Memorias De Leimiroth 1

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Memorias De Leimiroth 1

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Memorias de Leimiroth. Primera parte – Intercambio.

Escrito por: Hernán Raúl Larraule. Ilustrado por: Lydia Mª García Marín.

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Esta historia se la dedico a mi compañera de vida, Lydia, quien me apoyó tanto además de hacer las ilustraciones, darme ideas y ayudarme con la gramática. Sin ella esta historia probablemente nunca hubiese salido a la luz. También se lo agradezco a Lisandro, un buen amigo, por su aliento y sus opiniones. Además este libro está dedicado a todos aquellos que consiguen ver el mundo desde un punto de vista diferente. Desde el 25 de Junio del 2012 la versión electrónica de este libro pasó a ser gratuita. Se permite su libre distribución sin modificación alguna. Blog del libro: www.memoriasdeleimiroth.blogspot.com Allí hay noticias sobre el libro en si y futuras entregas. También hay un sitio para hacer una donación al autor mediante paypal. Toda ayuda es bienvenida.

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Índice Prólogo………………………………………………………………………………….6 El último día…………………………………………………………………………… 7 El despertar……………………………………………………………………………. 18 Una nueva vida………………………………………………………………………… 39 La captura……………………………………………………………………………… 68 Blog del libro: www.memoriasdeleimiroth.blogspot.com 1.2

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Prólogo.

Han pasado demasiadas cosas desde el último día que fui completamente humano y algunos detalles se me escapan. Pero una promesa es una promesa. Le prometí a un gran amigo que haría público en mi mundo original lo que me sucedió. Quizás a algún humano le haga reflexionar sobre lo que es realmente la vida. El poder verla por afuera de lo que la televisión, la radio o Internet muestran. Que existe toda una vida más allá de la acumulación de bienes materiales y que existen cosas que el dinero definitivamente no puede comprar. En particular, la experiencia, el amor y la comprensión. Otros solo verían una historia interesante. Y la verdad, eso también me alegraría. Siempre le tuve aversión a los llamados “Maestros iluminados”, aquellos seres de alta evolución los cuales hablan en un idioma el cual entienden solo aquellos que estén en el camino de la espiritualidad, dejando a la gran masa de gente en la ignorancia. También la gente regular tiene derecho a aprender y a pensar por su cuenta, en especial todo aquel que trabaja para vivir y para darle de comer a sus hijos. Aun cuando dicho trabajo implique el perjudicar y/o dañar a otro ser humano y/o la naturaleza. Así pues, daré inicio a mi relato. Ponte cómodo lector, para acompañarme en mi viaje.

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Capitulo 1: El último día. A lo lejos escuché ladridos de perros y gritos de personas. Me encontraba corriendo y alejándome de ellos escapando por un bosque bajo la luz de la tenue luna. Me estaban buscando y querían cazarme. Salté sobre un tronco, y fue un salto realmente alto. Al caer sentí un dolor tremendo en la espalda pero no era mi espalda en si… Era algo más allá de ella. Al mirar hacia el foco del dolor me encontré con un ala… ¿¿Mi ala?? Al estirar mi brazo descubrí que en vez de tener piel tenía escamas. Aunque estaba en la plena oscuridad de la noche creí ver que eran rojas. No tuve momento alguno para examinar mi brazo ya que se estaban acercando. Al pasar cerca de un árbol escuché un disparo que impactó demasiado cerca. Seguí corriendo y noté que mis pies se sentían diferentes, como si estuviese corriendo sobre la punta de mis dedos. Daba saltos tremendos. Finalmente me di cuenta de que estaba corriendo en dirección a un risco, pero la sensación que tenía no era que estaba acorralado sino que era de libertad. Si tan solo pudiese llegar… Cerca del risco di otro salto, pero esta vez algo impactó en mi espalda y caí al suelo. Lo último que recuerdo era que aparecieron unos hombres con atuendos de cazador. Tenían una enorme sonrisa en sus rostros y uno de ellos me dijo “Finalmente te atrapamos, fuiste una presa muy escurridiza, pero eres muy valioso. Ha valido la pena el esfuerzo”. En ese momento el despertador sonó y me desperté sobresaltado. Miré hacia los alrededores y me di cuenta de que aun estaba en mi cama. El despertador daba las 6:30 am. Apreté el botón de Snooze. La tenue luz de la mañana había empezado a colarse a través de las cortinas. Después de despejarme un poco me senté en la cama analizando lo que había ocurrido. Había tenido otro de esos extraños sueños. Últimamente sucedían más a menudo, en los cuales yo era un ser con alas y escamas… Era un dragón. En muchos de esos sueños me perseguían y en algunos me atrapaban. Sacudí mi cabeza y me llevé la mano a ella. Al alcanzar mi cara me di cuenta de que este en particular debió de ser más intenso de lo que pensaba, pues mi piel estaba fría y húmeda. Me incorporé y me dirigí a la ventana para abrirla y sentir el aire de la mañana. Si bien ver el amanecer para muchos puede ser agradable a mi no me gustaba el hecho de tener que verlo todos los días. Tenía que irme a dormir temprano para tener más o menos las suficientes horas de sueño. De todas maneras no había mucho que ver ya que las casas y los paredones me impidan ver cómo salía el sol. Asomé la cabeza para sentir una minima sensación de libertad. Aun no había nadie en la calle, solo silencio y el cantar de los pájaros. También extrañaba escuchar las “chicharras” en los cálidos días de verano. Cuando era chico decía que “un verano no es verano hasta que no se escuchan las chicharras”. Esto se sumaba a la lista de especies que casi han desaparecido de Buenos Aires, junto con las ranas y las luciérnagas. El despertador nuevamente sonó, me giré apesadumbrado y miré el reloj. Ya habían pasado quince minutos y si no me apuraba se me iba a hacer tarde para ir a trabajar. Hice lo de todos los días; me levanté para lavarme los dientes. Como siempre me miré en el espejo del baño, sin embargo lo extraño era que últimamente me costaba mas reconocerme en él. Observé mi cara, mi pelo, mi expresión… A mis veinticuatro años ya tenía algunas canas en mi pelo castaño. A veces me preguntaba “¿Cómo es que yo soy yo?” “¿Cómo es que realmente puedo sentir, ser y mover mis brazos?” Era frecuente que mis ideas vayan y vengan así como así (y más aun cuando había bebido) pero tenía que volver a la vida diaria. Rápidamente me cepillé los dientes y agarré algo de ropa. Solía vestir con ropa sencilla y cómoda. Prefería que fuese cómoda y normal, a que fuese bonita y de marca. Poco me importaba la marca y menos aún las apariencias. No era que fuese por ahí como un mendigo, sino que solo me limitaba a estar “presentable”. Esa vez había agarrado unos pantalones color azul marino, y una camisa del mismo color. Con el calzado me pasaba igual. Muchas veces me había imaginado caminando descalzo sin preocupaciones por la orilla del mar, o sintiendo la hierba fresca mis pies… Evocar esos recuerdos y lo bien que se sentía era muy agradable, pero allí no podía ser. Estaba en la ciudad y no hay lagos o algo parecido (los lagos de Palermo y la costanera del Riachuelo, ambos híper contaminados, no contaban para nada), ni tampoco hierba. En los parques sí,

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pero estaba el típico cartel de “No pisar el césped”… Al menos los pocos que aun tenían hierba, ya que la mayoría estaban cubiertas de cemento. Me acerqué a la cocina antes de salir, tomé algo de jugo de la heladera. Siempre me ha gustado la fruta. Si hubiese tenido más tiempo y dinero yo mismo la hubiese exprimido para hacerme un buen jugo… Pero últimamente gracias al tema de la inflación (aunque siempre pensé que los avaros productores recortaron la producción de frutas para mantener altos los precios), hacerlo con fruta natural saldría una fortuna. Siempre se pasaban la pelota entre el gobierno o los productores pero la realidad era que últimamente todo aumentaba. Y encima cuando protestaba a la gente me respondían con un “¿En que país vivís?”, “¡Todo aumenta!”, “Si lo querés lo comprás o sino lo dejás” Según ellos tenía que aceptar sin chistar el maldito sistema. Por eso tenía que conformarme con estos jugos deshidratados que raramente tenía idea de que demonios tenían. Se me ocurrió leer la etiqueta y me pregunté qué era realmente el ácido fólico, la maltodextrina, el beta caroteno y el citrato de sodio. El ciclamato de sodio, el aspartamo, el acesulfame-K, la sacarina sódica, y el fosfato tricálcico ¿¿Son realmente necesarios para poder disfrutar de un jugo??… Menos aun me pareció saludable que lo que esté tomando contenga Dióxido de titanio ni tartrazina. ¿¿Y la carboximetilcelulosa sódica siquiera es digerible?? Como todos los días hábiles me dirigí hacia el trabajo, un negocio de computación en el microcentro porteño. Allí me desempeñaba armando y arreglando computadoras. Antes de salir de casa mi padre se despertó y me saludó. Él era medico, tenía su consultorio propio y además trabajaba en el hospital Gandulfo. Salía a trabajar por la mañana y no llegaba hasta la noche… las noches que volvía, porque a veces se quedaba haciendo guardia nocturna en el hospital. La casa quedaba sola durante todo el día. Mi madre había sido asesinada tres años atrás durante un asalto cuando volvía a casa de hacer las compras. Fue un evento que me afectó y cambió mucho la manera que tenía de ver el mundo. Dos ladrones le apuntaron con revólveres, y aunque ella no se resistió y les entregó todo lo que tenía encima, ellos igual le dispararon porque, según testigos, gritaron que “tenía muy poca plata”. Unas semanas después me enteré que la policía los había arrestado por “tentativa de robo”. Lloré de rabia y odio cuando me enteré de que al día siguiente habían sido liberados por algún abogado miserable, no sé que estrategia habría utilizado, pero creo recordar que era porque por el crimen que habían cometido solo los podían tener retenidos por 24 horas y la orden de mantenerlos arrestados por el homicidio de mi madre no había llegado aun por tramites burocráticos. Los liberaron y cuando llegó la orden de captura por homicidio en ocasión de robo no los encontraron más. Cuando le pedimos explicaciones al comisario este dijo “No podemos hacer nada. Teníamos que esperar la orden de captura” Me costó mucho sobreponerme al asunto, realmente quería agarrar un arma y salir a buscarlos. En ese momento tenía tanto odio que no solo quería matar a esos ladrones, sino también a quien haya tenido relación con ellos, sus familias, amigos, quien sea. El sentimiento de impotencia era enorme. La policía nunca los volvió a encontrar. Desde aquel evento me dí cuenta de lo podrido que estaba el sistema y la civilización en si. Erróneamente me centré mucho en lo que estaba mal y pasé a ver las cosas de una manera muy pesimista. A pesar de eso realmente deseaba que las cosas funcionasen al menos como se suponía que tenían que ser. Por eso no aceptaba las injusticias ni me conformaba con lo que sucedía como el resto de la gente. Aunque al cabo de un buen tiempo me había cansado de tratar de luchar contra el sistema y recibir burlas de parte de los demás que me veían como una especie de hippie o de un “inadaptado”. A mi padre todo esto también le había afectado mucho. Supuse que por eso era que trabajaba tanto en el hospital. No parecía que se hubiese recuperado de ese evento. A pesar de todo casi no habíamos hablado del asunto y nuestra relación se volvió más distante. Yo estaba en mis cosas y él en las suyas. Al salir a la calle ya había algo de gente. Empezaba el bullicio del día a día. Me dirigí hacia la parada del autobús (mejor conocido como colectivo) pensando en mis cosas. No podía evitar hacerlo

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cada mañana al salir. Ya en la parada pasó un colectivo, el 553, absolutamente lleno, los que estábamos allí levantamos la mano para indicar que queríamos subir, pero no paró. El conductor hizo señas para que esperásemos al próximo. Seguí esperando y pensando en mis cosas, recién diez minutos después volvió a aparecer otro y la escena se volvió a repetir. En la parada había bastante gente, todos queríamos llegar a nuestros trabajos o a la escuela, pero gracias a los señores empresarios que lo único que les importaba era maximizar sus ganancias, teníamos que esperar bastante tiempo entre uno y otro. Y eso que hacía poco había subido el precio del boleto. Pero no habían mejorado el servicio en absoluto. Volvió a pasar un tercer colectivo. De tan irritado que estaba por la situación agarré dos monedas de 10 centavos y se las tiré al parabrisas algunas veces funcionaba y se detenía (y al subir tenía que discutir con el conductor del “porqué tenía que tirarle monedas al parabrisas para que se detenga” pero al menos en esos casos ya estaba camino al trabajo que era lo verdaderamente importante). Pero en este caso no surtió efecto alguno. Finalmente llegó uno, el 552, y pude subir a él. Viajé apretado como todas las mañanas. Y al llegar a la estación de trenes de Banfield volvió a pasar lo mismo; el tren llegaba lleno y para entrar tuve que empujar. Todos decían que viajábamos como ganado, pero la verdad era que el ganado viajaba mejor que nosotros ya que habían ciertas regulaciones para evitar que el ganado viaje muy apretado y así se malogre su carne. Llegué a la estación Constitución y al salir observé a la gente con la que me crucé, a la que iba por la otra vereda, los coches. Los taxis empezaban a ir y venir con señores de trajes que seguramente irían a sus oficinas. Tomar un taxi era totalmente impensable por el precio, y solo se me cruzaba la idea de hacerlo en caso de una emergencia. Me acordé del valor “simbólico” del dinero, cuando el día anterior recibí un billete de 5 pesos al que le faltaba un pedazo de una esquina y la gente no me lo quería aceptar. Al mismo tiempo observé los niños que viven en Constitución o sus alrededores, pidiendo monedas al lado de las boleterías, o abriendo la puerta de los taxis para pedir propina. No era que me dieran lástima, sino que particularmente los observaba por el peligro que estos representan con respecto a que al menor descuido, te podían robar. A pesar de que escuchaba mucho a León Gieco y recordé su tema “El imbécil” cuando decía “Cuidado Nancy, poné el brazo adentro, de un manotazo te sacan el reloj”, era realmente difícil el no pensar eso al verlos. Bajé hasta el subterráneo y esperé en el andén. Gente aquí y allá, sin más pensamientos que ir hacia sus establecimientos, estudiar y/o trabajar, sin otra ambición que tan solo tener un trabajo, obtener dinero, pagar las cuentas, tener una casa, tener un nuevo teléfono móvil (o cualquier otra porquería que se imponga por el marketing) formar una familia, tener hijos y envejecer… La idea de una vida así realmente me amargaba, pero, ¿Qué otra opción había? Ninguna. Aunque por otra parte siempre recordaba un cómic que había visto por ahí donde un hombre se quejaba de que todos los días era lo mismo hasta que un día le robaron a punta de pistola y le dispararon. Por eso siempre me enfocaba en pensar en que me pase algo diferente pero bueno. Por ejemplo ganar la lotería. Mientras esperaba allí nuevamente, miré a los vendedores ambulantes y pensé en el hecho de que todos, de alguna u otra manera, tenemos que contribuir a esta civilización. Es cierto que para la gente suele ser conveniente que estén ellos ahí, por si tienen sed o hambre para comprar una gaseosa o algo para comer. Pero estaba seguro de que ninguno de ellos estaban ahí porque les gustara el trabajo de ser vendedor ambulante, sino más bien porque no tenían otra opción y necesitaban ganar dinero de alguna forma. Subí al subterráneo y corriendo pude agarrar un asiento. De nuevo a viajar como sardinas. Y no son pocos los casos que había escuchado de teléfonos móviles y billeteras desaparecidas en medio de esa multitud. Llegué a mi estación y me bajé, caminé algunas cuadras y cerca del negocio pasé enfrente de un colegio secundario. En la entrada había un grupo de jóvenes que charlaban y al lado pasó una chica, a la cual tiraron unas cuantas insinuaciones sexuales y luego rieron entre ellos; actitud que me pareció

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bastante estúpida. Ellos solo pensaban en encajar y mantener su “status social” en su grupo, haciendo cosas tan solo por el hecho de agradarles a los demás. Era extraño, al menos para mí, ver cómo era más importante el ser uno más del montón, sin resaltar, siguiendo el juego, sin desarrollar la personalidad o las ideas propias. Sin embargo yo mantenía mis propias ideas para mí y un amigo. En esta civilización uno que piense diferente “a la masa” sería no solo visto como raro, sino que sería ridiculizado. “La masa” siempre cree que lo que dicen los demás es lo correcto y no podía existir nada diferente a eso. Se veía cada día, sin ir más lejos, en los mismos colegios. Aquel que era más callado, o que prefería jugar a cosas que los demás no encontraban atractivas, o aquel que era más inteligente, rápidamente era menospreciado y humillado por sus propios compañeros, aplastando su espíritu (¿libre?). Yo siempre había hecho las cosas por mi mismo y no me gustaba la idea de hacer lo que no me gusta tan solo para encajar en un grupo. Será por eso que solo tenía un solo “amigo”… El resto eran compañeros de trabajo o conocidos que si bien tenía conversaciones, no iba más allá de eso. Sin embargo me sentía bien así. “¡Javier!” alguien me llamó, era Federico, mi amigo. Ambos éramos casi fanáticos por la computación, si bien yo lo era mas por el lado físico, el hardware, el lo era por la parte de la programación, tal era así que él ya casi terminaba el curso de programación en la universidad. Yo pensé en ir pero los métodos de enseñanza me parecían extremadamente tediosos. No me gustaba la idea de ‘aprender por obligación’ ni a determinado ritmo. Lo primero porque si aprendes algo obligado, seguramente lo olvidarás más tarde, y lo segundo, porque no todo el mundo aprende al mismo ritmo… Sin mencionar que en la facultad está el profesor hablando a la clase... Y el que aprendió algo, bien, y el que no entendió que se joda. Todo lo que sabía de computación lo aprendí por mi cuenta. A veces me causaba gracia cuando alguien me preguntaba “¿Qué estudiaste para hacer esto?” y yo les respondía “¿Estudiar?” También a ambos nos gustaba el modelismo y estábamos haciendo modelos de tanques de la segunda guerra mundial... No solo compartíamos esas cosas, sino que también le confiaba mis problemas, o mas bien... mis locuras. Habíamos quedado esa mañana en encontrarnos a la entrada del negocio para que me pasase sus hallazgos. Nos saludamos dándonos la mano. - ¿Qué hacés, boludo?... ¿Y? –Le dije- Finalmente encontré los planos en Internet de algunos tanques alemanes, Un Tiger y un Panzer IV Ausf G – Habló Federico- ¡Buenísimo! ¿Viste que te dije que si se podían conseguir? - Respondí - Bueno, no son tan exactos como para construir uno desde cero, pero sí nos van a servir para hacer una maqueta. - Sí, pero espero que no me salga un ladrillo mal pintado como la otra vez -Nos reímosFederico me dio un pendrive con los planos. Todavía faltaban 15 minutos para que viniese mi jefe y abriera el negocio así que nos sentamos en la entrada. A través de los cristales se veía todo a oscuras. Una reja de seguridad protegía la entrada de la tienda, como en casi todas las demás, para evitar robos. Aunque a esta altura, la reja era casi una formalidad, era bien sabido que las rejas podrían romperlas y robar de todas maneras ¿La policía? Bien gracias. Entre los policías incompetentes que solo tienen el uniforme para beneficio propio, los fiscales que dejan libres a los delincuentes vaya uno a saber con qué criterio, y el hecho de que los delincuentes literalmente tienen mas derechos que la gente común (comprobado una y otra y otra vez, ni se te ocurra romperle la pierna a un delincuente para defenderte porque este te hace juicio y te lo gana) los buenos policías estaban perdidos en algún lugar de todo ese agujero negro. Casi imperceptibles. - ¿Qué te pasa hoy que andas tan raro? - Me dijo Fede- No sé, esta mañana me levanté raro, se me dio por revisar muchas cosas de mi vida, ando muy pensativo... Será porque hoy tuve otro de esos sueños en el que era un dragón. - ¿Quemaste a alguien? –Replicó mientras me golpeaba el pecho suavemente- Algo así. Esta vez estaba siendo perseguido por unos tipos.

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- ¿Estas seguro que no te fumas algo antes de ir a dormir? - Ja ja, no, Eso quisieras. - Ojala tuviese sueños así, lo mas extraño que soñé fue cuando rompí un camión a patadas. Reímos de nuevo... Aunque era medio difícil hablar de algo tan serio cuando se escucha semejante ridiculez, está bien que la sociedad no le da mucha importancia a los sueños, pero hay cosas que se pasaban de la raya. - Y después me decís a mí que me fumo algo. - ¿Y que pasó en el sueño? - Creo que me pegaron un corchazo o algo así, no vi, pero estaba tirado en el suelo y me capturaron. - Que feo, pero igual, quizás debieras escribir todos esos sueños, son interesantes. - Y sí, por ahí… Me pregunto si significarán algo. - ¿Y que van a significar? ¿Qué algún día te corran de esa manera? - Nah. Me pregunto cómo sería vivir como un dragón, ser uno en la vida real; poder volar y no tener que trabajar. ¿No te parece? - Mas o menos, a mi me gustaría mas conocer a unos extraterrestres. - Me vas a decir que si llegaras a encontrarte a alguno no vas a salir corriendo. - ¿Por qué debería? Si son tan inteligentes no deben de ser hostiles, siempre creo en eso y lo haré. - Y… Puede ser, igual uno no sabe como reaccionaría ante esas situaciones. Personalmente no me sentiría muy seguro ante un extraterrestre sin tener como mínimo un rifle antitanque a disposición. - ¿No le tenés miedo a los dragones pero si a los extraterrestres? - See… Y cambiando de tema ¿Y cómo te está yendo el proyecto? - Ah, ¡Eso! ya casi termino con un par de cracks para esos programas. Tanto Federico como yo odiábamos los sistemas de protección contra copia que venían apareciendo en los juegos y programas. Más que nada porque en realidad a quien verdaderamente molestan es a los que lo compraron original. Hoy en día por más que saliese barato y tuviese el dinero ni se me cruzaría por la mente el comprar algo original si después tenía que hacer veinte cosas para activarlo. Lo conseguía pirateado sin esas protecciones y listo. Sin mencionar que lo original cuesta mucho sin motivo alguno. Muchas veces hemos dicho que lo único que podría acabar con la piratería sería que lo original tendría que salir lo mismo que lo pirata y listo. Basta de versiones de prueba y recortadas. Finalmente llegó mi jefe y abrió el negocio, nos despedimos y entré a trabajar. El día empezó igual de pesado que siempre. Tras una mañana interminable de atender a varios clientes, le pedí a mi jefe una o dos horas al mediodía porque tenía que ir al centro de atención a clientes de mi compañía de teléfono móvil, ya que por alguna razón mi abono de 35 pesos mensuales que pagaba pasó a 55$ sin razón alguna, sin notificación de aumento ni nada, así porque sí. Con un tema tan serio no quería hablar por teléfono porque los que atienden siempre se hacían los desentendidos. Decidí ir a pie hasta allí. Ahora sí que estaba la calle llena de personas que corrían a saber dónde, ensimismadas en su vida diaria. Yo caminaba relativamente despacio comparado con el frenético caminar de los peatones. Volvía a pensar en mis cosas, con las manos metidas en los bolsillos, pensando en el lío que me esperaría al llegar a las oficinas. A saber con qué estupidez me iban a salir ahora. Llegué a las oficinas y como siempre había una cola de casi media cuadra. Gente... gente y mas gente... Ya casi los odiaba por el solo hecho de ser gente y estar ahí, pero no quedaba otra por lo que me uní a esa cola interminable a esperar mi turno. Media hora después llegue a la ventanilla, donde me atendió una señora mayor de piel seca y amarillenta que olía a colonia barata. Llevaba un vestido verde y largo bastante feo y unas gafas de abuela sujetas con una cadenita. Logré acercarme con la factura y al exponer mi caso obtuve una extremadamente irritante y estúpida respuesta: “Usted tiene que pagar la

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factura y luego hacer el reclamo, y si hubo un error se le emitirá una nota de crédito a su favor por el monto estipulado” O sea... “Pague ahora, quéjese después”… Menuda voz más aguda e irritante…eso hizo que mi malhumor creciese aun más. - ¿¿Pero de donde salió esto?? ¡Si mi abono era de 35$ y ahora es de 55$! Yo no voy a pagar esto... - Señor... Tiene que pagar la factura, después el departamento las revisará y si corresponde el reclamo, le harán la nota de crédito por el valor. - ¿¿Qué?? ¿¿Tengo que poner plata por esto?? ¿¿Esto es un “Pague ahora, quéjese después”?? - Tranquilícese señor, no me alce la voz que yo le estoy hablando bien. Ya le digo, tiene que pagar la factura y después, si corresponde, se le devolverá el importe. En cierta manera me dieron ganas de romperle algo en la cabeza, creo que todos estamos al borde de hacerlo, la diferencia entre los que caminan en la calle y los que están en el psiquiátrico o en la cárcel es si se animaron a hacerlo o no. Maldita burocracia. Exigí hablar con un supervisor. Media hora después me atiende uno. ¿¿Por qué está esa necesidad de tener que gritar y hacer quilombo para que a uno lo escuchen?? Al charlar con el supervisor le conté mi caso. En el último mes me habían estado llamando representantes de la compañía preguntándome si quería pasarme a un abono de 55 pesos por mes y que tendría tres números gratis para hablar y otros pseudo beneficios que no me beneficiaban en nada. Siempre les dije que “no”. El supervisor me contó que este no era el único caso. Que ya había pasado antes, me habían cambiado de abono compulsivamente. Se disculpó por el error. - Bueno, entonces páseme de nuevo al abono de 35$ - No podemos hacer eso... El sistema no lo permite - ¿¿Cómo que no?? ¡Si han reconocido el error! - Si, disculpe pero no se puede, el abono de 35$ no está mas disponible y no hay manera de volverlo a poner como antes. Estaba entre gritarle o no. Sin embargo miré a la los ojos al supervisor y me di cuenta que era enserio; él no tenía nada que ver, fue un extraño momento de lucidez. De todas maneras los traté de estafadores. Decidí insultar a la empresa, pero a él no. Me levanté y me marché del lugar muy enojado. Una vez mas el “Sistema” me cagaba olímpicamente. Después del trago amargo, volví al trabajo lo más rápido que pude. Quería que el día terminase de una maldita vez por todas, dejarlo atrás por fin; otro capítulo más de mi odiosa vida. Al llegar me senté en mi lugar y me puse a trabajar en la computadora de un cliente. Mientras la estaba armando llegó una clienta muy enojada con su CPU. Tenía aproximadamente 40 años, era baja y morena, de cara redonda y gestos petulantes. La reconocí; el día anterior compró una placa de video de gama alta y bastante cara para que su hijo juegue “a los jueguitos” según sus palabras (siempre odié que usen ese diminutivo). Si bien semejante placa de video era una monstruosidad para la computadora que tenía, de todas maneras la quiso porque un amigo de ella que era técnico (pseudo técnico mas bien) le dijo que era lo mejor que había. Llegó al mostrador soltando de golpe la computadora en él… Si venía a decir que estaba rota, la culpa sería por el golpe que le acababa de dar, seguro. No me quedó otra que acercarme a atenderla, ya que el vendedor que teníamos no podría manejar eso. Apenas sabía contar los billetes. Su voz nasal resonó por toda la tienda dándome escalofríos. - ¡¡Vengo a quejarme porque la placa que me vendieron no funciona!! –Gritó la señora - A ver señora... dígame, ¿Qué sucede? – Respondí - ¡Que no funciona lo que me vendieron! – Recordé un adagio que rezaba “Si quiere hacer feliz a su servicio técnico, reemplace todo indicio, mensaje o evento con un “No Funciona”. Enfrente de la clienta armé la computadora, usé un monitor, y vi que la placa arrancó normalmente, escritorio del windows, todo normal... - Señora, esto está funcionando bien. –Le dije- ¡Pero no, que no funciona!

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- A ver... ¿A que le llama “que no funciona”? ¿No ve que está acá funcionando? Después de mucho indagar, logré que me dijese que lo que pasaba era que se colgaba la computadora a los pocos segundos de iniciar un juego, me fijé y efectivamente era así... Usualmente eso sucedía cuando la fuente de alimentación no lograba entregar la energía requerida... Le expliqué esto a la clienta. - Pero ¿¡Cómo!? ¡Si el hijo de una amiga tiene la misma computadora que yo y a él le funciona lo mas bien! - Replicó luego de mi explicación- Señora, su fuente es marca genérica, necesita una fuente mucho mejor, esta dice que es de 500W pero con suerte entrega poco mas de la mitad. –Le traté de explicar lo mejor que pude estando al límite de mi paciencia- ¡Ah no! ¡Vos me querés sacar más plata! ¡Quiero que me devuelvan el dinero! Típico ejemplo de cabeza dura que no quiere entender nada y después nos preguntamos porque el mundo está como está. Traté de calmarme y explicarle de la mejor manera que la placa funciona bien y que no se le podía devolver el dinero, ya que el problema era de su computadora, no del producto... - ¡Si no me devolvés el dinero voy a defensa del consumidor y te hago un juicio mas grande que una casa! ¡Ustedes son una manga de ladrones! –Los gritos de la señora eran cada vez mas fuertes- Señora, si usted no quiere entender allá usted... Esto es así y sucede por esto, ¿No le entra en la cabeza? – Esta persona ya me estaba sacando de mis cabales- ¡Ah no, a mi háblame bien porque yo te estoy hablando bien! ¡No me faltes el respeto!, ¿Me escuchaste? Estaba apunto de explotar y gritarle. No había cosa que mas odie que una persona arrogante que trata a otra persona de manera despectiva, pero se ofende si se le responde en el mismo modo... En ese momento apareció el dueño del negocio. - Dejá. Lo arreglo yo, vos anda y termina lo que estabas haciendo –Me dijoLe lancé la peor mirada que pude hacer a la clienta y me alejé, escuché por detrás que dijo cosas como que “no puede ser que le falten el respeto así” y cosas por el estilo. ¿Pero cómo podía decir eso? Ella empezó con ese tono del que tanto se quejaba ¿Y encima quería llevar la razón? Que porquería de vida laboral. El cliente no siempre tiene la razón (y de hecho raramente la tenía). Yo solo intenté explicarle lo que pasaba. ¿Por qué esa hostilidad hacia todo? ¿Qué culpa tenía yo? De nada servía ese monólogo interior, salvo para enojarme aun más con el mundo entero. Me senté y continué con lo que estaba haciendo antes de que esa señora interrumpiese la actividad. Por suerte el dueño estaba consciente de lo que sucedía y que era culpa de la clienta. Maldita gente. Después de un arduo día emprendí el regreso a casa. Ese día preferí tomar un colectivo en vez de ir por el subterráneo, ya que si bien tardaba unos 30 minutos más al menos había una gran posibilidad de viajar sentado, mientras que en el subte de nuevo tendría que viajar como una sardina. A medida que me dirigía a la parada del colectivo me puse los auriculares in-ear de mi teléfono móvil, un E2 que tenía desde hacía ya algunos años. Era el teléfono móvil que siempre quise en su tiempo y muchas veces le ganaba en funciones a otros el doble y el triple de caro que él en su tiempo. Pensaba en el hecho de cuanta gente se compraba un teléfono móvil nuevo cada tres o cuatro meses nada más que porque... Bah, no se porque… ¿Porque era lo “último”? Enseguida dejé de pensar en eso ya que si me veían distraído en la calle era muy probable que me terminasen robando. Entonces empecé a escuchar música (no sin antes estar atento a quien estuviese en mis alrededores). Tenía una colección muy variada, desde música celta, hasta rock, folklore y algunos temas de juegos de guerra y carreras. En general lo que escuchaba dependía en gran medida de mi humor en ese momento, y siempre me aliviaba oír música. Mientras esperaba observé el cielo de nuevo, ahora oscuro por la llegada de la noche. Solo se veían un puñado mínimo de estrellas, pero teniendo en cuenta la contaminación lumínica de la ciudad era normal que no viese nada.

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A veces odiaba estar rodeado de tanta luz artificial. Cuando iba de vacaciones a las sierras cordobesas realmente disfrutaba de ver el cielo estrellado, incluso de ver la Vía Láctea. Al atardecer siempre miraba hacia el cielo buscando satélites, algo que en la ciudad era totalmente imposible de ver. Para que me subiese el ánimo me puse a escuchar música celta. Al rato llegó el colectivo que vino algo más vacío que lo que solía estar. Subí y me senté. Volver de mi trabajo siempre me había sido más fácil que ir ya que no tenía que hacer una carrera contrarreloj para llegar a tiempo. Al volver no estaba condicionado por ese tirano aparato el cual dicta y controla nuestras vidas, que siempre nos dice qué debemos hacer y cuándo debemos hacerlo. Pensé que sería maravilloso no tener que depender de horarios, pero eso en esta civilización eso es sencillamente imposible. El reloj y el dinero controlaban todos los aspectos de nuestras vidas. En cierto punto del recorrido el colectivo se detuvo; había un atasco de transito. Muchos bocinazos por todas partes. Al levantarme divisé un grupo de piqueteros, es decir, de personas que cortan las calles, que habían cortado el transito un par de cuadras adelante, eran trabajadores municipales que reclamaban un aumento de sueldo, ya lo había visto por las noticias, hacía un par de días que venían haciendo esto. Esta gente reclamaba aun más dinero a pesar de que ganaban cinco o seis veces lo que yo ganaba y trabajaban menos horas. Con ganar tan solo dos veces el sueldo mínimo vivía muy contento. Aun si hubiese tenido que vivir solo, habría tenido lo suficiente para pagar todos mis gastos, los de la casa y darme algún que otro gustito, como cada ciertos meses mejorar algo de mi computadora. Había un caos total en el transito y perdimos mucho tiempo ahí parados, gracias a esta gente que a pesar de tener mas que suficiente querían mas y mas, hacían huelga, cortaban las calles, no les importaba nada que afecten a miles de personas tan solo porque ellos quieren ganar un par de pesos mas. Si fuese gente cuyo trabajo sea de riesgo y no estarían ganando lo suficiente para vivir… Bueno, vaya y pase, pero esto... Una semana atrás los subterráneos hicieron un paro también por aumento de sueldo (¿o era por asuntos gremiales? Ya no recuerdo, cada cierto tiempo lo hacían por uno o por lo otro) misma situación, ganan mucho dinero y quieren mas. Ignorando la necesidad de cientos de miles de personas. Cuando el periodista le preguntó a uno de ellos qué le dirían a la gente afectada el hombre dijo “Que disculpen las molestias, pero tenemos que hacer el reclamo” ¿¡Molestias!? ¡Para la gran mayoría eso fue una catástrofe! Con un retraso de más de media hora llegué de nuevo a la estación Constitución. Hice la cola en la boletería. Al lado de la ventanilla había una mujer con un bebé durmiendo en brazos, pidiendo monedas. Era sabido que hubo muchos casos en los que esos bebés son alquilados, incluso que les ponían vino en la mamadera (biberón) para que duerman sin molestar. La raza humana debía de ser la única especie lo suficientemente estúpida como para tener descendencia cuando los padres saben muy bien que no tienen recursos para mantener a sus hijos. Ni siquiera las “primitivas” lombrices hacen eso, cuando la comida escasea estas no se reproducen. Llegué a la plataforma de los trenes, y al igual que todos los días, en todos los lugares había cola donde habría una puerta del tren. Siempre había que hacer cola para todo, filas y más filas, espera y más espera. Conté a la gente que había en una de las filas; Diez personas, eso sería suficiente para agarrar un asiento. Quince minutos de espera -y con una larga fila detrás de mí- y llegó el tren. Ni bien se abrieron las puertas, todos corrimos al asiento mas cercano entre empujones o sino a viajar parado otra vez. Por suerte siempre fui ágil y casi siempre agarraba alguno. Nuevamente saqué los auriculares y me puse a escuchar música relajante mientras esperábamos a que el tren partiese. Trataba de pensar en cosas positivas y quitarme el mal humor de encima. Recordé el sueño de esa mañana. ¿Quizás fuese una metáfora? Yo intentando escapar de todos estos asuntos mundanos y entonces los problemas y las responsabilidades me atrapaban. No lo sabía, pero de todas maneras recordar ese sueño me hacia sentir bien a pesar de lo mal que terminó. Repentinamente algo me sacó de mi ensueño, sin permiso alguno me pusieron una estampita

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sobre las piernas, al mirar me di cuenta que un niño de la calle andaba repartiéndolas. Siempre odiaba que me pongan esas estampitas, casi todas eran de “Te amo” con dibujos y frases para regalarle a alguien. Las detestaba porque no tenía a nadie a quien dárselas. Alguna vez me había interesado una chica que era muy bonita físicamente, pero ella era muy superficial, se ponía a escuchar cumbia, usaba ropas de marca “tan solo porque estaban de moda” no le gustaba la naturaleza, “obligatoriamente” tenía que salir a bailar todos los fines de semana y se ponía histérica si a algo le decía que “no”. Y lo que mas me irritó fue cuando algo que dije o hice la molestó, no me habló por un tiempo y cuando le pregunté porque actuaba así me respondió “vos deberías de saber que fue lo que hiciste” Y mi reacción fue de mandarla a la mierda. Nunca supe que fue lo que la molestó, pero prefería estar solo que mal acompañado. Para mí, la belleza interna es cien veces más importante que la belleza física. Al mirar la estampita me di cuenta que no era de esas, sino que era una estampita de San Jorge, de por si que no me agradan las religiones, pero por alguna razón que no entendía, de todas las imágenes la de San Jorge, esa era la que odiaba mas; la lucha contra el dragón malvado. Fue un alivio cuando el muchacho de nuevo pasó para retirarla. Llegué a la estación Banfield y de nuevo a hacer cola para tomar el segundo colectivo. No veía el momento en que finalmente llegase a mi refugio. Llegué a casa. Mi padre no llegaría hasta dentro de dos horas. Entré en mi cuarto y dejé mi teléfono móvil cargándose arriba de la mesa, al lado de unas lapiceras, hojas, y un posicionador GPS bastante barato que algún día pensaba usar en alguna excursión cuando vaya de nuevo a Traslasierra de vacaciones. Al fin estaba en mi habitación, mi único refugio contra el mundo exterior… Era pequeña, y estaba desordenada. Mentiría si dijese que era por falta de tiempo, porque en realidad lo que pasaba es que no me importaba que estuviese así. Casi siempre solía haber algunos papeles y ropa usada por ahí (de las que no se pueden considerar que están limpias pero tampoco están sucias). Ni siquiera el gran espejo de pared de mi madre era visible. Cuando ella murió, ni mi padre ni yo quisimos quedarnos con muchas cosas suyas. Para él seguramente era por el dolor que evocaba mirar dichos objetos. Para mi simplemente porque eran objetos innecesarios, ¿en qué podría usarlos? El espejo fue un regalo de mi padre para ella, ya que se maquillaba a menudo. Era un espejo grande y ovalado de tono plateado y textura antigua, con unos pinchos en forma de patrones celtas en todo el borde. Mi padre quiso deshacerse de él regalándoselo a alguien, pero algo en mi interior dio un vuelco cuando eso ocurrió. Algo en mi me decía que no permitiese que el espejo abandonase nuestro hogar y así fue como acabó en mi habitación, cambiando su rol de espejo al de perchero. Sus puntas eran muy útiles para eso. Muchas veces pensé en que era una tontería tenerlo ahí, ya que no podría verme reflejado. Pero me sentía incapaz de deshacerme de él… No sabía por qué. Recordé que a la noche pasaban una película interesante en la televisión, así que activé la alarma de mi teléfono móvil para que tocara a las diez de la noche para no perdérmela. Entonces lo apagué ya que no quería que nadie me molestase a esas horas. De todas maneras se encendería a la hora indicada para dar la alarma. Mientras tanto encendí la computadora, revisé mi e-mail y bajé los planos que me dio Federico desde el pendrive. Guardé los mismos junto con las demás cosas, documentales, imágenes y relatos de la guerra. Todo dentro de mi disco rígido; llevaba años juntando cosas que consideraba interesantes. Dejé la computadora conectada a Internet bajando algunos videos. Fui a la cocina, abrí la heladera y me serví un vaso de cerveza. Era un vicio que tenía; de cuando en cuando tomaba una botella, aproximadamente tres por semana. Eso también me ayudaba a relajarme cuando estaba nervioso… O triste… Alguna vez pensé que estaba peligrosamente cerca de depender del alcohol. Volví a mi habitación, me senté en una silla y me arrimé a la mesa. Prendí el televisor y miré el noticiero mientras iba sorbiendo la cerveza. Siempre me gustaba saber qué pasó en el país y en el mundo, aunque normalmente no eran buenas noticias. Y ese día no fue una excepción. Una pareja de ancianos fueron maniatados, golpeados y les robaron los ahorros cuando dos hombres se hicieron pasar

