrantes que planean trabajar en la sociedad receptora y ahorrar para poder retornar a casa contando con los instrumentos que les permitan una movilidad social ascendente; este tipo de migrante tiene un patrón tradicional, propio de su país, por lo que la mayoría de las veces sólo aspira a tener un pedazo de tierra que le permita so­ brevivir.

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c) Retorno de innovación. Se refiere a los migrantes que han alcanzado una etapa bastante avanzada de adaptación en la sociedad de destino y que a su retorno bus­ can poner en práctica esos nuevos valores y medios que han adquirido, buscando ser un factor de cambio en la sociedad de origen. d) Retorno por retiro. Este caso de retorno se da al acercarse la vejez: la persona comienza a tener recuerdos nostálgicos por su país natal y decide comprar un pe­ dazo de tierra y vivir su vejez en paz y sin preocupacio­ nes en su lugar de origen. Siguiendo con las categorizaciones de los migrantes de retorno, tenemos la tipología realizada por Álvarez (1996: 214-215) sobre la migración de retorno en Galicia. En su in­ vestigación distingue tres tipos principales del retorno: el retorno previsto, el “forzado” (causado por factores estructurales) y el causado por la inadaptación. Durand (2004:104-107), por su parte, distingue cinco tipos de migración de retorno, éstos son: retorno voluntario-definitivo, retorno de trabajadores temporales, retorno transgeneracional, retorno forzado, retorno voluntario-fracasado. En el mismo tenor, Fernández (2011:487-488) realiza una tipología del retorno para una población mexicana en el es­ tado de Michoacán; el autor advierte tres tipos principales de retorno: el retorno meditado, pero no definitivo; el retorno meditado y definitivo, y el retorno coyuntural. Como puede observarse, las motivaciones y tipologías sobre la migración de retorno propuestas por diversos auto­ res pueden ser diferentes y convergentes entre sí. Cada mi­ ­grante de retorno tiene sus propias características forjadas por el estilo de vida, motivaciones de la migración y ex­pe­ rien­cia migratoria, entre otros. La creación de tipologías no nos muestra un retrato exacto de cada migrante, más bien es una ge­neralización que nos indica los rasgos más destaca­ dos de los migrantes de retorno, lo cual puede ser sumamen­ te útil para simplificar el entendimiento del fenómeno.

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Entre las motivaciones y tipologías presentadas no se incluye el retorno por motivos educativos. Si bien es cierto que Callea (1986) menciona un retorno por necesidades familiares, entre las que están incluidas necesidades educativas, éstas hacen referencia a necesidades educativas de niños; el educando no es tomador de decisiones, por lo que es un fenómeno diferente al objeto de este estudio. En las ti­ pologías presentadas también se menciona el retorno transgeneracional (Durand, 2004), el cual puede ilustrar algunos casos de estudiantes de segunda generación quienes regresan a México en busca de oportunidades educativas. Así pues, consideramos que hay carencia de estudios tanto teóricos como empíricos que expliquen el retorno por motivos educativos, por lo cual son necesarios estudios que profundicen en este fenómeno. HALLAZGOS DE INVESTIGACIÓN. JÓVENES DE RETORNO EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA En los hallazgos de investigación podemos destacar que se encontraron 16 jóvenes de retorno en la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas, 26 en el Centro de Idiomas y 32 en Facultad de Administración y Contabili­ dad. De los 68 jóvenes retornados, 35 son hombres y 33 muje­ res. Los jóvenes se encuentran estudiando la li­cenciatura en Estudios Internacionales, la licenciatura en Docencia del Idioma Inglés y la licenciatura de Comercio Internacional, en las facultades respectivas antes mencionadas. Se realizaron entrevistas semiestructuradas a 36 alumnos en total. Los hallazgos del trabajo de campo muestran que los entrevistados cursaron un mínimo de tres años en distintos niveles escolares y en diferentes ciudades de Estados Unidos. Algunos cursaron primaria, secundaria y preparatoria. Los principales lugares de origen en Estados Unidos

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son Phoenix, Carolina del Norte y Los Ángeles. Del total de los entrevistados, nueve son nacidos en Estados Unidos (véa­ se el cuadro 1). CUADRO 1

JÓVENES RETORNADOS EN LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA

Facultad Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas Centro de Estudios de Idiomas Comercio Internacional

Número de migrantes retornados

Hombres

Mujeres

Nacidos en Estados Unidos

16

9

7

3

26

14

12

2

32

16

16

4

FUENTE: elaboración propia con datos de las entrevistas realizadas en el periodo noviembre 2012-julio 2013.

CAUSAS DEL RETORNO. LOS OTROS DREAMERS En el estudio de la migración de retorno es necesario, casi ine­ ­vitable, indagar las causas del retorno; cuestión que nos per­ ­mite avanzar en el entendimiento del fenómeno, ya que las diferentes motivaciones de regreso pueden plantear proble­máticas particulares. A este respecto, los jóvenes uni­ versita­rios manifiestan haber retornado por: leyes antiinmigrantes, crisis económica, cuestiones familiares y motivos educativos. Es importante aclarar que las motivaciones expresadas por los jóvenes no son excluyentes, es decir, un estu­ diante puede haber regresado por uno o varios de los motivos mencionados anteriormente. Algunas de las causas del retorno pueden ser fácilmente entendibles, otras requieren una explicación más deta-

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llada. En este caso queremos dar una explicación sobre una causa del retorno poco estudiada: el retorno educativo. Podemos observar que además de los motivos de retorno comúnmente expuestos por los migrantes de retorno, los estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa manifiestan un retorno por motivos educativos, es decir, han regresado para buscar en México las oportunidades educativas que no tienen en Es­ tados Unidos. Los jóvenes exponen que las circunstancias en Estados Unidos no eran favorables debido a diferentes políticas antimigrantes que les negaba, entre otras cosas, la facilidad de estudiar una carrera universitaria, o bien, que separaba a las familias de manera forzada. De la misma forma, muchos perdieron la esperanza de una reforma migratoria o por lo menos la aprobación del Dream Act (2002) para continuar sus estudios. De esta manera, abandonan el sueño americano y se enfocan en su sueño de estudiar en México. Debido a di­ ferentes sucesos, estos jóvenes migrantes enfrentaron “la decisión más difícil”: seguir esperando o retornar a un lugar, en muchos casos desconocido, en busca de oportunidades educativas. Algunos de los testimonios de universitarios re­ tornados lo manifiestan así: Fue la decisión más difícil de mi vida, nunca me había senti­ do tan dividida. Yo quería estar allá, o sea, me encanta la vida allá, pero sabía que necesitaba estudiar para ser alguien, necesitaba estudiar. Y me sentí segura de mi decisión porque estudiar era lo más importante para mí (Lupita, Estudios Internacionales). Tenía ganas de vivir ya en mi país, de ver a mi familia que había dejado en México, quien puso la iniciativa por regresar al país fui yo y mis papás lo decidieron, de principio me sen­tí muy alegre y muy feliz porque regresaría a mi tierra y con mi gente, pero después me arrepentí porque no era ya a lo que estaba acostumbrado, pero poco a poco me di cuenta de que para aprender y construir tu propio conocimiento,

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donde sea que haya un libro habrá educación, y así empecé amar a mi país de nuevo (José Alberto, Comercio Internacional). Claro que sí apliqué para bastantes becas, el problema fue que a las becas donde yo aplicaba, los requisitos para aplicar a la beca decía: tiene que ser ciudadano estadounidense, y de las becas que puede ganar, a las que sí aplicaba eran de $300, $800 cuando mucho $1 000; el chiste es que apliqué para mu­ chas becas y lo máximo que pude obtener fueron $9 000. Que no era ni 15% de lo que costaba una universidad de cuatro años (Iván, Políticas Públicas). Yo fui aceptado en muchas universidades en Estados Unidos, pero no calificaba para becas, sí me otorgaron unas, pero no completaba para estudiar allá (Beto, Políticas Públicas).

FAMILIA Y REDES SOCIALES EN EL RETORNO DE JÓVENES MIGRANTES

Los jóvenes universitarios se enfrentan a una decisión que anteriormente tomaron sus padres: la de emigrar de nuevo, pero ahora de regreso a sus comunidades de origen. Son los jóvenes los que encuentran un motivo plausible para el re­ torno, motivo que no está enmarcado en el fracaso de la mi­ gración, sino en el sueño de seguir superándose, igual que el de sus padres al migrar a Estados Unidos. Esta migración de retorno no busca en primera instancia mayores salarios, sino el acceso a la educación universitaria a sabiendas de que éste es el mejor camino para lograr su movilidad social. De igual manera, esta decisión está sustentada en el apoyo familiar de los jóvenes tanto en el lugar de origen como en su nuevo destino. Aquí se exponen los testimonios de los jó­ venes entrevistados: Yo decidí venirme, mi mamá no quería, mi papá quería que me quedara a trabajar con él. Me pesaba mucho dejar a mi

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hermanito menor, yo soy su modelo a seguir. Me vine a vivir con mi abuela, no había tenido tiempo de convivir con ella, a mí me llevaron de tres años a Estados Unidos. Cuando decido regresar a México para estudiar, me reencuentro con mi abuela y mis tíos. Mi mamá, mi papá y mi hermano me­ nor se quedaron en Phoenix (Beto, Estudios Internacionales). Me vine con mi papá y mi hermana, yo soy el ama de casa aquí, mi mamá se quedó allá, ella sí tenía trabajo en Estados Unidos; decidieron que ella se quedaba y nosotros venirnos (Aracely, Estudios Internacionales). Mis papás se separaron, se divorciaron; mi papá se fue a vivir a Nuevo México, mi mamá se quedó a vivir en nuestra casa. Entonces mi mamá empezó a buscar trabajo sin papeles. Pasó todo eso de la crisis, empezaron a despedir a muchas personas y entre una de ellas era mi mamá. Duró un tiempo sin trabajo, se desesperó y se quiso regresar a México con su familia. Pensó que iba tener mayores oportunidades en cuestiones de trabajo, y pues yo, mi mamá y mi hermanita nos regresamos. Mi papá se quedó (Ana, Comercio Internacional).

ENFRENTANDO EL SISTEMA EDUCATIVO MEXICANO Los jóvenes entrevistados enfrentaron dificultades para ingresar al sistema escolar en Sinaloa. La mayoría tuvo com­ pli­caciones con la revalidación de sus estudios realizados en Estados Unidos. El caso de Amanda es un claro ejemplo de las complica­ ciones que enfrentan los jóvenes al retornar. Amanda iba un año adelantado en Estados Unidos, y al intentar ingresar al sistema escolar en Sinaloa le pidieron se atrasara dos, a ter­ minar la primaria. A Adam le pasó algo similar, excepto que él sí fue obligado a recursar un año de preparatoria antes de ingresar a la universidad. Nos dice: “Traté de ingresar pero no me aceptaban los papeles de la preparatoria de allá.

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Me dijeron que no, que tenía que recursar toda la prepa”. En el caso de Tomás, fue obligado a realizar un examen especial para acreditar la primaria al retornar de Estados Unidos. Luz señala en su entrevista, que el proceso de inserción educati­ va requería diferentes documentos que complicaron mucho el proceso; nos comenta: “la revalidación, pues sí fue cosa de dar muchas vueltas, de que me mandaban aquí, después allá. El gasto monetario que fue un poquito alto tanto al pagar la renovación de mis estudios, como el costo de la traducción”. Pero para Rafa, las vueltas y el costo fueron poco, pero casi se queda sin estudiar a falta de documentos: Fueron días la diferencia, como dos o tres días, que tuve de diferencia para definir mi futuro si estudiaba o no, debido a que vine a buscar una oportunidad en la UAS y me dijeron que mi kardex de allá no era válido aquí, que tenía que ir a que me tradujeran todo y que me oficializara la UAS. Me mandaron al centro de idiomas, ocupaba un comprobante, una serie de comprobantes de que yo había estudiado allá, entre ellos un sello. Este documento fue complicado de conseguir porque yo ya me encontraba aquí y el documento se encontraba en Estados Unidos (Rafa, Estudios Internacionales). Pues fue fácil y a la vez difícil porque en México la documen­ tación es muy complicada. Creo que México debería de tener una tramitología más fluida. Y las secretarias de la SEP son muy flojas (Carlos, Comercio Internacional).

Esta clase de complicaciones son muy comunes entre jó­ venes migrantes de retorno; es un proceso tardío, complicado y costoso el de revalidar estudios foráneos. Este procedimiento requiere mecanismos que faciliten la inserción escolar de estos jóvenes sin repercusiones en su nivel de es­tudios; es inaceptable, como en el caso de Amanda, que quie­ran man­ dar a recursar a estudiantes que en otro país se encuentran en un nivel más avanzado. Dentro del aula, los entrevistados marcaron grandes dife­ rencias en los modelos educativos. Algunos se sintieron sor-

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prendidos al tener que comprar y sacar copias de textos, ya que en las escuelas públicas de Estados Unidos te prestan el material necesario para el curso. Los métodos de enseñanza, como el tener a maestros que dicten la clase, fue una decepción para muchos, pues en contraste con sus antiguos maestros, éstos no utilizaban presentaciones de Power Point ni dinámicas incluyentes. Nos lo describe Perla: Yo estaba tan acostumbrada a que si nos iban a dar clases, algún Power Point, o tengan las copias o los libros ya te los pro­porciona la escuela. Y aquí es de que saquen una hoja de papel y les voy a dictar, y yo “¿qué?”, y se ponían a dictar y yo bien estresada (Perla, Idioma Inglés).