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por gasistas diciéndoles que había una fuga de gas. En otra casa una familia fue asaltada por tres maleantes. El padre de familia, al ver que sus seres queridos estaban en peligro, logró tomar su revolver y mató a uno de los delincuentes; el hombre ahora estaba detenido. La inflación del mes seguía subiendo aunque desde el gobierno lo negasen. Un barco petrolero se hundió en las costas de África y cientos de kilómetros de playa quedaron cubiertas de petróleo. Por todos lados la gente se aprovechaba de los demás, de la confianza y de sus bienes. Todo para provecho propio, no importándole qué les suceda a los demás. A los delincuentes no les importó en lo más mínimo lo que les costó a esos ancianos el haber conseguido su jubilación, tampoco a los otros delincuentes que robaron la otra casa les importó lo que le podría pasar a la familia o al hombre. A los “agentes de la ley” no les interesaba el porqué el hombre mató a uno de los delincuentes, solo importaba si lo hizo acorde a la ley. Ya me imaginaba que la familia del delincuente muerto estaría contratando algún apestoso abogado para sacarle la mayor cantidad de dinero posible como ha sucedido varias veces ya. Tampoco a los hombres de negocio les interesaba lo que sus clientes tenían que trabajar para comprar dichas cosas y que cada día costaban mas, sin justificativo alguno. Por otra parte recordé el incidente con la señora, y me di cuenta de que en cierta manera yo mismo era parte de ese maldito sistema, al negarme a devolverle el dinero actué igual que esos a quienes odio. Como la señora petulante de la ventanilla en la empresa telefónica. Aunque en realidad fue porque realmente me desagradó la manera en que me habló... Pero de todas maneras, parecía que no había escape alguno de todo esto. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que yo mismo estaba contribuyendo a la decadencia de esta civilización. Me terminé un segundo vaso de cerveza. Eso era todo lo que iba a tomar. Ese era el punto “suave” en el cual me sentía mas relajado, aproximadamente 3/4 de litro. Si seguía tomando mas me iba a sentir somnoliento. En ese momento recordé de nuevo esos sueños que tuve. Si bien el ultimo terminaba mal, casi como que prefería que suceda eso antes que tener que aguantar diariamente los embates de esta vida en los cuales uno casi no tiene control de nada. Muchas veces me había preguntado sobre cómo sería ser... Un dragón... Sentía cierta atracción hacia esa idea. Soñar con eso generalmente me alegraba el momento, independientemente de lo que pasase. No tendría que estar lidiando con gente ni burocracia, no habría cuentas por pagar, ni tampoco lidiar con gente estúpida. Mientras me sumía mas en mis pensamientos y a pesar de haber tomado “relativamente” poco alcohol empezaba a tener sueño, probablemente por el cansancio. Apoyé el codo en la mesa mientras sostenía mi cabeza con las manos, mirando hacia el vacío a medida que me concentraba. En ese momento podía hacerlo sin problemas ni interrupciones. Me imaginé volando libre por el cielo, yendo hacia donde quisiera, sintiendo el viento en mi piel (o escamas), volar hacia las montañas, las playas, islas, podría ver mucho del mundo sin tener que preocuparme por pasaportes, papeles y mucho menos por el dinero... No tendría los problemas que toda persona tiene en su vida regular... Esos pensamientos estaban muy fuertemente arraigados en mi mente. En un momento sacudí mi cabeza para tratar de poner un poco los pies sobre la tierra. Era linda la idea, pero volver a la realidad después de disfrutar con esas ensoñaciones me desagradaba mucho. Aunque siempre pensaba que dichos pensamientos fueran solo “fantasías escapistas” con respecto a la vida que poseía, y que esos sentimientos no eran mas que eso… Fantasías. Sin embargo hacía ya muchos años que luchaba contra esos sentimientos de querer ser un dragón. Desde que estaba en la escuela, y aunque lo había intentado muchas veces no logré eliminarlos de mi mente. Eran demasiado fuertes como para ignorarlos... A pesar de todo nuevamente me sumergí en esos pensamientos, al menos para escapar un momento a esa cruda realidad. Diría que nunca antes me había dejado llevar tanto por lo que sentía. Siempre había algo que evitaba que me concentrase tanto en eso, tanto una distracción externa, como una interna. Pero no… Esta vez no. El deseo era más fuerte que nunca. No se me pasó por la mente pensar el porqué era eso. Tan solo me dejé llevar…

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Dicen por ahí que uno tiene que tener cuidado con lo que desea porque que podría hacerse realidad. De todas maneras pensé “No importa. Si total es imposible que pase. Pero igual desearía poder ser un dragón y escapar volando de esta mediocre vida.” Me quedé pensando un poco más hasta que empecé a quedarme dormido. Entonces hubo un sentimiento extraño, mis oídos empezaron a zumbar. Me sentí algo mareado y tenía una sensación extraña en la frente, en medio de los ojos. Alguna vez me pasó anteriormente cuando estaba a punto de dormirme… Pero nunca tan fuerte. Segundos después hubo un extraño ruido. Parecía el zumbido de un motor pero que estaba dentro de la habitación. Un viento cálido, de procedencia inconcreta, me sacó de mi trance cuando, repentinamente, el espejo empezó a temblar colgado de la pared, haciendo que toda la habitación temblase como si se tratase de un terremoto. La ropa calló al suelo desde sus filosas puntas dejando ver un reflejo extraño del lugar, como si el vidrio estuviese derritiéndose. Se formó en su lisa superficie lo que parecía ser un agujero blanco. Miré hacia esa cosa extraña y me quedé sin aliento. ¡¿Qué diablos era eso?! Y además. ¿Qué debía hacer? Por instinto me levanté rápidamente de la silla y di unos pasos hacia atrás. En ese momento el agujero empezó a succionar aire y algunos papeles empezaron a ser engullidos por esa cosa. No podía creer lo que veía y por unos segundos me quedé paralizado del miedo. Ese agujero pasó a succionar cada vez más fuerte, tragando objetos livianos, papeles, lápices y todo lo que aun estaba arriba de la mesa. También un atlas y revistas de computación que tenía. A pesar de eso el agujero se mantuvo estable. Miré hacia el espejo y ya no se reflejaba nada. Se había vuelto transparente y dentro solo se veía algo irregular y de color blanco y negro que giraba sin parar, cualquier cosa que caía allí desaparecía de mi vista. Además cayó al suelo el televisor junto con varias cosas de la estantería, y se lo tragó. El aire también había empezado a succionarme. El susto que me llevé fue monumental. Una cosa es ver “Poltergeist” pero vivirlo es algo COMPLETAMENTE diferente. Cuando pude recuperar la movilidad de mi cuerpo paralizado por el pánico, corrí cautelosamente en dirección a la puerta para intentar escapar. Al girar el picaporte, la puerta se abrió violentamente debido a la succión y de un golpe me empujó directamente dentro del agujero. Intenté agarrarme a los bordes del irreconocible espejo pero sus filosos bordes, pareciendo tener vida propia, se clavaron en mis manos impidiéndome aferrarme a él y provocando que fuese absorbido sin remedio. Al ser tragado me sentí empujado por una corriente invisible. Era como si flotase en el aire. Dentro de ese “vórtice” nada se sentía real. Tenía sentimientos contradictorios como terror, fascinación, incertidumbre, vértigo, también una extraña mezcla de tristeza y alegría. No podía creer lo que estaba pasando. Y mientras estaba cayendo, o subiendo, o avanzando (era imposible decir hacia que dirección iba por falta de puntos de referencia) una enorme sensación de “¿y ahora que?” me invadió. Dentro de este lugar todo era de un blanco muy brillante pero que no lastimaba mis ojos. Tras unos momentos logré distinguir algo... No estaba seguro de que era... Parecía ser una persona pero… Parecía que tenía alas. “¿Será un ángel o un demonio?” Me pregunté. No tuve mucho tiempo de analizarlo ya que ese ser se dirigía hacia mi, o yo hacia él, y repentinamente chocamos. Después de eso, todo se volvió negro...

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Capitulo 2: El despertar. Me desperté. Sentí que estaba acostado en el suelo. Intenté abrir los ojos pero un fuerte dolor de cabeza y un mareo me los hizo cerrar otra vez. Alguna vez me había ocurrido sentir esa sensación de “movimiento inmóvil” que ahora sentía. Pese a estar quieto la sensación de que me movía o más bien de que lo que me rodeaba se encontraba en movimiento era muy fuerte. Sin embargo, a diferencia de las veces que me “pasé de rosca” con el alcohol, esta vez no sentía nauseas. No… Eso se sentía mas como cuando me sucedió alguna vez que estaba apunto de caer dormido. Con esfuerzo conseguí mover el brazo. Nunca me había parecido tan pesado. Parecía estar anclado al suelo como si fuese un yunque. Mis articulaciones no respondían como era debido. Pero ¿y ahora por qué? ¿Estaba enfermo? ¿Habría comido algo en mal estado? No; no era así. ¿Qué me estaba pasando? Me llevé la mano hacia mi frente y me sorprendí cuando sentí que el tacto era diferente. Pese al dolor de cabeza, el mareo y el aturdimiento pude sentir con toda claridad que aquello que estaba tocando no podía ser mi frente. ¿Qué estaba tocando? Apreté la mano contra eso. Sí… Claramente era mi frente, podía sentir la presión de mi mano en esa zona, pero había algo extraño… ¿Eso era mi piel? No podía ser. Escuché una voz muy extraña. Parecía ser de mujer pero algo ronca. Dijo unas palabras ininteligibles. Sonaba como si estuviese muy lejos, al final de un túnel con eco. Casi se sentía como en varios juegos de guerra o algunas películas cuando una bomba estalla muy cerca y el personaje queda aturdido escuchando todo muy lejano. Intenté agudizar el oído para conseguir al menos distinguir los sonidos de lo que me rodeaba, y qué era lo que me estaba tratando de decir esa mujer… - Me siento algo extraño. –RespondíLa otra voz nuevamente dijo algunas palabras ininteligibles, pero extrañamente, le volví a responder; - ¿Que cosa? ¿Que pasó? Esa vez me esforcé por escuchar. - Ikranash arrashum, ¿¿aminar?? ¡¿Qué?! Me debía de haber golpeado muy fuerte la cabeza. Intenté abrir los ojos de nuevo pero la luz en el lugar solo me los hizo cerrar una vez más. No era una luz cegadora ni fuerte. Era tenue, pero a mis ojos parecía una luz de interrogatorio. Sin embargo respondí. - No entendí... ¿Qué cosa? ¿aminar ark? Extraños pensamientos se me cruzaron en la mente. Parecía que intentaba decir algo así como que no tenía idea de qué era lo que había funcionado (porque eso era lo que había entendido. Que “algo” había funcionado). Sentía que mi mente intentaba pensar en esas extrañas palabras en vez de en español. - Drastonno, ¿ark ent entsurra?, ¿emresh katsima? Extrañamente entendí que dijo algo así como que si estaba dañado, o más bien herido. Entonces sentí que me agarró de los hombros, incorporándome y me sacudió hacia delante y hacia atrás. Al recibir este trato oí internamente cómo algunos de mis huesos crujieron recolocándose en su lugar después de haber estado entumecidos, y cómo todo me dio vueltas aun más rápido. Hice mi mejor esfuerzo por abrir nuevamente los ojos y lo que vi me dejó sin aliento. Frente a mi se encontraba lo mas extraño; dos ojos amarillos como los de un gato mirándome fijamente. Su cabeza era ligeramente alargada con un hocico muy “reptiliano” y además estaba cubierta de escamas verde oscuras. Poseía dos aletas de color verde mas claro a los costados de su cabeza y una cresta en la parte superior de la misma. Su cuerpo era de una estructura humanoide; tronco, cabeza, dos manos, dos piernas, pero también tenía grandes alas membranosas que se encontraban plegadas sobre su espalda, además de una cola. Tenía unas escamas como placas de color verde mas claro sobre su pecho, desde la parte de abajo del hocico hasta la parte interior de las piernas Se parecía mucho a un dragón... O una mezcla de dragón y humano... Era un dragón antropomórfico. No podía entenderlo. Demasiadas ideas recorrían mi confusa mente. En primer lugar ¿de dónde diablos salió ese ser? ¿Dónde me encontraba? Y en segundo lugar ¿cómo mis ojos recorrieron tan

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velozmente el cuerpo que se encontraba delante de mi, dándome toda la información que ahora veía en apenas un segundo? Era como si ya hubiera visto a este ser antes. La impresión que tuve al verla fue inmensa. La primera reacción fue de intentar levantarme, pero no logré hacerlo; mis movimientos eran torpes y no logré ponerme de pie. Me tropecé y caí de espaldas sobre algo que extrañamente también me dolió. Al mirar hacia atrás me di cuenta que ese “algo” en realidad eran dos alas membranosas que salían de mi espalda. Al mismo tiempo vi mi brazo, que estaba cubierto de escamas rojas... ¿¿Qué estaba pasando aquí?? ¿¿Era un sueño?? Debía de ser eso. ¡Esas alas no podían ser mías! Además a la gente no le crecen escamas así como así… Mi corazón empezó a latir más deprisa debido al impacto, al miedo y a las dudas. Me sentí muy extraño pero a la vez sentía que no era la primera vez... Era igual a esos sueños que había tenido, pero ahora era mucho más intenso. Nuevamente una sacudida hizo que posara mi atención hacia aquel ser que tenía frente a mi... Giré la cabeza rápidamente para encontrarme de nuevo con esos ojos amarillos y felinos. - Drastonno, ¡ark ent entsur! ¿¿mits ark entsurra emresh?? ¡Anshamuru katsima! Entendí que me estaba preguntando si estaba bien. Que estaba fuera de mi, o que estaba muy diferente, que intentase reaccionar. Y lo de “Drastonno” aparentemente era mi nombre. - Ínie… Imuá… Drastonno… Inie Javier… Mishuá Inié. Intenté responderle en ese idioma extraño que yo no era Drastonno. Que me llamaba Javier. Le quise preguntar donde me encontraba, mientras, levanté la mano e inconscientemente me la llevaba a la cabeza. Al hacer eso nuevamente me di cuenta que mi otro brazo también estaba cubierto de escamas rojas y sin querer me asusté. Me encontré intentando alejarme de mi propia mano. Tenía unas garras bastante filosas en los dedos. En ese momento el ser que estaba frente a mi tenía un claro gesto de sorpresa; ojos muy abiertos que observaban incrédulos, al igual que la boca u hocico, que estaba entreabierta. No pude evitar mirarlo e intenté analizar su cara. Claramente su expresión era de confusión. ¿Confusión? ¿Expresión? Nunca antes había visto una cara así pero… Creo que instintivamente sabia qué significaba cada expresión. Entonces me miró fijamente a los ojos por un rato. Me sentí algo intimidado. Esos extraños ojos penetrando profundo en mí. Se quedó un momento mirándome, luego me soltó y se alejó. - Errguínshu parrsh kein mishuá imié. Mientras lo dijo me apuntó con una garra. Entendí que me dijo que regresará pronto y que esperara allí. Al mirarla vi que tenía ciertos aspectos femeninos en su cuerpo, como el tamaño del tórax, la cintura y las caderas. No había duda que era una dragona. Se dio media vuelta y se alejó al trote. También noté que su cresta recorría toda su espalda hasta su cola. Me dí cuenta de que estaba dentro de una cueva y ella se alejaba hacia la salida. Cerca de la entrada extendió sus alas y se arrojó al vacío. No pude evitar soltar un pequeño grito y estirar el brazo hacia donde había desaparecido ¡Se había arrojado al vacío con toda la naturalidad del mundo! A los pocos segundos vi que en realidad estaba volando, alejándose de la cueva de forma paralela a la entrada. Volaba muy bien y a mis oídos llegó el sonido del aleteo. Era un sonido agradable. Yo me quedé sentado allí recuperando el aliento tras ese pequeño susto y luego miré mi cuerpo... Incrédulamente creí que tenía puesto una especie de disfraz, pero no. Toqué mis escamas, que se sentían ligeramente duras pero podía sentir mis dedos y mis garras sobre ellas. Luego posé mi atención sobre las alas saliendo de mi espalda, y miré lo que sería la base de ellas. Al tocar allí me encontré con que había fuertes músculos, y desde allí tenía como dos brazos muy largos que terminan en 4 dedos muy alargados, los cuales están unidos por una gran membrana. También poseían una especie de pulgar corto en la parte superior del ala, todos esos “dedos” terminan con una garra corta. Aun estando sentado, las extendí. Fue una sensación muy extraña el mover un miembro que nunca tuve, pero parecía que mi cerebro sabía perfectamente como hacerlo. Las alas extendidas eran bastante largas, diría que el doble del largo de mi cuerpo. Al examinar la membrana vi las pequeñas venas que la irrigaban. Esta se conectaba a mi cuerpo desde el hombro hasta la cadera. Me quedé admirándolas completamente extendidas. Al paso de los minutos el susto fue cambiando hacía la admiración. No tenía ni idea de que hacer con ellas y apenas podía moverlas. Aun así, me sentí bien. 19

Supongo que una combinación entre los sueños que tuve y el hecho de que no me daba cuenta de la verdadera seriedad del asunto, hicieron que estuviese fascinado en vez de horrorizado. Lo siguiente que me llamó la atención fue mi cola. Ahora poseía una gruesa cola casi tan larga como mis piernas. Vi en esta el final de mi cresta y supuse que recorría toda mi espalda como observé en la dragona. Traté de moverla y respondió bastante bien, teniendo en cuenta que nunca antes había tenido una. No era prensil, pero aun así parecía ser bastante versátil. Vaya uno a saber cuantos músculos tiene. Al mirar hacia mis pies también me di cuenta de que eran diferentes; poseía pies digitígrados, como en esos sueños, con cuatro dedos largos y gruesos, todos con garras. La estructura del pie (o pata) se doblaba a mitad del pie. Sabía que tenía que caminar como si estuviese en punta de pies. La contextura de mi cuerpo era un poco robusta, aunque más que nada era atlético. Luego de examinarme me quedé con la vista clavada en la nada. Había algunos pensamientos extraños en mi mente, especialmente el de que una energía externa había interferido con “mi” portal, los cazadores que codiciaban mi piel y mis habilidades... Esos pensamientos, que eran ajenos a mí, me confundieron más de lo que ya estaba ¿¿Qué portal?? Intenté calmarme. Me llevé la mano a la cara nuevamente y me toqué el hocico. Si bien todo el tiempo pude verlo recién en ese momento me había dado cuenta de su existencia. Era como si mi mente lo ignorase hasta que le preste atención. Recorrí con la mano toda la superficie de mi nueva cara, sentí cada rincón. Luego toqué a los costados de mi cabeza, allí tenía dos extrañas membranas, casi como las membranas de los peces, pero sabía que tenían alguna relación con la audición. Cumplen la misma función que las orejas aunque no se le parezcan en nada. Volví a tocar la punta del hocico, en especial la boca. Al sentirlo me di cuenta de que poseía cuatro colmillos largos y mis dientes eran muy afilados. No pude evitar sacar la lengua para tocarla. Era bastante larga, la doblé tocando mi nariz y la miré. Lo que se puede entender como mis labios eran un poco menos flexibles que los de una persona. Decidí probar diferentes sonidos y pronuncié relativamente bien el alfabeto español aunque tenía ciertos problemas con la B, F, M y la P. Me centré en observar de nuevo mi cuerpo. Mis órganos reproductores están ocultos bajo mis escamas y sí... Era un hombre, o más bien un macho de esta especie. Poseía placas de escamas de color dorado, que partían desde debajo de mi hocico hasta la parte interior de mis piernas (por la parte interna de los muslos). Esta parte dorada también llega hasta la punta de mi cola, en la parte inferior. Con toda la conmoción no había notado que en el centro de la cueva había un extraño dibujo con aspecto de pintura rupestre; un piso cuadriculado, un círculo y en su interior una estrella de ocho puntas. Sobre la estrella había un escarabajo alado. Y en cada punta del piso cuadriculado había un cuenco. Dos tenían agua, y dos tenían cenizas de algo que fue quemado dentro de ellos. Ciertamente era muy extraño (¿Pero en esta situación que no lo era?)

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Poco a poco iba dándome cuenta de la situación. En ese momento aun no me parecía real lo que me había sucedido, era como esos sueños. Pero este sueño era en extremo real y desafortunadamente estaba durando demasiado como para que fuese solo un sueño. ¿¿Y ahora qué podía hacer?? No me quedó otra que examinar la situación. Me encontraba dentro de una cueva, y era una especie de... ¿dragón?... En realidad no me sentía mal. A pesar de sentir cierto poder, principalmente tenía temor y preocupación. Nuevamente intenté calmarme, siempre dije que era totalmente inútil ponerse nervioso aun cuando estemos al lado de una planta nuclear que esté apunto de estallar, y que al estar calmado muchas veces vemos cosas y soluciones que pasarían desapercibidas si usamos nuestro tiempo y energía en preocuparnos... Por la entrada de la cueva se veía el sol. Estaba atardeciendo. Me resultó agradable sentir esos rayos tenues de luz anaranjada. ¿Alguna vez me sentí tan a gusto con algo tan simple? No, creo que no. Después me sentí un poco tonto por andar pensando en esas cosas, en vez de lo que realmente estaba ocurriendo. Observé el interior. Miré hacia los alrededores y vi que varias de mis cosas estaban desparramadas en la cueva. Logré ver mi teléfono móvil, algunos libros, un diario, lápices y lapiceras, restos del televisor y también otras cosas rotas que no identifiqué en el momento. Además había ciertos objetos como vasijas de barro, unas pieles de animales que estaban en un lugar ligeramente elevado y que parecía ser una especie de cama o un nido, y algunos rasguños en la pared, aunque sabía que esos rasguños eran en realidad una forma de escritura. También había un libro extraño que no era parte de lo que tenía. Tenía tapa de pelo muy corto de algún animal. Nada de aquello procedía de mi habitación. Analicé un poco mas y me di cuenta de que claramente el ser que se había marchado era un ser social. Hablaba, pensaba de forma ¿lógica?, sentía, tenía un hogar, estaba preocupado, además tenían un lenguaje escrito. Todo eso indicaba que no era una bestia. Allí no había muebles, solo lo estrictamente necesario. Ese lugar indicaba que estaríamos en el equivalente de la edad de piedra, pero ese libro que me llamó tanto la atención demostraba que no estaban tan atrasados.

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Volví a mirar en dirección a la entrada de la cueva y todo lo que pude ver fue el sol, el cielo azul y algunas nubes. Parecía que estaba en un lugar muy alto. Quise levantarme pero no me pareció que eso fuese fácil con esos pies. ¿Sería capaz de ponerme en pie? Estaba por intentarlo pero antes de que pudiese si quiera intentarlo, volvió la ¿dragona? junto con otro dragón... Un macho, también color verde (a esa altura no sabía como era que sabía o sentía ciertas cosas, aunque nunca en mi vida hubiese visto nada parecido. Todo era puramente por instinto). Era algo más alto que ella y visiblemente más fuerte. Ambos aterrizaron a la entrada de la cueva y caminaron hacia mí con gesto precavido. El rostro de él reflejaba severidad, mientras que ella tenía más gesto de preocupación. Aunque casi sentía como si los conociera, me había intimidado la presencia de ambos y creo que lo notaron. El dragón macho se dirigió a mí. Su aspecto era imponente, musculoso. Pero eso no le impedía que el caminar fuese grácil. Como me imaginé, apoyaba los dedos de los pies (o mejor dicho patas) como si un humano caminase sobre la punta de sus dedos, de puntillas. A medida que se acercaba me sentí como un bebé indefenso, ni siquiera podría correr, ni caminar, mucho menos luchar. Se agachó y me examinó. Llamó mi atención su cola. Parecía un péndulo y mantenía el equilibrio gracias a ella. En ese momento pude verle más de cerca. A diferencia de la dragona, sus ojos tenían un tono verdoso, sin embargo facialmente se parecían. Poseía dos membranas como las mías a los lados de su cabeza, por lo tanto me di una mínima idea de cómo me veía. Sus orificios nasales eran carnosos y parecían moverse constantemente… ¿Estaba olfateándome? Observé su boca y me impresionaron los dos colmillos superiores que casi asomaban por sus labios. No se cómo sabía que no tenía la intención de hacerme daño pero por mi cabeza pasó la idea de que si quisiera morderme, esos colmillos atravesarían mi carne como el papel (al menos mi carne humana…). Me miró de arriba a abajo, tenía cierta cara de desconfianza y confusión. Entonces se incorporó sacando pecho. Ahora parecía incluso más grande visto desde abajo así. Luego de un momento me habló en ese idioma diferente. - Inie Itzaroth. ¿Inié mek? Creí entender que se presentó como “Itzaroth” y me preguntó quien era yo. Me costó comprenderlo, aparentemente en ese idioma se mezclan algunos conceptos enteros dentro de algunas palabras. Intenté hablar. - Inie soy Javier, ¿Merrshuá estoy? Miré sus caras que intentaban comprender qué fue lo que dije. Terminé mezclando el castellano con ese otro idioma. La dragona estaba sentada al costado, pero no me había percatado si quiera de que se había movido de la entrada de la cueva hasta entonces. Su cola estaba echada hacia un lado y las alas plegadas sobre su espalda. La posición de sus piernas me recordó al Yoga. Tenía las manos reposando en el hueco que quedaba entre sus piernas. Con cara pensativa me miró y dijo. - ¿Comprendes el idioma de los humanos? Su acento y pronunciación eran algo extraños pero se entendía perfectamente. - Sí, castellano es mi idioma nativo, también se inglés. El otro dragón dio un giro brusco hacia ella y la miró con cara de asombro. Le preguntó en su idioma qué fue lo que dije. Ella le respondió algo así como que conocía dos idiomas de los humanos. Intentaba comprender más de ese idioma, si bien parecía que podía comprenderlo me costaba realmente creer en el hecho de que lo entendía de alguna forma. - Yo soy Skessa... ¿Tu quién eres? – Prosiguió ella – - Yo soy Javier, ¿Dónde estoy? ¿Qué ha pasado? Y... ¿Qué soy? - Respondí La dragona Skessa pensó por un momento y luego me preguntó. - ¿Eras un humano, Javier? Me sorprendió lo rápido que supo qué es lo que era, pero podía ser que sencillamente era muy obvio. - Sss… Sí ¿Y ustedes que son? ¿Qué soy?

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En ese momento Skessa asintió con la cabeza. Parecía haber entendido algo que le había pasado desapercibido. Le dijo a Itzaroth que el alma de un humano se encontraba dentro de Drastonno... Y que Drastonno ya no se encontraba “allí”. Al oír esto volvió a girase hacia mí, despacio. Me miró con sus ojos verdes. Me hizo sentir intimidado nuevamente. Su cara se había puesto tensa, casi podría decir que sus escamas se habían apretado unas contra otras produciendo un sonido de frotamiento, como si se hubiesen erizado. Sus labios también se habían apretado, y ahora me miraba con los ojos entornados. La sensación que flotaba en el aire era muy incómoda, muy tensa. No me gustó como me miró. No parecía estar muy contento de verme. La incertidumbre, tanto de ellos como mía aumentó. - ¿No nos conoces? ¿Nunca has visto dragones en tu vida? – Preguntó Skessa, incrédula - Umm no. - Agaché la cabeza ante el peso con el que sus palabras cayeron sobre mí-. Solamente en imágenes y dibujos de la imaginación de algunos artistas. Y definitivamente no de esta manera, usualmente son cuadrúpedos. Ustedes no existen de donde vengo. -(Y ahora me preguntaba ¿Será un “Donde” o es un “Cuando”?) Skessa nuevamente le dijo a Itzaroth lo que acababa de decir. No presté atención a las palabras sino a intentar entender que era lo que significaban, a lo que le respondió que me preguntase mas sobre que fue lo que pasó. Nuevamente posaron sus ojos en mí. Entonces miré a Itzaroth y le respondí en su idioma: - No lo se... en un momento… sentado en… err.... – No existía la palabra en su idioma para “silla” – y de repente… algo como un... – también me costaba encontrar el como decir “agujero blanco” o mas bien “agujero de gusano”... Era como que sabía ciertas cosas pero no podía traerlas a la mente o recordar las palabras para describirlas. - ¿Porrr-tal? Apareció en mi cueva – tampoco pude encontrar el significado de la palabra “casa” y “cueva” fue lo mas cercano que se me ocurrió - Y fui succionado por eso, adentro… solo vi… todo blan-co, y que algo se dir-igía hacia mi, luego desperté aquí. Ambos se miraron con expresión pasmosa, a lo que agregué; - Logro comprender este idioma.... aunque... Me cuesta recordarlo... - Intentaré ver que es lo que ocurrió – Le dijo Skessa a Itzaroth, en ese momento se levantó, se dirigió hacia el fondo de la cueva y agarró el libro de tapa de pelo de animal. Se sentó sobre lo que parecía ser el nido o cama y empezó a leerlo... Me llamó mucho la atención sus gestos. Ojos entre abiertos, mirando muy fijamente el libro. Noté que de nuevo tenía esa postura de yoga sobre ese… nido. Al mirarla también me percaté de que si bien tenía la vista posada en el libro, no pareciera que lo estuviera leyendo, sino que tenía la vista hacia el infinito… como si estuviese en una especie de trance. Mientras tanto Itzaroth me miraba fijamente. Su mirada era como si estuviese confuso. Después de un rato finalmente habló... - Humano... Si nuestra especie no existe del lugar de donde vienes... ¿Entonces fuimos exterminados? - Mhh, no... Nunca existieron… Excepto en historias que nunca se supieron si fueron ciertas o no, pero es muy probable que no lo sean –no podía encontrar un equivalente de la palabra “Mito” en su idioma- Pero... no hay escrituras, ni tampoco los... las... personas que investigan el mundo –intentaba decir “científicos”- ni siquiera encontraron rastro alguno de que alguna vez hayan existido... Ni ustedes ni ninguna otra criatura tan desarrollada como el humano... - De donde vienes, ¿los humanos devoran? Traté de entender el concepto que no tenía traducción literal en el pensamiento regular humano. Según lo que entendí con “devorar” quiso decir algo así como avanzar y “comer” todo a su paso, sin dejar vida tras de sí. - Si entendí bien la idea, creo que no tanto. Entonces Itzaroth dio unos pasos como meditando un poco. Se llevó la mano al mentón, o más bien a donde se supone que estaba, y se frotó con ella el hocico. En ese momento pensé “que gesto tan humano”. Mientras, observé a Skessa leer atentamente ese libro. No parecía que el libro tuviese hojas comunes y corrientes. Aparentemente seguía sumida en ese trance. Itzaroth nuevamente se giró hacia 23

mi y me habló mirándome fijamente, esa vez su mirada había cambiado, casi parecía como si tuviera cierta... ¿Esperanza? - En tu mundo, si el humano no es El devorador ¿Entonces conviven con la naturaleza? Umm... Esa era una pregunta muy extraña. Incliné la cabeza pensando en una buena respuesta a tan curiosa pregunta. ¿Humano y naturaleza conviviendo en armonía? Imposible. En ese momento se me cruzó por la mente la imagen del petrolero hundido y las costas llenas del mismo, los incendios, las vertientes de químicos, el Riachuelo en Buenos Aires… la lista seguía. Iba a mentirle… Total ¿Qué sabría de donde venía? Pero cuando lo iba a hacer una alarma saltó dentro de mi mente (¿o mi “no mente”?) que mentir iba a ser peor que decirle la verdad. Él sabría si estaba mintiendo o no. Así que se lo solté. - No... Según por lo que entendí del concepto de esa palabra... no... Más bien en general el humano utiliza la naturaleza para beneficio personal. En ese momento noté que su expresión cambió denotando decepción. Bajó la cabeza lentamente relajando los músculos. Sus ojos parecieron entrecerrarse en gesto de pena pero no solo eran gestos. En el ambiente se notaba una energía algo deprimente seguramente proveniente de él… ¿Energía? Qué extraño… - Sin embargo no son todos... Hay muchos... mhh... “amigos de la naturaleza” que intentan protegerla de los otros que la dañan. Aparentemente había una palabra que contenía ese concepto, pero no lograba recordarla. Itzaroth levantó la cabeza para observarme nuevamente, entonces fui yo quien miró hacia abajo cuando agregué: - Yo también pienso que la raza humana puede que sea una peste y en general son muy estúpidos... a pesar de ser uno. Eso siempre me ha deprimido. Al decir esas palabras sentí que también transmití ¿energía? Era como si hubiese impreso mis sentimientos en ellas. Noté que eso le impresionó de alguna manera. Como si tuviesen un significado mas profundo que la simple frase que dije. En ese momento Skessa levantó la cabeza mientras dejaba el libro. Me miró y habló. - Pero... a pesar de eso, parece que algunos de los tuyos son dignos. Skessa llamó a Itzaroth con un simple gesto con la intención de que la siguiera y ambos fueron hacia la entrada de la cueva; escuché que hablaron bajo entre ellos. Mientras tanto intenté levantarme del suelo. Aun me sentía muy extraño con ese cuerpo de dragón. Apoyé mi rodilla e intenté incorporarme pero no logré dar con el equilibrio y caí nuevamente. Era difícil tener que caminar con tan solo los dedos del pie (o lo que se pueda entender como tal). Me arrastré hasta llegar a una de las paredes de la cueva y me apoyé sobre ella. Lentamente me levanté y logré dar más o menos con el equilibrio necesario para estar parado, pero caminar era otra cosa. Sentía constantemente el peso de mis alas y cola que me tiraban hacia atrás, casi perdí el equilibrio de nuevo pero esta vez me recosté sobre la pared. Miré en dirección hacia los dos dragones y logré escuchar algunas palabras sueltas en su idioma, como “viajero” – “útil” – “peligro” – y otra que no logré descifrar si significa “salvación” o “salvado”. Después de un rato y algunos intentos más, logré ¿recordar? cómo caminar y conseguí dar algunos pasos torpes casi como de bebé. Intenté hacer cierto equilibrio con la cola como vi que ellos hicieron. Entonces ambos volvieron. Yo los miré fijamente mientras se aproximaban. - No podemos regresarte a tu mundo... Drastonno era uno de los muy pocos de los nuestros que tenía el poder y la habilidad para hacer ese tipo de cosas. – Dijo Skessa - Y entonces, ¿qué van a hacer conmigo? –Pregunté- No pareces ser uno de esos salvajes que nos persiguen, así que eres bienvenido, consultaremos un poco más. Dicho eso Skessa volvió a sentarse para seguir leyendo el libro mientras Itzaroth se puso a su lado con sus ojos también posados en él. Ambos parecían entrar en ese ligero trance. Mientras ellos estaban con sus cosas logré con cierta dificultad caminar hacia el centro de la cueva. Por suerte no era muy grande. Allí había restos de las cosas que tenía en casa, entre ellos encontré mi teléfono móvil. 24

Me incliné con cuidado hacia el suelo para no caerme y, haciendo contrapeso con la cola como lo hizo Itzaroth, intenté agarrarlo. Pero con esas garras fue algo difícil. Lo conseguí tras dos intentos y tratando de no caer hacia delante. Lo encendí. Era complicado manipularlo con las garras, pero enseguida logré adaptarme y usarlo sin rayarlo. Busqué señal pero obviamente apareció el cartel de “sin cobertura de red”. Ingenuamente pensé que se debía al hecho de que me encontraba dentro de una cueva así que caminé cuidadosamente hacia la entrada de la misma. Me dio cierto vértigo cuando me acerque al borde y miré hacia abajo; la cueva se encontraba a un par de cientos de metros de altura. Debajo de esta se desplegaba un enorme valle. En contra de mi sentido común me acerqué más al borde y vi que nos encontrábamos dentro de la pared de un precipicio que era casi totalmente vertical. Era imposible acceder por tierra. Al mirar hacia arriba observé que había una especie de “techo” producto de cierta hondonada. El lugar donde nos encontrábamos tenía un hundimiento dentro de la montaña por así decirlo, lo que haría casi imposible el acceso por cuerdas o rapel. Al contemplar el valle noté que justo al pie de la pared montañosa había un río bastante ancho que hacía una curva siguiendo el contorno del precipicio. Cruzando ese río había un bosque que se extendía por casi todo el valle. A simple vista divise una manada de ciervos, algunas águilas, e incluso un puma que estaba bebiendo agua del río. Aproximadamente a diez o quince kilómetros en el horizonte había una cadena montañosa. Al mirar hacia los costados del precipicio distinguí otros huecos en la pared, otras depresiones, que parecían otras cuevas producto de la erosión. El sol estaba por ocultarse detrás de dicha cadena montañosa, por lo tanto asumí que estaba mirando en dirección al oeste. Me quedé contemplando el paisaje por un rato. Me costaba creer que había tanta belleza desplegada bajo mis pies… o patas… hasta que recordé el por qué había ido allí; miré el teléfono móvil nuevamente y seguía sin señal. Obviamente estaba demasiado lejos de la civilización como para que captase algo. Decidí entonces tratar de descubrir en donde me encontraba. Miré hacia atrás y vi el posicionador GPS tirado en el suelo ¿Quizás me indicase alguna pista? Me sentí algo idiota por el solo hecho de considerar usarlo pero realmente quería sacarme la duda y de todas maneras no perdía nada con intentarlo. Me acerqué hacia el resto de mis cosas y agarré el GPS, al levantar la vista vi que ambos dragones salieron de ese trance y me miraron atentamente. Entonces encendí el dispositivo y me dirigí a la entrada de la cueva. El aparato buscó la señal de algún satélite. Luego de unos momentos… nada... No logró encontrar señal por ningún lado. O me encontraba en un lugar diferente a la tierra o quizás estaba en otro tiempo... ¿pasado? ¿Futuro? Evidentemente los humanos existían. Solté un suspiro al aire, sin tener idea de que hacer (o a esta altura que pensar). Entonces Skessa me habló; - ¿Qué estabas haciendo justo antes de que el vórtice te succionase? –Si bien la traducción de esa palabra sería “vórtice” en realidad tenía un significado más profundo, la palabra implicaba un concepto más amplio pero no lo conocía- Nada. Estaba sentado mirando la... la... –No había equivalencia en su idioma para “televisor”las imágenes que provienen de eso –Señalé los restos del televisor- Pero ¿cómo te sentías en ese momento? - Me sentía... Molesto con el mundo. Y estaba recordando unos sueños en donde... –Pause por un momento mi relato pensando en ello- yo era un dragón... Y creo que terminé deseando ser uno... Denoté cierto gesto de sorpresa en sus rostros. Skessa se hundió en su libro, le señaló algo a Itzaroth y luego ambos me miraron. Escuché que hablaban sobre algo que probablemente no había sido un accidente y que tendrían que empezar con la “cena” de bienvenida “al viajero”. Itzaroth mencionó que iba a ir de cacería. Se levantó y caminó hacia la entrada de la cueva. Lo seguí con la mirada cuando abrió sus grandes alas y se arrojó al vacío. Giré la vista nuevamente a Skessa que cerró el libro y me miró fijamente. - Creo saber que fue lo que sucedió. Te lo puedo explicar en tu idioma si te es más fácil comprenderlo así. 25

Me lo dijo en castellano, lo cual me era mucho mas fácil de entender que ese otro idioma que casi conocía por puro instinto, y no estaba seguro de si entendía bien lo que me decían. Intenté sentarme en el suelo pero terminé sentándome sobre mi cola, lo cual no fue muy agradable. Me había olvidado de que ahora tenía una. Busqué una posición y entonces intenté imitar el gesto ‘yoga’ que antes había observado en Skessa- Drastonno era el dragón que eres ahora. Él quería encontrar una manera en la que pudiéramos vivir en paz... Su habilidad sobre la naturaleza y la energía eran asombrosas. Dos temporadas atrás llegó aquí y estuvo investigando mucho, conectándose profundamente con la madre Awian para poder encontrar un lugar donde definitivamente estemos a salvo. Dijo que había encontrado una manera de hacerlo gracias a una guía pero este se encontraba fuera de esta realidad. Supusimos que había decidido viajar hacia un lugar... Donde no haya humanos, o donde al menos estos no sean tan… -Pensó por un momento la palabra- Destructores... - Pero... ¿Por qué? –La interrumpí- ¿Qué sucede aquí que es tan malo? Skessa suspiró. - Los humanos nos han estado cazando durante mucho tiempo, exterminándonos poco a poco... Nos quieren tanto vivos como muertos. Los humanos nos matan o nos esclavizan. Los que sobreviven son obligados a trabajar en sus dominios, o nos mantienen como sus mascotas. Mientras ella explicaba eso noté como su rostro se entristecía. Miró hacia el suelo y por unos segundos guardó silencio, pensativa. En cierta manera, sus palabras me ponían algo nervioso. - Pero, ¿por qué nos matan? Por un segundo me sorprendí porque use la palabra “nos” Skessa continúo. - En este mundo ¿¿todos los humanos son hostiles a nosotros?? ¿Desde cuándo sucede esto? - Hace mucho tiempo vivíamos tranquilamente en estas regiones, tuvimos contactos con los humanos en el pasado, ellos moraban aquí, en nuestros territorios. Vivían con armonía y respeto por la naturaleza, incluso nos ayudábamos mutuamente. Pero un día empezaron a venir humanos de tierras lejanas utilizando poderes y animales extraños. Llegaban desde más allá del gran océano. Ellos arrasaron todo a su paso, quemaron bosques enteros para convertirlos en tierras donde mataron todo lo que no sea para su beneficio. Mataron a los animales sin contemplación, la mayoría de las veces no lo hacían para comer ni para obtener su piel como lo hacían nuestros hermanos de aquí. No comprendemos el por qué lo hicieron y aun continúan haciéndolo. La energía que poseen es muy dañina, intentamos comunicarnos con ellos pero cada vez que nos ven intentan matarnos. Junto a nuestros hermanos humanos luchamos contra estos invasores, pero no pudimos echarlos. - ¿Y que fue de los humanos con los que ustedes tenían buen trato? –Decidí preguntar- Ellos también fueron cazados. Y fueron exterminados. Empezaba a notar cierta impotencia y tristeza en sus palabras por el solo hecho de recordar eso... Al igual que me sentía un tanto... asustado por lo que me estaba contando. - Hoy en día quedamos muy pocos y estamos muy dispersos. Logramos establecernos en regiones remotas donde al humano le cuesta mucho llegar. Pero ellos tienen mas poderes mágicos con lo que pueden llegar mas lejos e incluso alcanzarnos. Drastonno vivió mucho tiempo escapando de los humanos que querían más sus escamas rojas que al resto de nosotros. Hoy en día los dragones de ese color no se ven. En ese momento me miré nuevamente mis brazos y mi cuerpo. Escamas rojas... Iba a tener muchos problemas. Además ¿¿humanos usando magia?? ¿Qué clase de mundo era ese? - Por eso es que su anhelo era poder sentirse seguro, encontrar una manera en que pudiéramos vivir en paz. Dijo que había sentido algo y tenía que ir por eso. Al escuchar esas palabras extrañamente sentí un cosquilleo en la frente, entre mis ojos, unos sentimientos extraños afloraron en mi mente. Traté de darles forma… Entonces le hablé. - Nuestros profundos deseos y anhelos se conectaron en ese momento, creando un puente entre nosotros que le dirigió al otro extremo, hacia donde me encontraba. - ¿Cómo sabes eso? – Me preguntó-

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- Yo solo... lo sabía. Es como si todavía tuviese sus recuerdos, pero no logro recordar muy bien, se que podía hacer ciertas cosas. Pero no se bien cómo... Debería de agregar que el tener recuerdos ajenos no es algo agradable cuando se mezclan con una mente medianamente racional. Skessa sonrió. Todos sus dientes quedaron a la vista. Por un lado me agradó ver eso y sentir lo que reflejaba, pero por otro lado no podía dejar de pensar que ¡vaya dientes! Casi me sentí incómodo. - Ya aprenderás, te enseñaremos a sobrevivir. La miré y se me ocurrió una pregunta. - ¿Cómo es que sabes español? Ella miró al suelo nuevamente. - Porque... yo también fui capturada, y fui una esclava. - Ya veo, perdona. - Los humanos y su constante temor a enojar a alguien. Encontré divertida su respuesta. Después me levanté del suelo. Aun me costaba un poco caminar, sin embargo logré extender mis alas. Se sentían bastante bien... sentía el deseo de usarlas y poder volar. Skessa me miró y se llevó las manos detrás de la cabeza, como relajándose y tratando de olvidar lo que me acababa de contar. - Ya es casi de noche, hay que descansar, mañana te enseñaremos a volar, será un día de muchas lecciones. Al ver mis cosas en el suelo decidí ver que era lo que vino conmigo. Skessa miraba atentamente. Había un atlas de La Argentina, el cual ella levantó y observó atentamente. Mientras lo hacía vi que movía la punta de su cola, casi como un gato. - Cuando uno de nosotros es capturado y vive como un esclavo nos enseñan su idioma para que podamos entender sus órdenes, sin embargo nunca nos enseñan a leer. ¿No sabía leer? Supongo que se refería al castellano, pues ese otro libro sí que lo leía. Mi mente seguía trabajando y me puse a pensar en que si tal como dijo, los dragones son usados como esclavos, creí que sería cierto que no se les enseraría a leer o escribir en “humano”. Y de paso ¿cómo sería escribir con esas uñas? Tal vez hasta se rompiese el lápiz y sería muy difícil… O tal vez con práctica no. Continué viendo qué era lo que tenía; Un par de libros sobre atlas y enciclopedias, algunas lapiceras, un anotador sin uso, mi teléfono móvil y su cargador, el GPS, el televisor roto (afortunadamente el tubo de vidrio no se rompió o sino hubiera sido un desastre de vidrios rotos). También encontré mi linterna Maglite de 4 pilas y una brújula… Decidí apagar el teléfono móvil, allí no había señal y tampoco había perspectivas de tener un enchufe cerca para recargarlo. Mientras juntaba mis cosas y las situaba en un recoveco vacío de la cueva, Itzaroth llegó a la cueva. Entre sus patas y brazos traía un pequeño ciervo. - Buena cacería –Dijo Skessa- Comenzaré los preparativos para la bienvenida. - Iré a buscar los soportes. -Contestó ItzarothItzaroth puso el ciervo sobre el suelo y se lanzó nuevamente al vacío. - Es un ofrecimiento. – Me dijo Skessa, no entendí bien qué significaba eso Agarró una de las pieles que había por la cueva, se arrodilló y limpió el dibujo rupestre que había en el suelo. Ignoraba totalmente cual era el significado de dicho dibujo, y en ese momento tampoco le presté atención. Igualmente agarró los platos con agua y cenizas y tras vaciarlos por la entrada de la cueva hacia el bosque, los retiró a un lado. Luego volvió junto a la presa y usó sus garras para rasgar la piel del ciervo. Hizo un corte y empezó a despellejarlo. No creía que las garras pudieran ser tan filosas. Miré mis propias garras que parecían ser tan afiladas como las suyas, y luego miré atentamente cómo le sacaba la piel al ciervo hasta quitársela toda. Cada tanto me miraba y esbozaba una sonrisa como encontrando divertida mi cara de desconcierto. Estaba asombrado por lo que ella hacía y también por lo que yo podría llegar a hacer. Al parecer tenía ‘armas’ en las manos, para ser exactos diez. Pero también están las de los pies. Aunque estaban más redondeadas. Supongo que por el caminar se irían desgastando pero eso no impedía que se pudiera hacer daño con ellas.

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Cuando finalmente terminó de sacarle la piel la dejó a un lado, se levantó y se dirigió a un rincón donde había varias ramas y troncos secos que no había notado anteriormente, y los puso a un costado de la entrada de la cueva. Todo estaba listo como para hacer una fogata. En ese momento Skessa tomó aire. Un sonido como de gorgoteo se escuchó desde su interior, como cuando se hacen gárgaras al cepillarse los dientes. Abrió su boca y exhaló fuego sobre las ramas que había juntado. Era una llamarada saliendo directamente desde su hocico que rápidamente incendió las ramas y dio inicio a una fogata. Abrí bien grande los ojos del asombro. - Pero... Qué carajo, ¿¿¿qué fue eso??? - Es fuego – me dijo con cierta cara sonriente. Definitivamente ella encontraba divertido mi asombro- ¿¡Acabas de lanzar fuego sobre las ramas!? Skessa soltó una carcajada. Su risa me pareció muy musical. Creo que nunca antes había oído una risa así. Sentí que salio desde el corazón, sin falsedades, simplemente por estar feliz o divertirse. Como odiaba a la gente que se reía por compromiso, o peor aun, esas risas de cuando el matón se burla de alguien y los que lo siguen se ríen de esa manera tan burlona, tan falsa. – Sí, por supuesto, puedo hacer eso. Todos podemos hacerlo. Y tú también. Creo que se notó directamente en mi cara de dragón que me parecía fantástica la idea de poder hacer eso. Sabía que en el común de la mitología los dragones podían exhalar fuego, aunque no lo creía físicamente posible. Traté de pensar en como eso puede ser posible. ¿Sería magia? No creía que fuese “porque sí”. Tenía que haber alguna explicación para eso, pero no podía ponerme a pensar en el asunto en ese momento. - Pero... ¿cómo? ¡Quiero intentarlo! -Me intrigaba mucho la idea de poder exhalar fuego de la manera que lo hizo ellaSkessa pensó un momento. - Es difícil de explicarlo con palabras, y aun más en tu idioma, pero es como escupir. Solo que mientras lo haces contraes la base de tu garganta y exhalas fuego. - Eso no explica mucho. –Cuando dije eso me encontré bajando mis aletas de los costados de la cabeza, no sabía bien que significaba eso.- Solo concéntrate – Me dijoCerré mis ojos intentando pensar en el como exhalar fuego, intenté contraer unos músculos en mi garganta. Era algo inexplicable desde lo que el humano común conoce, ya que no tenemos esos músculos allí. También sentí una sensación rara en mi pecho. Al hacerlo tomé aire y oí desde mi interior ese “gorgoteo” que escuché anteriormente desde la garganta de Skessa. Retuve el aire un momento y entonces exhalé mientras instintivamente contraía mi garganta. Sentí como una especie de regurgitación viniendo desde dentro de mí con la cual casi me atraganté. En vez de escupirlo lo “tosí”. Si bien tosí líquido, este se incendió casi en el instante que salió de mi hocico. Debido a que no hice mucha fuerza ese fuego casi cayó encima de mi, momento en el cual salté hacia atrás para evitar quemarme, me tropecé con mi cola y caí de espaldas dejando tras de mi un pequeño incendio sobre el suelo de roca. Por suerte no me hice daño en las alas o la cola. Skessa miró atentamente el evento y no pudo evitar lanzar otra carcajada. Resonó por toda la cueva, pero no me molestó que se riese porque me había caído. Todo lo contrario, me encantaba ese sonido. Tenía las manos puestas en el vientre mientras movía la cola de un lado a otro sin parar de reírse, observándome. La miré y me sorprendió que ella se riese casi como lo haría un humano a pesar de ser un ser tan diferente. - Tienes que hacerlo mas fuerte, exhala mucho más y las llamas llegaran más lejos. Intenté concentrarme en repetir los mismos pasos pero esa vez mirando en dirección hacia la entrada de la cueva. No quería quemar ninguna de mis cosas. Intenté hacer lo mismo de nuevo; exhalé y nuevamente tuve esa sensación de estar regurgitando y escupiendo al mismo tiempo. Exhalando fuertemente terminé esputando el líquido que se incendió al instante, esta vez formando una llamarada directamente frente a mi, la cual me fue difícil determinar la distancia a la que llegó. Diría que de dos o tres metros aproximadamente. Fue muy excitante, mi corazón se aceleró al ver dicha llamarada, no

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podía creer lo que acababa de hacer. Me preguntaba cuántas cosas mas podría hacer ahora que era un ser distinto... Skessa se acercó y me tomó de la mano, llevándome lentamente a la entrada de la cueva. El sol ya se había ocultado. Todavía me seguía costando caminar por lo que me apoyé sobre ella. - Ahora intenta la bola de fuego, tienes que juntar la llama en tu boca cerrada y escupirlo lo más fuerte que puedas –Me señaló en dirección al río- Dirige tu llama hacia el río o podrías iniciar un incendio en el bosque. Hay que ser muy cuidadoso con nuestro fuego. Nuevamente me concentré y repetí los mismos pasos. Esta vez sentí que el líquido se juntó en mi boca. Era una sensación muy diferente a la de vomitar, no era algo desagradable. El líquido tenía un ligero sabor a algo que no podía identificar qué era. Casi como mucosa salada. Esta vez escupí repentinamente, usando todas mis fuerzas y una bola liquida salió e instantáneamente se incendió. La bola de fuego hizo un movimiento oblicuo y a medida que caía iba iluminándolo todo a su camino. La miré atentamente hasta que finalmente cayó en el río y se apago. Ahora podía exhalar fuego, incendiar cosas, era una sensación indescriptible, era maravilloso. Pero también era una responsabilidad. Skessa a mi lado me observaba, en sus ojos tenían una mirada como si estuviese contenta por mi presencia. Me pregunté por qué sería. Lo intenté nuevamente, contraer los músculos de la garganta, exhalar aire, y lance una nueva bola de fuego que cayó en el río. A continuación intenté hacer nuevamente el “modo lanzallamas” me concentré y lo hice, una llamarada continua que duró tres segundos y se me cortó de repente. Intenté hacerlo nuevamente pero ya no pude lanzar más fuego. - Ten cuidado de no quedarte sin fuego tan seguido. -Me dijoDe repente me pareció muy obvio; no podemos tener fuego ilimitado, debe de ser algún proceso químico que sucede en nuestro cuerpo. - ¿Cuánto tiempo pasará hasta que pueda exhalar fuego nuevamente? - Si te alimentas bien, mañana tendrás algo, pero necesitas una buena cantidad de alimento para volver a llenar tu fuego vital, si no comes nada tu fuego no se repondrá. Recordé tantas películas donde el dragón lanzaba fuego a diestra y siniestra, quemando castillos enteros, bosques, puentes, y que lo hace durante media hora o mas. Mientras pensaba eso noté que, aunque el sol ya se había ocultado, la iluminación de todo el lugar no estaba decreciendo en la manera en que debería de haberlo hecho. El cielo apenas estaba iluminado, pero el bosque se veía bastante bien, casi diría que se veía el triple de iluminado que una noche con luna llena regular. Pero el bosque ya no tenía los mismos colores que antes. Los colores se apagaron y empecé a ver casi en blanco y negro. - Skessa, algo raro sucede, ¿Por qué el bosque se vuelve blanco y negro? No entiendo. Skessa pensó por un momento hasta que pareció recordar a que me estaba refiriendo. Posiblemente para ella fuese algo normal y que pasaba desapercibido debido a eso. - Si recuerdo bien los humanos tienen una visión muy pobre en la oscuridad, por eso necesitan usar fuego y cosas mágicas que emiten luz cuando llega la noche. Pero nosotros podemos ver mucho mejor en la oscuridad, siempre y cuando Selene se encuentre en el cielo. - ¿Qué es un Selene? - No recuerdo como le llaman los humanos a eso – Me señaló la luna, que recién estaba saliendo y estaba casi llena. Sus rasgos eran iguales a la luna que siempre recordé toda la vida. Es difícil de explicar pero había visto imágenes con respecto a que la luna en el hemisferio norte se ve “al revés” que en el hemisferio sur. Ver la luna me dio una pista muy importante; estaba en la tierra y en el hemisferio sur. - Esa es la luna, un satélite natural. - Incluso si luna no estuviese en el cielo, podemos guiarnos con las pequeñas... mhh ¿Cómo era que le llamaban los humanos a esos puntitos blancos en el cielo? - Son estrellas, bolas incandescentes de gas, al igual que el sol pero que están a enormes distancias en el espacio. Recordé algo con respecto a que algunos animales eran capaces de ver con la luz de las estrellas. Eso siempre me pareció muy difícil de creer hasta alguna vez que estuve de vacaciones en las Sierras de

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Córdoba y tuve la oportunidad de estar una noche sin luna lejos del pueblo (y de la contaminación lumínica) y ver como Venus estaba en el cielo, y notar como la luz de ese planeta iluminaba el paisaje. Mientras recordaba eso, Skessa sonrió mientras me miraba fijo. No pude evitar preguntarle. -¿Por qué sonríes y me miras fijo de esa manera? - Estoy contenta y quiero conocer más sobre los humanos y lo que saben. También quisiera conocer más sobre su magia... - Erm... Los humanos no tenemos magia... Al menos de donde provengo. Yo no tengo magia. Skessa señaló mis cosas. - Pero ahí tienes tus instrumentos mágicos. Cuando estuve con los humanos pude ver algunas de sus maravillas. Podían ver cosas que pasaban a mucha distancia de allí, o que podían moverse en cosas extrañas que se movían por su cuenta... Ahí tienes uno de esos instrumentos mágicos. –Me señaló los restos del televisor, el cual era aun reconocible- Eso no es magia, es simplemente tecnología. - ¿Tecno... qué? - Tecnología, o sea, aparatos construidos para hacer... cosas. Tienen propósitos específicos, no tienen nada de magia en ellos, solamente están construidos para que funcionen de esa manera. - Pero ¿acaso esos aparatos no le otorgan poderes mágicos a quien los usa? - No. Creo que tenemos un concepto muy errado sobre lo que es la magia. Magia es... lo que me trajo a este mundo. El agujero ese y lo que intentó hacer Drastonno. - Pero eso no es magia, es simplemente el conocer sobre las habilidades de la naturaleza, no hay nada mágico en eso. Es algo natural que se encuentra en todo y todos. Desde los árboles y plantas, hasta nosotros, e incluso los humanos. Sin embargo, en el tiempo que estuve cautiva nunca supe de que manera lo usan ellos. En ese momento Itzaroth volvió volando desde el bosque, oí el sonido del aleteo desde lejos. Miré detenidamente la manera en que volaba batiendo constantemente sus alas. Entre sus manos trajo varios palos largos. Llegó hacia donde estábamos y aterrizó suavemente en el borde de la cueva. - Ahora podremos iniciar la bienvenida -Dijo SkessaAmbos dragones levantaron un improvisado armazón para sostener al ciervo y lo colocaron encima del fuego. Tuve ganas de ayudarlos, pero mis movimientos aun seguían siendo torpes. No podía evitar mover constantemente mi cola a la vez que extendía mis alas, una a la vez, casi como jugando y haciendo ejercicios tratando de coordinar movimientos. Ya sentía ganas de probarlas, pero seguramente no sabría hacerlo. Si me tirase al vacío como ellos habían hecho antes posiblemente acabase en la cúpula de los árboles o en el río. Mejor que no me arriesgara aun. Me concentré en lo que Skessa e Itzaroth hacían. Terminaron de colocar el ciervo sobre el fuego y este empezó a cocinarse. Itzaroth se acercó y me preguntó: - ¿Tienes alguna idea del por qué los tuyos nos odian? ¿Por qué nos persiguen durante tanto tiempo? - No tengo idea, pero supongo que los consideraran una amenaza por alguna razón, ¿quizás atacaron a sus animales? - Siempre evitamos hacerlo, tratamos de alejarnos lo más posible de ellos, pero aun así ellos nos buscan constantemente. - Desconozco totalmente lo que sucede aquí... pero puede deberse a varias razones, entre ellas el miedo. - ¿Los humanos atacan por miedo? - Si, miedo ante lo desconocido, aunque, como dije no tengo idea. Realmente estaba sin pistas, pensé en las posibles razones por las que los cazasen así. Probablemente algunos de ellos hubiesen atacado al ganado y por eso los considerasen como plaga, otros que por alguna razón religiosa los consideren seres demoníacos o algo por el estilo. Traté de pensar en casos como el tigre, ¿quizás fuera tan solo por diversión? Matar a un ser tan poderoso como un dragón de seguro sería muy atractivo para algún cazador con complejo de inferioridad y baja autoestima. También me sorprendí de lo rápido que estaba dominando su idioma. Entonces una idea se me cruzó por la cabeza, miré a Skessa y le pregunté: 30

- ¿Cómo es que te han capturado? Cuéntame sobre esa experiencia. Quizás lograría responder a algunas de sus preguntas sabiendo qué es lo que sucede aquí. - Bien, lo haré. Los tres nos sentamos frente a la fogata. Hubo un silencio breve solo interrumpido por el crispar de las ramas encendidas. Veía sus caras con la tenue luz del fuego. Desde afuera llegaba el sonido del agua. Era increíble pues aunque estábamos muy arriba podía oír el susurro del agua del río, al igual que las hojas rozándose unas contra otras por el viento, un galope de algún animal, un grillo… Parecía imposible poder oírlo. Pero es sabido que en la noche los sonidos se escuchan desde más lejos. El olor de la carne cocinándose era más fuerte que cualquier olor que hubiese percibido como humano. Después de todo solo era carne. No solo llegaba a mi nariz el olor a asado, si no también el de algún tipo de flor proveniente del bosque, muy dulce. También creí que podía olerlos a ellos pero no estaba seguro. Skessa advirtió mi pequeña ensoñación y esperó con paciencia a que le prestase atención de nuevo. Me concentré en mirarla dejando un poco de lado todo lo que me llamaba la atención. Sus ojos amarillos brillaban a la luz del fuego, mientras una sonrisa ¿triste? cruzaba su rostro. Según sentía, no iba a ser una historia bonita. Tomó aire, y empezó a hablar pausadamente. - Desde que salí del cascaron solo conocí el bosque. Era un bosque muy hermoso donde había comida abundante para nuestras familias. Allí crecí en la felicidad de ese lugar, aprendiendo de mis padres, de los ríos y los árboles; su energía y vitalidad. Hasta que nuestra madre nos advirtió que un grupo de humanos se estaba acercando a nuestro bosque. No eran como los que ya conocíamos, sino que estos eran malvados. Solían arrasar con todo a su paso, trayendo sus animales y creando pequeñas cuevas frágiles, en los cuales ellos moraban. Un día me dirigía hacia la zona de los frutos rojos en la época en que estos crecían, y cuando estaba llegando una pluma con una punta muy dura se clavó en mi hombro y enseguida me sentí adormilada. Se que caí. Luego estaba rodeada de humanos, no podía moverme y caí en un profundo sueño. Cuando desperté fue horrible; estaba encerrada por ramas extremadamente duras, resistentes y de color negro, había intentado romperlas pero no pude. Me habían cortado mis garras, y arrancado los colmillos. Cuando vi a los humanos alrededor de mi intenté atacarlos, pero fue inútil; no pude lanzarles fuego, lo intenté pero no pude. Me habían quitado mi fuego interno. Además me habían puesto algo que rodeaba mi cuello. Uno de los humanos sostenía una pequeña piedra negra. Lo apretó, y sentí un tremendo dolor en mi cuerpo, especialmente alrededor del cuello. Sentí mucho miedo. Nuevamente Skessa miró hacia el suelo y se quedó en silencio un momento. Mientras tanto intentaba seguirle el paso y tratar de comprender lo que me estaba describiendo. ¿Piedra negra? ¿Ramas negras? No entendí… - Me llevaron a un lugar donde había muchos de nosotros dentro de otras ramas negras enlazadas, a todos les quitaron sus garras y colmillos, y todos tenían esa cosa alrededor del cuello. Muchos humanos pasaban por allí, no entendía lo que decían en ese momento, hasta que algunos de ellos vinieron y con libros, lentamente nos enseñaron su idioma a través de imágenes y hablando que significan. Cuando pude entenderlos, ellos decían que era solo lo necesario para que entendiéramos sus órdenes… - ¿Cuáles eran esas ordenes? -Pregunté- Trae esto, lleva aquello, lo necesario para que le sirviéramos a los humanos y cosas como que la obediencia se recompensa, y la resistencia se castiga. - ¿Cómo los recompensaban y castigaban? - La recompensa era comida, la cual apenas nos daban, y si nos negábamos a seguir sus órdenes los humanos utilizaban su magia para que nos causase ese dolor inmenso. Era un dolor que nunca antes había sentido. Su magia es muy poderosa, y siempre venia de esa piedra negra que tenían… Mientras Skessa relataba su historia intenté pensar en qué podía ser eso, ¿En este mundo realmente los humanos manipulaban la magia? ¿Había magos dando vueltas por ahí? - Una vez que me enseñaron lo necesario de su idioma, nos llevaron a otro lado donde muchos humanos pasaban por el lugar, nos veían, nos examinaban y recuerdo que repetían las mismas palabras. Nunca entendí a que se referían pero más de una vez me señalaron y decían

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una palabra que recuerdo bien: “jaumeni”. Así fue durante todo un día hasta que apareció una hembra humana bastante peculiar. Tenía un estomago enorme, como hinchado. Ella me examinó; miró mis alas, mis brazos, y dijo algo extraño que no entendí... Dijo nuevamente esa palabra, le respondieron y ella sacó algo de entre sus pieles y se lo dio al hombre. Eran cosas pequeñas, pedacitos de hojas de libro, de diferentes colores y dibujos. El hombre ató una cuerda a la cosa alrededor de mi cuello, y también le dio la piedra mágica a la señora. Me sacaron de donde estaba, ataron mis alas y me metieron dentro de una… extraña roca mágica. Tenía una forma ovalada y sus paredes eran extremadamente lisas, tenía cuatro rocas muy suaves circulares a sus costados de color negro. Esta roca hizo un ruido muy fuerte, y nos empezamos a mover. ¿Roca con cuatro rocas muy suaves de color negro? No se me ocurría qué diablos podía ser eso… ¿Un troncomovil? En realidad me estaba costando descubrir si entendía bien su idioma. Lo que transcribí de su idioma es la interpretación para que los humanos la entiendan. Aunque hay algunos conceptos muy difíciles de traducir. - Estaba muy asustada. Cuando llegamos a un lugar muy grande (que creo que se llama “casa”) la señora vino a mí y dijo que no olvidara nunca que yo era tan solo su mascota y que hiciera todo lo que me dijese. Entramos dentro de la casa y otros humanos nos recibieron. Ellos me veían con mucha curiosidad. En el lugar había muchos objetos extraños y muchos de ellos eran mágicos. Miraba alrededor intentando comprender lo que era ese lugar, y entonces una cachorra humana se acercó a mí. Ella fue la única que me habló. Me dijo “hola, soy Alexandra Mayer, eres muy bonita, espero que seamos buenas amigas”. Noté que cuando Skessa mencionó a esta cachorra humana, o mejor dicho, niña, su rostro cambió y adoptó cierta sonrisa y alegría. - Luego ella me abrazó, y yo a ella, esto no le gustó a la mujer del estomago grande. Apretó la piedra mágica y sentí ese tremendo dolor en mi cuerpo nuevamente... Caí al suelo y escuché que la mujer le hablaba a la cachorra “¿Estas bien? ¡Ten cuidado! Estas bestias pueden ser muy peligrosas”. La cachorra le gritó que por qué me había hecho daño, y ella dijo que era para protegerla. Esta cachorra fue la única que me trató bien entre todos ellos. - ¿Cómo fue vivir con ellos? ¿Qué hacías allí? –Pregunté- Al principio me enseñaron como comportarme. Había un hombre, el macho-compañero de vida de esta humana el cual me enseñó algo llamado “modales”. Con el tiempo ellos me dejaron acercarme a su cachorra, con la que hablaba mucho. Fue ella quien me enseñó como hablar el idioma de los humanos, me enseñó los nombres de muchas de sus cosas que en nuestro idioma no tienen equivalencia, también me contó el cómo se sentía sola, sentía que no encajaba en ese lugar a pesar de ser tan joven. No disfrutaba el estar con otros cachorros humanos, ya que los que conocía se enfocaban en quién tenía más objetos, y quién llevaba las mejores pieles, -que ellos lo llamaban “ropas”- para cubrir su cuerpo. Así supe que la mujer humana del estomago grande era su madre. Y que tenía esa figura porque solía comer mucho más de lo que necesitaba. Pero sentí que esa mujer estaba así porque no se sentía amada, y comía de más para protegerse del mundo exterior. Aunque no lo dijese, sus sentimientos y su energía la delataban. Con el tiempo la cachorra me dijo que yo era su única amiga y yo también sentía lo mismo, ya que ella era la única que me trataba bien. Y era la única con quien hablaba. Al sentir energéticamente que su espíritu era positivo y que podía confiar en ella le enseñé nuestro idioma, lo cual es un gran privilegio que solo a los humanos en que podemos confiar se les revela. Recuerda: Cualquier humano que conozca nuestro idioma es de fiar, porque es un ser con positivismo, bondad y amor. - ¿Y cómo te trataba su madre? - Su madre muchas veces me maltrataba, parecía que se enojaba conmigo sin razón alguna, incluso ha llegado a golpearme, aunque sus débiles golpes no me hacían daño. Excepto cuando usaba la piedra mágica. La cachorra Alexandra le preguntó varias veces a su madre el por qué me trataba tan mal. Recuerdo que siempre respondía que ellos estaban mucho mas evolucionados y que nosotros éramos solo “bestias salvajes incivilizadas, las cuales tendrían que estar agradecidas de vivir bajo sus órdenes, porque al ser bestias tan inferiores no podríamos sobrevivir en el mundo por nuestra cuenta”. Notaba mucha frustración en la cachorra... ella

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decía que le dolía ver que su madre me trataba de esa manera, ya que era la única amiga que tenía. Cada vez que eso pasaba ella recibía una fuerte reprimenda. - ¿Qué hacia la señora esta contigo? ¿Para qué te quería? - Tenía que limpiar la gran casa. Tenía que traer y llevar cosas para mis amos. Cuando los humanos traían algo en sus rocas móviles tenía que meterlo a la casa. Siempre eran cosas pesadas, lo que más traían era madera. Pero cuando hacíamos largos viajes yo tenía que llevar algo llamado cajas que en general pesaban bastante, pero ella decía que era mejor que yo las llevase porque sino tendría que darle muchos números a dos o incluso tres humanos. A veces otros humanos llegaban en un evento llamado “fiesta” donde había música. Tenía que traer comida y bebida para ellos. Algunos de ellos incluso traían a otros dragones para mostrarnos. Fue ahí donde aprendí que los rojos como Drastonno, y ahora tu, casi han desaparecido. Probablemente seas el último rojo. En ese momento, Itzaroth me habló. - ¿Qué es una fiesta? - Una fiesta es... una ocasión especial en la que se festeja algo, una reunión donde la gente tiene un momento agradable, hablan entre si, e incluso a veces hay una pequeña ceremonia. Siempre hay abundante comida y bebida en una fiesta. –Le respondí- Aunque –Continuó Skessa- en esos eventos no se festejaba nada, y los humanos allí muchas veces no disfrutaban el estar en ese lugar. Podía sentir sus energías cuando hablaban. Se mostraban felices, pero en realidad deseaban cosas malas a los demás. - Pero ¿Por qué te quedabas con ellos? ¿Nunca intentaste sacarte eso que tenías en el cuello? -Pregunté- Lo intenté dos veces, pero en cuanto intentaba hacerlo, el dolor venia nuevamente, aun cuando nadie me estuviese viendo. La magia humana es muy poderosa, nos causa miedo. Nos mantenían indefensos desde el primer momento en que nos cortaban nuestras garras y colmillos. - ¿Cuándo perdemos una garra, esta no vuelve a crecer? - Aun si perdemos una extremidad, esta vuelve a crecer con el tiempo, eso fue lo que más me asustó de su magia; no podíamos exhalar fuego y nuestras garras y colmillos no crecían. - Pero entonces... ¿Cómo escapaste? - Un día escuché que el padre de la familia había muerto por una extraña enfermedad. La mujer hinchada decía que fue transmitida por mí. Por ser una “Sucia bestia”. ¡Pero era una mentira! A diferencia de los humanos, nosotros casi no sufrimos enfermedades. Ella quería deshacerse de mí pero no quería perder esos números que ella había usado conmigo. Alexandra estaba muy triste. Ella le rogó a su madre que no me apartase de ella pero no le hizo caso alguno. Estaba decidida a hacerlo. Mientras escuchaba atentamente su relato, mi cuerpo se tensaba. Pobre Skessa, todo lo que había sufrido. Sentí mucho enfado por lo de esa señora hinchada. O mejor dicho, esa gorda. Me costaba un poco interpretar algunas de las cosas que dijo por la manera que tenía de contarlas. - Ella decía que me iba a llevar al lugar donde nos intercambian, y eso quedaba muy lejos pero esta vez se iba a asegurar de usarme lo más posible. Subimos a algo llamado “barco”. Al subir tuve que cargar las grandes cajas de la mujer. Constantemente escuchaba que se refería a mi como su bestia de carga personal. Un día me adornó con unas piedras muy bonitas de colores, y me presentó a todos los humanos que estaban en el lugar. Todos ellos tenían muchos adornos y piedras en sus ropas. Intentaba pasar todo el tiempo que podía con la cachorra Alexandra, ella me decía constantemente que yo había alegrado sus días, que odiaba lo que su madre y los demás hacían conmigo y con los otros dragones. Y decía que cuando fuera grande, iba a protegernos. Yo estaba apenada, porque esta cachorra realmente me hacia sentir bien. Era la única que me trataba bien entre la crueldad de los otros humanos. Luego de varios días de viajar, durante la tarde, nos asustamos por un gran ruido y una sacudida en el piso. Luego muchos humanos corrieron asustados. Las tres nos dirigimos hacia la parte superior del barco. Allí nos dijeron que el barco se iba a hundir en las aguas por un daño, la gente trataba de subir a los “botes” de la manera que sea, había mucho caos. 33

- Los humanos son seres tan frágiles. ¿Cómo se han podido extender de esa manera por todos los territorios? – Interrumpió Itzaroth- Es debido a su magia, y la manera en que la usan, ¡yo misma lo vi! -Dijo Skessa- Insisto, eso no es magia... Bueno, creo que no, hasta me están haciendo dudar. No se me ocurre qué puede ser esa cosa alrededor del cuello y como es que podían causar tal dolor o anular sus habilidades. –Le respondí- Espero que puedas ayudarnos con eso. –Dijo nuevamente Itzaroth, que estaba dando la vuelta al ciervo que estaba siendo asado- En fin... Sígueme contando, ¿qué sucedió después? - Vi como los humanos empezaron a enloquecer, todos se agolpaban en esos botes, incluso ellos empezaron a pelearse entre si por subirse a ellos. Nosotras estábamos muy cerca de uno. Mi dueña me dijo que las defendiera, que apartase a los humanos y que nos subiésemos a uno de esos botes. Sin lanzar fuego y sin mis garras, no podía hacer mucho. Como mucho podría apartar a alguno de ellos. En el lugar había cientos y sabía que en cuanto intentase hacerle daño a alguien ellos me matarían. Me negué a hacerlo, la mujer sacó su piedra negra y la apretó. Yo caí al suelo del dolor. Escuche que la cachorra le gritaba para que me dejase ir. En ese momento varios humanos se empujaron entre si con tanta fuerza que la mujer fue empujada contra el borde del barco y cayó al agua. Nunca más la volví a ver. Luego el dolor cesó, y vi que la cachorra Mayer tenía la piedra negra en sus manos. Ella sonrío y la apretó nuevamente. Otra vez sentí ese dolor en el cuello, pero enseguida cesó. Se acercó y me quitó eso de mi cuello. Me dijo que era libre, que me salvase, ya que yo podía volar. Vi que algunos humanos intentaron nuevamente pasar sobre nosotras y que ella estaba en peligro. Me levanté y golpeé a varios de ellos abriéndonos paso, luego la abracé y salimos volando de allí. - Wow, ¡Que evento! ¿Pero qué hiciste con ella?, por cierto, el termino de cachorra humana es niña. –Su relato me hacia sentir emocionado- Cerca del barco había otro que venía hacia nosotras, ella me dijo que la llevara allí. En vuelo hablé con esta niña. Lo más importante fue cuando me dijo que ella estaba muy agradecida de que la hubiese salvado. No solo de ese lugar, sino también de su madre. Que ella no podría cuidarme ahora, pero cuando creciera, ella se encargaría de protegerme a mí y a todos nosotros. Cuando la dejé en el otro barco, me dijo que me marchase; que fuese libre, pero que nunca olvidaría su promesa. Luego volé en dirección de vuelta a mi hogar. - ¿Y cumplió su promesa? - Nunca más la volví a ver. Pero sintiendo su energía realmente quería hacerlo. - ¿Pero esto hace cuanto tiempo sucedió? - Hace quince ciclos. - Pero… ¿Cuánto tiempo es un ciclo? - Un ciclo es el tiempo en que todo nuestro cuerpo se rejuvenece. Todo en nosotros por dentro y por fuera es renovado. - Pero… ¿¿Cada cuánto tiempo pasa eso?? - No lo se en tiempo humano. - ¿Qué edad tienes? O sea… ¿Hace cuánto tiempo o ciclos naciste? - Hace veinte ciclos. - ¿Y cuánto suele vivir un dragón? - Depende de su afinidad con la vida y con Awian. Sin que ocurra un evento violento entre setenta y cinco y ciento veinticinco ciclos. El tema del tiempo ya me estaba frustrando… - ¿E Itzaroth? – Lo miré, él seguía serio y callado, como lo estuvo durante el relato- Veintiuno. – Me respondió algo secamente - Sin embargo, Drastonno era algo mayor que nosotros, veintidós o veintitrés ciclos. ¿Por qué es tan importante el tiempo para los humanos? - Es largo y complicado de explicar. Pero quiero saber que edad se supone que tengo y en que etapa. A ver... con tus dieciséis años… err, quiero decir ciclos… ¿Eres una anciana? ¿Adulta? ¿Joven? - En esos términos, soy una adulta joven. 34

- Entonces más o menos estamos en la misma relación entre el tiempo que nacimos y nuestro promedio de vida... creo... Por lo que... En ese momento fuimos interrumpidos por un fuerte sonido de trompetas. Los tres movimos la cabeza hacia una luz que venía desde el fondo de la cueva. Por un segundo sentí un escalofrío recorriéndome la espalda y vi que ambos dragones se lanzaron hacia atrás en acto defensivo, espaldas arqueadas y siseos. Enseguida identifiqué el sonido; Era la alarma de mi teléfono móvil, el cual aunque estuviese apagado se encendía y sonaba. Ambos dragones estaban en extremo confundidos sobre qué era eso o de dónde venía el sonido. - ¡No tengan miedo, es solo la alarma de mi.... Teléfono móvil! Me levanté del suelo y me dirigí hacia el mismo. Lo agarré y apagué la alarma. Los dos se calmaron sabiendo que eso no era algo que los fuese a dañar. - ¿Qué hace esa cosa extraña? - Me preguntó Skessa. - Es solo un objeto que me permite comunicarme con otras personas que se encuentran lejos, aunque aquí no funciona. - ¡Dices que los humanos no tienen magia y allí tienes algo que te permite amplificar tus sentidos! - Ehh, no, no exactamente. Bueno, si y no. ¿Cómo explicarle a un ser totalmente diferente la teoría básica sobre la electrónica, ondas electromagnéticas, electricidad y componentes? ¡Y encima en un idioma que apenas conocía! - Verás... Esto no es magia. Magia algo como lo que me trajo a este mundo, no se que más pueden hacer ustedes. Este objeto funciona mediante controlar ondas de energía las cuales emite y recibe para poder comunicarnos. Son fuerzas energéticas que no podemos ver, ni sentir, ni tocar, ni oír, ni oler. - Lo que te trajo aquí también fue creado controlando y manipulando fuerzas invisibles a los ojos, que se encuentran en cada ser vivo, planta y roca, y en nosotros mismos. -Dijo SkessaDefinitivamente eso no estaba ayudando. - Pero... no es que el humano pueda manipular esas fuerzas directamente, lo hacen a través de cosas como estas. Sin estas cosas, el humano no podría hacer nada. -Repliqué- Parece como si eso fuese un medio para poder canalizar su propia energía para que funcione mejor. - No exactamente, pero bueno, en parte si. Con solo apretar alguna de estas cosas –señalé los botones- cualquier ser puede tomar control de este objeto, sabiendo exactamente lo que hace... - Así también funciona el trabajar con la naturaleza, cualquiera puede tomar el control de las energías si sabe como hacerlo. - ¡Que no es lo mismo! Mientras Skessa y yo estábamos en la conversación, noté que Itzaroth retiraba el ciervo del improvisado asador. - Ya está listo –DijoCon lo concentrado que estaba no me había dado cuenta de que el fuerte olor del ciervo asado inundaba la cueva… Y olía delicioso. - Esta es una de nuestras costumbres; cuando un viajero viene se le ofrece comida tratada por el fuego en símbolo de amistad. Acepta estos alimentos en señal de bienvenida y amistad. - Muchas gracias a ambos por darme la bienvenida y por aceptarme. –Traté de corresponder lo mejor que pude a su ofrecimiento- Es una costumbre también el agradecer a la madre Awian, ya que ella es quien nos da la vida y nos alimenta compartiendo su gran amor. Eso me sorprendió. ¿Sería algún dios de ellos? - Muchas gracias… Awian.