Otro asunto importante es que aquí los maestros en mu­ chas aulas no reciben el respeto que merecen, a diferencia del trato que se les da en Estados Unidos, donde el maestro es la máxima autoridad del aula. Perla regresó a un poblado chico donde esta falta de respeto se presentaba de la siguiente forma: “Veías a los maestros tomando todos los fines de semana y los hombres que eran bien tomadores se ponían a tomar con sus maestros los fines de semana, no se tenían nin­ gún respeto”. Por último, el joven Roberto llega a una conclu­ sión debido a su comparación con sus maestros en Estados Unidos y nos dice: “En las escuelas de México veo una pobre calidad educativa, los maestros no están bien preparados”. Las diferencias en el aula no acababan con el asunto de los maestros, los jóvenes también enfrentaban dificultades con el idioma, la ortografía y el vocabulario. Muchos aún tie­ nen dificultades para escribir y leer. Lo ideal sería atender este problema de falta de conocimiento mediante cursos es­ peciales para los jóvenes migrantes de retorno. La universidad y el gobierno local deben comprender que es clave para su desarrollo profesional que manejen el idioma, ya que no hacerlo los limita tanto en sus opciones laborales como den­ tro del aula. Amanda nos describe su experiencia diciendo:

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“Reprobé todos los exámenes. No sabía hablar español, bueno, lo hablaba pero no sabía escribir ni leer”. Gladis nos co­ menta: “Al principio se me dificultaba mucho el expresar­me, de hecho todavía yo no siento que soy una de las mejo­res que escriben. Siento que mi vocabulario está muy reducido”. Lo que aprecian de México, específicamente de la universidad, es la oportunidad de estudiar. No lograron su sueño de estudiar en Estados Unidos pero lo positivo de haber regresado es estudiar una licenciatura. No poder estudiar allá les ha hecho replantearse el valor de estudiar y aprove­ char la posibilidad que les da la Universidad Autónoma de Sinaloa. De su retorno, Ricardo señala que lo más positivo: “es que pues estoy estudiando la carrera, estoy estudiando la carrera y estoy aquí en la UAS. No es tanto el gasto como iba a ser allá en Estados Unidos”. DIFICULTADES SOCIALES Desde el punto de vista social, los retornados enfrentaron si­ tuaciones diferentes. Algunos señalaron en las entrevistas que al regresar no se sentían parte de la sociedad. No contaban con características similares a las de sus compañeros, por tal razón se sentían excluidos de los grupos donde se en­ contraban o simplemente decidían no integrarse. Perla nos asegura que las diferencias en edades y las circunstancias sociales de su salón no eran las óptimas para hacer amistades. Las muchachas en su salón ya tenían hijos y los hombres estaban casados o trabajaban; nos dice: “al principio se me hizo muy feo, me acuerdo que me ponía a llorar en el salón”. Vemos que al llegar los jóvenes no se integran de ma­ne­ ra inmediata, las diferencias de idioma y costumbres los dis­­ tingue de sus compañeros aquí en México. Amanda nos di­ce que ella tiene “muchos choques” con las personas; los valo­ res y las costumbres que ella aprendió en Estados Uni­dos a veces no encajan con los de las personas aquí. Un hallazgo

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curioso es que, en algunos casos, los alumnos señalan que han sido más discriminados aquí que en Estados Unidos. Susana nos dice: “Hay más discriminación aquí que en Esta­ dos Unidos, allá te aceptan más a como eres”. En el caso de Susana, en la preparatoria, en algunas ocasiones la llamaron “extranjera” o “pocha” de manera ofensiva. A Roberto le pasó algo similar pues sus compañeros se refirieron a él como “gringo”, “pocho” o hasta “mojado”. Esta discriminación por parte de sus compañeros hace que el joven retornado se sienta excluido de los grupos sociales en los que se desarrolla día a día. Por esa razón es que al regresar, mu­chos declaran extrañar a las amistades que dejaron atrás. Luz nos describe esto diciendo: “El más grande obstáculo fue […] el estar lejos de mi vida, de mis amigos. Fue lo primero, me sen­ tía muy sola, aquí no conocía a nadie”. La exclusión social aquí, y las condiciones amigables de la sociedad donde se encontraban antes, hace que muchos se sientan más de allá que de aquí. Roberto nos describe esto diciendo: “Yo es­taba enamorado de todo allá […] ya tenía mi vida visualizada a fu­ turo allá, y llegar aquí, a la nada, fue un cambio muy fuerte, no me sentía parte de acá”. RELACIONES QUE ENGANCHAN Pero en otros casos nos señalaron algo peculiar. Nos explicaron que sí tenían ganas de regresar, ver a sus amigos y visitar viejos lugares, pero que aquí en México han creado lazos amistosos y familiares que los anclan aquí. Las relaciones que enganchan, como dice Luz: “Conoces personas que te hacen querer quedarte”. Igual es el caso de Liliana, que tenía ganas de regresar a estudiar pero cuando conoció a su novio, la situación cambió, y decidió hacer su vida aquí. En el caso de Susana, el regreso ha significado más tiempo con sus familiares, y nos dice que la razón por la cual no se va es porque: “Mi familia aquí está y me gusta mucho convivir y

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compartir tiempo con ellos”. Como observamos, el retorno los hizo perder grandes amistades y lazos que habían formado allá; pero al retornar también han establecido relaciones con personas y familia que los hace querer quedarse. No es fácil dejar a sus seres queridos atrás, por tal razón es que algunos deciden no volver hacerlo. PLANES A FUTURO. ¿VOLVER A MIGRAR O QUEDARSE EN MÉXICO? Al preguntarles cuáles eran sus planes a futuro, las respuestas eran diversas. Algunos dijeron de manera inmediata que no pensaban quedarse en México a vivir. Ricardo nos comenta sobre su futuro: “Yo pienso irme a Estados Unidos, regresarme. Las oportunidades aquí son muy bajas y no son buenas que digamos, y no considero a México como una opción”. Perla dice que por las circunstancias económicas y sociales aquí en México: “Es definitivo, aquí no me quedo”. En el caso de Alberto, su deseo de regresar tiene razones familiares, ya que toda su familia aún reside en Estados Unidos. La decisión más difícil, en palabras de los jóvenes, no sólo fue retornar a México, sino decidir mantenerse en este país o regresar al lugar que una vez fue su hogar. Adrián nos dice: “Pues más que nada, yo pienso irme a Estados Unidos, regresarme”. Otros, totalmente convencidos de regresar a Estados Unidos, nos comentan: Honestamente aquí no se me hace lugar apto para tener a mi familia, para vivir. Yo pienso irme de intercambio y yo estoy con la mentalidad de irme a otro país, es especialmente irme a Estados Unidos y ya empezar a tener otra vez mis raíces allá pues, o hacer lazos para en un futuro irnos. Por esa razón que quise estudiar esta materia por que la veo como mi salida del país, de hecho tengo pensado terminar esto y hacer una maestría allá en algo relacionado con lazos entre

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Estados Unidos y México, algo que me dé trabajo allá pero siendo de aquí. O sea, eso es definitivo, aquí no me quedo (Gladis, Estudios Internacionales).

Conforme avanzan en su licenciatura, algunos se van con­venciendo de que es mejor quedarse en México, pues empie­zan a comprender que las implicaciones de ser in­ documentado en Estados Unidos no solamente les afecta en su educación universitaria sino también en su vida laboral, aun si tienen un título universitario mexicano. Regresar […] pues no, al principio sí era de que ya me quiero ir, pero ahorita ya no lo veo como prioridad, me gustaría hacer algo aquí y ya si tengo la oportunidad de visitar a las personas que dejé allá, pero ya no es tanto una prioridad (Lupita, Estudios Internacionales).

CONCLUSIONES Las políticas migratorias de Estados Unidos están dificultando las condiciones sociales, laborales y educativas de los mexicanos indocumentados en ese país, lo que los lleva a tener una vida familiar difícil y complicada. Los jóvenes migrantes en Estados Unidos, ante contextos adversos, tienen pocas posibilidades de estudiar una carrera universitaria, por lo que regresan a Sinaloa, donde encuentran, a pesar de la falta de adecuadas políticas públicas, una oportunidad de continuar con sus estudios universitarios. Así, las familias de los jóvenes migrantes de retorno vuelven a reorganizarse con su decisión de regresar a sus lugares de origen, y este hecho no está libre de rupturas familiares, pér­ dida de amistades, decisiones difíciles, retos que enfrentar. Las rupturas y los reencuentros familiares ocasionan en los jóvenes desequilibrios y pérdidas que requieren una atención familiar e institucional. En muchos casos son ellos quie­ nes toman la decisión de retornar y son los que dividen a la

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familia con su retorno educativo. Este proceso de toma de decisiones los enfrenta a la reinserción social, la reconstruc­ ción de amistades y la adaptación a una institución educa­tiva que le es ajena, lo cual les genera problemas de depresión. Es imperativo estar atentos y continuar analizando las posi­ bles soluciones para apoyar a estos jóvenes. Entre revalidaciones fallidas, repeticiones de cursos, dificultades lingüísticas y obstáculos sociales, estos jóvenes lograron integrarse de alguna manera al sistema de la Universidad Autónoma de Sinaloa y lograr su sueño truncado en Estados Unidos: estudiar la universidad. Algunos de ellos han logrado aprovechar programas de movilidad internacio­ nal para regresar a Estados Unidos de manera documentada, sin pagar ningún peso; han logrado sobresalir académicamente, en deportes, como líderes estudiantiles, y han logrado su sueño de estudiar la universidad. Al final terminan agra­deciendo al sistema educativo mexicano por la educación que les brinda. Pero aun con un título en las manos se enfrentan a la decisión de regresar a Estados Unidos o continuar sus vidas en México. Siguen pensando en dos mundos alternativos; aun­ que no tengan dos nacionalidades, sus mentes y sus sueños están en dos lugares. Su disyuntiva consiste en elegir competir en un mercado laboral limitado, mal pagado, o buscar oportunidades laborales en un contexto que los rechaza por ser indocumentados. BIBLIOGRAFÍA Álvarez Silvar, Gabriel (1996), “La migración de retorno en Galicia (1970-1995)”, tesis de maestría/doctorado, 2 tomos, Madrid, Facultad de Ciencias Políticas y Sociología-Universidad Complutense de Madrid. Callea, Saverio (1986), “Differents Forms, Reasons and Motivations for Return Migration of Persons who Volunta­

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PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN ESTADOS UNIDOS EN HOGARES TRANSFRONTERIZOS EN LA FRONTERA NORTE EN MÉXICO

José Guadalupe Rodríguez Gutiérrez Víctor Hugo Rentería David Rocha Romero

INTRODUCCIÓN En este capítulo se aborda la perspectiva de los jóvenes estu­ diantes de secundaria, preparatoria y universidad en tres ciudades fronterizas del norte de México —Tijuana, Baja Ca­ lifornia; Nogales, Sonora, y Ciudad Juárez, Chihuahua— sobre las posibilidades de continuar en los espacios educativos (escuelas) frente a la probabilidad de emplearse en Estados Unidos. Esta percepción de emigrar se entiende como la obtención de un medio para trabajar en Estados Unidos. El deseo de trabajar en Estados Unidos y el panorama la­ boral en México son estructuras, una subjetiva y la otra obje­ tiva, que presionan a los individuos. Es importante identificar las características de los jóvenes educandos y cómo perciben o construyen sus expectativas (probabilidades) entre “migrar es mejor que estudiar”, frente a “estudiar es mejor que emigrar”, en la que la ocupación está antes que estudiar o estudiar antes que la ocupación. No se trata de un binomio de decisiones al estilo del racionalismo metodológico, la in­ tención es identificar las percepciones de los jóvenes estudiantes de migrar frente a las posibilidades de contar con un empleo en Estados Unidos. La comprensión de las percepciones de los jóvenes en cuanto a emprender o inscribirse a la migración como parte cotidiana de sus interacciones so­ ciales es importante para la gestión de políticas públicas edu­ [301]

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cativas de corte transfronterizo orientadas a fortalecer las ca­ pacidades cognitivas de los mexicanos. Los jóvenes estudian­tes de las tres ciudades fronterizas encuestadas parecerían con­ sensuar al interior del hogar la continuidad de estudiar frente a la probabilidad de iniciar la movilidad migratoria, considerando la educación como práctica social para conseguir un empleo en el futuro. En el capítulo se destaca la idea de cómo los jóvenes estu­ diantes perciben la migración frente a la educación, mediados por la posibilidad de un empleo. Comprende la migración como una cotidianidad y no como una obligación impuesta por la familia. Es relevante la percepción sobre educación y migración, ya que ésta tiene como característica la juventud. Al respecto, Tinley (2008:297) señala que de cada 100 me­ xi­canos que residen en Estados Unidos, 24 tienen entre 15 y 29 años de edad (INEGI, 2013). FRONTERA NORTE Y MOVILIDAD TRANSFRONTERIZA Las tres ciudades fronterizas del estudio —Ciudad Juárez, Nogales y Tijuana— son al mismo tiempo ciudades de migrantes. Es importante considerar el conjunto de interacciones y heterogeneidades de las familias transnacionales frente a los contextos de la familia fronteriza, cuyos elemen­ tos centrales son la interacción transnacional, las cadenas de interacciones y tipologías de familias fronterizas. Éstos son elementos centrales en sus valores, su pensamiento y la conducta de la gente fronteriza (Martínez, Utton y Miranda, 1988:53). Acostumbrados a las interacciones transnacionales, muchos fronterizos se ven frente a Estados Unidos más como viajeros frecuentes, commuters (personas que cruzan hacia ambos lados la frontera de manera cotidiana) (Anguia­ no, 2005; Escala y Vega, 2005), que como migrantes. La región de la frontera norte, además de movilidad mi­ gratoria, también es un espacio de movilidad de mercancías,

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de productos maquilados, que cobra un carácter de modelo de producción a partir del Programa de Industrialización fronterizo en 1960. El modelo maquilador desarrollado con mayor intensidad en la década de los ochenta atrajo mano de obra barata, incentivando la migración interna de diversos lugares de México. Estas ciudades son paralelamente modelos de producción de mercados laborales trasfronterizos y, al mismo tiempo, destino de muchos en su camino al norte, cuya dinámica no necesariamente explica la migración en un sentido tradicional. Las estrechas relaciones económicas y culturales que unen a las ciudades fronterizas del sur de Estados Unidos y el norte de México, sustentadas en el gran número de cruces en ambas direcciones, han generado que la región transfron­ teriza se constituya como un solo espacio interdepen­diente, lo que Martínez, Utton y Miranda (1988:12) han llamado ciudades gemelas (Brownsville-Matamoros, Laredo-Nuevo La­ redo, Ciudad Juárez-El Paso, Douglas-Agua Prieta, NogalesNogales, Calexico-Mexicali y San Diego-Tijuana). Solamente entre Tijuana y San Diego, en el año 1995 se registraron 33 491 cruces fronterizos vehiculares, cantidad que en 2010 subió a 69 200. En el mismo periodo (1995 a 2010) cruzaron la frontera en ambas direcciones 260 millones de peatones (Cervantes, 2011). En alguna medida, la mayoría de los habitantes asentados en la frontera norte de México experimentan la interde­ pendencia que se concreta en la influencia cultural, comercial y de intercambios constantes de bienes, servicios y personas; ejemplo de lo anterior son el uso común del dólar, e incluso la aceptación de moneda mexicana en algunos establecimien­ tos situados del lado estadounidense. Debido al comercio y a la relación intercultural existe un mayor uso del inglés, así como la exposición a medios de comunicación en este idioma; la gran mayoría de los automóviles que transitan en la frontera norte mexicana son estadounidenses (algunos de ellos importados legalmente), y hay una larga lista de interac­

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ciones cotidianas de ida y vuelta que alimentan los conceptos de fa­milias transfronterizas y que dan consistencia al concep­ to de borderland. Existe, por otro lado, un sector de la población asentada en estas ciudades fronterizas que no participa de los posibles beneficios que otorga vivir en la frontera; este sector se constituye de familias de migrantes que generalmente residen en las zonas marginales de la ciudad y que comúnmen­te están conformadas por migrantes procedentes de las regiones sur y sureste del país. Dado lo anterior, las ciudades fronterizas se expresan como un mosaico de realidades donde pueden identificarse por lo menos tres grandes grupos: los que viven la frontera cotidianamente dado que cruzan para trabajar, comprar pro­ ductos y servicios o acuden a educarse; los que no cruzan por impedimentos legales pero que de alguna manera convi­ ven con la influencia de la economía más grande del mundo y sacan provecho de eso y, por último, los excluidos, los que por sus condiciones de pobreza subsisten casi al margen de la región. Un dato que puede ayudar a demostrar las líneas anteriores es que entre los estudiantes de la universidad Autóno­ ma de Baja California, los nacidos en Tijuana y con un mayor ingreso familiar tienen más visas de turistas que los que no nacieron en la ciudad y tienen menores ingresos familiares (Rocha y Ocegueda, 2014). La visa de turista es también un pasaporte que permite a los individuos incorporarse a la cultura y la mecánica transfronteriza. INCREMENTO Y CONSOLIDACIÓN DE LAS FAMILIAS TRASNACIONALES Y TRANSFRONTERIZAS

La disminución de las tasas de natalidad en las razas nativas de Estados Unidos, conjugada con las mayores tasas de natalidad que ha mantenido la comunidad hispana en ese país, ocasionaron que a partir de 2002 los hispanos se convirtie-

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ran en el grupo étnico minoritario más grande, que hasta el año 2015 contaba con 55.4 millones de personas (véase la gráfica 1). GRÁFICA 1

TASA DE FERTILIDAD EN ESTADOS UNIDOS Tasa de fertilidad por cada 1 000 mujeres

(POR RAZA Y ORIGEN, 2013)

100 90 80 70 60 50 40 30 20 10 0

58.7

64.6

72.9 59.2

Blancos Afroamericanos Hispanos Asiáticos FUENTE: Child Trens Data Bank (2013), Fertility and Birth Rates, disponible en , consultado el 25 de mayo de 2015.