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Tenía temor de preguntar qué o quién era, así que lo dejé estar. Ambos se inclinaron ligeramente hacia delante con las palmas abiertas y unidas entre si frente al pecho. Sus gestos me hicieron recordar a los monjes budistas. Hice lo mismo que ellos. - Y ahora hay que agradecer a este ser, que ha dado su vida para que más vida pueda continuar. Nuevamente el gesto de agradecimiento entre los tres. Luego Itzaroth le arrancó una de las patas delanteras al ciervo con bastante facilidad y no es que hubiese estado hirviéndose como para que eso fuese una tarea fácil. Me la ofreció y la tomé gustosamente con una mano. Luego ellos tomaron partes del ciervo cocinado y empezaron a comer, lo que me indico que era el momento. Al morder la parte superior de la pata por primera vez noté como mis afilados dientes y colmillos desgarraban fácilmente la carne, la cual estaba aun roja y jugosa. Con la fuerza de mi quijada arrancaba la carne como si en vez de ciervo fuese pollo hervido. Luego del tercer o cuarto bocado me di cuenta de la falta de sal. A pesar de eso no me resultó desagradable, siendo que siempre me quejé de que mi padre hacía la comida con muy poca sal, a pesar de que siempre decía que estaba a punto. Los sabores eran diferentes. Parecía que cada papila gustativa de mi lengua era un mundo independiente. Comimos en el silencio solo interrumpido por el crispar de la leña. Se me cruzó una idea por la mente. Entonces agarré mi teléfono móvil. - Este instrumento también es capaz de generar música. Es una costumbre nuestra que en una reunión donde hay comida, también haya música. Se dice que la música es universal y aparentemente lo es porque existe la palabra en su idioma. Skessa miró muy atentamente el como manipulaba el teléfono móvil mientras buscaba diferentes temas. Mis gustos musicales son muy variados, pudiendo ir desde música tranquila, o andina, hasta incluso buenos temas de rock, particularmente de juegos de carrera o de guerra. ¿Pero qué podía ser que les gustase a ellos? Tendría que ser algo acorde a la situación, por lo que busqué en la selección de temas tranquilos. Al ver mi lista estaba el “Carnavalito Humahuaqueño” y recordé en el programa MDQ en el cual mostraron un video donde “Bujía” estuvo en muchos pueblos y en culturas muy variadas. Desde la India y China hasta Egipto y las tribus africanas cantándoles ese tema con su charango. Con esa música todas esas culturas se mostraban contentas y lo aceptaban, por lo que decidí utilizarla. Enseguida la música invadió el lugar con tonos tranquilos y armónicos. Observé que a ambos les gustaba ya que se notaban mas relajados. Nuevamente era como si estuviesen en trance; cerraron los ojos, casi como “sintiendo” la música al mismo tiempo que la escuchaban. Luego de un par de minutos el primer tema finalizó. - ¿Ese instrumento fue fabricado por humanos? Parece que de donde vienes los humanos tienen cierto conocimiento de la naturaleza. Esa música, tiene una gran armonía con la naturaleza –Dijo Itzaroth. Era obvio que se habían centrado en la música en si y no en la letra- Si, algo así. Es una de las tantas formas de expresión que tienen, quizás aquí también sea así pero ustedes no lo conocieron. - En el tiempo que viví con los humanos, nunca he visto respeto alguno por la naturaleza, excepto por esa cachorra. –Dijo Skessa- La gente de esa clase raramente se preocupa por los demás, y menos aun por lo que no se puede adquirir con esos “números”, que creo que así te refieres al “dinero” por lo que no deberías quedarte tan solo con lo que viste. Al menos así es de donde vengo. Mientras decía eso estaba viendo que otro tema iba a poner. Entonces en mi lista encontré uno cuyo nombre sobresaltaba del resto. No tanto por la música en sí sino por el mensaje… El tema era “Cuando los Ángeles lloran” de Maná. Puse el tema. La cueva se llenó de esa música. Le dije a Skessa que se enfocase en la letra. Chico Méndez lo mataron era un defensor y un ángel de toda la Amazonía El murió a sangre fría

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lo sabía Color de Melo y también la policía Cuando los ángeles lloran lluvia cae sobre la aldea lluvia sobre el campanario pues alguien murió... Cuando el tema terminó tuve que explicarle a Itzaroth en su idioma de lo que decía la letra. Aunque en su idioma no existe la palabra “ángel” por lo que tuve que reemplazarla con “guardián”. Si bien no es exactamente lo mismo (primariamente porque nunca me gustaron las religiones) explicar la definición de un ángel sería desviarme demasiado de lo que quería transmitir. - Como verán, este tema habla sobre un humano conocido como “Chico Méndez” el cual dio su vida para proteger la selva llamada Amazonía. Él trataba de que la naturaleza y los humanos se llevasen bien. Otros humanos no lo aceptaron, pero a él no le importó. Luchó y dio su vida para proteger a la naturaleza. Son pocos los que lo hacen… Pero los hay. Mientras les dije eso los miré a los ojos. Ellos no dijeron nada, se quedaron sin palabras ante lo que acababan de escuchar. Claro, ellos solo habían conocido lo peor de la humanidad. Y ahí estaban con alguien que les contaba sobre otra realidad. Supongo que se quedaron muy pensativos por esto. No dijimos nada más. Luego de un buen rato, entre los tres comimos buena parte del ciervo. Tan solo quedaron unos pocos restos y algunos órganos los cuales Skessa arrojó fuera de la cueva. - ¿Hacer eso es bueno? –Le pregunté- Por supuesto. Los animales carroñeros se encargaran de limpiar lo que queda. Ahora iremos a descansar a nuestra cueva. Descansa bien, ya que mañana te enseñaremos como sobrevivir. Luego ambos desplegaron sus alas y se lanzaron al vacío. ¿Me dejaban solo allí? Bueno, supuse que una cueva me pertenecía y la otra a ellos. Me quedé sentado pensando en todo lo que había acontecido. ¿Y ahora? ¿Qué sucedería? ¿Cómo viviría ahí? Me dirigí hacia lo que parecía ser una especie de nido/cama, el cual después de todo se veía acogedor. Me acosté sobre él y traté de encontrar una buena posición pero no logré estar cómodo. Siempre solía dormir sobre uno de mis lados, pero ahora esas alas me impedían que esa posición fuese cómoda. Era como dormirse sobre un brazo. Al rato sentí dolor. No me acostumbraba a sentir dolor (o cualquier otra sensación) sobre un miembro que nunca tuve. Además de las alas también tenía que tener en cuenta mi cola, la cual imaginé que tampoco debería descuidar si no quería despertarme adolorido. Mientras intentaba dormir mi mente divagaba sobre lo que había dejado atrás; mi vida, mis cosas, realmente no estaba para nada feliz con mi vida anterior por lo que no creía que la extrañase. No tenía novia y solo tenía un amigo verdadero, el resto, o eran compañeros de trabajo o gente que tenía que ver o lidiar con ellos porque no me quedaba otra. Desde que mi madre murió mi padre estaba todo el día en el consultorio o el hospital por lo que últimamente tampoco estaba muy apegado a él que digamos. Así que en realidad no tenía motivos sentimentales para volver, no había nadie que dependa de mi. Y la gente que conocía podría seguir tranquilamente sus vidas al desaparecer… pero en realidad no desaparecí… Pensé que, por lógica, ese tal Drastonno estaba ahora en mi cuerpo. ¿Y qué habría pasado? ¿Estaría tan confundido como yo? Probablemente aun más, ya que a pesar del susto logré calmarme lo suficiente como para pensar y analizar ¿Pero cómo era él? ¿Qué habría pasado? No tenía ni la más minima idea de qué habría sucedido con mi padre allá... Y la verdad no quería ni imaginármelo. Este parecía ser mi nuevo hogar ahora, lástima que no me pude traer mi computadora y unos buenos paneles solares. Ese pensamiento me hizo acordar el hecho de que debería de apagar mi teléfono móvil. El asunto de la batería sería todo un problema. Pensé en que debería levantarme para apagarlo pero me di cuenta de que divagando había encontrado una posición bastante cómoda sobre mi pecho y estomago, y el teléfono móvil se encontraba detrás de mí. No logré alcanzarlo con el brazo. Entonces recordé mi

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cola. Con algo de esfuerzo la moví y logré alcanzarlo. Doblé un poco la punta para poder traerlo al alcance de mi mano, lo agarré y lo apagué. Levanté mi cola y la puse casi frente a mi cara. Pensaba que esa cosa sería muy útil después de todo. Lanzar fuego, fuerza, poder volar, todo se me venía a la mente. Ya quería poder volar, ir muy lejos, quemar algo, podría quemar a quien no me caiga bien. También había otras habilidades extrañas en mi mente de las que apenas podía intuir. O sea… podría hacer magia. Caí dormido luego de pasar un rato sumido en mis pensamientos.

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Capitulo 3: Una nueva vida. Sentí luz detrás de mis párpados. Seguramente ya estaba amaneciendo. Pensé en lo que me esperaba en el nuevo día; tener que ir a trabajar, en otros asuntos pendientes que tenía que resolver y debido a eso me dieron más ganas de acurrucarme y seguir como estaba. Pero no, las cosas no funcionan así. Si quería vivir tenía que levantarme y continuar como hasta entonces. Intenté girarme pero me dolió un poco la espalda así que desistí y me quedé tal cual estaba. Sonó el despertador de mi teléfono móvil, por lo que pesada y lentamente me desperté. Aun con los ojos cerrados estiré la mano para alcanzar el teléfono móvil, pero no lo encontré sobre la mesa… Y de hecho ni siquiera había encontrado la mesa. Abrí los ojos y me encontré con mí mano cubierta de escamas rojas. Por un momento me sobresalté, hasta que recordé lo que había sucedido el día anterior. Observé mis escamas, a la luz del día parecían brillar con ese color rojo intenso como la sangre. - Buen día... ¿Así es como los humanos se saludan, cierto? Levanté la vista y vi a Skessa sentada sobre una de las rocas de la cueva, una pierna cruzada sobre la otra. Sobre su falda mi atlas de lugares y paisajes de La Argentina. Ella me miró con una sonrisa. A su lado noté que había unas cuantas manzanas y duraznos (melocotones). A mis nuevos ojos y bajo la luz matutina las frutas brillaban como si su piel fuese tan lisa y perfecta que daba la impresión de que podrían reflejar cualquier luz. Al verlas bien me di cuenta que no eran frutas como las que se compran en la verdulería o en el supermercado. Eran más grandes y de colores más vivos. Mi estómago sonó y la boca se me hizo agua. Skessa seguramente lo escuchó, pero no comentó nada; solo sonrió mientras ojeaba el libro pasando las páginas despacio. Aunque el banquete de la noche anterior fue fantástico, volvía a tener hambre. Al pensar en el por qué se me vino el recuerdo de que tenía que reponer el fuego (que no veía por qué eso tenía que ser magia) por lo que debía de alimentarme bien. - Buen día, y sí; así se dice... ¿Qué hora es? - ¿Hora? ¿Qué es eso? - Psee, no importa. Agarré mi teléfono móvil para ver la hora y vi que Skessa extendió esas dos membranas que tenemos al costado de nuestras cabezas, mirando fijamente al móvil. Su rostro me hizo recordar al de un gato al cual le llama mucho la atención algo. - ¿Cómo es que emite luz? ¿Tiene luciérnagas dentro? - ¿Qué cosa? - Ese instrumento mágico que tienes entre tus manos. - Que no es un instrumento mágico… Se llama Teléfono móvil y no tiene ninguna luciérnaga. Mientras vi la hora; 6:30 am. Luego de un momento me pregunté ¿¡Para qué diablos necesitaba saber la hora en ese lugar!? - Que bonito que es eso. Quisiera escuchar que más puede hacer. Accediendo a su pedido busqué otros temas, y encontré unos de blues. Puse “Sweet home Chicago” de los Blues Brothers y la dragona cerró sus ojos concentrándose en la música. Al terminar el tema los abrió. - ¡Qué armonía! –Exclamó- ¿Cómo puedes hacer eso? - Se inclinó hacia mí aunque estábamos un poco distanciados. Se sentía su entusiasmo y ganas de saber y aprender. Su cola se movía nuevamente como la de un gato. - Ahora te enseño. Me levanté de ese “nido”. Al hacerlo lancé un bostezo y me estiré, no solo estiré mis brazos y piernas sino que también involuntariamente estiré completamente mis alas y cola. Luego me incorporé. Ya casi me estaba acostumbrando a caminar sobre esos pies o patas. Me senté a su lado. También involuntariamente me encontré apartando mi cola para poder sentarme. Ella no estaba observándome sino que tenía toda su atención centrada en el teléfono móvil. Le mostré el aparato.

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- ¿Ves esas letras y números? –Skessa tenía una mirada confusa, entonces agregué- ¿Estos símbolos? Dependiendo de cuales presiones y en que posición es lo que activa cada cosa. Ella miró atentamente, entonces proseguí. - Mira esta parte –Le señalé la pantalla- presiono este símbolo y esto cambia, así lo hacemos hasta que esto hace lo que queremos que haga... En el momento en el que cambió la pantalla, ella puso cara de asombro. - ¡Cambió de forma! -Dijo- Ehh, sí, eso cambia constantemente; indica que es lo que está sucediendo. - ¡Asombroso! Tenía los ojos casi desorbitados mirando esa cosa tan… “mágica” para ella. Ni se me ocurría que le podía estar pasando por la cabeza en ese momento. - Intenta hacerlo. Le di el teléfono móvil a la dragona. Lo tomó y lo puso en la palma de su mano de la misma manera en que lo sostuve. Yo ya había puesto la función de música; otro tema tranquilo y armonioso como los anteriores; “The mummers dance” de Lorenna Mckennit, solo había que apretar play. - Entonces presiona el símbolo del costado Skessa presionó el botón que estaba debajo de play, que hace que pase al siguiente tema y estaba la función random (al azar) activada. - No, no, este –Le señalé con la punta de una garraLo presionó, pero en vez de pasar el tema tranquilo que había elegido salió un estruendoso tema de heavy metal; inmediatamente se escuchó al cantante gritando. Al escuchar el estruendo Skessa se asustó y soltó el teléfono móvil que cayó al suelo. Sus escamas parecieron haberse erizado y las aletas de su cabeza ahora estaban pegadas al cuerpo, como cuando un perro tiene miedo y las agacha. También encogió las piernas y se empujó con las manos hacia atrás intentando alejarse del teléfono móvil. - ¡¡LO HERÍ!!, ¡no quise hacerlo! ¡¿Esta sufriendo?! - Dijo con todo el sentimiento del mundo. No pude evitar lanzar una carcajada. La pobre Skessa no entendía lo que estaba pasando. La miré intentando no reírme en su cara, pero no pude. - No rías ¡El pobre esta gritando de dolor! Hice un esfuerzo enorme por recuperarme. - Esto es música heavy metal. A pesar de que parezca que estuvieran estrangulando a alguien, esto también es música. Por el gesto en su cara obviamente ella no entendía el como a alguien le puede gustar algo tan estruendoso, pero en fin. No insistí sobre el tema. Esos temas solo me gustan “En contexto” y eso solía ser evocando algún recuerdo de carreras o combate… Y dicho sea de paso, yo tampoco entiendo como a algunos les puede siquiera gustar algunos géneros musicales como el reggaeton, la cumbia o la mayoría de los de heavy metal (solo había muy pocos que me gustaban) - Pues no me gusta -Ella frunció un poco el ceño- A ver... Intentemos de nuevo. –Puse el tema original, asegurándome de quitar la función al azar y volví a extendérselo, pero ahora parecía algo recelosa a agarrarlo. Entonces sostuve su mano para darle seguridad. - Ahora presiona este botón. -Le señalé con la garraElla apretó play y la música comenzó a fluir... Y cuando terminó… - ¡Hermoso! ¡Es tan armonioso! ¡Quiero escucharlo otra vez! - Podría, pero mejor lo dejamos para otro día, este aparato tiene energía limitada y no tengo manera de recargarlo aquí. Una vez que se acabe la energía no podrá emitir música ni hacer nada. Al mirar la fruta atentamente ella adivinó mi pensamiento; - Te la traje para ti, iba a despertarte cuando vi uno de tus libros. Tiene imágenes muy bonitas. - Recuerdo que dijiste que no les enseñaban a leer. En algún momento te enseñare a leer el idioma de los humanos. - ¡Me gustaría mucho! También tengo muchas cosas para enseñarte, podría empezar a enseñarte a usar estas –Skessa se giró hacia mi y agarró juguetonamente una de mis alas mientras yo devoraba una

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manzana. Mis dientes la mordieron y sentí el jugo en mi lengua. Era la manzana más dulce que nunca había probado, la más olorosa, la más suave… y solté un ‘mmmmmm’ que a Skessa agradó. Por alguna razón recordé una noticia que había visto sobre nutrición, y el como las frutas y verduras de hoy en día tienen muchas menos vitaminas y minerales que antes. En esa nota también les preguntaban a los mas viejos sobre si las frutas de antes tenían sabores mas intensos y todos dijeron que sí por lo que supuse que el gusto tan fuerte no se debía a mi “nueva” lengua. Cuando estaba terminando de comer Skessa ya había dado un salto hacia el suelo y me esperaba impaciente. Habiendo desayunado me puse en marcha. Empezamos con la instrucción. Ella me enseñó diferentes ejercicios con respecto al vuelo. Hay muchas variables, como la inclinación de las alas, el balanceo del cuerpo, la posición de la cola y las piernas que tienen que juntarse en el vuelo para poder usarlos como “timón”, que es lo que nos ayuda a cambiar de dirección. La posición de los brazos que de preferencia tienen que estar pegados al cuerpo, y finalmente, el aleteo de las alas, que tiene que ser al unísono, cosa fundamental ya que de no ser así no se podría mantener un rumbo fijo y hasta se puede perder la sustentabilidad. Era increíble que ellos sepan de aerodinámica. Aunque claro… ella nunca usó esa palabra. Finalizada la explicación me pidió que practicase un poco el aleteo, a lo cual extendí totalmente mis alas y comencé a aletear. Sentí como el movimiento me tiró hacia atrás con lo que casi me caí de espaldas, ya que no esperaba que el aleteo fuese tan fuerte. Luego nos acercamos a la entrada de la cueva. Allí, bajo mis… patas, se desplegaba ese magnifico valle. Se veía la luz de la mañana que empezaba a cubrir el mismo. Soplaba un aire fresco, un aire que limpiaba los pulmones. Inspiré y expiré instintivamente… Era muy agradable sentir y oler un aire tan limpio. Nunca antes en la cuidad olí de una forma así. Supongo que era debido a dos cosas; a que no había contaminación y a mi nuevo sentido del olfato. Miré hacia abajo y una parte de mi pensó que lanzarse por ahí sería un suicidio; que iba contra la lógica. Pero otra parte sentía que era algo tan natural como caminar. En ese momento la lógica me era más fuerte que el instinto. - No temas, si caes estaré yo para ayudarte. Sus palabras me tranquilizaron ligeramente. Extendí mis alas y por un momento me quedé allí. Mi parte humana y mi parte dragón, mi razonamiento e instinto luchaban entre si para tomar una acción. Finalmente una prevaleció. Cerré los ojos… aguanté la respiración y salté hacia delante… Me sentí ingrávido y por un momento pensé que fue una muy mala idea. El tiempo se detuvo de la misma manera en que se “detenía” las veces que iba en bicicleta y por alguna razón me caía de ella. Aunque pasaba todo en dos segundos desde el momento en que sentía que había perdido el control y salía despedido, estando en el aire pensaba en el daño que me haría al caer… Pensé en qué sería de mi, estampado contra el suelo del bosque. Pero unos segundos de auto-tortura después sentí que el peso de mi cuerpo era sostenido por mis alas mientras avanzaba hacia el horizonte. ¡Lo había logrado! - ¡WOOA! ¡ESTO ESTÁ BUENISIMOOO! Mientras me concentraba en mantener mis alas rectas y a la misma altura, Skessa se puso a mi lado. Volé recto por unos minutos. Así y todo me daba miedo, aun una parte importante de mi decía que eso no era posible. - ¡Vas bien! ¡Ahora intenta cambiar de dirección! Recordaba lo que ella me había explicado, no podía dejar de pensar en algún simulador de aviones y el como volaba. Así que hice mi mejor esfuerzo por dejarme guiar por mi instinto. Moví mi ala izquierda hacia abajo, levantando la derecha y también levantando la cabeza, lo cual hizo que girase hacia la izquierda. - ¡Bien! -Me alentaba Skessa mientras me seguía. Parecía entusiasmada con mis avances.Al mirar hacia abajo vi todo el paisaje; árboles, el río, animales, algunos de los cuales nos miraban atentamente. Planee durante un buen rato, aunque lentamente iba perdiendo altura. - Ahora, bate tus alas, intenta ganar altura…

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Al intentar batirlas algo sucedió; no logré sincronizar bien el movimiento entre ellas. No era nada fácil. Eso hizo que perdiese estabilidad. Mientras intentaba aletear empecé a entrar en perdida girando sobre un lado hasta que perdí la sustentación. - ¡Junta tus alas! – Me gritó Skessa A lo que plegué mis alas al cuerpo. Entonces sentí sus manos sosteniendo mis hombros para corregirme la posición. A cada momento el suelo se acercaba más y más. Estaba cayendo en un claro en el bosque. Ella me enderezó y me gritó que extendiese mis alas otra vez. Lo hice estando a diez metros del suelo e instintivamente me puse en posición de aterrizaje, extendiendo mis piernas hacia delante mientras trataba de tirar el peso de mi cuerpo hacia atrás. Al tocar el suelo intenté frenar pero no lo conseguí. Caí a tierra con demasiada velocidad y terminé rodando aparatosamente en el pasto. Golpeé unas piedras con el lado derecho de mi cuerpo, hasta que quedé tirado en el suelo boca abajo. Skessa aterrizó a mi lado preocupada ante tan aparatoso aterrizaje y me puso una mano sobre la cabeza. - ¿Te encuentras bien? ¿Estas herido? Apoyé las manos en el suelo e intenté reincorporarme, entonces sentí un dolor punzante en el hombro derecho que me hizo cerrar los ojos y gruñir del dolor. - Mi… hombro… Creo que me lo luxé. - ¿Qué significa eso? - ¡Que me duele mucho! Entonces sentí que ella me palpó el hombro con la palma de su mano. - Solo es una herida menor. Me puso la palma de la mano en el hombro haciendo un poco más de presión y sentí una calidez en el lugar junto con una pequeña sensación de hormigueo, como si algo estuviera recorriéndome por adentro. Rápidamente el dolor se redujo a nada, tan solo dejando una pequeña molestia. - ¿Mejor? - Me dijo con una sonrisaMe miré el brazo y lo moví. Aun sentía esa calidez y la ligera molestia. Me costó un poco creerlo. Según la lógica al mover el hombro lastimado este tendría que doler más, pero no… Sabía que tenía que tener cuidado con el brazo, ya que todavía estaba lastimado mientras siguiera estando esa molestia allí. Pero ya no dolía. - Sí... Estoy mejor. Pero ¿¿Qué hiciste?? - Tan solo infundí energía sobre la herida, ayudando a tu cuerpo a que se recupere más rápido. - O sea… Hiciste magia -Respondí mientras me reincorporé con su ayuda. Ella era más fuerte de lo que aparentaba- Eso no es magia, es solo ayudar a la energía vital que hay en cada ser vivo, cualquiera puede hacerlo. - Insisto que eso es magia. Mientras hablaba seguí moviendo el hombro y chequeé que no me hubiese lastimado en otro punto. Luego pensé en la caída. Por el impacto debería haber terminado con varios magullones y un par de huesos rotos, pero no. Excepto el hombro no había tenido herida alguna ni sangrado. Parecía que mis escamas eran muy resistentes. - No estuvo mal para ser tu primer vuelo, algunos cachorros terminan mucho más heridos. - Dicen que cualquier aterrizaje del que uno sale caminando es bueno. -Sonreí- De donde vienes ¿los humanos también están familiarizados con el vuelo? - Sí y no. Usamos maquinas que vuelan llamadas aviones. - ¡Cuéntame! Vi en sus ojos un gran deseo por conocer más sobre el asunto. Pensé un poco en el como explicarle la aeronáutica en conceptos que ella pudiera entender. No sería nada fácil, sobre todo teniendo en cuenta que volvería a llamarlo ‘magia’

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- Utilizamos máquinas que usando la sustentación del viento y suficiente velocidad, logran elevarse. Sería como planear y elevarse con viento a favor, pero es la misma maquina la que genera el viento para que esta logre mantenerse en el aire mediante los motores. - ¡Eso si que es magia! -Justo el comentario que esperaba- ¡Una maquina que genera su propio viento! Eso es algo que solo los mas grandes maestros de nuestra raza pueden hacer, manipular el aire a voluntad. - No es magia -Meneé un poco la cabeza- Es mediante el diseño y química que el avión vuele, no se me ocurre bien como explicártelo pero son conceptos. Son fenómenos físicos perfectamente entendidos. El avión necesita de un líquido especial llamado combustible para funcionar. Necesita de la energía que genera el combustible para volar. - De donde vienes ustedes pueden volar sin tener alas propias, hablar con alguien aunque esté a muchos horizontes de distancia, tienen cajitas que generan música. Eso es gran magia. - Cualquiera que sepa como usarlo puede usarlo, incluso tú. A diferencia de lo que acabas de hacer sobre mi hombro. - Como dije antes, eso no es magia, -Ella miró hacia abajo, pensativa- Como tu avión, o tu aparato que genera música, lo que acabo de hacer también lo puede hacer cualquiera. Eso fue solo el usar mi propia energía vital para manipular la tuya, eso se encuentra en todo ser; en los árboles, incluso el aire, las rocas, el río, todo lo que nos rodea. Me quedé callado. Por una parte me pareció increíble lo que acababa de oír. De donde venía eso se consideran patrañas, mucha gente hablaba de ello aunque nadie era capaz de hacerlo, pero sin embargo ella lo había hecho y demostrado ante mí. Era real. Desde otro punto de vista pensé que tal vez podría ser cierto eso de la energía vital. Todos estamos vivos y tenemos un aura que ha sido científicamente medida, fotografiado por cámaras Kyrlian. Una vez me hice una foto de esas. ¿Sería eso a lo que se refería? intentaba imaginar y entender lo que estaba hablando. - Mhh, no puedo explicarlo en tu idioma, y puede que no lo entiendas muy bien en el nuestro. Probablemente tus instintos logren decírtelo. Ven conmigo. En ese momento ella me tomó de la mano. Sentí sus garras sobre mis escamas y fue una sensación muy agradable. Levanté la mirada desde nuestras manos hacia su cara y estaba sonriendo. Me sentí un poco extraño… ¿De verdad ella confiaba de esa manera en mí como para agarrarme de la mano? - Quizás esto te enseñe lo que estoy tratando de explicarte. -Dijo al finEn cierta manera me confundieron algunos sentimientos que se mezclaban en mi mente mientras ella me llevaba por el bosque. Ese gesto tan propio de los humanos y en especial de alguien que le agrada mucho a otra persona, se estaba produciendo delante de mis ojos. Caminamos durante un rato por el bosque, ella por delante, mientras aun me tomaba de la mano. Al caminar la observé y no logré apartar la mirada del movimiento ondulante de su larga cola, la cual me parecía extrañamente ¿sexy? Era un sentimiento parecido a cuando algo nos agrada mucho de una mujer, pero no era humana... ¿Qué clase de bicho raro era yo? Ella era un dragón y yo, pese a las apariencias, un humano y aun así me… ¿gustaba? Sacudí mi cabeza intentando sacar fuera de mi mente ese pensamiento. Pero algo no andaba bien porque me atraía. ¿Serían sentimientos e instintos de ese cuerpo nuevo? O tal vez simplemente era raro y punto. No tenía sentido sobre-analizarlo. Me concentré en lo que estaba sucediendo. Atravesamos el espeso bosque hasta cruzar la última hilera de árboles revelando ante nosotros una parte de un risco, una pared de roca extremadamente alta de cincuenta metros de altura o más. Desde arriba, una cascada de agua caía en una enorme olla natural. Me quedé impactado con su belleza. El sonido del agua me hizo sentir como si estuviese en un lugar a donde yo “pertenecía” de alguna manera (aunque eso no tenía sentido). El agua, al caer desde la cascada a la olla, sonaba relajante y hacía espuma blanca y limpia con burbujas que se alejaban hacia el centro para después explotar.

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En torno a esa olla natural crecían muchas plantas verdes, frondosas y fuertes, y entre ellas se escondían pequeños animales. Parecía que todos eran atraídos a ese lugar; insectos, pájaros, pequeños mamíferos… El sol se colaba entre las hojas de los árboles, haciendo que en algunas pequeñas partes el ‘estanque’ pareciesen unos espejos. Sobre las rocas de la cascada y en los bordes crecía musgo verde y espeso. Era un lugar especial. Lo sentía… - Es hermoso. ¡Nunca había visto algo así! –Exclamé. Skessa me miraba sonriente. Era una sonrisa que transmitía tranquilidad y me gustó- Este es un lugar particularmente…vivo. Concentrándome en esa palabra, supe que significaba algo así como un lugar tan “natural” que estaba más “vivo” que el resto, un lugar especial. Pero no entendí bien que era lo que estaba “vivo”. - Creo entender esa palabra, pero ¿qué es lo que está “vivo” aquí? - Todo lo que ves aquí. -Skessa extendió su brazo derecho, señalándome el lugar en su totalidad- Pero… ¿qué es “todo”? - Drastonno conocía muy bien esto, quizás pueda hacerte recordar. Siéntate aquí. -Me señaló el borde de la olla natural de aguaMe senté en el agua. Sabía y sentía que estaba fría, pero no me afectaba, era como en un día de invierno en el cual sabemos que hace frío aunque estemos bien abrigados. Skessa se sentó a mi lado. Giró su cabeza hacia mí y me susurró. - En este lugar hay una concentración mayor de energía de la madre Awian. Ahora cierra los ojos y concéntrate en sentir el lugar, cada roca, árbol, agua y ser en este sitio. - ¿Quién se supone que es Awian? –Finalmente pregunté- El espíritu de la tierra, lo que da vida a todo. –Respondió- Ahh. ¿Pero cómo hago eso de sentir el lugar? –Estaba muy confundido con respecto a eso de sentir. Pensé que ella tendría problemas para contarme algo tan regular para ellos, como lo fue a mí tratar de explicarle como funcionaba un avión- Solo inténtalo, relájate y piensa en ello. Cerré mis ojos e intenté relajarme pensando en el lugar. Aunque una parte de mi decía que eso era una ridiculez ¿Sentir las rocas? ¿Cómo? Me dije mentalmente “No pienses en nada, no pienses en nada, la mente en blanco”. No solo el agua y los sonidos de los alrededores me distraían, sino que después de un rato me di cuenta de que mientras siguiera pensando en eso no podía aclarar mi mente. Entonces escuché un sonido. Era como un ronroneo profundo con ciertos tonos bastante agradables. Abrí mis ojos por un momento y vi que ella los hacía. Luego empezó a entonar una canción que inmediatamente me relajó, era muy tranquilizadora. No puedo poner en palabras lo hermoso que era, pero supe que esa “canción” era algo típico que una madre cantaría a su cachorro, como una canción de cuna que se usa en momentos especiales. No solo era efectiva por el sonido, sino por las ondas armónicas que producen cierta energía en quien lo escucha. Mi mente entró en paz, en un estado de ‘mente en blanco’, sin pensar en nada. Solo escuché y sentí. Tras eso empecé a sentir las “energías” del lugar. Sentí que cada objeto allí, cada roca, cada gota de agua, tenía vida. No estaba vivo biológicamente, sino energéticamente, y dicha energía interactuaba conmigo y con cualquier otro ser vivo biológico. Era una simbiosis, de la cual tanto la tierra como nosotros nos beneficiábamos. En ese momento entendí que los dragones tenemos seis sentidos; Aparte de los cinco sentidos regulares hay un sexto el cual, al igual que los anteriores, me deja conocer muchas cosas del mundo que nos rodea. Si bien me costó mucho al principio, con el tiempo pude sentirlo y comprenderlo. Pero me es muy difícil poder explicarle este sexto sentido a quien no lo posea. Gracias a que conozco tan bien a los humanos puedo comparar el problema con un hombre que llega a un pueblo donde todos son ciegos de nacimiento. ¿Cómo podría esa persona explicarle lo que es la vista a esa gente que solo

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conoce del mundo lo que puede tocar, oler, saborear y escuchar? Por más explicaciones que se les den, esa gente no podría siquiera imaginarse lo que es la luz. Lo que es un color. Y aun más, esa gente desconfiaría y mucho cuando el hombre les diga que puede saber lo que se encuentra a varios kilómetros de distancia de allí… Porque puede verlo. La gente del pueblo tendría un estilo de vida y una filosofía MUY diferente a la que nosotros tenemos basado en lo “poco” que ellos conocen del mundo. Ignorarían muchas cosas. Y alguien que sí tenga el sentido de la vista tendría una enorme ventaja en ese lugar. También por consecuencia esta gente ignoraría los efectos que los colores ejercen sobre ellos. Por ejemplo, esta gente ignoraría completamente que un color oscuro absorbe más calor que un color claro. Aunque no tengan ese sentido de todas maneras sentirían sus efectos… Al igual que sucede con los humanos y la energía. Así como el hombre en el pueblo, haré mi mejor esfuerzo en tratar de explicarles lo que sentía y lo que descubría. Las cosas que toda mi vida como humano ignoraba, y probablemente ustedes también. Las “energías” en el ambiente, aunque no sepamos de su existencia, nos afectan… Sin embargo con el tiempo he descubierto que el humano regular también tiene ese sexto sentido… aunque en extremo atrofiado. Como cuando alguien no nos cae bien sin que sepamos el por qué, cuando nos sentimos deprimidos o bloqueados estando en presencia de alguien, o el por qué nos sentimos mejor en un ambiente organizado y limpio que en uno donde reina el desorden. También sentí que en la tierra un balance se había roto hacía ya tiempo, y ya estaba en curso un “algo” para corregirlo. Pero no supe que era. Luego de un buen rato Skessa dejó de “cantar”, y como consecuencia me desperté del estado meditativo en el que estaba, habiendo aprendido una extraña lección. - ¿Lograste sentirlo? -Ella me miró con cierta emoción en la voz.- Sí, no tenía idea de que existan estas cosas. Esto es tan nuevo para mí, tan… diferente. ¿Cómo es posible? O sea, jamás como humano sentí nada remotamente similar. - Por supuesto. Sospechábamos que los humanos no lo conocían, porque si pudieran sentir estas cosas no estarían matando y destruyendo de la manera en que lo hacen. - ¿Qué es esta energía? Hasta sentí que podríamos… ¿Manipularla? Skessa asintió con la cabeza, un gesto bastante humano (y en algún momento más adelante me había contado que muchos gestos humanos se les estaban “pegando”). - Sí, es posible. Aun estando sentados en el agua Skessa estiró la mano hacia mí con la palma hacia arriba. Con los cinco sentidos regulares tan solo veríamos un ser en una postura de ofrecimiento. - ¿Puedes Sentirlo? Ella usó una palabra en idioma dragón, ya que no hay un equivalente claro en nuestro idioma. Pero podría interpretarlo como “ver/sentir con el sexto sentido” En ese momento percibí que había una energía muy cálida en la palma de su mano. Podía reconocer que la energía tenía una densidad y/o intensidad, límites y hasta forma esférica. - ¿Lo sientes? –Me dijo- Sí… Lo siento ¿Qué es? - Es solo mi energía juntada en la palma de mi mano. Inténtalo. Es más fácil si juntas ambas manos separadas ligeramente. Puse mis manos separadas por unos centímetros con los dedos doblados parcialmente hacía adentro. - Ahora siente la palma de tus manos y enfócate en concentrar un poco de energía entre ellas. Al hacerlo empecé a sentir un efecto extraño en mis manos. Era como un ligero efecto de repulsión, como cuando uno juega con dos imanes, ambos enfrentados hacia el mismo polo. Estaba muy contento. Mi corazón latía más fuerte. - ¿Y qué puedo hacer con esto? –Pregunté-

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- Cualquier cosa que te imagines. Como curar o ayudar a las plantas a crecer, percibir qué hay en tal lugar, ayudarte a aprender más del mundo… Lo primero que se me cruzó por la mente fue la posibilidad de atacar, incluso se me fue la cabeza de la emoción y pensé en si podría hacer una especie de ataque al estilo Dragón Ball. No se me ocurría como preguntarle eso a un ser que obviamente nunca había visto esta serie ni nada remotamente parecido. - ¿Y esto se puede usar para atacar? Skessa me miró con cierta cara de decepción. - ¿Por qué los humanos siempre piensan en la destrucción? Me avergoncé mucho, miré hacia abajo y hasta agaché las aletas… Enseguida reflexioné sobre lo que ella dijo de utilizar la energía para la vida y yo pensaba en usarlo como arma. - Perdona… Sucede que los humanos… -En ese momento lancé un suspiro- Estamos muy acostumbrados a lo que son esas cosas. Nosotros estamos acostumbrados a que hay que desconfiar y defenderse de todo. Lo he visto por televisión, que es la caja esa que muestra imágenes. Hubo un silencio, yo aun seguía avergonzado. Skessa estaba como pensativa nuevamente. Me levanté y me acerqué hacia el borde de la olla. Allí había varias piedras, busqué algunas redondeadas y planas. Puse una entre mis dedos y la lancé girando a ras del agua haciendo que rebotase; el efecto “patito”. Skessa vió atentamente eso. Tenía un gesto de atención total, incluso había levantado la punta de la cola. - ¡Vaya! ¿Cómo lo hiciste? ¡Nunca vi algo así! Sonreí con cierto alivio porque parecía que se le había olvidado lo que pasó antes. - Es cuestión de agarrar piedras como estas y hacerlas rodar. Es un efecto hidrodinámico o algo así. - (realmente no esperaba que lo entendiera) Lancé otra piedra haciendo que rebotase tres veces. Luego otra haciendo que lo hiciera cinco veces, la siguiente solo rebotó una vez pero fue largo. Ella estaba fascinada con lo que estaba haciendo. Entonces llegó Itzaroth volando. Fue bastante majestuoso verlo volar y aterrizar de manera tan grácil. - ¿Todo sigue igual? – Le dijo Skessa a Itzaroth - El bosque está tranquilo. –Le respondió – - Iré a buscar frutos. –Dijo ellaSkessa se levantó y echó a volar. Eso casi había sido un reporte militar. No hubo otro dialogo. Ni siquiera un “hola” pero no era que estaban enojados ni nada por el estilo. Era más bien como un entendimiento en el sentido de que están acostumbrados a hacer eso. O probablemente porque no era necesario mas palabras que esas. No sabría explicarlo. Era muy diferente a las conversaciones humanas, en donde la mayoría de las veces si había pocas palabras o silencios, el ambiente se volvía incómodo y significaba inseguridad, enfado, etc. Ellos no tienen tantas formalidades como los humanos. Al menos como nosotros lo entendemos. - ¿Dónde va Skessa tan rápido y sin despedirse? – Le pregunté a Itzaroth – - A recoger frutos del bosque. –En ese momento me miró extrañado - ¿Y por qué se va a despedir? - Porque… es una costumbre, creo. Bah, no me hagas caso. Si bien Skessa era bastante jovial y animada, Itzaroth se sentía más “pesimista” y serio. Aun no me acostumbraba del todo a usar el idioma Dragón. - Y… ¿Cuándo es que el bosque no está tranquilo? –PreguntéItzaroth miró hacia el horizonte. - Cuando hay humanos en los alrededores. - ¿Tan peligrosos son los humanos para nosotros? - Tanto como para matarnos, o traer a otros para que lo hagan.

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- Pero… ¿Y si se trata solo de algún amante de la naturaleza que se quiere alejar por un momento del ruido de la ciudad? El Dragón me miró con cara rara. Su pregunta estaba dibujada en su cara escamosa. - ¿Eso también existe? - De donde yo vengo si. No solo están los que luchan por la selva, también hay humanos que se alejan temporalmente de la ciudad para estar en contacto con la naturaleza. Aunque no son muchos. - ¿Y porqué no se quedan a vivir en la naturaleza si se quieren alejar de la ciudad? - No es para nada factible eso. La naturaleza no provee al humano de todo lo que necesita para vivir. - A nosotros si. Nos provee de comida, refugio, medicina y desarrollo espiritual. ¿Qué más necesita el humano? Pensé en todo tipo de cosas. Televisores, autos, casas, teléfonos móviles, computadoras, ropa, abrigo, electricidad… - Los humanos necesitamos… Necesitan –Me corregí- Más que eso. Nosotros no necesitamos ropa, los humanos sí. La necesitan para cubrirse y para abrigarse. Nosotros somos más resistentes al frío y parece que podemos vivir en tan solo una cueva. Los humanos necesitan casas, además de medicina mucho más compleja de lo que se puede encontrar en la naturaleza. También necesitan vehículos para moverse. Y armas para defenderse. - ¿Para defenderse de qué? - De… los malos. Los ladrones, asesinos… - ¿Son depredadores de los humanos? - No… Son humanos. Itzaroth pasó a tener una expresión pasmosa. - ¿Los humanos tienen que defenderse de otros humanos? Prácticamente me metí en camisa de once varas. - Sí, para eso se usan principalmente las armas. - Siempre creímos que los humanos eran unos idiotas irresponsables (*) por destruir la naturaleza de la manera en que lo hacen, destruyendo el lugar donde viven. ¿¡Pero además se destruyen a si mismos!? (*) Nótese que lo que transcribo del idioma Dragón es una interpretación propia, especialmente lo de “idiotas irresponsables” hay conceptos y palabras que tengo que hacer una aproximación a nuestro idioma. Itzaroth se levantó con un gesto de indignación el cual en parte me asustó, hasta que me di cuenta de que su indignación no iba dirigida hacia mí. - ¿Puedes explicarme por qué hacen eso? - No… No tengo una explicación alguna. Era una situación fea porque yo también me sentía en parte responsable por dicha destrucción. O sea, no de la destrucción de ese mundo, sino de donde vengo. Supuestamente por el mismo hecho de existir, o sea, la mesa y las sillas eran de madera. Y vaya a saber todo el daño que se hizo a la naturaleza para construir las cosas que usaba. También, yo mismo he deseado que se mueran varios. Como esos que cortan las calles para protestar porque quieren más dinero sin trabajar. Y sin mencionar todo tipo de daño y males que le he deseado a los ladrones que mataron a mi madre. Aunque realmente no veía por qué tendría que perdonar eso. Itzaroth se volvió a sentar. - He visto a varios de los nuestros morir o desaparecer por causa de los humanos. Skessa es una de las pocas que tuvo la suerte de volver. No sabemos como va a terminar esto. Ni como solucionarlo. - Erm… ¿Matando a todos los humanos o algo así? No se me ocurrió otra posible respuesta. Y por otra parte pensé que eso era lo que a él le gustaría escuchar. Sin embargo Itzaroth me miró con cara de haber dicho una estupidez enorme. 47

- ¿Cómo un problema pueda resolverse generando mas del mismo problema? Me asombró mucho su sabiduría. Era muy obvio. Así y todo, los humanos terminamos recurriendo a generar más de lo que causó el problema. En una guerra, ellos nos matan, nosotros los matamos a ellos. Ojo por ojo. - No se… En general los humanos terminamos haciendo eso. O sea, hay un pueblo que es oprimido como el de ustedes. Entonces ese pueblo termina luchando por liberarse destruyendo a sus opresores. - ¿Toda acción humana se reduce a matar? - No, no toda acción… Aunque… ¿qué se puede hacer en caso de que alguien intente matarnos? Solo se puede hacer dos cosas; o huir o luchar. Nos quedamos en silencio un buen rato. - ¿Los dragones no luchan contra los humanos? –Pregunté rompiendo el silencio- Algunos lo hacen. Pero eso solo causa que más humanos se concentren en ese lugar y terminen matándolos. - ¿Y qué hace el resto? - Intentamos hablarles. Pero solo podemos comunicarnos cuando nos han capturado y hayan enseñado su idioma para que entendamos sus órdenes. Skessa mencionó que solo les enseñan un idioma. Los humanos usan otro que está prohibido para nosotros. Aun sabiendo su idioma nunca nos escuchan. Los demás tenemos que escondernos o huir, pero ellos llegan cada vez más lejos. - Pero entonces ¿Por qué Skessa no intentó hablarles? Ella conoce el idioma de los humanos. - Si los humanos la ven y saben que ella conoce su idioma la matarían por haber escapado. Sería un peligro para los humanos a menos que ella volviese a ser capturada. Asentí con la cabeza. - ¿Los dragones alguna vez tuvieron guerras contra otros dragones? –PreguntéItzaroth me miró. - Nuestros padres nos contaron que hubieron guerras en el pasado distante, cuando no conocíamos mucho de la naturaleza ni la paz espiritual. Se luchó por la comida. Pero nuestros antepasados se dieron cuenta a tiempo de que era mejor vivir tranquilos y en armonía a vivir con miedo y desconfianza. Descubrieron que el amor y la amistad eran mejor que la muerte. Esa frase me hizo acordar a “Ami, el niño de las estrellas”, quien decía que el amor era la respuesta para todo. Muy lindo de leer en teoría, pero impracticable en la vida real. Recordé esa canción que decía “No se puede vivir del amor, las cuentas no se pagan con amor, no se puede comer del amor”. Especialmente no veía como se podría vencer con amor a alguien que te está apuntando con un arma. - Desafortunadamente, no veo como eso se puede aplicar a los humanos. Aunque tienes una versión muy pesimista de ellos; también existen quienes ayudan a los animales, los salvan, los curan, los alimentan y les ayudan a ser libres. Al menos de donde yo vengo -Le dijeEntonces Itzaroth me miró mas animado. - Es cierto. Nos has demostrado que hay esperanza. Necesitaré a alguien con una gran sabiduría. Iré a buscar a un anciano. El dragón abrió sus alas y con un gran salto se echó a volar. A saber para qué quería un anciano…Yo me quedé en el lugar aproximadamente durante una hora. Mientras veía a unas ranas de colores muy vivos nadar por el río traté de concentrarme en ellas. Sentí su presencia con mi sexto sentido. Traté de ponerme lo mas receptivo posible. Todo lo vivo parecía emanar cierta energía, incluso los árboles. Eso me hacía sentir contento. Luego intenté juntar la energía en mis manos. La percibía no solo con mi sexto sentido, sino también en el tacto. Era cálida. Por la presión que sentía se me ocurrió ver si podía hacer que hiciera algo diferente, como empujar algo. Intenté con piedras y pasto pero no pasó nada. Eventualmente me quedé allí “Sintiendo” las diferentes cosas. Skessa volvió volando con una canasta hecha de juncos que tendría en algún lugar. Dentro tenía varias frutas como duraznos, arándanos y manzanas. Me dí cuenta de que no le extrañó que Itzaroth no 48

estuviera. Vi la fruta, pero hacía poco que había comido y no me apetecía más. Sin embargo ella me había dicho que eso era para tener de reserva durante el día y no tener que ir y venir constantemente para comer algo. - ¿Acostumbran siempre a irse así? –Le pregunté- ¿De qué manera? –Me dijo algo extrañada – - Así, sin decirse adiós, ni a donde van. - ¿A…dios? –Su cara denotaba que no conocía el significado de esa palabra – - Sí; despedirse. - Ah… pues… no. ¿Para qué? Nos volveremos a ver pronto. - No se… Es como… bueno, es una costumbre, no importa. Pero ¿Cómo hacen para no perderse entre ustedes? - Es sencillo. Solo piensas en el ser que quieres encontrar y percibirás su esencia. Aun cuando no puedes verlo ni oírlo. - ¿Puedo saber donde están otros aunque estén lejos? - Sí. En ese momento intenté sentir la presencia de Itzaroth pero evidentemente mi habilidad sobre el sexto sentido no estaba desarrollada. Así que no pude sentir nada. El resto del día estuve practicando en usar mi sexto sentido. También estuve practicando el vuelo. Al finalizar el día Itzaroth no había vuelto, pero parecía ser que no era algo fuera de lo común, porque Skessa se veía despreocupada. Ella me enseñó a utilizar las corrientes ascendentes de aire caliente, las cuales son muy útiles para ganar altura y estar mas tiempo en el aire ahorrando energía sin aletear. Las corrientes de aire caliente fueron especialmente útiles para ascender a nuestras cuevas desde el valle con poco esfuerzo. Por suerte ahora podía volar mucho mejor y entré suavemente a mi cueva. Estaba bastante cansado y fui directamente al nido/cama. Había sido un día con muchas emociones. Nuevamente me costó encontrar una posición cómoda en la cual dormir debido a mis alas y mi cola. Podía estar acostado de espaldas durante un rato, pero eventualmente se volvía algo incomodo. Antes de dormir pensé en lo que había ocurrido. Fue un día muy bonito y estaba contento, pero tremendamente fatigado. No tuve mucho problema para conciliar el sueño. Pronto estaba durmiendo. Al día siguiente me desperté con el sol ya brillando. No pude evitar buscar mi teléfono móvil y prenderlo para ver que hora era; las 8:15 am. Me levanté apoyando la rodilla en el suelo y me incorporé usando también la cola. Estaba aprendiendo a usarla mejor, aunque en vuelo era más útil aun. Lo primero que se me ocurrió fue bajar al río a refrescarme. Me acerqué al borde y miré el valle. Si bien ahora más o menos sabía volar no me sentía cómodo bajando solo. De hecho me daba algo de miedo. Recordé que Skessa dijo que con nuestro sexto sentido podíamos sentir donde estaban ellos. Me concentré en ella por un rato pero no hubo caso, no podía sentirla. Finalmente puse mi temor atrás y me decidí a saltar estirando las alas y recordando todo lo que Skessa me enseñó el día anterior. Mi corazón se aceleró a medida que iba bajando. No quise hacer una bajada en picada ni nada peligroso. Solo me limité a volar en círculos bajando lentamente. Al estar cerca del suelo estiré las patas pero iba muy rápido. Al tocar tierra tropecé y caí aunque no tan estrepitosamente; casi no me hice daño. De haber estado en mi cuerpo humano, eso me habría avergonzado mucho. Habría mirado alrededor para asegurarme de que nadie me hubiese visto dar el traspié y en caso de que por desgracia sí, me habría ido rápidamente de allí. Pero allí, no tenía importancia alguna. Me acerqué al río y puse las manos para juntar agua. Al llevarme mis manos escamosas a la boca recordé que tengo hocico. Así que metí el morro dentro del agua y bebí. Escuché unos pasos cerca de ahí y miré en dirección hacia donde venían. Era Skessa que venía caminando de forma grácil. Era muy agradable verla.

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- ¿Tuviste buen sueño? - Me preguntó - Sí. Pude dormir bien. – Respondí sonriendo – ¿Dónde fue Itzaroth? - No lo se, pero está cerca y viene con alguien más. Momentos después algo en el cielo captó nuestra atención. Eran Itzaroth y un dragón celeste. Venían volando en dirección a nosotros. Ambos aterrizaron a unos metros de nuestra posición, ojala tuviese yo esa habilidad y elegancia para aterrizar. El color de ese nuevo dragón parecía haber sido desgastado por el tiempo. A diferencia de Skessa e Itzaroth poseía dos cuernos en su cabeza, me recordaron a los cuernos de un ciervo pero más pequeños. Sus ojos eran de un tono grisáceo muy bonito y profundo, y las comisuras de los mismos estaban inclinadas hacia abajo. Su hocico era más alargado y las membranas de sus alas parecían translúcidas pero no perdieron su fortaleza. Me dio la impresión de que camina un poco inclinado hacia delante. - ¡Yo los saludo! -Exclamó el dragón celeste mientras extendía el brazo izquierdo hacia delante en horizontal, con la palma de la mano abierta hacia arriba. No entendí qué era lo que se suponía que había que hacer. Como no se me ocurrió como responder, tontamente levanté mi mano derecha y saludé moviéndola de lado a lado. Tanto el dragón azul como Itzaroth me miraron con una notoria cara de desconcierto. Skessa solo rió ante mi acción. - Disculpe, yo no… erm… -Me dí cuenta que hablé en castellano, así que cambié a idioma dragón- Disculpe, yo no sabia como responder. - No hay ofensa. Mi nombre es Krapramo, soy uno de los pocos ancianos que quedamos. Itzaroth me contó sobre ti, viajero de otro mundo. Sus palabras resonaron profundamente en mis oídos. Observé con más detenimiento las pequeñas diferencias físicas de este dragón con respecto a Itzaroth y Skessa; la palidez de sus escamas en comparación con las nuestras, también lo liso de estas alrededor de sus ojos y su hocico, pequeños detalles que “sabía” eran indicaciones de que era un anciano. - Quédate quieto. -Me dijo Krapramo mientras me agarró ambas manos. Cerró sus ojos y entró en una especie de trance… Escuché su fuerte respiración y energía fluyendo a través de sus manos hacia las mías por unos cuantos segundos. Luego cesó. Abrió sus ojos y me miró fijamente. - Hay esperanza, ¡Tienes que ser el viajero de la profecía! - ¿¿¿De que??? -Pregunté- La profecía de salvación. El enviado de más allá del fin de la tierra que nos ayudará a todos y a la madre Awian a salvarnos. Casi diría que me puse pálido ante esas palabras. Me las soltó sin siquiera decir “Agua va”. - ¿Cuál es tu nombre, viajero? - Javier. –Repentinamente, mi nombre humano me pareció muy ridículo y no sabía por qué- Ya veo. Javier, si pretendes vivir como uno de nosotros tienes que encontrar tu nueva identidad, abrir tu mente a ver más de lo que usualmente veías a través de los ojos de un humano. Soltó mis manos. Yo estaba muy confundido. - Estás en una situación muy peculiar -continuó- acabas de llegar a este mundo cuando mas hemos orado al espíritu de Awian por una salvación para ponerle un alto a los humanos, y unos días después, apareces. Debes de ser su enviado. Sus palabras me confundieron aun más. - Pero…Estoy aquí por pura… pura… -¡Maldición! Intentaba decir “casualidad” pero me frustró el no encontrar una palabra equivalente en su idioma. Aunque a diferencia de las otras palabras que no encontré, esa era una de las más "ausentes" no por la palabra, sino por el concepto. En su idioma no había un equivalente absoluto para “casualidad”. - Fue por… Un error involuntario. - (Lo más próximo que se me ocurrió) - Awian no comete errores, si estás aquí es porque te ha escogido a ti para ayudarnos. Noté que Skessa e Itzaroth inclinaron sus cabezas, como mirando hacia el suelo. Era un gesto de aprobación y respeto. No me gustó que eso estuviese pasando. - Pero ¿por qué yo? 50

- Desconozco los motivos por el cual Awian te ha elegido, pero ella es muy sabia. Skessa interrumpió - El hecho de que hayas podido escuchar a la naturaleza y sentirla como hiciste, indica que no has sido corrompido por lo que sea que corrompe a los demás humanos. Llegaste con una mente abierta y tu espíritu es positivo. Has aceptado rápidamente lo que eres ahora. No se como son las cosas en tu mundo y cómo vivías allí, pero todo esto indica que eres digno. Momentos atrás el estar ahí me parecía maravilloso, pero eso ya me estaba asustando ¿qué yo soy qué? ¿Ellos estaban delirando? Si era un don nadie, era imposible… - No puede ser, no soy nadie, no puedo hacerlo. - ¿Por qué dices eso? -dijo Itzaroth- Porque… No. - ¿Por qué te cuesta tanto creer en ti? ¿Los humanos de tu mundo tienen tan poca valoración de si mismos? -Dijo Itzaroth nuevamente. Eso me impactó porque, realmente era así. Casi todos los humanos de mi mundo tienen la autoestima baja por una u otra cosa.- No, no tanto. -Respondí al fin- Tienes que sentirte agraciado. De todos los seres de diferentes mundos, tú has sido elegido para esta gran tarea. -Dijo KrapramoEn ese momento pensé muy claramente: “Este está delirando” - Insisto, ¿Por qué yo? - ¿Y por qué no? -Dijo nuevamenteMe puse realmente nervioso. No supe que responder, excepto… - Necesito pensarlo. Estúpidamente no se me ocurrió otra cosa que salir disparado de ahí, corrí lo más que pude. No se me dio por mirar atrás a ver si me seguían. Corrí hasta llegar a una parte densa del bosque, tanto que los árboles tapaban el sol. Había algo de vegetación muerta. Me senté sobre un tronco de árbol el cual estaba seco y algo mohoso. No podía creer lo que me habían dicho. Había visto varias películas donde hay un “elegido” y una “profecía” aunque siempre me preguntaba de dónde diablos salían esas profecías, quién las decía, y ¿¿el “elegido” por quién?? Me agarré la cabeza y suspiré. Repentinamente toda la alegría de ser un dragón se me fue. Me vi a mi mismo, mis escamas rojas, mis garras… Casi diría que empecé a aborrecerme. Hasta ese momento el asunto había sido divertido. A medida que pasaba el tiempo una depresión se me vino encima. Para peor ahí no tenía alcohol para contrarrestarla. Usualmente en los peores momentos me tomaba una botella de vino o dos de cerveza o algo por el estilo. Cuando mi madre murió estuve dándole a la bebida por varios días. Aunque conocía mi limite, y no me gustaba pasar de ese punto en donde beber alcohol deja de ser divertido para pasar a las nauseas. Cuando cerraba los ojos y el mundo giraba a mí alrededor sabía que estaba en problemas y una muy fea resaca vendría al día siguiente. Empecé a caminar sin rumbo fijo. Pensé en distraerme y tratar de sentir el bosque con mi sexto sentido pero no pude, por mas que me esforcé no pude sentir nada. Tampoco podía juntar energía en mis manos. En ese momento me hubiera gustado ver la televisión o jugar a un buen juego de guerra. En realidad si tenía algo: mi teléfono móvil en la cueva. Tenía que volver. Caminé hasta un claro en el bosque y tomé vuelo. Me costó hacerlo. Tomando un poco de altura pude ver el acantilado así que me dirigí hacia allí y luego hacia la cueva. Por suerte no había nadie en los alrededores. Quería estar solo un rato. En la cueva encendí mi teléfono móvil. Me acosté en el nido, me puse los auriculares y me metí en la sección de música de juegos. Escuché algunos temas de guerra, de carreras y de algún anime. Se me había pasado algo del shock por lo que acababa de suceder aunque seguía no gustándome la idea de ser un “elegido”. Una gran parte de mí quiso volver al lugar de donde venía: Mi Buenos Aires natal. Si bien era una vida aburrida y con poco sentido al menos era PREDECIBLE.

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Durante la siguiente hora los puntos negativos de esa nueva vida se me presentaron con más fuerza. Aparte de tener que pensar donde ir a buscar la comida y la falta de distracciones, tendría que andar haciendo vaya a saber qué para salvarlos a ellos de los humanos. Sí, ahora era uno de ellos, no había duda. Pero también seguía siendo humano. ¿Qué otra posibilidad tenía? ¿Huir? Hablando de huir ¿Qué habría pasado con Drastonno? ¿Qué habría hecho en mi cuerpo? Después de todo, él también estaba huyendo. Traté de olvidarme de mi cobardía y me puse a analizar la situación lo mas calmadamente que pude. Si me iba lo más seguro es que terminase perdido, sin saber que hacer. Y además extrañando a los dos dragones que me dieron la bienvenida y entonces me arrepentiría e intentaría volver pero probablemente sería demasiado tarde y ya no confiarían tanto en mí. O directamente me rechazasen. ¿Y si lo intentaba y fallase? ¿Al menos haría eso que dijo el himno nacional Argentino “Oh juremos con gloria morir”? Supongo que me estaba precipitando demasiado. Quizás hubiese algo más que me podrían enseñar… Sopese ambas posibilidades y elegí el mal menor. Si no lo hacía de seguro me arrepentiría el resto de mi vida dragónil. Y si lo hacía y moría en el intento al menos iba a tener la satisfacción de que lo habría intentado. Por lo que apagué el teléfono móvil, me dirigí hacia la entrada de la cueva y me lancé al vacío. Mientras planeaba los busqué y no fue difícil encontrarlos; continuaban estando en el mismo lugar donde los dejé, con la diferencia de que estaban los tres sentados en posición de loto, con los ojos cerrados. Los tres estaban en una especie de triangulo. Aterricé con cierta dificultad más o menos cerca de donde estaban. Caminé hacia allí. Ellos se despertaron de su meditación y se levantaron. Me quedé callado y bajé la vista. Entonces Skessa caminó hacia mi, poso su mano en mi hombro y levanté la vista para mirarla. Ella sonreía. - Yo creo en ti. - Yo también. -Dijo Itzaroth, quien me puso la mano en el otro hombro- Y yo. -Krapramo me puso la mano en la frente- Y lo más importante, la madre Awian cree en ti, por lo tanto no solo nosotros, sino toda la naturaleza y todo lo que en ella habita, creen en ti. Sus palabras me reconfortaron, especialmente las de Skessa. Pero aun tenía mi temor interno que era el motivo principal del por qué me costaba tanto creer en mi mismo. - Mi principal temor… es el de fallarles y que no pueda hacer nada, ¡Ni siquiera se que sucede en este mundo ni que hacer! - No te preocupes viajero. Piensa que si no estuvieses aquí, no tendríamos ninguna esperanza. –Dijo KrapramoDe todas maneras no me convencía demasiado. - Nosotros te enseñaremos todo lo que sabemos, te entrenaremos a vivir como nosotros, te enseñaremos a luchar y sobrevivir. No pude creer que fuesen a hacer eso, pero en realidad no me quedaba otra. Sería como luchar contra la corriente de mi propio ¿destino? Después de gastar energía en luchar contra eso me cansaría y terminaría yendo con la corriente, con la diferencia de que de haberlo hecho habría perdido tiempo y mucha energía. - Está bien, lo intentaré. Los tres mostraron claros signos de alegría por aceptar lo que me proponían (o al menos intentarlo). - Lo primero que debemos hacer es conectarte con el espíritu de la tierra, vamos a la cueva de los cristales. Vi que Itzaroth y Krapramo desplegaron sus alas. Luego saltaron alto y empezaron a volar. Me quedé un momento más para beber agua del río otra vez. Skessa se quedó conmigo y me esperó, y cuando terminé ambos nos echamos a volar. 52

Mientras volaba pensé en lo que me dijeron. Toda mi vida fui un don nadie y ahora eso. Pensé nuevamente en seguir negándome diciéndoles que no podía hacerlo pero se me cruzó por la mente la idea de que si insistía con eso quizás ellos dirían algo así como que aceptaban mi decisión y buscarían a otro. O que quizás me descartarían para hacer “eso” que se suponía que tenía que hacer. No se si sería cierto o no, pero me imaginé que quizás algún otro dragón o humano terminase haciendo lo que yo tendría que hacer (fuera lo que fuese) y me quedó claro que definitivamente me arrepentiría toda mi vida de no hacerlo. Me hundí tanto en esos pensamientos que por un momento perdí la coordinación del aleteo, lo que me devolvió a la realidad. Luego de un buen rato de vuelo se me ocurrió hacerle a Skessa una pregunta bastante obvia. - ¿A dónde vamos y para qué? - Vamos a uno de los centros energéticos de Awian. Te ayudará con su fuerza vital. - ¿Qué cosa? ¿Qué clase de magia van a hacer? - ¡Que no es magia! Como ya te dije cualquiera puede hacerlo. Se me cruzó por la mente la idea de que si para ella el teléfono móvil es mágico, entonces ¿cómo reaccionaria ante un holograma? ¿Cómo reaccionaria ante lo que haría una bobina tesla? Si tan solo supiese como construir una, eso sería gracioso. Es más… ¿Qué pasaría si vengo con un montón de artilugios extraños y les siguiera la corriente? Hasta quizás terminasen pensando que soy un dios o algo por el estilo. Bueno, creo que exageraba un poco. Pero si volviese al pasado, en la época medieval (en mi mundo) probablemente sí funcionaría… Y probablemente acabaría en la hoguera. Seguimos volando por bastante tiempo, diría que una hora o más. Me sorprendió lo rápido que aprendí a navegar aunque no seguíamos una línea totalmente recta; ocasionalmente nos desviábamos para encontrar alguna corriente de aire ascendente que sin esfuerzo alguno nos levantaba mientras volábamos en círculos y desde allí, continuábamos nuestro camino hasta encontrar otra corriente de aire. El esfuerzo era comparable a andar en bicicleta, y las corrientes de aire eran el alivio al encontrar una bajada y no tener que pedalear. Al volar cruzamos el valle, una cadena montañosa, y continuamos por otro valle, los árboles, ríos y animales pasaban por debajo, ellos se veían tan tranquilos con sus vidas de animales y mientras yo, siendo esa cosa rara, haciendo un algo aun más raro. Ni me imaginaba que tan complicado se iban a poner las cosas. Mientras estaba en mis pensamientos miré que sobre una de las montañas aterrizaron Itzaroth y Krapramo y desde allí nos miraban. No me había dado cuenta de que habíamos entrado a una zona muy montañosa. Ellos se encontraban en la saliente de un risco casi vertical de al menos unos cincuenta metros de alto. Al fondo había un río, y cruzando dicho río otro risco de más altura. Pensé en que a cualquier humano le sería muy difícil llegar hasta el lugar aun con equipamiento moderno e incluso con un helicóptero. Nos dirigimos hacia el lugar y noté que por la saliente se encontraba la entrada de una cueva. Por alguna razón al mirar esa cueva me sentí extraño, no logré descifrar por qué. Skessa se adelantó y aterrizó suavemente allí. Me costó aterrizar en un lugar tan pequeño. Al apoyar el pié trastabillé un poco pero logré evitar caerme. Al incorporarme hablé con Krapramo. - Explícame ¿para qué estamos aquí? - Para que puedas entrar en contacto con Awian y que ella misma te diga el porqué te ha escogido. Aun hay desconfianza en tu corazón, y aunque te lo explicáramos con palabras tu espíritu y mente seguiría con la duda. Nada de lo que digamos podrá cambiar eso, por lo que tendrás que experimentarlo por ti mismo. Era cierto, estaba tratando de aceptar conscientemente lo que me dijeron pero aun sentía que eso del “elegido de Awian” era algo imposible. Después de todo, en casa tan solo era un empleado de un negocio de computación. Y de no ser por la experiencia anterior en la olla natural y más importante, el hecho de que estaba en el cuerpo de un dragón antropomórfico y en otro planeta o dimensión o lo que fuera, no habría siquiera considerado la idea. - Muy bien. ¿Qué tengo que hacer? –Pregunté algo desanimado ante la perspectiva de lo que me esperaba 53

- Debes entrar en esta cueva, aquí se encuentra uno de los centros energéticos más importantes que existen. Aquí tu conciencia fácilmente podrá expandirse y podrás hacer contacto con el espíritu de Awian para que ella te hable directamente. Me quedé mirándolo… Aun con la situación extraña que vivía, eso me sonaba descabellado. - Pero ¿qué se supone que debo de hacer ahí adentro? -Le pregunté a Krapramo- Solo debes entrar y sentarte en la gran piedra. - Muy bien. ¿Y después qué? - Solo abrir tu mente. - ¿Nada más? ¿Qué se supone que tengo que escuchar o sentir? - Ya lo sabrás cuando puedas escucharla. La idea pasó de ser ridícula a empezar a asustarme. - Err, ¿Tengo que entrar solo? -Instintivamente miré a Skessa. Una cosa era estar al aire libre en una olla y acompañado, y otra muy distinta era entrar solo a una cueva a hacer un algo que no comprendía. - Nosotros te seguiremos. No tengas miedo, nada ahí dentro te va a dañar -Me dijo SkessaTenía muchas dudas con respecto a eso pero después de descubrir que hay otras cosas en la vida, decidí intentarlo. Caminé dentro de la cueva y los otros tres dragones me siguieron. Por unos metros me pareció que era una cueva regular, hasta que llegando más profundo empecé a notar que había cristales de diferentes colores en las paredes. Algunos me recordaron al cuarzo pero desconozco que serían los demás. La energía en el lugar se sentía intensa aun con mi poca capacidad de sentirla. Casi diría que los cristales… ¿me miraban? no, eso no tenía sentido, pero eso era lo que percibía. También sentía que los cristales “resonaban”. Había un sonido muy extraño, algo que nunca antes había escuchado en mi vida. Era un tono muy alto, un tono a “cristal” pero la frecuencia, aunque era alta, era también muy sutil. Todos resonaban con la misma frecuencia. El lugar era maravilloso, ese tono me tranquilizaba. Al seguir caminando vi una roca plana, un altar casi. Esa debía de ser la gran piedra. Me senté en el lugar indicado, los otros tres dragones se sentaron en el suelo alrededor de mi nuevamente formando una especie de triangulo conmigo en el centro. Yo instintivamente tomé la posición de “flor de loto”; Piernas flexionadas, manos sobre las rodillas, alas plegadas, cola alrededor de mi cuerpo. Entonces ellos entonaron un mantra extraño, en suaves tonos, como un “Lammmmmm” y diría que los cristales resonaron ante eso como una canción. Cerré mis ojos y traté de relajarme. Tenía que despejar mi mente, no pensar, abrir mi mente… Pero no podía. Justo cuando quería dejar de pensar era el momento en el que más pensamientos venían hacia mí. Se me vino a la mente lo que tendría que estar haciendo en casa, que probablemente hubiera perdido el trabajo. ¿¡Pero para qué diablos me ponía a pensar en eso!? Calma, no tenía que pensar. Me concentré en ese sonido… esa canción. Los tres dragones entonándola y los cristales como “respondiendo” a eso. Ocasionalmente cambiaban a otros mantras, aumentando cada vez más el tono… Siguieron con “Vaaammm” después con “Raaaammm”, “Yaaaaammm”, “Haaaammm”, “oooooom”, y por último “oommmmmmmmm”, centrándose especialmente en ese. Los cristales parecieron reaccionar intensamente ante ese último sonido. Las sensaciones que me causaban esos sonidos eran muy bonitas, pero no lograba escuchar nada más. Intenté despejar mi mente nuevamente. Tenía que hacerlo, ellos confían en mí y creían que era una especie de enviado. ¿Pero por qué yo? ¡Siempre fui un infeliz toda mi vida! Repentinamente empecé a sentirme muy cansado, casi mareado. Parecía que era demasiada tensión para mí. No podía permanecer en el lugar más tiempo, me sentía agobiado. Hasta que justo antes de moverme hubo algo dentro de mi cabeza que sentí claramente. No provenía de mis pensamientos regulares, era un sentimiento muy breve pero en dicho sentimiento se transmitió algo. Era como que si tuviese que decodificar los sentimientos en palabras. En un breve momento de tiempo, una avalancha de sentimientos/información llegó repentinamente. Cada sentimiento era la transmisión de un concepto completo dentro de mí, muy diferente a toda forma de comunicación. 54

Traté de descifrar esos sentimientos. Sentí tristeza, tristeza por los habitantes del mundo, por una lucha. No, no era exactamente una lucha. Era algo que andaba mal. Era como si a la madre tierra (Awian) le doliese mucho que sus hijos se lastimasen entre si. Los humanos lastimándola a ella y a los demás, pero también a ellos mismos. La madre tierra ama a todos por igual, incluido los humanos. También estaba triste por lo mal que los humanos mismos estaban soportando la vida, no la disfrutan para nada. No podía creer que la tierra fuese un organismo vivo; no tiene carne y sangre como la conocemos. Pero el planeta en si es un ser vivo. Y existe a un nivel tan alto que no podemos ni imaginarlo… Pero es cierto. Por eso los dragones se referían a ella como un ser viviente. Porque lo es. Se me vinieron imágenes a la mente increíblemente rápidas pero que las comprendía. Veía las caras de la gente en mi propia ciudad, tristes, enojadas, deprimidas, preocupadas, cansadas, sin esperanza. Desde el chofer del colectivo hasta la mujer que me atendió por la boleta del teléfono móvil. Todos llevaban un enorme peso y una perspectiva muy negativa de la vida. El problema primario era que casi todos ellos estaban tan acostumbrados a sentir eso, que les parecía que era lo normal en la vida, y que así tienen que ser las cosas. Como mi madre me decía constantemente con un tono muy amargo “tenés que golpearte mucho en la vida” Casi sentía como que existía una especie de “refugio” en las entrañas de la tierra. Un lugar donde esa energía negativa aun no había llegado. Pero no pude descifrar que significaba eso. Tras eso empezaron a llegarme flashes, extrañas imágenes móviles en las que aparecían dragones: personas adentrándose en las selvas con armas y atacando dragones. Vi como estos dragones iban siendo capturados, llorando, caminando sumisamente junto a humanos, maltratados, esclavizados, muriendo, cuerpos de dragones en extraños salones como de forenses, familias de dragones llorando desamparadamente… Y voces. Muchas voces que se arremolinaban en mi cerebro pero que no entendía que decían. Gritos, llantos, gemidos, palabras… Dolor. Y de pronto, veía inmensos bosques. Paisajes paradisíacos… que de repente iban desapareciendo como si una plaga de langostas gigantes los hubiese devorado. La tierra quedaba marrón y un extraño sonido me hacía estremecerme. ¿Era el gemido de un bosque moribundo? Los animales huían por donde podían. Muchos cachorros quedaban desamparados por el camino, y los más débiles, dejaban sus inertes cuerpos a la vista. La avalancha de información y sentimientos chocantes hicieron que empezase a sentirme cada vez más mareado. Por el desconcierto me levanté repentinamente, cosa que no fue buena idea; el mareo se agravó. Todo me daba vueltas. Me bajé de esa especie de altar intentando huir y me arrodillé con nauseas, cayéndome hacia adelante y sosteniéndome con los brazos. Los otros tres dragones me vieron y se me acercaron. - No puedo quedarme mas aquí, me siento demasiado cansado, y no me siento nada bien… Todo esto es horrible. –DijeSkessa se acercó y puso su mano en mi pecho. - Tu energía está demasiado dispersa, tanto que demasiado de ella se unió al vértice. - ¿Qué cosa? ¿Qué…? - Se siente como si hubieses usado tu energía en muchas pequeñas cosas al mismo tiempo, como si hubieras entregado y también recibido una gran cantidad de energía. Es un sentimiento extraño, nunca antes lo había sentido, ¿Fue así realmente? - Sssí, creo que si. No pude enfocarme del todo en el asunto. Muchas cosas se me venían a la mente. - ¿Lograste escuchar a Awian? -Me preguntó Krapramo- Creo que sí, fue una avalancha… Y… - En ese momento, escuché una palabra en la mente. Todos los sonidos que me habían colapsado segundos atrás y que aun lo hacían desaparecieron de golpe, y como un susurro pero con total claridad, resonó en cada rincón de mi ser - Una palabra suena en mi mente; Leimiroth, y no tengo idea de qué significa. 55