La importancia que paulatinamente ha adquirido la comu­ nidad hispana la ha situado como un target tanto comercial como político; a propósito, el actual presidente Barak Obama buscó afanosamente el llamado “voto latino”, logrando hacer­ se de 67% del mismo en su primera elección y más de 70% en su reelección (Asociación Nacional de Funcionarios Lati­ nos Electos y Designados, 2012). No obstante, en el tiempo que abarcan sus dos periodos presidenciales, los latinos han pade­ cido las políticas inmigrantes, que se han endurecido incluso más que en el régimen del ex presidente George W. Bush. Por ejemplo, las deportaciones aumentaron en 30 por ciento. En lo que respecta específicamente a los migrantes mexi­ canos, éstos representaron 69% del total de deportados en 2013 (U.S. Immigration and Customs Enforcement, 2014) (véa­ se la gráfica 2).

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GRÁFICA 2

INMIGRANTES EN ESTADOS UNIDOS QUE OBTUVIERON RESIDENCIA LEGAL

Residencia legal 

3 136 296 1 026 407 B. Obama (2009-2012)

8 399 526 7 549 588 G.W. Bush (2001-2009)

11 527 220 6 435 474 B. Clinton (1993-2001)

5 239 828 4 432 877 G.H. Bush (1989-1993)

5 125 070 8 115 504 R. Reagan (1981-1989)

2 103 363 3 484 738 J. Carter (1977-1981)

1 343 226 2 478 203 G. Ford (1974-1977)

2 652 052

R. Nixon (1969-1979)

2 270 502

Y EXPULSADOS POR PERIODO PRESIDENCIAL, 1969-2012

Expulsados

FUENTE: construido con datos de “Aliens Removed or Returned: Fiscal Years 1892-2012”, Homeland Security (2012).

En total, durante el primer mandato y lo que va del se­gun­ ­­­ la administración del presidente Barak Obama ha depor­ do, tado a 2 087 456 migrantes. Tan sólo entre octubre de 2013 y febrero de 2014, unos 129 361 indocumentados tuvieron que aban­donar Estados Unidos por haber recibido órdenes de depor­­tación (U.S. Immigration and Customs Enforcement, 2014). Por otra parte, en los últimos 20 años el programa de se­curitización de la frontera sur de Estados Unidos con México re­sultó en una deportación de 8.2 millones de mexicanos, algunos con años de vivir en Estados Unidos, lo que ha condu­cido al “retorno de los que nunca se fueron”; es decir, de jóvenes, adolescentes y niños estadounidenses; este “retorno” significa un reto para las políticas públicas educativas en por menos tres sentidos: 1) flexibilización administrativa en el ingreso a las escuelas, 2) sensibilización en acadé-

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micos y alumnos para la recepción de alumnos trans­nacio­na­ les y/o transfronterizos y 3) seguimiento transnacional y/o trasfronterizo de dichos alumnos, en la lógica de que algu­nos de ellos “retornaran” a su país de nacimiento. Las deportaciones masivas han generado la fragmentación de cientos de familias méxicoamericanas; en cuanto al retorno a México, los últimos censos han dado cuenta de cambios que muestran que los deportados ya no están retor­ nando a sus estados de origen, sino que optan por asentarse en las ciudades fronterizas del norte de México (INEGI, 2010), con la intención de mantener vínculos estrechos con su fa­mi­ liares que permanecen en Estados Unidos: muchos de ellos son hijos de migrantes nacidos en ese país y pueden hacer el viaje de ida y vuelta para mantenerse en contacto con sus familiares deportados. Lo anterior ha traído como consecuencia un incremento en las familias transnacionales y transfronterizas, lo que representa un gran desafío para el gobierno de México y los gobiernos estatales y municipales de estas regiones fronterizas, particularmente en los rubros de educación y empleo. Es importante aclarar que las ciudades fronterizas del nor­ te de México están consideradas como ciudades con densidad migratoria media1 (Conapo, 2010), pero no porque exista po­ ca migración, sino porque el número de llegadas y salidas 1  La estimación del índice de intensidad migratoria se capta por el cuestionario ampliado del Censo de Población y Vivienda 2010, donde ade­ más del lugar de nacimiento y el lugar de residencia cinco años atrás, se incluye un módulo de migración internacional. Se incluyeron cuatro aspectos que reúnen evidencia del fenómeno migratorio: 1) viviendas que reciben remesas; 2) viviendas con emigrantes a Estados Unidos durante el quinquenio 2005-2010, que a la fecha del levantamiento censal per­ manecían en ese país (emigrantes); 3) viviendas con emigrantes a Estados Unidos durante el quinquenio 2005-2010 que regresaron al país durante ese mismo periodo (migrantes circulares) y que a la fecha del levantamiento censal residían en México, y 4) viviendas con migrantes que re­ sidían en Estados Unidos en 2005 y regresaron a vivir a México antes del levantamiento censal de 2010 (migrantes de retorno).

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son casi equilibradas; no obstante, si se considera la migración bruta de la región (la suma de entradas y salidas), ésta se sitúa como la más dinámica del país. CLAROSCUROS EN RETORNO DE MENORES TRANSNACIONALES A pesar de que existen diversos mecanismos de conocimien­ to poblacional, como son las encuestas y los censos, no ha sido posible obtener un dato estadístico más o menos pre­ciso respecto a las familias que retornan a México y se asientan en la frontera norte de México; consecuentemente, tampoco existen datos que den claridad sobre las condiciones en que este regreso ocurrió. Es decir, no se sabe a ciencia cierta cuántas de estas familias fueron repatriadas o deportadas, si su regreso a México fue por decisión propia o si su asenta­ mien­to en la frontera es la consecuencia de una reunificación tras la deportación de alguno o algunos de sus miembros. En este sentido, existe un número importante de migrantes que retornan por sus propios medios y por su propia decisión (sin ser deportados y sin apegarse a programas de repatriación); en estos casos, la literatura sobre el tema se refiere al acto como migración de retorno —se combinan ciudadanos estadounidenses y mexicanos. Con respecto a los pri­ me­ros, en la muestra de estudios se observó que de los 414 educandos, 19.5% (81 alumnos) señaló ser ciudadano esta­ do­unidense, de los cuales 55.6% se localiza en Ciudad Juárez, 27.2% en Tijuana y 17.3% en Nogales, distribución que es pro­ porcional a la muestra. Lo destacable de los ciudadanos que llegan es que dichos jóvenes nunca se fueron. Por otro lado, existe un reto mayor en la caracterización de los menores nacidos en Estados Unidos que son traídos a México por sus padres o familiares. Dichos menores no pueden ser considerados como repatriados dado que su nacimiento no ocurrió en México; tampoco fueron expulsados

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por el gobierno estadounidense, por lo que no pueden ser considerados como deportados y, al no haber nacido en Mé­ xico, tampoco son migrantes de retorno. A pesar de lo anterior, algunos cálculos señalan que hay aproximadamente 500 mil menores estadounidenses viviendo en México, los cuales fueron traídos por sus padres me­ xicanos, quienes en su mayoría fueron deportados (Pew Hispanic Center, 2012). En el mismo tenor, el Consejo Nacional de Po­blación informó que entre 2007 y 2009 hubo 106 mil menores repatriados desde Estados Unidos (Ramírez y Agua­ do, 2013), lo cual en promedio representa 35 mil meno­res que ingresan a México y, en el mejor de los casos, conti­núan sus estudios académicos. De acuerdo con el Instituto Nacional de Inmigración (2014), tan sólo en el año 2012 unos 16 853 menores de 18 años re­ tornaron a México, acompañando a sus padres repatriados desde Estados Unidos. En cuanto al número de los menores mexicanos que acompañaron a sus padres en la migración de retorno, el número es incierto ya que, como se había men­ cionado en párrafos previos, no existe un control riguroso que discrimine y permita conocer su volumen. Incluso, la herramienta de conocimiento más valiosa que se tiene sobre migración (Emif-Norte) sólo registra la entrada de migrantes mayores de 15 años; aún así, los registros de dicha encuesta permiten conocer que en los años 2003, 2007 y 2008 se superó la barrera de 40 mil casos de migrantes menores procedentes de Estados Unidos, de entre 15 y 19 años de edad, de acuerdo con la gráfica 3. El desconocimiento de una cifra aproximada que contem­ ple todos los menores en edad escolar limita la posibilidad de realizar un estudio con población estadísticamente repre­ sentativa; aun así, los datos que arrojó la presente encuesta (145 941) aportan resultados importantes que permiten conocer el nivel de adaptación y asimilación de este sector. Por ejemplo, la muestra señala que los menores que dijeron ser ciudadanos llegaron a la región fronteriza entre 1992 y

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GRÁFICA 3

MIGRANTES PROCEDENTES DE ESTADOS UNIDOS, 2003-2010

Población en miles

(GRUPO DE EDAD DE ENTRE 15 Y 19 AÑOS) 50 45 40 35 30 25 20 15 10 5 0

46 694

43 536 41 858 31 045 31 004 29 969

30 832

26 519

2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010

FUENTE: elaboración propia con datos de Emif-Norte (2012).

2011, concentrándose 56.2% entre 1998 y 2000 y 16.1% entre 2004 y 2011. La incorporación, reincorporación y no deserción al siste­ ma educativo mexicano de los estudiantes que proceden de Estados Unidos implica una serie de problemáticas. En princi­ pio, enfrentarse al proceso administrativo para cumplir con la documentación necesaria para la inscripción, por ejemplo boletas de calificaciones y actas de nacimiento, respec­ti­ vamen­te apostilladas en caso de no estar redactadas en español (Ruiz y Valdez, 2010). De cualquier manera, el desplazamiento hacia México implica un acto de migración, por lo que en el siguiente apar­ tado se utilizará el término de “estudiantes con movilidad in­ trafronteriza”, indistintamente de las circunstancias en que esta migración haya ocurrido, sea como “aquellos que nunca se fueron”, es decir estadounidenses hijos de mexicanos, o bien aquellos dreamers que desde pequeños acompañaron a sus padres. Por ejemplo, según observamos en la gráfica 3, entre 2000 y 2012 fueron deportados 8.2 millones de mexica­ nos, de los cuales no tenemos datos de la temporalidad que tenían, los hijos nacidos que traían consigo, cuáles eran estado­ unidenses y cuáles mexicanos, etcétera (véase la gráfica 4).

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GRÁFICA 4

INMIGRANTES EN ESTADOS UNIDOS QUE OBTUVIERON RESIDENCIA LEGAL Y DEPORTACIONES EN EL PERIODO 2000-2012 13 984 372 5 743 621 8 240 751

2 131 032 11 304 694 Méxicanos* Resto

13 435 726 Total

FUENTE: construido a partir del cuadro 39 en “Aliens Removed or Returned: Fiscal Years 1892-2012”, Homeland Security (2012).

ESTUDIANTES CON MOVILIDAD INTRAFRONTERIZA Los datos obtenidos a partir de la encuesta “Retos y perspec­ tivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales” (145 941), permitieron en primera instancia conocer la existencia y la estructura de las familias transnacionales, específicamente en las zonas situadas en la frontera norte de México; al respecto, siete de cada diez estudiantes de la muestra seleccionada manifestaron que su padre trabajaba en Estados Unidos y su madre en México. Al analizar las redes sociales de movilidad transfronteriza entre este grupo de ciudadanos estadounidenses, destaca que 85% (69/81) tiene familiares trabajando en Estados Unidos. Las ciudades donde trabajan los parientes y padres de familia de los que son ciudadanos se dispersan en más de 35 ciudades diferentes en Estados Unidos, destacando El Paso en Texas, Los Ángeles en California y Phoenix, en Ari­zo­na. En relación con el número de familiares que trabajan en Es­ tados Unidos, sólo 35.5% declaró recibir remesas y 24.7% dijo que cuando menos uno de sus padres trabaja en Estados Unidos.

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CUADRO 1

ESTUDIANTES SEGÚN LUGAR DE NACIMIENTO, POR TIPOS DE VÍNCULOS CON ESTADOS UNIDOS

Total

Méxicoestadounidenses Mexicanos Total

El padre trabaja en Estados Unidos

El hogar recibe remesas de Estados Unidos

Tiene familiares que trabajan en Estados Unidos



No



No

No sabe



No

No sabe

81

20

61

32

43

6

69

5

7

333 414

77 97

256 317

103 135

188 231

42 48

251 320

53 58

29 36

FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/ 145941/2009 (REPOFT-Conacyt-145941).