- Esa palabra significa “El viajero de la libertad” - Me respondió Krapramo con expresión profunda – Lo miré con la intención de preguntarle qué rayos significa eso y por qué sentí en mi mente lo que sentí, pero todo me seguía dando vueltas y caí a los brazos de Skessa. Intenté aferrarme a la dragona para no caer al suelo. Ella cerró sus ojos mientras apretó más la palma de su mano sobre mi pecho. Sentí una sensación parecida a cuando me curó con su magia, casi se sentía como si ella estuviese inyectando energía dentro de mí y luego de recorrerme por adentro volvía a ella. Después de un momento abrió los ojos de nuevo. - Estas en conflicto… Duerme… -Me dijoEnfoqué un poco la vista sobre ella. Cada vez se me hacía más pesado permanecer alerta. Al hacerlo observé su cara. Estaba mirándome fijamente a los ojos y sentía que ante esos ojos limpios yo era un libro abierto. Su imagen se iba haciendo cada vez más lejana y me sentí extremadamente fatigado. Sentí como mi cuerpo se “aflojó” y Skessa me sostenía en sus brazos para que no me cayese. La visión se me nubló y caí profundamente dormido… Tiempo después me desperté. Nuevamente estaba en la cueva y me encontraba acostado sobre el nido. Noté que apenas había luz y no sabía si estaba anocheciendo o amaneciendo. Miré en los alrededores buscando mi teléfono móvil para conocer que hora era y descubrí que había una cola verde enroscada alrededor de mi cintura. Al ver detrás de mi vi que dicha cola era de Skessa, que estaba durmiendo a mi lado. ¿Qué significaba eso? ¿Skessa allí? ¿No debería estar en su cueva como los días anteriores? Me detuve a pensar un momento y recordé lo que había pasado. Seguramente ella se había quedado velando por mí después de lo acontecido para asegurarse de que estaba bien. Ciertamente agradecía su compañía. Me sentí muy tranquilo y traté de pensar en lo que sucedió. Lo primero que se me vino a la mente fueron las palabras de la dragona diciéndome que tenía la energía muy dispersa, en muchas pequeñas cosas. Era cierto, aun seguía pensando en lo que dejé atrás. En el pasado siempre tenía una preocupación en la mente, tener que terminar un trabajo o pagar algo. Supongo que esa es una costumbre muy arraigada y muy difícil de erradicar. Para evitarlo intenté enfocarme en lo que sentía en ese momento lo cual me permitió ponerme parcialmente en contacto con mis instintos. Intenté seguir por ese “sendero mental” e intenté despojarme de todo pensamiento regular y mirarla fijamente, concentrándome en lo que sentía. Mirando dormir a Skessa me di cuenta de que no la podía considerar una persona pero tampoco un animal. No se me ocurría como describirla. Sin embargo había otras cosas de ella que me parecieron extrañamente atractivas, como la forma y el tamaño de sus alas, poniendo especial atención en la unión de la membrana del ala con el cuerpo y también en la parte del ala con los cinco “dedos” que extienden la misma. Noté también cierto atractivo en sus garras, fuertes y afiladas. Sentía que sería una muy buena compañera… Un momento… ¿Compañera? no sentía como si fuese una amistad, sino casi como de reproducción. Por un momento hasta se me vino a la mente que lo que me atraía del tamaño de sus alas y el largo de su cola; serían perfectas para darle calor a los huevos que ella ponga cuando… ¿¿PERO EN QUE ESTABA PENSANDO?? Sacudí la cabeza quitándome esa idea de la mente. Esas ideas no parecían propias de mí pero sin embargo me agradaban muchísimo. No encontraba explicación razonable a eso. Podrían ser ideas instintivas pero si fuese así no me agradaba el hecho de que sintiese algo ajeno a mi. Tenía que distraerme con algo o el corazón se me saldría disparado por la boca. ¿Sería capaz Skessa de sentir eso? ¿Y si se despertaba al percibirlo? Me moriría de vergüenza. Mi teléfono móvil estaba al alcance de mi mano y lo encendí sin los auriculares. Necesitaba un tema movido, de “ruido”. Puse un tema - “Don´t fear the reaper” All our times have come 56

Here but now they're gone Seasons don't fear the reaper Nor do the wind, the sun or the rain..we can be like they are Come on baby...don't fear the reaper Baby take my hand...don't fear the reaper We'll be able to fly...don't fear the reaper Baby I'm your man... Skessa se despertó con la música. - Perdona que te despierte, pero tenía que distraerme de algo. -DijeElla no respondió, estaba muy concentrada en la música. Parecía no existir nada más a sus ojos y oídos que el aparatito que soltaba notas musicales. Tenía los ojos clavados en él mientras movía las membranas de su cabeza hacia la procedencia del sonido. Finalizando el tema lo dejé en el suelo. - Oh, dis… ¿Cómo era? dis-culpa por no responder, ese aparato realmente capta mi atención. ¿Qué significa distraerse? No me enseñaron esa palabra. -Me dijo- Distraerse es cuando alguien está pensando en algo que no quiere, e intenta pensar en otra cosa. - ¿Y por qué alguien querría hacer eso? - No importa... Dime, ¿qué me pasó? - Pude sentir que había un conflicto interno entre tus sentimientos y emociones, te encontrabas muy disperso pensando en muchas cosas al mismo tiempo. En especial se sintió como el choque entre lo que usualmente te permites ser y lo que crees que serás, lo que has dejado en el pasado, y lo que crees que te sucederá en el futuro… - Puede ser, es que aun me cuesta mucho el creer en lo que pasó, y lo que me dijeron realmente me afectó. Además del impacto de intentar hacer algo tan extraño como eso y lo que sentí… ¿Y cómo es que sabes esto? –Me intrigó que supiera tanto de lo que sucedía en mi mente- Pude sentir tu energía, y cuando te trajimos aquí pude analizar algunos de tus sentimientos. - ¿¿Entraste a mi mente?? -Dije sobresaltado- Solo percibir los sentimientos que tenías en los momentos previos a lo que te sucedió. - ¿Cómo es eso posible? ¿Cómo lo haces? -Vaya, justo lo que me temía… Podía “leerme”. En ese momento me entró vergüenza porque recordé cuando en el tren alguien se olvidó el teléfono móvil en el asiento. Yo no dije nada, lo agarré y lo vendí por unos pesos. ¿Y si ella veía eso que hice mal? Había cosas en mi vida que no me enorgullecían. - Solo… Lo hago, no se como explicarlo bien con palabras. Solo extiendo mi consciencia para percibir tu energía. - ¿Todos ustedes pueden hacer eso? - No, solo los que tenemos mas afinidad con la curación del cuerpo y espíritu. Miré hacia su cola. Sentí que se aferraba más a mí. De no haber sido por eso tal vez no hubiese recordado que estaba ahí. - ¿Y por qué está tu cola alrededor de mi cintura? Quería observarla en su respuesta; verle la cara, pero ella extrañamente evitó mi mirada lo cual me sorprendió. Fue un gesto muy humano. - Lo siento, fue involuntario, es que tenía cierto temor de… Perderte. - Desenroscó su cola y me soltó - No te preocupes, solo me llamó la atención. Y ¿Perderme? ¿Por qué? - Eres un alma que está en otro cuerpo. Por unos momentos temimos que algo haya salido muy mal. Me quedé en silencio. Afuera, la luz del sol estaba entrando con más fuerza, evidentemente estaba amaneciendo. El silencio inundó la cueva. Ninguno de los dos habló. Solo se escuchaban las respiraciones.

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- ¿Escuchaste a Awian? -Dijo Skessa al fin- Creo que sí, sentí su tristeza. No solo por nosotros, sino también por los humanos mismos. - Ojala los humanos pudiesen escucharla también, estamos contentos que tu si la escuchaste. - Necesito tiempo para digerir esto. –Dije- ¿Qué tiene que ver tu estomago en este asunto? La miré y no pude evitar reír ante la mala interpretación del castellano. - No. Significa que necesito pensar sobre este asunto. Por cierto ¿Cuánto tiempo dormí? – Pregunté. Skessa suspiró ante mi pregunta – - Dos días. –Me respondió con un tono ligeramente amargo¡Vaya! ¡Dos días durmiendo! Creí que eso era posible únicamente entrando en un coma alcohólico. Pensar en todo el tiempo que pase durmiendo hizo que me sonaran las tripas. Entonces Skessa se levantó. - Voy a buscar comida, viajaré al pantano para traer algunos Raqquosh. - ¿¿Traer qué?? - Raqquosh. Son una de nuestras fuentes de alimento. Ella se acercó a la entrada de la cueva y desde la punta saltó hacia delante. Abrió sus alas y se alejó volando. Pensé en que en la ciudad una familia de clase media no repara en el esfuerzo que requiere conseguir comida, tan solo uno va al almacén o al supermercado, compra, lo guarda en la heladera, lo cocina y come. Pero en la naturaleza es distinto. Recordé a los osos panda que gastan más de la mitad del día buscando comida y comiendo. Cuando Skessa se alejó en la distancia me levanté y miré a mí alrededor. Vi el libro de tapa de piel que ella había leído cuando llegué allí. Supongo que los primeros dos días estaba muy cansado y distraído como para prestarle atención. Así que me levanté del nido para agarrarlo. Aun estaba algo aturdido por lo que había pasado y me costó mantener el equilibrio. Lo abrí y me encontré con unas extrañas páginas; no eran de papel aunque lo pareciesen. Eran de un material similar a la parte interna del cuero de los animales. Sus páginas tenían símbolos como nunca antes había visto. Parecían algo intermedio entre garabatos mezclados con japonés o chino. Sentí que se trataba de escritura, pero no era como en castellano o inglés donde al juntar muchas letras forman palabras, que forman oraciones, y las oraciones forman el mensaje en formato “verbal” que se quiere transmitir. No, eso era muy diferente. Al concentrarme, sentí que más bien eran… Como instrucciones. ¿Pero de que? Se supone que era la transmisión de un mensaje, pero no soy lingüista. Tampoco parecían ser pictogramas. Pase un muy buen rato intentando entender alguna parte de ese libro pero solo me “llegaban” conceptos extremadamente fragmentados de lo muy poco que podía llegar a entender intentando usar mi instinto dragón. Decidí concentrarme de la manera en que lo hice en la cueva, aunque usualmente el silencio es paz y serenidad a veces demasiado silencio no me ayudaba mucho. Recuerdo cuando era muy chico, en la época de Segba, cuando había un corte de luz y todo estaba en silencio (y oscuro), por supuesto eso no era algo bueno. Puse otro tema del teléfono móvil. Lorena Mckennit – Parallel dreams. La música iba fluyendo y me ayudaba a concentrarme en eso y, a pesar de lo mal que me fue en la cueva, intenté poner nuevamente la mente en blanco y sencillamente tratar de sentir y dejarme llevar por mis instintos otra vez. Al pasar de pagina y concentrarme sentí de nuevo ese zumbido en los oídos. Me sentía muy extraño, poco a poco lo que me rodeaba se fue oscureciendo como quien tiene la vista muy clavada en algo sin parpadear durante un buen tiempo. Unos sentimientos/información llegaron a mi mente. Sentía/veía un dragón rojo, era como yo… No; Era yo… Pero no exactamente. Descubrí que era Drastonno. Era SU vida. Vi a sus padres; Un dragón rojo carmesí y su madre era una dragona gris. Aparentemente estuvieron huyendo de los humanos por gran parte de sus vidas. Durante sus viajes se habían

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encontrado con historias de que los humanos preferían ciertos colores de escamas sobre otras, en especial los colores vivos. Sus padres sabían que no podrían proteger a su cría por siempre, más aun cuando ya habían perdido dos crías anteriores a manos de los humanos. Así que además de enseñarle todo lo que ellos sabían con respecto a la “magia” aprendieron algunas cosas más de… otras tribus o familias. Parecía que iban de lugar en lugar. Aunque un día durante su “adolescencia” volando relativamente bajo, Drastonno escuchó el sonido de un rayo aunque el día estaba despejado, y vio como su padre fue malherido en pleno vuelo. Cuando miraron hacia abajo vieron a unos humanos (cazadores) con su… ¿magia? (según conceptos de Drastonno). Su madre le ordenó que escapase. El joven Drastonno escapó, estaba muy asustado y sabía que no podría hacer nada para salvar a su padre. Su madre se quedó atrás y se lanzó contra los humanos… Otro sonido de “rayo” se volvió a oír. Y nunca supo mas nada de su madre. La sola visión y el sentir como dos seres amados fueron asesinados de manera tan cruel me hizo salirme del trance. Su dolor, se hizo mi dolor, y las lágrimas me cayeron de los ojos y rodaron por el costado de mi hocico. Empecé a llorar desconsoladamente. Sentía su dolor. Era empatía. Extrañamente lo que sentía era la tristeza por la perdida de sus padres y aunque eso técnicamente no tenía nada que ver conmigo, me dolió mucho. Pero por otra parte me sentí muy confundido por otra cosa; cuando perdí a mi madre lo que más sentí en ese momento fue rabia, deseo de venganza, deseos de salir a buscar a los delincuentes, más aun cuando nos enteramos de que los habían liberado gracias al maldito abogado. Eso es lo que los humanos sentimos primariamente. Pero para los Dragones no parece ser habitual la ira cuando se trata de perder a un ser querido de forma no natural. Sí se siente el dolor por la perdida… pero no la ira. Traté de minimizarlo. Traté de pensar que lo que en realidad acababa de ver eran las noticias, o alguna película en donde mueren varios. Desafortunadamente lo primero que se me vino a la mente fue una noticia donde Estados Unidos había bombardeado la casa de unos supuestos terroristas en el medio oriente. No solamente murieron tres terroristas. Sino también hubo siete “bajas civiles”. En un comunicado de prensa se habían disculpado por la muerte de esas siete personas, que había sido un terrible error. En las noticias las muertes son solo estadísticas pero de seguro esa gente tenía sueños, tenían deseos. Y parientes o amigos que los querían mucho. Las vidas de muchos fueron afectadas por eso. Recordé que la siguiente noticia a esa fue que un actor a cuyo nombre no le presté atención presentó a su hija “en sociedad” e iba a filmar una película que costó no se cuantas decenas de millones de dólares. En su momento no le presté atención alguna a eso, como de seguro casi todo aquel que haya visto una noticia similar. La música en mi teléfono móvil seguía. Ahora tocaba el tema “Riders on the storm” de Snoop dogg feat. Lo particular de este tema es que era un tema tranquilo, nada estridente. Es importante mencionar que hay cosas que nos inspiran. Este tema en particular me hizo tener más en cuenta mi parte humana. Recordé con cierta pena el como reaccioné cuando me dijeron que tendría que ayudarlos. Mi parte humana no podía aceptarlo. Pero supe que mi parte dragón sí y eso me ayudó mucho a avanzar tan rápidamente. Pero ahora con el tema de Drastonno… era algo que mi parte dragón no podía aceptar, pero mi parte humana sí. Pensé en que evidentemente había dejado de ser humano. Pero tampoco era realmente un dragón. Había visto en alguna película, serie o libro en donde usualmente en estos casos el personaje entraría en una depresión por no poder describirse, por no pertenecer a algo en particular. Por creerse un monstruo. Pero ese no era mi caso. Pensé en algo más útil; el tratar de integrar ambas cosas de la mejor manera. Haría mi mejor esfuerzo para hacerlo. ¿Quizás el todo sería más que la suma de las partes? Así que nuevamente me enfoqué en el libro con la música aun de fondo, dejé que mi parte dragón se concentrase en lo que continuaba. No me puse a pensar como es que sentí lo que sentí o como era que el libro transmitía esa información directamente en mi mente. Aunque ahora dejé que mi insensibilizada parte humana mirase eso.

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Nuevamente imágenes/sentimientos llegaron a mí. Drastonno voló durante bastante tiempo hasta llegar a la base de una montaña. Los días subsiguientes estuvo practicando como hacer viento. De esa manera podría viajar durante más tiempo y más rápido. Aparentemente la pérdida de sus padres supuso un trauma bastante grande porque solo se sentía seguro estando en movimiento. Con los años pensó que la única manera en que podría sentirse seguro era ir a un lugar donde los humanos no puedan seguirlo. Al llegar aquí encontró a Skessa e Itzaroth los cuales le dieron la bienvenida. Durante lo que pareció ser un año estuvo practicando la idea de viajar… entre realidades. Lo que seguía era demasiado complejo como para que pudiese entender algo. Drastonno dejó plasmado el gran temor que tenía hacia los humanos; una persecución constante día y noche desde hacía demasiado tiempo por ser demasiado valioso para ellos. Y aun con sus habilidades, no podía sentirse a salvo de los humanos. A pesar de todo había algo que no podía identificar. Lo que me sucedió no parecía haber sido del todo un accidente. Me aparté del libro. Me sentía bien a pesar de lo que había visto y sentido. El experimento de hacer prevalecer una parte mía por sobre la otra en una situación dada funcionó. Pensaba sobre por qué Drastonno no pensó en una manera de luchar o de defenderse utilizando esas técnicas. Evidentemente era una tremenda injusticia que se venía llevando a cabo desde hacía mucho tiempo. En parte ahora compartía su preocupación; no estaría a salvo. Pero si me intentasen atacar preferiría luchar a estar constantemente escapando. Al agarrar el teléfono móvil para apagarlo me encontré con algo feo; había utilizado 1/3 de la batería. Pensé en el gracioso hecho de que con cada tema y cada momento la batería consumía su preciosa carga, aunque el teléfono móvil aun indicaba que la batería está a 2 de 3 rayas. También pensé en que cada raya que cayese sería un paso más hacia perder lo último que me quedaba de mi anterior vida, lo único que me quedaba de la tecnología y de mi cultura… Una cultura quizás corrupta, dañina e insensible. Pero era MI cultura. Originalmente la idea de vivir en un lugar donde no tuviera que preocuparme más por las cuentas era muy atractiva. Pero ya empezaba a extrañar el sonido de los motores en la calle, el olor a gasolina, jugar a un buen juego de guerra o beber una cerveza. Realmente no se aprecia lo que tenemos hasta que lo perdemos. Entre las cosas que estaban a un costado de la cueva encontré una especie de vasija hecha de barro que no estaba allí anteriormente, supuse que la trajo Skessa o Itzaroth de algún lado. Estaba llena de agua. Metí el hocico dentro y me refresqué. ¿Qué harán los Dragones para entretenerse? ¿Meditar? Por suerte Skessa regresó enseguida y trajo tres ranas bastante grandes entre sus brazos. Estas ranas eran extremadamente llamativas, sus pieles eran de color rojo y amarillo. Me alegró verla de vuelta. - Aquí está la comida del día. -Dijo Skessa- ¿Eso son los Raqquosh? Skessa asintió. - En el idioma de los humanos, eso se llama rana, y si recuerdo bien, en el discovery channel vi que cualquier rana de colores tan llamativos como esos son extremadamente tóxicos y venenosos. - ¿El iscory shannl es algún maestro que les enseña sobre los animales? - Umm, algo así. Preferí evitarme la engorrosa tarea de explicarle lo que es un canal de televisión, y para eso tendría que explicarle lo que es un televisor, y las imágenes y todo el resto. Miré las ranas, o Raqquosh, que luchaban por intentar escaparse de entre sus garras. - Te enseñaré cómo purificar a los Raqquosh. Es necesario hacerlo antes de comerlas o te harán daño.

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Skessa enroscó una de las ranas con su cola y sostuvo el animal con ella, mientras abrió su boca y con sus filosos dientes le arrancó la cabeza a una de las ranas de un solo mordisco y luego la escupió afuera de la cueva. Me dio bastante impresión. Chocó bastante contra mi sentido común el concepto de que una mujer (o hembra) pueda hacer eso y aun siga pareciendo femenina. Luego le dio el mismo tratamiento a la otra rana que tenía en la otra mano. - Este es el primer paso; El de liberar al espíritu de su cuerpo de la manera más rápida y menos dolorosa posible. ¿Quieres intentarlo? - Umm, no. Prefiero no hacerlo ahora, gracias. - Bien, otro día lo intentarás – Y entonces agarró la segunda y luego la tercera rana que sostenía con su cola y de nuevo le hizo lo mismo. Luego las puso en el suelo- Ahora hay que purificarlas. Para eso tenemos que lanzar fuego sobre el Raqquosh hasta que los colores brillantes desaparezcan. Entonces Skessa trajo unas ramas que habían sobrado de la noche en que yo llegué, abrió su boca y las incendió. Usó otras para “pinchar” las ranas, que por cierto eran bastante grandes, y las puso sobre el fuego. Eso era un asado en toda regla. Las ranas perdieron sus colores brillantes a medida que se cocinaban. El ambiente empezó a oler sabroso. Ella me ofreció una y la agarré. No me agradó mucho la idea de comer rana asada pero sentí que eso era una comida muy común, y hasta casi apetecible. Algo que siempre dije es que “si algo tiene buen sabor y es orgánico, es comestible”. Si bien dudé por un momento, abrí mi hocico y mordí fuertemente parte de la rana. Con mi mordisco le arranqué la mitad del cuerpo y empecé a masticar. No tenía mal sabor en absoluto. Terminé comiéndome la rana entera. - Las Raqquosh son un alimento fácil y abundante, somos la única especie que se alimenta de ellas. –Me dijo. Terminó una de sus ranas y luego me ofreció la última- Pero ¿No deberíamos de guardarlo para Itzaroth? - Él no vendrá hasta la próxima noche, esta escoltando a Krapramo hasta su hogar. Mientras comía se me ocurrió preguntarle. - ¿Qué era esa cueva que visitamos? ¿Qué había ahí realmente? - Ese lugar es uno de tantos donde nuestros antiguos ancestros comprendieron el significado de la vida, donde comenzamos a tener conciencia de lo que nos rodea y de nosotros mismos; cuando dejamos de ser seres sin consciencia y comenzamos a comunicarnos entre nosotros. Eso si que sonaba como algo importante. - ¿Es un lugar simbólico o hay algo físico allí? - Los grandes cristales de la conciencia. Están dentro de la cueva, allí estos vibran con la conciencia de Awian. Pensándolo bien muchos se parecían a cristales de cuarzo regulares, diamantes y otros tantos. Pero todos de tamaño industrial. Luego de comer las ranas nos quedamos un rato allí hablando. Aparentemente el principal entretenimiento de ellos era el charlar con los visitantes. Y no solo por el hecho de que anteriormente fui humano. Le pregunté sobre el libro de Drastonno. Sobre como era que ese libro transmitía ideas y sentimientos. Según ella el libro se lee con un punto en la frente por donde se “ven” cosas fuera del plano físico; lo que llamamos el tercer ojo. Por la complicada y larga explicación que me dio en su idioma, los símbolos eran como una especie de “partitura” para que lo lea el tercer ojo y se transmita a la mente. Entonces decidí agarrar el atlas de La Argentina y empecé a enseñarle los conceptos básicos. Cada letra –o mejor dicho signo- corresponde a un sonido en nuestro idioma. Tuve que agarrar una lapicera y usando una hoja que había venido conmigo le escribí el alfabeto y los números. Era muy lindo ver como ella se sentaba y prestaba toda la atención del mundo ante lo que le decía… Muy a diferencia de lo que yo hacía en la escuela. Así transcurrieron los siguientes días. Enseñándonos mutuamente entre los tres. Yo aprendía el estilo de vida de los dragones y su manera de ver el mundo, que era bastamente diferente a la humana. Jamás me imaginé que muchas de esas cosas existiesen.

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Por ejemplo: ¿Sabían que se puede hablar con los árboles? Nunca me lo hubiera imaginado. Lo he intentado. Ellos no tienen ninguno de nuestros cinco sentidos (lo más que se acerca es el tacto) por lo tanto no se puede hablar con palabras. Ellos se comunican mediante energía (o quizás alguna forma de telepatía). Pero esta no es más que transmitir sentimientos. Es muy difícil explicarlo con palabras. Los árboles están conscientes de su entorno energético. Cuando alguien le habla con palabras a un árbol este no entiende las palabras, pero si la energía que se les transmite. Es un estimulo. Los árboles tienen paciencia infinita, pero se contentan cuando alguien les habla o incluso les pone música. Skessa e Itzaroth solían cantarles a los árboles fruteros de la zona. De esa manera estos crecían más fuertes y eran más resistentes a las pestes. Y me asombré al darme cuenta de que no usaban ningún tipo de “magia” al hacerlo. Tan solo cantarles y prestarles atención. Me es difícil entender la sabiduría de los árboles. Pero ellos se enfocan en el equilibrio natural. Para un árbol no existe el tiempo. Y aprendí que una semilla de cualquier árbol lleva el conocimiento acumulado de todos sus predecesores. Más allá de eso estuve aprendiendo como sobrevivir siendo un dragón. Un día Itzaroth me enseñó a cazar; Vi su manera de actuar, ocultándose sobre un árbol, camuflándose con sus hojas, y cuando un ciervo u otro herbívoro estaba cerca se abalanzaba sobre él. Cuando lo agarraba se aferraba con sus garras y le mordía la traquea, asfixiándolo hasta que muere, o cortándole la yugular. Me explicó que siempre hay que elegir a aquel animal que está enfermo, viejo o herido. Aparte de lo visual, cada ser viviente tiene su propia energía vital, de esa manera se puede identificar a un animal enfermo aunque no lo parezca. Así era mucho más fácil identificar una presa que dará menos pelea, además de que era una manera de equilibrar la vida. Siempre fui muy carnívoro y alguna que otra vez había faenado alguna gallina en la casa de campo de mis tíos. Así que eso no me pareció cruel. Eso sí; siempre que sea posible, antes de matar a un animal hay que transmitirle nuestro agradecimiento porque su carne va a servir para alimentarnos. Esto no se hace en palabras, sino en el interior de cada uno transmitido hacia el ser. Una mención aparte es el hecho de que está absolutamente prohibido utilizar nuestro fuego para cazar un animal vivo; esto le causaría un sufrimiento extremo e innecesario. El fuego solo se tiene que usar para defenderse y para cocinar. Entonces llegó mi turno de intentarlo. En mi primer intento me di cuenta de algo que no me favorece en pasar desapercibido: Mis escamas rojas son demasiado llamativas como para esconderme en los árboles. Así que cuando pasó cerca un ciervo este me vio y no lo pude sorprender. De todas maneras me lancé volando hacia él. No lo hice nada mal ya que había practicado bastante el volar y maniobrar. Logré alcanzar al ciervo pero este giró repentinamente y casi terminé estrellándome contra el suelo. Cuesta bastante trabajo cazar a pesar de ser fuerte, ágil y poder volar. Finalmente en uno de mis intentos pude tumbar a un ciervo, y una vez estando en el suelo le mordí el cuello con todas mis fuerzas, tal fue la mordida que le arranqué un pedazo de carne y rápidamente su sangre fluyó sobre mi cara. Fue un momento extremo, por un momento dejé mi identidad como humano a un lado y mis instintos dragones fluyeron libremente. Desafortunadamente me dejé llevar y no le había dado mi agradecimiento a ese ser que iba a ser nuestro alimento. Me sentí mal por eso. La población total siempre fue bastante inferior a lo que la naturaleza proveía. La comida era abundante, en especial gracias a los Raqquosh que abundan en zonas cálidas (aunque eran ranas de colores vivos como en la tierra, dudo mucho que sean de otra especie desconocida. Hasta el momento no he visto ninguna otra cosa fuera de lugar excepto la existencia misma de los dragones. Por lo que supongo que esas mismas ranas existen en la tierra de donde venía). También se alimentaban de ciervos, peces, pequeños mamíferos, etc. Los dragones son omnívoros así que casi nunca les escaseaba el alimento. Últimamente ellos preferían mas las frutas a comer animales vivos. Las frutas no requieren de esfuerzo para quitarlas del árbol, no luchan. Y de hecho tienen una energía mas “positiva” a los animales ya que al consumir frutas estos consumen también su energía vital (la fruta está viva al

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momento de consumirla). Sin embargo, el animal siente miedo y estrés antes de liberar su espíritu, por mucho que intentemos que sufra lo menos posible. Al pasar las semanas seguía extrañando cosas de mi vida anterior. Extrañaba lo que tenía que luchar para poder entrar en el tren en horario pico. O el hecho de comer algo dulce como gelatina o flan y también extrañaba bastante el pan, la cerveza, las gaseosas y la televisión. Aun no había terminado de ver Doctor House ni Startrek Voyager. Todavía podía darme el lujo de escuchar música. Siempre que lo hacía lo ponía con el parlante y cuando estaban ellos conmigo. Así aprovechaba para que se deleitasen también. No podía hacerles entender que mi teléfono móvil tenía energía limitada y que no había manera de darle de “comer” (en su entendimiento). No sabía como podría explicarles lo que es la electricidad. O sea, les expliqué sobre los átomos y los electrones. Pero no pueden imaginárselo. Recordé que era posible extraer energía de los limones o de frutas cítricas con cobre y cables pero realmente no sabía como hacerlo. Cada tema de música me recordaba una parte de mi cultura. De dónde venía, quién fui. Aunque cada día el ser un dragón me fue más natural, con el paso de las semanas cada cosa nueva, como cazar, era cada vez menos cuestionado por mi parte racional. Sin embargo siempre me recordaba que no debía olvidar quien y que era. Cada vez que prendía el teléfono móvil lo hacía preocupado y pensando en la realidad de que cada vez la batería perdería energía y no tenía posibilidad de recargarla. Así y todo seguía poniendo música. Tenía un capitulo de Doctor House en él, pero verlo sería la muerte total de la batería. Aunque había algún que otro tema del Need for Speed Pro street y Underground que escuchaba y al hacerlo evocaba alguna buena carrera. Me encontré como el personaje de “El perfume” imaginándose como alargar las últimas gotas de su perfume de doncella especial. Pero en este caso se trataba de extraer hasta el último electrón de energía. Finalmente llegó el día en el que sucedió; el anuncio de “Batería baja” y luego de escuchar el último tema de León Gieco “En el país de la libertad” y apagar el teléfono, este no volvió a prender más… Skessa creía que había muerto, y en parte era cierto. Sin un enchufe era imposible revivirlo. Eso fue un duro golpe para mí ya que a partir de ese momento fue difícil encontrar una distracción. Por unos días pensé que había perdido lo último que tenía de mi cultura aunque tenía aun los libros del Atlas de La Argentina. Pero luego me dí cuenta de que no era así. Mi cultura seguía viviendo dentro de mí… en mis recuerdos y en mi conocimiento. En ese lugar la compañía era buena. Pase la mayor parte del tiempo con Skessa. Itzaroth hablaba relativamente poco aunque le gustaba escuchar. Sin embargo noté que estaba mucho más animado cuando le contaba más cosas positivas sobre los humanos. Skessa no volvió a dormir conmigo en la cueva, pero durante el día andábamos bastante tiempo juntos enseñándonos cosas mutuamente. A pesar de que ella lo había pasado mal, disfrutaba de aprender más cosas de los humanos. Al aprender mucho más sobre la naturaleza pude ver la vida de una forma muy diferente, sentí una nueva identidad dentro de mi, esa mezcla entre dragón y humano estaba avanzando y mi nombre humano ya no se sentía bien para mi. Decidí buscar otro nombre. A pesar de conocer poco de nombres dragón, sentí que esa palabra que escuché en la cueva, “Leimiroth”, sería un nombre apropiado. No por el significado, tan solo porque me sentía bien con ese nombre y el como “sonaba”. Muchos días pasaron en los cuales les enseñé todo lo que pude sobre los humanos. Ayudado por la enciclopedia que había caído junto conmigo le pude enseñar a Skessa como leer castellano. Itzaroth no estaba realmente interesado en leer aunque sí estaba interesado en las maneras de atacar de los humanos. Le conté sobre las armas blancas y de fuego, y sobre el funcionamiento básico de las pistolas, rifles y bombas. Ahora era Skessa quien no estaba interesada en aprender ese tipo de cosas.

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A pesar de que sabían leer en su idioma, no había muchos libros escritos por dragones. Pensé que era esperable ya que ellos no tendrían imprentas ni una librería donde ir a buscarlos. El libro de Drastonno además de tener sus recuerdos también tenía “hechizos” o cómo manipular las fuerzas de la naturaleza, lo cual me costó mucho empezar a entender. Lo extraño era que incluso era posible manipular el clima, haciendo llover. Pero eso requería de mucha concentración y de energía. Con el tiempo logré aprender a hacer pequeñas manipulaciones de energía. Necesitaba de mucha concentración para empezar a sentir el flujo de energía vital saliendo de la palma de mis manos, y si bien lo percibía no lograba afectar nada con eso. Skessa me explicó que eso se debía a que a pesar de todo aun tenía ciertos bloqueos autoimpuestos (básicamente aun tenía la idea del “no puedo hacerlo” con esas cosas). Una cosa por la que estaban interesados era el por qué los humanos son capaces de arrasar y destruir todo a su paso sin importarles nada, y por qué estos eran tan diferentes de las tribus originarias. Intenté recordar algo de historia de mi mundo, cuando los europeos invadieron América y asesinaron o esclavizaron a sus habitantes. Solo podía intentar trazar una analogía ya que ni siquiera sabía en que época estábamos, o si los humanos de allí serán iguales a los de donde venía. Sin embargo toda explicación que les dí era insuficiente… Aun para mi mismo. Itzaroth me enseñó a luchar usando diferentes técnicas que ellos usualmente utilizan. Por ejemplo nuestras garras se utilizan primariamente para desgarrar la carne del atacante utilizando la parte curva de las puntas, aunque también se podían usar para enterrarlas en el cuerpo, aunque con cierta dificultad ya que obviamente no fueron “diseñadas” para hacer eso. En combate, también se utilizan los dientes. Es muy útil inmovilizar al objetivo con las manos, o aferrarnos a él si es un animal más grande que nosotros. Los dientes, si se rompen, vuelven a crecer aunque no quería pasar por la dolorosa experiencia. La cola también puede ser utilizada como látigo y para tumbar al adversario. Según ellos, el fuego solo debe de ser utilizado como ultimo recurso, si nuestra vida peligra. Yo le pregunté que pasaría si el fuego lo utilizo contra otro dragón, a lo que me lanzó una mirada muy seria. Esa pregunta derivó en un hecho: Los dragones no pelean entre si. En el pasado si lo habían hecho y por eso aun enseñan a los cachorros a defenderse, pero era más bien por no perder la tradición. Contrariamente a lo que creí, los dragones no son territoriales. Si bien tienen pequeños territorios que consideran su hogar, cualquiera puede pasar por allí. Se entiende que en general el dragón que cruce su hogar está de paso. Se acepta que cualquiera pida asilo para pasar la noche en el hogar (o lo que pueda entenderse como tal). Siempre son bienvenidos y los huéspedes le ofrecen comida. Cualquier viajante era una buena oportunidad para charlar e intercambiar conocimiento, eventos, noticias y hasta enseñarse algo el uno al otro. Luego al día siguiente se marchaban. No se necesita que haya competencia, la cooperación siempre es mejor para todos. A veces un dragón viajante hasta podía asentarse en otra región, siempre y cuando pida permiso a los residentes. Estos evaluaban la “afinidad” que tendrían con el recién llegado. Raramente sucedía que esta solicitud fuese rechazada, ya que si el dragón que había llegado no se sentía bien allí entonces ¿para que querría quedarse? Los dragones raramente hacen algo que no quieren hacer. Esto puede sonar a una tontería, pero en la civilización humana podía recordar multitud ingente de momentos y situaciones en las cuales hacemos algo que no queremos hacer. Por eso el tema de la esclavitud es algo totalmente inconcebible para ellos. Y hasta donde Skessa me explicó la única manera que tiene el humano de someterlos es mediante el miedo a su “magia”, sea lo que eso sea. En su cultura, el macho y la hembra son iguales. Las parejas se eligen mutuamente. Según lo que ambos dragones me explicaron, no se eligen por el estado físico sino más bien por otro factor; el espiritual, la armonía con la que sus almas resuenan es extremadamente importante para ellos. Por lo que el más fuerte físicamente no necesariamente es el que tenía más éxito.

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Algunos jóvenes dragones viajan por los territorios buscando a su pareja, a su alma gemela, pasando la noche en diferentes hogares de clanes o familias… Otros por simple aventura. Y otros para encontrar su propio lugar donde criar a su nueva familia. ¡Vaya! ¡Que armonía hay entre ellos! hasta me cuesta creer que todo eso pueda ser tan fácil y sencillo. Y sin embargo, entre ellos lo es. A ellos les costaba mucho comprender toda la rivalidad que hay entre los humanos, incluso por temas estúpidos como ver quien posee las mejores “pieles” sobre su cuerpo, o quien tiene mayor cantidad de posesiones. Cuando les explicaba cosas de los humanos y llegué a la parte de la falsedad, las peleas, las traiciones y el usar a los demás, ni Skessa ni Itzaroth podían entenderlo y creo que no querían hacerlo tampoco. El solo hecho de escuchar esas cosas ya les repugnaba. Skessa mencionó que no podía creer como es que alguien pueda traicionar, ya que todo y todos estamos interconectados energéticamente. Que era imposible que alguien haga daño y no se lastime a si mismo. Era una ley de la vida. Tampoco entendieron el concepto del dinero y el trabajo. Ellos pueden trabajar, sí, pero por algo que quieren y al mismo tiempo por un bien común. Sin otra retribución que estar haciendo algo bien y ayudar a alguien. Los dragones creen en la reencarnación del alma. Me revelaron que el sentido de la vida es experimentar y aprender. ¿Aprender qué? Eso depende de cada uno. Fue gracioso que me hayan dicho así como así la respuesta a algo que muchos sabios han estado buscando toda su vida. Para ellos era algo tan natural. Supuestamente un dragón desencarna (muere) naturalmente cuando aprendió todo lo que había venido a aprender en esta vida. Por eso la muerte natural no es tan traumática para los seres queridos. Según ellos las enfermedades no son realmente causadas por bacterias o virus sino que estas son causadas por motivos mentales. No entendí realmente como era eso pero parece ser que enfermedades como el cáncer en realidad son causadas por la mente misma. Y cuando una dolencia o enfermedad es causado por un agente externo como un virus es porque el “huésped” así lo ha querido inconscientemente. Al poseer un espíritu y una mente bastante equilibrada los dragones casi no sufren enfermedades. Además poseen un sistema inmunológico bastante potente (aunque a esta altura no se si es tema biológico o mental). Casi no conocen el concepto de infección. En general la muerte era por llegar a viejo. Eso no quitaba la posibilidad de que puedan morir por enfermedades o por accidentes pero parece que prevalecía la idea de que si eso pasaba era porque el alma había considerado que ya había aprendido lo que vino a aprender (o enseñar) en esa vida. Por eso la idea de que un dragón fuese asesinado era tan traumática. El hecho de que eso ocurra rompía absolutamente con todos los esquemas establecidos y era muy probable que esa alma no hubiese aprendido lo que tendría que haber aprendido e iba a tener que volver otra vez, estando estancada hasta que pueda conseguirlo. Ahora me preguntaba… Si tantos dragones habían sido asesinados al punto de estar en vías de extinción. ¿Dónde reencarnarían esas almas nuevamente? ¿En humanos quizás? Cuando un dragón muere (sea por la causa que sea) su cuerpo es quemado para que su memoria viva entre los suyos y además nueva vida se forme de este con sus cenizas. El cuerpo de un dragón muerto se considera que es tan solo una “Cáscara vacía” Un día mientras estaba en vuelo alto con Skessa, noté una extraña luz en el horizonte que sabía que no provenía de una fuente de luz que yo conociera... Al preguntarle me dijo que esa “luz” es la dirección hacia donde se encuentra la “Guía de Awian”, que es un punto específico que ellos usan para guiarse en vuelo. Guiándome por la brújula que vino conmigo me di cuenta de que esa “luz” de hecho provenía del norte. Recordé que los pájaros se guían por una especie de brújula interna. ¿Esa era nuestra versión de esa brújula biológica? Iba a preguntarle, pero eso implicaba tener que explicar lo que es el magnetismo y estaba seguro que ellos no sabrían que es eso. En ese mismo vuelo Skessa me explicó la manera que tenían ellos de medir las distancias; consistía en subir hasta cierta altura (que no se bien como es que miden la altitud, pero estimaría que a unos setenta y cinco a cien metros de altura) y ver al objeto mas lejano en el horizonte, en planicies

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usualmente era un árbol. Entonces se volaba hasta ese punto, siempre a la misma altitud y estando directamente sobre el objeto se elije nuevamente el siguiente objeto visible más lejano hacia el horizonte. En ese caso la distancia a recorrer seria “un horizonte”. En planicie eso equivaldría a quince kilómetros aproximadamente aunque en zona montañosa esa distancia varía enormemente. En ese caso se selecciona el monte o la montaña más alta en la dirección a la que uno se dirige y desde allí se selecciona una montaña más alta aun si es que la hay. Si detrás de esta montaña hay una planicie entonces se selecciona el objeto más lejano que se pueda distinguir nuevamente y que yo recuerde desde una montaña muy alta se puede ver realmente muy lejos. Cuando iba a Mina Clavero de vacaciones y cruzábamos del otro lado de Pampa de achala en días claros se veía la precordillera de los andes que se encontraba a aproximadamente doscientos kilómetros de distancia. Aunque algunos días había bruma y no se veía mas allá de una cadena montañosa que estará a cincuenta kilómetros. No es una medida exacta, pero para ellos les servía. Si el dragón anteriormente ha recorrido ese camino entonces no es necesario que baje hasta esa altitud para calcular las distancias. Tan solo lo recuerda de la vez anterior. Dos meses después de mí llegada aun estaba practicando el vuelo, aprendiendo cosas y descubriendo habilidades con mi cuerpo de dragón. Aunque no podía hacer mucho con respecto al tema “magia”. Skessa aprendió a leer en idioma humano cosa que me alegraba mucho. Se devoró todo el atlas y me pedía que le explicase todo tipo de cosas con respecto a lo que decía allí. Desafortunadamente ese era el único libro que había llegado conmigo que ella pudiera leer, ya que el resto eran revistas y cosas relacionadas a la computación cosa que definitivamente ella no entendería de ninguna manera. De cuando en cuando hice alguna lucha con Itzaroth para aprender movimientos y técnicas, aunque él siempre me ganaba. También aprendía de la naturaleza. No era una mala vida en absoluto aunque realmente extrañaba mis cosas de humano. También me enseñaron otras cosas respecto a ellos, sus creencias y su cultura. Hacer una recopilación de todas esas cosas se haría muy largo, pero más adelante en mi relato haré referencias a lo que me enseñaron en este tiempo. Un día me sentí lo suficientemente seguro como para volar con Skessa fuera del valle. Ella había sugerido que viajásemos hasta otra “tribu” de dragones que conocían a cierta distancia de allí. Ellos me podrían enseñar otras cosas, y luego visitaríamos nuevamente al anciano Krapramo. Skessa dijo que ahora podría estar preparado para que él me enseñase algunas cosas. Sin embargo no me agradaba mucho la idea de visitar a otros dragones porque no sabía como reaccionarían ante mi presencia. ¿Qué pasaría si descubrían lo que era realmente? Itzaroth me dijo que no tenía que ser prejuicioso. Así que los tres decidimos emprender el viaje. Entonces despegamos, y guiándonos por nuestra “brújula interna” nos dirigimos hacia el norte. Volamos hasta el borde del valle que estaba delimitado por una cadena montañosa. Subimos hasta una de esas montañas. Desde allí había otro valle más árido que el nuestro. El siguiente horizonte fue otra montaña bastante solitaria que se extendía a lo largo de una meseta. Estimaría que serían aproximadamente entre cuarenta a sesenta kilómetros de distancia. Continuamos por una planicie. Hicimos muchos horizontes y estuvimos casi todo el día viajando. Había perdido la cuenta pero fácilmente habríamos hecho más de cuatrocientos kilómetros de viaje y me estaba cansando un poco, especialmente porque gran parte del tiempo tuvimos viento en contra. El último horizonte estaba demarcado por un río muy ancho que poseía una playa bastante amplia. Les dije a ambos que descansáramos en el río y les pareció una buena idea. Al llegar divise que había una línea de árboles a veinte o veinticinco metros de distancia en ambos lados de dicho río. Desde la altura pude ver los peces bajo las cristalinas aguas, los tres bajamos hasta estar casi a nivel del río. Yo jadeaba como perro pero ellos apenas se veían algo agitados. Me senté en una gran piedra que estaba al borde del río. Ellos se sentaron a mi lado. - Pff ¡Que viajecito! ¿Cierto?

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Sus caras denotaron que no entendieron la ironía de la frase. Aun había cosas y expresiones que se me escapan. - Este río me hace recordar a uno que tenemos a las afueras de mi ciudad. Es más ancho, pero está muy contaminado. Meterse ahí es la muerte segura. - No tiene caso que estés recordando constantemente esas cosas. Mejor concéntrate en disfrutar lo que hay aquí y ahora. –Me dijo Skessa – - ¿Como esos peces que se ven ahí? No fue necesaria respuesta, los tres teníamos hambre. Nos levantamos casi al unísono. Nos lanzamos al río y empezamos a buscar peces. Alguna vez lo habíamos hecho; Podemos nadar bastante rápido si plegamos las alas al cuerpo y nos movemos nadando con las manos y la cola, aunque las alas se pueden utilizar para dar un breve impulso. Nos lanzamos ante los peces. Creo que eran salmones. Itzaroth fue el primero que agarró un pez, yo perseguí a uno que trataba a toda costa de esquivarme, pero eventualmente logré atraparlo con mis garras. Skessa fue la última. Los tres salimos del agua. Cuando iba de vacaciones generalmente tenía frío cuando salía del agua, pero ahora no lo sentía ya que las escamas protegen bastante de la temperatura. Al salir todos les dimos las “gracias” a los peces que iban a servirnos de alimento. Aunque parezca una tontería con el tiempo me acostumbré a hacerlo. Según ellos no solamente es una manera de respetar la vida aunque seamos nosotros quienes se las quitemos, sino que además al agradecer la comida esta será siempre abundante. No entendí como es que eso funciona pero nunca nos faltó alimento. Si bien ellos solían comerse el pescado crudo yo prefería cocinarlo, no es que me diera asco, pero sencillamente es mas rico comer un pescado cocido que uno crudo (y no tenía salsas como para hacer sushi). - Iré por un poco de leña. Prefiero cocinar el mío. – Les dije – Ambos dragones me sonrieron. Ellos les estaban quitando las escamas a los peces, incluido al mío. Me dí media vuelta y caminé en dirección hacia la arboleda. Tenía el viento soplando a mi espalda. Di un par de pasos cuando sentí que “algo” se clavó en mi pecho acompañado del sonido de una pequeña explosión que venía de detrás de los árboles. Lancé un rugido de sorpresa y de dolor. Skessa e Itzaroth se levantaron enseguida. Al mirar me di cuenta de que lo que se me había clavado no era ni mas ni menos que un dardo tranquilizante con un penacho de un material símil a plumas de color rojo. Instintivamente me lo quité enseguida. - ¡¿Qué carajo?! – Exclamé en castellano, me salió de adentro Cuando Skessa lo vio estaba horrorizada. - ¡ES LA PLUMA DE LOS HUMANOS! – Rugió asustada – Fue una sensación extraña. Estábamos en peligro, pero más me impactó ver en su cara ese terror que de repente la invadió. Los siguientes acontecimientos ocurrieron como si todo fuese a cámara lenta. Supongo que fue la adrenalina. Al contarlo con palabras parece que transcurrió bastante tiempo pero en la realidad todo ocurrió muy rápido. Fue muy parecido al “Bullet time” de Max Payne (y luego popularizado por Matrix).

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Capitulo 4: La captura. Era evidente que Skessa estaba asustada porque el dardo tranquilizante fue el inicio de su pesadilla. No se como no se me ocurrió antes cuando me dijo “la pluma de los humanos”. Intentamos correr en dirección al río con la intención de despegar. Nos alejábamos de la arboleda de donde fue disparado el dardo, los tres desplegamos nuestras alas. Pero un segundo dardo tranquilizante fue disparado y me pegó en el ala derecha. Empecé a sentir como se me entumecía y supe que en ese caso no podría volar en absoluto, ya que el ala se me dormiría y terminaría cayendo. Al mirar hacia la línea de árboles detrás de nosotros vi que salieron tres cazadores con sus rifles apuntándonos. Aunque pasaron unos segundos no hubo otro disparo. Tenían vestimentas de camuflaje color verde claro y oscuro. No parecía que quisieran matarnos. Ellos querían capturarnos. Sabía que no podría escapar. Cuando me detuve vi de reojo a ambos dragones. Skessa me miró directamente a los ojos. Solo fueron tres segundos. Pero una avalancha de sentimientos se me vinieron a la mente. En todo ese tiempo desarrollé un afecto especial por ella, al ser muy especial, jovial y simpática. Además de fuerte y femenina (a pesar de ser de otra especie). Hasta ese momento nunca se me dio por pensar en nuestra relación. Ella era una buena ¿amiga? Pero sus ojos me contaron una historia más profunda. Una que iba mas allá de lo que era el simple afecto, aunque no estaba seguro de que significaba eso. Los dragones tenemos un sexto sentido pero en mi caso solo funcionaba cuando me concentraba en algo y nunca me había concentrado en Skessa… hasta ahora. Muy a diferencia de las historias de amor, la realidad era que la mayoría de los hombres podemos ser muy brutos y no darnos cuenta de muchas cosas, en especial sobre nuestros sentimientos y no fue hasta ese momento en el que vi a Skessa en peligro que me di cuenta de ello; Tenía que protegerla. Hasta ahora su hermano se había encargado de eso ero por lo que supe nunca se habían enfrentado a los humanos como estaba sucediendo ahora. No quería que sufriera más. De ninguna manera podía permitir que Skessa fuese capturada de nuevo ni tampoco que su hermano sufriese la misma suerte, se necesitaban el uno al otro. Allí solo yo era el que de alguna manera u otra era “descartable” e independientemente de mis sentimientos había una clara acción a seguir. Un tercer dardo tranquilizante nos pasó muy cerca, haciendo que reaccionáramos. - ¡Váyanse! ¡Yo me quedaré! – Les dije – - ¡No! ¡No te abandonaremos! –Me dijo Skessa. Itzaroth estaba con una cara amenazante mirando en dirección a donde estaban los humanos, luego me miró a mí. - ¡Les dije que se vayan! ¡Yo podré soportar ser un esclavo, ya los conozco y sabré cuidarme! ¡No dejaré que ustedes sean convertidos en esclavos… Otra vez! – Skessa se había aferrado a mí. Ella no me quería abandonar. No había tiempo para los afectos, tuve que separarme. Cada segundo contaba. - ¡Los detendré mientras ustedes se escapan! Itzaroth asintió y tomó a Skessa de la mano. Detrás de la fila de árboles salieron más cazadores. Ahora eran seis y todos con rifles. Entre ellos, alguien sobresalía claramente; el líder, un hombre de 40 a 45 años, robusto, con un sombrero de alas pequeñas. Vestía un pantalón corto, chaleco color verde, bigotes largos que terminaban en semi círculos hacía arriba, muy parecido a un cazador de tigres de principios de 1900. El cazador líder gritó; - Maten a los demás, pero el rojo ¡¡Lo quiero vivo!! Los cazadores nos apuntaron con sus rifles. Entonces noté que solo tres de ellos llevaban lanzadores de dardos tranquilizantes, los otros llevaban escopetas de perdigones de doble cañón que apuntaban a Skessa e Itzaroth. ¡Malditos! No podía permitir que les hicieran daño alguno. La adrenalina fluyó aun más y entonces me lancé contra ellos, sentí el odio fluyendo por mí ser. A pesar del brote de ira pude analizar que, como las escopetas de doble cañón solo sirven para cortas distancias, cuanto más

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pudiera demorarlos más posibilidades tendrán Skessa e Itzaroth de escapar. A medida que acortaba distancia rápidamente vi que los hombres se asombraron, por lo cual apuntaron sus escopetas hacia mí. El cazador líder le forzó a bajar la escopeta al más cercano y gritó. - ¡No lo dañen! ¡Lo quiero vivo! Estando a unos metros de ellos di un salto con todas mis fuerzas hacia el cazador más próximo. Este me apuntó con su lanzador de dardos y me acertó un disparo que se clavó en mi hombro. De todas maneras me tiré encima de él y le clavé mis garras en el cuello, rajándole la mitad de este mientras lo tumbé al suelo. Saltó una gran cantidad de sangre. El hombre se llevó las manos a la garganta instintivamente para intentar contener el torrente de sangre. Obviamente era inútil. Otro de los hombres intentó golpearme con su rifle. Al ver que se me acercaba escupí una bola de fuego sobre él. El cazador quedó envuelto en llamas y corrió gritando. Sentí un nuevo disparo de dardo que se me clavó en el cuello. Miré de donde vino y vi que fue el líder quien me disparó. Intenté levantarme pero sentía que las fuerzas se me iban. Mi cuerpo dejó de responderme y los músculos se me aflojaron. Intenté abalanzarme contra él pero no logré alcanzarlo y caí pesadamente al suelo. Desde abajo observé que ese cazador con sombrero y bigotes me miraba con cara de satisfacción. De reojo logré ver que los demás cazadores, con sus chalecos, intentaban apagar el fuego de su compañero incendiado y que otros intentaban detener la hemorragia del que le clavé las garras. Al mirar en dirección al río vi que tanto Skessa como Itzaroth estaban a cierta distancia en el cielo, ninguno estaba intentando dispararles y por más que lo intentasen a esa distancia sus armas serían inefectivas. - Creí que los rojos estaban extintos… Serás uno de mis mejores trofeos. – Fue lo que me dijo el líder antes de que yo cayese inconsciente – Cuando me desperté y abrí los ojos lo primero que vi fue que me encontraba detrás de unos barrotes. Todavía me sentía muy pesado, tenía nauseas y mucha sed además de dolor de cabeza. Traté de mirar a mis alrededores; me encontraba dentro de una jaula que tenía el tamaño justo como para que me pudiera sentar. Estaba dentro de una estructura tubular de metal. También sentía un ligero bamboleo de toda la estructura. Nos estábamos movimiento, escuchaba el leve zumbido de algún tipo de motor. Supuse que estaba en la bodega de carga de un barco. A mi lado había una camilla de metal, también había tres rifles lanza dardos. Sobre la mesa alcancé a ver un par de dardos y unos frasquitos escritos con “Tiopentato de sodio” y “Bromuro de pancuronio”. Había unas pinzas bastante grandes. A mis alrededores vi otras jaulas, todas vacías, un par de cajas de madera cerradas y una puerta también de metal. Noté que en los alrededores de la mesa había garras cortadas y al apoyar mi mano sobre el suelo me di cuenta de que ¡eran las mías! ¡Me habían cortado las garras casi hasta la raíz! También hicieron lo mismo con las garras de mis pies. Sentía un dolor en mis dientes y al tocarme descubrí que también me habían quitado los colmillos. Eso me hizo sentir indignado y enojado. También descubrí que llevaba puesto un collar extraño. Lo sentía bastante aparatoso, hecho de un material que sería alguna mezcla entre cuero y plástico. No me gustaba para nada la idea de llevar un collar como un perro. Intenté quitármelo pero me distrajeron voces provenientes de otra habitación, así que estiré mis aletas y presté la máxima atención. - ¡He capturado a un rojo vivo! Además es bastante peligroso, al vernos no intentó escapar sino que atacó y mató a dos de mis hombres. - ¡Joder! Pero ¿dos hombres por capturar a un solo dragón? -Respondió otra voz masculina a través de una radio- Había otros dos con él, una hembra y un macho, ambos eran verdes, pero escaparon. De todas maneras valió la pena, creíamos que los rojos estaban extintos pero no es así. Lo vamos a poder vender por mucho dinero. Es mi mejor captura. - Supongo que a este no lo vas a poner entre tus trofeos, ¿Cierto?

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- ¡Ni hablar! Vale mucho mas vivo. En dos días estaremos allí. Luego escuché que el que estaba hablando se dirigió a otra persona en esa habitación. - Asegúrate de que esté en perfecto estado de salud para cuando lleguemos a Pandawa. También entrénalo lo más posible durante el viaje. La verdad no sabía si eso de ser rojo era algo hermoso o una maldición… En ese momento entendí el por qué Drastonno se sentía tan perseguido. Y no se por qué, la palabra “Pandawa” me era vagamente conocida. Entró un hombre en la habitación. Vestía una bata blanca de doctor o veterinario, llevaba puesto unos anteojos y tenía una barba corta. Diría que no tenía más de cuarenta años. Me miró y me dijo; - Finalmente has despertado, temía que haya puesto demasiado para dormirte. Sin embargo no me dirigió las palabras como a una persona, sino más bien como cuando alguien le habla a un perro o a un gato. El hombre traía una jarra de plástico, lo llenó con agua y usando unas largas pinzas abrió un compartimiento pequeño. Usando las mismas pinzas metió dentro la jarra, la cual agarré con ambas manos. No me simpatizaba el hecho de tomar nada de mis captores, pero de los libros de la segunda guerra mundial que tenía recordé una de las reglas de un prisionero; No rechazar alimentos. El prisionero tiene que estar siempre en buena forma física por si se le presenta la oportunidad de escapar. Entonces incliné la jarra y bebí el agua que tanta falta me hacía. - Que raro que no hayas metido el hocico dentro. –Me dijo el hombre, pero creo que más bien se lo dijo a él mismoAl saciar mi sed vi que puso los frascos y demás elementos en unas cajas. Mi atención se volcó hacia el collar que tenía puesto. Puse mis manos sobre este. - No querrás quitártelo, te va a…-El hombre se dio vuelta y siguió con sus cosas- bah. No se por qué te hablo si no puedes entenderme todavía. Lo miré fijamente. - ¿Y por qué no? ¿Qué me pasará? -RespondíEn ese momento el hombre se dio la vuelta bruscamente y me miró fijo. - ¿¿Qué dijiste?? - Pregunté sobre qué me pasará si me lo saco. - ¡¿Qué demonios?! El hombre salió corriendo en dirección a la puerta, la cerró y escuché que del otro lado habla con alguien más - ¡Anderson! ¡El rojo me habló! - Vaya que es tranquilo, usualmente empiezan a rugir al despertar. - ¡Que no! ¡Él me habló en castellano! - ¡¿QUÉ?! Escuché pasos apresuraros, por la puerta cruzaron el hombre que estaba antes y el cazador que lideraba a los otros, el maldito que había ordenado matar a Skessa. Lo miré fijamente e instintivamente le gruñí. - Dragoncillo. ¿¡Cómo es que conoces nuestro idioma y me puedes entender!? ¿Ya has sido esclavo de alguien? Lo miré fijamente y seguí gruñéndole. - ¡CONTESTAME CABRÓN! En ese momento golpeó la jaula. Mi poca paciencia se agotó, abrí la boca e intenté quemarlo, pero… ¡No logré escupir fuego! - ¿Así que has intentado quemarme? ¡Te enseñaré quien es tu amo!, Jonathan, ¡pásame el control! En ese momento vi que el otro hombre le dio un control remoto de color negro con una pequeña antena y un solo botón rojo en el medio. Me hizo una sonrisa burlona y presionó lo presionó. Inmediatamente sentí una gran descarga eléctrica corriendo a través de mi cuerpo, comenzando desde

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mi cuello. La descarga fue tan fuerte que grité del dolor mientras me retorcí. La descarga duró como mucho cinco segundos pero me pareció una eternidad. Cuando finalizó apenas podía moverme, mis músculos sufrían espasmos y todavía sentía el dolor además de sentirme extremadamente agotado y humillado. - ¡Dime! ¡¿Cómo sabes nuestro idioma?! ¡Si no respondes te volverá a pasar lo mismo! Maldito… Mi mente se nubló con el deseo de querer estrangularlo, cortarle la garganta o quemarlo. Ya no sabía si esos eran mis propios sentimientos, pero de una manera u otra lo quería matar. Pero tenía que inventar algo ¡Y rápido! - Hace muchos años... mi dueño murió de viejo, y quedé libre… -Respondí- Ahh, ¡Así que era cierto! Y hablas español muy claro. Bien. Valdrás mucho más ya que entenderás las órdenes y el código de obediencia. -Dijo el cazador con una clara sonrisa macabra en su cara. Intenté sentir algo de su energía y lo que sentí por todos sus poros era que emanaba un sentimiento de grandeza, como que él era el mejor en lo que hacía- No se que es ese código, nunca me lo enseñaron. - ¿¿Qué clase de dueño era el tuyo que no te enseñó el código de obediencia?? ¿Hace cuantos años murió tu antiguo dueño? - No lo se, no llevo la cuenta. - Jonathan. Enséñale el código de obediencia, tengo que hablarle a unos contactos… ¡El vale más que su peso en oro! - ¡Sí, señor Anderson! -Respondió el hombre de bata blanca“Señor Anderson”, pensé… El cazador Anderson dio unos pasos hacia la puerta, pero entonces se dio media vuelta, mirándome, y apretó nuevamente el control que lanzó una poderosa descarga eléctrica en mi cuerpo a través del collar. Otra vez me retorcí del dolor, me golpeé contra los barrotes gritando y gruñendo. - ¡Esto es por haber matado a dos de mis hombres! ¡Ahora tendré que pagarles a sus familias por tu culpa! - ¡Hij………! -Estuve apunto de insultarlo, pero una alarma dentro de mi se disparó… Se supone que no sabemos nada de eso, por lo que mi insulto se transformó en un gruñido desafiante. Anderson rió y cruzó la puerta. Intenté incorporarme pero me sentí extremadamente débil. Cada descarga de esas me debilitó muchísimo. Tenía que quitarme ese maldito collar. Lo agarré con ambas manos. El hombre de bata me miró y me dijo “¡No lo…!” Y antes de que termine la frase intenté arrancármelo pero al despegarlo un poco de mis escamas me lanzó una descarga aun más potente que las anteriores y caí inconsciente… En ese estado tuve una imagen de Skessa, la cual me dijo “Recuerda, creemos en ti”. Me despertó una fuerte discusión. Abrí los ojos y vi al cazador con el hombre de bata frente a frente. - ¡MAS TE VALE QUE NO SE MUERA O SINO TU TENDRÁS QUE PAGARME LO QUE VALE! -Dijo el cazador mientras me apuntaba con su dedo índice- ¿¡DE QUÉ ME ECHA LA CULPA SI FUE USTED QUIEN O FULMINÓ DOS VECES!? –Dijo el hombre de la bata- ¡TU RESPONSABILIDAD ES MANTENERLO CON VIDA! ¡PARA ESO TE PAGO! - ¡PERO NO PODRÉ HACERLO SI USTED LO FULMINA PORQUE LE DA LA GANA! - ¡ESO NO ES DE TU INCUMBENCIA! - ¡¡SÍ QUE LO ES, PERO NO ME HACE CASO!! ¡LE DIJE QUE ERA DEMASIADO TRANQUILIZANTE! ¡SI ESTE NO HUBIESE SIDO TAN FUERTE YA HUBIESE MUERTO HACE UN BUEN RATO! El hombre de la bata me miró. - ¡Mire! ¡Sigue vivo!

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- Afortunadamente para ambos. -Replicó el cazador- Y más te vale que siga así. Yo los miré. El cazador cruzó la puerta nuevamente y la cerró. El hombre de la bata me miró, y me preguntó. - ¿Cuál es tu nombre, dragón? - Soy Leimiroth. - Bien Leimiroth, hay unas cosas que debes de conocer. Ahora nos servirás y tendrás que hacer todo lo que te digamos. Pensé en hacerme el rudo, decir que “jamás”, pero eso de seguro conduciría a que aparte de darme mas descargas agreguen mas medidas de seguridad. Si actuaba pasivamente, de seguro en algún momento bajarían la guardia y habría un momento de debilidad en el cual podría escapar. - Será mucho mas fácil para ambos ya que sabes nuestro idioma, así que iré directamente a las reglas que deberás seguir; El código de obediencia. Miré hacia otro lado, constantemente pensaba en mandarlo al diablo. Pero necesitaba comportarme como un dragón y jamás olvidar que ellos no saben quien (o que) era. - Siempre debes de seguir las órdenes de tu amo, no dañar a ningún humano a menos que tu amo te lo ordene, nunca debes intentar quitarte ese collar; ya has visto lo que es capaz de hacer. Toda desobediencia se castigará, todo desafío se castigará, todo intento de escape se castigará severamente. Y el dañar a tu amo se castigará con la muerte. - Parece que no tengo opción… Está bien… ¿Hay otras condiciones en el contrato? No se por qué se me ocurrió decir esa estupidez, supongo que fue el estrés de todo lo que había sucedido. El hombre de la bata me miró con una mezcla de asombro y extrañeza. Me di cuenta de que había metido la pata y dije algo que ningún dragón nunca diría… Tenía que pensar en algo y rápido… - ¿Qué cosa? -Dijo el de la bata- Err... Mi antiguo amo me enseñó algunas palabras y frases para “humanizarme”, si recuerdo bien, eso era algo que dijo algunas veces… - Ah -el hombre asintió con la cabezaNos quedamos un rato en silencio. Solo se escuchaba el zumbido de un motor en algún lado. Entonces el hombre se levantó y empezó a guardar los rifles y demás cosas dentro de una gran caja. Pensé por un momento y la pregunta que se me vino a la mente fue; - ¿Y ahora que? - ¿Eh? - ¿Y qué van a hacer conmigo ahora? - Usualmente te enseñaría a hablar nuestro idioma, pero ya que evidentemente eso no es necesario, tendrás que esperar quieto mientras llegamos a Pandawa. -Dijo el hombre mientras seguía guardando sus cosas- ¿Y allí que van a hacer conmigo? ¿Qué hay ahí? - El mercado de esclavos... Allí serás vendido. Eres muy valioso ¿Sabes? - ¿Por qué? ¿Tan solo por haber matado a dos de ustedes? - Ja ja, no. El color de tus escamas, los de color rojo se creían extintos. Y gracias a ellas es que sigues vivo. Probablemente Kenneth Anderson te habría matado y hubiese usado tu cabeza como trofeo. - Ese tipo es muy duro, ¿cierto? - Yo diría que te quedes tranquilo y no lo hagas enfadar, o te hará pasar un muy mal rato… Otra vez. El hombre terminó de guardar las cosas y luego cruzó al otro lado de la puerta de metal, dejándome solo allí. Estuve un rato observando. Concentré mi mirada en el candado. Si tan solo hubiese un pedazo de alambre o un ganchito por ahí, en las películas lo hacen tan fácil… Di un suspiro. Me eché en el suelo de la jaula pensando en que podría hacer, pero nada se me vino a la mente… Pasaron las horas y seguía sin saber que hacer. Intenté relajarme. ¿Y si esa habilidad de sentir las energías de las cosas sirviese para esa ocasión?

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Cerré los ojos y me concentré. Primero intenté sentir a la madre tierra. Para mi sorpresa sentí que estaba algo lejana. Una pequeña imagen se me vino a la mente, era como si la tierra estuviese bastante lejos. ¿Estábamos en el aire? Se sentía como si fuese así pero no se sentía que viajásemos tan rápido como si estuviéramos en un avión. No había sonido de turbinas. ¿En qué diablos se suponía que estaba? Pasaron mas horas y otros pensamientos se cruzaron por mi mente. ¿Iba a ser el esclavo de alguien? ¿Así es como se suponía que iba a terminar? Esos pensamientos me deprimieron… Aquí estaba el gran “elegido” atrapado como un idiota dentro de una jaula. Vaya dragón que resulté ser. Estaría muerto ya de no ser por tener escamas rojas, con mi cabeza en una pared como otros animales… Cuando reparé en la frase “como otros animales” algo no estuvo bien… Me dolió la idea de pensar en esos animales. En el hecho de que hayan muerto y sean usados como trofeos, me dolió tanto como que si fuesen mis iguales. Recordé cuando alguna vez Skessa e Itzaroth mencionaron que no entendían cómo los humanos podían causar tanto sufrimiento sin que ellos mismos sean afectados. Cuando sentí a la madre tierra sentí que todos éramos iguales. Todos los seres vivos… Alguna vez había escuchado eso de alguna corriente new-age o algún hippie o algo por el estilo, y jamás lo creí. Pero ahora que lo estaba experimentando no me pareció tan descabellado. Desafortunadamente, no veía en que podría ayudarme el comprender eso. Seguía encerrado en la jaula. Luego otra cosa se me vino a la mente; ¡claro! recordando mi vida como humano, no había tiempo de pararse a pensar en esas cosas, siempre había un problema mundano que solucionar. El descubrir cosas como esas no trae dinero, por lo tanto no sirven… Traté de tocar el collar y analizarlo con el tacto. No era pesado, pero la primera pregunta era ¿cuál es su fuente de poder? Debería de tener pilas en algún lado, tendría que tener algún compartimiento. Sin embargo esas pilas tendrían que ser pesadas y voluminosas y el collar era bastante liviano. No logré encontrar ni el compartimiento ni la fuente de poder. De ser pilas tipo AA o algo así ya tendrían que estar agotadas. A menos que las hubiesen cambiado mientras estaba inconsciente. Mi mente seguía divagando en esos pensamientos cuando un sonido me distrajo; habían abierto la puerta de metal. Era el hombre de la bata -Ahora vestido con un chaleco verde- que trajo un recipiente. Inmediatamente olí a carne. - El señor Anderson me ordenó que te mantenga bien alimentado. Eres afortunado, usualmente no le da comida a los dragones hasta que lleguemos. El hombre nuevamente agarró esas grandes pinzas y las usó para pasarme la carne a través de los barrotes de la jaula. Con todo el embrollo me había olvidado de que tenía hambre. Mordí la carne pero un dolor muy fuerte vino de las cuencas donde estaban mis colmillos. El hombre estaba por irse cuando le pregunté… - ¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos? - ¿Qué? - Que cuanto falta… ¿Cuánto tiempo tengo que quedarme aquí? - Llegaremos en dos días, tranquilo. Entonces cruzó la puerta y se alejó visiblemente sorprendido por mi pregunta. Dos días… ¿cómo contar dos días en un lugar donde no hay reloj ni ventanas? Seguí comiendo la carne cruda pero había algo en ella que no estaba bien, no supe que era. No estaba podrida, pero… no estaba en buen estado. Era obvio que la carne no estaba envenenada ya que era mucho mas valioso vivo (y en buen estado) que muerto. Al terminar la comida traté de acurrucarme y dormir un poco. No encontraba otra manera de pasar el tiempo encerrado dentro de una jaula vacía, a menos que tuviese una pelota de tenis.

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Para pasar el tiempo me puse a divagar pensando en diferentes películas, capítulos de los Simpsons, batallas en el Red alert 3, carreras en el Need for Speed Pro street y que poco antes de iniciar mi aventura había logrado hacer un Chevelle SS como el Chevy de la serie Mosca y Smith. En algún momento mientras dormía tuve un sueño, no recuerdo bien de que se trataba, pero la frase nuevamente resonó en mi cabeza “Confiamos en ti… ¿Por qué tú no lo haces?”. Alguien pateó la jaula y me desperté súbitamente. Miré hacia atrás y vi al cazador gritando “¡Despierta!”. Le gruñí. Le estaba agarrando aun más odio. - ¡¿Que quieres?! -Le dije- ¿¿Qué es esa impertinencia?? ¡Aprende a respetarme maldito reptil! -En ese momento sacó el control remoto y lo apretó, nuevamente estaba retorciéndome del dolor por la descarga eléctrica. - ¿Qué tu antiguo amo no te enseñó a respetarnos? - Sí… Y me enseñó a insultar a cretinos como tú, pedazo de… -No terminé la frase ya que me lanzó otra descarga- Esto sí que es divertido, me gusta que me des razones para verte sufrir, adelante, desafíame de nuevo... Lo miré con cara de odio, algunos músculos aun me daban espasmos. Me sentía muy débil. - ¿Para qué me has despertado? -Me aguanté las ganas de insultarlo de nuevo- Necesito saber quien era tu antiguo amo. Maldición… Necesitaba inventarme un pasado que sea medianamente creíble. Debería de haber pensado en eso cuando no tenía nada que hacer. - No tengo idea, solo me hacia llamarle “amo” - ¿Dónde te ha capturado? Hice una pausa. Mentalmente traté de inventarme una historia. - No lo recuerdo… Era solo un cachorro, recuerdo que toda mi vida viví con él. - Mhh… ¿Tenía familia? ¿Con quienes estaba? - Desde que tengo memoria mi amo vivía solo. Solo yo le hacía compañía. El cazador se llevó la mano al mentón diciendo “mhh, bien” - ¿Para qué te usaba? ¿En que me usaba? A ver… ¿Para que puede servir un esclavo? Le largué lo primero que se me vino a la mente. - Yo lo ayudaba con las tareas de su hogar, ir a cortar leña, cazar y traer comida. Incluso los últimos años lo atendía y lo cuidaba. - Vaya, resultas ser más valioso de lo que creí… Sabes hacer tareas caseras. Pero por lo que dices ese idiota era un pobre infeliz viviendo en un lugar lejano ¿Cómo es que no te vendió? el idiota podría haber sido rico… Como lo seré después de que te venda. Ja ja ja ja. Siempre creí que la risa burlona de “malo” era algo estereotípico. Me equivoqué. En ese momento entró el hombre de la bata. - Señor Anderson… NO le dé tantas descargas seguidas. Usted me paga para que este dragón llegue sano al mercado y no podré hacerlo si lo sigue maltratando así –Dijo - Bah… Es fuerte. Además acabo de descubrir que sabe seguir ordenes y sabe hacer tareas caseras, al parecer conoce lo básico de vivir con una persona. Podremos venderlo enseguida y por un valor aun más alto. Entonces me miró y dijo “¿No es cierto, dragoncillo?” No le respondí. Cruzó la puerta y se fue. Quedó el hombre de la bata en la habitación. Afortunadamente se me ocurrió una mentira creíble en tiempo real. - Dime… ¿Por qué trabajas con él? No parece que disfrutes de estar aquí. - Es cierto… no disfruto, pero… de algo hay que vivir. ¿Sabes? los humanos tenemos algo llamado dinero que se necesita para alimentarnos y vestirnos y… - Sí, sí, ya conozco lo que es el dinero. Mi antiguo amo me lo enseñó. - Bien, entonces sabrás entender…

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- La verdad… no. Tienes un empleo donde eres miserable. No te debe de ir bien en la vida. El hombre me miró fijo, algo desconcertado. - Quizás… ¿Sabes? Realmente me sorprendes. Hablas como un humano. - Viví más tiempo con un humano que con los míos. A diferencia de lo que dije antes eso no era una mentira, solo que él lo interpretó de una manera diferente a la realidad. Luego del dialogo el hombre se fue. Otra vez estaba solo, me sentía cansado y débil. Cada descarga eléctrica de esas me dejaba agotado y adolorido. Tendría que encontrar una manera de quitármelo, aunque primero necesitaría un espejo y herramientas, definitivamente dos cosas que no estarían al alcance de un dragón regular. Nuevamente caí dormido. A lo que creo que era el día siguiente, me desperté. Seguía en el mismo lugar. El o los motores seguían funcionando aunque no se oyesen, pero se sentía una vibración. No había nadie en la habitación. Si esperar una hora en la fila del banco para hacer un depósito me era algo casi desesperante, imagínese lo que es el esperar un día entero o dos... Sin reloj ni ventana estaba totalmente desorientado con respecto a cuánto tiempo había pasado. Me preguntaba si fuese un dragón “de enserio” ¿También lo pasaría así de mal? Aunque había estado viviendo como dragón cierto tiempo, mi mente (mi “yo” verdadero) estaba tan acostumbrado a recibir estímulos de parte de la televisión, o la computadora, o lo que sea que con tanta tranquilidad me estaba volviendo loco. Cuando necesitaba estimulo estando en el bosque podía ir a volar, o cuando el teléfono móvil tuvo batería escuchaba algo de música. Aunque usualmente me entretenía hablando con Itzaroth o Skessa. Pero allí… ¡Skessa! ¡Cierto! con todo el rollo me había olvidado. Por suerte ella pudo escapar, ¿cómo se sentiría? Debía de ser terrible para cualquiera ser perseguido y saber que tanto uno mismo como tus seres queridos, pueden ser atrapados y/o muertos. Pensé que ella y su hermano me recibieron con sus brazos (y alas) abiertas a pesar de pertenecer a una especie hostil donde devastaban toda la naturaleza y se mataban entre ellos. Sin embargo ellos no tenían prejuicios. Me conocieron y me aceptaron a pesar de todo. Me eché boca arriba con mi cola saliendo de la jaula. Todo lo que veía era el techo de la misma. Sin nada que hacer… Mhh… Otro pensamiento se me vino a la mente. Estaba pensando tan solo con mis cinco sentidos, estaba viendo y pensando como humano. ¿Qué más me podría revelar mi sexto sentido sobre el lugar donde estaba? Cerré los ojos y me concentré… Tardé bastante tiempo en lograr “centrarme” hasta que sentí al menos cinco o seis presencias en lo que creía que era un barco, aunque seguía sintiendo que en realidad estábamos en el aire. Entre esas presencias estaba la del cazador, el tal “Kenneth Anderson”. Su energía se sentía negra, incapaz de pensar en términos que no sean egoístas. Casi diría que disfrutaba de lo que hacía para ocultar algún defecto. O quizás simplemente era por “deporte”. Se me hacía que era uno de esos tipos que se sienten rudos solo cuando están en superioridad numérica. Si todas las cosas tienen su energía ¿podría distinguir dentro de que estaba? Me concentré todo lo que pude pero tan solo sentí que el vehiculo tenía forma de cigarro. Entonces sentí que una de esas presencias se acercaba hacia la habitación. La energía no parecía ser de alguien que esté en esto por diversión o por maldad… Se sentía como si fuese lo único que conoce de la vida y nada más. La puerta se abrió y nuevamente entró el hombre de la bata. Lo miré. - Vaya que es aburrido el viaje -Me dijo- Usualmente estaría usando este tiempo para enseñarte nuestro idioma. En fin… Se dirigió hacia una de las cajas del fondo de la habitación, y escuché que buscaba algo. Al cabo de un rato volvió con un libro. Seguí mirando atentamente. - Por suerte siempre traigo lectura para el viaje -Dijo mientras caminaba hacia la puerta por la que entró-

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- ¿No me podrías dar uno también? El hombre se paró en seco y me miró fijamente, nuevamente sorprendido. - ¿¿Qué?? ¿Acaso tu…? ¡Lo olvidé! ¡Se suponía que no sabemos leer en idioma humano! Traté de pensar en algo y rápido para salir de esa gran metida de pata. - Sssí… Mi antiguo amo tenía de esos con imágenes muy bonitas -Traté de recordar algunas de las palabras que Skessa usaba cuando vio mis libros- ¿Tendrías alguno de esos con imágenes? El hombre tomó un suspiro. Su cara era una mezcla de “que desilusión” con “afortunadamente”. - Lo siento… Pero si el señor Anderson descubre que te di un libro nos mata a ambos. No solo a ti, sino a cualquier dragón. Ustedes tienen absolutamente prohibido tener un libro en sus manos, no entiendo como tu antiguo amo te permitió que hayas visto algunos. - Bueno… Él era casi como mi padre, desde que era cachorro me crió. - Pues… vaya que creces rápido. ¿Qué edad tienes? no deberías de tener mas de treinta o cuarenta años. Sin embargo pareces de mucha más edad… Además tu amo nunca te dijo su nombre y sin embargo te tenía tanta simpatía. Ese hombre ciertamente era extraño. Por tu bien, no hables sobre que te dejó ver libros o te consideraran demasiado peligroso como para vivir entre los humanos. El hombre cruzó la puerta y se fue. Pensé “que bien se me da mentir” pero acababa de darme cuenta de que tenía razón. Si bien inventé esa historia sobre la marcha ya tenía un par de inconsistencias. Decidí emplear el tiempo que tenía para inventarme un pasado, algo que cubriera el hecho de que sabía poco de cómo vivir como dragón, y que supiera cosas que la mayoría de los dragones no conoce… Pero tampoco extra-limitarme o sino me considerarían peligroso. Pasé un día entero (o lo que me pareció uno) pensando en eso y memorizándolo. Veamos… Primero repase lo que ya les había contado. De cachorro viví con un hombre en una cabaña lejos de cualquier ciudad. Algo malo le había sucedido que hizo que se fuera a vivir a un bosque, allí me encontró muy joven, aparentemente mis padres habían sido capturados o muertos mientras intentaban protegerme (tal y como le pasó a Drastonno) desde entonces me cuidó y me alimentó. Al ir creciendo aprendí su idioma y a convivir con él. De vez en cuando se iba a la ciudad, pero yo me quedaba en la cabaña, es por eso que conozco los nombres de las cosas. Me encargaba de buscar leña, cazar, y cuidar a los animales de granja que tenía, a veces intercambiaba algunos animales por… ¿debería llamarlo dinero? Mhh… Mejor no, “papelitos de colores que nunca supe para que servían” sería mejor. Al pasar los años el hombre se fue debilitando cada vez mas, hasta que cayó enfermo. Durante los últimos años de su vida fui cuidando de él hasta que un día, ya muy anciano, el hombre murió en su cama. Entonces viví un tiempo allí, hasta que me sentí muy solo y quise encontrar a otros de mi especie. Entonces partí. Después de repasar un par de veces esa historia pensé que conocía muy poco de ese mundo, quizás no fuera creíble del todo… A lo mejor preguntarían sobre la cabaña. Mhh, Mejor les diría que la quemé al partir para purificar su memoria. Caí dormido nuevamente y tuve algunos sueños perturbadores sobre donde me encontraba aunque no los recuerdo bien. Me despertó el sonido de alguien que abrió la puerta, era el hombre de la bata el cual traía una jarra de agua y un pedazo de carne. Nuevamente agarró las largas tenazas y me pasó tanto el agua como la comida a través del compartimiento de la jaula. - ¿Son realmente necesarias esas tenazas? -Le pregunté- No logro evitar sorprenderme cada vez que llamas a las cosas por su nombre en vez de “esa cosa” o algún nombre similar -Me respondió- Y sí… Son necesarias. No todos son tan tranquilos como tu en el lugar donde te encuentras.