No obstante la importancia de la posibilidad de integración al sistema educativo mexicano, más importante aún es la capacidad de asimilación al contexto social y cultural de México, ya que, ciertamente, de la posibilidad de que ocurra esta asimilación depende en gran medida el éxito de la adap­ tación escolar. Al respecto, la presente encuesta (145 941) ha proporcionado datos que permiten conocer los niveles de asimilación y adaptación, así como las características y circunstancias en que éstas ocurren. Por otro lado, es constatable el efecto y la repercusión que tiene el ambiente de inseguridad que se vive, parti­cu­ larmente en las zonas fronterizas del norte del país, sobre los procesos de enseñanza y aprendizaje. Es importante considerar el carácter intrafronterizo de los hogares encuestados, un indicador de transfronteriedad de los estudiantes es el alto porcentaje de aquellos que dije­ron haber vivido y estudiado en Estados Unidos (30.2%), don­de des­taca la ciudad de Nogales en el estado de Sonora, pues un poco más de la mitad de los encuestados (54.4%) refirió haber vivido en Estados Unidos por razones de migración o

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PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

de nacimiento y haber realizado algún grado de instrucción escolar en ese país (véase la gráfica 5). GRÁFICA 5

ESTUDIANTES CON MOVILIDAD TRANSFRONTERIZA 171 157

155

109

68

66 39

32 10

120

109

52 39

35 7

41 28 1

Sí No Sí No Sí No Ha vivido Ha estudiado en Nació en Estados Unidos en Estados Unidos en Estados Unidos

FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/ 145941/2009 (REPOFT-Conacyt-145941).

Si lo interpretamos como un indicador de movilidad intra­ fronteriza,2 observamos —cruzando con otros indicadores— que algunos estudiantes manifestaron tener ligeramente una menor cantidad de amigos cercanos en relación con los que no habían vivido en Estados Unidos, según se muestra en el cuadro 2. El cuadro 2 muestra que, a pesar de que 52.1% del total de los encuestados informó tener tres amigos cercanos, en con­ traparte, 23.9% manifestó contar sólo con un amigo cercano. 2  El término “menores de movilidad intrafronteriza” se utiliza en este texto para referirse a los hijos de mexicanos que retornan al país acompañando a su padres, indistintamente de haber nacido en Estados Unidos o en México, así como aquellos que han estudiado o vivido en Estados Unidos.

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CUADRO 2

MENORES CON Y SIN EXPERIENCIA MIGRANTE TRANSNACIONAL (PORCENTAJES POR NÚMERO DE AMIGOS CERCANOS) Menores con experiencia migrante procedentes de Estados Unidos

Menores sin experiencia migrante hacia de Estados Unidos

Amigos cercarnos

Amigos cercarnos

Secundaria 23.9%

Preparatoria Universidad Secundaria 23.9%

52.1%

15.2%

Preparatoria Universidad 24.4%

60.4%

FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/ 145941/2009 (REPOFT-Conacyt-145941).

En otro sentido, el estudio reveló que del grupo estudiado con experiencia migrante una gran mayoría visualiza con cierto pesimismo el futuro, específicamente al relacionarlo con sus estudios en México; de ahí que 90.5% manifestó estar “muy de acuerdo”3 en sentir temor de saber que estudiar no le garantiza empleo. Por otro lado, no existe por parte de los alumnos una percepción positiva respecto al estímulo que los profesores ejercen para optimizar el aprendizaje; lo anterior se deduce de la respuesta negativa que 44% de la muestra otorgó al reactivo “El profesor incentiva el aprendizaje”. Las estrategias de enseñanza-aprendizaje implementadas por el personal do­ cente parecen no ser las adecuadas para los alumnos con características migrantes, ya que 42.2% de los citados alumnos manifestó estar “muy en desacuerdo” respecto al reacti­ vo: “En la escuela la enseñanza es acompañada de ejemplos entendibles que me hacen sentir que aprendo”. En otro sen­ tido, lo anterior definitivamente demuestra que existe una deficiente comprensión de los temas y contenidos que se estudian en clase.  Las opciones que manejó la encuesta para este tipo de preguntas fueron: a) muy de acuerdo, b) algo en desacuerdo, c) algo de acuerdo y d) muy en desacuerdo. 3

PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

315

Otro hallazgo importante de la encuesta es que, a pesar de que 73% de los encuestados con pasado migrante conside­ ró que regresar a Estados Unidos no garantiza un empleo, el mercado laboral de ese país sigue siendo un atractivo para los estudiantes en estas ciudades fronterizas, dado que 64.5% del total de la muestra manifestó tener deseos de trabajar en Estados Unidos. Lo anterior presenta una posible explicación en contextos de alta movilidad social como la que caracteriza a los mexi­ ca­nos. Por ejemplo, 58.8% de los encuestados no son ciuda­ danos estadounidenses, pero tienen un familiar residiendo en aquel país que les envía remesas. Cuando se les preguntó si desean regresar a estudiar a Estados Unidos, 41.9% de los ciudadanos señaló que sí regresaría, mientras que de los estu­ diantes no ciudadanos, 32.8% también iría a estudiar. Es de­cir, poco más de un tercio de los jóvenes educandos es­tarían dis­puestos a trabajar o estudiar de manera inmediata en Es­ tados Unidos. Otra dificultad que enfrentan radica en la diferencia existente entre los modelos educativos utilizados en Estados Unidos y en México, y principalmente en la atención y en el tiempo efectivo que los alumnos dedican a su formación. Al respecto, el informe “Metas. Panorama de la educación en México 2011”, presentado por la organización Mexicanos Pri­ mero (2011), señala que en promedio los niños mexicanos apenas tienen 562 horas efectivas al año en un ciclo lectivo anual de 200 días, mientras que en Estados Unidos, a pesar de que el ciclo lectivo es de 180 días, las horas efectivas son más, al promediar 710. En cuanto a las pedagogías y metodo­ logías de la enseñanza, Griego señala una serie de diferencias importantes; por ejemplo, las actividades académicas en casa (las tareas) en Estados Unidos no se realizan de forma tan ex­ tensiva como en México, o bien, la dispersión territorial (dis­ tintas colonias) y la heterogeneidad étnica de las escuelas estadounidenses contrasta con la homogeneidad de las colo­ nias y grupos sociales y similares en México (Griego, 2013).

316

J.G. RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, V.H. RENTERÍA, D. ROCHA ROMERO

CONTEXTO DE INCERTIDUMBRE SOCIAL: CONTINUAR ESTUDIANDO O EMPLEARSE En la gráfica 6 se muestra cómo dos de los estados analizados (Chihuahua y Baja California) encabezan la lista del Índice de Inseguridad Ciudadana y Violencia en el año 2010, en tanto que el estado de Sonora ocupa el lugar número 11 de las 32 entidades federativas. Esta situación también fue medida por la encuesta mediante la inclusión de un reactivo, en el cual 35.6% de la muestra con pasado migrante declaró estar “muy de acuerdo” respecto a que “Hay frecuentes peleas y pandillas al interior de la escuela, lo cual dificulta el aprendizaje”. GRÁFICA 6 80 70 60 50 40 30 20 10 0

Chihuahua Baja California Durango Distrito Federal Morelos Estados de México Sinaloa Guerrero Quintana Roo Michoacán Sonora Aguascalientes Tamaulipas Guanajuato Nuevo León Coahuila Nayarit Tabasco Jalisco Oaxaca San Luis Potosí Hidalgo Puebla Querétaro Tlaxcala Chiapas Colima Baja California Sur Zacatecas Veracruz Campeche Yucatán

ÍNDICE DE INSEGURIDAD CIUDADANA Y VIOLENCIA 2010

FUENTE: México Evalúa (2010).

Este escenario de inseguridad no sólo dificulta el aprendizaje sino también incide en las proyecciones sobre su futuro de los menores con pasado migrante, ya que, a pesar de que un alto índice de ellos (68.7%) piensa que emigrar a Estados Unidos no le garantiza tener empleo, el mercado labo­

PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

317

ral de ese país sigue siendo una opción prioritaria, de ahí que 60.2% de los encuestados manifestó tener deseos de trabajar en Estados Unidos. En el mismo tenor, otro importante hallazgo de la encues­ ta revela que, de los menores con experiencia en movilidad migratoria en Estados Unidos, una gran cantidad (90.5%) tiene temor de saber que estudiar no garantiza obtener un empleo; probablemente por eso es que 55% considera que trabajar en Estados Unidos es más importante incluso que la familia. Congruentemente con lo anterior, es muy reducido el nú­ mero de alumnos que proyecta su estancia en México y en su sistema educativo hasta el nivel superior, apenas 16.9% señaló que pretende estudiar hasta obtener una licenciatura en México y no tiene intenciones de irse a Estados Unidos. Por ejemplo, con la finalidad de observar si se modifican las expectativas entre los estudiantes, se reagrupó sólo a estudiantes de educación media superior y superior, donde observamos que, en relación con el estatus de ciudadano, co­ rresponde a 24.5% de los jóvenes encuestados de ambos ni­ veles que han vivido en Estados Unidos, lo cual no significa necesariamente que son ciudadanos estadounidenses (véase la gráfica 7). De los estudiantes encuestados, destaca que 25% del nivel medio superior han vivido en Estados Unidos más de un año, sin embargo la estadía en promedio supera los dos años y medio, suponiendo que la estadía sea continua, lo cual no es así pues, como podemos apreciar en la gráfica 7, los perio­ dos de movilidad migratoria en Estados Unidos son intermi­ tentes. Los periodos de estancia se incrementan entre los estu­diantes de educación superior, donde 25% de los encuestados señaló haber radicado en Estados Unidos, poco más de diez en­cuestados han vivido en Estados Unidos por más de 12 meses. El mayor tiempo de estancia lo registra un estudiante de educación superior, con 200 meses (16.66 años) y el de me­ nor es de tres meses, también de educación superior; la mayor

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J.G. RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, V.H. RENTERÍA, D. ROCHA ROMERO

GRÁFICA 7

PORCENTAJE DE ESTUDIANTES ENCUESTADOS QUE VIVIERON EN ESTADOS UNIDOS 75%

25%

76%

24%

Media superior 

Superior

FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/ 145941/2009 (REPOFT-Conacyt-145941).

fre­cuencia entre los estudiantes está en 120 meses (diez años), los de educación superior, y 12 meses (dos años), en educa­ ción media superior; para la muestra de estudio, el tiempo promedio ha sido de 60.29 meses (5.024 años). Sobre la trayectoria escolar de los estudiantes que vivieron en Estados Unidos, sólo dos de ellos realizaron estudios desde la Elementary School (primaria), la gran mayoría sólo cursó algunos grados escolares ya sea por la movilidad de los padres o porque fueron deportados de Estados Unidos. De estos estudiantes, 19% del nivel superior ha realizado estudios en Estados Unidos utilizando una visa de turista; en el nivel medio superior, 31% ha realizado estudios en Estados Unidos y sólo 8% como residente legal, 8% indocumentados y el resto utilizando una visa de turista. Como podemos ver, lo más recurrente entre los encuesta­ dos que vivieron en Estados Unidos es que la mayor parte de sus años de estudio los han realizado en México, mientras que de los estudiantes de nivel superior, 58% realizaron al menos cuatro años de educación primaria, 75% la secundaria y 41.6% el bachillerato en Estados Unidos, sólo 16% de los estudiantes encuestados de educación superior realizaron sus estudios de primaria, secundaria y bachillerato en Estados Unidos.

PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

319

Además de la inseguridad como variable estructural que presiona a los jóvenes educandos, consideramos que la cultu­ra de la transfrontera de las regiones y las dinámicas intrafron­ terizas de los hogares en las localidades de Juárez, Nogales y Tijuana actúan en la percepción de movilidad intrafronte­ riza entre los estudiantes. Por ejemplo, según damos cuenta en la gráfica 8, independientemente del nivel de estudios, en promedio 72% de los estudiantes perciben un estado idóneo en cuanto a que “Estudiar es mejor que migrar”; sin em­ bargo, de acuerdo con los niveles de estudio, los criterios se mo­dificaron en función del supuesto de que “A medida que GRÁFICA 8

PERCEPCIONES DE ESTUDIANTES FRONTERIZOS RESPECTO A LA POSIBILIDAD DE EMPLEARSE Y CONTINUAR ESTUDIANDO FRENTE A LA MIGRACIÓN POR NIVEL DE ESTUDIOS 75% 72% 69%

71% 62% 52% 40%

42% 29%

31% 20% 12%

DtrEU=V

26% 26% 25%

EUEst=V Mex>EU=V Est>Em=V

DtrEU=V: Deseo trabajar en EU; EU>MEX=V: En México no hay posibilidad de empleo, en Estados Unidos sí; Em>Est=V: Asistir a la escuela no me garantiza empleo, emigrar a E.U sí; Mex>EU=V: En México hay posibilidad de empleo, en Estados Unidos no; Est>Em=V: Emigrar a Estados Unidos no me garantiza empleo, estudiar sí. FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/145941/2009 (REPOFT-Conacyt-145941).

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asciendes a obtener una profesión las expectativas se modi­ fican”, lo cual no significa que la perspectiva de emplearse en Estados Unidos desaparezca (quizá se prorrogue, pero no desaparece). Por ejemplo, en la gráfica observamos que 40% de los estudiantes universitarios expresaron deseos de trabajar en Estados Unidos, 29% considera que en México no hay expectativas de empleo y en Estados Unidos sí. Cuando se analizan los datos de los estudiantes de educación secundaria y media superior, observamos que para ellos es preferible emplearse en Estados Unidos, es decir, la tendencia a considerar trabajar en “el otro lado” es mayor en los “más jóvenes”; por ejemplo, 71% de los estudiantes de secundaria desearía trabajar en Estados Unidos, o bien, poco más de la mitad considera que en México no existen posibi­ lidades de emplearse y en Estados Unidos sí, percepción que es paralela a la cada vez mayor presencia de migrantes me­ nores de edad no acompañados que transitan por México. Como señalamos en capítulos anteriores, el mercado laboral segmentado, la creciente cadena de interacciones en­ tre familias transnacionales, los retornos no forzados, la emigración de estadounidenses de origen mexicano, entre otros factores subjetivos, inciden en la configuración de las estructuras familiares de las ciudades fronterizas de las loca­ lidades estudiadas; de ahí que 33% de la muestra haya declarado que el hogar donde vive recibe dinero de algún fa­miliar en Estados Unidos. Otro dato importante de la encuesta es que los datos de la gráfica anterior, vistos por género, no son muy distintos; por ejemplo, en cuanto a la percepción “Estudiar es mejor que emigrar” —perspectiva idónea—, 77% de las mujeres y 41% de los hombres están de acuerdo, sin embargo, en cuanto al de­seo de trabajar en Estados Unidos, 65% y 64%, respec­ tiva­mente, lo consideran adecuado; esta percepción está correlacionada con el alto porcentaje de aquellos —47% y 45% respectivamente— que señalan que en México no hay po­si­bilidades de empleo y en Estados Unidos sí.

PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

321

Si es cierto que el nuevo contexto de inseguridad e incer­ tidumbre no es del todo ajeno a la cultura de los menores mi­ grantes,4 también es cierto que la inestabilidad económica y el clima de inseguridad restringen de manera importante la capacidad de socialización, ya que limitan la convivencia en espacios públicos, a los que las personas dejan de acudir cada vez más. Es decir, los niveles de inseguridad en estas regiones fronterizas son tan alarmantes que al comparar algunos esta­ dos del norte de México con otros países del mundo (algunos incluso con conflictos armados), estas localidades resultan más violentas. Por ejemplo, según señala la organización Mé­ xico Evalúa (2010), si el estado de Chihuahua fuera un país, sería el más violento del mundo, porque concentraría el mayor número de homicidios con 74.4 por cada 100 mil ha­ bitantes, mientras que en Baja California la proporción es de 54.6 y en Sonora 50.6. Cabe señalar que estas condiciones hicieron que la investigación se retrasara; y en muchas de las escuelas, habiendo realizado la gestión correspon­diente, no se permitió tener contacto con los alumnos. En cuanto a la relación que existe entre las ciudades de la frontera norte de México y sus pares de la frontera sur de Es­ tados Unidos, las tasas de violencia, como se muestra en la gráfica 9, son notoriamente distintas; en Tijuana en el año 2012 hubo 332 homicidios, generando una tasa de 20.5 eventos por cada 100 mil habitantes, mientras que en la ciudad de San Diego en el estado de California se presentaron sólo 47 eventos, generando una tasa de 3.5 homicidios; por otra parte, en la ciudad de Nogales, perteneciente al estado de So­ nora, ocurrieron 45 homicidios, generando una tasa de 19.5, mientras que en su contraparte, la ciudad de Nogales en el estado de Arizona, ocurrió en el mismo periodo un solo homi­ cidio, generando una tasa de 4.7. El caso más notorio es el de  Dado que en los hogares de mexicanos en Estados Unidos se suele conservar un ambiente tradicional, que incluye el lenguaje, la comida y la música, entre otros. 4

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Ciudad Juárez en el estado Chihuahua, que en el año 2012 registró 656 homicidios, generando una tasa de 49.0; en con­ traparte, en la ciudad de El Paso en el estado de Texas, ocu­ rrieron 23 eventos, generando una tasa de 3.4 homicidios por cada 100 mil habitantes. GRÁFICA 9

TASA DE HOMICIDIOS POR CADA 100 MIL HABITANTES, 2012 (CIUDADES SELECCIONADAS DE MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS) 48.97

20.5

19.48 3.5

4.7

3.4

Tijuana, San Diego, Cd. Juárez, El Paso, B.C. Ca. Chih. Tx.

Nogales, Son.

Nogales Az.

FUENTE: elaboración propia con datos del Consejo Ciudadano para la Se­ guridad Pública y la Justicia Penal, A. C. (2013) y City Data-Crime Rate (2013).

Consideramos que este ambiente de incertidumbre y ries­ go social influye en los hogares encuestados, ya que poco más de 90% de los padres de familia declinó participar en la encuesta económica y laboral del hogar. Sólo participaron los hijos en la encuesta. Es probable que lo anterior contribuya o por lo menos coadyuve a los datos recabados por la encuesta, donde damos cuenta de que los estudiantes poseen pocos amigos; por ejemplo, 64.5% declaró tener menos de diez amigos, 12.8% señaló tener más de 31 pero menos de 100, dato que quizá sea correlativo al mayor número de horas dedicadas al entretenimiento virtual, donde los tradicionales “amigos” pasan a ser “contactos”. Según vemos en el cuadro 3, de los estu­diantes menores de 15 años, 68.9% dedica de una a cuatro horas a ac­ tividades virtuales como chatear o entrar a Facebook, y en

65.2

67.3

Más de 19

Total

22.8

28.3

25.7

20.5

Más de 5

9.9

6.5

9.7

10.6

NC

70.2

80.4

72.6

67.3

De 1 a 4

4.4

4.3

7.1

3.1

Más de 5 NC

25.4

15.2

20.4

29.5

Horas en celular (%)

63.4

58.7

60.2

65.7

De 1 a 4

21.8

37.0

24.8

17.7

Más de 5

14.8

4.3

15.0

16.5

NC

Horas en internet (%)

69.0

80.4

72.6

65.4

De 1 a 4

7.7

8.7

4.4

9.1

Más de 5

23.2

10.9

23.0

25.6

NC

Horas en videojuegos (%)

no contestó. FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/145941/2009 (Conacyt-145941).

64.6

De 16 a 18

NC:

68.9

De 1 a 4

Horas chat/Facebook (%)

De 11 a 15

Grupos de edad

CUADRO 3

DISTRIBUCIÓN DE HORAS DEDICADAS A LA SEMANA EN ACTIVIDADES VIRTUALES PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

323

324

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una proporción similar a usar el celular, internet o los video­ juegos. Según estos datos, la tendencia es a emplear más tiempo en actividades virtuales conforme las edades aumentan. Sin embargo, esta tendencia y distribución del tiempo no es tan uniforme en cuanto al número de horas dedicadas a acti­ vida­des extraescolares como la lectura o el deporte, o bien en hacer las tareas. Las actividades deportiva y de lectura representan el menor porcentaje en los grupos menores de 15 años, con 71.3% y 74.4% respectivamente; también son los grupos que menos contestaron estas preguntas (véase el cuadro 4). En esta misma lógica, es muy probable que el contexto de inseguridad y riesgo en contextos de criminalidad presione a los estudiantes a considerar la salida hacia Estados Unidos como una opción laboral; por ejemplo, 73.71% de los educan­ dos piensa que emigrar a Estados Unidos no es garantía de empleo, es decir, aproximadamente ocho de cada diez jóvenes considera que emigrar no necesariamente significa em­plear­se, percepción que posee un nivel de 0.184 de signifi­ cancia, el cual es ligeramente superior en los varones (véase la grá­fica 10). Sin embargo, esta perspectiva se modifica cuando 64.5% de los estudiantes encuestados señalan que desean trabajar en Estados Unidos, perspectiva con un nivel de significancia alto (0.833), donde los jóvenes consideran seriamente tra­bajar en Estados Unidos; nuevamente, esta perspectiva es ligeramente mayor entre los varones. En lo que se refiere a continuar sus estudios hasta el nivel universitario, apenas 16.9% dijo que se quedará a estudiar en México hasta obtener una licenciatura y no emigrará a Estados Unidos. CONCLUSIONES Respecto a la mediana claridad que se tiene sobre la cantidad y los lugares de asentamiento de los menores migrantes

82.6

81.6

Más de 19

Total

9.0

15.2

10.6

7.1

Más de 5

Horas tareas (%)

9.4

2.2

11.5

9.8

NC

77.2

89.1

78.8

74.4

De 1 a 4

2.2

8.7

1.8

1.2

Más de 5

Horas en lectura (%)

20.6

2.2

19.5

24.4

NC

74.1

87.0

75.2

71.3

De 1 a 4

9.9

2.2

8.0

12.2

Más de 5

Horas en deporte (%)

16.0

10.9

16.8

16.5

NC

contestó. FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/145941/2009 (Conacyt-145941).

77.9

De 16 a 18

NC: no

83.1

De 1 a 4

De 11 a 15

Grupos de edad

CUADRO 4

DISTRIBUCIÓN DE HORAS DEDICADAS A LA SEMANA EN ACTIVIDADES EXTRAESCOLARES PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

325

326

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GRÁFICA 10

PERCEPCIÓN ENTRE ESTUDIANTES FRONTERIZOS DE EMIGRAR FRENTE A ESTUDIAR Y EL DESEO DE EMPLEARSE EN ESTADOS UNIDOS, POR GÉNERO “Emigrar a Estados Unidos no me garantiza empleo, estudiar sí” (1. Verdadero. 2. Falso) 200

Recuento

150 100 50 0 Mujer Hombre Sexo (1. Mujer. 6. Hombre)

Verdadero Falso

“Deseo trabajar en Estados Unidos” (1. Verdadero. 2. Falso) 200

Recuento

150 100 50 0

Verdadero Falso Mujer Hombre Sexo (1. Mujer. 6. Hombre)

FUENTE: Conacyt, encuesta “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales”, financiada por SEP/SEB/Conacyt/ 145941/2009 (Conacyt-145941).

que arriban a México procedentes de Estados Unidos, se consi­dera que los centros educativos son receptores y gene­ rado­res de estadísticas útiles para captar la circularidad migratoria transnacional y transfronteriza en complemento con la información generada por el INEGI, Conapo y Emif.

PERCEPCIÓN DEL ESTUDIO FRENTE A LA EMPLEABILIDAD EN EU

327

Tener más claridad sobre este fenómeno permitiría también un mejor diseño de políticas públicas de corte transna­ cional y transfronterizo, más allá de los límites regionales y territoriales de las escuelas, y emprender una política educativa transnacional. Esta percepción intrafronteriza es importante para diseñar programas educativos que integren las perspectivas educativas, metodológicas y pedagógicas de ambos “lados de la frontera”, con una lógica de integración educativa transfronteriza. Más allá de los límites del Estado-nación, es importante construir iniciativas de políticas públicas de corte intrafronterizo que tengan en cuenta el retorno de migrantes mexicanos y la llegada de los que “nunca se fueron”. Respecto a la integración y adaptación a las sociedades y ciudades fronterizas, si bien por un lado los menores migrantes cuentan con elementos culturales bastante similares, también es cierto que el contexto de inseguridad que se vive en estas zonas geográficas afecta sobremanera la capacidad de desarrollo de las relaciones sociales y la convivencia. En el mismo tema, es muy probable que esta percepción de inseguridad esté normando la opinión de muchos de los menores migrantes respecto a las decisiones en su futuro la­ boral; las expectativas, desafortunadamente, oscilan entre la incertidumbre y la inestabilidad, dado que a pesar de que un gran porcentaje de la muestra cree que emigrar a Estados Unidos no es garantía de empleo, aun así, una gran mayoría desea irse a trabajar a ese país y apenas un porcentaje menor manifestó sus deseos de quedarse a estudiar en México hasta obtener una licenciatura y no emigrar a Estados Unidos. A propósito de lo anterior, la investigación también re­ fleja una deficiente adaptación al sistema escolar, dado que una canti­dad mayoritaria de alumnos manifestaron percibir el ambien­te escolar como no propicio para el desarrollo del conocimiento; tampoco perciben una buena didáctica en sus profesores, lo que aunado a las constantes peleas dentro de la institución educativa, dificulta en ellos la comprensión de los contenidos educativos.

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Por otro lado, el sistema educativo mexicano ha limitado sus acciones al establecimiento de acuerdos para facilitar los trámites burocráticos que permitan la inscripción pero no necesariamente la integración a los planteles y al sistema educativo, pues no existen diseños curriculares alternos para esta población significativa de menores migrantes, tampoco existe alguna capacitación docente específica que permita al magisterio adecuarse a sus características, condiciones y necesidades. En conclusión, los datos revelados por el estudio “Retos y perspectivas de política educativa incluyente en familias trasnacionales” permiten identificar una débil integración por parte de los menores migrantes, tanto al medio social y cultural como al sistema educativo en México. Las pobres expectativas de desarrollo que la población estudiada percibe en caso de quedarse a vivir en esta región determinan también una alta propensión a emigrar a Estados Unidos, con la consecuente incentivación que da continuidad a la fa­ milia trasnacional. BIBLIOGRAFÍA Anguiano Téllez, María Eugenia (2005), “Cross-Border Interactions: Population and Labor Market in Tijuana”, en Richard Kiy y Christopher Woodruff (eds.), The Ties That Bind Us. Mexican Migrants in San Diego County, San Diego, Center for U.S.-Mexican Studies at the Universi­ ty of California. Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados (2012), Early Results Demonstrate Electoral Clout of Latino Voters, disponible en , consultado el 12 de marzo de 2014. Cervantes, Sandra (2011), “Garitas saturadas arrojan pérdidas millonarias”, en El Economista, 24 de junio, disponible en , consultado el 15 de mayo de 2015. Child Trens Data Bank (2013), Fertility and Birth Rates, disponible en , consultado el 25 mayo de 2015. City Data (2013), Crime Rate –Several Cities– 2012, disponi­ ble en , consultado el 22 de marzo de 2014. Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal, Asociación Civil (2013), Las 50 ciudades más vio­ lentas del mundo en 2012, disponible en , consultado el 12 de mayo de 2013. Consejo Nacional de la Población (Conapo) (2010), Intensidad migratoria a nivel estatal y municipal, disponible en , consultado el 5 de junio de 2015. El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) (2012), “Encuesta sobre Migración en la Frontera Norte de México. Resul­ tados 2012”, disponible en , consultado el 25 de octubre de 2015. Escala Rabadán, Luis y Germán Vega Briones (2005), “Living and Working as Cross-Border Commuters in the Tijuana-San Diego Region”, en Richard Kiy y Christopher Woo­ druff (eds.), The Ties That Bind Us. Mexican Migrants in San Diego County, San Diego, Center for U.S.-Mexican Studies-UCSD. Galindo, Carlos (2009), Nosotros no cruzamos la frontera: los hijos estadounidenses de los migrantes mexicanos, México, Conapo. Griego Jones, Toni (2013), “Migrantes mexicanos en las aulas del otro lado”, en Gustavo Córdova, Justin Dutram, Blan­ ca Lara y José G. Rodríguez (coords.), Desarrollo humano

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J.G. RODRÍGUEZ GUTIÉRREZ, V.H. RENTERÍA, D. ROCHA ROMERO

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MIGRACIÓN INTERNA Y DE RETORNO HACIA TIJUANA: LA NECESIDAD DE PROGRAMAS Y POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA INSERCIÓN LABORAL

Ernesto Sánchez Sánchez

INTRODUCCIÓN México es el país del continente americano que expulsa más migrantes. En esta dinámica, también transitan y se reciben importantes flujos migratorios de América Central y de Asia. Sin embargo, el fenómeno migratorio es un tema que impac­ ta en la sociedad mexicana no sólo por su dinamismo y sus repercusiones en los lugares de origen y destino, sino también porque las condiciones que generan este dinamismo si­guen presentes, y en algunas regiones se acentúan cada vez más, es decir, en condiciones sociales y laborales que muestran diversos grados de precarización, vulnerabilidad y flexibilidad laboral. Migrar a Estados Unidos es una de las alternativas más llamativas, sin embargo, para algunos investigadores la frontera norte fue una de las alternativas que buscaron algunos migrantes mexicanos. El análisis de la frontera norte de México siempre ha sido objeto de diversas líneas de investigación, entre ellas cuestiones comerciales, geográficas, geopolíticas y culturales, y su complejidad radi­ ca en la extraordinaria dialéctica en la que está inmersa: una región cambiante y dependiente con sujetos con perfiles * Una parte de esta investigación se debatió a partir de las trayectorias laborales y redes sociales, e inserción e identidad laboral, en la Quinta Con­ ferencia Binacional de Migración, Mexicali, 2014.