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Mientras comía y bebía el hombre dijo que falta poco para llegar a Pandawa. ¡Menos mal! Aun a riesgo de saltar de la sartén al fuego cualquier cosa era mejor que el estar encerrado ahí adentro y estar con la incertidumbre. Aun sentía que la carne tenía algo mal… Nuevamente no identifiqué que era, de lo que estaba seguro era que no estaba podrida. Unas horas después escuché un cambio en los motores del barco (si es que era eso) el ritmo del zumbido cambió, fueron deteniéndose. Luego hubo un golpe leve en todo el vehiculo. Y entonces escuché ruidos y gritos de personas hasta que entraron cuatro hombres por la puerta de metal. Eran morenos y de contextura corpulenta, detrás de ellos llegó el hombre de la bata. Fueron hasta el fondo de la habitación donde me encontraba y entonces abrieron una gran compuerta que no había notado antes porque algunas cajas me taparon la visión de ese lugar. El sol se filtró por la abertura a medida que se abría. Dos hombres habían traído unos grandes hierros y los pusieron en unos encastres que tenía mi jaula a los costados. Vinieron los otros dos y cada uno de un lado de los hierros levantaron la jaula. Lentamente nos movimos hacia la compuerta abierta. Pasada la hilera de cajas pude ver hacia afuera. Ante nosotros se extendía una calle empedrada de adoquines. Había gente caminando por allí, hombres, mujeres, incluso niños yendo de aquí para allá. El sitio tenía un aspecto casi árabe. Algunas mujeres traían túnica como las islámicas, pero otras traían pantalón vaquero, remera y usaban una sombrilla. Otras tenían un aspecto de mujer victoriana de Inglaterra. La mayoría de los hombres llevaban pantalones cortos y colores claros. Sus aspectos variaban desde el turista hasta el traje de explorador británico en África. No logré identificar en que época nos encontrábamos, ni en donde. Había mucha mezcla de atuendos y los edificios eran muy extraños, parecían ser edificios antiguos como los que se ven en las películas de Europa en el siglo XIX, pero otros eran bastante modernos. Mientras íbamos saliendo miré hacia atrás y me di cuenta de que no estaba en un barco como había creído. Era un dirigible color plata, algo pequeño para lo que son los dirigibles. Tenía dos motores, uno a cada lado de la cabina. En el lugar veía otros dirigibles pero del que salí tenía una particularidad; tenía una mano de dragón azul parcialmente abierta con largas garras dibujada a sus lados, como una especie de símbolo. Seguí analizando los alrededores. Había pequeñas tiendas armadas de tela sostenidas con unos palos. Era un mercadillo o feria. Entre la gente que iba y venía vi algo que me asombró; un dragón celeste caminando en la calle. Tenía el collar y de él salía una cuerda, la cual era tirada por un hombre alto. El dragón lo seguía fielmente. ¿Era un esclavo o una mascota? Quizás ambos. También había coches y camiones en la zona que parecían bastante modernos. Algunos parecían de la década del 60, pero había otros de la década del 90. No pude identificar marcas desde donde estaba. Sin embargo me estaba dando una idea de como eran las cosas allí y más o menos en que época estaba. La gente había empezado a percatarse de mi presencia. Hicimos unos pasos y nos detuvimos. Muchas personas que estaban allí empezaron a arremolinarse alrededor de la jaula mirándome y eso no me gustó para nada. Escuché comentarios de ellos como “Creí que estaban totalmente extintos” “Imposible” - “Nunca creí que viese uno así” - “Es un buen espécimen, muy raro” - “vaya, que exótico” – “¿Estará pintado?” Y demás cosas por el estilo… Entonces apareció el cazador vestido nuevamente con su traje de caza tipo cazador de tigre británico de finales del siglo XIX. Este levantó sus brazos y dijo: - ¡Así es señores! ¡Yo lo capturé! ¡Tuve que luchar directamente con él, fue muy feroz! ¡Pero aquí está gracias a mí! Se escuchó un vitoreo y un aplauso general de parte de la mayoría de la gente. ¡Que fanfarrón! Tenía deseos de estrangularlo, morderlo, hundirle mis garras en el cuello, quemarlo. O pegarle un tiro en la cabeza. El hecho de que fuese dragón no quitaba para nada que no pudiera usar una pistola, ya que mis manos eran tan versátiles como las de un humano.

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Los hombres continuaron su marcha con el cazador a la cabeza. Seguí mirando a mis alrededores e ignoré a la gente que me miraba. Me concentré en las tiendas, la mayoría vendía comida regular. Pero en un par de esas tiendas noté algunas cosas como decoraciones. Sobre una mesa, noté unas garras. Y colgado de la pared ¡dos alas de dragón gris! una leyenda que decía “alas de dragón curtidas - 1800”. Seguí inspeccionando; en otra tienda había botas, cinturones, incluso un sombrero, todos forrados de escamas que indudablemente eran de dragones de diferentes colores. Otra tienda vendía… carne de dragón, y un cartel que decía “Sea mas saludable y alargue su vida, carne de dragón a solo 1200 la porción”. Me sentí abrumado por todo lo que había a mí alrededor. No solo visualmente, sino también me sentía bombardeado por los diferentes olores que no pude identificar. Mi sexto sentido me decía que todo eso era aun peor de lo que parecía a simple vista y empecé a sentir miedo… mucho miedo. Estaba como un gato acorralado. Me acurruqué en el centro de la jaula. Ese lugar era una pesadilla absoluta. Destrozaban a los dragones para venderlos como partes. Como las vacas. Observé que había niños jugando junto a sus padres y tenían unas alas de dragón agarradas a sus espaldas con un burdo armazón. Y otros que tenían unas colas también agarrados con cintas. Lo peor era que esas alas y colas eran notablemente mas pequeñas que las mías, indudablemente eran de cachorros… Deseé internamente que esas alas y cola de juguetes fueran sintéticas. Intenté no desesperarme; tenía que juntar la mayor cantidad de datos del lugar, por lo que seguí mirando a mí alrededor. Algunas veces las personas se apiñaban para verme y no me permitían ver lo que había detrás de ellas. Algunas le preguntaban cosas al cazador y este se jactaba de mi captura. No le presté atención a eso. También había otros dragones a mi alrededor, los cuales eran llevados con cuerdas por sus humanos. Todos tenían un collar negro. Al ver fijamente a uno sentí que algo estaba terriblemente mal e iba más allá de la circunstancia de ser un esclavo. Rápidamente intenté sentir la energía de este dragón. Lo que sentí fue que era un dragón viejo… pero no viejo de edad sino “envejecido” por haber vivido muchos años en esclavitud. De hecho sentí que había perdido el deseo de vivir hacía ya bastante tiempo, a lo cual su cuerpo se fue deteriorando a una velocidad alarmantemente rápida. Al menos para lo que es “nuestro” periodo de vida (aunque aun no sabía cuantos años se suponía que vive un dragón). La energía del lugar era caótica, revuelta, e iba totalmente en contra de la energía de Awian. Hasta ese momento no había tomado el tema de Awian muy enserio, pero sintiendo con mi sexto sentido me di cuenta realmente de lo que significaba lo de vivir en armonía con la naturaleza y con los demás. Y este lugar de pesadilla era diametralmente opuesto a lo que se suponía tenían que ser las cosas. Allí había mucha muerte, control, opresión en el aire. Y no solo de los humanos hacia los dragones, sino también de los humanos a los humanos mismos. En cierta manera sentí que era independiente de la raza. Intenté obtener más información pero no pude concentrarme lo suficiente con todo el revuelo alrededor. Al ir avanzando por las calles observé como más dragones de diferentes colores eran llevados por humanos. La mayoría era de colores que variaban desde el verde claro a color bronce, cobre, algunos marrón. Había unos pocos tonos azulados. Una de las tiendas que estaba en un edificio bajo exhibía en sus vidrieras trajes y abrigos de dragón, algunos incluso con sus alas. Parecía como una moda que estuviese impuesta, todas hechas con escamas. ¿¿Cómo podía ser posible?? ¿¿Cómo la humanidad podía ser TAN malvada?? Creía haberlo visto todo. La existencia de los dragones en ese mundo tendría que indicar que ahí las cosas eran muy diferentes al lugar de donde venía. Sin embargo en ese momento recordé que en mi mundo existían todo tipo de adornos hechos de animales, como carteras de piel de cocodrilo, botas y cinturones de piel de serpiente, estolas de visón, abrigos de piel de zorro, todo tipo de elementos innecesarios que eran hechos de animales. Recordé que en algún documental había visto un video en donde despellejaban a un zorro vivo sacándole la piel. Realmente deseé que ese no fuese el caso con las cosas hechas de dragones que había visto.

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Giramos por una calle y entramos en un gran predio al aire libre que estaba rodeado de paredes de ladrillo. Este tenía un gran cartel sobre la entrada que decía “Mercado de dragones – Compra y venta”. A un costado había un cartel con unas reglas que leí rápidamente: - “No se permiten dragones sin collar controlador” - “Todos los dueños tienen que llevar a sus dragones con correa” - “Los encargados tienen el derecho de disciplinar a cualquier dragón, incluidos los que ya tienen dueño” - “Nunca cruzar la línea amarilla” Y la regla que más me llamó la atención: - “Para negocios y asuntos relacionados con los dragones es obligatorio hablar en inglés” Por suerte mi inglés era bastante bueno gracias a que por muchos años he estado leyendo cosas en inglés y además porque los juegos que jugaba también estaban en ese idioma. Así que tuve que aprender “a la fuerza” para saber como iba la historia de tal o cual juego. También había usado el inglés para escribir en varios foros y en chat por internet. Aunque mi pronunciación era algo tosca, podía tranquilamente mantener una conversación. Sobre la entrada, del lado izquierdo había una cabina que decía “recepción”. Nos acercamos a ella y salió un hombre vestido de guardia. Su conversación con el cazador fue en inglés: - Señor Kenneth Anderson, es un placer verlo por aquí nuevamente. - Travis, Travis, te dije que no me llamaras “señor” no es necesario tanto formalismo. -Ambos se dieron la mano mientras el tal “Travis” me miró fijamente- ¡Vaya! ¡Uno rojo! Hace mas de veinte años que no pasa un dragón rojo por aquí! Creí que ya estaban extintos. - Así es, finalmente he logrado superar a ese idiota de Corbett. Un dragón rojo vale por diez de sus negros. No importa lo peligrosos que sean, a ver si ÉL consigue un rojo como yo. -Kenneth se rió- Ni que lo digas. Este va a valer mucho dinero. ¿Ya lo revisaste? - Sí, está en perfecto estado, es un dragón joven. Y escucha esto: ¡Ya sabe español! Parece que algún idiota lo crió de pequeño, así que no es necesario darle más instrucción. No solo conoce lo básico, sino el como cuidar a un humano y hacer tareas básicas. - ¡Increíble! Travis me miró y me preguntó en castellano: - ¿Cómo te llamas, dragoncillo? - Leimiroth- Le respondí - Interesante. –Dijo Travis, y luego dirigió su atención hacia el cazador- Bien, por este se aplica la tarifa normal. Pero ¿Cuánto crees que valga? ¿Seiscientos mil? - ¿Tan poco? ¡No me subestimes! Lo voy a subastar. El siguiente gesto me llamó la atención. El cazador le mostró el antebrazo al tal Travis. Este usó un dispositivo que no identifiqué y que era muy parecido a un teléfono móvil, aunque no pude verlo bien ya que todo fue muy rápido. El cazador Anderson estiró su brazo derecho con la palma hacia arriba. Travis apoyó el dispositivo un poco más arriba de la muñeca. No logré descubrir que fue lo que sucedió. Solo escuché un sonido agudo proveniente del dispositivo y una lucecita que se puso en verde. - ¿Cuándo vas a cambiar ese aparato? ¡Ya está viejo! –Dijo el cazador- Cuando nos provean de un nuevo modelo. –Dijo TravisMientras ellos siguieron hablando de otras cosas vi a otros dragones de todas las edades en diferentes jaulas. Incluso había varios cachorros. La gran mayoría tenían caras de desesperación, resignación y melancolía. Algunos estaban agarrados de las rejas mirando hacia el suelo, otros mirando

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hacia el cielo. No vi un orden específico. Algunas jaulas estaban apiladas y otras estaban en posiciones aisladas. Los cachorros tendían a estar en un mismo lado. Algunos hacían un sonido mezcla de llanto y maullido. Era desgarrador y al mismo tiempo impresionaba la indiferencia de la gente que estaba allí. Delante de todas las jaulas había una línea amarilla en el suelo, a aproximadamente metro y medio o dos metros de distancia de las jaulas. En el lugar también había algunos guardias que no parecían tener arma alguna. Mientras seguía examinando el lugar escuché que el tal Travis dijo: - Que extraño que esté tan tranquilo, y más aun después de que haya matado a dos de tus hombres. No deberías de bajar la guardia. - ¡Ja! Es que aprende rápido que es lo que le conviene. Ya le enseñé las bondades del electrificador. Nuevamente la gente empezó a arremolinarse a mí alrededor y cada momento me sentía mas incomodo. Algunos le preguntaron (siempre en inglés) cuanto valía, pero el cazador dijo que me iba a subastar. Más allá nos esperaban los cuatro hombres, quienes me habían traído. Noté que la gente sacaba fotos. Para intentar determinar mejor en que época estaba observé con detenimiento las cámaras de la gente, algunas eran digitales pero la mayoría eran analógicas. Había algunos que sacaban fotos con su teléfono móvil, los cuales eran tipo “Clamshell” (los que tienen “tapa”). Pensé que en realidad nos encontrábamos en un equivalente del año 2002 ya que recordé que una buena manera de identificar de que año era tal o cual película era ver que clase de teléfonos móviles utilizaban. Después de un rato de mostrarse, el cazador les hizo una seña a los demás hombres y nuevamente levantaron mi jaula. Nos dirigimos dentro del predio, pasamos un ancho pasillo al aire libre donde había otras jaulas apiladas con sus respectivos dragones de varios colores dentro, tanto machos como hembras. Mientras íbamos cruzando por el lugar algunos de los que estaban en las jaulas me miraron fijamente, otros simplemente dormían, y finalmente otros parecían no importarles el seguir viviendo. Sus espíritus habían sido destrozados hacía ya tiempo. Al hacer unos metros llegamos a donde parecía que era mi lugar en ese mercado, junto a un dragón adulto de colores que variaban entre el marrón y el amarillo. Y lo que realmente me impactó era que había un pequeño dragón, cachorro, color verde esmeralda a su lado. Me pusieron a la derecha del cachorro. La gente seguía mirándonos y me sentía como si estuviese en un zoológico. Traté de no prestarles atención y la desvié hacia mis dos “vecinos”. Lo primero que sentí del cachorro era miedo… Mucho miedo. - Hola -Le dije al cachorro, o al menos el equivalente a un saludo en ese idioma- H… Hola -Me respondió titubeandoEntonces el dragón marrón-amarillo me miró. - ¿Qué eres? -Me preguntó- ¿A qué te refieres? No entiendo. Me miró de arriba a abajo. - ¿Por qué tu energía es tan diferente? ¿Cuál es tu nombre? - Leimiroth. Fui criado por humanos desde que era pequeño, y tuve solo un esporádico contacto con otros de los nuestros. Intenté utilizar la historia que me había inventado. Pero cuando di esa explicación confirmé mis sospechas; que al hablar no solo emanaba palabras sino también energía. Energía que fácilmente otro dragón podría denotar que mentía. Aunque “técnicamente” no le mentí. Esa era la explicación real de mi vida, aunque no la causa, por lo que el otro dragón estaba muy confundido cuando le dije eso. - Eres especial, aunque no logro descubrir el por qué. Al verte siento esperanza nuevamente, ¿por qué? - No tengo idea a que te refieres. – Era evidente que tenía que medir mis palabras, no podía mentir… Casi cualquier dragón sabría. Aunque después de todo no sabía por qué él tendría que tener esperanzas con respecto a mí.

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- Yo tampoco. –Me respondió- Pero tienes que hacerlo por todos, en especial por ellos -Me señaló al pequeño dragón en la jaula a nuestro ladoEn ese momento apareció un hombre desconocido que gritó frente a nosotros en ingles: - ¿¿Quién fue el idiota que puso a este rojo al lado del problemático?? - ¡Johnston! ¡Quita inmediatamente a este y llévenlo a procesar! “¿Procesar?” Esa palabra me hizo recorrer un gran escalofrío desde la punta de mi cola hasta la cresta de mi cabeza. - ¿Qué es llevar a…? ¡Maldición!, no hay una palabra equivalente en idioma dragón para donde te van a llevar. ¿Y por qué te llamó problemático? - ¿¿Conoces el idioma secreto de los humanos?? - No es tan secreto, lo habla medio mundo. El dragón se puso histérico. - ¡Que no descubran que lo conoces! ¡Ellos solo lo usan cuando estamos aquí y no quieren que sepamos de que hablan! ¡Si ellos descubren que lo sabes te matarán, como a mi! - ¿Tu...? ¿Te van a matar? - Me he escapado y me capturaron, eso se pena con la muerte. Vinieron unos hombres y se dirigieron hacia la jaula del otro dragón, pusieron esos barrotes en posición para poder transportarlo. - ¡Escucha atentamente Leimiroth! ¡Tienes algo muy especial, no se que es, pero debes de desarrollarlo! ¡Nuestra especie necesita toda la ayuda que pueda conseguir y la tuya será fundamental! ¡Siento esperanza en ti! El dragón se puso a gritar. El hombre desconocido sacó su control remoto el cual era algo diferente al que tenía el cazador. En vez de tener un control común con una antena de punta parecía tener una mini antena parabólica, con la cual apuntó hacía el dragón en cuestión y lo apretó. Inmediatamente empezó a retorcerse del dolor y cayó desmayado. Entre esos eventos (y probablemente por la energía negativa en el ambiente) el pequeño cachorro que estaba a mi lado se puso a llorar. Entonces otro hombre habló; - ¿Qué le habrá dicho, jefe? - ¡No seas idiota Johnston! No debe de ser nada importante, no son más que bestias sin inteligencia y sin alma… Este va a la planta de procesamiento. Va a hacer unas buenas botas. Me horroricé ante su declaración pero hice mi mejor esfuerzo para mantener una cara de póker. Iba a pasarlo muy mal si hacía alguna mueca que indicase que entendía perfectamente lo que dijeron. Esperé a que se fueran y entonces miré al pequeño cachorro… Sentía como sufría con todo lo que sucedía y aun más por estar solo. Usualmente cuando escuchaba llorar a un niño humano me causaba irritación o indiferencia, pero esto era diferente. Su llanto era desgarrador. Realmente estaba asustado y perdido. No se me ocurrió otra cosa que pasar mi cola a través de los barrotes y alcanzarlo. Inmediatamente se aferró a ella.

- Ya… tranquilo pequeño. ¿Dónde están tus padres? – Eso fue un gran fallo de mi parte. Cuando hice el curso de bomberos voluntarios había aprendido que jamás teníamos que preguntarle a la victima como fue el accidente. Nunca hay que hacerle recordar a la victima el mal momento, pero en ese momento estaba muy alterado como para recordarlo - No se… Estábamos por alimentarnos y vinieron estos seres malos, me clavaron algo y me dio mucho sueño, y desperté aquí. ¡No quiero estar aquí! ¡Quiero estar bajo el ala de mi mama! - Desafortunadamente ella no está aquí, y no puedo pasar mis alas por estas cosas. - ¿Por qué estos seres son tan malvados? ¿Qué les hicimos? - No tengo idea, solo esperemos a ver que sucede, pequeño. Por suerte, sentí como se tranquilizó cuando tuvo mi cola para agarrarse. Se quedó callado. 81

Seguí mirando a mí alrededor. La gente seguía yendo y viniendo, muchos me miraban de reojo y otros se quedaron observándome. Por suerte ninguno me dirigió palabra alguna en español. No estaba de humor para contestar estupideces. Cayó el atardecer y la gente se empezó a ir. El lugar debía de estar por cerrar. Momentos después aparecieron hombres con carritos. Cuando se acercó uno vi que llevaban carne y agua. El hombre tomó un pedazo grande de carne con unas pinzas, como lo hicieron dentro del dirigible, y abrió el compartimiento de mi jaula. Tomé la carne. También hizo lo mismo con la jaula del cachorro que estaba a mi lado, pero cuando abrieron la compuerta de su jaula el cachorro se asustó, el hombre casi le tiró la carne encima. Luego este me pasó una jarra de agua. A continuación lo hizo en la del cachorro y en su caso no usó las pinzas. El cachorro intentó agarrar la jarra pero como no estaba acostumbrado a manipular esas cosas se le resbaló y se derramó el contenido sobre los pies del hombre. - ¡Que idiota que eres! ¡Ahora te arreglas con eso! Mejor que aprendas a usarlo mañana cuando te alimente. ¡Estúpida bestia! -Dicho lo cual le pegó un golpe a la jaula y dio un paso alejándose del lugar- Oye, ¿¿Qué no le vas a dar más agua al pobre?? -Le grité. Entonces el hombre se dio la vuelta- Mira, me importa un bledo que seas rojo. Tuve un muy mal día. ¡Y además ahora voy a tener que trabajar con los pies mojados! Pero por supuesto, ustedes no saben nada de que es eso ni de los problemas que tenemos, así que ¡Cierra el hocico o te lo hago cerrar yo! El hombre siguió su camino. Noté que el pequeño cachorro tenía sed e intentó lamer el líquido que chorreaba por los barrotes. No podía dejar que eso quedase así. Agarré mi jarro de agua y puse un poco de agua en la palma de mi mano. Con cuidado pase mi brazo hacia su jaula. El cachorro bebió el agua. Tuve que repetir la maniobra varias veces hasta que estuvo satisfecho. Su cara denotó un ápice alivio por haberlo ayudado, entonces se agarró de vuelta de mi cola, se hizo una bola y al rato se durmió. Desgraciadamente, el día no había terminado para nosotros. Al poco rato oí pasos. Desde lejos podía escuchar el sonido del agua a mucha presión y cuando al fin estuvo más cerca comprobé que eran dos hombres que llevaban mangueras e iban cubiertos de impermeables amarillos. Su misión era la de limpiar las jaulas y a nosotros. Sí, como bien habrás imaginado, no teníamos posibilidad de aliviarnos en ninguna parte… Salvo en la jaula, y a esas alturas el olor ya era muy desagradable. Cuando llegaron a mi, sentí el fuerte chorro del agua sobre las escamas. Estaba muy fría pero por suerte estaba bien protegido. Apuntaron con empeño hacia el suelo de la jaula y todo quedó limpio. Los desechos cayeron al piso y se los tragó una alcantarilla. No hubo ningún tipo de interacción por parte de ninguno. Me sentí muy humillado por lo que acababa de suceder… Cuando le llegó el turno al cachorro, el cañonazo de agua le despertó haciéndolo gritar y agarrarse más a mi cola. Temblaba, pero supuse que no era de frío, si no de miedo. Desde mi jaula lo alentaba con palabras en idioma dragón del tipo “tranquilo, tranquilo. Ya se va, solo es agua…”. Al finalizar, el pobre seguía temblando y lloraba. Alargué mi brazo hasta él como pude y lo acaricié. Eso pareció calmarlo, y al poco rato volvió a hacerse una bola (aun aferrado a mi cola) y a dormirse. Yo también me hice una bola e intenté conciliar el sueño pero no logré hacerlo. Ya había tenido demasiados días de poca actividad y mucho dormir a falta de no poder hacer otra cosa. Me quedé dormitando y analizando algunas posibilidades de escape. Sin herramientas no podría escapar de esa jaula y el intentar noquear o matar a algún guardia en el momento en que me sacaran de ahí tampoco sería de utilidad alguna. Enseguida me detendrían con el collar. Con lo que conocía de tecnología no lograba entender cómo esos collares podían descargar tanta energía y no tener una fuente de poder visible. Tampoco era que estuviese en un mundo tan futurista…

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La noche cayó y mientras estaba pensando los guardias pasaron con linternas. El haz me pareció mucho más brillante de lo que cualquier linterna alumbraría alguna vez. Noté que todos ellos llevaban de esos controles remotos que tenían esa mini antena parabólica. ¿Qué diferencia habría entre el control del cazador y esos? El cazador cuando lo apretaba no necesitaba apuntármelo a mi, pero estos guardias si necesitaron apuntarlo al dragón que querían electrocutar. Por lo tanto, el del cazador debía de ser un control omnidireccional, solo afectaría al collar con el que estaba calibrado. Sino aquí dentro cualquiera podría electrocutar al dragón que quisiera. Pero… Los de los guardias tenían esa antena. Debía de ser que cualquier collar en su línea de acción se activaría, más aun recordando en el cartel la norma “los encargados tienen el derecho de disciplinar a cualquier dragón, incluidos los que ya tienen dueño”. Del análisis logré concluir que debían de usar un sistema transmisor de radio para activar los collares. Si lograse ponerme alrededor del collar algún casco que actuase como una jaula de Faraday bloqueando las señales de radio no podrían actuar sobre mí. Desafortunadamente no recordaba de que material tenía que ser hecha la rejilla y de que manera ser construida para que efectivamente funcionase. Al menos ya tenía una posibilidad en la mente, lo cual me animó un poco. Si intentaba mi escape y fracasaba me convertiría en botas o guantes así que tenía que ser en el momento en el cual llegase a la casa de quien sea que me comprase. Solo tendría una oportunidad de hacerlo. En el mientras tanto tenía que enfocarme más en actuar como dragón. Al estar un poco mas relajado logré conciliar el sueño. Al dormir, tuve otro sueño extraño. Lo significativo fue una frase que algo o alguien me dijo, que era “no todos son malvados”… - ¡MAMI! ¡MIRA! ¡UNO ROJO! ¡QUE BONITO QUE ES! ¿ME LO COMPRAS? Los gritos de un niño me despertaron perforándome los oídos. Eso me irritó bastante. Ya era de día y una multitud se iba reuniendo alrededor de mi jaula. Todos mirándome con curiosidad. Me sentí muy incomodo por lo que me di la vuelta mirando hacia la pared. Sentía que el cachorro todavía se aferraba a mi cola. Hasta ese momento no me había dado cuenta de que un grupo de humanos huelen muy fuerte a… humanos… Es un olor característico, no era que olía una parte específica, sino que percibía la mezcla de todos los olores del cuerpo humano en un único aroma; “olor a humano”. Por otro lado también olí diferentes perfumes y desodorantes pero no es eso a lo que me refiero con “olor a humano”. No puedo explicarlo con palabras. Estuve echado mirando hacia la pared durante un rato hasta que entre los cuchicheos escuché la voz de un hombre joven. - ¡Vaya! ¡Es magnifico! Lástima que esté de espaldas, quiero verlo de frente. ¡Oye tú, rojo! ¡Date vuelta! Seguí mirando hacia la pared. - No debe de saber castellano aun. -Dijo otra voz- Pero señor ¡No se acerque tanto! -Se escuchó la voz de una mujerEso llamó mi atención, inmediatamente sentí un golpe en mi cola en la parte que estaba entre ambas jaulas. No me dolió pero me irritó. Creo que lo que más me molestó no fue el golpe en si sino la energía transmitida al querer fastidiar. Mi cuerpo se tensó, miré de reojo y vi a un hombre joven y flaco con camisa clara que seguía allí. Seguí quieto. - ¡Despierta holgazán! –Dijo mientras me pegó el segundo golpe en la colaNo respondí. Logré con un movimiento hacer que el cachorro soltase mi cola, me tense aun mas esperando el próximo movimiento del hombre. Cuando me dio un tercer golpe lo sorprendí y rápidamente moví la cola hacia arriba semi-enroscándola en la muñeca del hombre y con ella empujé su mano dentro mi jaula. El hombre intentó zafarse pero rápidamente me levanté, le agarré su mano forzando que casi todo su brazo derecho estuviese dentro y con un movimiento firme se lo doblé a

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medio camino entre la muñeca y el codo. Le fracturé el brazo con un fuerte sonido a “CRACK”. El hombre empezó a gritar del dolor, casi parecía como si fuese un pequeño animal indefenso que metió la pata dentro de una trampa. La gente a mi alrededor empezó a gritar y hacer escándalo. Cuando el hombre tiró hacia atrás le solté, se cayó de espaldas agarrándose el brazo roto. Rápidamente llegaron unos guardias. Contuve la respiración por un momento. - ¿¿Qué diablos sucedió aquí?? -Dijo unoLa gente empezó a contar lo que sucedió, algunos llamándome “monstruo rojo” y “bestia inhumana”, sin embargo los guardias entendieron bien los eventos. - Señor… se le advirtió que NO molestara a los esclavos ¿¿Qué parte de “no cruce la línea amarilla” no entendió?? - ¡Castíguenlo! ¡Me rompió el brazo! ¡Casi me lo arranca! -Dijo el hombre entre gritos y llantos- Al que vamos a castigar es a usted por hacer caso omiso de las advertencias. ¡Y que esto sirva de lección; que las reglas están para ser cumplidas! En ese momento dos de los guardias se llevaron al hombre. El guardia entonces me miró fijamente y me dijo en voz baja. - Tienes suerte, ese idiota se lo merecía. Pero la próxima vez que dañes a un humano la vas a pasar muy mal. Supongo que ya te han dicho que es un crimen que se castiga con la muerte, ¿Cierto? - Sí. Lo comprendo. - Bien… Porque aunque tengas esas bonitas escamas rojas no te salvaras de las reglas, dragoncillo. Por suerte parecía haber un poco más de sentido común que de donde vengo. Un lugar donde el ladrón demanda al que roba porque se defendió y lo hirió. El guardia se alejó y quedó otro vigilándome. Sentí la mirada de desprecio en la gente que fue testigo de lo que sucedió. Por suerte al rato todos ellos se habían ido y vinieron otros que no vieron el incidente. Me quedé mirando al cachorro a mi lado que se me quedó mirándome fijamente. Casi me había olvidado de él. - Herir está mal. - Bueno, se lo merecía. Fueron ellos quienes nos pusieron aquí. - No fue ese hombre quien me trajo, era otro. - Bueno… digo… En general. - No, no fue ese hombre, fue otro. –Insistió- Pero, me estaba molestando y me puso de mal humor. - Herir es malo. Vaya, un cachorro dándome una importante lección de la vida. Hice un error muy común, que es el de generalizar. Este cachorro con sus pocos años de vida tenía en claro eso. Que extraño. No supe que decir, me quede callado un largo rato. Pasadas un par de horas, vinieron cuatro guardias a mi jaula, junto con esos, el tal “Travis”. - Llévenlo a la subasta. Anderson dijo que le llevemos con la jaula cubierta. Cubrieron mi jaula con una tela verde opaca, la cual no me dejó ver nada. Escuché al pobre cachorro llorando en la otra jaula. Me levantaron y me llevaron lejos de ahí y de él. Paso tras paso íbamos avanzando hacia algún lugar. A lo lejos escuché el sonido de un altoparlante diciendo que en quince minutos la subasta principal tendría lugar. Después de unos minutos me colocaron sobre algún lugar. Por altoparlantes escuché; - Y ahora ¡Lo que estaban esperando! Se los creía extintos, otros estiman que los que quedan se pueden contar con los dedos de una mano. Capturado por el legendario cazador de dragones Kenneth Anderson. ¡Un ejemplar color rojo escarlata!

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En ese momento quitaron la tela sobre mi jaula y se oyó un “ohhhhh” acompañado de aplausos. Ante mi había decenas de hombres y mujeres sentados en filas, algunos vestidos con trajes elegantes, otros de gala, algunos llevaban sombrero de copa, algunas damas llevaban diversas clases de vestidos. Lo que era indudable es que aparte de haber varios interesados por la subasta también había gran cantidad de curiosos. El lugar seguía siendo al aire libre, solo delimitado por paredes. Estaba sobre una tarima. A mi izquierda un rematador detrás de la mesa de subastas con su clásico martillito. A la derecha, el cazador, vestido de gala con botas hechas indudablemente de piel de dragón blanco, sombrero chato también con escamas blancas. Sacaba pecho en gesto de orgullo y soberbia. En diferentes lugares había seis guardias los cuales tenían visiblemente los radio controles además de cachiporras y fundas con revólveres. En cierta manera me hizo sentir extraño porque por una parte era algo muy valioso, pero por otra, no era nada para ellos. Tan solo admirado por mis escamas que casi diría que ni siquiera eran realmente mías. Quería salir de ahí… Mis instintos decían que tenía que tratar de hacer toda la fuerza posible para romper los barrotes, o gruñir ¡Algo tenía que hacer para escapar! Pero sabía bien que no podría hacer nada… Por ahora. Tenía que pensar fríamente. - Comencemos con el remate del lote 17. Un dragón rojo escarlata ya adoctrinado. Conoce el como convivir con los humanos, ha tenido un dueño anteriormente que murió de causas naturales. ¡Incluso ha llegado a cuidarlo! Sabe hacer labores caseras. Como verán, un excelente espécimen, fuerte y habilidoso. Me causó algo de gracia como el rematador adornó mi descripción. - El precio base es de doscientos mil. - ¡250.000! -Gritó un hombre con frac y sombrero de copa- ¡300.000! -Gritó una mujer en sus cincuenta y tantos con parasol- ¡325.000! - Tenemos 325.000. ¿Quien da más? - ¡375.000! Una a una las subastas por mi subieron, la gente estaba entusiasmada y todos allí queriendo comprarme. Ya no veía la hora de salir de esa maldita jaula y cortarle el cuello a ese maldito cazador. También todos los que estaban allí me dieron repugnancia. Gente con dinero, a saber como lo consiguieron pero de seguro no fue preocupándose por el prójimo. 500.000, 600.000, 800.000 la gente pujaba, algo me llamó la atención entre los que estaban allí. Un hombre de aproximadamente treinta y cinco años, moreno, no muy alto, pelo negro y de contextura delgada estaba en la primera fila. No llevaba un traje tan elegante como los demás, sino una chaqueta de cuero negro. Me llamó la atención que fuese cuero regular y no de escamas o algo por el estilo. No había hecho ninguna oferta hasta el momento y se lo veía muy tranquilo. - 835.000 es la última oferta ¿Quién da mas? ¿840.000 alguien? 840.000 ¿Quién da mas? Se va el dragón rojo a 835.000 a la una…835.000 a las dos… De repente el hombre que observé se levantó. - ¡1.200.000! Se escucharon cuchicheos entre la multitud. Se poco y nada de remates pero realmente diría que con su gesto no solo impuso su intención de adquirirme sino también tenía dinero más que suficiente como para superar por bastante la oferta que cualquiera de allí podría hacer. - ¡Vendido al señor 1.200.000! Hubo un aplauso general. La gente se le acercó y lo felicitó. Luego me miró y yo lo miré directamente a los ojos. “Ese no sabe la que le espera” pensé. Pasaron unos segundos y me pusieron la tela nuevamente. No tuve tiempo de analizar su energía. Levantaron mi jaula y me llevaron lejos de ahí. Luego me pusieron en el suelo. Abrieron la tela para pasarme agua, comida y limpiar mi jaula de nuevo 85

pero logré ver que estaban apunto de subirme en la parte de atrás de un camión. Luego me subieron al mismo y este arrancó con rumbo totalmente desconocido. Mientras, yo me preguntaba… “¿A que maldito me habrán vendido?”

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