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sociodemográficos heterogéneos. En el tema de este capítu­ lo se incluye el análisis de las condiciones laborales de migrantes, principalmente del noroeste de México hacia la ciudad fronteriza de Tijuana, Baja California. Asimismo, resalta la ín­ fima movilidad social del migrante a partir de su condición laboral, que no sólo conlleva una deslocalización que aparece también como un desplazamiento e inserción en mercados y nichos laborales, sino que también se entretejen ac­ciones propias de una movilidad circular entre idas y venidas, entra­ das y deportaciones; en otras palabras, el migrante se mueve en mundos de trabajo diversos. A partir de una serie de entrevistas observamos que el migrante, interno o de retorno, está ubicado en el desempleo, el subempleo, el autoempleo y la precarización, así como en una doble inexistencia: 1) de organización y representación de grupos migrantes ante sus condiciones de vulnerabilidad laboral y 2) de programas y políticas pública, sociales y eco­ nómicas. El trabajo de campo se realizó en la ciudad de Ti­juana en octubre de 2012, mayo y septiembre de 2013 y febrero de 2014. Los entrevistados fueron migrantes sinaloenses, tan­to empleados como desempleados. Se hicieron 14 entre­vistas a profundidad. A pesar de que no lo delimitamos, el origen rural o urbano fue muy importante, ya que permitió distinguir en las trayectorias laborales la ruptura y/o continui­dad en la que está inmerso, y así poder comparar la movilidad so­­cial de estos migrantes. TIJUANA COMO IMÁN Y ENCLAUSTRAMIENTO DE MIGRANTES

Lo que caracteriza a la frontera norte de México es su dimensión internacional, en la cual hay una intensa interacción binacional de carácter económico, social y cultural; es importante señalar que el factor económico se refleja en la estructura ocupacional de la frontera, la cual se mueve en una

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gradual integración de la economía entre diversas ciudades fronterizas, que entre otras características poseen un impor­ tante dinamismo demográfico, altos grados de migración y un alto índice de urbanización (Cruz, 1990). Estos elementos, con diferentes intensidades, los posee Tijuana. El municipio de Tijuana es el de mayor población en el estado de Baja California, el cual presenta un comportamien­ to demográfico muy dinámico, ya que también es el munici­ pio con el mayor número de habitantes migrantes en México (López, 2009). Esta ciudad se caracteriza por ser un lugar de llegada, tránsito y destino para la migración laboral. De acuer­ do con datos del municipio (2013), se estima que diariamente cruzan por esta frontera 25 mil personas por la vía peatonal. Si se le suman las personas que transitan usando algún me­ dio de transporte, son cerca de 35 millones al año. Por la po­si­ ción geográfica, su condición fronteriza extremadamente dinámica, con una fuerte dependencia de Estados Unidos, la región funciona como un núcleo comercial y de servicios, y como un sector industrial sustentado en maquiladoras. Algunos datos demográficos sobresalientes coinciden en que más de la mitad de los residentes nació en otra enti­ dad del país o en el extranjero (INEGI, 2000, 2010). Cerca de 32% de la población proviene de cinco estados de la República; el estado que mayor proporción tiene es Sinaloa, con 9%, seguido de Jalisco con 7.8%, Distrito Federal con 4.5%, Mi­choacán con 6%; el vecino estado de Sonora representa cuatro por ciento (López, 2009; INEGI, 2013). En el escenario económico, Tijuana se ha desenvuelto en una condición fluctuante y vulnerable entre prosperidad y crisis. A finales de los años setenta el impacto de la crisis económica, que se prolongaría recurrentemente entre devaluaciones, deuda e inestabilidades financieras, generó una mayor atracción de migrantes, lo que formó un fuerte imán y potencializó un crecimiento demográfico explosivo; además, la vecindad con Estados Unidos garantizaba otra opción para continuar la migración hacia el norte. Sin embargo, los

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costos que se fueron acumulando debido a la inestabilidad eco­ nómica, ya no sólo de México sino también de Estados Unidos, crearon un espacio de vulnerabilidad desde finales del siglo XX; las numerosas oportunidades de empleo en esta zona fronteriza, aunado a la dependiente integración con los mercados internacionales, y por su localización estratégica con Estados Unidos, han sido un importante atractivo para mi­ grantes de todo el país; sin embargo, por esta misma vinculación y dependencia, el mercado laboral formal de Tijuana reflejó su inestabilidad ante la crisis económica mundial, que se profundizó con la crisis estadounidense de 2008, rom­ piendo las expectativas de bienestar y movilidad social de la población migrante (Coubès y Silva, 2009). Uno de los espacios laborales más afectados y que se con­ sidera el principal nicho de migrantes en Tijuana y Ciudad Juárez fue el sector maquilador; la crisis ocasionó el cierre de empresas maquiladoras y la reducción de empleos o de ho­ ras de trabajo para abaratar costos de producción. Así pues, este sector empezó a perder empleos: en términos absolutos fueron alrededor de siete mil empleos menos que en 2007 y en 2009 alrededor de dos mil (Coubès y Silva, 2009). Esto hizo que los trabajadores, en su mayoría migrantes, re­cu­ rrieran al subempleo o a la informalidad, propiciando un escenario de riesgo, vulnerabilidad y explotación. Tijuana ha consolidado su desarrollo gracias a la migración; como zona fronteriza, es un lugar que sirve de puente pero también de destino temporal o permanente; así pues, la fuerza de traba­ jo que llega y se establece, aunque sea temporalmente, forma parte de una reestructuración cotidiana en los mercados de trabajo (Sánchez, 2014, 2015).1 Como bien señala Coubès (2001:192), a inicios del siglo XXI el comportamiento de esta ciudad fronteriza le daba, al mismo tiempo, un matiz de dinamismo y decadencia en su  Coubès y Silva (2009) señalan que a finales de la década del siglo la población económicamente activa (PEA) estaba compuesta en 71% por migrantes, con la característica de estar en trabajos de menor calidad. 1

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mercado laboral, junto con otros elementos que reflejaban su condición de inestabilidad, como el desarrollo del crimen organizado. A partir de esto, Solís (2009) muestra que Tijuana dejó de ser un imán para miles de migrantes, ya que desde la década de los noventa un conjunto de factores tales como la precariedad del empleo, las condiciones de trabajo, la apertura del trabajo y la capacidad de absorción laboral rodeada de flexibilidad, outsourcing y la rotación de personal se convirtieron en parte del paisaje cotidiano en el mercado laboral fronterizo. Podemos constatar este escenario a través de un trabajo de campo que se realizó en esta zona fronteriza entre 2012 y 2014, en el cual se retomaron las trayectorias laborales identificadas como los itinerarios de los trabajadores a lo lar­ ­go de su vida laboral, en lugares de origen y destino, así como los pasos entre tipos de empleo diferentes; con esto pudimos ver si son fre­cuentes o inexistentes y así demostrar seg­ mentación o continuidad y ruptura entre estos diferentes sectores de empleo, para así demostrar la precariedad, riesgo y destrucción en la relaciones laborales (Sánchez, 2014, 2015). CAMBIOS PRODUCTIVOS Y EFECTOS EN LOS MERCADOS DE TRABAJO EN TIJUANA Queremos partir de señalar que la globalización reestructuró, en conjunción con el modelo neoliberal, las formas del trabajo, y que influyó de manera decisiva en el proceso mi­ gratorio no sólo en materia laboral, sino también en cuestiones sociales, políticas y territoriales. Aceptamos que la globalización consiste en una mayor interdependencia de las economías nacionales plenamente interconectadas, pero también se inscribe como un fenómeno complejo en el que el sistema capitalista implementa medidas para dar respuesta a la caída tendencial de la tasa de ganancia iniciada

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desde la déca­da de los setenta. Esto es la expresión de un fenómeno mundial que indica la falta de dinamismo en el crecimiento de la productividad (Garavito, 2013). De tal forma, se comprende que la globalización no es un proceso homogéneo y lineal. Desde la perspectiva de Garavito (2013): La globalización es un proceso de valorización del capital que mediante la extensión de las condiciones capitalistas de producción y el libre comercio, trasciende las fronteras […] dicho proceso se da en torno a la revolución tecnológica de la in­ formática y, a nivel de las fracciones del capital, en torno al capital financiero que se ha convertido en el dominante.

Es pertinente, entonces, relacionar esta conceptualización con los objetivos del neoliberalismo que continúan modificando los derechos de las personas, especialmente en el mundo laboral, al normar desde una posición economi­ cista y clásica los lineamientos relacionados con el mercado de trabajo únicamente bajo la noción de oferta y demanda laboral de manera mecánica (Añez, 2009). Así pues, la conjunción de las condiciones de los trabajadores migrantes en el desarrollo del modelo neoliberal conforma el marco econó­ mico e institucional en que se funda la realización del nuevo esquema productivo, pero trastoca, más allá de lo económico, las relaciones políticas, sociales y culturales. De igual for­ ma, la disminución del Estado, y por ende el desdén hacia programas o políticas de corte social, muestra un fracaso en garantizar las condiciones y demandas populares básicas de todo ciudadano, más allá del ámbito laboral: no se alienta el empleo mejor remunerado ni las garantías que disminuyan los riesgos de permanencia y continuación laboral (Ibarra, 2005). Es importante retomar esta concepción de neoliberalismo como proyecto económico político y cultural porque señala como ajeno al Estado; sin embargo creemos que es parte de él, ya que a través de la desprotección de la fuerza

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de trabajo, como la de los migrantes, configura una nuda vida en la que se niegan las condiciones esenciales en el quehacer cotidiano no sólo como ciudadano sino como trabajador, que se muestran en la rupturas de las trayectorias laborales que reflejan vulnerabilidad dentro del ejército industrial de reserva (Carreras, 2009:20). Así pues, los trabajadores, y el caso fronterizo lo ejemplifica, pueden transitar de un seg­ mento a otro o en sentido progresivo o regresivo. De allí que ubiquemos a los trabajadores migrantes como latentes; estar dentro de una demanda y oferta laboral cambiante y vulnerable los hace convivir en el riesgo y la exclusión.2 Aquí cabe mencionar lo que sostiene Robert Castel (2003) sobre la confluencia de metrópolis industriales en las que la alta tecnificación convive con producciones ar­te­ sanales o semiartesanales y aparecen trabajadores desliga­ dos de las formas tradicionales de organización productiva y laboral, lo que en algunos casos genera exclusión o paupe­ris­ mo y conduce a formas atípicas de organización del trabajo. Si nos ubicamos en esta parte de la región fronteriza de México, Tijuana es un imán de migrantes, ciudad de tránsito de migrantes internacionales y región vecinal con el sur de California, Estados Unidos. Pareciera que estamos ante lo que Saskia Sassen (1994) denomina global-city-regions co­mo las principales dinamizadoras de los flujos migratorios labo­ rales, donde la inserción de trabajadores migrantes es utili­ zada como mano de obra intensiva y la flexibilidad abarata los costos laborales de las principales industrias del sector for­ mal e informal; además, conduce a nichos propios que se co­ nocen como subeconomías de barrio, conformadas como un conjunto de actividades destinadas a satisfacer la demanda de bienes y servicios de los trabajadores migrantes. 2  Retomamos el concepto de exclusión social como aquella acción con efecto simultáneo de impedir la participación de personas en aspectos considerados como necesarios y útiles de la vida colectiva, llevando a una ruptura de lazos recíprocos entre individuos y una colectividad (Sulmont, 1995:74).

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En este escenario, los trabajadores migrantes están irregularmente empleados o subempleados y posteriormente pasan, de forma recurrente, a ser parte del ejército industrial de reserva a través de la flexibilización laboral; así pues, es­tán obligados a trabajar dentro de los mercados urbanos o rura­ les de manera informal o migran a otro lugar, reproduciendo esas mismas condiciones. Podríamos suponer que a esto se refiere David Harvey (2007) cuando habla de acumulación por desposesión, es decir, el trabajador pierde autonomía, el poder de decisión de ubicarse laboralmente en lo que debería hacer. Es aquí donde ubicamos el tipo de trayectorias laborales que construyen los trabajadores, donde pareciera que hay un rompimiento, pero en realidad continúan reprodu­ ciendo desigualdades, exclusión, explotación, desposesión y polarización. Lo anterior representa la pérdida no sólo de derechos individuales, sino de una colectividad que enmarca a los trabajadores, aprovechando el debilitamiento y control de las organizaciones gremiales. Esto ha originado un régimen de regulación flexibilizado donde el sello distin­tivo son los trabajos atípicos, altamente flexibles e inseguros, y la de­saparición de la vieja regulación proteccionista del trabajador, que si bien no estaba en las mejores condiciones, al menos era estable. REDES SOCIALES, CONTINUIDAD EN LAS CONDICIONES LABORALES DE LOS MIGRANTES

Las relaciones familiares y sociales juegan un papel nodal para el caso de los migrantes sinaloenses hacia Tijuana. Si bien podría entenderse que la frontera sólo se limita al pro­ ceso del tránsito, observamos que es un lugar de destino permanente para muchos migrantes y marca la trayectoria laboral de las personas (Recio et al., 2006; Sánchez, 2014). A pesar de que el proceso migratorio a escala mundial se ha conformado de manera heterogénea al integrarse nuevos

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actores y nuevos destinos, en México la migración interna, principalmente hacia la frontera norte, cobró una dinámica fluctuante a la par de los nuevos escenarios de reconfiguración productiva y crisis económica. Aragonés (2000) señala que los flujos migratorios dentro del proceso de globalización entraron en una nueva faceta, riesgosa y cambiante, debido a la tendencia hacia la reabsorción del proceso productivo. En este sentido, la reestructuración productiva con nuevas transformaciones tecnológicas y organizacionales aplicadas a nuevos procesos de trabajo afecta la composición del mercado laboral fronterizo y modificó la inserción de la ma­ no de obra. Basados en esta situación, Márquez, Delgado y Pérez (2006) y Delgado y Márquez (2013) señalan que el fe­ nó­meno migratorio a partir de la internacionalización del capital se volvió cada vez más complejo y se acentuó con el mo­delo neoliberal, modificando la geografía migratoria así co­mo los patrones migratorios internacionales e intrarregionales, reconfigurando el mapa migratorio. Todo esto se adecuó perfectamente a una nueva y compleja división del trabajo en la cual el trabajador, no sólo el migrante, conformó nichos de trabajo, por un lado, conforme su condición étnica o racial y, por otro, como fuerza de trabajo barata y flexible. Es un hecho determinante que el factor laboral tiene un papel dinamizador en los flujos migratorios. El binomio mi­ gración y trabajo recrea una región que a través de décadas identifica a los sinaloenses como el principal grupo migratorio en Tijuana. Esta dinámica refleja las exitosas redes que funcionan para poder insertar a los migrantes, a pesar de que no necesariamente mejoren radicalmente condiciones de vida, ya que siguen en condiciones de trabajadores mal pagados, precarios y sin prestaciones laborales (Sánchez, 2014). En el panorama migratorio mexicano contemporáneo se observa que el estrato intermedio de intensidad migratoria lo componen ocho entidades federativas que han conformado intensas redes sociales hacia estados específicos.

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En 2010 el Consejo Nacional de Población (Conapo, 2010 [2012]) registró que cerca de 18 mil sinaloenses habían salido del estado hacia la frontera norte, principalmente por motivos laborales y de reunificación familiar. Esta migración tiene su mayor auge a partir de la década de los noventa, por lo que en dos décadas conformó el principal flujo migratorio radicado en Tijuana. En este escenario las redes migratorias funcionan, con diferentes intensidades y resultados, dentro de este proceso migratorio. Las redes de relaciones sociales han permitido no sólo insertar laboralmente al migrante, sino también ubicarlo residencialmente. Lo que percibimos, para nuestro caso de estudio, es que estas redes generaron un enclaustra­ miento de la fuerza de trabajo en la que se sólo se garantiza el acceso a trabajos con baja remuneración y mínimos requi­ sitos de educación. Es decir, la puesta en marcha del sistema de flexibilidad en la producción no permitió optimizar las jornadas de trabajo, sino insertarse en diversos trabajos que consolidan su condición de exclusión, lo cual impide planificar su trayectoria laboral y sus propias vidas (Martínez de Ita, 2006:27). En otro momento creíamos que esta situación afectaba la condición de identidad laboral; sin embargo, hoy nos su­ mamos a la consideración de que sí hay una identidad que es compartida como trabajadores en un nuevo esquema de las relaciones laborales, en algunos caso como trabajadores atípicos en donde, por ejemplo, la calle, la familia o el cliente intervienen y generan una sinergia en la forma organizativa del trabajador. Asimismo, las redes pasan a suplir delimitada­ mente la eficacia de programas o políticas de empleo. Portes (1998) señalaba que las relaciones de redes sociales y familiares se usan para alojar a recién llegados, tener acceso a un empleo o subempleo de manera más rápida y mejo­rar sus ingresos en comparación con los anteriores. Y por ello el trabajador no llega a obtener el empleo óptimo para él, só­lo obtiene el empleo posible; esto es, aquel que es accesible a sus redes familiares y sociales, de las cuales él participa.

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Así pues, la incorporación laboral no garantiza una mejora en las condiciones de los trabajadores migrantes, ya que su inserción puede ocurrir en la economía informal; esto in­ cide de manera riesgosa en las condiciones laborales y sala­ riales al limitar las condiciones de una movilidad laboral y social que garantice mejores niveles de vida. De esta manera, la dinámica que generan las redes sociales permite apreciar cómo los grupos o las comunidades enfrentan una necesidad y resuelven problemas a través de sus relacio­nes familiares y sociales, no exclusivamente para el caso sina­ loense, mediante formas de organización y representación institucional. Indudablemente, en este tipo de relaciones se gestan prácticas de reconocimiento de identidades, códi­ gos y habilidades que, en algunos casos, permiten dinamizar más un mercado o nicho laboral específico que sustituye los programas, estrategias o políticas que el gobierno o las instituciones gremiales pueden gestionar como fuerza motriz en la colocación laboral de los trabajadores migrantes (Dabas, 2003:5). A partir no sólo de las redes sociales, sino también de las condiciones de trabajo analizadas en las trayectorias la­ borales, observaremos cómo los trabajadores se mueven entre la flexibilidad y la vulnerabilidad. Estas identidades flexibles son una característica de los mundos laborales en la frontera. Entonces, la flexibilidad va más allá de las conceptualizaciones de carácter organizacional del sistema pro­ ductivo e influye en la significación que los trabajadores le otorgan al trabajo y a su territorio (Solís, 2009:41). Las discon­tinuidades o rupturas en los proyectos biográficos laborales de migrantes sinaloenses reconfiguran su exclusión social. También es preciso entrelazar, a partir del peso de las relaciones sociales, las formas inoperantes de las organizaciones que de manera formal se han creado en torno al origen de los migrantes, y que, a diferencia de otras como las de ori­gen indígena, no tienen la utilidad o el respaldo de los mi­ grantes.

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Con los siguientes testimonios presentamos este panorama diverso: Gracias a mi tía pude encontrar trabajo. Primero fue en una tienda en el centro de la ciudad, después me fui a trabajar en una papelería, que también era de una conocida de mis tíos; pagan lo mínimo o hasta menos, no hay seguro social, las va­ caciones pues son cuando los dueños deciden; después estuve en una maquiladora, pero fueron como dos meses, la verdad estaba muy lejos y no se gana bien, ya lo que uno quie­re es un trabajo donde vaya haciendo antigüedad y aplicando para prestaciones sociales, de salud y vivienda, pero si uno consigue un trabajo, luego te dicen que te van a des­ contar para pagar el seguro social. Allá en Sinaloa no encontraba trabajo, o encontraba los mismos que acá. A lo mejor la paga es mayor aquí, pero también es más caro todo. Dicen que hay asociaciones de migrantes que viven aquí pero no, nunca me he acercado, nada más piden dinero (Carolina, 30 años, Culiacán, octubre de 2012). En Sinaloa trabajaba en un empaque de tomate, o me iba a trabajar haciendo pan, eran trabajos de campo; cuando llegué a Tijuana mi hermano me acomodó en un negocio en el mercado de artesanía, después me puse a estudiar para técnico en refrigeración y no encontré un buen trabajo, encontraba en maquilas o negocios muy pequeños, ya después me metí a estudiar para policía y ya llevo cerca de ocho años, pues no se gana como uno quisiera pero tengo seguro social, ya saqué crédito para una casa. Yo creo que sí hace falta una asociación verdadera que vea por la gente, sé que hay una aso­ ciación de sinaloenses pero no ayudan en nada (Francisco, 40 años, Los Mochis, octubre de 2012). Yo era mecánico automotriz, me vine a finales de los noventa; mi tirada era Los Ángeles, California, pero nunca he po­ dido pasar, llegué y empecé en una maquila de artículos de aluminio, después me dijo un pariente de un trabajo y me fui a otra de plásticos, y después cerraron y anduve desempleado, no sabes con quién recurrir, ni a bolsas de trabajo del

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gobierno ni la organización de migrantes sinaloenses, hasta que un amigo de mi papá me dio chance pintando casas o remozando paredes, como medio año, después de que junté un dinero compré placas para un taxi, y aparte hago trabajos de mantenimiento, pintura y plomería, fíjese, trabajando por mi cuenta me pude registrar en el IMSS, en los otros no tenía seguro social, sindicato, nada (Francisco, Culiacán, 52 años, octubre de 2012). Saliendo de la prepa me puse a trabajar en una empresa de aire acondicionado, estudié la carrera técnica de refrigeración. Mi tío me dijo que en Tijuana me iba a ir mejor y me vine; entré a una empresa de mantenimiento industrial y me iba bien, pero después hicieron recorte de personal y fui a otra empresa de embobinados de un conocido de mis papás, sólo estuve como medio año, después me fui a trabajar en un taller eléctrico para autos que era de mis primos, allí es­ ­tuve como dos años, después me independicé y pues más o menos estuvo bien, pero allí por el 2006-2007 se puso medio crítico y me fui a trabajar a Los Ángeles, sin papeles, estuve en la construcción con mi hermano, como un año, ni lo del pollero pude sacar pues me sacaron y para atrás, de nuevo en Tijuana. Aquí hay que recurrir a tus conocidos, amigos o familiares, ellos saben dónde colocarte, no creo en las organi­ zaciones de migrantes, sólo son para sacar billete o ir a fies­ tas, mucho menos en el gobierno con sus apoyos que nunca llegan (Arturo, 38 años, Mazatlán, mayo de 2013). Soy de la sierra de Sinaloa, de origen rural. He trabajado en el campo casi toda mi vida; sembrábamos tomate, frijol, maíz. Un hermano se fue para California a trabajar y después lo devolvieron, se quedó en Tijuana, no encontraba trabajo por ningún lado y pues unos tíos después lo acomodaron, ya tiene como cinco años; me dijo que me vinera con él y que si juntábamos unos ahorros pues podíamos pasar a Estados Unidos. Y así fue como llegué, mi primer trabajo fue en una ma­ quila, te pagan lo mínimo, desde que llegué, he trabajado en tres maquilas; de ropa, de muebles, autopartes; antes decían que pagaban más o menos, ahora pagan muy poco, por arriba del

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salario mínimo, no hay prestaciones, no hay sindicato, en dos de ellas nunca me dieron de alta en el Seguro Social, tam­ bién he trabajado en restaurante, también ganaba lo mínimo, no hay sindicato. La verdad está difícil, tanto en el campo como aquí en la ciudad; no hay apoyos para sembrar, aparte se vende muy barato la cosecha y pues aquí uno sin estu­ dios, sin experiencia, pues puro trabajo en donde lo explotan. No hay organizaciones, según hay grupos de sinaloenses, pero no hay nada de ayuda o son para puras fiestas, según hay bol­ sas de trabajo del gobierno pero no funcionan, aquí hay que recurrir a la familia para que coloque o te diga dónde aplicar para un trabajo (Carlos, 36 años, Mocorito, septiembre de 2013). Cuando llegué según me iban a conseguir trabajo en una tien­ da y mejor me colocaron en una maquila de muebles, creo que era para la empresa Shelter, allí duré como medio año y después me fui a otra maquila también de muebles, ahora trabajo en un restaurante propiedad de un compadre de mi tío. En su trabajo, no tiene prestaciones ni sindicato; su con­tra­ tación fue de manera verbal. [Antonio es, además, músico y toca en una banda por la noche, varios de los miembros son de su mismo grupo de trabajo]; aquí [en el restaurante] en­ tra­mos de 12 pm a ocho o nueve de la noche, y de allí nos ja­­ lamos para el centro, y pues a veces en la madrugada nos de­s­­ocupamos, y a veces de plano no sale nada (Antonio, 45 años, Guamúchil, septiembre de 2013). Allá en el rancho hacíamos pan, coricos [galletas] y quesos. Cuando llegué a Tijuana en el 2002 empecé en un restauran­ te, mi hermana me consiguió ese trabajo, después mi cuñado me prestaba por horas su taxi, no todos los días. Después de que me salí del restaurante, pusimos, con mi hermana, una carreta de tacos, pero no pegó y vi en el periódico de un pues­ to de seguridad y me fui a trabajar de vigilante para un com­ pañía de seguridad, allí duré como cinco meses, después me fui a trabajar a unos abarrotes de unos amigos de mi esposa. He dejado papeles en las oficinas de gobierno o en la ferias del empleo pero nunca he agarrado nada, aparte a los de Sinaloa siempre los ven como delincuentes, si no es por los conocidos

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pues uno agarraría cualquier cosa (Arnoldo, 40 años, Mocori­ to, febrero de 2014). Allá en Sinaloa era estilista, después empecé a vender ro­ pa, y ya que mi esposo me dijo que era mejor venirnos a Ti­juana, no le voy a decir que estoy mejor pero creo que trabajo sobra aquí, pero es un trabajo que son de poca duración, eventual, como en las maquilas, aquí primero me puse a vender comida, pedí un apoyo al gobierno para poner un negocio y nunca me dieron nada, mejor pusimos unos abarrotes, no le digo que es un supernegocio porque la ventas no son parejas, a veces que vendes bien y a veces muy poco. Mis cuñados, que ya tienen mucho tiempo aquí es los que nos han ayudado, a mi esposo le consiguieron trabajo de mecánico y pues nos ayudamos entre nosotros (Miriam, 36 años, Culiacán, febrero de 2014).

Lo que define a estos trabajadores, por un lado, es su inserción en el subempleo, en el que la flexibilidad laboral hace que las identidades laborales cambien o intercalen actividades dentro del sector industrial y de servicios, entre lo formal y lo informal; en algunos casos son migrantes re­ tornados de Estados Unidos que temporalmente buscan, con el apoyo de sus redes, regresar al otro lado de la frontera; también se insertan en trabajos de baja calidad. Por otro lado, se busca el auspicio de organizaciones civiles y políticas sociales o públicas que faciliten su inserción. La ruptura en los proyectos biográficos laborales reconfigura la exclusión o la inclusión social del migrante (Sánchez, 2015). Esto consolida la categoría de Macip (2009) en cuanto al trabajo y el individuo, y que no sólo atañe a sus vi­das como trabajadores sino que se configuran como sujetos neoliberales que tienen como característica el desplazamiento continuo entre diversos segmentos de los mercados de traba­ jo. Esto último es resultado de los ciclos económicos de as­­ cen­so y descenso en la demanda laboral de la fuerza de trabajo asalariado, que requiere una mayor flexibilidad de la fuerza

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de trabajo, por lo que se insertan en segmentos informales que al fin de cuentas reflejan explotación y exclusión en su vida cotidiana. Una exclusión que se ubica dentro de las re­ laciones sociales de producción y formas específicas de explotación (Macip, 2009:13). POLÍTICAS PÚBLICAS Y ORGANIZACIÓN MIGRATORIA INTERNA: UN ASUNTO PENDIENTE

No se trata aquí de profundizar y debatir sobre el papel del Estado y las organizaciones gremiales, colectivas o étnicas ante la situación laboral del migrante, sin embargo nos gustaría poner en discusión la necesidad de la organización del migrante interno, más allá de su condición de ciudadano con derechos vinculados a claras reivindicaciones de sus condi­ ciones laborales. Lo que queremos resaltar es la necesidad de generar espacios de discusión y gestión que les permitan involucrarse en políticas públicas o programas sociales y así, a través de la participación social, mejorar sus condicio­nes sociales y laborales. La configuración de las nuevas relaciones de producción, así como el papel pasivo del Estado ante la ciudadanía, reflejó el fracaso en garantizar las condiciones y demandas populares básicas, más allá del ámbito laboral; no se alentó el empleo mejor remunerado y se ahondó la inequidad distributiva (Ibarra, 2005). Esto de acuerdo con el corolario de que el neoliberalismo, como modelo económico y político, se considera ajeno al Estado; sin embargo es parte de él, es decir, crea y garantiza los escenarios hostiles hacia la ma­no de obra, entre ellos la de los migrantes. Es en este sentido, queremos rescatar la figura del Esta­do y la necesidad de su intervención en programas o polí­ti­cas públicas y sociales en el ámbito laboral, es decir, la fuerza de trabajo, no sólo la de los migrantes internos que no cuentan con las condiciones de reconocimiento y protección del

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marco jurídico y reglamentario laboral, lo cual los hace vul­ nera­bles (González, 2004; Sánchez, 2015). Entonces, la crítica, entre otras tantas, puede centrarse en el papel central que juega el Estado de velar por las con­ diciones labores de sus ciudadanos trabajadores. Observamos la consolidación de la pérdida, no sólo de derechos individuales, sino de la gestión de colectividades o de organizaciones que involucran a los trabajadores. Y esto, ante la ausencia del Estado, facilita un régimen de regulación flexi­bilizado y sin espacios de negociación para los grupos gremiales. La condición de desempleo, subempleo y mala calidad del trabajo en la que se encuentran los trabajadores migrantes urbanos y rurales obliga a demandar al sector público la implementación o diseño de programas o políticas para la so­lu­­ción los problema laborales. Entre lo que se ha escrito so­bre este asunto, se discute si el Estado debe asumir po­ si­ciones solamente compensadoras o regulatorias mediante la política social o debería intervenir a través del diseño de la po­lítica económica con un rol más activo del bienestar, a fin de garantizar la creación de empleo de calidad y la re­duc­ ción del desempleo. Esto mediante tres aspectos de parti­ci­ pación estatal en el mercado laboral: a) la política laboral, b) la provisión estatal de bienes y servicios y c) la seguridad social (Oliva, 1999). Así, entrelazamos la cuestión laboral con el proceso migratorio según dos interrogantes: qué se ha hecho y cómo intervienen en la cuestión laboral en la diná­ mica migratoria interna en México. Si bien hay dos referentes históricos para ubicar la participación de Estado en el contexto migratorio laboral de ca­rácter internacional —el Programa Bracero (1942-1964) y el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales México-Canadá (1974 a la fecha)—, sólo nos centramos en el escenario nacional para señalar la vulnerabilidad del trabajador como ciudadano y como migrante interno. En la etapa con­temporánea, uno de los principales mecanismos de pro-

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tección al migrante es la implementación y renovación perma­ nente de tres principales programas: el Paisano, los Grupos Beta y el programa 3x1.3 No dudamos de algunas bondades, muy limitadas por cierto, de estos tres programas; sin embargo, en cuanto a programas dirigidos a migración inter­ na, algunos focalizados a flujos de migrantes indígenas, tienen poca operatividad y escasos resultados en la disminución de la exclusión y precarización. En este contexto, en el año 2011 el Instituto Nacional de Migración (INM) señalaba tex­tual­­ mente: “el énfasis de los objetivos y programas de políticas públicas en normas básicas de derechos humanos y protección a la vida han hecho de éstos un ejemplo de buenas prác­ti­ cas frente al reto de proteger y asistir a los migrantes”. Vale la pena rescatar cómo el término buenas prácticas es­tá asociado a iniciativas o proyectos operativos de políti­ca pública exitosos que contribuyen de manera sostenible e innovadora al alivio de un problema migratorio. Para el INM, los programas Paisano y Grupos Beta representan este tipo de proyectos sostenibles e innovadores que incorporan principios y objetivos que podrían beneficiar a más países y migrantes en diferentes contextos nacionales (INM, 2012). 3  El Programa Paisano se creó 1989 por el requerimiento de organizaciones civiles, religiosas y empresariales para eliminar los índices de mal­trato, extorsión y robo que sufren los mexicanos migrantes en su re­ greso, temporal o permanente, hacia sus comunidades de origen. En 1995 se crearon los Grupos Beta de protección a migrantes cuyo ob­jetivo priori­ta­ rio es proteger y garantizar los derechos humanos de los migrantes, no sólo mexicanos sino también de otras nacionalidades. Sus actividades se concentran en la atención de los migrantes en situaciones de riesgo ante el crimen organizado y otorgar información sobre los peligrosos de tránsito. El Programa 3x1 se creó como una política pública para administrar los recursos monetarios enviados por los migrantes hacia sus comunidades de origen a través de las remesas. Dicho programa funciona dentro de la categoría de programa social del gobierno fede­ral mexicano, y es una ini­ ciativa que parte específicamente de la sociedad civil organizada en clubes o federaciones en el extranjero, relacionada con el desarrollo regional y local (Lothar y López, 2011:20).

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A pesar de que a finales de la década de los años ochenta se formuló una serie de objetivos que hoy forman parte de la política pública en materia de migración —los cuales tenían como objetivo general contribuir al desarrollo nacional mediante una gestión migratoria sustentada en un marco legal que facilitara los flujos migratorios respeto a la dignidad humana, para garantizar la protección y defensa de los derechos humanos de los migrantes—, observamos que éstos quedaron plasmados sólo en el papel y bajo ciertos es­que­ mas legales y jurídicos. En la práctica, está política sólo es burocrática, administrativa y legislativa; se olvidan otros ele­ mentos que deben crearse y que están relacionados con la situación económica y, como afirma Arizpe (2004), se re­ quiere impulsar una nueva perspectiva sobre las políticas públicas que entrelacen las nuevas relaciones sociales entre instituciones y actores, no sólo concebirlo como un fenómeno jurídico legal o un factor administrativo, como se percibe en la Ley de Migración de 2013; es decir, es necesa­ rio un esquema que integre de manera coherente los diversos problemas de migración interna: desigualdad, pobreza, exclusión, reflejados en el desempleo y el subempleo, en la criminalidad y la violencia. Trabajadores migrantes internos y retornados: la necesidad de programas y políticas para su inclusión En 2010, cerca de 827 mil personas regresaron a México a causa de la crisis económica y de las políticas de corte policiaco y persecutorio por parte de Estados Unidos. Uno de los grandes problemas que se generó fue la inserción de tra­ bajadores mexicanos que retornaban a sus lugares de origen con proyecciones exponenciales de desempleo o subempleo. La reinserción laboral de los migrantes retornados, en su mayoría entre edades productivas de 30 a 45 años, se vuelve más complicada al pagar el costo de salir de manera forzada

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de la Unión Americana y, para algunos, entrar por primera vez al difícil mercado laboral mexicano. Muchos de ellos han perdido redes y vínculos y se ubican en trabajos por cuenta propia para conformar el grupo más heterogéneo y desfavorecido que, a pesar de tener un capital humano por arriba del promedio de algunos mexicanos, se encuentran en condiciones precarias e informales (Gandini, 2014). En este tenor, la reinserción social y laboral de los retornados a un espacio determinado puede contribuir a entender los efectos sobre dos factores: 1) la probabilidad de conseguir un empleo en el mercado de trabajo local, así como las formas como opera el capital social, el nivel educativo y, en general, las habilidades y destrezas adquiridas en la estan­ cia como trabajadores migrantes, y 2) sobre las relaciones familiares y personales, el proceso de reajuste a otra dinámica social en un escenario como el retorno que sin duda ha cambiado, aun cuando el migrante haya salido de ese mismo lugar. Es decir, en el lado inverso, el proceso migratorio tiene un proceso de readaptación o reincorporación, de ajuste de expectativas o de conflicto, generado por las movilida­ des humanas (Rivera, 2013:58). La lógica de reinserción y establecimiento, entonces, está mediada por la dinámica entre mercados de trabajo y modalidades de inserción y convivencia social, creadas a par­tir de la intersección de la experiencia vital e histórica de los migrantes en sus localidades y su relación con las prác­ti­cas sociales y/o comunitarias, sin perder de vista la necesidad de la participación gubernamental, independien­ te­mente de que sea municipal, estatal o federal, mediante el diseño de me­ca­­nismos, programas o políticas públicas que garanticen su inserción, reinserción o establecimiento no sólo en el ám­­bito de la cobertura en programas de búsqueda de empleo, sino también en las condiciones de acceso a la sa­ lud, la educación y a otros programas sociales (Rivera, 2013; Escobar, Lo­well y Martin, 2013). En este sentido, son necesa­ rias políticas integrales de estímulo y protección laboral o

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programas espe­cíficos orientados a la atención de la problemática del empleo (Gandini, 2014). Mediante la implementación de políticas públicas o programas sociales dirigidos a este segmento de la población podremos constatar que los trabajadores retornados son agentes sociales que se mueven entre las condiciones estructurales y las condiciones subjetivas/objetivas que se entretejen en la experiencia, algo que deben contemplar las estrategias de reinserción que tendrán efectos sobre las personas y los lugares (Rivera, 2013:57). La dinámica que se ha establecido entre el proceso mi­ gra­to­rio y la cotidianidad mexicana constituye un fenómeno social y cultural, en el cual están involucrados sentimientos de pertenencia, solidaridad y afiliación cultural de los migrantes hacia sus comunidades de origen y a sus familias; por ello, es pertinente establecer políticas sociales que consoliden formas de instituciones sociales para favorecer el desarrollo integral de los migrantes y sus comunidades (Ariz­ pe, 2004:23). Entonces, se trata de que el proceso migratorio realmente esté vinculado con políticas económicas y sociales y que se creen conexiones entre “contextos macro y las acciones y los programas micro, sectoriales o específicos, con el objetivo de: 1) aprovechar las migraciones para el desarrollo y 2) impulsar un desarrollo que conduzca a desactivar las pre­ siones migratorias (Lothar y López, 2011:42). Es decir, se busca conectar […] políticas migratorias específicas como las diseñadas para los migrantes radicados fuera del país, para los que retornan y para una mejor utilización de las remesas; y políticas dise­ñadas para toda la población que reflejen un desarrollo equilibrado y multidimensional de la sociedad (Lothar y Ló­ pez, 2011:43).

De esta forma, los grupos migrantes organizados o representados en federaciones o agrupaciones, en las cuales

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no todos están inscritos, deben tener representatividad real ante los procesos e instituciones económicas, y también ge­ nerar un debate informado sobre agentes y redes sociales que lo hagan efectivo y fortalezcan su representación; de igual forma, impulsar acciones de organizaciones de la sociedad civil en general, como consecuencia de la preca­rización y el subempleo que no sólo afectan al migrante, sino a todos trabajadores, e incorporar modelos de análisis de pluralismo cultural o de relación ciudadanía-sujetos socia­les (Arizpe, 2004:27). Un ejemplo comparativo que podemos señalar, ad­ virtiendo diferencias históricas y organizacionales, es el caso de los trabajadores jornaleros en San Quintín, Baja Ca­li­for­ nia, cuyas reivindicaciones de mejoras laborales y sociales se reflejan en la constitución de la Alianza de Or­ganizaciones Nacional, Estatal y Municipal por la Justicia Social, de la que no sólo se obtienen mejoras de ingresos sino también la implementación de programas de mejo­ramiento de vivienda, seguridad y salud. Todo ello a partir de la negociación, no siempre armónica, entre trabajadores, empresarios y gobierno. Por lo tanto, no es exagerado plantear la necesi­ dad de que la gestión y gobernabilidad en ma­teria migratoria tiene que contextualizarse en factores que no sólo ga­ranticen el tránsito seguro o se dependa de las re­mesas, sino además contemplar los factores sociales, políticos y culturales y, co­ mo lo plantea Aguilar (2004), buscar que la política sea real­mente pública con responsabilidades gu­bernamentales y civiles, con interés y utilidad pública, construida en interacción con el ciudadano; de ahí la pertinencia de que los ciudadanos (colectivos o agrupaciones, en este caso migrantes) reivindiquen sus derechos y libertades frente al poder público, a fin de incorporar el ciclo de la participación ciudadana información-consulta-delegación-control (Aguilar, 2004:49). Para finalizar, sostenemos que en materia migratoria el tema prioritario es el de las migraciones internacionales vincu­ lado al del desarrollo económico regional y local, y la garan-

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tía del respeto a los derechos humanos y la seguridad en el cruce; sin embargo, el tema de las colectividades migrantes internas, que se mueven de manera intrarregional dentro del propio país, y el de los retornados, es un elemento que está fuera de la agenda. Habría que notar cómo las trayectorias de los trabajadores fronterizos denotan una necesaria interrelación de elementos que señalan los desequilibrios estructurales de las comunidades, así como las condiciones y cambios en el sistema de producción y organización, que también revelan las condiciones vulnerables del trabajador, junto con la integración organizacional de los migrantes, pero con peso determinante en las redes familiares. Como lo señala Alba (2004), hay que establecer una ver­ dadera gobernanza migratoria que […] refleje una capacidad desarrollada por el Estado de implementar, monitorear y evaluar políticas públicas en coordinación con los interlocutores sociales y la sociedad civil para una adecuada gestión de las migraciones, que estimule la movilización para el apoyo a la adopción e implementación de las políticas migratorias de carácter laboral que involucran a los estados de origen y destino e interlocutores sociales como sindicatos, empresarios, migrantes laborales y sociedad civil (Alba, 2004:43).

CONCLUSIONES El análisis de los migrantes en la frontera norte de México representa un referente empírico para el análisis de las tra­ yectorias laborales a través de la inserción en los mercados de trabajo que son trastocados por la crisis en ambos lados de la frontera. La dinámica migratoria que se desarrolla en Ti­ juana le permite al trabajador migrante, ante la ausencia de un política pública o programas de inserción laboral, percibirse como un sujeto activo que utiliza sus redes familiares que hacen posible el arribo, alojamiento e inserción

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la­boral. Sin embargo, estas relaciones funcionan a partir de las condiciones económicas de la región, así como de los cambios en los procesos productivos y organizacionales, que conllevan a condiciones de vulnerabilidad para el migrante, estableciendo rupturas y continuidades en sus trayec­ torias laborales. Estos segmentos de biografía del trabajador muestran la heterogeneidad de los trabajadores migrantes fronterizos en los espacios donde se insertan de manera dis­ continua. Reflejan, además, la crisis del trabajo, segu­ridad laboral y desvinculación de los programas o estra­tegias institucionales de inserción laboral. Observamos que hay una ruptura ocupacional de la fuer­za de trabajo migrante, pero una continuidad en su condición social y laboral. Es decir, se emplean en trabajos que no sólo no corresponden a su formación en sus lugares de ori­gen, sino demás son trabajos de baja calidad y vulnerables, sin necesidad de experiencia y con riesgos en su permanen­cia. Asimismo, paradójicamente, siendo uno de los principales flujos migratorios en la frontera, sólo hay una mínima orga­ nización de migrantes sinaloenses que gestione o tenga peso como actor dentro de los programas sociales o en las políticas públicas, como sí lo tienen algunas organizaciones de migrantes indígenas proveniente del sur-sureste de México. No queremos darle un sentido puramente economicista al trinomio migración-trabajo-políticas públicas, creemos que en la práctica se ha limitado a la manera asistencialista entre las personas migrantes en territorio mexicano; es necesario que haya grupos o colectivos que intervengan en la formulación y aplicación de programas, estrategias o políticas que garanticen una mejor condición laboral. BIBLIOGRAFÍA Aguilar Villanueva, Luis F. (2004), “Las políticas públicas recientes: una mirada”, en Raúl Béjar Navarro (coord.),

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